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Edipo revisitado en las nuevas coyunturas familiares ELINA WECHSLER* RESUMEN Edipo revisitado en las nuevas coyunturas familiares Este articulo recorre la vigencia universal de la inscripeién del Edi- po en el psiquismo para desestimar que las nuevas coyunturas familiares puedan prescindir de este operador psicoanalitico. Los dos casos clinicos presentados diferencian el Edipo tradicional del de nuestros dias. Palabras clave: Edipo. Estructura. Nuevas coyunturas famihares. Herencia psiquica. La cuestién de la herencia psfquica que atafie a la transmisién de la prohibici6n paterna del incesto, clave del Edipo, interesé a Freud a lo largo de toda su obra, Totem y tabi (Freud, 1910-12) inaugura la hipétesis de la transmisi6n del inconsciente entre generaciones basada en el tabii del parricidio y la culpa por el asesinato originario del padre de la horda primitiva por parte de los hijos. La ficcién freudiana de la creacién del totem, representante del pa- dre, y la pervivencia del tabti fue su modo de instaurar la hipotesis de la transmision de la ley de la prohibici6n y su defecto que se hace carne en los sintomas neuréticos. aDe qué deseo y de qué prohibicidn se trata? De la hipétesia freu- diana central, la prohibicién del incesto y su correlato, el patricidio, que posibilitaria el primero. Cémo se asegura la transmisién psiquica de la ley edipica a las gene- raciones futuras, con qué medios?, parece ser la pregunta por excelencia que atraviesa el texto, *Elina Wechsler. Direccién: Duque de Tamames 3, 1.° D. 28043 Madrid. c-e: wechsler@ telefonica.net Revista de Pricoaméliss (Madrid). 2017;81:247-261. ISSN: 1135-3171 -wwwapmadridorg 247 Wechsler E. Edipo revisitado en las nuevas coyunturas familiares Freud responde que los tabiies son prohibiciones muy antiguas y que estas prohibiciones pesaron sobre actividades que debian de tener una fuerte tendencia a ser realizadas. Fueron luego mantenidas de generacin en generaci6n por la autoridad paterna y social. Pero la transmisién consciente a través de la tradicién no es suficien- te para explicar su continuidad en la vida psiquica de las generaciones. Como se asegura esta continuidad? Responde que esta continuidad esta asegurada en parte por lo heredado de las disposiciones psiquicas que, para llegar a ser eficaces, necesitan sin embargo ser estimuladas por ciertos sucesos de la vida individual. En Totem y tabi queda diferenciada la transmisién por identifica- cién con los modelos parentales y la transmisién genérica, basada en las huellas inconscientes de la humanidad En las iltimas paginas de Moisés y la religién monoteista (1937-39), Freud insiste en esta concepcién prebistérica: la herencia arcaica del hom- bre no incluye solo predisposiciones sino también contenidos, huellas mnémicas referidas a lo vivido por generaciones anteriores. Pero el tabi no alcanza; lo simbélico no evita que las huellas del deseo incestuoso reaparezcan a través de los sintomas. Tampoco evita que esta nueva generacién tenga que vérsela con las nuevas coyunturas hist6ricas y familiares donde el lugar paterno, clave freudiana del Edipo, aparece hoy desdibujado. El complejo de Edipo, en tanto prescribe las relaciones de deseo y de prohibicién, reordena las representaciones de la diferencia de los sexos y de las generaciones en cada nuevo hijo. Freud utiliza el concepto de filogénesis para pautar el lugar de deter minacién prehistérica, anterior a lo vivido. Lacan lo Ilamaré més tarde registro simbélico, para insistir en la pre- cedencia de la organizacién significante en la estructuracién del sujeto. El agente de la castracién es para él ya no el padre prohibidor del Edipo freudiano, sino el padre simbélico, que produce una pérdida del goce to- tal, real, mitico, limitado por la palabra. Lacan pondré el acento sobre este efecto estructural de la castracion, con lo cual la funcién paterna interdictora ya no se refiere de ninguna manera al padre real, sino a la inscripcion misma de la represién primaria en el psiquismo. Queda asi evocada la funcién simbélica del padre muerto de Totem y tabti a la que Lacan llama el Nombre del Padre. Lugar desde donde se enuncia en Ia cultura la prohibicién del incesto, que anuda cl desco con laley. 