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El detective Warton Russell E, Erickson edu ones BB Plhua 79 Colece'én drigida por Marinella Torzi uornn esc setts 1097 Jrgqucion do! nls, José Emauo Cubodo listaciones y cubleré:laver Vazquez “Te real Yaron ng te cores Scccahe eee tea © Eases St 18) “one funa’99- 260 aon CComerenien: CESMA, 5A Aca 28048 Mes San Faces Catia SL Hacia un buen rato que la oscuridad de la noche se habia aduenado del es- peso bosque. Todo estaba en silencio. El viento se habia calmado y los péjaros guardaban silencio. La mayorfa de los Snimates‘dormian, Algunos. merodea- ban con pisada furtiva y mirada relu- ciente, Otros estaban a punto de irse a dormir. Eso era lo que los hermanos sapos, Warton y Morton, estaban ha- ciendo en su confortable hogar. Sen tados alrededor de la mesa de Ja cocina, jugaban al dominé con su abuelo Ar- ‘bule. El abuelo, que vivia en la casa de al lado, miro sa pertenencia preailecia una mezcla de reloj y brajula de oro. Bien —dijo el viejo sapo—. Ya es. suficiente por hoy. Fijaos lo tarde que es —atadié, colocando su reloj-brijula sobre la mesa. —Se nos ha hecho muy tarde —dijo Morton 79 —Y no hemos sido capaces de ganar ni una partida al abuely --se lamento Warton, El abuelo se rié entre dientes. No os desanimeéis —les dijo—. No es fécil vencer a un campedn de do- miné, a alguien que ha participado en torneos por todo el bosque. Incluso el guid como trofeo este hermoso reloj- brijula —y entornando los vjos, an dis: ya sabeis lo tramposas que son las ranas. Warton y Morton asintieron con la cabeza. A continuacién, cl abuelo Arbule les dio las buenas noches y se marché a su casa. Warton comenz6 a recoger as fi- chas de dominé y Morton retiré las tazas y los platos. —i0h, mira! —dijo Warton— abuelo se ha dejado su reloj-brojul bre la mesa —Seri mejor que se lo llevemos inme- diatamente —dijo Morton—. Ya sabes el aprecio que le tiene. Si, va lo sé —dijo Warton—. Pero puede que ya esté dormido. Se lo le varé mafana por ke mi 6 so- Pla FO , en ese caso me voy a la cama —dijo Morton—. Mafiana me aguarda un dia ajetreado en la cocina. —Y yo tengo que limpiar la casa —dijo Warton, bostezando, Enseguida los dos sapos se acostaron Pronto se quedaron dormidos sobre sus blandos colchones rellenos de hojas de enea. Durante el resto de la noche todo quedé en silencio; sdlo se ofa el tictac del reloj de la repisa. Y justo antes del amanecer se oyé el ruido de cristales rotos. Warton abrié los ojos bruscamente. —Morton, ghas sido tu? —pregunté en vor alta —No —respondié una vor sonolienta desde la habitacion contigua—. El ruido hha venido del sotano. Warton salté rapidamente de la cama. Ataviado con un pijama a rayas roji- blancas, encendié una vela y entré en la cocina. Alli lo esperaba Morton, enfun- dado en una bata de lana y con un utensilio de cocina en la mano, Warton abrié la puerta de madera de la des- pensa. Los dos sapos bajaron con cui- dado las estrechas escaleras que condu- 8 Prhyi a TG cian al sotano, sin dejar de escudrinar «en todos los rincones oscuros De repente, Morton grit al tiempo que senalaba hacia el suelo, donde va- cian varios recipientes rotos en un charco morado. —iMi gelatina de bayas de satico! ‘Todos los tarros estan destrozad Warton examiné de cerca el estro- picio —Ouien haya hecho esto, ha dejado huellas de mermelada. Voy a seguirlas. Sosteniendo a vela préxima al suelo, ‘Warton siguié el rastro de pisadas. Miro debajo de una silla vieja y una mesa pol- vorienta, entre cuatro barriles y cajas de sal, y detras de un aparador. Cuando legé al armario, se detuvo. Las huellas acababan alli. Warton dio dos vueltas alrededor del mueble y luego se puso mirar por la cerradura. De repente su rostro cobro una expresion de espanto, y el sapo dio un salto hacia atrés. —iMorton! —exclamé—. Ahi hay al- guien y se ha quedado mirandome. —iNo! —dijo Morton—. ¢¥ qué ha- cemos