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ROBERT K.

MERTON

AMBIVALENCIA SOCIOLÓGICA
y

OTROS ENSAYOS

TRADUCCIÓN DEL INGLÉS POR JOSÉ LUIS LÓPEZ MUl"iOZ

ESPASA-CALPE, S. A.
MADRID
1980
BIBLIOTECA DIGITAL

TEXTOS SOBRE SOCIOLOGÍA

PRIMEROS SOCIÓLOGOS CIENTÍFICOS Y LAS CORRIENTES BIOLOGÍSTAS

FICHA DEL TEXTO

Número de identificación del texto en clasificación sociología: 1582


Número del texto en clasificación por autores: 42981
Título del libro: Ambivalencia sociológica y otros ensayos
Autor (es): Robert K. Merton
Editor (es): Espasa Calpe S. A.
Registro de Propiedad: Dominio Público
Año: 1980
Ciudad y País: Madrid – España
Número total de páginas: 73
Fuente: https://docer.com.ar/doc/s1x5xc
Temática: Robert King Merton (Meyer Robert Schkolnick) 1910 - 2003
14 ROBERT K MERTON

Como se hace constar en notas posteriores, estoy en deuda con dife..


rentes editores y casas editoriales por el permiso para reimprimir tra-
bajos aparecidos en sus revistas y simposios y a Ja National Science
Foundation por una beca para el Programa de Sociología de la Ciencia
en Columbia University, que permitió que se llevaran a cabo las investi-
gaciones necesarias para escribir varios de los ensayos. Tengo que dar
las gracias a Paul F. Lazarsfeld y Louis Schneider por haber sugerido
independientemente que los ensayos Ambivalencia sociológica y Las con-
secuencias imprevistas de la acción social se pusieran al alcance de un
público lector más amplio; a Elinor Barber por acceder a que nuestro PRIMERA PARTE
trabajo en común se reimprimiera en este volumen; a Raymond Firth
por el permiso para reproducir sus observaciones recientes sobre la his-
toria e importancia del concepto «paradigma»; a Harriet Zuckerman
por sus consejos sobre la selección y orden de los ensayos dentro
del libro; a Mary Wilson Miles por ocuparse otra vez de la preparación
de un manuscrito; y a Thomas F. Gieryn por convertir de nuevo la l. AMBIVALENCJA SOCIOLÓGICA
habilidad en la corrección de galeradas en el arte de revisar un (En colaboración con Elinor Barber)
manuscrito. Con la excepción de unas pocas correcciones de errores
evidentes de hecho y de sintaxis, los trabajos aparecen como se publi-
caron por primera vez. Esto significa, por supuesto, que los errores que Desde que Bleuler acuñó este término a principios de siglo, la ambi-
siguen existiendo son innegablemente míos. valencia (1) de las actitudes y del comportamiento humanos se han
R. K. M. venido investigando de manera continua, sobre todo por parte de los
Columbia University. psicólogos. Con orientación casi <!-ristotélica, Bleuler precisaba tres
Abril de 1976. tipos de ambivalencia: la emocional (o afectiva) en la que el objeto pro-
duce sentimientos positivos y negativos a Ja vez, corno en las relaciones
entre padres e hijos; la voluntaria (o conativa) en Ja que deseos conflic-
tivos hacen que resulte dificil o imposible tomar una decisión sobre
cómo actuar; y la intelectual (o cognitiva), en la que se mantienen ideas
contradictorias.
Mucho antes de que se acuñara el término, la experiencia humana
de la ambivalencia -verse empujado psicológicamente en direcciones

Reimpreso con el permiso de Sociofogical Theory, Values, and Sociological Change: Essays
in Honor of Pitirim A Sorokin, editados por Edward A. Tiryakian (Nueva York, The Free
Press, 1963), págs. 91-120.

(!) Eugen Bleuler, «Vorti-ag Uber Amb1valenz», en Zentralb!attfiir Psychoanalyse, 1910,


Pág.!; Demenria Praecox, oder Gruppe der Schizophrenien (Leipzig, Deuticke, 191J). Poste·
rionnente, Freud hizo notar lo lógico de la introducción por parte de Bleuler del concepto de
arnbivalencia, dadas sus propias hostilidad y devoción alternantes hacia el psicoanálisis.
Véase Ernest Jones, Sigmund Freud: Lije and Work (Londres, Hogarth Press, 1955), 11,
pág. 80
16 ROBERT K. MERTON AMBIVALENCIA SOCIOLÓGICA 17

opuestas- había sido señalada innumerables veces. Para no ir más allá_ tancia que se da en las teorías psicológicas y en los estudios de la ambi-
del siglo XVII ni salir de las fronteras francesas, no tenemos más que valencia a unas relaciopes sociales de indudable trascendencia real. En
examinar los escritos de Montaigne, La Rochefoucauld, La Bruyere y el análisis psicológico de esta estructura, el aprendiz estima al maestro y
Pascal para descubrir muchos pensées y máximas que hacen referencia a lo toma como modelo, aspirando al mismo tiempo a reemplazarlo, por
una amplia variedad de experiencias ambivalentes. Difícilmente podría lo que, al cabo de cierto tiempo, el maestro se convierte en un estorbo.
ser de otra manera. Cualquier observador de la condición humana Sin dar por hecho que tal ambivalencia sea típica, cabe señalar muchos
habría de advertir en seguida los casos más salientes de sentimientos, casos en la historia de la ciencia en los que se repite esta situación: la
creencias y acciones contradictorias. Sólo necesitaba mirar al interior clara actitud ambivalente de Kepler hacia Tycho Brahe; la muy mar-
de su propia psique o contemplar el comportamiento de los demás. Por cada de sir Ronald Ross hacia su maestro Manson en la búsqueda del
supuesto, el mismo Freud había notado algunos años antes de la crea. parásito de la malaria, ya que la devoción hacia su profesor le llevaba a
ción del término por parte de Bleuler las alternancias de amor y odio alabanzas exageradas, mientras que su necesidad de autonomía le
hacia-la misma persona, que, debido a la temprana separación de estos empujaba a criticarlo en exceso. Considérese también, como ejemplo
dos sentimientos, conduce de manera habitual a que se reprima el que bastante apropiado, la complicada historia del mismo psicoanálisis con
empuja hacia el odio (2). los secesionistas Jung y Adler exhibiendo su ambivalente actitud hacia
Tanto si los examinaban los ojos penetrantes de los primeros Freud; en sociología (sin tener que acercarnos más al presente) los con-
ensayistas o los no menos penetrantes de los psicoanalistas que vinieron fusos sentimientos del joven Comte hacia Saint-Simon; en psiquiatría, la
después, los hechos ambivalentes han sido fundamental o únicamente de Bouchard hacia Charcot; en medicina, la de sir Heverard Home
examinados en sus aspectos psicológicos. Siempre se han enfocado hacia John Hunter; y un largo etcétera con una lista interminable de
desde el punto de vista de las experiencias internas y de los mecanismos actitudes ambivalentes de aprendices en el campo de la ciencia (3).
psíquicos puestos en marcha por los esfuerzos para superar emociones, En todos estos casos hay que contar, por supuesto, con la estructura
pensamientos y acciones conflictivas. Sin duda, Freud y los que de las relaciones sociales entre maestro y discípulo para interpretar el
vinieron tras él señalaron algunas circunstancias sociales que contri- funcionamiento de la ambivalencia. Sin embargo, esta estructura queda
buían a la experiencia ambivalente. Tanto en la psicología moderna en la periferia de los análisis psicológicos del amor de aprendiz. De
como en los mitos antiguos, el complejo de Edipo explica la doble fun- ordinario no se hace el menor esfuerzo para analizar las diferentes pro-
ción del varón adulto como esposo-y-padre al considerar los simulti• babilidades de ambivalencia en las relaciones del aprendiz con su
neos sentimientos de amor y odio del hijo hacia él. Sin embargo, en. maestro que dependan de diferencias sistematizadas en la estructura de
estos casos la estructura de las relaciones sociales se acepta como algo sus relaciones y en la estructura de su campo de actividad. Si se prestara
dado; en ·sí mismas no pasan nunca a ser objeto de una investigación sis- la misma atención a la psicología y a la sociología de la ambivalencia, la
temática. investigación del amor de aprendiz podría considerar si la ambivalencia,
Otra manera de plantearlo es decir que, si bien las relaciones o univalencia, se produce más o menos fácilmente de acuerdo con las
sociales entre personas han intervenido en el análisis psicológico de la diferencias en esas estructuras. Por ejemplo, la relación entre maestro y
ambivalencia, nunca se han convertido en su principal objeto. Se las aprendiz en el mundo de la ciencia puede depender de que, por razones
considera como hechos del entorno histórico en lugar de examinarlas estructurales tales como la escasez de puestos de importancia en ese
corno inmersas en la dinámica de la estructura social para ver cómo y campo, el aprendiz «no tenga donde irn, una vez que termine su forma-
hasta qué punto la ambivalencia llega a estar incluida en la misma ción básica, con la excepción de la posición que su maestro sigue ocu-
estructura de las relaciones sociales. pando. Éste es uno de los tipos de situación estructural que lógicamente
Un ejemplo: la estructura del amor de aprendiz, la devoción de un
alumno o discípulo hacia su maestro, pone de manifiesto la poca impar•
.(3) Si se puede encontrar un ejemplo del esquema de ambivalencia del aprendiz
en el caso de Pitirim Sorokin en el Festschrift, es algo que el lector deberá decidir por sí
(2) Janes, op. cil., II, pág. 47. mismo.
AMBIVALENCIA SOCIOLÓGICA Y OTROS ENSAYOS.-2
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pue_de dar lugar ~ una actitud ambivalente. Pero si la estructura de la


sociedad proporc10na puestos en abundancia y algunos de ellos tenidos
en tan _alta estima como el que ocupa el maestro en ese momento, el
aprendiz puede verse menos impulsado por esas razones estructurales a
AMBIVALENCIA SOCJOLOGICA

EL CONCEPTO IlE LA AMBIVALENCIA SOCIOLOGICA


19

]
desa.rrollar una actitud ambivalente hacia su maestro. Y por los mismos Como ya se ha hecho notar, el concepto de la ambivalencia en psi-
motivos el maestro, en esta reciprocidad de relaciones, se verá menos cología se refiere a la tendencia experimentada por determinadas per- .
motivado para crear una actitud ambivalente hacia el aprendiz que en nas a orientarse al mismo tiempo en direcciones psicológicamente
sº "
estructuras menos amplias podría ser considerado como su «prema- opuestas, como amor y odio hacia la misma persona,_ aceptac1on y
turo» sucesor. Este ejemplo, brevemente esbozado, puede ayudarnos a rechazo, afirmación y negación. Este concepto lleva duectamente a
distinguir entre una orientación básicamente psicológica del estudio de , p~oblemas muy precisos: ¿Cómo es posible que persistan esas p~esiones
la ambivalencia y otra básicamente sociológica. opuestas? lCómo es que no prevalece una s_obre 1~ otra? ¿Que meca-
A diferencia de la orientación psicológica, la sociológica explora las nismos psíquicos pone en marcha la ambivalencia, separando, por
formas en las que la ambivalencia llega a incorporarse a la estructura de ejemplo, los componentes ._conflictivos y reprimiendo uno de ellos -el
los distintos niveles y cometidos dentro de la sociedad. Nos .lleva a exa- odio, por ejemplo- mientras la reacción exteriorizada frente al odio
minar los procesos dentro de la estructura social que influyen en la reprimido toma la forma de una acentuada manifestación de afecto? No
posible aparición de ambivalencia en determinadas clases de relaciones. son esos los problemas que aquí nos conciernen. Para nosotros el punto
Finalmente, nos lleva hacia las consecuencias sociales de la ambiva- esencial es que sean las que fueren las fuentes de la ambivalencia según
lencia en el funcionamiento de las estructuras sociales. la teoría psicológica, esta centra siempre su enfoque en cómo este o
Que el hacer una investigación sociológica de la ambivalencia no aquel tipo de· personalidad crea un tipo particular de ambivalencia Y
sustituye a la psicológica sino que la complementa de manera muy ins- trata de resolverlo.
t~uctiva, queda implícito en gran parte de lo que se ha dicho hasta aquí. La teoría sociológica de la ambivalencia se orienta hacia otros pro-
Sm embargo, parece que el énfasis dado a los aspectos psicológicos de blemas !Tluy distintos. Hace referencia a la estructura social en lugar de
la ambivalencia durante el último medio siglo ha contribuido de alguna a la personalidad. En su sentido más amplio la ambivalencia sociológica
manera, sin que nadie se lo propusiera activamente, a impedir el desa- contempla las expectativas incompatibles que con carácter normativo
rrollo de una teoría sociológica de la ambivalencia puesto que, visto de se asignan a las actitudes, creencias y comportamientos ligados a un
manera superficial, parecía tratarse de un tema exclusivamente psicoló- estatus (es decir, una posición social) o a un grupo de estatus en una
gico. El resultado es que las contribuciones del lado sociológico han sociedad. En su sentido más restringido, la ambivalencia sociológica hace
sido en general fragmentarias y sin relación entre sí y no se ha elabo- referencia a las expectativas incompatibles que con valor de normas
rado de manera sistemática una teoría de la ambivalencia que esté más están incorporadas a un determinado cometido o a un determinado
cerca de ser psico-sociológica. estatus social (por ejemplo, el cometido del médico como terapeuta en
_ Este breve trabajo no podrá, desde luego, equilibrar la despropor- cuanto distinto de otros cometidos que desempeñe y de su estatus como
ción entre la orientación psicológica y sociológica en el tema de la investigador, administrador, colega, miembro de una asociación profe-
ambivalencia. Pero quizá pueda proporcionar alguna indicación de sional, etc.). Tanto en el sentido más amplio como en· el más restrin-
cómo esas dos orientaciones se. relacionan. Centrándonos en el caso gido, la ambivalencia queda localizada en la definición social de come-
especial de las fuentes estructurales de la ambivalencia en las relaciones tidos y estatus, no en la manera de sentir de un tipo u otro de persona-
entre profesionales y clientes, podremos plantear algunos de los pro- · lidad. Como cabría _esperar y como descubriremos, la ambivalencia
blemas básicos que es preciso investigar, impidiendo al mismo tiempo sociológica es una de las fuentes más importantes de la ambivalencia
que nuestro campo de acción sea tan amplio que estos problemas psicológica. Personas dentro de un estatus o grupo de estatus con un
resulten demasiado imprecisos. - gran porcentaje de incompatibilidad en su definición social desarro-
llarán fácilmente tendencias hacia sentimientos, creencias Y comporta-
20 ROBERT K. MERTON
AMBIVALENCIA SOCIOLÓGICA 21
~ientos contradictorios. Aunque la ambivalencia sociológica y psicoló.
g1ca están conectadas empíricamente, teóricamente son distintas. Se funcionalmente consistente>► (9); y la ambivalencia inherente a la
hallan en planos diferentes de la realidad fenoménica, en planos dife- amplia variedad de éometidos que entraña el ocuparse al mismo
rentes de conceptualización y en planos diferentes en cuanto a causas tiempo del mantenimiento de una estructura de comportamiento y de
consecuencias. y obtener resultados prácticos; de trabajos cuya actividad se encamina
La leoria sociológica se ocupa de los procesos mediante los cuales /as fundamentalmente a mantener la cohesión social y de otros que sirven
estruct~ras sociales generan las circunstancias en las que fa ambivalencia para que se hagan las cosas que hay que hacer (10).
queda mcorporada a estatus y grupos de estatus determinados junto con /os En todos estos casos similares, las personas que o~upan esos estatus
comefl~dos sociafes que v~n unidos a ellos. Anticipando un poco lo que están expuestas a la ambivalencia. Y están expuestas a ella no en razón
vendra despues, sugenmos" que una fuente de ambivalencia se de su historia idiosincrática o de su p~rsonalidad característica, sino
encuentra en el contexto estructural de un estatus determinado. Otra porque la ambivalencia es inherente a los puestos sociales que ocu-
fuente se enc~entra en los múltiples tipos de funciones asignadas a un pan (11). A esto nos referimos al decir que la ambivalencia sociológica
estatus: por eJemplo, funciones expresivas e instrume,ntales. Estas dos es un concepto con base en la estructura social.
fuen~es han_ sido identificadas en una serie de análisis soc;:iológicos de la En el sentido más amplio de expectativas contradictorias incorpo-
amb1valenc1a durante, más o menos, los últimos veinte años: ambiva- radas a un estatus o grupo de estatus, la ambivalencia sociológica ha sido
lencia e~ e! ~ome~ido del burócrata cuando el cliente pide atención per- suficientemente investigada:. Pero se ha concedido muy poca atención a
sonal e md1v1duahzada, mientras que la burocracia exige un tratamiento la ambivalencia en su sentido más central y restringido de expectativas con-
generalizado e impersonal (4); el cometido del intelectual que es un flictivas con carácter normativo, definidas socialmente para un determinado
exp_erto en burocracia, y que tiene que compaginar valores que se cometido social, asociado con un determinado estatus. Dedicaremos a ese
den~an de _su profesión y los que derivan de la organización (5); la caso especial la mayor parte de este trabajo. Trataremos de analizar de
ambivalencia frente a éxitos no justificados por el estatus social de las qué modo función y estructura social determinan una ambivalencia
~e_rsonas que lo_s obtienen (y que entraña una respuesta positiva ante el socialmente incorporada a un determinado cometido, como por
ex1t~ Y una actitud negativa frente al estatus devaluado) (6); la actitud ejemplo el de terapeuta del médico que le exige al mismo tiempo un dis-
ambivalente de un ex miembro de un grupo (7); la actitud ambivalente tanciamiento afectivo del paciente y un compasivo interés por su bie-
de científicos hacia la precedencia porque su cometido incluye valores nestar. El tipo básico de ambivalencia sociológica plantea demandas
potencialmente incompatibles ( «el valor de la originalidad, que les lleva contradictorias sobre los miembros de un estatus en una determinada
a querer que se les reconozca la precedencia, y el valor de la humildad relación social. Y corno estas normas no se pueden materializar simultá-
que les_ lleva ª. insistir en lo poco que han sido capaces de lograr») (8): neamente por medio del comportamiento, se expresan mediante una oscila-
1~ amb1valen~1a en el papel del médico que le exige tratar de «armo-
mzar normas mcompatibles o potencialmente incompatibles en un todo
(9) Robert K. Merton, «Sorne Preliminaries lo a Sociology of Medica} Education», en
R. K. Merton, G. Reader, M. D. y P. L. Kendall, editores, The Student-Physician (Cam-
(4) Robert K. Merton, Social Theory and Social Structure (Nueva York The Free Press bridge, Harvard Umversily Press, 1957), pigs. 72-76.
1968, ed. aumentada), págs. 256-259. ' ' (10) Robert K. Merton, «Social Problems and Sociological Theory», en R. K. Merton
(5) lbíd., págs. 266-273, 277. Y R. A. Nisbel, edits., Contemporary Social Problems, t.• ed. (Nueva York, Harcourt Brace
(6) lbíd., págs. 483-486. Jovanovich, 1961), págs. 734-735.
(7) lbíd., pág. 349. (11) Para análisis relacionados con esta concepción véase Melvin Seeman, «Role Con-
. (8) Robert K. Merlon, «Prionlies in Scientific Discovery: a Chapter in the Sociology of ílict and Ambivalence in Leadership», en American Sociological Review, 18 (1953), págs. 373-
Sc1enceJ:, en Ameri~an Sociological Review, 22 (1957), pigs, 647-649. (Reimpreso en Merton, 380, Lewis Coser, The Funccions of Social Conjlict (Nueva York, The Free Press, 1956),
The Socwlogy of Sc1ence · Theoretical and Empírica! Jnvestigations, ed. y con una introducción págs. 61-65; W C. Milchell, «The Ambivalent Social Status of the American Politician»,
de Norman W. Storer (Chtcago y Londres, University of Ch1cago Press 1973) págs 284- en Western Political Quarterly, 12 (1959), pigs. 683-689; Werner Cahn, «Social Slatus·and the
324.) " " ·
Ambivalence Hypothesis: Sorne Critica! Notes and a Suggestion», en American Sociological
Review, 25 (1960), págs, 508-513.
22 ROBERT K MERTON AMBIVALENCIA SOCIOLOGICA 23

ción: pasando del distanciamiento a la compasión. de la disciplina a la per- y su dinámica diferirán según el número de personas que tengan una
misividad, de un trato personal a otro impersonal. determinada combinación de estatus. Cuantas más mujeres casadas
Antes de seguir adelante examinando el tipo básico de ambivalencia entren en el mercado laboral, habrá más que se vean sometidas a un
sociológica, vamos a esbozar otros tipos relacionados con éste y que conflicto entre obligaciones. Pero esto no es inherente al hecho de
han sido ya objeto de investigación. El segundo tipo de ambivalencia es ocupar un solo estatus y desempeñar un único cometido. Eso es parte. de
quizá el que ha sido investigado más exhaustivamente: la ambivalencia ¡0 que pretendemos al describir este tipo como derivado y no como tipo
que aparece en un conflicto de estatus dentro de un grupo de estatus básico de ambivalencia sociológica. También difiere del tipo básico en
(por ejemplo, el conjunto de posiciones sociaíes ocupados por cada per- cuanto que las exigencias contradictorias de los diferentes estatus
sona). Se dan, por ejemplo, los frecuentes casos de conflicto entre el incluyen personas diferentes en los cometidos complementarios de los
estatus de hombres y mujeres en el carÍtpo profesional y familiar; en su estatus en conflicto (las exigencias, por ejemplo, de un patrón y de una
estatus religioso y secular; en sus estatus público y privado como, por esposa). Pero en el tipo básico, la ambivalencia surge en la relación
ejemplo, el juez y el amigo o el del alumno en cuanto encargado de social con la misma persona. Entraña una ambivalencia estructural-
tareas disciplinarias y en cuanto compañero de otros estudian- mente provocada en una sola relación (la del abogado con su cliente) y
tes (12). Este tipo se ha estudiado especialmente en el caso del compor- no un conflicto entre relaciones (del abogado con su familia y con su
tamiento a la hora de votar bajo presiones opuestas (13). cliente, por ejemplo). Puesto que los conflictos en el conjunto de estatus
Esta segunda clase de ambivalencia sociológica sigue esencialmente han sido repetidamente examinados, no vamos a ocuparnos de ellos
un esquema de «conflicto de intereses o de valores» en el que intereses excepto cuando influyan sobre la ambivalencia que se dé en un determi-
y valores incluidos en diferentes estatus ocupados por la misma persona nado cometido asociado con un estatus particular.
originan sentimientos contradictorios y un comportamiento a base de Una tercera clase, comparable con la anterior, se da en el conflicto
componendas. Dicho más sucintamente, esto trae consigo intereses y entre varios cometidos asociados con un determinado estatus. También
valores conflictivos en el conjunto de estatus del individuó (14). Como es éste un tipo conocido de ambivalencia sociológica. El puesto de cate-
este tipo de ambivalencia lo provoca la estructura social, puede consi- drático de universidad o de científico en una·organización dedicada a
derársele como una forma de ambivalencia sociológica. Pero ésta investigar incluye muchos cometidos distintos: el docente, el de investi-
difiere de la primera o básica en un aspecto fundamental: su frecuencia gación, deberes administrativos, etc. Como algunos de los lectores de
este trabajo conocen bien por experiencia propia, las exigencias de
(12) La literatura sobre esto es tan voluminosa (Y todavía sin recoger) que bastarán
estos diferentes cometidos dentro de un estatus pueden ser conflictivas.
unas pocas citas. E. C. Hughes, «Dilemmas and Contradictions of Status)), en American No sólo plantean conflictos por sus demandas contrapuestas en cuanto
Journa/ of Sociology, 50 (1945), pá.gs. 353-359; Samuel A. Stouffer, Social Research to Test a tiempo, energía e interés de los ocupantes del estatus, sino que los
Ideas (Nueva York, The Free Press, 1962), págs. 39-67; Mirra Komarovsky, «Cultural Con- tipos de actitudes, valores y actividades requeridos para cada uno de
tradictions and Sex Roles)), en American Journal of Sociology, 52 (1946), págs. 184-189.
( 13) Tal como lo presentaron originalmente P. F. Lazarsfeld, Bernard Berelson y Hazel esos cometidos puede también ser incompatible (15) con los de los
Gaudet, The People's Choice (Nueva York, Duell, Sloan y Pearce, 1944), págs. 53-72, y en otros.
una gran variedad de estudios a partir de entonces. Un cuarto tipo de ambivalencia sociológica se da mediante la exis-
(14) Sobre las conflictivas exigencias de varios estatus en un conjunto de estatus indivi• tencia de valores culturales contradictorios mantenidos por miembros
dual, muchos datos válidos para el sociólogo y relativamente inexplorados se pueden encon•
trar en situaciones recurrentes, tema de definición legal, que están relacionadas con el «con• de una sociedad. Estos valores no están adscritos a un estatus determi-
fliclo de intereses». Para una excelente presenlación de esta figura desde el punlo de vista nado, pero se espera que todos los miembros de la sociedad los consi-
legal, véase Association of the Bar of the City of New York, en Conjlict of /nterest and deren como norma (e. g., patriotismo y honradez). Así, Robert Lynd
Federal Service (Cambridge, Harvard University Press, 1960). Las disposiciones sociales
expresamente elaboradas para reducir la frecuencia de semejantes conflictos eslructurales
de intereses proporctonan una fuente muy valiosa para el análisis sociológico de este tipo de (15) Véase, por ejemplo, Logan Wilson, The Academic Man (Nueva York, Oxford Um-
ambivalencia. Sobre la falta de integración del grupo de estatlLf, véase Merton, Social Theory versity Press, 1942), caps. 4, 5, 10, 11; William Kornhauser, Scienti:m inlnduslry: Conflictand
and Social Structure, págs. 422-424, 434-438. Accommodation (Berkeley y Los Angeles, University of California Press, 1962), cap. 7.
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hizo una lista de veinte premisas, unidas en parejas, que informan la tudios sobre «estructura social y destrucción de esas estructu-
es s» ( I9), será también en gran parte ignora
. d b .
o en este tra aJo que_ se
vida de los americanos, haciendo notar que incurren inmediatamente
«en un amplio porcentaje de contradicción, con la consiguiente ambi- r:ntra en el tipo básico de ambivalencia incorporado en un úmco
valencia» (16). Por ejemplo: ~ometido de un estatus social determinado.
Un sexto tipo de ambivalencia sociológica surge entre personas qµe
Todo el mundo tiene que tratar de triunfar.
han vivido en dos o más sociedades y han llegado a informarse as.í de
Pero: El tipo de persona que uno es, es más importante que el grado de éxito
obtenido. grupos de valores culturales que difieren entre_ sí. Esp~cia~mente eJem-
plificado por los inmigrantes, este caso especial ha si.do mte.nsamente
La familia es nuestra institución básica y el núcleo más sagrado de nuestra vida investigado por lo menos desde que Robert E. Park mtroduJo el con-
nacional.
cepto de «hombre marginal» y Everett V. Sto?equist (20) lo desarr~lló
Pero: Los negocios son nuestra institución más importante y, puesto que el bie-
nestar nacional depende de ellos, todas las demás instituciones deben ade. de manera efectiva. Dentro de una vena relac10nada, aunque algo dife-
cuarse a sus necesidades. rente, la teoría del grupo de referencia se ha ocupado de la ambiva-
lencia de las personas que aceptan ciertos valores mantenidos por
La honradez es el mejor sistema.
g'rupos de los que ellos no son miembr~s (21). Est~ tipo ~ombin~ de
Pero: Los negocios son los negocios y un negociante sería un estópido si no disi-
mulara. manera instructiva elementos del cuarto tipo de amb1valenc1a ( confhcto
cultural) y del segundo (conflicto dentro de un grupo de estatus).
Mientras estas premisas sean generalmente aceptadas sin que estén Aunque en esta orientación hacia un grupo del que no es miembro el
organizadas en grupos de normas para uno u otro cometido en parti- individuo no «pertenece» al grupo cuyos valores acepta y, por tanto, no
cular, pueden considerarse como casos de conflicto cultural. Al organi- se puede decir, como hecho social, que ocupe un estatus en conflicto, su
zarlas así se convierten en el tipo básico de ambivalencia sociológica, en identificación con ese grupo, aunque sea sólo como aspiración o en su
la que exigencias normativas incompatibles quedan incorporadas a un fantasía, le somete a las exigencias conflictivas de su propio grupo Ydel
cometido particular dentro_ de un estatus determinado. Los fenómenos grupo al eual aspira. Este tipo de ambivalencia se da probablemente de
de conflicto cultural han sido ampliamente investigados y aunque manera muy característica en las personas con movilidad social.
existen lagunas en, nuestra comprensión de los procesos que entraña un
conflicto de ese tipo no vamos a ocuparnos aquí de ellos (17).
Un quinto tipo de ambivalencia sociológica se da en la disyunción DESCRIPCIONES DE COMETIDOS SOCIALES: PICTÓRICA, SOCIOGRÁFICA,
entre aspiraciones prescritas culturalmente y los caminos socialmente ANALlTICA
estructurados para realizar esas aspiraciones (lo que uno de nosotros ha
descrito tiempo ha como la «estructura de la oportunidad») (18). No se Puesto que la ambivalencia sociológica en su sentido más profundo
trata de conflicto cultural ni de conflicto social, sino de una contradic- hace referencia a tendencias opuestas con valor de norma en la definición
ción entre la estructura cultural y la social. Se presenta cuando los social de un cometido, necesitamos considerar cómo han de caracteri-
valores culturales han sido interiorizados por aquellos cuya posición en
la estructura social no les permite actuar de acuerdo con los valores que (19) Merlon, Social Theory and Social Strucwre, págs. 185-248, Elinor G. Barber, The
han aprendido a estimar. Este tipo, examinado con algún detalle en Bourgeoisie m the 18th Century France (Princeton, Princeton University Press, 1955), págs. 56
Y sigs., y 141 y sigs.; Leo Srole, ((Social Integration and Certain Corollaries», en American
Sociofogical Review, 21 (1956), págs, 709-716; trabajos de Robert Dubin, Richard A Clo-
(16) Robert S. Lynd, Knowledgefor What? (Princeton University Press, 1939), cap. III. ward, American Socio!ogical Review, 24 (!959), págs, 147-189; E. H. Mizruch1, «Social
(17) Véase ibíd.; Karen Horney, The Neurotic Personafüy of Our Time (Nueva York, Structure and Anomia in a Small City», en American Sociolog1cal Review, 25 (!960),
W. W. Norton, 1937); y para una versión apasionada, literaria, de este tema, Paul págs. 645-654; y en éstos véanse referencias a otros estudios sobre el tema.
Goodman, Growing Up Absurd (Nueva York, Randon House, 1960). (20) Robert E. Park, «Preface)1, en The Marginal Man de Everett V. Stonequist (Nueva
(18) Véase R. K. Merton, «Social Conformity, Deviation, and Opportunity Struc• York, Charles Scribner's Sons, !937), y, por supuesto, el libro mismo
tures», en American Sociological Review, 24 (1959), págs. 177-189. (21) Merton, Social Theory and Social Structure, págs. 279-440.
26 ROBERT K MERTON AMBIVALENCIA SOCIOLÓGICA 27

zarse los cometidos para permitir el análisis de la ambivalencia. Lo ciógrafo trabaja un poco como el hombre de la calle que describiera
cierto es que no hay un grupo de categorías estándar que haya sido :~ agua como un líquido incoloro, transparente, inodoro .e_ insípido,
adoptado por sociólogos y antropólogos para el análisis sistemático de recogiendo así ciertos atributos verificables captados por la vista (y por
los cometidos sociales, Creemos de hecho que es posible identificar treS' otros sentidos). El sociógrafo es distinto del poeta, incluso de aquel,
tipos de descripciones de cometidos que coexisten actualmente en las humilde y poco conocido, que vio el agua como «belleza encarnada,
ciencias sociales: la pictórica, la sociográfica y la analítica. que brilla en la gota de rocío, canta e?, la lluv~a ~el verano,, r~splandece
Las descripciones pictóricas de los cometidos sociales son retratos rea. en joyas de hielo ... », etc. (22). Tamb1en es d1stmto del qmm1co que ve
listas. El cometido del ejecutivo o del ama de casa o del dirigente el agua pura como hecha de hidrógeno (11,188 por 100 de su peso) y
obrero queda descrito en términos tan concretos y tan vívidos que el oxígeno (88,812 por 100) en la proporción de dos átomos de H por uno
lector reconocería inmediatamente a las personas que desempeñan esos de O, útil como disolvente y agente catalítico, aunque mal conductor de
cometidos nada más ponerse en contacto con ellas. Aunque estas des- Ja electricidad.
cripciones pictóricas pueden ser valiosas como principio, no son la Buena parte del estudio sociológico de los cometidos sociales fun-
tarea que el sociólogo está específicamente o mejor prep-arado para ciona en el plano de la sociografía, aunque menos, a medida que pasa el
llevar a cabo. Es más bien lo que el novelista o el historiador trata de tiempo y se acumulan los conocimientos. Un estudio de los cometidos
hacer. La capacidad de percepción de un sir Walter Scott o de un de hombres y mujeres en una sociedad esquimal (23) que registra más
Balzac les permitió pintar retratos representativos de importantes de trescientas actividades asignadas a uno u otro sexo o compartidas
cometidos sociales. Al hacerlo, por supuesto, sus descripciones captu- por ambos nos proporciona una típica descripción sociográfica. La lista
raron inevitablemente algunos aspectos sociológicamente relevantes. de actividades es típicamente sociográfica: cuidado de la casa, la caza
Esto es en parte el motivo de que el conjunto de sus personajes, que como fuente de alimentación, tipos de peinados, prácticas de tatuaje,
desempeñan cometidos sociales bien definidos, resulten individual y etcétera. Desde el punto de vista de imágenes vívidas, no llega a las des-
colectivamente reconocibles; de que proporcione al lector esa sensa- cripciones de un libro como el Kabloona de De Poncins, por ejemplo.
ción de lo intuitivamente familiar que le lleva a decir: «Todo esto es Ni pasa de ser un simple estudio preliminar al arnHisis sociológico que
cierto; así es cómo era en realidad.» También es esa la razón de que trataría de identificar las propiedades abstractas de esas actividades
Waverley o lvanhoe o O/d Mortality nos familiaricen con esos individuali- asignadas a los cometidos específicos de cada sexo.
zados héroes de la mediocridad que Scott elige para tipificar los aconte- Que las descripciones sociográficas de los cometidos sociales predo-
cimientos sociales de mayor trascendencia en cada época de la minan todavía puede verse ojeando los libros de texto de sociología,
sociedad inglesa que examina en sus obras. Y ésa es la razón de que los esos compendios del estado actual del arte sociológico. Siguiendo la
cuarenta volúmenes de La comedia humana nos presenten, en primeros prílctica más extendida, los libros de texto de manera característica des-
planos, retratos sociológicos de tipos característicos en cada clase criben los componentes de los cometidos sociales con el lenguaje de la
social y en cada ocupación que Balzac contempla con su mirada llena calle. Así un excelente libro de texto observa acertadamente que «los
de discernimiento. elementos de un cometido social son al mismo tiempo claros y s~tiles» y
A medio camino entre el arte pictórico, gráfico, del novelista socio- en seguida continúa con un ejemplo sociográfico: «Sabemos 1(! que un
lógico, y las formulaciones abstractas y analíticas del sociólogo están las profesor tiene que hacer para cumplir con su cometido prák'sional:
descripciones en parte narrativas y en parte clasificadas por categorías transmitir a sus alumnos algún tipo de información o habilidad, y seguir
del sociógrafo. La sociografia de los cometidos sociales narra sin situar a
sus principales personajes en la trama argumental más o menos com-
pleja que ayuda al novelista a presentar las relaciones sociales en su (22) Resulta perfectamente adecuado que estas líneas d~_ un p?ema en prosa a A Glass
complejidad. La sociografía clasifica también los cometidos sociales, of Water fueran escritas por John Bartholomew Gough, el dec1mononico abogado de la tola!
pero lo hace en categorías extraídas de la vida diaria más que acu- abstinencia de líquidos alcohólicos. , .
(23) Naomi M. Giffen, The Roles of Men and Women in Eskimo Culture (Ch1cago, Um-
diendo a las formulaciones más abstractas de la teoría sociológica. El versity of Chicago Press, 1930).
28 ROBERT K MERTON AMBIVALENCIA SOC/OLÓGJCA 29

para ello ~~todos más o menos aceptables. Pero en algunas comuni. soriales directas e ingenuas cuando equivocadamente creen que los
darles tamb1en se e~~era que el profesor prescinda del tabaco y del aleo. sociólogos están tratan~do de describir el mundo social fotográfica-
hol...>► (24). Tambien, el cometido del encargado de una pequeña mente (26).
empre~a queda esbozado en otro texto: «Las demandas sociales de su Se han hecho diversas tentativas para idear clasificaciones fructí-
cometido_ es que es~é presente en la fábrica a la hora adecuada, que feras de las propiedades y componentes de los cometidos sociales. Y,
vaya vestido_ con traJe en lugar de usar mono, que organice el trabajo por supuesto, tales clasificaciones son necesarias para el análisis teóriCo
lleve un registro de la producción y la distribución ... » (25). y de la ambivalencia sociológica. Una de esas clasificaciones ha sido pre-
Tales descrip~iones s~ciográficas son sin duda una fase indispen. parada por Pitirim Sorokin, que analiza los cometidos sociales (27) y las
sab~e en el c~m1~0 hacia el análisis sociológico de los cometidos relaciones sociales como combinac\ones de las siguientes propiedades:
sociales. D~scnpc~ones bastante concretas de la·s normas incorporadas dirección de la relación social (mutua y bilateral o predominantemente
a un com,e~1~0 s0~1al son necesarias antes de que sea posible someterlo unilateral); su alcance (desde un reducido sector vital hasta casi todo el
ª- un anahs1s mas abstracto. La última parte de este trabajo, por espectro); su intensidad; su duración y, finalmente, el tipo de influencia
eJemplo, es en gran parte sociográfico, con sólo algunos análisis de (directa o mediata e indirecta) (28). Las relaciones sociales particulares
c_uando en cuan~o en los ~ue se utilizan conceptos-abstractos y sistemá- son síntesis de los valores de estas variables que, de acuerdo con la
tt_camente _org~n_12ados. Sm emb_argo'. ,hay que considerar las descrip- teoría, pueden hallarse en todas las relaciones sociales. Las relaciones
c10nes ~oc10gráf1cas como una s1tuac1on pasajera. La sociografía no es entre partícipes en un mismo cometido no se describen sino que se ana-
un sustituto permanente del análisis sociológico. lizan en los términos de esas variables. Sorokin llega incluso a usar la
Más ~llá de la descri?ción pictórica y de la sociográfica existe un instructiva analogía con los componentes químicos, diciendo que <~de
ter~er m,etodo para exammar los cometidos sociales: el del teórico de la manera similar, en la vida social real la solidaridad y las relaciones anta-
s~c10log1~. Desde el punto de vista de la sociología teórica, los come- gónicas no aparecen sólo en su forma pura, sino también en diferentes
~idos sociales son combinaci,o~es de propiedades específicas y con- combinaciones de estas formas. De estos tipos combinados, tres son
~u_ntos de c?mponentes espec1f1cos. Especialmente a nivel de análisis e particularmente importantes... estas formas son familística (predomi-
I~cJuso a mvel de la síntesis posterior, estas descripciones teóricas no nantemente solidaria); mixta (parcialmente solidaria, parcialmente
sirven para reconoc_er el cometido de inmediato. Para continuar con la
analog1a puede decirse que están más cerca de la fórmula química del
(26) Al menos en este respecto, las críticas concienzudamente mal informadas del aná-
agua que de un cuadro representando unas cataratas. De la misma lists -sociológico calificándolo de «no realista>► porque no es inmediatamente descriptivo son
manera que 1~ fórmula no proporciona ninguna imagen sensible de lo un poco como las primeras protestas contra el impresionismo y muy semejantes a los chistes
que_ se ve a~ ~mrar el agua, ya sea en la naturaleza todavía virgen O en la despreciativos dirigidos contra el arte abstracto.
(27) Sorokm rechaza explícitamente el término «cometido social>►, diciendo que «prác-
cocma fam1har, estas descripciones abstractas de los cometidos sociales
ticamente no añade nada al término definido con mas precisión de "la totalidad de los dere-
parecen muy alejadas de la «realidad» de cada día. Y a eso se debe chos y deberes" excepto cierLo Valor pedagógico de claridad>►. Pero puesto que el término
el que_ los profanos consideren con frecuencia los análisis socioló- ha sido ampliamente adoptado por los sociólogos, aunque sea sólo por tratarse de una nota-
gicos mcre1blemente remotos del mundo de las experiencias sen- ción más sucinta que la frase preferida por Sorokin y puesto que, a pesar de sus objeciones,
Sorokin mismo procede a usarlo repetidamente en el mismo libro y puesto que su crítica es
en buena parte una mera cueslión de gusto terminológico, nos hemos tomado la libertad de
. (24) ~ly C:~lnoy, Society, 1_-• ed. ~Nueva York, Random House, 1961), pág. 30. Reíle• usar el término «cometido social» al hacer referencia al análisis de Sorokin. Para su repudio
J~ndo la s1tuac10n de los ~stud1os s_oc10ló~1cos, Chinoy daba a entender que tales descrip• del término, véase P A. Sorokin, Society, Culture and Personality (Nueva York, Harper and
~10nes eran sólo un paso ~nter?1edm hacia el análisis sociológico de los comelidos: «Una Row. 1947), pág. 89, i10ta.
1m~ortante tarea de la s~c10logia es descubnr no sólo las normas explícitas y evidentes que (28) lbíd., págs. 95 y sigs. Qmzá aquí hagan falta unas palabras más a modo de explica-
defi~e_n Y regulan las accmnes humanas smo también las que permanecen ocultas bajo Ja su- ción. Es cierto que Sorokin trata aquí «tipos de interacción social» mis que «cometidos
perf1c1e.» sociales». Pero estas interacciones sociales estructuradas y recurrentes son, por supuesto,
(25) Amold M. Rose, Sociology, 1.• ed. (Nueva York, A. A. Knopf, 1956), pá• relaciones sociales, es decir, relaciones entre los cometidos establecidos en un·s1stema so-
gina 117. cial.
30 ROBERT K MERTON AMBIVALENCIA SOCJOLOGICA 31

