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Fernando tiene 24 años y vive solo en un asilo. Hasta el año pasado trabajaba como
cajero en un importante banco de Buenos Aires, Argentina.
Caso. Fernando fue reingresado en el hospital porque durante los dos meses anteriores
estaba cada vez más deprimido. Estaba siempre solo en su apartamento, y cuando su
padre le visitó y encontró una cuerda encima de la mesa, admitió que pensaba ahorcarse.
Su padre le llevó inmediatamente al psiquiátrico y fue readmitido.
Cinco meses antes, el paciente había ingresado en el mismo hospital en estado psicótico.
En el año anterior se había vuelto introvertido y se recluía en sí mismo. Creía que sus
compañeros del banco no le quitaban ojo y hablaban a sus espaldas. Tenía dificultades
para concentrarse en el trabajo y permanecía largos periodos en el aseo. Sentía, además,
que en la calle, la gente notaba algo raro en él, y tenía la impresión de que creían que
era homosexual. Sospechaba que su teléfono estaba intervenido. Cuando estaba en su
apartamento oía a los vecinos a ambos lados comentando lo que hacía: "ahora va al
cuarto de baño otra vez", "es verdad que es homosexual", "tenemos que librarnos de él".
Dejó de ir al trabajo y le despidieron. Después de esto permanecía solo en su casa y
salía cuando anochecía.
Creía que sus vecinos trataban de molestarle mandando corrientes eléctricas que
afectaban a sus genital es, por lo que al final se trasladó a una casita aislada. Como
seguía oyendo las voces de los vecinos y sentía la influencia eléctrica, acudió finalmente
a la policía. La policía llamó a su padre, quien dijo que hacía tiempo que conocía la
situación de su hijo pero que había crecido tan incomunicativo que pensaba que no iba a
contestarle si le llamaba por teléfono. Su padre le llevó al médico, quien ordenó el
ingreso urgente en el hospital psiquiátrico. Una vez allí, recibió tratamiento con
haloperidol (6 mg al día), y después de 1 mes mejoró hasta el punto de ser dado de alta.
Continuó el tratamiento con haloperidol (3 mg al día) y mejoró hasta poder manejarse
solo en el apartamento del asilo al que fue llevado. Continuaba oyendo diariamente las
voces hablando sobre él, pero creía que eran parte de su enfermedad, y no prestaba
atención a lo que decían.
Mostraba falta de entusiasmo y estaba la mayoría del tiempo sin hacer nada, mirando
por la ventana, o sentándose a fumar cigarrillos. Acudía regularmente al ambulatorio
para su control y tomaba la medicación como se le indicó. En su historial se había
anotado que se mostraba apático y con el afecto embotado, pero que parecía que estaba
en periodo de remisión. Como mostraba algunos pequeños efectos secundarios, se le
había administrado 4 mg de biperiden al día.
Antecedentes. Fernando nació y creció en Buenos Aires, donde su padre era contable de
una importante empresa. Fue el tercero de 4 hermanos. Al abandonar el colegio siguió la
carrera de comercio y después comenzó a trabajar en un banco.
Sin embargo, tenía demasiada ambición y pareció estar satisfecho cuando se le nombró
ayudante del cajero. En el colegio tuvo buenas notas. Hizo muchos amigos con lo que
mantuvo buenos contactos después de dejar el colegio. Más tarde fue abandonándolos y
se hizo cada vez más solitario. Después de dejar el colegio, salió con una chica, pero
hubo algo que le hizo perder el interés por ella. Finalmente, ella le dejó por otro amigo.
Después de esto, no pareció tener muchas ganas de conocer a otras mujeres. En el
banco, cumplía con su obligación, pero destacaba por su falta de ambición o de interés
por el trabajo. Parecía trabajar de manera mecánica y muchos clientes se quejaron de
que no entendía lo que le pedían. Su padre también se dio cuenta de que había cambiado
y la familia intentó sacarle de su aislamiento. A esto respondió de una manera agresiva y
tuvieron que dejarle en paz, aunque mantuvieron con él una comunicación constante
mediante llamadas telefónicas. En los últimos años el paciente había vivido solo en un
apartamento alquilado y parecía que era capaz de cuidar de sí mismo.
