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PROGRAMA DE PSICOLOGÍA

LECTURA PREVIA

HISTORIA DEL ESTUDIO DEL SISTEMA NERVIOSO

La historia del estudio del Sistema Nerv ioso la podemos div idir en tres etapas:

Desde la antigüedad hasta el siglo II:


se caracteriza porque en este momento aparecen las primeras reflexiones acerca
de la localización del alma. El debate no se centró tanto en el estudio del cerebro,
sino en la localización del alma a la que se le atribuía las funciones psíquicas que
conocemos hoy. Ya los chinos y asirios, por ejemplo, asignaban al hígado la
localización del alma.

Siglos III a XVIII:


Se caracteriza por el inicio del estudio de la localización de funciones cognitivas,
separando las ideas religiosas de las científicas.

Siglo XIX hasta hoy:


Se centra en el estudio de la localización e integración de funciones cognitivas en
el cerebro.

Conozcamos a continuación algunos exponentes:

Intentos tempranos por comprender el cerebro


 Egipcios
Los antiguos egipcios han dejado pistas de su preocupación por el cerebro en sus
prácticas funerarias. Cuando momificaban a los difuntos, remov ían los órganos del
cuerpo y, si eran considerados importantes para la v ida en “el más allá”, eran
preservados con mucho cuidado y almacenados en urnas separadas. Los órganos
que no eran considerados importantes, se desechaban. El cerebro entonces, era
considerado un órgano poco importante, y, por tanto, se lo desechaba. Los
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embalsamadores se deshacían del cerebro mediante la inserción de una barra


metálica en la cav idad craneal a trav és de la nariz y luego hacían girar la barra
hasta que el tejido blando del cerebro se v olvía líquido y drenaba hacia afuera por
la nariz.

De manera irónica, esta cultura que daba poca importancia al cerebro, es la


misma cultura que ha dejado el más antiguo registro de observación de la relación
entre cerebro y conducta. El “Papiro Quirúrgico Edw in Smith”, que data del
segundo milenio antes de Cristo, contiene descripciones de v arios casos médicos.
Uno de ellos hace referencia a un hombre que sufrió una sev era herida en la
cabeza y desde entonces mostró una desviación del ojo izquierdo y un arrastre del
pie del mismo lado. Lo que se tiene aquí es nada menos que el primer registro de
una observ ación que apoya la noción de que el cerebro controla de alguna
manera el resto del cuerpo.

 Griegos
Los antiguos griegos estaban div ididos en sus opiniones acerca del cerebro. En el
siglo V A.C., Alcmeón de Crotona propuso que el cerebro era el “asiento del alma”,
y en el siglo I V A.C., Platón realizó una propuesta similar, con el argumento de que
la cabeza era la parte más cercana a los cielos y, en consecuencia, la más
probable para contener el “órgano div ino”. En contraste, en el siglo V A.C.,
Empédocles propuso que el corazón era el lugar donde se ubicaba el alma, y
Aristóteles un siglo después (I V A.C.) concordó con él, en lo que podría llamarse la
“hipótesis cardiaca”. Aristóteles razonó que el cerebro, con su elaborada red de
v asos sanguíneos y su posición cerca de la superficie del cuerpo, servía para enfriar
la sangre. El corazón, argumentaba, al ser una estructura activa y central, era más
apropiado como el órgano del pensamiento y los sentimientos. Esto último, es una
muestra de las trampas del racionalismo, los razonamientos que no son sujetos a la
crítica impuesta por las pruebas experimentales, muchas v eces son erróneos. Sin
embargo, todos estos supuestos son un ejemplo de la necesidad del ser humano
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de explicarse la realidad. Si bien hoy sabemos que fueron errados, en su momento


satisficieron tal necesidad. Hipócrates (siglo IV y III A.C.), el más inteligente observa-
dor de la enfermedad, se suscribió a la hipótesis del cerebro. Gracias al registro de
sus observ aciones, llegó a la conclusión de que el cerebro gobernaba al cuerpo.
Notó y anotó que las personas con heridas en la cabeza también sufrían parálisis,
conv ulsiones y deterioros del habla.

