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Losada 2021 Del Carnaval Al Corso de Palermo Los Ritos Sociales de La Elite Porteña en La Belle Époque 1880 1910
Losada 2021 Del Carnaval Al Corso de Palermo Los Ritos Sociales de La Elite Porteña en La Belle Époque 1880 1910
Abstract. – This article analyses two events of the sociability of Buenos Aires’ elite dur-
ing the belle époque: the carnival and the parade in the Palermo parks. It argues that over
this period the first one lost importance in the high life, while the second one became a
distinctive appointment to the porteño elite. We affirm that this process reveals the con-
struction of rites of social distinction and the relocations within the urban space experi-
mented by the elite due to the growth of the society and the city of Buenos Aires between
1880 and 1910, which blurred the social differences and, therefore, increased the neces-
sity to manifest distinction for the traditional elite.
1
Gino Germani, Política y sociedad en una época de transición. De la sociedad tra-
dicional a la sociedad de masas (Buenos Aires 1962); José Luis Romero/Luis Alberto
Romero (eds.), Buenos Aires. Historia de cuatro siglos, 2 vols. (Buenos Aires 1983);
José Luis Romero, Latinoamérica. Las ciudades y las ideas (Buenos Aires 1976); Luis
Alberto Romero/Leandro Gutiérrez, Sectores populares y cultura política. Buenos Aires
en la entreguerra (Buenos Aires 1995).
2
Adrián Gorelik, La grilla y el parque. Espacio público y cultura urbana en Bue-
nos Aires, 1887–1936 (Buenos Aires 1998); José Francisco Liernur/Graciela Silvestri
(eds.), El umbral de la metrópolis. Transformaciones técnicas y cultura en la moderni-
zación de Buenos Aires, 1870–1930 (Buenos Aires 1993); James Scobie, Buenos Aires.
Del centro a los barrios, 1870–1910 (Buenos Aires 1977); Guy Bourdé, Buenos Aires.
Urbanización e inmigración (Buenos Aires 1977); Charles Sargeant, The Spatial Evolu-
tion of Greater Buenos Aires, Argentina, 1870–1930 (Tempe, AZ 1974); Federico
Ortiz/Juan Mantero/Ramón Gutiérrez/Abelardo Lavaggi, La arquitectura del liberalismo
en la Argentina (Buenos Aires 1988).
3
Ver Scobie, Buenos Aires (nota 2); Gorelik, La grilla y el parque (nota 2); y
Ortiz/Mantero/Gutiérrez/Lavaggi, La arquitectura (nota 2).
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4
Al respecto, ver Ervin Gofman, La presentación de la persona en la vida cotidiana
(Buenos Aires 1981); Frederik Barth, Los grupos étnicos y sus fronteras. La organiza-
ción social de las diferencias culturales (México, D.F. 1976); Richard Jenkins, Social
Identity (Londres 1996). Un estudio que ha incluido lineamientos semejantes en el aná-
lisis de las formas populares de sociabilidad en la ciudad de Buenos Aires de este peri-
odo es Sandra Gayol, Sociabilidad en Buenos Aires. Hombres, honor y cafés, 1862–1910
(Buenos Aires 2000).
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del rosismo. En efecto, desde los años 1850, los bailes de máscaras del
Club del Progreso (creado en 1852) constituían uno de los eventos
más importantes de la temporada y al mismo tiempo la forma en la que
la elite diferenciaba sus fiestas carnavalescas de las de los sectores po-
pulares.5
Al comienzo del periodo aquí considerado, los años 1880, los bai-
les de carnaval del Club del Progreso seguían siendo uno de los even-
tos más concurridos y prestigiosos de la alta vida social:
“El Club del Progreso cerró en la noche del sábado la larga serie de las diversiones
del haut fion con un espléndido baile [...] que hará época en los anales elegantes de
nuestros no menos elegantes fashionables”.6
5
Pilar González Bernaldo de Quirós, Civilidad y política en los orígenes de la Na-
ción Argentina. Las sociabilidades en Buenos Aires, 1829–1862 (Buenos Aires 2001),
p. 204.
6
El Diario, 27/28 de febrero de 1882.
7
A través de la prensa, la comisión directiva pedía a cada socio que “se sirva pasar
por la secretaría del club a fin de recibir las tarjetas para los próximos bailes de másca-
ras. Si Ud. no puede hacerlo personalmente se ruega a Ud. que envíe por ellas persona
competentemente autorizada por escrito. La comisión deplora dar a Ud. esta molestia;
pero lo hace en el interés de evitar la entrada de personas no invitadas a los bailes”. El
Diario, 7 de febrero de 1884.
