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Contrato de mandato

Por Gerencie.com 27 mayo, 2019

El contrato de mandato es aquel en el que una persona contrata a otra para que gestione sus
negocios, para que se haga cargo de ellos, o para que lo represente en determinada tarea,
actividad o gestión.

Características del contrato de mandato.


El contrato de mandato es un contrato bilateral, donde una parte actúa como mandante, y la
otra como mandatario; como diría la abuela: el mandante el que manda y el mandatario es
el mandadero.

El artículo 2142 del código civil define el contrato de mandato de la siguiente forma:

«El mandato es un contrato en que una persona confía la gestión de uno o más negocios a
otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera.

La persona que concede el encargo se llama comitente o mandante, y la que lo acepta


apoderado, procurador, y en general, mandatario.»

El contrato de mandato puede ser gratuito o remunerado, pero lo normal es que quien
delega a otro sus negocios remunere al mandatario o delegado.

La remuneración puede ser una comisión o una remuneración fija por la tarea o encargo
realizado.

Formas del contrato de mandato.


El contrato de mandato no requiere mayor solemnidad salvo casos especiales donde se
exige que sea por escrito y además mediante escritura pública.

El mandato puede ser escrito o verbal.

El contrato de mandato se puede hacer verbal o por escrito como lo señala el artículo 2149
del código civil colombiano:

«El encargo que es objeto del mandato puede hacerse por escritura pública o privada, por
cartas, verbalmente o de cualquier otro modo inteligible, y aún por la aquiescencia tácita de
una persona a la gestión de sus negocios por otra.»

En el mundo del los negocios lo recomendable es que siempre se realice por escrito, así no
se haga ante notario público, pues con ello se evitan conflictos, y en caso de presentarse
conflictos, es más fácil solucionarlos pues se ha de tener los que contiene el documento
respectivo.

El mandato se puede otorgar por documento privado o escritura pública.

Por lo general el contrato de mandato puede hacerse mediante documento privado, no


obstante se deben otorgar mediante escritura pública los siguientes mandatos:

1. Apoderado especial ante notario público para la celebración del matrimonio.


2. Cuando se otorga mandato general, es decir, se encargan todos los negocios del
mandante al mandatario.
3. Cuando se otorga poder a un abogado para que asista a una persona en un proceso
judicial.

Aunque no sea necesario otorgar poder mediante escritura pública, en ciertos negocios sí es
recomendable que el poder se otorgue ante notario público, pues el reconcomiendo de firma
da garantía de las facultades que dice tener el apoderado o mandatario.

La importancia de autenticar los contratos

Es el caso en que se otorga un mandato o poder para que un familiar o amigo venda una
propiedad en nuestro nombre, como de hecho es exigido por las notarías para tramitar una
escritura de compraventa mediante representante o apoderado.

Mandato general y especial.

El mandato puede ser general o especial según las facultades que se otorguen al
mandatario. Al respecto señala el artículo 2156 del código civil:

«Si el mandato comprende uno o más negocios especialmente determinados, se llama


especial; si se da para todos los negocios del mandante, es general; y lo será igualmente si
se da para todos, con una o más excepciones determinadas.

La administración está sujeta en todos casos a las reglas que siguen.»

El mandato general ofrece amplias facultades y representación al mandatario, por lo que


este queda facultado para gestionar los negocios del mandante como si fuere aquél.

Respecto a lo que puede o no hacer el mandatario el código civil regula algunos aspectos
particulares que nos parece oportuno resaltar a continuación:

Facultad del mandatario para vender.

Señala el artículo 2168 que el poder especial otorgado para vender implica también la
facultad de recibir el precio.
En consecuencia, si solo se quiere facultar al mandatario para que haga la venta más no
para que reciba el pago o precio, esa limitación se debe incluir expresamente en el
respectivo contrato.

Facultad del mandatario para hipotecar.

El artículo 2169 del código civil señala que la facultad otorgada para hipotecar no
comprende la facultad para vender y viceversa.

Es decir que si el encargo del mandatario es hipotecar una propiedad, es lo único que puede
hacer.

Esto implica que para que las dos cosas se puedan hacer (hipotecar y/o vender), el contrato
de mandato debe considerarlo expresamente.

Presunción del contrato de mandato.


El contrato de mandato puede ser verbal o escrito, y se recomienda que sea escrito para
efecto de evitar dudas sobre la naturaleza del contrato de mandato, pues este se puede
presumir o descartar por la naturaleza de la actividad o el encargo.

Mero consejo y no contrato de mandato.

El artículo 2145 del código civil distingue el contrato de mandato de un consejo de negocio
del siguiente modo:

«El negocio que interesa al mandatario solo, es un mero consejo que no produce obligación
alguna.»

