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Revolución francesa y

ilusitración
ICONO SOCIAL Y POLÍTICO MODERNO

| Estudios sociales |
Complejo Educativo
Católico Santa Catalina

Docente: Alicia Del Carmen Ticas Candray


Materia: Estudios Sociales
Alumnos: Christopher Javier González Escobar
Diego Alejandro Campos Gómez
Sofia Jimena Bernal Serrano
Marvin Alejandro Mejía Mejía
Jimmie Eduardo Guzmán Reyes
Tema: Revolución francesa E ilustración
Grado: 9º
Sección: “A”
Año: 2023

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Índice
INTRODUCCIÓN...............................................................................................................4

LA ILUSTRACIÓN.............................................................................................................5

ENTRE LOS PRINCIPALES REPRESENTANTES DEL PENSAMIENTO DE LA


ILUSTRACIÓN DESTACAN:............................................................................................7

CARACTERÍSTICAS DE LA ILUSTRACIÓN.................................................................10

CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA................................................................13

REVOLUCIÓN FRANCESA............................................................................................16

REUNIÓN DE LOS ESTADOS GENERALES (5 DE MAYO DE 1789)..........................16

ASAMBLEA NACIONAL (17 DE JUNIO 1789)..............................................................19

EL JURAMENTO DE LA PELOTA (20 DE JUNIO DE 1789).........................................20

LA TOMA DE LA BASTILLA..........................................................................................21

EL COMIENZO DEL GRAN TERROR............................................................................22

ABOLICIÓN DEL FEUDALISMO....................................................................................24

DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y EL CIUDADANO.................25

MARCHA SOBRE VERSALLES....................................................................................28

LA FUGA DEL REY........................................................................................................30

14 DE SEPTIEMBRE DE 1791. EL REY JURA LA CONSTITUCIÓN............................32

LAS GUERRAS REVOLUCIONARIAS FRANCESAS O GUERRAS DE COALICIÓN. 33

ASALTO A LAS TULLERÍAS.........................................................................................33

DETENCIÓN DE LUIS XVI..............................................................................................35

LAS MASACRES DE SEPTIEMBRE..............................................................................37

COMITÉ DE SALVACIÓN PÚBLICA..............................................................................42

EL REINADO DEL TERROR..........................................................................................44

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27 DE JULIO DE 1794. GOLPE DE ESTADO DE THERMIDOR...................................48

9 DE NOVIEMBRE DE 1799. NAPOLEÓN TOMA EL PODER......................................49

REVOLUCIONARIOS MÁS DESTACADOS..................................................................49

CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN....................................................................51

CAMBIOS SOCIALES Y POLÍTICOS EN LA SOCIEDAD MODERNA.........................57

CONCLUSIÓN.................................................................................................................61

BIBLIOGRAFÍA...............................................................................................................62

ANEXOS..........................................................................................................................65

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INTRODUCCIÓN
La Revolución Francesa y la Ilustración son dos eventos históricos que dejaron
una huella indeleble en la razón humana y se convirtieron en símbolos históricos

de cambios políticos y sociales modernos. La Revolución Francesa, que tuvo


lugar a fines del siglo XVIII, marcó el fin de la monarquía absoluta en Francia y
sentó las bases de una sociedad democrática al establecer los principios de
libertad, igualdad y fraternidad como pilares fundamentales.

Por otro lado, la Ilustración fue un movimiento intelectual que precedió a la


Revolución Francesa y promovió la importancia del pensamiento crítico, la razón
y la evidencia empírica como guías para la toma de decisiones. Filósofos
ilustrados como Voltaire, Rousseau y Montesquieu desafiaron las ideas
tradicionales y abogaron por la emancipación del individuo y la creación de un
sistema político basado en los derechos naturales y la separación de poderes.

Ambos acontecimientos históricos se entrelazaron y se influenciaron


mutuamente. La Revolución Francesa fue el resultado directo de los ideales y
valores ilustrados. La lucha por la igualdad social, la justicia y la participación
ciudadana encontró su expresión más poderosa en el levantamiento popular que
derrocó a la monarquía, sentando así las bases para la formación de una
república.

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LA ILUSTRACIÓN

En la historia de Europa, la Ilustración fue un movimiento cultural e intelectual


surgido en Francia, Inglaterra y Alemania a mediados del siglo XVIII. Hasta el
siglo XIX trajo consigo profundos cambios en la cultura y sociedad de la época,
razón por la cual al siglo XVIII se le conoce como el “Siglo de las Luces”.

Su principal objetivo era combatir la ignorancia y el fanatismo religioso “mediante


las luces del conocimiento y de la razón”. Los pensadores ilustrados sostenían
que, mediante el uso de la racionalidad y la acumulación de saberes, la
humanidad podría combatir la superstición, el oscurantismo y la tiranía.
Así, la Ilustración se proponía avanzar hacia un mundo más próspero y más
justo. De esta manera se asentó la fe en el progreso en el seno de la cultura
Occidental, lo cual puede comprenderse como consecuencia de la creciente
celebración de la razón humana, iniciada con el Renacimiento.
El pensamiento ilustrado se extendió por toda Europa, especialmente entre la
burguesía y parte de la aristocracia, a través de los medios impresos y de las

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reuniones sociales. También fue difundida por intelectuales y divulgadores que
escribían sobre ciencia, filosofía, política y literatura.
Contexto histórico de la Ilustración
La Ilustración se halla conectada y emparentada con el siglo XVI y XVII,
específicamente con el período conocido como la Era de la Razón, dado que en
él se dieron todos sus antecedentes filosóficos.
Dicho período presenció las guerras religiosas europeas que enfrentaron a
católicos y protestantes, que culminaron con la Paz de Westfalia en 1648.
Europa quedó sumida en un clima de inestabilidad, en el que se tenía a las
revelaciones religiosas individuales como la fuente genuina y principal de
conocimientos. En ese entonces, alrededor de un 70% de la población europea
era analfabeta.
Sin embargo, ese panorama no tardó en cambiar, a medida que tuvo lugar la
Revolución Científica, gracias a la obra de científicos como Galileo Galilei (1564-
1642), Blaise Pascal (1623-1662), Gottfried Leibniz (1646-1716), e Isaac Newton
(1643-1727), cuyo aporte en la sustitución de un mundo religioso por uno
científico sembró las se millas que luego recogería la Ilustración.
El siglo XVIII marcó el inicio de las Revoluciones Burguesas, esto es, el inicio de
la caída del Antiguo Régimen y de la Monarquía Absolutista, que culminaron en
la década de 1770.
Posteriormente se dio una
transformación profunda de
los modelos económicos,
políticos y sociales de
Europa y Occidente, con el
advenimiento de la
Revolución francesa, la
Revolución
estadounidense, y la Revolución industrial en Inglaterra.

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ENTRE LOS PRINCIPALES REPRESENTANTES DEL
PENSAMIENTO DE LA ILUSTRACIÓN DESTACAN:

René Descartes (1596-1650). Filósofo, físico y


matemático de origen francés, considerado el
padre de la filosofía moderna, y uno de los
pensadores fundadores del Racionalismo, cuyo
rol en la Revolución Científica fue central y que
inspiró a generaciones venideras de filósofos
ilustrados, como Baruch Spinoza o David
Hume.

Francis Bacon (1561-1626). Conocido filósofo, político, abogado y escritor


inglés, considerado el padre fundador del Empirismo filosófico y científico, así
como el autor de las reglas del Método científico experimental. Además, fue el
primer ensayista de su país.

Immanuel Kant (1724-1804). Uno de los filósofos más importantes de la tradición


occidental, fue el fundador del criticismo y su máximo exponente, y precursor del
idealismo alemán. Su Crítica de la razón pura es considerado un texto que
cambió para siempre la historia del pensamiento filosófico occidental, y que aún
goza de vigencia.

John Locke (1632-1704). Médico y filósofo inglés,


padre del Liberalismo clásico y uno de los filósofos
más influyentes de la escuela empirista británica.
Es destacada su contribución a la teoría del
Contrato social, influenciado por la obra de Bacon,
y asimismo su propio pensamiento fue influyente
tanto en Voltaire como en Rousseau.

Voltaire (1694-1778). De nombre completo


François-Marie Arouet, fue un escritor, filósofo,

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historiador y abogado francés,
perteneciente a la francmasonería y uno
de los más representativos autores de la
Ilustración francesa. Miembro de la
academia francesa, publicó su obra bajo
el seudónimo “Voltaire”, cultivando la
literatura y la filosofía bajo un punto de
vista hipercrítico y un finísimo sentido del
humor.

Jean-Jacques Rousseau (1712-1778). De


origen suizo, este escritor, filósofo, abogado, músico, botánico y naturalista fue
una de las mentes más brillantes de la Ilustración, a pesar de que sus obras le
ganaron la enemistad de Voltaire y de otros filósofos de la época. Es
considerado un precursor del prerromanticismo y un ensayista lúcido, siendo El
contrato social (1762) una de sus obras más celebradas.

David Hume (1711-1776). Filósofo, economista e historiador de origen escocés,


se le considera uno de los pensadores más importantes de la filosofía
occidental, cuya obra estuvo fuertemente influenciada tanto por empiristas
(Locke, Berkeley) y racionalistas (Descartes, Malebranche), y sentó las bases
para el positivismo lógico y la filosofía de la ciencia.

El Barón de Montesquieu (1689-1755). O simplemente Montesquieu, fue como


se conoció a Charles Louis de Secondat, filósofo y jurista de origen francés, a
quien se atribuye la articulación de la Teoría de separación de los poderes,
fundamental en toda constitución republicana. Su obra es muy cercana al
pensamiento de Locke, aunque también se lo vincula con Saint-Simon y el
socialismo, aunque se admite que su pensamiento es muy complejo y dotado de
una personalidad propia.

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En líneas generales, la Ilustración se caracterizó por:

• Apostar abierta y totalmente por la razón humana y el progreso como las


vías para construir una sociedad mejor, más justa y más feliz. Ello significaba
valorar los saberes humanos y divulgarlos a la sociedad entera, así como el
combate contra la ignorancia, la superstición y el fanatismo religioso.

• Tener una mirada antropocéntrica del mundo (o sea, centrada en el ser


humano, sus capacidades y necesidades), lo cual desemboca en una actitud
pragmática ante la vida: sólo lo útil es digno de esfuerzo.

• Asumir la tradición de manera hipercrítica, lo cual condujo a una posición


reformista, es decir: los pensadores ilustrados asumían la herencia del pasado
de manera crítica y escéptica, por lo que eran propensos a corregirla,
enmendarla o modificarla, en lugar de ser reverentes y respetuosos.

• Sostener una postura optimista frente a la vida (en franco contraste con la
tradición culposa medieval), que partía de asumir al ser humano como una
criatura naturalmente bondadosa, aunque posteriormente corrompida por la
sociedad.

