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Título: La rebelión en las palabras. Interludios I
Autor: Iván Apaza Calle
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A Benjamín, Valeria y Maya.
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ÍNDICE
PRIMERA PARTE
SEGUNDA PARTE
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PRIMERA PARTE
1
“LA NÁUSEA”. El espectro que nos persigue y los motivos
para existir
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—¿De qué trata el libro? —Preguntó nuevamente.
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Quizá el motivo más fuerte para leer los libros de Sartre, salieran
de las crisis existenciales que me perseguían cual espectros. Por
qué existía, para qué existía, ¿acaso mi existencia tenía
justificación? Preguntas así eran constantes. Es verdad, el filósofo
tiene pocos lectores en nuestra ciudad, quizá raros, pero las
angustias, las depresiones y las crisis existenciales que se leen en
las publicaciones en el Facebook, se parecen a esas crisis
existenciales después de la Segunda Guerra Mundial en Europa.
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Continué caminando por el jardín. La necesidad y el interés me
habían llevado a la elección de la novela, al terminar de leerlo
también sentí que la desesperación me atacaba. La banca estaba
libre, me senté y el lápiz nuevamente corrió sobre el papel:
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es la mejor forma de escamotear la vida”. Roquentin
aguarda, espera la noche y en ella surge la reflexión, el
“pienso luego existo” de Descartes se enciende, pero uno no
piensa y luego existe, simplemente existe, y sus preguntas
pueden ser de diversa índole; otra vez la Náusea.
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La descripción de Roquentin del domingo es demoledora;
observa la existencia a su alrededor, camina de un lugar a
otro, escribe: “En algunos rostros más descuidados, creí leer
un poco de tristeza; pero no, esas gentes no estaban ni tristes
ni alegres; descansaban…, por el momento querían vivir con
el mínimo de gastos, economizar gestos, palabras,
pensamientos, hacer la plancha: tenían un solo día para
borrar las arrugas, las patas de gallo, los pliegues amargos
que deja el trabajo de la semana. Un solo día” y todo el resto
de la semana, a sobrevivir.
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la existencia de alguien que ya no existe?, hasta hace unos
días atrás, M. de Rollebon representaba su única
justificación de existencia, pero no, menudo error ha
cometido, anota: “La historia habla de lo que ha existido, un
existente jamás puede justificar la existencia de otro
existente”. La suerte está echada, es libre y su libertad tiene
sabor a muerte, no está atado a nada, y su existencia
depende de su decisión, espera el tren para marcharse y
dejarlo todo, es su única esperanza, y un motivo para seguir
viviendo. Sentado en el bar, se despide de Madeleine, por
unos momentos escuchan música, dentro de unos minutos el
tren partirá rumbo a París. Ahora es su objetivo, pero no lo
piensa más. La canción le conmueve, quiere saber por qué
quien escribió la canción hizo semejante arte, quiere conocer
por qué hizo todo eso.
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aquel día, y un motivo más para existir, lo confieso, era volver a
ver a Sally.
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2
CAMINANDO CON RAINER MARÍA RILKE
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aspirante a escritor para que siga su vocación, arriesgándose
a todo: accidentes, equivocaciones, tropiezos, morir de
hambre, incluso arriesgando el riesgo. Y quizá un día escribir
una obra memorable. Es la prueba. La búsqueda de cualquier
artista a costa de todo.
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Rilke no le teme a la soledad. Los pocos personajes que la
historia nos muestra, como Schopenhauer, Nietzsche, Newton,
Buda, Jesús, Cioran, J. D. Salinger, Rulfo, por no decir otros,
tampoco le temieron a la soledad, la amaron, vivieron junto a
ella, se descubrieron, se examinaron y se vencieron en la
soledad. Y, por cierto, hay una soledad para Rilke: “es grande
y difícil de soportar”; algo más, en la VI carta confiesa a Kappus
que la soledad crece y “su desarrollo es doloroso como el
crecimiento de los niños y triste como el comienzo de la
primavera”, pero va más allá de lo imaginado, y se vuelve un
motivo más para enfrentarlo. Si la soledad es difícil, “debe ser
para nosotros un motivo más para hacerlo”.
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ser viable en ella. Este es, en realidad, el único valor que se nos
pide y exige: tener ánimo ante las cosas más extrañas, más
portentosas y más inexplicables, que nos puedan acaecer”.
Sigo recorriendo por esa calle alteña. Recuerdo otra vez las
palabras: “la paciencia lo es todo”. Bajo las consolaciones de su
madre, el niño se levanta adolorido. Camina otra vez y sigue su
rumbo.
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3
GATSBY Y LOS JUEGOS DEL NEGADOR
Fue uno de los libros que trascendió la noche, que salió del
tiempo, como cuando uno recorre páginas sin darse cuenta de
las horas. Supe de su existencia a través de la reseña
(llamémosla así) de Mario Vargas Llosa, en “La verdad de las
mentiras”. Tenía en mente el título y al autor, pero cada vez
que caminaba por “la riel” en la feria 16 de julio, domingos o
jueves, no hallaba ese misterioso libro. Había pasado buen
tiempo de la tentadora reseña de Vargas Llosa; a veces me
pregunto por qué no busqué en las bibliotecas o en los
anaqueles de las librerías de lujo, quizá no era el momento,
quizá sí hubiese encontrado la obra en aquel año (2013) y no
era para mí, o no estaba preparado para recorrerlo.
