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derecho romano resumen di pietro

Derecho Romano
Universidad Nacional de La Matanza
38 pag.

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Derecho Romano

Unidad 1
1.1. Concepto de Derecho Romano.
El derecho romano es el conjunto de normas y principios que rigieron la conducta del Pueblo Romano desde la fundación de
Roma en el año 753 a.C. hasta la muerte del emperador Justiniano en el año 565 d.C., y abarca el estudio de las instituciones
jurídicas romanas que hacen al Derecho Privado (ius privatum). Sirvió de base e inspiración a numerosos sistemas jurídicos
modernos. El derecho o, mejor dicho, el ius romano es, según Celso, “el arte de lo bueno y de lo equitativo”. La justicia, según
Ulpiano, queda definida como “la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo jurídico”.

1.2. Etapas históricas del Derecho Romano.


a) Derecho romano arcaico, antiguo o quiritario (753 a.C. hasta el año 130 a.C.)
 El ius no estaba escrito, se transmitía de manera oral. Consistía en los denominados mores maiorum. Esta palabra
sirve para hablar de las “viejas costumbres de los antepasados”, como criterios morales de virtud, que se
respetaban estrictamente; y para hablar de los “ritos” (ritos jurídicos).
 Leges regiae eran las leyes dictadas por reyes que comenzaron a regir en la monarquía.
 A comienzos de la República, debido a la confrontación entre patricios y plebeyos, se aprobó la Ley de las XII
Tablas (450 a.C.). Fue el fundamento de su vida jurídica. Asentó por escrito los viejos ritos jurídicos y reglas
vigentes con anterioridad. La Ley de las XII Tablas contenía disposiciones sobre procedimientos judiciales, Derecho
Penal Romano y reglas del derecho hereditario.
 La interpretación de las leyes era llevada adelante por los Pontífices. Ellos se encargaban de dirimir un conflicto
legal entre litigantes ya que eran los únicos conocedores de las fórmulas de las legis actiones y del calendario de
los días en que se podía actuar judicialmente. Estas fueron publicadas por Cneo Flavio, en una recopilación
conocida como Ius Flavianum (304 a.C.), logrando acabar con el monopolio pontifical de la interpretatio.
 En la época Republicana se comienzan a figurar como fuentes del ius las leges (leyes). La lex consiste en una
disposición jurídica aprobada por el populus reunido en los comicios, a propuesta de la rogatio de un magistrado
(Lex rogata). La lex data, que es aquella que dicta directamente el magistrado, y la lex rogata corresponden a la
Lex pública. También existían las leges privatae, que son aquellas disposiciones que las partes pueden intercalar en
un negocio que les concierne y a las que se deben someter. El texto de las leyes estaba compuesto de: a) la
praescriptio (nombre del magistrado proponente, lugar de reunión de la asamblea, nombre de la centuria o tribu y
del ciudadano que votó en primer término); b) la rogatio (el contenido propio de la ley); y, finalmente, la sanctio,
por la que se fijaba la sanción de los actos realizados en contra de lo establecido en la ley. Clases de Leyes: a)
perfectae (penaba y anulaba el acto contrario a la disposición de la ley); b) minus quam perfectae (penaba
únicamente la transgresión de la ley); y c) imperfectae (no establecen ninguna sanctio).
 Los plesbicitos eran lo que la plebe ordenaba y establecía. El concilium plebis (concilio de la plebe) es convocado
por el tribuno de la plebe (magistrado plebeyo) para aprobar los plesbicitos.
b) Derecho romano clásico (130 a.C. hasta el año 230 d.C.)
1. Preclásico (130 a.C. - 30 a.C.)
 El derecho romano clásico inicia con la sanción de la lex Aebutia que permitió el procedimiento de las formulas
escritas (“procedimiento formulario”) en el año 130 a.C.
 Cuando los magistrados se dirigían en forma general al populus, ya sea por palabra o por escrito, se decía que
estaba dando su edictum. El praetor (o pretor) al comienzo de su magistratura publica su edicto, en las tablas del
álbum, librándolo al conocimiento general. En él figuran las fórmulas de las acciones que concederá a los litigantes,
así como otras medidas especiales: decretos, interdictos, etc. Cuando cesaba la magistratura de quien lo dictó, el
edicto expiraba (la magistratura del pretor duraba un año). Las innovaciones (el pretor “creaba” ius) que introduce
el Pretor mediante los edictos forman parte del ius praetorium o honorarium.
 En este periodo aparecen los prudente o iurisprudentes, que eran aquellos que por mérito propio se dedicaban al
conocimiento de las soluciones de justicia. Tanto los particulares como los pretores se fueron acostumbrando a
consultar a los prudentes respecto al ius.
 También aparecen juristas, que se dedicaban a analizar casos concretos que se le presentaban con relación al ius.

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2. Central (30 a.C. - 130 d.C.)
 El senadoconsulto es definido como “lo que el Senado ordena y establece”. Se realizaban a propuesta del príncipe,
quien pronunciaba una oratio (discurso) ante el Senado para su aprobación. El senatusconsulta tenía “fuerza de
ley”.
 Iniciado el Principado, Octavio absorbe la potestad de efectuar responsa en su propia persona, pero la delegó en
los iurisprudentes, a quienes les concedió el poder de responder en nombre de su auctoritas. Esto se llamó el ius
publice respondendi ex autoritate Principis. De este modo, el emperador depositaba su confianza en algunos
iurisprudentes que podían asesorar cuales son las soluciones conforme al ius para cada caso particular. Este
sistema acabaría durante el mismo Principado.
 Los jurisconsultos de esta época se dedicaron también a la tarea pedagógica, formando discípulos. Esto dio lugar a
la aparición de dos escuelas: la Escuela Proculeyana y la Escuela Sabiniana.
3. Tardío (130 d.C. – 230 d.C.)
 Desde el gobierno de Hadriano comienza a burocratizarse la labor jurídica. En primer lugar encomienda a Salvio
Juliano la codificación ordenada del edicto de los pretores, obra que se conoce como el Edictum Perpetuum y que
fue aprobada bajo la forma de senadoconsulto. Este edicto se tornó obligatorio, de tal modo que los pretores y
jueces debían seguir única y exclusivamente sus prescripciones.
 También crea el Consilium de juristas. Estos juristas interpretaban el edicto y/o lo modificaban en caso de
propuesta de reforma; esto adquiría fuerza obligatoria por medio del rescriptum dictado por el emperador.
 Durante este período surgen las “constituciones imperiales” o constitutio principis. Eran aquellas normas
establecidas por el Príncipe, las cuales tenían carácter de ley. Podían ser: (a) un edictum, es decir, una disposición
de carácter general a todos los habitantes del Imperio, o de alguna provincia; (b) un rescriptum, que consistía en la
respuesta dada a una consulta de un magistrado o de un particular; (c) un decretum, o sea, una resolución judicial
del emperador en un juicio que, si bien sólo tiene valor para el caso planteado, se puede aplicar a casos similares; y
(d) los mandata, que eran órdenes dadas a magistrados provinciales.
 Después de Salvio Juliano prácticamente desaparece la división de la escuelas, pero aparecen durante esta época
juristas muy reconocidos y apreciados como Ulpiano, Papiniano, Paulo, Modestino y Gayo.
c) Derecho romano posclásico (230 d.C. hasta el año 530 d.C.)
 Con el advenimiento de Diocleciano y con su continuador Constantino el gobierno de Roma fue ya el de una
monarquía absoluta. Presenciamos una declinación de la jurisprudencia: El Emperador Diocleciano será designado
como dominus iustitiae aequitatisque rector (“señor de las leyes, rector de la justicia y de la equidad”) y los juristas
deberán acatar en forma casi servil sus intenciones.
 Durante el siglo IV, la ciencia jurídica, muy decadente, practicó lo que se dio en llamar el Derecho Vulgar: (a) se
simplificó el ius a fin de evitar cuestiones oscuras y ambiguas; (b) se predominara por sobre la palabra expresada a
la voluntad en la interpretación de actos y negocios jurídicos; (c) adopta el ius una clara tendencia moralizante, a
causa de la aparición del Cristianismo, buscando soluciones de justicia en las cuales predomine el criterio de la
humanidad y la equidad.
 En este período comienzan los estudios jurídicos organizados. Desde el siglo IV aparecen escuelas donde se
estudia, casi en forma universitaria, la ciencia jurídica. Hubo una escuela en Roma, y otra más importante en
Berytus, a la cual se le agregó en el año 425 la de Constantinopla. Lo importante que tuvieron estos estudios
jurídicos fue el redescubrimiento de los textos clásicos, a los cuales se presta especial importancia.
 Debido a la dificultad para demostrar la autenticidad de los textos jurídicos que eran invocados, se establece
mediante la “Ley de Citas” que los jueces debían atender a las opiniones de un grupo restringido de juristas
clásicos para determinar sus sentencias: estos eran Ulpiano, Papiniano, Paulo, Modestino y Gayo. Eran los únicos
que gozaban de auctoritas. Si existí alguna discrepancia, había que seguir el criterio de la mayoría. Y si había un
empate de opiniones, el juez se debía inclinar por la del grupo donde estuviera Papiniano. El juez sólo era libre de
seguir la opinión oportuna cuando hubiera un empate y no hubiera participado Papiniano.
 En esta época posclásica se trató de ordenar, depurar y compilar todo el material jurídico existente. La compilación
más importante fue el Código Theodosiano (Codex Theodosianus). Se trata de una compilación ordenada por
Theodosio II, efectuada en el año 438 para entrar en vigencia en el Oriente Romano. Valentino III le dio vigencia
para el Occidente Romano. Constituían 16 libros que contienen constituciones de Constantino y de Theodosio II.
 El emperador Justiniano (527-565) realizo una compilación netamente superior a las anteriores, recopilando tanto
las leges (constituciones imperiales) como los iura (obras de la jurisprudencia). Su obra será conocida más tarde

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como Corpus Iuris Civilis. Para ello Justiniano permitió a los compiladores a cargo realizar lo que se conoce como
“interpolaciones”, es decir, producir modificaciones, alteraciones, sustracciones u omisiones a los textos auténticos
para que sea adecuen a su época. Las compilaciones de Justiniano se componen de cuatro partes: El Código, el
Digesto, las Institutas y las Novelas. (a) El Código contiene las constituciones imperiales habidas desde Hadriano
hasta Justiniano (muchos veces estos textos han sido interpolados). Consta de 12 libros, los cuales están divididos
en títulos. En ellos se señala el principio de la materia que trata. Luego vienen numeradas las leges, cada una de las
cuales contienen una constitución imperial, con la designación del emperador que la produjo. (b) El Digesto
contiene la mención de los iura. Es la parte más importante del Corpus Iuris Civilis no solamente por su extensión,
sino porque con su lectura tenemos la interpretatio de muchos juristas de la época clásica. En total son 50 libros
que contienen cerca de 9.000 fragmentos, que figuran en forma personalizada, con el nombre del jurista y la
mención de la obra de la cual proviene dicho párrafo. (c) Las Institutas o Instituciones es un libro dedicado a los
estudiantes que contiene nociones fundamentales sobre las diferentes instituciones. (d) Las Novelas eran las
nuevas constituciones posteriores al Código.

1.3. Conceptos fundamentales del Derecho Romano.


La palabra ius generalmente es traducida como “derecho”. No obstante, podemos establecer que ius es igual a “lo justo”,
mientras que derecho (directum) alberga un sentido moralizante, en el sentido de que la conducta justa es aquella que sigue el
camino recto. La palabra derecho no trascenderá a lo jurídico, donde siempre se utiliza el vocablo ius. Junto al ius, sobre todo en el
derecho antiguo, se utiliza la palabra fas, que se entiende como el “derecho divino”. Hace alusión al fundamento natural y divino del
ius. El termino Aequitas se traduce como equidad; esta podía ir en contra del ius ya que, cuando el pretor consideraba que este
brindaba una solución inicua, podía corregir el ius civile por la aplicación de la Aequitas.

Respecto al Ius publicum (derecho público) y al Ius privatum (derecho privado) no podemos establecer la distinción actual que
tenemos respecto ambos ya que en Roma no existía la idea de Estado. El ius público establece lo justo respecto “lo que es de todos”.
El ius privado, en relación a “lo que es propio de los particulares”. El ius publicum no puede ser alterado por los pactos particulares.

El ius commune (derecho común) se contrapone al ius singulare (derecho singular o excepcional). Paulo lo define a este último
como “aquel que ha sido constituido por la autoridad a causa de la utilidad particular de alguien”. El beneficium (beneficio) aparece
dentro del derecho justinianeo para designar ciertas ventajas otorgadas a algunas personas. El privilegium (privilegio) era en
principio una “ley contra un individuo”; en la época posclásica, el privilegium favorece a una persona.

Se entiende por ius civile el derecho que es propio de cada nación (civitas). Este ius civile está contenido en el ius scriptum de las
leges (y otras fuentes con valor análogo: plesbicitos, senadoconsultos, constituciones imperiales), pero también en el ius non
scriptum de las instituciones propias de los romanos (patria potestas, la manus, etc.) y de los ritos jurídicos (mancipatio, in iure cesio,
etc.). Se entiende por ius gentium (derecho de gentes) al derecho común a todas las naciones, que tiene su fuente en la “razón
natural”. Ulpiano distingue el ius gentium, común a todos los pueblos humanos, del ius naturale, “aquel que la naturaleza enseñó a
todos los animales, pues este no es propio del género humano”.

El ius praetorium o honorarium es aquel que por una finalidad de “utilidad pública” introdujeron los pretores para ayudar, suplir
o corregir el ius civile. Este tipo de ius no desplaza al ius civile, pero de algún modo lo complementa y hasta lo corrige.

1.4. Principios fundamentales del derecho (según Ulpiano).


Según Ulpiano, hay tres principios que fundamentan el ius:
a) Honeste vivire (vivir honestamente):

Si bien este principio luce como moral, debido a la interpenetración entre las costumbres (mores) y el ius, el no vivir en forma
honesta puede arrastrar consecuencias jurídicas. La inobservancia de las mores, por ejemplo, podía traer la tacha de infamia, por la
nota censoria.

b) Alterum non laedere (no dañar a otro):

La conducta de todo hombre no debe ocasionar daños a otro. El daño a una persona libre, ya de palabra o de hecho, configura
el delito de injurias (iniuriae). El daño referido a las cosas (damnum iniuria datum) era penado por la lex Aquilia.

c) Suum ius cuique tribuere (dar a cada uno lo suyo jurídico):

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Para Ulpiano la justicia queda definida como “la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo jurídico”.

Unidad 2
2.1. Organización Primitiva.
Los romanos son un pueblo de agricultores y soldados. En lo social, Roma estaba compuesta originariamente por familias, las
cuales están integradas en grupos más amplios: las gens. La gens está integrada por las distintas familias pertenecientes al mismo
linaje. Se caracterizan por llevar todos sus integrantes el mismo nombre común (nomen gentilicium). El vínculo de parentesco que
los une no es únicamente consanguíneo (parentesco cognaticio), sino que también hay un parentesco artificial de la agnatio
(parentesco agnaticio). Todos los miembros de cada familia estaban sometidos a la autoridad de un paterfamilias, de acuerdo con
las distintas generaciones. Este vínculo se trasmite por la vía masculina. Los integrantes de cada familia, y en su medida de cada
gens, están incorporados al culto familia (sacra privata) en el cual se reverencia a los antepasados comunes, divinizados como
“dioses Manes”.

2.2. Monarquía.
La monarquía va desde el año 754 o 753 a.C. (Fecha tradicional de la fundación de Roma) hasta el año 509 a.C. (cuando ocurre la
caída del último de los reyes, Tarquino el Soberbio).

a) Composición política.

Roma era una civitas quiritaria, es decir una entidad política autónoma. Civitas es una comunidad políticamente organizada.

 El rex o rey es quien ostenta la autoridad suprema de la civitas (entendida como regnum) tanto en el aspecto
político, como militar, judicial y religioso. Puede ser propuesto por el antecesor o por el Senado, pero su
designación debe ser reconocida por una lex regia de imperio y aprobada por los dioses. Su cargo era vitalicio.
Según la tradición histórica hubo siete reyes: cuatro de origen latino (Rómulo, Numa Pompilio, Tulio Hostilio y Anco
Marcio) y los tres últimos de origen etrusco (Tarquino el Antiguo, Servio Tulio y Tarquino el Soberbio).
 Dentro de la civitas estaba también el Senado, que estaba compuesto por los jefes de las gens (patres gentis),
designados por el rex. Sus funciones eran: (a) aconsejar al rey (consilium); (b) salvaguardar las costumbres
tradicionales (mores maiorum); (c) ejercer un control de las decisiones comiciales ratificando sus actos por la
auctoritas patrum (da valor total a los actos); (d) proponer un nuevo rey, si el anterior no lo había hecho,
ejerciendo el interregunum.
 Los Comicios Curiados constituyen la asamblea del populus. Estaba integrada sólo por los patricios, componiendo
30 curias, 10 por cada una de las tribus étnicas (Romanos, Sabinos y Etruscos). La unidad de voto era la curia. Bajo
la proposición del Senado, conceden al rey propuesto el imperium. Aceptan las leges y deciden sobre la guerra y la
paz. Con el nombre de calata comitia se reúnen dos veces al año (24 de marzo y 24 de mayo), presididos por el
Pontifex Maximus, ocupándose de actos que hacen al ius civile y están relacionados con la religión y la familia.
 Estaban también los colegios sacerdotales, entro los cuales debemos mencionar, el de los Pontífices, el de los
Augures y el de los Feciales. (a) Los Pontífices se ocupaban del culto público; tienen el control del calendario, son
los que controlan las formulas judiciales y está a su cargo la interpretatio del ius. (b) Los Augures son los
encargados de anunciar los augurios, haciendo saber si la voluntad de los dioses es favorable para la realización de
todo acto importante. (c) Los Feciales se ocupan de los ritos vinculados con el derecho internacional (como los de
declaración de guerra y de la conclusión de tratados).
b) Composición Social.

La sociedad romana quiritaria estaba compuesta por los patricios, los clientes, los plebeyos, los esclavos y los libertos.

 Los patricios son aquellos que pertenecen a las gentes originarias de Roma, y son en principio los que tienen
derechos políticos y privados reconocidos por el ius civile.
 Los clientes son aquellos que sin ser patricios son algo así como vasallos admitidos en las familias gentilicias,
participando del culto familiar. Son protegidos por su patrono y se deben fidelidad mutua.
 Los plebeyos son definidos por exclusión. No eran ni patricios, ni clientes. Eran aceptados por los patricios
permitiéndoles trabajar en Roma y cultivar tierras, pero no participaban de asuntos políticos.
 Los esclavos estaban en la familia sujetos al dominium del paterfamilias. Su origen era por nacimiento o cautiverio
de guerra. Cuando se los manumitía (se los sacaba de la esclavitud) se convertían en libertos.
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c) Reformas de Servio Tulio.

El rey etrusco Servio Tulio estableció un nuevo ordenamiento de la población basado en las unidades militares de las
centurias, teniendo además en cuenta la fortuna que cada familia poseía. Para poder determinar las diferencias ordena la
realización de un censo (census) que se debía actualizar cada lustro (5 años). Se debían inscribir todos los mayores de 18 años,
señalando a qué familia pertenecían y el paterfamilias el valor de su patrimonio. Éste estaba calculado en un principio en la
posesión de tierras, aunque más tarde se tradujo su valor en ases.

Una vez obtenidos los montos, clasificó a la población en “clases” de tal modo que se formaron cinco de ellas. A la primera
pertenecían los que tenían 20 yugadas (medida de tierra equivalente a lo que se podía arar con dos bueyes en una jornada; era
igual a 100.000 ases) o más. A la segunda los que tenían 15 yugadas (75.000 ases) o más hasta el monto de la primera clase. A la
tercera, los que tenían 10 yugadas (50.000 ases) o más, hasta 75.000 ases. A la cuarta los que tenían 5 yugadas (25.000 ases) o
más hasta 50.000 ases. A la quinta los que tenían 2 yugadas (11.000 ases) o más hasta 25.000 ases.

A cada clase asignó un determinado número de “centurias”, de tal modo que la primera tenía 80; la segunda, la tercera y la
cuarta tenían 20 centurias cada una de ellas; y la quinta, 30 centurias. Por encima de la primera clase existían 18 centurias de
caballeros (equites). Entre los que no poseían tierras se formaron cinco centurias más: dos de ellas formadas por artesanos, que
estaban adscritas a los efectos militares de la segunda clase; otras dos más estaban formadas por músicos, quienes figuraban
adscritos a la quinta clase; finalmente, existía una centuria formada por los del nivel más bajo, los proletarii (que no tenían
tierras ni oficios honorables) y los capite censi (aparecen en el censo anotados sólo con sus nombres). En total 193 centurias.

18 centurias de equites
1ra clase 80 centurias
2da clase 20 centurias + 2 de artesanos
3ra clase 20 centurias
4ta clase 20 centurias
5ta clase 30 centurias + 2 de músicos
1 centuria de capite censi
193 centurias

Esta reforma de Servio Tulio servía para: (a) organizar el ejército; (b) cada componente de las centurias debía aportar sus
propias armas, contribuyendo a los gastos bélicos; (c) las centurias constituyeron una nueva asamblea popular (seguramente en
tiempos republicanos) llamada “comicios centuriados” (centuriata comitia) que se reúnen convocados por un magistrado con
imperium, aprobando o rechazando sus propuestas.

La centuria era la unidad de voto, primero se vota en ella y se obtiene un voto. Al votar primero los equites y las 80
centurias de la 1ra clase, si se ponían de acuerdo obtenían una mayoría decisiva de 98 votos, por lo cual el voto de las clases
menores resultaba difícilmente significativo.

Servio Tulio subdividió la ciudad de Roma en cuatro tribus urbanas (no tenían que ver con las tribus étnicas) que eran
distritos político-administrativos. Luego durante la época republicana llegara a haber 35 tribus.