La finalidad de esta norma es evitar que el hecho de que una persona aconseje a otra sobre
una negocio le de derechos de reclamar parte de la ganancia que se obtenga de ese negocio
si el consejo es aceptado, pues sería una fuente constante de conflictos en la medida en que
es normal que se sucedan este tipo de consejos donde quien aconseja hacer algo no está
haciendo actividad, trabajo o esfuerzo alguno que amerite una remuneración.

La recomendación y el contrato de mandato.

Caso similar al anterior respecto a dar y recibir consejo. La simple recomendación no


constituye un mandato que deba ser remunerado.

Recomendar a un vencido un negocio o comprar una propiedad de la que tenga utilidad, no


se constituye en mandato que permita a quien hizo la recomendación reclamar parte de esa
ganancia.

La recomendación ni implica gestión y mientras no haya gestión no puede haber mandato


ni otro tipo de figura contractual que implique derecho a reclamar remuneración.
Para evitar estas situaciones es que se recomienda que el mandato sea por escrito y
suficientemente claro y preciso respecto al encargo que se contrata.

Obligaciones del mandante.


El artículo 2184 del código civil contempla las siguientes obligaciones especiales del
mandante:

1. A proveer al mandatario de lo necesario para la ejecución del mandato.


2. A reembolsarle los gastos razonables causados por la ejecución del mandato.
3. A pagarle la remuneración estipulada o usual.
4. A pagarle las anticipaciones de dinero con los intereses corrientes.
5. A indemnizarle de las pérdidas en que haya incurrido sin culpa, o por causa del
mandato.

Precisa la norma que el mandante no podrá incumplir esas obligaciones alegando que el
negocio encargado no tuvo éxito o que la gestión que hizo el mandatario no fue la mejor,
excepto si se prueba que el mandatario tuvo culpa en el fracaso del negocio.

Obligaciones del mandatario.


El mandatario está obligado a desarrollar su mandato dentro de los límites en que se
concibió el encargo, como lo señala el artículo 2157 del código civil:

«El mandatario se ceñirá rigurosamente a los términos del mandato, fuera de los casos en
que las leyes le autoricen a obrar de otro modo.»

Es claro que el mandatario debe hacer su trabajo como se le ha encomendado, y dice el


artículo 2175 del código civil que:

«El mandatario debe abstenerse de cumplir el mandato cuya ejecución sería


manifiestamente perniciosa al mandante.»

Por su parte el artículo 2181 del código civil obliga al mandatario a rendir cuentas al
mandato del encargo desarrollado.

La rendición de cuentas debe ser documentadas o soportada si no se ha relevado de esa


obligación al mandatario, y si hay pagos o cargos no justificados el mandatario queda
obligado a responder por ellos, y recuerde que si el mandatario se niega a rendir cuentas,
existe la acción civil de rendición obligada de cuentas, que mediante demanda se puede
solicitar al juez a que obligue al mandatario a entregar las cuentas de su gestión.

Terminación del contrato de mandato.


el contrato de mandato se termina por cualquiera de las causales contempladas en el
artículo 2189 del código civil:

 Por el desempeño del negocio para que fue constituido.


 Por la expiración del término o por el evento de la condición prefijados para la
terminación del mandato.
 Por la revocación del mandante.
 Por la renuncia del mandatario.
 Por la muerte del mandante o del mandatario.
 Por la quiebra o insolvencia del uno o del otro.
 Por la interdicción del uno o del otro.9. Por las cesaciones de las funciones del
mandante, si el mandato ha sido dado en ejercicio de ellas.

La norma olvida mencionar la terminación del contrato de mandato por mutuo acuerdo, que
es una forma de terminación natural de todo contrato consensual.

Revocatoria del mandato.

El mandato puede ser revocado por el mandante según lo contempla el artículo 2190 del
código civil:

«La revocación del mandante puede ser expresa o tácita. La tácita es el encargo del mismo
negocio a distinta persona.

Si el primer mandato es general y el segundo especial subsiste el primer mandato para los
negocios no comprendidos en el segundo.»

La ley no contempla causales para el mandato sea revocado, de suerte que el mandante
puede revocar el mandato sin que deba alegar una causal por la que lo hace, pues así lo
contempla el artículo 2191 del código civil:

«El mandante puede revocar el mandato a su arbitrio, y la revocación expresa o tácita,


produce su efecto desde el día que el mandatario ha tenido conocimiento de ella.»

La revocatoria del mandato no exige solemnidad alguna, y tanto es así que existe la
revocatoria tácita por el simple hecho de hacer el mismo encargo a otra persona.

Si bien la ley contempla la revocatoria táctica y no exige que el mandatario sea notificado
de la revocación del mandato, el artículo 2191 del código civil afirma que la revocatoria del
mandato tiene efectos desde el día en que conoce de ella.

