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emsToLosr®
«Dios que da vida a los pobres o los
sdolos de Ja muerte que exigen victi-
‘mas pata subsistir. La vida y la muerte
Ae Jess son un proceso a su Dios en el
aque Jesis sale en su defensa y sus opo-
wentes le quieren condenar.
a) Pata Jess 68 are ue Dice es
controvertible, que Tas diversas pract
raligiosas Y sus just i
Jégicas ni habfan resuelto la cuestién
de una vez por todas ni menos la ha-
ban resuelto correctamente. Ahf esté
la logica de sus controversias. En la
secci6n que dedica Mc a éstas (2,1-3,65
ef, Le 5,17-6,11) aparecen contrapues-
tas visiones de Dios, explicitadas en el
plano religioso, pero en el contexto
también de prdcticas sociales. En ese
relato aparecen algunas prdcticas so-
ciales que llevan en s{ mismas la con-
troversia:. comer con pecadores, no
ayunar mientras otros ayunan, apro-
piarse de la propiedad ajena; aparecen
otros dos relatos de milagros que en si
mismos no serfan controvertibles, pero
que se hacen controvertibles por reali-
zarse en sébado; y aparece una refor-
mulaci6n religiosa de una controversia
sobre una practica social -apropiarse
de la propiedad ajena al arrancar las
espigas de un campo ajeno- por reali-
zarse en sébado. Jesiis justifica esas
précticas sociales que son en favor del
ser humano, las justifica en nombre de
Dios y a través de ello muestra una
contraria nocién de Dios y un contra-
tio acceso a Dios. Dios no es directa-
mente un Dios para sf, sino para el ser
mano; el culto no es por ello acceso
Primario ni automético a Dios. Hist6-
Ticamente, ademds, se ha hecho alta-
Mente sospechoso de pretender sust
tuit el verdadero servicio a Dios: «mi-
uiero y no sacrificios» (Mt
OMe ees es
5) Jestis denuncia y maldice a los
diversos grupos sociales cuyas practi-
SS no sblo no se si
del servicio a los fdolos, Estas denun-
n9
cias y maldiciones declaran
‘Galop SMipeeaial aod gute.
les; pero aducen, ademis, la raz6n dilti-
ma de su maldad: oprimen a los po-
bres, y eso les hace malos ante Dios.
Maldice a los ricos porque ya han reci-
bido su consuelo (Le 6,20) y de nada
les servirdn sus riquezas en el dia del
juicio (Le 12,13-21); pero afiade la rate
de la maldad de la riqueza: es injusta.
A.los esctibas y fariseos les denuncia su
hipocresia religiosa, que hace doble-
mente mala su actuacién; pero aduce
en qué consiste su primera maldad:
oprimen a los hombres, les hacen in-
justicia, les ponen cargas intolerables,
les privan de la ciencia y les impiden
entrar por el buen camino, dan muerte
a los profetas (Mt 2313-32; 37-52). A
los sacerdotes se les acusa de haber
violado la esencia religiosa del templo,
pero también de convertirlo en lugar
de negocio y fechorias (Mc 11,15-59).
Allos que detentan el poder politico les
acusa de autoritarismo, pero también
de oprimir al pueblo (Mc 10,42). A
todos denuncia su maldad «en sf»; pero
explicita el aspecto relacional de esa
maldad: la opresién a los pobres.
o)Lasc jas, las maldiciones
y_los_desenmascaramientos_desembo-
can en idn,.de Ta que hablan
con frecuencia las narraciones evangé-
licas. En Jn la persecucién jalona todo
el evangelio. Mc y Le la ponen ya en el
comienzo de su vida publica. Los fari-
seos y herodianos se confabularon para
climinarle después de las primeras con-
troversias (Mc 3,2). Los judios quisie~
ron despefiarlo después de su discurso
inaugural en la sinagoga de Nazaret
(Le 4,285).
‘A medida que Jestis se acerca a Jeru-
salén arrecia la persecuci6n. En la eta-
pa previa a su entrada aparecen esce-
jas en que Jestis es puesto a prueba
para encontrar en él una palabra de la
que le pudieran acusar (Mt 19,3; Le
10,25; 11,16.53s; 14,1). Una vez en
Jerusalén, se acumulan las insidias con-230
tra Jestis y los sinépticos presentan cin-
co escenas en las que es tentado y ata-
cado (Mc 11,15-19; 12,1-34 par.). To-
dos estos pasajes concluyen con un su-
mario: «Los sumos sacerdotes y los es-
cribas andaban buscando cémo po-
drian apoderarse de él con engafio y
darle muerte» (Mc 14,1 par.). Sean cua-
les fueren los detalles cronolégicos de
la persecucién, «los evangelios son fie-
les a la historia al afirmar que éxitos y
fracasos, simpatfas y hostilidad, consti-
tuyen desde el principio la trama de la
vida de Jesis» (G. Bornkamm).
