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ESCUELA TECNICA SUPERIOR DE. INGENIFROS INDUSTRIALES, SECCION TEXTIL LECCION INAUGURAI. DE}. ANO ACADEMICO 1961-62 DE LA ARTESANIA A LA INDUSTRIA EN LA PRODUCCION DE ALFOMBRAS POR EL CATEDRATICO Db. JOSE M* CANAL AUTONELL QR. 1093 TARRASA 1961 Deraile de uno de los talleres de pricticas de Ia Esenela de Kidderminster, Escuela cn Kidderminster para la formaeion de , tecnicos en alfombras Taller de construccién de maquinas DE LA ARTESANIA A LA INDUSTRIA EN LA PRODUCCION DE ALFOMBRAS por el Catedratico D. JOSE M* CANAL AUTONELL Ilmos. Sres: El honor que me ha correspondido de poder ocupar en tan solemne acto su atencién me Ilevé a repasar diferentes aspectos de cada una de las industrias que componen la asignatura de «Tejidos Especiales» de nuestra carrera; en to- das ellas se encuentra materia para poder aportar datos que sefialen su radical transformacidn, fruto de la adapta- cién a la era de productividad que vivimos. No obstante, po- siblemente la de las alfombras es Ja que merece un primer lugar, ya que presenta una doble faceta, cual es la de una evolucién en una fabricacién segin unos principios cmplea- dos desde los tiempos m&s remotos y paralelamente estar en plena transformacién, técnicas relativamente recientes acompaiiada del nacimiento de otras nuevas, fruto de la aplicacién de fibras artificiales y sintéticas, asi como de las modernas exigencias del mercado consumidor. Si afiadimos la formidable generalizacién alcanzada por cl uso de sus productos, permite suponer haber seleccionado la industria mas caracteristica dentro de las que se tratan al desarrollar el programa de Ja citada asignatura. Como es sabido, en los pueblos prehistéricos Ja prepara- cién de las pieles precedié a Ja de los tejidos; fue necesa- rio el empleo de aquellas por el hombre, para soportar las bajas temperaturas del periodo paleolitico. Conocido mas tarde el procedimiento de convertir en hilo el algodon y el lino, y hallando el medio de entrecruzar estos, fue naciendo el arte de tejer y como cuna en Jos pueblos de Egipto, Per- sia y la India, se producen tejidos mas 0 menos gruesos a la par que artisticos, destinados a enbrir los suelos y las paredes de la morada del hombre. No es posible establecer una linea divisoria entre tapiz y alfombra ya que predomi- na el uso que se va a hacer del producto sobre su estructu- ra intrinseca. Es frecuente reservar el nombre de alfom- bras a tejidos mas 0 menos gruesos y mas o menos artisti- cos destinados a cubrir o tapizar el suelo de las habitacio- nes y escaleras, para embellecer o decorar y aislar térmica y acusticamente, lo cual esta de acuerdo con la Academia de Ja Lengua que en su diccionario nos dice: «tejido de varios dibujos y colores, con que se cubre el piso de las habitacio- nes y escaleras para abrigo y adorno». Afios atras las alfombras eran signo de riqueza y hoy signo de confort, por no decir articulo de necesidad. Antes del invento de Jacquard, una alfombra era el fruto de va- rios meses y aun afios de trabajo en malas condiciones; era Ja obra, el resultado de miles y miles de intervenciones de agiles dedos de obreros que consumian sus vidas ha- ciendo enlaces o nudos. En la Historia de los antiguos pueblos de Oriente, en- contramos a Maspero que escribe: «El tejedor en el inte- rior de los obradores es mucho mas desgraciado que la mujer, sus rodillas estan siempre a la altura de su corazén, earece de posibilidad de Henar sus pulmones con aire pnro, casi privado de luz y desgraciado de él si un dia no acude al trabajo o acudiendo no ejecuta la cantidad de obra que tiene sefalada». De la importancia que desde los tiempos mas remotos se ha concedido a las alfombras nos hablan multitud de 4 documentos y libros. La Iliada las menciona en muchas ocasiones; asi ocurre en los capifulos VI y TX. La Odisea en su capitulo IV, se refiere a aquella esclava que extiende bajo los pies de Elena una alfombra de mullida lana. Los egipcios conocian las verdaderas alfombras de lana y nos consta la importancia que a ellas concedian a pesar, de la prohibicién de la religi6n de Pitagoras que no permitia la entrada a los templos de materia tan impura por pro- ceder de animal vivo. Los animales sagrados con sus pies descansando sobre alfombras, la existencia en el Museo de Louvre de una estatua del dios Apis, con una alfombra figurada en su espalda, y tantos otros que se omifen. Son muy numerosas las referencias que demuestran c6- mo