Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
- Te escucho.
- Charles Nicot.
Pobres animales
Dieciséis porcinos llevan el camión hacia el matadero. Va
temblando por la gran cantidad de pozos que tiene el
camino.
Los animales se miran angustiados entre ellos. El espacio
reducido aprieta a sus pasajeros unos contra otros. El
nauseabundo hedor se acumula en cada bocanada que los
porcinos toman.
Las rejas que los encierran se calientan con el sol y marcan a
los sucios animales en el lomo.
El camión es conducido por viles hombres que no piensan
en lo más mínimo en los transportados. ¿Qué inmoralidad
rondara por sus vacías mentes?
Los cerdos se agitan sabiendo que falta poco para llegar a
destino.
En una curva, la reja se abre y de detrás de esta salta hacia la
libertad uno de esos pobres animales.
El conductor, lejos de intentar volver a recuperarlo, frena el
vehículo y abre fuego contra el animal.
FEDERICO GÓMEZ DÍAZ . .
El día perfecto
Era un día hermoso. El aire era fresco, se escuchaba la radio
con sus canciones favoritas y su mujer regaba las plantas en
el patio.
Sus dos hijos jugaban en sus habitaciones y el perro de la
familia dormía la siesta en el umbral de la puerta.
Los rayos del sol atravesaban la ventana que daba a la
cocina, donde él estaba cortando los vegetales, que le
recordaba a sus abuelos quienes se lo servían de niño.
Estaba preparando su comida favorita.
Fue al baño a lavarse las manos y todo seguía su curso hasta
que luego de mojarse la cara, levanta la vista en dirección al
espejo.
Vio que la pared de detrás suyo se tornaba de un blanco
familiar.
Empujó la puerta y corrió hasta el patio donde la puerta
estaba bloqueada.
Las paredes se tornaban de este blanco desteñido a la vez
que cambiaban su textura a algo similar a un colchón.
FEDERICO GÓMEZ DÍAZ . .
Hábil tirador
Cayó el primero. Un tiro limpio a través de la sien y
derrumbado.
Amartillo el Remington y le apuntó al segundo. Era más
complicado porque estaba en movimiento. El cazador
respiró profundo y cuando lo tuvo de frente apretó el
gatillo. Muerto. Esta vez el disparo atravesó el tórax por
detrás y salió por entre las costillas.
Falta uno más. Está escondido tras un roble caído. El hábil
tirador no se movió de su lugar por horas esperando algún
movimiento.
Estaba bien camuflado, aunque la visión nocturna se hizo
cargo de hacer su magia. Al caer la noche la presa asomó la
cabeza.
La bala perforó la tráquea transversalmente y rozó el
maxilar izquierdo.
Fue una cacería exitosa. Ojalá la próxima sea de animales.
No cuestiones nada
FEDERICO GÓMEZ DÍAZ . .