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HUGO Obras Completas Vol 4444
HUGO Obras Completas Vol 4444
OTlMpA sfl^íS^S
1
OBRAS COMPLETAS
DE VÍCTOR HU
OBRAS COMPLETAS
VICTOR HUGO
oxa
TOMO I V -
Fondo b m i o g r ú m o
Dionisio Fridruéjo
Blbüctsci Publica de Seria
/¿?//f
VALENCIAal887:
enfermo, y que t a l dia un hombre se ahogó ruso parece que reserve poblaciones sal-
en el Sena. vajes para atacar nuestras regiones c i -
Entre estas obras se encuentran cuatro vilizadas.
historias de Francia: la de Dapleix, que El porvenir d é l a Rusia, que es tan i m -
no se lee ya; l a de Meceray, que se Ifeerá portante hoy para la Europa, d á gran
siempre, no porque sea tan exacta y tan interés á su pasado. Para presentir lo
verdadera como dijo Boileau, por exi- que puede llegar á ser ese pueblo, debe
gencias de la rima, sino porque es o r i g i - estudiarse bien lo que ha sido; pero es
nal y satírica, género que es muy agra- dificilísimo semejante estudio, porque
dable para los lectores franceses; la del para hacerlo con fruto hay que perderse
padre Daniel, jesuíta, famosa por las en un caos de tradiciones confusas, de
descripciones de las batallas, y que tiene relaciones incompletas, de leyendas, de
el gran mérito de la erudición, pero en la contradicciones y de crónicas truncadas.
que el conde de Bolainvillers solo encon- E l pasado de esa nación es tan oscuro
tró diez m i l errores; y la historia que es como su cielo; se encuentran desiertos
cribió Vely, que continuaron Viliaret y en sus anales como en su territorio.
Garnier. Viliaret, que habia sido cómi Es empresa á r d u a el escribir la his-
co, escribió con estilo pretensioso y hue toria completa de Rusia; porque es difi-
co, y fatiga por la afectación continua cilísimo atravesar la noche de sus tiem-
de sensibilidad y de energía; es inexacto pos para llegar, por hechos y crónicas
con frecuencia y rara vez imparcial. Grar que se entrecruzan y chocan, á descubrir
nier, aunque m á s razonable y m á s ins la verdad. Es preciso que el escritor se
truido, no escribe mejor; su estilo es apa apodere con audacia del hilo de ese dé-
gado y prolijo. Entre Q-arnier y Viliaret dalo, y que para desembarazarse de las
media l a diferencia que hay de lo me tinieblas, su evolución laboriosa lance
diano á lo peor, y si la primera condición viva luz en las cumbres de la historia de
vital para una obra es que se lea, el tra- ese pais. L a crítica concienzuda y sábia
bajo de estos dos autores puede conside- debe tener gran cuidado en restablecer
rarse como i n ú t i l . las causas y en combinar los resultados,
Por otra parte, escribir la historia de y su estilo tiene que fijar las fisonomías,
una sola nación es escribir una obra i n indecisas hasta ahora, de los personajes
completa, si no intervienen en ella las y de las épocas. No es tarea fácil sacar á
otras naciones que se le relacionan. No flote y hacer reaparecer á nuestra vista
pueden escribirse buenas historias lo los acontecimientos que hace tanto tiem-
cales si no se relacionan con la histo po desaparecieron en l a comente de los
ria general. Solo hay dos trabajos dignos siglos.
del verdadero historiador, l a crónica, e' E l historiador, s e g ú n nuestra opinión,
diario ó la historia universal. Tácito ( debe, para ser completo, prestar m á s
Bossuet. atención que hasta hoy se acostumbra
Bajo el punto de vista concreto, Co á prestar á la época que precedió á la i n -
mines escribió una historia de Francia vasión de los tártaros, y consagrar qui-
bastante buena en seis líneas: "Dios no zá u n volumen á la historia de las tribus
ha creado nada en el mundo, n i hombres vagabundas que recorren la soberanía
n i bestias, sin que les haya dado su de Rusia. Este trabajo aclararla sin duda
contrario, para hacerles temer y que se alguna la antigua civilización que exis-
humillen: por eso hizo vecinas la Francia tió probablemente en el Norte, y el his-
y l a Inglaterra.,, toriador podría aprovecharse para este
estudio de las sábias disquisiciones de
Francia, Inglaterra y Rusia son los K l a p r o t h .
tres gigantes de Europa. Después de Levésque ha referido ya en dos volú-
nuestras recientes conmociones políticas menes, que añadió á su larga obra, la
esos colosos guardan cada uno su acti- historia de esos pueblos tributarios; pero
t u d particular: la Inglaterra se sostiene, esta materia espera aun el verdadero
la Francia se engrandece, la Rusia se historiador. Es menester tratar t a m b i é n ,
levanta. Este imperio, jóven aun en el pero con m á s extensión que Levésque, y
viejo continente, se agranda desde hace sobre todo con m á s sinceridad, ciertas
un siglo con singular rapidez, y su por- épocas de gran interés, como el famoso
venir pesa extraordinariamente sobre reinado de Catalina. E l historiador, dig-
nuestros destinos. No será imposible que no de este nombre, castigarla con el
su barbarie llegue un dia á remojar hierro candente de T á c i t o y con el láti-
nuestra civilización, porque el territorio go de Juvenal á esa cortesana coronada?
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MISCELÁNEA D E L I T E R A T U R A Y DE FILOSOFIA.
á la que los altivos sofistas del último controversias entre el israelita Orovio y
siglo consagraron el culto que negaban el armenio Felipe L i m b o r c h , en las que
á su Dios y á su rey; á esa reina regici- el rabino pone objeciones al muy ilustre
da, que puso en los cuadros de su toca- y m u y sábio cristiano, y en las que el
dor una matanza (1) y un incendio (2). cristiano refuta las aseveraciones del
Indudablemente una completa histo- muy sábio y m u y ilustre j u d í o . En el
ria de Rusia despertarla la atención uni- mismo siglo diez y siete, el profesor R i t -
versal. Los destinos futuros de la Rusia tanger-Koeingerbewg y Antonio, minis-
son hoy objeto de todas las meditaciones. tro cristiano en GénOva, abrazan l a ley
Esospaises del Septentrión han arrojado mosáica, lo que prueba que la preven-
ya muchas veces el torrente de sus pue- ción contra los judíos era ya mucho me-
blos al través de la Europa. Los franceses nor en dicha época.
de este tiempo han presenciado, entre E n la actualidad existen pocos judíos
otras maravillas, pacer en los céspedes que sean judíos y pocos cristianos que
de las T u l l e r í a s á los caballos que acos- sean cristianos. Y a no se desprecia, ya
tumbran á comer yerba al pié de la no se ódia, porque ya no se cree; esto es
gran muralla de la China; y desconoci- una gran desgracia. Jerusalem y Salo-
das vicisitudes han obligado en nuestros m ó n son ya cosas pasadas y muertas;
dias á las naciones meridionales á dirigir Roma y Gregorio V i l t a m b i é n . Solo v i -
á otro Alejandro las palabras de Dióge- ven Paris y Voltaire.
nes: Retírate, que me tapas el sol.
E l hombre enmascarado, que pasó mu-
cho tiempo por ser u n dios en l a pro-
Podria escribirse un libro m u y curioso
vincia de Khorassan, habia sido antes
respectoá la condición de los judíos en la
archivero de la cancillería de A b o u -
Edad Media. Si se les aborrecía, fué por-
Monslem, gobernador de Khorassan du-
que eran m u y odiosos; si se les desprecia-
rante el califato de Almanzor. S e g ú n el
ba, fué porque eran m u y viles. E l pueblo
autor de Lobbtarifch, se llamaba Haken
deicida era al mismo tiempo un pueblo
Ben Haschem. E n el reinado del califa
l a d r ó n . A pesar de los consejos del rabi-
Mahadi, tercer abasida, hácia el a ñ o 160
no de Beccai, no tenian n i n g ú n escrúpu-
de la Egira, fué soldado, y después llegó
lo en saquear á los nazarenos (así llama-
á capitán y jefe de secta. L a cicatriz que
ban ellos á los cristianos), y de este modo
le hizo el hierro de una flecha le desfi-
eran víctimas de su propia avaricia. E n
g u r ó el rostro, que se cubrió con u n velo,
la primera expedición de Pedro el Ermi-
por lo que le llamaban Barcal (velado).
taño, algunos cruzados, fanáticos por el
Sus adoradores se llegaron á convencer
celo religioso, hicieron voto de degollar
de que se cubría con el velo para ocultar
á todos los judíos que encontraran en su
el resplandor irresistible de su fisono-
camino, y lo cumplieron. Esta ejecución
mía. Khondemir está de acuerdo con
fué una sangrienta represalia de las ma
Ben Schahunah para llamarle Haken
tanzas bíblicas que cometieron los j u -
Ben Atha, y pretende convencer de que
díos. Suarez, entre unos y otros, solo
llevaba una m á s c a r a de oro. Observemos
nota esta diferencia: Los hebreos degollaron
de paso que un poeta irlandés contem-
á sus vecinos por una compasión bien enten
poráneo cambió esa m á s c a r a de oro por
dida, y los cruzados mataron á los hebreos
u n velo de plata. A b o n Giafar Thabari
por una compasión mal entendida.
hace una exposición de sus doctrinas.
H é a q u í una muestra del ódio que se Como cada dia la rebelión de este i m -
profesaba á los judíos. E n 1262 se veri- postor era m á s temible, el califa Mahadi
ficó una conferencia, ante el rey y la rei- envió á su encuentro al emir Abusaid,
na de A r a g ó n , entre el sabio rabino que derrotó al profeta velado, lo echó de
Zequiel y el hermano Pablo Ciríaco, do- Morón, obligándole á encerrarse en
minico muy erudito. Después que el Nekhscheb, donde habia nacido y don-
doctor judío citó el Toldos, Jeschuts, el de debia morir. E l impostor, al verse
T a r g u m , los Sanhedrin, el Nissachon sitiado, r e a n i m ó el valor de su fantás-
Vetus y el Talmud, la reina t e r m i n ó la tico ejército por medio de milagros que
controversia p r e g u n t á n d o l e por qué los parecen increíbles. Hacia salir todas las
judíos olían mal. Con el transcurso del noches, del fondo de u n pozo, un globo
tiempo este ódio fué debilitándose. E n luminoso, que se elevaba y lanzaba su
1687 se imprimieron de este modo las claridad á muchas millas de distancia.
(1) La matanza de los poloneses en los arrabales de Praga. A l llegar al último extremo de su deses-
(2) El incendio de la flota otomana en la bahía de Tchesmé peración, envenenó en un banquete a l
OBRAS D E VICTOR HUGO.
resto de los seides que le quedaban, y espíritu; queremos hacernos esta ilusión,
con la idea de que creyeran que se h a b í a filemos notado que Hume, Tito L i v i o y ,
remontado al cielo, se s u m e r g i ó en un generalmente hablando, todos los nar-
cubo lleno de materias corrosivas. Ben radores nacionales, son historiadores
Schannahn asegura que le sobrenadó el Denignos. Esta benevolencia, algunas
cabello, que no se consumió. Afirma veces mal fundada, incita á leer sus
t a m b i é n que una de sus concubinas, que obras. E n m i concepto, aunque el histo-
se escondió para escapar del veneno, so- riador cosmopolita tenga m á s mérito,
brevivió á la destrucción general y abrió •:iene t a m b i é n valor el historiador pa-
á Abusaid las puertas de Nekhscheb. E l triota; el primero escribe bajo el punto
profeta velado, al que ignorantes cronis- de vista de la humanidad y el segundo
tas confunden con el Viejo de la Monta- bajo el punto de vista de su país. E l nar-
ña, eligió el color blanco para sus ban- rador doméstico de una nación me en-
deras por el ódio que profesaba á los canta muchas veces, hasta cuando le
Abassaides, cuyo estandarte era negro. encuentro parcial, porque para m í en-
Su secta subsistió largo tiempo después cierra gran dignidad la frase que u n
de su muerte, y por caprichosa casuali- árabe dijo á Hagyage: "No conozco m á s
dad existió entre los turcomanos la dis- historias que la de m i pátria,,. Voltaire
tinción de Blancos y Negros, precisa- conserva siempre la ironía á su izquierda
mente en la misma época en que los y al alcance de la mano, como los mar-
Bianchi y los Neri dividían la I t a l i a en queses de su época llevaban á ese lado la
dos grandes facciones. espada, que era siempre brillante, her-
mosa, con adornos de oro y guarnecida
Voltaire, como historiador, es admi- de diamantes, pero que mataba.
rable muchas veces: hace revivir los he-
chos. L a historia es para él una larga Hay ciertas conveniencias de lenguaje
g a l e r í a de medallas de dobles caras. L a que solo revela al escritor el espíritu de
reduce casi siempre á esta frase de su nacionalidad. Las palabras b á r b a r a s que
Ensayo sobre las costumbres: ^Hubo allí sientan bien á un romano cuando habla
cosas horribles y cosas ridiculas.,, E n de los galos, s e n t a r í a n m a l en la boca de
efecto, l a historia de los hombres se re- un francés. E l historiador extranjero no
duce á e s t o . Después a ñ a d e Voltaire: " E l encontrará j a m á s algunas expresiones
copero Monteouculli fué descuartizado; gráficas que usan los hombres de cada
esto es horrible. E l Parlamento de Paris país. Nosotros decimos que Enrique I V
declaró rebelde á Oárlos V; esto es r i - gobernó su nación con bondad paternal;
dículo. ;7 Si hubiera escrito eso mismo se- en una inscripción china, traducida por
senta años m á s tarde, esas dos frases no los jesuítas, se dice que un emperador
le hubieran bastado. Si hubiera escrito reinó con bondad maternal.
" E l rey de Francia y trescientos m i l ciu
dadanos fueron degollados y fusilados, y A un historiador.
la Convención nacional declaró á P i t t
y Cobourg enemigos del género huma- Las descripciones de vuestras batallas
no,,, q u é comentarios hubiera puesto? son superiores á los cuadros polvorosos y
Seria espectáculo curioso ver cómo confusos, sin perspectiva, sin dibujo y
Voltaire juzgaba á Marat; ver cómo l a sin color, que nos ha dejado Mezeray, y á
causa juzgaba al efecto. los interminables boletines del padre Da-
niel: sin embargo, permitidnos que os
Seria, sin embargo, injusto solo en hagamos una observación, que creemos
centrar en los anales del mundo horror que os será provechosa para el porvenir.
y risa. Demócrito y Heráclito eran dos Aunque os acercáis mucho á l a manera
locos, y uniendo las dos locuras en un de hacer de los antiguos, no os habéis
solo hombre, no p o d r í a n dar por resul podido desprender completamente de la
tado un sábio. Voltaire merece, pues, e rutina de los historiadores modernos; os
grave reproche de que su ingenio sobre- detenéis demasiado en los detalles y no
saliente escribió la historia de los hom os fijáis bastante en las masas. ¿Qué nos
bres por lanzar interminable sarcasmo importa que Brissac dé una carga contra
contra l a humanidad. Quizás no hubiera Andelot, que Lanoue caiga del caballo
padecido este error si se hubiera limitado y que Montpensier haya pasado un ar-
á escribir la historia de Francia; quizás royo? L a m a y o r í a de los nombres que
el sentimiento nacional hubiera embo- aparecen por primera vez durante el
tado entonces la punta aguda de su curso de la obra, causan confusión en
MISCELÁNEA D E L I T E R A T U R A Y DÉ FILOSOFÍA.
los puntos en que el autor no puede ser ranzas de sus feligreses. Confesó que te-
claro, y á ellos debia arrastrar el espí- nia cinco hijos: el primero se llamaba
r i t u por la sucesión r á p i d a de los cua- / . / . Rousseau: el segundo, Mirabeau; el
dros. E l lector se p á r a para poder com- tercero, Pe^'o^; el cuarto, Brissot: el quin-
prender á q u é partido pertenecen tales y to, Cluh de los Jacobinos. E l buen cura
cuáles nombres antes de poder tomar el l e g a r á el patriotismo á sus hijos y los
hilo de la acción. No era éste el método confiará á la tutela de la p á t r i a , que
que usaban Polibio y T á c i t o , los dos pri- vela por los ciudadanos virtuosos,,,
meros pintores de batallas de la anti-
güedad. Esos grandes historiadores em- D e s p u é s de una lectura del «Monitor».
piezan por darnos una idea exacta de la
posición de los dos ejércitos, valiéndose Proetes y Cyestris, antiguos filósofos,
de alguna i m á g e n sensible sacada del de los que yo no sé que nadie se haya
órden físico, como por ejemplo: el ejér- ocupado, sostuvieron en otro tiempo el
cito estaba formado en semicírculo; pre- pró y el contra de una tésis casi olvida-
sentaba la forma de un á g u i l a que ex- da en nuestros di as. Se trataba de saber
tiende las dos alas, etc., y en seguida se si era posible que el hombre riese á car-
ocupan de los detalles. Los españoles cajadas y llorase á l á g r i m a viva al mis-
formaban la primera línea, los africanos mo tiempo. Esta tésis quedó sin decidir-
la segunda, l o s n ú m i d a s formaban las dos se, y solo consiguió hacer m á s irreconci-
alas, los elefantes marchaban delante, liables á los discípulos de Heráclito y los
etcétera, etc. Si hubiéramos leido en T á - sectarios de Demócrito. Desde 1789, la
cito: "Vibulennus dá una carga contra cuestión se resolvió definitivamente: co-
Rusticus, Lentulus cae del caballo, Ci- nozco un infolio que prueba este fenó-
vilis pasa el arroyo,,, es posible que ese meno y que d á solución á esta disputa
boletín hubiera sido claro ó interesante filosófica: este fenómeno es el Monitor;
para los contemporáneos, pero induda- abridle y leedle los que queráis reir ó los
blemente no hubiera complacido á la que queráis llorar, ó reir y llorar á un
posterioridad. E n este error incurren mismo tiempo.
casi todos los historiadores modernos: la Aunque se juzgue con benignidad la
costumbre que tienen de leer las crónicas época de nuestra regeneración, es preci-
les hace familiares con los personajes i n - so encontrar singular el modo con que
feriores de la historia que no deben figu- la edad de la razón preparaba nuestra
rar en ella; el deseo de decirlo todo, edad de progreso. Las academias y los
cuando no debe decirse m á s que lo que colegios estaban destruidos, se h a b í a n
interesa, les hostiga á emplearlos como
disuelto las universidades y los semina-
actores en las circunstancias m á s impor-
rios científicos; las desigualdades del ge-
tantes. De esto nace que escriben des-
cripciones que comprenden bien ellos y nio y del talento se castigaban con la
los eruditos, pero que á l a mayor parte de pena de muerte, como las desigualdades
los lectores, que no tienen obligación de de clase y de fortuna. Sin embargo, se
leer las crónicas para leer bien la histo- encontraban t o d a v í a , para celebrar l a
ria, fastidian, porque en ellas no en- ruina de las artes, oradores que salían
cuentran m á s que nombres. Es preciso no de las tabernas y poetas que vomitaban
decir á la posteridad m á s que lo que le los garitos. E n nuestros teatros, de los
interese; y para interesar á la posteri- que estaban desterradas las obras ma-
dad, no basta haber dado bien una carga, gistrales, se aullaban atroces rapsodias
ni haber caido del caballo, n i haber com- de circunstancias, ó cargantes elogios
batido con la mano y con los dientes de las virtudes llamadas cívicas. Abrien-
como Cynegiro y haber muerto como do el Monitor á l a casualidad, me en-
Assas. cuentro con l a lista de los espectáculos
que se representaron el 4 de Octubre
de 1793, cuyo anuncio justifica las re-
Extracto del correo f r a n c é s del jueves 14 de Setiembre flexiones que acabo de apuntar. Dice
de 1792 (año 4 de la libertad). así:
"Teatro de la Opera Cómica Nacional.'—•
"La municipalidad de Herespian, de Primera representación de la Fiesta cívi-
partamento del Herault, ha dado á en- ca, comedia en cinco actos.
tender á su pastor, M . Francois, que le Teatro Nacional. — L a batalla de Mara-
constaba que existia un cura que no era tón ó el Triunfo de la Libertad, obra herói-
célibe . E l cura Francois contestó de una ca en cuatro actos.
manera que ha sobrepujado á las espe Teatro del Vaudeville, —• L a Mañana y
TOMO I V .
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10 OBRAS D E VICTOR HUGO.
bueno sin poseer cualidades sobrehuma- que tienen por costumbre desplumar á
nas; no parte del ideal de una monar- los reyes por medio de útiles prácticas y
q u í a perfecta para vituperar á los reyes que recitan con frecuencia el proverbio
vivos, n i de los reyes vivos para v i t u - del mariscal Bouciquault, que dice: "Solo
perar á la m o n a r q u í a en absoluto, que hay pescadores en el mar, como solo se
es la gran petición de principios sobre pescan dádivas de los reyes; desconfia de
la que rueda sin cesar la filosofía del los que te adulan y que sacan de tí tan-
siglo diez y ocho. Cita l a autora, por ta agua para su molino, que bastarla á
creer que encierra las obligaciones que poner en movimiento á treinta y siete
debe tener un soberano, la instrucción molinos;/, etc.
que Grustavo Adolfo recibió de su padre. Cito este pasaje por tres razones: 1.a
L a historia menciona muchas instruc- porque prueba que en los tiempos góti-
ciones semejantes, que los reyes deja- cos no se hablaba á los reyes con tanto
ron á sus sucesores, pero esta es notable, servilismo como quieren hacernos creer;
porque quizás es la única con la que el 2.a porque d á origen á un proverbio que
sucesor haya estado conforme. H ó a q u í puede ser útil á los anticuarios; 3.a por-
algunas de sus curiosas cláusulas: que puede servir para resolver una cues-
"Que el rey emplee su sutileza y su i n - tión hidráulica probando que los moli-
dustria para no e n g a ñ a r n i ser enga- nos de agua existían en 1389; lo que
ñado. siempre es una enseñanza para los que
„Que sepa que la sangre derramada no saben que se conocen desde tiempo
del inocente y la sangre del malvado inmemorial.
que no se derrama, piden igualmente
venganza. III.
„Que no aparezca nunca inquieto n i
apesadumbrado m á s que cuando alguno Después de haberse ocupado de las so-
de sus buenos servidores muera ó caiga ciedades en general, la señora M*** con-
en alguna falta. sagra un capítulo á la guerra, esto es, á
„ E n fin, que en todos sus actos se con- la relación m á s ordinaria de las socieda-
duzca de t a l manera que se conozca que des humanas entre sí.
se sacrifica por Dios.,, Este capítulo era dificilísimo para es-
Gárlos I X , en esta instrucción, se ocu- cribirlo una mujer; pero a l menos la
pa ligeramente del peligro que pueden autora, como en toda la obra prueba,
ocasionar los aduladores; pero quizás los posee conocimientos poco comunes y
reyes conocen menos que sus vasallos los establece h á b i l m e n t e la distinción entre
inconvenientes. Quizás esto dió ocasión las guerras permitidas y las guerras i n -
á Montesquieu para exponer su teoría justas, colocando razonablemente entre
sobre el clima, especie de llave falsa que las últimas las guerras de conquista.
sirve para forzar la cerradura de todos "Se diferencian los conquistadores de
los problemas de la historia. "Acercán- los ladrones de los caminos reales, dice
dose hácia el Mediodía, dice, los ejem- un autor notable que cita la señora M***,
plos del favoritismo son m á s frecuentes; en que el conquistador es un ladrón ilus-
bajo el cielo enervante del Asia y del tre y el otro es un ladrón desconocido; el
Africa, raras veces los príncipes reinan uno recibe laureles ó incienso en pago
por sí mismos; por el contrario, en los de sus violencias y el otro l a horca.,, Se
pueblos del Norte el clima es tónico, y necesita ser m u y filósofo para escribir
vemos en ellos muchos m á s tiranos que esas líneas con l a misma mano que se
favoritos.,, Quizá esta observación se firmó la toma de posesión de Silesia.
destruirla por sí misma si estuviéramos L a autora se p á r a en cuanto llega al
m á s instruidos en la historia; no están- famoso axioma: " E l dinero es el nervio
dolo, nos inclinamos á considerarlo todo de la guerra,,, axioma que la señora
como ciencia, hasta nuestra ignorancia. M*** atribuye á Quinto-Curcio, pero que
Existe en uno de los antiguos manus- e n c o n t r a r á después en Vegece, en Mon-
critos del siglo trece, atribuido á Felipe tecuculli, en Santa Cruz y en todos los
de Mayzieres, un pasaje que puede ser- autores que escriben sobre l a guerra. E l
vir de complemento á la instrucción del nervio de la guerra no es el dinero, re-
monarca sueco. De este modo la reina plica la autora, es el hierro. Estamos de
Verdad habla á Cárlos V I en el Sueño acuerdo: nadie se bate con escudos, sino
del viejo peregrino, dirigiéndose al halcón con soldados; y esta cuestión queda re-
Uanco, de pico y piés dorados: ducida á saber si es m á s fácil tener sol-
"Gruárdate siempre de los caballeros dados con dinero ó sin dinero. E l primer
MISCELÁNEA D E L I T E R A T U R A Y D E FILOSOFÍA. 13
medio será el m á s económico, pero este se comprende que Hobbes reglamenta
no era del agrado de Sully. 'as acciones humanas por medio del
En G-rocio leí la siguiente definición egoísmo.
de la guerra: ""La guerra es el estado de L a señora M*** expone algunas de las
los que tratan de arreglar sus diferen- cualidades que debe poseer el verdadero
cias por medio de la fuerza,,. Indudable- capitán, t o m á n d o l a s de Folard. Desconfio
mente así se puede -definir el duelo. por m i parte de definiciones tan perfec-
Pero así como á los que se desafian se tas, de las que solo se pueden encontrar
puede decir que van á la muerte son- excepciones en la naturaleza. Espanta
riendo, puede decirse lo mismo de los ver la nomenclatura de los estudios pre-
que van á la guerra. Antes de la revolu- paratorios que tiene que aprender el
ción se degollaba con el sombrero en la aprendiz de general; pero, ¿cuántos ge-
mano. E l gran Conde tomaba por asalto nerales excelentes hay que no saben
á Lérida, llevando treinta violines al leer? Paróceme que la primera condición,
frente de sus columnas, y en los campa- la condición sine qua non de todo hombre
mentos de Ettingen y de Clorter-Se- que se destine á l a guerra, debe ser tener
verne, algunos jóvenes oficiales iban á buena vista, ser robusto y valiente; pues
servir las baterías como si fueran á un bien, muchos grandes guerreros fueron
baile, con medias de seda y con peluca tuertos ó cojos. Filipo era tuerto, coji-
empolvada. tranco y manco; Agesilao era cojo y
U n dia tuvo Rousseau la humorada de contrahecho; A n í b a l tuerto; Bayaceto y
sostener una verdad; esto era cosa nueva Tamerlan, los dos rayos de la guerra de
para él. Se encarnizó en su defensa como sus tiempos, el uno era tuerto y el otro
si se ocupase de una mala causa y recur- cojo; el mariscal de Luxemburgo era jo-
rió á citar autores acreditados, como los robado. Parece que la misma naturaleza,
que no encuentran buenas razones para para burlarse de nosotros, quiso crear el
defenderse; á propósito del duelo citó fenómeno de un general totalmente cie-
autores antiguos. Probablemente no ha- go que guió á un ejército, lo llevó á las
bla leido á Quinto-Curcio. Si lo hubiera batallas y consiguió victorias; ciego era
leido sabria que no hubo n i n g ú n festin Ziska; jefe de los Husitas.
en casa de Alejandro, y que solo se veri-
ficaron combates singulares entre los V.
convidados. No fué otra cosa el combate
entre Eteoclo y Polinice. E l Senado marcha ante Varron, que se
ha fugado de la batalla, y le d á las gra-
IV. cias por no haber desamparado á la Re-
pública; q u é prueba esto? Que la facción
Si en todas las sociedades existe la que nombró general á Varron, para qui-
guerra, no puede haber guerra sin ejér tarle el mando á Fabio, fué bastante po-
cito; y esto justifica plenamente que la derosa para poder impedir que se casti-
autora se ocupe detalladamente en otro gase al general fugitivo. Hasta quiso que
capítulo de los detalles de u n campa le nombraran dictador, para impedir que
mentó. L a señora M*** es la primera de Fabio, el único hombre que pudo salvar
su sexo que se ha ocupado de esta mate- la República, fuese colocado al frente
ria después de la amazona de Eon, y no del gobierno. Este proceder, si no es he-
lo digo esto para establecer u n paralelo roico, á lo menos es natural. Si después
entre ambas, sino por notar este parecido de la derrota de Moscou, Bonaparte hu-
bibliográfico. biera querido, el Senado en corporación
L a que ha escrito el libro de que nos hubiera marchado delante de él.
ocupamos, como todos los autores m i l i - E l Senado declara que no rescatará á
tares, se manifiesta partidaria de la obe los prisioneros. Qué prueba esto? Que el
diencia absoluta; los filósofos han citado Senado no tenia dinero. Obró como m u -
con frecuencia esta cuestión, pero esta chos hombres romanos, que no son ro-
cuestión se resuelve perfectamente todos manos, y fué cruel para no aparecer po-
los dias en la llanura de Grenelle. bre. Efectivamente, no podia acusar de
Sobre esta materia la autora pudo ci- cobardía á los soldados que se batieron
tar la opinión singular de Hobbes: tlSi desde que el sol salió hasta que se puso,
nuestro señor, dice, nos manda cometer y que dejaron sesenta m i l muertos en el
una acción culpable, debemos ejecutarla, campo de batalla. Estos son hechos, y en
a no ser que esta acción pueda atribuirse historia los hechos valen m á s que las
a nosotros.,, Bajo este punto de vista frases.
OBRAS D E VICTOR HUGO.
Este pasaje que acabo de citar lo escri- guerrera, que abarca deplorables acon-
be Folar. tecimientos, y la muerte heróica y cris-
Se nos objetará presentándonos el tes- tiana, que e n t r a ñ a fatales consecuencias,
timonio de Montesquieu; perb Montes- Gran triunfo debe obtener el notable
quieu, que escribió un hermoso libro so- escritor que describa la corta carrera y
bre las causas de la grandeza y de la el carácter caballeresco del que quizás
decadencia de los romanos, olvidó una será el ú l t i m o descendiente de Luis X I V .
de las causas; la de que la caballería de Dicho príncipe, rechazado desde su ado-
A n í b a l estaba muerta de cansancio el lescencia del suelo de la p á t r i a , pasó
diaque a c a m p ó á c u a t r o millas de Roma. antes de tiempo el rudo aprendizaje de
Es curioso ver que un francés encuentra las armas. Las primeras y durante mu-
en los romanos cosas que n i Salustio, Ci- cho tiempo únicas prerogativas, que de-
cerón, Tácito, n i T i t o Livio sabian, y sin bió á su augusto rango, fueron el des-
embargo, los romanos eran algo pareci- tierro y la proscripción, pasando desde
dos á los franceses, respecto á alabarse y el palacio al campamento, ya recogido
á tener buena opinión de ellos mismos. en las tiendas de c a m p a ñ a de Austria,
Los historiadores que solo escriben ya andando errante en las armadas de
para brillar encuentran en todas partes Inglaterra: ofreció durante muchos años,
crímenes y génio; necesitan ver siempre como su ilustre familia, el vivo ejemplo
gigantes, pero sus gigantes son como de la inconstancia, de la fortuna y de la
las girafas, grandes por delante y pe- ingratitud de los hombres. Mucho tiem-
queños por detrás. Por regla general es po entre jefes extranjeros estuvo pelean-
ocupación entretenida la de averiguar do contra soldados que h a b í a n nacido
las verdaderas causas de los aconteci- para servir á sus órdenes; pero j a m á s su
mientos; nos agrada y nos admira ver el constancia y su bravura desmintieron
manantial del rio; recuerdo aun la ale- su raza n i el nombre de sus abuelos. F u é
g r í a que experimentó en m i infancia al digno discípulo del heredero de los Con-
pasar por encima del R ó d a n o . Parece des, desterrado como él y digno c a p i t á n
que la Providencia se complace en pre- de la antigua familia de los gentiles-
sentarnos el contraste que ofrecen las hombres que fueron proscriptos con sus
causas y los efectos. U n a corneja trans- reyes. E n aquellos tiempos de guerra
portó la peste á Italia, y disecando á un el pan del soldado equivalía á sus ojos
r a t ó n se descubrió el galvanismo. al festín de los príncipes, y á falta del
"Lo que me disgusta, decia una mujer, lecho real, sabia conquistar durante el
es que lo que estoy viendo será m a ñ a n a día el cañón sobre el que reposaba por
historia.;7 Pues bien, lo que disgustaba á la noche. Regresando al fin á los pue-
esa mujer es historia hoy, y vale tanto blos que gobernaban sus padres, no esta-
como otra cualquiera. ¿Qué podemos ba destinado á gozar apaciblemente la
deducir de esto? Que los objetos se dicha que la augusta unión parecía pro-
agrandan en la i m a g i n a c i ó n del hombre meterle, duradera para él y eterna para
como las rocas entre las nieblas, á me nuestra posterioridad. Después de cua-
dida que los objetos se van separando tro años de vida popular y benéfica, el
de él. m á s jóven de los últimos Borbones, en el
que la nación cifraba su cariño y sus es-
Marzo, 1820. peranzas, m u r i ó asesinado por el p u ñ a l
Apenas hace seis semanas que fué de un francés; y el leal hijo del Bernais,
asesinado el duque de Berry. Apenas destinado sin duda á mandar nuestro
está cerrada su tumba de San Dionisio, bravo y fiel ejército, quizá futuro jefe de
y las oraciones fúnebres y las apologías las heróicas llanuras de l a Vendée, ha
llueven sobre ella. Se escriben trunca muerto en la flor de la edad, sin alcan-
das, incorrectas y de mala manera, lie zar siquiera el consuelo de espirar, como
n á n d o l a s de adulaciones necias y sonó Epaminondas, extendido sobre su es-
ras, pero sin convicción n i verda.dera cudo.
pesadumbre. E l objeto, sin embargo, lo Cuando el historiador de tan noble
merecia, y debia prohibirse que se ocu vida recuerde el ú l t i m o perdón y los ú l -
paran de asuntos grandiosos gentes de timos adioses, debe remontarse, ó mejor
poca valía. Habia en los templos de la dicho, descender hasta la causa y hasta
a n t i g ü e d a d algunos vasos sagrados que los autores de tan abominable delito.
las manos profanas no podían tocar. Que escuche entonces, para desenredar
Efectivamente, ofrece vasto y fecundo tramas tenebrosas, que escuche á la
asunto para el poeta la vida piadosa y Francia desesperada, que le g r i t a r á como
MISCELANEA D E L1TEKATURA Y D E F I L O S O F I A . 45
la emperatriz romana: Reconozco las pu- sobre Voltaire y sobre Ferney. Esta
ñaladas. obra dá mucho menos de lo que promete
No nos e m p e ñ a r e m o s ahora en una su título. E l nombre de Voltaire, colo-
discusión que sobrepuja á nuestras fuer- cado al frente de cualquier libro, inspira
zas, pero creemos que hay cuestiones tan viva curiosidad, que es m u y difícil
graves é importantes que debe resolver satisfacerla. Parece que la vida privada
el historiador del asesinado duque de de Voltaire debia ofrecer al lector m u l t i -
Berry acerca del miserable autor del tud de detalles interesantes y curiosos,
atentado. Las cuestiones son las si- si el carácter de ese escritor extraordi -
guientes: si Louvel es u n fanático, ¿de nario se reprodujese con fidelidad, con
qué especie es su fanatismo? ¿pertenece su original movilidad y sus bruscas des-
á la clase de asesinos exaltados y des- igualdades: parece t a m b i é n que el pin-
interesados como los Saud, los Ravai- cel fino y delicado de una mujer debe
llac y los Clement? ¿O es acaso de la ser el m á s capaz de apoderarse de los
clase de hombres cuyo fanatismo se pro- matices varios de que se compone la
paga, añadiendo á la recompensa con- fisonomía moral del hombre universal,
venida la seguridad de salvarse y de ser sobre todo t r a t á n d o s e de sus relaciones
protegidos? A l llegar a q u í no nos atre- con la imperiosa marquesa de Chatelet.
vemos á pasar adelante. Parece que en Hubiera sido curiosísimo y quizá m á s
la actualidad no haya derecho de asom- fácil para una mujer que para un hom-
brarse de las cosas m á s inauditas. Vemos bre, d e s e n t r a ñ a r las causas de este amo-
execrables malvados pasear ante toda río caprichoso, que convirtió á u n hom-
Europa su impunidad, m á s monstruosa bre de génio en esclavo de una mujer de
quizá que sus crímenes, y su audacia, talento, que resistió durante mucho
más aterradora aun que su impunidad. tiempo los altercados fatigantes y las
Necesitará t a m b i é n , para realizar com- violentas querellas que h a c í a n nacer
pletamente su objeto, el autor célebre inopinadamente y á todas horas la iras-
que escriba la historia del duque de cibilidad del uno y el orgullo de la otra.
Berry, encargarse de cumplir otro de- Si la colección de cartas de Voltaire á
ber, humillante acaso, pero sin embargo su respetable Emilia no hubiera desapare-
indispensable; t e n d r á que defender la cido, podríamos aun tener esperanza de
heróica memoria del príncipe de las insi- conocer la clave del enigma, ya que las
nuaciones pérfidas y de las calumnias cartas de la señora Graffigny no nos
atroces con que el bando enemigo de los dan ninguna noticia nueva sobre este
tronos legítimos pretende deshonrarla. punto.
En otros tiempos semejante tarea hu- Debemos decir y creer, por honrar su
biera sido injuriosa para el real difunto, nombre, que el autor de las Cartas Fe-
cuya franqueza, bondad y bravura solo ruanas no las escribió con la idea de que
son comparables con las virtudes de En- se imprimiesen. Madame de Graffigny
rique I V . Pero hoy, que una facción re^ carece del talento de observación, sobre
gicida inciensa á los ídolos m á s abomi- todo respecto á los grandes hombres; su
nables, nos vemos obligados todos los estilo insípido perjudica al interés del
dias, nosotros, los verdaderos liberales asunto. Cuando la señora de Graffigny
y los verdaderos realistas, á defender de llega á Oirey en 1738, dirige á su amigo
imprudentes aclamaciones las glorias Devaux, lector del rey Estanislao de Po-
más nobles, las reputaciones m á s puras lonia, reflexiones sobre los habitantes de
y m á s irreprochables. Nos vemos obli- dicho castillo. Devaux, al que en la i n t i -
gados todos los dias á defender de los midad de su correspondencia llama Pam-
nuevos insultos que se prodigan á los pan y algunas veces Pampichon, recibe
Pichegru, á los Catalineau, á los Mo- estas confidencias sobre Voltaire y l a
rcan y á los La-Hochejaquelein. A cada marquesa, que la autora designa con mu-
nuevo ataque empezamos nuestra peno- chos pseudónimos, pero todos estúpidos,
sa defensa, sin abrigar la esperanza de inserta en seguida en estilo nimio un
que una voz indignada y generosa nos diario detallado de todas sus ocupacio-
interrumpa, gritando como aquel hom- nes. No debe, sin embargo, rechazarse
bre de la antigua Grecia: "¿Quién se este libro, porque, á pesar de sus repeti-
atreve á ultrajar á Alcides?,, ciones y de sus detalles de m a l gusto,
encierra hechos curiosos é ignorados, y
A b r i l , 1820. los fragmentos inéditos de Voltaire que
_ Estos dias se ha publicado una colec- contiene, y que completan el volumen,
ción de Cartas de la señora de Graffigny son suficientes para llamar la atención.
16 OBRAS D E VICTOR HUGO.
Entre las cincuenta cartas hay muchas Desde luego, como ha dicho una boca
interesantes, dirigidas casi todas á per- elocuente, ¿no es la primera condición
sonajes eminentes del ú l t i m o siglo, como del poeta no calcular jamás el precio de
por ejemplo: A las duquesas del Maine una hajeza 6 el salario de una mentira?
y de Aguillon, á los duques de Eiche- Poetas de m i siglo, ¿semeiante hombre
lieu y de Praslin, al^ canciller D'Age- se encuentra entre vosotros? ¿forma entre
seau, al presidente Henaul, etc. Las car- vuestras filas el hombre que posee el os
tas á la duquesa del Maine forman una magna sonatorum, la boca capaz de decir
correspondencia inédita, curiosa ó inte- grandes cosas, la férrea vox, el hombre
resante. T a m b i é n se encuentra en esta que no sucumbe ante los caprichos de
colección una carta dirigida al Papa un tirano ó ante los furores de una fac-
Benito X I V , escrita en italiano y firma- ción? ¿no habéis sido todos, por el con-
da por el devotísimo Voltaire. Para citar trario, semejantes á las cuerdas de la
algo del libro, transcribiré una carta de lira, cuyo sonido v a r í a cuando el tiempo
hermosa forma dirigida al conde de cambia?
Choisseul, que entonces era ministro. Re-
conoceréis en pocas palabras el estilo del II.
notable escritor lleno de ideas nuevas y
picantes. Es difícil huir de u n modo tan Entre vosotros veo que se encuentran
original de las formas banales y ceremo- hombres emancipados, dispuestos á i n -
niosas de las recomendaciones de la vocar la libertad silenciosa, después de
córte: haber deificado el despotismo; se encuen-
"Permitidme que os entere de lo que tran t r á n s f u g a s , dispuestos á adular a l
acaba de sucederme con Makanarfey, poder después de haber cantado á la anar-
gentil-hombre inglés, m u y jóven, y sin quía; insensatos que ayer besaron cade-
embargo, m u y prudente, muy instruido, nas ilegítimas y que, como la serpiente
y sin embargo, modesto; m u y rico, y sin de la fábula, quieren ahora romper sus
embargo, m u y familiar, y que ocupará dientes en el freno de las leyes; pero
muy pronto en el Parlamento un sitio entre vosotros no se encuentra n i n g ú n
mejor que otro cualquiera. Me negó que poeta. Porque para los que no prostitu-
habéis sido bondadoso conmigo: yo me yen los títulos, n i su espíritu recto, n i su
incomodé, por lo que hice alarde de vues- corazón puro, n i su alma noble y eleva-
tra protección; entonces me respondió da, no existe el verdadero poeta. Te-
que si le decia la verdad se t o m a r í a la nedlo entendido; no porque yo lo diga,
libertad de escribiros; ya sabéis que mis que yo nada significo, sino porque lo
pasiones son vehementes; perdonadme, dicen todas las gentes que raciocinan y
monseñor, el celo, el apasionamiento y que piensan. Confesaré, pues, que he
el profundo respeto de este viejo mon- buscado hasta ahora á m i alrededor á u n
tañés.,, poeta y que no lo he encontrado; esto
E l viejo montañés es u n buen cortesano quizá depende de que existe en m i ima-
como acabamos de ver. E n l a mayor ginación un modelo ideal que quisiera
parte de sus cartas se vé su alegría co- describiros, y como el ciego M i l t o n , ten-
municativa, su vivacidad, y en muchas go tentaciones algunas veces de cantar
de ellas la temeridad de juicio, l a adula- al sol que no veo.
ción hábil, la burla, ya ligera, ya mor-
diente, que dan á conocer la prosa i n i m i - III.
table de Voltaire.
E l otro dia estuve hojeando un libro
Sobre un poeta aparecido en 1820.
que acaba de publicarse sin nombre de
autor, con este sencillo título: Meditacio-
Mayo, 1820. nes poéticas (1). Era un libro de versos.
E n ellos encontré algo de A n d r é s
I. Chenier. C o n t i n u é hojeándolo é invo-
luntariamente establecí un paralelo en-
Quizá os riáis de m í , hombres de mun- tre el autor de este libro y el desgracia-
do y hombres de letras, contemporáneos do cantor de l a Jóven cautiva; en los dos
mios, porque os voy á decir que acaso se encuentra la misma originalidad, la
no se encuentra uno entre vosotros que misma frescura de ideas, el mismo lujo
comprenda lo que es u n poeta. ¿Le en-
c o n t r a r é en vuestros palacios? ¿Le en- (i) Primer tomo de poesías que publicó Lamartine.—
contraré en vuestros sitios de retiro? ( N . del T . )
MISCELÁNEA D E L I T E R A T U R A Y D E FILOSOFIA» 17
de imágenes nuevas y verdaderas; pero terés, porque no se sucedan en ella las
el uno és m á s grave y m á s místico en alternativas de temor y de esperanza. Si
sus pinturas, y el otro tiene m á s alegría, esto no fuese cierto, cuanto m á s se pro-
m á s gracia, pero menos gusto y menos ongase una situación terrible seria m á s
corrección: el amor inspira á los dos; pero nermosa, y el colmo de lo sublime de la
en Chenier este sentimiento es siempre tragedia seria la situación del conde
profano, y en el autor con quien le com- Ugolino, encerrado en una torre con sus
paro, la pasión terrestre se purifica siem- lijos para morir en ella de hambre: es-
pre por medio del amor divino. cena terrorífica y monótona, que obtuvo
E l primero se ha consagrado á dar á mal éxito hasta en la misma Alemania,
su musa las formas de la musa antigua; que es el pais de los pensadores pacien-
el segundo, que adopta con frecuencia el zudos y profundos.
estilo de los Santos Padres y profetas, no
se desdeña algunas veces de imitar el II.
n ú m e n fantástico de Ossian y las hadas
aéreas de Kloposck y de Schiller. E n L a obra dramática, en que la incer-
una palabra, para comprender las dife- tidumbre de los acontecimientos solo
rencias que los separa, que son bastante nace de la incertidumbre de los caracté-
insignificantes, diré que el primero es res, no puede ser tragedia de verdadera
romántico entre los clásicos y el segun- fuerza. Este es si se quiere el espectáculo
do es clásico entre los románticos. que ofrece la vida humana; los grandes
efectos producidos por las pequeñas cau-
IV. sas: así son los hombres, pero en el tea-
tro se necesita que sean ángeles ó g i -
A l fin han aparecido poemas de un gantes.
verdadero poeta y versos que son poe-
sías. III.
Leí, devoré este libro singular, y á pe-
sar de los descuidos, d é l o s neologismos, Hay poetas que inventan resortes dra-
de las repeticiones y de la oscuridad que máticos, pero no saben ponerlos en j u e -
encuentro alguna vez, tuve intenciones go, y se parecen al artesano griego, que
de decir al autor:—Valor, jó ven inspira- no tuvo bastante fuerza para tender
do, pertenecéis á la raza que P l a t ó n el arco que h a b í a forjado.
queria colmar de honores y desterrar de
su República. Debéis esperar t a m b i é n IV.
ser desterrado de nuestra tierra, supedi
tada por la a n a r q u í a y por la ignoran- E l amor en el teatro debe figurar
cia, pero no os faltará en vuestro destier siempre en primera línea y sobre todas
ro el triunfo que P l a t ó n concedió al las vanas consideraciones que modifican
poeta, la palma, el clarín de la fama y ordinariamente las voluntades y las pa-
la corona de flores. siones de los hombres. E l amor es la
cosa m á s insignificante del mundo si no
Teatro. es la m á s grande. Se me objetará que
según esta hipótesis, el Cid no debia ba-
I. tirse con D . Gormaz. Pero esa objeción
Se llama acción en el teatro la lucha no tiene fuerza: el Cid ama á Jimena, y
de dos fuerzas opuestas; cuanto m á s se prefiere incurrir en su cólera que en su
contrabalancean estas fuerzas, m á s i n - desprecio, porque el desprecio mata al
cierta es la lucha, m á s alternativas hay amor. E l amor, para las grandes almas,
de temor y de esperanza; en una pala es un afecto celeste.
bra, encierra m á s interés. No debe con
fundirse el interés que nace de la acción V.
con otra clase de interés que debe inspi
rar siempre el héroe de la tragedia, y E l desenlace de Mahoma es m á s erró-
que consiste en un sentimiento de terror neo de lo que se cree generalmente: bas-
de admiración y de piedad. De modo ta para convencerse de esto compararlo
que puede suceder muy bien que el prin con e} desenlace de Britanicus. L a situa-
cipa! personaje de una obra d r a m á t i c a ción es parecida. E n las dos tragedias
excite el interés porque su carácter sea aparece un tirano que pierde su favorita
noble y su situación comprometida, y en el momento en que cree estar m á s se-
que, sin embargo, la pieza carezca de in- guro de su posesión. L a tragedia de
TOMü I V .