No había datos sobre enfermedades en ]a familia. Su salud parecía buena y nunca había
estado hospitalizado.
CASO Nº 12
Caso. La Sra. Ródenas fue llevada en ambulancia al servicio de urgencias del hospital
de la ciudad donde vivía. Su marido contó que estaba perfectamente bien hasta la noche
anterior, cuando vino a casa del trabajo quejándose de que "estaban pasando cosas
extrañas" en la oficina. Notaba que sus compañeros hablaban de ella, que, de repente,
eran todos diferentes y se comportaban como si estuvieran representando una función.
La Sra. Ródenas estaba convencida de que estaba siendo vigilada y que alguien
escuchaba sus conversaciones telefónicas.
Durante todo el día s sintió como si estuviera en un sueño. Al mirarse en el espejo, se
sintió que no era real. A lo largo del día se volvió progresivamente más ansiosa,
incoherente y agitada y no podía dormirse cuando se acostó. Pasó la noche mirando por
la ventana. Algunas veces señalaba a los cuervos de un árbol cercano y decía a su
marido "vienen los pájaros".
Por la mañana, el Sr. Ródenas encontró a su esposa de rodillas como si estuviera
rezando. Se golpeaba la cabeza repetidas veces contra el suelo y hablaba L de un modo
incoherente, diciendo que se le había encomendado una misión, que su jefe era un
criminal, que había espías por todos los lados y que algo terrible iba a pasar pronto. De
repente se calmó, sonrió a su marido y le dijo que quería abjurar del catolicismo y
convertirse al islamismo. En este momento estaba contenta, comenzó a reír y gritar y
decía que su marido rezaría al mismo dios que ella. Un poco más tarde volvió a estar
aterrorizada y acusó a su marido de querer envenenarla.
E] examen físico no reveló anomalías. Los resultados de los análisis de sangre y de las
pruebas de ]a función tiroidea se encontraba entre los límites normales, así como los de
otras pruebas, como el electroencefalograma y el escáner cerebral.
Resolución del caso. La Sra. Ródenas fue tratada con 30 mg de haloperidol durante la
primera semana y con la mitad de la dosis durante las semanas siguiente.
Después de 2 semanas los síntomas desaparecieron y se le retiró la medicación. Se le
hizo un seguimiento durante notro mes, una vez a la semana en el ambulatorio, durante
el cual la medicación se fue reduciendo progresivamente hasta que se retiró por
completo. Dos meses después del episodio de ideas delirantes, la paciente continuaba
sin tener síntomas.
CASO N° 13
La Srta. Herrera es una enfermera de 27 años que trabaja en una unidad quirúrgica. Vive
sola en un apartamento alquilado, en una gran ciudad industrial.
Caso. La Sra. Herrera fue enviada al psiquiatra después de haber pasado por la sala de
urgencias del hospital por haber intentado cortarse las venas de la muñecas. Parece que
había hecho esto de una manera impulsiva mientras estaba en estado de intoxicación
alcohólica. Los cortes habían sido sólo superficiales. Sin embargo, gritaba de manera
desaforada y dijo que tenía depresiones recurrentes.
Por lo tanto, se le convenció para llevarla directamente al psiquiatra.
Durante la entrevista, la Srta. Herrera dijo que desde los 16 años su humor tenía grandes
fluctuaciones, con "subidas y bajadas" que se presentaban de manera regular. Durante
sus "subidas", que podían durar uno o dos semanas, se sentía en la cima del mundo, era
muy eficaz en su trabajo, sentía que era capaz de entender cualquier cosa y se sentía
molesta con sus compañeras ya que creía que las demás trabajaban demasiado despacio.
La Srta. Herrera era muy autoritaria.
En aquellos momentos lo único que deseaba era ir de pub en pub y comparar nuevos
vestidos, y tenía muchas dificultades para no gastar más de lo que podía permitirse. En
algunas ocasiones había mantenido relaciones sexuales con hombres, pero más tarde
había lamentado el hecho. Dicho de otra manera, se sentía totalmente capaz de manejar
bien su vida y sólo pensaba en ser feliz y eficaz en su trabajo.
