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Relato y diseño de Jorge Hdz, (Hawk)

Cinco tiros y uno de reserva


l sonido de mi propio aliento acompasa el golpeteo de mi corazón en mi pecho…. Llevo… no

E sé cuanto tiempo en este lugar. Aquí el tiempo no existe, las horas son meros adjetivos inser-
vibles imposibles de aplicar… la luz y la oscuridad se mueven como hondas inhalaciones y
profundas exhalaciones de este sitio… como una respiración monótona y pesada. Aprieto mi linterna
con ambas manos… no quiero salir de aquí, pero tampoco puedo quedarme en un solo sitio… ya
me ha quedado muy claro que para el horror que mora aquí, no existen puertas ni muros. ¡¿Qué fue
eso!? Ahogo mi respiración… no quiero que me oigan… me pego a la puerta y escucho… escucho…
¡algo camina ahí a fuera… oigo su paso torpe y lerdo! ¡se detiene cerca de la puerta! Ninguno de los
dos hacemos ruido… comienza a caminar de nuevo… el sonido avanza por el pasillo hasta perderse
entre el mar de murmullos apagados y difusos que saturan de forma sutil los rincones oscuros de este
lugar. ¿¡Cómo demonios vine a parar aquí!?

Hace varios años, durante mi época de preparatoria, conocí a Giovanna… Giovanna… vaya si era
hermosa. Apenas un par de meses menor que yo, era algo como jamás había conocido… tenía unos
ojos enormes y grises que chispeaban multicolor al roce del sol… recuerdo que su piel era muy
blanca y suave… unos labios rosados y mullidos se mantenían siempre en una mueca de seriedad
y mutismo total. Aunque todos en la escuela habían notado su belleza, ella permanecía apartada de
todos, en su mundo.

Rebecca- mi novia en aquel entonces- se sentía intrigada por aquella chica que jamás hablaba con
nadie. Poco a poco nos hicimos amigos… y mucho más. Fueron muchas las horas que pasamos Re-
becca, Giovanna y yo encerrados en mi habitación ese día… el mar de caricias y besos se desató,
pero más que un hecho simple de carnalidad, hubo algo en ese día que nos llegó muy hondo a am-
bos… ¡la fuerza y desesperación con que Giovanna nos abrazaba, esa necesidad de calor y sosiego
fue ansiosa y evidente! Al final… Giovanna se durmió en medio de nosotros… ambos la miramos
descansar, con su cabello rizado castaño rojizo esparcido sobre la cama… Becca y yo nos mirába-
mos en silencio… ¡¿quién era esa chica que devoraba el cariño con la ansiedad de quién siente que
jamás volverá a probarlo?! Con el tiempo nuestra amistad se hizo más profunda y por fin se atrevió
a hablarnos de ella…

Su madre había muerto poco después de dos años de darla a luz, su padre- un hombre de nego-
cios- la conoció en una pausa que hizo en un pueblo durante un viaje de trabajo. “Mi padre no habla
mucho al respecto- nos comentaba- No se enteró de mi nacimiento sino hasta que tuve cerca de dos
años… mi madre le había pedido que fuera por mi… y así lo hizo. Nunca me ha comentado cómo fue
que murió, sólo sé que la enfermedad la mató en muy poco tiempo” “Pero… ¿Por qué no te lo dice?
¡es tu madre!- preguntó Becca- Aún le duele…-respondió Giovanna- lo veo en sus ojos, lo siento en
su ser cada vez que, sentado en su estudio, sostiene su foto y la mira por horas… hasta que las
lagrimas le impiden ver… nunca he conocido el pueblo donde nací, papá no quiere que vaya allá…
odia ese lugar… supongo que es por el recuerdo de haber perdido a mi madre” Más allá de lo que
nos contara, notamos que le sucedían cosas raras.. muy raras… miraba con recelo los rincones de
la escuela… a menudo, la sorprendíamos con la mirada fija en un punto… como si observara con
miedo algo que nosotros no.

Una tarde lluviosa de otoño, recibí la llama de de Becca que estaba muy agitada… el padre de
Giovanna acababa de fallecer. Al llegar a su casa, la encontramos sentada en la sala, con los ojos
enrojecidos por el llanto y junto a ella, un hombre hacía las preguntas de rutina… por toda la casa,
los paramédicos entraban y salían preparando todo para sacar el cuerpo, entonces, uno de ellos se
acercó a Giovanna y preguntó “No deseo molestarla, señorita… pero… ¿nos dijo que su padre murió
durante la noche mientras dormía?” “Así es- respondió- me di cuenta hoy en la mañana cuando entré
a su habitación… me extrañó que aún estuviera en la cama, siempre se levanta muy temprano” “Hay
algo que quiero mostrarle- añadió el hombre- sígame por favor” Al entrar en la habitación, lo primero
que sentí fue un aroma sutil a humedad… entonces el paramédico levantó las sábanas y todos nos
quedamos sin palabras… la mano izquierda del hombre- descansada a su lado- apretaba con fuerza
las sabanas, pero lo verdaderamente extraño eran los pies… ambas plantas estaba sucias, saturadas
de mugre y barro mientras en las sábanas, gruesas manchas de lodo se esparcían… era como si
hubiera estado caminando descalzo durante horas… bajo su almohada, hallaron un revolver Taurus
38 super con cinco de los seis tiros gastados… ¡¡El sonido… ya no escucho nada a fuera!! ¿se ha-
brán idio? –me pego a la ventana del cuarto y con discreción asomo al exterior- no veo nada… nada
más que sombras…. A veces, siento que algo se mueve allá abajo… pero no logro observar nada…
y no pienso usar la linterna… no quiero que sepan que estoy aquí… cinco tiros de revolver… miro
mi arma… ¡vaya ironía! Sostengo en una de mis manos un revolver idéntico… ¡¿idéntico!? ¡¡No, no
puede ser… ES EL MISMO!! ¡es el mismo que tenía el padre de Giovanna, lo recuerdo por las marcas
en la cacha... pero…!! ¿¡cómo!? ¡¡Este revolver lo hallé en un cajón de este edificio!! cinco tiros… me
acuerdo lo que me enseñaron cuando estuve sirviendo en el ejercito… “Siempre guarden una última
bala… ya sea para matar al enemigo… o para quitarle el gusto de que sea él quién los mate a uste-
des” la última salida honrosa del soldado…

Tras la muerte de su padre, vimos muy poco a Giovanna… de hecho, dejo de ir a clases… y una tarde
de invierno, nos fue a ver para despedirse… “Una amiga de mamá vino a los funerales de papá…
me contacto luego de la ceremonia y me comentó que si mi padre y mi madre se amaban tanto… lo o
correcto sería que descansaran juntos. Así que iré al pueblo donde se conocieron… al lugar donde
nací… para depositar la urna con las cenizas de mi padre… en cuanto vuelva me pondré en contac-
to… nunca olviden que los amo… adiós”. Y no volvimos a saber de ella.

