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JOB 27671-23 UNIÓN ®

Impreso en el Perú

Noviembre 2023

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1
EL GRAN REENCUENTRO FAMILIAR
Pr. Walter Alaña
“Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí
el tabernáculo de Dios con los hombres, y él
morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios
mismo estará con ellos como su Dios”
Apocalipsis 21:3
Introducción
Las reuniones familiares son ocasiones especiales. Generalmente se
menciona que los matrimonios y funerales son ocasiones cuando las familias se
reencuentran. Hace un tiempo atrás supe de una reunión familiar a la que se invi-
tó a todos los que tenían el mismo apellido y tuvieran raíces en una zona especí-
fica del país. En la fecha señalada más de doscientas personas se presentaron. To-
das estaban deseosas de conocer a los demás miembros de su familia. Algunos de
ellos, incluso viajaron desde el extranjero para estar presentes. Sin lugar a duda,
sentir que pertenecemos a una familia es muy importante para nuestro bienestar.
El texto de Apocalipsis 21:3 apunta al mayor reencuentro familiar de la
historia de la humanidad. Al momento como cuando Dios, el Padre divino, final-
mente se reunirá con todos aquellos que lo reconocieron como su Padre. Una
mirada cuidadosa al mensaje bíblico nos muestra que, desde el origen de la hu-
manidad relatado en el libro de Génesis, ese siempre fue su mayor deseo. En
esta oportunidad repasaremos juntos el plan de Dios para nuestras familias. Lo
haremos respondiendo tres importantes preguntas.
¿Cuál fue el propósito de Dios al crear a la familia humana?
Génesis 1:26 empieza con la frase: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hom-
bre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. Llama la atención que esta
oración está en plural. Lo que implica, que en la creación del hombre participa
más de un ser divino. Posteriormente, la revelación bíblica mostrará que allí es-
tuvieron el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo que viven en unidad eterna. Este Dios
“plural” crea a la humidad también en “plural”. El versículo 27 dice: “Y creó Dios al
hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. Crea una
pareja conformada por un varón y una mujer para que vivan también en unidad.
El versículo 28 señala, que luego de crear a la primera pareja, Dios los
bendice y les ordena reproducirse hasta llenar toda la tierra con familias que ado-
rasen a Dios y reflejaran su imagen. La escritora Ellen White comentando este
momento explica:

3
Dios creó al hombre para la gloria divina, para que des-
pués de pasar por la prueba y la aflicción la familia humana pu-
diera llegar a ser una con la familia celestial. El propósito de Dios
era repoblar el cielo con la familia humana, si hubiera demostra-
do obediencia a cada palabra divina.1
El plan de Dios era repoblar el cielo con familias humanas fieles y así
reemplazar a la tercera parte de ángeles que siguieron a Lucifer en su rebelión
(cf. Ap 12:9).
¿Cambió el plan de Dios luego de la entrada del pecado al mundo?
El libro de Génesis muestra que el plan de Dios no cambió. Un día el cielo
será repoblado por familias fieles y temerosas de Dios. Al revisar la estructura
del libro de Génesis, se descubre que está organizado en cinco partes que son
introducidas con la palabra hebrea toledot, que se traduce como generaciones o
descendencia (cf. Gn 2:4; 5:1; 6:9; 11:10; 37:2).
Por ejemplo, en Génesis 5:1 se dice: “Este es el libro de las generaciones
[toledot] de Adán. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo”.
Y a continuación, el escritor bíblico incluye una genealogía de padres fieles que
traspasaron la fe a sus hijos. Esa es la estrategia divina que se enseña en el Gé-
nesis mediante la repetición de la palabra toledot. Los padres temerosos de Dios
deben entender que la principal tarea que Dios les encarga es la transmisión de
la fe a la siguiente generación.
Al final del Antiguo Testamento, aparece una profecía que subraya la
importancia de mantener esta estrategia divina hasta el final de los tiempos. En
Malaquías 4:5-6 leemos lo siguiente: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes
que venga el día de Jehová, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los pa-
dres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga
y hiera la tierra con maldición”. En la biblia aparecen tres Elías: el profeta Elías (1
Re 17); Juan el Bautista, que vendría en el espíritu y poder de Elías (Lc 1:17); y
finalmente, el Elías del tiempo del fin anunciado por el profeta Malaquías.
La principal misión de Elías es restaurar la verdadera adoración, espe-
cialmente en el círculo familiar. Son los padres los que deben priorizar la instruc-
ción religiosa de sus hijos por encima de cualquier otra cosa. Por su parte, los
hijos son llamados a responder positivamente a la instrucción paterna. A lo largo
de toda la biblia, se reitera que la familia es el medio establecido por Dios para
preservar y transmitir la verdadera fe (Dt 6:6-9; Ef 6:4). A toda generación adulta,
Dios le pedirá cuenta por los esfuerzos realizados en favor de la salvación de sus
hijos (tanto biológicos como espirituales).

1 Ellen G. White, La verdad acerca de los ángeles (Miami, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 1997),
291.

4
¿Cómo transmitir la fe de manera efectiva?
En la segunda parte del libro de Génesis, la atención se concentra en dos
personajes principales: Abraham y un descendiente suyo, José. Así Abraham es
representado como el padre ejemplar y luego, José aparece como el hijo ejem-
plar.
En Génesis 18:19 aparece la evaluación que Dios mismo realiza sobre la
paternidad de Abraham. Allí dice: “Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su
casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio,
para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él”. Se-
gún Dios, Abraham se aseguró de transmitir la fe verdadera a su descendencia y
toda su casa. Por tal motivo, Dios podría cumplir sus promesas y bendiciones en
la vida del patriarca y en su descendencia. Dios desea hacer lo mismo en nuestras
vidas. Desea bendecirnos a nosotros y a nuestros descendientes.
La prueba suprema de la paternidad de Abraham aparece en Génesis
22. Cuando Dios le pidió a Abraham sacrificar a su hijo Isaac. Este último, en lugar
de huir colabora con su padre en el cumplimiento de la instrucción divina. La fe
del padre era la misma fe del hijo. La escritora cristiana Ellen G. White comenta:
Con terror y asombro Isaac se enteró de su destino; pero
no ofreció resistencia. Habría podido escapar a esta suerte si lo
hubiera querido; el anciano, agobiado de dolor, cansado por la
lucha de aquellos tres días terribles, no habría podido oponerse
a la voluntad del joven vigoroso. Pero desde la niñez se le había
enseñado a Isaac a obedecer pronta y confiadamente, y cuando
el propósito de Dios le fue manifestado, lo aceptó con sumisión
voluntaria. Participaba de la fe de Abraham, y consideraba como
un honor el ser llamado a dar su vida en holocausto a Dios. Con
ternura trató de aliviar el dolor de su padre, y animó sus debilita-
das manos para que ataran las cuerdas que lo sujetarían al altar.2
El ejemplo de Abraham enseña que la clave para trasmitir la fe consiste
en la práctica de reunirse continuamente como familia alrededor del altar de
adoración. El registro de la vida de Abraham evidencia que dondequiera iba, lo
primero que hacía era levantar un altar (Gn 12:7-8; 13:4, 18). Esos momentos de
adoración o culto familiar son los momentos cuando el Espíritu de Dios une los
corazones de los padres y los hijos. Mientras se canta, se abre la Biblia, y se ora
por necesidades específicas, la fe de los padres se va impregnando en la vida de
los hijos. Estos deben ser los momentos más importantes en la vida de una fami-
lia cristiana que desea llegar junta al cielo.

2 Ellen G. White, Patriarcas y profetas (Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2008), 130.

5
Conclusión
El libro de Génesis nos enseña cuál fue el plan original al crear el ma-
trimonio y la familia. Por su parte, el libro de Apocalipsis nos muestra que ese
propósito un día se cumplirá. A través del uso repetido de la palabra toledot (des-
cendencia o generación) y del ejemplo de Abraham, el escritor bíblico nos enseña
que la máxima prioridad de toda generación adulta es priorizar la transmisión de
la fe bíblica a la siguiente generación.
Llamado
Como leímos en Malaquías 4:5-6, el Día de Jehová se aproxima. Cristo
muy pronto vendrá por segunda vez. Él desea que tú y tu familia estén prepa-
rados para ser parte de su reino eterno. Hoy te invita a participar del mayor re-
encuentro familiar de la historia. Él tiene una morada especial para ti y toda tu
familia. En esta ocasión deseo hacerte una doble invitación. Si tienes la bendición
de ser padre, ¿te comprometes a realizar todos los esfuerzos que estén de tu
parte para trasmitir y fortalecer la fe de tus hijos? Si eres una hijo(a), y la semilla
de la verdad ha sido sembrada en tu corazón, ¿te comprometes a vivir a la altura
de la fe bíblica que has recibido?

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2
LAS NUEVAS GENERACIONES Y
EL GRAN REENCUENTRO
Pr. Joel Turpo
“Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y
en gracia para con Dios
y los hombres”
Lucas 2:52
Introducción
El periodo de la adolescencia comprende propiamente entre los 13 a 16
años.3 En la mentalidad judía, un niño que alcanzaba la edad de 13 años pasaba
a la edad adulta, que era la edad del deber y la responsabilidad religiosa que se
celebraba en la fiesta del bar mitzvah4. Por otro lado, es interesante notar que el
cometido hacia el trabajo era algo habitual especialmente antes del siglo XIX. En
el siglo XX, por causa de la Gran Depresión que dejó sin trabajo especialmente a
los jóvenes adolescentes y la rápida proliferación de los institutos de enseñanza
media, generó que los adolescentes ya no trabajaran, sino que acudieran a las
escuelas,5 de modo que “esa juventud pasó a formar su propia clase. Tenían un
aspecto distinto del de los adultos, vestían de otra forma, les interesaban otras
cosas y hasta hablaban de otro modo. En resumen, eran una nueva cultura. Como
dijo un escrito anónimo de la época: ‘los niños se convertían en adolescentes por-
que no teníamos nada mejor que ofrecerles’”.6 Esto, sumado a los cambios físi-
cos, psicológicos y neurológicos7 han hecho que ahora se argumente que “la crisis
de identidad de la adolescencia es el conflicto más importante al que se enfrenta
una persona a lo largo de su vida”.8 También se dice sobre la adolescencia lo si-
guiente: “Las presiones de los compañeros, los nuevos impulsos de las hormonas
emergentes y las crecientes oportunidades de experimentar comportamientos
pueden combinarse para crear una tormenta perfecta de tentaciones y dudas
sobre uno mismo”.9 Por tal razón, la iglesia busca que las nuevas generaciones

3 Se indica en la guía para líderes del ministerio adolescente que la preadolescencia va de los 10 a los 12 años;
la adolescencia inicial, de los 13 a los 16 años y, la adolescencia final, de los 17 a los 21 años. División Suda-
mericana de la Iglesia Adventista, Guía para líderes: ministerio del adolescente, 9.
4 Merriam-Webster’s Collegiate Dictionary (2003), s.v. “Bar mitzvah”.
5 Frances E. Jensen y Amy E. Nutt, El cerebro adolescente (Barcelona: RBA Libros, 2015), 47, 4.
6 Ibíd., 48.
7 Ibíd., 44.
8 Timothy E. Clinton, Chap Clark y Joshua Straub, The Quick-Reference Guide to Counseling Teenagers (Grand
Rapids: Baker, 2010), 7.
9 Ibíd.