248 Revista de Pricoanélisis (Madrid). 2017;81:247-261. ISSN: 1135-3171 - wwwapmadrid.org Wechsler E. Edipo revisitado en las nuevas coyunturas familiares La castraci6n es entendida asi como operador estructural en la cons- titucién del sujeto y queda por tanto deslindada de la vertiente imaginaria del complejo de castracién freudiano aunque este tiltimo incida, por su= puesto, en el trinsito edipico de cada nifio. La funcién simbélica paterna en Lacan EI sujeto se enfrenta en primer lugar con el falo, significante de la falta materna y no en funcién de su propio deseo edipico por la madre, momento posterior. ‘Antes de ser simbolizado como falta que afecta a la madre y relacio- narlo con un tercero, el falo es concebido de entrada como una solucién imaginaria para el punto oscuro que constituye el objeto del deseo mater- no. {Qué quiere? ;Qué he de ser para responder a su desco?, tales son las preguntas cuando el nifio empieza a indagar su lugar en el desco del Otro. Asi, al situarse en la problematica del Edipo y de la castracién, se propone en tn primer momento como respuesta al deseo de la madre, como en- carnacién del falo imaginario, y entonces tropieza con el obstéculo, con el no, no que significa que él no puede colmar con su ser la falta materna. La cuestién que hoy nos interesa es como se realiza este pasaje en las nuevas familias actuales, donde la monoparentalidad e incluso las uniones del mismo sexo dejan fuera el rol tradicional del pater familia que repre- sentaba la ley. ¢De qué manera lo haran las nuevas generaciones cuando los perso- najes del Edipo tradicional se encuentran hoy tan modificados? Y aqui, en primer plano, la nocién de padre simbélico. El padre es siempre, en algiin aspecto, escribe Lacan en El mito indi- vidual del neurético, un padre discordante en relacién con su funcién. En esa desviacion de la funcién reside que el Edipo tenga, de manera parad6. jica, su valor normativo, simbélico y al mismo tiempo patogeno. No hay funcidn paterna ideal, y los fallos de la funcién se haran presentes en las estructuras clinicas. La funcién simbélica esté en el centro de la transmision de la castra- cin, Aunque las modalidades de la paternidad hayan cambiado, no por ello deja de incidir uno de los operadores centrales del psicoanilisis: la funcién del padre simbélico, presente en Freud y revalorizada por Lacan mis alld de las modalidades de presentacién del padre real e imaginario. Despejar este ordenador de estructura y difcrenciarlo de la contin- gencia histérica de cualquier organizacién familiar nos permite situarlo Revista de Pricoanslisis (Madrid) 2017;81:247-261. ISSN: 1135-3171 -wwwapmadridorg 249) Wechsler E. Edipo revisitado en las nuevas coyunturas familiares como un universal que tendré efectos en los diferentes momentos de la civilizacién. La paternidad se transforma bajo la presién de cambios coyuntu- rales. El padre se ha desacralizado, se coloca muchas veces en sui lugar a la técnica. Aunque la familia posmoderna ya no es la de antafto, aunque los divorcios y recomposiciones conyugales problematicen el tema de la autoridad, aunque haya ya parejas homosexuales que crian hijos, y estas novedades tengan efectos, sigue vigente la noci6n psicoanalitica de padre simbélico en tanto inscripcién inconsciente del tercero que posibilita la represién. El padre esta ya descentralizado en muchas familias monoparenta- les o recompuestas, ofrece diversos rostros y