18 OBRAS DE VICTOR HUGO.
Racine deja en el alma impresión tris- sas que se transportan á la escena fran-
te, pero algo consoladora, porque nos sa- cesa, producen menos efecto que produ-
tisface que Britanicus se haya vengado jeron en sus países; se las espurga de los
y que Nerón no sea menos desgraciado defectos, del asunto y de los caracteres,
que sus víctimas. Parece que debia suce- pero al mismo tiempo se les quita la pom-
der lo mismo en la tragedia de Voltaire; pa teatral que los compensaba.
sin embargo, el corazón que no se equi- Madame Stael atribuye t a m b i é n á
voca queda abatido, porque Mahoma no otra razón la preeminencia de los auto-
resulta castigado. Su amor á Palmira res franceses sobre los autores alemanes.
solo es u n detalle de su carácter y u n ..JOS grandes hombres franceses están
medio irrisorio en la acción. Cuando el reunidos j u n t o á un mismo foco de ilus-
espectador vé que dicho héroe piensa en tración, y los grandes hombres alema-
su grandeza en el momento que su fa- nes están diseminados, como si vivieran
vorita se mata ante sus ojos, conoce que en diferentes p á t r i a s . Sucede á los hom-
no la ha amado j a m á s y que antes de Dres de génio lo que sucede á dos flúidos
dos horas se h a b r á consolado de su p é r - en la batería eléctrica; se necesita po-
dida. nerlos en contacto para que produzcan
E l asunto de Racine está mejor elegi- el rayo.
do que el de Voltaire. Para el poeta trá-
gico existe una diferencia profunda y VII.
radical entre el emperador romano y el
camellero profeta. Nerón puede estar Existen dos clases de tragedias: la
enamorado, pero Mahoma no. Nerón es que se escribe sobre los sentimientos y
un phallus (1) y Mahomed es u n cerebro. a que se escribe sobre los acontecimien-
tos. L a primera considera á los hombres
VI. bajo el punto de vista de las relaciones
establecidas entre ellos por la naturaleza;
L a diferencia que existe entre la tra- la segunda bajo el punto de vista de las
gedia alemana y la tragedia francesa relaciones establecidas entre ellos por
proviene de que los autores alemanes la sociedad. E n la primera, el interés
han querido crear desde el principio nace del desarrollo de uno de los gran-
mientras que los franceses se han conten des efectos, á los que está sometido el
tado con corregir á los autores antiguos. hombre por el mero hecho de ser hom-
L a mayor parte de las obras magistrales bre, tales como el amor, la amistad, el
francesas no han llegado á serlo hasta amor filial ó paternal, etc., etc. E n la
después de haber pasado por las manos segunda se trata siempre de una volun-
de los primeros escritores de nuestros si- tad política aplicada á defender ó á der-
glos. L a tragedia alemana es la repro- ribar instituciones establecidas. E n el
ducción de la tragedia griega, con las primer caso, el personaje es pasivo, esto
modificaciones que han debido hacerse es, no puede sustraerse á la influencia
según las diferencias de las épocas. Los de objetos exteriores, como por ejemplo:
griegos t a m b i é n quisieron que contribu- el celoso no puede dejar de ser celoso,
yeran al fausto de la escena los juegos el padre no puede impedir temer por el
del teatro, y de esto provienen sus más- hijo, y poco importa cómo se producen
caras, sus coros y sus coturnos; pero como estas impresiones, con tal de que inte-
entre ellos las artes que tienen algo de resen, y al espectador le interesa siem-
científico estaban en la infancia, muy pre lo que teme ó lo que desea. E n el
pronto retrocedieron á su primitiva sen segundo caso, por el contrario, el per-
cillez, que ahora admiramos. Por el con sonaje es esencialmente activo, porque
trario, los autores alemanes, que nacie está dotado de voluntad inmutable, y la
ron entre las invenciones modernas, se voluntad solo puede manifestarse en el
sirvieron de medios que estaban á su al teatro por medio de las acciones. Pue-
canee para corregir los defectos de sus den compararse estas dos clases de tra-
tragedias, y cuando no podían hablar a gedias, la una á la estatua que se talla
corazón, hablaban á los ojos. ¡Ojalá hu en el bloque y la otra á la e s t á t u a que
hieran sabido encerrarse en los justos se funde en un molde. E n el primer
límites! H é aquí por q u é la m a y o r í a de caso, el bloque existe, y basta para con-
las obras d r a m á t i c a s alemanas ó ingle vertirlo en e s t á t u a someterlo á una i n -
fluencia exterior; en el segundo caso, es
{\) Phallus, bolsa de cuero de figura obscena, que lleva- preciso que el metal líquido tenga la fa-
ban con gran pompa en un carro en las fiestas de Baco.—
(N. del T.) cultad de recorrer el molde que debe
MISCELÁNEA. DE LITERATURA. Y DE FILOSOFIA.
erudito solo tiene el pedantismo, ver que tras que las demás composiciones del
el sabio irritado le devuelve los latiga- espíritu humano se parecen, por decirlo
zos que ói le habia suministrado con así, á los edificios que, desde sus cimien-
aturdimiento. A ñ a d i d á esto que no tos hasta su remate, se han de edificar
hay nada tan terrible como l a cólera trabajosamente observando las leyes ge-
de u n sabio, y que se vé atacado en su nerales y las combinaciones particulares.
terreno especial; esta clase de hombres ~ a mayoría de los autores de epístolas
vomitan injurias en infolio, pareción- l a n ignorado que fuesen autores; escri-
doles que el idioma no les provee de DÍan sus obras como M . Jourdain escri-
términos bastante fuertes para expresar 3Ía prosa sin saberlo. No escribían por
su indignación. Visdelon, que era aman- escribir, sino por tener parientes y ami-
te platónico de la Lexicología, refiere gos, negocios y afecciones; de n i n g ú n
en su Suplemento á la Biblioteca oriental, modo les preocupaba en sus correspon-
que l a emperatriz china Un-Ibeu come- dencias el deseo de l a inmortalidad; solo
tió muchos crímenes, como por ejemplo, se ocupaban de los intereses vulgares y
los de asesinar á su marido, á su hermano ^articulares de la vida. Su estilo es sen-
y á sus hijos; pero que sobre todos estos cillo, como l a intimidad; pero l a senci-
cometió un atentado inaudito) haber man- lez constituye todo su encanto, y por
dado, menospreciando las leyes de la no enviar las cartas m á s que á las fami-
g r a m á t i c a , que se la llamase emperador y "ias, han conseguido llegar á l a posteri-
no emperatriz. dad. Creemos imposible fijar los ele-
mentos del estilo epistolar; los demás gé-
Todo el mundo ha oido hablar de neros literarios tienen reglas marcadas;
Juan Alary, el inventor de l a piedra filo- este no tiene m á s que secretos.
sofal de las ciencias: hé a q u í algunos de-
talles sobre este hombre célebre, que S a t í r i c o s y moralistas.
pueden servir a l pintor que se proponga E l que, atormentado por el demonio
retratarle: de la sátira, pretenda decir verdades
"Alary llevaba siempre hasta en l a crudas á su siglo, debe, para aterrar a l
córte barba larga y espesa, sombrero vicio, atacar frente á frente al hombre
alto y cuadrado, como no era moda en- vicioso, y para infamarle, nombrarle;
tonces, y capa larga forrada de larga pero no puede conquistar este derecho
felpa, que le llegaba m á s abajo de los ta m á s que bajo su firma. De este modo casi
Iones, capa que llevaba hasta en el fuer asegura l a victoria, porque se muestra
te del verano y que le d i s t i n g u í a tanto m á s valiente cuando su enemigo es po-
de los demás, que le conocía todo el pue deroso, y el poder retrocede siempre ante
blo y le llamaba el filósofo sucio, de cuya el valor; por otra parte, l a verdad debe
calificación, según dice Colletet, no se decirse en alta voz, y l a maledicencia
ofendía su modestia.,, a n ó n i m a es quizá m á s vergonzosa que
Colletet llamab a a Juan A l a r y el filó la calumnia firmada. No sucede lo mis-
sofo sucio, y Boileau llamaba á Colletet e mo al apacible moralista que solo se i n -
poeta sucio. E n aquella época el talento y miscuye en l a sociedad para observar
el saber, esos dos demonios tan temidos silenciosamente sus errores y ridiculeces,
hoy, eran unos pobres diablos. E n l a con la idea de que se corrija l a humani-
actualidad lo que ensucia al poeta y a dad. Aunque examine particularmente
filósofo no es la pobreza, es l a venalidad á los individuos, critica á l a especie en
no es el barro, sino el cieno. general. E l estudio á que se consagra es
absolutamente inocente, porque trata de
Se considera hoyen F r a n c i a , y con ra curar á todo el mundo y de no herir á
zon, que es el complemento necesario de nadie. Para llenar con fruto sus útiles
la educación elegante adquirir cierta fa funciones, su primera precaución debe
cilidad en el manejo del estilo epistolar ser guardar el incógnito, porque por bue-
Efectivamente, el género que se conoce na opinión que tengamos de nosotros
bajo este nombre es en la literatura como mismos, existe en nosotros cierta con-
los campos que pertenecen al dominio ciencia que nos hace considerar como
público, que todo el mundo tiene derecho hostil el modo de obrar del hombre que
á cultivar. Esto consiste en que el géne trata de escrutar nuestro carácter.
ro epistolar dimana m á s de la naturale Esta conciencia es l a de
za que del arte. Las producciones de L'endroüque Von sent faible et qu'on vent se cacher (1)
esta clase son en cierta manera como las
flores, que crecen por sí mismas, míen- {i) La parte que tenemos débil y que queremos ocultar.
11 OBRAS DE VÍCTOR HUGO.
De modo que si nos vemos obligados quoi que je m ' en promette; ils n' en out riená craindre
á v i v i r con el que creemos que es nues- c'au est le dernier eclat d' un feu prét a s' eteindre
moment de expirer i l tache d' eblouir,
tro importuno espía, ocultaremos nues- et ne frappe les yenx que pour s' evanouir.
tras acciones y nuestro carácter bajo un
velo de disimulo y perderá todo su tra- Estos versos me han conmovido siem-
bajo, y si podemos evitarle, le haremos bre profundamente; en ellos Corneille,
huir de todo el mundo denunciándole agriado por la envidia, rechazado por l a
como á hombre enojoso. E l filósofo ob- indiferencia, deja entrever la melancolía
servador, como los actores del teatro an- de su alma noble. Sentia sus fuerzas
tiguo, no pueden desempeñar bien su creadoras y era amargo para él ver que
papel si no se cubre con la mascarilla. 'as desconocían los d e m á s . Su genio
Recibiríamos muy m a l al hombre que varonil tenia la conciencia de su propio
nos dijera: "Vengo á hacerme cargo de valor. Juzgad hasta q u é extremo los
vuestros defectos y á estudiar vuestros ataques reiterados de los Zoilos debieran
vicios.;; E l que se encarga de explotar el influir sobre sus ideas para llegar á de-
dominio del ridículo, que siempre es tan cir con convicción:
vasto en Francia, debe resbalarse en la Sed ñeque Godaeis accedat musa tropais,
sociedad m á s que presentarse en ella, nec Capellanum fas mihi velle seguí.
notarlo todo, sin que nadie se fije en Semejantes versos, que Corneille es-
él, y no olvidar nunca este verso del cribió, son un sangriento epigrama con-
Mdhoma: t r a su siglo.
Mon empire est detruit si l' homme est reconum (1)
Sobre Andrés Chenier.
No se debe juzgar á Voltaire por sus
comedias, á Boileau por sus pindári
1819.
cas, n i á Rousseau por sus alegorías. L a
crítica no debe apoderarse maliciosa- Acaba de aparecer u n libro de poesías,
mente de las flaquezas de los grandes y aunque el autor ha muerto, el libro es
talentos, como la historia no debe abu objeto de muchas críticas. Pocas obras
sar de las debilidades que ofrecen casi han merecido tanto rigor. Sin embargo,
todos los grandes caractéres. Luis X I V no se trata de atormentar á n i n g ú n vivo,
se hubiera creido deshonrado si su ayu de descorazonar á n i n g ú n jóven, de ma-
da de c á m a r a le hubiese visto sin pelu- lograr á n i n g ú n talento naciente, n i de
ca; Turena, cuando estaba solo á oscu- destruir un porvenir; nada de esto: la
ras, temblaba como un n i ñ o , y César crítica esta vez se e n s a ñ a con un ataúd:
tenia miedo de volcar cuando iba en su caso raro; y por qué? Diré l a razón en dos
carro de triunfo. palabras. Aunque se trata de un poeta
muerto, se trata t a m b i é n de una poesía
nueva que acaba de aparecer. No se le
E n 1676, á Corneille, á quien nunca perdona la tumba al poeta en ódio á l a
olvidará la posteridad, le olvidaban sus cuna de su musa.
contemporáneos, cuando Luis X I V man
Nosotros dejamos á otros la triste tarea
dó representar en Versal les muchas de
de triunfar de un jóven león que sucum-
sus tragedias; esté recuerdo del rey exci
be en la plenitud de sus fuerzas. Nada
tó la g r a t i t u d del gran hombre, reanimó
nos importa que se critique su estile in-
el n ú m e n de Corneille, y el último grito
correcto y á veces b á r b a r o , sus ideas va-
de a l e g r í a del viejo fué quizás uno de
gas é incoherentes, la efervescencia de
los m á s hermosos cantos del poeta.
su imaginación, la m a n í a de mutilar l a
Ést-il yrai, grand monarque et puis-je me vanter frase y, por decirlo así, de tallarla al estilo
que tu preunes plaisir á me ressusciter?
Uu an bout de cuarante ans, Ginnaj Paupée, Horace, griego, n i las palabras que usa, deriva-
reviennent á la mode et retrouvent leur place, das de lenguas antiguas y que emplea
et que 1' heureux brillant de mes jeunes rivaux en toda l a extensión de su aceptación
n' ote point leur vieux lustre á mes premiers travaux? maternal, etc., etc. Cada uno de estos
Desconfiad de los hombres que, provis- Los que no admiran por su propia vo-
tos de un anteojo, os dicen continuamente luntad, sino por la agena, se cansan
"Estoy estudiando el siglo,,, porque los pronto de admirar. Existe en el fondo de
vidrios del anteojo unas veces aumentan casi todos los hombres no sé q u é senti-
los objetos, y en este caso los gatos les miento envidioso que vela incesante-
parecen tigres; otras veces los empeque mente en su corazón, para retener en él
ñecen, y entonces los tigres les parecen la expresión de la alabanza merecida y
gatos. Se necesita ver y observar con los para encadenar en él el impulso del en-
propios ojos. E l moralista no debe ha- tusiasmo justo. E l hombre m á s vulgar
blar m á s que por su propia experiencia, solo concede á la obra m á s superior un
si quiere gozar un dia de la inefable sa- elogio restringido, para que no se le crea
tisfacción de encontrar sus libros encua incapaz de escribirla. Quizá imagina
dernados en la biblioteca de las gentes que elogiar á otros es proscribir su dere-
que no conoce. cho al elogio, y solo consiente al génio
Debe tener t a m b i é n el moralista otra de cualquier poeta el elogio suficiente
condición, de la que ya nos hemos ocu- para que no se crea que abdica del que
pado; debe ser desconocido de los indivi- se le pueda adjudicar; y ahora me refie-
duos que estudie, y entrar libremente ro, no á los que escriben, sino á los que
en su casa sin que le conozcan. E l obser- leen, la mayor parte de los que no escri*
vador que se envanece del papel que de- birán nunca. A d e m á s , aplaudir es de
sempeña se parece á Argos, cuando se mal tono; la admiración d á á la fisono^
convirtió en pavo real y se enorgulle- m í a una expresión ridicula, y el trans-
cia de poseer cien ojos que carecían de porte de entusiasmo puede desarrugar
vista. los pliegues de la corbata.
Estas son las poderosas razones que
Cuando un idioma cuenta muchos si- influyen en que hombres inmortales que
glos de literatura, como el nuestro, y le honran su siglo arrastren vida amarga
han manejado, torturado y perfecciona- y miserable, para que el génio se extin-3
do; cuando se adapta á todos los estilos. ga desalentado, para que Camoens men^
28 OBRAS DE VICTOR HUGO.
para que lloren es necesario llorar; el vivido muchas vidas. Es preciso conven-
entusiasmo es contagioso. cerse de que los gigantescos abetos solo
Probad á arrancarle el hijo á una ma- crecen en la región de las tempestades.
dre; veréis cómo sus lamentos, sus gri- Atenas, ciudad tumultuosa, produjo m i l
tos y sus dolores os enternecen y os grandes hombres; Esparta, ciudad orde-
hacen desistir de vuestro propósito. Efec- nada y silenciosa, no produjo m á s que
tivamente, hay un lenguaje que no en- uno, Licurgo. Observamos que la ma-
g a ñ a , que todos comprenden y que pue- yoría de los grandes hombres aparecen
den usar todos los hombres; el de las entre las grandes fermentaciones popu-
grandes pasiones que enseñan los gran- lares: Homero nace en los siglos heróicos
des sucesos: sunt lacrymce rerum; hay d é l a Grecia, V i r g i l i o en la época del
momentos en que todas las almas se triunvirato, Ossian entre las ruinas de
comprenden; hay momentos en que el su p á t r i a y de sus dioses; Dante, Ariosto
pueblo de Israel se levanta como un solo y el Tasso en medio de las convulsiones
hombre. renacientes de la Italia; Corneille y Ra-
Qué es la elocuencia? Demóstenes lo cine en el siglo de la Fronda, y M i l ton
dice: la acción, la acción y siempre la en la primera revolución popular de
acción. Pero en moral como en física, Inglaterra, al pió del sangriento cadalso
para i m p r i m i r un movimiento es preciso de White-Hall.
moverse. ¿Cómo se comunica este movi- Si examinamos el destino de esos gran-
miento? Viene de arriba, y debe basta- des hombres, veremos que les a t o r m e n t ó
ros que suceda así. Conmoveos si queréis á todos una vida agitada y miserable.
conmover; llorad si queréis que lloren; Camoens hiende los mares llevando su
este es un círculo del que no se puede Doema en la mano; Ercilla escribe sus
salir. ¿De q u é nos hubiera servido el don versos sentándose en la piel de las fieras
de comunicar nuestras ideas si, como á en los bosques de Méjico. A los que los
Casandra, no nos hubieran querido creer? sufrimientos del cuerpo no distraen los
¿Cuál fué el momento m á s sublime del sufrimientos del alma, se les vé arrastrar
emperador romano? E l momento en que una vida tempestuosa y devorarles la i r r i -
los tribunos de la plebe le prohibieron tabilidad del carácter, que es una desgra-
usar l a palabra.^—'"Romanos, gritó; juro cia para ellos y para los que les rodean.
que he salvado la República.,, E l pueblo Entre ellos solo son dichosos los que
se levantó en masa y le contestó:—^" Ju- mueren prematuramente, consumidos
ramos que ha dicho la verdad.,, por la actividad de su propio génio, como
Todo lo que acabamos de decir de la Pascal; ó por su dolor, como Moliere y
elocuencia se puede decir de las demás Racine; ó vencidos por los terrores de su
artes, porque las artes tienen la misma propia imaginación, como el infortunado
lengua hablada de diferente modo. Núes Tasso.
tras ideas son sensaciones, y sensaciones Admitido, pues, el principio reconoci-
comparadas, y las artes solo son diferen- do por la a n t i g ü e d a d de que las grandes
tes maneras de expresar nuestras ideas. pasiones forman los grandes hombres,
Rousseau, examinándose á sí mismo y debemos reconocer al mismo tiempo que,
comparándose con el modelo ideal que así como hay pasiones m á s ó menos
el hombre tiene grabado en la concien- fuertes, así t a m b i é n existen diversos gra -
cia, trazó un plan de educación que ga- dos en el genio.
rantizaba á sus discípulos de todos sus Examinando ahora q u é elementos son
vicios, pero al mismo tiempo de todas los m á s capaces de excitar l a violencia
sus virtudes. de nuestras pasiones, ó, lo que es lo mis-
E l gran hombre no se apercibió de que mo, de nuestros deseos, que solo son vo-
al dar á su idilio lo que le faltaba, le luntades m á s ó menos pronunciadas,
quitaba lo que poseía. E l hombre edu- hasta que llegan al extremo de consti-
cado entre las risas de la alegría, seria tuir la voluntad firme y constante que
como un atleta educado lejos de los hace desear una cosa toda la vida, todo
combates. Para ser u n Hércules es preci- ó nada como César, ariete terrible con
so haber ahogado las serpientes desde la que el hombre se destroza á sí mismo, de-
cuna. Pretende Rousseau apartar a bemos estar de acuerdo en que si existe
hombre de la lucha de las pasiones, ¿pero algo capaz de excitar tan tenaz volun-
seria vivir evitar la vida? Existir, se tad en un alma noble y firme, este algo
gun L o c k e , es sentir. Los grandes debe ser incontrovertiblemente lo que
hombres han visto y han sentido mu- mayor fuerza tenga entre los hombres,
30 OBRAS DE VICTOR HUGO.
do entramos en la vida, el hombre hon- que era ciega, vé ahora claro y razona.
rado está seguro de no errar sometiendo Los acontecimientos se precipitan, se en-
todas sus modificaciones á la severa crí- cadenan y se deducen en la historia con
tica de su conciencia. L a conciencia aterradora lógica. Colocándose á alguna
recta que vela en el espíritu le salva de distancia de ellos pueden verse sus de-
tomar las malas direcciones, en 1-as que mostraciones en su verdadera proporción
la honradez se puede perder. E n la Edad rigurosa y colosal, y l a razón humana
Media se creia que cualquier líquido en queda humillada al explicarse los enor-
el que hubiera estado sumergido un za- mes silogismos del destino.
firo durante a l g ú n tiempo, era u n preser-
vativo contra la peste, contra el carbun- Todo ha de ser ficticio, artificial y de-
clo y la lepra en todas sus variedades, como fectuoso en el órden de cosas en que las
dice Juan Bautista de Róceles. desigualdades sociales contraríen á las
Pues este zafiro es la conciencia. desigualdades naturales. E l equilibrio
perfecto de la sociedad resulta de la su-
perposición inmediata de esas dos des-
igualdades.
DIARIO Los reyes cuentan con el dia de hoy,
de las ideas y de las opiniones de un revolucionario los pueblos deben contar con el dia de
de 1830. mañana.
t r a ñ a que, siendo viejos, no tengáis ma- la otra. Pero este puente no tiene c i -
durez. mientos en el rio de las ideas que corre
por debajo de él, y que hace poco arras-
Es hora ya de que meditemos sobre tró el antiguo puente de piedra de los
estas palabras de Mirabeau:—"No somos Borbones.
salvajes que acabamos de llegar desnu-
dos de las orillas del Orinoco para cons- Las cabezas que están organizadas
t i t u i r una sociedad: formamos una na- como la de Napoleón, sirven de punto de
ción antigua, quizá demasiado vieja para intersección de todas las facultades hu-
esta época. Nos encontramos con u n go- manas. Se necesitan muchos siglos para
bierno preexistente, con un rey preexis- producir ese mismo accidente.
tente y con preocupaciones preexisten-
tes; es preciso casar todo lo que sea Admiro todavía á La-Rochejaquelein,
posible estas cosas con la revolución para á Lescure, á Cathelineau y hasta á Cha-
salvar lo repentino del paso.,, rette; pero no les profeso estimación: ad-
miro siempre á Mirabeau y á Napoleón;
E n la constitución actual de la Euro- pero no les ódio. E l sentimiento de res-
pa, cada Estado tiene su esclavo y cada peto que me inspira la Vendée me lo
m o n a r q u í a arrastra su globo. L a T u r - producen la i m a g i n a c i ó n y la virtud. No
q u í a tiene á la Grecia, la Rusia á la Po- soy vendeano de corazón, pero sí de
lonia, la Suecia á la Noruega, la Prusia alma.
al gran ducado de Posen, el Austria á
la L o m b a r d í a , la Cerdeña al Piamonte, Más es vituperio que elogio decir á un
la Inglaterra á la Irlanda, l a Francia á hombre que su opinión política no ha
Córcega, la Holanda á Bélgica. Así, al cambiado en cuarenta a ñ o s . Es decirle
lado de cada pueblo soberano se encuen- que para él no existe la experiencia de
tra un pueblo esclavo; al lado de cada cada dia, n i la reflexión, y que no ha
nación en su estado natural, existe una meditado sobre los hechos. Decir esto es
nación fuera del estado n a t u r a l . E l edi- elogiar al agua porque está estancada,
ficio está m a l edificado. L a mitad es de al árbol por haber muerto y preferir la
m á r m o l y la otra m i t a d de yeso. ostra al á g u i l a . Porque todo es variable
en la opinión, nada es absoluto en las
cosas políticas, excepto l a moralidad i n -
terior de estas mismas cosas; y esta mo-
OCTUBRE. ralidad es asunto de l a conciencia y no
E l espíritu de Dios, como el sol, derra- de la opinión. L a opinión del hombre pue-
man á la vez todos los rayos de su luz. de cambiar honrosamente, con t a l que
E l espíritu del hombre se parece á la su conciencia no cambie. Sea progresivo
pálida luna, que tiene fases, ausencias y ó sea retrógrado, el movimiento es esen-
regresos, lucidez y manchas, plenitud y cial en l a vida humana y social. Pero
desaparición, que á pesar de tomar pres- es vergonzoso que el interés nos haga
tada la luz de los rayos del sol, se atreve cambiar de opinión, y que u n escudo ó
á interceptarlos algunas veces. un galón nos hagan pasar bruscamente
de l a bandera blanca á la tricolor, y v i -
Los Sansimonianos se equivocan, á ceversa.
pesar de su perspicacia, de su probidad
y de la abundancia de sus ideas. Con la Nuestras C á m a r a s decrépitas están
moral solo no se puede fundar una reli procreando en estos momentos una infi-
gion; para fundarla se necesitan a d e m á s nidad de leyes, sin piernas n i brazos, que
el dogma y el culto. Para fortificar el apenas nacen menean la cabeza, como
culto y el dogma son precisos los miste las mujeres viejas que no tienen dientes,
rios, y para hacer creer los misterios se para morder los abusos.
necesitan milagros.
L a igualdad ante l a ley es la igualdad
L a Iglesia afirma, la razón niega. E n ante Dios, traducida al lenguaje políti-
tre el si del sacerdote y el no del hombre, co. Las Constituciones deben ser una
solo Dios puede decidir. versión del Evangelio.
Toda doctrina social que trata de des- tiene: al Mediodía, los Pirineos; al Le-
truir la familia es nociva é inaplicable. vante, los Alpes; al Norte, la Bélgica,
L a sociedad es soluble con la condición con su cercado de fortalezas; al Ponien-
de recomponerla después, pero la fami- te, por foso, el Océano. A c á de los P i r i -
lia no. Porque para la composición de neos, de los Alpes, del H h i n y de las for-
la familia solo intervienen leyes natura- talezas belgas, tiene tres pueblos revo-
les. L a sociedad es soluble por estar ba- lucionados, E s p a ñ a , I t a l i a y Bélgica; y
sada en leyes ficticias, artificiales, tran- m á s allá del mar la República Ameri-
sitorias ó accidentales; puede ser útil, cana. L a Francia inexpugnable tiene de
necesario y conveniente disolver una g u a r n i c i ó n tres millones de bayonetas;
sociedad cuando está mal organizada, Dará velar sus almenas de los Alpes, de
por ser demasiado vieja ó por estar mal os Pirineos y de Bélgica, cuatrocientos
avenida. No puede ser nunca útil n i ne- m i l soldados; para defender el territorio,
cesario disolver la familia. Descompo- un guardia nacional por cada pié cua-
niendo la sociedad, lo que os d á por ú l - drado; en una palabra, tenemos en la
timo residuo no es el individuo, sino la mano la mecha de todas las revolucio-
familia. L a familia es el cristal de la so nes que minan la Europa. Podemos dar
ciedad. cuando queramos la voz imperativa de
fuego!
NOVIEMBRE. He asistido á una sesión del proceso
Hay cosas grandes que no las produce entablado contra los ministros, á l a se-
un hombre solo, sino u n pueblo entero. sión p e n ú l t i m a , á la m á s lúgubre, y oia
Las pirámides de Egipto son a n ó n i m a s rugir al pueblo desde fuera. Pienso a l -
las jornadas de Julio t a m b i é n . g ú n dia describirla.
E l pensamiento que me preocupaba
Una buena ley electoral para cuando el pueblo sepa leer durante la sesión, era que el poder oculto
que arrastró á Cárlos X á su ruina, el
Artículo primero.'—Todos los franceses genio malévolo de la restauración, el
son electores. gobierno que t r a t ó á l a Francia como
Artículo segundo.—Todos los franceses acusada y como criminal, siguiendo sin
son elegibles. cesar su proceso, habia terminado ya; y
tan eficaz era esta razón interior de las
DICIEMBRE. cosas, que entonces solo podia tener por
ministros á procuradores generales.
9 Diciembre, 1830. ¿Qué eran los tres hombres que se sen-
Benjamín Constant, que m u r i ó ayer taban cerca de M . de Polignac, como
era uno de esos hombres raros que tem agentes suyos inmediatos? Los tres eran
plan y afilan las ideas generales de su procuradores generales, así M . de Pey-
época, que son las armas de que se va ronnet, como M . de Chantelauce y co-
len los pueblos para vencer á las de mo M . de Gernon-Ranville.
ejército. Solo las revoluciones pueden ¿Qué era M . Mangin, que probable-
arrojar á la sociedad semejantes hom mente hubiera figurado á su lado, si la
bres. Se necesita un volcan para formar revolución de Julio hubiera podido dis-
la piedra pómez. poner de él? U n procurador general.
No habia n i ministro de Interior, n i
E l mismo dia se ha anunciado 1 ministro de Instrucción pública, n i Pre-
muerte de Goethe, de B e n j a m í n Cons fecto de policía; todo lo acaparaban los
tant y de P i ó V I H (1). Tres papas procuradores generales. No administra-
muertos. ban n i gobernaban á la Francia; la acu-
saban, la juzgaban y la condenaban.
Si el clero no es cauto y no c á m b i a de
modo de vivir, m u y pronto no se creerá L a licencia se saca sus cien ojos con
en Francia m á s que en una trinidad: en sus cien brazos.
la bandera tricolor.
difíciles á acceder por prudencia; á condu- terminan los hombres que forman íos
cir el desórden para enfrenarle; á encar- acontecimientos.
garse de desempeñar empleos gloriosos,
pero entre alarmas crueles; época en l a E n tiempos de la m o n a r q u í a , una ór-
que es preciso, luchando con grandes di- den secreta se apoderaba de la libertad
ficultades, aparecer serenos y tranquilos, de un individuo y lo metia en la Bastilla.
poner órden á todo, no ofender á nadie, De ese modo l a libertad individual de
aplacar á los envidiosos, servir sin cesar toda la Francia vino á acumularse, gota
y que no parezca que se sirve.;; á gota, hombre á hombre, en la Bastilla
Las anteriores palabras caracterizan durante muchos siglos. Por eso en cuan-
admirablemente el momento actual y se to la derribaron, la libertad se desparra-
superponen hasta en sus menores deta- mó r á p i d a m e n t e por Francia y por Eu-
lles á nuestra situación política: sin em- ropa.
bargo, tienen cuarenta años de fecha; las
p r o n u n c i ó Mirabeau el 19 de Octubre
de 1789. Se vé, pues, que las revolucio- L a civilización es todopoderosa y
nes tienen ciertas fases que presentan acampa en la arena del desierto, como
siempre. L a revolución de 1789 estaba 'o hizo en Africa en los tiempos de
entonces en el período en que se en- .íloma, ó se establece en la región de las
cuentra la revolución de 1830; en el pe- nieves, como actualmente en la Rusia.
ríodo de las insurrecciones.
L a revolución, cuando pasa del estado E l emperador Napoleón decía que de-
de teoría al estado de acción, hace su searía tener oficiales franceses y soldados
erupción por medio de un m o t í n . E l mo- rusos. E l carnicero Legendre destrozaba
tín es la primera de las formas violentas á p u ñ e t a z o s á Lanjuinais en la tribuna
que toma la revolución. E l motin impide de la Convención, y éste le gritaba: " A n -
el paso de los intereses nuevos, de las tes de obrar así conseguid que decrete la
ideas y de las necesidades nuevas por las Asamblea que yo soy toro.,,
puertas estrechas del antiguo edificio
político, porque todos ellos quieren en- L a Francia está siempre de moda en
trar á la vez á disfrutar de los goces Europa.
sociales. Por eso es raro que una revolu-
ción no empiece por derribar las puertas. L a Escritura refiere que hubo un rey
Esta es la esencia del motin revolucio- que fué durante siete años fiera en los
nario, que no debe confundirse con las bosques, y que después recuperó la for-
otras clases de motines; equivocarse ma humana. Este rey del Santo Libro
siempre en la forma y tener razón en el es un símil del pueblo. Necesita ser siete
fondo. años animal feroz para convertirse en
hombre. Sus metamórfosis se llaman re-
voluciones.
Ultimos fragmentos, sin fecha.
Es singular el paralelismo de los des-
Una antigua profecía de Mahoma tinos de Roma. Después de tener un Se-
dice: Un sol se levantará por el Poniente. nado que creaba dioses, tuvo un Cóncla-
Querría hablar de Napoleón? ve que proclamaba santos.
Comparad á estos dos hombres nota Los imperios tienen sus crisis como
bles: á ííobespierre y á Mirabeau. E l uno las m o n t a ñ a s en invierno: una palabra
es de plomo y el otro es de hierro. E l dicha en voz m u y fuerte produce en
horno de la revolución fundirá al uno, ellos una avalancha.
que se disolverá en él; el otro se enroje-
cerá, l l a m e a r á y a p a r e c e r á brillante y E n 1797 se decía: '^La sociedad de Bo-
soberbio. ñaparte,,. E n 1807: " E l imperio de Na-
poleón,,.
Se necesita ser gigantes como A n í b a l Los grandes hombres son los coefi-
como Carlo-Magno ó como Napoleón cientes de su siglo.
para atrevesar los Alpes.
Napoleón decía: "Poseyendo á Ambe-
Empiezan las revoluciones los hom- res tengo una pistola cargada apuntan-
bres que forman las circunstancias, y las do al corazón de Inglaterra,,, E l coche-
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MISCELÁNEA DE LITERATURA ¥ DE FILOSOFIA. 39
ro que conducía á Bonaparte la noche al través del prisma de la poesía, porque
del 3 Nivoso se llamaba César. éste se parece á esos ingeniosos cristales
que aumentan el t a m a ñ o de los objetos.
L a E s p a ñ a tuvo y la Inglaterra tiene Os hacen ver con toda su luz y con toda
la mayor marina del mundo. E l Medio- su majestad las esferas del cielo; pero
día de A m é r i c a habla español y el Nor- apuntadlos hácia la tierra y veréis for-
te habla inglés. mas gigantescas, pero pálidas, vagas y
confusas.
E l incendio de Moscou fué una aurora
boreal encendida para Napoleón. L a Providencia es l a que crea á los
grandes hombres; pero no los prodiga,
NOBLEZA . PUEBLO . no los derrocha. Los hace circular y los
E l conde de Mirabeau. Franklin. retira en momento oportuno, haciéndoles
Napoleón Bonaparte,gen- Washington, solo manejar acontecimientos gigantes-
til-hombre corso. Sieyes. cos. Cuando se entrega á alguna mala
E l m a r q u é s Simón de Bentham. ocupación hace que la desempeñen ma-
Bolívar. Schiller. nos ruines; solo remueve la sangre y el
E l m a r q u é s de Lafa- Canaris. cielo con instrumentos viles. Por eso M i -
yette. Danton. rabeau desaparece antes de llegar el Ter-
L o r d Byron. Taima. ror, y Napoleón solo se presenta después
M . de G-oethe. Cuvier. y coloca entre los dos gigantes un hor-
Sir "Walter Scott. miguero de hombres pequeños y perver-
E l conde Enrique de sos, la guillotina, los asesinatos, el No-
Saint-Simón. venta y tres. Para representar el Noventa
E l vizconde de Chateau- y tres le basta con Hobespierre; Hobes-
briand. pierre es suficiente.
Madame de Stael.
E l conde de Maistre. A los hombres eminentes del siglo les
F. de Lamennais. he oido quejarse, en política, en literatu-
O'Conell, gentil-hombre ra y en ciencias, de la envidia, del ódio y
irlandés. de las calumnias. Pero hacian mal en la-
Mina, hidalgo c a t a l á n . mentarse de esto, porque debían saber
B e n j a m í n de Constant. que esa es la ley de la gloria. Las ilus-
La-Ilochejaquelein. tres famas tienen que pasar por esas
Eiego. pruebas. E l ódio las persigue por todas
partes, sin que encuentren lugar sagra-
Lutero decía: Trastorno el mundo he- do que las sirva de refugio. E l teatro no
hiendo mi botella de cerveza.—Cromwell libró de esas pruebas á Shakespeare y á
decia: He metido al rey en mi saco y al Moliére; el descubrimiento de un mundo
Parlamento en mi bolsillo.—Napoleón de no libró á Cristóbal Colon de que le en-
cia: Lavemos en casa la ropa sucia.—Que cerrasen en la cárcel; el claustro no pre-
estudien estas frases los que escriben tra servó á San Bernardo y el trono no salvó
gedias y no comprenden los grandes su- á Napoleón. Solo hay un sitio en el mun-
cesos sin las grandes frases. do en el que el génio puede gozar del de-
recho de asilo; este sitio es l a tumba.
"Tenia Luis X I V talento natural,
pero era m u y ignorante, y esto le aver
gonzaba. Por eso gozaba en poner en Sobre Voltaire.
ridículo á los sábios.;; (Memorias de la
princesa Palatina.) Diciembre, 1823.
Con los grandes hombres sucede lo Francisco M a r í a Arouet, célebre bajo
mismo que con el sol: como éste, nunca el nombre de Voltaire, nació en Chate-
son tan bellos como cuando aparecen 3 nay el 20 de Febrero de 1694, de una fa-
como cuando se ponen. milia perteneciente á la magistratura.
Se educó en el colegio de jesuítas, en el
Entre los colosos de la historia, Crom que uno de sus regentes, el padre Lejay,
well, semi-fantástico y semi-politico, mar le predijo, según se asegura, que lle-
ca la transición de Mahoma á Ñ a p o garía á ser en Francia el corifeo del
león. deísmo.
Apenas salió del colegio, Arouet, cuyo
No deben verse los objetos de la vida talento se despertaba con toda la fuerza
OBRAS DE VICTOR HUGO.
bargo, que su doble poderío estuvo ínti- el cielo la poderosa inteligencia que del
mamente enlazado, y que sus efectos, cielo recibió. Lamentamos que no supie-
m á s bien confundidos que ligados, fueron ra comprender su sublime misión; nos
en cierto modo simultáneos y comunes. condolemos de ese ingrato que profanó
Si al estudiarle dividimos su examen, es la castidad de su musa y la santidad de
porque no alcanzan nuestras fuerzas á la pátria; de ese t r á n s f u g a , que olvidó
abrazar de una sola ojeada su conjunto que el trípode del poeta debe colocarse
intangible; imitando en esto al artificio cerca del altar. Pero su misma falta le
de los artistas orientales, que, siendo proporcionó el castigo. Su fama es me-
incapaces de pintar u n rostro de frente, nor de lo que debia ser, porque quiso
consiguen obtenerlo completo encerran- acaparar todas las glorias, hasta la de
do los dos perfiles en un mismo cuadro. E r ó s t r a t o . Desmontó muchos terrenos,
E n literatura, Voltaire ha dejado uno sin que pueda decirse que cultivó nin-
de los monumentos cuyo aspecto asom- guno, y por tener la culpable ambición
bra m á s por su extensión que impone de sembrar lo mismo gérmenes nutri-
por su grandeza. E l edificio que ha cons- tivos que gérmenes venenosos, hay que
truido nada tiene de augusto: no es n i confesar que, para su v e r g ü e n z a eterna,
un palacio real, n i un hospicio para los los gérmenes venenosos son los que han
pobres; es un bazar elegante y vasto, re- fructificado. Como composición literaria,
gular y cómodo, que ostenta entre el la Henriada es m u y inferior á la Don-
fango innumerables riquezas; que d á lo cella. Sus sátiras, selladas muchas veces
que le corresponde á todos los intereses, con estigma infernal, son muy superio-
á todas las vanidades y á todas las pa- res á sus inocentes comedias. Son prefe-
siones; bazar deslumbrador y fétido, que ribles sus poesías ligeras, en las que su
ofrece á la voluptuosidad el medio de cinismo se muestra sin rebozo, á sus poe-
prostituirse; que se llena de holgazanes, sías líricas, en las que se encuentran
de mercaderes y de gente ociosa, y que muchas veces estrofas religiosas y gra-
apenas frecuentan el sacerdote y el i n - ves. (1) Sus cuentos, á pesar de ser i n -
digente. Encontrareis bajo sus arcadas crédulos y excépticos, valen m á s que sus
suntuosas muchas obras magistrales de estudios históricos, en los que el mismo
gusto y de arte, relucientes de oro y de defecto no es tan notable, pero su caren-
diamantes; pero no busquéis en el bazar cia de dignidad es contraria al género
la estatua de bronce de formas antiguas de esta clase de obras. Sus tragedias, en
y severas. Encontrareis allí adornos para las que realmente se manifiesta gran
vuestros salones y vuestros retretes, pero poeta, en las que sabe encontrar el rasgo
no los ornamentos de un santuario. ¡Des característico y la frase del corazón, á pe-
graciado el sér débil, cuya fortuna con sar de las admirables escenas que las
siste solo en tener alma, que entre á engalanan, no están á la altura de las
exponerse allí á las seducciones de tan de Hacine n i de las de Corneille.
magnífica guarida del templo monstruo- Nuestra opinión no debe ser sospecho-
so, en el que se venera todo menos la sa después de haber examinado profun-
verdad, en el que se rinde culto á todo damente las obras d r a m á t i c a s de Vol-
menos á Dios! Si de semejante monu taire, que nos han convencido de su
m e n t ó hablamos con admiración, no se superioridad en el teatro. Creemos que si
nos puede exigir que hablemos con res- Voltaire, en vez de dispersar las colosales
peto; porque nosotros compadeceríamos fuerzas de su pensamiento en veinte
á una ciudad en la que la m u l t i t u d lle- puntos distintos las hubiera dirigido to-
nara el bazar mientras dejase la iglesia das á un mismo fin, esto es, á la trage-
solitaria; compadeceríamos á una litera- dia, h a b r í a en ella sobrepujado á Hacine
tura que abandonase el camino que si- y t a l vez igualado á Corneille. Pero
guieron Corneille y Bossuet, por seguir hizo lo contrario, m a l g a s t ó su génio en
el sendero que trazó Voltaire. agudezas y sarcasmos. Por eso fué pro-
No por eso negaremos el génio de este digiosamente agudo, y el sello de su gó-
hombre extraordinario; precisamente
porque abrigamos la convicción de que (1) El conde de Maistre, al hacer el severo y notable retrato
gozó el privilegio de poseer uno de los de Voltaire, prueba que es nulo en ta oda, y atribuye acertada-
ingenios m á s felices con que han sido do- mente su nulidad á su falta de entusiasmo. En efecto, á Voltaire
le era antipática la poesía lírica, y solo la escribía para justi-
tados los hombres, deploramos amarga- ficar su pretensión de ser universal. Voltaire era incapaz de
mente el frivolo y funesto uso que hizo exaltación profunda; no sentia otra emoción que la de la cólera;
de él. Sentimos, tanto por Voltaire pero su cólera nunca se convertía en esa santa indignación que
nos trueca en poetas, como dice Juvenal: Faeit i n c l i g n a t u m
como por las letras, que dirigiera contra versum.
MISCELÁNEA DÉ LITERATURA Y DE FILOSOFÍA. 43
nio se vé impreso m á s en el vasto con- cesa, los resultados políticos de la filo-
junto de sus obras que en cada una sofía de Voltaire son, por desgracia, de
en particular. Preocupado con la mar- espantosa notoriedad. Seria, sin embar-
cha de su siglo, se olvidó de la posteri- go, soberanamente injusto atribuir solo
dad, que debe ser la austera imagen á los escritos del patriarca de Ferney
que ha de dominar todas las meditacio- la fatal revolución. No hay que des-
nes del poeta. Rivalizando en capricho y conocer en ella el resultado de una des-
en frivolidad con sus frivolos y capri- composición social empezada desde mu-
chosos contemporáneos, queria agra- cho tiempo atrás. Voltaire y la época
darles y burlarse de ellos á u n mismo en que él vivió se deben acusar y ex-
tiempo. cusar recíprocamente. F u é demasiado
Voltaire parecía que olvidaba que se altivo para obedecer á su siglo, pero a l
encuentra la gracia en la fuerza, y que mismo tiempo demasiado débil para do-
quizá lo m á s sublime de las obras del es- minarlo. De esta igualdad de influencias
píritu humano es lo m á s candoroso, por- resultaba entre su siglo y él p e r p é t u a
que la imaginación sabe revelar su reacción, cámbio m ú t u o de impiedades y
celeste origen sin recurrir á extraños ar- de locuras, continuo flujo y reflujo de
tificios. L a imaginación solo necesita an- novedades, que arrastraban en sus osci-
dar para hacer comprender que es una laciones a l g ú n pilar viejo del edificio so-
diosa. M vera incessu patuit dea. cial. Representémonos la faz política del
Si fuese posible reasumir la idea múl- siglo diez y ocho, los escándalos de la
tiple que presenta la existencia literaria Regencia, las liviandades de Luis X V ,
de Voltaire, le clasificaríamos como uno la violencia en el ministerio, la violen-
de los prodigios que los latinos llama- cia en los Parlamentos y l a fuerza en
ban monstra. Voltaire, en efecto, es un ninguna parte; la corrupción moral des-
fenómeno, quizás único, que solo podia cendiendo por grados desde la cabeza
nacer en Francia y en el siglo diez y hasta el corazón, desde los grandes hasta
ocho. el pueblo; figurémonos á l o s prelados cor-
Entre su literatura y la del gran siglo tesanos, á los abates afeminados; figuré-
media l a diferencia de que Cornei- monos á la antigua m o n a r q u í a y á la
ile. Moliere y Pascal pertenecen parti- antigua sociedad moviéndose desprendi-
cularmente á la sociedad, y Voltaire da de su base c o m ú n , sin poder resistir
pertenece á la civilización. A l leerle se á los ataques de los innovadores m á s
conoce que es el escritor de una edad que presentándoles el nombre de Bor-
enervada y que se encuentra mal; sabe bon; representémonos á Voltaire, lanza-
entretener, pero no consolar; tiene pres- do en medio de esa sociedad que se disol-
tigio, pero no encanto; es brillante, pero vía, como una serpiente en u n pantano, y
carece de majestad; fascina, pero no per- no nos sorprenderá ver que la acción
suade. Su talento, exceptuando en la contagiosa de su pensamiento apresu-
tragedia, que es su elemento propio, ca- rara el fin de ese órden político que Mon-
rece de ternura y de franqueza. L o que taigne y Rabel ais atacaron i n ú t i l m e n t e
escribe se vé que es el resultado del or cuando era jó ven y vigoroso; Voltaire
ganismo y no el producto de la inspira no convirtió en mortal la enfermedad,
cion, y cuando afirma un módico ateo pero desenvolvió sus g é r m e n e s y exas-
que Voltaire tenia sanos todos los ten- peró los accesos. Se necesitaba todo el
dones y todos los nervios, os extremeceis veneno de Voltaire para poner en erup-
pensando que pueda tener razón. Como ción aquel lodazal, pero t a m b i é n deben
otro ambicioso m á s moderno, que soñó imputársele á él gran parte de los hechos
en tener la s u p r e m a c í a política, soñó en monstruosos de la revolución. L a revo-
vano Voltaire obtener la supremacía l i - lución á sí misma debió aparecer sor-
teraria. Si Voltaire hubiera comprendi- prendente. L a Providencia quiso colo-
do la verdadera grandeza, hubiera he- carla entre el m á s temible de los sofistas
cho estribar su gloria en la unidad y no y el m á s formidable de los déspotas. A l
en la universalidad. L a fuerza no se reve- estallar aparece Voltaire en una satur-
la por cámbios perpetuos, por m e t a m ó r nal fúnebre (1), y al terminar se levanta
fosis indefinidas, sino por la majestuosa Bonaparte en medio de una matanza (2).
inmovilidad. L a fuerza no es Proteo, es
J úpiter.