7
logren un desarrollo armonioso como el de Cristo que se resume en Lucas 2:52
e involucra un desarrollo mental, físico, espiritual y social. Teniendo en cuenta
estas características, permítame enfatizar cuatros aspectos de crecimiento en el
contexto del discipulado y en favor de las nuevas generaciones para lograr un
encuentro con Cristo significativo.
1. Una vida de desarrollo espiritual de relación personal con Dios
(Mt 22:37)
Estos versículos reafirman que lo más importante, lo primero, en nues-
tra vida debe ser el amor hacia Dios. Mateo 22:37 nos declara que nuestro pri-
mer deber es amar a Dios por sobre todas las cosas. Este amor debe ser indivi-
sible pues la Biblia habla de amar “con todo tu corazón, con toda tu alma y con
toda tu mente” (Mt 22:37). Esto implica que mis afectos, mis pensamientos y
mis acciones deben estar enfocados en el amor a Dios. Así también, Mateo 6:33
menciona que debemos buscar primero el reino de Dios y su justicia. Por lo tanto,
lo primero y más importante en nuestra vida debe ser “vivir en comunión con el
Creador”. Así, las nuevas generaciones deben aprender a buscar el reino de Dios y
este debe ser su más importante tarea en la vida. Esta tarea es solo posible cuan-
do aprendemos a orar y entrar en comunión con Dios por medio de la oración.
Así, esta vida de oración debe seguir el ejemplo de Daniel, quien oraba tres veces
al día. Allí radicaba el éxito en todo lo que él hacía. Dios desea dar a las nuevas
generaciones las mismas bendiciones, pero requerimos seguir el mismo patrón
de una vida de ferviente oración.
2. Una experiencia continua de desarrollo mental a través del estudio
de la Biblia (Jn 8:31; Mt 4:4)
El desarrollo mental implica vivir “de toda palabra que sale de la boca
de Dios” (Mt 4:4). Para que esto sea posible debemos buscar aprender lo que la
Escritura dice. No hay otra forma de hacerlo sino relacionándonos con la Escri-
tura. Al hacerlo, nuestra mente se nutrirá de la palabra de Dios y aprenderemos
lo que Dios dice y quiere para nosotros. Incluso, debieramos buscar grabar en
nuestra mente lo que la Escritura dice y así será posible que “permanezcamos en
su palabra” (Jn 8:31). Esto implica que podamos conocer más a Dios por medio
de la lectura y el estudio de las Escrituras con la finalidad de comprender mejor
la realidad desde el punto de vista de Dios y su palabra. Esto no significa estudiar
solo para conocer, sino para “vivir la verdad”. Para William Miller, esta era la regla
más importante para interpretar la Biblia, que se resumen en “la voluntad, por
fe, de hacer cualquier sacrificio al que pudiera conducir el estudio de la Biblia”.10
3. Una experiencia de servicio que involucre la acción de nuestras ca-
pacidades físicas (Jn 15:8; Mat 25:40; 28:19-20)

10 Maxwell, “A Brief History of Adventist Hermeneutics”, JATS 4, N.o. 2 (1993): 210.

8
El desarrollo físico es necesario, tal como sugiere Lucas 2:52. Esto im-
plica el desarrollo de mis aptitudes físicas por medio del cuidado de la salud. Sin
embargo, no se trata solo de buscar cuidar mi cuerpo por el simple hecho de ser
saludable. Sino que el propósito de mantenerse en buen estado físico debe tener
también la finalidad de realizar actos de servicio y ayuda al prójimo, de tal forma
que podamos participar en la misión de Dios de predicar el evangelio de salva-
ción. Dios desea esto, que podamos llevar “mucho fruto” (Jn 15:8). Esto implica
que debemos hacer uso de nuestras facultades físicas para servir al prójimo, tal
como Mateo 25:40 indica. Es justamente haciendo el bien a otros que la misión
llega a su cumplimiento (cf. Mt 28:19-20).
4. Desarrollo social en el seno de la familia espiritual de la iglesia (Ef
4:15, 16; Dt 6:4-9)
El desarrollo social se desenvuelve plenamente en el seno de la iglesia,
que se apoya, alimenta y fortalece tanto en el crecimiento espiritual, mental y fí-
sico que ya hemos repasado. Dios desea que así, podamos crecer en el cuerpo de
Cristo, el cual se “ayuda mutuamente según la actividad propia de cada miembro,
recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Ef 4:15-16). Esto era desa-
rrollado en el pueblo de Israel, que de forma familiar enseñaba de Dios a sus hijos
con todos los medios posibles, siguiendo las indicaciones de Deuteronomio 6:4-9.
Conclusión
Permítame ilustrar estas cuatro características en la vida de John Norton
Loughborough,11 quien fue un pionero de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Él nació en un hogar cristiano el 26 de enero de 1832 en Victor, Nueva York. Su
padre y abuelo eran predicadores laicos en su iglesia metodista. De pequeño,
cuando no podía ir a la iglesia por causa de la enfermedad de su madre, jugaba
con sus hermanos a la iglesia y John siempre era quien predicaba y oraba.
Cuando tenía siete años, su padre murió por una fiebre tifoidea. La
madre, convaleciente, envió a John a vivir con sus abuelos en una granja donde
aprendió a trabajar. Cuando tuvo 15 años, tras varios intentos, empezó a estu-
diar. Para pagar sus estudios barría las aulas, encendía los fuegos y hacía sonar la
campana. A esa edad escuchó por primera vez el mensaje adventista y estudió de
forma personal su Biblia para comprobar este mensaje. Así, se apartaba en sus
momentos libres cuando no trabajaba para orar en el establo. Ya a sus 16 años,
John estaba seguro que Dios lo quería para difundir las buenas nuevas del pronto
regreso de Jesús y tomó la decisión de consagrar su vida a Dios. Pero se pregunta-
ba: “Cómo podría predicar un muchacho de 16 años? ¿Quién lo escucharía”. Ante
una fuerte enfermedad, oró a Dios para que lo sanará y se curó. Pero todavía se
sentía inseguro, es más, no tenía dinero, ni ropa para emprender su misión. Ante

11 La historia completa puede encontrarse en Norma J. Collins, Relatos Inspiradores de pioneros adventistas,
tomo 2 (Buenos Aires: ACES, 2015), 189-230.

9
esto, su vecino le regaló un chaleco y un par de pantalones que no le quedaban
por el enorme tamaño del vecino. Así que John cortó lo pantalones y aunque
muy anchos estaban listos para ser usados. También consiguió un saco que arre-
gló para que le pudiera quedar, aunque las mangas eran muy largas. Entonces,
tomando su biblia y los mensajes que había preparado, se aventuró en la travesía
de predicar la palabra de Dios. Impresionantes fueron los resultados, ya que, aun-
que tuvo oposición del pastor, los hermanos de la iglesia se las arreglaron para
que continuara predicando. Con este apoyo, Loughborough continuó sirviendo a
Dios. Para el final de su vida, había sido un gran evangelista y administrador de la
Iglesia Adventista del Séptimo Día, además de haber iniciado la obra en California
en 1868, y más tarde en Inglaterra. A El también se le considera como el primer
historiador de la iglesia ya que escribió la historia de la denominación en el libro
que se titula: Rise and Progress of Seventh Day Adventist [Surgimiento y desarro-
llo de los adventistas del séptimo día].
Al repasar la vida de Loughborough, notamos que desde joven fue un
hombre de oración, estudioso de la Biblia, motivado a realizar acciones misione-
ras y que Dios usó a la iglesia para apoyar a este joven predicador. Es interesante
notar que varios trabajos académicos que estudian las razones del porqué los
jóvenes se quedan y salen de la iglesia, describen que los factores decisivos para
quedarse en la iglesia son:12
1. La creencia en las verdades adventistas, encontrándolas como las más
cercanas a las declaraciones bíblicas; lo que implica el estudiar la Biblia.
2. La influencia de un hogar adventista; que implica el desarrollo social en el
seno de la familia adventista.
3. Una relación personal con Dios, que incluye una vida devocional que con-
duce a un crecimiento y desarrollo espiritual continuo.
4. Relaciones humanas de amistad y comunión en el seno de la iglesia que
les ofrece amor, aceptación y apoyo en distintas circunstancias.

Llamado
En esta ocasión te invito para que puedas decidir desarrollar estas capa-
cidades, y promoverlas en tu iglesia, para que muchos jóvenes puedan también
decidir, como Loughborough, dedicar su vida para servir al Señor y proclamar
las buenas nuevas de Salvación y del pronto regreso de Cristo. Desarrolla estas
actitudes en tu vida personal y juntos tomemos la decisión de reencontrarnos de
nuevo con nuestro Creador y su iglesia. Amén.

12 Para mayor información, véase Roger L. Dudley, Why Our Teenagers Leave the Church: Personal Stories
from a 10-year Study (Hagerstown MD: Review & Herald, 2000), 114-119.

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3
FIDELIDAD PARA
EL GRAN REENCUENTRO
Pr. Alvaro F. Rodríguez
“Y la soberanía, el dominio y la grandeza de todos los reinos de-
bajo de todo el cielo serán entregados al pueblo de los santos del
Altísimo. Su reino será un reino eterno, y todos los dominios le
servirán y le obedecerán”
Daniel 7:2713
Introducción
En la actualidad encontramos anuncios de promociones de diferentes
productos o de empresas que desean nuestra lealtad. Llaman por teléfono para
ofrecerte un nuevo producto o algún beneficio. Todo para que seas un cliente de
dicha empresa o consumidor de cierto producto. En otras palabras, están bus-
cando clientes leales. Es como un imán para mantenernos pegados a cierto pro-
ducto, y parece que lo logran pues el producto que se consume nos atrae tanto
que no estamos dispuestos a cambiar fácilmente, más aún cuando el producto
es bueno. Cuando hablamos de lealtad en términos religiosos, generalmente nos
centramos en lo que dice la Escritura y lo que debemos hacer para ser leales. Sin
embargo, en esta ocasión, estudiaremos dos casos en donde la lealtad sucede,
pero no es por la capacidad de quienes fueron leales, sino la clave fue la razón por
la que lo fueron. En otras palabras, estudiaremos los elementos de la lealtad y el
“imán” que permite que los elementos de la lealtad sean posibles.
El gran conflicto cósmico: el verdadero trasfondo de los hechos
Al leer Daniel 1:1-2 encontramos lo siguiente: “En el año tercero del rei-
nado de Joacim, rey de Judá, vino Nabucodonosor, rey de Babilonia, a Jerusalén
y la sitió. Y el Señor entregó en sus manos a Joacim, rey de Judá, y algunos de
los utensilios de la casa de Dios; los llevó a la tierra de Sinar, a la casa de su dios,
colocando los utensilios en la casa del tesoro de su dios”. Este pasaje parece solo
mencionar el trasfondo en el que un grupo de jóvenes hebreos llegaron a Babi-
lonia. Sin embargo, el pasaje dice mucho más de lo que nos imaginamos. Fíjense
que se menciona lo que Nabucodonosor hace con los utensilios de la casa de
Jehová. Esto responde a que las guerras en el Antiguo Cercano Oriente tenían un
aspecto religioso, muchas veces dejado de lado.

