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EL ARTE DE AMAR (1)

“Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el
que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios,
porque Dios es amor.” (1 Juan 4,7-8)

Un pensador dice: "Amar es bueno; saber amar lo es todo".

Una de las primeras y grandes experiencias vivida por Chiara Lubich, en los
inicios de su divina aventura, fue el día en que un sacerdote le hizo la petició n de
ofrecer una hora por él, ella respondió que por qué só lo una hora, que ofrecería
todo el día por él. El sacerdote quedó sorprendido ante tan generosa respuesta y
pidiendo que se arrodillara le dijo: “No se olvide que Dios la ama
inmensamente”. Este anuncio de que Dios la ama inmensamente desencadenó en
Chiara el anhelo de amarlo y hacer que otros lo amen.

Saber que Dios es Amor, puede ser una bonita frase, pero, muchas veces en
nuestra historia personal, no es lo que hemos vivenciado. Tuvimos grandes
pruebas, dolores, frustraciones, pecados, miserias, etc. Y frente a una afirmació n
tan grande como DIOS AMOR, me puede ser un poco difícil entender có mo un Dios
que es Amor pudo permitir todo eso en mi vida, o en la vida de otros… Y a veces
confesando todos mis pecados, pidiendo perdó n, no me siento perdonado por Dios,
porque en definitiva soy yo quien no me perdono. Infelizmente nuestro orgullo,
soberbia, impiden tener un corazó n sencillo, humilde, para experimentar lo que
dice san Pablo: “Sabemos, además, que Dios dispone todas las cosas para el bien de
los que lo aman”. (Romanos 8,28). Y san Agustín, agregará a esta frase: “Incluso el
pecado”. O sea también nuestros pecados han sido un medio por el cual yo me
puedo encontrar con Dios y descubrir con cuá nto amor Dios me ama y me acepta
así como yo soy.

Queremos invitarte a leer y escuchar juntos una meditació n de Charles de


Foucauld, quien nació en Estrasburgo en 1858, perdió la fe a los 16 añ os. Era de
una familia muy rica. Malgasta su herencia en una vida desenfrenada, deja el
ejército y se convierte por su cuenta en explorador de Marruecos. Después de
estudiar á rabe y el Corá n, busca la ayuda de un sacerdote y recupera la fe a los 28
añ os. En el momento en que encontró a Dios, segú n una de sus cartas, «comprendí
que no podía hacer otra cosa que vivir para Él». Entra a la orden de los Monjes
Trapenses. Pero en lugar de hacer los votos perpetuos deja la orden y se va por su
cuenta a Nazaret. Buscando sitios má s pobres, vuelve a Á frica como sacerdote para
vivir con los Tuareg entre Argelia y Marruecos. A partir de 1905 se establece en
Tamanrasset, donde murió en 1916, víctima de una banda de rebeldes. Durante un
robo, el muchacho que le vigilaba se puso nervioso y le disparó un tiro en la cabeza.

No llegó a convertir a ningú n Tuareg ni a fundar una orden religiosa. Pero


hoy son once las congregaciones religiosas y ocho las asociaciones de laicos que
difunden su mensaje. Y miles de personas siguen su espiritualidad en el mundo
entero.

Esta meditació n que él escribe nos lleva al corazó n de Dios Amor


haciéndonos entender que la suma de actos perfectos no hace a un hombre
perfecto. Dios nos quiere con nuestra miseria.

¡AMAME COMO ERES!

“Conozco tu miseria, las luchas y tribulaciones de tu alma, la debilidad y las


enfermedades de tu cuerpo; conozco tu cobardía, tus pecados y tus flaquezas y sin
embargo te digo: “Dame tu corazó n, á mame como eres”.

Si esperas ser un á ngel para abandonarte al Amor, nunca me amará s.


Aunque recaigas a menudo en esas faltas que tú quisieras no haber conocido
jamá s; aunque seas un cobarde en la prá ctica de la virtud, no te permito que no me
ames.