Pasaron los años… pocos al principio… muchos después… demasiados, quizá… me casé con Becca
y durante mucho tiempo, ambos seguimos pensando en Giovanna… Hace dos años que Becca mu-
rió… un tumor inoperable en el cerebro… tres años de agonía… tres años de falsas esperanzas y
el dolor de verlas rotas cada vez que los médicos nos decían que no había nada que hacer… no
lo soporté y tras su muerte ingresé en las fuerzas armadas como combatiente activo… mejor una
lluvia de balas que ver la casa sin ella.

Duré cerca de año y medio en combate hasta que un fragmento de mina me lesionó la pierna y me
obligaron a volver… solo, vacío y con un rengueo que me hacía caminar lerdo… al llegar a casa,
halle una marejada de cartas bajo la puerta… y entre ellas, una carta de Giovanna… ¡¡Mi corazón
se alegró!! Me enviaba su pésame por la muerte de Becca, así como una honda disculpa por no ha-
ber estado con nosotros durante ese duro trance… me decía que tenía una casa en ese pueblo…
“¡No sabes lo hermoso y quieto que es aquí… a momentos es tan silencioso, que puedes oír el
viento entre los árboles… hay poca gente, pero es muy unida… muy unida… si así lo deseas, te-
nemos un lugar para ti, un sitio donde puedas descansar por fin… un lugar donde puedas alejarte
de tu dolor… ven, Michael… ve aquí conmigo… yo esteré esperándote…”

¡¡¿Qué maldita pesadilla es esta?!! ¡Un pueblo vació, lleno de sombras que murmuran, cenizas que
caen como nieve de un cielo siempre gris… noches eternas plagadas de ruidos y ecos… ecos de
cosas que prefiero no ver…! Ya no puedo soportarlo… a ratos escucho la voz de Becca llamando
por lo bajo en mis oídos… siento el aliento de Giovanna en mi cuello como cuando jóvenes…
¡¡¿TE BURLAS DE MI… ES ESO… TE BURLAS DE MIS RECUERDOS Y MI DOLOR?!! Tranquilo…
respira… la noche aquí es larga… muy larga… asomo a la ventana… todo está callado… el añejo
aroma del olvido, ese aroma de madera y tapiz antiguo impregna toda la ciudad… debo moverme,
no puedo quedarme aquí… cinco tiros y uno de reserva… para rematar al enemigo o morir por tu
propia mano… la última salida decorosa del soldado…

¿¡Q-QUE ES ESO… S-SON…!? ¡¡SÍ… NO ESTOY SOÑÁNDO… LAS RECONOCERÍA EN DONDE


FUERA, AUN EN MEDIO DE ESTA PENUMBRA… JAMÁS OLVIDARÍA SUS CUERPOS… SU ANDAR…
LA FIGURA DE LAS DOS COSAS QUE MÁS HE AMADO EN ESTA VIDA… ESTÁN AHÍ, AFUERA, LAS
HE VISTO CAMINAR HASTA PERDERSE EN LA SOMBRAS…!! ¡¡Tengo que salir de aquí, aún tene-
mos oportunidad de escapar de este lugar, de volver a nuestras vidas… aún podemos…!! ¿ver-
dad, Dios mío… verdad que aún podemos…? No… no podemos… ¡¡No seas Idiota, Michael…
acéptalo… Becca murió… y algo me dice que Giovanna mucho antes que ella!! Dios… me siento
tan cansado… es hora de seguir, de buscar la salida… cinco tiros y uno de reserva… aprieto mi
revolver… el revolver del padre de Giovanna… aspiro profundo… entre abro la puerta… asomo…
y abandono el cuarto… que Dios me ayude.

Los pasos se escuchan a lo largo del corredor… dentro de la habitación, el andar de Michael se
oye cada vez más lejano… un ruido, seco, un gemido ahogado escapado de una garganta infra-
humana resuena… se escuchan varios disparos… 3… 4… 5… un largo silencio y después… un
sexto y último disparo resuena… un cuerpo cae fardo y otro mas, camina despacio… lerdo… y
todo vuelve a quedar en silencio.
Lazos familiares
-Continuación de “Cinco tiros y uno de reserva”
l dolor en mi brazo ha menguado en las últimas horas… no ha desaparecido, pero se ha

E hecho más tolerable. Vuelvo la vista hacia la ventana… aún está oscuro… y digo “oscuro”
porque no puedo ocupar el término “noche” en este lugar…

Desde que llegué, me di cuenta que aquí la oscuridad es más densa que cualquier noche… y las
horas de luz demasiado mortecinas como para llamarles días. Nadie parece habitar este pueblo…
salvo de noche. Hace mucho tiempo que estoy aquí… en este pueblo… y no parece haber salida…
¡maldito frío… me cala hasta los huesos… lo que daría por una buena chaqueta! No logro discernir
por más que trato el tiempo que llevo aquí… pero ha sido mucho… una eternidad. Apenas logro
recordar la última vez que hablé con alguien… fue… sí… fue con ella…

Habían pasado… cerca de 4 meses… tal vez un poco más desde la ceremonia luctuosa… y cerca
de dos o tres días desde la despedida cuando me llamó por teléfono… tenía algo muy importante
que decirme y quedamos de vernos en un café al que solíamos ir los tres. Nos acomodamos en un
rincón del lugar y a la par de una charla trivial, bebimos un par de tazas de café.

