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CASO Nº 11

Fernando tiene 24 años y vive solo en un asilo. Hasta el año pasado trabajaba como
cajero en un importante banco de Buenos Aires, Argentina.

Caso. Fernando fue reingresado en el hospital porque durante los dos meses anteriores
estaba cada vez más deprimido. Estaba siempre solo en su apartamento, y cuando su
padre le visitó y encontró una cuerda encima de la mesa, admitió que pensaba ahorcarse.
Su padre le llevó inmediatamente al psiquiátrico y fue readmitido.

Cinco meses antes, el paciente había ingresado en el mismo hospital en estado psicótico.
En el año anterior se había vuelto introvertido y se recluía en sí mismo. Creía que sus
compañeros del banco no le quitaban ojo y hablaban a sus espaldas. Tenía dificultades
para concentrarse en el trabajo y permanecía largos periodos en el aseo. Sentía, además,
que en la calle, la gente notaba algo raro en él, y tenía la impresión de que creían que
era homosexual. Sospechaba que su teléfono estaba intervenido. Cuando estaba en su
apartamento oía a los vecinos a ambos lados comentando lo que hacía: "ahora va al
cuarto de baño otra vez", "es verdad que es homosexual", "tenemos que librarnos de él".
Dejó de ir al trabajo y le despidieron. Después de esto permanecía solo en su casa y
salía cuando anochecía.
Creía que sus vecinos trataban de molestarle mandando corrientes eléctricas que
afectaban a sus genital es, por lo que al final se trasladó a una casita aislada. Como
seguía oyendo las voces de los vecinos y sentía la influencia eléctrica, acudió finalmente
a la policía. La policía llamó a su padre, quien dijo que hacía tiempo que conocía la
situación de su hijo pero que había crecido tan incomunicativo que pensaba que no iba a
contestarle si le llamaba por teléfono. Su padre le llevó al médico, quien ordenó el
ingreso urgente en el hospital psiquiátrico. Una vez allí, recibió tratamiento con
haloperidol (6 mg al día), y después de 1 mes mejoró hasta el punto de ser dado de alta.
Continuó el tratamiento con haloperidol (3 mg al día) y mejoró hasta poder manejarse
solo en el apartamento del asilo al que fue llevado. Continuaba oyendo diariamente las
voces hablando sobre él, pero creía que eran parte de su enfermedad, y no prestaba
atención a lo que decían.
Mostraba falta de entusiasmo y estaba la mayoría del tiempo sin hacer nada, mirando
por la ventana, o sentándose a fumar cigarrillos. Acudía regularmente al ambulatorio
para su control y tomaba la medicación como se le indicó. En su historial se había
anotado que se mostraba apático y con el afecto embotado, pero que parecía que estaba
en periodo de remisión. Como mostraba algunos pequeños efectos secundarios, se le
había administrado 4 mg de biperiden al día.

Antecedentes. Fernando nació y creció en Buenos Aires, donde su padre era contable de
una importante empresa. Fue el tercero de 4 hermanos. Al abandonar el colegio siguió la
carrera de comercio y después comenzó a trabajar en un banco.
Sin embargo, tenía demasiada ambición y pareció estar satisfecho cuando se le nombró
ayudante del cajero. En el colegio tuvo buenas notas. Hizo muchos amigos con lo que
mantuvo buenos contactos después de dejar el colegio. Más tarde fue abandonándolos y
se hizo cada vez más solitario. Después de dejar el colegio, salió con una chica, pero
hubo algo que le hizo perder el interés por ella. Finalmente, ella le dejó por otro amigo.
Después de esto, no pareció tener muchas ganas de conocer a otras mujeres. En el
banco, cumplía con su obligación, pero destacaba por su falta de ambición o de interés
por el trabajo. Parecía trabajar de manera mecánica y muchos clientes se quejaron de
que no entendía lo que le pedían. Su padre también se dio cuenta de que había cambiado
y la familia intentó sacarle de su aislamiento. A esto respondió de una manera agresiva y
tuvieron que dejarle en paz, aunque mantuvieron con él una comunicación constante
mediante llamadas telefónicas. En los últimos años el paciente había vivido solo en un
apartamento alquilado y parecía que era capaz de cuidar de sí mismo.

No había datos sobre enfermedades en ]a familia. Su salud parecía buena y nunca había
estado hospitalizado.

Hallazgos en la exploración. Cuando se ingresó a Fernando, su humor era levemente


depresivo. Contestaba a las preguntas sólo cuando se le obligaba y siempre lo hacía con
frases entrecortadas, admitiendo que algunas veces había pensado en suicidarse ya que
creía que su situación era desesperada. Ya no tenía interés por nada, no le agradaba nada
y no tenía confianza en nada. Recientemente, había empezado a tener alteraciones del
sueño, despertándose muy pronto. No tenía ganas de comer y había perdido peso. Oía
voces que hablaban de él, pero últimamente no las oía tanto, y decía que nunca había
prestado ninguna atención a ]0 que decían. Pensaba que tenía una enfermedad mental.
Pero creía que no le presentaba mucha atención y que no era la causa que pudiera
explicar sus sentimientos ni su necesidad de ayuda.

Las exploraciones somáticas y neurológicas no pusieron de manifiesto ninguna


anomalía. Los electroencefalogramas y los escáneres de tomografía computerizada que
se le habían realizado en ocasiones anteriores eran normales, por lo que no se consideró
necesario tener que repetirlos en ese momento. Todos los análisis clínicos rutinarios
dieron resultados normales.

CASO Nº 12

La Sra. Ródenas tiene 25 años y es francesa.

