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La Felicidad de Leer A Los Griegos: La Importancia y Necesidad de La Lectura de Los Clásicos en La Sociedad Actual - 2-5
La Felicidad de Leer A Los Griegos: La Importancia y Necesidad de La Lectura de Los Clásicos en La Sociedad Actual - 2-5
Abstract
With the arrival of social media, a new way of understanding society and the individual man
has emerged, interestingly moving away from the postmodern idea. In the following essay, a
sociological and philosophical approach will be made to the question of the return to the
classics of Greek literature and philosophy in the 21st century, based on the various
conceptions that it offers regarding happiness, especially Stoicism. Therefore, our purpose is
to highlight this return to the moral values of ancient philosophy and thus argue the
importance of knowing what the Greek sages have to offer.
Este retorno a los clásicos se puede ver como una respuesta a las deficiencias percibidas de la
sociedad posmoderna. Muchas personas se sienten desconectadas de los valores posmodernos
y están buscando un significado y propósito más profundo en la vida. Lo que Lyotard vaticinó
ya en 1979 en La condición posmoderna evidencia que los grandes relatos han perdido su
credibilidad1. Hay una desconfianza en la razón y en los grandes sistemas filosóficos (la
Ilustración, el idealismo o el marxismo, por ejemplo), pues pecan de especulación.
1
Lyotard, Jean-François, La condición postmoderna: informe sobre el saber, Planeta de Agostini, Barcelona,
1993.
1
De esta forma, el desencanto con la razón y la consideración de la ciencia como otro saber
especulativo e ilegítimo2 más —pues no es menos sociopolítico que epistemológico, en
palabras de Lyotard— ha llevado a la sociedad del siglo XXI a dos derroteros diferentes: el
relativismo puro y, por tanto, “todo vale”, o el retorno a los valores tradicionales que la
filosofía griega clásica representa en gran medida.
Este cambio de paradigma se otea claramente en las redes sociales, donde la constante
avalancha de información y estímulos ha llevado a una sensación de abrumo y desorientación
que ha impulsado el deseo de volver a tiempos más simples y a la búsqueda de una sabiduría
atemporal no relativista. De hecho, se observa un resurgimiento de las corrientes estoicas en
las redes sociales. Cada vez son más populares las cuentas de Instagram o Twitter que
difunden citas y reflexiones de los filósofos estoicos.
Asimismo, los síntomas del retorno a los clásicos en lo que respecta a la felicidad y el
desarrollo personal son evidentes en la popularidad de los libros de filosofía y el
redescubrimiento de la sabiduría antigua, particularmente en las enseñanzas del estoicismo.
Además, esta tendencia también se puede atribuir a un creciente escepticismo hacia la
eficacia de la medicina y la psicología modernas en el tratamiento de problemas de salud
mental. Muchas personas están recurriendo a métodos alternativos, como la meditación, que
tienen sus raíces en antiguas tradiciones filosóficas y religiosas.
Sin embargo, el retorno a los clásicos no está exento de críticas, ya que se argumenta que
romantiza el pasado y pasa por alto el progreso y los logros de la sociedad moderna. También
existe el riesgo de seleccionar e interpretar selectivamente los textos antiguos para adaptarse
a los ideales modernos, en lugar de comprometerse verdaderamente con las complejidades y
matices de estas tradiciones filosóficas. Por ende, es importante abordar estas antiguas
tradiciones con una perspectiva crítica y matizada, a fin de comprender y beneficiarse
verdaderamente de sus enseñanzas.
2
Lyotard, Jean-François, La condición postmoderna: informe sobre el saber, Planeta de Agostini, Barcelona,
1993.
3
Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo I. Grecia y Roma, 1946, recuperado de
https://bit.ly/3Lucb6J.
2
esta forma, fundó una escuela con gran éxito, aunque tan solo conservamos fragmentos de sus
escritos.
Estos filósofos se caracterizan por basar el conocimiento en la percepción sensible: “el alma
humana es, originariamente, una tabula rasa, y, para que conozca algo, es necesaria la
percepción”4. Asimismo, tras la percepción, queda la memoria, el recuerdo de la percepción.
Fueron, por tanto, empiristas o sensistas, ligado siempre a un racionalismo, pues “sólo por
medio de la razón se puede conocer el sistema de la realidad”5.
Con respecto a la importancia de la ética estoica, se hace evidente en filósofos como Séneca,
el cual comprendía la filosofía como la ciencia de la conducta. Para estos filósofos, la
eudaimonia, es decir, la felicidad, que es el fin de la vida, consiste en la práctica de la virtud,
esto es, “en la vida natural o en el vivir conforme a la naturaleza”, en la “en la conformidad
de la acción humana con la Ley de la naturaleza o de la voluntad humana con la Voluntad
divina”6. De ahí que la máxima estoica proponga vivir conforme a la naturaleza.
