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Dating DR. WRIGHT

CHLOE MORGAN

2
La presente traducción ha sido llevada a cabo sin ánimos de lucro, con
el único fin de propiciar la lectura de aquellas obras cuya lengua madre
es el inglés, y no son traducidos de manera oficial al español.

El staff de LG apoya a los escritores en su trabajo, incentivando la


compra de libros originales si estos llegan a tu país.

Todos los personajes y situaciones recreados pertenecen al autor.

Queda totalmente prohibida la comercialización del presente documento.

¡DISFRUTA DE LA LECTURA!

3
Staff:
MODERADORA DE TRADUCCIÓN:
Flor

TRADUCTORAS:
Flor
Jabes
Myr62
ZombieQueen
Anothergirl

MODERADORA DE CORRECCIÓN: 4
Lelu

LECTURA FINAL Y DISEÑO:


ZombieQueen
Índice
STAFF CAPÍTULO 11

SINOPSIS CAPÍTULO 12

CAPÍTULO 1 CAPÍTULO 13

CAPÍTULO 2 CAPÍTULO 14

CAPÍTULO 3 CAPÍTULO 15

CAPÍTULO 4 CAPÍTULO 16

CAPÍTULO 5 CAPÍTULO 17

CAPÍTULO 6 CAPÍTULO 18

CAPÍTULO 7 CAPÍTULO 19 5
CAPÍTULO 8 EPÍLOGO

CAPÍTULO 9 SOBRE LA AUTORA

CAPÍTULO 10
Sinopsis
Soy un tomador de riesgos. Siempre. Todos los días.

Mis pacientes merecen mi audacia y más.

Sin embargo, no me arriesgo a encontrar el amor. No hay tiempo


para algo tan trivial.

Pero una noche de pasión sin ataduras con una bella desconocida
cambia eso.

Ella es todo lo que un hombre como yo necesita, pero hay un


problema.

Ella está fuera de los límites.

No puedo alejarme de ella, incluso después de descubrir que es


residente de mi hospital.

Y yo soy su mentor.

Ser atrapado nos destruiría a los dos.

Oh bien. Que se jodan las reglas. 6


Capítulo 1 Traducido por Flor
Corregido por Lelu

Trevor
Tragué mi bebida, ya aburrido con esta maldita recaudación de
fondos. La recaudación de fondos anual de San José era fácilmente la
mayor función del año. Y cada año, me enfadaba más y más. Estaba
cansado de los elegantes salones de baile y los esmóquines a medida,
los zapatos lustrados y los brillantes diamantes alrededor del cuello de
personas ricas. Se llevaba a cabo en el mismo hotel del centro todos los
años y contaba con la misma multitud de médicos y filántropos que
mantenían el hospital próspero. Tenía que hablar con la gente. Agitar
sus manos. Actualizarlos sobre nuestro programa de residencia, ya que
ahora lo encabezaba. La gente quería tocar y pinchar mi mente.
Querían hablar sobre todos los pacientes que traté y curé, 7
especialmente los que fueron noticia nacional.

Claro, me había hecho un nombre en el mundo médico. Pero eso


no significaba que la gente rica tuviera que renunciar a las leyes de
confidencialidad médico—paciente.

Me dije a mí mismo que este año no iría. Me dije que le diría a la


gente que tenía demasiado trabajo por hacer. Especialmente porque era
el nuevo jefe del programa de residencia en el hospital. Pero Amos, el
jefe de personal del hospital, me convenció para que viniera. Bueno,
más bien me preparó para venir. Seguía recordándome cuánto
disfrutaban los donantes de codearse con los principales médicos del
hospital. Especialmente el pez gordo que siempre estaba en las noticias,
dando entrevistas, y cosas así.
Prácticamente rodé los ojos al hombre cuando acepté asistir a la
función. Pero ahora, después de numerosas conversaciones y
demasiadas bebidas, estaba considerando marcharme temprano.

Hasta que ella entró.

Nunca la había visto antes. No tenía idea de quién demonios era.


Pero en el momento en que entró al salón de baile, todo lo demás se
desvaneció. Su cabello rubio le caía por la espalda en suaves rizos, y
sus helados ojos azules capturaron los míos en un instante. Ella me
sonrió suavemente, y sus mejillas de color manzana enrojecieron del
color de su vestido rojo carmesí. Era sin tirantes, mostrando su
prominente pecho, y caía en la suave inmersión de su cintura. Su
cuerpo floreció debajo de esa tela, con curvas que me dejaron con la
boca seca después de cuatro tragos. Tenía una hinchazón en las
caderas que me hizo estremecer las yemas de los dedos.

Así como la punta de mi polla.

Finalmente, este evento estaba a punto de volverse agradable.


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Dejé mi vaso de cristal vacío y alisé mis manos sobre mi chaqueta
de esmoquin. Me dirigí directamente hacia ella, sosteniendo su mirada
con la mía. La vi reír. Esos suaves sonidos cayeron sobre mis oídos
cuanto más me acercaba. Me detuve el tiempo suficiente para tomar
dos copas de champán de una bandeja, pero ni una sola vez dejé que
alguien me detuviera.

No importa cuántas personas me agarraron de los brazos para


hablar conmigo.

Me preguntaba si era una mujer de la alta sociedad, nueva en la


escena en Chicago.

Su hermoso vestido me hizo preguntármelo. Los pendientes


brillantes que colgaban de sus orejas me convencieron que lo era. ¿Por
qué si no estaría aquí? Lista para gastar el dinero de papá que heredó.
Bueno, no había una mejor causa, en mi opinión. El St. Joseph’s
Hospital realizaba el trabajo más reconocido del país en investigación y
diagnóstico de cáncer para niños. Y los riesgos que tomé siempre les
salvaron la vida. Siempre. Esos niños eran la única razón por la que
podía soportar eventos como este. Sus vidas eran la única razón por la
que me atrevía a llegar a funciones como esta.

Pero ahora, mi mente estaba en otra parte. Porque habían pasado


meses desde que me permití una conexión casual.

El trabajo siempre se interponía en cosas como estas.

—Tu vestido hace juego con tus mejillas, ya sabes —le dije.

Le entregué la copa de champán cuando una sonrisa cruzó su


rostro suave.

—Tengo que decir que no he escuchado esa línea antes —dijo.

—Tal vez no has encontrado a un hombre que te haga sonrojar 9


tanto. Sin embargo, me siento honrado de tener el título —le dije,
sonriendo.

—¿Qué te hace pensar que mis mejillas no siempre están tan


sonrojadas?

—Si lo fueran, te diría que busques un médico. Porque eso no es


normal. Entonces, bien podrías admitirme la verdad ahora. Es posible
que necesites un chequeo, de lo contrario.

—¿Y quién me haría este chequeo?

Sonreí hambrientamente mientras acercaba mi copa de champán


a mis labios, bebiendo la bebida lujosa.
—¿Qué te trae a un evento como este? —pregunté desviando su
pregunta.

Le tomó un segundo responderme porque sus ojos seguían


corriendo por la habitación. Sus ojos se movieron hacia los candelabros,
y tarareó suavemente sobre el sabor del champán. Miró alrededor de la
habitación a las personas antes que sus ojos volvieran a mí. La estudié
y la acogí, observando sus reacciones. Ella estaba un poco asustada.
Cada vez que alguien la pasaba, ella saltaba suavemente, esas curvas
se agitaban para mi placer visual. El toque de inocencia en su piel clara
y sus mejillas sonrojadas me hicieron desearla más.

Entonces, me di cuenta.

—Es tu primer evento, ¿no? —pregunté.

Ella se rió.

—¿Es obvio?

Me encogí de hombros. 10
—He estado en muchos de ellos. Sé cómo es estar cómodo en este
ambiente.

Ella se rió de nuevo y el sonido se precipitó sobre mí. Tan suave.


Muy liviano. Tan sin aliento.

Me dejó igual.

—¿Qué sucede en funciones como esta? —curioseó.

Me acerqué a su lado, mirando la habitación como si fuera ella.

—Bueno, hay un poco de fricción codo a codo. Un montón de


cumplidos innecesarios. Algunos discursos oportunos que se utilizan
para absorber un poco de gloria. Hay muchas manos temblorosas y
palmaditas en la espalda. Las personas que actúan como si se
conocieran cuando realmente no lo hacen —dije.

—Parece que has estado en muchos de estos —dijo.

—Casi todos los años.

Ella me miró con esos brillantes ojos azules, y mi corazón se


estrelló contra mi pecho.

—Sin embargo, la multitud es prácticamente la misma. Tienes tus


donantes ricos, que son fáciles de detectar. Ellos son los que gotean con
gemas y diamantes. Tienes los médicos que no tienen otra opción, y
ellos son los que recubren las paredes, con la esperanza de volver a
casa pronto. Aquí tienes a la gente a la que le gusta pagar por el pollo
gomoso como su única contribución al hospital, por lo que se siente
como la alta sociedad. Puedes decir quiénes son esas personas que se
sientan en sus mesas bebiendo agua en lugar de tomar bebidas con
alcohol —dije.

—Porque gastaron su dinero en el plato de comida —dijo.


11
—Ahora te estás dando cuenta.

Ella sonrió antes d que esos gruesos labios suyos se envolvieran


alrededor del borde de su copa de champán. No podía quitar los ojos del
movimiento.

—¿A qué categoría perteneces? —preguntó.

Sus ojos se posaron en los míos, y me detuve. ¿Debía decirle la


verdad?

No. No quería que la tontería grandilocuente de esta función se


interpusiera entre esta conexión que sentía con ella.

—¿Importa cuando me has hecho querer quedarme? —pregunté.


Ella me sonrió antes que termináramos nuestras bebidas. Le
arranqué la copa de la punta de los dedos y los puse en una bandeja
que pasaba detrás de nosotros. La banda comenzó a tocar su música, y
tomé su mano, llevándola a la pista de baile.

—Realmente no soy una gran bailarina —dijo suavemente.

—Nunca hay un mejor momento para aprender que el presente —


dije.

No estaba aceptando un no por respuesta. Mientras la hacía girar


con mi cuerpo, su risa llenó el espacio entre nosotros. Ella encajaba
perfectamente en mis brazos. Sus curvas se ajustaban perfectamente a
mi cuerpo de una manera que nunca había experimentado con otra
mujer. Y mientras tropezaba con sus tacones, la abracé contra mí. Usé
sus problemas de equilibrio como una excusa para aferrarme a ella,
para moldearla contra mi cuerpo.

Quería impresionar a esta mujer.

De esa manera ella no querría dejar mi abrazo.


12
Capítulo 2 Traducido por Jabes
Corregido por Lel u

Alex
Nunca me había sentido más como un pez fuera del agua que
cuando entré en ese salón de baile. Pero cuando este guapo extraño se
me acercó, me sentí un poco más a gusto. Me habían invitado a esta
recaudación de fondos como una de las nuevas clases de médicos
graduados que hacen mi residencia en St. Joseph’s. Me dijeron que se
vería bien para mi primer día si asistía a la función anual. Solo estuve
de acuerdo en ir porque Danielle seguía molestándome al respecto.
Habíamos hecho juntas la escuela de medicina y estábamos extasiadas
cuando nos ubicaron a ambas en St. Joseph’s para nuestras
residencias. Se suponía que Danielle debía estar conmigo, a mi lado
para aliviar mi timidez y mi comportamiento inestable cuando se 13
trataba de grandes multitudes. Pero su perro había masticado su par de
tacones para esta función en el último minuto, lo que hizo que me
dejara plantada para llevarlo al veterinario.

Sin embargo, tendría que agradecerle por prestarme este vestido


rojo, porque atrajo al hombre más guapo de este salón de baile. Lo que
significaba que no estaba sola esta noche de todos modos.

Y me sentí extrañamente consolada en su presencia.

Cuando me hizo girar en la pista de baile, me sentí más cómoda


con mis movimientos. Nunca había sido una bailarina, siempre pesaba
unos kilos de más como para que la mayoría de la gente quisiera bailar
conmigo. Sin embargo, no dejé que me afectara. Me mantuve firme en lo
que respecta a mi confianza, aunque no alivió mi ansiedad cuando me
metía en grandes multitudes como ésta. Pero pensé que asistir a esta
función me ayudaría a conocer mejor a todos los otros residentes que
vería el lunes por la mañana. Y con suerte, mi proactividad me llevaría
a una posición segura como médica hecha y derecha en St. Joseph’s.

Un poquito de ventaja no dolía en esta industria.

Sin embargo, en el momento en que entré al salón de baile, casi


me voy. La multitud era demasiado, y muchas personas que no conocía
me estaban tocando. Sentí que mi ritmo cardíaco se disparaba. Y que
mi respiración se volvía inestable. Pero a medida que el apuesto
caballero de esmoquin se me acercó, instantáneamente me sentí
cómoda.

A pesar de ser un extraño.

—¿Ves? Ya estás mejorando en tus pies —dijo.

—Supongo que tengo un buen maestro —le dije, sonriendo.

—Quiero decir, estoy seguro que sí. Pero nunca podría bailar del 14
modo que lo haces con tacones. Tienes mi respeto.

Me reí mientras me hacía girar de nuevo, agitando mi vestido


alrededor de mis tobillos. Me atrajo hacia su cuerpo y envolvió su fuerte
brazo a mi alrededor, haciéndome mirarlo a los ojos. El hombre era sexy
en su grado máximo. Cabello castaño oscuro con reflejos de miel.
Profundos ojos verdes. Una deslumbrante sonrisa blanca y una
mandíbula bien afeitada. Era fuerte. Podía sentir sus músculos magros
debajo de su esmoquin. Lamí mis labios y vi sus ojos caer ante el
movimiento, y la oscuridad que rápidamente venció su rostro erizó mis
pezones.

Recé para que no pudiera ver el contorno de ellos a través de mi


vestido.
Cuanto más hablamos, más divertido se volvía. Sus bromas eran
sin esfuerzo, y detrás de ese humor había una inteligencia que me
atrajo aún más. Tenía una forma de empujar mis límites mientras me
mantenía cerca. Como si me estuviera cubriendo con su propia sombra
para permitirme dar los pequeños pasos que necesitaba. El primer
límite fue aceptar un trago suyo. El segundo fue unirme a él en la pista
de baile. El tercero fue permitirle que me enseñara algo nuevo.

Me preguntaba qué otro tipo de límites intentaría empujar.

—No creo haber oído tu nombre —dije.

—Porque aún no lo preguntaste. Supongo que es porque soy un


gran bailarín —dijo, sonriendo.

Me reí.

—Bueno, no hay tiempo como el presente. ¿No es eso lo que


dijiste?

—Lo es —dijo, volviéndome hacia él. 15


Envolvió sus brazos a mi alrededor por detrás y colocó sus labios
contra mi oreja.

—Mi nombre es Trevor. ¿Y tú quién eres? —preguntó en voz baja.

Mis ojos se cerraron al sentir su cálido aliento contra mi piel.

—Alex —le dije.

Me hizo girar y me trajo de vuelta rápidamente, envolviéndome en


su fuerte abrazo.

—Es maravilloso conocerte, Alex.

—Igualmente, Trevor —le dije, sonriendo.


Entre mi timidez y mi deseo de tener éxito en mi carrera médica,
las citas no eran una opción en la universidad. ¿Pero ahora? Este
apuesto extraño que hablaba rápido, con movimientos de baile como un
profesional se precipitó a través de mi fachada a pasos agigantados.
Tomamos un pequeño descanso para recuperar el aliento, y me pasó
otra copa de champán.

—¿Un brindis por la noche? —preguntó Trevor

—Estoy segura que ya conoces la respuesta —dije.