los Hebreos no les daban menos importancia; basta ver las narraciones de sus fiestas religiosas. Al mencionar presentes, las alfombras ocupan siempre un destacado !u- gar, asi leemos por ejemplo, que la Reina de Saba hizo a Salomén suntuosos regalos: La ptirpura de Sour, las gasas de Asour, las sederias del Libano, los brocados Cham, las alfombras de Ma-Wara-Muahr, los frutos del Irak, etc. De la India, pais de las maravillas, casi se puede decir que no se. encuentra cita en que se hable de suntuosidad, donde no aparezcan en preferente lugar, asi Strabon al hablar de los cortejos de elefantes cubiertos con toda pompa, de las sunfuosas moradas de los arabes, etc., hace referencia de ricas alfombras con Ja adicién de hilos de oro y plata. En Ia Historia de las Cruzadas encontramos amplias re- ferencias de la importancia de su comercio y como la Igle- sia las acoge para hacer sus prédicas y sentar a los fieles en un ambiente mistico y de recogimiento. Vemos pues que la alfombra era en la antigiiedad un articulo suntuoso y por tanto de un uso reservado a los mas altos sefiores y que incluso ni en Jos castillos, hasta los siglos XIT o XHI, empiezan a tener entrada. Las casas de los burgueses se alfombraban en invierno a base de are- na fina con adicién de paja y en verano con hojas frescas. Actualmente las alfombras son de uso general, han dejado 5 por completo el antiguo concepto de articulos suntuosos y pasan a ser de necesidad, aunque la fabricacién manual o artesana ni por su coste ni por su produccién. hubiese po- dido cubrir lo que el mercado precisa. Antes de entrar en detalles de las nuevas téenicas aparccidas después del in- vento de Jacquard, veamos brevemente la fabricacién de alfombras por el procedimiento manual. Fundamentalmente es el mismo que se seguia desde los tiempos mas remotos. Los hilos del algodén, lino u otras materias que constituyen la urdimbre se encuentran arro- Mados en un cilindro de madera situado horizontalmente a unos dos metros sobre el nivel del suelo y sostenido en los extremos por dos soportes verticales; otro cilindro tam- bién horizontal, situado préximo al suelo, sirve para ir arrollando Ja alfombra que se va produciendo. La zona de trabajo se encuentra entre dos cilindros y mds préxima a’ este segundo que al primero. La trama arrollada a una mas o menos rudimentaria bobina se enlaza con la urdimbre vertical formando ligamento tafetan, En primer lugar se obtienen unos centimetros de tejido sin pelo que consti- fuiran uno de Ios orillos de la alfombra. En muchos tipos los extremos de la urdimbre se dejan bastante largos para formar el fleco cuando proceda, en cuyo caso el orillo men- cionado es normalmente mas reducido. Trozos de hilo de Ia- na del color que convenga se van enlazando con dos hilos de urdimbre mediante nudos y los extremos quedan dispues- tos perpendicularmente al tejido de basamento para cons- tituir el pelo. Una vez terminada una hilera horizontal de estos nudos se disponen dos pasadas de tafetan con la tra- ma de basamento y cada una de ellas es batida o aprefada a las anteriores mediante un peine manual. Terminada es- ta operacién, vuelta a formar nucva hilera de nudos y otras dos pasadas con sus correspondientes golpes para el batido y asi sucesivamente hasta terminar la alfombra, en cuyo extremo se habra dispucsto orillo y fleco igual al que se hubiese hecho al principio. Segun sca la forma de enlazar el hilo de pelo, con los dos de urdimbre, el nudo recibe di- ferentes nombres como persa, turco u otros. Gon esta fa- bricacién artesana extraordinariamente simple, se compren- 6 de, que no obstante, se pueden obtener una gran cantidad de productos, no sélo en cuanto a dibujos, alturas del pelo y materias empleadas, sino también posibilidad de tener un mayor o menor numero de nudos por unidad Lineal. La densidad del terciopelo, en muchas ocasiones, se acostumbra a lamar «calidad» y en los paises que emplea- mos el sistema métrico decimal! se sefiala por dos niimeros, separados por el signo de multiplicar y que expresan respec tivamente el namero de nudos por decimetro en el sentido de Ja urdimbre y en el de la trama. Una gran calidad pue- de Hegar a tener 100 x 100 nudos decimetro, lo que equi- vale a un millon de nudos por metro cuadrado. Admitien- do que una operaria con bastante habilidad Megue a ejecu- far unos 700 nudos por hora, un metro cuadrado seran unas 1.400 horas de trabajo. No hablemos de las horas inver- tidas en la composicién del dibujo