Caso. La Sra. Ródenas fue llevada en ambulancia al servicio de urgencias del hospital
de la ciudad donde vivía. Su marido contó que estaba perfectamente bien hasta la noche
anterior, cuando vino a casa del trabajo quejándose de que "estaban pasando cosas
extrañas" en la oficina. Notaba que sus compañeros hablaban de ella, que, de repente,
eran todos diferentes y se comportaban como si estuvieran representando una función.
La Sra. Ródenas estaba convencida de que estaba siendo vigilada y que alguien
escuchaba sus conversaciones telefónicas.
Durante todo el día s sintió como si estuviera en un sueño. Al mirarse en el espejo, se
sintió que no era real. A lo largo del día se volvió progresivamente más ansiosa,
incoherente y agitada y no podía dormirse cuando se acostó. Pasó la noche mirando por
la ventana. Algunas veces señalaba a los cuervos de un árbol cercano y decía a su
marido "vienen los pájaros".
Por la mañana, el Sr. Ródenas encontró a su esposa de rodillas como si estuviera
rezando. Se golpeaba la cabeza repetidas veces contra el suelo y hablaba L de un modo
incoherente, diciendo que se le había encomendado una misión, que su jefe era un
criminal, que había espías por todos los lados y que algo terrible iba a pasar pronto. De
repente se calmó, sonrió a su marido y le dijo que quería abjurar del catolicismo y
convertirse al islamismo. En este momento estaba contenta, comenzó a reír y gritar y
decía que su marido rezaría al mismo dios que ella. Un poco más tarde volvió a estar
aterrorizada y acusó a su marido de querer envenenarla.

Antecedentes. La Sra. Ródenas creció en un pueblo en el oeste de España, donde sus


padres tenían un pequeño restaurante. Fue bien en el colegio, llegó a la universidad y
estudió traducción. Durante sus estudios conoció a su futuro marido, que venía de
Argelia para ser intérprete también. Tanto ella como su marido eran agnósticos, por lo
que no tuvieron problemas a pesar de proceder de diferentes culturas religiosos. La Sra.
Ródenas consiguió n trabajo de traductora en la Comunidad Europea y su marido en una
compañía internacional de traducción.
La pareja era estable, compraron una bonita casa a las afueras del pueblo de la Sra.
Ródenas y estaban pensando en tener un hijo en un futuro próximo.
Los padres de la Sra. Ródenas tenían buena salud. Tenía un hermano y dos hermanas. A
los 18 años, su hermano y dos hermanas. A los 18 años, su hermana pequeña tuvo una
depresión nerviosa y durante los años siguientes tuvo que ser hospitalizada repetidas
veces con un diagnóstico de esquizofrenia.
Tanto la Sra. Ródenas como su marido no bebían alcohol y eran totalmente contrarios al
consumo de cualquier tipo de drogas, incluidos los medicamentos.
El Sr. Ródenas describe a su esposa como una mujer abierta, sociable y perfectamente
normal. Sin embargo, estaba preocupado con lo que pasaba, el ver que los síntomas que
presentaba eran parecidos a los que observaba en su cuñada.

Hallazgos en la exploración. Cuando ingresó, la Sra. Ródenas estaba asustada y


confundida, pero estaba orientada en tiempo, en espacio y en persona. Estaba cansada y
cambiaba constantemente de posición, poniéndose de pie y sentándose, moviéndose
alrededor de la mesa, gritando y chillando, llorando y riéndose. Hablaba de un modo
incoherente, pasando de un tema a otro sin transición. Dijo que había algo criminal en
su oficina y tenía que descubrir la trama secreta, que había micrófonos escondidos por
todas palies y que "vienen los pájaros". Se preguntaba si el médico era verdaderamente
un médico o si era "un espía disfrazado”. Dejó de hablar de "su misión" y dijo que Jesús
era un falso profeta que Mahoma era el verdadero profeta y que tema que convencer al
mundo de ]0 que estaba bien y de lo que estaba mal.
Comenzó a explicar que la verdad estaba en los números. Dijo que el número "3"
significaba el bien, que e] "8" representaba e] mal. De pronto, comenzaba a sollozar,
explicando que sus padres habían muerto y que quería encontrarse con ellos en e] cielo.
Durante los primeros días de hospitalización, la Sra. Ródenas continuaba presentando
cambios rápidos en su sintomatología. Su humor pasaba de la tristeza al gozo, y sus
ideas delirantes cambiaban de la persecución al misticismo. En varias ocasiones salía de
su habituación y se quejaba de que oía a otras personas hablando de ella, incluso cuando
no había nadie en las proximidades. Cuando se le dijo que describiera lo que oía,
hablaba de voces que venían del pasillo. Negó firmemente que las voces salieran de ella
misma.

E] examen físico no reveló anomalías. Los resultados de los análisis de sangre y de las
pruebas de ]a función tiroidea se encontraba entre los límites normales, así como los de
otras pruebas, como el electroencefalograma y el escáner cerebral.

Resolución del caso. La Sra. Ródenas fue tratada con 30 mg de haloperidol durante la
primera semana y con la mitad de la dosis durante las semanas siguiente.
Después de 2 semanas los síntomas desaparecieron y se le retiró la medicación. Se le
hizo un seguimiento durante notro mes, una vez a la semana en el ambulatorio, durante
el cual la medicación se fue reduciendo progresivamente hasta que se retiró por
completo. Dos meses después del episodio de ideas delirantes, la paciente continuaba
sin tener síntomas.

CASO N° 13

La Srta. Herrera es una enfermera de 27 años que trabaja en una unidad quirúrgica. Vive
sola en un apartamento alquilado, en una gran ciudad industrial.

Caso. La Sra. Herrera fue enviada al psiquiatra después de haber pasado por la sala de
urgencias del hospital por haber intentado cortarse las venas de la muñecas. Parece que
había hecho esto de una manera impulsiva mientras estaba en estado de intoxicación
alcohólica. Los cortes habían sido sólo superficiales. Sin embargo, gritaba de manera
desaforada y dijo que tenía depresiones recurrentes.
Por lo tanto, se le convenció para llevarla directamente al psiquiatra.
Durante la entrevista, la Srta. Herrera dijo que desde los 16 años su humor tenía grandes
fluctuaciones, con "subidas y bajadas" que se presentaban de manera regular. Durante
sus "subidas", que podían durar uno o dos semanas, se sentía en la cima del mundo, era
muy eficaz en su trabajo, sentía que era capaz de entender cualquier cosa y se sentía
molesta con sus compañeras ya que creía que las demás trabajaban demasiado despacio.
La Srta. Herrera era muy autoritaria.
En aquellos momentos lo único que deseaba era ir de pub en pub y comparar nuevos
vestidos, y tenía muchas dificultades para no gastar más de lo que podía permitirse. En
algunas ocasiones había mantenido relaciones sexuales con hombres, pero más tarde
había lamentado el hecho. Dicho de otra manera, se sentía totalmente capaz de manejar
bien su vida y sólo pensaba en ser feliz y eficaz en su trabajo.
Durante sus "bajadas", sin embargo, que eran menos frecuentes, pero que algunas veces
habían llegado a durar más de 3 meses, la Srta. Herrera se sentía deprimida e ineficaz.
Tenía dificultades para mantener las relaciones con sus compañeros y perdía confianza
en sí misma. No quería salir y tenía trastornos del sueño. Sin embargo, siempre había
sido capaz de seguir trabajando.
Cuando tenía 20 años, había periodos bastante largos de humor neutro entre sus subidas
y bajadas, pero en los últimos 3 ó 4 años las subidas o las bajadas se hacían cada vez
más frecuentes con un periodo muy corto de normalidad entre ellas. Recientemente, se
había acostumbrado a salir mucho y a beber algunas cervezas, porque decía que se
sentía más relajada y que hacía que volviera a ella la autoconfianza que estaba
perdiendo. No había tenido nunca un episodio tan grave de bajada y nunca había
pensado suicidarse, pero en esta ocasión había estado bebiendo mucho más de lo que lo
hacía últimamente.

