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XI LOS ESTUDIOS DE HISTORIA Y CRITICA LITERARIAS 1. El origen de los modernos estudios de historia y critica lite- rarias se sittia en los comienzos del siglo x1x y se relaciona con el advenimiento del romanticismo. Por aquella época, como se dijo al principio de este volumen, adquirio el vocablo “literatura” su signi- ficacién moderna, y también en aquel periodo se generé y desarrollé una conciencia histérica que permitié la aparicion de las actuales cien- cias humanas (lingitistica, etnografia, historia, etc.). Los estudios literarios, en cualquier época, estan siempre intima- mente relacionados con las corrientes estéticas y con la produccién literaria de su tiempo. No es extrafio, por consiguiente, que la critica literaria del siglo Xvi, que podemos designar, con Giuseppe A. Bor- gese ‘, como ‘‘critica clasica”, fuese una critica dogmatica basada so- bre el conjunto de principios y axiomas estéticos que constituian el nticleo del neoclasicismo. El critico del siglo xvmi se proponia valo- rar, a la luz de los preceptos de Aristoteles, Horacio, Boileau y otros preceptistas, las virtudes y los defectos de una obra literaria, reali- zando, en consecuencia, un tipo de critica deductiva, fundada en un cuerpo de reglas intangibles, en el respeto a los modelos y en el concepto de una belleza intemporal y atépica (asi se conjugaban el espiritu de autoridad y la ausencia de perspectiva historica). La critica clasica no se proponia explicar y analizar rigurosamente una obra, ni 1 Cfr. los dos primeros capitulos de la magnifica obra de Giuseppe A. Bor- gese, Storia della critica romantica in tala, Milano, Mondadori, 1949. Los estudios de historia y critica literarias 343 tenia instrumentos adecuados para tal empresa, reducida como estaba a media docena de rigidos conceptos estéticos y a algunas formulas retoricas imprecisas y vagas. Al lado de esta critica dogmatica, el siglo xv tradicion humanista del Renacimiento, ofrece otra especie de estudios literarios: obras de erudicién maciza sobre autores y sus escritos, particularmente obras de caracter bibliografico del tipo de la Biblio- theca Lusitana de Barbosa Machado. En los ultimos afos del siglo xv se produjo una gran ruptura en los estratos mas profundos del pensamiento europeo, una mutacién radical que afecté a todos los problemas epistemolégicos y a todas las formas del saber: el paso del Orden clasico a la Historia, que, segun el brillante analisis de Michel Foucault, no es sélo "la colec¢ién de las sucesiones de facto, tales como pudieron ser constituidas”, sino, principalmente, “el fundamental modo de ser de las empiricidades, aquello a partir de lo cual éstas se afirman, se presentan, se disponen y se reparten en el espacio del saber para conocimientos eventuales y para ciencias posibles” 2. El romanticismo, desarrollando el pensamien- to de algunos grandes pioneros como Vico y Herder, impuso una concepcion historica del hombre y de sus actividades, transfiriéndolos del espacio abstracto y permanente en que el Orden clasico los situa- ba, a espacio y tiempo concretos y mudables. Herder representa uno de los momentos capitales de esta trans- formacién del pensamiento occidental, y sus doctrinas deben ser con- sideradas como uno de los principales fermentos de las ciencias his- téricas modernas. Valorando la influencia de Herder en el campo de la ciencia literaria, Franz Schultz afirma que todas las posiciones y tendencias experimentadas por la ciencia literaria durante los si- glos XIX y XX se encuentran ya en Herder, por lo menos en germen 3. Débese a Herder, sobre todo, el principio de que es necesario estudiar el fendmeno literario desde un punto de vista histdrico-genético, de modo que se comprenda lo que existe de individual tanto en un autor como en una obra o una época, Los fenémenos literarios pre- en la estela de la 2 Michel Foucault, Les mots et les choses, Paris, Gallimard, 1966, p. 231. 3 Franz Schultz, "El desenvolvimiento ideolégico del método de la historia literaria", Filoso, 1946, pe 1a. ia de (a ciencia literario, México, Fondo de Cultura Econémica, 344 Teoria de la literatura sentan un desarrollo organico, y el historiador debe procurar conocer en profundidad ese proceso de crecimiento, desde los estadios ger- minales hasta las fases de descenso, pues “la indole de una cosa se manifiesta al revelarse como nace esa cosa” 4. El historiador literario debe, en fin, analizar el continuo proceso de osmosis entre la perso- nalidad del escritor y la atmésfera cultural y social que le envuelve, reconstituyendo, a través de biografias interiores, de auténticas psico- grafias de los artistas, la compleja interaccidn, en el dominio de la literatura, entre herencia e impulso original, colectividad e individuo. Ya al alborear el