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Dark Song

Canción Oscura

Christine Feehan
Saga Carpatos 34

Bookeater
Dark Song

Para mi increíble equipo:


Denise, Domini, Brian, Sheila.
Son lo mejor de lo mejor.

Bookeater
Dark Song

A mis lectores

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saber de usted.

Bookeater
Dark Song

Agradecimientos

Como cualquier libro, hay muchas personas a las que


agradecer: Brian y Sheila, por compartir conmigo
durante las horas de energía. Domini, por editar
siempre, no importa cuantas veces le pida que repase
el mismo libro antes de enviarlo para una edición
adicional. Denice por pasar las noches despierta y
dejarme escribir mientras ella hizo la peor parte del
negocio que no quiero hacer nunca. No puedo
agradecerle lo suficiente.

Bookeater
Dark Song

Esta es una traducción sin ánimo de


lucro, hecha únicamente con el objetivo
de poder tener en nuestro idioma las
historias que amamos….

Si tienes la oportunidad de adquirir uno


de los libros de esta autora te animamos
a hacerlo...

Bookeater
Dark Song

Gracias a:

Nuestras seguidoras por su cariño y su fidelidad al


seguirnos, respondiendo con entusiasmo a cada trabajo
que realizamos.

Gracias por cada comentario, cada mensaje, cada like,


estos nos anima a continuar a pesar del esfuerzo y el
arduo trabajo.

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Bookeater

Bookeater
Dark Song
CANCIÓN OSCURA
Por Caedyn Feehan

A través del aullido del viento, se puede escuchar un susurro;


Una suave serenata, piŋe sarnanak, siente mis palabras.
Un sueño para las edades, escondido dentro de tu retiro;
Despierta de tu pesadilla, siente el suelo bajo tus pies.

Hay luz en la oscuridad, esperando ser vista;


Justo mientras te espero, un rey para su reina.
La tierra puede temblar y los ríos pueden crecer;
Sin embargo, aquí estoy, listo para romper el hechizo.

La niebla a lo largo de la cresta, flotando entre los árboles;


Una sombra en la distancia, nada más que una brisa.
La lluvia sobre el fuego, frenética y necesitada;
Una bendición para toda la vida y una fortuna para la semilla.
Lo que una vez fue un incendio, se vuelve más fuerte que antes;
Un metal en la fragua, se convierte en una espada para la guerra.

Te canta una vida de esperanza, melodías de devoción;


Un mundo de amor aguarda, más vasto que el océano.
Como los tonos del cielo, cambian sobre la orilla;
Los rojos una vez grises, un espectro una vez más.
Las olas entre las rocas, música del mar,
Las armonías atronadoras te llevan a mí.

Bookeater
Dark Song
De la mano somos fuertes;
Canta conmigo, es a ti a quien pertenezco.

Seré la estrella brillante, en la hora oscura de la noche;


Cuando te sientas perdido, seré tu luz.
Estoy a tu lado en cada paso que das;
Luchando contra todos los demonios, no abandonaré tu amor.
Cuando el mal busque un lugar, en lo profundo de tu mente;
Seré tu escudo, protegiendo lo que hay dentro.
No puedo curar tus cicatrices ni quitar el dolor;
Pero puedo ser tu refugio, un refugio de todos modos.

Yo te enseñaré las palabras y te mostraré el camino;


Eres fuerte por tu cuenta, pero dime que te quedarás.
Una sinfonía de poder rodando por la tierra;
Tú y yo juntos, aquí hacemos nuestra posición.

Una vez cegado por los malvados, ahora tus ojos están claros;
Mira dentro de ti, no hay nada que temer.
La jaula se ha derrumbado, el prisionero está erguido;
La batalla es nuestra para terminar, de una vez por todas.
Ahora dime esto y dime la verdad;
Di que me elegirás a mí como yo te elegí a ti.

Lo que una vez fue un incendio, se vuelve más fuerte que antes;
Un metal en la fragua, se convierte en una espada para la guerra.
Te canta una vida de esperanza, melodías de devoción;
Un mundo de amor aguarda, más vasto que el océano.

Bookeater
Dark Song

Bookeater
Dark Song

Bookeater
Dark Song

Bookeater
Dark Song
1
A través del aullido del viento, se puede escuchar un susurro;
Una suave serenata, piŋe sarnanak, siente mis palabras.

El sonido la despertó. Elisabeta Trigovise no quería estar


despierta. Ella quería dormir para siempre, pero esas notas
llorosas se negaban a permitirle sucumbir a su necesidad de
esconderse del mundo. Como gotas de lluvia tamborileando
suavemente en la tierra, alimentando el suelo, esas notas se
deslizaron en su mente con una canción de levantamiento.
Cada vez más, esa suave melodía la despertaba en cada
ascenso, se volvía más insistente en que ella cumpliera
plenamente. Que ella hiciera más que solo despertarse,
alimentarse y volver directamente al sueño.

Mientras que antes la canción estaba en su mente, ahora se


hundía en su cuerpo, su sangre y huesos, su corazón y alma,
llamándola persistentemente, y ella sabía que era la llamada
de su compañero, una que no podía ignorar. Una que ella no
se atrevía a ignorar. No importaba lo aterrorizada que
estuviera por él. Ella tenía que responder.

Había seguridad debajo del suelo. Consuelo. Nadie podía


llegar a ella. Estaba sola y no podían exigirle nada, pero sabía
todo este tiempo que eso no iba a durar. Cada vez que se
levantaba, cada vez que se ponía el sol, el peligro
comenzaba. Ella trató de dormir, pero vinieron a alimentarla.

Bookeater
Dark Song
Al principio muchos habían llegado. Diferentes. Eso había
sido aterrador, pero la sangre la revivió, la hizo más fuerte, y
nadie le había pedido nada. A ella se le permitió volver a
dormir en el suelo curativo para reparar su cuerpo y su mente
fracturada. Ahora, solo él le daba sangre.

Elisabeta intentó no despertarse, pero ya era demasiado tarde,


la canción había sonado en su mente, esas hermosas notas
llorosas de lluvia. El sol se había puesto y en el momento en
que lo hizo, su cuerpo se sintonizó. Ella era Cárpatos, esa
antigua raza se paralizaba durante el día y necesita sangre
para mantener sus vidas. Quedaban pocos en el mundo y la
lucha por evitar la muerte empeoro con los vampiros tratando
de matarlos.

Un pequeño estremecimiento recorrió su cuerpo. Elisabeta


había sido engañada por un amigo cuando era joven e
ingenua, y había sido secuestrada, separada de su hogar y
familia y escondida por uno de esos vampiros por siglos. Ya
no recordaba a esa joven ni a su familia. Se había reducido a
esta mujer, que también se escondía en el suelo aterrorizada
de todo y de todos para mostrarse. Sergey Malinov, el maestro
vampiro, vendría por ella y la usaría para destruir a todos los
que le habían mostrado amabilidad porque eso era lo que él
hacía. Nunca la dejaría escapar. Nunca.

En el momento en que ella apareciera, él la usaría, y no tenían


idea de cómo de poderoso era. La habían rescatado, y él
estaba enojado, susurrándole a ella, tratando de pasar las
barreras y escudos que habían erigido para protegerla, pero él

Bookeater
Dark Song
estaba allí, agachado y esperando para atacar. Ella lo conocía,
sabía que él era completamente malvado. Había niños en este
complejo, en este lugar, en el que sus rescatistas pensaban que
estaba a salvo. Nadie estaba a salvo de Sergey, menos que
todos los niños.

El mundo la había pasado mientras ella vivía en una jaula,


solo con su captor sádico por compañía. En un momento
podría ser falsamente dulce; el luego, era salvajemente feo,
torturándola, manteniéndola hambrienta, hiriendo a otros
frente a ella. Dejándola sola durante largos períodos de
tiempo para que pensara que lentamente moriría de hambre e
incluso acogería con beneplácito ese final. Él era su única
compañía. Ella no podía hablar a menos que él le diera
permiso. Ella no tomaba decisiones por sí misma, y después
de siglos, ya no sabía cómo tomarlas.

Ella había sido rescatada, puesta en el campo de curación para


recuperarse de las heridas en el cuerpo y la mente, pero no
había recuperación de siglos de cautiverio. No tenía idea de
cómo valerse por sí misma. Estaba aterrorizada de tener que
hablar con extraños. Le habían dicho que ella tenía un
hermano y que él la había buscado por siglos. Había pensado
en eso a menudo, avergonzada de que cuando trató de
recordarlo, su mente pareció explotar con dolor, rechazando
la idea de su pasado. Ella sabía que esperarían que ella lo
recordara, pero no lo hizo.

Ella no se recordaba ni a sí misma como una joven mujer de


los Cárpatos, ni tampoco recordaba a sus padres. Su mente

Bookeater
Dark Song
había sido fracturada y ninguna cantidad de curación en la
tierra iba a cambiar eso. Ella no era la misma chica que había
sido sacada de su casa. Ella era... nada. Nadie. Ella quería
permanecer donde estaba, escondida de todos, pero ella sabía
que su tiempo se estaba acabando rápidamente. Su
compañero la había encontrado. Sólo pensar en él hizo que su
corazón latiera fuera de control. Ella lo sabía mejor. Ella sabía
controlarse. Ese simple sonido lo alertaría, y por supuesto lo
hizo.

Elisabeta

Su voz llenó su mente. Calma. Relajante. Una voz magistral.


Una siempre en control, a diferencia de ella. Su corazón se
aceleró aún más. El pánico comenzó a asentarse. De
inmediato, el suelo sobre ella se abrió antes de que pudiera
comenzar a luchar por el aire. Lo hizo por ella. Ella no lo
había hecho por sí misma y le avergonzaba que siempre
tuviera que cuidarla. El menor detalles de su vida tenía que
arreglarse para ella porque no sabía cómo hacerlo por sí
misma.

Ella no podía proveerse de ropa, y si su compañero lo supiera,


él podría estar enojado. Si ella hablaba sin permiso, él podría
estar enojado. Los castigos podrían ser terribles. Ella no
conocía las reglas en este nuevo mundo o con este
hombre Ella solo sabía lo que sentía de él: que él era un
antiguo, mucho más viejo que Sergey y mucho más
peligroso. El la aterrorizaba en muchos niveles, pero luego
todo lo hacía.

Bookeater
Dark Song
Se había hecho amiga de Julija, una mujer fuerte que
caminaba por su propio camino, caminó junto a su compañero
y tomaba sus propias decisiones. Elisabeta se había atrevido a
desafiar a Sergey y en secreto habló con ella. Ella quería ser
fuerte como Julija pero sabía que ella nunca lo sería. Cientos
de años de cautiverio y silencio, de tener a alguien diciéndole
qué hacer, de castigos y miedo, la habían convertido en este
ser aterrorizado que despreciaba. Ella ya no sabía quién o qué
era, solo que ella no tenía ningún propósito, y estaba tan
cansada de tener miedo.

Se quedó muy quieta y permaneció en silencio, aterrorizada


de ser engañada. Ella mantuvo los ojos cerrados con fuerza,
incluso con el suelo sobre ella abierto, temeroso de ver dónde
estaba. No había salido de una jaula en cientos de años. Los
espacios abiertos la hacían sentir enferma y desorientada. Ella
no sabía cómo procesar el espacio.

Háblame, compañera de vida.

Su corazón se hundió. Esa fue una orden directa. La primera


que le había dado. Poco importaba que su voz fuera tan
diferente a la de Sergey. Él era su amo y podría torturarla,
privarla de comida, matar a otros delante de ella. Su corazón
latía fuera de control. ¿Qué me quieres decir?

Hubo un pequeño silencio que la aterrorizó aún más. ¿Si ella


lo hubiera enojado? Ella realmente no sabía lo que él quería de
ella.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta, escucha los latidos de mi corazón. Estás en pánico sin
razón alguna. Nosotros simplemente estamos teniendo una
conversación. Respira conmigo. Escucha el latido de mi corazón y
síguelo con los tuyos.

Cometió el error de levantar las pestañas, solo por un


segundo. Rodeándola, pudo ver lo que parecían balcones
donde la gente podía pararse y mirar hacia los terrenos de
curación donde ella yacía. Ellos podían verla. El pánico se
había apoderado y ella no pudo encontrar aire. Su cuerpo casi
convulsionó. Ella trató de acurrucarse en posición fetal, para
hundirse más profundamente en el suelo curativo,
permitiendo que los ricos minerales cubrieran su cuerpo y la
escondieran de miradas indiscretas.

Se hundió en brazos esperando. Brazos fuertes. Ella siempre


había fantaseado sobre ser sostenida cuando más lo
necesitaba. Ella anhelaba el contacto humano—A menudo
estaba desesperada por eso— y ahora, de alguna manera,
había hecho su fantasía tan real que sintió un cuerpo
masculino muy duro rodeándola, manteniéndola a salvo. Con
los ojos bien cerrados, sintió que la rodeaba con su calor, su
afecto. Su aliento estaba en su oído, su pecho subía y bajaba a
sus espaldas.

Respira conmigo, piŋe sarnanak, sigue el ritmo de mi corazón.

Su corazón se sintonizó casi automáticamente con el de él


antes de que ella pudiera hacerlo intencionalmente. La

Bookeater
Dark Song
respiración entraba y salía de sus pulmones hambrientos,
tirando aire en ella. El aire olía a lluvia, a tierra rica e
inesperadamente a enebro y pimienta de Jamaica
mezclados. La había llamado a su pequeño pájaro cantor. Eso no
parecía tan malo, un cariño en la antigua lengua de los
Cárpatos. Su corazón tartamudeó un poco por la gentileza en
la forma en que la trataba.

Eso está bien, Elisabeta. Ahora dime, mientras te sientes segura,


¿cuál es tu mayor miedo a levantarte?

Ella se sentía segura. Se enterró más profundamente,


imaginando ser retenida en esos brazos fuertes, sintiéndolos
apretarse alrededor de ella, sintiendo el cálido aliento en su
oreja, tan firme. Inhalando y exhalando. Su ritmo cardíaco
nunca vaciló. Nunca se levantó, ni disminuyó la velocidad,
sino que mantuvo el mismo ritmo constante como si siempre
pudiera contar con el ¿Se atrevía a expresar su preocupación
en voz alta? Ya estaba aterrorizada de que hubiera estado
despierta el tiempo suficiente como para alertar a Sergey.

Él nunca me abandonará. Me usará para matar a todos los que me


ayudaron a alejarme de él. Él es muy cruel. Si no vuelvo con él, él
quemará este lugar hasta el suelo, con todos los que están justo en
frente de mí.

Tan pronto como dio voz a sus preocupaciones, incluso si solo


estaba en su mente, el pánico nuevamente comenzó a estallar
a través de ella. ¿Y si Sergey la escuchara? ¿Qué pasaría si él
pudiera vigilarla a pesar de las salvaguardas que tenían los

Bookeater
Dark Song
Cárpatos tan cuidadosamente tejidas a su alrededor? Ella no
se atrevió a pronunciar su malvado nombre solo en caso de
que el vampiro fuera capaz de aferrarse a eso.

Una mano se presionó contra su cabello, un suave golpe en la


parte posterior de su cabeza. Como una caricia. Era tan
extraño, tan inusual, una sensación tan rara e impactante que
nunca había experimentado, y que detuvo el pánico antes de
que pudiera apoderarse de ella.

Gracias por contarme tu mayor miedo. Sé que te asustó solo el


decírmelo. ¿Qué más te ha molestado? Sé sincera conmigo,
Elisabeta. Tú no serás castigada por decirme la verdad sin importar
lo que digas.

¿Podría ella creer eso? Ella tenía que responderle


sinceramente, sin importar si la castigada o no. Uno no le
mentía a su compañero de vida. Él lo sabría. Ella respiró
hondo. No me reclamaste como tu compañera. Tú sabes que yo no
soy digna. Acepto eso y lo entiendo. No soy la misma mujer para la
que nací ser. He sido corrompida por el vampiro que me llevó y me
mantuvo cautiva durante tantos años. Entiendo, pero... Ella se
interrumpió.

Era la verdad. Ella ni siquiera sabía si quería ser reclamada


porque no tenía idea de lo que haría como compañera de
vida. Los Cárpatos solamente tenían uno. Cuando nacía un
hombre, su alma se partía por la mitad. Llevaba toda la
oscuridad en él. La luz se colocó en una mujer que nacía al
mismo tiempo o un poco más tarde. Alrededor de los

Bookeater
Dark Song
doscientos años, los Cárpatos machos comenzaban a perder
su capacidad de ver en color y las emociones comenzaban a
desvanecerse. A medida que pasaba el tiempo, si no
encontraban a su compañera, su mundo se volvía gris y las
emociones se retiraban por completo.

Los hombres nacían con las palabras vinculantes y rituales


impresas en ellos. Una vez encontraban a su compañera, sus
emociones y color les eran devueltos. Le decían los votos a la
mujer cuando la encontraban, atándolos juntos. Ningún
hombre esperaba, especialmente un antiguo cazador que
había vivido mucho y sufrido igual.

Sin embargo, ella no entendía. Estaba en conflicto sobre sus


sentimientos. Si él la reclamaba, sería otra capa de protección
para ella contra Sergey. Ferro Arany era un hombre muy
peligroso. Podía sentir eso incluso debajo del terreno. Era
mayor que muchos de ellos, y la mayoría había estado en
tierra por mucho tiempo. Era un guerrero habilidoso. Ella
estaba un poco humillada porque él no la quisiera, incluso si
ella lo entendía.

Había sido perforado en ella casi desde el momento del


nacimiento que en algún lugar estaba su otra mitad y él la
estaría buscando activamente. Siempre buscándola. Saber que
la encontró y no la quería era otro golpe para ella. Aunque, si
él la hubiera reclamado, ella habría estado aún más
aterrorizada, así que eso no tenía ningún sentido. Ella solo
necesitaba quedarse en el terreno donde podría perderse y no
tener que enfrentar el mundo que ella no entendía.

Bookeater
Dark Song
Tengo la intención de reclamarte ahora, piŋe sarnanak. Vas a dejar
este terreno de curación, y para hacerlo, necesitarás mi protección.
Siento tu miedo de lo desconocido golpeándome y deseo protegerte de
eso, pero en especial de él. Él no puede llegar hasta ti aquí, y sabrá,
una vez que estemos unidos, que él no puede tenerte a menos que
destruya nuestro vínculo. Él solo puedo hacer eso si me mata.
Conmigo protegiéndote y salvaguardándote, este vampiro no puede
usarte para dañar a nadie aquí en el complejo. Tú no tienes que
preocuparte de que te use para ese fin
.
Su ritmo cardíaco nunca aumentó. Su voz estaba tan tranquila
como siempre. No parecía temer en lo más mínimo a Sergey o
estar impresionado de que el maestro vampiro hubiera
superado a sus cuatro hermanos mayores e incluso a
poderosos magos. El vampiro lideraba un ejército contra los
Cárpatos, pero Ferro aparentemente no estaba preocupado
sobre él.

No sé lo que hace un compañero de vida. Me he olvidado de mucho.

Estaba reclamando que la protegería de Sergey. Mientras su


última declaración trajo un alivio tremendo, también le trajo
claridad. Él era un antiguo cazador. Había pasado varias
vidas sacrificándose por su pueblo. Unirse a ella no sería nada
en comparación con lo que había sufrido en nombre del
pueblo de los Cárpatos. Eso tenía mucho sentido para ella.

No tendré problemas para decirte lo que espero de ti.

Bookeater
Dark Song
Ella esperaba eso, porque no era buena pensando por sí
misma. Julija estaba tratando de ayudarla con eso. Julija le dijo
que tenía un par de amigas a quien le encantaría conocerla, y
serían tan acogedores como Julija, pero incluso eso asustó a
Elisabeta. Todo la asustaba.

Las manos rodearon sus brazos y comenzaron a frotarlos


arriba y abajo. Ya estás temblando. No hay necesidad de tener tanto
miedo, piŋe sarnanak. Solo tienes que mirarme y te ayudaré cuando
sientas que no puedes encontrar el camino.

Quería llorar, pero hacía mucho que se le habían acabado las


lágrimas. Perdí mi camino hace mucho tiempo. No tengo
conocimiento de ninguna clase. No puedo hablar sin permiso. No me
visto ni sé cómo. No puedo peinarme o encontrar mi propia comida.
No puedo estar a la intemperie. Estoy perdida, una carga para un
hombre que no quiere la responsabilidad de un prisionero.

Sas, piŋe sarnanak. Soy un guerrero antiguo, no moderno. Soy tu


compañero de vida. Mi alma llama a la tuya. Cuando tengas una
pregunta, debes hacérmela de inmediato. Esa es una orden. ¿Lo
entiendes?

¿Sin permiso?

Siempre tienes permiso para hablar conmigo o con tus amigas. Si el


vampiro intenta contactarte, y por alguna razón no lo siento, tú
debes venir a mí de inmediato sin importar con lo que amenace. Esa
es una regla absoluta ¿Lo entiendes?

Bookeater
Dark Song
Ella tragó saliva. Las reglas eran ciertamente diferentes, pero
ella sentía mejor de que hubiera reglas. Ella entendía la
estructura. Si. Voy a obedecer.

Una vez que diera su palabra, nunca la incumpliría. A ella le


gustó eso, que él le diea permiso para hablar con Julija. Ella no
tendría que escabullirse, y ella lo hubiera intentado. Eso
hubiera sido difícil. Una vez que los atara juntos, él habría
estado entrando y saliendo de su mente fácilmente. Ella no
siempre sabría que estaba allí.

Te avio päläfertiilam. Eres mi compañera. Éntölam kuulua, avio


päläfertiilam. Te reclamo como mi compañero de vida.

El aliento se le quedó atascado en la garganta. Las palabras


vinculantes rituales. Sus brazos eran reales. Ella lo sintió allí,
rodeándola, pero todavía no tenía el valor para abrir los ojos y
mirarlo, para ver cómo se veía su compañero. Se sentía
grande. Todo músculo. Cuando su corazón comenzó a
martillar, el suyo inmediatamente sintonizó el de ella y una
vez más desaceleró su ritmo.

Ted Kuuluak, Kacad, Kojed. Te pertenezco. Élidamet


andam. Ofrezco mi vida para ti. Pesämet andam. Te doy mi
protección.

Sus labios se deslizaron en su cabello, acariciando el costado


de su cuello justo sobre su pulso fuerte. Su lengua tocó su
piel. Se sentía... erótico. Su pulso saltó. La hizo sentir cosas
que ella no sabía que eran posibles. Sus brazos se sentían

Bookeater
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seguros cuando nunca había estado segura, ni siquiera en su
propia casa.

Uskolfertiilamet andam. Te doy mi lealtad.

¿Era eso posible? Era un voto. Más que una promesa. Un voto
entre dos almas. Su lealtad era hacia ella. Le ardían los
ojos. Mas que cualquier cosa, quería ser fuerte para ella
misma. Para pararse sobre sus propios pies y ser una
compañera para su compañero. Quizás no era el tipo de pareja
que Julija era, pero al menos alguien de quien Ferro pudiera
estar orgulloso. No una bola de encogimiento de terror
escondida bajo tierra.

Sívamet andam. Te doy mi corazón. Sielamet andam. te doy mi


alma. Ainamet andam. Te doy mi cuerpo. Sívamet kuuluak kaik että
a ted. Tomo en mi cuidado lo mismo que es tuyo.

Su corazón fue entregado a ella. Su alma. Su cuerpo. Y tomó el


de ella de regreso. Se le secó la boca. Ella podría manejarlo si
él tomaba su corazón y alma, ¿pero su cuerpo? Incluso el
vampiro no había tomado eso. No pudo. Eso era todo lo que
quedaba de ella que le pertenecía. Su pulso saltó debajo de su
toque y la calmó con un suave roce de sus labios. Sus manos
continuaron frotando sus brazos suavemente.

Ainaak olenszal sívambin. Tu vida será atesorada por mí para


siempre. El élidet ainaak pide minan. Tu vida se colocará por encima
de la mía a toda hora. Te avio päläfertiilam. Eres mi compañera.

Bookeater
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Ainaak sívamet jutta oleny. Estás atada a mí por toda la eternidad.
Ainaak terád vigyázak. Estarás siempre a mi cuidado.

Sus labios vagaron por el costado de su cuello, y de repente le


sintió moviendo su cuerpo debajo de ella, entonces ella yacía
en un fino colchón de ricos minerales con su pesado cuerpo
cubriendo el de ella. Sus labios besados ambos parpados
cerrados.

− ¿Alguna vez me mirarás y verás a tu compañero, piŋe


sarnanak? − Había un leve rastro de diversión en su voz.

Ella apretó los labios. Solo si me lo mandas. Quiero decir:


sí. Pero... Ella no podía. Aún no. Mientras tuviera los ojos
cerrados, podría disfrutar de su toque. Fingir que su mundo
iba a estar bien. Si ella los abriera y el mundo fuera demasiado
grande o ella entrara en pánico, y todo le asustara, se daría
cuenta de a lo que se había atado por toda la eternidad.

No le ordenó que abriera los ojos. Sus labios continuaron


lentamente viajando desde sus párpados a lo largo de su
mejilla izquierda hasta la comisura de su boca. Su corazón
tartamudeó cuando él rozó la curva de sus labios y luego bajó
al mentón y garganta. Él continuó bajando por la curva de sus
senos. Pensó en un momento levantar las manos para
cubrirse, pero parecía un poco tonto. Su cuerpo le
pertenecía. Ella tenía cicatrices. Ya las había visto. Ya había
visto lo delgada que era.

Bookeater
Dark Song
Sus labios se movían de un lado a otro de una manera
fascinante, empujando todo pensamiento coherente. Ella no
sabía lo que estaba haciendo. Ella estaba sintiendo, pero no
estaba muy segura de qué. Ella quería levantar los brazos y
tocarlo, poner sus manos en su cabello. Podía sentirlo
deslizándose por su piel, una masa espesa se deslizó sobre
ella, enviando ondas de conciencia y aumentando el calor
lento que se acumula en sus venas causado por su boca
moviéndose sobre su cuerpo. El roce de sus dientes envió un
escalofrío oscuro por su columna vertebral. Inesperadamente,
su sexo se apretó. En todos sus años de vida, eso nunca pasó,
ni una vez. Fue impactante. Tal vez incluso un poco
mortificante, sobre todo porque ella no sabía lo que
significaba.

Sus dientes se hundieron profundamente y ella contuvo un


jadeo ante la impactante ola de dolor que instantáneamente se
convirtió en placer erótico, extendiendo llamas parpadeantes
a través de su cuerpo. Ella podría haber jurado que las llamas
lamian su piel y dentro de su vientre, ardiendo entre sus
piernas y amenazando con construir un infierno en su núcleo
más profundo que nunca podría apagarse si él no se detenía.

Ella no pudo evitar que sus brazos se arrastraran alrededor de


él, sin importar cuanto lo intentó. Ella acunó su cabeza hacia
ella, necesitando que se deleitara con ella, que se saciara de su
sangre. Nada en su vida la había preparado para la forma en
que se sentía con él tomando su sangre. Él podría drenarla y
ella estaría contenta. Cuando Sergey le había quitado la
sangre, había sido doloroso; una experiencia terrible y

Bookeater
Dark Song
tortuosa. Con Ferro, fue un encuentro maravilloso, sensual e
impactante. La sostuvo en sus brazos como si ella significara
algo para él. Su boca se movió sobre ella como si no tuviera
precio.

De nuevo, le ardían los ojos cuando no tenía lágrimas que


derramar. Nadie la había tratado como él, no que ella pudiera
recordar. Si ella tuviera que tener un nuevo maestro, sin
importar si se volvía cruel más tarde, ella tenía este momento,
este instante, para aferrarse y atesorar. ¿Creía ella que él sería
amable con ella? No, en realidad no. Había vivido con terror
tanto tiempo que ella no sabía cómo vivir sin él, pero estaba
decidida a aferrarse a cada momento decente que la vida le
diera. Este era inesperado, un verdadero regalo.

Su lengua barrió los pinchazos, cerrándolos, y se movió hacia


atrás y a un lado, llevándola con él, levantándola como si no
pesara más que una pluma y la coloco en su regazo. Él le echó
el pelo hacia atrás y presionó su rostro contra su pecho.

− Bebe, piŋe sarnanak. Necesitas tomar mi sangre de la manera


que tomé la tuya.

Sus pestañas revolotearon antes de que pudiera detenerlas. La


curiosidad era uno de sus peores rasgos. Siempre lo había
sido. Sergey Malinov sabía eso sobre ella. Se había esforzado
tanto por suprimir esa necesidad de descubrir cada cosita, y
todavía no podía evitarlo a veces. Como ahora. Sus pestañas
se levantaron y se encontró mirando a la cara de su
compañera por primera vez.

Bookeater
Dark Song
Ella sabía que él era peligroso. Letal incluso. Su cara podría
haber estado tallada en piedra, grabada de la roca más dura
conocida por el hombre. Tenía la mandíbula apretada,
obstinada, sus ojos del color del mineral de hierro, de un color
claro, casi plateado, aunque podía ver rayas del azul más
claro y tenues líneas irregulares de óxido que se extendían a
través de los iris. Sus pestañas eran oscuras como su cabello,
aunque su cabello tenía rayas plateadas que lo atravesaban. Él
tenía pómulos altos, una nariz aristocrática y una sombra
oscura a lo largo de su mandíbula donde la mayoría de los
hombres de los Cárpatos estaban bien afeitados.

Su mirada se posó posesivamente sobre su rostro. Él no le


sonrió, pero él inclinó la cabeza y sus labios se movieron sobre
sus ojos, presionando besos sobre ellos.

− Eres muy valiente, Elisabeta.

Ella no lo llamaría valentía. En el momento en que abrió los


ojos y vio su rostro, vio todo ese poder masculino, ella sabía
que estaba en problemas. Ella había tenido que luchar contra
su primera inclinación de arrojarse al suelo e intentar
enterrarse rápido. Sabía por experiencia que no había
escapatoria. Siempre fue capturada, y las repercusiones
fueron terribles. Aun así, la admiración en su voz, ese respeto,
fue totalmente inesperada y la atrapo con la guardia baja.

− Toma mi sangre, piŋe sarnanak. Estás muy pálida. Puedo


sentir que tu hambre me golpea.

Bookeater
Dark Song
Estaba tan acostumbrada a tener hambre que apenas lo notaba
si ella no había pasado semanas sin sangre. Él presionó la
parte posterior de su cabeza muy gentilmente, empujando su
rostro hacia su pecho desnudo. Ella transfirió su mirada
ahí. Tenía un pecho grueso, con músculos pesados y
definidos. Llevaba tinta antigua, del tipo grabado en su
piel. Era difícil tatuar a un Cárpato. La tinta no se
quedaba. Los Cárpatos rara vez tenía cicatrices. Ferro tenía
tinta marcando cicatrices en su pecho, brazos, hombros y,
estaba segura, su espalda.

La parte posterior de su cabeza encajaba fácilmente en su


palma y la presionó cerca de su piel, a esos músculos pesados.
De inmediato captó su aroma intrigante y lo metió
profundamente en sus pulmones. Algo sobre la forma en que
olía consiguió llegar a ella a nivel molecular. Ella
instantáneamente quiso probar su piel, no, necesitaba
saborearlo. Sin pensar, su lengua lo lamió. Un sabor exótico y
perfecto estalló en su lengua y se deslizó por su garganta,
trayendo un calor a su vientre. Ella casi se encogió de
alegría. Nada sabía cómo él. Nada.

Sus dientes rasparon de un lado a otro sobre su pulso


mientras ella contemplaba a qué sabría su sangre. ¿Sería tan
buena? ¿Estaría a la altura de la promesa de su aroma? ¿El
mero sabor de su piel? La había alimentado antes, cuando ella
estaba bajo tierra y él dormía sobre ella, pero él no la había
reclamado, no los había unido. ¿Habría alguna diferencia?
Ella había estado demasiado aterrorizada para darse cuenta

Bookeater
Dark Song
entonces. Ahora estaba aterrorizada, pero... Él gimió. Era solo
un sonido suave, pero fue directo a su sexo. Como una flecha.

− Elisabeta, toma mi sangre. − Él le gruñó la orden. Su voz era


suave como el terciopelo, pero, aun así, era un gruñido. Una
orden.

Ella hundió los dientes al instante. Profundo. Sin preámbulo.


Sorprendiéndolo. Sorprendiéndola. Echó la cabeza hacia atrás,
su mano bloqueó su cabeza contra su pecho mientras que la
otra sujetó su cadera contra la de él, manteniéndola quieta,
obligándola a darse cuenta de que ella estaba retorciéndose en
su regazo, sus mejillas desnudas deslizándose sobre su erecta
polla. Ella habría estado mortificada, pero ya su sangre estaba
en su boca. No cualquier sangre, un afrodisíaco, la mejor cosa
que jamás haya probado en su vida.

Ferro nunca tendría suficiente sangre para darle. Nunca. Ella


siempre anhelaría su sangre. Nada sabía tan bien y ella lo
sabía. Ella trató de no ser codiciosa. Había sido entrenada
para no tomar lo que necesitaba. Si lo intentaba, Sergey la
golpeaba para someterla. Dos veces, ella trató de retroceder,
pero Ferro murmuró su disgusto y la sostuvo contra su pecho.
Ella continuó alimentándose, agradecida de que se lo
permitiera, agradecida por el rico sustento de un verdadero
antiguo, pero lo más importante, el increíble regalo que le
brindo la sangre de su compañero de vida.

− Eso es suficiente, Elisabeta, − dijo Ferro finalmente,


acariciando suavemente su cabello. − En todos los años de mi

Bookeater
Dark Song
existencia, nadie ha sabido la forma en que lo haces. Yo espero
que sea lo mismo para ti.

Ella de mala gana deslizó su lengua a través de los pinchazos


para cerrarlos y levantó la cabeza lejos de la tentación. Ella
asintió. – Lo fue.

Él continuó acariciando su cabello. − Esa es una buena cosa.


Quiero que vengas a mí cuando tengas hambre. Si no puedes
encontrarme, comunícate conmigo. No esperes hasta sentirte
hambrienta. Necesitarás alimentaciones adicionales por un
tiempo.

Inmediatamente entró el pánico. − ¿No estaré contigo? Si no


estoy contigo, ¿no estaré en el suelo? No puedo estar sola. No
sabré qué hacer. − Su frecuencia cardíaca se había vuelto loca
y sus pulmones ardían por aire. Ella no podía hacer esto. Ella
realmente no podía. Ni siquiera podía mirar a su alrededor,
mucho menos estar por su cuenta. Solo porque la abrazó, le
dio sangre y le dio permiso para hablar no significaba que ella
pudiera maniobrar a través de un mundo que ella no conocía
ni entendía.

Ella se tapó la boca con una mano para evitar soltar otra
palabra. Ya era demasiado tarde. Podía leer su mente de todos
modos. Ella había pasado de parecer medio normal, o al
menos esperaba parecerlo, a una manera de parecer
loca. Estaba atrapado con una loca. Ella trató de arrastrarse de
su regazo de regreso a la tierra acogedora. Era imposible

Bookeater
Dark Song
moverse cuando Ferro no quería que ella fuera a ningún
lado. Él simplemente la abrazó y ella lo abrazó a él.

− Estás teniendo otro ataque de pánico. Respira. No me voy a


ir hasta que estés lista. Quédate quieta, piŋe sarnanak. Sólo
respira mientras repasamos algunas reglas más.

Ella podría hacer eso. Las reglas la hacían sentir segura. A ella
le gustaban las reglas. Acarició su cabello de esa manera
relajante que él tenía, y ella se encontró siguiendo su patrón
de respiración. Le gustaba que él la llamara "pajarito
cantor". Sonaba un poco como un cariño. No se burlaba de
ella, ni estaba insultándola. Parecía solo gentil cuando podía
aplastarla tan fácilmente.

− Sé que tienes mucho miedo de que Malinov ataque este


complejo.

Ella jadeó ante su audacia al nombrar al maestro


vampiro. Ella incluso puso sus dedos para cubrir sus labios
antes de que ella pudiera detenerse. Era una terrible
transgresión, y en el momento en que lo hizo, supo que
debería ser castigada. Ella dejó caer la mano sobre su regazo e
inclinó la cabeza.

− Lo siento. De verdad. No debería haberte tocado sin


permiso. No hay excusas. Lo que consideres que es un castigo
adecuado...

Bookeater
Dark Song
Ferro le cogió la mano y le devolvió las yemas de los dedos a
los labios. − Soy tu compañero de vida. Puedes tocarme
cuando lo desees o lo necesites. Algunas veces esas
necesidades serán de comodidad, otras veces podrían ser
sexuales. Es posible que solo quieras sentirme
cerca. Cualquiera que sea la razón, no hay necesidad de pedir
permiso. Tengo la intención de tocarte a voluntad.

Estaba confundida, frunciendo el ceño. − Pero te pertenezco.


Tienes el derecho a tocarme cuando lo desees.

Sacudió la cabeza. − Yo también te pertenezco, Elisabeta, pero


somos compañeros de vida, no amo y prisionera. No amo y
dueño de esclavos. No vampiro y cautivo. Esos días han
terminado para ti. Él no te atrapará de regreso. Tienes todo el
derecho de decir que no. A mí o a cualquier otra persona.

Elisabeta estaba más confundida que nunca. Incluso


conmocionada. Ella no entendía lo que le estaba diciendo.
Parecía tan descabellado que tenía miedo de que él estuviera
tratando de engañarla. El pánico inevitable comenzó a surgir
y ella se llevó el puño a la boca y se mordió los nudillos con
fuerza. Ella no entendía nada. La tierra fría le parecía tan
buena. Ella entendió la riqueza, la riqueza del suelo. La forma
en que rodeaba su cuerpo y aliviaba el dolor en sus
articulaciones que la pequeña jaula había causado cuando ella
no podía hacer ejercicio correctamente ni obtener suficiente
sangre para sostenerse. Este mundo en el que se encontraba
ahora tan extraño que no entendía incluso una pequeña parte
de él.

Bookeater
Dark Song
Ferro prodigó más caricias en su cabello, tranquilizándola. −
Vamos a comenzar con cosas simples. ¿Recuerdas cómo
vestirte o es algo que el vampiro insistió en hacer?

Eso la avergonzó. − Lo hacía, si permitía la ropa. Siempre


tomaba las decisiones.

− ¿Prefieres usar vestidos o pantalones?

Su corazón se aceleró. ¿Era una pregunta capciosa? ¿Qué


prefería él? Nunca había usado pantalones en su vida. Ni una
sola vez. Ella sabía que Julija los llevaba, pero parecían ser
incómodos. ¿Ferro querría que ella los usara?

− ¿Quieres que use vestidos o pantalones? − ella respondió,


tratando de no sonar tan tímida como ella se sentía.

− Esto se trata de lo que quieres. No hay una respuesta


correcta o incorrecta, piŋe sarnanak, solo lo que realmente
preferirías.

Ella no podría elegir. No había manera. Ella no había hecho


una elección en cientos de años. Ni una sola opción. Ella
sacudió su cabeza, negándose a mirarlo, negándose a
responder.

Elisabeta esperaba que él estuviera enojado, frustrado, que


perdiera la paciencia con ella, pero su mano continuó los
suaves golpes en su cabello. Ella se dio cuenta de que su largo,

Bookeater
Dark Song
y grueso cabello, que nunca había sido cortado, estaba limpio,
y mientras él enterraba sus fuertes dedos en el para masajear
su cuero cabelludo, los hilos se deslizaron a través de sus
dedos libre de enredos.

− Prefiero los vestidos, pero soy un antiguo guerrero,


Elisabeta, para nada moderno. No he tenido tiempo de
ponerme al día con este mundo. No quiero interferir en tus
elecciones con las mías. Aun así, si prefieres que yo elija por ti
en este momento, te mostraré dos vestidos diferentes que
realmente me gustan, y puedes decidir cuál usar esta noche y
cuál usarás en el siguiente levantamiento ¿Es eso aceptable
para ti?

Ella todavía tendría que elegir, pero a él le gustaban los dos


vestidos y, al final, ella los usaría ambos. Su única opción era
cual usar esta noche y cuál en el siguiente levantamiento. La
idea de hacer esa decisión aún era difícil, pero emocionante.
Era una decisión. Su decisión. Ferro la dejaba elegir.

− Sí, me gusta mucho la idea, − estuvo de acuerdo.

− Pero todavía te da un poco de miedo, − dijo.

Por supuesto, él lo sabría. No había forma de ocultar su pulso


palpitante de él. Se mordió el labio y asintió lentamente,
atreviéndose a levantar las pestañas y echar un vistazo a su
cara para ver si estaba exasperado con ella. Ella no podría
culparlo si lo estaba. Se veía tan invencible, como si nada en el
mundo lo hubiera asustado alguna vez. Nada. ¿Cómo podía

Bookeater
Dark Song
sentarse allí con tanta calma en medio de los terrenos de
curación, tomándose su tiempo como si no tuviera otro lugar
en el mundo para estar, solo justo allí con ella, resolviendo el
nuevo y aterrador mundo en el que se encontraba?

− Cuando te asustes mucho, piŋe sarnanak, recuerda siempre


que solo tienes que mirar dentro de tu mente y yo estoy
contigo. También puedes escuchar nuestra canción. Te
calmará cada vez que te levantes. El sonido de la lluvia
llamándote a despertar. Cuando escuchas eso, es nuestro
latido combinado. No importa incluso si te estoy abrazando,
si deseas relajarte primero, nuestra canción estará ahí en tu
mente. Debo admitir que prefiero ser el que te cuide, pero
quiero que sepas que eres capaz de mantenerte por su
cuenta. El vampiro te lo quitó, pero tengo la intención de
dártelo de nuevo. No estás sin tu propio poder, Elisabeta. Vas
a aprender, con el tiempo, a creer en ti misma. A saber, que
eres fuerte. Quiero eso para ti.

Ella era su compañera. Más aún, había pasado siglos


sintonizada con el más mínimo matiz de la voz de su amo. Su
lenguaje corporal. Su respiración − Sí quieres eso para mí,
pero no quieres eso para ti. − Fue completamente atrevido
decir en voz alta lo que sabía que era verdad, en voz alta.
Básicamente contradiciéndolo. Si lo hubiera hecho con Sergey,
se habría ganado tal paliza que no habría podido moverse
durante un mes. Tal vez ella estaba probando el límite de
Ferro. La verdad de sus reglas.

Bookeater
Dark Song
Para su total asombro, él le acarició el hombro con la mano,
metiendo su rostro en su cuello, su aliento cálido contra su
pulso salvajemente fuerte. – Soy antiguo, Elisabeta, y, es más,
siempre pensé que mi mujer obedecería todos mis deseos. Eso
es lo que ves en mi mente. Habiendo visto lo que esa vil
criatura le ha hecho a mi compañera, estoy decidido a que los
dos aprendamos formas más modernas. No seremos como los
demás que viven en este complejo, tal vez encontraremos
nuestra propia unión, pero no seremos como lo imagine hace
mucho tiempo porque ya no quiero eso para ninguno de los
dos.

Ella dio vueltas a su declaración una y otra vez en su mente.


Estaba dispuesto a cambiar. A convertirse en alguien
diferente. Tenía que encontrar el coraje para hacer lo
mismo. Ella respiró hondo. − Me gustaría mucho ver los
vestidos, um... ¿Cómo se suponía que ella lo llamaría? ¿Cómo
se suponía que ella debería dirigirse a él?

− Ferro, − dijo. − Soy tu cónyuge, estamos casados. Me


llamaras Ferro.

Ella apretó los labios para evitar que temblaran. Él era su


cónyuge, estaban casados. Había dicho las palabras rituales
vinculantes y no había forma de retroceder de eso. Jamás. Los
había atado juntos por toda la eternidad. Por cualesquiera que
fueran las razones, estaban unidos.

− Dilo, piŋe sarnanak, di mi nombre. Deseo escuchar cómo


suena saliendo de tus labios. − Su boca estaba contra su oreja,

Bookeater
Dark Song
su aliento cálido, provocando, causando estragos en la sangre
en sus venas.

Elisabeta no estaba segura de querer llamarlo por su nombre


de pila. − Ferro, − dijo en voz baja. − Pero me llamas piŋe
sarnanak. Creo que eres kont o sívanak, un corazón fuerte, y este
pájaro cantor aprenderá a volar porque tienes un corazón lo
suficientemente grande para los dos. − Se sintió muy atrevida
al decirle lo que estaba pensando.

En el fondo, estaba desesperada por que fuera cierto. Eran


compañeros de vida y podía mirar su mente, pero todavía no
era lo suficientemente valiente para eso, ni era lo suficiente
fuerte, si él deliberadamente la mantuviera fuera, tendría que
empujar más allá de cualquier escudo. Ella había aprendido, a
lo largo de los siglos, a hacerlo con Sergey, pero sutilmente,
así él no se daba cuenta. Tenía la sensación de que Ferro
siempre sería consciente.

Sus dientes tiraron de su lóbulo y luego la soltaron con la


misma brusquedad, pero no antes de que la repentina
mordida suave causara un espasmo en su sexo que envió una
onda de choque en todo su cuerpo.

− Echa un vistazo a estos vestidos. Lorraine, la compañera de


mi hermano Andor, tenía varios libros que ella llamaba
catálogos que me permitió mirar para estilos de ropa. Ella ha
sido de mucha ayuda.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta trató de no endurecerse ante la nota cariñosa
subyacente que ella escucho en su voz. Hasta ese momento,
Ferro tenía poca expresión en su voz. Era por turnos gentil o
suave o dominante, pero definitivamente había cariño por
esta mujer. Otra mujer. No era su compañera. A ella no le
gusto.

Su mano se agitó en el aire y dos vestidos flotaron frente a


ella. Ella trató de no jadear, pero, bueno, estaban un poco
ajustados. Ella rara vez había sido vista por nadie más que
Sergey, y este siempre había cubierto su cuerpo en vestidos
sin forma. Nunca había usado algo como ninguno de ellos. No
era que no la cubrieran adecuadamente, no eran bajos en el
frente, ni dejaban ver sus tobillos, y ambos tenían mangas de
tres cuartos de largo, pero no eran los vestidos cuadrados y
sin forma a los que estaba acostumbrada a vestir.

Uno era un tono suave de verde bosque frío con acentos de un


verde más claro, en bloques en el corpiño y la falda, el
material delgado y pegajoso por lo que ella sabía que
enfatizaría sus curvas. Era delgada y no tan curvilínea, así que
tal vez sus huesos mostrarían más que sus curvas, pero
todavía era un poco subido de tono.

El segundo vestido era negro con acentos grises. También


estaba hecho de un suave material que nunca había visto
antes. El corpiño llegó a una vee en la cintura y la falda caía en
una serie de volantes de encaje hasta los tobillos. Era el
corpiño el que le hizo pensar un momento o ella lo habría

Bookeater
Dark Song
elegido de inmediato. Ella no estaba segura de lo cómoda que
estaría con un vestido que se aferrara a su cuerpo.

Ferro no la apresuró. Él esperó pacientemente. De hecho,


parecía más interesado en su cabello y en la nuca que en los
vestidos y su dilema. Seguía distrayéndola con su aliento, con
sus labios moviéndose contra su pulso, con la forma en que
sintió sus dedos sobre su piel y cuero cabelludo, hasta que
estaba desesperada por detener los sentimientos desconocidos
con los que inundaba su cuerpo.

− El negro con gris, − dijo. − Me pondré esa.

− Excelente opción.

Sus grandes manos atravesaron su cintura y la levantó de su


regazo y la colocó de pie, poniéndola a un lado. Cuando se
puso de pie, estaba completamente vestido. Él agitó su mano
y ella se encontró en el largo y suave vestido negro con gris. El
material se aferró, tal como ella sabía que lo haría, pero tenía
ropa interior, igual de suave, que proporcionaba un
amortiguador.

− Te ves hermosa, Elisabeta. ¿Estás acostumbrado a usar


zapatos?

Se miró los pies y sacudió la cabeza. − Nunca se me permitió


dejar la jaula por cualquier período de tiempo.

Bookeater
Dark Song
Agitó su mano otra vez. − Si estos zapatos se vuelven
incómodos tendrás que decírmelo de inmediato. Esa es una
orden. ¿Tienes claro eso?

Ella asintió y miró las sandalias en sus pies. Ellas eran negras
y grises para combinar con el vestido que llevaba. Ella no
tenía idea de qué estaban hechas, pero no parecía cuero
rígido. Lo que haya sido, eran cómodas y ella meneó los
dedos de los pies. Su mano rozó la de ella. Ella lo miró
expectante.

− Toma mi mano, piŋe sarnanak, − dijo. − Vamos a caminar por


el complejo juntos. Quiero mostrarte dónde está todo y dónde
nos quedaremos.

Ella parpadeó hacia él, tratando de procesar lo que él acababa


de ordenarle. Lo que acababa de decirle. Quería que ella lo
dejara tomar su mano. Él estaba caminando con ella y
llevándola fuera de la seguridad de los terrenos de curación.
Afuera, adonde había gente. Caminar. Cuando ella no sabía
cómo. Ella tragó saliva y trató de recordar la mecánica. Ella lo
había visto hacer suficientes veces. Ella era inteligente. Ella
podría arrastrar los pies.

− Ferro...

Él alcanzó su mano, rodeando sus dedos con los suyos,


llevando su palma a su pecho. − Estarás conmigo, Elisabeta, y
por lo tanto a salvo en todo momento. Mis hermanos estarán
cerca y ellos también te protegerán. Julija, tu amiga, está aquí

Bookeater
Dark Song
con su compañero. Lorraine, mi hermana, está aquí y ansiosa
por hacerse tu amiga.

Ella permaneció congelada mirándolo, demasiado


aterrorizada para moverse. Él llevó sus dedos al calor de su
boca, sus fuertes dientes raspando las puntas de ellos,
enviando espirales de calor bailando por sus venas.

− Si te abrumas, solo mírame. Te protegeré, soy tu compañero,


Elisabeta. Todos los que me conocen, incluidos mis hermanos,
esperarán que sea arcaico y dominante. − Le mostró los
dientes de nuevo, esta vez buscando a todo el mundo como
un depredador. – Podemos comunicarnos como lo hicimos
esta mañana, solo nosotros dos. Me dices que necesitas, y te lo
proporcionaré. No espero que de repente, después de siglos
de cautiverio, sepas hablar con extraños o manejar situaciones
que no te son familiares. Estoy orgulloso de ti por haber
elegido levantarte y enfrentar a tu compañero. Me han dicho
que soy bastante intimidante.

Ella lo miró a la cara. Él la estaba llevando a través del campo


de curación hacia la salida, no caminando rápido sino
estableciendo un ritmo pausado, lo suficiente como para
poder deslizar sus pies, uno frente al otro, sin levantarlos, su
corazón latía como si fuera a caerse de su pecho. Su tono la
invitó a encontrar diversión en su declaración. Ella deseaba
poder reír, pero estaba demasiado asustada. Aun así, solo
tenerlo tan cerca le dio coraje. Hasta el momento, Ferro no le
había mostrado más que amabilidad. Ella tenía que creer que
seguiría haciéndolo.

Bookeater
Dark Song
2
Un sueño para las edades, escondido dentro de tu retiro;
Despierta de tu pesadilla, siente el suelo bajo tus pies.

Ferro miró la parte superior del cabello oscuro y reluciente de


Elisabeta. Podía sentir el miedo saliendo de ella en oleadas. Su
mujer no era un ratón. Ella se creía unida a él, aterrorizada de
que él pensara que ella no valía nada en absoluto para un
hombre tan "feroz" como ella lo pensaba. Ella lo consideraba
un verdadero guerrero de los Cárpatos y supuso que lo era,
aunque no pensaba mucho en eso. Había pasado demasiados
siglos cazando y destruyendo vampiros. Era simplemente lo
que hizo.

Ella era poco más que una niña cuando Sergey Malinov la
sacó de su casa y la puso en una jaula lejos del mundo. Todos
habían pensado que estaba muerta. Su hermano, Traian, la
había buscado durante siglos, pero no se había encontrado
ningún rastro de ella. Nadie sospechaba que los Malinov
estuvieran relacionados de alguna manera con su
desaparición. Sergey la había escondido de sus propios
hermanos. Ni siquiera ellos sospechaban que ella existiera.

Los pequeños atisbos del pasado que Ferro había captado en


su mente eran más que inquietantes. Eran horribles y se había
encontrado con muchas cosas terribles en su vida. Estaba tan

Bookeater
Dark Song
sola y solo podía confiar en el vampiro que la había tomado
prisionera para que le diera todo lo necesario para mantener
su vida. No era de extrañar que estuviera aterrorizada de salir
al mundo.

En este momento, cuando se detuvieron antes de pasar de


los terrenos de curación a los jardines reales del complejo
donde estaba ubicada la casa principal, el lago y las casas más
pequeñas, él sabía que el espacio abierto, sin los
barrotes de su jaula, la harían sentir un poco enferma y
desorientada. Él tiró de ella, acercándola a su cuerpo, debajo
de su hombro, para darle la sensación de estar más
rodeada. Cerró su brazo alrededor de su cintura mientras
estaban allí, mirando los jardines.

− Es realmente bastante hermoso, ¿no? − preguntó, para


distraerla.

Nunca había notado realmente la belleza de la naturaleza, al


menos no en siglos. No había visto en color hasta que escuchó
su voz, ese gemido bajo los suelos curativos cuando ella había
llamado para tratar de evitar tener que salir para ser
alimentada. Ahora, los distintos tonos de color de las hojas lo
intrigaban. El azul del lago, la superficie plateada brillante y
helada a la luz de la luna.

Lo que realmente quería hacer era tomarla en sus brazos,


llevarla al cielo y transportarla de regreso al monasterio
escondido en lo alto de los Cárpatos. No tendría ningún
problema en decirle a su hermosa y fracturada mujer qué

Bookeater
Dark Song
hacer y guiarla suavemente hacia el mundo que crearían
juntos, pero él era su compañero y le proporcionaría lo que
ella necesitara. Y necesitaba saber que tenía su propio poder.

Después de siglos de ser esclavizada por un vampiro y


tratada con tanta crueldad, Elisabeta nunca sería como la
esposa de Andor, Lorraine, una mujer muy moderna a quien
Ferro respetaba y admiraba, pero con la que nunca sería
compatible. Él no querría eso. No podía vivir con eso. Era
demasiado protector, pero no quería que Elisabeta sintiera
miedo, no del mundo que la rodeaba y nunca de él. Buscaría
todas las soluciones posibles para encontrar una manera de
ayudarla a encontrar lo que le habían quitado: su propio
poder.

Ya había formado un plan en su mente. Había permitido que


Elisabeta permaneciera escondida en los terrenos de curación
más tiempo del estrictamente necesario mientras pensaba en
su estrategia para encontrar una manera de empoderarla. Al
principio, sabía que el mundo que la rodeaba sería demasiado
grande para ella. Después de estar en un espacio tan
confinado, simplemente estar al aire libre sería desorientador
y aterrador. Tendría que ir despacio, presentándole pequeñas
porciones del complejo en lugar de todo a la vez.

Todo el mundo estaba ansioso por conocerla, pero no podía


sentirse abrumada por tanta gente. Tendría que protegerla,
aunque sabía que otros malinterpretarían lo que estaba
haciendo, pensando que estaba alejando a su frágil compañera
de ellos, porque era un antiguo y se apegaba a las viejas

Bookeater
Dark Song
costumbres. Las opiniones no le molestaban en lo más
mínimo. Era un antiguo y se aferraba a las viejas costumbres.

Ferro también tuvo un extraño presentimiento. A Elisabeta le


habían dado sangre varios de los antiguos antes de que él
descubriera que era su compañera. Eso había sido un
accidente. La había oído gemir. Ese suave y pequeño sonido
de angustia le había abierto un mundo completamente nuevo,
pero también había disparado sus muy sensibles
alarmas. Había peligro acechando a su mujer, y no provenía
solo del maestro vampiro. Sintió una vaga amenaza para ella
proveniente del interior del recinto. De alguien en quien
confiaba. Alguien que debería protegerla. La amenaza era
muy vaga, casi como si no estuviera completamente formada,
pero era suficiente para ponerlo en alerta.

Ferro sintió un pequeño estremecimiento atravesar el cuerpo


de Elisabeta y envolvió su brazo alrededor de ella con más
fuerza, tirando de su frente hacia su costado. − Solo mira la
belleza que te rodea, piŋe sarnanak. Tariq Asenguard encontró
un lugar para construir su mundo hace mucho tiempo. Los
otros han estado asegurando la tierra alrededor de su
complejo para agregarla a esta fortaleza. Tejemos
salvaguardias para mantener a todos protegidos.

Ella inclinó la cabeza hacia arriba para mirarlo. − Nadie estará


a salvo de él mientras yo esté aquí. Creo que ya sabes eso. − Su
voz temblaba.

Bookeater
Dark Song
Se dio cuenta de que le costó un gran esfuerzo hablar con él,
expresar su preocupación. Solo hablar era una tensión para
ella cuando no lo había hecho en tantos siglos. No se
consideraba valiente porque no comprendía el verdadero
valor. El solo hecho de que ella pudiera estar parada allí junto
a él en lugar de quedarse arrugada en una pequeña bola en la
tierra de la manera que ella quería era un testimonio de su
temple.

Ferro le rozó la cabeza con los labios en una pequeña caricia,


tratando de no asustarla. Estaba tanteando su camino con ella.
Elisabeta no había tenido ningún contacto humano salvo
cuando Sergey la castigaba por sus infracciones. Ahora, él la
estaba rodeando. Quería que se acostumbrara a confiar en su
fuerza hasta que encontrara la suya. Estaba decidido a que la
encontrara, aunque, para él, significara lo más probable, que
ella no quisiera quedarse con él. No podía pensar mucho en
eso o en lo que haría. De esa forma yacía la locura. Elisabeta
merecía una oportunidad en la vida después de todos los
siglos que había soportado como prisionera, y él tenía la
intención de darle esa oportunidad.

− Ahora estás ligada a mí, Elisabeta. Construiré un escudo en


tu mente que no podrá atravesar. Él no puede ordenarte
como temes. No puede usarte para espiar. Tú nunca le darías
información sobre alguien aquí como has temido. He estado
vivo mucho más tiempo de lo que tú lo has estado, y yo soy
más poderoso.

Bookeater
Dark Song
Sintió el rápido movimiento de su cabeza, pero ella no
habló. De hecho, su mano se acercó para presionar sus dedos
contra sus labios para contener cualquier cosa que estuviera
en su mente.

Gentilmente tomó su muñeca y tiró de su mano hacia abajo. −


Háblame, päläfertiilam. Deseo saber lo que tienes en tú mente.

Sus largas pestañas se agitaron, pero ella no lo miró. Sacudió


la cabeza dos veces antes de hablar finalmente. − ¿Es esto una
orden?

− Si es necesario.

La punta de su lengua salió para humedecer sus labios. Por


alguna razón, encontró esa pequeña acción mucho más
sensual de lo que debería haber sido. Él esperó,
manteniéndola cerca de él, mirándola en vez de la belleza de
la naturaleza que les rodeaba. Los jardines y el lago parecían
palidecer en comparación con ella.

− Todo el mundo siempre lo subestima. Sus hermanos lo


hicieron. Los magos lo han hecho. Ahora tiene fragmentos de
ellos en la cabeza, lo que le da acceso a su conocimiento. Ha
creado espías utilizando hombres psíquicos humanos. Tiene
un ejército de vampiros aquí en este país y en el extranjero.
Planeó durante siglos con mucha tranquilidad, permitiendo
que otros se burlaran de él y lo trataran como si no fuera
inteligente. Nunca perdió todas sus emociones porque pensó
de antemano, en hacerme prisionera. Si lo subestimas, como

Bookeater
Dark Song
todos lo han hecho, simplemente porque eres mayor y tienes
más experiencia en peleas, perderás.

Su voz era tan baja que apenas podía oírla, pero era imposible
no captar las notas de miedo, de llanto, de absoluta
desesperanza. Ella no creía que él la escucha. Los hombres
eran arrogantes. Ella había visto a muchos morir a lo largo de
los siglos, hombres que habían sido inteligentes y que habían
llegado al poder solo para ser derrotados al final. Sergey era el
último de los Malinov, el último de los cinco hermanos y el
único hermano que nadie, Cárpatos y vampiros por igual,
pensó jamás que sería un líder, sin embargo, había
demostrado ser el más poderoso de todos.

− No viví tanto tiempo subestimando a mis enemigos, piŋe


sarnanak, − dijo Ferro con suavidad. − Aprecio que te
preocupes por mí, Elisabeta. Siempre dímelo cuando tenga
inquietudes.

Sus pestañas se levantaron de nuevo, y esta vez se encontró


mirando fijamente sus ojos oscuros y líquidos. Su estómago
hizo un extraño nudo. Su ingle se tensó. No sería bueno para
ninguno de los dos que ese líquido se derramara sobre sus
pómulos altos. No sabría qué hacer con las lágrimas. Nunca se
había ocupado de esas cosas.

− ¿No me vas a castigar por las cosas que te dije? − Su mano se


apretó en su camisa como si se estuviera preparando. Sintió
un pequeño escalofrío recorrer su cuerpo.

Bookeater
Dark Song
− Puede que tenga que besarte de vez en cuando, − dijo. − Eso
es lo más cerca que estarás de un castigo y solo porque es
difícil resistirte.

Ella parpadeó hacia él como si no pudiera procesar lo que


había dicho. Dio un paso fuera de los terrenos de curación,
obligándola a moverse con él. Eso instantáneamente apartó su
mente de lo que acababa de decir y la volvió a poner en el
mundo que la rodeaba. La mantuvo en los jardines, evitando
los patios de recreo donde podrían estar los niños o las casas
donde las mujeres a menudo se reunían para hablar en el
porche delantero. Quería simplemente caminar con ella en la
belleza de la naturaleza para que pudiera sentir el aire en su
rostro y la libertad que la rodeaba.

Ferro sabía que no podía estar fuera del suelo por mucho
tiempo. Iban a tener que comenzar su vida juntos en
pequeños pasos. Mucha gente estaba esperando para
conocerla. Tariq, el propietario del complejo, el hombre que el
príncipe de los Cárpatos había designado para ocupar su
lugar en los Estados Unidos, quería que Gary Daratrazanoff la
examinara en busca de señales de que Sergey había dejado
algo de sí mismo en ella para espiarlos. Quería que se hiciera
lo antes posible. Aunque entendía por qué Tariq sentía que era
necesario, Ferro prefería coger a Elisabeta y marcharse antes
que someterla a eso.

Ferro estaba muy incómodo al someter a Elisabeta al examen


de Gary. Ambos Cárpatos le habían dado sangre a Elisabeta en
numerosas ocasiones. El alma de Ferro estaba unida a la de

Bookeater
Dark Song
Gary a través de Andor y Lorraine, un lazo que los unía con
varios otros antiguos. Normalmente, eso habría asegurado
que las primeras lealtades de Gary fueran los hermanos, pero
Gary era el segundo al mando después de Tariq. Su linaje, la
línea Daratrazanoff, siempre había sido el segundo al mando
del príncipe. Gary había sido enviado por el príncipe para
proteger a Tariq, y eso pondría en primer lugar su lealtad
sobre Tariq. Ferro sabía que la extraña y vaga amenaza
emanaba de uno o de los dos hombres en los que debería
tener todos los motivos para confiar.

Las mujeres eran sagradas, particularmente las mujeres de los


Cárpatos. Las compañeras de vida se consideraban tesoros
preciados. En una época en la que los niños eran tan escasos
que su gente estaba al borde de la extinción, lo último que
haría un hombre de los Cárpatos era amenazar a una mujer,
especialmente a una compañera. Ferro ni siquiera podía decir
si había una amenaza concreta, solo que tenía la vaga
impresión de una y que parecía emanar de un hombre atado a
él alma con alma. Incluso de eso no estaba cien por ciento
seguro, pero para un hombre como él, era suficiente para
hacerlo desconfiar y querer tomar a su mujer e irse.

Su hermano, Traian, había llegado con su compañera, Joie, de


los Cárpatos. Traian estaba muy ansioso por ver a su hermana
después de tantos siglos. Ferro sabía que era natural querer
verla, pero estaba nerviosa y no lo recordaba claramente.
Sergey había borrado deliberadamente los recuerdos de su
pasado tanto como le fue posible. Cuando trataba de recordar,
había dolor involucrado, aunque ya no asociaba el dolor físico

Bookeater
Dark Song
y emocional con el vampiro. Iba a ser un largo camino de
regreso para ella.

En el momento en que Ferro escuchó el sonido de la voz de


Elisabeta y supo que era su compañera, se hizo cargo de su
cuidado cuando no estaba cazando al enemigo. Él se movió
muy suavemente a través de su mente para examinar los
fragmentos de sus recuerdos, cada uno de los cuales se
elevaba mientras la alimentaba. No había sido invasivo a
propósito, no quería que ella lo asociara con Sergey. Los
destellos que captó de los castigos del vampiro habían hecho
que el depredador en él gruñera listo para cazar a Sergey
hasta completar la tarea. Supo, en ese momento, que Elisabeta
lo necesitaba más, y tendría que esperar para cazar al maestro
vampiro.

Elisabeta tropezó mientras caminaba, cada paso vacilante,


como un niño pequeño que vuelve a aprender a dar sus
primeros pasos. No apartó los ojos del suelo y sus dedos se
clavaron en su brazo y caja torácica como si fueran sus líneas
de vida. El terreno era muy accidentado en el camino que
atravesaba los jardines, a diferencia de los terrenos curativos
formados por suelos ricos en minerales que suavizaban todos
los días los Cárpatos. Ferro se maldijo por no considerar que
Elisabeta no estaba simplemente teniendo dificultades para
caminar porque no estaba acostumbrada a los zapatos, era
porque no había caminado.

− Kislány piŋe sarnanak, quiero que mires dentro de mi mente.

Bookeater
Dark Song
Ella jadeó y sacudió la cabeza, deteniéndose, sus manos lo
agarraron con tanta fuerza que él pensó que sus dedos
podrían encontrarse en medio de su piel. Los abrió con mucha
delicadeza y la acercó a él con ambas manos.

− Solo para que puedas ver cómo mover tus pies. Te ayudará.
Voy a enseñarte muchas cosas de esta manera. No lo
recuerdas, pero es la forma en que la gente de los Cárpatos se
instruye entre sí. Pasamos información de un lado a otro de
esta manera. Yo soy tu compañero. No tienes nada que temer
cuando tu mente toca la mía. Te protegeré de demasiada
información a la vez.

Elisabeta apretó los labios con fuerza, negándose a mirarlo a


los ojos de nuevo. Mantuvo sus pestañas obstinadamente
bajas y su mente lo más en blanco posible. No era un hombre
dado a sonreír. Había olvidado el humor a lo largo de los
siglos, si es que alguna vez había tenido sentido del humor en
primer lugar. Él tampoco tenía un lado blando, pero su
pequeño pájaro cantor lo estaba sacando rápidamente.

Ella tenía una voluntad de hierro, que era la forma en que se


las había arreglado para sobrevivir durante tantos siglos
viviendo en las condiciones que tenía. Sergey debe haberse
enfrentado a su naturaleza obstinada a menudo, al principio
golpeándola para que se sometiera, o al menos intentándolo.
Cuando eso no siempre funcionaba, cambió de táctica,
tratando de matarla de hambre. Ella le mostró su disposición
a morir, así que nuevamente, él encontró su debilidad,

Bookeater
Dark Song
trayendo a otros frente a ella, torturándolos, hasta
que ella hizo lo que él quería.

− Dime por qué tienes miedo de aprender de mí de esta


manera. − Mantuvo su voz tan suave como fue capaz,
asegurándose de no asustarla más de ninguna manera. La
forma en que lo expresó lo convirtió en una orden para ella,
no en una simple solicitud.

Ella vaciló, claramente sopesando lo que le costaría negarse a


obedecer. Se llevó ambas manos a la boca y se raspó los
nudillos con los dientes.

− No me temas, Elisabeta. Puedes optar por no responderme y


no te pasará nada. Deseo que te sea más fácil caminar. Eso es
todo. No hay nada más. No aprenderás nada más de
mí si tocas tu mente con la mía. No de mi pasado, no de lo que
pretendo para nosotros en el futuro. Nosotros vamos a ir poco
a poco. Solo quiero ayudarte con esta sencilla tarea. Si aún no
estás lista para esto, solo tienes que decirlo.

Mientras le hablaba, frotó su barbilla hacia atrás y hacia


adelante a través de sus nudillos, raspando su piel sensible
con la sombra en su mandíbula tal como lo habían hecho sus
dientes. Íntimo. Provocativo. Atandolos a los dos juntos de
una manera que él nunca había conocido, de una manera que
ella nunca había conocido. Era algo pequeño, pero se sentía
enorme. Ella no apartó las manos y él no quería que lo hiciera.
Quería que esos dedos pequeños y delgados permanecieran
en los suyos, manteniendo un contacto físico entre ellos

Bookeater
Dark Song
mientras ella decidía lo que iba a hacer. Sus pestañas
revolotearon de nuevo, atrayendo su atención hacia ellas, y su
ingle se tensó. Ella podía moverlo con el más mínimo gesto
femenino. – Yo no sé cómo tomar decisiones. Me confunden.

− Sin embargo, cuando te doy una orden, eliges


desobedecerme. − Mantuvo su tono suave, sin reprimendas.

Un color débil se apoderó de sus mejillas. Se tocó el labio con


la punta de la lengua y él sintió ganas de gemir. Eso era
claramente un hábito nervioso. Tenía bastantes de ellos, cada
uno más atractivo para él que el otro, y tal vez un poco sexys.
Nunca había pensado en términos sexuales, y era lo último en
lo que necesitaba pensar en ese momento.

− El contacto de mente a mente puede ser... íntimo. O feo. O


realmente doloroso. Tres cosas que hacen que sea muy
aterrador intentarlo.

Él llevó sus manos a su pecho. – Eres mi compañera, Elisabeta.


Yo he jurado velar por tu felicidad y protegerte. La mente a
mente puede sentirse íntimo entre nosotros porque se supone
que debe serlo. Te protegeré de cualquier fealdad que puedas
encontrar en mi pasado, y tocando mi mente, nunca sentirás
dolor. − Esperó, deseando que ella tomara una decisión.

El toque fue tentativo al principio, tan ligero que apenas lo


sintió. Ella rozó su mente y se retiró, corriendo, casi como lo
haría un niño. No fue tras ella ni la reprendió. Simplemente
esperó, deslizando su brazo alrededor de su espalda cuando

Bookeater
Dark Song
la sintió balancearse. Ponerse de pie se estaba volviendo difícil
para ella. Se hundió en el suelo, llevándola con él, sentándola
en su regazo en medio del jardín salvaje de Tariq.

A su alrededor, las plantas se elevaban hacia el cielo, las hojas


se veían en varios tonos de verde oscuro y plateado. La luna
entraba y salía de las nubes grises mientras el viento las
empujaba por el cielo. Elisabeta se estremeció y se acurrucó en
el calor de su cuerpo, como si no pudiera controlar el calor del
suyo propio, algo que todos los Cárpatos aprendian a hacer
cuando eran niños. ¿También le habían quitado esa habilidad
fundamental? Sería como Sergey, dándole una cosa más para
sostener sobre su cabeza. Si ella no cooperaba con él, podría
enfriarse hasta helarse o calentarse hasta que se quemara.

− Te tengo, piŋe sarnanak. − Comenzó a tararear suavemente.

No le gustaba cantar frente a otros, pero podía calmarla con


su voz. Cuando las cosas en el monasterio se volvían
demasiado difíciles para uno de los hermanos, a veces usaba
su voz para calmarlos, aunque nunca actuaba como si eso
fuera lo que estaba haciendo. Simplemente se alejaba y
cantaba suavemente como para sí mismo, tal como lo
hacía ahora. Al principio tarareó y luego imitó la lluvia. Era
bueno vertiendo varios sonidos en la música. Escuchaba
música en todas las cosas de la naturaleza y la recreó
para ella, esperando que ella se relajara en sus brazos.

Elisabeta tardó unos minutos en asentarse. Tenía mucho


miedo. Se permitió deslizarse en su mente, no muy

Bookeater
Dark Song
lejos. Nunca iba demasiado lejos, lo que iba en contra de todo
lo que era. Su personalidad exigía que tomara lo que
era suyo. Era dominante por naturaleza. Su palabra nunca era
cuestionada. Él era una ley para sí mismo. Él no le había
jurado lealtad al actual príncipe del Pueblo de los Cárpatos, ni
había jurado lealtad a Tariq Asenguard. Él seguiría su propio
camino y esperaba que su mujer, su compañera, siguiera su
camino con él. Necesitaría eso.

Suspiró mientras mecía a Elisabeta suavemente con la


melodía de la lluvia en su mente. Había dolor en su
canción. No pudo evitar eso. Ahora sentía emociones, cuando
durante tanto tiempo no las había sentido. Esta mujer se había
convertido en el centro de su mundo muy rápido.
Compañera. Durante mucho tiempo ella sostuvo la otra mitad
de su alma. La había protegido de Sergey a un gran costo para
ella. El vampiro había intentado por todas las formas posibles
de quitársela. Ferro no tuvo que meterse en su mente para
ver; lo sabía por las cicatrices en su cuerpo y más en su
mente. El terror absoluto estaba grabado tan profundamente
que supo que siempre estaría arraigado en ella.

Si Sergey hubiera logrado arrebatarle el alma a Elisabeta, el


vampiro habría controlado a Ferro, lo habría convertido en un
sirviente, lo habría utilizado sin piedad para atacar a la gente
de los Cárpatos. Ferro era un cazador experto; un cazador
legendario y temido. Sergey no sabía quién era el compañero
de Elisabeta, pero si hubiera logrado arrebatarle el alma y
controlar a Ferro, habría tenido un arma que incluso los
antiguos cazadores habrían tenido dificultades para destruir.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta volvió a tocar su mente, y esta vez sintió ese ligero
toque femenino como mucho más que un roce tentativo y
temeroso. Elisabeta sintió su pena y lo alcanzó como lo haría
instintivamente una compañera. Como lo haría una mujer.
Sensible. Cuidando. Calmando. Preguntando. La sintió llenar
el vacío de esos espacios solitarios que le había revelado
inadvertidamente cuando comenzó su canción para ella.

Tenía sus escudos levantados para que ella no pudiera ver su


pasado, todas esas muertes, las batallas con vampiros
maestros, las heridas mortales que deberían haberle quitado la
vida tantas veces. Él no le dio nada de eso, o la forma en que
los humanos y los Cárpatos se apartaron de él por miedo. No
le dio la batalla que libró con los susurros de la tentación de
sentir algo después de tantos siglos de no sentir, o cuando
esos susurros se detuvieron y él no tenía nada en absoluto, el
terrible vacío que siguió y la necesidad de encerrarse en él.
Del monasterio para proteger a todos de él. En su lugar, le dio
las instrucciones sobre cómo caminar y cuánto amaba estar
con ella, que su intención era protegerla de cualquier daño.

Elisabeta absorbió la información de la forma en que lo hacía


un Cárpatos, telepáticamente, casi automáticamente, su
cerebro se sintonizó con el de él, pero sus manos subieron a su
cabeza con tanta suavidad que sintió como si sus palmas
fueran la más ligera de las mariposas deslizándose desde su
mandíbula para enmarcar su cara. Su respiración se atascó en
su garganta.

Bookeater
Dark Song
− Dime por qué sientes tanta pena.

Sus ojos miraban directamente a los de él por primera vez.


Directamente a los suyos. Juró que estaba cayendo en una
piscina oscura y fresca, un pozo profundo. Su alma. Él era su
compañero y eso exigía honestidad. O decía la verdad o se
negaba a responder.

− No soy el hombre que alguna vez fui, minan piŋe sarnanak.


Como tú, los siglos y las circunstancias me han cambiado, y
me temo que no para mejor. Eres una mujer hermosa y
merecedora. − No pudo evitar meter los dedos
profundamente en el grosor de su cabello. − No te merezco
mucho. Pero por ti, desearía que no fuera así.

Él ya no podía mirarla. Ella era demasiado inocente para un


hombre como él. La inocencia no tenía nada que ver con el
sexo y sí con la clase de hombre que era. Pertenecía a las
mujeres del complejo de Tariq Asenguard. Eran buenas
mujeres, solo un poco más allá de su comprensión.

Estaba Lorraine, a la que llamó sisar, hermana. Era compañera


de uno de sus hermanos, Andor, del monasterio. Ella había
hecho lo que ninguna mujer de los Cárpatos y mucho menos
un ser humano, en ese momento, había hecho o pensado
hacer. Ella había unido su alma a los hermanos de Andor para
salvar su vida. Si morían, ella moría. Si se volvían vampiros,
podrían encontrarla y destruirla. Dudaba que otras mujeres
hubieran tenido el tipo de coraje de atarse a lo desconocido

Bookeater
Dark Song
ante la posibilidad de que pudieran encontrar a su compañera
en otra parte del mundo.

Julija era la única amiga que tenía Elisabeta que Ferro conocía.
La pequeña maga había arriesgado su vida, dejándose
capturar por Sergey para intentar liberar a Elisabeta. En
última instancia, fue ella quien llamo la atención de los
Cárpatos sobre Elisabeta, lo que le permitió ser
rescatada. Julija era una mujer fuerte y compañera de Isai,
otro de sus hermanos del monasterio. Julija tenía un gran
poder y seguía su propio camino en la vida.

Las dos mujeres eran ejemplos modernos de lo que Ferro


sabía con lo que Elisabeta se compararía y probablemente
aspiraba a ser. Si bien quería esa confianza en sí misma para
ella, sabía que no era un hombre compatible con Julija o
Lorraine, por mucho que las respetara.

La forma en que su mente se movía en la de él era delicada,


femenina, completamente hermosa, un susurro de un toque
más que una exigencia audaz. Fue inesperada, su presencia
suave y femenina que parecía llenar cada lugar solitario en su
mente. La experiencia de que ella compartiera su mente fue
más que íntima. Había pasado siglos solo, perdido en ese gris
vacío de nada.

Ella le dio vida. Olor. Podría inhalar y llevarla a sus


pulmones. La reconocería en cualquier lugar. Su olor era
distinto. Exótico y raro. Tenía una leve fragancia de naranja, la
bergamota italiana que él había encontrado, pero en la que

Bookeater
Dark Song
nunca pensó. La naranja tenía una nota de lima, y las dos
fragancias cítricas se mezclaban con raras camelias, agregando
solo un toque de especias a la mezcla. Los aromas se
mezclaron con sándalo y vetiver, una raíz de pasto indio. Para
Ferro, ese aroma siempre estaría asociado con Elisabeta.

Color. Ella trajo colores vivos y brillantes a un mundo de gris.


No sabía que había tantos tonos de verde. O azules. Con solo
mirar su cabello, esa seda oscura, brillando a la luz de la luna,
podía ver tantos colores, y ella se los había dado. El jardín, el
lago, el cielo, los pájaros e incluso el suelo mismo. Ella le había
hecho ver el mundo de nuevo bajo una luz completamente
diferente.

Toque. Nunca había permitido que nadie lo tocara a menos


que planeara usarlos como sustento o planeara
matarlos. Elisabeta le mostró que el tacto podía ser algo
diferente, algo cálido y suave. Tierno incluso. El tacto podría
significar muchas cosas además del precursor de
la muerte. Luego, estaba la sensación de su piel, como el satén
más fino. Su cabello, como la seda. En muy poco tiempo había
aprendido la belleza de tocar.

Sonido. Su voz era como música para él. Suave. Íntima.


Derramándose sobre él como una suave brisa de verano.
Cuando hablaba, su voz era agradable, moviéndose a través
de él, tan eficaz como el toque de sus dedos sobre su piel. Ese
sonido suave era muy potente. Casi podía sentir las notas
bailando sobre él, rozando su piel íntimamente, primero allí y
luego aquí, acariciando y mimando, un momento

Bookeater
Dark Song
tranquilizándolo, al siguiente haciéndolo querer arder en
llamas.

Ferro había vivido siglos, mucho más que la mayoría, y sin


embargo no había probado muchas cosas. La sangre era
sangre. Uno la necesitaba para sobrevivir. No tenía sabor. Sin
prisa. Nada más que estar herido y hambriento le hacía desear
o necesitar más sangre. Hasta que probó la sangre de su
compañera. Fue exquisita. Casi más allá de la comprensión.
Él apenas podía dejar de alimentarse a sí mismo una vez que
había empezado. Su gusto era una especie de afrodisíaco, algo
más allá de toda descripción, algo que él siempre
anhelaría. Lo pensaría y el sabor le llegaría, vívido en su
memoria y luego en su boca.

− No me gusta que te sientas triste... Ferro. − Tropezó un


poco al usar su nombre, pero fue lo suficientemente valiente
como para decirlo. − Ambos hemos cambiado. Has sido muy
amable conmigo, más de lo que imaginaba que lo sería
alguien. Nunca he tenido un levantamiento como este. Por eso
tengo que darte las gracias.

Las yemas de sus dedos se deslizaron sobre su mandíbula, su


toque ligero, enviando ondas de calor a través de sus
venas. Su voz era muy sincera. Simplemente la había llevado
a través de los terrenos de curación y los
jardines. La amabilidad que le había mostrado era tan básica
que quería llorar por lo poco que esperaba. Estaba más
preocupada por su dolor que por lo que sentía. De hecho,
ahora estaba completamente concentrada en él, todos los

Bookeater
Dark Song
pensamientos sobre sí misma y sus miedos se habían ido. Se
había sumergido por completo en él, en un intento por
encontrar una manera de aliviar su tristeza.

Los sanadores de los Cárpatos se deshacían de sus cuerpos


para volverse totalmente espirituales, perdiendo todo ego,
todo sentido del yo, para poder sanar. En cierto sentido,
Elisabeta, mientras conservaba su cuerpo, hizo algo
muy similar. Perdió todo ego, todo sentido de sí misma, y
pensó sólo en Ferro, moviéndose suavemente por su mente,
buscando formas de iluminar su espíritu.

Esos suaves dedos suyos en su mandíbula, prodigando calor


en sus venas, causaron estragos en sus emociones, con su
control físico, cuando durante siglos siempre había sido
completamente disciplinado. De repente, se levantó,
llevándola con él, poniéndola de pie, dándole a su cuerpo un
respiro, un poco sorprendido de que lo necesitara.

− Quiero mostrarte nuestra casa, minan piŋe sarnanak. Con


suerte, será un lugar de consuelo y felicidad para ti. No tiene
rejas en las ventanas ni en las puertas, y puedes salir cuando
quieras, pero si no estoy contigo, prefiero que me avises
cuando quieras dejar la seguridad de las paredes. He tejido
fuertes salvaguardias para que el vampiro y sus títeres no
puedan penetrar desde ninguna dirección en sus intentos de
llegar a ti. Si eliges visitar a tus amigas, como naturalmente
desearás hacer, si me lo haces saber, puedo protegerte.

Bookeater
Dark Song
Eso fue difícil para él. Mucho más de lo que había pensado
que sería. Quería que ella tuviera libertad. Se lo dijo un millón
de veces. Necesitaba saber que no era una prisionera. Nunca
querría que ella se sintiera así con él. Quería que se sintiera
querida. Atesorada. Siempre. Pero él no era el tipo de hombre
que dejara a su mujer casualmente en un lugar seguro cuando
estaba en peligro. No por su preferencia. No por capricho. No
cuando tan fácilmente podía ordenarle que se quedara. Sus
amigas podían visitarla allí si quería verlas.

No tenía sentido para él dejar una decisión tan peligrosa


en manos de nadie que no fueran las suyas. Él era quien
tendría que luchar contra Sergey Malinov. No usaría a su
compañera como cebo para atraer al maestro vampiro hacia
él. Elegiría el momento y el lugar de la batalla. No sería donde
hubiera niños alrededor. O mujeres. O su mujer. No cuando
tenía tanto que perder.

− ¿Te he enojado? − Preguntó Elisabeta.

Ferro se dio cuenta de que caminaba por el sendero e


inmediatamente acortó sus pasos para acomodarla. − No,
Elisabeta, estaba pensando en que te fueras de la casa y lo que
eso podría implicar.

Ella negó rápidamente con la cabeza. − Por favor no me pidas


que haga tal cosa, ni siquiera para ver a Julija, no sin ti. Sé que
no soy capaz de eso.

No solo le temblaba la voz, también su cuerpo entero. Eso lo

Bookeater
Dark Song
avergonzó. Ferro no quería eso para ella. No la quería tan
asustada que casi se paralizara de terror ante la mera idea de
aventurarse por su cuenta. Envolvió su brazo alrededor de
ella y tiró de su forma delgada y temblorosa debajo de su
hombro para protección.

− Elisabeta, te he dicho que no tienes que hacer nada que te


asuste. No pretendo dejarte solo a menos que sea
estrictamente necesario. En ese caso, te pondré en el suelo
donde dormirás, o te dejaré con Julija o alguien con quien te
sientas muy segura. No se espera que recibas o que salgas sola
en ningún momento. De hecho, no me gustaría. − Ferro sintió
el alivio instantáneo inundar su mente.

Siempre había sido una persona decidida. Sabía exactamente


cómo conducir una batalla. Evitaba tanto a los humanos como
a los Cárpatos. Era directo cuando quería algo y mandaba a
otros, esperando el cumplimiento instantáneo de sus órdenes.
No se molestaba con sutilezas. No las necesitaba ni tenía
tiempo para tales cosas. Ahora, con Elisabeta, estaba
tanteando su camino, completamente en desacuerdo no solo
con su propia personalidad sino con su propio carácter y
necesidades.

Él le acarició la nuca mientras salían de la protección de los


jardines hacia el aire libre. Elisabeta jadeó en voz alta, se
detuvo y se volvió para huir. El patio frente a ellos parecía
estar lleno de gente cuando solo estaban Isai Florea y su
compañera, Julija, de pie en el porche de una
pequeña réplica victoriana de la mansión principal, hablando

Bookeater
Dark Song
con Emeline y Dragomir Kozel. Tanto Dragomir como Isai
eran hermanos de Ferro del monasterio, al igual que Andor, el
tercer hombre que estaba de pie en las escaleras de la
pequeña casa victoriana con su compañera, Lorraine.

Ferro agarró a Elisabeta por la cintura y la apretó contra


él. Ella gimió y hundió la cara en sus costillas. No puedo.
Demasiados. Demasiados. No me pidas que haga esto. Es demasiado
grande. Demasiado. Me duelen los ojos. Mi estómago. No puedo. Yo
no puedo hacer esto.

Ella repitió el canto, un mantra en su mente, en la de él, una y


otra vez hasta que se dio cuenta de que ella no sabía que
podía escucharla. Sintió sus lágrimas, las escucho en su
voz. Gotearon en su mente, sin embargo, su ropa, su piel,
permaneció seca.

Ferro trató de evaluar lo que le estaba pasando, todo el tiempo


respirando tranquilamente por ambos. Su corazón se mantuvo
firme. Le quitó los dedos de la camisa y le colocó la palma
sobre el corazón para que pudiera seguir el ritmo.

Respira conmigo, sívamet. Estoy contigo. Haremos esto juntos. No


tienes que hablar. No tienes que mirarlos. Estaré frente a ti en todo
momento. Simplemente les diré que todavía no te permito hablar con
otros. Nos acabamos de conocer y que estas acostumbrándote a un
nuevo maestro. Un pequeño pozo de humor que no conocía
había brotado al pensar en las mujeres modernas
escuchándolo decir eso. No conocía muy bien a Emeline y a

Bookeater
Dark Song
Julija, pero estaba muy familiarizado con Lorraine y su
pensamiento ultra avanzado. Su cabeza podría explotar.

No quiero que la cabeza de esta mujer explote. Esto no parece


amable.

No explotará literalmente, Elisabeta. No le gustará que me refiera


a mí mismo como tu maestro. Tampoco le gustará que le diga que no
puedes hablar con nadie más que conmigo.

¿Por qué? Elisabeta inclinó la cabeza para mirarlo con


curiosidad, sus ojos oscuros recorrieron su rostro como si
fuera su ancla.

Ferro no pudo evitarlo. Inclinó la cabeza y le rozó los labios


con los suyos. Fue un contacto muy breve, pero sus labios
temblaron, solo un poco, lo suficiente para romperle el
corazón, y quería asegurarle que la cuidaría.

− ¿Notaste lo bien que podías caminar? No te sentí tropezar ni


una vez. Haz aprendido simplemente mirando en mi mente y
tomando lo que necesitabas de mí. Sigue confiando en mí,
Elisabeta. Sé que es difícil cuando no has tenido ninguna
razón por siglos para tener fe en nadie, pero si sigues
confiando en mí, te doy mi palabra, no voy a dejarte abajo. Los
compañeros no pueden engañarse unos a otros. Puedes
escuchar mentiras si las escuchas.

Ella no le respondió, pero su cuerpo se sintió como si fuera a


romperse en cualquier momento.

Bookeater
Dark Song
− Dime qué es lo que más temes. ¿Qué es lo peor de lo que te
está pasando en este momento, piŋe sarnanak? − Formuló la
pregunta como una orden porque ella respondía y se sentía
más cómoda con una orden directa de responder. No parecía
gustarle el permiso de tomar sus propias decisiones bajo
estrés.

Ella se humedeció los labios, miró a su alrededor y luego


rápidamente enterró el rostro de nuevo en sus costillas. −Es
demasiado. Demasiado grande.

Él estaba en su cabeza, con cuidado de mantener su toque


ligero para que ella no se sintiera como si estuviera siendo
intrusivo. Su mente estaba sumida en el caos y podía oírla
llorar. De inmediato comenzó a poner ese sonido al ritmo de
la lluvia en su canción, la que él había compuesto para ella. La
que había usado para sacarla de la seguridad del abrazo de la
tierra.

—No mires a tu alrededor mientras te llevo a nuestra casa,


Elisabeta. Atravesaremos el espacio abierto, pero puedes
anclarte a mi mente. Puedo llevarte si lo prefieres. − No había
querido avergonzarla, pero ella no era una mujer moderna
que se preocupara por lo que los demás pensaran de ella.

− ¿Por qué toda esa gente me está mirando?

− Son mis hermanos. Julija ha estado esperando verte. − Sintió


su retirada instantánea y luego el odio hacia sí misma. − No

Bookeater
Dark Song
eres una cobarde. Ya has hecho mucho más de lo que
esperaba en este levantamiento. Pueden esperar hasta que
estés asentada.

− No quiero que ninguno de ellos sienta que los estoy


rechazando, especialmente Julija. Ella me ha ayudado a
superar muchas cosas. Sin ella no lo habría logrado, − confesó
Elisabeta en voz baja. Ella todavía mantenía su rostro pegado
a su pecho para evitar mirar los espacios abiertos alrededor de
ellos.

− Les diré que aún no estás lista y que he prohibido cualquier


contacto en este momento.

Ante eso, sacó la cabeza de su camisa y lo miró, sus ojos


buscando los de él. Pudo ver una especie de esperanza sin
aliento en su rostro. Una vez más, no pudo evitarlo. Inclinó la
cabeza y pasó sus labios sobre cada párpado antes de
levantarla en sus brazos, acunándola cerca de él.

Llevo a Elisabeta a nuestra casa. Ella no está para visitas en este


momento.

Envió el decreto sobre el camino forjado entre los hermanos


del monasterio en lugar del camino común de los
Cárpatos. Sergey Malinov había sido una vez un Cárpatos y
tendría acceso a ese camino. Si, por alguna razón, hubiera una
brecha en sus salvaguardas, no habría posibilidad de que el
maestro vampiro supiera que Elisabeta se había levantado de
los terrenos de curación.

Bookeater
Dark Song
Las mujeres han estado esperando durante algún tiempo para hablar
con tu compañera, Ferro, dijo Isai. No había inflexión en su
voz. Ni siquiera una de protesta.

Ferro. Lorraine no tuvo problemas para objetar. No puedes


guardártela para ti. Estos no son los días de los neandertales.

Ferro no se molestó en responder. Cogió a su compañera en


sus brazos y se dirigió al cielo. Ella ahogó un grito de sorpresa
y agarró su camisa, su rostro una vez más enterrado contra su
pecho.

¿El vampiro te transportó por el aire? Debe haberte tenido que volar.

No. Me despertaba en lugares nuevos.

Ferro no estaba acostumbrado a la emoción que se acumulaba


en la boca de su vientre, una oscura y fea rabia que hervía a
fuego lento como un volcán explosivo ganando fuerza
lentamente. Respiró a través de él y lo dejó ir. La rabia no
tenía cabida en su vida. Malinov iba a pagar por los crímenes
que había cometido contra la gente de los Cárpatos y contra la
compañera de Ferro, pero su muerte vendría de un lugar de
justicia como Ferro había estado entregando durante
siglos. No había otra forma.

Llevó a su compañera a la casa que sus hermanos le habían


comprado, una propiedad que se había agregado a la
creciente superficie del complejo protegido. El sitio estaba

Bookeater
Dark Song
ubicado entre la propiedad de Isai y Julija y la tierra de Andor
y Lorraine. Las colinas se ondulaban suavemente y la tierra
tenía arboledas y, lo que era más importante, agua que se
sumaba a los colores de todas las plantas esparcidas por la
propiedad.

La casa había sido construida por un arquitecto famoso, al


menos eso era lo que le había dicho Andor, un hombre cuya
visión era mantener el paisaje tan prístino que la casa sería
difícil de ver hasta que uno realmente caminara por la
propiedad. Andor y Lorraine también habían comprado una
propiedad con una casa diseñada por el mismo hombre. Ferro
había visto la propiedad y la casa con la mirada puesta en la
defensa, el escape y la capacidad de llegar al suelo sin ser
detectado desde cualquier lugar por encima de la casa.

Ahora, cuando trajo a su compañera a la casa de aspecto


español, él pensó que debería haber consultado con las
mujeres para ver si la casa cumplía con sus
estándares. Elisabeta entretendría a sus amigas allí, se haría la
vida allí. Podría dormir debajo del dormitorio principal, pero
viviría entre esas paredes. Él puso sus pies muy suavemente
en la amplia galería, sus manos en su cintura para
estabilizarla.

Bookeater
Dark Song
3
Hay luz en la oscuridad, esperando ser vista;
Justo mientras te espero, un rey para su reina.

− Abre tus ojos, piŋe sarnanak − dijo Ferro con su voz suave y
autoritaria.

Elisabeta respiró hondo y se obligó a obedecer. A ella le


gustaba su voz, y no importaba lo asustada que estuviera de
su nueva vida y los enormes cambios aterradores, hasta
ahora, aunque las cosas habían sido abrumadoras y
emocionales, todas habían sido buenas. Le encantaba que la
llamara "pajarito cantor" o, mejor aún, "su pajarito
cantor". Esas variaciones crearon en ella un extraño
sentimiento nuevo, un afecto que parecía crecer cuanto más
estaba con él.

Se encontró mirando la puerta alta y maciza de una


casa. Ferro estaba directamente detrás de ella, con las manos
en su cintura, sosteniéndola cerca de él. Ella estaba agradecida
por su presencia. No tenía idea de por qué estaban parados en
esa amplia y fresca galería, pero de repente su corazón
comenzó a acelerarse de nuevo. Algo nuevo. Algo que iba a
tener que aprender.

− Ferro. − Ella susurró su nombre en una especie de protesta.

Bookeater
Dark Song
− No hay nadie aquí. Apenas nosotros dos.

− Es demasiado grande. – Lo era. La puerta era


gigantesca. Para Ferro no lo era, porque era un hombre
grande. Sus hombros eran anchos y atravesaría esa puerta con
mucha facilidad, pero ella estaba delgada y se sentía
insignificante. La puerta era alta y ancha y le pareció
enorme. ¿A dónde podría conducir?

− Este será nuestro hogar. Aquí serás la dueña. No una


prisionera, Elisabeta, sino la dueña.

Ella ya estaba negando con la cabeza. No sabía nada de


hacerse cargo de una casa. Posiblemente no podía entretener a
sus amigas. O limpiar un lugar de ese tamaño. ¿Cómo sabía
uno qué hacer? Cuando era pequeña, ¿vivía en una
casa? Trató de recordar, e inmediatamente su cabeza estalló
con tal dolor que casi la hizo caer de rodillas. Sabía que era
mejor no gritar, pero ambas manos volaron a su cabeza y se
encorvó sobre sí misma.

Ferro la protegió instantáneamente, quitando el dolor y


calmando su mente. − El vampiro bloqueó tus recuerdos para
que, en el momento en que intentaras acceder a algo
relacionado con tu familia o tu infancia, experimentaras dolor,
− explicó.

Se había dado cuenta de eso algunos siglos antes, pero eso no


había parado las ocasiones esporádicas en las que,
espontáneamente, trato de recordar algo importante para ella.

Bookeater
Dark Song
Ferro envolvió un brazo alrededor de sus hombros, tirando de
ella hacia su frente. –Te quitó tanto, Elisabeta. Lo
recuperaremos todo, pero debes tener paciencia contigo
misma. Te tuvo durante siglos. Este proceso llevará tiempo.
No te juzgues con tanta dureza. Esta casa es simplemente eso
en este momento: una casa.

− Pero quieres que sea un hogar para ti. − Ella apretó los
labios juntos y luego intentó de nuevo. − Para nosotros.

− Vivía en un monasterio, un refugio de rocas en los Cárpatos


envuelto por la niebla. Este lugar lo reclamaremos en
pequeños incrementos, una habitación a la vez. En cuanto a
cuidarlo, así como aprendiste a caminar y aprenderás a
vestirte, aprenderás a limpiar cada habitación, tomando la
información de mi mente, o de la mente de Julija. De quien te
sientas más cómoda aprendiendo.

Él era tan práctico. Tan calmado. Ferro nunca parecía tener


prisa o estar en lo más mínimo molesto por tener que
tranquilizarla constantemente. Simplemente proporcionaba
una solución con su voz suave.

− Lo convertirás en un hogar para nosotros. No tengo duda al


respecto. Yo tengo toda la fe en ti. No existe un tiempo límite
en el que debas lograr estas tareas. Este es nuestro viaje juntos
y lo haremos tan lento y pausado como queramos. Nosotros
dos hemos tenido siglos de bailar las melodías de otros. Este
es nuestro tiempo y nuestra canción. No quiero que nadie nos

Bookeater
Dark Song
dicte qué debemos hacer o cuándo o cómo debemos hacerlo.
Nosotros ni siquiera tenemos que abrir esa puerta si quieres
simplemente que la terraza sea todo lo que exploramos en este
levantamiento.

Lo decía en serio. No había mentira en su voz. No parecía


importarle en lo más mínimo quedarse allí mirando la puerta
mientras detrás de ellos había tal vez una maravillosa vista de
la naturaleza. No lo sabía porque tenía demasiado miedo a los
espacios abiertos. Eso la hizo sentir como una cobarde.

Inclinó la cabeza y, cuando lo hizo, su espeso cabello sal y


pimienta se deslizó por un lado de su cuello, haciéndola
temblar de conciencia. Su cabello era muy largo y grueso,
atado con un cordón, pero se sentía suave contra su piel y el
deslizamiento a lo largo de su cuello era realmente sensual. Su
aliento era cálido en su oído cuando habló.

− No eres cobarde y no quiero que vuelvas a pensar eso de ti


misma, Elisabeta. Esto no me agrada. Ya te lo he dicho: te
encuentro valiente para enfrentar un mundo completamente
nuevo de la forma en que lo estás haciendo. Soy tu compañero
y mi opinión sobre ti debería importar.

Al instante, Elisabeta lo miró por encima del hombro,


preocupada de que lo hubiera molestado. − Tu opinión
realmente me importa, Ferro, por eso me preocupo tanto de
no poder hacer las cosas que creo que debería poder hacer. −
Ella respiró hondo. − Quiero entrar. − Se dio cuenta de que le
había clavado las uñas en el brazo. − Realmente lo hago.

Bookeater
Dark Song
Él hizo un gesto con la mano hacia la puerta alta. − Si es
demasiado para ti, dímelo y encontraremos la habitación más
pequeña de la casa y empezaremos por ahí. Me imagino que
la habitación en la que vamos a entrar en será la más grande
porque sería la habitación donde se atenderían las visitas. Al
menos, en las casas en las que he entrado, así ha sido el
diseño.

Elisabeta se quedó mirando la fría oscuridad más allá de la


puerta abierta y trató de no hiperventilar. Se dijo a sí misma
que no era diferente a entrar en una cueva o incluso pasar a la
clandestinidad. No había luces encendidas. Dentro estaba
oscuro y podía sentir el aire fresco que salía del interior. Ferro
no trato de apurarla. Él no hizo ningún movimiento, solo
mantuvo su brazo alrededor de sus hombros y su frente
sosteniéndola por la espalda.

Había una parte de ella que sabía que dependía demasiado de


él. Julija no aprobaría eso. Le había hablado de un nuevo
comienzo, de ser su propia persona, de valerse por sí misma, y
ya era un fracaso. No quería estar sin el apoyo de Ferro. Ni
sin sus manos fuertes y su alto cuerpo de guerrero que le daba
confianza y fuerza, ni sin su voz que la dirigía, por turnos
gentil y autoritaria. Necesitaba esas cosas de él tanto como las
quería.

Una punzada de dolor impactante la atravesó y luego se


convirtió en algo oscuramente erótico, una suave mezcla de
calor húmedo y terciopelo áspero. Ella jadeó, dándose cuenta

Bookeater
Dark Song
de que Ferro le había pellizcado el cuello justo por encima de
su pulso y luego tomó el punto lesionado en su boca y lo
chupó suavemente, su lengua prodigando pequeñas caricias.
Levantó la cabeza, pero mientras lo hacía, sus labios posaron
varios pequeños besos sobre el lugar.

− Julija no te dicta lo que debes ser como mujer, minan piŋe


sarnanak, como tampoco yo te lo dicto. Tú vas a encontrar tu
propio camino con el tiempo. Si prefieres mi compañía y
apoyo, y yo no me opongo, y, de hecho, me gusta, entonces no
es asunto de nadie. Nuestra relación es solo nuestra.

No era la primera vez que le había dicho esto, y ella sabía que
no sería la última. Su consejo tenía que asimilarse y
afianzarse. Tenía que creer que era realmente libre de elegir su
propio camino. Su cerebro se negaba a creerlo, y cada vez que
había que tomar una decisión, se apagaba y se paralizaba de
miedo. A Ferro no pareció importarle. Mostraba una paciencia
infinita con ella.

− Gracias. − Ella respiró hondo y deslizó su mano a lo largo de


su antebrazo muy musculoso hasta su muñeca, como si eso
pudiera darle la fuerza necesaria para dar el paso hacia
la puerta, y tal vez lo hizo. Forzó un pie delante del otro. Ella
esperaba que él la soltara, y lo hizo, aunque giró la mano y
agarró la de ella con fuerza, por lo que todavía estaban
conectados.

− Entraré primero y tú te quedas detrás de mí, − dijo Ferro.

Bookeater
Dark Song
El alivio que sintió fue tan tremendo que por un momento
sintió las piernas como el caucho. Ella se dejó caer por un par
de pasos, lo que permitió que su marco más amplio pasara en
frente de ella. Mantuvo la cabeza gacha, sin atreverse a mirar
a su alrededor por miedo a ver demasiado y marearse más de
lo que ya estaba.

− Una vez dentro, si la habitación es demasiado grande y


quieres seguir moviéndote a una más pequeña, dímelo y lo
haremos, de lo contrario, nos detendremos allí, nos
sentaremos y miraremos pequeños pedazos de la habitación y
nos familiarizaremos con ella. Quiero intentar eliminar la
barrera de los vampiros en tus recuerdos.

Elisabeta reaccionó, tanto con miedo como con esperanza,


apretando sus dedos en los de él, sabiendo que él estaba en su
mente, aunque su toque era tan ligero que apenas podía
sentirlo allí.

− Sívamet, no dejes que tu esperanza crezca demasiado. − Su


voz era muy suave. − Después de tantos siglos de no recordar,
lo más probable es que no puedas hacerlo por tu cuenta. Tu
hermano, Traian, está aquí con su compañera, Joie. Te buscó
durante siglos, negándose a rendirse cuando todos los demás
lo hicieron. Él te devolverá tantos recuerdos como pueda.

Ella no quería pensar demasiado en lo que su hermano


esperaría de ella y cuánto lo decepcionaría. En cambio,
consideró que había sido dos veces ahora que Ferro la había
llamado sívamet. Su corazón. Una traducción exacta era "mi

Bookeater
Dark Song
corazón". Por alguna razón, eso hizo que su estómago hiciera
un movimiento lento y luego continuara con una voltereta
completa. Lentamente le estaba robando el corazón cuando
pensó que ya no lo poseía. Pensó que Sergey le había cortado
el corazón en pedacitos y se los había quitado uno por uno. Se
había llevado su confianza y pisoteado en pedazos y luego los
esparció por el suelo como basura porque no tenía uso para
tales cosas. De alguna manera, Ferro los estaba encontrando.
Ella no sabía cómo podía hacer eso. Solo que podía asustarla
más que todo lo demás combinado.

− Sergey es un vampiro, Elisabeta, pero a su manera retorcida,


sintió algo por ti. Tú le diste algo de emoción, razón por la
cual sobrevivió tantos años cuando los demás fallaron por
completo. El necesitaba tu corazón, sívamet, y tu capacidad
para permitirle sentir, aunque fuera un poco de emoción, por
retorcida y obsesionada que fuera.

Mantuvo los ojos cerrados, una mano en la de él, la otra en la


parte de atrás de su camisa, haciendo coincidir sus pasos con
los de él cuando entraron a la casa. Hacía frío adentro y ella
fingió que era solo otra cueva. Otra jaula. No estaba perdida, y
la marioneta de un monstruo con dientes dentados y
malvados no iba a saltar sobre ella y desgarrar su carne e
intentar devorarla viva mientras su amo se reía divertido.

De repente, Ferro se dio la vuelta y la tomó en sus brazos. −


Elisabeta, me estás rompiendo el corazón. ¿Por qué este
vampiro te trataría tan cruelmente para asustarte tanto de
entrar en una nueva vivienda? Tu mente está consumida por

Bookeater
Dark Song
el terror. Siento que cada uno de tus sentidos se dispara,
buscando sus títeres, segura de que se lanzarán sobre ti en
cualquier momento para intentar arrancarte la mayor
cantidad de carne posible antes de que él los llame. ¿Por qué
te haces esto?

Ella presionó su frente contra su pecho, negándose a mirarlo a


los ojos. Negándose a contestar.

Ferro la agarró por la barbilla y la obligó a levantar la cabeza


para que mirara sus brillantes ojos color hierro. Esos ojos se
habían vuelto duros y aterradores. − Hizo esto demasiadas
veces. Te ordeno que me respondas.

Elisabeta se llevó la lengua a los labios repentinamente


secos. − Me negué a darle acceso a tu alma. Le dije que
primero me suicidaría. Permitió que sus títeres consumieran a
los niños y yo cumplí mi amenaza. Apenas pudo salvarme esa
vez. Dos veces más les hizo cosas a los demás que no podía
tolerar y trate de suicidarme. Después de eso, solo me
castigó. Sabía que sobrevivirías si moría. Volvería a nacer con
la mitad de tu alma intacta, pero si él podía quitármela,
podrías convertirte en su sirviente, y él podría corromperte o
lastimarte de otras maneras. No podía correr el riesgo.

Se apresuró a confesar, avergonzada de no poder pensar


en otra solución más que el suicidio cuando le habían dicho
que los cazadores de los Cárpatos en el monasterio habían
resistido durante siglos y se habían encerrado porque no
habían creído en encontrar el amanecer y abandonas a sus

Bookeater
Dark Song
compañeras. Eso solo le estaba mostrando una vez más que
ella era una...

− No lo hagas. − Él le siseó la orden con evidente disgusto. − Si


sigues pensando que eres una cobarde, insistiré en castigarte,
Elisabeta, y me prometí que no te asustaría. Aun así, está ahí
en tu mente. Veo la imagen tan clara como el día. Sigues
viéndote a ti misma como una cobarde a pesar de mis
dictados. Esta es una regla clara que he establecido. Una de las
pocas que te he dado.

Ella trató de agachar la cabeza, pero su mano debajo de la


barbilla se negó a moverse. Eso era cierto. Realmente no le
había dado demasiadas reglas. Eso era probablemente parte
del problema que estaba experimentando. Necesitaba líneas
claras en todo momento. No pudo evitar temblar un poco,
preguntándose cuál sería su castigo. Ferro era un hombre
muy grande y extremadamente fuerte.

La yema de su pulgar se deslizó suavemente sobre su labio


inferior dos veces. − Te dije cuál sería tu castigo, piŋe sarnanak.
Estoy seguro que me escuchaste. − El pánico aumentó. ¿Qué
había dicho? ¿Lo había bloqueado porque era tan terrible que
no podía afrontarlo? A lo largo de los siglos, Sergey la había
sometido a tantos castigos que estaba bastante segura de que
había logrado encontrar todos los no letales.

Ferro inclinó la cabeza hacia ella con una leve sonrisa en los
ojos. − No creo minan piŋe sarnanak que hayas escuchado en
absoluto —murmuró, sin sonar enojado.

Bookeater
Dark Song
Él sonaba aterciopelado. Como tenues pinceladas que rozaban
suavemente su mente. Algo más que no pudo identificar, algo
que la puso al revés. Sus labios rozaron los de ella con una
delicadeza tan exquisita que su corazón dio un vuelco. Todo
lo demás en ella se congeló. Besó la comisura de su boca
y luego sus dientes tiraron de su labio inferior y cada
terminación nerviosa de su cuerpo cobró vida. Nunca había
sido tan consciente de sí misma como mujer. Le dolían los
pechos y se sentían hinchados y calientes. Sus pezones
hormigueaban y se sentían como piedras duras. Más abajo,
entre sus piernas, se humedeció y su sexo se apretó.

− No creas que eres una cobarde, Elisabeta. Eres una mujer


muy valiente. Tu eres mi mujer. Soy uno de los cazadores más
temidos del planeta. Eres mi compañera por una razón.
Eres hän ku vigyáz sívamet és sielamet, guardián de mi corazón y
mi alma, y eso fue lo que hiciste. Protegiste a ambos durante
siglos en las peores circunstancias. Quiero que quites mi
camisa, piŋe sarnanak. Tengo algo que enseñarte. Algo que es
solo para ti.

Dio un paso atrás y ella realmente sintió la pérdida tanto de


su fuerza como de su calor. Llevó las manos a los botones,
pequeños cuadrados que reconoció como de la moda
antigua. Su compañero no se había puesto al día con los
tiempos en su ropa como él lo había hecho con la de ella.
Empujó los pequeños cuadrados a través de los ojales y los
bordes de la tela se abrieron para que él pudiera quitarse la

Bookeater
Dark Song
camisa. Ella la tomó automáticamente, en lugar de permitir
que cayera al suelo.

Tenía tatuajes marcados en su cuerpo, escritos en el idioma


antiguo. Se volvió para que ella pudiera leer lo que él había
puesto con tanto esmero en su piel cuando los Cárpatos rara
vez tenían cicatrices.

Olen wäkeva kuntankért. Mantenernos fuertes por nuestra


gente.

Olen wäkeva pita belső kulymet. Mantenerse fuerte para


mantener al demonio adentro.

Olen wäkeva — félért ku vigyázak. Mantenerse fuerte por ella.

Hängemért. Solo ella.

Elisabeta leyó las líneas varias veces, queriendo — no —


necesitando memorizarlas. Al ver las palabras grabadas en su
piel, sabiendo que tenía que haberlas hecho repetidamente
para que las cicatrices tuvieran efecto, casi la puso de rodillas.
Mantenerse fuerte por ella. Ella había tratado de mantenerse
fuerte por él. Era lo único que había esperado. La única cosa
que había logrado ocultarle a Sergey, el alma de Ferro. Su luz.
La tenía bajo su custodia y se había negado rotundamente a
renunciar a ella sin importar lo que él le hubiera hecho o a los
demás.

Bookeater
Dark Song
Ferro se puso la camisa con facilidad y se volvió hacia ella,
quedándose quieto, como si esperara que ella se la abrochara.
Elisabeta lo hizo con dedos temblorosos.

− Ese es el credo de nuestros hermanos, nuestro código, − dijo,


mientras ella deslizaba lentamente cada botón por el ojal. − Es
lo que a veces cantábamos durante las noches para evitar
desviarnos del camino y perder el honor. Siempre, nuestras
compañeras nos salvaron. Me salvaste muchas veces,
Elisabeta, en mis horas más oscuras. Tantas veces a lo largo de
los siglos, ni siquiera puedo decírtelo. Nunca me digas a mí, ni
a ti misma, que eres un cobarde.

Se atrevió a mirar sus ojos brillantes. Nunca había visto ojos


tan penetrantes, como si pudieran mirar directamente a través
de ella y ver directamente dentro de ella, y sabía que él
podía. Él estaba en su mente como podrían estarlo todos sus
compañeros. Fue cortés al respecto, gentil, pero estaba allí,
brindándole un escudo porque ambos sabían que Sergey la
atacaría pronto. Él sabía que ella se había levantado e insistiría
en que le respondiera.

Elisabeta se estremeció ante la mera idea de Sergey usándola


para derribar el complejo y matando a cualquiera que
estuviera allí, especialmente a los niños.

− Nos ocuparemos de eso primero. Ven a sentarte conmigo,


aquí en esta habitación. No intentes mirar más allá de esta
pequeña área. No te quiero abrumada. Esta sala es donde

Bookeater
Dark Song
nuestros visitantes eventualmente vendrán a verte. Julija y
quizás Lorraine.

Lorraine era alguien a quien realmente admiraba y quería que


ella la conociera. Pensaba en Lorraine como una hermana. Ella
era lo más parecido que tenía a una. Elisabeta decidió que no
solo conocería a Lorraine, sino que, por Ferro, haría todo lo
posible por establecer una buena relación con la mujer.

Ferro la tomó de la mano y volvió a caminar frente a ella,


permitiéndole mantener los ojos cerrados en la gran
habitación. − No tienes que tener una relación con nadie, piŋe
sarnanak, no por mí. Soy feliz solo contigo. Otros no me
importan tanto. Las quiero en tu vida para que seas feliz. Si
dejáramos este lugar y fuéramos juntos a algún lugar, solos,
me vendría bien. No necesito un exceso de compañía.

Se hundió en una silla grande y la sentó en su regazo. Una


mano la obligó a apoyar la cabeza en su pecho, pegando su
rostro a él. − Voy a examinar tu mente y ver qué ha dejado el
maestro vampiro que le permita una puerta de entrada, un
camino para llegar a ti.

− Siglos, − susurró, apreciando que rara vez llamaba al


vampiro por su nombre. Eso la habría asustado más.
Nombrarle le haría sentir como si le diera al vampiro más
poder sobre ella. − Me tuvo durante siglos. Él conoce mi
mente. Puede encontrarme en cualquier lugar.

Bookeater
Dark Song
Ferro le dio un beso en la parte superior de la cabeza y luego
bajó la mano por la parte posterior de su cráneo en una larga
caricia, sus fuertes dedos masajearon su cuero cabelludo
cuando él lo hizo. − Quizás sea así, Elisabeta. Pero tienes un
compañero, así que has cambiado. Tu mente ha cambiado. Tu
vida ha cambiado. Haz aceptado mi derecho sobre ti y nuestra
alma esta una vez más plenamente formada al estar
juntos. Soy mayor y tengo más experiencia de lo que él espera
que tenga su oponente. Le resultará mucho más difícil
enfrentarse a tu compañero.

Elisabeta no quería que su compañero tuviera que enfrentarse


a la ira de un maestro vampiro. Sergey nunca la entregaría y
tenía un ejército a su disposición. Ella conocía su crueldad.
Ferro había demostrado ser un hombre amable. No estaba
segura de que pudiera igualar la ferocidad de Sergey en la
batalla y no quería que le pasara nada.

Ferro no trató de tranquilizarla, ni la reprendió por no creer en


él. No parecía tener ningún tipo de ego en absoluto. Lo sintió
moverse en su mente, una presencia más contundente de la
que había sido, pero no necesariamente una que se apoderara
de ella. Todavía era gentil, pero ella lo sintió buscar,
asegurándose de que Sergey no hubiese dejado nada de sí
mismo atrás. Sabía que los magos podían tomar pequeñas
astillas de sí mismos y plantarlos en otros para usarlos como
espías. Algunos vampiros habían aprendido a hacer lo
mismo. Sergey tenía al mago oscuro, Xavier, dentro de él, así
como a sus hermanos. Eso le dio acceso a su conocimiento,

Bookeater
Dark Song
aunque, por su cuenta, Sergey nunca había accedido a
esas astillas.

− Voy a construir un escudo en tu mente que él no puede


penetrar. Por si en algún milagro logra esquivar todas las
salvaguardas tejidas por los guerreros aquí, así como por mis
hermanos, no podrá llegar a ti.

Ella se humedeció los labios. Tenía que confesárselo. −


Cuando estaba en los terrenos de curación, antes de que
vinieras a mí, él me hablaba cada vez que se levantaba. No se
detenía. No pude hacer que se detuviera. Me dijo que fuera a
él o mataría a todos los que me albergaban.

El silencio se encontró con su revelación. Su cuerpo no cambió


en lo más mínimo. No se puso rígido. Su respiración no
cambió en lo más mínimo, sus manos no la apretaron, pero
ella estaba muy sintonizada con él y sabía que definitivamente
no había esperado la revelación.

Las manos de Ferro subieron de nuevo a su cabello,


prodigando esas suaves caricias, como si no solo la calmara,
sino que, en cierto modo, le trajeran alguna especie de paz. −
Eso cambia un poco las cosas, sívamet. Cualquier cosa que
tenga que ver con este vampiro, o con cualquiera de sus
supuestos sirvientes, debes decírmelo inmediatamente. −
Vertió orden en su voz. − Inmediatamente. De primero.

− Lo siento. − Claramente, ese descuido había sido un


error. No había querido pensar en Sergey y mucho menos

Bookeater
Dark Song
hablar de él. Detestaba no haberle dicho nada a Ferro. Se lo
había dicho a Julija algún tiempo antes, cuando habían
hablado en secreto, pero desde entonces no se había
comunicado con nadie. Ahora se sentía culpable y muy
angustiada, casi como si al no decirle a Ferro lo hubiera
traicionado de alguna manera.

− No hay porqué alterarse. No pensé que hubiera una


posibilidad, así que no te pregunté ni te di una orden. Esa es
mi falla, no la tuya. − Volvió a guardar silencio. − ¿Le diste
esta información a Julija?

Una vez más, no hubo inflexión en su voz, pero tuvo la


sensación de que él condenaba a su amiga por no decírselo.

− Ella juró guardar el secreto. Hablé con ella solo con la


condición de que nunca le dijera a nadie que me estaba
comunicando con ella.

− Esto era una cuestión de seguridad.

No había amenaza en su voz. Sin reprimenda tampoco.


Un escalofrío recorrió su espalda y no estaba segura de por
qué. De repente se sintió muy, muy incómoda y un poco
asustada, no por ella misma sino por su amiga.

− ¿Qué te dijo el vampiro?

Los brazos de Ferro se deslizaron alrededor de su cuerpo,


acercándola más a él cuando se estremeció casi

Bookeater
Dark Song
incontrolablemente. No pudo detener el temblor. Nunca
debería haberle dicho sobre Julija, aunque no se le había
ocurrido ocultarle algo a su compañero.

− Dijo que fuera a él o que los mataría a todos. Lo repitió una


y otra vez cada vez que me despertaban para alimentarme.
No quería abrir los ojos y levantarme ni siquiera para sangrar.
Fue aterrador escuchar las cosas que dijo, y su atracción fue
muy fuerte. Tenía mucho miedo todo el tiempo. No sabía qué
se esperaba de mí. Y sabía que había niños cerca. Él es
especialmente cruel con los niños.

− ¿Qué detuvo su llamamiento?

− Tú, creo. Una vez que comenzaste a dormir cerca de mí, ya


no pude escuchar su voz.

Una vez más, hubo un pequeño silencio mientras su mano se


movía en su cabello y su brazo permanecía atrapado
alrededor de ella, dándole fuerza. − Eso es interesante, − dijo
finalmente. – Teji salvaguardas alrededor de nosotros dos,
pero tú tenías salvaguardas a tu alrededor en todo momento.
Me pregunto cuál fue la diferencia. O que fue. Tengo que
hablar con Tariq sobre esto.

Su corazón dio un brinco. ¿Eso significaba que la iba a dejar?


¿O tendría que ir con él para enfrentarse al líder desconocido
del complejo donde los niños estaban protegidos y ella había
traído peligro? No había forma de que él no pudiera escuchar

Bookeater
Dark Song
los latidos de su corazón. Su mano se deslizó de su cabello
para masajear su nuca.

− Elisabeta, tienes que tener fe en que yo te voy a cuidar.