-Te pedí que vinieras porque tengo algo importante que contarte
-¿Y qué es?
-Bueno… él me ha pedido matrimonio
-¿¡En serio!? ¡Felicidades!
-Gracias…
-No te veo muy contenta…
-No me malinterpretes… es que… hay algo… algo muy delicado… algo que no le he contado a
nadie… ni siquiera a él.
-¿Y qué es?
-Bueno… soy adoptada.
-¡¿Y eso es todo?! ¡es una nimiedad!
- No es eso en sí… mira… desde siempre he sabido que las personas que me criaron en realidad
son mis tíos. Ellos mismos me contaron que jamás se supo quién era mi padre… y que mi madre
nunca quiso tenerme… así que en cuanto nací, ellos se hicieron cargo de mi… y mi madre… bueno,
simplemente se fue sin volver la vista atrás.
-Lamento escucharlo… pero aún así, no hay nada que temer, eso no fue culpa tuya.
-Déjame continuar… Una tarde, cuando tenía doce años, entré al cuarto de mi tía en busca de unos
pendientes. La caja donde guardaba sus alhajas estaba en lo alto del armario… al intentar bajarlo, la
caja se abrió y dejó escapar un par de pulseras las cuales fueron a dar detrás del armario. Al asomar
para buscarlos, descubrí una caja de madera… intrigada saqué la caja y la abrí…

Dentro había un mar de cosas, papeles, tarjetas y muchas cosas más… pero entre ellas descubrí algo
muy extraño… una foto… una foto vieja y maltratada… había tres jóvenes de no más de… quince o
dieciséis años. Al parecer asistían al mismo colegio o internado, ya que las tres usaban el mismo uni-
forme… azul con cuello blanco y un listón rojo. Reconocí a la primera de ellas… era mi tía… a su lado
derecho estaba una chica de cabello rubio cenizo, de ojos azules y pequeños… a su lado izquierdo,
una chica de piel muy blanca sonería… tenía el cabello sujetado, de color castaño oscuro, casi negro,
aunque sus ojos eran de un matiz oscuro como su cabello, poseía una mirada llena de ternura… tras
ellas, se miraba parte de un escaparate o vitrina de corte clásico… como de pueblo... y al fijarme con
atención, vi un nombre escrito… era un hotel turístico. Al volver la foto, vi que tenía algo anotado de
puño y letra de mi tía: Mi mejor amiga y mi hermanita: Claudia, Alessa y yo.
¡Ya imaginarás mi asombro! ¡Una de las chicas que acompañaban a mi tía en la foto era mi madre!
De inmediato fui al garaje a buscar a mi tío que se hallaba reparando algunas cosas…

-¡¡Tío, Tío…!!
-¿Qué sucede?
-Mira, mira lo que hallé… dime… ¿cuál de estas chicas era mi madre?

El rostro de mi tío se deformó… con una mueca mitad miedo, mitad rabia, me arrebató la foto al
tiempo que preguntaba furioso.

-¡¿DE DÓNDE HAS SACADO ESTO?!


-E-estaba en una caja… en la alcoba de mi tía…
-¡¡NO DEBES ANDAR HUSMEÁNDO EN LAS COSAS AJENAS, NIÑA!!
-¡P-pero..!
-¡¡SIN PEROS… NO VUELVAS A HACERLO NUNCA!!

Salió de la habitación sin decir más llevándose la foto con él… esa anoche, un murmullo me des-
pertó… era un sonido proveniente de la planta baja. Al asomar, pude reconocer las voces de mi
tíos… discutían… él estaba furioso.

-¡Es que… entiéndeme!


-¡¡NO!! ¿ES QUE ACASO NO LO COMPRENDES? ¡ABANDONÁMOS TODO PARA EMPEZAR LEJOS,
EN OTRO SITIO… Y TÚ PONES EN PELIGRO TODO POR TU NECEDAD!
-¡Es sólo una foto!
-¡Y es más que suficiente! Entiende… solo hace falta un descuido… uno muy pequeño para que
todo empiece de nuevo… para que vuelva a entrar en nuestras vidas corrompiéndolo todo…
ensuciándolo… manchándolo de todo aquello.
-Es… es mi hermana…
-¡¡No seas necia!! Ella no es tu hermana y lo sabes… sabes que no queda nada de la niña que
protegías… se convirtió en lo que ellos querían… es mejor que no sepa donde estamos… un
detalle como esté, bastaría para que diera con nosotros… y con la niña… porque estoy seguro
que no ha dejado de buscarla.
-Y… ¿no crees que ha llegado el momento de decirle toda la verdad a la niña? Es justo
que lo sepa…
-¿¡ESTÁS LOCA!? ¿En verdad quieres que lo sepa… que sepa lo que hicimos? ¿crees que luego
de saberlo te seguirá viendo como una madre? No seas estúpida… si se llegara a saber, en el
mejor de los escenarios nos condenarían por secuestro…
-P-ero..
-NO HAY PERO QUE VALGA! Dime… ¿tienes más cosas de estas… has guardado más a mis
espaldas? ¡¡Responde!!
-¡NO… no… es lo último que me queda!
-Por el bien de todos esperemos que sí…

No hubo más palabras… mi tío arrojó la foto a la chimenea… y no apartó su vista de ella hasta es-
tar seguro que no quedaba nada. ¿Entiendes ahora de lo que te hablo? He tratado de encontrarle
alguna explicación razonable a todo lo que escuché esa noche… pero no encuentro otra… muy
probablemente… no sean parientes míos y, peor aún… parece que fui raptada. No he querido
comentar nada con ellos… si así se puso con la foto aquella vez… no sé que pasaría si supieran
de mis sospechas.
-Vaya…
-¿Qué hago?
-Pues… ok… mira… yo tengo que salir como ya les había comentado, tras la muerte de mi padre,
se han venido una gran cantidad de alegatos legales. Papá me dejó una suma considerable de di-
nero… pero como ven joven, quieren hallar la manera de engatusarme… ya busque ayuda legar de
confianza y espero que pronto se arregle.
-¡Que tonta… yo aquí, quejándome de esto y tú con la muerte de tu padre! ¡Lo siento!
-Descuida… para eso somos amigas. Mira, hagamos esto… acepta, cásate con él y juntos averigua-
remos donde queda ese lugar…e iremos a averiguar la verdad sobre tu madre. ¿te parece?
-Claro que sí…

Pagamos la cuenta y poco antes de separarnos, recuerdo que pregunté.