13 A menos que se indique lo contrario, los textos han sido tomados de La Biblia de Las Américas.

11
En tiempos bíblicos, cuando un ejército obtenía la victoria sobre otro
ejército, no solo implicaba la derrota de una nación, sino también la derrota del
dios o dioses de la nación derrotada. Ahora, al leer Daniel 1:1-2 parece que el
Dios de Israel está siendo derrotado por los dioses de Babilonia. Así, el tema
de fondo del libro de Daniel no es la caída y levantamiento de reinos o poderes
mundiales, sino que todo eso responde al gran conflicto. El libro de Daniel inicia
presentando una aparente derrota de Jehová frente a los dioses pagano, pero el
mismo libro dará un giro espectacular, especialmente cuando se lee el capítulo 12
de Daniel, “en aquel tiempo se levantará Miguel... y en ese tiempo tu pueblo será
librado, todos los que se encuentren inscritos en el libro” (v. 1). En otras palabras,
la aparente derrota apunta a la victoria final. Nota que la victoria la obtiene solo
un grupo especial, aquellos que están inscritos en el libro. Podemos decir que los
que obtengan la victoria son los que sean leales a Dios. Por esa razón, debemos
buscar ser leales a Dios en medio de todas las dificultades que ocurren a nuesro
alrededor.
El fuego no es suficiente
Todos conocemos lo que sucedió en el capítulo 3 de Daniel. Luego de
que el rey Nabucodonosor recibe el anuncio divino que su reino llegaría a su final
en el futuro, este decide desafiar a Dios construyendo una estatua de oro puro,
en contraposición a la estatua que vio en el sueño donde solo la cabeza era de
oro. En otras palabras, Nabucodonosor está dando un mensaje claro, mis dioses
son más fuertes que cualquier otro dios y mi reino no será temporal, sino que
será para siempre. Con eso en mente, ordena que todos adoren la estatua que él
había levantado.
Es en este contexto que la historia de los tres jóvenes hebreos entran en
escena. Cuando la orden es dada, los tres jóvenes fieles a Dios deciden no pos-
trarse ante la estatua que el monarca más poderoso del planeta había levantado.
Mientras el rey desafía al Dios del cielo, los jóvenes desafían al monarca que solo
desea su gloria. El diálogo de los jóvenes hebreos con Nabucodonosor es reve-
lador e impresionante pues revela aspectos que todo hijo de Dios debe buscar.
Daniel 3:16-18 nos dice: “Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron y
dijeron al rey Nabucodonosor: ‘No necesitamos darte una respuesta acerca de
este asunto. Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del hor-
no de fuego ardiente; y de tu mano, oh rey, nos librará. Pero si no lo hace, has
de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro
que has levantado’”. Estos tres jóvenes hebreos fueron muy valientes para tomar
esa decisión. Considera esta respuesta frente a tus reacciones o frente a las dife-
rentes situaciones de la vida. ¿Eres firme o cedes a las presiones externas? Estos
jóvenes no cedieron a las presiones externas, que en este caso son presiones de
vida o muerte. Todos pasamos situaciones en que la presión de grupo o laborales

12
son tan fuertes que tenemos la tentación de ceder ante la presión y así es que
terminamos dando pasos en falso que nos alejan de Dios.
El asunto aquí no es que estos jóvenes eran superdotados y nosotros no
podemos llegar a tomar decisiones así. Bueno, probablemente pienses que estos
jóvenes tenían algo que nosotros no tenemos, por lo tanto, no somos capaces de
hacer algo similar. En realidad, estos jóvenes eran comunes y corrientes como tú
y yo. La diferencia entre estos jóvenes y nosotros es cuál era el foco y centro de
su vida. Ahí radica la diferencia. El diálogo de los jóvenes hace uso de una expre-
sión que se repite dos veces, ellos dijeron: “El Dios a quien servimos” y luego “no
serviremos a tus dioses”. En estas dos expresiones se usa la palabra aramea pelaj
que significa no solo servir sino que también apunta la idea de adorar y ser reve-
rente a una deidad.14 Eso es justamente lo que hacen estos tres jóvenes hebreos.
Dios es el centro de sus decisiones, a quien le sirven, adoran y reverencian; y no
piensan cambiar el centro de su decisiones. En otras palabras, ellos no están cen-
trados en ellos, sino que su centro de atención es Dios. Cuando hacemos de Dios
nuestro principal y único centro o foco de atención, entonces es posible andar
por fe. Entonces es posible decirle no a cualquier tentación que llegue.
Cuando estos tres jóvenes estuvieron en la encrucijada de postrarse
ante una imagen y salvar su vida o mantenerse firmes en su adoración a Dios a
riesgo de su vida, pusieron su foco en Dios y no perdieron la vida y tuvieron un
encuentro maravilloso. Ahí, en ese horno de fuego, calentado siete veces más de
lo normal, ni un hilo de su ropa, ni un cabello de su cabeza se quemó. Posible-
mente, ni calor sintieron. Más aún, tuvieron el encuentro más impresionante que
jamas tuvieron, Cristo preencarnado apareció en medio de ellos y los acompañó
en medio de la prueba; hasta que el rey les ordenó salir del fuego y salieron ile-
sos. Al final, el Dios de los jóvenes hebreos fue exaltado por medio de las acciones
de los estos jóvenes (vv. 28-29).
Leones sueltos
Veamos ahora otro pasaje importante y similar en el libro de Daniel. Me
refiero al capítulo 6, pasaje donde encontramos el accionar de Daniel frente a un
decreto de muerte. La historia es también conocida. Daniel era un fiel trabajador
del imperio medo persa y el rey tiene la intención de hacerlo el primer ministro
del imperio (v. 3). Pero esto trajo celos de parte de otros líderes del gobierno de
Darío. Entonces intentaron evitar el nombramiento y buscaron que se promulgue
un edicto real condenando a todo aquel que ore a cualquier deidad en lugar de
consultar con el mismo rey. Fue así que Daniel, sin temor alguno a pesar de que
supo del edito real, fue a su casa, abrió las ventanas de su cuarto y mirando hacia
Jerusalén, oró a Dios, pues ese es su deber (v. 10).

14 BDB, “‫”חַלְּפ‬, 1108.

13
Nota ahora la actitud de Daniel, él pudo haber orado con las ventanas
cerradas, para que nadie lo mire y no habría cometido ningún pecado. Pero el
asunto es que haber hecho eso, habría dado pie a los que tramaron el complot
que Daniel no era tan devoto a Dios como parecía ser. Cuando los problemas se
levantan, entonces ya no es necesario adorar a Dios para evitarse problemas.
Esto haría de Dios un accesorio que uso cuando me conviene o cuando pueda,
es decir, circunstancialmente. Pero Daniel no hizo eso, demostró que el centro de
sus decisiones es Dios y no las circunstancias. ¡Cuán a menudo dejamos que las
circunstancias nos detengan en nuestra adoración al dios del cielo!
La historia no termina ahí, el texto dice que Daniel fue llevado a la pre-
sencia del rey y este buscó alguna manera de revertir el edicto o encontrar alguna
forma para que Daniel no sea ejecutado (v. 14). La historia bíblica dice que al final
del día, el rey terminó cumpliendo el edicto ya que el edicto de Media y Persia no
podía ser revocado (v. 15). Antes de que Daniel sea echado al foso de los leones
el rey le dijo a Daniel: “Tu Dios, a quien sirves con perseverancia, Él te librará” (v.
16). Aquí encontramos la fe de Daniel que servía [pelaj] a Dios, al igual que los
tres jóvenes hebreos de Daniel 3. Finalmente, Daniel fue lanzado al foso de los
leones y al día siguiente fue encontrado ileso.
Ahora, el texto nos da un indicio de qué es lo que Daniel hacía como fiel
siervo de Dios. Leamos Daniel 6:4: “Entonces los funcionarios y sátrapas buscaron
un motivo para acusar a Daniel con respecto a los asuntos del reino; pero no pu-
dieron encontrar ningún motivo de acusación ni evidencia alguna de corrupción,
por cuanto él era fiel, y ninguna negligencia ni corrupción podía hallarse en él”.
En este pasaje vemos que el complot que se puso en marcha en contra de Daniel
buscaba encontrar alguna falta en él, pero el texto dice que Daniel era fiel. Esta
palabra fiel, viene del vocablo arameo, aman que significa ser firme, ser confiable
y ser constante.15
Es de suma importancia comprender que cuando centramos nuestra
vida en Dios, no puede ser circunstancial. Como dijimos anteriormente, servir a
Dios no es circunstancial ni esporádico. Ser fiel a Dios es un asunto de firmeza.
Es decir, debe llevarnos a tomar decisiones firmes, sin vacilación. Ser leal a Dios
tiene que ver con la constancia, es decir, perdura en el tiempo, al margen de
las dificultades e incluso algunas caídas que el creyente sufre en su experiencia
cristiana. En otras palabras, un error no debe condicionar nuestra lealtad a Dios.
¿Has fallado alguna vez? Puedes volver a Dios y decidir ser fiel, es decir, con
firmeza y constancia, entonces eso te hará confiable. Sin embargo, una vez más,
esto sucede cuando pones en el centro de tus decisiones tu amor y servicio al
Dios del cielo, no en las circunstancias de la vida. Entonces, al igual que en el caso
de Daniel, no solo el siervo de Dios fue librado, sino que el Dios de Daniel fue
también exaltado (vv. 25-27).