• Un enfoque laico y secular de la sociedad, que relegaba a la religiosidad y


a la Iglesia de la conducción de la sociedad y de la administración de los
saberes: educación laica, fe en la ciencia, y la consideración de cualquier saber
no proveniente de la razón como meras supersticiones.

• Oponerse a la tiranía y al absolutismo monárquico, a favor del


republicanismo y del establecimiento de una sociedad más libre e igualitaria,
propia de las sociedades burguesas que surgirían más adelante. Esto implicó
también oponerse a la sociedad de castas heredada del Medioevo.

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• En su seno tuvieron origen distintos movimientos filosóficos y culturales,
como fueron el Racionalismo, el Empirismo, el Materialismo, el Idealismo, el
Enciclopedismo y el Universalismo.

CARACTERÍSTICAS DE LA ILUSTRACIÓN
• La idea de reunir en una misma obra impresa todo el conocimiento
racional sistemáticamente organizado se le presentó a los pensadores de la
Ilustración como una herramienta fundamental para combatir la superstición y la
ignorancia.

• Así nació el proyecto enciclopedista, cuya gran obra fue la Enciclopedia o


Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios, conocida
popularmente como La Enciclopedia.

• Esta obra divulgativa se publicó en 17 tomos, entre 1751 y 1772. Fue


obra de los franceses Denis Diderot y Jean Le Rond d’Alembert, pero contó con
la colaboración de numerosos pensadores ilustrados, como Voltaire o Rousseau,
quienes redactaron numerosos de sus artículos. Esta fue la primera de una larga
historia de enciclopedias por venir.

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CLASES SOCIALES

Antes de que estallara la revolución, la sociedad francesa estaba compuesta por


tres estamentos denominados estados:

Primer estado. Era integrado por el clero, tanto alto (de origen noble) como bajo
(de origen plebeyo). No pagaba impuestos y recibía de los campesinos un
diezmo o contribución, que consistía en un 10 % de sus cosechas. La
enseñanza era impartida y controlada por la Iglesia, que también podía censurar
publicaciones.

Segundo estado. Era conformado por la nobleza, propietaria de tierras y cuyos


privilegios eran hereditarios. Tampoco pagaba impuestos y recibía, en cambio,

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tributos señoriales de los campesinos. También ocupaba cargos cortesanos y
administrativos.

Tercer estado. También llamado “estado llano”, era integrado por la burguesía
(comerciantes, banqueros, profesionales, intelectuales), el campesinado
(pequeños propietarios, arrendatarios o jornaleros) y el artesanado urbano (en
ocasiones agrupado en gremios). Pagaban impuestos y carecían de poder y
derechos políticos.

El primer y el segundo estado conformaban una casta privilegiada que


representaba aproximadamente el 3 % de la población. El tercer estado
representaba alrededor del 97 % de la población, pero debía mantener con sus
impuestos a los otros dos estados. Sin embargo, el tercer estado carecía de
representación para decidir sobre la política impositiva, pues los Estados
generales (asambleas convocadas por el rey para que los tres estados opinaran
por separado sobre asuntos fiscales) no eran convocados desde 1614.

La organización política antes de la revolución

El orden social y político de Francia antes de la revolución fue llamado Antiguo


Régimen. Además de estar dividido en tres estamentos o estados, el Antiguo
Régimen estaba organizado en una monarquía absoluta cuyo rey, Luis XVI,
concentraba el poder político y gobernaba “por derecho divino”, legitimado por el
alto clero.

Los cargos de la corte y la administración eran generalmente ocupados por


sectores de la alta nobleza. Luis XVI, junto con la reina consorte, María
Antonieta, y los cortesanos, hacían muestras de opulencia desde su palacio en
Versalles, mientras el estado llano debía mantener a la nobleza, el clero y la
monarquía con sus impuestos.

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La burguesía (que integraba el tercer estado) tenía en general instrucción
intelectual, estaba influida por las ideas de la Ilustración y el liberalismo, y
detentaba poder económico

CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA

 Las causas que desencadenaron la Revolución francesa fueron múltiples.


Entre ellas, se destacan:
 Los cambios en la estructura social. La sociedad del Antiguo Régimen
seguía atada en buena medida al feudalismo, un sistema implementado
desde la Edad Media en el que los nobles eran dueños de tierras
trabajadas por jornaleros o usufructuarios. También existían derechos
señoriales por los que los nobles podían recaudar tributos y peajes de
campesinos y pequeños propietarios, y la Iglesia cobraba un diezmo.

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 P e r o l a v i d a

de una nueva elite económica, conformada por comerciantes, banqueros


y profesionales (la burguesía), que comenzó a aspirar a obtener derechos
políticos.También se amplió la presencia de artesanos y sectores
humildes en la ciudad, que en ocasiones pudieron recibir educación y
participar políticamente mediante la lectura de periódicos o la asistencia a
clubes. En el campo, las técnicas y tecnologías tradicionales del
feudalismo impedían la adaptación a la creciente demanda de alimentos.
 El aumento de la población. La sociedad francesa había alcanzado una
mejor calidad de vida, incluso entre sectores plebeyos que, en algunos
casos, tuvieron acceso a la educación. La reducción de la tasa de
mortalidad y el aumento de la expectativa de vida generaron un
importante aumento de la población, que en 1789 llegó a los 26 millones

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de habitantes, lo que hizo de Francia el país más poblado de Europa. La
creciente demanda de alimentos se tornó difícil de satisfacer, sobre todo
cuando una mala cosecha afectó al campo en 1789.
 La difusión del pensamiento ilustrado. En aquellos años, cobró vigor un
movimiento cultural e intelectual llamado Ilustración, que consideraba que
el único camino para explicar el mundo era el uso de la razón, que
permitía “iluminar” la verdad allí donde antes se imponía la oscuridad de
la ortodoxia religiosa.
 Las ideas de la Ilustración (como las obras de Montesquieu, Voltaire o
Rousseau) influyeron en sectores burgueses, e incluso nobles, que
cuestionaron el “derecho divino” a gobernar que se arrogaban los
monarcas absolutos (como Luis XVI). A cambio, propusieron mecanismos
equilibrados de gobierno, basados en la división de poderes, la
formulación legal de derechos y obligaciones, y el principio de la
soberanía nacional.
 La crisis económica. Entre 1788 y 1789 se agravó una crisis económica
que fue el resultado de dos hechos: la deuda contraída por la corona
francesa a raíz de su participación en la guerra de independencia de los
Estados Unidos (1775-1783), que profundizó los problemas financieros
que ya atravesaba el reino; y una sucesión de heladas y malas cosechas,
especialmente en 1788 y 1789.Esto generó escasez de alimentos,
aumento de precios de la harina y el pan, disminución de la actividad
comercial, empobrecimiento, desempleo y malestar social. El rey intentó
aumentar la carga impositiva pero se vio obligado a convocar a los
Estados generales, con represen tación del clero, la nobleza y el tercer
estado.

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REVOLUCIÓN FRANCESA
(ÉPOCA MONARQUICA)

REUNIÓN DE LOS ESTADOS GENERALES (5 DE MAYO DE 1789)


Los Estados Generales de 1789 fueron
los únicos Estados Generales de
Francia convocados con posterioridad
a 1614 y los últimos del antiguo régimen
de Francia. Se desarrollaron en Versalles,
donde residía el rey Luis XVI, en las
afueras de París. Se trató de una
asamblea general extraordinaria convocada por el rey para encontrar una
solución a la grave crisis financiera que padecía el país. Se componía de
representantes de los tres estamentos de la sociedad francesa: la nobleza o
Primer Estado, el clero o Segundo Estado, y el pueblo llano o Tercer Estado. La
independencia que demostraron los diputados del Tercer Estado con respecto a
los dos primeros estamentos y a la Corona, marcó el verdadero inicio de
la Revolución francesa.

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Entre las causas directas de la Revolución francesa se encuentra la grave crisis
financiera causada por la enorme deuda de Francia, la falta de alimentos con la
consiguiente subida imparable de los precios, el gasto suntuoso de la
monarquía, y un sistema impositivo arcaico que recaía exclusivamente sobre los
miembros del Tercer Estado, debido a las exenciones que tenían el clero y
la nobleza; esta carga impositiva en la práctica se limitaba al tercer estado que
incluía a la burguesía. Los sucesivos intentos de reformar este sistema se
encontraron con la resistencia del Primer y Segundo Estado.

La asamblea tuvo lugar en una sala acondicionada para la ocasión en el


palacete de los Menus-Plaisirs (Pequeños Placeres), que servía de almacén
para decorados de teatro, instrumentos de música y accesorios de deportes de
la Corte de Versalles. Estuvieron presentes 1139 diputados: 291 pertenecen al
clero, 270 a la nobleza, y 578 al Tercer Estado (este último representaba al 97 %
de la población). La sesión inaugural, el 5 de mayo de 1789, fue presidida por el
rey Luis XVI, el clero se sentó a la derecha del trono, la nobleza a su izquierda, y
el Tercer Estado enfrente. Los oradores fueron el rey, el garde des
sceaux Charles de Paule de Barentin (segundo oficial del gobierno), y el Ministro
de Hacienda, Jacques Necker.

El rey abrió la sesión con un discurso escueto y bien acogido por los diputados.
El ministro Necker pronunció un discurso de dos horas y media. Con este
discurso, los diputados se dieron cuenta de que la situación financiera del reino
era aún más desastrosa de lo que se pensaba, y de que el gobierno estaba
desorientado. Quedó entonces patente el motivo de la convocatoria de los
Estados Generales: el grave déficit presupuestario.

Pero el ministro no mencionó el problema que más preocupaba a los diputados:


la votación por estamento o por cabeza, que condicionaba la aprobación de
cualquier reforma.

Ni el clero ni la nobleza formaban bloques homogéneos, ya que también


comportaban estratos de ingresos modestos, cuyos intereses y forma de vida se

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aproximaban a los del Tercer Estado. La nobleza contaba con un buen número
de pequeños nobles campesinos (llamados hobereaux), que poco compartían
con la gran nobleza próxima a la Corte. Y entre el clero, los simples curas (bas-
clergé) se sentían más cercanos a las reivindicaciones de sus feligreses que de
sus superiores eclesiásticos.

La nobleza y el clero reclamaban el voto por estamento, que les aseguraba la


mayoría sin necesidad de lograr un consenso. El Tercer Estado pedía el voto por
cabeza, que permitía más igualdad en la votación, y debates abiertos. Ante la
negativa de los dos primeros estados y el consecuente bloqueo de toda
votación, el Tercer Estado, aconsejado por el sacerdote Sieyès (diputado del
Tercer Estado), invitó a los diputados de la nobleza y del clero a que se unieran
a ellos. Dos nobles y 149 miembros del clero lo hicieron.

Se produjo por lo tanto una revolución de carácter jurídico: se desmantelaron los


estamentos tradicionales del reino, los que fueron sustituidos por una asamblea
única en representación de todo el pueblo. A propuesta de Sieyès, tomó el
nombre de Asamblea Nacional el 17 de junio de 1789. Ante este acto
revolucionario, el rey Luis XVI mandó cerrar la sala y prohibió su entrada a los
representantes del Tercer Estado, en contra de la opinión de su ministro Necker.