siglo x1x, Mme. de Staél demostré, en su obra De la littérature, que la literatura es intimamente solidaria con todos los aspectos de la vida colectiva del hombre, comprobandose que cada €poca tiene una literatura peculiar, de acuerdo con las leyes, con la religién y las costumbres propias de tal época. Al mismo tiempo que se denunciaba asi el caracter falso de la universalidad atribuida a los valores artisticos por la critica clasica, se proclamaba también la nece- sidad de estudiar los hechos literarios a la luz de sus relaciones con otros fenémenos de la civilizacién y de la cultura de cada periodo histérico, pues solo asi seria posible comprender y juzgar debidamente las diferentes experiencias y formas artisticas. En la perspectiva ro- mantica, por consiguiente, cada historia particular —historia de la religion, del derecho, de la filosofia, etc.— no constituye una serie independiente y aislada, sino que debe, por el contrario, converger organicamente con las otras historias particulares hacia un conoci- miento completo de la actividad humana dentro de un espacio y un tiempo determinados. De este modo, la critica romantica integro el estudio de la literatura en el estudio de la civilizacion general, rela- cionando Ios autores y las obras con los grandes movimientos espi- rituales y culturales de su época, con los acontecimientos politicos de su tiempo, con la sociedad de que formaban parte, etc. Ante la erudicion del siglo xviii, los criticos romanticos adoptaron no sdlo una actitud de condena metodolégica, pues se trataba solo de una informe acumulacién de materiales —crénica, no historia lite- raria—, sino que manifestaron también juvenil e impetuosa colera por el modo en que tal critica consideraba la poesia. Las obras eruditas 4 Ibid., p. 15. Los estudios de- histonct y critica literarias 345 del siglo xvi, segtin los criticos romanticos, se asemejaban, por su rigidez y sequedad, por su indiferencia ante los valores estéticos, a vastos cementerios donde yacian olvidados los escritores de antafo. Hugo Foscolo proclamé que ni los frailes ni los académicos podian seguir narrando las vidas de los hombres de letras, y otros romanticos defendieron igualmente que la historia de la literatura no podia ser confiada a eruditos que vivian encerrados en colegios y seminarios, ignorando la vida y la sociedad y cémo la literatura se articula con ellas, faltos de sensibilidad y anquilosados por todo género de pre- juicioss La literatura es cosa viva y dindmica, impetu y revelacién de las almas, pintura de las sociedades —y la erudicion setecentista la consideraba objeto arqueoldgico. En los afos cruciales de su constitucién, primeras décadas del si- glo xix, y bajo el signo del romanticismo, la historia y la critica literarias modernas contrajeron relaciones y aceptaron herencias que habian de pesar en su destino. Por un lado, la historia literaria se relacioné intimamente con la filologia, ciencia entonces naciente y de capital importancia para la reconstruccion y comprension de los textos literarios del pasado, y recogié de la erudicién del siglo xvm el gusto por los hechos; la critica literaria, por otro lado, se asocié frecuente- mente a la poesia y a la creacién literaria en general, y heredo de la antigua poética no sdlo muchos de sus conceptos, sino también su orientacién sistematica. De aqui nacieron antinomias que se manifes- taron en el seno de los estudios literarios a lo largo de todo el si- glo XIX y se exasperaron en el XX; la separacion, que muchas veces ha llegado a divorcio, entre la historia y la critica literarias; la oposi- cin entre un conocimiento literario de naturaleza historica y una ciencia literaria de caracter sistematico. 2. Sainte-Beuve (1804-1868) representa uno de los puntos cime- ros de la critica romantica europea. Habiéndole encaminado al campo de la critica, en gran parte, sus fracasos como poeta y como novelista —y de esto le quedé siempre cierta acidez de frustracién—, Beuve comenzo a cultivar una critica de combate y compromiso, mos- Sainte- 5 Cfr. Benedetto Croce, Lo letteraturo italiano, Bari, Laterza, 1957, vol. III, paginas 261 ss. 346 Teoria de la literatura trandose defensor y apologeta de los jévenes poetas romanticos (de Victor Hugo, en particular). Es en los afos que suceden a 1830 cuando la critica de Sainte- Beuve comienza a adquirir rasgos nuevos, liberandose de las trabas que la sujetaban a un grupo literario y orientandose en el sentido de comprender, no de juzgar, a los autores y las obras. El método ensa- yado ya en los Portraits littéraires (1836-1839) habia de alcanzar su madurez en los folletines de critica que, entre 1849 y 1861, publicd, cada lunes, en los diarios Le Constitutionnel y Le Moniteur, y que fueron el origen de los famosos Lundis. Lo esencial del método critico de Sainte-Beuve