Á mame tal como eres. En cada instante y en cualquier situació n en que te


encuentres, en el fervor o en la aridez, en la fidelidad o en la infidelidad, á mame…
como eres… Quiero el amor de tu pobre corazó n; si esperas ser perfecto, no me
amará s nunca.

¿Acaso no podría Yo hacer de cada granito de arena un serafín radiante de


pureza, de nobleza y de amor? ¿No podría con un solo querer de mi voluntad hacer
surgir de la nada millares de santos, mil veces má s perfectos y má s amantes que
todos los que he creado? ¿No soy Yo, el Todopoderoso? Y, ¿si Yo quisiera dejar
siempre en la nada a estos seres maravillosos y preferir tu pobre amor al de ellos?

Hijito, déjame amarte, quiero tu corazó n.

Claro que en mis planes está moldearte, pero mientras eso llega, te amo tal
como eres, y deseo que tú hagas lo mismo; deseo ver que surja desde el fondo de
tu miseria el amor. Amo en ti hasta tu propia debilidad. Amo el amor de los pobres;
quiero que de la indigencia se levante continuamente este grito: “Jesú s, te amo”. Es
el canto de tu corazó n lo que me interesa. ¿Qué necesidad tengo de tu ciencia o de
tus talentos? Una sola cosa me importa, verte trabajar con amor. No son tus
virtudes que deseo, si te las diera, eres tan débil que alimentarían tu amor propio;
no te preocupes de esto.

Habría podido destinarte a grandes cosas; pero no, será s el servidor inú til,
te quitaré aú n lo poco que tienes, pues te he creado para el Amor. ¡Ama!

Hoy estoy a la puerta de tu corazó n como un mendigo. Yo, el Señ or de los


señ ores. Llamo y espero, apú rate en abrirme. No te excuses con tu miseria. Tu
indigencia, si la conocieras plenamente, morirías de dolor. Lo ú nico que me puede
herir el corazó n sería ver que dudaras y que te faltara la confianza en Mí.
Quiero que pienses en Mí en cada hora del día y de la noche, no quiero que
hagas alguna acció n, incluso la má s insignificante, por un motivo que no sea el
Amor.

Cuando te toque sufrir, te daré las fuerzas; tú me diste tu amor, te daré que
ames má s de lo que tú has soñ ado.

Te he dado a mi Madre; haz pasar todo por su Corazó n tan puro. Pero
recuerda: “Á mame tal como eres”. No esperes ser un santo para entregarte al
Amor, de lo contrario tú no me amará s nunca”.

Hno. Carlos de Foucauld

PREGUNTAS PARA COMPARTIR

1.- ¿Cuá les son las frases o la frase que má s me llamó la atenció n y por qué?

2.- “Si esperas ser un á ngel para abandonarte al Amor, nunca me amará s. Aunque
recaigas a menudo en esas faltas que tú quisieras no haber conocido jamá s; aunque
seas un cobarde en la prá ctica de la virtud, no te permito que no me ames”. ¿Soy
una persona que le da má s importancia a mis miserias o pecados o a la gracia y el
amor de Dios en mi vida?

3.- “Amo en ti hasta tu propia debilidad”. ¿Soy una persona que ve má s lo positivo
en mi vida o paro en mis errores y caídas constantes?

4.- “Hoy estoy a la puerta de tu corazó n como un mendigo. Yo, el Señ or de los
señ ores. Llamo y espero, apú rate en abrirme. No te excuses con tu miseria. Tu
indigencia, si la conocieras plenamente, morirías de dolor. Lo ú nico que me puede
herir el corazó n sería ver que dudaras y que te faltara la confianza en Mí. ¿Cuá l es
mi respuesta para responder al Amor que Dios me tiene?

5.- “No esperes ser un santo para entregarte al Amor, de lo contrario tú no me


amará s nunca”. ¿Cuá l va a ser mi propó sito personal para construir junto con mis
hermanos una comunidad donde el amor sea la ú nica ley entre nosotros?

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