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Los Derechos 2023 II
Los Derechos 2023 II
SOCIEDAD Y EL ESTADO
CÁTEDRA: Cagnacci (ex Alcaraz)
CBC - Universidad de Buenos Aires
El derecho
En nuestro país, se reconocen los derechos a todo aquel que habite la tierra
argentina, aunque no goce de ciudadanía. Es decir, qué es la ciudadanía depende de
qué ordenamiento jurídico estamos hablando.
También existen como sujetos de derechos las personas jurídicas (personas de
existencia ideal), y las personas no humanas. A diferencia de las personas, las personas
jurídicas no cuentan con el atributo de la corporeidad. Las personas no humanas, en
cambio, sí comparten con las personas humanas el atributo de la corporeidad, pero no
pertenecen a la especie humana. Podrían incluirse los animales y la inteligencia artificial,
pero es motivo de debate que excede a la materia.
La ciudadanía
El derecho tal como lo definimos no surgió con el Estado moderno. Sin embargo,
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no debemos olvidar que es una parte esencial de éste, porque el tipo de dominación
que prima es la dominación racional-legal.
La primera forma que adoptó el Estado fue la que denominaremos, en la
próxima unidad, el Estado liberal. Fue el liberalismo, como corriente de pensamiento
(amplia y diversa), la que teorizó acerca de sus fundamentos políticos, económicos y
sociales.
El liberalismo consideraba que la base de todo ordenamiento social era el
individuo: un individuo racional y autónomo, y por lo tanto libre de tomar las decisiones
que considere mejores en su camino a la felicidad. Para poder tomar estas decisiones,
el individuo debe gozar de ciertos derechos que le permitan el desarrollo pleno de sus
posibilidades, sin intervención de ningún poder.
Bajo el paradigma liberal, los derechos adoptan la forma de libertades
individuales.
Utilizaremos una distinción que nos será útil en el marco de la materia. Los
derechos civiles son derechos que permiten al individuo elegir libremente su camino de
felicidad o desarrollo individual. Estos incluyen las libertades de circulación, de opinión,
de culto, de expresión, de prensa, de comercio, de industria, de trabajar, de enseñar y
aprender, y también el derecho a la intimidad, el derecho a la seguridad jurídica y el
derecho a la propiedad privada.
Los derechos políticos permiten al individuo la participación en el gobierno y la
administración de los asuntos de su comunidad política. Según muchos autores del
liberalismo, es fundamental que sean los propios ciudadanos los que elijan el gobierno,
para tener formas de controlar que el gobierno no se torne arbitrario y despótico, y que
garantice el goce de sus derechos civiles. Los derechos políticos incluyen los derechos al
sufragio (voto), a presentarse como candidato en elecciones, a ser electo, de reunión,
asociación, de manifestarse y de peticionar ante las autoridades, entre otros.
Bajo este paradigma, la función del Estado es garantizar la paz, el orden y la
seguridad, en tres aspectos: de los individuos, de su propiedad y de las normas
jurídicas. El Estado es entendido como un Estado mínimo: debe intervenir lo menos
posible en la vida del individuo y en sus interacciones con otros individuos.
Sin embargo, hacia mediados del siglo XX esta concepción del Estado cambió,
dando lugar a lo llamaremos Estado de bienestar. Esta nueva concepción del Estado y
de sus funciones trajo aparejada una nueva concepción de los derechos: los derechos
sociales.
Su nombre no debe llevarnos a la confusión de que estos derechos se reconocen
a la sociedad. El paradigma de los derechos sociales todavía tiene como sujeto de
derecho por excelencia el individuo, es decir, la persona humana. La diferencia principal
radica en la función que se atribuye al Estado respecto de los derechos subjetivos.
Bajo la concepción de los derechos sociales, los derechos individuales (civiles y
políticos) no pueden ser efectivamente ejercidos si no existe un marco (social) que
garantice su ejercicio y goce. Por esto, es necesario que se garantice el marco propicio
para la efectivización de los derechos, y es el Estado es responsable de garantizar este
marco.
Veamos algunos ejemplos. El derecho a aprender es un derecho civil. Sin
embargo, si no existe un marco que garantice la posibilidad de elegir aprender, entonces
no podemos hablar de que se goce de este derecho. Es necesario que, además del
derecho de aprender libremente, exista el derecho a la educación. El Estado es
responsable de generar el marco propicio para que la educación sea un derecho, es
decir, accesible a todas aquellas personas que deseen ejercer su derecho civil de
aprender libremente.
La libertad de trabajar es un derecho civil, y uno muy importante, porque
terminó con la esclavitud (régimen bajo el cual trabajar no era una libre elección). Sin
embargo, para que se pueda elegir trabajar, deben estar dadas las condiciones
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necesarias: por ejemplo, debe haber puestos de trabajo disponibles. Por eso, debe
existir el derecho al trabajo: el acceso al trabajo es un derecho de todo aquel que elija
ejercer su libertad de trabajar. Además, debe estar garantizado que dicho trabajo se
realice en condiciones consideradas dignas, y esto implica que existan los derechos de
los trabajadores (derechos laborales).
Derechos y garantías en nuestra Constitución Nacional
Los demás tratados sobre derechos humanos, luego de ser aprobados por el
Congreso, necesitan el voto de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros
de cada Cámara para gozar de jerarquía constitucional.
En 1948, y en el marco de la
posguerra, se proclamó la Declaración
Universal de los Derechos Humanos.
Elaborada por representantes de todas
las regiones del mundo con diferentes
antecedentes jurídicos y culturales, la
Declaración fue proclamada por la
Asamblea General de las Naciones
Unidas en París, el 10 de diciembre de
1948 como un ideal común para todos
los pueblos y naciones.
La Declaración establece, por primera vez, los derechos humanos fundamentales
que deben protegerse en el mundo entero: los derechos humanos. Los derechos
humanos son derechos que corresponden a cualquier persona en tanto persona
humana, sin distinción de sexo, nacionalidad, lugar de residencia, origen nacional o
étnico, color, religión, lengua, edad, partido político o condición social, cultural o
económica.
Esto parece una obviedad, en tanto habíamos afirmado que los derechos
subjetivos son inherentes a toda persona, incluso a aquellos considerados incapaces del
ejercicio pleno de su voluntad. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial, el
mundo había presenciado violaciones a los derechos de enormes grupos de personas.
Ante el horror de la guerra, muchos Estados se reunieron para establecer una
serie de reglas de convivencia entre los Estados, con el objetivo de prevenir otra guerra.
La Declaración de los Derechos Humanos es uno de los acuerdos a los que arribaron, y
es ampliamente reconocida por haber inspirado y allanado el camino para la adopción
de más de setenta tratados de derechos humanos, que se aplican hoy en día de manera
permanente a nivel mundial y regional (todos contienen referencias a ella en sus
preámbulos).
Lo que caracteriza a los derechos humanos es que deben ser respetados sin
importar a qué Estado nacional pertenezca una persona, y en qué territorio se
encuentre. Así, los derechos humanos trascienden las fronteras de los Estados
nacionales, y suponen un límite al accionar de los Estados nacionales para evitar
violaciones de derechos, como ser los crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, los
DDHH acarrean el problema de que parece no quedar en claro quién ha de garantizar el
goce de estos derechos.
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Los crímenes de lesa humanidad
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Para más información, se puede consultar el documento publicado por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, titulado "Crímenes de lesa humanidad", y de autoría de
María Cristina Rodríguez.
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