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gs Ah a a El radicalismo argentino, 1890-1930 | Amorrortu editores iaggior de I bibinec deta seldad nacional, Juun Joos Politics in Argentina, 1890-1930: The rise and fall of Ra- dicalism, David Rock © Cambridge University Press, 1975 ‘Traduecién, Leandro Wolfson (sevisada por el autor) Unica edicién en castellano autorizada pot Cambridge Uni- versity Press, Londres, y debidamente protegida en todos los paises. Queda hecho el depésito que previene Ja ley nt 11.723. © Todos los derechos de Ia edicién castellana reservados por Amorrortu editores S. A., Tealma 2001, Bue- nos Aires, La reproduccién total o parcial de este libro en forma iden tica o modificada, escrita a méquina por el sistema val gvaph, mimedgrafo, impreso, etc., no autorizada por los edi- tores, viola derechos reservados. Coalquier utilizacién debe ser previamente solicitada. Indostria argentina. Made in Argentina. ISBN 84-610-7005-4 | Indice general 9 @ 8 33 81 108 138. 167 187 203 222 243 264 274 dose Nea Vewns as Prélogo (D) Elementos componentes de la sociedad argentina, 1890-1914 (2, La oligaequta y In reforma institucional, 1880- 1916 3. El ascenso del radicalismo, 1891-1916 4, Actividad polities de los obreros en Buenos Aires, 1290-1916 5. El primer gobierno radical, 1916-1922 6. Las huelgas, 19161918, 7, La Semana ‘Trégica 9 Bplogo de idencia, 1920-1922 9. Epilogo de Ja piimera presidencia, 1920-1 10. Bl imterludio de Alvear, 1922-1928 11, Segunda presidencia de’ Vrigoyen, 1928-1930 12, Visiéa en perspectiva ‘Apéndice 1. Estructura ocupacional, y de clases de Ja poblacién masculina de la ciudad de Buenos Aires, segin nacionalidad, 1914 Apéndice 2. Notes historiogréficas sobre el surg miento del tadicalismo Apéadic 3. Bl primer gbieno sai yl Sosedad Rural ‘Apéndice 4. Votos obreros en favor del Partido Ra- ical y de los yrigoyenistas en zonas escogidas de Buenos Aires,-1912-1930 Notas Bibliogratia escogida Débvio Roch; Bl Raoicatis ts AtbEst as 840-1930, Bs As 4972. Ata tesnte, 1. Elementos componentes de la sociedad argentina, 1890-1914 Entre 1890 y 1914, la economia y Ia sociedad argentina tu- vieron como eje el Sector exportador. Les exportaciones at- igentinas consistian en productos agropecuatios, los més im- portantes de los cuales eran el trigo, el mafz, el lino, los eue- fos, Ia Iana y In carne vacuna., Exceptuando’perfodos ocasio- nales de sequia o de graves depresiones econdmicas, la Ar- fgcntina exports todos fos aos a partis de 1890 hasta 10 mi- llones de toneladas de cereales, Luego de 1900, y de la intro- daccién de los bugues con eémaras congeladotes y los frigo- rificos, Ins exportaciones de carne de distinto tipo aleanzaton tun promedio de 350.000 toneladas. Entre 1872 y 1915 la su- petlciecaltvada total pasé de 580,000 a 24,000,000 ce hec- tdreas, Habia buenos motivos para justificar el panegttico que alguien hizo en 1911: «Ningtin pais en el mundo tuvo jamés fen tan breve lapso un progreso tan répido con respecto a los, productos del suelo».* Pocos afios antes, un ex presidente de In Reptblica, Carlos Pellegrini, habia escrito: «Esta Repiblica posee todas Jas condiciones necesaties para converttse, con el tiempo, en una de las grandes naciones de Ja Tierra, Su tezsitotio es inmenso y fértil, siendo su superficie igual a Ia de toda Europa con excepcin de Rusia; puede al- bergar fécilmente 2 100 millones de seres humanos; dentro de sus fronteras se encuentran todos los climas, y, consecuen- feimente, sus productos son de todo tipo, desde fs tropicals hasta los de las regiones polares. Sus rfos y montafias se cuen- tan entre los mayores del mundo, y tiene como frontera mari- fia al Océro Auli, que a pone en conc con el men lo enteron? Las cas parecfan ratificar estas grandilocuentes declatacio- res, Hacia 1914 Ie poblacién del pafs se hebfa cusdruplicado fen poco més que una generacién, Entre 1880 y 1910 el valor de sus exportaciones se sextuplicé. Con posterioridad a 1860 Ia producsi6n total habfa erecido a un ritmo anval promedio 2B del 5 %; la poblacién, al 3,4 %; la superficie cultivada, al 8,3 %, y la extensidn de vias férreas, al 15,4 %. Sin embargo, ids alld de estas impresionantes cifras habfa surgido una so- ciedad de caracteristicas sociales y politicas peculiares, que en muchos aspectos componfan un cuadro bastante diferente de! pixtado por Pellegrini, Veamos, en lineas generales, cules eran los principales elementos constitutivos de la sociedad argentina: su clase social dominante, ¢l papel que en clla cumplia el capital extranjero, y, por tiltimo, la estructura de In sociedad urbana. La élite EL auge de las exportaciones fue en buena medida resultado de Ia expansin del mercado inglés de productos alimenticios y del desarrollo de la industria briténica en el vltimo cuarto del siglo 21x. A cambio de Jos alimentos importados de la ‘Argentina, Gran Bretafia exportaba a dicho pais un gran iéimero de productos industriales. Asi pues, Ia, economia ‘argentina estaba modelada, en lineas generales, de: acuerdo ‘on Jos preceptos clisicos del Libre Cambio y de la espe- cializaci6n_ internacional? La expansién de Jas exportaciones agropecusrias tuvo luger en una época en que la estructura bésiea de le propiedad de Ja tierra ya estaba configurada.' La paute de les grandes hhetedades, propia de Ia época colonial y del siglo xx, conti- ‘aud en el siglo xx. A diferencia de lo ocurtido en Estados Unidos y en Australia, en la Argentine no hubo una gran subdivisién de la tierra; fa tnica zona importante de peque- fos colonos fue el centro de Ie provincia de Santa Fe. Uno de los efectos més seftalados del auge de las'exportaciones fue el aumento del valor de la tierra y de su renta, que junto con Ja reciente importance de Ja cate Inego de 1900 gx santiz6 Ja supervivencia de