suplencias, y aun asf ase- gurara, de otra manera, la diferencia de los sexos y la no confusién entre generaciones. El interdicto cultural esté ligado a la funcién simbélica y no a un pa~ dre real. Es un hecho de cultura y de lenguaje que transmite la prohibicion del incesto de forma inconsciente de generacién en generaci6n sean cuales sean los cambios producidos en las familias. El deseo incestuoso del nifio choca contra la ley del tercero que obs- truye tanto la ruta incestuosa hacia la madre como la de la madre hacia el nifio. Tanto en el varén como en la nifia lo que se pone en juego es el deseo incestuoso por la madre. El complejo de Edipo es inconsciente, no pragmatico. Los lugares del padre, de la madre y del nifio no se definen por si mismos, sino en relacién con la falta que circula y pretende o no obturarse. En la psicosis quedara obturado, La estructura es juego de lugares posicionales, mas alla de las presencias reales. Cémo se transmitiré el operador de la castracién en las nuevas con- figuraciones familiares que hoy aparecen? Lo que si sabemos a partir de este planteamiento es que no es condicion necesaria la organizacion edipi- ca tradicional: madre, padre, nifio. Habra, como psicoanalistas, que estar atentos a las nuevas versiones que ya hoy aparecen en la clinica de estos nuevos hijos estructurados de otra manera. La intervencién del tercero incide, para Lacan, desde el segundo tiempo del Edipo. En el primer tiempo el nifio es el falo para la madre. Es lo que aella Ie falta. En este reino del narcisismo, la relacién es dual ¢ imaginaria. Momento necesario donde cl nifio es libidinizado como condicién de existencia psiquica. La funcién de la madre bioldgica pucde por tanto ser suplida. 250 Revista de Pricoanéliss (Madrid). 2017;81:247-261. ISSN: 1135-3171 - wwwapmadrid.org Wechsler E. Edipo revisitado en las nuevas coyunturas familiares En un segundo tiempo, el tercero aparece como terrible, privador. Se trata del padre imaginario (versién del padre de la horda) en tanto él apa- rece como privador del goce anhelado y produce, por tanto, la rivalidad félica clasica del Edipo freudiano, representado en la familia tradicional por el padre real. En el tercer tiempo el padre tiene el falo y lo dona. Es ya instancia simbédlica. Esta instancia simbélica representa a la ley, soporta y transmite la prohibicién del incesto y por ende la represién primaria que constituye al cachorro humano como sujeto psiquico. La instancia del padre simbélico, operador central del Edipo, es por tanto el referente transmitido de generacién en generacién de la prohibi- cidn del incesto. Cada padre o suplente es transmisor -sin saberlo— de esta funcién fundamental. Inscripcién del orden simbélico en el inconsciente que no debe ser confundido con la presencia o ausencia del padre real. ¢Cémo se hard este transito en parejas homosexuales? Un hombre puede ejercer cuida- dos maternos, una mujer puede portar el Nombre del Padre. Se trata de funciones. De este modo, la metéfora paterna es solidaria con la prohibicién del incesto, la castraci6n simbélica y la ley. Tiene pues un estatuto significante yes suficiente que se haga presente en el discurso més alld de su presencia © ausencia real. La pregunta clinica que debe plantearse no es quién esta presente o ausente, sino si se inscribe o no el tercero y de qué manera. El padre simbélico no debe confundirse con el padre real. La presencia del padre real nunca fue garantia de salud mental, la au- sencia del padre real nunca condené al hijo a la psicosis. Recordemos los casos freudianos de las familias tradicionales que nos leg6: el Hombre de los Lobos, Dora, el Hombre de las Ratas. Siendo esta funcién de carécter simbélico, puede o no coincidir con el padre real. Puede haber un padre real y cumplir, como en la neurosis, solo parcialmente su funcién, tal como lo muestra Freud