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Resumen

Con la llegada de las redes sociales se ha incrementado un modo de entender la sociedad y al


hombre individual curiosamente alejado de la idea posmoderna. En el siguiente ensayo se
realizará una aproximación sociológica y filosófica a la cuestión del retorno a los clásicos de
la literatura y filosofía griega en el siglo XXI, a partir de las diversas concepciones que esta
ofrece con respecto a la felicidad, especialmente el estoicismo reinante actualmente. Por ello,
nuestro propósito es evidenciar esta vuelta a los valores morales de la filosofía antigua y así
argumentar la importancia de conocer lo que los sabios griegos tienen que ofrecer.

Abstract
With the arrival of social media, a new way of understanding society and the individual man
has emerged, interestingly moving away from the postmodern idea. In the following essay, a
sociological and philosophical approach will be made to the question of the return to the
classics of Greek literature and philosophy in the 21st century, based on the various
conceptions that it offers regarding happiness, especially Stoicism. Therefore, our purpose is
to highlight this return to the moral values of ancient philosophy and thus argue the
importance of knowing what the Greek sages have to offer.

Introducción: análisis cultural


En los últimos años ha habido una tendencia creciente de recurrir a los clásicos como medio
para lograr la felicidad y el desarrollo personal. Esta tendencia se puede remontar a libros
como Por qué leer los clásicos (Italo Calvino, 1991), Más Platón y menos prozac (Lou
Marinoff, 1999), Clásicos para la vida (Nuccio Ordine, 2017) o La inutilidad de lo inútil
(Nuccio Ordine, 2013), con los cuales se popularizó, en un público más heterogéneo y menos
académico, la idea de que la filosofía puede ser una herramienta para mejorar la vida.

Una de las principales escuelas filosóficas que se ha redescubierto por su potencial en el


desarrollo personal es el estoicismo. El estoicismo enseña que la felicidad se puede encontrar
viviendo de acuerdo con la razón y la virtud, y que los eventos externos están fuera de
nuestro control. Al centrarnos en lo que está dentro de nuestro control, es decir, nuestros
pensamientos y acciones, podemos cultivar la paz interior y la satisfacción.

Este retorno a los clásicos se puede ver como una respuesta a las deficiencias percibidas de la
sociedad posmoderna. Muchas personas se sienten desconectadas de los valores posmodernos
y están buscando un significado y propósito más profundo en la vida. Lo que Lyotard vaticinó
ya en 1979 en La condición posmoderna evidencia que los grandes relatos han perdido su
credibilidad1. Hay una desconfianza en la razón y en los grandes sistemas filosóficos (la
Ilustración, el idealismo o el marxismo, por ejemplo), pues pecan de especulación.

1
Lyotard, Jean-François, La condición postmoderna: informe sobre el saber, Planeta de Agostini, Barcelona,
1993.

1
De esta forma, el desencanto con la razón y la consideración de la ciencia como otro saber
especulativo e ilegítimo2 más —pues no es menos sociopolítico que epistemológico, en
palabras de Lyotard— ha llevado a la sociedad del siglo XXI a dos derroteros diferentes: el
relativismo puro y, por tanto, “todo vale”, o el retorno a los valores tradicionales que la
filosofía griega clásica representa en gran medida.

Este cambio de paradigma se otea claramente en las redes sociales, donde la constante
avalancha de información y estímulos ha llevado a una sensación de abrumo y desorientación
que ha impulsado el deseo de volver a tiempos más simples y a la búsqueda de una sabiduría
atemporal no relativista. De hecho, se observa un resurgimiento de las corrientes estoicas en
las redes sociales. Cada vez son más populares las cuentas de Instagram o Twitter que
difunden citas y reflexiones de los filósofos estoicos.

Asimismo, los síntomas del retorno a los clásicos en lo que respecta a la felicidad y el
desarrollo personal son evidentes en la popularidad de los libros de filosofía y el
redescubrimiento de la sabiduría antigua, particularmente en las enseñanzas del estoicismo.
Además, esta tendencia también se puede atribuir a un creciente escepticismo hacia la
eficacia de la medicina y la psicología modernas en el tratamiento de problemas de salud
mental. Muchas personas están recurriendo a métodos alternativos, como la meditación, que
tienen sus raíces en antiguas tradiciones filosóficas y religiosas.