antagónica), dentro de la cual las relaciones contractuales son muy de Jos cometidos sociales no expresamente i~c~uidos en estas cl~sifica-
típicas; coercitiva (preeminenternente antagonista)» (29). ·ones, afectan a las rela.ciones entre los part1c1pes en un cometido. La
Por su utilidad para nuestro análisis de la ambivalencia sociológica :ayor o menor posibili~ad de ser ob~ervado en .la realización del c~rne-
debemos tomar nota de una afirmación muchas veces repetida po; tido (prescrita con caracter normativo), por eJemplo, es una va-r:iable
Sorokin: que las relaciones sociales en la vida real son predominante- ruciaJrnente significativa que afecta el carácter de las relacione~
mente de un tipo u otro y no compuestas de tipos puros. Más adelante :aciales. Otros atributos estructurales de los cometidos son la extensión
veremos que es precisamente el no limitar nuestra atención a los atn. y la complejidad de los conjuntos de cometidos, la variabilidad normati-
bulos dominantes de un cometido o de una relación social lo que nos vamente estructurada en el margen que se concede a los ocupantes de
orienta hacia las funciones y la estructura de la ambivalenciá socioló- un estatus para desviarse de la letra estricta de las normas, las restric-
gica. Pero de momento sólo necesitamos darnos cuenta de que la clas¡. ciones estructuradas sobre el número de participantes en el cometido
ficación de Sorokin no es ni pictórica ni sociográfica; es, en cambio, (como en la monogamia y otros juegos sociales), el grado de vaguedad o
analítica y sintetizadora. claridad en las reglas relativas al cometido, etc. (31).
La clasificación de «variables en modelos de conducta» de Talcott
Parsons que asigna aspectos de modelos normativos incorporados a los
cometidos sociales, se superpone en parte a la clasificación de Sorokin.
NORMAS Y CONTRA-NORMAS
Desde este enfoque, cada cometido social está compuesto ya sea de
afectividad (normas que piden una clara expresión de sentimiento) o
neutralidad (sin expresión de afecto); carácter difuso (obligaciones muy Sí es de nuestra incumbencia aquí el determinar cómo concebimos
amplias) o especificidad (obligaciones expresamente limitadas); univer- la estructura de los cometidos sociales. Desde la perspectiva de la ambiva-
salismo (obligaciones sin tener en cuenta el estatus social del otro) o lencia sociológica, vemos un cometido social como una organización diná-
particularismo (obligaciones sólo hacia aquéllos con estatus espCcífi- mica de normas y contra-normas, y no como una combinación de los
cos); interés sobre cualidades o atributos de los participantes en el atributos dominantes (como neutralidad afectiva o especificidad funcio-
cometido o sobre su rendimiento; y finalmente, orientación hacia uno nal). Proponemos más bien que las normas más importantes y contra-
mismo (cuando el cometido exige la satisfacción de intereses propios)u normas menos importantes dominan alternativamente el comportamiento en
orientación hacia la colectividad (si se exige que el interés personal un cometido produciendo así la ambivalencia.
quede subordinado al colectivo) (30). Esta línea de investigación difiere de la indicada por las advertencias
No tratamos de dilucidar aquí cuál de estas clasificaciones, la de tanto de Sorokin como de Parsons relativas a que las relaciones sociales
Sorokin, la de Parsons o alguna otra sobre atributos de los cometidos, no pueden analizarse exhaustivamente en los términos de sus atributos
será al final la más productiva. (Es un hecho alentador que, en parte, las dominantes. Sorokin, como hemos visto, advierte que las relaciones en
dos primeras clasificaciones se superpongan.) Ni necesitamos dete•· los cometidos son sólo predominantemente de una clase u otra; que
nernos más de un momento para indicar que otros aspectos abstractos muy raras veces son sólo puramente familísticas o coercitivas. Y Par-
sons, escribiendo sobre las «variables en modelos de conducta», hace
(29) P. A. Sorokin, Soc1e/y, Culture and Per.wnalily (Nueva York, Harper and Row, referencia a la primacía de una u otra, de manera que no se aplican
1947), pág. 99. necesariamente a «cada acto específi.co dentro del cometido» (32). El
(30) Para una de las diversas exposiciones de ]as variables en modelos de conducta,,
véase The Social Sysrem de Talcott Parsons (Nueva York, The Free Press, 1951), págs. 51-67.
Para nuestros objetivos actuales, no nos es necesario examinar la sugerencia de Parson d~ (31) Como podrá vislumbrarse mediante los ejemplos, los atributos de los cometidos
que eslos cinco pares agotan las posibilidades lógicas de vanabtlidad de modelos de come- son en cierta manera similares a propiedades de grupos que están, después de· tocio, organi-
tidos en este plano particular de generalidad (pág. 66). Como Harry M. Johnson hace not.a( zados en forma de estatus interrelacionados y cometidos asociados. Véase Merton, Social
en su resumen, éstas ~ son «las únicas distincmnes que pueden hacerse al clasificar los Theory and Social Structure, págs. 364-386, para una lista de propiedades de grupo que
modelos de cometidos». Sociology (Nueva York, Harcourt Brace Jovanovich, 1960), pueden adaptarse de la misma manera.
pág. 136, nota. (32) Parsons, The Social System, pág. 61.
32 ROBERT K. MERTON AMBIVALENCIA SOCIOLÓGICA 33
cometido de un funcionario público, por ejemplo, que queda definido ntan al tratar de cumplir sus funciones (33). Esto se pierde de vista al
primariamente como orientado hacia la colectividad, permite, sio :~alizar los cometidos sociales sólo haciendo uso de los atributos más
embargo, a esa persona, una orientación personal a la hora de elegir
importantes. , . . ,
entre diferentes trabajos, aunque se espera que se oriente hacia la Continuando con el ejemplo de los med1cos, hay que decir que solo
colectividad al tomar postura en una cuestión de decisiones pU. s cierta en parte la afirmación de que su cometido les exige ser afecti-
blícas. ~amente neutrales en sus relaciones profesionales con los pacientes. De
Aunque esas advertencias son en sí mismas importantes, no no3 hecho este aspecto de su cometido (y no, volvemos a repetirlo, mera-
orientan hacia la estructura de los cometidos sociales incluida en la mente el comportamiento concreto de este o aquel médico) es bastante
noción de ambivalencia sociológica. Es cierto que el procedimiento de más complejo. Como los trabajos de la Universidad de Columbia sobre
caracterizar los cometidos sociales sólo en los términos de sus atributo! los estudiantes de medicina han puesto de manifiesto, al médico se le
dominantes no agota la complejidad normativa de tales cometidos. Tal enseña a orientarse tanto mediante la norma dominante de-neutralidad
es el caso, por ejemplo, cuando en el esquema de Parsons el cometido afectiva (distanciamiento) como mediante la norma subsidiaria de afec-
del médico en relación con el paciente se representa mediante la fór, tividad (la expresión de compasión y de interés por el paciente). A ello
mula de neutralidad afectiva, especificidad funcional, universalismo, se debe el que en estos estudios hayamos tratado esta parte del come-
orientación hacia e1 rendimiento y orientación hacia la colectividad. O tido del médico no como informada por una neutralidad afectiva (con
cuando, en el esquema de Sorokin, esa relación queda caracterizada sólo variantes idiosincráticas de esta norma) sino por un «distanciado
como poseyendo estrecho alcance (limitado a asuntos pertinentes al mterés», que exige una alternancia entre la impersonal instrumenta-
problema de la salud), varia en intensidad (dependiendo de la agudeza lidad del distanciamiento y la expresión funcional del interés compasi-
del problema), predominantemente directa, de duración contingente y vo (34). Durante la interacción entre médico y paciente, se ponen en
en gran parte asimétrica (el médico determina el tipo de interacción). marcha normas diferentes y contradictorias en abstracto con el fin de
Estas fórmulas basadas únicamente en los atributos dominantes no pro- atender a las necesidades -dinámicamente cambiantes- de la relación.
porcionan datos para suponer que la ambivalencia sociológica se halla Sólo mediante esas estructuras de normas y contra-normas, sugerirnos
incorporada a la relación entre médico y paciente. Como los atributos
no están en desacuerdo, la conexión entre los cometidos sociales parece
estable y bien integrada. (33) Henry L. Lennard y Arnold Bernstein, The Anatomy ofP:,ychotherapy (Nueva York,
Desde el enfoque de la ambivalencia sociológica, sin embargo, la Columbia University Press, 1960), caps. Vil-VIII. et passim.
estructura del cometido del médico difiere de la implicada en estas (34) El concepto de distanciado interés centra la atención sobre el punto de, gran
importancia de que cada una de estas normas opuestas en abstracto pueden ser func1on_~l-
características, ya que consiste en una dinámica alternancia de normas y
mente_ necesarias para la tarea del momento en diferentes ocasiones durante la mteracc10n
contra-normas. Estas normas exigen actitudes y comportamientos poten- entre médico y paciente. Sobre el concepto, véase The Student-Physician, op. cit., pág. 74, de
cialmente contradictorios. Porque la definición social de este cometido, Merton, Reader y Kendall. editores. Seminar on the Sociolog1cal Study of lhe Medica!
como de todos los cometidos sociales en general, basada únicamente en School, Bureau of Applied Social Research, Columbia University, 25 de marzo de 1954, 1-2;
22 de abril de 1954. 1-7; 29 de abril de 1954, 1-5; 4 de noviembre de 1954, 1-2. Como se
los atributos dominantes, no es lo suficientemente flexible como para
indica en estos memorandos, el concepto de distanciado interés puede ligarse con la estruc-
abarcar el número ilimitado de eventualidades diferentes en las rela- ltÍra de los conjuntos de cometidos, pero nosotros no tratamos aquí de este asunto. Véase
ciones sociales. Un comportamiento totalmente orientado hacia las Renée C Fox <ffrainlng for Detached Concern in the Anatomy Laboratory», Bureau of
normas dominantes impediría alcanzar los objetivos funcionales del Applied Social Research, Publication A-253, 1957, y Gene N. Levine, «The Good Physi-
cian: Sorne Observations on Physician-Patient lnteraction», Bureau of Applied Social
cometido. En cambio, el comportamiento en un cometido se orienta
Research, Working Paper núm 3, Evaluation Studies of the Cornell Comprehensive Care
alternativamente hacia las normas dominantes y hacia las contra· and Teachlng Program, 1957. (Véase H. I. Lief y Renée C Fox, «The Medica! Student's
normas subsidiarias dentro del mismo cometido. Esta alternancia de Training for "Detached Concern "», págs. 12-35, en H. I. Lief, V. Lief y N. R. Lief, edi-
subcometidos surge como dispositivo social para ayudar a las personas tores, The Psychological Basis of Medica! Practique (Nueva York, The Free Press,. 1959_);
R. H. Coombs y L. J. Goldman, «Maintenance and Discontinuity ofCoping Mechan1sms m
en determinados estatus a superar las eventualidades que se les pre·
an Intensívc Care Unil», en Soda! Problems, 20 (1973), págs. 342-343).
AMB!VAI.ENCIA SOC!OLOGJCA Y OTROS ENSAYOS.-3
34 ROBERT K MERTON AMBIVALENCIA SOCJOLOGICA 35

nosotros, se pueden llevar a cabo con efectividad las diferentes funciones de años, ha hecho blanco en las profesiones (37). (Recuérdese la aguda
un cometido. Esto no es meramente una cuestión de psicología social [rase de G. B. Shaw, según la cual una profesión es una conjura contra
sino de estructura de cometidos. Normas potencialmente conflictivas los profanos.) Sin embargo, es un hecho bien conocido -de manera
están incluidas en la definición social de cometidos que admiten una especial por los mismos profesionales, comprensiblemente sensibili-
alternancia normativamente aceptable en el comportamiento a medida zados- que las profesiones han sido y son a menudo todavía blanco de
que cambia el estado de las relaciones sociales. Esto tiene gran hostilidad al mismo tiempo que objeto de estima. Las profesiones son,
importancia para esa oscilación entre requisitos contrapuestos dentro en diferente medida, objeto de ambivalencia: de alabanzas, en oca-
de un cometido que conduce a la ambivalencia sociológica. siones desmedidas, y de aceradas censuras, a veces sin moderación
alguna. Sucintamente: son objeto de todo tipo de sentimientos positivos
y negativos.
Es probable que las fuentes y la extensión de la ambivalencia hacia
FUENTES DE AMBIVALENCIA HACIA LAS PROFESIONES
diferentes tipos de profesiones difieran entre sí. Pero lo cierto es que
todavía no se ha llegado a confeccionar una clasificación de las profe-
Como hemos indicado repetidamente, los sentimientos, creencias y siones de demostrada utilidad, y, por lo tanto, sería prematuro en
acciones de signo opuesto abarcados en el concepto de ambivalencia nuestro caso incluso meditar sobre la naturaleza de la ambivalencia
psicológica pueden entenderse en parte como respuestas ante el con- dirigida hacia cada tipo. A eso se debe el que a pesar nuestro tengamos
flicto en situaciones estructuradas y en estructuras sociales tales como que limitar nuestras consideraciones a las fuentes de ambivalencia que
las reflejadas en el concepto de la ambivalencia sociológica (35). Esta parecen comunes en términos generales a todas las profesiones en su
última parte de nuestro trabajo presenta observaciones sobre los funda- conjunto. Sin embargo, hacemos constar nuestra impresión de que la
mentos socialmente estructurados de las actitudes y sentimientos ambi- ambivalencia hacia una profesión diferirá de acuerdo con hasta qué
valentes hacia las profesiones y, hasta cierto punto, de los profesionales punto tenga carácter profiláctico o prellentivo, erradicando los problemas
hacia los clientes. Como también hemos hecho notar, las descripciones de la gente antes de que lleguen a marcarla; hasta qué puntO sea prepa-
sociográficas son una fase necesaria pero sólo temporal en el desarrollo ratoria, y trate de ayudar a la gente para que esté preparada ante tipos
de los estudios analíticos, y puesto que este tema está todavía en las pri- especiales de contingencias; y de acuerdo con hasta qué punto sea repa-
meras etapas de su desarrollo, vamos a tener que enfrentarnos con él de radora o terapéutica, en el sentido de ayudar a la gente a superar las difi-
una manera mucho más sociográfica que analitica. cultades una vez que hayan surgido.
Los estudios sociológicos sobre el prestigio de las ocupaciones en la A lo largo de nuestro trabajo también prestamos atención a las
sociedad industrial han llegado uniformemente a la conclusión de que fuentes de los componentes negativos en la ambivalencia hacia las pro-
las profesiones tienen más prestigio que todas las otras clases ( en sen• fesiones. No lo hacemos porque necesariamente predominen sobre los
tido amplio) de ocupaciones (36). Es muy posible que estas encuestas componentes positivos, sino porque, como ya hemos indicado, la
que de manera continuada testimonian la gran estima de que disfrutan mayoría de las encuestas sobre el prestigio de las profesiones tienden a
las profesiones haya desviado la atención de los sociólogós de las subrayar la gran consideración en que se las tiene.
fuentes y de las consecuencias de la hostilidad que, a lo largo de los Debido a que nuestro trabajo versa sobre la ambivalencia socioló-
gica, examinaremos sólo aquellas fuentes de hostilidad hacia las profe-
(35) Esta sección se basa en el trabajo que presentamos en la reunión anual de la Ame•
rican Sociological Association en agosto de 1958. (37) Esto puede ser, en parte, resultado de los med10s de investigación usados para
(36) Para una detallada panorámica sobre este tema, véase Albert J. Reiss, Jr. el a/,, determinar el prestigio social de las ocupaciones. Como estas encuestas piden de manera
Occupalions and Social S!atus (Nueva York, The Free Press, 1961), y las comparaciones entre característica porcentajes exactos, y a menudo no incluyen expresamente una declaración
diferentes culturas del prestigio de diferentes ocupaciones en seis países industrializados tanto de las bases negativas de evaluación como de las positivas, refuerzan la tendencia a
hecha por Alex lnkeles y Peter H. Rossi, «National Comparisons of Occupational Prestige», esperar que !as profesiones estén claramente colocadas a la cabeza en la jerarquía de pres-
en Af11erican Journal ofSociology, 61 (1956), págs. 329-339. tigio.
36 ROBERT K MERTON AMBIVALENCIA SOCIOLÓGICA 37
siones incorporadas a la estructura normativa del trabajo profesional y dinero para pagarla. Ésta es una fuente básica y evidente del inade-
a las condiciones reglamentadas bajo las cuales ese trabajo se realiza cuado abastecimiento de necesaria atención profesional y a ella se ha
ordinariamente. En otras palabras: no examinamos fuentes tan ev¡. dedicado una enorme cantidad de trabajos de investigación. Pero más
dentes de hostilidad como las· prácticas claramente heterodoxas de allá de estos obstáculos económicos al uso de la ayuda profesional están
ciertos profesionales: honorarios excesivos según los niveles aceptados los obstáculos sociales y psicológicos menos conspicuos que ayudan. a
violación del secreto profesional, palmaria incompetencia, etc. Esta~ explicar la ambivalencia hacia las profesiones. Cada cultura prescribe
prácticas despiertan hostilidad sin duda alguna; de hecho pueden ser su las ocasiones en las que se considera apropiado conseguir ayuda pro-
fuerite principal, aunque nadie lo sabe con exactitud. Pero como la vio. fesional, pero esta prescripción cultural no está uniformemente distri-
lación de las normas profesionales, los actos contrarios a la ética profe. buida por toda la sociedad. Algunos grupos y estratos sociales tienen
sional de cualquier especie son fuentes nada problemáticas y casi auto. incorporado como valor el que las personas «deben ser capaces de
evidentes de hostilidad hacia el profesional culpable (y hacia el gremio resolver» por sí mismos determinados tipos de problemas. Esa idea se
de que forma parte), no requieren un análisis muy extenso. En tales mantuvo durante largo tiempo en el caso del parto y todavía se man-
casos el problema sociológico sería tratar de rastrea,r las fuentes del tiene en algunos grupos; tal es el caso de muchos que no acuden al psi-
comportamiento heterodoxo por parte del profesion~l y no es ése quiatra; cosa que también sucede con otros que no hacen uso de asis-
nuestro interés en este caso. Nosotros nos limitamos, en cambio, a /cu tentes sociales, consejeros matrimoniales, arquitectos, abogados, y
fuentes de hostilidad entre profesionales y clientes que surgen de sus re/a. otros profesionales. Los estudios sobre personas con problemas dan
ciones institucionalmente reglamentadas y de las situaciones previamente cuenta de manera uniforme de estos obstá.culos por actitudes y escalas
establecidas en las que habitualmente se ponen en contacto. En particular, de valores ante el uso de la asistencia profesional, aparte del inconve-
centramos nuestro interés en la paradoja de que el esfuerzo mismo de niente creado por el hecho de no ser capaz de pagar el precio pedido
los profesionales para cumplir las normas de su comportamiento profe. por esa ayuda (38). Los grupos que tienen el sentimiento de que las per-
sional puede provocar hostilidad, desconfianza y resentimiento de la sonas con pundonor deben de ser capaces de resolver por sí mismos
parte de sus clientes y del público en general. ciertos problemas, abruman a los miembros de ese grupo que utilizan
asistencia profesional con una carga de autocensura y culpabilidad que
puede transformarse en hostilidad hacia la profesión.
Más aún, los clientes se hallan de ordinario en estado de ansiedad
Contextos situacionales de la atención profesional y ambivalencia
cuando acuden a un profesional. Preocupados por problemas que son
importantes para ellos, a los clientes no les resulta fácil mantener una
Antes de examinar las fuentes de ambivalencia incorporadas al actitud emocionalmente distante, porque verse envuelto en una contin-
cometido del profesional, tenemos que considerar las condiciones gencia cuyo resultado tiene importancia es un excelente generador de
reglamentadas en las que el público consigue que se le atienda profesio- ansiedad. Esta circunstancia tiene importantes consecuencias para la
nalmente. Agobiados por la enfermedad, por problemas legales, por aparición de la ambivalencia hacia una profesión.
dilemas morales, por dificultades matrimoniales o económicas, algunas
personas buscarán ayuda profesional, porque la tarea de las profesiones
es tratar de resolver los problemas de otras personas. Las profesiones (38) Earl L. Koos, Families m Trouble (Nueva York, King's Crown Press, 1946); Gerald
no son las únicas ocupaciones a las que se asigna el cometido de ocu• Gurin, Joseph Veroff y Sheila Feld, Americans View Thefr Mema/ Health (Nueva York, Basic
Books. 1960); Harry Slack Sullivan, The Psychiatric lnterview (Nueva York, W. W. Norton,
parse de los problemas de otros. Pero sí tienden de manera especial a !954), que hace notar: « ... (como) expertos en psiquiatría, nos vemos mu.y afectados por el
enfrentarse con dificultades de gran trascendencia para sus clientes y se hecho de que a todo el mundo se le enseña que no deben necesitar ayuda, de manera que se
les exige que su trabajo tenga una gran altura técnica y moral. avergüenzan de necesitarla o piensan que obran estúpidamente al buscarla o de~earla. Y
A menudo, las personas que se enfrentan con ese tipo de problemas Junto con esto, acuden en busca de la asistencia psiquiátnca con extrañas ideas sobre lo que
van a recibir, en parte quizá porque esto es muy necesario para estimular su autoestima-
no se procuran ayuda profesional por la sencilla razón de que no tienen cióm► (pág. 37).
38 ROBERT K. MERTON AMBIVALENCIA SOCIOLOGJCA 39

Ante la mirada llena de ansiedad del cliente, prácticamente todos funda de reiteradas garantías que no puede satisfacerse de inmediato, y
los comentarios y todos los actos del profesional adquieren una signif¡. así los sentimientos del cliente se inclinan de manera típica hacia la
cación desproporcionada. Lo que el profesional hace o deja de hacerte creencia de que no se les ha dicho lo que deberían saber.
importa al cliente lleno de ansiedad, aunque, de hecho, no tenga e[ «Comunicación adecuada» es, por supuesto, un requisito funcional
menor efecto sobre la situación objetiva. Todo esto tiende a producir para que en términos ge"nerales las relaciones sociales funcionen c;on
una excesiva respuesta emocional: exagerados elogios por cada epj. efectividad; y por supuesto no es algo que se dé sólo en las relaciones
sodio satisfactorio y exageradas críticas por los que resultan perturba. entre cliente y profesional. Pero como esta relación tiene lugar habi-
dores. Emociones de amor y odio se centran en el profesional y tualmente cuando al menos uno de los interesados se halla en un estado
1
mediante una generalización, en la profesión que representa. La particj: de ansiedad, el alcance de este requisito se amplía hasta que, en su
pación afectiva en el problema y la incertidumbre sobre su resolución límite máximo, se aproxima a la insaciabilidad. Por esta razón los
ayudan así a explicar Ja estima desproporcionada que se concede a clientes tienden a sentirse poco informados y consiguientemente des-
veces a las profesiones y también la, a veces, desproporcionada descon. contentos y hostiles incluso en casos en los que el profesional está
fianza y hostilidad que se dirige contra ellas, haciendo todo lo que puede. (Repetimos que nuestro trabajo excluye
El cliente desarrolla así esperanzas y miedos exagerados motivadoa los ejemplos evidentes de hostilidad generados por las prácticas desho-
por la ansiedad. Sobre todo, el cliente tiene un deseo muy profundo de nestas de los profesionales, que son socialmente importantes, pero tri-
saber «cómo están las cosas _en realidad». Se siente particularmente viales desde un punto de vista analítico,)
incapaz de soportar la ambigüedad que surge de la incertidumbre del
desenlace. Desarrolla un insaciable deseo de información, del tipo que
le proporcionaría un definido diagnóstico de su situación y una clara
prognosis. Un clásico ejemplo histórico de tal ansiedad ligada ,a un Fuentes estructurales de ambivalencia
estatus o condición fue analizada, como se recordará, por Max Weber
en su estudio de la ansiedad religiosa entre los calvinistas «en una época Después de estas breves observaciones sobre el contexto situacional
en la que la vida venidera era ... más importante ... que todos los inte- en el que profesional y cliente se ponen en contacto, pasamos ahora a
reses vitales en este mundo» (39). Incluso aunque consideraban el las fuentes estructurales de ambivalencia. Éstas se localizan en la
resultado como consecuencia de la predestinación, los creyentes cen- estructura normativa de las relaciones entre cliente y profesional que
traban su ansiedad en saber si estaban o no en estado de gracia. Esto afectan al comportamiento en el c-ornetido de ambos. Queremos ver
hace pensar en los clientes que se presentan ante profesionales de cual- cómo la misma relación institucionalizada llega a generar ambivalencia
quier clase, insistiendo -inspirados por la ansiedad- en saber cuál es su hacia laS profesiones.
situación y si el resultado les será o no favorable. El atributo de la continuidad.-Empezamos una vez más con un hecho
Esta ansiedad, sugerimos nosotros, está en la raíz del caso, familiar familiar. La relación entre un profesional y un cliente se supone norma-
para todas las profesiones, de los clientes que se quejan de que no están tivamente que es de duración indefinida, que implica una perdurable
suficientemente informados. En casos particulares esta queja no aunque intermitente interacción entre las mismas personas. Esto con-
requiere una interpretación especial: sucede simplemente que el profe· trasta con la norma que gobierna las transacciones en otros mercados,
sional no ha valorado suficientemente la preocupación llena de que establece que el comprador tiene perfecto derecho a cambiar
ansiedad del cliente y no le ha dicho todo lo que podría haberle dicho siempre que crea que recibirá un trato mejor en otro sitio. Es claro que
sin especial dificultad. Pero en otros casos, los problemas que llevan a las transacciones comerciales implican a menudo una relación conti-
los clientes a consultar a los profesionales crean una necesidad pro· nuada entre comprador y vendedor; el hecho no se pone en duda. Lo
que queremos subrayar es que las profesiones se inclinan a que exista
(39) Max Weber, The Protestant Ethic and the Spirit oJCapitalism (Nueva York, Charles una presunción normativa de continuidad en la relación cliente-profe-
Scribner's Sons, 1958), págs. 109-115. sional. Cuando el cliente cambia la persona que le atiende en cuestiones
40 ROBERT K. MERTON AMBIVALENCIA SOCIOLÓGICA 41
profesionales, cabe la posibilidad de que esto se considere como una ión>) que basta para acabar con una simple amistad. En forma generali-
desviación de la norma, mientras que en otras transacciones econó. c da , la hipótesis mantiene que las relaciones sociales que se definen
za •
micas tales cambios están perfectamente de acuerdo con la norma. ormativamente como supuestamente «permanentes o corno de dura-
Todo esto se expresa con la idea, que se da entre todos los profesio. :ión indefinida» (40) toleran cargas mucho mayores de hostilidad que
nales, de que los «clientes no deben ir de tienda en tienda». las definidas como temporales, con el resultado de que se puede pro-
La base funcional para esto es bien conocida. La continuidad en las ducir más fácilmente una acumulación de ambivalencia.
relaciones ayuda al profesional a aprender lo suficiente acerca del La segunda parte de esta idea en sentido general mantiene que las
cliente para proporcionarle la ayuda individualizada que con frecuencia normas institucionales afectan al porcentaje con el que la satisfacción o
necesita y que en general anhela. Esta continuidad es funcionalmente insatisfacción personal en una relación social se expresa continuando o
importante no sólo en medicina, donde se ha convertido prácticamente interrumpiendo la relación. Es ésta una cuestión teórica de cierta
en un eslogan que expresa las ventajas técnicas de saber más y más importancia. La concepción desarrollada aquí nos ayuda a desenma-
sobre un determinado paciente y la importante colaboración al entendi- rañar los elementos interpersonales de los socioestructurales en las rela-
miento mutuo, sino también, y por razones muy semejantes, en las otras ciones sociales. Sirve para corregir la noción muy extendida pero socio-
profesiones. lógicamente ingenua de que la persistencia de una determinada relación
La norma que prescribe una relación continuada, también propor- social depende en buena parte o por completo del grado de satisfacción
ciona, sin embargo, base para que se dé la acumulación de ambivalencia, personal que produzca. El grado de satisfacción es sólo el elemento
Porque en una proporción desconocida de casos, constriñe al cliente a interpersonal; las normas -en este caso, la norma de la duración indefi-
proseguir la relación hasta mucho después de que haya dejado de ser nida- proporciona el elemento de estructura social. Y el resultado real
satisfactoria. Sugerimos, dicho en pocas palabras, que se requiere Una de una relación que encierre un determinado grado de conflicto inter-
mayor carga de insatisfacción por parte del cliente para terminar una personal se verá afectado por esta estructura normativa (41). Como
relación profesional que para poner fin a otras relaciones que implican resultado, la relación cliente-profesional tiende a acumular ambiva-
un intercambio de bienes o servicios. En la medida en que la norma de lencia (tanto por parte del profesional corno del cliente, aunque aquí
continuidad tiene este efecto, la ambivalencia se convierte en algo más nos ocupemos sólo de este último).
característico de las relaciones entre cliente y profesional que en aque- El atributo de la autoridad profesiona/.-La autoridad que se asigna al
llas en las que el parroquiano se siente libre para efectuar sus transac- profesional en virtud de su competencia también ayuda a acumular
ciones en otro sitio. Una menor movilidad en los participantes de la ambivalencia entre los clientes. Lo mismo que en el caso de la conti-
relación cliente-profesional quizá no sea sinónimo de mayor satisfac- nmdad sucede con la autoridad: la base funcional del derecho institu-
ción sino tan sólo de un compromiso más fuerte para mantener la rela• cionalizado del profesional para prescribir un determinado curso de
ción a pesar de la insatisfacción acumulada. acción al cliente está del todo clara. Pero por muy grande que sea su
Esta concepción de que la duración normativamente prescrita de las legitimidad, se sabe que la autoridad tiene un potencial muy elevado
relaciones sociales tiene efecto sobre la acumulación de ambivalencia para crear ambivalencia entre los que están sujetos a ella. La autoridad
generada en esa relación y la concepción ligada a ésta de que diferentes
tipos de relaciones sociales toleren grados divérsos de insatisfacción
personal antes de terminarse, tiene un carácter mucho más general del (40) Para el punto de vista de q,ue la duración normativamente determinada (como dife-
rente de !a factual) de una relación social (o de un grupo) es una variable importante en la
que le atribuye su aplicación al caso especial de las profesiones. La pri-
estructura social, véase Merton, Social Theory and Social Structure, pág. 366.
mera concepción implica, por ejemplo, que la ambivalencia será mucho (41) Para un análisis paralelo de la amistad como relación social, véase P. F. Lazars-
más frecuente además de mucho más intensa en matrimonios que, por fe]d y R. K. Merton, «Friendship as Social Process», en Freedom and Control in Modern
ejemplo, en amistades pasajeras. Como el matrimonio se define nor- Society de Morroe Berger, Theodore Abe! y C. H. Page, editores (Nueva York, D. Van
Nostrand. 1954), especialmente páginas .28-37; y para amb1valencia en otros tipos de rela-
mativamente como una relación que se presupone continua, será más
ciones intimas, véase R. K Merlon, M. F1ske y A. Curtis, Mass Persuasfon (Nueva York,
difícil que se dé por terminado bajo el «mismo volumen de insatisfac- Harper, 1946), págs. 62-63.
ROBERT K MERTON AMBIVALENCIA SOCIOLÓGICA 43
42

genera una mezcla de respeto, amor y admiración y también de miedo1 uebas organizadas de modo sistemático, asumimos a partir de la
d1·r·1eren en Ios co~ r·1-c1en
. t es d e
de pr ·
odio y, a veces, desprecio. hipótesis anterior que Jas profes10n~s.
Por su parte, la autoridad profesional puede reforzar los senti.
f~sUna tración que de manera caractenst1ca crean en sus· clientes.
mientas de ansiedad que llevaron en un principio al cliente a buscar la norma particular incluida dentro de la autondad prof es1ona . I
ayuda del profesional. Al mismo tiempo que crea una dependencia de\ ·ere que el cliente facilite a su doctor, abogado, asistente social o
reQ UI . d , .
profesional investido de autoridad en cuanto a la resolución de (a la , roco información sobre sí mismo que él considera e caracter
~ ·· ' dei ~s comum-.
ayuda para resolver) sus problemas, el cliente desarrolla un miedo coor. privado. Esa es la razón de que se conc1b1era la doctn~a
dinado a vefse rechazado por la figura revestida de autoridad y no es ciones privilegiadas para legitimar el acceso a ese tipo pnvado pero
infrecuente que se condene a sí mismo por no ser capaz de vivir de ~:ncionalmente importante de información (44). Hay pruebas d~ que
acuerdo con las expectativas del profesional. as informaciones pueden tener la función psicológica de proporc10nar
Más aún, la autoridad es un agente de frustración. Por muy benevo. :~ cliente el «lujo de hacer confidencias a un desconocid~>>, un dese?•
lentes que sean sus intenciones, el profesional se ve obligado a menudo a nocido que se ha comprometido a escuchar comprensivamente sm
imponer al cliente varios tipos de frustración (42). Se le puede exigir al hacer juicios severos. Pero también las confidencias legitimadas pueden
cliente que abandone determinadas prácticas o valores. Se le puede perturbar al cliente y dejar en él un residuo de hostilidad,lracia el pro~e-
pedir que adopte una versión mucho más limitada de su vida anterior sional. El revelar sentimientos y acciones que son, segun los entenas
como sucede con diferentes prescripciones médicas, legales o reli'. del cliente y de sus grupos de referencia, vergonzosos, puede dañar la
giosas. Se le puede exigir que cambie sus costumbres alimenticias o sus imagen que el cliente tiene de sí mismo y que le resulte difícil manten~r
hábitos de trabajo, que renuncie a pretensiones de propiedad o que deje Ja propia estimación. Por muy técnico o benevolente que ~ea el propo-
de prestar atención a intereses que han tenido sentido para él durante sito del profesional, el cliente experimenta con frecuencia su sondeo
mucho tiempo y que se concentre en nuevas actividades que le parecen como una invasión de su intimidad y una violación del sentimiento de
completamente desprovistas de interés, aunque se diga que son que ciertas cuestiones deben no salir nunca de .uno mism_o (45). En
«buenas» para él. resumen, un comportamiento por parte del profesional func10nalmente
Existe, por tanto, un evidente potencial en la relación de autoridad apropiado y prescrito por su cometido puede, sin embargo, generar
del profesional con el cliente para generar considerable ambivalencia. ambivalencia. Esto puede interpretarse como uno de los costos en que
Subrayaremos de nuevo que estamos examinando fuentes de la frustra- incurren los profesionales en su trabajo.
ción de los clientes que están incorporadas en el cometido del profe- « Vivir de» la profesión. -Tal como su cometido queda definido social-
sional; no nos referimos a fuentes idiosincráticas de frustración que mente el profesional tiene que subordinar sus propios intereses a los
pueden atribuirse a la personalidad particular de este o aquel profe• del cl¡'ente que ha aceptado. Dicho de manera más estricta, legí_tima-
sional o de este o aquel cliente. Estamos enfocando las frustraciones pro- mente no puede favorecer sus propios intereses a expensas del cliente.
ducidas por el profesional que cumple adecuadamente con su cometido. No Sin embargo, los intereses incorpora.dos al co~etido del pr?fesional
son éstas las frustraciones más conspicuas e importantes, y también tienen un doble carácter: exigen que sirva del meJor modo posible a sus
diferentes, que surgen del fracaso aparente del profesional a la hora de clientes, que haga desaparecer o disminuir sus problemas hasta donde
resolver el apremiante problema de su cliente, una cuestión eficaz- le sea posible, y al mismo tiempo la continuidad de los problemas de los
mente analizada por Everett Hughes (43). Aunque no se dispone aún clientes le proporciona su medio de vida. En este sentido objetivo los

(44) Para una observación entre muchas sobre esto, véase Parsons, op. cil., pág. 452.
(42) Para esta observación en el caso del médico, véase Talcott Parsons, The Social (45) Sobre resistencias a Ja total apertura y sobre ambivalencia hacia aquellos que
System, op. cit., pág. 442. ahondan insistentemente en materias socialmenle definidas como privadas, véase Merton,
(43) Everett C. Hughes, «Mistakes at Workl>, The Canadian Journal of Economics aJ!d Social Theory and Social Structure, págs. 397-398. Para casos finamente analizados de tal
Political Science, 17 (1951), págs 320-327, y Hughes, The Socio/ogical Eye: Selected Papers resistencia a la invasión de la «intimidad)), véase Aaron Lusk, Night Ca/Is: a Study in General
(Chicago, Aldine-Atherton, 1971), págs. 316-325. Practice (Londres, Tavistock Publications, 1961), págs. 115, 117, passim.
44 ROBERT K MERTON AMBIVALENCIA SOCJOLOGICA 45

profesionales tienen un interés institucionalizado en los problemas, Ya t ncial para hacer interpretaciones ambivalentes del comporta•
que «viven de)) los problemas de sus clientes (46). p~ ento del profesional. . Pero se trata, por supuesto, sólo de un caso
Esto crea el escenario adecuado para que los clientes tengan sospe. mie
especial ,
dentro de una hnea ' general que d ~alnva
mas . d e udn'fh ec h o. b'.
as1dco
chas sobre los motivos de los profesionales que atienden sus Ilt:!cesi. de la estructura social. La~ estructur~s soct es se 1 erencian e
dades. Diferentes elementos de la relación cliente-profesional con. aneras varias en estatus sociales, cometidos y estratos, todos ellos col)
vergen para producir la sospecha de que el profesional puede estar ros valores e intereses compartidos, así como distintivos (y en ocasiones
usando su autoridad principalmente en beneficio propio y no de! w
opuestos). Esto nos lleva a suponer qu~ las pers?nas ~ue _ocupan ~e-
cliente. En primer lugar, el cliente carece de los conocimientos especia. rentes posiciones en una estructura social tenderan a difenr en su apre-
!izados que le permitirían juzgar sobre lo adecuado de las decisiones de\ ciación de las mismas situaciones social,es (47). Aplicando est_a _concep-
profesional. Segundo, su ansiedad acerca de su propio destino tiende a ción general al caso particular que nos ocupa, hemos de anticipar que
distorsionar su apreciación de lo que se está haciendo. En tercer lugar, los profesionales y sus clientes emplearán criterios diferentes para
puesto que con frecuencia (aunque no siempre) el profesional sale juzgar de la efectividad del trabajo profesional,_ au_nque s~lo sea _como
ganancioso de que los problemas de su cliente continúen, esto complica resultado de sus diferentes estatus, con las cons1gu1entes d1ferenc1as en
la tarea de apreciar sus motivaciones, tarea que en el.mejor de los casos valores, conocimientos e intereses. Hughes ha hecho notar que es difícil
es difícil en todas las relaciones humanas y particularmente en este tipo definir «un fracaso o equivocación» en cualquier tipo de trabajo y que
de situación. Cuarto, las frustraciones impuestas al cliente por el profe- «incluso donde los criterios son quizá un poco más claros que en medi-
sional tienden a deformar la interpretación del cliente hasta de las acti- cina y en educación, las personas que trabajan y las que reciben el pro-
vidades más desinteresadas del profesional haciéndolas parecer ducto como bienes o servicios tendrán grados y clases de conocimiento
egoístas. Asediados por la incertidumbre, con la consiguiente ansiedad muy diferentes sobre las probabilidades y eventualidades implica-
y la plena conciencia de que tienen que pagar por esta relación conti- das» (48).
nuada, los clientes llegan a creer que los profesionales prolongan sus Como apenas tienen otros puntos de referencia, los profanos
cuidados innecesariamente: el paciente cree que se le hace volver una y tienden a valorar el rendimiento profesional de acuerdo con los resul-
otra vez cuando esas visitas hace ya mucho tiempo que dejaron de ser tados: si se consigue o no resolver el problema. Los profesionales
necesarias; el cliente cree que el pleito se prolonga cuando podría tienden a juzgar el rendimiento según lo que se ha conseguido en rela-
haberse resuelto satisfactoriamente o que se resuelve demasiado pronto ción con lo que, en las circunstancias dadas, podría haberse alcanzado.
y por demasiado poco. La definición del cometido d_el profesional como El hecho de que médicos especialistas sean demandados por negli-
orientado hacia la colectividad en lugar de hacia él mismo puede gencia más frecuentemente que los médicos generales no lleva a los
mitigar estas fuentes de ambivalencia, pero difícilmente eliminarlas. Y médicos a asumir que los especialistas sean menos competentes sino tan
una vez más recalcarnos que no tratamos aquí de casos en los que los sólo que tienen más probabilidades de hacerse cargo de casos difíciles
profesionales, de acuerdo con las normas de la época, explotan los pro- expuestos a muchas más eventualidades (49).
blemas de sus clientes. Estamos hablando de un ejercicio legítimo y de A diferencia de los disgustados parientes del difunto, los médicos
situaciones reglamentadas -no de prácticas deshonestas- que producen mantienen que «la operación ha sido un éxito pero que el paciente ha
ambivalencia. muerto» de la misma manera que mantienen (entre ellos) que «la opera-
Apreciaciones discrepantes sobre la ejecución del cometido.-Hemos sin- ción fue un desastre pero que el paciente sobrevivió». La posible discre-
gularizado el compuesto de egoísmo-e-interés-del-cliente incorporado
al cometido del profesional porque esto parece proporcionar un amplio
(47) Sobre esta idea, véase Merton, Social Theory and Social Structure, págs. 424
Y sigs.: R. K. Merton y R. A. N1sbel, editores, Con.temporary Social Problemr (Nueva
(46) Para la noción de «vivir de» una ocupación en contraste con «vivir porn ella, véase York, Harcourt Brace Jovanovich, 1961), págs. ix-xi, 733.
Max Weber, Essays in Sociology, traducidos y editados por H. H. Gerth y C. W. Milis (48) Hughes, «M1stakes at WorkJ1, op. cit., págs. 323 Y sigs.
(Nueva York, Oxford University Press, 1946), pág. 84. (49) Medica! News, 7 de abril de 1958.
46 ROBERT K MERTON AMBIVALENCIA SOCIOLÓGICA 47

pancia entre la calidad de la ejecución y el resultado real se acepta en udan a configurar las actitudes y sentimientos de otros que no han
,y . .
todos los campos especializados de actividad. Los profanos pueden sen, nido esas expenencias-.
tirse impresionados por los resultados de los fiscales de distrito que han_ te puesto que los clientes participan en otras relaciones sociales, sus
«ganado» el 98 por 100 de los casos en que han intervenido, pero su1 eriencias con profesionales no sólo les afectan a ellos sino, en cierta
colegas querrán saber con qué frecuencia el fiscal del distrito resolvió ::dida, a otros en su mismo g:upo de cometidos. Al hacer notar esto,
las posibles dificultades de un caso permitiendo al acusado que se 'lo aplicamos a este tema la tdea general de que la estructura de los
declarara culpable de un-delito de menor cuantía. En términos gene,. sorupos de estatus y de los grupos de comet1'd os proporciona
. una forma
rales la calidad del trabajo realizado y el resultado pueden estar estre- tásica de interdependencia social. En algunas partes de la e~~ructu~a
chamente unidos, como lo testimonia la confesión del abogado que cit~ cial el grado de interdependencia se reduce por la segregacton y ats-
Bryce: «Cuando era joven perdí muchas causas que podría haber :~ie~to de diferentes estatus y cometidos de personas individuales. Lo
ganado y, ahora, que soy viejo y tengo experiencia, gano muchas causas que sucede en un estatus no se da a conocer a los copartícipes. en .un
que tendría que perder» (50). Pero los clientes tienden a interesarse cometido que pertenecen a otros estatus. En el caso de las expenencias
sobre todo en sus propios casos y no en medias de rendimiento. Ni Io1 con profesionales, sin embargo, creemos que hay una justif~cada. ten-
clientes de la primera etapa de nuestro abogado ni los oponentes de sw dencia por parte de los clientes a romper las barreras de a1slam1ento
clientes en la segunda apreciarían la broma estadística con que con1 con ]os otros grupos de cometidos en sus otros estatus, Lo profunda-
cluye: <<De manera que, en conjunto, se ha hecho justicia.» mente que les afectan sus propios problemas y el gran interés que des-
Dejando a un lado el trabajo profesional inepto per-se, la discre, pierta el tratamiento institucionalizado de tales problemas hace que la
pancia (ligada al estatus en los criterios usados por los profanos y lo., gente hable de esas experiencias. El ~echo de qu~ a la gente le gusta
profesionales para juzgar sobre el rendimiento es otra fuente de hosti, hablar de sus experiencias con profesionales ha sido observada una y
lidad hacia el profesional que no logra resolver el problema de su olra vez. Todo el mundo sabe que en las conversaciones de todos los
cliente (incluso aunque haya hecho todo lo posible). El cliente y las per• días se dedica mucho tiempo a hacer relatos detallados de una opera-
sonas asociadas con él están interesados en el resultado; incapaces d~ ción o un juicio o de la construcción de una casa. Pero todavía están
valorar las posibilidades objetivas, quitarán valor a cierta proporcióu., por trazar las consecuencias de este método tan evidente de difusión de
del trabajo de los profesionales que siendo valioso no ha logrado resul• actitudes hacia las profesiones.
tados concretos. Por las razones indicadas anteriormente en este trabajo, asumimos
una vez más que, en estas conversaciones, los clientes se ocuparán de
manera selectiva de ciertas partes del espectro de sus experiencias con
La difusión social de la ambivalencia profesionales. Se centrarán más en las experiencias dramáticas que en
las rutinarias. Se sentirán impulsados a hablar de éxitos extraordinarios
Hasta ahora nos hemos ocupado de algunas de las fuentes del coro·, y de terribles fracasos, y tenderán a aumentar ambas cosas al contarlas.
ponente negativo de la ambivalencia a medida que aparecen en la rela• Estos relatos polarizados servirán para extender actitudes ambivalentes
ción entre cliente y profesional. La hostilidad generada en esos casos, y proporcionar un contexto para los oyentes cuando en un futuro más o
particulares puede sumarse para explicar parte del volumen total de• menos próximo tengan que tratar con profesionales. Más aún, es pro-
hostilidad dirigida contra una profesión en la sociedad: Creemos que bable que cuanto más se deteriore una relación entre cliente y profe-
esto explicaría sólo una parte, porque los procesos de comunicación en sional, más motivado se sentirá el cliente para informar a propios Y
amplios sistemas sociales operan de tal forma que las experiencias de extraños de sus desastrosas experiencias (ya que éstas, casi tanto como
los clientes frustrados y hostiles llegan a alcanzar una mayor difusión Y el tiempo, proporcionan campo abonado para la comunión fálica) (51).

(50) James Bryce, The American Commonwealth (Nueva York, The Macmiilan Co., (51) Fue el perceptivo y original antropólogo Bronlslaw Malinowski quien acuñó el útil
1914), vol. II, pág. 275 término de «comunión fálica». Hace referencia al uso de la conversación para descubnr 0
48 ROBERT K MERTON

Gran parte de las ironías tendenciosas dirigidas contra las-profesionca


se producen en estas circunstancias. De esta manera, los sistemas de
interacción social pueden reforzar y difundir los componentes de atnbi.
valencia hacia las profesiones.