15 BDB, “‫”ןַמֲא‬, 1081.

14
Conclusión
Los tiempos en que vivimos son difíciles, no solo porque existen difi-
cultades que el creyente enfrenta tanto a nivel personal como familiar, incluso
a nivel laboral; sino que vivimos en el tiempo del fin, tiempo en que los hijos de
Dios son y serán puestos a prueba para ver la lealtad y fidelidad a Dios. No es un
asunto de ganar un mejor sueldo o de obtener algún beneficio, se trata de la fide-
lidad a Dios la que está en juego. Daniel y los tres jóvenes hebreos servían a Dios y
le fueron fieles con firmeza y constancia pues su centro de acción no estaba en el
yo o las circunstancias, sino en Dios y su poder. Hagamos que nuestra vida tenga
un nuevo centro, ya no más el trabajo o los estudios, no el dinero y los placeres de
este mundo, sino que sea Dios el nuevo y único centro de nuestra vida.
Llamado
El libro de Daniel dice que al final de la historia, “la soberanía, el dominio
y la grandeza de todos los reinos debajo de todo el cielo serán entregados al pue-
blo de los santos del Altísimo. Su reino será un reino eterno, y todos los dominios
le servirán y le obedecerán” (Dn 7:27). La fidelidad de parte de aquel que desee
servir a Dios y serle fiel tiene una recompensa mucho más grande de lo que pode-
mos imaginar, es que estos recibirán el dominio y la grandeza de los reinos junto
con Cristo, quien nos dará la vida eterna. La victoria con Cristo está asegurada y
el galardón también, solamente deja que Él sea el centro de tu vida y serás fiel,
entonces te reencontrarás con Cristo y será por toda la eternidad.
¡Maranatha!

15
16
4
UN MENSAJE CLARO PARA
EL GRAN REENCUENTRO
Pr. Michael Orellana Mendez
“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evan-
gelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda
nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios,
y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a
aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”
Apocalipsis 14:6-7
Introducción
Este mundo está enfrentando problemas que nunca antes se habían
visto. La sociedad está colapsando lentamente y los gobernantes del mundo no
saben qué mensaje transmitir a sus pueblos que buscan por una dirección. Todos
los sistemas que se supone que deben proveer un soporte para la humanidad, no
pueden contribuir con la felicidad del hombre.
En vista de esta decadencia, el ser humano está intentando encontrar
respuestas a las preguntas inquietantes que no le dejan descansar en paz, sin
embargo, sus preguntas quedan sin responder. Preguntas que se repiten cons-
tantemente y que no hallan solución, las respuestas parecen ser elusivas y el ser
humano queda vez tras vez sumergido en un foso de incógnitas que no puede
solucionar y del cual no puede escapar.
Las Escrituras nos muestran claramente el camino en medio de estas
circunstancias caóticas. Un mensaje que es claro y contundente, un mensaje que
ha sido dado desde la eternidad para el mundo entero. Un mensaje que necesita
ser atendido y escuchado si se pretende encontrar respuestas permanentes y
duraderas. El día de hoy veremos ese mensaje comprimido en Apocalipsis 14:6-7.
Evangelio eterno
Como padre, he aprendido a preparar remedios para mis hijos antes de
que ellos se enfermen. Preparar remedios antes de que las circunstancias se tor-
nen difíciles. Esto se llama previsión. Ser previsto es clave para el éxito. Las per-
sonas más sabias del mundo se preparan con anticipación frente a lo que puede
ocurrir. Sin embargo, nadie puede ver el futuro de manera inequívoca. Solo Dios
en su infinita sabiduría puede ver el fin desde el principio. Él puede ver qué es lo
que exactamente va a ocurrir en cada circunstancia.

17
Cuando Dios creó al ser humano y sus manos formaban cada aspecto de
la personalidad y la vida biológica del hombre, Dios sabía exactamente lo que el
hombre haría. Dios sabía exactamente cuáles serían las decisiones de la primera
pareja humana. El Señor había visto desde la eternidad las decisiones del hombre
y sus consecuencias. El Señor que lo conoce todo sabía que estas decisiones ten-
drían desastrosas consecuencias. El ser humano estaba en un callejón sin salida
si fuese dejado a su propio destino. Sin embargo, Dios como un padre amante
proveyó la solución antes de la enfermedad. Él elaboró un plan de rescate para el
hombre que se hallaba completamente desprovisto de ayudarse a sí mismo. La
divinidad planeó con mucha anticipación qué es lo que se tendría que hacer para
rescatar al hombre en caso de que él cayese en el pecado. El plan de la redención
incluía la muerte del hijo de Dios. Cristo sería sacrificado y eso estaba decidido
desde la eternidad.
Cuando las Escrituras mencionan el evangelio eterno, se refieren al plan
divino de rescatar al hombre, un plan que fue concebido desde la eternidad, des-
de antes que el ser humano fuese creado. Dios tenía un plan para el hombre. El
hombre no podría rescatarse a sí mismo, solo un Dios misericordioso y clemente
podía extender la mano para sacar al hombre del pozo de la desesperación. Dios,
como padre bondadoso, había preparado un plan de salida y esto es el evangelio
eterno.
Temer a Dios
Las Escrituras nos dicen en Apocalipsis 14:7 que el mensaje de adver-
tencia que incluye el evangelio eterno dice que debemos temer a Dios y darle
gloria. Estos dos aspectos de este mensaje tienen serias repercusiones. En ellos
se encuentra comprimido un mensaje enorme y profundo acerca de la conducta
humana hacia Dios. En la frase “temer a Dios”, nosotros encontramos una expli-
cación muy comprimida de lo que Dios desea que el ser humano haga en el con-
texto del gran conflicto entre el bien y el mal. Temer a Dios no es un sentimiento
de terror frente a la divinidad. El temor a Dios es la obediencia a su ley y a sus
mandamientos. El temor de Dios es alejarse del pecado (Prov 8:13). El temor a
Dios es el amor por su verdad y la práctica de los principios divinos, esto es el
inicio de la sabiduría (Prov 1:7).
Vemos en las Escrituras muchísimos ejemplos de personas que decidie-
ron temer a Dios en todo momento. Uno de esos ejemplos es José. Se mantuvo
firme del lado de Dios cuando nadie lo veía. Él decidió, ser obediente a pesar de
las circunstancias terribles que le tocaría afrontar si el permanecía fiel. En su vida
se puede ver claramente lo que significa temer a Dios. Él mismo contestó a la ten-
tación con las palabras: “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra
Dios?” (Gn 39:9). Ese es el centro del temor a Dios, mantener una conciencia
constante de su presencia en nuestra vida. Saber que él está muy cerca de noso-
tros y que por lo tanto pecar no es una opción sabia. El respeto por su presencia
nos llevará a una vida de santidad.

18
Así como vemos ejemplos de personajes que decidieron temer a Dios a
pesar de la prueba y las circunstancias, también vemos ejemplos de personajes
que cedieron a la tentación. Un ejemplo de esto es el rey David, que se encontra-
ba solo frente a la tentación. Vemos en su historia un claro ejemplo de lo que sig-
nifica perder la conciencia de la presencia de Dios. Él decidió seguir su camino de
desobediencia, sin preguntarse a sí mismo dónde está Dios. En el mismo momen-
to en el que el ser humano decide seguir su camino sin ser consciente de que Dios
está presente, su temor a Dios desaparece. Solo la conciencia continua de que
Dios está presente en nuestras vidas puede alejarnos del pecado. Esa conciencia
se mantiene a través de la oración y el estudio de Su palabra. Si una persona ha
de permanecer firme frente a la tentación lo hará solo a través del estudio de la
palabra de Dios y la oración. El temor a Dios nos lleva a la obediencia.
La hora de su juicio ha llegado
La porción del texto que nos habla del juicio es una parte muy impor-
tante de la justicia divina. Toda acción de cada criatura creada es considerada por
el Creador. No existen acciones sin consecuencias. Cada acto y cada pensamien-
to son considerados delante del Altísimo. Los pensamientos del hombre no son
ocultos para él. “Hay camino que al hombre le parece derecho pero es camino
que lleva a la muerte”, dice la Escritura (Prov 14:12). “La hora de su juicio ha
llegado”, es una frase que hace referencia muy clara al gran juicio divino donde
las acciones del ser humano son consideradas cuidadosamente por el Creador y
la corte celestial. El libro de Daniel nos presenta la escena del juicio en la cual el
anciano de días se sienta en su trono y una enorme hueste de seres lo acompaña
(Dn 7:9-10).
La gran majestad del universo que se sienta a considerar las acciones
de sus criaturas va a examinar con su ojo penetrante cada aspecto de la vida hu-
mana. Es muy interesante leer que la biblia dice que Dios hace partícipe de este
juicio a una gran cantidad de testigos que lo acompaña. “La hora de su juicio ha
llegado” es una advertencia muy clara de que el ser humano será enfrentado con
su Creador. Esta profecía se cumplió de manera muy clara en 1844 cuando Cristo
pasó del lugar santo, lugar santísimo. Ese fue el comienzo del gran juicio celestial
donde se considerará las acciones de los servidores de Dios, y todos sus hechos
que están registrados en los anales celestiales.
Los tiempos divinos son perfectos, cumplido el tiempo determinado Je-
sucristo fue enviado a la tierra y murió según las profecías en el momento exacto
(Gá 4:4; Dn 9:24-27). Dios no conoce premura ni demora para ninguno de sus
planes. Las acciones de Dios ocurren en el momento exacto de la historia huma-
na. De la misma manera, el juicio de Dios ocurre en el momento preciso, y si los
seres humanos no consideran el calendario divino perderán de vista completa-
mente qué es lo que Dios está a punto de hacer. Esto significará la pérdida de la
vida eterna para muchas personas. Si los seres humanos consideran el calendario
divino y viven de acuerdo a ese calendario, esto será una salvaguardia para que

19
ellos no pierdan su salvación. El evangelio eterno incluye una advertencia contra
el descuido de ese calendario divino. El ser humano queda advertido de que Dios
está atento a las acciones del ser humano y que toda decisión humana tendrá
consecuencias eternas.
Adorar al Creador
Uno de los momentos más felices en la historia de la humanidad se en-
cuentra en Génesis 1 y 2. En ambos capítulos se ve al hombre recién creado go-
zando de una comunión plena con su Creador. Llenos de vida y felicidad, están
a punto de comenzar una aventura sin fin en el aprendizaje que Dios creó para
ellos. El único elemento que interrumpió con esa felicidad fue el pecado. La se-
mana de la creación trajo dos verdades importantísimas a la vida del hombre. La
primera verdad es que Dios determina los tiempos y el sábado fue dado como
una señal de su obra creadora. El sábado sería un recordatorio eterno de que Él
es el Creador del universo y que el ser humano estaba invitado a participar de la
adoración de su Creador en ese día.
El segundo momento importante es el matrimonio. Dios es el que cons-
tituyó al hombre y a la mujer para formar la primera familia humana según el di-
seño divino. Ambas verdades están claramente explicadas en la obra creadora de
Dios. La adoración al Creador tiene que ver con el respeto por esas dos institucio-
nes tanto el sábado como el matrimonio. En nuestros días se ha visto un ataque
directo contra ambas instituciones. La humanidad ha elaborado constantemente
calendarios que no consideran los tiempos divinos y prácticas que denigran el
matrimonio. El ser humano ha pretendido que su tiempo no le pertenece a Dios
y que puede obrar aparte del diseño que Dios ha preparado para él. El sábado ha
sido completamente olvidado por la mayoría de la humanidad. El cuarto man-
damiento es un recordatorio explícito de que Dios es el Creador del universo y
constituye una marca indeleble para aquellos que lo adoran y que reconocen al
Dios Creador.
Conclusión
Hoy, hemos visto las verdades fundamentales del evangelio eterno. He-
mos revisado cómo Dios ha preparado un mensaje de salvación de manera muy
anticipada a las decisiones de la primera pareja humana. El evangelio eterno está
disponible para todo aquel que lo acepta y lo abraza. También hemos visto que
Dios es el juez ineludible de toda criatura humana y que él considera las acciones
del hombre. Toda decisión humana tendrá una consecuencia eterna. Finalmente
hemos revisado que Dios es el Creador y que él ha provisto para sus criaturas una
vida llena de felicidad que solo es posible cuando se abraza las dos instituciones
que él ha creado para el hombre, tanto el sábado como el matrimonio.