Durante sus "bajadas", sin embargo, que eran menos frecuentes, pero que algunas veces
habían llegado a durar más de 3 meses, la Srta. Herrera se sentía deprimida e ineficaz.
Tenía dificultades para mantener las relaciones con sus compañeros y perdía confianza
en sí misma. No quería salir y tenía trastornos del sueño. Sin embargo, siempre había
sido capaz de seguir trabajando.
Cuando tenía 20 años, había periodos bastante largos de humor neutro entre sus subidas
y bajadas, pero en los últimos 3 ó 4 años las subidas o las bajadas se hacían cada vez
más frecuentes con un periodo muy corto de normalidad entre ellas. Recientemente, se
había acostumbrado a salir mucho y a beber algunas cervezas, porque decía que se
sentía más relajada y que hacía que volviera a ella la autoconfianza que estaba
perdiendo. No había tenido nunca un episodio tan grave de bajada y nunca había
pensado suicidarse, pero en esta ocasión había estado bebiendo mucho más de lo que lo
hacía últimamente.
Antecedentes. La Srta. Herrera creció en una gran ciudad industrial española. Era la
segunda de tres hijos. Su padre era conductor de autobús y su mare enfermera.
Al salir del colegio, la Srta. Herrera estudió enfermería y al finalizar su carrera había
estado trabajando en varios servicios del mismo hospital. Sus compañeros tenían buen
concepto de ella y la apreciaban porque era una trabajadora consciente, a pesar de sus
cambios de humor. Estos cambios de humor habían sido observados por los jefes hasta
el grado que habían sospechado que bebía o se drogaba, aunque no había ninguna
evidencia de ello.
La madre de la Srta. Herrera tenía depresiones recurrentes desde el nacimiento de su
tercer hijo, pero nunca había sido llevada al médico para su tratamiento. Una tía
materna, sin embargo, había estado ingresada varias veces por sufrir episodios maníaco-
depresivos.
La Sra. Herrera siempre habla gozado de buena salud y nunca había tenido que ser
ingresada en el hospital. Tenía menstruaciones regulares desde los 16 años. Sus cambios
de humor parecía que no estaban relacionados con sus menstruaciones.
CASO Nº 14
Caso. La Sra. Valverde fue enviada a la consulta del psiquiatra del ambulatorio ya que
había empezado a estar cada vez más deprimida desde que muera su marido.
El esposo de la Sra. Valverde había muerto 10 meses antes por un linfoma maligno,
después de haber estado enfermo durante 3 meses. Fue ingresado en un hospital para
recibir radioterapia y quimioterapia, pero no logro superar su problema canceroso y
nunca volvió a casa. La Sra. Valverde sintió muchísimo la pérdida de su esposo, pero se
sobrepuso para enfrentarse a todos los problemas derivados del fallecimiento de su
esposo: entierro, funeral y reorganización de su vida. Tuvo que cerrar su asa y
trasladarse a un nuevo apartamento estaba en las afueras y la Sra. Valverde se sentía
terriblemente sola. Intentó mantenerse en contacto con sus hijos y con sus amigos, pero
le era bastante difícil hacerlo. Cada vez estaba más deprimida. Su depresión se hizo muy
intensa en las últimas 4 semanas. La Sra. Valverde había perdido completamente la
alegría y no tenía interés por nada. Las actividades normales de la vida diaria se le
hacían insuperables y era incapaz de hacer nada en casa. Se sentía mal con sensación de
quemazón en sus ojos. Estaba mucho tiempo tumbada pero no podía relajar.
Sentía como si tuviera una cinta que le apretara la frente. Su sueño se interrumpía
constantemente, se levantaba muy temprano, comía muy poco y había perdido casi 7
Kg. en 3 meses. La muerte"" de su marido estaba constantemente en su mente.
Tenía dificultades para aceptar la idea de su fallecimiento y muchas veces sentía que se
iba a presentar otra vez en casa. Empezó a pensar que su propia muerte podía ser su
salvación, pero no pensaba en suicidarse, tanto por sus ideas religiosas como por sus
hijos.