Pero cuando fui a levantar mi copa, alguien empujó mi brazo,


haciéndome derramar el champán sobre el vestido rojo que Danielle me
prestó.

—Mierda —siseé.

Cerré los ojos y me mordí el labio inferior, esperando que este


hombre guapo no me escuchara maldecir. Pero la risa que cayó de sus
labios me dijo que sí.
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Mierda.

—¿Sabes dónde está el baño? —pregunté.

Lo miré y lo encontré abandonando su copa.

—Ven conmigo. Conozco un lugar cerca donde puedes lidiar con


esa mancha esta noche —dijo.

Y cuando me tendió la mano, cedí a la tentación.

Tomé su mano y me sacó del salón de baile. Serpenteamos a lo


largo de la pared, abandonando la función por completo. Esperaba que
saliéramos del hotel. Para entrar a su auto en algún lugar y hacer
nuestro camino hacia una tintorería. Pero en cambio, nos dirigimos al
ascensor. Presionó el botón y las puertas se abrieron para nosotros. Y
algo dentro de mí se detuvo.

Tiró de mi brazo, pero no me moví.

—¿Alex? —preguntó.

Mi corazón se aferró en mi pecho. Esto era todo. Me estaba


llevando a su habitación de hotel. Este era el movimiento, y si cedía,
sabía lo que estaba sucediendo. Lo miré a los ojos y debe haber sentido
mi preocupación. Tomó mi mano dentro de la suya y la frotó
suavemente, consolándome mientras estábamos parados frente al
elevador.

—No tienes la obligación de hacer nada. Por lo menos, ven a


buscar una bata que tengo en mi habitación para que pueda poner un
poco de agua con gas en tu vestido —dijo Trevor.

Y hubo algo en su voz que me hizo confiar en él.

Ingresamos al ascensor y nos dirigimos a su suite. Me llevó a la 17


puerta de su habitación, y entramos sin esfuerzo. Observé la extensión
del lugar, los cómodos muebles y la alfombra gruesa y suave. Había dos
puertas dobles que daban a un balcón con vistas a la belleza de
Chicago.

No salí de mi trance hasta que sentí la suavidad de la bata contra


mi brazo.

—Puedes cambiarte en mi habitación. Me quedaré aquí —dijo.

Hice lo que me pidió, y cuando volví a salir, le entregué el vestido


y vi que le ponía agua con gas. La secó suavemente mientras intentaba
con todas mis fuerzas mantener cerrada la bata. Pero siendo una niña
grande, cosas así siempre fueron una lucha. Sentí mi cadera
asomándose, mis senos a punto de estallar. Observé a este guapo
extraño deslizarse la chaqueta de su esmoquin y la corbata para
ponerse más cómodo. Colgó el vestido rojo sobre una silla en la sala de
estar, con su crujiente camisa de esmoquin blanco dejando al
descubierto el grabado de sus músculos debajo.

—Una vez que se seque, puedes ponértelo y salir de aquí con una
mancha mínima hasta que puedas lavar el vestido en seco —dijo Trevor.

Cuando me miró, algo hizo clic en mi mente. Nuestros ojos se


conectaron y mis brazos se relajaron. Sentí que la bata se abría, mi
cuerpo desnudo se destapaba para él mientras sus ojos se deslizaban
por mi forma expansiva. Mis senos se balancearon suavemente contra
mi pecho, y mis muslos se calentaron cuando se lamió los labios.
Lentamente se acercó a mí, su cuerpo se cernía sobre el mío mientras
estiraba el cuello para mantener sus ojos a la vista.

—Realmente no deberías provocar a un hombre así, Alex —


murmuró.

Sus labios abarcaron los míos, y me quitó la bata de los hombros.


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Yo tampoco peleé. Había algo que tiraba de mí hacia él. Un tirón que no
quería negar. Habían pasado años desde que experimenté algo así con
un hombre. Y, oh, Trevor era todo hombre. Le devolví el beso,
sintiéndolo gruñir contra mis labios. Sus manos cayeron sobre mis
caderas, masajeándolas y alabándolas mientras me guiaba a su
habitación. Mi trasero golpeó el borde del colchón y caí contra las
sábanas. Se derrumbó encima de mí, su lengua no buscaba permiso
para entrar en mi boca.

Tiré de su camisa y saqué su cinturón de las presillas de sus


pantalones. Se quitó los zapatos mientras besaba mi cuello,
haciéndome jadear y haciendo que mis pezones se fruncieran.

Podría tener una noche de pasión. Una noche de tirar todas las
reglas por la ventana antes de comenzar mi residencia.
Mientras solo fuera una noche.

19
Capítulo 3 Traducido por Jabes
Corregido por Lelu

Trevor
Me quitó la ropa con dedos torpes y brazos temblorosos. Pero en
el momento en que mi piel desnuda se conectó con la de ella, nada de
eso importó. Sus senos cayeron contra mi pecho, y sentí esos picos
diamantinos pinchando contra mi piel. Sus piernas se abrieron para mí,
adormeciéndome con su aroma femenino mientras besaba su cuello.
Enterré mi cara en su escote. Me hundí en su suavidad. Maldita sea, no
se sentía como ninguna mujer que hubiera tenido en mi vida. Todas
eran miembros y piernas, huesos y bordes afilados.

Pero ¿Alex? Era suave. Acogedora. Cálida. Mojada.

Oh, qué mojada estaba para mí. 20


Subimos a la cama y gruñí contra su piel. Mordí el exceso de sus
tetas mientras sus caderas se alzaban por mí. Los labios de su coño
envolvieron toda mi polla, deslizándome con sus jugos mientras mis
manos exploraban sus profundidades ocultas. La punta de mi polla se
atrapó contra su entrada. La sentí jadear y suspirar con cada mordisco
de mis dientes. Me levanté y mis manos cayeron sobre sus muslos. Los
encerró a mi alrededor, su exceso amoldándose a mis bordes
cincelados.

Observé su rostro mientras deslizaba cada centímetro de mí en


ella. Y, oh, el fuego que avivó mis entrañas.

Sus ojos se volvieron hacia atrás y su piel clara se sonrojó. La


cremosidad dio paso a un rojo carmesí que eclipsó su vestido de noche.
Vi sus pechos rebotar mientras embestía contra ella. Sus jugos rociaron
mi piel mientras golpeaba contra su cuerpo. Mis manos se estrellaron
junto a su cabeza, mi cuerpo rodó contra ella mientras trazaba sus
dedos de arriba a abajo por la parte posterior de mis muslos.

La piel de gallina me recorrió de la cabeza a los pies, cubriéndome


mientras me perdía en esta hermosa mujer.

—Sí, Trevor. Oh, Dios mío.

Gemí por sus sonidos, la forma en que nuestros cuerpos se


unieron. Mi polla se zambulló dentro y fuera de sus profundidades, sus
jugos se desbordaron y corrieron por su trasero. Mis bolas golpearon
contra su piel. Me cubrió con su marca cuando dejé algunas en su
cuerpo. Chupé sus tetas, mordisqueé su cuello, le mordí el hombro
mientras me alimentaba de su calor, su humedad, la forma en que me
apretaba la polla.

—Trevor. Sí. Me voy a correr. Me voy a correr. Trevor. ¡Trevor! ¡No


te detengas!
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Me envolví alrededor de ella y la di vuelta, sintiéndola enterrarse
dentro de mí profundamente. Planté mis talones en la cama y aceleré mi
ritmo, su coño temblando alrededor de mi polla. La follé a través de su
orgasmo, mientras gimió y gimió en mi pecho. Su coño me agarró con
fuerza, empujándome aún más dentro de su cuerpo mientras mis bolas
se apretaban y soltaban.

—Alex. Joder —me ahogué.

Y luego, sentí mi polla inundar sus paredes.

Se derrumbó contra mí y la sostuve allí, acariciando con mis


dedos sus suaves rizos rubios. Nos quedamos allí hasta que mi polla
bajo, cayendo de ella con facilidad. Nuestros fluidos entremezclados
brotaron de entre sus piernas. Eso la hizo reír y su rostro se sonrojó de
vergüenza.

Pero una vez que se deslizó lejos de mi cuerpo, la noche terminó


pronto. Y me arrepentí por no conseguir su número después que salió
de mi habitación de hotel.

Me quedé despierto toda la noche, pensando en ella.


Preguntándome cuál era su apellido. Salí de mi habitación y pasé el
resto del fin de semana con ella en mente, incapaz de concentrarme en
mi papeleo. Me preguntaba si podría hablar con los organizadores de la
recaudación de fondos, ver si había una lista de invitados de algún tipo.

No tienes tiempo para una relación.

Odiaba lo acertada que era mi mente a veces.

No solo no tenía tiempo para una relación, sino que estaba a


punto de comenzar a asesorar a un nuevo grupo que hacía su
residencia en el hospital. Habría poco tiempo para respirar, y mucho
menos para salir. Durante la temporada de residencia, llegaba al
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hospital a las seis de la mañana y nunca me iba hasta casi las ocho de
la noche. Dos pausas para el almuerzo, pausas de quince minutos. Y eso
era todo. Sin tiempo para cenar. Sin tiempo para citas. Sin tiempo para
ligues.

—Mierda —dije, gimiendo.

Amaba lo que hacía. Pero a veces era solitario. Era fastidioso, ir a


casa, a mi condominio y no tener a alguien allí. Los ligues casuales
generalmente funcionaban para mí. Un cuerpo cálido para conciliar el
sueño. Alguien con quien despertarse. Eso era suficiente.
Generalmente. ¿Pero después de mi noche con Alex? Ya no me sentía
demasiado casual.
Terminé rechazando a mi mejor amigo para nuestra tradicional
noche de sábado porque ella era en todo lo que podía pensar.

Pasé todo el día domingo preparándome para mis nuevos


residentes. Y el lunes por la mañana, mi alarma sonó a las cinco. Gemí
cuando salí de la cama, dirigiéndome a la ducha para despertarme
rápidamente. Una ducha caliente y dos tazas de café después, y me
sentí como nuevo.

Excepto por la dolorosa soledad en el fondo de mi mente.

Conduje y tomé una última taza de café antes de ir al hospital. Me


dirigí a mi oficina para obtener información sobre los nuevos residentes,
luego me dirigí a la sala de conferencias. Bien temprano a las seis de la
mañana. Era entonces cuando tenían que presentarse en el hospital
durante toda la primera semana de su tiempo en St. Joseph’s. Suspiré
mientras me dirigía hacia el frente, bajando mi café antes de soltar la
pila de archivos que contenían información sobre mi nuevo lote de
graduados médicos.
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Pero un jadeo suave en la pequeña multitud me llamó la atención.

Moví mi cabeza hacia arriba y mis ojos se posaron en un familiar


par de ojos azul hielo. Una par muy familiar. Vi esas mejillas claras
teñirse con un tono carmesí que rivalizaba con el tono que había
memorizado el viernes por la noche. Vi sus labios separarse en estado
de shock, y se recostó pesadamente en su silla. Mi polla chisporroteó
detrás de mis pantalones. Me dolían las puntas de los dedos con ese
cosquilleo familiar. Y cuando la cara de sorpresa de Alex se enfocó
lentamente, solo una cosa cruzó por mi mente.

¿Cómo mierda se supone que debo mantener mis manos lejos de mi


nueva residente?
Capítulo 4 Traducido por Myr62
Corregido por Lelu

Alex
Mi mandíbula se abrió cuando levanté la vista de mi teléfono.
Escuché los pasos de nuestro mentor bajando por el pasillo, y
rápidamente lo guardé en el bolsillo de mi chaqueta. La bata blanca se
apoyaba en mis hombros, y me hizo sentirme realizada. Pero cuando
levanté la vista y vi a Trevor parado frente a mí con nuestras carpetas,
un jadeo salió de mis labios.

Un jadeo que no pude evitar.

Oh. No.

Sus ojos verdes cayeron sobre los míos, y no tenía ni idea de qué
hacer. No podía moverme. No podía respirar. No podía pensar con
24
claridad. ¿Qué se suponía que debía hacer en esta situación? ¿Cuál era
el protocolo?

¿El hombre con el que me acosté el fin de semana pasado era mi


mentor para mi residencia?

Por dentro, me estaba volviendo loca. Sabía que tenía que fingir
que no había pasado nada entre nosotros. Pero, maldita sea, ¡hablando
de ponerme al día con las cosas! Mi corazón se estrelló contra mi pecho,
y el calor se filtró por mis venas. Me sentí mareada cuando las
imágenes de nuestro encuentro bombardearon mi mente. Las líneas de
sus músculos. La fuerza de sus brazos. El olor a madera y roble de su
colonia y lo llena que me hizo sentir su polla. Nuestro encuentro había
estado en mi mente todo el fin de semana. Y ahora, estaba mirando
fijamente a esos ojos otra vez. A los ojos de un hombre del que me había
arrepentido de no haber dejado mi número mientras salía corriendo de
su habitación de hotel esa noche.

Tiene más que mi número en ese archivo que lleva.

Si no me enamore de él después de salir de su habitación de hotel


esa noche, lo hice ahora. No sabía por qué en el mundo no había hecho
clic. La recaudación de fondos del St. Joseph's Hospital. Trevor. El
esmoquin caro. Me había visto tan envuelta en el anonimato de todo, un
extraño y una mujer al azar reuniéndose en un momento de lujuria,
que no había visto las señales justo delante de mí.

Dr. Trevor Wright.

El Dr. Trevor Wright.

—Buenos días, chicos. Y bienvenidos al primer día de su


residencia —dijo.

Sus ojos se apartaron de los míos, y respiré hondo. 25


—¿Qué demonios fue eso? —murmuró Danielle a mi lado.

Pero todo lo que hice fue poner los ojos en blanco cuando Trevor
comenzó su discurso de bienvenida.

Fue cortante. Al grano. Trevor explicó lo afortunados que fuimos


al recibir nuestra residencia aquí en el hospital. Dijo que nos
presentaríamos a las seis de la mañana todos los días de esta semana.
Luego, crearía turnos de trabajo como en cualquier hospital. La mayor
parte de esto voló sobre mi cabeza. No podía dejar de ver sus labios
moverse.

No fue hasta que Danielle tiró de mi brazo y me sacó de la silla


que me di cuenta que la reunión había terminado.
—¿Necesitas otra taza de café o algo? —preguntó.

—Lo siento. ¿Qué ha pasado? —devolví.

—No me digas que estás fascinada por los ojos del hombre o algo
así. Siempre te han gustado los ojos.

—Simplemente no me siento bien, eso es todo.

Danielle rápidamente me hizo a un lado en el momento en que


salimos al pasillo.

—¿Cuáles son tus síntomas? —ella preguntó rápidamente.

—No es tan grave —dije—. Podrías haber entrado en contacto con


alguien en la recaudación de fondos que estaba enfermo. Y si estás
enferma...

—No estoy enferma. Al menos, no tan enferma.

—Entonces, ¿qué clase de enferma eres? —preguntó.


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Miré a mí alrededor antes de acercarme más.

—Tienes que jurar que no se lo dirás a nadie —le susurré.

Sus ojos se abrieron de par en par.

—Por supuesto. Ya me conoces. ¿Qué está pasando, Alex?

Suspiré.

—Fui a la gala y me... enganché con alguien.

—¡¿Tu qué?!

Puse mi mano sobre la boca de Danielle.

—¿En serio?
—Lo siento. Lo siento. Lo siento —murmuró ella.

Quité mi mano.

—Y no, antes que preguntes, no estoy embarazada. Estoy en


control de natalidad. Lo he estado por años.

Entonces, el rostro de Danielle estalló en comprensión.

—Oh. Mi Dios —dijo ella.