La Asamblea Nacional encontró, gracias al doctor Guillotin, diputado del Tercer


Estado, otro lugar de reunión, la Sala del Juego de Pelota de Versalles. Y el 20
de junio de 1789, los diputados juraron no separarse antes de haber dado una
Constitución al país, lo que se conoce como Juramento del Juego de Pelota. El
23, el rey ordenó su disolución, y mandó llevar la orden al decano del Tercer

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Estado, Jean Sylvain Bailly, primer presidente de la asamblea. El
diputado Mirabeau habría entonces pronunciado la célebre frase "Estamos aquí
por la voluntad del pueblo y sólo saldremos por la fuerza de las bayonetas". El
27, el rey cedió e invitó a la nobleza y al clero a que se unieran a la nueva
asamblea. El 9 de julio, la asamblea adoptó el nombre de Asamblea
Constituyente.

Esta revolución jurídica y pacífica acababa de poner fin a siglos de absolutismo


monárquico, sustituyendo el sistema de gobierno por una monarquía
parlamentaria.

ASAMBLEA NACIONAL (17 DE JUNIO 1789)


(en francés Assemblée Nationale) fue la institución, enmarcada en el periodo
alrededor de la Revolución Francesa, que existió desde el 17 de junio de 1789
sirviendo de transición entre los Estados Generales y la Asamblea Nacional
Constituyente.

El 17 de junio de 1789 se declara la Asamblea Nacional: una asamblea no de los


Estados, sino
"del
pueblo". Jean
Sylvain
Bailly fue
elegido primer
presidente. La
Asamblea invitó
al resto de
estamentos a
que se les
unieran, pero
dejando claro

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que pensaban ocuparse de los asuntos nacionales con o sin ellos.1La nueva
asamblea enseguida se alineó con los capitalistas, la fuente de crédito necesaria
para financiar la deuda pública. En relación con el pueblo, la Asamblea
estableció un comité de subsistencia para ocuparse de los déficits alimentarios.

Inicialmente, la Asamblea anunció, y en gran medida creyó, que estaba


trabajando tanto en el interés del Rey Luis XVI como en el de la gente. En teoría,
la autoridad real todavía prevalecía en el proceso de adopción de las nuevas
leyes, que seguía requiriendo el consentimiento real.

Jacques Necker propuso a Luis XVI la posibilidad de convocar una Séance


Royale (Sesión Real) e intentar así reconciliar a los Estados divididos. El plan
fue aceptado; sin embargo, no se notificó la decisión de tener la Sesión Real a
ninguno de los tres estamentos. Todos los debates se pararon hasta que se
celebrase la séance royale.

El transcurso de los eventos pronto sobrepasó al plan de Necker de dar la razón


a los Communes en algunos puntos sin ceder un ápice en otros. Perdido el
interés en el consejo de Necker, Luis XVI, bajo la influencia de su consejo
privado, decidió ir de forma oficial a la Asamblea, anular sus decretos, ordenar la
separación de los Estados y dictar las reformas necesarias en los Estados
Generales. El 19 de junio, ordenó cerrar la Salle des États, la habitación donde
la Asamblea Nacional celebraba sus reuniones.

EL JURAMENTO DE LA
PELOTA (20 DE JUNIO
DE 1789)
El Juramento del Juego de
Pelota (en francés: Serment
du Jeu de Paume) fue un
compromiso de unión
presentado el 20 de

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junio de 1789 entre los 577 diputados del tercer estado para no separarse hasta
dotar a Francia de una Constitución, haciendo frente a las presiones del rey de
Francia Luis XVI.

Para celebrar el acontecimiento, los parlamentarios jacobinos (Sociedad de los


Amigos de la constitución) encargaron un año después a Jacques-Louis
David plasmar el juramento. Pero para 1793 sólo tenía el esbozo del cuadro, y la
convulsa vida política francesa había cambiado lo suficiente como para no
identificarse demasiado con la obra.

LA TOMA DE LA BASTILLA

fue un momento
decisivo en los
primeros meses de
la Revolución
francesa (1789-
1799). El 14 de
julio de 1789, la
Bastilla, fortaleza y
prisión política que
simbolizaba la
opresión
del Antiguo
Régimen francés,
fue atacada por
una multitud
formada principalmente por sans-culottes, o clases bajas. El aniversario se sigue
celebrando en Francia como la fiesta nacional del país.

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El acontecimiento fue la culminación de múltiples causas diferentes. Aunque el
catalizador del atentado fue la destitución del popular plebeyo
ginebrino Jacques Necker (1732-1804) del ministerio del rey Luis XVI de
Francia (que reinó de 1774 a 1792), los desequilibrios sociales y las dificultades
financieras llevaban años presionando al pueblo francés. Los esfuerzos del rey
para deshacer el trabajo de los Estados Generales de 1789, que habían dado
lugar a la formación de una Asamblea Nacional dominada por los miembros del
Tercer Estado, se combinaron con el aumento de los precios del pan para hacer
que el pueblo de París entrara en pánico e hiciera que arremetiera contra los
símbolos de la autoridad real, incluida la siempre amenazante Bastilla.

EL COMIENZO DEL GRAN TERROR


La constante penuria de
«granos» (cereales) y la
hambruna del invierno de
1788, que se prolongó
durante la primavera y hasta
el verano de 1789, habían
reactivado la tradicional
preocupación por la
subsistencia tanto en las
ciudades como en el campo.
La desconfianza hacia la
nobleza se vio alimentada
por un conjunto de factores:
se había comprobado la actitud hostil de la nobleza hacia cualquier tipo de
reforma durante los Estados Generales y la recién creada Asamblea
Constituyente; frente a la Revolución parlamentaria y política de mayo y junio de
1789, había empezado una primera ola de emigración de nobles al extranjero,
acentuando el miedo de una intervención de las monarquías extranjeras aliadas

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con la nobleza. La crisis económica que marcó el reinado de Luis XVI había
reducido también los ingresos de la nobleza terrateniente mientras aumentaba el
coste de su lujoso tren de vida; para compensarlo, en los años que precedieron
la Revolución la nobleza había incrementado la presión fiscal y productiva sobre
los campesinos de sus tierras, agravando su pobreza. Habían reducido, por
ejemplo, considerablemente las tierras comunes (vendiéndolas o convirtiéndolas
en tierras de labranza) donde los campesinos cazaban, llevaban el ganado a
pacer y recogían madera.

El miedo a los «bandidos» se extendió con rapidez y a veces alentaba la


confusión: en el Franco-Condado, al estallar un polvorín en el castillo
de Quincey, cerca de Vesoul; en Champaña, en donde el polvo que levantaba
un rebaño de ovejas fue tomado por el de un ejército; en las regiones
de Beauvais y de Maine; en la región de Nantes y en la de Ruffec, monjes
mendicantes fueron tomados por bandidos. El «miedo» de Ruffec, por ejemplo,
se extendió rápidamente. Iniciado el 28 de julio, se propagó hacia el norte
a Civray, Limoges y Châtellerault, hacia el oeste a Saintes, hacia el este
a Confolens y Montluçon, y bajó hacia el Pirineo pasando
por Angoulême, Cahors, Brive, Montauban, Toulouse, Rodez, Lombez, Pamiers,
Saint-Girons, Saint-Gaudens, Foix y Tarbes, a donde llegó el 5 de agosto. Sin
embargo, regiones enteras, como Bretaña, Alsacia o Languedoc, quedaron fuera
de este Gran Miedo.

Los campesinos se armaron y formaron milicias para protegerse de los


eventuales bandidos, pero como estos sólo eran fruto de la imaginación y del
miedo, no los encontraron. Buscando una explicación a la situación, empezó a
extenderse en algunas zonas la idea de que la nobleza había hecho correr los

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rumores a fin de sembrar la confusión y el pánico. Esta conclusión resulta lógica
teniendo en cuenta que la desconfianza hacia la aristocracia venía
agudizándose desde años atrás.3 En muchos lugares, como en la Baja
Normandía, se pensó además que los propietarios nobles estaban acaparando
el grano para especular y venderlo a precio más alto. El miedo se cambió en
cólera, y bandas de campesinos se dedicaron a atacar castillos y abadías,
llevándose el grano y quemando archivos y documentos.

ABOLICIÓN DEL FEUDALISMO


La noche del 4 de agosto de
1789 es una sesión de la
Asamblea Constituyente
francesa durante la cual es
abolido el sistema feudal en
Francia. Es una de las fechas
fundamentales de la
Revolución francesa, ya que
supone la abolición de los derechos y privilegios de los primeros estamentos,
nobleza y clero, de las ciudades, provincias y corporaciones. Fue la
consecuencia directa de la insurrección campesina conocida como Gran Miedo,
que se extendió por la mayor parte de Francia a finales de julio de 1789.

Los diputados reunidos en Versalles estaban divididos sobre las medidas a


adoptar para restablecer el orden,4 y el 3 de agosto de 1789 los debates en la
asamblea nacional se centraron en la posibilidad de reprimir la revuelta por la
fuerza.3 El 4 de agosto se interrumpieron los debates sobre la elaboración de la
Constitución y su preámbulo, la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano, y el abogado Guy Jean Baptiste Target presentó una moción en la
que afirmaba que las leyes del Antiguo Régimen seguían vigentes mientras no
quedaban derogadas por la Asamblea, y que por lo tanto era necesario seguir

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DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y EL
CIUDADANO
La Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano de 1789,
aprobada por la Asamblea Nacional
Constituyente francesa el 26 de agosto
de 1789, es uno de muchos de los
documentos fundamentales de la
Revolución francesa (1789-1799) en
cuanto a definir los derechos personales
y los de la comunidad, además de los
universales. Influida por la doctrina de los derechos naturales, los derechos del
hombre se entienden como universales.

Aun cuando establece los derechos fundamentales de los ciudadanos, franceses


y de todos los hombres sin excepción, no se refiere a la condición de las mujeres
o la esclavitud, aunque esta última sería abolida por la Convención Nacional el 4
de febrero de 1794. Sin embargo, es considerado un documento precursor de
los derechos humanos a nivel nacional e internacional. No fue hasta que Olympe
de Gouges, en 1791, proclamó la Declaración de los Derechos de la Mujer y la
Ciudadana que las mujeres entraron en la historia de los derechos humanos.

La Declaración fue el prefacio a la Constitución de 1791. La primera traducción


americana completa de sus 17 artículos al español es obra de Antonio Nariño,
publicada en Bogotá, Nuevo Reino de Granada (hoy Colombia) en 1793.

Una segunda versión ampliada, conocida como Declaración de los Derechos del
Hombre de 1793, fue aprobada posteriormente e incorporada a la Constitución
francesa de 1793, ambas de muy breve aplicación. Seguida de la Declaración de
los Derechos y Deberes del Hombre y del Ciudadano de 1795 en la Constitución
de 1795 que establece el Directorio.