Cuando tenía 40 años, la Sra. Valverde fue ingresada en un hospital general para seguir
un tratamiento contra las varices. Su menopausia ocurrió cuando tenía 45 años y recibió
tratamiento hormonal sustitutorio por tener síntomas climatéricos.
CASO Nº 15
La Sra. Luján es una granadina de 40 años, musulmana, casada y madre de 6 niños.
Caso. La Sra. Lujan se queja de que tiene grandes dolores de cabeza, zumbidos de oídos
y otro gran número de problemas somáticos. Por ello, su marido la ha llevado al
ambulatorio. Los problemas empezaron tres meses antes, cuando murió, de manera
súbita, un hermano de un ataque al corazón. En el cementerio, durante el funeral, la Sra.
Lujan notó que tenía una gran opresión en el pecho, que tenía un temblor en las piernas
y en los brazos y un grandísimo dolor de cabeza que le duró varios días. Se encontraba
de un humor muy deprimido y estaba muy irritable. Su irritación fue aumentando según
pasaban los días y estaba muy ansiosa. Dormía muy poco y decía que oía voces que le
hablaban. Las voces eran de unos espíritus o genios que se llamaban Nasouh, Circurel
Calabala, que habían venido para infligirle dolores ya que había dicho algo insultante
para ellos cuando estaba en el cementerio. La Sra. Lujan comenzó también a perder el
apetito. Se sentía miserable y se culpaba de no poder llevar a cabo sus tareas domésticas
de la manera que lo hacía antes porque ahora ya no tenía ni fuerza ni interés en hacerlo.
Su deseo sexual desapareció completamente. La paciente fue a buscar ayuda de varios
curanderos pero no mejoró absolutamente nada.
Entonces, el marido decidió ir a la consulta de un psiquiatra.
Antecedentes. La Sra. Lujan creció en una pequeña granja en las orillas del río Darro y
no parece que tuviera ningún problema importante en su niñez. Sólo fue durante 5 años
al colegio y nunca aprendió a leer o a escribir correctamente. Su padre, agricultor, murió
a la edad de 50 años, cuando la Sra. Lujan tenía 23. Su madre, que en este momento
tenía 60 años, había estado enferma con frecuencia por un problema de asma bronquial.
La paciente era la mayor de 5 hermanos (3 chicos y 3 chicas), con los que se llevaba
muy bien. Estaba especialmente unida al hermano que había muerto 3 meses antes.
Antes de este hecho era una mujer sociable y tenía muy buenas relaciones con sus
parientes y sus vecinos.
La Sra. Lujan dejó la casa de sus padres cuando se casó a los 20 años con un hombre
musulmán convirtiéndose ella misma a dicha religión. De su matrimonio tuvo 6 hijos, 2
chicos y 4 chicas. Su familia vive en un apartamento de 5 habitaciones y tiene un sueldo
bastante bueno. Aunque ella describe a su marido como un buen trabajador y como una
magnífica persona, admite que tiene muchos conflictos por discrepancias en la
educación de sus hijos.
CASO Nº 16
El problema comenzó hacia 6 semanas, justo una semana después de la muerte de una
de las hermanas pequeñas de María en un accidente (que sucedió un año después de que
el padre muriera de manera inesperada). María no había visto a su hermana en los
últimos meses antes de que muriera. En el caso de su padre, María había hecho un
rápido viaje de 3 horas para intentar llegar a tiempo a verle vivo, pero cuando llegó
acababa de morir. María volvió a la ciudad pocos días después de que se hubiera
celebrado el funeral de su padre. Dijo que se encontraba bien y continuó trabajando y
cuidando de sus hijos. Contrariamente a lo que podía esperarse, no se sintió mal después
de la muerte de su padre, y hasta que no fue el funeral de su hermana, no había vuelto a
visitar a su familia.