—Tienes que callarte —dije.

—¡Te enganchaste con…!

Otra vez puse mi mano sobre su boca. Hasta que supe que había
terminado de agitar sus labios.

—Bueno, tengo que decirlo. Tienes buen gusto —dijo ella,


sonriendo.

Me reí y sacudí la cabeza cuando rápidamente nos encontramos 27


con los otros residentes.

—Sin embargo, no voy a mentir. Estoy celosa de tu noche. —Me


reí y sacudí la cabeza mientras alcanzábamos rápidamente a los otros
residentes—. Estoy celosa de tu noche. Estuve atrapada quedándome
despierta con mi perro enfermo, que aún no ha aprendido la lección. A
mis ojos, has tenido una noche mejor —dijo.

—Pero ahora, todo va a ser más que incómodo. Me tratará de


manera diferente a todos los demás. Probablemente se me echará
encima con más dureza, sólo para encubrir lo que pasó entre nosotros.
Va a convertir mi vida en una pesadilla —dije.

—O hacerla más fácil.


—No quiero que ocurra ninguna de esas cosas. Sólo quiero que
me traten como a un igual. Que me desafíen, como a todos los demás.

Danielle se rió mientras nos acercábamos al resto del equipo.

—No sé cómo no lo vi —dije sin aliento.

—¿Cuántas copas te tomaste? —murmuró.

Le eché una mirada que le dijo que mantuviera la boca cerrada


mientras una sonrisa salvaje cruzaba sus labios.

No mencioné que quería repetir. Estaba demasiado avergonzada


para admitirlo, de verdad. Pero lo quería a él. Cuanto más hablaba, más
deseaba que estuviera más cerca de mi oído. Más cerca de mi cuerpo.
Durante los siguientes dos días de mi residencia, traté de no parecer
una completa idiota frente a él. Hablaba cuando sabía las respuestas y
tomaba notas fervientes cuando no las sabía. Traté de impresionarlo,
pero no me desvié del camino para estar a su lado.

Aunque, quería estar a su lado. 28


Todo el tiempo.

A veces, lo sorprendí mirándome. Y a veces, me sorprendía


mirándolo demasiado. Danielle me daba un codazo en las costillas y mi
chillido interrumpía lo que decía. Mis mejillas ardían de vergüenza cada
vez que sucedía. Pero podría jurar que Trevor tenía un brillo en sus
ojos.

Disculpe. Dr. Wright.

Llámale Dr. Wright.

Aunque tenía la sensación que las cosas no se habían terminado


entre nosotros, Trevor estaba haciendo un buen trabajo declarando que
no había pasado nada. Nunca intentó atraparme sola. Nunca trató de
apartarme a un lado. No me eligió más que a nadie, ni me elogió cuando
respondí correctamente. Me trataba como a cualquier otro residente que
lo rodeaba o lo miraba con una mirada lujuriosa demasiado tiempo.

Poco a poco, me encontré queriendo que él me tratara de manera


diferente.

En el buen sentido, claro.

—¿Quieres tomar un café, Alex?

La voz de Seth me tomó por sorpresa y me sacó de mis notas.

—¿Qué? —pregunté.

—Café. En la cafetería. ¿Quieres acompañarme? Esperaba poder


hablar del procedimiento al que asististe esta mañana —dijo.

—Oh, ¿el uh... el aumento de pecho congénito?

—Ese. Sí. Yo invito —dijo sonriendo.


29
Me encogí de hombros mientras me levantaba, recogiendo mis
cosas.

—Claro. Tengo unos minutos libres.

—¿No estás en tu hora de almuerzo?

—Por diez minutos más.

—Ah bueno. Estoy seguro que no te extrañarán durante diez


minutos.

Pensé que no estaría de más hacer amistad con los otros


residentes. Además, hacer amigos me proporcionaría una gran
distracción a la hora de centrarme en el Dr. Wright. Seguí a Seth hasta
la cafetería, donde cumplió su palabra de pagar el café. Y aunque era
apuesto, todo el tiempo que hablamos solo pude hacer una cosa.

Compararlo con Trevor.

Estás hasta el cuello, Alex.

Y ni siquiera podía luchar contra mi mente en ese pensamiento


fugaz.

30
Capítulo 5 Traducido por Myr62
Corregido por Lelu

Trevor
Estaba a punto de comenzar el segundo de mi turno doble de
último minuto, así que decidí que necesitaba una gran taza de café. Y
mientras el café de la cafetería sabía a combustible, lo mezclaban con
algo que me mantenía en funcionamiento durante horas. Nunca les
pregunté qué le ponían al café para ayudarnos a animarnos, aunque
bromeé con el personal de la cafetería al respecto. Uno de mis colegas
había llamado diciendo que estaba enfermo, y yo era el primero en la
fila para tomar su lugar.

Especialmente porque ya había estado allí la mayor parte de la


mañana. Me concentré en servir mi café a la perfección, mezclándolo
31
con un poco de crema dulce mientras el olor de las barras de limón me
llegaba a la nariz. Hice todo lo que pude para distraerme de los
pensamientos de Alex. Porque durante los tres primeros días de su
residencia, ella era todo en lo que podía pensar.

Quitándole la ropa. Besando cada centímetro. Metiéndola a uno


de los armarios de limpieza y golpeando su boca con mi mano mientras
la follaba. Me había masturbado tantas veces en mi baño privado que
había perdido la cuenta. Cada ducha que tomaba terminaba con mi
mano envuelta en mi longitud y pensamientos de sus gemidos
rebotando en mis oídos. Ella invadió cada parte de mí, y estar cerca día
tras día sólo sirvió para acelerar mi mente aún más.

Especialmente después que me impresionó durante el complicado


procedimiento de hoy.
Alex era inteligente, eso era seguro. Sería un médico maravilloso
una vez que terminara el programa. Lo que hizo que fuera más
necesario para mí fingir que no había pasado nada entre nosotros. No
importa lo duro que hayan sido los últimos días.

Tampoco importa lo duro que haya estado.

Escaneé el comedor de la cafetería cuando la mujer de la caja


registradora me llamó. Pero no la escuché pedir mi tarjeta. En el
segundo en que encontré a Alex sentada en una mesa con Seth
Matthews, el mundo se desvaneció en la nada. Ella estaba sonriendo.
Riendo. Todo me recordó a sus acciones en la recaudación de fondos.
No estaba seguro de este chico Seth todavía. Era inteligente, pero sus
modales eran terribles. Era un adulador, por ejemplo. Hablaba con
fluidez cuando se trataba de mí. No tenía el talento natural para ayudar
a los demás que muchos de sus compañeros tenían. Fue una de las
razones por las que no le pedí que me ayudara con el procedimiento
esta mañana.

Una ola de celos me invadió, impidiéndome pensar con claridad. 32


De concentrarme en la mujer que me pedía mi tarjeta. Todo lo que
podía hacer era odiar al pequeño imbécil que hacía sonreír a Alex.

Quién estaba poniendo los movimientos en una mujer a la que ya


le había echado el ojo.

—¿Dr. Wright? —preguntó la mujer otra vez.

—Sí. Lo siento. Creo que necesito este café más de lo que pensaba
—dije.

—Es por eso que lo estoy rellenando sin costo alguno.

—Siempre me has tratado demasiado bien, Gloria —le dije,


sonriendo.
—Sigue con esos cumplidos y estarás atrapado conmigo —dijo,
sonriendo.

—¿Qué le dirás a tu marido?

—Que lo dejo por un hombre más joven y rico al que le gusta dar
masajes en los pies.

—¿Cómo supiste mi debilidad? —Me reí.

Pagué mi café y salí rápidamente, acechando en el pasillo. Me


escondí a la vuelta de la esquina, esperando que Alex saliera de la
cafetería. Esperaba que ella no saliera con Seth. Estoy seguro que no
quería enfrentarme a él ahora mismo. Y cuando el cuerpo de Alex salió
con esas gruesas caderas balanceándose, solo, me aclaré la garganta.

—Dra. Rich —dije.

Se dio la vuelta, sus ojos brillaron cuando cayeron sobre mí.

—Dr. Wright. No lo vi allí —dijo.


33
—¡Hola, Dr. Wright! Veo que está haciendo lo mismo que
nosotros. Cafeinandose —dijo Seth.

La sonrisa más falsa del mundo apareció en su rostro. Y todo lo


que quería hacer era limpiarla de sus labios como la mancha que era
para este hospital.

—Dra. Rich, necesito hablar con usted —le dije.

—Por supuesto. ¿Está todo bien? —preguntó ella.

—¿Puedo ayudar en algo? —preguntó Seth.

—En privado —dije bruscamente.


Seth captó la indirecta y asintió antes de alejarse, dejándonos a
los dos solos, justo afuera de la cafetería. Me di la vuelta y comencé a
caminar, escuchando los pasos de Alex que se alineaban con los míos
detrás de mí. Agarré mi café con fuerza. Tomé unos cuantos tragos
calientes mientras íbamos por los pasillos. Podía oír su respiración
suave y sus suspiros, preguntándose qué iba a pasar a continuación.

La tensión era palpable. Y en cuanto llegué a una habitación


vacía, la arrastré dentro de ella.

—Dr. Wright, ¿qué...?

Rápidamente cerré la puerta tras de mí y la cerré con llave,


encerrándonos y alejándonos de las miradas indiscretas.

Bajé mi café y la atraje hacia mí. Envolví mis brazos alrededor de


su espalda, acercándola a mis labios. Ella chilló cuando su sabor a café
golpeó mi lengua, pero no perdió el tiempo en abrirse para mí. Su boca
se abrió, y tracé el interior de sus mejillas con mi lengua. Ella gimió
contra mí, su hermoso cuerpo cayó sobre el mío cuando su taza de café
34
vacía cayó al suelo. Se estremeció e hizo un sonido maravilloso cuando
cerré la distancia entre nuestros cuerpos. Las compuertas se abrieron
cuando la recosté contra una pared y la esquina sombreada de la
habitación donde sabía que nadie podía vernos.

—No podemos ceder.

Mis palabras fueron puntuadas con besos contra sus labios. Con
mis manos corriendo por su cabello. Con las yemas de mis dedos
deambulando por las curvas debajo de su bata blanca.

—Tú eres el... mm... con... oh, Trevor.

—No digas mi nombre así. No puedes —dije sin aliento.


Nuestras frentes se juntaron, nuestros ojos se conectaron cuando
sus mejillas se sonrojaron.

Joder, me encantaba cuando hacíamos eso.

—Tú eres el que envía señales mixtas —dijo, sonriendo.

Me reí.

—No he podido dejar de pensar en ti, Alex.

Ella cerró los ojos.

—Yo tampoco, Trevor. Yo tampoco.

—Verte todo el tiempo sin poder abrazarte. Es una tortura.

—Pero sabes que algo entre nosotros pondría en peligro nuestras


carreras.

Asentí lentamente.
35
—Lo sé. Maldita sea, lo sé.

Sin embargo, presioné mis labios contra los de ella nuevamente.


No pude evitarlo. Su brillo de labios de cereza me atrajo, y el sabor de
su lengua me mantuvo cautivo. Mis brazos la rodearon y la levanté,
presionándola contra la pared. Ella me rodeó con sus piernas y rodó
contra mí mientras su suave aroma femenino empezaba a crecer entre
nosotros.

—No podemos —susurró Alex.

—Dilo otra vez —dije antes de besarla.

—No podemos hacer esto, Trevor.

—Otra vez.
—No podemos —dijo, gimiendo.

—Otra vez —gruñí.

Le besé en el cuello, deleitándome con el olor a vainilla y miel de


su jabón corporal en el que había bañado su cuerpo desnudo. La idea
de sus curvas empapadas de burbujas hizo que mi polla cobrara vida.
Me apoyé contra ella, incapaz de apartarme, como un imán a la puerta
de un refrigerador.

—Por favor —susurró Alex.

—No puedes rogarme así —murmuré.

Entonces, llamaron a la puerta.

—¿Hay alguien aquí? —llamó una enfermera.

Me congelé, y Alex rápidamente se apartó de mí. Antes que me


diera cuenta, ella se había lanzado al pequeño baño, encerrándose en
él. La culpa inundó todo mi ser mientras me recuperaba, luego fui a
36
abrir la puerta. Me paré frente a una de las enfermeras de la estación al
final del pasillo, y sus ojos se abrieron disculpándose.

—Lo siento, Dr. Wright. Podría haber jurado que escuché algo
más en la habitación —dijo.

—Está bien. Solo necesitaba encontrar un lugar tranquilo para


hablar algunas cosas conmigo mismo, una lluvia de ideas sin que los
residentes se cernieran a mí alrededor —dije.

—¿Otro paciente suyo?

—Desafortunadamente.

—Tome todo el tiempo que necesite. Evitaré que la gente camine


por aquí.
—Te lo agradecería, gracias.

Si bien eso debería haber sido música para mis oídos, ¿al
segundo en que la enfermera se fue? Alex estaba fuera del baño. Ella
salió de la habitación sin siquiera mirarme y me dolió el corazón.
Suspiré mientras me sentaba en la camilla, pasando mis dedos por mi
cabello.

Nunca podría sacar a esa mujer de mi sistema.

Al menos no en el corto plazo.

37
Capítulo 6 Traducido por Flor
Corregido por Lelu

Alex
Era hora de nuestras evaluaciones de la primera semana. La
primera de cuatro que tendríamos que pasar con el Dr. Wright. En
privado. En su oficina. Sabía que sería difícil comportarse cuando
estuviéramos encerrados en lugares más cercanos. Porque si hace un
par de días me quedó claro algo, es que no estaba sola en el tirón que
sentía por el Dr. Wright mientras estábamos trabajando. Había pasado
toda la semana reviviendo la noche de la gala mientras mi mano se
deslizaba por mi cuerpo, entre mis muslos. Había pasado todas las
noches con orgasmos con su nombre cayendo de mis labios, y el
miércoles solo empeoró las cosas.
38
Me pregunté si había una manera de explorar qué era esto sin
arriesgar nuestras carreras.

Entré en la oficina del Dr. Wright justo después de Seth, pero no


parecía muy feliz. Tenía el ceño fruncido y no me miró mientras pasaba.
Me preparé para la evaluación cuando entré. Cerré la puerta de su
oficina detrás de mí, observando cómo anotaba algunas cosas más.

—Tome asiento, Dra. Rich —dijo claramente.

Me senté frente a su escritorio, tratando de parecer lo más


profesional posible.

—Esta evaluación no tomará mucho tiempo porque no tengo


mucho que decir en cuanto a las críticas —dijo.
Me miró y sus ojos detuvieron mi aliento en mi garganta.

—¿No? —pregunté.

—No, Dra. Rich. Su desempeño la semana pasada ha estado en el


lado suave de lo ejemplar. Tiene un poco de aprendizaje que hacer en lo
que respecta al triaje y al protocolo de urgencias, pero eso es
generalmente donde cada médico tiene dificultades. Se trata más de
adaptarse al aumento de adrenalina y trabajar a través de la fiebre que
del conocimiento médico —dijo.

—Trabajaré en ello a medida que avance la residencia.

—No tengo dudas al respecto.

—¿Es este el momento adecuado para hacer una pregunta sobre


el procedimiento del miércoles por la mañana?

Él comenzó a escribir algo.

—Por supuesto.
39
—Nunca llegamos a una conclusión de por qué la presión arterial
de nuestro paciente cayó una vez que comenzamos a insertar los
implantes —dije.

Él me miró.