grandes unidades produetivas. La consecuencia fue In consolidacién de Ia estructura latifundis tay el sutgimiento de una élite poderosa. El rasgo central del desartollo social argentino’ contrastaba ast fundamentalmente con el, de otros paises semejantes de cima templado, especinlizados en la produccién de carne y e alimentos. La estructura elitsta era en Ia Argentina may distinta de la que privé en el patrén de asentamiento en ‘uefias propiedades de las zonas criginalmente colonizadas 14 ‘por los ingleses. Histéricamente, la «élite terrateniente» sur ‘gi6 como consecuencia de las actividades mercantiles de Bue- hos Aires, que se remontaben al siglo xvii. A medida que fue aumentando el comercio exterior —primero sobre Ja ba- se de los productos ganaderos; y luego, hacia fines del si- 90.21%, dé los productos agefcolas de zone templadas—-, In ‘Tigueza adquirida a través de aquel fue canalizada en Ja acu- ‘mulacién de tietras..Como al principio estas terrae posefan Sy escasaryalor,'y po estan: los sneciog olla sieket fete= satios para adquirirlas, se distribuyeron divididas en exten- siones muy amplis, se Un segundo rasgo impottante-de esta situacién era que las mejores tierras se hallaban ubicadas en el litoral marftimo de Ja zona pampeana. Esto contrasta con Estados Unidos, donde las mds tess regiones agropecusiss se hallan en el centro del pals, En el caso de la Argentina, el impulso para expan. Gilagefromtcrasifuc,¢poxlo! tanto armel jks Beal age cevistié, y durante el siglo xx se incorporaron a la producciéa extensiones cada vez mayores, los principales centros demo- gréficos y de poder siguieron estando en el este. Alli, quien- {Quiera que poscyera ticrras crm poderoso. No solo tena Ja ventaj que sus tierras eran mds aptas y productivas, sino, que, contaba con medios de comunicacién mas baratos. Esto Te daba al gran terrateniente una renta diferencial que mul- tiplicaba su fortuna a un ritmo mds veloz que la de cual, ‘ier otro, En muchos aspectos, Ia pauta bdsica de In politica figentinn duranee el petiodo pimatioesportador. anterior £1930 estavo dictada por el deseo de a ete terateniente de sacar provecho de esa ventaja primero, y de conservar. Tdespuds® El origen del liderazgo politico de la élite terrateniente ar- sgentina debe bascarse, entonces, en la forma en que un sec. tor bien arraigado, compuesto en gran medida (aunque no cexclusivamente) de familias criollas tradicionales, aproveché les favordbles condiciones econSmicas externas posterior a 1870 para convertirse en una élite local aliada a Jos intereses britdnicas. Esto es, en lineas generales, Jo que ocurri que Ins depresiones econémicas provocetan modificsciones ‘casionales en la composici6n de dicha élite, y aunque el po- der y Ia riqueza no estuvieran ae en forma sen mente homogénea entre sus membros, El gripo mds pode- rosa ttt el de lor crndores de-genado que atendian el her cade crno ¢ internacional, El micleo de Ja élite estaba for; mado por 400 familias, estrechamente entrelazadas a través 15 i de ciertos clubes y asociaciones privadas. Se ha estimado que ‘menos de 2.000 personas poseian en In Argentina tanta tie- za como la superficie total de Italia, Bélgica, Holanda y Di- ‘namarca juntas? La rigueza¢ influencia de los distintos integrantes de la élite estaba determinada principalmente por la proximidad de sus propiedades al Rfo de Ja Plata, 0, dicho en otras palabras, por su grado de asociacién con el mercado extemo, El gruc- © de dicha riqueza se concentraba en la zona productora de cereales y carne vacona de la regién pampeana, y, dentro de Ja pampa, conforme a su proximidad a Jos principales puet- t0s, de los cuales el mayor era Buenos Aires. Gran parte de a formentosa historia argentina del siglo xrx fue debida a la lucha por la supremacia, en el acceso a los mercados externos, de los distintos subgrupos regionales de la élite. Solo des pués de 1880 surgid un sistema reletivamente estable. Los seciores més poderosos lograron controlar el aparato estatal y To emplearon para crear sistemas crediticios, impositivos y monetarios favorables a sus intereses. Los grandes hacenda- dos tenfan acceso preferencial « los bancos més importantes y podian obtener abundantes fondos pata capitalizar sus tierras y expandir sus posesiones gracias a la especulacidn. Las secaudaciones fisceles no provenfan de impuestos a Je = ingtesos de ella derivados, sino de impuestos internos al consumo de bienes importados, sistema que gra- vaba fundamentalmente al consumo urbano. A lo largo de casi todo el siglo 20x los terratenientes impusieron un sistema. de depreciacién del papel moneda que, en general, asegutd “que sus precios internos y sus costos quedaran a Ia zaga de los precios de los bienes que ellos exportaben, y que cobre- bban en oro. Todos estos factores no hicieron més que alen- tar una concentracién todavia mayor del ingreso en manos de In élite." ‘A causa de esta concentraciés bastante estable del poder consi y politico, el pefodo comprendko entre, 1860 y 1912 se dio en llamar ef periodo de la oligarqufa, Por esta p0¢a, los principales hacendados ya se habjan desligado de administracién directa de sus estancias, y vivian en Bue- nos Aires, y a menudo en Paris, como rentiers. En Buenos ‘Aires, sus intereses eran custodiados por cierto nimero de ppoderosas sociedades, Ia principal de tas_cuales.cra la. Soc dad_Rural mo tiempo, persstig Ia. tra ional Felacin entre Ja riqueza proveniente de Ia actividad mercantil y de Ia tierra, Muchos de los grandes hacendados 16 desarrollaban diversos tipos de actividad comercial en Bue- nos Aires, se dedicaban a Ja exportacidn o intervenian en los bancos y en las compaiias inmobiliaris, En cierto sentido, Ja multiplicidad de sus actividades hacia de Ia élite tanto ini entidad urbena como un grupo de intereses rural. Los intereses de Ja élite se reflejaban también en el ejército, y, en menor grado, en Ia Iglesia. Antes de 1900 el ejército atgentino era una fuerza armada irregular en ia que se combi- tun cuerpo de oficiles voluntarios, reclutados con fre- cuencia entce las familias de la élite, con un conjunto de sol- dados r2s0s formado al azar. Mis tarde se introdujeron varias reforms, incluida la conscripcién obligatoria, que elev6 el ‘mimero de sus efectives a alrededor de 10.000, cifta que 236 répidamente a 25.000 en 1930.