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Feminismo(s) y Marxismo ...

Feminismo(s) y Marxismo: ¿una boda “mal lograda”?

Texto de Manuela Tavares1, Deidré Matthee2, Maria José Magalhães3, Salomé Coelho4

Los debates de las décadas de 1970 y 1980 acerca de una “infeliz” boda entre el
marxismo y los feminismos (Eisenstein, 1979; Hartmann, 1981) vuelven a proyectarse
en la actualidad frente a los desafíos puestos en la (re)construcción de una corriente
feminista de izquierda. La intención de esta comunicación no es retomar esos debates,
sino sacarles los principales puntos de referencia a partir de un cuadro en el cual las
críticas post-estructuralistas y post-modernas no pueden ser ignoradas. A pesar de la
utilidad de las críticas post-estructuralistas (Foucault, Gramsci, Laclau, Mouffle) para
exponer algunos excesos del estructuralismo, se percibe en la actualidad un
aligeramiento de la importancia de la crítica social con origen en la teoría marxista o en
el propio pensamiento de Karl Marx.

La fuerza analítica y la profundidad histórica de las categorías y herramientas marxistas


para el análisis de la opresión de las mujeres fueron puestas en entredicho por el
feminismo radical de la década de setenta del siglo XX, con base en una cuestión
crucial: la no valorización de las relaciones de producción y, como consecuencia, de las
contradicciones de género en la sociedad. Aunque Marx y Engels hayan afirmado que la
reproducción, esto es, la “producción de las personas” era tan importante como la
“producción de bienes”, por lo que el modo de producción tendría esta doble dimensión,
lo cierto es que este pensamiento no ha sido desarrollado. Así, son las feministas
socialistas marxistas que buscan romper con un cuadro estático de la teoría marxista y
enriquecer el análisis sobre la opresión de las mujeres.

Sheila Rowbotham (1972), Juliet Mitchell (1973) e Zillah Eisenstein (1980) son algunas
de las más destacadas feministas socialistas que, atentas a las críticas del feminismo
radical, intentan abrir camino hacia el feminismo socialista al introducir un análisis más
complejo de la opresión de las mujeres, considerando factores como la producción,
reproducción, sexualidad y socialización (Mitchell, 1973). Combaten la visión estrecha
según la cual esta opresión tendría como base solamente las relaciones de explotación
capitalistas. La introducción del concepto de patriarcado por las feministas de la
corriente radical es retomado por las marxistas, que profundizan este análisis en el
sentido de que el capitalismo y el patriarcado no han surgido como sistemas autónomos,
sino como dos sistemas de dominación que interactúan t se alimentan mutuamente.

De acuerdo con la corriente feminista socialista, la división sexual del trabajo es


esencial para la reproducción del capitalismo y para mantener la subordinación de las
mujeres. Sin embargo, otros factores de dominación también son considerados. Las
discriminaciones sobre las mujeres surgen no sólo en su relación con el sistema
económico, sino también con el sistema de una dominación masculina hegemónica. No
se trata de privilegiar el género o la clase, sino de entrelazar estos ejes de dominación

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entre sí y con otros, considerados olvidados por la propia corriente socialista-marxista


del feminismo, como la etnia y la orientación sexual.

A pesar de los esfuerzos de las feministas socialistas marxistas para fomentar el tan
deseado reencuentro entre feminismos y marxismo, los estragos de un marxismo
impregnado de dogmatismo se hicieron sentir hasta los tiempos actuales.

En este siglo, en lo que respeta al feminismo está puesto un doble desafío al marxismo:
encontrar respuestas teóricas a las críticas feministas de las décadas de 1970 y 1980 y
enfrentar las nuevas críticas post-modernas, lanzando las bases para una corriente
feminista de izquierda que sea capaz de tener pensamiento y acción movilizadora frente
a la corriente neoliberal e institucional del feminismo, que ha venido a dominar en
Europa. En este cuadro de globalización neoliberal, cabe a las y los marxistas de hoy
crear condiciones para que la lucha feminista dispute terreno al neoliberalismo en el
pensamiento y en la agenda política.

Esta comunicación buscará dar algunas contribuciones en este sentido, focalizando los
siguientes aspectos: aportes y limitaciones del marxismo; los estragos del dogmatismo;
el peso de la corriente neoliberal de los feminismos; ligaciones y tensiones entre
feminismos y post-modernidad; y los desafíos actuales: la reconstrucción de una
corriente política de izquierda de los feminismos.

Los orígenes del feminismo: aportes y limitaciones del marxismo

Los orígenes históricos del feminismo se sitúan en la izquierda, como proyecto de la


modernidad, aunque impregnado de contradicciones e el asumir de la ciudadanía de las
mujeres. Hijo no deseado de la ilustración, el feminismo surgió en sinal de protesta5,
dado que el tiempo de los derechos no ha sido el tiempo de las mujeres para los
principios mentores de la revolución francesa.

Las nuevas contribuciones para el feminismo surgen casi un siglo después, por medio
de los socialistas utópicos6, de mujeres como Jeanne Désirée – fundadora del periódico
La Femme Libré –, Claire Demar, Pauline Roland, Flora Tristan, Jeanne Deroin y de
hombres como J. Stuart Mill o aín de Louise Michel por su papel en la “Comuna de
París”. No obstante todo ello, es en el pensamiento de Marx y Engels que se estructura
el análisis de las raíces históricas de la opresión hacia las mujeres y se producen las
principales herramientas teóricas para entender las relaciones de poder y su
reproducción en el proceso de opresión y explotación de las mujeres. Fue significativo
que, en 1884, Engels haya afirmado que, con el desmoronamiento del derecho materno,
“a mulher se viu convertida em servidora, escrava da luxúria do homem e em simples
instrumento de reprodução”7. Del mismo modo fueron importantes las posiciones de
Auguste Bebel, de Marx y de Engels contra las posiciones proudhonianas, que
condenaban el trabajo de las mujeres fuera de casa, o de Rosa Luxemburgo al oponerse
al Partido Obrero Belga, que excluía las mujeres del sufragio universal, o aún de
Alexandra Kollontai, que tempranamente ultrapasó los limites consensuales del
pensamiento marxista establecido, incorporando en su análisis factores más amplios
para la emancipación de las mujeres como la sexualidad y la revolución de las
mentalidades.