Enviaré por Tariq y también por Julija y su compañero Isai,
uno de mis hermanos. Julija podrá darnos una línea de tiempo
clara. Es necesario porque con todas las salvaguardas tejidas
por muchos de nosotros, el vampiro no debería haber podido
llegar a ti. Necesitamos saber cuándo pudo hacerlo y por qué,
con toda la seguridad de todos aquí. − Sus dedos seguían
moviéndose en la nuca de ella, sintiéndose mágicos. −
Entiendes eso, ¿verdad? Y sabes que no permitiré que te pase
nada.

Lo último fue una declaración. Era difícil no creerle. Le habían


mentido tanto que había dejado de creer en algo, pero en poco
tiempo Ferro había logrado superar todas las defensas que
tenía. Él había mostrado su bondad cuando nadie en su vida
que ella pudiera recordar lo había hecho, aparte de Julija.

Tentativamente, porque todavía tenía miedo de hacer algo sin


permiso expreso, Elisabeta envolvió sus dedos alrededor de la
muñeca de Ferro. Era una muñeca fuerte, un hueso grande
cubierto de músculos y piel. Sintió la conexión de sus venas,
la sangre corriendo allí, los latidos de su corazón.

− Julija es la única persona además de ti que me ha cuidado


alguna vez, o que puedo recordar, kont o sívanak. − Ella le
susurró el nombre que tenía en lugares secretos de su mente.
Corazón fuerte. Estaba allí latiendo bajo las almohadillas de

Bookeater
Dark Song
sus dedos. A veces, debajo de su oreja, cuando apoyaba la
cabeza contra su pecho. Estaba en el sonido de la lluvia y en
su canción.

− Julija parece muy fuerte, y lo es. Es una maga y una


Cárpatos. Una mujer moderna y, sin embargo, fue criada
como una prisionera como yo. Cruelmente usada y
horriblemente tratada. Arriesgó todo para salvar a nuestro
pueblo y para salvarme. Ella ha estado esperando que me
levante para conocer a todos. Por favor, si puedo pedirte una
cosa, y sé que no lo merezco, pero no es para mí, ella está
embarazada y ha pasado, por tanto, no te enfades con ella.

Ella no quería que Ferro molestara a Julija ni a su compañero.


¿Y si Isai le prohibía a Julija hablar con Elisabeta o se negaba a
permitir que estuvieran juntas porque Ferro estaba enojado?

− Elisabeta.

Reconoció la suave orden en la voz de Ferro y su estómago


hizo un lento giro. Le resultaba extraño cómo reaccionaba su
cuerpo ante los distintos tonos de su voz. Sabía que esperaba
que ella lo mirara a los ojos. Esa era una de las cosas más
difíciles de hacer para ella. Le habían enseñado a no mirar
nunca a su maestro. A nunca levantar la vista. Siglos de
mantener la mirada baja hacían casi imposible obligarse a
mirar a Ferro a los ojos, pero él era isäntä, el dueño de la casa, y
nunca debía ser desobedecido.

Bookeater
Dark Song
El silencio se extendió entre ellos mientras ella reunía su
coraje y se atrevía a levantar las pestañas y mirar sus
asombrosos ojos color hierro. Se había atrevido antes y parecía
que el color era diferente cada vez. En este momento, el color
era casi dorado. Por primera vez notó las largas y oscuras
pestañas que le rodeaban los ojos.

− No pondré en peligro tu amistad con Julija, − prometió


solemnemente. Inclinó la cabeza y le dio un beso en la
frente. − Ella está en camino. Tariq se acerca con varios de los
hermanos, así como con el sanador, Gary Daratrazanoff.

Elisabeta se puso rígida. No pudo evitarlo. Varios significan


más de uno. Tariq era el líder de la gente que estaba en el
recinto. Daratrazanoff era un nombre que incluso Sergey
maldecía a menudo. El linaje siempre era el segundo en
mando del príncipe de los Cárpatos. Eran muy poderosos, no
solo como sanadores, sino también como guerreros. Además,
estos eran los Cárpatos que le habían dado sangre, y ella había
sentido tanto a Tariq como, especialmente, al sanador
tratando de penetrar los escudos en su mente.

Ella quería retirarse al suelo, encontrar un rincón de la


habitación y deslizarse hacia la sombra, desaparecer en la
pared misma, formar parte de ella como lo había hecho
durante tantos siglos. Los brazos de Ferro le impidieron
desaparecer, pero se hundió más en ellos.

Bookeater
Dark Song
Él acarició la parte superior de su cabeza. − No necesitas
hablar a menos que yo te lo pida. Si necesita responder,
puedes hablar conmigo solo en nuestro camino. Nadie más
necesita escuchar el sonido de tu voz. No es necesario que los
mires. Te protegeré en todo momento.

Elisabeta estaba temblando de nuevo y no había nada que


pudiera hacer para detenerlo. Quería ser valiente por él,
especialmente porque él persistía continuamente en llamarla
valiente, pero ella ya sentía el poder creciendo alrededor de la
vivienda. Ellos venían. No era uno o dos. Había varios
antiguos y llevaban el poder fácilmente, tan fácilmente que la
casa y el suelo crujían bastante con él.

Ferro hizo un gesto con la mano casualmente hacia la puerta y


el pesado roble se abrió. Un guerrero alto entró. Elisabeta
mantuvo la cabeza enterrada en el pecho de Ferro, su mano
sobre sus ojos, pero abrió los dedos lo suficiente para verlo. Su
cabello era de un verdadero negro con mechones grises, muy
parecido al de Ferro, solo que no tan largo. Sus hombros eran
anchos y parecía muy musculoso. Sus ojos eran de un zafiro
brillante, casi asombrosos. Ella lo reconoció por la descripción
de Julija. Este tenía que ser Isai, su compañero y uno de los
hermanos de Ferro del monasterio.

Se acercó directamente al lado de Ferro y extendió la


mano. Los brazos de Ferro la abandonaron por un momento,
extendiéndose hacia Isai, apretando los antebrazos en el
camino del saludo del guerrero Cárpatos.

Bookeater
Dark Song
− Sívad olen wäkeva, hän ku piwtä, − saludó Isai.

Que tu corazón se mantenga fuerte, cazador, interpretó Elisabeta.


Ferro era su compañero. Su corazón era muy fuerte. Ella lo
llamó kont o sívanak, corazón fuerte, por una razón.

Una leve agitación de lo que podría haber sido diversión rozó


una aterciopelada caricia en su mente. Mi fiera y pequeña
protectora.

Un pequeño escalofrío recorrió su columna vertebral que no


tenía nada que ver con el miedo y todo que ver con la extraña
forma en que él hacía sentir su cuerpo y su mente. Los dedos
de una mano fuerte habían ido a la nuca de su cuello y él
masajeó allí, un movimiento lento y profundo que alivió la
tensión de ella a pesar del hecho de que Isai estaba parado
sobre los dos. Ferro no parecía preocupado. Estaba más
relajado que nunca.

− Julija, − dijo Isai y se volvió hacia la puerta abierta y tendió


la mano.

El corazón de Elisabeta latía muy rápido. Al final. Su


amiga. La mujer que lo había arriesgado todo para
salvarla. Comenzó a incorporarse más derecha, pero los
brazos de Ferro se tensaron un poco en advertencia.

Espera hasta que esté en la casa y la puerta se cierre detrás de ella.


Puedes sentarte con la espalda recta, pero quédate en mi regazo al
abrigo de mis brazos.

Bookeater
Dark Song
Esa fue una orden clara. También era Ferro cuidándola. Estaba
receloso después de que ella le reveló que Sergey había
logrado hablar con ella antes de que su compañero durmiera
encima de ella en los terrenos de curación, agregando el tejido
de sus salvaguardas sobre los demás. Había pensado que el
maestro vampiro era invencible, totalmente poderoso. No se
le había ocurrido que algo más que el poder de Sergey había
sido la razón por la que él había podido acercarse a ella en
cada levantamiento hasta que su compañero había ido a ella.
Ahora, con la reacción de Ferro, no estaba tan segura.

Esperó en silencio, todavía tranquila en el exterior, pero una


masa de nervios en el interior. Su mirada estaba clavada en la
puerta. Una mujer pequeña con rasgos delicados, ojos
y cabello oscuro, y una figura curvilínea entró en la
habitación, tomando la mano extendida de Isai. Reconoció a
Julija de inmediato. La única cosa diferente en ella era la
profunda cicatriz donde Sergey había desgarrado
deliberadamente su garganta con el fin de matarla. O si no
para matarla, al menos para evitar que hablara con su
compañero.

La mirada de Julija estaba fija en Elisabeta y estalló en una


amplia sonrisa. − Finalmente. Es maravilloso verte, aunque
aquí está muy oscuro. ¿No quieres algunos candelabros
encendidos? − Julija había nacido como una maga y se
destacaba en los hechizos. – Yo puedo proporcionar algunos
hermosos que son bastante tenues, Elisabeta. No te lastimarán
los ojos.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta no pudo evitar el pequeño estremecimiento que
recorrió su mente ante la idea de que vinieran los demás. La
verían claramente. Mirándola fijamente a ella.

− No, − dijo Ferro con firmeza. − No deseo que otros miren a


mi compañera hasta que tengamos la oportunidad de unirnos.
Tenemos asuntos que discutir o no invitaría a nadie a hablar
con ella en este momento.

Elisabeta estaba un poco sorprendida por el sonido de la voz


de Ferro. No sonaba como el mismo hombre en absoluto,
tanto que tuvo que echar una rápida mirada a su rostro para
asegurarse de que realmente era él quien hablaba. Su
expresión podría haber sido tallada en piedra. Parecía
remoto. Para nada el gentil y amable guerrero que había sido
tan paciente con ella. Donde su voz había tenido la orden
antes en ocasiones, su tono siempre había sido firme pero
gentil. No había rastro de eso ahora. Él estaba a cargo y nadie
se atrevía a contradecirlo.

Julija dio un paso atrás hacia su compañero y miró por encima


de su hombro hacia él, levantando la ceja como diciendo “te lo
dije”.

Ferro señaló las sillas frente a ellos. − Los demás estarán aquí
muy pronto. Ya están en camino. Isai, Elisabeta me ha
indicado que hace poco le dijo a tu compañera que Sergey le
hablaba cada vez que se levantaba cuando despertaba para
tomar sangre, tratando de obligarla a comunicarse con él. Ella

Bookeater
Dark Song
se pierde en el tiempo. Es posible que tu compañera pueda
ayudar con la línea de tiempo.

La cabeza de Isai se levantó alerta. − Se establecieron


salvaguardias, tanto por los antiguos que ya estaban aquí
dentro del complejo como por los hermanos también. ¿Cómo
es esto posible, Ferro?

− No lo sé, pero sucedía cada vez que la despertaban para


tomar sangre. La escuché gritar y supe que era mi compañera.
Empecé a dormir encima de ella. Cuando lo hice, tejí
salvaguardas a su alrededor. Solo entonces su voz dejó de
llamarla.

Isai se inclinó hacia Elisabeta y Ferro. − ¿Sergey ha logrado


llamarte este levantamiento?

Elisabeta se acurrucó más cerca de Ferro, apretando más sus


rodillas contra su pecho. Los dos cazadores de los Cárpatos
siguieron usando el nombre de Sergey. Había poder en los
nombres. Ellos sabían eso. Tampoco le gustó la forma en que
esos ojos de zafiro atravesaron el velo de la oscuridad y
brillaron directamente en ella como un rayo de luz. Tenía
demasiado que ocultar. Demasiadas cicatrices. Demasiadas
cosas terribles en su pasado que no quería que salieran a la
luz. Demasiadas cosas de las que estaba avergonzada.

− Habla sólo conmigo, − dijo Ferro. − No permito que otros


hablen con mi compañera.

Bookeater
Dark Song
Julija siseó su disgusto. − Por supuesto que no, − murmuró en
voz baja.

Isai volvió la cabeza hacia ella, sus cejas se juntaron en un


ceño fruncido. El color aumentó en el rostro de Julija cuando
su compañero claramente la reprendió telepáticamente. Se
hundió en la silla frente a Elisabeta y cruzó los brazos sobre el
pecho.

− Ferro, ¿Sergey se ha puesto en contacto con ella este


levantamiento? − Isai se corrigió a sí mismo.

¿Lo ha hecho él

Le avergonzaba un poco que Ferro tuviera que preguntarle.


Debería haber sabido que ella lo habría compartido todo de
inmediato. No. Mantuvo la cabeza gacha, sin siquiera mirar a
Julija. Esta reunión no iba de la manera que esperaba, pero no
sabía cómo mejorarla. Ella estaba tan incómoda en presencia
de otros. Anhelaba el frescor de la tierra.

La mano de Ferro se acercó a su oreja, la punta de su dedo


trazó su lóbulo y envió pequeños hormigueos de calor
ardiente que se extendieron como electricidad a través
de ella. No es tu culpa. Deja que Julija responda a las preguntas y
luego las dos pueden hablar en su camino mientras que los otros
vienen. Vamos a tratar de averiguar donde la ruptura se produjo.

¿No te importa si hablo con Julija?

Bookeater
Dark Song
Por supuesto no. Ella es tu amiga.

No le gustas.

Ella no me conoce y no espero que le guste, ni me importa. Yo soy tu


escudo, pino sarnanak, sólo tuyo. Voy a hacer las preguntas
necesarias y luego ustedes dos pueden hablar mientras los demás
deciden el mejor curso de acción.

Elisabeta apenas pudo contenerse. Miró a Julija, quien la miró


fijamente y le envió una rápida y reconfortante sonrisa. Fue lo
mejor que pudo hacer antes de agachar la cabeza.

− Sergey no se ha puesto en contacto con ella desde que la he


estado protegiendo. Si su compañera nos puede dar algún
tipo de detalles sobre la línea de tiempo, sería útil.

− Tengo entendido que Sergey continuó atormentando a


Elisabeta cada vez que la despertaban y le daban sangre. La
llamaba cada vez que se levantaba, susurrándole que mataría
a todos en el complejo y que torturaría a los niños frente a ella
si no volvía con él. Creo que lo había hecho desde que la
trajeron por primera vez a este lugar.

Incluso a los oídos de Elisabeta, Julija sonaba irrespetuosa.

¿Es así, piŋe sarnanak? Si Ferro estaba molesto con la


compañera de Isai, no lo dijo. ¿Recuerdas que el vampiro siempre
te susurrara?

Bookeater
Dark Song
No puedo recordar un momento en el que no lo hiciera hasta que lo
detuviste, pero el tiempo ya no significa nada para mí. Estaba
frustrada por no poder darle una respuesta definitiva.

Le acarició la nuca con un mimo. Me has dado todo lo que


necesito, Elisabeta.

Bookeater
Dark Song
4
La tierra puede temblar y los ríos pueden crecer;
Sin embargo, aquí estoy, listo para romper el hechizo.

Ferro no era un hombre que confiara. Nunca había sido


alguien que lo hiciera, no que pudiera recordar. Tenía a sus
hermanos del monasterio, e incluso con ellos era cauteloso.
Cuidadoso. Ahora, con Elisabeta para proteger, él lo era aún
más. Había pensado en llevar a Isai allí primero, sabiendo que
Elisabeta se sentiría incómoda con las visitas, pero necesitaba
llegar al fondo de cómo Sergey se las había arreglado para
llegar a ella en el recinto, en los terrenos de curación, cuando
debería haber estado protegida.

Tenía esa sensación de que una amenaza venía hacia ella de


Tariq o Gary, quizás de ambos. Ahora que había estado en la
mente de Elisabeta, sabía que estaba inquieta ante la mera
mención de los dos Cárpatos acercándose a ella. Había
pensado que su ansiedad se debía simplemente a estar cerca
de otras personas, pero era más que eso. El sanador había
intentado examinar su mente. Puede que estuviera tratando
de reparar parte del daño que el vampiro había causado, pero
sería inusual hacerlo sin su consentimiento, y Elisabeta se
había cerrado.

Ferro llamó a Isai ekä, hermano. La lealtad de Isai sería


primero para su compañera, Julija, pero pelearía con Ferro si
era necesario, para sacar a Ferro y Elisabeta del

Bookeater
Dark Song
complejo. Ferro también pensó que tener a Julija allí ayudaría
a calmar a Elisabeta cuando llegaran los demás.

Debería haber sabido que cuando llegara Tariq Asenguard,


como líder designado para representar al príncipe en los
Estados Unidos, estaría muy vigilado, y eso significaba que
más alguien más que Gary Daratrazanoff venía con él. Las
sillas formaban un círculo suelto alrededor de la gran sala,
Tariq sentado directamente frente a él. Gary se sentó a su
derecha. Era un hombre extraño. En un momento había sido
completamente humano, pero se había convertido y la sangre
de los Daratrazanoffs corría por sus venas, y su conocimiento
de las experiencias de curación y batallas llenaba su
mente. Sus ojos tenían el peculiar color plateado azulado que
solo mantenía su línea particular. El poder se aferraba a él y le
dio la impresión de que veía a todos, incluida a Elisabeta, lo
que no le sentó bien a Ferro. Las experiencias de batalla y las
habilidades de cada guerrero que había llegado antes en la
línea Daratrazanoff vivían en cada célula de su cuerpo y
residían en su cerebro. Sería un oponente difícil y el primero
en matar. Ferro no quería que eso sucediera. Sentía un
parentesco con Gary, pero si su compañera estaba en peligro y
él tenía que luchar para salir, era el sanador quien tenía que
irse primero.

Maksim Volkov estaba sentado al otro lado de Tariq. Maksim


había corrido con Tariq de forma intermitente durante siglos.
Cazaban juntos como compañeros, tal como lo había hecho
Ferro con los hermanos. Maksim era una fuerza a tener en
cuenta. Podría estar muy quieto y luego entrar en acción con

Bookeater
Dark Song
una velocidad borrosa. Maksim era un hombre al que nunca
se debía descartar bajo ninguna circunstancia, sin importar
cuánto le gustara pasar a un segundo plano.

Valentín Zhestokly había estado en el monasterio en varias


ocasiones, pero la llamada de su compañera había sido fuerte
y se había ido varias veces para buscarla. La había encontrado
cuando todavía era una niña humana. Ella había sido tomada
por un vampiro y entregada por este a un títere para utilizarla
como alimento. Cuando fue rescatada, finalmente, los
Cárpatos tuvieron que convertirla para salvarla. Valentín la
vigilaba ahora, permaneciendo cerca del complejo Asenguard,
donde vivía Liv. Se sentó en una de las sillas y era imposible
saber dónde estaría su lealtad, por lo que Ferro no contaba
con él.

Elisabeta se acurrucó en sí misma, retirándose más y más en


su mente. Parecía ligera, casi insustancial en sus brazos. Supo
de inmediato que había sido un error tenerla presente para la
discusión sobre cómo Sergey podría haber logrado acercarse a
ella mientras estaba salvaguardada en los terrenos de
curación. Había habido un ataque contra ella una vez, usando
uno de los niños. Ahora, al parecer, tenía que haber una
segunda brecha en la seguridad.

Habla con Julija y no prestes atención a quienes vengan a discutir


este asunto de seguridad, le aconsejó Ferro a su compañera de la
manera más gentil posible.

Bookeater
Dark Song
Él no quería llamar la atención más de la necesaria sobre su
asustada mujer. Ella se había acurrucado tan pequeña en su
regazo que él dudaba que fuera visible en la tenue
iluminación de la habitación, aunque todos los Cárpatos
podían ver fácilmente en la oscuridad. Si su temblor
empeoraba, temía que realmente se hiciera pedazos.

Mantuvo su mano enroscada alrededor de su nuca y su


mirada fija en Tariq, como si no estuviera en lo más mínimo
preocupado por su compañera acurrucada en su regazo. Sus
dedos la masajearon suavemente en un intento de aliviar la
tensión de ella. Sabía que Elisabeta no había estado expuesta a
tanta gente en siglos. Tenía que ser una experiencia aterradora
para ella. Este levantamiento estaba resultando ser mucho
peor de lo que esperaba para ella.

Siete hombres habían venido con Tariq. Ferro sabía que


habían venido como guardias porque se consideraba
peligroso y nunca había jurado lealtad al príncipe reinante.
Tomás, Matías y Lojos, trillizos que siempre estaban juntos y
lo habían estado durante siglos, habían sido enviados por el
príncipe para ayudar a proteger a Tariq, tanto si el hombre lo
quería como si no. Se tomaban su trabajo muy en serio. Ferro
sabía que eran una fuerza a tener en cuenta.

El séptimo hombre que había venido a proteger a Tariq


Asenguard era Afanasiv Balan. La mayoría de los Cárpatos
simplemente lo llamaban Siv. Como los hermanos, era un
verdadero anciano y se le consideraba extremadamente
peligroso. Tenía el pelo rubio largo y espeso y ojos extraños

Bookeater
Dark Song
que por turnos podían ser verdes o azules. Más de una vez,
Siv había buscado un respiro en el monasterio cuando los
demonios habían estado demasiado cerca, pero se fue a cazar
vampiros y finalmente terminó en los Estados Unidos,
protegiendo a Tariq. Tenía el credo de los antiguos escrito en
su espalda, al igual que los hermanos. Si se volvía contra ellos,
sería calificado para siempre como un traidor entre
ellos. Ferro no tenía idea de si había jurado lealtad al príncipe
o no.

− Después de lo que nos ha dicho, − Tariq dijo, su voz suave


pero contundente, − no hay más elección que tener a nuestro
sanador examinando a Elisabeta en busca de señales que
Sergey haya dejado atrás que le permitieran acceder a ella.

Ferro había sabido que en el momento en que les revelara a


los demás que Sergey había atormentado a Elisabeta incluso
mientras ella estaba en los terrenos de curación sagrados
protegidos, hasta que Ferro tejió sus propias salvaguardas
para ella, Tariq insistiría en que fuera sometida a su examen.
No los culpaba. Había niños que proteger. Todo el tiempo,
muchos habían especulado que ella podría haber sido
utilizada como espía por el maestro vampiro. Incluso sus
propios hermanos habían considerado la posibilidad.
También sabía que Gary quería examinarla. Simplemente no
sabía por qué.

Elisabeta escuchó la suave declaración de Tariq y su rechazo


instantáneo fue inmediato y visceral. Ella no emitió ningún
sonido, pero él sabía que, si hubiera podido correr, lo habría

Bookeater
Dark Song
hecho. La idea de extraños violando su mente, viendo las
crueldades a las que Sergey la había sometido a lo largo de los
siglos, le causaba humillación a ella. Ella era la compañera de
Ferro. Ya sentía que lo estaba avergonzando por no ser una
mujer guerrera, una compañera adecuada para un hombre
como él. Pero tener a los otros viendo lo que el maestro
vampiro le había hecho, manteniéndola en una jaula,
obligándola a rogarle por todo, era demasiado para que ella
soportara.

Ferro miró alrededor de la habitación a sus hermanos. Habían


acudido a su llamada. Isai, por supuesto. Tenía a su
compañera maga con él y ella era poderosa por derecho
propio. Sandu, con sus ojos negros que podrían arder con
llamas rojas, estaba a solo unos metros de distancia. Petru, con
los ojos del color del mercurio puro, de pie tan quieto como
una estatua en un rincón de modo que uno olvidaba que
estaba en la habitación. Dragomir, compañero de Emeline,
uno de los propios de Tariq, allí en el complejo, pero
Dragomir con sus ojos dorados siempre respaldaría a los
hermanos si fuera necesario.

Andor, compañero de Lorraine, a quien llamaba ekä, hermano


—Ferro había atado su alma a la de Andor para salvarlo— se
sentó en el círculo con aspecto de alerta. Andor estaría con él.
Benedek holgazaneaba como si apenas estuviera prestando
atención, muy cerca de la puerta, asegurándose de que
pudieran abrirse camino hacia la salida si era necesario. Nicu,
desgastado y sombrío, que se movía como un rayo en una
pelea, era el último de los siete hermanos de Ferro, y él

Bookeater
Dark Song
también se sentaba en el círculo, pero estaba cerca de Ferro,
cerca lo suficiente para bloquear los demás con su cuerpo, si
era que Ferro decidía tomar el aire para irse con Elisabeta. Le
darían la oportunidad de llevarse a su compañera y huir del
complejo con ella si Tariq empujaba su autoridad más allá de
lo que Ferro creía que debería ser.

− He buscado cualquier cosa que Sergey haya dejado atrás


y no encontré nada, − dijo Ferro, manteniendo su tono suave.
No protestó por el decreto de Tariq, pero dejó en claro que
Tariq iba a tener que desafiar sus habilidades. Eso sería difícil
a la luz del hecho de que era un anciano y pocos podían
igualar sus habilidades.

El esperó a que el líder del complejo hiciera su siguiente


movimiento. No hay necesidad de agitarse hasta que tu cuerpo se
desmorone, piŋe sarnanak. Nadie te va a hacer daño. Mis hermanos
están aquí para protegerlos. Mire cuidadosamente alrededor del
círculo. Quiero que intentes determinar quién se quedó conmigo en
el monasterio de las Montañas Cárpatas.

Quizás eso le haría olvidar el hecho de que Tariq y sus


guardias estaban mirando a su compañera con ojos
penetrantes, como si pudieran ver más allá de su carne y
huesos lo que había debajo. Ella se estremeció de nuevo. No
quería ser como Sergey, escondiéndola en una jaula de los
demás, pero sentía que se enfermaría si esto seguía así.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta, puedo protegerte de su vista si lo prefieres, aunque no
deseo hacerlo. Ya no eres una prisionera en una jaula para
esconderte del mundo.

Sus dedos presionaron su brazo. Tantos ojos mirándome. Siento


su escrutinio, como si pudiera ser su enemigo.

Nadie piensa eso de ti.

Si. Puedo sentir que lo hacen. Creen que albergo... él. Ni siquiera
podía decir su nombre. Sergey. El maestro vampiro. Su
captor. El que le había robado la vida.

Ferro levantó la cabeza, su mirada se deslizó alrededor del


círculo de hombres frente a su mujer. Un sonido bajo y salvaje
se deslizó de su garganta, y cuando lo hizo, los hermanos
inmediatamente se pusieron en alerta visible.

− Les sugiero que protejan sus pensamientos de mi mujer, −


dijo, su tono incluso más suave de lo normal. − Si tienen
dudas sobre ella, esa es su prerrogativa, pero ella no necesita
sentirlas, escucharlas o conocerlas. Simplemente permanecer
en la superficie ya es bastante difícil. − No había ni un solo
indicio de amenaza y, sin embargo, el aire vibraba con él.

Tariq miró a los que estaban sentados. − Estoy seguro de que


todos los que estamos en esta habitación sabemos que
Elisabeta fue tomada contra su voluntad, retenida y sujeta a
incalculables crueldades por un maestro vampiro. Ella no es
responsable de nada de lo que ese horrible monstruo le haya

Bookeater
Dark Song
infligido, y espero que ninguno de los presentes piense que lo
fue. Si lo hace, le pediría que se fuera de inmediato. Este es un
asunto delicado y ella es muy valiente por permitirnos entrar
a su casa en su primer levantamiento oficial.

La honestidad sonó en su voz. Tariq no era un hombre con


pelos en la lengua, y había un tono subyacente de ira.
Continuó mirando a los que lo custodiaban. Nadie se movió.

− Perdónanos, Ferro, − dijo Lojos. − Deberíamos haber estado


guardando nuestros pensamientos con más cuidado. Tu
compañera es de los Cárpatos y es muy sensible. No creemos
que tu compañera esté aliada con nuestro enemigo o que
desee ayudarlo de alguna manera. Hemos visto la forma en
que los hermanos Malinov pueden usar a inocentes
para causar estragos aquí en el complejo. Planifican con
mucha antelación cada situación.

Matías asintió. − Es cierto. No pretendíamos faltarle al respeto.


Tu compañera ha pasado por lo suficiente sin que ninguno de
nosotros empeore las cosas para ella.

Tomas juntó los dedos y miró a Ferro por encima de ellos. −


Tu mujer solo merece admiración, Ferro. Si Sergey pudo
hablar con ella mientras yacía protegida en nuestros terrenos
de curación con salvaguardas tejidas a su alrededor, hay un
gran problema en nuestra fortaleza. Seguimos teniendo
brechas de seguridad, una y otra vez. Nosotros necesitamos
encontrarlas. Nuestras preocupaciones nunca consistieron en
considerar que tu compañera podría ser un espía enviado

Bookeater
Dark Song
aquí por el maestro vampiro para ayudarlo, sino más bien en
la preocupación de que haya encontrado una manera de
mantener sus ojos en ella y en nosotros.

Ella es tu compañera, Ferro, dijo Siv, usando el camino que solo


compartían los hermanos. Sin emoción, usando solo la lógica del
cazador, lo que dicen tiene mérito. Veo y siento su angustia. Sólo tú
puedes determinar cómo se desarrollará esto.

Siv era pragmático acerca de los problemas y no había dado


ninguna indicación de qué lado estaría. Ferro no podía muy
bien oponerse a la disculpa de los trillizos. Su lógica tenía
demasiado sentido. También habría mirado todos los ángulos
sin emoción.

− A veces, Ferro, − dijo Gary, − como bien sabes, se puede


pasar por alto la irregularidad más pequeña. Estamos unidos.
Le pido que me permita examinar a su compañera sólo para
asegurarme de que Sergey no pueda llegar a ella. Una vez que
sepa con certeza que está a salvo, me ofrezco libremente para
ayudarlo a protegerla hasta que encontremos la brecha de
seguridad.

Ferro había atado su alma a la de Gary, junto con Sandu y


Lorraine, para salvar a Andor. Era imposible no conocer a
otro cuando estaba entrelazado a ese nivel. Gary se lo había
puesto en juego, y sin embargo Ferro todavía sentía esa vaga
inquietud y sabía que la amenaza venía del sanador.
Simplemente no sabía por qué. Muy suavemente, pasó la

Bookeater
Dark Song
mano por la parte posterior de la cabeza de Elisabeta, sobre el
espeso cabello sedoso.

Minan piŋe sarnanak, Gary puede ver cosas que tal vez yo no.
No quiero correr el riesgo de que el vampiro haya dejado una parte
de sí mismo que le permita acceder a ti. Estaré con el sanador
mientras mis hermanos nos cuidan.

No. No. No. Ella negó con la cabeza y trató de soltarse de sus
brazos, un pájaro salvaje y aterrorizado tratando de escapar.
Me verá. Él está buscando algo condenatorio...

Ferro la envolvió con facilidad, sintiendo como si sus brazos


fueran como los gruesos barrotes de la jaula en la que había
estado prisionera durante tantos siglos en lugar de algo que le
diera consuelo y paz. Él despreciaba eso.

− Tomaré a mi compañera y dejaré este recinto. Gracias por


la oferta, Gary. Es apreciada. − Para, Elisabeta, te vas a poner
enferma. Dejaremos este lugar.

− Los espías de Sergey han rodeado el recinto, − objetó Tariq. −


Sabrán el momento en que te marches y te perseguirán, Ferro.
No puedes esperar dejarlos atrás con ella.

Ferro sabía que tenía razón. Tenía que tomar el control de


Elisabeta. Ella respondía al control firme. No quería parecerse
a Sergey de ninguna manera, pero no estaba en su naturaleza
permitir que su mujer se lastimara, arrojando su cuerpo
delgado y frágil contra su fuerza como un pájaro roto porque

Bookeater
Dark Song
estaba tan aterrorizada que no podía pensar con claridad.
Tenía que pensar por ella.

Detén esto de inmediato, Elisabeta. Contrólate. Harás lo que te diga.


Vertió autoridad absoluta en su voz. Acero absoluto. Elisabeta
se quedó helada. Él la agarró por la barbilla e inclinó su rostro
hacia él. Tenía los ojos bien cerrados. Mírame ahora.

Sus largas pestañas se agitaron y luego se levantaron. Miró


dentro de ese pozo de oscura desesperación. Pudo ver un
terror absoluto.

Te dijeron que yo te cuidaría. Yo lo he hecho. No he permitido que


nada te lastime. ¿No es así? Contéstame ahora.

Elisabeta tragó saliva, pero asintió con la cabeza. Sí.

No hay ninguna razón para todo este miedo. Estás a mi cuidado.


Quiero que el sanador busque cualquier cosa que el maestro vampiro
haya dejado atrás, así que le permitirás que lo haga sin objeciones.
¿Me entiendes? No le permitiré encontrar nada más. Estaré allí con
él todo el tiempo.

Su corazón latía tan rápido y fuerte que Ferro sabía que los
demás en la habitación no podían dejar de escucharlo. Estaban
acostumbrados a cazar. Los machos de los Cárpatos eran
depredadores y su pequeño pájaro cantor sonaba como
una presa acorralada.

Yo soy isanta, el dueño de la casa. Tu maestro. Me responderás.

Bookeater
Dark Song
Manteniendo su mirada cautiva, Ferro pudo ver que la
firmeza de sus órdenes tenía un efecto sobre sus miedos. Sus
ojos se clavaron en los de él, aferrándose como si fuera su
línea de vida. La punta de su lengua tocó sus labios para
humedecerlos, pero estaba mucho más tranquila, quieta en
sus brazos. Aunque los temblores eran continuos, había
dejado de luchar.

Sí.

Te sostendré aquí en mi regazo y mis hermanos permanecerán cerca


para proteger mi cuerpo. Entraré con el sanador. No lucharás contra
ninguno de nosotros, ¿entiendes?

No soltó su mirada. El líquido llenó su mente, pero no sus


ojos. Ella no lloró lágrimas. Apretó sus brazos alrededor de
ella.

Elisabeta, ¿crees que soy menos que los demás en esta sala porque
te he mostrado bondad? Eres mi compañera y capaz de entrar en mi
mente y mirar en mi pasado. Tuve cuidado evitando que vieras lo
que pensé que podría asustarte, pero si sigues pensando que
tu compañero no puede protegerte, mira rápidamente. Estos
guerreros tienen otras cosas que hacer este levantamiento diferente a
esperarnos.

Deliberadamente, permitió que su voz se enfriara.

Bookeater
Dark Song
Sus pestañas revolotearon de nuevo y luego capituló por
completo. No pelearé.

A él le hubiera gustado más que ella se hubiera referido a él


por su nombre, pero al menos logró obtener su cooperación y
su nivel de miedo había bajado enormemente. Estaba
gobernada por reglas: cuanto más estrictas eran, más
entendía. No estaba bien, pero iba demasiado rápido con ella,
tratando de forzarla a entrar en un mundo que ella aún no
entendía porque no quería parecerse en nada a Sergey. Él era
su compañero y tenía que ser lo que ella necesitaba. En ese
momento necesitaba que alguien le dijera qué hacer y que le
permitiera apoyarse completamente en su fuerza.

− Ella se someterá a tu examen, Gary, pero solo al tuyo. Estaré


contigo. − Mantuvo su voz lo más neutral posible, sabiendo
que no importaba cómo lo expresara, la amenaza estaba ahí.

El sanador no dudó, moviéndose alrededor de los demás y


acercándose para agacharse junto a Ferro. En el momento en
que lo hizo, Sandu se colocó detrás de la silla de Ferro y Siv
siguió al sanador hasta colocarse detrás de él. Ferro y Gary se
despojaron de sus cuerpos al mismo tiempo, convirtiéndose
en pura luz curativa. La luz de Gary estaba ardiendo, un faro
fuerte que era caliente y poderoso, moviéndose a través del
cuerpo de Elisabeta lenta, meticulosamente, comenzando con
su cerebro.

El gran mago había dejado pequeños fragmentos de sí mismo


en otros para espiar a sus enemigos antes de darse cuenta de

Bookeater
Dark Song
que al hacerlo, disminuía su poder. Se sabía que Sergey tenía
al menos dos astillas de Xavier, el alto mago, en él, dándole
acceso a los conocimientos de los hechizos oscuros y al
engaño que el mago había practicado durante siglos antes de
que él muriera. Gary comenzó metódicamente la inspección
del cerebro de Elisabeta para tratar de encontrar la diminuta
astilla oscura que indicaría que Sergey había dejado un
pedacito de sí mismo en ella.

Ferro se quedó muy callado, echándose a un lado mientras


Gary la inspeccionaba sistemática y cuidadosamente. Cuando
el sanador terminó cada sección, Ferro la repasó por segunda
vez solo para asegurarse. Gary fue minucioso, sin considerar
nunca que Tariq o cualquier otra persona pudiera estar
esperando. Se movió lentamente, a veces yendo una y otra vez
por el mismo lugar.

Ferro observó cada movimiento mientras el sanador se


acercaba a los recuerdos de Elisabeta. Cada vez, una punzada
de inquietud se deslizó por la mente de Ferro. No podía decir
si era su propio sistema de alerta o el de Elisabeta, pero estaba
incómodo con la inspección de Gary. Aun así, no observó
ninguna irregularidad, ni ninguno de ellos encontró nada
sospechoso, sin importar cuán duro o cuánto tiempo
buscaran.

Al final, cuando ambos emergieron, no habían encontrado


ninguna evidencia del maestro vampiro en el cerebro de
Elisabeta. Ambos hombres estaban débiles y necesitaban
sangre. Siv y Sandu ofrecieron sus muñecas de

Bookeater
Dark Song
inmediato. Gary miró a Tariq y negó con la cabeza mientras
tomaba lo que Siv le ofrecía. Se sentó en el suelo junto a la silla
de Elisabeta y Ferro mientras consumía la nutritiva sangre
antigua.

− ¿Accediste a sus recuerdos? − Preguntó Tariq.

Ferro le lanzó una mirada feroz. Todo el cuerpo de Elisabeta


se puso rígido ante la pregunta. Gary miró a Ferro. Había
estado en la mente de Elisabeta tan recientemente que era
imposible no sentir sus emociones. Sus sentimientos eran
caóticos, por todo el lugar, y su terror llenó la habitación,
imposible de contener. La pregunta de Tariq se sumó a su
creciente pánico y su creciente desconfianza. Ella estaba
cooperando porque Ferro le había ordenado que lo hiciera,
pero temía que se desmayase pronto solo por falta de aire.

Gary podía decirles a todos que estaba buscando evidencia


del maestro vampiro, pero Ferro estaba seguro de que Tariq y
el sanador estaban buscando algo más, algo por lo que
podrían estar dispuestos a matar a su compañera. Miró
alrededor de la habitación, una rápida evaluación una vez
más, solo para asegurarse de que estaba en una posición en la
que podría abrirse camino hasta la puerta si era necesario.

Respira conmigo, piŋe sarnanak, ordenó Ferro. Deja que tus


pulmones sigan a los míos. Estás empezando a hiperventilar. No hay
evidencia del vampiro escondido en tu cerebro. Eso debería hacerte
feliz, no más molesta. Estamos despejando las posibilidades de una en
una.

Bookeater
Dark Song
Mientras dirigía sus pulmones para que siguieran el ritmo de
los suyos para que su respiración se ralentizara a un ritmo
más normal, continuó aliviando la tensión de ella, masajeando
su cuero cabelludo, la nuca y los hombros. Su toque fue suave
pero firme. Necesitaba saber que él estaba a cargo.

− Puede acceder sólo a sus recuerdos de los levantamientos


cuando ella se encontraba en los terrenos de curación, − dijo
Ferro en voz alta. − No hay necesidad de ver nada más.

Tomás, Lojos y Matías se agitaron como si todos estuvieran en


el mismo cuerpo. Claramente, eran de la misma opinión. La
mirada de Ferro saltó hacia ellos. No fue el único. Sandu,
Benedek, Petru y Nicu volvieron la cabeza, sus ojos
poniéndose rojos y salvajes. De inmediato, la tensión en la
habitación volvió a aumentar.

− ¿Tienen una objeción que les gustaría expresar? − Ferro


preguntó en voz baja, convirtiéndolo en un claro desafío.
Entonces se movió, moviendo suavemente hacia Elisabeta
como para ponerla a un lado.

Ella negó con la cabeza casi salvajemente, sus brazos se


deslizaron alrededor de su cuello tentativamente como si
pudiera sostenerlo allí. Ferro. Por favor. No puedo detenerme. Sé
que estoy empeorando las cosas. No tienes que defenderme. Déjame
ir al suelo. Envíame lejos. No luches contra ellos porque no puedo
controlarme.

Bookeater
Dark Song
− Creo que es más que razonable, − dijo Tariq, su voz suave,
como si no hubiera tensión alguna en la habitación. − ¿Tu
compañera está de acuerdo, Ferro? Sé que esto debe ser
extremadamente difícil para ella.

Ferro enmarcó su rostro con las manos, inclinando su barbilla


para que se viera obligada a mirarlo a los ojos. No tienes que
someterte a nada más. Hiciste lo que te dije que hicieras. Podemos
irnos. Los hermanos irán con nosotros.

Está ahí afuera esperando más allá de las salvaguardias del complejo.

Ferro sabía que Sergey estaba allí, o al menos sus


espías. Todos lo sentian. Lo habían estado sintiendo desde
que llevaron a Elisabeta allí. Así es.

Un delicado estremecimiento recorrió su cuerpo, pero su


mirada nunca abandonó la de él, aferrándose allí, como si él
fuera su ancla segura en una terrible tormenta. Entonces
permite que el sanador acceda a mis recuerdos.

− Gary, − dijo Ferro, todavía sosteniendo la mirada de


Elisabeta. − Pero estarás unido a mí en todo momento,
sanador. − Él lo decretó. Si Tariq y Gary buscaban algo más
que lo que les estaban diciendo a los demás, o si planeaban
lastimar a su compañera, él estaría allí para detenerlos. Miró a
Sandu, luego a Andor. Ambos hombres estaban atados alma a
alma con él.

Bookeater
Dark Song
Ferro sintió las lágrimas no derramadas de Elisabeta, pero no
había ninguna en sus ojos mientras miraba directamente a los
de él. La vio hacer un tremendo esfuerzo para recomponerse.
Para aquietar su mente. Dejando que su corazón se calmara
junto con su respiración. Ella tomó su ejemplo, eligiendo
seguirlo. Él estaba muy orgulloso de ella, sabiendo lo difícil
que tenía que ser y saber que lo estaba haciendo por él para
evitar que tuviera que luchar para salir del complejo.

Gary ya se estaba despojando de su cuerpo, una vez más


convirtiéndose en luz curativa. Ferro no quería dejarla sola,
pero no le gustaba la idea de que alguien entrara en ella sin
protegerla. Piŋe sarnanak, debo velar por ti. Sandu y los demás
protegerán mi cuerpo físico y el tuyo.

Su asentimiento fue apenas perceptible. No esperó. Se despojó


de su cuerpo y siguió al sanador, sin confiar en Gary con su
compañera. El sanador lo conocía lo suficientemente bien que
lo esperó, y los dos fluyeron juntos hacia su cerebro una vez
más.

Ella le tiene mucho miedo a Sergey. Creo que mirar en la amígdala


es nuestra mejor opción para acceder a cualquier recuerdo que pueda
tener de su llamado.

Eso tenía sentido para Ferro. La amígdala era la parte del


cerebro que regulaba emociones como el miedo, lo que Sergey
había entrenado a Elisabeta para que tuviera en abundancia.
Una vez más, Ferro se quedó atrás, lo que le permitió a Gary
tomar la iniciativa, pero se fusionó con ese espíritu ardiente

Bookeater
Dark Song
para conocer cualquier información que el sanador
descubriera. No tenía idea de lo que estaba haciendo y no
quería molestar al sanador mientras revisaba rápidamente los
recuerdos de Elisabeta, pero estaba decidido a ver cada
recuerdo a medida que salía a la luz.

Aquí, dijo Gary. He encontrado sus recuerdos de su


comunicación con ella.

El recuerdo de la voz del vampiro les susurró, llenando su


mente, llenando la de ellos. Sonaba autoritario. Amenazador.
Una transmisión fea y gruñona que lastimó el oído.

Volverás a mí o desollaré vivos a esos niños frente a ti y permitiré


que mis títeres les arranquen la carne de los huesos.

Cada hombre, mujer y niño será quemado vivo cuando terminemos


de torturarlos.

Ven a mí ahora. No puedes existir sin mí. No sabes cómo existir sin
mí.

Ven a mí ahora o cuando te recupere serás castigada por mil años.

Cada refrán diferente entre levantamiento y levantamiento se


repitió con una voz chirriante que se parecía mucho a los
clavos en una pizarra. Ferro podía imaginar que alguien tan
sensible como Elisabeta sufriría interminablemente con solo
escuchar su voz, y mucho menos por los castigos reales del
vampiro. Las amenazas de Sergey tampoco eran vacías. Había

Bookeater
Dark Song
demostrado una y otra vez que llevaría a cabo esas
intimidaciones. Ferro había visto destellos de sus recuerdos y
sabía que Gary también. Habían pasado por su cerebro en
busca de pruebas de que Sergey pudiera haber dejado una
astilla de sí mismo, y tuvieron que examinarla tan de cerca
que pudieron ver muchas de las cosas terribles que el vampiro
le había hecho a ella y a los demás para forzarla a cumplir con
sus deseos.

Elisabeta había estado en la zona de curación durante varias


semanas antes de que Ferro oyera sus gemidos y llantos y se
diera cuenta de que ella era su compañera. En ese momento,
él se había hecho cargo de alimentarla, durmiendo en el suelo
con ella y tejiendo sus propias salvaguardas a su alrededor
cuando estaba cazando vampiros. Cada vez que estaba con
ella, Sergey no podía pasar, o al menos se había quedado
callado. No había evidencia de que él hablara con Elisabeta.
En las ocasiones en que Ferro se había ido, Sergey susurraba
con más violencia que nunca. Cada amenaza se volvía peor
que la siguiente y, con ella, el recuerdo de algo terrible que le
había hecho a ella o a otra persona. Una vez, había sido la
aniquilación de todo un pueblo.

Ferro quería envolver a Elisabeta en un capullo de seda, y al


mismo tiempo quería convertirse en lo que había nacido para
ser, el feroz depredador, cazando al maestro vampiro hasta
que lo encontrara y lo destruyera. Un monstruo tan vil no
podía permanecer en la tierra donde, eventualmente, a
medida que su poder creciera, su crueldad insaciable exigiría
más y más víctimas.

Bookeater
Dark Song
Sin Elisabeta, la descomposición de su cuerpo comenzaría a
acelerarse rápidamente. Los recuerdos de las emociones ya se
estarían desvaneciendo. Si no tenía acceso a ella, ni siquiera
visitas breves para amenazarla, se desharía y desesperaría por
recuperarla. No era de extrañar que estuviera intensificando
sus tácticas de terror. Era Sergey quien se estaba poniendo
frenético, pero ¿cómo podía Ferro conseguir que Elisabeta
viera que ella era la que tenía el poder?

Sergey la había golpeado durante siglos, haciéndola tan


dependiente de él, quitándole todo el poder. Ella era Cárpatos
y, sin embargo, ella no sabía cómo hacer lo que incluso un
niño humano joven podía hacer, y mucho menos una
completa mujer adulta de los Cárpatos. A Ferro le habían
dicho que cuando era niña, Elisabeta tenía la reputación de
llevar la paz a los hombres de los Cárpatos. Los antiguos
cazadores solían visitar la casa de los Trigovise solo para estar
en la misma habitación con ella y obtener un respiro del
terrible vacío de sus vidas. No tenía idea de los regalos que
tenía porque Sergey la había hecho sentir como si no fuera
nada y, sin embargo, la había señalado, secuestrado y
encarcelado por esos regalos.

¿Cómo es posible que la esté afectando? ¿Puedes ver en sus


recuerdos por dónde está entrando? Esto no responde a la pregunta
de cómo está evitando las salvaguardias.

Soy muy consciente de eso.

Bookeater
Dark Song
Ferro pudo ver que Gary se estaba moviendo hacia atrás a
través de los recuerdos de Elisabeta, tratando de encontrar
dónde Sergey podría haber plantado algo de sí mismo en ella
para permitirle penetrar las defensas de los antiguos dentro
del complejo.

No importaba lo mucho que uno de ellos tratara de no ver la


fealdad de la vida de Elisabeta para evitarle la humillación de
que otros vieran cosas que ella no quería que vieran, no había
forma de evitarlo cuando barajaba a través de los años de su
vida. Ferro descubrió que no podía ser tan distante como
pensaba. Había tenido siglos sin emoción. Podía apagar la
emoción para cazar y, sin embargo, descubrió que cuando se
trataba de su compañera, era casi imposible no sentir.

Se le revolvió el estómago, se le hizo un nudo, una sensación


desconocida que lo hizo muy consciente de que la mujer se
estaba metiendo dentro de él, algo peligroso para él cuando
podría tener que dejarla e ir al monasterio después de que ella
lograra su independencia. Los lazos entre compañeros no se
podían romper. Él lo sabía. Comprendió lo que eran, pero
también sabía que él no era el mismo hombre nacido para ser
el compañero de vida de Elisabeta, como tampoco ella era la
misma mujer. Ambos habían cambiado a lo largo de los siglos.
Tenía que proporcionarle lo que necesitaba porque todo en él
exigía que lo hiciera. Una vez logrado eso, él no sería lo que
ella necesitaba.

Él permaneció fusionado con Gary mientras recorrían sus


recuerdos, y mientras Ferro estaba envuelto en la emoción,

Bookeater
Dark Song
incapaz de distanciarse como debería haberlo hecho, el
sanador permaneció completamente sin sentir mientras
buscaba para encontrar dónde Sergey podía romper las
salvaguardas. Estaba seguro de que el segundo al mando
de Tariq estaba buscando más que eso, pero si encontraba
algo, no era nada que Ferro pudiera identificar.

Él de inmediato se encontró de nuevo en su propio cuerpo


físico, débil, desorientado, un poco sorprendido de haber sido
expulsado del cuerpo de Elisabeta. Había pasado de espíritu
puro a su propio ego, pensando en sí mismo en ese momento
y en las consecuencias de sus acciones. Eso había sido
suficiente para devolverlo a su propia forma física. De
inmediato, Sandu estaba allí de nuevo, dándole sangre, ya que
cuando viajaba en su espíritu se agotaba.

Gary no había regresado e inmediatamente Andor se despojó


de su cuerpo y entró en Elisabeta para protegerla mientras el
sanador continuaba escudriñando sus recuerdos.

¿Ferro? Puedo sentir tu dolor.

La voz de Elisabeta era como un soplo de aire fresco, una


brisa fresca recorriendo su mente, despejando toda duda y la
profunda tristeza que siempre se apoderaba de él cuando
pensaba en perderla después de siglos de búsqueda. Sintió
sus dedos en su rostro, rozando las líneas talladas
profundamente allí por siglos de uso, tranquilizándolo como
nada más podría hacerlo.

Bookeater
Dark Song
Estoy aquí contigo. Puede que tenga miedo de todo, kont o sívanak,
pero siempre voy a encontrar el valor necesario para caminar a tu
lado, si eso es lo que decretas, por el tiempo que me desees.

Sonaba humilde. Una mujer amable, volviéndolo del revés


porque todo lo que pensaba era en él. No había ningún
pensamiento en su mente en absoluto. Sabía que eso era una
parte importante de su don. Tenía que haber sido así de niña
para poder llevar tanta paz a los antiguos guerreros.

Ella lo llamó "corazón fuerte" y, sin embargo, después de ver


lo que había soportado durante siglos, a menudo lo peor de
sus castigos en su nombre, protegiendo su alma, pensó que su
pequeño pájaro cantor debería ser el llamado kont o sívanak,
corazón fuerte, no él. Ella llenó su alma con luz, barriendo la
oscuridad en él a un lado solo con el brillo en ella.

Siempre te querré conmigo, le aseguró. Esa era la estricta verdad.


Los compañeros no se mentían entre ellos.

¿Qué vieron en mis recuerdos? ¿Está él ahí? ¿Dentro de mí? Su


voz tembló, pero siguió prodigando caricias en su rostro y en
su mente.

¿Cómo respondia uno a eso? Cerró las heridas en la muñeca


de Sandu, murmurando cortésmente su agradecimiento, y
movió a Elisabeta en sus brazos, abrazándola mucho más
firmemente contra él. Sergey había sido su mundo entero. El
vampiro lo había hecho de esa manera, asegurándose de que
no hubiera nadie más con quien hablar o interactuar. Julija era

Bookeater
Dark Song
realmente la primera persona con la que se había conectado, y
Sergey había mantenido cautiva a Elisabeta durante siglos
antes de que eso sucediera.

Él está ahí en tus recuerdos, pero no vi evidencia de que dejara algo


de sí mismo atrás. ¿Lo recuerdas lanzando algún hechizo? Tiene
astillas del gran mago, Xavier, en él. Tendría acceso a los hechizos de
Xavier.

Un pequeño escalofrío recorrió su cuerpo, pero se había


calmado. Se dio cuenta de que era porque ella ya no pensaba
en los demás en la habitación o en el sanador examinando sus
recuerdos. Estaba concentrada en Ferro y la tristeza que lo
había invadido. Ella todavía estaba tratando de encontrar una
manera de aliviar la oscura melodía que repetidamente
sonaba en su mente. Ferro todavía estaba conectado con Gary,
una presencia en su mente, quedándose muy quieto, pero
observando de cerca, tal como lo estaba haciendo Andor.

No es muy bueno lanzando hechizos, pero práctica. Le asusta porque


hay graves repercusiones cuando se cometen errores, y comete
muchos errores.

Ferro consideró eso. Si Sergey tenía acceso a los hechizos de


Xavier, pero no tenía la capacidad de lanzarlos correctamente
y temía las consecuencias si los reproducía incorrectamente,
entonces era dudoso que hubiera usado un hechizo en su
juguete favorito. Elisabeta se había vuelto necesaria para
Sergey. Había desarrollado una necesidad por ella. Aunque

Bookeater
Dark Song
Elisabeta había sido su prisionera, en otros aspectos, él había
sido suyo.

Su respiración se atascó en su garganta y su cabeza se inclinó


hacia la de él. Él miró sus ojos oscuros. ¿Qué quieres decir,
Ferro?

Le gustó que ella quisiera entablar una discusión con él. Tenía
buena mente. Sergey la había convencido de que no podía
usarla.

Dependió totalmente de ti todos estos siglos. Puede que tuviera a sus


hermanos a su alrededor, pero recuerda, se habían convertido en
vampiros. Ya no tenían emociones. Sentía emociones solo a través de
ti y no te compartía con nadie. Tenía miedo y por una buena razón.
Los demás sentían que él era menos que ellos. Solo tú sabías que él
era más. Solo tú podías ver que era el estratega capaz de esperar el
momento oportuno para llevarse el premio final. Se volvió
dependiente de la forma en que le traías paz. En el camino le hiciste
sentir. Ahora estará perdiendo la cabeza, incapaz de funcionar sin ti.

Ella guardó silencio, dando vueltas a su opinión una y otra


vez en su mente. ¿Cómo pudiste saber eso?

Si te perdiera, incluso ahora, teniéndote por un período de tiempo


tan corto, la pérdida sería... difícil más allá de toda medida. Ferro le
dijo la verdad para que se diera cuenta de lo valiosa que era.

Yo soy tu compañera.

Bookeater
Dark Song
Él enmarcó su rostro con ambas manos y la miró a los ojos,
sintiendo como si pudiera perderse allí. Eres más que mi
compañera Elisabeta, lo que debería decirte algo, porque una
compañera lo es todo para un antiguo cazador. Todo. Y tú eres
mucho más.

Me da mucha humildad que pienses eso de mí, Ferro. Intentaré ser


digna de tu opinión.

Él podía sentir su resolución y deseaba que los demás se


hubieran ido para poder besarla. En cambio, le rozó besos en
la mente, diciéndole sin palabras lo que ella significaba para
él, tratando de darle valor para enfrentar lo que fuera que el
sanador fuera a decir cuando regresara de su examen. Sabía
que había una parte que ella retenía, temiendo que su
amabilidad fuera un acto y en algún momento él se volvería
contra ella. No la culpó por esa preocupación. Había vivido
con la traición durante demasiado tiempo. Había visto a
Sergey engañar a otros una y otra vez. Le tomaría tiempo
confiar plenamente en Ferro.

Ya eres digna. Sergey te necesita y sabía que lo haría cuando decidió


seguir con sus hermanos el camino que eligieron. Tú eras de quien él
dependía para tener la fuerza necesaria para superarlo. Sus
hermanos lo golpearon, se burlaron de él y lo usaron. Nunca
reconocieron que tenía la brillantez de los Malinov, que era tan
inteligente como ellos. Les temía, no porque fueran más inteligentes,
sino porque sabía lo viciosos que eran, y toda su vida, siendo el más
joven, había sido de él de quien se burlaban y ridiculizaban.

Bookeater
Dark Song
Eso es tan cierto. A menudo estaba escondido en un rincón, parte de
la pared cuando alguno entraba, y eran bastante crueles con él. Me
hablaba y se sentía muy orgulloso y superior porque sus hermanos
no tenían la menor idea de que yo estaba allí justo en frente de ellos.
Nunca pudieron detectarme, aunque a menudo se preguntaban cómo
el maestro era tan joven y sereno.

No es tu Maestro. Ferro no pudo evitar la nota cortante y feroz


de su voz. Pasó directamente a dominante en segundos, sin
pensar. La sola idea de que su mujer pensara en Sergey de esa
manera le hacía arder los dientes. Nunca fue tu maestro. Era un
Cárpatos cruel que secuestró a una joven inocente. Pagará por lo que
te hizo.

De inmediato, esa suave brisa le recorrió la mente, despejando


su necesidad de encontrar al vampiro y arrancarle el
corazón. Solo estaba Elisabeta y su dulzura, esa alma gentil
con su luz y el coraje de guardar su alma durante siglos.

Tienes razón, ella estuvo de acuerdo. No es mi Maestro. El caso es


que puedo mirarlo un poco más de cerca contigo aquí sosteniéndome
y ver cosas que antes no podía. No tendría el valor si no estuvieras
conmigo. Temía que me encontrara de la forma en que lo hizo cuando
estaba en el recinto de curación. Él siempre me dijo que me podía
encontrar en cualquier lugar.

El espíritu de Gary emergió de su cuerpo, su luz era mucho


más tenue que cuando había entrado, y su cuerpo se
estremeció de cansancio cuando volvió a entrar en él. Siv

Bookeater
Dark Song
inmediatamente le ofreció su muñeca y los demás esperaron
en silencio el veredicto del sanador mientras se alimentaba.

Andor siguió a Gary y se alimentó también, pasando a un


segundo plano con Benedek. Ferro lo miró a los ojos y Andor
negó con la cabeza, indicando que no creía que Gary hubiera
encontrado nada que Sergey hubiera dejado en
Elisabeta. Ferro frunció el ceño. Si la ruptura de salvaguardas
no estaba en Elisabeta, ¿de dónde venía?

Bookeater
Dark Song
5
La niebla a lo largo de la cresta, flotando entre los árboles;
Una sombra en la distancia, nada más que una brisa.

Elisabeta, no tienes que obedecer todas las órdenes que te dé tu


compañero. Una mujer puede hablar con otros hombres. Algunos de
los hombres en esta sala apenas han salido de las cuevas como él,
pero otros son muy modernos y se dirigirán a ti. Te trataran con
el respeto que te mereces. Julija estaba totalmente indignada. Isai
me juró que Ferro te cuidaría bien y que sería todo lo que necesitaras.

Por primera vez por lo que realmente podía recordar,


Elisabeta sintió lo que era realmente el humor. Cómo se sentía.
Ferro es exactamente lo que necesito. Le dije que había demasiada
gente y que no podía permitir que me miraran o me hablaran. Dijo
que iba a encargarse de ello si eso era lo que deseaba, y lo hizo. Le
pidió a Isaí que te trajera, así te tendría visitándome con él porque
sabía que no me asustarías.

Elisabeta mantuvo la mirada fija en el rostro de Julija mientras


le contaba lo que su compañero había hecho por ella. La
expresión de Julija no tenía precio cuando su mirada pasó de
Elisabeta a Ferro y luego de regreso a Elisabeta.

Espera. ¿Estás diciendo que Ferro deliberadamente se hizo parecer


un idiota para protegerte? Julija frunció el ceño al antiguo
cazador.

Bookeater
Dark Song
Ferro no se dignó mirarla. El sanador se había puesto de pie y
una vez más se había sentado al lado de Tariq.

Si. No me gusta estar al aire libre. Esta habitación es demasiado


grande para mí. Él me está protegiendo para que no tenga que mirar
toda la habitación. No me gustan todas estas personas mirándome,
pero él no quiere ocultarme, como lo hizo el vampiro, así que me
sostiene en sus brazos donde puedo esconder mi rostro. No quería
responder preguntas, así que les dijo que no me hablaran
directamente.

− No encontré nada en sus recuerdos que indicara que Sergey


colocó algo en ella para espiar este complejo o que le
permitiera acceder a ella de forma remota, − anunció Gary.

Elisabeta casi se hundió de alivio, pero el hecho de que Ferro


no pareciera aliviado le impidió hacerlo. Ella sentia cada una
de sus emociones, incluso cuando estaba segura de que él no
las sentía. Parecía distanciarse de las emociones, como si,
debido a que fuera incapaz de sentir durante tantos siglos,
todavía no procesara el sentimiento en absoluto. Simplemente
no reconocía la emoción a menos que tuviera relación con ella.
Había una parte de ella que se emocionaba en secreto por eso,
aunque como todo, también la asustaba.

Eso me asombra, dijo Julija. Es como una especie de héroe, Elisabeta.


Todo el mundo piensa que es un idiota de primera clase, al menos
todas las mujeres. Lorraine, la compañera de Andor, le dará una

Bookeater
Dark Song
conferencia para terminar todas las habladurías. Será mejor que le
advierta que no se ponga en ridículo.

Ferro tenía un sentimiento muy específico para él. Fuerte.


Muy fuerte. La ventaja de un depredador. Casi salvaje. No
casi, tuvo que reconocer Elisabeta, pero definitivamente
salvaje. Feroz. Se sentía como una ley en sí mismo, y cuando
la rodeó, ella pudo identificarlo instantáneamente no solo por
su olor sino por esa sensación claramente poderosa de él.

En el momento en que Julija le dijo a Elisabeta que iba a tener


que decirle a Lorraine que no sermoneara a Ferro, Elisabeta lo
sintió en su mente. Había estado allí todo el tiempo.
Tranquilo, monitoreando, solo para asegurarse de que ella
estaba bien y no lo necesitaba. Ahora, se vertió en ella,
rodeándola. Para su asombro, había un poco de humor.

Dile que no le diga nada a Lorraine. Quiero escuchar


la conferencia de Lorraine.

No quería que todas las mujeres del complejo tuvieran una


mala opinión de su compañero porque él la estaba
protegiendo, pero tampoco quería desobedecerlo.

Julija, por favor no le digas nada a Lorraine. No era buena para


engañar, y Julija la miró fijamente y luego a Ferro, que parecía
estar escuchando a Tariq cuestionar al sanador.

Está prestando atención a nuestra conversación, ¿no? Preguntó


Julija.

Bookeater
Dark Song
De mala gana, temerosa de estar haciendo algo mal, Elisabeta
asintió con la cabeza. No me siento cómoda sin él. Tengo miedo.

No tienes que disculparte con nadie por tu forma de ser, minan piŋe
sarnanak. Ferro sonaba feroz. No hay nada malo en necesitar a
tu compañero para superar estos primeros levantamientos.

Esta vez, Elisabeta sabía que Julija podía oírlo y eso había sido
deliberado. También fue una amenaza. Temo que mi necesidad
de que estés conmigo será mucho más larga que estos primeros
levantamientos, Ferro.

Quería que Julija supiera que Ferro no tenía la culpa. Su


permanencia en su mente, incluso cuando él estaba presente
en la habitación con ella, dependía de ella. No la estaba
monitoreando para saber qué se decía entre ellas. Estaba
aterrorizada de que, si él no compartía su opinión, Sergey
encontraría su camino dentro de ella nuevamente.

Piŋe sarnanak. Su voz se suavizó, era tan suave que le dio un


vuelco el corazón. Mientras tengas necesidad de mí, tengo la
necesidad y el privilegio de protegerte.

Elisabeta lo miró. Ferro parecía estar prestando atención a


Tariq y a los demás mientras discutían la posibilidad de que
Sergey tuviera otro espía en el complejo, pero ella sabía que
su atención estaba en ella. Sintió que él la rodeaba con su
fuerza, y eso le dio el valor para sentarse más derecha. Se

Bookeater
Dark Song
atrevió a echar un vistazo a la habitación que esperaba
llamar su hogar algún día.

El primer adelanto fue vertiginoso, y rápidamente cerró los


ojos y se apretó contra el ancho pecho de Ferro. Se sentía
como una roca, firme e inamovible, algo con lo que podía
contar cuando sentía que la brisa más pequeña podía
derribarla.

Julija optó por ignorar la interrupción de Ferro. ¿Cómo te


llama? ¿Piŋe sarnanak? ¿Qué significa eso? ¿O minan piŋe
sarnanak?

Elisabeta no estaba segura de querer compartir ese nombre


privado. “Mi pajarito cantor” le resultaba íntimo. Solo de
ellos. Ella sabía que cualquier Cárpatos que lo oyera llamarla,
sabría lo que significaba, y Julija era su amiga, pero ese
nombre representaba mucho más para Elisabeta de lo que
había imaginado. Nadie había sido amable con ella, o la había
hecho sentir especial. No importaba cómo actuara, aterrador o
no, Ferro la aceptó a ella.

Es un nombre dulce que me dice a veces, se las arregló para decir.


Me gusta mucho.

Conozco el idioma de los Cárpatos, pero es muy antiguo, ¿no?

Elisabeta asintió. ¿Qué está diciendo el sanador sobre el vampiro


ahora? Ella quería cambiar de tema hasta comprender mejor
sus emociones.

Bookeater
Dark Song
El levantamiento ya había sido demasiado abrumador para
ella y no quería agregar nada más que tuviera que tratar de
sobrellevar si no tenía que hacerlo. Ambas mujeres volvieron
inmediatamente su atención a la conversación entre el
sanador, Tariq y los demás.

− No tenemos otra opción que examinar una vez más a los que
se encuentran en el complejo y que han estado cerca de los
terrenos de curación, − dijo Maksim, sonando cansado.

Tariq suspiró. – Los niños han sido puestos a prueba


repetidamente. No estoy seguro de cuánto más pueden
soportar. Ciertamente Charlotte estará muy angustiada por la
idea de tener que examinarlos de nuevo, pero no podemos
arriesgar a todos aquí.

Sívamet, hay otra pregunta, una que te costará poner a prueba, pero
estos son niños a los que viste torturar al vampiro. ¿Te acuerdas?

Sí. ¿Cómo podría olvidarlo? Julija se había dejado hacer


prisionera con la esperanza de rescatarla. Había niños en los
túneles y Sergey y su hermano los utilizaron con crueldad.
Elisabeta había estado en una pequeña jaula, escondida en la
habitación, incapaz de hacer nada más que ver el horror que
se desarrollaba ante sus ojos.

Tendrías que ser muy valiente y confiar en mí. Sé que es difícil para
ti, pero si estoy en lo cierto, evitaría más dolor a estos niños y Tariq

Bookeater
Dark Song
no tendría que decirle a su compañera que no tiene más remedio que
someter a sus hijos a un examen una vez más.

Ferro interrumpió la discusión en voz alta. − Antes de que


llames a la reunión, Tariq, y pongas el plan en acción, tengo
una idea más, pero necesito el permiso de mi compañera. Lo
estoy discutiendo con ella ahora. Será muy aterrador para ella
y tendrá que ser extremadamente valiente para cooperar, pero
si estoy en lo cierto, podemos ahorrarles a los niños este
examen.

Tariq había comenzado a levantarse, pero ante la declaración


de Ferro se dejó caer en la silla y asintió, juntó los dedos y
esperó. Miró a Maksim y luego a Gary. Ambos hombres
negaron con la cabeza. Ninguno de los dos tenía idea de lo
que podría estar pensando Ferro.

Dime qué quieres que haga. Elisabeta ya estaba temblando. Se


despreció a sí misma por ser tan cobarde cuando captó tantos
destellos de él actuando con tanto coraje, enfrentándose a
maestros vampiros y derrotándolos en terribles batallas.

La mano de Ferro fue muy suave, acariciando su cabello. Julija


está en la habitación contigo. Ella está en tu mente. Mis hermanos
están aquí. Todos son cazadores antiguos. Tejerán salvaguardas.
Mira a tu alrededor, a los que están en la habitación. Todos estos son
poderosos cazadores de los Cárpatos, cada uno con sus propios
dones. Les haré tejer las salvaguardas más fuertes por encima y por
debajo y alrededor de esta habitación contigo en ella. Sandu, Andor
y Gary, los que llamo Eka, mis hermanos, estarán en tu mente,

Bookeater
Dark Song
escondidos allí, esperando en silencio para ver si el vampiro se
infiltra.

Elisabeta jadeó y se sentó erguida, frente a él, sacudiendo la


cabeza, sin importarle que los demás vieran su reacción
visceral. Ella ya sabía lo que iba a hacer. Dejarla. La estaba
dejando. El pánico se apoderó de ella y no pudo recuperar el
aliento. En el momento en que supo que él la iba a abandonar,
sintió al vampiro acercándose más. Ella sintió su alegría.
Estaba allí, esperando su momento.

− Me lo prometiste, − susurró. − Me lo prometiste.

− Sí, Elisabeta, y siempre cumplo mis promesas, − asintió


Ferro. − No te estoy abandonando. Eres mía. Te protegeré,
ante todo y por encima de todos los demás. Esto es solo para
ver si estoy en lo cierto, y si lo estoy, mantendrá a los niños a
salvo y evitará que tengan que sufrir una vez más a través del
examen. Es tu decisión. Cumpliré con tu decisión.

Elisabeta se mecía de un lado a otro, tratando de calmarse.


Nada ayudó. Él la tomó de la barbilla y la obligó a levantarla,
forzó sus ojos a encontrarse con los suyos. Tenía los ojos de
los colores más extraños. Esta vez parecían ser más azul
plateado con esa extraña mancha oxidada, como un
relámpago atravesándolos. Su mirada estaba fija en la de ella.

Te pido tu confianza, Elisabeta. Nunca te abandonaré. Nunca. Esto


solo tomará unos minutos. Sé que se sentirán como horas, pero juro
que serán minutos y estaré cerca.

Bookeater
Dark Song
Había tal fuerza en él. No podía ver ni oír una mentira en él,
pero él era su valor. Él era la razón por la que ella podía estar
en la superficie y todavía estaba aterrorizada, incluso con su
presencia física. No podía hacer lo que él le pedía, pero
estaban esos niños inocentes. ¿Iba a ser tan egoísta que dejaría
que el miedo la conquistara y permitiría que los niños
sufrieran porque no podía vencer su terror?

No puedo tomar decisiones, Ferro. Sabes eso. Tienes que decidir por
mí. Tienes que elegir lo que es correcto.

Sabes qué es lo correcto. Él nunca apartó la mirada de ella, sus


ojos en los de ella todo el tiempo.

Su corazón dio un vuelco. Sabía que él iba a elegir el camino


honorable. Siempre había elegido el honor. Se había
escondido en el monasterio porque era honorable. El honor
estaba entintado en su espalda. Ella quería estar a la altura de
eso para él.

¿Qué vas a hacer?

Se lo explicaré a todos. Si tienes una objeción, dímelo solo en nuestro


camino, pero sé que dejaré tu mente y tu presencia física por unos
momentos solo para dejar el camino abierto para que el vampiro
pueda rastrearlo.

Una vez más, no apartó la mirada de ella. Escuchó un gemido


escapar y rápidamente lo cortó, presionando su frente contra

Bookeater
Dark Song
su pecho, incapaz de seguir mirándolo a los ojos. No podía
entender el terror que la recorría.

¿Elisabeta? preguntó.

Ella no pudo decir las palabras. Quería hacerlo, pero no


podía sacarlas.

Toma la decisión por mí, Ferro. Si lo decretas, seguiré tu ejemplo.


Ella quería acurrucarse en posición fetal y simplemente
desaparecer.

− Les pediría a Andor, Gary y Sandu que una vez más


observen en silencio uniéndose a Elisabeta. − Permitirás que
mis hermanos se fusionen contigo en mi lugar.

No pueden protegerme de él. No pudieron. No le importaba lo


poderosos que pensaba que eran sus hermanos antiguos, no
podían detener al maestro vampiro, no cuando venía por ella.
Solo Ferro podía hacer eso.

Sin embargo. Ferro lo convirtió en un decreto. − Antes de que


lo hagan, todos los antiguos en esta sala, con excepción de mí,
juntos deben tejer las salvaguardas más fuertes para mantener
a Sergey fuera. No dejen ni una sola escapatoria. Una vez
hecho esto, los tres que están atados conmigo, así que sé que
protegerán a mi compañera, se fusionarán con ella. Me iré
hasta que me llamen para regresar. En el momento en que me
vaya, veremos si Sergey logra encontrar la manera de
aterrorizar a mi compañera.

Bookeater
Dark Song
No pueden evitar que me alcance. Sólo tú puedes hacerlo. Tienes que
quedarte conmigo. Si no estás conmigo, vendrá. Ella no pudo
evitar suplicarle.

Elisabeta descubrió que sus dedos estaban retorcidos en dos


puños en su camisa y estaba asombrada por su
audacia. Nunca hubiera pensado que podría haberse tomado
esas libertades, pero a Ferro no pareció importarle. En todo
caso, parecía orgulloso de ella. Cuando intentó soltar sus
dedos, él levantó las manos para cubrir las de ella. Como
siempre, fue exquisitamente gentil.

Entonces sabremos cómo viene y podremos detenerlo, afirmó Ferro


con calma. Lo harás, compañera, porque te lo he pedido.

Las reglas. Las pautas que ella entendia. Esa disciplina que
había tenido durante cientos de años. Ella cerró los ojos. Ella
podía hacer esto si tenía que hacerlo. Ella podía soportar como
lo había hecho durante siglos.

− Eso no tiene sentido, − dijo Maksim. − ¿Cómo podría


entrar si todos tejemos salvaguardas tan fuertes?

− Las hemos tejido alrededor del complejo, − señaló Tariq.

− Veo a dónde vas con esto, Ferro, − dijo Gary. − Tiene mucho
sentido. − Se puso de pie y saludó con la cabeza a los demás. −
Antes de que sea demasiado para Elisabeta, apurémonos.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta quería decirle que ya estaba en su límite; aun así, se
armó de valor. Esto no era por ella. Ferro, dijiste que podía
pedirte cualquier cosa.

Sí, piŋe sarnanak.

Por favor, que Julija se vaya. No la quiero aquí. Eso es lo único que
les pido. Cuando te hayas ido, me temo que Sergey vendrá y me
atacará a través de ella. Ella tiene un niño y él lo dañará.

Ferro se inclinó sobre ella y le dio un beso en la cabeza. − Es el


deseo de Elisabeta, Isai, que retires a tu compañera por su
seguridad mientras llevamos a cabo este experimento. Te
pediría que cumplieras su deseo.

Isai se levantó de inmediato y le tendió la mano a Julija, quien


se puso de pie de mala gana. − ¿Estás segura, Elisabeta? Yo te
ayudaría con esto.

− Ella está segura, − dijo Ferro. − Esto es difícil para ella, −


agregó cuando Julija siguió dudando. − Te pido que vayas.

Julija asintió y salió con Isai de la casa. Elisabeta no la


miró. Ella no pudo. Ya se sentía abandonada por su
compañero. En el momento en que Julija e Isai se fueron, los
hombres Cárpatos restantes inmediatamente comenzaron a
tejer salvaguardas.

Ferro continuó sosteniendo a Elisabeta mientras su mente se


volvía loca con todo tipo de posibilidades de que este era el

Bookeater
Dark Song
momento en que el hacha iba a caer y ella vería lo que
realmente le esperaba. ¿Era posible que este fuera uno de los
muchos trucos crueles de Sergey? Había jugado tantos a lo
largo de los siglos que la había tenido. ¿Era Ferro un maestro
igualmente vicioso y ahora era el momento en que revelaría
su verdadero carácter? No pudo evitar que miles de
posibilidades siguieran adelante.

Muy lentamente, Elisabeta desenroscó los puños de la camisa


de Ferro y se obligó a sentarse sola. Sólo podía tratar de
prepararse contra el dolor que iba a venir. Ya estaba
arrastrándose en su mente y corazón, infiltrándose como un
ladrón. Ella estaba familiarizada con el sentimiento. Muchas
veces, durante cientos de años, había intentado adormecerse,
no sentir nada en absoluto, pero por alguna razón, eso no
funcionaría para ella.

Minan piŋe sarnanak, no te culpo por intentar protegerte. No me


conoces y, hasta ahora, has elegido no fusionarte demasiado en mi
mente. Sólo puedo asegurarte que eres mi verdadera compañera y
que nos he unido con las palabras rituales. Esos lazos son sagrados y
no se pueden romper. No solo te afectan a ti, sino a mí
también. Quise decir cada palabra que te dije. No te estoy
abandonando ni te estoy engañando. Estoy buscando una forma de
protegerte de este monstruo. Veremos si puede traspasar las
salvaguardas que los antiguos han tejido sin mí. Si se atreve a venir,
sívamet, solo tienes que alcanzarme. Llámame, y estaré allí contigo.

Bookeater
Dark Song
Ferro sonaba muy sincero. Tan fuerte. Tan real. ¿Cómo sabia
uno que era verdad? Había sido engañada toda su vida y
había vivido mucho.

− Estamos listos, Ferro, − anunció Tariq.

Ferro le levantó la barbilla y bajó la cabeza para rozar los


labios con los de ella. Mis hermanos te protegerán y vendré en el
instante en que me llames. Eso es todo lo que tienes que hacer,
Elisabeta. Simplemente llamarme y vendré. Lo ahuyentaré.

Ella no pudo contestar. Ella no sabía cómo responder. Ella


sintió su retraimiento y luego se quedó sola. Él se había ido de
su mente y nunca se había sentido tan aislada como en ese
momento. Ella había estado sola durante cientos de años y con
él solo en este levantamiento, y, sin embargo, que él se
fusionara con ella, incluso quedándose en un segundo plano,
la hacía sentir segura. No había sabido cuánto le estaba dando
hasta que se fue.

Su presencia física también se había ido y se encontró sentada


sola en la silla. Mantuvo los ojos cerrados con fuerza y sus
manos se cerraron con tanto ímpetu en los brazos de la silla
que le dolían los nudillos. Ella supo cuando sus hermanos se
fusionaron con ella, pero eso no alivió el terrible vacío que
sintió. Se movieron casi como uno al fondo de su mente y se
quedaron tan quietos que no podía sentirlos en ella. No quería
sentirlos allí. No eran Ferro.

Su corazón comenzó a acelerarse. Saboreó el miedo en su

Bookeater
Dark Song
boca. El trueno rugió en sus oídos. No entendía el paso del
tiempo porque cada segundo sin Ferro era como años
moviéndose a paso de tortuga.

El sonido de una risa desagradable se deslizó en su mente,


una nota lenta a la vez, como si el remitente quisiera
prolongar la agonía del suspenso. El ruido era chirriante y
áspero, raspando deliberadamente a lo largo de las
terminaciones nerviosas, un sonido vil y repugnante
destinado a herir, y lo hizo.

Me teme, Elisabeta. Tu magnífico compañero huye como un cobarde


de mí, dejándote atrás para enfrentarte a tus castigos. Has
acumulado tantos ahora con tu terquedad. Tu amiga Julija. La
maga. Primero arrancaré al niño de su cuerpo y se lo daré a mis
títeres mientras miras. Mientras ella te mira, sabiendo que usted le
causó la pérdida por su comportamiento obstinado.

Sergey se burló y amenazó por turnos, su voz se deterioró


cada vez más hasta convertirse en un gruñido animal que
apenas podía ser reconocido.

Elisabeta se tapó los oídos con las manos para tratar de ahogar
las horribles amenazas que se iban agravando y se volvían
más viles si llegaba a distinguirlas, pero era imposible porque
venían de dentro de su cabeza. Desesperada, se acercó,
esperando que su compañero le hubiera dicho la verdad.

Ferro. Ella no pudo decir nada más. Solo su nombre.

Bookeater
Dark Song
Instantáneamente, entró en su mente. Fuerte. Un guerrero
indómito. Totalmente confiado e invencible. Llenó cada lugar
solitario de su mente, cada pequeña grieta que Sergey podría
pensar en usar para deslizarse y esconderse. Entró, más
grande que la vida, asumiendo el control, un cazador feroz
que pocos se atrevían a cruzar. Cuando Ferro se fusionó
con ella, sus hermanos se unieron a ellos, siguiendo al maestro
vampiro mientras corría para tratar de evadirlos, lanzándose
fuera de la mente de Elisabeta.

Ferro y los otros cazadores lo siguieron. − Él está en el cuarto.


No puede irse con las salvaguardas intactas. Tengan cuidado,
puede atacarnos, incluso desde la distancia. Necesitamos
arrojar luz sobre él. Es solo una pequeña réplica de él, pero es
suficiente para disminuirlo si lo destruimos. Protegeré a
Elisabeta.

Sabía que Sergey intentaría lastimarla persiguiendo a Ferro.


Estaba tan agradecida de haber insistido en que Julija saliera
de la casa. Al tejer las salvaguardas, habían contenido la
réplica en sombras de Sergey en la habitación. No podía dejar
de temblar, su mirada recorría la habitación, olvidándose de
sentirse abrumada por la cantidad de espacio.

Los hombres de los Cárpatos agitaron los brazos para


proyectar una luz brillante en toda la habitación, sin dejar
ningún rincón con ni siquiera una sombra. Ferro estaba en el
centro de la habitación mientras los antiguos guerreros se
dispersaban. Extendió los brazos ampliamente, abarcando
toda la habitación.

Bookeater
Dark Song
Muonìak te avoisz te. Su voz profunda era dominante,
vertiendo siglos de pura fuerza y control en su tono. Pocos
podían realmente ordenar a un vampiro que se revelara, y
mucho menos a un vampiro maestro, pero era imposible
ignorar la autoridad absoluta de Ferro.

De inmediato, una forma oscura y sombría comenzó a


arrastrarse hacia Ferro, extendiéndose a través de la pared y
luego por el piso en la forma de un pequeño insecto que
comenzó a crecer mientras se deslizaba por el muro y tocaba
el piso de madera. Inmediatamente, Sandu, Dragomir y
Andor lanzaron dardos tallados en madera antigua, clavando
los pies de la sombra en la pared.

La boca de la figura se abrió de par en par en un grito


silencioso. Las cuencas vacías de los ojos se volvieron hacia
Elisabeta, donde se acurrucaba lo más pequeña posible en la
silla. Ferro dio un paso para colocarse entre la figura de
sombra y su compañera, de modo que fuera imposible que la
cosa la viera. Benedek, Petru y Nicu formaron una pared
detrás de Ferro, de pie hombro con hombro, lo que hacía
doblemente imposible que la sombra pudiera ver a Elisabeta.

En el momento en que fue sacada de su línea de visión, la


criatura comenzó a girar y girar con desesperación,
aparentemente no para alejarse de los antiguos, sino para
seguir mirando a Elisabeta. Se extendió más por el suelo hacia
ella, su forma se adelgazó, hasta que pareció una cinta gris
con nada más que pies y manos extendidas.

Bookeater
Dark Song
− ¿Qué es? − Preguntó Tariq. − Nunca me he encontrado con
algo así.

Sandu y Andor inmovilizaron los hombros de la sombra en


el piso de madera para que no pudiera moverse. Nuevamente,
la boca se abrió de par en par, pero no hubo ningún
sonido. Los agujeros vacíos donde los ojos deberían haber
estado, moviéndose hacia adelante y hacia atrás. Más que
nunca, la criatura parecía un cruce entre un insecto y un
vampiro.

Gary se agachó junto a la sombra, tocándola con una de las


clavijas hechas de la madera antigua que le dio Sandu. − Se
le conocía como un kod lewl kuly en la antigüedad, un gusano o
demonio espíritu de las sombras enviado para devorar almas
o traer mensajes. Proviene del inframundo, y el mago, en este
caso Sergey, tiene que darle algo de sí mismo, una parte de su
propio espíritu, para darle algún tipo de dirección.

− Está completamente obsesionado con Elisabeta, − observó


Maksim. − No en escapar.

− ¿Pudiste ver cómo entró? − Preguntó Lojos. − Con todas las


salvaguardias, ¿cómo pudo colarse?

Gary miró a Ferro y luego con calma tomó la madera


antigua y la hundió en el corazón de la criatura, con cuidado
de no tocar ninguna parte de la sombra gris. La cosa se movió
obscenamente y luego se quedó quieta lentamente. El sanador

Bookeater
Dark Song
se puso de pie y acercó la luz al gusano inmovilizado. Los
bordes de la sombra comenzaron a oscurecerse y rizarse. Las
llamas lo lamieron y finalmente lo consumieron. Cuando toda
la criatura se redujo a cenizas, la puerta de la casa se abrió y la
brisa llevó las cenizas al exterior. La luz de la habitación se
atenuó y luego retrocedió por completo.

− ¿Que encontraste? − Preguntó Tariq. − ¿Cómo se pasó el kod


lewl kuly a través de nuestras salvaguardas? Los tres estaban
compartiendo su cerebro cuando logró penetrar en la mente
de Elisabeta.

Ferro una vez más fue hacia Elisabeta y la levantó en sus


brazos, rodeándola con su fuerza. Estoy aquí, minan piŋe
sarnanak, tal como dije que estaría. El vampiro se ha ido. No puede
llegar a ti. Pero debes ser muy valiente y seguir creyendo y
confiando en mí como lo has hecho.

Sabes como lo hizo. Su corazón comenzó a latir más fuerte por


la inquietud.

Los brazos de Ferro se apretaron aún más a su alrededor,


como si necesitara aún más coraje para enfrentar lo que el
sanador iba a revelar a los demás.

− Sergey ha mantenido prisionera a Elisabeta literalmente


durante siglos. No conoce otra vida. Ningún otro guardián. La
ha aterrorizado todos esos siglos y la ha mantenido alejada de
cualquier otro contacto, vampiro, Cárpatos o humano, −
explicó Gary a los ancianos en la habitación. − Ferro es su

Bookeater
Dark Song
compañero. Ella tiene una fuerte conexión con él y la creencia
que se le inculcó desde su nacimiento de que él la protegerá, si
es necesario, de todo daño. A lo largo de los siglos, cuando
Sergey trató de obligar a Elisabeta a que le entregara el alma
de Ferro, ella se negó, sin importar a qué tortura la sometiera.
Sabía la fuerza que necesitaba su compañero para resistir el
mal.

Elisabeta inclinó su rostro hacia el de Ferro. ¿Por qué les está


diciendo esas cosas? Ella estaba muy confundida. El sanador se
había fusionado con ella varias veces. Había buscado en sus
recuerdos tratando de encontrar evidencia de que Sergey
plantaba espías, por lo que había podido ver gran parte de su
vida en pequeñas viñetas, pero ella no esperaba que la
defendiera o revelara a los demás algo sobre ella.

Hay cosas en mis recuerdos que encontró que nadie aquí aceptará
jamás. Me echarán fuera.

No hay por qué alarmarse, Elisabeta. Estás con tu compañero.


Yo soy el guardián de tu alma. Tu corazón. Nadie te volverá a hacer
daño. Si los que están en esta sala no pueden aceptarnos,
encontraremos nuestro camino. Algunos de nuestros hermanos
viajarán con nosotros, otros pueden quedarse aquí. Lo que importa
es que estamos juntos y que puedo mantenerte a salvo.

Él no le respondió exactamente. Respiró hondo y se obligó a


girar la cabeza y mirar a los antiguos que se habían fusionado
con ella. Sandu, Andor y Gary. Estos hombres estaban ligados
a Ferro alma a alma. Se habían atado junto con la compañera

Bookeater
Dark Song
de Andor, Lorraine, y el vínculo se mantendría hasta que
todos tuvieran compañeras. Solo entonces podrían romper
esos lazos. Lo que le pasara a uno les pasaba a todos.
Ahora, ella era parte de esa hermandad.

Era muy difícil mirar a los tres hombres sin los barrotes de
una jaula entre ella y ellos. El espacio abierto la hizo sentir
vulnerable, pero ayudó que pudiera sentir la fuerza de Ferro
rodeándola. Él era extremadamente fuerte y se sentía de esa
manera para ella, como uno de los viejos árboles de madera
dura que permanecía inflexible incluso en la tormenta más
feroz. Él estaba de vuelta en su mente, fusionado con ella,
pero discreto, solo brindándole la confianza para quedarse allí
en lugar de huir.

Ella resolvió que no lo avergonzaría. Había acudido


instantáneamente a su llamada, tal como había dicho que
haría. No había habido engaño, ni se enojó con ella porque no
le había creído del todo. En este momento, sus manos estaban
acariciando su nuca y luego moviéndose en su cabello,
frotando su brazo, recordándole siempre su presencia.

Sus hermanos estaban enfrente a los otros ancianos en la


habitación, estoicamente, sin expresión, pero ella los sintió de
pie con Ferro, con ella. ¿Por qué razón? ¿Cómo había
superado Sergey las salvaguardias?

Quédate conmigo, Elisabeta. Deja que tu corazón y tus pulmones


sigan el ritmo de los míos. Todos los guerreros de esta sala pueden
escuchar cualquier cambio en tu respiración o en tu pulso. Estoy

Bookeater
Dark Song
impresionado con tu valentía. Tu coraje. No tienen derecho a
juzgarte, ni creo que lo hagan, pero eres dura contigo misma.
Debes pensar sólo en mí. Tú me representas.

Sus manos enmarcaron su rostro con mucha suavidad y la


giraron para mirarlo. Su mirada no podía dejar de encontrarse
con la de él. ¿Lo entiendes? Te estoy dando una orden que no
puedes desobedecer. Debes concentrarte en tu compañero. Mantén tu
frecuencia cardíaca exactamente en sintonía con la mía. Mantén tu
respiración igual que la mía. Mírame solo a mí. Guíate por
mí. Piensa solo en mí. Sabes que soy el único al que debes complacer.

Las pautas eran muy claras y ella era muy buena en seguir las
reglas. Ella se movió en su mente, buscando cualquier cosa
que le molestara. Ella siempre sintió esa leve nota de dolor
recorriéndolo. La canción estaba allí, la que ella estaba
empezando a considerar como su canción. Esperanza en un
momento y desesperada en el siguiente. Como en la distancia,
escuchó al sanador hablando con los antiguos.

− Elisabeta es completamente Cárpatos. Ella es poderosa por


derecho propio. Puede que no haya tenido la oportunidad de
desarrollar cada uno de sus dones como lo hacen la mayoría
de las mujeres de los Cárpatos a lo largo de los siglos, pero
esos dones están en ella. Ella puede traer paz incluso a alguien
como yo. Hay pocos como ella existiendo.

Elisabeta escuchó los elogios como desde la distancia, pero


sintió el orgullo de Ferro por ella, y la reconfortó que él se
sintiera así. No le gustaba que sintiera ese profundo dolor que

Bookeater
Dark Song
no podía alcanzar y eliminar. Para ella era importante
ocuparse de todas sus necesidades.

− Sus miedos la impulsan. Sergey la ha aterrorizado durante


siglos, y sin Ferro para protegerla, continúa haciéndolo, −
explicó Gary. − Sus propios miedos lo convocan. Ella le abre
las puertas. Obviamente, nada de este mundo puede pasar y
Sergey lo sabe, las salvaguardas están tejidas con demasiada
fuerza, pero ninguno de nosotros pensó en evitar que algo del
inframundo no se infiltrara. Elisabeta lo convocó con sus
miedos y Sergey respondió a la convocatoria decidiendo
enviar al único sirviente que podía entrar. El kod lewl kuly, el
gusano espíritu sombra, pero sólo podía pasar poco tiempo en
este ámbito, por lo que se alejó en el momento en que
se puso de nuevo en el suelo.

Un completo silencio recibió la explicación. Los antiguos se


miraron unos a otros. − ¿Estás seguro de esto? − Preguntó
Tariq.

− Observamos lo que sucedía en su mente, − dijo Gary. Ferro lo


sospechaba. Ella está muy aterrorizada por Sergey, pero él fue
su único contacto a lo largo de los siglos. Ella esperaba que él
viniera tras ella. Ella no conoce nada más que sus
amenazas. Es natural para ella creer que él hará exactamente
lo que le dijo que haría. Cuando no está con Ferro, cree
que está abierta al ataque de Sergey. Y ella nos ayudó a
descubrir otro agujero en nuestras defensas.

Bookeater
Dark Song
− Eso es una locura, − dijo Maksim. − ¿Ella
realmente convocó al vampiro? ¿Podría resistirse a su llamada?

− Lo dudo, − dijo Gary. − Como él era la constante en su vida,


ella era la constante en la suya. Además, la necesitaba para
proporcionarle emociones y evitar que su cuerpo se
descompusiera. Justo en este momento, se está deteriorando a
un ritmo rápido. Eso tiene que ser muy impactante para él
cuando está acostumbrado a salirse con la suya en todas las
cosas. Pudo haber actuado como si estuviera persiguiendo a
otras mujeres para tomar su lugar, pero ninguna otra mujer
funcionaria por él. Solo lo haría Elisabeta. Tenía que haber
puesto algo de sí mismo en el gusano para poder dirigirlo
específicamente hacia ella. Su esperanza era intimidarla para
que volviera con él.

− ¿Crees que Elisabeta realmente puede convocar a Sergey a


voluntad? − Preguntó Tariq.

− Sí, − dijo Gary.

− Creo que hemos terminado aquí, señores, − dijo Ferro. − Mi


compañera está agotada.

Inmediatamente Tariq se puso de pie. − Te agradezco que nos


hayas dejado entrar a tu casa, Elisabeta. Sé que esto fue difícil
para ti.

Elisabeta no lo miró. Ferro le había dicho que solo lo mirara a


él. Que le cumpliera solo a él. Ella asimiló lo que estaban

Bookeater
Dark Song
diciendo, pero solo desde la distancia, y eso le permitió
procesar la información sin reaccionar. Lo haría más tarde,
cuando estuviera sola o con su compañero.

− ¿Volverá a convocar a Sergey a este recinto? − Tomás


preguntó. − Si pudo deslizar el gusano, ¿podría hacerlo con
alguna otra criatura una vez que ella lo llame?

La mirada fría de Ferro se movió sobre Tomas. Era una


pregunta legítima, y una que todos los guerreros estarían
haciéndose y preparándose, pero no quería que se hiciera en
voz alta frente a su compañera. No tuvo más remedio que
responder honestamente.

− Tengo la esperanza de que lo convoque, − dijo Ferro. −


Cuando esté lista, nos aseguraremos de que lo haga, en el
lugar que yo elija.

− Ella lo convocará si Ferro no está con ella, a menos que él


pueda convencerla de que Sandu, Andor o yo podemos
protegerla de la manera que él pueda en su ausencia, − dijo
Gary. − Y eso significa, Tomás, que cada anciano en este
complejo deberá hacer exactamente lo que te dije que hicieras
cuando llegué por primera vez, encontrar cada punto débil y
arreglarlo. Esto no es su culpa, es tuya, mía y de todos los
nuestros en este complejo. No nos hemos protegido bien
contra el inframundo y debemos hacerlo de inmediato.

Bookeater
Dark Song
Tariq caminó hacia la puerta, seguido de cerca por el sanador.
Inmediatamente, los demás se marcharon, dejando solos a los
hermanos.

− Si nos necesitas, Ferro, llámanos. Nosotros vendremos. Si


tienes que dejar este lugar, te acompañaremos, − dijo Sandu.

Ferro inclinó la cabeza. − Gracias.

A Elisabeta le pareció interesante que Ferro sintiera un


profundo afecto por los que se habían quedado para
protegerlos, pero no parecía reconocerlo. Ninguno de los
antiguos reconoció sus emociones ni admitió esos
sentimientos.

En el momento en que se fueron y la puerta se cerró detrás de


ellos, Ferro hizo un gesto con la mano hacia ella y murmuró
algunas palabras, sellando el grueso roble. Inclinó la cabeza y
rozó los labios con los de ella.

− Lo hiciste muy bien, Elisabeta. Estuviste en esta enorme


habitación, rodeada de extraños, y permitiste que el
curandero te examinara para evitar que los niños pequeños
tuvieran que ser sometidos a otra inspección. Estoy muy
orgulloso de ti.

En el momento en que habló, esa barrera que había


proporcionado una distancia entre ella y todos en la
habitación desapareció y ella entendió exactamente lo que
había ocurrido. − ¿Invoqué al vampiro? ¿Yo lo hice? ¿Es eso

Bookeater
Dark Song
realmente posible? ¿Por qué haría eso? – Ella estaba
horrorizada. Más que conmocionada. Asqueada. Se llevó una
mano a su estómago revuelto. − Realmente puse en peligro el
complejo y todos los que estaban en él. No solo lo dejé entrar,
lo invité a entrar.

− Eso no es lo que dijo el sanador, piŋe sarnanak, − dijo con


suavidad. − No escuchaste correctamente. Convocaste al
vampiro con tu miedo. Eso no es lo mismo que invitarlo a
entrar. Solo pudo enviar al kod lewl kuly desde el inframundo
y con él una pequeña parte de su propio espíritu, el que
destruimos. No puede recuperar eso. Ese gusano no podía vivir
en este reino, así que no le haría ningún bien como espía. Solo
podía molestarte con eso. En verdad, convocaste a tu propio
torturador.

− El sanador dice que lo volveré a hacer si no estás conmigo. −


Sus nerviosos dedos tiraron de su camisa.

− Creo que tiene razón. Con el tiempo, ganarás confianza y


eso no sucederá. Mientras tanto, si tengo que irme, estarás en
el suelo donde estarás a salvo. También me ocuparé de que te
sientas más cómoda con Julija y Lorraine. Sandu, Gary y
Andor están atados a nosotros. Eventualmente, es posible que
ambos nos sintamos cómodos con uno de ellos protegiéndote
cuando yo no esté disponible.

No estaba seguro de que fuera cierto, especialmente con


respecto a Gary. Todavía sentía esa vaga amenaza hacia su
compañera. No importaba que el sanador la hubiera

Bookeater
Dark Song
defendido. La había examinado correctamente y había dicho
la verdad, pero esa leve alarma seguía presente sin importar
cuánto Ferro deseara que se fuera. Era posible que debido a
que él fuera de la antigüedad, de cuando los hombres de los
Cárpatos mantenían sus compañeras escondidas de otros
machos, y él era un retroceso de esa época, de alguna manera
estaba mirando al sanador bajo la luz de un villano porque era
poderoso, o porque Elisabeta no confiaba en él. Ella captó
todos esos pensamientos y no pudo evitar sacudir la cabeza,
aunque ella sabía que, si lo decretaba, tendría que acatar su
decisión. Ella sintió su rechazo a la idea en su mente y se
alegró por ello.

− No tengas miedos, piŋe sarnanak. Soy un anciano y todavía


vivo por las costumbres antiguas. Eso significa que no me
gustan otros hombres alrededor de mi mujer a menos que esté
allí.

Descubrió que estaba extremadamente feliz de que él fuera un


anciano y prefería las formas antiguas. No quería a nadie más
a su alrededor. Definitivamente ella también lo prefería de esa
manera.

Bookeater
Dark Song
6
La lluvia sobre el fuego, frenética y necesitada;
Una bendición para toda la vida y una fortuna para la semilla.

La llamada de la lluvia despertó a Elisabeta, un oscuro


tamborileo que latía en su corazón y pulmones, obligándola a
salir a la superficie sin importar su determinación de
permanecer a salvo bajo el suelo. Sobre ella, ya, la tierra se
había abierto por orden de su compañero y sabía que no tenía
más remedio que obedecer su llamado.

Quería ir a Ferro entera, su mente libre del vampiro que había


sido su compañero constante durante siglos, pero él la había
dañado de tantas maneras que no sabía por dónde empezar a
repararse. Sabía y aceptaba que su compañero era un buen
hombre. Uno amable, y que se merecía su confianza, aunque
una parte de ella no podía creer que realmente estuviera en
buenas manos.

Ella yacía en la tierra esperando, pero Ferro no hizo ningún


movimiento para traerla y ella se dio cuenta de que él quería
que ella viniera a él. De inmediato, el pánico familiar se
apoderó de ella. Su corazón se aceleró. Su respiración se
volvió irregular.

Estás asustada, minan piŋe sarnanak. Dime qué te molesta.

Bookeater
Dark Song
Su voz. Amable. Terciopelo suave, deslizándose sobre su piel
y hasta sus huesos. Lo sintió entrar en su mente, controlando
los latidos de su corazón para que fuesen más lentos, a un
ritmo más estable del de él. Su respiración tomó un ritmo más
tranquilo, mucho más uniforme. Aun así, a pesar de toda su
gentileza, era una orden clara, y por eso estaba agradecida.

No sé lo que quieres de mí. No sé qué hacer.

Sintió que él acariciaba su cabello como si estuviera allí con


ella. El toque de sus dedos en su rostro. Apenas allí, pero se
sentía igual. Su cuerpo reaccionó de manera extraña a su
toque, cobrando vida de formas que nunca había conocido
antes. Se le puso la piel de gallina. Sus pezones se tensaron.
Mariposas volando en su estómago.

Cuando te pida que te levantes, Elisabeta, y vengas a mí, flotarás


hacia la superficie, refrescarás tu cuerpo, tu cabello y te vestirás si lo
deseas. Te llamaré después de haberme alimentado. Tomaré tu
sangre y luego te alimentaré. No quiero que te alimentes de alguien
a menos que yo no esté disponible, entonces uno de mis hermanos se
ocupará de tus necesidades en mi ausencia.

No podía pensar en él estando lejos de ella. La idea era


aterradora. Sergey vendría de inmediato. Él lo sabría. De
alguna manera ella enviaría por él. Se metió los nudillos en la
boca y se mordió para no dejar escapar un solo sonido. Ella
había usado el truco a menudo para evitar que el vampiro
supiera que la había alcanzado.

Bookeater
Dark Song
Has olvidado que estoy fusionado contigo, päläfertiilam, no puedes
esconderme tus pensamientos. No voy a dejarte sola hasta que seas lo
suficientemente fuerte para evitar convocar al vampiro. He tejido un
escudo y eso evitará que sus gusanos sombra invadan en caso de que
ocurra un accidente. Por ahora, levántate y ven a mí.

Yo nunca me he vestido. Fue humillante tener que admitir tal


cosa.

Es hora de que practiques, sívamet. Sonaba muy práctico.


Calmado. Normal. Para nada crítico o impaciente. Eres de
los Cárpatos y eres poderosa. Quiero que sientas tu poder. El vampiro
no pudo robártelo. Cuando tomo tu control, él pudo hacerte creer
que estabas indefensa. Pero eras joven, una niña cuando se tomó,
pero ya no eres esa niña y aprenderás lo fuerte que eres con el
tiempo. Piensa en términos de pequeños pasos. Si bien disfruto cada
aspecto de cuidar de ti, Elisabeta, me complacería que hicieras esto.

Ella respiró hondo. Quería complacer a Ferro. Tenía una


naturaleza que, probablemente, necesitaba traer paz y
consuelo a quienes la rodeaban. Reconoció que esa era la
mayor parte de sí misma. Era un regalo que tenía y en
realidad tenía que controlarlo para evitar darle demasiado
consuelo a Sergey. Se había sentido avergonzada de no poder
detenerse cuando sus hermanos se habían burlado cruelmente
de él y lo habían avergonzado, actuando como si fueran muy
superiores.

Sabía que Sergey conservaba algunas de sus emociones


gracias a ella. Sintió los insultos viciosos y burlones que sus

Bookeater
Dark Song
hermanos le infligieron. Lo habían hecho desde que él era
joven, incluso antes de que los hubiera seguido, eligiendo
renunciar a su alma. Elisabeta sabía que Ferro se daría cuenta
de que ella le había dado consuelo a Sergey y eso la
avergonzaba aún más. Había tantos secretos terribles que
tenía que su compañero descubriría, fusionado como estaba
con ella. Incluso el sanador y posiblemente sus hermanos ya
habían descubierto algunos de sus vergonzosos secretos en
sus recuerdos.

Elisabeta, pararás en este instante. Ferro interrumpió la orden en


un tono feroz y seco.

Ella instantáneamente se puso firme. Ella nunca lo había


escuchado sonar así, pero era lógico cuando todos a su
alrededor parecían considerarlo como el hombre más
peligroso de la habitación que los podía controlar con una voz
atronadora.

Me obedecerás de inmediato y te dejarás de tonterías. No permitiré


que mi compañera se avergüence de quién es. Su mayor regalo es
traer paz a aquellos de nosotros sin consuelo durante siglos. Los
cazadores viven en el gris absoluto de la nada y, sin embargo, solo tu
presencia alivia esa terrible carga. Importa poco si hablas. Tu voz se
suma al tiempo de duración de tu regalo, pero naciste con un rasgo
que muy pocos tienen. No permitiré que de ninguna manera
degrades el que es uno de los dones más preciados y raros que
tiene nuestra gente. ¿Ha quedado claro?

Bookeater
Dark Song
Ella sabía que él tenía razón en que no podía evitar acercarse
cuando alguien estaba angustiado. En la habitación del
levantamiento anterior, donde había tantos antiguos sin
compañeros, ella había sentido sus emociones perdidas
cuando no lo habían expresado. Mientras hablaban entre sí,
discutiendo sobre ella, ella se había acurrucado en el regazo de
Ferro la mayor parte del tiempo, en silencio, pero había hecho
todo lo posible para enviar ondas tranquilizadoras para traer
la mayor paz posible a los que estaban en la habitación y que
serían receptivos.

No estaba en la mejor forma, débil por los largos años de estar


medio muerta de hambre. Su mente estaba fragmentada, tan
dispersa que a veces era muy difícil pensar por sí
misma. Sabía que Sergey había tratado deliberadamente de
sacarle esa habilidad a golpes. No quería que ella pensara.
Quería controlar todo en su vida. Estaba furioso porque ella se
negaba a entregarle el alma de su compañero, tenía
demasiado miedo de perderla para empujarla más allá de lo
que ya lo había hecho.

Elisabeta, necesito una respuesta de inmediato.

Ferro no iba a dejarlo ir. No parecía enojado, pero ella sabía


que limitaba con algo cercano. Realmente no le gustaba que se
burlara de sí misma por su talento. Estaban conectados y ella
se atrevió a tocar su mente. Realmente creía que su habilidad
para traer paz a los antiguos cazadores valía más que
cualquier otro talento que otros tuvieran. Se enorgullecía de
su don y se enorgullecía de ella. El hecho de que ella sintiera

Bookeater
Dark Song
vergüenza lo ofendía de alguna manera, como si su mala
opinión de sí misma se reflejara en él. Eso no le gustó
en absoluto.

Eso está muy claro, päläfertiilam. Siempre lo recordaré. Voy a


ti ahora.

Ella nunca olvidaría que él se enorgullecía de


su habilidad. Ella también lo haría. Él tenía razón en que ella
no podía controlar su necesidad de calmar a quienes
la rodeaban. Esa energía irradiaba de ella sin su
consentimiento, lo quisiera o no. Tenía que aceptar eso de sí
misma y saber que mientras su compañero se enorgulleciera
de ella, ella también lo haría.

Quiero que te sientas orgullosa de ti misma porque mereces sentirlo,


no porque yo lo sienta, Elisabeta. Eres importante por tu cuenta.

Ella quería ser la mujer que él parecía necesitar como su


compañera, pero en el fondo sabía que era imposible y
siempre lo iba a decepcionar. Si la comparaba con Julija, ella
siempre se quedaría corta. La comparación sería ridícula.
Trató de no permitirse sentir como si no hubiera esperanza.
Ella aprendería las cosas que pudiera. Levantarse sola, limpiar
su cuerpo y vestirse no podía ser tan difícil, y sin embargo lo
era.

Ella podría flotar con bastante facilidad fuera del suelo. Ella se
hizo más ligera que el aire. Eso no fue difícil. Le tomó varios
intentos limpiarse a su satisfacción, y estaba muy cohibida,

Bookeater
Dark Song
consciente de que Ferro se había fusionado con ella y podía
ver todo lo que hacía. Se sentía como un niño tratando
de hacer la misma tarea una y otra vez. En algún momento,
cuando era una niña, sus padres debieron haberle mostrado
cómo hacer estas cosas, pero ella no recordaba las lecciones.
Sergey había logrado destruir sus recuerdos de su vida
anterior con su familia. Los destellos de recuerdos siempre
iban acompañados de dolor.

Ferro no mostró impaciencia. En este caso, casi deseó que lo


hiciera. Su cabello era grueso y demasiado largo. Caía casi
hasta sus rodillas y le pesaba mucho en la cabeza. Sentía un
lío enredado y quería cortárselo y usarlo corto para no tener
que aprender a manejarlo.

No lo harás.

Eso fue un decreto. Duro. Rápido. Una reacción visceral que


casi la hizo sonreír a pesar de su frustración con la
masa. Ferro definitivamente prefería el cabello largo. Al
menos ella le había sacado esa admisión. No solo le había
sacado eso, sino que su cabello de repente era más corto, más
hasta el trasero que hasta las rodillas, y ahora estaba limpio,
desenredado y trenzado perfectamente.

Gracias. Fue un alivio no tener que averiguar cómo hacer esa


tarea.

Ahora estaba el asunto del vestido. Ese vestido largo que le


había mostrado. Era un estilo más moderno de lo que jamás

Bookeater
Dark Song
había imaginado usar. Había tomado la decisión de usar el
negro y gris al levantarse antes porque, aunque se pegaba a su
figura, no era tan delgado como este. Tenía la visión
almacenada en su mente. Había puesto en su mente cada
detalle del vestido para poder duplicarlo cuando él se lo
pidiera. Ahora, ella estaba tan asustada. ¿Cómo podría
ponérselo?

¿Puedo preguntarte algo?

Ya te lo he dicho. No había impaciencia en su tono, pero sus


palabras implicaban que ella debería haberlo recordado.

¿Me verán otros con esta prenda?

Si. Andor traerá a Lorraine para que te conozca. Y Traian, tu


hermano, está muy impaciente por verte.

No pudo evitar retroceder horrorizada, tratando de


distanciarse de él. Él se negó a dejar ir su fusión. Ella apretó
los puños. Esto no iba nada bien y se había prometido a sí
misma que haría mucho mejor este levantamiento.
Lorraine. La mujer por la que sentía afecto. ¿Cómo podía
enfrentarse a ella con una prenda tan indecente? ¿Y Traian?
Un hermano al que no recordaba, que tendría expectativas
que ella no podría cumplir. Ella lo lastimaría sin
querer. Parecía que estaba condenada a fallarle a todos,
especialmente a su compañero.

Bookeater
Dark Song
Esto no iba a funcionar. Por mucho que quisiera, por mucho
que pensara que Ferro era el hombre más heroico del
universo, no podía hacer esto, ni siquiera por él.

− Estás entrando en pánico sin razón, piŋe sarnanak, − dijo


Ferro, deslizando los brazos alrededor de su cintura desde
atrás. − Cuando me necesites, debes llamarme. Alcanzarme.
Escucha nuestra canción. Tienes opciones, Elisabeta, y un día
recordarás que las tienes. Mientras tanto, haré esta elección
por ti. Tu elección siempre soy yo. Yo soy tu escudo.

Inclinó la cabeza, su cabello se deslizó contra su piel desnuda,


enviando un escalofrío de conciencia por su espalda. Sus
labios recorrieron el costado de su cuello desde el lóbulo de la
oreja hasta el pulso que latía tan tentadoramente allí.

− No has visto mujeres modernas y su forma de vestir. El


vestido que he elegido para ti es extremadamente modesto en
comparación. Te verás hermosa en él. No proporcionaría
prendas para que otros hombres mirasen tu cuerpo. Cuando
estemos solos, puedo mostrarte los tipos de ropa que puedes
usar solo para mí.

Sus dientes rasparon su pulso, y entre sus piernas su sexo se


apretó inesperadamente. Con vehemencia. Su estómago dio
un giro lento.

− Debes tener más confianza y fe en tu compañero, Elisabeta.


Yo soy antiguo y no me importa que otros machos estén
alrededor de mi mujer, especialmente aquellos que no lo

Bookeater
Dark Song
saben. Soy más dominante que muchos de los otros antiguos.
Nací así y los siglos solo amplificaron ese rasgo en mí. Me
preocupa que me encuentres... difícil de convivir.

Sus dientes se hundieron profundamente y ella no pudo


detener el pequeño grito de placer que se le escapó. Sus
manos subieron para tomar el peso de sus pechos, sus
pulgares rozaron sus pezones. Sintió como si las llamas
parpadearan y bailaran sobre ella.

Tú vas a llevar el vestido con confianza, porque te encontraré


hermosa en él. Si no deseas conocer a Lorraine, no es necesario que lo
hagas. Quería que tuvieras amigas, pero no es necesario. Solo si ese
es tu deseo.

Sus dedos y pulgares empezaron a tirar de sus pezones,


suavemente al principio y luego un poco más áspero, de
modo que los rayos de fuego parecían ir directamente a su
centro, que se había convertido en calor líquido. ¿Cómo podía
pensar con claridad? No podía pensar cuando su boca y sus
manos estaban causando tantos estragos en su cuerpo. Sentía
como si cada terminación nerviosa de su cuerpo hubiera
cobrado vida y estuviera alerta, esperándolo, desesperada por
su atención. Se encontró completamente concentrada en
él. Muy consciente de él como hombre. Un hombre. Su
hombre.

No podía verlo, pero sabía que él estaba vestido y ella no.


Parecía...decadente. Había imágenes en su mente que iban y
venían tan rápido que ella apenas podía seguir el ritmo, pero

Bookeater
Dark Song
todas eran eróticas y parecían indecentes y, sin embargo,
quería que frenase para poder verlas más claramente. Sabía
que cada imagen tenía que ver con Ferro y ella. Eso envió una
pequeña emoción secreta por su columna vertebral.

Su lengua se deslizó por la vena de su cuello y la giró,


abriendo su camisa, levantando su barbilla mientras lo
hacía. Sus labios rozaron los de ella, el más breve de los
toques, pero de nuevo, un escalofrío espontáneo recorrió
su columna y se extendió por su cuerpo. Sus pezones
empujaron contra su pecho desnudo mientras él la
aprisionaba cerca de él, su lengua jugueteando con la costura
de sus labios.

− Abre tu boca para mí.

Sabía que, si lo hacía, se perdería en él, pero no pudo


resistirse. No era solo su demanda, hecha con esa voz suave y
autoritaria. Era Ferro. Él la hipnotizó. Ella separó los labios y
la lengua de él se metió en su boca, trayendo fuego. Trayendo
caos. Trayendo una pasión que no sabía que existía en ella. La
emoción se apoderó de ella tan rápido y tan profundo,
brotando como un volcán, chocando con sus abrumadores
sentimientos de modo que parecía como si ambos se
incendiaran.

La besó larga y profundamente, hasta que una tormenta de


fuego rugió en su vientre y la unión entre sus piernas ardió y
se convirtió en líquido. Su sexo se apretó vacío. Sentía los
senos hinchados y doloridos. Su cuerpo entero fue

Bookeater
Dark Song
repentinamente inquieto y necesitado. La tensión se enroscó
profundamente y un tipo diferente de hambre urgente se
despertó en ella.

Ferro levantó la cabeza, sus manos trazaron la curva de sus


pómulos. − Aliméntate, sívamet. Estás pálida y cacé esta
mañana para atender nuestras necesidades.

De repente tenía otras necesidades de las que sabía poco, pero


quería que él también se ocupara de ellas. Se las arregló para
levantar la mirada hacia él, con la esperanza de que él la
viera. Rozó un beso en cada párpado.

− Una lección a la vez, Elisabeta. Tienes que estar muy segura


de que soy lo que quieres. Un antiguo dominante que
gobierne tu vida puede que te suene bien ahora, pero en unos
años, cuando recuperes tu confianza y conozcas tu propio
poder, seré un peso que tendrás que llevar alrededor de
tu cuello.

Apretó su rostro contra su pecho, sin darle tiempo a


responderle. Quería protestar. Ella se conocía a sí misma
mejor que él. Sabía cómo los siglos la habían moldeado, pero
en ese momento el sonido de su corazón fue como el
tamborileo de la lluvia sobre el suelo de la tierra. Como el
sonido en su canción cuando la despertó. Tentación, y tan
cerca. Ella ya tenía el sabor de él en la boca.

Estaba un poco obsesionada con extraerle sangre solo por las


veces que la había alimentado. Ahora esa adicción había

Bookeater
Dark Song
empeorado. Su sabor no se trataba solo de su sangre, sino que
también estaba envuelto en él. Su pura personalidad. Su
sensualidad. La forma en que la hacía sentir sobre sí misma
como mujer. Como compañeros, la forma en que sabía su
sangre ya era afrodisíaca para ella, pero descubrió que era
mucho más.

Ella acarició su pulso con la lengua y luego lo mordió,


hundiendo los dientes profundamente, su cuerpo se apretó
salvajemente mientras su sabor único estallaba en su boca y
bajaba por su garganta. Le pareció extraño que el acto de
alimentarse ya no fuera solo eso, sino de naturaleza más
sexual. Ni siquiera sabía mucho sobre sexo, solo lo que Ferro
le estaba mostrando lentamente con las imágenes en su mente,
pero su cuerpo ya estaba reaccionando a él y lo había estado
haciendo todo el tiempo. Era como si su cuerpo hubiera
estado dormido todos esos siglos y él hubiera venido y lo
hubiera despertado. Ella se movió inquieta contra él incluso
mientras tomaba su sangre, sus brazos rodeando su cintura.

La dejó beber más de lo que debería, estaba segura, pero


cuando la detuvo, ella todavía se sintió privada, aunque lo
obedeció instantáneamente. Inclinó la cabeza para rozarle la
boca con la suya como recompensa por su obediencia. Pasó
las yemas de los dedos desde sus hombros sobre las curvas de
sus senos hasta sus pezones, poniéndole la piel de gallina y
haciendo que su corazón latiera de nuevo.

− Ponte el vestido, Elisabeta.

Bookeater
Dark Song
Ella parpadeó hacia él. Todavía iba a obligarla a ponerse el
vestido ella misma. Era tan incómodo. En un momento se
sintió como una mujer sexy, al siguiente como una niña
indefensa incapaz de hacer lo que cualquier Cárpatos podría
hacer. Se humedeció los labios y visualizó cada detalle de la
prenda que él quería que usara y luego la imaginó en su
cuerpo. Había pensado en hacerlo un poco más grande para
ella, pero no quería decepcionarlo y sabía que lo haría, así que
lo hizo exactamente como él le había mostrado.

Para su absoluto asombro, el vestido verde bosque se aferraba


a su cuerpo, y caía hasta los tobillos en suaves pliegues de tela.
La tela se sintió increíble en su piel. Demasiado agradable.
Cuando se movió, se deslizó sobre ella, frotándose
sensualmente, inflamando su cuerpo ya de por si excitado. No
estaba segura de que fuera una buena idea. No llevaba ropa
interior. No había pensado en agregarla. Nunca la había
usado y no sabía qué usaban las mujeres, pero Julija una vez
le había dicho que las mujeres sí la usaban.

Demostrando que todavía estaba fusionado con ella, Ferro


negó con la cabeza y se inclinó para atraparle el lóbulo de la
oreja entre los dientes. − No es necesario que uses nada más
que te haga sentir incómoda. Estás debidamente cubierta,
Elisabeta. Cuando estés lista para ropa diferente, podemos
experimentar hasta el contenido de su corazón, o puedes
hacerlo con tus amigas. En este momento, solo hacemos
algunas cosas a la vez para que no te sientas abrumada.

Bookeater
Dark Song
− Me gusta el material, − admitió. No pudo evitar la timidez
de su voz. Pasando sus manos arriba y abajo por sus muslos
para poder sentir la suavidad de la exquisita tela, de repente
entró en pánico. − ¿Y mañana? ¿Qué me voy a poner en el
próximo levantamiento?

− Miraremos juntos el catálogo de Lorraine y elegiremos dos


vestidos.

Sintió que su garganta comenzaba a cerrarse por la ansiedad.


Esperaría que ella tomara decisiones. Habría demasiados.
Levantó la mano en un esfuerzo por eliminar el ataque de tos
que había empezado. Él tomó su muñeca y muy gentilmente
se llevó la mano a la boca.

− Te dejaré mirar conmigo y elegiré dos de mis favoritos. Con


suerte, los aprobarás. Continuaremos haciéndolo hasta que te
sientas capaz de ayudarme a elegir un vestido también.

Casi se desplomó contra él de alivio.

Entraremos en la casa y debes mirar alrededor de la habitación


en la que estuvimos en el último levantamiento. Quiero que
hagas tu mejor esfuerzo para asimilar un poco más de lo que
lo hiciste. Si es abrumador, simplemente cierra los ojos y
mírame en tu mente. Vamos a comenzar con una pequeña
zona y trabajar el camino alrededor de la habitación. Será
nuestra sala de entretenimiento.

Bookeater
Dark Song
Estaba decidida a no detestar esa habitación. Eventualmente,
representaría algo bueno para ella, estaba segura de eso. Justo
ahora, era simplemente demasiado grande. Ella asintió.