* Si bien In profesions- Aisa del efercico oviging una mayor dferenciién sou dentro del cuerpo de oficiales, ello no socavé Ia armonfa bé sica entre el efército y la elite. La Iglesia tenfa una posicién ‘menos importante. Su influencia era mayot en las zonas de origen colonial més antiguo, como Cérdoba; en Buenos Aires prevalecié una tradieién més secular. Dado que el desarrollo de Ie regidn fue torclfo en comparacién con el resto del Im- perio Espaiol, Ia Iglesia no logré en ella el mismo poder gzandmico y politico que en otros Ios, En ns potimeras del siglo x1x, ciertos sectores de Ia élite ya se habfan ganado fama de anticleicales, pese a lo cual Ia Iglesia siguié siendo tun elemento a tener en cuenta y continué ejerciendo enorme sravitacién en las actitudes de la élite, El capital extranjero El segundo rasgo importante de Ia economfa argentina en estos afios fue su sustentacién en el capital extranjero, el cual, repitémosto, provenfa en su mayor parte de Gran Bre- talia, Se ha estimado que el valor de las inversiones de capi- tel britfnicas en Ia Argentina sumaba en 1910 mas de 300 millones de libras esterlings.” Estas inversiones sc realizaban primordielmente en tres formas. Antes de 1880 In més co- min eran los empréstitos oficiales. Muchas de las Iuchas po- Ideas que entablaron durante el ‘glo xix las, divers fae ciones de terratenientes teflejaban Ia importancia del Estado como fuente de créditos y fondos hipotecarios; controlar el Estado significaba gozar de un tratamiento preferencial por 7 parte de Jos banqueros extranjeros y de considerables venta- Jas econdaas, De los ingles provio, asmismo, uo ole dda masiva de jiiversionés-en ferrocarriles, que se prolongaton asta 1913, s cyo fin el pais contaba con unos 30.000 kilé- metros de vias férress. El desarrollo de comunicaciones eft ientes fue el principal factor que posibilit6 el boom agro- pecuario, Por iltimo, antes del estallido de In Primera Gue- 412 Mundial, mientras se completaba el sistema de trasportes, ls ingleses ¥ ottos europeos (particularmente los alemanes) comenzaron a invettir en servicios pablicos, Hubo también cies inversiones extranjeras en bancos, compafifas inmo- Eirias y obras portuaris.* : Hacia 1914 Gran Bretala, y en menor (aunque creciente) medida otros paises européos, eran de primordial importan- cia para In Argentina como mercados, fuentes de bienes im- portados, abastecedores de fondos de inversién y_propie- farios de muchos de los principales biencs del pafs. Mis que cl comercio, fueron las inversiones y la propiedad las que dieron prominencia a Gran Bretaie. Si bien en los afios pre- vios ¢ fs Primers Guerra los slemanes comenzaron a hice sentir su presencia, sobre todo en el comercio de importa cién —modificando asf el simple modelo bilateral anterior 2 1900—, los ingleses se las ingeniaron para complementar Je ventaja de haber egado primero con un smplio sistema de vinculos semiinstiracionalizados con Ja élite. Tenfan fuer te lado ep el gubinete yn el Congreso, ravitaban co Jos ssuntos del pafs a través de muchos de los principales Srganos de prensa. Asimismo, mucho antes de 1914 ya s habia establecido la prictica de nombrar a notorios, polit os argentinos en los consejos directivos locales de las em- presas briténicas. Esto contribaia a ampliar el acceso de esas, empresas al gobiemo, y gestaba en la élite Jocal poderosos intereses ereados que quedabsn comprometidos con Ja de- fensa de dichas empresus, El grupo de resin consiuido por los ingleses era, junto con la sociedad de los ganaderos, al més fuerte del pats. ‘ ‘De esta maneta, existia una estrecha complementatiedad de intereses entre {os sectores més poderosos de In élite y los Gomerciantes ¢ inversores britinicos. Esto no significa que fo hubieran por momentos discrepancias y conflicios entre ellos; pero lo que se cuestionaba en tales casos no cra la els- cidn en s{ misma, sino la disteibucién de los beneficios, Oca- sionalmente se entablaban disputas sobre asuntos tales como Jas tarifas ferroviarias o de las compafifas de electricidad y 18 cott0s servicios piiblicos, o bien surgian dentro de la élite fhuevas facciones que tenfan un contacto menos dizecto con los ingleses y, apelando a todo el poder politico que eran ca- paces de reunis, trtaban de reencauzar el flujo de inversiones 9 de crédito de una manera que les fuese mis favorable." Pero Ia élite terzateniente no cuestionaba, en principio, ni las propiedades extranjeras, ni el control extranjero de impor- fantes sectores de la economia o Ia trasferencia de una parte de Ja riqueza del pafs al exterior por las compatifas extran- jeras." Esto era aceptado como algo necesario pata garanti- zar Ins inversiones futuras, que eran el objetivo bésico y rimatio. La industria y la distribucién de la poblacién En 1900 Ia idea de abandonar el Libre Cambio en favor del proteccionismo y del desarrollo industrial nacional gozaba de muy poco apoyo en la élite. Cierto es que existfan tarifas de importacién, peto estes persegufan como fin fundamental dotar de recursos al fisco. Hiabia también algunas industrias nis de Jo que tradicionalmente se ha reconocido—, pero Tass guandes undies protivas eran ls Haas al Secior exportador, como los fejgorificos. Fuera de elas, In in- “dosti slo a desrrallen fos isos en