Está en la página 1de 3

Durante la práctica, se llevó a cabo el proceso de extracción de ácidos nucleicos.

Inicialmente, se utilizó un rallador para desmenuzar el kiwi, el material biológico


seleccionado, con el propósito de romper las células y liberar su contenido intracelular.
La elección del kiwi se debe a su alta concentración de ADN y otros componentes
celulares, convirtiéndolo en un material idóneo para esta actividad de laboratorio (). El
kiwi fue desmenuzado hasta obtener suficiente material para llenar un vaso de
precipitación de 50 ml. Luego, se utilizó un colador para separar la parte sólida
(semillas) de la parte líquida, desechando los residuos y empleando únicamente la
solución líquida para la práctica.

En un vaso de precipitación de 500 ml, se añadieron 50 ml de agua tibia para preparar la


solución base. Seguidamente, se agregó una cucharada de sal y otra de jabón, que
actúan como agentes desestabilizantes de las membranas celulares, facilitando la
separación del ADN. Después, se añadieron los 50 ml de la solución líquida del kiwi
rallado y se mezcló cuidadosamente el contenido con una cuchara.

Tras dejar reposar la mezcla durante 10 minutos, se procedió a filtrarla utilizando papel
filtro en forma de embudo. El líquido filtrado se transfirió a un vaso de precipitación de
80 ml, con el objetivo de eliminar las células rotas y los restos celulares más grandes,
obteniendo así 20 ml de una solución más clara que contiene el ADN liberado.

Posteriormente, con cuidado se añadieron 40 ml de alcohol isopropílico a lo largo de las


paredes del vaso de precipitación. El alcohol, al ser menos denso que el agua, provocó
la separación del ADN, que es insoluble en alcohol, del resto de la solución acuosa.
Después de este paso, se pudo observar la formación de una línea blanca en la interfaz
entre el alcohol y la solución acuosa, indicando la presencia de ADN del kiwi.

Zita A () llevó a cabo el procedimiento de aislamiento del ADN del kiwi. Para ello,
preparó una solución salina-jabonosa compuesta por 100 ml de agua tibia (equivalente a
media taza), 10 ml de detergente lavaplatos (1 cucharada) y 13 gramos de NaCl o sal de
cocina (aproximadamente una cucharada).

En primer lugar, se procedió a aplastar el kiwi utilizando un mortero con el fin de


romper mecánicamente las membranas celulares. Posteriormente, se añadió la solución
del extracto, la cual, al estar compuesta por sal y jabón, incrementó la presión osmótica
en las células y las membranas nucleares, provocando la ruptura de estas estructuras
debido a la acción de la sal. El jabón, por su parte, facilitó la separación de los residuos
de las membranas rotas del resto del extracto.

Seguidamente, calentó la mezcla en un baño María a 60°C durante 15 minutos, lo que


resultó en la desnaturalización y precipitación de las proteínas. Luego, con ayuda del
papel filtro, procedió a retirar los residuos del kiwi hasta obtener 50 ml de líquido en un
vaso de precipitación. El jugo del kiwi salado-jabonoso fue colado y filtrado para
eliminar los sólidos, proteínas y lípidos de la solución acuosa que contenía el ADN.

Sobre el jugo del kiwi, vertió lentamente por las paredes del tubo de ensayo etanol o
isopropanol frío. Dejó reposar 5 minutos la muestra, luego de ese tiempo visualizó una
capa blanquecina gelatinosa, indicando la presencia de ADN del kiwi, donde analizó
que el ADN se muestra como unas hebras blanquecinas entre el etanol y la solución
acuosa.

Tras analizar el experimento llevado a cabo por Fernández A. y la práctica de


laboratorio, se confirma contundentemente la eficacia de la práctica. A pesar de la
variación en las cantidades de reactivo empleadas, el resultado se mantiene constante,
permitiendo la visualización exitosa del ADN del kiwi. Este hallazgo demuestra la
eficacia del procedimiento y respalda la consistencia de los resultados obtenidos,
consolidando la confiabilidad de la técnica empleada en la experimentación.

También podría gustarte