ahora? —Creo que deberfamos capturar 9 quien se esconda ahi dentro —dijo War- ton. -Me da miedo —dijo Morton. Warton tom un pedazo de cuerda y se volvié hacia su hermano. —cEstas preparado? —le pregumio. Morton asintio con la cabeza. En- tonces los dos sapos agarraron el arma- rio y le dieron un fuerte empujén. El mueble cay6 al suelo con un gran estré- pito y Warton abrio la puerta. Alli, sentado al fondo del armariv, un aturdido animalillo miraba a los sapos con sus ojos oscuros y redondos. —iVaya, pero si es un ratén de cam- po! —dijo Warton. —Y seguro que era él quien queria robarme mi mermelada de bayas de satico —dijo Morton—. jMiralo! Warton se puso a examinar al raton- cillo. El sapo advirtié que Hevaba una gorra puntiaguda de visera, una camisa cerrada verde y pantalones cortos ma- rrones. También se dio cuenta de que el ratén esiaba pringado de mermelada morada Warton asintié con la cabeza. —Verdaderamente, ya no hay la me- nor duda 10 Pla FO Al ofr esto, el ratén empez6 a temblar y se le movian los bigotes —¢Como que no? —exclamo—. Me parece que estais equivocados. —¢Ah, si? —dijeron los dos sapos al unisono. —Si —dijo el raton—. Que haya unos tarros de mermelada rotos y que yo tenga unas manchas de mermelada ino significa que os estuviera robando. —Entonces, qué significa? —pre- gunté Morton. —Significa.... —respondio el ratén, que parecia turbado-de repente—, signi- fica que ha sido un accidente. —¢Un accidente? —pregunté Warton. —Si —contesté el raton—. Anoche vi tun viejo topo que estaba tratando de atrapar a una lagartija. Decidi ayudarle a capturarla, y cuando Ja lagartija se metié en un agujero, debajo del tocon de un Arbol, me metf en el agujero para perseguirla. Ignoraba que el tocén se encontrara sobre vuesta casa. Asi, sin saber como, fui a chocar contra la es- tanteria de tarros de mermelada y se cayo al suelo. Cuando vi que os acerca- bais, como no sabia quién vivia aqui, me escondi en el armario. 12 Prlysa 79 Warton comprendio que el ratén era sincero, —Lamento haber pensado que nos es- tuvieras robando la mermelada. No me he dado cuenta de que se trataba de un accidente. Eso podia haberle pasado a cualquiera. —A cualquiera no —dijo el ratén con tristeza—. Os diré que he tenido que abandonar mi hogar, en la pradera donde vivia con muchisimos mas. ra- tones, porque provoco muchos acc dentes. Todos los accidentes me curren a mi. Por eso ya nadie quiere que me acerque. Cuando voy de visita, nadie en su casa. Asi que he decidido irme a vivir a otra parte. Warton sintié lastima del ratoneillo. —Tal vez a ti te parezca que te ocu- rren mas accidentes que a nadie, pero puede que no sea asi. —éCrees eso realmente? —pregunté el raion —Es muy probable que sea asi —dijo Warton—. En cualquier caso, no tienes por qué marcharte por donde has ve- nido. Pucdes utilizar el suelo de nuestra cocina si lo deseas =Y puesto que ya estoy levantado 13 —dijo Morton—, voy a preparar el de- sayuno. Te invitamos a desayunar El raton parecio encantado. —Sois muy amables —dijo—. Me amo Neville. e¥ vosotros? Los sapos le dijeron sus nombres. Mientras Neville salia del armario, los dos sapos lo miraban boquiabiertos. En lugar de cola, Neville Hevaba un trozo de cuerda atada a un rabillo muy corto, —Perdi mi cola porque me la pisé acci- dentalmente con una mecedora —co- ‘menté el ratén al advertir el gesto de sor- presa de los sapos—. Como desde en: tonces solo podia caminar en circulos, un dia se me ocurrié atarme una euerda y asi volvia caminar en linea recta, jué buena idea! —dijo Warton —Gracias —contest6 Neville—. Ahora me parece que deberia limpiar todo el estropicio que os he causado. Dicho esto, el ratén agarré el palo de tuna escoba que estaba bajo un estante. —iEspera! —exclamé Morton. La advertencia [leg6 demasiado tarde. El palo de la escoba, que habia estado sosteniendo el estante, se salio de su sitio al tirar de él. El