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El patrimonio es una universalidad jurídica constituida por activos y pasivos, dicho

patrimonio es el fundamento de las sucesiones de cualquier tipo. En la antigüedad,


respectivamente en la Roma antigua, el patrimonio era del pater familias, o el jefe de
familia, él tenía la titularidad del mismo, dicho patrimonio en su dominio podía
formarse, crecer o reducirse por actos entre vivos y mortis causa, es decir, que
producto de la compraventa o donación conformaban aquel y el derecho sucesorio
éste.
El patrimonio o, mejor dicho, la concepción y el alcance que se ha tenido de él a lo
largo de los tiempos, ha estado en constante evolución. En principio se entendía
reservado para el pater, posteriormente los sujetos a su tutela adquirieron derechos
patrimoniales, además se empezó a distinguir las cosas susceptibles de
apropiación, las que se encontraban dentro y fuera del comercio y, finalmente, se
entendió el patrimonio como una universalidad jurídica.
Entender uno de los aspectos fundamentales del patrimonio implica conocer que lo
conforma, las cosas, por cosa se entiende jurídicamente a todo aquello que sirve de
utilidad al hombre y que el ordenamiento jurídico permite realizar actos o negocios
jurídicos sobre ellas.
Nuestro ordenamiento jurídico, particularmente el derecho común, debe gran parte
de sus instituciones y su entendimiento jurídico al derecho romano, pues se adoptó
de ellos su forma de regulación, simplemente adaptado a las necesidades
contemporáneas.
Los romanos distinguieron las cosas que podían estar dentro del patrimonio y las
que no, como las sagradas o las de uso común. Los antiguos habitantes del suelo
itálico y las provincias de la Roma, veían afectado su patrimonio de acuerdo a su
concepción y funcionalidad inicial, posteriormente se vió en la necesidad de
modificarlo y entenderlo de forma diversa, pues la inicial resultó arcaica y poco
funcional, esto producto de los cambios en la institución de la esclavitud y de la
mayor independencia de los miembros de la familia del pater, como sujetos de
derechos y obligaciones.
A su vez el derecho romano nos proporcionó una clasificación cabal de los diversos
tipos de cosas que se pueden presentar en nuestra realidad social y jurídica, dicha
clasificación nos permite entender el derecho real y personal, pues las res que
pertenecen a una persona de forma legítima se fundamenta en un derecho real y las
relaciones jurídicas entre personas que muchas veces tiene que ver con una res,
son derechos personales, como por ejemplo el arrendamiento, no tiene por objeto el
bien inmueble sino una relación con el arrendador, pero si que tiene que ver en la
quid de la cuestión una res.
De la clasificación referida de los romanos para el mundo, podemos entender el
porqué del principio, hoy en día de suma importancia en el derecho civil, que
consiste en entender los bienes compuestos o cosas compuestas como principales
y accesorias, lo principal, según el derecho, será siempre prioridad, por ello lo
accesorio se supedita a lo principal y sigue su suerte en el derecho romano y en el
actual.
De manera sucesiva se puede apreciar como van surgiendo nuevas formas de ver
al mundo desde un plano jurídico partiendo de nuestra realidad o existencia, primero
es el hecho y luego el derecho. Ahora bien, los frutos son bienes o cosas que parten
o nacen de otra, por ello se han logrado clasificar los tipos de frutos en naturales,
civiles e industriales, que al día de hoy nos permiten entender los efectos que tienen
los diversos tipos de derechos reales y las obligaciones que pueden acarrear los
mismos.
Todo lo anterior nos permite llegar a lo ya mencionado, la diferencia entre los
derechos reales y personales, los primeros recaen sobre cosas y los segundos
sobre conductas humanas. Los derechos reales tiene eficacia o alcance erga
omnes, mientras que los personales son más limitados e implican una sujeción con
el obligado u obligados, dicha obligación consistente en un dar, hacer o no hacer.
En otras palabras, los derechos personales nacen para morir, mientras que los
derechos reales buscan sobrevivir a su titular, en concreto hablando de propiedad,
no de usufructo, uso y habitación que si se extinguen con la muerte del titular del
derecho.
Ahora bien, hablar de propiedad o derechos reales implica necesariamente entender
a la posesión, pues ésta permite el ejercicio y disfrute de los derechos reales.
La posesión no es otra cosa que un poder físico o tenencia que se ejerce sobre una
res, la posesión no es un derecho, es un hecho. Dicha posesión si bien no es un
derecho y no significa que seas propietario, sí permite inferir o tener la presunción
de que la misma es una exteriorización del derecho de propiedad (salvo prueba en
contrario).
De esta manera se entiende a la posesión como una situación de hecho que permite
el disfrute de un derecho, es el medio por el cuál se ejerce el derecho de propiedad,
usufructo, habitación y uso. Para entender la posesión en su concepción jurídica es
importante distinguirla de la propiedad, la posesión como ya dijimos es un hecho y la