2.3. La República.
La República abarca desde el año 509 a.C., fecha en la que se derroca al último de los reyes, Tarquino el Soberbio, hasta el año
27 a.C., cuando se instaura el Principado por parte de Octavio Augusto.

a) La secesión de la plebe.
Para comprender el ordenamiento de la res publica hay que tener en cuenta el conflicto patricio-plebeyo. Los plebeyos,
conscientes de su creciente número y del aislamiento político que determinaban los patricios, crearon una fuerza armada
plebeya, que se juramentó para forma una comunidad separada. Por ello determinaron una secesión retirándose al monte
Aventino.
Por pedido de los patricios, que señalaron la mutua necesidad uno de los otros, la plebe decidió reintegrarse a Roma,
llegándose a un pacto juramentado por el cual los plebeyos obtuvieron la posibilidad de reunirse en concilios plebeyos y el
reconocimiento de un magistrado plebeyo: el tribuno de la plebe (año 494 a.C.). El tribuno de la plebe podía convocar a la
plebe en dichos concilios plebeyos tomando decisiones que significaron su reconocimiento político-jurídico. También podía
acudir en auxilio de cualquier plebeyo frente a actos arbitrarios de los magistrados patricios. Y lo más importante, tenía el
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veto respecto de las decisiones de dichos magistrados y aun del Senado, cuando las decisiones afectaran a los intereses
plebeyo (salvo en tiempo de guerra).
Entre los años 451-450 a.C. se sanciona la Ley de las XII Tablas. Su importancia estaba determinada por ser un texto escrito
que se aplicaba tanto a patricios como a plebeyos.
b) Composición política.
La composición política de la República descansa fundamentalmente en el equilibrio de tres órganos: (a) los magistrados,
que ejercen el poder; (b) el Senado, que mantiene la auctoritas; y (c) los Comicios, las asambleas del populus.
 Las magistraturas sustituyen al rex. (a) Todos los magistrados gozan de la potestas (poder de ordenar desde el
punto de vista administrativo) pero sólo los magistrados mayores (cónsules y pretores) tienen el imperium (poder
de mando político). El imperium comprende facultades de mando militar, el derecho de convocar a los comicios y
proponer leyes y candidatos, el derecho de convocar al Senado y efectuar consultas, la iurisdictio (el poder “decir”
el ius en asuntos civiles, penales, etc.) y el ius edicendi (poder dictar edictos).
(b) Las magistraturas son electivas, deben ser aprobadas por los comicios. (c) También son colegiadas, es decir, a
cargo de dos o más magistrados (salvo las extraordinarias) de tal modo que cada uno de ellos tiene un poder igual
al de su o sus colegas. En el caso de los cónsules, se turnaban por períodos para gobernar; el que no estaba no
estaba ejerciendo podía vetar las medidas tomadas por su colega. Los magistrados mayores tienen este derecho
(veto) respecto de los menores.
(d) En general, las magistraturas son anuales (caso de los cónsules, pretores, ediles curules y plebeyos, tribunos y
cuestores). Como excepción, los censores son elegidos cada 5 años, debiendo cumplir sus funciones del censo en
18 meses. El dictator sólo podía durar 6 meses. (e) También son gratuitas, se considera que era un honor el ser
magistrado. (f) Las magistraturas son responsables. Debían responder por su actuación.
El acceso a las magistraturas fue reglamentado de tal modo que había que seguir un cierto orden en la “carrera de
los honores” (cursus honorum). Se procuraba que a medida que se iba recorriendo el cursus honorum se fuera
adquiriendo experiencia y capacidad de compresión de todos los aspectos de gobierno de Roma. Dado el sistema
electivo, sólo aquellos que hubieran demostrado eficacia en el ejercicio público, eran aceptados como
magistrados.
El aspirante a la magistratura sólo a los 28 años, y habiendo cumplido con diez levas anuales defendiendo a Roma,
podía iniciarse en el cursus honorum. (a) A esa edad podía aspirar a ser cuestor; estaban encargados de las
finanzas, ya como guardianes del Tesoro Público, pago a los soldados y tesoreros de las provincias. (b) Luego
podría ser edil (2 curules y 2 plebeyos); se ocupaban del cuidado de la urbe, su aprovisionamiento, la realización de
juegos públicos; los ediles curules se ocupaban de los mercados. (c) Los pretores se encargaban de la
administración de la justicia; podían ser urbanus, ocupándose de problemas jurídicos entre ciudadanos romanos
(aplicando el ius civile), o peregrinus, ocupándose de conflictos legales entre extranjeros, o entre estos y
ciudadanos romanos (aplicando el ius gentium). (d) Los dos cónsules eran los magistrados ejecutivos máximos;
convocan y presiden el Senado y los Comicios Curiados y Centuriados, proceden a la leva de soldados y conducen
los ejércitos; dan su nombre al año (por eso son epónimos). (e) Luego de haber sido cónsul, se podía aspirar a ser
elegido censor; eran dos y se ocupaban de realizar el censo, anotando a los ciudadanos, el cual debía realizarse en
18 meses; durante su ejercicio de 5 años cuidaban las costumbres (cura morum), pudiendo sancionar con la tacha
de infamia (o nota censoria) a los trasgresores.
Existían también las magistraturas extraordinarias: El dictador (dictator). Era nombrado por uno de los cónsules
cuando el Senado disponía que se estaba ante un grave peligro. Duraba 6 meses y tenía plenos poderes, ya que
cesaban las otras magistraturas.
Por otro lado, existían los tribunos de la plebe, elegidos en forma anual. Debían ser necesariamente plebeyos.
Gozaban de los beneficios acordados luego del pacto juramentado entre patricios y plebeyos, y asumieron el papel
de defensores de los intereses populares.
 Las asambleas del populus eran de tres clases: (a) Comicios Curiados, de predominio patricio, quedaron como
sobrevivientes de la época de los reyes. Quedan representadas por 30 lictores en nombre de las 30 tribus. Su papel
político quedó reducido a conferir el imperium a los magistrados mayores (lex curiata de imperio) que eran
elegidos en los comicios centuriados. Se ocupaban de situaciones jurídicas vinculadas con la familia. (b) Comicios
Centuriados, constituidos conforme a la organización del Rey Servio Tulio, se ocupaban de elegir magistrados
mayores, votar ciertas leyes importantes, así como las declaraciones de guerra, juzgar la provocatio ad populum
presentada por un ciudadano romano. A partir del año 220 a.C. aproximadamente, cada clase contaba con 70

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centurias cada una y en total sumaban 373 centurias. (c) Comicios Tribados, derivan de la transformación de los
concilios plebeyos, a partir de la lex Hortensia (siglo III a.C.) y agrupa a patricios y plebeyos. Estaban constituidos
sobre la base de los distritos (tribus), que eran 35 (4 urbanas y 31 rústicas). Se ocupaban de elegir a los
magistrados menores y de hacer votar leyes vinculadas con el ius privatum. Al vivir la mayoría de los obreros y
pobres en la ciudad, solo contaban con 4 votos, mientras que los ricos que tenían propiedades en el campo,
constituían una mayoría.
 El órgano más importante de la República es el Senado. Tiene la auctoritas, por ello todas las decisiones políticas
importantes deben contar con su aprobación. Al principio de la República su integración dependía de los
principales magistrados, pero a partir de la lex Ovinia (318 a.C.) son los censores los que hacían la lista de los
nuevos senadores. Los censores podían separar a aquellos que no respetaban las buenas costumbres (tacha de
infamia). El senador más antiguo o el más representativo, era denominado prínceps Senatus. Era el que dirigía los
debates y, en general, su palabra solía arrastrar el parecer de los demás. Syla elevo el número de senadores de 300
a 600. Bajo César fueron 900 y bajo el Triunvirato 1.000. Al principio se determinó para la admisión la edad de 46
años, luego 27 y bajo Syla, 30 años.
Sus atribuciones eran las siguientes: (a) la dirección de toda la política exterior, declarando la guerra o
proponiendo la paz, designaba embajadores y los recibía para apreciar sus informes. (b) La consulta por parte de
los magistrados sobre todo tema importante para la res publica. El magistrado que tomara una decisión sin
conocer la opinión del Senado (senatusconsultum) corría peligro de que esta carezca de peso político. El senado
controlaba por ello también la política interna. (c) Supervisaba todo lo relacionado con la religión romana y
decretaba medidas en caso de peligro público (tumultus). (d) Ejercía el interregnum en caso de vacancia de los
magistrados.

2.4. El Principado o Alto Imperio.


El Principado durará desde el año 27 a.C. hasta la llegada al poder de Diocleciano (284 d.C.). Las guerras civiles de fines de siglo II
y siglo I a.C., a causa de los conflictos de poder dentro de la aristocracia romana, llevaron al poder a Octavio Augusto quien realizó
un gran cambio institucional, dando por finalizada la República y comenzando con un periodo que se conoce como Alto Imperio o
Principado.

a) Constitución política del Principado.


Con mucha sutileza, Octavio apeló a las instituciones públicas republicanas, proclamando que su misión era precisamente la
restauración de la res publica. Por eso mantiene la vigencia de las instituciones republicanas (magistrados, comicios y
Senado). Pero él se ubica como una especie de tutor de la res publica. Ya en el año 28 se inscribe en el álbum senatorial
como Princeps Senatus y proclama que está dispuesto a cooperar para que el funcionamiento de los órganos políticos se
pueda desenvolver.
Octavio se preocupó por obtener tres potestades que funcionaban conforme al criterio de “colegialidad” de las
magistraturas republicanas: (a) la potestas tribunicia, que le daba la inviolabilidad de los tribunos, la facultad de reunir a las
asambleas y el derecho de veto respecto a todos los magistrados en ejercicio; (b) el imperium proconsulare maius et
infinitum, que le daba poder sobre las provincias y sobre el ejército; (c) y la potestas censoria, con la cual controlaba el
Senado, ya que quedaba asimilado al censor.
Entre los funcionarios más altos del Principado estaban: (a) el Praefectus urbi (prefecto de la ciudad), que se ocupaba de
todo lo relativo a la tranquilidad y orden de la urbe, teniendo una función jurisdiccional en materia penal; (b) el Praefecti
praetorio, que eran los jefes de la guardia pretoriana, con competencia militar y civil; eran los representantes del
emperador (algo así como viceemperadores); (c) el Praefectus annonae, encargado del aprovisionamiento de trigo y víveres
en Roma; (d) el Praefectus vigilium, que se ocupaba de los casos de incendios y disturbios en Roma; y (e) el Praefectus
vehiculorum, que era un jefe general de correos.
El nombre personal del Emperador será el de Imperator, el de Caesar, o el de Augusto. Cuenta con su propia Cancillería
imperial, que está compuesta de Oficinas que ayudan al Príncipe en la labor centralizada de la administración del Imperio.
El punto más flojo que tuvo este período del Principado fue la determinación de la forma como accedía al poder el nuevo
Príncipe cuando moría o cesaba el anterior. En un principio se siguió el sistema de “cooptación”, en el cual el vigente elige y
propone al siguiente. Pero luego comenzarán a tener importancia como grupo de presión las fuerzas militares. La guardia
pretoriana que rodeaba al emperador y los cuerpos de legiones que estaban en las fronteras tenían una fuerte incidencia en
la elección del Príncipe.
De 29 a.C. al 68 d.C. gobernaron emperadores de la Dinastía Julio-claudiana.
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Del 69 al 96 d.C. gobernó la Dinastía de los Flavios.
Del 96 al 192 d.C. gobernaron los Antoninos, que no conforman propiamente una dinastía al no tener vínculo familiar.
Del 193 al 235 d.C. gobernó la Dinastía de los Severos.
A partir de estos años, el Imperio sufrió una importante anarquía militar, con amenazas de desmembramiento, y peligros de
invasiones exteriores que llevaron a la caída al Principado.

2.5. El Dominado o Bajo Imperio.


El Dominado abarca desde el año 284 d.C. en el que llega al poder Diocleciano hasta la muerte de Justiniano en el año 565 d.C.
Diocleciano gobierna en forma fuertemente centralizada. Se lo llamo directamente Imperator en lugar de Princeps. Ya en su propia
designación de sacratissimus Dominus, de hecho divinizaba su persona.

Para mejorar la administración y el gobierno del Imperio Romano, considerando la gran extensión de las tierras que lo
componían, lo dividió en una parte oriental, con sede en Nicomedia, que él se reservó, y otra occidental, con sede en Milán, que
concedió a Maximiano, a quien nombro su colega. Ambos eran Augustos. Pero al mismo tiempo, ambos designaron a dos Césares,
formando una Tetrarquía (gobierno de cuatro). El propósito era solucionar por un lado el gobierno de las diversas regiones y por
otro lado el problema de la sucesión, pues se había dispuesto que luego de cierto término los Césares pasarían a ser los nuevos
Augustos, y estos elegirían a nuevos Césares.

Esta organización política fue de corta duración; Constantino disolvió la Tetrarquía de Diocleciano. Dividió el imperio en cuatro
Prefecturas: Oriente, Iliria, Italia y Galia, con 14 diócesis y 117 provincias. Reforzó el ejército y reformó el orden burocrático. Su
medida más importante fue el Edicto de Milán (313) por el cual decretó la libertad de todos los cultos. El Cristianismo, que era
perseguido por Diocleciano por no reconocer al Emperador como Dominus, paso a ser admitido.

En el año 391 d.C. el Cristianismo pasó a ser la religión oficial romana, durante el periodo de Theodosio. Este, a su muerte,
dividió el territorio en el Imperio de Occidente y el Imperio de Oriente. El Imperio de Occidente caería en el año 476 d.C. por las
invasiones bárbaras. El Imperio Romano de Oriente perduró a lo largo de toda la Edad Media, hasta que los turcos otomanos se
apoderaron de Constantinopla en el año 1.451. El Dominado o Bajo Imperio perdura en Oriente hasta la muerte en 565 de
Justiniano, quien será el gran consolidador del ius, con su famosa compilación, conocida como Corpus Iuris Civilis.

Unidad 3
3.1. Persona y Capacidad Jurídica.
En el Derecho Moderno, el vocablo central básico es el de persona, entendido como “sujeto de derecho”, es decir, como el ente
capaz de adquirir derechos y contraer obligaciones. Puede ser la persona física (el hombre) o la persona jurídica (entes o
corporaciones con capacidad jurídica). Rigen en la actualidad los principios de que (a) todo hombre es persona, es decir, “sujeto de
derecho” por el hecho de ser hombre, y de que (b) todas las personas son iguales, por lo menos ante la ley.

En el Derecho Romano, en cambio, la persona es el hombre considerado según su status, la situación jurídica que ocupa en la
sociedad, en la civitas y en la familia. Por “hombre” (homo) se entiende la unidad biológica psicofísica: una mente racional contenida
en un cuerpo; y es vocablo comprensivo tanto del varón como de la mujer. En cambio, “persona” es el homo que, según su status,
tenía plena capacidad jurídica.

3.2. La Persona Humana.


a) Comienzo de la persona.
Para los romanos, el comienzo de la persona se daba en la concepción (se llama al concebido nasciturus), si bien para
efectivizar determinados derechos hay que esperar a que nazca con vida. Se lo considera entre los herederos y se lo protege
con un curator ventris. A partir de la lex Cornelia de sicariis et veneficis, el aborto es considerado crimen, y la madre sufre la
pena de destierro.
b) Nacimiento de la persona y extinción de la persona.
Para considerar nacida a una persona era ante todo necesario: (a) la separación del claustro materno, es decir, el parto, pero
(b) podía suceder que se tuviera alguna duda acerca de si el niño (o niña) nació efectivamente con vida o, al contrario, nació
muerto. Para ello según, el criterio tradicionalista, se tenía que haber escuchado la voz, es decir, el clásico, lloro del recién
nacido. Justiniano, se inclinara por admitir cualquier signo vital. (c) Otro requisito elemental es que el nacido tenga figura
humana, es decir, que la mujer no haya procreado un monstruo o un prodigio de la naturaleza.

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La extinción de la persona ocurre con la muerte, la cual es un hecho que debe ser probado por parte de aquel que pretenda
gozar de alguna situación jurídica del fallecido.
c) Status.
El Status Libertatis es la máxima distinción de los hombres, la que nos dice que unos son libres y otros esclavos. A su vez los
libres son “ingenuos” o son “libertos”. Lo que se considera para establecer el status libertatis de un hombre es el bien de la
libertas. Algunos la tienen desde su nacimiento (ingenuos); otros no la tienen y son los esclavos que, si alcanzan la libertad, al
ser manumitidos, se convierten en libertos.
El Status Civitatis surge de la distinción del hombre libre según la posición jurídica que ocupa dentro de la civitas. Podemos
distinguir entre (a) los ciudadanos romanos, (b) los latinos y (c) los peregrinos (extranjeros). Los ciudadanos romanos son
aquellos que tienen la ciudadanía plena y que gozan de la totalidad de los derechos, tanto en el ius publicum (pueden
participar en los comicios, votando las decisiones, pueden acceder a magistraturas, etc.) como en el ius privatum (pueden
realizar todos los actos y los negocios propios del ius civile, como poder contraer nupcias legítimas, etc.). Los latinos estaban
en una situación intermedia entre los romanos y extranjeros. Podemos diferenciar entre los Latini veteres y los Latini
coloniarii. Los peregrinos eran los extranjeros, aquellos pertenecientes a otras comunidades que se habían integrado a
Roma, asegurándole está ciertos derechos y garantías. Su ámbito jurídico se mueve en torno al ius gentium.
El Status Familiae es la situación en que se hallan los hombres libres y ciudadanos dentro de una determinada familia. La
plena capacidad jurídica la tiene sólo el paterfamilias, quien es el único sui iuris. Los demás integrantes de la familia son
todos alieni iuris.
d) Capitis Deminutio.
La capitis deminutio es un cambio (permutatio) del status que tiene alguien. Puede ser de tres modos: (a) “máxima”, cuando
se pierde al mismo tiempo la ciudadanía y la libertad; (b) “media”, cuando se pierde la ciudadanía conservando la libertad; y
(c) “mínima”, cuando conservando la libertad y la ciudadanía se modifica su situación en la familia.
En el derecho moderno se habla de “capacidad jurídica” y “capacidad de hecho”. Por ejemplo, un demente podrá ser “capaz
de derecho” para ser propietario, pero dada la alteración de sus facultades mentales, carecerá de “capacidad de hecho” para
actuar jurídicamente. En el derecho Romano, hay diversos factores que modificarán el status del hombre, modificando
también su capacidad jurídica de obrar. Entre ellos:
 Una vez nacida la persona, su posibilidad de obrar jurídicamente depende de la edad que se tenga. (a) Los infantes,
son los niños que no pueden pronunciar las palabras en los actos jurídicos, por ellos carecen de posibilidad de obrar
en los actos jurídicos y tampoco son responsables por la comisión de delito. La infantia duraba hasta la edad de 7
años. (b) Los impúberes son aquellos que aún no han alcanzado la capacidad de procrear. (c) Los púberes y minores
tienen plena capacidad negocial y delictiva. Esto trajo problemas debido a que los púberes debido a su falta de
experiencia negocial incurrían en actos que les eran perjudiciales. (d) La lex Laetoria denomina como “menores” a
aquellos púberes que no han cumplido los 25 años y establece protecciones especiales.
 El sexo también modificaba la capacidad jurídica. Las mujeres no estuvieron equiparadas a los varones. No podían
actuar en la vida política ocupando magistraturas, ni ejercer la patria potestas.
 La enfermedad mental imposibilitaba la “capacidad de obrar”, por ello es que se lo ponían al demente en la curatela
de alguien que administrara sus bienes.
 La infamia consistía en la pérdida del “honor civil”. (a) El censor podía aplicar la tacha de infamia al ciudadano
indigno, perdiendo este sus posibilidades de actuación política. (b) La infamia consular era el medio por el cual un
magistrado, generalmente el cónsul, veta que alguien sea candidato en los comicios. (c) Mediante la infamia
pretoriana se les prohíbe a determinadas personas la representación judicial.

3.3. Los esclavos.


El esclavo es aquel hombre que por una justa causa no tiene libertad y pertenece a otro a quien sirve (Gayo).

a) Condición jurídica.
El esclavo es al mismo tiempo un hombre y una res mancipi, por cuanto pertenece a su dueño quien tiene sobre él una
potestad absoluta. Pese a su incapacidad, tendrán cierta actuación en la vida negocial para obrar actos por cuenta de su
dueño, y si pertenecen al populus o a una civitas podrán desarrollar cierta actividad como agentes públicos. Pueden ser
vendidos y comprados, y pueden ser causa de reivindicación. La esclavitud es una institución del ius gentium, que era
aplicada por todos los pueblos. Si bien el esclavo carece de capacidad jurídica propia, sin embargo puede actuar como
instrumento de adquisición de su dominus. El dueño también podrá servirse del esclavo como un operador negocial.
Igualmente se le podía constituir al esclavo un peculio, es decir, ciertos bienes entregados por el dueño, quien le dejaba la
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administración y el goce de las rentas producidas. Hay ejemplos de esclavos que, al administrar en forma tan beneficiosa el
peculio, se compraron la libertad. Si el esclavo cometía un delito, el dominus responde con la actio noxalis: podía optar por
pagar la pena como si el mismo hubiera cometido el delito, o entregar el esclavo a quien había sufrido el delito. El esclavo
no podía actuar en juicio. Al esclavo se le reconoce capacidad en el ius naturale. La unión entre esclavos era conocida como
contubernium. El hijo nacido de una esclava pertenece al dominus de la madre. En el orden religioso, al esclavo se lo hace
participe en el culto público y en los sacra privata. Tiene capacidad de jurar y su sepulcro es res religiosa, mereciendo las
honras fúnebres.
b) Causas de la esclavitud.
 Los esclavos nacen o se hacen. Nacen esclavos los hijos de una madre esclava. Si ésta fuera libre en el momento
de la concepción, o en el momento del parto, o durante el embarazo, el hijo nacía libre, aunque la madre haya sido
esclava o lo fuera al momento del parto.
 Se hacen esclavos por el ius gentium (derecho de gentes) quienes caen en cautividad en una guerra formalmente
declarada. No caían en esclavitud los prisioneros en una guerra civil, ni tampoco los cautivos por los piratas o los
ladrones.
 La esclavitud por ser prisionero de guerra era recíproca respecto de todas las naciones, por ello podía ocurrir que
un ciudadano romano cayera prisionero del enemigo. Si llegara a escapar o regresar de su cautiverio, alcanzando
suelo romano, gozaba del ius postliminii o postliminium. Se consideraba que recobraba toda su situación jurídica,
fingiendo que no cayó en la esclavitud, por lo cual seguía siendo ingenuo, paterfamilias, propietario, etc.
 Si el romano moría cautivo del enemigo, lo hace en esclavitud, extinguiéndose sus derechos desde el momento en
que fue apresado. El testamento hecho antes era inválido. Para beneficiar al ciudadano que había peleado por la
patria, una lex Cornelia fingía que en este caso la muerte había ocurrido en el mismo momento que es tomado
prisionero, es decir, siendo libre. De este modo, mediante esta fictio legis Corneliae, el testamento resultaba
válido, aunque realmente muriera siendo prisionero del enemigo.
 El ius civile castiga determinadas acciones con la esclavitud: (a) en el derecho antiguo se volvía esclavo quien no se
había anotado en el censo o el desertor; (b) en el derecho clásico, caían en esclavitud los condenados a ciertas
penas graves (servi poenae), los sometidos a tormentos y encontrados culpables, los entregados a combatir en el
Circo o a trabajar en las minas; (c) un senadoconsulto Claudiano (54 d.C.) castiga con la esclavitud a la mujer libre
que mantenía relaciones sexuales con el esclavo de otro, pese a una triple advertencia del dominus de éste; (d) si
el hombre libre se hiciera vender como esclavo por un cómplice suyo, con él compartía luego el precio y luego
reclamaba su libertad, puesto que no era esclavo, se le negaría la libertad, siempre y cuando fuera mayor de 20
años, hubiera actuado con dolo y participando del precio y el comprador fuera de buena fe; (e) por una
constitución del emperador Cómodo, si un liberto se había mostrado ingrato con su patrono se producía una
revocación de la manumisión, volviendo a ser esclavo. Para la época de Justiniano, aparte del nacimiento y
cautiverio en guerra, solo quedaron vigentes las dos últimas causales expuestas.
c) Fin de la esclavitud
La manumisión es el acto por el cual el dueño le otorga la libertad a su esclavo (manus = poder; mittere = abandonar,
enviar). Generalmente es un acto de reconocimiento por el cual se premian los servicios del esclavo.
Las formas solemnes de manumisión son: (a) per vindictam (vindicta), en un acto que sucede ante el magistrado; presente
el esclavo y el dominus, un tercero afirmaba su libertad, tocando al esclavo con una varita; el dueño consentía guardando
silencio, ante lo cual el magistrado confirmaba la libertad por una addictio. (b) Se manumite per censum (censo) cuando el
dueño autorizaba al esclavo a inscribirse en la lista del censo de los ciudadanos. (c) Se manumite per testamentum
(testamento) cuando el dueño ordena en su testamento la libertad de su esclavo; se puede efectuar “directamente”, ya sea
en forma expresa, declarando la libertad del esclavo, o en forma tácita, declarándolo al esclavo heredero, como en forma
“indirecta”, mandando al heredero a manumitir al esclavo. (d) La manumissio in ecclesia se realizaba en las iglesias en
presencia de los pontífices y de la grey cristiana allí reunida.
Las formas no solemnes de manumisión son: (a) haciéndole saber que desde ese momento queda libre ( inter amicos). (b)
Enviarle una carta anunciándole la libertad (per epistulam). (c) Sentando en la mesa al esclavo (per mensam). Estas formas
“no solemnes” tornaban al esclavo “libre de hecho” pero no “de derecho”, por cuanto estrictamente continuaban
perteneciendo a su dueño.
d) Leyes restrictivas de las manumisiones.