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a su intermediario; a su lado estaban otros, alcé “Siete noches”,
una compilación de conferencias de Jorge Luis Borges,
también levanté “1984” de George Orwell y “El Gran Gatsby” de
Scott Fitzgerald; lo había encontrado por fin. Regresé
contento. En el camino, bajo ruedas, ojeaba sus páginas, leía:
“En mis años mozos y más vulnerables mi padre me dio un
consejo que desde aquella época no ha dado de darme vueltas
en la cabeza. ‘Cuando sientas deseos de criticar a alguien—
fueron sus palabras—recuerda que no todo en el mundo ha
tenido las mismas oportunidades que tuviste’”. Fue
conmovedor. Así, aquel atardecer, Nick Carraway iniciaba su
relato sobre la historia de Jay Gatsby.
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señor Gatsby para asistir a la fiesta, luego se convierte en su
amigo y le ayudará a acercarse a su prima Daisy... ¡Alto!, sí,
¡Alto!, fue suficiente hasta aquí, no tengo planeado re-contar la
novela ni romper esa magia que tiene, sea en el libro o en la
película, dirigida por Baz Luhrmann y estrenada en 2013, con
la actuación de Leonardo DiCaprio y Tobey McGuire, la
película per se es, en mi opinión, casi fiel al libro; obviamente
el libro es más conmovedor e íntegro, pero ese detalle se lo
dejo a gusto de cada quien. Mejor ambas, porque lo que sigue
es un esfuerzo por comprender patrones comunes entre Jay
Gatsby y gente como Sebastián Maisman (de la película “La
nación clandestina”, dirigida por Jorge Sanjinés), el “muchacho
provinciano” de Chacalon y Domy Perales, de “La niña de sus
ojos”, novela de Antonio Díaz Villamil.
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del Otro, porque este Otro niega en algún momento, y si es así,
me temo que juegan su peligroso juego de frustrada identidad.
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cuestiona el dinero de Gatsby, lo hace porque está a punto de
perder a su esposa y amante, en la novela se presenta como el
ofendido, su yo es quebrantado por el nuevo rico de camisas
elegantes y traje rosado que regresó después de casi 5 años en
busca de su amada; el negador no tiene otra salida, niega el
dinero de Gatsby, pone en juicio los orígenes de su riqueza,
cuestiona que es producto de contrabando, del alcohol que se
vende en farmacias y estaciones; busca fundamentos para
legitimarse como el rico genuino. Para Tom, no basta tener el
dinero, los modales, la elegancia, la cultura, se necesita nacer
rico y Jay, que no poseía el requisito, tambalea, salta eufórico
al negador, está a punto de golpearlo, pero no, el puño se
paraliza. Ella, confundida por el suceso, insegura de decidir
correctamente, regresa a su cauce. Y, otra vez, aquel que surgió
de la nada está en el juego, en las manos y las reglas del
negador. Necesita su aprobación.
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4
J. D. SALINGER, UN GUARDIÁN CONTRA EL ABISMO
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de Literatura, que vendió aquellos duplicados para comer con
el dinero adquirido.
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inglés. No es que sea un tonto, no; el muchacho lee muchos
libros, entre los autores que leyó están: Isak Dinesen, Ring
Lardner, Thomas Hardy, Somerset Maugham y Hemingway…;
solo que no cumple las reglas, aquellas establecidas por los
adultos, además ellos le han advertido que: “la vida venía a ser
algo así como un gran partido, y de que era necesario jugar de
acuerdo a los reglamentos”, aparentemente Holden está de
acuerdo con la idea, pero no: él también miente, es capaz de
decir cualquier cosa cuando se le pregunta algo. En el fondo
odia las reglas.
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donde puedan vivir ambos; Sally no está de acuerdo. El
encuentro, después de todo, termina en una discusión. Holden
se deprime aún más. Le han entrado ganas de beber. Se
embriaga hasta perder el conocimiento. Va en busca de patos,
pregunta al taxista, ¿a dónde van los patos en invierno?, no
recibe respuesta.
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caída terrible... Pero, honestamente, no sé de qué clase”. Holden
está en un precipicio, se da cuenta de ello. Pero escapa frente
a un mal entendido. Ahora deambula por las calles, ha
concertado el sueño en una banca en la estación. Va en busca
de su hermanita, sus mareos son constantes, va a la escuela
donde está Phoebe. Le deja una nota y le espera en el museo,
muy cerca de donde está la pequeña. Quiere devolverle el
dinero prestado y despedirse. La espera no es larga. La
pequeña Phoebe aparece a lo lejos y arrastra una valija, piensa
marcharse con su hermano, y él no lo acepta.
Han pasado tres días desde aquella noche, donde “El cazador
oculto” o “El guardián entre el centeno” de J. D. Salinger cobró
vida hoja tras hoja. En cada página Salinger retrataba su vida,
su miedo a envejecer y caer en el precipicio de la etapa adulta.
Para él ese mundo era algo perdido, era la perversión, donde
existían personas falsas e hipócritas, y los niños en la medida
que crecían iban hacia el precipicio; por ello, lo único que
deseaba hacer Holden Caufield era capturar a los niños que se
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dirigían al abismo, a ese abismo de la falsedad y la apariencia.
Quería ser eso, un guardián entre el centeno.
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5
KNUT HAMSUN, UN NOVELISTA DEL HAMBRE
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Frente a mí está el libro de color gris, cuyas letras azules
resaltan en la tapa y lomo. Tiene unas líneas artísticas de
forma rectangular que no puedo clasificar. La obra de Hamsun
es una edición de 1952; ha pasado más de medio siglo desde
su nacimiento y empaste, no obstante tiene 129 años desde su
publicación, en 1890. Lo compré en la feria de libros viejos;
quien lo tenía falleció recientemente y, como es común, sus
familiares habían ofrecido a don Jaime, el mercader de libros
viejos, para que los comercializara. Había cuatro yutes
repletos de libros, las manos de coleccionistas, revendedores
y lectores se movían sin cesar aquella mañana de invierno,
pero aquellos libros del fallecido, en verdad, jamás le
pertenecieron, tampoco a nosotros. Los libros no pertenecen
a nadie, simplemente están ahí, así como este libro gris que ya
no me pertenece.