RESUMEN

La primera parte de este ensayo distingue entre ambivalencia psic0.


lógica y sociológica e indica las conexiones entre ellas. La ambivalencia
en sentido restringido -como incorporada a un solo cometido dentro de
un solo estatus- se relaciona con otras cinco clases de ambivalencia 2. LA AMBIVALENCIA DE LOS CIENTIFICOS
que caben en el sentido amplio del concepto.
La segunda parte se ocupa de los modos principales de caracterizar
los cometidos sociales: la descripción pictórica con detalles representa. La ciencia y los hombres y mujeres que la crean pueden examinarse
tivos, como la hace el novelista; la descripción mediante términos dj¡. desde puntos de vista diferentes, aunque relacionados. Existe el punto
tribuidos en categorías pero bastante concretos, como la efectuada por de vista del conjunto mismo de conocimientos científicos. Esto no
el sociógrafo; y el análisis utilizando atributos y componentes ab~ requiere dedicar mucho interés a los científicos, centrándose sólo en los
tractos, como la que practica el teórico de la sociología. El análisis deb frutos de su trabajo. ¿Qué se ha descubierto? ¿Qué validez tienen las
ambivalencia sociológica procede partiendo de la premisa de que la pruebas? ¿Cuáles son las implicaciones para nue~o~ conocimi~nto~?
estructura de los cometidos sociales consiste en una disposición de Más allá está la perspectiva de los filósofos y los log1cos de la ciencia
normas y contranormas que han evolucionado para proporcionar la fle- que se ocupan de los postulados que subyacen a las ideas científicas y a
xibilidad necesaria al comportamiento normativamente aceptable que la lógica seguida en la investigación. Otro ángulo de visión es el de la
se necesita para enfrentarse con los cambiantes estadios de una relación psicología del científico, que se interesa por los procesos de aprendizaje
social. Como ejemplo de esto en el cometido del médico, nosotros y por el l!po especial de saber que es la investigación creadora. Esas y
hablamos de un «distanciado interés)> en Jugar de neutralidad afectiva, otras perspectivas de la ciencia contribuyen entre todas a nuestra com-
La tercera parte examina fuentes estructurales de ambivalencia prensión de la vida y la obra de los científicos, pero yo no voy a hablar
hacia las profesiones. La idea principal aquí desarrollada es que esa de esos temas aquí.
ambivalencia es generada, cuando se dan unas condiciones específicas,
tanto por profesionales que cumplen adecuadamente los requisitos de
AMBIVALENCIA EN LA INSTITUCIÓN SOCIAL DE LA CIENCIA
su cometido como en las situaciones en las que claramente los profesio-
nales no llegan a dar cumplimiento a estos requisitos. En lugar de todo eso, voy a ceñirme a examinar un limitado n~mero
de problemas en la sociología de la ciencia. Desde e~ta ~erspectn:7a, la
ciencia se nos aparece como una de las grandes inst1tuc10nes sociales,
compartir sentimientos o para establecer una atmósfera de sociabilidad más que de comuni·
cación de ideas o hechos. Este concepto fue, por supuesto, muy conveniente para el crítico
Uerario y analJsta funcional del lenguaje, I A. Richards, que hizo buen uso de él para cul• Reimpreso con permiso del Bul!e1in of The Johm; Hopkins Hospita!, 112 (febrero de 1963),
turas literarias. págs. 77-79. La tercera conferencia Daniel Coil Gilman pronunciada en la. Facu)tad .~e
Medicina Ue la Universidad Johns Hopkrns, el 25 de septiembre de 1962. La mvestigacmn
qlle proporcionó la base para esla conferencia se vio grandemente ayudada por una beca
conci:dida por la John Simon Guggenheim Memorial Foundation.
AMBIVALENCIA SOCIOLOG!C.\ Y OTROS ENSAYOS.--4
50 ROBERT K. MERTON LA AMBIVALENCIA DE LOS CIENT!FJCOS 51

coordmada con las otras instituciones sociales más importantes: la eco. «No hay que tener miedo a defender las nuevas ideas, incluso las más revolu-
nomía, la educación y la religión, la familia y la organización política, cwnarias».)
Como otras instituciones, la ciencia tiene un corpus de ideas campar. El científico debe hacer todos los esfuerzos posibles por conocer el trabajo de
tidas y transmitidas, de valores y normas encaminados a dirigir el com. sus predecesores y de sus contemporáneos en el mismo campo.
portamiento de las personas relacionadas con la institución. Las normas pero.- demasiadas lecturas y erudición sólo sirven para-ahogar el trabajo cread~r.
definen los modelos de conducta técnica y los moralmente permisibles (Compárese las lecturas omnívoras de otros matemáticos hechas por c,a~ley
-el Cayley que, junto con Euler y Cauchy, es uno de los tres matematlcos
indicando lo que está prescrito, lo que se prefiere, se permite o se pros'.
más prolíficos de todos los tiempos- con la irntación de su colaborador, Syl-
cribe. La cultura de la ciencia hace referencia, por tanto, a cosas que vester, al pedírsele que estuviera al tanto de lo que otros habían hecho. Y,
van más allá del comportamiento habitual; sus normas codifican los por supuesto, siempre hay que recordar el pecado contra el Espíritu Santo
valores que se consideran apropiados para las personas que hacen segón Schopenhauer: i<Prescindir de las ideas propias originales al enfren-
ciencia. tarse con un libro».)
Una característica importante de las instituciones sociales es que El científico tiene que dedicar atención escrupulosa a los detalles.
tienden a modelarse en términos de pares de normas potencialmente Pero: tiene que evitar las excesivas precisiones de los pedantes, quisquillosos sólo
conflictivos. Esto marca a las personas gobernadas por la institución cuando se trata de cosas sin importancia.
una tarea que consiste en mezclar esas incongruencias impuestas y
El conocimiento científico es universal y no pertenece a ninguna nación.
obtener una actuación razonablemente coherente. Eso es lo que quiero Pero: todo descubrimiento científico honra a la nación que lo ha promovido.
decir al afirmar que la ambivalencia sociológica está de manera general
incorporada a las instituciones sociales y, en su especie más caracterls- El científico debe reconocer la obligación básica de preparar nuevas genera-
tica, a la institución misma que es la ciencia. Baste considerar, de ciones de científicos.
Pero: no debe permitir que la enseñanza agote demasiadas energías en perjuicio
manera rápida, algunos pares de normas institucionalmente definidos y del progreso del conocimiento. Por supuesto, esto resulta igualmente persua-
advertir la tensión que puede generar hl incongruencia potencial dentro sivo leído al revés. (Recuérdense las quejas contra Faraday porque nunca
de cada par. (Adopto el modelo de Lynd establecido en el capítulo'-) había preparado un sucesor como Davy lo había preparado a él y considé-
rense las frecuentes críticas que se hacen a los científicos que abandonan la
El científico tiene que estar dispuesto a hacer llegar los conocimientos recii!n
descubiertos a sus colegas lo antes posible. investigación por la enseñanza.)
Pero: tiene que evitar la desaconsejabie tendencia a precipitar la publicación de Un joven científico no puede encontrarse en situación mejor que la de ser
sus hallazgos. (Compárese el motto de Faraday «Trabaja, Termina, Publica» aprendiz con un maestro del arte científico.
con el de Ehrlich «Viel arbeiten, wenig publizieren».) Pero. tiene que tratar de llegar a ser él mismo, buscando su propia autonomía y
no contentándose con permanecer a la sombra de los grandes hombres. (Rei-
El científico no debe deJarse dominar por las modas intelectuales, por esas ideas
tero aquí un buen grupo de ejemplos que hacen al caso: la ambivalencia de
que surgen y se mantienen durante un breve lapso para desaparecer después,
Kepler hacia Tycho Brahe; la de sir Ronald Ross hacia Manson, con la devo-
Pero· no puede perder la flexibilidad; debe permanecer receptivo ante las nuevas
ción hacia su maestro empujándole a elogios desmesurados y la necesidad de
ideas prometedoras y ha de evilar el osificarse con el pretexto de mantener
autonomía llevándolo a crÍticas excesivas; en psiquiatria, la ambivalencia de
de manera responsable las tradiciones intelectuales.
Bouchard hacia Charcot y la que desplegaron los secesionistas Jung y Adler
Los nuevos conocimientos científicos deben ser grandem_ente estimados por los hacia Freud· los contradictorios sentimientos de sir Everard Home hacia
colegas entendidos en la materia. John Hunter: y todos los demás en la lista de aprendices en el campo de la
Pero. el científico debe trabaJar sin preocuparse de la estima de los demás. ciencia víctimas de sentimientos ambivalentes.)
El científico no debe hablar de que ha conse1~uido nuevos conocimientos hasta
que haya superado todas las objec10nes ,J.zonables. Y así podría seguirse, más y más, con normas generadas de la litera-
Pero. debe defender sus nuevas ideas y hallazgos, por muy grnnde que sea la opo- tura científica que pueden emparejarse dando como resultado autén-
sición. (Compárese la afirmación de C. N. Yang sobre el credo c1entífic0'. ticas contradicciones, contradicciones potenciales o cuasi-contradic-
«no se debe llegar a conclusiones precipitadas» y las palabras de Pasteur: ciones. Antes de pasar a una clase muy conspicua de ambivalencia
52 ROBERT K. MERTON LA AMBIVALENCIA DE LOS C!ENT[FJCOS 53

experimentada por los científicos, debo decir unas palabras sobre ej ialmente generada por cada uno de los otros pares de normas
espíritu con que se ha llevado a cabo esta investigación. Encarnando es soccialmente opuestos en la ciencia-institución: erudición versus
como lo hacen algunos de los valores fundamentales de la civilización poten ,
· · alidad ' emulación de aprendiz versus personal autonoma, etc.
ongm
universal, los científicos han sido colocados en pedestales, donde no
tienen ningún deseo de hallarse: por lo menos, los más grandes entre
ellos. Esto no es el resultado de un complot, ni siquiera de un complot AMBIVALENCIA CON RELACIÓN A PRIORIDAD
de buenas intenciones. Es tan sólo que hombres y, en ocasiones, mujeres EN LOS DESCUBRIMTENTOS CIENTÍFICOS
de ciencia, se nos han presentado, a través de piadosos actos colectivo8,
como si fueran sobrehumanos, semejantes a dioses en su creatividad, y Como es bien sabido, uno de los riesgos tÍP_ic~s de lo_s científi~os es
también como infrahumanos, al privarlos de las pasiones, actitudes) la posibilidad de que se produzcan descubnm1entos 1ndepend1entes
lazos sociales que se permite a los mortales ordinarios. El resultado ha · ultáneos. Esto da lugar en ocasiones a un stress agudo. De hecho
sido una deshumanización de los científicos al idealizarlos y, en oca. Slffi ,. d td
siones, convertirlos en ídolos. A este proceso secular de distorsión han pocos científicos reaccionan de .manera. ecuamme . cuan
• · o se en eran11 e
e Una de sus me1·ores contnbucmnes a la ciencia -algo que e os
contribuido grandemente los devotos biógrafos que convierten a cienti. saben ser el resultado de un trabajo duro y prolongado~ es «so'l o»
qu
ricos indudablemente grandes en lo que Augustus de Margan describió (como lo expresa la frase re~eladora) un volver a ~escubnr lo que Y~
en una ocasión como «monstruos de perfección». Sin embargo, una había sido encontrado poco tiempo antes o «nada mas que ►~ el de~cubn-
apreciación honesta llevaría a verlos como hombres y mujeres, no como miento de lo que otros han encontrado más o menos al mismo t~e~po.
dioses, y sujetos, por tanto, a las presiones, pasiones y relaciones Nadie que examine de manera sistemática las disputas sobre pnondad
sociales en las que todo el mundo se encuentra inevitablemente impli- puede volver a aceptar como verídica la descripc~ón del cient~co como
cado. En lugar de negar sus cualidades humanas, lo que tenemos que alguien libre de dependencias afectivas en relación con sus _ideas y sus
hacer es examinarlas. Como A. C. Crombie, el historiador de la hallazgos relativos a algún hecho anteriormente descono~1do. No es
ciencia, observó refiriéndose a uno de los casos más notables en rela- necesario subrayar aquí el valor de observar el comportamiento _de las
ción con este tema: personas cuando están sometidas a stress para ent~nderlas meJ~r e~
todo tipo de situaciones. Observando el comportamiento de los c1entl-
Podemos entender mal a Newton el hombre y corremos el riesgo de perdernos
ficos bajo lo que ellos experimentan como el stress de verse adelantados
los procesos esenciales de una mente tan profundamente original y singular
como la suya, si excluimos de nuestro campo de investigación histórica todas !ali en un descubrimiento, conseguimos pistas sobre los modos en que la
influencias e intereses que pudieran parecernos desagradables o poco acordes institución social de la ciencia modela los motivos, las relaciones
con su calidad de científico. sociales y los afectos de los científicos mientras trabajan. He tratado de
mostrar en otro sitio ( l) cómo los valores y el sistema de recompensa
Una monografía completa sobre el tema consideraría, en primer de la ciencia, con su énfasis patogenético en la originalidad, ayud~ a
lugar, cómo las normas potencialmente contradictorias surgen en cada explicar algunos comportamientos anómalos de los científicos: si~ilo
institución social; a continuación, cómo en la ciencia-institur;::ión las durante las primeras etapas de la investigación por temor a que alguien
normas en conflicto generan una acentuada ambivalencia en la_ vida de se les adelante violentos conflictos sobre prioridad, un aluvión de tra-
los científicos; y finalmente, cómo esta ambivalencia afecta a las rela- bajos publicad~s prematuramente encaminados a fundamentar poste~
ciones reales, distintas de las supuestas, entre los científicos. En este riores reclamaciones. Yo sugiero que éstas son respuestas normales a
capítulo, consideraré sólo las fuentes socialmente estructuradas de una

-
una ciencia-institución muy mal integrada, de manera que podamos
especie de ambivalencia: la que se refiere a las exigencias de prioridad
en los casos de descubrimientos científicos simultáneos. Este tipo no es
necesariamente típico con relación al resto. Pero examinándolo con d (1) Véase R. K. Merton, The Sociology of Science: Theoretical and Empirical In~estig~lionf
editada y con una introducción de Norman W. Storer (Chicago y Londres, Umversity 0
necesario detalle, quizá vislumbremos los modos en que la ambivalencia
Chicago Press, 1973), partes 3.•, 4.• Y 5.•.
54 ROBERT K MERTON LA AMBIVALENCIA DE LOS CIENTÍFICOS 55

entender mejor al informársenos sobre una muestra de «altruistas horn. 0


énfasis que le «gustaría reclamar prioridad» (la frase es suya) sobre
bres de ciencia)) americanos que, junto con la «curiosidad personal>) ¡ r~dea de aislar a los pacientes que sufren de histeria (2).
«rivalidad» sea el estímulo más frecuente para su trabajo. 'a ª Harvey Cushing escribe, también, sobre Halsted que era «<lema-
Al decir que la institución social de la ciencia no está bien integrad.a . do modesto sobre su trabajo, indiferente ante cuestiones de priori-
quiero señalar que incluye valores potencialmente incompatibles: en~ ~:d .. .>) (3). Prevenidos por nuestra regla empírica, unas veinte páginas
ellos, el valor atribuido a la originalidad, que lleva a los científicos a después en el libro donde se dice, esto, encontra~os una carta ~e
dese~r que se les reconozca su prioridad, y el valor atribuido a la Halsted sobre su trabajo con la cocarna: »Me adelante a todo el trabaJo
humildad, que les lleva i!l insistir en lo poco que de hecho han sido de Schleich unos seis años ( o cinco) ... (En Viena) expliqué a W Olfler
capaces de lograr. Estos valores no son realmente contradictorios, por cómo usar la cocaína. Él había afirmado que carecía de utilidad en
supuesto -es muy poca cosa, pero es mía-; sin embargo, solicitan tipo¡ cirugía. Pero antes de que me marchara de Viena publicó un artículo
opuestos de comportamiento. El unir estos tipos potencialmente incom. entusiasta sobre el tema en uno de los diarios de la ciudad. No se le ocu-
patibles en una sola orientación y reconciliarlos en la práctica no es rrió, sin embargo, mencionar mi nombre» (4). .
tarea fácil. Más bien, la tensión entre esos valores emparentados crea Pero quizá el caso más característico de negarse a reconocer la exis-
un conflicto en los científicos que necesitan interiorizarlos ambos. tencia de una realidad perfectamente accesible nos la proporciona
Entre otras cosas, la tensión genera una clara resistencia al estudio sis- Ernest Jorres cuando escribe en su amplia biografía (5) que «Aunque
temático de los descubrimientos simultáneos y de los conflictos sobre freud no se interesaba nunca por problemas de prioridad, que conside-
prioridad asociados con ellos. raba sencillamente aburridos, le gustaba explorar la fuente de lo que
Esta resistencia se manifiesta de varias formas: tratando de trivia, parecían ser ideas originales, en especial de las suyas propias ... )>. Nos
lizar el tema, considerando los conflictos sobre prioridad como poco encontramos aquí con una afirmación extraordinariamente esclarece-
frecuentes o aberrantes, mediante percepciones intencionadamente dora. Porque, evidentemente, nadie podía haber sabido mejor que
deformadas de los hechos del caso en cuestión o mediante un vacío en Janes -«sabido» en el sentido cognoscitivo más limitado- con cuánta
el recuerdo y a la hora de relatar lo ocurrido. Esa resistecia lleva con frecuencia Freud se ocupaba en materias de prioridad: en su propio tra-
frecuencia a esas creencias basadas en deseos y a esas falsas memori& bajo, en el trabajo de sus colegas (tanto amigos corno enemigos) y tam-
que describimos como ilusiones. Y de semejante comportamiento están bién en la historia de la psicología. De hecho, la doctora Elinor Barber
desacostumbradamente llenos los anales que tratan de descubrimientos y yo hemos encontrado que Freud manifestó interés por cuestiones de
simultáneos y de prioridades. Tanto así que yo he llegado a formular prioridad en más de 150 ocasiones. Con clara conciencia de su realidad
una regla empírica que parece funcionar bastante bien. La regla es ésta: interior, Freud señala que incluso ha soñado sobre prioridad y sobre la
siempre que la biografía o autobiografía de un científico anuncia que el debida adjudicación de méritos por logros en el campo científico. Y os-
protagonista apenas se ocupó o no se preocupó en absoluto de cues- cila entre los polos de su personal ambivalencia hacia la prioridad: con-
tiones de prioridad, existen muchas probabilidades de que a las pocas siderando en ocasiones que los descubrimientos simultáneos son prácti-
páginas lo encontremos metido hasta las cejas en una u otra batalla
sobre prioridad. Unos cuantos casos tendrán que servirnos como evi•
dencia de muchos. (2) Gcorges Gu!lain. J.-M. Charco/: His Lije, His Work (Nueva York, Hoeber, 1959),
La prestigiosa biografía de aquel gran psiquiatra de la SalpétriCre, págs, 61, 95-96, 142-143.
(3) En su magistral biografía, Harvey Cushing (Springfíeld, CharJe·s C. Thomas, 1946),
Charcot, afirma que, a pesar de sus muchos descubrimientos, el gran págs. 119-120, John F. Fulton describe el esbozo biográfico que Cushing hace de Halsted,
científico «nunca pensó por un solo instante en reclamar prioridades o de[ que está tomado este fragmento, corno «una excelente descripción».
recompensas». Nuestra regla empírica nos lleva a esperar lo que en (4) lbíd,. pág. 142.
seguida encontramos: unas treinta páginas después se nos da una deta· (5) Ernest Jones, Sigmund Freud: Lije and Work (Londres, Hogarth Press, 1957), 111,
pág. 105. Compárese con David Riesman, que hace notar en muchas ocasiones la preocupa-
liada descripción de Charcot insistiendo en haber sido el primero en ción de Freud sobre ru;untos de prmridad, en lnd1V1dualism Reconsidered (Nueva York, The
reconocer el bocio exoftálmico y, un poco más tarde, afirmando con Free Press, 1954), págs. 314-315, 378.
56 ROBERT K MERTON LA AMBIVALENCIA DE LOS CIENTÍFICOS 57
camente inevitables, como cuando narra una fantasía en la que «I ndad es cierto; que le apenaban los conflictos sobre prioridad,
- - . , a
c1enc1a me 1gnorana completamente durante mi vida; algunas décad3.1 ?r~ºscut1ble; que se preocupaba de establecer la prioridad de otros al
1
después, algún otro descubriría infaliblemente las mismas cosas -para !n ¡ que la suya propia, no admite duda; pero describirlo como <munca
las que el mundo no está todavía preparado-, y conseguiría que se laa ,gua "b
. 1 resado» en la cuestlon y «a'urn
do» por e 11 a requiere
· 1a extraord'1-
reconociera
. . y que a mí se me honrara como a un predecesor condenad o naria hazaña de negar, como si ~unca uf 1edra~ ocu,rn'd o, docena~,de
Jíl e · h b'
1~ev1tablemente al fracaso)). En otros momentos, reconoce a regaña. episodios en los que Freud mostro un pro un o mter es en esa cue~dt10dn,
dientes o de manera insistente que alguien se ha anticipado a sus pro. uchos de ellos detallados por el mismo Jones con e1 amoroso cut a o
pias ideas o señala cómo él se ha anticipado a las de otros; «implora)) a
su discípula Lou Andreas-Salomé que concluya un ensayo para que «no
re un genuino erudito. Es cierto que Freud ~o parece haberse in~ere-
sado por esta materia má~ que Newton~ G~llleo, Laplace o Darwm, o
se le _dé a él precede~cia en el tiempm>; amonesta a Adler por lo que cualquiera de los otros gigantes de la c1e~c1a ~cerca de ~os cuales ~us
descnbe como su «rncontrolada ansia de prioridad» de la misma biógrafos han afirmado una total falta de mteres en cuestrnnes de pno-
manera que amonesta a Georg Groddek por ser incapaz de superar ridad para proceder a continuación, corno concienzudos investigadores,
«esa ambición trivial que anhela originalidad y prioridad»; durante un a inundarnos con una avalancha de datos que prueban todo lo con-
período de cuarenta años repetidamente reafirma el papel fundamental trario. Este negar realidades que ellos mismos recogen y segregan
de Breuer y de él mismo en el establecimiento del psicoanálisis; vuelve parece ser ejemplo de ese mantener entendi_miento y percepción en
una Y otra vez a su conflicto de prioridad con Janet, señalando que ha suspenso que de manera tan característica denuncia resistencias muy
conseguido que el recalcitrante Breuer publique su monografía con- arraigadas.
junta antes porque «mientras tanto, los trabajos de Janet han anticipado Tal resistencia tiene evidentes paralelos con otros episodios en la
algunos de los resultados (de Breuer)»; escribe con nostalgia sobre los historia del pensamiento, sin duda con el mismo psicoanálisis, cuando
días de «mi espléndido aislamiento» cuando «nada me hostigaba ... MiJ se daba el caso de que hechos fácilmente accesibles con profundas
publicaciones, que era capaz de colocar sin grandes dificultades, podían implicaciones teóricas eran considerados poco edificantes o de mal
siempre quedarse muy atrás en relación con el progreso de mis conoci- gusto, innobles o triviales y, por consiguiente, concienzudamente igno-
mientos y estaba en condiciones de posponerlas todo lo que me pare- rados. Es un poco como los psicólogos que en otro tiempo ignoraban la
ciera bien, puesto que no existía ninguna dudosa "prioridad" que sexualidad porque era un terna impropio para la buena sociedad o con-
defender»; una y otra vez, otorga prioridades en el caso de otros (Le sideraban sueños, acciones incompletas y lapsus linguae como evidente-
Bon, Ferenczi, Bleuler, y Stekel son sólo unos pocos nombres entre mente triviales y, por tanto, no necesitados de investigación exhaustiva.
muchos); concede incluso a Adler la prioridad en una equivocación; y, El problema en el caso de los descubrimientos simultáneos y con-
para no prolongar demasiado la lista, interviene repetidamente en bata- flictos de prioridad se complica por el hecho de que su investigación
llas sobre prioridad entre sus discípulos y colegas (por ejemplo, entre requiere el desapasionado examen del comportamiento de científicos
Abraham y Jung), diciendo que no puede «sofocar las disputas sobre por otros científicos. Incluso el reunir los hechos relacionados con el
prioridad para las que surgen tantas oportunidades cuando se trabaja en asunto supone que se acuse a esa persona de manchar la memoria de
común» (6). hombres y mujeres de ciencia indudablemente grandes, como si uno
A la vista incluso de esta pequeña muestra de casos representativos, estuviera hurgando en unas inmundicias que un caballero preferiría
quizá no sea demasiado audaz interpretar como signo de resistencia la silenciar. Más aún, el investigar el tema sistemáticamente convierte a
notable afirmación de Jones, según la cual «Freud no se interesaba quien lo intenta no ya en alguien que hurga en inmundicias sino en
nunca por problemas de prioridad, que consideraba sencillamente abu· alguien que produce inmundicias.
rridos ... ». Que Freud tenía una actitud ambivalente hacia el tema de la El comportamiento de colegas en el campo de la ciencia mezclados
en disputas sobre cuestiones de prioridad tiende a ser condenado o
(6) Para un relato más detallado y las referencias bibliográficas a Freud, véase MerLon, aplaudido más que analizado. Se le juzga moralmente en lugar de inves-
The Sociology of Science, págs. 385-391. tigarlo sistemáticamente. Se describen las disputas corno <~desafortu-
LA AMBIVALENCIA DE LOS CIENTÍFICOS 59
58 ROBERT K MERTON

nadas», sustituyendo el esfuerzo de entender lo que las disputaa con la suposición de que se trata de un plagio, su comportamiento
tarse
·¡' ·¡mente coincide con la imagen del hom b re de ciencia
· · l'b
I re
de
implican sobre la psicología de los científicos y sobre la sociología de¡
:iencia como institución por un juicio m?ral. Por lo menos desde ~
d¡tCl·ones exclusivamente dedicado a su trabaJo · ·
c1entI 1co. Se nos pre-
'f'
pas1 , , .
epoca de Goethe encontramos referencias a «todas esas estúpidaa a con frecuencia como desagradable, aspero y excesivamente
t
sen aso de fama. Y durante el penoso confhcto • · 1 que viene
· de~-
peleas sobre _quién descubrió algo, sobr~ plagios y quasi-hurtos» (7), socia
dese • · d d ·
Somos muy hbres, por supuesto, de considerar estos comportamient01 's los criterios que dirigen su comportamiento llen en a eteno-
como desafortunados, estúpidos, cómicos o tristes. Pero estas rea. P"º,0'
rar •
Uno u otro de los descubridores atrapados en un hallazgo simul-
. .
puestas afectivas al comportamiento de nuestros antepasados o her. t, ea -con frecuencia se trata de colegas o compatr10tas- sugiere que
manos y hermanas en el quehacer científico parecen haber usurpado el é~ny no su rival ha sido realmente el primero y que la independencia del
sitio qu~ te~drí~ que haberse dado al análisis de este comportamiento y otro está todavía por probar. Agrupando sus fuerzas,_ el_ otro la~o con-
de sus 1mphcacwnes en cuanto a las maneras que tiene la ciencia de aataca con la opinión de que efectivamente ha existido plag10; con
1r 1 , ,
desarrollarse. Es como si un médico tuviera que responder ante una que al que le siente bien el zapato que se lo ca ce y, mas aun, para q~e
enfermedad haciendo una evaluación, describiéndola como desafortu, las cosas queden perfectamente claras, que el zapato es del o_tro ple.
nada o penosa y dando con ello por terminada su tarea; o como si el psi- Reforzada por lealtades de grupo y en ocasiones por etnocentnsmo, la
quiatra describiera el comportamiento de los esquizofrénicos como controversia gana impulso, abundan las mutuas acusaciones de pla-
absurdo y se limitara a presentar este sentimiento en lugar de esforzarse gio y se crea una atmósfera de total hostilidad y mutua descon-
por descubrir qué es lo que provoca este comportamiento. La historia fianza.
de las ciencias muestra que la emancipación provisional del'sentimiento Esto no está exactamente de acuerdo con la imagen ideal de los
para investigar fenómenos de manera metódica ha sido siempre una científicos y en particular de los más importantes entre ellos. Cuando
tarea difícil, sólo llevada a buen término en épocas diferentes en las nos identificamos con los modelos que nos proporcionan los grandes
diversas ciencias y en épocas también diferentes para determinados pro- científicos del pasado y los menos importantes pero también destacados
blemas en cada una de las ciencias. Yo sugiero que sólo ahora estarna~ del presente, nos resulta penoso observar su comportamiento en estas
empezando a emancipar el estudio del comportamiento real de los cien- situaciones de conflicto. Considerándolo en términos de sentimiento en
tíficos de la tendencia muy humana de responder ante ese comporta- lugar de intentar comprenderlo, puede resultar un tanto sórdido que un
miento según los sentimientos y valores que hemos hecho nuestros en Galileo se entregue a ataques aparenteni.ente egotísticos contra un tal
lugar de examinarlo con un razonable distanciamiento. Grassi que trató de <<privarme de los elogios que puedan deberse a esto
(la invención del telescopio) y que me pertenecen»; o cuando ataca a
otro que «trató de robarme la gloria que era mía, fingiendo no haber
visto mis escritos, tratando de presentarse como descubridor de estas
NORMAS Y COMPORTAMIENTO EN LA CIENCIA maravillas»; o, finalmente, que diga de un tercero que «Tuvo la desfa-
chatez de afirmar que había observado los planetas de los Médicis ...
Contribuir a la sustitución del análisis por el sentimiento es con antes que yo (y utilizó), un método muy diestro para tratar de establecer
frecuencia el penoso contraste que ofrece el comportamiento real de su prioridad>> (8).
los científicos con el que idealmente se prescribe para ellos. Cuando Para todos los que albergamos la imagen ideal del científico tiene
tienen que enfrentarse con el hecho de que su descubrimiento es un que resultamos desconcertante que el primer astrónomo regio, John
redescubrimiento o, lo que es todavía peor, cuando tienen que enfren· Flamsteed, describa sin circunloquios a Edmond Halley ~orno un
«ladrón vago y malicioso» que consigue ser tan «perezoso e mdolente

(7) Brfefe de Goethe. en sus Werke (Weimar, H. Boehlaus, 1903), vol. 27, págs. 219·
223. Estoy en deuda con Aaron Noland, del Journal ofthe History of Ideas por haber llamado (8) Galileo, «E! Aquilatadorn, 1623, en Discoveries _and Opinlons of Galileo (Nueva York.,
mi atención sobre este pasaje. Doubleday, 1957), págs 232-233, 245.
60 ROBERT K. MERTON LA AMBIVALENCIA DE LOS CIENHFICOS 61

como falto de principios» (9). O ver cómo Fl ams t ee d afirma que freud reconoce su propia actitud ambivalente cuando escribe,
siempre ha encontrado a Newton «insidioso, amb1cwso y exc · h blando sobre su trabªjo acerca del Moisés de Miguel Ángel que, al
es1va.
mente d eseoso de alabanzas» ( to). e~contrar un librito publicado en 1863 por un inglés, Watkiss Lloyd, lo
~asi ~odas los que se hayan sólidamente asentados en el panteón de había leído
la_ ciencia -un Newton, Descartes, Pascal, Leibniz o Huyghens·
Li st er, Faraday, Laplace o Davy- se vieron envueltos en una épo~ un on sentimientos encontrados. Una vez más tuve ocasión de experimentar en mí
otra en alguna de estas feroces disputas. A medida que nos acercam a u ~ismo cuántos motivos pueriles y poco dignos entran en nuestros pensamientos
nuestros días, oímos ecos de estas coléricas y agitadas palabras ret~~~ y actos incluso en casos serios. Mi primer ~entimiento fue de pesar porque el
bando p_or l?s ~orre_dores del tranquilo templo de la ciencia. Cuando autor se hubiera anticipado a buena parte de mis ideas, que me parecían pre-
estos ep1s?d10s 1mphcan a nuestros contemporáneos y a menudo a los ciosas por ser el resultado de mis esfuerzos; sólo después de reflexionar fui capaz
que trabaJan con nosotros, se hacen, hemos de suponer, todavía m' de sentir placer por el descubrimiento de aquella inesperada confirmación de
mis opiniones. Nuestros enfoques, sin embargo, divergen en un punto muy im-
p~noso~ de_ observar y resulta más difícil analizarlos con una actitud:
distanciamiento. ~ncluso los científicos de las ciencias sociales que portante.
p_ueden no estar directam~nt~ implicados, al menos por el momento, s:
sienten tr,e~endamen~e mcomodos. Desasosegados y apenados, Jea Este grado de conciencia de la realidad interior está bien lejos de la
re~ulta practicamente 1mposi~l_e_dedi~arse al estudio de este comporta. ambivalencia de un Descartes que consigue escribir que él «no se ufana
m~ento. Porque cuand_o el anahs1s sociológico se desnuda de todo senti. de ser el primer descubridor» y acto seguido procede a reafirmar su
miento,_ a menud_o deJ~ al _sociólogo tiritando de frío. Y responder con prioridad sobre Pascal o a pedirle a su amigo Mersenne «que le diga (a
una actI~u? de d1stanc1~m1ento a estos conflictos tan caldeados en los Hobbes) lo menos posible de ... mis opiniones todavía sin publicar,
que part1c1pan sus asociados resulta muchísimo más difícil El t d" porque si no estoy muy equivocado, es un hombre que trata de conse-
de los d b . . . . es u 10 guirse una reputación a mis expensas y mediante procedimientos pocos
. escu nrmentos simultáneos y del problema de las prioridades
sigue estando muy poco desarrollado. claros>>.
~os mismo~ contendientes manifiestan una actitud ambivalentC" La ambivalencia hacia las demandas de prioridad indican que los
hacia su prop10 comportamiento. Incluso cuando están reuniendo científicos desprecian las mismas actitudes que les ha proporcionado la
d?cumentos para proba~ ~ue tienen prioridad, como Darwin, por institución con la que están de acuerdo. Los sentimientos que han deri-
eJe~plo, reve!a sus sent1m1entos contradictorios al escribir a Lyell· vado de la ciencia-institución, con su gran énfasis en originalidad, les
«Mi_ b~en am1_go, perdóneme. Esta carta es una tontería, influida po; hace difícil renunciar a obtener prioridad en lo relativo a una nueva
sent1m1entos d1,sparatados.» En una posdata Darwin asegura a Lyell que idea o descubrimiento. Sin embargo, la misma institución subraya la
«nunca vol~er~ a _molestarlo a usted o a Hooker de nuevo sobre ese necesidad de una dedicación desinteresada al progreso de los conoci-
tema». Al dia s1g~1ente escribe: «Me parece duro perder una prioridad mientos sin ulterior motivo. La preocupación por la prioridad y ambiva-
que _nevo mantemendo muchos años.» Luego, unos pocos días después lencia hacia esa preocupación se dan juntas en la persona que ha sido
escnbe de nuevo para decir: «No emplear mucho tiempo (en est; configurada por el sistema de valores de la ciencia.
as~nt_o ). Es una cosa miserable preocuparme tanto por cuestiones de El autodesprecio expresado a menudo por los científicos al observar
pnondad.» con desaliento su propia preocupación por conseguir que se les reco-
nozca su originalidad está evidentemente basado en la extendida pero
indiscriminada suposición de que el comportamiento se pone en
(9)_ Francis ~aily, An Account o/ the Rev. John F!amsteed, the First Astronomer-Roya/, marcha por un solo motivo, que puede valorarse como «bueno» o
Comptled f: 0
m his own Manuscripts, and other Authentic Documents, never be/ore published ((malo», como noble o innoble. Esas personas suponen que el científico
j;~,ndres, impreso por orden de los lores comisionados del Almirantazgo, 1835, págs. 323·
Verdaderamente consagrado a la ciencia sólo tiene que preocuparse de
(!O) lbíd., págs. 73-74. que avance el saber. El resultado es que su profundo interés en canse-
62 ROBERT K. MERTON LA AMBIVALENCIA DE LOS CIENTÍFICOS 63

guir que su prioridad sea reconocida por sus iguales es considerad . 0 ni disculpan la avaricia en ellos mismos ni en otros. Por otra parte, todos
como oscurecedora de la nobleza de sus intenciones (aunque podrj dmer
hombres de ciencia· que conozco Jo su r·icientemente
· b'1en para poder Juzgar
· 1os
recordarse que «noble» significaba inicialmente lo ampliamente con ]os e inchryo a mí mismo 6n ese grupo) están extraordinariamente ansiosos de
cido). Esta suposición tiene un atisbo de verdad psicológica: cualqu¡°' (y msu trabajo sea reconocido y aprobado por otros. ¿No está por debajo de la
recompensa -fama, dinero, posición- es moralmente ambigua y pote~ q~e 'dad de una mente científicamente objetiva permitir tal distorsión de sus ver-
d1gn1
cial~ente subversiva de motivos culturalmenLe estimados. Porque: daderos motivos? Además, ¿de qué es de lo que hay que estar avergonzado?.
medida que se r~parten las recompensas -1~ fam~, _por ejemplo-, ~ La última pregunta del doctor Se~ye no tiene por qué qu~d~rse e~ pura
d~,seo de consegu1rl~s _PUede desplazar al motivo ongmal; la preocupa; retórica. La vergüenza se expenmenta cuando la propia identidad y
c10n por el reconoc1m1ento puede desplazar la preocupación por hac ' toimagen se ve repentinamente violada por el propio comporta-
avanzar el saber. Pero esto es sólo una posibilidad y no un efecto inevii.
table. Cuando l~ ci~nc~a-instituc_ión funciona efectivamente, cosa
c~mo en otras mstltuc10nes sociales, no siempre sucede, el reconocii
qu' :iento real: como la vergüenza que hemos visto expresar a Darwin
uando su propio comportamiento le forzó a darse cuenta de que el
e conocimiento de su prioridad significaba para él más de lo que había
miento Y_ la estima se o_torgan a aquellos científicos que mejor hati ~ . d
estado dispuesto a suponer. Admitir un deseo profundamente arraiga o
?esempenado sus cometidos, a aquellos que han hecho aportacione,j de alcanzar reconocimiento parece implicar una preferencia del reco-
importantes al común depósito del saber. Entonces se dan esas felice~ nocimiento sobre la alegría del descubrimiento, llegando a ser un fin en
circunstancias en las que obli_g.ación _moral y propio interés coinciden~ si mismo, activando la posterior toma de conciencia de que el placer del
~e fu?den. La observada amb1valenc1a de los científicos hacia su propio reconocimiento por los éxitos obtenidos podría, y quizá momentánea-
I~teres P?rque se les reconozca su prioridad -ambivalencia que hemos mente así era, reemplazar los placeres del trabajo científico en sí
visto registrada hasta por el más astuto de los psicólogos, Freud- les mismo.
muestra como asumiendo que un motivo tan ancilar de alguna manera En apariencia, esta hambre de reconocimiento se presenta como
empaña la pureza de su interés en la investigación científica. Sin pura vanidad personal, generada desde dentro y ansiosa de satisfacción
embargo, no tiene por qué significar que los científicos buscan sólo exterior. Pero esto es en verdad un diagnóstico superficial, que incluye
ganar el aplauso de sus iguales sino, más bien, que se sienten confor- una moralizante desaprobación de uno mismo o de los demás y que
tados y recompensados cuando lo oyen. ., representa un clásico ejemplo de la falacia de una concreción fuera de
De cuando en cuando algún científico se da cuenta de todo esto y lugar en la que datos sociológicos relevantes se suprimen mediante una
rechaza con vigor la hipótesis que justifica el sentirse avergonzado por atención exclusiva a los estados de ánimo de los científicos individuales.
tener interés en alcanzar reconocimiento; por ejemplo, un Hans Selye: Cuando alcanzamos una mayor profundidad y extensión en el complejo
que pregunta a sus colegas: institucional que da origen a este hambre de reconocimiento, resulta ser
todo menos enteramente personal, repitiéndose, como lo hace con
¿Por qué todo el mundo se esfuerza en negar que trabaja esperando el reconoci- variaciones insignificantes, en todos los científicos. Se ve lo que recibe
miento? He conocido en mi esfera a muchos científicos, entre ellos algunos de el nombre de vanidad como el aspecto exterior de una necesidad inte-
los estudiosos más importantes de nuestro siglo; pero dudo que cualquiera de rior: la confirmación de que el trabajo propio tiene importancia, de que
ellos pensara que el público reconocimiento de sus logros -mediante un título,
uno ha dado la talla al medir ese trabajo con los estrictos criterios que
u_na medalla_, un premio, o un grado académico honorario- jugara un papel deci-
s1_~0 en motivar (o, uno_ podría añadir, sostener) su entusiasmo por la investiga- mantiene la comunidad de científicos. Entonces resulta claro que la
c10n. Cuando un prem10 proporciona honores y dinero, muchos científicos se ciencia-institución refuerza, cuando no crea, esta necesidad profunda-
si_e~ten inclinados a admitir que les satisface más el dinero («uno tiene que mente enraizada de ratificación del trabajo hecho. A veces, por supuesto,
v1v1r») que el reconocimiento público («no me impresiona la adulación»). · Por la necesidad crece hasta convertirse en algo incontrolado: el deseo de
que'h asta 1as mentes mas' grandes se rebajan admitiendo semejantes falsedades?
' reconocimiento se convierte en un ansia desenfrenada de aplauso (in-
Porque, sin ser mentiras conscientes, esos raciocinios son indudablemente falsos. cluso cuando no está justificado); las exaltadas alegrías y tristezas de la
A muchos de los científicos con verdadero talento no les interesa realmente el megalomanía sustituyen al bienestar que da la seguridad. Sin embargo,
64 ROBERT K. MERTON
LA AMBJVALENCJA DE LOS CJENTIFJCOS 65
no hay que confundir el caso extremo con el que marca la pauta. e~ . entivos para que tanto el claustro de profesores como los estudiantes
general, la preocupación por que se reconozcan los propios logros, qu~
in;sgraduados publicaran los resultados de sus investigaciones. Intro-
para el científico significa que sus colegas nás capacitados juz,
guen valioso el trabajo propio, expresa también preocupación por~
~ jo la costumbre de imprimir una Bibliographia Hopkinsiensis en el
u istro anual, que reseñaba los «libros y artículos publicados por los
avance del saber como justificación última de la empresa científica, ~iembros de la Universidad
· . escntos
· durante 1a asoclc:!--
.
Johns Hopkms,
Más que hallarse inevitablemente contrapuesta con la dedicación a la
~ón del autor con la Universidad, o basados en trabajos realizados
ciencia, la preocupación por el reconocimiento es de ordinarfo unij el
durante su permanencia en ella ... es ev1"d ente que 1a reputac10n
. , de un
expresión de esa dedicación. Esto resulta evidente sólo cuando el ana.
hombre estaba, en gran parte, basada en'su bibliografía». Una vez más,
lisis de la situación no se limita a caracterizar esa preocupación co.m.Q
advertimos una fusión del interés en el avance del saber y el interés en
un simple problema de vanidad o de exaltación personal, sino que v~
reconocer la contribución de cada científico y la contribución colectiva
más allá y considera que, sociológicamente, el reconocimiento de ¡~
propios éxitos por los colegas cualificados es un proceso básico en ll
de ]a Universidad. La fusión de estos intereses puede, por supuesto, dar
lugar a una escisión. Para ello sólo se requiere un sistema de incentivos
ratificación social del trabajo científico. La ciencia es un mundo socia~
institucionalizado que agrave la comezón de publicar (11) adjudicando
no un agregado de mundos privados, solipsistas. Una continua valora.
mérito a la mera longitud de una bibliografía.
ción del trabajo y el reconocimiento del que está bien hecho de acuerdo
con los criterios de la época constituye uno de los mecanismos para
mantener los procesos de refutación y confirmación de las ideas que se (11) ((Los médicos del alma irán más allá de esta frase tan corriente y reconocerán la
requiere para el desarrollo cognitivo de la ciencia. maligna enfermedad, conocida desde los tiempos de Juvenal, como la insanabile scribend1
cacoethes. Su etiología es oscura pero los ejemplos epidemmlógicos proporcionan algunas
Dentro de este contexto no puedo por menos de citar una prue_~a de
pistas. Hay indicios de que su frecuencia aumenta constantemente en las instituciones que
la compartida devoción hacia la ciencia y al reconocimiento de los acumulan recompensas sobre el prolífico autor de trabajos científicos o eruditos. La edad
derechos de prioridad que fue expresada con toda franqueza por cl parece ser un importante factor en cuanto a predisponer en este sentido, como resultado de
primer catedrático de química y segundo presidente de la Universidad un proceso social básico: con e! paso de los años, los científicos que han publicado trabajos
Johns Hopkins. Inmediatamente antes de que finalizara el primer año importantes reciben frecuentes solicitudes para preparar más ensayos. Sm embargo, la pre-
disposición general a la enfermedad parece estar menos extendida que el síndrome nada.
académico de la Universidad, Ira Remsen escribió un<1; carta al presi- que-contar (aunque, en ocasiones, las dos encuentran formas de coincidir). Los princi-
dente Gilman que empieza así: «Le pido permiso para, a través de piantes se ven atacados rara vez. Algunos pocos científicos escapan en los primeros años de
usted, hacer la siguiente petición a los miembros del patronato de la profesión; otros escapan hasta llegar a la plena madurez; hay muchos que nunca se conta-
Universidad» y después continúa hablando del trabajo en el laboratorio gian. Pero debido al extraordinario crecimiento del número de publicaciones científicas, la
enfermedad amenaza convertirse en endémica. Los ataques son recurrentes, sin llegar nunca
de química: a conferir la inmunidad. La suscept1b11idad puede delerminarse mediante la inyección
intrapsíquica de la toxma: lo que quizá podría denommarse muy apropiadamente el test de
En el momento presente es deseable publicar una descripción preliminar de lo Mer/on. Si la reacción es positiva, los rrimeros signos aparecen a los diez minutos (o menos)
que hemos hecho hasta ahora y de lo que tenemos intención de hacer. Esto C.! de ver el propio nombre en letra imrresa, dirigiéndose hacia un máximo asintótico con cada
deseable fundamentalmente por dos razones: la primera, que se nos reconozca lo inyección sucesiva La reacción local disminuye temporalmente pero vuelve en seguida. La
antes posible como parte de los químicos que trabajan activamente en el país;la fuente de la infección queda con frecuencia sin loca!Jzar en casos concretos, particular-
segunda, que se nos asegure el resultado de nuestros trabajos o, dicho de otra mente cuando no se dedica suficiente atención a la ecología social del paciente. Los transmi-
sores .,on importanles, especi-almente aquellos que han sido abundantemente recompensados
manera, que se establezca nuestra prioridad.
por sus efusiones de lelra impresa. El comienzo es repentino por regla general, precedido
por una publicación menor, apenas perceptible. La fiebre de publicar es intensa; crece con
Quizá no sea demasiado aventurado sugerir que vemos aquí los or!· rapidez y puede, en unos pocos años, alcanzar el grado de 15 a 20 publicaciones por año.
genes del influyente American Chemical Journal, iniciado por Remsen Los artículos son extraordinariamente pesados y al ojo del lector pueden darle una sensa-
dos años más tarde. ción de aburrimiento agudo. Las complicaciones y secuelas son demasiado numerosas para
examinarlas aquí.» R. K. Merton, On the Shoulders of Giants: A Shandean Postscript (Nueva
El presidente Gilman no sólo proporcionó nuevos medios para York, The Free Press, 1965), págs. 83-85.
hacer publicaciones científicas y eruditas, sino que institucionalizó
AMBIVALE:,,.CJA SOCIOLÓGICA Y OTROS ENSAYOS.-5
66 ROBERT K Mt-RTON LA AMBIVALENCIA DE LOS CIENTÍFICOS 67

