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CONFUNDIENDO A JESUS CON UN SANADOR

No es una novedad que la medicina sea uno de los negocios más lucrativos
en nuestra época. De hecho, hace tiempo la revista Forbes publicó los 10
empleos mejor pagados en Estados Unidos y 9 de ellos estaban relacionados
directamente con el mundo médico. La gente invierte cantidades
exorbitantes de dinero en su bienestar físico y mental, y no es de
sorprenderse, pues una sociedad materialista siempre apostará por vivir lo
mejor que se pueda en este mundo, ya que no esperan el porvenir.

Lo que es de lamentar es que en el mundo evangélico, y especialmente en


América Latina, el negocio más lucrativo también es el del bienestar físico.
Hombres como Benny Hinn, Kenneth Copeland y Guillermo Maldonado,
entre otros, han construido una fortuna en el nombre de la sanidad
“espiritual”.

¿Qué opina Jesús del evangelio de sanidad?


En Marcos 1:29-34 leemos un episodio en el ministerio de Jesús donde sana
a la suegra de Pedro y a muchos que estaban a la puerta de su casa:

Inmediatamente después de haber salido de la sinagoga, fueron a casa


de Simón y Andrés, con Jacobo (Santiago) y Juan. La suegra de Simón
estaba en cama con fiebre, y enseguida hablaron a Jesús de ella. El se
le acercó, y tomándola de la mano la levantó, y la fiebre la dejó; y ella
les servía. A la caída de la tarde, después de la puesta del sol, trajeron a
Jesús todos los que estaban enfermos y los endemoniados. Toda la
ciudad se había amontonado a la puerta. Y sanó a muchos que estaban
enfermos de diversas enfermedades, y expulsó muchos demonios; y no
dejaba hablar a los demonios, porque ellos sabían quién era El.

Marcos nos da por lo menos 3 características acerca del ministerio de Jesús:

1.Es poderoso y compasivo


Es interesante que en este relato de Marcos no se nos diga nada acerca de lo
que Jesús dijo, sino de lo que hizo. Marcos nos describe a Jesús en
movimiento, sanando enfermos y exorcizando demonios. Los demonios y
las enfermedades estaban bajo su poder. Justo antes de entrar a la casa de
Pedro, vemos que Jesús tenía poder sobre el mundo sobrenatural al echar
fuera un demonio en la sinagoga (Mr. 1:23-26); y en esta ocasión vemos que
el mundo natural también está bajo su poder. El relato de Marcos enfatiza la
sencillez con la que Jesús hacia estos milagros: solamente hablaba y el
demonio obedecía. Jesús tocaba y la gente sanaba.

Es muy claro notar que la palabra de Jesús tiene poder, y lo más maravilloso
de todo es que es un poder compasivo. El hecho de que Jesús es poderoso no
son muy buenas noticias para mí si ese poder no es un poder compasivo.
Gracias a Dios que en Jesús encontramos poder y compasión para sanar, y
podemos depositar nuestra confianza entera en ese poder. Y por supuesto,
no es necesario ninguna ofrenda para contar con Él.

2.Jesús era malentendido por su audiencia


Ahora que las noticias se habían esparcido, la gente se le amontonaba a
Jesús afuera de la casa de Pedro (Mr. 1:32). Tal vez pensaban “¡Esta es la
Nueva Era! Ahora sí ha llegado el Mesías que viene a librarnos de los
demonios y de las enfermedades. ¡Seguramente nos librará también de la
opresión de los Romanos!”. Jesús era cada vez más popular, pero notemos
que la gente quería usar a Jesús para sus propios deseos. Es interesante que
al ver lo que Jesús hizo con el endemoniado en la sinagoga, Pedro ya tiene
planes para Jesús: “tiene que curar a mi suegra”. Los que estaban afuera de
la casa de Pedro ya tenían planes para los poderes de Jesús: querían que los
sanara de alguna u otra manera. En el evangelio de Juan, Jesús les dice a sus
seguidores que ellos lo buscaban solamente para saciarse (Jn. 6:26).

