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LA DOCTRINA DE LOS ACTOS PROPIOS ANTE UN ACUERDO DE PAGO DE

HONORARIOS

por Roberto G. Loutayf Ranea


María Alejandra Loutayf
María Jimena Loutayf
y Ernesto Solá
(Publicado L.L. 2013-E-487)

El caso
Una codemandada pretendía retirar una suma de dinero depositada en el expediente.
Se opusieron a ello dos profesionales que intervinieron en la confección de un
convenio de cancelación de deuda, en donde el tercero que la abona (pagador) se subroga en
los términos de los artículos 769, siguientes y concordantes del Código Civil y “toma a su
exclusivo costo, cargo y orden todos los gastos, impuestos, tasas honorarios y cualquier otro
concepto que pudiera surgir por la instrumentación, inscripción registral, ejecución y
cumplimiento y/o notificación del presente”.
El juez de primera instancia hace lugar a la oposición de los profesionales y pospone
la percepción de la suma de dinero depositada hasta tanto sean satisfechos los honorarios de
los letrados mencionados: expone como fundamento que los demandados fueron condenados
en una sentencia anterior al pago de la suma reclamada en autos con más intereses y costas.
Apela la codemandada, y la Cámara acoge el recurso y revoca la resolución recurrida
señalando que la apelante no debe abonar los emolumentos de los profesionales, ya que ellos
actuaron fundamentalmente en la instrumentación del convenio, con escasa actuación
judicial; y que en el convenio referido, el pagador asumió, aún cuando había sido dictada una
sentencia anterior que imponía las costas a los demandados, entre otras obligaciones, la de
abonar los honorarios, cupiendo entender que ello incluye la de los profesionales en cuestión
por las tareas desarrolladas para la celebración del mentado convenio, como así también las
labores llevadas a cabo en el juicio ejecutivo a partir de la incorporación del mismo.
De lo que pareciera surgir de la sentencia, los honorarios cuyo cobro preferente
pretenden los profesionales son los devengados por su tarea en la confección del convenio de
cancelación de deuda y por la actuación posterior que tuvieron en el juicio ejecutivo a partir
de la incorporación de ese acuerdo, tareas éstas que son posteriores a la sentencia que
condena a los demandados a pagar la suma demandada con más los intereses y costas.

Costas en ejecución de sentencia y en cumplimiento de sentencia de remate


Como principio general, las costas derivadas de la ejecución de una sentencia deben
ser soportadas por el condenado incumplidor, por cuanto fueron generadas por no haberla
cumplido en tiempo oportuno1; y debe abonar todos los gastos derivados de las medidas
necesarias para la efectividad del fallo 2.

1
LOUTAYF RANEA, Roberto G.: “Condena en costas en el proceso civil”, Buenos Aires, Astrea,
1998, pág. 347-348; CNCiv., Sala E, 11-12-1981, L.L. 1982-B-194; Id., Sala C, 1-8-1974, L.L. 156-821,
31.702-S y J.A. 24-1974-227. Id. Id., 13-12-1990, L.L. 1992-C-630, nº 7883.
2
LOUTAYF RANEA, Roberto G.: “Condena en costas en el proceso civil”, Buenos Aires, Astrea,
1998, pág. 349; GOZAÍNI, Osvaldo A.: “Costas Procesales”, Buenos Aires, Ediar, 1990, pág. 297; ALCALÁ
ZAMORA, Niceto: “Costas en la ejecución de fallos”, J.A.1946-II-26, sec. Doctrina.
Y en los juicios ejecutivos cuando se ordena llevar adelante la ejecución, es
obligación del deudor satisfacer los importes debidos; y si no lo hace, debe cargar con las
costas de la ejecución3.

Las costas como materia disponible por las partes


La circunstancia de que las costas deban ser impuestas de oficio, aun sin pedido de
partes, no impide que éstas puedan celebrar acuerdos al respecto, pues se trata de una
materia disponible por ellas y rige el principio de autonomía de la voluntad 4.