 Romanos
En la época romana, la hipótesis cerebral llegó a ser ampliamente aceptada. El
gran médico romano Galeno (siglo I I de nuestra era) se adhirió a esta v isión.
Entonces surgió la preocupación de en qué lugar del cerebro se ubicaban las
div ersas funciones psicológicas como la percepción, la memoria y el pensamiento.
Tal preocupación fue bautizada como “el problema de la localización de
funciones”.

Galeno creyó que los v entrículos cerebrales eran las estructuras en las cuales se
ubicaban el pensamiento y otros procesos psicológicos. Esta idea se mantuv o hasta
la edad media. En el siglo I V, Nemesio trabajó en torno a esta hipótesis de Galeno,
llamada “hipótesis v entricular”, y asignó div ersos procesos psicológicos a
ubicaciones dentro de diferentes ventrículos. La idea se mantuv o por siglos hasta el
Renacimiento, incluso Leonardo da Vinci adoptó dicha hipótesis. Nemesio
estableció que el v entrículo, “cellula phantastica”, más cercano a los órganos de
los sentidos era el asiento de la percepción. Los contenidos de este v entrículo fluían
dentro del siguiente v entrículo, la “cellula logística”, el asiento del razonamiento y
la cognición, el cual a su v ez v ertía su fluido sobre otro v entrículo, la “cellula
memoralis”, asiento de la memoria.

Los v entrículos sirv ieron de base para explicar, supuestamente, el mecanismo de


comportamientos elementales; por ejemplo, se llegó a afirmar que los mov imientos
musculares se producían cuando estos se llenaban de fluido producido en los
mismos v entrículos cerebrales. La teoría v entricular fue muy popular por más de
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1000 años. Lo que hacía falta a estas teorías era el apoyo experimental, una
limitación que caracterizó a las teorías de las relaciones cerebro-comportamiento,
hasta muy entrado el siglo XI X.

Otro problema a lo largo de la historia fue la dificultad, por div ersos motivos (sobre
todo técnicos, religiosos e ideológicos), para v isualizar las estructuras del cerebro,
por lo tanto, las ideas acerca de su anatomía eran bastante imprecisas. Las
descripciones, por ejemplo, de las circunvoluciones y surcos corticales de la
superficie cerebral estaban muy alejadas de la realidad. No fue sino hasta el siglo
XI X que Luigi Rolando proporcionó una descripción precisa del patrón general de
las circunvoluciones y surcos corticales.

La investigación en el siglo XIX


En el siglo XI X, la inv estigación cerebral experimenta un gran empuje, alentado
especialmente por la teoría de Franz Gall: la “frenología”.

 La frenología de Franz Gall


En el siglo XI X, el alemán Franz Gall (1758-1828), descubrió la diferencia entre
sustancia blanca y gris del cerebro y sostuv o confiadamente que las facultades
humanas estaban situadas en áreas particulares y estrictamente localizadas del
cerebro, construyendo sin base objetiv a, mapas frenológicos en un intento de
ubicar las facultades en áreas cerebrales. Nace así la frenología (pseudociencia
enunciada por Gall según la cual la inspección y palpación del cráneo y la
búsqueda de sus protuberancias permitían conocer las facultades e instintos
dominantes en un sujeto, de acuerdo a un sistema hipotético de localizaciones
cerebrales).

A pesar de que la frenología no prosperó por no ser científica, Gall tiene el mérito
de haber impulsado el desarrollo de la neurología de las funciones corticales y de
la neuroanatomía.
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Franz Gall, médico y naturalista alemán que ejerció y enseñó en Viena. Sus estudios
lo conv encieron de que el encéfalo es el órgano de la mente. Fue el primero que
propuso la teoría de la localización. Fundó la frenología, un intento de correlacionar
la personalidad con las características del cráneo.