se halla en su ensayo “Chateaubriand jugé par un ami intime” (publicado en 1862 e integrado en los Nouveaux lundis). La literatura, para Sainte-Beuve, esta tan visceralmente ligada al hombre, que resulta imposible estu- diar y juzgar una obra literaria independientemente de su creador: “de tal arbol, tal fruto”. A través de la obra literaria, el critico debe procurar llegar al hombre, esforzandose por plasmar su retrato psico- légico y moral, por definir su constitucién intima y profunda. En esta perspectiva, la biografia adquiere papel primordial, pues la indagacién critica se concentra absorbentemente en el autor, tra- tando de iluminar ya los aspectos periféricos o corticales de su perso- nalidad, ya, sobre todo, los caracteres intimos y profundos de su es- tructura psicolégico-moral. ;Qué pensaba un escritor en materia de religion? ;C6mo reaccionaba ante la naturaleza? ;Y ante las mujeres? Era rico o pobre? ;Cémo vivia, cuales eran sus vicios y flaquezas? "Ninguna de las respuestas a estas preguntas es indiferente para juz- gar al autor de un libro ni para juzgar al libro mismo, si no es un tratado de geometria pura, sobre todo si es una obra literaria, es decir, una obra en la que entra de todo”, escribe Sainte-Beuve en el ensayo antes mencionado. A partir de un largo y paciente trato con los escritos de un autor, el critico debe proponerse aprehender, a través de un proceso emi- nentemente creador en que desempenan funcion importante sus fa- cultades de simpatia, los elementos basicos y caracteristicos de la indi- vidualidad del artista: “El tic familiar, la sonrisa reveladora, la fisura indefinible, la arruga. intima y dolorosa...”. Y, para no caer en el biografismo simplista, en el que de un elemento literario se pasa li- Los estudios de historia y critica literarias 347 nealmente a un hecho vivido 0 a una efectiva disposicion de sensi- bilidad o de espiritu, el critico debe tener siempre presente que la literatura es un juego de espejos en que todo es susceptible de dis- torsion. Luicido y agudo, el critico literario, ante la obra de arte que analiza, ha de estar atento al polimorfismo de la mascara y del disfraz. Lector y estudioso infatigable, Sainte-Beuve se apoya general- mente en documentacién abundante, aunque sin dejarse esclavizar nunca por este saber: “Quiero erudicién, pero una erudicién dirigida por la capacidad de juzgar y organizada por el gusto”. Espiritu ri- guroso, pretendié con frecuencia aproximar la critica literaria a las ciencias de la naturaleza. Asi como la zoologia y la botanica di- viden los animales y las plantas en grandes familias, asi la critica debe procurar establecer las grandes familias de espiritus. A su enten- der, las observaciones de pormenor, las monografias, las biografias de los autores, etc., han de permitir un dia revelar los eslabones y las relaciones que justifican la insercion de los individuos en grandes grupos y subgrupos naturales, de acuerdo con sus caracteristicas psi- colégicas y morales. Pero a esta tentacién cientifica se opone en Sainte-Beuve la con- ciencia muy aguda de la imposibilidad de reducir el espiritu y sus valores a hechos naturales, el sentimiento fortisimo del caracter irre- ductiblemente singular de todo gran escritor: “No hay, de cada ica convictamente verdadero poeta, mas que un ejemplar”. A la cri cientifica, como la de Taine, Sainte-Beuve le censura la pretension de explicar causalmente, mediante el andlisis de condiciones y factores extrinsecos, “la individualidad y la originalidad personal”. El] método de Taine, segin Sainte-Beuve, es impotente para dilucidar las razo- nes por las cuales, en el siglo xvu, sdlo un alma determinada podia haber escrito La princesse de Cléves, y, en el xvi, solo Bernardin de Saint-Pierre podia haber escrito Paul et Virginie. Ahora bien, si las almas presentan siempre una singularidad absoluta, si el talento y el genio son imprevisibles, por qué no optar por una critica compren- siva, de raices humanistas, que “viniendo del alma, iria hasta el alma?”. 348 Teoria de la literatura 3. La critica literaria cientifica, sdlo incoada en Sainte-Beuve, se desarrollé plenamente en la época positivista, es decir, en aquel pe- riodo cultural cuyo comienzo podemos fechar a mediados del siglo x1x y que estuvo dominado por la filosofia de Comte y por el avance es- pectacular de las ciencias bioldgicas y fisico-quimicas. Primacia de los hechos, actitud racionalista, creencia en el determinismo cientifico, recusacién del subjetivismo —he aqui los puntos cardinales del uni- verso mental de esta ¢poca de la cultura europea, desde los cuales se explican el realismo y el naturalismo en el arte, el agnosticismo en materia religiosa y la objetividad cientifica en la critica. Taine (1828-1893) representa, en sus teorias de estética y de eri- tica