que los costo iter nos eran suficientemente bajos como para que los precios resultaren inferiores a los de los articulos importados, Den- tro del sector industrial privaban las téenicas primitivas y las formas de produccién inteosivas en mano de obra; ade. ‘is, la mayorfa de los establecimicntos estaban organizados en pequefia escala. En 1914, la empresa industrial promedio de Buenos Aires no empleaba més de catorce personas; co- mo este cileulo incluye las grandes unidades controladas por el capital extranjero, In cantidad promedio de obreros cn la industria nacional era realmente muy baja. La primacia del sector exportador se reflejabe en la distsibu- cién de la poblacién, El Tercer Censo Nacional de 1914 es- timé In poblacién total del pals en 7.885.237 habitantes. Ca- si tres cuartas partes de esa cifta se concentraba en la zona ppampeana, dentro de un radio sproximado de 300 a 450 ki- H6metros de In ciudad de Buenos Aires, El principal nticleo de poblacién era Ja provincia de Buenos Aizes, también Ia pYincipel zona agropecuatia, con mas de dos millones de ha- 19 bitantes; le segufan Santa Fe, con unos 900.000 habitantes, Cérdoba con 700.000 y Entre Rios con 400.000; fuera de estas provincias, solo Corrientes (situada al norte de Entre Rios) y Tucumn (en ef noroeste) superaban los 300,000 habitantes —Corrientes era una zona ganadera marginal, en tanto que Tucumén era cl centro azucarero del pais—, y nicamente Mendoza y Sen Juan, en el oeste, famosas pot su produccin de vino, tenian wna poblaciéa significativa crientada hacia las actividades comerciales. Mis alld de les ‘pampas, en el interior y el sur del pafs residia apenas el 30 % de la poblacién, aun cuando esas regiones totalizaban més del 70 % del territovio. Muchas zonas distantes del norte y de la Patagonia tenfan una poblaciéa demasiado escasa como ppara ser reconocidas como provincies con gobierno propic. Dentro de Ie poblecién mun, habioasimismo marcados con tmastes entre la regién pampeana y el interior; en el primer caso predominaba un sistema de propiedades arrendadas a inmigrantes cuya produccién cra expottada en su mayor par tez en el segundo eran més comunes Jas grandes plantaciones las formas de economfa de subsistencia, vst se exceptin a Jas regiones azucareras del noroeste, la actividad comercial con frecuencia se limitaba a Ja satisfsccién de la demanda de Jas pequefias ciudades que acruaban fundamentalmente como centtos de gobierno, Por tltimo, la regién pampeana no solo estaba més desarrollada que el interior, sino quc era tam- bign el pivote en torno del cual gitaba ef poder politico. El interior era polfticamente déhil, y estaba sumido de continuo en Ia lucha por preservar y desarrollar su economia frente a los intereses del litoral, més podetosos. La red ferrovinria del pais reflejaba Ta misma pouta. Las lineas principales se abrian en diferentes direcciones en for- ‘ma de abanico a partir de la ciudad de Buenos Aires, aten- diendo cada una de ells distintas regiones agropecuatias. En cl interior Ie cantidad de lineas era menot, y poco se habia hecho durante su construccién a fin de integrar las diversas egiones, Casi todos Jos ferrocarriles de las pampas estaban en poder de los britfnicos; fuera de esa zona, sobre todo en Ja repién szucarers, eran propiedad del Fstado: el volumen ‘comparativamente reducido de su actividad comercial los ba- cia muy poco redituables como para atracr a los inversores extranjeros."* 20 La sociedad urbana de Buenos Aires Sin embargo, la simplicidad de la economfa exportadora fue quebrada por In alta tasa de urbanizaciéa en le zona pam ana. El crecimiento de Ia sociedad urbana en estos atios ie en muchos sentidos un proceso tan espectacular y revo- lucionario como el que tuvo lugar con respecto ala tetra. 1869 Ia poblacién urbana en ciudades de mas de 2.000 habi- tnnes era del 28,6; en 1895 habla amentado al 37,4 y en 1914 al 52,7 9. En ia regién pampeana le proporcién fue mucho mayor: pasé del 39,5 4 en 1869 al 48,1 % en 1895 y al 62,1 % en 1914. El aumento fue particulermente ‘mareado en las grandes ciudades. Ya en 1893 casi una cuar- tm parte de In poblacién del pfs vivia en ciudades de més de 20,000 habitantes." Este veloz crecimiento urbano fue més agudo todavia en la ciudad de Buenos Aires, que muy pronto se convitlis en una de las grandes ciudades ubicadas a orillas del Océano Aulintieo. A fines del siglo pasado Buenos Aires hnbie le gndo a constituir la paradoja central de Ia economia prima Tioexportadora: en tanto que el sistema productivo real del pats era geogréficamente amplio y descentralizado, esta ba dominado politica y estructuralmente por Ja ciudad y-las zonas circunvecines de la provincia homénima, En 1914 la poblacién de la ciudad de Buenos Aires supetaba el millén y medio de habitantes (alrededor del 20 % del total del pais). El crecimiento de esta ciudad fue, en primer lugar, resultado de su posicidn como puerto principal para el comercio mundial, y como principal cebecera ferroviaria, Era ssimismo un importante centro de consumo, un slmbolo de Jn riqueza creada por el desarrollo de In economie prima- riocexportadora, y un centro bisico para el eaptal financiero, ta banca y el comercio, En ella estaban ricades la mayorla de las pequefias industras, y contaba con un gran sector de servicios. Finalmente, su importancia derivaba del hecho de set la capital de Jo Repiiblica, 0 sea, el centro de los gastos del gobierno nacional y el principal lugar de reclatemiento pare cargos burocraticos y administrativos. La estructura social de Ia urbe era muy compleja, con gran- des sectores de clase obrere y de clase media. Este wt estaba compuesta por industrales y propictarios de estable- cimientos comerciales, profesionales, funcionarios y emplea- dos administrativos; fa clase obrera, por los