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Se relaciona por ejemplo a la obra de Mijail Sholojov con el
régimen comunista, pero cuando uno lee sus cuentos, no existe
nada de comunismo, solo la “capacidad” con que cuenta sus
historias; en cada una de ellas sobresale lo trágico, la alegría,
la tristeza y la felicidad humanas, todo eso narrado
grandiosamente.
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El hambre del personaje es una descripción a nivel micro
sobre la tragedia humana. El hambre que acecha en cada
rincón puede ser el del escritor anónimo que narra a cada
momento el llamado de su estómago, pero también puede ser
el hambre muy bien descrito y analizado por Josué de Castro
en “El libro negro del hambre”; hambre a nivel global, esa
miseria endémica que reina el mundo.
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existencia está solo, tanto que los demás le consideran un loco,
un solitario loco; en fin, un sinónimo de lo que se considera un
escritor.
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en la banca, con los gendarmes, hasta con la muchacha a quien
le persigue y le acusa de pobrete. Discute, discute...
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6
EL DOMADOR DEL VIENTO
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una película: “El niño que domó el viento”; un niño de un
territorio desconocido para muchos: Malawi, país
mediterráneo como Bolivia, y que también es un pueblo
racializado, cuya sociedad rural depende de la naturaleza, de
los malos años agrícolas o años fértiles de producción.
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William Kamkwamba, habitante de una aldea negra, tiene la
oportunidad de asistir a la escuela, pero a un precio, sí, su
asistencia a las aulas vale dinero; tiene como amigo a un perro:
Khamba, quien le espera recostado, a veces sentado, pero le
espera cerca de la puerta, frente a ella, bajo la lluvia o el viento.
El peludo siempre fiel.
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La producción de tabaco es extensa, no obstante, cuando acabe
de llover Malawi debe prepararse para la hambruna. Y de
repente al año siguiente deja de llover y la agricultura cae.
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han echado de la escuela; la escuela le ha negado, la sociedad
también.
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del mundo. La geografía del hambre estremece y desespera.
Quizá en esos momentos lo imposible para un adulto sea algo
real, para un muchacho no, apenas es una palabra, una
opinión.
Domar al viento.
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7
STEVE JOBS EN LOS ANDES
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no escribió nada, ni un libro; en ese momento me sentí un
comprador que no sabe nada de lo que compra.
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“Ayer se fue, mañana no ha llegado,
Hoy se está yendo sin parar un punto:
Soy un fue y un será, y un es cansado.
En el hoy y mañana y ayer, junto
Pañales y mortaja, y he quedado
Presentes sucesiones de difunto”
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sin hacer caso de las opiniones bullangueras que se oyen aquí
y allá, el demonio que les posee es el mismo que los consume,
es símil a la solitaria de Flaubert, que escamotea a la vida con
el trabajo y el esfuerzo desenfrenado hasta la muerte. En
ambos genios se encuentra caracteres comunes, Jobs
desconoció a Lisa, su hija, y cada vez que se negaba, entraba de
lleno a ser poseído por ese demonio de seguir e insistir en
crear el mejor ordenador personal, así como Einstein que, al
no poder ver a sus hijos, se refugiaba en resolver complejas
ecuaciones.
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aunque algunos lo vean como a unos locos, lo que vemos
nosotros es genialidad. Porque aquellos que están lo
suficientemente locos como para creer que pueden cambiar el
mundo son quienes lo cambian”. Eso, eso fue el texto poético de
Steve Jobs al finalizar la película de Stern.
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SEGUNDA PARTE
1
“NO QUIERO QUE MI HIJA SEA SU SIRVIENTA”
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mensaje que ya era praxis sale a flote para todos. Los rumores
corren de ayllu en ayllu, de calle en calle, pero la prensa calla
para no aterrorizar a los nietos de los que ya han sido cercados
en 1781. El silencio es rotundo, pero en tanto lo es, cualquier
pequeño sonido alarma más a los administradores del Estado
colonial. No tienen otra salida; estos se ponen a combatir al
indio rebelde.
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se agudiza, el impulso diario a cada minuto es fatal, donde
quiera que ve, donde va, está la opresión de sus pares; mira al
indio cargando la canasta del q’ara, oye los gritos racistas de
una blanca a una empleada en medio de la calle: le causa dolor
y sufrimiento; esta experiencia le sirve como impulso.
Escucha la radio para informarse, en eso, se topa con un
programa radial que emitía una radionovela; ¡ah!, ahí está,
trata la vida y las muertes de Tupak Katari-Bartolina Sisa, la
llamarada se extiende y pasa a la realidad, en ella encuentra
personas que también viven su situación; pero estos
desfallecen en el camino. Él continua; apenas ha andado poco,
falta mucho por recorrer. En medio de carnicerías y charcos
de sangre, en 1975, durante el gobierno de Banzer conoce al
conductor de un programa radial; a partir de ello Felipe inicia
lo que él llamó: “el indio en escena”.
2 Cf. QUISPE Huanca Felipe, “El indio en escena”, Qullasuyu: Pachakuti, 1998.
3 NIETZSCHE F., “El crepúsculo de los ídolos”, Bolivia: Latinas ed., 1999, p., 10.
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por ella. Esta condición devenida en conciencia a través del
indianismo produce lo que Ayar Quispe llamó el indio rebelde.
Los aymaras nos conocimos como aymaras a través del habla
y el discurso del indio rebelde, no porque haya memorizado lo
que Reinaga dice, ni aquel y el otro, sino que ese lenguaje
fuerte y áspero es resultado de la misma vivencia bajo la cual
existe, esa es la razón principal por la que nos redescubrimos
como somos en verdad.
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régimen colonial. Antes de la invasión no había indios, sino
pueblos particularmente identificados”4.