literaria, las tendencias mds representativas del pensamiento eu- ropeo durante el periodo positivista. Toma como punto de partida el punto de Iegada del método critico de Sainte-Beuve, es decir, la exigencia de una explicacién causal, genética, de los fendmenos psi- colégicos observados y descritos con relacién a un determinado escri- tor, Sainte-Beuve pintaba a un autor desde su adolescencia y su época de formacién hasta su madurez y su vejez, acompandndolo en la curva del tiempo a través de todas sus experiencias y mutaciones ; Taine pretende explicar los hechos psicolégicos coleccionados y des- critos por ese tipo de critica, pues cree que todos los hechos, fisicos o morales, tienen siempre una causa, y porque entiende que todos los elementos complejos dependen del concurso de otros datos mas sim- ples. Las cualidades morales y las caracteristicas psicologicas se expli- can a partir de elementos simples y generales: "Hay, por tanto, un sistema en los sentimientos y en las ideas humanas, y este sistema tiene su primer motor en ciertos rasgos generales, ciertas caracteristi- cas espirituales y de corazon comunes a los hombres de una raza, de un siglo o de un pais” 6. De estas disposiciones generales del espiritu y del alma tiene que ocuparse el critico, relacionandolas con las fuen- tes de que proceden, porque son tales disposiciones generales las que, a lo largo de los siglos, generan los diversos estadios religiosos, socia- les, artisticos y econémicos que componen la historia de una nacién. 6 Hi, Taine, Histoire de la tittérature anglaise, g.a éd., Paris, Hachette, 1895, t. 1, p. XVIII. Los estudios de historia y critica literarias 349 La critica literaria ha de implicar, por tanto, un analisis psicolé- gico riguroso y sistemdtico, pues le incumbe descubrir la facultad- maestra de un escritor, es decir, aquella “esencia de orden psicolé- gico” y aquella “forma de espiritu original” que estan detras de todas las caracteristicas de ese escritor; pero la critica no se puede detener en el dominio de la psicologia, porque la empresa de explicar causal- mente la facultad-maestra, el “estado moral elemental” que constituye el fundamento de cualquier creacién artistica, exige la penetracién en otros dominios del saber, particularmente en el dominio sociold- gico. Son tres las fuentes que producen ese “estado moral elemental” responsable de la religion, de la filosofia, del arte, de la organizacion politica, etc., de una colectividad : Ia raya, el medio y el momento. La raza es el conjunto de “disposiciones innatas y hereditarias” que, asociadas con “acentuadas diferencias en el temperamento y en la estructura del cuerpo”, diversifican a los pueblos entre si, Legado bioldgico que representa una herencia de siglos o de milenios, la raza “es la primera y més rica fuente de esas facultades-maestras de que se derivan los acontecimientos histéricos" 7 y, mas atin que fuente, constituye una especie de lago gigantesco en que las otras fuentes, a lo largo de los siglos, han ido a depositar sus aguas. La raza, sin embargo, vive siempre en un medio determinado, ya se trate de un medio geofisico y climatico, ya de un medio socio- politico: “sobre el estrato primitivo y permanente”, representado por la raza, “vienen a extenderse los estratos accidentales y secun- darios, y las circunstancias fisicas o sociales deforman o completan el elemento natural que les ha sido entregado” 8 La raza, fuerza interior, y el medio, fuerza externa, producen una obra, y esta obra condiciona a la obra siguiente: “Cuando el caracter nacional y las circunstancias ambientales actian, no acttian sobre una tabla rasa, sino sobre una tabla en que ya se han impreso sefiales. Segtin se considere la tabla en un momento o en otro, la sefial es diferente, y esto basta para que el efecto total sea diferente” 9. 7 Ibid. p. XXVIL « Ibid! 9 (bid., pp. XXIX-XXX, 350 Teoria de la literatura El momento representa la velocidad adquirida, la interaccién de las fuerzas del pasado y del presente, las relaciones que se instauran entre el elemento precursor y el elemento sucesor en cualquier proceso historico. Esta orientacién cientifica de la critica literaria fue compartida por muchos contempordneos y discipulos de Taine, desde Emest Re- nan y Emile Hennequin hasta Paul Bourget y Brunetiere. 