Está en la página 1de 2

Mi país, mi origen

Lucia era una niña española que vivía en Barcelona, una ciudad cosmopolita y moderna, junto
con su mama y papa. A ella le encantaba ir al colegio, y compartir con sus amigos los juegos
que su abuelo le había enseñado, el solía jugar estos juegos en su niñez. Así, Lucía les mostraba
cómo jugar a la rayuela, un juego que consistía en dibujar un diagrama en el suelo y saltar
sobre él con una piedra o una lata. También les enseñaba el rango, un juego que consistía en
lanzar una moneda al aire y adivinar si caía cara o cruz. Y por supuesto, les enseñaba el
trompo, su juguete favorito, que consistía en un cuerpo con forma de pera que giraba sobre su
punta gracias al impulso de una cuerda.

Por parte de su madre, ella tenía ascendencia uruguaya. Su madre había nacido en ese país,
pero se había mudado a España cuando era muy pequeña, con solo cuatro años de edad. Por
eso, su madre no tenía muchos recuerdos de su país de origen. Sin embargo, su abuelo, Jorge
sí tenía muy presente su vida en Uruguay, y le encantaba contarle a Lucia sobre sus
tradiciones, su historia y su gente.

Desde que ella era muy chiquita, su abuelo le había transmitido la costumbre de tomar mate.
Ella aprendió que el mate no era solo una bebida, sino una cultura, una forma de vivir. Su
abuelo le contó que el mate había sido el compañero de los uruguayos en sus momentos más
significativos, tanto en las alegrías como en las tristezas, tanto en la paz como en la guerra. Le
contó que el mate había sido el símbolo de los gauchos, los hombres que vivían en el campo y
que cuidaban del ganado. Ellos llevaban el mate en sus alforjas y lo tomaban para combatir el
frío, el cansancio y la soledad. El mate era su compañero fiel, que les daba fuerza y coraje.
Una tarde lluviosa, en la casa del abuelo, Lucia se sentó en el alfeizar de la ventana y observo
como las gotas de agua se deslizaban por el cristal. Jorge estaba ocupado en la cocina
preparando empanadas de carne, el aroma de cebollas y pimientos llenaba el aire. Lucia se
volvió hacia su abuelo y le pregunto:

-"¿Por qué te fuiste de Uruguay, abuelo?"

El abuelo dejó de cocinar y se sentó junto a ella. Sus ojos se llenaron de melancolía mientras
recordaba los días soleados en Montevideo, las playas de arena blanca y las noches de tango
en los bares del Viejo Mercado.

-"Mi querida Lucía", comenzó a decir, " me fui porque buscaba un futuro mejor para nosotros.
Uruguay es un país hermoso, lleno de tradiciones y gente cálida, pero también enfrenta
desafíos”.

-“¿Pero vos no me habías dicho que trabajabas mucho en el quiosco de tus papas?” Pregunto
confundida Lucia.

- “Si, en realidad desde muy chico trabaje en el quiosco con mi papa. Muchas veces yo lo
ayudaba cuando venían muchos clientes o él se sentía mal. Supimos mantener bien el negocio
y trabajamos por muchas horas todos los días, hasta incluso en los feriados que se llenaba de
gente porque éramos el único negocio que abría”.

-“Y… ¿Qué paso?”

-“Entre los años 1960 y 1985, Uruguay había sufrido una grave crisis económica y una cruel
dictadura militar, que habían afectado a la vida de millones de personas, incluyéndonos. Había
mucho desempleo, la pobreza y la desigualdad social pero lo que más nos afectó a
nosotros fue la inflación, cada vez teníamos que vender más caro los productos pero la
gente nos compraba menos. Quería buscar una salida mejor, una esperanza, una
oportunidad. España nos dio eso. Pero nunca olvidé mi tierra. A veces, cuando cierro los ojos,
puedo sentir la brisa del Río de la Plata y escuchar el eco de los tambores de candombe en las
calles de Montevideo”.

- “Y… ¿Volverías a vivir a Uruguay?”

-Mira… sería algo complicado porque yo ya tengo todo en España y tendría que empezar todo
de cero aunque todavía en Uruguay enfrenta una crisis económica que se agravó con la
pandemia de covid-19, que afectó el turismo, el comercio y la actividad productiva.
También hay un incremento de los robos, las rapiñas y el narcotráfico, que se ha expandido
por el territorio nacional.

-“Si, me imagino lo difícil que debe ser mudarte de un país a otro más con una situación
como la de Uruguay. De ultima, podríamos organizar un viaje a Uruguay así puedo conocer
bien la ciudad de Montevideo ¿Te gustaría volver?”

-“Claro que sí, mi niña. Uruguay siempre estará en mi corazón, y me gustaría que vos
también lo conocieras. Tal vez algún día podamos ir juntos, y recorrer los lugares donde yo
crecí, donde conocí a tu abuela, donde nació tu mamá. Sería un sueño hecho realidad”.

-“Ojalá se cumpla, abuelo. Te quiero mucho”.

-“Y yo a vos, Lucía. Ahora, ¿me ayudas a terminar de hacer las empanadas? Así las
comemos con un rico mate, como en Uruguay”.

-“Sí, abuelo. Me encanta el mate, y las empanadas también. Vamos a cocinar juntos, y a
seguir recordando”.

Así, Lucía y su abuelo se pusieron a trabajar en la cocina, mientras seguían conversando


sobre Uruguay. Entre risas y anécdotas, compartieron un momento de alegría y nostalgia,
de amor y de identidad.

También podría gustarte