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El esclavo que era manumitido por alguna de las formas solemnes, hacia fines del período republicano, se transformaba en
liberto ciudadano romano. Los abusos que se cometieron, provocaron que Augusto, celoso de la ciudadanía romana,
estableciera, mediante dos leyes, restricciones a las manumisiones:
a) Ley Aelia Sentia (4 d.C.) que establecía: (1) el dueño que quería manumitir debía tener 20 años cumplidos, mientras que
el esclavo no debía ser menor de 30 años; (2) se consideraban nulas las manumisiones hechas en fraude a los acreedores; y
(3) los esclavos por penas infamantes que fueran manumitidos no adquirían la ciudadanía romana, sino que estaban
asimilados a los peregrini dediticii.
b) Ley Fufia Caninia (2 d.C.) que limitaba las manumisiones por testamento, que perjudicaban a los herederos. Establecía
cupos máximos, estableciendo una tabla permisiva atendiendo al número de esclavos del dominus, pero de tal modo no se
podía manumitir en un número superior a 100.
e) Condición jurídica del liberto y distintas clases.
Se pueden distinguir tres clases de libertos: los libertos ciudadanos romanos, los libertos latino iunianos y los libertos
dediticios.
a) Los libertos ciudadanos romanos eran aquellos que eran manumitidos en forma solemne por el dominus que los tenía en
su propiedad quiritaria y que desde Augusto cumplimentaran los requisitos de la ley Aelia Sentia. Son los más favorecidos,
su situación se acercaba a la de los ciudadanos romanos ingenuos. Carecían del ius honorum y, si bien tenían ius suffragii,
solo podían intervenir en los comicios tribados: Tenían capacidad para efectuar los actos del ius civile y también el ius
conubii. Sobre ellos pesaba la relación del patronato.
b) Los libertos latinos junianos son aquellos que, al ser manumitidos de forma no solemne, eran libres de hecho pero
quedaba indefinido su status. Viven como libres pero mueren como esclavos. Carecen de derechos políticos y en principio
se les permite el commercium, pero limitado a los actos inter vivos.
c) Los libertos dediticios son aquellos que eran esclavos por penas infamantes. Al ser manumitidos obtenían la libertad
pero, debido a su conducta anterior, eran tratados con rigor jurídico. No tenían ni derechos políticos ni tampoco
participaban del ius civile. Lo único que podían hacer eran actos del ius gentium. No podían habitar en Roma ni en un radio
de 100 millas a su alrededor.
f) El patronato.
El liberto, pese a ser libre, se halla sometido a una situación jurídica especial con su antiguo dominus. Este pasa ahora a ser
su patronus. Este vínculo entre liberto y patronus se llama patronato. El liberto debía respetar al patrono como un hijo a su
padre. Debía prestarle alimentos en caso de necesidad al patrono, no podía iniciar una acción contra el sin autorización del
pretor. De no cumplir con estos deberes (obsequium) volvería a caer en esclavitud. A su vez el patrono debe prestar su fides
a sus libertos; por ello le incube el deber de alimentos al liberto que se los pida, asistirlo y defenderlo en juicio.
g) El colonato.
En el derecho posclásico se conoció el colonato. Los colonos eran hombres libres, pero que por condición estaban adscritos
de manera permanente, al igual que sus familiares, a una tierra determinada, y en consecuencia al dueño de ésta. Se los
consideraba servi terrae (esclavos de la tierra). Si bien no eran esclavos, su situación era similar.

Unidad 4
4.1. La Familia Romana.
La familia romana tiene sus características propias que son distintas del sentido que tiene en la actualidad. Ulpiano diferencia
entre familia proprio iure y familia communi iure. (a) La familia proprio iure tiene la característica de que todos sus integrantes están
sometidos a una misma persona, el paterfamilias. El pater es el único sui iuris (tiene los derechos por sí mismo, plena capacidad
jurídica); los demás son todos alieni iuris (depende de otro). Al fallecer el paterfamilias, los hijos varones pasan a ser ellos
paterfamilias, teniendo potestad sobre sus propios descendientes. La mujer, si bien será sui iuris, será “cabeza y fin de su propia
familia” (no puede ejercer patria potestas). (b) La familia communi iure está formada por todos aquellos que reconocen una
descendencia común y son agnados entre sí. En los primeros tiempos este tipo de unión conformaba la institución de la gens.

Los romanos conocen dos vínculos de parentesco, la adgnatio y la cognatio. La cognatio es el parentesco de sangre y, por tanto,
es una vinculación natural igual a la que rige en el derecho actual. La adgnatio es un vínculo artificial creado por el ius civile, que une
como parientes agnados a todos aquellos que estaban sometidos a la potestas del pater y hubieran continuado en ella si éste no
hubiese fallecido y, así, las generaciones siguientes in finitum. La adgnatio era una institución política monolítica, en la cual se
practicaban los sacra privata. Al ir desapareciendo el lazo de la religión, esta forma de parentesco irá conociendo su lento ocaso. La
gens decae hacia fines de la República y ya no se cuenta en el Principado.
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4.2. Potestades del Pater.
En un comienzo, el paterfamilias ejerce un poder unitario y absoluto sobre todos los miembros de la familia, que habría recibido
el nombre de manus. Luego, en la época republicana, y en el período clásico, se diferenciara este poder según las personas sobre la
cuales él se ejercía. Se puede distinguir entre: (a) patria potestas, como el poder que se tiene sobre los liberi (filii y demás
descendientes, incluidos los adoptivos); (b) manus, sobre la mujer casada; (c) mancipium (poder temporario sobre los alieni iuris de
otra familia entregados in causa mancipi); y (d) el dominium (o propiedad), sobre esclavos y cosas.

4.3. La Patria Potestad.


Es la potestas que se ejerce sobre los hijos y las hijas que por razón de adgnatio le están sometidos. A ella corresponden los
filiifamiliae que sea hijos engendrados legítimamente por el pater, los nietos y nietas y aquellos que hayan ingresado a la familia por
adopción.

El poder del pater sobre los filiifamiliae es absoluto, considerándolos a estos como si fueran propiedad suya. La patria potestas
es vitalicia, ya que no cesaba mientras viviera el pater, cualquiera que fuera la edad de los filii, salvo el caso de emancipación de
éstos. Ni el matrimonio de ellos, ni el hecho de que ocuparan magistraturas, ponía fin a la patria potestas.

El pater podía ejercer la patria potestas de varias maneras: (a) Podía imponer penas, incluso la capital, a los miembros de la
familia, sin estar obligado a ocurrir ante el magistrado. Igualmente el censor tenía la facultad de vetar, por medio de una nota
censoria, las arbitrariedades del paterfamilias. (b) El pater puede también “exponerlos”, es decir, no admitirlos en la familia, para el
caso de no aceptar al recién nacido o no aceptar la atribución de paternidad. (c) También podía enajenar al hijo; como castigo podía
venderlo como esclavo en el extranjero, pero si lo hacía en Roma, entonces se entendía que lo estaba dando in mancipio. (d) Los
filiifamiliae podían ser reivindicados respecto de quien los retuviera. En caso de secuestro, se comete el crimen de plagio, que es de
carácter público.

Para poder adquirir la patria potestas de un filius o de una filia es necesario que haya sido concebido en iusta nuptiae, es decir,
que sea un hijo legítimo concebido en una unión matrimonial reconocido por el ius civile; que haya sido adoptado por el pater; o, ya
en la época posclásica, que hubieran sido legitimados por el padre que los hubo de un concubinato.

Las patria potestas se extingue: (a) por la muerte del pater; (b) por haber sufrido el pater una capitis deminutio (haber perdido
la libertad, la ciudadanía o haberse dado en adrogatio). Igualmente si los filii mueren o han sufrido una capitis deminutio. La forma
directa de hacer salir un filius o una filia de la patria potestas es la emancipatio.

La emancipatio es la forma voluntaria por parte del pater de hacer cesar la patria potestas (aparte de la adopción y de la
conventio in manu de la hija). La forma para realizar la emancipación es semejante a la de adoptio, donde se realizan tres
mancipaciones seguidas de dos manumisiones, con la diferencia de que se realizan en cambio tres manumisiones, utilizándose de un
amigo quien actúa como pater fiduciarius.

4.4. El Matrimonio Romano


El matrimonio romano, que es la base de la familia, presenta características que lo diferencias del matrimonio moderno. Para
los romanos, el matrimonio no es una relación jurídica, sino más bien una situación de hecho, aunque capaz de producir
consecuencias jurídicas. De ahí que no existe una particular regulación jurídica de esta institución por parte de las leyes. Todo lo
relativo a la celebración, disolución y protección del matrimonio pertenece fundamentalmente a las mores (costumbres). En las
Institutas de Justiniano el matrimonio es definido como “la unión del varón y de la mujer que contiene la costumbre indivisa de la
vida”.

El matrimonio romano fue siempre invariablemente monogámico: una mujer no puede tener dos maridos a la vez, ni un hombre
puede tener dos mujeres a la vez. Para celebrar la iustae nuptiae, era necesario cumplimentar determinados requisitos: (a)
capacidad natural, que se considera existente con la pubertas (la mujer debía contar por lo menos con 12 años de edad y el hombre
con 14); (b) conubium, que consistía en el derecho de contraer matrimonio legítimo, el cual debía existir recíprocamente entre
ambos contrayentes (los ciudadanos romanos tienen el conubium con ciudadanas romanas y, si les fuera concedido, con los latinos y
los peregrinos); (c) consentimiento de los contrayentes, que debe ser dado por las partes con total libertad, sin violencia ni coacción;
(d) consentimiento de los patres, cuando los contrayentes son alieni iuris.

La celebración del matrimonio romano era un acto regulado por las mores. Jurídicamente bastaba con el mero consentimiento,
probado por amigos o vecinos. Se solía redactar un documento (nuptiales tabulae) y también otro sobre la dote. Dentro de la

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festivas nuptiarum, que tenía un carácter netamente social, se considerará como requisito probatorio, aunque no esencial, de que se
ha celebrado el matrimonio, que la novia sea conducida a la casa del marido.

Los romanos no contaron con un sistema de impedimentos para contraer matrimonio aunque si reconocieron ciertas
prohibiciones: (a) vinculadas con reglas que nacen del fas y condenan el incesto, hay prohibición de contraer nupcias con los
parientes más cercanos; (b) los hijos adoptivos no se pueden casar entre sí ni tampoco con los otros hijos in potestate, al menos que
se disuelva el vínculo adoptivo por la emancipación; (c) el vínculo de parentesco por afinidad, es decir, el que une a un cónyuge con
los parientes inmediatos de otro (por ejemplo: matrimonio entre suegro y nuera, entre suegra y yerno, entre madrastra e hijastro,
entre padrastro e hijastra; este impedimento rige una vez disuelto el matrimonio, puesto que mientras éste permanezca, es por otra
razón que no se pueden casar los afines, puesto que una mujer no puede estar casada con dos maridos, ni un varón con dos
mujeres); (d) por un senadoconsulto de la época de Marco Aurelio y de Cómodo (segunda mitad del siglo II) se dispuso que el tutor
(o sus descendientes o ascendientes) no podían contraer matrimonio con su pupila, hasta que se hayan rendido las cuentas de la
tutela; (e) se prohíbe también el matrimonio del gobernador de provincia con una mujer nacida o domiciliada en el territorio en que
ejerce su cargo; (f) con el fin de mantener la disciplina militar, los primeros emperadores habrían prohibido las nupcias de soldados
romanos, aunque ya hacia fines del siglo II, esta prohibición no existe más; (g) la mujer viuda, durante el período clásico, no podía
contraer nupcias antes de haber transcurrido 10 meses de la muerte de su marido ya que, si bien era válido el matrimonio, la mujer
era afectada por la nota pretoria de infamia; luego se extiende a un año, y también se aplica a la mujer divorciada; (h) Justiniano
prohíbe el matrimonio entre el raptor y la raptada; (i) el adúltero o adúltera podrá casarse, después de la muerte de su cónyuge,
pero no con su cómplice en el adulterio.

El emperador Octavio Augusto dictó leyes (años 18 y 9 a.C.) conocidas por el nombre lex Iulia et Papia con propósitos
demográficos y para corregir la corrupción de las costumbres. Conforme a este corpus legislativo, surgen ciertas prohibiciones de
matrimonio: (a) a los ciudadanos ingenuos se les prohíbe casarse con mujeres de mala fama (prostitutas, alcahuetas, cómicas, etc.) y
a los senadores con las libertas; (b) se establece la obligación de contraer matrimonio para los hombres mayores de 25 años y
menores de 60 y para las mujeres comprendidas entre los 20 y los 50 años, incluidos los/as viudos/as y divorciados/as (quedaban
exentos de estas obligaciones los hombres y las mujeres que hubieran procreado por lo menos tres hijos legítimos); (c) se
sancionaba a los solteros que no se casaban y a los casados que no tenían hijos, no pudiendo los primeros adquirir nada a título
hereditario, mientras que los segundos, sólo a la mitad.

El matrimonio produce los determinados efectos entre cónyuges: (a) Si el matrimonio es cum manu la mujer entra en la familia
del marido como agnada. Es por lo tanto, una alieni iuris¸ al igual que sus hijos, que a los efectos del parentesco serán sus hermanos,
ya que ella misma ocupa el lugar de hija; y si su marido es también alieni iuris, por estar bajo la potestad de su pater, será
considerada nieta de éste. Carece de independencia patrimonial al igual que sus hijos pero tiene vocación hereditaria. (b) Si el
matrimonio es sine manu sigue siendo agnada de su primitiva familia, y continúa sometida a la patria potestas de su padre si este
vive. (c) Sea el matrimonio cum manu o sine manu, las relaciones personales entre marido y mujer están reguladas por las
costumbres sociales y, en determinadas circunstancias, la mujer goza del rango social del marido. (d) Existía entre los cónyuges un
deber de reverencia mutua; en virtud de él uno de ellos no puede accionar contra el otro sin permiso del pretor, no era admitida
entre cónyuges la actio de dolo ni la actio furti, por ser infamantes. (e) La infidelidad es reprimida respecto de la mujer, pero no del
marido.

El matrimonio produce los siguientes efectos en cuanto a los hijos: los hijos habidos de iustae nuptiae serán considerados hijos
legítimos, quedando sujetos a la patria potestas. Los hijos seguirán la condición jurídica del pater: si este es ciudadano romano, el
hijo tendrá también ciudadanía romana, y si fuera latino o peregrino, el hijo será también latino o peregrino.

Efectos del matrimonio en cuanto a los bienes: (a) Matrimonio cum manu: Si la mujer in manu fuese alieni iuris, carece de
capacidad patrimonial; todo lo que ingrese por causa suya con posterioridad, incrementará el patrimonio del pater de la familia del
marido. Si la mujer in manu era sui iuris, al contraer matrimonio se produce una capitis deminutio pasando a ser alieni iuris, y los
bienes con los que antes contaba serán absorbidos en forma total por el pater de la nueva familia. (b) Matrimonio sine manu: en
esta forma de matrimonio, se separan los bienes. Cada cónyuge administra y dispone de sus bienes (o, si son alieni iuris, para su
pater) y no responde por las obligaciones del otro (no se hacen cargo de las deudas de la pareja). Si bien no estaba obligada, era
usual en un matrimonio bien avenid que los cónyuges se comporten respecto de los bienes particulares como si fueran comunes. La
mujer solía conferir al marido la administración de sus propios bienes, que serán llamados “bienes parafernales”. (c) La dote es una
cantidad especial de dinero o de bienes hecha por la mujer (o su pater o un tercero) al marido para solventar los gastos del
matrimonio. Si bien no era obligatoria, las costumbres prácticamente exigían que el pater de la novia concediera al marido

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determinados valores patrimoniales en concepto de dote. Con ello se consigue una mejora de la situación de la mujer, por cuanto el
marido estaba de hecho moralmente obligado a mantenerla. Pero junto a esta finalidad de contribuir en las cargas matrimoniales, la
dote cumplía una función protectora de la mujer para el caso de que el matrimonio se disolviera, pudiendo en este caso solicitar su
devolución.

4.5. Disolución del matrimonio.


El matrimonio se disuelve: (a) por la muerte de uno de los cónyuges; si uno de los cónyuges se ausenta durante largo tiempo, no
teniéndose noticias de él, o habiendo llegado al otro cónyuge información de que ha fallecido, dicha ausencia queda equiparada a la
muerte. (b) Por la cautividad en poder del enemigo, aun en el supuesto de que hubiera caído prisionero uno solo de los cónyuges,
sin darse la posibilidad del postliminium. Al quedar libre y regresar a Roma, si quieren volver al matrimonio, tenían que celebrar uno
nuevo. (c) Por el destierro de uno de los cónyuges. (d) Por impedimento sobreviniente, que ocurría cuando el pater adoptaba a su
yerna o a su nuera, pasando los cónyuges a ser hermanos. (e) El divorcio; al ser el matrimonio romano una res facti, se mantiene por
la affectio maritalis que, al faltar, cesaba el vínculo.

Justiniano restringirá la libertad de divorcio. El marido podía divorciarse por iusta causa sí: (a) la mujer supiera de una
conspiración contra el emperador y no le hubiese avisado; (b) por adulterio de la mujer; (c) si hubiese atentado contra su vida; (d) si,
no queriendo el marido, comiera o se bañara con extraños; (e) si, no queriendo el marido se quedara fuera de su casa, a no ser la de
sus padres; (f) si, no sabiéndolo el marido o habiéndoselo prohibido, asistiera al circo o al teatro, etc. La mujer podía divorciarse por
iusta causa sí: (a) el marido hubiera conspirado contra el emperador, o sabiéndolo que lo estaban haciendo otros no los hubiera
denunciado; (b) si el marido hubiera atentado contra su vida o no la hubiese defendido ante un atentado de otros; (c) si la hubiera
incitado al adulterio, entregándola a otros hombres; (d) si el marido la hubiese acusado falsamente de adulterio; (e) si el marido
viviera en otra casa con otra mujer, habiendo sido advertido por dos veces por sus padres, o los de la mujer, u otras personas dignas
de fe.

4.6. Adrogación y Adopción.


La adopción es un acto solemne por el cual se toma el lugar de hijo a aquel que no lo es por la naturaleza.

a) Adrogatio.
Ocurre cuando un pater adopta a un sui iuris, es decir, a otro pater, de tal modo que si este último tiene descendientes, no
sólo él sino también sus hijos y nietos ingresaban en la familia del adrogante. La adrogatio debía ser aprobada por el
populus con presencia e intervención del Pontífice. Las mujeres no podían adrogar ni ser adrogadas.
Desde el aspecto personal, la adrogatio involucra una capitis deminutio minima para el adrogado. De ser sui iuris, pasa
ahora a ocupar el lugar de filius en la nueva familia, en la cual será agnado. Los bienes del adrogado, pasan a integrar el
patrimonio del adrogante, pero no las deudas.
b) Adoptio.
La adopción ocurre cuando un pater adopta a un alieni iuris que estaba bajo la potestas de otro pater. Primero tenía que
romper el vínculo de la patria potestas que el filius tenía con su primitivo pater, lo cual se realizaba mediante una triple
mancipatio, seguida de dos manumisiones y, luego, tenía que realizar un acto ante el magistrado, en el cual el pater
adoptante reclamaba a dicho alieni iuris como filius suyo.

