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PUNTO Revista de Cultura Ne 23, Abril de 1985 $a 500 CONO SGR: HISTORIA: MODERNIDAD: ey 7 llustraciones ya Guillermo Kuitca Ediciones de Io Flor srl Anchoris 27 - Tel. 23 - 5529 1280 Buenos Aires, Repiblica Argentina LOS LIBROS DE LAFLOR Arturo y yo. Arturo Carrera De profesion periodista. Silvia Rudni El mago y otros poemas. Danie! Samoilovich El solicitante descolocado. Leénidas Lamborghini El teatro de la muerte. Tadeusz Kantor ine: cara y ceca. Sim6n Feldman Memorias de un librero. Héctor Yanover Sentimientos completos. César Fernandez Moreno Teatro (tomo 1). Griselda Gambaro: y el mejor humor grafico (del mundo, claro) El Ediciones de la Flor Anchoris 27 / 1280 BA Tel.: 23.8529 PUNTO DE NIST ANO VII, NUMERO 23 Abril 1985 Consejo de direccién: Carlos Altamirano José Arico Maria Teresa Gramuglio Juan Carlos Portantiero Hilda Sabato Beatriz Sarlo Hugo Vezzetti Directora: Beatriz Sarlo Diagramacién: los Boccardo Suscripciones: Suscripcida en la Argentina: un afo: $a 2.000 Suscripcién en el exterior: seis numeros por corree aé- reo: USS Los dibujos que ilustran este nimero pertenecen a GUI- LLERMO KUITCA. Punto de Vista recibe toda su correspondencia, cheques y Riros a nombre de Beatriz Sarlo, Casilla de Correo 39, Sccursal 49 (B), Buenos Aires,’ Argentina, Teléfonet 47-5082. Panto de Vista fue compuesta en Estudio Century, 64-0166. Peliculas: Carlos Tirabassi, 921-1723. Impresa en los Talleres Graficos Litodar, Viel 1606, Buenos Air res. Hecho el depésito que marca la ley. Registro de propiedad intelectual en tramite. Femmando Henrique Cardoso LA DEMOCRACIA EN AMERICALATINA M: novecientos ochenta y cuatro, Veinte afot en el nuevo résimen, los unuguayos mantuvieron la aparien aizis, en América Latina se derrumbaba ef go- cia civil del régimen y los brasilehos, 2 pesar de os jefes, Yierno clecto del Brasil. Este caida inicié una seric de gol- estaban antes subordinados a las Fucreas Armadas como es militares en el continente. Poco a poco, como en un corporacién, que a los caprichos de un hombre juego de domind, fueron cayendo un gobierno tras otro: En la sinuoss historia politica de Latinoamérica -y voy de Ilia, en Ta “Argentina, ef de Belainde, en cl Pera, el a referirme mis al sur del continente que al resto- otro de Uruguay, el de Bolivia, hasta que —suprema humilla- fendmeno renacia de las cenizas del cautillismo, tal vez sign para el régimen que era la quintaesencia de la demo- menos maléfico en lo que hace a sus apariencias, pero més cracia_ latinoamericana ocurrid Ia tragedia de Allende, persistente en sus efectos: la burocratizacién de las Fuerzas en 1973 Armadas sirviendo de columne vertebral para el autorits Todo el Cono Sur se transformabs en un enorme Para-_rismo del Estado. roessner hoy conmemora mis de treinta — Cuiioso proceso éste. Mis eurioso todavia porque nacio muay (donde sfios de dictadura militar) . bajo el incentivo de otios dos fendmenos —que acsbaron AA partir de ese momento, la literatura especializada en por corresponderse reciprocamente— y que no tienen ori- sociologia politica fue prodiga en Ia descripcién de los re- genes estrictamente burocritico-autoritarios: el de la pro- imenes militares y en el vaticinio sobre su perdurabili-fesionalizacion de las Fuerzas Armadas y el de la guerrilla ‘5. reyolucionaria, Ambos, por cierto, actuaron asi por efecto Gad Hubs, gin oda; aciciiow rarcustles co Ol sl Dos fueron los debates que apasionaron: la relcién entre del conflicto Este-Oeste, reflejando con atraso el calor de desarrollo econdmico y dictadura militar y la propia natura- la “"gucera {ria leza politica de los tegimenes recién instalados. De hecho, si el golpe de 1964 en el Brasil se hiro “en En este ditimo aspecto, hubo considerables avances en nombre de la demoeraca", en ly lucha contra el populis- cl analisis, La sorpresa de’los primeros golpes unificé las mo y el izquicrdismo, que’proponian reformas de base en perplejidades: caudillos militares otra vez, fue la prime- las estructuras sociales y eran acusados de violar la Cons- {a reacciGn de Jos analistas para calificar’las dictadures. tituciin, también se hizo apoyado en el sector del eiército Stroessner habria vengado al Paraguay derrotado por la gue’ que, influido por los ideales democratico-iberales reactiva- tra de la Triple Alunza (Argentina, Brasil y Uniguay) im- dos’en Ta lucha contra el nazifascismo italiano durante la poniendo, un siglo mis tarde, y a sus vencedores de ayer, Segunda Guerra Mundial, se habia vuelto, igualmente, el & modelo de dominacién pertonalistico-militar El engafo mis “profesionalizante”, Esto era tan asi que, en el fa- urd poco, Si era eorrecto ver en Ongunia la figura del jefe moso libro de Allred Stepan, The Military in Politics. sin personalistay si en el Brasil un mariscal como Castello s¢ csperabu de los militares profesionales aquello que ‘So- Branco ~entre los muchos que tenemos dejara su marca _miuel Huntington considerara su mision: ayudar ala institu- cionalizacibn de la vida estatal y politica. Sutil engafio. Las proclamadas intenciones “liberales"* ¢ “institucionalizadoras” no eran suficientes para orientar 1 camino del nuevo militarismo. Atormentados por la even- tualidad de a guerra revolucionaria de las misticas guerti- lias del “Che” —la imaginacion militar-oscurantista ope- raba una verdadera multiplicacion de los panes, haciéndo- les sentir tos uno, dos, tres, muchos Vietnams por todos lados-, acentuaron Ia represion, valorizaron el orden y, Si algo institucionalizaron, fue’ el espiritu corporativo, Descaradamente ocuparon las instituciones estatales ¢ hi- cicron del suclo de ta burocracia un campo propio de ma- niobras. ‘Asi nacian, bajo el incentivo del miedo —por todas partes sentian ‘la amenaza del comunismo- los regimenes de terror. La amenaza no era inexistente, Los tupamaros, los montoneros, los guerrilleros de las ciudades (més que los del campo) vivian su saga, pagando con sangre el tribu- to a la posibilidad. que crefan existente, de fundar en la tic- ta el paraiso sin’ males de la igualdad social. Pero entre cf visionarismo armado de unos y la bestialidad de 1a re- presién cstatal de los otros, la distancia cra enorme. La tortura gané Ia batalla politica de los quijotes modernos, E intent hacer de las sociedades, Sanchos Panzas del oF- den, casi sin progreso, Pero, zeual eraeste orden? Y fuc en este punto cuando hubo un avance teérico sige nificativo. Los nuevos regimenes, de base militar, eran —en la_consagrada expresion de Guillermo O'Donnell— buro- erético-autoritarics. No se trataba mas —para el caso brasileio yo lo habia observado en los afios "60 del caudillismo tradicional Inclusive Pinochet, que vino después, expresaba y estaba sometido a un encuadramiento de la Corporacion Armada El dictador podia, como en el Brasil, distrararse de pre- sidente electo por cl Congreso; los partidos, redefinides por el nuevo orden, funcionarian, y el Congreso refrendar la cleccién del presidente. Por cierto, la ambigiiedad entre la forma democritica y Ia sustancia autoritaria asegurada por la tropa y por la rigidez de los controles estatales, desapareceria en ta Argen- tina porque alli la Junta Militar —los jefes de las tres ar mmas— silencid todo, Uruguay tuvo alternativamente un co- legiado civil y un presidente civil. Peri, en apariencia, se militarizo mis ain: las Fuerzas Armadas asumieron la re- YoluciOn y la quiseron progresista. Y en Bolivia