− Este es un buen momento para que practiques el moverte


por tu cuenta de un área a otra. Ya flotaste debajo de la tierra,
para que sepas que puedes hacer eso. Quiero que practiques
el caminar una vez que estemos dentro de la habitación.
Tienes que poder moverte tanto como Cárpatos como humano
con la misma facilidad. Nadie estará en la casa, excepto
nosotros dos, así que, si das un paso en falso, nadie lo verá.

Ella tragó saliva. − Tú lo verás.

Su sonrisa tardó en llegar. Se deslizó por su rostro, calentando


el hierro de sus ojos hasta convertirlo en un calor plateado
azulado que le quitó el aire de los pulmones, dejándola
incapaz de recuperar el aliento. La forma en que la miró la
hizo sentir como si fuera la persona más importante de su
mundo, y en ese momento, ella creyó que lo era. Sus manos
ahuecaron su rostro con una delicadeza tan exquisita que su
corazón dio un vuelco. La yema de su pulgar se deslizó hacia
adelante y hacia atrás sobre su barbilla, hipnotizándola
mientras sus ojos miraban hacia los de ella.

− Siempre te veré, minan piŋe sarnanak, y todo lo que hagas. Me


encanta la forma en que intentas las cosas que te pido. Llegará
un día, tal vez pronto, tal vez dentro de un siglo, cuando tenga
que cazar al vampiro y tú te quedes a cuidar de nuestros hijos,
y yo iré con confianza debido a la tenacidad y valentía que me

Bookeater
Dark Song
muestras aquí mismo. Estás aterrorizada cada alzamiento, y,
sin embargo, con determinación, abordas cada tarea que se te
presenta. No podría pedir más a nuestros mejores guerreros.
Me humillas.

Ella escuchó la sinceridad en su voz, la vio en su mente y le


dio la determinación de aprender las cosas necesarias para
existir en el nuevo mundo en el que estaba. Quería hacer eso
por él, pero también, porque él tenía razón; tendría que estar
sola con sus hijos en algún momento y necesitaba saber que
podía hacer lo que fuera necesario. No parecía posible, pero
Ferro era un antiguo cazador y parecía tener plena confianza
en ella.

Ella asintió. − Es más fácil caminar sin zapatos, − dijo, para


tratar de tapar la emoción que brotaba como una terrible
sensación de ardor en la garganta y los ojos.

Inclinó la cabeza y le rozó los labios con los suyos. Fue un


contacto breve, casi imperceptible, pero conmovedor de todos
modos. Sintió las alas de mariposa revoloteando en la boca de
su estómago y presionó su mano con fuerza sobre la
sensación.

− Sin embargo, dado que es una práctica aceptada usar


zapatos afuera, sería mejor practicar en la privacidad de
nuestro hogar con ellos puestos.

La levantó en sus brazos, acunándola cerca de su pecho. Se


sentía enormemente fuerte y, aunque era alta como la mayoría

Bookeater
Dark Song
de las mujeres de los Cárpatos, la hacía sentir delicada y
pequeña. Era un hombre muy grande. Sabía que Sergey la
había mantenido muerta de hambre a propósito para evitar
que posiblemente se volviera demasiado poderosa, lo cual era
una tontería cuando nunca había tenido la oportunidad de
aprender nada. Ahora, al parecer, su compañero era todo lo
contrario. Estaba dispuesto a que ella aprendiera todo. Quería
que ella tuviera confianza y sintiera su propio poder. Ella
estaba emocionada y aterrorizada por eso, porque sabía que
Ferro tenía expectativas de ella y no estaba tan segura como él
de poder cumplirlas.

Ferro la dejó en la sala principal de lo que eventualmente seria


la base de operaciones en la que vivirían cuando se quedaran
en los Estados Unidos; al menos, podía ver que eso estaba en
su mente en ese momento. Mantuvo los ojos cerrados
con fuerza, por miedo a marearse demasiado. Necesitaba
poner las imágenes del levantamiento antes sólidamente en su
mente como referencia.

− Estás frente a la silla donde me senté contigo, − dijo,


deslizando la mano desde su cintura hasta su cadera.

El gesto se sintió... íntimo. Nunca fue torpe. Su palma apenas


rozó su cuerpo, tan ligero sobre el delgado material del
vestido ajustado, pero sintió ese toque hasta los huesos. Ella se
sintió marcada. Suya.

− No estoy mirando hacia la ventana, ¿verdad? − Se sintió


muy atrevida al preguntarle. En un millón de años nunca

Bookeater
Dark Song
habría hecho una pregunta así. Elisabeta todavía no estaba
segura de sí estaba probando su libertad o su reacción.

− No, sívamet, no me equivocaría tanto con el que es hän ku


vigyáz sívamet és sielamet. Te aprecio, Elisabeta, y te protejo.

A ella le gustó que Ferro la llamara la guardiana de su


corazón y su alma. Había mantenido su alma a salvo durante
tanto tiempo, luchando contra los continuos asaltos de Sergey,
sus engaños y torturas a lo largo de los siglos, que sintió que
realmente había sido y seguía siendo la guardiana de su alma.
Ella también quería ser la guardiana de su corazón. Eso era
mucho más difícil de creer. Su alma le había sido confiada por
el destino. Por el destino. Pero su corazón... si lo tenía, se lo
habría dado él y aún más atesorado por el obsequio gratuito.

Sus manos se deslizaron de nuevo hasta su cintura. Ella sintió


que él la agarraba allí. Tranquilizándola. Él estaba allí en su
mente, aumentando su valor. Ella podría hacer esto por él.
Tenía ese escrito en la espalda, el que decía que había
guardado su honor por ella. Ella podía ser valiente por
él. Quizás, eventualmente, lo sería por ella misma, pero por
ahora, si ella pudiera hacerlo por él, sería suficiente.

Elisabeta respiró hondo y se obligó a abrir los ojos. Esperaba


sentirse enferma y desorientada, pero debería haber confiado
en su compañero. La tenía frente a la pared de una esquina. Se
encendió un candelabro, la luz parpadeó tenuemente,
arrojando sombras sobre un área más grande de lo que ella
realmente había visto la noche anterior. Al principio parecía

Bookeater
Dark Song
un espacio amplio, pero lo convirtió en una cuadrícula en su
mente, viéndolo como si estuviera viendo la esquina más
ancha a través de rejas.

− Muy inteligente.

Su aliento era cálido en su oído. Él transfirió sus manos a sus


hombros y comenzó ese lento y relajante masaje que ella
estaba comenzando a disfrutar realmente. Tenía manos
grandes con dedos fuertes y tenía todos los nudos tensos. Con
solo ellos dos en la casa, parecía mucho más fácil permitirse
tener un ataque de pánico si eso era lo que tenía que suceder
para poder ver la habitación.

− Piense en este lugar como tu hogar, piŋe sarnanak. Es solo


esta habitación. Este espacio. Esto es lo que tenemos
juntos. Una chimenea para calentarnos si el clima se vuelve
frío y no queremos tomarnos la molestia de regular la
temperatura corporal.

Le gustó la forma en que sus labios le rozaron la oreja cuando


le habló. La forma en que su aliento la calentó y sin embargo
provocó sus sentidos al mismo tiempo, haciéndola tan
consciente de él. Se había acercado aún más a ella, de modo
que ella descansó contra su pecho. Podía sentir su ingle
apretada contra ella. Las columnas largas y gruesas de sus
muslos.

− Tendremos cálidas alfombras frente a la chimenea.


Tendremos muebles. Sillas para sentarnos nosotros y para

Bookeater
Dark Song
nuestros visitantes. ¿Qué imaginas en tu hogar? ¿Solo en este
espacio para nosotros?

Su corazón latía contra la gruesa barra de su antebrazo. Se


humedeció los labios varias veces antes de atreverse a hablar.
− Nunca he estado en una casa. No sé cómo se ve una. Si
pudieras mostrarme lo que quieres decir... − Se interrumpió,
sin saber si incluso entonces podría imaginar lo que quería.

Para su total asombro, sintió que la diversión llenaba su


mente. No a ella. a él. Se rio de sí mismo y luego lo compartió
con ella. − Se me acaba de ocurrir, Elisabeta, yo tampoco sé
nada de este tema. Evité a los humanos lo mejor que pude
durante siglos, utilizándolos solo como sustento. Ciertamente
no entré en sus casas. No entré en ninguna casa de los
Cárpatos que no fuera la de Tariq y la de Dragomir, y luego
solo brevemente para las reuniones. No caminé por su casa,
sino que fui directamente a la sala de reuniones en otra forma.

Elisabeta se encontró relajándose por completo, su risa


compartida de sí mismo transformó lo que había sido
estresante en algo completamente diferente. Ella nunca había
conocido el sentido de la diversión. Fusionada como estaba
con él, aunque no se adentraba mucho en sus recuerdos, sabía
que él tampoco recordaba haberse divertido. Juntos, estaban
descubriendo que incluso las cosas de las que ninguno de
ellos tenía conocimiento podían ser divertidas si se
compartían.

Bookeater
Dark Song
Dejó que su cuerpo descansara contra el de él.
Inmediatamente una sensación de tranquilidad y paz la
inundó. Nunca había conocido a nadie que pudiera tener su
fuerza, ni física ni espiritual.

− Lorraine tiene catálogos con ropa. Quizás...

Trató de no sentir molestia por el nombre de la otra mujer.


Él se refería demasiado a la desconocida Lorraine. − No sé qué
es un catálogo.

− Una revista. Un libro con dibujos.

Había esa misma diversión en su mente, pero esta vez, estaba


segura, el humor que sentía estaba dirigido hacia su irritación
por la ausente y tan perfecta Lorraine.

− Lorraine es cualquier cosa menos perfecta, piŋe sarnanak, y


agradezco a las estrellas que ella sea un problema de Andor y
no mío. Ella es minan sisar. Para salvar a Andor, unimos
nuestras almas. Ella no era de los Cárpatos en ese momento y,
sin embargo, sabiendo que podía morir, todavía nos permitió
unirla a nosotros para que pudiera ir al inframundo para
encontrar a Andor. Sandu, Gary, Lorraine y yo tuvimos que
ser lo suficientemente fuertes como para sacarlo, así que sí, la
respeto. Ella es una guerrera. Ella es la compañera de Andor,
su problema, y él es ekäm.

Bookeater
Dark Song
Al reclamar a Andor como su hermano y a Lorraine como su
hermana, le estaba diciendo que la pareja era su familia y, por
lo tanto, familia para ella.

Repasó cada palabra que había dicho. Ella no pudo encontrar


ninguna mentira. Ninguna inflexión que le dijera que él se
sentía diferente a lo que sus palabras implicaban. − ¿Por qué
dices que gracias a las estrellas ella es problema de Andor,
cuando la respetas claramente y la admiras?

− Ella no se adaptaría a un hombre como yo en absoluto, ni yo


le sentaría bien a ella.

Eso no le dijo nada en absoluto. Él estaba quieto, dándole la


opción de buscar en sus recuerdos, pero ella no podía ir tan
lejos. Daba un pequeño paso a la vez. Quería que ella mirara
este espacio y lo convirtiera en un hogar para ellos. Ella no
sabía qué había en una casa. Quería que conociera a Lorraine
y ella lo haría con la mayor amabilidad posible, a pesar de que
se sentía en gran desventaja. Ella rehuía pensar en reunirse
con su hermano biológico, pero sabía que también tenía que
hacerlo. Incluso si Ferro se la llevaba lejos, Traian podía apelar
al príncipe y Ferro se vería obligado a traerla de regreso. No
podía protegerla para siempre.

− Yo puedo, ya lo sabes. Me importa poco lo que los demás


piensen de mí. No he jurado lealtad al príncipe reinante. No
puede ordenarme que haga nada, ya que no estoy bajo su
mando. La mayoría de mis hermanos tampoco le han jurado
lealtad.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta no sabía si el alivio que la invadía era algo bueno o
malo. Solo sabía que no quería iniciar una guerra. Aun así, la
idea de tantas exigencias para ella cuando apenas podía abrir
los ojos sin colocar barras imaginarias frente a su vista era
desalentadora. Era imposible que los demás lo entendieran.

− Estoy orgulloso de ti, sívamet. Ya has recorrido un largo


camino. No te das cuenta de cuánto me has aceptado en tu
vida. Me da mucha humildad que lo hagas. − Frotó su barbilla
en la parte superior de su cabeza.

− ¿Por qué no has jurado lealtad al príncipe reinante?

− No he jurado lealtad a un príncipe al que nunca tuve la


oportunidad de conocer. Su padre traicionó a su pueblo al
mantener vivo a su hijo mayor cuando sabía que debía
destruirlo. Puso en marcha muchas cosas que no deberían
haber sucedido solo para complacer a su compañera. Su deber
era con su gente, con todos nosotros. Sus cazadores estaban
haciendo todo lo posible para vivir con honor y, sin embargo,
eligió un camino sabiendo que la gente de los Cárpatos
llegaría al borde de la extinción si no mataba a su hijo. Le dejó
un desastre a su hijo Mikhail.

− ¿Cómo es posible que él supiera eso?

Vlad tenía precognición. Lo sabía. Puede que no hubiera


querido saberlo. Podría haber intentado decirse a sí mismo
que lo que veía en el futuro no tenía por qué suceder, pero lo

Bookeater
Dark Song
sabía. Fue un líder despiadado hasta que tuvo sus propios
hijos. Las reglas que aplicó a todos los demás no las aplicó
allí. No voy a no cometer el error de seguir a un líder a ciegas.

Escuchó el tono de absoluta verdad en su voz. Ferro había


seguido su propio camino durante mucho tiempo, confiando
en sí mismo y luego en sus hermanos, convirtiéndose en una
fuerza a tener en cuenta, que incluso los cazadores de los
Cárpatos más experimentados desconfiaban de él. Ella lo
entendía mejor y su razonamiento tenía sentido para ella.
Había sido traicionado por alguien en quien había creído, al
igual que ella había sido traicionada por su amigo de la
infancia. Comprendía la traición y las consecuencias a largo
plazo.

− Él sigue siendo el príncipe, Ferro, y a menos que esté


malinterpretando lo que escuché de los hermanos Malinov, es
capaz de aniquilar a cualquiera con su poder. Por eso es el
príncipe. Él es el recipiente de todo el poder del pueblo de los
Cárpatos.

− Eso es cierto, sívamet. Tariq está designado para


representarlo, pero no es un príncipe y no puede hacer lo que
Mikhail puede hacer, − admitió Ferro. – Tarde o temprano, los
hermanos tendrán que decidir si el príncipe reinante es digno
de nuestro apoyo y defensa. No hemos tenido tiempo de
conocerlo por nosotros mismos, pero cuando lo hagamos,
tomaremos esa decisión como muchos lo han hecho antes que
nosotros.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta pensó que era justo. Si uno iba a luchar para salvar a
un príncipe, o ir a la guerra por uno, debería creer en él.

− Entonces, estoy mirando nuestro espacio aquí, − dijo, con la


esperanza de aligerar una vez más el estado de ánimo entre
ellos. − Me gusta la silla donde nos sentamos la última vez.
Encajamos muy bien en ella. ¿Fue cómodo para ti? − Se sintió
muy atrevida al preguntar. No tenía idea de cómo era la silla.
No había visto ninguno de los muebles.

Inclinó la cabeza hasta que sus labios estuvieron una vez más
contra su oído, donde pudo sentir su cálido aliento. La forma
en que lo hizo convirtió sus entrañas en mantequilla derretida.

− ¿Vas a soltar los barrotes de tu jaula, minan piŋe sarnanak?


Eres mi pequeño pájaro cantor, pero puedes volar libre en
nuestra casa conmigo a tu lado.

Le gustaba ser su pájaro cantor, aunque nunca le había


cantado. Ella escuchaba su canción sonando en su mente
cuando estaba nerviosa o molesta. Tenía una voz de canto
hermosa y relajante. − No estoy del todo lista para
volar. No he aprendido a caminar aún.

Se dio cuenta de que le había cubierto el antebrazo con la


mano y estaba acariciando su piel desnuda una y otra vez. Él
no había protestado, pero ella se obligó a detenerse. Se estaba
tomando más libertades con él de las que debería permitirse.
Peor aún, si confiaba en él y luego lo perdía...

Bookeater
Dark Song
− Elisabeta, eres mi compañera. A menos que decidas que no
puedes estar conmigo, estaré a tu lado en esta vida y en la
próxima. Crecerás en confianza a medida que mejores, y
trabajaremos juntos para construir una relación que funcione
para nosotros dos, independientemente de lo que otras
parejas piensen que deberíamos ser.

Ferro siempre fue muy estable, muy tranquilo y práctico. Algo


de eso estaba comenzando a abrirse camino a través de sus
temores aparentemente interminables. Le dio la impresión de
que siempre podía contar con él. Que permanecía inmutable y
que no le importaba lo que pasara en torno a él, iba a ir a
través. Quería desesperadamente creer eso. Lo necesitaba para
dejar ir el terror, salir del modo de supervivencia y aprender
a vivir.

Muy lentamente, manteniendo los ojos abiertos, quitó las


barras una a una. Al principio, quitó las que estaban en el
medio, dejando entrar un poco más de los espacios abiertos.
Esperó unos pocos latidos para ver si se desorientaba o se
sentía mal del estómago. Las barras exteriores ayudaron a
mantener la sensación como si ella todavía estuviera en un
espacio más pequeño.

El brazo de Ferro, cerrado alrededor de ella, se ajustó apenas


una fracción, recordándole que él estaba allí. Sintió su cálido
aliento contra su oído. Él se quedó callado, permitiéndole
trabajar a su propio ritmo, algo que estaba empezando a
valorar en él como pareja. Nunca la apresuró, ni parecía
impacientarse con ella. Ese rasgo en él le dio más confianza.

Bookeater
Dark Song
Respiró hondo porque, por primera vez en siglos, podía mirar
un área abierta sin rejas frente a ella y no sentir que iba a
enfermarse o caer hacia el espacio. Fue estimulante. Tal vez
un pequeño paso, que nadie más reconocería, pero para ella
era enorme, y Ferro se lo había dado.

Elisabeta volvió la cabeza hacia la de él, mirando por encima


del hombro. − Realmente eres bastante maravilloso.

Su sonrisa tardó en llegar, pero cuando lo hizo, iluminó sus


ojos siempre cambiantes hacia ese plateado azulado que ella
amaba. Ladeó la cabeza y rozó sus labios muy suavemente
con los suyos. − Me siento honrado de que pienses eso, ya que
creo que mi compañera es bastante maravillosa.

Con el corazón latiendo rápido como el pajarito cantor que


siempre la llamaba, se volvió para examinar el área en la
esquina, ahora mucho más ancha sin las barras en el
medio. No quería fallar en el último minuto, pero realmente
quería quitar las barras exteriores de la jaula y liberarse por
completo del cautiverio de Sergey. El vampiro le había hecho
eso. La obligó a mirar todo en su vida a través de rejas. Ella
nunca participaba, sino que siempre era una observadora.
Ferro le dio la oportunidad de convertirse en participante,
pero solo en lo que quería hacer y a su propio ritmo. Ella
podría estar asustada, pero él la apoyaba, dándole valor.

Agarrando el antebrazo de Ferro con fuerza, bajó el último de


los barrotes, los dos en los bordes exteriores de la jaula que

Bookeater
Dark Song
había construido frente a sus ojos. Primero el del lado
derecho. Con esa barra curva hacia abajo, dejaba mucho más
espacio en su línea de visión, o al menos así parecía. Forzó el
aire a través de sus pulmones y se apretó lo más cerca posible
de Ferro, negándose a cerrar los ojos.

Su estómago dio un vuelco solo por un momento, pero Ferro


se inclinó, su cabello barriendo su cuello desnudo, enviando
deliciosos pequeños escalofríos de conciencia a través de su
cuerpo, distrayéndola por completo. Sus dientes rasparon
hacia adelante y hacia atrás sobre el pulso que palpitaba en su
cuello.

− Eres increíblemente valiente, sívamet. Creo que deberían


llamarte kont o sívanak en lugar de a mí.

Corazón fuerte. Pensaba que ella debería tener derecho a ese


nombre. Su corazón se disparó. Cada vez que sus dientes se
deslizaban por el pulso en el costado de su cuello, casi se
olvidaba de su propio nombre, y mucho menos se
desorientaba por el espacio frente a ella. Cada terminación
nerviosa de su cuerpo estaba viva y completamente
consciente de él.

− Creo que te dejaremos ese título, − murmuró. Animada, bajó


el último de los barrotes.

La vista de la habitación frente a ella se abrió de par en par,


extendiéndose para que pudiera ver mucho más, por lo que
parecía enorme, mucho más grande que cualquier cosa en la

Bookeater
Dark Song
que hubiera estado que pudiera recordar. Su primera
inclinación fue cerrar los ojos y volverse para esconder su
rostro en su pecho. Antes de que pudiera, el dolor y el placer
la atravesaron simultáneamente, tan juntas que las dos
sensaciones no podían separarse. Entonces fue el sentimiento
más erótico que había experimentado en su vida, tanto que
fue abrumador. Apenas podía pensar con claridad, y mucho
menos preocuparse por lo que estaba viendo.

No pude resistirme a probarte de nuevo. Eres... exquisita. Ferro se


detuvo e inmediatamente cerró la herida con la saliva curativa
de su lengua. Eres una gran tentación, compañera. Tu sangre me
llama. Tu cuerpo llama al mío. Si lo necesitas, te daré mi
sangre. Tuve cuidado de no tomar demasiado.

A ella no le habría importado si él la hubiera dejado seca. La


hacía sentir muy hermosa y sensual, cosas que ella no sabía
que eran posibles. A ella le gustaba que su sangre lo llamara,
pero el hecho de que él dijera que su cuerpo también lo
llamaba hizo que quisiera abrazar esa declaración y ceñirla
con fuerza para examinarla más tarde.

− Ahora que has mirado el espacio, Elisabeta, ¿qué crees que


deberíamos hacer ya que ninguno de nosotros tiene ni idea de
cómo debería ser una casa? − Su barbilla se movió hacia
adelante y hacia atrás sobre la parte superior de su cabeza.

Ella se congeló, incapaz de darle una respuesta. No pareció


importarle.

Bookeater
Dark Song
− Tal vez puedas practicar tu caminata y llamaré a Andor y a
su compañera diabólica, Lorraine, para que te conozcan.
Puede traernos algunas ideas para que miremos también. Te
lo advierto, no tomes nada de lo que ella diga como algo que
quisiera que hicieras y más cuando se trata de decorar nuestra
casa. Su compañero le da rienda suelta; yo no sería tan
indulgente.

Parecía severo, pero ella estaba fusionada con él, y aunque


creía que Andor debería tener una mano más firme con
Lorraine, Ferro se sentía infaliblemente amable con Elisabeta.

− Eso suena como una buena idea, − estuvo de acuerdo,


sintiendo su toque de diversión y dejando que la invadiera,
sabiendo que era solo para ella.

Bookeater
Dark Song
7
Lo que una vez fue un incendio, se vuelve más fuerte que antes;
Un metal en la fragua, se convierte en una espada para la guerra.

− Josef llegó con Traian y Joie, y él ya ha comenzado a trabajar


en la actualización de los programas de Tariq, − dijo Andor. −
Trajo tablets para los hermanos y va a dar lecciones. − Andor
sonrió. – Sandu ira primero. Ya sabes cuán resistente es a
aprender algo real sobre la tecnología. No le importa en lo
más mínimo sacarlo de la mente de alguien, pero usar una
computadora, de ninguna manera.

Lorraine se rio. − Como si fueras diferente. Y Ferro ni siquiera


mira una computadora.

− ¿Cuál es la necesidad cuando puedo mirar dentro de una


mente y obtener la misma información? − Ferro preguntó. −
Aprendo a usar una y al mismo tiempo recupero la
información que busco.

Lorraine puso los ojos en blanco. − Tienes que entrar en este


siglo, Ferro. ¿Y por qué no se le permite a Elisabeta hablar por
sí misma? Nos presentaste y, sin embargo, ella no ha dicho
una palabra. Andor me dijo que los antiguos no siempre
quieren que sus compañeras hablen con otros hombres. Somos
familia, ¿verdad? Andor es tu hermano y yo tu hermana,
entonces, ¿qué pasa con las viejas costumbres?

Bookeater
Dark Song
Ferro se encogió de hombros, sin expresión en su rostro.
Él miró a la mujer que tenía cerca de él. Elisabeta estaba
apretada contra él, su brazo alrededor de ella, casi tragándola,
haciendo casi imposible que Lorraine y Andor, colocados al
otro lado, la vieran con claridad. Había dispuesto las sillas
deliberadamente para la comodidad de Elisabeta, no para el
de sus visitantes. Hasta el momento, Elisabeta no había dado
ningún indicio de que deseara comprometerse con la pareja.
Hasta que lo hiciera, él la iba a proteger.

Lorraine dio un suspiro exagerado mientras Andor tosía


detrás de su mano, la diversión iluminó sus ojos. Ella miró a
su compañero. − No lo animes. Elisabeta, de verdad. Ferro
solo actúa como si fuera duro. Realmente es un dulce osito de
peluche. Un poco brusco a veces, pero nunca, bajo ninguna
circunstancia, te haría daño. Si quieres hablar sin su permiso,
adelante. Si te mira, lo patearé en la espinilla por ti.

Ferro no solo escuchó el tono de verdad en su voz, sino que


supo que tenía la audacia y el coraje para respaldar su
amenaza con acciones. Luego, el sonido más pequeño se le
escapó a Elisabeta, solo en su mente, pero podía jurar que era
una risa de niña. Eso le agradó muchísimo. Sabía que su
hermana guerrera más grande que la vida le daría a su sumisa
compañera una perspectiva completamente diferente, una que
él quería que ella viera. No tenía idea de que Elisabeta
encontraría a Lorraine tan divertida como él.

Bookeater
Dark Song
− A ti, no puedo ponerte sobre mi rodilla, pero a mi
compañera, te aseguro, que, si puedo, y lo haré. − En su
mente, se aseguró de estar frotando el trasero de Elisabeta
sensualmente, masajeando sus nalgas, sin lastimarla en lo más
mínimo. Para Lorraine, sonaba arcaico, como si fuera a
golpear a su compañera, pero no quería que su pequeño
pájaro cantor temiera cualquier castigo que no fuera lo que le
había dicho que sucedería: sus besos.

Lorraine se puso de pie de un salto y caminó por la


habitación, toda energía inquieta. − Eres un hombre horrible,
bruto. No te atrevas a amenazar a esa pobre mujer
indefensa. − Ella se acercó a él con los dos puños apretados a
los lados. − Realmente te voy a patear en las espinillas.
Necesita cuidados, no amenazas, Ferro. − Ella tomó aire,
claramente luchando por calmarse. − Entiendo que eres tan
antiguo como la tierra, pero en serio, ¿tienes alguna idea de lo
que ha pasado?

− Lorraine − Andor advirtió. − Ella es su compañera. Eso


significa que se fusionan en la mente, al igual que nosotros. Él
sabe todo lo que le ha pasado. Estás reaccionando como un ser
humano y pensando con tu mente humana. Piensa como un
Cárpatos. Los compañeros deben proporcionar lo que el otro
necesita. Ferro sabe exactamente lo que necesita su
compañera.

Ferro entrecerró la mirada hacia su hermano. No necesitas


arruinar toda mi diversión.

Bookeater
Dark Song
Las manos de Lorraine fueron a sus caderas y se quedó de pie
frente a él durante un largo rato, mirando fijamente la
máscara inexpresiva que llevaba. – Eres un idiota, Ferro.
A propósito, me dejaste creer que le prohibías hablar con
nosotros solo para poder ver mi cabeza explotar, ¿no es así?

− No creo que alguna vez encuentres tu Zen, mujer. Llegas a


una conclusión antes de conocer todos los hechos. Mi mujer
necesita tiempo para procesar las cosas, incluida la gente
nueva. Ahora lo más probable es que piense que estás loca,
aunque traté de prepararla diciéndole que eres una exaltada.

Los ojos de Lorraine se entrecerraron en él. − No solo me


llamaste exaltada.

− Fue difícil intentar que ella entendiera lo que eso significa,


aunque ahora estoy seguro de que ella ya lo sabe. − Ferro
mantuvo su tono divertido.

Lorraine se echó a reír. − Eres tan imposible. Elisabeta, amo a


este hombre como a un hermano, pero quiero retorcerle el
cuello la mayor parte del tiempo. Espero que eventualmente
puedas llegar a aceptarme como hermana a pesar de las fallas
que Ferro cree que tengo. − Había vulnerabilidad en la voz de
Lorraine, a pesar de que estaba sonriendo.

A su lado, Elisabeta se agitó. Ferro entrelazó sus dedos con los


de ella, esperando darle valor. Podía sentir que ella quería
hablar, pero era tan tímida.

Bookeater
Dark Song
Deseo que la tranquilices si es posible.

Ferro sintió que se armó de valor, reuniéndose.

Ferro te admira y respeta mucho, Lorraine. Siempre habla


muy bien de ti y me dijo que te consideraba y te tiene afecto
como su sisar. Para un antiguo sin compañera unir su alma a
una mujer, especialmente a una mujer humana, es un signo de
la más alta estima.

Las lágrimas brillaron en los ojos de Lorraine. Parpadeó


rápidamente y luego se volvió hacia su compañero mientras
rápidamente retrocedía la corta distancia para arrojarse en la
silla junto a Andor. Inmediatamente le tendió la mano y ella la
tomó como si estuviera agarrando un salvavidas.

− Gracias, Elisabeta. Ese es el mejor cumplido. Ferro nunca me


habría dicho que pensaba esas cosas sobre mí.

− No es necesario, − dijo Ferro. − Deberías tener esa confianza


ya.

Lorraine negó con la cabeza. − Ferro, tú, Andor y los demás


tenéis toda la confianza del mundo. Las mujeres no somos de
la misma manera, al menos las que yo conozco. Tratamos de
tener confianza, pero necesitamos un poco de tranquilidad de
vez en cuando.

− Eres la compañera de Andor. Eso es suficiente, − decretó


Ferro.

Bookeater
Dark Song
Lorraine hizo un sonido exasperado que hizo que Elisabeta le
diera a Ferro otra risita infantil en sus mentes fusionadas.

− El hecho de que decretes algo no significa que sea así,


Ferro, − argumentó Lorraine.

Levantó una ceja. − No escuches sus tonterías, minan piŋe


sarnanak. Cuando decreto algo, funciona para ti. Yo establezco
las reglas y debes seguirlas. − Sabía que las reglas hacían que
Elisabeta se sintiera cómoda, donde realmente harían explotar
la cabeza de Lorraine. Solo para volverla realmente loca,
siguió adelante. − Mi palabra es ley absoluta para ti.

Lorena se quitó el zapato y se lo tiró a él, todo en un solo


movimiento, lo que demostraba que había estado trabajando
en las técnicas que Andor le había estado enseñando desde
que la había convertido. Ferro detuvo el misil en el aire, sin
correr el riesgo de que se acercara a Elisabeta.

Andor se echó a reír. − Son así todo el tiempo, Elisabeta.


Tendremos que ser los cuerdos. Si Julija e Isai están cerca, solo
empeora. Julija se pone del lado de Lorraine y Ferro se burla
de ellas aún más.

Ferro no tenía la relación con Julija que tenía con Lorraine,


pero por el bien de Elisabeta, sabía que necesitaría desarrollar
una. Alguna cosa. Tenía que saber que al final, él tenía en el
corazón los mejores intereses de su compañera.

Bookeater
Dark Song
Les diré, aseguró Eisabeta. No me gusta que piensen que me estás
tratando de una manera que se considera mala cuando realmente me
estás cuidando bien y haciendo lo que te pido.

− A mi mujer le preocupa que tú y Julija piensen mal de mí


cuando la estoy protegiendo. No me importa lo que piensen
los demás, solo lo que ella piense. Yo no quiero que ella se
moleste, Lorraine. Todo es nuevo para ella. Todo. Ella debe
aprender las más pequeñas cosas que incluso los niños toman
por sentado, y ha asumido esta abrumadora tarea. No quiero
que nadie la haga sentir menos porque no sabe algo o porque
me necesita para protegerla mientras se toma el tiempo
necesario para acostumbrarse a un mundo diferente. Le
pediría a ti y a Julija que la ayuden en esto, que no se lo
pongan más difícil esperando que asuma las reglas modernas
de la sociedad, ya que ella no puede comprender todas a la
vez.

Lorraine se quedó quieta, como si se diera cuenta de que él la


estaba reprendiendo tan suavemente como Ferro sabía
hacerlo.

− Apenas puede respirar al aire libre sin miedo. Ella debe


aprender a caminar, y no hace falta decir que todas las
habilidades de un Cárpatos deben ser reaprendidas. No sabe
ver sin mirar a través de los barrotes de una jaula. Nunca ha
tomado una decisión. Estas son cosas que tiene que
conquistar. Esperar que conozca a personas que no recuerda,
como su hermano biológico, es ridículo. Fue torturada
durante siglos y nunca entregó mi alma. Tiene un valor

Bookeater
Dark Song
inconmensurable y una veta obstinada de una milla de
ancho. No tienes que temer que alguna vez la desprecie o la
trate de una manera que sea irrespetuosa para ella. Te pido
que tú tampoco lo hagas. Necesito que seas una sisar para ella.
Para ayudarme a guiarla en este momento para que sepa que
no está sola. Es importante para mí.

Ferro nunca le había pedido nada a nadie y, sin embargo,


descubrió que, por Elisabeta, estaba dispuesto a hacerlo
mucho a cualquiera en quien confiara. Quería que tuviera
amigas. Había pensado mucho en las opciones que había en el
recinto. Julija fue la primera opción simplemente porque se
había sacrificado mucho para darle a Elisabeta la oportunidad
de escapar. Había arriesgado su propia vida. Ella fue la
primera verdadera amiga de Elisabeta.

Lorraine fue su elección porque confiaba en ella. Protegería a


Elisabeta con el mismo cuidado y ferocidad que él. Ella lo
hacía reír y haría reír a Elisabeta. Aparte de su inclinación por
intentar modernizar a Elisabeta demasiado rápido, fue una
elección perfecta. También sabía que Lorraine pondría en
riesgo su relación con Elisabeta. Si ella la influenciaba
demasiado y su compañera eventualmente se volvía
como ella, ellos dejarían de ser compatible. Aun así, sabía que
Elisabeta necesitaba a Lorraine en su vida.

Emeline era su tercera opción como amiga de Elisabeta y


quería encontrar la manera de llevarla a la casa. Dragomir
mantenía a Emeline y a su hija muy cerca de su casa. Ella era
la que más se parecía a Elisabeta en personalidad, y Ferro

Bookeater
Dark Song
quería mostrarle que estaba bien ser diferente. Que todos eran
diferentes y que cada relación era única.

− Por supuesto que estaría feliz de ayudar a Elisabeta si


acepta mi amistad, − dijo Lorraine. − Sé que puedo entenderlo
todo sobre los derechos de las mujeres, Ferro, pero al final, lo
que realmente soy es la hermandad. Creo que lo que sea
correcto para una mujer, lo que elija, puedo apoyarlo siempre
que realmente sea su elección.

− Entiendes que los Cárpatos no son humanos, Lorraine, − dijo


Andor con suavidad. Se llevó la mano a la boca y le besó los
nudillos. − No tenemos opciones. Ni el macho. Ni la
hembra. O debería decir, muy pocas opciones reales. Una vez
que estamos unidos, no hay forma de romper esos lazos.
Estamos comprometidos con la felicidad de los demás. − Su
pulgar prodigó caricias de un lado a otro sobre sus nudillos
mientras le llevaba la mano al pecho. − Nuestras leyes y
costumbres son muy diferentes de las humanas y puede ser
difícil recordar eso.

− Soy consciente de eso, − admitió Lorraine. − Es difícil tenerlo


en cuenta a veces, especialmente en ciertos casos, como con
Ferro. − Ella le envió una rápida sonrisa de disculpa. − Él
nunca cambia de expresión, por lo que es difícil saber cuándo
se burla de mí, y actúa de forma feudal con Elisabeta.

− Aun así, mica, si Ferro actuara como un señor feudal, es lo


que su compañera requiere o no lo haría.

Bookeater
Dark Song
Había tal ternura en la voz de Andor cuando se dirigía a su
compañera mientras le señalaba hermosa y gentilmente la
verdad de sus caminos, que Ferro sintió que necesitaba
encontrar la manera de conseguir ese tono particular para su
mujer.

Me gusta la forma en que me hablas, dijo Elisabeta. Y me gusta que


me llames tu pájaro cantor. Ella lucha por comprender las
costumbres de los Cárpatos y él es gentil con ella.

Quizás debería dejar de burlarme de ella.

A ella le gusta eso de ti. Necesita que actúes como un hermano, que
se sienta como si tuviera una familia a su alrededor. Puedo sentir
que ella perdió mucho.

Su mujer tenía tanta empatía por los demás. Podía sentirla


acercándose a Lorraine, tranquilizándola. Todos habían
perdido mucho, pero ninguno tanto como, Elisabeta.

Perdió a toda su familia humana antes de conocer a Andor.

− Traian insiste en reunirse con su hermana, Ferro, − dijo


Andor. − Ha ido a Tariq y Gary y les ha hecho un
llamamiento. Gary le ha explicado que ella es muy frágil y
que se está introduciendo en el mundo con lentitud. Reclama
sus derechos como familia.

Ferro se encogió de hombros, en modo alguno perturbado. −


Cuando esté lista, nos reuniremos con él.

Bookeater
Dark Song
− Ha indicado que desea llevarla de regreso a las montañas de
los Cárpatos, donde podría estar cerca de cosas más
familiares. − El humor se deslizó en la voz de Andor. −
Aparentemente tu reputación te ha precedido y le preocupa
que, a lo largo de los siglos, te hayas convertido en algo − cómo
diría esto con delicadeza, − bestial, que ya no eres apto para ser
un compañero, especialmente para alguien tan delicado y
frágil como Elisabeta. Quiere llevarla de vuelta al príncipe y
que él decida.

Elisabeta se echó hacia atrás, con el aliento atascado en la


garganta, el terror rugiendo al frente. ¿Puede alejarme de ti?
¿Puede hacer eso?

Respira, sívamet. Nadie te apartará jamás de mí. Muy


casualmente, levantó a Elisabeta del asiento y la colocó en su
regazo, sus brazos se posaron alrededor de su cuerpo
tembloroso.

− Tengo cierta reputación por una razón, Andor. Si alguien


intentara quitarme a mi compañera, el suelo se enrojecería con
su sangre. Nunca la abandonaré mientras ella me quiera. Le
he dado mi palabra de honor y la cumpliré. −
Deliberadamente, se mostró muy tranquilo y práctico al
respecto. Se sentía así porque era un hecho de la vida, pero
necesitaba que su compañera supiera que lo decía en serio. −
Su hermano comprenderá y se tranquilizará una vez que me
conozca. Él solo está intranquilo porque se preocupa mucho
por ella.

Bookeater
Dark Song
Tú ya puedes sentir que estás creciendo en tu propio poder, Elisabeta.
Cuando aprendas a servirte de él, y lo harás, juntos, vamos a ser
imparables. Quería que ella supiera que él no era el único
con poder. Ella era capaz de evitar que otros se impusieran a
ella, incluso él.

− Es mejor que se reúna con su hermano biológico, Elisabeta, −


dijo Lorraine con suavidad, dirigiéndose a ella directamente. –
Sé que será difícil, pero con Ferro allí, nada podría hacerte
daño. Andor y yo nos mantendremos cerca en caso de que nos
necesites.

Andor asintió. Debes saber que Traian te buscó durante siglos.


Cuando otros se rindieron, él no lo hizo. No había rastro de ti.
Simplemente desapareciste. En el momento en que se enteró
de la noticia de que estabas viva, de que te habían rescatado,
arregló viajar con su compañera y el joven Josef, hasta aquí
para verte. Solo quiere saber qué estás en buenas manos. Tariq
le ha asegurado que Ferro lo está haciendo bien y que puede
protegerte del vampiro.

Un pequeño escalofrío recorrió el cuerpo de Elisabeta, pero


Ferro estaba en su mente y sintió que ella reunía su coraje, y lo
tenía en abundancia. Ella podría estar aterrorizada de
enfrentar el mundo que le había pasado por un lado como lo
había hecho él, pero se obligó a hacerlo.

Si Tariq le asegura que me estás protegiendo, ¿por qué querría


llevarme con este príncipe? No entiendo.

Bookeater
Dark Song
Ferro sabía que quería que le hiciera la pregunta a Andor.
Envió a sus hermanos una leve sonrisa. − Mi compañera es
lógica. Quiere saber por qué Traian querría alejarla de mí si el
encargado de gobernar aquí por decisión del príncipe lo
tranquilizó.

Andor le devolvió una pequeña sonrisa. − Ella es rápida, ¿no?

− Ella está en la misma habitación, − señaló Lorraine,


haciéndoles una mueca. − Elisabeta, los hombres son
molestos. No sé cómo los encuentras tú. O me estoy riendo o
quiero patearlos.

− Quiere decir besarme, − dijo Andor. − A ella realmente le


gusta besarme.

− Lo hice, hasta que decidiste empezar a actuar como Ferro,


que cree que es un señor feudal en un castillo y todos
deberíamos inclinarnos a sus pies.

− No todo el mundo, Lorraine, − corrigió Ferro con una cara


seria. − Solo las mujeres.

Compartió su diversión con Elisabeta, esperando que sus


burlas de Lorraine ayudaran a su mujer a darse cuenta de que
no importaba lo que otros pudieran estar tramando o
planeando, su mundo seguía siendo suyo. Él se ocuparía
de su felicidad y seguridad. Inmediatamente, su pequeño
pájaro cantor se relajó en sus brazos. Su espíritu se deslizó

Bookeater
Dark Song
contra el de él, una conexión íntima que se estaba volviendo
de naturaleza más sensual cuanto más tiempo pasaban juntos,
lo que sería cada vez mayor.

Sin previo aviso, una rabia candente estalló en su mente. Al


mismo tiempo se puso de pie, poniendo a Elisabeta detrás de
él, tanto Lorraine como Andor también estaban de pie, de cara
a la puerta, sintiendo la misma amenaza también.

− Sandu, − susurró Lorraine. – No siente. ¿Por qué de repente


él está experimentando una emoción tan intensa?

Ferro no esperó, hizo señas hacia la puerta, la abrió de par en


par, rodeó a Elisabeta con un brazo y la sujetó a su costado
mientras se lanzaba al aire libre. Andor y Lorraine estaban
justo detrás de él. Volaron juntos directamente hacia el medio
del patio en el centro del complejo de Tariq, donde Sandu se
alzaba sobre un joven hombre de los Cárpatos.

Sandu era un anciano poderoso con hombros grandes y un


pecho ancho y grueso. Era alto, con el pelo largo y suelto,
recogido hacia atrás con un cordón de cuero. Sus brazos
estaban cubiertos de músculos y sus muslos eran columnas
gemelas y poderosas. Era el tipo de hombre del que los demás
se apartaban. Ferro sabía que normalmente a Sandu no le
molestaban las nimiedades. Mientras que algunos de los
antiguos reaccionaban ante los comportamientos groseros del
mundo moderno, Sandu no era uno de ellos. No tenía sentido
que se parara agresivamente con sus dientes blancos retraídos

Bookeater
Dark Song
en un gruñido mientras se enfrentaba al joven Cárpatos que
no parecía más que un adolescente.

Josef tenía la piel muy pálida, casi de porcelana, más aún por
su cabello extremadamente negro. Tenía las puntas teñidas de
un color brillante, casi azul neón, algo que uno podría ver en
los adolescentes humanos, pero nunca en los Cárpatos. Podría
parecer un niño humano, pero tenía veintitantos años, tenía
una inteligencia astuta en sus ojos y no se apartó de Sandu
cuando el anciano se acercó a él.

− Es necesario tener paciencia cuando se aprende este tipo de


tecnología. − Josef mantuvo la voz muy baja, nada
degradante.

Ferro se dio cuenta de que el chico estaba teniendo cuidado de


no parecer condescendiente. No pareció importar. Sandu le
arrancó la tablet de las manos, la partió en dos y la arrojó por
el patio. Fue una acción tan fuera de lugar para cualquier
cazador antiguo que sorprendió a Ferro. Miró inquieto a
Andor y luego a Gary, que se había acercado silenciosamente
detrás de Sandu.

Había caos en la mente de Sandu. Una neblina roja que ardía


como un fuego terrible. Ferro intentó llegar a él a través del
vínculo que habían establecido en el monasterio. Andor lo
intentó a través del vínculo de su alma. Gary se acercó como
sanador. Nada parecía penetrar esa horrible masa agitada, esa
necesidad de violencia.

Bookeater
Dark Song
Sandu se acercó al chico y el corazón de Ferro se hundió. No
tendría más remedio que destruir al hombre que consideraba
hermano. Sandu había sufrido demasiado y finalmente estaba
cambiando. A su alrededor, las mujeres y los niños eran
llevados apresuradamente a habitaciones seguras. Los
hombres de los Cárpatos se acercaron más, pero esta era la
tarea de Ferro. Nadie más tocaría a su hermano.

− No me digas qué debo hacer. Llevo siglos vivo. Solo necesito


sacar esto de tu mente. ¿Por qué debería perder un momento
de mi precioso tiempo presionando botones y mirando una
pantalla? Solo deseas parecer superior.

Ferro deseó que el chico no respondiera. Había llamas de un


rojo intenso en medio de los ojos negros de Sandu, ardiendo
fuera de control, reflejando el fuego salvaje que ardía a través
de su cuerpo, arrasando su mente.

− Sandu, − comenzó Josef, su tono apaciguador.

Ferro se acercó un poco más, sabiendo que tenía que


interponerse entre Sandu y el chico, y en el momento en que
lo hiciera, Sandu se defendería. Fue entonces cuando la sintió.
Todos la sintieron. Gary. Andor. Lorena. Y sobre todo Sandu.
La paz y la tranquilidad los rodeaba a todos, pero a Sandu,
era como si lo envolviera en un capullo de pura serenidad.
Elisabeta fluyó suavemente en la mente de Sandu a través de
Ferro, usando su camino, su toque era tan suave que apenas
se sentía y, sin embargo, era tan poderoso que le quitaba el
aliento.

Bookeater
Dark Song
Cada uno de los conectados con Sandu sintió la generosidad
compasiva y desinteresada de Elisabeta. Su espíritu era como
una brisa fresca de verano, moviéndose a través de la neblina
roja en la mente del anciano, despejando la tendencia de
convertirse en vampiro en el anciano y reemplazándola con
paz. De alguna manera, en poco tiempo, logró restaurar el
equilibrio normal de Sandu. Su mente estaba una vez más
libre de rabia y caos y podía pensar con claridad.

Ferro miró a su compañera. Se quedó muy quieta en medio


del patio extremadamente abierto, rodeada de casas,
guerreros, en su mayoría extraños, pero toda su atención
estaba en Sandu. No vio el cielo nocturno o la enorme área
que la habría asustado sin medida. Solo vio a un cazador de
los Cárpatos necesitado y reaccionó de la forma en que su
regalo exigía. Estaba extremadamente orgulloso y humillado
por ella.

Gracias, piŋe sarnanak. Sandu me importa mucho. Él sabía que ella


habría asistido a cualquiera de los cazadores Cárpatos, pero
sus hermanos, Sandu, en particular, era a quien le prodigaba
un gran afecto, a pesar de que sólo estaba empezando a
reconocerlo. Envolvió cuidadosamente el brazo alrededor de
ella y la tiró bajo el amparo de su hombro. No pasaría mucho
tiempo antes de que se diera cuenta de dónde estaba y
cuántos otros, incluido su hermano biológico, la estaban
mirando.

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Dark Song
− Entonces, Sandu, supongo que eres demasiado mayor para
aprender tecnología, − dijo Dragomir, con una sonrisa
burlona. − Siempre supe que tu cerebro estaba un poco
confundido. Aparentemente, importa poco qué canciones se
cantan alrededor de la fogata en honor a un gran guerrero si
el cerebro ya no puede aprender.

Sandu entrecerró sus ojos oscuros hacia Dragomir. − O jelä peje


terád. Intenta manejar esa tablet del demonio y mira cómo te
va con ella.

Los otros cazadores se rieron, sonrieron o se carcajearon


cuando Sandu le dijo a Dragomir que el sol le abrasara,
maldiciéndolo en su idioma antiguo. Sobre todo, el humor era
de alivio porque Sandu se había librado de convertirse, pero
ahora la duda se había plantado y sería observado de cerca.
Ferro sabía que tendría que supervisar su amigo en todo
momento.

− Todos tenemos que aprender, − dijo Gary. − No podemos


simplemente saber cómo funciona y tomar la información
unos de otros. Tenemos que poder usarla si es necesario. Los
hermanos Malinov han estado a años luz de nosotros en el
uso de la tecnología y tenemos que ponernos al día con ellos
rápidamente si queremos sobrevivir. Nos están atacando en
todos los frentes y ganarán si no nos les adelantamos. Josef es
nuestra mejor esperanza para hacer eso y debemos prestarle
atención.

Bookeater
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− ¿Quién es lo suficientemente valiente para ser el próximo? −
Preguntó Sandu. − ¿Tú, Dragomir? ¿O tú, Petru? Te veo, Isai,
escabulléndote entre las sombras.

Josef levantó las manos. − Trabajaré con uno de ustedes el


próximo en ascenso. Necesito pasar por el resto del sistema, o
al menos pasar todo lo que pueda antes de que llegue el
amanecer.

No lo muestra, pero estaba muy conmovido por la reacción de


Sandu. Elisabeta informó a Ferro.

Solo la diferencia de tamaño por sí sola hubiera sido suficiente


para que cualquiera se sacudiera, pero el hecho de que Sandu
tuviera tanta experiencia en batalla era enorme. Era
considerado uno de los mejores cazadores que tenía la gente
de los Cárpatos. El niño tenía que haberse dado cuenta de que
había estado muy cerca de la muerte, aunque ni una sola vez
había mostrado el conocimiento en su expresión o en su voz.

Un hombre de la mano de una mujer con un abundante


cabello castaño en un gorro y fríos ojos grises se acercó a Ferro
y Elisabeta. Ferro reconoció que este hombre tenía que ser
Traian Trigovise, el hermano de Elisabeta. Sus ojos tenían una
inteligencia penetrante y también una determinación que
significaba que Ferro realmente tendría que luchar para salir
del recinto si este hombre se salía con la suya. No estaba solo
en esa evaluación de la situación. Los hermanos, incluido
Gary, cambiaron de posición, extendiéndose para cubrir los

Bookeater
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terrenos y las salidas, dando a Ferro y Elisabeta un camino
despejado, si era necesario, para escapar.

− Fuiste amable, Josef, a pesar de mi breve arrebato, − dijo


Sandu. − Me disculpo por romper tu dispositivo demoníaco,
aunque debería haber aplastado la cosa mucho antes y haber
terminado cuando me di cuenta de que estaba haciendo que
mi cabeza palpitara. Llama, si me necesita, e iré en su ayuda.

Esa fue una gran promesa, y ninguno de los hermanos la daba


a la ligera. Josef se había ganado no solo el respeto de Ferro,
sino también el de Sandu.

A pesar de su apariencia moderna, Josef estaba bien versado


en la etiqueta de los Cárpatos. Hizo una reverencia cortés,
demostrando que podía ser tan elegante y del viejo mundo
como los antiguos. − Acepto tu asombrosa oferta, aunque no
es necesario. He tirado mi parte de tablets.

Todos los Cárpatos podían oír mentiras y Josef no mentía. A


Ferro le gustó aún más por su confesión. Sandu agarró el
hombro del niño por un momento y luego se alejó de él,
girándose cuando Tariq y Maksim aparecieron a ambos lados
de Josef. A Ferro no le gustó que Tariq se hubiera puesto una
vez más en peligro al interponerse entre Traian y Ferro.

Ahora que Sandu estaba a salvo, la mirada de Elisabeta se


movió a su alrededor. Ferro sintió su retirada instantánea. Su
visión brilló, vaciló, como si sus ojos no pudieran enfocarse
correctamente en el área grande que abarcaba su vista. Su

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cuerpo comenzó a temblar incontrolablemente. Envolvió su
brazo más fuerte alrededor de ella, presionando su frente a su
costado, su gran cuerpo casi escondiendo el de ella de los
demás.

Estás completamente segura. Los hermanos están aquí con nosotros.


Sandu nunca permitirá que te pase nada, no después de lo que
hiciste por él. Guardaste su honor. Andor y Lorraine están cerca.
¿Los sientes? Julij e Isai están a nuestra derecha. Julija no solo es
Cárpatos, sino también maga. Nosotros tenemos la capacidad de ir de
regreso a nuestra casa, a la antesala y hablar, o salir de este lugar.
Tu hermano solo tiene tus mejores intereses en su corazón. Siente
eso fluyendo de él.

Ella gimió en su mente y él supo de inmediato que había


tomado tantas decisiones como iba a tomar en este
levantamiento. Había salido adelante cuando nadie se lo había
pedido y ni siquiera se había dado cuenta de que salvar a
Sandu había sido solo su elección. Al intervenir salvando a
Sandu, había salvado a Josef y ella también había evitado que
Ferro tuviera que matar a su amigo y hermano.

Esta decisión será mía, piŋe sarnanak. Cumplirás lo que yo decrete.


Ella volvía a necesitar pautas firmes y él las proporcionaría.

− Traian y su compañera, Joie, han recorrido un largo camino


para ver a su hermana biológica, − dijo Tariq. − Traian, este es
Ferro, el compañero de Elisabeta.

Bookeater
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Ferro inclinó la cabeza. − Me doy cuenta de que le gustaría
hablar con ella, pero a ella no le va bien en público. Es
demasiado para ella. Los invito a usted y a su mujer a regresar
a nuestra casa. La llevaré allí ahora. Tariq y Maksim pueden
mostrarte el camino si deseas pasar tiempo con ella.

Ferro no esperó una respuesta. De repente, tomó a su


compañera en sus brazos y tomó el aire. Sintió que los
hermanos se levantaban con él. Permanecieron en silencio,
invisibles, pero él sabía que estaban allí. Las sutilezas poco le
importaban cuando su compañera estaba cerca de tener una
rotura.

Nos diste un milagro, sívamet. ¿Cómo sabías que podías hacer que
Sandu no se convirtiera? Nunca he visto a nadie regresar una vez
que se había ido tan lejos. Incluso el sanador no pudo
alcanzarlo. Ninguno de nosotros pudo.

Por un momento pensó que ella no le respondería, pero su


pregunta la distrajo lo suficiente como para que su mente
diera vueltas una y otra vez como si fuera un rompecabezas
que estaba tratando de resolver. Eso mantuvo a raya el
terror. Algo estaba funcionando allí, Ferro. Algo más allá de Sandu
y su disgusto por la tecnología moderna.

Sabía qué era ese algo. Sandu, como los antiguos del
monasterio, ya ni siquiera escuchaba el susurro de la tentación
de sentir por un momento esa prisa cuando mataban. Todos
habían pensado que eso era lo peor, pero cuando cesaban los
susurros y sólo quedaba el terrible vacío, supieron que el

Bookeater
Dark Song
peligro se había multiplicado por diez. Nadie más que un
cazador que había sobrevivido siglos solo por su honor sabía
lo que era luchar cada minuto de cada levantamiento,
especialmente sin esperanza. Sandu había dejado de tener
esperanzas.

La llevó directamente a su casa e inmediatamente preparó la


habitación para la compañía. − Has hecho esto varias veces,
minan piŋe sarnanak. − Le pasó la mano por la nuca y luego le
llevó los dedos a la misma. − ¿Deberían acompañarlos Tariq y
Maksim, y lo más probable es que lo hagan para evitar que
me malinterpreten de alguna manera?

− ¿Por qué te malinterpretarían?

Sus ojos oscuros miraron directamente a los de él. Rara vez


hacía eso, y su corazón se apretó con fuerza en su pecho.
Comenzó un masaje lento. − No soy un hombre fácil, lo sabes.
Si no me gusta algo que dicen, no uso la diplomacia. Estoy
tratando de aprender, como tú, pero no he vivido ni siquiera
entre los de mi propia especie en siglos. Tariq contrarrestará
lo que digo para que no haya malentendidos, especialmente
con tu hermano biológico.

Ferro no estaba seguro de lo que esperaba, pero una leve


diversión iluminando sus ojos definitivamente no era eso.
Llevó una mano temblorosa hasta su boca, las yemas de sus
dedos muy suaves mientras trazaba sus labios.

− Te gusta dar mucho miedo a todos.

Bookeater
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Deliberadamente, capturó sus dedos y los mordió
suavemente, mirando su amado rostro, y ahora era
amado. No veía, a pesar de cómo había tratado de mantener
su corazón en guardia, cómo iba a poder prescindir de ella si
ella ya no podía tolerarlo.

Tengo miedo. Trató de hacerla reír.

Ferro había dejado la puerta abierta y Maksim entró primero,


seguido de Tariq y luego Traian y Joie. Detrás de ellos estaban
Gary, Sandu y Benedek. Ferro les indicó las sillas que había
formado en un semicírculo frente a la silla en la que estaba.
Sandu se sentó a su derecha, Benedek a su izquierda. Gary
cerró la puerta y se apoyó en ella, pero no antes de que Petru
hubiera entrado sin ser visto. Estaba escondido en algún lugar
de la habitación, a espaldas de Ferro, asegurándose de que
Elisabeta estuviera a salvo. Salvar a Sandu de convertirse en
vampiro había cimentado su posición con todos los hermanos,
fuera o no la compañera de Ferro.

− Elisabeta no siempre habla, − dijo Ferro. − No la obligo a


hacerlo. Ha sido bastante obligada estos últimos siglos. Si
haces una pregunta y ella desea responder, lo hará o lo haré
yo por ella.

La ceja de Traian se alzó, pero se abstuvo de hablar.

Joie frunció el ceño. − ¿Cómo sabemos si es usted quien


responde la pregunta o es ella?

Bookeater
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El silencio siguió a su pregunta. La tensión llenó la habitación.
Ferro no habló, ni se dignó mirarla.

Fue Gary quien rompió la inquietante quietud. − No puedes


insultar el honor de un antiguo guerrero, uno que ha vivido
solo por el honor durante siglos, y esperar su cooperación.
Creo que esta reunión ha terminado antes de que haya
comenzado.

Joie instantáneamente negó con la cabeza. − Me


malentendiste. O no formulé mi pregunta correctamente.
Quiero decir, cuando Elisabeta quiera darle una respuesta a
su hermano, ¿nos indicas que es ella quien responde? − Se
inclinó hacia Ferro. − Por favor, perdóname por el insulto no
intencionado. Esto significa mucho para Traian, y solo estaba
tratando de obtener claridad.

Ferro inclinó la cabeza hacia la mujer, estudiándola sin que


pareciera hacerlo. Ella era una cosita inteligente. Podía ver
que ella era mucho más de lo que quería que la gente viera, y
eso la hacía peligrosa. Traian y su compañera estaban
acostumbrados a trabajar juntos y lo hacían con facilidad. Se
preguntó si, cuando estuvieran en comunicación telepática, su
energía sería apenas detectable. Ferro compartió sus
conclusiones con sus hermanos, advirtiéndoles que hicieran lo
menos posible en la forma de hablar para no revelar nada a
ninguno de estos dos.

Bookeater
Dark Song
¿Estás dispuesta a responder las preguntas de tu hermano biológico?
¿Tienes alguna pregunta para él? Él sabe cosas de tu pasado que
podrían ser importantes para ti. Deliberadamente, Ferro atrajo a
su compañera, queriendo que ella hiciera una conexión con
sus raíces de los Cárpatos. Ella no se identificó como
Cárpatos. Ella no se veía a sí misma en esa luz todavía. Quería
que ella tuviera la confianza que viene con saber quién era y
de dónde venía. También quería que ella viera que tenía una
familia que la cuidaba.

Los dedos de Elisabeta se clavaron en su brazo. Yo le escucharé.


Él está triste. Muy triste. Él llora por dentro y ella se llena de pena
por él.

Ferro sabía que Elisabeta era naturalmente compasiva, pero


no se había dado cuenta de la magnitud de su don. Se estaba
volviendo claro para él que podía leer las emociones de
quienes estaban cerca de ellos. Ella no necesitaba estar en sus
mentes. Eso significaría que ella también podía leer la
intención. También significaba que él siempre tendría que
controlar su necesidad de ayudar a los demás para que no
extendiera demasiado sus fuerzas.

− Por supuesto, indicaré cuál de nosotros está respondiendo a


su pregunta. − Dio su respuesta a la pareja en voz alta.

De inmediato la tensión disminuyó en la habitación.

− Te busqué, Elisabeta. No quiero que pienses que te


abandoné. Cuando conocí a mi compañera, todavía estaba

Bookeater
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buscando, − dijo Traian. − Desapareciste completamente. No
había rastro de ti, ningún signo de violencia. Nada. No había
camino hacia ti. − Sacudió la cabeza. − Lamento haberte
fallado.

Elisabeta se sentó un poco más erguida, sacudiendo la cabeza


y luego presionándose contra Ferro, sus dedos una vez más
clavándose en su antebrazo como si él fuera su única ancla.
Ferro sintió los agudos ojos de Joie penetrar en las sombras.
Estaba observando cada reacción de Elisabeta; el más mínimo
detalle no se le escaparía. Notó que Ferro le masajeaba la nuca
y los hombros. Las intimidades que daba a su compañera con
el fin de darle el valor necesario para enfrentar los terribles
desafíos que tenían que superar ellos dos, pero que no iba a
dejar de dárselas, porque la compañera de Traian tenía
penetrantes ojos.

Nunca fue su defecto. Nadie me iba a encontrar jamás. Sergey me


ocultó hasta de sus hermanos, y muchas veces yo estaba en el mismo
lugar con ellos.

Ferro repitió palabra por palabra la respuesta de Elisabeta. −


Me gustaría poder darte su inflexión exacta porque tiene una
forma de hablar que te hace entender exactamente lo que
quiere decir. Ojalá se sienta lo suficientemente cómoda como
para poder hablar contigo.

− ¿Sabes por qué nos tiene miedo? − Preguntó Joie.

Bookeater
Dark Song
Ferro asintió con la cabeza y mantuvo su voz práctica, sin
acusación, aunque quería que ambos supieran que se habían
sumado a los temores de Elisabeta. − Ambos dejaron muy
claras sus intenciones cuando llegaron. No les gustó el hecho
de que soy su compañero y lo dijeron. Teme que intenten
forzarla como hizo el vampiro y que intenten separarnos. Le
he asegurado que lucharía a muerte por ella, pero ha vivido
aterrorizada durante tantos siglos que no puede concebir otra
forma de vida. Ella despierta cada levantamiento con tal
miedo que debo sacarla del suelo. Es extremadamente
valiente y viene a mí cuando la llamo, pero sus nuevos miedos
solo han agregado otra capa de terror para que pueda
atravesarlo.

Traian frunció el ceño y se inclinó hacia su hermana. − Solo


quiero saber que estás a salvo y feliz, Elisabeta. Eso es todo lo
que me importa. Quiero estar en tu vida, por supuesto, pero tu
seguridad y felicidad son, antes que nada. Después de siglos
de no saber lo que te pasó y temer lo peor y luego saber que
fue incluso peor de lo que jamás imaginé que podría ser tu
destino, solo quiero protegerte. Envolverte en un capullo no
es lo que necesitas, y eso es lo que me gustaría hacer. Veo que
su compañero parece saber lo que necesita, como los
compañeros de vida son propensos a hacer. − Dijo lo último
de mala gana.

Él se llevó los dedos a la frente como si le doliera la cabeza. −


Ojalá pudieras hablar conmigo. Necesito escuchar tu voz.
Necesito estar seguro de que es tu voluntad que te quedes
aquí y no que alguien te obligue. No quiero sonar insultante,

Bookeater
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solo te he estado buscando durante tanto tiempo y entregarte
sin saber... − Se apagó.

Fusionado como estaba con Elisabeta, Ferro la sintió temblar,


pero reuniendo valor, decidida a hablar con este hombre que
no podía encontrar en sus recuerdos porque cada vez que lo
alcanzaba, el dolor la atravesaba, provocando una especie de
sentimiento cercano a la convulsión en su cerebro. El trabajo
de Sergey, que Ferro intentó reparar, era una cicatriz en su
cerebro que tenía siglos y era difícil de eliminar. Lanzó una
rápida mirada al sanador. Gary asintió una vez, indicando que
había sentido a Elisabeta alejarse de sus recuerdos pasados.

− Es difícil para mí hablar, − dijo Elisabeta, su voz tan baja que


era un mero hilo de sonido, aunque reconfortante y suave,
extendiéndose por la habitación de esa manera pacífica que
tenía.

Aún así, Ferro captó las notas subyacentes de angustia. Estaba


seguro de que cualquiera que prestara mucha atención
también las oiría.

− Ferro es mi elección. Él me apoya cuando no puedo hacerlo


yo misma, no importa lo que le pida, incluso si es aborrecible
para él, incluso si lo hace quedar mal ante los demás. Lo hace
por mí. No quiero estar con nadie más. Me gustaría conocerte,
pero en verdad, cuando intento recordar...

Ferro deslizó su mano suavemente sobre su rostro, sintiendo


las lágrimas en su mente, sintiendo la humedad en sus

Bookeater
Dark Song
pestañas. − El vampiro le ha hecho imposible recordar su
pasado sin dolor. El sanador y yo no hemos podido abordar
esto adecuadamente, pero lo intentaremos nuevamente en el
próximo levantamiento. Esa cicatriz en particular es profunda
y es posible que no se elimine por completo. Nosotros hemos
tomado las cosas lo más lento posible, dándole a Elisabeta
todo el tiempo que necesita para aprender los pasos de la
supervivencia. Cosas simples que damos por sentadas, como
mirar el espacio que nos rodea sin mirar a través de los
barrotes de una jaula. Tiene que aprender las cosas que los
niños de los Cárpatos aprenden cuando son pequeños. Ella es
muy decidida, y si tienes paciencia con ella, estará muy feliz
de establecer una relación con su familia.

Traian tomó la mano de Joie. − Agradecería esa oportunidad


sin importar cuánto tiempo lleve. − Miró a Tariq. − ¿Hay un
lugar para nosotros aquí?

− Por supuesto. Tenemos varias casas de huéspedes. − Tariq se


puso de pie. − Ferro, gracias a ambos por permitirnos
visitarlos.

Ferro inclinó la cabeza y esperó a que todos se fueran para


poder estar una vez más a solas con su compañera. − Estoy
muy orgulloso de ti, Elisabeta. Manejaste toda la noche mucho
mejor de lo que nadie podría esperar.

− Estoy cansada. − Apoyó la cabeza en su pecho y cerró los


ojos, agotada, tanto mental como físicamente.

Bookeater
Dark Song
Ferro no necesitaba que se lo dijera dos veces. La llevó a la
cámara de dormir muy por debajo de su casa y la abrió,
flotando ambos en el rico suelo curativo.

Bookeater
Dark Song
8
Te canta una vida de esperanza, melodías de devoción;
Un mundo de amor aguarda, más vasto que el océano.

El sonido de la lluvia despertó a Elisabeta, pero en este


levantamiento, había una nota nueva en el latido de la música
de la tierra. Entrelazado con ese tambor oscuro y persistente
había una llamada sensual que tiró de cada uno de sus
sentidos, dando vida a todo su cuerpo, tanto si quería sentir
esas sensaciones como si no. En el momento en que ella se dio
cuenta, él entró en su mente. Ferro. Su compañero. No había
lugar para nadie más. Era más grande que la vida, un
guerrero invencible de antaño. Un antiguo cazador de los
Cárpatos llamándola desde el suelo, donde se había quedado
para no tener que saber qué se esperaba de ella en su nueva
existencia.

La inquietud la llenó, pero al mismo tiempo una emoción de


anticipación como nunca antes había sentido. De hecho,
esperaba con ansias este levantamiento, y honestamente podía
decir que no recordaba haberse sentido así en todos los siglos
de su pasado. Quería ir con él de la misma manera que un
compañero iría con su cónyuge, pero sabía poco del concepto
o de lo que se esperaba.

Ellos no habían revisado ninguna otra ropa, como habían


discutido que iban a hacer, principalmente porque habían
sucedido muchas cosas inesperadas antes del levantamiento.

Bookeater
Dark Song
No estaba segura de qué ponerse y todavía no podía tomar la
decisión de vestirse, especialmente después de ver cómo se
vestían Julija, Lorraine y luego Joie. Había prestado especial
atención, tratando de averiguar si se sentiría cómoda con sus
atuendos modernos, pero no lo creía.

El suelo se abrió por encima de ella y luego ella estaba en los


brazos de Ferro, su cuerpo limpio, su corazón latiendo
demasiado rápido, sus pulmones arrastrando aire y su aroma
salvaje. Él estaba tan desnudo como ella, y ella nunca había
sido tan consciente de sí misma como mujer. Sus pechos
subían y bajaban al ritmo de su respiración entrecortada. Ella
parecía no poder controlar la forma en que reaccionaba a su
cercanía, por mucho que lo intentara. Se sentía tan fuerte y en
control. Olía bien, llenando cada uno de sus sentidos mientras
flotaban juntos hacia algún lugar al que quería llevarla. A ella
no le importaba, siempre que estuviera con él. Una vez que se
acomodaron, ella estaba en su regazo, sus brazos alrededor
de ella, acunándola cerca.

− Mírame, sívamet.

Su voz autoritaria envió un escalofrío de necesidad a lo largo


de su columna, como una flecha desde sus pechos hasta su
canal femenino. La reacción fue impactante. Ella levantó las
pestañas de inmediato y se encontró mirando a sus ojos de
color extraño. En un momento parecían gris azulado y al
siguiente un óxido grisáceo. Justo en ese momento eran de un
azul plateado profundo y muy intensos, tan concentrados en
ella con un hambre oscura, que apenas podía respirar.

Bookeater
Dark Song
− Recuerda siempre, te avio päläfertiilam. Tú eres el guardián de
mi corazón y mi alma. − Deslizó la palma de la mano con
mucha suavidad, muy lenta y posesivamente por su cuerpo,
desde su cuello, sobre las curvas de sus senos, hasta su
montículo y luego la unión entre sus piernas. Su toque apenas
estaba allí, pero definitivamente era un reclamo.

Su sexo se apretó, un calor líquido, un despertar de un


hambre que ella no sabía que existía, como si al tocarla,
reclamarla, de repente hubiera despertado a la mujer en
ella. La necesidad se extendió a través de su cuerpo, una
extraña tensión se enroscó profundamente. Sus caderas se
habrían retorcido inquietas si lo hubiera permitido, pero era
demasiado disciplinada para eso. Ella yacía pasiva, mirándolo
a la cara, deseando tocarlo, trazar las profundas líneas
talladas, la fuerte línea de la mandíbula. Él podría convertirse
en una obsesión si ella no tenía cuidado.

− Cada levantamiento, cuando te despiertes, debes saber que


estás bajo mi cuidado. Como mi compañera, eres lo primero
en mis pensamientos al levantarme y lo último cuando cierro
el suelo sobre nuestras cabezas. No hay mentiras entre
compañeros. Puedes oírlas, Elisabeta. Cree en tu capacidad
para escuchar mentiras. Eres de los Cárpatos y eres poderosa
por derecho propio. Puedes escuchar a cualquiera que te
mienta, especialmente a tu compañero. Yo quiero que confíes
en tu capacidad para escuchar mentiras siempre. Una vez que
lo sepas, una vez que creas eso, reconocerás todas las mentiras
que te dijeron en el pasado.

Bookeater
Dark Song
Él era hermoso. Su rostro era tan áspero que nadie más lo
llamaría así, pero ella sabía que lo era. Sabía que Julija no lo
aprobaba del todo y nunca lo habría aceptado como su
compañero, ni tampoco Lorraine. También sabía que estaba
viendo solo un lado de Ferro. Él le estaba mostrando su
inagotable bondad y todo era muy real. Eventualmente, ella se
adentraría más en su mente y vería más de él. Ella no
estaba lista. Ella no era lo suficientemente fuerte todavía; ella
tendría que prepararse para eso. Por ahora, no parecía
importarle cuidar de ella, y mientras lo hacía, ella aprendería.
Aprendería rápido.

− Piŋe sarnanak. − Su voz era suave. Divertida. El sonido la


recorrió como el toque de los dedos. Su mano se deslizó hacia
arriba por su cuerpo para ahuecar su pecho. − Me encanta la
forma en que me miras, como si significara algo para ti en
lugar de ser un hombre al que temer. − Inclinó la cabeza hacia
ella, sus ojos en su rostro, y luego ella lo perdió de vista
cuando sus labios tocaron su barbilla y luego su garganta.

Su corazón dio un vuelco. La sensación fue verdaderamente


sin precedentes. Sus labios eran firmes pero suaves. Su
mandíbula tenía las cerdas más pequeñas que raspaban su
piel y les daban vida a las terminaciones nerviosas. Sus
dientes estimularon sus sentidos para aumentar la
conciencia. Dejó más besos por su garganta hasta la curva de
su pecho derecho. Su mano ahuecó su pecho izquierdo, su
pulgar dejando un hipnotizante rasgueo hacia adelante y
hacia atrás sobre su pezón. Cada roce de luz enviaba un fuego

Bookeater
Dark Song
oscuro a su clítoris, inflamándola hasta que la sangre
palpitaba y podía contar los latidos de su corazón allí.

Sus dientes se hundieron profundamente y ella gritó ante el


puro éxtasis del mordisco erótico. A pesar de su disciplina,
sus caderas se movieron inquietas en su regazo, las mejillas de
su trasero se deslizaron sobre su ingle, frotando, sintiendo la
forma y el tamaño de su pesada erección. Eso se sumó al
hambre que se enroscaba tan profundo y apretado en su
cuerpo. Su pulgar y su dedo tiraban de su pezón mientras
bebía, las sensaciones combinadas esparcían llamas por su
cuerpo como nunca antes había conocido.

Las imágenes acudieron a su mente. Su cuerpo moviéndose en


el de ella. Compartiendo la misma piel. Sus piernas se
envolvieron alrededor de su cintura. Su cuerpo inclinado
sobre una cama mientras él la tomaba por detrás. Sobre sus
manos y rodillas, su brazo alrededor de su cintura mientras la
tomaba con fuerza y rapidez. Extendido en el suelo con la
boca presionada entre sus piernas, devorándola. Ella de
rodillas, sus labios estirados alrededor de su polla. Ella sintió
su necesidad. Su hambre se mezcló con la de ella hasta que no
pudo decir quién la sentía más. Solo sabía que su cuerpo
estaba resbaladizo, caliente y dolorido. Llenó su mente y cada
uno de sus sentidos.

La lengua de Ferro recorrió los agujeros gemelos que sus


dientes habían hecho en la curva de su pecho y la movió en
sus brazos. − Necesitas alimentarte, sívamet.

Bookeater
Dark Song
Ella ya era adicta a su gusto. Se preguntó si la humedad que
sentía en su trasero, donde su polla filtraba su esencia, tenía
un sabor tan maravilloso como su sangre. En el momento en
esas imágenes habían entrado en su mente, ella quería
explorar una por una. Sus dientes se deslizaron en su lugar y
su boca se hizo agua ante el mero pensamiento de
alimentarse, pero ya era mucho más.

Incluso mientras la movía en sus brazos, inclinó la cabeza


hacia su seno derecho, su boca dibujó la suave curva
profunda, aplanando su pezón hasta el techo de su boca,
acariciando y mimando y luego chupando mientras sus dedos
tiraban de su pezón izquierdo. Sus dientes rasparon
eróticamente y luego pellizcaron, un pequeño pinchazo de su
lengua lo calmó instantáneamente. Besó la curva superior de
ambos senos y luego levantó la cabeza, dándole acceso a su
pecho.

Elisabeta echó un vistazo a su alrededor. Ya no estaban en el


suelo debajo de la casa que él había dicho que sería su hogar.
Estaban en la azotea, o un balcón en la azotea, donde había
una gran área cuadrada cercada por una gruesa barandilla de
madera. Yacían juntos bajo las estrellas sobre un pelaje espeso
que se sentía muy sensual en sus piernas. Todo
parecía sentirse sensual para su piel sensible.

Ella miró su pecho desnudo y se quedó sin aliento en la


garganta. Su pecho era ancho, grueso y muy musculoso. Se
frotó la cara contra los músculos pesados y luego se atrevió a
besar el lugar que había elegido para hundir los dientes

Bookeater
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profundamente. Su lengua saboreó su piel. No la apresuró. La
cambió de nuevo ensanchandó sus piernas para que ella se
acurrucara entre ellas, y una de sus manos se deslizó por su
pecho para encontrar su polla larga y gruesa.

No pudo evitar mirar. Su forma era a la vez intimidante y


emocionante. Él tomó su mano y la envolvió alrededor de su
eje y comenzó a bombear lentamente, guiando su puño hacia
arriba y hacia abajo. Más calor resbaladizo se extendió por su
cuerpo y se acumuló en la unión de sus piernas. Él había
colocado una de sus piernas sobre sus muslos, abriéndole el
cuerpo.

− Bebe, minan piŋe sarnanak, − la instó suavemente.

Ella raspó sus dientes de un lado a otro suavemente, casi al


mismo tiempo que el rítmico bombeo de su puño sobre su
erección, y luego le mordió el pecho. Echó la cabeza hacia
atrás y ella instantáneamente sintió que su polla se hinchaba
más, incluso cuando eso parecía imposible. Su sabor era
incluso más de lo que recordaba, una adicción picante que se
sumaba al hambre sexual que la recorría como un incendio
forestal.

Su mano libre se deslizó por el interior de su muslo y cubrió


su regazo. Se frotó de un lado a otro por unos momentos y
luego sus dedos se deslizaron constantemente más cerca de su
resbaladizo calor.

Bookeater
Dark Song
Dime lo que sientes. Fue una orden. Una que hizo imposible de
ignorar.

Me siento como si estuviera en llamas.

Así es como se supone que debes sentirte. Hay más. Quiero que
sientas más.

Su mano se deslizó más alto, lentamente más arriba de su


muslo, hasta que sus dedos encontraron su clítoris en la unión
entre sus piernas, donde la sangre latía como loca. Dio vueltas
allí y luego tiró y movió suavemente. Ella saltó y gritó en su
mente. Se sintió delicioso. De miedo. Increíble. Ella quería
más.

¿Bueno?

Muy bueno.

Sus dedos acariciaron y mimaron, se sumergieron en ella y


luego tiraron y movieron de nuevo hasta que ella no pudo
respirar. Tuvo que dejar de alimentarse. Ella no podía
procesar las sensaciones extrañas y permitir que sus órganos
absorbieran el sustento que él le estaba proporcionando. Pasó
su lengua por los agujeros gemelos que había hecho en su
pecho, cerrando las heridas.

− Se pone mucho mejor, − prometió. − Recuéstate por mí.

Bookeater
Dark Song
Con el corazón acelerándose hasta el punto en que pensó que
podría estallar, Elisabeta hizo lo que le ordenó. No sabía que
su cuerpo pudiera sentir tanto placer. Al igual que las
canciones de la tierra, su cuerpo cantaba, por lo que las notas
se mezclaron en una melodía salvaje que no se podía separar
ahora. Ella se recostó sobre el grueso pelaje mientras él
cambiaba de posición una vez más. Su mano se vio obligada,
aunque de mala gana, a soltar su polla.

Le había encantado la forma y el tacto. Quería creer que él le


pertenecía tanto como ella a él. Los votos sagrados que habían
proclamado los había atado juntos. Le había dado su corazón,
su alma y su cuerpo. Él había tomado el de ella bajo su
custodia. Parecía estar reclamando lo que era legítimamente
suyo.

− Cada vez que te levantes, piŋe sarnanak, te daré una lección


sobre algo nuevo, algo importante para que aprendas y
recuerdes. Esta es sobre tu cuerpo y el placer que puedes
sentir. El placer que puedo darte y cómo me siento cuando te
lo doy. Quiero que permanezcas fusionado conmigo todo el
tiempo para que sientas todo lo que yo siento. ¿Me entiendes?

Elisabeta agarró la piel con ambos puños mientras Ferro


encajaba sus anchos hombros entre sus muslos, abriéndole las
piernas. La hacía sentir muy vulnerable, pero al mismo
tiempo muy emocionada.

− Elisabeta, te hice una pregunta.

Bookeater
Dark Song
− Sí, entiendo.

− Bueno. Practicaremos lo que has aprendido a menudo, y


esperaré que reúnas tu coraje y pidas o inicies el acto entre
nosotros para esas cosas que disfrutas. ¿Entiendes mis
expectativas de ti?

No podía imaginarse ser tan valiente, pero no quería


decepcionarlo. Ella decidió que nunca lo decepcionaría. − Si.

Le levantó las piernas a la altura de las rodillas y se las pasó


por los brazos. − Muy bien. Ésta es una de las lecciones más
importantes de todas. He pensado en esto durante siglos,
Elisabeta. Estudié técnica y prácticas para brindarle a mi
mujer el mayor placer. Relájate por mí y déjame mostrarte lo
que puede ser realmente hermoso entre cónyuges.

Sus ojos eran intensos, una lava fundida, casi de un rojo


brillante, un cruce entre un volcán líquido y un depredador
carnal empeñado en tenerla. Inclinó la cabeza y deslizó la
lengua sobre su caliente centro. Todo su cuerpo se sacudió
cuando una llama tan brillante y caliente la atravesó,
envolviéndola. Su sexo se apretó, haciéndola plenamente
consciente de lo diferente que era su cuerpo en comparación
con el de él. La forma. La textura. La forma en que encajaban.

Ferro le acarició la parte interna del muslo con la lengua y la


mordió con los dientes, luego besó su camino hasta esa
entrada caliente que ahora palpitaba con su necesidad. Trató
de dejar de retorcerse, pero ese golpe de su lengua

Bookeater
Dark Song
la había dejado empapada en llamas líquidas. En previsión. Su
pulso latía a través de su clítoris. A través de su vaina. En
lugares que no sabía que tenía. Giró la cabeza, las cerdas de su
mandíbula enviando más sensaciones recorriendo su cuerpo
mientras le prestaba la misma atención al otro muslo.

Luego su boca se instaló entre sus piernas, su lengua se movió


como una mariposa, revoloteando, acariciando, suave al
principio, sacándola de su mente, áspera y luego apuñalando
profundamente para tirar de su contenido líquido meloso,
para devorarlo como si fuera su comida favorita. No pudo
evitar escapar de los gritos ahogados. Ella se calentó por todas
partes cuando las llamas se extendieron por su cuerpo, desde
el centro hacia sus senos y bajando por sus muslos. Nada en
su vida la había preparado para tal sentimiento. Nada.
Sacudió la cabeza hacia adelante y hacia atrás, agarrando el
pelaje hasta que sus uñas se encontraron con las palmas de las
manos, incapaz de controlarse a sí misma sin importar cuánto
lo intentara.

Ferro. Esto se siente como si pudiera morir, es tan bueno. Estoy


asustada y feliz al mismo tiempo. No tenía idea de qué hacer y
eso la aterrorizó. Ella no quería que él se detuviera porque
estaba haciendo algo mal.

No morirás. Relájate. Permítete disfrutar de lo que te hago.


Mantente unida a mí. Siente lo que me estás haciendo
también. Pruébate en mi lengua. Siente cómo reacciona mi cuerpo
cuando te devoro, el placer que me produce verte retorciéndote
debajo de mí de esta manera.

Bookeater
Dark Song
A Elisabeta le encantaban sus instrucciones. Se había sentido
perdida y ahora podía hacer exactamente lo que él decía.
Mantuvo su mente en la de él, permitiéndose sentir su placer
tanto como el suyo. Amaba lo que estaba haciendo. De
repente, pudo saborearse a sí misma, y fue como un
afrodisíaco para él: naranja con toques de miel y lavanda. No
podía tener suficiente. Su polla estaba llena y dolorida. Tan
fuerte que palpitaba de necesidad. Su placer se intensificó por
la visión de su cuerpo retorciéndose desnudo bajo su boca, sus
pechos sacudiéndose, sus caderas rotando, los sonidos de sus
gritos escapando cuando trató tan duro para suprimirlos. Sus
reacciones alimentaron su propio placer.

Hizo todo lo posible por relajarse, aunque en el fondo esa


tensión se enroscó más fuerte, serpenteando junto con su
necesidad y hambre de él como un resorte fuertemente
atado. Después de un tiempo temió volverse loca.

− Ferro. − Ella jadeó su nombre con precaución. Ella no pudo


detenerlo. Ella era suya para hacer lo que quisiera, pero
realmente la iba a volver loca de placer. Su cuerpo no sabía
qué hacer.

Déjalo ir, piŋe sarnanak. Confía en mí para atraparte. Déjalo ir.

No estaba segura de lo que quería decir, pero respiró hondo y


obligó a su cuerpo a relajarse en las caricias de su lengua, el
empuje de su dedo, el repentino movimiento de su pulgar
sobre su clítoris. Su cuerpo pareció reunirse en una gran

Bookeater
Dark Song
fuerza y luego fue arrastrada por una cascada gigante,
cayendo, desplomándose, hundiéndose libremente, las olas
ondulantes se precipitaron sobre ella en alturas de placer tan
intenso que se escuchó a sí misma dando un grito bajo y
agudo de puro shock.

Frotó sus mandíbulas sombreadas a ambos lados de sus


muslos antes de levantar la cabeza y mirarla con sus ojos azul
plateado. − ¿Sentiste cuánto amaba devorarte, Elisabeta? Es
importante que sepas que quiero alimentarme no solo de tu
sangre, sino también de la miel entre tus piernas. Eso es mío
también.

Se movió con cautela a una posición sentada. Ella se fundió


muy firmemente en su mente y sabía que su pene estaba lleno
y dolorido. Tuvo visiones de ella inclinada sobre la barandilla,
o sobre sus manos y rodillas tomándolo fuerte y rápido en
su cuerpo, o arrodillada frente a él, su polla estirando sus
labios, pero no le dio instrucciones. No le pregunto nada a
ella. No le dio órdenes. Le dolía y, sin embargo, no le pidió ni
le exigió alivio. Eso instantáneamente le quitó todo el placer
que había recibido.

Ella se sentó lentamente y se alejó un poco de él, bajando la


mirada a la longitud y el grosor de su polla. Había gotas
nacaradas en el ancho que ella deseaba probar, pero él no le
estaba dando esa oportunidad, aunque ella vio tan claramente
en su cabeza que él quería esas cosas de ella.

Bookeater
Dark Song
− ¿Elisabeta? − Su voz era muy suave. − ¿Qué es? ¿No
disfrutaste lo que acabamos de compartir?

Ella se humedeció los labios. − Sabes que lo hice. − Detestaba


que la estuviera obligando a hablar en voz alta. Ella estaba
fusionada con él, lo que significaba que él podía leerla tan
fácilmente como ella podía leerlo a él.

− Quiero que me digas por qué ya no sientes el placer que


sentías hace unos momentos.

− Sabes por qué. − Estaba horrorizada de que sonara rebelde.


Había silencio. Ella supo instantáneamente que él le había
dado una orden expresada en términos más agradables. Él
había dicho que quería que ella le dijera. Todavía había
decretado que ella se lo contara. Ella respiró hondo. − Estoy en
tu mente y puedo decir que lo necesitas. Me gustaría mucho
aprender a complacerte.

− Esa lección es para otro levantamiento. Esto fue para tu


placer, para que aprendieras sobre tu cuerpo y el placer que
puedo brindarte.

Su voz lo decía todo. No esperaba que ella discutiera con él.


Incluso había rechazo en su mente, y dolía. Realmente dolía.
Ella sintió como si la estuviera rechazando como persona.
Como compañera. Como amante.

− Piŋe sarnanak. − Su suave voz fue casi su perdición.

Bookeater
Dark Song
− Mírame. − Quería desobedecerlo, pero no podía. Ella se
obligó a levantar las pestañas y lo miró a los ojos. El color
había pasado de ese azul plateado a un hierro más oscuro con
anillos de óxido.

− No entiendo por qué no me permites atender tus


necesidades. Yo deseo servirte, hacerte feliz. Tu polla está llena
y dolorida. Yo quiero aprender a usar la boca para llevarnos a
la felicidad de la manera que lo hiciste conmigo. O mi cuerpo
de la forma en que veo en tu mente.

− Las mujeres ya no tienen que servir a sus hombres,


Elisabeta. Este es un mundo moderno y las mujeres eligen
cuándo desean tener relaciones sexuales con sus hombres y
cuándo no quieren. Los hombres no eligen.

Su voz se endureció, se volvió casi áspera, y ella supo por


haberse fusionado con él que sus sugerencias habían hecho
que su polla fuera aún más llena y más exigente de lo que
había sido. La necesidad de servirle era casi un dolor físico
que no podía detener.

− No entiendo. − Había lágrimas en su voz. Lágrimas en su


mente. Pero ella no se despojó de ellos. No estaban en sus
ojos, aunque quería llorar para siempre. − Dijiste que no tenía
que ser como las otras mujeres y, sin embargo, estás tratando
de convertirme en una de ellas. Yo necesito servirte. Me hace
feliz. Me hace sentir realizada. No puedo contribuir de otra
manera a nuestra relación. Eso es lo que soy y, sin embargo,
no quieres a esa persona. Quieres una de las mujeres más

Bookeater
Dark Song
modernas como Julija o Lorraine. Nunca, nunca, seré
moderna, ni quiero serlo. Lo intentaría por ti, pero sé que no
está en mí y te fallaría.

Los brazos de Ferro la rodearon y la apretó con fuerza contra


su cuerpo, ofreciéndole de inmediato consuelo. − Lo último
que quiero es que seas una mujer moderna, Elisabeta.

No se podía negar la sinceridad en su voz.

− Entonces no entiendo en lo que estás tratando de


convertirme.

− Quiero que tengas la oportunidad de elegir por ti misma en


lo que quieres convertirte. Con el tiempo, al estar cerca de
otras mujeres, aprenderás cosas de ellas y verás que una vida
conmigo no te hará feliz. Quiero que tengas todas las opciones
que te quitaron desde que eras una niña. Mereces poder tener
todas las opciones disponibles para ti.

Elisabeta levantó la barbilla en el aire y su mirada se encontró


con la de él. Desafiando lo que le había dicho. Sonaba sincero.
Él le dijo que los compañeros no se mentían y que ella podría
escuchar mentiras si lo hiciera. Ella no escuchó tal cosa.
Entonces él tampoco lo haría.

− Quiero poder hacerte feliz, Ferro. Poder atender todas sus


necesidades, casi antes de que sepa lo que necesita. Eso me
haría feliz. Cuando tu pene está lleno y dolorido y puedo
sentirlo en tu mente, esa necesidad de tener mi boca a tu

Bookeater
Dark Song
alrededor, o enterrarte profundamente en mi cuerpo, eso es lo
que necesito hacer por ti. No es solo un deseo. Esa es mi
felicidad. Eso es lo que me hace sentir bien conmigo misma.
Esto puede no ser lo que a otras mujeres les haga sentir
bien, pero debes saber que hacerte que feliz es lo que hace que
me sienta importante y segura. Es más, mi cuerpo duele por el
tuyo. Quiero saber de estas cosas que veo en tu mente y las
quiero contigo. Si realmente puedo tomar una decisión, mi
elección es que me enseñes a complacerte. Esa sería mi
elección.

Ferro gimió, el sonido salió de él como si realmente lo


estuvieran partiendo en dos. − Mujer, me lo estás poniendo
difícil. Si me das todo lo que puedo pedir en mi compañera y
luego, a medida que pase el tiempo y prefieras ser una mujer
moderna, y yo no puedo ser un hombre moderno, volveré
solo al monasterio, un ser destrozado y extremadamente
peligroso. Ves el peligro, ¿no es así?

− Ferro, eres mi compañero. Mi alma y corazón. Nunca seré


muy diferente de lo que soy ahora, excepto, espero, tener más
confianza en mí y en ti. Deseo estar contigo y hacerte feliz.
Enséñame a hacer estas cosas por ti. Enséñame a ser tu mujer,
la que prefieres que sea.

− Quiero que seas tú misma, Elisabeta.

− No sé quién soy, aparte de que está en mí traerte la paz y


que necesito verte feliz en todos los niveles.

Bookeater
Dark Song
Su mano prodigó caricias por la parte posterior de su cabeza.
− ¿Estás seguro de que esto es lo que quieres por encima de
todo, minan piŋe sarnanak? Puedes tomarte el tiempo necesario
para descubrir quién eres. Una vez que mi polla este en tu
boca o en tu cuerpo, no podré resistirme a darte instrucciones
para que me mantengas feliz cada vez que me levante, quizás
más de una vez.

Amaba sus manos en su cabello y la forma en que él buscaba


advertirle de sus intenciones en caso de que ella decidiera
continuar con su curso de acción establecido. Fusionada en su
mente, sería imposible para ella dar un paso atrás. Ya estaba
consumida por las imágenes eróticas. Su respiración había
cambiado. Su cuerpo estaba más duro que nunca. Ella había
hecho eso, solo con su conversación. Le encantaba sentirse
como si tuviera poder cuando muchos consideraban que su
antiguo de los Cárpatos era muy peligroso.

− Más que nada, isäntä. − Deliberadamente, ella lo llamó


"dueño de la casa". Él era un "corazón fuerte" para ella. Su
compañero. Sívamet. Amado. Pero ella quería honrarlo con
"maestro" para que él supiera que ella hablaba en serio.

Le levantó la barbilla y se inclinó para besarla. Suavemente al


principio. Tan gentilmente. Luego su brazo se cerró alrededor
de su espalda y sus labios se endurecieron, su lengua se
deslizó en su boca, acariciando. En duelo. Las llamas
estallaron de nuevo. De repente sintió su cuerpo en llamas,
sus venas sintiéndose como si él hubiera vertido magma rojo

Bookeater
Dark Song
caliente en ellas y ese líquido fluyera directamente a su centro,
creando una tormenta de fuego de absoluta necesidad.

Levantó la cabeza y le puso una mano en el hombro, creando


presión hasta que ella cayera de rodillas frente a él. Le acarició
la cara, la mandíbula y la barbilla con las manos. − Las
instrucciones estarán en imágenes en mi cabeza. Las seguirás.
Te diré cuando quiera que hagas algo diferente. Si tiene
miedo, dímelo inmediatamente. Si algo no te gusta, me lo
dices de inmediato. Esa es una orden, piŋe sarnanak.
¿Entendido?

− Si. − Arrodillándose ante él, pensó que su polla se veía


enorme e intimidante, pero muy hermosa. Una parte tan
importante de él como hombre. Su corazón latía demasiado
rápido, pero estaba decidida a aprender todo lo que pudiera
en esta primera lección. Ella deseaba esto más que cualquier
cosa que hubiera deseado, y arrodillarse sobre el pelaje bajo
las estrellas, entre las columnas gemelas de sus enormes
muslos, la hacía sentir como si le perteneciera. Necesitaba ese
sentimiento tanto como necesitaba respirar.

Ya podía ver el placer que le estaba brindando solo por la


pose sumisa, su cuerpo desnudo, sus pechos con sus pezones
duros mostrándole que estaba emocionada. Instintivamente,
ella abrió las rodillas para que él pudiera ver que, entre sus
piernas, su deseo líquido brillaba ante la mera idea de que él
le permitiera hacer esto por él. Quería que él viera las señales
en su cuerpo y las leyera en su mente.

Bookeater
Dark Song
Tentativamente, extendió la mano y ahuecó ligeramente su
pesado saco. Era mucho más suave de lo que esperaba. Ella le
acarició suavemente y luego siguió las imágenes en su cabeza.
Inclinándose, pasó la lengua por los pliegues de terciopelo.
Reaccionó con un pequeño estremecimiento de placer.

− Eso está bien, Elisabeta. Se siente muy bien. − Sus manos


cayeron a su cabeza.

Animada, se tomó su tiempo para explorar, lamiendo,


saboreando y succionándolo suavemente en el calor de su
boca, moviéndose suavemente con sus dedos y luego
trazando su camino hasta su grueso eje.

Parecía por las imágenes en su cabeza que cuanto más


húmeda fuera su polla, mejor, así que ella se tomó su tiempo
con eso también, usando su lengua para mojar la gruesa
circunferencia lo más posible mientras aprendía la forma y el
peso de su longitud. Su respiración se había vuelto casi
dificultosa y ella sintió la diferencia, como si una gran bestia
agresiva se levantara en él. Eso fue estimulante e intimidante.
Su lengua encontró las gotas cayendo de la cabeza ancha y
aterciopelada, y así como su sangre era afrodisíaca y ella no
podía tener suficiente, también lo era el sabor de su esencia. Él
había afirmado que su cuerpo era suyo y ella sentía la misma
propiedad que él.

Su boca se cerró sobre él, sintiendo su peso, su calor en su


lengua. Al mismo tiempo, escuchó el rugido de un trueno en
su mente y sintió el estallido de fuego atravesando su cuerpo.

Bookeater
Dark Song
Inmediatamente ella apretó su boca, chupando con fuerza, con
ganas de intensificar la sensación para él. Su lengua comenzó
un baile lento arriba y abajo de su eje mientras se turnaba
estableciendo diferentes ritmos, chupando y luego
acariciando y mimando con su lengua. Cada vez trataba de
llevarlo un poco más profundo en su boca para que más de él
estuviera más húmedo, para que más de él sintiera el cálido y
candente túnel.

Sus manos se cerraron en puños a ambos lados de su cabello,


tirando de su cabeza hacia atrás casi agresivamente, y el
pequeño mordisco en su cuero cabelludo solo sirvió para
enviar su propio cuerpo a una especie de colapso inesperado.
Sus pezones se sentían como llamas gemelas, sus pechos se
sentían hinchados y adoloridos. Entre sus piernas había un
fuego vivo, uno que dudaba que alguna vez pudiera ser
apagado, pero no le importaba. Lo único que tenía en mente
era hacer que Ferro se sintiera bien. No bien. Sino
excelente. Ni siquiera genial. Quería que él sintiera lo que él la
había hecho sentir.

Se entregó a ese propósito, dejando de lado todos los


pensamientos sobre sí misma. Dedicó cada toque, cada
movimiento de su lengua y boca, sus labios y manos, solo a su
deseo. Se concentró en las imágenes de su mente, en las
reacciones de su cuerpo, en el placer que sentía en sus mentes
fusionadas. Su lujuria creciente se sintió como una
recompensa. Cuando sus caderas empezaron a empujar
superficialmente y sus puños mantuvieron su cabeza quieta,
la felicidad estalló a través de ella.

Bookeater
Dark Song
Sus caderas se sacudieron y se contrajeron. De hecho, gruñó,
el sonido áspero, enviando escalofríos de excitación por su
espalda. Cada empuje de sus caderas enviaba su polla más
profundamente, llenando su boca de modo que por un
momento no pudo respirar, y su corazón latía con fuerza, sus
ojos ardían, pero el placer ardiente en su mente y cuerpo
superó su propia incomodidad. Su propio cuerpo reaccionó a
las feroces necesidades de él. Podía sentir sus pulmones
ardiendo por aire. Ella gimió alrededor de su eje y las
vibraciones lo volvieron casi loco, cada terminación nerviosa
se centró en su polla, en el caldero apretado y abrasador de su
boca.

Si continuamos, derramaré mi semilla por tu garganta. Tendrías


que tragarla toda y sería una cantidad enorme.

Su voz, en su mente, estaba ronca por la necesidad y el


hambre. No necesitaba preguntarle si eso le daría placer
porque sabía que lo haría; ella podía sentirlo en su mente. Él
lo quería, pero nunca se lo pediría. Ella quería toda su
esencia. Le pertenecía a ella en la forma en que lo hacía su
sangre. Si eso la hacía primitiva y anticuada, no le
importaba. Sabía delicioso y ella lo deseaba todo.

Por favor. Ella levantó las pestañas, mirándolo para mostrarle


sus ojos en caso de que él no pudiera leer su mente a través
del apasionado caos de él.

Bookeater
Dark Song
No esperó, o mejor aún, no pudo. Él tomó un agarre más
fuerte en su cabello y sus caderas empujaron dentro de ella,
presionando su polla más profundamente en su boca. Su
circunferencia estiró sus labios para adaptarse a su tamaño,
pero se sintió sensual, erótico y tan perfecto para ella. Él era
pesado en su lengua. El calor pareció quemarle la boca. Se
sintió como una llama viva. Ella sintió la ebullición en su saco
aterciopelado cuando sus bolas e apretaron hasta el punto
cerca del dolor. La quemadura abrasadora se elevó a medida
que se acercaba a su ardiente explosión.

Mírame. No cierres tus ojos. Mantente unida a mí para que


sientas lo que me haces.

El fuego se movía a través de él, a través de ella, como magma


en un volcán. Sintió la emoción en él, la euforia, el dominio y
el orgullo. El amor la envolvía en brazos seguros incluso
cuando él no podía detener los empujes de sus caderas que
parecían empujar más profundamente en su boca mientras su
polla se volvía más pesada y caliente, se expandía más hasta
que ella estaba tan llena de él que estaba en todas partes,
como ese fuego en el fondo. Y entonces él se vertió por su
garganta, chorro tras chorro de su esencia que ella trató de
seguir. Mucho. Tan bueno. Todo por ella.

Cada vez que sus pestañas comenzaban a caer, sus puños


apretaban su cabello y tiraba, forzando su cabeza hacia arriba
para que ella se encontrara directamente con su mirada feroz
y reclamante.

Bookeater
Dark Song
Quiero que me mires. Mírame, Elisabeta. Mira lo que me haces.
Mira lo que significas para mí. Qué regalo eres para mí.

Sintió lágrimas ardiendo detrás de sus ojos. No porque su


polla fuera tan grande y estiró su capacidad para tomarlo en
su boca. O que su esencia se vertiera por su garganta en un
torrente tan espeso y caliente que apenas podía tragar lo
suficientemente rápido para seguir el ritmo. Era por esa
mirada de adoración en su rostro. La mirada suave en sus ojos
que ella sabía que nunca había estado ahí para nadie más.
Solo para ella. Le preocupaba que ella no lo quisiera, pero
¿cómo no hacerlo? Él se elevaba sobre ella, fuerte y aterrador
para el resto del mundo, pero dándole esto, su
vulnerabilidad. Dejándola ver que ella era su mundo y lo que
significaba para él.

Nunca pienses que no eres querida. O que no tienes ningún valor.


Nadie me ha querido nunca tan desinteresadamente como tú.

Ferro retiró lentamente su polla de su boca, el peso de él


deslizándose sensualmente sobre sus labios, mientras su
mirada casi plateada ardía posesivamente hacia la de ella. Se
dejó caer de nuevo sobre sus talones, mirándolo, incapaz de
mirar lejos, ahogada en su propio deseo por él, empapada en
su necesidad de él. El hambre sensual la golpeaba ahora y
sabía que no era solo suya. La de ella era igual de fuerte. Él
había despertado en ella una necesidad que no quería
detener. Ella lo probó en sus labios. En su boca. Por su
garganta. Quería retener este momento en ella para siempre.

Bookeater
Dark Song
Le había dado a Ferro el mayor placer que jamás había
experimentado, tal como lo había hecho por ella. Ella había
hecho eso por él y quería hacerlo una y otra vez porque al
hacerlo, descubrió que no había habido un momento de
miedo. Ella había estado totalmente concentrada en él, solo en
él, y se había negado a permitir que nada más estropeara esta
nueva y hermosa experiencia entre ellos. Se había sentido
como si él le perteneciera y estuvieran juntos en su propio
mundo.

La mano de Ferro enmarcó un lado de su rostro, su pulgar se


deslizó suavemente a lo largo de su mandíbula, aliviando un
dolor que ella no se había dado cuenta que había estado allí. –
Eres un tesoro que no tiene precio, piŋe sarnanak. Había
estudiado artes eróticas con la esperanza de algún día
complacer a mi compañera, pero no hay forma de
experimentar tal cosa, y ciertamente no cuando mis
emociones están tan apasionadamente envueltas en el acto
sexual como lo están contigo.

Eso la complació. Su pulgar se deslizó de trazar a lo largo de


su mandíbula a rasguear sobre su labio inferior. − Tienes tanta
pasión en ti, Elisabeta. Tanto que dar. Estás tan dispuesta a
complacerme.

Ella mantuvo su mirada pegada a su rostro. Sonaba


inquietante. Temperamental. Él también la miraba. Esos
hermosos ojos habían pasado del azul plateado al óxido de
hierro, y su mente estaba cerrada y una vez más afligida. Esta
vez, estaba segura de conocer sus cavilaciones. Todavía creía

Bookeater
Dark Song
que ella crecería a partir de su necesidad de alguien como su
antigua compañera. Ella lo sabía mejor. También sabía que a
medida que los siglos los habían cambiado a ambos, también
lo haría este viaje en el que se estaban embarcando juntos.

− Me obedecerás en esto, sívamet. Cuando tengas necesidades


o tengas hambre, debes pedirme lo que quieras. ¿Lo
entiendes? − Él esperó.

Elisabeta asintió. − Por supuesto, Ferro.

Su pulgar continuó adelante y atrás de nuevo sobre sus labios


en un deslizamiento fascinante. − No quiero que satisfagas
mis necesidades a expensas de las tuyas. ¿Entendido?

Ella frunció el ceño, tratando de comprender a qué se refería.


− Cuando satisfago tus necesidades, las mías también se
satisfacen.

Sacudió la cabeza. − Estás feliz y contenta de haberme


complacido. Tienes más confianza como mujer y como mi
compañera, ambas cosas buenas. Incluso te sentías poderosa
por poder hacer que un antiguo guerrero sintiera las cosas
que tú me hiciste sentir, pero tu cuerpo grita por el
mío. Ahora estás ignorando tus propias necesidades,
Elisabeta. Desliza tu mano por tu vientre y pasa tus dedos
entre tus piernas. Quiero que sientas tu humedad.

Ella frunció el ceño, insegura de lo que quería decir. Se


arrodilló detrás, apretándose contra ella, envolviendo sus

Bookeater
Dark Song
brazos alrededor de ella. Ella realmente no tenía que tocar la
piel sensible para reaccionar; solo sus palabras hicieron que la
tensión se enroscara con fuerza en ella. Eso no le impidió
querer obedecerle. Ella puso su mano sobre su vientre un
poco vacilante, mirándolo en busca de aprobación para ver si
estaba haciendo lo que él quería. Envolvió sus dedos
alrededor de los de ella y gentilmente guio su palma hacia
abajo por su vientre, y luego los deslizó sobre su
montículo. Su respiración se atascó en su garganta mientras
pequeñas chispas de electricidad parecían bailar por toda su
piel.

Elisabeta dejó que su peso descansara contra su cuerpo. Se


había convertido en una de sus posiciones favoritas y había
comenzado a sentirse cómoda con él tan cerca
de ella. Mientras movía sus dedos sobre su clítoris, hizo
círculos y luego golpeó el capullo inflamado y muy
sensible. Su vaina femenina entera se apretó. En espasmos. La
tensión se estiró más. Curvo dos de sus dedos en su entrada
resbaladiza deliberadamente.

El aliento de Ferro era cálido en su oído. − Esa eres tú,


necesitándome. No puedes descuidar tus necesidades, sívamet.
Es muy importante para mí mantenerte feliz como lo es para
ti mantenerme feliz.

Sus dientes tiraron del lóbulo de su oreja. Sus dedos


comenzaron un asalto lento y constante a sus sentidos, usando
su propia mano, usando la suya. Su pulgar rozó su clítoris. Él
lo movió con fuerza y luego rozó el sensible capullo, mientras

Bookeater
Dark Song
construía y construía ese maremoto dentro de ella hasta que
su cuerpo se estremeció con temblores, y lo único que la
sostenía eran sus poderosos brazos y el apoyo de
su cuerpo. Luego, dejó caer la cara en su hombro y la acarició
con la nariz durante un largo y estremecedor momento, sus
dientes raspando mientras sus dedos se hundían y retrocedían
profundamente dentro de ella.

La mordió, al mismo tiempo que golpeaba su clítoris con el


pulgar. El escozor de sus dientes combinado con el golpeteo
de su pulgar y el movimiento de sus dedos la llevaron
directamente al borde. Escuchó su propio llanto. Su cabeza
cayó hacia atrás contra su pecho mientras las olas la
atravesaban, ondeando fuertemente, un millón de estrellas
estallaron detrás de sus ojos mientras el orgasmo la
atravesaba.

Ferro la abrazó hasta que se calmó y luego la giró suavemente


en sus brazos para permitirle enterrar la cara contra su pecho.
Su palma acarició la parte posterior de su cabeza, calmándola,
esperando que su corazón se desacelerara al ritmo del de él.

− Eso es lo que quiero decir, piŋe sarnanak. Tus necesidades


son tan importantes como las mías. ¿Entiendes ahora?

− Si. − Ella lo hizo, y estaba en la misma página acerca de


cuidar sus necesidades y las de él.

− Hay mucho más que te mostraré en futuros levantamientos.


− Él la agarró por la barbilla y le inclinó la cara hacia arriba

Bookeater
Dark Song
para que lo mirara directamente a los ojos. − A medida que
confíes cada vez más en tu compañero, aprovecharemos estas
lecciones.

Ferro, te necesitamos a ti y a Elisabeta ahora. Dragomir y Josef están


en una acalorada batalla. Necesitamos a Elisabeta para calmar a
Dragomir. Gary se acercó a él.

Fusionados como estaban, Elisabeta escuchó al sanador llamar


a Ferro. Ferro maldijo en el idioma de los Cárpatos en voz
baja. O Jela peje terád, sanador, estamos ocupados en este momento.

Ferro frunció el ceño y la ayudó a levantarse. Estaba muy


claro que no estaba contento con la intrusión y eso le dio algo
de satisfacción. Decirle al curandero residente “que el sol te
queme” se consideraba una muy mala diplomacia, aunque
aparentemente Ferro nunca había sido considerado muy buen
diplomático. Sin embargo, la inquietud se apoderó de ella. Si
abandonaban la seguridad de su hogar, ella volvería a estar
expuesta de una manera que no quería estar.

Ferro hizo un gesto con la mano para vestirlos a ambos. Eligió


un vestido moderno para ella, pero nuevamente, uno que
llegaba a sus tobillos. Este también era ajustado, un color
verde azulado que le gustaba especialmente. Tenía ciertos
colores que le atraían. Sabía que él eligió los vestidos más
ajustados porque quería que se acostumbrara a la idea de que
su figura le agradaba. Pensaba que ella era hermosa. Quería
que ella se sintiera hermosa y se moviera con confianza entre
las otras mujeres.

Bookeater
Dark Song
Dragomir tiene una compañera. No necesita que Elisabeta le impida
convertirse. Sabía que Ferro no quería presionarla más de lo
que ya lo había hecho. En cada levantamiento, esperaba
practicar las pequeñas cosas en las que ella había trabajado
antes y agregar otras nuevas. No necesita verse envuelta
continuamente en el drama de la insistencia de Tariq en entrenar
para adquirir habilidades informáticas para todos en el complejo.
Tiene suficientes cosas de las que preocuparse.

Eso le dio un poco de emoción secreta ya que estaba mirando


hacia fuera por ella, por lo tanto, pondría sus necesidades
delante de las de sus hermanos. Abrazó ese conocimiento para
sí misma, a pesar de que tenía la sensación de hundimiento de
que tendrían que ir. Saber que no quería lo hizo más fácil.

Ella sabía por estar en su mente que Ferro esperaba


presentarle a Emeline, la compañera de Dragomir, este
levantamiento. Una vez que lo hiciera, quería que ella pudiera
sentarse con las tres mujeres sin él, aunque solo fuera por
unos minutos, y ver si podía hacerlo sin llamar a Sergey. No
quería que la dejara, ni siquiera por unos momentos, y
arriesgarse a poner en peligro a las otras mujeres, sin importar
que él le hubiera asegurado que incluso con ella convocando a
Sergey, el vampiro ya no podría enviar a su gusano desde el
inframundo.

Creo que esto es necesario, Ferro, o no te lo pediría, dijo Gary.

Bookeater
Dark Song
Se lo estaba preguntando a Elisabeta, pero Ferro no le iba a
señalar al anciano sanador lo que ya sabía.

− Lo siento, minan piŋe sarnanak, parece que una vez más, tus
dones pueden ser necesarios.

Elisabeta envolvió su brazo alrededor de su cintura y asintió,


sin saber qué pensar. Pasará lo que pasará, si Ferro se lo pedía
o se lo ordenaba, para ella era lo mismo, iría.

Bookeater
Dark Song
9
Como los tonos del cielo, cambian sobre la orilla;
Los rojos una vez grises, un espectro una vez más.

− ¿Qué salió mal esta vez? − Ferro le preguntó a Gary. −


Seguramente Dragomir no hizo una rabieta como lo hizo
Sandu.

− No hago rabietas, − negó Sandu con gran dignidad. −


Dragomir, sin embargo, durante mucho tiempo ha estado
celoso de que a través de los tiempos nadie haya cantado sus
alabanzas sobre las fogatas. Lo más probable es que estuviera
lamentando el hecho, y el joven Josef ya no podía escuchar
más. Creo que fue el joven Cárpatos quien le arrojó la tablet.

Ferro volvió su atención a Dragomir. − ¿Es esto cierto?

Dragomir le dio su ceño más negro a Sandu. − Por supuesto


que no es cierto. ¿Por qué me importaría si las canciones que
cantan sobre las fogatas son de mis hazañas? Los cazadores
antiguos no esperan canciones de sus legendarias batallas.
Sólo los vanidosos continúan con ellos.

− Me refería al joven Josef lanzándote una tablet, − dijo Ferro,


esforzándose por tener paciencia.

Bookeater
Dark Song
− Si bien. Esa parte podría ser cierta. Murmuró algo parecido a
'tontos ingeniosos' y arrojó la tableta a mi cabeza.
Afortunadamente, soy muy rápido y la atrapé antes de que
cayera al suelo. El pequeño advenedizo pensó que podía
enfrentarse cara a cara conmigo.

Ferro ignoró la burlona diversión en la voz de


Dragomir. Podía ver que Tariq, Maksim y Traian encontraban
ridículo el comportamiento del joven Cárpatos, pero se sentía
incómodo. Conocía a Dragomir desde hacía siglos y nunca el
anciano había tenido ese tono en particular de burla, casi
sarcástico cuando se refería al joven técnico. Ferro trató de
cambiar el sonido en su mente, pero siempre salía un poco
burlón. Los demás a su alrededor no parecieron escucharlo, o
al menos, sí lo hacían, nadie reaccionó.

− ¿Pensaste que esto justificaba llamar a Elisabeta para calmar


la situación? Dragomir, tienes una compañera y, a diferencia
de Sandu, no hay forma de que te conviertas. Josef aún no
tiene cincuenta años, sus emociones no han comenzado a
desvanecerse. Cuando se usa cualquier don psíquico, el
usuario paga un precio. ¿Qué de esta situación sentiste que
merecía que Elisabeta pagara ese precio?

La diversión se desvaneció instantáneamente de la expresión


de Dragomir para ser reemplazada por hielo puro en sus ojos
dorados. Se enderezó en toda su altura, las arrugas se hicieron
más profundas en su rostro. − ¿Qué estás diciendo,
Ferro? ¿Qué tendría a tu compañera en menos estima que a la
mía? ¿O que este niño que el nuevo príncipe envió para

Bookeater
Dark Song
obligarnos a aprender tecnología no se molestó en aprender
cuando debería haber podido ponerme apodos? ¿Debería
soportar la indignidad de eso después de siglos de servir a mi
pueblo? Debería haberle arrancado la cabeza de los hombros y
arrojarla al lago.

Su voz era tan fría que las partículas de hielo flotaban en el


aire entre ellos. Sandu tosió y retrocedió, alejándose de las
motas, y Ferro hizo girar a Elisabeta.

No los inhales. Ve si puedes conectarte con él como lo hiciste


con Sandu y dime qué le está pasando.

− Dragomir. − Ferro lanzó su voz muy baja, incluso cuando


levantó su mirada por sus hermanos.

Se acercaron a Dragomir, cerrando a Tariq y a los demás. Para


su alivio, Gary eliminó a Tariq por completo, aunque el líder
que el príncipe había elegido para representarlo allí en los
Estados Unidos se mantuvo a una distancia de visión del
drama que se desarrollaba.

Emeline, la compañera de Dragomir, corrió sin control desde


su casa hacia ellos. Dragomir la vio venir y dio un paso atrás,
frunciendo el ceño. Sacudiendo su cabeza. Ferro sintió que
Elisabeta se acercaba instantáneamente a Dragomir y lo
rodeaba con su paz reconfortante. Supo el momento en que
todos los hermanos sintieron su regalo y luego cuando abarcó
también a Emeline. Emeline le disparó un agradecido vistazo.

Bookeater
Dark Song
Se había detenido cuando Gary levantó la mano y se
interpuso entre ella y su compañero.

− Dragomir, tu compañera inhalará hielo a los pulmones.


Contrólate. Déjame entrar para ayudarte. Deja entrar al
sanador. − Ferro mantuvo su tono de voz muy bajo.

Dragomir volvió a negar con la cabeza y miró a Emeline. Ella


le tendió la mano a modo de súplica. Apretó los labios para
evitar respirar partículas de hielo, y luego esos ojos dorados
se dirigieron a Ferro y al sanador. El asintió.

Ferro y Gary utilizaron su vínculo de sangre con Dragomir


para entrar. Elisabeta, fusionada con Ferro como estaba, entró
también. Ferro encontró extrañas rayas de color rojo feroz en
la mente de Dragomir, casi como las feroces marcas de garras
que podría hacer un gato. Las líneas eran delgadas y ya se
estaban desvaneciendo. La suave brisa de Elisabeta las envió a
la deriva, adelgazándose hasta que las marcas de las garras
desaparecieron. El espíritu sanador de Gary se movió
cuidadosamente a través del cerebro de Dragomir, buscando
cualquier señal de daño o un intruso que de alguna manera
hubiera logrado escapar de sus salvaguardas. Aparte de estar
inquietos, no pudieron encontrar nada.

Dragomir frunció el ceño y negó con la cabeza varias veces


como si pudiera sacar lo que estaba dentro de su mente. −
¿Qué me pasó, Ferro? No puedo convertirme en vampiro y,
sin embargo, no podía dejar de querer arrancarle la cabeza a
ese niño imbécil, o peor aún, la tuya.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta, me dijiste algo sobre Sandu y lo descarté pensando, con
bastante arrogancia, que sabía lo que querías decir. Dijiste que había
algo más funcionando aquí además del disgusto por la tecnología
moderna. ¿Qué querías decir?

A Josef no le disgustaba la tecnología moderna y Dragomir no


podía convertirse cuando Emeline era su verdadera
compañera. Gary no había encontrado ni la más mínima
sombra en el cerebro de Dragomir.

La sensación de maldad prevalecía en la mente de Sandu, una


abrumadora necesidad de violencia. Estaba allí en Dragomir pero no
tan mal. − Ella vaciló. – No es malvado exactamente. Esa mancha
estaba allí débilmente, pero con malevolencia. Con necesidad de
violencia.

Ferro dio vueltas a lo que ella dijo, una y otra vez en su mente.
Los antiguos no tenían emociones. Sandu era incapaz de
sentir la necesidad de violencia. Si Elisabeta decía que eso
estaba en su mente, entonces tenía que haber estado allí.

¿Qué opinas, Gary? le preguntó al sanador.

Las mujeres a menudo sienten las emociones en los antiguos que


nosotros no podemos.

Ferro escuchó la especulación en su voz. Elisabeta no dijo


nada más. Ella no pesaba de una forma u otra, ni él esperaba
que lo hiciera. Mantuvo su brazo firmemente alrededor de

Bookeater
Dark Song
ella, sosteniéndola cerca allí en medio del recinto, tratando de
decidir cuál era el mejor curso de acción, porque algo estaba
muy mal.

− ¿Alguien ha examinado al chico? − preguntó. − Estos son


ahora dos de nuestros antiguos guerreros que han tenido una
reacción similar después de un encuentro con él.

Traian frunció el ceño. − ¿Crees que Josef ha logrado


introducir algo malvado que afecta a los antiguos guerreros
que los haría cambiar incluso si tuvieran compañeras? ¿Un
chico? ¿Un chico de los Cárpatos que ha trabajado duro para
identificar posibles compañeras para aquellos que no los
tienen antes de que el vampiro pueda llegar a ellos? Se
ha puesto en peligro en numerosas ocasiones y ha demostrado
su valía una y otra vez.

− Nadie lo ha acusado, − dijo Gary, su tono, como siempre,


suave. − Pero algo anda mal aquí. Tenemos que asegurarnos
de que este complejo sea seguro para nuestras mujeres y
niños, incluido Josef. No hay duda de que es un activo valioso
para nuestra gente. Al igual que Sandu y Dragomir, es mejor,
dadas las circunstancias, que lo examinemos. Necesitaré a
Elisabeta, Ferro. Tendremos que ir a la casa de Tariq para
realizar el examen.