8
Por ejemplo, según lo reflejaban los grandes diarios porteños de entonces: “Los
clubs del Plata y Unión Argentina han rivalizado dignamente en sus fiestas sobrepujando
todas las esperanzas que se abrigaran, pues espléndido y brillante ha sido el éxito por
ellos alcanzado”. El Diario, 15 de febrero de 1888.
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9
El Diario, 20 de enero de 1888.
10
Al respecto, ver Adolfo Prieto, El discurso criollista en la formación de la Argen-
tina moderna (Buenos Aires 1988).
11
Ricardo Molinari, Buenos Aires. 4 siglos (Buenos Aires 1980), apéndice “Crono-
logía porteña”, sin paginar. Ver también Enrique Puccia, Breve historia del carnaval por-
teño. Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires (Buenos Aires 1974).
12
Zelmira Garrigós, Memorias de mi lejana infancia. El barrio de la Merced en
1880 (Buenos Aires 1964), p. 83. El Club del Progreso – cuya sede social se encontraba
por entonces en Victoria y Perú – era nuevamente un escenario desde el cual se realizaba
esta contemplación del corso en los años ochenta: “Para recreo de los socios y familias
que iban a los balcones a ver el corso, se iluminaron los salones y concurrió la orquesta
que estaba en el salón alto del ambigú en las noches anteriores”: El Diario, 20 de marzo
de 1888.
13
Sobre el rápido éxito del carnaval en Mar del Plata ver “Vida balnearia. Mar del
Plata”: El Campo y el Sport, 27 de diciembre de 1892. Con relación a la vida social des-
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envuelta por la elite porteña en los veraneos marplatenses, ver Elisa Pastoriza, “Notas
sobre el verano marplatense en los albores del siglo. Un capítulo ‘indeclinable’ de alta
sociedad porteña”: Fernando Cacopardo (ed.), Mar del Plata. Ciudad e Historia (Bue-
nos Aires/Madrid 1997), pp. 135–164; G. Zuppa (ed.), Prácticas de sociabilidad en un
escenario argentino. Mar del Plata 1870–1970 (Mar del Plata 2004).
14
Caras y Caretas V, 176, 15 de febrero de 1902. Ver también La Mujer III, 5, 1 de
marzo de 1901.
15
En otro lugar hemos analizado con mayor detalle el cambio en la importancia re-
lativa del Progreso y del Jockey en la alta vida social de estos años y sus respectivas
composiciones sociales a partir del análisis de sus comisiones directivas. Ver Leandro
Losada, “Sociabilidad, distinción y alta sociedad en Buenos Aires. Los clubes sociales
de la elite porteña, 1880–1930”: Desarrollo Económico 45, 180 (2006), pp. 547–572;
idem, “La elite social de Buenos Aires. Perfiles y trayectorias sociales en una perspec-
tiva comparada. El Jockey Club y el Club del Progreso, 1880–1930”: Luz Marina Mora-
les (ed.), Familias, negocios y poder en América Latina (Puebla, en prensa). Con rela-
ción al Jockey ver también Thomas Edsall, Elites, Oligarchs and Aristocrats. The Jockey
Club of Buenos Aires and the Argentine Upper Classes, 1920–1940 (tesis doctoral, Tu-
lane University 1999); Francis Korn, “La gente distinguida”: Romero/Romero, Buenos
Aires (nota 1), t. II; J. Newton/L. Sosa de Newton, Historia del Jockey Club (Buenos
Aires 1966).
16
Ver la sección “Fiestas sociales” en Libro de Oro (Buenos Aires 1905, 1908, 1911,
1923, 1925). Así, por ejemplo, Silvina Bullrich anotó en sus memorias que si ella, sus
hermanas y su madre permanecían los tres meses de verano en Mar del Plata, “papá ve-
raneaba solamente durante el mes de enero, algunos fines de semana y Carnaval”. Sil-
vina Bullrich, Mis memorias (Buenos Aires 1980), p. 40.
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17
“Not long ago the carnival was celebrated with much licence, but it is now becom-
ing insignificant [...]”. W. A. Hirst, Argentina (Londres 1910), p. 153.
18
“El carnaval divertía antiguamente a nuestros hombres serios”: El Hogar XXIV,
957, 17 de febrero de 1928.
19
Francisco Dávila, La Babel Argentina. Pálido bosquejo de la ciudad de Buenos
Aires en su triple aspecto material, moral y artístico (Buenos Aires 1886), p. 132.