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(el) pasado está presente en nosotros, en tanto en cuanto nos
ha hecho lo que somos”5.
5 CHAUCHARD Paul, “La memoria”, España: Ed. Mensajero, 1979, pp. 73, 33.
6 QUISPE Huanca Felipe, “Mi captura”, Qullasuyu: Pachakuti, p. 30.
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No creo que el homo politicus en su sentido estricto sea un
sujeto que actué mecánicamente, sin reflexiones para su
praxis ni mucho menos aquel llunk’u que transita de partido
en partido, sino que tiene que ver con aquella persona que
tiene un compromiso social, que cree posible poder cambiar
una realidad; ese es un político, que dedica tiempo completo,
un profesional que cabe en la definición de Max Weber.
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“exige a sus adeptos una entrega total”7, en el político ocurre
similar pasión: sacrifica a sus seres queridos, sus sueños
íntimos son echados abajo, lo que importa es constituir su
proyecto político.
2009, p 15.
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2
COMO EL MALLKU EN EL CIELO
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ni encausar la rebelión contra el amo de los siglos. El miedo
rondaba por la piel de gallina, sus cuerpos se estremecían por
las imaginaciones. Habían perdido antes de batallar.
Pero ese cóndor que tenía todas las de ser olvidado, resurgía,
y a pesar de recibir amenazas de muerte, de soportar palabras
duras de los maniatados, es uno de los valientes que tiene la
verdad para romper ese enmudecimiento político; no es que
sea un simple atrevido que encara al rostro déspota, conoce
muy bien a los caudillos letrados y al caudillo mandón, sabe
quiénes son sus enemigos, conoce su terreno, cuando guerrea,
se siente como el cóndor en el cielo andino.
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La bronca crecía y crecía contra el Mallku, ayer fue por los
pelados de la historia, por esos falsos chauvinistas de una
patria que no existe y hoy se repite ese odio acérrimo contra
el cobrizo. ¿Y qué esperábamos? ¿Qué sea elogiado?, no, no,
mil veces no; no se puede esperar eso ni en los sueños. Pero
¡esperen!, no concluyamos nada todavía, están pensando
enterrarlo; son los sepultureros del rebelde, seguro
inventarán algo: una calumnia. No tienen otra salida, ya lo
hicieron sus pares, es de esperarse. No quieren pasar el temor
y temblor que les provoca al recibir las palabras que quitan el
ropaje con el que se encubren, va en contra sus intereses.
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3
LIBROS, SABER Y EMANCIPACIÓN EN EL AGRICULTOR
DEL INDIANISMO
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Finalmente el 2008, conocí a Ayar Quispe frente al colegio
Omasuyos de Achacachi, era una persona que no
acostumbraba hablar. Nuestros encuentros eran raras veces
aquel año, salvo cuando tenía la oportunidad de acompañar a
su padre, y cuando entablamos conversación era netamente
de libros, así me prestó las obras de Guillermo Carnero Hoke,
Virgilio Roel, Frantz Fanon, Guillermo Bonfil Batalla, Albert
Memmi, Eldridge Cleaver y otros. Como ambos escribíamos en
aquel mensual, necesitaba sus consejos para escribir. Él me
enseñó a hacerlo; aún recuerdo sus duras críticas sobre las
contradicciones que tenían mis escritos. El 2009, nos
propusimos a escribir un libro sobre el indianismo que nunca
se consolidó, pues me retrasé en escribir y él se adelantó en la
publicación el 2011, me refiero a su obra “Indianismo”; una
vez que salió a luz pública aquella obra, publiqué recién mi
“Colonialismo y contribución en el indianismo” pero tardé 6
meses para que saliera de la imprenta.
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El lazo de nuestra amistad fue en primera instancia la
ideología de la liberación, pero hay que agregarle la afinidad
por la lectura. No le gustaba que maltrate las obras que tenía
prestado, se enojaba a regañadientes cada vez que sucedía
esto; los libros de cabecera los poseía bien conservados, tres
de ellos: “Los condenados de la tierra” de Frantz Fanon, “Alma
encadenada” de Eldridge Cleaver y “La revolución india” de
Fausto Reinaga, eran sus tesoros.
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Los libros y el zambullirse en su interior, ese no era un fin para
Ayar, las lecturas no terminaban ahí, en el puro placer. Tenía
en claro que los libros solo eran instrumentos que conducían
a las ideas y el leer conducía a pensar a partir de lo abstracto
y abstraído. Pero hay otro modo de llegar a lo concreto, y es
pensar a partir de la experiencia. Y lo que se nos presenta en
la experiencia son fenómenos, hacer reflexión a partir de todo
esto, es ser creativo según Ayar, porque son situaciones
nuevas. En una ocasión, me dijo: “Para qué vas a comprar más
libros, tengo muchos libros sin leer. Es una mentira que uno
lee toda su biblioteca, nadie termina de leer lo que uno tiene.
Mejor hay que pensar y reflexionar sobre lo que está pasando”.
Tenía mucha razón. Ahora me doy cuenta que los juicios de
otras obras sobre el indianismo en nuestro medio, eran
repetitivas, nada novedosas ni innovadoras, lo que en realidad
estaba buscando Ayar era re-crear el indianismo a partir del
tiempo actual.
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En los encuentros en la ciudad, Ayar siempre llevaba un libro,
“(...) estoy leyendo esta obra”—decía—, o como en otras
ocasiones el borrador de algún escrito suyo; tenía el papel y el
bolígrafo a mano, sus hermanos (as) creían en su oficio de
escritor, porque la mayor parte de su tiempo se lo dedicaba a
la lectura, a la par de escribir; en uno de sus cumpleaños —
me contó con esa alegría que tenía en el rostro— su madre le
obsequió un par de guantes, su hermana un bolígrafo; este
gesto al parecer nimio, legitimó más su trabajo de leer y
escribir.