miento». O, para volver a Estados Unidos, un Williarn James «infla-


EL StNDROME EuREKA ado» con su idea del pragmatismo y apenas capaz de contener su
~borozo acerca de ello. O, con exuberancia más controlada, Joseph
Todo esto puede verse dentro de un contexto algo diferente: la seria ~enry, una vez que encontró un nuevo método para construir electroi-
preocupación por establecer la prioridad o, al menos, la independencia manes, explica que «cuando esta idea se presentó en mi cerebro, IJ?,e
del descubrimiento, es sólo el otro lado de la moneda del júbilo social- sentí tan complacido con ella que no pude evitar el ponerme en pie y
mente reforzado que acompaña el haber llegado a una nueva idea 0 expresarle mi más calurosa aprobación».
resultado científicos. Y cuanto mas profunda es la entrega a un descu. Dicho brevemente, cuando un científico ha hecho un auténtico des-
brimiento, mayor es, lógicamente, la reacción ante la amenaza de que cubrimiento, es todo lo feliz que puede serlo un cientifico. Pero las
esa novedad sea rechazada. La preocupación por la prioridad es a cimas del júbilo pueden servir tan sólo para ahondar la sima de la deses-
menudo la contrapartida del júbilo por el descubrimiento: el síndrome peración en el caso de que le sea arrebatado el descubrimiento. Si la
Eureka. Nos basta con recordar lo que es quizá la más exaltada expre- pérdida está ocasio_na_da sól~ por el hallazg~ d,e que era e~ ve~dad, no
sión de alegría por un descubrimiento en los anales de la ciencia; be un primer descubnm1ento smo un descubnm1ento postenor rndepen-
aquí las palabras de Kepler al descubrir la tercera ley planetaria: diente, el golpe puede ser suficientemente duro, pero también quedar
mitigado por el triste consuelo de que al menos el descubrimiento ha
Lo que profeticé hace vientidós años tan pronto como hallé que las órbitas sido confirmado por otro. Pero esto no es nada, por supuesto, cuando
celestes existían en el mismo número que los cinco sólidos (regulares), lo que se compara con la traumatizante acusación de que no sólo el descubri-
creí plenamente mucho antes de que hubiera visto los Armónicos de Ptolomeo,
miento ha sido posterior a otro de la misma especie, sino que ha sido en
lo que prometí a mis amigos en el nombre de este libro, que bauticé antes de
cumplir los dieciséis años, lo que propugné como un fin que había que consegtiir, realidad copiado o incluso robado. Más que mutuamente exclusivas, la
la razón por la que me uní a Tycho Brahe, de que me instalara eb. Praga, por !o alegría por el descubrimiento y la impaciencia por alcanzar el reconoci-
que empleé la mayor parte de mi vida en cálculos astronómicos; eso, finalmente, miento de los colegas en el campo de la ciencia son caras de la misma
lo he sacado a la luz y he visto que es cierto hasta más allá de mis más risueñall moneda psicológica. Ambas expresan un básico reconocimiento del
esperanzas. No han pasado dieciocho meses desde que vi el primer rayo de luz, valor de hacer avanzar el saber.
tres meses desde que la magnificencia de un glorioso sol sin nubes se derram~ Quizá los científicos están aprendiendo a vivir aceptando las ten-
sobre mí. Triunfaré sobre la humanidad con la honesta confesión de que he siones de los descubrimientos simultáneos. Esto es lo que sugieren, por
robado los jarrones de oro de los egipcios para alzar un tabernáculo para mi Diot lo menos, los resultados preliminares de un metódico estudio del tema.
lejos de las tierras de Egipto. Si ustedes me perdonan, me alegraré; si se enfadan;
Entre la multitud de descubrimientos simultáneos, la doctora Elinor
no podré evitarlo. El libro ya está escrito, la suerte está echada. Que se lea ahora
o que lo lea la posteridad, no me importa. Puede muy bien esperar un siglo para Barber y yo hemos emprendido un examen intensivo de 264 casos. De
encontrar un lector, de la misma manera que Dios ha esperado 6.000 años para 36 descubrimientos simultáneos anteriores a 1700 en esta lista, el 92 por
encontrar un observador (l2). 100 fueron objeto de agotadores conflictos sobre prioridad; esta cifra
desciende al 72 por 100 en el siglo XVIII; se mantiene al mismo nivel
Podemos tan sólo imaginarnos la profundidad de la angustia de aproximadamente (74 por 100) durante la primera mitad del XIX y des-
Kepler si otra persona hubiera afirmado haber llegado mucho antes ala ciende al 59 por 100 en la segunda mitad, alcanzando el bajo porcentaje
formulación de la tercera ley. Lo mismo se podría decir de un Gay· del 33 en la primera mitad de este siglo. Puede ser que los científicos
Lussac, tomando de la cintura a la persona que estaba más cerca para cada vez son más conscientes de que con el extraordinario número de
bailar un vals de la victoria de manera que pudiera «expresar su júbilo personas trabajando al mismo tiempo en todos los campos de la ciencia,
con ocasión de un nuevo descubrimiento mediante la poesía del movi· es muy posible que un descubrimiento lo hagan otros además de ellos
mismos.
(12) Tomado de WiHiam S. Knickerbocker, ·edilor, Cfassics o/ Modern Science (Nue-
York, Knopf, 1927), pág. JO.
68 ROBERT K MERTON LA AMBIVALENC'JA DE LOS CIENTÍFICOS 69

so de que me estuviera exponiendo inadvertidamente a la acusación


~: plagio.» Esto, en boca del creador de la teoría de los vectores.
CRIPTOMNESIA («PLAGIO INCONSCIENTE»)
pasando de las matemáticas a la psicología, encontramos a Freud
xamínando sus propias experiencias y recordando que le regalaron las
A complicar todavía más las ya complejas emociones que llevao :bras de Bórne cuando tenía catorce años y que todavía tenía el lib.ro
consigo los descubrimientos simultáneos, colabora el fenómeno Ua. cincuenta años después, de manera que si bien «no recordaba el ensayo
mado «plagio inconsciente». Este término ecléctico atestigua por ~ en cuestión», que trataba de la libre asociación como procedimiento
mismo la mezcla de moralización y de análisis que interviene habitua]. para la creación literaria, «no nos parece imposible que este indicio
mente en las discusiones sobre el tema. Está integrado por un compo. haya quizá puesto de manifiesto ese caso de criptomnesia que, en tantos
nente psicológico poco preciso («inconsciente») y otro moralizante. casos, puede sospecharse detrás de una aparente originalidad». Freud
legal ( «plagio», con todas sus connotaciones de violar un código y de la era muy consciente de la básica incertidumbre sobre originalidad gene-
culpa consiguiente). En cuanto concepto, «plagio inconsciente» resulta rada por la constante posibilidad de la criptomnesia. En otra ocasión
tan anticuado en los estudios psicológicos como el concepto de escribe: (<Sentí una considerable satisfacción al descubrir recientemente
«locura», que ha quedado relegado a la esfera de la ley, donde sigue lle. que esa teoría (la del "instinto de muerte") era defendida por uno de los
vando ~na atormentada existencia. El término analítico· y neutral, crip-, grandes pensadores de la Grecia antigua. No tengo inconveniente en
tomnesia, nos es de mayor utilidad, refiriéndose como lo hace al pensa- sacrificar el prestigio de la originalidad a cambio de conseguir esta rati-
miento aparentemente creativo en el que ideas basadas en experienciru ficación, sobre todo porque mis lecturas de años atrás fueron tan
pasadas que no se recuerdan, se aceptan como originales. extensas que nunca puedo estar completamente seguro de que lo que
El hecho de que la criptomnesia pueda sucederle a todo el mundo me parece creación de mi propia mente no sea en realidad un caso más
expone al científico a la constante posibilidad de que la idea original de criptomnesia.» Fue sin duda este tipo de fenómeno lo que impulsó a
que más aprecia sea en realidad el olvidado residuo de algo que leyó u exclamar a Mark Twain: «¡Qué buena suerte tuvo Adán!. Cuando decía
oyó en otro momento. A veces, el miedo a la criptomnesia puede llevar algo estaba seguro de que nadie lo había dicho antes.>>
a los científicos a poner en duda su capacidad para recordar y para Existe además otro fenómeno recurrente que contribuye a crear
producir ideas originales. incertidumbre sobre el valor de la propia originalidad. El científico o el
Entre los muchos ejemplos que hacen al caso, consideraremos sólo erudito puede inadvertidamente tomar prestadas las propias ideas.
unos pocos. William Rowan Hamilton, el genio matemático que inventó Muchos han· descubierto, con una mezcla de pesar y de incredulidad,
los cuaternios (en parte inventados independientemente por Grass-: que una idea que parecía haber surgido de la nada, había sido formu-
rnann), había pasado a los diecinueve años por la experiencia de ente- lada por ellos años atrás y olvidada después. Un antiguo cuaderno de
rarse de que su teoría de los rayos ópticos era un redescubrimiento. apuntes, un trabajo archivado años ha, un colega con la desagradable
Estuvo toda la vida preocupado por la doble posibilidad de plagiar invo- virtud de acordarse de todo, un antiguo alumno: cualquiera de estas
luntariamente a otros o de ser plagiado. Así lo explicó él en una de las cosas puede dejar bien claro que lo que se consideraba un nuevo punto
muchas ocasiones en las que hizo referencia a este tema en su corres- de partida era en realidad la repetición de una innovación anterjor del
pondencia con De Morgan: «En cuanto a mí mismo, estoy seguro de mismo científico. Entre muchos ejemplos de este tipo recojo sólo unos
que a menudo debo de haber reproducido cosas leídas mucho antes, sin cuantos, algunos de hace un siglo o aún más, y otros de cosecha re-
ser capaz de identificarlas como pertenecientes a otras personas.» O en ciente:
otra ocasión: <<. .. ¿tengo que pelearme con Dickens, o figurar en una de
sus publicaciones de fecha posterior? ¿Dónde acaba el asunto de la Joseph Pnestley anota con pesar que ((He olvidado tan completamente lo que yo
prioridad? Estoy tan harto de ello como pueda estarlo usted; y, sin mismo he publicado, que al leer mis propios escritos, lo que encuentro en ellos
embargo, en cualquier cosa importante que tenga que ver con la me resulta con frecuencia absolutamente nuevo, y más de una vez he hecho
ciencia, tendría que considerar como un favor que se me advierta, en el experimentos cuyos resultados ya habían sido publicados por mí)).
70 ROBERT K MERTON LA AMBIVALENCIA DE LOS CIENTÍFICOS 71

El sincero y jovial matemático Augustus de Margan tiene su propia y divertid y por referirme a Freud, como ya he hecho con tanta frecuencia, fundamental-
visión de este tipo de experiencias: «Antes de ahora he leído un trabajo (no sob; ente porque sus experiencias intelectuales están más documentadas de lo ordi-
matemáticas) y me he dicho a mí mismo, estoy totalmente de acuerdo con este marío, Janes señala varios' ejemplos de cómo ((Obtenía una clara intuición que
hombre, es una persona muy razonable, para descubrir por fin que se trataba d ~lvidaba posteriormente, para luego tropezarse repentinamente con ella como si
un antiguo trabajo mío, quedando muy complacido ante aquel imparcial recono: fuera una absoluta novedad». Como Freud hizo notar en conexión con otro tema
cimiento de mis propios méritos.>> distinto (de forma que recuerda una observación .semejante de Marx), «es cosa
sabida que el convencimiento de la precisión de la propia memoria carece de
O pasemos a un alumno de De Margan, el «Adán de las matemáticas», qne valor objetivo ... >►•
acuñó innumerables términos matemáticos, y que después de verse obligado a
retirarse de Woolwich por ((anticuado» a la edad de cincuenta y seis años, tan. Si la criptomnesia es posible en relación con el propio trabajo ante-
guideció durante seis años y después aceptó la invitación de un nuevo presidente riormente realizado, tiene también que serlo sin duda alguna con res-
de una nueva Universidad -Johns Hopkins, por supuesto- para iniciar un pro. pecto al trabajo de otros. Y esto puede minar la tranquila seguridad de
grama de estudios para posgraduados en matemáticas, revitalizando así es dJB.
ciplina en los Estados Unidos de una vez para siempre. Se ha dicho de Jamea alguien que, con toda honestidad, ha dado a luz una nueva idea cuando
Joseph Sylvester que <de resullaba difícil recordar sus propias creaciones y que se ve confrontado con otra versión de la misma idea elaborada por otra
en una ocasión llegó incluso a discutir que uno de sus teoremas pudiera ser persona.
cierto». Diferentes factores pueden afectar el índice de probabilidad de la
criptomnesia en relación con el trabajo propio. Puede ser más probable
cuanto más haya trabajado un científico en diversos campos en lugar de
O considerénse estos otros ejemplos de préstamos criptomnésicos
restringir su investigación a problemas estrechamente relacionados
en nuestros días:
entre sí. Examinando esta hipótesis no desde el punto de vista de un
científico considerado individualmente, sino de la relativa frecuencia de
El premio Nobel, 0tto Loewi, narra la experiencia de despertarse a media la auto-criptomnesia en diferentes ciencias, cabrá esperar que sea más
noche, garrapatear unas notas sobre algo que le parecía ser un importante deseo, frecuente en las ciencias más recientes, con sus conocimientos menos
brimiento, volver a dormirse, despertarse de nuevo y descubrir que era incapaz codificados y, por tanto, mucho más próximas al empirismo que las
de descifrar sus garabatos, pasar el día en inútiles y descorazonadores esfuerzm ciencias mejor codificadas. Según el grado en que se den estas diferen-
para recordar lo que había tenido en la mente, despertarse de nuevo a las tres d~
la madrugada siguiente, salir a toda prisa para el labora-torio, hacer un experi- cias estructuradas en el nivel de integración teórica, habrá que esperar
mento y dos horas más tarde probar de manera concluyente la transmisión cli- más criptomnesia en relación al propio trabajo en las ciencias sociales.
nica del impulso nervioso. Hasta aquí muy bien: otro caso, evidentemente, del
modelo de creatividad subconsciente inolvidablemente descrito por Poincaré.
Pero algunos años más tarde, cuando Loewi, al serle solicitado, expuso todo esto ÜRGANIZACIÓN SOCIAL DE LA INVESTIGACIÓN CIENT1FICA
al Congreso Psicológico Internacional, un antiguo alumno le recordó que, die-
ciocho años antes de ese descubrimiento nocturno, había presentado ya plena- La frecuencia de esa criptornnesia también debiera verse afectada
mente desarrollada la idea básica. «Esto -dice Loewi- yo lo había olvidado por por la organización social del trabajo científico, que parece afectar
completo. ►►
todos los aspectos de los descubrimientos simultáneos en la ciencia.
El psicólogo Edwin G. Boring me escribe acerca de un colega, S. S. Stevens, Cuando la investigación está organizada en equipo, será menos pro-
que se acerca a él con la excitación del síndrome Eureka, anunciand9 que acaba bable, hemos de suponer, que anteriores ideas y hallazgos se olviden por
de perfeccionar una nueva técnica para unas escalas de mediciones sensoriales, y completo. Porque si algunos miembros del equipo los olvidan, habrá en
que está buscando un nombre para ella. Y en seguida, antes de que _«el brillo de cambio otros que no lo hagan. Más aún, la repetida interacción entre cola-
la nueva idea se haya desvanecido, se da cuenta de que ha tratado este tema por boradores tenderá a fijar en la memoria esas ideas y hallazgos.
e,<¡crito seis años antes y de que incluso ha llegado a darle un nombre provi- Los cambios evidentes en la organización social de la investigación
sional». científica debieran tener un marcado efecto sobre ambivalencia con
72 ROBERT K MERTON LA AMBJVALENC/A DE LOS CIENTÍFICOS 73

relación a las prioridades en la ciencia. La corriente hacia la colabor los científicos sobre el problema de «cómo se sabrá cuál ha sido
ción en la investigación se refleja en el campo de las publicaciones, y entre ., . . d · h. · ·
. ntribuc10m> en trabaJos en eqmpo que con la ten encrn 1stonca-
que cada vez hay más trabajos de investigación firmados por varj l rn1 coe dominante de querer' · · d 1 · ·ct a d

. t asegurar el reconoc1m1ento e a pnon


auto~es_e~ lugar de u~o s?lo. La extensión de este cambio difiere seg: roen e otros en ese mismo campo. Y no es que esta u•¡·tima mo dl.dd a1 a
sorb h • p d
las d1sc1plmas. Las c1enc1as que han desarrollado teorías eficaces in haya sido totalme~:e desplazada, como ya emos visto. ero pu~ ~ s~r
. '
trumentos compleJos y a menudo costosos y experimentos rigurosos e la preocupac10n estructuralmente provocada sobre la pnondad
g~up~s de observaciones han experimentado este cambio antes que¡~ quté siendo oscurecida · por ¡a preocupac10n· ' tam b.ten
' provocada est ruc-
c1encras menos desarrolladas en estos aspectos. e~raJmente sobre la distribución de mérito entre colaboradores. Un
A manera de_ ilus~ración, considérense los tipos de publicaciones en:. t tudio de un equipo de treinta economistas y científicos del comporta-
algun~s de las ciencias y en otras disciplinas, basadas en tabulacionct :iento reveló, por ejemplo, que «los científicos del comportamiento
del numero d~ autor~s de trabajos ~n las pubHcacionts más prestigios¾ tendían a preocuparse menos q1:1e los economistas por cosas como la
~os res~ltados, reumdos por Harnet Zuckerman en un trabajo todavía ·'piratería" o el "mérito". Esta-diferencia puede deberse a que en las
sm pubhcar, son éstos, sumariamente: en física, de los trabajos pub¡¡. ciencias sobre el comportamiento se da mayor importancia que en la
cados durante la década de los años veinte, el 75 por 100 estaban fir, economía al trabajo en colaboración».
m_ados por un solo autor; en la década siguiente el 56 por 100; en los Desde nuestro punto de vista, la impo~ancia de estos cambios en los
anos _cuarenta, el 50 por 100; y, finalmente, en los años cincuenta, lo¡ porcentajes de colaboración es que el grado de interés en cua_nt~ ~ la
trabaJos con un solo autor fueron ónicamente el 39 por 100. Una ten, prioridad en la ciencia probablemente no es una constante h1stonca;
dencia similar en biología empieza después y se desarrolla más lenta: segundo, que varía al cambiar la or~anización del trabajo _cie_ntífico; _Y,
mente: con 90 por 100 de trabajos con un solo autor en los años veinte tercero, que esos cambios pueden a la larga y de manera md1recta dis-
declinando hasta el 73 por 100 en los años cincuenta. Hasta las matemá, minuir la ambivalencia de los científicos hacia la obtención de recono-
ticas testimonian el crecimiento de la colaboración, con el 95 por 100 cimiento por la originalidad de sus contribuciones.
de trabajos firmados por un autor en los años veinte reducido al 82 por Sin embargo, aunque los científicos.saben que se dan los descubri-
100 en la última década.
mientos genuinamente independientes, muchos de ellos, como hemos
Las ciencias sociales y del comportamiento presentan dos tenden., visto, no llegan a extraer lé..s implicaciones de esto para su propio tra-
cias distintas: la economía, la antropología y las ciencias políticas poneo bajo. Por razones que he tratado de sugerir, encuentran difícil, y en
de manifiesto cambios prácticamente despreciables, con casi todos los ocasiones imposible, aceptar el hecho de que alguien se les haya adelan-
trabajos con un solo autor en el primer período y el 90 por I 00 o más en tado o de que uno de sus contemporáneos haya llegado al mismo resul-
el período más reciente. La psicología y la sociología, en cambio, tado al mismo tiempo que ellos, o que los otros trabajaran de manera
ofrecen una marcada orientación hacia el trabajo hecho en colabora- completamente independiente. Como también hemos visto, los valores
ción: en los años veinte, el 98 por 100 de los trabajos de sociología eran incorporados a la institución social de la ciencia y la penumbra de
de un ónico autor, reduciéndose esta cifra por décadas al 92, 89 y, final- incertidumbre que rodea la independencia del pensamiento se com-
mente, al 72 por 100. La tendencia en psicología durante el mismo binan para evitar la tr.anquila aceptación de los acontecimientos que
período es todavía más marcada: del 84 por 100 en los años veinte al 55 disminuyen la propia seguridad en la originalidad, seguridad nacida del
por 100 en la época más reciente. Todo esto, por supu'esto, está en claro duro trabajo requerido para producir la nueva idea o el nuevo resul-
contraste con temas como la historia donde los trabajos de investiga- tado.
ción hechos en colaboración (diferenciándolos de los libros de texto) El estudi~ razonablemente distanciado de los casos de descubri-
-::ubren no más de un I a un 3 por I 00 del total. mientos simultáneos y de las cuestiones de prioridad, puede hacer algo
Aunque los hechos distan mucho de ser concluyentes, este cambio por contrarrestar estas tendencias hacia la desilusión y el autodesprecio
co~tinuado en la estructura sociai de la investigación científica que se o la sospecha. Porque, como hemos visto en el caso de Freud tratando
registra en las publicaciones, parece indicar una mayor preocupación de animarse a salir de la ambivalencia producida por haberse visto anti-
75
LA AMBIVALENCIA DE LOS CIENTÍFICOS
74 ROBERT K. MERTON
, . or encima del nivel individual, sobre la manera en que se
cipado en los escritos de Watkiss Lloyd, los descubrimientos indep
dientes parecen servir de confirmación de una idea o de un hall
Quisiera mvest1gar, t~s matemáticos y estudiar los factores que ayudan a ~u
. inan los conc~p .. . , C o ue pueden obtenerse muchos ene 1·
fo;-
Incluso W. R. Hamilton, toda su vida atormentado por el miedo a :~ión e influenc1~n su c.rec1~1en;:~ eJ;m~lo si el matemático que trabaja ais-
otros le plagiaran o por la ansiedad de que él mismo pudiera ser ·os de semejante mvest1gac1on. ce to est'.i a punto de aparecer, lo mas pro-
«plagiador inocente», consiguió en una ocasión señalar los be ~~do comprende que cu~~~~c:\~::ia!e más de un matemático c,on capacida~
ficios secundarios de los descubrimientos simultáneos cuando, en bable es que ~sto se ~r ás conoce las razones para este fenomeno, cabra
esfuerzo por superar su propia actitud ambivalente, le escribió
creadora; y s1, tod~v1ad m ¡; a los sentimientos de hostilidad y sospechas de
esperar una menor _en ene os notables del pasado. La historia de las mate-
Herschel: plagio de la ~ue se d10 en eJe:,~~s de discusiones sobre prioridad, sin dejar n~da
máticas contiene numerosos d cido el humo de la batalla excepto que, s1 se
Me persuado a mí mismo de que si alguien se me ha anticipado ya en esos res resuelto después de haberse esvane había pensado lo mismo varios años antes,
tados, el enterarme no me producirá dolor alguno; porque, hasta donde pue llega al fondo del asunto, otraodperslo~a if ado de su decubrimiento o sin tener la
analizar mis sensaciones, no experimenté el menor disgusto al enterarme de ql!l · darse cuenta de t O e Sign ,e (S' b o)
aunque srn utensilios necesarios para ex.plotar~o... m em arg
el resultado de la relación entre las líneas de curvatura y las secciones circulare¡ buena suerte de poseer los d b ría esperar si está familianzado con la forma
ya se conocía anteriormente. El campo de las matemáticas puras, por no dec~ eso es exactamente lo_ que uno e e
cionar que tienen los conceptos.
nada de las aplicadas, es demasiado amplio y copioso para excusar el que uno-,¡ de evOlu
siente a quejarse cuando descubre que este o aquel punto que estaba empezando . d bivalencia apreciable en los
a cultivar como propio se lo ha apropiado ya otro. (Y a continuación viene g¡¡ ~o~o esto só~:~e ::~:~:e:~: ~•~~ose ~:ntífi_cos. Poner sitio al pro-
duramente conseguida y, triste es decirlo, solamente temporal, intuición.) Existo sent1m1entos Y . P . . T necesanamente vencerlo. Pero,
un sentimiento todavía más .fuerte inspirado por la presencia de esa Verdad ala
b1ema
de la ambivalencia no s1gn1 ica
h d'do avanza inevitablemente a su rn,

que todos profesamos servir, cuando nos enteramos de que nuestros propios det la hora que se me a conce I ~ . d b'
ya que . . , sobre otras expres10nes e am 1Va-
cubrimientos coinciden independientemente con los descubrimientos de otrm
puedo señalar que la ~nvest1gac10~ 'sticas de corrientes entrecruzadas
hombres. La voz que dos oyen al mismo tiempo parece más real y exlerna: uno
está más seguro de que no es una ilusión personal, una peculiaridad idiosincrá- lencia descubre las mismas ~ar;; e1:1 almente Quizá se haya dicho ya
tica, de que no se trata de un zumbido en unos oídos enfermos ni de las luces qu~ de sentimientos provocadas ms t ucto~ d
. • t a i·ustificar la creencia e
qu." para entender cómo se
.
vemos al restregarnos los ojos. f
lo su 1c1en e par . . · . tífico necesitamos hacer un estudto
desarrolla el conoc1m1entodc1en b . :entos simultáneos y de los consi-
, . etódico de los escu nm1 d'
intensivo Y m . . 'd d en lugar de descuidar este estu 10
Y después, incapaz de contenerse, Hamilton pasa a anunciar en la
guientes conflictos sobre pnon ~ ' , l ando nos sumergimos, como
misma carta que se había adelantado al trabajo sobre elipsoides de Joa, completamente o a_cercarnos a el so o cu en conflictos sobre derechos
chimstal en «una revista extinguida hace ya mucho tiempo, cuya exis- participantes ~moc10nalmente af~ctad~sdo uno de los cometidos asig-
tencia el otro probablemente desconoce, con una fecha que se remonta de propiedad rntelectual. Despues de o ' . t de todo tipo de
precisamente todo un decenio ... ». . ,1 . . estigar el comportam1en o
nados al socto ogo es mv · s dedicados a la
Si el malestar fluctuante de un genio como Hamilton prueba que la hombres y mujeres, incluyendo ho:br~s Je::~:;º humana a susti-
conciencia de los descubrimientos simultáneos no es una panacea ciencia, sin dejarse llevar por .1ª ten enc~a t •os y una condena de lo
contra la ambivalencia sobre prioridad, su momento de iluminación tuir esa investigación por somdos repro ª on
sugiere que puede ser una ayuda, aunque pequeña. R. L. Wilder, es, que es y no debiera ser así.
por lo que yo sé, el único que ha visto esto claramente y, producién·
dome una mezcla de satisfacción y desánimo, se me ha anticipado sugi-
riendo que el estudio de los descubrimientos simultáneos puede tener
una función terapéutica para la comunidad de los científicos. Y puesto
que ha anticipado mi observación, permítaserne que utilice sus pala•
bras:
..
LA AMBIVALENCIA DE LOS CIEN7ÍFICOS.· UNA POSDATA 77

marxistas y antimarxistas, partidarios de Comte y en~~igos


y Engels,' n llamado la atención, una y otra vez, aunque con ~1s_trntos
suyos,
dO5 ha .
de perspicacia,. t a nto sobre el hecho. de. los descubnm1entos
, . (Z)
gra , orno sobre algunas de sus imphcac10nes teoncas .
simulta;:ite:ente adecuado que antes de curn~lirse u? año des~e \ª
Esdente conferencia (capítulo 2) sobre la ambivalencia de lo~ ~1ent1-
prece d' . 'd a un público congregado en la Facultad de Med1cma de
ficos, ~~g~i:s, y unos pocos meses después de _su publicación, Leonard
Johns sh ~atedrático de química en la Univ~rs1dad de H~rvard, llegara
K.hacer
Na 'practicamen
, . t e las mismas observac10nes en su libro Nature of
3. LA AMBIVALENCIA DE LOS CIÉNTIFICOS:
UNA POSDATA 'h Natural Sciences (3). . , d M' h ¡
" Nash empieza
• repro <luciendo la perspicaz observac10n e 1c ae
Polanyi según la cual
A lo largo de los años, he defendido con insistencia, y sin duda abu, . ,. de ace tar las formulaciones más inadecuadas y. engañosas de
rriendo a mis oyentes, que la disciplina de la sociología de la ciencia ha Un c1ent_i:~c~rf::ipios ci~ntífi~os sm darse cuenta de lo que se dice, por~ue ~uto-
de exhibir unas características intensamente autoªilustrativas, Porque& sus ?rop1 t lo complementa con su conocimiento tácito de lo que la ciencia es
mát1camen e •, d ada (4)
sus ideas y ha1Jazgos sobre las estructuras del comportamiento cognitivo . . do así que la formulac10n parezca a ecu
realmente, cons1gmen .
y sobre el desarrollo de las ciencias son ciertos, deberían serlo también
para el comportamiento cognitivo y para el desarrollo de la misma A artir de aquí Nash pasa a una serie de observaciones que ~~n
sociología de la ciencia (1 ). strucfuralmente similares y funcionalmente equivalentes a la noc1on
Es, por consiguiente, del todo adecuado que una hipótesis central ~e la ambivalencia sociológica.
para la teoría sociológica del crecimiento y desarrollo de la ciencia sea
amo creo o los científicos pueden aceplar y defender un Método
una hipótesis ejemplificada por su propia historia. En Ja raíz de e33
~:,:~o e en ;e,lida.J ;ractican otro. Los cuatro términos recakados por ~'.
teoría está el modelo recurrente de la aparición múltiple e indepen, Método (columna de la izquierda) representan los cuatro par_es md1ca!os ~e anti
diente de lo que es esencialmente Un mismo descubrimiento científico, lesis polares. Un miembro de cada par, que nunca se menciona, que a siempre
A partir de ésta y de otras pruebas accesorias, se ha llegado a la conciu'. «sobreentendido)).
sión de que los descubrimientos científicos resultan virtualmente inevi•
tables cuando se acumulan diferentes tipos de conocimientos antece: Empirismo (y hechos) Especulación (e hipótesis)
dentes y tanto el desarrollo cognitivo como el social orientan la atención Escepticismo (y distanci_ación) Fe (y dedicación)
de los científicos hacia determinados problemas para su investiga• Lógica Imaginación
ción. Como he mostrado con cierto detenimiento, esta idea de la impor- Órden Casualidad
tancia de los descubrimientos simultáneos independientes ha sido a su
vez redescubierta por lo menos en treinta ocasiones durante los dos
siglos últimos. Científicos en activo, inventores, biógrafos, abogados,
. . ma de los descubrimientos simultáneos en la
ingenieros, antropólogos, historiadores y sociólogos de la ciencia, Marx (2) Para una sene de trabajos sobre e1 1~ rh ¡ aad Empírica! fnvestigatiQns,
. . . Th S · ¡Ogy 0 r Sc1ence: , , eore11ca .
editado y con una mtroducc1ón de Norman W. St orer (Chicago y Londres, Univers1ty of
c1~ncia, vease Mer~on, e _ ocio 'J _

(1) Jonathan R. Cole y Harriet Zuckerman, «The Emergence of a Scientific Specialty: Chicago Press, 1973), 4.• parte. lS , (Boston Liltle Brown, 1963).
The Sdf-Exemplifying Case of the Sociology of Science», en Lewis A. Coser, editor, Tke (3) Leonard K. Nash, The Nature of the Na(lta d c1en;~utledge
(4) Michael Polanyi, Personal Knowledge on res, , )
&Keg~n Paul, 1958),
Idea o/Social S1ructure (Nueva York, Harcourt Brace Jovanovich, 1975), págs. 139-174,
pág. 169, citado por Nash, op. cit., pág. 322 (el subrayado es mio.
78 ROBERT K. MERTON LA AMBIVALENCIA DE LOS CIENTÍFICOS. UNA POSDATA 79

Ambos miembros de todos los pares están debidamente representados en la cienc· uestión de psicología social sino de estructura del cometido. Normas
1 -'I O una
serfa una locura hacer de esto una paradoja o una superchería. El cientffico 11, 5ll
..nt
.
c
nc1aJ01en e , ,
·
t conflictivas están rncorporadas
. a la de¡·.101c10n
· · ' sociaJ de Jos
. t
«reconcilia nre_conciliables>>. Como en el caso de todos los otros empeños huma .,....e .d proporcionando as1 alternancias de comportamiento normat1vamen e
(n. b. con relac1ón a la ambivalencia sociológica), la ciencia vive y funciona en m cometJ os, edida que cambia la situación de una relación social .. bsta es una
tables a m ., . . . d
de puras abstracciones conceptuales que no se corresponden con nada claramen acep im ortante para esa oscilac10n entre diferentes reqms1tos dentro e un
basernuY P . - . . • ( )
separable como tal ni en nosotros ni en el mundo (5). ·cto que explica la ambivalencia soc!O 1og1ca 7 . ·
cometl
¡ Una diferencia entre la concepción de Nash de amdbivalenc~a nor-
Las parejas de «antítesis polares» de Nash contienen un miembrod . y la mía salta a la vista, aunque no parece ser e gran 1mpor-
cada par como explícito y el otro, siguiendo el concepto de Polanyi • Pero en cualquier caso merece a¡guna atenc10n.
,nat1va ., s·igmen · do la
«conocimiento tácito», como «nunca :lnencionado (pero) siem P~ . b
· ología de Polanyi, Nash parece dar por sentado que un m1em ro
"sobreentendido".» Quizá se haya advertido ya que todo esto es estru 1ermm ar ambivalente es tácito . «nunca se ¡e menciona».- Esta u'lt'ima
decaa d P ' ¡
turalmente similar (no idéntico) a las nociones de normas dominantes
subsidiarias, y a las nociones de normas y contra-normas que avan frase f eliz es probable que no deba tomarse literalmente.
, . . Pero p antea ·
tión de si a menudo los elementos tac1tos tienen que seguir
zamos en los dos trabajos precedentes. la cues . , . h. , · ? s·
• d ta'citos. La observación de Nash, ¿es anahtica o tstonca ._ 1 es
El paralelismo del pensamiento va más allá de las semejanzai "'" o
analítica, . q~e «espe~u Iacb1.,on (de h'ipo, te-
no se da base alguna p_ara asumir
f~rmales p~ra lleg~r a ~n_a identidad sustantiva y a una equivalencia ru, sis), fe (y dedicación), imaginación'.'! casu~hdad_» ~s~en o 1tga as a p_e,r-
c1?nal. As1, Nash identifica uno de los pares de normas en el funciona,_ manecer «para siempre sin merrc10n». Si es h1stonca, la observa~ion
miento de la ciencia como compuesto de «escepticismo (y distancia; resulta muy anticuada (cosa que el profesor Nas_h demuestra repet1da-
ción)» por un lado y de «fe (y dedicación)» por otro. Así también naso, t conocer de sobra). Durante más de un siglo, estos «elementos
tros hemos notado que en los estudios hechos por la Universidad d~ meo e ,. • · • h "d
tácitos» en la orientación dada a los cientl11cos en eJer~1c10 an s1 o
Columbia sobre la educación médica (6) encontraD?-os al médico intermitentemente identificados y esclarecidos, como, por eJemplo, en los
escritos de William Whewell y Norman Campbell (8). Esta larga, aunque
~prendiend_o que tiene que orientarse tanto hacia la norma dominante de neut~
hdad afectiva (distanciamiento) como a la subsidiaria de <Uectividad (la expr~
discontinua, tradición de pensamiento apenas requeriría incluso esta n:ien-
sión de con_ipasión Y de preocupación por el paciente). Esa es la razón de que~ ción de pasada, si no fuera porque, una vez más, un grupo de eruditos,
estos trabaJos hayamos tratado este aspecto del cometido del médico no como; dando de lado ideas del pasado al alcance de todos, han llegado a creer que
de neutralidad afectiva (con sólo desviaciones idiosincráticas de esta norma) siru) sus versiones de este pensamiento, en algunos casos retrógradas, son en rea-
como incluyendo un ((distanciado interés», que exige una alternancia entre la lidad audaces y quizá hasta un poquito revolucionarias. .
impersonal instrumentalidad del distanciamiento y la expresión funcional de! Un excelente ejemplo de esto, en relación directa con la ambiva-
interés compasivo. A medida que el médico y el paciente se afectan mutua• lencia en la ciencia, nos lo proporcionan varios esc~itos de Jan
mente, se ponen en acción normas diferentes y abstractamente contradictoria& Mitroff (9). En esta obra, Mitroff cita abundante y efusivamente los
(nótese el énfasis puesto independientemente por Nash en este último atributo
de «puras abstracciones conceptuales» que no se confunden con nada concreto) (7) Si al lector no le traiciona la memoria, reconocerá este fragmento como parte ~e las
para atender las necesidades dinámicamente cambiantes de la relación. Sólo a págs. 33-34 del primer ensayo de este volumen. Parece más conveniente repeurlo aqu1 que
través de semejante estructura de normas y contranormas, sugerimos nosotros, pedirle al lector que vuelva atrás para leerlo. .
pueden rea/izarse con efectividad las diferentes funciones de un cometido. Esto no es (8) William Whewell, History of the Jnductive Sciences (Londres, John P~rker, 18~7, e~i-
ción revisada), 3 vols.; Norman R. Campbell, Physics: The Elements (Cambndge, Un1vers1ty
Press, 1920). Selecciono estos autores precisamente porque el profesor Nash hace un uso
(5) Nash, op. cit., pág. 322. muy efectivo de sus otros escrltos.
(6) Recogidos en parte en R. K. Merton, George G. Reader y Patncia L. Kendall, ed/· (9) Jan Mitroff, ((Norms and Counter-Norms in a Select Group of the Ap_ollo M~on
tores, The Student-Physician: lntroducrory Studie in the Sociology of Medica/ EducotiOII Scientists: A Case Study of the Ambivalence of Scientists», en American Socio/og1cal Rev1_ew,
(Cambridge, Harvard University Press, 1957). Un extracto de esta obra constituye el 39 (agosto de 1974), págs. 579-595, The Subjective Side of Science (Nueva York, Elsev1er,
siguiente ensayo de este libro. 1974),
..
80 ROBERT K MERTON LA AMBIVALENCIA DE LOS CIENTÍFICOS: UNA POSDATA 81

precedentes trabajos sobre ambivalencia sociológica incluidos en e ación, atribuye una ilusoria imagen de Eoro de cuentos sobre cómo
8
volumen y después procede a ignorar el sentido de lo que ha citado nu lleva a cabo la investi_gación científica -impecablemente, de manera
diferencia de la orientación de Nash y de la mía propia sobre las e · ::talmente desapasionada, co? inflexible sumisión a _las_ totalment~
plejidades de la ambivalencia, Mitroff se fija en los elementos subjet - herentes normas de la ciencia- al autor de esas descnpc1ones (efus1-
del trabajo científico y, en lugar de conectarlos con los procesos IV .1
tienden a o_bj~t~vizar la ~~encia, se orienta hacia una posición q:
extrema subJellv1dad cog?1t_1va (10). Con esta exageración de los inevf,
tt
comente celebradas por él) de la estructura normativa de la ciencia y ~e
ambivalencia de los científicos. Mitroff anuncia su convicción de que
«caracterización de las normas de la ciencia (es) ... la contribución
tables componentes subJetivos en la investigación científica, Mit ;ás general y fundamental al estudio de la ciencia hecha por la socio-
l~gr~ u_na formul~~i?n retró~rada que no tiene en cuenta ninguno derJ logía de la ciencia» (Subjective Side ~f Science,_ págs. 12-13) y_ de.spués
?1sc1plmados anahs1s que ~1~nen apar~cie~do por Jo menos desde ij introduce la verdaderamente ingemosa técmca de expropiac1ón-y-
epoca de Whewell. Descnb1endo la c1enc1a como poco más que reproche. Esto lo consigue borrando de todas las relaciones y declarán-
simple agregado de opiniones subjetivas, Mitroff sólo consigue produ' dola así expropiada, la observación, reiterada y desarrollada por mí con
lo que en una ocas10n·' d escn·b'i como «una versión de libro de cuento,
cg
el paso de los años, de que la ciencia-institución ayuda a generar fuertes
de la investigación científica» (I 1). lazos emocionales por parte de los científicos y acto seguido me
Mitroff trata después de probar la existencia de la ambivalencia · reprocha -a mí y a un innominado conjunto de otros sociólogos de la
1 . . d. OQ
a cienc1~ me iante una serie de maniobras que sólo pueden provoc'; ciencia- haber ignorado por completo los importantes aspectos emo-
una ambivalente ad~!~ación_ por su osadía a prueba de bomba (12) ~ cionales del trabajo científico.
el ca_mpo de la erud1c10n. M1troff comienza anunciando que los análisii Después de alcanzar este notable nivel inventivo, Mitroff se supera
pr~v10s d~ 1~ estructura normativa de_ la ciencia han mantenido que a si mismo atribuyendo la idea de que el comportamiento de los cientí~
existe un unico grupo de normas perfectamente compatibles. A conti- ficos se ajusta plenamente a las normas de la ciencia al mismo autor
nuación consigue atribuir esa posición a los mismos autores e incluso a cuyos escritos, durante un período de cuatro décadas, han estado con-
los mismos escritos que ha descrito repetida y apreciativamente como sagrados a una detallada dilucidación de cómo es que el comporta-
sus fuentes para el concepto de la ambivalencia sociológica en generaly miento real se aleja de las normas en todos los terrenos de la actividad
pa~a la amb~valencia d_e los científ!cos en particular. En una palabra,_ humana: más aún, a los mismos escritos que se han concentrado en las
Mitroff consigue despoJar a sus cancaturizadas víctimas a plena luz dd fuentes sociales del comportamiento anormal de los científicos y de la
día. Luego comienza su libro reconociendo la fuente de la frase que ha alternancia de normas y contra-normas. Es dificil no maravillarse ante
adaptado, la «Imagen de la ciencia de libro de cuentos». Y a conµ. !a habilidad de esta expropiación pública de ideas largo tiempo mante-
nidas, reemplazándolas por una supuesta «imagen de libro de cuentos»
de cómo se comporta el científico ( 13).
(JO) Para un examen afín de los nesgos del subjetivismo total en sociología véanse
páginas 208-212 de este volumen '
(l l) R. K. Merton, Social Theory and Social Structure (Nueva York, The Free Pre,11 (13) Un breve ejemplo o dos de esta técnica de expropiación-y-reproche bastarán. Ya
1968, edición ampliada), pág. 16. ' para 1938 había empezado yo a rechazar la popular creencia sobre la ?esapasionada y total-
0,2) Ten~o qu_e r~conocer que la frase «osadía a prueba de bomba¡¡ no hace Justicia ni mente no-emocional actitud de los científicos en su trabajo con estas palabra<i razonable-
de lejos a las 1magmat1vas maniobras que yo resumo aquí con tanta brevedad en contra de mente claras aunque quizá no muy elocuentes_ «Aunque de manera habitual se considera al
mis des~o~. La pala~ra yiddish chutzpa parece singularmente adecuada para describir las científico como un individuo desapasionado, de actitud impersonal, hay que recordar que el
caractenst1cas esen~iales de esle tipo de talento. En el léxico brillantemente compilado por científico, en compañía de Lodos los demás profesionales, ha hecho una gran inversión emo-
Leo Rosle~, ~e defm~ chutzpa como: ((Descaro, desfachatez, desvergüenza, increíble cori cional en su modo de vida, definido por las normas institucionales que gobiernan su acti-
dura; atrev1m1ent~-~a~-arrogancia tales que ninguna otra palabra en ningún otro Jenguajee.i vidad,» «De la misma manera que los motivos de los científicos pueden variar desde un apa-
c~~~z de hacerle Justicia.>) Rosten pasa después a suministrar la clásica y paradigmática defi. sionado deseo de hacer progresar el saber a un profundo mterés por lograr fama personal..
nic10n-. «Chulzpa es la cualidad característica de un hombre que, después de matar a 511 la ciencia-institución trae consigo una aceptación emoc10nal de dertos valores.>) (Reim-
padre Y a su madre, solicita por ser huérfano la clemencia del tribunal que lo juzga,» Leo preso en Merton, The Sociology of Science, págs. 259, 263-265; ver también este volumen,
Roslen, The Joys o/ Yiddish (Nueva York, McGraw-Hill, 1968), pág. 92. págs. 53-54 y 58 y sigs.) Bastará esto como muestra de antiguas observaciones sobre los
AMBIVALENCIA SOCIOLÓGICA Y OTROS ENSAYOS.-6
82 ROBERT K. MERTON LA AMBIVALENCIA DE LOS CJENTIF/COS, UNA POSDATA 83

La tendencia de Mitroff a exagerar los componentes subjetivos d De ta misma manera que algunos ~e nos_otr~s hemos t~atad? de pre-
trabajo científico casi hasta el punto de que sus componentes objetiv . Ja significación funcional de «d1stanciam1ento» e «mteres» en el
pierden toda importancia, sirve sólo por contraste para subrayar el di&'
c1sar
. icio de la medicina' (16), Nash ve un requisito
··r · 1 para que
unc10na
ciplinado modo de proceder de Nash en su análisis independiente deJJ eJ~r~a «cierto equilibrio en la dedicación mediante el distanciamientmr
ambivalencia en la ciencia. Nash sigue adelante desarrollando lo que8' eXJ~a práctica de la investigación científica. Y de la misma manera que
puede describir como «ambivalencia cognitiva», citando a Claude Be¡, en tros hemos propuesto que «la pasión por el saber» en la ciencía
nard, que en el siglo XIX «exhortó a sus colegas empiristas a coloca"&\
noso • ·ctct ··
requiere correlativamente modelos institu~10nahza os e .«~~ceptic1bs~o
ellos mismos ... en una actitud intelectual que parece paradójica pell anizado» si ese saber ha de ser algo mas que mera opm10n, tam 1en
que, en mi opinión, expresa el verdadero espíritu de un investigado~
Tenemos que tener una fe robusta y no creer)) (14).
~!h considera que «la estructura ~~sti:uc~o~al de la ciencia co~tribu_ye
poderosamente a conseguir un eqmhbno similar (de entrega y d1stanc1a-
Pero lo que nos interesa aquí no es reunir nuevos ejemplos de par~\ ción)» (17).
de normas ambivalentes. Se trata más bien de la concepción general dé Más aún, Nash reconoce la paradoja -sólo en apariencia- de que
la ambivalencia que permite operar a estos pares de normas aparente- «la fuente más profunda del distanciamiento es la entre~a» (1.8). ~n
mente incompatibles y producir ciertos tipos de comportamiento cog11~ esto coincide con la observación sociológica de que «la misma ciencia-
tivo en Ja ciencia. Refiriéndose a la exhortación de Claude Bernard, institución lleva consigo una aceptación emocional de ciertos valores~
Nash se interroga sobre la interacción entre los elementos en esto, pero que, curiosamente, «l~ c~enc~~-instituc~ón convierte. el ,e_scept1-
pares normativos: cisrno en virtud» (19). Esa mstttuc10n no exige que los c1entlllcos se
sientan distanciados y escépticos en cuanto a sus propias ideas; tan sólo
¿Cómo mantener tales mezclas ambivalentes de fe y escepticismo? Esta pregunta que actúen distanciadamente, al menos hasta un nivel que les permita
surge del... concepto erróneo que convierte en antítesis lo que son en realidad adelantarse hasta donde puedan a las críticas que harán contra su tra-
polaridades inseparables. La fe y el escepticismo no son más que las caras bajo los colegas competentes. En una palabra: de la misma manera que
opuestas de la misma moneda. Con la excepción de los manicomios no se
encuentra en ningún sitio una fe enteramente pura o un to'tal escepticismo. El ]as profi!siones más características hán conseguido institucionalizar el
escepticismo en relación con una autoridad es la medida de la fe en otra auto. altruismo, la ciencia-institución ha conseguido institucionalizar la auto-
ridad y viceversa. Piénsese en Copérnico. Ve con escepticismo la concepción de crítica (más allá del nivel que se encuentra en otros dominios institucio-
Ptolomeo aceptada en todas partes. ¿La raíz de su escepticismo? La fe, por nales) (20). Debido a que el trabajo científico cuenta con un sistema de
supuesto·. fe en la concepción pitagórica de un cosmos matemáticamente armó• recompensas y de amonestaciones que se dan a conocer públicamente,
nico (15). 'la ciencia-institución convierte en un asunto de interés personal -com-
pletamente al margen de una dedicación con frecuencia profundamente
enraizada- para cada científico, el examinar su propio trabajo, Y el de
aspectos afeclivos de la ciencia, borradas de un plumazo cuando Mitroff amonesta a lw
sociólogos de la ciencia por ignorar esos aspectos que él está a punto de dar a conocer a c.!e los demás con el suficiente distanciamiento escéptico como para evitar
gremio sumido en la ignorancia. He aquí sus palabtas: «.. durante demasiado tieni.po uno !as censur'as. Y los anales de la ciencia.están llenos de ese tipo de crí-
de los mitos que hemos aceptado ha sido el de que la ciencia es una empresa desapasionada
llevada a cabo por hombres sin pasiones, y que tiene que serlo para ser objetivaJ). (M1troff,
ibíd., pág. 23.) En pocas palabras, Milroff procede primero a expropiar la continuada insis• (16) Para unas cuantas referencias sobre estudws acerca del distanciado interés, véase
Lencia en el ((interés afectivo por ]as ideas>► haciéndola desaparecer de !a literatura socioló- la nota 34 del primer ensayo de este volumen.
gica y después reprocha a los autores de esos trabajos su estúpida ignorancia. (17) Jbíd., pág. 329.
(14) Nash, op. cit., pág. 323, citando al fisiólogo francés Claude Bernard, lntroductionlo (18) lbíd., pág. 331.
the Swdy of Experimental Medicine (Londres, Const;ihle, 1957), pág. 168. El bioquímico, fisió· (19) Merlon, «Science and the Social Orden► (1938), reimpreso en The Sociology of
logo y sociólogo Lawrence J. Henderson, se prc,.,cupaba de que todos sus estudiante.!, Science, pág 265.
incluso aquellos de nosotros que nos preparábamos para la sociología y no para Ja fisiología (20) Ver R. K. Merton, «The Uses of Institut10nalized Altruism)>, en Seminar Reports,
o la bioquímica, estudiáramos esta obra clásica, publicada por primera vez en 1865. Columbia Untversity, 3 (1976), págs. 105-117; sobre la institucionalización del escepticismo Y
(15) Nash, op. cit., págs. 323-324, otras normas en la ciencia, véase capítulos 12 y 13 en Merton, The Socio/ogy of Science.
84 ROBERT K. MERTON LA AMBlVALENCJA DE LOS CJENTIFJCOSc UNA POSDATA 85

ticas muy aceradas de la misma manera que están también llenos d El que todos los que p,ra~tican_ la. cie?cia no c~m_Pl~n este có_di•
suposiciones que pasan inadvertidas y que no se examinan. y que sQJ (l 3) tan exigentt;'.: es en si mismo indicativo de la _d1sc1phna requenda
mucho más tarde se ven sometídas a una escéptica atención. go llevar a cabo trabajo científico de primera cahdad. Y que los pro•
La idea del valor funcional de la tensión entre polaridades, coznn pa~a ales de la ciencia no pueden agotar «todas las hipótesis contra•
resulta evidente en los ensayos precedentes, es básica para la concep, fes1on
·as» difícilmente hubiera resultado una novedad para Pasteur. Pero
ción de la ambivalencia sociológica. El actuar exclusivamente en fun, n O Nash observa acerca de la doctrina de Pasteur sobre entrega Y
ción de uno de los componentes de los pares ambivalentes tiende a ser com . , 'd 1
distanciación, «Una idea a~1 comp_robada, hay que cons1 erar a compe•
contraproducente, dando lugar a un desarrollo desequilibrado gu~ tente para abrirse su prop10 cammo en el mundo)).
socava los básicos objedvos de esa compleja actividad. Así en el trabajo
precedente pudimos acoplar la nonna expresada por Pasteur --«no tert\a!
defender nuevas ideas, incluso las más revolucionarias»- con la norma
expresada por Yang: «no da buenos resultados el precipitarse a sacar con.
-- (13) Para un examen detallado de ese código hecho por un fisiólogo y sociólogo, véase
~The Code of Science: Ana/ysis and Sorne Relle~tions on lts ~uture,,, por André F Cour-
d Harriet Zuckerman, publicado por vez pnmera en Stud1um Genera/e, 23 (octubre de
clusiones». Este acoplamiento de dedicación y escepticismo queda muy ~;~O),\ágs. 941-962. y reimpreso en Pau! A. Weiss, editor, ~nowledge in Se,uch ~f Understan-
apropiadamente resumido por Nash en el heroico caso de• Pasteur. d/ng: The Frensham Papers (Mt. Kisko, N. Y., Futura Pubhshmg Co., 1975), pags. 126-147.