Cuando María volvió a la ciudad después de haber asistido al funeral de su hermana,
dijo que se encontraba muy cansada, con muy poca energía, y "que parecía que no podía
hacer nada". Con frecuencia se ponía a llorar, incluso cuando estaba trabajando; no
podía comer y perdió casi 7 kg en 6 semanas. Se pasaba las noches paseando y, con
frecuencia, no podía acostarse para dormir durante varios días. Tenía dificultades para
concentrarse, se irritaba mucho con sus hijos y no quería que sus amigos la visitaran.
También dejó de visitar a sus amigos ya que había perdido todo interés por las
relaciones sociales y por las actividades de ocio.
Muchas veces llegaba a casa del trabajo, se sentaba y permanecía así, sin hacer nada
durante horas. Sus hijos y amigos estaban muy preocupados por ella, y acordaron que
fuera a la consulta médica.
María le contó al psiquiatra que sentía que se iba a morir. Estaba de acuerdo con que no
tenía ningún problema físico, pero insistía en que se iba a morir pronto. Esto era así
porque el ,espíritu de su padre había visitado a su hermana que había muerto. En cuanto
se encontraba sola en casa o cuando paseaba durante la noche, María sentía un "algo
frío" que se movía por la casa o que le acompañaba. En su casa, las cortinas se movían y
los espejos de su dormitorio parecían tener una imagen dentro. Al mismo tiempo que
sentía la presencia, un fuerte peso aprisionaba su pecho, haciendo difícil su respiración.
María no se asustaba por todo esto, ya que creía que era su pare y su cercanía la
confortaba. Estaba segura de que iba a ser llamada para irse con su padre. Dijo que no
había intentado suicidarse.
Antecedentes. María había nacido en una reserva para aborígenes que se encontraba a
300 Km de la ciudad en que acabó trabajando. Era la mayor de 8 hermanos y tuvo que
ayudar a su madre a cuidar a los más jóvenes. Creció con su hermano y sus primos en el
cerrado ambiente de la comunidad de aborígenes y siempre estuvo muy cerca de sus
padres. María recordaba a su padre de manera especial por sus historias sobre las
tradiciones y la cultura aborigen (muchas historias versaban sobre los sueños). Era un
hombre que había recorrido bastante mundo, porque trabajaba mucho fuera de la reserva
por todo el país.
A la edad de 16 años, María decidió dejar el hogar, cansada de ser una especie de madre
y de empleada doméstica desde tan pequeña.
Quería ser enfermera yeso sólo podía lograrlo si se iba a vivir a la ciudad.
Su familia pareció decepcionada con su decisión, sobre todo su padre que le decía que
debía continuar con su pueblo. María estudió enfermería y, cuando se estableció el
servicio médico para aborígenes, pidió el traslado para poder servir mejor a los de su
propia raza. Se casó con un hombre aborigen y tuvo 2 hijos. Su marido se volvió un
alcohólico que sólo se dedicaba a robar para seguir bebiendo, y así, Maria le abandonó y
decidió cuidar sola de sus hijos. Durante todos estos años, el padre de María, así corno
el resto de su familia, continuaban insistiendo en que debía volver al hogar con su
pueblo. Sin embargo, María consideró que lo más prudente era seguir viviendo en la
ciudad, en donde creía que podría ofrecer a sus hijos más oportunidades de las que
podían tener en el aislamiento del asentamiento para aborígenes. Tenía un gran número
de amigos en la ciudad, con los cuales lo pasaba estupendamente. María había estado
siempre físicamente bien. No fumaba ni había consumido drogas. Sólo bebía en raras
ocasiones cuando sucedieron los hechos que dieron lugar a la consulta.
El padre de María había muerto de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Su
madre tenía diabetes, así como 4 de sus hermanos. Dos de sus hermanas habían sido
tratadas de manera ambulatoria por problemas psiquiátricos, pero no se conocían más
detalles de sus dolencias. Sus hijos estaban bien. María nunca había tenido ningún
contacto con el servicio psiquiátrico por ningún problema.
María era descrita por sus amigos como una persona cariñosa y de trato fácil, que era
muy equilibrada y que nunca perdía su buen temperamento. Se podía decir de ella que
era una perfeccionista y una buena trabajadora, y se la consideraba una autoridad sobre
las costumbres tradicionales de los aborígenes.