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Desvalorar el alcance histórico de estos aportes no es tan sólo ceguera; es hacer del
marxismo una “biblia” que tiene que ser seguida independientemente de la evolución de
los tiempos y de las limitaciones marcadas por los contextos de cada época histórica.
Como afirma Barbara Marshall: “To speak of Marx is one thing; to speak of Marxism is
quite another”8, en la medida en que la historia del marxismo tiene que ser puntualizada
por debates, clarificaciones, reinterpretaciones y reflexiones críticas.

No esperemos, pues, que Marx y Engels hayan dado respuestas para todo. Lo
importante es comprender su base fundamental de análisis crítica, el método histórico,
la abertura de perspectivas que se harían posibles nuevos desarrollos del marxismo. De
esta forma, consideramos como principales aportes del marxismo para el feminismo:

- La desnaturalización de la opresión de las mujeres, combatiendo el determinismo


biológico.

- El análisis histórico de los orígenes de la opresión de las mujeres, que aunque limitado
en algunos campos, abrió perspectivas para profundizaciones futuras.

- El análisis marxista permitió entender la familia como un fenómeno social en


evolución y establecer la correspondencia entre las transformaciones estructurales en las
relaciones familiares y los cambios en la división sexual del trabajo.9

- Para el feminismo es importante la ligación que el marxismo hace entre ideología y


intereses materiales y su papel en la reproducción de formas específicas de relaciones de
poder en la sociedad.

Las limitaciones del marxismo en el área del feminismo se acentuaron con la


dogmatización teórica, que desconsideró, como anteriormente fue referido, las
contribuciones de las feministas socialistas-marxistas en la profundización del análisis
de las raíces de la opresión de las mujeres y de la sexualidad como territorio de ejercicio
de poder.

Los estragos del dogmatismo y los aportes de las feministas socialistas para alterar
la visión estática del marxismo

La dogmatización del marxismo trajo consecuencias que llevaron al alejamiento de los


feminismos. Es importante saber qué limitaciones surgieron en este campo. En primer
lugar, se reprodujo una visión limitada de los feminismos. El feminismo no fue
entendido en sus diversas corrientes y llegó a ser excluido del vocabulario marxista.
También el no reconocimiento del peso de las contradicciones de género en la sociedad
tuvo como origen la idea de que la contradicción capital/trabajo absorbía todas las otras:
de género, etnia, orientación sexual, lo que provocó, además de la pérdida de elementos
democráticos, la erosión de la base social de las primeras experiencias de socialismo.

En segundo lugar, se estableció el pensamiento esquemático en diversos aspectos. La


ligación se resumió entre emancipación de la mujer y propiedad privada: “La
emancipación de la mujer será fruto de la eliminación de la propiedad privada”, frase
que se volvió célebre, buscando traducir la necesidad de alteración de la base material
de la sociedad para que se crearan las condiciones para la emancipación de las mujeres.

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El esquematismo en este pensamiento produjo sus efectos, haciendo secundaria la lucha


más específica de las mujeres.

También la simple “ecuación” mujer en la producción = independencia = emancipación


fue encarada como una cuestión casi inmediata, que no ayudó a la profundización
teórica. Si “el primero paso para la emancipación de la mujer es su integración en el
mercado de trabajo”, la vida ha probado que este paso queda corto si no se considera las
dobles y triples tareas que pesan sobre la vida de las mujeres y las relaciones de
dominación/subordinación que marcan las contradicciones de género. Estudios
recientes, como el de Cláudia Nogueira, afirman que “a crescente inserção das mulheres
no mercado de trabalho tem sido acompanhada por um significativo processo de
precarização da força de trabalho feminina”. Agrega aún que “as suas tarefas
reprodutivas continuaram em grande medida inalteradas”. Esto permite observar que las
mujeres trabajadoras continúan a asumir funciones productivas y reproductivas, lo que
significa la manutención de la doble jornada de trabajo y “uma outra forma de
precarização imposta pelo capital à mulher”.10

El marxismo tampoco llevó hasta las últimas consecuencias el análisis de Engels que
permitía otra profundidad en el estudio de la relación sexual como un territorio de
poder. “O ângulo classista não basta para ler e interpretar o código desta relação sexual
[...] É que a fundamentação ideológica deste registro ultrapassa a realidade da classe e
legitima-se directamente na ideologia sobre o feminino e o masculino, na polaridade,
entendida de base biológica, da mulher como elemento passivo e do homem como
activo”.11

Considerando que la alteración de las relaciones de producción constituye un factor


esencial en un camino emancipatorio de las mujeres, la visión dogmática del marxismo
no valorizó los aportes de las feministas socialistas/marxistas que, en la década de 1970
y 1980, alertaron para la realidad de que las relaciones de género hayan asumido gran
relevancia, no sólo en el capitalismo como en socialismo, pues la dominación masculina
seguía a hacerse sentir en las relaciones de poder. Esta es hecho una lucha política y
cultural a pasar por medidas concretas sin tiempo de espera para nuevas consciencias
sociales adquiridas a lo largo de los años.

Al buscar responder a las críticas de la corriente radical del feminismo en relación al


marxismo, algunas feministas socialistas/marxistas profundizaron algunos aspectos del
marxismo que fueron ignorados por la corriente oficial. Se perdieron, de este modo,
aportes teóricos que habrían sido esenciales para el pensamiento marxista en una
perspectiva de evolución de esta corriente política. Juliet Mitchekk escribe en 1973
Woman´s Estate, reconociendo el patriarcado como un sistema de dominación
masculino relacionado con el sistema económico y las relaciones de producción. Sheila
Rowbotham escribe en Women, Resistence and Revolution (1972) que es necesario tener
en cuenta tanto las relaciones sociales de producción como as de reproducción en
cualquier teoría revolucionaria. Zillah Eunsenstein considera que una comprensión
separada del capitalismo y del patriarcado no puede abarcar el problema de la opresión
de las mujeres (Patriarcado capitalista y feminismo socialista, 1980).

El enfoque de la opresión de las mujeres es enriquecido por el feminismo marxista que,


a partir del análisis de Engels de que el desmoronamiento del derecho materno había
sido la primera derrota del sexo femenino y de que “a mulher se viu convertida em

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servidora, escrava da luxúria do homem e em simples instrumento de reprodução”12,


alargó el concpeto de opresión de las mujeres, no sólo como clase, sino también como
mujeres subordinadas al poder masculino.