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escribir “Los tupakataristas revolucionarios” en medio de
fiebres y dolores al borde de la muerte.
Ayar pensaba que a los indios hay que despertarles del sopor
colonial, dándoles verdades que sean de fuego, que toquen la
herida de más de 500 años de opresión, eso es lo que no
quieren nunca los opresores, porque corren el peligro de que
puedan ser cercados nuevamente. Ayar era un escritor
combativo, porque las mismas letras plasmadas en el papel
guerreaban con otras ideas; así los indios, en el momento de
recorrer por esas páginas, pueden despertar y mirarse como
en el espejo y ponerse en dinámica contra colonial; prueba
clara es su última obra “Indianismo-katarismo” (2014) donde
se ve una característica del indianismo: la guerra contra
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colonial. No dudamos que el agricultor del indianismo, sembró
en sus obras ideas que harán surgir otros como él, pero sobre
todo sus pensamientos se convertirán en llama flameante, y
consiguientemente, en movimiento indio.
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4
AYAR QUISPE Y LA REBELIÓN EN LAS PALABRAS
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No dudamos que Ayar Quispe, en este tiempo, ha sido un
escritor autóctono rebelde; y es esa rebeldía que corre por sus
venas, la que está plasmada en sus libros, ¡SÍ!, estamos
plenamente en lo cierto, Ayar no dejó de ser un guerrero de las
letras; con sus escritos, como el viento fuerte de las cordilleras
del altiplano, limpia uno a uno, de rincón a rincón, a los anti-
libertarios. Pero ¿solo eso?, no, además cuando destruye a
estos chitakus del sistema q’ara, despeja la mente del indio,
dejando así debajo del ch’ullu la ideología de la liberación.
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de ahí que de tiempo en tiempo, de generación en generación,
existe la guerra de liberación y no parará mientras estemos
como estamos. No nos cansamos ni cansaremos de luchar
hasta lograr la liberación de los aymaras en este siglo, por eso
—en palabras de Gamaliel Churata —: “el deber de
quienes detentan la Wiphala del Inka es no abandonar la
batalla antes de la Victoria”10.
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Cada una de las personas son particulares, en la medida que
viven experiencias especificas; no existe otro Ayar ni existirá,
quizá haya alguien que se acerque a su tipología. Esto se debe
a la complexión personal; la experiencia de Ayar tuvo mucha
influencia de las acciones y las ideas de su padre, no es raro
que inicie escribiendo sus primeras palabras en los boletines
rebeldes de la ORAT y sea uno de los fundadores y militantes
del EGTK a temprana edad; hubo algo en Ayar, un doble
compromiso, con su identidad y con su padre. La misma
situación social, su condición que negó sus sueños personales,
la reacción frente a ella es la destrucción de aquello que le
niega para poder hacerse como se quiere; dejar el proyecto de
ser un médico, no ha sido por gana y gusto, sino por una
negación externa; la frustración condujo al entendimiento de
lo que se es en el país colonial, esos sacudimientos
proporcionados por lo externo le liberaron del aturdimiento
al que había sido sumido. ¿Acaso no es así?, vemos que la gran
mayoría en el mundo colonial no quiso ser lo que es, y dejan
ese objetivo a sus descendientes, solo son cuando el hijo o la
hija llega a ser lo que ellos no pudieron ser. Que haya optado
por la antropología, no quiere decir que sea un impulso
meramente personal, sino que necesitaba de insumos y
herramientas para entender su vivencia, esa elección era por
la necesidad social y no por la satisfacción intima; era,
exclusivamente por un compromiso con sus pares, la misma
temática en el que estaba inmerso: la violencia, es
consecuencia de la necesidad y de lo que estaba viviendo.
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para mantenerse con vida, y el ser vivo tiene que satisfacer
esta necesidad, de lo contrario perecerá. Jean-Paul Sartre, se
preguntaba de manera general lo siguiente respecto al tema
que tratamos: “¿Por qué se lee novelas o ensayos?”,
reformulemos la pregunta ¿por qué se lee ensayos y novelas
sobre un tema? La respuesta de Sartre nos da luces para
resolver esta cuestión: “Hay algo que falta en la vida de la
persona que lee, y eso es lo que busca en el libro. Lo que le falta
es un sentido, pues precisamente ese sentido total es lo que él
dará al libro que lee. El sentido que le falta es evidentemente
el sentido de su vida, de esa vida que para todo el mundo está
mal hecha, mal vivida, explotada, alienada, engañada,
mistificada, pero acerca del cual, al mismo tiempo, quienes lo
viven saben bien que podría ser otra cosa”11. De hecho, las
acciones de las personas vienen dirigidas por intereses e
inclinaciones y quieren ser satisfechas; a menudo en los
escritores y filósofos ocurre tal situación, pues un vacío puede
conducirles a una amplia bibliografía o a una búsqueda
interminable a través de la reflexión para llenar ese vacío y eso
se puede notar cuando se lee su producción. Pongamos en
claro. Las obras de Ayar tienen esa característica. Si se analiza
en forma general, a partir de “Los tupakataristas
revolucionarios”, “Indianismo” e “Indianismo-katarismo”, Ayar
está tratando de llenar el vacío que hay; esto es, la guerra
contra colonial. Él había puesto como elemento fundamental y
fundacional del indianismo a la guerra, ya que así había
surgido y se había mostrado en la historia, no como un mero
discurso sino en la praxis. Las cosas eran al revés, la misma
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praxis contra colonial ya estaba ahí y necesitaba un discurso
para ser legítimo, Ayar entendía la liberación así,
precisamente lo que trataba de explicar y fundamentar en sus
escritos era eso.