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En el derecho constitucional francés, la Declaración de 1789 es parte de la
Constitución francesa de 1946, que agrega los derechos sociales en su
preámbulo, y de la Constitución francesa de 1958 que conserva el preámbulo de
la Constitución de 1946.

Patente real de Luis XVI de Francia, promulgando los textos aprobados por la
Asamblea Nacional a partir del 4 de agosto de 1789, entre ellos la Declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.

Todo empezó cuando en el Juramento del Juego de Pelota el 20 de junio de


1789, los diputados franceses de la Asamblea Nacional se fijaron como misión
principal la de dar por primera vez una Constitución a Francia, y crearon con
este fin un comité que preparase el "orden de trabajo sobre la constitución del
reino". El mismo día que la Asamblea adoptó el nombre de Asamblea Nacional
Constituyente, el 9 de julio de 1789, Mounier presentó ante la Asamblea el
informe del comité, en el que se recomendaba redactar un preámbulo que
enumerase los derechos fundamentales que la Constitución debía respetar.1 Se
llegaron a leer 21 proyectos de declaración, incluido uno de La Fayette, uno de
Robespierre y otro de la ciudad de París.2 El 19 de agosto, la Asamblea acordó
que la declaración sería debatida por los diputados a partir del proyecto de 24
artículos propuesto por el 6º Bureau, que fue el proyecto más votado por delante
del presentado por el Abad Sieyès.3 Los artículos fueron debatidos, redactados
y votados uno por uno en los días siguientes (del 20 al 26 de agosto),
modificándose sustancialmente el
contenido de la declaración que quedó en
17 artículos. Se aprobó el último artículo,
el 17 relativo al derecho a la propiedad, el
26 de agosto de 1789.45

La Declaración fue promulgada por


patente real el 3 de noviembre de 1789,
junto con otros textos aprobados por la

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Asamblea Nacional desde el de 1789. Aquella noche se había aprobado la
abolición de los privilegios en los que se basaba la sociedad del Antiguo
Régimen, poniendo fin al sistema feudal.

La declaración establece los principios de la sociedad que serán la base de la


nueva legitimidad, acabando con los principios, las instituciones y las prácticas
del Antiguo Régimen: "El principio de toda soberanía reside esencialmente en la
nación". La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano considera
legítima la revuelta de los diputados en contra de la monarquía absoluta, al
declarar como derecho imprescindible del hombre la "resistencia a la opresión".

La declaración tiene un alcance general y orientado hacia el futuro. Los


Constituyentes enumeran lo que no son derechos creados por los
revolucionarios, sino que son derechos constatados. Es la consecución de la
filosofía del Siglo de las Luces. Los derechos naturales e imprescriptibles del
hombre, que son anteriores a los poderes establecidos y son considerados como

aplicables en cualquier lugar y cualquier época, se enumeran en el artículo 2.


Son

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La Declaración de 1789 ha inspirado un gran número de textos similares en
Europa y América Latina. La tradición heredada de la Revolución francesa está
también presente en la Convención Europea de los Derechos Humanos, firmada
en Roma el 4 de noviembre de 1950.

MARCHA SOBRE VERSALLES


La marcha, que comenzó en los mercados de París como reacción a la escasez
de alimentos y a las acciones antirrevolucionarias de los soldados del rey, lo
despojó de gran parte de la independencia y autoridad que le quedaban.

El banquete

La noticia del banquete ofrecido por los guardaespaldas reales para recibir al
Regimiento de Flandes se extendió por todo París como un reguero de pólvora.
Aunque era habitual que una unidad militar de guarnición recibiera a su fuerza
de relevo con un festín, lo ocurrido en Versalles fue descrito por periodistas
agitadores como Marat como una "orgía
glotona", ya que el consumo de cantidades tan
abundantes de comida era un insulto para los
hambrientos parisinos. Se supone que la reina
María Antonieta (1755-1793) dijo aquí "que
coman pastel", en respuesta a la inanición de
los plebeyos, aunque no hay constancia de que
lo dijera realmente.

La ira de las mujeres del mercado

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La multitud se enfrentó a unidades de la Guardia Nacional bajo el mando de
Hermigny. Después de que sus tropas dejaran claro que no iban a impedir que la
multitud saqueara el Hôtel, Hermigny solicitó refuerzos y la presencia del
comandante de la Guardia Nacional, Gilbert du Motier, marqués de Lafayette
(1757-1834). Mientras tanto, la multitud asaltó el Hôtel, se llevó cientos de armas
y dos cañones.

Tres horas más tarde, una procesión masiva de 60.000 personas, según
Lafayette, partió de Versalles. Los Guardias Nacionales encabezaban el desfile
compuesto por la familia real y los cortesanos, los miembros del ministerio de
Necker y los diputados de la Asamblea Nacional. En la retaguardia iba una
caravana de carros llenos de harina y pan. Las mujeres marchaban junto a la
caravana, animando y cantando que traían "al panadero, a la mujer del panadero
y al muchacho del panadero a París". Esto, por supuesto, hacía referencia al rey,
al que a menudo se lo llamaba el primer panadero del reino.

Una vez en París, el rey recibió la llave de la ciudad y fue conducido al Palacio
de las Tullerías, donde él y su familia residirían en lo sucesivo. La Asamblea se
instaló en un picadero abandonado al final de la calle de las Tullerías. Allí
proclamaron que Luis XVI dejaría de ser conocido por el gran título de Rey de

Francia y Navarra, que lo denotaba como monarca absoluto que gobernaba por

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derecho divino; a partir de entonces, sería simplemente Luis XVI, Rey de los
franceses.

Aunque Francia no sería oficialmente una monarquía constitucional hasta la


finalización de la constitución de 1791, el Antiguo Régimen murió ese día, el 6
de octubre de 1789. Simbólicamente, el palacio de Versalles ya estaba siendo
tapiado, con enormes cerraduras de hierro en las puertas y guardias para
disuadir a los saqueadores. Como observa el historiador Simon Schama,
"Versalles ya se había convertido en un museo".

LA FUGA DEL REY


Manteniendo aparentemente una conducta inocua, y confiando a muy pocos sus
planes secretos, en la noche del 20 de junio de 1791 la familia real en las
Tullerías cumplió el protocolo usual de cena y despedida de sus servidores, para
ir a dormir en sus habitaciones a las 23 horas del día 20, conociendo de
antemano el paradero y ubicación de los guardias del palacio. A las 00.10 horas

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del día 21 los reyes y su comitiva abandonaron las Tullerías, no en grupo sino
uno por uno, disfrazados. Un pequeño carruaje les esperaba en el bulevar para
recogerlos en el camino hacia Châlons y Montmédy. Luis dejó una declaración
quejándose del trato que había recibido y revocando su asentimiento a todas las
medidas que habían sido tomadas.

La desaparición de la familia real fue descubierta a la mañana siguiente, a las 7


horas, por servidores y guardias de las Tullerías, y la noticia se difundió pronto
por todo París. En las calles, una enojada multitud que temía una invasión o una
guerra civil acusó a Jean-Sylvain Bailly y al marqués de Lafayette (jefe de la
Guardia Nacional) de complicidad en la huida. Sin embargo, la Asamblea pronto
controló la situación: incrementó su poder ejecutivo; encargó a Montmorin, el
ministro de Asuntos Exteriores, informar a las potencias europeas sobre sus
intenciones pacíficas, envió comisionados para asegurar un juramento de las
tropas a la Asamblea (en vez de al rey) y ordenó el arresto de cualquiera que
intentara huir del reino. En paralelo, se despacharon postas de correo a la
frontera noreste, la más próxima a París, para bloquear todo intento de fuga,
mientras el hermano del rey, el conde de Provenza huía de Francia por su
cuenta.

Captura

Recién a las 0.30 horas del 22 de


junio llegan a Varennes los húsares
de Choiseul, que se habían retirado
de Somme-Vesle, y se atrincheran
ante la alcaldía, pero sin atreverse a
luchar contra la población. Choiseul
envía al subteniente Röhrig a Stenay
para pedir refuerzos al Regimiento Real Alemán del marqués de Bouillé, pero
alerta al oficial Deslon -leal al rey- que se dirige a Varennes con un escuadrón
de húsares, adonde llega recién a las 5.30 horas. Para entonces, al poblado han

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arribado guardias nacionales desde París, más los enviados de La Fayette -
Bayon y Romeuf- que disponen enviar de vuelta a la capital a los fugitivos a las 8
horas. En inferioridad de número, los soldados de Choiseul no pueden luchar
contra quienes retienen al rey mientras el pequeño escuadrón de Deslon ni
siquiera logra entrar al poblado. Para cuando Bouillé llegó a Varennes, a las 9
horas, la cuestión estaba decidida y la familia real estaba ya en camino de
regreso en París, bajo vigilancia militar.

Bouillé y Choiseul, así como los demás oficiales comprometidos en la fuga


fallida, solo tuvieron como opción dejar al ejército y salir de Francia. El hermano
de más edad del rey, el conde de Provenza, quien había hecho sus planes más
detenidamente, logró escapar a Bruselas, donde se unió a los émigrés. El 25 de
junio, al amanecer, la familia real retorna a París en medio de la hostilidad del
pueblo.

Jérôme Pétion de Villeneuve, Latour-Maubourg y Antoine Barnave,


representando a la Asamblea, se encontraron con la familia real en Épernay y
regresaron con ellos. Desde ese momento, Barnave se convirtió en consejero y
partidario de la familia real.

14 DE SEPTIEMBRE DE 1791. EL REY JURA LA CONSTITUCIÓN.


El texto mantiene la Monarquía y concede el derecho de veto a un rey con
poderes limitados. La Asamblea Constituyente se disuelve y, tras unas
elecciones de carácter censatario a
las que no pueden presentarse los
diputados salientes, se reúne el 1 de
octubre la Asamblea Legislativa.

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LAS GUERRAS REVOLUCIONARIAS FRANCESAS O GUERRAS
DE COALICIÓN
fueron una sucesión de conflictos bélicos y políticos entre el
gobierno revolucionario francés y Austria hasta la firma del Tratado de
Luneville en 1801. Normalmente se dividen entre la Primera Coalición (1792-
1797) y la Segunda Coalición (1798-1801), aunque Francia estuvo
constantemente en guerra con Gran Bretaña desde 1793 hasta el Tratado de
Amiens (1802). Estuvieron marcadas por el fervor revolucionario francés y por
las innovaciones en el ámbito militar.

Estos eventos representaron una serie de campañas caracterizadas por el


enfrentamiento entre Francia y las diversas coaliciones que se le opusieron,
expandiendo en cada caso la primera su territorio. Las hostilidades cesaron con
el Tratado de Amiens. Para los eventos militares posteriores véanse las Guerras
napoleónicas. Ambos conflictos constituyen la Gran Guerra Francesa.