trabajadotes fe- sroviatios y portuarios, los obreros de los frigotificos de Ave- 21 Ianeda (suburbio de [a ciudad de Buenos Aires), los tral jacores de la industria y de las actividades de servicios pri- vvados, y, por tltimo, los trabajadores de los servicios pal cos y del Estado, A ju2gar por cl censo de, 1914, Ja clase obrera constitula mas 0 menos dos tercios de Ia poblacida ‘masculina ocupada en Ia ciudad, como muestra el cuadro 1 Cundro 1. Btéructura social de la ciudad de Buenos Aires, 1914 Sn aS SEE racmeia® sits tc MeL ante Fad eT lee dis 9 alte Rept isin» prfeonses 97345 uti comme Bes Beplede distor paved 3233 Gia obrrs Petals cats y atennon 202768 2 ‘Fabehtons se elds iets 3 Trabsjecrs wo caliebs 706028 Tes porcentajes no suman 100 4 causa del redondo. Fuentes Teer Corso Naor), 194; vane ol, Aptnce 2. Loe {regeanies' tela ite constayen om propo dons Peau pare fer Guanicaoy tal verlag al 1 de Ta poblcon de Ta ciodad La inmigracién El stimo de los rasgos que earactetizaron a Ia sociedad ar- gentina de estos afos fue la inmignacién, Desde 1857_(prk- fet aio paza el cual se recogieron datos) hasta 1916 ingre- saron al pafs un total de 4.758.729 inmigeantes, de los cus: les permanecieron en él 2.575.021, En los veinte afios que edieron a la Primera Guerra Mundial Ia proporcién de Tnmigrantes respecto de la. poblacién nativa excedia en Ia Axgentina a la de Estados Unidos en, igual, periodo."® Mas dean millén de inmigrantes vinieron de Italia y algo menos dde Fspaiia; en 1914 habia en el pais casi 100,000 rusos, mu- chos de ellos judios, y una cifra similar provenientes del Imperio Otomano y’de otros Estados de los Baleanes. Los aos en que Ia inmigracién aleanzé su punto m&ximo fue- on 1889, en que aribaron al pats cast 220,000 personas, y Jos posteriores a 1905, A partir de entonces no bubo ningén 22 aflo en que entraran_menos de 200.000 personas, aleanzin- dose en 1912 y 1913 Ia cifta tope de 300.000." El 60 % del crecimiento demogedfico habido en le Argentina entre 1869 y 1929 puede attibuirse a la inmigracién, I rigen de ext inmigracién masiva debe buscarse en In demanda de mano de obra para las cosechas y de arrendats- Flos rurales. Mas adelante, 1 medida que Ia economfa se fue haciendo més compleja, hubo también oportunidades de tra bajo para obreros ferroviatios y portuarios y para comer- ciantes ¢ industriles, La Argentina le ofrecia a los pobla- dores de Europa meridional una posibilidad de ingresar en tuna cabal economia de mercado, dejando atrés su pasado campesino 0 semicampesino, A todas tuces, los salarios de- bfan ser en la Argentina mucho mayores que en los paises de tigen, de Jo contrario la inmigracién no se habria produci- doi en verdad, hay motivos para suponer que, a causa prin- cipalmence de’que en la Argentina Ja alimentacin era muy barata, los salarios que allt se pagalan resultaban compara- bles a'los de Alemania o Francia. Si tenemos en cuenta el desarrollo de les clases medias, el monto de las remesas ¢n- viadas por los inmigrantes al exterior y el nivel de ahotro po- pular, puede decitse que muchos inmigrontes lograron_una considerable movilidad. social. En 1914 cron mayoria entre los propictarios de viviendas de Buenos Aires y entre los duefios de empresas industriales y comerciales “= Sin embargo, otras condiciones indican que la Argentina dis- Jidad social estaba muy difundida, un gran mimero de inm grantes segulan quedando entre las fils de Ia clase obrera. ‘Fabia franca explotacién en muchos aspectos, sobre todo en iateria de vivienda y alquileres. Esto pronto origind ciertas tensiones y una tradicién de conflictas de clase que persistié incluso en periodos de répido crecimiento. El raseo sobresa- Tiente de Ja economia argentina era su inestabilidad: estaba fuertemente condicionada por factores estacionales y por los Sapechos del ciclo cconSmio, influeninsambas que dese tobilizaban Ja demands de mano de obra y el nivel del sala rio real. Ademés, Ia tasa de inmigracién, que afectaba los sa- fatios en Ia Argentina, no solo dependia de la demanda de ‘mano de obra en este pals sino también de la situacién pre- valeciente en los pafses de donde procedfan los inmigrantes. Una de las caracterfsticas de Ia inmigracién a Ja Argentina a partir de 1900 aproximadamente fue que se extend, desde zonas con indices de sslarios rclativamente altos, como Tta- 23 | lia septentrional, a zonas con una economfa campesina mu- cho més grande, como Espafia o los pafses balefnicos. Tales desplazamientos tendfan hacer disminuir los salarios en la Argentina o bien les impedian erecer a un ritmo suficiente mente veloz como para mantener Ia tesa de movilidad social, ‘A medida que trascurria el tiempo, cada vez se tornaba més dificil dejar de pertenecer a In clase obrera, y abandonat Ta miseria y la inseguridad que ella implicabe, para pasar a per- tenecer a Ja clase medi A Ja vez, la inmigracién fue activamente alentada por el Es- tado en apoyo de fa dlite terrteniente. Se organizaron cam pale para el reciuiniento de inmigranes en Earope, y eta cortiente que se subsidiaran pasajes de vapor para pasa- jeros de tercera clase, ‘Tales medidas tenfan Ja clara finalidad de manene los slo Jo ms bor que fuera posible y contar con una fuerza de trabajo abundante y de cil desple- Ta mayorfa de los inmigrantes se establecian al ‘principio en la ciudad de Buenos Aires, con el fin de reunir cl capital suficiente para después dedicarse al cultivo del ttigo. Gran parte de las tensiones entre ellos y Ia élite ciu- dadana, puede atribuirse_ a las dificultades que encontraban ppara obtener respaldo financiero con vistas a efectuar esa ttansicién de asalariados urbanos a arrendatarios rurales. Y Ja tinica causa de esto es que el exceso de inmigrantes haba saturado el mercado de trabajo urbano, problema que se, pu- so