Antecedentes. La Srta. Herrera creció en una gran ciudad industrial española. Era la
segunda de tres hijos. Su padre era conductor de autobús y su mare enfermera.
Al salir del colegio, la Srta. Herrera estudió enfermería y al finalizar su carrera había
estado trabajando en varios servicios del mismo hospital. Sus compañeros tenían buen
concepto de ella y la apreciaban porque era una trabajadora consciente, a pesar de sus
cambios de humor. Estos cambios de humor habían sido observados por los jefes hasta
el grado que habían sospechado que bebía o se drogaba, aunque no había ninguna
evidencia de ello.
La madre de la Srta. Herrera tenía depresiones recurrentes desde el nacimiento de su
tercer hijo, pero nunca había sido llevada al médico para su tratamiento. Una tía
materna, sin embargo, había estado ingresada varias veces por sufrir episodios maníaco-
depresivos.

La Sra. Herrera siempre habla gozado de buena salud y nunca había tenido que ser
ingresada en el hospital. Tenía menstruaciones regulares desde los 16 años. Sus cambios
de humor parecía que no estaban relacionados con sus menstruaciones.

Hallazgos en la exploración. En la exploración, la Srta. Herrera parecía que estaba muy


excitada, que no tenía ganas de ser tratada, pero no mostraba signos de depresión.
Parecía que estaba en una situación embarazosa por tener que ir a visitar al psiquiatra y
deseaba, sobre todo, que la entrevista fuera absolutamente confidencial. Se daba cuenta
de que tenía algún trastorno mental leve y pensaba que podía ser debido a un problema
de herencia. Sin embargo, dijo que no quería ser tratada con medicamentos; había sido
capaz de arreglárselas sin tratamiento en el pasado y estaba convencida de que podía
hacerlo en el futuro. No existía ninguna prueba de que hubiera una disfunción
cognoscitiva y, ya que su consumo de alcohol había empezado hacia muy poco, no se
podía sospechar que su trastorno pudiera ser causado por el consumo de alcohol o de
otras sustancias psicotropas.
El psiquiatra sugirió que siguiera un tratamiento con Litio o con carbamacepina, pero la
Srta. Herrera se negó, prefiriendo esperar a ver que pasaba y pensando que ella podía
seguir arreglándoselas bien sola.

CASO Nº 14

La Sra. Valverde es una viuda española de 50 años. Después de la muerte de su esposo,


ocurrida 10 meses antes, vendió su casa y se fue a vivir a un apartamento de alquiler.

Caso. La Sra. Valverde fue enviada a la consulta del psiquiatra del ambulatorio ya que
había empezado a estar cada vez más deprimida desde que muera su marido.
El esposo de la Sra. Valverde había muerto 10 meses antes por un linfoma maligno,
después de haber estado enfermo durante 3 meses. Fue ingresado en un hospital para
recibir radioterapia y quimioterapia, pero no logro superar su problema canceroso y
nunca volvió a casa. La Sra. Valverde sintió muchísimo la pérdida de su esposo, pero se
sobrepuso para enfrentarse a todos los problemas derivados del fallecimiento de su
esposo: entierro, funeral y reorganización de su vida. Tuvo que cerrar su asa y
trasladarse a un nuevo apartamento estaba en las afueras y la Sra. Valverde se sentía
terriblemente sola. Intentó mantenerse en contacto con sus hijos y con sus amigos, pero
le era bastante difícil hacerlo. Cada vez estaba más deprimida. Su depresión se hizo muy
intensa en las últimas 4 semanas. La Sra. Valverde había perdido completamente la
alegría y no tenía interés por nada. Las actividades normales de la vida diaria se le
hacían insuperables y era incapaz de hacer nada en casa. Se sentía mal con sensación de
quemazón en sus ojos. Estaba mucho tiempo tumbada pero no podía relajar.
Sentía como si tuviera una cinta que le apretara la frente. Su sueño se interrumpía
constantemente, se levantaba muy temprano, comía muy poco y había perdido casi 7
Kg. en 3 meses. La muerte"" de su marido estaba constantemente en su mente.
Tenía dificultades para aceptar la idea de su fallecimiento y muchas veces sentía que se
iba a presentar otra vez en casa. Empezó a pensar que su propia muerte podía ser su
salvación, pero no pensaba en suicidarse, tanto por sus ideas religiosas como por sus
hijos.