Ferro lanzó un suspiro exagerado para hacer reír a su mujer


cuando sabía que ella estaría nerviosa. − Por supuesto que lo
harás. ¿Hay alguien aquí que no necesite a mi compañera?

Bookeater
Dark Song
Lanzó su mirada hacia Sandu y Benedek, dos de sus
hermanos del monasterio. Entrar en la casa de Tariq con sus
guardaespaldas cerca significaba exponer a Elisabeta al
peligro sin nadie detrás de él. Gary era el segundo al mando
de Tariq y juró proteger a Tariq. Por mucho que a él le
gustaría contar con el antiguo y a pesar del hecho de que sus
almas estaban atadas juntas, él no podía hacer eso, no cuando
se trataba de la seguridad de Elisabeta, no cuando todavía
sentía esa extraña y vaga amenaza hacia ella.

− Necesitaré a Sandu y Benedek con nosotros, − dijo.

Tariq se había encaminado hacia su casa, pero se dio la vuelta,


su rostro se oscureció, como si su honor hubiera sido puesto
en duda, lo cual, − concedió Ferro, − había hecho. − ¿No
sientes que puedes traer a tu compañera a mi casa, donde
reside Charlotte, sin dos de tus hermanos contigo? − Fue un
desafío directo y uno que Ferro no esperaba. Tariq era un
hombre nacido para liderar, muy cuidadoso con su tono y sus
palabras. No era un hombre de confrontación. Sobre todo, era
diplomático. También era un antiguo con la paciencia de un
antiguo. Tener a Sandu y Benedek en su casa parecía una cosa
pequeña y algo que a menudo se requería cuando se
examinaba cualquier tipo de entidad maligna, especialmente
si había un compañero cercano. No fue una solicitud
irrazonable.

No le contestes, Ferro, dijo Gary inmediatamente. El sanador se


deslizó entre los dos antiguos. Aquí está pasando algo que
no entiendo.

Bookeater
Dark Song
− Tariq, debes haber entendido mal a Ferro. Elisabeta tendrá
que estar presente cuando examinemos a Josef para detectar
cualquier intrusión maligna oculta. Eso representa un peligro
para ella. Naturalmente, ella tendrá que estar protegida, al
igual que usted. Tu seguridad es primordial y él lo
sabe. Todos sabemos que te irritan las restricciones que te
impone el príncipe, pero no se puede evitar. Debes tener
guardias.

Tariq se frotó las sienes de la misma manera que lo habían


hecho Sandu y Dragomir. Ferro y Gary intercambiaron una
mirada rápida e inquieta. Algo malévolo estaba invadiendo el
recinto y se estaba extendiendo entre los antiguos guerreros,
incluso aquellos con compañeras para anclarlos. ¿Cómo
podrían examinar a Tariq sin ofenderlo profundamente y
desencadenar la agresión que parecía invadir su mente?

− Sí, por supuesto. No sé qué me pasó. Perdóname, Ferro.

Sandu, asegúrate de que ninguno de los hermanos tome su turno


para aprender esta nueva tecnología de Josef hasta que sepamos lo
que está pasando, advirtió Ferro.

Usó su vía telepática privada en lugar de la de la hermandad


o la establecida por el vínculo del alma. No sabía por qué
quería excluir al sanador, pero por el momento, necesitaba
contar con aquellos con los que había formado un vínculo en
el monasterio. Gary, fue enviado por el príncipe, era leal a
Tariq.

Bookeater
Dark Song
Hasta que sepamos lo que está sucediendo, no podemos salir de
nuestro círculo. Algo no va bien y el peligro se extiende.

Tenían que saber dónde estaba cada uno de los hermanos.


Dragomir era el mayor signo de interrogación, ya que tenía
una hija con Emeline y ella quería permanecer bajo la
protección del complejo. Si su lealtad fuera hacia Tariq en
lugar de con los hermanos si decidían irse, tendrían que
ocultarle esa información. Eso siempre le pesaría mucho.

Mientras caminaban por los terrenos del complejo, Elisabeta


se agarró a su costado, su rostro enterrado en sus costillas
para no tener que mirar los espacios abiertos, él escaneó
continuamente, buscando en los antiguos que los rodeaban
signos de emociones que no deberían estar allí, tuvieran
compañeros o no. No necesitaba poder entrar en sus mentes,
solo leer la energía que los rodeaba.

Maksim le parecía bien. Caminaba con Gary, Tariq entre ellos.


Dragomir estaba sentado en su porche con Emeline, tomados
de la mano. Ferro ya no pudo detectar ninguna oleada de
violencia en Dragomir. Benedek no había estado cerca de
Josef, ni Petru, ni Nicu Dalca. Los tres se habían dispersado,
pero siguieron el paso de Ferro y Elisabeta mientras se
dirigían a la casa de Tariq. Ferro se encontró reduciendo el
paso, reacio a entrar y poner a su mujer en una posición de
peligro en la que tenía la sensación de que estaría.

No me gusta esto, Sandu. Algo se siente muy mal para mí.

Bookeater
Dark Song
¿Una trampa? ¿Es el vampiro? Nosotros sabemos que vendrá
por ella. Las salvaguardias de este complejo se han tejido y
entrelazado una y otra vez. Nosotros proporcionamos capas
adicionales sobre las que Tariq y los otros utilizaron, a pesar de que
eran muy fuertes. Nosotros tratamos de prepararnos para cualquier
eventualidad que pudiéramos concebir.

Y, sin embargo, Elisabeta lo convocó y pudo colarse como un gusano


del inframundo justo debajo de nuestras narices, señaló Ferro. Él
todavía tenía la sensación de que Gary y Tariq consideraban a
Elisabeta como una amenaza para ellos. Simplemente no
estaba seguro de cómo o por qué.

Elisabeta hizo una mueca. Él apretó su brazo alrededor de


ella. Eso no es una condena, piŋe sarnanak. Te estamos agradecidos
por mostrarnos una de las muchas debilidades que encierra una
fortaleza de este tamaño. Necesitamos encontrarlas todas.

Ferro dejó que su mente se expandiera, alcanzando como lo


había hecho durante siglos, buscando artimañas ocultas, un
engaño o una ilusión que su ojo pudiera pasar por alto. Sabía
que los hermanos a su espalda estaban haciendo lo mismo.

Elisabeta, no estamos necesariamente a salvo. Quiero que estés muy


alerta en todo momento. Si sientes algo que te cause desconfianza, no
importa cuán pequeño o difícil de alcanzar sea, me alertas. ¿Lo
entiendes? Incluso si crees que proviene de alguien en quien confío.
Esa es una orden y espero obediencia. Vertió el mando en su
voz. No le gustaba sonar como si la estuviera controlando,

Bookeater
Dark Song
haciendo cualquier cosa que de alguna manera se pareciera a
Sergey, pero esto era demasiado importante y ella respondió a
sus pautas claras. Dime que lo entiendes.

Sí, por supuesto, te lo diré.

Presta especial atención al sanador, pero ten cuidado, Elisabeta. Él es


extremadamente poderoso y sabrá si estás tocando su mente.
Cualquiera o todos en esa sala son enemigos potenciales o pueden ser
marcados por el enemigo para usarlo contra todos nosotros aquí.
Nosotros tenemos que saberlo para ser capaz de ayudarlos.

Estaban justo en la puerta, la entrada a la casa de Tariq, y Ferro


sabía que no podía dudar en entrar. Ya había puesto nervioso
a Tariq con solo hacer una solicitud común y adecuada. Cruzó
el umbral y levantó a Elisabeta al entrar para que sus pies no
tocaran el suelo. Ella no protestó. Si alguien lo notaba y se
molestaba, tenía la excusa perfecta; podría decirles que ella no
estaba acostumbrada a caminar. Estaba seguro de que Gary se
daría cuenta.

Tariq y Maksim abrieron el camino hacia la sala de


conferencias y tomaron sus lugares en la gran mesa ovalada
donde a menudo tenían que discutir planes de guerra contra
los vampiros que ya estaban en su lugar, haciendo todo lo
posible para acabar con la existencia de la gente de los
Cárpatos.

− Hemos enviado a buscar a Josef, − dijo Maksim. − Traian y

Bookeater
Dark Song
Joie han dicho que están dispuestos a que Gary y Elisabeta los
examinen si Gary cree que es necesario. Viajaron juntos.

− Si se trata de eso, − dijo Gary suavemente. − Creo que todos


estamos en problemas, Tariq. Creo que hay algo que trabaja en
nuestra contra dentro de este complejo que aún no
conocemos.

Tariq se frotó las sienes. − Algo está pasando. Parece que


nunca podemos tener cinco minutos antes de ser atacados por
algo nuevo. − Había una acusación en su voz, como si culpase
a Gary. Él incluso estrechó sus ojos en el sanador. Su rostro
estaba sonrojado. Su corazón se aceleró. Para los que estaban
en la habitación, estaba claro que su presión arterial estaba
aumentando y su cuerpo se estaba preparando para tomar
medidas físicas contra alguna amenaza desconocida.

La mano de Elisabeta se deslizó por el pecho de Ferro. Le duele


mucho la cabeza. El siente... la ira se convierte en rabia y no está
acostumbrado a tal emoción. Está luchando contra eso. Estalló
brillante y caliente cuando el sanador sugirió que había un problema
aquí. Es muy fuerte y no le gusta la idea de que no pueda controlar
sus emociones.

¿Puedes calmarlo sin tocar su mente?

Elisabeta inclinó la cabeza y de repente Ferro se encontró


mirando a los ojos oscuros de su compañera. Su corazón
tartamudeó ante lo que vio allí. Diversión. Calor. Ella lo miró
como si no fuera tan brillante como pensara al principio. Se

Bookeater
Dark Song
estaba concentrando en su seguridad, sin prestar mucha
atención a los detalles de las habilidades de su mujer. Por
supuesto que podría calmar a Tariq desde la distancia. Ella
tenía ese don desde cuando era niña. A medida que había
crecido, también lo había hecho ese talento y esa necesidad en
ella de traer paz cuando quienes la rodeaban estaban agitados
o perdidos. Tariq parecía ambas cosas.

Ferro nunca le había prohibido usar su talento. En todo caso,


la había animado. Le había dicho que estaba orgulloso de ella
por eso. Debería haber sabido que ella ya estaba enviando
esas olas de energía pacífica a la habitación, abarcando a
todos, no solo a Tariq. Cada anciano sintió la forma en
que su don penetró directamente en sus almas y sanó los
siglos de destrucción, de ese vacío gris en el alma.

Aromas de bergamota italiana y camelias raras mezcladas con


extracto de naranja, lima, vetiver y sándalo, flotaron por la
habitación con solo una pizca de fragancia mezclada. Ferro
sabía que todo era Elisabeta. Era imposible que ninguna
emoción negativa persistiera bajo el ataque de esa gentil
persuasión.

Ahora me doy cuenta de que siempre tendrás la ventaja entre


nosotros, piŋe sarnanak. ¿Cómo voy a estar molesto contigo cuando
inhalo y hueles como la brisa que se lleva todas
las preocupaciones? Él le pasó la mano por la nuca,
asegurándose de que ella supiera que a él nunca le importaría
que ella tuviera la ventaja entre ellos.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta había encontrado su camino hacia su corazón con su
tranquila quietud. Con su tierna compasión y esta… esa
necesidad de traer paz a sus hermanos, los otros cazadores
cansados de aferrarse al honor durante tanto tiempo. No solo
los del monasterio, sino todos los cazadores de los Cárpatos.
Era la naturaleza de su compañera y la amaba aún más por
eso.

¿Por qué te enfadarías conmigo? ¿Hago algo que ya te haga creer


que te molestaré?

La ansiedad en ella le hizo querer gemir. Ella era muy literal


con él. Estaba programada para querer complacerlo.
Naturalmente, ella lo tomaría en serio a pesar del hecho de
que él estaba acariciando su cabello en un esfuerzo por
mostrarle que la estaba tomando el pelo, tratando de
mantener el equilibrio cuando no sabía qué iban a encontrar y
qué era lo que los demás iban a esperar de su compañera.

− Quizás todos deberían ser examinados nuevamente, − dijo


Ferro. − Empezando por mí. Empezando por todos los del
monasterio. ¿Es posible, Tariq, que trajeramos una sombra
desconocida con nosotros que Xavier u otro mago arrojaran
sobre las puertas sin nuestro conocimiento? No quiero correr
riesgos con las mujeres y los niños aquí en el complejo. Si
existe la más mínima posibilidad de que seamos los que
estamos poniendo a todos en riesgo, debemos ser examinados
de nuevo o planificaremos nuestra ida. Podemos pasar a
Sergey y sus espías y cruzar de regreso a las montañas de los
Cárpatos. Una vez allí, no puede llegar hasta nosotros. −

Bookeater
Dark Song
Vertió confianza en su voz. Todo el tiempo mantuvo su
mirada fija en los ojos del líder, necesitando ver qué estaba
pasando con él.

Tariq una vez más se frotó las sienes con fuerza y una vez más
el destello de su rabia llenó la sala de conferencias. Todos
escucharon los latidos de su corazón elevados. Gary miró a
Ferro como si supiera que el anciano estaba haciendo todo lo
posible para que Tariq sugiriera que se examinara a todos los
guerreros del recinto. Claramente eso no iba a suceder. Antes
de que Tariq pudiera hablar, Gary lo hizo.

− Necesitamos a todos los guerreros aquí, Ferro. Si hubiese


habido una mancha en los guerreros del monasterio, lo
habríamos sabido. Valentin y Dragomir han estado aquí
durante algún tiempo, al igual que Siv. Todos tienen el código
de honor marcado en la piel como hermanos.

Maksim asintió. − Eso es verdad. Sin embargo, estoy de


acuerdo con Ferro, en que todos deberían ser escaneados
nuevamente. Primero el joven Josef y luego el resto de
nosotros, empezando por Gary, luego le permitimos mirar al
resto de nosotros. Tariq y yo podemos ir a continuación.

Es consciente de que algo anda mal con Tariq, le dijo Ferro a


Elisabeta.

No me ha dicho lo que he hecho para disgustarlo.

Bookeater
Dark Song
Ella sonaba al borde de las lágrimas, aunque ninguna brillaba
en sus ojos. Todavía las sentía en su mente. Mantuvo la cara
apartada de los demás, enterrada en su caja torácica,
presionada profundamente.

Te estaba tomando el pelo, haciéndote saber que siempre serás mi


mayor tesoro. No debería haberme burlado cuando nos encontramos
en medio de un asunto tan serio.

Sus dedos se deslizaron por su vientre hasta apretar su


camisa. No me importa. Yo estoy aprendiendo.

Josef entró, golpeando deliberadamente la puerta detrás de él.


Tenía piercings en el labio, la ceja y una barra en la nariz. − No
puedo imaginar lo que quieres de mí ahora, − espetó. − No es
como si no estuviera trabajando como un perro. Dijiste que tu
sistema informático era de lo último y, sin embargo, lo he
estado actualizando durante horas. Dijiste que tu gente podría
aprender y todos tienen el coeficiente intelectual de una
pava. − Se puso las manos en las caderas y miró a Tariq.

Tariq se puso de pie y la silla cayó hacia atrás. Maksim y Gary


se pusieron de pie también, Gary deslizándose para poner su
cuerpo entre Tariq y el joven chico de los Cárpatos. Ferro se
levantó con calma, llevando a Elisabeta al otro extremo de la
habitación fuera del peligro. Todo el tiempo, mantuvo su
mirada fija en Tariq. No conocía a Josef, pero estaba algo
familiarizado con el líder del pueblo de los Cárpatos aquí en
los Estados Unidos. Estaba actuando muy fuera de lugar.

Bookeater
Dark Song
Hay destellos rojos a su alrededor, también alrededor del niño, le
informó Elisabeta.

¿Los ves en alguien más en esta habitación? Concéntrate en el


sanador. Míralo de verdad. ¿Ves algo raro en él? Ferro no había
detectado nada, pero Elisabeta era muy sensible. Ella captaba
el más mínimo matiz cuando él no lo hacía.

Elisabeta se tomó su tiempo, estudiando a Gary mientras él


estaba preocupado, haciendo todo lo posible para evitar que
Tariq le arrancara la cabeza a Josef.

No detecto nada diferente en él. Emite una energía poderosa, pero no


violenta. Él capaz de gran violencia, pero todos lo son. Nadie más en
la habitación tiene esos destellos rojos que puedo ver.

Gary, Elisabeta está viendo destellos rojos alrededor de Tariq y Josef.


Lo que sea que haya infectado a Sandu y Dragomir también les ha
afectado a ellos dos, informó Ferro, permitiendo que Sandu y
Benedek también lo escuchasen.

Gary hizo un gesto con la mano hacia Josef, deteniendo al


joven de los Cárpatos en seco mientras daba varios pasos
agresivos hacia Tariq. El chico se quedó paralizado, su
expresión era de beligerancia. Habría sido mucho más hostil
si hubiera podido ver que el sanador le había quitado los
piercings en un esfuerzo por ayudar a calmar a Tariq.

Deja que Elisabeta fluya contigo en la mente de Tariq, le dijo Ferro


a Gary.

Bookeater
Dark Song
El sanador vaciló. Era segundo en el mando de Tariq, juro
protegerlo. Ferro era un hombre extremadamente peligroso,
uno de los pocos, − si es que lo había, − que podía tomarlo en
una pelea. Abrirle a Tariq, incluso a través de Elisabeta,
podría interpretarse como una traición. Por otro lado, el
alma de Gary estaba ligada a la de Ferro. Ferro siempre podría
usar esa entrada contra cualquier persona con la que Gary
tuviera un vínculo de sangre.

A Tariq no pareció importarle que Josef estuviera congelado


en su lugar. Dejó escapar otro rugido y arrojó la silla hacia el
chico. Gary la bloqueó en el aire. Eso solo sirvió para
enfurecer más a Tariq. Gary abrió su mente a Elisabeta.

Inmediatamente ella fluyó hacia el sanador, Ferro se fusionó


con ella. No estaba dispuesto a permitirle ir a ningún lado sin
él. Ella era la misma brisa ligera, moviéndose hacia las
brillantes rayas rojas que atravesaban la parte frontal del
cerebro de Tariq como un lienzo de rabia. Ferro pudo ver que
Gary estaba haciendo todo lo posible por estudiar las rayas,
por encontrar su origen. Ferro también lo hizo. Parecían
quemarse en la amígdala de Tariq, la parte de su cerebro que
manejaba las emociones. Las barras rojas llegaban a la corteza
prefrontal, la parte del cerebro responsable del
juicio. Tariq tenía eso en abundancia y las quemaduras
estaban obstaculizando su capacidad para controlar la rabia,
aunque estaba luchando contra ella con su carácter natural.

Bookeater
Dark Song
La suave brisa de Elisabeta se movió a través de la mente de
Tariq, una suave corriente que llevaba solo una pizca de su
aroma, esa fragancia natural que traía tanta paz. Ella era un
bálsamo calmante imposible de ignorar. Como en Sandu y
Dragomir, las quemaduras comenzaron a adelgazarse y luego
a disiparse. Había muchos más cortes de rabia de los que
había en los otros dos antiguos, e instintivamente parecía
saber que debía quitar el de la corteza prefrontal de Tariq para
ayudarlo a combatir la rabia. Una vez que pudiera recuperar
su juicio, el liderazgo de Tariq pasaría a primer plano. Lo
ayudaría en su recuperación. Ferro tenía toda la fe en él.

Ferro pudo ver que las quemaduras estaban grabadas un poco


más profundamente en el cerebro de Tariq, como si hubieran
tenido más tiempo para afianzarse. Se quedó en silencio,
mirando al sanador examinar de cerca las quemaduras en el
área de la amígdala del cerebro de Tariq mientras Elisabeta
continuaba disolviendo lenta y suavemente las furiosas barras
rojas como si fueran meras marcas de pintura que pudieran
borrarse de un lienzo. Su presencia era lo suficientemente
relajante como para que incluso el rojo brillante se apagara
sobre la amígdala.

Ferro recuperó las imágenes del cerebro de Dragomir. Las


quemaduras no habían sido tan profundas ni tan numerosas
como en el cerebro de Sandu. Ninguno había estado en la
corteza prefrontal. Todas las barras rojas se habían
concentrado en la región que controlaba la emoción. En
Sandu, hubo algunas quemaduras más y marcas mucho más

Bookeater
Dark Song
profundas en la amígdala, pero nuevamente, ninguna en la
corteza prefrontal.

No es así, Ferro, corrigió Elisabeta. Cuando entré por primera vez,


había varias quemaduras en la superficie que borré antes de pasar a
las peores quemaduras.

Ferro estaba un poco sorprendido por la facilidad que


mostraba al comunicarse solo con él. No hubo elevación de
energía en absoluto. Nadie sabría que estaba hablando con
él. Dudaba que Gary, que compartía una fusión mental con
ellos, supiera que ella era tan experta.

¿Encontraste quemaduras en la corteza prefrontal del cerebro de


Sandu, pero no en el de Dragomir?

En ambos, pero Dragomir apenas tenía alguna y nada profundo.


Sandu tenía quemaduras superficiales, pero más que Dragomir,
explicó.

Ferro le dio vueltas a la aclaración en su mente, tratando de


averiguar qué significaba. Durante todo el tiempo que había
tenido esa tranquila discusión con él nunca había detenido esa
dulce y reconfortante brisa que barrió suavemente a través de
la mente de Tariq, empujando las profundas decenas de barras
rojas a través de su cerebro. Las quemaduras más profundas
eran obstinadas, pero ella siguió con ellas, llenándolo con su
presencia gentil y su aura relajante y tranquilizante, de modo
que era imposible sentir nada más que serenidad y

Bookeater
Dark Song
tranquilidad. Compartiendo la mente de Tariq mientras estaba
con ella, Ferro sintió la misma serenidad.

Puede que Elisabeta no se considerase poderosa, pero su don


era asombroso. Los Cárpatos curaban al deshacerse de sus
egos y cuerpos para convertirse en solo espíritu. Elisabeta era
desinteresada por naturaleza. No necesitaba deshacerse de su
cuerpo físico. No tenía ego cuando ayudaba a los demás. Era
entonces cuando se sentia completamente segura de sí misma.
Daba sin pensar en lo que recibiría o en las consecuencias para
ella misma. Ella simplemente se entregaba.

También era experta en leer a otros. Tenía que serlo. Había


sido una prisionera durante siglos y tenía que saber
exactamente lo que pensaba o sentía su captor en un momento
dado para adelantarse a él. Ella confiaba en las emociones y
los sentimientos sutiles, a diferencia de los cazadores de los
Cárpatos. Ferro consideró eso. Tenía una gran ventaja en su
compañera. Independientemente de lo que les sucediera a sus
compañeros de los Cárpatos, tenía más posibilidades de
captar los matices que podrían conducir al descubrimiento de
sus orígenes. Gary ya estaba indicando que no pudo encontrar
ninguna sombra, ninguna mancha que pudiera indicar que un
vampiro había plantado una amenaza contra ellos.

La última de las barras rojas se había ido y aún Elisabeta


seguía llenando la mente de Tariq con su fragancia curativa y
esa suave brisa. Ferro se acercó para ver qué estaba haciendo.
Cuando lo hizo, Gary también lo hizo. Era difícil mantenerse
apartado de su propio cuerpo durante tanto tiempo y dar

Bookeater
Dark Song
incondicionalmente. Eso pasaba factura. Ambos habrían
dejado al líder y habrían regresado a sus propios cuerpos
creyendo que Tariq estaba curado.

En una inspección más cercana del cerebro de Tariq, Ferro


pudo ver que las marcas de las quemaduras eran más
profundas de lo que pensaba. Ya no existían las furiosas
barras rojas, pero las picaduras eran profundas y
preocupantes.

¿Puede curar cicatrices así? Gary le preguntó a Ferro.

Ferro no tenía ni idea. Tendrás que preguntarle a ella.


Encontraba a su compañera fascinante. Seductora. Su espíritu
era muy puro y hermoso para él.

Gary no la interrumpió con preguntas, simplemente se quedó


en segundo plano como Ferro, observándola inundar toda esa
profundidad con energía pura, fría y fresca. Por turnos, los
aromas de bergamota italiana y camelias raras compitieron
con el sándalo y el vetiver. Lo siguiente sería naranja o lima,
una fragancia tan sutil que apenas estaba allí, pero llevada esa
leve brisa que siempre estaba presente.

Ferro se sorprendió un poco cuando vio que las marcas de


quemaduras profundas desaparecían lentamente como si
nunca hubieran existido. No tenía sentido. ¿Qué había hecho
ella? ¿Solo deseó que las cicatrices desaparecieran? Nadie
curaba de esa manera. Ella era paciente, se tomaba su tiempo
hasta que no había evidencia de daño alguno en el cerebro de

Bookeater
Dark Song
Tariq. Luego se fue, y Ferro la acompañó, deslizándose de
regreso a la habitación.

Elisabeta se sintió ligera e insustancial, como si pudiera


escabullirse de él en cualquier momento. Sandu estuvo allí al
instante, tendiéndole la muñeca. Incluso en su necesidad,
inclinó la cabeza hacia arriba, sus ojos oscuros se encontraron
con los de Ferro como si pidiera permiso o necesitara que él le
ordenara que tomara el sustento de otro hombre.

Toma su sangre, piŋe sarnanak. Estás tan pálida que parece que vas
a desaparecer.

Ella hizo lo que le ordenó, tomando cortésmente lo que Sandu


le ofreció. Benedek le dio sangre a Ferro mientras Maksim le
ofreció a Gary su muñeca. Tariq se sentó en silencio a la mesa,
con los ojos fijos en el joven chico de los Cárpatos que aún
estaba congelado en su lugar por orden del sanador. Había
una expresión de beligerancia en el rostro de Josef.

Tariq esperó hasta que los tres terminaron de alimentarse


antes de hablar. − Claramente, lo que sea que haya infectado a
Sandu y Dragomir también nos infectó a Josef y a mí. ¿Tiene
idea de qué es o cómo nos está afectando? − Miró al otro lado
de la mesa hacia Elisabeta. − Gracias, Elisabeta. Te debo
mucho. Los tres, pero claramente, parecen ser capaces de
lidiar con la violencia que está causando esta infección.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta intentó esbozar una pequeña sonrisa, pero Ferro
pudo sentir lo incómoda que se sentía con el foco de atención
sobre ella.

− Gary podría explicar mejor lo que está sucediendo que yo, −


dijo Ferro, más para desviar la atención de Elisabeta que por
cualquier otra razón. − Elisabeta, cuando te sientas lista, tú y
yo haremos todo lo posible para ayudar al joven Josef.

− Antes de que lo hagas, me gustaría ver qué tan profundas


son las quemaduras y dónde están también, − dijo Gary. −
Tariq, ¿entrenaste con Josef? ¿Usaste su tablet?

Tariq negó con la cabeza. − No, he estado usando estos


programas desde el momento en que se desarrollaron por
primera vez. De hecho, Josef escribió algunos de los
programas de software hace aproximadamente un año, y los
tutoriales me capacitaron para usarlos.

− Presumido, − Sandu susurró en la fusión compartida de


Ferro y Elisabeta.

La expresión de Elisabeta no cambió, pero Ferro sintió la


diversión estallar brevemente en su mente y estaba
agradecido con Sandu. Elisabeta realmente se sentía
incómoda en presencia de los demás, incluso cuando decían
cosas elogiosas. Sabía que ella solo quería volver a su casa y
estar a solas con él. Estaba agradecido. Él sentía lo mismo.

Bookeater
Dark Song
− Sandu, ¿tú y Dragomir usaron la tablet y entrenaron en el
mismo programa?

Sandu asintió. − Comparamos notas. Realmente no fue tan


difícil como parecía en ese momento. Sacamos el
conocimiento de la mente de Josef y luego lo repasamos varias
veces. Parecía bastante fácil. Ninguno de los dos pudo
entender por qué teníamos problemas.

− Esta noche, Tariq, − continuó Gary. − ¿Cómo empezó el


problema entre usted y Josef?

Tariq frunció el ceño y dio unos golpecitos en la mesa. −


Apenas recuerdo, solo que tenía un gran dolor de cabeza,
pero la verdad, había tenido uno durante varios
levantamientos. Charlotte había intentado deshacerse de él
por mí. Este levantamiento, Josef irrumpió muy enojado
porque no quería trabajar con ninguno de los antiguos esta
noche. Le dije que se fuera. Lo hizo, pero estaba murmurando
en voz baja. Tenía esos piercings, y por alguna razón sentí que
estaba faltándome el respeto deliberadamente al usarlos. Le
grité que se deshiciera de ellos antes de que regresara. Luego
envié a alguien para que lo entrenara. Ni siquiera recuerdo a
quién en este momento, pero recuerdo que no iba a dejar que
ningún niño me dijera qué hacer en mi propia casa.

− Todo eso está completamente fuera de lugar para ti, − señaló


Maksim. − ¿Sabías que lo estaba?

Bookeater
Dark Song
Tariq asintió. − No pude detenerme. Yo seguía sintiendo esta
rabia intensa, tanto es así que le dije a Charlotte que
mantuviera a los niños lejos de mí y que tampoco se acercara.
No le dije por qué. Traté de mantener la casa en silencio
y simplemente hacer el trabajo.

− ¿Trabajo? − Preguntó Gary.

Tariq asintió. − He sido negligente con los clubes nocturnos y


necesitaba supervisarlos. Intento ser práctico tanto como
puedo, pero últimamente, con todo lo que está pasando, los
dejé en manos de los gerentes. Pensé que podría repasar los
libros, los pedidos, ese tipo de cosas. Me dolía tanto la cabeza
que era casi imposible.

− ¿Ha venido alguien nuevo a trabajar aquí en el complejo?


¿Para el equipo de seguridad? Sergey ha reclutado psíquicos
masculinos humanos, − dijo Ferro. − ¿Podría haber plantado a
alguien?

− Los humanos que trabajan aquí son escaneados todas las


noches, − explicó Maksim. − Incluso si Sergey los protegiese,
encontraríamos el escudo.

Gary suspiró. − Ferro, Elisabeta, nos dejaría ver como ayudas


al joven Josef. Será interesante ver la profundidad de las
quemaduras en él.

Elisabeta no esperó y Ferro se dio cuenta de que le había


resultado difícil quedarse quieta cuando sabía que el chico

Bookeater
Dark Song
necesitaba su ayuda. Él había atribuido su malestar a estar en
la habitación con todos los Cárpatos, pero había sido mucho
más que eso. Alguien la necesitaba. Eso era lo que le
importaba. Toda la concentración de Elisabeta estaba centrada
en Josef. Aun así, por mucho que se encontrara amándola aún
más por su compasión, iba a tener que advertirle que esperara
a que él garantizara su seguridad. Para él, asegurarse de que
su compañera estuviera a salvo tenía prioridad sobre todo lo
demás.

El rojo en el cerebro de Josef era oscuro y enojado, incluso más


que en cualquiera de los antiguos. La puntuación parecía
mucho más profunda y había mucho más, como si hubiera
estado expuesto a la infección durante más tiempo que
cualquiera de los antiguos. Había estado en el complejo solo
durante dos levantamientos, así que ¿eso significaba que
había estado expuesto antes de venir? ¿Había traído la
infección con él? Ferro esperaba que Gary tuviera una idea
más cercana a lo que sucedía, porque él estaba perdido por
completo. Nada tenía sentido. Ahora, con seguridad, tendrían
que inspeccionar a Traian y Joie, así como a todas las personas
con las que Josef había entrado en contacto. Iba a ser una
noche larga y dudaba que las cosas que había planeado para
su compañera sucederían.

No me gusta que te sientas como si me hubieras fallado una vez más,


Ferro. Nunca me has fallado. No me importa ayudar a esta gente.

Sabía que ella no. Pero al ayudarlos, no tenía el tiempo


necesario para aprender las cosas para ayudarse a sí misma.

Bookeater
Dark Song
Minan piŋe sarnanak, hay tanto que necesitas saber de este mundo
para que te sientas cómoda. No quiero que te sientas siempre como
si fueras menos que alguien. Tú eres más. Eres bella y amable y de
gran poder. A medida de tu compañero, me gustaría mostrarte las
cosas que te ayudarán a darte cuenta de esto sobre ti misma,
pero cada alzamiento eres llamada a sacrificarte en aprender lo que es
mejor para ti, por el bien de los demás.

Ella guardó silencio mientras se concentraba en enviar su


brisa fresca y relajante a una obstinada barra de un rojo
intenso y violento que no quería disiparse. Cuando, por fin, la
marca se adelgazó, e hizo jirones en algunos lugares y
finalmente comenzó a separarse lentamente, rodeó a Ferro con
su fragancia característica.

Te tengo. Cada levantamiento, kont o sívanak, te tengo y me


das todo lo que necesito para aprender a tener confianza. Estoy
aprendiendo a confiar. Eso es lo más difícil de aprender de
todo. Empiezo a sentirme segura después de que por siglos no supe
qué era eso. Ahora, esa palabra te identifica. Tu eres mi seguridad.
Mientras tú y el sanador inspeccionan a los demás en busca de
quemaduras, haré todo lo posible por ser valiente y quedarme con
Lorraine y Julija como deseas.

Ferro sabía lo difícil que era para ella decirle eso y cuánta
confianza en él requería. Podía sentir su inquietud y, sin
embargo, en ningún momento cambió la dulce y suave brisa
que se movía por la mente de Josef mientras ella trabajaba
para eliminar las terribles quemaduras que estropeaban su
asombroso cerebro.

Bookeater
Dark Song
10
Las olas entre las rocas, música del mar,
las armonías atronadoras te llevan a mí.

Elisabeta trató de no inquietarse. Dejó caer una mano sobre la


falda de su vestido, sus dedos doblando nerviosamente la tela
entre ellos. Tenía la boca seca. Sabía que las otras mujeres
nunca sabrían que ella estaba en un estado de pánico porque
se había convertido en experta en ocultar todos los síntomas
físicos de Sergey a lo largo de los siglos.

Ella estudió discretamente a las otras tres mujeres. Lorraine y


Julija vestían jeans y camisetas de color azul suave. No podía
imaginar que esa ropa pudiera ser agradable, pero ambas
mujeres parecían muy cómodas con ella. Emeline estaba
vestida con una falda larga, con volantes, muy femenina y
una camiseta de tirantes ajustada con lazos de seda que se
entrelazaban hacia adelante y hacia atrás a través de sus
pechos. Era mucho más atrevida que el vestido ajustado de
Elisabeta y, sin embargo, Emeline lucía el atuendo con
facilidad y gracia. Se había quitado los zapatos, así que
Elisabeta, con gran alivio, siguió su ejemplo, con las odiadas
sandalias en el suelo junto a su silla.

Ferro no estaba presente físicamente, pero estaba fusionado


con ella, sin dejarla sola cuando podría convocar a Sergey.
Estaba aterrorizada de que el vampiro encontrara una forma

Bookeater
Dark Song
de entrar al recinto, desesperado por llegar a ella cuando lo
llamara. Dudaba que fuera capaz de detenerse incluso
sabiendo que lo estaba haciendo. Emociones versus intelecto
era algo de lo que iba a tener que aprender.

La casa de Emeline era acogedora, no tan grande como la que


tenía Ferro. Se preguntó si él podría dividir la habitación por
la mitad, lo que la haría aproximadamente del tamaño de la
sala de estar de Emeline y Dragomir. Podría hacerlo mejor
manejando ese volumen.

Podríamos hacer eso, sívamet, pero te llevará más tiempo aclimatarte


al mundo exterior. Estás teniendo dificultades para ver la
extensión de tierra entre las casas en el complejo de Tariq, y mucho
menos si viajáramos y tuvieras que ver las montañas, los valles y los
cielos abiertos.

Ella no había pensado en eso. Naturalmente, habría una razón


por la que Ferro había elegido una habitación grande para
presentarla en su casa. Siempre tenía una razón, y ahí era
donde la confianza debía entrar en juego. Inmediatamente se
avergonzó de no haberlo adivinado.

Elisabeta, lo estás haciendo muy bien. No hay razón para que


te sientas molesta. Tuve tiempo mientras estabas en el suelo sanando
para pensar en lo que te ayudaría más en tu recuperación. Solo has
tenido tiempo de reaccionar ante los muchos problemas a los que se
enfrentan no solo tú, sino todos los Cárpatos. El mundo ha cambiado
mucho.

Bookeater
Dark Song
La voz de Ferro era tranquilizadora. No solo su voz. Estaba en
su mente. Calma. Estable. Una roca. Su roca. No importa lo
que estuviera haciendo, ni lo importante, se tomaba el tiempo
para tranquilizarla.

Estaré bien con estas mujeres. Quédate conmigo, Ferro, pero no


necesitas hablar conmigo. Su corazón reaccionó, acelerándose
como loco mientras lo decía.

Julija era una verdadera amiga. Su primera. Estaba sentada


frente a Elisabeta en un sillón muy cómodo con la hija de
Emeline, Carisma, en su regazo.

Le envió a Elisabeta una rápida sonrisa. − ¿Terminaste de


hablar con ese hombre tuyo?

− Si. Creo que sí. Está trabajando con el sanador para controlar
a todos los que podrían haber sido infectados. El pobre Josef
estaba mortificado por las cosas que le dijo a Tariq.

− ¿Qué está pasando exactamente? − Preguntó Julija.

Elisabeta frunció el ceño. No estaba segura de cuánto debería


decir. ¿Puedo contarles todo? No me dijiste.

Si, por supuesto. Esto no es ningún secreto. Cuanto más conscientes


de nosotros seamos, más estamos alerta al peligro.

− Parece que hay algo que está provocando una quemadura

Bookeater
Dark Song
en el cerebro en dos áreas diferentes, una que controla las
emociones y la otra, el juicio.

− Sobre los antiguos, − dijo Emeline, haciéndolo mitad


pregunta, mitad declaración.

Elisabeta negó con la cabeza. − Josef también estaba infectado.


De hecho, sus quemaduras eran incluso peores que las de
Tariq.

Las mujeres se miraron unas a otras. Emeline dio unos


golpecitos en el brazo de su silla y luego pareció tomar una
decisión. − ¿Es posible que esto también pueda afectar a los
niños? ¿O solo a personas mayores? ¿Tendrían que ser
necesariamente Cárpatos? ¿Cualquiera puede infectarse?

− Sí, creo que todos estamos en riesgo, − respondió Elisabeta. −


No sé qué es ni de dónde viene, pero sí, todos estamos en
riesgo, incluidos los niños. Lo más probable es que también
los humanos del complejo. Hasta que descubramos la causa,
todos debemos cuidarnos unos a otros. − Mantuvo
su mirada en el rostro de la otra mujer, enviando
su energía relajante.

Ferro, creo que Emeline sospecha que un niño, o quizás algunos de


los niños, están en riesgo de contraer la infección. También
mencionó a las personas mayores de pasada. Específicamente
humanos. No sé si se trata de algo, pero ella está emitiendo unas
oleadas de angustia muy fuertes.

Bookeater
Dark Song
Lorraine se inclinó hacia Emeline. − ¿Estás preocupada por los
niños, Emme? ¿Uno en particular? ¿Alguien muestra signos
de mal genio?

Emeline se colocó un mechón de cabello detrás de la oreja.


Elisabeta notó que su mano temblaba un poco.

− Genevieve me dijo que todos parecían estar fuera de lugar


últimamente. − Miró a Elisabeta. − Genevieve es su niñera. Es
humana, la mujer más dulce de todos los tiempos, una buena
amiga para todos nosotros. Ella y Charlotte eran las mejores
amigas mucho antes de que Charlotte encontrara a Tariq.
Genevieve me dijo que Danny la empujó. Danny es el chico
más educado del planeta. Realmente lo es. Y Amelia les gritó
a Lourdes y a Bella y las hizo llorar. Liv pateó a su dragón de
piedra y arrancó un trozo de roca, y luego, cuando no pudo
repararlo ella misma, hizo una rabieta. Genevieve dijo que
todos los niños han estado de mal humor en los últimos días.

− ¿Los últimos días? − Repitió Elisabeta. ¿Escuchaste eso, Ferro?


No solo desde que Josef está aquí. ¿Quieres que me ofrezca a
mirarlos?

Absolutamente no. Ferro fue inflexible. Definitivamente sonaba


autoritario tanto si quería como si no.

Ella mantuvo la energía tranquilizadora moviéndose por la


habitación, asegurándose de que Julija y el bebé que llevaba
en su cuerpo, así como el niño en su regazo, solo sintieran

Bookeater
Dark Song
felicidad y paz. − ¿Has mencionado a personas mayores,
Emeline? ¿Sientes que ellos también están molestos?

− Sí, Donald y Mary Walton. Viven en el cobertizo para botes


reconvertido junto al lago. Son la pareja más dulce y nunca
pelean. Las últimas noches apenas se han hablado y Mary ha
estado llorando mucho. Parece que todo el mundo se está
volviendo un poco loco. Hablé con Dragomir al respecto y
ambos pensamos que tal vez se debía a que todos habían
estado encerrados durante tanto tiempo. Nadie ha podido
salir del complejo ni un momento.

Elisabeta no pudo evitar sentirse culpable. Quizás, si ella no


hubiera estado allí, los ocupantes no estarían tan atrapados.

Emeline dio un suspiro. − Me siento tan mal de que todos


hayan estado aquí desde que los niños y yo fuimos
rescatados. Vadim encontró una manera de embarazarme, y si
no fuera por Dragomir, estaría muerta y nuestra hija también.
Dragomir pudo cambiar su sangre y hacerla suya. − Sus ojos
se encontraron con los de Elisabeta. − Yo fui uno de sus
experimentos.

Elisabeta había estado a menudo en el laberinto de túneles


que los vampiros habían tomado bajo la ciudad y había visto
los horrores que sufrían mujeres y niños. No había podido
hacer nada más que mirar. Tantas veces la habían llevado a
lugares de tortura y nadie se había enterado de que estaba allí
aparte de Sergey. Si no hubiera sido por Julija, nadie hubiera
sabido siquiera que existía. Incluso cuando llegaron los

Bookeater
Dark Song
cazadores y los vampiros huyeron, Sergey habría podido
regresar y recuperarla, pero Julija se las había arreglado para
permitir que vieran a Elisabeta, y los Cárpatos la habían
llevado de regreso al complejo.

Nunca se le había ocurrido que Emeline pudiera sentirse tan


responsable como ella de que los demás ocupantes del recinto
se sintieran tan atrapados. − Tu hija es hermosa, Emeline, −
dijo Elisabeta. − Tú y Dragomir tenéis un regalo más allá de
cualquier precio. − De repente hubo un anhelo en su corazón
por lo que ella pensó que nunca podría ser. Ella ya tenía
mucho y siempre estaría feliz y agradecida de que el universo
le hubiera dado a Ferro.

El rostro de Emeline se iluminó. − Gracias, Elisabeta. Me


preocupaba tanto que Carisma no fuera aceptado, pero
Dragomir estaba seguro de que iba a ser querida por la gente
de los Cárpatos, y ella lo ha sido. Usamos esta casa a veces,
pero ahora tenemos la nuestra, muy cerca a la que tu
compañero tiene para ti. La propiedad bordea el bosque como
la tuya. Dragomir quiere llenar nuestra casa de niños. Incluso
me dio mi propio dragón dorado con hermosos ojos
esmeralda justo en el medio de nuestro patio porque sabe que
me encantan los dragones de piedra que los trillizos hicieron
para los niños aquí. Construyó uno, hermoso de color lavanda
para Carisma para cuando ella crezca un poco. Es
tan considerado.

− No sé acerca de los dragones de piedra de los que hablas.

Bookeater
Dark Song
Al instante Ferro le envió una imagen de dragones de piedra
en varios colores: rojo, azul, naranja, verde y marrón. Lojos,
Matías y Tomas hicieron estos dragones para los niños. Cobran vida
para ellos, susurrándoles y volando cuando quieren jugar. Ellos
sirven de protección para los niños. Dragomir ha hecho uno para
Emeline y Carisma. Liv le ha pedido a Valentín que le haga uno a
Genevieve. Se está considerando hacerlo.

En el instante en que Ferro inundó su mente con la


información, Elisabeta se sintió segura y cálida. Ella no se
había dado cuenta, incluso cuando él se fusionó con ella,
permaneciendo en algún lugar en el fondo mientras él
trabajaba con el sanador examinando a los demás en el
complejo, que estaba incómoda sin él. No solo inquieta, al
borde del pánico. Su corazón latía con fuerza, aunque
automáticamente evitaba que se escuchara el sonido. Siempre
había aprendido a hacer eso, manteniendo controlada la
respiración y el pulso de Sergey cuando estaba especialmente
agitada. De hecho, se había clavado las uñas en el antebrazo,
profundamente, para concentrarse en el dolor y evitar que su
mente entrara en pánico.

Emeline explicó sobre los dragones y cómo los trillizos los


habían hecho para que los niños no tuvieran miedo cuando
huían de los vampiros. − Los dragones representan la libertad
para ellos y también la amistad de los Cárpatos cuando los
cazadores pueden parecer tan aterradores a veces.

− Puedo entender eso, − asintió Elisabeta. Ella se frotó los ojos.


La iluminación de la habitación era tenue. Ferro les había

Bookeater
Dark Song
dejado claro a las mujeres que no podía exponerla a
demasiada luz o espacio, pero a pesar de que la habitación era
más pequeña que la de su casa, todavía se sentía enferma si
miraba demasiado tiempo alguna cosa.

Quería tener éxito en su amistad con estas mujeres. Ella era


muy experta en leer a otros; ella había aprendido a serlo.
Sergey la llevaría con él y la escondería de sus hermanos.
Querría que ella le contara todos los detalles de las reuniones
que mantenían, lo que se dijo y cuáles pensaba que eran sus
verdaderas intenciones. Leer a los demás, sus mentes, sus
expresiones y su lenguaje corporal, incluso cuando su carne se
estaba pudriendo, le permitió mantener su propio cerebro
funcionando. Estas mujeres eran buenas y realmente querían
convertirse en sus amigas y ayudarla a integrarse en su nueva
vida.

Sabía que a todos les preocupaba que Ferro fuera demasiado


dominante con ella. Para ellas, parecía arrogante y
controlador. No podían saber que ella era la que le había
pedido que la protegiera y, que a veces, incluso le ordenara.
Necesitaba esas líneas claras porque era la única forma en que
había vivido durante siglos y la hacía sentir cómoda cuando
estaba aterrorizada.

Ferro, realmente parece haber un problema con los niños y la pareja


de personas mayores. Si Emeline invita a uno de ellos a la casa, sabré
de inmediato si está infectado. No es posible que me hagan daño.
Podríamos comenzar con uno de los niños o la mujer mayor.

Bookeater
Dark Song
Oh jelä peje terád emni, absolutamente no, estaré allí pronto. No
correrás riesgos con tu vida. No tenemos idea de cómo se transmite
esto de una persona a otra. Ya estás lidiando con suficiente. No estoy
dispuesto a correr riesgos contigo. ¿Eso está entendido?

Quería abrazarse a sí misma. Ese era su compañero,


maldiciéndola en su lengua antigua. El sol te queme, mujer.
Ella ocultó su diversión incluso de él, pero de alguna manera
su reacción la hizo sentir querida, no oprimida como sabía
que las otras mujeres en la habitación se sentirían. Tomarían
su respuesta instantánea como una señal de su
comportamiento controlador. Ella lo vio como una
señal de interés. A pesar de que ella trató de ocultar su
agitación por su separación física, él lo sabía.

Elisabeta, instó. Yo necesito una respuesta.

Lo entiendo. Solo deseaba ayudar, Ferro.

− ¿Vas a pasar el poco tiempo que tenemos para visitar


hablando con tu compañero? − Preguntó Lorraine. − Porque
no te deja perder de vista.

Julija se rio. − Eres alguien para hablar, Lorraine. Me


sorprende que Andor no esté parado afuera con la oreja
pegada a la puerta. − Acarició a Carisma y besó un lado de su
cuello antes de soplar frambuesas para hacerla reír.

− Ese probablemente sería Dragomir, − redirigió Lorraine.

Bookeater
Dark Song
Emeline se encogió de hombros, no ofendida en lo más
mínimo. − Eso es cierto, y estoy totalmente de acuerdo con eso.
A diferencia de ustedes dos mujeres locas, no quiero luchar
contra un monstruo. − Un escalofrío la recorrió. − He visto
suficientes vampiros para toda la vida. Dragomir es el hombre
más increíble y me encanta la forma en que le gusta estar
cerca de mí.

A Elisabeta le gustó su respuesta. Emeline era práctica y no se


disculpó. Las tres mujeres eran muy diferentes y se dio cuenta
de que debían tener relaciones muy diferentes con sus
compañeros. Ferro tenía razón cuando le había dicho que
encontrarían juntos su propio camino y lo que era adecuado
para ellos.

− ¿De verdad te preocupa que los niños puedan estar


infectados, Emeline? – Preguntó Julija, balanceándose hacia
adelante y hacia atrás suavemente para calmar al bebé.

Elisabeta pensó que se veía natural con el niño a pesar de que


Julija había confesado que estaba preocupada por tener un
bebé, ya que nunca había estado cerca de uno. Se dio cuenta
de que Emeline estaba vigilando de cerca, pero le estaba
dando tiempo generosamente a Julija para ayudarla a superar
sus miedos de tener un bebé. Elisabeta descubrió que le
gustaba y admiraba a Emeline aún más por su naturaleza
compasiva.

Bookeater
Dark Song
Emeline asintió. − Los niños ya han pasado por muchas cosas.
Odio pensar que, sea lo que sea, lo han hecho, pero su
comportamiento está muy fuera de lugar.

− Ferro y los demás están controlando a los cazadores en el


recinto, − dijo Lorraine. − Estoy segura de que revisarán a los
niños si se lo pedimos.

− No los quiero asustados. Amelia, en particular, ha sido


acusada de todo tipo de cosas. Ella fue utilizada como espía y
todavía lo siente profundamente, − continuó Emeline.

La preocupación en Emeline hizo que Elisabeta enviara una


brisa de pura energía relajante por la habitación. Ella no pudo
evitarlo. Tenía que tranquilizar a la otra mujer. − Ferro
encontrará la manera de controlar a los niños sin que ellos lo
sepan. − Ignorando la mirada que intercambiaron Julija y
Lorraine, vertió confianza en su voz porque tenía absoluta
convicción en su compañero. El encontraría la manera
perfecta de examinar a los niños sin molestarlos.

Sabes que puedo decirlo, päläfertiilam, y no me acercaría a ellos. Si


identifico un problema, tú y el sanador pueden decidir cuál es la
mejor manera de manejarlo.

La diversión masculina llenó su mente. Veo cómo sobreviviste


tantos siglos, minan piŋe sarnanak. Sigues detrás de lo que crees que
es correcto.

Bookeater
Dark Song
Volvió a llamarla su pequeño pájaro cantor. Eso era un buen
presagio y le dio aún más confianza en que cuando ella era
persistente, él no se enojaría con ella ni descartaría lo que
consideraba importante. Te esperaría, pero deseo asegurarle a
Emeline que investigarás esto por ella y que te lo tomarás en serio,
incluso si son niños y la pareja mayor es humana.

Pregúntale por Genevieve. ¿Hay signos de que esté infectada?


¿Ella está de mal humor?

− Emeline, ¿has estado cerca de Genevieve? ¿Sientes que ella


también podría estar infectada? − Elisabeta mantuvo su voz
tan dócil como la suave brisa que se movía por la
habitación. El bebé ya había respondido a la atmósfera
pacífica y la tenue mezcla de lavanda, lima, naranja y
bergamota. La fragancia era tan sutil que apenas estaba allí,
pero ayudó a aliviar la ansiedad cuando envió una ola de
energía curativa hacia Emeline.

− Genevieve es una de las mujeres más tranquilas y estables


que he conocido en mi vida, − dijo Emeline. − Nunca la he
visto enojada. Si está infectada, ciertamente tiene mucho
control para mantenerlo bajo control, y me resultaría difícil
creer que pudiera hacerlo mejor que Dragomir.

Julija asintió. − Tengo que estar de acuerdo con esa


afirmación. Los antiguos han controlado sus emociones
durante siglos. No tiene sentido que tengan problemas para
no perder los estribos, especialmente alguien como Sandu,
que ni siquiera puede sentir sus emociones.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta frunció el ceño. − Los cazadores antiguos sin
compañeras pueden no sentir emociones, pero sienten lo
mismo que todos los demás. Puedo sentirlos cuando estoy
cerca de ellos. A veces, incluso cuando no estoy cerca, pero
están transmitiendo porque están desconsolados. Sea lo que
sea esta infección, pasa por alto el bloqueo que les impide
sentir y va directo al núcleo de la emoción y el juicio.

− Los seres humanos contraen enfermedades, como la gripe, −


dijo Lorraine. − Sé que los Cárpatos no lo hacen, pero ¿es
posible, que, con la composición del suelo tan cambiada, la
respuesta sea así de simple? ¿Es una nueva enfermedad que
se extiende por el recinto?

− Esa es una teoría interesante, − dijo Emeline. − Uno no lo


habría considerado y dudo que los demás lo hayan hecho,
aunque quizás el sanador si lo haya pensado. Parece pensar
en todo. ¿Qué opinas, Elisabeta? Has visto los resultados de
cerca.

Elisabeta no estaba acostumbrada a que nadie le pidiera su


opinión. Continuó disfrutando de la discusión con las mujeres
y luego entró un poco en pánico ante la necesidad
desconocida completamente de dar su propia respuesta.

Está bien decirles lo que estás pensando, sívamet. Ellas están


simplemente especulando, como lo harías tú. No tengo respuesta.
Gary y yo estamos lanzando ideas con la esperanza de dar con

Bookeater
Dark Song
algo. Le repetí la teoría de Lorraine sobre una gripe de algún tipo
a Gary, pero él no cree que pueda ser eso.

Respiró hondo, tomando los aromas que la ayudaban con la


ansiedad profundamente en sus pulmones. Había enviado las
fragancias por la habitación para ayudar a Emeline y ahora
esperaba que la ayudaran. No solo tenía que hablar, algo que
encontraba difícil, y dar una opinión, que era aún peor, sino
que incluso en el pequeño espacio, sin las barras entre sus ojos
y el resto del mundo, le resultaba difícil mirar a su alrededor.
ella sin sentirse desorientada.

− No sé qué está causando esta infección, pero las


quemaduras pueden ser muy profundas en algunas personas
y no en otras no. No me parece una enfermedad. − Su corazón
latía tan fuerte en su pecho que presionó su puño allí para
ayudar a ocultar el sonido. Pensó que podría desmayarse. Se
mordió muy fuerte el labio inferior y volvió a presionar las
uñas en el antebrazo. Su nivel de angustia aumentaba cuanto
más tiempo estaba allí sola y más se le pedía.

Solo desean ser tus amigas, Elisabeta. No requieren nada de ti.


Apóyate en Julija. Ella te ayudará a superar cualquier dificultad.

Fusionada como estaba con Ferro, algo la alertó sobre su


estado de ánimo al indicarle que se apoyara en su amiga. No
era una inflexión en su voz, ni ningún indicio de emoción,
pero, aun así, su conexión con él era extremadamente
fuerte. Ella sabía que había un costo para él cuando le
dio ese consejo. Él quería ser en quien ella se apoyará y, sin

Bookeater
Dark Song
embargo, la empujó generosamente hacia las tres mujeres,
seguro de que sería bueno para ella tener amigas.

Me ayudarás a superar todas las dificultades, kont o sívanak.


Deliberadamente lo llamó "corazón fuerte". Él era eso para
ella. Me gustan, pero es en ti en quien he depositado mi confianza.
Es en ti a quien le he entregado mi lealtad. Aprenderé, con el tiempo,
a confiar en mis amistades con ellas, pero eres tú a quien
necesito, Ferro, a menos que sea demasiado problema. Ella pudo
haberlo leído mal. Era posible que estuviera tratando de
pasársela a otra persona porque estaba cansado de sus
maneras pegajosas.

La diversión inundó su mente. Ciertamente eres un problema,


pero nunca demasiado. Disfruto de nuestras pequeñas
escaramuzas. Isai va por Julija. Está embarazada y no podemos
correr el riesgo de que se infecte. No lo está en este momento y hasta
que averigüemos qué está sucediendo, la mantendrá alejada tanto
como sea posible, advirtió Ferro.

Elisabeta pudo ver que las tres mujeres ya habían sido


contactadas por sus respectivos compañeros.

Julija se levantó y le entregó la niña dormida a Emeline. − Isai


viene a recogerme. Gracias por permitirme pasar tiempo con
Carisma. Ella es hermosa.

− Dragomir también está en camino, − dijo Emeline. − Voy a


hablar con él sobre los niños y Genevieve. Ella podría estar en
peligro real.

Bookeater
Dark Song
− No te preocupes, Emeline, − dijo Elisabeta. − Prometo que
me ocuparé de ellos sin que se den cuenta de que alguien está
buscando en ellos por problemas. Tienes una pequeña que
proteger.

− Has pasado por un infierno, − protestó Emeline.

− Me ayuda concentrarme en los demás. − Elisabeta dijo la


estricta verdad. – Así no tengo que pensar en todos los
pequeños detalles que se espera que aprenda sobre esta nueva
vida.

Los anchos hombros de Dragomir llenaron la puerta, sus ojos


dorados se movieron sobre su compañera, viéndolo
todo. Hizo una reverencia cortés a las otras mujeres cuando
entró y tomó a Carisma de Emeline, su boca rozó un suave
beso en la sien de su compañera. Él tomó su mano y tiró hasta
que la puso bajo la protección de su hombro.

− Ferro y el curandero tendrán cuidado con los niños,


Emeline. Elisabeta los mantendrá a raya. − Le sonrió a
Elisabeta y luego se fue, llevándose a su familia con él.

Isai entró a continuación, Andor justo detrás de él. Elisabeta


cruzó las manos sobre el regazo, sin saber qué hacer. Esta no
era su casa. Al parecer, tampoco era la casa de Emeline. Isai la
saludo y Julija se despidió con la mano mientras él la sacaba.

Bookeater
Dark Song
Fue bueno verte solo con las chicas, Elisabeta, dijo Julija. Estoy muy
orgullosa de tu progreso. Isai me está llevando de regreso a nuestra
casa. ¿Estarás bien hasta que Ferro llega allí?

¿Lo haría ella? Elisabeta no se movió, congelada en la cómoda


silla. Por supuesto que estaré bien. Seguro que aparecerá pronto. No
iba a preguntarle dónde estaba. Él vendría por ella. Sabía que
los demás habían venido por sus mujeres.

− ¿Quieres que nos quedemos contigo hasta que llegue Ferro,


Elisabeta? − Preguntó Lorraine.

Andor negó con la cabeza antes de que Elisabeta pudiera


responder. − Ferro dio instrucciones muy estrictas. Quiere que
Elisabeta se siente aquí. Cuando nos vayamos, dejaremos la
puerta abierta detrás de nosotros. Amelia vendrá a petición de
Genevieve para revisar la casa y, Elisabeta, se presentará y le
dirá que está esperando a que venga Ferro. Estará aquí,
invisible pero cerca, en caso de que haya problemas.

Elisabeta asintió, herida porque Ferro no le había dado las


instrucciones él mismo. Le resultaba extraño que el
compañero de Lorraine le hablara directamente. ¿Significaba
eso que necesitaba responderle? Sus dedos se retorcieron en la
falda de su vestido. No podía mirar a Andor ni a Lorraine.

No espera que contestes, piŋe sarnanak. Soy Ferro, después de todo, y


no comparto a mi compañera. Sólo debes sentarte allí y verte
recatada. Lorraine volverá a perder la cabeza y me llamará

Bookeater
Dark Song
cavernícola. El aire de la noche te enfriara cuando dejen la puerta
abierta.

− Ese horrible Ferro te ha ordenado que no le contestes


a Andor, ¿no es así? − Preguntó Lorraine.

Antes de que pudiera negar con la cabeza, Ferro se rio. No


debes responder a Andor, Elisabeta.

Dijiste eso a propósito. Ella se sintió aliviada de todos modos.


Ella le dio la más mínima inclinación de cabeza a Lorraine.

Sí, le admitió Ferro, haciéndola querer reír.

− Voy a estrangular a ese hombre, − proclamó Lorraine. Ella


salió por la puerta. Ferro, es mejor que no intimides a esa chica.
Pensé habíamos dejado eso en claro.

Elisabeta escuchó la voz de Lorraine en su mente fusionada


con Ferro. No respondió hasta que Lorraine y Andor se
fueron por completo.

Realmente te gusta hacerla enojar.

Tiene un poco de mal genio. Andor la encuentra muy atractiva


cuando se enciende y se apasiona. Me gusta darle una salida para
desahogarse.

Alguien sube las escaleras. Puedo oírlos. Definitivamente es la chica


más joven.

Bookeater
Dark Song
Amelia. Gary y yo estamos en la casa contigo. ¿Me sientes cerca,
sívamet? Tendrás que hablar con ella.

Elisabeta sintió que una mano le recorría la nuca en una larga


caricia.

Ella tiene quince años ahora, pero ha tenido vampiros asaltándola y


usándola como espía. Su vida ha dado un vuelco. Ella necesita y
quiere ser convertida pero no sin su hermano, Danny. Ella no quiere
que él esté solo. Tanto su hermana pequeña como Lourdes pueden
convertirse, pero ella se niega a permitir que al menos Bella se
convierta hasta que Danny esté a salvo.

Elisabeta sabía que Ferro quería que ella sintiera compasión


por la adolescente para que le fuera más fácil hablar con ella.
Una joven entró en la habitación sin dudarlo. Era muy
delgada y tenía el pelo oscuro y espeso y ojos verdes vivos.

− ¿Quién eres tú? ¿Qué estás haciendo aquí?

Elisabeta estudió a la adolescente. Tenía los puños cerrados.


Había beligerancia estampada en su rostro. No había duda,
incluso sin comprobar más, de que Amelia había sido
infectada. Elisabeta envió una dulce brisa para rodear a la
niña, una paz reconfortante. − Soy Elisabeta. Estaba visitando
a Emeline, Lorraine y Julija, pero sus compañeros vinieron a
buscarlas y el mío llega tarde.

Bookeater
Dark Song
La calma pacífica que se apoderó de Amelia pareció drenar
algo de su ira, o al menos minimizarla. Ferro se colocó detrás
de Amelia, materializándose y agitando su mano hacia ella
mientras lo hacía. La adolescente se congeló tal como lo había
hecho Josef.

Josef sabía lo que le estaba pasando. ¿Ella? Elisabeta no quería que


la niña sufriera más de lo que ya había sufrido.

− Josef es de los Cárpatos y Gary quería que supiera lo que


estaba pasando, por lo que compartió con él toda la
información. Una vez que le quitó las quemaduras, él pudo
entender y no se enojó. No es necesario que sepa que algo
anda mal. − Ferro habló en voz alta, indicándole a Elisabeta
que podían hacerlo.

Como luz pura, Gary entró primero en la niña, lo que le


permitió a Ferro seguir su vínculo. Fusionada como estaba
con su compañero, Elisabeta se trasladó directamente a las
zonas dañadas. Estaba preparada para ver quemaduras, pero
no tanto como en el cerebro de Amelia. La puntuación era
mucho peor en la adolescente que en cualquier otra persona
con la que se hubiera encontrado hasta ahora.

Esto es horrible. Esto se ha hecho durante un período de tiempo más


largo que un par de días. ¿Quizás una semana? ¿Dos? Ella no
quería pensar más, era la misma cantidad de tiempo que
había estado en el recinto en los terrenos de curación.
¿Encontraste quemaduras en alguien más?

Bookeater
Dark Song
Ningún otro cazador. Gary y yo revisamos a Lorraine, Emeline y
Julija. No muestran signos de quemaduras.

¿Por qué los niños y Tariq? ¿Sandu? ¿Dragomir? ¿Qué hay de


Traian y Joie? Elisabeta se sintió un poco ansiosa por su
hermano biológico y su compañera.

Sin rastro de quemaduras. Ninguno de los dos estaba infectado.


Desearía tener una respuesta para ti, piŋe sarnanak, pero no la
tengo, y tampoco Gary. Nosotros sólo podemos tratar de encajar las
piezas del rompecabezas junto. ¿Puedes librarla de estas
quemaduras?

Elisabeta estudió las terribles y furiosas barras de color rojo


oscuro. Eran profundas, y tantas que parecía como si fueran
una masa continúa coloreada sobre las áreas del cerebro que
afectaban las habilidades de juicio y pensamiento racional de
Amelia. Estaba sorprendida de que la adolescente no hubiera
tenido muchos más arrebatos.

Ella tiene más daño incluso que Josef, pero Emeline no estaba segura
de sí Amelia estaba infectada.

Gary le respondió. Esta niña es extremadamente fuerte. Ella luchó


contra el control de un maestro vampiro sobre ella. Ella hizo lo mejor
que pudo contra él, aunque eventualmente él la agotó, y todavía se
siente culpable por eso. Lo más probable es que se haya contenido
para no arremeter, sabiendo instintivamente que algo anda mal.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta inmediatamente sintió afinidad con la
niña. Comenzó a inundar el cerebro de la adolescente con una
brisa fresca y curativa, está mucho más fuerte que la que
había usado en los demás. Sería un proceso muy difícil y largo
eliminar la marcación profunda de su cerebro, pero Elisabeta
estaba decidida.

Alguien debe examinar a Danny. Si Amelia esta así de mal y


Danny empujó a Genevieve, entonces él podría estar peor. ¿Sandu
puede inspeccionarlo? Tariq o Maksim deben poder llevarlo
al cerebro del niño, le sugirió Ferro a Gary.

Elisabeta se dio cuenta de que Ferro estaba preocupado por


ella, no por el chico desconocido. No conocía a los niños, pero
ella estaba gastando una gran cantidad de energía en Amelia.
Si el hermano de Amelia estaba tan mal o peor, para limpiar
las quemaduras y librarlo de la infección, Elisabeta estaría
exhausta más allá de medida. Quería rodear a Ferro con una
paz reconfortante, pero sabía que no podía desperdiciar ni
una pequeña cantidad de energía para tranquilizarlo. La tarea
que tenía por delante era demasiado grande.

Estoy preocupada por el chico. ¿Y los más pequeños? Siguió


trabajando mientras se dirigía a ambos Cárpatos.

Tariq preferiría que Dragomir o Andor fueran con él a la mente de


Danny. Gary abordó la preocupación de Ferro. Tienen
compañeras para anclarlos.

Eso no hizo ninguna diferencia en esta infección, señaló Ferro.

Bookeater
Dark Song
Eso es cierto, asintió Gary, de ninguna manera perturbado. Pero
Sandu aún no tiene a su compañera y, dejando de lado esta infección,
sería una amenaza para los hijos de Tariq. Ha adoptado a estos niños,
humanos o no. Él los ama.

Elisabeta permaneció en silencio durante el intercambio,


esperando que el sanador se ocupara de sus preocupaciones y
le permitiera a Ferro entender lo que Gary había dicho sobre
Tariq y los niños. Ferro había estado apartado en el
monasterio mientras el mundo a su alrededor cambiaba.
Antes de eso, tenía poco que ver con los humanos. Podría
haber alcanzado el conocimiento simplemente extrayéndolo
de quienes lo rodeaban, pero eso no le dio la comprensión
emocional necesaria en estas circunstancias.

Le pediré a Tariq que inspeccione a los pequeños, con uno de los


ancianos para vigilarlo, aseguró Gary a Elisabeta.

Has visto trabajar a Elisabeta, dijo Ferro. ¿Puedes deshacerte de


esta infección?

Sabía la respuesta incluso antes de sentir la reacción negativa


del sanador. Ojalá pudiera decir que podría, Ferro. Tengo los
recuerdos de mis antepasados y todas las situaciones y experiencias
que encontraron, pero nadie se ha encontrado con esto antes. Lo que
parece hacer a Elisabeta como la única. Esto no es un veneno o
una herida, aunque parece una quemadura.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta sintió la frustración de Ferro y supo lo que iba a
decir antes de que realmente lo dijera, y su corazón se hundió.

Ella no puede borrar estas destructivas quemaduras de todos,


especialmente si son tan profundas y masivas como las de esta chica.
Elisabeta todavía está débil por tantos años sin el sustento
adecuado. Si estos niños están infectados, y sabes que lo están, son
tres más allí mismo. Eso es sin la pareja mayor, que probablemente
también lo este.

Lo siento, Ferro, respondió Gary. Como sanador, siento mi fracaso


incluso más que tú. Estoy fusionado contigo. Estamos unidos. Ya sé
el agotamiento que siente.

Elisabeta despreciaba no poder consolar a ninguno de los


dos. No era culpa suya que una misteriosa infestación se
estuviera infiltrando en el recinto. No quería pensar que
podría haberla traído consigo, pero al ver la violenta
quemazón en el cerebro de Amelia, supo que el daño había
ocurrido durante las últimas semanas, no solo desde la
llegada de Josef. Estaba casi segura de que, si medían la
herida, podrían precisar la noche exacta de su llegada.

Soy un anciano, Gary, respondió Ferro. Este también es mi


fracaso. Soy su compañero y siempre he sido capaz de curar todas las
heridas, sin importar cuán graves sean, pero esto elude mis
habilidades.

Elisabeta no pudo soportarlo. Ninguno de los dos me ha fallado.


Infórmesen sobre los niños y la pareja mayor. Trabajaré el mayor

Bookeater
Dark Song
tiempo posible. Si Sandu y los otros antiguos están dispuestos a
darme sangre, podré continuar. Solo toma tiempo.

Minan piŋe sarnanak, no sabemos qué está causando esto. Puedes


eliminar todos los rastros de la infección solo para recuperarla en el
próximo levantamiento, dijo Ferro.

Elisabeta sabía que él tenía razón, pero no pudo evitar su


necesidad de ayudar. Ese rasgo anuló todo lo demás, los
siglos de condicionamiento, la extraña reacción a los grandes
espacios, su miedo a dar su opinión, todo.

Quizás no sepamos qué está causando esta infección, dijo Gary,


pero podríamos estar un paso más cerca de identificarla si alguien
que la tuvo anteriormente la recupera. Tenemos que encontrar algo
que todos tengan en común.

Debido a que la marcación era tan gruesa, tardó mucho más


en sanar, y una brisa concentrada se centró en la pesada franja
de rojo, pero al final, las quemaduras cedieron, primero
adelgazando y luego flotando en jirones antes de simplemente
disolverse por completo. Elisabeta se tomó su tiempo con la
puntuación profunda, trabajando para curar esas grietas que
las quemaduras habían creado antes de que finalmente
pudiera retirarse de la adolescente.

Se sintió mareada y desorientada. De inmediato, Ferro


presionó su cabeza contra su pecho y ella bebió ciegamente de
él. La fuerza se vertió en ella, junto con la esencia misma de su
compañero. Llenó cada uno de sus sentidos. Ella se dio

Bookeater
Dark Song
cuenta, después de unos minutos, que él la estaba sosteniendo
completamente, sus brazos la escondían de varios otros en la
habitación. Alguien, y vagamente se dio cuenta de que era
Sandu, le estaba dando sangre a Ferro. Benedek estaba allí,
junto con un par de otros que realmente no reconoció.

Una vez que recuperó las fuerzas, Tariq entró con dos niñas
en cada cadera. Su compañera, Charlotte, estaba con
él. Lourdes era su sobrina y ahora hija adoptiva. Bella era la
hermana pequeña de Amelia. Todos los hermanos habían sido
adoptados por Tariq y Charlotte. Las niñas tenían cuatro años.
Eran hermosas y se parecían notablemente.

Tienen un leve ardor en el cerebro, saludó Tariq. Se hundió en


una de las sillas frente a Elisabeta y Ferro.

Charlotte se sentó en la silla a su lado y tomó a Lourdes para


que la sostuviera en su regazo. Charlotte tenía el pelo castaño
muy rizado y espeso y era más pequeña, con generosas
curvas. En el momento en que aseguró a Lourdes, Tariq hizo
un gesto con la mano y ambas niñas, que se habían estado
retorciendo para bajarse, se congelaron inmediatamente.

− No creo que hayan estado expuestas a esta infección por


mucho tiempo, − dijo Tariq con gravedad. − Es extraño que ni
Charlotte ni Genevieve la tengan cuando yo lo hice y todos los
niños la tienen.

− Lo resolveremos, − aseguró Gary.

Bookeater
Dark Song
Con Tariq y Charlotte tan ansiosos y mirándola, Elisabeta
sintió el familiar retroceso, la necesidad de enterrar su rostro y
retirarse de todos los que la rodeaban. De inmediato, Ferro la
protegió. − Elisabeta será muy amable con las chicas.

Ella tomó eso como su señal para seguir al sanador a Lourdes


primero. Fue Charlotte quien los dirigió, no Tariq. Ella no se
sorprendió. Si ella hubiera sido la madre de la niña, ella habría
insistido en también estar allí. Charlotte no la conocía en
absoluto y no tenía motivos para confiar en ella.

Las rayas rojas eran tan tenues en el cerebro en desarrollo que


en realidad eran más rosadas que rojas. Lo que le dio a
Elisabeta, Ferro y Gary la oportunidad de estudiar las capas
débiles y cómo se colocaban sobre el lóbulo frontal. La
quemadura aún no se había asentado en el cerebro ni lo había
cubierto. Elisabeta fue capaz de soplar simplemente la más
suave de las brisas para eliminarlo. Ella hizo lo mismo con
Bella. No requirió ningún esfuerzo real, ya que ambas chicas
tenían las mismas rayas débiles.

− ¿Tienes alguna idea de lo que está causando esto? − Tariq le


preguntó a Elisabeta directamente, meciendo a Bella
suavemente. Estaba claro que esperaba una respuesta.

El estómago de Elisabeta se revolvió. Apretó la mano con


fuerza contra los nudos que se estaban juntando y se acercó
más a Ferro.

Bookeater
Dark Song
− Los tres estábamos discutiendo eso, − dijo Ferro, viniendo a
rescatarla. − No lo sabemos. Envía a Mary y Donald Walton.
Andor encontró muy pocas quemaduras en ellos. Menos en
Mary que en Donald. Perderemos la noche si no nos
apresuramos y Elisabeta se cansará demasiado. Todavía tiene
que curar a Liv y Danny después de los Walton.

Charlotte se levantó. − Gracias, Elisabeta, estamos en deuda


contigo. Espero conocerte mejor cuando hayas tenido tiempo
de adaptarte a estar con tu compañero. Sé que eso es
importante. Y ahora todo el complejo cuenta contigo. Esto
debe ser muy difícil para ti. Solo quiero decirte cuánto te
apreciamos todos.

Bookeater
Dark Song
11
De la mano que somos fuertes;
Canta conmigo, es a ti a quien pertenezco.

Ferro llamó a Elisabeta con la lluvia primero. Su canción. Las


gotas jugaban a través de la tierra fértil, llegando a provocar
su cuerpo, para despertarla suavemente. Había sido una
noche muy larga y estaba muy agotada después de atender
a Liv, la pareja mayor y por último a Danny, quien tenía
quemaduras muy violentas, que incluso después de que Ferro
le había dado sangre junto con Andor y Dragomir, tuvo que
llevarla al suelo curativo debajo de su casa y colocarla en
él. Ella estaba pálida. De apariencia etérea. Totalmente
inconsciente de su entorno.

Ferro juró que este levantamiento sería muy diferente para su


compañera. Que iba a ser sobre ellos dos. Le daría tantas
experiencias maravillosas como fuera posible sin las continuas
interrupciones de quienes vivían dentro de la fortaleza que
Tariq y los demás habían formado. Necesitaba pasar tiempo
con su compañera, tal como había sugerido Charlotte. Era
importante para ellos formar estrechos vínculos fuera de la
fusión de sus mentes.

Lo único bueno que surgía de la continua necesidad que la


comunidad de los Cárpatos tenía de ella era que Elisabeta se
estaba volviendo más segura, entendiendo que su don era

Bookeater
Dark Song
único y de gran valor. Quería que ella tuviera la misma
confianza en sí misma que con él. Siempre había pensado
que había un equilibrio de poder equitativo entre las parejas
de los Cárpatos, sin importar cuán dominante pudiera ser el
hombre simplemente porque era el deber de él velar siempre
por la felicidad de su compañera. Era imposible montar una
dictadura si su socio no estaba contento.

Ven a mí, minan piŋe sarnanak. Levántate y ven a mí. No necesitas


ropa. Practica abriendo la tierra sobre ti y refrescando tu cuerpo y
cabello.

Él le dio la orden y esperó, su cuerpo ya se estaba


anticipándose a ella y las lecciones que aprenderían de ese
levantamiento. Lo que practicarían del levantamiento
anterior. Se había levantado antes que ella y había ido a
buscar sangre. Él había cerrado la tierra sobre ella para que
tuviera la experiencia de abrir el suelo por sí misma. A su
regreso, había tejido deliberadamente fuertes salvaguardas
alrededor de la propiedad para mantener fuera a todos,
incluidos otros Cárpatos, con la esperanza de poder tener a su
compañera para él solo.

Entrelazado con notas de su canción y en las gotas de lluvia,


enhebró la profunda pasión que sentía por ella. Elisabeta. Su
mundo. Su centro. Necesitaba que ella se diera cuenta de lo
mucho que significaba para él. Cuánto la deseaba, tanto física
como emocionalmente. Si lo supiera, tendría toda la confianza
del mundo.

Bookeater
Dark Song
Ferro la sintió entonces, ese primer momento en que se
despertó, escuchando las gotas de lluvia latir al ritmo de su
corazón. La examinó con atención y notó de inmediato que
ella era diferente al levantarse, más anticipada que temerosa,
aunque la inquietud todavía estaba allí. A pesar de toda la
energía que había gastado en deshacerse de muchas de las
misteriosas quemaduras, parecía más saludable, seguramente
debido a la sangre antigua que le habían dado libremente
en grandes cantidades.

Quiero ser egoísta este levantamiento, sívamet. He protegido nuestro


hogar del resto del mundo. Seremos solo nosotros dos. Vertió
seducción en su mente.

Inmediatamente, hubo una reacción, tanto en su cuerpo como


en su mente, pero también hubo una vacilación muy fuerte.
Miedo. Había esperado que hubieran prescindido de esa
emoción entre los dos, pero le estaba haciendo nuevas
demandas cada vez que se levantaba. Quería complacerlo,
satisfacer todas sus expectativas, e incluso esperaba ansiosa
sus "lecciones", pero estaba aterrorizada de decepcionarlo,
especialmente cuando se trataba de algo físico entre ellos.
Elisabeta tenía talento para calmar a todos a su alrededor.
Tenía que ser la única persona que pudiera calmarla.

Tengo una sorpresa para ti, piŋe sarnanak. Usó un tono


persuasivo. Todavía sensual. Quería que ella sintiera la
atracción sexual entre compañeros. Anticipación. Pero sin
presiones. Una vez que te hayas alimentado, iremos juntos
al bosque. Es tan hermoso allí, y me he asegurado de que no haya

Bookeater
Dark Song
nadie cerca, ni puedan molestarnos. Tengo una capa larga para que
la uses mientras practicas tu caminata para llegar allí.

Tendría que renunciar a ver su forma femenina, pero ella se


sentiría demasiado vulnerable desnuda. Quería fortalecer su
confianza, no hacerla sentir impotente. Una vez allí,
practicaremos el cambio a la forma que desees. Si te agrada,
realmente puedes convertirte en un pequeño pájaro cantor
y volar. No tienes que ir muy alto en el cielo, sino ir de rama en rama,
ya que ver a través de los ojos de un pájaro todavía es
demasiado difícil.

Su ritmo cardíaco se aceleró cuando abrió la tierra sobre ella.


Estaba extremadamente orgulloso de la facilidad con la que
ella podía mover la tierra. Dudaba que ella se diera cuenta
porque estaba concentrada en flotar fuera del suelo y refrescar
su cuerpo al mismo tiempo. Notó que ella prestó especial
atención a su cabello. Eso requirió aún más concentración.
Había estado saliendo del suelo limpio y completamente
vestido durante tanto tiempo que la acción era automática,
pero a Elisabeta no se le había permitido hacer la tarea más
simple por sí misma.

Ferro notó que no tenía problemas para flotar o quitar las


finas partículas de tierra de su cuerpo, pero estaba
extremadamente frustrada con refrescar y trenzar su cabello.
Estuvo tentado de ayudarla, especialmente porque ella lo
intentó varias veces sin éxito. Aun así, había logrado dos de
las tres tareas fácilmente, y él no quería quitarle esos logros.
No se acercó a él en busca de ayuda así que se quedó en

Bookeater
Dark Song
silencio, pero se fusionó con ella, con ganas de arreglarle el
pelo, pero sabiendo que necesitaba hacerlo ella para sentirse
como si pudiera ser independiente cuando quisiera serlo.
Descubrió que verla luchar era una de las cosas más difíciles
que había hecho en su vida, y había librado innumerables
batallas con maestros vampiros.

El triunfo femenino irrumpió en su mente cuando ella se las


arregló sola para hacerse la trenza gruesa. La alegría de
Elisabeta valió la agonía de dar un paso atrás y presenciar su
batalla por una victoria tan pequeña, y, sin embargo, no muy
pequeña. Para Elisabeta, era un logro enorme. Dejó que su
orgullo por ella los inundara a ambos.

Mi increíble compañera. Créeme, cada levantamiento me despierto


sabiendo el milagro que se me ha dado. Ven a mí, sívamet.

Esta era otra tarea difícil, y él había luchado con sacarla o no


de su zona de confort tan rápidamente en estas tareas más
pequeñas. A todos los niños de los Cárpatos se les enseñaba
cuando eran pequeños a abrir el suelo, flotar, limpiarse y
vestirse, así como a ir de un lugar a otro fácilmente. Él sabía
que Elisabeta se sentía inferior a los demás porque no sabía
cómo hacer las cosas que ella consideraba como simples, cosas
que sabía que los niños podían hacer. El conocimiento de que
una niña podía hacer más de lo que ella podía la hacía sentir
avergonzada. Detestaba eso. Era una mujer brillante y solo
necesitaba un poco de tiempo para ponerse al día.

¿Cómo te encuentro?

Bookeater
Dark Song
El miedo la inundó, pero no titubeó ni se negó. Sintió su
determinación. La mujer podría ponerlo de rodillas.

Me sientes cerca. Nosotros compartimos una fusión mental pero


todavía no buscas mi conocimiento. Busca mi ubicación. Te
protegeré de las batallas que te angustiarían, Elisabeta. Sé que una
mujer tan compasiva como tú tendría dificultades para ver las cosas
que he visto y hecho a lo largo de los siglos. A diferencia del vampiro,
no deseo exponerte. El era cruel y disfrutaba viéndote sufrir. Yo
no. Confía en mí. Comparte mi mente de la forma en que comparto
la tuya.

Sabía que estaba pidiendo un gran acto de fe. Tenía siglos de


edad y Elisabeta ya había escuchado los rumores sobre Ferro
de parte de los hermanos Malinov, el implacable cazador de
los Cárpatos, temido incluso por sus reconocidas habilidades
por otros Cárpatos. Sintió su vacilación, escuchó su pulso
saltar y luego comenzar a acelerarse. Su mujer tenía serios
problemas de confianza y, sin embargo, todavía se envolvía
en él.

Él simplemente esperó, dándole a elegir, sabiendo que más


que cualquier otra cosa, esto era difícil para ella. Elisabeta
prefirió que Ferro tomara la decisión por ella. Quería que él le
ordenara que mirara en su mente en lugar de dejarlo en
sus manos.

Ferro. Su voz tembló. ¿Es esto lo que deseas de mí?

Bookeater
Dark Song
Él guardó silencio, dando vueltas una y otra vez en su mente
a las diversas reacciones a su temblorosa pregunta. Quería
que ella comenzara a tomar sus propias decisiones por su bien
y supiera que eran las suyas.

Minan de pino sarnanak, sólo tú puedes decidir si te sientes capaz de


confiar en mí lo suficiente para protegerte. Si no puedes, no me
enojaré ni me decepcionaré. Nos limitaremos a intentarlo otro día.
Solo tienes que mirar dentro de mi mente, ver dónde estoy y venir a
mí, o llamarme e iré a ti. No hay una decisión equivocada. Mantuvo
su tono lo más suave posible, dándole la sensación de su
palma prodigando caricias por la parte posterior de su cabeza
para calmarla.

Elisabeta caminaba de un lado a otro por el terreno debajo de


la casa, envolviendo sus brazos alrededor de sí misma, sin
darse cuenta de que caminaba cada vez mejor. En el suelo
irregular no tropezó. Ya, cuando no estaba pensando en eso,
automáticamente amortiguó las plantas de sus pies para no
lastimarse con las rocas. Él le señalaría estas cosas más tarde,
pero no ahora, cuando ella estaba tratando desesperadamente
de obligarse a tomar una decisión.

Ferro encontró una agonía al sentir su creciente terror. Sabía


que no iba a poder evitar tomar la decisión de sus
manos. Sintió que la estaba torturando en lugar de
ayudarla. Estaba tanteando su camino con ella, tratando de
guiarla sin presionarla demasiado rápido, pero tal vez él era
culpable de lo que había advertido a sus amigas que no
hicieran. Era solo que tenía tanta confianza cuando acudía en

Bookeater
Dark Song
ayuda de los más necesitados. Justo como estaba
amortiguando sus pies de forma automática mientras ella
caminaba porque no estaba pensando, mientras que ella
estaba usando su don para ayudar a los demás, tomaba las
decisiones y daba su opinión con convicción.

Entonces, de repente, antes de que Ferro tomara una decisión,


sintió ese primer toque tentativo, una búsqueda. Ella era tan
tímida, su miedo lo llenó, y luego encontró las imágenes de su
ubicación, de él esperándola en silencio. Él supo el momento
en que ella sintió su orgullo abrumador por ella y sus
sentimientos que rápidamente habían pasado del afecto al
amor y la pasión se entrelazaron tan fuerte y apretados, el
sentimiento solo seguiría creciendo por ella.

Él la sintió jadear. Ella se quedó quieta. Al principio temía


confiar en lo que veía. Las emociones que sentía por ella. No
podía culparla. Sergey la había engañado repetidamente a lo
largo de los siglos. Al vampiro le gustaba gastarle bromas
elaboradas y crueles. Ferro sintió que ella se movía en su
mente, atreviéndose a buscar más. Buscando la verdad.
Necesitando creer, pero aterrorizada por hacerlo. Él se
mantuvo tan quieto como ella, deseando silenciosamente que
diera el siguiente paso, pero consciente de que tal vez no lo
lograra en este ascenso. Ella ya había llegado muy lejos. Su
Elisabeta, tan valiente.

Ella encontró su ubicación. Ella simplemente tuvo que cruzar


el suelo que salía de debajo de la casa donde él esperaba para
darle sangre. El edificio estaba situado de modo que una parte

Bookeater
Dark Song
entera de la casa tuviera vistas a las espesas arboledas. Un
camino conducía a través de jardines de flores directamente al
bosque más fresco. Su compañera ya había dado tantos pasos
nuevos que estaba agradecido de haber pensado en cambiar
sus ideas de lo que compartirían en este levantamiento. Su
cuerpo no estaba tan feliz con él, pero para él, todo lo que
hacía era por Elisabeta y sus necesidades.

¿Voy a ti? Trató de infundir confianza en su voz, pero aun así


salió como una pregunta, como si temiera haber tomado la
decisión equivocada.

Ferro la envolvió en amor. Eres tan valiente, minan piŋe


sarnanak. No conozco un solo cazador de los Cárpatos más valiente
que tú.

La observó mientras caminaba lenta, vacilante, reforzada por


su confianza en ella y su admiración. Mantuvo su atención en
él, no en lo que estaba haciendo.

He explorado el bosque, y aunque es muy diferente a lo que estamos


acostumbrados, es hermoso. Creo que te resultará un lugar de
serenidad, como a mí. No tuve mucho tiempo para investigar cómo
me hubiera gustado, pero ahora me alegro. Eso nos da lugares para
encontrar juntos. Será una aventura. Yo sé que hay unos arroyos y
unas mini cascadas.

Su aliento quedó atrapado en sus pulmones, quedó atrapado


allí mientras ella entraba físicamente a su vista. Ella era alta,
como las mujeres de su pueblo, pero a pesar de su estatura,

Bookeater
Dark Song
todavía la empequeñecía en tamaño. Ella todavía estaba en el
lado más delgado, pero comenzaba a llenarse bien, perdiendo
la mirada hambrienta que tanto detestaba. Su piel brillaba
ahora. Su estructura ósea era hermosa.

Tenía leves cicatrices blancas por el trato descuidado de


Sergey hacia ella. Las cicatrices eran muy raras en los Cárpatos
a menos que las heridas hubieran sido mortales. El maestro
vampiro tenía mucho por lo que responder, demasiado para
que Ferro se detuviera cuando su amada mujer se acercaba a
él por su propia voluntad.

Eres la mujer más hermosa sobre la faz de la tierra. Lo decía en


serio. Para él, ella lo era y siempre lo sería.

Sus ojos oscuros se encontraron con los de él con un poco de


timidez. Su sonrisa tardó en llegar, pero cuando lo hizo, su
rostro se iluminó y luego sus ojos. Era como si la luna hubiera
salido con toda su belleza, brillando intensamente para los
que estaban en la tierra, brillando hacia abajo, derramando
sus rayos plateados por todas partes. Ferro le tendió la mano
mientras ella se acercaba a él.

Ella puso su mano en la de él sin dudarlo y su corazón


tartamudeó. Cada vez más le estaba dando su confianza. Un
regalo invaluable, uno que siempre atesoraría y guardaría
cuidadosamente.

− Hän sívamak. Mi amada. Debes saber lo rápido que has


aprendido a hacer tantas cosas. Confesaré, − se inclinó para

Bookeater
Dark Song
darle un beso a lo largo de su pómulo alto y hasta la comisura
de la boca, − que extrañaré arreglarte el pelo. Es una tarea que
disfruté mucho haciendo.

Aunque sabía que era autoindulgente de su parte, no pudo


evitar que sus manos se deslizaran suavemente desde su
garganta hasta la curva de su pecho.

− Me gusta que me arregles el pelo, − admitió tímidamente. −


Fue... difícil.

− Y sin embargo fuiste muy persistente y cumpliste la tarea.


Encontré eso muy sexy. − Su palma se deslizó hacia la parte
posterior de su cabeza e instó su rostro a su pecho.

Su lengua prodigó una caricia sobre su piel, saboreándolo.


Cerró los ojos, saboreando la sensación. Ya era sensual en
cada toque de su cuerpo. Su mano se deslizó por su pecho
sobre su abdomen, deteniéndose en los músculos allí,
sintiendo la forma en que cobraron vida para ella, ondulando
bajo su palma. Ella hundió los dientes en él y él echó la cabeza
hacia atrás, dejando que el mordisco del éxtasis se lo llevara.

Dijiste que debo practicar las cosas que me enseñas en cada ascenso,
¿no es correcto?

Apenas podía pensar con claridad con su boca sobre


él. ¿Quién diría que el simple acto de alimentarse podría ser
tan sensual?

Bookeater
Dark Song
Sí, logró sacar. Si así lo deseas.

En las palabras vinculantes del ritual, dice que mi cuerpo está bajo
tu custodia y tu cuerpo está bajo la mía.

Escuchó eso alto y claro. Se volvió muy consciente de su


palma, ahora caliente, muy baja en su vientre. Todo su ser se
centró allí. Si. Mi cuerpo es tuyo.

Su mano se deslizó más abajo para encontrar la dura y gruesa


circunferencia de él. Ella untó las gotas que goteaban de su
esencia sobre la cabeza ancha y luego por su eje, golpeándolo
en la forma en que él le había mostrado el levantamiento
antes. Cuando sus dedos se apretaron alrededor de él,
bombeando en un deslizamiento lento y perezoso, sus labios y
dientes se movieron, bebiendo de él, sintió el ardor de las
llamas a lo largo de su columna y la agitación en su vientre
asentarse profundamente en su ingle.

Cuando deslizó los dientes de su piel y lamió la herida, besó


los agujeros gemelos antes de comenzar a besar y lamer su
camino por su pecho y sobre los duros músculos de su
abdomen. Ferro agarró su gruesa trenza, envolviendo la
longitud alrededor de su puño, ampliando su postura para
darse una plataforma fuerte cuando ella ya estaba
amenazando su autocontrol. El solo hecho de saber que su
mujer tenía suficiente confianza en él para tomar lo que ella
quería era sexy para él, y mucho más verla o sentirla hacerlo.

Bookeater
Dark Song
Ella era naturalmente sensual con grandes instintos. Besó su
camino hasta su ingle, pero en lugar de ir directamente por su
polla, se dejó caer lenta y graciosamente de rodillas y deslizó
sus manos por la parte interna de sus muslos, aumentando su
anticipación hasta que él no pudo pensar con claridad. Sus
manos se movieron sobre su piel posesivamente, acariciando
hacia su ingle, su boca siguiendo el camino que sus manos
ardían. Ella colocó besos diminutos y apenas visibles por la
parte interna de su muslo hasta su pesado saco, su cabello
sedoso se deslizó a lo largo de su pierna izquierda,
provocando las terminaciones nerviosas casi tan salvajemente
como su boca y sus dedos.

Nada de lo que había visto, leído o imaginado lo había


preparado para la pura sensualidad de ese momento. Pensó
que la pasión estaría más arriba cuando su cuerpo
reaccionara, las llamas lamiendo sus piernas y bailando a lo
largo de sus muslos, pero cuando miró a su mujer, la
concentración completa, esa expresión amorosa, la pasión
combinada con un amor abrumador por ella lo sacudió. Las
dos emociones eran tan fuertes que no podían separarse.

Ferro sabía que este momento quedaría grabado en sus


recuerdos por toda la eternidad. Este único instante
mirándola. Esas pestañas largas, la suavidad del amor y el
dolor de la ternura que ella no trató de ocultarle. Todo esto
era para él. Ese era su secreto. Tenía una conciencia creciente
del hambre sexual, pero lo que le estaba dando no tenía nada
que ver con ella. Él se fundió en su mente y sintió su alegría al

Bookeater
Dark Song
darle placer. Para ella esto era un regalo, y al dar, también
sentía placer.

Elisabeta podía ponerlo de rodillas en todo momento. Ella


besó y lamió su camino hasta sus muslos hasta su saco pesado
y luego respiró suavemente aire cálido sobre él antes de rodar
y moverse entre besos, lamidos y chupados con exquisita
ternura. Su aliento siseó y sus manos se apretaron en su
cabello. Quería desesperadamente tirar de su cabeza sobre su
polla, pero sabía que la anticipación conducía a un orgasmo
alucinante. Además, necesitaba explorar y saber que tenía los
mismos derechos en su mundo sexual juntos. Necesitaba esta
confianza en sí misma como su mujer. No iba a quitarle el
poder, no importaba si pensaba que la parte superior de su
cabeza podría volar por puro placer.

Su lengua se movió por su eje en una larga y lenta lamida que


envió calor corriendo por sus venas. Lo hizo varias veces,
mojándolo mucho hasta que pensó que tendría que ordenarle
que se lo llevara a la boca. No había elección. Podría morir si
ella no lo hacía. Luego su boca se posó sobre la coronilla, sus
labios se abrieron, la vista de ella así hizo que su corazón
latiera salvajemente. Quería sus ojos en los suyos, mirándolos
mientras ella tomaba su polla más profundamente.

Inmediatamente, sus pestañas se levantaron y Ferro se


encontró mirando hacia el oscuro pozo de ternura mientras su
boca caliente lo atraía. Su lengua se curvó alrededor de él,
bailando y provocando, acariciando la V debajo de la corona,

Bookeater
Dark Song
moviéndose allí, y todo el tiempo ella prácticamente
ronroneó, creando una vibración que corrió por su polla.

Todo sobre ese momento se unió en una combinación loca. La


vista de ella, las sensaciones vertiéndose en él, su boca caliente
rodeándolo, la bola de fuego ardiendo fuera de control hasta
que sus caderas empujaron casi sin poder hacer nada en ese
calor húmedo imposible. Esa fuerte succión que amenazaba
con llevarlo a algún lugar donde nunca había estado. Las
estrellas estallaron detrás de sus ojos. Todo su ser estaba
concentrado en su polla. Por la sensación que crearon su boca
y sus manos. Esa vibración sacudiendo sus bolas y corriendo
por su eje.

No importa lo que necesitara, el más mínimo pensamiento en


su mente, más apretado, más profundo, no te detengas, traga, sigue
tragando, lo hizo. Ella le dio eso. Su polla estalló con furia,
chorro tras chorro de implacable semilla caliente vertiéndose
en ella. No podía liberarla, no podía dejar ese exquisito
refugio perfecto que ella le ofrecía tan desinteresadamente.

Cuando su cuerpo se calmó y relajó, saciado más allá de lo


imaginable, escapándose de su boca, ella se hundió sobre sus
talones, mirándolo con esa misma mirada de pura ternura. −
Gracias, Ferro. Tenía muchas ganas de poder darte ese placer.
Lo necesitaba.

Él enmarcó su rostro con ambas manos, su corazón latía fuera


de control. Esa era su compañera. Su Elisabeta. Ese era el

Bookeater
Dark Song
tesoro que tenía. − Me diste un regalo invaluable más allá de
las palabras, sívamet.

Podía leer en su mente que, aunque su cuerpo le dolía por el


de él, realmente no quería perseguir la satisfacción sexual
para sí misma. Le tendió la mano y cuando ella la tomó, la
puso de pie, acercándola a su cuerpo.

− ¿Me tienes miedo, Elisabeta? ¿De la intimidad entre un


hombre y una mujer?

Ella no lo miró, sino que empujó la cara contra su pecho.


Podía oír su corazón acelerarse. Sus brazos se deslizaron
alrededor de su cintura y apoyó su peso en él como si buscara
consuelo.

− No hay una respuesta incorrecta, minan piŋe sarnanak.


Estamos teniendo una discusión necesaria. Simplemente eso.
Te has vuelto más valiente cada día. Nos estamos conociendo.
Todavía explorando. Podemos disfrutar del recorrido a lo
largo del camino. No hay prisa. − Su mano subió para
masajear su cuero cabelludo y aliviar la tensión de la nuca. −
No quiero tomar información de mi compañera. Prefiero que
ella me la dé libremente.

A propósito, no expresó sus palabras en una orden. Cuando


los demás estaban cerca y ella tenía miedo, él hacía eso por
ella, pero ahora, cuando estaban solos, quería que ella pudiera
llegar a un lugar donde no tuviera miedo de hablar con él.
Quería que ella tuviera confianza para darle su opinión.

Bookeater
Dark Song
Expresando sus miedos. Incluso simplemente burlándose de
él. Necesitaba esas cosas de ella, pero era más, sabía que tenía
que dárselas para poder comenzar un proceso de curación.

No fue hasta que pasaron el primer bosquecillo de árboles y


las sombras más oscuras del bosque los rodearon que sintió
esa primera inhalación que le dijo que ella iba a responderle.

− Pensé mucho en lo que hicimos juntos. Tu boca en mi. Me


encantó mucho, Ferro.

Su voz tembló. Su cuerpo tembló. Sintió que sus pezones se


endurecían y olió su excitación con solo el simple recuerdo.
Ella se había excitado cuando estaba atendiendo su cuerpo,
pero definitivamente no quería que él le devolviera el favor.
Continuó masajeando su cuero cabelludo y permaneció en
silencio, dejando que ella resolviera lo que quería decir a
pesar de que su propio cuerpo respondía al de ella. No trató
de ocultarle su reacción. Él se negó a hacerlo. Solo quería la
verdad entre ellos, incluso si esa verdad pudiera asustarla.

− Quiero más. Lo hago. Pero quiero ir despacio y saber que


puedo manejar lo que hacemos. Fue tan aterrador y
estimulante al mismo tiempo. No tenía ningún control en
absoluto. Podría haber hecho algo mal. No sabía lo que se
suponía que debía hacer y no quiero cometer un error. Pensé
que podría estudiar libros, ¿o quizás sacar la información de
tu mente? − La última fue una pregunta formulada con mucha
timidez.

Bookeater
Dark Song
Debería haber sabido que ella estaba preocupada por no
complacerlo de alguna manera. Inclinó la cabeza y dejó caer
un beso sobre su espeso cabello sedoso. − El sexo no se trata de
control, sívamet. Cuando tengo mi boca entre tus piernas,
quiero que te dejes volar. Que te dejes sólo sentir. No tienes que
pensar, solo saborear las sensaciones que te estoy dando.

Ella inclinó la cabeza para mirarlo, con el ceño fruncido en el


rostro. − Tenías el control. Cuando estabas en mi boca, sentí
que te contenías.

Asintió, orgulloso de ella por atreverse a decir lo que había


observado. − Eso es cierto, pero solo porque podría lastimarte.
Podría dañarte la garganta si profundizo demasiado. Podría
asustarte. Eres nueva en estas cosas y quiero ser cauteloso
hasta que sepas qué esperar, qué te gusta y qué no. Quiero
que disfrutes de todo lo que me haces cuando lo estás
haciendo, no que le temas. A medida que nos acostumbramos
el uno al otro, me reprimiré cada vez menos. Fue
difícil. Tu boca, tu forma de ser, las cosas que me haces hacen
que sea difícil mantener el control, pero siempre quiero
asegurarme de que estás a salvo.

− Me encanta darte placer, Ferro.

Él apretó su brazo alrededor de ella. − Sé que lo haces,


Elisabeta. Me encanta darte placer también. Somos
compañeros, por lo que brindar placer el uno al otro es una
necesidad mutua. Quiero ser yo quien te enseñe estas cosas,

Bookeater
Dark Song
no que aprendas de un libro o un manual de instrucciones. Es
un gran placer para mí que sigas mis indicaciones.

El solo pensamiento hizo que su polla se endureciera, que la


sangre corriera caliente y palpitara de deseo. Dejó que ella
sintiera esa respuesta donde su erección estaba tan apretada
contra su cuerpo. Mientras tanto, continuó masajeando su
cuero cabelludo y su nuca, manteniendo esa suave presión
con sus dedos, queriendo que ella se diera cuenta de que
estaba orgulloso de ella por tener el coraje de discutir sus
miedos y necesidades con él. Siempre quería la verdad de ella,
al igual que estaba dispuesto a dársela.

− Tenemos muchos ascensos para aprender estas cosas juntos,


Elisabeta, y espero con ansias cada uno de ellos. Tal como
aprendiste hoy que la anticipación puede hacer que el
resultado final sea mucho mejor, si no nos apresuramos, si
esperamos hasta que estés completamente lista, cuando nos
reunamos, la espera habrá valido la pena.

− No quiero decepcionarte nunca. − Ella presionó su rostro


contra su pecho, primero besándolo con sus suaves labios y
luego tocando su piel con la punta de la lengua, saboreándolo.

Solo la pequeña sensación casi lo vuelve loco de


nuevo. Quería enterrar la boca entre sus piernas, pero ella
todavía estaba preocupada, dando vueltas a lo que había
dicho una y otra vez en su mente. Podía oler su excitación
mientras lo hacía, por lo que necesitaba una distracción. Dio

Bookeater
Dark Song
un paso hacia el interior del bosque, su mano en la suya,
indicándole que iban a trabajar en otras cosas.

− Sería imposible que me decepciones, piŋe sarnanak, con toda


seguridad cuando se trata de cuestiones de sexo. Cuando
regresemos a casa después de practicar el vuelo, podemos
retomar esta conversación. No me he saciado de tu delicioso
sabor, pero eso es para más adelante. Te dejaré pensar en
eso. La anticipación, después de todo, es buena para ti.

Ella se retorció. − Creo que lo dijiste a propósito.

− Seguramente lo hice. Me hiciste esperar.

Ella le dedicó una pequeña y enigmática sonrisa que envió


una ola de calor a lo largo de su espalda. Ferro llevó su mano
a su pecho, justo sobre su corazón palpitante, mientras se
adentraban más en el bosque. No quería que ella pensara en lo
incómodos que se sentían los zapatos en sus pies, o en lo
incómodo que podía ser caminar. Y desesperadamente
necesitaba un respiro de todos los pensamientos sexuales.

− Eres verdaderamente mágica, sívamet. Me has envuelto


alrededor de tu dedo meñique. Te lo aseguro, eso es muy
difícil de hacer. Antes de que llegaras, hice que todos los que
estaban en contacto conmigo se sintieran incómodos. Ahora,
creo que me consideran un cachorro en lugar de un lobo.

Ella le lanzó una sonrisa, una genuina que iluminó sus ojos.
También sintió la diversión en su mente. − No creo que eso

Bookeater
Dark Song
sea del todo cierto. Incluso yo, no pienso en ti de esa manera.
Puedes ser bastante intimidante cuando lo deseas. − Él llevó su
mano a su boca, manteniendo sus pasos más lentos y parejos,
coincidiendo exactamente con los de ella. Besando sus
nudillos, regresó su mano a su pecho. − Tal vez, pero que es
simplemente para asegurarme de que sabes que estoy a cargo.

Elisabeta se rio. En voz alta. El sonido fue melodioso.


Hermoso. Casi esperaba ver pájaros a su alrededor. Tenía una
forma de tocarlo por dentro con sus notas líricas. Acariciando
las terminaciones nerviosas muy suavemente. No sabía cómo
lo hacía, pero ella siempre estaba muy en sintonía con él. Él
tendría que tener cuidado si alguna vez estaba cazando al
vampiro. Se convertiría en un peligro para ella si resultaba
herido de alguna manera.

− Creo que nunca tendrás que preocuparte de que me olvide


de que estás a cargo, Ferro, − le aseguró, con un tono suave y
cariñoso.

Su corazón dio un vuelco. A ella no parecía importarle en lo


más mínimo su personalidad dominante. − Piŋe sarnanak,
¿tienes alguna idea sobre cómo los demás están contrayendo
esta infección? ¿Los niños? ¿La pareja mayor? ¿El joven Josef?
¿Y nuestros antiguos? He pensado en esto sin cesar y he dado
vueltas a todas las posibilidades una y otra vez en mi mente.
No parece haber una conexión entre ellos. Sandu nunca ha
estado cerca de la pareja mayor. Le pregunté. Liv estaba
infectada, pero no Valentín, su compañero, y él permanece
cerca cuando puede soportarlo.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta, como era su costumbre, no respondió de inmediato.
Estaban cerca del frescor de los árboles más profundos. Ya,
Ferro pudo escuchar la acogida de las criaturas mientras se
acercaban. Se las había arreglado para distraerla del peso
desconocido de los zapatos en sus pies y la incomodidad de
caminar. No había tropezado ni una vez. Ahora, en lugar de
entrar en pánico cuando se le pidió su opinión, lo estaba
pensando, tratando de encajar las piezas como él lo había
hecho.

− Hay una conexión, Ferro, − dijo, con una pequeña vacilación


en su voz. − Simplemente no la hemos visto todavía. Lo
haremos. Tenemos que hacerlo. Me pareció interesante que
Danny y Amelia tuvieran quemaduras extremadamente
graves en comparación con todos los demás. Esperaba que los
pequeños no tuvieran mucho, y no fue así. Tariq tenía más
que Sandu. Josef más que los dos. Si calculamos a cabo el
porqué de eso, vamos a averiguar cómo están siendo
infectadas.

Su mujer también había estado trabajando en el rompecabezas


y era rápida e inteligente. Gary, lo sabía, estaba investigando
los recuerdos de cada uno de los que tenían las quemaduras,
pero ninguno había sido tocado por un vampiro. Ninguno se
había encontrado con una criatura de ningún tipo, psíquico o
de otro tipo, que pudiera haberlos infectado.

− No me gusta que seas la única que puede resolver la


situación. Eso te obliga cada vez que te llamen cuando hay un

Bookeater
Dark Song
problema. Si es con uno de los antiguos, el potencial de
peligro es enorme. Es suficientemente peligroso incluso con
los niños. Sé que Charlotte y Tariq temen por Genevieve. No
pueden protegerla de ellos durante el día. Revisarán a los
niños para asegurarse de que están libres de esta infección
antes de que se retiren, con la esperanza de que, si se vuelven
a exponer, las quemaduras sean mucho menores y así ella no
correrá tanto riesgo.

− Supongo que ella también fue revisada.

− Ella lo fue. No hubo ni la más mínima puntuación en ella.

− Genevieve es muy valiente.

Dejó de caminar una vez que estuvieron en el borde de un


pequeño claro. Era muy pequeño, rodeado de árboles y
arbustos. Un arroyo angosto corría a su izquierda,
moviéndose sobre rocas, serpenteando entre los árboles,
abriéndose paso a través de los bosquecillos de árboles hacia
el lago. La mantuvo en los árboles, consciente de su batalla
con el espacio abierto.

− No hay nadie alrededor, piŋe sarnanak. Somos solo nosotros


dos. Vamos a practicar el cambio. Para mí, siempre serás mi
pequeño pájaro cantor. Tu voz es mágica. Tienes música en
cada nota. Te escucho cuando te canto en cada
alzamiento. Cuando te llamo para que vengas a mí, te
conozco. Esa parte de mí, la única parte que no es dura y
desgastada por la batalla, siente la melodía en ti. Yo pensé que

Bookeater
Dark Song
enseñarte a volar primero te daría una sensación de libertad
que nunca has conocido y que un pájaro te llegaría más
fácilmente. Has vivido la vida en una jaula, como lo han hecho
algunos pájaros. Quiero abrirte esa puerta. También pensé
que tal vez al ver a través de los ojos de un pájaro en lugar del
ojo humano, no tendrías el mismo problema para mirar el
mundo que te rodea.

Una vez más, envolvió su brazo alrededor de su cintura y la


apretó contra él mientras su otra mano se movía hacia la parte
posterior de su cabeza para acariciar suavemente su trenza
con la palma. − No hay expectativas, Elisabeta. Si descubres
que no puedes hacer esto, lo intentaremos con otro
levantamiento. − Él vertió verdad en su tono para que ella
escuchara que lo decía en serio.

Ella se inclinó hacia él y con audacia pasó la palma de su


mano desde su vientre hasta su pecho. Había un indicio de
posesión en su toque que dudaba que ella supiera que estaba
allí. Los hilos entre compañeros ya se estaban sumando a la
creciente confianza que tenía en él.

− Quiero hacer esto, Ferro, muchísimo. Pensaba en ello todo el


tiempo cuando estaba en esa jaula. Sabía que me habían
enseñado, pero cuando traté de recordar, sentí mucho dolor.
Mi cabeza explotaba y a veces había sangre por todas partes y
me despertaba en la jaula con el vampiro sobre mí y podía ver
que estaba preocupado y enojado conmigo. Yo quería
desaparecer. Volar lejos. Desvanecerme. Pero nunca sucedió.

Bookeater
Dark Song
− Gary y yo hemos derribado la barrera que él construyó para
evitar que accedieras a tus recuerdos sin dolor, sívamet, pero
Sergey borró la mayor parte de tus recuerdos, y lo que no
pudo, lo marcó y distorsionó para que no supieras la verdad
de mentir o estar sin miedo. Por eso tenías tanto miedo de
conocer a tu hermano biológico.

− Realmente me lo quitó todo.

Su dolor le dio ganas de llorar. Una vez más, no había


lágrimas en su rostro, pero en el fondo lloró por la relación
perdida con su hermano, especialmente después de saber que
había pasado siglos buscándola.

− El vampiro intentó quitarte todo, Elisabeta, pero su éxito


depende de ti. Puede establecer una relación con Traian y su
compañera si lo deseas. Traian no solo está dispuesto, sino
que lo quiere. Él seguirá tu ejemplo. El vampiro no te robó mi
alma en todos los siglos que te tuvo. Tu confianza en mí está
creciendo más rápido de lo que yo creía posible. Él no puede
quitarnos nuestro vínculo. Eres inteligente y una ventaja no
solo para mí, sino también para nuestra gente, y él no puede
aceptar eso. Podría seguir y seguir, pero no queremos perder
un momento más de la noche con él, ¿verdad?

Elisabeta inclinó la cabeza hacia él y su corazón tartamudeó


por un momento ante lo que vio allí. Ella lo miró con
reverencia, con una especie de adoración que él no se
merecía. − No, minan hän sívamak, no lo hacemos. Por favor,
enséñame a convertirme en pájaro y aprender a volar.

Bookeater
Dark Song
Ella lo había llamado su amado. Ella no lo había hecho antes.
Corazón fuerte, sí, porque era su guerrero, pero esto era
diferente. Muy diferente. Fue la forma en que lo dijo en su
idioma. Esa ternura en su voz. No podía ocultar lo que sentía
por él o el amor que se apoderaba de su corazón por él. Por
primera vez tenía la esperanza real de que ella pudiera amarlo
como él era y realmente encontrarían el camino juntos, así que
al final, cuando ella se volviera fuerte y segura, lo elegiría a él,
elegiría quedarse con él.

− Al igual que cuando abres la tierra sobre tu cabeza o te


vistes, debes prestar atención a los detalles. Tendré una
imagen en mi cabeza. Quiero que tomes esa imagen y la
estudies desde todos los ángulos. Métela en la cabeza y
asegúrate de verlo todo. Eres buena con los detalles, Elisabeta,
meticulosa con ellos, pero cualquiera, cuando tiene ganas de
probar algo, puede sobreexcitarse. Tómate tu tiempo. Con el
tiempo, incluso el cambio se volverá automático para ti, pero
esta es la base y debe ser sólida.

Ferro hizo un gesto con la mano, cubriendo el suelo con una


alfombra suave y peluda, y se hundió, arrastrándola con
él. Ella lo miró, cerrando los ojos, concentrándose. La sintió
moverse en su mente, encontrando el pequeño búho chillón
occidental. Los búhos se apareaban de por vida y casi siempre
usaban cavidades de árboles para anidar. Durante el cortejo,
el macho llamaba a la hembra con una canción, y cuando una
dama lo aceptaba, cantaban a dúo de un lado a otro,
acercándose más y más hasta que se encontraban. A lo largo

Bookeater
Dark Song
de las distintas estaciones de los años, el macho seguía
cantando a su dama elegida, como pretendía cantarle a
Elisabeta.

El pequeño búho chillón occidental era particularmente feroz


cuando se trataba de proteger su nido y sus crías, ya que
estaba seguro de que su Elisabeta lo sería a pesar del hecho de
que ella se consideraba tímida. No quería que ella luchara
contra vampiros a su lado. Definitivamente prohibiría tal
cosa, pero no querría que ella estuviera tan aterrorizada de
que las criaturas pudieran matarla fácilmente a ella y a sus
hijos si él no estuviera. Conociéndola, dudaba que ese fuera el
caso. Ella estaba empezando a ver su poder, y aunque su voz
podría traer paz, sabía que podía enseñarle a usarla como
arma.

− Mira el disco facial. Ten en cuenta cada pluma. Los colores.


Gris parduzco pálido. Las líneas están sutilmente moteadas y
más oscuras en ondas. El borde es muy oscuro, no sobresale
mucho, con motas pálidas a lo largo del borde. Debido a que
las cejas son ligeramente más pálidas que el plumaje que lo
rodea, que no muestran tan bien, pero que no puedes olvidar
que están allí. Tome una buena mirada en los ojos, Elisabeta.
Son redondos, anchos, de color amarillo brillante. Te
sorprenderá lo que pueden ver. El roedor más pequeño del
suelo del bosque.

Ella arrugó la nariz. − No vas a hacer esto tan real como para
tener que comerme un ratón, ¿verdad? − Había un toque de
risa en su voz.

Bookeater
Dark Song
A pesar de que estaba sintiendo un poco de ansiedad por ser
la primera vez que ella intentaba cambiar (podría ser
peligroso), compartió el momento de felicidad con ella. Ella
había tenido tan pocos y ambos estaban aprendiendo.

− Tendrás que aprender a cazar, pero afortunadamente, no es


inusual que los búhos pierdan presas, así que parece natural.

− Eso es un alivio.

Había tanta vehemencia en su voz, que encontró una risa real


retumbando en su pecho. Ella se reunió con él antes de que
ambos se despejaran, y él repasó los detalles del búho chillón
occidental con ella varias veces, solo para asegurarse de que
tenía todas las características almacenadas en su mente.

Bookeater
Dark Song
12
Seré la estrella brillante, en la hora oscura de la noche;
Cuando te sientas perdido, seré tu luz.

Ferro era el capataz más exigente del mundo. Elisabeta se


había transformado con éxito en el búho hembra docenas de
veces, extendió sus alas, saltó y retrocedió sin un error, solo
para que le dijera que lo hiciera de nuevo.

¿Hay una parte en la que la lechuza realmente usa sus alas? Nunca
se habría atrevido a preguntarle si hubiera estado en forma
humana. La lechuza saltaba cada vez más al aire libre,
estirando sus alas, acostumbrándose a la nueva forma, la
sensación y el tamaño del pájaro.

El búho macho la llamaba con su canción. Sonaba afable y


tranquilo, como siempre sonaba Ferro. Elisabeta sintió la
respuesta inmediata de la lechuza, el tirón hacia el macho. Ella
no estaba molesta en lo más mínimo con el macho. Ella quería
estar con él. Se acercó de un salto y le cantó.

Extendió sus alas y tomó el aire, no alto, simplemente volando


en un círculo bajo a lo largo del suelo, llamando a la hembra
para que lo siguiera. La hembra saltó varias veces con las alas
extendidas. No pasó nada.

Déjala volar, Elisabeta. Se el búho. Déjala volar.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta daba vueltas a lo que decía su compañero una y otra
vez en su mente. Estaba haciendo que el acto real de cambiar
y volar fuera demasiado complicado. Ferro le estaba diciendo
que, en la forma del pequeño búho chillón occidental, ella era
la lechuza. Ella se convirtió en la lechuza, y tenía que ser esa
mujer con todos los instintos del pájaro. Tenía que dejar ir a
Elisabeta tal como lo hacía cuando entraba en otro Cárpatos
que la necesitaba para curarlos.

El búho macho le volvió a cantar. Le encantaba que él llamara


a la mujer con una canción, tal como Ferro la llamaba cada vez
que se levantaba. Su compañero había elegido bien para su
primer cambio. Ella se identificó con su búho. La canción
resonó en ella. Dejó que la llevara más cerca del macho. La
hembra agitó sus alas y cantó en respuesta, llamando a su
pareja. Extendió sus alas y se elevó en el aire.

El triunfo casi la hizo caer al suelo, pero se estabilizó y siguió


al macho en un círculo bajo, amplio y muy estrecho en el
claro, justo al lado de la línea de árboles. La lechuza voló en
absoluto silencio, el batir de las alas suave, constante y
rápido. Los golpes fueron rápidos a cinco latidos por
segundo. El viento agitaba las plumas, lo que aumentaba la
sensación de libertad absoluta.

Estas bien ¿Quieres ir más alto?

Elisabeta se había estado concentrando en cómo se sentía


volar. Se permitió mirar el mundo a través de los ojos del
búho. Su oído era excelente, tanto que escuchó el grito de un

Bookeater
Dark Song
ratón al menos a un kilómetro de distancia. Pero fue su visión
lo que la sorprendió. Al girar la cabeza, pudo ver todo en
el mundo del búho con mucha claridad. Esperaba sentirse
enferma y desorientada, pero era la lechuza, esa hermosa
hembra que volaba por primera vez en un mundo
completamente nuevo, experimentando la verdadera libertad.

Estoy bien. Muy bien, Ferro, gracias por esto.

Nosotros vamos a subir sólo unos metros más, dar un círculo una vez
y volveremos a bajar.

Su voz era muy firme y tenía un toque de mando que ella no


se atrevió a desobedecer. A ella no le importaba en lo más
mínimo. Ella sabía que él estaba determinado a que nada
saliera mal esta primera vez, y que quería evaluar todo para
asegurarse de que estaba bien. Ella lo estaba. Sabía que lo
hacía y que seguiría haciéndolo. Esperaba que le permitiera
practicar más, pero si pensaba que iba demasiado rápido, se
decepcionaría, pero aceptaría su decisión.

El macho se elevó más alto en el aire, y ella lo siguió,


elevándose varios pies más del suelo para que estuvieran a
unos quince pies de altura. Observó las briznas de hierba, los
escarabajos y las cigarras, una pequeña rana que se sentaba en
una roca a unos pocos pies de uno de los árboles. Empezaba a
distinguir criaturas ahora, presas que cazaría la lechuza.
Demasiado pronto completaron el círculo y regresaron al
punto de partida. El macho se deslizó fácilmente al suelo. Su

Bookeater
Dark Song
aterrizaje no fue tan suave, pero logró no volcarse y caer sobre
su pico.

Vuelve a tu forma, Elisabeta. Definitivamente fue una orden.

Ella obedeció sin pensar. Ella no había estado usando ropa así
que no tenía que preocuparse por lo que necesitaba ponerse,
simplemente tomó su forma normal, encajando fácilmente en
su propio cuerpo.

Ferro la atrajo hacia él, abrazándola con fuerza. −


Te trasformaste y volaste por primera vez, Elisabeta. Lo hiciste
increíble. − Sonaba tan feliz como ella se sentía. − Estoy tan
orgulloso de ti.

