Un muchacho de 15 años de edad es llevado a Urgencias por su madre, que dice
al médico de guardia que “tiene que ingresarle porque yo ya no puedo aguantar más”. Hace 6 meses, la madre recogió al niño del colegio de Educación Especial donde estaba y lo llevó a casa. La madre mostró un certificado en el que constaba que el cociente de inteligencia del niño era de 45. Desde los 8 años ha estado internado en diversas escuelas. Los días de visita, el niño decía a su madre: “Mami, llévame a casa”. Al cabo de un año, aproximadamente, la madre se llevó al niño a casa. Se sentía culpable de que su hijo fuera retrasado, y disgustada porque era incapaz de controlarlo en casa. El niño es hijo único y sus padres se divorciaron hace 4 años. Su padre vive en otra ciudad.
A lo largo de los últimos 6 meses, el niño ha supuesto un problema cada vez
mayor. Mide alrededor de 1,75 metros y pesa cerca de 90 kilos. En casa, destroza platos y sillas cada dos por tres, y, recientemente, se ha vuelto agresivo con su madre. Le ha pegado y herido en un brazo y en un hombro durante una pequeña disputa, por impedir que el niño golpeara el suelo con una escoba. La madre mostró las heridas al médico, y amenazó con llamar al director del hospital si no ingresaban a su hijo.
En la exploración, se observan los rasgos típicos del síndrome de Down, lengua
protruida, epicanto y palma de la mano simiesca. El niño explica que no fue su intención herir a nadie.