Antecedentes. La Sra. Valverde creció en un pueblecito al Sur de España. Su padre era


agricultor y ella era la menor de hermanas. Después de dejar el colegio, trabajó en una
tienda de confección durante muchos años. Cuando tenía 24 años se casó con un
empleado de una tienda de alimentación que era 10 años mayor que.
ella. Algunos años más tarde, el matrimonio abrió una tienda de comestibles propia en
una ciudad cercana. Tenían 2 hijos y cuando salieron del colegio, la Sra.
Valverde les hizo trabajar de dependientes en la tienda. Cuando se abrió un
supermercado en las cercanías, 10 años más tarde, el matrimonio Valverde comenzó a
tener pérdidas en su negocio. Estaban pensando en cerrar la tienda cuando ocurrió la
enfermedad de la Sra. Valverde.
La madre de la Sra. Randall y su abuelo materno habían padecido episodios de
depresión, pero no habían recibido ningún tratamiento.
La Sra. Valverde se describía a sí misma como una mujer activa y extrovertida pero que
tenía tendencia a padecer episodios de fatiga sin razón aparente durante el invierno. A la
edad de 28 años, después del parto de su hijo pequeño, tuvo un episodio de humor
deprimido que le duró unos 2 meses, con una gran fatigabilidad, trastornos del sueño y
pérdida de peso. Se recuperó al cabo de ese tiempo sin seguir ningún tratamiento.

A la edad de 36 años, la Sra. Valverde fue ingresada en un centro psiquiátrico durante 3


semanas por padecer una depresión. Había pasado un periodo de desavenencias en su
matrimonio como resultado de la tendencia de su marido a beber mucho durante una
temporada. Se sentía abandonada y tuvo pensamientos suicidas en ese momento. Se
sintió fatigada y cansada. Dormía poco y perdió peso. Después de 3 meses de
tratamiento con antidepresivos, la depresión de la Sra. Valverde desapareció. Siguió
tomando una dosis de mantenimiento durante 2 años, después de lo cual no volvió a
seguir tratamiento alguno. Se encontraba razonablemente bien desde entonces, aunque
algunas veces tenía tendencia a desinteresarse por todo y a aburrirse. Nunca había
tenido episodios de euforia o de hipo manía.

Cuando tenía 40 años, la Sra. Valverde fue ingresada en un hospital general para seguir
un tratamiento contra las varices. Su menopausia ocurrió cuando tenía 45 años y recibió
tratamiento hormonal sustitutorio por tener síntomas climatéricos.

Hallazgos en la exploración. En la exploración, la Sra. Valverde parecía tener un humor


depresivo. Estaba tensa y no se encontraba cómoda sentada, levantándose con mucha
frecuencia. No parecía reprocharse nada o acusarse de nada. No parecía presentar rasgos
característicos psicóticos. Tenía la conciencia clara y estaba bien orientada. No se
observaron defectos de memoria o de concentración.
Las exploraciones físicas y neurológicas no detectaron ninguna anomalía.
Únicamente se apreció que la Sra. Valverde parecía mayor de lo que en realidad era y
había signos de haber perdido peso recientemente.

CASO Nº 15
La Sra. Luján es una granadina de 40 años, musulmana, casada y madre de 6 niños.

Caso. La Sra. Lujan se queja de que tiene grandes dolores de cabeza, zumbidos de oídos
y otro gran número de problemas somáticos. Por ello, su marido la ha llevado al
ambulatorio. Los problemas empezaron tres meses antes, cuando murió, de manera
súbita, un hermano de un ataque al corazón. En el cementerio, durante el funeral, la Sra.
Lujan notó que tenía una gran opresión en el pecho, que tenía un temblor en las piernas
y en los brazos y un grandísimo dolor de cabeza que le duró varios días. Se encontraba
de un humor muy deprimido y estaba muy irritable. Su irritación fue aumentando según
pasaban los días y estaba muy ansiosa. Dormía muy poco y decía que oía voces que le
hablaban. Las voces eran de unos espíritus o genios que se llamaban Nasouh, Circurel
Calabala, que habían venido para infligirle dolores ya que había dicho algo insultante
para ellos cuando estaba en el cementerio. La Sra. Lujan comenzó también a perder el
apetito. Se sentía miserable y se culpaba de no poder llevar a cabo sus tareas domésticas
de la manera que lo hacía antes porque ahora ya no tenía ni fuerza ni interés en hacerlo.
Su deseo sexual desapareció completamente. La paciente fue a buscar ayuda de varios
curanderos pero no mejoró absolutamente nada.
Entonces, el marido decidió ir a la consulta de un psiquiatra.

Antecedentes. La Sra. Lujan creció en una pequeña granja en las orillas del río Darro y
no parece que tuviera ningún problema importante en su niñez. Sólo fue durante 5 años
al colegio y nunca aprendió a leer o a escribir correctamente. Su padre, agricultor, murió
a la edad de 50 años, cuando la Sra. Lujan tenía 23. Su madre, que en este momento
tenía 60 años, había estado enferma con frecuencia por un problema de asma bronquial.
La paciente era la mayor de 5 hermanos (3 chicos y 3 chicas), con los que se llevaba
muy bien. Estaba especialmente unida al hermano que había muerto 3 meses antes.
Antes de este hecho era una mujer sociable y tenía muy buenas relaciones con sus
parientes y sus vecinos.
La Sra. Lujan dejó la casa de sus padres cuando se casó a los 20 años con un hombre
musulmán convirtiéndose ella misma a dicha religión. De su matrimonio tuvo 6 hijos, 2
chicos y 4 chicas. Su familia vive en un apartamento de 5 habitaciones y tiene un sueldo
bastante bueno. Aunque ella describe a su marido como un buen trabajador y como una
magnífica persona, admite que tiene muchos conflictos por discrepancias en la
educación de sus hijos.

Hallazgos en la exploración. La Sra. Lujan viste de manera apropiada y se sienta


tranquilamente cuando viene a la entrevista. Habla coherentemente y sus comentarios
son acertados. Su voz es baja y habla pausadamente, pero su actitud es de total
cooperación. Da la impresión de que está muy deprimida y, aunque cree que está
poseída por genios y que puede oír sus voces "dentro de su cabeza", no presenta otras
ideas delirantes o alucinaciones. Está bien orientada en tiempo, lugar y personalmente.
Su memoria remota y su memoria reciente parecen intactas. La paciente muestra un
buen estado de atención y de concentración y parece que tiene un grado de inteligencia
bastante elevado. El examen físico y los análisis clínicos no revelaron ningún tipo de
anomalía.

CASO Nº 16

María es una mujer aborigen australiana de 44 años de edad. Ha estudiado enfermería y


trabaja en el servicio médico para los aborígenes de una importante ciudad australiana.
Caso. María fue enviada a la consulta de psiquiatría porque estaba convencida de que se
iba a morir. No tenía ningún síntoma de enfermedad física y su médico de cabecera la
encontraba en buen estado de salud. Había sido vista en el servicio medico del hospital
para aborígenes, ya que se negaba a ir a una clínica "para blancos".