Nadie hubiera podido mostrar una dedicación más apasionada a sus ideas que
Louis Pasteur. Sin embargo, sus experimentos son observados con todo rigor, so"
extraordinarias minas de nuevos conocimientos. De su profunda entrega a ideas
que 61 siente han de sobrevivir a todas las pruebas, Pasteur obtiene la requerida
distanciación para someter esas ideas a los tests más exigentes que era capaz de
imaginar. Vivía así de hecho siguiendo los consejos que daba a otros (21).

Resulta así que no se trata de elegir entre un romanticismo subjetivo


en el que la consagración a las propias y específicas ideas prevalece
sobre todo lo demás y un prosaísmo empírico que rechaza la entrega
inicial a ideas de carácter especulativo. Estas alternativas tan marcadas
son en sí mismas inventos de una observación tendenciosa. La tensión
productiva entre dedicación y distanciamiento en la ciencia se encuen-
tran memorablemente resumidas en la siguiente declaración de Pasteur
sobre la normativa obligación del científico de intentar, mediante un
escepticismo estructurado, demostrar la falsedad de sus ideas más
sugestivas y de sus aparentes descubrimientos:

Es ciertamente una dura tarea, cuando uno cree que ha encontrado un hecho
científico importante y está febrilmente ansioso de publicarlo, el obligarse a 110
hacerlo durante días, semanas, años en algunos casos; el luchar con uno mismo,
el tratar de invalidar los propios experimentos y sólo proclamar el descubri-
miento después de haber agotado todas las hipótesis contrarias (22).

(2!) Nash, op. cit .. pág,. 332.


(22) Citado por René Vallery-Radol, The Lije of Pasteur (Londres, Constable, 1927),
págs. 443--444, como indica Nash.
LA AMBIVALENCIA DE LOS MEDICOS 87

El conjunto de valores que configura una subcultura médica proba-


bl mente varía hasta cierto punto en detalle y en el énfasis que se ponga
e un aspecto u otro en las distintas facultades de medicina, pero
e~ece, sin embargo, que existe entre ellas una conformidad en lo sus-
~ncial. Las observaciones sobre el terreno indican que prácticamente
los mismos valores y normas rigen -con énfasis diferente- en las facul-
tades de medicina de Cornell, Pennsylvania y Western Reserve y que
éstos, a su vez, son parecidos a los valores y a las normas codificadas en
una memoria de un comité de la Asociación de Facultades Americanas
de Medicina (2).
Cabe pensar que el sistema de valores y normas está organizado o
4. LA AMBIVALENCIA DE LOS MEDICOS estructurado al menos según dos puntos de vista básicos. Primero, para
cada norma tiende a haber por lo menos otra norma coordinada, que
es, si no incongruente con la primera, sí lo suficientemente diferente
Co11,10 otras o~upacion~s, la medicina tiene su propia subcultura como para hacer difícil al estudiante y al médico llevar ambas a la prác-
normat~va,_ un con1unto _de ideas compartidas y transmitidas, de valores tica. Alan Gregg, por ejemplo, habla del «reajuste ►► que tiene lugar
Y de entenas que_ los miembros de la profesión han de tener presente.! «entre el distanciamiento del científico incipiente y la compasión nada
en su comportam1ento. L~s. normas y criterios definen técnica y mora!- madura del principiante en terapéutica ►► (3). Desde esta perspectiva, la
me?te los .modelos permISibles de comportamiento, e indican ¡0 que educación médica puede entenderse como enfrentada con la tarea de
esta presento, lo ~ue se prefiere, se permite o se proscribe. La subcul- capacitar a los estudiantes para aprender cómo mezclar normas incom-
tura hace re!~rencia, por tanto, a algo más que la condu_cta habitual; sus patibles o potencialmente incompatibles en un todo funcionalmente
normas cod1flcan los ~alares de la profesión. Esto se extiende incluso a consistente (4). En realidad, el proceso de aprender a ser médico puede
los det~lles de lengu~J~ qu~ la profesión juzga apropiados; como otm concebirse en gran parte como el aprendizaje de cómo mezclar cosas en
ocupac10nes, _la med1cma tiene un vocabulario característico, y como apariencia o realmente incompatibles en modelos consistentes y esta-
los voca?ulanos d~ ~tras ocupaciones, los profanos lo describen con bles de conducta profesional.
frecuencia ~~spreciattvamente como jerigonza, mientras los miembros Segundo, los valores y normas son definidos por la profesión de
de la profes10n lo descri,b~n apreciativamente como terminología técni- acuerdo con cómo han de ser llevados a efecto. Se los define como
ca ( 1). La_ subcultu~a medica abarca un amplio espectro -desde asuntos requisitos del cometido del médico. Y puesto que muchos médicos se
de len~uaJe a cuestiones de relaciones con pacientes, colegas y con Ja
comun~~ad en general- y la función de la Facultad de Medicina es
(2) «The ObjectJves of Undergraduate Medica! Educalion», en Journal of Medica/ Edu-
transmitir esta subcultura a sucesivas generaciones de neófitos. ca/ion, 28 (marzo de 1953), págs. 57-59.
(3) Alan Gregg, «Our Anabasis», en The Pharos of Alpha Omega Alpha, 18 (febrero de
1955). págs. 14-25, en pág. 22. Este breve y brillante examen de la vida del estudiante de
,Reimpreso, con permiso, del ensayo «Sorne Preliminaries to a Sociology of Medica! Edu•
medicina es prácticamente un paradigma para nuestros proptos estudios. Desde nuestro
catwrn,, en The Student-Physician · lntroducfory Studies in the Sociology o[ Medica! EducalioA,
punto de vista, difícilmente podría haber aparecido en un momento más oportuno, porque
Ro~ert .K. Merton, Georg~ G. Reader y Patricia L. Kendal!, editores (Cambrldge, Harvard
mediante su selección de cuestiones importantes, nos reafirmó en nuestro convencimiento, a
University Press, 1957), pags. 71-79. Copyright 1957 del Commonwealth Fund.
veces fluctuante, de que estábamos de hecho estudiando los problemas más representativos
(l) Como son .humanos, los médicos, en su estatus como profanos, a menudo con~· del cometido del estudiante de medicina.
deran !os vocabu!anos característicos de otras profesiones -por ejemplo Ja abogacía- como (4) Se están estudiando ahora diferentes aspectos de este proceso. Una primera aproxi-
compue st os_ en gran parte por Jergas completamente superfluas. Pare;e darse como reglR mación la proporciona Gene N. Levine en ((The Good Physician· A Study of Physician-
bastante umforme el que e! lenguaje de un grupo resulta ser jerga para otro, ~atient Interaction1). Working Paper núm. J, Evaluation Studies ofthe Cornell Comprehen-
sive Care and Teaching Program, Bureau of Applied Social Research, 1957.
88 ROBERT K MERTON LA AMBIVALENCIA DE tos MfJJICOS 89

encontrarán en situaciones en las que es difícil cumplir estos requisitos édicos deben tener una sólida personalidad moral, comprome-
desde el punto de vista de la profesión todavía resulta más importan¡'e Lm m . ,
. tiéndase con la mayor firmeza a respetar los bas1cos valores mo-
que a d quieran a fondo los valores y normas que han de regular su con.
ducta. rales.
pero: Deben evitar hacer juicios morales sobre sus pacientes.
Por razones de conveniencia, la siguiente lista abreviada de valores
y normas en la práctica de la medicina está dividida en tres grande,¡ Los médicos deben conceder gran valor a hacer lo que esté en su manO
clases: l~s que gobiernan la auto-imagen de los médicos, los que rigen por contribuir al progreso de los conocimientos médicos, y se debe
sus relaciones con los pacientes y los que determinan sus relaciones coo dar todo el reconocimiento debido a los éxitos en este terreno.
los colegas y con la comunidad. Pero: No deben rivalizar con sus colegas en la profesión médica.

NORMAS QUE GOBIERNAN LA AUTO-IMAGEN DE LOS MÉDICOS


NORMAS QUE GOBIERNAN LA RELACIÓN MÉDICO-PACIENTE
Los médicos deben continuar su auto-educación durante todo el ejer-
cicio de su profesión para no quedarse atrá.s con relación al rápido
Los médicos deben distanciarse emocionalmente de sus pacientes,
avance de los conocimientos médicos.
poniendo «hielo en las emociones» y sin llegar nunca a «identifi-
Pero: También tienen la obligación básica de reservar para el cuidado
carse en exceso» con los pacientes.
de sus enfermos la mayor cantidad posible de tiempo.
Pero: Tienen que evitar el hacerse insensibles debido a un exceso de
Los estudiantes de medicina deben tener interés en aumentar sus res- distanciamiento, y deben manifestar un compasivo interés por el pa-
ponsabilidades médicas a medida que avanzan en sus estudios. ciente.
Pero: No deben aceptar prematuramente responsabilidades para las que
no están adecuadamente preparados ( o, por lo menos, para las que Los médicos no deben preferir un tipo de paciente a otro, y deben
no están legalmente cualificados). reprimir la hostilidad contra los pacientes (incluso aquellos que se
niegan a cooperar o que no responden a los esfuerzos terapéuticos).
Los médicos deben mantener una actitud autocrítica y ser disciplinados Pero: La experiencia más satisfactoria para el médico es la efectiva
en la apreciación científica de cualquier prueba. solución de los problemas médicos del paciente.
Pero: Tienen que mostrarse firmes y no posponer las decisiones más allá
de lo que requiera la situación, aunque la evidencia científica sea Los médicos tienen que ganarse y mantener la confianza de los pa-
inadecuada. cientes.
Pero: Deben evitar el trato excesivamente amable que puede degenerar
Los médicos tienen que tener autonomia; tienen que aceptar el peso de rápidamente en una ventajosa e interesada técnica mercantil.
la responsabilidad y actuar de acuerdo con lo que, a su juicio, la
situación requiera. Los médicos deben reconocer que los diagnósticos son, con frecuéncia,
Pero: No hay que permitir que la autonomía se convierta en autocom· provisionales.
placencia o excesiva confianza en uno mismo; la autonomía tiene Pero: Tienen que conseguir la merecida confianza del paciente que
que ir emparejada con un justo sentido de la humildad. quiere «saber de verdad qué es lo que tiene».
Los médicos tienen que poseer el tipo de conocimiento en profundidad Los médicos tienen que atender adecuadamente y sin prisas a cada pa-
que a menudo exige una educación especializada. ciente.
Pero: No deben especializarse excesivamente; deben de tener una far• Pero: No deben permitir que ningún paciente les robe tanto tiempo que
mación muy completa y amplia. perjudique la atención a los demás.
90 ROBERT K MERTON LA AMBIVALENCIA DE LOS MEDICOS 91

Los médicos deben llegar a conocer a los pacientes en cuanto person médicos, como profesionales responsables, deben de tomar parte
y, prestar considerable atención a sus circunstancias sociales y ps'ic~ 1º' '-
. O, en la vida c1v1ca d e, 1a comum"d a d.
1ogtcas.
. No deben mezclarse en altercados políticos ni dedicar demasiado
Pero: Tampoco esto debe consumir tanto tiempo como para interfeM pero. . , ¡ . d f .,
tiempo a actividades que no esten re ac10na as con su pro es10n.
con el adecuado cuidado médico dispensado a todos los paciente/
Lm médicos deben hacer todo lo que puedan 'J a.
no sólo para ayudar ·a
Los médicos deben llevar a cabo todos los tests científicos necesarios curar la enfermedad, sino para prevemr
para alcanzar un diagnóstico correcto. pero: La sociedad recompensa con mayor !argueza a los méd_ic_os por las
Pero: Deben ser selectivos en el uso de estos tests, ya que son, a terapias que llevan a cabo y sólo premia de manera subs1diana a los
menudo, costosos y pueden suponer una notable carga económica que se ocupan de la prevención de las enfermedades, sobre todo
para el paciente.
porque la prevención no resul~a tan ~ácilmente observable por los
Los médicos tienen derecho a unos «honorarios razonables», de pacientes, que no saben que siguen d1sfrut~ndo de buena salud en
acuerdo con los cuidados prestados y las circunstancias económicas razón de la existencia de medidas preventivas.
del paciente.
Pero; No deben «explotar a los ricos)) para así «atender a los pobres». La lista de valores y normas dista mucho, por supuesto, de ser
exhaustiva, pero puede bastar como ilustración del punto más impar•
Los médicos deben preocuparse de que los cuidados médicos estén a] tante, No es que cada pareja de normas o de norma y exigencia práctica
alcance de los pacientes siempre que los requieran. estén necesariamente contrapuestas; lo están sólo potencialmente. La
Pero: También ellos tienen derecho a una «vida normal», compartida habilidad para fundir estos opuestos potenciales en un modelo estable
con su familia y sus amigos.
de comportamiento profesional es algo que hay que aprender, y por los
datos a nuestro alcance parece ser que es una de las tareas más difíciles
con que se enfrenta el estudiante de medicina.
NORMAS QUE GOBIERNAN LA RELACIÓN CON COLEGAS En contra de una opinión muy extendida, el que los estudiantes de
Y CON LA COMUNIDAD medicina adquieran de manera efectiva estos valores y normas no es
Unicamente un problema de «ética profesional» que dote de significado
a esos valores por sí mismos. También se les puede considerar, de
Los médicos deben respetar la reputación de sus colegas, sin difamarlos
manera neutral y sin referencia a su indudable estatus ético, según su
ni ridiculizarlos delante de asociados o pacientes.
significación instrumental en la efectiva prestación de cuidados
Pero: Están obligados a hacer todo lo posible para que, tanto ellos como
médicos. No son absolutos que se valoren únicamente por sí mismos;
los demás, mantengan un alto nivel en la práctica de la profesión.
son -cabe suponer- valores que sirven como medios efectivos para un
Los médicos deben colaborar con otros miembros del equipo médico fin SQcialmente importante. De la misma manera que los niveles de
en lugar de mantener una relación de dominio ( enfermeras, asis- conocimiento y habilidad en medicina tienen una función muy clara a la
tentes sociales, técnicos). hora de facilitar una práctica médica adecuada, los criterios morales
Pero: La responsabilidad final del equipo es suya y tienen que preocu- lienen una función comparable aunque con frecuencia no se reconozca
parse de que quienes colaboran con ellos mantengan un alto nivel. con tanta facilidad. En otras palabras, nos interesa aquí un examen más
sociológico que ético del cometido de los valores y de las normas en la
Los médicos deberán acudir a otros colegas en consulta siempre que socialización del estudiante de medicina.
sea necesario. En su calidad de centros de investigación, las facultades de medicina
Pero: Tienen que tener cuidado de que sea realmente necesario y no colocan a los estudiantes más directamente en contacto con las fron-
elevar innecesariamente el coste de los cuidados médicos. teras de los conocimientos médicos de lo que muchos, por no decir la
LA AMBIVALENCIA DE LOS MÉDICOS 93
92 ROBERT K. MERTON
En contraste con esto, los médicos en su consulta privada están en
may?r!a, de ellos estarán en años posteriores, cuando practiquen parte únicamente s9metidos al ~ontro~ de los ~al~res y no~~as que
med1cma. Esto es algo que todo el mundo reconoce Lo qu ,ra"adquirido y hecho suyos. El paciente sm conoc1m1entos med1cos no
h b ·ct · e Pare
~ er s1 o rne~~s apreci~~o es, el hecho correlativo de que los es ::;, en condiciones de juzgar acertadamente sobre la adecuación a las
~1antes de med1cma tamb1en cstan siendo expuestos de manera siste :mas de lo que hace el médico. Los colegas que sí tienen esos conoci-
t1ca a normas y valores profesionales que son probablemente m' n~entos médicos no están en condiciones de saber lo que hace el otro ·y
d d - , . as«e
va os» -es ec1r, mas exigentes y rigurosamente desinteresados- de 1 :uchos de ellos no informan de los episodios de negligencia o incompe-
que se encuentran en ~a.consulta normal de un médico cualquiera ( l ncia que puedan observar. Estos datos estructurales, por tanto, con-
Las facultades de med1cma son definidas socialmente como guardian f~eren especial importancia al hecho de que se inculquen esos valores y
d~, esos valores_~ normas. Por ello las facultades tienen una doble fu ormas en los estudiantes durante el curso de su socialización profe-
c_ton de transm1t1r a los estudiantes criterios cognitivos teóricos y , ~ional en la facultad de medicina. Si esto no se consigue plenamente en
tIC s r
o l ~s entenas
· · morales de los valores y las normas. Ambos gru pra
¡as condiciones óptimas que proporciona la facultad, es poco probable
de cnterios son esenciales para la adecuada práctica de 1a mect· · que suceda después en las condiciones con frecuencia menos favorables
L · T ·, 1cma.
a s1gni 1cac1on funcional de estos valores y normas se ve refor ad de la práctica privada de la medicina.
en gran m_anera por la organización social de la práctica de la medi:in: Aún queda más reforzada la significación funcional de la asimilación
L~s e~t~d1antes pueden saturarse de valores y criterios que se cumplen de valores para la práctica efectiva de la medicina por el hecho socioló-
~as facilmente en el especial entorno del hospital donde hacen prác.. gico -conocido y experimentado por los médicos en todas partes- de
ticas, donde la «manera correcta de hacer las cosas» se ve corrobo d que las esperanzas de algunos pacientes pueden, de hecho, impulsar a
' f · . · ra a
con mas rec~e?cia que en nmgún otro sitio por el precepto, el ejemplo !os médicos a apartarse de los criterios de una buena asistencia médica.
Y el reconoc1m1ento. Pero una vez que están practicando la medicina Sucede, después de todo, que la persona enferma no siempre encarna la
por s~ .cuenta, algunos de estos ~~dicos se encontrarán trabajando bajo estricta etimología de la palabra «paciente». No siempre es sufrida e
cond1c10nes mucho menos propicias para una fácil aceptación de esas indulgente, o «aguarda con calma el curso de los acontecimientos)>. Por
normas. ~uch?,s de elios serán médicos generales que trabajen aislado~ el contrario, con frecuencia la etimología del término y la psicología del
en ~n~ s1tuac10n estructuralmente diferente de la de la facultad de paciente están completamente distanciadas.
med1cma. E~ ésta, los estudian~es y el claustro de profesores se hallan, Las personas que sufren tienden a querer una panacea tanto en el
de hecho, , 1~ualmente sometidos al continuo escrutinio de otros campo de la salud como en el de la política y, a veces, en el de la reli-
expe_rtos medtcos, que dan mucha importancia a lo que se está haciendo gión. Se requiere una preparación para lograr la autodisciplina que per-
~ed1~?te sus juicios c~íti~os. Esto no necesita ser una cuestión de orga- mita aceptar el hecho, cuando efectivamente sea así, de que no se
01zacron o de reconoc1m1ento oficial, sirio que el modelo estructural es puede dar una solución rápida a los propios problemas. No todas las
tan claro q~e se ace~ta_ de manera general: los colegas y los superiores culturas y sociedades proporcionan esa preparación. Ésa es una de las
en u~ ho~~Jtal de practicas, funcionan continuamente como monitores razones de que florezcan las creencias y las prácticas mágicas. Cuando
del eJerc1c10 de la medicina (6). · las personas enfermas no han adquirido la disciplinada actifud que

(5) Eslo es, por supuesto, sólo una impresión, pero recogida con frecuencia d<nt~o de de-ese wmportamiento, Otras estructuras -y gran parte de las consultas privadas entran en
smn me'd'1ca. Seg_u1ra
~pro~··
co . '· •
s~e_ndo una me~a.impresión mientras no haya rrabajos en quese esta categoría- funcionan de tal forma que existen muy pocas oportunidades para hacer
mparen de man_e~a s1stemat1ca las cond1c1ones de trabajo en hospitales afiliados a Jiu observaciones de este tipo, Socio]ógicamente se da aquí una variable en la estructura social,
facultades de med1cma y las de los médicos que practican por su cuenta. independientemente de que Jos indlvlduos por sti cuenta tengan motlvos para adecuarse a
(6) , El P~~blema gener~I de las diferentes bases organizativas para la «observabiiidad! los requisitos de su cometido social, incluso cuando están estructuralmente aislados de toda
en ~a eJe~ucmn del cometido es fu_n~amental para entender !a estructura social. Alguna.\ observación y valoración directas. Sobre el concepto de observabi!Jdad, véase R. K. Merton,
orgamzac1ones _-la facu_ltad de med1cma y el hospital son casos tipicos- están dispuestas dé Social Theory and Social Snuc/ure (Nueva York, The Free Press, 1968, edición amp!Jada),
m~nera que, sm necesidad de una intencionalidad expresa, el comportam1ento de cada págs 390-41 o.
miembro queda en gnm parte sujeto a la observación de otros, con conlinuas valoraciones
92 LA AMBIVALENCIA DE LOS MÉDICOS 93
ROBERT K MERTON

mayoría, de ellos estarán en años posteriores, cuando practiquen En contraste con esto, los médicos en su consulta privada están en
1 gran parte únicamente s~metidos al control de los valores y normas que
medicina. Esto es algo que todo el mundo reconoce. Lo que
h a ber s1·d o menos apreciado
· es el hecho correlativo de que los Pare, han adquirid?~ hecho s~yos. El paciente sin conocimientos médicos no
~iantes de medicina también están siendo expuestos de manera sist:: está en cond1c10nes de Juzgar acertadamente sobre la adecuación a las
t1ca a normas Y_ valo:es p_rofesional~s que son probablemente más «el normas de lo que hace el médico. Los colegas que sí tienen esos conoci-
vados)) -es dectr, mas exigentes y ngurosamente desinteresados- de¡ mientos médicos no están en condiciones de saber lo que hace el otro y
que se encuentran en !ª_consulta n?r_mal de un médico cualquiera (Sf muchos de ellos no informan de los episodios de negligencia o incompe-
Las facultades de med1cma son defm1das socialmente como guardian lencia que puedan observar. Estos datos estructurales, por tanto, con-
d~, esos valores? normas. Po~ ello las _fac~ltades tienen una doble fun. fieren especial importancia al hecho de que se inculquen esos valores y
c10n de transmitir a los estudiantes entenas cognitivos teóricos y , normas en los estudiantes durante el curso de su socialización profe-
t" ¡ ·· prac. sional en la facultad de medicina. Si esto no se consigue plenamente en
~cos ~ ~s entenas m~rales de los valores y las normas. Ambos grupoa
e cntenos son esenciales para la adecuada práctica de la medici las condiciones óptimas que proporciona la facultad, es poco probable
La significación funcional de estos valores y normas se ve reforz: que suceda después en las condiciones con frecuencia menos favorables
en gran rn_anera por la organización social de la práctica de la medicina, de la práctica privada de la medicina.
Los estudiantes pueden saturarse de valores y criterios que se cumpl Aún queda más reforzada la significación funcional de la asimilación
, f, ·¡ en de valores para la práctica efectiva de la medicina por el hecho socioló-
~as ac1 mente en el especial entorno del hospital donde hacen prá.c-
t1cas, donde la «manera correcta de hacer las cosas» se ve corroborada gico -conocido y experimentado por los médicos en todas partes- de
con más frec~e?cia que en ningún otro sitio por el precepto, el ejemp\Q que las esperanzas de algunos pacientes pueden, de hecho, impulsar a
Y el reconoc1m1ento. Pero una vez que están practicando la medicina los médicos a apartarse de los criterios de una buena asistencia médica.
por s~ ~uenta, algunos de estos médicos se encontrarán trabajando bajo Sucede, después de todo, que la persona enferma no siempre encarna la
cond1c10nes mucho menos propicias para una fácil aceptación de esa1 estricta etimología de la palabra «paciente)). No siempre es sufrida e
normas. ~uch_o,s de ellos serán médicos generales que trabajen aislados, indulgente, o «aguarda con calma el curso de los acontecimientos)>. Por
en una s1tuac10n estructuralmente diferente de la de la facultad de el contrario, con frecuencia la etimología del término y la psicología del
medicina. En ésta, los estudiantes y el claustro de profesores se hallan paciente están completamente distanciadas.
de hecho, igualmente sometidos al conti_nuo escrutinio de otro; Las personas que sufren tienden a querer una panacea tanto en el
ex.pe.rtos médicos, que dan mucha importancia a lo que se está haciendo campo de la salud como en el de la política y, a veces, en el de la reli-
~ed1~~te sus juicios críticos. Esto no necesita ser una cuestión de orga• gión. Se requiere una preparación para lograr la autodisciplina que per-
mzac1on o de reconocimiento oficial, sino que el modelo estructural es mita aceptar el hecho, cuando efectivamente sea así, de que no se
tan claro que se acepta de manera general: los colegas y los superiores puede dar una solución rápida a los propios problemas. No todas las
en un hospital de prácticas, funcionan continuamente como monitores culturas y sociedades proporcionan esa preparación. Esa es una de las
del ejercicio de la medicina (6). · razones de que florezcan las creencias y las prácticas mágicas. Cuando
las personas enfermas no han adquirido la disciplinada actifud que

(5) Esto es, por supuesto, sólo una impresión, pero recogida con frecuencia dentro de
de-ese comportamiento. Otras estructuras -y gran parle de las consultas privadas entran en
la profesión médica. Seguirá siendo una mera impresión mientras no haya trabajos en que&e
esta categoría- funcionan de tal forma que exislen muy pocas oportunidades para hacer
comparen de man~r_a sistemática las condicwnes de trabajo en hospitales atibados a hs
?hservacioncs de este tipo. Soc10Jógicamente se da aquí una variable en la estructura social,
facultades de med1cma y las de los médicos que practican por su cuenta. ,
independientemente de que los individuos por sti cuenta tengan motivos para adecuarse a
(6) El problema general de las diferentes bases organizativas para la «observabdidad,
los requisitos de su cometido social, incluso cuando están estructuralmente aislados de toda
en la _eJecución del cometido es fundamental para entender la estructura social. Algunai
observación y valoración directas. Sobre el concepto de observabilidad, véase R, K. Merton,
orgamzac1ones _-la facultad de medicina y el hospital son casos típicos- están dispuestas dé
S~cia! Theory wu/ Soda/ Strucwre (Nueva York, The Free Press, 1968, edición ampliada),
m~nera que, sm necesidad de un3 intencionalidad expresa, el comportamiento de cada
pags_ 390-410.
miembro queda en gran parte sujeto a la observación de otros, con contmuas valoracione.1
94 ROBERT K. MERTON

requiere el cometido social del paciente, pueden ejercer involunta.rj


mente considerable presión psicológica y económica sobre los médi
para que éstos prometan más de lo que debieran prometer actuand
responsablemente, o para que se lancen a lo que un médico general de¡,
cribe como «tratamiento insensato y reprobable». Muchos pacientq
insisten en que se les alivien sus sufrimientos lo antes posible y mucho
mejor si esto se consigue inmediatamente. Instan a los médicos Para
que obrén, no como deben, sino de acuerdo con sus d~seos (de ¡Oi
pacientes). Andando el tiempo, algunos médicos encuentran razone&
para acceder a los deseos de los pacientes que, después de haberse
autodiagnosticado con gran seguridad, insisten en que se les de este
aquel tratamiento. Un médico angustiado expuso así su dilema: «Si no0 5. LA AMBIVALENCIA DE LOS DIRIGENTES
hago la operación que ella quiere, las consecuencias no serán tan sólo DE ORGANIZACIONES
perderla a ella como paciente, sino a todos aqueUos a quienes se lo
cuente» (7). He aquí una inversión de cometidos maravillosamente im.
tructiva, en la que el médico, quejoso abandona sus promesas pro. onsidérese la imagen popular del dirigente de ~na org~nizació,n.
fesionales, renuncia a la autoridad de su supuesta pericia, entra en con, C ¡ unos de los muchos que se hallan debajo de el e? ~a J_erarqu1a,
nivencia con su ansioso paciente y acusa a la víctima de esta acción Pa~/h~mbre seguro, conocedor, decidido, poderoso, d1~anuco, ame-
delictiva cometida a medias, todo ello por el interés -que no se pone en es ador capaz de arrastrar y totalmente remoto, que actu~ de -~anera
duda- de mantener una consulta que dé un buen rendimiento eco: ºtz 'osCura afectando con ello el futuro de la orgamzacmn que
nómico.
~¡:fªe uSi nos ;onemos a su nivel, lo veremos muchas veces lleno_ de
Puesto que los médicos que trabajan por su cuenta están sometidos dud!; de difícil resolución cuando trata de enfrentarse co~ las a:b1v;-
de manera especial a ese tipo de estímulos y oportunidades para salirse
de lo que según sus conocimientos es el tipo más apropiado de atención
lencias y contradicciones de su estatus. y si sus pies esta; dhe~ ots
una sustancia más sólida que el barro es porque en su su 1 ~:,ah t
1:
médica, resulta funcionalmente significativo que adquieran, en la cima y con la ayuda de los _que colaboran pa_ra ma~tener o a 1, lát
facultad de medicina, los valores y normas que h·an de hacerles menos aprendido a acallar las dudas, a vivir con _l~s, amb1valenc1as, y a arreg -
vulnerables a tales estímulos. En este sentido directamente sociológico, selas con las contradicciones de su pos1c10n.. _.
la adquisición de actitudes y valores apropiados resulta tan básica corno La mayor parte de las personas -y si el dinge~te d1nge, h~y qu~ 11nª~
la adquisición de conocimientos teóricos y habilidad técnica en la for- 1 · ,·1ablemente seguidores (no necesanarnente pasivos)
mar os mev - -, E l'f las
mación de quienes proporcionan los cuidados médicos. viven totalmente ajenas a la complejidad de su situac10n. ~ P? I tea,
mam·¡estaciones
. d'ar1·as
1 de las ambivalencias y . contrad1cc10nes
-, d que
t'
(7) W R Cooke, «The Practical Application of Psychology in Gynec1c Practice», en afligen a nuestros dirigentes han logrado la cons1derac10n e espec a-
Nebraska Medica/ Journal, 25 (diciembre de 1950), pág. 371. culo deportivo; periódicamente la prensa nos ofrece cuadros con los

., . d cción al volumen de James F. Oales, Jr., The


e Este ensayo mío, que aparecio como mtro uC f N y •k 1970 se reimpnme con
. . d •·1 A ¡ ton -Centurv-
omrad1crions oj Lea ers P, PP e
ro ts ueva O, ,
·• . d ' l'f
,
d Adlai Stevenson, James F.
autorización. Viejo amigo, colega en leyes Y asoc'.a O ~o 1 leo / ación social básica en una
Oates tuvo el acierto ~e estabI:cer la primera ofict:i cea~n~e~~goficial ejecutivo jefe de la
corporación de negoc10s americana cua□clo ocup U ·a g ¡ acierto complemenlario de
Equitable Life Assurance Soc1ety de los Estados m os Y e
haber contratado a John W. Riley como primer director.
,..,
96 ROBERT K. MERTON LA AMBIVALENCIA DE LOS DIRIGENTES DE ORGANIZACIONES 97

porcentajes de prestigio ante la opinión pública de nuestras figuras Po El dirigente que procede del inter_ior de la organización es el qu_e
ticas más eminentes a medida que sus decisiones agradan a un . a' s posibilidades de conocerla bien: sus puntos fuertes y sus deb1-
estratos sociales y ofenden a otros. También en otras esferas las contr uene m más destacadas el estilo de su adn11mstrac10n
· · " y Ia ca1·d1 a d de
dicciones de los dirigentes se han convertido en manjar público. En Jidades .' . . . d
• nes la llevan su h1stona y sus aspirac10nes, sus merca os, sus pro-
reciente período conflictivo los dirigentes de nuestras universidad
por ejemplo, tuvieron que exponer sus dilemas en las primeras págin
j~~~os y sus pers~ectivas. Per~ quiz~ la conozca de~asiad od~i~n. Atm is-
conflictos de personahdad tienden a producu en e1 1ngen e 1os
de los periódicos. Lo mismo ha sucedido con los dirigentes de nuestr tades Y . . . d
• 05 problemas de miopía. Y las asoctacrnnes corporativas e
iglesias al tratar de canalizar la inquietud espiritual de sus rebaños. y m1sm ..
como el mundo se niega testarudamente a adecuarse a nuestros repeij. mue ho s años , excepto en el caso de. los admm1stradores
. . . con gran capa-
cidad de distanciamiento y amplia e~p_enencta, tt~~en una m~~~ra
<lamente proclamados objetivos nacionales, vemos a los dirigentes rniij. culiar de limitar los horizontes del dmgente, de dificultar su v1s1on,
tares debatiéndose con los básicos conflictos de unos cometidos que la ~e restringir su capacidad para valorar las posibilidades futuras. Lo que
situación objetiva ha puesto sobre sus espaldas.
Aunque muchas ambivalencias son comunes a toda suerte de orga.
h: mantenido a la organización e_n el_ pasado en rel~tiva buena forma
-en términos de metas de orgamzac10n y de los metodos ~mpl_e_a~os
nizaciones -políticas y económicas, religiosas y académicas- este ra acercarse a ellas- tiene muchas posibilidades de seguir uttltzan-
ensayo se ocupará fundamentalmente de ese numeroso grupo de diri. p . 1
dose. Esto puede ser bueno para las expectativas a co~o. paz~ ~ero
gentes americanos que forman la élite de los ejecutivos y que son cooo. quizá nQ a largo plazo. Pero el valor misfo de es~e c?~oc1m:nto intimo
cidos, desde los días de Thorstein Ve bien, con el título de capitanes de de los éxitos alcanzados en el pasado de a orgamzac10n pue e p~ovocar
industria. Jo que Veblen describiera de manera ino_Ividabl~ _como «exp~rta mcapa-
Los negocios -la idea y en algunos casos el ideal de una empresa cidad)): una situación en la que las propias hab1hdades func10n~~ codmo
más o menos privada- han sido durante mucho tiempo una fueru fallas de adecuación. Acciones recurrentes basadas en formacton, es-
básica de la sociedad americana. Durante gran parte de ese período, treza y experiencias que han sido aplicadas con éxito en el pasado dan
esta fuerza se hizo ideología en el evangelio americano del éxito, pro- lugar a respuestas inadecuadas cuando cambian las condiciones. Así,
porcionando así casi toda la retórica y parte de la sustancia del sueño recurriendo a una ilustración muy sencilJa utilizada en este contexto
americano «de los harapos a la riqueza». Y si los americanos no están por Kenneth Burke, se puede decir que es muy fácil condiciona~ a los
ya tan convencidos como hace medio siglo de la verdad evidente del pollos para que interpreten el sonido de una campana como senal de
epigrama de Cal Coolidge: «The busines of America is busines» (U. que les van a dar de comer. Posteriormente, la misma campana pu_e,de
ocupación fundamental de América son los negocios), recientes son- utilizarse para congregar a los pollos ya entrenados para su destruccrnn,
deos de la opinión pública muestran que están aún más convencidos de al decapitarlos una vez que están reunidos. Cuando el dirigente que
la verdad del epigrama invertido de Ted Sorensen: «The busines of procede de dentro de la empresa adopta medidas organizativas de
busines is America» (La ocupación fundamental de los negocios es acuerdo con sus pasadas experiencias y las emplea bajo nuevas condi-
América). ciones no se las reconoce como básicamente diferentes, ya que la misma
solidez de la formación recibida en el pasado /leva a la falta de adaptación al
presente. En frase de Burke·. «Las personas pueden ser id?~eas
LAS SENDAS DE LA MOVILIDAD ASCENDENTE mediante una idoneidad perfectamente inservible.» Sus pasados ex1tos
las incapacitan para los futuros.
Tanto si se trata de una organización para hacer negocios o para Las presuntas ventajas e inconvenientes de la senda que avanza por
cualquier otro fin, sólo hay dos sendas para llegar a la cumbre: una el interior de la empresa hacia la cima, se invierten de manera caracte-
desde dentro y otra desde fuera. Cada una tiene sus particulares ven· rística cuando el dirigente viene de fuera de la organización. ~o conoc_e
tajas e inconvenientes; cada una produce su peculiar síndrome de ambi• la firma en profundidad. Es seguro que tendrá que consumir los pri-
valencia. meros meses, cuando no años, de su trabajo, estudiando sus pasadas
AMBIVALENCIA SOCIOLOGICA Y OTROS ENSAYOS.-7
T"

98 ROBERT K. MERTON /,A AMBIVALENCIA DE LOS DIRIGENTES DE ORGANIZACIONES 99

realizaciones comparadas con sus posibilidad~s del mismo_ período, la ciuidas en esas obligaciones están ya plantadas las semillas de dife-
1
capacidad de su personal, sus recursos matenales, el conJunto de S\Ja °otes conflictos y ambivalencias.
aspiraciones. La organización tiene que soportar un período de inac. re cuanto más claramente define su visión el dirigente, más confianza
ción contemplativa. Pero si su falta de conocimientos de primera mano (iene en su cometido (y viceversa). Pero al precisar su visión, también
en lo relativo a la organización es un defecto, no por ello deja de tener reduce sus opciones. Y al reducir sus opciones limita el número y las
ventajas. El nuevo jefe aporta muy pocos prejuicios inamovibles sobre clases de subordinados que se entusiasmarán con las metas que abarque
esta particular organización y sobre sus partes (aunque tenga, por esa visión y que trabajarán con ahínco por conseguirlas. Porque las per-
supuesto, inevitablemente, su personal colección de prejuicios que ha sonas que tienen que gastar sus energías para la consecución de unas
ido desarrollando en otros sitios). Pero por carecer de participación metas deben de tener voz y voto en la configuración de esos objetivos.
emocional en el pasado de la empresa, es capaz (o puede serlo más '[ienen que tener hasta cierto punto la sensación de ser dueños de sus
fácilmente) de abrirse a toda clase de posibilidades de innovación. Está destinos. Sin embargo, con cada porción de poder cedida por el diri-
en mejores condiciones de captar ideas que pueden haber estado .flo. gente -y es poder, es decir, la habilidad de conseguir que algo suceda,
tando alrededor de la organización durante años. Aporta, sin duda, un Jo que en último análisis y por muy ampliamente que se defina, es el
enfoque nuevo -no necesariamente correcto- a los problemas y opor- nUcleo del liderazgo- se hace mayor su situación de incertidumbre.
tunidades de la organización que ahora dirige, y una pericia conseguida Un segundo tipo de conflicto surge de la confrontación entre el diri-
fuera del confinamiento intelectual inherente a toda organización. Sin gente que proyecta su visión y la organización misma. Cuanto más
embargo, no trae consigo del exterior garantía alguna de éxito, coma lo «diferente>> y más radical sea esa visión, mayor será el conflicto. Porque
atestigua la senda del liderazgo en corporaciones, profusamente ado!• de la misma manera que el dirigente llega a su posición como suma con-
nada con los huesos de «magos de las finanzas)> y «genios de la adminis- certada de sus experiencias, también está a la cabeza de una organiza-
tración>) de todas formas y tamaños. ción que es la suma concertada de sus experiencias. De hecho las expe-
Las ambivalencias del liderazgo de una organización comienzan, por riencias de la organización estarán más profundamente arraigadas -a
tanto, al principio mismo. Se encuentran en la senda que el dirigente través de su historia, tradiciones, cultura, y la misma estructura inerte
siguió para llegar allí, ya haya sido desde dentro o desde fuera. de la vida de una organización- que las de cualquiera de sus miembros
Comienzan con la suma total de su previa experiencia organizativa y individuales. Bajo tales condiciones, la flexibilidad del poder ejecutivo
con la interacción entre su capacidad para crecer adaptándose y todas puede, y se trata sólo en apariencia de una paradoja, producir una
las flaquezas e impulsos creadores de la organización que dirige. orientación más firme.
Tanto si su visión es amplia como si es estrecha, el dirigente querrá
-de hecho será para él una necesidad emocional- configurar la organi-
zación, cambiarla, moldearla para conseguir una creación que, al
VARIEDADES DE AMBIVALENCIA EN LAS ORGANIZACIONES
menos en parte, pueda considerar suya. Pero también, inexorable-
mente, él a su vez resultará moldeado, probablemente sin advertirlo,
Sea cual fuere su origen, el dirigente recién creado de la organiza- por la organización, por sus necesidades, por su capacidad, por sus cri-
ción tiene que enfrentarse muy pronto con otra situación ambivalente. terios. En un futuro más o menos remoto, en el caso de que mire hacia
Como dirigente, es obligación suya dotar a su puesto de una visión del atrás, será incapaz de distinguir entre los cambios que él ha producido y
futuro, de un sentido de dirección sobre a dónde quiere él que vaya la los que se han producido en él. «Es un momento -escribió Emerson-,
organización. Tiene que obedecer, además, al imperativo de la orgaoi· en el que las cosas llevan las riendas.» O, parafraseando un típico afo-
zación que le exige, so pena de fracasar, que comparta su visión per• rismo de Churchill: «Moldeamos nuestras organizaciones y después
sana! con el conjunto de la organización. Porque una visión que está nuestras organizaciones nos moldean a nosotros.)> Incluso el dirigente
alejada de los valores y de las necesidades de la mayoría de los q11e más seguro de sí mismo encontrará en ocasiones imposible estar en
están a su alrededor se transforma en fantasía contraproducente. desacuerdo con esto.
100 ROBERT K. MERTON LAAMBlVALENCIA DE LOS DIRIGENTES DE ORGANIZACIONES 101