Heidi Hartmann escribió, en 1980, acerca de una boda mal lograda entre marxismo y
feminismo y de la necesidad de una reaproximación13. Cualquier intento de reencuentro
sólo podrá ser realizado si el marxismo sea encarado como una ciencia viva en
constante evolución y si logra dar nuevas respuestas desligándose del dogmatismo en
que se asentaron las primeras experiencias de socialismo, en general incapaces de
alterar la jerarquía de género, lo que a su vez hizo perder, por este y otros motivos, el
carácter emancipador anunciado.

El reencuentro entre marxismo y feminismo pasa por se entender los desafíos hoy día
puestos en el cuadro de la globalización, en que se alargan los espacios para el
feminismo, con millares de mujeres que ganan consciencia de su situación de
subalternidad.

Según Maria José Magalhães, es necesario profundizar de qué forma la subordinación


de las mujeres se articula con la explotación capitalista y la opresión de las personas en
función de la “raza”, la “etnia” y de la orientación sexual. “É isto que um feminismo
liberal não consegue oferecer. Incapaz de compreender de que forma a posição
subordinada das mulheres se encaixa num conjunto de outras subordinações e
opressões, o feminismo liberal impede um trabalho conjunto com outros movimentos
sociais, fracturando alianças e obstaculizando acções em prol da transformação global
da sociedade”.14

Existe una profundo contradicción entre el discurso neoliberal y de derecha y el espacio


para el feminismo que se ha venido creando en la última década. Hay que entender las
contradicciones que están puestas a este nivel, también en el seno de las clases
dominantes.

La corriente liberal e institucional del feminismo, el adviento del feminismo de


derecha y la necesidad de una corriente política de izquierda de los feminismos

Por el contexto histórico vivido, el feminismo liberal asume, actualmente, contornos


“neoliberales”, que impiden la incorporación de factores de transformación social
emancipatorios. A partir del ejemplo de las antigas aspiraciones del feminismo liberal
para que las mujeres se afirmaran profesionalmente y combatieran su estatus de “ama de
casa” (Betty Friedan, 1963), se asiste en la actualidad a un “empuje” de las mujeres
hacia el trabajo de tiempo parcial, para que exista “un equilibrio entre vida profesional y
familiar”. Las discriminaciones salariales de las mujeres en relación a los hombres, a
pesar de las leyes que prohíben tal situación, tienen como origen la concepción de que el
trabajo de la mujer fuera de casa asume siempre un contenido suplementar en el salario
básico familiar, así como la creciente “genderización” segmentada del mercado de
trabajo representa una de las falencias del feminismo liberal al considerar que medidas
legislativas sobre igualdad serían la garantía de esta misma igualdad.

De este modo, la idea de que la igualdad formal concede las condiciones necesarias y
suficientes para que las mujeres puedan alcanzar sus derechos constituye un telón de

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fondo de toda actuación de esta corriente del feminismo, aunque sea posible se
registrarse algunos “detalles” frente a la falencia de tal presupuesto.

Para Chantal Mouffe, “as feministas liberais têm vindo a lutar por um largo conjunto de
novos direitos para as tornar iguais cidadãs, mas sem transformar o modelo liberal da
política e da cidadania” (1992: 373).

Heidi Hartmann escribió en 1980, sobre la boda mal sucedida entre el marxismo y
feminismo y de la necesidad de una aproximación.13 Cualquier tentativa de
reencuentro solo podría ser hecha se El marxismo fuera encarada como una ciencia viva
en constante evolución.. Saber dar nuevas respuestas cortando con el dogmatismo en
que se asentaran las primeras experiencias de socialismos incapaces de alterar la
jerarquía del género perdido. Por este y otros motivos, el carácter emancipador
anunciado

El rencuentro entre feminismo y marxismo pasa por entender los desafíos hoy
colocados, en el cuadro de la globalización en que se ensanchan los espacios para El
feminismos, con millares de mujeres que ganan conciencia de su situación de
subalternidad

Según Maria José Magalhães, es necesario profundizar de qué forma la subordinación


de las mujeres se artícula con la explotación capitalista y la opresión de las personas en
función de la “raza”, de la “etnia”, y de la orientación sexual. “ es esto lo que un
feminismo liberal no consigue ofrecer. Incapaz de comprender de qué forma la situación
subordinada de las mujeres se encaja en un conjunto de otras subordinaciones y
opresiones, El feminismo liberal impide un trabajo conjunto con otros movimientos
sociales, fracturando alianzas, y obstaculizando acciones en pro de la transformación
global de la sociedad”14

Existe una profunda contradicción ente el discurso neoliberal y de derecha y el espacio


para el feminismo que se ha formado en la última década. Hay que entender las
contradicciones que están colocadas a este nivel, aún siendo estas las de las clases
dominantes.

La corriente liberal e institucional del feminismo, el advenimiento de feminismos


de derecha y la necesidad de una corriente política de izquierda de los feminismos

Por el contexto histórico que se vive, el feminismo liberal asume, actualmente


contornos “neoliberales”, que impiden la incorporación de factores de transformación
social emancipatorios. Tomando como ejemplos las antiguas aspiraciones de feminismo
liberal para que las mujeres se afirmasen profesionalmente y combatiesen su estatuto de
“amas de casa” (Betty Friedan, 1963), se pasa en la actualidad a “empujar” a las
mujeres al trabajo de tiempo parcial, para que exista un “equilibrio entre vida
profesional y familiar”. Las discriminaciones salariales de las mujeres en relaciona a
los hombres, a pesar de las leyes que prohíben tal situación, tienen como origen la
concepción de que el trabajo de la mujer fuera de casa asume siempre un contenido de
ser suplementario de no “ganar el pan” de la familia, así como la creciente
“genderização” segmentada del mercado de trabajo representa una de las falacias del
feminismo liberal, al considerar que las medidas legislativas sobre igualdad serán el
garante de esa misma igualdad.

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De este modo, la idea de que la igualdad formal genera las condiciones necesarias y
suficientes para que las mujeres puedan alcanzar sus derechos, constituye en el fondo de
toda la actuación de esta corriente de feminismo, sin embargo existen “matices” en
esta posición.