Este mapa frenológico, tomado de un dibujo de principios de siglo XI X, distingue 35


facultades intelectuales y emocionales en áreas distintas del cráneo y del córtex
cerebral subyacente

 Paul Broca, inicio de la investigación moderna


El v erdadero nacimiento de la inv estigación científica de las alteraciones de los
procesos mentales se sitúa en 1861, cuando el francés Paúl Broca describió el
cerebro de un paciente (“Tan, Tan” Eugene Leborgne) que por muchos años había
sido observado con una importante alteración del leguaje motor (expresiv o), y
mostró que el tercio posterior del giro (circunv olución) frontal inferior izquierdo del
cerebro del paciente estaba destruido. Broca concluyó que el lenguaje motórico
está asociado a este punto. Así, Broca postuló que el tercio posterior del giro frontal
inferior izquierdo es el centro de la motricidad para poder decir las palabras y que
una lesión en esta región llev a a un tipo característico de pérdida del lenguaje
expresivo que llamó “afemia” y más tarde afasia.

Este descubrimiento fue importante por dos razones:

 Por primera v ez había sido localizada una función mental compleja en una
parte precisa del córtex, lo cual se sustentaba sobre una base de hechos
clínicos.
 Por otro lado, este descubrimiento mostró, también por primera v ez, la
radical diferencia funcional entre hemisferios cerebrales, identificando el
hemisferio izquierdo (en personas diestras) como el hemisferio dominante en
el que estaban comprendidas las más importantes funciones del lenguaje.
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 Carl Wernicke, el descubrimiento de la afasia receptiva


En 1873 el alemán Carl Wernicke descubrió que el tercio posterior del giro
(circunv olución) temporal superior izquierdo es el centro para las imágenes
sensoriales del habla cuya lesión prov ocaría una pérdida en la habilidad de
comprender el lenguaje audible.

El descubrimiento de que existían formas complejas de activ idad mental que


podían ser localizadas en regiones precisas del córtex cerebral despertó en la
neurología un entusiasmo sin precedentes abriéndose así la etapa
“localizacionista” en el entendimiento funcional del cerebro. Se consideró que los
procesos mentales complejos no son resultado del trabajo del cerebro como un
todo, sino de áreas locales particulares de su córtex. Así, en esta década, “los
espléndidos setentas”, se hallaron otros centros:

 De los conceptos (región parietal izquierda);


 De la escritura (parte posterior del giro frontal medio izquierdo);
 Del cálculo matemático, de la lectura, de orientación en el espacio, etc.

El intento por localizar procesos psicológicos complejos duró más de medio siglo.
Pero ya en los mismos “espléndidos setentas”, el neurólogo inglés Hughlings Jackson
fue un poderoso oponente al localizacionismo; adelantó la hipótesis de que la
organización de los procesos mentales complejos debe abordarse desde el punto
de v ista de su niv el de su integración y organización, más que de su localización.

Wernicke fue un neurólogo y psicólogo alemán, tenía 26 años cuando publicó su


monografía titulada “El complejo de los síntomas de la afasia”. Describió el caso de
un paciente que podía hablar, pero no entender, llamando a este trastorno “afasia
sensorial”, en contraposición a la afasia de Broca, a la que denominó “motora”.

Nace así la tendencia “integracionista” o noética. I mportantes integracionistas,


seguidores de Jackson, como Monakow (1914), Head (1926) y Goldstein (1927) no
negaban el hecho obv io de que funciones relativ amente elementales, como la
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sensación cutánea, v isión, audición, mov imiento, están representadas en áreas


definidas del córtex, pero dudaron del localizacionismo estricto de las funciones
complejas de la activ idad mental. Por tanto, postularon que los complejos
fenómenos de la mente (conciencia, pensamiento, memoria, v oluntad), son el
efecto de la activ idad integrada de todo el cerebro.

El siglo XX, descubrimiento de la neurona y teorización de la


sinapsis
Al iniciar el siglo XX se desarrolló un importante debate en la neurología. El tema era
si el sistema nerv ioso estaba compuesto por una red de tejido interconectado o si
estaba compuesto por células indiv iduales (neuronas). La primera hipótesis fue
conocida como la “hipótesis reticular”.