Otra ambivalencia con la que se enfrenta el dirigente está in . ciones y sus dirigentes que se quedan felizmente absortos reflexio-
. . d co
~a.da a 1~ cucunstancta e _que_ aunque ~ada tiene tanto éxito corno llaado sobre glorias pasadas a expensas de no procurarse los medios
ex1to mismo, en las orgamzac10nes los mcrementos de éxito n 11
ªºa conseguir nuevos éxitos están en muy mala situación. Progres_iva-
autolimitarse. Esto significa para el dirigente que la organizacio' eg~ parnte viven y trabajan en un mundo irreal de fantasías autoprovocadas.
. . . ª%
~1~mo t1em~~ ~na fuente contmua de gran placer y agudo dolor ;eantes o después, el contacto con el mundo real fuerza al orgullos_o
dmgente ex1g1ra que la organización mei·ore su rendimiento ¡ · dirigente y también a sus seguidores a de~cubrir que tanto los bien:s
· 1 . . . , e eve 9
~1ve es, aumente su efic1encia. Y cuando, mediante una medición ob' tilitarios como los morales se consumen s1 no se los renueva y ampha
tiva del presupuesto_ o al?ún otro método, se descubra la mejoría y~ \ergicamente. Porque el resto del sistema social no se queda parado. Y
haga constar en la h1stona de la corporación, el dirigente hallará g eor ello las organizaciones que evolucionen con él tienen que seguir
placer en ello. Pero para obtener incluso un título de mejora el d' ~ealizando cambios que supongan innovaciones y adaptaciones.
gente ~escubrirá que tiene que pasar por un período prolongad Mientras el dirigente está preocupado, quizá por encima de todo,
0
angustia, durante el cual se siente (y a veces es) personalmente re con elevar a niveles más altos de rendimiento a la oI'ganización entera,
sabl e_,de I resu lt ~do y, en _cua¡qu~er spon.
· caso, se le considera responsable,
se verá con frecuencia en la contradictoria posición de ser incapaz de
~amb1en ha_Ila~a que a diferencia de una persona individual que e1 atender las demandas de medios para que partes individuales de la orga-
capaz de_ asimilar y usar nuevos conocimientos logrando así algu nización alcancen un rendimiento superior. El dirigente se enfrenta así
veces meJoras espectaculares de su rendimiento una organizacio'n
1. f - '
e°"
om. con un clásico dilema de decisiones./a nivel de organización. Profunda-
P_ e~a unc10n~, en su ~ayo~ parte, d~ acuerdo precisamente con el prin, mente identificados con los objetivos de la organización, dos o más
c1?1? op_uesto. que, m~s al_l~ de un c1~rto punto, a medida que mejora la departamentos están cada uno haciendo todo lo posible para servir a los
efi,c1e~c,1a_ de la orgamzacton, las meJoras posteriores resultan cada vez intereses de la organización total aumentando al máximo el tipo especi-
mas dif1ciles. fico de su contribución a ella. Pero, a menudo, puede incluso decirse
~odavía otro requisito ambivalente que se exige del dirigente es que que de manera característica, aumentar al máximo la contribución de
se sienta orgullos~ de su organización, que provoque o refuerce el una parte significa limitar las contribuciones de otras partes. Cabe
orgullo d~ otros miembros de la organización y que, sin embargo, man- pensar en los brillantes hombres y mujeres atraídos por el campo de los
t~nga baJo contra~ la extensión de ese orgullo colectivo. El dirigente cerebros electrónicos que, si la decisión dependiese de ellos, sistemati-
!~
tte~e. qu_e_ conseguu d~ ~lguna man_era justa cantidad de orgullo que zarían el universo entero de un día para otro. En la batalla por lograr la
esta Justificada por el exito y la ded1cac1on pero, al mismo tiempo, tiene excelencia en una organización hay -aunque muchos no se deciden a
que reconocer que el orgullo puede convertirse en presuntuoso sin admitirlo- un equilibrio que es necesario encontrar y que significa
estar basado en una continuada serie de logros. Esto se expre~a a frenar el impulso tenaz aislado para conseguir el mejor rendimiento de
menudo e_n lo que Theodore Caplow ha designado como el «efecto de todas las partes componentes. El dilema de la decisión sólo se puede
agr~?danuento)): «l~ asc~ndente distorsión del prestigio de una organi- trascender haciendo que las diferentes partes lleguen a preocuparse por
z~cton por sus prop~os I?iembros». Después de haber estudiado 33 tipos el todo. La identificación con los objetivos de la organización toma así
d1f_erentes de orgamzac1ones -entre otros, bancos y misiones en barrios precedencia sobre la identificación con los objetivos del departamento.
baJo~,, grandes al~acenes y departamentos universitarios- Caplow des- Todo esto presenta al dirigente con el ¡arre! y el ¡so! que coloca a la
cubno que sus ~iembros sobrevaloraban el prestigio de su organización mula corporativa en el peligro de sucumbir ante el punto muerto al que
(tal como era vista por las persohas de fuera) ocho veces más frecuente• conduce la testarudez de la no-cooperación.
~ente q~e. lo infravaloraban. (Al juzgar el prestigio de otras organiza·
c~ones d1stmtas de la suya, la gente tiende a estar de acuerdo.) Ahora
b1e?, como los P~ove~bios nos recuerdan con su tipo peculiar de socio·
logia de!~s orgamzac10nes: El orgullo camina delante de la destrucción,
Y un espmtu altanero delante de una caída. En otras palabras, las orga·
102 ROBERT K MERTON LA AMBIVALENCIA DE LOS DIRIGENTES DE ORGANIZACIONES 103

do por el dirigente hace crecer el respeto hacia el dirigente. Al mani-


~a tar preocupación por la dignidad de otros en el sistema de la organi-
LIDERAZGO COMO INTERCAMBJO SOCIAL ,es
zación y por los valores y normas que comparten, ed_I ct·hmgente
· encuen t r_a
a reciprocidad. En segundo lugar, como se ha 1c o, pone de rnam-
. De las rel_aciones con sus subordinados surge una gran variedad de ?sto su competencia técn_ka al desempeñar sus propios cometidos. ~o
d~lemas, ambivalencias y contradicciones para el dirigente de una orga, ielamente habla sobre competencia, sino que la pone en práctica. En
50
~ización. Es responsabilidad del director, quizá su primera responsabj. cer lugar, el dirigente efectivo está continuamente en contacto con
hdad, alentar a las personas que le informan directamente. El director ter , d - ·,
]os datos pertinentes de lo que esta pasan o en la orgamzacton a mve
· ¡
es, tanto de hecho como de palabra, «el primer auxiliar de sus subordj. humano. Para esto, es evidentemente muy útil estar colocado en puntos
nados». Sin embargo, ¿quién alienta al que dirige? Aun concediendo stratégicos de la red de comunicaciones que abarca una gran parte de
que el liderazgo en la cumbre es «la posición más solitaria sobre !a ~oda organización. Pero una buena colocación estructural no basta.
tierra» -una hipérbole a la que ya estamos algo acostumbrados- elJo no Una vez situado allí, el dirigente facilita, con cálculo consciente, que se
es necesariamente así en la mayor parte del liderazgo a nivel-de organi, establezca la comunicación en los dos sentidos. No sólo permite que su
zación; no lo es, al menos, cuando se dan las circunstancias apropiadas interlocutor coloque una frase de cuando en cuando; le permite que
Esas circunsta~cias tienen que ver, por supuesto, con el tipo de apoy~ hable y que lo haga sin rodeos. Y el dirigente efectivo escucha: tanto lo
que los subordmados den al superior en su posición directiva. Dando un que se dice como lo que no se dice claramente y queda _s~lo impl~c~~o.
giro de 180 grados y viéndolo desde la posición directiva, esto hace Permite que se le informe sobre el resultado de sus dec1S1ones e m1cia-
referencia al grado de confianza que el dirigente concede a cada uno de tivas no sólo positiva sino negativamente. Esta información negativa es
sus subordinados. una pista sobre la posibilidad de que, en sus planes y acciones, el diri-
En toda relación superior-subordinado, existe una complejidad de gente haya avanzado más allá de la zona de aceptación para sus colegas
interacciones. En la raíz de todas ellas, cuando se trata de interacciones y subordinados; la información positiva, es una pista de que cuenta con
efectivas, está la confianza de cada uno en el otro. Para los ultrarracio- apoyo para sus iniciativas.
nalistas entre nosotros resulta difícil reconocer que en la vida de una En cuarto -y en esta relación, en último- lugar, aunque el dirigente
organización, el ingrediente básico de la confianza recíproca no es sólo en posición de autoridad tiene acceso al poder coercitivo, hace uso de
la competencia, aunque la importancia de una ejecución de cometidos ese poder de manera muy restringida. Pierde muy poco y gana mucho
h~cha competentemente no debe ser nunca infravalorada. Es la primera empleando la moderación en el ejercicio de su poder. Porque una vez
piedra sobre la que se edifica la confianza. Después de todo nadie está que se ha ganado el respeto de sus colaboradores, son ellos, más que el
mejor situado que los subordinados para distinguir entre I~ auténtica dirigente de manera directa, quienes trabajan para asegurar el acata-
competencia de un superior y su mera apariencia. miento entre el resto de sus colegas. Los dirigentes sólo pierden su
Esto nos recuerda que el liderazgo no es tanto un atributo de los autoridad por usarla en exceso, y este exceso no tarda en aparecer
individuos como una transacción social entre dirigente y dirigido, una cuando los dirigentes, después de perder el respeto de sus subordi-
especie de intercambio social. Y hay que volver a decir que aunque nados, tratan ansiosamente de imponer su voluntad. Experimentos de
algunos dirigentes sienten esto de manera intuitiva, el resto tenemos grupo en sociología han hallado que los jefes de grupo que usan el
que aprenderlo de forma más laboriosa. Los dirigentes ayudan a sus poder coercitivo con más frecuencia están más expuestos a ser despla-
asociados a alcanzar metas personales mediante su contribución a los zados. Los experimentos confirman lo que se p_ensaba desde hace
objetivos de la organización. A cambio, reciben la moneda básica del mucho tiempo; en su grado óptimo de efectividad, el liderazgo es man-
lid~razgo efectivo: confianza y respeto. No es necesario que a uno Jo tenido por noblesse oblige, la obligación de comportarse generosamente
quieran para ser un dirigente eficaz, pero es necesario que lo respeten. que tienen los que ocupan los mejores puestos y tienen más poder. La
Procesos sociales que pueden identificarse producen el respeto fuerza es un último recurso que se mantiene si se emplea restringida-
requerido para un liderazgo efectivo. En primer lugar, el respeto expre· mente.
T

104 ROBERT K. MERTON LA AMBIVALENCIA DE LOS DIRIGENTES DE ORGANIZACIONES /05

En una pal_abr~,, lo qu~ crea_ la c~~fia~~a entre superior y subord¡. medida que las cambiantes circunstancias lo requieren. Existe el
nado es la ded1cac1on conJunta: 1dent1ficac1on de uno con otro y con¡ otro. 3 autoritario en e1 que e1 d'mgente
. . .
es ms1sten t e, domman
. t e y, en
,suo 1
metas de la organización previamente aceptadas. Es esta dependen ~ iencia, seguro e s1 mismo. ntencrnna amen e o no, crea e1 m1e
d , . I . d t . do
. me
mu t ua 1o que empuja, . 1uso a I d"
ingente con una inclinación tempe e,, ,par ·
después atiende a las necesidades ·
regresivas de sus su b orct·mad os
ment~l a retener las riend~~ del poder en sus manos, a delegar ta:~ Y eradas por ese miedo. El mismo se mantiene con firmeza en el
autondad c~mo responsab1hdad a sus s~bordinados, lo que le permite gentro de atención y consigue mantener la comunicación entre los otros.
apoyarse ~~s en el consenso cor~orativo que en el autoritarismo al ~::tro del sistema, reducid~ al míni~o, Dispuesto a usar me~i.os co~rci-
tom~r dects1o~es y I? que,_a su vez, 1mpuls~ ~l subordinado a solicitar(o . s al menor síntoma de
uvo . divergencia
. con su manera
. de def1mr. la s1tua-
me~~ante un s1mbohsmo sm palabras, a ex1gIT) el ejercicio de la resp-on. •,0 n el dirigente autontano puede ser efectivo durante un tiempo en
s~b1h~ad Y_ del p~der ~e acuer~o con su posición en lugar de sufrir en ", ocas' ·
de crisis cuando el sistema de 1a orgamzac1on
. ., se 1hlla a en un
sJienc10 la mtrans1genc1a de punos cerrados de su dirigente oligárquico, ~ ' . .
estado de confus10n. Pero, sobre todo para orgamzac1ones. en una
ocíedad de tono democrático, una dependencia extrema e impuesta
~el dirigente significa que el sistema de la organización está muy predis-
ESTILOS DE LIDERAZGO EN ORGANIZACIONES pQesto a la inestabilidad. .
El estilo democrático de liderazgo, en contraste, responde meJor.
N? es .n.ecesario llevar mucho más allá esta línea de pensamiento Da oportunidades para una mayor participación de otros, con direc-
para 1d~nt1.t1car lo que ha venido apareciendo como una de las mayores trices que surgen con más frecuencia de la interacción entre dirigente y
contrad1cc1ones con que se enfrentan las organizaciones moderna.,¡ dirigido. Da oportunidades para el cuidado y sustento de la propia esti-
incluy~ndo, como caso especial de primera clase, las organizaciones d~ mación de los miembros del sistema, pero no mediante ese estilo falsifi-
~egoc1,os. Esta contr~dicción ~e halla en las tendencias que trabajan cado de extender generosa adulación sobre todos y cada uno de los
sm~ultaneamente hacia un gobierno democrático y el gobierno autori- «yos» de las proximidades, según el modo defendido en otro tiempo por
tario más tradicional. Esto es algo mucho más profundo y fundamental los mercaderes de las relaciones interpersonales que nos instaban a
que un problema en las relaciones entre dos o más personas o incluso hacer pseudc-amigos mediante falsas expresiones sentimentales. (Re-
entre grupos más amplios. Esto no sólo afecta al estilo de la administra- cuérdese la sutil distinción de G. K. Chesterton: «El sentimiento es
c~ó?; a la relación entre unidades dentro de la organización, y a la defi- mermelada sobre el pan; sentimentalismo, mermelada en la cara.») El
Ill~ton Y .forma de operar de la administración, sino que afecta a los estilo democrático de liderazgo no pide una fe indiscriminada e infle-
mismos fmes de la organización, xible en el hombre; en algunas personas no hay que tener confianza, ni
. En. los últimos años, científicos del comportamiento -en especial, hay que respetarlas ni apoyarlas en su incompetencia y premeditada
Investigadores y teóricos de las organizaciones como McGregor Herz- malevolencia. Lo que sí pide el estilo democrático es la introducción y
berg, Argyris, Likert, Lawrence y, a su manera, Peter Drucke~- han mantenimiento de sistemas de relaciones que faciliten una fundada con-
m?s.trad.o a un creciente número de ejecutivos de corporaciones que fianza en otros y el subproducto humano que permita a las personas
ef1c1encia y productividad están ligadas a una administración más dentro del sistema actualizar sus posibilidades de acción efectiva y res-
d.emocrática o par~icip~tiva. Esta proposición puede exagerarse y Jo ha ponsable, logrando así que se creen auténticas relaciones sociales y que
si.do con frecuencia. Sm embargo, existe ahora un mayor número de exista un crecimiento personal, cada una de estas dos facetas ayudando
eJ~~plos que a,testi.g~an que bajo ciertas condiciones un liderazgo demo- a la otra.
cratico es el mas eficiente para la productividad de bienes de consumo y Precisamente porque uno se siente identificado con el ideal de la
C.e valiosos subproductos humanos. democracia, tiene que tener presentes las contratendencias en los sis-
De todas formas, los estilos de liderazgo siguen cambiando. El temas a nivel de organización. Para empezar, existe una tendencia hacia
repertor!o de estilos ~s extenso; y parecería que sólo unos pocos diri- lo que el sociólogo alemán, Robert Michels, nada menos que en 1915,
gentes tienen o adquieren Ja versatilidad para cambiar de un estilo a describía con cierto exceso como «la ley de hierro de la oligarquía».
106 ¡)AMBIVALENCIA DE LOS DIRIGENTES DE ORGANIZACIONES 107
ROBERT K. MERTON

Michels llegó a esta «ley», con la cual minorías recién organizadas democráticos tienen que dar cuenta de su gestión continua-
,1;r¡gen t es 1 . .
siguen el dominio dentro de organizaciones, examinando el caso ;o ~ Tienen que dar cuenta no sólo de acuerdo con os cnteflOS que
111ente. · os proponen smo ·, de acuerdo con 1os en·t enos
• tamb1en · a
o~~anizaci~n_d~mocráti~a. E~c_ontró allí la aparente paradoja de queel
dmgentes m1cialmente 1dentificados con los valores democráticos ¡ '
~m= . . ,
do más amplios adoptados por otros rmembros de su organ1zac10n
111enu . , •
abandonaban a medida que su atención se concentraba cada vez más e r la sociedad en sentido mas amp 110.
y po
la tarea de mantener la organización y especialmente su propio puest
dentro de ella. El peligro es evidente. Los dirigentes que llevan much
años establecidos son a menudo los últimos e.n darse cuen_ta de °' INTERESES CONFLICTIVOS
propia transición hacia la oligarquía, hacia una forma de control en~
, que e! poder queda p~o_gresivamente limitado a unos pocos que se van_ Esto nos lleva directamente a otro tipo d~ ar1~~ivalencia y de dilema
s~ced1endo. Y los dmgentes que Hevan muchos años establecido e se enfrenta el dirigente de una orgamzac1on. Una de las respon-
con qU . •• · b" d 1
t~enden a confundir la legitimidad de su gobierno con su indispensabi~ sabilidades tradic10nales del dmgent~ c_orporatlvo, como tam i~n ~
hd~d. Todos recordamos la real proclama de Luis XIV: «L"état, c'eat •¡·co y causa de muchas contrad1cc1ones en las que se ven imph-
pol11s los
, .
ei· ecutivos, es la necesidad de equ1·1·b
1 rar 1os intereses
. de 1os
~?•!» Y pod~~~s recordar la histori~ más recient~ de De Gaulle repi. ca do 1 ,.
tlendose penod1camente: «Quand Je veux savotr ce que pense !a os que tienen motivos legítimos (a veces no tan egttlmos en apa-
~P ..,
France, je m·interroge.» En este sentido específico, muchos ejecutivos riencia) para utilizar los recursos de la orgamzacton. , .
con largo ejercicio del poder son incorregiblemente golistas. El interés más obvio en una corporación de negocios es econom1co
.. El pesimismo del tipo de Michels plantea graves problemas para el y los grupos de interés más claros están compuestos por empl~~do_s,
~•:igente en el mundo de los negocios que sea al mismo tiempo compe- propietarios y consumidores. El probl~ma de encontr_ar un equ~hbr10
t1t1vo y humano. El genio de la época sugiere, sin embargo, la necesidad entre estos tres grupos -por no menc10nar las necesidades. de mere-
de desarrollar una respuesta que utilice una fuerza para contrapesar la mentar la capitalización, de la comunidad local y de la soc_1edad que
ley ,de hierro de Michels. Tal fuerza se expresa con la regla empírica está detrás- plantea ya básicas contradicciones de pensami~nto Y de
segun la cual la solución a las deficiencias de la democracia es más de- acción. En la esfera de los intereses de los empleados, por eJemplo, el
mocracia. dirigente de una empresa se ve ·a menudo perturbado por el problema
U na peculiar enfermedad del liderazgo a nivel de organizaci6n fue des/debe buscar mano de obra a un coste mínimo o conseguir para la
diagnosticada hace tiempo por Chester Barnard como <<el dilema de la organización un remanente de mano de obr~ de calida~ mediant~ el
demora». Con esta frase se refería al problema de la discrepancia entre pago de salarios muy altos; de si debe dar mas .º menos 1mpo~tancia ~
las exigencias de la organización para una actuación inmediata de tipo los beneficios suplementarios en oposición a los Jornales Y salar~os; de SI
adaptativo y el lento proceso para obtener la aprobación democrática debe asegurar la permanencia en el empleo con el posible ~etnm~n~o a
de esa iniciativa. Esto es un dilema auténtico, que no se puede solu- corto plazo de la corporación o si debe tratar de consegu1~ la max1ma
cionar fácilmente. Los grupos democráticamente organizaQos sólo eficiencia (lo que significa, para decirlo sin ambages,_ despido~ de per-
pueden resolverlo consiguiendo que sus miembros lleguen a reconocer sonal en las épocas de menor actividad) con el posible detnrnento a
por adelantado que, como ellos se encuentran a gran distancia de la pri- largo plazo de la corporación. Este tipo de proble~as no ~e resu~lven
mera línea de fuego de las decisiones diarias, habrá ocasiones en que por completo en el mercado. Las decisiones se ven •~fluenciadas ma~ ,de
haya que actuar de manera decisiva antes de que esa iniciativa pueda cerca por el sistema de valores dentro del cual func10na la c~rpora~10n.
ser totalmente explorada y aceptada por los miembros. Esto resulta Estos valores, a su vez, se han impuesto no tanto por el func10nan_11en~o
difícil en organizaciones democráticas cuyos miembros prefieren pagar económico de la corporación como por su cultura, tradiciones, histona
el precio de repetidas faltas de adaptación con tal de evitar que su lide- de sus experiencias más recientes, y por las inclinaci?ne~ _rerso?~les de
razgo se convierta en un cesarismo o en un bonapartismo. Para ganarse sus dirigentes dentro del contexto actual de la orgamzac10n pohtica, de
el derecho a tomar decisiones independientes de cuando en cuando, los la economía y de la sociedad.
r 108

el equ1hbno
· o
'
decidir
-
sobre
ROBERT K MERTON

En esta misma esfera de Jos intereses de los empleados pe


en un s f1d
. ~n. o ma~ ~mpho, el dirigente de la corporación debe enco
un interés secundario aunque
men 1e importante: ¿Qué parte de los recursos de la cor ora ·,
adjudicarse
, l
a

a cada unidad? ,.,; Qué porcentaJ·e del presupuesto p


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se ddeb.
/,A AMBIVALENCIA DE LOS DIRIGENTES DE ORGANIZACIONES 109

ivocarse en sus calculadas decisiones que afectan a las creencias e


~u reses conflictivos de sus subordinados. Esto de por sí ya es suficien-
ill;ente malo. Pero el error más grande consiste en tratar de evitar esos
te nflictos. Nada se vuelve tanto contra un dirigente de organización
'~roo una escrupulosa política de evasión que busca la apariencia de
nara_ ª. a _manufactura, a la investigación y desarrollo, a las ca e~t¡
pubhc1tanas, al proceso electrónico de datos al d II mpan 'az y calma evitando decisiones que pudieran alienar a este o aquel
etcétera? Existe la tentación de creer ue t i esarro o del persona ~ector de sus subordinados. Y precisamente porque existe cierto grado
en _la jerarquía de la organización con~dera:~: ~:~~ema~dsed resuelve de indeterminación sobre la validez de la decisión, no es únicamente la
rat1vas en base a un análisis ob ·etivo eces_1 a es corp sustancia de esas decisiones lo que tiene importancia para la organiza-
:1
garantía. Pero muy raras veces '..les ést~ u;:sso pr;r~~c_10nes de toda ción, sino los métodos que el dirigente utiliza para llegar a ellas y la
manera en que las da a conocer. Los dirigentes con efectividad arbitran
~m~res_a de negocios está tan circunscrito como ei diri mgente_ ?e una
lim1tac10nes «políticas>> internas a 1 . . ge!]te pohtico Por y median en los inevitables conflictos dentro de la organización de tal
. · a orgamzac1ón y d manera que la mayor parte de los miembros implicados en sus deci-
1os sistemas de planificación ., . a pesar e todos
puestos que ya se utilizan y itsro~~ª':~~~on ,Y de elabo_ración de presu. siones consideran la mayor parte del tiempo que se ha heCho justicia. El
que esta situación continuará. q aun por vemr, uno sospecha cometido del dirigente es actuar en beneficio del todo al mismo tiempo
Todo esto nos retrotrae a los as t f . que sirve de intérprete para las partes. Y así puede suceder que incluso
la posición del dirigente d pee os_ un_~10nales y estructurales de una decisión sustancialmente equivocada -como caso límite-, que se
e una orgamzac10n Esta per haya tornado utilizando métodos que ganen el respeto de los asociados
supuesto y por encima de todo 1 . . sana es, por
nótese bien ¡ · • ' _a_gmen que toma decisiones· nO es y presentada de manera que consiga su asentimiento, aunque sea de
• e umco que toma dec1s10ne DT d .' ,
en la organización que dirige en que su s.d 1_1~re e los otros e~ecu_tivos mala gana, será menos perjudicial que decisiones sustancialmente
más importancia para el destino de ess ec1S1o_nes _s,on de ordmano de correctas en el momento de tomarlas pero que carecen de apoyo en la
partes de su entorno a las que afecta I a org~~1zac10n y para aquellas organización porque se ha llegado a ellas de manera arbitraria y parcial.
decisiones, El dirigente se enfrenta ndeos ram1f1cados resultados de ~sas La razón de esto es evidente. Las decisiones a nivel de organización se
necesidad de valorar intereses en co ff manera _re?ular con la ternble transforman en realidades de la organización sólo hasta el punto en que
convicciones conflictivas dentro del~ ~;~~~:zea:~1:1e~tos ~onflic~1d·vos, y consigan el apoyo voluntario de aquellos que tienen que traducirlas en
puede haber descans . · n es e sent1 o, no práctica diaria. Sin ese apoyo, la decisión inicialmente correcta llega a
ralmente colocado enº piara et1 a ve_ces fatigado dirigente. Está estructu- convertirse posteriórmente en otra completamente inválida.
. e cen ro mismo de los d d
füctivas dentro de la organización Su fd eseos Y_ emandas con-
trabajar sobre esos conflicto
ocultarlos con la retórica d:•:: . come I o le exige reconocer y
;~g~~ 0de negar su exist~n_cia o tratar de
tarea de alertar a los otros b \ºg\ consenso. El ~mgente tiene la
ENTORNO SOCIAL DE LA ORGANIZACIÓN

redefinir para ellos la situac~:n r~ a~ uentes del conflicto, de definir y De la misma manera que el dirigente de una corporación tiene que
las decisiones calibradas al 1 'del acer q_ue r_~conozcan a su vez que encontrar un equilibrio entre las demandas de los grupos de interés
a men d . . a uz e a orgamzac1on como un todo deben dentro de su organización, también se ve envuelto en el aún más difícil
No uett~;ee:~~:~rd~se labs ~reo~upalciones particulares de sus partes. dilema de responder a las demandas de los grupos de interés fuera de su
, cu nr que es o que mtere , ' ¡ -
cion en su totalidad y p t t h· . sa mas a a orgamza- organización. La relación directa entre las porciones de riqueza econó-
desacuerdo El que ~xi tr an o d ayd u~ ampho margen para el continuo mica que la corporación distribuye entre sus diferentes «públicos ►> pri-
cicio de un~ ~apacida~ ~ u~ ~r~ o e rndeterminación requiere el ejer· marios se entiende razonablemente bien. Si los dividendos crecieran en
demostración de unos de /u1c1_0 rdazona?Iemente confiada más que la gran manera, manteniéndose las mismas condiciones, habría menos
e ermma os resultados. El dirigente puede caudal para distribuir entre los obreros en concepto de salarios y a los
r
,
110
ROBERT K. MERTON

c?nsumidores en forma de precios estables o m , .


ci~nes no son estáticas; de hecho una de 1 f as _baJos, Pero las con
, /) AMBIVALENCJA DE LOS DIRIGENTES DE ORGANIZACJONES 111

.,,das clases hace~, deman_d~s a l~s corpo~aciones que no son sólo f~~an-
pnvado como del público es ocuparse -me~~ unc~ones ta~to del sec¡ . ras, sino tamb1en adrnm1strat1vas ( el tiempo de su personal) y flSlcas
de costos, mejora de rendimientos- d \ante mn?~ac10nes, contr t~jos para reunión); y, en ocasiones, comunidades enteras se dejan
81
nunca a ser estáticas. e que as cond1c10nes no llegu er sobre la corporación que tiene éxito para pedir ayuda en la lim-
A, m_edida que un negocio aumenta su ca 'd ~eza del aire y del agua (que, es preciso hacer notar, la corporación ha
econom1ca, ocurren dos fenómeno . t I p~c1 ad de crear rique p;udado con frecuencia a contaminar), para dar empleo a los parados, y ·
blecen nuevas contradicciones ue :1 m_ ~rre acwnados, y ~os dos est ~ra Ja creación de transportes públicos muy necesarios.
que resolver. Uno son las d q d dmgente de la orgamzación tien Pero si el éxito trae demandas ampliadas, también origina una
interés ( empleados pro . t _e man as d~ los grupos tradicionales de mayor obligación por parte de la corporación para intervenir en el ser-
- • pie anos consum1dore )
un~ nqueza que no es esencialm'ente económ• s para q~e se produzca vicio público. La corporación, en particular la de gran tamaño y con
social. El otro es la aparición d Jea, es decir, una riqueza éxito, no puede quedarse al margen de la sociedad en la que existe, y
otras demandas a los recursos
tanto económica como social U
d: 1:u~vos ~ru~~s de interés que hacen
rgamzac~on para obtener riqueza
ello por una razón básica -aunque haya otras-: su propia salud econó-
mica. En último análisis, al menos en esta república democrática, todas
para dar concreción a estos f. , nos pocos ejemplos tópicos servirán las corporaciones existen a costa de la sociedad. Para continuar exis-
L . ., enomenos.
a apanc10n de los movimientos a d f tiendo, l.1; corporación tiene que cumplir con sus obligaciones, y no sólo
atribuirse, al menos en parte I p , ra e. ensa del consumidor puede las que ella acepta como suyas, sino también las que la sociedad le adju-
, a a existencia de un m ,
personas que empachadas de . ayor numero de dica.
t . ' poses10nes materiales · h Así, el dirigente de una importante corporación dedicada a los nego-
es as mismas posesiones estén d t d d . ' exigen a ora que
económicamente provech º.ª as e_ cualidades que no sean sólo cios tiene que ser al mismo tiempo «local» y «cosmopolita>>. Con el
osas, smo socialme t d b
nuestros automóviles p d. . n e esea les. Así en adjetivo local, me refiero a una persona que esta fundamentalmente
e imos cmturones de "d d ,
ad~rn_os cromados; en nuestros fár . s~gun a en lugar de orientada hacia su organización o la comunidad que de manera inme-
paliativos (o algo peor)· en l t ~acos, _efi~acia en lugar de simples diata domina sus intereses, preocupaciones y valores. Con el adjetivo
todos y no sólo para u~os pito enDc1onl sa~1tana que sea suficiente para cosmopolita, me refiero a alguien que está orientado hacia un mundo
· t , s. e a misma manera ¡ · • social más amplio, que va más allá de su inmediata organización o
«m eres>> y «sentido» en el traba .0 no . _ , a exigencia de
que están totalmente alienad J_ puede atnbu~rse sólo a los pocos comunidad, con intereses, preocupaciones y valores de mayores hori-
bién como representante de 1~:•/m; qu~ es necesano reconocerla tam- zontes. El dirigente efectivo de un negocio de mayor cuantía se enfrenta
zación y auto-estima entr l~n enc1as más profundas de auto-reali- con la tarea de combinar ambas orientaciones y desarrollar las apro-
han conseguido cierto ne· aqlued os que,_ ya en posesión de un empleo piadas capacidades para llevarlas a la práctica. Tiene que ser capaz de
ive e segundad ec ' · - '
pod emos discernir los débiles . . . onom1ca. Fmalmente, mirar hacia dentro a su organización y hacia afuera a las zonas concén-
entre al menos unos pocos d I prm~ip~os de u_na preocupación social tricas de su entorno. El cambio social ha reducido sus opciones reales.
este país, siendo el ejemplo :i~: :;~~t1~cho mdlo~es de accionistas de Ahora, más que nunca antes, tiene que ser al mismo tiempo local y cos-
mopolita. Porque si bien las organizaciones han sido siempre parte de
valores_ de propiedad eclesiástica al h~ a tendencia en el voto de los
determmadas compañías qu , d, cer ~sfuerzos por conseguir, en un sistema social más amplio y de un ecosistema, la extensión y el
, • e se e trabaJo a las · ,
amp ¡1en sus oportunidad . mmonas y que se carácter de estos lazOs no fueron bien conocidos durante mucho
l es para mejorar
E segundo fenómeno es un corolar: d I , . tiempo. Al extenderse la educación -aunque sea ci:Jn frecuencia defi-
Porque el éxito llama la at ., 10 e ex1to en los negocios. ciente- todo esto está cambiando. La conciencia de las interrrelaciones
mayores demandas tanto d enc1?n y provoca como consecuencia que implican el ecosistema y el sistema social se está despertando en
. d , e caracter económico . todos los sectores de nuestra sociedad. Para los dirigentes de las
soc1e ades benéficas encuentran la m corno social. Así,
corporaciones en busca d r anera de llegar a la puerta de las empresas esta conciencia más extendida significa que tienen que aban-
e imosnas; asociacione& semi-públicas de donar el espectacular despropósito que aún repetían recientemente;
IJ3
IJ2 ROBERT K. MERTON [A AMBIVALENCIA DE LOS DIRIGENTES DE ORGANIZACIONES

«Lo que es bueno para los negocios es bueno para la sociedad.» Tie como lo han demostrado los estudi0s sobre el comportamiento
porque, • · · s
que transformarlo en una contramáxima: «Lo que es bueno pa/ y como todo dirigente empresanal conoce po~; expenenc1~ en ,u
sociedad es bueno para los negocios: incluso cuando parece que nª - • organización- los frutos de la cooperacton son mue o mas
En pocas palabras: los dirigentes de negocios en la sociedad rnoº· proprda tes que los de la competencia. Las básicas contradicciones, por
abun an eden encontrarse dentro de nuestras mshtuc10nes.
· · · dentro de
mente más sensible de nuestro tiempo están llegando a reconocer r
tanto ' pu modelos sociales y culturales y, d e manera d enva · d a, en
ti.enen que pagar el preci~ de una creciente participación en los pro
0uestros supuestas necesidades ps1colog1cas
. , .
y
. .
asp1rac1ones.
sitos morales de una sociedad más amplia. Actuar siguiendo los d' as
0ues tr
tados de una auténtica responsabilidad moral no resulta gratis. Tiene
precio; un precio pagado por lo que la sociedad ha venido cont,
huyendo y continúa contribuyendo a las organizaciones que form~ ESTA APARECIENDO UNA SOCIEDAD CON SENTIDO AUTOCRlTICO
parte de ella. Porque, como el economista nos dice en sus análisis de los
aspectos externos del mercado, el sistema de precios no da cuenta 1 Finalmente, al hacernos preg~ntas sobre el ~r?pósito ~isrno ~e
menudo de l?s be~eficios :ecibidos o de los costos padecidos por aque,. rganizaciones de negocios, hallamos basteas amb1valenc1as
nuesrt as O ¡ · · d
llos qu~ no mterv1enen d1rectamente en una transacción. Los que 8e un momento u otro tienen que asaltar a todos os eJecuhvos e
que en · ¡ d ·
benefician del cambio tecnológico, por ejemplo, son en el mejor de ¡01 raciones: El negocio con éxito, ¿trata en pnmer ugar e serv1r o
corpo ,. ··¡ tdh Idos
casos una pequeña parte de los que sufren sus deletéreas consecuencia! de obtener beneficios? La respuesta rap1da y agi -tr_a a e ace_r. as
secundarias, como nos lo recuerda eJ informe sobre la evaluación de lá cosas- escapa al dilema huyendo de él a gran velocidad. Los d1r1gentes
tecnología hecha por la Academia Nacional de Ciencias, y como noso. de empresas comerciales no han hecho más que empezar a enfren~arse
tros mismos observamos mientras padecemos la contaminación del aire el problema de cómo hacer las dos cosas en la escala apropiada.
del agua, de los sonidos, del paisaje y de la sociedad. ' ~~~que trabajan en un entorno moral que cam~i~ rápi~amente Y que les
Si se concede que el sector privado de nuestra economía tiene un exige hacer nuevas evaluaciones de sus ~r?pos1tos. Esta es una !area
cometido ayudando a resolver los problemas públicos, dejando a un difícil. Ya he aludido a la creciente sensibilidad moral de la sociedad
lado si su papel está en competir o en cooperar con el gobierno, es evi• americana, sabiendo que no puedo en realidad dem~strar ese a~~ento
dente que el concepto tradicional de competencia, dentro de o enlre de manera irrefutable ni tampoco, por supuesto, medir su extens10n. De
compañías, tiene que ser redefinido al confrontarlo con esos problemas, todas formas, me parece que las pruebas aparecen ~or t~as partes. ~or
Una de las razones es que los mismos problemas son tan inmensos que, encima de todo se encuentra en nuestro inventano nactonal de diag-
su solución requerirá todas las energías competitivas de las organiza- nósticos autocrí¡icos. Cada vez en mayor número, los americanos orien-
ciones; otra es que el rostro del «enemigo» que compite ha cambiado: tamos nuestra atención crítica a los defectos de nuestra sociedad de l_a
el enemigo es eJ problema mismo en lugar de ser en primer lugar otra misma manera que durante mucho tiempo hemos dirigido nuestra admi-
compañía u otra industria. La competición continúa, por supuesto, pero rada atención a sus potencialidades. Cuanto más exigimos de nue~t~a
queda englobada en fines mucho más amplios. Esta noción encuentra sociedad más fallos encontramos en este proceso de autoescrutm10
una analogía en el proyecto americano para poner un hombre en la colectivd. A medida que alzamos la mirada y ampliamos nuestras
lu_na, que no fue únicamente un triunfo en el terreno de la competición expectativas morales, nos sensibilizamos más ~nt_e las desigua!da~es de
(s1 dejamos de lado el impulso patriotero del programa: «Ganar a nuestra sociedad, su corrupción y sus potencialidades. todavta ~1~ uso
Rusia»). Fue un triunfo de cooperación (para un objetivo imperfecta· para una vida más humana. A diferencia de una sociedad apatica o
mente examinado). Dentro de esto, fue un triunfo de habilidad a nivel complacida consigo misma, una sociedad autocrítica representa una
ejecutivo al lograr que miles de organizaciones y millones de personas sensibilidad moral agudizada. Lo que antes era suficientemente bueno,
colaboraran en la consecución de un objetivo en el que todos quedaban en forma de convenientes componendas con los principios morales, no
englobados. De hecho, las contradicciones aparentes en este ejemplo se considera ya satisfactorio. Más y más ~mericanos están saliendo de l,a
fueron generadas socialmente en lugar de inevitablemente impuestas, complacencia provocada por la afluencia para hacerse preguntas mas
AMBIVALEl\'C!A SOCIOLÓGICA Y OTROS ENSAYOS.-8
1/4 ROBERT K. MERTON

complejas: afluencia, ¿para qué? y ¿para quién? Y ¿qué hay más allá de
la afluencia?
Los dirigentes de organizaciones en este cambiante entorno tnora1
están sometidos a presiones para convertirse en agentes de esa amplia.
ción de la justicia y para la obtención de una vida más humana. El hori.
zonte de sus opciones está quedando delimitado. Porque si eligieran
creer que sólo la prueba fiscal de unos beneficios puede dar testimonio
del éxito de sus organizaciones, descubrirían que esto es contraprodu.
cente. A su debido tiempo, comprobarían que incluso ese restringido
Í]Jdice de éxito se deteriorará a medida que ellos se vayan quedando en 6. DILEMAS EN ASOCIACIONES VOLUNTARIAS
la periferia de las grandes transformaciones sociales de nuestro tiempo,
Con cierto grado de optimismo es posible convencerse de que Jaa
nuevas orientaciones que están apareciendo en el sector privado de [01 Mucho antes y, por supuesto, siempre desde que Tomás Moro
negocios del país, con sus consiguientes contradicciones, ambigüedadea escribió su Utopía en 1516, hombres y mujeres han imagi~ado mundos
y dudas, obligará a que se haga un nuevo examen del papel social deloi los que todas las cosas trabajan al unísono para el bien. Hay algo
m . f
negocios y del dirigente de empresa y que este examen dará por resul- ternamente atractivo en la visión de un mundo autónomo que dts ruta
tado un puesto más duradero y de mayor influencia para el ideal de unª ~e un perfecto sistema social, económico y político. Pero la perfección
mayor responsabilidad social en esta sociedad revolucionaria. tiene una peculiar manera de seguir siendo sólo eso: una visión. Ésa es
la razón de que Moro lo describiera como U-topia, o lo que no está en
ningún sitio, en lugar de como Eu-topia, Lugar de Felicidad. ~staba en
¡0 cierto al entender que la imagen de un mundo donde, sm conce-
s10nes el mal los conflictos y otros problemas estuvieran ausentes Y ¡ 1

donde' los dife,rentes fines de los seres humanos estuvieran maravillosa-


i 1

mente consolidados en propósitos comunes sin pérdida de libertad, era


más un ideal que una realidad alcanzable.
Y, sin embargo, los seres humanos siguen luchando por ideales utó-
picos. De manera más inmediata, en una sociedad democrática las pro-
fesiones buscan una forma óptima de organización que trabaje de
manera efectiva tanto en definir como en lograr sus objetivos y que
consiga resultados sociales más amplios sin el tipo de conflicto profun-
damente enraizado que invalida esos resultados. Esto puede ser muy
positivo. Las personas que dirigen sus esfuerzos colectivos hacia ideales

Reimpreso con permiso de The American Journal of Nursing, 66 (mayo ~e _1966), págs.
1055-1061 _Teniendo muy presentes sus tácicas especificaciones para las asoc1ac1ones profe-
sionales democráticas este trabajo lo escribí mientras era sociólogo consultor de ]a· Asocia-
ción Americana de E~fermeros(as). Fue uno de los trabajos en que basé mi opinión (q~e
llegó a ser convicción durante los doce años que permanecí en el puesto) de que la asocia-
ción tendría que mejorar su posición, en cuanto a influencia y respeto ,Y e.~ cua~t~ a la aut~-
ridad que ]e concedía. aunque fuera a regañadientes, la poderosa Asoc1ac1on Medica Amer1-
cana, si quería hacer progresar seriamente ]a causa de !a asistencia sanitaria.
DILEMAS EN ASOCIACIONES VOLUNTARIAS 117
116 ROBERT K. MERTON
La historia ha negado estos supuestos de la democracia, sin negar en
que son, hablando estrictamente, inalcanzables, adquieren energ¡ilf
absoluto el valor de la democracia co~o ideal utó~ico perpetuamente
para hacer más y para lograr más de lo que harían o lograrían en otra.i
¡ circunstancias.
rseguido. Todos los hombres y muJeres no son igualmente compe-
pentes para trabajar en una organización política de carácter democrá-
,.
1 :~co. Difieren en_capacidad, ~n destreza adquirida y_en conoci?1iento~.
LA CAMBIANTE TEORlA DE LA DEMOCRACIA Los sistemas sociales compleJOS no pueden proporc10nar una mforma-
Uno de esos ideales utópicos es la existencia de una democracia per. a'ón completa a todos ni, hasta el extremo que esto sucede, todo . el
mundo la aprovecha de igual manera. Y, lo que no es menos tmpor-
fecta, sin fricciones y sin hipotecas. Una temprana concepción moderna
tanfe, en un mundo cada vez más turbulento y complicado, las demo-
de la democracia formuló este ideal sobre la base de varias suposiciones
cracias no están aisladas, ni libres de las presiones del entorno social y
acerca del hombre y acerca de las organizaciones.
político.
En primer lugar, la teoría dio por sentado que todas las personas
Pero si los ideales de la perfecta y espontánea democracia no
eran igualmente competentes. Que todos eran realmente iguales. Y lo que
pueden realizarse de manera co~pleta, ~í es_ posible a~r?xi~arse a ellos
es todavía más, que seguían siéndolo, prescindiendo de toda diferencia
de diferentes maneras. Esto exige considerables mod1f1cac10nes de los
en experiencia, aprendizaje y educación. A continuación la teoría
postulados primitivos. El puro idealismo ha de quedar 'temperado con el
asumía que todo el mundo tenía el mismo acceso a la información perti-
realismo organizativo. Esto puede verse mediante un sumario de los
nente. Todo el mundo haría el esfuerzo de aprender lo que debiera
requisitos estructurales y funcionales de una organización democrática.
conocer y usaría esa información de manera razonable e instruida.
Finalmente, en este trío de postulados, estas capacidades, conoci-
mientos y pericias uniformemente distribuidas, funcionarían en un
REQUISITOS FUNCIONALES DE LAS ORGANIZACIONES DEMOCRÁTICAS
entorno que dejaría en paz a la sociedad u organización democrá.tica,
que quedaría libre de seguir su propio camino sin perturbaciones del ex-
terior. Para que una organización mantenga unas características democrá-
ticas viables, tiene que satisfacer al menos los siguientes requisitos fun-
En este país, la doctrina del ciudadano omnicompetente llevó, en cionales.
época tan temprana corno el período de Jackson, a la práctica de la
simple rotación de los ciudadanos para los diferentes cargos públicos. Tiene que proporcionar de alguna manera medios para averiguar y dejar cons-
La competencia se daba por existente, sin valorarla: no se necesitaba tancia de la voluntad d~ la mayoría.
experiencia ni la capacidad que resulta de la formación ya que, de
acuerdo con esta doctrina, todos los hombres estaban igualmente Este requisito, aparentemente simple, encierra varias dificultades.
dotados para hacer el trabajo. Así, una temprana teoría de la demo- En primer lugar, no es fácil averiguar qué es lo que la mayoría quiere
cracia estaba fundamentada en consideraciones altamente morales pero realmente, en buena parte porque muchos de ellos no lo saben.
absolutamente precarias, que daban por resultado una especie de Segundo, el valor de la mayoría no descansa en que tenga razón necesa-
democrática auto-satisfacción. riamente, sino en el hecho de haberse definido. En contraste, cuando
Walter Lipprnann ha expresado todo esto en una frase: «El Dorado una minoría tiene poder de veto, puede invalidar la voluntad expresa de
democrático ha sido siempre el resultado de un entorno perfecto y de más gente que ninguna mayoría:
un sistema perfecto de voto y representación, donde la innata buena
voluntad y la instintiva habilidad de estadista de cualquier hombre La organización democrática tiene que proporcionar verificaciones periódicas,
pudiera pasar inmediatamente a la accióm> ( I ). tanto del desacuerdo como de la aprobación.