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pensamientos que quieren liberar sin la ficción sino solo con
la realidad y a partir de esta.
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de la misma vivencia: “Solo el que ha sido indio comprende lo
que es ser indio”, de otro modo solo se produce la descripción
de una contemplación. Entre la contemplación y la
experimentación hay una diferencia abismal. En mi opinión en
la descripción de la contemplación solo llega a mostrar desde
un determinado punto de vista algo; en cambio, los escritos a
partir de la experiencia pueden conmover a aquel que vive eso
que está escrito, pues habla de él; al leer las palabras rebeldes,
el sujeto que lee se observa como en un espejo, convirtiéndolo
en rebelde; José Ortega y Gasset, en un gran análisis sobre “la
escala de distancias espirituales entre la realidad y
nosotros” señala que “(...) los grados de alejamiento (de la
realidad), por el contrario, significan grados de liberación en
que objetivamos el suceso real, convirtiéndolo en puro tema
de contemplación”13, consecuentemente, “(...) en la escala de
realidades corresponde a la realidad vivida una peculiar
primacía que nos obliga a considerarla como ‘la’ realidad por
excelencia”14; en consecuencia, aquel que vive la opresión
colonial puede mostrar esa experiencia a través de las letras,
de otro modo, solo es la descripción de la contemplación, ya lo
dijo Reinaga, “Se revela al indio pero no se rebela”15, pues solo
el espíritu que es resultado de la vivenciación puede encender
la llamarada de la liberación, y esta solo es posible cuando se
vive.
~ 73 ~
5
ROBERTO CHOQUE CANQUI, EL ILUSTRE DE LA
HISTORIOGRAFÍA AYMARA
~ 74 ~
Animado por el historiador, leía documento tras documento.
Su compañera, la historiadora Mary Money, lo describe como
a un sujeto que se empeñaba en leer los documentos y que
nunca se sentaba a descansar. Lo que aparentemente lo iba a
estancar no fue sino su ventaja, a través del orden, la disciplina
y el trabajo. Así escribió libros como: “La masacre de Jesús de
Machaca”, “Jesús de Machaca: marka rebelde”, “Situación social
y económica de los revolucionarios del 16 de julio”, “Sociedad y
economía colonial en el sur andino”, “Pablo Zárate Willka y la
rebelión indígena”, “El indigenismo y los movimientos
indígenas” y con la colaboración de Cristina Quisbert Quispe,
“Líderes indígenas aymaras”, “Historia de una lucha desigual” y
“Educación indigenal en Bolivia”.
~ 75 ~
Choque Canqui, uno se da cuenta sobre la situación
desventajosa y difícil que pasaron los indios luchando por la
igualdad ciudadana. Situación que él revertió con su esfuerzo
y trabajo en la academia hasta codearse con colosos en la
antropología como L. Guillermo Lumbreras, o en la
etnohistoria como John V. Murra. Money tiene un recuerdo
sobre este último. Hacia 1977, “Roberto trabajaba conmigo —
narra la historiadora— en el Archivo de La Paz, una mañana a
las diez se abrió la puerta de golpe, el señor era moreno, de
cabellos negros con un terno que nunca olvidaré, era de un
color plomo, entró, no saludó a nadie, y le dijo a Roberto que
estaba a mi lado en una mesa cercana, soy John Murra,
¿podrías criticar este articulo?, vamos a tomar un café, y
salieron, fueron grandes amigos”.
~ 76 ~
6
UNA TARDE EN LA VIDA DE SIKU MAMANI
~ 77 ~
—Sí, uno. Te debo un favor, así que escoge un libro hermano —
rápidamente se me vino a la mente el recuerdo de la noche que
me pidió una redacción no sé para qué.
~ 78 ~
bolígrafo, y esta vez le entregué a su compañera para que
trazara otra dedicatoria. Ella escribió debajo de aquellas
palabras: Que la pacha te bendiga.
Ahora que el libro está frente a mí, pienso y siento que la mejor
bendición fueron estas líneas que escribieron. Agradecí y le di
un apretón de manos ¿Quién imaginaría que fuera el último
apretón? Ninguno de nosotros.
~ 79 ~
Así es la muerte de un ser querido, como un golpe bajo que no
lo esperamos y que nos anula.
~ 80 ~
7
OSCAR MARTÍNEZ Y LAS CRÓNICAS DE UNA VIDA
Las personas, sí, las personas. Cada quién con su vivencia, con
su experiencia, retazo tras retazo, van conformándose a diario.
Algunas que perduran en el tiempo y otras que tratan de
sobrevivir a través de la oralidad; digo esto porque asumo que
~ 81 ~
cada vida es un libro, un libro diverso, con contradicciones,
pero un libro vivo.
~ 82 ~
¿Llokalla jailón?, la pregunta ronda por la mente del pasajero.
Uno piensa que es inaudito; sin embargo, representa la
multiplicidad de vivencias descritas y narradas en cada
página.
UN GRANUJA
~ 83 ~
razones. En el espacio urbano la situación es difícil, mucho más
difícil para todos los que escaparon de la miseria y, por
supuesto, contrario de lo que habían imaginado al partir.
~ 84 ~
aprecia demasiado y le hace caso; para los demás el lluqalla es
un maleante, mañudo, asalta borrachos, delincuente de poca
monta y una vergüenza familiar… Un granuja. Alguien que no
encuentra un lugar sino en aquellos raleados y poco
entendidos. Con ellos quiere cambiar el mundo, dar a la
desposeída ayuda. Escapan de las aulas para toparse con la
sociedad establecida y así las circunstancias van
convirtiéndoles en “delincuentes”; sí, en aquello que no
pensaban ni planearon ser.