particularmente de relieve en los afios de auge —a fines de Ja década de 1880 y en los inmediatamente anteriores 1 1914—* Por lo mismo, la élite tenfa interés en que los salatios se mantuvieran bajos en las ciudades para asf poder controlar Ia mano de obra en las zonas rurales, ya que si aquellos aumentaban, disminuia Ia disponibilidad de mano de obra barata en el campo, aunque Ia mayorfa de estos tra- bajaclores se empleatan vinicamente cn época de cosccha. Ast, sunque a Ia élite no Ie preocupaba la industria necional, con frecuencia (en especial después de 1900) se In veria, recurrir'a su control sobre el Estedo y la policfa pata inter- venir en los confictos Jaborales en contra de los huelguistas. Acciones de este tipo socavaban el poder de negociacién de los inmigrantes de un modo que beneficiaba, en tima ins- tancia, a la élite, Los intereses de Tos inmigrantes y de Ia élite exportedora li xseda a Ia tierra también chocaban entre sf (al menos duran- te el siglo 20x) en la euestién de la politica monctaria. En gran medida, los boores de la tierra de fines del siglo xx, 24 gestaron Tas fortunas de la élite, se lograron por medio ua estructura liberal de crédito y el uso de un papel mo- neda depreciado. La inflacién incrementaba los precios. in- temos, pero los solaris a menudo iban ala zaga de aquellos, con Jo’ cual el papel moneda se convirtié en un instrumento de duibucon deTingrerer favor de #lley 2 peli fe los asalariados, yd jrvi6 para disminuir el sa fio real." | Esta distribucién del ingreso perjudicial para Jos asalariados ‘se vela reforzada por Ia indole de los lazos de la élite con el capital extranjero, Pata las compafifas extranjeras, como para los tertatenientes, cuanto menor era el salario promedio, me- nor era el costo de 1a mano de obra y mayor Ia ganancia También en este aspecto los intereses de ambos bandos se complementeban y actuaban de consuno. Por ejemplo, los intereses foréneos colaboraron con la élite en In reduccién de los pasajes trasatlénticos, para permitir una mayor inmigts- ci6n; los tereatcnientes ‘apelaron a su poder politico para reducir las erogaciones en materia de salarios de las empre- sas extranjeras, no solo con el objeto de obtener servicios bbaratos sino también de permitir mayores remeses de genan- cas al exterior, con Jo cual aumentaba el atractivo del pais ppara futuras inversiones. As{ pues, aunque los salarios pagi- dos en la zona pampeana por lo general eran comparativa- mente buenos en términos internacionales, e] crecimiento _prosperidad de Ia economia este Seen ‘iste pnts ches de pve fs aula OEE pou de estan oe a ‘Por esta razn, la inmigracidn fue en Ta Argentina un proce- a fluido Seri jayoria dela id palace ees roam cr ae as. Sobre todo después del gran aumento en los precios de Ja tierra producido a fines del siglo pasado, cl arrendatario rural quedé expuesto a la inestabilidad y en muchos casos a Ja miseria, Con frecuencia [as tasas de artiendo eran muy al- ‘tas, particularmente en Jes zonas de mayor rendimiento cer- canas a la costa atldntica. Las técnicas de produccién eran ‘imitivas y estaban ligadas a un cultivo de tipo extensivo ivo que impedia a muchos arrendatarios establecerse en forma permanente, Esta situacién se vefa exacerbada por cl continuo excedente de mano de obra, a causa de los nue- vyos inmigrantes europeos, Sefiales de esto se encuentran en el cambiante cardcter de Ja inmigracién. Entre la década de 1890 y 1914 fue comin el sistema de reclutamiento de tre 25 13> pata las cosechas: los inmigrentes ia trabajar en Ia cosecha y luego retor- aban a su patria Aun cuando tavieran que pagarse el viaje de ida y vuelta, ello les resultaba redituable Sin embargo, una gran cantidad de ellos se establecieron en | ciudad de Buenos Aires y otros centros urbenos de Ia zona pampeana, atraides por la ripida expansida del trasporte, el comercio y Ja industria, Casi lé-mited de Ja poblacién total de Buenos Aires en 1914 era extranjera, y entre ln de sexo masculino, Tos inmigrantes eran 435.507 y los nativos 594.463. También en las demés ciudades importantes de In regiéa habia una poblacién masculina extranjera igoalmente alta, De los 220.000 habitantes de Rosario, 105.000 eren extranjeros, Fueron los inmigrantes los que dieron el gran impulso al crecimiento de las grandes urbes. Los inmigrantes represeo- taban el 40 9 de la poblacién urbana total de Jn provincia de Buenos Aires, y alrededor del 31% de Ja de Santa Fe; sin embargo, Ia cindad de Avellaneda, en Ia primera de las nombradas, tenfa un 5595 de poblacién extranjera, y la de Rosario, en la segunda, un 47 %; solo en los pueblos atrasados del interior predominaba Ta\poblacién nativa: en centros tradicionales como La Rioja y Catamarca, supera- ba el 95.9% 2% Los inmigrantes se enfrentaban, asf, con dos sitsaciones bé- sicas. Por un lado estaba ef deseo de Ia élite terrateniente de promover Ja inmigracién pero impidiendo que los salarios sleanzaran su nivel real, Por cl otro, los inmigrantes estaban sometidos al fuerte influjo de Je sociedad urbana, donde ho- bia comparativamente més oportunidades de movilidad so- cial y de adquisicién de propiedades y habilidades que en las, zonds rarales, en las que la tierra era controlads por la élite, Los consiguientes resultados de Ia inmigiacién_masiva fue- ‘roma tarumcion del metaado de teabajo y In ceciente con centracign de Ia poblaciénren las uibes. No obstante, debido a Ja gran movilidad de Ta fueran de trabajo y a la facilided con que se podia eliminar Iz mano de obra excedente me- diante el artificio de reenviar a Jos inmigrantes a su pais de origen, la desocupacién casi nunca fue més que un fenémeno pasajero. La gran excepcién a esta regla se dio durante la Pri ‘mera Guerra , cusndo como consecuencia de Ia fal. ta de-bareos y el aumento de las tarifas