—Hubo una caída repentina, sí. Nuestro paciente había estado


bajo mucha anestesia. Tres horas más de lo que estaba preparada. En
cirugía, Dra. Rich, tiene que aprender a improvisar. La programamos
para una cirugía de cinco horas; luego, cuando la abrieron, el defecto de
nacimiento era peor de lo que suponíamos. Su presión arterial cayó
debido a la anestesia para la que su cuerpo no estaba preparado. Se
administró más oxígeno para contrarrestar la reacción en sus
pulmones, que generalmente es el resultado de una caída de la presión
sanguínea como esa, y todo volvió a la normalidad.

Asentí lentamente, mirando cómo se levantaba de su silla.

—No está satisfecha con mi respuesta —dijo.

—Es solo que...

Acercó una silla y se sentó a mi lado, nuestras rodillas se tocaron


mientras me miraba a los ojos.

—No se detenga, Dra. Rich —dijo.

Y podría haber jurado que sus ojos se oscurecieron.

—Es solo eso: su caída en la presión sanguínea podría haber sido


una reacción preliminar a los implantes mismos. ¿Y si su cuerpo los
rechaza? —pregunté.

Él asintió lentamente antes de alcanzar uno de los modelos de


anatomía en su escritorio. En lugar de hablar, lo vi maniobrar
40
lentamente las partes anatómicas de una mujer. Silenciosamente me
guío por el procedimiento que habíamos realizado. Abriendo su pecho.
Tallando lentamente su esternón para crear un bolsillo en el pecho que
no se formó correctamente. Sus dedos trabajaron ágilmente, y me
encontré fascinada por su control, su fuerza sutil.

Luego, volvió a armar todo y me entregó el modelo.

—Ahora, muéstrame cómo lo hubieras hecho —dijo.

—¿Qué tiene que ver eso con los implantes? —pregunté.

—Solo dame el gusto, Dra. Rich.


Estar tan cerca de él, con su calor, su olor y su aroma, me
debilitó las rodillas. Gracias a Dios que estaba sentada. Le quité el
modelo y busqué con él. Intenté recrear sus movimientos, luego hice un
par de movimientos diferentes de mi parte. Pero cuando me dispuse a
mover el brazo hacia un lado, todo se me escapó de la mano y cayó al
suelo en pedazos.

Trevor se rió entre dientes.

—Esa no es la técnica adecuada.

Me reí mientras lo miraba, y ver esa sonrisa en su rostro me llenó


de alegría. La modelo pronto fue olvidada y nuestras caras se acercaron.
Sentí su magnetismo atrayéndome, su cuerpo apoyándose en mí
mientras nuestros labios se conectaban suavemente, y la electricidad
que chisporroteó por mi columna saltó a mis brazos.

Encontraron su hogar alrededor del cuello de Trevor, y


rápidamente me sacaron de la silla.

—Trevor —susurré.
41
—La respuesta fácil a tu pregunta es el hecho que la caída ocurrió
antes de que la cosiéramos. Antes de que su cuerpo tuviera tiempo de
registrar los implantes —dijo acaloradamente.

Nos hundimos en el piso de su oficina, sus manos se deslizaron


por mis costados mientras sus labios caían sobre mi cuello.

—Pero apuesto a que podría mostrarte en tu cuerpo la respuesta


exacta a tu pregunta. Si me dejaras —murmuró.

Me besó el pulso y me quitó la bata blanca de los hombros. Mi


camisa se levantó en un instante, y sus labios cayeron sobre mis senos.
Sentí su lengua trazando mi vena principal desde mi pezón hasta mi
hombro. Me estremecí debajo de él, sintiendo mis piernas abiertas por
él.

—Presionar suavemente contra esta vena hace que el corazón


salte —gruñó.

Comenzó a chupar el parche de piel donde mi seno se unía con la


articulación de mi brazo, y mi corazón se aceleró. Me lancé contra él,
apretándolo mientras mi mundo se desvanecía. Chupó y lamió,
mordisqueó y besó. Y con cada lamida de su lengua, tuve que tragar un
gemido de puro deleite.

—¿Ves lo que pasa con solo una lengua? —susurró.

Se cernía sobre mí, sus manos plantadas en cada borde de mi


cara.

—Ahora, imagina un implante presionando contra él hasta que


pueda asentarse en su bolsillo —dijo, sonriendo.

Y sin decir una palabra más, extendí la mano hacia él. Apreté su 42
camisa y lo atraje hacia mis labios. Lo quería y no pude resistirlo más.

Mi única esperanza era que su puerta estuviera cerrada.


Capítulo 7 Traducido por ZombieQueen
Corregido por Lelu

Trevor
Debía detenerme. La puerta estaba apenas cerrada. Cualquiera
con una llave administrativa podría entrar. Pero sus labios contra los
míos eran irresistibles. El tirón que sentí en el estómago me llevó hacia
adelante. Mi lengua barrió el calor de su boca, memorizando cómo
sabía. Cuán dulcemente rodó contra mí cuando sus piernas se
separaron tan fácilmente para mí.

Pero no se trataba de mí esta vez.

Esta vez, quería probar cada centímetro de ella.

Mis labios se deslizaron por su cuello, mordisqueando su pulso. 43


Me dolía la polla contra los pantalones, pero mi propio placer tendría
que esperar hasta más tarde. Porque la próxima vez que me enterrara
dentro de ella, quería tomarme mi tiempo. Empujé su camisa mientras
sus manos se curvaban en mi cabello. Chupé sus hermosos senos, que
se desbordaron en exceso rogando que los marcaran. Los acaricié, luego
capturé sus picos rosados y fruncidos entre mis dientes mientras mis
manos los sostenían. Ella gimió en mi oficina, sus labios rodaron sobre
sus dientes para enmascarar sus sonidos.

Cómo deseaba oírla llenar mi oficina con sus gritos de pasión.

Me deslicé entre sus gruesos muslos y rápidamente bajé sus


pantalones. Sus bragas de algodón me llamaron, esa mancha húmeda
me recordó el alimento que estaba a punto de recibir. Deslicé sus
piernas sobre mis hombros, presionando mi nariz contra su coño
vestido. Ella suspiró aliviada y rodó contra mi cara. Sentí su coño
temblar por mí mientras deslizaba sus bragas a un lado, revelando esos
jugosos labios inferiores para mí.

Los chupé, disfruté su sabor. Gruñí mientras caía al suelo de mi


oficina. Ella jadeó de placer. Levanté la vista justo a tiempo para verla
morder su bata blanca de laboratorio para no volver a gemir.

Qué increíble se veía su piel cuando estaba enrojecida para mí.

Mi lengua se introdujo entre sus pliegues, y encontré su clítoris


palpitante. Sus jugos cayeron sobre mi piel, goteando por mi barbilla y
marcando mi cuello. Estaba tan mojada para mí. La bebí, tragando y
tragando mientras mi lengua se metía profundamente dentro de ella. La
llené con mis dedos, y ella se sacudió vorazmente, perdiendo la
paciencia ante mis movimientos lentos y tiernos.

—Trevor, por favor. Yo... no puedo... tú...

Presioné mi lengua más profundamente contra su clítoris,


sintiéndola rechinar contra mí. Los labios de su coño cubrieron mis
44
mejillas con sus jugos mientras torcía mis dedos. Los bombeé
lentamente, sintiendo sus paredes cerrándose a mí alrededor. Mi polla
goteó de su punta, creando una mancha que sentí en mi bóxer. Gruñí
en sus profundidades y lamí más hondo en su hendidura. Moví mis
dedos un poco más rápido, sintiendo su cuerpo apretarse por mí
mientras sus muslos se sacudían alrededor de mi cabeza.

—Sí. Sí. Sí. Sí.

Su espalda se arqueó, doblándose cuando sus caderas


presionaron más en mi cara. La lamí, llenándola con otro dedo mientras
sus paredes me sostenían con fuerza. Chupé su clítoris entre mis
labios, lamiendo y chupando, trazando y presionando. Se ahogó con sus
propios sonidos cuando sus manos soltaron mi cabello, agitándose en el
aire mientras su cuerpo giraba en espiral por el borde.

No pude apartar mis ojos de ella cuando se encontró contra mi


cara.

Su espalda cayó al suelo, y la limpié. No quería dejar que ni una


gota se desperdiciara. Lamí mis labios y chupé mis dedos. Mordisqueé
sus muslos internos, sintiendo sus jugos goteando lentamente por mi
maldito cuello. Besé su cuerpo, sintiéndola saltar y gemir con el rastro
húmedo que dejé.

Pero cuando volví a su cara, mi mente quedó en blanco.

Maldita sea, estábamos en el piso de mi maldita oficina.

—Ha sido una tortura verte cada día y no poder tocarte, Alex —
dije bruscamente.

Lentamente abrió los ojos y asintió mientras me bajaba de ella. La


ayudé a ponerse de pie, observando mientras reordenaba su ropa. 45
Alcancé algunos pañuelos y me limpié el cuello, escuchándola reír
suavemente mientras me sonreía tan inocentemente.

Me iba a matar continuar con mi discurso.

—Pero no puedo arriesgar tu carrera por esto —dije.

—¿Qué? —preguntó.

La miré a los ojos y vi una mirada de decepción cubriendo su


hermosa mirada.

—Me esforzaré más por mantener mis manos en mí mismo. Para


mantener mis propios deseos a raya. Pero no podemos repetir esto. Aquí
no. No cuando eres mi residente. Tu carrera se arruinará y la mía se
verá empañada, en el mejor de los casos —dije.
Quería retirar cada palabra cuando el dolor inundó su rostro.
Pero sabía que no podía. No quería lastimarla, pero tampoco quería
comprometer su futuro. Porque tenía uno muy brillante por delante.

No podría robarle a sus futuros pacientes algo así.

Cuando salió de mi oficina, pasé la semana siguiente solo. La veía


todos los días en sus turnos de residencia y me iba a casa a una cama
vacía. Continué evitando a mi mejor amigo cuando él llamó para seguir
hablando sobre golpear los barrotes y encontrar algunas mujeres para
pasar el tiempo. Sabía que ninguna de ellos equivaldría a nada en
comparación con Alex.

Y mientras me acostaba en mi cama vacía todas las noches,


entendí por qué me ofrecí voluntariamente para turnos adicionales.

Fue porque mi cama era demasiado grande para una sola


persona. Fue porque no disfrutaba estar solo tanto como pensaba. Cada
vez que iba a casa, pensaba en el tiempo que podría haber pasado con
Alex. Hacerla reír y crear buenos recuerdos. Explorando su cuerpo y
46
despertando con ella en mis brazos.

Estás demasiado metido, Trevor.

Lo estaba, y lo sorprendente fue que no quería que cambiara. No


quería no estar en lo profundo con Alex. No quería que mis sentimientos
por ella se fueran. Quizás después de su residencia podríamos explorar
lo que existía entre nosotros.

Aunque un año era mucho tiempo de espera.


Capítulo 8 Traducido por ZombieQueen
Corregido por Lelu

Alex
Durante toda la semana siguiente, supe que Trevor estaba de mal
humor. Y aunque me había acostumbrado a llamarlo Doctor Wright, no
podía decirlo tan fácilmente como su nombre. Lo observé y aprendí de
él. Tomé notas sobre sus modales con los pacientes y los guardé en mis
bancos de memoria. Su actitud y trato con los pacientes era impecable.
O, al menos por lo general, lo fue. Parecía un poco fuera de lugar hoy, y
me preguntaba qué estaba mal.

Me hubiera gustado haberle preguntado.

Pero había dibujado una línea en la arena la semana pasada.


Dejó en claro cuáles eran sus intenciones, y las respeté. Fueron 47
amables. Halagadoras, incluso. Querer dejar de lado sus propios deseos
para tratar de protegerme a mí y al futuro de mi carrera. Me calentó el
corazón aún más y me hizo querer fundirme más en él.

Aunque sabía que no podía.

Sin embargo, estaba preocupada por su particular estado de


ánimo. Estábamos tratando con un paciente que recientemente se
había sometido a una cirugía de reemplazo de cadera, y el Doctor
Wright estaba luchando por mantener la calma con el anciano. Casi
parecía como si hubiera encontrado a su pareja, en términos de
pacientes con los que podía mantenerse equilibrado. Porque no importa
lo que hiciera el doctor Wright, el hombre siempre retrocedía y
continuaba siendo grosero y condescendiente. Y vi el precio que estaba
cobrando en Trevor.
Disculpa. El doctor Wright.

—Señor Jackson, la única razón por la que…

—Puedes callar ese elegante discurso Doctor, Wright. Se


exactamente por qué estoy aquí. Me duele, y es por la cirugía. Algo salió
mal, así que necesito que lo arregles. No necesito que me mediques
hasta que se vaya por su cuenta. Necesito que lo arregles. Ahora —dijo
el hombre.

—Señor Jackson, déjeme ser franco. ¿Está haciendo su


fisioterapia? —preguntó el Doctor Wright.

—Estoy yendo a mis citas, seguro.

—¿Está haciendo los ejercicios en casa?

—Ya tuve suficiente de la terapia física —dijo el hombre.

El doctor Wright siseó, y tuve que cubrirme el rostro con mi


libreta para evitar reír con la expresión del hombre.
48
—Señor Jackson, esos encuentros semanales no le proveen de
ejercicios para hacer solo allí. Debe hacerlos en su hogar, también. Le
duele porque su articulación se está endureciendo. Sus tendones y
ligamentos no están…

—Basta de elegante lenguaje de médico —dijo el hombre cortante.

—Señor Jackson, todo lo que tiene que hacer es escucharme.


Esos ejercicios que su fisioterapeuta le está dando son cosas que debe
hacer en casa. Todos los días. Múltiples veces al día.

—Los estoy haciendo lo mejor que puedo, Wright. Pero cada


hombre tiene sus límites.
—Sí, y yo tengo los míos. No voy a ver a uno de mis pacientes caer
debido a que no está dispuesto a participar en lo que es capaz de hacer.
Su articulación se está endureciendo porque no la está estirando. No le
está dando tiempo a su cuerpo para sanar y adaptarse adecuadamente.
Y si tengo que supervisar cada sesión de fisioterapia y seguirlo a casa
para asegurarme que haga esos ejercicios, lo haré.

—No te atreverías. —El hombre frunció el ceño.

—Si su odio por mí es lo que tengo que usar para lograr que se
recupere adecuadamente, no subestime las medidas que tomaré para
cuidarlo —respondió el Doctor Wright.

El hombre pareció reaccionar a la forma en que el Doctor Wright


le habló, y me asombró. Incluso en su frustración, todavía usaba el
bienestar de su paciente para mostrarles la luz, por así decirlo.
Necesitaba aprender a ser más extrovertida con mis pacientes así. Pasé
momentos difíciles con pacientes que fueron más dificultosos. Como el
señor Jackson.
49
Apuesto a que su trato con los pacientes es también excelente en
privado.

Solo me tomó un pensamiento para sumergirme en la madriguera


del conejo. Me encontré perdiéndome en fantasías. En recuerdos. En la
sensación de su lengua entre mis piernas. Tomé algunas respiraciones
profundas, esperando más allá de toda esperanza que no me estuviera
sonrojando tanto como me sentía.

Pero cuando el Doctor Wright pasó por mi lado, escuché un


susurro caer de sus labios.

—Me gustaría saber en qué estás pensando en este momento.


Cuando me asomé a su cara sonriente, me guiñó un ojo, un
movimiento casi indetectable que hizo que mi estómago revoloteara con
mariposas.

Ahora, mi única esperanza era que los otros residentes no se


hubieran dado cuenta.

50
Capítulo 9 Traducido por ZombieQueen
Corregido por Lelu

Trevor
—Esa fue una gran captura, doctora Rich.

