Si vuestro color de piel es diferente al de la mayoría de vuestros
compañeros, muy probablemente sentiréis que ese rasgo forma parte de vuestra señas de identidad más destacadas, pues así os lo hacen sentir día a día las mil y una formas de racismo que a buen seguro habréis sufrido. Ser mujer, ser negra, ser pobre, son sin duda rasgos que quedan por debajo en la balanza de los privilegios frente a ser hombre, ser blanco, ser de clase media- alta. En el abanico de las identidades hay hilos que en determinados contextos apenas cobran relieve –ser heterosexual, por ejemplo, en sociedades donde la heterosexualidad se da por supuesta– mientras otros parecen tener un peso descomunal para nuestros frágiles hombros. Resulta imposible abordar en un recorrido como este los muchos componentes de nuestras identidades múltiples, pero no podíamos silenciar dos de los más visibles... y fuente inmensa de desigualdades: el sexo y el color de piel. Mujeres negras son la mayor parte de las protagonistas de las novelas de Toni Morrison, escritora afroamericana y Premio Nobel de Literatura. De su novela Sula, publicada en 1973, extraemos los fragmentos que siguen.