entre Europa y Amé rica del Sur, varios miles de inmigrantes quedaron en Ia in- dligencia en Buenos 3s lugares. Aungue bay prac bas de gue luego de 1900 hubo en Buenos Aires cierta des- ‘ocupacién disfrazada bajo Ja forma de pequetias actividedes comerciales marginales, decirse que la regién pampea- na constitufa en esta época una economia de eo, Pero esta expresién debe usarse con cuidado, Es cierto que en la Argentina, a diferencia de lo que ocurrfa en la mayorta de los otros paises latinoamericanos, Ik fuerza de trabajo ‘cmarginal» o estructuralmente superflua era muy pequeta, y se hallaba en el interior del pais; pero la capacidad de mante- ner el pleno empleo era menos una caracteristica inherente al sistema productivo de In Argentina que un lujo sum trado por el mecanismo de Ja inmigracién, De hecho, el re- tomo de los inmigzantes, a sus patrias en los periodos de depresisn 0 en los perfodos de menor activided laboral du ante el afio no hacia sino desplazar el desempleo potencial ae ots lugares del pais; el ecitcito de revewvan dela Ar senting, y en cierto sentido su fuerza de trabajo marginal, estaba én Ttalia o Espafa No es de somprende, en tales circunstancay, que lass ciones politicas entre los inmigtantes y la élite fueran cas dempre extremadamente tenmas, La ele necestabe mist ‘migrants, peo a menudo nterein de uno w otro modo en proceso de negociacién de los salarios. Esto provocaba considerable inguletud entre los inmigrantes, y la élite temia de continuo que Ia situacidn explotara y aquellos se rebels sen. Aunque los inmigrantes eran, con les inversiones ex- ‘ranjeras, el motor principal del crecimiento econémico, la lite les tenfa, en general, desconfianza y hostlidad, sent- ‘mientos con frecuencia correspondidos por aquellos" H- ‘ba one tendenca verbs como factions. de. produc des wumanizados _ impersonales, que podfan ser manejados y enfrentados entre si cuando fa situacién lo demandaba. En dss huelgas, por ejemplo, era cotriente reclutar esquiroles en eves de inmigsnts dsitos de eauel al que perenecian los huelguistas. Desde el éngulo de Ia élite, el pais estaba fen pleno apogeo, y le resultaba incomprensible que Jos in- ‘migrantes no siempre tuvieran su misma capacidad para el sutoentiquecimiento desenfrenado, A ello deben afiadirse los ptginicios coovencionales de los propietarios contra Jos rta- bajadores —que tambign se iben haciendo crecientes en sen- tido:contratio—. En términos més generales, esto nos indica una de las dife. tencias claves entre la inmigracién argentina y Ja norteame- ticana, Por contraste con lo que le acontecié a la clase dis. 2 ‘gente industrial en Estados Unidos Inego de la Guerra Civil, Ja élite argentina no tenfa interés alguno en apoyat las as- pitaciones econémicas y la movilidad social de los inmigran- tes como medio de expandie ef mercado intemo de consume ‘Elsntta? ran) cotiaits adleal'en ques] Tae la Guaalgepesn se convirtié cada vez més en un fenémeno urbano en Ja Ar- genting, a élite terroteniente no controlaba (como 1a élite Industial de Estados Unidos) la distribucién de los empleos uuthanoe nf podia recarsir a) eto para imponer su Bderazg0 ie a los inmigrantes. El resultado fue una tradicién po- ca bien distin en uno y ako eso, A Ie dite texte tate argentina fe Ive imple cree los vastos epeston pallies wchancs (oc en Estados Unidos Smpalaarna ‘elects sol-de razase, los instrumentos biésicos para el control de los mipyimientes ids! protesin'y Ia creacibet ek actos politicos de masas. Dado que no existfa un_nexo. ce ye mia aoa, slo aigentino se nang a ln seein, Ip teicion fs olgagule Pues Srceistatabin saan da cre an oo repeated tro del sistema polltico, era aconsejable mantenerlos fuera saa Ocoee Lar Couns ic ee eat a papel polttico de los inmigrantes, més probable serfa que la ssicin de Ia élite terrateniente se viese amenazada. Feast eect cater la re dl poche a ‘aici de la cludadanfa argentin; otro de fos conrastes con Estadcs Unidos es que, en general, Jos-inmiamantes dela Argentina 0 se naturalizabe i ee iente s¢ ha interpretado este ‘RecHD-como originado en los propios inmigrantes, quienes ‘no tendrfan interés en establecerse en el pais y solo desea- ban enriquecerse para luego retornar a su patria. Tal expli- cacién es en muchos aspectos insatisfatoria. Sin duda, cler- ta renuencia a abandonar por completo el pais de origen es luna carscterfstica de todo proceso inmigratorio, con inde- pendencia de su lugar de destino, En la Argentina existian especiales condiciones que conspiraban contra Ja voluntad de Se taraigrantes az and ser insect la iaipoetoaidsd de adguitir tierras, la inestabilidad ocupacional y la vida né- made que muchos de ellos debian Ilevar. Pero hay también otra razén fundamental: Ja clase ditigente argentina mal cris tener interes en olin Ta natuatiacién de Tos inn mies cmd (a fren de To, ave sed en Ertcon Inidos) no estaba en condiciones de hacer de ella el instru mento de control poltico para promover Ia cceptacién y apo- jo de onan eso” 28 jen que su cconomia primario-exportadora alcanz6 Ia madu- "Aungue a menudo se lo_percibfa_y_atticu snes _puramenie cola es, en muchos sentdos s=telaba, d-un luce de les, En ia de y en los grupos de cae ‘media alta habla pocos inmigrantes, aunque estos constitaian las tres cuattas partes de Jos propietatios de industrias y comercios; en cambio, un 70% quizis estaba concentrado en la clase obrera de Ja ciudad de Buenos Aires, y, a la vez, dentro de la clase obrera el 60 % eran extrinjeros. De ma- era entonces que cuanto mas bajo era el nivel social, mayor cera la cantiad de inmigcantes que en él habia. Aunque hacia 1914 la fuerza de trabajo inclufa ya un gran (y creciente) niimero de trabajadores nativos, en la mayorfa de los casos ser extranjero equivalia@ s ero, y probablemente (puc- sean