Para Chantal Mouffe, "las feministas liberales han luchado por un conjunto de nuevos
derechos para tornase ciudadanas iguales, pero sin transformar el modelo liberal de la
política y de la ciudadanía". (MOUFFE, 1992:373).

La idea de que estando consignados en leyes, los derechos las mujeres podrían, ellas
mismas, a través de su autodeterminación alcanzar poder y éxito comenzó a ser el
camino teórico. Naomi Wolf defendia, en 1993, en su libro "Fire with Fire", el "poder
feminista". Este consistía en el rechazo a la victimización de la mujer, en la relazación
de sus objetivos de vida con su éxito, en base a un camino individual de autonomía y
"self-determination" (libre determinacion o autodeterminacion).

El discurso neoliberal surge, así, en la lógica individual de los caminos de cada mujer.
¿Para qué sirven las luchas feministas si cada mujer puede, por mérito propio, alcanzar
la igualdad y el éxito? Una cultura de competitividad individual gana peso, olvidándose
de las circunstancias sociales, que pueden restringir las oportunidad de casa mujer. La
igualdad de oportunidades existe porque el cuadro legislativo consigna derechos, peor
no quiere decir que las leyes serán aplicadas. Con todo, las "discriminaciones positivas"
son encaradas como medidas proteccionistas y paternalistas de las mujeres, en base en
afirmaciones como la de Margaret Thatcher: "Yo tuve éxito por mérito propio; las
mujeres no deberían esperar por favores o trato especiales". La materialización de los
derechos es considerada una cuestión de evolución de las mentalidades. Se desvaloriza
el papel del Estado en la creación de condiciones sociales. La socióloga Nancy Fraser
considera que una de las fallas de la retórica liberal es proclamar una igualdad sin
buscar igualar las condiciones sociales a través de un paradigma redistributivo
(FRASER, 1999).

El feminismo liberal en los tiempos actuales acaba por estabelecer puentes con el
neoliberalismo, tomando como realidad a las mujeres blancas de la clase media e
ignorando las enormes desigualdades sociales existentes entre las mujeres de diferentes
clases sociales e "razas".

También la configuración contemporánea de la "ciudadanía femenina", sobre la base de


supuestos liberales, han sido el blanco de la crítica feminista, como Diana Coole al
considerar que las mujeres se coloca como "ciudadanos", permanece un conjunto de
contradicciones su inserción en la historia en los términos masculinos o de la
identificación con ese mismo poder (COOLE, 1995:225). Una concepción liberal
abstracta de "ciudadano" como un lenguaje universal neutro en mascara las diferencias
existentes e reproduce un discurso basado en una masculinidad hegemónica de donde
las mujeres son excluidas. No se trata de un lenguaje de inclusión, pero si de exclusión..
Carole Pateman (1997), considera que las mujeres fueron excluidas del espacio público
y Del proyecto de ciudadanía a pesar de ser “emancipadas” en términos de la retórica
oficial.

Según la socióloga Madeleine Arnot:

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" las formas de ciudadanía existentes se fundamentan en la exclusión de las mujeres del
poder y en la falta de conocimiento de las diferencias en la vida política. Estos ideales
abstractos de ciudadanía parecen no considerar las experiencias vividas por las mujeres
(...). AL mismo tiempo, argumentamos que es necesario ser prudente en la atribución de
demasiada esperanza a un proyecto de ciudadanía basado en un conjunto de «libertades»
ilusorias, que se reformula repetidamente e el cuadro político liberal ( o en el mas
reciente, neo-liberal), que no cumplió las promesas de conferir a todas las mujeres,
independientemente de su posición social, un estatuto de ciudadanía plena" (ARNOT,
2003:36-37).

La investigadora feminista Íris Marion Young coloca también en causa una ciudadanía
universal que diluya las diferencias, pues tal concepción perjudica a los grupos más
desfavorecidos. Defiende una ciudadanía diferenciada, que permita alcanzar, de forma
universal, la igualdad y la justicia. Defiende aun un conjunto de mecanismos, que
permitan la representación con voz de los diversos grupos excluidos, entre los cuales las
mujeres (YOUNG, 1996).

La necesidad de la re (construcción) de una corriente política de izsquierda del


feminismo surge como una forma de quitar el espacio al feminismo liberal e
institucional dominante en Europa, así como por la llegada de una corriente feminista de
derecha que gana algunos horizontes preocupantes.

Cuando Susan Faludi publicó, a comienzos de los años noventa, su libro, Backlash16,
ella criticaba las ideas en aquel entonces divulgadas en la sociedad norteamericana de
que las mujeres tenían alcanzado la igualdad de derechos, tenían logrado a acceder a
brillantes carreras profesionales y a lugares en el poder económico y político, sin que
fuesen felices. Estudios de diversas universidades afirmabam que el mito de la
independencia feminista tenía caído, pues las mujeres se habían vuelto en "seres
amargados, carentes de amor, desumanizadas por las propias carreras profesionales e
inseguras sobre su verdadero sexo". (FALUDI, 1993:13)

Este balance pesimista sobre la lucha feminista de las décadas de 1960 y 1970 se
asociaba al furor de los políticos de la Nueva Derecha en la condenación a la
independencia de las mujeres y al furor de las manifestaciones de los movimientos anti-
elección contra el aborto, llegando incluso a lanzar bombas incendiarias sobre las
clínicas que lo praticaban.

En una entrevista al periódico "Sunday Times", en 1995, Susan Faludi declaraba:

"En los años 80 los adversarios de las feministas tenían como principio "la zanahoria y
el colorete labial". Hoy, no conocen más que el colorete labial. Van desde los métodos
brutales de intimidación y de violencia de los grupos anti-aborto, hasta la satanización
de la teoría e de la práctica feminista, pasando por el desmantelamiento de la red de
apoyo social, que alcanzan en especial a las mujeres".

Algunos de los presupuestos de esta ofensiva contra el feminismo sirven actualmente de


base para el feminismo neoconservador o de derecha, que viene ganando terreno no
solamente en los Estados Unidos sino en algunos países europeos.