Unidad 5
5.1. La doctrina del negocio jurídico.
Los romanos acuñaron la expresión negocio con el valor de referirse al actuar puramente utilitario o económico. La
terminología de hechos, actos y negocios jurídicos es netamente modernista. Podemos distinguir que: (a) todo hecho es
un mero acontecimiento que interesará al derecho siempre y cuando que produzca determinadas implicancias jurídicas
(ej.: nacimiento, modificación o extinción de situaciones o relaciones jurídicas, el tiempo, algunos hechos naturales
como inundaciones o sequias, la muerte). (b) Cuando hablamos de actos nos estamos refiriendo a acciones voluntarias
humana. Éstos pueden ser la realización de algo prohibido por el ius (actos ilícitos). Cuando el actuar voluntario procura
ya el nacimiento, la modificación o la extinción de una situación o relación jurídica, estamos en presencia de actos lícitos
o, denominados con más propiedad, actos jurídicos. (c) Para algunos autores, el acto jurídico es sinónimo de negocio
jurídico. Para otros habría una diferencia; si bien en ambos interviene la voluntad, en el caso del acto jurídico, esta se

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halla totalmente fijada por el derecho; en cambio, en el negocio jurídico la voluntad tiene una posibilidad de actuación
más amplia.
a) Clasificación de los actos jurídicos.
Los actos y negocios jurídicos se pueden clasificar en: (a) unilaterales, cuando la existencia del acto o del negocio dependerá
de la voluntad de una sola persona, o bilaterales cuando la celebración del acto o negocio estará supeditada a un acuerdo
de dos o más personas. (b) inter vivos, son aquellos actos o negocios que son ya eficaces en vida de las partes, o mortis
causa, aquellos actos o negocios en los cual el disponente regula sus efectos para después de ocurrida su muerte. (c) Los
actos solemnes son aquellos en los que el ius exige la observancia de formas muy precisas; en cambio, en los actos no
solemnes existe carencia de formas o libertad para establecerlos. (d) En los actos causales, la existencia de la causa aparece
ineludiblemente unida a la existencia del acto o negocio, de tal modo que si ésta es ilícita o va contra las buenas
costumbres, el acto es inválido; en los actos abstractos, en cambio, si bien existe en la causa, no depende la existencia del
acto de su explicitación. (e) El acto puede ser oneroso si supone una ventaja económica que se adquiere por una
contraprestación consistente en un desprendimiento patrimonial, o gratuito, si la adquisición de la ventaja se realiza sin
contraprestación.
b) Elementos de los actos jurídicos.
(a) Los elementos esenciales son aquellos sin los cuales no se puede concebir la existencia misma del acto o negocio: La
manifestación de la voluntad y el objeto. Además, para los actos causados la causa, para los actos solemnes, la forma.
(b) Los elementos naturales son aquellos que no resultan necesarios para realizar el acto, pero están en su naturaleza (ej.: la
garantía en una compraventa)
© Los elementos accidentales son aquellos que se pueden lícitamente incorporar a un negocio jurídico, pero cuya existencia
no se presume, sino que depende de la voluntad de la o las partes que los hayan querido o no incorporar. Serían
principalmente tales: la condición, el plazo y el modo o cargo.
c) La voluntad y las formas de manifestación.
La voluntad puede ser manifestad en forma “expresa” o en forma “tácita”. Ocurre lo primero cuando se la formula de
manera indubitable, ya sea en forma oral o en forma escrita. Ocurre en forma tácita cuando, sin haber signos expresos de la
actitud asumida por la parte, cabe reconocer con certidumbre la existencia de la voluntad (por ejemplo, se entendía que
alguien aceptaba ser heredero si entraba a administrar bienes hereditarios como si lo fuera aunque no se declarase como
tal). El silencio tiene valor cuando por las circunstancias concretas la parte tiene que expresarse y no lo hace (por ejemplo,
si una mujer casada que no vive con su marido anuncia a éste su embarazo, el silencio es interpretado como una confesión
de su paternidad).
d) Objeto, forma y causa del negocio jurídico.
El objeto del negocio jurídico debe ser posible, lícito y está determinado por el negocio en particular. La causa puede ser
“causa fuente”, es decir, el negocio que sirve de antecedente, o “causa fin”, es decir el fin objetivo atendiendo al cual se
realiza el acto o negocio. Para su conocimiento, debemos remitirnos a lo que se dice a propósito en cada caso particular. Lo
mismo ocurre en la forma, está determinada por el acto jurídico y su observancia es precisa para la realización del acto.

5.2. Vicios de la voluntad.


Por lo general, la voluntad interna coincide con la voluntad manifestada. En caso de no ser así y existir una discrepancia, se
habla de un vicio de la voluntad o de su manifestación.

a) Vicios conscientes.
Esto puede ocurrir en el caso de los negocios simulados o en los negocios hechos como mera broma. Por ejemplo, en el
caso de la realización de un negocio como la compraventa, pero sin que exista realmente un precio, podemos asumir que se
está encubriendo un caso de donación. En la época posclásica, el negocio simulado es nulo, y si el acto verdadero es lícito,
valdrá como tal. El negocio efectuado como broma carece de validez, por cuanto no hay una voluntad seria de realizarlo.
Cuando una de las partes manifiesta su voluntad pero ésta no responde a su pensamiento interno, se hablará de “reserva
mental”.
b) Vicios inconscientes.
(a) El error es el falso conocimiento que la o las partes tienen sobre el acto o negocio llevado a cabo o sobre un aspecto
esencial de él. El error de derecho existe cuando alguien alega ignorar el ius o tener un conocimiento equivocado de él. En
principio la ignorancia del ius resulta inexcusable. Sin embargo, se admitió que pudiera ser invocado por determinadas
personas: los menores de 25 años, en ciertos casos para los militares, en otros para las mujeres y también los rústicos. Pero

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la ignorancia de derecho no se puede alegar si uno tuviera forma de aconsejarse por un jurisconsulto, o estuviese instruido
por su propia prudencia. El error de hecho se puede alegar siempre que sea esencial, es decir que la equivocación se
produzca respecto de un elemento importante constitutivo del negocio, y sea excusable, es decir que no haya incurrido en
grave negligencia ya que estaría ignorando lo que todo el mundo sabe o no entendiendo lo que todo el mundo entiende.
(b) El dolo es un error provocado en la cual cae una persona al ser engañada por otra. Es conciencia del dolo por parte de
quien lo comete, el vicio es inconsciente para la otra que lo sufre. Labeón define al dolo malo como “toda astucia, falacia,
maquinación empleada para sorprender, engañar o defraudar a otro”. Si bien en un principio los actos y negocios en que
hubiera mediado dolo eran válidos, Aquilio Galo, como pretor peregrino en el año 66 a.C. tipificó al “dolo malo”,
concediendo al perjudicado la actio de dolo para obtener una indemnización por el perjuicio sufrido.
(c) La violencia ejercida contra una persona la puede llevar a tener metus (miedo). Este temor a sufrir un daño puede llevar
a una persona a realizar un acto que de lo contrario no se habría efectuado. Para alegar metus debe haber una amenaza
injusta, es decir, el preanuncio de un mal grave a sufrir.

5.3. Elementos Accidentales del Negocio Jurídico.


En un negocio jurídico se pueden incorporar ciertas cláusulas, por voluntad de las partes. Una vez agregadas tienen validez para
el negocio respectivo. En términos modernos, se los denomina “elementos accidentales” del derecho jurídico. Los más importantes
son:

(a) La condición, que es un acontecimiento futuro e incierto del cual depende la eficacia del negocio. Hasta que no se cumpla
dicho acontecimiento la obligación es una situación de expectativa, que no es aún exigible. En el derecho moderno se distingue
entre la condición suspensiva y la condición resolutoria. Según la primera, la eficacia del negocio nace cuando el hecho condicional
se cumple (Ej.: te prometo dar 1.000 si llegara una nave de Asia). Según la segunda, en cambio, hace que el negocio nazca y sea
eficaz pero, de ocurrir la condición, se resuelve (Ej.: te daré 100 todos los días mientras no llegue una nave de Asia). En el Derecho
Romano solo se conoce propiciamente lo que hoy en día se llama “condición suspensiva”.

(b) El plazo o término es el acontecimiento futuro y objetivamente cierto del cual se hace depender la eficacia del negocio. Lo
que caracteriza al término, a diferencia de la condición, es la certidumbre de que el acontecimiento necesariamente sucederá.

© Se entiendo por modo una carga impuesta a una persona beneficiada por un acto de liberalidad (legado, donación,
manumisión).

5.4. Nulidad de los Actos Jurídicos.


En la modernidad se habla de actos nulos y anulables. El primero es cuando la invalidez aparece bien manifiestas, no
necesitándose de ninguna investigación para determinarla. Es en cambio anulable cuando la invalidez no aparece inmediatamente,
sino que es necesario un examen o investigación para determinarla.

En Roma, la terminología no era tan precisa:


(a) Para el ius civile, el acto ineficaz de manera absoluta es calificado de nulo en todo instante o meramente inutile. Ello
ocurría si no se habían realizado las solemnidades requeridas, o cuando el acto ha sido prohibido por la ley y sancionado
con la nulidad, o si es inmoral. (b) Para el ius praetorium, si la parte alega invalidez en el negocio, el magistrado puede
anular el acto, tratándose de una “nulidad relativa”.

Unidad 6
6.1. Obligaciones.
La obligación jurídica consiste en generar una actio en virtud de la cual el acreedor pueda exigir judicialmente el cumplimiento
de ella. En su denominación de obligatio aparece la idea de una atadura (ligatio) que une a dos personas, el “deudor” (debitor) y el
“acreedor” (creditor). Entre ellas existe un “vínculo” (vincula) que se expresa mediante vocablos como ligar (nectere) o constreñir
(adstringere). La extinción de una obligación se expresa mediante el termino liberar (liberare) o disolver (solvere).

Según una definición moderna, la obligación es un “vínculo jurídico a partir de la cual una persona llamada deudor se encuentra
constreñida a cumplir una determinada prestación a otra persona denominada acreedor”.

En las Institutas de Justiniano la obligatio aparece definida como “vínculo jurídico que nos constriñe en la necesidad de tener
que pagar alguna cosa según el ius de nuestra civitas”.
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6.2. Elementos de las obligaciones.
En la obligación deben existir: (a) Las partes, es decir un acreedor y un deudor. Ambos deben ser distintos, ya que si la misma
obligación recayera en la misma y única persona, se daría el caso de “confusión y ello arrastra a la extinción de ella. (b) El vínculo de
constreñimiento en que se halla el deudor. Este constreñimiento se hace efectivo por medio de una actio in personam (llamada a
veces condictio). (c) El objeto, la prestación, que es el debitum (lo debido).

La prestación debe consistir en un dar (dare), en un prestar (praestare) o en un hacer (facere). La expresión dare se refiere al
traspaso al acreedor de la posesión u otro iura in re aliena sobre una cosa. También el tener que realizar servicios o trabajos (dare
operas). Praestare significa en general el contenido de una obligación (significa prestación) pero se utiliza cuando no hay
propiamente un dare o un facere; según su significado etimológico, praestare implica garantizar algo, pero también se utiliza con el
significado de resarcir un daño. Facere hace relación con todo acto que implica un comportamiento determinado o una abstención
de dicho comportamiento (non facere), como por ejemplo, el constreñimiento de hacer una fosa o construir un edificio, o no
cometer dolo.

Se entiendo por “fuentes” de las obligaciones aquellos actos, negocios o situaciones de los cuales nacen o se originan las
obligaciones. Gayo establece una división bipartita de las obligaciones: las que nacen de un “contrato” ( ex contractu) y las que nacen
de un “delito” (ex delicto). Para Gayo, se pueden diferenciar ciertas situaciones en las cuales se busca voluntariamente “contraer una
obligación” (contrato), de otras en las cuales surge una obligación en la cual el deudor queda constreñido involuntariamente (como
ser los delitos). Luego, incluye una nueva clasificación que incluye a todos aquellos casos que no fueran contratos o delitos, las
obligaciones que nacen según “varias especies de causa”. Justiniano establece una división cuatripartita de las obligaciones:
contratos, cuasi contratos (quasi ex contractu), delitos y cuasi delitos (quasi ex delicto). Los cuasi contratos y cuasi delitos son
aquellas figuras jurídicas que se asemejan a las figuras del contrato y el delito respectivamente, pero no llegan a serlo, ya que, en los
cuasi contratos no hay acuerdo de voluntad y en los cuasi delitos no suele haber dolo. Los bizantinos luego distinguirían una quinta
fuente de obligación, que sería la lex (ley).

6.3. Clasificación de las obligaciones.


Las obligaciones en Roma, sobre todo en el derecho antiguo y clásico, resultan individualizadas por las acciones que sirven para
obtener su efectividad. Existe una conexión muy estrecha entre obligatio y la actio; la obligación una como causa y la acción como
efecto de ella.

CLASIFICACIÓN DE OBLIGACIONES
POR EL VÍNCULO CIVILES O NATURALES
CIVILES U HONORARIAS
DE DERECHO ESTRICTO O DE BUENA FE
POR LOS SUJETOS PARCIARIAS, MANCOMUNADAS.
CUMULATIVAS
SOLIDARIAS
AMBULATORIAS
POR EL OBJETO GENÉRICAS O ESPECÍFICAS
DIVISIBLES O INDIVISIBLES
ALTERNATIVAS O FACULTATIVAS

a) Obligaciones civiles o naturales.


Las obligaciones civiles son aquellas establecidas según las formas y en los casos reconocidos por el ius civile, que dotaba de
una actio civilis al acreedor para que pudiera exigir el cumplimiento de la prestación debida. La obligación propiamente
dicha es aquella que está amparada por una acción (actio). Sin embargo, en el siglo II d.C., a partir de Juliano, se hablará de
obligación natural para designar ciertas obligaciones que carecen de actio pero, no obstante ello, producen ciertos efectos
jurídicos. La obligación natural es aquella que carece de medio jurídico para que le acreedor pudiera exigir el pago de la
deuda. Puede ser, por ejemplo, la que contrae el esclavo, quien por su condición no podía actuar en justicia: si este goza de
peculio los acreedores podían dirigir una actio de peculio hasta el monto del mismo contra su dominus.
b) Obligaciones civiles u honorarias.
Las obligaciones civiles son aquellas establecidas según las formas y en los casos reconocidos por el ius civile, que dotaba de
una actio civilis al acreedor para que pudiera exigir el cumplimiento de la prestación debida. Las obligaciones pretorias,
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honorarias, son aquellas situaciones que se tornan exigibles por una actio in factum admitida por el pretor, por razón de
equidad.
c) Obligaciones de derecho estricto o de buena fe.
La obligación de derecho estricto es aquella en la cual el acreedor podía reclamar rigurosamente lo que fue convenido. Las
obligaciones consideradas de buena fe se caracterizan por cuanto se faculta al juez para condenar “todo aquello que el
demandado deba al actor según los dictados de la bona fides (buena fe)”. Por lo tanto, puede el iudex examinar con libertad
cuestiones como los intereses, los frutos, la compensación de créditos, así como las conductas dolosas, etc.
d) Obligaciones mancomunadas.
Son aquellas en las que, existiendo una pluralidad de acreedores o de deudores y siendo la obligación divisible, las deudas
se dividen de acuerdo con los diversos acreedores o deudores. Por ejemplo, si existen cinco deudores y un solo acreedor,
siendo la deuda de 100, se podrá reclamar de cada uno de ellos la parte proporcional que les corresponda, en este caso 20.
También, si son tres los acreedores y uno solo el deudor, siendo la deuda por 90, cada uno de los acreedores podrá
reclamar su parte proporcional, en este caso 30.
e) Obligaciones cumulativas.
Son aquellas en las que un deudor se encuentra constreñido a tener que pagar la entera prestación a dos o más acreedores
o, también, aquellas en las que varios deudores se encuentran constreñidos en tener que pagar cada uno de ellos la entera
prestación a un acreedor.
f) Obligaciones solidarias.
Son aquellas en las que se puede establecer que cada acreedor pueda exigir la totalidad de la prestación al deudor
(solidaridad activa), quedando este forzado a pagar y liberado de la obligación una vez que lo haya hecho, o también
aquellas en las que un acreedor, existiendo varios deudores, le puede exigir a uno sólo de los deudores, cualquiera de ellos,
el total de la prestación y éste está obligado a pagar in solidum (solidaridad pasiva).
g) Obligaciones ambulatorias.
Son denominadas así, ciertas obligaciones que carecen, de momento, de un acreedor o deudor determinado y son
transferibles de un sujeto a otro. Por ejemplo, el daño producido por un animal, esclavo o filius, debe ser demandado al
dueño o pater que lo fuera no en el momento de la comisión del daño, sino cuando se produce la litis contestatio; es decir,
si un esclavo comete un daño y su dueño lo vende a otro ciudadano, el nuevo dueño va a tener que responsabilizarse por el
delito cometido. La obligación del enfiteuta de pagar el tributo por un predio, también es ambulatoria, ya que aún por la
falta de pago debida por antiguos propietarios queda obligado a pagar la deuda el dueño actual de dicho predio.
h) Obligaciones genéricas o específicas.
Las obligaciones genéricas son aquellas que consisten en entregar una cosa indeterminada dentro de un mismo género,
como por ejemplo, tinajas de vino o de aceite. Como “el género o la cantidad nunca perece” la obligación es inextinguible,
ya que si he prometido entregar un caballo, siempre tendré la posibilidad de hacerlo, aunque haya perecido aquel con el
cual pensaba pagar. Las obligaciones específicas consisten en entregar una cosa perfectamente determinada, como por
ejemplo, entregar al esclavo Pánfilo. Si el esclavo Pánfilo muere, queda libre el deudor de dicha obligación.
i) Obligaciones divisibles o indivisibles.
Esta clasificación sólo tiene relevancia cuando existen dos o más acreedores o dos o más deudores. La obligación divisible
es aquella que puede ser fraccionada en partes sin menoscabo de su naturaleza o valor; cuando no es así, la obligación es
indivisible. Por ejemplo, si estoy constreñido a construir una casa a dos acreedores, la obligación es indivisible, ya que no
puedo entregarle una mitad de la casa a uno y la otra mitad al otro.
j) Obligaciones alternativas y facultativas.
Se entiende por alternativa la obligación cuya prestación consiste en dos o más cosas designadas disyuntivamente. Por
ejemplo, si me comprometo a entregar al esclavo Sticho o al esclavo Pánfilo, puedo elegir en principio a cuál de los dos
entregaré. Si uno muere, es debido el otro. En la obligación facultativa, la prestación es única, pero el deudor se reserva la
facultad de liberarse entregando una cosa distinta. Por ejemplo, si un dominus queda obligado a pagar por un delito
cometido por su esclavo, tiene la facultad de liberarse entregándolo.

6.4. Transmisión de las obligaciones.


En principio, las obligaciones podían ser trasmitidas en caso de sucesión (en una herencia). Los créditos (no las deudas) eran
adquiridos por el pater adrogante en el caso de la adrogatio, como también por parte de quien celebraba una conventio in manu con
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una mujer sui iuris. Pero en forma individualizada, las obligaciones no pueden ser trasmitidas a otros. Dadas las exigencias de la vida
económica, hubo necesidad de crear las vías que posibilitaran la trasmisión de las obligaciones.

a) Delegatio (transmisión de crédito).


El acreedor podía recurrir a la novatio para trasmitir su crédito a otra persona. Así, A era acreedor respecto de B por 5.000
sestercios. Supongamos que quiere ceder su crédito a C. Entonces, acatando la invitación de A, B celebra una stipulatio novatoria
con C, a quien prometía pagar esos mismos 5.000 sestercios. En virtud de esta delegatio se extinguía la obligación entre A y B y nacía
una nueva entre C como acreedor de B.
b) Procuratio in rem suam (transmisión de crédito).
Otro medio para operar los efectos de una cesión de créditos consistía en utilizar la representación procesal, es decir, la figura del
cognitor. En este caso, el acreedor le otorga mandato a un tercero para accionar jurídicamente contra el deudor. En principio, actúa
por cuenta del acreedor mandante, pero no lo hace en beneficio de éste, sino en beneficio propio. Esta forma tenía la ventaja de que
no se requería para nada la cooperación del deudor.
c) Acciones útiles de la Cancillería Imperial (transmisión de crédito).
Los juristas de la Cancillería imperial comenzaron a conceder actiones utiles para que pueda utilizar el cesionario en nombre propio y
no como representante procesal del cedente. No podían extinguirse por la muerte del cedente y son trasmisibles a los herederos.
d) Restricciones de Justiniano a las cesiones de créditos (transmisión de crédito).
Debido a que las acciones utiles muchas veces no desligaban al deudor del cedente, quedaba obligado con él y con el cesionario. Por
eso se establece la denuntiatio, que consistía en la notificación al deudor de la cesión efectuada, por la cual se le impedía pagar al
cedente con efecto liberatorio. Se prohibieron determinadas cesiones para evitar maniobras especulativas, como la cesión de
créditos litigiosos, la cesión a personas de posición social superior, la cesión al tutor de créditos respecto del pupilo. Se establecieron
limitaciones a las cesiones, a fin de evitar la especulación por la compra de créditos difícilmente cobrables adquiridos a bajo precio.
Mediante estas limitaciones se le permitió al deudor liberarse pagando al cesionario la misma suma con que compró el crédito al
cedente.
e) Asunción de deudas.
Se podía asumir deudas de otro de tres formas: a) mediante la novatio, un tercero pide asumir la responsabilidad de una obligación
de un deudor, necesitando necesariamente la aceptación del acreedor. b) Otra forma era recurrir al mandato procesal por parte del
deudor, quien nombraba a un cognitor que asumía la obligación, y que se dejaba demandar por el acreedor. c) También se podían
asumir deudas mediante el constitutum debiti alieni, mediante el cual, un tercero asume con consentimiento del acreedor el pago de
una deuda ajena, de tal modo que el deudor no queda liberado, ya que puede ser demandado por el acreedor.

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6.5. Efectos generales y accidentales de la obligación.
La obligación es una situación temporal, que de alguna manera debe concluir. Puede suceder: a) Que la obligación se
cumpla, esto es, que la prestación debida por el deudor al acreedor sea satisfecha. Con ello, la obligación en principio se extingue, ya
en forma plena o dando posibilidad de una exceptio. Igualmente la obligación puede quedar extinguida por otros modos. b) Pero si la
obligación no se cumple, ni tampoco queda extinguida, ello genera efectos determinados. Así, en principio, se abre para el acreedor
la posibilidad de iniciar la correspondiente actio, precisamente para exigir el cumplimiento por parte del deudor. Y además para
éste, se origina un estado de responsabilidad.
6.6. Responsabilidad.
Los juristas romanos no construyeron una teoría general de esta responsabilidad, por lo cual vamos a analizar distintos
casos de responsabilidad:
a) Responsabilidad del incumplimiento del deudor según la naturaleza de la obligación y de la actio.
En principio la responsabilidad del deudor va a depender de la naturaleza de la obligación y de la pertinente acción que
tenga el acreedor: 1) En el caso de obligaciones nacidas de un delito (furtum, rapina e iniuriae), en principio se exige el dolo (la
intención deliberada de producir el daño). Para el caso del damnum iniuria datum solamente se exige la mera culpa. 2) Si se trata de
una responsabilidad por incumplimiento negocial, hay que distinguir según la naturaleza de la obligación y de la actio que le
correspondía al acreedor: I) En caso de que se trata de una obligación de dare una cierta cantidad de dinero o una cantidad de cosas
genéricas, el vínculo obligacional se mantiene aunque las cosas con que se pensaba pagar se hayan extinguido (las cosas genéricas
no perecen). II) En cambio, si se trata de una obligación de dare una cosa cierta y determinada, en principio, la obligación se debía
extinguir al extinguirse la cosa cierta. Pero, si la cosa ha perecido por hecho (dolo o culpa) del deudor, la obligación se “perpetuaba”,
quedando obligado a pagar el valor objetivo de la cosa en el momento de la litis contestatio. III) Si el acreedor, por incumplimiento y
falta de lealtad del deudor, resulta privado de obtener una ganancia que dependía del cumplimiento de la obligación por su parte, el
juez puede otorgar una amplia indemnización en el interés del demandante teniendo en cuenta no solamente el perjuicio directo
sino también dicha ganancia.
b) Responsabilidad por infracciones negociales por actos del deudor.
Con Justiniano y los compiladores bizantinos se elaborara una gradación esquemática de responsabilidad, que abarca
distintas hipótesis por las cuales el deudor dejó incumplida su obligación: I) Dolo. El dolo (en el caso de incumplimiento de
obligaciones) es todo acto perjudicial realizado por el deudor para impedir el cumplimiento de la prestación (así, debía entregar una
cosa determinada y en forma intencional la destruí). II) Culpa. El deudor responde por culpa cuando no obro con intención
perjudicial. El deudor obra con culpa cuando comete actos imprudentes (actúa con negligencia) o cuando omite hacer aquellos actos
que la diligencia requería. III) Caso fortuito. Puede suceder que la cosa se haya extinguido por un hecho no imputable en principio a
él, ya que no actuó con dolo ni con culpa, y no podía evitar el hecho aunque lo hubiera previsto: por ejemplo, que la cosa le fuera
arrebatada por fuerza irresistible. Sin embargo, el deudor puede quedar responsabilizado por haber mediado una convención en la
cual asumía la responsabilidad por caso fortuito, o en los casos de dar cosas genéricas, ya que puede cumplir la obligación
entregando otra cosa del mismo género.