El problema comenzó hacia 6 semanas, justo una semana después de la muerte de una
de las hermanas pequeñas de María en un accidente (que sucedió un año después de que
el padre muriera de manera inesperada). María no había visto a su hermana en los
últimos meses antes de que muriera. En el caso de su padre, María había hecho un
rápido viaje de 3 horas para intentar llegar a tiempo a verle vivo, pero cuando llegó
acababa de morir. María volvió a la ciudad pocos días después de que se hubiera
celebrado el funeral de su padre. Dijo que se encontraba bien y continuó trabajando y
cuidando de sus hijos. Contrariamente a lo que podía esperarse, no se sintió mal después
de la muerte de su padre, y hasta que no fue el funeral de su hermana, no había vuelto a
visitar a su familia.
Cuando María volvió a la ciudad después de haber asistido al funeral de su hermana,
dijo que se encontraba muy cansada, con muy poca energía, y "que parecía que no podía
hacer nada". Con frecuencia se ponía a llorar, incluso cuando estaba trabajando; no
podía comer y perdió casi 7 kg en 6 semanas. Se pasaba las noches paseando y, con
frecuencia, no podía acostarse para dormir durante varios días. Tenía dificultades para
concentrarse, se irritaba mucho con sus hijos y no quería que sus amigos la visitaran.
También dejó de visitar a sus amigos ya que había perdido todo interés por las
relaciones sociales y por las actividades de ocio.
Muchas veces llegaba a casa del trabajo, se sentaba y permanecía así, sin hacer nada
durante horas. Sus hijos y amigos estaban muy preocupados por ella, y acordaron que
fuera a la consulta médica.
María le contó al psiquiatra que sentía que se iba a morir. Estaba de acuerdo con que no
tenía ningún problema físico, pero insistía en que se iba a morir pronto. Esto era así
porque el ,espíritu de su padre había visitado a su hermana que había muerto. En cuanto
se encontraba sola en casa o cuando paseaba durante la noche, María sentía un "algo
frío" que se movía por la casa o que le acompañaba. En su casa, las cortinas se movían y
los espejos de su dormitorio parecían tener una imagen dentro. Al mismo tiempo que
sentía la presencia, un fuerte peso aprisionaba su pecho, haciendo difícil su respiración.
María no se asustaba por todo esto, ya que creía que era su pare y su cercanía la
confortaba. Estaba segura de que iba a ser llamada para irse con su padre. Dijo que no
había intentado suicidarse.

Antecedentes. María había nacido en una reserva para aborígenes que se encontraba a
300 Km de la ciudad en que acabó trabajando. Era la mayor de 8 hermanos y tuvo que
ayudar a su madre a cuidar a los más jóvenes. Creció con su hermano y sus primos en el
cerrado ambiente de la comunidad de aborígenes y siempre estuvo muy cerca de sus
padres. María recordaba a su padre de manera especial por sus historias sobre las
tradiciones y la cultura aborigen (muchas historias versaban sobre los sueños). Era un
hombre que había recorrido bastante mundo, porque trabajaba mucho fuera de la reserva
por todo el país.
A la edad de 16 años, María decidió dejar el hogar, cansada de ser una especie de madre
y de empleada doméstica desde tan pequeña.
Quería ser enfermera yeso sólo podía lograrlo si se iba a vivir a la ciudad.
Su familia pareció decepcionada con su decisión, sobre todo su padre que le decía que
debía continuar con su pueblo. María estudió enfermería y, cuando se estableció el
servicio médico para aborígenes, pidió el traslado para poder servir mejor a los de su
propia raza. Se casó con un hombre aborigen y tuvo 2 hijos. Su marido se volvió un
alcohólico que sólo se dedicaba a robar para seguir bebiendo, y así, Maria le abandonó y
decidió cuidar sola de sus hijos. Durante todos estos años, el padre de María, así corno
el resto de su familia, continuaban insistiendo en que debía volver al hogar con su
pueblo. Sin embargo, María consideró que lo más prudente era seguir viviendo en la
ciudad, en donde creía que podría ofrecer a sus hijos más oportunidades de las que
podían tener en el aislamiento del asentamiento para aborígenes. Tenía un gran número
de amigos en la ciudad, con los cuales lo pasaba estupendamente. María había estado
siempre físicamente bien. No fumaba ni había consumido drogas. Sólo bebía en raras
ocasiones cuando sucedieron los hechos que dieron lugar a la consulta.
El padre de María había muerto de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Su
madre tenía diabetes, así como 4 de sus hermanos. Dos de sus hermanas habían sido
tratadas de manera ambulatoria por problemas psiquiátricos, pero no se conocían más
detalles de sus dolencias. Sus hijos estaban bien. María nunca había tenido ningún
contacto con el servicio psiquiátrico por ningún problema.
María era descrita por sus amigos como una persona cariñosa y de trato fácil, que era
muy equilibrada y que nunca perdía su buen temperamento. Se podía decir de ella que
era una perfeccionista y una buena trabajadora, y se la consideraba una autoridad sobre
las costumbres tradicionales de los aborígenes.

Hallazgos en la exploración. María tenía muy buen aspecto, se arreglaba correctamente


y sonreía cortésmente a los médicos durante la entrevista. Se sentó al borde de la silla,
poniendo los pies en el sueño, mirando sólo de vez en cuando al entrevistador, pero
nunca mirándole a los ojos. María no iniciaba ninguna conversación y solamente
contestaba de manera breve a las preguntas. Hablaba 1 lentamente, con largas pausas
entre las frases. Su humor era depresivo y lloraba con frecuencia durante la entrevista,
especialmente cuando se hablaba de su pare o de su familia. No parecía tener ideas
delirantes, alteraciones de la percepción o trastornos de pensamiento. María creía que el
espíritu de su padre la visitaba en su casa, pero esto se juzgo que era culturalmente
apropiado, más que una idea delirante (hecho confirmado por el jefe de personal de los
trabajadores sanitarios aborígenes). María negó que tuviera pensamientos suicidas,. pero
dijo que su padre la llamaba para que fuera con él. Tenía una buena orientación y no
tenía alteraciones cognoscitivas, aunque generalmente tardaba en responder. Sabía que
algo no iba bien y que necesitaba tratamiento. En un principio, María no quiso que la
hospitalización, pero cuando se le dijo que iba a estar en una sala con otros pacientes
aborígenes y que allí también había enfermeras aborígenes, finalmente estuvo de
acuerdo en que la ingresaran.
Los exámenes físicos no mostraron nada anormal. Todos los resultados de los análisis
de sangre fueron normales.

