que es resguardado por Trino el león. Muchos de los animales que habitan en la selva temen ir a refrescarse y beber un poco de agua al charco, pues le tienen miedo a Trino el león. Un día, Bob el tigre, se acercó sigilosamente y vio de lejos que Trino el león se encontraba dormido y pensó: «Si me acerco sin hacer ruido, tal vez pueda beber un poco de agua de ese charco refrescante», y avanzó lentamente. Cuando estaba a punto de llegar al charco, Trino el león, despertó con un gran bostezo y realizó un temeroso rugido que dejó ver todos sus afilados dientes. Bob el tigre se quedó congelado de miedo y cerrando sus ojos pensó que, si no se movía, tal vez Trino el león no se daría cuenta de que él estaba ahí. De repente, escuchó que Trino el león se acercaba hacia él, abrió sus ojos atemorizado y vio que Trino el león sonreía con alegría y brincaba de un lado a otro, entonces, Bob el tigre, le dijo al león: «Hola, ¿puedo beber agua del charco refrescante?», y Trino el león con su voz rugiente, dijo: «He estado esperando que alguien se acerque a este charco para que juegue conmigo, así que si quieres puedes beber agua de este charco y jugar conmigo», Bob el tigre saltó de gusto y corrió con alegría hacia Trino.
Desde entonces, todos los
animales de la selva van a jugar con Trino y a refrescarse en el charco.