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La economista alemana Eva Herman es la autora de un "tratado" de 262 páginas contra


el feminismo, en su libro: El Principio de Eva, donde afirma: "Fuímos fácilmente
seducidas por las oportunidades de la carrera, cuando en realidad es más saludable el
mundo sano y colorido de los niños y la atmósfera del hogar que un puesto de trabajo
frío y en algunos casos solitário". Eva Herman y Christa Muller son protagonistas de
una campaña en Alemania para reivindicar más ayuda a las amas de casa de modo que
las mujeres cambien su empleo por el cuidado con la casa y con la família.17

La diputada noruega del partido demócrata cristiano Janne Haaland Matláry publicó, a
comienzos de 2000, el libro Para un Nuevo Feminismo,18 en donde acusa al "viejo
feminismo" de las décadas de 1970 y 1980 de ter despreciado la familia y la maternidad
y de su falta de visión antropológica basada en el reconocimiento de la diferencia entre
los sexos, negando así la autenticidad de esa diferencia.

"Las mujeres nunca conseguirán ser felices mientras no comprenden qué tan
profondamente la maternidad define su feminilidad. (...) El verdadero radicalismo de la
emancipación consiste en la liberdad de ser verdaderamente nosotras mismas, de ser
mujeres «en términos femininos». (...) Necesitamos de un nuevo feminismo que tendrá
de partir del principio que la mayoría de las mujeres es madre o desea serlo, de que las
mujeres son diferentes de los hombres y tienen calidades diferentes de la de ellos y de
que una igualdad que respete esta diferencia implica que debemos dejar de tener la
obligación de imitar a los hombres".19

En Portugal, algunas posiciones anti-feministas asumidas por mujeres que estaban


contra la despenalización del aborto se confunden con las ideas de este feminismo neo-
conservador de derecha. Algunas de las ideas difundidas se basan, tal como ocurre en
los Estados Unidos, en las débiles tazas de natalidad, en la sobrecarga de trabajo para
las mujeres que asumen una actividad profesional, en la falta de acompañamiento de los
niños, en el aumento de la esterilidad, en las depresiones y en el mayor uso de anti-
depresivos, en la necesidad de mayor protección a la familia como portadora de valores
esenciales para el funcionamiento de la sociedad.

Janne Haaland Matláry dice que en Noruega existe un número cada vez mayor de
mujeres que se dedican a la familia: "Debemos igualmente preguntarnos si el trabajo
político es más importante que cuidar de nuestros propios hijos. Muchas mujeres se dan
cuenta que solamente ellas pueden ser las madres de sus hijos y que los puestos
políticos pueden ser ocupados por muchas otras personas. (...) Aquello que cuenta en
términos humanos es la pequeña sociedad familiar".20

Las mujeres son, de esta manera, valoradas en función de la maternidad y del cuidado
con la familia, sin embargo no existe una postura clara contra el trabajo de las mujeres
fuera de casa o contra su participación política. La misma autora, en el epílogo de su
libro afirma:

"Partí del principio que hombres y mujeres son diferentes por naturaleza y que tienen,
por lo tanto, diferentes calidades y dones con los cuales pueden contribuir para la vida
social y política. (...) No tengo dudas que las mujeres son, en muchos aspectos, el
llamado «sexo fuerte». Pero ello sólo significa que, para ser fuertes, las mujeres deben
ser ellas mismas, ya que son fuertes por naturaleza. Cualquier imitación del hombre
hace con que la mujer deje de ser auténtica, originando neurosis y frustraciones al invés

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de fuerza. Las mujeres cambiarán el mundo, siempre lo hicieron. (...) Es este el tiempo
de poner manos a la obra".

Se toma como pretexto la "naturaleza" de la mujer en nombre de su afirmación. Apesar


de no tener peso significativo en Portugal los horizontes de esta corriente feminista de
derecha no dejan de estar presentes.

Conexiones y tensiones entre feminismo y posmodernidad.

Las implicaciones del feminismo desde las perspectivas posmodernas están centradas en
las siguientes cuestiones: la deconstrucción del ¨sujeto mujer¨; el rechazo a la narrativa
de la opresión de la mujer, del orden patriarcal y del fin de la opresión; el
reconocimiento a la diversidad de las necesidades y experiencias de las mujeres; el
abandono de la noción de situaciones únicas y universales; la crítica al esencialismo; el
abandono del concepto de patriarcado como totalizador, ahistórico y esencialista.

Las relaciones entre el feminismo, la teoría posestructuralista y la teoría posmoderna


(21) no han sido fáciles, en la medida en que existen posiciones diferentes entre las
feministas, en cuanto a la aplicación de estas teorías al feminismo. Sin embargo, el
feminismo y el posestructuralismo comparten una preocupación con respecto a la
subjetividad: “El movimiento feminista (de la década de 1970) comenzó con la política
de la cuestión de lo personal, desafiando al individuo unificado del liberalismo
aparentemente absuelto, y sugiriendo que en su ceguera con relación al género, el
humanismo liberal separaba las estructuras de privilegio y dominación masculinas”.
(Weedon, 1989:41)

Para algunas feministas, el pensamiento posmoderno al deconstruir al sujeto ¨mujer¨y la


idea de un movimiento feminista basado en la ¨retórica¨de una solidaridad feminista
sustentada en los intereses de las mujeres blancas de clase media, introdujo la
dimensión de fragmentación y de la diferencia, esenciales para que otras dimensiones
del feminismo sugieran, como por ejemplo, el ¨feminismo negro¨. La feminista negra
Heidi Mirza argumentó al igual que el pensamiento posmoderno, que éste ¨permitió la
celebración de la diferencia, el reconocimiento de la diversidad, la presencia de
múltiples y variables subjetividades¨. (MIRZA, 1997:19)

Existen también perspectivas feministas que establecen la semejanza del discurso


posmoderno con algunas ideas del feminismo radical de la década de 1970, en especial
en la identificación de la cultura y del lenguaje como fuentes de poder y resistencia,
expresadas en la obra de Kate Millet: Sexual Politics, o en las nociones de Foucault
sobre la resistencia de los grupos marginalizados. (23)

Según la investigadora Conceição Nogueira, “la afinidad entre el feminismo


contemporáneo y la teoría posmoderna parece residir en el hecho de que comparten un
profundo escepticismo de las reivindicaciones universales, acerca de la existencia, la
naturaleza y poder de la razón, del progreso, de la ciencia, de un self único y unificador.
Nombres como las de Jane Flax, Donna Haraway, Nancy Fraser, Linda Nicholson,
Sandra Harding, Susan Bordo, Nancy Hartsock o Christine Di Stefano son, según
Conceição Nogueira “importantes referencias para el posmodernismo, unas en la
defensa y esperanza que depositan en éste, otras por su posicionamiento crítico”.
(NOGUEIRA, 2001 a:158-159)

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Las críticas feministas a la posmodernidad más radicales surgen de la argumentación de


que el pensamiento ¨posmoderno¨y apolítico, ahistórico, irresponsable y contradictorio¨
procura destruir el movimiento feminista, en la medida en que niega su acción colectiva.