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20
Como es sabido, la creación de los parques de Palermo, en los predios en que se
situara la quinta de Rosas, fue una iniciativa de Sarmiento durante su presidencia. Su de-
finición característica se alcanzaría a partir de los años 1890, con la gestión de Charles
Thays. Sobre el sentido inicial republicano e integrador y su apropiación “aristocrática”
por la elite en el fin de siglo, ver Adrián Gorelik, La grilla y el parque (nota 2), pp. 75–84
y 154–165.
21
Dávila, La Babel Argentina (nota 19), p. 132.
22
Fray Mocho I, 31, 29 de noviembre de 1912.
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23
Eugenio Cambaceres, Pot-pourri. Silbidos de un vago, 1882 (Buenos Aires 2001),
pp. 92–93.
24
Carlos Olivera, En la brecha (Buenos Aires 1887), pp. 403–404.
25
Como lo puntualizara un visitante extranjero, “young and old of all ranks equally
joining in this universal game of romps”. Sir Horace Rumbold, The Great Silver River.
Notes of a Residence in Buenos Aires in 1880 and 1881 (Londres 1890), p. 309.
26
Eduardo Wilde, “El carnaval” (1872): idem, Tiempo perdido. Trabajos médicos y
literarios (Buenos Aires 1923), p. 207.
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27
Carlos Octavio Bunge, Los envenenados. Escenas de la vida argentina de fines del
siglo XIX (Madrid 1926, original de 1908), p. 163.
28
Rumbold, The Great Silver River (nota 25), p. 311.
29
Sobre la afición de Pellegrini por los juegos de agua ver Agustín Rivero As-
tengo, “Ensayo biográfico”: Carlos Pellegrini, Obras completas, t. II (Buenos Aires
1941), p. 307. Por su parte, una anécdota célebre recordaba el huevazo lanzado por la
“patota” de Marcelo T. de Alvear a J. N. Matienzo. “El carnaval divertía”: El Hogar
XXIV, 957, 17 de febrero de 1928.
30
Ver Victor Turner, Proceso ritual. Estructura y antiestructura (Madrid 1976).
También podría entenderse desde el concepto de Elias de práctica mimética. Ésta es la
que permite “la posibilidad de catarsis”, siendo así “el complemento y la antítesis de la
periódica propensión por parte de las emociones a perder su frescura en las rutinas ‘ra-
cionales’, no recreativas de la vida”. Norbert Elias/Eric Dunning, Deporte y ocio en el
proceso de civilización (Madrid 1992), pp. 65 y 95. Ver también al respecto Richard Sen-
net, El declive del hombre público (Barcelona 1978), p. 327.
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31
Vale precisar que los juegos de agua fueron objeto de prohibición por parte de los
poderes públicos, en una búsqueda de disciplinamiento social que pretendía atemperar la
suspensión de jerarquías a que daban lugar: “A nadie se respetaba [...] Las calles [...] es-
taban desiertas y las tiendas cerradas, como si en vez de ser días de carnaval fuesen días
de revolución”. Ánibal Latino/José Ceppi, Tipos y costumbres bonaerenses (Buenos
Aires 1986, 1a ed. 1886), p. 249. Sobre las resoluciones municipales prohibiendo los jue-
gos de agua ver, por ejemplo, El Diario, 10 de febrero de 1888. Las prohibiciones sobre
el carnaval con el propósito de avanzar en el disciplinamiento social han sido también
señaladas para el caso uruguayo por José Pedro Barrán, Historia de la sensibilidad en el
Uruguay, t. II: El disciplinamiento, 1860–1920 (Montevideo 1992), pp. 223–233.
32
César Viale, Del novecientos a hoy (Buenos Aires 1956), p. 47.
33
Ver, por ejemplo, las descripciones contenidas en Julia Bunge, Vida. Época mara-
villosa, 1903–1911 (Buenos Aires 1965), pp. 406–412.
34
Norbert Elias, El proceso de civilización. Investigaciones sociogenéticas y psico-
genéticas (Buenos Aires 1993).
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35
La diferencia entre los ritos, y hábitos y costumbres, también acciones repetitivas
y estandarizadas, radica precisamente en su finalidad simbólica. Ver David Kertzer,
Ritual, Politics and Power (New Haven 1988), pp. 8–9.
36
Adolfo Bioy, Antes del novecientos (Buenos Aires 1958), p. 266.