La importancia de poner en conocimiento del mandatario la revocación del poder o


mandato otorgado, radica en que todo lo que realice el mandatario en virtud del mandato
ignorando la expiración del mismo es válido y da derecho a terceros de buena fe contra el
mandante, es decir, que el mandante sigue siendo responsable de todo acto realizado por su
apoderado.
En este caso debido al desconocimiento que tiene el mandatario de la expiración del
contrato, sigue actuado como si fuera mandatario y es apenas lógico que por su actuar
quede directamente obligado el mandante y no él, pues en virtud del contrato todo acto que
este realice obliga a su poderdante púes el actúa en nombre de este.

Solo es responsable el mandante de los actos realizados por su mandatario cuando dichos
actos se celebran con terceros de buena fe, es decir, que los terceros ignoraban la expiración
del mandato al momento de realizar cualquier acto, porque de lo contrario no habrá
obligación alguna a cargo del mandante.

Incluso aunque el mandatario tenga conocimiento de la terminación del mandato, si actúa


como si subsistiera el contrato, todo acto que realice como mandatario con terceros de
buena fe obliga al mandante, sin embargo en este caso el mandante podrá solicitar
indemnización del mandatario.

La responsabilidad del mandante frente a terceros de buena fe cuando el mandatario actúa


ignorando la expiración del mandato se encuentra establecida en el inciso primero del
artículo 2199 del código civil el cual expresa lo siguiente:

«En general, todas las veces que el mandato expira por una causa ignorada del mandatario,
lo que éste haya hecho en ejecución del mandato será valido, y dará derecho a terceros de
buena fe, contra el mandante.»

Lo anterior obliga a que se deba notificar al mandatario de que se ha revocado su mandato.

Renuncia al mandato.

El mandatario puede renunciar al mandato y la ley tampoco considera solemnidad alguna ni


requisitos para ello.

Lo único que regula la ley es el tiempo en que la renuncia surte efectos. Dice el artículo
2193 del código civil:

«La renuncia del mandatario no pondrá fin a sus obligaciones, sino después de transcurrido
el tiempo razonable para que el mandante pueda proveer a los negocios encomendados.

De otro modo se hará responsable de los perjuicios que la renuncia cause al mandante; a
menos que se halle en la imposibilidad de administrar por enfermedad u otra causa, o sin
grave perjuicio de sus intereses propios.»

El mandatario no puede renunciar y dejar tirados los negocios del mandante, pues le
causaría grave perjuicio.

Además no se debe perder de vista que el mandatario está obligado a rendir cuentas al
mandante, lo que por supuesto debe hacer al renunciar al mandato, por lo que la renuncia si
bien puede ser intempestiva, los efectos de esa renuncia no.
Efectos de la muerte del mandante.

El fallecimiento del mandante pone fin al contrato de mandato, pero observando lo


dispuesto en el artículo 2194 del código civil:

«Sabida la muerte natural del mandante, cesará el mandatario en sus funciones; pero si de
suspenderlas se sigue perjuicio a los herederos del mandante, será obligado a finalizar la
gestión principiada.»

Como se observa, el fallecimiento del mandante no necesariamente implica la terminación


del mandato, sino que se debe evaluar cada caso particular pues en algunos casos el
mandato sobrevive a esta circunstancia.

Por ejemplo en el caso de un proceso judicial, donde el abogado no puede dejar de hacer su
trabajo por efecto de los tiempos procesales, pues si no se actúa oportunamente, el proceso
judicial puede resultar adverso a los intereses de los herederos y será responsabilidad del
abogado si por abandonar su encargo prescriben recursos o derechos de sus representados.

Efectos de la muerte del mandatario.


El fallecimiento del mandatario es una causal para la terminación del contrato de mandato,
pero en algunos casos este sobrevive a esta circunstancia en los términos del artículo 2196
del código civil:

«Los herederos del mandatario que fueren hábiles para la administración de sus bienes,
darán aviso inmediatamente de su fallecimiento al mandante; y harán en favor de éste lo
que puedan y las circunstancias exijan: la omisión a este respecto los hará responsables de
los perjuicios.

A igual responsabilidad estarán sujetos los albaceas, los tutores y curadores, y todos
aquéllos que sucedan en la administración de los bienes del mandatario que ha fallecido o
se ha hecho incapaz.»

Cuando el mandatario tiene como encargo administrar un negocio, si fallece los herederos
deben tomar las acciones necesarias para evitar que el negocio fracase por ausencia del
mandatario hasta tanto el mandante tome las acciones necesarias.

No es precisamente la continuación del mandato, pero sí se impone a los herederos la


obligación de hacer lo necesario para evitar que los intereses del mandante se afecten.

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