ni en la preparacién de materias, sobre todo el tinte de la gran cantidad de colo- res que coadyuvan de una manera tan preponderante en la valorizacion del producto tina]. Sin apartarse de este pro- cedimiento de fabricacién, existen en cl mercado una gran eantidad de calidades y tipos que ocupan un importante lu- gar. Asi tenemos tas alfombras de Oriente, las del Norte de Africa y las producidas en Europa por paises que lo hacen simultaneamente con tipos de elaboracién que Hamaremos mecanicos. Alfombras Orientales. — Pretender estudiar el arte y la técnica de las alfombras producidas desde los tiempos mas remotos en estos paises, cuna y tnicos artifices, ocu- paria una extension impropia de este acto y ademas adole- ceria del defecto de ser incompleto por haber dejado al margen un aspecto, que si se nos permite, Hamaremos es- piritualidad. El Oriental no colorea ni dibuja unicamente por sentir el arte, sino que con su espiritu dirigido siempre a un mundo interior, con un culto extraordinadio a sus viejas tradiciones, vierte en la alfombra una parte de su alma y plasma en cella una gran parte de su intimidad. No es posible juzgar de la misma manera una alfombra orien- tal que una alfombra curopea; la primera debe ser med. tada y comprendida, la segunda obedece a un arte y a una cultura proyectada hacia al futuro, buscando un culto a la belleza y una armonia de coloridos. Siempre se ve el deseo y Ja inquietud de crear un algo mejor. El oriental no em- plea un color verde o azul porque estos colores le gusten, los emplea porque representan una idea que debe ser ex- presada en la obra que se esta realizando. Los elementos naturales le han inspirado el valor de los colores; por ejem- plo, a los persas les gustan los verdes y amarillos palidos por tener con su sol intenso una claridad extraordinaria, cn cambio los turcos consideran el color verde como sugra- do y no lo utilizan nunca en alfombras que deban pisarse, quedando reservado tinicamente para las alfombras de ora- cién; los mahometanos consideran al verde como signo de jnmortalidad, y para los mongoles el azul significa autori- dad y poder. El dibujo, lo mismo que e} color, no obedece tnicamen- te a reglas puramente estéticas, En Extremo Oriente, la al- fombra no es un objeto decorative, expresa siempre algo como tradiciones, creencias religiosas o filosdficas, ctc. Un observador atento, puede indicar en una alfombra antigua a qué época, a qué clan, 0 4 qué pueblo ha pertenecido; mas niodernamente las relaciones entre los pucblos, las guerras, las necesidades del comercio, han disminuido el valor sim- holico del dibujo, pero no obstante siempre cs posible —- profundizando en la cuestién — remontarse a los anti- guos modelos y vislumbrar los caracteres de origen. La re- ligi6n, musulmana no permite representar personajes ni se- res vivos dentro de sus alfombras, sus dibuj geomeétricos tampoco son regulares ni siquiera simétricos, puesto que Ala solamente él, es quien tiene derecho a ser perfecto. El horizonte queda frecuentemente simbolizado por un sim- ple trazo horizonial, el disco solar por un semicirculo y una cruz es el simbolo de los cuatro puntos ardinales, En resumen, ta belleza de estas alfombras reside de una manera preponderante, aparte de su calidad y bondad de materias primas empleadas, en esla expresion espiritual: que se ha intentado aqui exponer brevemente. Como dato 8 curioso he de decir que en cierta ocasién en que hablaba con un gran experto en Ja materia y comentando cémo era posible distinguir una alfombra oriental auténtica de una imitacién fabricada segin cl mismo procedimiento, pero mecanicamente, afirmaba que cra extraordinariamente sen- cillo: bastaba verificar una detenida contemplacién y si en el transcurso de ésta, cuanto mas tiempo se mira, mas se nota que se va penctrando en su significado simbélico, mas se van descubricndo nuevos detalles, mas se va precisando su movilidad, 0 dicho en menos palabras, mas gusta, ni por un momento puede dudarse en afirmar que se trata de un caso de autenticidad, y por el contrario, si la befleza se ha asimilado en todo su valor desde un primer momento y que estacionario por mas que dure la contemplacién, indu- dablemente se trata de una fabricacién mecanica. Reservemos un pequeiio espacio para citar brevemente el tinte y el lavado de las alfombras orientales. Para tintar los hilos componentes sc empleaba, hasta hace muy poco tiempo, unicamente Ios colorantes naturales, los cuales es de