Vamos á ocuparnos de la segunda
parte de nuestra tarea, que será m u y (1) En la traslación de los restos de Voltaire al panteón.
corta, pues merced á la revolución fran- (2j En la metrallada de San Roque.
u OBRAS DE 'VICTOR HUGO.
lia, pero la poesía le crea otra. Sus sim- que equivale á decir que el mismo árbol
patías, que m u y pocos séres despiertan á dá dos frutos diferentes y contrarios, y
su alrededor, van á buscar al través del que la misma causa produce simultánea-
torbellino de las relaciones sociales, m á s mente dos efectos incompatibles. Estos
allá de los tiempos, m á s allá de los espa- enemigos de las innovaciones n i siquie-
cios, á algunos hombres que comprende ra se aperciben de que de este modo
y que cree dignos de que le comprendan. crean una lógica enteramente nueva, y
Mientras que, en la rotación m o n ó t o n a siguen tratando á la literatura que lla-
de las costumbres y de los negocios, l a man clásica como si viviera todavía y á
m u l t i t u d de los indiferentes pasa por su la que llaman r o m á n t i c a como si estu-
lado sin llamar su atención, establece viese p r ó x i m a á morir. Esos doctos retó-
entre él y los hombres que su inclina- ricos, que se proponen cambiar lo que
ción ha elegido íntimos afectos y comu- existe con lo que no existe, nos recuer-
nicaciones, por decirlo así, eléctricas. Ca- dan al Rolando loco del Ariosto, que su-
riñosa comunidad de pensamientos liga plica gravemente á un t r a n s e ú n t e que
con lazo invisible é indisoluble á esos acepte u n jumento muerto en cambio
séres privilegiados, que viven solitarios; de u n caballo vivo. Pero Rolando con-
de modo que cuando por casualidad se viene en que está muerto el jumento
encuentran, bástales una mirada para re- y que ese es el único defecto que tiene;
velarse uno á otro, una palabra para pe los Rolandos del pretendido género clá-
netrarse m ú t u a m e n t e en el fondo del sico no confiesan la verdad n i obran de
alma y reconocer el equilibrio, y al poco tan buena fé. Será, pues, preciso arran-
tiempo, esos dos extranjeros parece que carles lo que no quieren conceder, y de-
sean hermanos, amamantados con la mis- clararles que no existe en l a actualidad
ma leche; parecen dos amigos que ha su- m á s que una literatura, como no existe
mido u n mismo infortunio. más que una sociedad; que las literaturas
Séanos permitido decir, y glorificarnos anteriores, después de dejarnos monu-
de ello, que una simpatía de esta clase mentos inmortales, se ven obligadas á
sentíamos hacia lord Byron. No era l a desaparecer con las generaciones cuyas
atracción que el genio inspira al génio; costumbres sociales y cuyas situaciones
era u n sentimiento sincero de admira- políticas pintaron. E l génio de nuestra
ción, de entusiasmo y de gratitud; por- época puede ser tan bello como el de las
que se debe gratitud á los hombres cuyas épocas m á s ilustres, pero no puede ser el
obras y cuyas acciones hacen latir noble- mismo; no depende de los escritores con-
mente el corazón. Cuando nos anuncia- temporáneos resucitar una literatura pa-
ron la muerte de ese poeta, nos pareció sada, como no depende del jardinero ha-
que nos arrancaban parte de nuestro cer que reverdezcan las hojas del otoño
porvenir. Con la amargura de que es en las ramas de la primavera.
susceptible nuestro corazón renunciamos Hay que convencerse de que es vana
á la esperanza de entablar con lord By- tarea que un corto n ú m e r o de espíritus
ron una de esas amistades poéticas que limitados traten de hacer retroceder las
nos complacemos en mantener con la ideas generales hácia el pernicioso siste-
m a y o r í a de los principales ingenios de ma literario del siglo anterior. Aquel
nuestra época, y le dirigimos este sentido terreno, naturalmente árido, hace mucho
verso, con que un poeta de su escuela tiempo que es improductivo. Por otra
saludaba á la sombra generosa de A n - parte, es imposible hacer que revivan los
drés Chenier: madrigales de Dorat después de las gui-
Adieu done, jeune ami queje n'ai pas connu. llotinas de Robespierre y resucitar á
Y ya que se nos ha escapado una fra- Voltaire en el siglo de Bonaparte. L a l i -
se sobre la escuela particular de lord teratura real de nuestra edad, que pros-
Byron, será oportuno a q u í examinar el cribe á los autores á la manera de Arísti-
sitio que ocupa en el conjunto de la lite des;que repudian todas las plumas, pero
ratura actual; á la que atacan como si que adoptan todas las liras; que persiguen
pudiera ser vencida y á la que calum- calculadamente, vé que á su pesar se
nian como si pudiera ser condenada. T a abren todos los talentos en su esfera tem-
lentos equivocados, pero hábiles para sa pestuosa, como las flores que solo me-
car de quicio todas las cuestiones, tratan dran en los sitios que azota el A q u i l ó n .
de acreditar entre nosotros u n error sin L a literatura que reprueban los que
guiar. Se han imaginado que represen- deciden sin meditar y que defienden los
tan la sociedad actual de Francia dos que piensan con el alma, juzgan con el
literaturas enteramente contrarias, lo espíritu y sienten con el corazón, esa l i -
MISCELÁNEA D E L I T E R A T U R A Y D E F I L O S O F I A .51
teratura no puede tener el aspecto blando va: a q u í se veian ruinas y allá bosquejos;
y descarado de la musa que cantó al ord Byron, en sus fúnebres lamentos, ha
cardenal Dubois, que h a l a g ó á la Pom- expresado las postreras convulsiones de
padour y ultrajó á Juana de Arco. Esta 'a sociedad agonizante, y el vizconde de
literatura no interroga al crisol del ateo Chateaubriand, con sus inspiraciones su-
n i al escalpelo del materialista; esta lite- Dlimes, satisfizo las primeras necesidades
ratura no pide prestado al excéptico l a de la sociedad reanimada. L a voz de uno
balanza de plomo, á la que basta el inte- es como el canto del cisne cuando vá á
rés para romper el equilibrio; no entona morir; la voz del otro es como el canto
en las orgías cantos que exciten al de- del fénix al renacer de sus cenizas.
güello; no conoce n i la adulación n i la Por la tristeza de su génio, por el or-
injuria; no se presta á las seducciones de gullo de su carácter, por las tempesta-
la mentira; no roba el encanto á las i l u - des de su vida, lord Byron es el tipo del
siones. Permaneciendo e x t r a ñ a á todo lo género de poesía que c a n t ó . Todas sus
que no constituye su fin, bebe la poesía obras llevan el sello profundo de su indi-
en la fuente de la verdad y fecundiza su vidualidad. Aparece en todas ellas una
imaginación con las creencias. Sigue los :igura sombría y altiva, que el lector vé
progresos del tiempo, pero con paso gra- pasar ante sus ojos como á través de u n
ve y mesurado. Su carácter es sério y crespón negro. Divagando algunas ve-
su voz melodiosa y sonora; es, en una ces, como todos los pensadores profun-
palabra, como debe ser el pensamiento dos, en el vacío y en l a oscuridad, dice
c o m ú n de una gran nación después de frases que sondean completamente el
haber atravesado grandes calamidades; alma y sabe exhalar suspiros que reve-
triste, altiva y religiosa. Esta literatura, lan toda una existencia. Parece que se
sin embargo, como todas las cosas hu- entreabra su corazón á cada idea que es-
manas, presenta en su misma unidad su cribe, como u n volcan vomitando rayos.
lado sombrío y su lado consolador. E n Los dolores, las a l e g r í a s , las pasiones no
su seno se han formado dos escuelas, que tienen misterios para él, y si presenta
representan la doble situación en que las los objetos reales al través de un velo,
desdichas políticas han sumido respecti- presenta desnudas las regiones ideales.
vamente á los espíritus; la de la resig- Puede reprochársele que desdeña en ab-
nación y la de la desesperación. Las dos soluto guardar el órden en sus poemas; lo
escuelas reconocen lo que n e g ó la filoso- que es u n defecto grave, porque un poe-
fía burlona; la eternidad de Dios, la i n - ma que carece de órden es como un edi-
mortalidad del alma, las verdades p r i ficio sin a r m a z ó n , ó es como u n cuadro
mordíales y las verdades reveladas; pero sin perspectiva. Lleva demasiado lejos el
la primera para adorar y l a segunda lírico desprecio á las transiciones, y de-
para maldecir. Aquella lo vé todo desde searíamos muchas veces que ese fiel pin-
las regiones celestes, ésta desde los pro- tor de nuestras emociones interiores
fundos infiernos; aquella coloca sobre la lanzase sobre sus descripciones físicas
cuna del hombre un á n g e l y le vé cer- claridades menos fantásticas y tintas
nerse sobre su lecho de muerte, y ésta, menos vaporosas. Su génio se parece
siempre triste y soñadora, esparce sobre mucho al touriste que vaga sin dirección
las imágenes m á s risueñas un resplandor fija, que sueña mientras v á andando, y
infernal. Una, en fin, se asemeja á E m a - que, absorbido por una intuición profun-
nuel, cariñoso y fuerte, recorriendo su da, conserva solo idea confusa de los si-
reino en un carro lleno de rayos y de tios que ha recorrido. A pesar de esto, y
luz, y la otra se asemeja al soberbio Sa hasta en sus obras m á s defectuosas, su
tanas, que tantas estrellas arrastró en su caprichosa i m a g i n a c i ó n vuela hasta al-
caída al ser precipitado desde el cielo turas á las que no se puede llegar sin
hasta la tierra. Esas dos escuelas geme- alas. E l águila, aunque fije sus ojos en
las, fundadas en una misma base y na tierra, no por eso pierde la mirada subli-
cidas por decirlo así, en la misma cuna, me cuyo alcance llega hasta el sol. H a n
están representadas especialmente en la pretendido algunos que el autor de Don
literatura europea por dos genios ilus- Juan pertenecía, por una de las tenden-
tres; por Chateubriand y por Byron. cias de su espíritu, á la escuela del autor
A l vernos libres de nuestras prodigio- de Cándido. E s t á n en u n error: media
sas revoluciones, dos órdenes políticos profunda diferencia entre la risa de By-
luchaban en el mismo terreno. Acababa ron y la risa de Voltaire. Voltaire no
de derrumbarse l a sociedad vetusta y habia padecido.
empezaba á reedificarse la sociedad nue- Ahora seria ocasión de entrar en algu-
55 OBRAS DE VICTOR HUGO.
un brazo deposita en un rincón del romanos creerá ver los límites del mun-
mundo la China, con los geroglíficos, con do. Pronto las colonias cartaginesas, ar-
la artillería y la imprenta, como un bo- riesgándose á pasar el Océano, llegan á
ceto de sus futuras obras, como una la p e n í n s u l a Hispánica, suben atrevida-
muestra de lo que lleg ara a hacer un mente hácia el Norte, y costeando la r i -
dia; con el otro brazo arroja al Occidente bera occidental de Europa, aportan á
ios grandes imperios de Asirla, de Per- ella el dialecto fenicio. Primero á Vizca-
sia, de Caldea; las ciudades prodigiosas ya, donde se le encuentra colorando con
de Babilonia, de Lusa y de Persépolis, palabras extranjeras la antigua lengua
metrópoli de los paises que no nos han ibérica; después á Irlanda, al pais de
dejado n i sus huellas. Entonces, mien- Gralles y á Armórica, donde aun existe
tras el resto del globo está sumergi- en la actualidad mezclada con el celta
do en profundas tinieblas, resplandece primitivo. Esas colonias enseñan á di-
con todo su brillo la civilización teocrá- chas salvajes poblaciones algo de sus
tica del Oriente, de la que apenas se artes, de su comercio y de su religión.
entreven al través de tantos siglos algu- Cartago dá á los celtas lo que ella tomó
nos rayos deslumbradores, algunos g i - de la teocracia asiática, desnaturalizado
gantescos vestigios, y nos parece fabulo- por su feroz civilización. Los druidas
sa al verla tan lejos, tan vaga y tan son magos, pero que han pasado por
confusa. Entre tanto la civilización mar- Africa. Todo en esos pueblos se resiente
cha y se desarrolla sin cesar. No le basta de su contacto con el Oriente. Sus toscos
ya el interior de las tierras y coloniza monumentos tienen algo de los egipcios,
las orillas de los mares. A los pueblos Greroglíficos groseros y caractéres r ú n i -
de labradores y de pastores suceden las cos empiezan á marcar la fisonomía que
razas de pescadores y de comerciantes. hasta entonces el hierro no habia tocado;
De éstos provienen los fenicios y los f r i - y no se ha probado que la poderosa na-
gios, Sidon, Troya, Sarepta y Tiro. L a vegación cartaginesa no haya deposita-
civilización, dispuesta á desbordar del do en la playa americana el geroglíñco
Asia, funda en los límites del Africa el monumental de Karnac, libro colosal y
enigmático Egipto, ese pueblo de sacer- eterno, del que los siglos han perdido la
dotes y de comerciantes, de labradores y memoria y del que cada letra era un
de marineros, que es hasta cierto punto obelisco de granito. Como Tebas, la Bre-
la transición de la civilización asiática á t a ñ a tiene su palacio de Karnac.
la civilización africana, de los imperios L a audacia p ú n i c a probablemente no
teocráticos á las repúblicas comerciales, se detendria allí. ¿Quién sabe hasta dón-
de Babilonia á Cartago. de llegarla Cartago? ¿No es e x t r a ñ o que
En el Egipto se apoyan las tres civili- después de tantos siglos se encuentre aun
zaciones sucesivas de Asia, de Africa y vivo en A m é r i c a el culto al sol, el Belo
de Europa. E l Egipto es la llave de la asirlo, el Mithra persa? ¿No es asombro-
bóveda del antiguo continente. A l lle- so que se encuentren Vestales (hijas del
gar a q u í la civilización, se bifurca y Sol), restos del sacerdocio asiático y atri-
toma dos caminos, uno hácia el Norte y cano que Roma copió de Cartago? ¿No
el otro hácia el Poniente; y mientras el es maravilloso, en fin, que las ruinas
Egipto crea la Grecia en Europa, Sidon del P e r ú y de Méjico, magníficos testi-
crea á Cartago en Africa. Entonces cam- monios de una civilización extinguida,
bia la escena. E l Asia se extingue. Le se parezcan mucho en sus caractéres y
toca el turno al Africa. Los cartagineses en sus ornamentos á los monumentos
completan la obra de los fenicios. Mien siriacos, y en su forma y en sus geroglí-
tras que tras ellos se elevan, como los pi- ficos á la arquitectura egipcia?
lares de su imperio, los reinos de Nubia, Sea esto lo que fuere, el coloso carta-
de Abisinia, de Nigricia, de E t i o p í a y de ginés, señor do los mares, heredero de la
Numidia; mientras que se puebla esa civilización de Asia, apoyando un brazo
tierra de fuego, en la que luego aparece- en el Egipto y abarcando con el otro
r á n los Juba y los Y u g u r t a , Cartago se la Europa, tiene un momento en que
apodera de los mares y corre en pos de llega á ser el centro de las naciones y el
las conquistas. Desembarca en Sicilia, en quicio del globo. E l Africa domina el
Córcega y en Cerdeña. Después ya no le mundo.
basta el Mediterráneo. Sus innumera- Esto no obstante, la civilización ha
bles bajeles llegan hasta las columnas depositado su g é r m e n en la Grecia. E n
de Hércules, en las que m á s tarde l a t í - ella ha echado raices, ha crecido y se ha
mida navegación de los griegos y de los desarrollado, y en m u y poco tiempo ha
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA, 57
producido un pueblo capaz de defender- que reina por el oro, otra que reina por
la de las erupciones del Asia, de las rei- el hierro; dos repúblicas, una teocrática
vindicaciones de la antigua madre de y otra aristocrática; Poma y Cartago; l a
las naciones. Pero si ese pueblo supo de- segunda vieja, rica y astuta; la primera
fender el fuego sagrado, no supo propa- jóven, pobre y fuerte; representando una
garlo. Careciendo de metrópoli y de uni- el pasado y otra el porvenir, el espíritu de
dad, dividida en pequeñas repúblicas descubrimiento y el espíritu de conquis-
que luchaban entre sí, y en cuyo interior ta, el genio de los viajes y el del comer-
se chocaban todas las formas de gobier- cio, el demonio de la guerra y el de la
no, democracia, oligarquía, aristocracia ambición; representando una el Oriente
y monarquía, a q u í enervada por artes y el Mediodía, el Occidente y el Norte la
precoces, allá anegada por leyes riguro- otra; y ambas dos mundos; la civiliza-
sas, la sociedad griega tuvo m á s belleza ción de Africa y la civilización de Eu-
que poder, m á s elegancia que grandeza, ropa.
y la civilización se refinó en ella antes Mirándose miden sus fuerzas, y su ac-
que se fortaleció. Por eso Poma se apre- t i t u d , antes de empezar el combate, es
sura á arrancar á la Grecia la antorcha formidable por ambas partes; Poma con-
de la Europa, y sacudiéndola desde lo centra sus fuerzas y todos sus pueblos, y
alto del Capitolio, la hace lanzar rayos Cartago arroja el á n c o r a de abordaje so-
inesperados. Poma, semejante al á g u i l a , bre la Europa. Entablan l a batalla. Po-
que es su temible símbolo, extiende ám- ma acopia groseramente l a marina de su
pliamente las alas, saca sus poderosas rival y la guerra empieza á encenderse
garras, se apodera del rayo y vuela. Car- en l a P e n í n s u l a y en las islas; Poma
tago es el sol que alumbra al mundo, y choca con Cartago en Sicilia, donde ya
en Cartago se fijan sus ojos. Cartago es la Grecia chocó contra el Egipto, y en
la señora de los mares, de los reinos y E s p a ñ a , donde m á s tarde l u c h a r á n otra
de las naciones; es una ciudad m a g n í - vez l a Europa y el Africa, el Oriente y
fica, espléndida y opulenta, en la que el Occidente, el Mediodía y el Septen-
brillan las artes, que se desconocen en trión.
el Oriente. Cartago es una sociedad Poco á poco el combate se encarniza y
completa, que la ha perfeccionado el el mundo arde. Los colosos se atacan
trabajo del tiempo y de los hombres. L a cuerpo á cuerpo. Se buscan y se recha-
metrópoli del Africa está en el apogeo zan. Cartago atraviesa los Alpes y Poma
de su civilización, no puede avanzar pasa los mares. Los dos pueblos, perso-
más, y cada progreso, de hoy en adelan- nificados en dos hombres, en A n í b a l y en
te, la h a r á retroceder. Roma, por el con- Escipion, se estrechan y se e n s a ñ a n para
trario, nada posee; se ha apoderado de lo devorarse recíprocamente. Se e m p e ñ a n
que encontraba á su alcance, pero por en un duelo á muerte. Poma vacila y
tomarlo m á s que por enriquecerse; es se- lanza este grito de angustia: Aníbal ad
misalvaje y semibárbara; tiene que edu- portas. Pero se reanima con heróico es-
carse y que hacer fortuna. fuerzo, y atrevidamente se arroja sobre
Durante a l g ú n tiempo esos dos pue- Cartago y la borra del mundo.
blos viven frente á frente; el uno des- Se vió entonces el mayor espectáculo
cansando en su esplendor, y el otro cre- de la historia. Aquella derrota no con-
ciendo en la oscuridad; pero poco á poco sistió en u n trono que cae, en una ciu-
falta á los dos aire y sitio para desarro- dad que se desmorona, n i en u n pueblo
llarse. Poma empieza á molestar á Car- que muere; sino en un astro que se apa-
tago, y hace ya mucho tiempo que Car- gó, en un mundo que se fué, en una so-
tago importuna á Poma. Sentados los ciedad que ahogó á otra. L a ahogó con
dos rivales sobre las dos orillas opuestas tanta saña, que no quedó nada de Car-
del Mediterráneo, se contemplan faz á tago. Los siglos futuros solo sabrán de
faz. E l mar no basta ya para separarlos. ese pueblo lo que le plazca decirles á su
L a Europa y el Africa pesan sobre el implacable rival; solo divisarán al tra-
uno y sobre el otro. Como dos nubes so- vés de espesas nieblas la capital del A f r i -
brecargadas de electricidad se costean ca, su civilización b á r b a r a , su gobierno
demasiado cerca, y el rayo las vá á en- deforme, su religión sangrienta, sus ar-
tremezclar. tes, sus monumentos gigantescos, sus
Entonces llega la peripecia del gran flotas y ese otro universo que conocieron
drama, en el que son actores dos razas; sus pilotos y que la a n t i g ü e d a d romana
una de comerciantes y de marinos, y l a llamaba desdeñosamente el mundo perdi-
otra de labradores y de soldados; una do. Nada q u e d a r á de Cartago. Solo m u -
TOMO T V .
58 OBRAS DE VICTOR HUGO.
cho tiempo después, Roma, jadeante y labra es un trueno. Sus rayos, de hoy en
como desalentada de su victoria, se reco- adelante, herirán las almas. A l espíritu
g e r á dentro de sí misma y e x c l a m a r á en de conquista sucede el espíritu de prose-
medio de fantástica meditación: ¡Africa litismo. Hogar del globo, tiene ecos en
portentosa! todas las naciones, y lo que u n hombre
He a q u í realizado el gran hecho: está desde el balcón papal dice á la Ciudad
ya decidida la cuestión que sostenían las Sagrada, lo dice t a m b i é n á todo el uni-
dos mitades del mundo. L a reacción del verso: Tlrli et orbi.
Occidente hácia el Oriente, que habia De este modo la teocracia construye
intentado Grecia ya dos veces. Argos la Europa, como formó t a m b i é n el Asia
demolió á Troya. Alejandro fué á apo- y el Africa. Se reasume en tres ciudades:
derarse de la India al través de la Per- en Babilonia, en Cartago y en Roma.
sia; pero los reyes griegos solo destruye- E l doctor, desde el pulpito, preside á los
ron una ciudad ó un imperio. E l aventu- reyes que ocupan los tronos. Roma es el
rero macedonio solo hizo un agujero en sitio privilegiado del cristianismo, el sitio
l a antigua Asia, que se cerró en seguida privilegiado que necesita la sociedad.
detrás de él. Para representar el papel Como madre precavida, vigila á la gran
de Europa en ese drama inmenso, para familia europea y la salva dos veces de
matar la civilización oriental, se necesi- las irrupciones del Norte, de las invasio-
taba m á s que un Aquiles y m á s que u n nes del Mediodía. Sus murallas hacen
Alejandro; se necesitaba Roma. retroceder á A t i l a y á los vándalos y
Los espíritus reflexivos que se compla- sus manos forjan el martillo con que
cen en sondear los abismos, se pregun- Carlos pulveriza á Abderramen y á los
tan al llegar aquí, q u é es lo que hubiera á r a b e s .
sucedido al género humano si Cartago Parece que la Roma cristiana haya
hubiera triunfado en la lucha. E l teatro heredado el ódio que la Roma pagana
de veinte siglos se hubiera colocado en profesaba al Oriente. Cuando cree que
otro sitio. Hubieran reinado los comer- la Europa es bastante fuerte para com-
ciantes y no los soldados. L a Europa hu- batir, le predica la guerra de las Cruza-
biera sido relegada á las nieblas y á los das, guerra singular de la caballería y
bosques; se hubiera establecido en el de la religión, en la que la teocracia ar-
mundo algo desconocido» No podía suce- ma al feudalismo.
der así. Las arenas y el desierto estaban Hace dos m i l años que el mundo si-
reclamando el Africa, y se necesitaba gue esta marcha; hace veinte siglos que
que ésta cediera el sitio de la escena á la domina la civilización europea, la terce-
Europa. ra gran civilización que ha aparecido en
Efectivamente, desde la caida de Car- el mundo. Quizá toque ya á su fin: el
tago, la civilización europea prevalece. edificio está m u y viejo, y los lagartos
Roma crece prodigiosamente; se desar- salen ya por todas partes. Roma no es
rolla tanto, que empieza á dividirse. L a ya el centro. Cada pueblo vá por su
conquistadora de todo el universo cono- lado. No existe la unidad religiosa n i la
cido, cuando no puede hacer la guerra política. L a opinión ha reemplazado á
á los extranjeros, se dedica á la guerra la fé. E l dogma no puede contar con la
c i v i l . Sin embargo, la civilización se fija disciplina de las conciencias: la revolu-
en ella; constituye sus raices y su tallo; ción francesa ha consumado la obra de
y en vano los cesares, ébrios de su po- la reforma, y decapitando al catolicismo
der, quieren suprimir la Ciudad Eterna como á la m o n a r q u í a , dejó sin vida á
y transportar la metrópoli del mundo al Roma. Napoleón, tratando con rudeza
Oriente. Ellos van allí; pero la civiliza- al papismo, lo ha hundido; robó el pres-
ción no les sigue, y solo consiguen correr tigio al fantasma. ¿Cuál será el porvenir
h á c i a la barbarie; Bizancio l l e g a r á á ser de esta sociedad europea, que pierde
Estambul y Roma p e r m a n e c e r á siendo m á s cada dia su forma papal y monár-
Roma. quica? ¿Estará próximo el momento en
Solo l o g r a r á n que el Vaticano reem- que l a civilización, que acabamos de
place al Capitolio. Todo se ha arruina- ver pasar desde el Asia al Africa y desde
do de vejez alrededor de Roma; pero la el Africa á Europa, se ponga en camino
Ciudad Santa se renueva: antes reinaba y continúe su magnífico viaje alrededor
por medio de la fuerza; ahora reina por del mundo? ¿No parece que se dirija há-
medio de las creencias, que pueden m á s cia América? ¿No han inventado medio
que la fuerza. Pedro hereda á César. de franquear el Océano con mayor velo-
Roma no obra ya, pero habla, y su pa- cidad que antes se atravesaba el Medi-
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA.
presentan capitales enormes. L a iglesia como hipérbole que dicho jóven muriese
de Brou, que se construyó al terminar de miseria en Paris; esto no quiere decir
el siglo quince, costó veinticuatro millo- que algunos hombres de las clases inte-
nes, en una época en que el jornal del igentes y humanitarias, que se l l a m a n
trabajador era muy exiguo; en la actuali- artistas, y algunos jóvenes pensadores
dad hubiera costado ciento cincuenta y estudiosos, con los que trabó amistad
millones, y solo se necesitan tres dias y al llegar á Paris, desconocido de todos,
trescientos francos para derribarla. no le recibiesen estrechándole la mano,
A d e m á s , si se apoderara de nosotros dándole algunos consejos y algunos so-
el loable deseo de reconstruir esos pro- corros, abriéndole la bolsa cuando tenia
digiosos edificios, no podríamos conse- aambre y el corazón cuando lloraba.
guirlo. Carecemos ya del genio de esos I n ú t i l es decir que varios de éstos se em-
siglos y l a industria ha reemplazado al peñaron por pagarle el alquiler del úl-
arte. timo mes y los gastos de su postrera
Terminaremos a q u í estos apuntes, ya enfermedad, y que el carpintero no ten-
que para tratar como se debe este asun- dría que reclamar el importe del a t a ú d .
to seria preciso escribir un libro. Sin em- ¿Pero morir así, no es morir en la m i -
bargo, nos proponemos recordarlo con seria?
frecuencia, como aquel antiguo romano En cuanto llegó á Paris, solo, confiado
que repetía muchas veces: Hoc censeo, y sm recomendación ninguna, se pre-
et delendan esse Carthaginern. Como él sentó en tres ó cuatro casas. A propósito
repetiré, sin cansarme nunca, que no de esto, nos decía hace pocos dias uno de
se deben derribar los monumentos de los que fueron testigos de sus primeras
Francia. ilusiones y de sus últimos momentos de
agonía:
"En Octubre de 1827, una m a ñ a n a
bastante fría, cuando estaba yo desayu-
n á n d o m e , se abrió la puerta del comedor
IMBERT GALLOIX. y entró un hombre. Era un jóven, algo
encorvado, de ojos brillantes, de cabellos
1833. negros, de pómulos rojos; llevaba sobre-
todo blanco bastante nuevo y sombrero
Imbert Galloix era un jóven pobre, viejo. Me l e v a n t é y le hice sentar; balbu-
natural de Ginebra, hijo ó nieto, si no ceó algunas palabras entrecortadas, entre
nos es infiel la memoria, de un antiguo las que solo oí éstas con claridad: Imbert
profesor de caligrafía de su pais; era un Galloix, Ginebra, Paris. Pero comprendí
ginebrino bien educado é instruido, que que aquel era su nombre, que había na-
llegó á Paris hace seis años, con recur- cido en la primera de las ciudades que
sos para vivir u n solo mes; pero lleno de citó y que deseaba adquirir posición en
las ilusiones que han e n g a ñ a d o á tantos la ú l t i m a . Empezó á hablarme de poesía,
de que Paris es la ciudad de la suerte y y llevaba u n rollo de papeles debajo del
de la lotería, en la que el que juega con brazo. Le acogí complacido, y noté que
habilidad acaba por sacar el premio; una ocultaba los piés debajo de la silla con
metrópoli bendita en la que hay porve- embarazo y casi con vergüenza: de vez
nir para todos, que cada uno puede ele en cuando tosía, A l día siguiente, que
g i r y ajustar á los deseos de su existen- llovió mucho, el jóven volvió á presen-
cia; que es una tierra de promisión, que tarse y estuvo conmigo tres horas. Gas-
abre horizontes magníficos á las inteli taba buen humor y tenia muchas ilusio-
gencias en todas direcciones; que es u n nes. Me habló de los poetas ingleses, que
vasto taller de la civilización, en el que yo apenas conozco, exceptuando á Sha-
todas las capacidades encuentran t r a kespeare y Byron. Tosía con frecuencia
bajo y hacen fortuna; que es un Océano y seguía escondiendo los piés debajo de
en el que hay pesca milagrosa; en una la silla. Por fin me apercibí de que lle-
palabra, que es una ciudad en la que se vaba rotos los zapatos y mojados. No me
consigue éxito r á p i d o , eu la que con ac atreví á decirle nada sobre esto. Se mar-
tividad, en menos de un a ñ o , el hombre chó sin hablarme de otra cosa que de los
de talento que entra en ella descalzo poetas ingleses.,,
sale en coche. Del mismo modo se presentó en otras
Imbert Galloix llegó á Paris el mes de casas, es decir, en las de tres ó cuatro
Octubre de 1827 y m u r i ó de miseria en hombres consagrados al estudio del arte
el mes de Octubre de 1828. ISÍo se tome y de l a poesía. Le recibieron bien, le die-
i
MISCELANEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFIA. 63
ron ánimos y le socorrieron algunas ve- ble sueño, se cruzó de brazos y se dejó
ces. Esto no le impidió morir de miseria morir.
como antes dijimos. Hemos dicho que se dejó morir, porque
E n los primeros meses de su estancia su muerte, tanto física como moralmen-
en P a r í s , le caracterizaba ardiente y fe- te, fué una especie de suicidio. P e r m í t a -
b r i l curiosidad. Quería ver, oir y palpar senos en este caso que no descubramos
á París; no al Paris que habla de políti- nuestro pensamiento. E l hecho es que se
ca, lee E l Constitucional y está de guardia negó á trabajar: le hablan buscado ocu-
en la Alcaldía; no al Paris que acuden pación, de poco lucro, es cierto, pero que
á admirar los provincianos desocupados, le producía lo sificiente para vivir: podia
el Paris de San Sulpicio, el del P a n t e ó n , ocuparse en confeccionar diccionarios,
el de las Bibliotecas y el de los Museos; compilaciones, biografías de personajes
lo que quería conocer, y despertaba su contemporáneos, p a g á n d o l e á veinte
curiosidad, era el pensamiento, era la m i - francos cada columna. Durante algunos
sión literaria de Paris, su civilización y dias escribió algunas líneas en esos tra-
su progreso. L o que más preocupaba á di- bajos diferentes; después le faltó el ánimo
cho jóven era estudiar el nuevo desarrollo y no quiso continuar. L a ociosidad se
del arte, y allí donde oia sonar el yun- apoderó completamente de él. L a enfer-
que literario, allí acudia, allí manifesta- medad lenta que le minaba desde la niñez
ba sus ideas, dejando que se las macha- se a g r a v ó , y le sobrevino la fiebre. A los
case la discusión, y con frecuencia á dos ó tres meses falleció. Apenas habia
fuerza de martillazos conseguía hacer- cumplido veintidós años.
las deformes. Imbert Galloix es uno de Propiamente hablando, el pais que su
los ejemplos m á s notables del peligro imaginación soñaba no era Francia, era
que e n t r a ñ a en sí la controversia para Inglaterra; no debía haber ido á Paris,
los espíritus de segundo órden: cuando sino á Lóndres. Así se desprende de las
murió, ya no le quedaba en el cerebro n i líneas escritas que nos dejó al morir, en
una idea recta. los últimos dias de su vida, cuando el
L o que le caracteriza en los últimos sufrimiento empezaba á desorganizar su
meses de su residencia en Paris, que fue- razón, cuando sus ideas semi-apagadas
ron los últimos meses de su vida, es el apenas brillaban en su cerebro. Decía
profundo desaliento en que cayó. No que la principal condición para ser di-
quería ver, n i oir, n i decir nada. E n po- chosos consiste en nacer en Inglaterra.
cos meses, por una transición cuyo mis- Quería i r á ese pais para obtener el
terio dejamos que profundice el lector, título de lord, el de gran poeta y para
el pobre jóven llegó desde la curiosidad hacer allí fortuna, y por eso estudiaba
hasta el tedio. con ahinco el inglés, que era su única
A l llegar á este punto de nuestro rela- ocupación. E l día de su muerte, sabien-
to, nos ocurren varias preguntas, que do que iba á morir, tenia en la cama una
propondremos sin resolverlas. ¿Qué es lo g r a m á t i c a inglesa y la repasaba.
que contribuyó á desilusionarle? ¿El mo Imbert Galloix murió triste y anona-
tivo fué interior ó exterior? ¿Dejó de dado, desesperado, sin vislumbrar nin-
tener fó en él ó en el mundo? Después guna visión de gloria. Habia enterrado
de haber examinado á Paris, ¿le pareció columnas de prosa bastante vulgar, se-
demasiado grandioso ó demasiado mez- g ú n él mismo decía, en el rincón m á s
quino? ¿Se consideró demasiado débil ( oscuro de una de esas torres de Babel l i -
demasiado fuerte para dedicarse gozo teraria que los editores llaman Dicciona-
sámente al trabajo en el taller inmenso rio biográfico, y estaba bien persuadido
de la civilización? En una palabra, la de que nadie desenterraría su prosa.
causa de la inacción voluntaria que apre Respecto á los pocos ensayos poéticos
suró su muerte, ¿fué el temor ó el des- que habia intentado en los ú l t i m o s dias
precio? L o ignoramos. L o cierto es que de su vida, como estaba t a n descorazo-
después de haber estudiado á Paris, se nado, hablaba de ellos con tristeza y
cruzó tristemente de brazos y ya no qui- con demasiada severidad. Su poesía no
so trabajar. ¿No quiso trabajar por pe- era m á s que un bosquejo. E n la oda sus
reza, por cansancio ó por estupor? Cree- versos eran demasiado jadeantes, y tenia
mos que por los tres motivos. No encontró corto aliento para correr con firmeza
lo que buscaba n i en Paris n i en sí mis- hasta el final de la estrofa. Su pensa-
mo. P a r í s no era como él lo habia soña- miento, estropeado por laboriosos par-
do, n i él el hombre que se imaginaba tos, llenaba con gran trabajo las sinuo-
ser. Cuando se le desvaneció este do- sidades del ritmo, y en él dejaba con
64 OBRAS DE VICTOR HUGO
frecuencia lunares por todas partes. Po- labra ñi desfigurar u n detalle. Cree-
seía curiosidades de ritmo y de forma mos que inspirará el interés que nos ha
que pueden ser en los talentos comple- despertado á nosotros l a confesión mis-
tos una cualidad m á s , preciosa acaso, teriosa de u n alma, que se parece m u y
pero secundaria, y que no basta á suplir poco á la de los otros hombres, y que,
á ninguna cualidad esencial. No es su- sin embargo, los retrata á casi todos.
ficiente que un verso tenga buena for- Esto es, en nuestro entender, lo que ca-
ma; es absolutamente preciso, para que racteriza esta carta singular:
tenga perfume, color y sabor, que en- "París 11 Diciembre 1827.
cierre una idea, una i m á g e n ó u n senti- M i querido amigo D . . .
miento. L a abeja construye artística- Hace ocho días que me propongo es-
mente los seis panales de su alvéolo de cribiros, pero la tristeza, la enfermedad
cera, y después los llena de miel. E l al- que sufro, las distancias de Paris, que
véolo es el verso, la miel es la poesía. nos roban la'mitad del dia, todo esto ha
G-alloix estaba m á s en su centro escri- impedido realizar mis propósitos. He
biendo elegías; en ellas algunas veces sufrido y sufro mucho todavía, y es i m-
p a l p i t á b a l a poesía á la par que su co- posible que dé hilacion á la carta, que os
razón, pero t a m b i é n en este género le describa el estado de m i alma y que ma-
faltaba con frecuencia la facultad de terialice con palabras frías las doloro-
expresarlo todo. Su cerebro se resistía sas y p e r p é t u a m e n t e sucesivas impresio-
generalmente á toda producción litera- nes que se han apoderado de m í . Estamos
ria. A veces, á fuerza de sufrir, el poeta á 11 de Diciembre y son las tres. He an-
se trocaba en hombre, la elegía en con- dado, he leído, hace un tiempo m a g n í -
fidencia y el canto en grito; entonces era fico y sufro horriblemente. L l e g u é a q u í
hermoso lo que escribía. el 27 de Octubre, y hace y a u n mes que
Como no tenia fé en el valor esencial anguidezco y que vejeto sin esperanza.
y duradero de su prosa n i de sus versos, Durante algunas horas, durante algunos
como no tuvo tiempo para realizar n i n - dias, m i desesperación tiene visos de lo-
guno de sus sueños de artista, murió cura. Fatigado, crispado física y moral-
con la convicción desoladora de que nin- mente, he recorrido sin descanso las ca-
guna de sus obras sobreviviría. Vivió les fangosas y ahumadas, desconocido y
e n g a ñ a d o , porque le ha sobrevivido una solitario entre inmensidad de séres que
carta. t a m b i é n se desconocen recíprocamente.
S e g ú n nuestra opinión, esta carta es Una noche me apoyé en uno de los
admirable, elocuente, profunda, febril, muros de u n puente del Sena: millares
dolorosa, loca y única; es una carta, que de luces se e x t e n d í a n hasta el infinito,
refiere toda la historia de un alma, que y el rio seguía su curso. Estaba tan ren-
pinta una vida y una muerte; carta ex- dido, que no podía dar un paso, y clava-
t r a ñ a , verdadera carta de poeta, llena do allí me v i obligado á sufrir las miradas
de ilusiones y rebosando verdades. de los transeúntes, que quizá me toma-
E l amigo á quien Imbert Galloix la rían por u n loco; era tanto lo que sufrí,
dirigió ha querido confiárnosla, y la va- que n i tenia fuerzas para llorar. Ayer os
mos á publicar, porque d á á conocer chanceábals en Ginebra respecto á mis
mejor á Galloix que todo cuanto nos sensaciones; pues bien, aquí las devoro
otros pudiéramos decir. L a publicamos en la soledad; me atormentan continua-
tal como él la escribió, con sus faltas gra mente, y todo se confabula para destro-
maticales y con las expresiones de su es zarme el alma; todo, el sentimiento i n -
tilo ginebrino. Las dos ó tres supresio menso y continuo de la nada de nuestras
nes que en ella hemos hecho nos las han vanidades, de nuestras alegrías, de nues-
impuesto conveniencias rigurosas que tros dolores y de nuestros pensamientos;
todo el mundo comprenderá. Queremos la incertidumbre de m i situación, el temor
que la publicación de esta carta, con la á la miseria, m i enfermedad nerviosa, m i
idea de que interese al arte, sea lo m á s oscuridad, la inutilidad de los pasos que
impersonal posible, por lo que los nom doy, el aislamiento, la indiferencia, el
bres propios, que están escritos con to egoísmo, la soledad del corazón, las ne-
das sus letras en el original, los pondré cesidades de respirar al aire libre, hasta
mos con iniciales, con la idea de no los pensamientos filosóficos y los recuer-
herir susceptibilidades. dos lacerantes (1) del pais de nuestros
Dicho esto, repetimos que hemos res- mayores.
petado religiosamente la esencia de la (1) Esta palabra está subrayada en la carta que tenemos á
carta, sin cambiar en ella una sola pa- la vista.
MISCELÁNEA D E L I T E R A T U R A Y D E FILOSOFÍA. 65
Hay momentos en los que sueño en mundo, á lo menos exterior mente. Pues
todo lo que a m é , momentos en los que bien, esas impresiones que me hacian re-
me paseo por San A n t o n i o y en que re- cibir en Ginebra las fisonomías distin-
cuerdo los dolores y las escasas alegrías guidas, las almas nobles, los grandes
que experimentó en Ginebra. personajes, las libreas y los trenes, las
Hay momentos en que se presentan á galas de la civilización entre las galas
m i vista las facciones de mis amigos y de la naturaleza, espectáculo que con-
de mis padres y algunos sitios consagra- vierte á Ginebra en la ciudad quizás ú n i -
dos por los recuerdos, y me despiertan de ca de Europa, con relación á su grande-
este letargo los gritos del aguador de Pa- za, esas mismas impresiones solo las he
rís, que me hacen sufrir dolorosamente. vuelto á encontrar en P a r í s , en el teatro
Con frecuencia, al retirarme á m i cuarto de la Opera, y leyendo otra vez la vida
solitario, fatigado de cuerpo y de espíri- de Alñeri, escrita por él mismo y que no
tu, me dejo caer en una silla y me aco- habia leido en cuatro años. ¡Cuántas co-
mete una pesadilla amarga, sombría y sas han sucedido desde entonces! Estaba
delirante. Todo me recuerda á mis pobres en el teatro de la Opera y me trastorna-
padres, á quienes causó tantas penas. ban el prestigio de la música, la mag-
Echo de menos m i cuarto de Ginebra, nificencia del teatro, los tocados y las
en el que tanto sufrí, y la clase, y á m i fisonomías que asomaban en los palcos;
tio, y el rincón de la casa donde nos ca- aspirando todo esto me creia príncipe,
l e n t á b a m o s al fuego, y los rostros cono- rico y honrado; los pórticos de un mun-
cidos y las calles familiares. Destino es do, que solo es bello para m í porque lo
del hombre echar de menos lo que no desconozco, se dibujaban á m i vista ro-
tiene y rechazarlo en cuanto lo en- deados de una aureola de elegancia y de
cuentra. grandeza. Me olvidaba de m i verdadera
Atormenta á m i pobre alma el aburri- situación, ó mejor dicho, trataba de con-
miento á los veintiún años, las dudas vencerme de que iba á terminar. Aunque
áridas, los lamentos vagos de la felicidad me rodeaban los sencillos espectadores
entrevista vagamente t a m b i é n , dolores del patio, m i vista y m i alma estaban en
positivos y dolores ideales, la persuasión los palcos. Solo miraba encima de mí, y
de la infelicidad y la certeza de que n i estaba sumergido en u n Océano de i l u -
aun la fortuna completa me procuraría siones, de esperanzas desmesuradas, de
completa ventura. ¡ Oh m i querido y a r m o n í a , de esplendores y de vanidades.
único amigo, desventurado destino es En semejante estado pasó media hora.
el de los séres que nacieron para ser des- ¡Tristes y amargos fueron los momentos
graciados! que le siguieron! Otro tanto puede de-
A veces, sin embargo, me parece que re- cirse de la vida errante del rico, noble y
suena en mis oidos música aérea, una desgraciado Alfieri. Sabemos despojar á
melodía melancólica y extraña; el torbe- la desgracia de su envoltorio positivo, y
llino de los hombres, vibrando de esfera puedo contemplarla en su horrorosa des-
en esfera, llega hasta m í y me parece nudez, que es la misma para todas las
que la posibilidad de dolores tranquilos condiciones, cuando el alma encierra algo
y majestuosos se refleja en el horizonte que late con m á s fuerza en nosotros que
de m i pensamiento, como los ríos de paí- en la m u l t i t u d .
ses lejanos en el horizonte de la imagi- Las sensaciones me agobian; dejo l a
n a c i ó n . Pero todo esto se desvanece pluma y voy á soñar
ante la cruel realidad de la vida posi-
tiva.
Muchas veces he dicho como Rousseau: Vuelvo á escribir hoy 27 de Diciembre.
"En esta ciudad de lodo y de humo, Estoy sufriendo sin cesar; he tenido mo-
¡cuánto ha debido sufrir aquella alma tivos terribles, pero no quiero que os fa-
tierna!,, Aislada, errante y atormentada tiguen mis lamentos. Son ya m á s de las
como y o , gemiría en P a r í s como yo doce, por lo tanto hemos entrado en el
gimo. dia 28. Algunos coches ruedan aun por
A pesar de esto, tuve dos ó tres momen- las calles, pero el público ha salido ya
tos de éxtasis. U n dia en el teatro de la del Odeon. Peina en el invierno la tris-
Opera, la deliciosa música del Sitio de Co- teza, la soledad y la oscuridad de la no-
rinto^ consiguió hacerme olvidar los su- che. Estoy velando en el hogar de u n
frimientos. Sabéis que me gusta la ele- piso cuarto de la calle des Josses-Saint-
gancia, la suntuosidad, los títulos y todo Germain-des-Prés. M i cuarto está aisla-
lo que nos hace ocupar las alturas del do, y es bastante elegante, y me encuen-
TOMü IV. 9
66 OBRAS DE VICTOR HUGO.
tro faz á faz con m i tristeza y con m i les dá encanto; es sencillo, calmoso y re-
fastidio. Podéis creer qae no amo á las servado; tiene aspecto de protestante: ha
mujeres y que no me inspiran el menor viajado mucho, tiene recogidas muchas
deseo físico. Preciso es, pues, que el do- poesías, pero no quiere publicarlas to-
lor me absorba por completo. . . . das porque las encuentra demasiado i n -
dividuales. Debo deciros de paso que N . . .
hace m á s caso de mis poesías que ellas
lo merecen. He escrito algunas que no
Estoy ligado con i n t i m i - conocéis en Ginebra y en Paris. Soy
dad con Ch. N . . . ; éste es muy expansi- muy amigo de B . . . , hijo del poeta y de
vo y os gustarla mucho, sobre todo la gran ingenio. P... d á á la escena su P...
primera vez: á N . . . le asoman con fre- dentro de un mes; es u n drama románti-
cuencia l á g r i m a s á los ojos cuando ha- co. F . . . ha visitado el Cabo y la M a r t i -
bla. Oh. me atestigua una afección pa- nica; tiene un poema en cartera. No
ternal. Podria acaso reprochársele que es puede negarse que ha nacido con talento
demasiado indulgente con las medianías, j u v e n i l y agradable, pero es preciso no
pero esto es efecto de su gran bondad. conocerle para que nos gusten sus poe-
Las veladas las paso los domingos en sías. No ignoráis que ese autor del deli-
casa de N . . . Allí se r e ú n e n muchos lite- cioso juguete titulado 8ainte-F... conoce
ratos; dicha reunión me ha hecho cono- á L . . . A . . . , el historiador duelista, que
cer á la señora T . . . , conversar con E... parece un carnicero civilizado. Dos pa-
D . . . , con P..., con el barón T..., con el labras sobre S...: es u n hombre mezcla
señor C..., sabio ilustre que se toma mu- de c h a r l a t á n , de iluminado, de Durand,
cho interés por mí; con el señor de R..., de Swedemborg y de verdadero poeta.
anticuario é historiador; finalmente, Posee notable talento descriptivo; lo he
M . J..., que t a m b i é n conocí en aquella conocido en la única entrevista que he
reunión, es el amigo que creo haber ad tenido con él; verdad es que la conver-
quirido: es hombre de pensamiento colo- sación ha durado tres horas. O..., que es
sal; si su alma fuera m á s poética, no va u n buen muchacho, redactor de la Rex...
cilaria en considerarlo como á hombre Prot..., vá á presentarme á B e n j a m í n
sorprendente. Habéis leido los artículos Constant. Creia ver en O... un pastor
que escribió sobre Walter Scott y sobre grave, y v i que era un atolondrado; pero
otros autores. No es insignificante con un aturdido espiritual y de mérito, aun-
suelo de mis penas obtener el aprecio de que carece de génio.
semejante hombre, y m á s cuando á p r i - Vuestras melodías han aparecido i m -
mera vista aparece írio, seco y enemigo presas en linda edición. Las he leido con
de las medianías, que desprecia, hasta gran placer: sobre ellas han publicado
cuando sabe que han adquirido cele- un artículo en la R... Estoy escribiendo
bridad. otro para la P..., y los he recomendado
M . J . . . se parece á L . . . ; su fisonomía al Gr... Se h a b l a r á de ellas en la N . . .
es interesante. Tras su rudeza se oculta Para conseguir un éxito completo se ne-
su sensibilidad, y su acento y sus mo cesitarían encomiadores que no tenéis, y
dales, tienen cierto tinte montaraz é i n temo que solo se venda un corto n ú m e r o
glés. Simpatizamos por el pensamiento, de ejemplares. Es t a l el descrédito de l a
por las inducciones y por la dificultad poesía en estos tiempos, que para for-
de expresar lo que sentimos. . . . marse una idea es preciso vivir en Paris.
A q u í sucede peor que en Gfinebra; nadie
lee versos, y mucho menos los compran.
