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HORA SANTA 2024.

MONICIÓN DE ENTRADA:

Buenas noches, Señor;

Como hace más de dos mil años con los Apóstoles, con la misma
intensidad y fuerza, después de haber compartido contigo la eucaristía, que
es tu presencia misteriosa, real e íntima en el pan y el vino, venimos a
acompañarte cuando se hace noche en tu alma.

Has querido culminar con el gran regalo de la Eucaristía tu paso entre


nosotros. Arropados por este ambiente de oración y de silencio,
quisiéramos entender y comprender –más y mejor- el significado y el valor
de tu vida, la razón y el secreto de tu fortaleza para subir a la cruz.

Todavía sigue resonando en el interior de cada uno de nosotros el “tomen y


coman” “tomen y beban”. Han sido palabras que nos han sobrecogido,
cuando las escuchábamos, en la mesa fraternal que nos presidías en este
atardecer.

Haz, Señor, que tú presencia eucarística –en las horas de pasión y de


gloria, de sufrimiento y de muerte- sean para nuestra vida cristiana,
instrumento y llamada a la caridad y a la unidad.

Aún todavía en este momento, nuestros pies limpios, brillantes y secos, con
el gesto de tu inclinación y humillación con el que nos has sorprendido hace
unas horas, siguen recordándonos que no hay mayor grandeza ni mejor
carné de identidad, para el que te sigue, sino el servir hasta caer en tierra,
aunque muchos no entiendan este lenguaje.

En estos instantes, aquí y teniendo en el horizonte el Gólgota, seguimos


reteniendo en la retina de nuestros ojos, tu rostro besando nuestros pies,
tus manos troceando el pan recién amasado y bendiciendo el vino.
¡Gracias, Señor!

Permítenos, en estos momentos de soledad y de prueba, acompañarte y


fundirnos a ti en la oración en Getsemaní que –por todos nosotros- diriges
desde tu corazón sacerdotal al Padre.

Déjanos, Jesús, en este lugar adornado con flores e iluminado con las
lámparas de nuestra fe, y oscurecido por nuestros miedos y traiciones,
escuchar y meditar tus palabras que son tan necesarias para nuestro
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momento presente, donde más grande es nuestra debilidad para soportar la
cruz que salta a nuestro camino.

¡Permítenos estar, contemplar, disfrutar, sentir y vivir esta hora, en tus


horas sufrientes y redentoras!

CANTO: No adoréis a nadie

ACCIÓN DE GRACIAS:

(Un lector va desgranando las diversas oraciones y la asamblea, responde:


¡Gracias Señor! A la vez, como gesto, se irá acercando hasta el lugar
donde está reservado el Señor los diversos símbolos que se proponen.)

Gracias, Señor, por tu Palabra que nos invita a vivir con la fuerza del
Espíritu.

(Se ofrece una Biblia y se abre dejándola en un lugar visible y mirando a la


asamblea)

Gracias, Señor, por perdonarme y no llevar cuenta de mis pecados.

(Se trae, como signo de conversión, un plato con ceniza)

Gracias, Señor, por haberme lavado los pies y el corazón.

(Se acerca un lavatorio junto con una toalla)

Gracias, Señor, por tu grito a favor de los hermanos.

(Se acerca un corazón de tamaño grande)

Gracias, Señor, por haberte quedado real y misterioso en la Eucaristía.

(Se presenta una hogaza de pan y una jarra de cristal con vino)

Gracias, Señor, por los sacerdotes que actualizan tu presencia en el


altar.

(Se pone, alrededor del pan y del vino, una estola)

Gracias, Señor, por la oración que nos mantiene unidos a Ti

(Se presenta un candil)

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CANTO: Vaso Nuevo- El alfarero

LECTURA: Jn 15, 1-17

REFLEXIÓN

Recogemos en esta lectura los ecos de la celebración de esta tarde. Son


tantos los tonos y los matices del amor de Cristo, que nunca podremos
agotarlos.
Vamos a fijarnos en algunos valores que pone de relieve la lectura.
Decíamos que el amor de Cristo era: humilde, servicial, misericordioso,
entregado y solidario. También es fecundo y duradero.

Un amor fecundo

El amor siempre es fecundo. Es lo que llena la vida, lo que hace crecer, lo


que inspira al creador. Es fuerza difusiva y comunicativa. Deja siempre tras
de sí una estela seductora y liberadora.
Para mantener esta línea enriquecedora, el amor tiene que superar
muchos obstáculos, como el de la comodidad, el de la dispersión, el de la
superficialidad. Basta recordar las tres imágenes que utilizó Jesús:
- Necesidad de la poda para llevar más fruto.
- Necesidad de que el grano de trigo muera, para que no quede solo y
nazca la espiga.
- Necesidad del dolor para que la madre pueda ofrecer al mundo una
nueva criatura.
Para que el amor sea fecundo tiene que pasar por la muerte, pero no
se queda ahí, sólo es un paso. Este amor te vacía, pero te llena; te mata,
pero te da más vida.
Entonces el amor posesivo, cómodo, hedonista, sentimental, no
será fecundo. Sólo el amor generoso y oblativo lleva fruto.