ASALTO A LAS TULLERÍAS


El rumor que se extiende por París de que el rey va a dar un golpe de Estado
acelera los planes de la insurrección.13 La iniciativa la tomaron los cordeliers,
los cabecillas de los guardias nacionales federados y los dirigentes de las
secciones parisinas
donde predominaban
los sans-culottes,
que desde el 26 de
julio habían formado
una especie de
comité que volvería a
reunirse el 4 y el 9
de agosto. Este
último día se decidió
iniciar la

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insurrección, después de conocerse que la Asamblea Legislativa había
rechazado la petición de las secciones del destronamiento del rey. El día 5, el
embajador norteamericano Gouverneur Morris visitó a los reyes, y anotó: «nada
digno de mención, salvo que se mantuvieron toda la noche en vela, en espera
de ser asesinados».

Al amanecer del día 10 de agosto se pusieron en marcha hacia las Tullerías dos
columnas de guardias nacionales federados y de seccionarios sans-culottes. La
primera provenía de la margen izquierda del Sena y la segunda, al mando del
cervecero acomodado Antoine-Joseph Santerre, de las secciones del este de la
capital. A esa hora ya estaba organizada la defensa del palacio real a cargo de
unos 800 guardias suizos, a los que se habían sumado más de mil guardias
nacionales leales a la Asamblea Legislativa y algunos cientos de voluntarios
provenientes de la antigua Guardia Real. Hacia las seis de la mañana el rey Luis
XVI les pasó revista, después de haber dormido apenas, pero tuvo que volver
rápidamente al palacio ante avance de los insurgentes. Las fuerzas leales
parecían suficientes para hacer frente a los tres mil hombres que sumaban las
dos columnas de insurgentes, pero la detención de su jefe, el marqués de
Mandat a las siete de la mañana por la Comuna insurrecta proclamada por los
rebeldes, les privó de un mando unificado, lo que resultaría fatal. Más decisiva
aún resultó la decisión del rey de seguir el consejo del diputado Pierre-Louis
Roederer de abandonar las Tullerías junto con su familia para acogerse a la
protección de la Asamblea Legislativa, siendo escoltados en su camino a pie
hacia las 8:30 horas por unos cuatrocientos cincuenta defensores de las
Tullerías, reduciendo así las fuerzas que defendían el palacio real.16

Los guardias suizos y los voluntarios que defendían las Tullerías se negaron a
rendirse a pesar de que su jefe estaba detenido y el rey y la familia real ya no
estaban en el palacio, por lo que se inició el combate. Los guardias suizos
abatieron a varios centenares de rebeldes, pero recibieron la orden del rey de
abandonar la defensa. Cuando intentaron huir a través de los jardines fueron

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acribillados por las fuerzas insurgentes —los heridos fueron rematados con
bayonetas y picas—, y sólo unos ciento cincuenta lograron llegar a la Asamblea.
Cuando los insurgentes entraron en el palacio asesinaron a los miembros de la
servidumbre, al considerarlos «traidores», y luego cortaron algunas cabezas de
los cadáveres y las exhibieron clavadas en sus picas.17

DETENCIÓN DE LUIS XVI.


El rey y la familia real cuando llegaron a la sala donde se reunía la Asamblea
Legislativa, habían sido acomodados en la tribuna destinada a los periodistas.18
Cuando se conoció la victoria de los insurgentes el diputado girondino
Vergniaud, presionado por los diputados más radicales, propuso que se
suspendieran las funciones constitucionales del rey y que se convocaran
elecciones por sufragio universal para una Convención Nacional. La medida fue
aprobada —en aquel momento los diputados monárquicos y la mayoría de los
feuillants ya habían abandonado la asamblea—. Como gobierno transitorio y de
acuerdo con la Comuna insurgente se constituyó un Consejo Ejecutivo
Provisional, formado por los antiguos ministros girondinos y el cordelier Georges
Danton, que ocupó la cartera de Justicia. También se formó, asimismo por

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exigencia de la Comuna insurrecta, un «tribunal extraordinario» que sería el
encargado de juzgar los crímenes de la corte.

El rey, la reina y sus hijos y la hermana del monarca fueron encarcelados en la


Torre del Temple. Por un decreto de la Asamblea podrían tener servidumbre y
otras comodidades relativas como disponer de libros o poder dar pequeños
paseos. Los guardias que los custodiaron fueron sans-cullottes de la Comuna,
que tenían prohibido ejercer ningún tipo de violencia ni contra el rey ni contra su
familia, pero que «solían bromear en términos poco halagüeños acerca de la
suerte que le esperaba [al rey], pues todos tenían por cierto, claro está, que
sería ajusticiado».20

El nuevo gobierno provisional, así como la Comuna insurgente, enviaron


representantes a los departamentos para que destituyeran a las autoridades y
funcionarios monárquicos o simplemente de los que se sospechara algún tipo de
lealtad hacia el rey, llevándose a cabo «una purga administrativa más profunda
que la que se había emprendido en 1789». «Igual que en la época que precedió
al 10 de agosto, este proceso estuvo salpicado, en todo el país, de ejecuciones
tumultuarias de presuntos contrarrevolucionarios».

El 17 de agosto el general Lafayette hizo un último intento para liberar a la


familia real pero sus soldados se insubordinaron y el general optó por huir a las
líneas austríacas. Dos días después cruzaban la frontera francesa del este las
fuerzas prusianas al mando del duque de Brunswick, convencido de que «los
franceses necesitan que les den una lección inolvidable», a lo que el conde de
Provenza, hermano emigrado de Luis XVI, le contestó: «Presumo que los
franceses van a defender su país, y no siempre han sido derrotados». Las
fuerzas prusianas iban acompañadas de nobles franceses emigrados quienes en
los pueblos que iban ocupando se dedicaban a restablecer el Antiguo régimen.
El marqués de Falaiseau escribió a su esposa: «Se ha devuelto a su lugar a los
antiguos sacerdotes de la parroquia. Hace no mucho, lo gendarmes trajeron a un

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cura constitucional ligado y amordazado. Un granuja redomado, según dicen. He
hablado con él... y se niega a retractarse —no se sabe lo que ocurrió con él—»

LAS MASACRES DE SEPTIEMBRE


hacen referencia a las ejecuciones en masa que se desarrollaron del 2 al 6 de
septiembre de 1792. Es uno de los episodios más sombríos de la Revolución
francesa. Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre los motivos que
indujeron a cometer unos actos tan irracionales y en circunstancias tan
particularmente terribles para los prisioneros. Estas ejecuciones no solo se
llevaron a cabo en París, las sufrieron también en otras ciudades del país, como
por ejemplo en Orleans, Meaux o Reims, aunque no fueran en número tan
elevado como en París.

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En París fueron asesinadas entre 1100 y 1400 personas, lo que supuso la mitad
de la población reclusa. Aunque el objetivo de los asaltantes eran los
«contrarrevolucionarios» tres cuartas partes de las víctimas fueron prisioneros
de derecho común, lo que ha planteado serios interrogantes a los historiadores.

Durante las sangrientas revueltas alentadas por líderes revolucionarios


asesinaron a tres obispos y más de doscientos sacerdotes en París, mientras
muchos sacerdotes y monjas fueron ejecutadas en Lyon y cientos de sacerdotes
fueron apresados en Rochefort.

En cuanto a la explicación de la matanza Timothy Tackett concede un papel


esencial a los rumores de invasión y de complots contrarrevolucionarios que se
extendieron durante esos días y las jornadas previas —uno de los más
insistentes

En julio de 1792 Francia


es invadida por los
ejércitos prusiano y
austríaco. El 1 de agosto
se conoce el «manifiesto
de Brunswick» en el que
el comandante en jefe de
las fuerzas
austroprusianas amenaza
a los habitantes de París
con «someter la ciudad a una venganza ejemplar» si se toca al rey Luis XVI. El
10 de agosto la multitud asalta el Palacio de las Tullerías y el rey es detenido,
haciéndose con el poder en la capital la Comuna de París. El 3 de septiembre se
conoce que la fortaleza de Verdún, el principal baluarte en el camino de los
invasores hacia París, ha caído. El día anterior han salido hacia el frente muchos
jóvenes voluntarios dejando detrás a sus mujeres y a sus familias indefensas. El
pánico recorre la ciudad acentuada por el hecho de que las prisiones parisinas

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están llenas de nobles y de guardias suizos, encarcelados porque se habían
enfrentado a la multitud en la jornada del 10 de agosto de 1792 intentando
defender al rey.

Prendió en el seno de los revolucionarios la idea de que tenían un enemigo


interior. Empezó a extenderse el rumor de que los «contrarrevolucionarios» (que
se hallaban encarcelados) estaban dispuestos a urdir una conspiración, y que
eran cómplices y, por tanto, culpables de las amenazas proferidas por
Brunswick.

La Primera República francesa

oficialmente la República
francesa (en francés: République
française), fue el nombre dado a una serie
de regímenes
parlamentarios y republicanos que se
sucedieron entre el 21 de
septiembre de 1792 y el 18 de
mayo de 1804, durante la Revolución francesa. Empezó oficialmente el día en
que los diputados de la Convención Nacional aprobaron la abolición de
la monarquía, confirmando así la destitución del rey Luis XVI que había sido
suspendido en el transcurso de la Jornada del 10 de agosto de 1792. Duró un
total de doce años, hasta el establecimiento del Primer Imperio
francés por Napoleón Bonaparte en mayo de 1804.

Este período se caracterizó por la caída y abolición de la monarquía francesa,1 el


establecimiento de la Convención Nacional y el Reinado del Terror, la Reacción
de Termidor y la fundación del Directorio, y, finalmente,
la creación del Consulado y el ascenso de Napoleón al poder.

La ejecución de Luis XVI, que tuvo lugar el lunes 21 de enero de


1793, fue uno de los acontecimientos más importantes de la

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Revolución francesa. Dicha ejecución fue realizada en la plaza de la
Revolución (actual plaza de la Concordia), anteriormente conocida
como plaza de Luis XV. La Convención Nacional había sentenciado
a muerte al rey el 17 de enero en una votación realizada a viva voz
por sugerencia de Marat, y en la que la pena de muerte sin
condiciones se impuso por 361 votos contra 290 votos por la prisión
perpetua o destierro.

Trayecto hasta la plaza de la Revolución

Luis XVI se despertó a las 5:00 horas y se vistió con la ayuda de su valet Jean-
Baptiste Cléry. Posteriormente se reunió con el cura irlandés no juramentado
Henry Essex Edgeworth de Firmont para confesarse. El rey oyó su última misa,
celebrada mediante una dirección especial de las autoridades y oficiada por
Cléry, y recibió la comunión. Siguiendo el consejo de Edgeworth, Luis XVI evitó

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un último encuentro con su familia. A las 7:00 horas confesó sus últimas
voluntades a Edgeworth: su anillo con el sello real sería destinado al delfín y su
anillo de bodas a la reina. Tras recibir la bendición del cura, Luis XVI se reunió
con Antoine Joseph Santerre, comandante de la guardia. A su salida de la
prisión del Temple, donde la familia real llevaba recluida desde el mes de agosto
de 1792, el rey se sentó en un carruaje de color verde estacionado en uno de los
patios del edificio. Edgeworth se sentó a su lado, mientras dos militares
ocuparon los asientos opuestos. El carruaje abandonó la prisión alrededor de las
9:00 horas.Durante más de una hora, el carruaje, precedido por el sonido de
unos tambores destinados a silenciar cualquier muestra de apoyo al rey y
escoltado por una tropa de caballería con sables dibujados, realizó el trayecto
hasta la plaza de la Revolución siguiendo una ruta compuesta por alrededor de
80.000 personas entre hombres armados, soldados de la Guardia Nacional y
sans culottes.