estante se desplome con- tracl suelo ry Pua 79 —iNo! —se lamenté Morton—. Mis tarros especiales de mermelada de mos cas de la fruta. {Se han roto todos! El raton miré a Morton con tristeza —Lo siento —se lament. —No importa —dijo Morton, y trago saliva—. Pero creo que deberiamos abandonar el sétano rapidamente. El sapo mostré al raton el camino hasta la cocina. Una vez alli, Morton se puso a preparar el desayuno. Warton se senté con el raton a ta mesa de la co- cina. Para animar a Neville, comenté: —Fue muy bonito de tu parte el ayu- dar ayer a aquel topo. —Lo hice con mucho gusto —dijo el raton—, Me gusta ayudar a los demas. El problema es que las cosas nunca me salen bien —entonces se iluminé su semblante y afadié—: Aunque ayer ayude a alguien y me salio bien. —{Oué hiciste? —pregunté Warton. —Ayudé a una ardilla a librarse de una hiedra venenosa que crecia alrede dor de su arbol. La cosa result6 facil Lo tinico que tuve que hacer fue encen- der un fuego alrededor del Arbol. Y al momento la hiedra empez6 a arder ¥ yo segui mi camino. —2¥ no se quemaria el tronco del ar- bol? —pregunté Warton —iCaramba! —Neville dio un res- pingo—. No habia pensado en eso. Ahora comprendo por qué la ardilla empezd a gritar cuando yo me alejaba —dijo el ra toncillo con expresion de tristeza, una vex mas. En aquel momento, Morton se acercé a la mesa. Colocé una fuente de lonchas de babosa ahumada, tres tazones de ga- chas de larvas de escarabajo y un mon- t6n de ballico tostado. Los dos sapos y el ratén se pusieron a desayunar. Neville se sirvié de todo dos veces. Cuando termind, dijo: —iMmm! (Que sabroso estaba todo! Me alegro de que te haya gustado —comenté Morton, radiante de satistac- ion. —Claro que me ha gustado —dijo Ne- ville, poniéndose de pie—. Y para de- mostraros mi agradecimiento, voy a fre- garos todos los cacharros que hemos ensuciado. Morton se horrorizé al ofr aquelio. —iDe eso nada! ;Tu no friegas! Quiero decir... que no tienes por que molestarte. No es ninguna molestia —dijo Ne- 16 Plusa 79 ville—. Siéntate con tu hermano y den- tro de un momento los platos te parece- ran distintos. —Eso es precisamente lo que temo. Los platos van a acabar como mis ta- ros de conservas, hechos pedazos —su- surré Morton a Warton —A lo mejor, si no lo miramos —dijo Warton—, las cosas le salen bien esta vez. —Procuraré no mirarlo —dijo Morton. Neville quité la mesa rapidamente y Ilend el fregadero de platos y agua con espuma. Warton veia como su hermano aguardaba que se produjera el sonido caracteristico de la loza cuando se rompe. Pero dicho sonido no se oyé y enseguida un monton de platos relu- Cientes reposaban sobre el aparador —Parece que mi temor era infundado —dijo Morton, y suspiré aliviado —Asi es —dijo Warton—. Y eso me recuerda que sera mejor que devuelva al abuelo su reloj-brojula anies de que comience a preocuparse. Warton miro a su alrededor. —Morton, ¢lo has cambiado de sitio? —No, lo he dejado exactamente donde 7 estaba —contesté Morton—. Encima de Tamesa. —Pues ya no esté ahi —dijo War- ton—. Y si yo no lo he movido de su si tio y tu tampoco, gdénde ha ido a pa. rar? Los dos sapos se miraron. Volviendo la vista hacia Ia pila, advirtieron como Neville sacaba un objeto dorado det agua jabonosa. 1 reloj-brijula! —gritaron los dos sapos, saltando de sus asientos. —¢Esto? Neville levanto la vista. —Es la cosa mas preciada de nuestro abuelo —dijo Warton: —Y se la has estropeado —anadio Morton, —He vuelto a meter la pata —y el rostro del ratén se entristecié. —Tal vez si lo ponemos a secar sobre a estufa... dijo Warton al comprender que Neville estaba muy preocupado. Morton negé con la cabeza —Esta demasiado caliente. Un instru mento tan delicado como este necesita un calor suave para secarse. —Bastarfa con los rayos del sol si lo Ponemos sobre una roca lisa? —pre- gunté Neville 18

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