37
Jules Huret, De Buenos Aires al Gran Chaco (Buenos Aires 1986, 1a ed. París
1911), p. 95.
38
El Diario, 5 de noviembre de 1888.
39
La Nación, 24 de noviembre de 1912.
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40
Al respecto, ver Peter Burke, La cultura popular en la Europa Moderna (Madrid
1996); Pierre Bourdieu, La distinción. Criterio y bases sociales del gusto (Madrid 1988).
41
Viale, Del novecientos a hoy (nota 32) p. 49; Federico Lastra, Recuerdos del 900
(Buenos Aires 1965), pp. 26–27, 72–73. Ver también Beatriz Seibel, “Teatralidades de
Buenos Aires. De la Opera al Parque japonés, 1890–1915”: Margarita Gutman/Thomas
Reese (eds.), Buenos Aires 1910. El imaginario para una gran capital (Buenos Aires
1995), pp. 359–374.
42
Ver Leonore Davidoff, The Best Circles. ‘Society’, Etiquette and the Season (Lon-
dres 1973); Maureen Montgomery, “Female Rituals and the Politics of the New York
Marriage Market in the Late Nineteenth Century”: Journal of Family History 23, 1
(1998), pp. 47–67. Sobre la referencia a la inspiración del corso de las flores en un
evento similar desarrollado en Niza, ver “Notas sociales”: La Nación, 11 de octubre de
1897.
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43
Carlos D’Amico, Buenos Aires, sus hombres, su política, 1860–1890 (Buenos
Aires 1952), p. 12; Miguel Cané, Notas e impresiones (Buenos Aires 1918, 1a ed. 1901),
p. 151.
44
Leandro Losada, Distinción y legitimidad. Esplendor y ocaso de la elite social en
la Buenos Aires de la belle époque (tesis doctoral, Universidad Nacional del Centro de
la Provincia de Buenos Aires 2005). Este proceso no fue exclusivo de Buenos Aires: la
europeización como forma de distinción social fue característica de las elites de las prin-
cipales capitales latinoamericanas de ese periodo. Ver, por ejemplo, Manuel Vicuña, La
belle époque chilena. Alta sociedad y mujeres de elite en el cambio de siglo (Santiago de
Chile 2001); Jeffrey Needell, A Tropical Belle Epoque. Elite Culture and Society in turn-
of-the-century Rio de Janeiro (Cambridge 1987); William H. Beezley, Judas at the Jockey
Club and Other Episodes of Porfirian Mexico (Lincoln 1989).
45
Ver, por ejemplo, Thomas A. Turner, Argentina and the Argentines. Notes and Im-
pressions of a Five Years Sojourn in the Argentine Republic, 1885–1890 (Londres 1892),
pp. 140–145. En la prensa local también se señaló que los juicios positivos del paseo de-
bían atribuirse a “exceso de bondad y galantería en nuestros huéspedes”, pues lo que en
realidad lo definía (comparándolo por ejemplo con el del Bois de Boulogne) era “una
monotonía abrumadora”. Ver “Palermo”: Caras y Caretas VIII, 377, 23 de diciembre de
1905.
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46
Barbara Myerhoff, “Life Not Death in Venice. Its Second Life”: Victor W.
Turner/Ernst M. Bruner (eds.), The Anthropology of Experience (Urbana 1986),
pp. 261–262.
47
Robert Merton, Teoría y estructura sociales (México, D.F. 1964), pp. 321–358.
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48
Para una reflexión sobre la búsqueda de distancia física y/o espacial como forma
peculiar de construir y ratificar diferenciación social, ver Norbert Elias, “Ensayo teórico
sobre las relaciones entre establecidos y marginados”: idem, La civilización de los padres y
otros ensayos (Bogotá 1998), pp. 80–138, aquí: p. 95.
49
Garrigós, Memorias (nota 12), p. 84. Observadores contemporáneos dejaron testi-
monios significativamente similares a los registros retrospectivos de Garrigós. Así, Emi-
lio Daireaux anotó en su obra publicada en 1888 que “la más grande libertad reina en el
corso, raro será que pase los límites permitidos [...] no se le ocurre a la gente del pueblo
mezclarse a las diversiones de los que no son de su clase: miran y gozan el espectáculo
sin tomar parte de él”. Emilio Daireaux, Vida y costumbres en el Plata, t. I (Buenos Aires
1888), p. 263.
50
Ver John Pocock, “The Classical Theory of Deference”: The American Historical
Review 81, 3 (1976), pp. 516–523.