Resolución del caso. El problema de la paciente no cambió después del ingreso. Comía
poco y pausadamente y se paseaba por los pasillos desde muy temprano . Después de 5
días, se le administró 20 mg de fluocsetina diariamente, incrementando la dosis después
de 40 mg. A los pocos días se puso a trabajar junto a las otras enfermeras, comía mejor
y dormía durante toda la noche. María también comenzó a abrirse más al psiquiatra
sobre sus pensamientos acerca de su padre y de su hermana, cosa que hasta entonces no
había hecho. Fue visitada varias veces, todos los días, por su familia aborigen así como
por sus amigos.
Después de 2 semanas fue dada de alta para que fuera a cuidar de un amigo aborigen
que estaba incluido en un programa de seguimiento del equipo que cuidaba de los
enfermos aborígenes. Fue a visitar a su familia al poblado y también fue a la tumba de
su padre, haciendo que se le pusiera una lápida.

CASO N° 17

La Srta. Ramos es una española de 26 años ayudante de dentista. No tiene familia y vive
sola.
Caso. La Srta. Ramos se toma su trabajo tan en serio que no pude dejar de pensar en sus
pacientes. Sin embargo, cuando se dedicó a limpiar los dientes de sus clientes de una
manera tan entusiasta que les hacía sangrar, el dentista decidió que las cosas habían
llegado demasiado lejos.
Dos semanas antes de que fuera atendida por el psiquiatra, la Srta. Ramos cambió
rápidamente tanto en su apariencia como en su comportamiento. Comenzó a vestirse
con colores muy llamativos, a llevar siempre gran cantidad de bisutería y a ponerse una
gran cantidad de maquillaje. Nada de esto lo había hecho hasta entonces. Se hizo muy
sociable aparentemente, hablando continuamente con sus clientes, pero su conversación
comenzó a pasarse de los límites de la cortesía cuando empezó a discutir con ellos y a
criticarles. Se distraía con cualquier cosa y parecía que tenía dificultades para trabajar
en la clínica dental. Escogía los útiles de dentista que no eran apropiados para el caso y
dejaba sola al dentista justo en el momento en que iba a necesitar su ayuda. Cuando el
dentista decidió hablar con ella y decirle que tenía que cambiar de actitud y ser más
correcta en el trato con los clientes, ella empezó a gritar. La Srta. Ramos le dijo que
sabía que no era buena en su trabajo y, por lo tanto, debía despedirla y mandarla a su
casa. Sin embargo, parece que se sobrepuso a su problema, ya que empezó a tratar a la
gente de manera normal y a sonreír, pero su voz era demasiado excitada. Este
comportamiento característico se repitió varias veces. Comenzó entonces a llegar antes
que nadie a la clínica dental y a marcharse después de que todo el mundo lo hubiera
hecho. Cuando estaba en su casa, telefoneaba a sus amigos y a sus parientes en mitad de
la noche. Se sentía muy excitada y feliz, pero también tenía frecuentes estados de
agitación y se ponía a gritar. Sus pensamientos parecían ir en varias direcciones a la vez.
Era incapaz de estar sentada durante mucho rato y de completar cualquier cosa que
hubiera comenzado. Varias veces al día pensaba que estaba completamente desesperada,
que no había solución a sus problemas y que tenía que acabar con su vida. Su problema
fue empeorando gradualmente. Un día, durante una limpieza dental, se empeñó tanto en
realizar bien su trabajo que llegó al extremo de dañar las encías del cliente, causándole
una desagradable hemorragia. Cuando el dentista se dio cuenta de que los clientes eran
objeto de daños por una limpieza exagerada, le dijo que debía dejar de trabajar de esa
manera. Como las cosas iban empeorando y no hacía caso, tuvo que despedirla.
Entonces, estalló en lágrimas, lamentando que fuera capaz de hacer las cosas bien.
El dentista llamó a su familia para que alguien se hiciera cargo de ella. Vino una
hermana de la Srta. Ramos y la llevó al médico de medicina general, el cual,
inmediatamente, ordenó que la trasladaran a una unidad de tratamiento psiquiátrico.
Antecedentes. La Srta. Ramos nació y creció en Barcelona, junto con otros 3 hermanos
mayores que ella. Su padre era un trabajador no cualificado y la familia era bastante
pobre. Dejó el colegio a la edad de 16 años, con unas notas no demasiado brillantes.
Trabajó como auxiliar de cocina durante 2 años hasta que consiguió un trabajo en una
clínica dental. Esto fue para ella muy gratifican te e hizo que siguiera un curso de
ayudante de dentista que realizaba por las noches cuando acababa su trabajo. Terminó el
curso en 3 años y siguió trabajando en la misma clínica. A los 20 años conoció a un
carpintero que era 2 años mayor que ella y estuvo viviendo con él durante 3 años.
Cuando lo dejó, decidió vivir sola en un apartamento alquilado. Parecía que se arreglaba
muy bien con su sueldo.
Siempre había sido muy activa y extrovertida. Desde su adolescencia había sufrido
grandes fluctuaciones del humor, particularmente en los días que tenía la menstruación.
Era una persona de trato muy fácil y se llevaba muy bien con todos sus compañeros, con
sus familiares y con sus amigos.
La madre de la Srta. Ramos había sido ingresada en un hospital psiquiátrico varias
veces por padecer episodios de manía y depresión. Los tíos y el abuelo maternos,
también tenían fluctuaciones del humor.
Físicamente, la Srta. Ramos estaba bien y nunca había tenido que ser ingresada en
ningún hospital. Tenía menstruaciones regulares desde los 13 años y nunca había estado
embarazada.
A la edad de 23 años, la Srta. Ramos fue ingresada en un hospital psiquiátrico por
padecer una depresión que había durado más de 6 meses. En el momento de su ingreso
tenía un estado afectivo muy bajo, una gran falta de energía y sentimientos constantes
autodestructivos. Fue ingresada después de que intentara suicidarse tomando una
sobredosis de pastillas para dormir. En el hospital psiquiátrico recibió terapia
electroconvulsiva y fue dada de alta al cabo de un mes.
Hallazgos en la exploración. Durante la entrevista, la Srta. Ramos se reía y gritaba
alternativamente. Parecía extremadamente cansada, pero era incapaz de estar sentada
durante más de un minuto; la mayor parte de la entrevista la realizó hablando mientras
paseaba por la habitación. Hablaba de manera incesante expresando ideas exageradas
mezcladas con autoacusaciones y manifestando malas opiniones sobre sí misma y sobre
los demás. Se distraía muchísimo con cualquier cosa, y su mente parecía vagar de un
tema a otro, pero estaba bien orientada en tiempo, espacio y personalmente. No se
observaron rasgos psicóticos, salvo una extremada excitación psicomotora.
Durante los exámenes físicos y neurológicos, no pudieron observarse anomalías. Los
análisis clínicos, en los que se incluía la determinación de hormonas tiroideas, fueron
normales, pero no pudo realizarse el electroencefalograma porque estaba en estado de
gran excitación.
En el hospital, la Srta. Ramos continuó alternando fases de gran excitación y de
depresión. Lloraba y gritaba, estaba constantemente en movimiento y no dormía casi
nunca. Era muy difícil hacer que comiera o que bebiera y era incapaz de lavarse por sí
misma o de ir al baño. Cada vez se hacía más difícil seguir sus pensamientos, estaba
desorientada y no reconocía nada de lo que le rodeaba. Sus pulsaciones se fueron
haciendo cada vez más rápidas, llegando a 150 pulsaciones por minuto, y su
temperatura subió hasta los 38.51 C.

