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El Desafío de Ser Responsables Con Nuestra Libertad
El Desafío de Ser Responsables Con Nuestra Libertad
Predicado por el Presbítero: Diego Teh Reyes, el domingo 17 de marzo 2019, a las 11:00
horas, en la iglesia “El Divino Salvador” de Mérida, Yucatán.
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Cuando el apóstol Pablo dice que por el conocimiento de un creyente: “se perderá el
hermano débil por quien Cristo murió” (1 Corintios 8:11), no se refiere a la idea de que
el “hermano débil” pierda su salvación, sino que, con perdición en este contexto de palabras,
se refiere al pecado de regresar por su propia debilidad o inestabilidad en la fe, a practicar el
pecado del cual fue antes rescatado por la gracia del Señor, o incluso a practicar un nuevo
pecado que antes no cometía, pero que ahora vio que algún creyente que se estima es maduro,
le dio el mal ejemplo, de hacer lo que no se debe hacer. Pero, no por esto el débil se ha perdido
por toda la eternidad. Además, al afirmar el apóstol que el “hermano débil” es una
persona “por quien Cristo murió”, entonces, no se trata de su perdición eterna, pues por
quienes Cristo murió, su muerte y el efecto de su salvación es totalmente efectiva y eficaz de tal
manera que ninguno “por quien Cristo murió” va a perderse; de otra manera de nada serviría
la muerte de Cristo. El “hermano débil”, se perderá en la comisión de pecados, pero si él
es “por quien Cristo murió”, aunque haya sido “débil”, no permanecerá en dicho pecado, sino
cuando alguien le amoneste, demostrará arrepentimiento para volver al camino del Señor, y lo
hará con toda sinceridad.
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CONCLUSIÓN: Amados hermanos, por la naturaleza del tema, ha sido extensa esta
exposición. Ahora que prácticamente he concluido con la parte homilética del sermón, ahora
solamente quiero exponer algunas aplicaciones. ¿En qué consistía la libertad cristiana de los
Corintios? Todos ellos fueron libertados por el evangelio de Cristo, principalmente de la
idolatría, de la fornicación, y de otros pecados. Añ saberse libres de aquello, sus conciencias
altamente sensibles no les permitía regresar ni siquiera solo para estar presentes y mirar, y
menos para practicar, lo mismo a lo que antes estuvieron esclavizados. Es algo similar a lo que
ocurre en nuestro contexto con quienes fueron rescatados de la sensualidad de los bailes, pero
ahora que han venido a la fe en Cristo, sus conciencias de personas libres por Cristo no les
permite ni siquiera escuchar cumbias o música no sacra aunque sea en los cultos y aunque
tengan letras bíblicas, porque les recuerdan su pasada manera de vivir, lo cual no les es
edificante. ¿Está mal el hermano que piensa así? No lo está, en cuanto su intención es no
volver a su antigua manera pecaminosa de vivir; por lo tanto, no debemos herir su débil
conciencia, aunque sabemos que la música en cuanto consiste en sonido y tiempo, son la
combinación de elementos creados por Dios. Pero, mientras tanto el débil no tenga este
conocimiento, tenemos que cuidar y respetar su conciencia, no exponiéndole a lo que antes fue
la causa de su rechazo a Dios. Igualmente, si decidimos entrar a un bar, aunque no nos
pongamos a beber, fumar, o bailar, pero si de repente un hermano de paso cuya vida pasada sin
Cristo, estuvo perdido en esos lugares, y nos llegase a ver allí; en realidad, aunque nosotros no
estemos haciendo lo impropio, igual, habremos también herido su débil conciencia.
Quizá todos nosotros conocemos a hermanos que en los tiempos que vivió sin Cristo, sus
pasatiempos eran el circo, el deporte, los partidos de béisbol, futbol, etc… de los cuales la
biblia no tiene ninguna prohibición explícita acerca de todo ello. Antes, se pasaban los
domingos en los partidos u otros lugares y eventos, pero ahora, prefieren adorar a Dios en su
día consagrado para ello, entonces, por eso no debemos herir su débil conciencia, invitándole a
ir a un partido, a una convivencia social el día y horarios que se debe dedicar a la adoración de
nuestro Señor, porque si se supone que nosotros estamos creciendo en la gracia y en el
conocimiento de nuestro Señor (cf. 2 Pedro 3:18), no deberíamos hacer eso, porque para
nosotros ahora nuestra prioridad en el día del Señor es la adoración a Dios, y no nuestros
pasatiempos, ni deportes, ni recreaciones que antes fueron las causas de alejarnos de Dios. Por
lo que, si inducimos intencionalmente a un hermano, o si un hermano nos ve o se entera de que
nosotros allí vamos o estamos en el día del Señor, seguramente habremos por ello herido
también su débil conciencia, lo que no habrá sido una buena actitud de nuestra parte; porque se
supone que él fue rescatado de allí, pero ahora resulta que nosotros los maduros estamos allí.
Es por eso que nuestra libertad en Cristo, amados hermanos, tiene LÍMITES, y debemos ser
responsables con nuestra libertad.
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