Acuerdo posterior a la sentencia que decide sobre costas


Si existe sentencia firme que impone costas, como principio, la misma rige la
situación de los abogados respecto a sus honorarios.
Un acuerdo posterior no puede modificar para los letrados la imposición de costas
dispuesta por esa sentencia, ya que los ampara la cosa juzgada y, por tal motivo, tienen un
derecho adquirido a cobrar los honorarios de la parte condenada en costas 5. Esto último es
así, salvo que haya conformidad de los profesionales6.

Las particularidades del caso en comentario


En el caso en comentario, la confección del convenio de cancelación de deuda y la
actividad de los profesionales en el juicio tuvieron lugar luego de dictada sentencia que
condena al pago de la suma reclamada y las costas. Pero la particularidad que presenta el
supuesto radica en dos circunstancias: una, que en el mismo convenio el pagador subrogante
ha asumido a su exclusivo cargo el pago de los honorarios por la instrumentación del mismo
y su ejecución. Y la otra, que los profesionales que reclaman el pago de sus honorarios son
los que confeccionaron ese convenio.
Evidentemente, tal acuerdo sobre el pago de los honorarios vincula no solamente a
las partes que lo celebraron sino también a los abogados que intervinieron en el mismo, si no
han dejado a salvo una solución distinta respecto a sus honorarios. La doctrina de los actos
propios no sólo se aplica en el caso a las partes que suscribieron el convenio, sino también a
los abogados que lo confeccionaron, quienes no pueden pretender para sus honorarios algo
distinto a lo que consta en el acuerdo.
Reiteradamente ha dicho la Corte Suprema de Justicia de la Nación que debe
desestimarse toda actuación que implique un obrar incompatible con la confianza que –
merced a actos anteriores- se ha suscitado en las otras partes7; que no es admisible que un
litigante pretenda aportar razones de derecho que contravengan su propia conducta anterior,
cuando ésta ha sido adoptada de un modo formalmente relevante y jurídicamente eficaz 8;