Mora.

La mora supone la existencia de un crédito exigible respecto del cual el deudor en forma consciente ha retrasado el
cumplimiento sin estar justificado en dicha demora. En general, se produce por el retardo injustificado del deudor.

Acción Pauliana.

La acción Pauliana era una acción revocatoria concedida al acreedor que denunciara, dentro del año, la realización de un
acto o actos fraudulentos, contra el deudor que cometiera el fraude y contra los terceros que habían participado en ellos. Era
necesario que el acto realizado haya disminuido o empobrecido el patrimonio del deudor, y haya ocasionado perjuicio a los
acreedores, creando o acrecentando el estado de insolvencia. Tiene por finalidad la revocación del acto fraudulento. Era arbitraria,
el juez debía restablecer el orden de las cosas en el estado anterior a la celebración del acto, restituyendo la propiedad de la cosa
con sus productos y frutos, o volviendo a constituir la obligación, en caso de haber sido liberado el tercero deudor.

6.7. El delito privado.


El Delito es un acto ilícito que lesiona a alguien y está sancionado con una pena. Los autores clásicos emplean este vocablo para
aquellos casos propios del ius privatum que provocan una obligación penal (obligatio ex delicto) y son sancionables por una acción
penal (actio poenalis), sean éstas del ius civile o del ius praetorium. En cambio, crimen designa el acto antijurídico que lesiona a la
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comunidad y que son castigados mediante un juicio público a una pena corporal o pecuniaria. Podemos diferenciar entonces
delictum (delito privado) de crimen (delito público).

Para la comisión de un delito se requiere generalmente una intención maliciosa (dolo malo) si bien por una interpretación
jurisprudencial para el delito de daño sancionado por la ley Aquilia, basta meramente la culpa. No son imputables el infante, el
impúber próximo a la infancia o el demente; en cambio sí lo pueden ser el impúber próximo a la pubertad, el esclavo, el pródigo o la
mujer.

Las acciones penales tienen rasgos propios que hay que destacar: (a) si existieran varios delincuentes, la actio los engloba a
todos ellos de manera “cumulativa”, de tal modo que todos y cada uno de ellos debe satisfacer la pena por entero. Por ejemplo, si
son cuatro quienes han cometido un furtum nec manifestum (la pena es el duplum), aquel a quien le hurtaron la cosa podrá
perseguir por la actio furti nec manifesti a cada uno por separado, con lo que obtendrá ocho veces el valor de la cosa. (b) Las
acciones penales son pasivamente intrasmisibles, de tal modo que sólo es responsable el autor del delito, no sus herederos. Desde
un punto de vista activo, las acciones penales son trasmisibles, ya que son de contenido económico. (c) Si el autor del delito era un
filius in potestate o un esclavo, el pater o el dominus, podía escapar de su responsabilidad entregando dicho hijo o esclavo, por
medio de una mancipatio, a quien sufrió el perjuicio, en carácter de noxa. Si no, debía pagar él mismo la pena del delito.

a) Furtum.
El furtum (hurto) consiste en el apoderamiento de una cosa mueble ajena, considerándola como propia, en contra de la voluntad de
su dueño. La figura del furtum excede lo que hoy en día se conoce por “hurto”, ya que engloba otras situaciones, a saber: (a) en
principio, se considera fur (ladrón) a quien se lleva una cosa cuya posesión o tenencia está en manos de otro, sin autorización suya.
(b) Ya en el siglo II a.C., también será furtum el retener la cosa de otro contra su voluntad. (c) Quien se apodera de una cosa que
hallo perdida (no abandonada), ya sea que sepa de quién es o lo ignore, estaría cometiendo furtum. (d) Quien a sabiendas, de mala
fe, ha vendido o dado la cosa de otro, o ha recibido en esas condiciones, dineros que no eran debidos, comete furtum. (e) La
destrucción maliciosa de los documentos donde se evidencia una deuda, también sería considerada furtum en épocas posteriores.
Las formas de cometer el furtum pueden ser: (a) en principio, la sustracción o desplazamiento de la cosa (furtum rei). Acá entrarían
todas las variantes mencionada en el párrafo anterior. (b) También se consideró furtum el abuso que se produjera en el uso de una
cosa confiada a alguien (furtum usus). (c) Otro caso se da cuando el propietario de una cosa dada en prenda o dada en usufructo se
apodere de esa cosa. No se considera el dominio que tiene sobre ella el dueño, sino la posesión de la cosa que había entregado y
debía respetar (furtum possessionis).
Quien comete furtum debe actuar con dolo (dolus malus). También será denominado animus o adfectus furandi, que consiste en el
conocimiento que tiene el ladrón de que está actuando contra la voluntad del dominus de la cosa. Por las características del furtum,
quien lo comete debe haber adquirido un provecho respecto de la cosa hurtada. Si se ha apoderado de una cosa ajena para dañarla
o destruirla, no es furtum, sino el delito de daño.
Existen distintas clases de furtum: (a) furtum manifestum, cuando el ladrón es sorprendido in fraganti, es decir, en el momento
mismo de cometerlo o llevando la cosa hurtada a un lugar destinado a guardarla. (b) furtum nec manifestum, cuando no se dan estas
condiciones. Según la ley de las XII Tablas el furtum manifestum era castigado con la muerte si el ladrón era un esclavo y con azotes y
la declaración de addictus si era un hombre libre. Si el furtum era nec manifestum, la ley decenviral establecía la pena del duplum.
En el procedimiento formulario, el pretor otorgaba la actio furti manifesti por el quadruplum del valor de la cosa, y la actio furti nec
manifesti se la otorgaba por el duplum. Justiniano mantendrá las mismas penas. c) en caso de furtum descubierto, se le concedía la
actio furti concepti a quien sufrió el furtum y que luego, en presencia de testigos, había buscado y encontrado en casa de alguno,
aunque no fuera el ladrón, aquello que fue hurtado, siendo la pena por el triplum; d) en caso de furtum entregado, se concedía la
actio furti oblati contra aquel que traslada una cosa hurtada a la casa de otra persona con la intención de que fuera encontrada en
su casa antes que en la suya; esta acción la podía utilizar aquel a quien se le traslada la cosa hurtada contra esa persona, sea o no el
ladrón, y la pena era del triplum; e) en caso de furtum ocultado, se podía sancionar con la actio prohibiti furti a aquel que se
opusiera voluntariamente a que se investigara el furtum, siendo la pena del quadruplum; f) en caso de furtum no presentado, se
sancionaba con la actio non exhibiti furti a aquel que no presentase o exhibiese la cosa hurtada que ha sido buscada y hallada en su
casa.
La actio furti es de carácter infamante y le compete al dueño de la cosa hurtada, pero también a aquel que aun no siendo dueño de
la cosa, le interesa que ésta no fuera hurtada. La actio furti se lleva a cabo contra el ladrón (fur). Pero también contra el cómplice de
la acción delictiva. Por la actio furti se puede perseguir el pago de una pena. Sin perjuicio de ello, para recobrar la cosa hurtada, el
dueño tiene que elegir entre la rei vindicatio y la condictio furtiva.
b) Rapina.

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La rapina (robo) originariamente no aparece distinto del furtum. Luego, a razón de los actos violentos realizados por hombres
reunidos y armados realizados durante las guerras sociales, se empezó a distinguir del furtum el caso de “bienes arrebatados por
medio de la violencia”. y se sancionaba con la actio vi bonorum raptorum, que abarcaba la comisión de “daños” por parte de robo.
En un principio se exigió la presencia de hombres reunidos y armados que actuaran con violencia, pero luego se admite una
interpretación más amplia, de tal modo que el delito podía ser causado por una sola persona “armada” o por una “banda” ya
armada o desarmada. La actio vi bonorum raptorum opera (aunque la rapina sea de una sola cosa mueble y por más que su valor
fuera insignificante) como actio utilis por el quadruplum si se ejercía dentro del año, y por el simplum transcurrido éste. Tenía
siempre naturaleza penal, siendo compatible con la rei vindicatio y la condictio furtiva¸ para recuperar la cosa robada o su valor.
Aparecen otras acciones vinculadas a la violencia, además de la rapina. La acción de turba sanciona a aquella persona que, formando
parte de una “turba”, ocasiona un daño: la pena era del duplum dentro del año y luego la acción era por el simplum. Si alguien,
aprovechándose de un incendio, ruina, naufragio, barca o nave expugnada robó alguna cosa, o la recibió con dolo malo, era
sancionado por una acción especial (de incendio ruina naufragio rate nave expugnata) por el quadruplum dentro del año desde que
hubiere sido posible ejercer la acción y por el simplum después del año.
c) Damnum iniura datum.
El delito de “daño causado injustamente” estaba contemplado en lex Aquilia (un plebiscito debido al tribuno Aquilio del año 287
a.C.). Esta ley castiga: a) la muerte de un esclavo ajeno o de un animal cuadrúpedo de rebaño ajeno (como por ejemplo las ovejas,
las cabras, los caballos, quedando excluidos los perros y bestias feroces). b) toda clase de daños, como heridas a un esclavo o animal
ajeno o quemaduras, fracturas o rupturas de cosas ajenas, etc.
El daño debe ser producido injustamente; los clásicos no solo lo admitieron cuando la acción productora del daño era intencional
(dolo), sino también por imprudencia o negligencia (culpa). El propietario de la cosa “dañada” tenía a su favor (siempre que fuera
ciudadano romano) la actio legis Aquiliae, de carácter penal. Esta era noxal, se extinguía por la muerte del delincuente y si existen
coautores todos son perseguidos en forma cumulativa, debiendo cada uno responder por el total de la pena. La pone podía consistir
en pagar el “mayor valor” que hubiera tenido la cosa durante el año anterior (en caso el caso a) o los treinta días anteriores (en el
caso b). Si el autor del daño negaba el hecho la pena podía acceder al duplum (al doble de su valor).
La actio legis Aquiliae se da en principio a los ciudadanos romanos (ya que forma parte del ius civile) y cuando el victimario hubiese
causado el daño de forma “directa” (es decir con su propio cuerpo) sobre el cuerpo de la víctima (por ejemplo si mata a un esclavo
ajeno con lanza o espada). Si estas condiciones no se cumplían el pretor podía conceder la actio in factum y la actio utilis; por
ejemplo, en los casos de daños de forma indirecta o cuando la víctima era un extranjero.
d) Iniuriae.
El delito de iniuriae pena toda afrenta tanto física como moral producida a una persona libre. En la ley de las XII Tablas, la iniuriae
eran las lesiones físicas, pero luego los pretores entenderían también como injuria la lesión por medio de palabras ya sea verbales o
escritas. La injuria la puede sufrir, no solo los hombres libres, sino también los filii que están in potestate o la mujer casada. Habrá
tantas injurias y tantas acciones como el número de personas injuriadas; por ejemplo, si se injuria a mi hija Ticia, casada con Mevio,
no sólo tendrá acción dicha hija, sino también podré accionar yo, así como el marido (sin embargo, la mujer no podía accionar por
injurias hechas al marido). Para que exista iniuriae es necesario el dolo, es decir, la intención de realizar el acto de manera
deliberada.
La ley de XII Tablas establecía las siguientes penas para la iniuriae: a) el talión, que se aplicaba a los casos del membrum ruptum, por
el cual podías mutilarle el mismo miembro al otro; b) el pago de determinada cantidad de ases (según el caso de injuria) como
indemnización. Luego el pretor, por considerar ridículas las penas, concedía una actio iniuriarum, que era penal y cuya condena
aportaba a la infamia. Esta acción permitía al ofendido estimar el monto de la iniuria; el juez, una vez que pruebe la misma, podía
condenar por el monto pedido o uno menor al culpable. La lex Cornelia de iniuriis instaura un juicio criminal por iniuriae con penas
rigurosas, como la muerte, el exilio o trabajos forzados, según los casos.

6.8. Obligaciones que nacen Quasi Ex Delicto.


Hay ciertos casos en el Edicto del Pretor que luego serán consignados como quasi ex delicto por Justiniano.
a) Juez que hace suya la causa.
Esto ocurre cuando un juez obra en forma parcial y, ya sea por soborno, ya sea por amistad o enemistad, o ya por imprudencia o
negligencia, hubiera dado una sentencia en fraude de la ley.
b) Daño causado por algo derramado o arrojado desde un edificio.
Si desde un edificio se derrama o arroja algo que produce daño a alguien que pasaba por allí, el pretor concedía una actio contra el
habitator, es decir, quien esté ocupando el edificio.
c) Colocación en un balcón o cobertizo que dé a un lugar transitado de una cosa cuya caída pueda dañar a alguien.

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El pretor podía conceder una actio contra aquel que había colocado o suspendido en un cobertizo o en un balcón que dan a un lugar
por donde transite gente, alguna cosa cuya caída pueda ocasionar un daño a alguien, o contra aquel que hubiese consentido que se
pusiera dicha cosa allí.
d) Responsabilidad por daños ocasionados por empleados.
Los transportistas marítimos, los que están al frente de un albergue o posada o de establos resultan responsabilizados por el hurto o
el daño ocasionados a los viajeros respecto de las cosas o mercancías “que hubiesen recibido para que estén a salvo”, realizados por
sus empleados u otros pasajeros.

6.9. Extinción de las obligaciones.


Toda obligación vale siempre como una atadura (un ligare) que es necesario desatar (solvere). Cuando el debitum se
cumple, satisfaciendo con ello al acreedor, la obligación se extingue. Pueden existir otras causas de disolver una obligación:

a) Pago.

La palabra empleada para designar lo que hoy llamamos “pago” era solutio, derivada de solvere. Significa el cumplimiento
de aquello a lo cual el deudor se obligó. En general, se “paga” cumpliendo la prestación debida, aunque se acepta también que el
deudor se libere pagando una cosa por otra con consentimiento del acreedor. En principio corresponde pagar al acreedor, pero
también es válido pagar al mandatario de éste. El tiempo y lugar del pago de la obligación suele estar determinado en el propio
negocio.

b) Novación.

Ocurre la novación (novatio) cuando se transforma una obligación ya existente en otra nueva, de tal modo que queda
extinguida la primera, quedando ahora subsistente la segunda. La novatio se crea mediante una stipulatio novatoria que crea la
nueva obligación. En la stipulatio novatoria se debe conservar el mismo debitum de la obligación precedente, pero puede contener
un elemento nuevo, como un cambio en alguno de los elementos secundarios o accidentales de la obligación, o el agregado o la
quita de una condición.

c) Compensación.

Modestino define la compensación como “la contribución entre sí de la deuda y del crédito”. Supongamos que A es
acreedor respecto de B por 100. Pero B resulta acreedor de A por 50. Ello significa que ambos son al mismo tiempo acreedores y
deudores en forma recíproca. Ahora bien, si A inicia el cobro de su crédito por 100, B le opondrá el suyo por 50. El juez en la
sentencia compensara el crédito de A con el de B, de tal modo que la condena de B será solamente por 50.

d) Remisión de la deuda.

La remisión de una deuda consiste en el perdón de la deuda por parte del acreedor.

e) Concurso de causas.

Ocurre esto cuando el acreedor obtiene por otra causa, la cosa que le es debida. Así, A hace una estipulación con B, por la
cual éste se obliga a darle el fundo Tusculano. Con posterioridad, por otra causa (por ejemplo, compra) A deviene en propietario de
dicho fundo. La obligación primera quedaba extinguida, puesto que una vez ya adquirida la cosa, deja de ser debida y no podemos
reclamar que se nos dé una cosa que ya es nuestra.

f) Pérdida de la cosa debida.

Cuando se debe una cosa específica y ésta perece en su totalidad, o si la cosa debida se hubiera hecho sacra o religiosa o si
se trata de un esclavo y este hubiera alcanzado la libertad, en consecuencia de hecho se extingue la obligación, quedando el deudor
liberado.

g) Muerte y capitis deminutio.

La muerte puede hacer cesar ciertas obligaciones que son intrasmisibles a los herederos. La capitis deminutio extinguía en
principio las obligaciones, aunque el pretor protegía a los acreedores.

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Unidad 7
7.1. Contractus y convenio.
El contractus es el acto lícito en el cual debe existir un acuerdo de voluntades entre las partes y origina una obligación. El contrato
tiene una causa civilis en la cual se basa y está protegido por una actio. Si bien todo contrato incluye una convención, no toda
convención implica un contrato ya que no de todas las convenciones nacen obligaciones exigibles por una actio.

7.2. Clasificación de los contratos.


Los contratos pueden ser: a) formales (literales o verbales); b) reales; c) consensuales; d) innominados; e) algunos autores también
cuentan los pactos.

7.3. Contratos Verbales.


Son aquellos contratos formales que requieren el cumplimiento de una solemnidad oral. El contrato verbal más sencillo y común
es la stipulatio (estipulación), aunque también había otras formas más antiguas de constreñimiento verbal, el nexum y la sponsio.