20
Llamado
Dios te llama a que aceptes su evangelio eterno preparado desde antes
de la fundación del mundo para tu salvación. Él sabía que tú estabas perdido sin
Él y que tú necesitabas una salida del pecado. Él entregó a su hijo por ti. Acéptalo
y síguelo. Esto incluye temer a Dios, obedeciendo sus mandamientos y aplicán-
dolos a tu propia vida para que tú encuentres felicidad. Viviendo en su presencia
es como tú enfrentarás el juicio divino sin ningún problema porque tu vida es
consciente de la presencia de Dios a cada segundo. Si aceptas a Dios como tu
Creador, entonces respetar el sábado y el matrimonio será un gozo para ti. Esto
es el verdadero evangelio eterno y el mensaje claro para el gran reencuentro que
Él quiere tener contigo.

21
22
5
UNA REFORMA PARA
EL GRAN REENCUENTRO
Pr. David Asmat
Entonces, volviendo en sí, dijo: “¡Cuántos de los trabajado-
res de mi padre tienen pan de sobra, pero yo aquí perezco de ham-
bre!” Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: “Padre, he pecado con-
tra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; hazme
como uno de tus trabajadores”. 20 Y levantándose, fue a su padre. Y
cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y sintió compasión por
él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó. Y el hijo le dijo: “Padre,
he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado
hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus siervos: “Pronto; traed la mejor
ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies;
y traed el becerro engordado, matadlo, y comamos y regocijémonos;
porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba
perdido y ha sido hallado”. Y comenzaron a regocijarse.
Lucas 15:17-24
Introducción
Déjame preguntarte: ¿Qué harías si el médico te dice que estás muy
enfermo y tu vida corre peligro, y que la única manera de salvarte es caminar o
correr ocho kilómetros diarios, reducir grasas, dejar el azúcar y bebidas gaseo-
sas, pero sobre todo comer sano, muy pero muy sano? ¿Lo harías? Irónicamen-
te, entre los años 2020 y 2021, muchas personas, algunas religiosas y otras no,
impulsaron un cambio radical en su estilo de vida tratando de evitar la muerte.
Y era mucho más evidente, apreciar en diversos medios de comunicación la de-
claración: ¿Cuándo podremos volver a la “normalidad”? Para muchos, volver a
la normalidad involucraba volver a tener un trabajo como el que tenían antes de
la pandemia; para otros, “volver a la normalidad” involucraba poder salir de sus
hogares sin usar mascarillas; y para algunos “volver a la normalidad”, evocaba
dejar de cuidarse tanto en materia de salud y buenos hábitos. La pandemia nos
demostró que nuestra búsqueda de la salud es muy circunstancial. Y aunque pa-
rezca mentira, puede que nuestra vida espiritual también.
El presente sermón es tomado de un pasaje conocido por muchos. Lo
hemos oído en muchas campañas, un clásico texto de evangelismo y cosecha.
Sin embargo, el texto permite entrever en su trama un mensaje que, en primera
instancia, está dirigido no tanto a personas que no conocen la fe, sino a aquellos

23
que habiendo conocido la palabra de Dios, por razones personales, extraviaron
sus pasos y su propósito en la vida se vio afectado alejándose de la iglesia, de la
instrucción divina y porque no, de Dios mismo.
Volver en sí, la reflexión para volver a vivir
La escritura señala que este joven tuvo tiempo suficiente para evaluar
su situación presente. No creo que haya aplicado una evaluación FODA para con-
cluir que su situación actual no era nada prometedora. Lucas describe de forma
bastante breve la duración del “mejor momento” que el hijo pródigo experimen-
tó después de abandonar su hogar. La Biblia del Peregrino traduce el verso 13 de
la siguiente manera: “A los pocos días, el hijo menor reunió todo y emigró a un
país lejano, donde derrochó su fortuna viviendo como un libertino”.
Esta versión de la Biblia destaca por lo menos dos elementos que deben
ser tomados en cuenta. Primero, el texto refiere que este joven se fue a “un país
lejano”, lo cual indica que cuando ya no le fue suficiente haber llenado su cuenta
bancaria de modo ilegal, trató de alejarse de todo aquello que podía interferir
con su noción de “libertad”. Aunque es imposible para nosotros saber el futuro,
es sencillo notar cuando una decisión es intuitiva y poco racional. Lucas desta-
ca que este personaje necesitaba confirmar las razones de su primera decisión
(hacerse de dinero). Todo su entorno le indicaba que no había buen pronóstico
respecto a lo que había hecho, así que entonces decidió salir a otro lugar donde
sus motivos erráticos puedan ser fortalecidos y no cuestionados. Pero también,
donde pueda ser libre de la verdadera evidencia. Del hogar de su padre, de la
estabilidad económica, del sustento necesario, pero sobre todo del amor de los
suyos. Hoy por hoy, ser libre se confunde rápidamente con ser libertino. Con-
ceptos diametralmente distintos, ya que una persona libertina ejerce un rechazo
total a los límites o reglas sociales, familiares y religiosas. Mientras que una per-
sona puede experimentar la libertad, sin necesidad de rechazar para su vida la
disciplina y las normas de convivencia. Lucas destaca que el lugar donde se fue a
vivir era totalmente distinto al lugar donde nació y vivió. La alusión a los cerdos
demuestra que era un lugar donde no se practicaban los mismos principios de
vida y salud que él como judío había aprendido desde pequeño. Por lo tanto, una
de las primeras cosas que esta historia ilustra es que habitualmente después de
alejarnos de Dios, comenzamos a cambiar nuestros buenos hábitos de vida salu-
dable. Decisión que afirma nuestra lejanía espiritual. Ellen G. White, en el libro
Palabras de vida del gran maestro, dice:
Este hijo menor se había cansado de la sujeción a que
estaba sometido en la casa de su padre. Le parecía que se le
restringía su libertad. Interpretaba mal el amor y cuidado que
le prodigaba su padre, y decidió seguir los dictados de su propia
inclinación.16

16 Ellen G. White, Palabras de vida del gran Maestro (Mountain View, CA: Pacific Press, 1971), 156.

24
En segundo lugar, esta parte de la historia se resume en dos palabras:
derroche y libertinaje, ambos complementarios en el texto. Y es que, Lucas consi-
deró necesario explicar por medio del adverbio griego asotos, “salvaje, libertino e
imprudente”, el acto de malgastar un dinero que no era suyo. El adverbio asotos
en el Nuevo Testamento solo aparece una vez, sin embargo, es interesante como
el “Chat Transformador generativo preentrenado” o también conocido como
Chat GPT, lo traduce:
La palabra griega “ἄσωτος” (asotos) se utiliza para refe-
rirse a una persona que lleva una vida disipada o derrochadora,
especialmente en términos de comportamiento y gasto excesivo
en placeres, lujos y vicios.
Al respecto, Ellen G. White también señala:
Habiendo obtenido su patrimonio, fue “a una provin-
cia apartada”, lejos de la casa de su padre. Teniendo dinero en
abundancia y libertad para hacer lo que le place, se lisonjea de
haber logrado el deseo de su corazón. No hay quien le diga: “No
hagas esto, porque será perjudicial para ti; o haz esto porque es
recto”. Las malas compañías le ayudan a hundirse cada vez más
profundamente en el pecado, y desperdicia “su hacienda vivien-
do perdidamente”.17
Comúnmente, es posible que podamos vernos tentados a participar de
lo que el mundo nos ofrece en materia de “placer, economía y éxito”. Este cami-
no iniciará por alterar tu estilo de vida saludable, pues pensarás que no tienes
compromiso con la iglesia y que por lo tanto no hay por qué seguir cuidados
especiales (cuando en realidad nosotros le pertenecemos plenamente a Dios).
La idea de que tu cuerpo es templo del Espíritu Santo quedará relegada y ahora
te darás licencias para todo. Tu nueva vida tendrá exigencias sociales distintas
que te llevarán a tratar de encajar en el nuevo grupo socioamical. Finalmente,
así como el hijo pródigo buscarás llenar tus vacíos emocionales con relaciones
amorosas posiblemente cargadas de sexo. Así, creyendo ser feliz no te habrás
percatado que tu vida moral se habrá hecha pequeña, tornándote poco a poco
en el más desventurado de los mortales.
El texto no dice cuánto tiempo pasó hasta que se le acabó el dinero al
hijo pródigo; tampoco dice que él extrañó a su familia. Sin embargo, Lucas sí se
explaya un poco más para tratar la situación resultante del joven aventurero. Él lo
describe sin trabajo, sin amigos, sin dinero, con hambre, mendigando pan, ende-
ble y posiblemente enfermo. Lucas emplea tres versículos para destacar la crítica
situación del joven, en contraste con un solo texto donde parece “disfrutar de la
vida”. Una situación tan dramática que ninguno desearía atravesar. Al respecto,