3
LOUTAYF RANEA, Roberto G.: “Condena en costas en el proceso civil”, Buenos Aires, Astrea,
1998, pág. 398-399; CNEsp.Civ.Com., Sala V, 14-8-74, Rep.L.L. XXXV-390, sum. 146; CApel.Civ.Com.
Salta, Sala III, 31-8-1984, Protocolo año 1984, pág. 775.
4
LOUTAYF RANEA, Roberto G.: “Condena en costas en el proceso civil”, Buenos Aires, Astrea,
1998, pág. 18 y 165; CNCiv., Sala F, 7-8-1992, E.D. 149-337, con nota de WETZLER MALBRÁN, Alfredo
R.: “Correcta aplicación de la doctrina de los propios actos”; Id., Sala B, 26-12-1986, E.D. 125-329;
5
LOUTAYF RANEA, Roberto G.: “Condena en costas en el proceso civil”, Buenos Aires, Astrea,
1998, pág. 170; CNCiv., Sala B, 16-8-1979, E.D. 85-512; CJSalta, Sala III, s/f, Protocolo año 1975, pág. 15.
6
LOUTAYF RANEA, Roberto G.: “Condena en costas en el proceso civil”, Buenos Aires, Astrea,
1998, pág. 170.
7
CSJN, 15-3-2011, “Provincia de San Luis vs. Consejo Vial Federal”, Fallos 334:323, J.A. 2011-II-
525, con cita del precedente de Fallos 315:890, entre otros.
8
CSJN, 7-8-96, “Ojea Quintana, Julio María vs. Estado Nacional”, Fallos 319:1331; Rep. E.D. 31-46,
n° 3.
que debe desestimarse toda actuación que implique un obrar incompatible con la confianza
que –merced a actos anteriores- se ha suscitado en las otras partes9. En sentido coincidente se
ha expresado que la doctrina de los actos propios, establece que nadie puede ponerse en
contradicción con sus propios actos invocando un derecho o ejerciendo una conducta
incompatible con otra conducta anterior deliberada, jurídicamente relevante y plenamente
eficaz10. Ello, dice Díaz Solimine, resulta realmente inadmisible porque constituye un límite
del ejercicio de un derecho subjetivo o de una facultad derivada del principio de la buena fe
y, particularmente, de la exigencia de observar dentro del tráfico jurídico un comportamiento
coherente11. Como lo destaca Eisner, el sustento moral y jurídico de esta doctrina residen en
el amparo y exigencia de la buena fe objetiva, la confianza suscitada, la coherencia del
comportamiento con repudio de la sorpresa y la emboscada y en particular el resguardo de la
seguridad jurídica –a saber a qué atenerse y conocimiento cierto de su situación- a cuyo
valor la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha privilegiado “por ser una de las bases
principales de nuestro ordenamiento jurídico cuya tutela incumbe a los jueces”, por lo que
tiene “jerarquía constitucional” 12. En sentido coincidente se ha señalado que la doctrina de
los propios actos importa una barrera opuesta a la pretensión judicial, por lo cual se impide
el obrar incoherente que lesiona la confianza suscitada en la otra parte de la relación e
impone a los sujetos un comportamiento probo en las relaciones jurídicas, pues no es posible
permitir que asuman pautas que suscitan expectativas y luego se contradigan al efectuar un
reclamo judicial13.
Es cierto que entre los presupuestos para la aplicación de la doctrina de los actos
propios debe existir identidad de los sujetos que actúan y se vinculan en ambas conductas;
debe tratarse de una identidad “jurídica”, en el sentido que sean las mismas personas físicas
o sus causahabientes 14. En el caso, si bien los profesionales no son las parte sustanciales en
el convenio de cancelación de deuda, al haber sido quienes han confeccionado el convenio -y
como consecuencia de tal actividad tienen honorarios devengados- la buena fe y la seguridad
jurídica exigen que resulten también vinculados por el acuerdo de costas allí instrumentado,
porque se trató de una conducta formalmente relevante y jurídicamente eficaz de los mismos
9
CSJN, 12-5-92, “Astilleros Costaguta, Fallos 315:890, en donde se cita los siguientes precedentes de
la misma Corte: 16-8-1978, “S.A. Indumenti”, Fallos 300:909; 6-2-1986, “Barrera de Serrano, María Elva vs.
Ferrocarriles Argentinos”, Fallos 308:72; Id., 21-10-1997, “Cadipsa S.A. vs. Provincia de Santa Cruz”,Fallos
320:2233 (emitido en un caso vinculado a un convenio sobre costas).
10
CSJN,17-3-98, “Cantos, José M. vs. Provincia de Santiago del Estero”, Fallos 321:532; L.L. 1998-
E-415; Morello, Augusto M.: “Recepción jurídica de la Teoría de los Propios Actos” en Revista del Derecho
Comercial y de las Obligaciones, 1976, año 9, pág. 814, Safontás: “Doctrina de los Propios actos”, JUS, n° 5,
pág. 28.
11
DÍAZ SOLIMINE, Omar Luis: “La buena fe procesal y la conducta de las partes”, L.L., revista del
19-3-2013.
12
EISNER, Isidoro: “La doctrina de los propios actos compromete también al obrar del tribunal
(“Venire contra factum proprium non valet”)”, L.L. 1987-C-280. Con cita de los siguientes precedentes de la
CSJN: año 1902, “Agustín Marteletti”, Fallos 96:280; Id., Fallos 109:666; Id., año 1958, “Penta S.R.L.”, Fallos
242:501; Id., año 1962, “Gómez Villafañe, Álvaro”, Fallos 252:134.
13
CNCiv., Sala J, “P. A. vs. S.A.C.”, 13-9-2011, L.L. Online cita AR/JUR/50081/2011.
14
PEYRANO, Jorge W.: “La doctrina de los propios actos en el ámbito del procedimiento civil”, en
PEYRANO, Jorge W. Director - ACOSTA, Daniel Fernando Coordinador: “Valoración judicial de la conducta
procesal”, Santa Fe, Rubinzal y Culzoni, 2005, págs. 221 y ss., específicamente pág. 232; MINOPRIO, César:
“El boleto de compraventa, el ejercicio abusivo del derecho y la prohibición de ir contra los propios actos”,
Revista del Notariado nº 742, p. 1261.
que razonablemente ha generado confianza en todos los sujetos que lo han suscripto, y no
pueden luego pretender apartarse de su contenido.

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