Las decisiones que obligan a una asociación democráticamente


(l) Walter Lippmann, Pub!ic Opinion (Nueva York, Harcourt Brace Jovanovích, 1922), organizada reflejan los puntos de vista de la mayoría averiguados de
pág. 311.
li8 ROBERT K. MERTON DILEMAS EN ASOCIACIONES VOLVN1:4RIAS 119

difere~tes maneras. (Sólo la democracia directa -:no la representativa. . L8. organización con efectividad tiene que mantener un proceso de adaptación
requenría que estos puntos de vista se averiguaran directamente fntlrnica para acoplarse a su entorno: en parte respondiendo a ese entorno, en
través de referendos y de plebiscitos.) Pero la organización democrár a :rte controlándolo, para adquirir y usar así los recursos necesarios con que
tiene que proporcionar verificaciones tanto de desacuerdo como idea alcanzar Ias metas d e 1a orgamzac10n.
p . .'
.,
apro b ac10n. Esto h ace saber a los representantes de la organiza •, e
cua'! es so_n 1as d'f ·
1 erentes cornentes · ., dentro de ella y les c10 ,
de op1mon Este requisito se omitía en la primitiva teoría de la democracia que
rnite tener en cuenta esta diversidad a la hora de formular las d_Per. tácitamente asumía el aislamiento de la organización o estructura polí-
t· di · -, trec-
nces e a orgamzac10n, Esto da a las minorías que disienten la oc ·, tica con relación a su entorno o un entorno sin apenas modificaciones
d e mo d 1·r·1car la manera de pensar de la mayoría. as1on
que permitía a la organización política seguir su propio curso, interna-
. _Por último, dentro del marco de un iconsenso final, las minorías que mente generado. Pero todas las organizaciones existen en entornos
dIS1enten ceden una vez que la decisión de la mayoría ha sido for sociales y estos entornos cambian a su vez. Esta circunstancia requiere
!ad~. -~ueden seguir siendo una oposición crítica pero deben acept:: una continua adaptación para evitar que la organización se convierta en
d~c1s1on de ~~ mayoría c~m~o ob1igatoria. De otra manera, existiría un algo ineficaz y anticuado y para permitirle que adquiera cierto grado de
caos de dec1s10nes conflictivas en lugar de una organización: control sobre partes de ese entorno.
Más aún, debido a la sistemática interdependencia entre las partes
L?s anteriores requisitos _funcional_es presuponen que se ha proporcionado a los de la estructura social, los esfuerzos a nivel de organización para
rruembros el caudal suficiente de mformación pertinente sobre la organización, resolver un grupo de problemas creará otros nuevos (2). Pero la suce-
sión de problemas que surgen en el proceso de resolver problemas
. Este presupuesto de la primitiva teoría de la democracia permanece mediante la adaptación no significa que el desarrollo a nivel de organi-
mtacto. Pero no da por sentado, como hacía aquélla, que los miembros zación sea ilusorio. Nos recuerda, más bien, que la organización
de l~ organización tomarán de hecho posesión de esta información en el humana no es estática y nunca se adapta Completamente a sus entornos
sentido de_ prestarle la suficiente atención para enterarse de lo que se externo e interno. (Qué aburrida sería la vida si fuera de otra manera.)
les, ~omumca. Una de las tareas más difíciles de la organización demo- Y aunque nuevas soluciones a viejos problemas hacen aparecer otros
cratica es mantener a sus miembros lo suficientemente motivados como nuevos, también proporcionan una experiencia más amplia que puede
para que se preocupen de estar bien informados: utilizarse para resolver los nuevos problemas que aparecen (3):

Debe e_s,tar previsto q~e los representantes con poderes ejecutivos respondan de El ritmo y la división en fases de los nuevos objetivos de la organización es un
su gest1on ante los miembros. requisito esencial y difícil para una efectiva organización.

. Los dirigentes de una organización democrática son también sus ser- Un signo de un liderazgo defectuoso a nivel de organización es, con
vidores. Toma~ iniciativas dentro del marco de valores y metas previa- palabras de aquel hábil estudioso de organizaciones en larga escala,
mente establecido por la organizaci,ón, pero deben dar cuenta periódi- Philip Selznick: « ... la incapacidad para determinar objetivos. Una vez
can:i:nte de su _administración a aqu"eHos a quienes sirven. Esta respon- que una organización se convierte en "un negocio en marcha", con
sa?11Idad perm1_te q~~ la organización avance, pero también sirve para muchas fuerzas trabajando para mantenerla viva, las personas que la
evitar que la direccmn de este movimiento se aleje demasiado de los
deseos de los miembros. (2) Robert K. Merton y Robert A. Nisbet, editores, ContempOrary Socwl Probfems
También se pueden enumerar otros requisitos funcionales de la (Nueva York, Harcourt Brace Jovanovich, 1971, J.• ed.), págs. viii, 802-806; Peter M. Blau y
W, Richard Scott, Formal Organizatwns (San Francisco, Chandler Publishmg Co., 1961),
organización democrática, pero no son específicos de ella. Más bien, pág. 250; Mary P. Follett, <(Process of Control», en Papers on the Science of A_dministralion,
~on necesarios para cualquier forma efectiva de organización, editado por Luther Gulick y L. Urwick (Nueva York, Institute of Public Administration,
mcluyendo la democrática: 19)7), pág. 166.
(3) Blau y Scott, op. cit., pág. 250.
r
,,
Est
120

·'
RDBERT K. MERTON

dirigen pueden fácilmente evadirse de la tarea de definir sus ob · ¡·


Je 1Vos
~ a evast~n nace en parte del duro trabajo intelectual que lleva ca · 8
DILEMAS EN ASOCIACIONES VOLUNTARIAS

hacer oír su voz. Ésa es la fuerza fundamental de la doctrina: una per-


sona, un voto:
121

sigo, trabaJo que a menudo parece aumentar el peso de unas O ,.


· ct· ·
c10nes tanas ya de por sí molestas. En parte también existe el d ·
Pera
ce tevitar
· confüctos
· ' ' eseo L organización democrática proporciona un electorado en el que están
con aquellas personas dentro y fuera de la or , . '1uidos
,nc todos los miembros y también proporciona una.'l elecciones progra-
zac·' · , ' gan1.
_ 10n, que se sentman amenazadas por una clara definición de 0 b' [J)adas de manera regular.
tivos, e?º. sus consiguientes exigencias y responsabilidades» (4). je.
La ul~1,ma parte de est~ ~bservación merece atención especial. Las elecciones periódicas abiertas a todos en la organización repre-
formulac1_on de nuevos obJet1vos produce cierto grado de conflicto la sentan un mecanismo para cumplimentar varios requisitos funcionales.
trae cons1g~ una nueva base de consenso). Porque cada nuevo objeti? permiten la identificación de los deseos de la mayoría: proporcionan,
puede ser visto por los componentes de la organización como ten· d0 mediante la elección de los diferentes cargos, la posibilidad de verificar
para ellos dif_erentes consecuencias, cuantitativa O cualitativamen/en ° la aprobación y el desacuerdo; y constituyen un medio básico para
Ese conflicto es el precio inevitable del requisito básico de e, exigir responsabilidades a los representantes.
n b' . . , crear
uevo_s ? Jet1vos: prec10 que solo pueden pagar las organizaciones con Las elecciones periódicas requieren que las personas temporalmente
el_ suf1c1enle grado de consenso para permitirles soportar estos colocadas en posiciones de poder escuchen tanto a los seguidores que
f11ct ·· d · . con, les han puesto allí como a los oponentes que, mediante la adición de
_ , ~s rec1en pro u~1dos. El liderazgo de las organizaciones tiene la
dificil tarea de espaciar de tal manera la introducción de nuevas m t otros desafectos a su número, pueden, en la próxima oportunidad, desa-
q_ue el consen~o básico no se vea grandemente amenazado y que los ~n: lojarlos del cargo. Tener en cuenta en la asociación a los grupos que
vita~les conflictos se contengan dentro de ciertos límites disienten es no sólo un requisito para ser reelegido, sino para disfrutar
Esto_s son, ~or tanto, presentados de la manera más con°densada q del respeto de amplios sectores del electorado mientras se está, en el
~~ ha sido p~s~ble, los prin~ip~l~s requisitos funcionales de la organiz~~ poder.
cion democr~hca. Es~os prmc1p10s y funciones se convierten en reali- Es crucial para el ejercicio efectivo de la democracia en las asocia-
dad~s º-~erat1vas mediante formas apropiadas de la estructura de la or- ciones voluntarias que exista la oportunidad de que las propuestas para
gan1zac1on. los candidatos a los cargos más importantes se hagan des~e abajo. De
no ser así se pone en marcha la que ha sido llamada «ley de hierro de la
oligarquía ►>: control continuo de la organización por un grupo compara-
tivamente pequeño de personas enteradas (5). Algunas asociaciones
COMPONENTES ESTRUCTURALES DE LAS ORGANIZACIONES han tratado de evitar esta tendencia acatando reglas, escritas o no,
DEMOCRA TICAS según las cuales las personas que ocupan los cargos más importantes
sólo pueden sucederse a sí mismos una o dos veces o en ocasiones nin-
El carácter distintivo de la democracia es el respeto por el individuo. guna. Esta reglamentación, sin embargo, no impide que el titular
Todo el mundo cuenta. Esto no significa, por supuesto, que todo el nombre a un sucesor salido de su propio circulo. Se necesita un proce-
mu~do dentro de la organización política ysté igualmente informado, dimiento para proponer candidatos con intervención de grupos más
~ea tgua~mente capaz de contribuir al trabajo del todo, o tenga la misma diversificados dentro de la asociación para asegurar una mayor resis-
mflue_nc1a sobre lo que está sucediendo en la organización. Significa en tencia a las tendencias oligárquicas:
cam~10 que, por mucho q~e difiera_n entre sí en éste y en otros aspectos
relac10nados, todos los miembros tienen en principio el mismo derecho La organización democrática tiene que posibilitar que iniciativas sobre el plan de
actuación surJan de los representantes elegidos y que estas iniciativas sean valo-
radas por los miembros mediante elecciones periódicas de representantes.
(4) Phi!ip Selznick Leade h 1· Ad · , .
11! . R p ' rs P m m1mstrat10n: A Sociological /nterpretation (Evanston,
· ow, eterson, 1957), págs. 25-26.
(5) Robert Michels, Political Parties (Nueva York, The Free Press, 1949).
r
'
1
122 ROBERT K. MERTON DILEMAS EN ASOCIACIONES VOLUNTARIAS 123

De una forma u otra, una democracia tiene que contar con odas las asociaciones voluntarias con rnuc~os miembr_os, hay
cuerpo legislativo: _un Congreso, un Parlamento, o una Cámara . ~~. t ades de conflicto entre el persona~ que _trabaJa e? ella a Jºr?ada
Representantes. Los recursos comparativamente limitados de las as ¡,os1b1hd de manera continua -los func10nanos, podnamos dectr--:- y
ciaciones voluntarias obligan usualmente a que sus cuerpos legislativ i;ompleta,d sempeñan cargos por elección, que nor~al?1ente so~o
se reúnan durante períodos de tiempo muy restringidos en lugar de per Jos _que ete de sus energías a la asociación. Esto da mas importancia
manecer en sesión durante mucho tiempo en cada· administración. E~- d~~pITT , continua cooperac1on ' en tre [ os ~ • .
por consiguiente, aún más importante que el cuerpo legislativo de una a la e:ect:tª Je esta relación está el requisito de que lo~ representantes
asociación voluntaria, que habitualmente representa la casi•funda. t¿as ~ ~ directorio O la junta de fideicomisos, por eJempl~- tengan
mental autoridad de la asociación, sea representativo de los diferente, elegidos e t ·ct d ara tomar decisiones durante los mtervalos
Uficiente au on a p , 1 as
intereses y valores de todos los miembros. la tse las reumones
. del cuerpo legislativo. A menudo seran as suy
. ., p 1 f al
El cuerpo legislativo seleccionado democráticamente contribuye a en~ . de importancia que obliguen a la asociac1on. ero, ~ 1~ ,
todas las funciones principales de la asociación. Decide sobre objetivos dec,1s1o~~sbién decisiones por las que los miembros de la junta directiva
y sobre prioridad entre objetivos; proporciona los recursos que posibi. seran ,ta d r ante la legislatura. Si carece de un cuerpo con
l ndran que respon e . ., ndena
litan la actuación y decide la distribución de estos recursos entre las t ,,·ctad eJ· ecutiva durante los intervalos, la asoc1ac10n se co
diferentes metas y funciones de la asociación; reafirma el consenso
•w•
'
a una inercia torpe y contraproducente.
.
básico que trasciende los momentáneos conflictos de intereses, opi.
niones y juicios que se dan en los debates; facilita la liberación de ten. . aci, n entre los miembros en general, las unidades consti-
sienes mediante decisiones colectivas a las que se ha Hegado de manera Los ca,nalye:ldp\~~:~~ajec:iivo
tuyen es tienen que permanecer abiertos en las dos direc-
abierta. ciones.
En una democracia no debe identificarse estabilidad con tranqui-
lidad. La legislatura es un cuerpo pensado para la pública expresión del Éste es otro de los imperativos a nivel de organización tan evi~e~tes
desacuerdo, y han de producirse discusiones acaloradas cuando los . . e de hecho se les descuida a menudo en la practica.
en apanencm qu · · d cráticas
miembros están profundamente interesados en la naturaleza y activi- Esto hace aun . m a' SI·mportante que las orgamzac1ones erno · · t'
dades de su asociación. (Cuando los socios no se apasionan por estas revisen periódicamente su estructura para ver si este requ1s1to se es a
cuestiones, esto sólo quiere decir que la asociación les preocupa muy cumpliendo adecuadamente (6). . ..
poco o nada en absoluto.) Pero, una vez que esos roces han sido Tiene que quedar claro para todos nosotros que esta~ d1spos1~10nes
expuestos abiertamente, deben ir seguidos por una valoración de la opi- estructurales para que se dé una organización demo~rát1ca efectiva no
nión colectiva: el voto legislativo. son exhaustivas, pero sí representan un mínimo indispensable.
La precedente manifestación de conflictos no tiene que debilitar la
organización, sino que, por el contrario, la puede fortalecer. Porque la
VOLUNTARIA PARTICIPACIÓN DE LOS MIEMBROS
estabilidad de la organización no depende del consenso total sobre cada
nuevo objetivo propuesto o sobre cada nuevo medio para trab~jar hacia Los miembros de una asociación voluntaria, a diferenci~dde Slos d~
la consecución de ese objetivo. La estabilidad descansa más bien sobre . .
otros tipos de orgamzac10nes, • t erv1enen
m · en .un .doble
, cornetl o..b onlos
a
las reglas democráticas del juego, las cuales requieren que, una vez mismo tiempo la principal clientela de la asocmc10n -ya q~be re_ci en y
cerrado el debate, las diversas opiniones minoritarias cedan ante las forma de cuotas o contn uc10nes- ,
decisiones de la asociación en conjunto: servicios por los que pagan en 1ª . de manera intermi-
en ma or o menor medida, el personal operativo que . .,
tente 1reva adelante gran parte de la actividad de la asociac10n. Algunos
S1 la asociación voluntaria ha de ser efectiva además de democrática, tiene que
contar con mecanismos organizativos que permitan la acción ejecutiva tendeote . - , d tro de la organización, véase C. I. Barnard, The
a lograr los objetivos de la asociación. (6) Sobre canales-~e comumc,ac10n en, d UnJversity Press, 1938), págs, 175 y sigs
Funclions of the Executn·e (Cambndge, Harvar
114
ROBERT K. MERTON
DILEMAS EN ASOCIACIONES VOLUNTARIAS 125
miembros, por tanto, contribuyen con dinero Y con sus prestaciones
tiempo y energías a la asociación; otros, sólo con dinero. Y, coll!
haremos notar en seguida, existe también la importante categoría de lor ¡ dentificados e inactivos
no-miembros capacitados para llegar a serlo.
Hasta aquí nos hemos estado refiriendo en gran medida a los tnielll.. . a reserva estratégica, sin usar, de las asocia-
bros de las asociaciones voluntarias como si fueran todos de una pieza. Eslos m1em~r~s ~~t ~:stos a dedicarse al trabajo de la asoc~ac~ón
Es cierto que hemos aludido a las diferencias entre ellos en destre ciones volu:1::': 'or Seficiencias de la estructura o quizá por limita:
adquirida, experiencia organizadora y conocimientos sobre la asocia.4 pero que, ~ d' .d Po no han podido desarrollar su potencial par~ con
ción. Pero ahora debemos anotar de manera más ordenada otras dife, ciones
'buir del
a lamasociacmn.
ivi. u .', Se necesitan mecanismos. . , para descubnrlos y
reacias de considerable importancia. tri
aumentar as1, las reservas efectivas de la asociac10n.
Consideremos sólo dos aspectos muy conocidos en los que difieren
los miembros de una asociación: primero, su grado de identificación
con la asociación y, segundo, el grado de participación en sus asuntos No identificados y activos
Mediante el grado de identificación nos referirnos a la importancia gu~
la organización tiene para los miembros comparada con los otros 'd s ue han sido nombrados por la
muchos intereses que reclaman su atención, sus energías y su apoyo, Son
. •los
, miembros
aunque enpoco conventco1 nºo {ienen un profundo interés en
ese mamen
Mediante grado de partkipación nos referimos a la cantidad y al tipo de asociac10n . n un particular tipo de pericia de la que 1a
colaboración activa en el trabajo de la asociación. ella. _e~~ fr~cuencia t~~::esidad y por ello se les puede persuadir para
A primera vista, estas dos cosas pueden dar la impresión de ser la asociac10n tiene mue .d ue la asociación tenga para ellos un
misma -y, en realidad, existe una correlación entre ellas- pero idenlifi- que ayuden aunque no cons1 er~n t~ de miembros pasan más adelante
cación y participación pueden darse y de hecho se dan independiente- interés básico. Algun~s entre es ~ ip~ vez que han sido nombrados, se
mente. Agrupando los dos atributos en sus diferentes combinaciones aligan
formar parte del,
de manera maspnm;r
pro ung;~py~ie~~n a identificarse con la asociación.
posibles, podemos examinar significativas diferencias entre ellos (7).

No identificados e inactivos
Identificados y activos
En todas las asociaciones volun,tar~as • con m so
uchos
Sonmiembros, este
recipiendarios
Son los miembros que de manera típica entran a formar parte del . on diferencia e mas numero •
mecanismo de trabajo de la asociación. La satisfacción que les pro- gru~o es si~mp;e, e_ s llevada~ a cabo por la asociación, miembros
ducen las actividades dentro de la organización tiende a reforzar su pasivos de as unc10ne el núcleo central. Sin embargo, son
entrega en ella y esto, a su vez, tiende a hacer que su participación periféricos que no forman p_art~. d or ue cumplen importantes fun-
activa sea mayor. Casi siempre se encuentran entre ellos los dirigentes indispensables para la as?ciacm~ P q 'tico Evitan que los conflictos
ciones no visibles para el s1stem_a e~ocr\ s." ro orcionan un freno
más importantes y, a menudo, muchos de los que trabajan en los niveles
intermedios de la asociación. internos lleguen a ser demasiad? dmte? -~ ' ~aieniendo así la conti-
contra un ritmo de cambio demasia o rap1 o, . . d , b os
nuidad. colaboran a la estabilidad mientras el pnmer tipo e m1em r
' · · · t' y el cambio (8)
(7) La tipología está adaptada de los análisis de Merton, Social Theory and Social Slr~c- proporciona las imc1a IVas . . d · b e las proporciones de
No se dispone de datos s1stemat1za os so r b
ture (Nueva York, The Free Press, 1968, edición ampliada), págs, 338-342; J. H. Fichter,
Social Re!ations in the Urban Pansh (Chicago, University of Chicago Press, 1954), J,• parte; estas cuatro clases de miembros pero sí existen indicios. El hecho so re-
Amitai Etzioni, A Comparative Analysis of Complex Organizations (Nueva York, The Free
Press, 1961), págs, 293-295,
(8) Bernard Berelson, Paul F. Lazarsfeld y William McPhee, Voting (Chicago, Univer-
sity of Chicago Press, 1954), cap. 14.
r 126 ROBERT K. MERTON

sali_ente es que sólo una pequeña proporción de miembros toma


activa en el trabajo de sus asociaciones voluntarias. Un estudio h P:rte
cubie~to, por ejemplo, que sólo el 19 por I 00 de los miembros :e ~s. num
DILEMAS EN ASOCIACIONES VOLUNTARIAS

ue disfrute. Esta cualidad de estar <<completa» es distinta del


de, qero total de miembros.
. Lo que cuenta aqu1, es Ia proporc10n
. b .
" ent re
127

miembros de hecho y m1em ro s en _potbenc1ad. ·r· _ d


or?a~1zac10nes voluntarias eran «activos» en el sentido limitado d~ De la misma manera que 1os m1em ros 1 1eren en sus ac 11tu es
as1st1r regularmente a las asambleas y de participar por lo menos ·, la asociación, también en este sentido se diferencian los no-miem:•
d e Ias s1gmen · ·ct ades: desempeñar un cargo ser miembroenuna
· · t es acttv1 d h,Cl . 1 . d'
bros: algunos aspiran a convertirse en asociados, otros o ~en con m 1-
e · o hacer cua¡quier
orn1·t e, · trabaJo · para la asociación' además de¡ e un
· r·i cia y todavía hay otros que tienen motivos para segulf fuera de la
mo_nes o 1c1a es (9). El alcance de la renovación entre esos miemb
asreu. fere n ,. b"d ·
ociación. Cualquiera que tenga practica en el tra aJO e una asocia-
acttv_os no ~s conocida. Pero hay indicios de que tiende a seguir sie:d~ ~, 0 voluntaria puede identificar los diferentes tipos y reconocer que
el mismo nucleo muy reducido durante cierto período de tiempo "º,sentan diferentes retos, promesas y dificultades para la asociación.
muy P oc as a ct·1c10nes,
· · hablando durante breve• con f para poner un solo ejemplo, las personas cua1·r·
comparativamente · 1 1cad as para perte-
tervalos. ' s 1D·
ecer pero que, sin embargo, expresamente rechazan esa posibilidad
n . .,
Todo esto significa que, sean cuales fueren la ideología y los des suponen una mayor amenaza para la asoc1ac10n que otras personas con
de la s · ·' ¡ · eo,
a ociac10n vo untana, ordinariamente un número comparat· similares motivos para no pertenecer pero que de todas formas no
mente pe queno~ d · h IVa-
e soc10s acen el trabajo de la organización y se v reúnen los requisitos necesarios. El rechazo por los miembros poten-
colocados en posiciones de continuado liderazgo. Lo que podría s:: ciales simboliza la debilidad relativa de la asociación al subrayar lo
esfuerzo tomarse por un caso de la ley de hierro de la oligarquía
menudo re~ulta ser_ u~ caso de _liderazgo por defecto. Las avenidas
un progres1v~ movumento hacia los niveles más altos de dirección per-
p~r: incompleto del número de miembros, de la misma manera que simbo-
liza la insuficiencia aparente de sus valores y servicios que no son acep-
tados por aquellos que debieran considerarlos buenos y útiles.
~an~cen des1er~as, ya que muy pocos hacen el esfuerzo de convertir su Particularmente en el caso de las asociaciones profesionales, las per-
m,a~ttva Y nommal pertenencia a la asociación en una participación sonas cualificadas que no son miembros reciben gratis un incremento
bas1ca para ellos y muy activa. Esto hace más difícil el proceso de de beneficios sociales, morales y económicos como resultado del tra-
encontr~r nuevos candidatos para los cuadros de dirección en los dife- bajo de sus colegas en la profesión que sí pertenecen a la asociación.
rentes mveles de la organización. Como ya he sugerido antes, <<. .. los que se quedan fuera de la organiza-
ción son los "gorrones"; no pagan el billete, ni en metálico ni en espe-
cie» ( 11 ).
No-miembros (I O)
Pero describir a los no-miembros que pueden entrar en la asociación
De la_ misma manera que los mie~bros no son todos del mismo tipo, como gorrones no significa condenarlos. Porque está aún por ver qué
l~s no-miembros tampoco son todos iguales. Es importante hacer distin- razones tienen las personas que se benefician de las actividades de una
crones entre ellos, ya ~ue_ ~lgunos constituyen una promesa y otros una asociación voluntaria para no hacerse miembros. A menudo se debe a
amenaza para la asociac1on voluntaria. que la organización no funciona bien en sus modos de captación, espe-
Considérese primero que las asociaciones voluntarias difieren en el cialmente en la época en que los posibles miembros cumplen por pri-
gra~o en que están «completas»: es decir, la proporción de miembros mera vez con todos los requisitos para formar parte; la asocia-
posibles qu~ de hecho lo son ya. Cuanto más alta sea la proporción más ción no llega a hacerles saber con claridad lo que está consiguiendo,
cerca esta~a la aso~iación de ser completa. Y cuanto más com;leta, lanto para sus miembros como para la más amplia colectividad de la
mayor sera la autondad que ejerza y más alta la consideración pública que los no-miembros forman una parte importante.

Cha(d9)1 Wp ebnld,hll_ Be!Ci, Richard J. Hi!J y Charles R. Wright, Public Leadership (San Francisco, (l l) R. K. Merton, «The Functions of the Professional Association», en The American
er u 1s mg o., 1961), págs. 21-23, 44-47. lournaf of Nursing, 58 (enero de 1958), págs. 50-54.
(10) Merton, vp_ cil,, págs. 342-351.
128 ROBERT K. MERTON DILEMAS EN ASOCIACIONES VOLUNTARIAS I29

formas democráticas que por conseguir los objetivos democráticamente


definidos.
TENSIONES A NIVEL DE ORGANIZACIÓN
Una vez que el proceso general de desplazamiento de objetivos ha
'do localizado, podemos advertir la manera que tiene de desarrollarse.
C~n e! fin de prepar~rnos a entender el dilema fundamental de¡ Notamos que a¡gunos m1em
SI · b ros se crean una pas10n
., tan profun d a po.r
orgamzac10nes voluntanas democráticas, hemos examinado v .aa ]os procesos democráticos que a menudo olvidan los objetivos que esos
aspectos de ese tipo de organización: los postulados sobre los guano, procesos estaban dest~na~os a facili~a~. Se quedan enfra~cados_ en las
basa, sus requ1s1tos
· · func10nales
· y sus componentes estructurales e se minucias de la maqumana democratlca. A veces, consiguen mcluso
, . . ' Y1aa
carac tenst1cas, tanto de sus miembros como de los que no lo son mutilar objetivos democráticamente seleccionados poniendo el prin-
pue en egar a serlo. Todo esto se necesita corno contexto • Pero
d JI
cipal énfasis en los medios en lugar de en los fines.
~nte~d~~ el proble~~ funcional más importante con que se enfrenfaar~ Pero es necesario recordar que el dilema consecución de fines versus
aso~1~c10n democrat1ca: el problema de fundir proceso democrático mantenimiento de la organización es bicorne. En el otro extremo, los
penc1a en una alianza efectiva. y miembros fundamentalmente deseosos de lograr los fines de la organi-
. pesde hace ya algún ~iempo, los ~ociólogos han identificado una ten. zación desarrollan un básico interés por hacer que las cosas sigan ade-
~10n que surge en lo_s sistemas sociales. Es la tensión entre funciones lante de la manera más efectiva posible. En ese caso ven los procesos
mst,:~mentales Y func10nes para mantenimiento del grupo, entre la canali- democráticos, que de ordinario retrasan el movimiento hacia los obje-
za~10? de las energías de la_ o:ganización hacia actividades dirigidas tivos, como restricciones intolerables. Pueden querer formular nuevos
prmc1palmente a al~anzar .ºbJet1vos o a mantener la organización (12). objetivos y estrategias que vayan mucho más allá de la aprobación
Este problema f~nc1onal tiende a hacerse particularmente agudo en la colectiva del conjunto de los miembros.
forma democrática de organización.
_ L~~ or?~nizaciones. democráticas requieren un intenso grado de
1dent1f1cac1on de sus miembros con los valores democráticos para que PROCESO Y PERICIA
puedan ,co?servar una forma democrática. Si no es así, se adoptarán
otras practicas aparentemente más eficientes en lugar de las democrá- Ahora bien: la naturaleza del dilema es tal que no presenta una fácil
ticas, más lentas Y complicadas, con el resultado de ir erosionando la elección entre alternativas en conflicto: un valor tiene que ser tempo-
~emocracia. Pero esta profunda identificación con los valores democrá- ralmente sacrificado al otro (14). Pero si el dilema de la organización
ticos llega fácilmente a ser excesiva y conduce a lo que se ha descrito no se puede resolver por completo, una vez que ha sido reconocido es
como el desplaz~miento de objetivos: los medios de la organización se posible enfrentarse con él. Para hacerlo, las actividades de la asociación
transfo~m~~ en fmes-p?r-sí-mismos y desplazan las metas principales de democrática han de planearse mediante fases poniendo alternativa-
la asoc1ac1on (13). Existe una mayor preocupación por mantener las mente el acento en funciones instrumentales ( conseguir que las cosas se
hagan) y en funciones de mantenimiento del sistema (continuidad del
(12). Ta/colt Parsons y Edward A. Shils, editores, Toward a General Theory of AcliOII proceso democrático).
(Cambndge, Harvard University Press, 1951), cap 5; Talcott Parsons y Neil J. Smelser, Hay momentos en que debe ponerse el énfasis en la primera fase
Economy and Socie1y (Nueva York, The Free Press, 1956), cap. l.
-acción encaminada a un objetivo de la organización- incluso con
(l3J .Existe ahora una considerable tradición de trabajos sobre el «desplazámiento de
los ObJet1vos de la organización». Como muestra, véase Merlon, Social Theory and Social
Str~clure, ~ágs. 253-255; Merton, «Unantictpated Consequences of Purposive Social
Ac~10n», reimpreso en :ste volumen; Peter Blau, The Dynamics of Bureaucracy (University of
Chicago Press, 1955), pags. 184-199; Peter Blau, Bureaucracy in Modem Society (Nueva York,
-
págs, 179-201, Roberl Presthus, The Organizational Sodety (Nueva York, Knopf, 1962),
págs. 8, 186, 195, 322; Marshall W. Meyer, Bureaucratic Structure and Auchority (Nueva York,
Ramdom House, 1956), cap. 5; Blau y Scotl, op, cit., págs. 229-231; David L Sills, The Vo/~IJ- Ha.rper & Row, 1972). págs. 2, 63-64.
/eers: Me~ns and En1s in a National Organízation (Nueva York, The Free Press, 1957), págs. (14) C. l. Barnard, Organization and Management (Cambridge, Harvard Universily
63-66; Michel Crozier, The Bureaucrmic Phenomenon (University of Chicago Press, 1964), ' Press, 1948)

AMBIVALENCIA SOCIOLÓGICA Y OTROS ENSAYOS,-9


DILEMAS EN ASOCIACIONES VOLUNTARIAS 131
130 ROBERT K MERTON

riesgo ~~ a_cercarse al límite del pro~eso d~müc~ático. A medida que El unto esencial es que, durante la fase principalmente instru•
esa acc1~n 1~~trumental r,ecorra una cierta d1st~n~ia hacia el objetivo de enta{ la destreza ad~ui~i?a ~e los expertos p~eda s_er utilizada para
la orgamzac10n, sucedera de manera caractenst1ca que el valor dern m b' tivos de la asociacmn sm deformarlos o 1mpomendo otros ente•
!OS o JO ·
te nuevos. Sería una costosa mala mterpretac10n " d e Ia d emo•
crático del asentimiento colectivo empezará a infringirse. Entonces:
,,roen· el asumir que todo el mundo esta. 1gua
. 1mente prepara. do para e1~·
Ile~ado_ el momento de ~~~ fase opu~sta en la que el interés se centr:
,racia los detalles técnicos de las dec1s10nes
·· ·
colectivas. La 1gua
. Id a d
pnmanamente en la rev1s10n democratica y en una posible redirecciO borar . ., 1 t .
de la actividad de la organización. n crática hace referencia a la representac10n, no a a campe enc1a
demo tiones técnicas. Sería irónico que una asociac10n .. , f. 1
En_ ot~~s palabra~, la legitimidad de las decisiones que ligan a la pro es10na
en cu es . f . ,
organizac10n_queda fmalmente refrendada por el conjunto de los miem. f n
diese las dos cosas. Porque srn duda alguna, las pro es10nes, mas
conu . , d 1
bros que revisan las propuestas de sus representantes: por ejemplo e a mayoría de las otras ocupacmnes, estan consagra as a a
~e l . 'd'
una Cámara de Delegados. Pero una vez que semejantes decisi¿neº creencia de que la especializada competencia de los expertos es m IS·
colectiv~s sobre metas y sobre el carácter definido de manera ampliad: pensable en nuestro tie~Pº:,
los med10s para dirigirse hacia esas metas han sido tomadas, quedan Esto exige de la asociac10n la gran tarea de encontrar, contratar Y
aún, por supuesto, los períodos intermedios en los que hay que dar tener el personal que tenga la pericia, la especial capacidad d~ llevar
~ . . [ 1
pasos específicos: el trabajo ti~ne que seguir adelante si la organización cabo el trabajo de la organización. En las asoc1ac10nes pro es1ona es
ha de ser efectiva además de de.mocrática. Durante esta fase, el ima- :oluntarias, aquellos que poseen esta pericia se dividen en dos ~randes
ginar maneras eficaces para avanzar hacia metas democráticamente rupos: primero, el personal con dedicación plena que se necesita para
determinadas se convierte en la tarea delegada de personal cualificado administrar los detalles de las decisiones de 1a orgamzac10n
g . " y para ~on·
y con experiencia. cretar los detalles de las recomendaciones provisionales que los m1em·
Estos «expertos)) -como el personal elegido y los miembros de los bros de la asociación han elaborado trabajando en equipos o comités; Y,
comités- consiguen su propósito no sólo mediante su interina autoridad segundo, un «personah> con carácter intermitente formado por los
delegada, sino también mediante sus especializadas competencias. El miembros de la asociación que se reúnen de cuando en cuand~ p~;a
rápido crecimiento de la especialización y de la complejidad técnica en trabajar sobre los próximos pasos en los programas de la asoc1ac10n
la sociedad de hoy ha creado un vacío entre «el derecho a actuar de orientados a la consecución de objetivos: comités, grupos ad hoc,_ etc.
una manera específica y los conocimientos necesarios para hacerlo Estos trabajadores sin remuneración realizan muchas func10nes
así)) (15). Este vado se puede salvar haciendo uso de este persona! administrativas y, en una asociación voluntaria, constituyen ~na gran
especializado para que trabaje en las decisiones básicas de la organiza. reserva de la que puede disponerse por .un costo muy pequeno. Ellos
ción a que se ha llegado mediante una asamblea democrática. proporcionan información especializada y técnica ~obr~, los 1:°étodos
. ~sto puede parecer obvio. Y, sin embargo, en la práctica real, aso- mis apropiados para dirigirse a las metas de la_orgamzac10n. Aun~n_sus
ciac10nes celosamente preocupadas por salvaguardar su carácter demo- conocimientos en sesiones intensivas de trabaJO de unas caractensticas
crático ~epudiarán a veces el uso de expertos. Pero de la misma manera que no son posibles en asambleas más numerosas. Ponen su pe~ici_~ al
que dentro de la medicina y de la asistencia sanitaria los especialista.1 servicio de los objetivos cülectivamente determinados de la asociac10n.
clínicos son una respuesta necesaria a la creciente complejidad de los y por último, proporcionan la base para que los representantes
conocimientos y de las técnicas en las profesiones relacionadas con la democráticamente elegidos hagan una elección inteligente. Aunque
salud, se necesitan especialistas en organizaciones -con conocimientos ellos celebran sus debates revisiones y análisis a puerta cerrada, sus
Y con pericia en complejas materias de administración o educación o informes y recomendacion~s están sujetos al escrutinio y decisión final
práctica profesional- para lograr los objetivos de la asociación. del conjunto de los miembros a través de sus representantes electo_s.,Es
entonces cuando las decisiones propuestas pasan de la sala del corn1te al
foro democrático, y la fase alterna -la de revisión democrática- se
(15) Víctor A Thompson, Modern Organizution: A General Theory (Nueva York, Knopf,
1961), pág. 139 pone en marcha.
1

132 ROBERT K. MERTON

MINIMIZAR EL DILEMA

La alternancia de fases no eliminará pero reducirá tensiones entre


funciones instrumentales y funciones para mantener la democracia, De
hecho, asociaciones efectivamente democráticas han utilizado esta
alternancia de fases sin tener plena conciencia de las técnicas organiza.
tivas que estaban usando con éxito.
En la fase centrada en el proceso democrático, el énfasis se pone
sobre el derecho y la obligación del conjunto de los miembros de
decidir sobre nuevos objetivos para la organización. Este es el qué de la
voluntad democrática. Después, en la fase centrada sobre la acción
encaminada a conseguir esos objetivos, el énfasis se pone e'n los servj.
cios de expe_rtos para determinar la mejor manera de trabajar para
alcanzarlos. Éste es el cómo del logro democrático,
SEGUNDA PARTE
Este delicado ·proceso de fases alternativas es un poco como andar
en la cuerda floja, con los consiguientes riesgos y posibilidades de éxito,
Se empieza a caer hacia un lado cuando se corta el progreso hacia las
metas de la organización negándose, en nombre de la «completa demo-
cracia», a hacer uso de la necesaria pericia. O se empieza a caer hacia 7. ANÁLISIS ESTRUCTURAL EN SOCIOLOG!A
el otro lado limitando la exigencia de decisiones democráticas o encar-
gando a los expertos que tomen importantes decisiones para avanzar de
manera más efectiva hacia las metas establecidas. Pero, aunque pueda ... Los solipsistas afirman
ser difícil, sabemos que es posible andar sobre la cuerda floja. Y puede que nadie más existe,
pero siguen escribiendo ... para otros.
hacerse con menores dificultades cuando una asociación democrática
reconoce que la alternancia de fases instrumentales y representativas
puede servir tanto para alcanzar objetivos como para preservar el pro- ... Los behavioristas sostienen
ceso democrático. que los que piensan no aprenden,
pero siguen pensando ... sin desanimarse .

... Los subjetivistas descubren


que todo está en la mente,
pero siguen sentándose ... en sillas de verdad.
1'
1

Reimpreso con la autorización de Approaches to the Study o/ Social Strucrure. con Pe_ter
M. Blau como editor (Nueva York, The Free Press, 1975). Escrito mientras era catedrático
becado en el Centro para Estudios Superiores en las Ciencias del Comportamiento, este tra-
bajo fue apoyado por una subvención de la National Science Foundation para e~ Programa de
Sociología de la Ciencia, en la Universidad de Columbia. Otros colegas becanos del Centro
aportaron valiosas críticas y sugerencias: Joshua Lederberg, Yehuda Elkana, Arnold Thac-
kray y Harriet Zuckerman.
r 172
ROBERT K MERTON

Pau! ~- Samuelson, (<Merlín Unclothed a Final W


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;,~:t:rPr::s~~~ ~:·r~:~:p,;~tt:.
6
1
to Science and,Philosop~~- ~~:::•a ~~r~~~\: s. LAS CONSECUENCIAS IMPREVISTAS DE LA ACCIÓN
SOCIAL

En alguna de sus numerosas formas, el problema de las imprevistas


consecuencias de las acciones deliberadas ha sido abordado práctica-
mente por todos los que han contribuido de manera significativa a la
larga historia del pensamiento social ( l ). La diversidad de contex-
tos (2) y la variedad de términos (3) con los que se le ha designado, sin
embargo, ha contribuido a hacer difícil cualquier continuidad en su
consideración. De hecho, esta diversidad de contextos -que va de la
teología a la tecnología- ha sido tan acusada que no sólo se ha perdido
de vista la sustancial identidad del problema, sino que tampoco se ha
hecho todavía de él ningún análisis sistemático y científico. El no haber
sometido este problema a una investigación a fondo se ha debido quizá
en parte a hallarse ligado históricamente a consideraciones transcen- 1 :1
dentes y éticas. Evidentemente, la fácil solución que proporciona atri-
buir las consecuencias imprevistas de las acciones a la inescrutable

Reimpreso con el permiso de American Saciofogical Review, 1 (diciembre de 1936),


págs. 894-904.