L... D... *** son las únicas excepcio-
Vuelvo á ocuparme de N . . . para deci nes de la regla. Por otra parte, en Paris
ros que tiene el aire y las aficiones de un todos escriben versos: se leen tantas poe-
gentil-hombre del campo. Le he dado á sías manuscritas, que un autor extranje-
leer vuestras poesías, que le han gustado ro es difícil que se abra paso si solo le
mucho. P. L . . . vá á publicar sus Viajes protege su talento. Que estéis lejos de
á Grecia, en verso; he oido leer uno de Paris perjudica al éxito de vuestro libro,
sus preciosos fragmentos, que es poético pero es favorable para vuestra dicha.
como las concepciones de lord Byron, Esta Babilonia os disgustaría y os abur-
pero carece del pensamiento fecundo y riría, causándoos fatiga y tristeza. Ignoro
del génio vasto y doliente del bardo in- el estado en que os encontráis en Flo-
glés. M . L . . . se parece á G-oethe. Lee rencia, pero indudablemente estaríais
sus versos de un modo particular, que peor en París, sin contar con la gran di-
MISCELANEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFIA. 67
ficultad que hay a q u í para procurarse •mpasion; temo volverme loco. Desde
la vida: hasta ahora nada gano, y eso ue me encuentro en Paris, m i dolor ha
que no me faltan amigos verdaderos que tomado cinco ó seis formas distintas. A
se afanan por procurarme trabajo. Me m i llegada me torturó el recuerdo de l a
han asegurado que sois amigo de L . . . patria y la incertidumbre respecto a l
Describídmelo, porque quiero conven- porvenir; en seguida el sentimiento de
cerme de que es t a l como yo lo he soña- m i aislamiento y de m i nulidad; luego el
do: un lord Byron francés apático, vani- vacío que ocupaba el horroroso t u m u l t o
doso, afectado, dotado de pensamiento de sensaciones de que os acabo de ha-
devorador, de genio fluyente, de buen Dlar; y por último, desde hace dos meses,
tono y elegante, que vive en una a t m ó s - el tormento que me causan todas mis fa-
fera poética y e x t r a ñ a que en nada se cultades de dolor reunidas en u n solo
parece á la turbia atmósfera en que viven Dunto. Apenas me atrevo á decíroslo;
los literatos en Paris. Es la una y media/, 3ero os ruego que solo veáis en mis pa-
interrumpo la carta; pienso escribiros abras una forma del dolor, una de las
m á s al respaldo de las cuartillas de las apariencias de la úlcera que me corroe;
dos elegías que os incluyo no me j u z g u é i s según las reglas comu-
nes, fijaos en el m a l y no en su obje-
to; el punto central de mis males es no
Son las ocho de la noche y estamos á laber nacido inglés. Os suplico que no
31 de marzo. E l dolor me trastorna y la os riáis de m í , ya que estoy sufriendo
desesperación sobrepuja á mis fuerzas. Horrorosamente. Los enamorados son
He sufrido hoy lo que no es decible; se ha monomaniacos como yo, no tienen m á s
apoderado de m í un acceso de fiebre, que una idea que absorbe todas sus sen-
producida por el exceso de las penas mo- saciones. L e í hace poco Valeria, de ma-
rales. No sufriría tanto si pudiera per- dama de Krudener; no puedo expresaros
suadirme de que alguna vez pudiera las sensaciones que me ha producido.
llegar á ser dichoso; pero el presente me Ese libro sorprendente, que me hubiera
oscurece el porvenir. Conocéis m i carác- fastidiado en otro tiempo, ahora me ha
ter e x t r a ñ o . Acabo de hacer un descubri- desgarrado el corazón; ha sucedido así
miento en mí mismo: acabo de descubrir porque Grustavo, lo mismo que yo, es
que no soy realmente desgraciado, por víctima de una pasión devoradora, ó me-
esto ó por aquello, sino porque en m i inte- jor dicho, de una energía de sensaciones
rior existe un dolor permanente que ad- que le devoran y que le impulsan hácia
quiere diferentes formas. Sabéis por el alimento natural del amor; mientras
cuántos motivos he sido desgraciado has que esa misma energía, que lucha en m i
ta ahora, ó por mejor decir, de cuántos alma en el vacío, solo me produce fan-
modos el h í g a d o , la bilis, ó sea el princi- tasmas. L e í esta novela á la luz de los
pio que me atormenta, se me ha reprodu primeros rayos del sol primaveral, en las
cido. Unas veces me aflige no haber naci vastas y tristes alamedas del Luxembur-
do en Inglaterra, otras no ser apto para go. A cada instante me tenia que parar
las ciencias; ya me aflige no ser rico, ya anonadado.
tener que luchar con la miseria y las pre Voy á esplicaros ahora el origen de la
ocupaciones, ya ser desconocido. Sabéis pasión que siento por Inglaterra. No i g -
que cuando me encontraba en Grinebra noráis que me complazco en v i v i r con los
creia que si lograba pisar el suelo de muertos, en conocer la vida que tuvie-
Paris seria feliz. Pues bien, amigo m í o , ron, en habitar con ellos, en seguirles en
estoy relacionado con casi todos los lite las peripecias de su existencia, en procu-
ratos m á s distinguidos: algunos, como *** rarme sus simpatías, que la ilusión de la
Ch. y N . . . , son ilustres amigos mios, casi distancia engalana y que no puede des-
casi tan amigos como vos. M i vanidad truir la presencia de los individuos. Pues
pues, está satisfecha; con frecuencia ex bien, en Inglaterra he encontrado lo
perimento en los salones momentos de menos cincuenta poetas de vida aventu-
satisfacción mundana; á veces me han rera, cuyas obras rebosan ideas y están
embriagado los insignificantes y fugaces llenas de imaginación; en Francia ape-
triunfos que proporciona una velada; y nas he encontrado tres. A d e m á s , si hu-
á pesar de todo esto, el fondo, la casi biera nacido inglés, podría contar con
totalidad de m i vida, la constituye, no una patria á la que yo hubiese amado
diré una desgracia, pero sí un árido c á n - hasta en sus preocupaciones; porque en-
cer, un plomo líquido que corre por mis cuentro gran poesía en las antiguas cos-
venas; si pudiera vérseme el alma, daria tumbres de Inglaterra y gran imagina-
68 OBRAS DE VICTOR HUGO.
escogido por la envidia y que excite las parte perfecto contraste. Cuando se le-
mismas simpatías políticas. A Mirabeau vantaban á hablar en la Asamblea, Bar-
le opusieron Barnave. Siempre sucede lo nave hacia sonreír á los asistentes y
mismo. Mirabeau provocaba una tempestad. Bar-
E n época determinada acontece á ,ve- nave conquistaba la ovación del mo-
ces que representan la misma idea á u n mento, el triunfo pasajero, la gloria en
tiempo, pero en grados diferentes, un la Gaceta, los aplausos generales. Mira-
hombre de genio y u n hombre de ta- beau producía la lucha y la tempestad.
lento. Para el hombre de talento esta Barnave era un joven hermoso y que se
posición es una suerte; consigue la gloria expresaba con gran fluidez. Mirabeau,
presente é incontestable, pero esa gloria como decia ingeniosamente Rivarol, era
se desvanece con celeridad. L a envidia y un monstruoso parlanchin. Barnave era
el ódio acometen directamente al m á s uno de esos hombres que cada vez que
fuerte. hablan miden á su auditorio, toman el
Rivarol decia: Mirabeau es más escritor pulso al público y no se aventuran m á s
y Barnave es más orador.—La sesión me- allá de la posibilidad de ser aplaudidos, se
morable del 13, escribía Chamfort, es la inclinan siempre servilmente ante el dios
que ha acabado de probar la preeminencia, éxito, llegan á la tribuna, algunas veces
demostrada hace mucho tiempo ya, de Bar- con la idea del dia, otras con la de l a
nave sobre Mirabeau como orador.—Mira- víspera, pero j a m á s con la del dia si-
beau ha muerto, murmuraba M . Target guiente, porque no se atreven á tanto, y
estrechando la mano de Barnave; su dis- tienen l a facundia nivelada, llana y Añi-
curso sobre la fórmula de la promulgación da, sobre la que hacen caminar y circu-
lo ha matado.—Barnave, habéis enterrado á lar con sus diversos bagajes las ideas co-
Mirabeau, a ñ a d i a Duport, aprobando sus munes de su tiempo; Mirabeau, por el
palabras la sonrisa de Lameth.—Q-oupil contrario, era el hombre de la idea nue-
decia: Barnave gusta y Mirabeau apesa- va, de la iluminación repentina, de la
dumbra.—El conde de Mirabeau tiene ras- proposición arriesgada; fogoso, descabe-
gos, decia Camus, pero nunca pronunciará llado, imprudente, inesperado siempre,
un verdadero discurso.—En vano Mirabeau chocando, hiriendo y derribando, sin
se fatiga y suda, decia B;Obespierre; nunca obedecer á nadie m á s que á sí mismo,
llegará á la altura de Barnave, que no ma- buscando el éxito sin duda, pero después
nifiesta tantas pretensiones y que vale más de buscar otras cosas, y gozando m á s en
queJl. Esas envidiosas injusticias araña- obtener en su corazón el aplauso de las
ban á Mirabeau y le hacian sufrir en pasiones que el aura popular en las t r i -
medio de su poder y de sus triunfos. Si bunas. Ardiente, rápido, profundo, raras
el ódio que le profesaban no hubiera en- veces transparente, j a m á s vadeable, ha-
contrado, para ponerle enfrente, á un cia salir mezcladas con su espuma todas
hombre de talento, le hubieran pues- las ideas de su época. L a elocuencia de
to una m e d i a n í a . L a envidia no mira Barnave al lado de la de Mirabeau se
nunca la clase de la tela que le sirve de semejaba á un camino real que costea
bandera. E n su época, Mairet fué pre- un torrente.
ferido á Corneille y Prandon á Racine. Hoy, que la gloria de Mirabeau está
T o d a v í a no han pasado cien años desde sólidamente cimentada, apenas nos pa-
que Voltaire exclamaba: "Se atreven á rece creíble la dureza con que le trataron
preferir á m í al bárbaro Crevillon;,. E n sus colegas y sus contemporáneos. Mien-
1808, Greoífroy, que era entonces el crí- tras hablaba, GKllerny exclamaba: M i -
tico m á s afamado de Europa, decia que rabeau es un malvado, un asesino. A m b l y
M . Lafon era superior á Taima. E n 1798, y de Lantree vociferaban: Mirabeau es un
Moreau era preferido á Bonaparte, y gran pordiosero, etc., etc.
en 1815, Wellington á Napoleón. Repe Algunas veces el ódio que le manifes-
timos que encontramos e x t r a ñ o que M i taba gran parte del auditorio dejaba
rabean se irritase de semejantes miserias: huellas en su elocuencia, y en medio de
su paralelo con Barnave le ofuscaba. Si su magnífico discurso sobre la regencia,
hubiese penetrado en el porvenir, se hu por ejemplo, se escapaban de sus labios
biera sonreído; pero generalmente el de palabras desdeñosas, melancólicas, sen-
fecto de los oradores políticos estriba en cillas y altivas, que convendría que me-
fijar demasiado la vista en los contem ditaran los hombres que se encuentren
poráneos y en no mirar bastante á la en situación a n á l o g a . Decia: ^Mientras
posteridad. estaba hablando y desenvolvía mis pri-
Barnave y Mirabeau ofrecían por otra meras ideas sobre la regencia, he oido ex-
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA. 77
clamar, con la seguridad deliciosa á que aplaudiendo, y bajo la impresión de sus
estoy acostumbrado hace tiempo: ¡Eso es aplausos y con frecuencia contra su vo-
absurdo! Eso es extravagante! ¡Eso no se de- luntad escribía la legislatura. Folletos,
Ha proponer! IJOS que eso dicen debian libelos, calumnias, injurias, interrupcio-
reflexionar antes de decirlo^. Así se ex- nes, amenazas y silbidos, eran guijarros
presaba el 25 de Marzo de 1791 siete dias arrojados á la corriente de su palabra, que
antes de morir. solo servían para hacerla echar espuma-
Fuera de la Asamblea la prensa le ata- rajos á cada momento. Para nada m á s .
caba con furor, y llovían libelos sobre él. Cuando el orador soberano, impulsado
Los partidos extremos le hacian sufrir por idea súbita, subia á la tribuna; cuan-
igual tortura. E l nombre de Mirabeau se do se encontraba cara á cara con el pue-
pronunciaba con el mismo acento en el blo; cuando estaba allí de pié, dominan-
cuartel de los guardias de Corps que en do á l a envidiosa Asamblea, como el
el club de los Franciscanos. Champcene Hombre-Dios sobre el mar, sin que ella le
decía: Ese hombre tiene viruelas en el alma. tragase; cuando su mirada sardónica y
L á m b e s e proponía que le prendieran vein- luminosa, fija desde lo alto de la tribu-
te soldados y que le llevaran á presidio. na en los hombres y en las ideas de su
Marat escribía: "Ciudadanos, levantad tiempo, medía la pequeñez de los hom-
ochocientos patíbulos, ahorcad á todos bres con la grandeza de las ideas, enton-
los traidores, y a l frente de ellos al infa- ces n i le calumniaban, n i le silbaban, n i
me primogénito de los Biquetti,,. Procu le injuriaban; cuando este hombre des-
rando Mirabeau que la Asamblea nació plegaba su génio, su rostro resplandecía
nal no persiguiera á Marat, se contentó y todo se desvanecía ante él.
con responder: "He visto que se publican Mirabeau, en 1791, era al mismo tiem-
extravagancias, y acabo de leer u n parra po odiado y querido: era u n génio que
fo escrito por un hombre ébrio,,. aborrecían los eruditos y era un hombre
De modo que hasta el 1 de A b r i l de que amaba el pueblo. Ilustre y apeteci-
1791, Mirabeau es un pordiosero, un extra- da fué la existencia de este hombre, que
vagante, un malvado, un asesino, un loco, disponía á su autojo de todas las almas
un orador de segundo orden, una medianía, que se dirigían al porvenir; que con m á -
un hombre muerto, un hombre enterrado, un gicas palabras y por medio de una al-
monstruoso parlanchin, m á s escarnecido y quimia misteriosa convertía en pensa-
silbado que aplaudido; L á m b e s e propone mientos, en sistemas, en planes de mejora
que se le mande á presidio y Marat á la y de reforma los vagos instintos de las
horca. Muere el 2 de A b r i l y el 3 se i n - multitudes; que nutria el espíritu de su
venta para ól el P a n t e ó n . tiempo con todas las ideas que su gran
Grandes hombres, morid hoy si queréis inteligencia desmenuzaba sobre la mu-
tener razón m a ñ a n a . chedumbre; que sin descanso y á brazo
partido sacudía y azotaba en la tribuna,
III. como se hace con el trigo en la era, los
hombres y las cosas de su siglo, para se-
E l pueblo, que tiene un sentido par- parar la paja que la república debía
ticular y singularmente recto el rayo consumir del grano que la revolución
visual, que no es rencoroso porque es tenia que fecundar; que producía insom-
fuerte, n i envidioso porque se siente nios á u n mismo tiempo á Luis X V I y á
grande; el pueblo, aunque es u n niño, Robespierre; á Luis X V I por atacar su
conoce á los hombres, y estaba al lado trono, y á Robespierre porque le hubie-
de Mirabeau. Este era la i m á g e n del ra atacado la guillotina; que cada m a ñ a -
pueblo de 1789, y el pueblo de 1789 era na al levantarse podría preguntarse: ¿Qué
la i m á g e n de Mirabeau. Para el hombre voy á destruir hoy con m i palabra? Era
pensador no hay espectáculo tan bello papa, en el sentido de guiar las concien-
como el estrecho maridaje del génio y de cías, y Dios, en el sentido de guiar los
las masas. acontecimientos.
Negaban influencia á Mirabeau y la Murió á tiempo; su cabeza soberana y
tenia prodigiosa. Después de todo, era sublime, que coronó el 91, l a hubiera
siempre el que tenia razón; pero tenia cortado el 93.
razón para la Asamblea por medio
del pueblo, y mandaba á las sillas cu- IV.
rules por su influencia en las tribu-
nas. L o que decia Mirabeau con pa- Siguiendo paso á paso l a vida de M i -
labras precisas, la m u l t i t u d lo repetía rabeau desde su nacimiento hasta su
78 OBRAS DE VICTOR HUGO.
timiento invencible de pudor nos impide preciso meter en los herrajes una espada
sondear a q u í ciertos misterios, partes ver- á guisa de cerrojo.
gonzosas del grande hombre, que por
otra parte se pierden felizmente en las VI.
colosales proporciones del conjunto; pero
parece probado que en los últimos dias Hemos descrito lo que Mirabeau ha
que vivió, la córte tenia esperanzas de sido en la familia y luego lo que fué en
atraérselo. Es evidente que en aquella la nación: réstanos examinar lo que será
época Mirabeau t r a t ó de refrenar m á s de en la posteridad. A pesar de las justas
una vez el movimiento revolucionario; reconvenciones á que se hizo acreedor,
que tuvo momentos en que manifestó creemos que no se eclipsará la grandeza
deseos de parar y de restablecer el equi- de Mirabeau. L a posteridad absuelve de
librio; que á pesar de sus brios seguía sus faltas á los grandes hombres.
jadeante la marcha, cada vez m á s acelera- E n la actualidad, que casi todas las
da, de las ideas nuevas, y que t r a t ó en al- semillas que p l a n t ó han dado sus frutos,
gunas ocasiones de parar las ruedas de y que hemos probado que son la mayor
aquella revolución que él hizo mover. parte buenos y sanos, aunque algunos
A u n hay muchos que creen que si M i - amarguen; en la actualidad, que lo
rabeau hubiese vivido m á s tiempo, hu- bueno y lo malo de su vida no ofrecen
biera concluido por refrenar el movi- disparidad á la vista; en la actualidad,
miento que desencadenó. Se apoyan en que no hay ya para su génio adoración
esta opinión en una frase que dicen que y execración, y su memoria que se arras-
pronunció Mirabeau en el lecho de muer- tró en el fango, y se besó en el altar,
te, frase cuya autenticidad es dudosa. ya se ha retirado del p a n t e ó n de Voltai-
Muerto él, la m o n a r q u í a estaba perdida. re y la cloaca de Marat, podemos de-
Si Mirabeau hubiese vivido quizá no cirlo francamente, Mirabeau es grande.
tuviera tan trágico fin Luis X V I . Le ha quedado el olor del panteón y no
la hediondez de la cloaca. L a imparcia-
Creemos que se e n g a ñ a n los que en- lidad histórica, al limpiar en el arroyo l a
tonces tenian esta persuasión y los que cabellera sucia, le ha dejado la aureola;
la tienen ahora, y hasta el mismo Mira- lavó el barro del rostro y le dejó ra-
beau, si tan poderoso se creia. diante.
L a revolución francesa no era u n hecho Después de darnos cuenta del inmen-
sencillo; era u n hecho complejo, y no so resultado político que ha producido
bastaba que Mirabeau saliese de ella para la totalidad de sus facultades, podemos
que terminase. L a revolución francesa considerar á Mirabeau bajo dos aspectos:
se componía del pasado y del porvenir; como escritor y como orador. No partici-
Mirabeau solo era su presente. Para i n - pamos de la opinión de Eivarol; cree-
dicar nada m á s a q u í que dos de sus mos que Mirabeau vale m á s como ora-
puntos culminantes, diremos que la revo dor que como escritor.
lucion francesa se confundía con Riche Su padre, el marqués, tenia dos clases
lieu en ei pasado y con Bonaparte en el de estilo, como si tuviera dos plumas en
porvenir. su tintero. Cuando escribía un buen l i -
Las revoluciones ofrecen la p a r t í c u l a bro para el público y trataba de produ-
ridad de que no se las puede matar cir efecto, el gran señor se embozaba, se
cuando están pujantes. Por otra parte, atiesaba, ocultaba su pensamiento, ya
aun dando á la cuestión menos impor- de por sí bastante oscuro, en las ampulo-
tancia de la que tiene, debemos observar, sidades de la expresión, y con estilo
en los sucesos políticos sobre todo, que lo r a m p l ó n é hinchado á la vez, pesado,
que un hombre hace, casi siempre lo cargado de neologismos, descolorido é
deshace otro. Mirabeau del 91 era i m - incorrecto, disfrazaba su natural é i n -
potente contra Mirabeau del 89. Su obra contestable originalidad. Como escritor,
era m á s fuerte que él. era mitad gentil-hombre y mitad filóso-
Los hombres como Mirabeau no son fo, y prefería Quesnay á Sócrates y Le-
las cerraduras que pueden cerrar las fragne dePompignan á Píndaro; era ha-
puertas de las revoluciones; solo son los bitante anfibio de los ensueños del siglo
goznes sobre que giran al cerrarse y al diez y ocho y de las preocupaciones del
abrirse. Para cerrar la puerta fatal sobre siglo diez y seis. Pero cuando quería es-
cuyos tableros pesan todas las ideas, to cribir una carta, cuando se olvidaba del
dos los intereses y todas las pasiones que público y se dirigía á su venerable her-
están m a l avenidas en la sociedad, es mano el bailío, ó á su hija, ó bien á ma-
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA. 81
dama de Rochefort, ge dilataba aquel comprimidos en aquel cerebro, donde
e s p í r i t u entumecido de pretensiones, y retumba el trueno y donde estalla el
en la carta familiar é í n t i m a derramaba rayo.
su pensamiento, vivo, original, florido, Pero Mirabeau hablando es grande: es
curioso, chispeante, profundo, natural el agua que mana, la ola que espumea,
y gracioso con el majestuoso estilo de el fuego que chispea, el pájaro que vue-
L u i s X I V , que Saint-Simon sabia ha- la, es algo que hace su ruido propio, es
blar con todas las cualidades del hom- la naturaleza que cumple su misión.
bre y madama Sevigné con todas las Sus contemporáneos están acordes en
cualidades de la mujer. Puede juzgarse que Mirabeau en la tribuna es un ser
de su estilo por los fragmentos que he- magnífico. Solo allí está íntegro y todo-
mos citado. L a diferencia que hay de poderoso. Allí no tiene delante n i mesa,
los libros á las cartas del m a r q u é s de n i papel, n i escribanía erizada de plu-
Mirabeau es sorprendente, casi increí- mas, n i gabinete solitario; nada de si-
ble. Buffon no comprendería esta varie- lencio n i de meditación; allí tiene u n
dad del escritor. Era u n hombre que po- m á r m o l donde puede golpear, una esca-
seía dos estilos. lera que puede subir corriendo, una t r i -
Respecto á esto el hijo se parecía algo buna como j a u l a de bestia feroz, donde
al padre. Puede decirse, con algunas puede irse aquí y allá, andar, pararse,
modificaciones y restricciones, que hay cruzarse de brazos, crispar los puños,
la misma diferencia entre su estilo es- pintar la palabra con el gesto, iluminar
crito y su estilo hablado. E l padre se una idea de una ojeada; tiene delante
hallaba en su elemento en una carta y un m o n t ó n de hombres que puede mirar
el hijo en u n discurso. Para estar en su fijamente, un gran t u m u l t o que es u n
centro, para ser naturales, aquel necesi- magnífico a c o m p a ñ a m i e n t o para la voz
taba l a familia y éste la nación. que truena; la m u l t i t u d que ódia al ora-
Mirabeau escribiendo es inferior á M i - dor, la Asamblea rodeada de la m u l t i t u d
rabeau hablando. Su pensamiento basta que le ama, del pueblo; tiene á su aire-
siempre para abarcar el asunto, pero su redor todas las inteligencias, todas las
estilo no basta siempre á su pensamien- m e d i a n í a s , todas las pasiones, todas
to. Su idea es constantemente grande y las naturalezas diversas que él conoce
elevada, pero al salir de su espíritu se á las que puede hacer producir el
encorva y se empequeñece bajo l a ex- sonido que le agrade, cual si tocara las
presión, como el que pasa por una puer- teclas de inmenso clavicordio, y tiene
ta m u y baja. Exceptuando las elocuen- encima de él l a bóveda de l a sala de la
tes cartas dirigidas á madama de Mon- Asamblea constituyente, hácia l a que
nier, donde se muestra natural, en las se dirigen sus miradas con frecuencia,
que habla m á s que escribe, y que son para buscar en ella pensamientos; que
discursos amorosos, como sus discursos derriban m o n a r q u í a s con las ideas que
en la Constituyente son arengas revolu- caen de semejante bóveda sobre seme-
cionarías, el estilo de todos sus escritos j a n t e cabeza.
es en general mediocre, pastoso, m a l E n l a tribuna todo era poderoso en
perjeñado, blando al final de las frases, Mirabeau; su genio, brusco e irregular,
seco en muchas partes, con colorido em- era imperativo. Tenia el hábito de hacer
p a ñ a d o , lleno de epítetos vulgares, po- u n movimiento colosal con los hombros,
bre de i m á g e n e s y ofreciendo en algunos como el elefante que v á cargado con una
casos extraños mosáicos de metáforas. torre. Su voz, hasta cuando solo lanzaba
A l leerle se conoce que sus ideas no son una palabra desde su asiento, tenia el
las de los grandes prosistas; de materia acento tan formidable y tan revolucio-
blanda y maleable, que se preste á los nario que se distinguía en la Asamblea,
floreos de la expresión, que se insinúe como el rugido del león en la casa de
hirviente y líquida en todos los rincones fieras. Cuando sacudía l a cabeza, su ca-
del molde en que la vierta el escritor, y bellera tenia algo de la melena. Sus
luego se coagule; que primero sea lava y cejas se movían como las de J ú p i t e r ; sus
m á s tarde granito. Se presiente a l leerle manos algunas veces parecía que ama-
que se han quedado muchas ideas en su saban el m á r m o l de la tribuna; el con-
cerebro, que el papel no contiene todo el junto de su fisonomía, de su actitud y de
pensamiento del que lo ha emborronado, su figura respiraban orgullo pictórico,
que su genio no se aviene á derramar que no carecía de grandeza. Su cabeza
toda l a savia en u n libro y que la pluma era de fealdad grandiosa y fulminante,
ño es el mejor conductor de los fluidos y h a b í a momentos en que causaba efecto
TOMO IV.
82 OBRAS DE VICTOR HUGO,
a l g ú n dia y dónde irian á parar algunos aun en suspenso, casi sin forma y sin
elementos esenciales para la civilización, consistencia, esperando en el medio en
que no habia desarraigado el año 89. que flotan, mezclados con el torbellino,
Rabaut Saint-Etienne, que creia termi- el instante de precipitarse y de cristali-
nada la revolución y que lo proclamaba zarse. Toda institución sentada presenta
en voz alta, husmeaba con inquietud á á n g u l o s en los que el génio de Mirabeau
Robespierre, que apenas la creia empe- quizás se hubiera roto las alas.
zada, y que lo decia en voz baja. Los de- Mirabeau poseia conocimiento profun-
moledores de la m o n a r q u í a temblaban do de las cosas y de los hombres. A l lle-
ante los demoledores futuros de la socie- gar á los Estados generales, estuvo mu-
dad. Estos, como hombres que creen que cho tiempo observando en silencio, en
el porvenir les pertenece, se presentaban la Asamblea y fuera de ella, al grupo,
altivos, ariscos y arrogantes, y el m á s entonces pintoresco, de los partidos. Poco
insignificante de ellos se codeaba desde- tardó en comprender l a insuficiencia de
ñ o s a m e n t e con los miembros m á s impor- Mounier, de Malouety de Rabaut Saint-
tantes de la Asamblea. E n los momentos Etienne, que soñaban en una conclusión
en que la Asamblea futura i n í u n d i a mie- inglesa. J u z g ó con frialdad la pasión de
do á la Asamblea presente, es cuando se Chapelier, la mezquindad de espíritu de
manifestaba con m á s esplendor el poder Petion, el pésimo énfasis literario de
escepcional de Mirabeau. Teniendo éste Volney; al abate Maury, que necesitaba
el sentimiento de su omnipotencia y sin crearse una posición; á Epremesnil y
pensar en su grandiosidad, gritaba al A d r i á n Duport, que eran parlamentarios
grupo siniestro que i n t e r r u m p í a constan- malhumorados, pero no tribunos; á Ro-
temente á los principales oradores de la land, cero, cuya mujer constituía la ci-
Asamblea:—Que callen los treinta! y l a Con- fra; á Gregoire, que vivia en un estado
vención callaba. Aquel antro de Eolo de sonambulismo político. Conoció en
p e r m a n e c í a silencioso y contenido mien- seguida el fondo de Sieyes, que era casi
tras Mirabeau le puso el pié encima. impenetrable; embriagó con sus ideas á
Muerto éste, hicieron su erupción las se- Camilo Desmoulins, cuya cabeza no era
gundas intenciones anárquicas. bastante fuerte para sustentarlas; fasci-
Digimos y volvemos á repetir que nó á Dan ton, que se le parecía en esta-
Mirabeau m u r i ó á tiempo. Después de tura y en fealdad y era m á s pequeño y
haber desencadenado tantas tempesta- m á s feo que él. Prescindió de seducir á
des en la nación, es evidente que duran- Gillerny, á Lautrec y á Cazalés, especie
te a l g ú n tiempo comprimió bajo su peso de caractéres insolubles en las revolucio-
todas las fuerzas divergentes que debian nes. Presintió que todo iba á marchar
terminar la ruina que él comenzó; pero con rapidez y que no se podia perder
estas fuerzas, l a compresión misma las tiempo. Valeroso, sin miedo al hombre
condensaba, y pronto ó tarde l a explo- del dia, lo que es raro, n i al hombre
sión revolucionaria tenia que abrirse del dia siguiente, lo que es m á s raro aun,
paso y echar de allí al gigante Mira- se atrevió con los poderosos y atacó suce-
beau. sivamente á Maupeou y á Terray, á
Si le tuviésemos que reasumir en una Calonne y á Necker. Se aproximó al du-
sola frase, diríamos que Mirabeau no es que de Orleans, le tocó y le dejó m u y
u n hombre, n i u n pueblo, es un aconte- pronto; miró frente á frente á Robespier-
cimiento que habla, pero un aconteci- re y á Marat de reojo.
miento inmenso: la caida de la forma F u é encerrado sucesivamente en l a
m o n á r q u i c a en Francia. Con él n i la mo- isla de Rhé, en el castillo de l í , en la for-
n a r q u í a n i la república eran posibles. taleza de Foux y en el torreón de V i n -
Por su g e r a r q u í a le excluía la m o n a r q u í a cennes, y se vengó de todas esas prisio-
y por su nivel la república. Mirabeau nes haciendo caer la Bastilla.
es un hombre que pasa por una época Durante su cautiverio lela á Tácito, le
que él prepara. Para que la idiosincra- devoraba, se n u t r i a de él, y al presen-
sia de Mirabeau se desplegase, era preci tarse en la tribuna en 1789, tenia aun l a
so que la atmósfera social se encontrase boca llena de la m é d u l a del león. Se
en el estado particular en el que nada comprende desde las primeras palabras
fijo y arraigado resiste en el terreno; en que pronunció.
el que todo obstáculo, al vuelo de las No llegó á hacerse cargo de los deseos
teorías, se ataca fácilmente; en el que los de Robespierre y de Marat. Consideraba
principios que constituirán un dia el fon- al primero como un abogado sin pleitos
do sólido de l a sociedad futura están y al segundo como un médico sin enfer-
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFIA.
mos, y suponía que el despecho los hacia en el órden social muchas cosas despro-
divagar: su opinión no dejaba de tener porcionadas.
su lado verdadero. Volvia la espalda En la actualidad el terreno está casi
completamente á los sucesos que venian desnivelado; es llano, liso y compacto.
detrás de él á marchas dobles. Como Esto no quiere decir que porque no ne-
todos los regeneradores radicales, se fija- cesitemos un Mirabeau, no necesitemos
ba m á s en las cuestiones sociales que en grandes hombres. Por el contrario, falta
las políticas. Su obra no es la República, mucho que trabajar todavía. Todo está
sino la revolución. deshecho, pero no hay nada reedificado.
Su padre, que no le comprendía, aun- E n los momentos que atravesamos,
que le habia engendrado, como la Cons- el partido del porvenir lo componen dos
tituyente no comprendía á la Conven- clases de hombres; los hombres de revo-
ción, decia de él: No es n i el fin n i el lución y los hombres de progreso. Aque-
llos son los que remueven el antiguo
principio de un hombre. Tenia r a z ó n . F u é
el fin de una sociedad y el principio de suelo político, abren el surco y arrojan
otra. la semilla; á éstos corresponde el lento y
Mirabeau no es menos importante que laborioso cultivo de los principios, el es-
Voltaire para la obra general del siglo tudio de las estaciones propicias á los
diez y ocho; los dos tenian misión aná- enjertos de t a l ó de cual idea, el trabajo
loga: destruir lo antiguo y preparar lo continuo, el riego de la planta jóven, el
nuevo. E l trabajo de uno fué continuo y abono de la tierra y hacer la cosecha
le ocupó durante su larga vida; el otro para todos. Necesitan ojo avizor, pié
solo apareció en la escena breves momen- firme y buena mano. A estos dignos y
tos. Para desempeñar su tarea c o m ú n , á concienzudos trabajadores raras veces se
Voltaire se le concedió el tiempo por les paga bien.
años y á Mirabeau por dias. Sin embar- E n nuestra opinión los hombres de la
go, Mirabeau hizo tanto como Voltaire. revolución han cumplido bien su tarea.
Cada uno ataca á su manera la vida del, Recientemente, en Julio, tuvieron aun
cuerpo social. Voltaire descompone, M i - tres dias de siembra. Ahora deben dejar
rabeau aplasta. E l procedimiento de Vol- que obren los hombres de progreso. Des-
taire es hasta cierto punto químico, el de pués de labrar el surco, que esperen que
Mirabeau completamente físico. Después salga l a espiga.
de Voltaire, la sociedad queda disuelta; Mirabeau fué el grande hombre de la
después de Mirabeau, queda reducida á revolución; nos falta ahora el grande hom-
polvo. Voltaire es un ácido, Mirabeau es bre del progreso. Pero lo tendremos. L a
una maza. Francia desempeña una iniciativa dema-
siado importante en la civilización del
globo para carecer de hombres especia-
VII. les; la Francia es la madre majestuosa de
todas las ideas que, como misioneras, re-
Si ahora, para completar el conjunto corren todos los pueblos; puede decirse
que acabamos de bosquejar de Mirabeau que hace dos siglos nutre al mundo con
y de su época, contemplamos l a época la leche de sus pechos. Tiene sangre ge-
actual, es fácil ver, en el punto en que nerosa y rica y e n t r a ñ a s fecundas; es ina-
se encuentra ahora el movimiento social gotable en genios; saca de su seno las
empezado en 1789, que no tendremos ya grandes inteligencias que le hacen falta;
hombres como Mirabeau, sin que nadie tiene siempre hombres á la medida de
pueda decir, por otra parte, bajo q u é los acontecimientos, y nunca le falta u n
forma aparecerán los grandes hombres Mirabeau para empezar las revoluciones
políticos que nos reserva el porvenir. Los n i un Napoleón para terminarlas. No le
Mirabeau no son ya necesarios, luego ya debe negar la Providencia el grande hom-
no son posibles. L a Providencia no crea bre político ó social que necesita para el
nunca hombres semejantes cuando son porvenir.
inútiles. Mientras viene, hay que confesar, ha-
Efectivamente, ¿para q u é servirla aho- ciendo cortas escepciones, que son pe-
ra u n Mirabeau? U n Mirabeau es u n queños los hombres que figuran en l a
rayo5 7 el rayo no tiene ahora nada que historia en estos momentos; sin duda es
quemar. ¿Dónde están en la región polí- triste que los grandes cuerpos del Estado
tica los objetos colocados á tanta altura carezcan de ideas generales y de vastas
que pueda herirles el fuego del cielo? No simpatías; es de sentir que se malgaste
estamos ya en 1789, en cuya época habia en revoques el tiempo que debiera em-
86 OBRAS DE VICTOR HUGO.
A. I N G L A T E R R A .
dedico este libro, que es l a glorifica- ilustre y libre y á la que, como refugio,
ción de su poeta. Digo l a verdad á I n - profeso cariño.
glaterra, á l a que admiro como pais VÍCTOR HUGO.
Hauteville-Housse, 1864.
PREFACIO.
TOMO IV. 12
»5Q
BL*"
GUILLERMO SHAKESPEARE.
PRIMERA PARTE.
humanos se llega á la selección. Porque Esas son obras humanas. Dios no necesita
lo falso esté mezclado entre lo verdadero, ayudar á Shakespeare n i á Calderón.
no se debe rechazar el conjunto. E l que Demos, pues, un p u n t a p i é al trípode:
se encuentre zizaña no es pretexto para la poesía es hija del poeta. Hespetemos
rechazar el grano. Arrancad la yerba no- lo posible, cuyos límites ignoramos; res-
civa del error, pero segad el hecho y l i - petemos t a m b i é n lo extrahumano, que es
gadlo con los otros. L a ciencia es un haz de donde salimos y á donde volveremos,
de hechos. pero no rebajemos á los grandes trabaja-
L a misión de la ciencia es estudiarlo y dores terrestres, admitiendo en contra de
sondearlo todo. E l u d i r un fenómeno, ellos hipótesis de colaboraciones miste-
rehusarle el pago de atención á que tie- riosas que no son necesarias; concedamos
ne derecho, apartarlo, volverle desde- al cerebro lo que le pertenece, y consigne-
ñ o s a m e n t e la espalda, es declarar en mos que el trabajo de los génios consiste
quiebra á la verdad, es dejar que se pro- en lo sobrehumano que surge del hom-
teste l a firma de la ciencia. E l fenóme- bre.
no del trípode antiguo y del velador mo-
derno tienen derecho, como cualquier II.
otro, á ser examinados. Abandonar los
fenómenos á la credulidad es hacer trai- E l arte supremo es la región de los
ción á la razón humana. iguales.
Homero afirma que los trípodes de D e l Una obra magistral es siempre equi-
fos andaban solos, y explica este hecho valente á otra obra magistral.
en el canto X V I I I de la iliada, diciendo Como el agua calentada á cien grados
que Vulcano forjaba para ellos ruedas no es capaz de aumentar de calor, n i es
invisibles. L a explicación no simplifica posible elevarla á temperatura m á s alta,
mucho el fenómeno. P l a t ó n refiere que el pensamiento humano llega á alcanzar
las estatuas de Dédalo gesticulaban en en ciertos hombres su intensidad com-
las tinieblas, que tenian voluntad, que pleta. Esquilo, Job, Fidias, Isaías, San
desobedecían á su señor y que era preci- Pablo, Juvenal, el Dante, Miguel A n -
so atarlas para que no se fuesen. Hechier gel, Rabelais, Cervantes, Shakespeare,
menciona en la p á g i n a 62 de su Historia Rembrandt, Beethoven y algunos m á s
de Teodosio, al ocuparse de l a conspira- marcan los cien grados del génio.
ción que fraguaron los hechiceros del E l espíritu humano tiene su cima.
siglo cuarto contra el emperador, el he- Esta cima es el ideal.
cho de u n velador que giraba, de lo que Dios desciende hasta ella y el hombre
trataremos m á s adelante, para decir lo sube. E n cada siglo, tres ó cuatro génios
que Hechier callaba y acaso ignoraba. emprenden esa ascensión: los demás los
Después de todo, á pesar de lo que la siguen con la vista desde bajo. Dichos
credulidad haya pensado y dicho, el fe- hombres suben trepando á la m o n t a ñ a ,
n ó m e n o de los trípodes y de los velado- entran en las nubes, desaparecen y vuel-
res es completamente ageno á la inspi- ven á aparecer, bordean los precipicios:
ración de los poetas, que es inspiración tal vez a l g ú n espectador desea que den
directa, y esto es lo que queremos de- a l g ú n paso en falso, pero los aventureros
mostrar. L a Sibila tiene trípode, pero el prosiguen avanzando con intrepidez en
poeta no. E l poeta es su mismo trípode, su camino. E s t á n ya arriba, están ya
es el trípode de Dios. Dios no ha creado lejos, no son ya m á s que puntos negros.
el maravilloso alambique de la idea, el Qué pequeños son! exclama la multitud;
cerebro del hombre, para no servirse de pero son gigantes, siguen andando; el
él. E l genio contiene todo lo necesario en camino es ancho y escarpado; á cada
su cerebro, y todos sus pensamientos pa paso encuentran u n obstáculo ó u n lazo,
san por él. E l pensamiento sube y se pero van elevándose. Necesitan para su-
desprende del cerebro, como el fruto de bir cortar el hielo y marchar por encima
l a rama. E l pensamiento es la resultan y tallar escalones en el ódio. Las tor-
te del hombre. Las raices se sumergen mentas rugen en su camino, los abismos
en la tierra; el cerebro se sumerge en se multiplican á su alrededor, pero si-
Dios * guen andando; algunos caen, porque lo
Es decir, en el infinito. merecen; otros se p á r a n y retroceden; al-
Caen en un profundo error los que gunos desfallecen; los intrépidos conti-
imaginan que poemas como E l médico de n ú a n , los predestinados persisten. L a
su honra ó E l Rey Lear pueden ser dicta- pendiente terrible se derrumba bajo sus
dos por u n trípode ó por u n velador. plantas y trata de arrastrarlos, porque
GUILLERMO SHAKESPEARE. 101
la gloria es traidora; las á g u i l a s los con- clama: "Qué quieres de m í , diosa?,, No
templan, los rayos ios acosan, el hura- son monótonas nunca sus poderosas per-
can ruge furioso; pero no importa, se sonificaciones; sus gigantes son variados,
obstinan y suben. Todo el que llega á la í n cuanto Homero crea un héroe, rompe
cumbre es igual á tí, Homero. el molde. A y a x , hijo de Ulises, es de me-
Repetid los nombres que acabamos de nor talla que A y a x , hijo de T e l a m ó n .
escribir y los que podríamos haber aña- ETomero es uno de los génios que resuel-
dido á esa lista. No es posible elegir ven el bello problema del arte, quizás el
entre ellos; no se puede inclinar la ba- m á s bello, que consiste en la pintura
lanza entre Rembrandt y Miguel Angel. exacta de l a humanidad, conseguida
Concretándonos solo á los escritores y 3or el engrandecimiento del hombre; es
á los poetas, examinadlos uno tras otro; decir, por la generación de lo real en lo
cuál es el m á s grande? Todos. ideal. Homero es al mismo tiempo fábu-
a é historia, hipótesis y tradición, fanta-
sía y ciencia; es insondable y risueño; to-
Homero es el enorme poeta niño; cuan- das las profundidades de las primitivas
do el mundo nace, Homero canta. Es el edades se mueven radiantes de luz en el
pájaro de la aurora. Homero tiene el vasto azul de su espíritu. Licurgo, el sá-
candor sagrado del alba; casi desconoce 3Ío misántropo, t é r m i n o medio entre So-
la sombra. Homero reasume el caos, el Ion y Dracon, fué vencido por Homero.
cielo, la tierra, á Greo y Oeto, á J ú p i t e r , Estando de viaje, volvió a t r á s en el
á todos los dioses, á A g a m e n ó n , rey de camino por i r á hojear en casa de Cleo-
los reyes; á los pueblos, que al principio frilo los poemas de Homero, que deposi-
son rebaños; á los templos, á las ciuda- tó allí como recuerdo de la hospitalidad
des, á los asaltos, á las cosechas, al que un dia recibió en dicha casa. Para
Océano; Homero reasume á Diomedes los griegos, Homero fué un dios, que te-
combatiendo, á Ulises errante, á los nia sus sacerdotes llamados homeridos.
Meandros de una nave buscando la pá- Alcíbiades dió u n bofetón á un retórico
tria, á los cícoples, á los pigmeos, á los porque se jactaba de no haber leido nun-
sacerdotes, á las vírgenes, á las madres, ca a Homero. L a divinidad de Homero
á los niños que asustan los penachos, las ha sobrevivido al paganismo. Miguel
palabras graves que caen de las barbas A n g e l decia: Guando leo á Homero me
blancas, las amistades que son amores, examino para ver si tengo veinte piés de al-
las cóleras y las hidras; á Vulcano ha- tura. Pretende una tradición que el pri-
ciendo reir á los de arriba y á Tersites á mer verso de la Iliada sea de Orfeo, lo
los de abajo; los dos aspectos del matri que, fortificando á Homero con Orfeo, au-
monio resumidos de antemano para tO' m e n t ó en Grecia la fama de aquel. E l
dos los siglos en Elena y en Penólope; la escudo de Aquiles (en el canto 18 de l a
Estigia, el Destino, el t a l ó n de A q u i Iliada) le comentaba en los templos
les, los mónstruos, los héroes, los hom Danco, que era hija de P i t á g o r a s . Home-
bres y todas las infinitas perspectivas ro, como el sol, tiene planetas. V i r g i l i o ,
miradas á través de las sombras del mun- que compone la JEneida; Lucano, que es-
do antiguo. Homero reasume á Troya cribe la Farsalia; el Tasso, autor de l a
codiciada y Atica deseada; la guerra y Jerusalem; Ariosto, autor de Orlando el
el viaje, los dos medios primitivos de rea furioso-, Milton, que escribe el Faraiso
lizar la conjunción de los hombres; la perdido; Camoens, que compone las L u -
tienda de c a m p a ñ a atacando á l a torre siadas; Klopstock, autor de l a Mesiada,
el navio sondeando lo desconocido, que y Voltaire, autor de la Henriada, gra-
t a m b i é n es otro ataque; todas las guer vitan sobre Homero, que envia á sus.
ras y todas las pasiones, todos los viajes propios satélites la luz diversamente re-
y todas las aventuras que forman en é flejada, y estos se mueven á distancias
dos grupos gigantescos; el primero, que desiguales en desmesurada órbita. T a l
es sangriento, se llama Iliada; el s e g ú n es Homero y t a l el principio de la epo-
do, que es luminoso, se llama la Odi peya.
sea. Homero dá á los hombres m á s po
tencia que la naturaleza. Hace que se §11.
arrojen á la cabeza piedras que doce
yuntas de bueyes no podrían mover, y Job empieza el drama con u n em-
los dioses apenas se atreven á meterse brión coloso. Job le comenzó hace ya
con ellos. Minerva coge á Aquiles por el cuarenta siglos colocando á J e h o v á en-
cabello, y éste, volviéndose irritado, ex- frente de S a t a n á s . E l m a l desafía a l
bien, y desde ese momento se e m p e ñ a l a
105 OBRAS DE VICTOR HUGO.
formadas de ojos, y eran tan altas, que buey, el león y el águila; y ¡coincidencia
atemorizaban. E l ruido de alas de los sorprendente! simbolizará el progreso
cuatro ángeles era como el ruido del To- tomando las cuatro fases de Ezequiel.
dopoderoso, y cuando se paraban, reco- Además, Ezequiel se llama como Cristo,
g í a n las alas. Y v i una imagen, que pa- Hijo del hombre. J e s ú s con frecuencia en
recía de fuego y que avanzó como una sus parábolas evoca ó indica á Ezequiel,
forma de mano, y una voz dijo: "Los re- y esta especie de primer Mesías forma
yes y los jueces tienen en el alma dioses jurisprudencia para el segundo. Se en-
de cieno. A r r a n c a r é de su pecho el co- cuentran en Ezequiel tres construccio-
razón de piedra y les daré un corazón de nes: el hombre, en el que coloca el pro-
carne.,, Me dirigí á los del rio Kebar y greso; el templo, en el que coloca la luz
p e r m a n e c í entre ellos siete dias comple- y llama gloria, y la ciudad, en la que
tamente asombrado;;. Y en otra parte: coloca á Dios. A l templo le dice: "Que
"Habia una llanura y en ella huesos no haya a q u í sacerdotes, n i ellos n i sus
secos,,, y yo dije: "Huesos, levantaos,,. reyes, n i los esqueletos de sus reyes.,,
Miró y vinieron nervios para aquellos (Cap. L X I I I , v . 7.) Si Ezequiel, que es
huesos y carne para aquellos nervios y una especie de demagogo de la Biblia,
una piel que los cubrió, pero el espí- hubiera vivido en 1793, hubiera ayudado
r i t u no vino. Entonces gritó: "Espíri- á destruir y á barrer á San Dionisio. So-
tu, ven de los cuatro vientos, sopla y bre la ciudad que edificó murmura este
que resuciten estos muertos,,. E l espí- nombre misterioso: Jehová Schammah,
r i t u llegó. E l soplo entró en ellos, se le- que significa: E l Eterno está allí presen-
vantaron y formaron un ejército, un te. Después calla y se queda pensativo
pueblo. Entonces dijo la voz: "Seréis en las tinieblas, señalando con el dedo á
una sola nación; no tendréis n i m á s juez la humanidad en el fondo del horizonte,
n i m á s rey que yo; seré el Dios que tiene la continua dilatación del azul.
u n pueblo y vosotros seréis el pueblo que
tiene un Dios.,, § vi.
