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La Química Del Amor
La Química Del Amor
Lo cierto es que poco puedes hacer para controlar quién te atrae y quién no porque el
enamoramiento químico empieza en un ámbito invisible e imperceptible: nos sentimos
atraídos por aquellas personas con sistemas inmunitarios diferentes al nuestro y es su
olor, del que no somos conscientes, el que nos guía. La razón tiene que ver con nuestro
instinto reproductivo: la descendencia de una pareja con sistemas inmunitarios muy
distintos tendrá una carga genética más variada.
Aunque muchas veces la sociedad e incluso nuestras expectativas personales van por otro
camino, nuestro cerebro ha evolucionado para facilitar al máximo posible la reproducción.
Y el amor lleva a ella. Por esta razón, cuando nos enamoramos liberamos sustancias
químicas que nos hacen sentir tan bien.
La dopamina es un neurotransmisor que nos hace sentir placer y euforia al estar con la
persona amada. Tiene un potente sistema de recompensa y por eso nos crea la “necesidad”
de estar con esa persona. Curiosamente, es el mismo neurotransmisor que se activa con los
juegos de azar y con las drogas. Tanto en el amor como con la droga, cuando la dopamina
desaparece aparecen el mono, la tristeza y la obsesión.
La norepinefrina nos da un chute de adrenalina, una hormona muy simpática que hace que
el corazón nos late más rápido, suba la presión arterial, nos suden las palmas de las manos y
nos ruboricemos. Por si fuera poco, da pie a toda esa montaña rusa de emociones que
sentimos cuando nos enamoramos y que hace parecer que hayamos perdido la razón. Nos
hace sentir tal sensación de alegría, efusividad e incluso nerviosismo desproporcionado
que llega a desactivar las sensaciones de hambre y de sueño. Gracias a la norepinefrina
dejamos de pensar con claridad y, sin darnos cuenta, hemos reducido nuestro mundo a una
única persona: nos hemos enamorado.
Ahora que el proceso químico del enamoramiento está más avanzado, hay una sustancia
que inunda tu cuerpo y te domina por completo: la feniletilamina. En términos
gastronómicos, la feniletilamina es la sal sobre el filete, el parmesano en el plato de pasta.
Como el sabor umami, este neurotransmisor lo vuelve todo más intenso. Se combina con
el resto de compuestos de la química del amor y nos hace sentir increíblemente felices,
optimistas y motivados.
A estas alturas ya no te sorprenderá saber que la feniletilamina es de la familia de las
anfetaminas. Pero, tranquilidad, no hay que estar enamorado ni cometer un delito para tener
tu dosis de feniletilamina: el chocolate es famoso por sus altos niveles de esta sustancia. Por
eso es tan típico darse un atracón de chocolate después de una ruptura.
Además del enamoramiento químico, en esta fase también influyen factores orientados al
compromiso y la estabilidad.
La oxitocina nos ayuda a forjar lazos permanentes con nuestra pareja y se libera con el
contacto físico, sobre todo durante el orgasmo. Cuando nos cogemos de la mano, nos
abrazamos o nos besamos nuestro cerebro nos descarga un chute de oxitocina, haciendo
que nos sintamos más unidos con la otra persona. Sin embargo, hay que destacar que
nuestra imaginación y las expectativas que nos creamos (realistas o no) actúan como forma
de contacto y hacen que liberemos más oxitocina, provocando los mismos resultados.
La oxitocina también influye en los celos. Cuando estamos ante una situación que
consideramos “una amenaza” descienden los niveles de oxitocina y aumentan los de
cortisol, que hace que sintamos miedo, pánico y ansiedad.
Durante el enamoramiento la serotonina nos hace sentir felicidad simplemente por estar
al lado de nuestra pareja. Pero, de nuevo al igual que ocurre con una droga, el cerebro se
habitúa a la serotonina y cada vez quiere una dosis más grande. Por eso algunas personas
buscan constantemente nuevos amantes o le demandan al actual cada vez más muestras de
amor.
Si quieres mantener la serotonina alta te gustará saber que no hace falta que llegues a ese
punto. Las experiencias y pensamientos positivos también aumentan los niveles de
serotonina. Por el contrario, los pensamientos desagradables, las malas noticias, las
preocupaciones y los enfados los hacen descender.
Si eso ocurre, nuestro cerebro va a necesitar un tiempo para recuperarse y volver a sus
niveles normales de químicos. Además, es fácil que el contacto con una ex-pareja reactive
la liberación de neurotransmisores, volviendo a la pauta anterior. Es por eso que la mayoría
de psicólogos recomiendan una terapia de contacto cero para superar una ruptura.