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Las aventuras de PINOCHO y Carlo Collodi Lene Devetach y Gustavo Roldan han traducido del original italiano el Pinocchio de Carlo Collodi, homenaje faltante de los argentinos al cumplirse el cente- nario de la primera edicion de esta magistral obra de la literatura universal. Argentina, J'altra pa- iria degli italiani, fue poblada des- de 1880 por diversas corrientes inmigratorias provenientes de to- dos los rincones italianos. El arte, la misica, la educacién, las tradi- ciones, en definitiva su cultura, venian con ellos y también el Pinocchio que vio la luz en forma de fasciculo en el aio 1881; pos- teriormente se publicé en 1883 como libro con el titulo Aventuras de Pinocho e ilustraciones de En- rico Mazzanti. Laura y Gustavo, reconocidos, escritores de libros para nifios, son justicieramente una de las refe- rencias constantes en la produc- cién y recuperacién de la mejor literatura infantil. Este Pinocho que nos brindan esta escrito en un lenguaje actual, fresco y respetuo- so de la historia original y nos ofrece, por cierto, una lectura gra- tay atrapante. Tanto Laura como Gustavo son conocedores del ofi- cio de escritor, manejan con habi- lidad los eédigos literarios y aman Jo que hacen. Su versi6n de la obra de Collodi es un verdadero home- naje al centenario de Pinocchio. Pablo Medina Las aventuras de Pinocho Las aventuras de PINOCHO ¥ Carlo Collodi Versién de Laura Devetach y Gustavo Roldan ustraciones Gustavo Roldan (h) LOS UBROS DE Ediciones Colihue Las aventuras de Pinocho. - 1* ed. 3" reimp. - Buenos Aires 2007. 192 p. ; 24x17em 1. Literatura infantil y juveni) italiana, I. Titulo. CDD 858 | | | | ISBN 978-950-581-271-4 Disefio de coleccién: Raul Pane Foto de solapa: Juan E. Mabromata 1” edicién / 3" reimpresién J.S.B.N. 978-950-581-271-4 © Ediciones Colihue S.R.L. Av. Diaz Vélez 5125 (C1405DCG) Buenos Aires - Argentina ecolihue@colihue.com.ar www.colihue.com.ar Hecho el depésito que marca la ley 11.723 IMPRESO EN LA ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA : Colihue, Capitulo 1 Como fue que el carpiniero maestro Cereza oncomtré un pedaro de madera que Horaba y reia como tur chico, ABIA UNA VEZ... gun rey? No. Habia una vez un pedazo de madera. Un simple trozo de ésos que en invierno se ponen en las chimeneas para encender el fuego Un buen dia ese pedazo de madera fue a parar al taller de un viejo maestro carpintero Jlamado Antonio, al que todos Je decian maestro Cereza por su nariz tan morada como una cereza madura. Apenas lo vio, frotandose las manos dijo: —Esto me llega justo a tiempo. Es lo que necesitaba para hacer la pata de una mesita Tomé el hacha bien afilada para sacarle la corteza y tallar la madera pero, en ¢l momento en que la levantaba, se quedo con el brazo en el aire porque oyé una voz finita finita que le decia: -—jNo me pegues tan fuerte! Asustado, miré para todos lados. Pero no vio a nadie. Mir6é debajo del banco: nada. Miré dentro de un armario que siempre estaba cerrado: nada Miré en e) canasto de las virutas y el aserrin: nada. Abrié la puerta del taller para echar un vistazo a la calle jy nada! —jClaro! —dijo rascandose la peluca—, se ve que yo me imaginé esa vocecita. Volvamos al trabajo. Y con el hacha deseargé un formidable golpe sobre el trozo de madera. Carlo Collodi —jAy, me hiciste doler! —chillé la vocecita Esta vez el maestro Cereza se qued6 como de piedra. Cuando pudo hablar tartamudeé temblando: — De dénde sale esa vocecita que dijo “ay”? jSera que este pedazo de lefia Jlora y se lamenta como un chico? {Se habra escondido alguien dentro de este pedazo de palo? Peor para él, jyo lo voy a arreglar! Tomé al pobre trozo y se puso a golpearlo contra las pa- redes Después se quedé tratando de escuchar alguna queja. Esperé dos minutos, y nada; cinco minutos, y nada; diez minutos, y nada —jClaro! —dijo tratando de reir mientras se rascaba la peluca—: se ve que yo me imaginé la vocecita Y como tenfa un miedo barbaro, se puso a tararear para darse un poco de coraje Tomé el cepillo para pulir la madera, pero mientras cepillaba para aca y para alla oyé la vocecita que le decia: —jMe estas haciendo cosquillas por todo el cuerpo! El pobre maestro Cereza cayé como fulminado. Cuando pudo abrir los ojos se encontré sentado en el suelo. Tenia la cara desencajada, y hasta su nariz, siempre tan morada, ahora estaba azul por el susto. Capitulo 2 El carpintero regala el trozo de madera a su amigo Geppetto, que lo toma para hacerse un muieco maravilloso. N ESE MOMENTO llamaron a la puerta. —Pase —dijo el carpintero sin fuerzas para levan- tarse. Entr6 al taller un viejito vivaracho que se llamaba Geppetto, pero los chicos del vecindario lo lamaban Polentita por su peluca amarilla parecida a la harina de maiz. Geppetto era muy chinchudo. {Ojo con llamarlo Polentita! Se ponia hecho una furia. —Buen dia, maestro Antonio. {Qué hace en el suelo? —Estoy ensefidndoles a sumar a las hormigas. {Qué lo trae por aqui, compadre Geppetto? —Las piernas. Vine a buscarlo para pedirle un favor. Esta mafiana se me metié una idea en la cabeza. Pensé en hhacerme un mufieco de madera. Un mufieco maravilloso, que baile, dé saltos mortales y que sea un buen espadachin. Con él quiero dar la vuelta al mundo para ganarme un trozo de pan y un vaso de vino. {Qué le parece? —jBien Polentita! —chillé la vocecita misteriosa. Cuando oyé que lo llamaban Polentita, Geppetto se puso rojo como un pimiento, y se volvié contra el carpintero, enfurecido: —

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