en el caso Hans. La carencia del soporte paterno hard que Hans se invente otro: un caballo alrededor del cual gira su vida, tal que un padre sustituto, suplen- te, También apareceran hombres -el fontanero, el cerrajero, el guardia del tren, el Sr. Cigiiefia— todos ellos encarnaciones de un tercero en déficit. Muchas veces, el padre, en un vinculo mas de hermano que de padre, sera castigado como él. Pero si el nifio queda cautivo en cl desco de la madre, cargaré sobre si un defecto de la funcidn paterna. No quedard a merced de la psicosis Revista de Pricoanslisis (Madrid) 2017;81:247-261. ISSN: 1135-3171 -wwwapmadridorg 251 Wechsler E. Edipo revisitado en las nuevas coyunturas familiares siempre que la madre tenga inscrito al tercero en su propio psiquismo y ofrezca suplencias. Puede haber un padre real y sin embargo no cumplir su funcién, tal como muestra Freud en el caso Schreber. Nuevos destinos edipicos El pasaje de la existencia bioldgica a la vida humana se funda en el orden simbdlico, Este orden esta marcado por las relaciones de parentesco consideradas, para el psicoanilisis, como funciones. La materna, ligada especialmente al deseo y la paterna, ligada especialmente a la ley. Solo asi la criatura humana entra en la cultura. Convertirse en sujeto es inscribirse en esa articulacién entre deseo y ley. La familia se funda en lo simbélico, aunque no se agota en ello. En ella creceré el amor, pero también el odio, los celos, toda la trama imagi- naria que se teje en los vinculos primarios y que constituiran la biografia inconsciente destinada a repetirse al pasar de la endogamia a la exogamia sea esta hetero- u homosexual. Bajo la égida de lo simbélico yacera siempre lo pulsional, ese fluir libidinal imposible de captar, resto de lo bioldgico, adherido a los objetos que las zonas erégenas van acuiando. El acto de nacimiento inaugura este proceso en cada generacién. Cada nueva criatura esta precedida y envuelta por lo simbilico, pero cada nacimiento es la irrupcién de lo real en él. Lo originario no se daa cono- cer jams en bruto, concierne a lo prehistérico perdido (lo instintual) y se conecta con lo histérico edipificado asegurando la reproduccién del proceso en la cultura. El primer acto filiatorio es inscribir al nifio con su nombre y apelli- do, los que, a partir de ese momento, lo representarn a nivel significante. Marcado dentro de la diferencia de sexos, el niio y la nifia quedaran asi ubicados en la cadena del linaje. Puede establecerse por tanto una relacion de identidad fundacional entre la emergencia del registro simbélico y la aparicién de las estructuras elementales de parentesco. La constitucién del sujeto deberd atravesar luego un momento cru- cial: la cafda del lugar félico con la madre y el reconocimiento de la castra- cién de ambos que lo Ilevaré a alcanzar su propio lugar descante y desde alli, volver a transmitir vida psiquica a la proxima generaci6n. 252 Revista de Pricoanélisis (Madrid). 2017;81:247-261. ISSN: 1135-3171 - wwwapmadrid.org Wechsler E. Edipo revisitado en las nuevas coyunturas familiares ‘Tener un hijo es, de tiltimas, una cuestién de deseo y el deseo de fa- milia persiste en las familias tradicionales que coexisten hoy con las nue- vas coyunturas de agrupamiento. La funcién simbolica paterna, como terceridad que posibilita que el hijo no quede capturado en el deseo materno, tiene en todas las modalidades su lugar central. La funcién simbélica como separadora va més alld de su pre- sencia o ausencia. La nocién de suplencia cobra asi todo su valor, suplencia que debe ser tenida especialmente en cuenta para los nuevos tipos de familia, La narrativa contempordnea permite que el nifio acepte y se reconoz- caenellas. Asi un nifio de siete afios, hijo de una paciente que vive con ella tras el abandono del padre, exclama al volver del colegio: «/Mamé, somos una