No os basta esto?... Buscad una fór- Lucrecio es la grandiosidad oscura. J ú -
m u l a superior, que no l a encontra- piter está en Homero, J e h o v á en Job y en
reis. E l hombre libre en poder de Dios Lucrecio aparece Pan. Es tal la grandeza
soberano. Ese visionario que comia po- de Pan, que domina al Destino, como el
dredumbre resucita los muertos. Eze- Destino domina á J ú p i t e r . Lucrecio viajó
quiel tiene la inmundicia en los labios y meditó, que es viajar dos veces. Estuvo
y el sol en los ojos. Los judíos t e m í a n la en Atenas, se relacionó con los filósofos,
lectura de Ezequiel, y no permitían leer- estudió la Grrecia y adivinó la India.
la á los hombres hasta que c u m p l í a n Demócrito le hace pensar en la molécula
treinta años. Inquietaba á los sacerdotes, y A n a x i m a n d r ó en el espacio. Sus deli-
que querían sellar los labios del profeta. rios se han convertido en doctrina. Nadie
No podían tratarle de impostor, porque conoce sus aventuras. Como P i t á g o r a s ,
su profético extravío era incontestable; frecuentó las dos misteriosas escuelas
habia visto evidentemente lo que refe- del Eufrates, Necharda y Pombeditha,
ria, por eso tenia tanta autoridad; sus en donde pudo encontrar doctores j u -
enigmas le convertían en oráculo. No díos» Deletreó los papiros de Seforis y
se sabia lo que significaban "aquellas vivió con los pescadores de perlas de la
mujeres sentadas al lado del Aquilón, isla Tilos. Se encuentran en los Apócri-
que lloraban á Thamnus,,. E r a imposible fos vestigios de u n itinerario e x t r a ñ o y
adivinar lo que era el "hasmal,,, metal antiguo, recomendado, según unos, á l o s
que enseña en fusión en el horno de sus filósofos por Empedocles, y s e g ú n otros
visiones. Pero en cámbio, era en él m u y á los rabinos por el gran sacerdote Elea«
clara la visión del progreso. Ezequiel ve zar. Quizás este itinerario sirvió después
al hombre c u á d r u p l e : hombre, buey, de g u í a á los Apóstoles en sus viajes.
león y águila; es decir, dueño del pensa- E l viajero que obedecía este itinerario
miento, del campo, del desierto y del recorría las cinco satrapías del pais de
aire. No olvida nada; insinúa el porve- los filisteos; visitaba los pueblos que en-
nir entero, desde Aristóteles hasta Cris- cantaban á las serpientes y chupaban
tóbal Colon, desde Triptolemo hasta las llagas; bebía en el torrente de Bosor,
Montgolfier. M á s tarde el Evangelio que marca la frontera de la Arabia de-
t a m b i é n será c u á d r u p l e en los cuatro sierta; después tocaba con su propia
evangelistas, y subordinará á Mateo, á mano l a argolla de bronce de A n d r ó m e -
Lucas, á Marcos y á Juan, el hombre, el d a , todavía clavada en la roca de Jopó;
GUILLERMO SHAKESPEARE. 105
visitaba á Balbek, en la Siria baj aj a mo viaje. Pónese en el camino de la muer-
Apimea, sobre el Orente, donde Nicanor te porque quiere ver. Se embarca sucesi-
alimentaba á sus elefantes; el puerto de vamente en todas las naves: en la galera
Asiongaber, donde se detenían los barcos de Trevirio, para Sanastrea, en Macedo-
de Ofiro cargados de oro; veia á Segber, nia; en el tríremo de Carysto, para Me-
que producía el incienso blanco; las dos taponte, en Grecia; en el remigio de Cy-
Sírtas; la m o n t a ñ a de esmeralda Sma- llena, para la isla de Samotracia; en la
ragdus; el país de los Nasamones, en que sandalia de S a m o x t r a c í a , para Naxos,
se despojaba á los náufragos; la nación en donde habita Baco; en el ceróscafo de
negra A g i z í m b a ; visitaba á A d r i b é , Naxos, para la Siria Saludable; en el
ciudad de los cocodrilos; á Cinópolis, bajel de Siria, para el Egipto, y en el
ciudad de los perros; las maravillosas navio del Mar Rojo para la India. Le
ciudades de la Comagena, Claudias y queda un viaje que hacer. Granoso de
Varsalio, y t a l vez á la misma Tadamo- conocer la región sombría, se embarca
ra, que es la ciudad de S a l o m ó n . Tales en el a t a ú d , y desatando por sí mismo
eran las etapas de esta peregrinación casi la amarra, empuja con el pié esta barca
fabulosa de los pensadores. ¿ L a hizo oscura, á la que mece desconocido oleaje.
Lucrecio? No se puede asegurar, pero
no cabe duda que emprendió muchos § vil.
viajes. Vió tantos hombres, que sus pu- Juvenal tiene todo lo que le falta á
pilas acabaron por confundirlos y la Lucrecio; pasión, fiebre, fuego trágico,
m u l t i t u d se convirtió para él en u n fan- amor á la honradez, risa vengadora,
tasma; llevó á t a l grado la simplifica- personalidad, humanidad. Habita en un
ción del universo, que casi lo aniquiló. punto dado de la creación, que le satis-
Sondeó hasta sentir flotar la sonda. face, porque encuentra en él con q u é nu-
I n t e r r o g ó á los vagos espectros de By- t r i r y llenar su corazón, ávido de justi-
blos; conversó con el tronco del árbol cia y de cólera. Lucrecio es el universo
cortado de Ohyteron, que es Junon y Juvenal es el sitio; pero q u é sitio! Ro-
Thespia. ma. Ambos poseen la doble voz que
Quizás habló en los c a ñ a v e r a l e s con se dirige á toda la tierra y á la Ciudad
Oannes, el hombre-pez de Caldea que te- Eterna. Urbi et orhi. Juvenal se remonta
nía dos cabezas, una de hombre en la sobre el imperio romano y agita el enor-
parte superior y otra de hidra en la i n - me batimiento de sus alas de buitre a l
ferior, por cuya boca bebía el caos, que ver debajo u n nido de reptiles. Se preci-
vomitaba en forma de ciencia terrible pita sobre este hormiguero y los coge
por la boca superior. Esta es la ciencia con su pico terrible, unos tras otros, des-
de Lucrecio. Isaías confina con los ar- de la culebra, que es emperador y se
cángeles; Lucrecio con las larvas. L u - llama Nerón, hasta l a lombriz, que es
crecio retuerce el antiguo velo de Isis, un m a l poeta y se llama Codro.
sumergido en el agua de las tinieblas, y Isaías y Juvenal tiene cada uno su
esprime, unas veces á torrentes y otras prostituta; pero hay algo m á s siniestro
gota á gota, su sombría poesía. L o l i m i - que la sombra de la torre de Babel, y es
tado está en Lucrecio. E n algunos mo- el crujido del lecho de los Césares: Babi-
mentos deja caer un potente verso espon- lonia es menos formidable que Mesalina.
dáíco lleno de sombras, casi monstruoso. Juvenal es el alma antigua y libre de
Circum se foliis ac frondibus involventes; en las repúblicas muertas, y encierra uua
otro una atrevida i m á g e n de la cópula Roma con cuyo bronce se fundieron
bosquejándose en la selva: Tune Venus in Atenas y Esparta. Por eso sus versos
sylvis jungebat copora amantum; a q u í la tienen algo de Aristófanes y algo de L i -
selva es la naturaleza. Estos versos son curgo. Q-uardaos de é l , porque es m u y
imposibles en V i r g i l i o . Lucrecio vuelve severo. No faltan n i una cuerda á su l i r a
la espalda á la humanidad y mira fija- n i á su látigo. Es grande, rígido, auste-
mente al enigma. Lucrecio, espíritu que ro, brillante, violento, grave, justo,
busca el fondo, se coloca entre esta rea- inagotable en i m á g e n e s y gracioso cuan-
lidad y esta imposibilidad, el á t o m o y el do quiere. Su cinismo es la i n d i g n a c i ó n
vacío, solicitado por estos dos precipicios; del pudor. Su gracia, independiente y
es religioso cuando contempla el á t o m o símbolo de la verdadera libertad, tiene
y excéptico cuando nota el vacío; de a q u í garras; sin saber cómo aparece de pron-
sus dos aspectos igualmente profundos, to derramando alegría en la majestad
ora niegue, ora afirme. Llega un día en rectilínea de sus exámetros; nos parece
que este viajero se mata. Este es su últi- ver el gato de Corinto que corre sobre el
TOMO IV. 14
106 OBRAS DE VICTOR HUGO.
se asemeja á un cráter? Se oyen allí de- Césares, Dante lo hace con l a Roma de
tonaciones; sale de allí el verso recto y os papas; pero Danta es justiciero hasta
lívido como de las fisuras de una solfa- un grado m á s terrible que Juvenal; Ju-
tara; primero parece vapor, después lar- venal azota con disciplinas y el Dante
va; habla y entonces reconocemos que el :iagela con llamas; Juvenal condena y
volcan entrevisto es el infierno. Aquel el Dante maldice.
no es el sitio que habitan los hombres;
es un precipicio desconocido. Se resu- § xii.
men en este poema en revuelta confu- Rabelais es la Galia, y quien dice la
sión lo imponderable con lo ponderable, Galia, dice la Grecia; porque en el fondo
sometiéndose lo primero á la ley de lo :iene el mismo sabor l a sal ática y l a
segundo; confusión parecida á los des- chispa gala, y dejando aparte los edifi-
plomamientos que producen los incen- cios, nada se parece tanto al Pireo como
dios, en los que el humo, arrastrado por la Rapea. Rabelais es superior á Aristó-
las ruinas, cae envuelto entre escombros, fanes en la bondad de sus sentimientos;
para desaparecer bajo maderos y piedras; Rabelais hubiera defendido á Sócrates.
por eso produce extraños efectos; parece E n el órden cronológico de los genios,
que el dolor y el castigo allí no lo sufren Rabelais sigue al Dante; tras la frente
los hombres, sino las ideas. L a idea he- severa, la cara burlona. Rabelais es la
cha hombre para sufrir la expiación, es terrible m á s c a r a de bronce de la come-
u n fantasma que tiene algo de la som- dia antigua, arrancada de la escena
bra: impalpable, m á s no invisible, con griega y convertida en rostro humano y
l a apariencia de suficiente realidad para vivo, que viene á reírse de nosotros con
sentir el castigo; es la falta en estado nosotros y entre nosotros. E l Dante y
abstracto que conserva forma humana. Rabelais se educaron con los Francisca-
E n esta Apocalipsis no solo se lamenta el nos, como Voltaire se educó después con
malvado, sino t a m b i é n el m a l . Todas los J e s u í t a s . Dante representa el dolor,
las malas acciones posibles son allí presa Rabelais la parodia y Voltaire la ironía;
de la desesperación, y le dá al poema la á los tres los educa la Iglesia y los tres
espiritualización de la pena, poderoso se vuelven contra ella. Todos los génios
sentido moral. Cuando Dante llega al tienen su invención ó su descubrimiento;
fondo del infierno lo atraviesa y sube por Rabelais dió con un hallazgo, con el vien-
el otro lado del infinito. A medida que tre. E l hombre lleva en sí una culebra
se eleva se idealiza, y el pensamiento que le tienta, le hace traición y le casti-
deja caer el cuerpo como quien abando- ga: esta culebra es el intestino. E l hom-
na una vestidura. De V i r g i l i o pasa á bre, sér indiviso como espirita y comple-
Beatriz. E n el infierno le guia el poeta jo como hombre, posee para llenar su
y en el cielo la poesía. L a epopeya con misión terrestre tres centros, el cerebro,
t i n ú a y se agiganta, pero el hombre no el corazón y el vientre; cada uno de estos
la comprende ya. E l purgatorio y el pa centros es augusto por la gran función
raiso son tan extraordinarios como la que ejerce; el cerebro por el pensamien-
Gehenna, pero á medida que asciende to, el corazón por el amor y el vientre
nos desinteresa; nos encontramos mejor por la paternidad y la maternidad. E l
en el infierno que en el cielo; el hombre vientre puede ser t r á g i c o . Feri ventren,
no se reconoce en los ángeles; quizás los dice A g r i p i n a . Catalina Sforza, al ver
ojos humanos no han sido creados para amenazados de muerte en una almena
resistir tan plena luz, y cuando el poema de la ciudad de R í m i n i á sus hijos que
entra en l a felicidad, fastidia. A l g o se cogieron en rehenes, se descubrió hasta
mojante sucede á los seres felices. Casad el ombligo, diciendo al enemigo: Ved de
á los amantes y llevad las almas al pa dónde nacen otros.
raiso; eso es m u y agradable, pero buscac. E n una de las convulsiones épicas de
al drama en otra parte. Nada le importa Paris, una mujer del pueblo, de pié en
al Dante que no le sigáis; seguirá an- una barricada, se levantó las sayas, ense-
dando sin vosotros; ese león puede i r ñó al ejército el vientre desnudo y gritó:
solo. Su obra es prodigiosa. Es un gran Matad á vuestras madres! Los soldados la
filósofo ese visionario; es un sábio ese acribillaron á balazos. E l vientre tiene
loco. Dante inspira á Montesquieu, y las su heroísmo; pero esto no obstante, de él
divisiones penales del Espíritu de las le nacen en la vida la corrupción y en el
yes están calcadas sobre las clasificacio- arte la comedia; el pecho, sitio del cora-
nes infernales de la Divina Comedia. L o zón, termina en la cabeza; el vientre, en
que J u venal hace con l a Roma de los el falo. Como el vientre es el centro de
GUILLERMO SHAKESPEARE. ni
l a materia, constituye nuestra satisfac- el ideal se eclipsa y en las que se llama
ción y nuestro peligro; encierra el apeti- prosperidad redondearse. Algunas veces
to, la saciedad y la podredumbre. Las los filósofos ayudan irreflexivamente á
abnegaciones y las ternuras que nacen este rebajamiento, ingiriendo en las doc-
en él, mueren pronto transformándose trinas el materialismo que se ha apode-
en egoísmo, que con facilidad las entra- rado de las conciencias. Rebajar el nivel
ñ a s se convierten en intestinos. Cuando del hombre hasta la bestia humana es
el himno pasa á canción de borracho y una gran miseria. Su primer fruto es l a
la estrofa á copla, buscad la causa en el liviandad visible donde quiera sobre to-
vientre, en la bestia que a c o m p a ñ a al das las cumbres; el juez venal, el sacer-
hombre, y encontrareis en él la ley que dote simoníaco, el soldado condottiere y
preside á esta degradación. L a escala de las leyes, las costumbres y las creencias
la poesía sensual tiene su escalón m á s podridas. E n el siglo diez y seis todas
alto en el Cántico de los Cánticos y su es- las antiguas instituciones están así: Ra-
calón m á s bajo en la copla licenciosa. E l belais se apodera de la situación y la
vientre dios es Sileno, el vientre empera- consigna levantando acta del vientre, que
dor es Vitelio y el vientre animal es el para él es el mundo. L a civilización es
cerdo. Uno de los horribles Ptolomeos se masa, l a ciencia materia, l a religión en-
llamaba el vientre Fhyscon. P ara la hu- gorda, el feudalismo digiere y la monar-
manidad, el vientre es un peso terrible quía adquiere las formas de la obesidad.
que rompe á cada instante el equilibrio Enrique V I I I es una panza, Roma una
entre el alma y el cuerpo. E l vientre vieja gruesa y repleta, pero cuya gordu-
llena l a historia. Es responsable de casi ra no se sabe si se debe atribuir á salud
todos los crímenes y además de todos los ó á enfermedad, á robustez ó á hidrope-
vicios. De su sensualidad nacen los sul- sía. Rabelais, que es médico y sacerdote,
tanes y de su embriaguez los czares. E l le toma el pulso al pontificado, mueve
es el que enseña á Tarquino el lecho de la cabeza y lanza una carcajada; ¿por-
Lucrecia; él es el que promueve la discu- que ha encontrado en él la vida? No;
sión sobre la salsa del rodaballo en el porque conoce la a g o n í a de su muerte.
Senado que estaba esperando á Breno y Mientras Lutero reforma, Rabelais se
deslumhró á Y u g u r t a ; él es el que acon- burla; ¿quién conseguirá mejor su obje-
sejó al libertino y arruinado César que to? Rabelais se burla del fraile, del obis-
pasara el E-ubicon. Pasar el Rubicon es po, del Papa, tocando á rebato sus cas-
pagar las deudas, es proporcionar muje- cabeles. Leyendo á Rabelais creemos
res y buenas comidas; y los soldados ro- asistir á un banquete y asistimos á una
manos entran en Roma lanzando este agonía; el hipo tiene á veces varias apa-
grito: Urbani, claudite euxores; mcechum riencias. Riámonos t a m b i é n . L a muerte
calvun adducimus. Cuando el apetito cor- está en la mesa; la ú l t i m a gota brinda
rompe la inteligencia, la voluptuosidad con el ú l t i m o suspiro. Es soberbia l a
sustituye á la voluntad, el principio de a g o n í a en la orgía; el intestino en ella es
la orgía tiene algo noble; hay alguna d i - el rey; el mundo antiguo se rie y revien-
ferencia entre estar alegres y estar bor- ta, y Rabelais entroniza esta dinastía de
rachos; pero la orgía degenera en baca- vientres, Grangousier, Pantagruel y
nal. E l que era Salomón se convierte en C a r g a n t ú a . Rabelais es el Esquilo de l a
Ramponneau. E l hombre es un tonel. comida, lo que tiene cierta grandeza
Sumergiendo el pensamiento en u n dilu- cuando se piensa que comer es devorar;
vio de ideas tenebrosas, la conciencia el glotón es t a m b i é n abismo. Comed,
ahogada rompe sus misteriosos hilos con pues, señores del mundo, bebed y termi-
el alma ébria y se consuma el embrute- nad. V i v i r es una canción cuyo estribillo
cimiento, que no solo es cínico, sino bes es morir. Otros cavan calabozos horri-
t i a l . Cuando desaparece Diógenes, que- bles para el género humano depravado;
da el tonel. E l hombre empieza por ser el subterráneo que cava Rabelais es
Alcíbiades y termina por ser Trimalcion. una bodega. E l universo que Dante me-
Entonces ya no le queda nada; n i digni tía en el infierno, Rabelais lo mete den-
dad, n i pudor, n i honor, n i virtud, n i tro de un tonel. Su libro no es otra cosa.
talento. E l pensamiento se disuelve en L a cuba prodigiosa contiene los siete
la hartura, el placer de la carne lo absor círculos que imagina el Dante; mirad
be todo, y desaparece la criatura sobera- dentro del tonel monstruoso y los en-
na que poseia alma; en una palabra, el contrareis t a m b i é n . E n Rabelais se lla-
vientre devora al hombre. Ese es el tér- man: Pereza, Orgullo, Envidia, A v a r i -
mino de todas las sociedades, en las que cia, Ira, L u j u r i a y Gruía; ¿y sabéis dónda
112 OBRAS DE VICTOR HUGO.
os conduce el terrible bufón? Pues os! previsto constituye una magnífica aven-
conduce á la Iglesia. E l tema del sacer- tura. Es ley de las grandes obras que
dote de este sermón son los siete peca- los personajes estén de acuerdo consigo
dos. Rabelais es sacerdote, y como la mismos, pero que los hechos y las ideas
enmienda bien entendida debe empezar se arremolinen á su alrededor, que se re-
por uno mismo, comienza por el clero. mueve p e r p é t u a m e n t e la idea madre y
E n esto se conoce que es de casa. E l que sople sin cesar el viento que produ-
pontificado muere de indigestión y su- ce los relámpagos. Cervantes es un
giere una farsa á Rabelais, pero una combatiente; se apodera de una tésis y
farsa digna de T i t á n . L a alegría panta- escribe un libro social. Los poetas son
gruélica no tiene menos grandeza que la combatientes del espíritu. ¿Dónde apren-
alegría de J ú p i t e r . L a m a n d í b u l a mo- den á luchar? E n la misma lucha. Juve-
n á r q u i c a y sacerdotal come y la m a n d í - nal fué tribuno militar y Cervantes
bula de Rabelais se rie. Todo el que ha estuvo en la c a m p a ñ a de Lepante, como
leido á Rabelais tiene siempre á la vista Dante en Campal vino y como Esquilo
la m á s c a r a de la comedia mirando fija- en Salamina. Después de esta prueba
mente á la m á s c a r a de la teocracia. pasan por otra m á s dura; Esquilo, Juve-
nal y el Dante son condenados al des-
§ XIII. tierro y Cervantes á una cárcel. Esta es
Cervantes es t a m b i é n una de las for- la justicia que se hace á los servicios
mas de la burla épica; como dijo el que que han prestado. Cervantes posee como
escribe estas líneas, (1) hay entre la Edad poeta los tres dones soberanos: la crea-
Media y la edad moderna, después de la ción, que produce los tipos y que cubre
barbarie feudal, colocados en ese punto de carne y de huesos las ideas; la inven-
para terminar con ella, dos Homeros bu- ción, que hace chocar las pasiones contra
iones: Rabelais y Cervantes. Resumir el los sucesos y al hombre contra el desti-
horror por medio de la risa es verdade- no, produciendo el drama; y l a imagi-
ramente terrible. Eso es lo que han he- nación, que, como el sol, d á claro oscuro
cho Rabelais y Cervantes; pero la burla á todas las partes, produce el relieve y
de Cervantes no se parece á la risa fran- d á la vida. L a observación puede ad-
ca de Rabelais. Es el buen humor del quirirse, y por consecuencia m á s que un
hidalgo, como la de este último es la jo- dón es una cualidad que v á unida á l a
vialidad del cura. "Caballero, yo soy el creación. Con Cervantes entra resuelta-
señor D . Miguel de Cervantes Saavedra, mente un recien venido que vislumbra-
poeta de espada, y en prueba de ello ba Rabelais, el buen sentido, el sentido
manco.,, No se encuentra en Cervantes c o m ú n , que se entrevé en Panurgo y
la a l e g r í a grosera; apenas se descubre que se vé ya de lleno en Sancho Panza.
en él algo del cinismo elegante. E l bur- Llega como el Sileno de Plauto, y
lón es fino, acerado, culto, delicado, casi puede decir como él: Soy un dios que voy
galante. Hubiera corrido el riesgo de montado en un asno. L a sagacidad aparece
que le achicaran sus coqueterías si no muy pronto, pero la razón viene m u y
hubiera estado dotado del profundo senti- tarde en la historia e x t r a ñ a del espíritu
do poético del Renacimiento. Por eso su humano. ¿Hay algo m á s sagaz que las
gracia no degenera nunca en desenfado. religiones y hay algo que sea menos ra-
Cervantes tiene una quimera como Juan cional? Moralmente son verdaderas; dog-
Goujon, Juan Coussin, G e r m á n P i l ó n y m á t i c a m e n t e , falsas. H a y sabiduría en
Primatrice, y de ella surgen todas las Homero y en Job; pero la razón, como ésta
grandezas inesperadas de la imagina- debe ser para vencer las preocupacio-
ción. A ñ a d i d á esto la intuición maravi- nes, esto es, completamente armada y en
llosa de los hechos íntimos del espíritu pié de guerra, no aparece hasta con Vol-
y la filosofía inagotable en aspectos que taire. E l sentido c o m ú n no es la perspi-
posee, que le hacen aparecer como due- cacia n i la razón; participa de ambas y
ño de un mapa nuevo y completo del de cierta mezcla de egoísmo. Cervantes
corazón humano. Cervantes vé el inte- lo pone á caballo de la ignorancia, y al
rior del hombre. Su filosofía se combina mismo tiempo, para completar su i r r i -
con su instinto, cómico y novelesco, y de sión profunda, d á la fatiga por montura
esta combinación proviene lo súbito, apa- al heroísmo. Así presenta uno tras otro,
reciendo á cada momento en sus perso- y el uno con el otro, los dos perfiles del
najes, en su acción y en su estilo; lo i m - hombre, y los parodia, sin tener m á s
compasión de lo sublime que de lo gro-
(1) Prefacio del drama Cromwell. tesco. E l hipógrifo se convierte enRoci-
GUILLERMO SHAKESPEARE. 113
nante. D e t r á s del personaje ecuestre, cielo, conociendo sus dos aspectos de os-
Cervantes crea y pone en marcha al curidad y de luz, de duda y de esperan-
personaje asnal. E l entusiasmo entra en za. L a vida se agita en medio de la
c a m p a ñ a , pero la ironía detiene sus pa muerte. L a vida es un secreto, una espe-
sos. E l asno que conoce los molinos, I cié de paréntesis e n i g m á t i c o entre el na
juzga los famosos hechos de D . Quijote, I cimiento y la agonía, entre los ojos que
sus espolazos y sus lanzadas. L a inven se abren y los ojos que se cierran. De
cion de Cervantes es magistral, hasta el este secreto tiene Shakespeare la inquie-
punto de que hay entre el tipo y el cua- tud. Lucrecio existe, pero Shakespeare
drúpedo complementario adherencia es- vive. E n éste los pájaros cantan, los ar-
tatuaria. E l razonador y el aventurero bustos florecen, los corazones aman, las
se identifican con sus cabalgaduras, de almas sufren, las nubes vagan, hace ca-
tal modo, que es imposible desmontar á lor y frió, llega la noche, el tiempo pasa,
Sancho Panza y á D . Quijote. Cervan- los bosques y las multitudes hablan y
tes contempla el ideal como el Dante; flota el vasto y eterno sueño. E s t á n en él
pero j u z g á n d o l o de imposible realización, la savia y la sangre, todas las formas del
se burla de él y Beatriz se convierte en hecho múltiple, las acciones y las ideas,
Dulcinea. Burlarse del ideal seria un el hombre y la humanidad, las soledades,
defecto en Cervantes, pero este defecto las ciudades, las religiones, el flujo 3^ re-
solo es aparente; fijaos bien y veréis que flujo de los séres. Los muertos salen de
su sonrisa esconde una l á g r i m a . E n rea- la tierra, ó, lo que es igual, de su génio.
lidad, Cervantes simpatiza con D . Qui- Los espectros visitan algunos lugares
jote, como Moliére con Alcestes. Es pre- siniestros en Shakespeare, que es her-
ciso saber leer estos libros, sobre todo los mano del Dante, y ambos se completan.
del siglo diez y seis, por las amenazas Dante es la encarnación de lo sobrena-
que pesaban sobre la libertad de pensar; tural y Shakespeare es la encarnación
tienen la mayor parte de ellos un secreto de la naturaleza, y como ambas regiones
que es necesario abrir, y cuya llave se forman en lo absoluto la misma unidad,
pierde con frecuencia. Rabelais tiene aunque nos parecen diversas, Dante y
algo que debe sobreentenderse; Cervan- Shakespeare, aunque son desemejantes,
tes tiene un aparte; Maquiavelo doble ó se adhieren en el fondo. E n Dante se v é
triple fondo. De todos modos, á Cervan- al hombre y al fantasma en Shakes-
tes se le debe el gran hecho del adveni- peare. L a calavera pasa de manos del
miento del sentido c o m ú n . E l sentido Dante á manos de Shakespeare, y Ugo-
c o m ú n no es una virtud; es el ojo del i n - lino la muerde y Hamlet la interroga.
terés, que hubiera animado á T e m í s t o - Quizás se desprende de ella sentido
cles y hubiera dado malos consejos á m á s profundo y m á s alta e n s e ñ a n z a en
Arístides. N i Leónidas n i R é g u l o tuvie- el segundo que en el primero. Shakes-
ron sentido c o m ú n , pero ante monar- peare la sacude y hace que de ella caigan
quías egoistas y feroces, que por su pro- estrellas. L a isla de Próspero, el bosque
vecho propio arrastran á la guerra á los de las Ardenas, el matorral de A r m u r y
pueblos, incitando á los hombres á ma- y la plataforma de Elseneur, tienen, por
tarse por medio de las altisonantes frases la sombría reverberación de la hipótesis,
de honor m i l i t a r y de gloria bélica, el tanta luz como los siete círculos de la
sentido común es un admirable perso- espiral del Dante. L a semiquimera y l a
naje que se presenta en escena gritando semiverdad se dibujan en el uno y en el
de repente al género humano: ¡Gruarda otro, dejando entrever ambos el hori-
la vida! zonte crepuscular de la conjetura. E n el
uno y en el otro se encuentra lo posi-
§xiv. ble, que es la ventana que abre el sueño
en lo real. L o real abunda en Shakes-
Qué es Shakespeare? Casi podria con peare; tiene la emoción, el instinto, el
testarse: Es la tierra. Lucrecio es la es grito verdadero, el acento justo y el r u -
fera y Shakespeare es el globo. E n el mor de las muchedumbres humanas. Su
globo hay m á s y hay menos que en la poesía es él y al mismo tiempo es los de-
esfera; en la esfera está el Todo y en el más. Shakespeare es un elemento igual
globo el hombre; en éste el misterio ex- á Homero. Grénios de esta m a g n i t u d sur-
terior, en aquella el misterio interior. gen en todas las crisis decisivas de l a
Lucrecio es el sér, Shakespeare l a exis humanidad, reasumen sus aspectos y
tencia, y por eso hay tantas sombras en completan las revoluciones. Homero
Lucrecio y tanta ebullición en Shakes- marca en la civilización el fin del Asia
peare. L a tierra contempla y recorre el
TOMO IV. 15
114 OBRAS DE VICTOR HUGO.
y el principio de la Europa; Shakespeare bren hasta los hombros y solo nos dejan
marca el fin de la Edad Media. E l fin de ver la cabeza; pero como el coloso de las
esta edad t a m b i é n lo marcan Rabelais y soledades, su cabeza llega hasta la al-
Cervantes, pero como son genios burlo- tura de la de los dioses que le rodean
nes, solo presentan un aspecto parcial; el y que están de pió sobre sus pedestales.
genio de Shakespeare presenta el aspecto L a humanidad pasa por delante de
total. Homero y Shakespeare cierran las este náufrago insumergible, que ha deja-
dos puertas primeras de l a barbarie, la do restos suficientes para constituir una
puerta antigua y la puerta gótica. Se gloria inmensa. L o que de él envuelve
les dió esa misión y la cumplieron. L a la oscuridad a ñ a d e á su propia grande-
tercera gran crisis humana es la revolu- za la grandeza de lo desconocido. En-
ción francesa, y en estos momentos se terrado y eterno, sacando Esquilo la
cierra la tercera puerta de la barbarie, cabeza de la sepultura, contempla las
la puerta m o n á r q u i c a . E l siglo diez y generaciones.
nueve la oye girar sobre sus goznes: por
eso la poesía, el drama y el arte, viven IV.
en la era actual tan independientes de
Shakespeare como de Homero. A l a vista del pensador, estos genios
ocupan tronos en el ideal.
m. A las obras individuales que nos le-
garon se deben a ñ a d i r las vastas obras
Homero, Job, Esquilo, Isaías, Eze- colectivas, los Vedas, el Bamayana, el
quiel, Lucrecio, Juvenal, San Juan, San Mahabharata, el Edda, los Niebelungen,
Pablo, Tácito, Dante, Rabelais, Cervan el Heldenhuch y el Romancero. Algunas
tes y Shakespeare, son inmóviles gigan de estas obras parecen revelaciones reli-
tes que señalan la marcha del espíritu giosas en las que ha intervenido cola-
humano. boración desconocida. Particularmente
Los genios constituyen una dinastía y los poemas de la I n d i a ofrecen la ampli-
ciñen sus frentes con todas las coronas, tud siniestra de lo posible, imaginado
incluyendo en ellas las de espinas. por la demencia ó referido por el sueño.
Cada uno representa la suma de lo ab- Estas obras parecen producidas en co-
soluto que el hombre consigue realizar, m ú n por seres á los que la tierra no está
Escoger entre ellos, preferir uno á otro acostumbrada. Horror legendario inspi-
señalar el primero entre los primeros, es ran esas epopeyas. Esos libros no los ha
de todo punto imposible. Todos son ge- compuesto un hombre solo, dice la inscrip-
nios. ción de Ash-Nagar. Para escribirlos tra-
Quizá podria designarse como cimas bajaron los dijimus, meditaron los magos
m á s altas á Homero, á Esquilo, á Job, á polípteros, los textos fueron interlinea-
Isaías, á Dante y á Shakespeare; pero de- dos por manos invisibles, los semidemo-
signándolas tendríamos que admitir re nios ayudaron á los semidioses y el ele-
clamaciones m u y l e g í t i m a s . fante que la I n d i a llama el Sabio fué
Debe tenerse presente que a q u í solo ha consultado. De a q u í que tengan una ma-
blamos bajo el punto de vista del arte, y jestad terrible. E n estos poemas, en que
del arte literario. se vé la oscura Asia en toda su plenitud,
E n el grupo enumerado, Esquilo y existen los grandes enigmas. Sus promi-
Shakespeare representan especialmente nencias tienen la línea divina y horroro-
el drama. Esquilo, especie de génio fuera sa del caos, y llenan el horizonte como el
de su turno, digno de marcar un princi- H i m a l a y a . L o lejano de las costum-
pio ó un fin en la humanidad, no pa- bres, de las creencias, de las ideas, de las
rece que ocupe su fecha en la serie; pare acciones y de los personajes es extraor-
ce, no el sucesor sino el antecesor de dinario. A l leer estos poemas se baja
Homero. Si se tiene presente que han involuntariamente la cabeza asombrada,
desaparecido noventa obras de Esquilo pensando en la profunda distancia que
y que no nos quedan m á s que siete dra media entre el libro y el lector. Ha sido
mas, que son al mismo tiempo siete evidentemente mucho m á s difícil reunir
odas, nos quedamos estupefactos de lo y coordinar esta Escritura Santa de Asia
que vemos en este génio y espantados que la nuestra por su falta absoluta de
de lo que no vemos. No sabemos bien lo unidad. Por m á s que los brahmanes,
que fué Esquilo, porque no conocemos como nuestros sacerdotes, la hayan refor-
perfectamente las formas de sus propor- mado con tachaduras y adiciones, en ella
ciones. Las cenizas de los siglos le cu- está Zoroastro y el Ized Serosch; en ella
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GUILLERMO SHAKESPEARE¡, 415
el Eschem de las tradiciones mazdeas, como en el ictiosauro y en e l p t e r a d á c -
bajo el nombre de Siva; en ella se dis- t i l o .
tinguen claramente el maniqueismo en- A l g u n a de esas negras obras maestras
tre Brahma y Budha. E n estos poemas dibuja en el horizonte del arte la sombra
se confunden y desaparecen todo género de una hidra.
de huellas y vestigios, quedando tan solo, E l génio griego no se e n g a ñ ó aborre-
ó la agitación misteriosa de muchedum- ciéndolas. Apolo las hubiera combatido.
bre de espíritus que ha trabajado en ellos Sobre todas estas obras colectivas y
en la noche de los siglos, ó la enorme anónimas, exceptuando el Romancero,
huella del gigante, ó la horrible garra existen los génios que acabamos de nom-
de la quimera. Estos poemas son la pi- brar, que representan pueblos enteros, y
r á m i d e de un hormiguero de pueblos muestran á las naciones y á los siglos
desaparecidos. la faz humana. Representan en el arte
Los Niebelungen, que es otra pirá- la encarnación de l a Grecia, de la A r a -
mide formada por otra muchedumbre de bia, de l a Judea, de la Roma pagana, de
pueblos, tiene la misma grandeza. L o la I t a l i a cristiana, de la E s p a ñ a , de la
que las diosas hacen en aquellos, lo ha- Francia y de la Inglaterra. Alemania,
cen los elfos en éstos. Las grandes le- que, como el Asia, es madre de razas, de
yendas épicas, testamentos de las edades pueblos y de naciones, está representada
y señales impresas por las razas en l a en el arte por un hombre sublime, igual,
historia, no tienen otra unidad que l a aunque de categoría diferente, á los que
unidad del pueblo. L a combinación de m á s a t r á s hemos caracterizado. Este
lo colectivo y lo sucesivo forman u n con- hombre es Beethoven. Beethoven es el
junto. Turbat fit mens. Las narraciones alma de la Alemania.
son nieblas alumbradas por prodigiosos Alemania es una sombra! Dijérase que
r e l á m p a g o s . E l Romancero, creando el es la I n d i a de Occidente, porque todo
Cid después de Aquiles y lo caballeresco vive allí. Imposible imaginar formación
tras lo neróico, es la Iliada de muchos m á s colosal. E n l a bruma sagrada en
Homeros perdidos. No hay tipo oriental que se mueve el espíritu a l e m á n , Isidoro
n i helénico que sea superior al conde de Sevilla introduce la teología, Alberto
J u l i á n , al rey Rodrigo, á la Cava, á el Grande la escolástica, Haraban Maur
Bernardo del Carpió, al bastardo M u - la lengüística, Tritemo l a astrología,
darra, á Ñ u ñ o Salido, á los siete infan- Ottnit l a caballería, T u t i l o la univer-
tes de L a r a y al condestable Alvaro de salidad, Estadiano el método, Lutero el
L u n a . E l caballo del Campeador tiene exámen, Alberto Durero el arte, Leibnitz
tanto valor como el perro de Ulises. Hay la ciencia, Puffendorf el derecho, K a n t
que colocar entre Priamo y Lear al viejo la filosofía, Fichte la metafísica, Winc-
de la almena de Zamora, que sacrifica á kelmann la arqueología, Herder la esté-
su deber, arrancándoselos del corazón, á tica, los Vossios, de los cuales Gerardo
sus siete hijos. E n presencia de estas su- Juan pertenecía al Palatinado, la erudi-
blimidades, el lector sufre una especie de ción; Euler el espíritu de integración,
insolación. Humboldt el génio de los descubrimien-
Estas obras son anónimas, y por razón tos, Niebuhr la historia, Gottfried de
del homo sum, á pesar de admirarlas y Strasburgo la fábula, Hofíman el sueño,
de hacer constar que ocupan la cumbre Hegel la duda, Ancillon la obediencia,
del arte, preferimos á ellas las obras an- Werner el fatalismo, Schiller el entu-
tes citadas. E l Bamayana nos interesa me- siasmo, Goethe la indiferencia y A r m i n i o
nos que Shakespeare, siendo igual en la libertad. Y Képler pone allí los astros.
belleza. E l yo de un hombre es m á s vas- Gerardo Groot, el fundador de los Fratres
to que el yo de u n pueblo. Sin embargo, communis vites, presiente en el siglo quin-
estas miriologías de órden compuesto, ce la fraternidad. Alemania no es i m -
los grandes testamentos de la I n d i a personal, á pesar de su afición á l a i n -
sobre todo, m á s que poemas son obras diferencia de Goethe; es una nación
llenas de poesía, que á la par retratan á magnífica, para quien Ruckert, el poeta
las humanidades pasadas y sacan de su militar, compone los Sonetos acorazados,
misma deformidad cierto aire sobrena- y que se apasiona cuando Koerner l a n -
tural. E l yo múltiple que estas mirlólo za el Grito de la Espada, L a patria ale-
gías expresan hace de ellas enormida- mana es el gran pais amado, Teutonia
des difusas y maravillosas, pólipos de la mater. Galgaco ha sido para los germa-
poesía. Se observa en ellas las e x t r a ñ a s nos lo que Caractaco para los bretones.
soldaduras del boceto antidiluviano, Alemania lo tiene todo. Comparte á
116 OBRAS D E VICTOR HUGO.
el escarabajo era casi dios y primo del el remedio que Galeno propinaba para
sol, en primer lugar por los treinta dedos regularizar las indigestiones de Marco
de sus patas, que corresponden á los trein- Aurelio. ¿Qué piensan los eminentes es-
ta dias del mes solar, y en segundo por- pecialistas modernos, empezando por
que el escarabajo, como el sol, no tiene Desmarres, de los descubrimientos he-
hembra, y desde que San Clemente de chos en las fosas nasales por el obispo de
Alejandría, en un elogio de Plutarco, Títiópolis en el siglo décimoséptimo?
hace notar que el escarabajo, de la mis- Las momias han adelantado: M r . Gan-
ma manera que el sol, está seis meses nal las hace quizás con m á s perfección
sobre la tierra y otros seis debajo de ella. que los contemporáneos de Herodoto,
E l que dude, que consulte los Estroma- que los Tarikentas, que lavaban los ca-
tos, párrafo I V . L a misma quimérica es- dáveres; que los P a r a k í s t o s , que los
colástica olvida el Frado Espiritual de abrían, y que los Bolkitos, que los em-
Moschus, se rie de la Escala Santa de balsamaban. Quinientos años antes de
Juan Olí maco y se a v e r g ü e n z a del siglo Jesucristo era perfectamente científico
en que San Bernardo, atizando la hogue- que un rey de Mesopotamia mandase á
ra que querían apagar los vizcondes de Tebas por un dios que curase á su hija,
Campania, llamaba á Amoldo de Bres- poseída del diablo; ahora se apela á
cia UE1 hombre de cabeza de paloma y otros recursos para curar l a epilepsia.
cola de escorpión,,. H a n desaparecido ya Tampoco se acude ya á los reyes de
para siempre las Steyardes del gran A r - Francia para que curen los lampa-
noldo y las leyes antropológicas de las rones.
Cualidades cardinales. L a meteorología, A d m i r a r í a en extremo á Salón, hijo de
aunque no bien constituida, no se preo- Execestidas, el saber que la luna no re-
cupa, como en el siglo segundo, de si la gula el a ñ o , y á Zenon el estóico que no
l l u v i a que salva á un ejército sediento es so haya probado que el alma esté divi-
debida á las oraciones cristianas de la dida en ocho partes, y á Antipater que
legión Melitina ó a 1 a intervención pa- el cielo no está formado por cinco círcu-
gana de J ú p i t e r Pluvioso. E l astrólogo los, y á Eudoxis que no es cierto que
Marciano P ó s t u m o se decidía por J ú p i - los egipcios que embalsaman los cadá-
ter, Tertuliano por la legión Melitina y veres, los romanos que los queman y los
ninguno por las nubes n i por el viento. peonios que los arrojan á los estanques,
L a locomoción ha adelantado bastante sean los únicos que tengan razón; y á
desde el antiguo carro de Layo hasta el Lysis de T á r e n t e que no es exacto que
ferro-carril, pasando por el patache, el la vista sea u n vapor caliente, y á Ce-
coche, la galera, la diligencia y la silla de bes que es falso que el principio de
postas. L a micrografía actual es superior los elementos sean el t r i á n g u l o oblon-
á la de Leuwenhoeck y Swammerdam. go y el t r i á n g u l o isóceles, y á Menede-
Ved el grado de desarrollo á que han mo que no es verdad que para cono-
llegado la espermatología y la ovología, cer las malas intenciones secretas de los
y recordad los encargos que hizo Ma- hombres baste llevar un sombrero ar-
riana á A m o l d o de Villanueva, el que cadio con los doce signos del Zodíaco, y
encontró el alcohol y el aceite de tre- á P l a t ó n que el agua del mar no cura
mentina por haber ensayado la genera- todas las enfermedades, y á Epicuro que
ción humana en una calabaza. Grrand- la materia es divisible hasta lo infinito,
Jean de Jouchy, el secretario perpétuo y á Aristóteles que el quinto elemento
de la Academia de Ciencias, hubiera no tiene movimiento orbicular, por l a
tenido compasión del que le hubiese sencilla razón de que no existe quinto
dicho que del espectro solar se p a s a r í a elemento, y á Epimenides que no des-
al espectro í g n e o , y después al espectro aparece infaliblemente la peste dejando
estelar, y que con la ayuda de ambos se libres algunas ovejas negras y blancas,
descubrirían nuevas formas de agru- y sacrificándolas á los desconocidos dio-
paciones de astros y lo que merece ses ocultos en los mismos sitios en que
llamarse constelaciones químicas. Nues- se detienen aquellas.
tros mecánicos desdeñarían á Orffyreus, Si quisiérais persuadir á P i t á g o r a s de
que prefirió romper su m á q u i n a á permi- que es poco probable que él mismo haya
tir que viera el interior el landgrave de sido herido doscientos siete años antes de
Hesse; á Orffyreus, aquel que causó la su nacimiento por Menelao en el sitio de
a d m i r a c i ó n de S'Cravesande, el autor de Troya, os respondería que el hecho es
Mathesos universalis elementa. U n veteri incontestable, y que la prueba está en
nario de aldea no aplicaría á los caballos que reconoce perfectamente el escudo de
TOMO I Y . 16
122 OBRAS D E VICTOR HUGO.
Menelao, por haberlo visto antes suspen- los justos pueden jurar; que el fénix de
dido debajo de la e s t á t u a de Apolo en la Arabia vive en el fuego; que la tierra
Branquides, y que está todo podrido, á camina por los aires como un carro; que
excepción de la cara de marfil, que en el sol bebe en el Océano y la luna en los
el sitio de Troya se llamó Euforbo, que rios, etc., etc.
antes de ser Euforbo habia sido A t a ú d e s , Por eso los atenienses le erigieron una
hijo de Mercurio, y que después de ha- e s t á t u a en la plaza de Cerámica, con
ber sido Euforbo fué Hermotimo, y des- esta inscripción al pié: A Charysipo, que lo
pués Pirro, pescador de Délos, y por sabia todo.
ú l t i m o P i t á g o r a s , y que todo eso es tan Por entonces escribió Sófocles el Edipo
claro y tan evidente como es evidente Rey.
y claro que estuvo en el mismo dia y en Aristóteles creia en el viaje de Audron
el mismo minuto s i m u l t á n e a m e n t e en de Argos, y P l a t ó n en el principio social
Metaponte y en Crotona, y como lo es de la comunidad de las mujeres, y Q-or-
asimismo que escribiendo con sangre gisi|3o en la tierra plana, y Epicuro que
en un espejo á l a luz de la luna se vé en la tierra era conducida por los aires, y
ella lo que se escribe en el espejo, y que Herraodamantes en las palabras m á g i -
en fin, él es P i t á g o r a s , habitante de Me- cas que influyen en los bueyes, en las
taponte, calle d é l a s Musas, el autor de águilas, en los osos y en las serpientes, y
las tablas de multiplicación y del cuadro Echecrates en la maternidad inmacula-
de la hipotenusa, el m á s grande de los da de Temistoclea, y P i t á g o r a s en el ce-
m a t e m á t i c o s , el padre de la ciencia exac- tro de madera de ciprés de J ú p i t e r , y
ta, y que vos, que no creéis en nada de Posidonio en el Océano que apaga la
eso, sois u n imbécil. sed del sol y en los rios que apaga la sed
Charysipo de Tarso, que vivió hácia la luna, y Pirren en los seres que viven
la ciento treinta olimpiada, es una fecha en el fuego.
en l a ciencia. Este filósofo, que m u r i ó de Pirren, sin embargo, era excéptico y
risa, y tómese esta palabra al pió de la se vengaba de creer eso dudando de todo
letra, viendo á u n burro comer higos en lo d e m á s .
una bandeja de plata, lo estudió y lo L a ciencia consiste en una larga série
profundizó todo en setecientos cinco vo- de tanteos. Sus grandes hombres se han
lúmenes, de los cuales consagró trescien- equivocado unos tras otros.
tos once á la dialéctica, sin dedicar uno L a ciencia es la asíntota de la verdad,
solo á n i n g ú n rey, cosa que deja estupe- siempre p r ó x i m a á ésta y sin llegar á
facto á Diógenes Laercio. Llegó á reunir tocarla nunca. Pero por lo demás tiene
en su cerebro todos los conocimientos todas las grandezas. Posee la voluntad,
humanos; sus contemporáneos le llama- la precisión, el entusiasmo, la atención
ban Luz. Y como la significación de profunda, la penetración, la delicadeza,
Charysipo equivale á caballo de oro, se le la fuerza, la paciencia en el encadena-
suponía desenganchado del carro del Sol. miento, el acecho permanente del fenó-
Su divisa era M í o . Sabia m u l t i t u d de meno, el ardor del progreso y en ciertos
cosas, como por ejemplo, las siguientes: momentos accesos de bravura. Esto lo
Que la tierra es plana; que el universo es prueban Laperouse, Pilastre de Rosiers,
redondo y finito; que el mejor alimento F r a n k l i n , Víctor Jacquemont, Livings-
para el hombre es la carne humana; que tone, Mazet y en nuestros dias Nadar.
Ja comunidad de las mujeres es l a base L a ciencia es série. Unos experimentos
social; que el padre debe casarse con su se superponen á otros, elevándose lenta-
hija; que hay una palabra que mata las mente en oscura confusión hasta el nivel
serpientes, otra que domestica los osos, de lo verdadero.
otra que detiene el vuelo de las á g u i l a s , No ocurre eso en el arte. E l arte no es
otra que aleja á los bueyes de los campos lo sucesivo; el arte es conjunto.
sembrados de habas; que pronunciando Resumamos ya lo dicho.
los tres nombres de la trinidad egipcia, Hipócrates, Arquímedes, Arato, A vi-
Amon-Mouth-Khous, A n d r o n de Argos cena, Paracelso, Nicolás Flamel, Ambro-
pudo atravesar sin beber los desiertos de sio P a r é , Vesalio, Copérnico, Galileo,
la Libia; que no se deben hacer los ataú- Newton, Clairant, Lavoisier, Montgolíier
des de ciprés, porque el cetro de J ú p i t e r y Laplace han sido sobrepujados por
era de esa madera; que Temistoclea, sa- otros. P í n d a r o y Fidias no lo han sido.
cerdotisa de Delfos, fué virgen después Pascal sábio, ha sido sobrepujado; Pascal
de tener hijos; que á J ú p i t e r corresponde escritor, no.
el nombre de Jurador, porque solamente Y a no se enseña la astronomía de
GUILLERMO SHAKESPEARE. 123
Ptolomeo, n i la geometría de Estrabon, arte universal. Este movimiento lo veri-
n i la climatología de Cleostrato, n i la fica el trabajo de lo infinito al atravesar
zoología de Plinio, n i el á l g e b r a de D i o - el cerebro humano.
