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LA QUÍMICA DEL AMOR: NO

ERES TÚ, SON MIS


NEUROTRANSMISORES
¿Alguna vez te has sentido conectado con una persona de una forma que ni tú mismo te
explicas? Cualquiera que se haya enamorado sabe que el amor trae consigo sentimientos
intensos, caóticos, a veces incluso contradictorios. No es que nos hayamos vuelto locos, es
que al enamorarnos hacemos estallar un cóctel de químicos que revolucionan nuestras
emociones.

Quizás te parezca que al reducir nuestros sentimientos al proceso químico del


enamoramiento se pierde toda la magia pero la química del amor entraña un universo de
reacciones eléctricas e impulsos nerviosos capaces de hacernos sentir las emociones más
fuertes.

LA QUÍMICA DEL ENAMORAMIENTO


Toda esta tormenta de sentimientos tiene su origen en un enamoramiento químico. Cuando
nos enamoramos nuestro cuerpo empieza a segregar compuestos químicos en cantidades
industriales. Estos nos pueden hacer sentir un subidón de energía, excitación y felicidad o,
por el contrario, el bajón más absoluto y doloroso. Como si fuera una droga, la química del
amor puede hacer que incluso tengamos el mono de alguien. De hecho, estas respuestas son
muy similares a las que producen la cocaína, los opiáceos y los trastornos obsesivos
obsesivos.

Primera fase de la química del amor: se enciende la hormona del amor


El proceso químico del enamoramiento empieza por la atracción pero ¿qué es exactamente
lo que nos atrae de la otra persona? Cada uno de nosotros tenemos unas preferencias
diferentes y muchas veces inconscientes. Nos suelen gustar personas parecidas a nosotros,
que tengan un grado de inteligencia similar, sentido del humor y valores parecidos, etc.
Pero hay muchas personas así y obviamente no nos enamoramos de todas ellas.

Lo cierto es que poco puedes hacer para controlar quién te atrae y quién no porque el
enamoramiento químico empieza en un ámbito invisible e imperceptible: nos sentimos
atraídos por aquellas personas con sistemas inmunitarios diferentes al nuestro y es su
olor, del que no somos conscientes, el que nos guía. La razón tiene que ver con nuestro
instinto reproductivo: la descendencia de una pareja con sistemas inmunitarios muy
distintos tendrá una carga genética más variada.

Aunque muchas veces la sociedad e incluso nuestras expectativas personales van por otro
camino, nuestro cerebro ha evolucionado para facilitar al máximo posible la reproducción.
Y el amor lleva a ella. Por esta razón, cuando nos enamoramos liberamos sustancias
químicas que nos hacen sentir tan bien.

 Dopamina: la droga del amor

La dopamina es un neurotransmisor que nos hace sentir placer y euforia al estar con la
persona amada. Tiene un potente sistema de recompensa y por eso nos crea la “necesidad”
de estar con esa persona. Curiosamente, es el mismo neurotransmisor que se activa con los
juegos de azar y con las drogas. Tanto en el amor como con la droga, cuando la dopamina
desaparece aparecen el mono, la tristeza y la obsesión.

 Norepinefrina: empieza la montaña rusa

La norepinefrina nos da un chute de adrenalina, una hormona muy simpática que hace que
el corazón nos late más rápido, suba la presión arterial, nos suden las palmas de las manos y
nos ruboricemos. Por si fuera poco, da pie a toda esa montaña rusa de emociones que
sentimos cuando nos enamoramos y que hace parecer que hayamos perdido la razón. Nos
hace sentir tal sensación de alegría, efusividad e incluso nerviosismo desproporcionado
que llega a desactivar las sensaciones de hambre y de sueño. Gracias a la norepinefrina
dejamos de pensar con claridad y, sin darnos cuenta, hemos reducido nuestro mundo a una
única persona: nos hemos enamorado.

 Feniletilamina, ¡qué intensa eres!

Ahora que el proceso químico del enamoramiento está más avanzado, hay una sustancia
que inunda tu cuerpo y te domina por completo: la feniletilamina. En términos
gastronómicos, la feniletilamina es la sal sobre el filete, el parmesano en el plato de pasta.
Como el sabor umami, este neurotransmisor lo vuelve todo más intenso. Se combina con
el resto de compuestos de la química del amor y nos hace sentir increíblemente felices,
optimistas y motivados.
A estas alturas ya no te sorprenderá saber que la feniletilamina es de la familia de las
anfetaminas. Pero, tranquilidad, no hay que estar enamorado ni cometer un delito para tener
tu dosis de feniletilamina: el chocolate es famoso por sus altos niveles de esta sustancia. Por
eso es tan típico darse un atracón de chocolate después de una ruptura.