familia, nos llamamos monoparental!». La familia es el ambito de la constituciéa del sujeto, y a pesar de las variaciones de la familia tradicional, lo irreductible de la transmisién edfpica sigue ligada a ella otorgindole al nifio la relacién al deseo de los padres. Sin embargo, como sefiala Elizabeth Rudinesco (2002): «Cuando las mujeres, a fines del siglo XX, se apoderaron de manera definitiva de todos los procesos de la procreacién, conquistaron un temible poder y tuvie- ron la posibilidad de convertirse en madres prescindiendo de la voluntad de los hombres. De alli un nuevo desorden de la familia, consecutivo al surgimiento de un nuevo fantasma de abolicién de las diferencias y las generaciones». Es un imperativo ético que los psicoanalistas no nos quedemos en- cerrados en el familiarismo tradicional y que no rechacemos los nuevos paradigmas contempordneos que comprometen a muchos de nuestros pacientes. i Nuevas modalidades de la funcién materna La mujer puede tomar el camino privilegiado de la maternidad, a la que puede consagrar un pleno amor objetal sin renunciar al narcisismo, y que en su versién mas patolégica implicard al hijo como fetiche. E] nifio es situado aqui como objeto de la madre en la medida que vela su castraci6n, convirtiéndose en su tinico deseo. Hijos psicoticos y perversos dan cuenta de esta fijacién, aunque en las familias tradicionales haya habido padre real que ejercié dejacidn de su funcién de corte. Ma- dres solteras, viudas, han criado siempre hijos sin padre real. Que una mu- jer quede embarazada de un semen andnimo no tiene por qué ser causante de ninguna patologia especial. Revita de Pricoanslisis (Madrid) 2017;81:247-261. ISSN: 1135-3171 -wwwapmadridorg 253 Wechsler E. Edipo revisitado en las nuevas coyunturas familiares Las demandas de reproduccién asistida, que posibilita la btisqueda de hijos sin padre real gracias a las nuevas tecnologias, estin hoy sobre todo al servicio de las mujeres, como modo inédito de obturar el aspecto siempre enigmatico de la diferencia de sexos y la problematica del don, creando nuevos imaginarios en torno a la filiacién que cada hijo tendra que construir. La «pasion de embarazo» suele aparecer en mujeres cercanas a la cua- rentena que deciden exponerse a todo tipo de intervenciones, las veces que haga falta, convirtiéndose la futura maternidad en lo tinico deseable en su vida, desestimando asi todos los logros obtenidos en otros campos. Esta pasién es una nueva presentacion de este arrebato femenino por la evolucién de las nuevas tecnologias. Aunque la nifia Iegue a desear fantésticamente un hijo del padze identificéndose con la madre, no por ello accedera necesariamente a una posicidn femenina. Muchas mujeres, de hecho, pueden sentirse satisfechas de la maternidad, estén solas 0 con pareja, pero no con su femineidad ni su sexualidad. Una madre es aquella que renuncia, que acepta, en fin, la castracién que reencontraré necesariamente en la separacién del hijo que como otro ocuparé su propio lugar simbélico. Para ello serd indispensable el deseo de la madre en tanto deseo de acogida, de libidinizacién fundante, pero también de desprendimiento, La vida habra ganado as/ sobre el sacrificio y la madre tendra consigo a ese hijo, final feliz siempre que el doble movimiento de investimento y desprendimiento se cumplan. Paraddjicamente, habré que renunciar al falo para tener un hijo. Se trata del deseo de hijo sobre lo pulsional que retendrfa al objeto para su satisfacci6n atin a costa de su muerte fisica 0 psiquica. Madre que acoge y luego renuncia para que el hijo pueda constituirse como sujeto y salir de Ia endogamia. Por otra parte, si una mujer imagina el falo a través del hijo, no sor- prenderd que en esa circunstancia se aleje del hombre, conflicto tan habi- tual entre ser mujer y ser madre. La madre suele quedar dividida entre el hombre y el hijo. Del lado masculino, el deseo por la nueva madre puede verse seria~ mente dafiado ~a veces transitoriamente, a veces para siempre— cuando en el inconsciente se acerquen demasiado la representacién de la mujer ahora madre y la madre edipica. La psicopatologia del puerperio no afccta por tanto solo a las muje- res sino a la pareja. El desencuentro entre hombres y mujeres se deja notar 254 Revista de Pricoanélisis (Madrid). 