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Texto Dos

Teoría de la literatura
(fragmento)

En la evolución de las formas literarias durante los tres siglos últimos, se destaca como fenómeno
de capital magnitud el desarrollo y creciente importancia de la novela. Ampliando continuamente
el dominio de su temática, interesándose por la piscología, por los conflictos sociales y políticos, y
ensayando sin cesar nuevas técnicas narrativas y estilísticas, la novela se ha transformado en el
curso de los últimos siglos, sobre todo a partir del XIX, en la forma de expresión literaria más
importante y más compleja de los tiempos modernos. De mera narrativa de entretenimiento, sin
grandes ambiciones, la novela se ha convertido en estudio del alma humana y de las relaciones
sociales, en reflexión filosófica, en reportaje, en testimonio polémico, etcétera. El novelista, antes
autor poco considerado en la república de las letras, ha pasado a ser escritor prestigioso en extremo,
que dispone de un público vastísimo y ejerce poderosa influencia sobre sus lectores.

Sin embargo, del número incalculable de novelas publicadas desde el siglo XVIII sobrevive una
fracción reducida, lo cual demuestra elocuentemente la dificultad de este género literario. Durante
el imperio napoleónico, por ejemplo, se publicaban anualmente en Francia cerca de cuatro mil
novelas: de esta mole desmesurada de producción novelesca sólo alcanzaron la inmortalidad
Adolphe, de Benjamin Constant, y las novelas de Chateaubriand […].

En el concierto de las literaturas europeas del siglo XVII, la española ocupa lugar cimero en el
dominio de la creación novelesca. El Don Quijote de Cervantes, especie de anti-novela centrada
sobre la crítica de las novelas de caballería, representa la sátira de ese mundo novelesco, quimérico
e ilusorio, característico de la época barroca, y asciende a la categoría de eterno y patético símbolo
del conflicto entre realidad y apariencia, entre sueño y materia vil. A la literatura española del siglo
XVII se debe también la novela picaresca, cuyo origen se remonta a la famosa Vida de Lazarillo de
Tormes (1554), de autor anónimo, y que tiene en la Vida de Guzmán de Alfarache (1599-1604), de
Mateo Alemán, su ejemplar más representativo. La novela picaresca, a través de numerosas
traducciones e imitaciones, ejerció gran influjo en las literaturas europeas, y encaminó el género
novelesco hacia la descripción realista de la sociedad y de las costumbres contemporáneas. El
significado de la novela picaresca en la historia de la novela trasciende, sin embargo, esta lección de
realismo. El pícaro, por su origen, por su naturaleza y por su comportamiento, es un anti-héroe, un
destructor de los mitos heroicos y épicos, que anuncia una nueva época y una mentalidad nueva –
época y mentalidad refractarias a la representación artística mediante la epopeya y la tragedia–. En
su rebeldía, en su conflicto radical con la sociedad, el pícaro se afirma como individuo que tiene
conciencia de la legitimidad de su oposición al mundo y se atreve a considerar, contra las normas
vigentes, su vida mezquina y miserable como digna de ser narrada. Ahora bien, la novela moderna
es indisociable de esta confrontación del individuo, bien consciente del carácter legítimo de su
autonomía.
Fragmento tomado de: De Aguiar E Silva, M. (1986). Teoría de la literatura. Madrid: Gredos, p. 197-201.

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