4. Al lado de esta orientacién cientifica de los estudios literarios, y cruzandose muchas veces con ella, se desarrollé en extremo, durante la época realista y positivista, una forma de ciencia literaria que estaba destinada a gran porvenir, especialmente en los medios universita- rios. Me refiero a una ciencia literaria preocupada casi exclusivamente de la compilacién y depuracion rigurosa de los hechos, cultivadora de la mas estricta y desinteresada objetividad y muy desconfiada ante las impresiones personales y las explicaciones carentes de base docu- mental segura. El método de esta ciencia literaria es el historico-filolégico, here- dado del romanticismo y Ilevado a alto grado de perfeccién, en varios paises europeos, por las generaciones de fildlogos e historiadores de la segunda mitad del siglo xtx. Transformado por muchos de sus cul- tivadores en fuente de erudici6n muerta y de factualismo estéri método historico-literario constituy6, sin embargo, el solido instru- mento de trabajo que permitié acarrear y organizar inmensos mate- riales relativos a las diversas literaturas europeas, desde el estableci- miento y la explicacién de textos hasta la investigacién de fuentes e influencias. No fue dificil, décadas mas tarde, reprochar a esas gene- raciones de filélogos e historiadores, que arrancaron del fondo de las bibliotecas y de los archivos millares de textos y documentos de capi- tal importancia y que iluminaron vastas zonas oscuras del pasado lite- rario de los paises europeos, muchas lagunas y deficiencias. Pero, al margen de todas las reservas y discrepancias metodoldgicas, el es- tudioso actual de los problemas literarios que sea honesto y esté libre de pasion tendra que tributar respetuoso homenaje a la solidez y am- plitud del trabajo realizado p>or esos sacrificados filélogos e histo- riadores. el Los estudios de historia y critica literarias 351 Entre las personalidades eminentes de la historiografia, literaria europea hay que destacar a Gustave Lanson (1857-1934). Autor de una célebre Histoire de la littérature francaise (1894) Y varias mo- nografias de gran valor —Bossuet (1890), Boileau (1892), Corneille (1898), Voltaire (1906), etc.—, dejé, ademas, muchas paginas de sin- gular lucidez sobre la metodologia de la disciplina que cultivaba 10. En su personalidad se realizo la dificil conciliaci6n de las mas rigu- rosas exigencias del método histérico-literario con las de una sensi- bilidad que nunca abdico de sus justos derechos, de un espiritu critico que se negé siempre a transformar la literatura en cosa muerta o desvitalizada. Por eso el vocablo Jansonismo se convirtié en sindnimo de historia literaria, y por eso toda descripcién del método histérico- literario tendra que basarse principalmente en las doctrinas de Lan- son, porque lo que en muchos otros es exceso, distorsion y hasta caricatura, en Lanson es espiritu de rigor y de equilibrio. 5: A partir de los Ultimos afios del siglo xix, se extendié por toda Europa una fuerte reaccién contra la cultura, el arte y el espi- ritu del periodo anterior, dominado en filosofia por el positivismo y en arte por el naturalismo, saturado de racionalismo y de influencias cientificas. Contra la filosofia positivista y racionalista, comenzaron a des- arrollarse entonces la filosofia vitalista de Nietzsche y las filosofias intuicionistas e irracionalistas de Bergson y de Croce, las cuales exal- tan la intuicién, el inconsciente, el instinto, el élan vital, en detrimen- to de la Razon. Pensadores como Emile Boutroux y Henri Poincaré zapan los fundamentos de la creencia en el determinismo absoluto de las leyes cientificas. En oposicién al intranscendentalismo y al agnos- ticismo de la época positivista, se asisté, en el tiltimo cuarto del si- glo x1x, a un poderoso resurgir de la religiosidad y del misticismo. El universo, que el pensamiento racionalista habia considerado dia- fanamente inteligible y cientificamente explicable, se puebla de mis- terios y de analogias intraducibies logicamente. En arte, el simbolismo y el impresionismo reaccionan contra la objetividad y las preten- 10 Cfr, G. Lanson, Essais de méthode de critique et d'histoire littéraire, Paris, Hachette, 1965. 352 Teoria de la literatura siones cientificas del realismo y del naturalismo, defienden los dere- chos de la subjetividad, del inconsciente y del ensuefio, valorizan el simbolo, el mito y las analogias sutiles, reafirman el arte como vision y conocimiento irracional. Esta reaccién antipositivista se hizo sentir igualmente en los do- minios de la historia y de la critica literaria. Es curioso comprobar que en la misma época en que el método de la historia literaria alcanzaba su punto culminante de perfeccion y rigor con la obra de Lanson, comenzaron también a multiplicarse los ataques y las censuras contra ese mismo método y, sobre todo, contra sus exageraciones y defor- maciones. La lucha contra la historia literaria positivista se manifesto, mas 0 menos por toda Europa, desde los ultimos anos del siglo x1x, y en ella colaboraron fildsofos, escritores y criticos. Si pretendemos esquematizar el desarrollo de esa reaccion, debe- mos sefialar como sus elementos propulsores el impresionismo critico de algunos escritores intimamente relacionados con el esteticismo de fines del siglo, la influencia de pensadores