l de Eugenio Griffero

Lo supo desde el primer instante, saba que iba a morir, por eso jams me obedeci. Hasta creo que lo compr para matarlo y lo supo quizs antes que yo. Lo aliment y lo cuid como a esos gansos que se los infla con nueces. Le ense a hacer sus cosas en el jardn y tuvo su collar de cuero. Algunas maanas se meta entre mis sbanas y se acurrucaba junto a m, yo lo dejaba, pero entre nosotros estaba lo otro. Sabamos que nos enfrentaramos y que debera morir. A veces al sentir que buscaba mi calor y yo el olor de sus pelos, pensaba que tardara en hacerlo. Era mi compaero, salamos juntos a todos lados, hasta nos sentamos a gusto algunos das. Pero no nos engabamos, era una tregua amable. Adems era soberbio, aceptaba su papel, no intentaba o quizs no poda conquistarme. Me miraba diciendo: estoy aqu, soy el perro que va a morir. Creo que eso posterg mi decisin. Muchas noches suspenda la lectura y lo miraba por sobre el libro, l giraba y me enfrentaba diciendo: si es la hora estoy dispuesto. Yo volva a leer. Una maana se acerc y apoy la cabeza sobre mi pi desnudo, me mir con expresin triste, seguramente le apenaba ver centrar mi vida alrededor de su cuerpo de perro chico. Me decid, no deseaba que sufriera por m. Estir el brazo y tom la navaja. No se movi. Necesit un solo movimiento amplio.

Eugenio Griffero (Fragmento de su novela CLIMA. )