(1) Algunos de los teóricos, aunque sus contribuciones no sean ni mucho menos de la
misma importancia, son los sigLiientes· Maquiavelo, Vico, Adam Smith (y otros economistas
clásicos posteriores), Marx, Engels, Wundt, Pareto, Max. Weber, Graham Wallas, Cooley,
Sorokin, Gini, Chapin, Von Schelting
(2) Este problema ha sido relac10nado con temas tan heterogéneos como: el problema
del mal (teodicea), responsabilidad moral, libre albedrío, predestinación, deísmo, teleología,
fatalismo, comportamiento lógico, ilógico y no-lógico, predicción social, planificación y
control, ciclos sociales, los principios de placer y de realidad, y los «accidentes» históricos.
(3) Algunos de los términos con los que se ha designado todo el proceso o ciertos
aspectos del mismo son los siguientes: Providencia (inmanente o trascendente), Moira, Para-
rloxie der Folgen, Schicksal, fuerzas sociales, heterogonia de fines, causalidad inmanente,
movimiento dialéctico, principio de emergencia y síntesis creativa.
174
ROBERT K. MERTON
LAS CONSff'UENClAS IMPREVISTAS DE LA ACCIÓN SOCIAL 175
voluntad de Dios, de la Providencia o del Destino exclu e
del que cree, toda necesidad de análisis c1·ent'f' S y 'en la Illent primer lugar de un i:nodelo_ de los resultados de la acción bajo_ cie~t~s
las l • 1 ico. ean cuale f
razones rea_ es, lo cierto es que si bien el roe . s uere11 diciones. Esto encierra, sm embargo, los problemas de atnbuc10n
m,ente reconocido y su importancia valorada foda:t: e~ª sido amplia. sal (sobre los que volveremos más adelante), aunque en un grado
d e un tratamiento sistemático. ' pera que se le nos apremiante que las consecuencias en sentido riguroso. Estas
nsecuencias relativamente concretas pueden diferenciarse en: a) con--
-,cuencias para el actor(es), b) consecuencias para otras personas por
jntermedio de la estructura social, la cultura y la civilización (5).
FüRMVLACION DEL PROBLEMA
Al considerar la acción deliberada, nos ocupamos de la «conducta»
Aunque la frase «consecuencias im re . . ,n cuanto distinta del «comportamiento)), es decir, nos ocupamos de
berada», sea hasta cierto punto auto-e~p/tst:s del la a~c1ó~ ~acial deJj. u,na acción que implica motivos y consiguientemente una elección entre
blema requiere mayores especificaciones te~ tva,. a ub1cac1on del pro. ~ternativas (6). Por el momento, aceptamos la deliberación como algo
p.i.rte de este trabajo contempla más 1 . t n l~~mer lugar, la mayor dado, de manera que cualquier teoría que «reduce)> la intencionalidad a
su integración en un sistema coherentos dac os _e iberados aislados que reflejos condicionados o tropismos, afirmando que los motivos son sim-
al f . e e accwnes (aunque s h , plemente conjuntos de impulsos instintivos, será considerada como
gunas re erenc1as a esto último) E t 1' . . , e aran
de conveniencia. un tratam1·ento d. ls a ~m1tac10n se debe a una razón improcedente. Se ignorarán igualmente las consideraciones psicoló-
' e os s1stema d ·, ·
nuevas complicaciones imposibles d . s e acc1on Introduciría gicas sobre la fuent(! u origen de los motivos, aunque sean indudable-
· . e maneJar Más aún l mente importantes para un más completo entendimiento de los meca-
c1as imprevistas no deben ca f d' · , as consecuen-
. n un Irse con las cons ·
necesanamente indeseables (desde el . ecuencias que son nismos implicados en el desarrollo de las consecuencias inesperadas de
Porque aunque esos resultados no p~nto de vista del que actúa), la conducta.
se qmeran no siemp • Tampoco se da por sentado que la acción social implique siempre
su ocurrencia como axiológicame t . ' re se considera
efectos no deseados no son siem n e negat1_va. En pocas palabras: los motivos explícitos, claramente definidos. Tal conciencia de motivación
queridos y anticipados de 1 pre.:fectos_ Indeseables. Los resultados puede ser poco frecuente, ya que la meta de la acción es con más fre-
siempre, por Ja misma naturaleªz/cc10n dehber_ada, sin embargo, son cuencia nebulosa y vaga que precisa y concreta. Tal es sin duda el caso
el actor, aunque puedan parecer de_I ~~s?, relativamente deseables para de la acción habitual que, aunque puede originalmente haber sido pro-
vador imparcial. Esto es cierto i~:11~ og1camente negativos a un obser- vocada por un motivo consciente, después es llevada a cabo de manera
resuJtado querido es «el mal m so en el caso ex_tr~~o en que el característica sin esa consciencia. La significación de la acción habitual
ción ascética o auto-tortura enor». o en_ casos de smc1d10, mortifica- se discutirá más adelante.
rarse deseables en relación que, en s1tuac1_ones dadas, pueden conside- Sobre todo, no debe concluirse que acción deliberada implica
Habl d . con otras posibles alternativas «racionalidad» en la acción humana (que la persona siempre usa los
an o ngurosamente las . ·
quedan limitadas a aqueUos' e1eC::nsecuenc1as ~e Ja. ~cción deliberada medios objetivamente más adecuados para la consecución de su
son exclusivamente el producto de ~!os e?, Ja s1tuac1_on resultante que fin) (7). De hecho, parte de mi análisis está dedicado a identificar los
ocurrido de no tener lugar la acción E:cc10n, es d~c1r, que no habrían elementos que explican desviaciones concretas de la racionalidad de la
secuencias son el resultado d 1 , f] c?ncre:o, sm embargo, las con- acción. Además, no hay que identificar racionalidad e irracionalidad
la situación objetiva, las cond;ci~~:s ~enc1a re_c!proca entre Ja acción y
e la accwn (4). Nos ocuparemos
(5) Para la distinción entre sociedad, cultura y civ11ización, véase Alfred Weber, «Prin-
zipielles zur Kultursoziologie: Gesellschaftsprozess, Civilisationsprozess und Kulturbewe-
. (4_) Cf. Frank H. Knight, Risk, Uncertaint d gu □ g>), en Arrn; ·far Soúalwissenchafi und Sozialpolitik, 47, 1920, págs. l-49; R. K. Merton,
Mifflm Co., 1921) págs 201 202 L t . y an Profit (Boslon y Nueva York Houghton «Civilization and Culture)►, en Sociology and Social Reseajch, 21 (1936), pá.gs. 103-113.
- ' · - a es1s docto Id J r · '
renc1a el tratamiento más penetrante ue h ~a e proiesor Kntght representa con dife- (6) Knight, op. cit. pág. 52.
problema. q e podido ver ha st a ahora de ciertas fases de este (7) Max Weber, Wirtschaft und Gesellschaft (Tubinga, J. C. B. Mohr, 1925), págs. 3 y
siguientes.
176 ROBERT K. MERTON LAS CONSECUENCIAS IMPREVISTAS DE LA ACCION SOCIAL 177

con el fracaso y el éxito de la acción, respectivamente. Porque en ciales a escala nacional, como en el ejemplo clásico deljinete que, al
situación donde el número de acciones posibles para alcanzar un u arrojado al suelo por su montura, declaró que estaba «simplemente
determinado está severamente limitado, se obra racionalmente sel eándose». Esta dificultad, aunque no completamente obviada, puede
cionando el medio que, en base a la información accesible, tiene~ edar significativamente reducida en casos de acción de un grupo
mayores posibilidades de alcanzar esa meta (8) incluso aunque el fin ganizado, ya que la circunstancia de tratarse de una acción organi-
llegue en realidad a alcanzarse (9). Por el contrario, se puede alcanz a habitualmente exige declaraciones explícitas (aunque no siempre
una meta mediante una acción que, con base a la información accesib~ jertas))) sobre metas y procedimientos. Más aún, se puede fácilmente
al actor,_ sea irracional (como,suc':d~ en _el caso de las <<corazonadas»)~ agerar esta dificultad, ya que en muchos casos, si no en la mayoría de
Volviendo ahora a la accion, d1stmgmmos dos clases: desorganizad Jos, la propia experiencia del observador y su conocimiento de la
y formalmente organizada. La primera hace referencia a acciones d: '•tuación le permiten llegar a una solución. En último extremo, la
individuos considerados distributivamente, y de la cual puede resultar la prueba final es ésta: la yuxtaposición de la acción manifiesta, nuestro
segunda cuando individuos del mismo parecer forman una asociación conocimiento del actor(es), la situación específica y el propósito dedu-
para alcanzar un objetivo común. Las consecuencias imprevistas se dan eido o confesado, ¿«encajam>, existe entre ellos, como Weber lo
en ambos tipos de acciones, aunque el segundo tipo parece propor- upresa, una «verstiindliche Sinnzusammenhang>>? Si ·el analista, de
cionar una mejor oportunidad para el análisis sociológico, ya que los manera auto-consciente, somete estos elementos a una prueba seme-
procesos de la organización formal contribuyen con más frecuencia a jllllte, las conclusiones sobre motivación pueden tener valor probatorio.
que existan declaraciones explícitas s.obre propósitos y procedimientos, La evidencia que pueda obtenerse variará, y la probabilidad de error en
Antes de pasar al am\.lisis del problema mismo es aconsejable indicar la atribución de motivaciones variará correlativamente.
dos trampas metodológicas que son, además, comunes a toda investiga- Aunque en este trabajo no se habla más de estas dificultades meto-
ción sociológica sobre acciones deliberadas. La primera se refiere al Co!ógicas, se ha procurado tenerlas en cuenta en el análisis.
problema de la atribución causal, el problema de averiguar hasta que Por último, una fuente frecuente de malentendidos se eliminará
punto qué «consecuencias» pueden justificadamente atribuirse a ciertas Cesde el principio si se advierte que los factores implica~os en las con-
acciones. Por ejemplo, ¿hasta qué punto el reciente aumento de pro- 1ecuencias imprevistas son -precisamente- factores, y que ninguno de ,1
ducción económica en este país es el resultado de medidas guberna- eUos sirve por sí mismo para explicar ningún caso concreto. 1

mentales? ¿Hasta qué punto puede atribuirse la extensión del crimen


organizado a la Prohibición? Esta dificultad siempre presente de la atri-
bución causal tiene que resolverse para cada caso empírico.
FUENTES DE CONSECUENCIAS IMPREVISTAS
El segundo problema es el de precisar los motivos reales de una
determinadr-. acción. Existe la dificultad, por ejemplo, de discernir entre
racionalización y verdad en aquellos casos donde consecuencias al La limitación más evidente para una correcta previsión de las conse-
parecer imprevistas se confiesa ex post facto que eran consecuencias cuencias de la acción la proporciona el grado de conocimiento que
buscadas (1 O). Puede darse la racionalización en conexión con planes e~ista en ese momento. La amplitud de esta limitación se puede apre-
ciar mejor tomando el caso más simple en el que la ausencia de ade-
(8) Véase J. Bertrand, Ca/cu! des probabi!ités (París, J 889, págs. 90 y sigs.; J. M. Keynes,
A Treatise on Probabi!ity (Londres, The Macmillan Co., 1921), cap. XXVI. cuanto más largo sea el intervalo de tiempo entre la acción y las circunstancias que se llegan
(9) (Para una aplicación específica de esta observación general, véase el examen de aver, mayor es la probabilidad (mientras no se demuestre lo contrario) de que estas circuns-
«apreciaciones discrepantes sobre la ejecución del cometido» en las páginas 44-46 de este lincias hayan sucedido «por casualidad)). Finalmente, si este intervalo se dilata mucho, la'
volumen.) probabilidad de que las circunstancias deseadas ocurran fortuilamente puede aumentar
(10) Esto introduce el problema de la «casualidad» que se tratará en otro contexto, ha.1ta alcanzar prácticamente el nivel de certeza. Este razonamiento quizá pueda aplicarse al
Habría que tener en cuenta que la meta de una acción y las circunstancias que reaJmenle la ca,o de la acción del Gobierno para ((restaurar la prosperidad)). Compárese V. Pareto,
siguen pueden coincidir sin que las Ultimas sean una consecuencia de la acción. Además, rrailé de socio!ugie géndra!e (París, Payot, 1917), II, par. 1977

AMBJVALl!NCIA SOCIOLÓGICA Y OTROS ENSAYOS.-12


178 ROBERT K. MERTON LAS CONSECUENCIAS IMPREVJSTAS DE LA ACCIÓN SOCIAL 179

cuados conocimientos es la única barrera para una correcta Pre, 'neas ni siquiera categorías cuyo grado aproximado de homogeneidad
sión ( 11 ). Evidentemente, se puede encontrar un gran número de r g:a suficiente para la predicción de acontecimientos particulares (13).
nes concretas para e1 conocimiento inadecuado, pero también es POSiblc ;e da aquí la paradoja de que si bien experiencias pasadas nos sirven de
resumirlas en varias clases de factores que son los más important~ guía en nuestras esperanzas al suponer que ciertos actos pasados, pre-
sentes y futuros son suficientemente parecidos para agruparlos en la
J)1isma categoría, esas experiencias son en realidad diferentes. Hasta el
punto que si esas diferencias son pertinentes para el resultado de la
Ignorancia
acción y no se adoptan las apropiadas correcciones, el resultado real
diferirá del que se esperaba. Como Poincaré lo ha expresado,
. ~a prim~ra clase deriva del tipo de ~on~cimiento -usualmente, «... pequeñas diferencias en las condiciones iniciales producen grandes
qu1za exclusivamente- alcanzado en las ciencias del comportamiento diferencias en los fenómenos finales ... La predicción se hace imposible,
humano. El científico social éncuentra habitualmente relaciones for. y tenemos el fenómeno fortuito)) (14).
tui tas, no funcionales (12). Esto quiere decir que, en el estudio del com. Sin embargo, las desviaciones de las consecuencias habituales de un
portamiento humano, se descubre un conjunto de valores diferentes de acto pueden preverse por el actor que reconoce en la situación dada
una variable asociados con cada valor de otra variable(s), o en un len. algunas diferencias con las previas situaciones similares. Pero hasta
guaje menos técnico, el conjunto de consecuencias de cualquier acción donde estas diferencias no puedan subsumirse dentro de reglas gene-
repetida no es constante, sino que hay todo un abanico de posibles con, rales, la dirección y extensión de estas desviaciones no podrán prever-
secuencias, y cualquiera de ellas puede seguir al acto en un caso determi, se (15). Queda claro, por tanto, que el conocimiento parcial con cuya
nado. En algunas ocasiones, tenemos suficientes conocimientos de lps ayuda la acción se lleva comúnmente a cabo permite una considerable
límites del espectro de posibles consecuencias, e incluso conocimiento variedad de resultados inesperados de conducta.
adecuado para precisar las probabilidades estadísticas (empíricas) de las
Aunque no sabernos la cantidad de conocimiento necesaria para la
diferentes consecuencias posibles, pero es imposible predecir con cer-
presciencia, puede decirse en general que las consecuencias son for-
teza los resultados de cualquier caso particular. Nuestras clasificaciones
tuitas cuando se necesita un exacto conocimiento de muchos detalles y
de actos y situaciones nunca implican categorías completamente horno•
hechos (en cuanto diferentes de los principios generales) para llegar a
una predicción muy de bulto. En otras palabras, «consecuencias for-
( 11) La mayor parte de ]as exposiciones sobre consecuencias imprevistas limitan Ji tuitas)) son aquellas ocasionadas por la interacción de fuerzas y circuns- :1
explicación de las consecuencias imprevistas a este Unico factor de la ignorancia. Semejante tancias que son tan numerosas y complejas que su predicción está ente-
punto de vista o bien queda reducido a una pura tautología o exagera el papel de un solo ramente fuera de nuestro alcance. Esta área de consecuencias debiera i'
factor entre muchos. En el primer caso, el razonamiento progresa de esta manera: <(Si hubil.- 1
ramos sabido lo suficiente, habríamos podido lmaglnar las consecuencias que, en cambio, quizá distinguirse de la de «ignorancia», ya que no está relacionada con
han resultado imprevistas » La evidente falacia en este razonamiento post morten descansa
en la palabra «suficiente1) que ~e considera implícitamente como ((~uficiente conocimlenlo
para prever» las consecuencias de nuestra acción. En ese caso no resulta difícil mantener la
afirmación. Esta es la postura básica de varias escuelas de teoría educativa, de la misma (!J) Una dasificación en categorías completamente homogénea llevaría, por supuesto,
manera que tamblén servía de fundamento al dicho de Comte, savnir pnur prevoir, prevoir a asociaciones funcionales y permitiría predicciones con éxito, pero los aspectos de la
pour pouvoir. Esta postura intelectualista ha conseguido crédito en parte debido a sll opti- acción social que tienen importancia práctica son demasiado variados y numerosos para per-
mismo implícito y por e! hecho indudable de que la pura ignorancia explica realmente en miür lales clasificaciones homogéneas.
algunos casos ciertas consecuencias imprevistas. (14) Henri Poincaré, Ca/cu/ des probabilités (París, !912), pág 2.
(12) Cf. A. A, Tschuprow, Grundhegri/fe und Grundprohleme der Korrelations-theorit (15) La candencia del actor de su ignorancia y sus implicaciones es quizá especial-
(Leipz1g, B. G Teubner, 1925), págs. 20 y sigs., donde Tschuprow introduce el término mente aguda en el tipo cle conducta que Thomas y Znaniecki atribuyen al deseo de ((nuevas
((CStocástic0>►. Parece claro que las asociaciones estocásticas se obtienen porque no hemos e~periencias)). Éste es el caso en el qlle las consecuencias imprevistas constituyen de hecho
descubierto, o habiéndolas descubierto, no hemos controlado, las otras variables en la situa- el propósito de la acción, pero existe siempre la tácila suposición de que las consecuencias
ción que influyen en e! resultado final. serán deseables.

1
180 ROBERT K. MERTON
LAS CONSECUENCIAS IMPREVISTAS DE LA ACC!ON SOCIAL 18/
el conocimiento realmente asequible sino con conocimientos qu ,
camente podrían llegar a obtenerse (16). e teorj..
La importancia de Ja ignorancia como factor se ve realz d Error
hecho de que las exigencias de la vida práctica nos obliga rª a Por e]
me n te a, ac t uar con
- cierta
· - aunque est' ¡ n recuent Un segundo factor de importancia en las inesperadas consecuencias
·, b
1
confianza
• a e aro que ¡a infor
, e.
c10~ so. re a que basamos nuestra acción no es completa Actuam ma. de la conducta, quizá tan extendido como la ignorancia, es el error. EJ
ordmano, como Knight ha observado acertadament . os, de error se puede introducir, por supuesto, en cualquier fase de la acción
d - • . ,. e, no con una b
~ conoc1rn1e_nto c1ent1fico, sino de opinión y cálculo. Así, las . asc deliberada: podemos equivocarnos al valorar la situación actual,
c10nes que exigen (o lo que para nuestro propósito viene a ser la s~tua. podemos equivocarnos en nuestras conclusiones a partir de ésta para la
cosa, al act?r le parece que exigen) acción inmediata de al una m1s~a objetiva situación futura, a la hora de seleccionar un curso cte acción, o,
ll_e,van consigo habitualmente ignorancia de ciertos aspect;s d.,
c107 yl será más fácil que produzcan resulta.dos inesperados."' s1 ua.
~:p~te, finalmente, al ejecutar la acción elegida. Una falacia muy común se
encierra con frecuencia en la suposición excesivamente simple de que
ne uso cuando no se requiere una acción inmediata . las acciones que han producido en el pasado el efecto deseado seguirán
f.roblema econó,mtco _de distribuir nuestros recursos funda~:::el e! haciéndolo en el futuro. Esta suposición se encuentra a menudo esta-
iempo y e?ergias. Tiempo y energías son medios que escasean a es. blecida en el mecanismo del hábito y allí encuentra.a menudo justifica-
comporta_m1ento ec~nómico se ocupa de la distribución racio y el ción pragmática. Pero precisamente porque el hábito es un modo de
esos med10s entre_ diferentes necesidades, entre las cuales la ren~I. ?e actividad que ha llevado previamente a la consecución de ciertos fines,
?e las_ consecuencias de las acciones es sólo una (17) Una ec p v!sr~n tiende a convertirse en automático y a carecer de deliberación a través
mgemeros sociales no es más factible que una econo~ía de 1:vna::ia e de la repetición continua de manera que el actor no se da cuenta de que
~1 ,d~e~to de_ ,los radicales activistas antinoéticos que promuevee;7 procedimientos que han tenido éxito en ciertas circunstancias no hay
1
. ea e a acc10n por encima de todo lo demás es ue ª razón para que sigati teniéndolo bajo cualquier condición (18). De la
~:~~~~órn Y llegan t pedir _(~e- ~echo) que no se delqu:~:~::~:a::::: misma manera que las rigideces en la organización social a menudo
impiden y bloquean la satisfacción de nuevas necesidades, las rigideces
. ecurso a a adqu1s1c10n de conocimientos. Por otra parte la
¡,1z~a de ve~da? en la posición anti-intelectual es que existen cla~os del comportamiento individual bloquean la satisfacción de antiguas
u~utes e~ono~icos en cuanto a la conveniencia de no actuar hasta eli- necesidades en un entorno social cambiante.
mmar ladmcert1dumbre, y también límites psicológicos por cuanto a la El error puede también estar implicado en casos donde el actor
manera e Hamlet la exc · d. . , ' • presta atención sólo a uno o varios de los aspectos pertinentes de la
11 1. ' es1va «preme 1tac10n» de este tipo excluye
egar a rea izar actos de cualquier clase. situación que influyen en el resultado de la acción. Esto puede variar
desde el caso de la simple negligencia (falta de minuciosidad al exa-
minar la situación) al de la obsesión patológica, donde se da una
(16) Cf, Keynes, op. cÍI., pág. 295, Esla d' • . ,
entre «casualidad subjetiva)) (en sentid l' lSl_mcwn c?rresponde a la que hace·Keynes decidida negativa o inhabilidad para considerar ciertos elementos del pro-
0
incluso un amplio conocimiento ;d . ªmd P .' ig_n~rancia) Y <(casualidad objelivai> (donde
10
" " 1c10na1 e pnnc1pios ge , J b ,
blema. Este último tipo ha sido tratado por extenso en la literatura psiquiá-
consecuencias de un acto del""m•· dO J p , , nera es no astana para prever las trica. En los casos de satisfacción de deseos, la participación emocional
"' na ract1camente la · d' · ·,
obras de Poincaré y Venn, entre otros.· misma 1stmc10n aparece en las
lleva a una distorsión de la situación objetiva y del probable curso futuro de
(17) Cf. Knighl, op. cit .. pág 348 El razo · ., ,
la ocupación de ciertos individuo~ o.re 'em na:1uent.o tamb1e_n es aphcable a casos en qu.e
consagrarse únicament· a tal f(p J plo, mgenieros socm!es Y científicos) consiste en
· .. es es uerzos ya que t
la distribución de !os recursos de la so¿edad ~n º?ces s~rge el problema correlativo de (18) Falacias similares en el campo del pensamiento han sido diferentemente desig-
comunicabilidad de los conoº,·m,· l , b · ~as aun, exiS!e el problema prácl1co de lb nadas como ((la falacia filosófica» (Dewey), el «principio de los límites» (Sorokin, Bridg-
'" en os as1 o lemdos ya d .
esfuerzo para asimilar lales conocimiento d ' que P_ue en ser muy compleJos; el man) y, con énfasis algo diferente, «la falacia de la concreción mal aphcada» (Whilehead).
5 II
ción de recursos (y coºto d· , . f ., eva e nuevo al mismo problema de la distribu- (Para una aplicación de la idea general al caso de las organizacio'les, véanse págs. 96-98
~ .... 1a m ormac10n).
de este volumen y «Bureaucratic Structure and Personality», en Merton, Social Theory and
Social Structure (Nueva York, The Free Press, 1968, edición ampliada, págs. 249-260.)
182 ROBERT K. Mt:RTON LAS CONSECUENClAS 1MPREV/S1AS OE LA ACCJÓN SOCIAL 183

los acontecim1entos; la acción fundad2, en condiciones imaginarias t' • r influencia sobre tal conducta. Además, la acción en la que inter-
que tener consecuencias inesperadas. lene ~¡ee el elemento de la inmediatez de interés puede ser racional en
y¡en to a los valores básicos de ese interés, pero irracional en lo relativo
,uanla organizac10n . , vita . ct·1v1·ct uo. R acwna
. 1 d e1 m . 1, enbe 1 se~ ¡·ct d
.1 od e ser una
11
Imperiosa inmediatez de interés acción de Jaque cabe esperar q~e conduzca a 1a~ tendc~on be ,una rndeta
ífica · irracional en el sentido de que puede 1mpe IT 1a usque a o
espec , ' . . 1
. u,n tercer tipo gen_eral de factor, la «imperiosa inmediatez de ec ución de otros valores que, de momento, no son prmcipa es pero
mteres», hace referenc1~ ª. casos_ donde la pre_ocupación básica del cons embargo, forman parte integral de la escala de va ores de 1 m 1 · d'i-
•que, s10 ., . ¡¡ b
actor por las consecuencias mrnediatamente previstas, excluye la co •
deración de las posteriores o de otras consecuencias del mismo
Lm elementos más prominentes en esa inmediatez de inter6s abar
a;t·º· viduo. Por ello, debido a que una accwn detern:r~ad~ no se eva a ~a o en
· un vacío psicológico o social, sus efectos se ramificaran por otras e~jeras de

?esd~ ne_cesid_ades psicológicas hasta básicos valores culturales.


1magmattvo eJemplo de Vico sobre el «origen de la familia» , que den.·
Ast:~ valor e interés. Por ejemplo, la práctica d~l control de la natahda~ por
«razones econ6micas» influye en la media de e_dad y en ~l tama?o ~e
rupos familiares con profundas consecuencias de caracter ps1colo-
, , 1os g 1 ' d' d .
vana de la pra~tlca de los hombres que llevaban a sus compañeras a gico y social y, en m~~or escala, por supuesto, afecta a rn ice e creci-
cuev~s par~ satisfac_er sus necesidades sexuales sin ser vistos por Dios miento de la poblac1on. 1

pod~rn serv1r como ilu~tración algo fant~stica de las primeras. Otro tip~
de eJemplo_ 1? proporc10na aquella doctrma de la economía clásica en la
Valores básicos
cual el md1v1duo preocupado por emplear su capital donde le fuera de 1

más provecho, tendiendo así a hacer los ingresos anuales de la sociedad Superficialmente parecido al factor de inmediatez de interés_, per_o
lo más ele~ad?~ posible es, en las palabras de Adam Smith, «guiado por difiriendo de él en una importante dimensión teórica, hemos de mclmr
una _mano _mv1s1ble para favorecer un fin que no es en absoluto parte de aquí el de los valores básicos. Esto hace referencia a ocasiones en las 1

sus rntenc10nes». que ulteriores consecuencias de la acción no se tienen en cuenta porque


Sin embargo, a partir del agudo análisis de Max Weber no hace ]a acción se ve como necesaria al estar exigida por valores fundamen-
falta decir que las acciones motivadas por el interés no son co,ntrarias a tales. El análisis clásico es el estudio de Weber de la Ética protestante Y
una investigación intensiva de las condiciones y medios de una acción e! espíritu del capitalismo. Weber ha hecho una adecuada generaliza-
co~ éxito. Por el contrario, parecería más bien que el interés, si ha de ci6n de este caso, diciendo que el ascetismo activo paradójicamente
satisfacerse, requiere un análisis objetivo de situación e instrumenta- conduce a su propia decadencia a través de la acumulación de riqueza Y
lidad, como se supone que es característico del «hombre económico». de posesiones, ocasionada por la conjunción de una intensa actividad
~~ ironía_ es que ese intenso interés tiende a menudo a impedir ese aná- productiva y un consumo reducido. . .
lisis precisamente porque la gran preocupación en la satisfacción del El proceso contribuye mucho a la dinámica del camb10 social y cul-
1 '
interés inmediato es un generador psicológico de prejuicios emocio- tural, como ha sido explicado de manera más o menos eficaz por Hegel,
nales, con el consiguiente desequilibrio o incapacidad para llevar a Marx, Wundt y muchos otros. La observación empírica es incontrove~-
cabo l?,s c~lculos necesarios. Es una suposición tan falaz mantener que tible: las actividades orientadas hacia ciertos valores ponen en movi-
la accton mteresada lleva consigo necesariamente un cálculo racional miento procesos que cambian la misma escala de valores que las desen-
de los elementos de la situación (19) como negar a la racionalidad cual- cadenó. Este fenómeno puede producirse cuando un sistema de valores
básicos obliga a ciertas acciones específicas. y los adheren_tes no se pre_o-
cupan de las consecuencias objetivas de esas acciones smo de la satis-
(19) La suposición sólo puede mantenerse en un sentido normativo. Evidentemente facción subjetiva del deber bien cumplido. O la acción que está de
tales cál':ulos, dent_ro de los límites especificados en nuestra discusión previa, debieran
hacerse s1 la probabilidad de satisfacer el interés se quiere que sea máxima El esror consiste
acuerdo con un conjunto de valores dominantes tiende a ser enfocada
en confundir la norma con la realidad. hacia esa particular área de valores. Pero debido a las complejas inte-
184
ROBERT K MhRTON
LAS CONSECUENCIAS IMPREVISTAS DE LA ACCIÓN SOCIAL 185
racciones que constituyen la sociedad la acción se
cuen '
·r·
rami 1ca Sus
cias no quedan restringidas al área específica e l · cons por ello, en la medida en que las predicciones de los científicos
~onc~ntrarl~s. y se extienden por campos relaciona~o: ~ue se quicl'I ciales se hacen públicas y que la acción tiene lugar con pleno cono-
ignora explicitamente en el momento de la ., p a los que sa ¡miento de esas predicciones, la condición de «manteniéndose
campo t. d h acc10n ero com énticos los demás factores» que se da por supuesta tácitamente
s es an e echo relacionados las ulte . . o esas
áreas adyacentes tienden a reaccwn;r sobre
~alares. Esta reacción, usualmente no buscad
~i°:~tt:;~secuencias
en las
.ª fundamental de
n todas las predicciones no llega a cumplirse. Los otros factores no
;erán idénticos porque el científico ha introducido un nuevo factor: su"
importantísimo en el proceso de sec l . ~; constituye un elemento 'predic~ión (21). ~sta contingencia puede _expli_car frecuentemen~e que
desint_egración de sistemas de valore~ ~~:i:~~n, de, tran~formación o -movimientos sociales se desarrollen en d1recc10nes totalmente impre-
esenc1~! de la acción social: la «rea!izaciórn> d~ ~~~1 esta 1~ paradoja vistas, asumiendo, por tanto, considerabl.e importancia para la planifi-
renunc1~r a ellos. Podemos parafrasear a G th res pue e llevar a cación social.
Kraft, die stets das Gute will und st t d sº~ e y hablar de ((Die Las reflexiones precedentes no representan más que una exposición
' e s as ose schaffb>.
muy sucinta de los elementos más importantes implicados en un pro-
ceso social fundamental. Nos llevaría demasiado lejos, y sin duda más
Predicciones autodestruchvas allá del ámbito de este trabajo, examinar de manera exhaustiva las
implicaciones de este análisis para la predicción, control y planificación
_Existe otra circunstancia, peculiar de la c sociales. Podemos mantener, sin embargo, incluso en este estadio preli-
se mterpone en el camino de . . onducta humana, que minar, que no se garantiza ninguna afirmación general afirmando o
por el éxilo. Las prediccione~r;~i~~~one~ y rlanes sociales coronados denegando categóricamente la viabilidad práctica de todas las planifica-
les no lJegan frecuentemente a ras e u_turos desarrollos socia. ciones sociales. Antes de que podamos permitirnos tales generaliza-
dicción se ha convertido en c~mp irse precisamente porque la pre. ciones, tenernos que examinar y clasificar los ti"pos de acción y organiza-
creta, tendiendo por tanto au: e e~ento nuevo en esa situación con. ción social en relación con los elementos aquí examinados y después
Esto no se aplic'a a las p 'd. ~mbiar el curso inicial de la evolución, referir nuestras generalizaciones a esos diferentes tipos esenciales. Si el
re 1cc10nes en campos a -
humana. Así la predicción del d 1 Jenos a 1a conducta presente análisis ha servido para precisar el problema, aunque sólo sea
d . ' regreso e cometa de Hall . fl
e nmguna manera en la órbita d 1 . ey no m uye en sus aspectos básicos, y para atraer la atención hacia- la necesidad de
creto ejemplo social la p d. . , ed coMmeta, pero, para tomar un con. un estudio sistemático y objetivo de los elementos implicados en la apa-
., , re ,cc10n e arx de la pro .
cwn de la riqueza y de 1 . . gres1va concentra- rición de consecuencias imprevistas de la acción social deliberada, pro-
sobre el mismo proceso ªo~~:;~e~:e 1:•seri~ d~ ,las masas tuvo influencia blema cuyo tratamiento se ha confiado durante demasiado tiempo al
una de las consecuencias d~ las pre~1cc1on. "."ª
_que por lo menos campo de la teología y de la filosofía especulativa, habrá logrado su
fue la difusión de las org . . exhortac10nes socialistas del siglo XIX declarado propósito.
d e su desfavorable posicianizac10nes
,
laborales que I t
_ '
. .
, a ornar conciencia
dual, se agruparon paraº¡. ~ar~ ne;o~iar en ca~os de contrato indivi-
colectiva, retrasando is ru ar l" e . as ventaJas de la negociación (21) (Para el proceso correlativo. véase el trabajo, «The Self-FulfiHing Prophecy»
publicado por primera vez una docena de años después de éste, y reimpreso en Merton, np.
había previsto (20). , aunque no e immando, la evolución que Marx cit., 1968, págs_ 475-490.)

(20) Corrado Gini Prime linee di f . .


págs. 72-75. John Venn 'usa el pintoresco t~::i~~1:< econo':11ca,, (!"1i!án, A. Giuffré, 1935).
a este proceso y observa adecuadam"nt profecias suicidas» para hacer referencia
ha 'd . " e que representa una ¡ d • .
n si o muy descuidadas por las difere t . . e ase e consideraciones que
of Chance (Londres, 1888), págs. 225-2;/s ciencias de la conducta humana. Véase su Logic
LOS CÁNONES DEL ANT/-SOC/OLOGO 215

•co)►. Si míster Kirk se hubiera permitido a sí mismo disfrutar de las


señanzas del curso de introducción a la sociología que él tanto
eplora, podría haber aprendido lo peligroso que es crear a partir de las
jrnpresiones privadas un estereotipo de los objetivos y comportamiento
de un número elevado de personas, pretendiendo con ello haber cap•
tado la realidad representativa. Pero en la manera amateur de hacer·
sociología no hay sitio para una investigación disciplinada. Más bien se
da por sentado que las afirmaciones adquieren autoridad simplemente
gracias a la magia blanca y negra de la letra impresa.
El segundo canon declara lo absurdo e impío de las estadísticas que
10. se ocupan del comportamiento de los hombres en sociedad. Porque
LOS CÁNONES DEL ANTI-SOCIÓLOGO
nada que sea importante en el comportamiento humano puede ser con·
1ado. Y si pudiera contarse, sería inmoral hacerlo. Todo el mundo sabe
Una v , que nada bueno puede salir de ahí.
1 ez mas se nos viene encima I
o~os. Ha terminado el año acadé . a temporada de los anti-soció Para apoyar este canon, míster Kirk cita a Carlyle, que sabía muy
d,eJa~ de hablar y a empezar a escri:t~/ los profesores se disponen ; poco sobre los primitivos métodos estadísticos de su propia época y
s1 mismos desempolvarán vol , . nos pocos que se han ele id nada, por supuesto, de los· fundamentos matemáticos de las modernas
con ferocidad a la soc· 1y , veran a publicar la letanía que imgp o a estadísticas. Para reforzar la evidencia, míster Kirk cita el ataque del
K' k IO ogm y todos su t b . reca
Ir ' ~l, profesor de ciencias políticas de s ra ~Jos. Este año, RusseU sociólogo Pitirim A. Sorokin a la «quantofrenia» o devoción sin sentido
confesmn propia ha sido el . tendencia conservadora seg·' crítico por las estadísticas defectuosas .. Míster Kirk no ha tenido, como
· • • pnmero Su ver - , . , , un
cunosa mezcla de falta de Ió ic . s100 se~1ra para mostrar la yo, la suerte de haber sido alumno del profesor Sorokin e ignora, al
ponen el credo y los cánone~ da ~ exce~o de. emo,c10nalismo que com- parecer, que Sorokin ha usado grandes cantidades de estadísticas
Algunos sociólogos e a antI-soc10Iog1a. sociales en todas sus obras más importantes y, en «Dinámica Cultural y ,1'
• encuentran est
tienen el peculiar encanto de dar t t' os. ataques tediosos. Para mí Sociah►, afirma que «juicios cuantitativos ... en forma verbal>► son inevi-
de que se lleve a cabo precisame es 1m_on10 de la necesidad que existe tables en cualquier obra histórica de importancia.
ello_s, caricaturizan. Porque cada ;ete e~ ~1po de ~~cuesta sociológica que No hay duda de que resulta más tentador inventar estadísticas sobre
soc10Iogo frustrado Todas s petJt1va vers10n parece escrita por un e! comportamiento humano. El sociólogo ~mateur explicará, por
los ~o~iólogos, exp.Iicar e.see ~~~ºo:;:itscribir el comportamiento de ejemplo, por qué tenemos un porcentaje tart alto de enfermedades men•
amb1c10sa, describir y explicar la p ento Y, de manera aún más tales mediante lo que míster Kirk se siente perfectamente justificado
Con _la facilidad que da la prá~;i:s:ue~tas an~e este comportamiento. para describir como nuestra época de «desintegración social del siglo
el trabaJo de miles de científicos .' ~1ster K1rk, por ejemplo, analiza XX)). Pero mientras el sociólogo amateur explica por qué esto es así, el ¡:
según el cual el ejempla socia e~ y promulga el primer canon sociólogo disciplinado procede en primer lugar a descubrir si esto es
variedad positivista; emo:i~<nreaplmresetntattvo» es un «empirista d_ e I; realmente así. Sólo mediante un laborioso análisis de las estadísticas de
· en e es a m enud O un evangelista enfermedades mentales -como en la obra de Herbert Goldhamer y
Andrew Marshall- encontramos que será mejOr posponer nuestras
. Publicado con autorización del explicaciones preparadas de antemano, aunque sólo sea porque parece
Times Campan A , . New York Times, 16 de 'ulio
can¡.enle inacc/: pesa~ de reimpresiones ocasionaJes est/ , d_e 1?61, © The New York probable que el porcentaje de internamiento por enfermedad mental no
que encuentransible: -~e- Incluye aquí tras los reiterados 'e ino tra~aJo sigue resultando prácti•
es ahora más alto que en el siglo pasado.
sobre ella adopt::IO Ic~ _expresión en la prensa popular ~o~ ~nos a~aques a Ja sociología
na critica reflexiva. ' 1 erenc1a de la postura que Reapareciendo en nuestro horizonte como la muerte y los
impuestos, el tercer canon de los anti-sociólogos declara que los soció-
216 ROHERT K. MÉ-'RTON LOS CÁNONES DEL ANTI-SOCIOLOGO 217

logos son al mismo tiempo los perpetradores y las victimas de su - adores del pensamiento a los que ostensiblemente ,c~m0aten. Se
A qui,, e 1 anti-soc10
. "1
ogo sa b e que pisa
. Jerga
terreno firme, porque prácf · m lararían a sí mismos guardianes de todos nosotros, umcos capaces
dec . . . -
mente todo el mundo está en «contra de las jergas» de la misma Jea. distinguir entre conoc1m1entos pe 11grosos y no pe 11grosos.
.
p1caz manera que e11''
e engo que or··b1cm a para el presidente Coolid Pers. de Los restantes cánones de los anti-svciólogos son de una tr~nsparente
declaraba contrario al pecado. ge se • ·a1,·ctad La crítica entre sociólogos, por ejemplo, es descnta por los
[TJVI · ·
Quizá sea ya h?ra de ~is_ti~guir entre jerga y algo que es esencia} anti-sociólogos con las metáforas militantes de «campos en guerra►> Y
para todo pensamiento d1sc1phnado, el lenguaje técnico. El Ieng • « uerra destructiva». Quizá debieran h~cer un_a pausa antes de ~bogar
, ·
t ecmco f d . UOJe
es una arma e pensamiento y comunicación más precisa g n acuerdo monolítico en cuestwnes mtelectuales. Seria una
condensada que el lenguaje coloquial. Está pensado para fijar u y F" ·
·osa lectura de la historia del pensamiento · que 1a ausencia
el sugenr .
de~erminados significa_~os en lo,s qu~ cada palabra no tiene idealme~~;
curi . - - 1 "
de desacuerdo da testimonio de ~na ~~sc1plrna en ,ev_o ucton. .
~as que u~a denotac10n y esta_ deliberadamente privada de connota. En cuanto al canon de los antt-socrnlogos que umcamente les atn-
c~ones. La Jerga, por el contrano, es una confusa y verborreica imita. buye a ellos el acceso a la sabiduría del pasado que se ha c~nservado
c1ón del lenguaje técnico. -desde Platón hasta Montesquieu y Burke- basta con enunciarlo para
_Que el lenguaje resulte poco familiar o poco estético no es criterio que se refute a sí mismo. .
váhdo: J_erga y lenguaje té~nico resultan semejantes para alguien sin Puesto que los anti-sociólogos imponen sus gro_tescas .ver~rnnes de
conocimientos de la disciplina en la que se emplea ese lenguaje, los métodos de investigación sociológica _a un públ~co dem~s1ado oc~-
Todo esto'no es más que el prólogo a la pareja de cánones que cons. do para hacer sus propias comprobactones, sera conveniente declf
tltuyen la base del credo del anti-sociólogo. Brevemente expuestos ~
unas pocas palabras sobre estos métodos. Los c1e~tt . 'fi1cos soc1~ ·1 es no
estos cánones mantienen, primero, que no se pueden descubrir ver~ creen que sea ya suficiente describir el comportamiento, las actltude~,
dades sociológicas porque no existen uniformidades detectables en el los valores y las relaciones sociales que prevalecen e~ una compleJa
comportamiento humano debido a que el hombre es incorregiblemente iedad simplemente con la base de una amplia pero dispersa sene de
imp_revisible. Y segundo, que los sociólogos son un peligro para la B . d' .
documentos, tanto públicos como privados, m me rnnte conJet_uras con
sociedad, porque proporcionan los conocimientos mediante los cuales una base relativamente sólida sobre lo que las personas piensan Y
los hombres pueden ser moldeados para encajar en un nuevo y detes• sienten. Los estudios sobre el pasado histórico, por supuesto, no per-
table orden social. No necesito caricaturizar la lógica de los anti-soció- miten otra alternativa. Pero al estudiar las sociedades de hoy, estos pro-
logos porque ya se han encargado ellos de hacerlo antes. Sólo necesito cedimientos están cediendo terreno ante métodos sistemáticos, aunque
reflexíonar sobre ella. todavía muy lejos de la perfección. _
Parece claro que si no existen uniformidades que puedan ser descu• Uno de esos métodos es el «sondeo por muestreo», que mdaga _las
biertas acerca del hombre en sociedad, no llegará a haber conoci- costumbres y actitudes de un grupo seleccionado como representat~vo
mientos sociológicos que puedan emplearse para regimentado. Si los de una población más amplia de la que se extrae la mu_estra. Este tJpo
anti-sociólogos admitieran que existen tales uniformidades, difícilmente de encuesta es ya parte del panorama intelectual. Sm embargo, la
mantendrían que esas uniformidades puedan ser descubiertas por la «recogida de opinión» de la prens~ popular tod~;ía no empi~za_a repro-
deficiente sociología actual, con sus estadísticas inaplicables, su destar- ducir los usos analíticos que persiguen los soc10logos academ1cos con
talada jerga, y su total falta de comprensión de la naturaleza humana. tales sondeos. , ,
Forzados a reconocer que existen uniformidades que se pueden des• Más aún con este instrumento sucede como con los ciernas: las cn-
cubrir en la vida social y que la moderna sociología, a pesar de todas sus ticas más de.moledoras sobre su mala utilización han surgido, no de los
limitaciones, descubre algunas de ellas, ¿propondrían exorcizar estos anti-sociólogos que sólo saben de él mediante una inspección casu_al,
conocimientos por temor a que fueran usados para violar los valores de sino de los sociólogos profesionales que están preparados para estudiar
la civilización? En esta última línea de retroceso, los anti-sociólogos sus experiencias con él, a veces decepcionantes. Porque ellos, al ~enos
tendrían que aliarse con los anti-intelectuales y los totalitarios unifor- los mejores entre ellos, saben que, sea cual fuere el valor de un mstru-
218 ROBERT K. MERTON LOS CÁNONES DEL ANTI-SOCIÓLOGO 2/9

mento de inve~tigació_n, son las _preguntas que se hacen en la encuesta alares y cambiantes de estructuras sociales y de cultura. Esto significa
las que determman la importancia de los resultados. Si las preguntas \e la sociología se mueve en un espectro de temas y problemas
triviales, las respuestas lo serán también. son ~plio, variado y a menudo desconcertante para el profano.
Para la sociología como para la mayoría de las otras disciplinas ci Al hacerlo, una de sus funciones principales es someter las creen-
tíficas, el cerebro electrónico ha surgido como un nuevo recurso. e en. cias populares sobre el hombre y sus obras a una investigación respon-
trariamente a lo que se imaginan los anti-sociólogos, esta máquina 00 ºº· able. Como he indicado, el sociólogo se pregunta acerca de muchas de
la mente universal de nuestros días. Hay que decirle Jo que tiene qes \tas creencias, «¿Es esto así realmente?». Por ejemplo, la suposición
h acer. Pero, como sucede con la mayona , . lle
. de las creaciones de la t,ec. eopular de que la proporción de movilidad social en América había des-
mea, el cerebro electrónico tiene la capacidad de apartar a los hombr ~endido recientemente ha sido puesta en duda mediante datos sistemá-
de la consecución de las metas que realmente tienen importancia. :~ ticamente reunidos.
cerebro tienta a sus cuidadores para que arrojen en sus mandíbulas tod La supuesta desintegración de la familia americana, con funerales
. d o
tipo e datos crudos y esperen a que aparezca el producto completa- celebrados regularmente sobre sus restos mortales por aquellos que
mente digerido que carecerá en sí mismo de sentido si el pensamiento deberían saber que no es así, ha resultado ser engañosa; análisis en pro-
de los que se ocupan del cerebro electrónico tampoco lo tiene. Las víc- fundidad de los datos sobre divorcio y muerte descubren que los matri-
timas en potencia, debido a su formación profesional, son las más pre- monios americanos permanecen intactos ahora con más frecuencia que
paradas para reconocer este peligro y contrarrestarlo. en otro tiempo. O, para referirnos a una última suposición amplia-
Con o sin el cerebro electrónico, la sociología actual no trata de sus- mente difundida, las personas que rechazan creencias religiosas orto-
tituir la ciencia por la ética o la estética ni de reemplazar el humanismo doxas no manifiestan una mayor tendencia hacia la comisión de delitos
por el cientifismo. Cada sociólogo responsable, y no son demasiado que las personas que se mantienen firmes en esas creencias.
pocos, sabe que sus conocimientos no son un sustituto del pensamiento Algunos de los hallazgos de la sociología tardan mucho tiempo en
humanista. convertirse en datos de dominio público. Por espacio de más de una
El pensador humanista, por su parte, reconoce que el científico generación, los sociólogos han hallado que organizaciones complejas de
social que sabe lo que se trae entre manos busca sólo lograr una com- las más diferentes clases -económicas, políticas, militares, educativas-
prensión de ciertos aspectos, no todos, del comportamiento de los hom- manifiestan las mismas tendencias. Estas tendencias forman el «hombre
bres y de la organización de la sociedad humana. La distancia intelec- 1 burocrático>), que se ve moldeado por presiones que nacen de la misma
tual entre humanista y científico social ha empezado a acortarse. El organización para adecuarse a sus reglas incluso cuando esto significa
difunto Gilbert Murray, crítico y erudito clásico, dijo que la sociología que la adecuación impide hacer el trabajo de manera efectiva. Hasta
estaba «destinada a dar frutos abundantes y siempre en aumento». El qué punto esto es inevitable_ es algo que todavía queda por ver, y actual-
periodista político Richard Rovere ha observado que «aquellos de mente están en marcha investigaciones para descubrir cómo se pueden
nosotros que han sido educados en el siglo xx pensamos habitualmente contrarrestar estas tendencias.
en términos sociológicos, tanto si tenemos formación sociológica como Premisa fundamental de la sociología es que, en el curso de la inte-
si no». racción social los hombres crean nuevas condiciones que no figuraban
Después de todo esto, resulta natural preguntar: ¿qué está pasando entre sus pro;ósitos. Racionalidad a breve plazo produce a veces irra-
en la sociología y qué valor tiene? Sería estúpido contestar esta pre- cionalidad a largo plazo. Medidas de sanidad pública se tuercen; incen-
gunta delimitando las fronteras de la sociología, como si fuera un solar. tivos financieros pueden llevar a una disminución en lugar de a un
No es así como se distingue la propiedad intelectual. Pero podemos al aumento de producción; castigos muy severos puedeµ aumentar la
menos en este breve espacio esbozar la respuesta. delincuencia en lugar de hacerla disminuir. Una creciente admisión de
En sentido amplio, la sociología está empeñada en descubrir cómo todo esto se ha convertido en una de las fuentes para que se haga un uso
el comportamiento y el destino del hombre se ven afectados, si es que más amplio de la investigación sociológica en campos tales como la
no minuciosamente gobernados, por su situación dentro de tipos parti- medicina y la sanidad pública, la asistencia social, el derecho, la educa-
220 ROBERT K. MERTON

ción, el clero, la arquitectura y la planificación urbana, los negoci


sindicalismo y la agricultura, os, el
Sin embargo, hay que añadir que los sociólogos, quizá meJ·or
. "l b . que lo,
an t1-soc10 ogos, sa en que solo ahora estan empezando a adquirir los
. . conoc¡
m1entos que se precisan para enfrentarse con los muchos males • ·
. . soc1ales
que e1 hom bre tiene la mveterada capacidad de contraer.
Los sociólogos necesitamos que se nos salve de los anti-soc,· · ¡
·¡ 1 f oogo,
so o en o re erente a las exageradas afirmaciones que hacen b
. , . S . sore
nue_s t ras,proezas y ex1tos. on ellos, no nostros, quienes dicen que «la
so~10logia es un_a fuerza po~erosa_ ~n este país». S~n ellos, no nosotros
quienes hacen la absurda afirmac10n de que la soc10logía tiene el d '
¡ •· d · POer
Y e propos1to e convertir a los hombres en robots y construir un n
dt ,. . uevo
~r e~, ecno~ra~1~0. L?s hombres y las muJeres que trabajan en lainves-
t1gacmn soc10log1ca tienen esperanzas más modestas y menos sádic TERCERA PARTE
Como sus colegas en otras disciplinas eruditas y científicas recono as,
t · · , cen
que es a «c1~nc1a muy nueva sobre un tema muy antiguo» todavía tiene
mu~ho ~~mmo q~e andar. '( _sin inquietarse por los cañonazos de los
ant1-soc10logos, siguen metod1camente adelante en su camino.
11. LA DISCRIMINACIÓN Y EL CREDO AMERICANO

Una función primaria de los sociólogos es descubrir los determi-


nantes y las consecuencias de diversas formas de comportamiento
social. En la medida en que logran cumplir este cometido, aclaran las
posibles opciones para acciones sociales organizadas en determinadas
situaciones, así como las probables consecuencias de cada una. En este
sentido, no existe una clara distinción entre investigación pura e investi-
gación aplicada. La diferencia se da más bien entre investigación con
implicaciones directas para problemas particulares de acción social e
investigación que está alejada de estos problemas ( 1). Con cierta fre-
cuencia, investigaciones básicas que sólo han logrado aclarar conceptos
previamente confusos pueden tener sobre los problemas de la sociedad
una influencia inmediata muy superior a la de la investigación aplicada
orientada exclusivamente hacia estos problemas. Por lo menos, ésa es la
suposición en que se basa el presente trabajo: el aclarar conceptos apa-

Reimpreso con permiso de Discrimination and National Welfare, R. M. Maclver, editor


(Nueva York, Harper & Brothers, 1948), págs. 99-126.
(1) Las implicaciones de esta idea han sido dilucidadas en un trabajo publicado quince
años después de éste: R. K Merton, «Basic Research and Potentials of Relevance», en
American Behavioral Sc1entist, 6 (mayo de 1963), págs. 86-90.

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