—¿Quieres tomar una taza de café? Creo que nuestros descansos


coinciden

—¿Algún consejo para mejorar mi manera de tratar a los pacientes,


Alex? La tuya es maravillosa, y sé que la mía podría necesitar una
puesta a punto.

—Doctora Rich, creo que se trata de tu habilidad. Podría necesitar


tu ayuda, si tienes algo de tiempo libre.
51
Cada vez que escuchaba a Seth abrir su puta boca, estaba
llamando a Alex. O halagándola. O apartándola para tomar un café
antes que ella pudiera responderle. El pequeño alcahuete se estaba
acercando demasiado a ella para su comodidad. Si no estaban hablando
en un rincón con cafés en sus manos, él se estaba acercando a sus
pacientes. O pidiéndole que fuera a ver el suyo. O negociando su
camino hacia la sala de operaciones con ella durante los procedimientos
con los que me ayudó. Me enfermaba mirar y escuchar. Lo odiaba y
hacía que mis celos fueran casi insoportables.

Casi imposibles de controlar.

Me abrumaba y me distraía de mi trabajo y los montones de


papeleo que siempre venían con el programa de residencia. Me sentía
protector de Alex, de alguna manera. Posesivo. Como si ella me
perteneciera y el mundo entero necesitara entenderlo. Esos eran
sentimientos peligrosos para mí, especialmente después que fui yo
quien dibujó la línea en la arena.

Pero no podía evitarlo.

Permanecí tan cerca de ellos como pude. Siempre cronometraba


mis viajes al café cuando Seth la invitaba a tomar uno con él. Lo vigilé
mucho durante la cirugía y lo mantuve ocupado con minucias, como
abrir al paciente. Cerrarlos. Aspirar el exceso de sangre mientras le
daba a Alex las tareas más interesantes. Cualquier cosa para mantener
el enfoque de Seth fuera de ella y de nuestros pacientes enfermos,
cuyas vidas estaban literalmente en nuestras manos.

Pero no era suficiente.

—Seth, unas palabras, ¿por favor? —pedí.

Lo llamé, alejándolo de otra conversación de café que estaba


teniendo con Alex. Él la miró y levantó el dedo, luego hizo que la mujer
sostuviera su café. Maldito infierno, hizo de Alex su maldito marcador
52
de posición.

Me enfureció sin fin.

—¿Sí, doctor Wright? —preguntó Seth.

—Los exámenes de rutina de uno de tus pacientes no salieron tan


bien como podrían haber sido. Estoy aquí para recordarte que debes
concentrarte en tu residencia y no tratar de enganchar a la chica
atractiva de tu clase. Tus exámenes básicos han estado resbalando. He
captado tres cosas en los gráficos que deberías haber notado. Cosas que
requerían pruebas que deberías haber ordenado —dije.

—Oh, doctor Wright, ¿qué... qué paciente?


—Nada de eso importa ya que te he cubierto. Pero no más. Te
vuelves a desviar y pones tu atención en otro lado en lugar de enfocarte
en lo que realmente importa, y perderás tu residencia. Hay muchos
estudiantes esperando para tener la posición que tienes. No tengo
problemas para dárselo a alguien más merecedor.

—Lo siento mucho, doctor Wright. Juro que me estoy tomando


todo en serio en este hospital.

—Tu trabajo no lo demuestra. Si entregara calificaciones, tendrías


la más baja en este momento. He notado que te estás acercando
demasiado a la doctora Rich —le dije.

Seth arqueó una ceja antes de suspirar.

—Es una mujer genial, doctor Wright —dijo.

—No me importa. No tienes tiempo para relaciones durante un


programa de residencia como este. Porque si haces el tiempo para ello,
ocurren deslices. Como los que ya tuve que rectificar. Deja de enfocarte
en lo que no corresponde, o perderás tu residencia. Lo digo en serio.
53
—Prometo que me enfocaré. Y sí, la doctora Rich es hermosa. Pero
necesito que sepa que me lo tomo en serio, doctor Wright. Ella es mi
competencia. Y solo hay pocos puestos de alto nivel directamente de
cualquier residencia. Especialmente con un hospital como este.
Necesito conocer sus debilidades. En qué es buena y en qué no. Estoy
seguro que puede recordar cómo fue eso. Solo estoy tratando de cubrir
todas mis bases. Eso es todo. Y prometo que no habrá más resbalones.

—Bien —dije acaloradamente.

Sus palabras me enfurecieron. Mi visión estaba roja. Seth no era


más que una pobre excusa para un hombre que se sentía intimidado
por la mujer frente a él. Era el tipo de persona que sonreía en la cara de
alguien mientras lo apuñalaba por la espalda. Y me tomó todo lo que
tenía para contener la lengua. Tomó todo lo que tenía para no apuntar
los dos cañones a Seth y derribarlo antes que pudiera hacer más daño.

El niño nunca sería mejor médico que Alex. Nunca.

Y no podía esperar para verla matarlo durante esta residencia.

54
Capítulo 10 Traducido por ZombieQueen
Corregido por Lelu

Alex
La presión fue en aumento. No solo con mi residencia, sino con
negar mi creciente atracción por Trevor. Cuanto más lo llamaba doctor
Wright, peor se sentía. Cuanto más me paraba a su lado y aprendía de
él, más quería inclinarme y besarlo. Todos los días lo veía. Todos los
días, miraba sus hermosos ojos verdes. Todos los días me preguntaba
cómo sería tirar de él al salón o al armario de limpieza y tocarlo.
Besarlo. Sentirlo contra mí otra vez. Era una distracción, y se
encontraba al límite de lo doloroso. Mis noches las pasaba con la mano
entre los muslos, intentando desesperadamente imaginarlo allí
conmigo.
55
Y mis mañanas estaban llenas de una soledad que no podía
soportar.

—Necesitas salir una noche —dijo Danielle.

—¿Qué? —pregunté.

—Chica, no puedo imaginar lo difícil que es esta mierda para ti en


este momento. ¿Y con la forma en que lo estás mirando? Puedo decir
que estás luchando.

—Espera un segundo, ¿puedes decirlo?

—Puedo porque sé lo que está pasando. No creo que sea obvio


para nadie más que estés imaginando claramente desvestir a nuestro
mentor de residencia —dijo, sonriendo.
Suspiré profundamente cuando ella me llevó a una esquina.

—Mira, necesitas salir por la noche. Una noche para tomar unas
copas y desahogarte. Podemos ir después de nuestro turno, tomar una
hora para nosotras, y luego puedes irte a casa y estrellarte. Solo algo
para romper la monotonía, ¿sí? —preguntó.

Y no tuve la energía para decirle que no.

Nuestro turno vino y se fue, y rápidamente nos cambiamos en el


salón. Guardamos nuestras batas blancas en nuestros autos, y luego la
seguí hasta un bar que estaba cerca del hospital. Danielle siguió
hablando sobre cómo se enteró de este lugar por parte de algunas
enfermeras en la estación principal. Cómo nos darían las mejores
bebidas especiales si mostrábamos nuestras insignias. Pero mi mente
no estaba en ello.

Porque en el momento en que entramos en el bar, vi a Trevor con


un par del personal del hospital sentado en un extremo del bar.

Por supuesto que él está aquí.


56
—Mierda — murmuró Danielle.

—¿Qué fue lo que dijiste sobre dejar de pensar en las cosas? —


pregunté.

Trevor nos hizo un gesto con la mano para que nos uniéramos a
él.

—Si nos escapamos rápidamente, podemos encontrar otro lugar


para ir —dijo Danielle.

—O bien, podríamos aprovechar este tiempo para ponernos en


contacto con nuestro mentor —le dije.
Eché un vistazo a Danielle, sabiendo que nunca perdería la
oportunidad de tratar de ayudar a alguien.

—Bien. Bueno. Pero solo unos minutos. Justo el tiempo suficiente


para tener una idea de dónde estoy parada con el doctor Wright —dijo.

Luego, ella me llevó a donde estaban sentados los tres.

Trevor me hizo sitio a su lado, y Danielle se sentó entre los otros


dos enfermeros. Intercambiaban historias de terror sobre el hospital y
sus propias residencias. Y vi cómo los enfermeros seguían mirando a
Danielle cuidadosamente. Obviamente se sentían atraídos por ella, y
¿por qué no lo estarían? Era una bomba. Pelo oscuro. Ojos misteriosos.
Piel bronceada. Exótica en todas las formas que importaban, incluidas
sus largas piernas.

Pero sentí los ojos de Trevor sobre mí. Fuertemente. Su atención


no estuvo una vez en Danielle.

Hizo que mi corazón se detuviera en mi pecho.


57
Nos reímos e intercambiamos historias mientras disfrutaba de un
par de copas de vino, una que había ordenado para mí y otra que Trevor
ordenó para que me ‘completara’. Danielle se reía a carcajadas con los
dos hombres a su lado, y me estaba cansando de sentarme al lado de
Trevor sin poder tocarlo.

—Ya vuelvo. Solo necesito usar el baño —dije.

—¿Está todo bien? —preguntó Trevor.

Pero no le respondí. Simplemente me bajé del taburete y me dirigí


al baño.

Me salpique un poco de agua en la cara. Respiré profundamente


algunas veces, me sequé la cara y luego hice lo que tenía que hacer.
Parte de mí quería escabullirse por la parte de atrás. Salir de allí antes
que terminara perdiéndolo frente a esos dos enfermeros. Escuché las
risitas de Danielle elevándose sobre el ruido, filtrándose por el pasillo y
a través de la puerta.

Al menos ella se estaba divirtiendo.

Suspiré mientras abría la puerta, decidiendo escabullirme. Tenía


mi bolso conmigo. Podría escabullirme, salir por el callejón y volver a mi
auto. Sin embargo, en el momento en que la puerta se abrió, me
encontré cara a cara con el hombre que frecuentaba mi trabajo.
Atormentando mis sueños. Atormentando mis fantasías.

Trevor estaba de pie contra la pared. Justo en frente de la puerta


del baño.

—Doctor ¿Wright? —pregunté.

—No te atrevas a llamarme así fuera del trabajo —dijo.

Me tomó de la muñeca y comenzó a empujarme hacia la parte 58


trasera del bar, lejos de miradas indiscretas. El calor de su toque me
encendió, quemándome. Y cuando presionó mi espalda contra la pared
de un corredor al azar, sus labios estaban contra los míos.

Sus manos se deslizaron por mi cintura, hasta mis caderas


mientras su lengua lentamente presionó mi boca.

Gemí por su sabor, mis rodillas se convirtieron en gelatina.


Deslicé mis brazos alrededor de él, acercándolo mientras su lengua
exploraba lentamente mis profundidades. Mi cabeza cayó a un lado.
Envolvió su brazo alrededor de la parte baja de mi espalda,
acercándome. Su mano se abrió camino en mi cabello, tomándolo en un
puño y ordenando a mis labios que se presionen más cerca de los
suyos.
—No poder tocarte me está volviendo loco —murmuró.

—Lo sé. Lo sé. Lo sé —susurré.

Marqué mis palabras con besos mientras él hundía sus caderas


en las mías.

—Pero, tenemos… T…Trevor… detente, Trevor.

Dejó el beso de inmediato y puso algo de espacio entre nosotros.

—Tenemos que comportarnos para que nadie descubra nuestro


secreto —dije suavemente.

Y cuando sus manos cayeron de mi cuerpo, mi corazón se hizo


añicos.

59
Capítulo 11 Traducido por Flor
Corregido por Lelu

Trevor
No podía hacer esto por más tiempo. Ya no podía resistirme a ella.
El impulso era demasiado fuerte. El tirón era demasiado grande.
Envolví mi mano alrededor de su muñeca y la arrastré hacia el bar.
Danielle estaba haciendo compañía a mis otros colegas, lo que nos
permitió pasar a una cabina. La luz estaba rota y nos envolvió en la
oscuridad. Sentí a Alex tensarse a mi lado mientras le pasaba el brazo
por la cintura.

—Nadie lo descubrirá. Lo juro —murmuré contra su oreja.

Se inclinó hacia mí y dejé que mi mano se deslizara por su


espalda. Bromeé con la piel desnuda a su lado, levantando lentamente 60
su camisa. Ella jadeó suavemente mientras yo trazaba círculos contra
su michelín de la cintura. Mientras mi mano acariciaba su muslo,
mantuve mis ojos fijos en los dos hombres, esperando que se dieran
cuenta que me había ido antes de alejar mis manos.

—Trevor, yo…

—¿Quieres que me detenga? —pregunté.

Y cuando negó, se relajó en los cojines de la cabina.

Mantuvo una impresionante cara de póker mientras mi mano


masajeaba su muslo, trazando su piel desnuda asomando para que yo
le prestara atención. Su gracia bajo presión solo me hizo quererla más.
¡Qué mujer que era! Mi mano se deslizó más allá de la parte superior de
sus jeans, y la punta de mis dedos trazó la línea de sus bragas. Y
cuando mi dedo se sumergió debajo de sus bragas para explorar un
poco más, rápidamente se puso de pie.

—Creo que otra copa de vino me haría bien —dijo Alex sin aliento.

—Permíteme invitarte esta —le dije, sonriendo.

Aunque ella se alejó de mí, rápidamente la alcancé y me paré


detrás en el bar. La gente se agolpó a nuestro alrededor, cubriendo mis
manos errantes de las miradas de todos. Mis manos se posaron en sus
caderas, y enganché mis dedos en los lazos de sus jeans, moviendo un
poco sus pantalones, dándole a mis manos más piel para masajear.

Y cuando su trasero se estrelló contra mi pelvis, tuve que


tragarme mi gemido.

No me importaba lo que me pasara. Mientras pudiera preservar


su carrera, con mucho gusto arriesgaría la mía para estar más cerca de
ella. Alex era un imán y yo estaba indefenso ante su atracción. Quería
estar en su órbita. Quería estar cerca de ella. Quería sentir el calor de
61
su piel contra la mía, y quería probarla todas las mañanas y todas las
noches.

Era la primera vez en mi vida que algo significaba más para mí


que mi carrera.

Y sabía que no había vuelta atrás.

—¡Oye, Alex!

Mis manos cayeron al escuchar la voz de Danielle.

—¿Si? —preguntó Alex, su voz temblando.

—¿Puedes traernos otras tres cervezas mientras estás allí? —


indagó.
Podría haber jurado que también había una sonrisa en las
mejillas de Danielle. ¿Ella lo sabía?

Joder, realmente esperaba que no lo supiera.

Cuando Alex se alejó, mi cuerpo se vio obligado a decirle adiós.


Nos unimos al grupo con todas nuestras bebidas, pero Alex no volvió a
tomar asiento a mi lado. Se quedó junto a Danielle, para desesperación
de los enfermeros. Cuando dos de ellos se marcharon solo unos
minutos después, noté que Alex ni siquiera tocaba la bebida que le
compré. Mi corazón se hundió cuando ella se fue. Mi alma me rogó que
la siguiera mientras me quedaba en mi asiento. No quería nada más
que seguir a Alex, arrastrarla de regreso a mi apartamento y hacerle el
amor toda la noche.

No tenía idea de cuánto tiempo más podría mantener mi


resolución. Las cosas llegarían a un punto crítico pronto, y alguien se
rompería.

Mi única oración era no arruinar su vida. Que nada arruine su


62
vida.

Porque protegerla era lo único que me impedía romper todas las


reglas a la vez.
Capítulo12 Traducido por ZombieQueen
Corregido por Lelu

Alex
Amaba cada parte. A pesar de la orden que Trevor tenía sobre mí
y su insistencia en tocarme, disfruté cada segundo. Amaba que supiera
qué quería. Que no se detendría hasta tenerlo. Lo mucho que me
perseguía, incluso revisándome para saber si me encontraba bien. Era
un mandón, pero también amoroso. Dominante, pero respetuoso.
Jamás pasé por algo así, y las cosas que me hizo la última semana en el
bar, me mantuvieron al borde.