a) Nexum.
EL nexum no era considerado propiamente contrato. Es un rito estrictamente formal y solemne. Exigía las formas del per aes et
libram (uso del cobre y la balanza). El deudor “vendía su cuerpo” mediante la mancipatio quedando en condición de nexis, para
garantizar el cumplimiento de la obligación. Si no cumplía podía terminar en prisión por la deuda, siendo vendido como esclavo o
asesinado por el acreedor.
b) Sponsio.
Consistía en la interrogación por parte del acreedor al deudor mediante el empleo del verbo spondere. Por ejemplo: “Spondes dare
centum?” pregunta el acreedor; “spondeo” contestaba el deudor. Este verbo sólo podía ser empleado por los ciudadanos romanos y
tenía un significado religioso, por lo que según algunos era un juramento.
c) Stipulatio.
La estipulación es la forma más sencilla y ordinaria por la cual se puede hacer nacer una obligación. El futuro acreedor ( stipulator)
preguntaba en forma solemne al futuro deudor (promissor) si prometía dar, hacer o prestar (dare, facere, praestare) algo y, este
último contestaba congruentemente y en forma inmediata que lo prometía y a partir de ese momento quedaba obligado. Por
ejemplo: “¿Me prometes dar 100?” preguntaba el stipulator, y el promissor contestaba “lo prometo”.
Para que la stipulatio fuera valida: a) las partes debían estar presentes, debían saber hablar y entenderse por medio de las palabras
(ni los mudos, ni los sordos, podían realizar la stipulatio); b) todo debe suceder en un solo y único acto, la interrogación debe ser
seguida inmediatamente por la respuesta sin que exista un intervalo entre una y otra; c) la respuesta debe ser totalmente
congruente con la pregunta (por ejemplo, si preguntas “¿prometes?” la otra parte debe contestar “prometo”, si preguntas “¿darás?”
debe contestar “daré”, si preguntas “¿harás?” debe contestar “haré”); d) se solía hacer en presencia de testigos para luego tener
una prueba, pero luego se comenzó a redactar un escrito complementario.
La stipulatio válida podía exigirse por medio de una actio ex stipulatu. La estipulación puede estar sujeta a ciertas modalidades: a) la
condición (acontecimiento futuro e incierto del cual depende la eficacia del negocio); b) el plazo (acontecimiento futuro y
objetivamente cierto del cual depende la eficacia del negocio); c) el lugar (donde debe realizarse el pago); d) la alternativa (se
promete una cosa u otra, y para cumplir la obligación hay que dar solamente una de las dos); e) la accesio (agregado de otra persona
a los solos efectos de recibir el pago en lugar del acreedor).
En la stipulatio podían intervenir, tanto del lado de la parte acreedora como de la deudora, dos o más personas. A la stipulatio se le
puede agregar una cláusula que establezca una pena para el caso de incumplimiento (stipulatio penal). También puede participar de
una estipulación un acreedor adjunto (adstipulator) en quien el acreedor principal deposita su confianza para el cobro de la
obligación.
d) Dictio dotis.
La dictio dotis es la promesa solemne de dote, que podía ser hecha solamente por la misma mujer que se va a casar, por su pater y
también por un deudor de la mujer que actuara por orden suya. Era una promesa unilateral, es decir, el acreedor no hace ninguna
pregunta, simplemente el deudor se obliga directamente.
e) Iusiurandum liberti.
Era el juramento por el cual el liberto, mediante la promesa unilateral, se obligaba a hacer a su patrono un regalo, un servicio o
trabajos, luego de ser manumitido.
7.4. Contratos Literales.
Son aquellos contratos formales en los cuales las obligaciones se contraen por “letras”, es decir, por escritos o documentos.
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a) Nomina transcripticia.
Los nomina transcripticia consistían en anotaciones de transferencias de dinero realizadas en el codex que hacían nacer obligaciones.
Si ambas partes en un negocio convienen, una de ellas en tener determinada suma de dinero como dada, y la otra como recibida
(aunque no hubiera existido dicha transferencia), y aceptan ambas partes que se anote en el codex del acreedor, esto da origen a
una obligación. La obligación, entonces, surgía del convenio de las dos partes, de las cuales una de ellas transcribe en su codex y la
otra le pide que así lo haga.
Por las características de los nomina transcripticia sólo se podían anotar sumas de dinero, y el reclamo se hacía por la condictio
certae creditae pecuniae. En el codex se anotaban las “entradas” y las “salidas” de dinero. Se supone que ambas partes debían
anotar el “crédito” y la “deuda”, lo cual podía tener importancia para su confrontación en un juicio, aunque lo decisivo era el libro
del acreedor, el cual debía probar la transcripción en el libro y el consentimiento del deudor.
b) Chirographa y syngraphae.
La Chirographa consistía en un documento escrito (chirographum) emanado de la propia mano del deudor, donde se reconocía una
deuda, sellada por él y entregada al acreedor. En cambio la syngraphae eran dos o más documentos sellados por las diversas partes
de los cuales se entregaba uno a cada parte.
7.5. Contratos Reales.
Los contratos reales son aquellos que originan una obligación “contraída por la cosa”. La característica fundamental es que se ha
operado por parte de alguien el traspaso de una o varias cosas, de tal modo que por el hecho de haberlas recibido nace la obligación
de devolverla a quien se la entregó.
a) Mutuo.
El mutuo es un préstamo de dinero o de otras cosas fungibles y consumibles (vino, aceite, etc.) que consiste en la atribución de su
propiedad a quien las recibe, el cual queda obligado a restituir una cantidad igual (del mismo género y calidad) de éstas y no las
mismas que ha recibido. Es un “préstamo de consumo”. Para que se origine la obligación es necesario la transmisión de la propiedad
de la cosa. La forma normal de constituir el mutuo es la entrega del dinero o la cosa por parte de una traditio del mutuante (o
prestamista) al mutuario (o prestatario). Otras formas serían permitirte gastar un depósito, el cual se convertiría en mutuo, o decirle
a un deudor que le dé el dinero debido a otro que van a recibir el dinero en carácter de mutuo. El mutuo es gratuito, sólo se debe
devolver la cantidad prestada; los intereses (usurae) no resultaban naturalmente de la esencia del mutuo, pero se podían agregar
mediante una stipulatio especial (stipulatio usurarum).
b) Comodato.
El comodato es el préstamo gratuito otorgado por el comodante al comodatario de una cosa corporal no consumible, para que éste
la use gratuitamente cierto tiempo, debiendo luego restituirla. Es lo que se considera “préstamo de uso”. El comodatario es un
simple detentador de la cosa, quedando la posesión en el comodante. El comodatario debe usar de la cosa teniendo en cuenta su
naturaleza y también lo convenido entre las partes. Debe tomar con la cosa prestada el mismo cuidado que tiene costumbre de dar a
las suyas propias. La cosa debe ser devuelta en el estado normal que tenía, por lo que el comodatario responde de todo deterioro
que no fuere ocasionado por un caso de “fuerza mayor”. El comodante tenía la actio commodati para lograr recuperar la cosa
prestada, y ello debía ocurrir cuando por las características del préstamo se entendía que había concluido el comodato, o si había un
plazo que respetar, no pudiéndose reclamar antes. El comodatario tenía la actio commodati contraria para exigirle al comodante el
reintegro por ciertos gastos ocasionados por el cuidado de la cosa o para reclamar los perjuicios sufridos por haber entregado el
comodante, a sabiendas, la cosa con defectos, o por quitarle la cosa intempestivamente.
c) Depósito.
El depósito es un contrato de buena fe por el cual una persona (depositante) entrega a otra (depositario) una cosa mueble,
confiándoles su guarda. El depositario se obliga a devolverla cuando el depositante se la reclame. El depositario adquiere sobre la
cosa no la posesión sino la tenencia, quedando la propiedad y la posesión en manos del depositante. El depósito es gratuito, aunque
Justiniano admitirá que podría efectuarse un módico pago por él. El depositario debe conservar la cosa que le ha sido entregada y
tiene prohibido su uso, bajo la pena de incurrir en furtum usus. Sólo responde por dolo, no responde por el furtum de la cosa
depositaria.
El depósito normal consiste en guardar una cosa mueble pero existen otra clase de depósitos: a) depósito necesario, cuando se
efectuaba bajo la presión de irresistible necesidad (así, en caso de tumulto, incendio, ruina o naufragio), agravando la
responsabilidad del depositario que ha tenido que ser elegido en circunstancias tan apremiantes. La actio depositi era por el duplum
contra el depositario si se niega a restituir el depósito. b) Depósito irregular; las prácticas bancarias, establecieron la posibilidad de
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considerar el depósito de dinero como un depósito irregular, de tal modo que el depositario podía usar de este dinero y devolver,
cuando le fuera reclamado por el depositante, una suma equivalente. Esta práctica puede parecer igual al mutuo; sin embargo, en el
mutuo el dinero es dado en interés del mutuario que lo pidió y, si se establecieron intereses, en interés de ambas partes; en cambio
en el depósito de dinero el negocio es solo en interés del depositante. c) Secuestro, cuando dos o más personas resuelven
encomendar la cosa a otro, para que este la guarde y se la devuelva al que resulte vencedor de un litigio o de una apuesta. El
secuestratario es considerado poseedor de la cosa, gozando protección interdictal.
El depositante contaba de la actio depositi directa para exigirle al depositario la entrega de la cosa depositada y responsabilizarlo por
los daños y perjuicios sufridos. El depositario contaba con la actio depositi contraria para hacerse pagar los gastos ocasionados por el
depósito así como los daños que le ocasionó.
d) Prenda. (Pignus)
La prenda es un contrato real en virtud del cual el deudor, u otra persona, le hace entrega de la cosa en garantía al acreedor, quien
debe responsabilizarse por los daños ocasionados a ella, no solo por dolo y culpa, sino también por custodia. Tiene la misma
responsabilidad que el comodatario. El acreedor debe devolver la cosa dada en prenda cuando se ha satisfecho la obligación. En
caso de no ser así, el deudor tiene contra él la actio pignoraticia para que se lo condene a devolverla.
7.6. Contratos Consensuales.
Los contratos consensuales se caracterizan por formarse mediante el mero consentimiento. Una vez que las partes han convenido
en realizarlos son desde ese momento obligatorios. Si bien en todas las convenciones existe un consenso, solamente en aquellos
casos admitidos por el ius, el consentimiento conforma un contrato consensual. Las obligaciones nacidas de estos contratos están
amparadas por “acciones de buena fe” (bonae fidei iudicia). Lo propio de estos contratos consensuales es la reciprocidad de las
obligaciones. Una de las partes queda obligada respecto de la otra en virtud de la prestación que debe realizar. Por su carácter
consensual, estos contratos pueden extinguirse por el disenso. Así, por ejemplo, A ha vendido un fundo a B, cualquiera de las partes
puede disolver el contrato antes de que el vendedor haya recibido el precio o el comprador la cosa.
a) Compraventa.
Cuando una de las partes quiere vender una cosa y la otra quiere comprarla y se ponen de acuerdo en cuanto al precio, por este solo
consenso, aunque la cosa no haya sido entregada ni el precio pagado, existe desde ese momento la compraventa. En el momento en
que se llega a dicho consenso, se originan obligaciones tanto para el vendedor como para el comprador. El primero se obliga a
entregar a la otra la pacífica posesión de una cosa, y el comprador se obliga a pagar por ella un precio en dinero. Estas dos
obligaciones generan acciones bonae fidei: el vendedor tiene la actio venditi para exigir el precio e intereses después de la entrega
de la cosa y el comprador cuenta con la actio empti para reclamar la entrega de la cosa. Ninguno podía iniciar acciones contra el otro
sin haber cumplido su parte de la prestación.
Los elementos esenciales de la compraventa son: (a) un consentimiento respecto (b) de un precio que es determinado respecto de
(c) una cosa. El consentimiento debe ser libremente expresado, nadie puede ser obligado a vender una cosa contra su voluntad y el
negocio debe carecer de vicios como el dolo, el error o la violencia. El precio debe ser verdadero (por lo que si se vende una cosa a
un valor mucho menor del que tiene realmente, no se considera como venta), ser cierto (es decir, debe estar determinado) y debe
consistir en dinero. El contrato debe incluir cosas que pueden ser compradas y vendidas (no se podían vender, por ejemplo, una cosa
sagrada, una cosa religiosa, una cosa pública o un hombre libre).
Supongamos que luego de la venta de una cosa cierta, antes de la tradición de ella al comprador ésta se pierde o se deteriora, por
caso fortuito o fuerza mayor, el riesgo sufrido es para el comprador (según Institutas de Justiniano). Supongamos que un esclavo
vendido ha muerto o sido herido, o un edificio vendido en todo o en parte ha sufrido un incendio, el comprador no obstante estará
obligado a pagar el precio, siempre y cuando el vendedor no haya incurrido en dolo o en culpa.
Supongamos que el vendedor entrega al comprador una cosa y luego se presenta alguien reclamando ser propietario de ella. Si es
vencido en el juicio, el comprador quedará privado de la posesión de la cosa (“evicción total”) o perjudicado (“evicción parcial”) y el
vendedor queda obligado a responder al comprador por evicción. A partir de Juliano, la evicción se consideró tácitamente agregada
como garantía a toda compraventa, pasando a ser un “elemento natural” de este contrato. El comprador podía hacerla efectiva por
el simplum mediante la interposición de la actio empti. También por los efectos de la bona fides implicada en la contraventa, el
vendedor debe responder por determinados defectos o vicios materiales ocultos que tenía la cosa.
La compraventa puede asumir distintas modalidades en virtud de determinados pactos especiales establecidos para el negocio,
llamados también leges privadas, como serían: a) Lex commissoria. Si el vendedor quiere asegurarse el pago del precio, establece
que no tendrá por ocurrida la compraventa si dentro de un determinado plazo el precio no se ha pagado. b) In diem addictio. Pacto
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por el cual la venta puede quedar supeditada a que dentro de determinado plazo no aparezca otro interesado ofreciendo pagar un
precio mayor o mejores condiciones; si el vendedor considera mejor aceptar otra oferta, puede rescindir la venta. c) Pactum
displicentiae (venta de prueba). Por medio de este pacto el comprador se puede quedar con la cosa hasta un cierto tiempo, y si no le
agrada la operación, se reserva el derecho de devolverla al vendedor. d) Pactum de retroemendo (pacto de
retroventa/retrocompra). El vendedor se puede reservar el derecho de rescatar la cosa devolviéndole al comprador el precio y otros
gastos que hubiere demandado la conservación de ella.
b) Locación.
La locación (o arrendamiento) es un contrato consensual por el cual una de las partes (locador o arrendador) coloca en manos de
otra (locatario o arrendatario) ya una cosa, un trabajo o servicios, mediando una cierta finalidad y a cambio de un precio fijado y
determinado por las partes. Locare significa “colocar”, esto es, confiar o entregar algo a una persona.
Este contrato está protegido por una acción del derecho y de buena fe: la actio locati conducti. Dada la variedad del contenido del
contrato, autores posteriores establecieron una tripartición (derecho moderno) de éste: a) locación de la cosa, en la cual el locador
cede al locatario el uso de una cosa (inmueble rústico, casa, esclavo, etc.), obligándose el locatario a pagar un precio por dicho uso
de la cosa; b) locación de obra, en la cual el locatario se compromete a realizar una determinada obra (hacer una estatua, construir
una casa, etc.) obligándose el locador a pagar un precio por ella; c) locación de servicios, en la cual el locador arrienda sus servicios
(por ejemplo, trabajo doméstico) a cambio de una remuneración que debía pagar el locatario. El locador es siempre quien “coloca”,
ya la cosa, la materia para hacer la obra o sus servicios laborales, y el locatario es quien se lleva consigo, ya la cosa arrendada, ya la
obra confeccionada, ya los servicios laborales. En la locación de cosas y servicios, el locatario es quien paga el precio, mientras que
en la locación de obra el obligado a remunerar es el locador.
1) Locación de cosas.
El locador debe entregar la tenencia de la cosa arrendada al locatario para que éste pueda usarla y disfrutarla. Responde por vicios
de la cosa o por vicios jurídicos (evicción). Si la cosa se tornaba imposibilitada en su uso y disfrute, ya por culpa o por fuerza mayor,
los riesgos corren por cuenta del arrendador, no quedando obligado el locatario al pago del alquiler, debiendo entregar la cosa en el
estado que esté.
El locatario debe pagar el alquiler por la cosa arrendada. El locatario debe usar la cosa conforme a la naturaleza y destino de la cosa,
según lo convenido en el contrato y siguiendo las reglas de la bona fides. Responde por dolo y culpa, y además por custodia, de tal
modo que debe cuidar la cosa, respondiendo por el furtum de la cosa arrendada. Una vez concluido el contrato está obligado a
devolver la cosa arrendada.
El locatario es un mero detentador de la cosa (no poseedor). Si el locador vende la cosa alquilada, el locatario no tiene ningún
derecho contra dichos terceros, quienes podrían expulsarlo de la cosa, pero si puede ejercer la actio conducti para reclamar del
perjuicio sufrido contra el locador. Si una de ambas partes fallece, el contrato continúa: los herederos del locatario continúan
gozando del mismo contrato que su causante, y los herederos del locador seguirán cobrando los alquileres. La locación dura el plazo
que se haya establecido por las partes, aunque si ambas partes, una vez finalizado el plazo, guardaban silencio y seguía la relación
contractual se admitía la “relocatio tacita”.
2) Locación de la obra.
El locador es quien paga el precio y el locatario debe realizar una “obra”, entregando un trabajo ya terminado: así, construir una
habitación o una casa, o reparar, o transportar cosas o personas. El locador debía proporcionar la materia de la obra a realizar por el
locatario. El locatario responde por la custodia de la cosa; si es objeto de un furtum, deberá responder ante el locador. También
responde por impericia, por su falta de aptitudes para realizar la obra a la cual de comprometió.
3) Locación de servicios.
El locador arrienda sus servicios o trabajos al locatario que se obliga a pagarle un precio por ellos. Generalmente, la mano de obra
estaba cubierta por los esclavos y los libertos. El trabajo de hombres libres pagados por otro resultaba bastante limitado.
c) Sociedad.
La sociedad es un contra consensual por el cual dos o más personas se unen, aportando ya la totalidad de sus bienes o sólo una
parte de ellos para realizar un fin común, repartiéndose las ganancias y soportando las pérdidas. Las sociedades pueden clasificarse
en: a) sociedad de todos los bienes, que se caracteriza porque todos y cada uno de los socios aportan en común todo su patrimonio;
b) sociedad de ganancias y adquisiciones, en la cual los socios guardan su patrimonio propio, pero ponen en común todas las
ganancias y adquisiciones que provengan de su trabajo o de su actividad negocial o industrial; c) sociedad por negocios
determinados de la misma naturaleza, en la cual los socios realizan aportes, poniendo en común el uso de determinadas cosas o el

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trabajo personal para la realización de un negocio determinado; d) sociedad por un solo negocio, que es semejante al anterior, pero
está constituida para un solo negocio.
El contrato de la sociedad es consensual, se constituye por el mero consentimiento y dura mientras éste continúe. Es un contrato de
buena fe en el que todos los socios están sometidos a las mismas obligaciones, sancionadas por la actio pro socio, que puede ser
utilizada por cualquiera de ellos. La sociedad no es una persona jurídica, por lo cual no tiene patrimonio ni deudas, sino que estos
son de los socios que la integran.
Los socios están facultados a participar de las ganancias e igualmente tener que soportar las perdidas. a) Si nada se hubiera
convenido acerca del reparto de ganancias y de las pérdidas, se entendía que se debían repartir por “partes iguales”. b) Las partes
podían convenir un régimen distinto. Se puede, por ejemplo, establecer que un socio tenga dos tercios (2/3) tanto en las ganancias
como en las pérdidas y el otro socio tenga solamente un tercio (1/3). c) Lo que estaba prohibido, por inmoral, era la denominada
“sociedad leonina”, que consistía en una sociedad en que uno participa sólo de las “ganancias” y el otro debe soportar todas las
pérdidas, sin tener derecho a soportar las ganancias.
Toda sociedad es temporal: a) se puede disolver por al muerto de uno de los socios (o su capitis deminutio); b) por la renuncia de un
socio (si un socio renuncia a un sociedad para evitar que una herencia ingrese a ella, se considera que renunció en forma dolosa y
por la actio pro socio se lo obliga a disponer del uso común de ella; si se renuncia en forma intempestiva, antes de cumplir el plazo
determinado por el contrato, no puede participar de la ganancia pero va a deber pagar su parte por las pérdidas); c) si la sociedad se
constituye para la realización de un solo negocio, concluido este termina la sociedad, e igualmente si fue constituida por un plazo
determinado y éste se cumplió.
d) Mandato.
El mandato es un contrato consensual por medio del cual una parte (mandatario) se obliga gratuitamente a realizar uno o varios
negocios en favor de la otra (mandante) quedando ambos recíprocamente obligados el uno al otro cumplir todas las prestaciones
que la buena fe ordena. El mandatario representa indirectamente al mandante, actúa por cuenta suya. Los efectos del negocio
encomendado recaen sobre el mandatario, quien luego los transfiere por los modos adecuados a la persona del mandante.
El mandato es meramente consensual y es eminentemente gratuito (aunque se permite la recepción de un honorario voluntario,
que es entendido como reconocimiento, no como precio). El cometido del mandato debe ser lícito y acorde con las buenas
costumbres. Puede ser que se realice en interés del mandante, en el de éste y el mandatario o en interés de un tercero, pero no en
interés exclusivo del mandatario (en tal caso sería un consejo y no podía utilizar la actio mandati).
El mandante puede exigir que el mandatario le rinda cuentas y, en su caso, que le transfiera todo el beneficio adquirido, por la actio
mandati directa. El mandatario puede demandar al mandante para que se le restituyan todos los dineros que hubiere pagado, los
gastos que hubiera necesitado hacer y se lo indemnice de los perjuicios ocasionados por la actio mandati contraria.
Si el mandatario se aparta de lo encomendado, debe responsabilizarse por cualquier perjuicio ocasionado por dicho negocio (por
ejemplo, si te mandé a comprar la casa de Seyo y compraste la de Mevio).
El mandato se extingue cuando una de las partes, antes de haberse realizado lo encomendado, desiste del contrato, o muere antes
de que se cumpla. El mandante puede revocar cuando quiera el contrato pero sólo surge afectos la extinción del mismo a partir de la
notificación del mandatario. Si el mandatario ya había cumplido el mandato, el mandante estar obligado a cumplir con sus
obligaciones por la actio mandati. El mandatario puede renunciar pero para quedar desligado debe ocurrir que renuncie cuando la
ejecución del mandato pueda ser continuada por el mandante o por otro que éste mande o que existan razones eximentes, por
motivos graves. Si el mandante fallece e, ignorándolo, el mandatario cumpliera el mandato, este tiene la actio mandati contra los
herederos del mandante.
7.7. Contratos Reales Innominados.
Aquellas convenciones en las cuales una persona daba algo a otra con el fin de obtener de aquella algo lícito, pero que no entraban
en las figuras nominadas de contratos (verbales, literales, reales y consensuales), fueron denominadas por los posclásicos como
“contratos innominados”. Estos integraban los siguientes casos: a) “te doy para que me des”; b) “te doy para que tú hagas algo”; c)
“hago algo para que tú me des algo”; d) “hago algo para ti para que tú hagas algo para mí”. La particularidad de estos convenios
consiste en que, desde el momento en que una parte cumple su parte, ello produce efectos jurídicos, para exigir el cumplimiento de
lo convenido con la otra. Estos casos están protegidos por la actio praescriptis verbis.
a) Permuta.

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Permutatio es un contrato innominado mediante el cual A conviene darle la propiedad de una cosa a B para que, a cambio, le dé la
propiedad de una cosa suya. Desde el momento en que una parte hace entrega de la cosa convenida, puede reclamarle al otro
mediante una actio praescriptis verbis el cumplimiento de lo convenido.
b) Contrato estimatorio o aestimatum.
En este caso, A entregaba a B determinadas cosas fijándole un valor determinado, para que B las vendiera al precio que quisiera. Por
aquellas que lograba vender, B podía retener el exceso, pagando solamente la estimación ya fijada a A. Mediante la actio
aestimatoria podía exigir el pago de lo estimado o la devolución de las cosas no vendidas.
c) Precario.
Precarium (de precare = rogar) era un contrato real innominado mediante el cual alguien pedía al dueño de una cosa que le
permitiera gratuitamente el uso en posesión de ella.
7.8. Cuasicontratos.
Esta clase de fuentes de las obligaciones establecidas por los compiladores, tiende a agrupar aquellos casos, ya protegidos en la
época clásica por el pretor de situaciones parecidas a un contrato, pero donde falta el consenso entre las partes, pero de las cuales
nacen obligaciones.
a) Gestión de negocios.
Podía ocurrir que alguien sin existir mandato se ocupe de los negocios de una persona ausente. De esta intervención nacía una
acción, válida para una y otra parte: la actio negotiorum gestorum directa podía utilizarla el dueño del negocio contra el gestor para
pedirle cuentas y obligarlo al traspaso de todo lo conseguido a propósito de su gestión, así como los perjuicios ocasionados por su
intervención; y el gestor tenía la actio negotiorum gestorum contraria contra el dueño del negocio para resarcirse de los gastos y
daños sufridos en su gestión.
Para que se pueda dar la gestión de negocios es necesario que el gestor se haya ocupado de un negocio que fuera ajeno y que esa
intervención en los negocios del ausente o del fallecido, debía ser realizada “útilmente”. La gestión debía haber sido realizada de
manera razonable para favorecer al dueño del negocio sin interesar el resultado final del mismo, que puede no ser favorable para
éste.
b) Pago de lo indebido.
El pago de lo no debido consiste en la realización de un traspaso de una cosa en la cual falla su causa, ya por no acaecer o ser
errónea que existiera. Por ejemplo, A por error paga a B una deuda inexistente; B entonces deberá restituir la cosa o la suma
pagada, o su valor si la cosa hubiese perecido.
c) Enriquecimiento ilícito.
Consiste en el aumento del patrimonio sin causa en detrimento de otro.
7.9. Las donaciones.

Unidad 8
8.1. Las cosas.
La palabra res (cosa) sirve, ante todo, para designar los entes materiales, así como los naturales, sean animados como los
inanimados. “Cosa” es todo objeto corporal e incorporal sujeto al poder del hombre y susceptible a la valoración económica. Las
cosas corporales son las materiales, las que se pueden tocar, como por ejemplo un fundo, un esclavo, un vestido, el oro y la plata.
Las res incorporales son las cosas inmateriales, que no se pueden tocar. Son las que consisten en algo jurídico, como por ejemplo la
herencia, el usufructo, el uso, las obligaciones, las servidumbres (hoy en día se las conoce como “derechos”).