Es un hecho que la negación de la posibilidad de que las mujeres se identifiquen como


grupo impide que la dominación sobre las mujeres sea vista como una cuestión
estructural, dificultando las formas colectivas de resistencia y transformación.

Para la filósofa feminista Célia Amorós “la conexión entre feminismo y posmodernidad
constituye una conexión peligrosa”:

“La Modernidad no tuvo que esperar al posmodernismo para generar sus propias
autocríticas y generar un feminismo críticamente moderno. Los teóricos posmodernos
que se han dedicado a la trabajar con la deconstrucción del sujeto, solamente han
deconstruído una versión inverosímil del sujeto de la modernidad. La muerte del sujeto
y su deconstrucción no es compatible con los objetivos del feminismo (...) El feminismo
apuesta por una sociedad de sujetos verosímiles, libre de jerarquías que oprima a los
géneros y que propicie mejores condiciones para la realización de la práctica de los
sujetos (...). El feminismo presupones un sujeto mínimo que apueste a un proyecto de
sociedad donde pueda surgir un sujeto máximo, entendido éste como un sujeto que
posea un gran nivel de autonomía y capacidad crítico-reflexiva”. (AMORÓS, 1997:24-
26)

Según Célia Amorós, la cuestión del sujeto es de una importancia crucial para el
feminismo, por eso muchas feministas no validan la disfunción que deriva del
diagnóstico posmoderno: “Con esto no se quiere decir que los muertos que la
posmodernidad mata gocen de buena salud, pero que los síntomas en que se basan para
dalos como fallecidos son complejos, ambiguos y susceptibles de otras interpretaciones
(...) cabe preguntar delante de todo esto, como lo hace la teórica feminista Françoise
Collin, parafraseando Hemingway: «Por qué replican las campanas? Qué gana el
feminismo con esos funerales?» (...) Hay quienes quieren bailar sobre sus tumbas,
porque la liberación «auténtica» de las mujeres pasa por la muerte del mito de
emancipación del sujeto de la modernidad. “ (AMORÓS, 1997: 320-321)

Para Virgínia Ferreira, la deconstrucción posestructuralista del sujeto trae serias


implicaciones.

“El desafío representado por este nuevo sujeto descentrado, para el feminismo es doble:
por un lado, deja de contar como un referente, en nombre del cual puede reivindicar y
luchar por el cambio social, pero, por otro lado, no puede autodisolverse, una vez que
las mujeres reales continúan siendo oprimidas, siendo sujetos de prácticas de violencia y
discriminación que «existen» independientemente de su articulación discursiva, y los
medios y modos de esa opresión deben continuar siendo analizados, para lo cual hay
que encontrar una forma no esencialista de definir a la mujeres como «colectivo social»
que no postule una identidad estable y coherente de «mujer». De no ser así, le quita al
individualismo liberal una perspectiva que no deja otras alternativas sino culpabilizar a
las víctimas por la opresión de que son objeto, acusándoles de no hacer mejores
elecciones que conduzcan al éxito social (...)”. (24)

11
Feminismo(s) y Marxismo ...

Según Íris Young “negar la realidad de las mujeres como un colectivo refuerza el
privilegio de quienes de benefician de su opresión, manteniéndolas divididas”
(YOUNG, 1997:18). Por eso, esta investigación propone sustituir el concepto
¨grupo¨por el concepto de ¨clase¨. De este modo, las mujeres no pertenecen a un grupo
que asume una identidad y un proyecto común, sino a una ¨clase¨, que presupone un
colectivo donde cada mujer puede tener sus propias experiencias y características en las
que se ¨unen¨o bien para compartir expectativas de transformación social. Pertenecer a
una clase no implica, de esta forma, una identidad común sino una realidad de hechos
sociales e históricos.

Para María José Magalhães (2004A), uno de los peligros de las teorías posmodernas es
la erosión de una análisis global de la sociedad, que nos permita comprender las raíces
estructurales e históricas de la subordinación y opresión que enfrentamos en cada
momento y en cada territorio. Con todo, valdrá la pena relflexionar sobre algunas
contribuciones de las teorías posmodernas para el feminismo, a pesar de los riesgos que
hay en la acción transformadora y emancipatoria.

"Una teoría feminista, hoy, para ser verdaderamente emancipatoria no puede ser
universalista. No puede pretender que todas las mujeres se identifiquen en las mismas
categorías de análisis como si éstas pudiesen cubrir la diversidad de las situaciones y
experiencias. Las feministas negras, las lesbianas, las de sociedades y culturas no
occidentales han criticado el carácter muchas veces blanco, heterosexual y colonizador
de muchos análisis de la opresión y subordinación de las mujeres. De ahí que sea
necesario sustituir las nociones unitarias de "mujer" y de "identidad de género
femenino" por concepciones plurales y complejamente construidas de identidad social,
viendo el género como una de las cuestiones relevantes, entre muchas otras como la
clase, la "raza", etnia, orientación sexual, edad, capacidad, religión". (MAGALHÃES,
2004a:14)

De este modo, la teoría post-moderna debe asentarse en múltiples categorías, imbuidas


de temporalidades no universalistas. "Los métodos deben ser más comparativos, atentos
a los cambios y a los contrastes, en lugar de buscar leyes; deben evitar la comodidad
metafísica de un único método feminista o de una epistemología feminista".
(NOGUEIRA, 2001b:54)

La crítica post-moderna levanta todavía otros cuestionamientos: ¿El post-modernismo al


proponer el abandono de todas las generalizaciones no conduce a una política
individualista? ¿El sujeto post-moderno fragmentado no es una nueva encarnación del
sujeto masculino con origen en el iluminismo? ¿Cómo sobrevive el activismo feminista
al desmoronamiento de su edificio teórico, que ha sustentado la práctica feminista?