2017;81:247-261. ISSN: 1135-3171 - wwwapmadrid.org, Wechsler E. Edipo revisitado en las nuevas coyunturas familiares con especial intensidad en esta época y conduce muchas veces al deterioro ola aniquilacién de Ia hasta allf pareja sin serios conflictos. El conflicto aparece y estalla a menudo en relacién a los abuelos. EI nacimiento de un nifto, sobre todo el primero de una pareja, reactiva el Edipo de cada uno de los padres, conmueve la homeostasis familiar y suele estar marcado por una época convulsa con la generacién precedente. La irrupcién de la nueva generacién impulsa a una reelaboracién fan- tasmatica, no siempre exenta de sintomas, que afecta a toda la familia. Cuando un hombre quiere ser padre, ese deseo proviene del nitto edipico, de su posicién de hijo, y esa posicién da cuenta de la complejidad y la sintomatologia de la funcién. E] sujeto es soporte de la transmisién en una posicién bifésica: hijo de sus padres y padre de sus hijos, cuestién que reactiva la neurosis infan- til y trae a nuestras consultas a padres y madres angustiados por su nueva funcién. En las familias tradicionales, del lado masculino, el fantasma incons- ciente que solemos encontrar es el de tener un hijo para la propia madre que colisiona, del lado femenino, con el fantasma de las mujeres gestantes: dedicar el hijo a su propio padre. La nifia edipica deseé un hijo del padre, y el padre actual reactivara, sin duda, todas las ambivalencias en relacidn con él. La situacidn se complica en virtud del Edipo negativo: hombres que tienen un hijo para el padre y mujeres que lo dedican a la madre. Que un hombre haga un nifio para su madre y no para su mujer, que una mujer haga un nifio para su madre o su padre y no para su marido pertenece al ambito de lo inconsciente, aunque los signos sean a veces tan obvios y las batallas familiares tan intensas: con mis padres, con los mios, odio a tu madre, no soporto a tu padre. Conflictos en el centro de los cuales se ubican los nifios. Veamos ahora algunos casos clinicos para diferenciar el Edipo tra- dicional de las nuevas formas edipicas que atafien a la funcién materna y paterna. Edipo tradicional. Un hijo para la madre Una paciente, madre novel, se sentia amenazada por su suegra en su papel de madre. No se permitia estas ideas que se tornaban obsesivas y atribufa su sensacién persecutoria a su cardctcr poscsivo, ccloso y contro- lador en relacién con su primer hijo. La analista estaba tentada de ratifi- Revista de Pricoanslisis (Madrid) 2017;81:247-261. ISSN: 1135-3171 -wwwapmadridorg 255 Wechsler E. Edipo revisitado en las nuevas coyunturas familiares carla, pero un lapsus aclaré de inmediato lo que se jugaba en la estructura inconsciente de esta familia. El nifio estaba enfermo y la abuela lo Ilevé al médico. Cudl no seria la sorpresa de la nuera-y de la analista~ cuando, al entregar a la pacien- te la cartilla con la medicacién, vio que la abuela habia puesto el primer apellido del nifio y como segundo apellido, en lugar del de la madre, el suyo propio. Lapsus que aclaré que para esta abuela ese nifio era el hijo imaginario que habia tenido con su propio hijo y que otorgaba sentido a los sintomas de la nuera. Este hijo-padre era el hermano mayor de su propia fratria y el vasta- go claramente preferido de su propia madre. Un padre poderoso social y econémicamente, siempre lejos de la casa y con varias supuestas amantes, habia favorecido el