Él tomó su barbilla entre el pulgar y el dedo para inclinar su


cabeza hacia la suya mientras bajaba la suya para poder
besarla. Una vez que sus labios tocaron los de ella, se sintió
como si hubiera encendido un fósforo y ella se hubiera
incendiado. Las llamas lamieron sobre su piel, se derramaron
por su garganta para correr por sus venas, se extendieron a
sus pechos y bajaron. El ardor profundo dentro de ella fue de
caliente a salvaje y fuera de control muy rápido.

Le pasó las palmas de las manos por el pecho y se atrevió a


enlazar los dedos detrás de su cuello para poder apoyarse
completamente en él. De repente, quería su boca entre sus
piernas donde estaba caliente y húmeda y esa quemadura era
tan terrible que rayaba en brutal. Sintió el resbalón crecer
mientras le devolvía el beso a Ferro, dándole todo lo que era,

Bookeater
Dark Song
prometiéndole lo que quisiera con solo su boca, con su
cuerpo, el dolor en sus pechos y los pezones tensos y duros
presionando los músculos duros y definidos de su pecho.

Levantó la cabeza, sus ojos de ese hermoso azul plateado que


tanto amaba, su mano recorrió su espalda para moldear sus
nalgas, posesión en la forma en que la tocaba. Su mirada vagó
por su rostro durante algún tiempo como si esperara. Su
expresión no cambió. La miró como si fuera la mujer más
maravillosa y hermosa del mundo y la adorara. Una mano
tomó un lado de su cara, la yema del pulgar se deslizó sobre
su labio inferior.

− ¿Estás cansada? ¿Crees que puedes intentarlo de nuevo?


¿Esta vez en el bosque? Allí es diferente. En los árboles tienes
que maniobrar a través de las ramas.

Todo lo que Elisabeta pudo hacer fue no meter su pulgar en


su boca o deslizar una mano por su vientre para acariciar su
dura polla mientras descansaba contra su cuerpo, gruesa y
caliente. Quería volar, pero quería estar íntimamente con
él. No había quitado el pulgar de su labio inferior, pero
continuó prodigando pequeñas caricias de un lado a otro,
hipnotizándola.

Ferro le había dicho que pidiera lo que quisiera o necesitara.


El ardor dentro de ella aumentaba con cada golpe de su
pulgar. Abrió la boca y se metió el pulgar profundamente. Su
polla se sacudió contra su estómago. Inmediatamente llevó su

Bookeater
Dark Song
mano debajo de su pesado saco para tomar el peso y acariciar
las bolas de terciopelo con sus dedos.

No estoy en lo más mínimo cansada, päläfertiilam, dijo en voz baja,


pensando en él. Una invitación. Ella tomó su pulgar
profundamente, chupó con fuerza, curvó su lengua alrededor
del dedo pesado. Quiero continuar con la lección, pero hay
una necesidad mucho más urgente que debes atender.

¿Qué sería eso, sívamet?

Elisabeta había sabido todo el tiempo lo que había estado


esperando. Sus ojos eran más plateados que azules ahora, casi
plateados líquidos, ardiendo en los de ella, robándole su
capacidad para respirar. La necesidad entre sus piernas había
crecido hasta que se sintió salvaje con eso, incapaz de
quedarse quieta, sus caderas se balancearon sutilmente,
los muslos se frotaban entre sí en un esfuerzo por aliviar el
dolor casi brutal.

Necesito tu boca entre mis piernas, Ferro. Por favor. Me quemo y


necesito que lo hagas mejor. Apenas puedo pensar y empeora con
cada momento que pasa.

Los ojos de Ferro se calentaron. Entonces caliente. Su


estómago se revolvió. Luego su sexo. Muy suavemente quitó
el pulgar y agitó la mano hacia el suelo para cubrirlo con una
alfombra suave. Había una gran elevación que atravesaba
la alfombra.

Bookeater
Dark Song
− Intentaremos algo diferente esta vez. Solo un poco diferente,
para ver si te gusta. Acuéstate boca abajo con las caderas sobre
el montículo.

Elisabeta fue inmediatamente a la colchoneta, colocándose


como él le había pedido. Descubrió que cuando sus caderas
estaban sobre el montículo, sus nalgas se levantaban.

− Abre tus piernas mucho para mí.

Su corazón latía salvajemente. Él se paró detrás de ella donde


ella no podía verlo, pero ella podía decir por su voz
exactamente dónde estaba. Desde su posición, sería capaz de
ver cómo se humedecía ella, que le estaba diciendo la verdad
acerca de sus necesidades muy urgentes. Ella le obedeció,
ansiosa, abriendo las piernas de par en par. De inmediato, el
aire fresco de la noche se deslizó sobre su entrada caliente,
aumentando la estimulación.

− Eres tan hermosa, Elisabeta.

Estaba mucho más cerca. En la estera con ella. Se había


movido tan silenciosamente que ella no lo había escuchado.
Su mano fue a su nuca, haciéndola saltar. Muy suavemente,
pasó la palma de la mano por su columna hasta la curva de
sus nalgas. Sintió su respiración en su entrada y todo su
cuerpo se estremeció. Luego, algo afilado, como las diminutas
puntas de agujas, rodó ligeramente por la parte interior de su
muslo, haciendo que todas las terminaciones nerviosas

Bookeater
Dark Song
salieran a la superficie. Ella comenzó a girar la cabeza para ver
qué estaba haciendo.

− Quédate mirando hacia adelante. Toma un respiro y relaja


tu cuerpo. Entrégate a mí.

Esa fue una orden directa. Elisabeta hizo exactamente lo que


dijo. Sus dedos ya rozando su clítoris hambriento. Sus labios
húmedos y su entrada resbaladiza. Solo pequeños toques. Su
aliento, tan cálido. Su mano masajeando su mejilla izquierda.
La sensación de los pinchazos un poco más fuerte sobre la
mejilla izquierda y luego su mano descendió en un suave
golpe que hizo que todas las terminaciones nerviosas se
salieran de control. Su mano estaba hacia atrás, frotando y
masajeando, esparciendo calor, su lengua lamiendo su
entrada mientras ella derramaba líquido caliente en su boca,
gritando, sus caderas se movían de modo que él tuvo que
sujetarla.

Levantó la cabeza. − Quédate quieta para mí, Elisabeta.

− Es muy difícil. − Trató de permanecer en silencio, temiendo


que se detuviera.

− Tu cuerpo me dice que te gusta lo que estoy haciendo.

− Sí, se siente impactante, pero tan bien que apenas puedo


quedarme quieta. Lo intentaré, Ferro. Lo prometo.

Bookeater
Dark Song
Volvió a frotarle las mejillas, con los hombros encajados entre
sus piernas. − Estás siendo muy bueno para mí. Me encanta
verte así. Goteando por mí. Necesitada. Hambrienta de mi
cuerpo. Por lo que puedo darte. Me encanta hacerte sentir
bien, así como sé que disfrutas haciéndome sentir bien.

Cerró los ojos, jadeando cuando su boca se cerró sobre ella, la


lengua apuñaló profundamente, curvándose dentro de ella,
extrayendo líquido caliente y luego retirándose para rodear su
clítoris. La sangre palpitaba. Martillando. Era muy consciente
de las pequeñas agujas afiladas que rodaban suavemente
sobre sus labios húmedos y luego su clítoris, haciéndola gritar
y doblar sus caderas. Su boca cubrió su clítoris, succionó con
fuerza, su lengua chasqueando, y luego su dedo penetró de
modo que su vaina se cerró alrededor de él, arrastrándolo,
desesperada por tenerlo dentro de ella.

− Ferro. − Ella respiró su nombre.

− Aquí es donde pertenezco, piŋe sarnanak, aquí mismo, en lo


más profundo de tu cuerpo. Ahora mismo anhelo tu sabor,
tanta hambre. Por mucho que quiera mostrarte todas las
diferentes formas en que puedo sacar tu placer, necesito
devorarte.

Ferro sostuvo su cuerpo y simplemente la giró, agarrando su


trasero con sus manos para que sus piernas pasaran sobre sus
hombros. Levantó la entrada empapada hasta la boca y
procedió a comérsela como si fuera la mejor comida que había
tenido en su vida y se muriese de hambre.

Bookeater
Dark Song
No pudo evitar que se le escaparan los gritos. Parecía
imposible arrastrar suficiente aire en sus pulmones. El asalto a
sus sentidos fue masivo, proveniente de todas direcciones,
hasta que todo su cuerpo estuvo en una furiosa tormenta de
fuego en toda regla. Ella se retorció bajo su boca implacable,
su lengua y sus dientes, el movimiento de sus dedos y el roce
de su pulgar. Las llamas lamiendo su cuerpo, rugieron por su
mente. Era hermoso y salvaje, despiadado y perfecto. Su
palma fue a su vientre, los dedos extendidos a lo ancho
y prensando profundo, sujetándola en el lugar, mientras
que su boca la devastaba a ella. En el fondo, la espiral
se apretaba cada vez más hasta que pensó que podría morir si
el resorte no se soltaba. No se detuvo, devorándola más. Los
gruñidos y los sonidos hambrientos que hizo eran sexys,
añadiéndose a la experiencia sensual, alimentando su propia
necesidad urgente de él. La desesperación por él estaba
creciendo en ella. Ella no era estaba segura de qué "más"
quería de él, pero quería mucho más.

El ardor dentro de ella se hizo más caliente. Su boca era un


instrumento de la más exquisita tortura. No sabía si podría
aguantar mucho más. Ella susurró su nombre, sus manos
encontrando sus hombros, hundiendo sus uñas profundo,
para anclarse al mundo real cuando ella sentía que podría
estar en peligro de separarse, volar demasiado alto. Se sentía
demasiado bien y tenía miedo de perderse. De perderlo. De
esto. Las cosas podrían ser demasiado perfectas. Ella no había
tenido ni bueno ni perfecto.

Bookeater
Dark Song
Déjate ir, sívamet. Déjate volar. De eso se trata este levantamiento.
Volamos de muchas formas maravillosas. Relájate y te atraparé.

Estaba aprendiendo que la palabra de Ferro era de oro. Él la


atraparía. Él estaría ahí para ella. Su roca. Su espada. Su
escudo. Lo que sea que ella necesitara que fuera. El infierno
ardía salvajemente y ella no tenía otra opción, era creer
completamente en él o volverse loca. Se soltó y dejó que la
tormenta de fuego se la llevara. El fuego corrió a través de
ella, fuera de control, barriendo su cuerpo, una conflagración
cada vez mayor que la sacudió hasta la médula.

Se sentía como si se saliera de control por completo, las ondas


se convirtieron en olas salvajes de placer, se apoderaron de
su cuerpo, ardieron para dejarla en cenizas solo para
comenzar de nuevo. Fue vagamente consciente de que Ferro
levantaba la cabeza, se limpiaba la cara con los muslos y luego
tiraba de su cuerpo tembloroso entre sus brazos, abrazándola
hasta que se calmó.

Enterró la cara en su cuello, sorprendida de poder sentirse tan


maravillosa y, sin embargo, tan completamente fuera de
control. Pequeñas réplicas la sacudieron, una y otra vez, hasta
que gradualmente su cuerpo se calmó, dejándola sintiéndose
algo saciada y aun sintiéndose como si se estuviera perdiendo
algo grande.

Ella levantó la cabeza para mirarlo. − Gracias, Ferro.

Bookeater
Dark Song
− Estoy muy orgulloso de ti por pedirme lo que querías,
Elisabeta. Me da mucho gusto verte así. Hay mucho más,
pero guardaremos esas lecciones para otro levantamiento. La
anticipación siempre hace que la recompensa sea mayor,
como ambos hemos descubierto.

Ella le sonrió. − Estoy dispuesta a hacer lo que quieras. − En


secreto pensó que continuar por las líneas que acababan de ir
podría ser perfecto.

− Estamos trabajando para volar y el cambio es muy


importante por varias razones. − Le rozó los ojos y la nariz con
besos y luego la soltó.

Elisabeta volvió a rodar sobre su estómago y apoyó la cabeza


entre las manos, cerrando los ojos para saborear el
sentimiento de pertenencia a un hombre así. Le dio tantas
experiencias nuevas, todas buenas. Cada vez que la tocaba, le
producía placer. Incluso ahora, le frotó el trasero suavemente,
masajeándola, manteniendo el calor moviéndose tan
exquisitamente a través de su cuerpo.

− Me siento muy afortunada de tenerte como mi compañero,


Ferro, − dijo. − Todos esos siglos me sentí perdida y sola,
protegiendo tu alma, pero realmente valió la pena cada
momento porque tú vales todo lo que el vampiro me hizo
pasar y mucho más.

Junto a ella, se quedó completamente quieto. Su mano dejó de


moverse. Él estaba en su mente y sabía que él sabría que lo

Bookeater
Dark Song
que decía era en serio. Proteger el alma de Ferro no había sido
fácil y ella no quería que Ferro supiera los terribles peajes que
Sergey la había obligado a pagar una y otra vez a lo largo de
los siglos, pero ella se había resistido a él. Ella nunca
entregaría el alma de su compañero. Nunca. Esa había sido su
línea en la arena, por así decirlo. Si Sergey la quería viva,
tendría que aceptar eso. Había ocasiones en que su desafío
volvía loco al vampiro, y él la había hecho pagar muy caro.

Debería haber sabido que Ferro no lo dejaría en paz. Había


tenido cuidado de no buscar demasiado en sus recuerdos,
como ella en los suyos. Ahora, sin embargo, lo sintió moverse
por su mente. Ella negó con la cabeza, comenzando a sentarse,
pero él colocó la palma de la mano con mucha suavidad entre
sus omóplatos y la sostuvo sobre la alfombra.

− Por favor no. No es necesario que lo veas. − Habló en voz


baja. Vería tanto, demasiado. Tantas veces había cambiado
vidas por lo que no le daría al vampiro. Varias veces se había
quitado la vida, solo para que el vampiro la trajera de
regreso. Él vería eso. Ferro había sido tan fuerte, negándose a
cumplir con el alba, incluso cuando había ido más allá del
punto de no escuchar los susurros de la tentación, cuando ya
no quedaba nada, solo el ser un peligro para la misma gente
que había protegido.

− ¿Cuál fue el costo total para ti? Creo que es más que
necesario, hän ku vigyáz sielamet. − Su voz era muy
suave. Mantuvo su mano en su espalda, una conexión entre
ellos mientras se movía por su mente.

Bookeater
Dark Song
La había llamado la guardiana de su alma. Ella había sido
eso. Ella había guardado ferozmente su alma porque eso era
todo lo que tenía. Era lo único que Sergey no podía
quitarle. Ni siquiera el recuerdo de tener que protegerlo y lo
que significaba para una mujer de los Cárpatos.

− Ferro. − Ella susurró su protesta de nuevo, las lágrimas


ardían detrás de sus ojos. No quería que él viera su
cobardía. Sus fracasos. Sus muchas humillaciones. Después de
la perfección del levantamiento con él, que él ahora la viera
bajo una luz tan terrible, ella no podía soportarlo. Quería
correr y esconderse.

Su mano se movió por su espalda muy suavemente hasta la


nuca, donde sus dedos comenzaron el familiar masaje lento y
suave. Se sentía bien y quería presionarse contra esos dedos
fuertes como un gato, pero también quería enterrar su rostro
en la alfombra de piel y llorar a gritos.

Elisabeta. Permanece calmada. Siempre piensas lo peor de ti a pesar


de que yo te digo lo que siento por ti. Salvaste mi vida y la vida de
muchos. Si me hubiera convertido en vampiro, lo que habría hecho si
Sergey hubiera llegado a mi alma, habría matado a muchos antes de
que me hubieran destruido, si es que de hecho podría haber sido
destruido.

Como siempre, su voz era firme y tranquila. Ferro fue al


comienzo de su cautiverio, no al final. Sabía que Sergey
intentaría conseguir de ella lo que quería cuando era joven y

Bookeater
Dark Song
estuviera aterrorizada. Apenas podía recordar esos días, pero
podía recordar vívidamente los horribles castigos que le
impuso cuando ella se negó a entregar el alma de su
compañero.

Elisabeta, no es necesario que vuelvas a vivir estos recuerdos. Quiero


que te quedes quieta y pienses en volar. Vuelve a crear la lechuza en
tu mente. Cada pluma. Sus orejas. Su pico. Su cola. Especialmente
quiero que escuches las notas de su canción para que puedas cantar
el dueto con su macho. Cualquier vampiro que escuche debe creer que
la hembra es realmente un pájaro. Eso es una orden. ¿Me entiendes?

Cerró los ojos y las lágrimas se derramaron. Su voz era tan


suave, como solo podía serlo la de Ferro. Le ahorraría esos
horribles recuerdos. No los había mirado en siglos. Los
primeros fueron los peores, antes de que Sergey hubiera
aprendido a temer que ella realmente se suicidara y que él no
podría traerla devuelta. Había elegido esa opción sólo por
pura desesperación, incapaz de pensar en otra opción cuando
el vampiro amenazó la vida de niños o pueblos enteros para
llegar al alma de su compañero.

Ella había soportado tormentos todos esos siglos por Ferro, su


compañero. Él había sido la razón por la que ella
continuó. Ella había temido por él. Temía lo que le haría a él si
ella se fuera del mundo. Lo había sentido en alguna parte,
todavía vivo, todavía cazando, todavía aguantando. Mientras
él pudiera, ella había jurado que lo haría. Y, sin embargo,
había habido tantos momentos de debilidad... Ella estaba tan
avergonzada.

Bookeater
Dark Song
Ferro la rodeó con calidez. La envolvió en la intensidad de la
emoción que había llegado a darse cuenta de que era amor
por ella. Su amor por ella.

Sentirás tanta vergüenza de mí si persistes en mirar mis recuerdos.


Te amaré y te admiraré más. Haz lo que te ordeno, pajarito cantor.
Dame tiempo para ver los crímenes que este vampiro cometió contra
mi amada. Es necesario para un hombre como yo. Esperé a que me lo
dijeras, pero me di cuenta de que sería imposible que lo hicieras. No
te lo estoy pidiendo, sívamet; te lo estoy diciendo. Esto es algo que
necesito y debo tener.

Era imposible que Elisabeta no obedeciera. Ella había sido


condicionada por siglos de obediencia, pero él la había
llamado su corazón con esa voz que podía ponerla del revés.
Mantuvo los ojos cerrados y volvió su mente a estudiar a la
pequeña lechuza, enfocando su atención en los pequeños
detalles que podría perderse si alguna vez se distraía.

No había pensado en cómo un vampiro podría escucharla


llamar a su pareja y darse cuenta de que sus notas no eran
exactas. Sería un pequeño detalle, como una sola nota
incorrecta, lo que la delataría a ella y, al hacerlo, a su
compañero. Las cosas que le estaba enseñando no eran solo
por diversión; bien podrían ser la diferencia entre la vida y
la muerte.

La llamada de la lechuza de Ferro era hermosa. Le mostró el


trino sordo del hoo, hoo, hoo del macho que se aceleraba al final,

Bookeater
Dark Song
pero siempre mantenía un tono continuo. A veces le cantaba a
su hembra una canción diferente, una de trinos dobles, una
ráfaga mucho más rápida. Él tenía un suave canturreo al
saludar y un ladrido emocionado. Durante la temporada de
apareamiento, su dúo incluía una nota temblorosa, una rápida
llamada de trémolo del macho, respondida por un breve
trémolo de la hembra. Los dos búhos cantaron a dúo juntos y
ella practicó su parte mentalmente una y otra vez para cada
temporada.

Ferro tenía una voz hermosa y a menudo le cantaba cuando


estaba molesta. Amaba su canción. Añadió versos cada vez
que se levantaban, tranquilizándola cuando tenía tanto miedo.
Ahora, su búho macho le cantaba a su hembra con esa
hermosa y salvaje llamada, reconfortante y calmada para su
dama como Ferro lo hacía para ella. Era una roca, un ancla en
la peor tormenta. No la hizo sentir como si fuera solo su
propiedad; la hacía sentir como si perteneciera a ella, que
era mutuo.

El búho macho era la misma roca para su hembra. Se


protegían uno al otro y a su nido con fiereza, incluso contra
los humanos, criaturas mucho más grandes que ellos. Estudió
todos los aspectos de la vida del búho que pudo encontrar en
la mente de Ferro. Ella había estado en la lechuza y también se
basó en lo que había encontrado allí.

Elisabeta no tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado


cuando Ferro tiró de ella de repente a sus brazos,
sobresaltándola con su agresión. La abrazó, casi aplastándola,

Bookeater
Dark Song
su palma presionando la parte posterior de su cabeza contra
él, de modo que su oreja estaba sobre su corazón que latía
salvajemente.

− Elisabeta. Amada. Lo que sufriste para protegerme.

Ella inclinó la cara hacia arriba para mirarlo. Lágrimas rojo


sangre cayeron de sus ojos y su corazón casi se detuvo. Ella no
podía soportar su dolor. Inmediatamente ella lo inundó de
reconfortante armonía, lo rodeó de amor, de todo lo que era,
dándole todo lo que sabía dar. Ella envolvió sus brazos
alrededor de él y lo abrazó con la misma fuerza, cerrando los
ojos y respirando por ambos, deseando que su corazón
encontrara el latido más lento y constante del suyo.

Ferro la abrazó durante mucho tiempo, meciéndolos a ambos


suavemente, mientras Elisabeta seguía manteniéndolos
entrelazados en un capullo de paz. Ella no habló, no sabía qué
decir. En sus imaginaciones más salvajes, nunca hubiera
esperado que su legendario guerrero se preocupara lo
suficiente como para derramar las lágrimas rojo sangre de su
tipo por ella. Ese tipo de dolor y respeto estaba reservado para
la grandeza.

Ella no sabía cómo reaccionar. Este era Ferro. Su


compañero. Se sintió presa del pánico. No tenía a nadie que le
dijera qué hacer, solo sus instintos. Sus manos prodigaban
caricias en su cabello, y de vez en cuando sentía sus labios
rozar besos en la parte superior de su cabeza. Había tal
intimidad que no tenía nada que ver con el sexo, sentada a

Bookeater
Dark Song
horcajadas sobre él, su cuerpo aplastado contra él, meciéndose
con él, sus corazones latiendo juntos.

Elisabeta se sintió tan parte de él. Ella había estado


aterrorizada de que él viera su pasado, las terribles elecciones
que el vampiro le había impuesto, y sin embargo ahora se
sentía más cerca de él que nunca. Cada vez que ella temía la
reacción de Ferro, él siempre se acercaba y le enseñaba a
confiar. No todo el mundo era cruel como Sergey, y
ciertamente no su compañero.

− Sé que no te lo digo, Elisabeta, y lo más probable es que


necesites las palabras, pero están en mi canción para
ti. Cuando te digo que te espera un mundo de amor, más
vasto que el océano, no estoy cantando simplemente una
letra. Estas palabras son tuyas. Para ti. Lo que siento por ti me
resulta incomprensible. No imaginable. Cacé siglos por
ti. Grabé el voto que te hice en mi cuerpo, pero incluso
entonces no sabía lo que sentiría por ti. ¿Cómo podría? Hasta
que fusioné mi mente con la tuya y aprendí a conocerte,
descubrí el tremendo regalo que me dieron, no había forma de
saber cómo crecería el amor en mi corazón por ti.

No podía decirle esas cosas. Ella se derrumbaría. Ella ya


estaba llorando, presionando su rostro contra su pecho y
llorando como un bebé. Se abrazaron para consolarse, todavía
meciéndose suavemente, su capullo calmante y pacífico
rodeándolos como su escudo.

Bookeater
Dark Song
No tienes que darme las palabras, Ferro. Las escucho en tu canción
para mí. Las siento en las cosas que haces por mí. Especialmente las
siento en tu toque. No podía decírselo en voz alta porque
lloraría si intentara hablar.

− Nunca pienses, ni por un momento, que me avergüenzo de


ti. Cualquier sacrificio que creas que hice palidece en
comparación con lo que hiciste por mí. No podia sentir. No
tenía emociones. Lo sentiste todo. Cada latigazo de tortura
que esa mala criatura pensaba, las emociones de aquellos a
quienes te obligó a presenciar siendo torturados, soportaste
todo eso, por mí.

Ferro de repente la agarró por la barbilla y tiró hasta que se


vio obligada a mirarlo. Sus ojos brillaron hacia ella, más óxido
que hierro. Él se veía como lo que era, un peligroso
depredador violento, el legendario cazador de los Cárpatos
habló en susurros.

− Tengo el privilegio de ser tu compañero y tú eres más que


digna de caminar a mi lado. − Sonaba feroz. − Entiéndeme, hän
ku vigyáz sívamet és sielamet, siempre serás mi elección.

La llamó "guardiana de su corazón y su alma". No su alma. Su


corazón y su alma. Sintió que sus labios temblaban antes de
que su sonrisa se abriera paso. La felicidad floreció.

− Eres mi elección, Ferro. Siempre serás mi elección.

Bookeater
Dark Song
Algo se movió a través de sus ojos, algo que ella no pudo
captar del todo, pero deseó haberlo hecho porque era
importante, y luego inclinó la cabeza hacia la de ella, su boca
rozó la de ella con esa exquisita gentileza que le dio vueltas el
corazón. Ella separó los labios para dejarlo entrar y él la
besó. Realmente la besó, pasando de gentil a posesivo
instantáneamente.

En el momento en que su lengua se deslizó dentro de su boca,


derramó amor en ella. Sintió su emoción en la garganta, en las
venas, corriendo a través de su torrente sanguíneo hasta que
se extendió a cada parte de su cuerpo. Él era puro fuego, las
llamas lamían su piel y se asentaban profundamente en su
núcleo una vez más. Justo cuando ella se retorcía inquieta, él
levantó la cabeza, esos ojos suyos brillando hacia ella, todo
líquido, azul plateado, haciéndola temblar de necesidad.

− Muy bien, minan piŋe sarnanak, tenemos más trabajo por


hacer. Quiero que aprendas a volar en el bosque. Que
practiques más en cambiar a la lechuza, entre más rápido te
cambies en él y más cómoda estarás. Confío en que la
estudiaste desde todos los ángulos para saber exactamente
cómo se ve hasta el más mínimo detalle. − Sonaba firme.

Ella respiró hondo, tratando de igualar su comportamiento


tranquilo cuando ella era un manojo de nervios sexuales.

− Si. − Estaba agradecida de haber perfeccionado su capacidad


para prestar atención a los detalles a lo largo de los siglos.
Había sido necesario mantener su mente activa y Sergey

Bookeater
Dark Song
insistió en que ella lo ayudara en su lucha contra sus
hermanos.

− Bueno. Adelante, cambia para mí.

Elisabeta cambió a la forma de la pequeña hembra búho


chillón occidental. Ferro tuvo su turno decenas de veces, al
igual que la primera vez. Él quería más rápido. Quería más
suave. Ella no protestó, sabiendo que él quería que estuviera
absolutamente cómoda, que los detalles estuvieran tan
arraigados en su mente que sería una segunda naturaleza
para ella.

Es bastante agradable que sea más grande que el macho. Se sintió


muy atrevida al señalarle eso ya que era un hombre
extremadamente grande. Las mujeres de los Cárpatos eran
altas y ella no era la excepción. Los machos eran más altos
como regla, pero notó que los hermanos parecían todos
extraordinariamente altos y anchos de hombros.

La diversión masculina llenó su mente. Debería haberte dado


unos cuantos golpes extras en tu hermoso trasero mientras tenía la
oportunidad. Afortunadamente para mí, mi ego no es frágil y la
diferencia de tamaño no importa en lo más mínimo.

La lechuza extendió sus alas y las agitó mientras saltaba por el


suelo. Creo que estás protestando demasiado. Está bien. Yo sé que
estás acostumbrado a ser mucho más grande y probablemente
tendrás problemas para ser tan pequeño.

Bookeater
Dark Song
Solo intentar aplastar ciertas partes del cuerpo.

Eso la hizo reír con tanta fuerza que tuvo que volver a su
forma normal. Aterrizó abruptamente en el suelo con los
brazos extendidos para mantener el equilibrio, mirándolo. −
Eso no fue justo.

Tienes que mantenerte concentrada pase lo que pase. Sonaba muy


autosuficiente. Desplázate hacia atrás.

Elisabeta se movió de inmediato. Creo que fue una trampa, pero


de todos modos fue divertido. Su pequeña hembra giró la cabeza
de un lado a otro, aprovechando la capacidad de rotar su
cabeza unos 270 grados para ver a su alrededor.

Es muy diferente volar en el bosque que, en un claro, piŋe sarnanak.


Tienes que asegurarte de mantener la cabeza bien metida como lo
estabas haciendo, y no permitas que se levante en absoluto. No
flotaremos ni nos deslizaremos, sino que nos moveremos más como
lo haría un murciélago, volando erráticamente a través de los árboles
y ramas. Al principio, vamos a practicar volar bajo a través de los
árboles y aterrizar aquí. Cuando sientas que lo dominas,
aprenderemos a aterrizar en la rama de un árbol.

Incluso en la forma de un búho, Elisabeta sintió que su


corazón se aceleraba. Era emocionante aprender a volar de
esta manera, poder realmente cambiar y que Ferro le enseñara
a hacer algo tan liberador y estimulante como volar por el
bosque y aterrizar en los árboles, incluso si en realidad estaba
justo en el borde del bosque.

Bookeater
Dark Song
Harás exactamente lo que te diga. Cuando diga que aterrices, debes
hacerlo de inmediato.

Por supuesto, Ferro.

Ella no iba a fallarle ni a él ni a ella misma. Le había dado


tanto este levantamiento. Demasiado. Ella sabía que no
importa lo que pasara en su futuro, siempre veria este
levantamiento como el que la hizo sentir como si ella
finalmente pudiera encontrar el camino de regreso a su
hermano biológico gracias a Ferro. Eventualmente, podría
ganar confianza y tener amigos gracias a su compañero. Le
había hecho creer en sí misma.

Dime si tus ojos están dándote problemas, pino sarnanak, o si estas


empezando a cansarte.

Lo haré. Ella le dio su seguridad, tratando de no saltar en


su forma de búho, pero quería desesperadamente volar en el
bosque. El bosque la llamaba.

Recuerda siempre que el peligro de cambiar a otra forma es que


hay simplicidad en adoptar una forma animal. Cuanto más tiempo se
está en ella, es más el deseo de permanecer. No puedes hacerlo,
Elisabeta, no importa la tentación. Tu vida ha sido difícil y el
vampiro sabía que, si eras consciente de cómo cambiar, te perdería.
No quiero perderte en la tentación.

Bookeater
Dark Song
Por primera vez captó un miedo real de él. No en su voz, que
era tan firme y tranquila como siempre. No en su lechuza. El
pequeño macho era una criatura completamente salvaje. Ferro
se fundió profundamente dentro de ella, y fue allí donde
sintió su inquietud, esa preocupación muy real que había
estado allí todo el tiempo y que no había visto. A pesar de su
miedo de perderla por el cambio, Ferro todavía había elegido
enseñarle, darle ese regalo. Su presente significaba mucho
más para ella.

No quiero estar separada de ti, Ferro. Ninguna tentación sería


tan grande.

Elisabeta no tenía otra forma de tranquilizarlo. Todavía no


estaba acostumbrada a hablarle directamente y no sabía cómo
juntar palabras de afecto o de amor. Quería expresar lo mucho
que se preocupaba por él, como él lo había hecho por ella,
pero no escribía canciones y no sabía cómo expresar las cosas
de su corazón correctamente.

Por un momento, Ferro, el hombre, se movió por su mente,


como buscando consuelo, y luego volvió a ser su instructor.

Cuando cazamos, es normal cazar desde una percha en el borde


de un bosque como este. Podemos realizar breves incursiones al
campo abierto para capturar insectos voladores.

Ella no pudo evitar su reacción natural a su sugerencia,


retrocediendo y sacudiendo la cabeza del búho de un lado a
otro con repugnancia.

Bookeater
Dark Song
Puede llegar un momento en el que no tenga otra opción. Si está bajo
el escrutinio de un vampiro, tienes que seguir adelante. Tu búho
debe tener en mente la necesidad de cazar. Normalmente, las presas
pequeñas se tragan enteras en el acto. Es tu búho el que consume la
presa, no tú, y debes permitirlo. Tienes que soltarte para que nuestro
enemigo no pueda detectar ni el más mínimo indicio de ti.

En lo más profundo del cuerpo del búho, Elisabeta se


comprometió. Soltó todo ego, todo sentido de sí misma,
cuando necesitaba llevar la paz a los antiguos, y podía hacerlo
cuando engañaba a un enemigo. Si eso era lo que se requería
de ella, entonces lo haría sin escrúpulos. Sintió la aprobación
instantánea de Ferro y la calentó.

Las presas más grandes, como un ratón de campo, serán llevadas en


su pico a una percha justo en el interior del bosque y desgarradas. Le
dio una lista de los diversos tipos de presas que cazaba el
búho chillón occidental.

Ahora que entendía por qué tenía que aceptar que podría
tener que cazar insectos y ratones de campo e incluso
devorarlos, se dedicó mucho a aprender ese arte también. Ella
estaba bien versada en deshacerse de su ego, ese nunca fue su
problema. Necesitaba conocer la mecánica de ser un búho, por
lo que quería estar a la vanguardia mientras estaba
aprendiendo. Ella necesitaba hacerlo. Ahora, más que nunca,
prestó mucha atención a cada detalle.

Bookeater
Dark Song
Su pequeña hembra llegó al aire sin ningún problema cuando
Ferro finalmente le dio el visto bueno, y luego pudo volar en
círculos cada vez más amplios, más y más altos, alrededor del
claro. No permitió que la creciente euforia la distrajera.

¿Tu vista es buena?

Se dio cuenta de que, como búho, no solo podía enfocar su


vista mucho más claramente y para distancias más largas, sino
que cuando recuperaba su propia forma, ni una sola vez notó
que estaba mirando el claro o el bosque sin ver a través de los
barrotes de una jaula al mirar a su alrededor.

Ferro, no tuve que poner rejas frente a mis ojos.

Me di cuenta, Elisabeta. ¿Y ahora?

Por supuesto que se daría cuenta. Nada de ella parecía


escapar a su compañero. Mi búho ve perfectamente.

Bueno. Deja que me siga al bosque. Quédate conmigo, sívamet. No


querrás golpear una rama y quedarte inconsciente.

Ella definitivamente no quería hacer eso y terminar con la


diversión. Amaba el bosque. Volar era una gran emoción,
pero el bosque la llamaba. Los árboles y la maleza, todos los
animales, incluso los insectos, la hacían sentir como si
perteneciera a ellos.

Bookeater
Dark Song
Somos Cárpatos, una parte de la tierra, Elisabeta. Traes paz
a quienes te rodean. He notado que incluso las criaturas se sienten
atraídas por ti, por lo que es lógico que te sientas atraída por ellas.

Ella sintió que su diversión brotaba.

Parece que siempre tendré rivales por tu atención. No solo los


antiguos, sino los niños y ahora las criaturas del bosque. Quizás
incluso los insectos.

Dio una vuelta más alrededor del claro. Ella sabía que él lo
hizo a propósito para que ella fuera capaz de compartir su risa
con él. Él no quería que se distrajera antes de empezar a
aprender a volar a través del bosque donde los árboles
estaban muy juntos y las ramas podían ser altas o bajas.

Las lecciones continuaron durante algún tiempo, aterrizando


en varios tamaños y formas de ramas, escuchando e
identificando presas y, finalmente, cazando y tratando de
capturar a su presa. Para cuando Ferro hizo un alto, estaba
cerca del amanecer y estaba lista para regresar a su hogar y al
suelo acogedor debajo de él. Nunca había estado tan exhausta
pero feliz en su vida.

Bookeater
Dark Song
13
Estoy a tu lado en cada paso que das;
Luchando contra todos los demonios, no abandonaré tu amor.

Ferro sabía que este levantamiento iba a ser difícil para su


dama. Fuera del recinto, había señales de su enemigo por
todas partes. Miró a Benedek, el anciano más cercano a él. Sus
hermanos habían salido con fuerza, todos buscando sangre,
como hacían cada levantamiento. Benedek negó con la cabeza
en respuesta. No hubo respuesta para esta nueva
amenaza. No podían dejar de ver los signos de la ira y la
impaciencia de Sergey por no poder recuperar su posesión
más preciada. Esta noche, había tres humanos apostados en
las puertas del complejo de Tariq.

Afortunadamente, los niños no habían visto a las víctimas,


apenas vivas, chorreando sangre, sacadas de una película de
terror. Sergey envió una nota cortés dirigida a Elisabeta,
indicando que en cada levantamiento tendría más para
recibirla en la puerta. Él aumentaría el número hasta que las
puertas crujieran bajo el peso de su negativa. Los antiguos
habían matado misericordiosamente a las víctimas de Sergey,
ya que no había forma de salvarlas.

Tariq hizo que bajaran los cuerpos con cuidado y se retiraron


todas las pruebas. Lanzó un suspiro mientras se volvía hacia
Ferro. − No te envidio el que tengas que hablar con Elisabeta.

Bookeater
Dark Song
Ella es demasiado sensible y este vampiro lo sabe. Estas
muertes pesarán mucho sobre ella, al igual que su amenaza.

− Sergey sabe que no es seguro para él acercarse a este lugar y,


sin embargo, su hedor está por todas partes. No puede
resistirse a ella. Esto fue hecho por sus sirvientes humanos
para que lo viéramos al levantarnos. Esperaba que Elisabeta
estuviera conmigo cuando me levantara. – Él arrugó la nota
en su puño. – Él no podía concebir que la dejara en el suelo a
salvo mientras me ocupaba de sus asuntos. Busca a los dos.
Cuando regrese con ella, la despertaré y la alimentaré.

− Malinov hace tiempo que se olvidó de lo que era ser


Cárpatos. − El sol lo quemará, Tariq. Debo cazarlo ahora.
Esperaba más tiempo para permitirle conocer a su hermano
biológico. Sus amigos y a ti. Existe esta infección de la que
nadie sabe la fuente, pero no puedo permitir que él la
amenace con cuerpos colgando de su puerta cada vez que se
levanta.

− Gary dice que nadie más que Elisabeta puede lidiar con la
infección, y ella no puede hacerlo sin usted, − dijo Tariq.

− Soy consciente de eso.

− No eres el único capaz de cazar al vampiro, − señaló


Benedek. − Simplemente estamos sentados sin hacer nada y el
tiempo nos pesa. Varios de nosotros ya hemos hablado de
seguir su rastro o de que su compañera lo convoque a la
intemperie.

Bookeater
Dark Song
La primera reacción de Ferro a la sugerencia fue un no
instantáneo e irrevocable. No lo dijo, no cuando sus hermanos
estaban listos para cazar al maestro vampiro que era su deber
despachar. Ellos no lo verían de esa manera. Eran cazadores
de vampiros y lo habían sido durante siglos. Al igual que
él, y siempre lo serían.

Sergey Malinov había agraviado a Elisabeta, la compañera de


Ferro. Cazar vampiros nunca era algo personal. Las
emociones nunca podrían entrar en sus batallas.
Afortunadamente, incluso para aquellos que finalmente
encontraron a sus compañeras, que habían pasado tanto
tiempo sin emoción cuando cazaban el vampiro, era fácil
volver a caer en el modo de caza donde las emociones eran
completamente suprimidas. Ferro esperaba que, incluso con
las cosas que sabía a las que Sergey había sometido a
Elisabeta, aún pudiera hacer justicia de la forma en que se les
enseñó a hacer a los cazadores de los Cárpatos. Solo su
reacción al tener a sus hermanos cazando en lugar de él le dijo
que no tenía el control como debería.

Los antiguos se habían reunido alrededor de Tariq y Ferro,


justo en la puerta principal del complejo, consultando juntos.
Ya se podía escuchar el sonido de la risa de los niños. La
suave voz de Genevieve respondiendo a algo que dijo
Charlotte, y los niños volviendo a reír. Charlotte estaba
consciente, a través de Tariq, de la carnicería afuera de su
puerta, pero ella hizo su parte, haciendo que sus hijos y su
niñera se sintieran cómodos, actuando como si esta noche

Bookeater
Dark Song
fuera como cualquier otra. Los niños podían reír y divertirse
antes de que comenzaran sus estudios.

− Cazaremos juntos, − decidió Ferro. − Mientras el rastro de


Sergey está fresco. Somos suficientes para que uno de
nosotros pueda encontrar su última guarida. Si lo hacemos,
podemos enviar un mensaje a los demás e ir juntos tras él. Sin
duda se habrá rodeado de un ejército. − Nunca podrían
olvidar que en el momento en que la vida de Sergey se vio
amenazada, las astillas de sus hermanos y Xavier lo
abandonarían para buscar otros anfitriones. Ellos necesitaban
prepararse para eso. No sería simplemente una cuestión de
destruir al vampiro, por mucho que Ferro quisiera que
fuera. Necesitaría un plan.

Tariq se volvió hacia Gary. − ¿Tuviste tiempo para examinar a


aquellos de nosotros que estuvimos expuestos a la infección
antes? − Se volvió hacia los demás para explicarles. −
Llevamos un registro de todos los que sufrieron quemaduras.
Qué hicieron antes de recibirlas y qué hicieron después.
Eventualmente, deberíamos encontrar una conexión.

− Te examiné, Tariq, y hay pruebas, como te dije, de una leve


quemazón. Josef tiene quemaduras mucho más graves y está
mostrando signos de volverse beligerante nuevamente. Traian
y Joie lo están cuidando y él es consciente de que las
quemaduras han vuelto. Está haciendo todo lo posible por
controlar su temperamento hasta que Elisabeta se levante y
pueda liberarlo del marcador. Sandu y Dragomir no muestran
signos de quemaduras.

Bookeater
Dark Song
− ¿Tienes idea de por qué no puedes curar estas quemaduras
cuando nuestros sanadores siempre han podido aprender a
curar cualquier cosa muy rápidamente? − Preguntó Tariq.

Gary negó con la cabeza. − La infección se propaga de manera


diferente a una enfermedad real. Todavía no sé qué es.

Tariq suspiró. − ¿Qué hay de los niños?

Gary le respondió. − Lourdes y Bella no tienen quemaduras.


Ninguna en absoluto. Liv tiene un ligero calor, muy parecido
a ti, Tariq. El calor es más intenso en Danny y Amelia, pero no
tanto como en Josef. Charlotte es consciente de esto y le
ha transmitido el peligro a Genevieve. Maksim y Tomas están
velando por los niños. Ninguno de los dos, muestra signos de
quemarse, pero Lojos sí lo hizo esta mañana, y eso es nuevo.
No tenía tal lesión antes cuando lo revisé.

− Así que se está extendiendo, − dijo Tariq. − ¿Hay otros?

− No tuve tiempo de comprobar más allá de eso, − admitió


Gary. − Las tres víctimas fueron encontradas en la puerta y
vine aquí para ver si podía ayudarlas. Estaban más allá de
toda ayuda. Estoy de acuerdo con Ferro, deberíamos cazar a
Sergey mientras su rastro esté fresco. Nos espera y habrá
planeado una emboscada, pero todos los que estamos aquí
deberíamos ser demasiado listos para dejarnos engañar por
sus trucos. Ha olvidado lo que es enfrentarse a cazadores muy
experimentados.

Bookeater
Dark Song
− No me gusta dejar el complejo con muy pocos para proteger
a las mujeres y los niños, − admitió Tariq. − Su tarjeta de
llamada podría muy bien ser la de atraernos a distancia para
poder atacar.

Ferro consideró la preocupación de Tariq. Tenía mérito. Más


que mérito. Sería fácil que Sergey pensara en sacar los
antiguos fuera del complejo con el fin de llegar a
Elisabeta. Ella era el objetivo final del vampiro.

− Déjame hablo con Elisabeta. – Él no queria que ella pensara


de alguna forma que él la traicionaría, pero esta amenaza para
ella y los que la rodeaban tenia que ser detenida.

Tomando una respiración profunda, llamó a su mujer. Necesito


consultar contigo, minan hän sívamak. Ella sería por siempre y
para siempre su amada. Despierta por mí. Escucha mi canción
para ti. Un canto de esperanza, de amor, Elisabeta. Te necesito
mucho.

Te escucho, kont o sívanak. Solo tienes que preguntar y haré todo lo


posible para ayudarte.

Ella entró en su mente lentamente, una presencia gentil, que


llenaba cada grieta y espacio solitario, esas terribles cicatrices
dejadas por demasiadas batallas, el asesinato de viejos amigos
de la infancia. La caza cobraba un precio en el alma de uno, y
la naturaleza de Elisabeta era opuesta a la suya, gentil y
compasiva. Ella lo llenó con esos rasgos tiernos y cariñosos, lo

Bookeater
Dark Song
bañó con ellos, lo empapó en ellos hasta que sintió como si su
alma gentil remendara las terribles lágrimas en su propia
alma ennegrecida.

Ella lo llamó "corazón fuerte". Sentía que ella tenía el corazón


más fuerte, el más cariñoso, y esperaba que fuera cierto. Ella
lo necesitaría para lo que había sucedido en este
levantamiento. Detestaba esto y de repente se dio cuenta de
que se mostraba reacio a continuar.

¿Lo que ha sucedido?

No tenía intención de decírselo hasta que estuviera con ella y


pudiera tenerla en sus brazos.

Si Sergey hiciera conocer su presencia, dejando su hedor por todo


el exterior del complejo donde pudiéramos encontrarlo, aunque lo
enmascara deliberadamente cuando se va, ¿cree que tiene alguna
traición planeada, como alejar a los antiguos del complejo y luego
poder atacarlo? ¿Sería esta su estrategia? Lo conoces mejor que
cualquier otro. Él quiere que vuelvas. ¿Cometería un error como
este?

Como siempre, Elisabeta se tomó su tiempo, pensando


detenidamente en su pregunta antes de responder. Ella miró
todo lo que él le mostró desde todos los ángulos. Tuvo
cuidado de no darle ninguna información sobre lo que Sergey
había estado haciendo en el complejo, o lo que le había
dejado, pero ella conocía al vampiro demasiado bien.

Bookeater
Dark Song
No se habría limitado a venir aquí y husmear dejando huellas. ¿Qué
ha hecho?

Prefiero hablar contigo de eso más tarde. Uno no tiene relación con
lo otro. Necesitamos saber si ir tras él inmediatamente, antes de que
su rastro se desvanezca y tenga más tiempo para prepararse para
una emboscada, o establecer nuestra propia emboscada aquí. Vertió
autoridad en su voz y su mente para evitar que ella lo
interrogara más.

Planea atacar el complejo. Deseo levantarme, Ferro.

Te llamaré tan pronto como haya buscado sangre para los dos.
Rompió su conexión y se volvió hacia los demás.

− Sin duda, su plan es atacar este complejo, − anunció Ferro a


los demás. − Elisabeta estaba absolutamente segura y lo
conoce mejor que nadie. Necesito sangre para recuperar toda
mi fuerza, al igual que el resto de los hermanos. Debemos
hacer que parezca que nos estamos tragando el plan de
Sergey.

− Mi fuerza de seguridad es humana, − dijo Tariq. − Los hemos


usado antes para alimentarnos. Algunos saben quiénes somos
y se ofrecen como voluntarios. Nos sirven como las familias
de América del Sur han servido a la familia De La Cruz
durante cientos de años. Ellos proporcionarán lo que
necesitamos. Les pido que los traten con respeto y cuidado, ya
que los considero familia y están bajo mi protección.

Bookeater
Dark Song
− ¿Qué hay de Elisabeta? − Preguntó Gary. − ¿Podrá
ayudarnos con la propagación de la infección?

Los ojos de Ferro se encontraron con los suyos, dos cortes de


plata observando al otro hombre con atención. Ferro tenía que
decirle a su compañera lo que Sergey había dejado en la
puerta y las amenazas que había hecho, amenazas que ella
sabría que eran demasiado reales. Ferro había elegido mirar
sus recuerdos y sabía que en muchas ocasiones el vampiro
había matado a otros delante de ella para obligarla a
entregar el alma de su compañero. Ella era empática y Sergey
sabía que eso la lastimaría mucho más que la tortura física,
aunque él también había recurrido a eso en ocasiones.

− No lo sé, sanador. − Deliberadamente, Ferro decidió no


llamar al anciano por su nombre. Se negó a permitir que
nadie, ni siquiera Gary, que compartía lazos con su alma y,
por lo tanto, conocía la agonía que había sufrido
Elisabeta, lo empujara a obligar a su mujer a ayudar cuando
ella estaría devastada.

− No podemos permitir que esta infección se propague más o


se salga de control, sin importar lo que esté sucediendo, −
insistió Gary, su voz suave pero sus ojos se profundizaron a
un líquido plateado que contenía un indicio de amenaza.

Ferro sintió la amenaza en su mente. Algo más estaba


pasando de lo que él sabía. Vio a Sandu, Andor y Dragomir
dar vueltas y luego acercarse. Sintieron la misma amenaza
vaga hacia Elisabeta que él, pero estaban tan inseguros como

Bookeater
Dark Song
él de por qué había una proveniente del sanador. Gary sería
una amenaza difícil de vencer, pero luchar contra los cuatro
antiguos haría imposible ganar, y el segundo al mando
de Tariq tenía que saberlo.

Ferro frunció el ceño y se frotó el puente de la nariz. −


Sabemos que esta quemadura se está extendiendo, Gary.
Sandu y Dragomir estaban ambos infectados. Necesito que me
inspeccionen. Nadie me ha escaneado, ni a ti, para el caso.

Tariq captó su señal al instante. − Deberíamos volver adentro,


alimentarnos y escanear mientras lo hacemos, todos aquellos
que no han sido revisados. Entonces los antiguos pueden
dejar pistas falsas como si estuvieran buscando a Sergey una
vez que tengamos un plan. − Ya se estaba moviendo, como si
esperara que todos hicieran lo que él decía. Él era su
líder. Gary, su segundo al mando.

Gary tomó una respiración profunda, claramente luchando


por el control, y luego cayó en el paso con Tariq. Los cuatro
hermanos atados a él crearon un semicírculo suelto lo
suficientemente cerca para contenerlo. Cortésmente fingió no
darse cuenta. Los otros antiguos crearon un segundo círculo,
un poco más ancho, que se ensanchó alrededor de ellos.

Una vez dentro, las salvaguardas se tejieron aún más fuertes.


− ¿Cómo espera Sergey superar las salvaguardias? – Preguntó
Tariq. − Incluso si todos los guerreros se hubieran ido del
complejo, no podría encontrar la manera de romper ese tejido.
Julija, una poderosa maga, ha agregado sus elementos. Los

Bookeater
Dark Song
antiguos del monasterio que dejaron de usar los hechizos de
Xavier hace mucho tiempo y crearon sus propios hechizos
únicos, los han entrelazado con los hilos de los demás. Las
salvaguardias están tejidas por encima, por debajo y en todos
los lados del recinto.

Había llamado a los miembros de confianza de su fuerza de


seguridad al área aislada. Matt Bennet, el jefe de seguridad de
Tariq, les dijo de inmediato a los demás que solo aquellos que
se sintieran cómodos con la donación de sangre debían
hacerlo, pero que había una amenaza inmediata para el
complejo y los guerreros debían estar con toda su fuerza.

Ferro se sorprendió un poco por la respuesta humana. Los De


La Cruz eran una familia legendaria de cazadores de
vampiros de los Cárpatos, y él se había mostrado escéptico
sobre su elección de interactuar con los humanos. Obligaba a
los hermanos a proteger a sus sirvientes y los hacia más
vulnerables a sus enemigos y, sin embargo, al final, la lealtad
de los humanos había demostrado ser innegable. Habían
luchado con los hermanos De La Cruz contra los vampiros,
sabiendo que algunos de ellos morirían. La familia De La
Cruz había colocado escudos en sus cerebros humanos, con
los que a lo largo de los siglos las familias habían comenzado
a nacer. Los hermanos De La Cruz los habían fortalecido aún
más.

Todos los hombres consintieron inmediatamente en dar su


sangre gratuitamente a los Cárpatos. Ferro notó que Tariq
permanecía cerca de Gary, observándolo mientras se

Bookeater
Dark Song
alimentaba, asegurándose de que el sanador tuviera cuidado
con el equipo de seguridad.

Crees que me he infectado. Gary habló directamente con Ferro,


permitiendo que Sandu, Andor y Dragomir también lo
escucharan.

Si. Tu estás... no eres tú mismo.

Gary suspiró mientras cerraba cuidadosa y respetuosamente


los pequeños agujeros en la muñeca del voluntario, curando
las heridas como si nunca lo hubieran hecho. Yo temía que
podría pasar con el tiempo. Sé que no quieres decirle a Elisabeta que
Sergey la ha amenazado con el asesinato de más humanos, y luego
pedirle que trabaje con los infectados, pero si no lo hace y estas
quemaduras empeoran, los resultados podrían ser desastrosos. Existe
la posibilidad de que los antiguos se vuelvan contra los antiguos. El
complejo sería destruido desde dentro.

Ferro se quedó muy quieto. Todos los que estaban conectados


a través del alma de Andor también lo hicieron. Ferro dejó
escapar el aliento mientras cerraba con cuidado las heridas en
una muñeca y tomaba otra. También tenía que tener suficiente
sangre para su compañera. Repite lo que acabas de decir, Gary.
Creo que encontraste el motivo de esta infección.

Sandu, Dragomir y Andor estaban claramente de acuerdo con


Ferro. Gary esperó a que Tariq diera órdenes a Matt y luego lo
apresuró a cruzar el recinto, de regreso a la puerta principal,

Bookeater
Dark Song
donde sabían que los espías de Sergey se estarían
preguntando qué estaban haciendo.

− Creemos que esta infección nos volverá unos contra otros.


Ataca el centro de juicio en el cerebro. No importa si tienes
una compañera, si eres hombre, mujer o niño, − explicó Gary
mientras los cazadores se reunían en un círculo cerrado a su
alrededor.

Andor asintió. − Una vez que la quemadura sea lo


suficientemente mala, la víctima reacciona con violencia. La
persona con la que está enojado no tiene más remedio que
protegerse. Esta infección tiene el potencial de destruir a
nuestras compañeras y convertir a nuestros ancestros en
vampiros aquí mismo en el complejo.

Sin mirar a Ferro, Gary continuó. − Tenemos mucha suerte de


tener a Elisabeta aquí. Sin ella, lo más probable es que esto
hubiera funcionado. Nadie más capaz de detenerla. Nosotros
todavía no hemos rastreado la fuente. Solo sabemos que
algunos de nosotros estamos infectados en diferentes grados.
También sabemos que Sergey ha tendido una trampa, con la
esperanza de llevar a los guerreros lejos del complejo, lo que
significa que él cree que tiene una forma de entrar. Tenemos
que encontrar la manera que él crea que puede derribar las
garantías.

− No tenemos mucho tiempo para resolver esto, − dijo Tariq. −


Si esperamos demasiado para ir tras él, Sergey sabrá que lo
perseguimos.

Bookeater
Dark Song
Ferro quería maldecir a Gary por obligarlo a llevar a Elisabeta
a la superficie de inmediato. Se disolvió en la niebla y se alejó
de los demás, de regreso a su casa, donde su compañera lo
esperaba. Había esperado con ansias cada levantamiento con
ella. Ahora, temía llamarla.

Abrió la tierra sobre ella mientras la despertaba, cantando su


canción en voz baja prometiendo estar siempre a su lado,
jurando con cada aliento que respiraba que la amaba más que
a la vida misma. No hizo que ella ejerciera su energía, pero la
llevó hacia él, directamente a sus brazos que la esperaban,
refrescándola, vistiéndola, abrazándola cerca de él,
cuidándola de la manera amorosa que quería y necesitaba
hacer. Para ella. Para el mismo.

Los llevó al bosque, el lugar donde ella sentía la mayor


sensación de paz y pertenencia con él. Ella se acurrucó en su
regazo, mirándolo, y aunque él podía ver demasiado
conocimiento en sus ojos, no le hizo preguntas y él estaba
agradecido. Abrió su camisa para ella. Justo antes de inclinar
la cabeza, le tocó la cara, deslizando los dedos por su
mandíbula con tanta suavidad que le dio un vuelco el
corazón.

Sabía que estaba molesto y buscó, como siempre, consolarlo.


Sintió su familiar gracia tranquilizadora asentarse a su
alrededor, envolviéndolos en su mundo de tranquilidad. Ella
acarició su pecho. Su lengua se deslizó sobre su piel y su
cuerpo reaccionó a pesar de la gravedad de la situación.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta siempre le traería serenidad y una avalancha erótica
imposible que se extendía por su cuerpo como una bola de
fuego cuando le clavaba los dientes.

Dime lo que ha hecho. Ahora, mientras seamos uno.

Acarició su cabello hacia atrás desde su frente, mirando hacia


su hermoso rostro. Tenía los ojos cerrados. Largas pestañas,
dos espesas medias lunas oscuras y hermosas, descansaban
sobre su pálida piel. Todavía se estaba recuperando de siglos
de hambre. Sus pómulos eran altos y prominentes, su boca
generosa y sus labios una perfecta inclinación.

Siempre somos uno. Él nunca podrá separarnos. Solo necesito


estos minutos para mí, piŋe sarnanak, sosteniéndote cerca de mí. Me
traes alegría y me permites sentir paz cuando a veces siento que ya
no hay armonía en el mundo.

Ella deslizó una mano por su pecho hasta su hombro y luego


curvó su delgado brazo alrededor de su cuello. El gesto se
sintió íntimo, provocando que los músculos de su vientre se
tensasen en reacción. Ella guardó silencio mientras se
alimentaba, dándole a él exactamente lo que pidió sin dudar.

A su alrededor, las criaturas del bosque se movían, haciendo


sus cosas, cuando nunca lo hubieran hecho si él hubiera
estado solo. Era un depredador y lo hubieran reconocido
como tal. Elisabeta enmascaró ese rasgo en él con su
tranquilidad. Ella era extraordinaria y él se sintió honrado de
que ella fuera suya. Qué regalo. Qué milagro.

Bookeater
Dark Song
Demasiado pronto, su lengua barrió los agujeros gemelos,
cerrándolos y curando las pequeñas aberturas. Ella yacía en
sus brazos, esperando. No hubo una sola señal de
impaciencia. No en su lenguaje corporal y no en su mente.

− Sergey dejó un mensaje para ti, para nosotros. Tres


cuerpos. − Ferro dejó caer su cabeza sobre la de ella para
consolarla, para consolarlos a ambos. Lo dijo rápido, sin
preámbulos, necesitaba terminar de una vez. No tenía sentido
alargarlo más cuando tenía que ser dicho.

Hizo un solo sonido de tal dolor, tal agonía, no en voz alta, no


en su garganta, sino en su mente, como si no se atreviera a
soltar ese sonido en el mundo donde Sergey podría escuchar y
regocijarse.

Tenía tanto miedo de que recurriera a su antiguo método de


controlarme. Él amenazó con continuar hasta que regresé a él. Ella
hizo una declaración.

Era una medida de su terror por el vampiro que no le hablara


en voz alta a Ferro, sino que se había metido en su mente y se
había quedado allí, susurrándole como si Sergey fuera a
escuchar.

− Si. Vamos a tenderle una trampa. Le permitiremos creer que


los antiguos cazadores han mordido el anzuelo para seguir su
rastro, dejando el complejo con poco personal para protegerlo.
Nosotros esperamos que se acercará. Elisabeta, varios dentro

Bookeater
Dark Song
del complejo han recuperado la infección. Nosotros creemos
que se ha introducido con el fin de destruirnos desde adentro.
Si los antiguos se vuelven vampiros y / o comienzan a luchar
entre sí, no sería difícil hacer tal cosa. ¿Sergey podría estar
detrás de esta infección?

Ella se sentó, sus ojos se encontraron con los de él. A medida


que su confianza en sí misma había aumentado, también lo
hizo su claridad en la forma en que veía su tiempo con Sergey.
Ya no estaba muerta de hambre y con un dolor terrible. Ella
no estaba aterrorizada. Podía pensar muy claramente. Volvió a
tomarse su tiempo y ahora, muy lentamente, asintió con la
cabeza. Ferro podía sentirla luchando por recordar algo.
Fusionado como estaba con ella, podía sentir su frustración
cuando no podía captar los fragmentos que necesitaba para
juntar las piezas.

− Lo recordarás. Nos estamos acercando a resolver esto, − le


aseguró. Si hubiera sabido qué buscar, él mismo habría
buscado en sus recuerdos. − Te necesitan de nuevo, Elisabeta.
Gary y Tariq están infectados. Josef también y algunos de los
otros. Los cazadores deben ser atendidos primero para que
podamos irnos. Mientras te llevo con ellos, ¿considerarías una
forma en que Sergey podría pensar que podría derribar las
salvaguardas que hemos tejido? Debe creer que puede
superarlas, pero muchos de nosotros nos sumamos a los
tejidos, incluida Julija, y ella es una maga de primer orden.
Tiene poco sentido.

Bookeater
Dark Song
No podía simplemente tomar a su mujer y salir de este país,
lejos de un lugar que le resultaba doloroso. No quería llevarla
a los demás y tenerla trabajando en la eliminación de la
infección de ellos, sobre todo cuando sabía Sergey estaba
planeando atacar y lo sabía también. Se sintió como si no la
estuviera protegiendo de la manera que debería, que la
estaban atacando en todos los frentes.

Elisabeta enmarcó su rostro con ambas manos. − Siempre


piensas en mí, Ferro. Me hace sentir humilde la forma en que
lo haces, la forma en que crees que deberías protegerme de la
dureza de lo que sucede a nuestro alrededor. Siempre supe
que Sergey vendría por mí. Cuando los Cárpatos me
rescataron, ellos también lo sabían. Yo había sido su
prisionera durante siglos. Tú viste la forma en que me
controlaba, las muertes que puso en mi alma.

− Nunca. Minan piŋe sarnanak, nunca en tu alma. Cada muerte


recae sobre él. Totalmente sobre él. No puedes llevar eso sobre
tus hombros. Eso es lo que quiere el mal, convencer al
inocente de que lo que hace es culpa del inocente. No
les quitaste la vida. Nunca lo hiciste. Tú nunca concebirías
tomar una vida. Sergey es malvado y cruel y le gustaba ver no
solo como sufres, sino como lo hacen quienes él torturó y
mató. Si lo hubieras complacido, ¿crees honestamente que los
habría perdonado?

Ella sacudió su cabeza. − Incluso cuando era muy joven, podía


leerlo. Esa fue su mayor caída y uno de mis peores y mayores
dones. Después de que tomó mi sangre y me obligó a tomar la

Bookeater
Dark Song
suya, antes de que se convirtiera en vampiro, me permitió
verlo mucho más claramente de lo que él pensaba. Estando en
esa jaula, con un espacio limitado y tanto tiempo, solo
podía hacer ejercicios físicos y mentales para mantenerme
cuerda. Uno de los mejores fue la observación. Estuvo
conmigo la mayor parte del tiempo, incluso si no interactuaba
conmigo. Sabía que no habría perdonado a ninguna de
las víctimas.

Había tanto dolor en ella que, de nuevo, sintió sus lágrimas


reprimidas. La acercó a él. − No puedo quitarte las cicatrices
que te dejó, Elisabeta, las que no se ven en la carne.
Deliberadamente cortó lo más profundo posible en tu alma.
Pero puedo ser tu refugio. Siempre quiero ser eso para ti. −
Inclinó la cabeza hacia la de ella y rozó sus labios
suavemente. – Sin embargo, parece que siempre te estoy
pidiendo esos sacrificios.

− No es ningún sacrificio ayudar a otros. Así como estás


obligado a cazar al vampiro, Ferro, yo me veo obligada a
ayudar a los necesitados.

− Entonces debemos irnos. El tiempo se está escapando. −


Ferro no quería perder ni un momento de su tiempo juntos,
pero ya era consciente de que Sandu, Gary, Andor y Dragomir
lo empujaban para que se diera prisa. Sergey estaría
esperando que los guerreros se apresuraran a salir a cazar. −
Desliza tus brazos alrededor de mi cuello, amada. Necesito
abrazarte fuerte mientras te llevo con los demás. Cuando
elimines cada una de las quemaduras, haznos saber qué tan

Bookeater
Dark Song
profundas son y si puede obtener alguna pista de cuándo se
crearon o cómo.

Ferro la llevó al grupo que se había reunido en el patio. Tariq


los había reunido a todos, guerreros, humanos y niños,
cualquiera que se encontrara con la infección y aquellos que
serían la primera línea de defensa contra el vampiro y su
ejército.

− Buenas noches, Elisabeta, − saludó Tariq. − Gracias por venir


una vez más en nuestra ayuda. − Le hizo una reverencia cortés.
Ferro se sorprendió un poco de que los demás antiguos e
incluso Josef siguieran su ejemplo de respeto e hicieran lo
mismo. Elisabeta mantuvo la mirada baja, pero ella inclinó la
cabeza y sonrió levemente a los demás mientras sus dedos
temblaban en sus manos. Ella retrocedió un paso hacia su
cuerpo, como si buscara protección. Sabía que no debería
gustarle eso, quería que ella tuviera confianza, pero había una
pequeña parte de él a la que le gustaba ser la persona a la que
ella recurría cuando necesitaba a alguien que la anclara.

− Elisabeta, sería mejor que empezaras conmigo, − dijo Gary. −


A medida que escaneamos cada levantamiento, es mejor estar
seguros y eliminar las quemaduras de los antiguos. Si la idea
es volvernos unos contra otros, no podemos correr el riesgo
de que un anciano con habilidades de lucha y sin ancla se
enfurezca.

− También queremos que nuestros luchadores parezcan estar


saliendo para cazar a Sergey, así que los necesitamos en

Bookeater
Dark Song
forma. Si sus espías están mirando y los cuervos están
rodeando el recinto, − agregó Tariq, − queremos que regresen
con el vampiro y digan que estamos planeando alguna
estrategia.

Inclinó la cabeza de nuevo e inmediatamente se movió con


extrema confianza, fluyendo hacia la mente de Gary. Ferro
tuvo que moverse rápidamente para seguirle el ritmo. Sandu
también se unió a ellos para protegerla en caso de que hubiera
algo integrado en la infección que le permitiera defenderse.
Hasta ahora, eso no había sucedido, pero no significaba
que no pudiera.

Mientras ibas a buscar a Elisabeta, escaneamos la mayor cantidad


posible. Ninguno de los antiguos, excepto Tariq y Lojos, tiene
quemaduras, pero se encontró en varios miembros de la fuerza de
seguridad humana. Charlotte tiene quemaduras leves. Maksim
comprobó a su compañera Blaze. Había terminado con Charlotte
levantándose la última vez, pero no mostró ningún signo, les
informó Gary.

¿Qué hicieron Charlotte y Tariq anoche? Si ambos tienen


quemaduras, deben haber estado expuestos al mismo tiempo,
especuló Ferro.

Los dos estaban escribiendo todo lo que hicieron en orden para que
nosotros pudiéramos comparar, aunque en este momento, prepararse
para la guerra es una tarea mucho más importante, Gary dijo.

Bookeater
Dark Song
Creo que esta es una gran parte de la guerra. Ferro estaba seguro
de que tenía razón.

Elisabeta se apresuró a eliminar las quemaduras


de la mente de Gary e inmediatamente fue a Tariq. Su
quemadura era extremadamente ligera en comparación,
ciertamente nada a como lo había sido, como si su exposición
hubiera sido muy breve. Las marcas diagonales no estaban ni
siquiera de un vívido color rojo, y se curaron frente a una
suave brisa, la primera vez que envió la corriente constante
hacia las marcas.

Ferro se sorprendió de que cuando su compañera regresó a su


cuerpo, un poco pálida, pero aún muy fuerte, de que ella no
fuera directamente al siguiente antiguo. Lojos estaba junto a
Tariq esperando a que ella le quitara las quemaduras y Ferro
sintió la vacilación en su mente.

¿Qué pasa, sívamet? Cerró su brazo alrededor de su cintura,


sosteniéndola a su lado debajo de su hombro.

No está seguro. No quiero entrometerme.

− Lojos, Elisabeta es muy sensible. Ella siente tu vacilación. Si


deseas permanecer con la infección, hay otras cosas en las que
puedes trabajar. Gary sabe mejor que yo lo malo que es y si se
puede confiar en ti o si debes ser enviado lejos del complejo.

Bookeater
Dark Song
Lojos se encogió de hombros. – Todavía no sé si puedo confiar
en que Sergey no haya encontrado la manera de uzarla para
introducir esta infección entre nosotros.

Ferro tomó una respiración profunda y empujo hacia abajo la


extraña rabia arremolinada que quería a entrar en erupción
como un volcán. No estaba acostumbrado a sentir emociones
tan abrumadoras, mucho menos tan oscuras. Su compañera
había estado trabajando desde el momento en que ella se
había levantado tratando de detener la propagación de la
infección, y, sin embargo, como un antiguo, era un
razonamiento justo y podría haberlo tenido él mismo. Trabajo
para mantener su voz tranquila.

− No tenemos tiempo para que decidas si mi compañera está
trabajando o no con un maestro vampiro. Tariq, creo que
todos los guerreros necesarios están libres de la infección. Tú
y Gary pueden decidir qué desean hacer con Lojos. Elisabeta
puede iniciar con su fuerza de seguridad. Pronto necesitará
sangre.

De inmediato sintió la reconfortante tranquilidad de Elisabeta


envolviéndolo como si lo hubiera abrazado.

Conocía muy bien a la familia Malinov, Ferro. Lo que hicieron se


sintió muy personal para él, para los tres hermanos. Puedo sentir la
pena golpeándolo. La sensación de profunda traición. Él no lo siente,
pero yo sí.

Bookeater
Dark Song
Aunque lo entiendo, no me gusta que te mire con tanta sospecha.
Debes usar Tariq para entrar a los guardias de seguridad, Elisabeta.

Siempre estás tranquilo, Ferro. Siempre. Mi roca firme.

Sintió un breve destello de diversión. Podría ser cierto que él


estaba tranquilo y firme, pero solo hasta que ella se dio cuenta.
Descubrió que no le gustaba que nadie le menospreciara o
diera a entender que ella estaba aliada con su captor, incluso
si era algo que él podría haber hecho, sólo porque era una
explicación que encajaba cuando, hasta ahora, no había habido
ninguna otra.

− Tariq, tendrás que guiarnos hacia tu fuerza humana, − dijo


Ferro. − Trabajaremos lo más rápido que podamos aquí para
estar listos y proteger el complejo del ataque.

He estado considerando lo que me preguntaste, Ferro, sobre cómo


Sergey bajará las salvaguardas para entrar. No puede, y lo sabe.

Ferro comenzó a responderle, pero luego se detuvo. Había


especulación en su voz. Sintió la quietud en Gary y los otros
antiguos unidos. Como Ferro, sabían que ella estaba al borde
de un descubrimiento. Dio vueltas a las piezas del
rompecabezas una y otra vez en su mente junto con su
conocimiento del vampiro, un maestro estratega.

Abrirá las puertas desde dentro. Lo dijo con absoluta certeza.

Bookeater
Dark Song
Tariq, que no estaba atado a los demás, ya estaba abriendo el
camino hacia el primero de los humanos infectados con las
quemaduras, y Elisabeta y Ferro siguieron a la mente del
hombre. Las quemaduras no eran tan graves como las de
Josef, pero eran moderadas, con más quemaduras que las de
Tariq. Haría falta un poco más de esfuerzo por parte de
Elisabeta.

¿Cómo es posible que Sergey abra las puertas desde dentro, piŋe
sarnanak? Ferro preguntó, mirándola trabajar. Ella era tan
eficiente en lo que hacía ahora, calmar al hombre y eliminar
todo rastro de la quemadura, que no tenía que prestar tanta
atención.

Tariq estaba con ellos ahora y Ferro lo sintió sobresaltarse,


pero no dijo nada.

Sería fácil equivocarse. Muy fácil. Ahora había vacilación en su


voz.

Ferro sabía que no estaba acostumbrada a opinar sobre


ningún tema. Envió una súplica a los demás, manteniendo su
orden solo en el camino para ellos. No, no digan nada. A
ella nunca se le permitió expresar sus puntos de vista. Esto es
extremadamente difícil para ella. Gary, asegúrate de que Tariq sepa
que no debe hablar. Deja que se tome su tiempo. No te impacientes
con ella.

Si cualquiera de los dos hablaba o mostraban impaciencia, ella


se cerraría al instante y que no conseguirían nada más

Bookeater
Dark Song
de ella. Tal como estaban las cosas, tendría que sacarle la
información. Su primer pensamiento siempre fue que podría
decir algo incorrecto.

Simplemente estoy buscando tu opinión, Elisabeta. Lo conoces mejor


que nadie. Has estudiado sus caminos. ¿Qué haría, en base a lo que
sabes de él?

Elisabeta eliminó cuidadosamente las marcas de quemaduras


del cerebro humano. Yo creo que de alguna manera fue capaz de
introducir esta infección en el complejo. Si es así, es muy posible que
me haya perdido algo. Estas quemaduras fueron extremadamente
profundas en algunos. Suaves en otros. Se me ocurrió que es posible
que hubiera plantado una sugerencia en la quemadura, marcándola
en el cerebro, en la parte del comportamiento del cerebro, de modo
que incluso si el cerebro se curaba, la sugerencia se hundía tan
profundamente, que el sanador, en este caso yo, lo pasaría.

Ferro sintió la reacción instantánea de Gary a sus reflexiones.


Su corazón se hundió. Gary pensó que estaba en algo. Si era
así, era una cosa más por la que su mujer se iba a culpar. De
inmediato, el espíritu sanador de Gary entró en el
humano. Era tan brillante y ardiente que tardó unos
momentos en adaptarse a su cercanía.

Muéstrame dónde crees que esta sugerencia podría haberse


marcado en el cerebro, Elisabeta, exigió Gary.

Ferro se acercó para protegerla. Tariq se acercó para ver.


Elisabeta volvió a enviar su suave brisa moviéndose alrededor

Bookeater
Dark Song
de todos, mientras su espíritu sanador brillaba contra un
pequeño punto que le preocupaba.

Noté esta pequeña mancha, como un gancho aquí mismo en el


mismo lugar. Era tan pequeño y nada negro en absoluto. Parece
parte del cerebro, pero... Elisabeta se calló.

Continúa, por favor, dijo Gary. Lo estoy mirando y no veo nada


que me pueda alertar de un peligro de ningún tipo.

Lo más probable es que esté equivocada.

Ferro sintió su retirada instantánea. Elisabeta estaba


incómoda. Ella no queria seguir hablando con el
antiguo sanador. Podía sentir que ella comenzaba a alejarse
del humano. Ella había eliminado el rojo abrasador
de su cerebro. Estaba cansada y necesitaba más sangre para
sostenerse.

Elisabeta, por favor, le suplicó Tariq. Yo no sé cómo pedírtelo o


explicarte lo importante que es esto. Soy consciente de que esto es
difícil para ti. Ya has puesto mucho esfuerzo en sanarnos a todos
nosotros, y sé que no podemos pagarte, pero te pido que continúes
ayudando a que Ferro y Gary traten de entender este rompecabezas.

Cada vez que escuchaba a Tariq acercarse a alguien, Ferro


sabía por qué era el líder elegido por el príncipe en los Estados
Unidos. Tenía un don. Elisabeta estaba lista para correr y, sin
embargo, él la detuvo, la hizo sentir como si fuera necesaria,

Bookeater
Dark Song
apelando a ella en el nivel exacto que haría que ella
respondiera.

Quizás lo expresé incorrectamente, Elisabeta, Gary lo intentó de


nuevo. Yo también he examinado a todos los pacientes que has
examinado, así que, si se le pasó algo por alto, yo también lo
hice. ¿Qué has notado ahora que te genera cierta preocupación?

Ferro sabía que los otros antiguos vinculados a él sintieron la


terrible lucha en ella. Ella había regresado a ese lugar de
inseguridad, pero se preparó, deslizando su espíritu contra el
de él en un intento de encontrar fuerzas y recuperarse.

Estoy contigo, sívamet, aseguró.

Es una tontería, de verdad. El anzuelo es tan pequeño, una púa, que


gira hacia el cerebro y finalmente se clava en él. No de una vez. Lo he
visto en los más claros notando el anzuelo en posición vertical, luego
en etapas más medias hacia un lado, pero en los que están oscuros y
enojados, como el de Josef, está enterrado. Fue la diferencia lo que me
llamó la atención cuando todo lo demás lucía igual. Supongo que
mis conclusiones son simplemente fantasiosas.

Elisabeta sonaba un tanto despectiva, y Ferro se encontró


apretando sus brazos alrededor de ella, deseando poder
llevarla de regreso a sus bosques donde ella se rio de manera
despreocupada, sin preocuparse por lo que otros pensaran de
ella. Se quedó muy quieto, dándose cuenta de que a ella no le
preocupaba cómo los demás la veían por sí misma. Ella era su

Bookeater
Dark Song
compañera. Él era un guerrero legendario del pueblo de los
Cárpatos. No quería que pensaran menos de él por ella.

Tuvo que reprimir un gemido. Por supuesto que ella pensaría


de esa manera. Elisabeta lo ponía primero. Ella siempre lo
haría. Siempre tendría que tener mucho cuidado de hacer lo
mismo por ella.

¿Puedes mostrarme las imágenes en tu mente, Elisabeta? Gary


preguntó y luego se retractó apresuradamente de su pregunta
mientras ella se retiraba aún más. Enséñaselos a Ferro y él podrá
compartirlos con nosotros.

Elisabeta, Ferro y los demás dejaron al humano, Elisabeta


pálida y débil. Ferro inmediatamente volvió la cara hacia su
pecho desnudo, lejos de los demás, protegiéndola para que no
tuviera que mirarlos mientras se alimentaba.

Dame las diversas imágenes de este pequeño gancho extraño, piŋe


sarnanak. Mantuvo su voz muy suave. Muy amorosa.

Ella lo hizo, y él inmediatamente compartió con los demás la


pequeña mancha que parecía ser parte del cerebro y no se veía
diferente para Ferro.

Bookeater
Dark Song
14
Cuando el mal busque un lugar, en lo profundo de tu mente;
Seré tu escudo, protegiendo lo que hay dentro.

Tariq y los antiguos llevaron a cabo inmediatamente su


supuesto éxodo del complejo. Ferro notó que Lojos no fue con
ellos. Permaneció a poca distancia de Ferro y Elisabeta
mientras Ferro alimentaba su compañera. Charlotte, Blaze,
Lorraine y Julija se habían unido al estrecho círculo de
quienes esperaban deshacerse de la infección.

Julija tejió un hechizo, su voz murmuró suavemente en la


noche mientras sus manos se movían con gracia, creando
ilusiones: Ferro, caminando resueltamente con los otros
guerreros, tomando el aire una vez fuera de las puertas. Gary
y Maksim se acercaron a Tariq mientras tomaban el aire
siguiendo un aroma diferente que Sergey había
dejado. Lorraine y Blaze claramente estaban allí para proteger
al grupo mientras los demás esperaban a que Elisabeta los
limpiara de la infección.

Elisabeta trabajó rápido, tratando de pasar por la mayor


cantidad posible de guardias de seguridad en el menor
tiempo posible. Gary intentó ayudarla, pero las quemaduras
no reaccionaban en absoluto a la forma de curación de los
Cárpatos. La puntuación más ligera mostraba la pequeña y
extraña mancha con el gancho hacia arriba, y podía lidiar con

Bookeater
Dark Song
quitarla. La puntuación media tenía el gancho de lado y,
tomándose su tiempo, podía hacer que la mota se moviera
hacia él, pero ningún tipo de trabajo pudo lograr que la que
estaba incrustada en el cerebro se soltara.

Elisabeta tiene que tener razón, Ferro. La infección es ponernos a


todos, unos contra otros, pero también para introducir esta pequeña
sugerencia en quien quiera que entra en contacto. Grandes o
pequeños. Viejos o jóvenes. No, no importa el sexo. Cuanto más
implantada sea la sugerencia, mejor será su posibilidad de que
alguno tenga éxito, y todo lo que Sergey necesita es que una
persona abra un camino al complejo para él y su ejército, dijo
Gary. Alguien tendrá que revisar mi cerebro en busca de esta
asquerosa mancha en forma de gancho. Josef, seguro, tendrá esto
grabado en él. Tariq, para evitar que las puertas se abran desde el
interior, ¿qué propones?

Poco importaba que Elisabeta hubiera trabajado tan duro para


detener la infección y limpiar el cerebro de las terribles
quemaduras. Ella pudo haber evitado que los antiguos se
volvieran contra sí, pero cada persona que había sido tocada
por la infección podría potencialmente traicionar a todo el
complejo. Quizás todos a la vez, incluido su líder. Si había
alguno que se hubiera perdido y no estuviera mirando, sería
bastante fácil que las puertas de cualquier lugar alrededor del
enorme complejo se abrieran desde el interior e invitaran a los
vampiros a entrar. Era una superficie demasiado grande para
mantenerla a salvo. Si los de adentro estuvieran decididos a
abrirla a sus enemigos.

Bookeater
Dark Song
Podrían intentar proteger las puertas desde el interior, pero
todas las entradas y salidas deberían estar protegidas, y
Sergey sabría lo que estaban haciendo. Ferro estaba orgulloso
de su compañera. A su alrededor, la discusión continuó, pero
ella simplemente siguió con su trabajo, cuidando a Charlotte,
luego a Amelia y a Danny. Ella se balanceaba por el cansancio
mientras reponía su sangre, negándose a tomarla de Ferro,
agradeciendo a Lorena cuando ella se ofreció a darle a ella.

Tienes que estar al cien por cien para la próxima batalla, Ferro. Si
tomo pequeñas cantidades de otros, no será tan agotador para nadie.

Su mujer. La voz de la razón, le gustara o no. Josef iba a ser el


siguiente, y ambos sabían por la forma en que Gary lo había
descrito que las quemaduras iban a ser graves. El chico se veía
mal. Su piel perdió el color, sus ojos rojo sangre. Claramente
sabía exactamente lo que estaba pasando y luchó contra su
necesidad de explotar en rabia. Diminutas gotas de sangre se
filtraban por sus poros, lo que indicaba su tremenda lucha
interior. Sus dos guardianes, Traian y Joie, parecían bastante
ansiosos.

− Elisabeta, − dijo Traian en voz baja. − Este chico es un buen


ser, asombroso y desinteresado. Ya ha hecho cosas a su edad
que pocos pueden decir que han hecho. Me temo que esta
infección le está pasando factura. Acaba de llegar a este lugar.
Quiero quedarme aquí y conocerte, pero siento una gran
responsabilidad con nuestra gente, que lo necesita, y también
con su familia. Si está siendo atacado y crees que no es seguro
para él, lo acompañaremos a casa.

Bookeater
Dark Song
Ferro nunca habría permitido que Traian ejerciera una presión
tan indebida sobre Elisabeta si hubiera tenido algún indicio de
lo que su hermano biológico planeaba hacer. Ya asumió
demasiados pecados y culpas que no le pertenecían. La culpa
cabalgaba con fuerza sobre sus delgados hombros, una culpa
que no pertenecía allí. Traian no entendía lo difíciles que eran
las cosas para su hermana, y Ferro sabía que el Cárpatos lo
intentaba. Quería que ella estuviera bien. Ya sanada. Los
Cárpatos podían curar sus cuerpos muy fácilmente y estaban
acostumbrados a hacerlo. No se podía hacer lo mismo cuando
el daño se había hecho durante siglos a una mente.

La mirada de Elisabeta se posó en los ojos de Ferro como si


pidiera orientación. Se dio cuenta de que ella hacía eso a
menudo cuando se sentía impotente y sin saber cómo
responder. − Haremos todo lo posible para evaluar la
situación, − respondió Ferro por ella.

Gary abrió el camino a la mente de Josef. El aliento de Ferro


salió silbando de sus pulmones. Las quemaduras eran mucho
peores de lo que Gary les había hecho creer. Elisabeta no
vaciló.

Deberías haberla advertido, le dijo Ferro al sanador con un


siseo de disgusto.

Quería ver cuál era su reacción. Cómo decide la mejor manera de


manejar esto y cuáles son sus conclusiones. Esto no tiene ningún

Bookeater
Dark Song
sentido para mí, admitió Gary. Si le hubiera advertido, podría
haber manchado su respuesta.

Ferro no pudo sentir la diferencia en Elisabeta. Solo había


bondad y compasión. Su genuina necesidad y voluntad de
ayudar a Josef. Ella envió al chico oleadas de tranquilidad y
esa suave brisa cariñosa que tiró de las horrendas y vívidas
rayas de lo que a Ferro le pareció una sólida pared de pintura
carmesí y rojo sangre.

No está solo en esta batalla, Ferro. Hay otros dos, un


antiguo guerrero y una joven perteneciente a la Madre Tierra. Los
siento en él. Están a una gran distancia, pero han forjado su fuerza
con la suya.

En el momento en que Ferro escuchó a su mujer decir que


Josef no estaba solo en su lucha para evitar estallar en
violencia, él y los otros ancianos se movieron para rodear a
Elisabeta con su protección.

Gary, ¿es posible que Sergey le haya tendido una trampa?

Dame un minuto. Josef tiene amigos poderosos. Cruzan océanos el


uno por el otro. Los sentiré si me acerco lo suficiente.

Ferro tuvo un momento de casi ansiedad mientras observaba


cómo la gruesa pared de rojo vicioso, entretejida con tanta
fuerza, se negaba a diluirse en lo más mínimo. Elisabeta no
pareció darse cuenta. Esa leve brisa nunca cambió, sino que
continuó fluyendo suavemente hacia la pintura violenta,

Bookeater
Dark Song
cambiando de ángulo de vez en cuando para entrar en una
esquina y luego en otra, mientras le proporcionaba a Josef
su serenidad tranquilizadora. Era imposible sentir ira y odio
frente a una compasión tan real.

El anciano es Dimitri y su compañera, Skyler. Josef y Skyler son


amigos de la infancia. Josef ayudó a Skyler a salvar la vida de
Dimitri y luego, cuando todo estaba perdido, ayudó a Dimitri a
salvar la vida de Skyler.

Incluso un cazador al que no le importaban los rumores, las


leyendas y el mundo exterior había escuchado la historia de
los tres jóvenes que habían desafiado todas las probabilidades
y habían ido al corazón del país de los hombres lobo para
salvar a Dimitri de la muerte por plata, una sentencia dictada
injustamente para comenzar una guerra entre los Cárpatos y
los Hombres Lobo. Josef, Skyler y Paul, el sobrino humano de
los hermanos De La Cruz, habían impedido esa guerra.

Elisabeta, ¿puedes eliminar una quemazón tan profunda? Preguntó


Gary.

Si, por supuesto. Había total confianza en su voz. Tomará


tiempo. Sergey atacará antes de que termine.

Ferro sintió su vacilación. Ella se volvió hacia él sola. Nosotros


necesitaremos estar bajo algún tipo de refugio, donde no se puede
salir. Josef intentará llegar a una puerta o entrada de la misma
manera que lo harán todos los que han sido infectados. Gary
incluido. No tengo forma de saber cuánto luchara cualquiera de ellos

Bookeater
Dark Song
para llegar a su objetivo. Solo puedo suponer que cuanto más
profundo sea el gancho en el cerebro, más intentarán abrir el recinto
para que entre el vampiro y su ejército. Tú puedes ponerlo a dormir,
pero hay muchos otros, y es posible que no los conozcamos a todos.

Le dio a Ferro la información como si supiera que él sabría


exactamente qué hacer. Transmitió la suposición a Tariq.
Necesitamos establecer nuestros guerreros en todas las entradas para
detener a cualquiera que intente abrir los accesos al vampiro,
concluyó. Cualquier persona con quemaduras profundas, como
Danny, Amelia y Josef, debe estar encerrada o dormida hasta que
podamos ver si es necesario controlarla. Eso incluye a cualquiera de
los humanos en la fuerza de seguridad que Gary sienta que sufrieron
quemaduras particularmente graves.

Lleva a Elisabeta y a Josef a la casa que compartían Dragomir y


Emeline. Podemos protegerlo para que Josef no pueda irse. Pero date
prisa, Ferro. La ilusión que hizo Julija fue muy buena. Ya puedo
sentir un malestar en las criaturas nocturnas. Los dragones de
piedra en el patio están comenzando a retumbar, sus vientres
resplandecen con carbones encendidos en preparación para la lucha
contra el vampiro. Eso solo sucede cuando el vampiro se
acerca, dijo Tariq.

No fue difícil tomar el cuerpo de Elisabeta en sus brazos


mientras Traian tomaba a Josef. Se apresuraron con sus
pupilos a cruzar el patio hacia la casa en la que Dragomir y
Emeline habían vivido hasta que nació su hija. Para
sorpresa de Ferro, Lojos caminaba detrás de ellos. Detrás de él
estaba Joie, la compañera de Traian. Parecía muy pequeña,

Bookeater
Dark Song
alguien que otros podrían pasar por alto, pero había algo
en ella, y Ferro había estado demasiado tiempo en el mundo
para dejarse engañar. La mujer era letal, y si Lojos era una
amenaza para alguno de ellos, no tenía ninguna duda de que
el cazador de los Cárpatos estaría muerto antes de que
pudiera llevar a cabo esa amenaza.

Tariq y Charlotte fueron con Danny y Amelia a la habitación


segura, donde los encerraron. Genevieve llevó a Lourdes y a
Bella a una segunda habitación segura y de nuevo, las
encerraron. La pareja mayor, Mary y Donald, siguieron su
ejemplo.

Tariq fue el general definitivo que envió a sus mejores


guerreros a las puertas para evitar que alguien las abriera
desde adentro. Isai y Julija se quedaron en las puertas
principales para defenderlas. Juntos tenían un poder extremo.
Los guerreros se dispersaron. Se colocaron guardias de
seguridad en posiciones defendibles.

Ya viene, anunció Elisabeta. Su calma se había ido. Se puso


bruscamente fuera de la mente de Josef. Se tambaleó y echó la
mano hacia atrás para sostenerse antes de caer. Ferro la agarró
por la cintura y la sostuvo erguida.

Lo siento, Ferro, no puedo hacer esto mientras él está cerca. No


puedo concentrarme. Dejo a este pobre chico en un estado terrible y
no está bien, pero no puedo...

Bookeater
Dark Song
El terror se estaba acumulando más allá de todo lo que había
experimentado con ella. Llenó la habitación por lo que no
había forma de proteger a los demás de lo que estaba
sintiendo. Su cuerpo temblaba continuamente, sus manos se
frotaban arriba y abajo de sus brazos como si tratara de pelar
la piel de su cuerpo. Ferro detuvo muy suavemente el
movimiento con las manos.

Josef no sentirá nada. Me he asegurado de eso. Está congelado hasta


el momento en que puedas curarlo.

En voz alta, para estabilizarla, habló con total naturalidad. −


Sabíamos que vendría, amada. Esa era la esperanza.
Queríamos atraerlo a nosotros. Sé que es espantoso, pero
todos los que tienen la quemadura serán observados de
manera que ellos no nos traicionen.

Están programados. Sabes que ha tenido éxito en hacer esto.

Ferro asintió, su mano se movió hacia la nuca de su cuello, un


suave y relajante masaje. − Sí, Elisabeta. Él ha programado
incluso a nuestros antiguos para traicionarnos, para abrir
nuestras puertas desde adentro, pero nosotros somos
conscientes de ello, gracias a ti. Tariq ha dado órdenes y todos
los que llevan las marcas de quemaduras serán contenidos. −
Deliberadamente, sus ojos se encontraron con los de Lojos.

El anciano comprendió de inmediato lo que quería decir Ferro


y las repercusiones. − Tengo la quemadura, − admitió.

Bookeater
Dark Song
Ferro inclinó la cabeza. − Eso es cierto. Incluso si Elisabeta
hubiera eliminado las quemaduras, creemos que la
programación todavía estaría allí. Eso es solo especulación.
No lo sabemos con certeza.

Lojos centró su atención en Elisabeta. Hizo una reverencia


desde la cintura, un gesto elegante y cortés de siglos atrás. −
Perdona mi continua sospecha, Elisabeta. Soy de otra época,
cuando se cuestionaba a todos y a todo. La palabra de Ferro
debería haber sido suficientemente buena. − Él levantó la
mirada hacia el guerrero. − ¿Qué quieres que haga?

− Estamos tejiendo una salvaguardia para contener a Josef


dentro, pero es posible que necesitemos tus habilidades de
lucha, − admitió Ferro. − El sanador dijo que las quemaduras
eran leves, así que, aunque estás dando señales de tener que
luchar contra la tendencia a la violencia, estás ganando esa
batalla. Ya sabes lo que está arriba en contra. Los guerreros en
la puerta evitarán que las abras si lo intentas.

Traian y Joie se hicieron a un lado mientras Ferro caminaba


con una Elisabeta muy reacia fuera de la casa y hacia el
porche. Las salvaguardas fueron tejidas para que Josef, si
lograba liberarse del estado congelado en el que se
encontraba, no pudiera escapar de la casa.

Ferro, está tan cerca ahora. Me susurra. Lo escucho.

Ferro también podía oírlo. Una voz oscura y fea, como clavos
en una pizarra, una nota aguda que raspaba las paredes de la

Bookeater
Dark Song
mente de Elisabeta, tratando de abrirse camino hacia adentro.
Cuando Sergey no pudo atravesar la barrera que Ferro había
construido, el vampiro se enfureció y comenzó a lanzarse
contra el escudo, golpeándolo, desesperado por abrirse
camino. Estaba tan decidido que Ferro tenía una imagen clara
de los alrededores del vampiro y casi pudo señalar su
ubicación exacta antes de que la criatura se diera cuenta de
que estaba haciendo una rabieta tal que estaba poniendo su
vida en peligro y se retiró.

− Está a unas seis millas de distancia, − informó Ferro. − Sus


peones están cerca de las puertas. Deberíamos saber si
teníamos razón sobre la programación. En cualquier momento
deberíamos ver si los que tienen las pequeñas púas que
Elisabeta ha encontrado tratan de caminar hacia las puertas
para abrirlas.

Mientras hablaba, Tariq, que se había unido a Gary después


de ayudar a Charlotte a poner a sus hijos en una habitación
segura, se apartó del círculo y ambos comenzaron a caminar
rápidamente hacia las puertas de entrada, caminando con
gran determinación. No miraron ni a la izquierda ni a la
derecha. Maksim llamó a Tariq, pero él no miró hacia arriba ni
perdió ni un paso. Ferro hizo un gesto con la mano hacia
ambos hombres, enviando una orden para detenerlos en seco.

Elisabeta, ¿cuánto tiempo crees que durará la orden de abrir las


puertas? Sergey les indica que le obedezcan. Tuvo que dejar de
intentar llegar a ti para dar la orden a aquellos con la marca en sus
cerebros. ¿Es un mandato duradero o temporal?

Bookeater
Dark Song
Era una pregunta imposible de responder. ¿Cómo sabría ella
la respuesta? Aun así, se la hizo por dos razones. Necesitaba
concentrarse en algo más que el terror que la estaba
reduciendo a una bola de pura de nerviosismo que quería
acurrucarse en posición fetal y desaparecer. La otra era que
Elisabeta realmente conocía a Sergey mejor que nadie,
probablemente mejor que él mismo. Si alguien podía anticipar
cada uno de sus movimientos, ella podía hacerlo. De hecho,
podría adivinar la respuesta correcta.

Su gemido fue su única respuesta. Él agarró su gruesa trenza


en la nuca. Elisabeta. Necesito que estés conmigo. Ahora es el
momento en que debemos luchar contra esta locura. Necesito una
respuesta.

Vertió la orden en su voz. Ella entendía y respondía a la


autoridad absoluta, y él se la dio. La sintió ponerse rígida.
Poner atención. Su mente, caótica y temerosa, se aclaró. Una
vez más se volvió con un pensamiento más agudo. Inteligente.

Será momentáneo. Él gobierna con miedo. Cree que todos le


obedecerán una vez que dé la orden. Que nadie se atreverá a
desobedecer su mandato. Que continuarán intentándolo hasta que
esté listo.

Gracias, piŋe sarnanak. Es importante que hagamos esto juntos.


Ponte de pie conmigo.

Bookeater
Dark Song
Una vez más, para darle valor, le pasó la mano por el cabello
trenzado mientras los acercaba a las puertas. Ella enderezó los
hombros, le rodeó la cintura con un brazo y siguió su ritmo.
Solo él conocía el costo para ella. Su cuerpo temblaba
terriblemente con cada paso, pero mantuvo la cabeza erguida
y no titubeó.

A su alrededor, sus hermanos se reunieron, desplegándose en


un semicírculo para abarcar un área amplia detrás de ellos.
Tariq y Gary se quedaron paralizados, mientras Sandu se unió
a ellos en la vanguardia, esperando la primera ola de peones
de Sergey. Estos serían los vampiros menores. Habían
aprendido que su “carne de cañón”, eran vampiros
recientemente creados de machos psíquicos humanos,
ansiosos de ser convertidos para poder tener el mismo poder
que los vampiros que elegían servir. Esperarían que las
puertas estuvieran abiertas de par en par porque Sergey había
dicho que lo estarían.

La fuerza de seguridad humana tenía armas diseñadas


específicamente para matar a los vampiros, y estaban
estacionadas a lo largo de la parte superior de la valla en
posiciones salvaguardadas donde podían defender el recinto
sin que el enemigo los hiciera prisioneros. Con las
salvaguardas tejidas con tanta fuerza, era casi imposible que
incluso una flecha perdida o una bala se deslizara para herir o
matar a uno de ellos, sin embargo, podían disparar sus armas
únicas a los vampiros a voluntad.

Bookeater
Dark Song
Ferro liberó a Gary y Tariq para que pudieran participar en la
batalla que se avecinaba después de que Julija hubiera tejido
salvaguardas para evitar que alguien invitara a los vampiros
al recinto.

Mantén el fuego, ordenó Tariq a Matt, jefe de su equipo de


seguridad, cuando la primera oleada de vampiros se acercó a
las puertas. Mantén a tus hombres firmes.

Claramente todavía estaba luchando contra la compulsión de


abrir la puerta. Julija contrarrestó el impulso de Tariq y Gary
con un hechizo, ayudando a aliviar la necesidad de obedecer
ese gancho vicioso en sus cerebros.

Siempre era desconcertante ver a vampiros recién hechos y


hambrientos venir todos a la vez. Eran criaturas horribles con
caras retorcidas, alguna vez hermosas, algunas todavía
parcialmente lo eran, pero la mayoría descompuestas y
pudriéndose en algunos lugares, ya que no tenían la
experiencia suficiente para mantener la ilusión a través de la
desesperada inanición con la que habían despertado. El
cabello se caía de los cueros cabelludos con costras, por lo que
solo unos pocos mechones largos y fibrosos colgaban
grasientos y sueltos. Los dientes eran puntiagudos y
dentados, los delgados labios retraídos de las encías
encogidas. Los gusanos se arrastraban sobre ellos,
moviéndose sobre la carne podrida mientras se apresuraban
hacia adelante, ansiosos por la sangre que les prometían: la
rica y satisfactoria sangre de un antiguo.

Bookeater
Dark Song
Los vampiros recién creados estaban tan frenéticos que
sacarían sangre. Sergey los había mantenido en el suelo
durante un período de tiempo más largo para que se
despertaran hambrientos. Quería este frenesí asesino, esta
locura, una desesperación que asegurara que matarían y
devorarían a todas las criaturas vivientes con las que entraran
en contacto.

Sergey necesitaba un baño de sangre, la locura de un asedio


caótico, para poder entrar y reclamar a Elisabeta. Una vez en
el recinto, sabía que podía encontrarla infaliblemente. Había
vivido con su olor, su presencia suave y reconfortante, y
nunca podría vivir sin ella. Ella había sido la que le había
dado los pequeños detalles que le permitieron derrotar a sus
hermanos. Tenían inteligencia, pero él tenía a Elisabeta, su
arma secreta, y la necesitaba de vuelta. No podía continuar sin
ella. Había confiado en ella durante todos esos largos siglos y
no sabía cómo seguir adelante sin ella.

Está furioso. ¿Lo sientes, minan päläfertiilam? Ferro le preguntó a


Elisabeta mientras la mantenía firme con él. ¿Sientes su miedo
de que te haya perdido? Eres demasiado importante para él. ¿Sabes
por qué? No puede continuar sin ti. Él te necesita. Eres muy
poderosa. Por eso te mantuvo muerta de hambre y bajo su
control. Por eso te hizo tan débil e incapaz de cuidarte a ti misma, te
hizo dependiente de él para todo. Tú eres mucho más poderosa que él,
y él lo sabe.

− Manténganse firmes, − ordenó Tariq en voz alta y luego


telepáticamente a su fuerza de seguridad protegida en las

Bookeater
Dark Song
paredes. − Que se acerquen y piensen que las puertas se les
abrirán. Estén atentos a que aquellos de nosotros
programados para obedecer la orden de permitirles entrar.

Planeas salir a cazarlo. Elisabeta hizo una declaración.

Ferro no podía negarlo. Mientras esté vivo, hän sívamak, seguirá


viniendo tras de ti. No puede ayudarse a sí mismo. Eres una
necesidad para él, al igual que la sangre.

Ferro podía sentirla dando vueltas a las cosas que él le decía,


tratando de absorberlas, tratando de creerlas cuando su mente
tenía tanto terror por el maestro vampiro.

Los terribles gruñidos y bufidos de los vampiros menores se


podían escuchar mientras se acercaban al recinto, grupos de
ellos viniendo a las distintas entradas, algunos en el suelo,
otros en el aire, algunos clones, otros muy reales. Todos tenían
la misma intención. Los cazadores estaban acostumbrados a
ver esos rostros huecos y hambrientos, casi hundidos, con
cuencas por ojos, pero Ferro estaba un poco sorprendido por
la fuerza de seguridad humana de Tariq. Estaban estoicos,
esperando la señal antes de comenzar a disparar sus armas
especialmente diseñadas contra los vampiros.

En el momento en que lo hicieron, los antiguos se disolvieron


en niebla, levantándose en el aire, mientras Julija envolvía su
brazo alrededor de Elisabeta, tomando el lugar de Ferro
mientras se dirigía hacia el cielo hacia el área boscosa junto al

Bookeater
Dark Song
lago donde Sergey se había quedado mientras su ejército se
preparaba para tomar el complejo.

Envíame donde está, Elisabeta, Ferro ordenó, permaneciendo


fusionado con ella, por lo que lo hizo una orden para que ella
no tuviera tiempo para disolverse en el terror, porque ya no
estaba físicamente con ella. Haremos esto juntos. Él mantuvo su
voz tranquila y haciéndolo materia de hecho.

Al frente. ¿Puedes sentir su ira creciendo? Se está concentrando


en volver a abrir las puertas del recinto. No puede entender por qué
no fue obedecido.

Ferro se quedó muy quieto. Al mismo tiempo, los otros


cazadores atados a su alma - Andor, Gary, Dragomir y
Sandu— también lo hicieron.

Piŋe sarnanak. Ferro se esforzó por mantener la voz


completamente tranquila. No permitió que ninguna emoción
entrara en su mente. Deliberadamente, usó su apodo para ella
para que se sintiera a gusto, como si cualquier pregunta no
fuera de gran importancia. ¿Cómo sabes que está tratando de
abrir las puertas y que no comprende por qué no fue obedecido?

Se movió hacia el bosque, tomando la ruta recta sobre el lago.


La niebla ayudó a ocultar el movimiento en la niebla. Sandu y
Gary estaban a su derecha, Dragomir e Isai a su izquierda.
Benedek y Petru volaron en círculos hacia el este para tratar
de ponerse detrás de la posición de Sergey. Tendría otros
vampiros mucho más experimentados protegiéndolo,

Bookeater
Dark Song
probablemente maestros vampiros. No estaría solo. Su
desesperación no lo volvería descuidado, todavía.

Maksim, Siv, Nicu, Val y los trillizos permanecieron en el


recinto con Tariq, Traian y Joie para asegurarse de que no se
abriera ninguna puerta y que todos los presentes
permanecieran a salvo mientras cazaban a Sergey.

Solo lo sé. Elisabeta parecía perpleja. ¿Ferro? ¿No sabes esto?

Sintió que la más mínima alarma se extendía por su mente,


como si estuviera haciendo algo mal. Era la última reacción
que quería de ella. Si ella tenía una conexión tan grande con
Sergey, podrían usarla para destruirlo.

He cazado vampiros durante mucho tiempo y poco más, Elisabeta,


respondió amablemente. No era una respuesta real, pero sabía
que la calmaría.

Estaba casi al otro lado del lago y podía sentir la amenaza que
emanaba del bosque más adelante. Estaba oscuro y quieto
entre los árboles. No había viento, ninguna brisa, ningún
sonido de ningún tipo más que un chasquido que sonaba
como ramas de árboles frotándose unas contra otras. Los
insectos habían cesado todo ruido, como si se acobardaran
ante los seres antinaturales escondidos cerca de ellos. Ningún
ratón o lagartija se escabulló entre las hojas o el follaje
podrido.

Bookeater
Dark Song
No tengo tu empatía, ni puedo, mientras cazo, moverme por su
mente para encontrar lo que necesitaría para acceder a sus
pensamientos reales.

¿Podría hacer eso? Ferro no se separó de ella, pero le tomó


siglos de disciplina mantener alejada la emoción.

Entonces no hay necesidad, Ferro. Te diré lo que va a hacer antes de


hacerlo. Ha abandonado su plan de asaltar el recinto. Sabe que no
puede entrar y está dejando a aquellos que considera sus peones a su
suerte. Se da cuenta de que debe ser una trampa y que vas por él.

Ferro hizo que Gary compartiera ese conocimiento con los


otros cazadores que no podían escuchar a Elisabeta.

Él está dirigiendo a aquellos que ha establecido para protegerlo para


que se queden, y está huyendo con otros dos vampiros maestros. Les
dijo a los que se quedaban que irían y que estarán allí en cualquier
momento. Te están esperando.

La ansiedad estaba en su voz, en su mente. Ferro no podía


creer que fuera capaz de saber exactamente lo que Sergey
estaba diciendo a sus "soldados". No podía oír al vampiro y se
fusionó con Elisabeta.

Ferro, saben que vienes. Te tenderán una emboscada. Había un


tono en su voz.

¿En qué dirección está huyendo?

Bookeater
Dark Song
Debería haberla tranquilizado. Ella estaba preocupada por él.
Había estado cazando y luchando contra vampiros durante
tantos siglos sin emoción, sin pensar en su seguridad. No
había considerado que ella estaría preocupada por él.

Eso es lo que hacemos, sívamet. Cree en mi habilidad.

Se dirige al sur, pero no vayas en esa dirección. Rodará hacia el oeste


y se dirigirá a las montañas. Puedes adelantarte a él si te diriges
al... Se interrumpió, tratando de formar una imagen en su
mente y enviársela a él.

Gary compartió la imagen con los otros cazadores de los picos


de las montañas de Cuyapaipe. Hizo referencia a la ubicación
exacta que vio en la mente de Elisabeta.

¿Conoces este lugar, Ferro? Yo no. Lo veo en su mente. Allí tiene


una guarida. Todavía no puedo ver la ubicación exacta. Ahora
había frustración en su voz y en su mente, como si le estuviera
fallando.

Esta es más información de la que contaba, Elisabeta, aseguró


Ferro.

En el camino privado entre hermanos, Dragomir preguntó lo


qué estaban considerando todos los cazadores. ¿Estás seguro de
que debemos hacer lo que ella cree e ir hacia el oeste en lugar de
seguir su rastro hacia el sur, Ferro? Estás fusionado con ella y sin
embargo no puedes leer los pensamientos de Sergey. Ninguno de
nosotros, ni siquiera Gary, puede hacerlo. ¿Cómo puede ella?

Bookeater
Dark Song
Iré al oeste, declaró Ferro. Creía que Elisabeta podía acceder a
la mente del vampiro. No tenía idea de cómo, pero estaba
seguro de que ella realmente podía hacerlo. No quería perder
esta oportunidad de al menos intentarlo. Si no tenía éxito, al
menos lo interrumpiría, lo haría aún más vulnerable para que
el vampiro tuviera aún más probabilidades de cometer
errores.

Yo también le creo a ella, dijo Gary. Iré con Ferro.

Iré con Ferro, dijo Sandu.

Petru y yo nos uniremos a Ferro, agregó Benedek. Sergey tendrá


más esperando para proteger su guarida.

El resto de nosotros nos enfrentaremos a los que están aquí en el


bosque y destruiremos a tantos miembros de su ejército como sea
posible, decidió Isai después de una breve discusión.
Luego regresaremos al recinto. Cuanto más tomemos de Sergey,
mejor para todos nosotros. Buena caza.

¿Reconoces la imagen de los picos de las montañas? Ferro le


preguntó a Gary.

El sanador había pasado la mayor parte del tiempo en la


región en comparación con los otros antiguos. Todos ellos
habían estado en la cordillera cuando rescataron a Andor,
pero la mayor parte de ese tiempo lo habían pasado luchando
contra los vampiros mientras trataban de curar sus heridas

Bookeater
Dark Song
mortales lo suficiente como para que sus hermanos caídos
regresaran al complejo.

Está muy cerca de la misma área en que acampó la familia humana y


Sergey los usó como cebo para atraernos. Todos pensamos que quería
usar a Lorraine como sustituto de Elisabeta.

Ferro le dio vueltas a eso en su mente, compartiendo la


información con Elisabeta y sus recuerdos de las heridas de
Andor y la lucha por mantenerlo con vida.

Fue entonces cuando unimos nuestras almas. El sanador no pudo


encontrar a Andor cuando fue al árbol de la vida para recuperarlo.
Lorraine quería ir. Ella era humana, todavía no estaba atada a
él. Fue la única forma que pudimos pensar para darle la fuerza
necesaria y, sin embargo, mantenerla a salvo mientras viajaba por
ese mundo.

Ferro y los demás corrieron hacia su destino, decididos a


adelantarse a Sergey y a los otros vampiros maestros que
viajaban con él. Él quería mantener su compañera tranquila y
asegurarle que él y los otros cazadores estaban a salvo y que
no se preocupaban en lo más mínimo acerca de la batalla que
se avecinaba. No había ninguna razón para estarlo. Ya se
había deslizado a ese lugar donde podía volver a derramar
emociones rápidamente cuando fuera necesario, lo que
significaba que tendría que desconectarse de Elisabeta cuando
comenzara la batalla.

Es muy valiente, reconoció Elisabeta.

Bookeater
Dark Song
Tú estabas en el recinto de curación, durmiendo, Elisabeta, cuando
Sergey colocó esta trampa para nosotros. No teníamos idea de que
Lorraine nunca sería suficiente para él. Su objetivo final siempre
fuiste tú. ¿Sabías de este lugar junto al lago donde colocó su trampa
o que planeaba usar a otra mujer para intercambiarla por ti? Una
vez más, Ferro fue casual al respecto.

Hubo una gran vacilación. Ferro permaneció muy callado


mientras cruzaba el cielo nocturno, esperando no tener que
incitar a su compañera a que le respondiera cuando ella
estaba tan claramente reacia.

Sé de este lugar junto al lago. Lo favorece. A muchos humanos les


gusta acampar allí. No he visto el camino hacia eso, pero lo conozco.

Había culpa en su voz. Demasiada culpa. A Ferro no le gustó,


ni le pareció lógico. Rompió la conexión entre Elisabeta y los
demás para que solo él mantuviera una fusión con ella. Todo
lo que se decía era privado entre su compañero y él.

¿Sabías que planeaba usar a otra mujer para hacer un trueque por
ti? La compañera de un Cárpatos, agregó.

Ella permaneció en silencio, alejándose de él. Eso no era una


buena señal.

Elisabeta. Te lo pregunto gentilmente, y no deseo que esto sea una


orden para que debas responder, pero es importante para

Bookeater
Dark Song
mí. Tenemos que confiar entre nosotros. Quiero que mantengamos
esa confianza.

No te gustará la respuesta.

Habrá ocasiones en las que no te gustarán mis respuestas, pero te


responderé cuando me hagas preguntas y lo haré con sinceridad. La
envolvió en sus brazos desde la distancia, haciéndole saber
que cualquiera que fuera su respuesta, buena o mala, él era su
compañero, y ella su compañera, y trabajarían en la respuesta.

Había una gran desgana en su mente cuando lo alcanzó. Antes


de que durmieras en los terrenos de curación conmigo,
protegiéndome de él, cuando insistían en que tenía que despertarme
para alimentarme, lo escuchaba. Ahora, soy consciente, de que lo
llamé. Yo te juro, Ferro, que no me di cuenta de que era yo quien lo
llamaba.

Sé muy bien que no lo hiciste, piŋe sarnanak, aseguró gentilmente.


Nadie te culpa, y menos yo.

A veces veo en su mente, especialmente cuando me llama. Él había


planeado llevarse a esta mujer, Lorraine, como dijiste. Se jactó de
ello. Me contó cómo los había acosado a todos, desgastando a los
antiguos cazadores hasta que les quedaba poca sangre y uno de ellos
estaba tan perdido que probablemente moriría. Vi cada movimiento
que planeó y le dije que no funcionaría. Estaba muy enojado
conmigo.

Bookeater
Dark Song
Ferro encontró interesante su evaluación del plan de batalla
de Sergey. Le había demostrado que tenía razón, pero ¿cómo
lo había sabido? No conocía a ninguno de los antiguos, y
Sergey le había mostrado que la mayoría de los cazadores
estaban heridos o habían dado grandes cantidades de sangre
para mantener vivo a Andor. Ella estaba bajo tierra la mayor
parte del tiempo, durmiendo, manteniéndose así en un
intento de curar su cuerpo y su mente después de su terrible
experiencia de siglos.

Los hermanos de Sergey eran considerados muy inteligentes por


todos. No los conocía, pero había oído hablar de ellos a Zacarías De
La Cruz. De todos ellos, el hermano menor, Sergey, no fue puesto en
la misma categoría de genio. Todos lo consideraban de inteligencia
promedio, y sus hermanos, incluso mientras crecían, a veces eran
crueles con él. Al menos, eso fue lo que Zacarías transmitió a los
otros cazadores. ¿Dirías que es una evaluación justa?

Hubo un largo silencio mientras Elisabeta consideraba lo que


Ferro le había pedido. Cuanto más se prolongaba el silencio,
más podía sentirla retorcerse. No le gustaban las conclusiones
a las que estaba llegando. Quería retirarse totalmente de él y,
sin embargo, al mismo tiempo, no quería dejar ir la fusión,
temiendo perderlo en la próxima batalla con el maestro
vampiro.

Debajo de él, las luces de la ciudad eran tan brillantes que


parecía imposible ver las estrellas mientras giraba alrededor
de la punta de la ciudad, dirigiéndose hacia la cordillera y el
lago para ponerse frente a Sergey. No entendía la necesidad

Bookeater
Dark Song
de tantas luces artificiales. Toda la tecnología en la que los
humanos confiaban tanto, simplemente le parecía que estaban
atados a ella, y ahora, Tariq y el príncipe estaban pidiendo a
todos los Cárpatos que hicieran lo mismo. ¿Era algo bueno o
malo? Pensó que debería haber más equilibrio. Claramente,
los Malinov habían aprendido a usar la tecnología mientras
que la gente de los Cárpatos no lo había hecho tan rápido, y
eso había permitido a los vampiros avanzar en la guerra entre
ellos.

Elisabeta. Necesito una respuesta.

La sintió suspirar. Los hermanos de Sergey fueron muy crueles con


él, con la mayor frecuencia posible. A lo largo de los siglos, desde el
primero año de mi cautiverio, le decían cosas feas y degradantes.
Siempre fue apartado y tratado como menos por los demás. Tenía un
lugar en su planificación, pero no se le permitió hablar. Si le pedían
su opinión, se reían de él cuando la daba.

Sabía que ella había sesgado deliberadamente lo que le había


pedido. Había saltado sobre la evaluación de Zacarías de que
los hermanos de Sergey eran crueles con él, confirmando que
lo habían sido. Sabía que no era eso lo que
estaba preguntando.

Ferro se mantuvo paciente. Minan hän sívamak, ¿Sergey es tan


inteligente como sus hermanos? ¿O mucho más? ¿O mucho menos?

Si los hermanos Malinov eran tan inteligentes como todos


decían, ¿cómo podían ser tan engañados por Sergey? Los

Bookeater
Dark Song
hermanos De La Cruz eran considerados genios y, sin
embargo, ninguno de ellos había considerado a Sergey ni
cerca de la amenaza de sus hermanos mayores.

Las lágrimas de Elisabeta fueron inesperadas, ahogándolo en


el dolor. Por favor, no me preguntes estas cosas, Ferro. ¿Qué
importa?

Él le acarició el cabello con la mano como lo hacía para


consolarla. Cantó su canción para ella en su mente fusionada.
Sabes que importa. Necesito esta información. Lo conoces mejor que
nadie. Creo que lo conoces mejor que él mismo. Tienes una visión de
quién es. Ha hecho de esa ilusión en su mente, su realidad, pero se
está desmoronando porque no estás allí para mantenerla real para él.
Necesito tu evaluación honesta de él, Sívamet.

Nuevamente hubo un largo silencio. Tenía la impresión de


una ansiedad extrema. De ella mordiéndose el labio
inferior. Su uña. Escuchó a Julija susurrarle suavemente. A
Elisabeta asegurándole que estaba bien. La esperó, sabiendo
que estaba haciendo acopio de valor.

Los hermanos de Sergey eran muy buenos pensando en el futuro


lejano. Ellos planifican cada batalla hasta el más mínimo detalle. Él
reaccionaba a todo lo que decían e hicieron, y ellos lo sabían. Los
únicos recuerdos que tengo de mi infancia fueron los recuerdos de
nuestra amistad. No sé si los plantó, pero yo dudo que lo hiciera.
Seguían demasiado de cerca la forma en que sus hermanos lo
trataban. Iba a la casa y se sentaba en el porche. Hablaba con él y lo
calmaba después de que fueran particularmente feos con él. Ya se

Bookeater
Dark Song
estaba acercando a un punto en el que estaba perdiendo sus
emociones, pero sus púas aún lo golpeaban. Yo era muy joven,
no más de dieciséis años. Una niña, pero podría traerle la paz. Me
sentía mal por él.

Ferro entendió por qué Sergey había hecho su plan de llevarse


a Elisabeta con él una vez que se dio cuenta de que sus
hermanos iban a convertirse voluntariamente en vampiros.
Esperarían que él eligiera su camino. Si no lo hacía, lo
matarían. En su mente, no tenía otra opción, por lo que planeó
tomar a la única persona que sabía que podría hacerlo sentir
mejor y someterla a la vida que estaba aterrorizado de llevar
con los hermanos a los que temía.

Habían olvidado que Sergey no siempre entendía lo que estaban


haciendo. Al principio tenía mucho miedo. Me mantuvo alejada de
ellos. Un día, llegaron inesperadamente y tuvo que esconderme.
Estaba casi eufórico de que no tuvieran idea de que yo estaba allí.
Hablaron abiertamente delante de él y de mí. Me hizo repetir todo lo
que habían dicho. Capté todas sus inflexiones y movimientos de
manos, cada matiz. Cada detalle. Me di cuenta cuando
alguno de ellos lo estaba engañando a él o a alguno de los otros.

Ferro se mantuvo muy quieto ante sus inocentes revelaciones.


Sergey no era el genio. Elisabeta lo era. Los hermanos de
Sergey habían presentado sus planes y estrategias con mucha
antelación y habían puesto las cosas en marcha. Lo más
probable es que esos planes ya estuvieran en juego, con
Sergey o sin él, pero Sergey no iba a planear las meticulosas

Bookeater
Dark Song
batallas que sus hermanos podían hacer, no sin un general
como Elisabeta.

¿Cómo es que Sergey terminó con fragmentos de Xavier y de su


hermano, Vadim, y, sin embargo, no está ni cerca de su inteligencia?
¿Cómo se convirtió en el último hermano en pie?

Ferro estaba ahora en las montañas, flanqueado por Sandu y


Gary. Benedek y Petru habían llegado desde el este, con
cuidado de no moverse contra el viento o molestar a los búhos
o insectos en los árboles, todos probablemente sirvientes y
vigilantes de Sergey.

Tiene astillas de todos sus hermanos, le dijo Elisabeta en voz baja.


Puede acceder a ellos para su capacidad de planificar batallas o usar
tecnología. Puede usar las de Xavier hacer un llamado a los hechizos
de mago si los necesita.

Ferro tuvo que revisar su pensamiento. Todos creímos que


Sergey era el genio desde el principio, que fue quien ideó el
plan desde el principio, pero estaba asustado. Estaba más que
asustado, estaba aterrorizado. Por eso te llevó con él. No solo le
trajiste paz, sino coraje. Tú escuchabas a los hermanos, Elisabeta, sus
planes. Los escuchaste y ayudaste a Sergey a atravesar esos siglos
ideando formas para que él les devolviera el golpe.

Sí, admitió ella. Fueron horribles. Él también lo era, pero no como


ellos. Yo sabía que no tenía la capacidad, incluso si tenía las astillas
de sus hermanos en su mente, para acceder y comprender
plenamente de lo que estaban hablando, no sin que yo se lo explicara,

Bookeater
Dark Song
y a menudo lo engañaba. Cuando las cosas no iban bien, aceptaba mi
castigo y actuaba inocente, como si no tuviera idea de lo que salió
mal.