En el vecindario de la actual rue de Cléry, el barón de Batz, aristócrata partidario


de la monarquía que había financiado la fuga de Varennes, había reunido a un
grupo de 300 realistas con el fin de ayudar al rey a escapar. Según el plan, Luis
XVI sería escondido en una casa en la rue de Cléry perteneciente al conde de
Marsan. El barón se adelantó y dijo: "¡seguidme, amigos míos, salvemos al rey!",
pero sus cómplices habían sido denunciados y sólo unos pocos habían sido
capaces de presentarse. Tres de ellos fueron asesinados, si bien de Batz logró
escapar.

A las 10:00 horas, el carruaje llegó a la plaza y se adentró en la zona en donde


había sido erigido el cadalso, el cual se hallaba rodeado por una multitud
armada con picos y ballestas

Ejecución

Luis XVI y el abad Edgeworth de Firmont al pie de la guillotina, el 21 de enero de


1793, por Charles Benazech.

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Tras negarse inicialmente a que sus manos fuesen atadas, Luis XVI cedió ante
la propuesta del verdugo de emplear su pañuelo en lugar de una cuerda.
Después de que su cabello fuese cortado y el cuello de su camisa retirado, el rey
fue subido al cadalso. Una vez allí, Luis XVI intentó pronunciar un discurso ante
la multitud, el cual no pudo ser escuchado con claridad debido al sonido de los
tambores. El monarca fue entonces tumbado sobre la plancha de madera de la
guillotina, siéndole colocado un cepo con forma de media luna sobre el cuello
para mantener fija la cabeza, tras lo cual fue inmediatamente ejecutado. Según
algunos informes, la cuchilla no cercenó el cuello, sino que cortó a través de la
parte posterior del cráneo y la mandíbula.

COMITÉ DE SALVACIÓN PÚBLICA


El movimiento revolucionario estaba amenazado en la misma Francia, por una
coalición de naciones europeas y por fuerzas contrarrevolucionarias (de
moderados girondinos, de monárquicos y de revueltas campesinas o jacqueries,
como la guerra de la Vendée), se requería una institución fuerte y expeditiva que
aplicase condenas firmes y duras a los que se apartaran de los ideales
revolucionarios, motivos por los cuales fue creada esta institución, de carácter
claramente represivo.

La Convención Nacional confirió oficialmente el poder ejecutivo al Comité en


diciembre de 1793 y este implantó medidas policiales extremas para impedir
cualquier acción contrarrevolucionaria. Los poderes del Comité fueron

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renovados mensualmente por la Convención Nacional desde abril de 1793,
hasta julio de 1794 en que se disolvió. Pero sus medidas, en especial las
represivas, fueron cada vez más arbitrarias y discutibles, no solo hacia los
aristócratas monárquicos del Antiguo Régimen, sino también en contra de los
revolucionarios moderados (girondinos), díscolos exaltados o de ortodoxia
dudosa (dantonistas, hebertistas) que fueron acusados, juzgados y ejecutados
en la guillotina de forma sumaria. La guillotina era un nuevo instrumento de
ejecución que acababa de ser estrenado en 1792. Una de sus víctimas, el
revolucionario Pierre Victurnien Vergniaud, llegó a decir que "la Revolución
devora a sus propios hijos". Se instauraba así, el llamado régimen del Terror.

Aunque el asesinato de Jean-Paul Marat a manos de Charlotte Corday había


dejado expedito el camino de la Revolución en manos de Robespierre y Danton,
estos no tardaron en disentir ). Danton pronto se deshizo del comité por razones
personales, y al poco tiempo creó el grupo de los "indulgentes" para denunciar a
los extremistas como Herbert. Robespierre les apoyó y mandó arrestar a los
herbertistas; luego Danton se comprometió en la ocupación de Bélgica e hizo
tratos con el ejército prusiano.2 Por eso Robespierre no se opuso cuando
Bertrand Barère de Vieuzac, Jean-Marie Collot d'Herbois y Jean Nicolas Billaud-
Varenne (afines a los herbertistas) los mandaron arrestar y ejecutar el 5 de abril
de 1794.1 3 Dos meses más tarde Robespierre accedió al puesto de presidente
de la Convención. El Comité aumentó su autoritarismo firmando decretos que
anulaban la comparecencia de testigos y de defensores en los juicios
revolucionarios. Pero al fin se articuló una oposición a Robespierre (aun con
toda su popularidad1), esta oposición recibió el nombre de thermidorianos, grupo
compuesto mayormente por los que habían exagerado del Terror y temían ser
acusados por el,1 Robespierre fue acusado de traición y despotismo, en un
tumulto en la sala de sesiones fue insultado, humillado, herido y al fin detenido el
9 de thermidor de 1794, junto con sus amigos Louis Saint-Just y Georges
Couthon. Al día siguiente fueron guillotinados sin juicio. El Comité de Salvación
Pública no tardó en disolverse.

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31 de mayo a 2 de junio de 1793. Golpe de estado jacobino. La alianza entre
jacobinos y los enragés con apoyo de la Comuna moviliza a las secciones de
París contra los líderes moderados de la Convención. Al cabo de tres días de
pulso, durante los cuales es acosada por la Guardia Nacional, la Convención
cede y pone bajo arresto domiciliario a veintinueve de sus miembros y dos
ministros. A los pocos días se aprueba la nueva Constitución republicana, que
nunca entrará en vigor.

EL REINADO DEL TERROR

Terror (la Terreur), fue un período culminante de violencia respaldada por el


Estado durante la Revolución francesa (1789-99), que vio las ejecuciones
públicas y los asesinatos en masa de miles de "sospechosos"

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contrarrevolucionarios entre septiembre de 1793 y julio de 1794. El Terror fue
organizado por el Comité de Seguridad Pública, compuesto por doce hombres,
que ejerció un control casi dictatorial sobre Francia.

El Terror fue la culminación de años de miedo y paranoia, sentimientos que


habían existido durante mucho tiempo como corrientes subterráneas de la
Revolución. En el otoño de 1793, cuando la Revolución se fracturó y la Guerra
de la Primera Coalición (1792-1797) se descontroló, la Convención Nacional
consideró necesario implantar el Terror como orden del día para poder erradicar
a los espías y conspiradores contrarrevolucionarios. Esto condujo a la
promulgación de la Ley de Sospechosos, que posibilitó la detención de entre
300.000 y medio millón de ciudadanos en todo el país. Se ejecutó a 16.594 de
estos "sospechosos" luego de un juicio, mientras que alrededor de 10.000
murieron en prisión, y miles más fueron asesinados en diversas masacres
organizadas en toda Francia. Se calcula que el número total de muertos durante
los diez meses del Reinado del Terror oscila entre 30.000 y 50.000.

La Ley de Pradial del año II (junio de 1794) condujo a una marcada aceleración
de las matanzas, un período de un mes conocido como el Gran Terror, que solo
terminó con la caída de Maximilien Robespierre el 9 de termidor del año II (27 de
julio de 1794). El período posterior, conocido como la Reacción Termidoriana,
puso fin al Terror y al dominio jacobino.

Los orígenes del Terror

El Reinado del Terror nació de un impulso de autopreservación revolucionaria,


concebido por una Revolución paranoica que veía enemigos en todas partes.
Ciertamente, los sentimientos de paranoia y temor no eran nada nuevo en 1793,
ya que el espectro del Terror había estado presente desde los primeros días de
la Revolución, siempre acechando en las sombras. El terror apareció el 22 de
julio de 1789, cuando el miedo a un complot aristocrático para matar de hambre
al pueblo llevó a una turba de París a asesinar brutalmente al ministro real
Joseph Foullon y a su yerno. Ese mismo verano se produjo el Gran Miedo, en el

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que los rumores de tratos contrarrevolucionarios por parte de los aristócratas
hicieron que los campesinos, presos del pánico, asaltaran los castillos de sus
señores feudales.

del assignat (moneda) y la continua escasez de pan asequible. En el verano de


1793, los ciudadanos franceses de a pie no eran menos indigentes, hambrientos
o desempleados que al comienzo de la Revolución. Además, los periodistas y
políticos incendiarios los mantenían en vilo, insistiendo en que su pobreza y su
hambre se debían a agentes contrarrevolucionarios o conspiradores extranjeros.

El terror a la orden del día

El 2 de junio de 1793, la facción política moderada de los girondinos fue purgada


de la Convención Nacional, la asamblea legislativa de la República. Esto dejó el
poder político definitivo en manos de la facción extremista de la Montaña, que
había dominado durante mucho tiempo la política del Club Jacobino de París y
de sus clubes afiliados, con más de 500.000 miembros en todo el país. La

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Montaña pasó el verano de 1793 persiguiendo su programa izquierdista.
Finalmente abolió la esclavitud colonial y redactó una nueva constitución que
prometía ser más democrática que cualquier otra equivalente contemporánea,
ofreciendo el sufragio

Las herramientas del terror

En la cima de la jerarquía del Terror se encontraba el Comité de Seguridad


Pública. Creado inicialmente en abril de 1793 para supervisar diversas funciones
del gobierno, el Comité debía estar subordinado a la Convención Nacional, que
teóricamente podía cambiar los miembros del Comité a voluntad. Sin embargo,
el Comité eclipsó rápidamente a la Convención en cuanto a poder, y los doce
hombres que formaban parte de él en septiembre de 1793 conservaron sus
puestos de forma permanente hasta el final del Terror (con la excepción de
Hérault de Séchelles, guillotinado en abril de 1794).

. A continuación, llegaron las ejecuciones de los antiguos líderes que habían


intentado y fracasado en su intento de tomar el control de la Revolución. Algunos
de los líderes girondinos más destacados, como Brissot, Pierre Vergniaud y
Madame Roland, fueron ejecutados a finales de octubre y principios de
noviembre; los girondinos que habían escapado de París fueron perseguidos y
asesinados tras el fracaso de las revueltas federalistas. Luego fue el turno de los
Feuillants, la antigua facción monárquica constitucional; Antoine Barnave fue
decapitado el 29 de noviembre, mientras que su colega, Jean Sylvain Bailly, fue
ejecutado en el lugar de la Masacre del Campo de Marte, de la que se le había
culpado. Otras víctimas destacadas fueron el célebre químico Antoine Lavoisier,
la dramaturga feminista Olympe de Gouges y Lamoignon de Malesherbes, que
había defendido a Luis XVI en su juicio.