-Rebecca ¿Recuerdas el nombre de ese hotel que viste en la foto?


-Sí… ya he investigado donde queda… Está en Virginia del Oeste… en un pueblo llamado Silent
Hill.
-Bien… Yo iré a depositar las cenizas de mi padre a Ohio, así que me queda de camino. Una vez
que cumpla con ello, Iré para allá y los esperaré ahí… ¿de acuerdo?
-Claro que sí, Giovanna… gracias…
-No agradezcas, tonta… y no le digas nada Michael… vamos a darle una sorpresa ¿te parece?
-De acuerdo

Luego de un corto y sutil beso en los labios, nos separamos cada cual por su camino… llegué a
este maldito pueblo… y al momento mismo de entrar, supe que había algo raro en él… pero jamás
imaginé que tanto. Por fin… la luz se cuela por entre las cortinas viejas y sucias de este cuarto…
es hora de volver a mi refugio… ¡refugio! ¡cómo si algo aquí sirviera para ello! Michael… Rebecca…
no tienen idea de cuánto los hecho de menos… en fin, ya basta de lloriqueos… nada gano con ello.

Abandono el viejo edificio donde me resguardé durante las horas de oscuridad y al salir, escuchó
un sonido inusual en este sitio… es… ¡¿música?! Una tonada apenas audible flota entre la ceniza
que se desprende de este techo gris que pretende ser un cielo… sigo con atención el sonido… se
hace cada vez más fuerte… ¡sí, reconozco esta tonada! Viene… ¡de ese auto!

¡Por Dios, un auto… y con el reproductor de CD´s funcionado! ¡un maldito vehículo que funciona
en este mísero pueblo! La puertezuela del conducto está abierta… al asomar, descubro una cha-
queta verde oscuro en la parte trasera ¡por fin, algo con que cubrirme de esté frío! Un momento…
este aroma en la prenda… lo recuerdo… hurgo en la guantera del auto a ver si hay algo útil… una
credencia… servicio militar de los Estados Unidos de America… ¡Lt. Michael Donovan! ¡MICHAEL,
ES MICHAEL! ¡Oh, Dios, está aquí! pero… ¿dónde? ¡Maldición, puede estar en cualquier parte! En
ese momento, la música en la radio empieza a deformarse lentamente… ¡NO, NO, NOOO, NO ME
HAGAS ESTO… NOOOO! ¡Maldición! El llanto que escapa de mis ojos es mitad rabia y mitad des-
esperación… ¡NO ES POSIBLE… EL ÚNICO AUTO CON GASOLINA EN ESTE INFIERNO… Y SE LE
ACABÓ LA BATERÍA!

Luego de dar rienda suelta a mi impotencia, lucho hasta controlarme y al final, aspiro profundo…
Muy bien… veamos… Michael está aquí, en alguna parte… sólo necesito calmarme y pensar…
pensar… ¿dónde podría estar? ¡¡El lago!! ¡sí! ¡Sí Michael está aquí, es porque Rebbeca le contó
sobre su madre! Pero… ¿cuánto tiempo ha pasado desde que hablé con ella sobre venir aquí? No
lo sé… llevo tanto tiempo atrapada aquí… que ya no puedo distinguir entre un día, un mes… o un
año… En fin… no hay tiempo que perder…

Tomo la chamarra, el bastón para el volante (que bien podría servir como arma) y me dirijo hacia
el lago… espero poder hallarlo.
Sombras y Recuerdos
-Continuación de “Lazos Familiares”
i cabeza… cada sonido que entra a ella a través de los oídos me lastima como agujas…

M un zumbido permanece ahí, escondido, casi difuso, pero insistente y constante.


El simple hecho de levantarme resulta todo un logro. ¿Dónde estoy? Parece… un depar-
tamento… no… es más bien un cuarto de hotel… estoy sobre la cama y en la mesita de noche, un
quinqué alumbra tenuemente el lugar. ¿¡Que es eso!? ¡Hay una figura recostada sobre la alfombra
junto a la cama! Su cabello no me deja ver el rostro… ¿respira? Trato de no hacer ruido… ni siquie-
ra me muevo… ¿es real… y si es una de… esas cosas? Su forma femenina se mece al compás de
su respiración… parece que duerme… usa jeans y botas de viaje… y… ¿es mi chaqueta la que
trae puesta?

Minuto a minuto transcurre el tiempo… he permanecido sentado en la cama sin atreverme a nada…
con la espalda pegada a la pared y mis piernas recogidas hasta el pecho… sigo mirándola… aún
no atino a saber lo que es… por momentos, me parece una persona completamente normal y el
deseo de hablarle es casi incontrolable… pero he visto ya que nada es normal aquí, sobre todo las
personas… por más que lo parezcan. ¡se mueve… parece que despierta! ¡¿Qué hago?! Busco a mi
alrededor… no encuentro nada… ¡mi arma! ¿dónde está? Quizá es por mi desesperación… tal vez
es que todo en este sitio está muerto y seco, el caso es que jalo uno de los tubos de la cabecera y
tras un segundo tirón, este cede.

La mujer se incorpora pareciera que le cuesta despertar… su cabello me impide verle el rostro…
entonces, luego de que ha terminado de frotarse la cara, aleja sus manos y puedo verla… ¡NO…
N-NO ES POSIBLE!

-¿Michael…? ¡Despertaste, Oh Dios, despertaste!