Ferro dio vueltas a la información una y otra vez en su mente.


Sívamet, ¿me ibas a contar esto?

Recién he comenzado a darme cuenta. El vampiro me mantuvo en


tal estado de terror que creí que era completamente invencible. En
cierto modo, yo todavía lo hago. Apenas puedo superar esa forma de
pensar. A veces estoy muy clara, y otras veces me siento como un
niño acurrucado en una bola de terror en el suelo.

Ferro podía entender eso. Cuanto más crecía en confianza y


fuerza, más se aclaraba su mente. La infección y la extraña
mancha que quedó en el cerebro para abrir las puertas probablemente
fue causada por uno de los otros, y ahora Sergey solo piensa que es
una cosa más que no entiende sin ti, ¿es seguro decirlo?

Si. Sin embargo, nunca había escuchado ni visto algo así. Ni siquiera
un susurro. Si estaba planeado, nunca se hizo a mi alrededor. Sergey
tenía que haberlo sabido, pero no lo compartió conmigo, lo cual es
inusual.

¿Le diste la idea de convencer a sus hermanos de que compartieran


una pequeña parte de sí mismos para ayudarlo a comprender sus
planes? Ferro quería asegurarse de tener muy claro eso.

Bookeater
Dark Song
Nuevamente hubo una vacilación. Si. Fue hace mucho tiempo,
Ferro. Siglos antes. Xavier y los Malinov eran muy traicioneros.
Pensé que al menos podría manipular un poco a Sergey.

Estas son buenas noticias, no malas noticias, hän sívamak. Sergey


se desmoronará cuanto más tiempo esté lejos de ti. Estoy llegando al
lago y al bosque y no quiero poner demasiada energía en el aire.
Quédate callada hasta que te necesite.

Bookeater
Dark Song
15
No puedo curar tus cicatrices ni quitar el dolor;
Pero puedo ser tu refugio, un refugio de todos modos.

Mientras Ferro se adentraba en el bosque, lo rodeaba una


opresiva sensación de absoluta tristeza. Sin aire, sofocante,
incluso asfixiante, cuanto más se adentraba en el interior, más
pesada era la fuerza opresiva que lo rodeaba. No cabía duda
de que Sergey, al igual que los otros vampiros, habían
invadido el bosque hasta el punto de que la naturaleza no
podía luchar contra semejante abominación.

El vampiro estaba inmundo. Todo lo que tocaba se


marchitaba. Ennegrecido. Ninguna vegetación podría
permanecer viva y prosperando cerca de él. Todo sobre el
vampiro iba en contra de la naturaleza. Mientras Ferro se
movía a la deriva entre los árboles, notó que muchos de los
troncos y ramas estaban retorcidos en formas macabras y ya
ennegrecidos en algunos lugares.

La savia oscura corría por la corteza adormecida, como ríos de


sangre, para acumularse en las raíces expuestas. Pájaros, ranas
arborícolas y lagartos fueron capturados, retenidos y
murieron lenta y horriblemente en la espesa savia llena de
ácido. Ferro, como todos los Cárpatos, era un guardián de los
bosques, de la naturaleza. La vista de un bosque que alguna

Bookeater
Dark Song
vez fue hermoso con los animales y las aves reducidos a tal
estado fue difícil de presenciar.

Sandu, Benedek y Petru también se movieron por el bosque


deprimente, evaluando los árboles oscuros y retorcidos,
observando todas las posiciones de los cuervos y búhos que
merodeaban por las ramas retorcidas con ojos pequeños y
brillantes, en busca de cualquier movimiento que diera lugar a
su respuesta instantánea, una advertencia a sus amos.

Ferro pensó en lo que le había revelado Elisabeta. Los


Malinov querían asumir el liderazgo. El suyo había sido un
juego de poder total. Eran generales brillantes, ambiciosos y
motivados, y tenían la disciplina y la paciencia para llevar a
cabo sus planes. Sergey no tenía el genio de sus hermanos a la
hora de planificar batallas. El vampiro sabía que, si iba a tener
la oportunidad de derrotar al príncipe de los Cárpatos,
necesitaría a Elisabeta.

¿Qué había desarrollado Sergey para hacer frente a sus


hermanos y su arrogancia, incluso cuando era niño? Sergey
tendría que ser astuto. Sería más cruel, porque sus hermanos
habían sido crueles con él. Despiadado porque sus hermanos
habían sido despiadados con él. Querría dominar. Había
mostrado esos rasgos en sus tratos con Elisabeta, en la forma
en que la trataba, a pesar de que ella era la que lo ayudó a
atravesar esos largos siglos, y él la necesitaba.

La había robado cuando ella era una niña y él ya era


un cazador de los Cárpatos adulto. Sabía lo que estaba

Bookeater
Dark Song
haciendo. Había planeado cuidadosamente el secuestro. No
podía haber sabido de lo qué era capaz Elisabeta: la derrota de
sus hermanos. ¿Le dio crédito por eso? ¿O a lo largo de los
siglos se convenció a sí mismo de que él era realmente el que
tenía el genio? Por supuesto que se consideraba un genio.

Ferro dio la vuelta, moviéndose hacia el área exterior del


bosque, de regreso hacia el lago, manteniendo un ritmo muy
lento y a la deriva. Se necesitaba una gran cantidad de
paciencia permanecer casi inmóvil cuando el tiempo era un
factor y el vampiro llegaría pronto, pero había perfeccionado
ese rasgo en siglos de caza y lo tenía en abundancia.

Dudaba mucho que Sergey le diera crédito a Elisabeta por


derrotar a sus hermanos. El vampiro era vanidoso. Creería
que él era el verdadero genio de la familia. Tenía fragmentos
de todos sus hermanos y del gran mago. Nadie pudo
derrotarlo. Estaba desesperado por llegar a Elisabeta solo
porque ella evitaba que su cuerpo se descompusiera tan
rápidamente y mantenía sus emociones intactas cuando ella
estaba cerca. Ella había sido su compañera constante y él
estaba acostumbrado a su compañía.

Sergey se decía a sí mismo todo tipo de cosas, pero en el


fondo, entraba en pánico, porque todas las cosas a las que
podía acceder antes, como esas astillas del genio de sus
hermanos o los hechizos del gran mago, ya no las podía
alcanzar. Él sabría, en algún nivel, que sin Elisabeta, no
tendría acceso a las cosas que le permitirían gobernar.

Bookeater
Dark Song
Sin embargo, incluso sin ninguno de esos activos, Sergey era
un maestro vampiro cruel y astuto por derecho propio. Sería
un luchador vicioso. Había derrotado a más de un cazador de
los Cárpatos en batalla. Eso no tuvo nada que ver con
Elisabeta. Tener habilidad en la batalla no necesariamente
requería genio. Sergey estaba dispuesto a luchar cuando él
creía que podía ganar, o cuando él estaba luchando por su
vida. El hecho de que no fuera lo que parecía no significaba
que fuera fácil de derrotar en una batalla, y sería imprudente
de descartarlo como tal.

Había poca luna, solo una astilla, y las nubes negras que se
movían por el cielo ocultaban incluso eso la mayor parte del
tiempo, por lo que el agua del lago parecía en su mayoría
oscura y brillante. Fuera de la opresiva quietud del bosque,
Ferro sintió una brisa. La corriente tiraba de la superficie del
lago, creando ondas a través de él, de modo que las olas
lamían la orilla. Parecía e incluso sonaba como una escena
idílica, hasta que uno sentía esa siniestra decadencia saliendo
del bosque y flotando tan cerca.

Los búhos y los cuervos no hacían ningún sonido, sino que


caminaban continuamente de un lado a otro sobre las
extremidades retorcidas, mirando hacia el lago, sus miradas
de repente se enfocaron en esa dirección, alertando a Ferro y
sus hermanos. Los cuervos eran pájaros diurnos, pero eran
numerosos, espías de su amo. Las sombras aparecieron más
oscuras, manchando la superficie, mientras varias criaturas
horribles volaban bajo, justo por encima de las aguas del lago.

Bookeater
Dark Song
No se enfrenten. Veamos dónde está su guarida. Deben tener
una entrada cercana, advirtió Ferro.

Ferro dudaba que Sergey hubiera elegido este lugar


originalmente. Es más probable que fuera uno de sus
hermanos quien había explorado el área y se dio cuenta de
que era perfecto para acceder a los excursionistas y campistas,
un suministro constante de sangre. Estaban lo suficientemente
lejos del complejo de los Cárpatos como para que pocos
cazadores se tropezaran con ellos.

Los cuatro antiguos cazadores se mantuvieron a una buena


distancia, con cuidado de no hacer ningún movimiento que
pudiera alertar a los observadores o a los maestros vampiros
que se apresuraban a regresar a su guarida. Ferro quería saber
qué tan extenso era realmente el ejército de Sergey. ¿Con
cuántos podía contar para lanzar al recinto? ¿Cuántos estarían
dispuesto a sacrificarse para recuperar a Elisabeta? ¿Podrían
los cazadores eliminar la amenaza en un ataque mayor, o
tendrían que golpear con fuerza en varios más pequeños?

Más que nada, Ferro quería eliminar la amenaza a su


compañera, pero primero necesitaba tener respuestas para
proteger a todos los que estaban en el complejo. Como
cazador, estaba arraigado en él que la protección de su pueblo
siempre era lo primero, y sin importar lo que significara para
él personalmente, el código de honor que se le había
inculcado tenía que seguirse.

Bookeater
Dark Song
Tres vampiros cayeron del cielo cerca de la orilla del lago y se
dirigieron con determinación hacia el bosque. No estaban
tratando de impresionar a nadie con su apariencia. Estaban en
su verdadero estado de descomposición, carne podrida
estirada sobre el hueso, el cabello en su mayoría desaparecido
o cayéndose en pedazos, los dientes puntiagudos y
manchados. En la línea de árboles se separaron a unos doce
pies de distancia y levantaron las manos en el aire.

Ferro y los hermanos observaron atentamente mientras tejían


un patrón complicado, abriendo una entrada invisible tan
bien escondida que ninguno de los antiguos había detectado
su presencia. Observaron la posición de los tres guardias de
avanzada. Ferro reconoció vagamente a los tres vampiros.
Eran mucho más jóvenes que él, pero se había cruzado con
cada uno de ellos en más de una ocasión cuando aún eran
cazadores.

El de su izquierda era de buen linaje. Recordó al padre. Un


gran cazador, incluso legendario. Había sido asesinado por
tres maestros vampiros. Se había llevado a uno de ellos antes
de sucumbir. Su hijo pasó por Van Halen. Luther Van Halen.

Sedrick Overtower estaba en el medio. Ferro no sabía mucho


sobre él o su familia, pero parecía ser un cazador bastante
decente.

El de la derecha había sido descuidado como cazador,


demasiado ruidoso a veces, y Ferro estaba un poco
sorprendido de que hubiera logrado sobrevivir y luchar para

Bookeater
Dark Song
convertirse en un maestro vampiro. No parecía probable dado
el hecho de que él debería haber sido asesinado al principio
de su carrera de caza. En ese entonces se había llamado a sí
mismo Edward Varga. Incluso ahora, cuando estaba abriendo
las puertas de la guarida dentro del bosque, Varga era un
poco descuidado, sus movimientos eran menos precisos que
los de los demás. Ferro encontró interesante que lo hubieran
elegido como uno de los guardias de avanzada de Sergey. No
podía imaginarse a ninguno de los otros hermanos Malinov
tolerando las costumbres de Varga.

Apareció un velo, como una espesa telaraña, de un húmedo y


lúgubre color gris. Colgaba como el musgo español de las
ramas retorcidas de los árboles, un macabro chal empapado
de mortal veneno. Pequeñas gotas de un gris más oscuro
rezumaban de la telaraña, corrían por las hebras para
escurrirse por el suelo, donde silbaban y humeaban cuando
golpeaban la vegetación podrida. Los charcos se extendieron
en una corriente delgada, conectándose hasta formar un foso,
un semicírculo, una barrera alrededor de la abertura que los
vampiros habían descubierto.

Una vez que el foso estuvo en su lugar, los hilos de la red


retrocedieron, silbando y gimiendo como si estuvieran vivos y
reacios a separarse, los hilos se extendieron hacia los
vampiros, descendieron hacia el suelo y subieron a los árboles
hacia los centinelas allí. Un tentáculo logró envolver a un
cuervo y arrastrarlo de regreso al centro de la red. El cuervo
gritó horriblemente, el pico se abrió de par en par, los ojos se

Bookeater
Dark Song
pusieron en blanco mientras los hilos hambrientos
comenzaban a consumirlo vivo.

Los vampiros hicieron una pausa en lo que estaban haciendo


para mirar, claramente divertidos por el espectáculo,
disfrutando del dolor del pájaro. Los delgados labios de Varga
se estiraron y emitió un graznido, imitando el grito
angustiado del pájaro. Los otros dos vampiros se rieron.
Incluso mientras lo hacían, el aire a su alrededor de repente se
volvió tan denso que empezaron a toser. Varga tosió sangre y
escupió gusanos al suelo. Algunos aterrizaron en el foso,
donde el ácido los frio instantáneamente.

Los tres vampiros maestros parecían acobardados a pesar del


hecho de que habían pasado siglos luchando y derrotando a
los cazadores de los Cárpatos, ganándose el título de
vampiros maestros. Los tres se estremecieron y se volvieron
hacia los cinco vampiros que avanzaban hacia ellos. Sergey
estaba en el medio, dos maestros vampiros a cada lado de él.
Claramente, no se arriesgaba con su propia seguridad. Se
había ido con dos maestros vampiros, y en algún lugar otros
dos se le habían unido. Tenía peones a su disposición y no
menos de siete vampiros maestros para luchar por él. Esa era
una potencia de fuego seria.

Había furia en cada paso que daba Sergey. Se había visto


frustrado en su objetivo de recuperar a Elisabeta. No tenía
idea de por qué la infección no se estaba propagando ni estaba
funcionando. Se suponía que el sanador no podía detenerla.
Muchos de los que estaban adentro debían tener la orden en

Bookeater
Dark Song
su cerebro para abrir la puerta, pero nadie lo había hecho. A
estas alturas, los antiguos deberían haberse vuelto unos contra
otros. El caos debería haber reinado dentro del complejo. No
entendía y no tenía a Elisabeta.

Había pensado que siempre podría contactar a Elisabeta, que


ella no podría resistirse a acudir a él, pero lo hizo. Las pocas
veces que se habían conectado había sentido su terror, pero
esas veces habían sido muy pocas y no habían durado mucho.
Encontraría una manera de llegar hasta ella, y cuando lo
hiciera, ella sufriría como nunca antes. Recién estaba
iniciando, inmovilizando a los humanos en las puertas.
Rodearía el recinto con los muertos y moribundos en su
nombre. Pegaría las cabezas de los niños en púas y
las colocaría en la cerca frente a ella, para que la miraran con
ojos acusadores, para que ella los viera y supiera que lo había
obligado a ir tan lejos.

Gruñendo, buscó un objetivo para su impotente rabia.


Cualquier objetivo. Quería matar y seguir matando, pero con
crueldad, sin piedad, dolorosamente, como lo había hecho de
niño cuando sus hermanos se burlaban de él y se sentía
impotente, tal como se sentía ahora. Iba al bosque y se pasaba
horas despedazando animales y viéndolos sufrir, mirándolos
a los ojos, sintiendo una satisfacción tan inmensa mientras su
sangre se derramaba a su alrededor y en silencio le suplicaban
la muerte. No se las daba.

Más tarde, se trasladó a niños humanos. Eso había sido aún


más satisfactorio, especialmente cuando se hizo amigo de

Bookeater
Dark Song
ellos primero, con el tiempo haciéndoles creer que él era su
amigo al traerles pequeños obsequios e incluso hacer las
tareas del hogar de vez en cuando. Sabiendo todo el tiempo
que tarde o temprano sus hermanos lo empujarían o se
burlarían de él y él volvería y pasaría el tiempo disfrutando
de torturar a sus víctimas. Agradeció la forma en que lo
atormentaban solo para que pudiera tener la satisfacción de
sentirse omnipotente cuando pasaba horas con sus
víctimas. Fue uno de los momentos más deliciosos y
poderosos en el mundo. Así como tomar a Elisabeta debajo
de la nariz de su familia y obligarla a su voluntad en cada
alzamiento manteniendo la sensibilidad en él, sobre todo
sabiendo que él la ocultaba de sus hermanos.

Caminó directamente hacia Luther Van Halen. El maestro


vampiro siempre había pensado demasiado en sí mismo. Se
pavoneaba, sus seguidores le eran más leales que a Sergey. No
debía tolerarlo. ¿Y riéndose? ¿De él? ¿Porque no pudo llegar a
Elisabeta? Lo más probable es que Lutero hubiera conspirado
contra él. Lutero quería liderar a los demás. Era como Vadim,
uno de los hermanos mayores de Sergey. Había sido uno de
los lugartenientes de confianza de Vadim, aunque Sergey no
tenía idea de lo que Vadim había visto en el vampiro.

Luther permaneció impasible mientras Sergey seguía


acercándose a él, sin expresión en el rostro. Sergey no se
detuvo, pero el hecho de que Luther se mantuviera firme lo
enfureció aún más. Debería estar acobardado. Los otros dos
habrían tenido el buen sentido de retroceder, pero no Luther.
Siempre era un desafío para el liderazgo. Sergey tenía todo el

Bookeater
Dark Song
derecho a reprenderlo. A desatar su furia sobre el
conspirador.

Sin previo aviso, cortó la cara de Luther con las garras del
águila arpía, rasgando la carne que quedaba, arrancándola del
hueso y arrojándola descuidadamente a esa telaraña que se
retorcía, venenosa y hambrienta. Los hilos cobraron vida,
silbando y luchando por el bocado de carne. En el momento
en que la probaron, la red quiso más, enviando tentáculos
en todas direcciones, codiciosos incluso por esa carne podrida.

Sergey siguió cortando, sin darle a Luther la oportunidad de


recuperarse, dando un paso hacia él, desgarrándole el pecho,
desgarrándole el vientre para llegar a las entrañas, abriendo al
vampiro para que la sangre negra cayera al suelo. Los
tentáculos actuaban como tubos, colgando de los árboles,
sumergiéndose en el espeso gel negro brillante en una
alimentación frenética.

En el momento en que se derramó la sangre del vampiro,


desde el interior del agujero que los tres vampiros maestros
habían abierto, los vampiros menores salieron a trompicones,
claramente hambrientos, desesperados por sangre, cualquier
sangre, incluso la sangre ácida de otro vampiro. Había diez de
ellos, recién hechos y recién salidos del suelo. Todos habían
sido machos humanos, presumiblemente los machos
psíquicos que Sergey estaba usando como peones que
arrojaría frente a los cazadores de los Cárpatos.

Bookeater
Dark Song
Los vampiros recién creados corrieron hacia el charco de
sangre negra que el vampiro había abierto, golpeándolo y
empujándolo hacia Sergey, quien tropezó hacia atrás. Luther
golpeó con el puño en el pecho de Sergey cuando el impulso
de los vampiros hambrientos y ansiosos lo empujó hacia
adelante. Su puño enterrado profundamente, las largas garras
extendidas de al menos diez centímetros de largo, cavó en
busca del corazón marchito y ennegrecido del maestro
vampiro.

Sergey gritó su furia, rastrillando los ojos y el cuello de Luther


mientras retrocedía, cerrando su pecho con hojas parecidas a
navajas en un esfuerzo por cortar el brazo de su teniente antes
de que pudiera agarrar el corazón y extraerlo. Los vampiros
menores se arrojaron al suelo justo debajo de los pies de los
dos combatientes, lamiendo el charco de sangre, sin prestar
atención al peligro para ellos de los tentáculos que los
alcanzaban.

La telaraña venenosa se volvió loca. Se extendía sobre varios


árboles, un guardián muy eficaz de la entrada a la guarida
subterránea debajo del bosque. Los largos hilos se
balanceaban y se mecían, extendiéndose en todas direcciones,
buscando cualquier cosa lo suficientemente desprevenida
como para acercarse para poder adherirse a ella y tirarla hacia
el centro de la telaraña donde pudiera darse un festín.

Los tentáculos tenían que ser pegajosos o tener ventosas


porque dos de los vampiros que se arrastraban y lamían
frenéticamente la sangre negra fueron agarrados, enrollados

Bookeater
Dark Song
rápidamente y arrastrados hacia la red donde cientos de hilos
los bloquearon en su lugar. Los tubos de alimentación se
atascaron en su carne aún intacta y la sangre brotó, atrayendo
la atención no solo de los vampiros recién creados sino
también de los vampiros maestros. El olor a sangre
impregnaba el aire.

Sergey y Luther escaparon por poco de los hilos. Ferro vio a


Edward Varga retrocediendo lejos de la refriega, respondiendo
al acertijo de cómo había sobrevivido durante tanto
tiempo. Era el mismo cobarde, se cuidaba a sí mismo y
desaparecía cuando pensaba que podía salirse con
la suya. Los cuatro guardias de Sergey dieron vueltas con
cautela, tratando de encontrar una manera de llegar a él sin
ponerse en peligro de ser devorados por el protector de la
guarida.

Sedrick Overtower enganchó a uno de los desventurados


vampiros recién creados, todavía con sangre roja en las venas,
y lo alejó de los demás, arrastrándolo por el suelo, sin prestar
atención a las rocas y los escombros. Rodeó a los
combatientes, sin dejar de remolcar el vampiro condenado por
el suelo desigual y entre los árboles, lejos de la abertura que
conducía a la guarida.

Se agachó, desgarró el cuello del vampiro hambriento y


comenzó a consumirlo. Inmediatamente, los cuervos bajaron
de las ramas más altas para saltar por el suelo, picoteando al
vampiro que pateaba y gritaba, arrancando tiras de carne de
los huesos. A Sedrick no parecía importarle compartir la

Bookeater
Dark Song
carne, siempre y cuando pudiera drenar lo último de la sangre
de las venas.

− Estarás quieto, Luther, − ordenó Sergey. − Quita tu puño de


mi pecho.

Ferro escuchó el don en la voz de Malinov. Uno de los


hermanos mayores Malinov tenía fama de ser capaz de
ordenar a otros que hicieran lo que él ordenaba, no solo a los
humanos, sino también a los Cárpatos. Ferro no lo había
creído. Ahora, al escuchar esa nota seductora en la voz de
Sergey, casi podía creer que era verdad. Luther no obedeció,
pero vaciló. Eso fue suficiente para inclinar la batalla a favor
de Sergey y advertir a todos los hermanos que Sergey tenía
algunos trucos propios bajo la manga.

Sergey golpeó con fuerza, arrancando el corazón de Luther de


su pecho y lanzándolo al aire. Uno de sus guardias llamó a un
rayo y lo incineró. Sergey dio un paso atrás y señaló el cuerpo
que caía de Luther. El rayo se bifurcó y saltó al cuerpo,
quemándolo también. Así, Sergey parecía de nuevo de buen
humor, aunque al mirarlo, Ferro pudo ver que estaba tenso y
no en lo más mínimo cómodo como quería que los demás
pensaran que estaba.

En el momento en que el rayo iluminó el cielo nocturno,


Sedrick se puso de pie, abandonando al vampiro en el bosque
a los cuervos. Varga hizo su camino de regreso rápidamente
para presionarse cerca, como si hubiera estado allí todo el

Bookeater
Dark Song
tiempo. Sergey pateó a los vampiros recién creados que
quedaban.

− Levántense antes de que los dé de comer a los títeres o a


nuestro guardián. − La red parecía satisfecha con los dos
hombres a los que devoraba. Sus gritos desgarradores
parecieron hacer a Sergey aún más feliz. No hizo nada para
silenciarlos, aunque el sonido atravesó el lago hasta bien
entrada la noche.

Él pateó brutalmente a los vampiros que estaban en el suelo y


se apartaron apresuradamente de su camino antes de ponerse
de pie. Sergey se paró frente a la red, con sus guardias a su
lado, y agitó a un lado las hebras colgantes de la red. Un
maestro vampiro se movió frente a él y otro cayó detrás. Los
otros dos lo flanqueaban a ambos lados.

Ferro pudo ver por qué la entrada era tan grande. Había sido
hecha deliberadamente de esa manera para que fuera más
seguro para los vampiros pasar cuando su guardián estaba en
un frenesí alimenticio. Se acercó más, Sandu, Petru y Benedek
cerrando filas para que estuvieran en formación apretada, casi
pisándole los talones a los maestros vampiros. Tenían que
cronometrar su entrada para que los vampiros no los
sintieran, pero estar lo suficientemente cerca como para que el
guardián tampoco. No podían mover ni una gota de aire y
tenian que moverse en perfecta sincronización con los
vampiros cuando entraran en la guarida.

Bookeater
Dark Song
Nada olía tan mal como la guarida de un vampiro. Cuando
muchos vampiros compartían la misma guarida, el hedor era
abrumador, incluso para los cazadores Cárpatos más
endurecidos. Puede ser que no sintieran la emoción, pero
tenían sentido del olfato. Eran depredadores y, como
cualquier depredador, sus sentidos eran agudos, sin importar
la forma que tomaran.

El pasadizo pudo haber comenzado siendo estrecho, pero con


el tiempo se había ensanchado, y ahora tres hombres adultos
podían caminar fácilmente uno al lado del otro por los
escalones excavados en la tierra y los sistemas de raíces hasta
el piso de abajo. Alguien con conocimientos de ingeniería
había diseñado y fortificado la fortaleza subterránea. Había
una serie de habitaciones más pequeñas en el frente que
presumiblemente albergaban a víctimas que los vampiros
mantenían con vida para alimentarse durante largos períodos
de tiempo.

Mientras pasaban flotando por las habitaciones con las


puertas abiertas, los hermanos pudieron ver evidencia de
cautiverio, las cadenas y manchas de sangre vieja que
quedaron atrás con ecos de gritos aún incrustados en la
suciedad de las paredes y el suelo. No había prisioneros y no
los había habido durante algún tiempo. O Sergey no había
estado usando esta guarida por mucho tiempo, o había
abandonado la práctica de mantener su comida viva y cerca
mientras trabajaba en recuperar a Elisabeta.

Bookeater
Dark Song
El pasillo terminó abruptamente, derramándose en una gran
habitación circular cortada debajo del bosque. Los vampiros
habían hecho un esfuerzo para hacerlo cómodo, incluso algo
habitable, con sillas para los vampiros maestros en un estrado
elevado y más esparcidas para los vampiros menores que los
seguían. Los peones se sentaban en el suelo, todavía no
dignos de una silla.

Ferro y los demás intercambiaron notas sobre los vampiros


maestros entrando en la habitación con Sergey. Dos de ellos
eran primos de los hermanos Malinov. Cornel y Dorin fueron
vistos a menudo con sus cinco primos cuando eran jóvenes,
prefiriendo permanecer en un segundo plano. Eran cazadores
silenciosos pero hábiles, una fuerza a tener en cuenta desde el
principio cuando cazaban vampiros. Aun así, no debería
haber sido una sorpresa cuando siguieron a sus primos y
tomaron la decisión de cambiar. Los miembros de la familia
Malinov eran cercanos y se creían superiores a la familia
Dubrinsky—Los que gobernaban al pueblo de los Cárpatos.

La familia Astor siempre había seguido a los


Malinov. Cuando niños, Georg, Fridrick y Addler habían
colgado alrededor de ellos, y cuando estaban aprendiendo a
cazar, siguieron la dirección de uno de los hermanos mayores
Malinov. Todos habían sido buenos cazadores, aunque a
diferencia de Cornel y Dorin, los Astor eran extravagantes. A
veces habían llegado al extremo de actuar en teatros de varios
países, eligiendo pequeños escenarios donde actuar, ser
estrellas, y luego, cuando habían recibido suficientes elogios
para complacer su vanidad, acechaban a los críticos y los

Bookeater
Dark Song
despojaban de su sangre, a veces matando a sus familias
lentamente delante de ellos primero. Necesitaban atención
constantemente, y seguir a alguien como Sergey tenía que ser
difícil para ellos. Georg y Fridrick habían sido asesinados
recientemente por Tariq y los demás en su lucha contra los
vampiros, pero Addler había sobrevivido.

Addler era un vampiro inteligente y colorido que recordaba


mucho al hombre que había sido. A diferencia de los otros,
se mantenía a sí mismo viéndose bastante decente, a pesar de
que no había humanos a quienes engañar. Llevaba un traje
con camisa morada y rayas negras. Ferro se dio cuenta de que
su rostro antes atractivo atraería a las mujeres modernas.
Siempre había sido un buen cazador, como un hombre joven,
un estudiante cuidadoso de los Malinov, y al parecer,
todavía lo era.

El cuarto vampiro maestro era uno que, de nuevo, no


sorprendió mucho a Ferro. No había estado relacionado con
los Astor ni con los Malinov, pero había crecido con ellos y, de
niño, se decía que donde ellos estaban, él estaba. Se llamaba
Ambrus Balog. En la cultura de los Cárpatos, tomaban
nombres adecuados para la época y la región en la que vivían.
A menudo, mantenían el nombre de su infancia, dado por uno
de sus padres, por razones sentimentales, pero incluso eso
podría cambiar si no era adecuado para el país donde estaban
residiendo. A Ambrus le gustaba su nombre y continuó
usándolo.

Bookeater
Dark Song
El era un hombre grande y le gustaba intimidar a su presa.
Había usado su tamaño contra otros niños cuando era niño y
todavía lo hacía como vampiro. Se decía que aplastaba las
cabezas de los niños en sus manos frente a sus padres solo
para escuchar los latidos cardíacos elevados, el torrente de
sangre en sus venas, esperando que el corazón explotara en
sus pechos. Jugaba con su presa durante mucho tiempo antes
de finalmente darles muerte. Era un luchador vicioso y
alguien a quien respetar en la batalla.

Ferro, Sandu, Benedek, Petru y Gary intercambiaron todo lo


que sabían de los cuatro hombres en relación a todas las
batallas que habían escuchado u observado. Lo hicieron sin
palabras, simplemente evocando recuerdos para compartir en
sus mentes fusionadas. No se arriesgarían a que un destello
de energía delatara su presencia antes de tener la información
que necesitaban.

− La infección de Vadim no fue efectiva en absoluto, − saludó


Sergey, su voz temblando de furia una vez más. Miró a
Cornel. − A menos que nos preparases para que nos mataran.
Estaban esperando. Una emboscada. Tuvimos suerte de
escapar. Como estábamos, perdimos a todos los peones
aduladores idiotas.

Cornel frunció el ceño y miró a su hermano. − Eso no tiene


ningún sentido, Sergey. La infección ya tenía que haberse
extendido.

Bookeater
Dark Song
− Bueno, no fue así, así que dime, Cornel, ¿cómo es que la
infección no se extendió cuando me aseguraste que lo haría?
¿Cuándo me dijo que los antiguos se volverían unos contra
otros y que las puertas se abrirían desde adentro? ¿Cómo es
que no pasó nada de eso? − Sergey exigió y se tiró en una silla.

Los pocos vampiros recién creados que quedaban entraron a


la habitación, cubiertos de sangre negra brillante, y se
postraron en el suelo. Gimieron con voces agudas, aunque el
sonido era más un lloriqueo, irritando los nervios de Ferro con
su agudo oído. Sabía que también irritaba a los otros
antiguos. No veía cómo los maestros vampiros podían tolerar
tal estruendo a pesar de lo bajo que era el sonido real. Se
sentía como si las uñas se rascaran sobre una pizarra.

− No tengo idea. − Cornel suspiró frustrado. − No puedo


trabajar desde aquí. Necesito estar en un lugar donde
tengamos acceso a Internet. Eventualmente podemos rastrear
a los cazadores. Conoceremos sus ubicaciones cuando decidan
moverse. Tienen campos de energía y hemos estado
trabajando para perfeccionar un algoritmo para eso.

Ferro no tenía idea de lo que eso significaba, y dudaba que


Sergey la tuviera tampoco, aunque el maestro vampiro ladeó
la cabeza y asintió como si lo supiera.

− ¿A quién tenemos desarrollando eso? − Preguntó Sergey,


frunciendo el ceño como si estuviera muy interesado.

Bookeater
Dark Song
− Fue Fridrick, el hermano mayor de Addler, pero fue
asesinado cuando Vadim insistió en que intentara embarazar
a esas mujeres, − respondió Dorin, su tono un poco
despectivo. − Nos trajo a los cazadores antes de que
estuviéramos listos.

− Si te hubieras hecho cargo antes, Sergey, − agregó Addler, −


estaríamos en una posición mucho más fuerte. − Casualmente
pateó a uno de los vampiros recién creados que se había
acercado demasiado. Fue una patada fuerte, lanzada con la
fuerza de un maestro vampiro. − Conoce tu lugar, gusano.
Nunca te acerques a Sergey a menos que él decida
reconocerte.

El hombre retrocedió, estremeciéndose y gimiendo,


arrastrándose hacia los otros vampiros recién creados. Una
vez humanos, habían sido hombres jóvenes en edad
universitaria que habían ido al Centro Morrison para
someterse a pruebas psíquicas. Los hermanos Malinov habían
concebido el plan de a usarlos como peones, colgando la
inmortalidad y la promesa de poder frente a ellos. Los
convirtieron y luego los enviaron a batallar con Cárpatos
experimentados, usando a los nuevos vampiros como
distracciones o para desgastar a los cazadores antes de lanzar
el ataque principal.

Ferro y los demás no sintieron ninguna emoción mientras los


veían adular, tratando de ganar favores con los maestros
vampiros. El chillido agudo aumentó de volumen hasta el
punto en que Ferro encontró extraño que no pudiera bajar el

Bookeater
Dark Song
volumen. Los Cárpatos siempre podían bajar el volumen
cuando los ruidos eran demasiado fuertes, pero ese chillido
era persistente y se hacía más fuerte hasta que pensó que
podría volverse loco.

La gran habitación pareció estremecerse, el suelo onduló


como si algo vivo se moviera bajo los pies de los
vampiros. Por un momento, las paredes de la habitación
circular parecieron hacer lo mismo, las paredes de tierra
ondulando en una ola lenta e inquieta, alertando a Ferro de
que podría haber cosas ocultas que podrían ser igualmente
peligrosas que los vampiros maestros y la red venenosa
que ellos tenían vigilando la entrada principal.

Cornel agitó la mano con impaciencia hacia los vampiros


recién creados para silenciarlos, molesto por su continuo
ruido. El lloriqueo se interrumpió de repente. Cuando lo hizo,
la inquietante ondulación en el suelo y las paredes cesó
también.

Ferro experimentó una extraña sensación de alivio. Un aleteo


de conciencia tocó su mente. El más mínimo indicio de
fragancia expulsando el olor a descomposición y
podredumbre. Bergamota, naranja, vetiver, camelias y
sándalo. Estaba allí y luego se fue como si nunca hubiera
estado, pero extrañamente, fue una alarma, provocando una
inquietud por el sonido creciente de los vampiros recién
creados. ¿Si no siempre sonaban así a sus maestros, ¿por qué
habían seguido haciéndolo y habían aumentado el volumen?
No hubo respuesta. Tenía que estar atento. Aquí había

Bookeater
Dark Song
secretos, y los hermanos lo habían arriesgado todo para
aprenderlos.

Cornel caminaba por el suelo, sus movimientos eran tan


suaves que parecía deslizarse. − Si tuviéramos a ese niño Josef,
tendríamos exactamente lo que necesitamos ahora. Ese
príncipe idiota, Mikhail, no tiene idea de lo que tiene en ese
niño. Ellos nunca te alcanzaran, Sergey. Nunca. No tienen tu
previsión. Estás trabajando sin sus herramientas y, sin
embargo, todavía estás por delante de ellos.

Ferro tenía que admirar a Cornel. No adulaba a Sergey. No se


disculpaba ni se echaba atrás ni siquiera con la amenaza
implícita de que Cornel podría estar intentando que mataran
a Sergey. Simplemente habló con total naturalidad,
declarando lo que necesitaba y luego terminando con elogios,
sabiendo que eso era realmente en lo que Sergey se
concentraría más. Después de siglos de ser abusado por sus
hermanos, siempre luciendo como el bufón, Sergey anhelaba
y exigía respeto. Necesitaba que los que lo rodeaban
acariciaran su ego.

La conversación le dijo a Ferro mucho sobre Cornel. Podría


estar contento con permanecer en un segundo plano, pero
tenía la veta de brillantez que corría en la familia Malinov.
Podría ser una gran amenaza para los Cárpatos. Cornel no
había mencionado a Elisabeta. Ferro se preguntó si él sabía
que ella era el verdadero cerebro detrás del genio de Sergey y
ahora que ella se había ido, Sergey era incapaz de liderar

Bookeater
Dark Song
sin ella. Quizás era demasiado pronto para que ninguno de
ellos se hubiera dado cuenta todavía.

Ferro sabía que Josef era considerado muy especial


por Gary, y eso era un gran elogio. En un momento, Gary
había estado en el mundo humano y era un genio con una
mente rápida y decisiva. Conocía los caminos de la tecnología
moderna. Cuando fue convertido por Gregori Daratrazanoff,
segundo al mando del príncipe y de una poderosa familia del
linaje de los Cárpatos, Gary fue presentado ante los antiguos
muertos hacía mucho tiempo para ser juzgado digno de
convertirse en un guerrero de los Cárpatos. Si lo aceptaban,
pertenecería totalmente al linaje Daratrazanoff y todos los
guerreros del pasado verterían en él su experiencia de batalla
y curación, así como todos los demás conocimientos. Se
despertaría como un Daratrazanoff, pero ya antiguo, sin
emoción o la capacidad de ver en color.

Se necesitaría un hombre de gran fuerza para manejar la


terrible carga de una diferencia tan repentina en la vida. Los
Cárpatos perdían el color y la emoción con el tiempo. Esas
cosas se iban desvaneciendo, lo que les permitió
acostumbrarse y les daba tiempo para reforzar su deseo de
defender el honor a toda costa. Gary se vio obligado a lidiar
con eso casi de inmediato.

Si decía que la gente de los Cárpatos necesitaba a Josef, no


importaba que el chico tuviera el pelo con puntas azules y
piercings, lo que no ofendía a Ferro en lo más mínimo. El niño
tenía que estar protegido. Saber que los vampiros tenían sus

Bookeater
Dark Song
ojos puestos en él lo hacía aún más imperativo. Los antiguos
estaban acostumbrados a compartir sus conocimientos,
adquiriéndolos y simplemente enviando esa información a los
demás. El internet y su uso parecían útiles, pero no
imperativos hasta el momento en que Cornel actuó como si
Josef fuera la persona más importante en la que concentrarse
en adquirir. La implicación que estaba obteniendo Ferro era
que él era más importante incluso que Elisabeta.

− Este Josef del que hablas es el niño que Traian y su


compañera trajeron con ellos a la fortaleza donde tienen a
Elisabeta, − dijo Sergey. Había especulación en su
voz. Demasiado interés.

Cornel asintió. − Si. Sería bueno que pudiéramos obtenerlos de


debajo de la nariz de Tariq. O si podemos darle más tiempo a
la infección para que se propague, colocamos a nuestros
espías para que la orden funcione y las puertas estén abiertas,
podemos entrar y recuperar ambos. De esa manera, podemos
matar a tantos como sea posible. − Antes de que Sergey
pudiera responder, Cornel se volvió hacia su hermano. −
Dorin, ¿qué pasa con el plan de usar nuestros peones en el
club de Tariq? ¿Están en su lugar? Eso podría ser justo lo que
haría que los cazadores salieran a la luz.

Sergey pareció complacido. − Un baño de sangre en el


precioso club nocturno de Tariq. Festejando con sus clientes
bien vestidos. Una gran idea.

Bookeater
Dark Song
− Debajo del club principal está el club subterráneo, − dijo
Dorin. − Ese es para aquellos a los que les gusta jugar a ser
criaturas de la noche. Encajamos perfectamente allí. Para
probar la seguridad, entré en numerosas ocasiones, recogí a
una mujer encantadora, me fui con ella y cené deliciosamente
en la guarida debajo de la ciudad, festejando durante días
antes de que ella sucumbiera. Hice que otros hicieran lo
mismo. No será difícil lidiar con las cámaras y festejar allí
mismo en el club subterráneo y luego ir piso por piso. El
miedo es una adicción muy maravillosa.

Sergey se sentó mucho más recto, definitivamente satisfecho


con la dirección de la conversación. Claramente quería
vengarse de Tariq por robarle a Elisabeta. − Tal vez este Josef
podría ser atraído al club subterráneo. Él es joven. ¿Hay
alguna hembra que podamos usar? ¿Una que querría
sacrificarse para salvar a su familia? Dorin, si has estado en el
club, ¿conociste a alguien con el que este Josef pudiera estar
intrigado?

Dorin se encogió de hombros, luciendo aburrido. − No presto


atención a los hábitos de citas de los tontos adolescentes de los
Cárpatos.

Cornel siseó su disgusto justo antes de que Sergey levantara la


mano y la golpeara contra Dorin, empujando no solo aire sino
algo invisible y violento que abrió el pecho del maestro
vampiro, empujándolo hacia atrás y hacia abajo del estrado,
hacia el grupo de vampiros recién creados. Labios hacia atrás
para revelar dientes afilados, los vampiros se deslizaron hacia

Bookeater
Dark Song
adelante rápidamente sobre sus vientres, extendiendo garras
hacia Dorin mientras él se tambaleaba en la superficie
irregular. El maestro vampiro se contuvo y pateó brutalmente
al vampiro recién creado más cercano en la cabeza,
rompiéndole los dientes. Se dio la vuelta para enfrentar a
Sergey, su pecho se reparó, la furia en cada línea de su cuerpo.

Cornel se deslizó entre su hermano y Sergey, el movimiento


fue suave y practicado. − Deberíamos ir a la guarida en la
ciudad, Sergey, donde puedo acceder a las computadoras.
Estoy seguro de que habrá un archivo sobre el joven Josef y
sus preferencias por las mujeres. Durante varios años ha sido
amigo de dos humanos, un hombre y una mujer.

− Encuéntralos, − espetó Sergey.

Cornel negó con la cabeza. − La hembra se ha convertido. Está


relacionada con varias familias poderosas de los Cárpatos y es
la esposa de Dimitri. Es lobo y Cárpatos. El amigo es el
sobrino de Zacarías De La Cruz. Está en Sudamérica. Sería
mejor encontrar sus preferencias y proporcionarle la chica
exacta para conocer aquí. Ella puede atraerlo a nosotros. −
Cornel mantuvo su voz suave.

Dorin vaciló, pateó al vampiro recién creado en el suelo que


ya se estaba retirando apresuradamente, y luego el vampiro
maestro regresó al estrado, poniendo a Ambrus Balog entre él
y Sergey. Durante todo el encuentro, Ambrus había estado en
silencio, observando la mayor parte del tiempo, sus ojos
enrojecidos en Sergey y luego recorriendo la habitación,

Bookeater
Dark Song
cayendo al suelo para encontrar a los agitados vampiros
recién creados y luego de nuevo a Sergey.

− Necesitamos conseguir a Elisabeta, − espetó Sergey. − Este


chico puede ser tomado en cualquier momento, pero a ella
necesitamos recuperarla de inmediato. Si necesitamos
regresar a la guarida debajo de la ciudad para que entiendas
por qué la infección no está funcionando, entonces
deberíamos irnos ahora, antes de que perdamos la noche.
Quiero que vuelva al amanecer. He esperado lo suficiente. −
Había una clara amenaza en su voz.

Los vampiros en el suelo habían vuelto a sus gemidos de


nuevo, el desagradable sonido agudo que parecía destrozar el
interior de los oídos de Ferro. Evidentemente, él no era el
único al que molestaba el ruido. Cornel volvió a levantar una
mano para silenciarlos, pero Ambrus negó con la cabeza.

− No. Espera.

El suelo de tierra subía y bajaba mientras algo vivo se


deslizaba debajo de él. Al mismo tiempo, las paredes
ondulaban como una serpiente gigante que se enrolla y se
desenrolla.

Cornel se acercó a Sergey. − Dorin, abre el camino. Sergey,


síguelo. Estaré justo detrás de ti. Ambrus, protege la
retaguardia. Sedrick y Edward, permanezcan cerca de
Ambrus. Los demás pueden seguirnos o no. Sellaremos el
pasillo, así que mantente al día si quieres salir.

Bookeater
Dark Song
Ferro no tenía idea de qué había alertado a los vampiros
recién creados de la presencia de los antiguos, pero fuera lo
que fuera, los vampiros maestros estaban huyendo, y si los
cazadores querían involucrarlos en la batalla, tenían que
hacerlo de inmediato.

Dorin no dudó. Se dio la vuelta cuando Cornel levantó los


brazos en el aire y creó una abertura justo detrás de la silla con
forma de trono de Sergey. Dorin corrió por el estrecho pasillo
seguida por Sergey, Cornel casi directamente pisándole los
talones.

Ferro, Gary y los otros antiguos empezaron a seguirlos, justo


cuando Sedrick y Edward saltaron hacia adelante y los
vampiros recién hechos se pusieron de pie, intentando
empujarse unos a otros para apartarse del camino cuando
tenían que ir por el pasillo estrecho en fila india.

Bookeater
Dark Song
16
Yo te enseñaré las palabras y te mostraré el camino;
Eres fuerte por tu cuenta, pero dime que te quedarás.

Sal de allí ahora. No los sigas. Es lo que quieren. Sube, hacia el


techo. La voz de Elisabeta irrumpió en la mente de Ferro,
atormentada. Asustada.

Nosotros somos cazadores, Elisabeta. Nosotros estamos aquí para


matar al vampiro. Por el contrario, se mantuvo firme y
tranquilo mientras caminaba con sus hermanos tras los
maestros vampiros por el estrecho pasillo.

De esa forma es una trampa. Una emboscada. No te acercarás a ellos.


Por favor, kont o sívanak, no te engañaría en esto. He visto los
preparativos. No escaparías. Todos ustedes deben regresar a la sala
de reuniones y subir al techo. Saben que estás siguiéndolo y te llevan
a una trampa.

Ferro sintió su corazón como si fuera el del pájaro cantor


salvaje que siempre la llamaba, latiendo fuera de control. Su
advertencia había sido escuchada por los demás fusionados
con él. Creía en su compañera. Hasta ahora, ella nunca lo
había guiado mal. Dudaba que sus temores por su vida le
hubieran permitido superar repentinamente siglos de
sumisión, por lo que ella no inventaría una advertencia solo
para obligarlo a alejarse de su presa.

Bookeater
Dark Song
Inmediatamente detuvo su impulso hacia adelante e indicó a
los demás que lo siguieran, esperando a que Ambrus, Sedrick,
Edward y los vampiros recién creados pasaran por debajo de
ellos. En su frenesí por correr, estaba seguro de que lo que les
había alertado probablemente los eludiría el tiempo suficiente
para que los cinco antiguos pudieran salir de la guarida
subterránea, si Elisabeta les mostraba una salida segura.

No se quede atrapado en el pasillo. Una vez en la sala de reuniones,


quédense muy quietos y no hablen. Dense prisa, cerrarán las puertas
y quedarán atrapados. Hay muchas guardas venenosas en las
entradas y salidas y a lo largo de las paredes, techos y pisos del
pasillo. Su ansiedad se reflejó en el temblor de su voz, pero fue
muy clara en sus instrucciones.

Corrieron por el pasillo antes de que el último vampiro


entrara por la abertura, de modo que cuando la puerta se
cerró de golpe, ellos estaban a un lado y los vampiros
al otro. De vuelta en la habitación circular, se dirigieron hacia
el techo, con cuidado de no tocar nada. Detrás de las puertas
cerradas, un grito agonizante señaló que uno de los vampiros
recién creados había sido incauto, o no lo suficientemente
rápido, y estaba atrapado en una de las trampas hechas para
cualquiera que persiguiera a los vampiros maestros.

En el techo, hacia el lado izquierdo de la silla de Sergey mirando


hacia el centro de la habitación, hay una raíz. Parece un pequeño
bucle, casi hundido en la tierra. No hablen entre sí si pueden
evitarlo. No gastes energía. Hay criaturas terribles y viles en esa
habitación, y cualquier energía que no conozcan las desatará.

Bookeater
Dark Song
Ferro aún podía sentir su ansiedad. Quería que se fueran de
allí rápido. Él sabía que una vez que los maestros vampiros se
dieran cuenta de que quien quiera que hubiera estado en
secreto en su sala de reuniones, no los habían seguido, ellos
regresarían. Los antiguos no se oponían a ser superados en
número en una batalla, pero enfrentarse a siete vampiros
maestros y unos pocos peones hambrientos dentro de una
pequeña habitación llena de trampas venenosas era un
suicidio. Además, Ferro no creía que Sergey no tuviera a otros
vampiros, los que cada maestro vampiro tenía para que lo
sirvieran y protegieran, cerca.

El plan era obtener información y luego separar a Sergey de


los demás y matarlo. Lo último que querían hacer era que las
astillas de sus hermanos y Xavier encontraran hogar en otros
maestros vampiros. Todavía podría ser factible matarlo, pero
primero tenían que salir con vida de la guarida que había que
se había convertido en una trampa. La mujer de Ferro se
aseguraría de que eso sucediera. Tenía toda la fe en ella.

Los cinco antiguos de los Cárpatos registraron el techo de la


sala de reuniones. Era una habitación grande y había
numerosas raíces que sobresalían de la tierra. Algunas de las
raíces tenían pelos finos e incluso acercándose a ellas en la
forma invisible en la que se encontraban enviaba escalofríos a
través de sus moléculas. Otras raíces estaban retorcidas y
nudosas, graduándose de extremidades más pequeñas y
alargadas a otras más gruesas. Algunas se volvieron hacia el
techo para desaparecer de la vista, mientras que otras

Bookeater
Dark Song
colgaban. Buscar ese pequeño bucle casi hundido en la tierra
era como buscar una aguja en un pajar.

Los cinco antiguos dividieron el área en cuartos, cada uno


tomando una sección del lado izquierdo del techo para
buscar. Benedek encontró la raíz muy pequeña casi enterrada
en la tierra. Era un bucle retorcido de madera trenzada de
unos cinco centímetros de grosor, de color jaspeado que se
mezclaba con la tierra. Se quedó mirándolo desde todos los
ángulos, compartiendo la imagen con los demás y con
Elisabeta.

Esa es la correcta. Tienes que agarrarla y tirar hacia abajo.


Asegúrense de tirar derecho y estar a un lado. Habrá un agujero por
el que puedes flotar. No toques los lados o activarás las
guardas. Las telarañas tienen mucha hambre. Sus tentáculos siempre
están buscando presas. El movimiento provoca una respuesta
inmediata. O los ruidos. Pasa muy silenciosamente. Cuando todos
hayan atravesado la puerta, déjela caer naturalmente en su lugar.

Gracias, Elisabeta, dijo Ferro. Todavía había miedo en ella, pero


se estaba quedando con él, negándose a ceder al pánico, al
que podía ceder en esos primeros levantamientos.

Estarás en el bosque, Ferro, y los vampiros se han apoderado de esa


sección. Muchos de los sirvientes duermen bajo los árboles. Es por
eso que tantos árboles se han enfermado. En el momento en que
Sergey y los demás sepan que los has eludido, enviarán un mensaje
para cortar tu fuga y atraparte entre ellos. Ellos han alertado a los
guardianes ya.

Bookeater
Dark Song
Ferro indicó a Benedek que abriera la trampilla para que
pudieran pasar. Cornel será el que se dé cuenta de que hemos
escapado de su emboscada en el pasillo.

Cornel o Ambrus. Ambrus es astuto, como un animal salvaje.


Cornel se parece mucho a los hermanos mayores Malinov.
Desarrolla la estrategia rápidamente y es fluido al respecto. Puede
cambiar los planes de batalla sobre la marcha, respondió Elisabeta.

Elisabeta sabia una gran cantidad de información sobre sus


mayores enemigos. Ferro esperó mientras Gary, Petru, Sandu
y luego Benedek flotaban con éxito a través del agujero
cuadrado creado para escapar al bosque. Fluyó lentamente en
forma de niebla. Al entrar en el bosque, volvió a sentir el
opresivo peso de la desesperanza que se apoderaba de
él. Parecía no haber nada para respirar excepto dolor. Incluso
en la forma que había elegido, y encajando con el velo gris
que cubría los árboles, esa carga desoladora y deprimente se
filtró por sus poros y encontró sangre y huesos donde no los
había, por lo que era casi imposible pensar.

De inmediato, la fresca y relajante brisa de Elisabeta floto en


sus mentes fusionadas, llevando el familiar aroma de naranja
y lima mezclado con un toque de bergamota italiana, sándalo
y vetiver. Su presencia sopló suavemente la carga del dolor,
enviándola a la deriva por sus mentes, permitiendo que se
disipara para que pudieran ver el complicado tejido de
hechizos que creaban la abrumadora melancolía que era otra

Bookeater
Dark Song
trampa para retener a las víctimas desprevenidas para que los
vampiros se festejaran.

No había ninguna duda en las mentes de los antiguos de que


podrían haber superado el hechizo, pero habría llevado
tiempo y los vampiros maestros podrían haber estado sobre
ellos, junto con su ejército durmiendo bajo los árboles, antes
de que hubieran terminado de resolverlo.

Ese hechizo que sientes es el trabajo combinado de varios vampiros


maestros. Tanto Dorin como Cornel tejieron la base y los demás
colocaron sus tejidos en la parte superior.

Ferro se tomó el tiempo de estudiar el hechizo, aunque podía


sentir la ansiedad de Elisabeta. Quería que abandonaran el
bosque lo más rápido posible. Los antiguos cazadores sabían
que si podían identificar la magia que usaba cada vampiro
específico, les daría más información sobre esa criatura y su
capacidad de lucha. ¿Si prestaba atención a los detalles? ¿Si
era descuidado? ¿Preciso? ¿Era de la vieja escuela o moderno?
¿Usó una combinación de ambos? ¿Encontró su propia magia?

¿Podrás identificar al creador de cada hebra?

Sí. Elisabeta prácticamente lo siseó. Ferro, sal de ahí. El


viene. Los cinco antiguos se quedaron quietos. Ferro sintió su
pregunta silenciosa hacia él. ¿Cómo sabía eso cuando ellos
no? Todavía no había nada en el bosque que presagiara la
llegada de los maestros vampiros. Sin estremecimientos
siquiera de bienvenida. Los espías de Sergey, los cuervos y los

Bookeater
Dark Song
búhos, permanecieron algo aletargados en la penumbra de la
niebla gris. No tenía una respuesta, pero si ella tenía razón y
los vampiros maestros ya estaban en camino, los antiguos no
podrían ser atrapados en medio del bosque rodeados por un
ejército de vampiros. Tenían que elegir su propio campo de
batalla.

¿De qué manera?

Esperarán que salgas por el lago. Está más cerca, y esa es la forma en
que tenías que haber entrado. Él ya ha alertado a sus sirvientes para
que te estén esperando y busquen en toda la zona por cualquier
rastro de cazadores. No quiere alertar a sus espías en el bosque en
caso de que todavía estés dentro. Eso es un descanso para nosotros.
Ve al norte. Muévete tan rápido como te atrevas sin activar las
guardas. Cuelgan de cada rama de árbol. No puedes molestarlos.

Norte significaba más profundo en el bosque. ¿Podemos ir por


encima de los árboles?

No. La ansiedad recorrió su voz. Puro terror. Ferro, por


favor, no lo intentes así. Te cortará. Todos los cazadores de los
Cárpatos toman el cielo o van al suelo.

Tenía que calmarla antes de que la perdieran en un ataque de


pánico. El bosque se había convertido en un laberinto de
trampas para el cazador desprevenido. Tendrían que regresar
con una gran facción y quitar todas las trampas para que los
campistas no fueran atrapados.

Bookeater
Dark Song
Nos estamos moviendo hacia el norte, piŋe sarnanak. No hay
necesidad de alterarse. Fue simplemente una pregunta. Conoces las
trampas de Sergey mejor que cualquier otro, y te agradecemos que las
conozcas. Mantuvo su voz muy firme y calmada,
tranquilizándola mientras caminaban con cuidado, siguiendo
la dirección en su mente.

Ella fue muy precisa, abriéndose paso entre los árboles, y los
antiguos vieron de inmediato que había un patrón en la ruta
de escape de la "puerta trasera" establecida por los hermanos
Malinov. Ferro nunca había encontrado eso antes, pero aún lo
reconoció de Zacarías De La Cruz compartiendo información.
Los hermanos favorecían un cierto flujo por el que podían
moverse rápidamente cuando huían de los cazadores.
Atravesaban árboles, avanzaban diez pies, y luego viraban
abruptamente a la derecha dos pies y retrocedían otros dos
antes de avanzar diez, girar a la izquierda y retroceder
dos para avanzar diez. Repetían el patrón durante varios
metros y luego lo cambiaban, variando el movimiento hacia
adelante en seis pies y un pie a la izquierda y luego un pie a la
derecha.

Elisabeta guio a los antiguos a través del bosque, con cuidado


de mantener su fragancia reconfortante moviéndose
suavemente a través de sus mentes para que sus cerebros
estuvieran siempre nítidos y claros, libres de la pesada carga
que el hechizo de los maestros vampiros había tejido sobre el
bosque. Largas telarañas colgaban como musgo español de los
árboles, de aspecto inocente e incluso hermoso, cuando en
realidad, los tentáculos mortales esperaban a cualquier ave

Bookeater
Dark Song
desprevenida, insectos, roedores o que un hombre se acercara
demasiado. Elisabeta les mostró cómo los vampiros se movían
debajo o a través de cada una de las redes sin molestar a los
depredadores mortales para que no tuvieran que frenar
mientras se movían rápidamente.

Ferro evitó que su rápido movimiento desplazara el aire a su


alrededor. Aseguró lo mismo con su energía, al igual que los
otros antiguos. Saber exactamente qué podría desencadenar
las redes que siempre se morían de hambre hizo que fuera
mucho más fácil hacer las cosas necesarias para acelerar a
través de los árboles. Elisabeta dirigiendo su camino para que
no tuvieran que preocuparse por cuándo cambiaba el patrón,
aumentó su habilidad y les daría una ventaja si lograban salir
del bosque y podían retroceder sobre los que los perseguían.
Tuvo cuidado de mantener ese pensamiento alejado de su
compañera, sabiendo que la angustiaría innecesariamente.

Estás al límite del bosque. Aquí es donde subes, Ferro, pero no hay
más que una salida, y es aquí, a menos que te puedas abrir camino a
través de las redes. Si haces eso, Sergey lo sabrá de inmediato.
Hay un árbol delgado y desaliñado entre dos mucho más grandes.
Los troncos de los más grandes están retorcidos y ennegrecidos.
Debes tener mucho cuidado. Los criados duermen debajo de ellos. Las
raíces se enredan y se enrollan sobre el suelo. Mira a tu derecha.

Vio los árboles. Los tres estaban completamente cubiertos por


las redes grises. Los gruesos hilos cubrían con ingenio cada
rama y clavados en los pegajosos centros había pájaros en
descomposición, ardillas y varios otros roedores. También

Bookeater
Dark Song
había huesos, plumas, hojas y ramitas atrapadas en los velos
grises. Abajo, en el suelo, el sistema de raíces se ennegreció y
formó jaulas. Los huesos y cráneos humanos estaban
esparcidos dentro de las jaulas gemelas.

Los veo, minan piŋe sarnanak.

Sin tocar la telaraña, sube directamente al árbol escuálido y sal


al cielo. Úsalo como si fueras a subir a una chimenea. Solo como
guía. No toques una rama, una hoja, una ramita. Nada en absoluto
puede rozar ninguno de los tres árboles o esas redes. La entrada en la
parte superior es pequeña. Envió la imagen a los cinco,
mostrando a los vampiros ascendiendo al cielo desde el suelo
del bosque, moviéndose hacia arriba en forma de niebla, pero
no más que una flecha de moléculas.

La ansiedad de Elisabeta era mayor que nunca a pesar de que


él la llamaba su pajarito cantor. Normalmente, la familiaridad
de su nombre amoroso para ella la mantenía muy conectada y
tranquila, pero esta última trampa tenía que ser muy mortal
para que ella estuviera tan llena de terror cuando estaban tan
cerca de estar libres del bosque.

Tendremos cuidado especial, sívamet. Gary liderará la salida.


Seguirán Sandu, Petru y Benedek. Yo estaré en la retaguardia.
Mantente unida a todos nosotros y permítenos ver las imágenes para
que no cometamos errores.

Ferro sintió que mientras ella los ayudara activamente,


Elisabeta evitaría sucumbir al pánico paralizante. El hecho de

Bookeater
Dark Song
que ella parecía saber exactamente donde Sergey estaba en
todo momento sería extremadamente útil. Quería saber cómo
lo sabía. Le dio vueltas a ese acertijo una y otra vez en su
mente. Se había fusionado con ella y, sin embargo, no había
encontrado nada para señalar una alarma, ni ninguno de los
demás.}

Los cinco antiguos estaban ansiosos por estar a la intemperie,


donde podrían darles la vuelta a los maestros vampiros, tan
satisfechos de su creencia de que estaban a salvo en su
número y con su ejército de sirvientes escondidos bajo el
bosque. Puede que solo fueran cinco, pero eran cazadores
ancestrales y tenían más experiencia en batalla de la que
cualquiera de los vampiros podía concebir.

En el momento en que Ferro estuvo en el cielo despejado, se


volvió para correr hacia el lago.

¿Cómo es que sentimos un dolor abrumador cuando somos antiguos


cazadores y no tenemos emoción, Elisabeta? Preguntó Sandu.

Ferro casi podía ver a su compañera retorciéndose las manos


con ansiedad. La rodeó con calidez. Puedes contestarme y le
transmitiré la información, o simplemente nos responderé a todos,
piŋe sarnanak, dijo gentilmente, más para recordarles a los
antiguos que ella estaba luchando contra siglos de sumisión a
Sergey, de nunca hablar con ningún ser más que el vampiro.

Sintió su repentina determinación. Sabía qué tipo de coraje


necesitaba para responderles, para hacer lo que estaba

Bookeater
Dark Song
haciendo, desafiar a su captor y guiarlos a través de sus
trampas. Otros nunca lo sabrían, pero él la vio, conocía los
horribles detalles, las crueldades por las que Sergey la había
hecho pasar durante esos largos siglos.

Tienes emociones; están dentro de ti. Es por eso que mi don


trabaja en ti y puedo traerte paz por un tiempo. Ya no puedes
aprovechar esas emociones. Cuando encuentres a tu compañera, ella
te proporcionara ese camino y volverán a estar abiertos para ti. Esa
es la versión simplista.

Ferro miró hacia los árboles debajo de él. El dosel estaba


cubierto por esas mismas telas pegajosas, aunque parecían
mucho más finas, más frágiles, como si fueran telas de araña
reales. Un cazador de los Cárpatos no se daría cuenta de que
eran una trampa mortal y venenosa colocada por maestros
vampiros para atraparlo. Si sobrevivía a la propia red, los
vampiros se alimentarían de su rica y antigua sangre durante
mucho tiempo antes de que el cazador viera la muerte.

¿Cómo sabrían esto? Eran de los Cárpatos y perdieron sus


emociones. Solo sienten la prisa cuando matan o cuando lastiman a
otros. Pueden alimentarse del dolor de los demás, preguntó
Benedek. Sé que los Malinov eran inteligentes, pero esto parece
demasiado sofisticado para que lo descubran. ¿Sabes cómo lo
hicieron?

Ferro ya conocía la respuesta. La compasión de Elisabeta por


Sergey en los primeros días la había llevado a menudo a darle
cosas para contribuir, cosas que ella pensaba que no

Bookeater
Dark Song
lastimarían a nada ni a nadie. Ella era inocente. Una niña. No
tenía idea de la depravación o crueldad que los vampiros
podían concebir.

Eras una niña, Elisabeta, le recordó. Una bebé. No sabías que


cualquier cosa que dijeras para ayudar a Sergey cuando sus
hermanos lo empujaban resultaría en una red venenosa para
capturar a los cazadores de los Cárpatos.

Y campistas humanos, añadió en voz baja. No los olvides.

Vamos a derribar toda esta trampa, kislány sisar, aseguró Petru.


Nadie sabía que los Malinov eran capaces de cometer crímenes tan
horrendos. Su propia hermana fue traicionada, cortada en pedazos y
esparcida por un prado para que los lobos la devoraran. En lugar de
cazar a los vampiros, el mago y la comadreja de Cárpatos que había
conspirado contra ella, la traicionaron aún más y se convirtieron en
vampiros en algún pacto, como si eso la honrara.

Petru había llamado a Elisabeta "hermana pequeña". Había


tocado exactamente la nota correcta. De hecho, no acusando
en lo más mínimo, y dándole una historia en la que no podía
evitar estar interesada.

Su pobre hermana. Eso es tan horrible. Solo tengo recuerdos vagos.


No puedo aferrarme a ellos. Parecía frustrada.

Ferro retomó la historia. Todavía no se había dado cuenta de


que los cinco antiguos no estaban regresando con ella. Ivory
era su nombre. Draven, el hijo mayor del príncipe, heredaría el

Bookeater
Dark Song
manto de autoridad, pero la podredumbre del linaje estaba en él. El
príncipe no ordenó que lo destruyeran como debería haber
hecho. Draven quería a Ivory, aunque ella no era su compañera. A él
no le importaba. El príncipe, pensando en protegerla, la envió a la
escuela con Xavier, el gran mago. Él no era consciente de que Xavier
tenía su propia agenda y estaba conspirando para tomar la gente de
los Cárpatos. Draven, el propio hijo del príncipe, entró en una
conspiración con el gran mago. A cambio de una mujer Buscadora
de Dragones, que Draven proporcionaría al mago, Xavier le
entregaría a Ivory. Rhiannon tenía un compañero. Lo mataron y ella
fue hecha prisionera. Ivory sobrevivió a las cosas terribles que le
hicieron. La Madre Tierra la aceptó y, con el tiempo, siglos, la
curó. Cazó al vampiro con una manada de lobos y finalmente
encontró a su compañero, Razvan. Esa es otra historia que te voy a
contar en otro ascenso.

Abajo estaba el lago, la superficie brillaba con un color


plateado oscuro. Las nubes se movían a la deriva en un patrón
perezoso, permitiendo que la astilla de una luna se asomara y
se reflejara en la superficie. Una ligera brisa salto a través de
la parte superior del agua, creando pequeñas olas que lamían
suavemente la orilla, creando una escena idílica y acogedora.

¿Qué estás haciendo? Ferro. Él está aquí. Justo ahí. Esperando por
ti. Los vampiros recién creados están ahí. Los ha amarrado. Sabe que
son su único sistema de alerta. Tienes que irte antes de que te
sientan
.

Bookeater
Dark Song
Ferro y los otros antiguos se quedaron quietos, sin moverse en
absoluto. No tenían idea de lo cerca que estaban de los peones
más nuevos de Sergey.

¿Cómo nos sienten?

Se le escapó un pequeño sollozo. Tienes que volver. Vuelve.

Vertió acero en su voz. Elisabeta. Necesito que me ayudes.


Cuéntanos cómo saben cuándo hay cazadores cerca. Contéstame de
una vez.

Hubo un momento en que pensó que ella no podría vencer su


terror, ni siquiera cuando se echó atrás en darle una orden. Se
resistió a enviarle oleadas de consuelo, que era lo que
encontró que necesitaba hacer más que cualquier otra cosa,
pero no era lo que ella necesitaba. Gary, Sandu, Petru y
Benedek se fusionaron con ellos, y ella siempre vería un
ataque de pánico como cobardía si lo vieran.

Los varones psíquicos, cuando están recién creados, juntan dones


cuando están cerca unos de otros. Sucede cuando surgen por primera
vez. Eso les permite ser mucho más sensibles a cualquier otro con la
energía como la suya. Estás usando una forma diferente, y esa forma
produce una fuente de energía alterada, no importa cuán tenue sea.
Juntos, ellos pueden sentirla.

¿Los maestros vampiros son conscientes de este fenómeno? Ferro


preguntó antes de que los demás pudieran hacerlo. Usó su

Bookeater
Dark Song
voz más suave para asegurarse de que ella supiera que no la
estaba acusando de nada.

No había forma de que ninguno de los vampiros, por muy


inteligente que fuera, pudiera haberlo adivinado. Cornel no lo
sabía; había silenciado a los vampiros quejumbrosos. Había
sido Ambrus quien finalmente había prestado atención al
continuo gemido de los peones recién hechos, e incluso él se
había tomado el tiempo para darse cuenta de que una posible
amenaza estaba cerca. Elisabeta había dicho que Ambrus era
como un animal salvaje, y eso coincidía con la forma en que
había entendido la extraña comunicación.

No, no tienen ni idea.

¿Ni siquiera Ambrus?

Sabía eventualmente que había algo en la habitación con ellos, pero


no qué, solo que los vampiros recién creados se sentían incómodos y
alarmados. Es lo suficientemente animal como para actuar de
acuerdo con esa advertencia.

Por lo tanto, no están seguros de que los cazadores los hayan


seguido.

Elisabeta guardó silencio un momento. Ferro fue paciente.


Trató de seguirla a donde quiera que se hubiera ido, pero por
lo que él sabía, ella simplemente se quedó en blanco,
desapareciendo en su propia mente, un refugio al que se había
retirado durante siglos cuando las crueldades de Sergey eran

Bookeater
Dark Song
demasiado difíciles de soportar. Mientras intentaba
seguirla, se dio cuenta de que Gary intentó silenciosamente lo
mismo, aunque estaba en un camino diferente. Elisabeta lo
había excluido, cerrando todos los caminos casi
automáticamente, como debió haber hecho cuando Sergey
trataba de entrar en su mente.

Cornel y Dorin instan a la precaución. Sergey está enojado porque


Ambrus lo sacó de su guarida cuando claramente no había ninguna
amenaza. Cornel quiere esperar antes de irse a la guarida debajo de
la ciudad, y cuando se vayan, quiere que sus sirvientes vayan con
ellos para proteger a Sergey.

Ferro suspiró. Claramente no se había retirado. Tenía una


forma de llegar a Sergey y meterse en su mente. No entendía
cómo era que él, como su compañero, no podía encontrar ese
camino y seguirla.

¿Cornel cree que Sergey realmente puede liderarlos?

No. No le importa quién lidere siempre que pueda dirigir al líder,


al menos esa es mi impresión de él. No siempre puedo leer sus
pensamientos.

Eso fue una revelación. Elisabeta, nunca has dicho que puedes
leer pensamientos.

Ella guardo silencio por un momento. ¿Hice algo mal? Lees mis
pensamientos. No me di cuenta de que estaría haciendo algo mal.

Bookeater
Dark Song
No hiciste nada malo. Si escaneo la mente de alguien o tomo su
sangre y lo obligo a tomar la mía para unirnos, entonces puedo leer
su mente. La forma en que lo haces parece ser algo muy diferente. Su
compañera era realmente extraordinaria y ella ni siquiera se
daba cuenta.

Pasé siglos viendo a estos vampiros. Cada expresión. La forma


en que se mueven. Las cosas que dicen. Finalmente, supe cómo
piensan. Eso me permitió cada vez más leer sus mentes, supongo.

Ferro podía sentir la incesante acumulación de tensión que


emanaba de una pequeña arboleda independiente del bosque
a unos sesenta metros de donde los cinco antiguos habían
dejado de moverse.

Sergey se impacienta, ¿no? le preguntó a Elisabeta.

Sí, insiste en que se dirijan a la guarida de la ciudad. No quiere


esperar a los sirvientes de los vampiros menores. No le gusta
esperar, nunca le ha gustado. Siente que lo hace parecer pequeño.
Dice que claramente que no hay cazadores cerca. Insiste en que
Sedrick y Edward salgan a la vista, caminando junto al lago. Deben
tomar el aire y ver si eso atrae a alguien. Si no es así, enviará a
continuación a los vampiros recién creados quejumbrosos y
sonrientes. Lo estoy citando.

Elisabeta claramente no quería que los antiguos pensaran que


se referiría a las víctimas de una manera tan poco compasiva.
Ferro a veces se veía inundado de amor por ella en los
momentos más inesperados. Era increíble, guiaba a los

Bookeater
Dark Song
cazadores a través de las trampas y ahora esperaba con ellos
para ver qué haría Sergey. En el recinto, tenía a Julija y
Lorraine con ella, protegiéndola de tantos ojos curiosos que la
miraban.

Debes tener mucho cuidado de que los vampiros recién creados no


vengan en tu dirección, Ferro. Si alertan, Ambrus sabrá que estás
cerca, aunque Sergey lo crea o no. Él llamará a todos los sirvientes, y
es un ejército de ellos. Tendrán hambre y ustedes cinco son
antiguos. Tu sangre es la más preciada de todas.

Todos estaban muy conscientes de la verdad de lo que estaba


diciendo. Vamos a ir más alto, hacia las nubes, a la deriva
lentamente por lo que no haya nada que active una alarma.
Elisabeta, cuento contigo para que nos avises si hay la menor
preocupación. Dejaremos de movernos si nos avisas.

Ferro nuevamente quiso darle una tarea para que no entrara


en pánico. Sabía que cualquier movimiento cerca de siete
maestros vampiros era extremadamente peligroso. Elisabeta
había pasado siglos a su alrededor. Ella lo sabría tan bien
como los cinco cazadores. Los cinco antiguos comenzaron su
ascenso justo cuando Sedrick y Edward emergieron del
pequeño bosquecillo de árboles. Edward se contuvo un poco
con el pretexto de ajustar su ropa para asegurarse de que se
viera fresco y limpio.

Sergey está muy harto de Edward. Quiere que Cornel lo discipline.


Ha notado que Edward toma la mayor parte de la sangre de todas las
víctimas y huye de una pelea. Cornel está de acuerdo con él y dijo

Bookeater
Dark Song
que había esperado a que Sergey le diera el visto bueno. Tiene algo
especial planeado para que Edward aprenda su lección.

El esfuerzo por mantener informados a Ferro y los demás


estaba pasando factura a Elisabeta. Podía sentir su
preocupación de cometer un error y que ellos pagaran el
precio. Prestaba estricta atención a los vampiros ahora,
permaneciendo cada vez más en el lugar de retiro en su mente
donde Ferro no podía seguirla. De repente, la situación le
resultó muy inquietante. Descubrió que no le gustaba que ella
estuviera allí. No estaba seguro de si ella estaba a salvo o
no. No tenía forma de saberlo, y allí, en medio del peligro, no
podía preguntarle.

Piŋe sarnanak, es más importante para mí que estés segura que para
nosotros tener esta información. Si no estás segura, retírate ahora y
permanece en el recinto. Haremos lo que siempre hacemos y volveré
cuando termine. Eso es una orden. Le dolía el corazón. Le dolía el
alma. Tenía que obedecerle en esta única cosa. Este no podía
ser el momento para que su pequeño pájaro cantor decidiera
que era el momento de salir de su jaula y volar libremente.

¿Por qué crees que no estoy a salvo? Julija y Lorraine están


conmigo. Me limito a obtener información para ti.

¿Sergey tiene alguna forma de detectar tu presencia? Si tuviera un


latido en su forma actual, se aceleraría tan rápido que podría
estallar en su pecho.

No a menos que quiera que él lo sepa.

Bookeater
Dark Song
El alivio fue tremendo. Definitivamente no queremos que él lo
sepa. Ferro se mantuvo firme sobre el tema.

Los dos maestros vampiros, Sedrick y Edward, tomaron el


aire y se fueron sin interferencias. Solo se podía escuchar el
sonido de las olas rompiendo en las orillas del lago.

Están enviando a los vampiros recién creados. ¿Estás lo


suficientemente alto como para que no te detecten?

Ferro esperaba que sí, pero no tenían forma de saber cuál era
el alcance de ellos.

No te muevas, advirtió Elisabeta con voz tensa. Ninguno de


ustedes.

Debajo de ellos, saliendo del bosque desde varias direcciones,


luciendo como lobos grises y sombríos, emergieron los
vampiros recién creados, deslizándose con aprensión sobre
manos y rodillas o vientres. Solo quedaban seis y estaban
bastante lejos el uno del otro, algo que Ferro esperaba que
ayudara a aumentar las probabilidades a su favor. Cada uno
se arrastró o se impulsó hasta el lago y luego se puso de pie,
tropezando como si estuviera borracho. Uno levantó la cabeza
un par de veces, mirando hacia el cielo, pero las nubes
continuaron a la deriva y negó con la cabeza cuando la
oscuridad lo envolvió y dos veces cayó de rodillas.

Bookeater
Dark Song
Eran más cebo para los cazadores, pero Ferro pensó que era
un poco insultante que Sergey y los otros maestros vampiros
pensaran que víctimas tan fáciles los sacarían cuando Sedrick
y Edward no habían logrado hacerlo. Ahora los vampiros
recién creados estaban tratando de tomar el aire, corriendo y
saltando, cayendo de bruces. Eran humanos, no Cárpatos, y
no tenían idea de cómo volar. Nadie les había mostrado
nunca. Se habían despertado hambrientos, desorientados y en
su mayoría aterrorizados, una condición que los vampiros
maestros disfrutarían al máximo durante el tiempo que
pudieran.

Ferro, Gary, Sandu, Petru y Benedek contemplaron impasibles


el terrible espectáculo que se desarrollaba debajo, pero todos
sintieron el llanto silencioso de Elisabeta. Su naturaleza
compasiva no podía soportar el horror de lo que estaban
pasando estos hombres que alguna vez fueron humanos.
Había sido su elección, por codicia, unirse a Sergey, pero ella
no pensaría ni se preocuparía por eso; ella solo vería su
sufrimiento. Sintió el aumento de su necesidad de ayudarlos,
de calmarlos y consolarlos, esa naturaleza generosa, su regalo
que a veces sentía que era una maldición, como lo era en ese
momento.

No lo hagas, Elisabeta. Eso es una orden. Si debe romper nuestra


unión para retenerla de ayudarlos, hágalo ahora. Ferro detestaba
tener que usar lo que para él equivalía a las mismas tácticas a
las que la había sometido Sergey durante todos esos siglos,
arrebatando el libre albedrío de Elisabeta.

Bookeater
Dark Song
Siempre había pensado que iba a ser el tipo de compañero
que querría a su mujer bajo su mando, pero cuanto más veía
lo que ese tipo de vida de sumisión total había hecho a la
verdadera naturaleza de Elisabeta, más sabía que no quería
eso. No para ella. Era hermosa por dentro y por fuera, lo
supiera o no. Ella era fuerte y poderosa. Ella era gentil y
compasiva. Ella era inteligente. Ella era socia. Él quería eso.
Sí, lo quería, incluso lo necesitaba, pararse frente a ella y
protegerla, siempre sería ese tipo de hombre, pero nunca
querría reprimir su verdadera naturaleza.

Una lechuza extremadamente grande voló desde el


bosquecillo de árboles, con las garras extendidas, clavándose
en la espalda de uno de los vampiros mientras caía. El
vampiro fue levantado en el aire, pateando y gritando. Los
demás, en el suelo, levantaron la cabeza para mirar cómo la
lechuza llevaba a su compañero sobre el lago y lo dejaba en el
mismo centro, donde se hundía bajo las turbias aguas como
una piedra. Podría ahogarse, pero no moriría. Los vampiros
no morían, no así.

Hubo una risita distinta proveniente de la arboleda de


árboles, y un susurro de hojas que le dijo a Ferro que uno de
los maestros vampiros (sonaba como Addler Astor) estaba
escondido en el tronco del árbol justo en el borde mismo de la
arboleda. La lechuza giró en el aire y se abalanzó sobre otro
de los vampiros acobardados que ahora intentaban volar
desesperadamente, su única forma de evitar ser el objetivo de
los maestros vampiros divirtiéndose.

Bookeater
Dark Song
Cornel está disgustado y quiere que Sergey ponga fin a esto.
Dice que va a evitar que los cazadores vengan a tomar el cebo.

Cornel sabía que ningún cazador creería que, al perseguir


vampiros maestros, tropezarían accidentalmente con
vampiros recién creados incapaces de valerse por sí mismos.

Él y Dorin insisten en llamar a algunos de sus sirvientes para que


escolten a Sergey y al resto de ellos a la guarida debajo de la ciudad
para que Cornel pueda usar las computadoras para ver qué salió mal.
Sergey lo ignora, pero eso es lo que hace cuando se vuelve terco. Es
Addler quien tiene a uno de sus sirvientes jugando con los vampiros
recién creados. Hace cosas así para ganarse el favor de Sergey.
Sergey puede ser muy cruel y disfruta de la crueldad e incluso
la admira en los demás. Addler lo sabe y alimenta esa mala racha en
Sergey tan a menudo como puede.

Los vampiros se apresuraron en todas direcciones, mirando


hacia el cielo, buscando al búho que salía de la oscuridad,
habiendo seleccionado ya a su próxima víctima. La risa aguda
de Addler delató su posición. Definitivamente era el vampiro
maestro escondido dentro del tronco del árbol en el borde
mismo de la arboleda.

¿Conoces la ubicación exacta de Sergey, Elisabeta? De repente, a


Ferro se le ocurrió preguntar. Ella sabía a dónde se dirigía y
señaló a los antiguos en la dirección correcta.

Hay un árbol, uno grande en el centro entre otros cinco. Addler


está directamente frente a él, aunque Sergey está más alto, por lo que

Bookeater
Dark Song
tiene buena visibilidad del lago y sus alrededores. Cornel está a la
derecha. Dorin a la izquierda. Directamente detrás de él está
Ambrus. Nunca cometa el error de descontar a Ambrus.

Cada vez que Elisabeta mencionaba a Ambrus, Ferro no solo


podía oír, sino que podía sentir su nerviosismo. Eso le dijo
que, aunque admiraba a Cornel y la inteligencia de Dorin,
Ambrus tenía una astucia en la batalla que la asustaba.

El búho se acercó de nuevo en formación de ataque; garras


afiladas como navajas se extendieron mientras se dirigían
directamente hacia el vampiro que estaba torpemente
congelado, inmóvil en tierra. La boca del vampiro recién
creado estaba abierta de par en par mientras gritaba, pero
seguía sin moverse. Los otros vampiros se lanzaron para
cubrirse, aunque uno logró volar por los aires. Se fue hacia la
noche, triunfante, presumiblemente siguiendo las
coordenadas colocadas en su cabeza por uno de los maestros
vampiros.

La lechuza golpeó al vampiro congelado con fuerza, tirándolo


al suelo, arrancando la carne del hueso, destrozándole la cara
desde el ojo hasta la barbilla, eliminándola por completo.

Elisabeta emitió un único sonido de dolor y pena. Antes de


que Ferro pudiera ordenarle que lo dejara para que no
siguiera viendo la crueldad que los vampiros mostraban hacia
sus hermanos recién creados, comenzó a informar sobre la
conversación entre Sergey y Cornel. Su voz era tensa y llena
de lágrimas, pero se contuvo.

Bookeater
Dark Song
Cornel aboga por un compromiso. Quiere que Sergey permita que
cada uno de los vampiros maestros traiga de siete a diez sirvientes
con ellos.

¿De siete a diez? Había siete vampiros maestros si uno


contaba a Sedrick y Edward. Si no traían a todos sus
sirvientes, eso significaba que los Cárpatos serian superados
en número por mucho más de lo que habían contado. Los
hermanos Malinov habían planeado su golpe durante siglos.
Habían tenido una tremenda cantidad de tiempo para
encontrar una manera de hacer que otros vampiros los
siguieran. Nadie lo había creído posible.

Llamarán a algunos para que vayan con ellos, pero no a todos,


porque no quieren un baño de sangre en la ciudad. Eso llamaría
demasiada atención no deseada. Cornel todavía quiere atraer a Josef
al club clandestino con una mujer por la que se sentiría atraído. En
ese momento, traería más sirvientes al banquete.

Ferro había querido matar a Sergey. Ésa había sido su misión


principal. Ahora, por la seguridad de la gente de los Cárpatos,
así como de la de los humanos que se habían sumado
a Tariq y estaban ayudando a proteger a los niños e incluso a
los Cárpatos, los antiguos no tenían más remedio que
devolver la información al complejo. Con Sergey y los otros
vampiros maestros viajando con un ejército tan grande, no
podrían atacar sin que los vampiros se dieran cuenta de que
habían escuchado sus planes e incluso sabían su número. Iba
en contra del código de los antiguos cazadores dejar a los

Bookeater
Dark Song
vampiros maestros sin matar a uno solo de ellos. Fue casi
doloroso dejarlos ir.

Ferro estudió el éxodo de vampiros, la forma en que cada uno


de los maestros vampiros y sus sirvientes abandonaron el
bosque. Ambrus fue el último en irse y siguió dando vueltas
por encima de los árboles retorcidos con sus húmedas y grises
redes de telarañas venenosas. Mostró la sospecha de un
animal salvaje. En un momento dado, incluso puso la nariz en
el suelo y olfateó e hizo que sus sirvientes hicieran lo mismo.
Finalmente, se rindió y tomó el aire, dirigiéndose en la misma
dirección que los demás.

El volverá. No te muevas, advirtió Elisabeta.

Ambrus regresó unos minutos después, descendiendo del


cielo y procediendo a examinar la tierra nuevamente. Él
dividió el área, usando su mayor sentido del olfato.
Finalmente, satisfecho, siguió a los demás.

Aún no se puede limpiar el bosque o limpiar la guarida, advirtió


Elisabeta. No, si no quieres que sepan que has estado allí.

Eso también fue un golpe para Ferro, pero la seguridad del


complejo tenía que ser lo primero.

Bookeater
Dark Song
17
Una sinfonía de poder rodando por la tierra;
Tú y yo juntos, aquí hacemos nuestra posición.

Ferro cantó su canción para despertar a su compañera, para


llevarla a él. Se había despertado, sus primeros pensamientos
sobre ella, su mujer, su verdadero propósito ahora, donde
antes su vida había sido consumida por la caza y matando al
vampiro. Ahora, la primera conciencia era de Elisabeta. La
alegría de ella. La compasión en ella. La suave dulzura de ella.
Sólo... Elisabeta.

Ella se había convertido en su todo. Su centro. Su mundo.


Siempre había tenido una idea errónea de sus compañeros.
Quizás era solo él, o quizás todos los hombres lo hacían.
Nunca había pensado en preguntarle a Isai o Andor qué
habían considerado antes de encontrar a Julija o a Lorraine.
Ferro había creído que él sería el centro de Elisabeta y que ella
se dedicaría por completo a él. Que llevaría a cabo su trabajo
cazando al vampiro y volvería con ella cuando pudiera.
Nunca se le había ocurrido que el poder de las compañeras
significaba que nunca querría estar sin ella. Una vez más, era
posible que fuera el poder de Elisabeta sobre él.

En el momento en que se dio cuenta, incluso antes de abrir los


ojos, sintió la alegría de ser. En el milagro de saber que ella
existía. Descubrió que ella era la criatura más asombrosa y

Bookeater
Dark Song
polifacética de la faz de la tierra. Tenía tanto talento, tantos
dones, era tan generosa y, sin embargo, era tan desinteresada
y pensaba tan poco de sí misma o en sí misma. Ella era un
enigma complejo y maravilloso que sabía que nunca
entendería por completo en el tiempo que tuvieran para
compartir juntos.

Había buscado sangre fresca, tomando suficiente para los dos,


mientras se levantaba. Pronto llegaría un momento en el que
él tendría que enseñarle a ser más autosuficiente, pero había
muchas otras lecciones, y ella había sido empujada al límite.
Ella nunca protestaba, pero él podía sentirla luchando a veces
y sentía que caminaba por esa delgada línea de tratar de
protegerla y dejarla tomar esos pasos por su cuenta.

Ferro abrió el suelo para ella y la encontró allí, sus brazos le


dieron la bienvenida. En el momento en que Elisabeta flotó
hacia él, su cuerpo apretado contra el suyo, la llevó a su
bosque, donde supo que ella era más feliz. Sin los límites
modernos de una casa y las presiones de tratar de encontrar
muebles y entretenimiento, podían ser Ferro y Elisabeta,
compañeros, aprendiendo el uno del otro y disfrutando del
proceso. Tenían este ascenso antes de tener que volver a servir
a su gente. Esta noche era de ellos.

Elisabeta envolvió sus brazos alrededor de su cuello y lo


acarició, la sensación de su boca contra su piel exquisita. La
suavidad de sus pechos presionando fuertemente contra él
mientras tomaba su sangre que se sumaba a la pura intimidad
de la alimentación erótica. Había tomado sangre durante

Bookeater
Dark Song
siglos y la había dado, pero nada lo había preparado para
tomar o dársela a su compañera. Ella hizo que la sangre de
él corriera ardientemente por sus venas para acumularse
salvaje y espesa en su ingle. Saboreó el sentimiento y siempre
lo haría, nunca lo daría por sentado después de tantos siglos
sin ella.

Echó hacia atrás su cabello oscuro, necesitando ver su amado


rostro, sus pómulos altos, sus grandes ojos y esas exuberantes
pestañas. Había memorizado cada detalle de ella, pero cada
vez que se levantaba se maravillaba de su belleza. Parecía
imposible tener la sensación exacta de cuán suave era ella, o
cuán femenina se sentía realmente su forma contra la de él, sin
importar cuántas veces tomara esas imágenes en su mente y
las grabara allí.

Ferro. Piensas esas cosas y no sé cómo procesarlas. La saliva


curativa cerró los pinchazos, su lengua se deslizó sobre su
cuello en un aterciopelado y sensual chirrido. Ella se sentó
lentamente, parpadeando hacia él con una leve sonrisa en su
rostro.

Su mujer. Ella todavía no estaba segura de lo que realmente


significaba para él. Durante mucho tiempo le habían hecho
creer que no valía nada. Era difícil para ella entender
realmente sus sentimientos incluso cuando se fusionaba con
él.

Inclinó la cabeza para tomar su boca. Esos labios de ella. Tan


tentadores. ¿Cómo podría resistirse? Creo que esas cosas son

Bookeater
Dark Song
ciertas, minan piŋe sarnanak. Sería imposible para mí prescindir de
ti. Realmente eres mi mundo.

Esa boca de ella. Más caliente que el infierno. Encendiendo


una tormenta de fuego en él, en ella, en ellos, hasta que ardió
tan fuera de control que ninguno pudo pensar con
claridad. Besarla lo llevaba a otro reino, uno que no sabía que
existía. El fuego ardía a través de él, las llamas lamiendo a lo
largo de su columna, bailando sobre su piel, sobre su
cuerpo. Pequeñas chispas de electricidad formaron un arco
entre ellos.

Tenían que detenerse antes de que él no pudiera. Sabía que


con cada levantamiento se le hacía más difícil no reclamar a su
mujer. No quería que ella acudiera a él por razones
equivocadas, y lo haría. Eso sería muy propio de Elisabeta,
anteponiendo sus necesidades a las suyas. A lo largo de los
siglos que pasarían juntos, él siempre tendría que asegurarse
de no aprovecharse de su naturaleza generosa.

Él interrumpió el beso a regañadientes, vistiéndolos a ambos


mientras estaba de pie, poniéndola, justo en el estrecho
sendero de los ciervos justo al borde del prado.

− ¿Ferro? − Elisabeta se tocó los labios con dedos levemente


temblorosos. − ¿Hay algo mal?

− Todo está bien, sívamet. Demasiado bien. Eres muy difícil de


resistir. − Él tomó su mano y comenzó a caminar por el
sendero con ella, adentrándose más en el bosque. − Quiero que

Bookeater
Dark Song
prestes atención a cada detalle que te rodea. Eres muy buena
en eso. Tienes que tener cada imagen en tu mente para poder
reproducir cada detalle cuando lo necesites. Eso será esencial
cuando coloquemos nuestras trampas en el próximo
levantamiento.

Ella se humedeció los labios y su mirada se posó en su


rostro. − ¿Nuestras trampas?

Él asintió con la cabeza y la acercó más, haciendo coincidir sus


pasos más cortos. − Cornel ha ideado un plan para atacar el
club nocturno. Planea soltar un ejército de sus sirvientes,
todos hambrientos de sangre fresca, una distracción para
adquirir al joven Josef para ellos. Y a ti para Sergey. No
queremos perder a ningún humano por su ejército de
sirvientes. Nosotros hemos llamado nuestro propio ejército
para luchar contra ellos. Tu eres nuestra arma secreta,
Elisabeta. Tú eres mi arma secreta contra Sergey.

Caminó a su lado en silencio, con la espalda y los hombros


rectos. Su mujer, a la altura del desafío. Pensativa. − Sergey es
muy peligroso. Astuto. Nunca olvides que tiene fragmentos
de cada uno de sus hermanos en su cerebro. Si eso no fuera
suficiente para tener cuidado, también tiene dos de Xavier, el
gran mago.

− ¿Sabe cómo acceder a su ayuda sin ti? − Ferro preguntó,


manteniendo la pregunta con suavidad. Siempre era un tema
delicado cuando mencionaba hasta qué punto Elisabeta había
ayudado a Sergey contra sus hermanos lo largo de los años.

Bookeater
Dark Song
Realmente no entendía que su propia naturaleza la había
traicionado. Era imposible para ella ver sufrir a las víctimas de
la crueldad, sin importar si esa persona era buena o mala. Su
naturaleza la obligaba a ayudarlos.

− Nunca lo he visto hacer eso. Tiene una desconexión en su


mente con ciertas cosas, especialmente cualquier cosa que
tenga que ver con habilidades mágicas o psíquicas más allá de
las habilidades de los Cárpatos. Sus salvaguardias fueron
siempre las más débiles de los hermanos. Siempre fueron
extremadamente crueles con él por sus salvaguardas.

− ¿Y lo ayudaste?

Elisabeta asintió. − Tenía que tener cuidado cuando le estaba


enseñando a tejer más hebras porque se enojaba mucho
cuando no podía hacerlo. Me sentí mal por haberlo hecho
sentir menos inteligente. No quise hacerlo. Pasé tiempo
estudiando cómo aprendía las cosas. Una vez que lo supe, fue
mucho más fácil enseñarle cosas.

Durante todo el tiempo que caminaron por el pasaje estrecho


y sinuoso en el bosque más profundo que se movía alrededor
y entre los árboles, pudo ver que ella estaba escaneando
ambos lados del camino y observando cada árbol y arbusto en
el camino. No parecía perderse nada a pesar de que la
conversación que estaban teniendo era obviamente
importante.

Bookeater
Dark Song
− ¿Le enseñaste cada una de sus salvaguardas? ¿Nunca
ha inventado una propia?

− No. Es incapaz de apartarse de las salvaguardas


absolutamente básicas o de las más complejas que le enseñé.
Normalmente las usaba para mantener a sus hermanos y
primos lejos de sus dormitorios. Siempre estuvo paranoico,
con una buena razón, de que pudieran quererlo muerto.

− ¿Lo querían muerto?

− Sí, pensaban que él era el eslabón más débil.

− Y sin ti, lo era.

Ella asintió. − Me aseguré de que se convirtiera en un activo


para ellos, sin hacerles sentir como si fuera de alguna manera
una amenaza. Fue un equilibrio difícil y cometí errores. Su
ego, especialmente cuando se burlaban de él, podía volverlo
especialmente cruel. Tenía que creer que era él quien los
engañaba. Es extraño que a lo largo de los siglos haya perdido
de vista eso. Empecé a creer que él era tan poderoso por sí
mismo.

− Sergey tenía que saber que eras tú.

− Él lo sabía, pero eso lo enfureció más y lo hizo sentir más


resentido. Supongo que por eso se propuso convencerme de
que no valía nada para él.

Bookeater
Dark Song
Ferro se dio cuenta del terrible acto de equilibrio que siempre
tenía que tener Elisabeta con Sergey. Querría sentirse tan
poderoso como sus hermanos. Él había sido un niño
mezquino y cruel, matando a los animales en el bosque y
luego, más tarde, a los niños humanos, aprovechándose
siempre de los más débiles que él con el fin de reforzar su
creencia de que él era tan formidable como sus hermanos.
Solo fue lo simplemente astuto para ocultar su enfermedad de
los adultos a su alrededor con el fin de evitar su destrucción.

Su padre estaba cazando vampiros, preocupado por su vida.


En aquellos días, los padres solían prestar poca atención a los
niños cuando llegaban a edades más avanzadas. Otros
Cárpatos se hacían cargo del entrenamiento. Un chico como
Sergey podría deslizarse fácilmente por las grietas. Se volvería
un solitario, yendo al bosque para llevar a cabo su fealdad
mientras sus hermanos mucho más inteligentes eran el centro
de atención.

− Estaba cerca de su hermana, Ivory. Ella lo protegía de


muchas de las burlas de sus hermanos mayores. Creo que lo
suavizó para que sonara menos cruel y más afectuoso. A
menudo estaban juntos. Cuando ella desapareció, quedó
devastado. Incluso eso fue visto por sus hermanos como una
debilidad. Querían que odiara al príncipe, que se volviera
contra él como lo habían hecho ellos. Que culpara a Vlad por
su desaparición. Pero Sergey se culpó a sí mismo por no
cuidar de ella. Cuanto más crueles eran sus hermanos con él,
más le salía la enfermedad de la mente y comenzó ese feo

Bookeater
Dark Song
comportamiento, yendo al bosque y lastimando a los animales
y luego a los niños.

Había compasión en su mente por el alma perdida de Sergey


Malinov y por todos aquellos a quienes torturó y destruyó
durante los largos siglos que vivió. Ella era incapaz de sentir
odio por él o por cualquier otro. No había nada parecido al
odio en su mente. Ella trató de evitar que Sergey sintiera la
necesidad de lastimar a otros. En algún nivel, ella
simplemente no podía entender esa compulsión impulsiva en
él y en otros como él de ver sufrir a otros.

− Entonces, ¿Estás segura de que Sergey solo usará las


salvaguardas que le has enseñado a tejer? − Ferro reiteró.

− Estoy muy segura, − dijo Elisabeta.

− Creo que hemos llegado lo suficientemente lejos, − decidió


Ferro. − ¿Has memorizado todo el camino?

Elisabeta miró a su alrededor y asintió. − Eso creo.

Él enmarcó su rostro y la besó de nuevo, solo porque no hubo


resistencia, especialmente no allí en su bosque. − Por supuesto
que sí. Tenemos que poner un poco de tiempo con el cambio
rápido, pino sarnanak. Sé que no tienes objeciones a eso. − A
ella particularmente le encantaba transformarse y volar y se
había vuelto muy experta en eso.

− ¿Aquí mismo? − Había un toque de entusiasmo en su voz.

Bookeater
Dark Song
Estaban en el bosque profundo y él siempre la había hecho
cambiar cerca del borde del prado. Era mucho más peligroso
con árboles muy juntos y ramas superpuestas. Habían
practicado volando a través del bosque, pero se habían
quedado entre los árboles en las afueras, rodeando el prado.

− Si. Creo que estás más que lista para cambiar y volar por el
interior del bosque. Vamos a empezar lento, Elisabeta. − No
pudo evitar verter precaución y orden en su voz. Siempre era
peligroso en los confines más pequeños de los árboles. Un
error y sería fácil sufrir una lesión, o algo peor. Sabía que
Elisabeta tenía las habilidades. Estaba demasiado orientada a
los detalles para no hacerlo. No se había perdido una sola
cosa que él le había mostrado o dicho desde que comenzó con
cualquiera de sus lecciones, y le encantaba volar.

− Quiero que puedas moverte muy rápido por estos


bosques, ya sea a pie, como búho o de cualquier otra forma
que tengas que hacerlo, − agregó. − Hemos pasado por ellos.
Esta es nuestra casa. Nuestro refugio. Es donde ambos nos
sentimos más seguros.

Una oscura sospecha se deslizó en su mente y luego en sus


ojos, pero se abstuvo de formular una sola pregunta, ni se
metió en su cabeza, ya que podría tener que leer cuáles eran
sus intenciones. El cerebro de Elisabeta era agudo y se movía
rápido, averiguando lo que planeaba. No quería que ella
tuviera miedo, ni por ella misma ni por él ni por nadie más.

Bookeater
Dark Song
Para distraerla, señaló las ramas superiores del árbol más
bajo.

− Ambos vamos a empezar en la curva del camino, corriendo


y cambiando a medida que avanzamos. Tendrás que
deshacerte de la ropa, sostener la imagen del búho en tu
cabeza, cada detalle, y levantarte en el aire, todo al mismo
tiempo. − Habían practicado a correr y transformarse en el
prado una y otra vez, por lo que sabía que fácilmente podría
quitarse la ropa y convertirse en el búho. También habían
practicado cómo el búho se elevaba en el aire y se movía entre
los árboles en el borde del bosque. Esos árboles estaban más
separados, pero algunas ramas todavía estaban entrelazadas.
Ella también había tenido mucho éxito en eso. Ahora, quería
que todas las piezas estuvieran juntas porque esto podría ser
de vida o muerte.

Ferro permanecería fusionado con ella para que no hubiera


errores. Mantuvo su mano firmemente envuelta en ella
mientras se dirigían a la curva en el muy estrecho sendero. El
sendero no era más que un camino de ciervos cortado a través
de la maleza y los árboles, sin permitir que ambos caminaran
uno al lado del otro. Él había abierto el camino, así que
cuando se detuvo y se volvió, ella estaba delante de él. Dejó
que su mano se deslizara de la suya.

Ve, Elisabeta. Correr. Cambia. Vuela. Empujó las ordenes en su


mente.

Bookeater
Dark Song
Ella no vaciló, despegando instantáneamente. Estaba justo
detrás de ella, paso a paso, sus pasos en los de ella, su aliento
en su cuello. Ella era asombrosamente rápida. Habían
practicado repetidamente y él había notado que ella había
mejorado cada vez, pero también repasó una y otra vez el
procedimiento en su mente hasta que fue más rápida y mejor
en él cada vez.

Su ropa se había ido y ya era la pequeña lechuza occidental en


el aire, maniobrando a través de las ramas bajas de los árboles
hacia donde él le había indicado que quería que ella viniera a
descansar. De hecho, voló más rápido de lo que a él le hubiera
gustado por primera vez, pero no la distrajo amonestándola
para que bajara la velocidad. Aterrizó en la rama exacta que él
había designado, clavando sus garras en la rama, sus alas
extendidas para estabilizarse, y luego las doblo
cuidadosamente. Ferro aterrizó a su lado.

Eso fue asombroso, Elisabeta. Estoy muy orgulloso de ti. Aterrado,


pero orgulloso. Ella podría necesitar esa velocidad. Volaremos
de regreso a la curva a un ritmo mucho más pausado y lo haremos de
nuevo.

No quería cansarla. Necesitaría cada gramo de fuerza cuando


se enfrentarán al ejército al que los Cárpatos estaban seguros
que se enfrentarían. Esta noche era para ellos, quizás la única
que tendrían. Uno nunca sabía lo que depararía el futuro y
quería tiempo para ellos. Parecía que tenían muy poco para
ellos.

Bookeater
Dark Song
La hizo correr dos veces más antes de detener sus lecciones
continuas. Ella realmente no las necesitaba. Eran más por su
tranquilidad.

No tenemos mucho tiempo para estar solos, Elisabeta, y deseo pasar


el que tenemos disfrutando cada momento contigo. Yo comparto
con tantos que te necesitan, pero preferiría tenerte para mí. Esta
noche es para nosotros.

Yo también prefiero eso, admitió.

Había una cualidad sensual en su voz que nunca había


escuchado antes, una que jugaba sobre su piel a pesar de estar
profundamente dentro del cuerpo del búho. Se fundió con ella,
de mente a mente, y era imposible no sentir la forma en que
ella le respondía tanto física como emocionalmente. Él la
quería con cada aliento que tomaba, y se sentía como si
Elizabeta lo deseaba de la misma manera.

Volaron de regreso a su lugar favorito en el bosque, justo en el


borde exterior del prado, pero a la sombra de los árboles.
Cuando ambos cambiaron a sus formas humanas, él agitó la
mano para proporcionarles las alfombras de piel más gruesas.
La desnudez no le molestaba y prefería mirar su forma
femenina. Si se sentía incómoda, él le proporcionaría ropa.
Ambos podrían regular su temperatura sin problema, y si
el clima resultaba impredecible, y ya se había producido una
pequeña tormenta, podía proporcionar un techo transparente
en lo alto.

Bookeater
Dark Song
Las nubes se arremolinaban en lo alto, moviéndose para
cubrir la pequeña franja de luna y borrar las estrellas.
Necesitarían esa tormenta que se avecinaba y cuanto más
natural, mejor. Los Cárpatos que venían a ayudarlos desde
todas las direcciones ya estaban viajando, con suerte llegarían
sin que los vieran los espías de Sergey. El tiempo de lluvia
definitivamente sería útil. Se habían predicho una serie de
tormentas durante los próximos levantamientos, un buen
descanso para ellos. Los Cárpatos que viajaban en su camino
tendrían una cobertura adecuada y, con suerte, durante la
batalla, también podrían utilizar las tormentas.

Dedos de niebla se deslizaron por el prado y los árboles.


Ferro proporcionó de inmediato un techo transparente para
que pudieran ver las nubes que se movían lentamente sobre
sus cabezas y la primera de las gotas plateadas cuando
comenzaron a caer del cielo. Se recostó, estirándose,
arrastrando a Elisabeta con él, para que ambos pudieran mirar
hacia arriba en la pantalla. Su cabeza descansaba en su
hombro, su cuerpo apretado contra su costado. Era consciente
de cada curva de ella. La suavidad de su forma contra la
dureza de la de él.

− Nunca me di cuenta de lo hermosa que podía ser la lluvia


hasta este momento, − admitió. − En lugar de que caigan
cuentas individuales, cada una parece una fina franja plateada
que sale de la oscuridad. Cada vez que me levanto, encuentro
algo nuevo y sorprendente que me has regalado.

Bookeater
Dark Song
Ella giró la cabeza para mirarlo. − Ferro. Eres el verdadero
regalo. He pasado cada levantamiento durante cientos de
años viviendo en el terror. Ahora, cada uno es un gozo, haya
miedo o no, porque estás tú.

Elisabeta se volvió completamente, su cuerpo deslizándose


sobre el de él con audacia para cubrirlo. Sus manos
enmarcaron su rostro. − Hän sívamak, tienes mi corazón.
Siempre tienes mi corazón. − Ella le rozó los ojos con besos y
luego bajó por su rostro hasta la comisura de la boca.

El cuerpo de Ferro reaccionó con una ráfaga de sangre caliente


que latía por sus venas, tronando en sus oídos, hasta el centro
de su ingle. Ella movió sus caderas sutilmente, frotándose
contra él, inflamándolo aún más. Ella comenzó a moverse por
su cuerpo, besando su barbilla y luego su garganta.

Ferro cerró los ojos, sus manos se movieron en su cabello,


acariciando y masajeando. Necesitaba estar satisfecho con lo
que ya tenían juntos. Había llegado tan lejos, tan rápido. Pedir
más de ella era egoísta, y ella lo llevó al cielo con esa perfecta
boca suya en cada levantamiento.

Elisabeta levantó la cabeza. − ¿Ferro? ¿Qué más? Capto en ti


necesidades que son fugaces, pero esas necesidades son muy
fuertes. Yo soy tu compañera. Yo te proveo.

Reprimió un gemido. − Me estás proveyendo. Las cosas que


me haces son hermosas, Elisabeta. Lo que nos hacemos el uno
al otro es una expresión de amor.

Bookeater
Dark Song
Estudió su rostro durante un largo momento. − Una expresión
de amor. Veo eso en tu mente. También veo otras cosas. Cosas
fascinantes. Quiero hacer esas cosas contigo, Ferro, no solo
una. Todas ellas.

Su puño se apretó contra su cabello. Ella podía llevarlo hasta


el límite de su control, y él siempre se había considerado
extremadamente disciplinado. Él quería todo lo que daba ella,
todo lo que hacían juntos, para ser perfecto para ella. Ser
hermoso para ella. − Cuando estés lista, sívamet, las haremos.

Ella le dio un beso en el pecho y luego miró hacia arriba de


nuevo, su mirada oscura chocando con la de él. − ¿Cómo
sabemos si estoy lista si nunca lo intentamos?

El corazón de Ferro tartamudeó. Ella lo estaba


matando. ¿Cómo iba a protegerla si ella iba a tumbarse
encima de él, mirándole con esos ojos inocentes y seductores y
moviendo su cuerpo sedoso sobre sus terminaciones nerviosas
ya inflamadas, amenazando con hacerle perder la cordura?

− ¿Ferro? − Ella presionó besos en su garganta y barbilla. − Te


estoy pidiendo que me lo muestres. Para enseñarme. Yo
quiero todo contigo. Todo lo que hay.

Él miró su amado rostro, el amor por ella casi lo abrumaba.


−Minan piŋe sarnanak, ninguna mujer será tan amada o
atesorada como tú.

Bookeater
Dark Song
Muy gentilmente la giró para que estuviera debajo de él. Se
sentó lentamente mientras la tendía ante él sobre la más suave
de las gruesas pieles, sin querer que nada estropeara su
placer, ni una sola ramita, guijarro o incluso el oleaje del
suelo. La sensación de su piel al frotar contra su piel
sensibilizada aumentaría su placer, no lo restaría. Se tomó su
tiempo para mirar su cuerpo, esa perfecta forma femenina que
era tan escandalosamente diferente al suyo y sin embargo
encajaba tan perfectamente con el de él.

La mirada de Elisabeta se aferró a la suya, confiando en sus


ojos oscuros. El amor por ella brotó, una oleada de emoción,
sacudiéndolo como nada en su larga vida lo había hecho.
Nunca había considerado que podría sentir emociones tan
fuertes, pero la fuerza y profundidad de su amor por ella
estaba casi más allá de su comprensión. No había palabras
reales para expresarle eso, así que simplemente le abrió la
mente más completamente para permitirle ver lo que ella
significaba para él.

Había tenido mucho cuidado de protegerla del vacío de su


pasado, de las perturbadoras batallas y asesinatos. Era una
empática demasiado sensible, y no había necesidad de que
tuviera que compartir su violento pasado, pero necesitaba ver
lo que realmente significaba para él. Ella se lo merecía. Si ella
vislumbraba otras cosas, esperaba que eso no disminuyera lo
que quería darle en este momento.

Bookeater
Dark Song
Tet vigyázam. Él susurró la verdad en su mente. Diciéndole que
la amaba en su idioma. No era suficiente, nunca sería
suficiente, pero era todo lo que tenía.

Acarició su mano amorosamente desde su garganta, sobre su


clavícula, bajando por la suave hinchazón de sus pechos hasta
su caja torácica y vientre, aún más abajo hasta su montículo y
los rizos oscuros que cubrían un tesoro más allá de cualquier
precio, ese refugio secreto que significaba para él. Todo el
tiempo se dejó ahogar en sus ojos oscuros. Hágale ver lo
vulnerable que se sentía cuando estaban solos y podría
demostrarle lo mucho que ella significaba para él.

− ¿Puedes sentirme, Elisabeta? ¿Dentro de tu


mente? ¿Fusionado contigo? ¿Amándote?

Ella asintió con la cabeza, su mirada suave, derretida. Sintió la


forma en que ella vertía amor en su mente. Era imposible no
sentirla allí, llenándolo, dándole todo lo que era, porque así
era su manera. Elisabeta nunca retenía nada cuando se decidía
a dar. Por primera vez, él le había dado lo mismo, dejándole
ver que ella era su mundo.

− Quiero que me sientas dentro de ti. En tu cuerpo.


Moviéndome dentro de ti. Llenándote de amor. Conmigo.
Quiero que nuestros cuerpos sean uno, tal como son nuestras
mentes.

Observó sus ojos. Esos ojos de ella que decían tanto, que
eran tan conmovedores. Si ella tenía demasiado miedo, él lo

Bookeater
Dark Song
vería allí casi antes de que lo supiera en su mente. Su miedo
podría estar en su mente, pero es cierto que, cuando no sabía
qué esperar, a menudo tenía miedo, pero estaba dispuesta a
intentarlo. Pero sus ojos... Compartían la misma alma, y estaría
allí en sus ojos donde él vería la verdad.

− Si no estás lista, esperaremos. − Encontraría la paciencia


porque valía la pena esperar. − Si lleva años, esperaremos. −
Le dejó ver que lo decía en serio. − Estar contigo es un regalo
que nunca esperé tener y es más grande de lo que jamás creí
posible. Me traes mucha alegría, Elisabeta. Minan piŋe
sarnanak, realmente tienes mi corazón y mi alma en tus manos.

Elisabeta se acercó y enmarcó su rostro con las manos. − Eres


lo que más aprecio, Ferro. Eres en lo que creo. Me despierto
con alegría y espero con ansias cada levantamiento, pensando
qué nuevo viaje tendremos juntos. Ya me has enseñado tantas
cosas y siempre estoy ansiosa por cada lección. A veces tengo
miedo, eso es cierto, pero confío en ti. Cada vez que he puesto
mi fe en ti, has salido adelante por mí, por lo que mi confianza
es muy profunda. Más que nada, quiero ser completamente
tuyo en todos los sentidos.

Podía escuchar el tono de verdad en su voz. Sentirlo en su


mente. Mirarlo en sus ojos. Que Elisabeta pudiera confiar en
cualquier persona, y mucho más en un hombre de los
Cárpatos, especialmente en uno tan dominante y aterrador
como sabía que parecía, era un milagro en sí mismo. El hecho
de que ella le diera esa confianza cada vez que se levantaba,
cada vez que él la llamaba de su sueño y la sacaba de la tierra

Bookeater
Dark Song
curativa para enfrentar una vez más nuevas lecciones que
tenían que aterrorizarla, lo humillaba más allá de lo
imaginable.

Ferro inclinó la cabeza para rozar un beso suavemente sobre


sus ojos y luego sus labios. Sus dientes mordieron suavemente
su labio inferior y luego se deslizaron sobre su barbilla hasta
su garganta. Sus manos eran más posesivas de lo que nunca se
había permitido estar con ella, deslizándose sobre su piel,
reclamando su cuerpo, gentil en su toque, pero dejando en
claro que ella era suya.

Besó su camino hacia la curva de su pecho, encontró su pezón


izquierdo y succionó allí, atrayendo su suave carne hacia el
calor de su boca y luego usando el borde de sus dientes,
haciéndola jadear mientras él tiraba y giraba su pezón
derecho con su mano. Besó su camino por sus costillas hasta
su ombligo, sintiendo el delicado estremecimiento de
anticipación que recorrió su cuerpo antes de levantar la
cabeza, sabiendo que sus ojos estaban ardiendo en ella.
Posesivos. Él se sintió así.

− Eres completamente mía, Elisabeta, en todos


los sentidos. Soy totalmente tuyo. Quiero que estés muy
segura. No estoy tratando de apresurarte. − Él le dio una
sonrisa triste. − O quizás lo hago. − Colocó su puño alrededor
de la circunferencia de su pene. − Quizá lo haga. Mi cuerpo
está impaciente por el tuyo, no hay forma de ocultarte ese
hecho.

Bookeater
Dark Song
Él untó las gotas nacaradas del líquido que goteaba sobre la
corona dolorida y sensible con el pulgar y luego la deslizó
entre sus labios. Sus ojos se oscurecieron con pasión y su
lengua se curvó alrededor de su pulgar y luego lamió la
almohadilla, haciendo que su polla se sacudiera. Su mirada
hambrienta se posó en su pesada erección. Sabía exactamente
cómo se sentía cuando ella lo llevaba al calor de su boca. Era
tan naturalmente sensual y, sin embargo, no tenía ni idea.

Inclinó la cabeza una vez más sobre la de ella y la besó. Allí


había fuego. Llamas puras. Lo abrasaron hasta que apenas
pudo respirar o pensar racionalmente. Quería comérsela.
Devorarla. Él podría haber comenzado a besarla suavemente,
pero eso desapareció rápidamente cuando ella respondió con
los dedos en su cabello y la otra mano clavando las uñas en
sus nalgas, acercándolo a ella, tirando de su peso sobre ella.
Levantó la cabeza y una vez más comenzó a bajar por su
cuerpo con besos y mordiscos.

− Ferro. − Había un dolor en su voz.

− Tu cuerpo tiene que estar listo para tomar el mío. Ten


paciencia. − Su pequeño pájaro cantor. Casi tan impaciente
como él. Eso era un buen augurio.

Su piel era exquisita. El sabor tan adictivo como su sangre,


como el néctar entre sus piernas. Él se dirigía en esa dirección,
y la necesidad de devorarla ya estaba allí, llenando su mente
hasta que se sintió casi salvaje, el ansia salvaje lo llevó a

Bookeater
Dark Song
levantar sus piernas sobre sus brazos, abriéndola a él mientras
se acomodaba entre sus muslos y tomaba esa primera lamida
larga y lenta del afrodisíaco perfecto.

Elisabeta gritó. Sus caderas se movieron. Esa mezcla de


cítricos y sándalo se derramó sobre su lengua, amenazando
con volverlo loco. Él apretó sus piernas, manteniéndola en su
lugar, una mano extendida sobre su vientre.

Solo estoy comenzando. Has sentido mi boca sobre ti antes.


Su lengua rodeó su clítoris y luego se movió. Su cuerpo entero
se estremeció en reacción. Mira la lluvia. Relájate y deja que tu
cuerpo sienta el placer que te estoy dando.

Siempre hubo placer, pero nunca así. Esto arde. Enrollándose más
profundo. Arde más fuerte y más caliente como si me estuvieras
marcando profundamente por dentro.

Quiero comerte viva, piŋe sarnanak, no te preocupes ni tengas miedo


de las cosas que hago con mi boca y mis dientes para preparar tu
cuerpo para el mío. Confía en mí. Sentirás placer, te lo prometo.

Yo siempre confiaré en ti.

Ese fue todo el consentimiento que necesitaba. Se había


mantenido a raya con ella desde el momento en que descubrió
que ella era su compañera. Había tenido cuidado de reprimir
su naturaleza salvaje para poder ser lo que su compañera
necesitaba. Ahora, se permitió darse un festín con ella, un
agresivo asalto a sus sentidos usando sus labios, lengua, sus

Bookeater
Dark Song
dedos, moviendo, golpeando y luego rastrillando con el borde
de sus dientes solo para calmarla con lamidos. Él succionó
suavemente y luego apuñaló profundamente, pasando de
suave a áspero hasta que ella se retorció y sollozó su nombre,
sus uñas mordiendo profundamente sus hombros o,
alternativamente, sus dedos apretando su cabello.

La llevó al límite dos veces antes de estar satisfecho de que


estaba resbaladiza por el calor, inconsciente por la necesidad y
lista para la circunferencia de su cuerpo. El implacable latido
de su sangre a través de su polla fue casi aterrador cuando se
arrodilló entre sus piernas. Su mirada se aferró a la de él, sus
dientes se mordieron el labio inferior. Se veía radiante,
despeinada, sensual y completamente suya.

Ferro presionó la amplia corona de su polla en el calor


abrasador de su entrada resbaladiza, sintiendo las llamas
lamiendo su columna vertebral con una quemadura feroz que
se extendió por su cuerpo, un incendio descontrolado. Tuvo
que respirar profundamente para evitar estrellarse contra esa
vaina apretada y abrasadora. En cambio, luchó por el control
y la presionó con cuidado mesurado, centímetro a centímetro.

Sus tensos músculos sedosos resistieron, pero cedieron de


mala gana ante su persistente invasión. Su aliento estalló
fuera de sus pulmones en una carrera larga. El suyo hizo lo
mismo. Ella era un puño de seda candente y puro agarrando
su polla con fuerza, masajeando y ordeñando, mil lenguas
ardientes lamiendo y acariciando, mojadas y tan ardientes que

Bookeater
Dark Song
casi se volvía loco con la necesidad de moverse rápido y duro
en ella.

Las caderas de Elisabeta se movieron. Ella se retorció. Se


empujó hacia él. Atrapada en él. Ferro. Su nombre era una
súplica. Para más. Por todo lo que podía darle.

− Casi hemos llegado, piŋe sarnanak. Otro minuto. Tenemos que


ser cuidadosos. − Su voz estaba casi ronca por el esfuerzo de
contenerse.

No quiero tener cuidado.

Era la primera vez que su pequeño pájaro cantor sonaba fuera


de control, impaciente y un poco mandón. Le encantaba eso.
Le encantó poder dárselo. Empujó más profundo, encontró su
barrera, agarró sus caderas con fuerza con sus manos y le
quitó el dolor de la mente mientras avanzaba, dejándola sentir
el placer explosivo cuando su polla se clavó sobre su punto
más sensible. Ella gritó cuando él se enterró profundamente,
plantándose completamente en ella, por lo que no solo
compartían mentes sino también cuerpos.

Hizo una pausa por un momento, saboreando la sensación de


la vaina femenina de Elisabeta rodeando su polla,
agarrándolo con tanta fuerza, tan ferozmente, como si ella
nunca lo fuera a dejar ir, sintiendo los latidos de su corazón a
través de las paredes de su vaina de seda, atesorando la
intimidad del momento entre ellos. Fue el momento más
exquisito, perfecto y sorprendente de su vida.