temor a equivosiie} un obrero 10 eal Ficado. La clase media urbana de Buenos Aires Las relaciones entre Ja élite y la clase media urbana eran mas ‘complejas. Podrian buscarse en esta iltima signos de opo- sicién a la élite y a Ja economia primario-exportadora como Jos que aparecen en Jas cldsicas [uchas europeas entre Jos in- tereses industriales urbanos y los intereses agrarios rurales. (El cuadro 1 muestra que en 1914 habla en Buenos Aires Infs de 30.000 industies y comerciantes.) Pero lo aue conspira contra esto es que, ia existencia de-un.sec- tor iedustrial, la esrucrna de Clases tubtna estaba enstie. Tos_sectores del comercio internacional y de los. ser-— vicios. En general, las actividades industriales se habfan limi- tado a un estrecho dmbito fijado por el sector més destaca- do, que era el de Ia produccién ptimaria: en lugar de dife- renciarse de este, aquellas lo complementaban cn gran me- dida.®* El sector industrial estaba dominado por grandes ides luctiyas, como los fri ;, integradas a la estructura primario-exportadora, Las actividades. artesaneles menores se desarrollaban alli donde la disponibilidad de ma- terias ptimas nacionales y la ventaja proveniente de los cos- tos de trasporte hacfan que los precios fueran inferiores a { de los artfculos importados similares. También en estas acti: 23 idades hebfa, masque un conflicto, Jementariedad fon la econorafa stadaia. Ademds, ex 1914 los les no percibfan que nada anduviera mal con res pecto «ellos. En los treinteafios anteriores la industtia habia trecido a partir de una base muy pequeta hasta alcanzar una proporcién significativa de 1a produccién total, y no habia motives para creer que esto no pudiera continuar, ‘Asf pues, la clase media urbana habia evolucionado sin los | zasgos catacterfstcos de la burguesfa urbana en otzos «itis. En lugar de estar lipadas al desarrollo de una cabal econo- | | mnie industil les cases made, yen machos casos incloso los empresarios, prohijaban el mantenimiento de la econo-| mfa primatio-exportadora, Su situacién como consumidores apoyaba esta actitud. Aun- que el hecho de confiar en Ja importacién de gran cantidad cde bienes tenfe sus desventajas, en genetal asegur6, mientras el sector exportador se mantuvo firme, un fécil flujo de ar- ticulos industriales de bajo costo. Los sectores urbanos fa- vorecfan la estructura del Libre Cambio por temor de que Jos intentos de diversificacién industrial produjesen presio- ‘nes inflacionarias que afecte ae costo de vida, Es intere- sante observar que Ja campaii expansi¢ sector indiana igo fo dead dl rats. eayer impalo, UPS urbanos, Efabjevo primordial ers cores lor dict en lab de pagos mediante un programa de sustitucién de importa- ciones.** No obstantc, hasta 1930 hubo amplio consenso entre log intereses tentatenientes y orbanos, fo ciel robust | G6 considerablemente Ia posicin csscolonil de la Agen tina y los ptincipios tradicionales de Ia politica estatal, tales como el Libre Cambio y la dependencia de los ingleses en materia de intercambio comercial ¢ inversién de capitales. Lo que llevé a minar dicho consenso fue In tendencia in-| ttnseen de economia primetioexportadora «concentra cl poder y la riqueza en manos de los terratenientes y de los | inversores extranjeros. Y esto no afecté tinicamente a la clase obrers. A comienzos del siglo xx ya habia indicios de ae estab sfectando seriamente Ia extictura y composciin i Ja clase media urbana, y, como consecuencia, sus vinculos politicos con la élite, Dada Ia falta de un sector industrial Bien desarolado y ineduo, fia poco margen en la Ar genta para el suigimiento de grupos de empresaros y ge Fontes de slo stats, : En términos de ingreso per cépita, la Argentina de comien- 129s del siglo 2 se contaba entre los paises mis avanzados del mundo, pero a diferencia de otros paises con riqueza sic mila, el principal mecanismo de distribucién del ingreso no cera Ja industria, lo cual originaba ulteriores distorsiones en el sistema de clases urbano, El mecanismo dicha_disttibucién_era_la snetada_por_los_sicos ‘erratenienies renters del ei ftoral.-Ei perfil de demanda de sie grupo, simado a la estructura de Libre Cambio, pre- sentaba ciertos rasgos notables. La demanda de bienes de inversién y productos industriales por parte de la élite era satisfecha en su mayor parte desde el exterior; en el plano interno, su mayor demenda era de mano de obra y servicios, yy entre estos iltimos, sobre todo los juridicos, adiinistrati- vos y, en menor medida, edacacionales. Todos estos eran solesropias-de los «trabsjadores de cuello blanco» de la clase media, y exigian cierto nivel intelectual y educativo, ssf como cierta pericia profesional. La demanda de tales ser: vicios fue una influencia decisiva en la formacién de la clase media urbana, El grupo de mayor nivel dentro de esta ut rma (y quizd también los miembros més jévenes o subordina- dos de las familias de Ja élite) se dedienba en forma prefe- rente a tales actividedes; su relacién «clientelistica» con In Gite Ia gran fuente de ox ques Tex DETTE tam nivel ds ingresos razonable y-comparativamente alto. A su vez, este grupo tendia a repetir el perfil de demanda de la lite, maltiplicando ast el niimero total de grupos de clase media que, respecto de él, estaban en igual posicién. Resultado de esto fue Ia aparicidn de un impoztan dela cee media dou, oo del insinuea eee nas Sage aan a Ce So eta o- Alemanis,ino-de-un_cardever-clen {fiiente ano ee ene teniado de dere emendiunien—. in Ia Argentina Ja movilidad social tendié a producirse, no cn virtud de la capacidad para expetimentar o innovar —los ge sean est capac po fo coma o Hegaban as alld lel almacén de Ja esquina 0 del pequefio taller—, sino mer- ced a Ja buisqueda de «amigos» y

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