Muchos otros interrogantes han sido formulados por investigadoras feministas como
Nancy Fraser, Susan Bordo, Christine Di Stefano ou Nancy Hartstock, entre otras. Con
todo, las desconfianzas no eliminan los desafíos que han sido colocados a la teoría
feminista. Por eso, Nancy Fraser y Linda Nicholson no dejan de lado la crítica post-
moderna, sino que toman de ella lo que puede ser importante para el feminismo: la
crítica al esencialismo y la necesidad del pluralismo y de la diversidad. Sin embargo,
consideran que el post-modernismo puede estar imbuido de androcentrismo, de
debilidades en el criticismo social y de alguna "ingenuidad política". Piensan, por eso,
que sería posible combinar el poder social crítico del feminismo para analizar el

12
Feminismo(s) y Marxismo ...

sexismo, con un cierto escepticismo con relación a las "metanarrativas". Pero, las
mismas autoras señalan la importancia de mantener un análisis histórico de la situación
de opresión, porque el sexismo existe y las relaciones de poder entre mujeres y hombres
no se reducen a un aspecto de la vida social. De este modo, "la teorización debe ser
explícitamente histórica, atenta a las especificidades culturales de las diferentes
sociedades y periodos, y a los grupos dentro de esas mismas sociedades, esto es, que
localice y sitúe las categorías dentro de campos históricos, y evite el peligro de
generalizaciones falsas". (NOGUEIRA, 2001 a:164)

¿La emergencia de un nuevo sujeto feminista estará, de hecho, siendo colocada? ¿Un
sujeto feminista multifaceteado en términos de clase social, etnia, edad, orientaciones
sexuales, culturas y estilos de vida? Según la investigadora Rosi Braidotti,

"Existe la necesidad de recodificar o renombrar el sujeto feminista, ya no más como un


sujeto soberano, jerárquico y segregador, sino como una entidad múltiple, abierta y en
sintonía (...) Una nueva naturaleza está surgiendo enfatizando la naturaleza específica y
corporizada del sujeto feminista en detrimento de esencialismos biológicos o
psicológicos. (...) Pensar constructivamente sobre el cambio en el pensamiento
feminista contemporáneo requiere una visión del sujeto no como unidad, sino como un
ser multifaceteado con posiciones aún no codificadas pero fascinantes". 25

¿La deconstrucción de las identidades vuelve imposible la lucha feminista? Para


Chantal Mouffe, esta deconstrucción debe ser entendida como una condición necesaria
para la comprensión de la diversidad de las relaciones sociales, siendo que tal abordaje
es importante para las luchas feministas y para todas las luchas contemporáneas. No se
trata, según esta autora, de una total dispersión de las posiciones del sujeto, sino de una
articulación, estableciendo una "cadena de equivalencias entre las diversas luchas en un
proyecto de democracia radical y plural". (MOUFFE, 1996:104-105)

De este modo, las teorías feministas en la actualidad pueden situarse entre el


pensamiento moderno y post-moderno, en un proceso de reformulación, que implica un
diálogo, no exento de contradicciones, entre diversas corrientes teóricas. El desarrollo
de las teorías feministas puede responder a estos nuevos desafíos y a los contextos de un
mundo globalizado, donde crecen las desigualdades y las discriminaciones de género,
de clase, de "etnia" o raza, de formas de vivir las sexualidades, las familias o el amor.
La complejidad de la teoría feminista en los tiempos actuales no debe ser entendida
como una parálisis política sólo porque, a veces, no es posible establecer prioridades o
porque las situaciones de cambio están más imbricadas. Todo lo contrario, esto debe ser
entendido como una potencialidad, en la medida en que las feministas no necesitan
llegar a un acuerdo "universal", pudiendo involucrarse en formas de acción más
puntuales e integrar también sus acciones en las agendas políticas de otros movimientos
sociales.

El marxismo tendrá también que enfrentar los desafíos que se colocan en este campo.

El feminismo socialista-marxista necesita una actualización teórica y entender las


contribuciones que recibió de la corriente radical del feminismo y, además, que el
"feminismo liberal" amplió su espacio, como reflejo de la propia "institucionalización"
del feminismo y del avance de las ideas neo-liberales en el mundo actual. Este espacio
tiene que ser disputado por una nueva corriente política de izquierda de los feminismos.

13
Feminismo(s) y Marxismo ...

La re(construcción) de una corriente política de izquierda de los feminismos

El Congreso Feminista 2008, que fue realizado en Lisboa en el último mes de julio,
constituyó la expresión de diversas corrientes del feminismo, cuyos contornos aún son
bastante nebulosos, teniendo en perspectiva la reconfiguración de corrientes que se
impone en los tiempos actuales. Se propuso mostrar la diversidad de ideas y la
afirmación de que los feminismos tienen espacio en la sociedad portuguesa. Además,
procuró mostrar la necesidad de construcción de agendas feministas propias, que en
concordancia con las de otros movimientos sociales se autonomicen del discurso oficial
de los feminismos.

Con todo, la ausencia de una corriente política de izquierda de los feminismos se hizo
sentir en términos de pensamiento y de acción. Este es un gran desafío colocado al
marxismo de hoy y a las fuerzas de izquierda que han tenido una práctica consecuente
en esta área como es el caso del Bloco de Esquerda.

El contrapunto al pensamiento y discurso neoliberal se ubica en la afirmación de la


identidad política de los feminismos. ¿En la creación de una fuerte corriente política de
izquierda de los feminismos que haga frente al discurso neoliberal y que pueda reforzar
sin tutelas el movimiento feminista y otros movimientos sociales?

Cinco ideas base pueden ser avanzadas para debates futuros:

- Profundizar las características de dominación del capitalismo con las cuestiones del
sexismo, racismo y homofobia como formas de controlar nuestras vidas y nuestros
cuerpos.

- Fomentar una mayor visión holística de las reivindicaciones feministas con los
grandes problemas del mundo actual como la crisis financiera, las precarización del
trabajo, la guerra y la militarización, la degradación ambiental del planeta, la pobreza y
la crisis alimenticia.

- Reforzar el análisis y la intervención junto a las mujeres de las clases trabajadoras y de


los grupos sociales más desfavorecidos: de las mujeres negras, inmigrantes, gitanas, en
una perspectiva de confluencia de otras formas de opresión con el pensamiento
feminista.