Los indulgentes, entre los que se encontraban Danton, Desmoulins y Fabre


d'Églantine, padre del calendario republicano francés, fueron detenidos la noche
del 29 de marzo de 1794. De los doce miembros del Comité, sólo Robert Lindet

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se negó a firmar sus órdenes de muerte, declarando: "Estoy aquí para salvar a
los ciudadanos, no para matar a los patriotas" (Davidson, 216). El 5 de abril, los
indulgentes fueron a la guillotina; en el cadalso, Danton dijo al verdugo: "Muestre
mi cabeza al pueblo. Será digna de verse" (ibid).

24 de marzo de 1794. Ejecución de los herberistas. En su obsesión por


eliminar a las «facciones», el Comité de Salud Pública liderado por Robespierre
detiene a los líderes del sector más radical de la revolución, encabezados por
Jacques Hébert, editor y redactor del popular diario Le Père Duchesne, e
impulsa su condena.
5 de abril de 1794. Ejecución de los dantonistas. El Comité compensa su
golpe contra el ala izquierda con otro similar contra los llamados «indulgentes»,
que con Danton a la cabeza y Camille Desmoulins como portavoz periodístico,
vienen reclamando el fin de Terror. Junto a ellos serán guillotinados personajes
variopintos, como el español Andrés María de Guzmán.

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8 DE JUNIO DE 1794. FIESTA DEL SER SUPREMO. La
Convención rinde homenaje a la divinidad en una ceremonia en la que
Robespierre, en calidad de presidente de la Asamblea, ejerce como pontífice
para escándalo de los sectores partidarios del ateísmo y la descristianización.

27 DE JULIO DE 1794. GOLPE DE ESTADO DE THERMIDOR. En la


Convención se fragua una alianza entre el sector jacobino que se siente
amenazado por Robespierre y los diputados de la Planicie, habitualmente
mudos. La voz de Robespierre es acallada cuando intenta pronunciar un
discurso, y él y sus principales colaboradores son detenidos. Tras un fallido
intento de resistencia en el Ayuntamiento —tomado al asalto por las tropas fieles
a la Comuna— el Incorruptible es guillotinado, junto a su hermano, Saint-Just,
Couthon y otros miembros de su entorno.

9 DE NOVIEMBRE DE 1799. NAPOLEÓN TOMA EL PODER. Tras


un año en el que los thermidorianos controlan la Convención, y cuatro de
gobierno autoritario a través del Directorio, tiene lugar el golpe de estado del 18
de brumario, en el
que el general
Napoleón
Bonaparte, recién
regresado de
Egipto, toma el
poder como primer
cónsul. Francia ya
tiene el dictador
reiteradamente
demandado por
Marat.

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REVOLUCIONARIOS MÁS DESTACADOS

Jacques Necker. Político y financiero francés que


sirvió en la corte de Luis XVI, llegando a ser su
Ministro de Hacienda. Intentó reconducir la situación
financiera de Francia pero encontró una potente
oposición a sus reformas fiscales, sobre todo de los
privilegiados que temían perder su poder. Fue el
artífice de la convocatoria de los Estados Generales
por parte de Luis XVI y su cese fue uno de los
principales detonantes de la toma de la Bastilla.
Acabó exiliado en Ginebra debido a su oposición a las medidas radicales de los
jacobinos.

Maximilien Robespierre. Líder político jacobino


que instauró el régimen del Terror durante la
Revolución Francesa. Se le conoció como el
Incorruptible debido a su rigor moral, su fanatismo
y fidelidad a los ideales revolucionarios. Impuso
una férrea represión para evitar el auge de los contrarrevolucionarios e impedir
de esta manera el fracaso de la Revolución.

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Marie Joseph Paul Yves Roch Gilbert
Motier, marqués de Lafayette. Político y
militar francés al servicio de Luis XVI.
Participó activamente en la Guerra de la
Independencia de las Trece Colonias
contra el Imperio Británico. Elegido
representante de la nobleza para los
Estados Generales de 1789, apoyó
abiertamente el proceso revolucionario.
Tras la Fuga de Varennes, sería el
marqués de Lafayette quien escoltó de
vuelta a París al rey Luis XVI. Tuvo que
salir exiliado de Francia debido a un intento sublevación a favor del rey.
Napoleón lo liberaría años después tras ser prisionero de prusianos y
austriacos.

Jean-Paul Marat. Político francés que se granjeó su fama de radical


revolucionario debido a sus ataques al rey, al ministro Necker y al marqués de
Lafayette a través de sus publicaciones en el periódico L'Ami du Peuple, y
posteriormente en el Journal de la Republique. En ellos condenaba el Antiguo
Régimen, apoyaba los ideales revolucionarios, en especial la libertad de
expresión, y lanzaba listas de enemigos de la Revolución. En 1793 fue
asesinado por una girondina, Charlotte Corday, mientras tomaba uno de sus
baños curativos por una enfermedad en la piel.

George Jacques Danton. Político francés,


enmarcado en el grupo jacobino. Se erigió como
uno de los líderes más carismáticos de la
Revolución. Recibió el apoyo del pueblo por sus
grandes discursos en los que hacia gala de una
oratoria clara, vibrante y enérgica. Fue

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presidente del Comité de Salvación Pública. Dantón fue acusado de
enriquecerse debido a su corrupción política. Aunque se retiró de la política y de
la vida pública, fue llevado ante el Tribunal Revolucionado y sentenciado a la
guillotina en 1794.

CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN
A partir de ese momento, todos los aspectos de la vida de las personas, así
como del Estado, sufrieron un cambio drástico: la justicia y la economía, el arte y
la ciencia, la educación, el ejército e incluso el papel de la Iglesia. Asimismo, de
manera inevitable, el nuevo modelo de Estado francés fue visto como un
ejemplo en muchos otros países, que también estaban convencidos de la
importancia de ideales como la soberanía del pueblo en asuntos comunes, la
libertad de pensamiento político y la igualdad ante la ley.Todo el mundo miraba,
entre fascinado y horrorizado, el renacer de la nueva nación tras una Revolución
en la que no faltaron numerosos episodios de extrema violencia (el período
comprendido entre 1792 y 1794 ha pasado a la historia como el "reinado del
Terror"

EL FIN DE LOS PRIVILEGIOS FEUDALES TRAS LA


REVOLUCIÓN FRANCESA
De este modo, con la Revolución Francesa y tras el establecimiento de la
República en 1792, se suprimieron los privilegios de clase que imperaban desde
la Edad Media, y con la caída de la monarquía desapareció también el enorme
peso político que la nobleza había mantenido sobre el resto de la
población. Como consecuencia se abolieron los diezmos (la parte de la cosecha
que los campesinos debían destinar como tributo a la Iglesia o a la Corona), así
como la primacía de los hijos primogénitos para heredar las propiedades de sus
padres. Los grandes beneficiarios de todos aquellos cambios fueron,
precisamente, quienes los habían provocado: los burgueses. Todo iba
encaminado, de este modo, a favorecer a la nueva clase, con la redistribución

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del poder político y de la propiedad privada. Y es que cualquiera que dispusiera
de bienes y fuera económicamente independiente se convertía en un potencial
elector y en un posible miembro del Gobierno de la nación: es decir, en un
ciudadano.

LA PROFUNDA REESTRUCTURACIÓN QUE PROVOCÓ LA REVOLUCIÓN


FRANCESA

Tras la Revolución Francesa, la fiscalidad en Francia también sufrió


modificaciones ya que a partir de entonces el sistema de contribuciones por
parte de la ciudadanía debía ser más equitativo, proporcional a sus ingresos. Por
otro lado, la Iglesia y el Estado, que

hasta aquel momento


habían ido de la mano,
empezaron a tomar
caminos separados. Se
produjo una división
entre las dos
instituciones, y el Estado
no dudó en promover la
libertad de culto, de
conciencia y también de
expresión. Gracias a
este nuevo enfoque
social, inédito hasta entonces, se concedieron derechos civiles a los fieles de
otras confesiones, como por ejemplo los protestantes y los judíos, que antes
habían estado marginados.

propio territorio tampoco fue ajeno a los cambios. Ya en 1790 había empezado
una nueva reestructuración territorial encaminada a hacer desaparecer la

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antigua división señorial, y a partir de entonces el Gobierno estaría en manos de
un consejo general y un presidente, dos títulos con

innegables connotaciones republicanas. Más tarde, en época napoleónica, se


sumarían a la organización gubernamental los prefectos, representantes del
Estado en una región o en un departamento. Estos prefectos serían los
encargados de unir el tejido burocrático del país con la capital (un sistema que
permanece aún vigente en la Francia actual).

EL DERECHO A LA EDUCACIÓN TRAS LA REVOLUCIÓN FRANCESA

La Revolución Francesa trajo consigo, asimismo, una profunda transformación


en el campo legislativo. La igualdad de todos los ciudadano ante la ley, la
presunción de inocencia, la asistencia al acusado por parte de un letrado o el
derecho de hábeas corpus(la protección del reo ante posibles detenciones
arbitrarias) fueron un ejemplo palpable de los cambios que empezaba a
experimentar el Estado en materia procesal. Tampoco el ejército quedaría fuera
de los cambios. A partir de aquel momento podían incorporarse a filas todos los
ciudadanos, que serían reclutados con una diferencia sustancial respecto al
pasado: ahora deberían defender los intereses del país y no los personales de la
Corona. Asimismo, la valentía o el ingenio individuales podían convertir a
cualquiera en oficial, un privilegio antes reservado tan solo a la aristocracia.

Todos estos cambios no podían dejar de lado uno de los pilares básicos de la
sociedad: la educación, cuya modernización se emprendió también. Y es que la
educación de las nuevas generaciones en los más altos ideales de la Revolución
se había convertido en un asunto prioritario para el nuevo Estado surgido tras
ella. La Convención (asamblea electa de carácter constituyente que concentró
los poderes ejecutivo y legislativo del Estado desde el 19 de septiembre de 1793

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al 30 de octubre de 1795) había decretado la escolarización obligatoria y gratuita
para todos, algo inaudito hasta entonces. De este modo, los Gobiernos
sucesivos pretendieron garantizar el acceso de todos los ciudadanos a una
educación antes reservada solo a aquellos que podían permitírselo.

LA MARSELLESA, EL NUEVO HIMNO DE FRANCIA

Siguiendo con el
contexto educativo,
también hubo cambios
en cuanto a la elección
del profesorado, que
empezó a ser escogido
mediante exámenes y no
teniendo en cuenta las
influencias familiares o
económicas de los
candidatos. En ese
momento también vieron
la luz varias instituciones educativas: la École Normale, el Institut de France o la
Universidad de Francia, que se revelarían fundamentales en el aprendizaje de
los futuros investigadores y educadores que surgirían de sus aulas. El objetivo
prioritario era promover el acceso público a la cultura, y las obras de arte, antes
reservadas exclusivamente a los ricos, fueron mostradas a la ciudadanía en
espacios destinados únicamente a ese fin.