Bookeater
Dark Song
Para mí también. Tú me has dado tanto, Ferro, y luego me das esto.
Sus ojos estaban oscuros por la pasión y líquidos por la
emoción. Gotas plateadas inclinaban sus pestañas, al igual
que las deslumbrantes que caían del cielo sobre sus cabezas. Si
todavía no te lo he dicho, tet vigyázam, amado.

Su corazón se apretó con fuerza en su pecho. Vuelto al revés.


No dudes, Elisabeta, que estás en mi corazón y mi alma por la
eternidad.

Luego comenzó a moverse, retirándose lentamente,


saboreando el arrastre de sus músculos mientras lo soltaban
de mala gana, estimulando cada terminación nerviosa. Él
avanzó con fuerza y rapidez, atravesando sus pliegues de
modo que un rayo pareció atravesar su cuerpo, a través del de
ella. Ella gritó siguiendo la dirección de sus manos,
levantando las caderas para recibir cada empuje.

Sus instintos, como siempre, estaban bien con él, un festín


sensual del que nunca se cansaba. Sus ojos, su cuerpo, la
forma en que sus pechos se balanceaban y se sacudían con
cada movimiento de sus caderas mientras conducía su cuerpo
hacia el paraíso de ella. Sus pequeños y suaves gemidos
comenzaron a aumentar con urgencia. El placer en su mente
se expandió para rodearlo de la forma en que su túnel de seda
rodeó su polla. Podía sentir su corazón latiendo fuerte y
rápido a través de su eje grueso al mismo tiempo que el suyo,
así de apretada estaba, apretándolo como un tornillo de
banco.

Bookeater
Dark Song
Su respiración se convirtió en jadeos ásperos y entrecortados,
acompañando sus suaves gemidos, una música diferente, una
canción diferente, pero una que resonaba con sus cuerpos. La
lluvia golpeó el techo sobre sus cabezas, un contrapunto al
crescendo construyéndose, la música salvaje y explosiva
surgiendo de cada célula de su cuerpo, de cada célula del de
ella, para unirse en un clímax ardiente de su sinfonía en
constante construcción.

Ferro. Jadeante. Temerosa.

Déjalo ir, sívamet. Cae conmigo. Confía en mí.

El cuerpo de Elisabeta estaba tenso, y así se relajó,


entregándose a él, poniendo su mente y cuerpo en sus manos.
Su apretada vaina de seda se apretó alrededor de su eje,
estrangulándolo, ordeñándolo, mordiéndolo con un fuego
abrasador. No podía apartar la mirada de ella, viéndola ir allí
con él, ya que los dos fueron llevados a algún lugar en el que
nunca antes habían estado. Su mirada se aferró a la de él, un
poco aturdida, pero suave de amor, la pasión oscureciendo
sus ojos.

Agarró sus caderas con más fuerza mientras se vaciaba dentro


de ella, la salvaje e indefensa sacudida de su polla era una
reacción ardiente y volátil al continuo agarre de sus sedosos
músculos que lo ordeñaban, ansiosos por cada gota de su
semilla. Cuanto más le daba, más caliente iban las paredes de
su vagina, hasta que un orgasmo llego al siguiente y los

Bookeater
Dark Song
exprimió a ambos. Hasta que incluso las pequeñas secuelas
fueron suficiente para enviar un estremecimiento perfecto a
través de su cuerpo mientras los compartía con ella, mientras
colapsaba sobre ella.

Ferro se permitió absorber su suave forma femenina, la


rectitud de amarla, su cuerpo todavía en el de ella, su mente
fusionada con la de ella, mientras sus corazones latían
juntos. No trató de pensar, simplemente se permitió sentir
amor por ella. Sentir euforia. Sintió una mano en su cabello y
la otra deslizándose por su espalda. Escucho la lluvia y los
latidos de sus corazones.

No tenía idea de cuánto tiempo estuvo allí, pero le costó un


esfuerzo deslizar su cuerpo del de ella y rodar fuera, para
acostarse a su lado. Elisabeta yacía tendida junto a él sobre el
pelaje, mirando las plateadas rayas de la lluvia y las nubes
ligeramente onduladas. Pasó sus dedos por los de ella y llevó
su mano a su pecho sobre su corazón que latía salvajemente.

¿Estás bien? No estaba seguro de poder tener suficiente aire


para respirar, por lo que parecía mucho más prudente usar su
forma telepática de comunicación.

No estoy segura de estar viva. En cualquier caso, si no lo estoy, estoy


bien donde estoy. No envíe un grupo de rescate.

Él se rio, principalmente en su mente, compartiendo su


diversión. Compartiendo su alegría en ella, en ellos. Se llevó
la mano a la boca y le dio un beso en la palma antes de

Bookeater
Dark Song
presionar sus dedos sobre sus labios. Creo que todavía podría
estar contigo en algún lugar del espacio exterior, montando la cola
de un cometa. Él raspó sus dientes hacia adelante y hacia atrás
sobre las yemas de sus dedos.

Creo que deberías haber comenzado con esa lección, Ferro.


Quizás podríamos haber prescindido de todo lo demás.

Elisabeta sonaba muy seria y pensativa, pero su mente,


fusionada con la de él, suave y serena, contenía esa diversión
que él encontraba tan increíblemente maravillosa, sobre todo
porque era muy diferente de aquellos primeros ascensos
cuando él había cantado para llamarla.

Le pasó el pulgar de un lado a otro por los nudillos. Sin duda


tienes razón, minan piŋe sarnanak. Ella se ocupaba de la mayoría
de las cosas. ¿Quién era él para decir, especialmente sobre un
tema tan importante, algo diferente?

Su suave risa se derramó sobre él. Cuando ella hacía eso,


siempre se sentía como una limpieza, como si llenara cada
grieta y lágrima en su mente que todos los siglos de caza y
matanza, todos los siglos de vivir en un vacío gris, habían
causado. Ella lo llenó de amor.

Bookeater
Dark Song
18
Una vez cegado por los malvados, ahora tus ojos están claros;
Mira dentro de ti, no hay nada que temer.

− Elisabeta no puede seguir haciendo esto cada vez que


asciende, − objetó Ferro. − Gary, ya ves el precio que le
está cobrando.

Gary asintió. – No hay duda de que es difícil para ella.


Todavía no sé qué está causando la infección. Puedo curar la
marcación profunda del cerebro, la que se produce después
de la infección, al igual que algunos de los antiguos más
hábiles, pero ninguno de nosotros puede eliminar la infección
como ella. No conozco otra palabra para llamarlo, aunque
técnicamente no es una infección. No es bacteriano ni viral. Si
lo fuera, podríamos curarlo. He intentado que imiten sus
acciones. Tiene un don, Ferro. Ella es única.

Ferro no necesitaba que le dijeran que su compañera era


única, especial o talentosa. Él ya sabía esas cosas sobre
ella. No quería quitarse la frustración que sentía por su
fracaso en proteger a Elisabeta de Gary en todo momento. Él
había esperado darle a sus amigas y un hogar, donde ella
pudiera aprender lentamente las cosas que la harían sentir
cómoda en su mundo, pero en cambio, cada vez que se
levantaba tenía que repetir los mismos deberes, aclarando
infecciones repetidas.

Bookeater
Dark Song
Josef, Danny y Amelia se contagiaban todas las noches, Tariq
casi todas las noches, los antiguos menos. Los números iban
en aumento, aunque debido a que todos eran escaneados
todas las noches, la quemadura era mucho más ligera y más
fácil de eliminar para Elisabeta. Aun así, la cantidad de
personas a las que tenía que ayudar la cansaba, aunque nunca
se quejaba. Sandu, Andor, Dragomir y Gary se quedaban muy
cerca, tan preocupados como Ferro por su salud.

− Hemos realizado un seguimiento de lo que todos han estado


haciendo durante sus días y noches, − dijo Gary. − Tratando
de encontrar un patrón, algo que todos tengan en
común. Tenga en cuenta que estos son humanos, Cárpatos,
hombres, mujeres y niños. Una gran mezcla.

La puerta de la gran sala de reuniones de Tariq se abrió de


golpe y Josef entró de un salto. Ferro apretó los brazos
alrededor de Elisabeta y la apartó de la entrada, protegiéndola
con su cuerpo más grande. Sobresaltada, la acción la sacó del
cerebro de Tariq, volviéndola a mezclarse con los diversos
antiguos que se habían unido para tratar de descifrar qué
estaba propagando la infección.

Josef no pareció notar los ceños fruncidos o las miradas de los


mayores de los Cárpatos o las miradas divertidas de las
mujeres. − Lo encontré. Sé qué está causando la infección.
Fueron muy inteligentes. No puedo creer que no me di cuenta
de esto antes. − Había admiración en su voz. – En serio. Y, por
cierto, Ferro, Cornel diciendo que estaban trabajando en un

Bookeater
Dark Song
nuevo algoritmo para rastrear a los cazadores era una
tontería. Sabía que Sergey no iba a entender si podía o no
hacer lo que decía. Quería tener acceso a las computadoras.
Aunque tienen un programa en el que comenzaron a trabajar
para detectar la energía de un cazador moviéndose en el aire...

− Josef. − Tariq sonaba paciente. − ¿Qué está causando la


infección?

− Oh sí. En realidad, era una idea muy simple, y debería


haberme dado cuenta antes. Todos usamos computadoras
ahora. Incluso los niños. Solo necesitaban que alguien trajera
su programa a la computadora principal y dejara que el virus
se propagara a todos los programas. Uno de los niños
descargó un juego que llevaba el virus y se propagó
lentamente al principio y luego despegó, pasando de un
programa a otro. No es necesario tener el juego original.
Danny y Amelia tienen el juego. Al principio no podía
entender cómo estaba sucediendo la quemadura en el cerebro,
pero luego tuve que pensar fuera de la caja cuando nada más
cuadraba. Así que finalmente se me ocurrió la idea de que
podían incrustar magia en el código a través del proceso de
eliminación, y le pedí a Julija que echara un vistazo.

− ¿Es eso posible? − Preguntó Maksim.

Ferro mantuvo sus ojos fijos en el niño. Se recostó en su silla,


con Elisabeta a su lado. No era de extrañar que Cornel tuviera
la mira puesta en Josef. El chico era realmente un verdadero

Bookeater
Dark Song
genio. Sería un gran alivio tener finalmente resuelto el
misterio.

− No sólo es posible, sino que también programan a todos los


que se infecten a abrir las puertas del complejo ante una
orden, − continuó Josef. − De esa manera, si uno era detenido,
varios otros obedecerían a los vampiros. La infección causaría
caos, y con suerte volvería a los antiguos unos contra otros.
Realmente es un golpe de genialidad. El código es simple pero
extremadamente efectivo. Cubrieron todas las bases.

− ¿Eres capaz de deshacerte de él? − Preguntó Tariq.

Josef se encogió de hombros. − Se propago a través de la


mayoría o de todos sus programas. Las computadoras
personales de todos también deben limpiarse. Va a tomar un
tiempo arreglar esto. Tu gente de seguridad, todos los niños.
Es un proceso. También tendré que revisar sus computadoras
en el club. Si utilizó alguno de los mismos programas, podría
haber infectado esos equipos.

Ferro hizo una mueca interiormente. Tenían que decirle al


niño que Cornel y Dorin lo estaban cazando. Sergey no podía
pensar más allá de recuperar a Elisabeta, pero sus dos primos
estaban decididos a traer a Josef a su redil de cualquier forma
que pudieran.

Tariq le indicó a Josef que se sentara en una silla. – Tenemos


algunas cosas que tenemos que repasar contigo, Josef. Como
sabes, el Centro Morrison para la investigación psíquica se ha

Bookeater
Dark Song
convertido en un frente para que los vampiros rastreen a las
posibles compañeras de vida de los hombres de los Cárpatos.
Querían llegar a ellas antes que nosotros. También
encontraron varones psíquicos. Los están reclutando y
usándolos como peones. Algunos de los hombres han sido
contratados para trabajar en mi club. Otros están siendo
convertidos en vampiros y utilizados como la primera oleada
de su ejército contra nosotros, como viste cuando atacaron la
otra noche.

Josef se sentó en silencio, una hazaña que Ferro no había


creído posible para el niño.

Su cerebro siempre está evaluando todas las posibilidades, dijo


Gary. Nunca se detiene.

Elisabeta estuvo de acuerdo. No creo que le sea posible ralentizar


su cerebro. Lo intenta. Cuando estaba trabajando con él, trató de no
pensar demasiado en lo que le estaba pasando a él o a los demás, pero
no pudo detenerse a sí mismo. Estaba especialmente molesto con esa
primera vez, cuando le dijo cosas a Tariq. Eso era muy raro en él. Fue
una y otra vez sobre las cosas que dijo en su mente para tratar de
descifrar por qué las había dicho.

Ferro tenía el don de leer a los demás, y un joven de los


Cárpatos debería haber sido fácil, pero Josef se mantuvo al
margen, lejos de los demás. Ferro pudo adivinar por qué. El
chico era diferente y lo había sido toda su vida. No había
perdido la capacidad de sentir emociones y las opiniones de
los demás tenían que ser hirientes. A menudo era el más

Bookeater
Dark Song
inteligente de la sala, pero se le pasaba por alto debido a su
juventud. Debía haberse sentido frustrado porque nadie lo
escuchaba. Había aprendido a convertir sus rasgos en una
máscara inexpresiva cuando estaba en la habitación con
antiguos cazadores que probablemente lo despreciarían.
Llevaba su pelo de color puntiagudo y piercings como
armadura. Mientras tanto, luchaba por su pueblo a su manera.

El chico tiene coraje. Fue un gran cumplido viniendo de Sandu.

Ferro asintió con la cabeza. Estoy de acuerdo. No quiero que entre


en la guarida del león. No hay duda de que va a ser voluntario para
ir al club en el momento en que Tariq le informe que Cornel
espera atraerlo allí con una mujer y adquirirlo.

Gary, fusionado con los otros antiguos, dio el equivalente


mental de negar con la cabeza. No podemos arriesgarnos con
él. Es demasiado valioso para la gente de los Cárpatos. Le di mi
palabra a Mikhail de que estaría a salvo. Dio su palabra a sus padres
adoptivos. Casi lo pierden una vez antes, y el príncipe no quiere
tener que decirles de nuevo que Josef está en peligro.

Ferro podía imaginarse perfectamente que Josef estaba en un


estado perpetuo de peligro. El niño era delgado pero las
apariencias engañaban. Una barra de acero lo atravesaba. Su
devoción por la gente de los Cárpatos era tan profunda como
la de cualquier guerrero.

− Basándonos en la inteligencia que Elisabeta nos ha


proporcionado, no creemos que Sergey sea necesariamente el

Bookeater
Dark Song
cerebro detrás del complot para derribar a Mikhail. Con sus
hermanos mayores muertos, creemos que los primos de
Sergey, Cornel y Dorin, están trabajando entre bastidores para
llevar a cabo los planes originales. Ambos están dotados de
inteligencia, al igual que los hermanos Malinov mayores.
− Tariq hizo una pausa, su mirada recorrió a los hombres y
mujeres sentados en la mesa de la habitación.

Josef siguió su mirada y luego volvió a posarse pensativo en


el líder. − Están planeando un gran baño de sangre, ¿no? −
Había resignación en su voz. − Tiene que ser una
distracción. ¿Qué buscan realmente?

El chico era demasiado inteligente.

− Sergey espera recuperar a Elisabeta, y Cornel espera


atraparte a ti. − Tariq fue honesto.

Traian negó con la cabeza. − Josef no puede acercarse a ese


lugar.

Josef frunció el ceño. − Disculpe, Tariq, pero eso no tiene


sentido. Tenemos que analizar esto. Si esos varones psíquicos
se plantaron en el club hace tiempo y no solo desde que
Sergey se hizo cargo, entonces no había forma de saber que
perdería a Elisabeta. Cornel no tendría forma de saber que
haría un viaje desde los Cárpatos a los Estados Unidos. Si los
hermanos Malinov hicieron un plan para que los vampiros
crearan una distracción, entonces fue por otra razón. Elisabeta
y yo somos simplemente razones adicionales ahora.

Bookeater
Dark Song
Ese chico vale su peso en oro, dijo Petru. Tiene razón.

Hubo un silencio de asombro. Traian inclinó la cabeza en una


muestra de respeto hacia Josef. − Nunca dejas de asombrarme.
Tariq, ¿qué tienes por lo que los hermanos Malinov querrían
arriesgarse a exponerse al mundo? ¿No solo la exposición al
mundo, sino a la represalia de cada cazador de los Cárpatos
que viene tras ellos?

− No puedo imaginar.

− Has vivido aquí durante mucho tiempo. Has estado en los


Estados más tiempo que cualquier otro Cárpatos y has vivido
más tiempo entre los humanos, − recordó Traian.

Tariq negó con la cabeza. − Lo siento. Todo eso es cierto, pero


no significa nada para mí. No tengo idea de por qué me
apuntaron, aparte de que represento al príncipe aquí, y eso es
reciente.

− ¿Elisabeta? − Traian se volvió hacia ella. − ¿Tienes alguna


idea de lo que buscaban los hermanos Malinov?

Como de costumbre, cuando se le hizo una pregunta directa


frente a tanta gente, se calló y se retiró a la seguridad de su
mente fusionándose con Ferro. Ferro le enseñó los dientes
mentalmente a su hermano biológico. Sabía que era mejor no
poner a Elisabeta en un aprieto así. Había demasiada gente en

Bookeater
Dark Song
la habitación, demasiados ojos sobre ella. Demasiadas formas
para que ella se equivocara.

No hay una respuesta incorrecta, piŋe sarnanak. Puede que Traian


sea tu hermano, pero es un patán irreflexivo y su compañera pasará
siglos enseñándole cómo ser amable antes de que ella le permita
volver a su cama.

No solo permitió que su amada mujer lo escuchara, sino que


Sandu, Andor y Dragomir también lo escucharon. Los tres
antiguos miraron a Traian y Joie. Llamas rojas parpadearon en
el profundo negro de los ojos de Sandu.

Extrañamente, Tariq y Gary se habían quedado en silencio, y


una vez más Ferro tuvo la sensación inquietante que había
tenido casi desde el momento en que trajo a su compañera del
rico suelo curativo y se levantó por primera vez cuando la
reclamó. Les lanzó una rápida mirada. No se veía nada en
ninguno de los dos rostros, pero no esperaba que lo hubiera.

Te pido disculpas, Elisabeta, dijo Traian de inmediato. Fue


desconsiderado de mi parte. Estaba pensando solo en resolver el
misterio. Sé que estás cansada y probablemente asustada por todos
nosotros. Sin embargo, tengo que preguntarte de nuevo, ¿tienes
alguna idea de lo que los Malinov querían de Tariq? ¿Los escuchaste
hablar? Tendría que ser algo extremadamente importante para que
ellos se arriesgaran tanto. Es posible que Sergey ni siquiera supiera o
no entendiera de qué estaban hablando.

Yo no... Ella se calló.

Bookeater
Dark Song
Cornel y Dorin lo sabrían. Sergey solo está decidido a
recuperarte. Eso es en todo lo que piensa. Cornel y Dorin sabrían lo
que buscaban sus primos. Sabrían la importancia de ello y también
lo buscarían.

Ferro.

Ferro sabía que su compañera se dirigía deliberadamente solo


a él.

Necesito tiempo para pensar en esto. Hubo tantas conversaciones. Se


han dicho tantas cosas, y esto es importante, así que realmente tengo
que darme tiempo para resolverlo todo.

− Elisabeta necesitará tiempo para pensar en esto, Tariq. Ella


no quiere apresurar su respuesta. Mientras tanto, podemos
discutir el hecho de que el peligro para Elisabeta y Josef es
muy real y debemos vigilarlos de cerca.

− Josef, ¿podrás trabajar en las computadoras del club de


forma remota? − Ferro preguntó.

Ferro se comprometió deliberadamente con Tariq,


presionando solo un poco para ver si el líder realmente quería
respuestas a la pregunta que Traian había propuesto.

Josef tardó en responder. Se encogió de hombros casualmente.


− No estoy seguro. Primero tengo que revisar los programas
aquí, limpiar todo y reinstalarlos. Julija necesita trabajar

Bookeater
Dark Song
conmigo solo para asegurarse de que la magia no se quede en
las computadoras. Mientras tanto, todos, incluido el personal
de seguridad, deben mantenerse alejados de sus
computadoras. Si se llevaron computadoras portátiles o
tablets a las casas, deben limpiarlas y comenzar de nuevo. Si
tienen familias, deben asegurarse de hacer lo mismo con esas
computadoras, y alguien debe revisar a sus hijos o cónyuges
para asegurarse de que nadie esté infectado.

Ferro tuvo la sensación de que el chico se estaba acortando un


poco. Estaba dejando una posibilidad para ir al club. No creía
que fuera porque Josef fuera temerario, era más que pensaba
que necesitaba servir a la gente de los Cárpatos en cualquier
forma que pudiera.

No cree que alguna vez sea un cazador de vampiros decente,


¿verdad? Le preguntó a Gary, a propósito comprometiéndose
con él, tratando de sentir su camino. Esa amenaza para
Elisabeta definitivamente había vuelto, pero Gary seguía
siendo el mismo, todavía se sentía tranquilo y práctico.

No. Lo he visto en su mente muchas veces. Su genio radica en la


tecnología, aunque es experto en curación y ya tiene muchas
habilidades de lucha. Ha estado en batallas con hombres lobo y
vampiros y lo ha hecho muy bien.

Está vivo, eso dice mucho de él sí logró permanecer así después de


una pelea con cualquiera. Ferro miró al chico, tratando de pensar
en el futuro.

Bookeater
Dark Song
La suave esencia de Elisabeta llenó su mente, su naturaleza
calmante creando esa sensación de paz que siempre traía
consigo. Él la miró y descubrió que ella lo miraba con sus
hermosos ojos oscuros. Su corazón se apretó con fuerza en su
pecho. Apretó sus dedos alrededor de los de ella y llevó
sus manos juntas sobre su corazón. Él la amaba con cada parte
de su ser. Más de lo que creía posible. Más de lo que sabía que
existía el amor en el mundo.

A menudo se le ha dicho que nunca será un gran cazador de


vampiros. Que es demasiado lento. Demasiado delgado. Su tipo de
cuerpo está demasiado mal. Hay otro que está cerca de él, uno a
quien admira, que es vicioso, es cortante con él para hacerlo sentir
menos, y lo cree porque se siente diferente y apartado de los
demás. Se le ha hecho sentir así durante muchos años.

Ferro sintió una sensación de protección hacia el niño. ¿Dónde


están los que deberían cuidar a este niño?

Sus padres están muertos. No creía que sus padres adoptivos lo


quisieran hasta que fueron por él cuando fue con Skyler a buscar a su
compañero y lo rescataron de los hombres lobo. Elisabeta había
encontrado esa información en la mente de Josef.

¿Por qué pensaría que sus padres adoptivos no lo querían? Ferro no


tenía idea de por qué seguía con el asunto. No era como si
estuviera en el mercado por enfrentarse a un chico como Josef.
No sabía nada sobre los niños pequeños, − especialmente los
modernos, y Josef era definitivamente moderno. Ferro se
consideraba un retrogrado a los viejos tiempos.

Bookeater
Dark Song
Ellos tienen un hijo. Estaba o está muy celoso de Josef, al menos a mí
me parece así cuando le dice las cosas que le dice a Josef. No tengo
una forma real de leerlo a menos que esté aquí. También me siento
triste por él. El malentendido entre los jóvenes cuando los padres no
están prestando mucha atención puede ser brutal.

Ferro no sabía nada de eso. Sus padres se habían ido del


mundo hacía tiempo y era difícil acceder a un recuerdo real
de su infancia. Sabía que le habían inculcado el sentido del
deber y el honor.

− Tenemos que ir al club e identificar a los hombres que


trabajan para los Malinov, − dijo Maksim. − El club es bastante
grande. Necesitaremos varios de nuestros hombres más
sensibles para moverse por los pisos lo más rápido posible y
escanear.

− Los hermanos Malinov les habrán proporcionado algún tipo


de escudo para evitar que los leamos, − señaló Tariq. − Si fuera
así de fácil, ya los habríamos descubierto.

Ferro sabía que eso era cierto. Elisabeta, estos psíquicos del sexo
masculino que trabaja en el club, si vamos allí y estamos en otra
forma, moviéndonos invisibles, como estábamos en el bosque, ¿serían
capaces de detectar nuestra presencia de la forma en que los
vampiros recién hechos fueron capaces de hacer?

Bookeater
Dark Song
Si ellos están cerca y juntos, creo que lo harán, a pesar de que no
sabrán que estás ahí para algún propósito específico o en búsqueda de
ellos.

− Cuando estábamos cazando a Sergey y a los otros vampiros


maestros, los vampiros recién creados podían detectarnos
cuando estaban juntos, − dijo Ferro a los otros cazadores. −
Tiene algo que ver con que los psíquicos estén cerca unos de
otros y sus dones se combinan específicamente.
Independiente de cómo funcione, pueden detectar nuestra
presencia, incluso cuando no nos ven. Elisabeta cree que
sucederá lo mismo en el club si los machos están
cerca, aunque no sabrán la razón por la que estamos allí.

− Tienes sus nombres, ¿verdad? − Preguntó Josef.

− Naturalmente. Solicitaron el trabajo, se entrevistaron y lo


consiguieron, − dijo Maksim.

Josef dejó su computadora portátil sobre la mesa y la abrió. −


Esta está limpio, no tienen que preocuparse. Si tiene los
nombres, puedo compararlos con los de la base de datos del
Morrison Center. Intentaron borrar algunos de ellos, pero
tengo todos los datos originales y los recibo a medida que
llegan. Puede que no los obtenga todos, pero podemos
obtener la mayoría. Eso debería reducir una gran parte de la
búsqueda.

Bookeater
Dark Song
A Ferro le gustaba cada vez más el niño. También estaba
empezando a pensar que la tecnología era más de lo que le
había dado crédito.

Tariq sacó su computadora portátil. − Esta no está limpia, −


dijo. − Pero tengo nuestra arma secreta, Elisabeta, si a ella no
le importa ayudarme una vez más, entonces puedo enviarte
esos nombres.

− Solo déjame tu computadora portátil, − objetó Josef. − Puedo


hacer el trabajo en la tuya y luego limpiarla, y si a Elisabeta no
le importa, ella puede trabajar en mí. Se está acostumbrando
al desorden dentro de mi cerebro. − Le envió a Elisabeta una
pequeña sonrisa.

Elisabeta le devolvió la sonrisa y asintió con la cabeza. − No


hay lío, Josef.

Ferro se sorprendió de que hablara en voz alta en la


habitación llena de tantos otros. Aparentemente también los
sorprendió a todos, pero nadie reaccionó ni llamó la atención
sobre el hecho.

Tariq empujó su computadora portátil a través de la mesa


hacia Josef y todos vieron cómo sus dedos recorrían el
teclado. Ferro no había pensado que nadie pudiera escribir
tan rápido.

Ferro, ¿qué es lo que los Malinov querían más que cualquier otra
cosa? Preguntó Elisabeta.

Bookeater
Dark Song
Ferro frunció el ceño. ¿Qué querían los Malinov? Tenían
fama de haber tenido muchos debates ardientes durante toda
la noche y cerca del amanecer con los hermanos De La Cruz, y
los Astors, sus primos y tantos otros antes de convertirse en
vampiros. Siempre estaban enojados contra el príncipe y
discutiendo cómo él no merecía gobernar a la gente de los
Cárpatos. Sentían que podían hacer un mejor trabajo. Que
otros podrían hacer un mejor trabajo. Afirmaron que el linaje
Dubrinsky tenía un defecto que era profundo y traería un
desastre a los Cárpatos si no hacían algo pronto. Lograron
muchos seguidores con sus argumentos persuasivos y su
retórica fogosa.

¿Poder? ¿Mandar? Querían convertirse en el príncipe. Tener lo que


tenían los Dubrinsky.

Elisabeta guardó silencio. Todos podían escuchar el clic de las


teclas mientras Josef se sentaba encorvado en su silla, sus
dedos volando locamente sobre el teclado. Ferro solo tenía
ojos para su compañera mientras su mente daba vueltas al
rompecabezas que tenía delante.

Ferro sintió de repente la quietud en los otros antiguos tan


conectados a él, a Elisabeta. Sabían que ella estaba juntando
las piezas. Como Ferro, sabían lo astuta que era.

El príncipe de los Cárpatos no puede querer el poder,


Ferro. Tiene que ser desinteresado. Tiene que ser un recipiente para
su pueblo.

Bookeater
Dark Song
Eso es cierto, Elisabeta, pero no todo el mundo entiende ese concepto.
Muchos gobernantes, de hecho, la mayoría de los gobernantes, son
todo lo contrario. No sirven a su gente; esperan que su gente les
sirva.

De nuevo se hizo el silencio. Esta vez, Ferro se dio cuenta de


que incluso Tariq sabía, a través de Gary, que Elisabeta estaba
considerando lo que buscaban los hermanos Malinov. No
quería influir en su pensamiento de una manera o la otro, y
esperaba que los demás no cometieran el error de hacerle
preguntas. Elisabeta tenía su propia forma de llegar a las
conclusiones correctas. Había pasado siglos observando a los
hermanos, más tiempo que nadie. No sabían que ella estaba
allí, por lo que no fueron cuidadosos.

¿Tariq nació casi al mismo tiempo? ¿O era mayor que ellos?

Era casi imposible saber la edad de cualquier Cárpatos. Tariq


nació después que nosotros, pero antes que los hermanos
Malinov. Los conocía. Conocía al hijo mayor de Vlad. Conocía a
mucha gente de los Cárpatos. Vino al monasterio una vez.

Nuevamente, Elisabeta se quedó en silencio. Esta vez, Tariq


lanzó una rápida mirada a Gary, y Ferro supo de inmediato
que los dos hombres se estaban comunicando telepáticamente
y nadie más estaba al tanto de lo que estaban diciendo, ni
siquiera Maksim, el socio de Tariq. Otro cosquilleo de
inquietud se deslizó por la columna de Ferro, y éste fue

Bookeater
Dark Song
feroz. A menudo, era el primer acto de conciencia del peligro
y lo que salvó la vida.

No había ninguna razón real para pensar que Elisabeta


pudiera estar en peligro, pero no estaba dispuesto a correr
riesgos con ella. Todo el tiempo había tenido una vaga
impresión de peligro hacia ella, y ahora definitivamente
estaba definida y emanaba del segundo al mando de Tariq.
Gary. Un hombre en el que Ferro confiaba.

Se puso de pie, todo músculo fluyendo, su brazo alrededor de


la cintura de Elisabeta, acercándola con él y arrastrándola
casualmente detrás de él para proteger su cuerpo de los de la
mesa, pero haciendo que pareciera que era un gesto
automático.

− Volveremos cuando Josef haya terminado con su trabajo.


Estaremos cerca de aquí. Elisabeta necesita alimentarse
después de eliminar la infección de tantos, y tendrá que
trabajar con Josef.

Dio dos pasos hacia la puerta cuando Tariq y Gary se


levantaron también. De inmediato, los que estaban en la
habitación se pusieron en alerta.

− Creo que Elisabeta todavía tiene que trabajar en Tariq, − dijo


Gary suavemente. − Ella fue interrumpida. Podemos seguirte
afuera.

Bookeater
Dark Song
Tariq negó con la cabeza cuando sus guardias se levantaron. −
Te quedas. − Había total autoridad en la voz del líder. − Deseo
tener unas palabras tranquilas con Ferro y Elisabeta. − Hizo
un gesto hacia la puerta.

Ferro no podía pensar en una buena razón para evitar salir


frente a él. Tiró a su compañera alrededor de su cuerpo.
Quédate directamente frente a mí y camina directo hacia la puerta y
por el pasillo hasta la puerta exterior. Ábrela y sal. No dejes de
moverte por ningún motivo.

Elisabeta no le preguntó. Las alarmas le gritaban. En su


camino privado, sintió la agitación en su mente: sus hermanos
estaban tan incómodos como él. ¿Ferro? ¿Qué es? Petru hizo la
pregunta que todos los hermanos se preguntaban.

No tengo idea. ¿Tariq ha alertado a sus guardias contra ti?

No, están tan inquietos como nosotros. No saben lo que está


haciendo, pero no les gusta que esté desprotegido. Isai dio
la respuesta.

Ferro hizo un sonido de incredulidad en su mente. Tiene al


sanador con él. Gary tiene el conocimiento de cada batalla librada
por cada Daratrazanoff en todo el linaje. No creo que Tariq esté
desprotegido.

Si lo necesita, acudiremos en tu ayuda. Ese era Sandu, siempre


dispuesto a estar con él. ¿Está Elisabeta en peligro?

Bookeater
Dark Song
Eso era lo peor. Ferro sentía el peligro, pero ¿por qué Tariq, o
incluso Gary, amenazarían a Elisabeta, que se había esforzado
por ayudarlos? Eso tenía poco sentido. Todo el tiempo, desde
el momento de su primer levantamiento, había algo que Gary,
al menos, había sabido que Ferro no sabía.

Su compañera siguió sus instrucciones al pie de la letra.


Caminó rápidamente por el pasillo, directamente a la puerta
que conducía al patio.

− Preferiría hablar adentro, − dijo Tariq detrás de ellos.

Ferro no se detuvo. − Elisabeta está incómoda dentro. Te lo


dije, necesita estar al aire libre. − Empujó aire en su espalda,
instándola a abrir la puerta antes de que Gary o Tariq la
mantuvieran cerrada y él quedara atrapado en el estrecho
pasillo con poco espacio para luchar por salir.

Ella abrió la puerta de un tirón y salió. Ferro estaba pisándole


los talones y se dio la vuelta en el momento en que tuvo
espacio para enfrentarse a los dos hombres que salían de la
casa. Elisabeta, quédate detrás de mí. Si es necesario, confía solo en
los hermanos. No sé qué pasa aquí, pero siento una amenaza para
ti. No estoy seguro de por qué. Deberías estar a salvo aquí con estos
dos hombres, pero no siento que lo estés. ¿Puedes leer cualquiera de
ellos sin su conocimiento?

Sabrían el momento en que Ferro tocara sus mentes. No iba a


arriesgarse a una batalla total con dos ancianos como Gary y
Tariq, experimentados cuando Elisabeta estaba tan cerca.

Bookeater
Dark Song
Quizás. Tendría que tener mucho cuidado. Gary es... difícil. Está
cerrado. Tariq es más abierto, pero ahora mismo está atento y se
parece mucho más a los hermanos de lo que nunca lo he visto. Es
muy peligroso ahora mismo, Ferro. No sé por qué está molesto, pero
está muy molesto.

− Elisabeta te está haciendo preguntas. Preguntas privadas,


Ferro, y esas preguntas son sobre mí. − Tariq hizo una
declaración. − Específicamente, sobre el príncipe, el pasado y
sobre mí.

− Le preguntamos si podía averiguar qué querrían los


hermanos Malinov de ti, lo que querían lo suficiente como
para estar dispuestos a exponerse a sí mismos y al pueblo de
los Cárpatos a los humanos para conseguirlo. Ahora, debido a
que necesita hacer preguntas para obtener información
pertinente para resolver el rompecabezas, casi la estás
amenazando. – Ferro los empujó a ambos, desafiándolos a
negarlo.

Gary y Tariq intercambiaron otra larga mirada y claramente


otra breve consulta telepática.

Elisabeta evaluó cuidadosamente a los dos Cárpatos. Ambos


están muy descontentos. Bastante. No están seguros de sí pueden
confiar en ti, Ferro, porque nunca le has jurado lealtad al príncipe.

¿Estás leyendo sus pensamientos reales?

Bookeater
Dark Song
No, más como su lenguaje corporal y los matices de sus movimientos
oculares junto con los destellos de imágenes que estoy captando
de sus mentes. Estoy más familiarizada con Gary a través de ti y los
demás que con Tariq, pero Gary está muy cerrado y no puedo
penetrar demasiado profundo sin riesgo de ser detectada. Dudo con
Tariq porque se siente como una invasión. Curioso. Él es un buen
hombre. Uno decente. Él busca el bien de la gente, ante todo. Incluso
el confrontarnos es difícil para él cuando sabe que acudimos en su
ayuda.

− ¿Por qué nunca le has jurado lealtad a Mikhail? − Preguntó


Tariq. − Pocos hermanos lo han hecho.

− Nunca se nos ha pedido, − dijo Ferro.

− Eso es así, pero algunos lo han hecho. ¿Hay alguna razón


por la que no lo hayas hecho?

− Nunca he conocido a Mikhail Dubrinsky. No sigo a nadie


ciegamente. Su padre finalmente nos traicionó para satisfacer
a su compañera. No podía soportar la idea de perder a su hijo
primogénito, a pesar de que estaba enfermo con la mancha de
la mala sangre. Vlad tenía suficiente precognición como para
ver la caída de la gente de los Cárpatos. Sabía lo que
sufriríamos. Sabía a lo que se enfrentaría su hijo menor, la casi
extinción de todos nosotros, y, sin embargo, para complacer a
su mujer, se negó a que su segundo destruyera a su hijo.

− Y, sin embargo, continuó sirviendo a nuestra gente con


honor.

Bookeater
Dark Song
− Vlad siguió tratando de servir a nuestra gente con
honor. Era débil cuando se trataba de su familia, con las
personas que amaba. No tenía compañera. No tenía forma de
juzgar lo que haría si estuviera en su lugar. Quizás la culpa
fuera de su segundo al mando. No tengo idea de cómo
funciona esa pareja o si Roman Daratrazanoff podría haber
matado a Draven sin destruir el vínculo entre el príncipe y él.

Gary y Tariq se miraron nuevamente antes de que Tariq


asintiera con la cabeza. Esa sensación de peligro inminente
comenzaba a desvanecerse un poco en Tariq, pero Ferro no
estaba menos alerta. Todavía sentía que Gary era la principal
amenaza.

Tariq siente que debería compartir información que cree que


eventualmente descubriré. Gary se resiste y dice que es peligroso
confiar la información a alguien, especialmente a alguien que no ha
jurado seguir al príncipe.

A pesar de la gravedad de la situación, Ferro no pudo evitar


sentirse divertido. Su mujer era demasiado inteligente y
perceptiva para los hombres en posiciones poderosas. Había
aprendido sus habilidades de observación por necesidad y las
había perfeccionado durante siglos. Como Tariq, no tenía
ninguna duda de que eventualmente ella descubriría
cualquier secreto que Tariq estuviera escondiendo. En algún
lugar del pasado, uno de los Malinov tuvo que haberlo
mencionado, probablemente más de una vez frente a ella sin

Bookeater
Dark Song
darse cuenta de que estaba en la misma habitación que ellos.
Algo desencadenaría ese recuerdo.

Tariq insiste en que ya lo sé, que solo debo recordar, y Gary dice que
eso significaría que los hermanos Malinov lo sabían, y era una
imposibilidad que ellos lo supieran.

¿Sabes lo que significa? ¿Qué es lo que podrías saber, Elisabeta?


Ferro sabía que la estaba presionando cuando realmente
necesitaba tiempo, pero Gary estaba claramente a cargo de
proteger a Tariq además de algo enorme, algo que muy pocos
en el mundo de los Cárpatos conocían. Quizás un secreto que
podría significar la caída del príncipe y, por lo tanto, la
extinción del pueblo de los Cárpatos.

Tariq dice que no si su padre era uno de los miembros del consejo.

En el momento en que ella repitió la palabra consejo, se quedó


en silencio, y Ferro sintió que una vez más se retiraba al
pasado, buscando más información a través de esos siglos de
conversaciones que había escuchado.

Necesitaba que ella resolviera esas conversaciones


rápidamente. Si Ferro y Elisabeta no fueran compañeros, Gary
podría captar partes de sus comunicaciones privadas. Él ya
sabía que estaban hablando telepáticamente como Tariq y
él. Como segundo al mando y tutor designado por Tariq,
cumpliría con esos deberes con honor, quisiera o no. Estaba
inquieto y alerta. Sabía que entablar una batalla con Ferro

Bookeater
Dark Song
iniciaría una guerra total con todos los antiguos del complejo,
y tendrían que tomar partido.

Elisabeta, necesito saber lo que Gary y Tariq se decían uno al


otro. Detestaba apartarla de sus recuerdos, pero tenía que ser
advertido si Gary iba a atacar. Tenía que poner a salvo a su
compañera. Matarla sería la forma más rápida de que Gary lo
derrotara. Debería haber tenido a Sandu o a uno de los otros
hermanos acompañándolo, tanto si Tariq lo quería como si no.

Tariq dice que los hermanos Malinov pueden haber escuchado a su


padre hablando con Roman. Esa es siempre una posibilidad. O
rompió las reglas y habló directamente con ellos, lo que Tariq
duda. Cree que su padre era un hombre de honor, y se horrorizaría si
supiera lo que sus hijos habían decidido hacer.

Ferro retrocedió, alejándose de los dos hombres, obligando a


su compañera a dar un paso atrás también. Sigue avanzando
muy lentamente hacia la casa donde Dragomir y Emeline solían
vivir aquí. Pulgada hacia atrás, piŋe sarnanak.

Crees que Gary nos atacará.

Es una posibilidad.

Porque sé algo que no quieren que les revele a los demás. Tariq
realmente tiene algo que los Malinov quieren, y es importante.

Yo creo que sí. Sigue moviéndote, sívamet. Necesito espacio para


pelear. Los hermanos vendrán en nuestra ayuda. Lo dijo con

Bookeater
Dark Song
convicción. Sabía que podía contar con la mayoría de ellos.
Otros habían hecho un hogar con Tariq y él ya no estaba
seguro de si su lealtad se mantenía con los que compartían
siglos en el monasterio o se habían cambiado al representante
del príncipe allí en los Estados Unidos. Resultaba irónico el
hecho de que la infección no hubiera dividido el complejo ni
vuelto a los antiguos unos contra otros, pero que el objeto
desconocido que buscaban los hermanos Malinov estaba a
punto de hacerlo.

− Ferro. − Tariq suspiró. − La familia Daratrazanoff ha sido la


guardiana de los Dubrinsky desde que existe el pueblo de los
Cárpatos. Los Dubrinsky son los vasos del poder colectivo del
pueblo. Eres consciente de eso. Nosotros existimos porque ellos
existen. Gary fue enviado para aconsejarme y protegerme
aquí a pedido de Mikhail. No siempre estamos de acuerdo en
todo, pero tratamos de escucharnos unos a otros.

Elisabeta apoyó la mano muy suavemente contra la parte baja


de la espalda de Ferro, conectándolos tanto física como
mentalmente. Ella estaba fusionada con él, esa mente delicada
y compasiva, tranquila dentro de la suya, esperando escuchar
a Tariq. Como Ferro, ella fue paciente, esperando que Tariq
encontrara las palabras adecuadas para expresarse. Ambos
sintieron la desaprobación de Gary. No estaba de acuerdo con
la decisión de Tariq de compartir con la pareja.

− También eres consciente de que cuando hay un poder como


el que ejercen los Dubrinsky, también puede haber debilidad.
La mancha de la mala sangre.

Bookeater
Dark Song
Ferro inclinó la cabeza. Esa racha, desafortunadamente, no
solo se daba en la familia Dubrinsky. Estaba en muchos de los
linajes más poderosos. Lamentablemente, la familia Dubrinsky
fue la más afectada.

− Debo tener su palabra de honor de que cualquier cosa que


les diga a ustedes se mantendrá en absoluto secreto sin
importar nada. − Tariq miró a Ferro a los ojos. De hombre a
hombre. Guerrero a guerrero. − Debes cerrar tu mente a todos
tus hermanos, incluidos los que están ligados a ti.

¿Elisabeta? Ferro no iba a comprometerlos a ambos en algo sin


antes preguntarle a ella. Ella tenía que estar de acuerdo. Ella
era inteligente y tenía una forma de leer a los demás mucho
mejor que él. Sé que no te gusta tomar decisiones. La paralizaban.
No estoy pidiendo eso. Más bien, valoro tu opinión. Tomaré nuestra
decisión en base a lo que ambos pensamos. Con suerte, ella
entendería lo que quería decir.

Tariq es un hombre de absoluto honor. Se preocupa profundamente


por aquellos a quienes lidera. No solo la gente de los Cárpatos, sino
también los humanos a su alrededor. Creo que es un buen hombre.
Está muy desgarrado porque al decírnoslo, debe romper su voto de
secreto, pero cree que descubriré la verdad de todos modos.

Ya la conoces.

Ella vaciló.

Bookeater
Dark Song
¿Elisabeta?

Creo que sí.

− Es posible que Elisabeta ya sepa lo que nos vas a contar, −


admitió Ferro. Ignoró la forma en que Gary se puso rígido,
aunque se movió sutilmente para indicarle a Elisabeta que se
apartara de él. – No queremos ponerlo en una posición de
obligarlo a romper un voto que ha mantenido durante siglos si
no es necesario.

− Si ella lo sabe, sería mejor que te lo dijera desde el principio


para que no haya malentendidos. Nadie os hará daño a
ninguno de los dos. Lo dejo perfectamente claro, − decretó
Tariq. Miró a Gary. Tiene mi palabra de honor al respecto.
Todavía necesito tu palabra, Ferro. La de los dos.

Estoy dispuesta, dijo Elisabeta sin dudarlo.

− Ambos te damos nuestra palabra de honor de que todo lo


que nos digas no va más allá.

Tariq se acercó al banco colocado en el jardín, en el que a


Genevieve le encantaba sentarse mientras veía a los niños
jugar en el patio de recreo. Se hundió y de repente pareció
como si el peso del mundo estuviera sobre sus hombros. Ferro
esperó hasta que Gary lo siguió y se colocó en una posición
vigilante al lado derecho de Tariq. Ferro se aseguró de
mantener a Elisabeta en una posición en la que pudiera
defenderla. Creía que Tariq se refería a su decreto, que ambos

Bookeater
Dark Song
estaban a salvo, pero no quería correr riesgos con la seguridad
de su compañera. Tariq había dado su palabra, Gary no.

− Se decidió, mucho antes de que Vlad se convirtiera en


príncipe, que nadie podría tener tanto poder sin que alguien
velara por ellos, sobre todo cuando una cepa de mala sangre
podría estropear a la familia gobernante. Se creó una junta
secreta, un consejo para supervisar al príncipe por si alguna
vez surgía una cuestión de liderazgo o de su estado
mental. Los miembros del consejo no se conocían entre sí. Era
para su protección. Si su identidad fuera conocida por el
príncipe, o por cualquier otra persona, podrían ser
perseguidos y asesinados por cualquier número de razones.

Ferro frunció el ceño. Había estado vivo durante más siglos


que la mayoría y nunca había escuchado el más mínimo
rumor de tal cosa. Ni un susurro.

− Tengo entendido que hay cinco miembros del consejo.


Si las acciones del príncipe son cuestionadas, se contacta a
cada miembro por separado y se le pide que visite al príncipe
con algún pretexto. Uno habla con él y finalmente discute el
asunto. Individualmente, el miembro del consejo debe
determinar si cree que hay un motivo de preocupación y
dar una opinión sobre si es necesario destituir al príncipe y
poner a su heredero o tomar una solución diferente. Alguna
forma de resolver cualquiera que sea la situación.

− Cinco concejales, así que, si tres piensan de la misma forma,


el asunto es decisivo, − dijo Ferro. − Eso tiene sentido.

Bookeater
Dark Song
Tariq asintió. − No sabemos quiénes son los otros miembros
del consejo y hemos hecho un voto de honor de no hablar
nunca de esto, por lo que no podemos consultarnos y
persuadirnos unos a otros de un lado o del otro.

− ¿Qué tienes que creen los hermanos Malinov que les


permitiría asumir el liderazgo del pueblo de los Cárpatos?
¿Existe alguna herramienta real que pueda tomar el poder de
la línea Dubrinsky? − Ferro preguntó.

Tariq miró a Gary y luego negó con la cabeza. − Quizás haya


una idea errónea. Los Dubrinskys son buques que tienen el
poder de los Cárpatos. Los Malinov no tienen eso en su linaje.

Eso no dijo nada en absoluto. Estaba evitando la pregunta.

¿Elisabeta?

Está muy preocupado. Hay algo que guarda. Cada miembro del
consejo tiene algo. Le preocupa que los hermanos Malinov hayan
encontrado el de su padre cuando murió. Debería haber regresado
por sí solo a la línea Daratrazanoff, pero no lo hizo.

Ferro dirigió su mirada hacia los rasgos impasible de Gary. −


Es imposible ocultarle cosas a Elisabeta. Sabes que tienen lo
que deberían haber regresado cuando Malinov murió. Lo
sabes desde hace algún tiempo.

Bookeater
Dark Song
La cabeza de Tariq se levantó bruscamente y miró a su
segundo al mando.

Gary se encogió de hombros sin emoción. –Lo sospechamos,


pero no teníamos forma de saberlo hasta ahora. No pudimos
hacer nada al respecto y no había ninguna razón para que
nadie lo supiera.

Tariq lo miró fijamente durante otro largo momento,


claramente en desacuerdo. Se volvió hacia Ferro y Elisabeta. −
A cada miembro del consejo se le da...

− Tariq, esto va más allá de lo que necesitan saber, − advirtió


Gary.

− ¿Lo es? − Preguntó Tariq. − Si Cornel y Dorin van a permitir


que Sergey use a Elisabeta como excusa para convertir mi club
en un baño de sangre, Ferro y Elisabeta deben saber por qué
están luchando. − Le sonrió a Elisabeta. Parecía cansado. Por
primera vez, los siglos, y sus deberes, parecían pesar
realmente sobre sus hombros. − En cualquier caso, sin duda
nuestra Elisabeta podrá encontrar esa pieza del rompecabezas
en algún lugar de sus recuerdos también, ¿no es así?

Para total asombro de Ferro, le dirigió a Tariq una sonrisa


tentativa, rodeándolo con su fragancia de paz reconfortante. −
Si.

Una pequeña brisa agitó las hojas del suelo y las hizo volar
en pequeños remolinos alrededor de sus pies, trayendo

Bookeater
Dark Song
consigo una sensación de atmósfera reconfortante. Era
imposible no relajarse ante la serenidad de Elisabeta. Ferro
pudo ver la oscuridad en Gary desapareciendo, simplemente
estando cerca de ella, a pesar de las pesadas cargas que siglos
de guerreros le habían inculcado.

− Hay cinco piezas extremadamente pequeñas de lo que se


cree que está hecho de una sola piedra más grande de la
historia más antigua de los Cárpatos. La banda del flysch es la
única banda de interconexión que recorre toda la
cordillera. Estas cinco piezas deben ser frágiles, ya que son de
lo que es esencialmente pizarra tallada en piezas
entrelazadas. Son de la tierra, de las montañas. La pieza que
tengo es supremamente fuerte. Aun así, la he mantenido a
salvo y libre de daños durante siglos. Me gustaría imaginar
que los Malinov hicieron lo mismo con su pieza, si, de hecho,
él era un miembro del consejo.

Elisabeta asintió con la cabeza. − Él lo era. Al menos sus hijos


hablaban como si lo fuera.

− ¿Sabes dónde está esa pieza? ¿Quién la tiene ahora? −


Preguntó Gary.

Tendría que pensarlo. No es fácil recordar todas las conversaciones,


pero al menos sé lo que estoy buscando ahora.

− Elisabeta intentará recordar, − transmitió Ferro. Le pareció


interesante que Elisabeta eligiera no hablar con Gary cuando
estaba dispuesta a hablar con Tariq.

Bookeater
Dark Song
Gary contempló comenzar la guerra matándome para que te
convirtieras en vampiro. Eso le daría una amplia razón para matarte
y obligar a los otros antiguos a ayudarlo a derrotarte.

No estaba molesta con Gary por considerar matarla, eso era


aceptable porque estaba protegiendo los intereses de la gente
de los Cárpatos. Pero no era aceptable para ella que el sanador
pusiera a Ferro en riesgo de perder su honor después de
tantos siglos de aguantar.

− Ella no está contenta contigo, Gary, − Ferro no pudo evitar


agregar. − Miro en su mente y ver su plan no le sentó bien. No
le importaba que la mataras, pero sí le importaba que
quisieras que perdiera mi honor y me convirtiera en vampiro.

− Si hubiera llevado a cabo su plan, Elisabeta, lo que habría


sido despreciable, habríamos perdido el potencial de saber
dónde estaba la pieza de los Malinov, − señaló Tariq. − Un
poco miope.

− Por eso no soy el líder de nuestra gente, − dijo Gary.

− Cornel y Dorin creen que guardas esta pieza en el club


nocturno. Dime que no, − dijo Ferro. − No quiero saber dónde
está, solo que no está ahi.

− No lo está. No está en ningún lugar donde puedan tenerlo


en sus manos.

Bookeater
Dark Song
19
La jaula se ha derrumbado, el prisionero está erguido;
La batalla es nuestra para terminar, de una vez por todas.

Ferro no sabía si cantó su canción o si Elisabeta lo hizo


cuando despertó el próximo levantamiento para encontrarles
sangre. Solo supo que mucho después, cuando ella fue a verlo
en el santuario de su bosque, ella lo rodeó de amor. Sintió
tanta emoción que se estaba ahogando, amenazando a un
guerrero centenario que había luchado sin un solo sentimiento
durante tanto tiempo. Fue hermoso. Hizo que los colores del
bosque, fueran tan vibrantes que ahora que él podía verlos,
eran aún más vívidos.

Tuvo dudas durante tanto tiempo de que ella nunca podría


vivir con él como era, pero la forma en que lo miró a los ojos,
sosteniendo su cuerpo cerca, sus manos presionando su
espalda, sus dedos hundiéndose en sus hombros y luego hacia
abajo sus caderas, le dijo que se quedaría por
la eternidad. Hizo que la tierra se moviera debajo de ellos
mientras la luna y las estrellas parecían girar en lo alto. Los
sonidos del océano rugieron en sus oídos, una sinfonía de la
mejor música que el mundo podría darles.

Hizo pasar sus dedos por los de ella, allí en el bosque, su


lugar favorito de completa armonía, su cuerpo
profundamente en el de ella, rodeado de fuego, por su

Bookeater
Dark Song
apretada y sedosa vaina, sabiendo lo que le habían dado y, sin
embargo, su cuerpo ya estaba reclamándolo, expulsando
todos los pensamientos cuerdos hasta que ellos dos se
incendiaron. Sus gemidos entrecortados, la forma en que
coreó su nombre, como si él fuera su único foco en el
mundo. Ella lo hizo sentir de esa manera.

La amaba con cada golpe de su cuerpo. Cada movimiento de


sus caderas en movimiento. De sus dedos apretando tan
fuerte sus caderas, urgiéndola a recibir sus embestidas. Él
había querido ser su refugio y, sin embargo, ella se había
convertido en el suyo. Se encontró perdido en ella. En la forma
en que ella llegaba tan suavemente a su mente y recuerdos,
llenando todas esas lágrimas y grietas que se habían formado
a lo largo de los siglos a partir de las batallas y asesinatos, las
heridas que había sufrido. Ella se las arregló, con su
compasión y su naturaleza tranquilizadora, para encontrar
una manera de reparar cada desgarro hecho jirones en su
corazón, esos terribles agujeros negros que le habían
despojado de su humanidad.

Ferro enmarcó su amado rostro con ambas manos y la miró a


los ojos. − Te amo, sívamet. Tú eres mi han ku vigyáz sívamet és
sielamet, guardián de mi corazón y alma, y lo has hecho de
una manera que no podría imaginar. Estoy tan enamorado de
ti, Elisabeta. Cometeré errores y me olvidaré de decirte lo
verdaderamente hermosa que eres, tanto por dentro como por
fuera, y si eso sucede, por favor recuérdame que hay cosas
muy necesarias que decir cada vez que nos levantamos.

Bookeater
Dark Song
Inclinó la cabeza y rozó besos en cada ojo, su nariz, las
comisuras de su boca y luego sus labios. Amaba su boca. La
curva. La definición. La forma en que sabía cuándo abría los
labios para él. El fuego ahí. El amor que encontraba allí. El
verdadero significado de compañera cuando ella le daba todo
lo que era.

− Podríamos quedarnos aquí, piŋe sarnanak. Podrías practicar


tu vuelo, aunque te has vuelto bastante buena. Tanto es así
que creo que la última vez estabas presumiendo un poco.

Ella rio. Le encantaba cuando ella se reía de verdad. Sabía que


eso era muy raro para ella, y cuando realmente podía dárselo,
esos momentos de alegría, descubrió que esos eran los
momentos que más valoraba.

− Me gustaría eso, kont o sívanak, pero de alguna manera no


creo que se nos permitan la libertad de hacerlo. Sin duda uno
de los hermanos lo llamará pronto, preguntándose dónde
estamos. Tenemos este plan de batalla, y tú y yo somos parte
integral de él.

− Cuanto más lo pienso, menos me gusta esta idea, − dijo


Ferro con un suspiro, frotando su rostro en las curvas de su
pecho, dejando marcas rojas de la barba corta que sabía que le
gustaba cuando era extremadamente atento entre sus
piernas. − ¿Por qué es que no importa lo que haga, siempre se
parece a estar en algún tipo de peligro?

Bookeater
Dark Song
− Tariq llamó a más Cárpatos y pensé que iban a venir
muchos. ¿Me equivoco?

Elisabeta siempre era esa voz de calma, de dulce razón


cuando no la había, cuando se trataba de ponerla en peligro.

Él le gruñó para mostrar su desaprobación. Ella se rio de


nuevo, no impresionada en lo más mínimo por su letal
imitación de un lobo. Inclinó la cabeza sobre su pecho
desnudo y la mordió. Ella saltó y se acomodó cuando él lamió
con dulzura la pequeña marca con la saliva curativa de su
lengua. Sus dedos se cerraron en puños en su cabello.

− Josef correrá más peligro que yo. No me gusta que se


exponga así para atraer a los primos Malinov. Sinceramente,
no creo que funcione. Puedo llamar a Sergey. No podrá
rechazar mi llamada, pero enviarán sirvientes a recoger a
Josef. Contarán con el desvío para buscar el lugar que creen
que esta el objeto que buscan.

− ¿Has recordado dónde está? − Acarició su cuerpo por el


suyo, un poco posesivamente, desde su garganta hasta su
cintura.

Ferro sabía que se les estaba acabando el tiempo. Detestaba


renunciar a sus breves momentos juntos. Nunca era suficiente.
No importaba si pasaban un día, una semana, un año solos,
para él no sería suficiente. Quería más tiempo para atenderla.
Deleitarse con ella. De satisfacerla. De encontrar formas de

Bookeater
Dark Song
hacerla reír y disfrutar de la vida. Mostrarle las maravillas del
mundo. Aprender cosas juntos. Tener primicias. Estar solos.

− No tengo forma de saber dónde puso Tariq su pieza del


objeto. Pero estoy tratando de encontrar la pieza de los
Malinov. Creo que me estoy acercando. Son muchos siglos y
conversaciones que atravesar con el fin de encontrar lo que
estamos buscando. Ruslan fue quien se refirió a él una
vez. Creo que fue el hermano que pensó que sabía dónde lo
había escondido su padre. No quería decírselo a nadie más,
por lo que lo considerarían demasiado importante para
conspirar contra él. Al principio, cuando se convirtieron,
todos tenían problemas importantes con la vanidad y la
necesidad de estar a cargo. Todos ellos fueron bastante crueles
y violentos. Tuvieron que superar esos rasgos para volver a
trabajar sin problemas entre ellos.

Elisabeta dio un pequeño y delicado estremecimiento y Ferro


inmediatamente la rodeó con sus brazos y se sentó, tirando de
ella con él para que estuviera sentada en su regazo. Quería
asegurarle que estaba a salvo, pero parecía que cada vez que
decía eso, era atacada de alguna manera. Respiró hondo.

− Somos poderosos juntos, lo sabes, ¿verdad, Elisabeta? − Él


frotó su barbilla sobre la parte superior de su cabeza, de un
lado a otro, permitiendo que su cabello se enredara en la
barba a lo largo de su mandíbula. − Siempre he sido una
fuerza a tener en cuenta contra el vampiro. Temen mi
nombre. Somos el doble de esa fuerza cuando estamos
juntos. Puede que seas gentil y amable, pero has aprendido a

Bookeater
Dark Song
doblarte con el viento, no a romperte. Estamos forjados juntos
de una manera que pocos comprenderán jamás, y ciertamente
no nuestros enemigos.

− Ya no le temo a Sergey, − susurró, inclinando la cabeza hacia


atrás para apoyarla contra su pecho. − He aprendido mucho
de ti. Me di cuenta de que todo este tiempo le di poder sobre
mí. Me mantuvo hambrienta y asustada. Me impidió saber
incluso la cosa más pequeña para que me sintiera dependiente
completamente de él. Tú abriste mi jaula y me pusiste en
libertad.

Ferro apretó sus brazos alrededor de ella. − Estabas tan


aterrorizada de estar fuera de esa jaula que a veces que sentí
como si te estuviera torturando.

− Este viaje ha sido aterrador, − reconoció. − Pero en el buen


sentido, Ferro. Me encontré aprendiendo cada vez más rápido,
asimilando todo lo que me mostraste. Lorraine y Julija me
mostraron muchas cosas. Incluso Emeline lo compartió
conmigo. Había mucha gente a mi alrededor, dispuesta a
darme conocimientos. Les tenía miedo, y si soy honesta,
todavía lo tengo, pero puedo sentir que me fortalezco, me
siento más valiente con cada levantamiento, gracias a ti. Tú me
das coraje, Ferro. Me haces creer en mí misma.

− Vas a necesitar todo ese coraje hoy, minan piŋe sarnanak. −


Ferro sabía que también lo iba a necesitar.

Bookeater
Dark Song
Se puso de pie de mala gana, llevándola con él, poniéndola de
pie. Con un movimiento de su mano los vistió a ambos,
vistiéndola con el vestido más largo que ella prefería.

− Escuché que le extendiste una oferta a Josef para ayudarlo a


entrenarse en los caminos de un cazador, tú y tus hermanos.
Fue muy dulce de tu parte, Ferro. − Elisabeta se volvió hacia
él, deslizando sus delgados brazos por su pecho y alrededor
de su cuello para unir sus dedos allí.

Hizo una pequeña mueca ante la palabra dulce. Nunca lo


habían considerado dulce en su vida. El niño necesitaba la
confianza de que sería un buen cazador de vampiros. Ferro
estaba seguro de que Josef no tendría ningún problema.
Prestaba atención a los detalles. Tenía ganas y empuje. El tipo
de cuerpo no importaba tanto como la resistencia. Al final del
día, a veces se trataba de quién estaba en mejor forma.

Josef no se echaba atrás en una pelea. Ferro lo había


estudiado. No importaba quién lo confrontara; si creía en lo
que decía, defendía apasionadamente su posición. Todos los
hermanos tenían respeto por el niño. Como Ferro, querían
entrenarlo para que tuviera la mejor de las oportunidades
cuando tuviera la edad suficiente para cazar al
vampiro. Llegaría un momento en que perdería sus
emociones y su capacidad de ver en color, y todo lo que le
quedaría era su honor. Era entonces cuando tendría que creer
en sí mismo. La base que le dieran era importante. No podía
estar a la deriva, pensando que nunca sería lo suficientemente

Bookeater
Dark Song
bueno. Tenía que creer que era un hombre de los Cárpatos
honorable y una ventaja para su pueblo como cazador.

− Todos los hermanos van a trabajar con él, − le dijo Ferro.

− Porque les pediste que lo hicieran, − señaló Elisabeta.

Envolvió su brazo alrededor de su cintura. − Sívamet, hazme


un favor y nunca uses la palabra dulce delante de los demás.
Nunca escucharía el final de esto. Especialmente frente a
Sandu. O Lorraine.

− Lorraine cree que eres dulce.

− No, ella no lo hace. Ella piensa que soy un hombre de las


cavernas y me gusta que piense eso. Hace que las tardes sean
divertidas cuando ella te visita. Julija, en cambio, puede
pensar que soy dulce. Puedes compartir eso con ella tan a
menudo como sea posible, pero no cuando los hermanos estén
cerca. No tengo ningún deseo de convertirme en un sapo, o
tener de repente cola u orejas de burro, no importa
cuán temporal sea. Ella es maga y puede ser vengativa.

La risa alegre de Elisabeta se derramó, llenando el aire,


iluminando el mundo de Ferro. El bosque adquirió una
atmósfera claramente festiva, un fenómeno que descubrió que
ocurría con bastante frecuencia cuando estaba en presencia de
Elisabeta.

Bookeater
Dark Song
− Evitas deliberadamente que los demás sepan que tienes
sentido del humor.

Eso era cierto. No era el tipo de hombre que alguna vez se


sentiría muy cómodo estando demasiado cerca de sus vecinos.

Elisabeta frotó la cara contra su pecho como un gatito. −


Persistes en pensar que una vez que llegue a mi propio poder,
y sea tan moderna como Lorraine o Julija, no te elegiría
porque eres un tirano dominante y autoritario. Eso es
completamente absurdo. Primero, no eres ninguna de esas
cosas. Y segundo, soy tu compañera. Como necesitas
complacerme, necesito complacerte. Así es como trabajan los
compañeros. Y viviste con los hermanos durante siglos. Todos
ustedes se siguen unos a otros. Ustedes son una familia.
Luchan los unos por los otros. Ya están estableciendo hogares
aquí en este complejo juntos, por lo que niegas lo que estabas
pensando sobre ti mismo.

Ferro cerró los ojos y la abrazó, saboreándola. Su olor. La


sensación de su forma femenina contra la de él. − Vamos a
hacer esto juntos. Como mínimo, minan piŋe sarnanak, acabaremos
con el reinado de terror de Sergey de una vez por todas.

Ella ladeó la cabeza. Vio inquietud, pero también creía en


él. En ella. En ellos juntos. Ella asintió con la cabeza
lentamente. − Lo haremos, Ferro. Y también mantendremos a
Josef a salvo.

Bookeater
Dark Song
Se tomó su tiempo para besarla porque descubrió que lo
necesitaba. Había tanto coraje en Elisabeta. Mucho acero. Se
había considerado pequeña e insignificante, y todo el tiempo
había tenido tanto poder en su cuerpo esbelto y femenino y en
esa mente rápida e inteligente. Estaba tremendamente
orgulloso de que el universo lo hubiera asociado con un
tesoro tan increíble.

ϰ
La música resonaba, las luces giraban de color púrpura oscuro
y azul mientras Josef entraba tranquilamente al club nocturno
subterráneo, su mirada escudriñando arrogantemente a la
multitud. Las mujeres se volvieron para mirar cuando pasó
junto a ellas. Como todos los Cárpatos, había un magnetismo
en él que era evidente en la forma fluida en que se movía.
Estaba vestido con pantalones de cuero negro, una camisa
negra con cordones en la parte delantera. Parecía seguro, sexy,
encantador y muy moderno mientras caminaba rápidamente a
través del primer bar directamente hacia el segundo.

Detrás de él, también habían entrado dos parejas, hablando


juntas, sus rostros oscurecidos por sus disfraces, los hombres
más altos, tomados de la mano de sus compañeras mientras se
abrían paso entre la multitud que se dirigía hacia el segundo
bar. Barack y Syndil, dos miembros de la banda Dark
Troubadour, leyendas en la comunidad de los Cárpatos,
estaban vestidos de negro, asimilando todo y transmitiendo la
información a los otros Cárpatos mientras seguían a Josef.

Bookeater
Dark Song
Dayan, otro miembro de la banda, y Corrine, su compañera,
también lo siguieron, vestidos de negro, con un maquillaje
impecable, imposible de reconocer como Cárpatos mientras se
movían entre la multitud, captando las tensiones de los
pensamientos y las conversaciones.

El club clandestino estaba diseñado para atraer a la multitud


gótica. Era muy popular entre las culturas gótica y gótica-
vampiro. El sótano completo debajo del gran club nocturno
había sido renovado en tres bares, cada uno con el aspecto de
una serie de cuevas, una conducía a la siguiente. Todas tenían
salidas bien señalizadas, pero los interiores eran oscuros e
iluminados principalmente con apliques de pared que
parecían velas antiguas, de modo que las llamas
parpadeaban en las paredes de las cuevas.

Cada barra era bastante grande y tenía la forma de una cueva,


y los lados parecían tallados en el interior de las entrañas de
una montaña. Las paredes parecían muy reales, brillando con
rocas que tenían cepas de minerales e incluso gemas corriendo
a través de ellas. En algunos lugares, el agua parecía caer en
constantes goteos que creaban rayas oscuras y curvas que
jugaban a través de la "suciedad" de las paredes. Las rocas
sobresalían aquí y allá, dando más dimensión y realismo a la
sensación de una caverna.

Los colores pulsaban a través de las barras, violeta oscuro y


azul, un latido doloroso que hacía vibrar el suelo, las paredes
y los cuerpos de los que estaban dentro, conectándolos. Se
convertía en una experiencia singular asistir al club, una que

Bookeater
Dark Song
se repetiría, convirtiéndose casi una adicción, una necesidad
de volver una y otra vez para encontrar a otros que aceptasen
las diferencias que tantos sentían.

La sensación en el club era bastante diferente de lo que


esperaba Ferro. No eran los hombres los que babeaban por las
mujeres, buscando un descanso rápido. Ni siquiera era un
grupo de locos deprimidos reunidos para pasar el rato,
mirando fijamente sus vasos de alcohol. Se trataba de
personas de todas las edades, bailando diferentes tipos de
música, vistiéndose como ellos querían, aceptando los
caminos en los que estaban los otros independientemente de
su edad, género o preferencia para los socios.

Ferro estaba con un contingente de cazadores de los Cárpatos


esparcidos por el club subterráneo, invisibles, siendo una
parte de las paredes, imposible de detectar por los varones
psíquicos humanos que habían sido colocados en el club
nocturno sistemáticamente durante los últimos años. Tariq
se había sorprendido de que hubiera tantos. Josef había
identificado a diecisiete de sus servidores como los que
realmente trabajaban para el enemigo.

Tariq había mirado el horario de trabajo y descubrió que


todos estaban trabajando en este ascenso, que habían
intercambiado turnos con otros para estar seguros de estar, lo
que solo probaba que Josef tenía razón. Otro también había
cambiado de turno, lo que lo hacía parecer sospechoso, por lo
que agregaron su nombre a la lista, lo que elevó el número a
dieciocho.

Bookeater
Dark Song
No podían tener a ninguno de los psíquicos humanos
trabajando juntos y arriesgarse a que sus dones combinados
delataran el hecho de que muchos de los Cárpatos estaban en
el club. Afortunadamente, el edificio tenía cuatro pisos de
altura con un club en cada piso. Cada piso tenía un tipo
diferente de música de baile, creando una atmósfera diferente.
El centro de cada piso estaba abierto para que uno pudiera
mirar hacia abajo y ver las pistas de baile de los clubes debajo,
todo menos la cueva subterránea, que se mantenía
extremadamente privada.

El club clandestino agregaba un entorno de trabajo adicional


que tenía que cubrirse. El club nocturno no solo era
enormemente popular, estaba lleno de gente y siempre estaba
ocupado, sino que Tariq empleaba a un gran número de
trabajadores para cada club. Tariq simplemente cambió a los
trabajadores.

Una mujer se me acerca, anunció Josef. Definitivamente humana.


Su mente está protegida. Tiene que ser de Sergey.

Ferro y cada uno de los otros Cárpatos se acercaron muy


gentilmente en un intento de tratar de escanear a la mujer
pelirroja que caminaba con valentía hacia Josef. Era baja, de
grandes ojos marrones y boca generosa.

Se parece un poco a Skyler cuando era más joven, dijo Josef. Casi
gimió. Pienso en Skyler como una hermana pequeña. ¿Cómo se
supone que voy a coquetear con esta chica?

Bookeater
Dark Song
Se llama actuar, dijo Dayan. Todos sabemos que eres bueno en eso.
Cada vez que estás cerca del príncipe, haces un buen espectáculo.

Ferro habría dado cualquier cosa por hacer preguntas sobre el


tipo de cosas que hacía el niño cuando estaba cerca de
Mikhail. Cualquiera de los Cárpatos podría haber atravesado
el escudo erigido en la mente de la mujer, pero Sergey lo
habría sabido y habría sido alertado de inmediato.

Elisabeta, ¿puedes decir si Sergey fue quien colocó la barrera


en el cerebro de la niña, y si es así, puedes superarla sin que él lo
sepa? Ferro preguntó.

Elisabeta estaba escondida, Julija y Lorraine cerca


de ella, junto con Blaze, la compañera de Maksim. Ferro tenía
aversión a que las mujeres estuvieran en cualquier lugar cerca
de la acción que podrían ser tan intensa como esta batalla
podría llegar a ser, pero necesitaba a Elisabeta cerca y querían
mantener a los seres humanos a salvo. Cornel y Dorin tenían
la intención de comenzar un baño de sangre allí mismo, en el
club nocturno, para divertirse sin importar nada. Para salvar
vidas, tenían que correr el riesgo.

Sí, su nombre es Linda. Está protegida por él, pero fue bastante fácil
superarlo. Sus órdenes son muy sencillas. Ella debe hacer que él la
lleve a la tercera barra e ir a una mesa específica en el fondo cerca de
la salida. Están esperando para tomarlo allí. Linda lo distraerá
mientras se acercan a él.

Bookeater
Dark Song
¿Conoce los planes que los vampiros tienen de cazar en este bar o
en los de arriba?

No. Ella no tiene idea. No le advirtieron que se fuera.

Por supuesto que no lo habían hecho. Ferro no se sorprendió.


Una vez que hiciera su trabajo, ya no les sería de utilidad. Lo
más probable es que la arrojasen en la camioneta, o cualquier
medio que usaran para transportar a Josef, y la tomaran
también por su sangre. Querían festejar este levantamiento.
Los vampiros lo esperaban con ansias.

Puedo llamar a Sergey, ofreció Elisabeta.

Aún no. Tengo que saber dónde están Cornel y Dorin. Donde están
sus sirvientes. Los cazadores tienen que detenerlos, Elisabeta. Luego
iremos tras Sergey. Él es la menor de nuestras preocupaciones por
ahora. Primero protegeremos a Josef y a los seres humanos.

Ella guardó silencio un momento. Este no es el mejor lugar para


mí, Ferro. Si yo estuviera más arriba y no tan encerrada, podría
darte sus ubicaciones exactas, tal como lo hice cuando pude decirte
donde estaba Sergey. Me quieres a salvo. Entiendo eso, agregó
antes de que él pudiera protestar. Pero también necesitas que
todas estas personas estén a salvo. Ese es nuestro verdadero
propósito como Cárpatos. Tú dijiste lo que necesitábamos hacer.
Déjame mover a otra ubicación. Tú, Sandu y Gary pueden
acompañarnos a Lorraine y a las demás. Todos los guerreros de los
Cárpatos pueden permanecer al margen si es necesario, pero te digo
que seré mucho más valiosa para ti si estoy donde pueda ser útil.

Bookeater
Dark Song
Ferro notó el miedo en la boca. Había sabido desde el
principio que llegaría a esto. Cuando se despertó por primera
vez, en ese momento, incluso cuando su corazón había latido
por primera vez, supo que Elisabeta estaría en terrible
peligro. Allí estaba Josef, con el brazo colgado alrededor del
cuello de Linda, paseando lentamente por la tercera barra
hacia la mesa del fondo donde sabía que una trampa lo
esperaba. Una emboscada.

Josef. Un niño con más coraje del que debería tener. Elisabeta.
Su mujer, aterrorizándolo con su valentía, sabiendo que se
enfrentaba al hermano Malinov que se atrevió a engañarla
siglos antes, secuestrándola y encerrándola en una jaula,
torturándola mental y físicamente. Ferro tenía que tener ese
mismo coraje. Si podía hacer esto, él también podría hacerlo.

Josef, retrasa el llegar a esa mesa hasta que te haga saber que es
seguro hacerlo.

Josef susurró al oído de Linda. Ella negó con la cabeza, pero él


solo se rio y los giró, dirigiéndose hacia el bar real donde la
gente se alineaba para conseguir bebidas. Ferro esperó hasta
que Josef estuvo en la barra, interactuando con los demás a su
alrededor. Dayan y Corinne se habían acercado detrás de él.
Barack y Syndil habían acorralado a Linda en el otro lado,
haciéndole un poco difícil el moverse. Syndil inmediatamente
comenzó a hablar con Linda. Su voz era muy fascinante,
cautivando a Linda, de modo que apenas se dio cuenta de que
los minutos se estaban escapando mientras Josef esperaba

Bookeater
Dark Song
pacientemente su turno en lugar de pedir un trago como
debía.

Ferro se apresuró de inmediato a la segunda cueva y al medio


de la pared donde las mujeres esperaban invisibles e
imposibles de detectar, protegidas no solo por los guerreros
de los Cárpatos sino también por la magia de Julija. Julija sola
habría sido una fuerza a tener en cuenta, pero la combinación
con los antiguos de los Cárpatos debería haber tranquilizado
a Ferro. Debería haberlo hecho, pero Elisabeta era su mundo,
así que no fue así.

− ¿Dónde necesitas estar? − Sabía exactamente lo que ella iba a


decir antes incluso de que lo dijera.

− La azotea.

A la intemperie. Expuesta. Por supuesto, tendría que ser la


azotea. Miró desesperado, primero a Lorraine y luego a
Andor, el compañero de Lorraine. Andor lo sabía. Isai, el
compañero de Julija, también comprendió el peligro. La
azotea era donde los vampiros podían atacar más fácilmente
con casi cualquier arma. Los dos antiguos se habían unido a él
para escoltar a las mujeres a su nueva ubicación y luego tejer
salvaguardas a su alrededor.

− ¿Hay una segunda opción? − Preguntó Isai.

Elisabeta miró a Ferro. Por primera vez, silenciosamente le


pidió que no respondiera. Si ella no podía hacerlo por sí

Bookeater
Dark Song
misma, como normalmente no podía, entonces tal vez él
tendría todas las razones para justificar mantenerla a salvo,
pero lo sabía mejor. Sabía que no lo haría.

Para encontrar el ejército de vampiros y dirigir a nuestros cazadores


hacia ellos, tiene que ser el techo. Hay muchos de ellos, y en tantas
direcciones diferentes en las que necesitas que los encuentre. Desde
allí, también puedo encontrar a los vampiros maestros. Elisabeta le
dio su respuesta a Ferro solamente. Hay lugares más seguros,
pero esos lugares me limitarán. No deseo que estés tan incómodo,
amado. Haré lo que sea de tu preferencia.

Su coraje lo asombró, al igual que su audacia. El sol quemara


a la mujer; ella lo estaba manipulando y estaba funcionando.
Él no podría ser un cobarde cuando era un brillante ejemplo
de atrevimiento femenino.

− Llevaré a Elisabeta al techo. Lorraine y Julija no necesitan


estar con ella allí. De hecho, podrían ser más útiles en el club.

Lorraine puso los ojos en blanco. − No eres en lo más mínimo


bueno diciendo mentiras, Ferro.

− Dije que podrían, − señaló.

Tomó a su compañera en sus brazos. Ella podía volar. Incluso


podría querer volar, pero él necesitaba abrazarla mientras la
sacaba de la caverna y la llevaba al aire de la noche. Sus
hermanos podían lidiar con sus compañeras, decidir de una
forma u otra lo que iban a hacer, pero en este momento, él se

Bookeater
Dark Song
permitiría sentir el reconfortante consuelo del regalo de su
mujer.

Elisabeta lo rodeó con su serenidad, realzando la engañosa


ilusión de paz de la noche con su familiar e inquietante
fragancia, la que ahora se quedaba con él incluso cuando él
estaba lejos de ella. Por encima de ellos, la luna había
comenzado a deslizarse hacia su siguiente fase. Las nubes se
movían perezosamente a través del cielo de color azul
medianoche profundo, de modo que una franja ligeramente
más ancha de una curva plateada los miraba. Un mar de
estrellas, cada una tratando de eclipsar a la siguiente, rodeaba
la luna mientras las nubes grises flotaban casi lánguidamente.
Las nubes engañaban; ya la tormenta predicha avanzaba hacia
ellos.

Su respiración se atascó en su garganta y presionó su rostro


contra su hombro. Los sirvientes vampiros están dispersos, Ferro,
moviéndose por la ciudad, todos en este camino.

¿Números? De inmediato se volvió todo negocio, un cazador


de los Cárpatos completo, colocando a su compañera en la
azotea, sus dos hermanos se unieron a él con sus mujeres.

Comenzaron a tejer sus protecciones sobre la parte superior


del edificio, una intrincada red con Julija agregando su hebra
de magia y atándola con fuerza cada poca hebra, una y otra
vez mientras compartían información con los demás lo más
rápido posible. No podían dejar a Josef esperando demasiado
o Sergey sospecharía.

Bookeater
Dark Song
Cada uno de los vampiros maestros tiene diez vampiros sirvientes.
Eso es todo lo que parecen sostener en un momento dado sin que las
cosas empiecen a ir muy mal. Hay siete vampiros maestros en algún
lugar cercano, así que estás mirando a setenta de ellos viniendo hacia
ti. No te olvides de esos desafortunados vampiros recién creados.
Serán los más agresivos, los más sangrientos y los primeros que
enviarán.

¿Dónde están los que buscan adquirir a Josef? ¿Son sirvientes?


¿Sabes quiénes son? Ferro preguntó.

Él ya estaba en movimiento, tomando un lado del edificio


mientras Isai, Andor y Julija tomaron cada uno un lado
diferente, los cuatro continuaban tejiendo las salvaguardas
mientras se apresuraban hacia la caverna subterránea. Una
vez allí, Julija se interrumpió y regresó a la azotea,
deslizándose por el lazo mágico que había dejado para ella y
luego tirando de él con fuerza detrás de ella para encerrarse
dentro.

Edward Varga espera en la salida con dos de los sirvientes de más


alto rango de Cornel. Varga sabe que, si elude su deber de alguna
manera, será castigado de una manera espantosa. Cornel les ha
recalcado a todos que Josef no puede ser perjudicado. Debe estar vivo
y en buenas condiciones.

Ferro estaba agradecido de que Cornel no tuviera idea de que


Elisabeta podía acceder a la mente de Sergey. Todo era
compartido con Sergey. Dejarlo con vida fue difícil pero

Bookeater
Dark Song
necesario. Elisabeta podía sentir dónde estaban los demás,
pero sabría exactamente lo que se decía o las órdenes que se
habían dado mientras Sergey viviera.

Josef, deja que te lleve a la mesa. Muévete despacio. Detente y


continua. Sigue hablando con los que te rodean. Vamos a movernos
sobre su ejército mientras se dirigen hacia la discoteca y empezar a
sacarlos uno por uno, empezando con los que está en la parte trasera,
Tariq ordenó. Dragomir, toma a tus hombres y comienza la caza
hacia el oeste.

Fane y Aleksi, dos hermanos del monasterio, habían


respondido a la llamada, trayendo también a sus compañeras.
Ambos antiguos estaban cazando con Dragomir. Eran rápidos
y letales, y pocos podían vencerlos en una batalla. Necesitaban
ese tipo de potencia de fuego en este ascenso.

Maksim, toma a tus hombres y caza hacia el este. Ponte detrás de


ellos. Elisabeta nos ha establecido una grilla. Toma al último hombre
de la cuadrícula y sube. Las nubes se están espesando lentamente,
por lo que parecen naturales. Yo no quiero que Cornel se preocupe
demasiado rápido y se nos escape.

André, un hombre de los Cárpatos que había ido y venido del


monasterio trayendo noticias y sangre a los hermanos,
uniéndose a ellos cuando tenía que estar lejos de la caza y la
matanza, fue una adición brillante a la cacería. Él era el
equivalente a toda una manada de lobos. Había traído a su
compañera con él, la nieta de la compañera de Fane. Ambas
mujeres feroces que estaban en el recinto, ayudando a

Bookeater
Dark Song
proteger a los niños allí si era necesario. Estaban muy cerca de
los trillizos.

Julian Savage, uno de los legendarios gemelos de los


Cárpatos, compañero de Desari, cantante de la banda
Trovadores Oscuros, quien eran conocidos durante siglos por
sus habilidades en la batalla contra los vampiros. Solo su
nombre enviaba a los vampiros a escapar de una región si
sabian que él había entrado. Ambos hombres se habían unido
a Maksim para eliminar a tantos sirvientes de los maestros
vampiros como fuera posible.

Valentín, tus hombres deben cazar hacia el sur. Todos tendréis al


menos siete para intentar destruir antes de que lleguen a la
discoteca. Eso no te da mucho tiempo, agregó Tariq.

Darius Daratrazanoff era una fuerza a tener en cuenta, como


todos los de su linaje. Fue por turnos un curandero o un
maestro cazador. Había sido aislado de todos los Cárpatos
cuando era un niño muy pequeño con la responsabilidad de
varios niños pequeños, y había estado a la altura de las
circunstancias, manteniéndolos a salvo y criándolos lo mejor
que pudo, sin el conocimiento de su cultura. Finalmente había
conocido a su compañera. Tempest estaba en el complejo con
sus gemelos, Aniko y Andor, bajo fuertes protecciones
mientras los Cárpatos esperaban asestar un gran golpe a los
vampiros.

Afanasiv Balan pasó más de un siglo en el monasterio con los


demás antes de tener que irse, incapaz de evitar la caza de

Bookeater
Dark Song
batalla después de tanto tiempo. Llevaba los votos grabados
en su piel como todos lo hacían y regresaba a menudo para
asegurarse de mantenerse fuerte para una compañera que aún
no había conocido. Era un cazador feroz, muy hábil y rápido.

Petru, lleva a tus hombres al norte. Todos ustedes estén al tanto de


los cinco vampiros recién creados que aparecerán en alguna parte. Si
Cornel o Sergey son tan laxos como para permitirles pasar por
la ciudad, no podrán resistirse a atacar a todo, hombre, mujer o niño,
con el que se crucen. Los sirvientes que tienen cada uno de los
vampiros maestros estarán en cualquier lugar desde un estado al de
un vampiro casi maestro hasta el vampiro centenario, por lo que
serán experimentados en la batalla. No querrían que nadie les
sirviera con menos habilidad.

Ferro sabía que Petru había querido quedarse con los del club
nocturno, no encabezar un equipo de guerreros que
perseguían vampiros menores. Aun así, había al menos diez
para que cada equipo los matara, y solo habían dejado a tres
hombres para cazarlos. Lojos, el último de los trillizos, y Nicu
Dalca, otro anciano que lucía los votos de los hermanos en la
espalda, habían preferido quedarse y proteger la discoteca y
la cantidad de gente que había dentro. Nicu era
engañosamente delgado pero todo músculo, y se movía como
un rayo en una pelea. Los equipos eran formidables, de eso no
cabía duda.

Ferro no pudo monitorearlos. Ese no era su trabajo.


Garantizar la seguridad de Josef lo era. Observó a la mujer
con atención. Estaba sobre Josef, tocándolo, riendo,

Bookeater
Dark Song
susurrándole al oído. Tratando de sentarse en su regazo.
Besándolo repetidamente. Ferro entrecerró los ojos. Tenía una
visión excelente, pero la mesa era baja y no estaba en el
ángulo correcto para ver cuando ella seguía retorciéndose.

Linda está tramando algo, Josef. Ten mucho cuidado. Mire sus
manos. ¿Alguno de ustedes puede ver lo que está haciendo?
¿Elisabeta? ¿Puedes ahondar un poco más en su mente sin que
Sergey se dé cuenta de tu presencia?

A Ferro no le gustaba desviar la atención de su compañera de


ayudar a los que estaban en las calles. Un ejército de vampiros
moviéndose por una ciudad donde había humanos inocentes,
sangre corriendo por sus venas, corazones latiendo en una
terrible y continua tentación. Aun así, la inquietud crecía en
él. De repente tuvo el deseo de salir de la pared, directamente
hacia Linda y apartarla de Josef.

¿Es posible que Josef sea una distracción? ¿Que Cornel conozca
tu conexión con Sergey y se haya preparado para ello?

Como siempre, Elisabeta se tomó su tiempo para deliberar


antes de contestarle. En cualquier otro momento no le
importaría, pero justo en ese momento, cuando la pelirroja
Linda estaba claramente usando cada uno de sus
movimientos para seducir a Josef, retorciéndose en su regazo,
besándolo apasionadamente, pasando sus manos por su
cabello, por su espalda y por todo su cuerpo, sus alarmas le
gritaban.

Bookeater
Dark Song
Barack, Syndil, ¿pueden pasar por la mesa de Josef y Linda con una
bebida para ellos e interrumpir? ¿O al menos ver lo que está
haciendo? No tengo un buen ángulo desde aquí. El camarero más
cercano a esa mesa es uno de los que trabaja para Sergey. Está
observando a la pareja muy de cerca. De hecho, les presta más
atención que a sus clientes.

Podemos ocuparnos de él, ofreció Dayan.

Corrine apareció de repente directamente en el camino del


camarero mientras su cabeza estaba vuelta hacia la mesa de
Josef y Linda. El camarero chocó directamente contra ella, la
colisión fue mucho más fuerte de lo esperado, tirándola al
suelo y enviándolo a volar sobre ella. Dio un salto mortal y
estrelló ambas piernas contra el borde de la pared. Gritó, al
igual que Corrine. Las cabezas se volvieron hacia ellos. Josef
se puso de pie, casi tirando a Linda de su regazo,
apresurándose a cruzar la corta distancia para agacharse junto
a Corrine y pasar sus manos suavemente por sus piernas y
brazos en busca de heridas. Linda golpeó con el pie, una
mano en su cadera, luciendo molesta. El camarero siguió
gritando, retorciéndose de dolor.

Ambas piernas rotas. Tendrán que retrasar cualquier plan que


tengan durante unos minutos mientras lo sacan de aquí, dijo
Dayan con satisfacción en su voz. Eso debería dar tiempo a
nuestros equipos en la ciudad para realizar una búsqueda minuciosa.

Linda está muy frustrada. Quiere irse a casa. Le duele la cabeza,


pero no puede irse sin cumplir con su tarea. Ni siquiera recuerda por

Bookeater
Dark Song
qué es tan importante, solo que debe conseguir que Josef esté tan
enamorado de ella que pueda inyectarle con una jeringa llena de una
sustancia química que le dio el vampiro. El vampiro era un Astor, no
Addler, sino un Astor diferente, por lo que tiene que ser el primo el
que iba y venía en ocasiones. Él era el más joven. No le gustaba estar
cerca de los hermanos Malinov y se negó a darles el tipo de lealtad
que deseaban.

Necesito su nombre, Elisabeta. Trató de no presionarla, pero los


Cárpatos como Tariq, Gary y los trillizos, los que pasaban
tiempo en los Cárpatos o rodeados de humanos, podrían
recordar los nombres mejor que cualquiera de los antiguos
que habían estado encerrados en el monasterio.

Una vez más, hubo ese ligero retroceso.

Minan piŋe sarnanak, te agradezco la información y la infinita


paciencia que tienes con todas las exigencias que seguimos
poniéndote. Sé que debes estar cansada.

Ella estaba ayudando a los cuatro equipos en la ciudad,


ayudándolos a cazar, mostrándoles dónde estaba el enemigo
lo mejor que podía, dándoles ubicaciones en una cuadrícula
mientras se movían.

Cornel no puede saber lo que puedo o no puedo hacer, Ferro. Él no se


da cuenta de mí incluso cuando lo toco. Siempre puedo decir cuando
alguien se da cuenta de mi presencia. Hay un ligero cambio en su
energía. Es muy parecido a un reflejo automático. Podemos controlar
los latidos de nuestro corazón, nuestra respiración, pero incluso con

Bookeater
Dark Song
todas esas cosas, esos dones, siempre existe ese momento en el que se
produce un cambio en el cuerpo. Cuando nos damos cuenta.

Ferro se dio cuenta de que estaba eligiendo sus palabras con


cuidado.

No estoy hablando de los relatos externos que leo, aunque también


delatan a las personas fácilmente, pero son muy sutiles en la mente.
Eres muy bueno leyéndolos, simplemente no siempre reconoces que
estás leyendo algo que no te gusta. Cuando me llamaste con tu
canción ese primer surgimiento, sacándome de la tierra, ya sabías
que algo andaba mal. Ya lo sentías y estabas cauteloso. Estás atado a
Gary y leíste su malestar por mí. Instintivamente, te moviste para
protegerme sin saber completamente qué hizo que comenzara a
separarse de los que vivían aquí en el complejo.

¿Cómo podría saber que puedes hacer las cosas que haces cuando
no eras plenamente consciente de tus dones?

Sabía que podía leer a otros, Ferro, simplemente nunca compartí esas
cosas. Gary es un anciano de una poderosa línea de sangre. Sus
antepasados se vertieron en él, todos ellos. Residen en él, tanto una
bendición como una maldición. Al atar su alma a la tuya, cuando me
reconociste como tu compañera, poco a poco empezó a reconocer
rasgos en mí.

Antes incluso de que salieras a la superficie como mi compañera.

Ferro no sabía por qué, pero le molestaba que Gary


reconociera su brillantez y tal vez quisiera aplastarlae antes de

Bookeater
Dark Song
que lla pudiera encontrar su poder. O antes de que Ferro
tuviera la oportunidad de reconocer que ella estaba realmente
en peligro por alguien a quien consideraba un amigo y
aliado. ¿Eso lo convertía en el peor compañero jamás nacido?

Hän sívamak. Ella susurró "amado" en su mente, rodeándolo


con la amorosa serenidad que solo Elisabeta podía brindarle.
Su mujer. Ella lo hacía sentir como si él fuera su único enfoque
cuando le estaba proporcionando información a Tariq a través
de Lorraine y Julija para que sus equipos pudieran acabar con
los sirvientes de los vampiros maestros.

Ferro, su nombre es Robi Astor. Es un primo de segunda o tercera


generación. Había triunfo en su mente al recordar. Emoción y
confianza. No lo veía a menudo. No le gustaba estar cerca de
ninguno de los Malinov. Consultó con Cornel porque Addler le
reportaría a Sergey o Cornel lo haría. Era inteligente y mucho menos
extravagante que los otros Astor. Pensé que era muy inteligente
para mantenerse alejado de los Malinov. Lo habrían considerado un
rival. Cualquiera con un verdadero cerebro era considerado un
oponente y tenía que demostrar que era menos que ellos de una
manera muy decisiva o ser asesinado.

Ferro estaba tan orgulloso de que ella compartiera sus


pensamientos con él. Sacó recuerdos de hace tanto tiempo, los
analizó y le dio los resultados. Había recorrido un largo
camino en solo unos pocos levantamientos, ya creyendo en sí
misma. Estuvo allí todo el tiempo, solo necesitaba un entorno
para prosperar. Iba a asegurarse de que nunca se lo
quitaran. Nunca.

Bookeater
Dark Song
Demasiados de los sirvientes están empezando a desaparecer, Ferro,
y los maestros vampiros se están dando cuenta. Cornel se está
preocupando. Están discutiendo lanzar su ataque a la discoteca en
este momento. Elisabeta pasó del triunfo al miedo en unos
instantes.

Bookeater
Dark Song
20
Ahora dime esto y dime la verdad;
Di que me elegirás a mí como yo te elegí a ti.

Ferro no estaba dispuesto a esperar a que Cornel decidiera


lanzar una guerra total en el popular club nocturno de Tariq.
Los paramédicos ya habían sacado al camarero del bar
subterráneo, y la música estaba una vez más golpeando como
un latido del corazón a través del club, la señalización de todo
el mundo para poner en marcha la diversión. Josef pasó su
brazo alrededor del cuello de Linda y comenzó a caminar con
ella hacia la pista de baile.

Se detuvo y golpeó con el pie, la jeringa escondida en su puño


cerrado en su cadera mientras posaba, haciendo pucheros. −
Solo quiero estar a solas contigo. ¿Es que es mucho pedir?

Josef se inclinó hacia ella, con una mano envuelta alrededor de


su muñeca, controlando el puño que sujetaba la jeringa. Puso
sus labios junto a su oreja. − Sí, cariño, especialmente cuando
planeas drogarme y dejar que tus amigos me lleven en su
carro esperando.

Los ojos de Linda se agrandaron y abrió la boca para gritar.


Josef sonrió, levantando un dedo, sacudiendo la cabeza y
pasando el dedo por sus labios. De repente todo el sonido se
cortó. Parecía presa del pánico mientras intentaba gritar una y
otra vez. Nada salió de su garganta, ni siquiera un simple

Bookeater
Dark Song
croar. Josef le sonrió y la acompañó a la mesa, sentándose y
colocándola en su regazo.

¿Cuál es la señal de que Linda tiene a Josef listo para el transporte?


Ferro preguntó a Elisabeta.

Ella debe abrir la puerta de salida ella misma.

Ferro estaba seguro de que se la llevarían o la matarían allí


mismo. No habría ninguna ventaja para los vampiros en
perdonarla. Ella era un peón, nada más, una chica bonita que
habían elegido y programado, pensando que era de la
preferencia de Josef cuando se trataba de mujeres.

La diversión de Josef pasó por su mente. Cambiaré de lugar con


Linda. Ella se sentará aquí dócilmente como el buen chico de los
Cárpatos bajo la influencia de la droga que no debería funcionar.
Realmente quiero ver qué ponen en esa droga. Debería ser
interesante. Puedo abrir la puerta. Cuando vengan a mí, espero que
todos esos movimientos que me has estado enseñando
funcionen. En el ínterin, se puede maniobrar alrededor y obtener el
maestro vampiro.

Ferro no creía que Edward Varga fuera un gran maestro


vampiro. Él estaba planeando dejar el patético monstruo a los
guardianes de Josef. En algún lugar, escondidos fuera de la
vista al otro lado de la salida, estaban Traian y Joie. Traian no
estaba en lo más mínimo feliz de que los vampiros hubieran
intentado secuestrar a su pupilo justo debajo de sus narices.

Bookeater
Dark Song
Dayan y Barack ayudarán a Traian, destruyendo a Varga y sus
sirvientes cuando Varga te ataque, Josef. Deja que se encarguen del
maestro vampiro. Puedes perfeccionar tus habilidades en un sirviente
menor o quizás en un vampiro recién creado en un momento
posterior cuando esté contigo, pero no en un vampiro maestro. No
hay necesidad de demostrar nada a nadie, y menos a ti mismo. Eres
demasiado valioso para nuestra gente como para perderte en una
batalla en la que tenemos suficientes guerreros disponibles. ¿Me das
tu palabra de honor de que harás lo que te he dicho?

No tengo intenciones de perder mi vida por un vampiro, dijo Josef


de inmediato, cambiando su apariencia incluso cuando Linda
se convirtió en Josef sentado a la mesa, ligeramente
desplomado en su silla, luciendo un poco borracho. Josef, que
ahora parecía una mujer pelirroja, se puso de pie, se inclinó y
le dio un beso en la frente al hombre, miró hacia la pared y le
guiñó un ojo a Ferro.

Es muy inteligente, observó Elisabeta.

Ferro suspiró. Tengo siglos, Josef, no nací ayer. Das un paso más
hacia la puerta sin darme tu palabra y no darás otro.

Josef se detuvo abruptamente. No soy estúpido, Ferro. No tengo


ninguna intención de luchar contra nada. Abriré la puerta y dejaré
que Dayan, Barack y Traian hagan todo el trabajo.

Ferro captó el leve rastro de vergüenza en la mente del chico.


No estás siendo relegado de nuevo por ser un niño. No pienso en ti de
esa manera. Hay mujeres en ese club. Nuestras mujeres. Mujeres

Bookeater
Dark Song
humanas. Oh jelä peje terád, Josef. Juró en su lengua materna. Tú
eres un activo muy valioso. Cornel ha ya ideado un plan para
secuestrarte. ¿Por qué me molesto en explicarte esto?

Vislumbró una sonrisa en la mente de su compañera y de


inmediato, toda molestia desapareció. Ahora comprendía por
qué la reputación de Josef lo había precedido, aunque no creía
que fuera realmente merecida. El chico era un buen chico; solo
necesitaba un poco de orientación. Y mano firme. Una mano
mucho más firme de la que nadie le había dado jamás,
probablemente porque logró zafarse de ella demasiado
rápido.

Josef se acercó a la puerta, agarró firmemente la barra y


empujó hacia abajo para abrirla. La puerta era pesada y tuvo
que salir. En el momento en que lo hizo, un hombre con los
dientes manchados y expuestos a través de labios sueltos y
salivantes, agarró su largo cabello rojo y arrastró a Josef hacia
él, haciéndolo girar mientras lo hacía, exponiendo su
cuello. Ferro reconoció a Varga tratando de alimentarse de la
mujer que creía controlar. Otros dos se acercaron, pero el
vampiro maestro se detuvo lo suficiente para patearlos e
indicarles que entraran y recogieran a su víctima.

Antes de que Varga hundiera sus dientes en el cuello de Josef,


Josef sorprendió a Ferro golpeando su puño profundamente
en el pecho de Edward Varga y torciendo su cabeza hacia un
lado, evitando los largos dientes que buscaban su sangre. Esa
pequeña fracción de segundo le permitió a Traian entrar
detrás del vampiro de modo que cuando Josef clavó su puño

Bookeater
Dark Song
en la parte delantera de la pared del pecho, la fuerza del
golpe ayudó a enviar al vampiro directamente hacia el puño
de Traian.

Ellos lo saben. Ellos están aquí, Elisabeta advirtió.

Ferro no esperó a ver el resultado de la batalla entre Varga y


Traian. Tenía que creer que los Cárpatos estacionados en las
cavernas subterráneas pudieran proteger a los que estaban
allí. Tenía que encontrar a los maestros vampiros y
destruirlos. Una vez que se fueran, cualquier vampiro menor
que entrara en el club nocturno ya no tendría dirección y sería
más fácil de matar.

Necesitamos la ubicación de los maestros vampiros, Elisabeta. Deja


que los cazadores hagan su trabajo ahora. Deja todo lo demás. No te
puedes distraer. Deseó estar con ella para protegerla de lo que
todos sabían que no podían evitar por completo.

En el camino privado entre hermanos, alcanzó a Isai. Hágale


saber a Julija sque tendrá que hacer todo lo posible para evitar que
Elisabeta sienta los efectos completos de los vampiros desgarrando a
los seres humanos. Una vez que Cornel o cualquiera de ellos sea
consciente de que ella nos está ayudando, ellos sabrán que es
demasiado sensible y les ordenaran a sus criados que sean tan crueles
y desquiciados como sea posible.

Ferro estaba agradecido de estar fuera del subterráneo y en la


noche. Podía oler la amenaza siniestra en el aire. En lo alto, las
nubes batían una masa oscura y retorcida de hilos grises y

Bookeater
Dark Song
negros, borrando la luna y las estrellas como si nunca
hubieran existido. Cuando inhaló, olió carne podrida. Los
chirridos le lastimaban los oídos. Gritos y garras raspando las
ventanas le dijeron que los vampiros estaban tratando de
entrar en el club nocturno.

Los camareros al servicio de los Malinov habían sido


detenidos por los Cárpatos en el momento en que se dio el
aviso. No podían abrir puertas ni invitar a los vampiros a
entrar. Eso no significaba que muchos de los invitados que
estaban dentro no pudieran hacerlo. Tarde o temprano,
alguien lo haría. En el momento en que eso sucediera, los
vampiros comenzarían a festejar. Después de que se
derramara la primera sangre, todo se convertiría en un frenesí
para los sirvientes que deliberadamente los maestros
vampiros habían mantenidos hambrientos.

¿Elisabeta? Necesitamos dirección, instó.

Ella le siseó, en realidad le siseó. Su amada, dulce y dócil


Elisabeta definitivamente estaba entrando en lo suyo. Él
habría sonreído, pero ella lo habría sabido.

Esto no es fácil. Tienen que moverse en sus mentes. Están


escondidos, enterrados profundamente en sus disfraces. Tengo que
descubrirlos, verlos a través de esos disfraces. Se necesita paciencia y
atención al detalle.

Él sonrió. Él había usado palabras muy similares cuando le


estaba dando lecciones sobre cómo moverse o volar. La había

Bookeater
Dark Song
hecho practicar cientos de veces. No solo lo llevaba a él, sino a
muchos ancianos centenarios a la escuela. Ella podría fingir
que pensaba que solo estaba hablando con su compañero,
pero sabía que aquellos con los que estaba conectado estaban
escuchando y él estaba compartiendo con otros.

Perdona mi impaciencia, piŋe sarnanak.

De inmediato sintió su horror instantáneo por haber estado a


punto de reprenderlo. No había considerado que otros podían
escucharlos. No, Ferro, perdóname. Me siento estirada en muchas
direcciones, tratando de extender la mano para encontrarlos, y no
estaba pensando.

Suavizó su voz, maldiciendo toda la situación, deseando ser


un hombre más amable. Lo estás haciendo bien, sívamet.

Se movía con el viento, dejando que su cuerpo se desplazara


hacia la cubierta más pesada. Había un estacionamiento
enorme. Habría muchas víctimas para que los vampiros
cayeran allí, pero dudaba que alguno de los maestros
vampiros quisiera ser atrapado con cemento y piedra
colgando sobre sus cabezas. Querrían estar muy cerca de la
discoteca. Cornel, en particular, estaba seguro de que la pieza
que pensó que le ayudaría a gobernar al pueblo de los
Cárpatos, o destruirlo, estaba escondida en algún lugar del
edificio. ¿Dónde? ¿Dónde pensaría que Tariq guardaría un
artículo tan valioso? ¿Su oficina? Eso parecía demasiado fácil.

Bookeater
Dark Song
En el paisajismo en la entrada trasera donde los patios están en el
nivel del suelo. Hay arbustos pesados allí. Elisabeta parecía
vacilante, como si hubiera perdido la confianza.

Ferro no podía concentrarse más en su mente sin arriesgarse a


delatarla con Sergey o uno de los otros. Detestaba usarla. Los
antiguos estaban acostumbrados a cazar a su manera. No
deberían necesitar que su mujer destacara su presa por ellos.

Sandu, Benedek e Isai se habían dispersado, a la deriva como


Ferro con el viento, buscando detectar un solo signo de los
vampiros maestros escondidos en las estructuras de la ciudad,
los autos y los estacionamientos, en lugar de los bosques y
montañas que eran sus terrenos de caza normales.

Sedrick está en el propio patio. Se ha convertido en parte del techo.


Ivy crece a lo largo del voladizo y cuelga de los soportes. ¿Alguno de
ustedes está lo suficientemente cerca para ver si las hojas se han
secado? Elisabeta buscó la confirmación de que tenía razón.

Benedek respondió de inmediato. Me abriré camino hasta el


patio, pequeña sisar.

Ambrus se ha escondido justo a la izquierda de la puerta de salida


del club subterráneo, más cerca de los árboles. Está trabajando para
derribar las salvaguardias sobre la puerta del club nocturno, no
el club subterráneo. Mientras trabaja, se comunica con alguien de
adentro. Ella guardó silencio por un momento.

Bookeater
Dark Song
Ferro, como todos los demás, sintió el roce del dolor, como si
una carga eléctrica pasara por sus mentes. Se quedó muy
quieto. ¿Elisabeta? ¿Ambrus está consciente de ti? ¿Sabe que lo
estás siguiendo?

Es muy poderoso y cada vez que toco su mente, se muestra


cauteloso. Te lo dije, sus instintos son más animales que humanos.
Siente una presencia, pero no tiene idea de quién o qué es esa
presencia. Envió una sonda. Tardé en protegerlos a todos de su
investigación. A veces puede resultar doloroso. Estoy acostumbrada,
pero olvidé que no lo estarías. Me disculpo.

La admisión de Elisabeta puso los dientes de Ferro de punta.


Esa voz dulce y gentil que admitía que sabía que la sonda de
Ambrus sería dolorosa significaba que a menudo había
buscado su mente y lo había sentido tratando de encontrar si
un enemigo realmente podría estar cerca. ¿Podría confiar en
sus sentidos? Ella no se inmutó por el dolor porque eso la
delataría. El sol abrasaría a la mujer, ella iba a ser su muerte,
no un maestro vampiro. Iba a arrancarle el corazón.

Ambrus, sí, Elisabeta, lo veo ahora. Está muy ocupado, dijo Sandu.
Él tiene dos siervos con él, protegiendo su espalda.

Sus sirvientes son como él. Elisabeta se apresuró a dar la


información. Instintivos, como animales. Feroces en la batalla.
Siempre van por el vientre y los genitales. Si has detectado dos,
habrá otros tres ocultos cerca. Ambrus caza con una manada. Él es el
que yo consideraría el más peligroso en la batalla. Cornel es el
estratega. Él puede planear una guerra, pero Ambrus es el luchador.

Bookeater
Dark Song
Sus sirvientes están cerca de tener las habilidades de un maestro
vampiro sin ser uno.

A Ferro no le gustó el sonido de eso. Sandu no dudaría en


enfrentarse a Ambrus y su manada de sirvientes. Era un
anciano y hacían una cosa—Destruir vampiros. No tenía
compañera ni razón para continuar su existencia. Ferro
decidió defender a Sandu. Sergey no iba a escapar de él de
nuevo, no a menos que estuviera muriendo o muerto, pero
tenía que asegurarse de que Sandu tuviera la oportunidad de
luchar para sobrevivir.

Ferro. Su pequeña y suave protesta tembló, pero Elisabeta se


las arregló por él. Addler está enviando a dos de los vampiros
recién creados a la puerta del club nocturno. Él está mirando para
ver qué pasa. Una pareja acaba de llegar en coche. Quiere usarlos
como cebo. Los vampiros los harán pedazos.

Escuchó la inquietud en su voz. ¿Cuántos sirvientes le quedan?


Sabía que los maestros vampiros habían contado con que sus
sirvientes atravesaran la ciudad, pero los cazadores habían
aniquilado silenciosamente a la mayoría de ellos.

Sólo dos. Está muy molesto. Tiene dos sirvientes, pero también dos
de los vampiros recién creados con él.

Eso significaba que el número de los Cárpatos aumentaba a


medida que los cazadores rastreaban a los últimos sirvientes
de los vampiros maestros hasta el club nocturno. Eso era una
ventaja.

Bookeater
Dark Song
Tengo a Addler en mi vista, así como a los vampiros y la pareja. Han
impedido que la pareja salga del coche. Se están alejando, informó
Petru.

Todos sintieron la acumulación de energía en el aire cuando


Addler intentó obligar a la pareja a regresar. Ambos vampiros
recién hechos tomaron el aire para lanzarse contra el
parabrisas. Petru agitó la mano y ambos cayeron del cielo, las
plumas estallaron de sus cuerpos encogidos de modo que
parecían no ser más que dos búhos. Mientras lo hacía, un rayo
se bifurcó en el cielo y estalló un trueno.

ϰ
Los rayos habían estado azotando la ciudad por lo que parecía
casi un cuarto de una hora cuando la tormenta se detuvo,
trayendo nubes oscuras y turbulentas, truenos y un
espectáculo eléctrico interminable que mantuvo a todo el
mundo fuera de las calles. Una serie de rayos letales y
chisporroteantes dieron en el centro del techo del
extremadamente popular club nocturno Asenguard. Las
chispas volaron en todas direcciones, elevándose en
el aire, una exhibición colorida que rivalizaba con la de los
fuegos artificiales.

Una y otra vez, los relámpagos dentados continuaron cayendo


exactamente en el mismo lugar. Cada golpe fue preciso, como
si estuviera dirigido por un rayo láser.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta trató de no hacer una mueca cada vez que golpeaba
un rayo. Los tejidos de protección aguantaron, pero eso no
detuvo el temblor del edificio por la fuerza del golpe. Cada
vez el balanceo era tan fuerte que casi derribaba a las tres
mujeres.

− Ese es Cornel, golpeando cortésmente, − anunció solemne


mientras se agarraban.

Lorraine y Julija se echaron a reír con ella. Elisabeta se


sorprendió de que pudiera estar compartiendo la risa cuando
la noche se iluminó con relámpagos dirigidos específicamente
a la azotea donde las tres estaban paradas.

− Qué amable de su parte, − dijo Julija. − Supongo que


deberíamos ser igualmente elocuentes en nuestra respuesta a
él.

Lorraine y Elisabeta retrocedieron automáticamente para


darle espacio a Julija. Ella era de un poderoso linaje de los
Cárpatos, pero también era descendiente directa de uno de los
magos más poderosos del mundo. Levantó las manos y
comenzó a tejer su hechizo, concentrándose en ese pequeño
punto donde se dirigía la punta del perno con cada golpe.

Julija cronometró su respuesta de modo que cuando Cornel


lanzara su siguiente ataque sobre ese tejido de protección para
penetrarlo, su hechizo contrarrestaría el de él. Un anillo azul
giró alrededor de la punta durante un breve destello y luego

Bookeater
Dark Song
se apresuró a subir el cerrojo eléctrico dentado, buscando al
remitente.

Los ataques se interrumpieron abruptamente y el humo negro


se arrastró por el cielo. Un vapor espeso y nocivo se vertió en
el aire, oliendo a carne podrida y en descomposición.

− Cornel, − dijo Elisabeta, un poco sorprendida. − Julija, no


solo lo incapacitaste por el momento, sino que lo sacaste a la
luz.

− Como quise hacer. − Julija abrió los brazos para abarcar el


cielo, absorbiendo la mayor cantidad posible de nubes oscuras
y giratorias. − Cambié sus intenciones. No durará mucho,
pero debería darte tiempo suficiente para encontrar su
corazón.

Elisabeta cerró los ojos y envió su mente a buscar la de Cornel


mientras Julija comenzaba a mover sus manos con gracia,
murmurando su poderoso hechizo mientras lo hacía. Cornel
estaba atónito casi más allá de la comprensión. No tenía idea
de lo que le había sucedido y era incapaz de protegerse. Su
corazón, un órgano negro y marchito que protegía
moviéndolo continuamente alrededor de su cuerpo, estaba
quieto por primera vez en muchos siglos mientras estaba
despierto. Lo encontró cerca de su vientre, un bulto arrugado.
Inmediatamente dirigió a Julija hacia el objetivo.

Lorraine sostenía el látigo del relámpago, lista para que la


magia de Julija penetrara los inevitables escudos que el

Bookeater
Dark Song
maestro vampiro tendría a su alrededor mientras Elisabeta
señalaba el objetivo con absoluta precisión. Julija golpeó los
escudos y Lorraine simultáneamente envió el relámpago
directamente al corazón del maestro vampiro.

La espada candente golpeó una impenetrable barrera


reluciente, enviando una torre de chispas por el aire, un
trueno estrellándose, rugiendo tan fuerte que arrojó a las tres
mujeres al suelo. Bolas de fuego llovieron del cielo, una lluvia
de meteoritos de brillantes y calientes orbes giratorios
golpeando el techo, apuntando directamente a las cabezas de
las tres mujeres. Una sombra oscura se movió de un lado a
otro sobre ellos, con las alas extendidas y la boca bien abierta
lanzando una larga y constante corriente de fuego hacia ellas.

− Dorin, − dijo Elisabeta, tratando de poner sus manos debajo


de ella para ponerse de pie. El edificio seguía balanceándose,
como si un terremoto se hubiera apoderado del suelo y
estuviera desesperado por partirlo en dos. − Levantó ese
escudo para proteger a Cornel en el último segundo.

Ella se hundió en el techo, dejando que su cuerpo exhausto


tuviera un respiro. No iban a tener una segunda oportunidad
en Cornel y las tres mujeres lo sabían. Era demasiado
inteligente para quedarse cuando sus sirvientes habían sido
atacados, la discoteca estaba protegida y había resultado
herido. Podría irse, reagruparse y luchar otro día.

Cornel está lesionado y está cerca de los árboles al norte del


estacionamiento. Pasó la información a los cazadores. Está

Bookeater
Dark Song
intentando escapar. Dorin lo protege junto con sus sirvientes
combinados. Han llamado a Sergey y Ambrus y a los otros maestros
vampiros para que se vayan con ellos.

Las tres mujeres se sentaron juntas, con la cabeza hacia atrás,


mirando hacia las nubes oscuras y malévolas, uniendo sus
mentes, usando el camino a través de Elisabeta para seguir las
diversas batallas.

ϰ
− Ambrus, veo que deseas bailar con el diablo en este ascenso,
− saludó Ferro mientras caminaba por la intrincada pasarela
pavimentada que conducía a la puerta que el vampiro
maestro intentaba abrir. Debo confesar que pensé que a ti te
gustaba el bosque, como a mí. Esta ciudad está demasiado
cerrada para mi gusto, y estos edificios se sienten como si no
fueran más que pesos colgando sobre mi cabeza donde no
puedo respirar. − Mantuvo su voz amigable.

Ferro había eliminado todo rastro del olor de Elisabeta de su


cuerpo. La mantuvo alejada de su mente por la remota
posibilidad de que Ambrus hubiera encontrado una manera
de leer a los cazadores de los Cárpatos. Ignoró a los dos
sirvientes que se acercaban, inhalando profundamente,
aspirando el aroma de la sangre antigua y rica en sus
pulmones al pasar junto a ellos. Era muy necesario mantener
la atención de Ambrus y sus sirvientes completamente
centrada en él. Quería que el maestro vampiro confiara en que

Bookeater
Dark Song
podía tomarlo en cualquier momento. El vampiro tenía tres
sirvientes más escondidos, esperando para lanzar su
trampa. Querría matar a Ferro antes de unirse a Cornel en lo
que vio como una derrota.

− Ferro, − Ambrus saludó a cambio. − Es bueno que seas tú.


Alguien digno al fin. Tantos sin habilidades me han desafiado
en la última mitad del siglo que pensé que tal vez no quedaba
ninguno.

Ferro se encogió de hombros. − Unos pocos. Estábamos en el


monasterio, pero nos llegó la llamada y tuvimos que
responder. Tú sabes cómo es.

− ¿La llamada? − Ambrus instó, deslizándose un paso más


cerca. Sus ojos habían adquirido un brillo rojo. Sus brazos
cayeron hacia abajo, dándole la apariencia de inofensividad,
sus dedos se extendieron ampliamente, pero sus uñas se
habían alargado solo un poquito y se habían afilado a puntos
letales. Dio unos golpecitos con el dedo índice sobre su muslo,
un signo sutil que pocos podrían atrapar.

− Dos mujeres vinieron al monasterio. Ambas tenían dones y


fueron capaces de decirle a los hermanos que nuestras
compañeras estaban vivas en este siglo. Naturalmente, una
vez más nos dispusimos a buscar.

Ambrus se llevó una mano a la mandíbula angular y se rascó.


− ¿Todavía crees en un mito así, Ferro? Así es como el príncipe

Bookeater
Dark Song
te mantiene atado a él. Deberías saberlo mejor. Siempre pensé
que eras más inteligente que eso. − El dedo golpeó de nuevo.

Detrás de Ferro y a su derecha, una hoja susurró cuando algo


la rozó. Ambrus deslizó su pie un imperceptible cuarto de
pulgada hacia adelante, muy parecido al tallo de un leopardo.

− Creo porque la encontré, Ambrus. No es un mito. Sabes que


Andor encontró a su compañera. He encontrado la mía.

Ambrus se quedó helado. Sacudió la cabeza lentamente. – Eso


es imposible. No para alguien como tú. Dicen que Zacarías De
La Cruz también encontró una compañera. Todos sabemos
que eso es imposible. Es simplemente un truco para hacernos
creer que los hermanos Malinov nos mintieron.

− ¿Qué ganaría con decirte que he encontrado a mi


compañera?

Una mirada de astucia absoluta se deslizó sobre los rasgos


pesados de Ambrus, dándole esa mirada animal que le
advirtió aún más a Ferro que este hombre pensaba y luchaba
con las habilidades de cazador y animal. − Poco importa tu
intención, Ferro. Te metiste en una emboscada y te deseo
buena suerte para sobrevivir, a pesar de que parece que has
demostrado tus habilidades en la batalla una y otra vez a lo
largo de estos largos siglos. Será interesante ver cómo te va
contra mi jauría de perros hambrientos. Me gusta mantenerlos
nerviosos para que luchen aún más por su recompensa.

Bookeater
Dark Song
Ferro sonrió, comenzó a hacer una pequeña reverencia cortés
y Ambrus lo atacó, apresurándolo. Simultáneamente, los dos
sirvientes del maestro vampiro convergieron desde ambos
lados, garras como el águila arpía alcanzando su vientre y ojos
para rasgar y arrancar. Tres más de la manada saltaron desde
arriba, directamente a su espalda y cabeza, con la intención de
empujarlo hacia el puño de su maestro para que pudiera
arrancar el corazón palpitante del pecho de Ferro y terminar
con la pelea antes de que realmente comenzara.

Ferro, el cebo para sacar a toda la manada, se disolvió en


niebla y descendió, no fue hacia arriba, descendió entre las
piernas del maestro vampiro y llego detrás de él. Sandu,
Petru, Fane, Aleksi y Dragomir rodearon al maestro vampiro
y su manada. Los últimos tres antiguos, todos hermanos del
monasterio, habían llegado para unirse a la caza contra los
maestros vampiros.