Por tanto, vivir de acuerdo a las leyes de la naturaleza y adaptar su conducta a la razón es una
única y misma cosa. El principio primordial de las leyes naturales en el hombre no es otro
que la autoconservación, o, como lo llamarán estos, la búsqueda de la autoperfección y
autodesarrollo. El hombre racional, al ser capaz de conocer las leyes de la naturaleza y
aceptarlas de manera consciente, está también provisto de la posibilidad de renunciar a ellas,
aunque ello hará que deje de ser sabio, pues el sabio, dirá Séneca, es aquel que sigue la senda
del Destino7.
Por otro lado, los estoicos conformaron una escala de valores según la virtud y su relación
con la naturaleza. De esta forma, aquello que concuerda con la naturaleza es valioso y lo que
no lo es, es vicio. No obstante, también postulan un término intermedio según el cual no hay
una relación con la naturaleza ni tampoco una oposición a esta, lo que haría de estas cosas
indiferentes en cuanto al valor.
Según los estoicos, sólo la virtud es un bien en el pleno sentido de este término: todo lo que
no sea ni virtud ni vicio tampoco será bueno ni malo, sino indiferente (ἀδιάϕορον). «La virtud
es una disposición conforme a la razón, deseable en sí misma y por sí misma y no a causa de
alguna esperanza o del temor de algún motivo externo» […] Sin embargo, en lo que atañe a
esa zona intermedia de lo indiferente, los estoicos admitían que algunas cosas son preferibles
(προηγμένα), otras rechazables (ὰποπροηγμένα) y otras, en fin, indiferentes en un sentido más
estricto8.
4
Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo I. Grecia y Roma, 1946, p. 340, recuperado de
https://bit.ly/3Lucb6J.
5
Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo I. Grecia y Roma, 1946, p. 340, recuperado de
https://bit.ly/3Lucb6J.
6
Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo I. Grecia y Roma, 1946, p. 341, recuperado de
https://bit.ly/3Lucb6J.
7
Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo I. Grecia y Roma, 1946, recuperado de
https://bit.ly/3Lucb6J.
8
Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo I. Grecia y Roma, 1946, pp. 348-349, recuperado de
https://bit.ly/3Lucb6J.
3
El placer, además, debe ser una consecuencia de la realización de una actividad virtuosa, pero
nunca el fin. Así, ofrecen una lista de virtudes como la prudencia o discernimiento moral,
fortaleza, templanza y justicia, siendo estas las virtudes cardinales estoicas. De hecho, la
presencia de una sola de estas virtudes en el individuo supone la presencia del resto, pues
existe una interrelación entre ellas, ya que “están indisolublemente ligadas unas con otras,
como expresiones que son de un solo y mismo carácter”9. Esto implica, tal y como explicita
Copleston, que la virtuosidad no admite grados: o se posee la virtud o no se posee.
Por último, es de especial interés la doctrina estoica de los estados de ánimo, esto es, de las
afecciones y pasiones. El placer, el deseo, la tristeza, el miedo o la depresión son irracionales
y contra natura, por lo que, “más que de moderarlas o regularlas, lo que se ha de hacer es
desembarazarse de ellas y procurar un estado de apatía”10. Por ello, la batalla estoica contra
las pasiones o inclinaciones humanas es un intento de dominación del estado de ánimo, lo que
procurará una verdadera felicidad y libertad moral. Es, en definitiva, un intento de establecer
una independencia del individuo con el exterior, lo cual es una herencia de los cínicos. De
hecho, estoicos como Epicteto o Séneca afirmaban que la felicidad no depende de las
circunstancias externas, sino que es una cuestión de actitud y elección personal. Para ellos, la
felicidad se alcanza a través de la virtud y el autocontrol, y es posible incluso en las
situaciones más adversas.
En última instancia, se puede concluir que el estoicismo destaca por la importancia que
otorga a la virtud y la sabiduría para alcanzar la felicidad y el bienestar personal. Esto solo se
logra si se vive en armonía con la naturaleza y se aceptan las cosas que se encuentran fuera de
nuestro alcance. Ello hará posible en el individuo el desarrollo de una mayor resiliencia y
serenidad en la vida. Por ello, toda esta doctrina del carácter del individuo debe ir supeditada
y acompañada de la vida en comunidad y la solidaridad, pues son la fuente de apoyo y
satisfacción.
Por ejemplo, el hedonismo, que promueve la búsqueda del placer como el objetivo supremo
de la vida, es un enfoque común en la sociedad moderna. Sin embargo, la filosofía griega
ofrece una alternativa a esta visión superficial y hedonista de la felicidad, como el
9
Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo I. Grecia y Roma, 1946, p. 349, recuperado de
https://bit.ly/3Lucb6J.
10
Copleston, Frederick, Historia de la filosofía tomo I. Grecia y Roma, 1946, p. 350, recuperado de
https://bit.ly/3Lucb6J.