d) La persecuci i .
si6vEn el doble juicio religioso y po-
fico se dan las razones para su conde-
na: Jesiis es condenado por blasfemo y
por malhechor politico. En la forma
concreta de los juicios aparece, sobre
todo, que la alternativa que presenta
Jesis se hace intolerable para los judfos
y para los romanos. En el juicio politi-
co se le acusa de no pagar los tributos
al César y de excitar a la rebelin (Jn
19,12-15; Le 23,3), queriendo impli-
car a Jestis, quiz, en el motin de que se
habla en Me 15,7. Pilato no se deja
convencer por este tipo de acusaci
nes; pero cede, tal como lo ha transmi-
tido Jn, cuando el pueblo le presenta la
alternativa: o Jestis o el César (19,12-
16). En un sentido profundo que supe-
ra lo anecdético del juicio se puede
jecir que «Jestis fue crucificado por los
romanos no s6lo por razones tdcticas y
de politica diaria de tranquilidad y or-
den en Jerusalén, sino en el fondo en
nombre de los dioses del estado de
Roma» (J. Moltmann),
Que Jesis muere en nombre de la
divinidad aparece més explicitamente
en el juicio religioso por la misma natu-
raleza del asunto. Dejando de lado la
historicidad de los detalles del juicio
religioso, es evidente la creciente hosti-
lidad de los dirigentes judfos contra Je-
sfis, que les lleva a la conclusién de que
adebe morir» (Mc 14,64 par.). Dos ti-
pos de acusaciones se aducen para la
CRISTOLOGIA
condena. La primera, de corte més bien
redaccional, es la blasfemia de declarar-
se el Cristo (Mc 14,62 par.). La segun-
da, que introduce mejor en el fondo del
asunto, es la pretensién de Jestis no ya
acerca de s{ mismo, sino de destruir y
sustituir el templo (Mc 14,58 par.).
Teniendo en cuenta que el templo era
el stmbolo de la teocracia y la realidad
que organizaba la sociedad religiosa,
econémica y politicamente, la preten-
sién de Jess de una nueva mediacién
de Dios atacaba directamente sus inte-
reses. Por ello quieren darle muerte.
2. Todo lo dic ica suficiente-
2, Todo lo dicho explica suficiente-
mente por qué matan a Jesis, dada la
relacionalidad c¢ i ica
con susej Pero no se ha escla-
Fecido la respuesta a «por qué muere>,
pregunta que se impone por s{ misma,
dada la relacionalidad constitutiva y
altamente positiva de Jesiis con Dios y
su reino. Que Jestis se fuese acostum-
brando a la idea de que le iban a matar
es histéricamente comprensible; pero
no queda nada clara su propia concien-
cia de por qué muere. Es cierto que en
las narraciones evangélicas existe una
teologizacién en los relatos de la Cena
y en equiparar a Jestis con el siervo de
Yahvé, cuya muerte tendria el valor
positivo de expiacién de pecados y de
una nueva alianza (Le 22,14-20 par.).
Pero si no se puede excluir absoluta-
mente que Jestis hubiese pensado en
eso, tampoco se puede afirmar con cla-
ridad, ni menos afirmar que lo hubiese
pensado, comprendido y aceptado con
la clatividencia y entusiasmo con que
comprendié y llev6 a cabo su origina-
ria misi6n.
De hecho, los relatos evangélicos
desde la oracién del huerto hasta la
muerte en la cruz presentan a Jestis en
profunda discontinuidad con lo que
habfa sido su vida. La muerte de Jesis
no es presentada en los estratos mas
antiguos de forma placentera, como la
de un Sécrates, o de una forma euféri-
ca~auin con sufrimiento fisico y psico-=—
t6gico~ como la del profeta que muere
tr continuidad con su causa y com-
prende su muerte como éltimo servicio
Pisa causa, de la cual no duda que
friunfaré como lo habia pensado, La
muerte de Jestis es muy distinta. En Mc
15,34.37 y Mt 27,46.50, Jestis muere
con el salmo 22 en los labios: «Dios
mio, Dios mfo, épor qué me has aban-
donado?», y lanzando un fuerte grito.
Cierto es que Le pone en sus labios el
salmo 31, expresi6n confianza en Dios
(23,46) y Jn le presenta como duefio y
sefior de si mismo hasta en su muerte
(19,30). Pero esos relatos no concuer-
dan con la profunda turbacién de Jestis
len e| huerto y tienen una historicidad
mucho mas discutida. Sea cual fuere el
estado psicolégico de Jesiis en su muer-
te, el hecho claro es que muere en pro-
funda discontinuidad objetiva con el
reino de Dios que habia predicado y
con la experiencia de absoluta cercania
del Padre.