Resolución del caso. El problema de la paciente no cambió después del ingreso. Comía
poco y pausadamente y se paseaba por los pasillos desde muy temprano . Después de 5
días, se le administró 20 mg de fluocsetina diariamente, incrementando la dosis después
de 40 mg. A los pocos días se puso a trabajar junto a las otras enfermeras, comía mejor
y dormía durante toda la noche. María también comenzó a abrirse más al psiquiatra
sobre sus pensamientos acerca de su padre y de su hermana, cosa que hasta entonces no
había hecho. Fue visitada varias veces, todos los días, por su familia aborigen así como
por sus amigos.
Después de 2 semanas fue dada de alta para que fuera a cuidar de un amigo aborigen
que estaba incluido en un programa de seguimiento del equipo que cuidaba de los
enfermos aborígenes. Fue a visitar a su familia al poblado y también fue a la tumba de
su padre, haciendo que se le pusiera una lápida.
CASO N° 17
La Srta. Ramos es una española de 26 años ayudante de dentista. No tiene familia y vive
sola.
Caso. La Srta. Ramos se toma su trabajo tan en serio que no pude dejar de pensar en sus
pacientes. Sin embargo, cuando se dedicó a limpiar los dientes de sus clientes de una
manera tan entusiasta que les hacía sangrar, el dentista decidió que las cosas habían
llegado demasiado lejos.
Dos semanas antes de que fuera atendida por el psiquiatra, la Srta. Ramos cambió
rápidamente tanto en su apariencia como en su comportamiento. Comenzó a vestirse
con colores muy llamativos, a llevar siempre gran cantidad de bisutería y a ponerse una
gran cantidad de maquillaje. Nada de esto lo había hecho hasta entonces. Se hizo muy
sociable aparentemente, hablando continuamente con sus clientes, pero su conversación
comenzó a pasarse de los límites de la cortesía cuando empezó a discutir con ellos y a
criticarles. Se distraía con cualquier cosa y parecía que tenía dificultades para trabajar
en la clínica dental. Escogía los útiles de dentista que no eran apropiados para el caso y
dejaba sola al dentista justo en el momento en que iba a necesitar su ayuda. Cuando el
dentista decidió hablar con ella y decirle que tenía que cambiar de actitud y ser más
correcta en el trato con los clientes, ella empezó a gritar. La Srta. Ramos le dijo que
sabía que no era buena en su trabajo y, por lo tanto, debía despedirla y mandarla a su
casa. Sin embargo, parece que se sobrepuso a su problema, ya que empezó a tratar a la
gente de manera normal y a sonreír, pero su voz era demasiado excitada. Este
comportamiento característico se repitió varias veces. Comenzó entonces a llegar antes
que nadie a la clínica dental y a marcharse después de que todo el mundo lo hubiera
hecho. Cuando estaba en su casa, telefoneaba a sus amigos y a sus parientes en mitad de
la noche. Se sentía muy excitada y feliz, pero también tenía frecuentes estados de
agitación y se ponía a gritar. Sus pensamientos parecían ir en varias direcciones a la vez.
Era incapaz de estar sentada durante mucho rato y de completar cualquier cosa que
hubiera comenzado. Varias veces al día pensaba que estaba completamente desesperada,
que no había solución a sus problemas y que tenía que acabar con su vida. Su problema
fue empeorando gradualmente. Un día, durante una limpieza dental, se empeñó tanto en
realizar bien su trabajo que llegó al extremo de dañar las encías del cliente, causándole
una desagradable hemorragia. Cuando el dentista se dio cuenta de que los clientes eran
objeto de daños por una limpieza exagerada, le dijo que debía dejar de trabajar de esa
manera. Como las cosas iban empeorando y no hacía caso, tuvo que despedirla.
Entonces, estalló en lágrimas, lamentando que fuera capaz de hacer las cosas bien.
El dentista llamó a su familia para que alguien se hiciera cargo de ella. Vino una
hermana de la Srta. Ramos y la llevó al médico de medicina general, el cual,
inmediatamente, ordenó que la trasladaran a una unidad de tratamiento psiquiátrico.