funcionaba tun permanente juego de idas y vueltas entie personalismo caudillesco, control corporative del ejército y generates democratizantes, ‘Sin embargo, 3 pesar de la forma de gobierno, el sustra- to comin era claro: en ver. de la libre competencia por el poder entre partidos, el rigido control de los comandos burocriticos militares: a la ideologia izquierdista-progresista que era movilizadora, se contraponia la rigida nocion de que mis vale Ia apatia de las masas y la clarividencia de los lideres fortificados en el Estado; 2 la ideologia demo- critico-liberal, se oponia la nocién de un cierto estatismo dirigista, basado en planes de desarrollo y aspirando a la grandeza de la patria, Regimenes desmovilizadores, por lo tanto. Frios con respecto a la convosatona idcolégica, aun para motivar a los que los apoyan. Represivos hasta el limite de la tor- tura, Controladores hasta la supresién de la libertad de prensa y de informacion. Hibridos, muchas veces, dudan- do entre la profesionalizacion de la tropa y la ocupacion abierta y descarada de sinecuras y cargos pitblicos por los militares. Estos regimenes estuvieron més proximos a ta situacion espafola posmovimiento propiamente fascista o a la portu- gucsa del salazarismo, que al fascismo italiano o alemén, que habia sido mis civil, més movilizador y Svido por el control partidario. En la América Latina de los milita- res en el poder, los partidos son antes ornamentos del ré- gimen que piezas de sustentacion, Cuando existen, viven al margen del poder, sedientos por él, subordinades, casi siempre, alos verdaderos amos y sefiores. Pero ésios jquitnes serian? Yes en este punto que paso a hablar sobre la relacion ‘entre dictadura militar y desarrotio econdmico, ‘Al comienzo, como los golpes se opusieron al progre- sismo latinoamericano (fuese éste populista, como en el caso de Goulart, desarrollista, como en el caso de Ilia, po- pular-desarrollista, como con los peronistas o con Belaiinde, popularsocialista, como cn el caso de Allende), se imagi- nd que habjan ocurrido para “impedir el desarrollo nacio~ al”, No pocos autores vieron en el militarismo la marca del colonial-fascismo. La dependencia economica hacia renacer el fantasmz del retomo a la agricultura y a la ex- portacion; de la muerte de la industrializacion; de la mini- mizacion de la idea de Estado-nacidn y de politica externa independiente. Fui parte de los que se opusieron, en la época, a esta tesis para analizar el caso brasilefo. No era que los milita- res propusiesen incentivos al “popular desarrollismo". Pe- ro sucedia lo que lamé “internacionalizacion del merca- do interno”. Mis directamente: las corporaciones multi- nacionales, desde mediados de los afios ‘S0, pero acele- radamente entre 1965/1975, invirtieron fuertemente en algunos paises de la regién, especialmente Brasil. Quisie- sen o no, los militares, en este caso, fueron la garantia de la internacionalizacion de la economia y con su represion ayudaron a contener los [mpetus redistribucionistas, fa- ‘ilitando [a acumulacién de capitales y el crecimiento eco- nomico. Entendimonos bien. No fue la accion de los militares la que Hlevd a la inversion de capitales y al desarrollo de la base productiva de los paises. Fue la acciGn de las grandes ‘empresas, Ni siquiera hubo (con exeepcion de Peri, en mo- destisima escala) un esfuerzo para dotar al Estado-nacion de una capacidad autonoma de produccién. Al contrario, s: acept6 la idcologia predominante de asociacién crecien- te entre cl sector privado nacional, el sector estatal y las multinacionales, los cuales constituyeron, en conjunto, el tripode del desarrollo”. Si bien ¢3 cierto que en algunos paises -

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