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55
Jorge Myers, “Una revolución en las costumbres. Las nuevas formas de sociabili-
dad de la elite porteña, 1800–1860”: Fernando Devoto/Marta Madero (comps.), Historia
de la vida privada en la Argentina, t. I: País Antiguo. De la colonia a 1870 (Buenos
Aires 1999), pp. 111–145, aquí: pp. 126–127. Ver también Eduardo Zimmermann, “La
sociedad entre 1870 y 1914”: Nueva historia de la nación Argentina, t. IV: La configu-
ración de la República Independiente, 1810–1914 (Buenos Aires 2000), pp. 133–159,
aquí: pp. 146–147.
56
Sobre el crecimiento y la diversificación paulatina del turismo en Mar del Plata
desde las primeras décadas del siglo XX, ver Adriana Álvarez et al., Mar del Plata. Una
historia urbana (Buenos Aires 1991), pp. 75–85. Con relación a Buenos Aires, por su
parte, vale precisar que, como ha señalado Adrián Gorelik, también incidió en los lími-
tes de las diferenciaciones espaciales el propio sello del proyecto de desarrollo urbano de
Buenos Aires, que “crea un mercado pero, en el mismo diagrama, le impone a sus meca-
nismos diferenciadores un reaseguro de homogeneidad e integración urbana”. Gorelik,
La grilla y el parque (nota 2), pp. 44–45. Después de todo, los nuevos patrones residen-
ciales de la elite – Plaza San Martín, Recoleta, Barrio Norte – distaron de representar una
segregación espacial comparable a la que caracterizó a otras capitales latinoamericanas
como Río de Janeiro o Ciudad de México, en las que los barrios altos se alejaron más
claramente del centro tradicional. Ver Manuel Tenorio Trillo, “1910 Mexico City. Space
and Nation in the City of the Centenario”: Journal of Latin American Studies 28, 1
(Cambridge 1996), pp. 75–104; Jeffrey Needell, “Río de Janeiro and Buenos Aires. Pub-
lic Space and Public Consciousness in Fin de Siecle Latin America”: Comparative Stu-
dies in Society and History 37, 3 (Cambridge 1995), pp. 519–540. Algunos autores han
considerado el aumento del valor de las propiedades en el centro tradicional ante el cre-
cimiento de la ciudad como una de las razones que explicarían la permanencia de la elite
porteña en esta zona. Ver Sargeant, The Spatial Evolution (nota 2), pp. 79–80.
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57
Julián Martel/José María Miró, La bolsa (Buenos Aires 1905, 1a ed. 1890), p. 146.
Esta apreciación coincide – nuevamente – con el retrato de visitantes extranjeros, quie-
nes afirmaron que los carruajes eran usados por todas las clases, y que la gente de recur-
sos modestos prefería pasar hambre durante la semana con tal de poder tomar el paseo el
domingo. Ver Frank Carpenter, South America. Social, Industrial and Political (Akron,
OH 1903), p. 318.
58
Como es conocido, la referencia al advenedizo es un tópico recurrente en los tex-
tos, tanto científicos como literarios, del fin de siglo. Ver Oscar Terán, Vida intelectual
en el Buenos Aires fin-de-siglo, 1880–1910. Derivas de la ‘cultura científica’ (Buenos
Aires 2000); David Viñas, Literatura argentina y realidad política (Buenos Aires 1982).
59
“Everybody seems to have money, and to like spending it, and to like letting
everybody else know that it is being spent”. James Bryce, South America. Observations
and Impressions (Nueva York 1912), p. 318.
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60
“Páginas femeninas”: Plus Ultra I, 15 de julio de 1916.
61
Manuel Bilbao, Tradiciones de Buenos Aires (Buenos Aires 1981, 1a ed. 1934),
pp. 163–167.
62
“Notas Sociales de La Dama Duende”: Caras y Caretas XXII, 1067, 15 de marzo
de 1919. Ver también “Páginas femeninas”: Plus Ultra, V, 45, enero de 1920.
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CONCLUSIONES
64
Beatriz Sarlo, Una modernidad periférica. Buenos Aires 1920 y 1930 (Buenos
Aires 1988). El extrañamiento frente al presente y la construcción nostálgica de “edades
de oro” como lecturas de la realidad disparadas por un contexto atravesado por vertigi-
nosos cambios sociales han sido especialmente estudiadas por Raymond Williams, El
campo y la ciudad (Buenos Aires 2001).
65
Enrique Loncán, Las charlas de mi amigo (Buenos Aires 1922), p. 132.