Me hizo desear ir hasta donde vivía, aparecer en su puerta


principal y rogarle que me tomara de todas las maneras que deseara.

Pero no podía. El riego era gigantesco para ambos. Y no permitiría 63


que destruyera la carrera por la que había trabajado tan duramente
solo para que me tocara un poco más. No sacrificaría ninguno de
nuestros sueños por un orgasmo. Sin importar que tan bueno haya
sido.

Y maldita sea, sus orgasmos eran increíbles.

No sabía durante cuánto tiempo más podría mantener mi


resolución. La residencia se iba poniendo cada vez más estresante. Lo
que significaba que la liberación con él sonaba cada vez mejor por
minutos. Cada vez que tenía que seguir a Trevor en sus rondas, me
encontraba mirando su trasero. Cada vez que decía mi nombre, las
visiones de él desnudo y encima de mí asaltaban mi mente. Era una
locura cuánto había invadido mi cabeza. Mis sentidos. Mi vida.
No quería que se detuviera.

—Dr. Wright, ¿por qué estamos en la sala de fisioterapia? —


preguntó Seth.

Su voz me sacó de mi trance, y noté que estábamos en la sala de


fisioterapia adjunta al hospital.

—Estamos aquí para reunirnos con un paciente mío —dijo Trevor,


sonriendo.

—Espere un segundo, ¿señor Jackson? —pregunté.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí?

La voz del anciano, atrapó mi oído y los tres nos dimos vuelta.
Trevor permaneció de pie allí con una sonrisa en su boca que era más
de lo que podía decir del anciano Jackson. No estaba feliz que
estuviéramos allí, y no estaba contento con que Trevor estuviera
interrumpiendo su entrenamiento.
64
—Vamos, señor Jackson, tiene más rotación que eso. Flexione los
pies.

»Necesita que estén flexibles para caminar.

»Para cuando termine, ya no necesitará el bastón.

»¿Puede imaginarlo? Respire, señor Jackson. Necesita respirar, mi


hombre.

Era cómico, y no pude evitar la sonrisa que a apreció en mis


labios.

—¿Pueden callar esa mierda suya? —preguntó el hombre.

—Solo si pide por favor —dijo Trevor, sonriendo.


—Deberás matarme si mi vida dependiera de ello.

—Bien, me contentare con un “gracias por salvar mi vida”


entonces.

Me reí a carcajadas con eso, y el Sr. Jackson definitivamente no


era fanático de mi arrebato.

—Solo piense, cuanto antes termine con la rehabilitación, antes


podrá deshacerse de mí —dijo Trevor.

—Dios, eso es lo mejor que he escuchado en todo el día —dijo


Jackson, gimiendo.

—Y si hace estos ejercicios en casa, incluso podría derivarlo a la


Dra. Rich para que no tenga que verme en sus chequeos a partir de
ahora.

—Sigues endulzando esa oferta, imbécil. — El hombre frunció el


ceño.
65
—Espera, ¿qué hay de mí? —preguntó Seth.

—Cuando puedas hacer exámenes físicos básicos correctamente,


comenzaré a pasarte pacientes —dijo Trevor.

—Suena como una historia jugosa allí mismo. ¿Les importaría


brindarme algo de entretenimiento? —preguntó el señor Jackson.

Honestamente, también tenía curiosidad por la historia.

Una vez más, me asombraba cómo Trevor manejaba incluso a los


pacientes más firmes. Sabía que yo nunca habría podido convencer a
un hombre como el señor Jackson para que trabajara tan duro como lo
hacía en esta sesión de fisioterapia. Realmente era un médico talentoso,
y eso solo solidificó mi necesidad de mantenerme alejada de él.
No podría robarle a este hospital una joya como ese hombre.

Si la persona equivocada se enterara que nos estábamos viendo, o


realmente saliendo, sería una verdadera pérdida para sus pacientes
actuales. No solo para el hospital. La gente lo necesitaría en el futuro, y
no podría ser tan egoísta. No podría pedirle a los futuros enfermos de
esta ciudad que renunciaran a un médico tan asombroso y talentoso
solo porque no podía mantener mi corazón a raya.

Al menos lo tuviste mientras pudiste, Alex.

Era la única paz que tenía con respecto a la situación, y la acepté


egoístamente.

Porque en el fondo, mi alma se estaba rompiendo en pedazos.

66
Capítulo 13 Traducido por ZombieQueen
Corregido por Lelu

Trevor
—Ahora, colocar un yeso es bastante básico. Pero con un
adolescente inquieto que no quiere quedarse inmóvil, puede convertirse
en un procedimiento difícil —dije.

Los residentes se rieron suavemente mientras la madre de mi


paciente intentaba que su hijo se acomodara.

—Para ser justos, esto es lo que sucede cuando él también se


mueve demasiado sobre un trozo de tabla móvil —dije.

Incluso la madre se rió de eso, y yo le sonreí mientras continuaba


colocando la pierna rota de su hijo en un yeso. El niño había entrado 67
sin siquiera una lágrima en sus ojos. En estado de shock, obviamente,
que usualmente jugaba a mi favor como médico. Tuve un par de
residentes que me ayudaron mientras trataba de mantener mis ojos
fuera de Alex lo suficiente como para concentrarme. El suave color rosa
del ambo que tenía puesto hoy realmente destacaba sus ojos, y me
tomó todo lo que tenía para no mirarla todo el día.

Entonces, escuché el clic del intercomunicador.

—Código azul, UCI1. Código azul, UCI. Dr. Wright, código azul,
UCI.

Le pasé el yeso a una de las enfermeras y les indiqué a los


residentes que me siguieran. Me persiguieron mientras corríamos por el

1
UCI: Unidad de Cuidados Intensivos.
hospital, entrando por las puertas de la UCI. Escuché a las enfermeras
gritar por el pasillo cuando un carro de paradas**2 se estrelló en mi
dirección. Lo intercepté, empujándolo hacia la enfermera en la puerta,
que lo atrapó contra sus palmas.

—¿Qué hacían cuando sus estadísticas se desplomaron? —


pregunté.

—Nutrirlo con medicamentos. Cambiando su bolsa intravenosa.


Las cosas estándar, doctor —dijo la enfermera.

—Tenemos que trabajar rápido, porque podría tener que volver a


cirugía.

—¡Doctor Wright! —exclamó Seth.

—¿Qué? —pregunté.

—El carro no se enciende —dijo.

Gruñí y alejé el carrito de él, pensando que simplemente no


68
entendía cómo funcionaba esa maldita cosa. Y una parte de mí
esperaba que ese fuera el caso, para poder despedirlo y conseguir a
alguien más competente en esta residencia. Pero tenía razón. El carro
no se estaba encendiendo.

—¿Alguien puede conseguirme un maldito carro que funcione? —


exclamé.

—No tenemos tiempo —dijo Alex.

Levanté la cabeza, observándola mientras ella empujaba a los


residentes. Dejó sus notas y colocó sus manos sobre el pecho del
paciente, tomando el control de la situación. El resto de los residentes

2
Carro de paradas: es un conjunto de cajones y bandejas sobre ruedas que se emplea
en los hospitales para el transporte de medicamentos y dispositivos necesarios para
dar una respuesta rápida ante un paro cardíaco u otro tipo de emergencia médica.
tenían los ojos muy abiertos. Seth estaba corriendo por el pasillo,
tratando de localizar otro maldito carro de choque.

—Su tráquea se ha deprimido. Necesitamos llevar algo a sus


pulmones —dijo Alex.

Sabía que ella era la más talentosa del grupo. Pero verla tomar el
control fue estimulante. Me apresuré hacia el otro lado del paciente
mientras ella comenzaba las compresiones torácicas, agarrando la
máscara de oxígeno modificada. Deslicé el aparato metálico por la
garganta del paciente, abriendo su vía aérea lo suficiente como para que
las compresiones torácicas hicieran su trabajo.

—Cinco, luego respira. Cinco, luego respira —dije.

Le enseñé a Alex cómo hacerlo sin un carrito de choque. Estuve


pendiente de los signos vitales del hombre mientras trabajábamos lado
a lado como un equipo de estrellas. Los ojos de Alex estaban enfocados,
obedeciendo todas mis instrucciones mientras Seth volvía corriendo a la
habitación con un carro en las manos.
69
—¡Lo tengo! ¡Lo tengo! Déjame tomar el...

Y antes que pudiera terminar su declaración, el paciente jadeó


por aire.

—¡Ahí esta! —exclamé

—Señor, ¿puede oírme? —preguntó Alex.

Los residentes aplaudieron mientras yo continuaba apretando la


bolsa de oxígeno, llenando los pulmones del hombre con el aire que
estaba luchando por conseguir.

—¿Seth? —dije.

—¿Sí, doctor Wright? —preguntó.


—La próxima vez que un carro de emergencia no funcione, no
busques uno nuevo. De lo contrario, tu paciente morirá. Si no sabes
cómo volver a las técnicas de la vieja escuela para salvar la vida de tu
paciente, no debes ser médico.

Lo estabilizamos con oxígeno mientras las enfermeras inundaban


la habitación. Llevé a los residentes al pasillo y luego tomé la mano de
Alex. Sin pensarlo, la jalé en un abrazo de felicitación. La sostuve cerca,
sintiendo su cuerpo vibrar con nerviosismo y adrenalina mientras
cerraba los ojos.

—Lo hiciste genial, Alex. Lo hiciste de maravilla...

Mis ojos se abrieron de golpe al darme cuenta lo que estaba


haciendo. Rápidamente me alejé de Alex, viendo sus ojos ensancharse
mientras me miraba. Miré a los residentes que nos miraban
boquiabiertos y de forma extraña. Luego, en un intento de ocultar mi
error, le di unas palmaditas en la espalda.

—Ve a buscar tus notas que todavía están en la habitación. Y


70
buen trabajo. Los otros residentes deben tomar notas sobre cómo
manejó la situación. Porque la maquinaria no siempre puede salvar una
vida —dije.
Capítulo 14 Traducido por ZombieQueen
Corregido por Lelu

Alex
—Permiso, lo siento —dije.

Me deslicé dentro de la habitación y tomé mis notas, entonces me


metí en el baño. Sentía mis piernas nerviosas, malestar en estomago
por la adrenalina. La sensación del pecho de Trevor contra mi mejilla
me hizo tragar un gemido. Pero las miradas de los residentes no
estaban bien. Quiero decir, siempre supe que sería responsable por la
salud de la gente. Sin embargo, salvar la vida de alguien más puso las
cosas en perspectiva. Trevor tenía razón. Las maquinas no salvaban
vidas. Nosotros sí. Básicamente caía en nuestra competencia como
médicos hacer lo correcto. Nuestros pacientes confiaban completamente
en nosotros, y eso real y finalmente me iluminó luego de los años de la 71
escuela de medicina y sobresalir en mis clases.

Necesitaba salpicarme un poco de agua en la cara.

Lo único en lo que podía pensar era, ¿y si hubiera fallado? Ese


hombre estaría muerto si no hubiera sabido qué hacer en el fondo de
mis entrañas. La puerta del baño se cerró detrás de mí y me eché agua
fría a la cara. Escupí en el fregadero la bilis que subía por mi garganta.
Respiré profundamente, tratando de controlar mis nervios. Mi cuerpo.
Mis emociones

Su cuerpo se sentía tan cálido.

Me sequé la cara, luego me eché un buen vistazo. Lo único por lo


que podía rezar era que todos descartaran ese maldito abrazo como una
descarga de adrenalina. Esperé hasta que mi ritmo cardíaco estuvo bajo
control y mi respiración se estabilizó. Luego, recogí mis cosas y regresé
al pasillo.

Y como en el bar, Trevor estaba parado allí.

—Oh. Hola —dije suavemente.

—Pasé a los residentes a otro médico por el resto del día —dijo.

—Entonces debería ir con ellos.

Me moví, pero él extendió el brazo para detenerme.

—¿Estás bien, Alex? —preguntó.

Asentí lentamente, pero ese asentimiento pronto se convirtió en


una sacudida de mi cabeza.

—Ese paciente podría haber muerto. Quiero decir, justo debajo de


mis manos —dije, mi voz temblando.
72
—Pero no lo hizo. No murió justamente por tus instintos. Por tu
talento —dijo.

—¿Y si lo hubiera hecho? —susurré.

Sentí lágrimas corriendo por mis ojos, y la mano de Trevor cayó a


la parte baja de mi espalda. Me acompañó por los pasillos traseros del
hospital mientras nos dirigíamos a su oficina, cerrando la puerta detrás
de nosotros. Luego, me llevó a un sofá en la esquina, alejado de su
escritorio o de cualquier ventana que pudiera permitir que alguien nos
viera.

Me rodeó con el brazo y mi cabeza cayó suavemente sobre su


hombro.
—La primera vez que perdí a un paciente, no pude dormir
durante días —dijo.

Deslicé mis piernas sobre su regazo, acurrucándome contra él


mientras me sostenía.

—Seguí viendo su cara. Escuchaba su respiración dificultosa.


Todavía puedo recordar el olor de su aliento cuando tomó el último —
dijo.

—Lo siento mucho —susurré.

Él acarició su mejilla con la parte superior de mi cabeza.

—Estaba lleno de arrepentimiento. Repasé todos los escenarios en


mi cabeza, preguntándome qué más podría haber hecho para salvar la
vida de ese hombre. Lloré por las noches por la familia que dejó atrás.
Los tres hijos que nunca volverían a tener a su padre. Me dolía su
esposa solitaria, que se había quedado en casa toda su vida, ahora
obligada a vivir una vida a la que no estaba acostumbrada porque no
pude salvar a su marido. Me persiguió durante meses. Ese baño en el
73
que estabas contiene muchas de mis propias lágrimas por los pacientes
perdidos.

Me sentía muy agradecida por cómo estaba compartiendo sus


emociones conmigo. Porque me hizo sentir un poco menos sola en mi
pánico y mi preocupación.

—Como médica, perderás pacientes. Y aunque muchas personas


te dirán que no te involucres emocionalmente, yo no lo haré. La
emoción es lo que te hace querer salvarlos. La emoción es lo que te hace
querer dar lo mejor de ti. Y lo único que puedes hacer cuando pierdes a
un paciente es darte tiempo para llorar. Tomarte el tiempo para llorar, o
estar molesta, o agotar cada escenario. Es lo que nos hace mejores.
Aprender de los errores, si tienes alguno —dijo.
Suspiré mientras me relajaba más contra él, su mano se deslizaba
por mi espalda.

—Tienes grandes instintos, Alex. Instintos impecables. Sé que


serás una excelente médica. Solo recuerda: perderás pacientes. Pero no
tienes que endurecerte ante ese hecho.

—Gracias por ser mi mentor —dije suavemente.

—Me lo haces fácil, Alex. Realmente lo haces.

Y sentí que la última de mis preocupaciones se desvanecía


cuando besó la parte superior de mi cabeza.

74
Capítulo 15 Traducido por AnotherGirl
Corregido por Lelu

Trevor
La sostuve en mi regazo, sintiéndome más protector con ella que
con cualquier otra cosa en mi vida. Mi corazón se retorció en mi pecho
cuando se alejó de esos residentes molestos con ella. Sabía lo que
estaba haciendo. Estaba pensando en todas las situaciones hipotéticas
que se le ocurrían, trabajando por sí misma en algo que no había
sucedido. Ser capaz de calmarla me reconfortaba. Ser capaz de calmar
su mente me trajo una paz que nunca había conocido. Mientras me
sentaba allí, deseando tanto protegerla de todas las cosas malas de la
vida, experimenté su trauma emocional con ella.