-¡NO.. ATRÁS!- cada vez que intenta acercarse, marco distancia al tiempo que sujeto con fuerza el
tubo entre mis manos.
-¡Michael, escúchame, por favor!
-¡DIJE ATRÁS… NO ME IMPORTA QUIÉN O QUÉ SEAS… NO TE ACERQUES O…!- a estas alturas he
dejado la cama y giro por el cuarto tratando de alcanzar la puerta… ¡está cerrada con llave!
-¡POR FAVOR, SOY YO… GIOVANNA!
-¡DIJE QUE NO TE ACERQUES! ¿¡POR QUÉ ME HAS ENCERRADO AQUÍ, QUE ES LO QUE DESEAS
DE MI!?
-¡MICHAEL!
-¡¡YA BASTA!! ¿¡ES QUE NO FUE SUFICIENTE CON LO DE REBECCA… AHORA QUIERES LASTIMAR-
ME CON ESTO!?
-¡CREEME, SOY YO!
-¡NO… NO VOY A CAER DE NUEVO! Ya no… ya no… - no tengo fuerzas para nada más, la cabeza me
punza y me provoca mareos… el tubo escapa de mis manos… y las piernas se niegan a sostenme.
-¡Michael!
-¡Aléjate, dije…! Déjame en paz… deja de martirizarme… ya sé que perdí a las dos… no tienes
porque recordármelo… no tienes porque hundir el dedo en la herida… ya basta… por favor.
-Michael… creeme… soy yo… Giovanna… mírame… tócame… ¿lo ves? Es más ¡mira! Traigo tu
chaqueta puesta, la hallé en tu auto… estaba en Matheson y Bachman.. cerca del Queen Burger…
¿lo recuerdas? Ahí dejaste tu auto…
-¿Giovanna… en verdad eres tú?
-sí…

La abrazo con todas mis fuerzas y siento su aroma… ese aroma que me es tan familiar, que ex-
trañaba tanto. Al sentirla en mi brazos me doy cuenta de que sigo vivo… este maldito lugar había
terminado por reducirme a un mero fantasma pálido y mustio… como ese círculo de luz que a
veces se dibuja entre la bruma y que dice ser el sol. Ella me estrecha con fuerza a la vez… y
ambos festejamos el habernos encontrado… el saber que seguimos vivos… que no estamos
solos. Pasada la euforia, Giovanna se pone en pie al tiempo que se dirige a unas cajas apiladas
en el fondo de la habitación.

-¿Tienes hambre… quieres comer algo?


-¿comer…? me había olvidado por completo de ello…
-Sí, este lugar tiene ese “encanto”
-¿dónde conseguiste alimento en este lugar?
-En varias partes, al principio en el convenience store que está en Bachman y Finney. Había
algunas conservas todavía sin caducar… y hallé unas cosas en la cocina cuando llegué a este
Motel…
-¿Motel?
-sí… estamos en el Motel Haerby Inn… puede conseguir algunas provisiones más en el ABC
burger y en el Annie´s Bar calle arriba. Toma.
-Gracias… ¿cómo diste conmigo?
-Venía hacia acá sobre Bachman, al llegar a Bradbury, te vi inconsciente fuera de uno de los edi-
ficios… tenías una herida en la cabeza… te llevé en una carretilla que encontré cuando recién
llegué… es la que uso para transportar los víveres que encuentro.
-Vaya…

Un sonido ronco corta nuestra charla, Giovanna se incorpora de un solo golpe y corre a la
mesita y apaga la lámpara… estamos a oscuras… sujeto con fuerza el tubo nuevamente… el
sonido se escucha de nuevo… es como una especie de bramido… viene de afuera del hotel.
De manera silenciosa nos acercamos a la ventana… no logramos ver nada… la bestia brama
otra vez…. ¡podemos ver su figura vagar entre las sombras! ¿¡Que demonios es eso!? Camina
en dos pies… pero no le distingo brazos…. Se tambalea… Ecos que se dispersan…. Busca
algo… ¡¡Otro sonido más, está vez viene detrás de nosotros!! ¡Está en el pasillo tras la puerta!
Por el gesto de Giovanna descubro que jamás se habían acercado tanto… le pregunto dónde
ha dejado la mochila de viaje que portaba, me responde con señas que en armario… voy por
ella y me la coloco… La criatura en el pasillo sigue deambulando… sabe que estamos aquí… si
continúa con sus gritos, atraerá más cosas a este lugar… ¡ya no se oye nada! Dejas transcurrir
algunos minutos… luego de los cuales, nos miramos y acordamos salir… esa cosa regresará…
es un hecho… y para entonces, habrá más de una en todo el lugar.

Salimos sin hacer el menor ruido posible… todo el lugar permanece en sombras, tan solo la luz
de nuestras lámparas ilumina mortecinamente el camino… Procuramos no hacer ruido, pero es
imposible, ya que la madera de este lugar lanza lamentos con cada paso… hemos pasado ya
el corredor principal y nos dirigimos a la escalera… Damos vuelta a la esquina son solo unos…
¡MADRE DE DIOS! ¡LA COSA SIGUE AQUÍ! Intento dar marcha atrás… demasiado tarde… la luz
de mi lámpara me ha delatado. Giovanna me mirá aterrada y yo… le indicó que pagué su luz…
hago lo mismo y queamos en sombras nuevamente… La mayoría de estas cosas se quedan
quietas cuando todo está en sombras… pero aún a ciegas, pueden percibir cualquier sonido.

Una respiración ronca… jadeo mutilado por una boca plagada de pliegues y cuajos de carne…
un hedor profundo… agrio, que lacera la nariz… ese rengueo torpe por los miembros defor-
mados… ese lamento que se desprende y flota en la negrura… aunque no lo quieras, lo tragas
al respirar… y te hiela la sangre. Se acerca… no sé sí el sonido que emite es un lamento por
la penumbra… o por hambre. Me pego a la pared sin moverme… casi sin respirar… la cosa
avanza, destrozando sus tobillos ya que los usa para caminar… sus pies yacen doblados, como
rotos hacia fuera… así que no le sirven para tenerse en pie… está cerca… pasa junto a mi…
se detiene… ¡Dios… ese hedor, apenas puedo soportarlo! Busca… indaga… respira emitiendo
un silbido… desde mi lugar, a escasos centímetros de él, entre la penumbra, puedo ver el rostro
deformado, como una careta de arcilla que ha sido torcida en un arranque de rabia… es por eso
que resuella al inhalar… la nariz está borrada… y las fosas nasales, se pierden en la masa de
carne amorfa, estorbada por grumos de carne amasados… inhala… exhala… busca… y yo me
quedó ahí… a su lado… sin moverme… los minutos se apilan por un espacio que desconozco…
y al final… retoma su andar oscilante y se pierde al dar la vuelta…

¡Algo sujeta mi mano! Es Giovanna… lleva tanto tiempo viviendo aquí, que aún en penumbras
logra hallar la escalera… salimos a la noche y corremos juntos en la oscuridad de estas calles…
nos gustaría pensar que vamos huyendo, que pronto saldremos de aquí… pero para eso aún falta
mucho. Subimos por Bachman hasta Criag y entramos en Annie´s Bar. Una vez dentro, tomamos
algunos minutos para recuperarnos… De lo poco que aún sobrevive en el lugar, ella sirve un par
de tragos y luego de unos sorbos, nos quedamos de nuevo en silencio…

-¿Michael, Dónde está Rebecca?