como Dilthey, Rickert y Croce, y el ideario estético-critico de escritores como Stéphane Mal- larmé, Marcel Proust, Charles Péguy, Paul Valéry, Stefan George, T. S. Eliot, etc. Ya en el siglo xx, esta reaccion adquirio caracter sistematico y se transformé en profunda reelaboracién de los funda- mentos y objetivos de los estudios literarios, con los tres grandes movimientos criticos que dominaron la primera mitad de nuestro el formalismo ruso, la estilistica y el new criticism norteame- sigl ricano. De esta simple mencion de autores y orientaciones, faicilmente se desprende que el combate contra el positivismo, en el dominio de los estudios literarios, esta lejos de constituir una manifestacion ho- mogénea. Basta decir, por ejemplo, que si el formalismo ruso y el new criticism norteamericano reaccionan, por un lado, contra la his- toria literaria erudita y filologica, también reaccionan, por otro, con- tra la critica impresionista. Sin embargo, mas alld de las divergencias existentes, es posible discernir algunos principios comunes que ins- piran a todos los que se oponen a la historia literaria positivista. Fundamentalmente, esos principios son dos: a) Reaccién contra el factualismo y contra el historicismo. — Tan to los llamados criticos impresionistas, por ejemplo Anatole France Los estudios de historia y critica literarias 353 y Jules Lemaitre, como Proust, Péguy y Valéry censuran y ridiculizan en la historia literaria la acumulacién desmesurada y estéril de hechos de todas clases en torno a la obra que se pretende estudiar. Los impresionistas, rehusando previamente toda forma de eru- dicién, cualquier método y cualquier especie de critica objetiva, pro- curan transformar la critica en un didlogo de su subjetividad con las obras maestras de todos los tiempos, recogen y depuran en sus lectu- ras las impresiones que mds hondamente marcan su sensibilidad, se abandonan a su fantasia y hasta a sus caprichos de finos conocedores de arte. El hombre, observa Anatole France, nunca consigue salir de si mismo, y de esta incapacidad radical del hombre para considerar objetivamente la realidad resulta que toda critica es necesariamente subjetiva y proyeccién autobiografica: el critico confiesa sus aventu- ras interiores en el mundo de las obras maestras n. Proust, Péguy y Valéry censuran violentamente, sobre todo, el factuaiismo de las indagaciones biograficas y de las pesquisas de fuen- tes, afirmando que tales estudios reposan sobre una base tedrica falsa y que en nada contribuyen a una dilucidacién efectiva de la obra literaria. El yo que genera la obra, como subraya Marcel Proust, es un yo diferente del que manifiesta el escritor en su vida social, en sus habitos y en sus vicios, por lo cual el método critico de Sainte- Beuve se revela incapaz de explicar convenientemente la génesis y el valor de una obra literaria. Por ejemplo, cuando Sainte-Beuve quiso estudiar a Stendhal, procuré informarse entre aquellos que habian convivido mucho con el escritor y que conocian bien su vida, sus habitos, sus preferencias, etc. Armado con las explicaciones que asi le habian dado Mérimée, Ampére y otros, Sainte-Beuve considerd las novelas stendhalianas “francamente detestables’, y sus personajes, “autématas ingeniosamente construidos”, acabando por... [rendir u Anatole France escribe: “Tal como yo la entiendo y tal como me permitis realizarla, la critica es, como la filosofia y la historia, una especie de novela para espiritus ponderades y curiosos, y toda novela es, en resu- midas cuentas, una autobiografia. El buen critico es el que narra las aventuras de su alma en medio de las obras maestras” (texto inserto en la antologia de Roger Fayolle, Lo critique, Paris, Colin, 1964, p. 205). 354 Teoria de la literatura pleitesia a la rectitud de Stendhal en sus relaciones de amistad! Sar- dénicamente observa Proust que, para tan poco, ;no valia la pena encontrarse tantas veces, a la hora de comer, con Mérimée y Am- pére! Maurice Barres, “con una hora de lectura y sin informaciones”, comprendié a Stendhal mucho més profundamente... Resulta muy ilustrativo, por lo demas, comprobar que Sainte-Beuve negé meérito a casi todos sus contemporaneos verdaderamente originales, y glorifi- co a una legion de mediocres y fracasados n. Paul Valéry ejercié poderosa accién renovadora en la critica de ico se revela hoy, después su tiempo, y su pensamiento estético-cr de la desvalorizacién a que lo sometieron el existencialismo y el neo- realismo, fecundamente prospectivo, anticipador de muchas actitudes y convicciones de la vanguardia literaria contemporanea —pensemos especialmente en el grupo de Tel Quel— y de la mas reciente critica formal y estructuralista B. Para Valéry, como para uno de sus maestros —Mallarmé—, la literatura es ejercicio de lenguaje, busqueda rigurosa del lenguaje