RES DIVINI IURIS (COSAS RES SACRAE (COSAS SAGRADAS)


RES EXTRA DE DERECHO DIVINO) RES RLIGIOSAE (COSAS RELIGIOSAS)
COMMERCIUM RES SANCTAE (COSAS SANTAS)
(COSAS FUERA DEL RES HUMANI IURIS (COSAS RES COMMUNES (COSAS COMUNES)
DE DERECHO HUMANO) RES PUBLICAE (COSAS PÚBLICAS)
CLASIFICACIÓN COMERCIO)
RES UNIVERSITATIS (COSAS UNIVERSALES)
GENERAL DE LAS
RES IN COMMERCIO RES MANCIPI SON LAS COSAS MÁS IMPORTANTES, SE OBTIENEN
COSAS
(COSAS DENTRO DEL POR LA MANCIPATIO.
COMERCIO) RES NEC MANCIPI SON LAS COSAS MENOS IMPORTANTES, SE PUEDEN

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OBTENER POR LA SIMPLE TRADITIO.
Generalmente se clasifica a las cosas como res in commercio (cosas dentro del comercio) y res extra commercium (cosas fuera del
comercio). Las primeras son aquellas con capacidad de ser admitidas como objeto de actos o negocios jurídicos; por el contrario, las
cosas fuera del comercio son las que no pueden ser objetos de actos o negocios jurídicos patrimoniales. Las cosas fuera del comercio
o extra commercium son tales por “derecho divino” o por “derecho humano”.
Las res divini iuris pueden ser: a) res sacrae, que son las cosas consagradas a los dioses superiores, como los templos, terrenos,
edificios, altares y cosas culturales dedicados a las divinidades. Para que se tenga por sacro un lugar debe mediar la intervención
autorizante del populus, cristalizada en una ley, en un senado consulto o en una constitución imperial, y una ceremonia religiosa, en
la cual tomaban parte los Pontífices y los magistrados especiales. b) Res religiosae, son las cosas relacionadas a los dioses Manes, es
decir, a los antepasados familiares, a los cuales se deben los sacra privata. Principalmente, son los sepulcros, tanto el lugar como las
construcciones y demás enseres de las sepulturas. Para que una cosa sea religiosa es necesaria la inhumación efectiva de un cadáver
o el resguardo de sus cenizas (un monumento funerario sin contener el cuerpo o las cenizas del difunto, no es res religiosae), y que
el entierro lo realice aquel a quien le corresponda rendir las honras fúnebres, en terreno propio, o en terreno ajeno pidiéndole
permiso al dueño. c) Res sanctae, que se llaman así porque los atentados contra ellas se castigan con una sanctio. Se las considera
protegidas “de la injuria de los hombres”. Son, por ejemplo, los muros y las puertas de las ciudades.
Las res humani iuris son aquellas que quedan excluidas de la apropiación privada por alguna razón del ius. Pueden ser: a) res
communes, que son aquellas que por el ius naturale son comunes a todos los hombres, como el aire, el agua corriente, el mar y sus
costas. b) Res publicae o cosas públicas son aquellas que son propiedad del pueblo romano, siendo su uso público para los
particulares, como las calles, plazas, teatros, puentes, ríos. c) Res universitatis son las cosas pertenecientes a entes de existencia
ideal (como un municipio o la civitas). El campo municipal, los teatros o estadios se las considera como que son de toda la
comunidad de los municipios o cives.
Las cosas dentro del comercio son las res privatae (cosas privadas) y se clasificaban antiguamente en res mancipi y las res nec
mancipi. Se distinguen principalmente por la importancia que tenían para los romanos y por la forma de adquirir el dominio. a) Las
cosas mancipi son aquellas de mayor importancia, cuyo dominio se obtiene mediante la mancipatio (de donde toma su nombre).
Ulpiano nos ofrece una lista de res mancipi en las cual están los fundos y las construcción itálicas (las ubicadas en Italia), las
servidumbres rústicas y las de aquae ductus, los esclavos, los animales que se pueden domar por el cuello o el lomo (los bueyes, los
caballos, las mulas y los asnos). b) Las cosas nec mancipi son aquellas de menor importancia que se pueden adquirir por la simple
traditio, como los fundos provinciales, los animales que componen el ganado menor (ovejas, cabras, etc.), las bestias feroces (osos,
leones), los elefantes y los camellos, y también el dinero. Esta clasificación tenía importancia en el derecho antiguo y clásico, pero
poco a poco fue perdiendo vigencia. Justiniano suprimió esta clasificación.
Otras clasificaciones de las res in commercio son: a) cosas muebles, inmuebles y semovientes. Las cosas inmuebles son las que no
pueden ser trasladadas de un lugar a otro (los fundos). Las cosas muebles son las trasladables (una mesa, por ejemplo). Las
semovientes son los seres vivos que se mueven por sí solos (un esclavo, un animal). b) Cosas simples y compuestas. Una cosa simple
es aquella que consiste en algo unitario (un esclavo, una mesa). Una cosa compuesta es aquella que consiste en el agrupamiento de
cosas simples componentes de una unidad (un edificio, un buque). También podemos distinguir la “universalidad de cosas”, que es
el agrupamiento de cosas, que consideradas individualmente son simples, pero consideradas en su conjunto, asumen el rol de una
unidad a pesar de no estar conectadas materialmente entre sí (una biblioteca, un rebaño y también una herencia). c) Cosas
fungibles y no fungibles. Las cosas fungibles son aquellas que se consideran, no por su especificidad, sino por pertenecer a
determinado género (como el dinero, el vino, el aceite). En cambio, las no fungibles son aquellas que consideramos jurídicamente
por su individualidad (por ejemplo, ésta botella de vino que he diferenciado de las otras, este caballo que está en mi establo y tiene
este nombre, etc.). d) Cosas consumibles y no consumibles. Las cosas consumibles son aquellas que se pierden con el primer uso que
se haga de ellas. La pérdida puede ser física (por ejemplo, los alimentos) o jurídica (el dinero, que en su primer uso sale de nuestro
patrimonio). e) Cosas divisibles e indivisibles. Son divisibles las cosas que se pueden fraccionar sin perjudicar su naturaleza y función
económica (una suma de dinero, una cantidad de aceite o de vino). Son indivisibles aquellas que no se pueden dividir sin alterar su
naturaleza o función propia (como una estatua o un navío). f) Partes, accesorias, pertenecías y frutos. Las cosas partes son aquellos
elementos que integran una cosa (la vela de un barco, la teja de un edificios, etc.), pero también es la separación que se hace de una
cosa (la porción de un fundo o la de una casa dividida por un muro medianero). Las cosas accesorias (muebles) son aquellas que se
subordinan a una cosa principal (por ejemplo, un adorno que se agrega a un vestido, o una piedra agregada a un anillo, o también
cosas que guardan una relación de dependencia funcional, como una llave respecto de las cosas que tienen cerradura). Las

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pertenecías son aquellas cosas que si bien son separables de la cosa principal, la interpretación negocial puede considerarlas
integrando una unidad (como por ejemplo los útiles de labranza respecto de un campo, o las vidrieras, cortinas, que sirven para
proteger una casa). Los frutos son los rendimientos que produce de manera periódica una cosa, sin alterar la sustancia de ella. Son
frutos naturales las cosechas, la leche, la lana y las crías de los animales. Son frutos civiles los rendimientos pecuniarios que se
producen de un alquiler, etc.
8.2. El patrimonio.
El patrimonio es constituido por el conjunto de cosas que pertenecen a una persona, capaz de tenerlas. Éste está
conformado no solo por las res corporales, sino también por las res incorporales.
En el derecho moderno, se concibe al patrimonio como una “universalidad de derecho”, comprendiendo el conjunto de los
derechos subjetivos (reales y creditorios; ambos llamados “patrimoniales”) así como también las deudas. También es considerado un
“atributo de la personalidad”, de tal modo que toda persona tiene un patrimonio.
En Roma, la idea de patrimonio no está concebido como un “atributo de la personalidad”. Sólo los sui iuris pueden poseer
patrimonio, en cambio los alieni iuris no lo tienen.
8.3. La tenencia.
La tenencia de una cosa consiste en el apoderamiento y control de la cosa, reconociendo que le pertenece a otro como
poseedor. Es decir, el tenedor tiene el corpus de la cosa pero no el animus de tener la cosa para sí. Caso de tenencia, por ejemplo, es
el del locatario.
8.4. La posesión.
La palabra “posesión” designa el poder de hecho que alguien tiene sobre una cosa corporal, con ánimo de tenerla para sí.
Podemos decir que se trata siempre de un “señorío de hecho”, en el que interesa esa relación real efectiva con la cosa, con
independencia de su “derecho a poseer”. Al hablar de posesión, estamos siempre tratando una “cuestión de hecho”, y no una
“cuestión de derecho”. Esto es lo que la diferencia de la propiedad o dominio, que es siempre un “señorío de derecho”, en virtud del
cual el dueño es el titular jurídico de la cosa.
Para adquirir la posesión son necesarios dos elementos: uno físico, denominado corpus, que consiste en el efectivo
apoderamiento y control de la cosa, y otro intencional, denominado animus, que consiste en la voluntad de tener la cosa para sí.
Para retener la posesión, en principio, los debemos hacer con el corpus y con el animus. Pero se admitió que la podemos mantener
con nuestro animus y teniendo otro el corpus. Así, la poseemos para nosotros por medio de nuestros comodatarios o inquilinos,
mientras que ellos gozan de una mera tenencia.
A su vez, se pierde la posesión si perdemos el corpus de la cosa o dejamos de mantener el animus o por la pérdida de
ambos elementos: a) Pérdida corporal: así, si tenía unas piedras y éstas cayeron al río, o si tenía un fundo y éste es ocupado
permanentemente por un río o el mar, o si nos sustraen la cosa o nos la arrebatan. b) Perdida del animus: ocurría cuando el
poseedor, aun reteniendo la cosa, determina su voluntad de no querer seguir poseyéndola. Por ejemplo, A vende a B una casa, pero
llegan a un acuerdo, de tal modo que A continuaba reteniendo dicho bien a título de inquilino (pasa a ser tenedor y mantiene el
corpus, pero no el animus). c) Pérdida corporal y de animus: ocurre cuando el poseedor cede la cosa a otro (por ejemplo, se la
vende) o la abandona y también cuando el poseedor muere.
La posesión puede ser: a) Civil. Es la que está protegida por el ius civile y por medio de ella se puede acceder a la propiedad.
Requiere título jurídico que la justifique, una “justa causa de posesión”. Cuenta con la protección de los interdictos. b) Pretoriana. Es
la posesión protegida por el pretor, por medio de los interdictos.
8.5. La propiedad.
La propiedad o dominio consiste en el señorío jurídico más amplio que se tiene sobre una cosa. El propietario puede
libremente usar la cosa, disfrutarla y disponer de ella como mejor le plazca, y aunque existan diversas limitaciones y restricciones, se
considera que el dueño ejercita un poder pleno sobre la cosa. A diferencia de la posesión, la propiedad es un “señorío de derecho”.
En la doctrina moderna, el dominio es el principal de los “derechos reales” de goce de una cosa. Se lo define, en forma general,
como “la relación directa e inmediata que una persona tiene sobre una cosa”.
El dominio tiene los siguientes caracteres: a) es absoluto: aparece como la posibilidad más amplia de aprovechamiento de
las cosas. El dueño puede usar la cosa, disfrutar y aprovecharse económicamente de la cosa, decir que la cosa le pertenece y
disponer de ella, y tenerla como suya, gozando de la defesa pretoriana de los interdictos. b) Es exclusivo: En un dominio sólo puede

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haber un propietario, y éste excluye a cualquier otro de tal situación jurídica. c) Es perpetuo: no se puede constituir un dominio
temporal.
El dominio puede ser: a) “Propiedad Quiritaria”. Es la propiedad del ius civile, sólo la pueden tener los ciudadanos romanos
o aquellos que sin serlo tengan el commercium. Puede recaer sobre las cosas muebles y los inmuebles que se hallen en suelo itálico.
b) “Propiedad bonitaria”. Es la propiedad que se adquiere por medio de la protección del pretor: cuando una persona compraba una
res mancipi pero el vendedor solo le hacia la traditio (cuando para adquirir el dominio hace falta la mancipatio) o cuando alguien
compraba algo de buena fe a alguien que no era el verdadero propietario. c) Propiedad provincial. Los fundos situados en suelo
provincial, no pueden ser de dominio privado. Son atribuidos al dominio eminente ya del Emperador, ya del Populus Romano. d)
Propiedad Peregrina. Los extranjeros peregrini podían tener la propiedad según el ius gentium y era protegida por los pretores.
La propiedad civil sobre las cosas se adquiere como consecuencia de una sucesión universal del titular de un patrimonio que
pasa a su sucesor o cuando existen actos especiales de adquisición. Los modos “originarios” son aquellos que consisten en actos
permitidos por el ius, en virtud de los cuales alguien se hace propietario sin reconocer un enajenante. Los modos “derivativos” son
aquellos supuestos en los que alguien adquiere la propiedad de una cosa que pierde el enajenante.
En presencia de no menos de cinco testigos ciudadanos romanos púberes y de otro de la misma condición que debe
sostener una balanza de bronce, el adquiriente, teniendo la cosa en una mano afirma su propiedad sobre ella y la compra de ésta.
Luego golpea con cobre la balanza y se lo da a aquel de quien recibe in mancipio como si fuera el precio. Por la intervención del
cobre y la balanza de bronces, es un acto per aes et libram. Por la mancipatio se puede adquirir la propiedad de la res mancipi, así
también una potestas sobre los hombres y mujeres libres. b) In iure cessio. Este modo de adquisición consistía en un procedimiento
que había que realizar ante el magistrado (en las provincias ante el gobernador). El adquiriente, teniendo la cosa en la mano,
afirmaba que era suya. Hecha esta vindicatio, el pretor se dirigía al cedente que estaba también presente. Si éste niega ser el
propietario, o se calla, entonces el pretor atribuye el dominio al que ha afirmado serlo. c) Traditio. Consiste en el acto en que el
enajenante (tradens) entrega o permite que otro tome posesión de una cosa. El tradens deber ser propietario de la cosa respecto de
la cual se hace la traditio y tener derecho de enajenarla. Pero no es necesario que sea hecha por el propietario, ya que también lo
puede hacer un tercero autorizado por él. El acto de la traditio, no involucra en sí la adquisición del dominio; para que ello ocurra es
necesario que exista una justa causa (una venta, donación, dote, mutuo) que le sirva de fundamento para poder ser propietario.
La usucapio es la adquisición de la propiedad quiritaria de una cosa corporal mediante la posesión continuada durante un
período de tiempo. Los requisitos para usucapir eran: a) Res habilis. La cosa debía ser susceptible de usucapión (por ejemplo, las
cosas extra commercium y los hombre libres, o las cosas robadas o poseídas por la violencia no podían ser enajenadas). b) Titulus. La
usucapio debe contar con un antecedente jurídico que habría perfectamente justificado la adquisición de la propiedad, de no haber
mediado un vicio de forma (como la falta de mancipatio o de la in iure cessio respecto de una res mancipi) o un vicio de fondo (caso
de venta a non domino). c) Fides. La buena fe consiste en que el poseedor ignora que la cosa es ajena, o cree equivocadamente que
aquel que se la trasmitió era el dueño de ella. d) Possessio. Se debe tener la cosa bajo su poder con ánimo de señorío. e) Tempus. El
plazo para usucapir es de dos años si la cosa es inmueble y de un año si es mueble (Ley de XII Tablas). Justiniano, considerando “que
no se debe despojar con demasiada prontitud a los propietarios”, establece que el plazo para usucapir las cosas muebles será de tres
años y, las inmuebles, debía durar diez años entre presentes (si el propietario vive en la misma civitas o provincia) y veinte entre
ausentes (si el propietario no vive en otra civitas o provincia), y se aplicaba a todas las tierras del Imperio.
Los modos de adquisición originaria de la propiedad son:
a) Ocupación. Consiste en la apropiación de una cosa (res nullius) que no tiene dueño, con ánimo de adquirirla para tenerla
para sí. La res nullius susceptible de occupatio puede ser un animal que puede ser cazado o pescado, una cosa que puede ser
aprehendida a un enemigo por derecho natural, una cosa encontrada en la costa del mar, un isla nacida en el mar, un tesoro o una
cosa abandonada.
b) Accesión. La accesión se da respecto de una cosa accesoria ajena que se agrega a una cosa principal propia formando un
solo cuerpo. La regla principal es que “la cosa accesoria accede a la principal”. El dueño de la cosa principal adquiere la propiedad de
toda la cosa. 1) Accesión de un inmueble a otro inmueble. Ocurre como consecuencia del comportamiento de un río (por eso son
denominados “incrementos fluviales”. Puede suceder por el incremento paulatino e imperceptible de tierra, limo o arena, producido
por la fuerza del río que traslada dicha materia del fundo superior al fundo inferior (aluvión) o por el arrastre violento de tierra y
árboles de un fundo superior a uno inferior (avulsión). También puede suceder que un río público se desvié, abandonando el lecho
primitivo para seguir otro curso; en este caso, el lecho ahora seco es apropiado por accesión por los propietarios ribereños, por
formar parte de la continuación de sus terrenos. Las islas nacidas en un río pasaran a pertenecer proporcionalmente a los

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propietarios ribereños. 2) Accesión de un mueble a un inmueble. Sucede cuando se agrega alguna cosa mueble a un inmueble ajeno,
o en inmueble propio agrego dichas cosas muebles. Éstas pasan a integrar dicho inmueble, y su dueño de éste pasa a ser propietario
de la cosa agregada. Se de en el caso de la siembra y la plantación, por ejemplo, cuando alguien ha sembrado semillas y éstas
germinan en terreno ajeno, o en el caso de la edificación en terreno ajeno con materiales propios, o de la edificación en terreno
propio con materiales ajenos. 3) Accesión de un mueble a otro mueble. Puede suceder, por ejemplo, cuando se incorpora una cosa a
otra ajena, así una rueda a un carro, o cuando se unen dos metales. También cuando a una tela ajena se le agrega un bordado o
adorno, o cuando un colorante se impregna en un vestido ajeno, o si se escribe sobre pergamino, carta u otro material ajeno, o si se
pinta algo sobre una tela ajena.
c) Especificación. Se da este caso cuando alguien utilizando una materia prima ajena hace con ella una especie nueva, como
por ejemplo, si con mis uvas tú has hecho vino, o si con mi oro, tú has hecho un anillo. Justiniano resolvió adoptar una posición
doctrinaria que define que: 1) si la nueva especie permite que se pueda volver a la materia prima anterior (por ejemplo, el anillo que
se puede fundir para recobrar el oro) la cosa pertenece al dueño de la materia prima. 2) Si, en cambio, no puede volverse al estado
anterior de la cosa (caso del vino o de una estatua de mármol), esta es del que ha hecho la cosa. 3) Si para hacerla se empleó
materia prima propia y ajena, entonces es de quien hizo la cosa.
d) Confusión y conmixtión. Tiene lugar la confusión cuando en forma casual o voluntaria se mezcla líquidos que pertenecen
a distintos dueños. La conmixtión ocurre cuando se mezclan en forma casual o voluntaria sólidos (así, se mezcla tu cobre y mi plata o
el trigo tuyo con el mío).
8.6. El condominio.
Por el carácter exclusiva del dominio, dos o más personas no pueden denominarse dueños de las mismas cosas, pero se
puede dar la figura del condominio. En este caso, los condóminos mantienen una comunidad, no sobre partes divisas materiales de
la cosa, sino sobre cuotapartes ideales en dicho condominio. Así, si A, B y C son condóminos del fundo X cada uno de ellos tendrá 1/3
del fundo, salvo que se haya establecido un régimen distinto de atribución de las partes ideales.
La vida jurídica del condominio se rige por estas reglas: a) Actos de disposición. Cada uno de los condóminos puede, por su
cuenta y sin consentimiento de los demás, disponer de su cuota parte ideal, ya enajenándola, ya gravándola con un pignus. En
cambio, para disponer de la totalidad de la cosa común es necesario el acuerdo de todos los condóminos. b) Actos de uso y
administración de la cosa común. Cada condómino puede usar la cosa actuando independientemente, si bien cualquiera de los otros
se podían oponer. Este derecho de veto se funda en la cotitularidad solidaria patrimonial, que se ejerce en porciones abstractas. Por
ello, un condómino no puede realizar actos materiales sin el consentimiento de los demás.
La situación nacida del condominio es muy inestable, debido a las dificultades existentes entre los condóminos para usar y
administrar económicamente la cosa común, razón por la cual a todos y cada uno de ellos se les otorga la posibilidad de lograr la
partición material de la cosa, adjudicándose la parte que les corresponde, por medio de la actio communi dividendo (caso
condominio de una cosa concreta) y de la actio familiae erciscundae (caso comunidad hereditaria).

Unidad 9
9.1. Iura in re aliena.
Aparte de las limitaciones impuestas por el ius al propietario, éste goza de la plena potestad sobre la cosa, pero podía
voluntariamente producir una limitación jurídica respecto de su dominio, permitiendo que de algún modo concurra con él en el
ejercicio de su propiedad. Esta concurrencia se da en las servidumbres, en el usufructo, uso y habitación, en la enfiteusis y la
superficie, en el pignus y la hipoteca. Podemos hablar en general de iura in re aliena o derechos reales cobre cosa ajena, si bien la
terminología no es clásica.
9.2. Servidumbres.
La palabra “servidumbre” designa una carga o un gravamen que debe soportar un fundo. Esa carga o gravamen es en favor
de un predio vecino, de tal modo que quien se halle en él, y haya convenido la servidumbre pueda llevar a cabo una actividad
limitada en la cosa ajena, o también obtener el beneficio de una cierta abstención por parte del propietario de la cosa que soporta la
servidumbre. Así, por ejemplo, el fundo A tiene una fuente caudalosa de agua, de la que carecen los fundos vecinos B, C y D. Se
puede entonces constituir servidumbres de agua, en virtud de la cual los titulares de los fundos vecinos pueden tomar el agua para
sus necesidades agropecuarias.