-¡¿cómo dices?!
-¿Pregunto dónde está Rebecca… se quedó en casa? Espero que sí.
-¿¡No lo sabes!?- de nuevo me pongo a la defensiva.
-¿Qué sucede?
-¡¡Sabía que todo esto era una mentira, demasiado bueno para ser verdad!!
-¿¡de que hablas!?
-¡¡ME PREGUNTAS POR REBECCA CUANDO GIOVANNA SABÍA QUE ESTABA MUERTA, ELLA MIS-
MA ME ESCRIBIÓ PARA DARME SUS CONDOLENCIAS!!
-¡¿MUERTA?!
-¿¡QUIÉN O QUÉ DEMONIOS ERES!?
-¡¡ESCUCHAME POR UN SEGUNDO, MALDITA SEA!! ¡Piensa, Michael, piensa! ¿¡cómo carajos voy
a enviar una carta desde aquí!? ¡¿es que no lo has notado?! ¡¡este maldito pueblo está muerto!!
Ok… veamos… ¡a ver sí así me crees! ¡Cuando estábamos en tercer semestre, habías quedado
de ir con tus amigos a celebrar a un centro nocturno! ¿recuerdas? Pero no fuiste con ellos porque
te quedaste junto con Rebecca ayudándome a estudiar para no tener que recursar y seguir juntos
en la misma clase… en pago, yo hablé con ella a espaldas tuyas y te preparamos toda una noche
de “centro nocturno” en tu departamento… compramos cervezas y whisky, te pusimos una mesa
y en otra nos subimos para preparar un show… pero me caí por nunca había aprendido a bailar
y sufrí un esguince… fuimos a parar al hospital para que me atendieran… ahí estábamos en la
sala, con las miradas de todos encima de nosotros por como íbamos vestidas… no paraste de
reír en más de dos meses.

Al solo recuerdo una sonrisa se dibuja en mi labios… sí, lo recuerdo… recuerdo sus caras de
cachorros mojados, todo el tiempo que tardaron en prepararlo y solo duró unos cuantos minu-
tos… comienzo a reir, cada vez más fuerte… y la risa se transforma en llanto… un llanto amargo
al recordar también que ya no está conmigo. Giovanna se acerca y con suavidad me aprieta los
hombros por la espalda.

-Ya no sé que creer…


-Soy yo… en verdad…
-Te creo…
-Michael… que pasó…

Le hablo sobre los terribles dolores que empezó a sufrir Rebbeca… ella escucha sin decir nada…
le cuento sobre la visita al médico y el dolor de la noticia… y ella no dice nada… sobre todos
los médicos que vimos… las ilusiones rotas… la misma sentencia de muerte una y otra vez… y
ella no dice nada… sobre las terapias con agujas, medicamentos y aparatos que transformaron a
mi esposa en un fantasma de lo que fue… y aprieta sus puños sin decir palabra… sobre la lenta
agonía, los dolores que aumentaron al grado de hacerla desvariar… y como la perdí una noche sin
poder hacer nada… las palabras siguen sin salir de su boca, pero a través de sus ojos, una lluvia
cristalina se desprende triste y dolida. Ambos guardamos silencio… ambos la echamos de menos.
Pasado algún tiempo, aclaro mi garganta y pregunto…

-¿cómo fue que llegaste aquí?


- Regresaba de Ohio… entre por la interestatal hasta Midway…
-¿Por qué aquí?

Ahora es su turno… me habla sobre la foto y el pasado de Rebbeca… pasado que jamás me co-
mentó… La idea era esperarnos, pero al solo llegar, la oscuridad la engulló… y nunca más puedo
salir. Al término de su relato, aguarda unos segundos y pregunta de forma seria, pero sin mirarme.

-¿cuánto tiempo ha pasado… desde que… desaparecí?


-Cinco años…
-¡Cinco años! ¡Dios…! ¿tanto tiempo?
-Sí… Un momento… ¿dices que en la foto que hallo Rebecca, había tres chicas y dos nombres
escritos al reverso?
-Sí… Alessa y Claudia
-¿¡CLAUDIA!?
-Así es… ¿por?
-¿DÓNDE ESTÁ LA MOCHILA QUE TRAÍA?
-La dejaste sobre la barra ¿Qué sucede?

Voy hacia el mueble y al tenerla en las manos, revuelvo en interior hasta hallar lo que busco… un
libro de empastado grueso de color carmín oscuro. En la cubierta, hay un símbolo extraño que apa-
rece en todas partes de este pueblo. Al abrirlo, se mira en la primera hoja un texto escrito a mano
con una caligrafía clásica y femenina: “PARA CLAUDIA… PARA QUE NUNCA OLVIDES NUESTROS
DÍAS JUNTAS.”