17 Ibíd., 157.

25
Ellen G. White dice:
El amor de Dios aún implora al que ha escogido sepa-
rarse de él, y pone en acción influencias para traerlo de vuelta
a la casa del Padre. El hijo pródigo volvió en sí en medio de su
desgracia. Fue quebrantado el engañoso poder que Satanás ha-
bía ejercido sobre él. Se dio cuenta de que su sufrimiento era la
consecuencia de su propia necedad, y dijo: “¡Cuántos jornaleros
en la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí pe-
rezco de hambre! Me levantaré, e iré a mi padre”. Desdichado
como era, el pródigo halló esperanza en la convicción del amor
de su padre.18
Hoy estamos aquí, y el amor de Dios está actuando en cada uno de nues-
tros corazones, Dios quiere que puedas analizar cuanta paz has cosechado desde
que te alejaste de sus brazos de amor. Hoy una vez más extiende sus brazos para
invitarte a volver.
Tener voluntad y asumir el desafío de volver
Lucas 15:20 dice: “Y levantándose, fue a su padre”. La primera parte del
versículo 20 ilustra la diferencia entre aquellos que están dispuestos a lograr un
cambio y aquellos que no. Las personas tomamos decisiones todo el tiempo, al-
gunas más sencillas que otras. Y dependiendo de ellas, las consecuencias pue-
den ser pequeñas o grandes, y posiblemente con resultados permanentes. En
esta historia, encontramos un joven que tomó dos decisiones diametralmente
diferentes, decisiones que estaban basadas no necesariamente en un argumento
racional que considere el futuro, sino en lo instantáneo o intuitivo. La primera
decisión como vimos fue salir de su casa y la segunda fue volver a ella. En ambos
casos, hay lo que los psicólogos pueden denominar sesgo psicológico, aunque la
segunda decisión buscó el resultado ideal que todos esperábamos.
Solo recordemos, todo indicaba que la primera decisión no era la me-
jor. Y fue tanto así, que el joven de esta historia buscó reforzadores externos, y
para ello salió de su entorno, se buscó nuevos “amigos”, se sumergió en nuevas
prácticas y luego desarrolló hábitos nocivos. Esta conducta es una constante en el
diario vivir de muchos cristianos que una vez abrazaron la fe. Es como si tú estu-
vieras en una relación tóxica y sabes que esta no va más, que te hace daño, pero
buscas por medio de periódicos, redes sociales, videos o “amigos”, palabras que
te convenzan de que estás “bastante bien con ella”. Es como decirle a un niño que
está bien mentir, siempre y cuando, sea por una buena causa. La evidencia bíblica
señala que la senda de los rectos es apartarse del mal; el que guarda su camino
preserva su alma. Y también dice, que los labios mentirosos son abominación a
Jehová (Prov 12:22). Respecto al hijo pródigo, Ellen G. White indica:

18 Ibíd., 159.

26
El amor de Dios aún implora al que ha escogido sepa-
rarse de él, y pone en acción influencias para traerlo de vuelta a
la casa del Padre. El hijo pródigo volvió en sí en medio de su des-
gracia. Fue quebrantado el engañoso poder que Satanás había
ejercido sobre él. Se dio cuenta de que su sufrimiento era la con-
secuencia de su propia necedad, y dijo: “¡Cuántos jornaleros en
la casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco
de hambre! Me levantaré, e iré a mi padre”.19
Nadie ha dicho que volver sea cosa sencilla, Ellen G. White destaca
que el enemigo de Dios ejerce sobre muchos un poder engañoso que nos hace
cautivos de vicios, placeres y cosas materiales. Es verdaderamente desafiante
para muchos, y el conocimiento no será suficiente. Saber hacer lo bueno no
será suficiente, sino estar dispuestos a ponernos en las manos de Dios y hacer
su voluntad.
Respecto al conocimiento, la Escritura declara en Oseas 4:6: “Mi pueblo
perece por falta de conocimiento”. Aunque el profeta parece direccionar nuestra
mente a asuntos meramente cognoscitivos o intelectuales, la evidencia bíblica e
histórica demuestra que el principal problema de Israel no era la falta de un mero
conocimiento intelectual, sino evidenciar coherentemente en su vida práctica ese
conocimiento (Stgo 2:15-16). Un par de ejemplos muy sencillos, muchos sabe-
mos que debemos tomar dos litros de agua diariamente, pero pocos lo hacemos.
Muchos sabemos que para vivir más debemos tener una actitud positiva, pero
vivimos amargados y pesimistas (no confiamos en las promesas de Dios, sino en
nosotros mismos). El conocimiento es importante, pero no es suficiente si no lo
pones en práctica.
Por otra parte, el ejercicio de la voluntad es tan importante que puede
determinar el éxito de toda persona en cualquier ámbito de la vida. Asimismo,
Ellen G. White dice:
La voluntad es el poder que gobierna la naturaleza hu-
mana, sometiendo todas las otras facultades a su dominio. La vo-
luntad no es el gusto o la inclinación, sino el poder que decide,
que obra en los hijos de los hombres para obedecer a Dios, o para
desobedecerlo.20
La voluntad implica la capacidad de proponerse objetivos concretos y
luchar hasta alcanzarlos. Albert Einstein, uno de los más grandes pensadores de
nuestra historia dijo: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la elec-
tricidad y la energía atómica: la voluntad”.

19 Ibíd.
20 Ellen G. White, Mente, carácter y personalidad (Buenos Aires, Argentina: Asociación Casa Editora Sudame-
ricana, 1989), 2:718.

27
Y es que la voluntad puede generar un impacto ampliamente significa-
tivo en nuestra mente, cuerpo y espíritu. Esta nos tornará, no solo más eficien-
tes, sino más efectivos. Sin embargo, debemos cuidar de confiar únicamente en
nosotros, ya que esto nos llevará a excluir a Dios de la ecuación o del escenario,
dejándonos como el centro de nuestras victorias. Esto espiritualmente, tornará
cualquier logro en trapo de inmundicia (Is 64:6). Por ello, el salmista reflexionó:
“Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu
me guíe por un terreno sin obstáculos”. Para el salmista, las victorias verdaderas
del hijo de Dios encuentran mayor valor al sumar su voluntad al creador de la
voluntad (Fil 2:13).
Esta parte de la historia bíblica te invita a que coloques toda tu voluntad
en las manos de Dios. Ponte en sus manos y vuelve a casa.
La tarea de limpiarnos le pertenece a Dios
Lucas 15:20-24 dice lo siguiente: “Y cuando todavía estaba lejos, su pa-
dre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su cuello y lo besó. Y
el hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser
llamado hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus siervos: “Pronto; traed la mejor ropa y
vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies; y traed el becerro
engordado, matadlo, y comamos y regocijémonos; porque este hijo mío estaba
muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado”. Y comenzaron a
regocijarse”.
Esta parte de la historia se concentra en aquellos que lo reciben. Aquí
está su padre y aquellos que lo ayudan. Pero notemos, el relato dice: “Y cuando
todavía estaba lejos, su padre lo vio”. El texto sugiere que el padre se mantenía
atento al posible regreso de su hijo. No dice si él se sentaba a la puerta todos los
días para esperar a su hijo, pero sí nos comunica que todos sus sentidos estaban
atentos al mínimo indicio de su proximidad. Esto nos hace pensar en el amor de
una madre o un padre, para ellos su hijo siempre será su pequeño, no importa
cuántos años tenga, no importa que tenga 30, 40 o 50 años, no importa si tiene
ahora familia, no importa si se ha dejado crecer la barba, no importa si no ha po-
dido venir durante muchas semanas, para su madre ¡siempre será su pequeño o
pequeña! Y siempre habrá un plato de comida para él o ella en la mesa.
El texto dice que el padre no reparó en abrazar y besar a su hijo. Así
como el hijo no reparó en levantarse e irse tal cual estaba en el corral de los
cerdos. Aquí hay lecciones fundamentales. Primero, tú puedes pensar que fuiste
demasiado lejos para que Dios y la iglesia te acepten. También puede que pienses
que necesitas solucionar primero tus problemas para venir a Dios. Pero la historia
nos enseña que este joven enrumbó a buscar la solución más lógica para su vida.
El hijo pródigo razonó, reconoció su pecado y buscó ser perdonado y su padre no
escatimó en perdonarlo y restaurarlo. Y aquí viene la segunda lección, el padre
de la historia, muestra su emoción, alegría y amor inagotable por su hijo, lo cual

28
lo mueve a la acción. El padre es Dios y su amor es inagotable, es verdad que Dios
aborrece al que practica el pecado deliberado (Sal 7:11), pero también debemos
recordar que Dios ama al ser humano y es consciente que este se ha extraviado,
por lo que vino a buscarle (Lc 19:10) y morir para que tenga esperanza de salva-
ción (Ro 5:6-8). La declaración “porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a
la vida; estaba perdido y ha sido hallado” establece un precedente fundamental
en la salvación y perdón de todo aquel que busca volver a Dios. Recuerda, a Dios
le interesa mucho que tú vivas y te salves, pero sobre todo que recuerdes lo si-
guiente: ¡Solo él es el único que puede hacerlo! Ellen G. White señala:
En la parábola no se vitupera al pródigo ni se le echa en
cara su mal proceder. El hijo siente que el pasado es perdonado
y olvidado, borrado para siempre. Y así Dios dice al pecador: “Yo
deshice como a nube tus rebeliones, y como a niebla tus peca-
dos”. “Perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su
pecado”. “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pen-
samientos; y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia,
y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar”. “En aquellos
días y en aquel tiempo, dice Jehová, la maldad de Israel será bus-
cada, y no parecerá, y los pecados de Judá, y no se hallarán”.21
Conclusión y llamado
Esta historia nos enseña que no importa cuan lejos el ser humano haya
llegado. Dios siempre está atento para poder rehabilitar la vida de todo hijo pró-
digo moderno. Sin embargo, también nos recuerda que hay una cosa que nadie
puede hacer por ti, y es expresar pleno deseo de salvación. Vuelve a los brazos de
Dios, él esta dispuesto, ¿y tú?

21 White, Palabras de vida del gran Maestro, 161.

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30
6
LIBERACIÓN PARA
EL GRAN REENCUENTRO
Pr. Benjamin Rojas Yauri
“Porque Él nos libró del dominio de las
tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo
amado”
Colosenses 1:13
Introducción
La vida no siempre es alegría, pero siempre es separación. Muchas veces
nuestras tristezas son conocidas por todos, otras veces nuestras tristezas nadie
las conoce. Hay veces que lloramos en público y otras en la oscuridad de la noche.
Lo que es seguro es que todos lloramos. Pero en esta ocasión no hablaremos del
llanto, sino de la razón por la que lloras, tampoco hablaremos de todas las razo-
nes, solo hablaremos de una. Hay una razón por la que todo ser humano llega
a llorar, sin embargo, incluso este mal por la gracia de Dios puede ser vencido y
superado.
Este mal o azote que sufre toda la humanidad se resume en una sola
palabra: separación. Somos separados de quienes debemos estar unidos. Somos
separados por la muerte, por ideologías, por nacionalidades, por los estatus eco-
nómicos, por el estatus educativos, por los idiomas, razas, culturas, etc. Pero ¿por
qué tanta separación? Si le preguntásemos a Ellen G. White, ella nos respondería:
“A causa del pecado, el hombre quedó separado de Dios”.22 La mayor desgracia
humana es estar separada de Dios, de nuestro creador. Al estar separados de Él,
estamos separados de la fuente de la vida.
Dios me ha dado el privilegio de conocer a muchas personas, entre ellas
conozco por lo menos a dos que tuvieron que ser separadas de sus seres queri-
dos a muy corta edad. Sus familiares tuvieron que viajar a un país distante y ellos
tuvieron que quedarse solos sin poder verlos, no por días, no por meses, ni por
años, sino por décadas. Pero gloria a Dios porque Dios es poderoso para producir
el reencuentro.
Por eso en esta oportunidad quiero pedirte que grabes en tu mente y tu
corazón la siguiente frase: Solo Dios puede liberarnos para reencontrarnos con él
pero también con quien no te reencuentras hace mucho tiempo. Pero ¿por qué