puro y esencial, construccién de un mundo de palabras que, sustraido al acaso, se afirma como ser auténomo. Valéry evocé varias veces las largas reflexiones, guiadas por un espiritu de rigor semejante al de las ciencias exactas, que Mallarmé habia consagrado a los problemas de la escritura literaria: “En Mallarmé, la identificacion de la meditacion “poetica” con la posesién del lenguaje, y el estudio minucioso de sus relaciones reciprocas, produjeron una especie de doctrina de la que, por desgracia, sdlo conocemos la tendencia [+2]. Mallarmé habia ad- quirido una especie de ciencia de sus palabras. Es indudable que habia reflexionado sobre sus figuras, explorado el espacio interior en que aparecen, ya como causas, ya como efectos, y calculado lo que se podria llamar sus cargas poéticas; es también indudable que, a tra- vés de este trabajo indefinidamente desarrollado y precisado, las pa- labras se ordenaron secretamente, virtualmente, en la potencia de su 12 Marcel Proust, Contre Sointe-Beuve, Paris, Gallimard, 1954, pp. 136 ss. 4 Cfr. G. W. Ireland, “Gide et Valéry, précurseurs de la nouvelle a que’, Les chem/ns actuels de ia critique, obra colectiya dirigida por Georges Poulet, Paris, Union Générale d'Editions (col. 10/18), 1968: Gérard Genette, "La littérature comme telle’, Ficures, Paris, Editions du Seuil, 1966. Los estudios de historia y critica literarias 355 espiritu, segin una ley misteriosa de su profunda sensibilidad" 14; “[Mallarmé] comprendié muy pronto que el Hecho Poetico por excelencia no es mas que el Lenguaje mismo”, y asi, semejante al Japidario que conoce con un saber riguroso y sutil las cualidades de sus gemas, el poeta de L'aprés-midi d'un faune alcanzé un co- nocimiento singular de la sonoridad, del brillo, del color, de la lim- pidez de las palabras que, tanto en sus escritos como en sus conver- saciones, “reunia y montaba con una eficacia y un valor de posicién incomparables” 15, Precursor de Mallarmé, ya el Edgar Poe de The poetic principle habia defendido la misma concepcién de la creacion literaria —ejer- cicio de rigor, actividad regida por un sistema de leyes y principios universales, reinvencién continua, a través de un sabio juego combina- torio, del lenguaje verbal. De este modo, la obra literaria, producto de este ejercicio, de esta actividad, es esencialmente un ente de len- guaje, absoluto e intemporal, no la confesién de un autor o el resul- tado de una experiencia histérico-cultural, y por eso mismo Valéry denuncia las limitaciones y los yerros inherentes al estudio de las obras literarias basado en la biografia de los autores y en investiga- ciones sobre las fuentes. La personalidad que el escritor revela en sus gestos, acciones y habitos de vida cotidiana, la personalidad que es perceptible para los biégrafos, nada explica del fenédmeno de la crea- cién poética: “Las pretendidas explicaciones de la historia literaria casi no tocan el arcano de la generacion de los poemas. Todo sucede en lo intimo del artista como si los acontecimientos observables en su existencia no tuvieran sobre sus obras mas que una influencia super- ficial. Lo mas importante —el acto mismo de las Musas— es inde- pendiente de las aventuras, del género de vida, de los incidentes y de todo lo que puede figurar en una biografia. Todo lo que la his- toria puede observar es insignificante” 14 En una red indefinible de encuentros y separaciones, urdida de azares, intenciones y ambigiieda- des, el poeta, cual “misteriosa Aracne” y “musa cazadora’, teje su poema —y, en este universo laberintico, el método biografico de la y Paul Valéry, Oouvres, Paris, Gallimard (col. “Bibliotheque de la Pléia- de”), 1957, t 1, pp. 655-656. 15 (6id,, pp. O84 y O86. 16 Jbid., p. 483. 356 Teoria de la literatura historia literaria sdlo indica pistas falsas. La critica literaria tiene que ocuparse de lo real del discurso, de la obra en cuanto mundo de pala- bras y formas, y, sobre todo, debe analizar el ejercicio combinatorio que el escritor realiza dentro del “orden de relaciones y de transfor- maciones posibles” que el lenguaje implica: “Admito que las inves- tigaciones de esta naturaleza son terriblemente dificiles y que su utilidad solo se puede manifestar a espiritus bastante poco numerosos ; reconozco que es menos abstracto, mas cémodo, mas “humano”, mas “vivo", desarrollar consideraciones sobre las “fuentes”, las “influen- cias’, la “psicologia", los “medios" y las “inspiraciones” poéticas que dedicarse a los problemas organicos de la expresién y de sus efectos. No niego el valor ni discuto el interés de una literatura que tiene a la Literatura misma como escenario y a los autores como personajes; p>ero debo afirmar que no he visto en ella gran cosa que me pudiese servir positivamente” 17. Charles Péguy, con su estilo torrencial, condena en la historia literaria la acumulaci6n ciclopea de hechos y de informaciones de todas clases so pretexto de estudiar una obra dada —caracteristicas del genio de un pueblo, tal como estan condicionadas por el suelo, por el clima, por la raza y por la alimentacién; vida del escritor, caracteristicas de la sociedad y de la cultura de la época, corrientes literarias, fuentes e influencias, léxico, metro, variantes...