-Esto me lo dio un tipo de nombre Vincent con quién me encontré en Lutheran Church, la iglesia
que está en Arcadia, junto al cementerio… me dijo que todas las respuestas estaban aquí… lo he
leído, es un diario, pero no le encuentro sentido… sólo tiene unas pocas hojas escritas y menciona
cosas que no logro entender… quizás entre ambos…

A lumbrados tan solo por nuestras lámparas, nos acomodamos en un rincón del lugar… Giovanna
se acomoda tomándome del brazo y acompañados de lo poco que queda de una botella de ron,
nos disponemos a leer el diario de esa mujer… Claudia.
Viejas Memorias de Papel
-Diario de Claudia Wolf Continuación de “Sombras y recuerdos”
Aun recuerdo el olor de tu cabello… esa esencia dulce que manaba de la bruna cascada que
siempre mantenías sujeta. Tú sonrisa… amable y dulce… siempre dispuesta a florecer bajo la más
sutil de la razones. Pese al maltrato padecido, tus ojos no reflejaban odio alguno… sí… te hicieron
mucho daño… ¡¡esas estúpidas mocosas no podían entender lo maravilloso que había dentro de ti!!
Ahhh… infieles… incrédulos, patéticos dependientes de su envoltura carnal… hijos de la vanidad y
la arrogancia… jamás supieron comprender y valorar lo grande de tu alma… y no es de extrañar…
la miel no se hizo para el hocico de los asnos. Este cuaderno… mi más grande tesoro… tú me
lo diste ¿lo recuerdas? Querías que nuestra amistad perdurara por siempre… y así será, hermosa
señora ¡Madre del todo poderoso!

Mantuvimos nuestra amistad pese que a que tu madre te apartó de nosotros… eras una niña cuan-
do eso pasó… Sólo Noemí y yo podíamos visitarte… siempre bajo la mirada severa de tu madre.
Recuerdo el primer día que fuimos a tu casa… tu madre nos abrió la puerta, asomando ese gesto
adusto y seco que tanto nos atemorizaba. Pasamos a la sala y nos ordenó esperar… en el tiempo
en que quedamos solas ambas miramos en derredor nuestro… las cortinas siempre corridas sin im-
portar que tan fuerte golpeara el sol las ventanas… ese olor a cera desprendida de la gran cantidad
de veladoras dispersas en todos los altares… ¡cuántos había! ¡Perdimos la cuenta, eran demasiados!

Santos… de piedra, madera y masa… siempre quietos, con toscos sayales y miradas perdidas
en las alturas… nunca supimos si buscaban la piedad de Dios… o se preguntaban dónde estaba.
Lágrimas de resina enlutadas con el pasar de los años… sangre de aceite que permanecía eterna-
mente grana en heridas que jamás cerraban… que siempre palpitaban vivas y recalcitrantes… el
olor a barniz añejo en los muebles rústicos, de adusta apariencia… oscuros, alejados del roce del
sol. Sobre los muros el tapiz se tendía cual alfombra para los cuadros que, cómo galería del dolor
recibido por creer en Dios, se extendía por toda la casa…

San Sebastián, de ojos agonizantes y con el cuerpo sujeto a un árbol mientras las flechas perforaban
su carne y se adentraban hasta ser detenidas por los huesos mismos… San Andrés, Martirizado por
asiáticos a los que intentó convencer de la existencia de un Dios supremo y universal, crucificado
de cabeza, vertiendo su sangre sobre el suelo, hasta que esta, anegada, logró reflejar su rictus de
dolor… Santa Eulalia, rasgada de los costados por garfios de acero y que luego fueron quemadas
con teas hasta que la sangre se convirtió en un amasijo pringoso para, después, ser prendida en
fuego de su abundante cabellera… Santa Cristina, quién fue presa de las más grandes torturas,
desde ser pasada viva por una parrilla, hasta ser mutilada de los senos…

¡Tanto dolor, tanto miedo en esas pinturas! ¡Tanto martirio! ¡No había sitio donde poner los ojos don-
de un rostro agónico y sufriente no nos mirara, ya fuera con ojos de tintura o de bisutería! Entonces
tu madre regresó… tras su figura, emergiste sonriente y tímida… caminaste hasta nosotras y el
miedo que sentía desapareció.
Todas las tardes al salir de la escuela te visitábamos, jugábamos en la sala o el patio trasero mientras
tu madre bordaba sayales nuevos para sus santos… nadie salvo nosotras te visitábamos… nadie.
Una tarde tu madre descubrió el miedo que despertaban en mi todas esa figuras y entonces, me
habló abriendo mis ojos por primera vez a la luz.

-¿Te asustan?
-S-sí…
-¡Oh, pequeña, no tienes por que temer! Ellos son mártires… ¿sabes lo que es eso?
-No…
- La palabra “Mártir” viene del griego martys-martyros y significa “Testigo” Es decir, cada uno de
ellos son testigos glorificados por la gracia de Dios…
-¿Testigos de que…?
-¿¡Cómo de que, pequeña!? ¡Del poder del Dios supremo, el que todo lo crea y controla! ¡Son testigos
de su amor y de nuestro perdón! ¡TESTIGOS DE LA PROMESA DE VOLVER DE NUESTRO SEÑOR
Y DEL PARAÍSO ETERNO, UN PARAÍSO SIN DOLOR NI MUERTE, SIN DEMONIOS QUE ENGAÑEN
NUESTRAS ALMAS! Un Paraíso para niñas como tú… que sufren… sí, lo sé, pequeña… sé lo que
te sucede… no, no, no… no tienes porque avergonzarte, criatura… tú no eres culpable de nada…
es tú padre quién pagará el hacerte daño… ven… míralos… ¿ves sus ojos? ¿ves cómo ruegan al
señor por ti?
-¿Por mí…?
-Sí, mi amor… por ti…

¡Que dulce miel santificada fue el saber que alguien conocía de los golpes y maltratos de mi padre
hacia mí… y más aún, que rogaban por mi paz! Cada día pasaba horas con tu madre, sabiendo más
de Dios… de ese Dios que traería justicia al mundo… ¡SAMAEL, EL DIOS QUE TODO LO VE! ¡Sí,
rezaba, rezaba todos los días… siempre que mi padre terminaba de darme otra golpiza, de insultar-
me, se sobajarme… rezaba al Dios verdadero por la justicia de verlo arder hasta que se perdiera en
su demencia… por que me diera el poder de cobrar cada azote e insulto! ¡Y lo hizo, me concedió el
dulce néctar de la venganza años después! Ahora mi padre yace en los infiernos… encerrado para
siempre en la penumbra… en los sótanos de Brookheaven. Vino entonces tu desgraciado acciden-
te… ardiste en llamas cuando tu casa se incendió… muchos dicen que fue tu madre, pero yo sé que
es mentira… ella no buscaba matarte ¡¡¿CÓMO, SÍ ERAS LA FUTURA MADRE DEL REDENTOR?!! Ella
sólo buscaba purificar tu cuerpo…