íantes, n i la medicina de Tribunus, n i Hay fenómenos que deben observarse
la cirugía de Honsil, n i la dialéctica de desde su punto culminante, y contem-
Sphoerus, n i la mitología de Estenon, plada desde él, la poesía es inmanente. E n
n i la uranología de Tacio, n i la esteno- el arte no hay alza n i baja. E l génio está
grafía de Trithemo, n i la pisaicultura de enteramente en su plenitud; todas las
Sebastian de Médicis, n i la a r i t m é t i c a de lluvias del cielo no a ñ a d e n una gota al
Stiíels, n i la geometría de Tartaglia, n i agua del Océano; las mareas son ilusio-
la cronología de Scalígero, n i la meteo- nes, porque las aguas solo descienden en
rología de Stoffler, n i la a n a t o m í a de una costa para ascender en otra, y se to-
Gassendi, n i la p a t o l o g í a de Fernel, n i man las oscilaciones por decrecimientos.
la jurisprudencia de Roberto Barume, Decir que ya no h a b r á poetas, equivale á
n i la a g r o n o m í a de Quesnay, n i la hi- decir que ya no h a b r á mareas.
drografía de Bouger, n i la n á u t i c a de L a poesía es elemento irreductible, i n -
Bourdé de Villehuet, n i la balística de corruptible y refractario. Como el mar
Grribeauval, n i la hipiátrica de Gar- dice cada vez lo que tiene que decir, des-
sault, n i la arquitectónica de Desgodets, pués vuelve á comenzar con la majestad
n i la botánica de Tournefort, n i l a esco- tranquila, con la variedad inagotable
lástica de Abelardo, n i la política de que es exclusivamente propia de la uni-
P l a t ó n , n i la mecánica de Aristóteles, n i dad. L a variedad en lo que parece monó-
la física de Descartes, n i la teología de tono es el prodigio de la inmensidad. Se
Stillingíleet. E n cámbio, ayer, hoy, ma- aleja l a litada y llega el Romancero; se
ñ a n a y siempre se enseñará: Canta, diosa, olvida la Biblia y surge el Korán; des-
y, la cólera de Aquiles. aparece el aquilón P í n d a r o y llega el
L a poesía tiene vida virtual. Las cien- h u r a c á n Dante. ¿Se repite la eterna poe-
cias pueden extender su esfera, pero no sía? De n i n g ú n modo. Permanece siendo
aumentar su poder. Homero solo conocía la misma y diferente.
cuatro vientos para describir sus tempes- ¿Podéis tomar al Cid como un plagia-
tades, V i r g i l i o doce; las que describe el rio de A y a x y á Cario-Magno como u n
Dante tienen veinticuatro y las de M i l - imitador de A g a m e n ó n ? L a crítica dice
ton treinta y dos; pero no por eso son con e x t r a ñ a ligereza que no hay nada
más bellas. Hasta las mismas tempesta- nuevo bajo el sol, que lo que parece nue-
des de Orfeo, que solo contaba con dos vo es renacimiento de lo antiguo, etc. etc.
vientos, que eran el Fenicio y el Aparc- Siguiendo esa regla de l a c r í t i c a , el
tias, son tan grandes como las de Ho- arte sólo seria una falsificación. ÍTal-
mero. tastt es un ladrón que falsifica á Thersi-
Las religiones mueren y al morir entre- tes; Hamlet solo es un mono que i m i t a
gan á las que les suceden un gran ar- á Orestes, y el Hipógrifo es un grajo del
tista. Serpion construye para l a Venus Pegaso. Deduciendo las consecuencias
Adversativa de Atenas un vaso sagrado, que se desprenden de esa crítica, los poe^
que la Santa Virgen acepta de Venus, y tas se roban y se despojan m ú t u a m e n t e ;
que está sirviendo en la actualidad de lo que pasa por ser su inspiración es u n
baptisterio en Nuestra Señora de Gaeta. puro fraude. Cervantes roba á Apuleyo,
Oh eternidad del arte! Alcestes estafa á T i m ó n de Atenas. E l
bosque de Sminthea es el bosque de
V. Bondy; Shakespeare mete mano en el
bolsillo de Esquilo.
L a poesía no puede decrecer. Por qué? Pero eso es un error indigno de la crí-
porque no puede crecer. tica. No existe n i decadencia, n i renaci-
Las palabras decadencia y renacimien miento, n i plagio, n i repeticiones, n i
to, que emplean hasta los hombres c u l - robo. L o que existe es identidad de cora-
tos, prueban hasta q u é punto se ignora zón y diferencia de génio. Hemos dicho
la esencia del arte. Las inteligencias su- y repetimos que cada gran artista hace
perficiales toman por renacimiento ó el arte á su semejanza. Hamlet es Ores-
por decadencia los efectos de justaposi- tes, con la efigie de Shakespeare; F í g a r o
cion, los espejismos ópticos, la variación es Scapin con la efigie de Pabelais.
de las lenguas, el ñujo y reflujo de las Todo empieza con el poeta nuevo y al
ideas y todo el vasto movimiento crea- mismo tiempo nada queda interrumpido.
dor del pensamiento, del que resulta el Cada nuevo génio es un abismo, y sin
OBRAS D E VICTOR HUGO,
embargo, tiene tradición; la tradición del cabra en memoria de Zenon, que acos-
abismo al abismo en el arte es un miste- tumbraba á j u r a r por ese cuadrúpedo.
rio, como en el firmamento. Los genios, sa biblioteca ofrecía la particularidad
como los astros, se comunican por medio de tener á un lado á Hesiodo, Sófocles,
de sus efluvios. Qué tienen de común? urípides, P l a t ó n , Herodoto, Tucídides,
Todo y nada. índaro, Teócrito, Anacreonte, Teofras-
Desde el pozo que se llama Ezequiel, to, Demóstenes, Plutarco, Cicerón, T i t o
hasta el precipicio que se llama Juvenal, ibio. Séneca, Persio, Lucano, Terencio,
no hay para el pensador solución de con- Horacio, Ovidio, Propercio, T í bulo y
tinuidad. E l mismo vértigo produce el Virgilio, y debajo puso grabada en letras
anatema del uno que la sátira del otro. de oro la palabra AMO; al otro lado de la
Si suponéis al Apocalipsis reverberando 3Íblioteca tenia solo á Esquilo, y debajo
en los mares helados del Polo, os resulta- escrita la palabra: TIMEO.
r á la aurora boreal de los Niebelungen. Efectivamente, Esquilo es temible. No
E l Edda contesta á los Vedas. podemos aproximarnos á él sin temblar.
Hemos llegado ya, pues, á la afirma- L a retórica oficial de la actualidad le
ción que nos sirvió de punto de partida. declara bárbaro, extravagante, enfático,
E l arte no es perfectible. antitético, ampuloso y absurdo; pero esa
N i hay aumento n i disminución posi- retórica c a m b i a r á . Esquilo es uno de
ble en la poesía. Se pierde el tiempo di- esos hombres que producen risa ó desden
ciendo: Nescio quid majus nascitur Iliade en el crítico superficial y que el verdade-
E l arte no crece n i decrece. Tiene sus ro crítico aborda con cierto temor sagra-
estaciones, sus nubes, sus eclipses, t a l do. Temer al génio es comenzar á tener
vez sus manchas, pero manchas esplen- gusto.
dorosas, sus interposiciones, que produ E n el verdadero crítico existe siempre
cen opacidades de las que no se le puede el poeta, aunque esté en estado latente.
hacer responsable; pero siempre luce con E l que no comprenda á Esquilo, i n d u -
i g u a l intensidad en el alma humana. dablemente es una medianía; j u z g á n d o -
Del mismo foco sale siempre la misma lo se puede probar la inteligencia.
aurora. Homero no se enfria. E l drama es una e x t r a ñ a forma del
Estimulemos á los poetas, que el estí arte. Su diámetro alcanza desde Los Siete
mulo de las inteligencias es la vida de lo Jefes ante Tebas hasta E l Filósofo sin sa-
bello. E l primer puesto siempre está va berlo, y desde Brid'oison hasta Edipo,
cante. Descartemos lo que pueda des comprendiendo á Thiestes y á Turcaret.
concertar á los audaces y romperles las E l drama desconcierta y derrota á los
alas; el arte necesita valor. Negar que los débiles, sin duda á causa de su u b i c u i -
génios de ahora puedan llegar á la altu dad. Se funde l a epopeya en el drama y
ra de los génios anteriores, seria negar e resulta una maravillosa novedad litera-
poder de Dios. ria y a l mismo tiempo una gran poten-
cia social: la novela.
Lo épico, lo lírico y lo d r a m á t i c o
amalgamados, producen l a obra indes-
tructible de D . Quijote, que es á la vez
L I B R O CUARTO. iliada, oda y comedia.
¡Tal es el poder de dilatación del
El antiguo Shakespeare.
drama!
E l drama es el m á s vasto recipiente
L del arte; Dios y S a t a n á s se mezclan en
él. Véase Job.
E l antiguo Shakespeare es Esquilo Desde el punto de vista del arte abso-
Ocupémonos de él, ya que ha sido luto, puede decirse que l a cualidad pre-
abuelo del teatro. Seria incompleta esta ponderante en la epopeya es la grande-
obra si no tuviese un libro aparte que se za y en el drama la inmensidad. L o
Ocupara de Esquilo. inmenso difiere de lo grande en que ex-
E l m a r q u é s de Mirabeau, que fué tan cluye cuando quiere la dimensión; en
m a l filántropo como buen pensador, y á que colma la medida, como vulgarmen-
quien no se sabe cómo clasificar en su te se dice, y en que puede perder la pro-
siglo, poseia una biblioteca, en cuyos porción sin perder la belleza. Hace cua-
dos á n g u l o s hizo poner la escultura de tro m i l años empieza el drama por l a
un perro, en memoria de Sócrates, que inmensidad con Job; con Esquilo hace
juraba por el perro, y la escultura de una dos m i l quinientos, y c o n t i n ú a siendo
GUILLERMO SHAKESPEARE. 125
inmenso con Shakespeare. ¿De q u é per- Para saber lo que era en los tiempos de
sonajes se vale Esquilo? De los volcanes Esquilo, asistiremos al espectáculo.
(una de sus tragedias perdidas se llama- Y a no se usa la carreta de Thespis, n i
ba el Etna), de las m o n t a ñ a s del Oáuca- el tablado de Susarion, n i el circo de
so, del mar, de las occeánicas, del vasto madera de Corilo. Atenas, presintiendo
Oriente, como los Persas, ó de las tinieblas venir á Esquilo, á Sófocles y á Eurípi-
sin fondo, como en las Éuménides. Esqui- es, ha edificado teatros de piedra. Estos
lo pone á prueba al hombre valieudose teatros, construidos á cielo abierto, tenían
de los gigantes. E l drama en Shakes- 3or techo el firmamento, por lucerna el
peare se acerca á la humanidad, pero sol; habia en ellos extensa plataforma
sigue siendo colosal. Macbeth parece u n lena de puertas y de gradas j u n t o á las
A t r i d a polar. Como vemos, el drama 3aredes; los actores se movían libremen-
descubre la naturaleza y el alma, y su te en esta plataforma, que servia de es-
horizonte no tiene límites. E l drama es cenario, y colocaban la timelea, que era
la vida y la vida es todo. L a epopeya un pequeño altar consagrado á Baco, en
puede no ser m á s que grande; pero el el punto en que hoy se pone la concha
drama tiene por fuerza que ser inmenso. del apuntador; habia frente á la plata-
Esta inmensidad la abarcan Esquilo y forma u n ancho tendido, de gradas de
Shakespeare. DÍedra, en el que se sentaban confusa-
Lo inmenso en Esquilo depende de su mente cinco ó seis m i l hombres. E n
voluntad y de su temperamento. Inventa aquel laboratorio se transformaba á las
el coturno, que agranda al hombre, y la muchedumbres del Pireo en público,
máscara, que abronca la voz. Sus metá- mientras esperaban convertirse en pue-
foras son enormes. L l a m a á Jerjes "el blo; allí se sentaba l a m u l t i t u d , no solo
hombre de ojos de dragón;;. E l mar, que de hombres libres, sino de mujeres, de
para todos los poetas es una l l a n u r a niños y de esclavos, y allí P l a t ó n frun-
para Esquilo es "una selva,,. Esas figu- cía el entrecejo.
ras gigantescas, propias de los poetas Si se celebra fiesta, si asistimos á las
supremos, son verdaderas en el fondo, Panatenas, á las Lenenses ó á las gran-
como un sueño de la verdad. Esquilo des Dionisiacas, veremos á los magistra-
conmueve hasta el punto de producir dos; los proedros, los epistatos y los prí-
convulsiones. Para los espectadores, sus tanos tienen asiento de honor. Cuando
efectos trágicos son realidades. Cuan- a trilogía se convierte en t e t r a l o g í a y
do aparecen las Furias de Esquilo, las a representación termina con una s á t p
mujeres abortan. Pollux, el lexicógra- ra; cuando los faunos, los egipanes, las
fo, asegura que aquellos horribles ros bacantes, los sátiros y los evantes con-
tros de serpiente y las teas que agita- cluyen la. función con una farsa; cuando
ban hacian morir á los niños víctimas entre los cómicos, los casi-sacerdotes, á
de la epilepsia. Hasta la e x t r a ñ a y sobe- quienes se les llama "los hombres de
rana gracia de Esquilo tiene algo de Baco,, está el actor favorito que sobresa-
ciclópea. Es Polífemo sonrióndose. A le en las dos distintas maneras de decla-
veces su sonrisa aterra, porque parece mar, en la p a r a l o g í a y en la paracato-
que oculte cólera comprimida. Poned logía; cuando el amor que se profesa al
por ejemplo, delante de Helena á los dos poeta llega hasta el punto de ver figurar
poetas Homero y Esquilo. Homero queda en los coros á los hombres célebres, tales
vencido en seguida, la admira, y admi como Eupolis, Cratino y al mismo Aris-
rándola la perdona; Esquilo se conmue tófanes, Eupolis atque Cratinus Aristojpha-
ve, pero permanece sombrío. L l a m a á nesqicepoetce que dice Horacio; cuando se
Helena "Flor fatal,,, y después a ñ a d e representa una obra por mujeres, siquie-
Alma serena como la mar tranquila. A l g u ra sea l a antigua Alcestes de Thespis, s©
nos siglos después Shakespeare dirá: JEér vé el teatro de bote en bote ocupado por
fida como la ola. la m u l t i t u d . L a m u l t i t u d es para Esqui-
lo lo que será después para Planto (véase
II. el prólogo de las Bacchides): "un con-
j u n t o de hombres sentados en bancos,
E l teatro es un crisol de civilización que tosen, gargagean, estornudan, que
el sitio donde comulgan las inteligen hacen ruidos y gestos con la boca, ore
cias. Deben estudiarse todas sus fases, comprepario, que se pasan la mano por l a
porque en él se forma el alma pública. frente y que hablan de sus negocios;,, es
Vimos ya lo que era el teatro en los decir, lo mismo que hoy.
tiempos de Shakespeare y de Moliere. Los estudiantes, bien por admiración,
126 OBRAS D E VICTOR HUGO.
ó bien por ironía, emborronan las pare- herreros? Era preciso poner en escena
des escribiendo con carbón versos cono- las cinco familias trabajando, los Dácti-
cidos. No hay como los estudiantes y los los encontrando el metal, los Cabiros in-
viejos para hacer ruido. ventando la fragua, los Coribantos ha-
E n Las Avispas, de Aristófanes, 'los ciendo la espada y la reja del arado, los
viejos son los que m á s alborotan. Pre- Buretos fabricando los escudos y los
sóntanse en escena dos escuelas, una re- Telchinos cincelando las joyas. Eso era
presentada por Thespis, Susarion, A u - suficiente para interesar. Todo se ha
leas, Corilo, Frínico y el mismo Minos: perdido desde el momento que se permi-
otra representada por el jó ven Esquilo, tió á los poetas introducir aventuras co-
que á la sazón cuenta 28 años. Compone mo la de Plexipo y Toxea. ¿Cómo es po-
entonces su trilogía de los Prometeos: Pro- sible que una sociedad resista tales
meteo encendiendo el fuego, Prometeo enca- excesos? Eso es abominable. Esquilo de-
denado y Prometeo libertado, que conclu- bía comparecer ante la justicia y ser
yen con una sátira, probablemente con condenado á beber la cicuta como el
los Argivos, de l a que Maorobio ha con- viejo y miserable Sócrates. Y a veréis; se
servado un fragmento. Estalla la anti- c o n t e n t a r á n con expatriarlo. ¡Todo de-
gua cuestión entre las dos edades; discu- genera!
ten y disputan barbas grises y cabellos Los jóvenes se ríen á carcajadas. Tam-
negros, poniéndose los viejos de parte bién critican, pero otras cosas. E l bruto
de los antiguos y los jóvenes de parte de de Solón instituye el á r c e n t e eponimo.
Esquilo. L a j u v e n t u d defiende á Esquilo ¿ P a r a qué sirve el á r c e n t e que se entre-
contra Thespis, como defenderá siglos tiene en bautizar el a ñ o con su nombre?
después á Corneille contra Grarnier. Fuera! ¡fuera el á r c e n t e eponimo, que
Los viejos se indignan. Escuchad lo elige ú l t i m a m e n t e diez generales para
que dicen murmurando losnestores: ¿Qué coronar á un poeta, en lugar de elegir
es l a tragedia? E l canto del macho ca- diez hombres del pueblo. Verdad es que
brío. ¿Dónde está el macho cabrío en el uno de los generales era Cimon; circuns-
Prometeo encadenado? Decididamente el tancia atenuante para unos, porque Ci-
arte está en plena decadencia. Los m á s mon, para libertarse de la prisión por
severos, los m á s puros n i siquiera admi- deudas, vendió á su hermana Elfini y
ten á Thespis, y recuerdan que Solón le a d e m á s á su mujer á Calías. Si Esquilo
a m e n a z ó con u n palo y le llamó embus- es un temerario que merece ser acusado
tero, por haber olvidado en una obra un ante el A r e ó p a g o , ¿por q u é no ha de ser
episodio de la vida de Baco. Detestan juzgado y sentenciado Frínico, que en
al innovador Esquilo, y condenan todas la Toma de Mileto presentaba en escena á
las innovaciones que tienden á aproxi- los griegos vencidos por los persas?
mar el drama á la naturaleza, que sus- ¿Cuándo se dejará á los poetas en com-
tituyen el anapesto por el coro, el yam- pleta libertad? ¡Viva la libertad de Pe-
bo por el diálogo y el troqueo por la ricles y abajo la censura de Solón! ¿ P a r a
pasión. Esas novedades para ellos son qué se promulga la ley que manda redu-
insoportables. Gomo si esto no fuera su- cir el coro de cincuenta coristas á quin-
ficiente, a d e m á s la ü a u t a produce soni- ce? ¿Cómo se representarán las Danaides
dos demasiado agudos y el letracordio sin burlarse del verso de Esquilo, que
los produce demasiado bajos, y por u l - dice: Egipto, padre de cincuenta hijos, y sin
t i m ó l e altera la antigua división sagra- convertir los cincuenta en quince? ¿La
da de las tragedias en monodias, estasi- magistratura es inepta? Sus leyes produ-
mas y éxodos. Thespis solo sacaba á la cen murmullos y disputas. Este prefiere
escena un actor que hablara, y Esquilo á Frínico, aquel á Esquilo, otro no pre-
saca dos; pronto s a l d r á n tres. Efectiva- fiere á ninguno, pero prefiere el vino en-
mente, Sófocles iba á aparecer. ¿Por q u é dulzado con benjuí. Las bocinas de los
ha de convertirse el antiguo altar des- actores dominan si pueden el ruido, i n -
tinado á los sacrificios en sitio del co- terrumpido de vez en cuando por el á s -
rifeo? E l coro debería limitarse á ejecu- pero grito de las vendedoras ambulantes
tar la estrofa, después la anteestrofa y de falos y de agua. T a l es el tumulto ate-
por ú l t i m o el epodo ó descanso. A l fue- niense, durante el cual se representa la
go, pues, sus obras. Contentémonos con obra de un autor contemporáneo. E l t u -
recitar los antiguos planes de Tinicio. multo es de derecho. Cuando muere Es-
Pero el responsable es Corilo, que inició quilo ó le destierran, impera el silencio.
el m a l en su tetralogía los Buretos. Y Ante un dios es preciso callar. JEquum
¿qué son los Buretos m á s que dioses est, dice Planto, vos deo faceré silentium.
GUILLERMO SHAKESPEARE. 127
la custodia del archivero de Atenas, i m -
111. poniendo á los actores que representaban
sus obras la obligación de aprender los
Los genios son víctimas de la ca- papeles en este ejemplar único y com-
lumnia. pleto. Convirtieron á Esquilo en un se-
A Esquilo le a b r u m ó en vida; primero gundo Homero, y t a m b i é n tuvo rapsodas
le combatió y después le persiguió; esta que cantaban sus versos con un ramo de
es su progresión natural. Siguiendo la mirto en la mano.
costumbre ateniense, penetró en su vida Tuvo, pues, razón el gran hombre i n -
privada. Planesia, la mujer que él ama- sultado para escribir al frente de sus
ba, hermana de Crisila, se deshonra ante poemas la sombría y altiva dedicatoria:
la historia por las injurias que pública- A l Tiempo. Se olvidaron las blasfemias
mente dirige á Esquilo. I m p u t á r o n s e l e á que le condenaron á morir en el destier-
éste amores contra naturaleza, asegu- ro, y nadie ya las encuentra escritas en
rando que, como Shakespeare, tuvo su ninguna parte.
lord Southampton. Estos ataques destru- Señalaremos una e x t r a ñ a coinciden-
yeron su popularidad. Todo en él era cia. Los dos hijos de Esquilo, Euforion y
criminal, hasta la amabilidad con que Bion, se dice que refundieron la Orestia;
acogia á los poetas jóvenes, que respetuo- que hicieron exactamente lo mismo que
samente le ofrecian sus primeras coro- Davenant, bastardo de Shakespeare, hizo
nas. Durante toda su vida Esquilo fué dos m i l trescientos años después con el
el blanco de los ódios. Siendo j ó ven, el Macbeth. No damos crédito á esa opinión,
público le demostró tener predilección porque ante el respeto universal que se
por los antiguos Thespis y Frínico, y tributa á Esquilo después de su muerte,
cuando llegó á viejo, pospuso sus obras nos parecen imposibles esos retoques; y
á las de los jóvenes Sófocles y Eurípides. lo que es verdad en Davenant, nos parece
Hasta le hicieron comparecer ante el falso en Bion y en Euforion.
Areópago, según dice Suidas, por haber- L a fama de Esquilo llenó el mundo.
se desplomado el teatro durante l a repre- E l Egipto vió en él un coloso, algo egip-
sentación de una de sus tragedias, y se- cio, y le llamó Pímander, que significa
g ú n el Ediano, por haber blasfemado, ó "Inteligencia superior,,. E n Sicilia, que
lo que es lo mismo, por haber referido los es donde estuvo desterrado, sacrificaban
misterios de Eleusis. F u é desterrado y cabras ante su tumba, y llegó casi á ser
murió en el destierro/ un dios del Olimpo. Más tarde, para los
Entonces el orador Licurgo exclamó: cristianos, por la predicción de Prometeo,
"Es preciso levantar á Esquilo una está- en la que creyeron ver á Jesús, fué casi
tua de bronce,,, y Atenas, que le habia un profeta. Es acontecimiento e x t r a ñ o
expulsado, le erigió una estatua. que sea su gloria la que haya hecho des-
Así como Shakespeare quedó olvidado aparecer la obra de Esquilo. Hablamos
cuando murió, Esquilo entró en la gloria del naufragio material, porque su inmen-
al entrar en la tumba. so nombre vivirá eternamente.
L a gloria deslumbradora que consi Constituye u n drama, y u n drama ex-
guió habia de tener en el transcurso de traordinario, la desaparición de los poe-
los siglos sus fases, sus eclipses, sus des mas de Esquilo. U n rey se los ha robado
apariciones y reapariciones. Grecia re- brutalmente al espíritu humano.
cordó á Salamina, donde combatió Es Relatemos ese robo.
quilo. E l Areópago se avergonzó de la
ingratitud cometida con el hombre que IV.
en la Orestia honró al tribunal, hasta el
punto de hacer comparecer ante él á Narraremos los hechos, ó mejor dicho,
Minerva y Apolo. Esquilo llegó á ser sa- la leyenda, porque á la distancia que nos
grado. Todos los países adquirieron su encontramos ya de aquel crepúsculo, l a
busto, al que adornaron primero con cin historia es legendaria.
tas y después coronándolo de laureles. Habia un rey en Egipto llamado Pto
Aristófanes, en las Ranas, pone en su lomeo Evergetes, c u ñ a d o del dios A n
boca: "He muerto, pero m i poesía vive.,, tíoco.
En la celebración de las fiestas de Eleu Digamos de paso que todas aquellas
sis, el heraldo del Areópago tocó la buenas gentes se creían dioses. Dioses
trompeta Tirretina en honor de Esquilo. soteros, evergetas, epífanos, filometores,
L a república costeó u n ejemplar oficial filadelfos, filopatores, que significaban:
de sus noventa y siete dramas, que fió á dioses salvadores, bienhechores, ilustres,
OBRAS D E VICTOR HÜGO.
del alfabeto fenicio invertidas. Y Esquilo de sus obras son sin duda los piratas
era m á s griego, por lo mismo que era angrias, que vivían e*n los escollos de V i -
algo fenicio. zindruk. D i s t i n g u í a n s e claramente m á s
Este poderoso espirita, en ocasiones allá del paso del Nilo, en las m o n t a ñ a s
informe por causas de su misma grande- de Biblos, las fuentes de ese rio que aun
za, tiene una alegría y una afabilidad no han sido descubiertas. Sabia el punto
titánicas. Hace juegos de palabras con exacto en donde Prometeo descubrió el
Prometeo, Polinice, Elena, Apolo, I l i o n , fuego, y aseguraba que el monte Moriclo
el gallo, el sol, imitando á Homero, que, estaba en las cercanías de Lempos.
variando el sentido de la palabra oliva, Esta geografía es exacta como u n i t i -
movió á Diógenes á arrojar u n plato nerario cuando abandona las regiones de
de aceitunas y comer en su lugar una la fantasía. Entonces es verdadera, pero
torta. inconmensurable. Es de una sorprenden-
E l padre de Esquilo, Euforion, era dis- te realidad la grandiosa trasmisión de la
cípulo de P i t á g o r a s . Diríase que el alma noticia anunciando la toma de T r o y a en
de P i t á g o r a s , el filósofo semimago y se- una noche por medio de faroles encendi-
mibrahma, habia penetrado en Esquilo, dos, comunicándose de m o n t a ñ a á mon-
pasando antes por Euforion. Y a lo he- t a ñ a , del monte Ida al promontorio de
mos dicho: en la profunda y misteriosa Hermes; del promontorio de Hermes al
batalla librada entre los dioses celestes y monte Atos; del monte Atos al monte
los terrestres, guerra intestina del paga- Macispo; del monte Macispo al Mesapio;
nismo. Esquilo pertenecía á los últimos del Mesapio, atravesando el rio Asopo,
y militaba en el bando de los dioses de al monte Ciferon; del monte Ciferon,
la tierra. Rechazaba á los cíclopes que atravesando el pantano Gorgopio, a l
h a b í a n ayudado á J ú p i t e r y simpatizaba monte Egiplaneto; del monte Egiplane-
con los cabiros, del mismo modo que re- to al cabo Sarónico (después Espíreo);
chazaríamos nosotros á los obreros que del cabo Sarónico al monte Arachuco, y
fueran traidores á su causa. Adoraba á del monte Arachuco á Argos. Seguid
Ceres. "¡Oh t ú , Ceres, nodriza de m i en el mapa esta línea de luces anun-
alma!,,, y Ceres es Demeter, Gre-meter, la ciando A g a m e n ó n á Olitemnestra.
madre tierra. De ahí nace su veneración Mezcla esta vertiginosa geografía con
al Asia, porque entonces la tierra de una tragedia extraordinaria, en la que
bia estar en Asia y no en otra parte. E l se ven diálogos m á s que humanos, como
Asia es efectivamente, comparada con el siguiente: "PROMETEO. Ah!—MERCU-
Europa, una especie de masa, sin cabos RIO. Esa exclamación no es de J ú p i t e r . ,,
y sin golfos, que no penetra el mar. L a E n la tragedia, Gerente es el Océano.
Minerva de Esquilo dice: " L a grande "Parecer loco, dice el Océano á Prome-
Asia,.. E l coro de las occeánicas canta: teo, es el secreto del sábio.,. Frase tan
" E l suelo sagrado del Asia,,. Dice en el profunda como el mar, porque ¿quién
epitafio hecho por él mismo y grabado sabe los pensamientos que oculta la tem-
sobre su tumba en Grela: " E l medo de pestad? Y la Potencia exclama: ^¡Solo
larga cabellera;;. Elogia en un coro "á hay un dios libre, que es Júpiter!,,
Susicanes y Pegaston, hijos del Egipto, Así como Esquilo tiene su geografíaj
y al jefe de Menfis, la ciudad sagrada,, tiene t a m b i é n su fauna. Esta fauna, que
L l a m a á Minerva Oncea, nombre usado parece fabulosa, es m á s e n i g m á t i c a que
por los fenicios. E n el Etna celebra los quimérica.
discursos sicilianos y los Pálleos, dioses L a naturaleza hay momentos en que
hermanos, cuyo culto, originario del Asia, aparece á Esquilo con simplificaciones
habia venido por Sarepta y Tyro, l i a que llevan el sello de misterioso desden,
mándelos "los Pálleos venerables,,. Tres y entonces desaparece en él el pitagórico
de sus trilogías tienen por t í t u l o los y aparece el mago. Para él todos los ani-
Persas, la Etiopida y los Egipcios. E n su males son un animal, que reasume en el
geografía, el Egipto y la Arabia perte- perro. E l grifo es para él un perro mudo,
necen al Asia. Prometeo dice: " L a flor de y el á g u i l a un perro con alas: E l perro
la Arabia y los héroes del Cáucaso,,. Es- alado de Júpiter, dice Prometeo.
quilo era en geografía un singular espe- Acabamos de pronunciar la palabra
cialista. I m a g i n á b a s e en Asia una ciu- mago: en ciertos momentos ese poeta,
dad gorgonia, Cistenes, y un rio, el como Job, oficia. Parece que ejerce so-
Pluton, de arenas de oro, defendido por bre l a naturaleza, sobre los pueblos y
hombres que solo t e n í a n u n ojo, los ari- hasta sobre los dioses, cierta especie de
maspos. Los piratas á que alude en una magismo. Reprocha á las fieras su íero-
1¡ OBRAS D E VICTOR HUGO.
cidad. E l buitre que coge entre sus gar- Cibeles, Muéstrase en Aristófanes el an-
ras á una fugitiva liebre preñada, se tiguo impudor sagrado. A veces tiene á
come una raza completa detenida en su Baco en su boca espumosa, y sale de las
huida. Interpela al polvo y al humo, lla- Dionisíacas, de la Aseosla ó de la gran
mando al primero ^hermano sediento-del Orgía triética como una fúria de los
lodo,, y al segundo "negro hermano del misterios. Aseméjanse sus vacilantes
fuego,,. Insulta á la peligrosa b a h í a de versos á una Casárida que saltara con
Salmideso, calificándola de "madrastra un solo pió por entre vejigas hinchadas
de los barcos,,. Reduce á proporciones de aire. Aristófanes tiene la obscenidad
p e q u e ñ a s á los griegos, que vencen á sacerdotal, prefiriendo la desnudez al
Troya por traición, mostrándolos arro- amor.
llados por las armas y llamándolos "hi- D e n u n c í a l a s Jedras y las Estenobeas,
juelos de un caballo,,. Hablando de los escribiendo la Lisistrata. L a religión era
dioses, funde á Apolo con J ú p i t e r , lla- la caridad; un cínico era un austero. Los
mando magníficamente á Apolo la "con- gimniosofistas eran el punto de intersec-
ciencia de Júpiter,,. ción de la lubricidad y el pensamiento.
E l signo de su soberanía es su audaz E l macho cabrío, con barba de filóso-
familiaridad. Coge á Efigenia su sacrifi- fo, pertenecía á esta secta. E l sombrío
cador, ^como á una cabra,,. A su juicio, Oriente, extático y bestial, vive todavía
una reina, que es mujer fiel, es la "buena en el santón, en el derviche y en el fakir.
perra de la casa,, • Hablando de Ores- Los coribantos eran una especie de faki-
tes, dice que le conoció pequeño cuando res griegos. Aristófanes, y lo mismo
"aun mojaba los pañales,,; esto aun lo Diógenes, pertenecían á esta familia.
expresa con m á s claridad y m á s exac Esquilo, en su aspecto oriental, confina-
t i t u d Hacine en Los Litigantes (acto ter ba con ellos, pero conservando la casti-
cero, escena tercera). dad t r á g i c a .
E l conjunto que presenta Esquilo es Ese misterioso naturalismo era el an-
inmenso y l ú g u b r e al mismo tiempo, y tiguo génio de l a Grecia, y se llamaba
pinta la profunda desesperación del des Poesía y Filosofía. A sus pies estaba el
tino. grupo de los siete sábios, uno de los que,
Muestra en terribles versos "la impo Pediandro, h a b í a sido tirano. Con la
tencia que encadena, como en un sueño, doctrina de Sócrates se introdujo cierto
á los vivos ciegos,,. Su tragedia es el espíritu mesócrata y de término medio,
antiguo ditirambo órfico que se lamenta que era la sagacidad poniendo en claro
y llora por el hombre. la sabiduría. L a operación consistió en
reducir á verdad inmediata á Thales y
VIII. P i t á g o r a s con una especie de filtro, que
depurando y disminuyendo, convertía
Aristófanes era apasionado de Esquilo gota á gota, al pasar por el tamiz, la
por la misma ley de afinidad que hacia antigua doctrina divina en doctrina hu-
que Marivaux lo fuese de Hacine. L a mana.
comedia y la tragedia han nacido para Estas simplificaciones desagradan á
comprenderse. Ambos tienen el mismo los fanatismos, que no gustan j a m á s de
loco y poderoso estímulo; ambos parecen ver sus dogmas tamizados. Mejorar una
inspirados por la máscara antigua. religión es atentar contra ella. Ofrecer
Aristófanes, que no ha sido todavía el progreso sus servicios á la fó, es inferir
bien comprendido, sentía admiración á ésta una ofensa. L a fó es una ignoran-
por los misterios, por la poesía cecropia, cia que cree saber y que en ciertos casos
por Eleusis, por Dodona, por el crepús- sabe quizá m á s que la ciencia. Sócrates
culo asiático y, en suma, por todo lo que desplegaba, frente á las altivas afirmacio-
era profundo sueño del pensamiento. nes de los creyentes, una semisonrisa mo-
Este sueño, que produjo el arte de Egina, lesta. Sócrates tiene algo de V o l taire. De-
estaba en el umbral de la filosofía jónica cía que toda la filosofía eleusíaca era
con Thales y en el de la filosofía itálica ininteligible ó incomprensible, y declara
con P i t á g o r a s , como esfinge colocada á Eurípides que para comprender á Herá-
para impedir la entrada. clito y á los antiguos filósofos era preciso
Esa esfinge era una musa, que acari- ser un nadador de los Délos, es decir, un
ciaba Aristófanes, la musa pontifical y nadador capaz de llegar á la isla que se
lasciva del apetito universal, la esfinge aleja continuamente. Esto era impío y
que inspiraba á Esquilo la tragedia y á sacrilego para el antiguo naturalismo
Aristófanes la comedia. Tenia algo de helénico. No debe buscarse otra causa á
GUILLERMO SHAKESPEARE. 133
la a n t i p a t í a que Aristófanes tenia á Só- digiosa extensión de luz que irradiaba
crates. Grecia. Grecia no colonizaba sin civili-
Aristófanes ha pasado á la posteridad zar, y puede servir de ejemplo á algunas
como un génio del mal; pero hay que naciones modernas. No debe reducirse
considerar en él una circunstancia ate- todo á comprar y á vender.
nuante. A d m i r ó al autor de Prometeo, Tyro, Perito, Sidon y Sarepta solo ven-
porque defenderle es admirarle. Aristó- dían y compraban. ¿Quién se acuerda
fanes hizo cuanto pudo para impedir ya de esas ciudades? Atenas enseñaba,
que le desterraran, y si algo puede m i - y por eso es hasta en la actualidad una
tigar el mal efecto la lectura de Las Nu- de las capitales del pensamiento hu-
bes, en cuya obra se ceba en Sócrates, es mano.
ver en la oscuridad la mano de Aristófa- L a yerba crece en los seis escalones de
nes, que detiene por el manto á Esquilo a tribuna en que habló Demóstenes; la
que se vá. Dlaza Gerámica es un barranco casi lleno
T a m b i é n Esquilo tiene una comedia, del polvo de m á r m o l del palacio de Ce-
gemela de las farsas de Aristófanes. Y a crops; el Odeon de Herodes Atico, al pió
nos hemos ocupado de que su buen hu- de la Acrópolis, solo es una ruina, sobre
mor, manifestado con exceso en los A r - a que se destaca en ciertas horas del dia
givos, es igual al de Aristófanes, y sobre- a mutilada sombra del Parthenon; el
puja al de los martes de Carnaval en :emplo de Teseo sirve de guarida á las
Francia. golondrinas; las cabras saltan en el
A l arte t a m b i é n le gusta reir; es un Puyx, pero vive la idea griega, y Grecia
templo en el que á veces suena la risa. c o n t i n ú a siendo reina y diosa. Las fac-
De dónde procede su hilaridad? De re- torías pasan, pero las escuelas quedan.
pente, en medio de obras magistrales, Causa hoy maravilla saber que hace
de faz serena, surge un bufón, que es veintidós siglos, hasta las m á s pequeñas
t a m b i é n una obra magistral, y Sancho aldeas situadas en los m á s apartados
Panza se codea con A g a m e n ó n . L a iro- rincones del mundo conocido t e n í a n sus
nía viene á complicar y á completar las teatros. E n materia de civilización la
maravillas del pensamiento. Presenta Grecia adelantaba, construyendo una
entonces un verdadero enigma. E l arte academia, u n pórtico ó un logeum.
superior se vé acometido de un acceso de E l que hubiese visto casi en la misma
a l e g r í a , y su problema, que es la mate época la fundación en U m b r í a de la ciu-
ria, le divierte. L a forma y la reforma dad de los galos, Geus, hoy dia Siniga-
haciendo de ella combinaciones para glia, y no muy lejos, cerca del Vesubio,
producir la belleza, y se divierte extra la ciudad helénica, Parhenopea, hoy
yendo de ella la fealdad. Parece que ol Nápoles, habría reconocido á la Galia en
vide su responsabilidad, pero sin embar- la gran piedra enhiesta y t i n t a en san-
go, no la olvida, porque detrás de una gre, y á la Grecia en el teatro.-
mueca aparece la filosofía; menos risue- Era tal la fuerza que prestaba á esta
ña, menos sideral y m á s terrestre, pero civilización la poesía y el arte, que lle-
tan misteriosa como la filosofía triste. gaba á dominar á la misma guerra.
Lo desconocido que existe en el hombre Cuenta Plutarco, con motivo de Nicias,
y lo desconocido que existe en las cosas que los sicilianos ponían en libertad á
se confrontan, y al encontrarse frente á los prisioneros griegos que cantaban ver-
frente, los dos augures, que se llaman sos de Eurípides.
Naturaleza y Destino, no pueden per Indiquemos algunos hechos m u y poco
manecer sérios. L a poesía, abrumada conocidos, pero m u y singulares.
por la ansiedad, se rie de sí misma, 5 L a colonia mésenla, Zande, en Sicilia;
una alegría, que no es la serenidad, sur la colonia corintia, Corciro, distinta de l a
ge de lo incomprensible. ¡Temerosa es Corciro de las islas abssírtidas; la colonia
pansion de lo desconocido! L a palabra cicladla, Cirene, en L i b i a , y las tres colo-
que nos hace reir sale del abismo. Esta nias focias, Helena en Lucania, Palania
risa alarmante del arte, en la a n t i g ü e en Córcega y Marsella en Francia, te-
dad se llamaba Aristófanes y en los n í a n sus teatros. Tregestes, que hoy es
tiempos modernos Rabelais. Trieste, tuvo su teatro. H a b í a teatro en
Salpé, en Apulia; teatro en Squillacium,
IX. en Calabria; teatro en Thermo, en L i v a -
dia; teatro en Lisamaquia, fundada por
A pesar de ver el progreso de la Eran Sisimaco, teniente de Alejandría; teatro
cia actual, asombra contemplar la pro- en Scapta-Hyla, en donde Tucídides po-
134 OBRAS D E VICTOR HUGO.
seia minas de oro; teatro en Bicia, en adoraba. L a grandeza tiene dos aspectos,
donde vivió Teseo; teatro en Chaonia, en el de la majestad y el de la familiaridad,
B u t l i o t u m , en donde representaron losjy Esquilo era familiar con la inquieta
equilibristas del monte Quimera, tan ad-| muchedumbre de Atenas. Frecaentemen-
mirados por Apuleyo en el Pecilo; teatro! te ésta desempeñaba los mejores papeles
en Panonia, en B u da, en donde estaban; de sus obras. En la Orestia, el coro, que
los metanastos, es decir, los Trasplanta-'1 QS el pueblo, acoge cariñosamente á Ca-
to. Muchas de estas lejanas colonias se sandra; el coro trata de calmar á la es-
hallaban muy expuestas. Calaris, hoy clava, al que la reina maltrata ó irrita.
Cagliari, en la isla de Gerdeña, conocida! Esquilo introduce el pueblo en sus obras
por los griegos con el nombre de I c h n u - j magistrales, como se vé en Fentea, en la
sa, en cierto modo estaba bajo la garra ¡ tragedia Cardadoras de lana, en Níohe, en
púnica; Cibalis, en Misia, amenazada la tragedia Las nodrizas, en Athamas, en
por los tríbalas; Aspalaton, por los i l i la tragedia los tiradores de redes y en
rios; Tomis, tumba futura de Ovidio, por Ifigenia, en la tragedia Las que hacen las
los escordiscos; Mileto, en Anatolia, por! camas. E n su misterioso drama E l peso de
los masagetos; Denia, en E s p a ñ a , por los las almas (1), la balanza se inclina al
cántabros; Salmídeso, por los melosos; lado del pueblo. Por esto fué elegido Es-
Garsino, por los tauroxcitas; Grelono, por quilo para conservar el fuego sagrado.
los sormatas, arinfeos que se alimenta- Se representaban en todas las colonias
ban con bellotas; Apolonia, por los ha- griegas la Orestia y los Fersias. Esquilo
maxobienos, n ó m a d a s en sus carretas; en sus obras personiücaba á su pátria,
Abdera, patria de Demócrito, por los tra- y los magistrados mandaban representar
cios, los hombres pintados; todas estas sus tragedias semireligiosas. P a r e c í a que
ciudades tenian al lado de la cindadela ¡el gigantesco teatro de Esquilo tuviera
el teatro. Y por qué? Porque el teatro la misión de vigilar la infancia de las
m a n t e n í a vivo el fuego de l a pátria. Es- colonias, encerrándolas dentro del espíri-
tando los bárbaros á las puertas era pre- t u de Grecia, separándolas de las malas
ciso ser griegos, que no hay muralla tan vecindades, de las tentaciones de eman-
fuerte como la del patriotismo. cipación y del contacto bárbaro, conser-
E l drama griego era profundamente vándolas dentro del círculo helénico.
lírico. Algunas veces m á s era un d i t i -
rambo que una tragedia, que en ocasio- X.
nes tenia estrofas altivas como espadas.
Se lanzaba á l a escena ciñendo el casco, y Existían varias copias m á s ó menos
entonces era como una oda armada en completas de Esquilo.
pié de guerra. Nadie ignora el influjo A d e m á s de los ejemplares que poseían
que ejerce una Marsellesa. las colonias, y que solo contenían un cor-
Algunos de estos teatros eran de gra- to número de obras, los críticos y escolias-
nito, otros de ladrillo. E l de Apolonia ' tas alejandrinos sacaron copias parciales
era de mármol. E l de Salmideso era un del ejemplar de Atenas, y han conserva-
teatro ambulante, inmenso tablado que do diversos fragmentos, entre otros el
se transportaba por medio de ruedas ci- fragmento cómico de Los Argivos, el bá-
lindricas, ya á la plaza Dórica, ya á la quico de Los Edones, los versos que cita
plaza Epifana, semejante á las torres de Estobeo y hasta los versos probablemen-
madera con que se combatía á las torres te apócrifos que cita Justino el Mártir.
de piedra de las ciudades sitiadas. Una tradición, de dudoso fundamento^
E l poeta preferido en los teatros era supone que Evergetes I I restituyó á
Esquilo. Esquilo no solo era griego, sino Atenas, no el ejemplar original de Es-
peí asgo. Nació en el Eleusis, y no solo quilo, sino una copia, dejando por vía
era eleusio, sino eleusíaco, esto es, cre- de indemnización los quince talentos.
yente. E n aquellos tiempos, en que se Dejando aparte el hecho atribuido á
confundian los códigos con los dogmas, Evergetes y á O mar, la pérdida de tan-
ser sacerdote era el mejor título para ser tas obras, de valor estimable en la anti-
gran patriota. Por eso coronaron cin- güedad, se explica por el corto n ú m e r o
cuenta y dos tragedias de Esquilo, y al de ejemplares que sacaban de ellas. E l
salir de ver representar dichas obras, los Egipto particularmente lo copiaba todo
hombres golpeaban sobre los escudos en papiro, y como era caro, escaseaba.
suspendidos en las puertas de los tem- Muchos se vieron obligados á escribir en
plos, exclamando: " P á t r i a ! pátria!,, Es-
quilo amaba al pueblo y el pueblo le (1) ha. Psieostasia,
GUILLERMO SHAKESPEARE. 135
cacharros, y entonces romper una vasija te textos. Sus ruinas se encuentran en
era romper un libro. Evergetes prohibió diferentes sitios que es preciso buscar.
la exportación del papiro, y esta prohibi- Ateneo cita la dedicatoria A l Tiempo,
ción hizo que emplearan para las copias Macrobio el fragmento del Etna y el
el pergamino. E l precio del papiro llegó tributo á los dioses Fálicos, Pausanias
á ser tan enorme, que el fabricante Fir- el epitafio, y el biógrafo a n ó n i m o , Golt-
mio el Cíclope g a n ó con esta industria zins y Mersius, los títulos de las obras
el a ñ o 270 bastante dinero para levantar perdidas.
ejércitos, hacer la guerra á Aureliano y Sabemos por Cicerón en Los Tuscula-
declararse emperador. nos que Esquilo era pitagórico, por Hero-
Grutenberg es un redentor. L a p é r d i d a doto que fué un valiente en M a r a t ó n ,
de las obras del pensamiento, inevitables 3or Diodoro de Sicilia que su hermano
antes de Ja invención de la imprenta, son Aminias fué bravo en Platea y por Jus-
imposibles ya. L a imprenta es el descu tino que su otro hermano Cinegiro fué
brimiento de lo inagotable; es en la cien- un héroe en Salamina. Sabemos por las
cia social el movimiento continuo. Con didascalias que los Fersas fueron repre-
ella el pensamiento se desembaraza de sentados en el arcontado de Menon, que
sus ligaduras, es imposible detener el los Siete Jefes ante Tebas lo fueron en el
progreso, y el libro es imperdible. Antes arcontado de Teagenides y que la Orestia
l a civilización tenia que llorar esa pérdi- lo fué siendo arconte Filocles; sabemos
da dolorosa, y veia desaparecer las ideas por Aristóteles que Esquilo fué el prime-
de un poeta esenciales al progreso. L a ro que se atrevió á poner en escena dos
estupidez de un copista, ó el capricho de personajes que dialogasen; por P l a t ó n
un tirano, bastaba para desheredar á la que los esclavos concurrían á oir sus
humanidad de los testamentos de los g é obras; por Horacio que él fué el inven-
nios. De hoy en adelante nadie podrá su tor de la careta y el coturno; por Polux
jetar el pensamiento por el cuerpo, por- que las mujeres embarazadas abortaban
que ya no le tiene. E l manuscrito era e" cuando sallan las furias; por Filostrato
cuerpo de la obra magistral, y cuando que abrevió las monodias; por Suidas
éste desaparecía, desaparecía t a m b i é n que su teatro se desplomó bajo el peso
con él el alma, esto es, la obra. L a obra de la multitud; por Elieno que blasfemó;
convertida ahora en pliego impreso por Plutarco que fué desterrado; por Va-
libre, porque es alma. ¡ M a t a d si po lerio Máximo que m u r i ó del golpe en la
deis su sustancia inmortal! Gracias á cabeza de una tortuga soltada por un
Grutenberg, el ejemplar es inagotable águila; por Qaintiliano que sus obras
Cada ejemplar es u n g é r m e n que con fueron retocadas; por Fabricio que sus
tiene en sí su propio renacimiento, que hijos fueron acusados de este delito de
puede alcanzar m i l ediciones; es una lesa paternidad, y por los mármoles de
unidad llena de lo innumerable. Este Arundel la fecha de su nacimiento y l a
prodigio salvó l a inteligencia universal. de su muerte, ocurrida á la edad de sesen-
Grutenberg sale en el siglo quince de ta y nueve años.
terrible oscuridad, arrancando en ella de
su cautiverio el espíritu humano. Desde Ahora sacad el drama del Oriente y
entonces es Gutenberg el auxiliar de la llevadlo al Norte; sustituid á la G-recia
vida y el colaborador permanente de por la Inglaterra, la I n d i a por la Ale-
la civilización en la actividad de su tra- mania, á Pericles por Elisabet, al Parthe-
bajo. non por la Torre de Lóndres;en -vez d é l a
plebe poned el moh, (1) quitad la fatalidad
Uno de los grandes aspectos de l a l i - y sustituidla por la melancolía, á la gór-
bertad humana que consiguió la impren- gona por la brújula; suprimid el á g u i l a
ta, fué la conservación indefinida de los y poned la nube, quitad el sol y haced
poetas y de los filósofos. Gutenberg es que brille l a luna lívida por entre las
el segundo padre d é l a s creaciones del ramas de árboles que agite el viento, y
espíritu. obtendréis á Shakespeare.
