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panfletario y libertario
-- ¡Duerme en paz, amigo, lejos del imperio monacal que nos deshonra!
Sería tonto sostener que toda la obra de Vargas Vila merece admiración.
En sus escritos hay mucha hojarasca, muchas extravagancias de poco
mérito, muchas frases ruidosas y estridentes sin mayor sustancia. Pero
en aquellas líneas donde su talento fulgura, logra formular ideas propias
y conceptos admirables. Es entonces cuando enseña, impresiona y
apasiona.
Este fue uno de los grandes éxitos editoriales de esos años. Vargas Vila
llegó a gozar de ingresos muy considerables gracias a esta edición. Su
popularidad como escritor era inmensa. Su nombre no se mencionaba
(ni se menciona hoy) en las antologías, en las historias de la literatura o
en los artículos de crítica literaria. Pero sus libros circulaban en las
tabernas, en los corredores de las universidades, en las herrerías, en las
oficinas de comercio, en los talleres de sastrería, entre los empleados de
los servicios públicos, en la clientela de las peluquerías y de las
carnicerías. Vargas Vila ha sido por eso, como pocos, forjador y maestro
de la cultura popular en Nuestra América. Yo he encontrado libros suyos
en bebederos de aguardiente de Risaralda (Colombia), entre bultos de
papa; en un cafetín de Buenos Aires, en la zona del puerto, alimentando
la conversación de los parroquianos a la hora de la siesta; en la cartera
de una empleada de correos de Montevideo, para ser llevado del trabajo
al café Sorocabana de la Plaza Libertad, donde un grupo de amigos
esperaba para el debate intelectual del anochecer; en una pescadería de
Valparaíso, cuyo propietario interrumpía la atención a los clientes para
leerme párrafos enteros de "Los Césares de la decadencia" con
entusiasmo sincero; en una "fazenda" brasilera, donde el mulato más
letrado tenía el encargo de leer a los trabajadores reunidos algún texto
"bueno para el alma"; en una peluquería del Cuzco (Perú), entreverado
con revistas de moda y de deportes, para que los clientes que pagaban
por la trasquilada ("sentado, 10 soles; parado, 5 soles") pudieran
ilustrarse; y naturalmente, en mi propio pupitre de escolar, en Santiago
de Chile, cuando fundé un club de adolescentes conspiradores y
traficantes de libros prohibidos y blasfemos.
Vargas Vila hizo una gira por América Latina en 1923. Visitó Buenos
Aires, Montevideo, Río de Janeiro, México, La Habana y otras ciudades
importantes. Dictó conferencias, muy agitadas y concurridas. Libró
polémicas a través de los periódicos. Los periodistas le hicieron
entrevistas escandalosas. Causó revuelo y estrépito. Los curas
sermoneaban desde los púlpitos ofreciendo las llamas eternas del
infierno al apóstata que leyera los libros de este monstruo. Esto hizo
aumentar explosivamente las ventas de sus obras.
Fue al final de esta gira, en La Habana, donde Vargas Vila contrajo una
enfermedad extraña que afectó su vista y que terminaría por dejarlo
completamente ciego. Regresó a Barcelona, donde transcurrió los
últimos años de su vida en completa soledad, sin dar ni pedir cuartel a
sus rencorosos enemigos. Murió en 1933, cuando ya comenzaba a
gestarse el terrible drama de la guerra civil española. Los círculos de
obreros anarquistas y socialistas lo leían con avidez y entusiasmo, lo
respetaban y lo reconocían como a un maestro. Y en efecto, por encima
de todo, Vargas Vila fue siempre un apóstol de las ideas libertarias. Esto
fue lo mejor de su ideología, porque en ocasiones se perdió en los
laberintos de las doctrinas nihilistas o en la búsqueda del "superhombre"
de Nietzsche. Causa emoción constatar que ninguno de sus grandes
defectos le hizo perder su aliento humanista.
1887 Aura o las violetas, Maracaibo; 1892, Bogotá; 1920, París; s.f., RS.
1895 Flor de fango, París; 1918, PM, Biblioteca de los Novelistas; 1918,
RS, t 14.
1902 Ante los bárbaros: el Yanki. He ahí el enemigo, Nueva York. 1902,
París; 1923 y 1930, RS, t55.
1904 Los divinos y los humanos, París; 1917, ibid.; 1920 y 1930, RS,
t29.
1910 La voz de las horas, Barcelona; 1920, edición definitiva, RS, t18.
1914 Los parias, París; 1926, ibid. (Biblioteca de los Novelistas); s.f.,
RS, t16.
1915 Pretéritas, Prólogo de R. Palacio Viso, PM; 1921 y 1930, RS, t46.
1915? Clepsidra roja, Barcelona; 1916, 3a. ed., Barcelona; 1921 y 1930,
RS, t47.
1917 Ante los bárbaros (los Estados Unidos y la Guerra) el yanki: he ahí
el enemigo, RS; 1918, corregida y aumentada, RS.
1917 El cisne blanco (novela psicológica), Barcelona.