Sentí empatía por la hermosa mujer en mi regazo.


75
Se arrastró hasta mi regazo, a horcajadas mientras buscaba mi
calor. Sus manos se deslizaron por debajo de mi bata blanca,
envolviéndome la espalda para mantenerme cerca. La envolví en mi
abrazo. Suspiré mientras su rostro se enterraba en el cuello. Una
oleada de emociones me invadió, haciendo que mi mente se detuviera
en un pensamiento en particular.

Nunca antes me había sentido así por nadie.

Si había una palabra más fuerte que “amor”, se aplicaba aquí.


Nunca en mi vida había querido refugiar a alguien y quitarle el dolor
como lo hacía con Alex. Nunca en mi vida quise guiar a alguien y verle
triunfar más de lo que quería con Alex. Era abrumador y me costaba
respirar. Estaba más que enamorado de ella. Sólo necesitaba investigar
para encontrar la palabra que estaba buscando.
La palabra no dicha con la que mi corazón se llenaba cada vez
que ella estaba en mis brazos.

—Te tengo. Te lo prometo —susurré.

Ella se acurrucó contra mi piel y el más pequeño beso se colocó


contra mi cuello. Gemí suavemente, sintiendo que mis emociones me
sobrepasaban mientras mi mano se deslizaba por su espalda. Mis dedos
se deslizaron hacia la cola de caballo en la que ella tenía el cabello
recogido. Eché su cabeza hacia atrás, sintiendo mis labios revolotear
sobre los suyos. Sabía que no podía decirle lo que sentía. Pero tal vez
podría mostrárselo.

Tal vez ella lo sentiría para que yo no tuviera que tropezar con
una palabra que no sabía que existía.

Llevé sus labios a los míos y el mundo se detuvo. Puse mis labios
contra los suyos, sintiendo su suspiro mientras sus brazos se
estrechaban alrededor de mi cuello. Ella se puso de rodillas y puso su
rostro sobre el mío. Y mientras mi espalda caía sobre los cojines del
76
sofá, me besó con una pasión que dejó a mi polla dolida por ella.

Me alegró mucho el hecho que me necesitara tanto como yo a ella.

Le quité la bata blanca de los hombros y pasé su camisa sobre su


cabeza. Desenganché su sostén, sintiendo que sus tetas caían contra mí
por primera vez. Me besó la parte superior de la cabeza mientras mis
manos apretaban sus nalgas. Deslicé mis manos por debajo de sus
pantalones y sus bragas, besando sus tetas, lamiendo sus pezones
hinchados, sintiendo cómo me asfixiaba con ellos de la mejor manera.

—Te necesito, Trevor —susurró.

Y en un instante, su espalda estaba contra el sofá. Porque estoy


seguro que no iba a perder el momento con ella.
No cuando ella puso en palabras exactamente como me sentía.

77
Capítulo 16 Traducido por AnotherGirl
Corregido por Lelu

Alex
Las palabras se me escaparon, pero no me arrepentí.
Especialmente una vez que Trevor me puso de espaldas. Los dos
anduvimos a tientas, quitándonos los pantalones mientras su cintura
se asentaba en mi estómago. Le alcancé y empuñé su cabello. Lo
arrastré hacia mí mientras caía entre mis piernas. Sus manos se
agarraron a los cojines del sofá mientras su polla rozaba los labios de
mi coño, mis jugos cubriendo su piel.

—Trevor, por favor —dije sin aliento.

Se detuvo dentro de mí y mi mundo se hundió en la oscuridad. Lo


aspiré, lo probé en la punta de mi lengua mientras cada centímetro de 78
él se deslizaba contra mis paredes. Temblé debajo de él y pasé mis
manos por su pecho vestido y cincelado. Dejé que mis manos subieran
por su camisa, sintiendo los músculos de su espalda por primera vez.

Me hizo gemir la sensación de su fuerza.

Rodó contra mí lentamente, extendiendo mis paredes mientras


mis pies se cerraban alrededor de sus pantorrillas. Sentí que mi piel se
enrojecía con cada golpe de su polla. Amortiguó mis sonidos con su
lengua, explorándome mientras yo me abalanzaba vorazmente sobre su
cuerpo.

Sus manos sujetaron mis caderas al sofá, calmándome mientras


el fuego corría por mis venas.
Sentí cada parte de él. Sentí su polla palpitando contra mis
paredes. Deslicé mis uñas suavemente sobre su piel y él gruñó contra
mí. Se me puso la piel de gallina por todas partes. Mis jugos se
deslizaron por la raja de mi culo. Aceleró el ritmo, golpeándome y
dejándome sin aliento, sin nada más que el aire de sus pulmones para
alimentarme.

Me estrellé contra él y me perdí en el dominio de su fuerza, en los


golpes de su polla, en el modo en que nuestras caderas se unían sin
esfuerzo.

Nunca sería capaz de renunciar a él.

—Sí. Sí. Trevor. Yo…

Sus gruñidos interrumpieron mis apagados gritos de pasión


mientras íbamos juntos al límite. Se estrelló contra mi dolorido clítoris,
causando que todo mi cuerpo se tensara. Lo apreté, le di un masaje e
incliné mi espalda cuando finalmente rompió nuestro beso. Jadeé
buscando aire mientras su rostro caía en mi escote, sus dientes
79
mordiendo, su garganta gruñendo. Su cuerpo sucumbió ante mí
mientras me llenaba con los pulsos calientes de su excitación, hilo tras
hilo, hasta que nuestra evidencia entremezclada salió disparada de
entre mis piernas mientras mi coño lo ordeñaba con fuerza.

Se derrumbó contra mí, besando mi cuello y masajeando mis


tetas suavemente. Y mientras yacía allí, ni siquiera podía invocar la
culpa que normalmente sentía. Lo dije en serio. Necesitaba a Trevor.
Necesitaba su toque. Su sabor. Su voz. Su guía. Necesitaba la conexión
que teníamos, aunque me costara la residencia.

Ambos gemimos y nos reímos mientras él ayudaba a mi débil


cuerpo a levantarse del sofá.
—Realmente necesitamos encontrar otro lugar para esto —dije,
riéndome.

—¿Tienes algo en mente? —preguntó.

Lo miré sobre mi hombro y le sonreí mientras recogía mi ropa. Me


recompuse, mirando como él se arreglaba la suya. Me puse la mía y me
coloqué la bata blanca sobre los hombros, mirando cómo se subía la
cremallera de los pantalones.

Entonces, la puerta de su oficina se abrió de par en par.

Vi con horror cómo Seth se quedaba allí con los ojos muy
abiertos. Sus ojos cayeron sobre mi cuello antes de caer sobre los
pantalones desabrochados de Trevor. Y en un instante, se fue. Escuché
a Trevor gemir mientras el pánico corría por mis venas. Oí la voz de
Trevor a lo lejos, hablando de todas las cosas que haría para asegurarse
que no pasara nada malo.

Pero conocía a Seth. Sabía lo que haría. Era residente en uno de


los hospitales más prestigiosos de la nación, compitiendo por un puesto
80
al final de esta residencia, igual que yo. Usaría esto como ventaja para
conseguir un contrato con este hospital. Y sabía que nada podía
detenernos de la guerra que estaba a punto de llegar.

Vi mis sueños hacerse humo mientras me dirigía sin pensar a la


puerta de la oficina de Trevor. Necesitaba salir de allí. Necesitaba llegar
a casa. Al diablo con salir temprano. Al diablo con meterme en
problemas por ello. Necesitaba volver a mi apartamento.

Regresar a alguna apariencia del mundo que se sintiera seguro.


Capítulo 17 Traducido por Jabes
Corregido por Lelu

Trevor
Me quedo allí, mirando a Amos. Si bien era un buen amigo,
parecía tan decepcionado como nunca lo había visto. Conocía esa
mirada. Sabía lo que estaba por suceder. Ese hombre estaba a punto de
descargarse conmigo, y probablemente me costaría mi trabajo.

—Hay un informe que me llamó la atención —dijo.

Asentí lentamente, de pie frente al enfurecido hombre.

—Un informe que me dice que uno de los residentes te atrapó con
otro residente en tu oficina. En lo que parece ser una situación muy
íntima —dijo.
81
No dije nada para tratar de negarlo, y Amos salió disparado de su
asiento.

—Sabes condenadamente bien que eso va en contra de las reglas,


Trevor. ¿Qué diablos estabas pensando? —preguntó.

Y de nuevo, no respondí.

—¡Tus acciones comprometieron todo el programa! ¡El buen


nombre del hospital! —exclamó.

—Lo siento, Amos. Nunca quise que mis acciones dieran una
mala impresión de este hospital —dije.

—¿Pero no lamentas tus acciones?


Me lamí los labios, pero no dije nada.

—Esperaba algo mejor de ti. Eres nuestro médico estrella en este


hospital. Que eras más inteligente. Cada parte de ti lo sabía mejor,
Trevor —escupió.

—Prometo que presentaré mi renuncia sin pelear —dije.

—¿Qué?

—No pelearé. Con una condición —dije.

—No estás en posición de poner condiciones, Trevor.

Mis ojos se nivelaron con el hombre mientras respiraba


profundamente.

—No castigues a Alex por esto —le dije.

—Entonces —se burló— ¿lo estás admitiendo?

—El asunto fue mi culpa. No de ella. Es irreprensible en todo 82


esto, y no merece perder su lugar porque yo fui un idiota.

—¡Estás hablando de un residente como si no fueras nuestra más


preciada posesión, Trevor! No quiero perderte.

—Amos, eres el jefe de personal del hospital. ¿Pero más que eso?
Eres mi amigo. Trabajaste duro para construir la reputación de este
hospital. Estuve a tu lado y te vi hacerlo. Apoyé cada decisión que
tomaste —dije.

—¿Es esta tu forma de tratar de librarte para que te puedas


quedar?

—No. Esta es mi forma de decirte que eres competente en tu


trabajo. La reputación de este hospital sobrevivirá a mi partida debido a
tus habilidades. Lo único que te pido que hagas es no arruinar la de
Alex debido a un error tonto que yo cometí.

Amos suspiró mientras se recostaba en su silla.

—¿Estás seguro que estás listo para sacrificarte a ti mismo y a


toda tu carrera por una joven que apenas conoces? —preguntó.

—Maldita sea, lo estoy —le dije.

Vi a Amos entrecerrar los ojos mientras se recostaba en esta silla.

—La amas —dijo.

Mis ojos se cerraron al oír la declaración, pero me obligué a no


decir nada. Para no hacer este agujero más profundo para mí.

—Guau. Nunca pensé que vería el día —dijo Amos.

—¿Qué? —dije, abriendo mis ojos de golpe.

—¿Qué te hizo enamorarte de ella? 83


—¿Cómo?

—Estás tirando a la basura lo único que sé que te enorgullece por


una residente. Amas a esta chica, ¿no?

—¿Eso es lo que te trajo a esta comprensión de mis propios


sentimientos personales? —pregunté.

—Oh, vamos, Trevor. No juegues al tímido conmigo. ¡Lo dijiste tú


mismo, somos amigos! Tenemos historia. Años de eso. Y nunca supe
que priorices algo más que tu propia carrera. Que tu lugar de trabajo —
dijo.

Suspiré.
—La rutina del trabajo en el hospital hace imposible una vida
personal. Tú lo sabes. Pasaste por tres matrimonios.

—Gracias por el recordatorio —dijo rotundamente.

—Finalmente encontré una razón para cultivar una vida personal,


Amos.

Observé los ojos de mi amigo suavizarse mientras me sentaba en


la silla frente a su escritorio.

—Alex significa el mundo para mí, y no puedo dejarla ir. No lo


haré. Y si eso significa mi trabajo aquí, o mi reputación, entonces que
así sea —dije.

Amos se rió antes de inclinarse, apoyando sus antebrazos sobre


su escritorio.

—¿Y si te dijera que te ayudare sugiriéndole a Alex que se


transfiera a un programa en otro hospital? —preguntó.
84
—¿Qué?

—Trabaja conmigo y deja de actuar como un idiota. No te queda


bien.

—Solo te dije que no pelearía contra mi dimisión.

—Oh no, vas a tener que dimitir. Al menos, por ahora —dijo.

—¿Pero vas a transferir a Alex? —pregunté.

Amos asintió.

—Sí. A otro programa tan bueno como éste al otro lado de la


ciudad. Los chismes van a ser incontrolables, e incluso con tu partida,
la devorará viva. Si quieres preservar su reputación, tendrá que ser
trasladada fuera del área de exposición al chisme. A un hospital
diferente. Ya sabes cómo habla la gente por aquí.

—¿Le darías una buena recomendación?

—¿Tiene talento?

—Salvó la vida de un hombre en la UCI hoy con tácticas


rudimentarias, sin carro de paradas, y me daba órdenes sobre cómo
trabajar el escenario antes que yo me hiciera cargo. Sí, es muy
talentosa —dije.

Se rió entre dientes.

—Bien, entonces. Si mi ex mejor médico dice que tiene talento,


entonces pondré en juego mi reputación. No tuve ninguna razón para
no confiar en ti en el pasado. No hagas que me arrepienta de mi
decisión, Trevor.

—Gracias, Amos. Lo digo en serio.


85
—Solo mantente alejado de ella hasta que pueda arreglar las
cosas con la transferencia, ¿sí?

Me levanté de la silla.

—Lo que sea que necesites.

—Bueno. Ahora vete a casa. No te quedes aquí y refuerces el


chisme, estoy seguro que ya está sucediendo. ¿Porque ese tipo Seth? Es
absolutamente una rata.

Sonreí.

—Al menos no soy el único que piensa eso.

—No. Te prometo que no lo haces.


Capítulo 18 Traducido por AnotherGirl
Corregido por Lelu

Alex
No esperaba que llamaran a la puerta de mi apartamento. Pero
me sorprendí aún más cuando vi a Trevor parado allí. Estaba vestido
con jeans oscuros y una camisa básica, con una pequeña e indefensa
sonrisa en sus mejillas.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté.

—Conseguí tu dirección en Recursos Humanos —dijo.

—¿Qué?

Se encogió de hombros.
86
—Imaginé que romper una regla más no haría daño.
Considerando el problema en el que ya estamos metidos.

Sentí que mi corazón se hundía mientras Trevor respiraba


profundamente.

—Amos me llamó a su oficina —dijo.

—¿El jefe de personal? —pregunté.

—Sí. Él. Me las arreglé para que no te echen del programa de


residencia. En cambio, serás transferida al hospital al otro lado de la
ciudad. Uno con un programa fantástico. El segundo, después del St.
Joseph. Y en el proceso, nadie sabrá oficialmente sobre nuestro
pequeño... pecadillo.
—¿Pecadillo? —pregunté, riéndome.

Sonrió suavemente.

—Al menos te hizo reír.

Suspiré.

—¿Cómo te las arreglaste para hacerlo?

—Renunciaré a mi cargo, efectivo una vez que Amos dé la


palabra. Sin luchar, es lo que le prometí.

Hice una pausa.

—¿Qué? Pero tus pacientes te necesitan, Trevor. No puedes irte


para salvarme.

—Alex, está bien. Te lo prometo. Fue mi elección. Una que hice


con gusto. No dejaré que tu incipiente carrera se arruine por mi culpa.

No podía creer lo que estaba pasando. Estaba sacrificando su 87


trabajo por mí. Me sentía confundida. Culpable. Me dolía por él. La
puerta de mi apartamento cayó de mis manos mientras me tomaba en
sus brazos, caminando lentamente hacia el espacio oscuro.