En última instancia, la importancia de la responsabilidad personal y la autosuperación


también se enfatiza en los clásicos, lo que contrasta con la actitud predominante de
victimización y culpabilización a terceros de los problemas propios que a menudo se ve en la
sociedad moderna. Este cambio en el enfoque hacia la responsabilidad personal y la
autosuperación se ve como un paso necesario hacia la creación de una vida más virtuosa y
satisfactoria.

Sin embargo, el retorno a los clásicos no está exento de críticas, ya que se argumenta que
romantiza el pasado y pasa por alto el progreso y los logros de la sociedad moderna. También
existe el riesgo de seleccionar e interpretar selectivamente los textos antiguos para adaptarse
a los ideales modernos, en lugar de comprometerse verdaderamente con las complejidades y
matices de estas tradiciones filosóficas. Por ende, es importante abordar estas antiguas
tradiciones con una perspectiva crítica y matizada, a fin de comprender y beneficiarse
verdaderamente de sus enseñanzas.

¿Qué nos dice la filosofía griega acerca de la felicidad?


En referencia al estoicismo, que es la corriente filosófica que se analizará en este ensayo, fue
fundado por Zenón, el cual, tal y como nos dice Copleston, quedó prendado de la fuerza y
vigor de la personalidad y carácter de Sócrates tras la lectura de la Apología de Platón3. De

2
Lyotard, Jean-François, La condición postmoderna: informe sobre el saber, Planeta de Agostini, Barcelona,
1993.
3
Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo I. Grecia y Roma, 1946, recuperado de
https://bit.ly/3Lucb6J.

2
esta forma, fundó una escuela con gran éxito, aunque tan solo conservamos fragmentos de sus
escritos.

Estos filósofos se caracterizan por basar el conocimiento en la percepción sensible: “el alma
humana es, originariamente, una tabula rasa, y, para que conozca algo, es necesaria la
percepción”4. Asimismo, tras la percepción, queda la memoria, el recuerdo de la percepción.
Fueron, por tanto, empiristas o sensistas, ligado siempre a un racionalismo, pues “sólo por
medio de la razón se puede conocer el sistema de la realidad”5.

Con respecto a la importancia de la ética estoica, se hace evidente en filósofos como Séneca,
el cual comprendía la filosofía como la ciencia de la conducta. Para estos filósofos, la
eudaimonia, es decir, la felicidad, que es el fin de la vida, consiste en la práctica de la virtud,
esto es, “en la vida natural o en el vivir conforme a la naturaleza”, en la “en la conformidad
de la acción humana con la Ley de la naturaleza o de la voluntad humana con la Voluntad
divina”6. De ahí que la máxima estoica proponga vivir conforme a la naturaleza.

Por tanto, vivir de acuerdo a las leyes de la naturaleza y adaptar su conducta a la razón es una
única y misma cosa. El principio primordial de las leyes naturales en el hombre no es otro
que la autoconservación, o, como lo llamarán estos, la búsqueda de la autoperfección y
autodesarrollo. El hombre racional, al ser capaz de conocer las leyes de la naturaleza y
aceptarlas de manera consciente, está también provisto de la posibilidad de renunciar a ellas,
aunque ello hará que deje de ser sabio, pues el sabio, dirá Séneca, es aquel que sigue la senda
del Destino7.

Por otro lado, los estoicos conformaron una escala de valores según la virtud y su relación
con la naturaleza. De esta forma, aquello que concuerda con la naturaleza es valioso y lo que
no lo es, es vicio. No obstante, también postulan un término intermedio según el cual no hay
una relación con la naturaleza ni tampoco una oposición a esta, lo que haría de estas cosas
indiferentes en cuanto al valor.

Según los estoicos, sólo la virtud es un bien en el pleno sentido de este término: todo lo que
no sea ni virtud ni vicio tampoco será bueno ni malo, sino indiferente (ἀδιάϕορον). «La virtud
es una disposición conforme a la razón, deseable en sí misma y por sí misma y no a causa de
alguna esperanza o del temor de algún motivo externo» […] Sin embargo, en lo que atañe a
esa zona intermedia de lo indiferente, los estoicos admitían que algunas cosas son preferibles
(προηγμένα), otras rechazables (ὰποπροηγμένα) y otras, en fin, indiferentes en un sentido más
estricto8.