Resolución del caso. La situación de la Srta. Ramos se deterioró a pesar de que se había
instaurado un tratamiento con neurolépticos, desde dosis medias hasta altas dosis.
Después de estar así 3 días, se le aplicó tratamiento electroconvulsivo bilateral diario
durante 4 días seguidos, y tuvo que ponérsele un goteo para administrarle la
medicación. Hubo que mantenerla bajo vigilancia continua.
Finalmente se logró calmarla y se decidió seguir con el tratamiento electroconvulsivo 2
veces por semana. Con esto mejoró de manera considerable al cabo de las 3 semanas.
En los meses siguientes permaneció en un estado depresivo, pero después de ajustarle el
tratamiento antidepresivo, finalmente se recuperó de manera completa.

CASO Nº 18

La Srta. Abellán es una alicantina de 22 años. Trabaja como directora de un centro de la


iglesia evangelista.

Caso. La Srta. Abellán fue ingresada en un hospital psiquiátrico después de que se


autolesionara y que intentara suicidarse. En los 2 últimos meses, la Srta. Abellán había
estado cada vez más deprimida, mostrando pérdida de energía, sentimientos de auto
inculpación e ideas autodestructivas. Sentía que había perdido capacidad para amar y
para cuidar de los demás, y que había perdido su fe y su interés de toda la vida por la
iglesia protestante. Su fe religiosa había sido el foco de sus pensamientos, de su trabajo
y de su vida social, pero sentía que ya no tenía esa fe y, por tanto, estaba justificado el
acabar con su vida. Dos días antes de su ingreso, tomó una sobredosis de pastillas para
dormir y se fue a un bosque cercano en el que se tumbó para esperar la muerte. Fue
encontrada inconsciente y fue llevada al hospital general. Se encontró que tenía una
temperatura corporal muy baja, pero se consiguió que se recuperarse y que recobrara la
conciencia al día siguiente.
Cuando se dio cuenta de que su intento de suicidio no había tenido éxito, la Srta.
Abellán dejó el hospital, cogió su coche, se dirigió hacia un puente de la autopista e
intentó suicidarse lanzándose por el mismo. Sobrevivió, pero sufrió una fractura de la
columna con compresión de la médula lumbar. Esta vez, tan pronto como su salud física
lo permitió, fue transferida a la unidad de psiquiatría. Desde hacía dos meses, tenía
dificultades para dormir y se despertaba muy temprano.
También tenía una marcada pérdida de apetito, lo que había hecho que adelgazara
bastante kilos. Pasaba mucho tiempo en cama o sentada en la cocina sin hacer nada,
sintiéndose demasiado fatigada.

Antecedentes. La Srta. Abellán había nacido y crecido en una ciudad importante de


España donde su pare era ministro de la iglesia protestante. Desde su juventud estuvo
profundamente implicada en las actividades de la iglesia, y cuando dejó el instituto,
estuvo 2 años en una escuela para pastores evangélicos. A la edad de 20 años obtuvo un
empleo en una congregación evangelista protestante en la que todavía continuaba
trabajando. A los 22 años dejó la casa de sus padres y se instaló en un apartamento
alquilado en un edificio que pertenecía a la iglesia. La Srta.
Abellán puede ser descrita como una mujer activa y extrovertida, pero muy propicia a
fluctuaciones de su humor, con cortos episodios de humor depresivo y pérdida de
energía, especialmente los días siguientes a sus menstruación. A la edad de 21 años,
tuvo un episodio depresivo de 4 meses de duración durante un invierno. En este
periodo, su humor era muy bajo, se sentía totalmente falta de energía, tenía dificultades
para hablar y perdió peso. N o recibió ningún tipo de tratamiento, pero después de este
episodio tuvo otro periodo con gran excitación e hiperactividad, en el que trabajaba día
y noche intentando convertir a todas las personas que conocía. Hablaba muchísimo y
estaba totalmente llena de planes e ideas. Parecía que era capaz de vivir su vida a tope
sólo con dormir unas pocas horas al día. Después de 6 u 8 semanas en este estado,
volvió a la normalidad, sin que tampoco hubiera recibido ningún tipo de tratamiento.
El padre de la Srta. Abellán había sido tratado con antidepresivos por tener algunos
episodios de depresión y una tía paterna se había suicidado durante un periodo de
depresión.
La Srta. Abellán había sufrido una apendicectomía a la edad de 12 años pero no había
tenido ningún otro problema de salud.