Es triste cosa decir que G-recia y Roma Sentando que hay dinastías de génios,
nos hayan dejado ruinas de libros. L a y reservando á cada uno su originali-
vista de semejante espectáculo nos obli- dad, el poeta de la formación carlovingia
ga á meditar siniestramente. L a a r a ñ a debia suceder al poeta de la formación
del olvido teje su tela entre el drama de jupiteriana, la bruma gótica al misterio
Esquilo y la historia de T á c i t o . antiguo, y Shakespeare á Esquilo.
Cómo encontramos á Esquilo? E n pe
dazos, en todas partes; esparcido en vein- (1) Pueblo.
136 OBRAS D E VICTOR HUGO.
repite sus obras.,, Cuando oyes decir] parte de t u infinitud: entendemos por
eso, si fueses hombre como los que lo palabra universo un ó r d e n d e hechos que
dicen, te sonreirias; pero no te sonríes la astronomía no alcanza. E n el cosmos
porque estás en l a profundidad terrible; que espía la visión y que se escapa á los
eres la bondad y no puedes sonreír. . órganos de l a carne, las esferas entran
T ú no puedes interrumpirte, no pue- en las esferas sin deformarse, porque es
des dejar de crear; no necesitas cobrar diferente la densidad de las creaciones;
aliento después de haber creado u n hom- tanto es así, que aparentemente nuestro
bre, porque eres Dios. Si á la m u l t i t u d mundo está misteriosamente amalgama-
de los vivientes algo puede maravillar y do con otro mundo, invisible para nos-
asombrar, no es ver secarse la savia ge- otros, que somos invisibles para él.
neradora y esterilizar los nacimientos, ¡Tú, que eres el centro y el espacio de
sino contemplar el eterno desencadena- todo, tú, podrías agotarte!... ¿ P o d r á l l e -
miento de los prodigios. E l h u r a c á n de gar u n dia y una hora en que no puedas
los milagros sopla continuamente; noche derramar las luces que necesite la huma-
y dia tumultuosamente los fenómenos nidad? T ú , que eres m e c á n i c a m e n t e i n -
surgen á nuestro alrededor por todas fatigable, ¿podrías extinguir tus fuerzas
partes sin turbar t u majestuosa tranqui- en el órden intelectual y moral?... No; es
lidad, porque de ese tumulto nace l a ar- imposible.
monía. Fidias no te impide crear á Miguel
No tienen límites las olas inmensas y Angel, n i Miguel Angel á R e m b r a n d ;
concéntricas de la vida universal. E l es- crear u n Dante no te fatiga. L a creación
trellado cielo que estudiamos solo es una de Homero no te agota, como no te ago-
aparición parcial; apenas alcanzamos á ta la creación de un astro. Sigues imper-
coger de la red del sér algunas mallas. térrito é incansable creando aurora tras
L a complicación del fenómeno, que los aurora, renovando los meteoros, haciendo
sentidos no comprenden y que nos sume flotar los mundos sobre los mundos,
en la contemplación ó en el éxtasis, pro- creando génios tras génios, á Orfeo, á
duce vértigos al espíritu. E l pensador Moisés, á Isaías, á Esquilo, á Lucrecio, á
que llega hasta él es un visionario para Tácito, á Juvenal, á Cervantes, á Rabe-
los d e m á s hombres. L a amalgama nece- lais, á Shakespeare, á Moliére y á Vol-
saria de lo perceptible con lo impercepti- taire; á los que han vivido y á los que
ble causa estupor al filósofo. Esta pleni- vivirán. Entre esa confusión de prodi-
t u d nace de la voluntad de t u omnipoten- gios siempre q u e d a r á u n espacio para
cia, que no admite vacíos; la penetración que lo llene t u inmensidad.
de otros universos en el universo forma
SEGUNDA P A R T E .
como Isaías, como Juvenal y como Sha- le convienen, como recipientes para con-
kespeare. Debían dejar que se fije la tener la idea. Su poesía se lamenta y se
atención en los otros; uno solo no ha de burla. E l inglés, que es una lengua que
tener derecho á todo. Es reunir demasía- aun no está bien formada, algunas veces
do poseer virilidad constante, inspiración le favorece y otras le perjudica, pero
siempre, metáforas y antítesis innumera- siempre en ella se transparenta la pro-
bles, muchos contrastes y profundidades, fundidad de su alma. E l drama de Sha-
generación incesante: en una palabra, kespeare se desarrolla con una especie
plenitud para la producción. de ritmo desafinado; es tan vasto que
Hace ya tres siglos que á Shakespea- vacila, tiene y d á vértigos; pero nada es
re, que es el poeta en toda su efervescen- tan sólido como su agitada grandeza.
cia, contemplan los críticos sóbrios con Shakespeare, calenturiento, encierra los
el disgusto que debe apoderarse al ver vientos, los espíritus, los filtros, las v i -
un serrallo de los espectadores impo- braciones, los huracanes, la oscura pene-
tentes. tración de los efluvios y l a gran savia
Shakespeare no tiene reserva, n i lími- desconocida. De esto proviene su agita-
tes, n i fronteras, n i vacíos. Su falta es ción, en cuyo fondo reposa la caima.
no tenerlos. Se desbordan como la vege Esta es l a agitación que falta á G-oethe,
tacion, como la germinación, como la por cuya impasibilidad le elogian sin
luz, como la llama. razón, sin comprender que la impasibi-
Shakespeare es inmenso: ha creado á lidad indica inferioridad. Esa agitación
Otelo, á Romeo, á Yago, á Macbeth, á ha turbado á todos los espíritus de pri-
Shylock, á Ricardo I I I , á Julio César, á mer órden, y la vemos en Job, en Esqui-
Oberon, á Puck, á Ofelia, á Desdómona, lo y en el Dante. Es preciso que en la
á Julieta, á Titania, hombres, mujeres, tierra el que es divino sea humano, y que
brujas, hadas y almas. H a creado ade se proponga á sí mismo el enigma que le
m á s á Ariel, á Pároli es, á Macduff, á martirice; cuando la inspiración es pró-
Próspero, á Viola, á Miranda, á Caliban diga, vá mezclada de cierto sagrado es-
á Jesica, á Cornelia, á Cresida, á Porcia, tupor. Cierta majestad del espíritu se
á Brabancio, á Polonio, á Horacio, á parece á las soledades y se complica con
Mercurio, á I m o g ó n e s , á Pandaro de el asombro. Shakespeare, como todos
Troya, á Bottom y á Teseo. E l poeta se los grandes poetas y como todas las
dá, se prodiga, se desparrama, sin ago- grandes cosas, está lleno de fantasías.
tarse j a m á s . Por qué? Porque no puede. Le asusta su propia vegetación y le es-
Es imposible que se agote, porque no panta su propia tempestad. Este es el
tiene fondo; se llena, se derrama y se signo de las supremas inteligencias. Su
vuelve á llenar. Es el cesto agujereado misma extensión le agita y le comunica
del génio. misteriosas y enormes oscilaciones. No
hay génio que no tenga olas. Llámesele
E n l a licencia y en la audacia del len-
ébrio y borracho; nos parece bien, por-
guaje, Shakespeare iguala á Rabelais.
que es salvaje, como el bosque virgen, y
Como todos los espíritus soberanos que
ébrio como la alta mar.
gozan de la orgía de la Omnipotencia,
se sirve l a naturaleza, se la bebe y os la Solo el cóndor, que parte y llega, vuel-
hace beber. Voltaire ha hecho bien en ve á partir y se remonta, sa cierne, se
reprocharle su borrachera. Shakespeare hunde y se precipita, puede dar idea del
tiene t a l temperamento que no se para, inmenso vuelo de Shakespeare, que es
n i se cansa, n i tiene compasión de los uno de los génios que Dios enfrenó ex-
raquíticos estómagos que se presentan presamente m a l , para que vuelen feroz-
candidatos á la Academia. No padece de mente por el infinito.
la gastritis que se l l a m a buen gusto, De vez en cuando viene á la tierra uno
porque es poderoso. ¿Qué otra cosa signi de esos espíritus. Su paso, como ya digi-
fica el inmoderado canto que entona al mos, renueva el arte, la ciencia, la filo-
t r a v é s de los siglos, ya de guerra, ya de sofía ó la sociedad.
orgía, ya de amor, que vá desde el rey Llenan un siglo y después desapare-
. Lear á la reina Mab, y desde Hamlet á cen. Entonces, no solo su claridad ilu-
Fastafí, que es doloroso como un suspiro mina un siglo, sino á la humanidad, de
y grande como la Iliada?... un extremo á otro de los tiempos, que se
Su poesía tiene el perfume acre de la apercibe que cada uno de esos hombres
miel que produce vagabundamente la es el espíritu humano mismo encerrado
abeja que no tiene colmena. Emplea la en un cerebro, que llega en un momen-
prosa y el verso y todas las formas que to determinado á la tierra, para haoer-
GUILLERMO SHAKESPEARE. 149
la dar u n paso en el camino del pro de Dios y llaman á los poetas mentiro-
greso. sos: el drama es l a conciencia humana
Terminada su vida y realizada l a m i - sorprendida en el momento de realizar
sión que hablan de cumplir, se unen por un acto y colocada en condiciones que
medio de la muerte al misterioso grupo combate, que gobierna ó que transforma.
con el cual acaso viven en familia en el E n él el poeta tiene t o d a v í a algo supe-
infinito. rior; la facultad de mover y de agitar las
almas, como las agitarla y moverla el
mismo Dios.
No detiene la acritud de los críticos sa-
L I B R O SEGrUIsTDO. ber que Dios vive en los grandes espíri-
tus, y los m á s grandes siempre fueron
los m á s combatidos. A veces hasta las
Shakespeare.—Su obra.—Los puntos culminantes.
inteligencias atacan al génio, y es ma-
ravilloso que los inspirados desconozcan
a inspiración. Han combatido rudamen-
I.
te á Homero, á Erasmo, á Bayle, á Scalí-
Es propio de los genios de primer ór- gero, á Saint-Evremond y á Voltaire, á
den producir cada uno un tipo, un ejem- muchos padres de la Iglesia y á familias
plar del tiombre, cuyo retrato regalan á enteras de filósofos, á l a escuela de A l e -
la humanidad, los unos riendo, los otros j a n d r í a en masa, á Cicerón, Horacio, L u -
llorando, los otros pensativos. Estos ú l - ciano, Plutarco, Josefo, Dion, Crisóstomo,
timos son los superiores. Planto, riendo, Dionisio de Halicarnaso, Filóstrato, Me-
crea á Anfitrión; Rabelais, riendo, crea á trodoro deLampasco, P l a t ó n y P i t á g o r a s .
G a r g a n t ú a ; Cervantes, riendo, crea á En esta enumeración hemos omitido á
Don Quijote; Beaumarchais, riendo, crea Zoilo, porque el ódio no es la inteligencia;
á F í g a r o ; Moliére, llorando, crea á A l - porque injuriar no es discutir. Zoilo, Moe-
cestes; Shakespeare, meditando, crea á rius, Cecchi, Green, Avellaneda, Guiller-
Hamlet; Esquilo, meditando, crea á Pro- mo Lander, Visó y Freron son nombres
meteo. Los primeros son grandes, pero que no pueden i r mezclados con los pri-
los dos últimos son inmensos. meros que citamos, porque han herido a l
Estos retratos de l a humanidad, que género humano en las personas de sus ge-
legan como un adiós esos peregrinos que nios, y conservan aunen sus manos mise-
se llaman poetas, no están nunca favo- rables la mancha del cieno que les arroja-
recidos; son exactos y aparecen con pro ron. T o d a v í a no han conseguido la triste
funda semejanza, retratando en sus sem- fama que merecen y l a deshonra á que
blantes, como extracciones del alma, el se han hecho acreedores. Apenas se sabe
vicio, l a v i r t u d ó l a locura. L a l á g r i m a que han existido. Permanecen en u n
cristalizada se convierte en perla; l a son- semi-olvido m á s humillante que el ol-
risa petrificada concluye por parecerse vido completo. Si exceptuamos á dos
á una amenaza; las arrugas son signos ó tres, famosos por el desprecio que
de sabiduría, y algunos fruncimientos han inspirado, casi nadie conoce sus
de cejas son trágicos. Esta série de ejem- nombres. Clemente, que se l l a m ó á sí
plares humanos constituyen una lección mismo el hipercritico, que no tuvo otra
eterna que se dá á las generaciones; cada profesión que l a de morder y denunciar
siglo a ñ a d e algunos tipos, algunas veces á Diderot, desaparece y se le confunde
llenos de luz y de relieve, como Macette con el confesor Clemente de Dijon, con
Celimena, Tartuffe, Turcaret y el sobri David Clement, autor de l a Biblioteca cu-
no de Ramean; otras, delineados de riosa, con Clemente de Baize, benedicti-
perfil, como G i l Blas, Manon Lescaut, no de Saint-Maur, y con Clemente As-
Clarisa Harlowe y Cándido. cain, capuchino definidor y provincial
del Bearn. ¿De q u é le sirvió declarar que
Dios crea por intuición; el hombre crea la obra de Diderot era un tejido de pala-
por inspiración, á l a que a c o m p a ñ a me- bras tenebrosas y haber muerto loco en
ditación profunda. Esta segunda crea- Charenton, si después le han confundido
ción, que es la acción divina que realiza con cuatro ó cinco Clementes desconoci-
al hombre, constituye al genio. dos? A Famiano Strada, que se cebó con
E l drama lo crea el poeta colocándose T á c i t o , se le confunde con F a b i á n Es-
en lugar del destino, y lo forman la i n - pada, que era bufón de Segismundo
vención de tipos y de acontecimientos Augusto, De Cecchi, que t r a t ó de des-
tan extraños, que ciertas sectas religiosas trozar al Dante, se ignora aun si se l i a -
consideran como usurpaciones de la obra
OBRAS D E VICTOR HUGO.
los huesos revueltos de Juan Jacobo y que la obligan á cerrar los ojos y á
de Voltaire, que poco antes h a b í a n saca* exclamar: "Esquilo se vá á perder! ¡El
do del P a n t e ó n . Vaciaron el saco en el Dante caerá!,, Ven que se remonta un
hoyo, arrojándolos en él; chocaron los dios y los imbéciles le gritan: "¡Que te
dos cráneos, produciendo una chispa, vas á romper la crisma!,,
que no vieron aquellos hombres, y que
reconcilió la cabeza que habia concebi- V.
do el Diccionario filosófico con la que pen-
só el Contrato social. Después que sacu- A d e m á s , los génios desconciertan. Su
dieron el saco, un hombre cogió una potencia lírica les obedece ciegamente
pala y llenó la fosa con la tierra que y la detienen cuando les place. Parecen
antes h a b í a n sacado de ella. L a pisotea-
unos desenfrenados que se paran de
ron para que no apareciese removida; pronto. Estos desenfrenados son melan-
uno de los concurrentes recogió el saco, cólicos. Se suben y se p á r a n en la cima
como el verdugo recoge los despojos de de los precipicios; plegan allí las alas
la víctima; salieron de la empalizada, y se entregan á una meditación tan sor-
cerraron la puerta, subieron al carruaje prendente como sus arrebatos. Con tan-
y, mudos como siempre, desaparecieron ta audacia remontan su vuelo hasta lo
con el vehículo antes de que saliese infinito, como se sumergen en los abis-
el sol. mos.
Son gigantes meditabundos. Su t i t á -
IV. nica meditación, para dilatarse, necesi-
ta lo absoluto y lo insondable. Piensan
Saumaise es peor que Scalígero, por- como el sol irradia la luz.
que no comprende á Esquilo y lo recha- Sus idas y venidas hácia el ideal pro-
za. De quién es la culpa? E n parte de ducen vértigos. Para ellos no hay nada
Saumaise y en parte de Esquilo. demasiado alto n i demasiado bajo: sal-
E l hombre estudioso que lea atenta- tan del Pigmeo al Cíclope, de Polífemo
mente los supremos libros, experimenta á los Mirmidones, de la reina Mab á
en ocasiones durante la lectura súbitos Caliban, de u n Cándido amor á un dilu-
escalofríos, seguidos de un estado febril, vio, y del anillo de Saturno á la m u ñ e c a
que le hace exclamar: "¡Esto no lo compren- de una niña. Tienen una pupila telescó-
do!—Esto si que lo comprendo!„—Solo los pica y otra microscópica, con las que
espíritus de primer orden, solo los ge- escudriñan familiarmente las dos profun-
nios, que se sumergen en lo infinito, didades aterradoras ó inversas; lo infini-
producen en los lectores esa sensación, tamente grande y lo infinitamente pe-
que para unos es de estupor y para otros queño.
de éxtasis. ¿No ha de haber, pues, muchas gentes
Como ya dijimos, y repetimos ahora, el furiosas contra ellos? ¿Por q u é no se les
n ú m e r o de lectores selectos acumulados ha de reprochar lo que acabamos de de-
de siglo en siglo y sumándose á sí mis- cir? ¿A dónde iríamos á parar si se les to-
mos, concluye por formar las muche- lerase tales excesos? No tienen escrúpu-
dumbres, que compone la m u l t i t u d su- los para elegir el asunto, que unas veces
prema, que es el público definitivo de los es horrible, otras doloroso; desarrollan
genios. una idea hasta agotarla, aunque pro-
Este es el público que por fin hay que duzca inquietud ó temor, y no tienen
tratar. Existe, sin embargo, otro público, misericordia del prógimo. Crean de una
otros críticos y otros jueces, que ya he manera inmoderada. Si no, véase lo que
mos indicado. Estos son los descon- es Job, un gusano en una úlcera, y La
tentos. Divina Comedia, una série de suplicios, y
Los pedantes bravos son tan bondado- la litada, una colección de llagas y de
sos que tienen lástima á los grandes heridas. Cortan una arteria y se compla-
génios, porque son séres imperativos, t u cen en describirla. Consultad una por-
multuosos, violentos, extremados, indó- ción de opiniones sobre Homero; por
ciles con los Aristarcos, refractarios á la ejemplo, la de Scalígero, la de Terráson,
retórica oficial y rebeldes á la higiene la de Lamotte, y veréis cómo los tratan.
académica. Por eso tienen compasión de ¿No es una inteligencia consagrar la
Shakespeare y dicen: " E s t á loco! ¡Sube cuarta parte de u n canto al escudo de
demasiado alto!,, L a muchedumbre de Aquiles? E l que no sabe contenerse no
los pedantes queda atontada y se inco- sabe escribir. Es verdaderamente terri-
moda con Esquilo y con el Dante por ble que estos poetas todo lo remuevan,
GUILLERMO SHAKESPEARE.
tando vuestro terror, la prodigiosa re- yos, cantan pájaros, se mueven las hojas
verberación de lo desconocido. No es, y se abren las flores,
pues, de e x t r a ñ a r que esquivéis su fami-
liaridad y que no os sea enteramente
agradable su c o m p a ñ í a .
Para que recreen los libros colosales L I B R O CU.AJrtTO.
es preciso que los lectores sean atletas. Es
indispensable confesarlo: los mónstruos
de lo sublime desordenan y trastornan Crítica.
la vulgaridad de las costumbres, la vida
pedestre y el egoísmo tranquilo ó inofen- I.
sivo.
Sin embargo, en determinadas horas Todas las obras de Shakespeare, ex-
nada encontrareis tan hospitalario para ceptuando Macheth y Borneo y Julieta, es
el alma como esos espíritus severos, si os decir, treinta y cuatro de las treinta y
abismáis en su lectura. Su bondad y su seis que escribió, ofrecen cuando se estu-
dulzura no tienen límites. Os llaman di- dian una particularidad que no han no-
ciendo: Entrad. Os reciben en su casa tado hasta hoy los comentaristas y los
con fraternidad de arcángeles, afectuo- críticos m á s importantes; ha pasado des-
sos, melancólicos y consoladores. Os en- apercibida para los Schlegel y para el
contráis allí m u y bien, porque conocéis mismo Villemain, y sobre la cual es pre-
que os aman. ciso decir algo. Esta particularidad con-
Extraordinario poder supone extraor- siste en una doble acción que atraviesa
dinario amor. Se hincan de rodillas como el drama y que le refleja en pequeño. A l
vosotros para hacer oración, porque sa lado de la tempestad en el Atlántico, la
ben que Dios existe. Aplicad el oido á tempestad dentro de u n vaso de agua.
estos colosos y oiréis cómo palpitan. ¿Te- Así Hamlet tiene debajo de sí á otro
neis necesidad de amar, de llorar, de ar- Hamlet; mata á Polonio, padre de Laer-
rodillaros, de levantar las manos al cielo tes, y Laertes está ante Hamlet en la
con confianza y con serenidad? Pues es- misma situación que éste frente á frente
cuchad á los poetas, que ellos os ayuda- de Claudio. Hay, pues, dos padres que
r á n á elevaros hácia el dolor sano y fe- vengar; del mismo modo podria haber en
cundo y os h a r á n sentir la utilidad el drama dos espectros. T a m b i é n en el
celeste del enternecimiento. E l genio Bey Lear, al que desesperan sus hijas Glo-
tiene algo de la maternidad. neril y R e g a ñ a , y al que consuela su
Como las grandes m o n t a ñ a s tienen en hija Cornelia, se repite esta misma situa-
sus vertientes todos los climas, los gran- ción en Grlocester, que es víctima de la
des poetas tienen todos los estilos; les traición de su hijo Edmundo y se vé ido-
basta con cambiar de zona. Ascended y latrado por su hijo Edgardo. Es e x t r a ñ o
encontrareis la tormenta; descended y que se encuentre en Shakespeare la idea
encontrareis las flores. E l fuego interior bifurcada, haciéndose eco á sí misma un
se armoniza fácilmente con el frió exte- drama menor, copiando al drama princi-
rior; el ventisquero no desea otra cosa pal la acción, arrastrando á su satélite la
que ser cráter, y la salida m á s grata acción menor y la unidad cortada en
para la lava es al través de la nieve. No dos. Las acciones dobles han sido censu-
es e x t r a ñ o que salga en llamas de las radas por los comentadores que se han
cúspides de las m o n t a ñ a s polares. Este fijado en ellas. Nosotros no nos asocia-
contacto de los extremos es una ley de la mos á esa censura, pero esto no quiere
naturaleza, en la que á cada paso se pro- decir que aprobemos que se escriban dra-
ducen los efectos teatrales de lo sublime. mas con dos acciones. E l drama de Sha-
U n a m o n t a ñ a ó un genio son majesta- kespeare es un drama sui generis, es
des ásperas. Esas masas desprenden una propiamente suyo, es inherente á ese
especie de intimidación religiosa. E l poeta, está en la m é d u l a de sus huesos.
Dante está tan cortado á pico como el Por eso se ven en sus obras originalidades
Etna. Los precipicios de Shakespeare absolutamente personales é idiosincra-
equivalen á l o s abismos del Ohimborazo. sias que existen sin constituir ley. Esas
Las cimas de los poetas están cubiertas dobles acciones son enteramente shakes-
de nubes como las cumbres de las mon- pearianas. N i las admiten Esquilo n i
t a ñ a s , y sa oye en ellas el fragor de los Moliére, y nosotros aprobamos que no
truenos. E n los valles, en las gargantas, las admitan.
en los pliegues del terreno corren arro Esas dobles acciones son a d e m á s pro-
GUILLERMO SHAKESPEARE. 163
pias del siglo diez y seis. Cada época un bosque; el modo de crecer de cada
lleva su misteriosa marca de fábrica. Los árbol constituye un secreto; la savia sabe
siglos tienen cada uno su firma especial, o que hace y las raices obran como de-
que estampan al pió de las obras maes- Den. Tomamos las cosas como son en
tras y que es necesario saber descifrar y realidad; nos agrada lo que es excelente,
reconocer. E l siglo diez y seis no firma tierno ó magnífico; aplaudimos las obras
como el siglo diez y ocho. E l renaci- magistrales; no nos servimos de unas
miento era un tiempo sutil y de refle- 3ara rechazar las otras; no exigimos que
xión. E l espíritu del siglo diez y seis era Pidias esculpa catedrales n i que P i n a i -
de doble aspecto, y su idea estaba divi- grier embellezca los templos con crista-
dida en dos compartimientos. Observad les de colores; n i pedimos á Munster l a
los púlpitos de las iglesias. E l renaci- perfección del Parthenon n i al Parthe-
miento, con arte exquisito y caprichoso, non la grandeza de Munster. Nos satisfa-
hacia siempre repercutir el A n t i g u o Tes- cemos con que las dos obras sean bellas,
tamento en el Nuevo. E n todo habia y renunciamos de buen grado á criticar
doble acción. E l símbolo explica el per- al pavo real las patas, al cisne el grito,
sonaje, repitiendo su actitud. Si en un al ruiseñor las plumas, á la mariposa l a
bajo-relieve J e h o v á sacrifica á su hijo, oruga, á la rosa las espinas, al león el
en el bajo-relieve de su lado está Abra- hedor, al elefante la piel, á la cascada el
ham sacrificando á su hijo t a m b i é n . Jo- rumor, á la naranja las pepitas, al Océa-
ñ a s pasa tres dias en el vientre de la no la sal, al sol las manchas y á Noé l a
ballena, y Jesús pasa tres dias dentro desnudez. E l aliquando honus dormitat
del sepulcro. es permitido á Horacio y lo aceptamos.
Estas singulares repercusiones consti- Pero Homero estamos seguros de que no
tuyen uno de los modos de ser del arte se lo diria á Horacio. A aquella á g u i l a
profundo y rebuscado del siglo diez y le parecería delicioso este colibrí par-
seis. lero.
Por eso Shakespeare, que fué fiel al Convengo en que produce cierta satis-
espíritu de su época, ideó á Laertes, facción creerse superior á los demás y
vengando á su padre al lado de Hamlet, decir: Homero y el Dante son pueriles.
que vengaba el suyo, é hizo que aquel ¿Por q u é no se ha de procurar disminuir
persiguiese á Hamlet al mismo tiempo el valor de los génios? Es grato, por
que Hamlet perseguía á Claudio; por eso ejemplo, exclamar con el abate Trublet:
retrató tan bien la piedad filial de Cor Milton es un niño de escuela. ¡Cuánto génio
nelia en la piedad filial de Edgardo, ( ha de tener el que encuentra que Sha-
i m a g i n ó que sufriesen la i n g r a t i t u d de kespeare no lo tiene! A s í se lisonjean á
dos hijos desnaturalizados dos padres sí mismos ciertos hombres. E l autor de
miserables, uno de los que habia perdido estas líneas declara que lo admira todo
la luz de los ojos y el otro la luz de la como u n ignorante. Por eso ha escrito
razón. este libro.
Admiro y soy entusiasta. Creo que en
II. este siglo no ha de ser inútil este ejem-
plo.
Entonces no debe haber críticos? ¿ E n
tonces no debe haber censura? E l génio es III.
una entidad como la naturaleza, y por lo
tanto ha de ser, como ella, aceptado sin No esperéis, pues, ninguna crítica*
condiciones. Por la m o n t a ñ a se sube ó no Admiro á Esquilo, á Juvenal y al Dante
se sube. H a y gentes que critican el H i en conjunto y en detalle, y no me burlo
malaya piedra por piedra. E l E t n a de los grandes bienhechores de l a huma-
alumbra y vomita, lanza fuera su res- nidad. Lo que vosotros l l a m á i s defecto
plandor, su ira, sus lavas y sus cenizas, yo lo califico de acento. Recibo y doy las
y los críticos las cogen y las pesan. Entre gracias. No heredo las maravillas del
tanto el génio continúa haciendo su espíritu humano á beneficio de inventa-
erupción. Todo en él tiene su razón de rio. A l Pegaso regalado no le miro las
ser. Su sombra es el anverso de su luz; bridas. Las obras magistrales me dan
su humo proviene de su llama; sus pre- hospitalidad, y entro en ellas con la ca-
cipicios son proporcionados á su altura. beza descubierta y encuentro hermosa
Preferimos esto á aquello, pero nada la fisonomía del huésped. I n ú t i l es de-
decimos al presentir en esa maravilla la cir que admiro á Shakespeare. Y a que
presencia de Dios. Nos encontramos ens me han calificado de s¿mj9Ze algunos es-
164 OBRAS D E VICTOR HUGO.
tro paredes y limitada por Quintiliano, personas á quienes los dá? Estando un
L o n g i n , Boileau y L a Harpe. L a época dia en Florencia, en el j a r d í n de Cosme
que se llamó el gran siglo, y que lo fué, Ruccelai, en presencia del duque de
no es en el fondo m á s que un monó- M á n t u a y de Juan de Médicis, le oyó
logo literario. No se concibe n^da tan decir su enemigo Varchi, dirigiéndose á
e x t r a ñ o como una literatura diferente ambos príncipes: No permitáis que el pue-
de su época. Ciertas artes parece que blo lea ningún libro, ni siquiera el mió. Es
te agan escrito en el frontispicio: Se pro- curioso poner al lado de este consejo el
hibe la entrada. Nuestra opinión es que la que dió Voltaire al duque de Choisseul, y
poesía debe tener abiertas todas las que es una advertencia al ministro y una
puertas. H a llegado la hora de decir en intimación al rey: "Dejad que los badu-
alta voz: Todo para todos. L a civiliza- laques lean nuestras paparruchas. No
ción, que es ya mayor de edad, reclama hay en ello, monseñor, el m á s leve peli-
una literatura popular. gro. ¿Qué puede temer un gran rey como
E l a ñ o 1830 inició u n debate que, aun- el rey de Francia? E l pueblo no es más
que aparece literario en la superficie, es que chusma y los libros son simplezas,,.
humano y social en el fondo. E l debate Maquiavelo dice que no debe permitirse
debe cerrarse con una literatura cuyo que se lea nada, y Voltaire que debe per-
objeto sea el pueblo. mitirse que se lea todo: ambos consejos
E l autor de las presentes líneas escri tienen m á s puntos de contacto de lo que
bió, hace ya treinta años, esta frase, que parece á primera vista. Ambos eran dos
luego se ha repetido mucho: M poeta tie- temibles revolucionarios indirectos, dife-
ne á su cargo la curtt de almas. Y a ñ a d i r l a rentes en todo, pero idénticos en el fondo,
a q u í , si esto valiera la pena de decirse por el profundo ódio que profesaban á su
que aunque esa frase sea errónea, salió señor y que disfrazaban con adulaciones.
de lo m á s íntimo de su conciencia y le Nosotros, á nuestra vez, diremos al pue-
ha servido de regla toda la vida. blo que lea á Maquiavelo y á Voltaire:
Maquiavelo le inspirará horror y Vol-
taire desprecio al crimen coronado. Pero
VI los corazones deben dirigirse con prefe-
Maqaiavelo miraba al pueblo de un rencia hácia los poetas grandes y límpi-
modo extraño. Parece que intentaba con dos, ya sean tiernos como V i r g i l i o , ya
su política colmar la medida, hacer des- sean ásperos como Juvenal.
bordar l a copa, exagerar el horror sobre
los hechos del p r í n c i p e , aumentar la VII.
opresión para que se rebelase el oprimido
convertir la idolatría en execración y E l progreso del hombre debe realizarse
llevar las masas hasta el último extremo por medio del desarrollo de las inteli-
Exagera el despotismo para que estalle gencias. Instruid y enseñad. Todas las
en sus manos el tirano es un terrible revoluciones del porvenir están incluidas
proyectil que se dispara. Maquiavelo en estas palabras: E n s e ñ a n z a gratuita y
conspira, ¿pero en favor de quién y con obligatoria.
tra quién? Adivinadlo. L a apoteósis que L a enseñanza intelectual debe termi-
hace de los reyes sirve para formar regi narse con la explicación de las obras de
cidas. Coloca en la cabeza de su principe primer órden. Los génios han de estar en
una diadema de crímenes, una tiara de su cúspide.
vicios, una aureola de liviandades, y os En donde haya aglomeración de hom-
i n v i t a á que adoréis ese mónstruo, como bres debe colocarse, en sitio especial, un
si estuviese esperando un vengador. Grlo explicador público de los grandes pen-
rifica el mal, pero empujándolo hácia la sadores.
oscuridad, y en la oscuridad vive Har Quien dice gran pensador, dice gran
modio. Maquiavelo, revelador de los bienhechor.
atentados reales, servidor de los Médicis Nadie puede calcular la cantidad de
y de los Borgias, fué condenado en su ilustración que se desprenderá de la co-
j u v e n t u d á sufrir el tormento por haber municación del pueblo con los génios.
admirado á Bruto y á Casio. Quizá fué Esta combinación del corazón del pue-
cómplice de los Soderini en el rescate de blo con el corazón del poeta será la pila
Florencia. Recordó este hecho? Sus con- de Volta de la civilización.
sejos son como los truenos; les a c o m p a ñ a ¿Comprenderá el pueblo esta m a g n í -
en las nubes prolongado fragor. ¿Los fica enseñanza? Creemos que sí; el pue-
pronuncia en favor ó en contra de las blo tiene comprensión muy clara. Con-
GUILLERMO SHAKESPEARE. 171
currid un dia de fiesta á u n espectáculo Es hermosa tarea la de ilustrar a l
gratis, y os convencereis de que el audi- pueblo.
torio es expontáneo y es inteligente. E n Esta ilustración debe consistir en com-
el teatro se amontona, se prensa y se Dinar los principios con l a ciencia; en
amalgama, formando una masa que el introducir por grados en el hecho la can-
poeta se encarga de modelar. Las m u l t i - tidad posible de absoluto; en considerar
tudes se penetran fácilmente de lo ideal; á la utopia en sus diversos modos de
aproximadlas, como ellas desean, al gran realizarse; en que l a unión sustituya al
arte, y veréis cómo se conmueven; veréis antagonismo y l a unidad á l a unión; en
cómo n i un detalle les pasa desapercibi- tener por religión á Dios, por sacerdote
do. L a m u l t i t u d es una extensión l í q u i d a al padre, por oración la virtud, por cam-
y viva que está en constante ondulación. 30 la tierra, por lengua el verbo, por ley
Las masas son sensitivas. E l contacto el derecho, por móvil el deber, por higie-
con lo bello eriza e x t á t i c a m e n t e l a su- ne el trabajo, por economía l a paz, por
perficie de las multitudes, lo que es signo proyecto la vida, por fin el progreso, por
evidente de emoción. autoridad l a libertad y por pueblo a l
E l hombre del pueblo, aunque no esté hombre. Y encima de todo esto pone el
confundido con la m u l t i t u d , es excelente ideal. E l ideal: es decir, el tipo inmóvil
espectador de las grandes obras, por su del progreso en marcha.
inocente sencillez y por su sana curiosi- ¿De quién son los génios, oh pueblo!,
dad. L a ignorancia es u n apetito. Su si no son tuyos? Te pertenecen: son tus
contacto con la naturaleza la predispone hijos y a l mismo tiempo tus padres; por-
á sentir la emoción de lo verdadero. De que si t ú los engendras, ellos te ense-
bemos facilitar a l pueblo todas las ense ñ a n . Se alimentan de t u savia y se han
ñ a n z a s . Quisiéramos que se estableciera agitado en l a matriz universal, en l a
en las aldeas una cátedra donde se ex humanidad. Cada una de las fases del
pilcase Homero á los campesinos. pueblo tiene su encarnación; pero hay
que buscar el punto profundo donde
VIH. germinan, porque de tus e n t r a ñ a s salen
los génios, misteriosa muchedumbre.
E l defecto de l a presente época con Por eso vuelven á tí, y su autor, que
siste en que predomina l a materia. Pre- es Dios, te los dedica.
cisa infiltrar el ideal en el alma huma
na. D ó n d e acudiremos por él? Donde lo
haya. Los poetas, los filósofos y los pen
sadores lo retienen. E l ideal se encuen- L I B R O SEXTO.
tra en Esquilo, en Isaías, en Juvenal, en
el Dante y en Shakespeare. Derramad Lo bello a l servicio de lo verdadero.
esos génios en el alma profunda del gé-
nero humano. I.
Derramad en ella á Job, á S a l o m ó n , á
P í n d a r o , á Ezequiel, á Sófocles, á E u r í Sed siempre útiles, "génios,, y no nos
pides, á Herodoto, á Teócrito, á Planto desdeñéis cuando necesitemos vuestro
á Lucrecio, á V i r g i l i o , á Terencio, á Ho- concurso. A m a r el arte por el arte puede
racio, á C á t u l o , á Tácito, á San Pablo, á ser bello, pero amar al arte por el pro-
San A g u s t í n , á Tertuliano, á Petrarca, greso es m á s bello todavía. ¿Os hace
á Pascal, á Milton, á Descartes, á Cor falta soñar? Pues soñad a l hombre m á s
neille, á Lafontaine, á Montesquieu, á perfecto, esto es, a l hombre ideal. E l
Diderot, á Rousseau, á Beaumarchais, á profeta busca l a soledad, pero no el ais-
Sedaine, á K a n t , á Byron, á Schiller lamiento: desenreda el interior de su
Verted en ella todos los ingenios, desde alma los hilos enredados de l a madeja
Esopo hasta Moliére; todas las inteligen de l a humanidad, pero no los rompe. V á
cias, desde P l a t ó n hasta Newton, y todas al desierto á pensar y piensa en las mu-
las enciclopedias, desde Aristóteles hasta chedumbres: desde allí no habla diri-
Voltaire. giéndose á los bosques, sino á las ciuda-
De este modo, curando l a enfermedac des; allí no v é cómo l a yerba se plega
pasajera del género humano, le devol- al viento, sino cómo se doblegan los
vereis para siempre la salud. hombres; allí ruge, no contra los leones,
Volvemos á repetir que de l a destruc sino contra los tiranos. Allí medita y
cion, que redimió al mundo, saldrá l a llora.
construcción, que lo consolidará. Llora por el eterno cautiverio de Ba-
472 OBRAS D E VICTOR HUGO.
o
GUILLERMO SHAKESPEARE, 173
buscareis á Dios en donde está.,, Esto es Profecías. E l primero es Horacio, el se
casi panteismo. ¿Dejará de ser este libro gundo Lucano, el tercero Juvenal. E l
magnífico y soberano porque es unas 3rimero es P í n d a r o , el segundo Hesiodo,
veces democrático y obras iconoclasta? el tercero Homero.
Si no hay poesía en la Biblia, ¿en dónde A m a r no impide agradar, y una forma
la hay? del bien no excluye á la otra. Por el
Rsplicais: L a musa solo debe cantar, contrario, los diversos aspectos del bien
amar, creer y orar. Esto solo es verdad á se compenetran. Debemos confesar, esto
medias. No ha sido creada para cantar no obstante, que la existencia de una
el vacío, para amarse á sí misma, para ualidad no supone necesariamente la
creer en el dogma, n i para orar ante ído- otra; pero seria absurdo que una cuali-
los; pero ha sido creada para cantar el dad, m á s otra cualidad, dieran por re-
ideal, para amar á la humanidad, para sultado una disminución. E l que es útil
creer en el progreso y para orar postrán- y además bello es sublime. Así son San
dose ante el infinito. Ya que trazáis cír- Pablo en el siglo primero, Tácito y Ju-
culos alrededor del poeta, no tratéis de venal en el segundo, el Dante en el
sacarlo fuera del hombre. Que el poeta décimo-tercero, Shakespeare en el dé-
esté fuera del hombre por una parte, esto cimo-sexto y Milton y Moliere en el dé-
es, por l a de las alas, por la del vuelo i n - cimo-séptimo.
menso, por l a de la brusca desaparición Acabamos de pronunciar una frase
en las profundidades, nos parece bien, y que ha adquirido celebridad: E l arte por
debe ser así; pero con la condición de que el arte, que sin duda con l a mejor inten-
el poeta reaparezca en el hombre; que ción se ha atribuido al autor de este l i -
salga, pero que vuelva á ól. Que tenga Dro, pero que el autor de este libro no
alas para volar por el infinito, pero que 1a inventado. Léase cuanto hemos escri-
tenga pies para andar por la tierra. Que bo y en ninguna parte se e n c o n t r a r á esa
el astro de su pupila derrame una l á g r i - ::amosa frase, porque precisamente en to-
ma y que esta l á g r i m a amargue como la das nuestras obras hemos sostenido lo
de los hombres. De este modo el poeta contrario de lo que esa frase significa.
será humano y sobrehumano á l a vez Aclarado este punto, prosigamos.
Existir completamente fuera del hom E n los tiempos prehistóricos, cuando
bre no es existir. Genios, e n s e ñ a d m e las la poesía era fabulosa y legendaria, te-
plantas de los pies, para que vea que nia grandeza verdaderamente colosal.
en ellas tenéis, como yo, el polvo de l a L a causa de esto consistía en que era
tierra. útil. Orfeo domestica las fieras; Amfion
Que los fuertes apoyen á los débiles construye ciudades. E l poeta es doma-
los grandes á los pequeños, los libres á dor y arquitecto. Lino ayuda á Hércules
los esclavos y los pensadores á los igno y Museo á Dédalo, es decir, que lo prime-
rantes, es la ley que gobierna al mundo ro que se encuentra en los versos es su
desde Isaías hasta Volt aire. fuerza civilizadora. Y la tradición con-
Solo es grande el que tiene abnega cuerda con la razón; el buen sentido de
cion; así se conserva sereno en el infortu los pueblos no se e n g a ñ a nunca. Inventa
nio y no es infeliz en la desgracia. E fábulas, pero siempre en el sentido de la
deber moral es un buen hallazgo para e verdad. Todo es grande en aquellos leja-
poeta. E l deber tiene cierta semejanza nos tiempos. Pues bien; reconoced en
con el ideal y debe aceptarse sin reser Juvenal el poeta domador que admiráis
vas. No merecen desprecio la verdad, la en Orfeo.
honradez, la instrucción del pueblo n i la Pocos poetas han sido tan insultados,
conciencia. tan combatidos y tan calumniados como
Juvenal. L a calumnia levantada contra
II. él persiste aun al través de los siglos.
Los que aborrecen el m a l son t a m b i é n
Hay dos clases de poetas: el poeta de aborrecidos por todos los aduladores de
capricho y el poeta de la lógica; pero la fuerza y del éxito. T r a t a n de oscure-
existe t a m b i é n otro tercero, que partici cer la gloria de los grandes génios la tur-
pa de los dos, que corrige al uno con ba de serviles sofistas y de escritores re-
otro, los completa y los resume en una tribuidos para eso. Existe la i n d i g n a c i ó n
entidad m á s alta. Funde dos grandes fi de l a bajeza.
guras en una y es superior. E l primero
escribe el Cántico de los Cánticos, el segun-
do el Levitico, el tercero los Salmos y las
174 OBRAS D E VICTOR HUGO.
TOMO I V . 23
! ! I t t 1 t I I 1 ! I I ! t t M M I ! t ! I t 1 I I I t t 1 t t ! T t 1111 I t f 111111111 1 11 1 1 t I f t t í f I v \
TERCERA. PARTE.
prisionero se llama Ezequiel, aquel cau- jos los nombres de Duelo, Hambre, Ver-
tivo con alas es Cervantes, ¿Sabéis g ü e n z a . Peste y Miseria? ¿Será verdad
quiénes son los que van delante de vos- que deba dividirse en dos la cuna de
otros? E l enfermo es Tirteo, el esclavo es Hesiodo, entre Cunes en la Eolida, don-
Planto, el desgraciado es Espinosa .y el de se supone que nació, y entre Ascra en
criado es Rousseau. Pues esa enfermedad, Beocia, donde se cree que se educó? Ve-
esa servidumbre, esa desgracia y esa de- leyo Paterculus asegura que vivió veinte
bilidad constituyen la fuerza, pero la años después de Homero, y Quintiliano
fuerza suprema, el espíritu. dice que fué contemporáneo. ¿Cuál de
E l espíritu no se extingue por estar en los dos está en lo cierto? Nada importa
u n estercolero, como en Job, ó amenaza- no saberlo. Esos poetas murieron, pero
do por el palo, como en Epicteto, ó por el su pensamiento vive.
desprecio, como en Moliére. E l califa Más se ocupan ahora de ellos que cuan-
Almanzor hace que el pueblo escupa el do vivían. Los demás muertos descansan,
rostro de Averroes á la puerta de la mez- pero los génios trabajan; trabajan en
quita de Córdoba; el duque de Y o r k es- nuestros espíritus, elaborando la civili-
cupe en persona á la cara de Milton; un zación.
Roban, casi príncipe, intenta asesinar á Todo concluye bajo seis piés de tierra;
Voltaire á bastonazos. Se destierra á no, todo comienza, todo germina, brota
Descartes de Francia por la influencia y sale de allí. Esa m á x i m a solo reza con
de Aristóteles; el Tasso paga con veinte vosotros, hombres de espada, que des-
años de calabozo un beso dado á una aparecéis y os p u d r í s . E n vida los dora-
princesa; Luis X V encierra á Diderot en dos, las armaduras, los tambores, las
Vincennes; pero estos son incidentes pa- trompetas, las banderas desplegadas y el
sajeros. Esos príncipes, esos reyes, esas extrépito ilusionan á la muchedumbre,
apariencias que se tomaban por realida- que se admira de todo eso porque cree
des, se disipan, y no queda m á s que lo que tiene graudeza, y aclama al que
que debe quedar, el espíritu humano á leva casco ó coraza y viste brillantes
una parte, los espíritus divinos á la otra; atavíos. Pero la hora de la muerte es la
l a verdadera obra y los verdaderos obre- i c r a d e l a s diferencias. Juvenal puede
ros, l a sociabilidad completándose y fe- colocar á A n í b a l fácilmente en l a palma
c u n d á n d o s e , la ciencia indagando l a de su mano.
verdad, el arte creando lo bello y la vida No es César, sino el pensador quien
inferior aspirando á la vida superior. Es puede decir espirando: Deus fío. Mientras
indispensable abordar las cuestiones es hombre, la carne se interpone entre él
reales; la del progreso en la inteligencia y sus semejantes, que la carne es la nube
y por la inteligencia que necesita el con- que cubre al genio. Llega l a muerte y
curso de los poetas, de los profetas, de disipa l a nube y al hombre ilumina la
los filósofos y de los pensadores. E l m u n clara aurora del génio. L o que en él era
do se ha apercibido ya de que la filosofía desconocido se manifiesta en todo su es-
es u n alimento y la poesía una necesidad. plendor. Para que un espíritu irradie
Si renunciáis á los poetas, renunciáis á toda la luz, es necesario que muera.
l a civilización. H a llegado ya la época E l género humano comienza á deslum-
en que el género humano cuente con el hrarse cuando lo que era génio se con-
histrión que se l l a m a Shakespeare y con vierte en alma.
el mendigo que se llama Isaías.