4
Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo I. Grecia y Roma, 1946, p. 340, recuperado de
https://bit.ly/3Lucb6J.
5
Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo I. Grecia y Roma, 1946, p. 340, recuperado de
https://bit.ly/3Lucb6J.
6
Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo I. Grecia y Roma, 1946, p. 341, recuperado de
https://bit.ly/3Lucb6J.
7
Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo I. Grecia y Roma, 1946, recuperado de
https://bit.ly/3Lucb6J.
8
Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo I. Grecia y Roma, 1946, pp. 348-349, recuperado de
https://bit.ly/3Lucb6J.

3
El placer, además, debe ser una consecuencia de la realización de una actividad virtuosa, pero
nunca el fin. Así, ofrecen una lista de virtudes como la prudencia o discernimiento moral,
fortaleza, templanza y justicia, siendo estas las virtudes cardinales estoicas. De hecho, la
presencia de una sola de estas virtudes en el individuo supone la presencia del resto, pues
existe una interrelación entre ellas, ya que “están indisolublemente ligadas unas con otras,
como expresiones que son de un solo y mismo carácter”9. Esto implica, tal y como explicita
Copleston, que la virtuosidad no admite grados: o se posee la virtud o no se posee.

Por último, es de especial interés la doctrina estoica de los estados de ánimo, esto es, de las
afecciones y pasiones. El placer, el deseo, la tristeza, el miedo o la depresión son irracionales
y contra natura, por lo que, “más que de moderarlas o regularlas, lo que se ha de hacer es
desembarazarse de ellas y procurar un estado de apatía”10. Por ello, la batalla estoica contra
las pasiones o inclinaciones humanas es un intento de dominación del estado de ánimo, lo que
procurará una verdadera felicidad y libertad moral. Es, en definitiva, un intento de establecer
una independencia del individuo con el exterior, lo cual es una herencia de los cínicos. De
hecho, estoicos como Epicteto o Séneca afirmaban que la felicidad no depende de las
circunstancias externas, sino que es una cuestión de actitud y elección personal. Para ellos, la
felicidad se alcanza a través de la virtud y el autocontrol, y es posible incluso en las
situaciones más adversas.

En última instancia, se puede concluir que el estoicismo destaca por la importancia que
otorga a la virtud y la sabiduría para alcanzar la felicidad y el bienestar personal. Esto solo se
logra si se vive en armonía con la naturaleza y se aceptan las cosas que se encuentran fuera de
nuestro alcance. Ello hará posible en el individuo el desarrollo de una mayor resiliencia y
serenidad en la vida. Por ello, toda esta doctrina del carácter del individuo debe ir supeditada
y acompañada de la vida en comunidad y la solidaridad, pues son la fuente de apoyo y
satisfacción.

¿Existe una necesidad del pensamiento griego en el siglo XXI?


La etapa pos-COVID-19 y la cada vez más irreconciliable sociedad en la que vivimos hace
evidente la necesidad del pensamiento griego para lidiar con problemas relacionados con la
felicidad, el sentido de la vida, la moralidad y las normas de conducta éticas como el
hedonismo, el materialismo, el éxito personal, el placer o la amistad. La filosofía griega
ofrece una rica tradición de pensamiento que aborda estas cuestiones de manera profunda y
reflexiva, y su relevancia es eterna, pues se abordan los mismos problemas que el hombre del
siglo XXI se plantea por su misma condición antropológica.

Por ejemplo, el hedonismo, que promueve la búsqueda del placer como el objetivo supremo
de la vida, es un enfoque común en la sociedad moderna. Sin embargo, la filosofía griega
ofrece una alternativa a esta visión superficial y hedonista de la felicidad, como el

9
Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo I. Grecia y Roma, 1946, p. 349, recuperado de
https://bit.ly/3Lucb6J.
10
Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo I. Grecia y Roma, 1946, p. 350, recuperado de
https://bit.ly/3Lucb6J.

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