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Justiniano clasificara las servidumbres en reales, aquellas que afectan tanto a fundos rústicos como a fundos urbanos, y
servidumbres personales, las establecidas en favor de una persona determinada, que es la única que puede sacar los beneficios (por
ejemplo, el usufructo.)
Las servidumbres prediales son las establecidas en un fundo rústico o urbano en favor de otro fundo. Características: a) los
fundos deben pertenecer a distintos propietarios; b) los fundos deben ser vecinos, lo cual no significa necesariamente que sean
contiguos (la existencia de una vía pública entredós fundos no impide la servidumbre de paso); c) la carga que soporta el fundo
sirviente consiste siempre en un “sufrir” o en un “no hacer”, pero no en un “hacer”; d) de la servidumbre debe resultar un beneficio
o una utilidad al otro fundo; e) la servidumbre predial debe ser establecida a perpetuidad, no a plazo ni bajo condición; f) esto se
vincula con la “causa perpetua”, y significa que siendo el beneficio una cualidad del fundo sirviente, debe permitir un ejercicio
indefinidamente renovable, independientemente del hecho del propietario del fundo sirviente; g) las servidumbres son
“indivisibles”, al ser una cualidad del fundo, esta subsiste en forma íntegra, aunque se dividan los fundos dominantes o sirvientes.
Las servidumbres prediales se pueden distinguir entre servidumbres rústicas o servidumbres urbanas. Esta clasificación no coincide
necesariamente con la ubicación de los fundos (campo o ciudad), sino más bien con la función que cumplen. Las servidumbres
rústicas son aquellas se refieren a dejar pasar, sacar agua u otras ventajas rurales, mientras que las urbanas se relacionan con
ventajas que el propietario de un edificio puede imponer a su vecino.
Las servidumbres rústicas fueron las más antiguas, las servidumbres de paso y las de acueducto. Entre las de paso podemos
distinguir el iter, que permite el paso a pie, a caballo o en litera; el actus, por el cual se podía pasar ganado; la via, que permite lo
que está comprendido en las dos anteriores y, además, permite contar con un camino en el fundo sirviente. La servidumbre de
aquae ductus, es la que permite el transporte de agua por canales o tubos por el fundo vecino.
Entre las servidumbres urbanas podemos citar cómo las más importantes: la de encajar una viga en la pared vecina, la de apoyarse la
construcción sobre la pared vecina, la de proyectar un voladizo o un balcón (sobre el fundo sirviente), la de poder tener luz en el
fundo propio (ya sea abriendo una ventana o impidiéndole al vecino la edificación de construcciones que lo impidan), la vinculadas
con el agua (ya sea dejando caer el agua de lluvia por el tejado o por una canaleta, la de permitir el desagote por cloacas de líquidos
servidos o excrementos.
La forma normal de constituir una servidumbre era mediante una in iure cessio. Las servidumbres se extinguen por varios
modos: a) por confusión, al tornarse alguien propietario tanto del fundo dominante, como del sirviente (ya que no existe
servidumbre sobre la cosa propia); b) por renuncia de quien goza de la servidumbre; c) por el “no uso” de la servidumbre por el
plazo de dos años (es decir, el plazo requerido para la usucapión, por lo cual en la época de Justiniano se requerían 10 años entre
presentes y 20 entre ausentes); d) también se extinguen las servidumbres si el fundo sirviente se convierte en extra commercium, o
si se inunda total y definitivamente, o se destruye e edificio, o en general si desaparecen las condiciones de utilidad del beneficio.
9.3. Usufructo.
El usufructo es una servidumbre personal por la cual se confiere a una persona el derecho de usar de manera amplia una
cosa ajena, así como también percibir los frutos de ella, sin más limitación que la de no alterar la sustancia de la cosa. De este modo,
el usufructuario, al tener el uso y el goce de la cosa tiene todas las ventajas económicas de ella, quedando reservado al propietario
solamente el poder enajenar o disponer de la cosa (por eso se lo llama nudus propietarius, por cuanto sólo retiene el título de
dominio). El usufructo es personalísimo, por ello es intrasmisible entre vivos y mortis causa.
Se puede constituir usufructo sobre inmuebles; pero también sobre esclavos, ganados, naves, etc. Se requiere que sean
cosas no consumibles. El usufructuario podía: a) usar la cosa sin alterar su destino económico, no debía empeorar la condición de la
propiedad, pero los bizantinos permitirán que pueda mejorarla. b) podía percibir los frutos naturales y civiles de la propiedad, pero
no los productos de ella, es decir, aquellos beneficios que no se renuevan periódicamente (no tenía permitido cortar árboles
frutales, ni demoler edificios.). c) Los juristas aclaran muchas situaciones particulares; el usufructuario podía aprovechar todo lo que
nace de un fundo sin realizar en forma perjudicial la explotación; podía alquilar una casa, pero no hacer de ella una casa pública, ni
dividirla en cuartos más pequeños; podía, en caso de que haya, aprovecharse de los sauces, cañas o arboles de un fundo, pero
estaba obligado a replantar los árboles; es del usufructuario todo aquello que obtenga el esclavo por su su trabajo o negociando con
bienes del usufructuario; las crías que tenga un animal de un ganado son del usufructuario, este debe mantener el número de
cabezas y reemplazar los animales que hayan muerto; puede extraer minerales de canteras que haya en el fundo.
El usufructo se puede constituir en principio por la in iure cessio. También se podía legar per vindicationem, así el testador
deja el dominio al heredero, pero reserva su goce al legatario usufructuario. Otra forma es la adjudicación en juicios divisorios.

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La constitución de usufructo era, por lo general vitalicio, es decir, duraba mientras viviera el usufructuario. Se podía admitir
que se estableciera un plazo determinado. El usufructuario no puede ceder el usufructo a un tercero, pues está concedido a alguien
en forma personal en intransferible. Sí podía locar o vender las ventajas económicas del usufructo. También se podía hipotecar.
La extinción del usufructo puede ocurrir de varios modos: a) por la muerte o la capitis deminutio del usufructuario, así como
también por haberse finalizado el plazo establecido. b) Por confundirse en una de las personas del propietario y del usufructuario
(por ejemplo si renuncia el usufructuario y se lo cede al propietario, o si el usufructuario adquiría la propiedad de la cosa). c) Por el
“no uso” (plazos iguales a los de las servidumbres prediales) o por la desaparición total y definitiva de la cosa.
El usufructuario cuenta con la vindicatio usus fructus para defender su situación ya sea ante el nudo propietario que le
desconociera el usufructo, como ante cualquier otro poseedor que lo impidiera. El nudo propietario contaba con acciones penales
para exigir la reparación de daños ocasionados por el usufructuario.
9.4. Uso y habitación.
A diferencia del usufructuario, el usuario de una cosa solo tiene el uso, pero no el goce de la cosa. Ello significaba que podía
usar de la cosa pero no podía recibir ningún fruto de ella, ni locar, ni vender, ni ceder la cosa. Está protegido por una vindicatio usus.
Debe proveer una fianza por el uso de la cosa. Se le permitía, al usuario de una casa, habitarla con su familia, recibir huéspedes y
locar una habitación a un tercero viviendo en la casa. También se puede servir de la leña y del huerto, de las frutas, de las hortalizas
y flores y del agua, siempre que no sea para realizar ganancia, sino para su uso, y no para su abuso. Si tenía el uso de un ganado,
podía tomar una módica cantidad de leche.
La habitación es una figura jurídica, que para los clásicos era una forma de usus, y consistía en la habitación de una casa. No
engendra vínculos obligacionales para el habitador. La habitación no pasaba a los herederos de éste, ni se perdía por el no uso o la
capitis deminutio.
Otra forma similar al usus o al usufructo es la operae servorum. Tiene aplicación cuando lo que se legaban eran las obras
(trabajos) de los esclavos ajenos. Podía el legatario beneficiarse directamente de ellos, o locarlos y ganar las sumas de los arriendos.
9.5. Derechos reales pretorianos: Enfiteusis y superficie.
9.6. Derechos reales de garantía.
Cuando se trata de garantizar una obligación, se puede recurrir a conceder en favor del acreedor una garantía personal o
una garantía real. En la primera, la responsabilidad del deudor e ve reafirmada por la constitución de fianzas otorgadas por terceros.
En el caso de la segunda, se constituye prendas o hipotecas en favor del acreedor como seguridad de que se va a cumplir la
obligación. Estas garantías reales fueron, en el derecho antiguo y clásico la fiducia celebrada con el acreedor y el pignus o prenda en
sentido propio. Luego apareció la hipoteca.
En la fiducia el deudor le trasmite la propiedad de una cosa al acreedor por medio de una mancipatio o de una in iure cessio.
El negocio iba acompañado de un pacto de fiducia por medio del cual el acreedor se obliga a retrasmitir la propiedad de dicha cosa
por esos mismos modos cuando la deuda sea satisfecha. El acreedor se podía quedar con la cosa si la deuda no era pagada. El
deudor podía, por medio de la actio fiduciae, obligar al acreedor a retrasmitir la propiedad de la cosa.
La palabra pignus designa la garantía real que tendrá el acreedor para asegurar el cumplimiento de la obligación; abarca tanto la
“prenda” como la “hipoteca”.
En la prenda (o pignus) el deudor le entrega al acreedor la posesión (no la propiedad) de una cosa mueble o inmueble. El
acreedor tiene la posesión como garantía de deuda y cuenta con la protección de los interdictos. La prenda es un accesorio de la
obligación, depende es ésta, es inconcebible la existencia de una prenda sin la obligación, y sigue la suerte de esta; es decir, si el
crédito se extingue, la prenda cesa. La garantía que tiene el acreedor consiste en el derecho de retener la cosa dada en prenda hasta
que la obligación sea enteramente pagada. Si se paga la obligación o se extingue por otra causa, el deudor tiene una actio
pignoraticia contra el acreedor que retiene indebidamente la cosa para que la devuelva. Además, queda obligado por los daños
causados por dolo o culpa, y responde también de la custodia si se trata de una cosa mueble. En caso de no haberse satisfecho la
obligación, el acreedor podía efectivizar la garantía. Se realizaba un contrato real de prenda para resolver la situación, el acreedor
podía vender la cosa dada en prenda y de este modo cobrarse con el precio; el deudor podía reclamar el sobrante, si la cosa dada en
prenda era vendida a un valor mayor que la deuda.
La hipoteca aparece muy tardíamente en Roma. La hipoteca, al igual que la prenda, garantizaba toda clase de obligaciones.
Pero a diferencia de ésta, que necesitaba de la entrega de la posesión para que comenzara la garantía, la hipoteca se constituía por
es un simple convenio o disposición testamentaria. Se puede establecer, ya que no se exige el traspaso de la posesión, tanto sobre

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las cosas corporales como las incorporales, y en general sobre todas las cosas que pueden ser compradas y vendidas. El acreedor
hipotecario está respaldado con la garantía que tiene sobre el pignus. Por ello, si no es satisfecha la obligación, puede vender la cosa
hipotecada para cobrarse la deuda.
La hipoteca y la prenda se extinguen: a) por la extinción de la obligación; b) por la extinción total de la cosa corporal dada en
garantía; c) por la venta que hace el acreedor del pignus; d) por la renuncia expresa o tácita por parte del acreedor; e) también por la
praescriptio longi temporis.

Unidad 10
10.1. Concepto de Sucesión.
La sucesión implica la sustitución o cambio de titular en una relación jurídica que puede darse por actos inter vivos o mortis
causa. “Suceder” significa ocupar el lugar que anteriormente tenía una persona. La sucesión mortis causa ocurre cuando se produce
el cambio de titular en el conjunto de relaciones jurídicas trasmisibles a una persona por causa de muerte. La sucesión inter vivos
podía verificarse en la totalidad del conjunto de derechos y obligaciones (a título universal) o con una relación jurídica particular (a
título personal).

Sucesiones (Ejemplos) Mortis causa Inter vivos


Universal Hereditas (herencia), bonorum possesio Adrogatio (adrogación), conventio in
(posesión de los bienes). manu de una mujer sui iuris (matrimonio
in manu).
Particular Legado sobre un bien particular. Compraventa o donación.
Cuando se habla técnicamente de “herencia” se está haciendo referencia a la institución hereditaria conforme al ius civile.
El “heredero” es el “sucesor por causa de muerte según el ius civile”. El que fallece es denominado de cuius: de aquel de que se trata
la herencia o se acciona. También se lo llama causante.
La herencia se difiere por la voluntad del testador (herencia testamentaria) o por la ley (herencia ab intestato).
10.2. El Testamento.
El testamento es un negocio jurídico solemne y de última voluntad, por el cual se instituye uno o varios herederos. El
testamento es un negocio mortis causa, es decir, de última voluntad para que valga después de nuestra muerte. El testamento es
solemne; una de las formalidades es que debía hacerse ante testigos. También es revocable, ya que el testador puede variar su
contenido hasta el último momento de vida. Podía contener otras cláusulas tales como una manumisión, una dación de tutor o un
legado, que eran adicionales a la existencia de la “institución del heredero”. Si la heredis institutio falta o resulta inválida, acarrea la
nulidad de las otras cláusulas. La invalidez de las cláusulas en cambio, no afecta la institución del heredero.
Las formas de testar en derecho antiguo eran: a) Testamentum calatis comitiis. El ciudadano romano podía hacer
testamento ante los comicios curiados presididos por un pontífice. Estos se reunían el 24 de marzo y 24 de mayo. b) Testamentum in
procinctu. Se hacía ante el populus armado para ir al combate. c) Testamentum per aes et libram. Debido a la necesidad de poder
hacer testamento fuera de los días señalados para hacerlo en los comicios curiados o cuando se iba a la guerra, apareció una tercera
forma de estar mediante la mancipatio. d) Testamento pretoriano. El pretor consideraba más importante la voluntad del testador
por sobre las formas de la mancipatio. Por eso ofrece en su edicto la bonorum possessio a quien aparezca como heredero en un
testamento cuyas tablas mantuvieran los sellos de siete testigos, que fueran abiertas ante él.
En el derecho posclásico, para hacer un testamento se reunían tres requisitos (testamentum tripertitum): a) que se realice
en un único acto en el cual el testador presenta el testamento a los testigos (debía presentar las tablas del testamento, abiertas o
cerradas con un hilo o cinta; no era necesario que muestre el contenido del mismo); b) el número de siete testigos y sus sellos; c) la
nueva costumbre del ius imperial de hacer firmar a los testigos y al propio testador.
El testamento puede adolecer de ciertos vicios o defectos que lo invalidan como tal. a) Testamento imperfecto es aquel que
ha sido confeccionado por alguien que carece de la facultad de testamentar o que teniéndola ha otorgado el testamento si haberse
guardo las formalidades necesarias, o que no hubiese instituido en forma al heredero. b) Si un testamento guarda todas las
formalidades pero el pater hubiese omitido al filius se dice que el testamento es “inútil”. c) El testamento se “rompe” cuando
hubiese aparecido un nuevo heredero familiar que no figura en el testamento, por ejemplo: si el pater tiene un nuevo filius, o ha
convenido la manus con su mujer, luego de haber hecho el testamento. d) Se torna invalido si el testador sufre una capitis deminutio
posterior a hacer el testamento (el testamento es “írrito”).

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Unidad 11
11.1. Sucesión Ab Intestato.
Muerta una persona, lo primero que hay que averiguar es si ésta ha dejado un testamento válido, en cuyo caso hay que
abrir la herencia testamentaria según lo establecido por el testador. La herencia testamentaria precede jurídicamente a la herencia
ab intestato.
Se abre la herencia ab intestato cuando: a) no existe testamento; b) cuando existe testamento, pero no resulta válido, por
no cumplirse las formalidades o darse otras circunstancias; c) cuando no obstante ser válido el testamento, los herederos instituidos
no han aceptado la herencia.
a) Sucesión intestada de la Ley de las XII Tablas.
La ley de las XII Tablas establecía: “si se muere intestado, no conociéndosele heredero suyo, que el aganado próximo tenga
la familia. Si no se conociera aganado, que la familia la tengan los gentiles”.
(1) Los que heredan en primer lugar son los sui heredes. Estos son todos los descendientes que estaban en potestad del pater en el
momento de su deceso, sin distinguir entre varones y mujer ni entre naturales y adoptivos, o lo hubieran estado de haber vivido el
pater (hijos póstumos). También la uxor in manu del causante marido esta primera en la línea de sucesión, por ser considerada como
su hija. Los nietos y las nietas habidos del hijo, o el bisnieto y la bisnieta habidos del nieto también son eventualmente sui heredes, si
las personas que los preceden han premuerto o dejado de estar en potestad (por ejemplo, mediante la emancipación).
De este modo, los que están en primer grado (por ejemplo, hijos e hijas) desplazan a los que están en grado ulterior (nietos
y nietas). Y en principio, la división se hace per capita, es decir, cada uno tendrá una cuota igual. Así: Muere A dejando a su mujer A*
in manu, de la cual ha tenido tres hijos B, C y D. La herencia se divide en cuatro partes iguales para A*, B, C y D. Si C y D han sido
emancipados y han dejado de ser agnados, la herencia se repartirá entre A* y B por partes iguales.
Pero si un hijo a premuerto o ha dejado de estar en potestad del pater, habiendo dejado nietos, la parte que le hubiera
correspondido le es atribuida a sus hijos y su uxor in manu, por “representación” de los descendientes en la cabeza de su antecesor.
Así: Muere A dejando a su mujer A* in manu, de la cual ha tenido tres hijos B, C y D. Pero B ha premuerto dejando dos nietos E y F.
Entonces A*, C y D recibe una cuarta parte de la herencia cada uno, y la parte correspondiente a B se la reparten en partes iguales
entre E y F.
Los sui heredes adquieren la herencia automáticamente, no se requiere la acepción de su parte.
(2) De no haber sui heredes, la herencia va al agnado o agnados que se hallen en grado más próximo. Los agnados son
aquellos unidos por una cognación legítima, es decir, el vínculo por vía masculina. Así, los hermanos o hermanas del causante, el tío
o la tía paterna respecto del sobrino o sobrina y recíprocamente, luego los primos, etc.
Se da al agnado próximo que esté vivo no en el momento de la muerte del causante, sino en el momento que resulte cierto que ha
muerto intestado. Si no la acepta o ha muerto antes de aceptarla, la herencia no pasa a los agnados en grado posterior, ni tampoco
existe derecho de representación. Si hay varios agnados en el mismo grado que han aceptado la herencia, la división es siempre per
capita. La agnación va siempre por la línea masculina. Los más próximos son los hermanos (2 do grado), los tíos (3er grado) y los primos
(4to grado).
(3) A falta de sui heredes y de agnados, la herencia va a los gentiles. Si el agnado próximo rehúsa la herencia, le
corresponde a la gens, siendo administrada por uno de sus integrantes.
11.2. Reformas del Pretor.
b) Sucesión de la bonorum possessio ab intestato.
El orden sucesorio de las XII Tablas era congruente con la vigencia de la familia agnaticia y generaba situaciones
inequitativas. Así, el hijo emancipado, por no ser agnado no puede ser heredero, como tampoco la madre puede serlo de sus hijos,
ni tampoco los hijos serlo de ella.
Estos inconvenientes serán paliados por el pretor. El pretor no trabajara sobre la hereditas (no puede hacer herederos) sino
sobre la bonorum possessio, que le permitirá dar la posesión hereditaria (no la titularidad de heredero y la propiedad de la herencia)
a las personas que, por equidad, considera que pueden estar “en el lugar de los herederos”. Todo esto conducirá al orden sucesorio
ab intestato por carriles distintos de los señalados por el ius civile. El pretor llama en orden sucesivo a los beneficiarios, los cuales
están agrupados en varias clases de llamamientos.

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(1) Llamamiento unde liberi. En primer término llama a los descendientes, comprendidos no solamente los sui heredes, sino
también todos los descendientes en general por la vía del varón, aunque no estén en la potestad del pater (también los
emancipados). No son llamados los hijos dados en adopción, pues están en otra familia.
(2) Llamamiento unde legitimi. En caso de no haber descendientes, o no haberse presentado a reclamar la bonorum
possessio, el pretor llama al agnado o a los agnados próximos. Se mantiene el orden sucesorio igual que en la Ley de XII Tablas.
(3) Llamamiento unde cognati. El pretor, luego de haber hecho los dos primeros llamamientos, llama a los parientes
cognados hasta el sexto grado, si bien se computara también el séptimo grado para los hijos de los nietos del tío. El orden está dado
por la regla según la cual el de grado más cercano excluye al más lejano. No interesa si la cognación se produce por el lado paterno o
materno.
(4) Llamamiento unde vir et uxor. A falta de los anteriores se llama finalmente al cónyuge sobreviviente. Lo que se requiere
es que el matrimonio subsista al tiempo de la muerte del cónyuge respectivo. Se debe tratar de un matrimonio sine manu.
11.3. El derecho imperial.
c) Sucesión por sistema de Justiniano: Novelas 118 y 127.
Justiniano determinó establecer con mayor claridad cómo debía ser el orden sucesorio de la herencia ab intestato. Para ello
dictó dos Novelas, la 118 (año 544), completada y corregida por la 127 (año 548). En lo fundamental, se abandonará totalmente el
vínculo agnaticio, para dar total y única admisibilidad al parentesco cognaticio. La atribución de la hereditas será de la forma
siguiente:
(1) Primer orden: Descendientes. Muerto alguien intestado, lo suceden sus descendientes, con estas características: I) ante
todo están los hijos, sin distinción de sexo, sean legítimos o adoptivos, sean sui iuris o alieni iuris. Éstos desplazan por estar en
primer grado de consanguinidad a los de grado posterior. La división se hace per capita. II) Si uno de los hijos ha premuerto y ha
dejado nietos o nietas, éstos por el principio de representación ocupan el lugar de su padre, de tal modo que se reparten también
per capita la porción que le hubiere correspondido a su padre premuerto. III) Si no hay hijos la herencia va al grado siguiente, es
decir, directamente a los nietos, que se reparten la herencia per capita.
(2) Segundo orden: Ascendientes y hermanos bilaterales. Si no existen descendientes, la herencia va a los ascendientes,
pero podrán concurrir también con ellos los hermanos y hermanas bilaterales y sus hijos. I) Si sólo hay ascendientes, los de primer
grado (padres del causante) desplazan a los de segundo grado (abuelos del causante). II) Si están el padre y la madre del causante,
ambos se dividen la herencia per capita. Pero si sólo vive uno de ellos, se queda con toda la herencia (los abuelos no tienen derecho
de representación). III) Si no están los padres, la herencia va para los abuelos; se reparte per stirpes, entre la línea paterna y la línea
materna (supongamos que viven ambos abuelos paternos pero solo la abuela materna: los abuelos paternos tienen la mitad de la
herencia para repartírsela per capita, la abuela materna tiene la otra mitad). IV) Si existen hermanos germanos (que hayan nacido
del mismo padre y misma madre) concurren a la herencia junto con los ascendientes de primer o segundo grado y se dividen la
herencia per capita (no por stirpes, por lo cual, suponiendo que además de ambos abuelos paternos y la abuela materna, hubiese
dos hermanos germanos, se dividen en cinco partes iguales la herencia). V) Si no existen ascendientes, pero sí hermanos germanos,
estos heredan directamente dividiendo la herencia per capita. Y si uno de ellos ha premuerto y dejado hijos, éstos pasan a ocupar su
lugar por el derecho de representación.
(3) Tercer orden: Medios hermanos. Si no hay descendientes, ni ascendientes, ni hermanos germanos, la herencia va a los
“hermanos unilaterales”, ya sean “consanguíneos” (del mismo padre, pero de distinta madre) o “uterinos” (de la misma madre, pero
de distinto padre). Sean varones o mujeres, se reparten la herencia per capita y, en caso de que uno haya premuerto, sus hijos pasan
a ocupar su lugar.
(4) Cuarto llamamiento u orden: Colaterales. A defecto de los anteriores, la herencia va a los colaterales, siguiendo el
principio de que el que está en grado más cercano excluye al que está en grado más lejano. Si hay varios en el mismo grado se
dividen la herencia per capita.

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