~ 85 ~
El estudio le ha costado un ojo de la cara. Educarse y tener una
profesión, en vez de sacarle de la miseria le ha vuelto
doblemente mísero; endeudado, todo un vago y sin empleo, su
existencia se torna en un no-tener, “no tenía casa, tesis, plata,
novia por quien sufrir, amigos dispuestos a beber un martes por
la tarde”. No tiene nada. Si en un inicio de la vida universitaria
le hace feliz pensar como blanco y hablar en serio, la idea le
lleva al parecer dejando el ser. Se mimetiza. Pero ello no es
absoluto, tarde o temprano la idea se derrumba, pronto el no-
tener le afecta aún más. Sí. Está frente a la nada. Por poco el
abismo de la nada le embota y se lo traga; pero no. Sale de la
mierda y por fin logra su objetivo: Psicólogo Social.
~ 86 ~
Otro de los temas que aparece como una constante en la mayor
parte de las crónicas de Oscar Martínez es el kolla, el indio y el
lluqalla. Observa y recuerda lo observado (como etnógrafo),
los aspectos cruciales de la migración, la existencia de
migrante frente a una ciudad que le observa con indiferencia,
manteniéndole en la diferencia y el estigma.
~ 87 ~
La Crónica de la ciudad de Tarija, es quizá una de las mejores
escritas por Martínez, no solo porque tiene los recursos
verbales en la forma sino porque también al leerlo el lector se
percata del fondo; puede un escrito tener todos los recursos
del idioma y los elementos del género literario, pero muchos
de ellos carecen del espíritu del escritor, y no es el caso de esta
crónica, porque posee los recursos literarios, la buena
escritura y la descripción de la experiencia. Como en las
anteriores crónicas, también aparece ese “colla cochino” hecho
el gringo, como siente y piensa Martínez a partir de la mirada
de los otros. En Villas y muertes, así como en Siete imágenes,
aparece el tema religioso, el mundo del p’axpaku, del yatiri y
las supersticiones de la sociedad andina, aspectos culturales
que sobreviven y acompañan las dinámicas e interacciones
sociales.
~ 88 ~
mundo que él ha visto y vivido, y ello es precisamente lo que
mantiene fresco a sus escritos. No es como leer un libro de
historia, que relata y retrata un hecho histórico, donde la
descripción gira sobre algo pasado; en cambio, las crónicas del
lluqalla jailón dan la sensación de frescor y que parecen ser tan
actuales, tan presentes, que las experiencias contadas de
varias edades por las cuales pasó, adquieren vida.
~ 89 ~
8
MACUSAYA Y LAS BATALLAS POR LA IDENTIDAD
Las calles ardían por aquel año (2003), las balas y los gases
lacrimógenos dispersaban los grupos que bloqueaban en
todas las esquinas; las voces que se oían eran de llanto, de
protesta y de esperanzas. Eso se oía en los relatos de las radios,
eso se observaba en la pantalla chica de blanco y negro que
teníamos en casa. Por esos mismos años en las comunidades
rurales, cada quien empuñaba un fusil, una q’urawa, unos
palos, unas flechas… Septiembre de 2003, la Plaza de Warisata
estaba atestada de comunarios, muchas personas
encapuchadas portaban el legendario máuser de la guerra del
Chaco, algunos con los rostros absortos, preguntaban por los
desaparecidos, los adolescentes también.
~ 90 ~
¿Qué quieren estos indios de mierda? Macusaya, escuchó esas
palabras agrías cuando protestaba marchando en El Prado
paceño.
~ 91 ~
había personas de todas edades que le escuchaban y debatían
sobre el destino del indio y observaban aquellos objetos que
contenían signos en sus hojas. Esos libros tendidos sobre un
nilón, se asemejaban a una fogata que ardía en plena noche,
alguna de estas personas le compraba el fuego para iluminar
su camino y los demás se acercaban para iluminarse y
calentarse un momento. Macusaya, hablaba y a través del
habla transmitía lo que había leído; así se hizo orador, de esos
que, de su boca salen ideas con esa rapidez alucinante, que
muy pocos saben seguir.
~ 92 ~
¿Acaso escogieron nacer en este tiempo y en este contexto
social? No. La historia, la condición de indio, les dieron una
condicionante para dedicarse a escribir sobre los temas que
ambos sufrieron en carne propia: la racialización.
Han pasado años, parece ser ayer, pero es abril de 2019. Sobre
los papeles se halla el libro inédito de Carlos, “Batallas por la
identidad” (2019) ayer entre esos papeles estaba “Indianismo”
(2011) e “indianismo-katarismo” (2014) de Ayar Quispe,
escritos que tratan de sistematizar las ideas sobre la realidad
colonial y que, medio siglo atrás, Fausto Reinaga había
dedicado toda su vida. Hay temas comunes en los papeles
inéditos, de hecho, los autores también tienen una cualidad
común, la experiencia de los escupitajos racistas que vieron y
experimentaron en la ciudad colonial, en esa ciudad de calles
mugrientas de desechos que causan un olor nauseabundo,
barridas y recogidas por unas caras morenas, tan morenas
como el color de la tierra, tierra que en un tiempo les dio de
comer, ciudad de paredes, de edificios edificados por manos
callosas, en cuyas esquinas o en los bancos de dinerales,
gendarmes de cuello moreno quemados por el sol, resguardan
la riqueza robada.
~ 93 ~
mecánica, donde quizá el único sentido es sobrevivir, salir
adelante sea como sea.
~ 94 ~
Asimismo, la obra expone las experiencias históricas e
ideológicas de otras generaciones y a partir de ello, observa y
describe los nuevos procesos políticos, sociales y el papel que
se da a los “indígenas” y lo que se oculta en esa retórica y hace
un llamado a “dejar los papeles exóticos y el juego de
victimización”; no se confunda con la “llamada de la tribu” que
tanto criticó Mario Vargas Llosa, Macusaya también está en
desacuerdo con la subordinación al brujo o al cacique
todopoderoso.