fantasma de que el hijo era, en realidad, la pareja de la madre y el nieto, en el fantasma, el hijo de ambos, que debja portar, por tanto, ambos apellidos. La descripeién clasica del complejo de Edipo no alcanza: el deseo no solo circula del hijo hacia la madre, sino que es reciproco. La demanda de la madre hacia el hijo completa el circulo incestuoso. El hijo se libra de esa demanda gracias a la identificacién con el padre. No obstante, aunque esté protegido por ella, la demanda materna no dejaré de pesar sobre él en la constitucién de la neurosis, cuestin que se hard patente en la nueva pa- ternidad cuando, en lugar de un hijo para la mujer nazca, en el fantasma, un hijo para la madre. La madre de este hombre estaba dispuesta a recoger el fruto, a titu- lo de retribucién diferida, cuestién que fue percibida, y denunciada, de modo sintomitico, por su nuera. Una maternidad de nuestro tiempo: donacién de dvulos No podemos soslayar la subjetividad de nuestra época en el horizon- te de nuestra praxis. Y es justamente allf donde nos encontramos con los primeros signos de estos tiempos modernos. Nuevos destinos edipicos. Nuevas angustias, nuevas preguntas. ~Qué consecuencias tiene sobre el sujeto esta suerte de mercantili- zacién de los nacimientos, donde muchas veces se paga por el semen, los évulos donados o el vientre de alquiler? Escribe M. M. Chatel (1993): «Los métodos cada vez mis sofisticados marchan en la direccién de in- troducir el eslabn médico en la procreacién y desatar por cso mismo el frégil lazo del sexo en acto con el parentescom. 256 Revista de Pricoanélisis (Madrid). 2017;81:247-261. ISSN: 1135-3171 - wwwapmadrid.org, Wechsler E. Edipo revisitado en las nuevas coyunturas familiares En esta linea se inscriben las nuevas maternidades sin padre biol6gi- co gracias a la inseminacién artificial o las nuevas paternidades sin madre gracias a los vientres de alquiler. Aqu‘ el nifio, al quedar solo bajo la égida de la madre o el padre, puede arrastrar un resto inquietante que debe ser trabajado psiquicamente cuando se transforma en sintoma. Verdaderas encrucijadas debido a la complejidad de las nuevas si- tuaciones filiatorias frente a las que nos coloca la técnica que no son sin consecuencias. 'Tampoco lo son los efectos de las nuevas tecnologias al servicio de la reproduccién cuando lo renegado hace su aparicién como angustia. Me consulta Marta, ginecdloga, desesperada ante lo que considera «una locura de su marido». La pareja se conocié cuando ella rayaba los cuarenta afios, y los intentos de quedarse embarazada de manera natu- ral resultaron infructuosos. Entonces recurricron a évulos de otra mujer anénima ~ovodonacién— para lograr los embarazos con el esperma del marido. Nunca volvieron a hablar sobre el asunto. Fueron tres, uno por afio. David, Juan y Mateo asf lo atestiguan. La vida familiar se compli- ca: demasiado trabajo dentro y fuera de casa, disputas, conflictos. Hasta aqui los problemas tradicionales de tres crianzas tan seguidas. La pareja se distancia cada vez més, hasta que Leo plantea la separacién. Pero para sorpresa y horror de la madre, le dice: «Por supuesto, me llevo a los nitios, son mios, no tuyos». En ese punto consulta Marta. Durante las entrevistas surge la pregunta que la atenaza y no le permite tomar medidas legales: gacaso su marido no tiene raz6n? Acaso no son de él solo? El trabajo psi- quico sobre su maternidad simbdlica permiti6 bajar su angustia, legitimar su funcién materna y comenzar su andlisis. La familia es el lugar de sustitucién de lo biolégico por lo simbélico al definir los significantes madre y padre como funciones, més alla de la biologia. Si no nos desviamos de la concepcién psicoanalitica, no nos vere- mos atraidos como esta paciente y su marido a jugarnos por el discurso bioldgico. La pretensién de la técnica de considerar la reproduccién