22 Ellen G. White, La educación (Buenos Aires, Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1998), 28.

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solo Dios puede liberarnos para reencontrarnos con él y también de quienes hoy
estamos separados? El apóstol Pablo responde a esta pregunta en Colosenses
1:13, allí dice: “Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó
al reino de su Hijo amado”. Por lo tanto, solo Dios puede liberarnos del poder
que nos tiene prisioneros. Pero si permites que Dios te libre de ese poder, con
seguridad vivirás un gran reencuentro, un gran reencuentro contigo mismo, un
gran reencuentro con tu semejante y sobre todo un gran reencuentro con Dios.
Reencuentro contigo mismo
En el mundo en el que vivimos existe una frase bastante común “encuén-
trate a ti mismo”, incluso existe un programa de televisión titulado “Encuéntrate
a ti mismo”. Cuando la gente piensa en esto piensa en un momento de paz, en
un tiempo a solas, mejor si es en el campo, meditando y reflexionando sobre sí
mismo, la vida y todo aquello que le rodea.
Para muchos hoy en día la vida ya no tiene sentido, no tiene propósito
ni motivación, la vida se convierte en una carga pesada que sobrellevar. Por esta
razón, son muchos los que se dedican a llenar este vacío existencial con juegos,
placeres momentáneos e incluso con cosas buenas como el trabajo. Lamentable-
mente, todos ellos buscan llenar ese vacío existencial con aquello que nunca lo
llenará, por eso hay quienes incluso se quitan la vida, aparentemente habiendo
conseguido todo aquello que el ser humano quiere tener.
Solo Dios puede llenar el vacío existencial que este mundo de pecado
produce en el ser humano. Porque solo aquel que conoce a Dios llega a enten-
derse a sí mismo y esto le dará sentido a su vida. Entre las muchas cosas que la
Biblia dice, también dice quién es Dios y quiénes somos nosotros, leamos unos
textos al respecto.
• La Biblia dice que somos valiosos, pero no valiosos para nosotros mis-
mos o para nuestros semejantes, sino valiosos para Dios. El Señor dice
en su Palabra: “Porque tú eres de gran precio a mis ojos, porque eres
valioso, y yo te amo, entrego hombres a cambio de ti y pueblos a cambio
de tu vida. No temas, porque yo estoy contigo: traeré a tu descendencia
desde Oriente y te reuniré desde Occidente” (Is 43:4-5).
• La Biblia dice que soy una de las mayores maravillas que existe, por eso
la ciencia con todo su avance ni la filosofía en su mayor expresión con-
siguen explicar al ser humano y a su existencia. Al respecto la Palabra
del Señor afirma: “Tú creaste mis entrañas, me plasmaste en el seno de
mi madre: te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable.
¡Qué maravillosas son tus obras! Tú conocías hasta el fondo de mi alma”
(Sal 139:13-14).
• Pero la Biblia también dice la razón de nuestra existencia, el Señor no
solo dice que nos creó, sino para qué nos creó, leamos lo que la Palabra
del Señor afirma al respecto: “Nosotros somos creación suya: fuimos

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creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas buenas obras, que Dios
preparó de antemano para que las practicáramos” (Ef 2:10).
• Finalmente, la Biblia también nos recuerda que lo que somos es muy
bueno, pero aquello que serás es mucho mejor. La Palabra de Dios afir-
ma: “Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos
no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, sere-
mos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es” (1 Jn 3:2).
Por eso quiero pedirte que grabes en tu mente y tu corazón la siguiente
frase: Solo Dios puede liberarme del vacío existencial para reencontrarme con-
migo mismo, pero también con quien no me reencuentro hace mucho tiempo.
Porque solo Dios nos da el verdadero valor que tenemos, como también una
explicación correcta para nuestra existencia, así como un propósito digno para
nuestras vidas. El mundo en el que vivimos está gobernando por Satanás, somos
prisioneros de él y su gobierno se caracteriza por quitarle sentido y propósito a
nuestra existencia. Pero como lo dijo el apóstol Pablo en Colosenses 1:13: Dios
“nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado”.
Sin embargo, nosotros no solo necesitamos reencontrarnos con nosotros mis-
mos, sino también necesitamos reencontrarnos con nuestros semejantes.
Reencuentro con tu semejante
La sociedad en la que vivimos está llena de gente herida y solitaria.
Hay quienes ni siquiera pueden relacionarse con sus propios progenitores. Hay
quienes quisieran hablar con libertad con sus vecinos, padres, hijos, hermanos,
compañeros de trabajo, etc., pero no lo pueden hacer. Circunstancias de la vida
los han separado de quienes no desean estar separados y ahora se encuentran
sufriendo por ello.
Como ya se dijo, hay quienes están separados de alguien que no quie-
ren estar separados por barreras políticas, sociales o económicas. Puede ser que
este tipo de separación sea de las más fáciles de solucionar, aunque para algunos
incluso ello pueda parecer imposible. Puede ser que alguno tenga a sus padres o
algún ser querido viviendo en un país distante. Puede ser que alguno esté separa-
do de algún ser querido por la situación económica del otro, o puede ser que in-
cluso la tan ansiada educación haya producido una separación entre tú y alguien
a quien amas. Todo ello, Dios lo puede solucionar. Pues solo Dios tiene el poder
para romper toda barrera y unirnos nuevamente a nuestros seres queridos. En su
Palabra leemos: Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón
de los hijos hacia los padres” (Mal 4:6).
Por aquello que este texto dice, hay otra gran cantidad de personas que
se encuentran separadas de quienes más aman. Hay quienes viven en el mismo
país, en la misma ciudad e incluso en el mismo barrio o edificio, pero hace se-
manas, meses o años que no hablan con quienes les gustaría hablar. Problemas,
enemistades, herencias, malentendidos, el carácter de uno, la actitud del otro, la

33
mentira, el chisme, entre muchas otras cosas, dividen a seres queridos que deben
estar siempre unidos.
Pero existe un problema todavía mayor, uno que parece imposible de
sortear, que provoca el llanto de miles de personas cada día, a saber, la muerte.
Puede ser que tu ser querido no esté en otro país, puede ser que no tengas nin-
gún problema con él o ella, pero si tu ser querido está en el cementerio enton-
ces sufres igual. El ser humano daría todo para evitar la separación de sus seres
queridos por causa de la muerte, pero parece que nada puede evitar que suceda.
Hay muchos incluso que ya se han resignado y creen que así tiene que ser. Pero
déjenme decirles que ese nunca fue el plan de Dios, miren lo que dice la palabra
de Dios:
• La Biblia dice que fuimos creados para vivir para siempre, no para morir.
Además, la gran promesa del Señor Jesús es la siguiente: “Mis ovejas
oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y
no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Jn 10:27-28).
• La Biblia dice que fuimos creados para vivir unidos a nuestra familia no
para estar separados de ellos. La gran promesa de Dios es la siguiente:
“Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que
hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jehová tu Dios, y de allá te to-
mará” (Dt 30:4).
• La Biblia también dice que Dios incluso nos devolverá a nuestros seres
queridos que han muerto para que nunca más nos separemos de ellos.
Apocalipsis dice lo siguiente: “Y el mar entregó los muertos que había en
él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y
fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron
lanzados al lago de fuego” (Ap 20:13-14).
Por eso quiero pedirte que grabes en tu mente y tu corazón la siguiente
frase: Solo Dios puede liberarte de la separación que hoy tienes con alguno de tus
seres queridos, solo Dios puede hacer que te reencuentres con todos aquellos que
amas. Solo Dios puede liberarnos del reino de muerte en el que ahora vivimos
y llevarnos al reino de vida y reencuentro eterno que solo él nos puede dar. Sin
embargo, aquello que el apóstol Pablo dice en Colosenses 1:13, el Señor “nos
libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado”. Parece
que todavía no es una realidad. Nosotros sabemos por la Palabra de Dios que
pronto este traslado será una realidad. Cuando esta liberación final ocurra, tam-
bién ocurrirá el gran reencuentro, no solo con nosotros mismos, ni únicamente
con nuestros actuales seres queridos, sino el gran reencuentro con nuestro padre
Dios y con toda la humanidad.
Reencuentro con Dios
La realidad que hoy todos experimentamos, siempre está matizada por
el dolor. Incluso el mejor de los creyentes, e incluso el mismo Señor Jesús tuvo

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que sufrir aquello que nosotros sufrimos. Por eso el Señor Jesús dijo en cierta
oportunidad y con lágrimas en los ojos: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los
profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus
hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” (Mt
23:37). Dios quiere gozar de la compañía de cada uno de nosotros, pero no solo
de nosotros, sino también de cada uno de sus hijos del pasado. Él estuvo dispues-
to a venir convirtiéndose en un ser humano más para estar cerca de nosotros. Él
no nos extraña solo a nosotros, también extraña a Adán o a ese bisabuelito que
tú no conociste pero que tu abuelito o padre extrañan. Dios es padre de todos y
extraña la compañía de los miles y millones de seres que vivieron y viven hoy en
este mundo.
Pero lo más importante de todo es que Dios te extraña a ti. En su palabra
Dios nos dice de forma clara y emotiva lo siguiente: “¿Se olvidará la mujer de lo
que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide
ella, yo nunca me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de las manos te tengo
esculpida” (Is 49:15-16). Cuando el Señor Jesús estuvo en este mundo hizo gran-
des amigos, cuando se tuvo que separar de ellos por causa del pecado, les dijo a
ellos algo que también quedó registrado como una promesa para nosotros. “No se
turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre
muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar
lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os to-
maré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn 14:1-3).
Nuestro Señor y Dios, nuestro padre amante, nuestro creador y reden-
tor, quiere encontrarse con nosotros nuevamente. Pero lo más importante, no es
que él quiere; lo más importante es si tú quieres encontrarte con él. Si tú deseas
encontrarte con él, ya puedes hacerlo desde ahora, mediante la fe, a través de la
persona de nuestro Dios el Espíritu Santo. Hoy como una especie de adelanto ya
podemos acercarnos a Dios. El apóstol Pablo dice respecto a esto: “Acerquémo-
nos, pues, con confianza al trono de la gracia, para que obtengamos misericordia
y hallemos gracia para el oportuno socorro” (Heb 4:16; BTX).
Nunca dudes de que Dios quiere encontrarse contigo, por ahora median-
te la fe y tu entrega completa a Él, pero pronto, muy pronto, de forma física. Él
quiere darte un abrazo, el abrazo que un padre amante quiere dar a su hijo. Ahora
Él puede y quiere abrazarte mediante su iglesia, pues su palabra dice que su igle-
sia funciona ahora como sus brazos, por eso volver a los brazos de Dios es volver a
la iglesia de Dios. Su palabra dice: “Cristo también es la cabeza de la iglesia, la cual
es su cuerpo” (Col 1:18; NTV). Por eso, nuestro Señor, quiere que hagas parte de
su iglesia, porque quiere reunirse contigo allí, porque como su iglesia es su cuer-
po, Cristo quiere mediante su iglesia darte un abrazo y no soltarte nunca más.
Por ahora nuestro Dios quiere reencontrarse contigo mediante su igle-
sia, pero él mismo, al cerrar el libro del Apocalipsis y al dejarnos sus últimas pala-