Desde un punto de vista meramente
hist6rico, la reaccién a la muerte de
Jess s6lo puede ser la del escepticismo
=tampoco «éste» trajo la salvacién-, la
de la experiencia del absurdo ~al justo
siempre le va mal- 0 la del escéndalo,
siese Jestis hubiese sido ya aceptado en
Ta linea del Mesias esperado y del hijo
cercano. La muerte de Jestis no tiene
una explicacién intrinsecamente posi-
tiva. Prueba de ello es que aun después
de la resurreccién los creyentes capta-
ron la cruz como un enigma. Buscaron
‘una cierta légica para ella, afirmando
ue Jestis sufrié el destino de los profe-
tas ~aunque sin esclarecer por qué este
Profeta tuvo que morir as{-, reinter-
Pretandola como muerte salvifica se~
gin diversos modelos veterotestamen-
tarios del sacrificio. Sin embargo, deja-
ton de explicar el tiltimo porqué de la
muerte de Jestis, refiriéndolo tnica-
mente al misterio de Dios: «era necesa-
tio» (Le 24,26), lo cual no sélo no es
Tespuesta explicativa, sino la renuncia
@ toda explicacién.
La muerte del mediador signi
que el Dios mediado, por él ha nectigo
en el procesor-De ahi se sigue una po-
sible doble interpretaci6n: 0 que Dios
ha muerto realmente, o que también
Dios ha sido crucificado. La primera
lleva al atefsmo. La segunda, si es acep-
tada creyentemente, lleva a una nueva
visién de Dios, impensable ¢ indeduci-
ble, Ese Dios crucificado es el absoluta-
mente trascendente
puede haber imagenes, no s6lo porque
las st
ra todas, sino porque las con-
~tfadice todas-Lo especifico de su tras-
cendencia no podré ya ser descrito s6lo
como un estar en el origen absoluto, ni
més all4, en el futuro absoluto, sino en
la cruz, La impotencia, la sumision a
los poderes de este mundo, el «escon-
derse la divinidad» (Ignacio de Loyola)
le compete a Dios. Ese Dios crucifica-
do no es ya accesible a través de la
pregunta que le dirige el ser humano
natural, sino en la respuesta a la pre-
gunta que él dirige al ser humano: vo-
sotros estabais también allf cuando cru-
cificaron a Jess y cuando le siguen
crucificando en la historia.
‘Algo fundamental, sin embargo, re~
vela la cruz de Jestis sobre Dios si su
presencia es aceptada. Se ha consuma-
do la absoluta cercania de Dios a la
historias Dios es un Dios de los seres
humanos hasta los dltimos abismos de
horror y muerte. Esta junto a ellos
porque los ama; acepta la cruz para
que su amor sea creible y pasar asf la
prueba del amor; afirma que en tltimo
término sélo sabe amar y supedita su
omnipotencia y su sabidurfa a mostrar
su solidaridad con la humanidad. Abi
estd la profunda légica de las posterio-
tes afirmaciones creyentes: el amor de
Dios se ha mostrado en plenitud en la
entrega del Hijo (Rom 8,31; Jn 3,16).
En est i stis_ «mm
«lo i
el final la enc: 16m
amor y de su_ ibilidad. final de
Ia vida de Jestis es, como se ha dicho, el232
fin y la critica a toda teologia pura-
mente natural. De esa cruz s6lo puede
surgir 0 una fe especificamente cristia-
na de aquellos quienes en un primer
momento «permanecen con Dios en la
pasién» (D. Bonhoeffer), 0 la acepta-
cién de la real muerte de Jess y asf de
Dios.
V. LA RESURRECCION DE JESUS:
REVELACION DE DIOS
Y DEL SER HUMANO
El final de la vida de Jests no fue su
fin. El kerygma primitivo afirma que
«Cristo murié por nuestros pecados,
segiin las Escrituras; que fue sepultado
y que resucité al tercer dia, segiin las
Escrituras» (1Cor 15,3s). De ello los
discfpulos son «testigos». Del escdnda-
rruz ha surgido la novedad de
Pi
rimentada en ellos hacen que se formu-
le la fe en Dios, su aceptacién de Jestis
y su esperanza del reino de Dios. Lo
que hay de imposible en esa novedad
hace que desde la resurrecci6n de Jesis
acepten la suprema e irrevocable reve-
laci6n de lo que es Dios, lo que es Jestis
y lo que son ellos mismos. De ahi que
paulatinamente fuesen formulando esa
novedad trinitariamente.