- Establecer un mayor vínculo internacionalista con los movimientos feministas, no sólo


con la Marcha Mundial de Mujeres, como con otras redes feministas europeas.

- Enfrentar en el cuadro teórico un discurso post-moderno sobre los feminismos


estableciendo puentes con los movimientos que se apoyan en esa base de pensamiento.

Se espera encontrar en el campo de un marxismo abierto al tiempo presente y a las


grandes transformaciones del mundo, un espacio para estos y otros debates que
posibiliten el (re)encuentro posible y necesario entre feminismo y marxismo.

*** Traducción del portugués (Portugal) al español: Meritxell Hernando, Fernando


Prado, Rosana Magalhães, Marian Pessah, Yessica Contreras y Juan Carlos Vargas

14
Feminismo(s) y Marxismo ...

Notas

1 - Manuela Tavares es Maestra en Estudios sobre las Mujeres y doctoranda en l misma


área en la Universidad Abierta de Lisboa, e integra la Mesa Nacional del Bloque de
Izquierda.

2 - Deidré Matthee es Maestra en Psicología, doctoranda en Estudios Feministas en la


Universidad de Coimbra.

3 - Maria José Magalhães es Doctorada en Ciencias de la Educación por la FPCE de la


Universidad de Porto.

4 - Salomé Coelho es Doctoranda en Estudios Feministas por la Universidad de


Coimbra

5 - Olympe de Gouges al escribir la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la


Ciudadana (1791) y Mary Wollstonecraft con su texto Vindication of the Rights of
Women (1792) son las principales voces de protesta en el contexto de la revolución
francesa a las cuales se junta Condorcet con el escrito Admisión de las Mujeres al
derecho de le Ciudadanía .

6 - Charles Fourier (1772-1837); Saint-Simon (1760-1825).

7 - ENGELS, Friedrich, El origen de la propiedad de la familia y del estado", Lisboa


Presença, 1980, p. 76.

8 - MARSHALL, Barbara (1994), Engendering Modernity - Feminism, Social Theory


and Social Change, Cambridge, Polity Press, Cambridge, p.66.

9 - "La primera división del trabajo es la que se hace entre el hombre y la mujer para la
procreación de los hijos. ENGELS, F., op.cit., p.

10 - NOGUEIRA, Cláudia Mazzei (2004), La feminización del mundo del trabajo, S.


Paulo, Autores associados, pp. 41-42.

11 - NEVES, Helena, "Sexualidad y poder", in A Comuna, nº 4, Março 2004, pp. 24-31.

12 - ENGELS, Friedrich, El origen de la propiedad de la familia y del estado, Lisboa,


Presença, 1980. p. 76)

13 - HARTMANN, Heidi, "Un matrimonio mal avenido: hacia una unión más
progressiva entre marxismo y feminismo", in Zona Abierta, nº 24,1980, pp.85-113.

14 - MAGALHÃES, Maria José, "Una reflexión sobre feminismo y post-modernismo,


en una perspectiva de emancipación", in Comuna nº 4, Março de 2004.

15 - SANTOS, Cecília MacDowell (2004), "En-gendering the police: Women's Police


Stations and Feminism in São Paulo", in Latina American Research Review, vol. 39, nº
3, October, 2004.

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Feminismo(s) y Marxismo ...

16 - "Backlash" es el título de una película rodada en Hollywood en 1947 donde un


hombre acusa a su esposa de un asesinato que él mismo cometió. "Backlash" o reacción
contra los derechos de las mujeres también acusa a las feministas de todos los delitos
que la propia reacción cometió.

17 - "Campaña de antifeminismo aparece en Alemania", en Diario de Noticias, 25 de


Junio de 2007, p. 10.

18 - MATLÁRY, Janne Haaland (2002), Para un Nuevo Feminismo, Lisboa, Principia.

19 - Ibidem. p. 13.

20 - Ibidem. p. 34

21 - Consciencia de una nueva época, cuya caracterización sumaria asienta en


determinados actos de disfunción: la muerte del "sujeto", la muerte de la "razón", el fin
de la "historia", la muerte de la "totalidad". Una de las obras pioneras en este
pensamiento es la de Jean-François Lyotard: la Condition Postmoderne (Paris, 1979).
Son también importantes las obras de Jacques Derrida (1976) y Michel Foucault (1979).

22 – Respecto a la teoria del poder y del significado social, el pensamiento post-


estructuralista se desenvolvió en oposición al marxismo. Los escritos de Marx marcaron
una ruptura esencial con los presupuestos del liberalismo, la posición dominante no solo
sobre la economía política como sobre la consciencia y lenguaje. El marxismo descentró
la soberanía de la consciencia humanista racional de la filosofía y de la economía
política liberales, volviendo la consciencia un producto de las relaciones sociales, una
conciencia histórica y culturalmente específica. De esta forma, todas las sociedades de
clases producen un abanico de formas de consciencia en conflicto, por el cual, las
formas de pensamiento representan intereses de clase mucha alrededor del conflicto
entre trabajo y capital. Para las feministas post-estructuralistas no basta el análisis de las
estructuras de la sociedad y de las posiciones que ahí se ocupan, mas también una teoría
de relación entre lenguaje, subjetividad, organización social y poder.

23 - Muchas feministas miraron hacia la teoría de Michel Foucault como un recurso


importante, que influenció discursos alternativos como los de las feministas
desconstructivistas francesas Héléne Cixous, Luce Irigaray e Júlia Kristeva. Com todo,
la teoría de Foucault no está isenta de contradicciones lo que há llevado al interés de
muchas académicas feministas al análisis crítico da su obra: Nancy Fraser (1989); J.
Butler (1990); L. Nicholson (1990); R. Braidotti (1991).

24 - FERREIRA, Virgínia (2003), Relaciones Sociales de Sexo y Segregación del


Empleo: un análisis de la feminización de los escritorios en Portugal, Disertación de
Doctoramiento en Sociología, orientación del Profesor Doctor Boaventura de Sousa
Santos, Facultad de Economía, Universidad de Coimbra.

25 - BRAIDOTTI, Rosi (2002), "La diferencia sexual como un proyecto político


nómade", in MACEDO, Ana Gabriela, org., Género, Identidad y Deseo - antología
crítica del feminismo contemporáneo, Lisboa, Cotovia, pp.143-160.

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