Esto sigue sucediendo hoy en la iglesia. El apóstol Santiago nos recuerda


que nuestras oraciones no son contestadas porque pedimos con malas
intenciones, para satisfacer nuestras propias pasiones (Stg. 4:3). La gente
buscaba a Jesús mientras Él fuera un eslabón más en su escalera del éxito
propio.

3.Jesús tenía una agenda diferente


Por alguna razón Jesús no quería que los demonios revelaran quién era Él
(Mr. 1:34). Lucas 4:41 nos dice que era “porque sabían que era el Cristo”.
Jesús no quería que la gente se confundiera acerca del reino de Dios. El
Mesías tenía que morir, y era algo que ellos todavía no sabían y que aún no
entendían. Ni los discípulos ni los seguidores de Cristo tenían idea de que
todas estas sanaciones y milagros eran solo el comienzo del reino de Dios,
pero que al final el milagro más grande de todos era uno que ellos no
entendían: el rey tenía que morir para realmente sanarlos. No tenían una
categoría para un Mesías que tenía que sufrir. De hecho, es interesante que
en repetidas ocasiones Jesús manda no revelar su identidad a las personas
que sanaba. No es hasta Mateo 28:18-20 que les manda ahora sí a ir y
predicar su evangelio, claramente porque ahora ya habían entendido que el
reino de Dios se trataba del Mesías crucificado por nuestros pecados y
resucitado victoriosamente.

El error del evangelio de sanación es un error escatológico. Ciertamente


Jesús promete librarnos de enfermedades y limpiar nuestras lágrimas (Ap.
21:4), pero nunca dijo que sería ahora. Jesús dijo que eso sucederá en su
segunda venida cuando reinemos con Él. Las personas que predican
solamente sanidad no han entendido que el reino de Dios es más que una
sanidad temporal. Sí, Jesús va a sanar todas nuestras dolencias y nuestras
enfermedades. Pero no ahora, sino al final de los tiempos.

El Doctor Martin Lloyd Jones le dijo a un grupo de colegas:

“El propósito y la función principal de Cristo no era curar a los


enfermos o a traer sanidad en otras maneras. Ciertamente hizo esto,
pero no es lo que vino a hacer principalmente. El hizo todas estas
cosas porque tenía un corazón amoroso y lleno de compasión, pero el
no vino al mundo con ese propósito. También los milagros y las
señales tenían como propósito el confirmar el hecho de que Jesús era
quien clamaba ser. La parte de sanidad de su ministerio era una parte
casi incidental. Su objeto principal era cumplir con algo que
solamente él podía hacer. Esto es crucial. Lo que era verdad en su
ministerio es igualmente verdad en la iglesia cristiana; la tarea
primordial de la iglesia no es hacer a la gente feliz, tampoco es sanar
a las personas ni siquiera es hacer buenas a las personas. La iglesia
claro que se preocupa por la felicidad y la bondad de las personas,
pero esa no es su función principal. Su tarea esencial es restaurar a
las personas hacia una relación correcta con Dios”[1].

Después de que la multitud confundiera al Mesías con un mero sanador


físico, Jesús les dice a sus discípulos: “Vamos a los lugares vecinos, para
que predique también allí; porque para esto he venido” (Mr. 1:38). Mi
oración es que Dios nos libre de confundir a Jesús como un mero sanador y
que nos dé un corazón tras su propia agenda: la expansión de su gloria. Más
importante que restaurar nuestros cuerpos de enfermedades temporales,
Jesús restaura nuestras almas eternamente. Es por eso que existe la iglesia:
porque queremos ver que la gente que apuesta ciegamente su vida en cosas
temporales, inviertan su vida en la cruz, donde tenemos la esperanza de la
restauración eterna de nuestras almas.

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