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Buenas tardes, estimados espectadores.

Hoy, me encuentro aquí frente a ustedes para


contarles una historia que ha dejado una huella imborrable en mi corazón y en la memoria de
mi amado Perú. Soy María Parado de Bellido, una mujer valiente, una mujer de coraje, y mi voz
se alza en este escenario para transmitirles la fuerza de una lucha que trasciende el tiempo.

Mi querida tierra peruana fue testigo de un pasado convulso, una época de opresión y
dominación que nos oprimía como pueblo. Fue en ese escenario que mi historia comenzó a
tejerse, una historia de resistencia y valentía, en la que mi voz se convirtió en un símbolo de
esperanza para aquellos que anhelaban la libertad.

En el siglo XVIII, la colonia española ejercía su poder sobre nuestras tierras, sometiéndonos a
su voluntad. Pero yo, María Parado de Bellido, me negué a aceptar esa realidad impuesta. Me
levanté en contra de la opresión y me uní a aquellos que anhelaban un futuro diferente, un
futuro en el que pudiéramos ser dueños de nuestro destino.

Fue así como me convertí en una líder, una voz que clamaba justicia y libertad. Junto a mi
esposo, Miguel Hidalgo, luchamos sin descanso contra el dominio español, inspirando a otros a
alzarse y unirse a la causa. Las montañas andinas se convirtieron en nuestro refugio, en un
santuario donde se gestaba la esperanza de un cambio.

Pero, como toda historia de lucha, la nuestra también estuvo marcada por el sacrificio. Las
balas enemigas se cruzaron en nuestro camino y nos arrebataron la vida de mi amado esposo.
Sin embargo, su espíritu y su valentía vivieron en mí, y juré seguir luchando hasta el último
aliento.

Me convertí en una guerrillera incansable, una mujer que desafió los cánones de su época. Con
mi voz, insté a mi pueblo a levantarse y a no temer a aquellos que pretendían aplastarnos.
Cada palabra, cada acto, se convirtió en un grito de libertad que resonó en los corazones de
todos los peruanos.

Hoy, queridos espectadores, me encuentro aquí para recordarles que la lucha por la libertad es
eterna. No importa el tiempo que pase, la opresión siempre buscará apoderarse de nuestros
sueños. Pero debemos resistir, debemos mantener viva la llama de la esperanza y la valentía.

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