Está en la página 1de 1

SERIE: DE CONTROL VITAL

Lección N°4 LA MALEDICENCIA


Texto: Mateo 12: 34-37.

MALEDICENCIA:
Es “la acción o hábito de maldecir”. Y maldecir es “hablar mal con perjuicio de alguien”.
La maledicencia es sinónima de hablar mal, chismorrear, calumniar.

¡Qué desagradable que es el hombre o la mujer mal hablada! Así como un mal olor causa disgusto y
rechazo, así es la persona maldiciente. Sus palabras son como un mal olor: causa disgusto y
rechazo. Nuestra sociedad está plagada de gente que no puede hilar una frase completa sin no
agrega en ella una palabra indecente, de doble sentido o de calumnia. Las personas que usan la
palabra de manera deshonrosa no tienen en cuenta que cuando Dios creó al ser humano lo hizo
semejante a Él, y uno de los aspectos en que somos semejantes a Dios es en el uso de la palabra. La
palabra es un don de Dios. Pero, el mal uso de la palabra corrompe el alma.
En las Escrituras se enseña que la palabra expresa lo que la persona es, Proverbios 18:21, es decir
en lo que hablamos. En el uso edificante de la palabra está el camino de la vida, pero en la palabra
que corrompe, está la muerte.
El hombre tiene en sus manos un don de tremendos efectos, según use su boca. (Santiago 3:7-12).

UN CORAZON ES LO QUE SON SUS PALABRAS.


Proverbios 10:19 dice una verdad ineludible: «En las muchas palabras no falta pecado».
El uso corrupto de la palabra generalmente comienza con el charlatán o el amargado.
El charlatán, es una persona de “palabra ligera”, que cae en necedades (Proverbios 10:8; 13:3), en
indiscreciones (Proverbios 20:19), y que se hace detestar por lo que dice.
El amargado, utiliza la palabra para contaminar de amargura a quienes lo rodean. Ambos utilizan
la palabra para causar la risa o para causar el bochorno.
-La palabra de los malos es tramposa (Proverbios 12:6).
-Las palabras del hombre perverso, cuya alma es sucia y habla necedades, son palabras «como
golpes de espada» (Proverbios 12:18). Son palabras hirientes y mortales, causan heridas profundas
y letales, pues matan relaciones buenas, destruyen la confianza y aniquilan el afecto noble.
-Las palabras del chismoso entran en el oído como golosinas en su boca (Proverbios 26:22), por
eso son tan llamativas y encuentran muchos que las apetecen. El chismoso busca crear intrigas. La
boca del chismoso está llena, Salmos 10:7.
Así que, lo que la persona habla es lo que ella es en realidad. Lo que la persona habla es lo que
verdaderamente tiene en su corazón. No estamos hablando de lo que dice para aparentar, sino lo que
habla cuando es ella misma frente a situaciones difíciles. Aunque nos sea difícil de aceptar, en el día
del juicio seremos juzgados por las palabras que hayamos pronunciado, y de todas ellas Dios lleva
su propio registro. En aquel día cada uno de nosotros dará cuenta de palabras ociosas, vagas,
superfluas y necias que hayamos pronunciado, aunque se trate de simples comentarios o de
calificativos pasajeros.

EDIFICAR ES EL PROPOSITO DEL USO DE MIS PALABRAS. Efesios 4:29.


En este caso, el apóstol está mostrando lo que debe significar la nueva vida del hombre o la mujer
en Cristo. Esa nueva vida es como vestirse con nueva ropa. Se trata de un nuevo vestido espiritual,
en donde la mentira es desechada y otras cosas también, (Efesios 4:31).
El cristiano que usa un vocabulario grosero, bajo, desvergonzado u ofensivo, está entristeciendo al
Espíritu Santo (Efesios 4:30). El uso indebido de la palabra causa dolor al Espíritu de Dios.
Una palabra que edifica es una palabra que sana, que construye puentes, que crea confianza y
cariño, que fortalece el respeto y exalta la dignidad humana.
Si utilizas una palabra que no tiene sentido, o de doble sentido, o cuyo significado es grosero e
indecente, lo apropiado es no utilizarla más. Lo que no edifica que no se use. Esa debe ser la norma.

CONCLUSION:
El cristiano tiene que tener dominio de su boca. Santiago 3:2; 2 Pedro 2:17, 18.

También podría gustarte