—, pero sin preocuparse nunca efectivamente de analizar esa obra. “ ;Quién osaria comenzar [el estudio de] La Fontaine a no ser por una leccion general de antropo-geografia?” 18. Estos ataques de Proust, Valéry y Péguy contra la erudicién y ei factualismo de la historia literaria muestran también, implicita o ex- plicitamente, el camino exacto que la critica literaria deberia seguir; el estudio del texto, el andlisis de la obra como creacién artistica. Del mismo modo pensaron los escritores y criticos que formaron el circulo del gran poeta aleman Stefan George, entre los cuales sobresalié particularmente Friedrich Gundolf: “Los datos biograficos nada tienen que ver con el valor de la obra poética ; poc eso su descripcién no figura en los libros de Gundolf, a no ser que sea simbdlica y 17 fbid., p. 1.290. 18 Texto citado en Roger Fayolle, op. cit., p. 324. Los estudios de historia y critica literarias 357 caracteristica, como lo es la vida de Opitz, o que represente parte importante de una mentalidad como la de Paracelso —en estos casos, la biografia puede iluminar los fenémenos, ponerlos de relieve e ilus- trarlos, pero no los explico—. Un dato biogréfico puede ocasional- mente contribuir a la génesis de una obra; nunca, sin embargo, sera su causa, su razon de ser, Acontecimientos y lecturas, ideas, personas o ambientes pueden servir de estimulo e incitacién a una obra: nunca seran la fuente de la cual mana” 19. Por otro lado, al estricto historicismo defendido por muchos his- toriadores literarios de formacién positivista, es decir, a su recusacion de superar el conocimiento de los hechos y de introducir juicios y criterios de valor en el dominio de la historia literaria, se contrapone, en los escritores y criticos arriba mencionados y en otros de orienta- cién similar, la exigencia de una critica en el sentido auténtico de la palabra, una critica que sepa juzgar y valorar, que no confunda una obra maestra con una obra fallida, y que evite, asi, la total anarquia de los valores estéticos. b) Reaccién contra el ciencismo que infectaba la historia litera’ fia. — En este campo, es necesario subrayar la gran importancia de pensadores como Dilthey y Rickert, que establecieron, a fines del siglo pasado, una distincién nitida entre los métodos y los objetivos de las ciencias naturales y los de las ciencias historicas, contribuyendo decisivamente a emancipar los estudios histéricos de la tutela a que frecuentemente los habian sometido las ciencias naturales. Los estudios literarios no solo reivindicaron su autonomia frente a las ciencias bio- logicas y fisico-quimicas, sino que también recabaron su independen- cia de las otras disciplinas histéricas y humanisticas, pues toda ciencia debe poseer métodos determinados de acuerdo con la especificidad de su objeto. 6. El formalismo ruso, el new criticism norteamericano y la tilistica constituyen los tres grandes movimientos de critica literaria que, en el curso de la primera mitad del siglo XX, mejor y mas siste- maticamente representaron la reaccién contra los métodos de la his- toria literaria positivista. Ligeramente distanciados en el tiempo —la 1 Albin EHuard Beau, fstudos, Coimbra, 1964, vol. Il, pp. 467-468. es- 35S Teoria de ia literatura estilistica aparece en la primera década del siglo, el formalismo ruso se desarrolla entre 1915 y 1930, y el new criticism cobra cuerpo en- tre 1930 y 1950—, sin vinculos genéticos directos entre si, estos movi- mientos criticos presentan innegable parentesco en cuanto al modo de concebir la obra literaria y de entender las funciones y los procesos de la critica. Tanto la estilistica como el formalismo ruso y el new cri proponen estudiar la obra literaria como entidad artistica; reaccionan contra el historicismo y la erudicién; aproximan medularmente los estudios literarios y la lingiiistica, pues la obra literaria es un artefacto verbal; transforman la critica literaria en disciplina rigurosa, que exige preparacién cientifica adecuada y es inconciliable con el impre- sionismo o el facil aficionismo. A la autonomia de la literatura debe icism se corresponder la autonomia de la critica y de la ciencia de la lite- ratura. Consagraremos el préximo capitulo al estudio del método histé- rico-literario, y los tres siguientes, al andlisis descriptivo del forma- lismo, del new criticism y de la estilistica.

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