Antecedentes. La Srta. Ramos nació y creció en Barcelona, junto con otros 3 hermanos
mayores que ella. Su padre era un trabajador no cualificado y la familia era bastante
pobre. Dejó el colegio a la edad de 16 años, con unas notas no demasiado brillantes.
Trabajó como auxiliar de cocina durante 2 años hasta que consiguió un trabajo en una
clínica dental. Esto fue para ella muy gratifican te e hizo que siguiera un curso de
ayudante de dentista que realizaba por las noches cuando acababa su trabajo. Terminó el
curso en 3 años y siguió trabajando en la misma clínica. A los 20 años conoció a un
carpintero que era 2 años mayor que ella y estuvo viviendo con él durante 3 años.
Cuando lo dejó, decidió vivir sola en un apartamento alquilado. Parecía que se arreglaba
muy bien con su sueldo.
Siempre había sido muy activa y extrovertida. Desde su adolescencia había sufrido
grandes fluctuaciones del humor, particularmente en los días que tenía la menstruación.
Era una persona de trato muy fácil y se llevaba muy bien con todos sus compañeros, con
sus familiares y con sus amigos.
La madre de la Srta. Ramos había sido ingresada en un hospital psiquiátrico varias
veces por padecer episodios de manía y depresión. Los tíos y el abuelo maternos,
también tenían fluctuaciones del humor.
Físicamente, la Srta. Ramos estaba bien y nunca había tenido que ser ingresada en
ningún hospital. Tenía menstruaciones regulares desde los 13 años y nunca había estado
embarazada.
A la edad de 23 años, la Srta. Ramos fue ingresada en un hospital psiquiátrico por
padecer una depresión que había durado más de 6 meses. En el momento de su ingreso
tenía un estado afectivo muy bajo, una gran falta de energía y sentimientos constantes
autodestructivos. Fue ingresada después de que intentara suicidarse tomando una
sobredosis de pastillas para dormir. En el hospital psiquiátrico recibió terapia
electroconvulsiva y fue dada de alta al cabo de un mes.
Hallazgos en la exploración. Durante la entrevista, la Srta. Ramos se reía y gritaba
alternativamente. Parecía extremadamente cansada, pero era incapaz de estar sentada
durante más de un minuto; la mayor parte de la entrevista la realizó hablando mientras
paseaba por la habitación. Hablaba de manera incesante expresando ideas exageradas
mezcladas con autoacusaciones y manifestando malas opiniones sobre sí misma y sobre
los demás. Se distraía muchísimo con cualquier cosa, y su mente parecía vagar de un
tema a otro, pero estaba bien orientada en tiempo, espacio y personalmente. No se
observaron rasgos psicóticos, salvo una extremada excitación psicomotora.
Durante los exámenes físicos y neurológicos, no pudieron observarse anomalías. Los
análisis clínicos, en los que se incluía la determinación de hormonas tiroideas, fueron
normales, pero no pudo realizarse el electroencefalograma porque estaba en estado de
gran excitación.
En el hospital, la Srta. Ramos continuó alternando fases de gran excitación y de
depresión. Lloraba y gritaba, estaba constantemente en movimiento y no dormía casi
nunca. Era muy difícil hacer que comiera o que bebiera y era incapaz de lavarse por sí
misma o de ir al baño. Cada vez se hacía más difícil seguir sus pensamientos, estaba
desorientada y no reconocía nada de lo que le rodeaba. Sus pulsaciones se fueron
haciendo cada vez más rápidas, llegando a 150 pulsaciones por minuto, y su
temperatura subió hasta los 38.51 C.
Resolución del caso. La situación de la Srta. Ramos se deterioró a pesar de que se había
instaurado un tratamiento con neurolépticos, desde dosis medias hasta altas dosis.
Después de estar así 3 días, se le aplicó tratamiento electroconvulsivo bilateral diario
durante 4 días seguidos, y tuvo que ponérsele un goteo para administrarle la
medicación. Hubo que mantenerla bajo vigilancia continua.