Un amor duradero

En muchos casos de rupturas matrimoniales oyes decir que “el amor se


ha acabado”. Si el amor es auténtico y se cultiva no puede acabarse.
“Amistad que puede acabarse nunca fue verdadera”.
El amor es una energía que crece en la medida en que se usa. Sólo
cuando no se usa se agota. A la madre no se le termina el amor cuando
tiene muchos hijos, al contrario, cada retoño, una capacidad mayor.
Jesús habla con insistencia sobre la necesidad de permanecer.
“Permaneced en mí; permaneced en mi amor, que mis palabras
permanezcan en vosotros; como el sarmiento permanece en la vid; que
vuestro fruto permanezca”.
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El amor de Jesús permanece. Nosotros cambiamos, somos muy volubles
y hasta infieles. Jesús no se cansa ni se agota. “Con amor eterno te amé”
(Jr 3, 3). No se cansa de esperar y de perdonar, como el padre del hijo
pródigo.
Dios nos ata con correas de amor (cf. Os 11, 4). No queramos separarnos
de Él, que nos irá muy mal. “Nada ni nadie nos puede separar del amor de
Cristo: ni la tribulación, ni la angustia, ni la persecución...” (Rm 8, 35-39).
Nada ni nadie, solamente yo me puedo separar.

SILENCIO MEDITATIVO

CANTO: COMO EL PADRE ME AMÓ.

LECTURA: Evangelio de San Juan 14, 18-31

No les dejaré huérfanos, yo volveré a ustedes. Todavía un poco más, y el


mundo ya no me verá, pero ustedes me verán porque yo vivo y también
ustedes vivirán.

Ese día conocerán que yo estoy en el Padre, y ustedes en mí y yo en


ustedes.

El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama.

Y el que me ama será amado por mi Padre, y yo le amaré y yo mismo me


manifestaré a él.

Judas, no el Iscariote, le dijo: -Señor, ¿y qué ha pasado para que tú te


vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?

Jesús le respondió: -Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le


amará, y vendremos a él y haremos morada en él.

El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que escuchan no


es mía sino del Padre que me ha enviado.

Les he hablado de todo esto estando con ustedes; pero el Paráclito, el


Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, Él les enseñará todo y
les recordará todas las cosas que les he dicho.

"La paz les dejo, mi paz les doy; no se la doy como la da el mundo. No se
turbe su corazón ni se acobarde.

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Han escuchado que les he dicho: "Me voy y vuelvo a ustedes". Si me
amaran se alegrarían de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que
yo.

Se lo he dicho ahora antes de que suceda, para que cuando ocurra crean.

Ya no hablaré mucho con ustedes, porque viene el príncipe del mundo;


contra mí no puede nada, pero el mundo debe conocer que amo al Padre y
que obro tal y como me ordenó.

Haciendo oración-Gesto

Después de un silencio y el gesto, se puede responder con el siguiente


canto.

CANTO MÁS GESTO: “Nadie te ama como yo” (Martín Valverde)

ORACIÓN:

Hoy, aquí y ahora, en este huerto de Getsemaní donde velamos muy cerca
la pasión, el desgarro, la soledad y el dolor de Cristo, presentamos a Dios
tantas situaciones de agonía y de sufrimiento que se dan en la tierra o,
incluso, alrededor de nosotros mismos:

- Por aquellos que, ante los momentos de decisiones, se sienten


confundidos y probados por el desengaño y la debilidad. Roguemos al
Señor.

- Por los que se encuentran solos. Para que Dios sea su compañía y la
respuesta en medio de la soledad. Roguemos al Señor.

- Por tantos cristianos dormidos y atrincherados en la cobardía a la hora de


profesar la fe. Para que el Espíritu Santo nos despierte y demos razón del
amor que Cristo nos tiene. Roguemos al Señor.

- Por los que sufren y no tienen esperanza. Por aquellos en los que ha
perdido fuerza y vigor su Bautismo. Roguemos al Señor.

- Por los que no saben o no quieren rezar. Para que encuentren en la


amistad con Dios el apoyo necesario para vivir y ser felices. Roguemos al
Señor.

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- Por los que no creen. Por los que dudan. Por aquellos que “pasan” el cáliz
y del cáliz del Señor. Para que esta Pascua sea una palanca que mueva
sus corazones aletargados o indiferentes. Roguemos al Señor.

PADRE NUESTRO

ORACIÓN FINAL

Como el día antes de tu Pasión, nos hemos reunido contigo, alrededor de tu


mesa, como allí en Jerusalén, el día antes de tu Pasión.

Tú que tanto habías amado a tus amigos, les amaste hasta el extremo. Y te
levantaste de la mesa, y les lavaste los pies, como un signo de tu entrega
total, y como una invitación a que tus discípulos hiciésemos como Tú.

Y luego tomaste el pan y se lo diste, y tomaste la copa y se la pasaste: tu


cuerpo y tu sangre, tú, todo entero, alimento de vida para siempre.

Jesús, Señor, camino, verdad y vida. Gracias por ser nuestro alimento,
danos tu fuerza, tu gracia, para que vivamos unidos a ti para siempre, y
ahora, al salir de aquí, demos fruto como tú quieres.

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