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bras ha dicho lo siguiente: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para
recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio
y el fin, el primero y el último… Yo Jesús… soy la raíz y el linaje de David, la estrella
resplandeciente de la mañana… Ciertamente vengo en breve” (Ap 22:12, 13, 16,
20).
Por eso quiero pedirte que grabes en tu mente y tu corazón la siguien-
te frase: Solo Dios puede liberarte de la separación que tienes con él. Solo Dios
puede liberarte del reino de muerte y recibirte en su iglesia para darte un abrazo
de vida. Este abrazo no solo permitirá que vivas eternamente, sino que también
te dará el privilegio de vivir junto a tus seres queridos, pero sobre todo junto a
él tu Dios y creador por toda la eternidad. Nosotros sabemos por la Palabra de
Dios que el reencuentro final pronto ocurrirá, pronto nos veremos cara a cara con
Dios, pronto nos reencontraremos para nunca volver a separarnos.
Conclusión
Estar separado de Dios es lo peor que le puede pasar al ser humano,
porque estar separado de Dios significa nunca poder reencontrarse, ni con uno
mismo, ni con nuestros seres queridos, ni con la vida. Estar separado de Dios es
vivir bajo el reino de la muerte, es vivir solo para separarnos de quienes tanto
amamos. Por eso en esta oportunidad ya para terminar quiero recordarte que:
“Solo Dios puede liberarnos para reencontrarnos con él pero también con quien
no te reencuentras hace mucho tiempo”. ¿Por qué? El apóstol Pablo responde en
Colosenses 1:13: “Porque Él [es decir solo Dios] nos [puede librar] del dominio de
las tinieblas y [trasladarnos] al reino de su Hijo amado”.
Llamado
Solo Dios puede librarnos del reino de la muerte y llevarnos al reino de
la vida. Solo Dios puede hacer que tú y yo nos reencontremos con quienes tanto
amamos. Pero solo tú puedes darle la oportunidad a Dios de hacer realidad ese
gran deseo que tiene en su corazón. Solo tú puedes permitirle que él haga ese
milagro contigo, solo tú puedes abrir tu corazón para primero reencontrarte con
Dios mediante la fe y por medio de su iglesia y para que en un futuro te reencuen-
tres con él en el mismo cielo. Él quiere darte un abrazo amante, ¿se lo permitirás?

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7
INVITANDO A OTROS PARA
EL GRAN REENCUENTRO
Pr. Walter Alaña
“Y será predicado este evangelio del reino
en todo el mundo, para testimonio a todas
las naciones; y entonces vendrá el fin”.
Mateo 24:14
Introducción
En Mateo 24 encontramos el que se conoce como el sermón profético
de Jesús. Allí se describen las señales del tiempo del fin. En el versículo 7 se men-
ciona: “Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá
pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares”. Y el verso 8, añade: “Pero
todo esto es solo principio de dolores”. Sí, los tiempos finales que precederán al
retorno de Cristo serán difíciles. Por otra parte, este capítulo también enfatiza
que la estrategia preferida de Satanás para generar confusión es el engaño (vv.
4, 11, 24).
En contraste con las acciones de las fuerzas del mal, Mateo 24:14 anun-
cia que Dios usará a su pueblo para compartir el mensaje del inminente estable-
cimiento del Reino de Dios al mundo entero. Esta es una obra urgente. Todos
estamos invitados a colaborar con Dios en esta gran misión mientras todavía que-
da tiempo. Al revisar el registro bíblico, descubrimos que el ejemplo del profeta
Daniel es un maravilloso ejemplo de la clase de preparación que debemos reali-
zar para cumplir esta gran misión. Al repasar su experiencia al llegar a Babilonia,
comprenderemos tres hábitos que deben desarrollar todos aquellos que desean
estar preparados y ayudar en la preparación de otros para triunfar en el conflicto
final.
Consagración total: Daniel 1:8
“Daniel propuso en su corazón no contaminarse”. Estas palabras deno-
tan que Daniel era plenamente consciente que su primer deber en la corte de
Babilonia era servir a Dios con una lealtad indivisa. Comprendió que todo su ser
debía estar comprometido en este santo esfuerzo. No podía permitirse deshon-
rar a Dios en ningún aspecto de su vida. Para él, estaba claro que en la vida del
creyente no hay lugar para la falsa dicotomía entre lo secular y lo espiritual. En la
experiencia del creyente “todo es espiritual”.

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En contraste con las continuas invitaciones a vivir vidas equilibradas, la
sabiduría bíblica desafía a los discípulos de Cristo a vivir vidas ordenadas. La sa-
biduría bíblica trae orden a la vida y a las relaciones como resultado de tomar a
Dios en serio y concentrar la atención en la práctica del señorío de Cristo. En esta
clase de experiencia, el discípulo vive enfocado ya no en satisfacer las constantes
demandas de la “trinidad del yo” (mis deseos, mis necesidades y mis sentimien-
tos) sino en honrar a Dios en cada una de sus decisiones. Esto le permite vivir una
vida Cristocéntrica.
Vivir toda la luz que se conoce
Daniel entendió que la obediencia que Dios demanda no se limita a la
observancia a lo que usualmente se entiende por mandamientos, sino que in-
cluye otras instrucciones divinas que pueden ser considerada como ideales. La
obediencia a los mandamientos debe entenderse como el inicio de la jornada de
fe, pero no su final. Dios espera que demos continuos pasos de fe en dirección a
los ideales que traza para nuestra vida.
Daniel parece haber captado este concepto. Con agudo discernimiento,
a la hora de escoger el tipo de dieta que iba a consumir prefirió la dieta ideal que
Dios estableció en el Jardín del Edén. Sus palabras fueron: “Te ruego que hagas
la prueba con tus siervos por diez días, y nos den legumbres a comer, y agua a
beber” (Dn 1:12). En respuesta a la dieta babilónica ofrecida por el rey, Daniel eli-
ge un menú que “es una cita literal del texto de la Creación. Las mismas palabras
hebreas aparecen con las mismas asociaciones: ‘vegetales’, ‘dados’, ‘para comer’”
(ver Gn 1:29).”23 Esto sugiere que este fue un acto consciente y deliberado.
Desobedecer de manera consciente a una instrucción divina constituye
un acto de rebelión contra Dios (1 S 15:22-23). Sin embargo, la experiencia de
Daniel ilustra que, junto con los mandamientos, Dios espera que sus fieles con-
sideren los ideales revelados en Su Palabra. La experiencia de Daniel demuestra
que mientras más se avance en dirección a estos ideales, más manifiestas serán
las bendiciones que se reciban. Son estas bendiciones otorgadas por Dios las que
fortalecen el testimonio de los fieles y lo hace atrayente para los incrédulos. En-
tonces serán movidos a preguntar y escuchar las razones de nuestra fe. Como lo
dijera Ellen G. White: “Cuando vean que Dios nos bendice entonces las personas
serán llevadas a considerar las verdades que enseñamos”.24
Cuidar mi cuerpo
La experiencia de Daniel también enseña que el hábito de cuidar el cuer-
po a través de un estilo de vida saludable es el fundamento de cualquier otro

23 Jacques B. Doukhan, Secretos de Daniel: Sabiduría y sueños de un príncipe hebreo en el exilio (Buenos Aires,
Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2007), 18.
24 Ellen G. White, Loma Linda Messages (Payson, AZ: Leaves-of-Autumn Books, 1981), 14.

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desarrollo y, por lo tanto, debe estar en la base de un modelo bíblico de discipu-
lado. Luego de la decisión de cuidar su alimentación, Daniel 1:17 añade: “A estos
cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y
ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños”. Con claridad se
observa que, como resultado de la decisión de cuidar su cuerpo, Dios los capacitó
para alcanzar un elevado desarrollo intelectual y espiritual.
Finalmente, este desarrollo pleno e integral de todas sus facultades les
permitió alcanzar resultados sorprendentes. “En todo asunto de sabiduría e inte-
ligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y
astrólogos que había en todo su reino” (Dn 1:20). A esta altura, la obra de Dios en
Daniel 1 parece subversiva. Al comienzo de la historia encontramos cautivos de
un reino subyugados (vv. 3-4), pero aquí, estos mismos cautivos están a la cabeza
del cuerpo del servicio real del palacio. Los perdedores se han convertido en los
ganadores por los giros de la providencia de Dios.
El capítulo uno de Daniel finaliza con una declaración sorprendente: “Y
continuó Daniel hasta el año primero del rey Ciro” (Dn 1:21). La poderosa Babilo-
nia de los capítulos 1 y 2 ha caído, pero el siervo de Dios continúa. Sin embargo,
este texto es más que una declaración sobre Daniel. El texto es una especie de
parábola, como si dijera: Los reinos se levantan y caen, el pueblo de Dios conti-
núa. Y esa es la pequeña pieza de escatología que Daniel 1 quiere se capte antes
de continuar con el resto del libro. Recuerda que los siervos de Dios simplemente
resistirán a los reinos de esta era.
Conclusión
Gracias a su compromiso con Dios, Daniel fue el instrumento utilizado
por Dios para hacer brillar la luz de la verdad en todo el imperio babilónico. Como
resultado de su vida de testimonio, el poderoso rey Nabucodonosor finalmente
reconoció al Dios del cielo como el rey de su vida (Dn 4:37).
De este modo, Daniel se constituye en un ejemplo adecuado para los
fieles del tiempo del fin. Pues, así como Daniel cumplió fielmente su misión y
prevaleció en medio de circunstancias muy desfavorables, ellos también deberán
cumplir victoriosamente su misión en medio de las más grandes adversidades.
Llamado
En esta ocasión quiero invitarte a que tomes la decisión de hacer un
pacto con Dios a fin de que Dios pueda bendecirte y usarte como lo hizo con Da-
niel. Hay muchas personas a tu alrededor que viven en tinieblas. Necesitan la luz
de Dios a fin de estar listos para el Gran Reencuentro que muy pronto sucederá.
¿Puede Dios contar contigo para llevarles su luz?

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NOTAS:

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