Hallazgos en la exploración. Cuando se ingresó a la Srta. Abellán, estaba muy


deprimida y mostraba signos de retardo psicomotor. Contestaba a las preguntas con voz
baja y con un cierto retraso. No se detectaron rasgos característicos psicóticos y sus
ideas sobre la pérdida de la fe y de las ganas de trabajar no parecían tener carácter de
ideas delirantes. Confirmó que todavía seguía teniendo tentaciones de suicidarse.
El examen físico no detectó nada anormal, excepto los signos de una reciente pérdida de
peso y de marcas hechas por presión en su espalda. El electroencefalograma mostró
actividad beta y actividad theta difusa.

Resolución del caso. La Srta. Abellán aceptó tomar una mediación antidepresiva (150
mg de clormipramina al día) y gradualmente fue mejorando en el curso de 2 semanas.
Desde entonces ha seguido continuamente bajo tratamiento con antidepresivos y se
siente razonablemente bien.

CASO Nº 19
El Sr. Martín tiene 30 años y es español. Vive con sus padres en una granja.

Caso. El médico de cabecera del Sr. Martín le remitió al psiquiatra para que le realizara
un examen. El paciente fue a la consulta porque durante los 2 últimos meses se sentía
nervioso, ansioso y tenía problemas para dormir. El médico iba a prescribirle
benzodiacepina cuando el Sr. Martín comenzó a contarle "lo del crucero".
Dos meses antes, el Sr. Martín había ido a un baile patrocinado por una compañía de
viajes. Permaneció la mayor parte del tiempo de pie, mirando cómo bailaban los demás,
bebiendo cerveza y tratando de armarse de valor para pedir a alguna chica que bailara
con él. Sólo bailó una vez en toda la noche, y la chica le sonrió cuando volvió a la mesa
con sus amigos. Había un sorteo esa noche y el Sr.
Martín ganó el primer previo, que era un crucero para dos personas por el Caribe.
Estaba aterrorizado cuando le dijeron que subiera al escenario y sólo pudo decir
"gracias" cuando le dieron el premio. Miró a la chica y ella de nuevo le sonrió. Aunque
no había vuelto a hablar con ella y no sabía quién era o dónde vivía, le gustaba la idea
de que le acompañara al crucero. Un mes más tarde, cuando estaba a bordo del crucero
rumbo al Caribe, buscó a la mujer y se disgustó cuando no la encontró.

Antecedentes. El Sr. Martín procedía de un pueblo pequeño, donde sus padres tenían
una granja. Era un niño que no jugaba mucho con los otros niños y que permanecía
solitario. Era buen estudiante en el colegio, continuó su educación en una escuela taller
agrícola y se preparó para hacerse cargo de la granja de sus padres. Durante su juventud
se interesó en la parapsicología. Leyó ampliamente sobre la materia y trataba de
convencer a sus compañeros de que podía poner objetos en movimiento, simplemente
diciéndoles que se movieran. Los compañeros no podían entender de lo que hablaba, y
adquirió reputación de ser un chico extraño. Cuando salía, cosa que hacía raramente, se
vestía como un cowboy, como si saliera de una película del oeste, y las chicas se reían
de él a sus espaldas En una ocasión leyó algo relacionado con unas piedras que tenían
petróleo y descubrió que uno de los campos de su granja estaba lleno de estas piedras.
Tuvo la primera discusión con sus padres cuando trató de convencerles para que
compraran maquinaria para poder moler las piedras y hacer una fortuna en el mundo del
petróleo. Tuvo otra pelea con sus padres cuando una noche le encontraron viendo una
película pornográfica en la televisión. Dijo que le estaban espiando y les acusó de poner
micrófonos y otros aparatos electrónicos en su habitación para observarle.
El Sr. Martín bebía algunas cervezas de vez en cuando. Aunque había estado interesado
por las drogas, y de hecho pensó plantar marihuana entre las plantas del huerto, nunca
tomó ningún tipo de sustancia psicotropa.
Los padres del Sr. Martín gozaban de buena salud. Nunca estuvieron bajo tratamiento
psiquiátrico, pero un tío paterno había sido hospitalizado varias veces con un
diagnóstico de esquizofrenia.

Hallazgos en la exploración. El Sr. Martín tenía buena orientación en tiempo, en espacio


y personalmente. Parecía que estaba enfermo, que no estaba a gusto y se mostraba
suspicaz ante las preguntas del entrevistador. Durante la entrevista, se volvió más y más
hablador y le gustaba extenderse cuando explicaba sus ideas. Su lenguaje era coherente
pero muy elaborado, vago, lleno de disgresiones y circunstancial. Reconocía sin
problemas que creía en lo sobrenatural, en la telepatía y en los poderes extrasensoriales,
y aseguró, que podía hacer que pasaran cosas sólo con pensarlo. Aseguró que sentía la
presencia de una persona aunque no estuviera allí, pero negó oír voces o ver personas
cuando no había nadie alrededor.
Confesó que podía leer mensajes escondidos en números y letras, tales como en las
matrículas de los coches. El número "276" en la matrícula de una mujer decía que la
mujer tenía 27 años y que estaba interesada por el sexo. Las letras "FA" en el coche de
un hombre significaban que el propietario iba a ser padre en un futuro próximo. Cuando
se le preguntó por qué pensaba que una mujer que apenas conocía querría encontrarse
en él en el crucero, contestó que durante varios días pensó que ella quería encontrarle,
que le gustaba la idea, y que trató de que eso sucediera por medio de la telepatía.

Las pruebas de inteligencia realizadas poco después de su primera entrevista, dieron un


110 de coeficiente de inteligencia. El examen físico no reveló ninguna anomalía. Los
análisis clínicos y las pruebas de la función tiro idea se encontraban en los niveles
normales. También fueron normales los resultados del electroencefalograma y del
escáner cerebral.

Resolución del caso. El Sr. Martín accedió, reacio, a visitar al psiquiatra de manera
regular, pero se negó de forma tajante a tomar cualquier mediación. Después de varias
visitas, afirmó que tenía mucho trabajo en la granja y que no podía acudir a más
sesiones.

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