—Lo prometo, está bien —susurró.

Extendí la mano lo suficiente como para cerrar la puerta. Estaba


confundida, pero cuanto más me abrazaba, más segura me sentía con
todo lo que estaba pasando. Un nuevo programa de residencia. Un
nuevo comienzo. Para los dos.

—Espera, ¿podrás conseguir un...?

—Sh... sh-sh-sh-sh. No te preocupes por mí, ¿está bien? No en


este momento. Hay tiempo para eso después —dijo tranquilamente.
—Pero es importante para mí.

Lo miré a los ojos, sintiendo que me acariciaba el cabello con los


dedos.

—Hay cosas más importantes en esta vida que lo que hacemos


para vivir. Lo que hacemos por algún trabajo. A veces, la gente que
amamos es más importante —dijo.

Mi corazón saltó a mi garganta.

—¿Dijiste...?

—Lo hice, Alex. Lo hice. Y nunca me arrepentiré de mi decisión.

Sus labios se apretaron contra los míos, y las estrellas estallaron


en mi visión. Mis ojos se cerraron cuando mis brazos se envolvieron en
su cuello, aferrándose a él. Mi corazón saltó de alegría. Mi alma se
encendió en llamas de felicidad. Sonreí en sus labios mientras las
lágrimas de alegría caían por mis mejillas. Me apreté contra él mientras
sus manos vagaban por mi cuerpo. Lentamente nos desnudamos el uno 88
al otro mientras lo guiaba a mi dormitorio. La parte trasera de mis
piernas desnudas cayeron sobre el colchón. Mi espalda cayó sobre las
sábanas, arrastrando su cuerpo desnudo conmigo.

Trevor me amaba. Me amaba de verdad, de verdad.

Y yo estaba a punto de mostrarle cuánto lo amaba a cambio.


Capítulo 19 Traducido por Jabes
Corregido por Lelu

Trevor
Besé su cuello mientras mis manos caían en la pendiente de su
cintura. Besé sus hombros y lamí sus pechos. Apreté sus pezones entre
mis dientes, tironeando suavemente de ellos mientras suspiros salían
de sus labios. Finalmente, tuve la oportunidad de explorarla
adecuadamente. Para adorarla. Para mostrarle cuánto la amaba
realmente. Mis manos cayeron en su exceso mientras se vertía a través
de mis dedos, masajeándome mientras la masajeaba. Sus piernas se
separaron para mí mientras subíamos la cama, las sábanas frías contra
nuestra piel. Besé su estómago, sintiéndola saltar mientras deslizaba
sus exuberantes muslos sobre mis hombros.

No perdí el tiempo, permitiendo que mi lengua separara sus 89


pliegues de coño goteando.

—Oh, Trevor —gimió.

—No te atrevas a contener esos sonidos para mí —gruñí.

Lamí todo el camino hasta su rendija, desde su entrada hasta su


clítoris. Lo descubrí y lo chupé, y ella se tensó a mi alrededor mientras
temblaba. Mis manos envolvieron el dorso de sus piernas, acercándola a
mí mientras caía en sus profundidades. Sus jugos gotearon por mi
barbilla mientras trazaba su clítoris. Sentí que se sacudía contra mí
vorazmente mientras mi lengua se aplastaba contra ella. La dejé
usarme y molerse contra mí hasta que escuché esas hermosas palabras
caer de sus labios.
—Te amo. Te amo. Te amo. Me corro. ¡Trevor, te amo, me corro,
Trevor!

Su espalda se arqueó contra mí, y deslice mis manos debajo de


sus nalgas. Levanté el buffet de su cuerpo hacia mi cara, lamiéndolo
profundamente mientras bebía sus jugos. Chupé su clítoris entre mis
labios, moviendo mi lengua sobre él mientras un segundo orgasmo se
precipitaba sobre ella. La sentí empujando mi cabeza antes de tirar de
mi cabello, sin saber si parar o continuar. Saboreé su gusto, la
sensación de sus curvas saltando contra mí. Moldeada como una pieza
de rompecabezas, un pedazo de cielo, otorgado solo para mí.

No dejé de lamerla hasta que se derrumbó contra la cama,


jadeando por aire que no podía atrapar.

—Trevor —jadeó.

Besé su cuerpo, tomándome mi tiempo mientras mis labios se


demoraban. Mordisqueé la caída en su cintura. Masajeé sus muslos
mientras mi nariz acariciaba sus senos. Me apoyé en mis antebrazos y
90
la miré a los ojos, mi polla cayó entre los labios de su coño. Sus jugos
me rodearon con su calidez. Llegué a sus labios, besándola suavemente
mientras ella se aflojaba y balbuceaba. Respiré en su boca mientras se
envolvía a mi alrededor. Levantó sus caderas hasta la punta de mi
polla, otorgándome entrada.

Deslicé cada centímetro de mi grosor contra sus paredes antes


que nos moviéramos en círculos.

La llevé a todas las posiciones imaginables. Rodé contra ella,


mirando sus ojos cerrarse con éxtasis. Me di la vuelta, masajeando su
cuerpo y viendo su cabeza caer hacia atrás mientras montaba mi polla,
saltando arriba y abajo como el paseo de carnaval más glorioso. Nos
retorcimos el uno al otro, giramos hasta que nuestros cuerpos se
encogieron de cansancio. Me deslicé dentro de ella por detrás y le di
una palmada en el culo, observando sus mejillas sacudirse mientras su
coño me tragaba por completo.

Perdí la cuenta de cuántas veces se corrió sobre mi polla.

—No puedo. Ya no puedo más. Trevor, por favor. Yo… me duele


tan delicioso —gimió.

Me deslicé detrás de ella y la sostuve cerca de mí, levantando su


pierna con mi mano. Me metí en su agujero apretado y húmedo, su
cuerpo me envolvió por completo. Mis dedos separaron los labios de su
coño, encontrando su clítoris mientras lo rodeaba suavemente. Y solo
tomó unos pocos golpes antes de tensarme detrás de ella, mi polla
estalló cuando derramé mi amor y mi marca para cristalizarla como
mía.

—Alex. Oh, mierda. Te amo más allá de la razón —gruñí.

Ella tembló contra mí, sucumbiendo a la oscuridad por última


vez. Y mientras yacíamos allí en su cama a las tres de la mañana, se
acurrucó más cerca de mí, mi polla aún atrapada dentro de su cuerpo.
91
Nunca en mi vida me había sentido más contenido. Nunca en mi vida
había deseado algo más.

Siempre había vivido para trabajar. Pero ahora, tenía la


oportunidad de vivir para ella.

Una oportunidad de reevaluar mis prioridades en la vida.

—¿Qué harás después que renuncies? —preguntó Alex


suavemente.

Besé su hombro, y suspiró contenta mientras deslizaba mi polla


entre sus piernas.
—¿Estás contratando para un Doctor del Amor? —pregunté
tímidamente.

Se rió.

—Ya quisieras.

Suspiré contra su piel, besándola repetidamente para darme


tiempo para ordenar mis pensamientos.

—No sé lo que voy a hacer. Pero sé una cosa. Lo que considero


más importante —dije.

—¿Y qué es eso? —preguntó, bostezando.

Yo sonreí.

—Te amo y estoy listo para construir una vida contigo. Si eso es
algo que quieres.

—Parece que estás proponiendo una casa con una cerca blanca
junto con dos punto y medio niños3.
92
—El medio niño podría ponerse un poco desordenado. Pero soy
un cirujano de trauma por una razón.

Se dio la vuelta en mis brazos, riendo cuando sus ojos se posaron


en los míos.

—Qué sentido del humor morboso tienes —dijo.

—Y, sin embargo, te reíste. Logré mi objetivo.

Besó la punta de mi nariz, y mi corazón revoloteó en mi pecho.

—Eres la mujer más hermosa que vi —dije suavemente.

3
Estadística promedio de niños por pareja.
—Yo también te amo, Trevor —dijo.

Y mientras capturaba sus labios en un último beso gentil,


agradecí a mis estrellas de la suerte por todo lo que nos había pasado
para unirnos.

Porque ella era lo mejor, y lo más importante, que jamás haya


entrado en mi vida.

93
Epílogo Traducido por Flor
Corregido por Lelu

5 años después…

Alex
—Entonces, ¿cuál es el diagnóstico, Doc? ¿Que necesito hacer? —
preguntó mi paciente.

—Bueno, lo primero que necesitas es descansar. Acabas de


someterte a una cirugía abdominal mayor hace unas semanas. Duerme
cuando tu bebé duerma —dije.

—Es más fácil decirlo que hacerlo.

—Confía en mí, lo entiendo. Acabo de salir de esa etapa con mi 94


segundo. Es difícil con el primer hijo porque no quieres perderte un
momento. Pero necesitas hacerlo. De lo contrario, no sanará
correctamente. Apoya algo debajo de tu brazo, acuesta a tu hijo contra
ti y duerme cuando duerma. Me vas a agradecer en seis semanas
cuando te vuelva a ver.

—Gracias, Dra. Wright. Realmente aprecio el consejo.

—Y no te olvides de comenzar a tomar anticonceptivos en una


semana. Se combina bien con la lactancia materna. Y si dejas de
amamantar...

—Necesito otro método anticonceptivo. Lo tengo —dijo mi


paciente.
Sonreí mientras ayudaba a mi paciente a revisar todo. La ayudé a
llevar todas las cosas de su hijo a su auto, luego la despedí. Tuve un
breve descanso antes de mi próxima cita, y quería sentir el sol en mi
cara.

También quería un bocadillo.

—¿Anhelando algo? —preguntó Trevor.

Levanté la vista a los ojos de mi esposo mientras me entregaba


una barra de granola.

—¿Cómo supiste? —pregunté, sonriendo.

—Eres mi esposa. Siempre lo sé.

—Te enorgullece decir eso, ¿no?

—Por mucho que le diga a la gente que eres la madre de mis dos
hermosos niños —dijo.

—Espera, ¿dónde están los chicos? —pregunté.


95
—Están durmiendo. No te preocupes, tengo a una de las
enfermeras estancada en la habitación. Sabes que Derrick está más que
dispuesto a comer su almuerzo junto a esa puerta en caso que
necesiten algo —dijo.

—¿Está entusiasmado por la llegada de su hija?

—Yo estaba tan ansioso como él cuando cumpliste siete meses.


Siempre corriendo estadísticas de trabajo de parto prematuro y cosas
así. Por lo que me dijo Mariel, él realmente le está haciendo perder la
cabeza ahora mismo.

—Tal vez pueda hacerle entrar un poco en razón.


—Sé que ella lo agradecería si lo intentaras —dijo, sonriendo.

Mientras estábamos fuera con el sol brillando sobre nosotros, me


di la vuelta. Durante mi residencia, Trevor tuvo la brillante idea de abrir
un consultorio familiar en el área. Si bien había una gran cantidad de
clínicas médicas especializadas, solo había dos consultorios familiares
en el área de Chicago, y había una situación de desborde desesperado
con el que Trevor pensó que podíamos ayudar. Miré el cartel de nuestro
negocio. Wright Medical Care4, un juego de palabras que describía
perfectamente lo que queríamos hacer con nuestra práctica.

También fue una forma adecuada de proponerse. Puesto que me


pregunté dónde iba a ir mi nombre en el cartel.

El nombre de Trevor sólo fue suficiente para llenar una lista de


pacientes, desde pediátricos hasta geriátricos. Y cuando mi residencia
finalmente se completó, me uní a él en la práctica, una práctica familiar
real con un dúo de doctores que se preocupaban por la comunidad.

Ni una vez tuvimos problemas para llenar nuestros horarios en


96
términos de pacientes.

—Ya sabes, una vez que Derrick y Mariel tengan a su pequeña


hija, tendremos que contratar a una niñera —le dije.

—Ya he estado investigando un poco sobre eso. Pensé que


podríamos comenzar a realizar entrevistas a fin de mes. Nos daría
cuatro semanas, en el peor de los casos, encontrar a alguien —dijo
Trevor.

—¿Siempre piensas en todo?

—Lo hago para que puedas concentrarte en lo que mejor haces.

4
Hace un juego de palabras quitando la W de su apellido la traducción del nombre de
la clínica seria Atención médica correcta.
Sonreí mientras le pasaba el brazo por la cintura y él me
abrazaba.

—Tengo almuerzos reales dentro si tienes un descanso más largo


para comer —dijo.

—Tengo unos quince minutos más. Eso debería ser suficiente


para comer un sándwich —dije.

—¿Y asomas la cabeza para ver a los chicos?

—Sabes que no puedo estar lejos de ellos demasiado tiempo.

—Confía en mí, yo tampoco. Vamos a verlos, ¿sí?

—Tú y tus buenas ideas —dije, riendo.

Cuando volví a mirarlo a los ojos, acercó sus labios a los míos.
Cada vez que me besaba, mi cuerpo se llenaba de una felicidad que ni
siquiera podía expresar. Nunca pensé que podría ser tan feliz. Mi sueño
de ser médica se había cumplido. Había encontrado al hombre de mis
97
sueños, y tuvimos dos niños vibrantes, fuertes y felices como resultado
de nuestro amor. Tenía un negocio que dirigía, una familia que criaba y
un hombre que amaba, todo encerrado en una ciudad que me había
robado el corazón desde el primer día de la escuela de medicina.

—Entonces, ¿qué tipo de sándwiches tenemos para almorzar? —


pregunté.

—Pollo. Pero no te preocupes. Este tipo de pollo no rebota —dijo


Trevor.

Eché la cabeza hacia atrás riéndome mientras volvíamos a la


práctica.

—Dios mío, ese pollo en la gala fue asqueroso, ¿no? —pregunté.


—Al menos no tendremos que asistir a ninguna de esas
funciones.

—A menos que queramos donar. Lo que me gustaría poder hacer,


eventualmente.

—Confía en mí, yo también lo hago.

Las puertas se cerraron detrás de nosotros, y me puse de


puntillas, presionando mis labios contra su oreja.

—Sabes, puedo o no haber ayudado a derramar mi champán esa


noche —dije.

—¿Oh? —preguntó Trevor, alzando las cejas.

Me encogí de hombros.

—Eras un hombre notablemente apuesto, y podría haber


imaginado que me sacases ese vestido una o dos veces mientras
bailábamos.
98
—¿Solo una o dos veces?

Mis manos cayeron sobre su pecho mientras besaba mi frente,


envolviéndome en sus brazos. Cuando mi oído cayó contra el latido de
su corazón, saboreé lo lejos que habíamos llegado. Cinco años, y juntos
construimos nuestro imperio y dejamos nuestra huella en una ciudad
que nos había apoyado cuando nadie más lo hizo.

¿Quién hubiera pensado que el Dr. Wright terminaría siendo el


Sr. Correcto5?

—Vamos, vamos a ver a nuestros muchachos —dijo Trevor.

—Nunca dejarás de tener buenas ideas, mi amor —dije.

5
Nuevamente hacen un juego de palabras quitando la W del apellido.
Luego, entrelazamos nuestras manos y caminamos a través de
nuestra práctica, de regreso a la guardería de nuestros hijos donde
comimos nuestro almuerzo, los vimos descansar y disfrutamos de la
vida que habíamos construido juntos.

Fin

99
Sobre la autora
Chloe es una chica de Tennessee a la que le encanta un romance
corto, tomar café la mayor parte del día y pasar el tiempo con la familia.
Cuando no está escribiendo, se la puede encontrar tocando el piano o
navegando por Facebook.

Habiendo sido lectora toda su vida, espera que te encuentres


perdida en el tiempo, riendo y enamorándote de sus libros una y otra
vez.

100
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