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LA HUALLATA Y LA ZORRA

Érase una vez en las alturas de estas tierras; se encontraba la huallata paseando con sus hijitos; y
de repente apareció la zorra:

— Buenos días amiga huallata, tus hijitos están hermosos—, saludó la zorra,
— Gracias amiga — Contestó la huallata.
— Y ¿Por qué tus hijitos tienen esas patitas rojitas tan bonitas y los míos no? —Preguntó la
zorra— Ah! es porque yo metí a mis hijitos en un horno caliente y así salieron con las patitas
rojas —contestó la huallata.
— Y ¿Yo podría hacer lo mismo con los míos? —Replicó la zorra— Claro, los metes al horno y
cada vez que oigas un ¡bum! gritas: "pintapatita", "pintapatita" —agregó la huallata.
Y así hizo la zorra, armó un horno colocó leña y cuando estuvo al rojo vivo metió a sus hijitos
cerrando la puerta; pasados unos minutos comenzó la explosión; y la zorra con cada ¡bum!
gritaba: ¡pintapatita!, ¡pintapatita!; grande fue su sorpresa cuando al abrir el horno sólo encontró
a sus pequeños carbonizados.

Furiosa la zorra, corrió a buscar a la huallata; pero la huallata con sus hijitos ya se encontraba en
la laguna.
La zorra preguntó:
— ¿Cómo es posible que me hayas engañado?
La huallata respondió:
— Tú tienes la culpa por ingenua.
En venganza la zorra dijo: Ya verás me tomaré toda el agua de la laguna y te atraparé a ti y a tus
hijitos; En el acto la zorra empezó a beber y beber el agua; pero a la vez que el agua iba
bajando, la barriga de la zorra iba hinchándose más y más, hasta que reventó.

Y así la huallata y sus hijitos quedaron a salvo de la zorra.

“MUCHAS VECES, LA INGENUIDAD CAUSA DIFICULTADES”

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