1, El hecho fundamental consist
final de Jesis. Los discipulos formulan
Positivamente esa conviccién de diver-
sas formas: a) Jestis «vive», ha sido vis-
to, se ha aparecido; 6) Jestis ha sido
«exaltado», est4 a la diestra del Padre,
es el que ha de venir a juzgar; c) Jesiis
ha sido «resucitado» por Dios de entre
os muertos. De esa forma afirman que
la vida y la causa de Jesiis fueron ver-
daderas, y que aquello a lo que Jesiis
hacfa referencia, reino de Dios y Dios
del reino, no puede ahora ser entendi-
do sin Jess.
Por la resurrecci6n Dios se mues
fiel a Jesds. Dios triunfa sobre la injus-
eee
ticia, pues resucita a quien «vosotros
asesinasteis» (Hch 2,23; etc.); por una
vezy en plenitud, la victima ha triunfa-
do sobre el verdugo. Dios muestra su
poder no ya sélo sobre la nada, sino
sobre la muerte; adquiere una nueva
definicién en virtud de un aconteci-
miento, como en los credos veterotes-
tamentarios: «Dios es aquel que resuci-
t6.a Jestis de entre los muertos» (Rom
4,24) y, universalizando la definicin,
«Dios es el que da la vida a los muertos
y llama a las cosas que no son para que
sean» (Rom 4,17).
Con ese «nuevo» Dios no aparece el
Dios anunciado por Jestis y manifesta-
do en la vida de Jestis. Aparece, més
bien, la dialéctica dentro de Dios de
fidelidad a Ta historia entregando a Je-
de poder sobre la historia resu-
citéndolo, de un amor.eficaz.en la re-
surrecci6n y crefble en la cruz. Dios se
sigue revelando en la historia a través
de esa dialéctica y por ello no desapa-
rece su misterio, ni su nombre es toda-
via absolutamente definitivo. Sélo al
final, cuando haya desaparecido el tlti-
mo enemigo, la muerte, «Dios sera
todo en todo» (1Cor 15,28); cuando
aparezca «un nuevo cielo y una tierra
nueva», donde «no habré ya muerte ni
habré Ilanto, ni gritos ni fatigas, por-
que el mundo viejo ha pasado» (Ap
21,14). Dios sigue presente en la histo-
ria y a la manera hist6ricas pero a tra-
vés de la resurreccién de Jestis ha inau-
gurado ya la realidad definitiva y ésta
se ha convertido en promesa irrevoca-
ble para todos, sigue habiendo una
buena noticia para los seres humanos
que también aquf es en directo para los
oprimidos, Pero el mismo Jestis se hace
parte de la buena noticia. A través de él
y de lo acaecido en él pueden los seres
humanos conocer la buena noticia de
Dios para ellos y pueden, ademis, vivir ,\
ya como los hombres nuevos.
En la resurrecci6n de Jestis aparece sty |
Ja Verdad del mismo Jesis. Este es vet
ramente el Cristo y el Hijo. Esto
SSSA LEN DOLL ENORTRSTE
(
r
rs
¢cnisToLos!é
aslo que afirma el’ NT de diversas for-
os y en diversas y progresivas teolo-
gizaciones. ‘La fe en Ja resurreccién de_
Jestis. hace jue surja la or
{crealidad inigualable de éste. Si que-
ramos describir la légica fundamental
He la respuesta, se podria describir ast
f partir de la relacionalidad de Jesés.
Esta Igica de Ja fe es 1a que fue_exi-
mulacién cristolégica: Je-
dad) y Dios set
mente en fests (humanidad)
7. Ta fe en la trascendencia de Jesiis
se fue explicit i en
= 4) aplicando a Jestss titulos de
Gignidad; 6) interpretando creyente-
mente algunos acontecimientos de su
vida, En ese proceso creyente, Jesis
fue confesado como Hijo de Dios y,
por otra parte, se fue recalcando que el
Hijo de Dios es Jestis.
a) Es improbable que Jestis se apli-
case a si mismo el titulo de Hijo de
Dios y menos que lo comprendiese en
elsentido absoluto posterior. Esto ocu-
rrié paulatinamente después de la re-
surrecci6n. Es importante recalcar des-
deel principio que la aplicaci6n de este
y otros titulos no surgié por el interés
de aplicar abstracta y esencialistamente
ladivinidad a Jesiis. No se trat6 de una
aplicacién de la divinidad directamen-
te, sino mediada por la historia de Je-
sis y por el interés salvifico. Esto ex-
plica el proceder del NT de relaci
i is, su irrepetible rela-