propiedad es un derecho, la posesión es primero y la propiedad es posterior, la
propiedad se protege por acciones la posesión por interdictos, el propietario puede
no ser poseedor el poseedor debe siempre poseer, el propietario puede transmitir la
propiedad mortis causa el poseedor no puede transmitir por esa vía, finalmente la
posesión puede entenderse de dos maneras; como natural o civil, la natural es la
que se efectúa como simple detentación, en cambio la civil se realiza con el ánimo
de ser propietario.
La posesión está constituida por dos elementos; el animus y el corpus, el primero
consistente en la intención de poseer que, como ya se mencionó, puede ser natural
o civil y el corpus que implica necesariamente ejercer un poder físico sobre la res,
es una ocupación. Necesariamente el entender cómo se origina la posesión nos
ayuda a inferir cómo se pierde, pues esto sucede cuando pierde alguno de sus
elementos de existencia o ambos.
La propiedad podemos entenderla como el derecho real más amplio que una
persona puede tener sobre un objeto, en Roma la propiedad se entendía de varias
maneras, primero estaba la propiedad civil que era la que se constituía por medio de
las formalidades in iure cessio, que tenía como medio de protección o de defensa la
acción reivindicatoria. Posteriormente surge la propiedad bonitaria que implicaba la
posesión pero con vicios de forma y de fondo, que generaban una amplia
desventaja al poseedor de bona fides, por ello se le concede como medio de
defensa la acción publiciana. También los romanos entendían la propiedad
peregrina y la provincial, sin embargo todas estas distinciones dejaron de tener
razón de ser y de estudio cuando se homogeneizó la propiedad en todo el territorio y
a todos se les impuso los justos impuestos.
Ahora bien, similar a la acción reivindicatoria y publiciana, existe también la acción
negatoria, que implica una perturbación a la propiedad sin la pérdida de la posesión,
que tiene como fin evitar tales perturbaciones y, en su caso, regresar las cosas al
estado en que se encontraban. También están acciones sobre relaciones de
vecindad, en virtud de relación de cursos de agua, frutos caídos en fundo ajeno,
raíces que se extienden en fundo ajeno, posibilidad de un daño futuro por una
construcción en mal estado, que implicaba una garantía de indemnización y, por
último, evitar daños de construcción de obra nueva, mediante la prueba de esos
posibles daños que generarían la suspensión de la obra.
La propiedad es una institución que representa el derecho real de mayor amplitud,
realizando especulaciones podemos señalar que su creación fué propia de una
necesidad social, cuando el hombre se encuentra relacionado con otros hombres,
necesariamente requiere proteger lo que es suyo, en el caso de la propiedad ésta
busca ese fin, sin embargo, la protección ahora se la brinda el Estado mediante una
institución jurídica creada para representar una garantía al titular de ese derecho.
Ahora bien, la propiedad y, en consecuencia, el objeto en el cuál recae, está sujeto
a división que principalmente es ideal y, dependiendo el tipo de bien, puede ser
susceptible de dividirse físicamente, a esta nueva institución se le conoce como
copropiedad. Si el bien es divisible, se puede adjudicar a cada copropietario su parte
correspondiente, que en lo sucesivo dejaría de ser copropiedad para constituirse
como propiedad individual, empero, si el bien es indivisible, la ley nos otorga
diversas posibilidades, partiendo del principio: nadie está obligado a vivir en la
indivisión, por ello si un copropietario quiere vender un bien indivisible, todo éste se
venderá a un tercero, previo respeto del derecho del tanto.
En la antigua Roma, la propiedad tenía diversos modos de transmitirse, por ejemplo
el in iure cessio, sin embargo, con el otorgamiento de la ciudadanía romana a todos
los hombres libres, la institución de propiedad cambio y ya no distinguía entre
hombres de diferentes procedencias, sino que ahora distinguía solamente en los
modos de adquirirla, ello generó la cómoda clasificación de modo de transmisión
originaria y derivada, que a grandes rasgos la primera implica que no interviene
ningún otro sujeto en dicho hecho jurídica y, la segunda, sí implica la intervención de
otro sujeto.
Una de las principales formas de transmisión originaria es la usucapión, consistente
en el inicio de posesión de una cosa sin dueño, que con el tiempo tendría como
consecuencia el reconocimiento y adquisición del derecho de propiedad sobre la
cosa del poseedor.
La accesión es otra de las formas de transmisión, ésta puede ser natural o artificial,
la cual consiste en que una cosa, entendida como accesoria, se incorpora a otra,
entendida como principal, y por consiguiente conforma un todo, que si es
inseparable o si siéndolo representa un detrimento para la cosa accesoria o
principal, representarán un aumento patrimonial del titular de la cosa principal.
ESPECIFICACION CONFUSION, MANCIPATIO IN IURE CESSIO
TRADITIO

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