Segunda fase de la química del amor: conexión entre hormonas


Sin duda, los neuroquímicos que hemos mencionado dominan la etapa más pasional del
enamoramiento. Por supuesto, durante esa primera fase también están presentes otras
sustancias químicas pero adquirirán un mayor protagonismo cuando el deseo, los nervios o
incluso la obsesión por la otra persona empiecen a descender: es el momento de afianzar
el vínculo entre la pareja.

Además del enamoramiento químico, en esta fase también influyen factores orientados al
compromiso y la estabilidad.

 Oxitocina: los abrazos también tienen química

La oxitocina nos ayuda a forjar lazos permanentes con nuestra pareja y se libera con el
contacto físico, sobre todo durante el orgasmo. Cuando nos cogemos de la mano, nos
abrazamos o nos besamos nuestro cerebro nos descarga un chute de oxitocina, haciendo
que nos sintamos más unidos con la otra persona. Sin embargo, hay que destacar que
nuestra imaginación y las expectativas que nos creamos (realistas o no) actúan como forma
de contacto y hacen que liberemos más oxitocina, provocando los mismos resultados.

La oxitocina también influye en los celos. Cuando estamos ante una situación que
consideramos “una amenaza” descienden los niveles de oxitocina y aumentan los de
cortisol, que hace que sintamos miedo, pánico y ansiedad.

 Serotonina: el neurotransmisor de la felicidad

Durante el enamoramiento la serotonina nos hace sentir felicidad simplemente por estar
al lado de nuestra pareja. Pero, de nuevo al igual que ocurre con una droga, el cerebro se
habitúa a la serotonina y cada vez quiere una dosis más grande. Por eso algunas personas
buscan constantemente nuevos amantes o le demandan al actual cada vez más muestras de
amor.
Si quieres mantener la serotonina alta te gustará saber que no hace falta que llegues a ese
punto. Las experiencias y pensamientos positivos también aumentan los niveles de
serotonina. Por el contrario, los pensamientos desagradables, las malas noticias, las
preocupaciones y los enfados los hacen descender.

¿Y QUÉ SUCEDE CUANDO SE APAGA LA


HORMONA DEL AMOR?
Como habíamos comentado, estos neurotransmisores están asociados a potentes sistemas de
recompensa y por eso nos hacen sentir tan bien. El problema viene si la relación se acaba,
la otra persona empieza a alejarse o si nuestras expectativas no se cumplen. En ese
momento los niveles de los compuestos químicos del enamoramiento pueden caer en
picado, dejándonos en un estado de frustración, angustia y tristeza muy profundo.

Si eso ocurre, nuestro cerebro va a necesitar un tiempo para recuperarse y volver a sus
niveles normales de químicos. Además, es fácil que el contacto con una ex-pareja reactive
la liberación de neurotransmisores, volviendo a la pauta anterior. Es por eso que la mayoría
de psicólogos recomiendan una terapia de contacto cero para superar una ruptura.

¿O cuándo confundimos las fórmulas químicas del amor y del


enamoramiento?
También puede pasar que sigas queriendo a tu pareja pero que sientas que “ya no es lo
mismo”. Y es que cuando el tsunami químico desciende, muchas veces se interpreta como
una pérdida de amor. En realidad, lo que ocurre es que los receptores neuronales se han
acostumbrado al enamoramiento químico. Pero hay que saber distinguir entre
enamoramiento y amor. Mientras que el primero no es ni más ni menos que una serie de
reacciones químicas, en el amor entran en juego más factores, como las creencias y los
valores orientados al compromiso y la estabilidad en la pareja.

RESULTADOS DE LA FÓRMULA DEL


AMOR: ¿QUÉ REACCIÓN ES LA MEJOR?
¿LA QUÍMICA O LA RAZÓN?
Nos guste o no, la química del amor domina gran parte de nuestras acciones. Pero
aunque una persona nos haga estallar todo este cóctel de químicos seguimos teniendo
cierto control sobre ello. Es importante ser conscientes de ello y romper con la creencia de
que ante el enamoramiento nada se puede hacer. Muchas relaciones tóxicas siguen adelante
porque “están enamorados” pero siempre podemos intervenir. Al fin y al cabo, somos seres
racionales y podemos utilizar la razón para elegir lo que más nos conviene. Conocer las
señales neuroquímicas, por muy confusas que sean, nos ayuda a manejar nuestras
emociones.

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