De acuerdo con ésta, el sistema nerv ioso sería una red continua de tejido, idea
que, de haber sido cierta, hubiera constituido una excepción a la regla general de
que el tejido v iv iente está formado por unidades indiv iduales o células. En
contraste, la segunda hipótesis (hipótesis o doctrina de la neurona), sostenía que,
en v erdad, el sistema nerv ioso estaba constituido por células indiv iduales muy
cercanas entre ellas, pero que no formaban una estructura continua.

La hipótesis de la neurona, puesta de reliev e por Santiago Ramón y Cajal, llegó a


ser dominante, aunque la hipótesis reticular había tenido eminentes seguidores.
Uno de ellos fue Camillo Golgi, biólogo italiano que descubrió la técnica del teñido
celular (con nitrato de plata y bicromato de potasio) que llev a su nombre y que es
de amplio uso en la actualidad. Tomó v arias décadas de inv estigación y el
desarrollo de nuev as técnicas para resolver el tema a fav or de la hipótesis de la
neurona. Utilizando la técnica de tinción celular, inv entada por Golgi, Ramón y
Cajal fue quien por primera v ez logró visualizar una neurona.

La discusión existente entre la teoría reticular de Camilo Golgi y la teoría neuronal


de Santiago Ramón y Cajal tuv o una continuación posterior, cuando comenzaron
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a teorizarse los mecanismos mediante los cuales se produciría la transmisión de la


información dentro del sistema nerv ioso, abriéndose así una nuev a pregunta:
¿Cómo circula la información dentro del sistema nerv ioso? (“problema de la
comunicación”).

Si existía una continuidad física entre las células nerv iosas, como proponía la
hipótesis reticular, era entonces posible que existiera una transmisión directa de
información entre las neuronas mediante un mecanismo eléctrico (“teoría de la
chispa”). Al contrario, si Cajal estaba en lo cierto, al existir un espacio físico entre las
neuronas este no podría ser recorrido por una señal eléctrica ya que se dispersaría
y, por lo tanto, se necesitaría alguna otra forma de transmitir la señal para que
pudiese cruzar dicho espacio. Esta otra forma de transmisión sería a trav és de la
difusión de sustancias químicas, hoy conocidas como neurotransmisores, en el
espacio existente entre las neuronas (“teoría de la sopa”).

Antes que el debate fuera resuelto, el fisiólogo británico Sir Charles Sherrington
propuso el concepto de un espacio estrecho entre las neuronas, al cual llamó
sinapsis, término que posterior- mente se ha utilizado para denominar a los procesos
de intercambio de información entre células nerviosas.

Los primeros experimentos que sugirieron que la transmisión química era un hecho
real fueron realizados en 1904 por un estudiante de medicina, T.R. Elliot, no obstante,
no fue hasta 1921 cuando los experimentos de Otto Loewi demostraron, sin lugar a
dudas, la existencia de procesos de transmisión química. Posteriormente, también
se comprobó que la sinapsis eléctrica era posible, para lo cual las neuronas
utilizaban algunas estrategias estructurales para que el impulso eléctrico no se
perdiera en el espacio intercelular.

Siglo XXI

Luego de miles de años de inv estigación cerebral y del cúmulo apabullante de


descubrimientos, sobre todo desde el siglo XI X, podríamos afirmar que para el siglo
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XXI , las neurociencias seguirán avanzando a un ritmo v ertiginoso, comparable sólo


al de la informática. En todo caso, las neurociencias en el presente siglo parte de
cinco principios a tomarse en cuenta:

 Mente y cerebro son inseparables.


 Cada función mental se llev a a cabo con circuitos neuronales en diferentes
regiones del cerebro.
 Todos estos circuitos están construidos por células nerviosas.
 Los circuitos neuronales usan moléculas específicas para generar señales
entre las células nerv iosas.
 Estas moléculas específicas se han conservados a trav és de años de
ev olución.

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