Ferro golpeó con el puño directamente en la espalda de


Ambrus. Ferro era un hombre grande y enormemente
fuerte. El golpe rompió los huesos y atravesó el músculo,
medio volviendo al vampiro hacia él. Ambrus trató de
alcanzarlo con sus brazos, acurrucándose hacia su oponente
mientras a su alrededor sus sirvientes luchaban por sus vidas
contra los cazadores Cárpatos experimentados en batallas.

Estos no eran hombres preocupados por el ego o por si


alguien se daba cuenta de cuántas muertes individuales
hacían, o incluso si luchaban contra el más duro de los
vampiros. Simplemente buscaban eliminar al vampiro del

Bookeater
Dark Song
mundo. Ese era el único propósito de los cazadores de los
Cárpatos.

Las plantas estallaron bajo los pies de Ferro, tubos largos,


hambrientos, parecidos a anguilas con dientes, aferrándose a
sus piernas, intentando arrastrarlo bajo el suelo, tirando de su
cuerpo con tanta fuerza que las criaturas lo alejaron de
Ambrus, permitiendo que el vampiro maestro se tambaleara
libre. El ácido negro cubrió el brazo y la mano de Ferro,
carcomiendo su carne, mientras las criaturas hambrientas
le cortaban las piernas, tratando continuamente de jalarlo
hacia su agujero de gusano.

Ferro se estiró hacia el cielo con su mano ilesa y un rayo


respondió, golpeando los cuerpos de las criaturas justo donde
emergieron del agujero, cortándolos limpiamente en dos. Al
mismo tiempo, bañó su brazo lesionado en el rocío de energía
al rojo vivo, limpiando el ácido y extrayendo la sangre del
vampiro para evitar que se comiera hasta el hueso.

Cuando las criaturas se alejaron de sus piernas, Ferro golpeó


el látigo con el relámpago en la cabeza de Ambrus, dejando
caer bucles de energía candente alrededor de su cuello,
sujetándolo para evitar que se moviera y se escapara. Con un
gruñido, Ambrus se volvió para mirarlo, los relámpagos se
deslizaron alrededor de todo su cuerpo, girando,
manteniéndolo en su lugar, exponiéndolo como realmente
era, no como prefería aparecer.

Bookeater
Dark Song
La carne podrida colgaba de los huesos del esqueleto. Lo que
parecía un cuerpo en forma no era más que una ilusión
perfeccionada durante siglos. Ambrus podría no parecer tan
vanidoso como cualquier otro vampiro, pero claramente
quería aparecer ante los demás como una montaña de hombre
con un cuerpo musculoso y con cicatrices de batalla. Vale la
pena señalarlo, que Ambrus había incluido cicatrices al forjar
una apariencia. No se había hecho como los Astor, impecable
y guapo.

En lugar del cabello largo del guerrero tradicional de los


Cárpatos que prefería Ambrus, su cráneo tenía grandes
parches escamosos de una sustancia pegajosa que rezumaba
desde el interior de su cerebro para gotear en un flujo
constante por su cabeza y salir de los agujeros donde deberían
estar sus orejas. Sus ojos eran cuencas de un rojo
llameante. No tenía nariz, solo dos agujeros hundidos, y su
boca estaba llena de dientes puntiagudos y afilados, tan
manchados de sangre que parecían negros.

Elisabeta, en todos los siglos que Ambrus ha permanecido con los


Malinov, ¿ha aparecido siempre como lo habéis visto? ¿Con esta
imagen? Le mostró la copia de un Ambrus muy en forma,
tratando de ahorrarle la verdadera alma podrida del vampiro.

Dentro de las espiras del látigo del relámpago, Ambrus


comenzó a balancearse hacia adelante y hacia atrás,
murmurando para sí mismo, sus dedos largos y huesudos
golpeando un ritmo en su pierna delgada y demacrada.

Bookeater
Dark Song
Siempre.

Cuando las bobinas cayeron de Ambrus, Ferro movió sus


manos casualmente hacia el vampiro, rodeándolo con espejos,
por encima de él, por debajo y rodeándolo por completo. No
había ningún lugar donde el vampiro mirara donde no se
viera reflejado en su verdadero y espantoso estado. Estiró sus
delgados labios en una amplia protesta, gritando de horror,
levantando los brazos para cubrirse los ojos mientras gusanos
y una gran cantidad de parásitos salían de su boca y garganta
para escupir contra el cristal reflectante.

Ferro estrelló su puño profundamente en la pared del pecho,


rompiendo los huesos frágiles sin la armadura del músculo
tejido de Ambrus y el hueso denso que probablemente
entrelazó con otras cosas para hacer mucho más difícil que un
cazador de los Cárpatos llegara a su corazón. Sus dedos
buscaron el órgano marchito, pero no estaba donde debería
haber estado.

Lo ha movido más abajo, a la base de su columna vertebral.

Ferro no vaciló. Retiró el puño y se estrelló contra él por


segunda vez, buscando el corazón, luchando por llegar a él.
Ambrus ya se estaba recuperando de la conmoción
momentánea de ver su verdadera imagen después de siglos
de convencerse a sí mismo de cómo era. El maestro vampiro
se inclinó hacia adelante y mordió con saña el hombro de
Ferro, arrancando grandes trozos de carne de su cuerpo, y

Bookeater
Dark Song
tragó saliva, tragó saliva de la rica y antigua sangre que le
daría una explosión de fuerza.

El vampiro intentó girar la cabeza para poder hundir los


dientes en el cuello de Ferro y llegar a la yugular. Ferro giraba
continuamente en círculo, empujando a Ambrus hacia atrás
contra los espejos de modo que el vidrio se rompiera,
clavando fragmentos en los huesos, evitando que el vampiro
maestro pudiera cambiar u orientarse. Ferro era demasiado
rápido y demasiado fuerte, sosteniendo los dientes del
vampiro mientras su puño buscaba el corazón en la base de su
columna.

Ambrus tomó represalias, convirtiendo sus manos en armas


con forma de cuchillo, hundiéndolas una y otra vez en el
pecho de Ferro, dirigiéndose directamente hacia el corazón
del Cárpatos. Ferro escuchó el jadeo de Elisabeta y cortó todo
contacto con ella inmediatamente, aceptando estoicamente el
dolor. Era una batalla. Se esperaba que los cazadores fueran
heridos. Tenían que estar cerca para extraer el corazón, y eso
significaba que el vampiro podría desgarrar y despedazar sus
cuerpos. Eso se les inculcó desde que eran niños. Era una de
las razones por las que no quería que Josef cazara a los no
muertos demasiado pronto. El niño podría tener el coraje y el
conocimiento, pero aún no tenía el cuerpo para ser
despedazado y sobrevivir a la experiencia.

En el momento en Ferro tenía el corazón en la palma de su


mano, cerró los dedos alrededor de él y lo arrancó del cuerpo

Bookeater
Dark Song
del maestro vampiro, se volvió y lo arrojó alto en el
aire. ¡Lorraine!

Sería lo último que esperaría un vampiro. Ambrus intentaba


robarle el rayo, y levantó la mano como si empuñara el látigo
mientras brillaba en el cielo oscuro. Lorraine apuntó al
diminuto órgano arrugado, imposible de ver porque Ferro lo
había arrojado tan alto, pero atada a él a través del vínculo del
alma, siguió a ese objetivo ennegrecido.

Ambrus alcanzó triunfalmente el cielo, con las manos abiertas


en un esfuerzo por arrebatarle el rayo a Ferro, pero el látigo
candente y chisporroteante bailó por el aire, crujiendo
siniestramente, dirigiéndose con infalible precisión hacia ese
pequeño objeto. Ferro dejó caer las manos a los costados y
miró al maestro vampiro que negó con la cabeza, incapaz de
creer lo que estaba viendo. La punta del látigo golpeó el
corazón, incinerándolo, de modo que un humo negro y nocivo
se elevó por un momento y luego se limpió con la brillante y
caliente quemadura de la corriente eléctrica. Ambrus se
balanceaba, la cabeza inclinada hacia el cielo. Todavía estaba
de pie de esa manera exacta cuando el látigo del rayo lo
golpeó y se convirtió en esa misma ceniza negra, ardiendo
hasta que no quedó nada en absoluto.

Algo pesado golpeó su cuerpo, casi derribando a Ferro, y


reaccionó, girando, alcanzando a uno de los sirvientes de
Ambrus mientras trataba de lanzarse en el aire para alejarse
de Petru. Ferro bloqueó la bestia gruñona de un vampiro en el
aire lanzando su cuerpo completamente frente a él. El

Bookeater
Dark Song
vampiro atacó inmediatamente, rastrillándolo con garras y
chasqueando brutalmente con los dientes mientras lanzaba
docenas de flechas venenosas detrás de él en un esfuerzo por
evitar que Sandu se acercara desde esa dirección.

La mayoría de los vampiros menores estaban tratando de


seguir a Cornel y Dorin en sus órdenes de retirarse, tomando
el aire, pero había demasiados cazadores sacándolos del cielo
o rastreándolos en el suelo. No había ningún lugar donde
esconderse. Los pocos que estuvieron a punto de entrar en
uno de los clubes porque se había abierto una puerta fueron
detenidos de inmediato por uno de los cazadores que estaban
dentro. Los Cárpatos tenían demasiados guerreros
experimentados esperándolos, una imposibilidad de luchar
contra ellos. La retirada era la única solución razonable, y
cuando los vampiros intentaron huir, fueron atacados de
inmediato.

Ferro se las arregló para salir de debajo de las garras


raspadoras como si le diera una salida al vampiro, y luego,
cuando la criatura redobló su velocidad, se empaló
directamente sobre el puño extendido de Sandu.

ϰ
− Traian y Josef mataron a Edward Varga, − informó Tariq.
Benedek se deshizo de Sedrick. Petru mató a Addler y Ferro
destruyó a Ambrus. Cornel y Dorin Malinov lograron
escabullirse, pero eso no me sorprende. − Miró a su alrededor

Bookeater
Dark Song
a los guerreros de los Cárpatos con varias heridas mientras se
ayudaban unos a otros, dándose sangre y ayudándose a sanar.
− Si bien algunos de nosotros nos estamos asegurando de que
no haya rastros de los vampiros en los clubes y que los
psíquicos masculinos estén libres de todas las influencias o se
hayan encontrado con accidentes muy tristes, todavía no
hemos terminado. Ferro dice que Elisabeta puede llamar a
Sergey para que vuelva por ella. Si ella puede hacer esto,
podemos destruir cinco de los siete vampiros maestros y la
mayor parte de su ejército en un golpe decisivo esta noche.
Sergey es muy peligroso con el conocimiento que lleva en su
cabeza de sus hermanos y del gran mago. ¿Puede Elisabeta
realmente llamarlo, Ferro?

Ferro asintió con la cabeza con decisión. − Sí, absolutamente


ella puede. No podrá resistirse a responderle. Él vendrá. −
Gary estaba trabajando para curarlo. Tres de los antiguos
habían reabastecido su sangre. Todas ellos tendrían que estar
en su mejor forma en la noche. Incluso mejor de lo que habían
estado si iban a ganar la próxima batalla.

ϰ
− Llámalo, Elisabeta. Tráelo a ti. Sergey no puede resistirse a
tu llamada. − Estaban juntos, Ferro y Elisabeta, en el borde
mismo del prado. Ante ellos había una gran extensión de
hierba y flores. Las flores parecían dormidas, los pétalos
cerrados, mientras las nubes se movían por el cielo.

Bookeater
Dark Song
Sus largas pestañas se levantaron, sus ojos oscuros estaban
llenos de lágrimas. Ella sacudió levemente la cabeza,
resistiendo su orden por primera vez. − Estás herido, Ferro. Él
puede no ser el más inteligente de los hermanos Malinov,
pero lo compensa con astucia y crueldad. Olerá tu sangre y la
anhelará. Eso lo impulsará a mayores alturas de crueldad.

− Llámalo, minan piŋe sarnanak. − Fue implacable.

− Tiene una pizca de todos sus hermanos en él. No tiene una


sino dos de Xavier, el gran mago, dentro de él. Si lo derrotas,
en el momento en que extraigas su corazón, todas esas astillas
lo abandonarán y buscarán un anfitrión. Se dispersarán,
sombras diminutas y muy peligrosas, imposibles de
rastrear. Ellas van a encontrar anfitriones humanos,
posiblemente los niños. Cada astilla es malvada y corromperá
a su anfitrión y los llevará de regreso al mago o vampiro más
cercano.

La súplica de su voz lo sacudió. El líquido de sus ojos se


derramó y las lágrimas corrieron por su rostro. Ferro envolvió
su brazo alrededor de ella y la colocó debajo de su hombro.

− Ya deberías conocerme, sívamet. ¿Entraría en batalla sin saber


a qué me enfrento? Dejé a Sergey para el final porque sé lo
que tiene. No puede vivir. Nunca dejará de intentar encontrar
la manera de llegar a ti. Cuerpos de hombres, mujeres y niños
se clavaron en las puertas del complejo cada alzamiento. No
podemos tener eso sucediendo. Con el tiempo, tu amable
corazón se romperá e irás a buscarlo. ¿Dónde está tu fe en mí?

Bookeater
Dark Song
Tu confianza. Más importante aún, minan päläfertiilam, ¿dónde
está tu fe en nosotros?

Los ojos oscuros de Elisabeta recorrieron su rostro. − Te ves


tan gastado, amado. − Ella suspiró. − Si deseas hacer esto,
entonces lo haremos.

Esperó, dejándola sentir su fuerza combinada. Su poder. Se


dio la vuelta al prado, llenando el aire, imposible de contener.
Tenía que sentirlo como él. No era solo su poder, también era
el de ella, los dos juntos.

Enderezó los hombros y asintió. − Tienes un plan. Yo sé que lo


haces. Dime qué quieres que haga una vez que llegue.

Sabía que Sergey vendría. Como Ferro, no tenía ninguna


duda. Ferro sonrió a su pequeño pájaro cantor que finalmente
había escapado de su jaula y, sin embargo, con la puerta de la
jaula abierta de par en par, ella lo había elegido a él, elegido
quedarse con su compañero antiguo.

− Conoces el plan, piŋe sarnanak, lo hemos practicado mil


veces.

Maestro. Elisabeta susurró la llamada en su mente,


manteniendo su voz fina y temerosa. ¿Puedes escucharme?
Tengo poco tiempo. No se da cuenta.

De inmediato hubo un movimiento. Una presencia negra y


malévola entró en la mente de Elisabeta, espesa como un

Bookeater
Dark Song
aceite, obstruyendo todos los poros. A lo largo de los siglos,
ella había desarrollado paredes falsas para que el maestro
vampiro creyera que podía escudriñar su mente y saber lo que
había estado haciendo. Con la excepción de tener acceso al
alma de su compañero, él creía que la controlaba por
completo, cuando ella había construido lentamente
compartimento tras compartimento, empujándolo más y más
hacia afuera.

Ahora solo veía lo que Elisabeta quería que viera. Terror.


Miedo a su compañero. Del pueblo de los Cárpatos. De sus
demandas sobre ella. Ella no entendía nada de sus vidas y se
burlaban de ella a sus espaldas porque no sabía cómo hacer
nada por sí misma. Su compañero estaba avergonzado de ella.

¿Por qué me molestas? Sergey parecía desdeñoso.

Elisabeta vaciló. Retirándose. La vieja Elisabeta nunca le


habría contestado ni le habría rogado que la recogiera. Ella
habría estado demasiado aterrorizada por las consecuencias
de hablar con él.

Se está acercando, advirtió a Ferro.

En el prado estaba de pie, pareciendo temblorosa, con una


mano cubriéndose la cara a medias, retrocediendo varios
pasos hacia el escondite más profundo de los árboles,
inclinándose hacia adelante como para mirar hacia afuera,
mirando al cielo esperanzada.

Bookeater
Dark Song
¿Por qué no se daría cuenta de lo que me estás diciendo? Sergey
demandó.

Estuvo ausente durante mucho tiempo este levantamiento. Cuando


regresó, estaba gravemente herido. Llamaron al curandero y a varios
de los ancianos para que le dieran sangre.

¿Estás solo? Ferro preguntó. Eso sería tan arrogante pero tan
propio de Sergey, pensar que podría ocultar a Elisabeta una
vez más. Cornel y Dorin no sabrían que ella estaba de regreso
con él y él siempre tendría ventaja sobre ellos.

Tiene dos vampiros menores con él. Están dando vueltas alrededor
del prado para asegurarse de que esté sola. Su intención es matarlos
a ambos después de que me lleve de regreso con él.

Sergey hizo un alarde de suspiros profundos. Muy bien


entonces. Voy a tener que volver, pero serás castigada. Camina hacia
el medio del prado. Mis sirvientes la recogerán y la traerán de
regreso.

Elisabeta se quedó helada. Se retiró más en su mente. Se


estremeció como el ratoncito que era.

Te ordeno que hagas esto. Sal a la pradera ahora o te dejo con esa
gente. No tengo tiempo para tu terquedad.

Ella no se movió. Ella no habló. Ella simplemente se


estremeció, una pequeña bola de absoluto terror como solo
Elisabeta podía ser. Era tan magnífica que Ferro quiso besarla

Bookeater
Dark Song
sin sentido. Sergey nunca la dejaría allí. Como señuelo, era la
perfección absoluta, demasiado asustada para moverse. El
maestro vampiro estaba demasiado cerca de su obsesión. La
necesitaba con cada aliento que respiraba, y no había forma de
que permitiera que se le escapara de los dedos.

Los dos sirvientes de los no muertos volaron hacia el bosque


por donde había entrado Elisabeta. Inmediatamente se movió,
apenas fuera de la vista, subiendo a las ramas, una pequeña
lechuza, mientras que una mujer joven con una capa fluida
parecía estar corriendo hacia un bosque más profundo, lejos
del prado. Iba descalza y su cabello oscuro se enredo en una
rama, lo que la freno para que los sirvientes la vieran, lo
suficiente para que la siguieran.

Elisabeta, detén este juego de una vez. Ven a mí.

¿Dónde estás? Su voz era muy vacilante. No quiero hablar


con esos hombres, ni que me toquen. Nunca lo permitiste. Nunca.
¿Cómo sé que eres tú?

Ferro se encontró sonriendo. Ese era un buen punto. Sergey


no podía negar eso. Elisabeta era muy inteligente.

Te espero en el prado, tal como me pediste. Date prisa. Se acerca el


amanecer y me canso de tus rabietas.

Elisabeta permitió que su primera emoción real, aunque


tentativa, se derramara en su mente, de que Sergey realmente
podría ir por ella. Deliberadamente las hojas crujieron junto a

Bookeater
Dark Song
la entrada y ella se congeló. ¿Dónde están esos hombres? Dejó
que el miedo se derramara en su voz y su mente de nuevo.

No pueden llegar a ti. Date prisa, Elisabeta. Sergey apareció a la


vista, flotando justo por encima del suelo, construyendo
salvaguardias para rodear todo el prado con solo un pequeño
camino para que ella viajara. No pueden entrar. Solo tu. Entra y
cerraré las salvaguardas detrás de ti. Una vez que te tenga,
dejaremos este lugar. El que te reclamo tampoco podrá seguirte.

Los sirvientes de Sergey que seguían la esquiva sombra de


Elisabeta estaban siendo rastreados por los cazadores de los
Cárpatos. En el momento en que Ferro diera la palabra, serían
derribados.

Pareciendo casi pequeña con su capa, aunque era alta, como


todas las mujeres de los Cárpatos, Elisabeta miró a su
alrededor antes de salir de la sombra del bosque y poner un
pie en el prado, lo que le permitió a Sergey tejer las
salvaguardas detrás de ella para encerrarla allí, con él.

La llamó con impaciencia con un dedo largo. Al final había un


clavo de aspecto perverso. − Ven a mí ahora, Elisabeta. −
Chasqueó los dedos. − Tenemos que dejar este lugar.

Ferro se movió cuando se acercó a unos pocos pies de Sergey.


La aparición de Ferro reveló las malvadas heridas de su
batalla con Ambrus. Su ropa estaba rota y mostraba manchas
de sangre.

Bookeater
Dark Song
− Veo que ella te llamó. Teme una nueva vida, pero ella se
acostumbrará con el tiempo.

− ¿Qué has hecho con ella? − Sergey demandó.

Elisabeta dejó escapar un pequeño gemido y presentó una


imagen de mecerse hacia adelante y hacia atrás, de ser muy
pequeña, acurrucada sobre sí misma como aterrorizada. Ferro
se deslizó un poco más cerca, cubriendo la más pequeña de
las cojeras, un brazo apretado contra sus costillas.

Sergey levantó la mano, tejiendo réplicas de sí mismo y


enviándolas a girar en un amplio círculo alrededor de
Ferro. El suelo se movió y rodó, haciendo que el Cárpatos
cayera de rodillas. Por encima de sus cabezas, dentro de las
salvaguardas, rugió un trueno y las nubes negras
arremolinadas se abrieron para arrojar lluvia ácida sobre ellos.
Sergey se movió rápido para patear a Ferro en la barbilla,
determinado a golpearlo en su espalda por lo que podría
más fácilmente extraer el corazón. También quería tanto del
cuerpo del hombre de los Cárpatos expuesto al doloroso ácido
como fuera posible.

Ferro lo agarró por el tobillo, lo torció y lo derribó con su


enorme fuerza, atrapó la estaca que le lanzó Sandu y la clavó
directamente en el corazón de Sergey, inmovilizándolo en el
lugar consagrado en el prado. El humo se elevó cuando la piel
del vampiro ardió. Gritó horriblemente. Ferro agitó la mano
para detener la lluvia.

Bookeater
Dark Song
Elisabeta, quita sus salvaguardas. Necesitaremos el rayo. Fortalece
las que tejimos en la tierra para que las astillas no puedan excavar.

La tierra está santificada y salvaguardada, Ferro, aseguró


Elisabeta.

Estoy eliminando las salvaguardas que están encima de ti ahora.

Las hierbas desaparecieron como si nunca hubieran estado


para revelar la amplia extensión de tierra desnuda, toda la
cual había sido santificada. Rodeando todo el círculo
preparado estaban los antiguos, esperando, todos los ojos
puestos en el maestro vampiro que se retorcía y luchaba
mientras Ferro lo sujetaba con la sacrosanta estaca de
madera. Tuvo que usar ambas manos. La sangre negra
burbujeó alrededor de la madera. Benedek sostuvo las piernas
del vampiro mientras Sergey pateaba y tamborileaba con los
talones en el suelo.

El maestro vampiro escupió su odio a Ferro. Sus ojos rojos


inflamados prometían represalias, llamas ardiendo en sus
profundidades. A veces brillaban plateadas, marrones o
verdes, malévolas, prometiendo una muerte dolorosa y
tortuosa. Intentó clavarle las garras a Ferro, arrancarle la piel
de las costillas y los brazos, cualquier cosa para que quitara la
estaca.

Pasaron unos minutos mientras esperaban. Los antiguos


llevaban las máscaras estoicas e inexpresivas de los cazadores.
No juzgaban a las criaturas que se veían obligados a cazar y

Bookeater
Dark Song
destruir. Libraban al mundo de su presencia porque no tenían
otra opción. Ahora esperaban en silencio, todos los ojos
puestos en el maestro vampiro que se retorcía.

Los gusanos y los parásitos rezumaban de sus poros,


abandonando el cuerpo del no-muerto. Cada vez más parecía
un cadáver podrido y descompuesto. En el momento en que
los parásitos o gusanos golpearon el suelo, se quemaron hasta
convertirse en cenizas blancas, de modo que pronto, la forma
del vampiro se dibujó con un montón de cenizas muy
parecido a un contorno de tiza que lo rodeaba.

Cada uno de los cuatro hermanos mayores de Sergey había


colocado una pizca de sí mismo en su hermano menor.
También tenía dos astillas de Xavier, el gran mago. Esas
astillas lo abandonarían cuando se hiciera evidente su
anfitrión fue no iba a sobrevivir. Los antiguos simplemente
esperaron mientras Sergey siseaba y gritaba su odio. Mientras
el suelo sagrado debajo de su cuerpo quemaba y achicharraba
su espalda y cráneo. Mientras la hoguera santificada esparcía
pureza por sus entrañas, expulsando toda corrupción.

Sin previo aviso, seis pequeñas sombras emergieron de los


oídos de Sergey, corriendo en todas direcciones, cada una
buscando la seguridad de la oscuridad y la hierba más alta a
varios metros de distancia. Las astillas eran tan pequeñas que
eran casi imposibles de ver, incluso con la visión de los
Cárpatos, excepto por la columna de humo que se elevaba de
cada una cuando la tierra sagrada las quemaba, marcando
cada abominación mientras hacía su desesperada carrera.

Bookeater
Dark Song
Un rayo cruzó el cielo en una exhibición deslumbrante, siete
látigos se arquearon sobre sus cabezas. Seis lanzas dentadas se
estrellaron contra la tierra con una precisión mortal, cada una
de las cuales golpeó una de las astillas que huían. Chillidos
horribles se escucharon a través de la noche, una cacofonía
espantosa que se elevaba con fuerza. Cráneos sin rostro con
grandes agujeros vacíos como bocas aparecieron en hojas de
humo negro que se elevaba. Los venenosos ojos plateados
brillaron durante un breve momento y luego las llamas los
consumieron, reduciéndolos a cenizas.

Ferro soltó la estaca con un movimiento rápido y el látigo


restante al rojo vivo golpeó el corazón de Sergey con una
precisión mortal. El maestro vampiro lo miró con odio
implacable hasta que no quedó nada más que el cadáver
podrido, y luego eso también desapareció. Los antiguos se
quedaron de pie por un breve momento, con la cabeza
inclinada, antes de que despejaran la tierra de todo rastro de
vampiros y regresaran al complejo, acabando con el
amanecer.

Bookeater
Dark Song
21
Lo que una vez fue un incendio, se vuelve más fuerte que antes;
Un metal en la fragua, se convierte en una espada para la guerra.
Te canta una vida de esperanza, melodías de devoción;
Un mundo de amor aguarda, más vasto que el océano.

Ferro despertó suavemente a Elisabeta, cantándole su


canción, de profundo amor y compromiso, de devoción y
esperanza. Ella era verdaderamente libre, su pequeño pájaro
cantor. Ya no en su jaula, libre de elegir su vida, y ella dejó
muy en claro que su elección era Ferro. Encontró eso
humillante. Un milagro. Sabía que nunca la daría por sentada.

Habían ido al suelo juntos, envueltos en los brazos del otro, su


cuerpo protectoramente acurrucado alrededor del de ella.
Estaba agradecido por la libertad de poder hacerlo sin
asustarla. Nunca quiso que ella pensara que la estaba
enjaulando, pero descubrió que necesitaba estar cerca de ella.
Piel con piel. Tocándola incluso en su sueño.

Antes, él había dormido encima de ella para protegerla, para


darle una sensación de seguridad, pero ahora ella lo recibió en
el suelo con ella, su cuerpo en el mismo lugar de descanso. Se
despertó antes que ella para buscar sangre para ambos, pero
luego tuvo el privilegio de despertarla con su canción. Pudo
sentir esa primera conciencia en su mente, la alegría en ella
cuando reconoció las notas de su música juntas. Sus largas
pestañas se levantaron para que sus ojos se encontraran con
los de él. En el momento en que eso sucedió, su corazón se

Bookeater
Dark Song
apretó y su estómago hizo un lento movimiento de
reconocimiento.

Ferro abrió los brazos hacia ella y Elisabeta flotó de la


tierra, limpia y refrescada, todo en su propia cuenta. Él cerró
sus brazos, acunándola a él, frotó su mandíbula a lo largo de
la curva de su pecho, su pulso llamándolo mientras la llevaba
a su lugar favorito en lo profundo de su bosque. Ninguno de
los dos se sentiría del todo cómodo en una casa. Supuso que
algún día, cuando tuvieran hijos, tendrían que estar
acostumbrados a un techo sobre sus cabezas, pero preferían el
dosel de los árboles.

Elisabeta le rodeó el cuello con los brazos y se ofreció a él. −


Me encanta la forma en que hueles, Ferro. Salvaje y esquivo
como el propio bosque. Te reconocería en cualquier lugar.

Él también la conocería solo por el olor. Ella entró en su mente


lentamente, flotando como una suave brisa, su fragancia tan
sutil pero distinta, camelias raras, bergamota italiana, ese
toque de naranja y lima, sándalo y vetiver, la mezcla casi
esquiva pero persistente. Su piel contenía el mismo aroma
tenue. Incluso su sabor tenía indicios de esos sabores.

− Cuando te fusionas con otros para librarlos de la infección y


yo estoy contigo en sus mentes, puedo sentir que los limpias
con esa serenidad reconfortante, esa paz y compasión que es
una parte tan importante de ti, pero también siempre fue tu
fragancia. Tu aroma se adhiere a tu piel. Está en tu mente,
Elisabeta, tan profundo en ti que cuando estás en mi

Bookeater
Dark Song
mente o en la de otro puedo captar tu olor. Creo que esa es
una buena parte de la forma en que calmas a los antiguos.

Él frotó su barbilla sobre la parte superior de su cabeza, no


quería que ella lo mirara a los ojos y viera que a él no le
gustaría compartir esa parte de ella con nadie. En la
antigüedad, muchos Cárpatos no permitían que otros se
acercaran a sus compañeras porque podría ser peligroso si
esos guerreros se volvían vampiros. Entendía ese concepto.
Habría sido uno de esos hombres. Ahora, quería llevársela a
algún lugar donde estuvieran solos sin ser interrumpidos por
todas las demandas que el mundo de los Cárpatos parecía
imponerles.

− Prefiero estar siempre sola contigo, Ferro, − admitió.

Las notas de verdad en su voz se deslizaron en su mente y se


alojaron allí, tranquilizándolo. Cuando se despertó por
primera vez, él había trabajado para ser su luz en la
oscuridad; ahora ella era su estrella brillante. Él inclinó su
cara hacia arriba y la besó. En el momento en que lo hizo,
probó la pasión. El amor. Una mezcla de ambos.

El ardor fue lento, suave, un calor perezoso decadente que


recorrió sus venas, se aceleró a través de las de ella, cogiendo
velocidad a medida que los besos se volvían más apasionados
y calientes. Hasta que el fuego se convirtió en una tormenta de
emoción.

Bookeater
Dark Song
Ferro se tomó su tiempo para adorarla. Mostrándole lo mucho
que ella significaba para él. Elisabeta fue meticulosa al
responderle, sus manos y boca se movieron sobre su cuerpo
con igual amor. Susurros y risas, el sonido de cuerpos que se
unían y suaves gritos de pasión se elevaron hasta bien entrada
la noche.

Con Elisabeta acurrucada en sus brazos, mirando las estrellas


a través del dosel de los árboles que se balanceaban
suavemente, Ferro le recordó que había una gran celebración
y se esperaba que hicieran acto de presencia. No tenía que ser
muy largo, pero deberían irse.

− Te has vuelto muy buena volando y vistiéndote, pensé que


podrías volar al complejo desde aquí y vestirte con ese
hermoso vestido verde que sabes que amo. Lo puse en tu
mente un par de veces. − Deliberadamente, la incitó a volar. Se
sentía muy saciada y amorosa, sus manos se deslizaban sobre
su pecho y cadera de manera muy posesiva.

− ¿El escandaloso? − Ella inclinó la cabeza para mirarlo, con


una pizca de risa en sus ojos oscuros.

No pudo evitar su sonrisa de respuesta. El vestido podría


resultar escandaloso si estuvieran solos. Solo si estuvieran
solos y sus dedos estuvieran ocupados en el corsé, liberando
los cordones para que sus pechos se derramaran en sus
manos. − Sí, ese es el que creo que sería perfecto para una
celebración. El material es suave y se adapta bien a tu
cuerpo. Te verás hermosa.

Bookeater
Dark Song
Ella se rio, se dio la vuelta y le mordió la barbilla con los
dientes. − Estarás pensando en esos cordones todo el tiempo
que estemos en esta celebración.

Eso podría ser cierto, pero esperaba que ella estuviera lo


suficientemente distraída para ayudarla cuando viera la
cantidad de Cárpatos concentrados en un área pequeña. Ya se
estaba moviendo, un pequeño búho chillón, con las alas
extendidas, volando hacia la noche. Iba tras ella, el búho
macho más pequeño, más ligero y mucho más rápido.
Mantuvo el paso, alerta por cualquier peligro para ella
mientras cubrían la distancia hasta el complejo.

Los dos búhos volaron en círculos sobre el grupo debajo de


ellos antes de comenzar lentamente un descenso en espiral
hacia las sombras del jardín justo al lado de los terrenos de
curación. Cuando Elisabeta emergió en su verdadera forma,
con el vestido largo verde bosque con el ajustado corsé de
cordones entrecruzados sobre sus pechos, se volvió y le lanzó
una mirada de pura reprimenda.

− Sabías cómo sería esto.

No podía negarlo. Él tomó su mano y la acompañó hasta el


borde del jardín y luego envolvió sus brazos alrededor de su
cintura, tirando de ella hacia su cuerpo para protegerla. −
Pasamos nuestro tiempo juntos en este levantamiento, y sabía
que no podía ser tan egoísta como para evitar que vieras la
celebración que están teniendo los demás.

Bookeater
Dark Song
La música era hermosa, elevándose hacia el cielo nocturno, la
banda tocando instrumentos y las parejas bailando. Otros
hablaban y reían juntos mientras los niños corrían, a veces
bailando y otras fingiendo luchar contra un enemigo. Las
niñas de alguna manera se habían apoderado de los destellos
y el brillo y estaban empapando generosamente el suelo, las
flores, la gente y todo lo que veían.

Josef apareció a la vista, seguido de varios niños mayores,


cada uno armado con baldes de purpurina en el cinturón y
algún tipo de arma que tenían atada a la espalda al alcance de
la mano. No fue difícil ver que él era el instigador.

Me encanta ver a los niños jugando así, Ferro, pero tarde o


temprano alguien insistirá en que hable con ellos y todavía no puedo
hacerlo. Ella habló en su camino mucho más íntimo. Cuando
hay tantos alrededor, me siento demasiado expuesta.

Ferro mantuvo sus brazos alrededor de la cintura de


Elisabeta, abrazándola con fuerza. − Lo estás haciendo
bien, minan piŋe sarnanak. Como puedes ver, la mayoría
de los Cárpatos se están conociendo por primera vez o
volviéndose a conocer. Nadie se dará cuenta ni se enfadará si
yo hablo por nosotros. Me pregunto qué estará haciendo Josef
con todo este brillo de colores. Parece que estos niños están
tramando algo. − Ahora todos los niños estaban reunidos
alrededor de los dragones de piedra en el medio del patio.

Estaba un poco demasiado complacido de que ella todavía

Bookeater
Dark Song
prefiriera que él hablara por ella entre la multitud. No estaba
seguro de que le gustara ese rasgo en sí mismo, el que quería
que ella dependiera un poco de él.

Siempre me gustará tenerte cerca de mí, Ferro. Es mi naturaleza.


Eso no me hace menos empoderado.

Su voz rozó suavemente su mente, su suave fragancia lo


envolvió, allí en medio de tantos otros aromas. Escuchó el
sonido de la risa de los niños y vio como el hijo mayor de
Tariq, Danny, se inclinaba para levantar a Andor, el hijo de
Darius y de Tempest, frente a él, sobre la espalda del dragón
de piedra marrón. El chico se deslizó detrás de él y esperó
mientras Amelia ponía a la hermana gemela de Andor, Aniko,
en su dragón naranja. Los dos adolescentes les susurraron a
los gemelos y luego a sus dragones.

− Quiero que sigas creciendo en confianza, Elisabeta, − dijo


Ferro. ¿Ves a Danny y Amelia? ¿Cómo son con esos niños?
Darius y Tempest son parte de los Trovadores Oscuros.
Siempre que miro a los niños en cualquier pueblo, son así,
dispuestos a enseñar, a entretener, a compartir siempre lo que
tienen con los más pequeños. Ayudan con su confianza y
autoestima. Les dan conocimiento, incluso jugando.

De la forma en que compartes tus conocimientos con Josef para


ayudarlo a sentirse como si pudiera convertirse en un gran cazador
de vampiros cuando llegue su momento.

Bookeater
Dark Song
Ella no entendía lo que estaba tratando de decir. No lo haría,
porque era muy cariñosa y compasiva y no se le ocurriría que
él la estaba reteniendo de alguna manera.

− Elisabeta, a veces me empujan en dos direcciones, − confesó


de mala gana. − Tienes una naturaleza generosa y
amorosa. No quiero aprovecharme injustamente de ti. Si lo
hago, lo hago sin darme cuenta de que lo estoy
haciendo. Confieso que me gusta que confíes en mí, pero al
fomentar ese comportamiento en lugar de insistir en que
hables con los demás, solo estoy obstaculizando tu
independencia. No quiero eso para ti. − Eso era cierto y no.
Cerró los ojos brevemente, tratando de encontrar la manera
correcta de expresar sus sentimientos con honestidad.

Quería ser su ancla. Le gustaba la intimidad de sus mentes


fusionadas cuando solo ellos dos hablaban juntos, cuando ella
lo miraba solo a él. Por otro lado, quería el mundo para
ella. El mundo significaba que necesitaba desenvolverse por sí
misma como una mujer capaz de valerse sola.

− Quiero que siempre te sientas como si fueras una mujer


completamente segura. Totalmente capaz por derecho propio
de hacer cualquier cosa que sientas que deseas hacer. Nunca
alcanzarás eso si te mantengo dependiente de mí como lo hizo
Sergey.

Esa fue una de las confesiones más difíciles y dolorosas que


tuvo que hacerle. Dolía. Estaba agradecido de estar de pie
detrás de ella, sin mirarla a los ojos. No le gustaba sentir que

Bookeater
Dark Song
la estaba defraudando de alguna manera, o que no estaba a la
altura de lo que debería ser un verdadero compañero. Se
sentía en su camino con ella, todavía está tratando de
encontrar un equilibrio entre dejarla ir y la celebración
de su cierre cuando lo necesitaba.

El amor lo inundó, se deslizó suavemente en su mente, una


calidez más allá de todo lo que había conocido, llenándolo
hasta que solo quedó Elisabeta y su dulce serenidad. Su
fragancia estaba en su mente, esa tranquilidad reconfortante
que proyectaba cuando se fusionaba con él, cuando hablaban
íntimamente. Nunca quería renunciar a eso.

Siempre me has alentado, Ferro. Abriste la puerta de mi jaula de ese


primer ascenso y me has estado dando las herramientas que
necesitaba para aprender a volar por mi cuenta. Te aprecio
mucho. Lo hago.

Él acarició la parte superior de su cabeza, su corazón dolía.


Golpeando de amor por ella. Hinchado de orgullo. Era un
guerrero, un cazador habilidoso, y no podía concebir el coraje
necesario para enfrentar los desafíos que ella enfrentaba en
cada levantamiento.

Siempre seré yo, continuó. Siempre tendré el tipo de naturaleza que


tengo. Es posible, incluso probable, que los siglos de prisionera se
sumaran a mi sensibilidad natural. Desarrollé ciertas habilidades, las
perfeccioné mucho más de lo que podría haberlo hecho si no hubiera
estado encerrada. Siento las cosas muy profundamente y, a veces, no
puedo apagar eso. Me escudas cuando no puedo hacerlo. Tu eres mi

Bookeater
Dark Song
refugio. Mi refugio. Cuento contigo y me retiro cuando sé que no
puedo soportar más moretones.

− ¿Más moretones? − No le gustó el sonido de eso. Se quedó


muy quieto por dentro. ¿La había presionado
demasiado? ¿Era culpable de escuchar las voces a su
alrededor en lugar de estar en sintonía con las necesidades de
su compañera? − ¿Qué quieres decir, Elisabeta? ¿No te estoy
cuidando debidamente? Me prometiste que siempre me dirías
si te molestaba algo.

Me esfuerzo, Ferro. Lo hago porque quiero ser fuerte y estar siempre


contigo como tu socia. No me molesta hacer eso, pero a veces siento
como si estuviera estropeada y ni siquiera pudiera mirar a mi
alrededor un momento más.

− Elisabeta. − Él respiró su nombre. Con reverencia. Con pena.


¿Cómo no podía verla luchar? Estaba fusionado con ella, pero
no lo sabía.

Se quedó de pie en las sombras del patio mientras a su


alrededor sonaba la música de los Trovadores Oscuros, la
inquietantemente hermosa voz de su cantante, Desari,
flotando en el aire, tocando todo lo que se podía escuchar.
Tenía un don y, sin embargo, en ese momento, Ferro solo
podía escuchar lo que su mujer le había admitido. ¿Cómo no
lo había sabido?

Estaba acostumbrado al campo salvaje. Las montañas y los


bosques, no a las ciudades con casas y tanta gente. Sus

Bookeater
Dark Song
instintos se perfeccionaron más allá incluso de la mayoría de
los más grandes cazadores de los Cárpatos, pero su propia
compañera, una mujer amable y compasiva, sufría porque no
había podido ver su dolor. Eso era inconcebible. Inaceptable.

Había ido al monasterio cuando había demostrado ser


demasiado peligroso incluso para los de su propia especie. La
bruma lo había rodeado cuando estaba en esos gruesos
muros, detrás de las pesadas puertas, pero esa protección
había mejorado sus instintos, no los había disminuido.

− ¿Cómo podría no saber que estabas luchando, sívamet?


¿Cómo no pudiste compartir esto conmigo? Tuviste que haber
encontrado una manera de ocultarle esto a tu compañero.

Se sintió herido, y esa era una emoción rara y desconocida, al


igual que la ira que se mezclaba con ella. − La omisión es
deshonestidad, Elisabeta. Al omitir lo que te estaba pasando,
no pude cuidar de ti como es debido. ¿Cómo me escondiste
esto? − Vertió demanda en su voz y, por primera vez,
realmente no le importaba si sonaba como un macho
demasiado dominante y exigente.

Ella guardó silencio durante un largo momento mientras él


trabajaba inhalando y exhalando sus pulmones en un patrón
profundo y natural. Mantuvo los latidos de su corazón firmes.
No apretó sus manos o sus brazos sobre ella cuando quería
aplastarla contra él. Necesitaba estar tranquilo por ella. Unos
finos temblores recorrieron su cuerpo, lo que le recordaba

Bookeater
Dark Song
demasiado la primera vez que se había levantado a su
canción.

Ella había recorrido un largo camino en poco tiempo, pero,


sinceramente, había esperado demasiado de ella. Todos lo
hicieron. Ella había estado a la altura de las circunstancias
porque él se lo había pedido. Ferro casi gimió en voz alta. La
voz de Desari, tan inquietantemente hermosa, llenó el cielo
nocturno. El sonido de la risa encantada de los niños se sumó
a la belleza de la velada. Su mujer estaba en el borde del patio
con una multitud virtual moviéndose a su alrededor.
Hombres y mujeres bailando, dragones en el aire,
sumergiéndose y girando mientras sus jinetes emocionaban a
los niños pequeños. Todo esto era nuevo para su mujer y, sin
embargo, se esperaba que participara.

Esperó, sabiendo que Elisabeta se tomaba su tiempo cuando


respondía cualquier cosa que sentía que era muy importante
para él, eligiendo sus palabras con cuidado. Él la habría
detenido, le habría dicho que él era el que estaba equivocado,
pero tenía que saber cómo ella le ocultaba las cosas. No podía
continuar. Tenía que tener acceso a todas las partes de su
mente. Nunca querría que ella sufriera, o se sintiera
magullada y golpeada. Si iban demasiado rápido en sus
lecciones, o ella no quería aprender a ser tan moderna, tenían
siglos para aprender. Tenía que saber cuándo detenerla.
Claramente ella no se lo iba a decir.

Lo siento mucho, Ferro. He estado sola durante tanto tiempo y tuve


que tener tanto cuidado con mis pensamientos que es automático

Bookeater
Dark Song
para mí compartimentar. Pienso en mi mente como una colmena y
coloco pensamientos diferentes en estas pequeñas celdas. No te
oculto las cosas a propósito. Yo no haría eso. Me dirijo a ti cuando sé
que no puedo soportar más.

− No entiendo, Elisabeta. Tengo pleno acceso a tu mente, pero


no veo estas celdas que has ocultado. ¿Por qué? − Tuvo
cuidado de mantener un tono neutral. No estaba enojado con
ella y no quería que ella pensara que lo estaba. Este
malentendido recaía sobre él. Eso no negaba el hecho de que
tenía que ver estos compartimentos ocultos y siempre tener
acceso a ellos en caso de que ella estuviera "magullada y
golpeada" de nuevo.

Tenía que mantener que Sergey viera los lugares de mi mente que no
deseaba que viera. Lo mismo con cualquiera de sus hermanos o
primos, por si alguno se enteraba de mí. Escondí las celdas
diminutas en las paredes para que parecieran perfectamente
normales, como si fueran parte de la estructura de mi mente. Yo
tuve siglos para perfeccionar las imágenes y mantenerlas para evitar
que se delataran. Incluso el sanador no las descubrió cuando
inspeccionó repetidamente mi mente. Había una pizca de
satisfacción en su voz.

− Elisabeta. − Pasó la mano suavemente por la larga y espesa


trenza de su cabello. − El solo hecho de que deliberadamente
mantuvieras esta parte de ti a salvo del sanador significaba
que no solo ocultabas estos compartimentos ocultos a
cualquiera que los mirara, sino que querías que
permanecieran ocultos. Entiendo que los escondieras de Gary

Bookeater
Dark Song
e incluso de los otros antiguos. ¿Pero de tu compañero? ¿De
mí? ¿Cuál es tu razonamiento? − Mantuvo alejada toda
reprimenda de su voz. Temía saber ya la respuesta.

Ella giró la cabeza para mirarlo por encima del hombro, con
los ojos oscuros muy abiertos. Había una emoción
abrumadora en sus ojos y su vientre dio un giro extraño. Su
corazón se apretó con fuerza en su pecho. Estaba mirando el
amor. Ahogándose en él. Inmerso en él. Lo sintió rodearlo.
Ella era maravillosa y aterradora para él. Por un momento,
miró dentro de su alma. Ella era tan increíblemente
compasiva que estaba más allá de su comprensión. Ella le
había sido entregada. De alguna manera, el universo la había
confiado a su cuidado.

Sus largas pestañas se agitaron. Volvió la cabeza para mirar a


los hombres y mujeres felices y risueños, a los niños
celebrando una victoria duramente ganada de la que había
sido una parte tan importante.

− No querías que lo supiera. − Lo dijo por ella. − Te esforzaste


tanto como pudiste hasta que te sentiste tan incómoda que
apenas pudiste soportarlo, y no querías que yo lo supiera.

Elisabeta agachó la cabeza. Te duele por dentro, Ferro. Cuando


crees que no me estás protegiendo lo suficiente, te duele por dentro.
Cuando me escudas, te comparas con el vampiro. No hay forma de
ganar para ti. No me gusta eso.

− No puedes hacer eso, piŋe sarnanak, − la reprendió.

Bookeater
Dark Song
Tengo todo el derecho a cuidar de ti, Ferro. Tu eres mi compañero.

Había una fuerza sorprendente en su voz. Él había hecho eso.


Le había dado esa fuerza y confianza. Él suspiró. − Mujer, no
tienes sentido. Las cosas que me preocupan, como ¿si te estoy
reteniendo o cuando no debería empujarte a pararte por tu
cuenta? como esta noche, entre todos los Cárpatos que han
venido a celebrar con nosotros, te quedas en silencio. Pero
esto, cuando soy inflexible, te opones a mí.

No te opongas, Ferro, negó ella, con voz y mente suave. Lo voy a


discutir más contigo, pero esta noche... He pensado mucho en esto.
Lorena y Julija son mujeres muy poderosas de diferentes maneras.
Expresan ese poder de manera diferente. El hecho de que lo expresen
de manera diferente no les quita nada a ninguna de las dos. La forma
en que elijo expresar mi poder no me quitará lo qué o quién soy.

− Eso es cierto, sívamet. Eres un Cárpatos extremadamente


poderoso.

No puedo ser otra cosa que quien soy. Mi naturaleza no es como la


de Julija ni la de Lorraine, y aunque las admiro a las dos, estoy bien
con quien soy, gracias a ti. Lo más probable es que me sienta
incómoda con mucha gente y lo acepto, nuevamente, gracias a ti. El
punto que estoy explicando, Ferro, es que meterme en tu mente y
esconderme es donde necesito estar a veces. Es donde me siento más
segura. No me estás obligando a ir allí. Tu no me estás sosteniendo
prisionera o me mantienes dependiente. Intento aguantar porque

Bookeater
Dark Song
creo que es lo que quieres para mí e incluso sé que es bueno para mí,
pero no siempre es lo que quiero.

Él negó con la cabeza, dejando caer su mano sobre su cuello,


comenzando un masaje lento, no realmente por ella, sino
porque tenía que hacer algo. Cualquier cosa. Ella lo estaba
matando. Trató de aguantar tanto como pudo, esperando
hasta sentirse magullada y golpeada, y luego ocultándolo en
los pequeños compartimentos de su mente para que no se
sintiera mal.

− No vas a hacer eso más. Estamos creando una nueva regla.


No me escondes nada, incluso si crees que me molestará.
¿Entendido, piŋe sarnanak?

Sí, Ferro. Ella respondió de inmediato, sin dudarlo, lo que


significaba que lo obedecería.

Inclinó la cabeza para darle un beso en el lóbulo de la oreja. −


Me permitirás acceder a todas las partes de tu mente. Cada
pequeño cubículo escondido.

Sintió su desgana. ¿Cómo puedo protegerte?

Él le mordió el lóbulo de la oreja con pura frustración. Yo te


protejo.

¿No debería ir en ambos sentidos?

Bookeater
Dark Song
Había confusión genuina en su voz y eso tocó su corazón. Era
imposible no querer cogerla en sus brazos y llevársela donde
pudiera estar a solas con ella.

− Sí, pero no a costa de tu salud. Nunca debes esforzarte hasta


el punto de sentirte magullada o golpeada o donde creas que
tienes que ocultarme cómo te está afectando. Tenemos que ser
capaces de comunicarnos, Elisabeta. Sé que a veces es difícil
para ti expresar tus sentimientos, pero es necesario.

Ella guardó silencio por unos momentos y luego capituló.


Entonces sí, Ferro, estoy de acuerdo. Voy a asegurarme de que sabes
donde están todas las diferentes paredes que guardan las pequeñas
celdas en ellas, así tendrás acceso a cualquier información que
accidentalmente tenga allí.

− Gracias, Elisabeta. Traian y Joie se acercan a nosotros. ¿Estás


bien con eso? Puedo sacarnos de aquí.

La sintió enderezarse. Una vez más, inclinó la cabeza hacia


atrás y le dio una sonrisa que solo era para él. Fue genuina,
iluminando sus ojos. − Puedo hablar con ellos durante unos
minutos.

Su corazón había comenzado a acelerarse y él deslizó


suavemente su mano a lo largo de su brazo hasta su muñeca,
frotando su pulgar sobre su pulso palpitante para recordarle
que coincidiera con el latido más firme del suyo.

Bookeater
Dark Song
− Traian, Joie, − saludó. − Veo que ambos recuerdan cómo
bailar.

− Apenas, − admitió Traian. − Es todo Joie. Ella tiene que


mantener los pasos en su mente y solo hago lo que ella me
dice. Ella me hace quedar bien.

Joie se echó a reír. – Eso no es cierto. Es un muy buen bailarín.


Muy suave. Tariq también es bueno. ¿Lo viste con Charlotte?

Ferro respondió por ellos, dispensando a Elisabeta cada


oportunidad que podía, mientras ella asentía y sonreía, sus
dedos se clavaban en su brazo. – Era imposible no darse
cuenta. Creo que todos los miraron. Supongo que por eso es
dueño de un club nocturno.

Traian le dedicó una pequeña sonrisa a su hermana. − ¿Quién


hubiera pensado, Elisabeta, que un Cárpatos sería dueño de
un club nocturno algún día? Si nos hubieran dicho eso cuando
éramos niños...

− No hubiéramos sabido de qué estaba hablando nadie, − ella


finalizó.

Traian y Joie se echaron a reír.

Ferro apretó sus brazos alrededor de su compañera. Solo ese


pequeño esfuerzo fue difícil para ella, pero podía sentir su
felicidad. Elisabeta se alegró de haber hecho el esfuerzo

Bookeater
Dark Song
porque su hermano y Joie estaban extremadamente felices
de que les hubiera hablado, incluso bromeado con ellos.

− Varios de los ancianos salieron al bosque junto al lago a


cazar a Cornel y Dorin, pero ya se habían ido, − les informó
Ferro, para aliviar la presión de su mujer. − Limpiaron las
trampas y volvieron a poner en orden el bosque, la pradera y
el lago para que no atraparan a los campistas o
excursionistas. Había criaturas debajo de la tierra que
tuvieron que ser quemadas, y esas guardas venenosas en los
árboles fueron difíciles de purgar por completo, pero sin la
guía de sus creadores, los hermanos pudieron destruirlas.

Traian asintió. – Tariq temía que fuera extremadamente difícil.


Ha dicho que quiere que tanto esa guarida como la que hay
debajo de la ciudad, estén vigiladas todo el tiempo. Josef está
instalando cámaras remotas, pero ni siquiera eso será
suficiente. Tariq quiere que ambas guaridas sean patrulladas
regularmente.

− ¿Te llevarás a Josef contigo cuando regreses a los Cárpatos?


− Ferro preguntó.

− He aceptado escoltarlo una vez que haya actualizado


completamente el sistema de Tariq y se haya asegurado de
que no hay rastros de la infección o de cualquier otro virus
que los vampiros pudieran haber plantado.

− Le permitiste matar al vampiro contigo. Se usó a sí mismo


como cebo y luego ustedes dos trabajaron juntos para

Bookeater
Dark Song
despachar a la criatura, − dijo Ferro. Mantuvo su tono
estrictamente neutral. − El chico claramente ha tenido algo de
experiencia, pero ¿crees que es una buena idea que se enfrente
a vampiros cuando no tiene la fuerza física requerida?
Obviamente tiene la fuerza mental. Y sigue las instrucciones.

− Estoy de acuerdo en que no debería estar involucrado en


batallas, − dijo Traian. − Josef lo es... − Miró a Joie, un poco sin
palabras. − Él nunca parece asentado. Viaja mucho. Vive por
un corto período de tiempo con sus padres adoptivos, pero
nunca se queda mucho tiempo. Parece inquieto. Piensan en él
como difícil. Su mejor amiga, Skyler, dice que a veces se siente
solo y perdido.

Ferro asintió. − Yo estaría de acuerdo con ella. Me gustaría


que se quedara aquí, aunque sea por poco tiempo. Los
hermanos trabajarían con él en sus habilidades. Podría
trabajar con nosotros para ponernos al día con la tecnología,
menos la infección.

Traian entrecerró la mirada con sospecha. − ¿Hay algo que


sepas que yo no conozca con respecto a Josef? − Miró de
Elisabeta a Ferro. − Me gusta el niño y me siento responsable
por él. Si hay un problema, me gustaría saberlo.

Elisabeta respiró hondo. Se llevó la mano a la garganta,


acariciándola con los dedos durante un minuto, como si
estuviera persuadiendo a que salieran las palabras. − Hay
recuerdos en él que son inquietantes. Cosas que le han hecho
pensar menos de sí mismo.

Bookeater
Dark Song
− No hay lugar en nuestro mundo para los celos. − Ferro
señaló a los niños que volaban los dragones. Los sonidos de la
risa descendieron del cielo, mezclándose con la música y la
conversación de los adultos. Su mirada siguió al dragón
arcoíris en el que se sentaba la pequeña Jennifer con los brazos
de Josef apretados alrededor de ella, destellos cayendo a su
alrededor. La pequeña niña se aferraba a él, riendo tan fuerte
que parecía como si fuera a caer a la derecha de la parte
posterior del dragón. Josef no parecía incómodo en lo más
mínimo con el brillo adornando su cabello mientras el niño
esparcía más por el aire.

− Eso es así, − coincidió Traian. No presionó a Ferro para que


siguiera adelante. Simplemente esperó a ver adónde iba el
anciano con sus observaciones.

− Cuando los celos se muestran continuamente hasta el punto


de socavar la confianza de un hermano o un hermano
adoptado, podría ser un problema potencial más
adelante. Los hermanos Malinov estaban muy celosos de
la familia Dubrinsky. Ellos estaban también celosos del linaje
de los Dragones. Xavier estaba celoso de la longevidad del
pueblo de los Cárpatos. Los celos conducen a la oscuridad,
Traian.

Ferro mantuvo sus ojos en Josef. El niño le susurró al oído a


Jennifer y luego el dragón arcoíris giró la cabeza y se lanzó
sobre el dragón marrón. La pequeña rio histéricamente y
arrojó al aire puñados de purpurina sobre Danny

Bookeater
Dark Song
y Andor. Danny se rio y señaló, cubriendo a Andor lo mejor
que pudo. Andor se rio con él e indicó que debían intentar
escapar porque su gemela venía hacia ellos desde la otra
dirección y no había duda de que ella tenía tanto brillo como
Jennifer. El dragón naranja estaba arrastrando destellos como
un arco iris.

Allí no había celos. Los niños jugaban y reían juntos. Otro


dragón, este verde, saltó al aire desde el suelo. Había una niña
de unos doce o trece años, con una melena salvaje en su
espalda, pasando por debajo de los rastros de brillo purpurina
para seguir a Josef y Jennifer.

Bella y Lourdes, ahora adeptas a volar sus dragones a pesar


de su corta edad, también se levantaron, aunque sentados
detrás de ellas estaban Tomás y Lojos. Ambos cazadores de
los Cárpatos quienes ya estaban bañados en purpurina. A
ninguno de los dos pareció importarles mientras se elevaban
en el aire a lomos de los dragones rojos y azules. Emeline
volaba un dragón dorado con brillantes ojos esmeralda,
su hija, Carisma, en su regazo mientras tomaban el cielo con
los otros dragones. Dragomir volaba protectoramente junto a
su esposa e hijo en forma de dragón negro.

Risas, música y brillo se arremolinaron en el aire junto con el


poderoso movimiento de las alas de dragón. Era una vista tan
diferente a la que Ferro había visto nunca, y compartirla con
Elisabeta fue particularmente agradable. Podía sentir la
felicidad de ella derramándose en su mente. Amo esto, Ferro.

Bookeater
Dark Song
Yo también, Elisabeta. Después de todo, hay algunas cosas que me
gustan de este siglo moderno.

No me di cuenta de que los dragones eran parte del siglo moderno.

Él compartió su risa, aunque su rostro era una máscara


inexpresiva.

Su alegría era solo por su mujer.

Traian se sentó durante mucho tiempo en silencio, mirando el


espectáculo aéreo sobre ellos, al igual que muchos de los otros
adultos. Joie tomó su mano, su cabeza inclinada hacia atrás,
pero su mirada estaba en el rostro de Ferro, y luego se movió
hacia Elisabeta.

− Elisabeta, ¿Josef está en riesgo? ¿Alguien deliberadamente lo


ha puesto en peligro? − Ella hizo la pregunta muy
suavemente.

Ferro sintió que su compañera se quedaba muy quieta por


dentro. Ella cambió todo su ser hacia él, lo que le permitió
protegerla.

− Esa pregunta requiere una conclusión que Elisabeta no


puede darte. Quizás si formulas tu pregunta de otra manera,
ella podrá responderte directamente. De lo contrario, tendrás
que estar satisfecha con mi interpretación.

Bookeater
Dark Song
− Si. Por supuesto. Josef me parece muy perdido. ¿Has
descubierto una razón para esto, Elisabeta, cuando estabas
trabajando para librarlo de esta infección? ¿Encontraste
información que podría ayudarnos a ayudarlo a ganar
autoestima?

Elisabeta se humedeció los labios. Ella miró con inquietud a


Ferro.

No tienes que responder, piŋe sarnanak. Puedo hacerlo por ti. Ella
estaba muy incómoda.

Esto está invadiendo la privacidad de Josef. No querría que estas


cosas fueran expuestas. Ni siquiera le dijo esto a sus mejores amigos,
Skyler o Paul.

− Ella es reacia a revelar cualquier cosa que haya encontrado


en su mente que él haya decidido no contarle a nadie. Ella
considera que eso es una invasión a su privacidad, que lo es.

Joie asintió. − Eso es verdad. No quisiera que revelaras nada


en mi mente, así que lo entiendo perfectamente. Tengo que
preguntar una cosa más. ¿Crees que corre riesgo por lo que
encontraste en su mente?

Elisabeta se mordió el labio inferior y volvió a mirar a Ferro.


Se arriesga. Demasiado, Ferro.

− Ya sabes la respuesta a eso, Joie, − dijo Ferro gentilmente, sin


presionar a su compañera. – Sino tú y Traian no lo estarían

Bookeater
Dark Song
mirando tan de cerca. Traian no estaba contento de que
hubiese insistido en ponerse como cebo, pero no pudo
disuadirlo. Ustedes ya están preocupados por Josef.

− Pero no sabemos por qué es como es. Nadie lo sabe, tal vez
con excepción de Elisabeta, − dijo Joie. − Y tú, Ferro.

− No puedes pedirnos que revelemos sus secretos cuando no


quieres que revelemos los tuyos, − dijo Ferro.

Traian asintió con la cabeza. − Tiene razón, Joie. Por mucho


que quisiéramos saber, no tenemos derecho a invadir su
privacidad. Ojalá pudieras venir a las montañas de los
Cárpatos, aunque fuera por un tiempo, Elisabeta, y verte en
casa. Puede que no lo recuerdes, pero es realmente
hermoso. Quiero mostrarte todos nuestros viejos lugares, los
lugares a los que te encantaba ir. − Le envió una rápida
sonrisa a Ferro. − Le encantaba el bosque.

− A ella todavía le gusta, − dijo Ferro.

− Me encantaron los recuerdos que compartiste conmigo, −


dijo Elisabeta. − Los atesoraré, Traian, y los sacaré a menudo y
los examinaré.

Su hermano le sonrió. − Estoy agradecido de que estás viva y


poder devolverte algunos recuerdos de casa. Mostrártelos en
mi mente no es lo mismo que caminar contigo en las montañas
o en el bosque.

Bookeater
Dark Song
− Me encanta estar en el bosque, − admitió Elisabeta.

− En lo que respecta a Josef, − continuó Traian, − sería mejor


dejarlo aquí.

− Mikhail quería que lo escoltáramos a casa, − señaló Joie.

Traian suspiró. − Eso es así, aunque dejarlo nos da una excusa


para volver a ver a Elisabeta.

Elisabeta volvió la cabeza para mirar a su hermano. − Nunca


necesitas una excusa para venir a verme, Traian.

− O quizás Elisabeta y yo escoltaremos a Josef de regreso a los


Cárpatos, − dijo Ferro. − Podemos llevárselo. Eso le daría la
oportunidad de ver estos lugares de los que hablas, Traian.

Creo que sería bueno ir allí, Ferro, dijo Elisabeta. Me encantaría


volver a ver las montañas de los Cárpatos, y tal vez incluso el
monasterio, pero ahí es donde se esconde la pieza de los Malinov del
concejo. Cornel lo sabe, aunque no sabe exactamente dónde se
encuentra. Intentará recuperarla. Tampoco estoy segura de dónde
está exactamente, solo que no está aquí en los Estados Unidos.

¿Cuándo recordaste esta información? Ferro intentó ocultar el


desafío en su voz. Saber dónde estaba la pieza de membresía
de los Malinov era enorme. Debería habérselo dicho de
inmediato.

Bookeater
Dark Song
Justo ahora. Cuando Traian habló de volver a casa. Capté un destello
en la mente de Ruslan. No pude encontrar el lugar exacto, pero si
estoy allí, es posible que pueda encontrarla.

− Me gustaría mucho mostrarle a Elisabeta el lugar donde


nació, − dijo Traian. − Sería un intercambio justo prestarte a
Josef por un tiempo y luego traerlo de vuelta con nosotros.
Puedo decirle a Mikhail y preguntarle si esto está permitido.

− Creo que sería más que justo, − coincidió Ferro, apoyando la


barbilla en la parte superior de la cabeza de Elisabeta. −
También me dará la oportunidad de conocer al príncipe.
Quizás algunos de los hermanos también viajarán conmigo
para poder conocerlo también. − Podría decidirse a jurar
lealtad. Parecía que muchos antiguos creían en el príncipe.

Los Trovadores Oscuros comenzaron a tocar otra canción, esta


lenta e inquietante, una canción de amor, y Elisabeta volvió la
cabeza rápidamente para mirar a Ferro.

Esa es nuestra canción. Tuya y mía.

Él le sonrió. − Sí, es nuestra canción. Les di la música y la letra.


Ven a bailar conmigo. − Él tomó su mano. − Si nos disculpan,
me gustaría mucho bailar con mi compañera.

Ferro tomó a Elisabeta en sus brazos. Su cuerpo suave y


femenino se amoldo al de él. Encajando perfectamente. La
alegría estaba presente. Viva en él. El amor lo rodeaba. Vivía
en él. Todo por ella... Elisabeta.

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APÉNDICE 1
CANTOS CURATIVOS DE LOS
CARPATOS

Para entender correctamente los cantos de curación de los


Cárpatos, se requieren antecedentes en varias áreas:

La visión de los Cárpatos sobre la curación


El Cántico de Curación Menor de los Cárpatos
El Gran Cántico de Sanación de los Cárpatos
Estética musical de los Cárpatos
El Canto o nana
Canción para curar la Tierra
Técnica de canto de los Cárpatos

LA VISTA CARPÁTICA SOBRE LA


SANACIÓN

Los Cárpatos son un pueblo nómada cuyos orígenes


geográficos pueden ser rastreados al menos hasta el sur de los
Montes Urales (cerca de las estepas de la actual Kazajstán), en

Bookeater
Dark Song
la frontera entre Europa y Asia. (Por esta razón, los lingüistas
modernos llaman a su lengua "proto-uralic", sin saber que éste
es el lenguaje de los Cárpatos). A diferencia de la mayoría de
los pueblos nómadas, los Cárpatos no vagaron debido a la
necesidad de encontrar nuevas tierras de pastoreo por las
estaciones y el cambio climático, o para buscar un mejor
comercio. En cambio, los movimientos de los Cárpatos fueron
impulsados por un gran propósito: encontrar una tierra que
tuviera la combinación correcta, un suelo con la clase de
riqueza que aumentaría en gran medida sus poderes
rejuvenecedores.

A lo largo de los siglos, emigraron hacia el oeste (hace unos


seis mil años), hasta que por fin encontraron su patria
perfecta, su hogar, en las montañas de los Cárpatos, cuyo
largo arco acunaba las exuberantes llanuras del reino de
Hungría. (El reino de Hungría floreció durante más de un
milenio, haciendo húngaro el idioma dominante de la cuenca
de los Cárpatos, hasta que las tierras del reino se dividieron
entre varios países después de la Primera Guerra Mundial:
Austria, Checoslovaquia, Rumania, Yugoslavia y Hungría
moderna).

Otros pueblos de los Urales del Sur (que compartían la lengua


de los Cárpatos, pero no eran Cárpatos) emigraron en
diferentes direcciones. Algunos terminaron en Finlandia, lo
que explica por qué la lengua moderna húngara y finlandesa
están entre los descendientes contemporáneos de la antigua
lengua de los Cárpatos. A pesar de que están atados para
siempre a su país de origen Cárpatos, los Cárpatos siguen

Bookeater
Dark Song
vagando mientras buscan en el mundo las respuestas que les
permitan soportar y criar a sus descendientes sin dificultad.

Debido a sus orígenes geográficos, las opiniones de los


Cárpatos sobre la curación comparten mucho con la tradición
eurasiática más grande de shamanistic. Probablemente el
representante moderno más cercano de esa tradición se basa
en Tuva (y se conoce como "chamanismo de Tuvinian") - vea
el mapa en la página anterior.

La tradición chamánica de Eurasia, de los Cárpatos a los


chamanes siberianos, sostuvo que la enfermedad se originó en
el alma humana, y sólo después se manifestó como diversas
condiciones físicas. Por lo tanto, la curación chamánica, sin
descuidar el cuerpo, se centró en el alma y su curación. Las
enfermedades más profundas fueron entendidas como
causadas por la "partida del alma", donde toda o parte del
alma del enfermo se alejado del cuerpo (en los reinos
inferiores), o ha sido capturado o poseído por un espíritu
maligno, o ambos.

Los Cárpatos pertenecen a esta tradición chamanística


eurasiática mayor y comparten sus puntos de vista. Mientras
que los propios Cárpatos no sucumbieron a la enfermedad,
los curadores de los Cárpatos comprendieron que las heridas
más profundas también iban acompañadas de una "salida del
alma" similar. Al llegar al diagnóstico de "salida del alma", el
curandero o chamán es entonces requerido para hacer un viaje
espiritual a los mundos inferiores para recuperar el alma.

Bookeater
Dark Song
El chamán puede tener que superar enormes desafíos a lo
largo del camino, particularmente luchando contra el
demonio o vampiro que ha poseído el alma de su amigo. La
"salida del alma" no requiere que una persona esté
inconsciente (aunque ciertamente puede ser el caso también).
Se entendía que una persona aún podía parecer consciente,
incluso hablar e interactuar con otros, y sin embargo estar
perdiendo parte de su alma. El experimentado curandero o
chamán vería al instante el problema, sin embargo, en signos
sutiles que otros podrían perderse: la atención de la persona
vagando de vez en cuando, una disminución en su
entusiasmo por la vida, la depresión crónica, una disminución
en el brillo de su "aura" y similares.

EL CANTICO DE CURACION MENOR


DE LOS CARPATOS.

Kepä Sarna Pus (El Cántico de Curación Menor) se utiliza


para las heridas que son meramente físicas en la naturaleza. El
curador de los Cárpatos deja su cuerpo y entra en el cuerpo de
los Cárpatos heridos para sanar grandes heridas mortales
desde adentro usando energía pura. Proclama: "Ofrezco
libremente mi vida por tu vida", mientras da su sangre al
Cárpato herido. Debido a que los Cárpatos son de la tierra y
unidos al suelo, son curados por el suelo de su tierra natal. Su
saliva también se utiliza a menudo por sus poderes
rejuvenecedores.

Bookeater
Dark Song
También es muy común que los cantos de los Cárpatos (tanto
el Menor como el Grande) sean acompañados por el uso de
hierbas curativas, aromas de las velas de los Cárpatos y
cristales. Los cristales (cuando se combinan con los Cárpatos
son empáticos, una conexión psíquica con todo el universo) se
utilizan para recoger la energía positiva de su entorno, que
luego se utiliza para acelerar la curación.

Las cuevas se utilizan a veces como el ajuste para la curación.


El Cántico de Curación Menor fue utilizado por Vikirnoff Von
Shrieder y Colby Jansen para curar a Rafael De La Cruz, cuyo
corazón había sido arrancado por un vampiro como se
describe en Secreto Oscuro.

Kepä Sarna Pus (El Cántico de Curación Menor)


El mismo canto se utiliza para todas las heridas físicas.

Sívadaba ("en tu corazón") se usaría para referirse a cualquier


parte del cuerpo que esté herida.

Kuńasz, nélkül sívdobbanás, nélkül fesztelen löyly.


Miente como dormido, sin latir del corazón, sin respirar
aireado.

Ot élidamet andam szabadon élidadért.


Ofrezco libremente mi vida por tu vida.

O jelä sielam jŏrem ot ainamet és soŋe ot élidadet.


Mi espíritu de luz olvida mi cuerpo y entra en tu cuerpo.

Bookeater
Dark Song
O jelä sielam pukta kinn minden szelemeket belső.
Mi espíritu de luz envía a todos los espíritus oscuros dentro a
huir.

Pajńak o susu hanyet és o nyelv nyálamet sívadaba.


Presiono la tierra de nuestra patria y la saliva de mi lengua en
tu corazón.

Vii, o verim soŋe o verid andam.


Por fin, te doy mi sangre por tu sangre.

Para escuchar este canto, visite: http://www.christinefeehan.com/members/.

EL GRAN CANTICO DE CURACIÓN


DE LOS CARPATOS.

El más conocido y el más dramático de los Canticos de


sanación de los Cárpatos es Sarna Pus (El gran canto
curativo). Este canto está reservado para recuperar el alma de
los Cárpatos heridos o inconscientes.

Normalmente, un grupo de hombres formaría un círculo


alrededor del Cárpatos enfermo (para "rodearlo con nuestro
cuidado y compasión") y comenzar el cántico. El chamán o
sanador o líder es el actor principal en esta ceremonia de

Bookeater
Dark Song
sanación. Es él quien realmente hará el viaje espiritual al
mundo inferior, ayudado por las personas de su clan. Su
propósito es danzar, cantar, tocar y cantar de manera extática,
mientras visualiza (a través de las palabras del canto) el viaje
mismo, cada paso de él, una y otra vez, hasta el punto en que
el chamán, en trance, se va de su cuerpo, y hace ese mismo
viaje. (De hecho, la palabra éxtasis es del latín ex statis, que
literalmente significa "fuera del cuerpo").

Una ventaja que el curador de los Cárpatos tiene sobre


muchos otros chamanes es su enlace telepático con su
hermano perdido. La mayoría de los chamanes deben vagar
en la oscuridad de los reinos inferiores en busca de su
hermano perdido.

Pero el curador de los Cárpatos directamente "oye" en su


mente la voz de su hermano perdido llamándolo, y puede así
"cero en" rastrear su alma como una baliza de rastreo. Por esta
razón, la curación de los Cárpatos tiende a tener una tasa de
éxito más alta que la mayoría de las otras tradiciones de este
tipo.

Algo de la geografía del "otro mundo" es útil para que


nosotros la examinemos, con el fin de comprender
plenamente las palabras del Gran Curandero de los Cárpatos.
Se hace referencia al "Gran Árbol" (en Cárpatos: En Puwe).
Muchas tradiciones antiguas, incluida la tradición de los
Cárpatos, entendían que los mundos, los mundos celestiales,
nuestro mundo y los reinos inferiores, se "colgaban" sobre un
gran polo, eje o árbol. Aquí en la tierra, estamos situados a

Bookeater
Dark Song
medio camino de este árbol, en una de sus ramas. Por lo tanto,
muchos textos antiguos se referían al mundo material como
"tierra media": a medio camino entre el cielo y el infierno.

Subir el árbol conduciría uno a los mundos celestiales.


Descender el árbol hasta sus raíces conduciría a los reinos
inferiores. El chamán era necesariamente un maestro del
movimiento hacia arriba y hacia abajo del Gran Árbol, a veces
moviéndose sin ayuda, y a veces ayudado por (o incluso
montado sobre la parte posterior de) un guía de espíritu
animal.

En varias tradiciones, este Gran Árbol era conocido como el


eje mundi (el "eje de los mundos"), Ygddrasil (en la mitología
nórdica), el Monte Meru (la montaña sagrada del mundo de la
tradición tibetana), etc. su cielo, el purgatorio / la tierra y el
infierno, también vale la pena comparar. Incluso se le da una
topografía similar en la Divina Comedia de Dante: Dante es
conducido en un viaje primero al infierno, en el centro de la
tierra; luego hacia arriba al Monte Purgatorio, que se sienta en
la superficie de la tierra directamente enfrente de Jerusalén;
luego más arriba, primero al Edén, el paraíso terrenal, en la
cumbre del Monte Purgatorio; y luego hacia arriba al cielo.

En la tradición chamánica, se entendía que lo pequeño


siempre refleja lo grande; lo personal siempre refleja lo
cósmico. Un movimiento en las dimensiones mayores del
cosmos coincide también con un movimiento interno. Por
ejemplo, el eje mundi del cosmos corresponde con la columna
vertebral del individuo. Los viajes arriba y abajo del eje

Bookeater
Dark Song
mundi a menudo coincidían con los movimientos de las
energías naturales y espirituales (a veces llamados kundalini o
shakti) en la columna vertebral del chamán o místico.

En Sarna Pus (El gran canto curativo)

En este canto, ekä ("hermano") sería reemplazado por


"hermana", "padre", "madre", dependiendo de la persona a ser
curada.

Ot ekäm ainajanak hany, jama.


El cuerpo de mi hermano es un pedazo de tierra, cerca de la
muerte.

Me, ot ekäm kuntajanak, pirädak ekäm, gond és irgalom türe.


Nosotros, el clan de mi hermano, lo rodeamos con nuestro
cuidado y compasión.

O pus wäkenkek, ot oma śarnank, y ot pus fünk, álnak ekäm


ainajanak, pitänak ekäm ainajanak elävä.

Nuestras energías curativas, antiguas palabras de magia y


hierbas curativas bendicen el cuerpo de mi hermano, lo
mantienen vivo.

Ot ekäm sielanak pälä. Ot omboće päläja juta alatt o jüti, kinta,


és szelemek lamtijaknak.

Pero el alma de mi hermano es sólo la mitad. Su otra mitad


divaga en el mundo inferior.

Bookeater
Dark Song
Ot en mekem ŋamaŋ: kulkedak otti ot ekäm omboće
päläjanak.

Mi gran hazaña es esta: viajo para encontrar la otra mitad de


mi hermano.

Rekatüre, saradak, tappadak, odam, kaŋa o numa waram, and


avaa owe o lewl mahoz.

Bailamos, cantamos, soñamos con éxtasis, llamamos a mi


pájaro espiritual, para abrir la puerta al otro mundo.

Ntak o numa waram, és mozdulak; jomadak.


Yo monto mi pájaro espiritual y empezamos a movernos;
estamos en camino

Piwtädak ot En Puwe tyvinak, ećidak alatt o jüti, kinta, és


szelemek lamtijaknak.
Siguiendo el tronco del Gran Árbol, caemos en el mundo
inferior.

Fázak, fázak nó o śaro.


Hace frío, mucho frío.

Juttadak ot ekäm o akarataban, o sívaban és o sielaban.


Mi hermano y yo estamos unidos en mente, corazón y alma.

Ot ekäm sielanak kaŋa engem.


El alma de mi hermano me llama.

Bookeater
Dark Song
Kuledak és piwtädak ot ekäm.
Oigo y sigo su pista.

Sa'edak és tuledak ot ekäm kulyanak.


Encuentro el demonio que está devorando el alma de mi
hermano.

Nenäm ćoro, o kuly torodak.


En ira, lucho contra el demonio.

O kuly pél engem.


Él tiene miedo de mí.

Lejkkadak o kaŋka salamaval.


Le golpeo la garganta con un rayo.

Molodak ot ainaja komakamal.


Rompo su cuerpo con mis propias manos.

Toja és molanâ.
Está inclinado y se desmorona.

Hän æaδa.
Él huye.

Manedak ot ekäm sielanak.


Rescato el alma de mi hermano.

Aledak ot ekam sielanak o komamban.

Bookeater
Dark Song
Levanto el alma de mi hermano en el hueco de mi mano.

Alédam ot ekam numa waramra. Lo llevo a mi pájaro


espiritual.

Piwtädak ot En Puwe tyvijanak és saγedak jälleen ot elävä


ainak majaknak.
Siguiendo el Gran Árbol, volvemos a la tierra de los vivos.

Ot ekäm elä jälleen.


Mi hermano vive otra vez.

Ot ekäm weńća jälleen.


Está completo de nuevo.

Para escuchar este canto, visite http://www.christinefeehan.com/members/.

ESTÉTICA MUSICAL CARPÁTICA


En las piezas Cárpatos cantadas (como la canción de cuna y la
canción para curar la tierra), escucharás elementos que son
compartidos por muchas de las tradiciones musicales en la
región geográfica de Ural, algunas de las cuales aún existen,
desde Europa del Este (búlgaro, rumano, húngaro, croata,
etc.) al romaní ("gitano"). Estos elementos incluyen:

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Dark Song
La rápida alternancia entre las modalidades mayor y menor,
incluyendo un cambio repentino (llamado "tercera picardía")
de menor a mayor para terminar una pieza o sección (como al
final de la "Canción de cuna")

El uso de armonías estrechas (ajustadas)

El uso de ritardi (ralentización de la pieza) y crescendi


(hinchazón de volumen) durante breves períodos

El uso de glissandi (diapositivas) en la tradición del canto. El


uso de trinos en la tradición de canto (como en la invocación
final de la canción para curar la Tierra) similar al celta, una
tradición de canto más familiar para muchos de nosotros.

El uso de quintas paralelas (como en la invocación final de la


"Canción para curar la Tierra")

Uso controlado del canto de "disonancia y respuesta" de la


disonancia (típico de muchos de los cantos del mundo
tradicional)

Ampliar la longitud de una línea musical (añadiendo un par


de barras) para aumentar el efecto dramático.

Y muchos más "Arrullos" y "Canción para Curar la Tierra"


ilustran dos formas bastante diferentes de música de los
Cárpatos (una pieza tranquila, íntima y una pieza enérgica del
conjunto) pero cualquiera que sea la forma, la música de los
Cárpatos está llena de sentimientos.

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ARRULLO

Esta canción es cantada por una mujer mientras un niño


todavía está en el útero o cuando la amenaza de un aborto es
evidente. El bebé puede oír la canción mientras que está
dentro de la madre, y la madre puede conectar con el niño
telepáticamente también.

La canción de cuna está destinada a tranquilizar al niño, para


alentar al bebé a aferrarse, a permanecer, para tranquilizar al
niño que él o ella será protegido por el amor, incluso desde el
interior hasta el nacimiento.

La última línea literalmente significa que el amor de la madre


protegerá a su hijo hasta que el niño nazca ("suba").

Musicalmente, el “arrullo” es en tres cuartos de tiempo


("tiempo vals"), al igual que una parte significativa de las
canciones de cuna tradicionales del mundo (tal vez el más
famoso de los cuales es "La Canción de Cuna de Brahms"). El
arreglo para la voz en solitario es el contexto original: una
madre que canta a su niño, sin acompañamiento.

El arreglo para el coro y el conjunto del violín ilustra cómo


son de musicales incluso las piezas Cárpatos más simples son
a menudo, y cómo fácilmente se prestan a arreglos
instrumentales u orquestales contemporáneos. (Una amplia

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Dark Song
gama de compositores contemporáneos, incluyendo Dvorák y
Smetana, se han aprovechado de un descubrimiento similar,
trabajando otra música tradicional de Europa del Este en sus
poemas sinfónicos).

Odam-Sarna Kondak (Canción de cuna)

Tumtesz o wäke ku pitasz belső.


Siente la fuerza que tiene dentro.

Hiszasz sívadet. Én olenam gæidnod.


Confía en tu corazón. Yo seré tu guía.

Sas csecsemõm; kuńasz.


Silencio, mi bebé; cierra tus ojos.

Rauho joŋe ted.


La paz vendrá a ti.

Tumtesz o sívdobbanás ku olen lamt3ad belső.


Siente el ritmo en el interior.

Gond-kumpadek ku kim te.


Olas de amor que te cubren.

Pesaña, asti o jüti, kidüsz.


Protege, hasta la noche que te levantas.

Para escuchar esta canción, visite: http://www.christinefeehan.com/members/.

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CANCIÓN PARA CURAR LA TIERRA.
Esta es la canción de curación de la tierra que es utilizada por
las mujeres de los Cárpatos para curar el suelo lleno de
diversas toxinas. Las mujeres toman una posición en cuatro
lados y llaman al universo para aprovechar la energía curativa
con amor y respeto. El suelo de la tierra es su lugar de
descanso, el lugar donde rejuvenecen, y deben hacer que sea
seguro no sólo para sí mismos, sino para sus hijos no nacidos,
así como para sus hombres y niños vivos. Este es un bello
ritual llevado a cabo por las mujeres juntas, elevando sus
voces en armonía y llamando a los minerales de la tierra y
propiedades curativas para venir adelante y ayudarles a
salvar a sus hijos. Literalmente bailan y cantan para sanar la
tierra en una ceremonia tan antigua como su especie.

El baile y las notas de la canción se ajustan de acuerdo a las


toxinas que sienten a través de los pies descalzos del curador.
Los pies se colocan en un cierto patrón y las manos
graciosamente tejen un hechizo de sanación mientras se
realiza la danza. Deben ser especialmente cuidadosas cuando
el suelo está siendo preparado para los bebés. Esta es una
ceremonia de amor y curación.

Musicalmente, el ritual se divide en varias secciones:

Primer verso: Una sección de "llamada y respuesta", donde el


líder del canto canta la "llamada" solo, y luego algunas o todas

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las mujeres cantan la "Respuesta" en el estilo armónico
cercano típico de los Cárpatos

Tradición musical. La respuesta repetida - Ai Emä Ma e e - es


una invocación de la fuente de poder para el ritual curativo:
"Oh, Madre Naturaleza".

Primer coro: Esta sección está llena de aplausos, bailes,


antiguo cantos y otros medios utilizados para invocar y elevar
las energías sobre las que se está dibujando el ritual.

Segundo verso

Segundo coro

Invocación de clausura: En esta parte de cierre, dos líderes de


la canción, en estrecha armonía, toman toda la energía
recogida por las partes anteriores de la canción / ritual y se
centran totalmente en el propósito curativo.

Lo que escucharán son breves gustos de lo que normalmente


sería un ritual significativamente más largo, en el que las
partes de verso y coro se desarrollan y se repiten muchas
veces, para ser cerradas por una sola interpretación de la
invocación final.

Sarna Pusm O Maγet (Canción para curar la Tierra)

Primer verso

Bookeater
Dark Song
Ai Emä Maγe,
Oh, Madre Naturaleza,

Me sívadbin lańaak.
Somos sus amadas hijas.

Me tappadak, me pusmak o ma'et.


Bailamos para sanar la tierra.

Me sarnadak, me pusmak o hanyet.


Cantamos para sanar la tierra.

Sielanket jutta tedet,


Nos unimos a usted ahora,

Sívank és akaratank és sielank juttanak.


Nuestros corazones, mentes y espíritus se convierten en uno.

Segundo verso

Ai, Emä maγe,


Oh, Madre Naturaleza,

Me sívadbin lańaak.
Somos sus amadas hijas.

Me andak arwadet emänked és me kaŋank o


Prestamos homenaje a nuestra madre y

Bookeater
Dark Song
Põhi és Lõuna, Ida es Lääs.
Norte y Sur, Este y Oeste.

Pide és aldyn és myös belső.


Arriba y abajo y dentro también.

Gondank o ma'enak pusm hän ku olen jama.


Nuestro amor a la tierra sana lo que está en necesidad.

Juttanak teval,
Nos unimos a usted ahora,

Maγe maγeval.
Tierra a tierra.

O pirä elidak weńća.


El círculo de la vida está completo.

Para escuchar este canto, visite http://www.christinefeehan.com/members/.

TÉCNICA DE CAMBIO CARPÁTICO.

Al igual que con sus técnicas curativas, la "técnica de cantar"


de los Cárpatos tiene mucho en común con las otras
tradiciones chamánicas de las estepas de Asia Central. El
modo primario del canto era el cantar desde la garganta

Bookeater
Dark Song
usando armónicos. Los ejemplos modernos de esta manera de
cantar todavía se pueden encontrar en las tradiciones de
Mongolia, de Tuvan y de los tibetanos. Usted puede encontrar
un ejemplo de audio de los monjes budistas tibetanos de
Gyuto que participan en el canto de garganta en:

http://www.christinefeehan.com/carpathian_chanting

Al igual que con Tuva, anote en el mapa la proximidad


geográfica del Tíbet a Kazajstán y los Urales del Sur.

La parte inicial del canto tibetano enfatiza la sincronización de


todas las voces alrededor de un solo tono, dirigido a curar un
"chakra" en particular del cuerpo.

Esto es bastante típico de la tradición de canto de la garganta


de Gyuto, pero no es una parte significativa de la tradición de
los Cárpatos. Sin embargo, sirve como contraste interesante.
La parte del ejemplo de canto de Gyuto es más similar al estilo
Cárpatos de cantar es en la sección del medio, donde los
hombres están cantando las palabras juntos con gran fuerza.
El propósito aquí no es generar un "tono de curación" que
afecte a un "chakra" en particular, sino más bien generar tanta
energía como sea posible para iniciar el viaje "fuera del
cuerpo" y para combatir las fuerzas demoníacas que el
curador / viajero debe enfrentar y superar.

Las canciones de las mujeres de los Cárpatos (ilustradas por


su "Canción de cuna" y su "Canción para curar la Tierra")

Bookeater
Dark Song
forman parte de la misma tradición musical y curativa antigua
que los cantos de curación menores y grandes de los varones
guerreros. Usted puede oír algunos de los mismos
instrumentos en los cantos curativos de los guerreros
masculinos y en la canción de las mujeres para curar la Tierra.
También comparten el propósito común de generar y dirigir
el poder. Sin embargo, las canciones de las mujeres son de
carácter distintivamente femenino. Una diferencia inmediata
es que, mientras los hombres hablan sus palabras a modo de
canto, las mujeres cantan canciones con melodías y armonías,
suavizando el rendimiento general. Una calidad femenina y
nutritiva es especialmente evidente en el "Arrullo".

Bookeater
Dark Song
APÉNDICE 2
EL LENGUAJE CARPATOS

Como todas las lenguas humanas, el lenguaje de los Cárpatos


contiene la riqueza y el matiz que sólo puede provenir de una
larga historia de uso. En el mejor de los casos, sólo podemos
tocar algunas de las principales características del lenguaje en
este breve apéndice:

La historia de la lengua Cárpatos


Gramática de los Cárpatos y otras características de la lengua
Ejemplos de la lengua de los Cárpatos (incluyendo las
Palabras Rituales y el Cántico de los Guerreros)
Un diccionario Cárpatos muy abreviado

LA HISTORIA DEL LENGUAJE


CARPATO

El lenguaje de los Cárpatos de hoy es esencialmente idéntico


al de los Cárpatos de hace miles de años. Un lenguaje
"muerto" como el latín de hace dos mil años se ha convertido
en un lenguaje moderno muy diferente (italiano) debido a
incontables generaciones de hablantes y grandes fluctuaciones

Bookeater
Dark Song
históricas. En contraste, muchos de los oradores de los
Cárpatos de hace miles de años todavía están vivos. Su
presencia, junto con el aislamiento deliberado de los Cárpatos
de las otras fuerzas importantes del cambio en el mundo, ha
actuado (y sigue actuando) como una fuerza estabilizadora
que ha preservado la integridad del lenguaje a través de los
siglos. La cultura de los Cárpatos también ha actuado como
una fuerza estabilizadora. Por ejemplo, las Palabras Rituales,
los diversos cantos de sanación (véase el Apéndice 1) y otros
artefactos culturales han pasado a través de los siglos con
gran fidelidad.

Una pequeña excepción debe ser observada: la fragmentación


de los Cárpatos en regiones geográficas separadas ha llevado
a una dialectización menor. Sin embargo, el vínculo telepático
entre todos los Cárpatos (así como el regreso regular de cada
Cárpatos a su patria) ha asegurado que las diferencias entre
los dialectos sean relativamente superficiales (por ejemplo, un
pequeño número de palabras nuevas, pequeñas diferencias en
la pronunciación, etc.) ya que el lenguaje interno más
profundo de las formas mentales ha permanecido igual
debido al uso continuo a través del espacio y del tiempo.

La lengua de los Cárpatos era (y sigue siendo) el proto-


lenguaje de la familia de lenguas urales (o fino-ugricas). Hoy
en día, las lenguas Urales se hablan en el norte, Europa
oriental y central y en Siberia. Más de veintitrés millones de
personas en el mundo hablan idiomas que pueden trazar su
ascendencia a los Cárpatos. Magyar o húngaro (alrededor de
catorce millones de hablantes), finlandés (unos cinco millones

Bookeater
Dark Song
de hablantes) y estonio (cerca de un millón de hablantes) son
los tres principales descendientes contemporáneos de este
proto- idioma. El único factor que une las más de veinte
lenguas de la familia uralica es que su ascendencia se remonta
a un proto-lenguaje común, Cárpatos, que se dividió
(empezando hace unos seis mil años) en las diversas lenguas
de la familia uralica. Del mismo modo, las lenguas europeas,
como el inglés y el francés, pertenecen a la familia
indoeuropea más conocida y también evolucionaron a partir
de un antepasado proto-lenguaje común (diferente de los
Cárpatos).

La siguiente tabla muestra algunas de las similitudes de la


familia de idiomas.

Nota: El "k" Finnic / Cárpato aparece a menudo como húngaro


"h. Del mismo modo, el finnic / Cárpato "p" a menudo
corresponde al húngaro "f".

GRAMÁTICA CARPATANA Y OTRAS


CARACTERÍSTICAS DEL LENGUAJE

Modismos. Como una lengua antigua y una lengua de un


pueblo de la tierra, el Cárpatos es más inclinado hacia el uso
de modismos construidos de términos concretos, "terrosos" en
lugar de abstracciones. Por ejemplo, nuestra abstracción
moderna "apreciar" se expresa más concretamente en los

Bookeater
Dark Song
Cárpatos como "mantener en el corazón"; el "mundo inferior"
es, en los Cárpatos, "la tierra de la noche, la niebla y los
fantasmas"; etc.

Orden de las palabras. El orden de las palabras en una oración


está determinado no por los roles sintácticos (como sujeto,
verbo y objeto), sino por factores pragmáticos, impulsados
por el discurso. Ejemplos: "Vagyok atado" ("Suyo soy yo");
"Sívamet andam." ("Mi corazón te doy.")

Aglutinación. El lenguaje Cárpatos es aglutinante; es decir, las


palabras más largas se construyen a partir de componentes
más pequeños. Un lenguaje aglutinante utiliza sufijos o
prefijos cuyos significados son generalmente únicos, y que se
concatenan uno tras otro sin superposición. En Cárpatos, las
palabras suelen consistir en un tallo que es seguido por uno o
más sufijos. Por ejemplo, "sívambam" deriva del tallo "sív"
("corazón"), seguido de "am" ("mi"), seguido de "bam" en mi
corazón"). Como se puede imaginar, la aglutinación en los
Cárpatos a veces puede producir palabras muy largas, o
palabras que son muy difíciles de pronunciar.

Las vocales a menudo se insertan entre sufijos para evitar que


demasiadas consonantes aparezcan en una fila (lo que puede
hacer que una palabra sea impronunciable).

Casos de sustantivos. Como todos los idiomas, el Cárpatos


tiene muchos casos nominales; el mismo sustantivo será
"deletreado" de manera diferente dependiendo de su papel en
una oración. Los sustantivos incluyen: nominativo (cuando el

Bookeater
Dark Song
sustantivo es el sujeto de la oración), acusativo (cuando el
sustantivo es un objeto directo del verbo), dativo (objeto
indirecto), genitivo (o posesivo), instrumental, final, supresor,
indeterminante, elativo, terminante y relativo.

Utilizaremos el caso posesivo (o genitivo) como ejemplo para


ilustrar cómo todos los casos sustantivos en Cárpatos
implican la adición de sufijos estándar a los tallos de los
nombres.

Así, expresar la posesión en Cárpatos - "mi compañero", "tu


compañero", "su compañero", "su compañero", etc. - implica
agregar un sufijo particular (como "- am") al sustantivo tau
(päläfertiil) para producir el posesivo ("päläfertiilam" - "mi
compañero"). El sufijo a utilizar depende de la persona ("mi",
"tu", "suyo", etc.) y si el sustantivo termina en una consonante
o una vocal. La tabla siguiente muestra los sufijos de los
sustantivos singulares solamente (no es plural), y también
muestra la similitud con los sufijos usados en húngaro
contemporáneo. (El húngaro es en realidad un poco más
complejo, ya que también requiere "vocal rima": el sufijo de
utilizar también depende de la última vocal en el sustantivo,
de ahí las múltiples opciones en las celdas de abajo, donde los
Cárpatos sólo tienen una sola opción.)

Nota: Como se mencionó anteriormente, las vocales a menudo


se insertan entre la palabra y su sufijo para evitar que
demasiadas consonantes aparezcan en una fila (lo que
produciría palabras impronunciables). Por ejemplo, en la tabla
de la página anterior, todos los sustantivos que terminan en

Bookeater
Dark Song
una consonante son seguidos de sufijos que comienzan con
"a".

Conjugación de verbo. Al igual que sus descendientes


modernos (como el finés y el húngaro), los Cárpatos tienen
muchos tiempos verbales, demasiados para describir aquí.
Sólo nos centraremos en la conjugación del tiempo presente.
Una vez más, pondremos contemporáneo húngaro al lado de
Cárpatos, debido a la semejanza marcada entre los dos.

Al igual que con el caso posesivo de los sustantivos, la


conjugación de los verbos se hace añadiendo un sufijo sobre el
tallo verbal: Como en todas las lenguas, hay muchos "verbos
irregulares" en Cárpatos que no encajan exactamente en este
patrón. Pero la tabla anterior sigue siendo una guía útil para
la mayoría de los verbos.

EJEMPLOS DE LA LENGUA
CARPATO.

Aquí hay algunos breves ejemplos de conversación entre los


Cárpatos, utilizados en los libros Oscuros. Incluimos la
traducción literal entre corchetes. Es interesantemente
diferente de la traducción inglesa más apropiada.

Bookeater
Dark Song
Susu.
Estoy en casa. "Casa / lugar de nacimiento." "Yo soy" se
entiende, como es a menudo el caso en los Cárpatos.]

Möért?
¿Para qué?

csitri
pequeño ["Poco resbalón de una cosa", "poco
esbalón de una muchacha"]

ainaak enyém
mío para siempre

ainaak sívamet jutta


para siempre mía (otra forma) ["Siempre a mi corazón
conectado / fijo"]

Sívamet
mi amor ["De-mi-corazón", "a-mi-corazón"]

Tet vigyázam.
te quiero. ["Tú-amor-yo"]

Bookeater
Dark Song
Sarna Rituaali

(The Ritual Words) es un ejemplo más largo, y un ejemplo de


Catecismo cantado más que de conversación. Nótese el uso
recurrente de "andam" (dar), para darle al canto musicalidad
y fuerza a través de la repetición.

Sarna Rituaali
(Las Palabras del Ritual)

Te avio päläfertiilam.
Eres mi compañera.

Éntölam kuulua, avio päläfertiilam.


Te reclamo como mi compañera.

Ted kuuluak, kacad, kojed.


Te pertenezco.

Élidamet andam.
Te ofrezco mi vida por ti.

Bookeater
Dark Song
Pesāmet andam.
Te doy mi protección.

Uskolfertiilamet andam.
Te doy mi lealtad.

Sívamet andam.
Te doy mi corazón.

Sielamet andam.
Te doy mi alma.

Ainamet andam.
Te doy mi cuerpo.

Sívamet kuuluak kaik että a ted.


Tomo en mi guardar lo mismo que es tuyo.

Ainaak olenszal sívambin.


Su vida será apreciada por mí durante todo mi tiempo.

Te élidet ainaak pide minan.


Su vida se colocará por encima de la mía para siempre.

Te avio päläfertiilam.
Eres mi compañera.

Ainaak sívamet jutta oleny.


Tú estás ligado a mí por toda la eternidad.

Bookeater
Dark Song
Ainaak hasd vigyázak.
Siempre estás bajo mi cuidado.

Para oír estas palabras pronunciadas (y para más sobre Cárpatos pronunciación
completamente), por favor visite: http://www.christinefeehan.com/members/.

Sarna Kontakawk (El canto de los guerreros) es otro ejemplo


más largo de la lengua Cárpatos. El consejo de guerreros tiene
lugar bajo la tierra en una cámara de cristales con magma
muy por debajo de ella, por lo que el vapor es natural y la
sabiduría de sus antepasados es clara y enfocada. Este es un
lugar sagrado donde se suturan a su príncipe y pueblo y
afirman su código de honor como guerreros y hermanos. Es
también donde nacen las estrategias de batalla y se discuten
todas las disensiones, así como cualquier preocupación que
tengan los guerreros que desean traer al consejo y abrirse para
el debate.

Sarna Kontakawk
(El canto de los guerreros)
Veri isäakank - veri ekäakank.
Sangre de nuestros padres - sangre de nuestros hermanos.

Veri olen elid.


La sangre es vida.

Bookeater
Dark Song
Andak veri-elidet Karpatiiakank, es wäke-sarna ku meke
arwa-arvo, irgalom, hän ku agba y ésto es kutni, ku manaak
verival.
Ofrecemos esa vida a nuestra gente con un voto sangriento de
honor, misericordia, integridad y resistencia.

Verink sokta; verink kaŋa hasd


Nuestra sangre se mezcla y te llama.

Akasz énak ku kaŋa y juttasz kuntatak it.


Presta atención a nuestra convocatoria y únete a nosotros
ahora.

Para escuchar estas palabras pronunciadas (y para más sobre la pronunciación de los
Cárpatos por completo), por favor visite: http://www.christinefeehan.com/members/.

Vea el Apéndice 1 para los cánticos curativos de los Cárpatos,


incluyendo el Kepä Sarna Pus, el En Sarna Pus, el Odam-
Sarna Kondak y el Sarna Pusm O Ma'et (Canción para curar el
Tierra).

UN DICCIONARIO DE LENGUAJE
CARPATOS MAS ABREVIADO

Este diccionario de los Cárpatos, muy resumido, contiene la


mayoría de las palabras de los Cárpatos usadas en los libros

Bookeater
Dark Song
Oscuros. Por supuesto, un diccionario de Cárpatos completo
sería tan grande como el diccionario habitual para un idioma
entero (normalmente más de cien mil palabras).

Nota: Los sustantivos y verbos de los Cárpatos a continuación


son tallos de palabras. Por lo general, no aparecen en su forma
aislada "tallo", como se muestra a continuación. En su lugar,
suelen aparecer con sufijos (por ejemplo, andam - dar, en
lugar de sólo la raíz, y).

a - verbo negación (prefijo); no (adverbio).


aćke - paso, paso.
aćke éntölem it - dar otro paso hacia mí.
agba - ser amable; ser correcto (verbo). Cierto; decoroso;
correcto (adj.)
ai - oh.
aina - cuerpo (sustantivo).
ainaak - siempre; Siempre.
ainaak jelä peje emnimet ŋamaŋ - maldice esa mujer para
siempre (Palabra de jurar de los Cárpatos).
ainaakä - nunca.
ainaakfél - viejo amigo.
ak - sufijo añadido después de un sustantivo que termina en
una consonante para hacerla plural.
aka - para prestar atención; escuchar.
aka-arvo - respeto (sustantivo).
akarat - mente; voluntad (sustantivo).
al - para bendecir; adjuntar a
alatt - atravesada
aldyn - bajo; debajo.

Bookeater
Dark Song
alé - para levantar; levantar
alte - para bendecir; maldecir.
amaŋ - esto; este de aquí; ese; ese allí. y - dar. y el sitio.
arwa-arvomet, és jelämet, kuulua huvémet ku feaj és ködet
ainaak - para intercambiar el alma, el honor y la salvación por
el placer momentáneo y condenación sin fin
¡andasz éntölem irgalomet! - ¡Ten piedad!
arvo - valor; precio (sustantivo).
arwa - elogio (sustantivo).
arwa-arvod - honor (sustantivo).
arwa-arvod mäne me ködak - que tu honor contenga la
oscuridad (saludo).
arwa-arvo olen gæidnod, ekäm – El honor te guía, mi
hermano (saludo).
arwa-arvo olen isäntä, ekäm - el honor te mantenga, mi
hermano (saludo).
arwa-arvo pile sívamet - puede honrar su corazón (saludo).
aš - no (exclamación).
ašša - no (antes de un sustantivo); no (con un verbo que no
está en el imperativo); no (con un adjetivo).
aššatotello - desobediente.
asti - hasta.
avaa - para abrir.
avio - casado.
avio päläfertiil - compañero.
avoi - descubrir; espectáculo; revelar.
baszú - venganza; venganza.
belső - dentro; dentro.
bur - bueno; bien.

Bookeater
Dark Song
bur tule ekämet kuntamak - bien conocido hermano-pariente
(saludo).
æaδa - huir; correr; escapar
čač3 - nacer; crecer.
čoro - fluir; correr como la lluvia
csecsemõ - bebé (sustantivo).
csitri - pequeño (femenino).
diutal - triunfo; victoria.
džinõt - breve; corto.
eći - caer.
ej - no (adverbio, sufijo);
nej cuando la sílaba precedente termina en una vocal.
ek - sufijo añadido después de un sustantivo que termina en
una consonante para hacerla plural.
ekä - hermano.
ekäm - mi hermano.
elä - para vivir.
eläsz arwa-arvoval - puede usted vivir con honor; viva
noblemente (saludo).
eläsz jeläbam ainaak - mucho tiempo puede vivir en la luz
(saludo).
elävä - vivo.
elävä ainak majaknak - tierra de los vivos.
elid - vida.
emä - madre (sustantivo).
Emä Maγe - Madre Naturaleza.
emäen - abuela.
embis - cuando.
embels karmasz - por favor.
emni - esposa; mujer.

Bookeater
Dark Song
emni hän ku köd alte - mujer maldita.
emni kuŋenak ku aššatotello - desobediente loco.
emim - mi esposa; mi mujer. Yo en - grande; muchos; grande.
en hän ku pesä - el protector (literalmente: el gran protector).
en Karpatii - el príncipe (literalmente: el gran Cárpatos).
enä - la mayoría.
enkojra - lobo.
én jutta félet és ekämet - saludo a un amigo y hermano
(saludo).
én ma'enak - Yo soy de la tierra.
én oma ma'eka - Soy tan viejo como el tiempo (literalmente:
tan viejo como la tierra).
En Puwe - El Gran Árbol. Relacionado con las leyendas de
Ygddrasil, el eje mundi, Monte Meru, el cielo y el infierno, etc
engen - de mí.
és - y. año.
Évsatz - siglo.
ete - antes; en frente de.
että - eso.
fáz - sentir frío o frío.
fel – compañero, amigo
fél ku kuuluaak sívam belső - amado.
fél ku vigyázak - querida.
feldolgaz - preparar.
fertiil - fértil.
fesztelen - aireado.
fü - hierbas; césped.
gæidno - carretera; camino.
gond - cuidado; preocupación; amor (sustantivo).
hän - el; ella; eso; uno.

Bookeater
Dark Song
hän agba - es así.
hän ku - prefijo: uno que; el quien; aquello que.
hän ku agba - verdad.
hän ku kaśwa o numamet - propietario del cielo.
hän ku kuulua sívamet - guardián de mi corazón.
hän ku lejkka wäke-sarnat - traidor.
hän ku meke pirämet - defensor.
hän ku pesä - protector.
hän ku pesäk kaikak - guardianes de todos.
hän ku piwtä - depredador; cazador; rastreador.
hän ku pusm - sanador.
hän ku saa kuć3aket – estrella – lanzador.
hän ku tappa - asesino; persona violenta (sustantivo). Mortal;
violento (adj.).
hän ku vie elidet - vampiro (literalmente: ladrón de la vida).
hän ku vigyáz sielamet - encargado de mi alma.
hän ku vigyáz sívamet y sielamet - guardián de mi corazón y
alma.
hän sívamak - amado.
hängem - él; su; eso.
hank - ellos.
hany - trozo de tierra.
hisz - creer; confiar.
ho - cómo.
ida - este.
igazág - justicia.
ila - para brillar.
inanina; mi propio (cariño).
irgalom - compasión; lástima; misericordia.
isä - padre (sustantivo).

Bookeater
Dark Song
isäntä - amo de la casa.
It - ahora.
jaguar - jaguar.
jaka - cortar; para dividir; separar.
jakam - herida; cortar; lesión.
jälleen - de nuevo.
jama - estar enfermo, infectado, herido o morir; estar cerca de
la muerte.
jamatan - caído; herido; Cercano a la muerte.
jelä - luz del sol; día, sol; ligero.
jelä keje hasd - la luz sea con usted (Cárpatos jurar palabras).
o jelä peje kaik hänkanak - el sol los quema todos (los
Cárpatos juran palabras).
o jelä peje emnimet - el sol queme la mujer (Palabras de jurar
de los Cárpatos).
o jelä peje hasd - el sol te quemará (los Cárpatos juran
palabras).
o jelä peje hasd, emni - el sol te queme, mujer (Cárpatos juran
palabras).
o jelä sielamak - luz de mi alma.
joma - estar en marcha; ir.
joηe - venir; regresar.
joηesz arwa-arvoval - regreso con honor (saludo).
joŋesz éntölem, fél ku kuuluaak sívam belsö - ven a mí,
amado.
jotka gap medio; espacio.
jotkan - entre.
juo - para beber.
juosz és eläsz - beber y vivir (saludo).

Bookeater
Dark Song
juosz es olen ainaak sielamet jutta - beber y convertirse en
uno conmigo (saludo).
juta - para ir; vagar.
jüti - noche; noche.
jutta - conectado; fijo adj. Para conectar; unir; arreglar; atar
(verbo).
k - sufijo añadido después de un sustantivo que termina en
una vocal para hacerla plural.
kać3 - regalo.
kaca - amante masculino.
kadi - juez.
kaik - todos.
käktä - dos; muchos.
käktäverit - sangre mezclada (literalmente: dos sangres).
kalma - cadáver; muerte; tumba.
kaŋa - para llamar; invitar; convocar; solicitar; rogar.
kaŋk - tráquea; Nuez de Adán; garganta.
karma - quiere.
Karpatii - Cárpatos.
karpatii ku köd - mentiroso.
Karpatiikunta - el pueblo de los Cárpatos.
käsi - mano.
kaśwa - a propio.
kaδa - abandonar; dejar; para permanecer.
kaδa wäkeva óv o köd - de pie contra la oscuridad (saludo).
kat - casa; familia (sustantivo).
katt3 - para moverse; para penetrar; para proceder.
keje - cocinar; para quemar; para atrapar
kepä - pequeña; fácil; pocos.
kessa - gato.

Bookeater
Dark Song
kessa ku toro - gato salvaje.
kessake - pequeño gato.
kidü - para despertar; surgir (verbo intransitivo).
kim - para cubrir un objeto entero con algún tipo de
cobertura.
kinn-out; al aire libre; fuera de; sin.
kinta - niebla; niebla; fumar.
kislány - niña.
kislány kuŋenak - pequeño loco.
kislány kuŋenak minan - mi pequeño loco.
köd - niebla; niebla; oscuridad; mal (sustantivo). Nebuloso,
oscuro; mal (adj.).
köd alte hän - la maldición de la oscuridad lo (Cárpatos jurar
palabras).
o köd belső - la oscuridad lo toma (los Cárpatos juran
palabras).
köd elävä és köd nime kutni nimet - el mal vive y tiene un
nombre.
köd jutasz belső - sombra te llevan (Cárpatos juran palabras).
koj - permitir; decreto; establecer; orden.
koje - hombre; marido; zumbido.
kola - para morir.
kolasz arwa-arvoval - puede morir con honor (saludo).
kolatan - muerto; salido.
koma - mano vacía; mano desnuda Palma de la mano; hueco
de la mano.
kond - todos los hijos de una familia o clan.
kont - guerrero; hombre.
kont o sívanak - corazón fuerte (literalmente: corazón del
guerrero).

Bookeater
Dark Song
kor3 - cesta; recipiente hecho de corteza de abedul.
conteniendo
kor3nat; incluso.
ku - quién; cual; ese; dónde; cual; qué.
kuć3 - estrella.
¡kuć3ak! - ¡estrellas! (exclamación).
kudeje - descendencia; Generación.
kuja - día; sol.
kule - para escuchar.
kulke - para ir o para viajar (en tierra o agua).
kulkesz arwa-arvoval, ekäm - camina con honor, mi
hermano (saludo).
kulkesz arwaval, joηesz arwa arvoval - Ve con gloria, volver
con honor (saludo).
kuly - gusano intestinal; tenia; demonio que posee y devora
las almas.
küm - macho humano.
kumala - sacrificar; ofrecer; a orar.
kumpa - onda (sustantivo).
kuńa - mentir como si durmiera; para cerrar o cubrir los ojos
en un juego de escondite; morir.
kuŋe - luna; mes.
kunta - banda; clan; tribu; familia; gente; linaje; línea.
kuras - espada; cuchillo grande
kure-bind; Corbata.
kuš - trabajador; servidor.
kutenken - sin embargo.
kutni - poder llevar, llevar, soportar, pararse o tomar.
kutnisz ainaak - mucho tiempo puedas soportar (saludo).
kuulua - pertenecer; sostener.

Bookeater
Dark Song
kužõ - largo.
lääs - oeste.
lamti (o lamt3) - tierras bajas; prado; profundo; profundidad.
lamti ból jüti, kinta, ja szelem - el mundo inferior
(literalmente: el prado de noche, nieblas y fantasmas).
lańa - hija.
lejkka - grieta; fisura; división (sustantivo). Cortar; golpear;
golpear fuertemente (verbo).
lewl - espiritu (sustantivo).
lewl ma - el otro mundo (literalmente: tierra del espíritu).
Lewl ma incluye lamti ból jüti,
kinta, ja szelem: el mundo inferior, pero también incluye los
mundos más arriba
Puwe, el gran árbol.
liha - carne.
lõuna - sur.
löyly - aliento; vapor. (relacionado con lewl: espíritu).
luwe - hueso
ma - land; bosque; mundo.
magköszun - gracias.
mana - al abuso; maldecir; a la ruina.
mäne - para rescatar; ahorrar.
maíz - tierra; tierra; territorio; lugar; naturaleza.
mboće - otros; segundo (adj.). yo Nosotros.
megem - nos.
meke - escritura; trabajo (sustantivo). Que hacer; para hacer;
trabajar (verbo).
mić (o mića) - hermoso.
mića emni kuŋenak minan - mi bella loca.
minden - cada uno; todo (adj.).

Bookeater
Dark Song
möller - ¿Para qué? (exclamación).
molo - aplastar; romper en pedazos.
molanâ - desmenuzarse; desmoronarse
moo - por qué; razón.
mozdul - para comenzar a moverse; para entrar en
movimiento.
muonì - nombrar; orden; prescribir; mando.
muonìak te avoisz te - Te ordeno que te reveles.
musta - memoria.
myös - también.
m8 - cosa; qué.
na - cerrar; cerca.
nä - para.
nâbbŏ - entonces, entonces.
ŋamaŋak - estos; estos aquí; aquellos; esos allí.
nautish - para disfrutar.
nélkül - sin.
nenä - ira.
nime - nombre.
nókunta - parentesco.
numa dios cielo; parte superior; parte superior; más alto
(relacionado con la palabra inglesa numinous).
numatorkuld - trueno (literalmente: lucha del cielo).
ñůp @ l - para; a; hacia.
ñůp @ l mam - hacia mi mundo.
nyelv - lengua.
nyál - saliva; escupir. (relacionado con nyelv: lengua).
Ñiŋ3 - gusano; gusano.
o - el (usado antes de un sustantivo comenzando con una
consonante). o me gusta; de la misma forma como; como.

Bookeater
Dark Song
odam - para soñar; dormir.
odam-sarna kondak - canción de cuna (literalmente: sueño-
canción de niños).
olen - ser.
oma - viejo; antiguo; último; anterior.
omas - stand.
ŏrem - olvidar; perder el camino; cometer un error.
ot - el (usado antes de un sustantivo comenzando con una
vocal).
ot (o t) - participio pasado (sufijo). para proteger contra.
debe - puerta.
päämoro - puntería; objetivo.
pajna - para presionar.
pälä - mitad; lado.
päläfertiil - pareja o esposa.
päläpälä - lado a lado.
palj3 - más.
palj3 na éntölem - más cerca.
partiolen - scout (sustantivo).
peje - ¡quemar! (Cárpatos juran palabra).
peje terád - se queman (Cárpatos juran palabras).
pél - tener miedo; estar asustado de.
pes - nido (literal; sustantivo); protección (figurativo,
sustantivo).
pes - nido; estancia (literal); proteger (figurativo).
pesäd te engemal - estás a salvo conmigo.
pesäsz jeläbam ainaak - mucho tiempo puede permanecer en
la luz (saludo).
pide - arriba.
pile - para encender; encender.

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Dark Song
piŋe – Pequeño pájaro
piŋe sarnanak – Pequeño pájaro cantor
pion - pronto.
pirá - círculo; anillo (sustantivo). Para rodear; encerrar
(verbo).
piros - rojo.
pitä - para guardar; sostener; tener; poseer.
pitäam mustaakad sielpesäambam - Tengo tus recuerdos a
salvo en mi alma.
pitäsz baszú, piwtäsz igazáget - no hay venganza, sólo
justicia.
piwtä - buscar; seguir; seguir la pista del juego; a cazar; presa
poår - bit; pieza.
põhi - norte.
pohoopa - vigoroso.
pukta - conducir lejos; perseguir; poner en fuga.
pus - saludable; curación.
puwe - árbol; madera.
rambsolg - esclavo.
rauho - paz.
reka - éxtasis; trance. ritual
sa - sinew; tendón; cable.
sa4 - para llamar; nombrar.
saa - llegue, venga; volverse; recibir, recibir.
saasz hän ku andam szabadon - tomar lo que ofrezco
libremente.
sas - shoosh (a un niño o bebé).
saγe - llegar; venir; alcanzar.
salama - relámpago; rayo

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Dark Song
sarna - palabras; habla; canción; encantamiento mágico
(sustantivo). Corear; cantar; a celebrar (verbo).
sarna hän agba - Alegación.
sarna kontakawk - canto de los guerreros.
sarna kunta - alianza (literalmente: una sola tribu a través de
palabras sagradas).
śaro - nieve congelada.
satz - cien.
siel - alma.
sieljelä isäntä - la pureza del alma triunfa.
sisar - hermana.
sisarak sivak - hermanas del corazón.
sisarke - pequeña hermana.
sív - corazón.
sív pide köd - el amor trasciende el mal.
sív pide minden köd - el amor trasciende todo mal.
sívad olen wäkeva, hän ku piwtä - que tu corazón se
mantenga fuerte, cazador (saludo).
sívam és sielam - mi corazón y mi alma.
sívamet - mi corazón.
sívdobbanás - latido del corazón (literal); ritmo (figurativo).
sokta - mezclar; para revolver alrededor.
sõl - dar, aventurarse.
sõl olen engemal, sarna sívametak - se atreven a estar
conmigo, canción de mi corazón.
soŋe - para entrar; para penetrar; para compensar; para
reemplazar.
Susiküm - Licantropo.
susu - hogar; lugar de nacimiento (sustantivo). En casa (adv.).
szabadon - libremente.

Bookeater
Dark Song
szelem - fantasma.
ször - tiempo; ocasión.
t (o ot) - participio pasado (sufijo).
taj - vale la pena.
taka - detrás; más allá.
takka - para colgar; para permanecer pegado.
takkap - obstáculo; reto; dificultad; ordalías; juicio.
tappa - bailar; para sellar con los pies; matar.
tasa - aun así; de la misma manera.
te - tú.
te kalma, te jama ñiŋ3kval, te apitäsz arwa-arvo - eres nada
más que un cadáver infectado por gusanos, sin honor.
te magköszunam nä ŋamaŋ kać3 taka arvo - gracias por este
regalo más allá precio.
tu - el tuyo.
hasd keje - se chamuscó (Cárpatos jurar palabras).
tõd - saber.
tõdak pitäsz wäke bekimet mekesz kaiket - Sé que tienes el
coraje de enfrentar cualquier cosa.
tõdhän - conocimiento.
tõdhän lõ kuraset agbapäämoroam - el conocimiento vuela la
espada fiel a su objetivo.
toja - doblar; inclinarse; romper.
toro - para luchar; pelearse.
torosz wäkeval - lucha ferozmente (saludo).
totello - obedecer.
tsak - solamente.
t'śuva vni - período de tiempo.
tti - mirar; para ver; encontrar.
tuhanos - mil.

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Dark Song
tuhanos löylyak türelamak saγe diutalet - mil respiraciones
del paciente traen victoria.
tule - reunirse; venir.
tuli - fuego. cambiar de sentido; tocar; tocar.
türe - lleno; harto; consumado.
türelam - paciencia.
türelam agba kontsalamaval - la paciencia es la verdadera
arma del guerrero.
tyvi - tallo; base; el maletero.
ul3 - muy; extremadamente; bastante.
umuš - sabiduría; discernimiento.
und - participio pasado (sufijo).
uskol - fiel.
uskolfertiil - lealtad; lealtad.
usm - para sanar; para ser restaurado a la salud.
vár - esperar.
varolind - peligro
veri - sangre.
veri ekäakank - sangre de nuestros hermanos.
veri-elidet - sangre-vida.
veri isäakank - sangre de nuestros padres.
veri olen piros, ekäm - literalmente: la sangre es roja, mi
hermano; figurativamente: tu compañero (saludo).
veriak ot en Karpatiiak - por la sangre del príncipe
(literalmente: por la sangre del gran Cárpato; Cárpatos juran
palabras).
veridet peje - puede quemar su sangre (los Cárpatos juran
palabras).
vigyáz - amar; cuidar de; para cuidar de.
vii - último; Al final; finalmente.

Bookeater
Dark Song
wäke beki - fuerza; valor.
wäke kaδa - firmeza.
wäke kutni - resistencia.
wäke-sarna - voto; maldición; bendición (literalmente: poder
palabras).
wäkeva - poderoso; fuerte.
wara - pájaro; cuervo.
weńća - completo; todo.
wete - agua (sustantivo).

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