~ 95 ~
9
“NO HAY RACISMO, INDIOS DE MIERDA”
~ 96 ~
para sus empleadores, no eran palabras denigrantes ni mucho
menos racistas. Esta vez el problema del racismo era negado
por los mismos racistas.
~ 97 ~
Entonces nos encontramos frente a un subalterno que escribe
a partir de su vida y su experiencia ¿Cuánto tiempo pasó para
que el indio escriba sus reflexiones? No mucho. No obstante,
desde que el sujeto racializado asume la escritura, se sirve del
escribir para liberarse, para salir de las mixtificaciones y para
denunciar su situación. Eso es lo que hace Macusaya en el
ensayo, denunciar a partir de sus análisis el racismo negado
de los racistas.
~ 98 ~
otro, de lo rural a lo urbano, se acercan lo más posible de la
periferia al centro. El imaginario que se establece es que lo
rural y la periferia son el lugar de los indios, lo urbano y el
centro de los q’aras. Los indicadores de racialización son tan
evidentes hasta en el mismo espacio en el que está asentado
un individuo, hasta en el orden de migración, de vestimenta,
de profesionalización…
~ 99 ~
pone en evidencia “la igualdad de los ciudadanos”. Macusaya
es categórico en esto: “la situación de tensión por la disputa
llega a un momento en el que pasa de la confrontación
discursiva y simbólica a la movilización”, es en estas instancias
donde los artificios del lenguaje racista se ponen más claros,
pero en la medida que los racializados demandan y condenan
el racismo la famosa frase en Bolivia no hay racismo, indios de
mierda, encubre el carácter racializado del conflicto.
Sin duda, con este libro Macusaya nos ha echado agua fría para
retomar el tema del racismo en los análisis sociológicos, pero
sobre todo, ha metido el dedo en la herida que nos aqueja a
todos.
~ 100 ~
10
LOS DESERTORES DE “SEÚL, SÃO PAULO”
~ 101 ~
En los desfiles y marchas se escuchaba todavía el wewa
wuliwya. Millares de indígenas llenaban los cuarteles. Servir a
la “patria” se había vuelto un orgullo.
~ 102 ~
Gobierno. Ha oído los sonidos estridentes de la balacera entre
militares y policías, ha observado la represión y gasificación a
los campesinos y a obreros que protestaban en las calles. Se ha
enterado de las muertes en la ciudad de El Alto. Hasta cierto
curso de la secundaria cumple con sus obligaciones.
Observamos que le va bien con los libros, ha experimentado
de cerca la crisis política y el momento constitutivo del país
racializado; sin embargo, le falta cumplir algo más, el servicio
militar obligatorio. No hay otra salida, opta por el servicio
premilitar.
~ 103 ~
No bastó que sus opresores le hayan quitado su cultura hasta
volverla folklore sino también su idioma nativo. Despojado de
su forma originaria de pensarse, Mamani, asume el idioma de
los españoles, escribe bajo sus reglas, pero esperen, escribe
para tomar conciencia de lo que le sucede. Su narrativa no está
en Europa, no está en las nubes, porque describe el
sufrimiento, la lucha, las alegrías, las conquistas, los dilemas
de las pieles morenas. No escribe sobre la señorita de Calacoto
ni los romances de un hacendado en los andes. ¿Qué
esperaban? ¿Que escriba sobre lo glamuroso del mundo
señorial, las galanterías, los amoríos de aquellos, que le negó
su idioma? No, no. Menuda creencia.
~ 104 ~
Primero fue su experiencia en el servicio militar obligatorio y
el laberinto de la soledad; es decir, la cuestión de la identidad,
la pertenencia, la discriminación, en fin, el ser o el parecer tan
característicos en sociedades racializadas, luego Mamani llega
a la repulsión contra el patrioterismo que se inculcaba a los
jóvenes que cumplían con la ley, y que, en vez de unificar o
crear paz en sus habitantes, les llenaba de odio, machismo,
homofobia... Para él, odiar al país vecino y la imbecilidad se
habían normalizado. Es verdad, el autoritarismo, el
caudillismo y la bota militar en la política y la formación
ciudadana no solamente son cualidades de los “bolivianos”,
desde luego, han estado presentes en los países
latinoamericanos.
~ 105 ~
esa nada es la condición de los adolescentes que aparecen en
la novela.
~ 106 ~
Hay una idea vieja sobre la relación intrínseca del artista y su
obra literaria; es decir que, el producto artístico, en este caso
del narrador, está relacionado con su experiencia personal. El
mundo social bajo el que habita un individuo influye en su
constitución personal. Sí pensamos que Mamani surge, crece,
habita en una sociedad industrial, su producto artístico será
muy diferente del que ahora sabemos, o quizá no estemos
tratando con un escritor sino con otro ser que oficia en otro
trabajo.
~ 107 ~
las diversas culturas, antes de pasar a la juventud salen bajo el
canon identitario del Estado, así surge una aparente identidad
llamada “boliviana”.
~ 108 ~
migración de los personajes devela la cuestión de la identidad,
el traslado de un país a otro hace que Tayson se pregunte a qué
nacionalidad pertenece; mientras que la personalidad de Dino
juega el papel de los activistas fanáticos que tratan de crear
reflexión en la sociedad, pero que, por su mismo fanatismo,
adquieren la cualidad de revolucionarios ortodoxos que en vez
de sembrar reflexión en la sociedad, por sus mismos métodos,
culminan en complejizar el problema. Es con esos rasgos con
el que no está de acuerdo Mamani.
~ 109 ~
La esencia de la obra, entonces, no radica en los temas que
trata, eso solamente es una excusa para meter el dedo en la
llaga: el laberinto de la soledad.
~ 110 ~