Finalmente se logró calmarla y se decidió seguir con el tratamiento electroconvulsivo 2
veces por semana. Con esto mejoró de manera considerable al cabo de las 3 semanas.
En los meses siguientes permaneció en un estado depresivo, pero después de ajustarle el
tratamiento antidepresivo, finalmente se recuperó de manera completa.
CASO Nº 18
Resolución del caso. La Srta. Abellán aceptó tomar una mediación antidepresiva (150
mg de clormipramina al día) y gradualmente fue mejorando en el curso de 2 semanas.
Desde entonces ha seguido continuamente bajo tratamiento con antidepresivos y se
siente razonablemente bien.
CASO Nº 19
El Sr. Martín tiene 30 años y es español. Vive con sus padres en una granja.
Caso. El médico de cabecera del Sr. Martín le remitió al psiquiatra para que le realizara
un examen. El paciente fue a la consulta porque durante los 2 últimos meses se sentía
nervioso, ansioso y tenía problemas para dormir. El médico iba a prescribirle
benzodiacepina cuando el Sr. Martín comenzó a contarle "lo del crucero".
Dos meses antes, el Sr. Martín había ido a un baile patrocinado por una compañía de
viajes. Permaneció la mayor parte del tiempo de pie, mirando cómo bailaban los demás,
bebiendo cerveza y tratando de armarse de valor para pedir a alguna chica que bailara
con él. Sólo bailó una vez en toda la noche, y la chica le sonrió cuando volvió a la mesa
con sus amigos. Había un sorteo esa noche y el Sr.
Martín ganó el primer previo, que era un crucero para dos personas por el Caribe.
Estaba aterrorizado cuando le dijeron que subiera al escenario y sólo pudo decir
"gracias" cuando le dieron el premio. Miró a la chica y ella de nuevo le sonrió. Aunque
no había vuelto a hablar con ella y no sabía quién era o dónde vivía, le gustaba la idea
de que le acompañara al crucero. Un mes más tarde, cuando estaba a bordo del crucero
rumbo al Caribe, buscó a la mujer y se disgustó cuando no la encontró.
Antecedentes. El Sr. Martín procedía de un pueblo pequeño, donde sus padres tenían
una granja. Era un niño que no jugaba mucho con los otros niños y que permanecía
solitario. Era buen estudiante en el colegio, continuó su educación en una escuela taller
agrícola y se preparó para hacerse cargo de la granja de sus padres. Durante su juventud
se interesó en la parapsicología. Leyó ampliamente sobre la materia y trataba de
convencer a sus compañeros de que podía poner objetos en movimiento, simplemente
diciéndoles que se movieran. Los compañeros no podían entender de lo que hablaba, y
adquirió reputación de ser un chico extraño. Cuando salía, cosa que hacía raramente, se
vestía como un cowboy, como si saliera de una película del oeste, y las chicas se reían
de él a sus espaldas En una ocasión leyó algo relacionado con unas piedras que tenían
petróleo y descubrió que uno de los campos de su granja estaba lleno de estas piedras.
Tuvo la primera discusión con sus padres cuando trató de convencerles para que
compraran maquinaria para poder moler las piedras y hacer una fortuna en el mundo del
petróleo. Tuvo otra pelea con sus padres cuando una noche le encontraron viendo una
película pornográfica en la televisión. Dijo que le estaban espiando y les acusó de poner
micrófonos y otros aparatos electrónicos en su habitación para observarle.
El Sr. Martín bebía algunas cervezas de vez en cuando. Aunque había estado interesado
por las drogas, y de hecho pensó plantar marihuana entre las plantas del huerto, nunca
tomó ningún tipo de sustancia psicotropa.
Los padres del Sr. Martín gozaban de buena salud. Nunca estuvieron bajo tratamiento
psiquiátrico, pero un tío paterno había sido hospitalizado varias veces con un
diagnóstico de esquizofrenia.
Resolución del caso. El Sr. Martín accedió, reacio, a visitar al psiquiatra de manera
regular, pero se negó de forma tajante a tomar cualquier mediación. Después de varias
visitas, afirmó que tenía mucho trabajo en la granja y que no podía acudir a más
sesiones.