Los museos públicos hacían, así, acto de presencia en la vida cotidiana de la


población francesa. El más importante de ellos, el Museo del Louvre, ubicado en
la que había sido la gran residencia real de París, abrió sus puertas a la
ciudadanía para mostrar su valioso patrimonio artístico a cualquiera que
estuviera interesado en él. En realidad, el gusto artístico en general también se
vio afectado. Con la Revolución triunfó el Neoclasicismo, un estilo artístico que

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llenó las ciudades francesas de edificios basados en el mundo grecorromano.
También la pintura y la escultura se vieron influidas por este nuevo estilo.

De hecho, la República romana, como hemos visto, era el ejemplo a seguir, y se


empezó a ensalzar a los héroes franceses imbuidos de los más altos ideales
republicanos. Fue entonces cuando se adoptó la actual bandera tricolor
añadiendo el rojo y el azul del blasón parisino al blanco de los Borbones y se
incorporó La marsellesa como himno nacional de Francia. La burguesía europea
tomó buena nota de todo este proceso, y los cambios que estaban teniendo
lugar en Francia empezaron poco a poco a extenderse más allá de sus
fronteras, sobre todo en aquellos países que consideraban que lo que estaba
sucediendo en el país galo era el ejemplo a seguir para lograr acabar con sus
propias monarquías absolutistas.

LA REVOLUCIÓN FRANCESA, UNA INSPIRACIÓN PARA OTROS PAÍSES

Desde 1795 a 1799, Francia estuvo gobernada por el Directorio, compuesto por
cinco miembros (que después se vio reducido a tres), que empezó a dejar atrás
el radicalismo que hasta entonces había caracterizado ciertos aspectos de la
vida política francesa. Algunos derechos, sin embargo, se vieron reducidos,
como el derecho de
sufragio. Asimismo, el poder legislativo
se repartió en dos cámaras: el Consejo
de los Quinientos y el Consejo de los
Ancianos. Pero el golpe de Estado de
Napoleón el 9 de noviembre de 1799
daría al traste con el Gobierno, y el
Directorio desde entonces pasó a estar
dirigido por una única persona, el
general corso, que pasó a tener todo el
poder en sus manos. Francia entraba
en una nueva fase histórica.

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Así, a pesar de la nueva etapa imperial que representó la entrada en escena
de Napoleón Bonaparte, la influencia de la Revolución Francesa se extendería,
como hemos visto, por toda Europa, incluida la península ibérica, donde ciertos
acontecimientos empezaron a tener lugar. Tras la guerra de la independencia
contra Francia y el regreso a España de Fernando VII, en 1820 tuvo lugar el
alzamiento del general Riego. Este militar encabezó el famoso pronunciamiento
que lleva su nombre y que pretendía poner fin al Gobierno absolutista de
Fernando VII para dar paso a un régimen constitucional, pero fracasó y fue
ejecutado. De hecho, no sería hasta años más tarde, concretamente 1848, un
año clave en la historia de las revoluciones, cuando la población de numerosos
países se levantó en armas en contra de sus mandatarios reclamando los
avances democráticos que dieran al traste con la ordenación medieval y
obsoleta de muchos Estados.

LA DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE Y DEL CIUDADANO

También las colonias españolas de ultramar se vieron afectadas por la onda


expansiva de la Revolución Francesa. De hecho, los ecos de la Revolución
supusieron un estímulo para las luchas por la independencia emprendidas por
algunos de los llamados "libertadores" en Sudamérica, como el
venezolano Simón Bolivar o José de San Martín en Argentina, Chile y Perú.
Asimismo, los acontecimientos revolucionarios iniciados en Francia en
1789 tendrían su continuidad en el siglo XX con las revoluciones rusas de los
años 1905 y 1917 y con la mexicana emprendida
por Emiliano Zapata y Pancho Villa.o.

La historiografía moderna no ha dudado en marcar todo


este ciclo revolucionario como una división entre la Edad
Moderna y la Contemporánea, entre la época del
absolutismo y la de la búsqueda de la igualdad. No en
vano la Declaración Universal de los Derechos
Humanos adoptada en 1948 por Naciones Unidas

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CAMBIOS SOCIALES Y POLÍTICOS EN LA SOCIEDAD
MODERNA
La revolución francesa fue, es y será un símbolo de liberación de las
clases más bajas en Europa y las colonias americanas por lo cual
representa el inicio de una etapa de cambios sociopolíticos radicales en
todo el mundo. Algunos de estos cambios fueron más indirectos que otros,
pero con la misma relevancia como, por ejemplo:

Derechos humanos

Tras la abolición de la monarquía absoluta, la Declaración de los Derechos del


Hombre y del Ciudadano fue adoptada por la Asamblea Constituyente francesa
el 26 de agosto de 1789, como el primer paso para luego escribir la Constitución
de la República. Parte de su legado: Los hombres nacen y permanecen libres
iguales en derechos. La defensa de los derechos de libertad, propiedad,
seguridad y resistencia a la opresión. La soberanía de las naciones.

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Nacimiento de las repúblicas y el fin de las monarquías

El 21 de septiembre de 1792
la Asamblea legislativa
proclama la abolición de la
monarquía. Luego, el 22 de
noviembre de 1792 se reúne
un parlamento elegido por
sufragio universal masculino y
se instaura la República
francesa.

Abolición de la esclavitud

Tras la
Revolución, el 4
de febrero de
1794 ocurre la
abolición de la
esclavitud en
Francia: "La
Convención
declara la
esclavitud de los negros abolida en todas sus colonias; en consecuencia,
decreta que todos los hombres sin distinción de color, domiciliados en las
colonias, son ciudadanos franceses y gozaran de todos los derechos
asegurados por la Constitución".
Pero, el 10 de mayo de 1802 Napoleón la restablece. Finalmente, el 27 de abril
de 1848 se aprueba el Decreto de abolición de la esclavitud en Francia, que

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puso fin a esta práctica en Francia y sus colonias. Años después le siguieron
Reino Unido, Estados Unidos, Portugal y España.

Derechos de las mujeres

Las raíces de la
lucha de las
mujeres por la
igualdad de
derechos se
remontan a la
Revolución
Francesa. Tras
la proclamación
de la
Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789, la revolucionaria y
precursora del feminismo, Olympe de Gouges, redacta en 1791 la Declaración
de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana. El texto impulsa la igualdad de
derechos entre hombres y mujeres. El primer artículo dice: "La mujer nace libre y
permanece igual al hombre en derechos. Las distinciones sociales no pueden
estar basadas más que en la utilidad común".
la revolución francesa, una inspiración para otros países
Desde 1795 a 1799, Francia estuvo gobernada por el Directorio, compuesto por
cinco miembros (que después se vio reducido a tres), que empezó a dejar atrás
el radicalismo que hasta entonces había caracterizado ciertos aspectos de la
vida política francesa. Algunos derechos, sin embargo, se vieron reducidos,
como el derecho de sufragio. Asimismo, el poder legislativo se repartió en dos
cámaras: el Consejo de los Quinientos y el Consejo de los Ancianos. Pero el
golpe de Estado de Napoleón el 9 de noviembre de 1799 daría al traste con el

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Gobierno, y el Directorio desde entonces pasó a estar dirigido por una única
persona, el general corso, que pasó a tener todo el poder en sus manos. Francia
entraba en una nueva fase histórica.

CONCLUSIÓN
En conclusión, la Revolución Francesa y la Ilustración tuvieron un impacto
profundo en la razón humana y se convirtieron en símbolos históricos de
cambios políticos y sociales modernos. La Revolución Francesa, que tuvo lugar
a fines del siglo XVIII, marcó el fin de la monarquía absoluta en Francia y
estableció los principios de libertad, igualdad y fraternidad como pilares
fundamentales de una sociedad democrática.

La Ilustración, un movimiento intelectual que precedió a la Revolución Francesa,


promovió la importancia del pensamiento crítico, la razón y la evidencia empírica
como guías para la toma de decisiones. Los filósofos ilustrados, como Voltaire,
Rousseau y Montesquieu, desafiaron las ideas tradicionales y abogaron por la
emancipación del individuo y la creación de un sistema político basado en los
derechos naturales y la separación de poderes.

Estos dos acontecimientos históricos se entrelazaron y se influenciaron


mutuamente. La Revolución Francesa fue un producto directo de los ideales y
los valores ilustrados. La lucha por la igualdad social, la justicia y la participación
ciudadana encontró su expresión más poderosa en el levantamiento popular que
derrocó a la monarquía y sentó las bases para la formación de una república.

El impacto de la Revolución Francesa y la Ilustración no se limitó solo a Francia.


Sus ideas y principios se extendieron por toda Europa y el resto del mundo,
inspirando movimientos revolucionarios y reformas políticas en otros países. La
Revolución Francesa se convirtió en un símbolo de la lucha por los derechos
humanos, la democracia y la justicia social.

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BIBLIOGRAFÍA
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https://humanidades.com/revolucion-francesa/#:~:text=Entre%201788%20y
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%C3%ADa%20popular%20y%20fraternidad.

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https://historia.nationalgeographic.com.es/a/consecuencias-revolucion-francesa-su-
legado-y-su-impacto_18672

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Cuestionario
Nombre: ________________________________________

1. ¿Cuándo fue la toma de la Bastilla?

A. 23 de mayo de 1787 B. 30 de enero de 1791

C. 7 de abril de 1785 D. 14 de julio de 1789

2. ¿En el 3º estado se encontraban los:


Burguesía, campesinos y sectores marginales

3. ¿En qué año fue la huida de Luis XVI

A. 12 de diciembre de 1793 B. 19 de abril de 1791

C. 11 de septiembre de 1787 D. 21 de junio de 1791

4. ¿Quién comando “El reinado del terror”?

Maximilien Robespierre y el comité de seguridad publica

5. ¿Qué es la ilustración?
Movimiento cultural que desde Francia se extendió por toda Europa a lo largo
del siglo XVIII. Defendía el uso de la razón y la lógica como medio de
conocimiento

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6. ¿Cuándo fue tomado el Palacio de las Tullerías

A. 12 de mayo de 1795 B. 23 de agosto de 1801

C. 10 de agosto de 1792 D. 27 de noviembre de 1796

7. Escribe dos o más ejemplos de impactos políticos que sucedieron tras la


revolución francesa

El derrumbe de la monarquía absolutista de Luis XVI con el

objetivo de establecer un Gobierno republicano y democrático.

8. Escribe una causa de la revolución francesa.

Falta de libertades individuales, la pobreza extrema y la desigualdad

9. Escribe una consecuencia de la revolución francesa.

El fin de la monarquía y de los privilegios del clero y la nobleza.

10. ¿Cuándo finalizo la revolución francesa?

A. 1798 B. 1800

C. 1795 D. 1799

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ANEXOS

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