A raíz de eso, Noemí no veía con buenos ojos el que sintiera esta nueva paz… ¡pobre, no podía ver
lo grande de nuestro Dios por más que intenté hacérselo saber! Ella siempre fue muy buena con
nosotras… en especial conmigo… me llamaba “hermanita” y me cuidaba mucho… me dolió tener
que mentirle, prometerle que no visitaría más a la Sra. Gillespie… pero no podía dejar de lado mi
nueva fe. Los años pasaron y, finalmente, me ordené monja… ¡¡Maldita sea mi debilidad!! ¡¡Oh, sé que
estarás avergonzada de mi… yo misma lo estoy por ser débil y haber cedido ante la tentación!! Fue
una sola vez… y bastó para que dejara su semilla en mí… para ese entonces, tú ya habías muerto…
¡¡Mentira, mentira vil lo que dicen!! ¡¡No es verdad que renegaras de ser la madre de Dios, jamás
lo harías!! ¡¡JA, JA, JA, JA, JA, JA!! ¿¡QUIERES OÍR LAS FALACIAS HEREJES QUE INVENTARON EN TU
CONTRA!? ¡DIJERON QUE TÚ HABÍAS ABSJURADO DE NUESTROS DIOS, QUE BUSCÁSTE ALEJAR DE
TI EL FRUTO SAGRADO Y QUE HUISTE ENCERRADA EN EL CUERPO DE UN INFANTE!! ¡¡MENTIRA,
SERPIENTES PODRÍDAS DE ALMA QUE INVENTAN HEREJÍAS SOBRE TI!!
Mientras estos infieles buscaban enlodar tu virtud, yo busqué a Noemí y le conté de mi problema…
ella me habló sobre el fruto que venía… dijo… dijo que el verdadero poder de Dios manifestado, era
en el milagro de la vida… entonces entendí todo… entendía lo que había sucedido… ¡¡OH, TODO
PODEROSO, SABIO Y JUSTO!! Era el Plan de Dios… el quería tenerme también como proveedora de
la vida divina… de su advenimiento… una segunda puerta de entrada a la tierra… solo… solo tenía
que esperar a que madurara… y entonces… ¡sí… sí… ENTONCES PURIFICARÍA SU CUERPO COMO
LO HICIERON CONTIGO! Pobre Noemí… pobre ciega sin fe… presenció la iluminación de que fui
presa… y lo juzgó demencia… ¡Te perdono, hermana… te perdono por haberte llevado el fruto de
mi fe en cuanto nació…! Sin embargo, ni importa que tan lejos le llevasen, Samael mismo me mostró
el lugar y la forma…

Descubrí a mi pequeña ya crecida… ¡Ho… era tan hermosa… y que grande mi desilusión al saber
que vivía en pecado! ¡Había aceptado que su cónyuge tuviese concubina, ELLA, ELLA QUE ERA UNA
ELEGIDA DE DIOS! ¡¡ÉL DEBIÓ POSTRARSE ANTE SUS PIES Y BESAR EL SUELO POR EL QUE CA-
MINABA!! ¡HO… VERGÜENZA SUPREMA… PERO ES NO FUE LO PEOR… NO… LO PEOR ERA QUE
ELLA TAMBIÉN DISFRUTABA DE LOS SUCIOS FAVORES DE ESA RAMERA! ¡LAS VI… LAS VI BESARSE
EN LA PENUMBRA DE LA HABITACIÓN… TOCARSE Y RECORRERSE COMO SOLO HOMBRE Y MUJER
PUEDEN HACERLO! ¡NO, ESO TENÍA QUE ACABAR… antes de que su luz fuera manchada! Intenté
advertir a esa ramera… me mostré solo a ella para que entendiera que mi niña no estaba sola…
pero no bastó… así que tuve que ser más… explicita.

Una noche de otoño, el padre de esa niña recibió el llamado de Samael… el llamado a conocer la fu-
tura gloria del paraíso… ¡tonta, tonta de mí! ¿¡En verdad pensé que alguien tan ordinario entendería
la magnificencia del Dios supremo!? Se reveló… corrió sin entender lo que intentaba mostrarle… y
al final fue devorado por su propia necedad… Intenté entonces apartar la tentación del camino de
mi pequeña… la ramera fue más allá que su padre… sin embargo, ya llegará el momento en que
su destino sea cumplido.

Con el dolor en mi corazón, debí aceptar que mi pequeña no logro superar la prueba de fe que le
fue impuesta… su cuerpo no pudo soportar la purificación y se partió… sin embargo, se que Dios
en su gloria tendrá misericordia de ella… porque ahora ha pasado a formar parte de los mártires…
¡de los testigos del poder y misericordia de Dios! Durante mucho tiempo vagué por este pueblo
sin saber que hacer… esperando la señal de Dios para saber cuál era su voluntad… ¡y entonces
sucedió! ¡Hoy sé que has vuelto, con otra cara y otro cuerpo… pero renacida! ¡¡HAS RENACIDO
PURIFICADA, LISTA PARA ACUDIR AL LLAMADO DEL NACIMIENTO DEL NUEVO DIOS… OH… SI
PUEDIERAS VER EL PARAÍSO QUE HA CREADO AQUÍ, SABRÍAS DEL GRAN AMOR QUE TE TIENE Y
CÓMO TE ESPERA CON LOS BRAZOS ABIERTOS!!

¡¡VEN, VEN Y DEJA ENTRAR LA FUERZA DE DIOS EN TI… ABRE LA PUERTA PARA QUE ENTRE A
NUESTRO MUNDO PURIFICÁNDO TODO CON SUS LLAMAS DE CASTIDAD!! ¡¡VEN, Y ABRE LOS
OJOS DE LOS PAGANOS COMO ESA RAMERA SUCIA QUE CORROMPIÓ A MI PEQUEÑA Y LOS IN-
CRÉDULOS COMO VINCENT QUE CREEN SABER LA VOLUNTAD DEL SUPREMO!!

VEN, VEN MI ADORADA, HEATHER… ALESSA… VEN… YO ESTARÉ AQUÍ…. ESPERÁNDOTE...


SIEMPRE ESPERÁNDOTE...

CLAUDIA WOLF.

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