como real, mis alld de la filiacién simbélica, precipité este fantasma del padre que antes —con la procreacién sexual hubiera tomado la clasica forma de la pelea de ambos por la custodia de los nifios. La simbolizacién de la maternidad present problemas en todas las épocas. Solo recordar las depresiones posparto donde el tiempo resuelve la cuesti6n o el parto como desencadenante de las psicosis cn mujeres que no pueden alcanzar la simbolizacién del nuevo lugar. Revista de Pricoanslisis (Madrid) 2017;81:247-261. ISSN: 1135-3171 -wwwapmadridorg 257 Wechsler E. Edipo revisitado en las nuevas coyunturas familiares Estos modos de gestacién se emparentan con la adopcién. Y sabemos que los padres tienen que hacer un trabajo psiquico de «adopcién» aun- que se trate de sus propios hijos. Los momentos de despersonalizacion posparto de las mujeres, la dificil tarea psiquica de aceptar al hijo como tal, aunque se aleje de los ideales, asi lo confirma. Las nuevas tecnologias disparan nuevos fantasmas sobre la materni- dad y la paternidad que pueden mantenerse mudos, explosionar dentro del vinculo de la pareja o trasladarse fantasmatica y sintomaticamente a los hijos por la reproduccién asistida, Se trata entonces, en estos casos, del estallido de la reproduccién se- xuada tradicional y de los efectos de esta disociacién entre procreacién bioldgica y procreacién simbélica lo que los psicoanalistas no podemos pasar por alto si no queremos que los cambios nos pasen por alto... a nosotros. Escuchemos entonces en nuestros analizantes los efectos de estas nuevas articulaciones de la procreacién y reintroduzcamos la dimen- sidn simbélica cuando esté aplastada, como en el caso de Marta, por lo imaginario. Vigencia del Edipo en las nuevas coyunturas familiares La vigencia universal del Edipo en la cultura impide desestimar que las nuevas coyunturas familiares puedan prescindir de este operador psi- coanalitico. Nuestra clinica no es ajena ya a estas circunstancias tal como acabo de recorrer, Los retos que plantea el abrupto cambio en las nuevas constelaciones familiares requiere que los psicoanalistas estemos a la altura de los cam- bios, el malestar y los nuevos sintomas de nuestra época sin abandonar los cimientos de la teorfa psicoanalitica. Hasta ayer, viviamos en una civilizacion en que la representacion de la feminidad era absorbida por la maternidad, en que la funcién del padre era clara y tajante. Nada de eso ocurre ya y el desconcierto tiene profun- dos efectos en las familias. Estos cambios en la coyuntura contempordnea plantean cuestiones inéditas alrededor de las preguntas: gqué es ser una madre?, gqué es ser un padre? Si bien las respuestas subjetivas nunca es- tuvieron dadas de antemano, hoy se vuelven mas complejas por la caida estrepitosa del imaginario en torno a la identidad sexual que aseguraba ciertos rasgos de identificacién que sc transmitian de padres a hijos, de generacién en generacién. 258 Revista de Pricoanélisis (Madrid). 2017;81:247-261. ISSN: 1135-3171 - wwwapmadrid.org Wechsler E. Edipo revisitado en las nuevas coyunturas familiares Solo mencionar una tipologfa de pareja muy actual: maridos angus- tiados frente a sus mujeres resueltas de hoy, que redunda en la pasividad a la espera de que sean ellas las que tomen ia iniciativa, situacién sostenida por un fantasma inconsciente homosexual masculino que se patentiza hoy atin mas en padres feminizados. De hecho, en la clinica actual encontramos con cierta frecuencia esos nuevos posicionamientos parentales: hombres que hacen de madres de sus hijos mientras ellas ocupan lugares antes netamente masculinos: intensa responsabilidad profesional con cierta o total dejacién de la fun- cién materna en sus maridos. Muchas mujeres han dejado de posicionar- se como «mujeres-objeto» y pasado a buscar

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