creencia general que protegen a la lana en contra de Io que ocurre con los de anilina que tienden en casos a su des- fruccién. Los secretos de la tintura natural, asi como de los productos auxiliares empleados, cran celosamente guar- dados y transmitidos de familia en familia. En 1903 fue dicfada en Oriente una disposicién prohibiendo Ja impor- tacién de colorantes artificiales, decretando cl cierre de Ias fabricas que los utilizasen y cl tintorero sorprendido no aca- tando la ley, condenado a serle cortada la mano derecha. En poco tiempo esta ley cayé en desuso y en la actualidad son los colorantes de anilina los frecucntemente utilizados. La alfombra oriental en cl momento de terminar su fa- bricacion aparecia con colores extraordinariamente vives y, particularmente con la tintura basada en el empleo de co- lorantes naturales; entonces era preciso un matizado o en- vejecimiento, cosa que se hacia normalmente sumergiendo la alfombra en agua alcalinizada. Se eliminaba con esta operacién el exceso de color sobrante y fijaba el resto so- bre fibra de una manera permanente, aparte la matizacién 9 y el agradable aspecto general caracteristico. Esta operacién la podemos considerar como normal, no obstante y desgra- ciadamente cada vez con mas frecuencia se habla del en- vejecimiento curopeo que consiste en partir de una elfom- Dra de reciente fabricacién y con aprovechamiento de la quimica moderna envejecerla 50 6 100 afios con dos o tres puenas inmersiones y no precisamente en agua alcalinizada. La excelente calidad de las lanas empleadas como pelo. dan a la alfombra un brillo caracteristico. También aqui debe citarse el brillo artificial, logrado mediante un plan- chado con un cilindro que extiende sobre su superficie una pequefia cantidad de parafina. Alfombras del Norte de Africa. — Representan un gru- po caracteristico, si bien la técnica general es parecida a cuanfo se acaba de exponer. Abundan grandemente los di- bujos geométricos, pero siempre con tendencia a Ja irre- gularidad y en el momento actual en nuestro mercado las mas frecuentes son las procedentes de Argelia, Timez y Ma- rruecos. En estos paises permancce atm el arte de Jas alfom- bras con toda su pureza, pero se aprecian tendencias indus- triales que siempre resultan en detrimento de la expresién espiritual. Alfombras espaiiolas. — No se puede hablar de alfom- bras antiguas, verdaderas joyas de arte, sin reservar e] co- rrespondiente lugar a Jas fabricadas en nuestra Patria, con {éenica aprendida de Ios arabes y que. de una manera tan destacada caracterizaron los talleres de Cuenca v de ofras provincias espafiolas. El enlace del pelo con el basamento se hacia, y atin algo se hace, mediante un nudo y una téc- nica que ha tomado e] nombre de nuestro pais, segtin la cual cada penacho de pelo es enlazado con un solo hilo de urdimbre pero de una forma alternativa, o sea, que en las pasadas impares el enlace tiene Jugar solamente sobre los hilos impares, dejando los pares completamente libres de pelo y procediendo al revés en las pasadas pares. Se comprende que una linea vertical segiin esta fécnica, 10 tendré una cierla movilidad que caracteriza esta fabrica- cién. Es notorio el empleo en muchas ocasiones de lanas ne- gras y pardas nalurales, ya que como ¢s sabido nuestra Peninsula es extraordinariamente rica en ellas y con mag- nificas caracteristicas para ser aplicadas a las alfombras. La disposicién de Ja urdimbre, el batido de las pasadas, era en todo similar a la técnica oriental; el nudo persa no debié ser usado en Espaiia y en cuanto al turco se empieza su utilizacién a partir del siglo XVII en los talleres de Le- yante, Cuenca y Salamanca y, mas tarde, en las fabricas madrilefias. Por el contrario, no se tienen noticias del em- pleo del nudo espafiol en los pueblos del Medio y Extremo Oriente. En cuanto a dibujos y colores diremos que gencralmen- te en estas alfombras, eran fruto de la inspiracién propor- cionada por la vista de lus de mas diversas procedencias, pero con una amplia libertad de aplicacion; asi los motivos geométricos, los animales, las plantas, las flores y las es- trellas aparecen distribuidos para lograr los mas bellos efec- tos decorativos, en algunos ejemplares, por cierto de gran valor, ocupan destacado lugar los escudos de armas de no- bles casas espafiolas. Alfombras europeas. — Incluyamos en este apartado unas alfombras conocidas en el mereado con los nombres de

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