Mientras vive, siembra desconfianzas
Cuando son invisibles es cuando los porque le tratan y le conocen. Camina
tenemos m á s presentes. Esos séres viven con la humanidad por la tierra, pesa,
después de muertos. perturba y estorba. Importuna el que
Cómo vivieron? q u é sabemos de ellos? tiene demasiada presencia. Los hombres
Algunas veces m u y poco, como pasa con no le consideran como semejante n i le
Shakespeare, y otras veces nada, como quieren bien; pero cuando muere cesa de
acontece con los que pertenecen á las causar molestias y envidias. Era un com-
edades primitivas. H a existido Job? ¿Ho petidor mientras vivia; cuando muere
mero es uno ó varios? Meceriac dice que pasa á ser un bienhechor, convirtiéndose
Esopo era bien configurado y Plaundo en hombre irreparable, según la frase feliz
asegura que tenia joroba. ¿Será verdac que Lebrun dijo refiriéndose á Montes-
que el profeta Oseo, para demostrar e quieu. Voltaire, que era grande en el si-
amor de su pátria, hasta cuando cayó en glo diez y ocho, es m á s grande todavía en
el oprobio y se convirtió en infame, se el siglo diez y nueve. L a fosa es un cri-
casó con una prostituta y puso á sus h i sol, y el p u ñ a d o de tierra que se arroja
GUILLERMO SHAKESPEARE. 181
en ella pasa por la criba las reputado-' Es tan inglés que trata de atenuar la
nes y las purifica. L a gloria de Voltaire | conducta de Enrique V I I I ; verdad es
perdió lo que tenia de falso y conserva lo que no le perdia de vista la reina Elisa-
que tenia de verdadero. Perder lo falso bet. Pero insistiremos en que, al mis-
equivale á ganar. Voltaire ya no es poe- mo tiempo que poeta inglés, es un genio
ta lírico, cómico, n i trágico; solo es el humano, y de esto dimana su gran-
crítico indignado contra el antiguo mun- deza.
do, el reformador de las costumbres que Inglaterra es egoísta. E l egoísmo es
trata de dulcificar la vida de sus seme- una isla. Lo que le falta á la A l b i o n , que
jantes. Voltaire decae como poeta, pero está entregada enteramente á sí misma,
crece como apóstol; ha sido m á s útil que y que hace que los otros pueblos la m i -
bello. Los que como el Dante y Shakes- ren muchas veces con recelo, es carecer
peare han producido lo bello, sobrepujan de grandeza desinteresada; pero Shakes-
á Voltaire, pero hasta debajo de los poe- peare se la dá, y cubre con su manto de
tas el sitio del filósofo tiene gran altura, p ú r p u r a los hombros de su p á t r i a . Sha-
y Voltaire es filósofo; es el sentido c o m ú n kespeare es cosmopolita y universal por
que d á golpes sin cesar. Exceptuando su fama, que se desborda por todas par-
en literatura, en todo lo demás es un tes de la isla y del egoísmo. Quitadle
buen juez. Shakespeare á Inglaterra y veréis cómo
Tales son los efectos que produce la disminuye la reverberación luminosa de
tumba en las grandes inteligencias; de- esa nación. Shakespeare modifica la fiso-
j a n al morir tras sí estela luminosa. Su nomía inglesa y hace desaparecer de ella
desaparición resplandece. L a muerte les la semejanza que tiene á Cartago.
d á autoridad. Es e x t r a ñ a la significación de la apa-
rición de los génios. N i Esparta n i Car-
II. tago han dado á luz un gran poeta. Este
es el veredicto m á s grave que puede pro-
Shakespeare constituye la mayor glo- nunciarse contra ambas ciudades. Medi-
ria de Inglaterra. Inglaterra tiene en la tad sobre esto y conoceréis que Esparta
política á Cromwell, en filosofía á Ba- fué el pueblo de la lógica y Cartago el
con, en ciencia á Newton, que son tres pueblo de la materia; pero n i aquella n i
elevadísimos ingenios; pero á Cromwell ésta fueron el pueblo del amor. Cartago
se le tacha de cruel, á Bacon de bajeza y inmoló á sus hijos por medio de la espa-
de Newton debemos decir que el edificio da y Esparta sacrificó á sus vírgenes por
que construyó se arruina en la actua- medio de la desnudez; aquella m a t ó l a
lidad. Shakespeare permanece siendo inocencia y ésta el pudor. Cartago solo
puro, lo que no le sucede á Cromwell n i conoció sus fardos y sus cajas y Esparta
á Bacon, y su obra es indestructible, lo solo conoció la esclavitud de l a ley. Por
que no le sucede á Newton. A d e m á s , ella murieron los trescientos de las Ter-
como genio raya á mayor altura. Por mópilas. Cartago fué dura, Esparta fria;
encima de Newton están Copérnico y Gra- eran dos repúblicas de granito. No cono-
lileo; por encima de Bacon, Descartes y cieron los libros. Dios, que nunca se
Kant; por encima de Cromwell, Danton y equivoca, no quiso sembrar génios en
Bonaparte; por encima de Shakespeare tierras tan infecundas. No fructifica el
no está nadie; tiene quien le iguale, pero trigo en las rocas.
no quien le supere. Su ciudad natal es Esparta y Cartago, sin embargo, fue-
una ciudad predilecta; Stratford sobre ron heróicas; cuando necesitaron m á r t i -
el A v o n tiene l a certeza que no tienen res ó capitanes los tuvieron. E n la pri-
Esmirna, Rodas, Colofón, Salamina, mera nació L e ó n i d a s , en la segunda
Chio, Argos y Atenas, las siete ciuda- Aníbal; pero ninguna de las dos fué l a
des que se disputan el nacimiento de cuna de Homero: les faltó ese no sé q u é
Homero. tierno de lo sublime que hace brotar de
Shakespeare es u n espíritu humano, las e n t r a ñ a s del pueblo al poeta. Esa
pero t a m b i é n un espíritu inglés, tan esce- ternura latente, ese flehile nescio quid, lo
sivamente inglés, que llega hasta favore- tuvo Inglaterra. L o prueba Shakespea-
cer á los reyes detestables que presenta re; tambiem lo podría probar Wiber-
en escena, cuando son ingleses, y á reba- force.
j a r á Felipe Augusto delante de Juan Inglaterra, que es comerciante como
Sin Tierra, y á crear expresamente al Cartago y legal como Esparta, vale m á s
miserable Falstaff para que pesen sobre que ambas. Tiene en su favor la excep-
él las iniquidades del jóven Enrique V . ción augusta del poeta. Haber conce-
OBRAS D E VICTOR HUGO.
neos.,, Qué os parece esa teoría? I n ú t i l la segunda debe ser tan grandioso como
es decir que ha tenido adhesiones en I n - el de la primera; Juana de Arco reclama
glaterra y propagandistas en Francia. un monumento tan notable como Nues-
A d e m á s de Shakespeare, excluye senci- tra Señora de París. Inglaterra está en
llamente de la "vida,, literaria á Schi- deuda con Shakespeare y Francia con
11er, á Corneille, á Milton, al Tassd, al Juana de Arco.
Dante, á V i r g i l i o , á Eurípides, á Sófo- Semejantes ingratitudes deben de-
cles, á Esquilo y á Homero. Verdad es nunciarse. L a principal responsabilidad
que coloca en la gloria á Aulu-Grelle y á debe recaer en las actuales aristocracias
flestif de la Bretone. Oh crítico! Tie- gobernantes, que tratan de vendar los
nes razón; Shakespeare no es viable, es ojos de las masas; pero la conciencia lo
inmortal. mismo existe en los pueblos que en los
Otro crítico, t a m b i é n inglés, pero de individuos, y la ignorancia debe tomar-
la escuela escocesa, puritano, pertene- se todo lo m á s como circunstancia ate-
ciente al grupo de descontentos que ca- nuante: cuando la j usticia se desconoce
pitaneaba K n o x , declaraba por enton- durante siglos, son responsables los go-
ces que la poesía era cosa pueril; que biernos, pero por culpa de las naciones.
la belleza del estilo era un obstáculo que L a justicia nos obliga á decir la verdad
se oponía entre la idea y el lector; que á los pueblos. Francia é Inglaterra obran
el monólogo de Hamlet era "lirismo mal.
frio;; y el adiós de Otelo á las banderas Adular á los pueblos seria peor que
y al campamento "una declamación,,, y adular á los reyes; la adulación á los
comparaba las metáforas de los poetas unos supone bajeza y á los otros co-
con las estampas de los libros que solo bardía.
sirven para divertir á los muchachos, Los pueblos no tienen el derecho de
despreciando profundamente á Shakes- acusar indefinidamente por sus faltas á
peare, porque desde el principio hasta el los gobiernos. Aceptar la opresión, aca-
fin sus obras estaban plagadas de esta ba por suponer en cierto modo complici-
clase de estampas. dad: la pusilanimidad de un pueblo,
No hace mucho, precisamente en Ene- cuando llega á soportar un yugo, del
ro de este mismo año, un culto periódico que pudiera libertarse haciendo un es-
de Lóndres preguntaba quién era m á s fuerzo de voluntad, traspasa los límites
célebre en Inglaterra, Shakespeare ó de la paciencia que deben tener los hom-
Calcraft el verdugo:—'"Hay ciertas loca- bres honrados; entre el gobierno que
lidades en este ilustrado pais, en las que hace el mal y el pueblo que lo consiente,
si pronunciáis el nombre de Shakespea- hay cierta solidaridad vergonzosa. E l su-
re os contestarán: "No sé quién puede frimiento es venerable, pero el yugo no
ser ese Shakespeare que arma tanto r u i - se debe sufrir. Dicho esto, prosigamos.
do; pero apuesto cualquier cosa á que le Notemos esta coincidencia singular:
vence Hamner Lone por cinco libras.;; Voltaire, que reniega de Shakespeare,
Pero saben quién es el verdugo.,, (Daily- insulta t a m b i é n á Juana de Arco; y
lelegraph, 13 Enero 1864.) Voltaire, lo confesamos con a l e g r í a y con
tristeza al mismo tiempo, encarna el es-
IV. píritu francés. E l espíritu francés, pero
solo hasta l a revolución. Porque desde
De todos modos Shakespeare no tiene la revolución, á medida que Francia se
aun el monumento que Inglaterra le emancipa, el espíritu francés se agiganta
debe. y tiende á ser el espíritu europeo; es
Digamos de paso que Francia es poco menos local y m á s fraternal, menos galo
m á s ó menos lo mismo. Otra gloria dis- y m á s humano. Cada d í a representa
t i n t a de Shakespeare, pero tan grande más P a r í s el corazón del mundo. V o l -
como la de éste, Juana de Arco, espera taire continúa siendo lo que era, el hom-
hace mucho tiempo u n monumento na bre del porvenir, pero t a m b i é n el hombre
cional digno de ella. del pasado; una de esas glorias que unos
L a tierra de la G-alia tiene católica é reconocen y que otros niegan: tiene en
históricamente por patronas dos figuras contra suya haberse burlado de Juana
augustas, María y Juana: una de ellas de Arco y de Shakespeare, y el ridículo
es santa, es la Virgen; la otra es heróica, que t r a t ó de echar contra ellos, la poste-
es la Doncella de Orleans. Luis X I I I en- ridad lo vuelve contra él.
t r e g ó la Francia á la primera y la otra
rescató á la Francia. E l monumento de
GUILLERMO SHAKESPEARE. 185
quico si los hay, contempla y venera su
propia personificación actual; la digna
madre, l a noble viuda se inclina ante la
Después de todo, ¿para q u é necesita majestad ideal con el respeto profundo
Shakespeare un monumento? L a estatua que tan bien cuadra á la majestad ma-
que se ha levantado á sí mismo, teniendo terial; la reina de Inglaterra saluda á
por pedestal á Inglaterra, vale m á s que Shakespeare; el homenaje tributado por
el mejor mausoleo. Victoria es como la reparación del des-
E l m á r m o l y el bronce no pueden ha- den de Elisabet. Quizá no esté lejos de
cer que brille m á s su gloria n i aumen- allí la figura de ésta esculpida bajo una
tar u n codo su grandeza. ¿Puede haber cornisa al lado de Enrique V I I I , su pa-
bóveda tan indestructible como la que dre, y de su sucesor Jacobo I , cuyas
forma E l cuento de invierno, L a tempestad, figuras son enanas ante l a grandeza de la
Las alegres comadres de Windsor, Los dos del poeta. Suena el estampido del cañón,
hidalgos de Verona, Julio César y Córiola- descórrese el p a ñ o que cubre l a estátua,
no? ¿Puede haber monumento m á s gran- la cual aparece como diciendo ¡por fin!,
dioso que Lear, ó m á s terrible que E l engrandecida por la sombra de trescien-
mercader de Venecia, ó m á s deslumbrador tos años, de tres siglos, que supone en
que Romeo y Julieta, ó m á s rico que R i - u n coloso un desarrollo inmenso. Para
cardo ILI? ¿Hay luna que pueda alum- hacer esa e s t á t u a se han utilizado las de
brar este edificio con luz tan misteriosa York, Cumberland, P i t t y Peel: se han
como la de E l sueño de una noche de ve- destruido una porción de estátuas de
rano? ¿Qué capital, aunque sea Lóndres, hombres que no las merecían; se han
puede producir á su alrededor rumor tan fundido los monumentos de los Enriques
gigantesco como el alma tumultuosa de y los Eduardos, de los G-uillermos y de
Macbeth? ¿Que m a d e r á m e n de cedro ó de los innumerables Jorges; se ha echa-
encina d u r a r á tanto como el Otelo? ¿Qué do abajo el Aquiles de Hyde-Park. L a
bronce será tan indestructible como el figura de Shakespeare es tan grande
Hamlet? No hay construcción humana como la de un F a r a ó n ó la de un Sesos-
de hierro n i de bronce que dure lo que el tris. E l sonido de las campanas, el extré-
aliento profundo del genio, que es la pito de los tambores, los acordes de las
respiración de Dios al través del hombre. músicas, los aplausos y los burras hien-
E l cerebro que encierra una idea es una den los aires.
cúspide superior á los monumentos de Y qué?
piedra y de ladrillo. ¿Qué edificio iguala Todo eso h o n r a r í a á Inglaterra, pero
á un pensamiento? L a torre de Babel es seria completamente indiferente á Sha-
m á s baja que Isaías, la pirámide Cheops kespeare.
es m á s p e q u e ñ a que Homero, el Coliseo ¿Qué vale el saludo de la m o n a r q u í a ,
es inferior á Juvenal, la Giralda de Se- de la aristocracia, del ejército y del pue-
v i l l a es m á s enana que Cervantes, San blo inglés, para quien ha conseguido l a
Pedro de Roma no tiene la altura del aclamación de los siglos y de los hom-
Dante. ¿Cómo podríais levantar una bres? ¿Qué oración del obispo de Lóndres
torre que fuera tan alta como Shakes- ó del arzobispo de Cantorbery equivale
peare?... al grito que Desdémona arranca á una
Imaginaos por un instante que se le mujer, A r t u r o á una madre ó Hamlet á
construye un monumento magnífico ó un alma?
un arco triunfal, u n obelisco, una cate- Si la opinión universal reclama con
dral, un circo, y que en el centro se le- insistencia u n monumento para Shakes-
vanta un pedestal. No hay pueblo m á s peare, no es por él, es por Inglaterra.
noble n i m á s m a g n á n i m o que el pueblo Hay ocasiones en que el pago de una
inglés. Juntad las ideas de Inglaterra y deuda importa mucho m á s al deudor que
de Shakespeare, y después levantad un al acreedor.
edificio sobre ellas. Seria de ver á una U n monumento es una e n s e ñ a n z a . Es
n a c i ó n como esa conmemorando á un bueno que los t r a n s e ú n t e s sepan que
hombre como Shakespeare. I m a g i n a d existen grandes hombres. Los que no sa-
el monumento y el acto de la inaugura- ben leer, miran; encuentran á su paso
ción. Concurren los pares y los diputa- un pedestal y sin querer levantan la vis-
dos de la C á m a r a de los Comunes, ofi- ta, si saben leen la inscripción; los que
cian los obispos, los príncipes forman el no fijan la atención en u n libro, la fijan
cortejo y l a reina asiste. L a virtuosa se- en una e s t á t u a . Pasando un día por el
ñ o r a es en la que el pueblo inglés, m o n á r - puente de Rouen, en donde está colocada
TOMO TV. 24
186 OBRAS D E VICTOR HUGO.
todos provienen de la revolución fran- tes, que los que viven en la miseria ca-
cesa. E l 89 demolió la Bastilla y el 93 minan sobre hierros encendidos. Los
destronó el Louvre; del 89 salió la Re- Dobres sufren, padecen hambre y sed.
dención y del 93 la Victoria. Esos dos Evitemos que viva en el ócio el parásito,
años son los padres de los hijos del siglo a hiedra, el m u é r d a g o . Nuestra salva-
diez y nueve. No les busquéis otra filia- ción consiste en destruir los séres que se
ción n i otro origen; son los demócratas alimentan devorando. Abundan la indi-
de l a idea, como sus padres fueron los gencia, la desnudez, la impudicia, la
demócratas de la acción. Son los emanci- miseria, los lupanares, los presidios, los
padores. mrapos, el hambre, los crímenes, y las
Hasta los que entre ellos han nacido infelices criaturas crecen para el mal y
aristócratas y que por sus familias perte- en cámbio escasean las escuelas. E l m i -
necen al pasado, que empezaron á bal- serable lecho de hermosísimas jóvenes
bucear respetando á la m o n a r q u í a , hasta se transforma como por encanto en lecho
esos mismos no me desmentirán, porque mullido adornado de seda y lentejuelas
sienten desde su infancia el influjo del de oro, naciendo así la peor de las m i -
m ó n s t r u o sublime y en su conciencia la serias, l a desgracia a c o m p a ñ a d a del
agitación de misteriosas ideas, que, t u r - vicio. U n a sociedad semejante reclama
bando su espíritu, observan cómo se des- inmediato auxilio. Busquemos el reme-
vanece en él la fó en la m o n a r q u í a , en dio. Dónde está la tierra prometida? En-
el catolicismo y en la aristocracia. caminemos nuestros pasos hácia ella, que
Algunos les reprochan con dureza este la civilización desea marchar. Ensaye-
cámbio, calificándolo de traición, porque mos las teorías, los sistemas y los inven-
pasan del derecho divino al derecho hu- tos, las mejoras y el progreso, hasta que
mano y porque vuelven las espaldas á la consigamos caminar con paso seguro. E l
falsa historia, al falso dogma, á la falsa ensayo no cuesta nada ó cuesta m u y
filosofía y á la falsa verdad. Debe ser poco. Ensayar una cosa no es adoptarla
sensible para las inteligencias ignoran definitivamente. Pero ante todo y sobre
tes ver semejantes cámbios. E l creci- todo, difundamos la ilustración. Abramos
miento y el desarrollo lo toman por de par en par las ventanas al aire y á la
apostasía los séres enclenques y enanos luz, que la ventilación es indispensable
Los escritores y los poetas del siglo para la salud de las almas.
diez y nueve gozan de la satisfacción de Que nada se pierda, que ninguna fuer-
salir de un génesis, de llegar á la vida za se aisle. Manos á la obra, que urge
después del fin de un mundo, de presen realizarla, y desechemos el arte indolente
ciar la nueva aparición de la luz y de ó inútil. Constituyamos á la poesía en
ser los órganos de una nueva obra. Esta obrera de la civilización. Pongamos la
situación les impone el cumplimiento de belleza al servicio de la honradez. Con-
deberes que sus antecesores desconocie virtámonos en súbditos de nuestra con-
ron; han de reformar con reflexión y han ciencia, y ya que nos llama, acudamos
de civilizar por medio de la acción d i diligentes á su llamamiento. Que la ver-
recta. No vienen á continuar ninguna dad sea la única soberana del mundo.
obra, sino á empezarla. L a misión de los L a revolución es la Francia sublima-
pensadores en l a actualidad es m u y da. Francia fué la fragua en la que los
compleja: deben pensar, amar, obrar y mártires guerreros adquirieron alas, y
sufrir. Si oís el estruendo del c a ñ ó n en de cuyas llamas salió convertida en ar-
las calles, abandonad la pluma; si veis cángel. Hoy Francia se llama en todo el
que se levanta una barricada, i d á de mundo Revolución, y en lo sucesivo esta
tenderla; si se os condena al destierro palabra será el vocablo que se aplique á
aceptadlo; si os condenan á muerte, acep la civilización, hasta que ésta pueda lla-
tadla también. Sed si es preciso al mismo marse A r m o n í a . Dije, y repito, que no
tiempo Montesquieu y John Brown. E" debe buscarse en otra parte el origen y
Lucrecio que reclama la obra del pre el nacimiento de la literatura del siglo
senté siglo debe ser t a m b i é n Catón. T a diez y nueve. Somos los hijos de nuestra
les son las necesidades actuales del pro augusta madre la revolución.
greso. E l poner á Pelion por encima de Os saludamos, poetas, filósofos, histo-
Osa es obra de niños, comparada con la riadores, gigantes de las artes del siglo
obra de colocar el derecho sobre la ver pasado: os saludamos, repito, pero no os
dad. E l porvenir tiene prisa. M a ñ a n a seguimos. Vuestra misión no es la nues-
será tarde: la humanidad no puede per tra. Trabajasteis en la edad v i r i l del g é -
der n i u n solo minuto. Seamos diligen nero humano, pero ahora hemos cambia-»
GUILLERMO SHAKESPEARE. 189
do de edad. Iluminados por lo ideal, el único en el que resplandecía la victo-
asistimos á l a majestuosa conjunción de ria. E l grito de espanto convertíase en
lo bello con lo útil. N i n g ú n genio actual aclamación para saludarlos. Pasaban por
ó posible os sobrepujará, genios de las el horizonte dejando una horrible estela
edades pasadas, porque solo se permiten de fuego en su camino. No iluminaban
tener la ambición de igualaros, y para el cielo, lo encendían. P a r e c í a como que
igualaros necesitan ser en su época lo quisieran tomar posesión de lo infinito.
que fuisteis en la vuestra. Los escritores, Mezclábase al esplendor de su gloria el
hijos de la revolución, tienen que cum- ruido de horrendos cataclismos y una
plir una misión santa. Debe llorar su luz rojiza que prevenía de la p ú r p u r a ,
epopeya Homero; debe protestar su his- de la sangre, ó t a l vez de la v e r g ü e n z a .
toria Érodoto; debe destronar su sátira Su e x t r a ñ a luz hacia pensar involunta-
Juvenal; debe dirigir al pueblo el tú riamente en el rostro de Caín. Odiábanse
serás rey Shakespeare; sus Prometeos de- con ódío implacable. Estos enormes as-
ben abatir á J ú p i t e r Esquilo; sus ester- tros chocaban furiosamente los unos con-
coleros deben fecundar, Job; sus infiernos tra los otros, produciendo rayos sinies-
deben extinguirse, Dante, y sus Babilo- tros. L a luz llegaba por medio de las
nias, en vez de destruirse, deben difun- espadas. Todo eso p e n d í a terriblemente
dir la ilustración á los cuatro vientos, sobre nuestras cabezas.
Isaías. C u m p l i r á n su misión los hombres Esa es la t r á g i c a luz que ilumina los
actuales, como vosotros, genios, cumplis- tiempos pasados y que se extingue visi-
teis la vuestra: contemplan directamente blemente en los presentes.
la creación y la humanidad, y no admi- Decaen la guerra, el despotismo, la
ten que les ilumine n i n g ú n rayo de luz teocracia, la esclavitud y el p a t í b u l o .
de reflejo, n i siquiera el vuestro. Como L a espada está en el suelo, la tiara des-
vosotros, tienen en el exterior el punto aparece, la corona se simplifica, las ba-
de partida en el Sér universal y en el tallas son menos frecuentes, los penachos
interior el punto de partida de su con- bajan, la usurpación se circunscribe, la
ciencia, y buscan la inspiración de su cadena se alígera, el suplicio se suaviza.
obra en la fuente única de la que mana E s t á p r ó x i m a á desaparecer la influencia
la naturaleza y el arte, de la fuente de que unos pocos ejercían sobre todos y
lo infinito. Hace cuarenta años el autor que se llamaba derecho divino. L a legi-
de este libro decia que los poetas y los timidad, la gracia de Dios, l a monar-
escritores del siglo diez y nueve no tie- q u í a antigua, la posesión de los pueblos
nen n i maestros n i modelos: sigue afir- por medio de la herencia, luchan aun en
mando lo mismo. No los tienen, porque algunos puntos, como en Ñ á p e l e s y en
su modelo es el hombre y su maestro Prusia, ó mejor dicho, se resisten, como
Dios. la muerte que se esfuerza por vivir. De
los pálidos labios del siervo, del vasallo,
del proletario y del p á r i a salen sonidos
inarticulados, que m a ñ a n a serán pala-
bras y en el porvenir el verbo. Se rom-
L I B R O TERCERO. pe l a mordaza en los dientes del género
humano, y éste, que hasta ahora ha cami-
nado por la calle de amargura, se niega
L a historia real.—Cada uno debe ocupar su sitio.
á pasar m á s adelante.
I. Hoy son imposibles las formas despó-
ticas. Hoy el F a r a ó n es una momia, el
E n el firmamento aparece una nueva S u l t á n un fantasma y el César una falsi-
constelación. ficación.
Los astros que hasta ahora han alum- E l período de los hombres de fuerza
brado al género humano empiezan á pa- ha terminado ya. Fueron gloriosos, pero
lidecer y á extinguirse. con gloria sangrienta. Esos hombres son
Desde que existe la tradición humana, solubles en el crisol del progreso y la ci-
solo han brillado en el empíreo de la his- vilización los oxida. A l punto de madu-
toria y han ejercido una supremacía ex- rez que ha llegabo la conciencia univer-
clusiva los hombres de la fuerza. E l sal, después de la revolución francesa, el
grupo del Apocalipsis, condensado en la héroe ya no es héroe sin saber por qué;
expresión héroes, compuesta de reyes, el capitán se discute y el conquistador es
emperadores, jefes, capitanes y prínci- inadmisible. Si L u í s X I V invadiera hoy
pes, era el único que centelleaba la luz, el Paiatinado, nos produciría el efecto de
190 OBRAS D E VÍCTOR HUGO.
ees tiene excelentes ideas, ha inventado fué el piloto que descubrió en 1405 las
dar á una opinión política el nombre de islas Canarias; ni quién fué el fabricante
una virtud. Instrumentum regni. Ser rea- bizantino de instrumentos de cuerda que
lista en Inglaterra es ser leal. Por lo inventó el órgano en el siglo diez y ocho;
tanto, el que es demócrata es desleal, ó ni el albañil de Campania que inventó
lo que es lo mismo, es una variedad de el reloj, colocando en el templo Quirino
los hombres deshonrados. Cuando pase de Roma el primer cuadrante solar; no
por vuestro lado un republicano, guar- sabe quién fué el pontonero romano que
dad el bolsillo. Esto es ingenioso. Hoy inventó el empedrado de las poblaciones
todo el mundo tiene más gracia que para la construcción de la via Apia el
Voltaire, y la aristocracia inglesa es más año 312 antes de la E r a cristiana; ni el
sutil que Maquiavelo. carpintero egipcio que descubrió la cola
E l rey paga y el pueblo no. Hé aquí el de milano debajo del obelisco de Luqsor,
secreto de esta clase de historia, que y ]3or lo tanto una de las claves de la ar-
también tiene su tarifa de indulgencias. quitectura; ni quién fué el pastor caldeo
Escribiéndola de ese modo se saca honra que fundóla astronomía, observando los
y provecho; la honra para el señor y el signos del Zodíaco; ni quién fué el cala-
provecho para el historiador. A Procopio fate corintio que, nueve años antes de la
se le nombra prefecto, y si esto no basta, primera olimpiada, calculó la fuerza de
se le expide el título de ilustre por me- la triple palanca, inventando el trirremo
dio de un decreto; á Bossuet se le nombra y el remolcador; ni tampoco sabe quién
obispo, á Fleury prelado, prior de Ar- fué el labrador macedonio que descubrió
genteuil; á Karamsin senador y á Cante- la primera mina de oro en el monte
mir príncipe. Pero lo admirable es reci- Pangeo.
bir paga por hablar en pró y por hablar No la preguntéis nada de eso, porque
en contra, como por ejemplo le sucedió no lo sabe. No conoce á esas gentes. ¿Se
á Fontanes, á quien nombraron senador ha de ocupar la historia de un labrador,
por ser idólatra y par de Francia por es- de un calafate, de un pastor, de un car-
cupir al ídolo. pintero, de un pontonero, de un albañil,
Esta clase de historia solo se ocupa de de un vidriero ó de un comerciante? L a
lo que sucede en el Louvre, en el Vati- historia no se ocupa de esa gentuza.
cano, en el Serrallo, en el Buen Retiro, Existe en Nuremberg, cerca de E g i -
en Windsor, en Scheubriin, en Postdam dieu-Platz, una casa frente á la iglesia
ó en el Kremlin. Fuera de esas diez ó de Saint-Egilles; en el segundo piso de
doce casas, no pasa nada que pueda in- esta casa y sobre un trípode de hierro
teresar al género humano. Pero todo lo descansa un objeto de forma esferoidal,
que ocurre en la guerra al guerrero y al cubierto con un pergamino ceniciento,
rey en el trono y en la corte tiene gran- sobre el cual se describen multitud de
deza. Quien no esté dotado de esta grave líneas que en su tiempo debieron ser de
puerilidad no sabe ser historiador. Efec- color rojo, amarillo y verde. Este objeto
tivamente, la habilidad de los gobernan- es un globo representando la tierra tal
tes y la apatía de los gobernados han como se conocía en el siglo X V . Hácia
arreglado y confundido las cosas de tal el 24° de latitud en el signo Cáncer está
manera, que todas las formas de la régia indicada vagamente una al parecer lla-
estupidez ocupan un sitio importante en mada isla Antilla, que un dia llamó po-
los destinos humanos, y no debe mara- derosamente la atención de dos hombres;
villar que el movimiento de los ejércitos uno de ellos, el que habia construido el
y de las escuadras, el adelanto ó el retro globo y dibujado la Antilla, enseñó l a
ceso de la civilización, dependan de la isla al otro, y señalándola con el dedo
taza de té de la reina A n a ó del espan dijo: Ahí está. E l que miraba se llamaba
tamoscas del bey de Argelia: la historia Cristóbal Colon y el que dijo Ahí está
vá á caza de estas simplezas y las hace Martin Behaim. Antilla es hoy Améri-
pasar á la posteridad. ca. L a historia habla de Hernán-Cortés,
E s a clase de historia, que sabe tantas que devastó el Nuevo Mundo, y no con-
cosas inútiles, ignora muchas que inte- sagra una palabra á Martin Behaim, que
resan á la humanidad: no sabe quién fué lo adivinó.
ni cómo se llama el primer comerciante Si queréis saber el nombre del que
inglés que entró en China por el Norte "descuartizó,, á los hombres, del que
en 1612; ignora el nombre del primer vi- "los pasó á cuchillo,,, del que "les hizo
driero que estableció en Francia la pri- morder el polvo;, y del que hizo otras
mera fábrica de cristal; no sabe quién hazañas conocidas con horribles locucio-
GUILLERMO SHAKESPEARE. 195
nes como esas, acudid á la historia y lo I marque la serie de los grandes hombres,
encontrareis al momento. Pero en cám- Explica que Francisco I I sucedió á En-
bio buscad el nombre del que inventó la r i q u e l l , que Carlos I X sucedió á Eran-
b r ú j u l a y no lo encontrareis en ninguna cisco I I y que Enrique I I I sucedió á
parte. Carlos I X ; pero no enseña que W a t t su-
E n 1747, en pleno siglo diez y ocho, á cedió á Papin y F u l t o n á Watt; apenas
l a vista de los filósofos, las batallas de podemos d i s t i n g u i r l a misteriosa dinas-
Racoux y de Lawfeld, el sitio de Sas de t í a de los génios al través de las heren-
Gante y la toma de Bergop-Zoom, eclip-jcias reales. L a tea que ennegrece la
san y oscurecen el descubrimiento su- opaca fachada de los acontecimientos
blime que está en vias de modificar el reales oculta la reverberación sideral
mundo, el descubrimiento de la electri- que arrojan sobre los siglos las guias de
cidad. la civilización. N i n g ú n historiador de
E l mismo Voltaire a p l a u d í a por en- este género marca la divina filiación de
toncos como un loco una de las proezas los prodigios humanos, esa divina lógica
de Trajano. (Véase su Luis X V . ) con que obra la Providencia; n i uno si-
De este género de historia proviene en quiera enseña que el progreso engendra
parte la estupidez pública, sobreponién- siempre al progreso. Seria altamente
dose casi en todas partes á la educación vergonzoso ignorar que después de Fe-
Si se os ofrece alguna duda, consultad, lipe I I I sigue Felipe I V y después de
entre otras, las publicaciones de la l i Felipe I V Cárlos I I ; pero seria escanda-
brería Perisse hermanos, destinadas por loso saber que Descartes sucede á Bacon
sus autores, según reza un paréntesis, á y K a n t á Descartes; que Las-Casas si-
las escuelas de instrucción primaria. gue á Cristóbal Colon y que Washington
E l que escribe esa clase de historia sucede á Las-Casas; que John Brown
solo es un maestro de ceremonias. E n la c o n t i n ú a y rectifica á Washington; que
corte modelo de Luis X I V habia cuatro Juan Huss sigue á Pelagio y que Lute-
historiadores, como habia cuatro violines ro sigue á Juan Huss y que Voltaire si-
de c á m a r a . L u l l i dirigía á los unos y |gue á Lutero.
Boileau á los otros.
E n las historias escritas por el patrón I IV.
antiguo, que era el único admitido y
clásico hasta 1789, los mejores narrado- Y a es tiempo de que esto c á m b i e y de
res, creyéndose libres, p e r m a n e c í a n ma- que los hombres de acción se coloquen
quinalmente sujetos á invisible discipli- detrás y los hombres de la idea delante,
na, sufrían el influjo de las costumbres, L a cabeza debe estar en la cumbre. Don
recibían la consigna en las a n t e c á m a r a s de reside el pensamiento debe residir el
y aceptaban, lo mismo que las muche- poder. Es hora ya de que los génios se
dumbres, la debilidad de los groseros coloquen delante de los héroes, de que se
personajes de primera fila, como reyes, | dé al César lo que es del César y al libro
pontífices y soldados, y se creian histo- lo que es del libro. H a y poemas, hay
riadores, cuando no eran m á s que laca- dramas y hay novelas que producen
y os sin saberlo. m á s beneficios que todas las cortes de
Esta es l a historia que se ensena, se Europa reunidas. H a llegado la hora de
impone y se recomienda, la que se infil- que la historia concuerde con la reali-
tra en las inteligencias jóvenes, m a r c á n - dad, de que d é á cada influencia su valor
dose en ellas, y que luego solo se puede exacto, y de que sustituyan á las épocas
borrar haciendo difíciles esfuerzos. de los reyes las de los poetas y las de los
E n esta clase de historia, lo único que filósofos. ¿Quién retrata mejor el siglo
falta es l a verdadera historia. H a y en diez y ocho, Luis X V ó Voltaire? Corn-
elia lujo de príncipes, de monarcas y parad Versalles con Ferney y decidid
de capitanes; pero apenas se ocupa del después de q u é punto de los dos provie-
pueblo, de las leyes y de las costumbres; ne la civilización.
apenas consagra algunas frases á las le- U n siglo es una fórmula; una época es
tras, á las artes, á las ciencias, á la filo- la expresión de un pensamiento, después
sofía, al movimiento del pensamiento de la que la civilización pasa ó otro,
universal; en una palabra, al hombre. E n L a civilización tiene frases, y sus frases
ella la civilización se escalona por rei- son siglos. No dice en uno lo que dice en
nados y no por etapas de progreso. U n otro. Pero sus misteriosas frases se en-
rey cualquiera sirve de etapa. No se en- cadenan y su série constituye el progre-
euentra n i siquiera una indicación que [so. Todas estas frases, que expresan una
496 OBRAS D E VICTOR HUGO»
idea única y divina, van escribiendo ciable de utilidad que han tenido los
lentamente la palabra Fraternidad. cetros ó las espadas en momentos deter-
Como la luz se condensa en llama, minados y en presencia de un estado es-
cada época se condensa en un hombre. pecial de la humanidad. Las luchas de
E n cuanto el hombre muere, la época cuerpo á cuerpo exigen cierta semejan-
termina y Dios vuelve la hoja. L a muer- za entre los combatientes; al salvajismo
te del Dante es el punto final del siglo es necesario oponer algunas veces la
trece: tras él puede ya venir Juan Huss. aarbarie. E l progreso se hace en ciertos
L a muerte de Shakespeare es el punto casos por medios violentos. Por eso Cé-
final del siglo diez y seis: después de sar es bueno en Cimeria y Alejandro en
este poeta, que contiene y resume toda Asia. Pero ambos, Alejandro y César,
la filosofía, pueden venir los filósofos, deben darse por satisfechos ocupando un
Pascal, Descartes, Moliére, Lesage, Mon- 'ugar secundario.
tesquieu, Rousseau, Diderot y Beaumar- L a historia verídica, la historia ver-
chais. L a muerte de Voltaire es el punto dadera, la historia definitiva, que será
final del siglo diez y ocho: después de él en lo sucesivo la encargada de la educa-
puede venir la revolución francesa, que ción del vástago régio, que es el pueblo,
es la liquidación de la primera forma so- rechazará todo género de ficciones, dejará
cial del cristianismo. de ser complaciente, clasificará lógica-
Esos diversos períodos, que llamamos mente los fenómenos, analizará las cau-
épocas, tienen su punto dominante sas profundas, estudiará filosófica y
c u á l será éste? ¿ U n a cabeza con corona científicamente las conmociones sucesi-
ó un cerebro pensador? ¿Será la aristo- vas de l a humanidad, y se cuidará, no
cracia ó será la idea? Fijaos bien en esto. tanto de los efectos que produce u n sa-
Ved q u é pesa más. Poned en los platillos ble, como de los que produce una idea.
de una balanza á Francisco I y á Grar- Los hechos referentes á las ideas se
g a n t ú a . Poned en otra balanza toda la colocarán en primer t é r m i n o . E l ad-
caballería y á D . Quijote. ¿Qué platillo venimiento de P i t á g o r a s será un acon-
de los dos pesará más? tecimiento de mayor importancia que la
Es indispensable, pues, que cada cual aparición de Sesostris. Y a lo hemos di-
ocupe su sitio. Demos media vuelta de cho: los héroes, los hombres del crepús-
frente y estudiemos sinceramente los si- culo son relativamente luminosos en las
glos. E n primera fila deben colocarse los tinieblas; porque, ¿qué es u n conquista-
genios; en l a segunda, en la tercera y en dor al lado de un sábio? ¿Qué es la inva-
la vigésima los soldados y los príncipes sión de los reinos comparada con l a
E l pensador debe colocarse en el pedes invasión de las inteligencias? Los con-
t a l del guerrero: quitad de él á Alejan- quistadores de espíritus eclipsan á los
dro y poned á Aristóteles. ¿No es e x t r a ñ o conquistadores de territorios. E l verda-
que l a humanidad, por su modo especia dero conquistador es aq uel á quien de-
de leer la Iliada, por Aquiles haya olvi- bemos el hábito de pensar. E l esclavo
dado á Homero? Insisto en que es nece Bsopo y el esclavo Planto se p o n d r á n en
sario que se restablezca la justicia, y para la historia futura delante de los reyes, y
conseguirlo está dado ya el impulso. No h a b r á en ella vagabundo que pese m á s
bles ingenios se han consagrado á este que un c a p i t á n victorioso y cómico que
trabajo, y la historia futura se aproxima pese m á s que un emperador. Sin duda
ya. L a instrucción obligatoria reclama que para realizar en hechos sensibles
la historia verdadera, y ésta no t a r d a r á todo cuanto venimos manifestando, es
en aparecer. preciso que un hombre poderoso haya
demarcado el punto que divide el des-
Se r e a c u ñ a r á n las medallas, y lo que plomamiento del mundo latino y la
era reverso será anverso. Urbano V I i n a u g u r a c i ó n del mundo gótico; es pre-
será el reverso de Galileo. Reaparecerá ciso t a m b i é n que otro hombre poderoso
el verdadero perfil del género humano haya venido después de aquel, como vie-
en las diferentes pruebas de la civiliza ne la habilidad detrás de la audacia, á
cionpor que ha pasado durante l a série intentar la realización de l a m o n a r q u í a
de los siglos. L a efigie histórica no será católica con las naciones que en lo futuro
en adelante el hombre-rey, sino el hom- hablan de formar un grupo universal,
bre-pueblo. como han sido precisas las saludables
No quiere decir esto que al indicar l a usurpaciones cometidas por Europa en
historia real y verdadera el punto en Asia, Africa y América; pero es todavía
que se hallan las fuentes de la civiliza- m á s necesario el haber hecho la Divina
ción, haya de desconocer el grado apre-
GUILLERMO SHAKESPEARE. J97
Comedia y el Hamlet sin mezcla alguna se dispersarán á los cuatro vientos, Solo
de malas acciones y sin que haya costado el ideal es incorruptible.
su creación la devastación de unos cuan- Todo desaparece menos el espíritu.
tos pueblos. Dado como resultante el E l torrente de indefinida caridad que
aumento de inteligencia humana, el se llama civilización a l u m b r a r á cada co-
Dante tiene m á s valor que Garlo-Magno sa en su sitio. P e n e t r a r á en todas partes
y Shakespeare m á s valor que el empe- como señor del mundo, será obedecido, y
rador Carlos V . sus rayos, que i n u n d a r á n de lleno el si-
E n esta historia, trazada por el p a t r ó n glo diez y nueve, realizarán grandes sim-
de lo verdadero absoluto, las inteligen- Dlificaciones y h a r á n desaparecer excre-
cias vulgares y los seres inconscientes cencias, glorias y nombres. Sirva ejemplo
d a r á n hospitalidad, sin apercibirse de de esto Moisés. Moisés r e ú n e tres glorias,
ello, al pensador disfrazado de histrión, a de capitán, la de legislador y la de
á las ideas y á los hombres que requiere ooeta. Como c a p i t á n , está sumido en la
la filosofía de Alcestes: en ella Luis X I Y oscuridad; como legislador, arrinconado
será el camarero de Moliére. entre las ruinas de las legiones muer-
Esta inversión de oficios forzará á los tas, y como poeta, brilla a i lado de Es-
personajes á representar su verdadero quilo.
papel: la óptica histórica renovada ar- L a luz del dia desgasta considerable-
m o n i z a r á el conjunto de la civilización, mente los objetos destinados á vivir de
que hoy permanece en estado caótico; la noche. Por eso aparece en nuestros hori-
perspectiva, la justiciado la g e o m e t r í a zontes un nuevo cielo histórico. Por eso
se apoderará del pasado, haciendo avan- debemos tener uua nueva filosofía de las
zar unos planos y retroceder otros; cada causas y de los efectos, que nos presen-
cual volverá á tener su estatura real; los te el verdadero aspecto de los hechos.
adornos de tiaras y coronas a u m e n t a r á Esto no obstante, con honrada inquietud
en los enanos el ridículo; los estúpi- se sobresaltan algunos, temiendo las con-
dos arrodillamientos desaparecerán para secuencias, ante la afirmación de que
siempre. De los enderezamientos saldrá los genios constituyen una dinastía, y repli-
el derecho. can: "No aceptamos esa dinastía, como
Los desfalcos y las restituciones se de ninguna otra;;. Les asusta una frase de
m o s t r a r á n por sí mismas en cuanto el significación tranquilizadora. Son idén-
gran juez, nosotros, todos nosotros, ten ticas, rigurosamente hablando, la ley que
gamos el encargo de difundir la noción hace desaparecer á los propietarios del
de lo que es absoluto y de lo que es rela- género humano y la ley que hace nacer
tivo. E l sentido moral, innato en el á sus directores y guias. Ser ilustrados
hombre, sabrá á q u é atenerse. L a cuali- es todo lo contrario de ser siervos. Los
dad de rey dejará de ser un falso peso reyes poseen y los génios conducen; esta
moral. Fijando bien los hechos, se fijará es su única diferencia. Entre Homo sum
bien l a conciencia. Así l l e g a r á hasta e y L'Etat c'est moi, hay toda la distancia
g é n e r o humano una luz dulce, serena y que separa la fraternidad de la tiranía.
de igual intensidad para todos. Desapa L a marcha hácia adelante reclama un
recerán las interposiciones de nubes ante dedo indicador: insurreccionarse contra
la verdad y el cerebro, y su desaparición el piloto no hace avanzar la embarca-
p e r m i t i r á que se eleve hasta el zenit de la ción; nada se hubiera adelantado con
civilización lo bueno, lo justo y lo verda arrojar al mar á Cristóbal Colon. Por
dero. otra parte, no puede causar inquietud
No hay nada que pueda sustraerse á ninguna la dinastía de los génios, que
la obediencia de tan sencilla ley. E l as- tiene por reino el destierro del Dante,
pecto material de los hechos y de las por palacio el calabozo de Cervantes, por
personas se disuelve y desaparece por la lista civil la miseria de I s a í a s , por trono
fuerza misma de las cosas. Llega u n tiem el estercolero de Job y por cetro el cay a -
po que hasta los cuerpos m á s sólidos se do de Homero.
descomponen. Cualquiera que sea la
masa humana ó la cohesión de l a mate V.
ria, se vuelve ceniza, que ceniza y no
otra cosa es la materia. E l granito supo L a humanidad no debe poseerse, debe
ne necesariamente la existencia de ú n i c a m e n t e guiarse; bajo ese aspecto se
polvo. Las pulverizaciones son inevita deben considerar los hechos. L a historia
bles. Las instituciones g r a n í t i c a s , la debe encargarse en lo sucesivo de repro-
oligarquía, la aristocracia, la teocracia, 1 ducirlos bajo esa nueva fase. Por extra
198 OBRAS D E VICTOR HUGO.
ñ o que parezca cambiar el pasado, la Los que ojean á los pueblos y man-
historia lo v á á cambiar; pero no apelan- dan ejércitos, como Nemrod, Senacherib,
do á l a mentira, sino ciñóndose estricta- Ciro, R a m s é s , Jerjes, Cambises, A t i l a ,
mente á la verdad. L a historia, que has- Grengiskhan, Tamerlan, Alejandro, Cé-
t a hoy ha sido u n cuadro, en el porvenir sar, Bonaparte y otros muchos hombres
será un espejo. feroces, se extinguen.
E l nuevo reflejo del pasado modificará Ved cómo descienden lentamente por
el porvenir. el horizonte, misteriosamente atraídos
E l antiguo rey de Westfalia, que era por la oscuridad, por la afinidad fatal
u n hombre de talento, miraba u n dia que tienen con las tinieblas, arrastrán-
con atención u n tintero colocado sobre dose hácia la unidad terrible de l a cie-
l a mesa. E l escritor en cuya casa estaba ga inmensidad, donde les espera l a som-
J e r ó n i m o Bonaparte habia traido de bra de la sombra, esto es, el olvido.
una escursion á los Alpes, que hizo con Caen en el abismo, pero hasta allí son
Cárlos Nodier, u n pedazo de serpentilla formidables. No los insultemos. Es exe-
arcillosa, modelada en forma de tintero, crable insultar á los héroes cuando están
comprada á los cazadores de gamuzas amortajados. E l pensador debe meditar
del Mar de Hielo. Este era el objeto con gravedad ante sus sudarios. ¡Cle-
que llamó la atención de J e r ó n i m o Bo- mencia, pues, para los victoriosos venci-
n a p a r t e . — Q u é es esto? preguntó.'—^Mi dos! Entre sus resplandores y nosotros se
tintero, respondió el escritor; y a ñ a d i ó interpone la sombra del sepulcro. Ver
después:—Es de arcilla. Admirad la na- que los astros se convierten en espectros,
turaleza, que de un poco de barro y causa cierto terror religioso.
óxido forma esta hermosa piedra verde.— Mientras se precipita en el abismo la
M á s admiro á los hombres, replicó J e r ó - esplendorosa pléyade de los hombres de
nimo Bonaparte, que hacen de esa piedra la fuerza, en la otra extremidad del espa-
u n tintero. cio, en el cielo profundo y sereno del
No es mala frase para dicha por un porvenir, se levanta u n grupo sagrado
hermano de Napoleón; la consignamos de estrellas, que se llaman Orfeo, Her-
con gusto, porque el tintero será el que mes, Job, Homero, Esquilo, Isaías, Eze-
destruya el poder de la espada. quiel, Hipócrates, Fidias, Sócrates, Sófo-
Uno de los hechos m á s grandiosos de cles, P l a t ó n , Aristóteles, A r q u í m e d e s ,
nuestra época es que los hombres de Euclides, P i t á g o r a s , Lucrecio, Planto,
guerra, de fuerza y de r a p i ñ a van dis- Juvenal, Tácito, San Pablo, Juan de
minuyendo á medida que crecen mara- Patmos, Tertuliano, Pelagio, el Dante
villosamente los hombres de pensamien- Grutenberg, Juana de Arco, Cristóbal
to y de paz, presentándose en escena los Colon, Lutero, Miguel Angel, Copérni-
verdaderos colosos. no, Q-alileo, Rabelais, Calderón, Cervan-
Ofrece espectáculo patético y sublime tes, Shakespeare, Rembrandt, Kepler,
ver redimida la humanidad desde las Miíton, Moliére, Newton, Descartes, Kant,
alturas, ver á los pensadores derrotando Piraneso, Beccaria, Diderot, Voltaire,
á los poderosos, á l o s profetas anonadan- Beethoven, Fulton, Montgolfier y Was-
do á los héroes, ver la fuerza barrida hington, y forman prodigiosa constela-
por l a idea, y que el cielo queda lim- ción, cuya claridad cada instante es m á s
pio después de esta expulsión majes- luminosa y b r i l l a como una gloria de
tuosa. diamantes celestes en la inmensa aurora
Los señores se van y los redentores que produce Jesucristo.
vienen.
1 8 4-1 Á 1851.
T t í 11 Í T t T 11 í 11111111111111111111111111 í 11111111111 í 11111111 Í t f 11 í t r\
EL DEEECHO Y LA LEY.
PREFACIO.
Los tres visitantes levantaron la ca- De repente, aquel hombre, que tan
beza. bruscamente habia aparecido, volvióse
—Calla! exclamó uno de ellos con ade- hacia mí, que, temeroso, procuró escon-
man de pronunciar un nombre. derme, y m i r á n d o m e con fijeza, me dijo:
M i madre, palideciendo, colocó un- •—Niño, a c u é r d a t e de esto: antes que
dedo sobre los labios recomendando si- todo la libertad.
lencio. Y poniéndome la mano en el hombro,
Todos callaron. recuerdo t o d a v í a que me hizo extre-
Y o observaba asombrado. mecer.
L a aparición, que para m í lo era, re- Después repitió:
puso: —Antes que todo la libertad.
—Lucotte, eres t ú el que hablabas? Desapareció en seguida entre los ár-
•—Si, contestó Lucotte. boles como habia aparecido.
•—Decias que ese hombre es grande? Quién era aquel hombre?
—Sí. U n proscripto.
—Pues alguien es m á s grande que Na- Víctor Fanneau de Lahorie era noble
poleón. bretón adherido á la R e p ú b l i c a y amigo
•—Quién? de Moreau, su compatriota. E n la Ven-
—Bonaparte. dée, Lahorie conoció á m i padre, m á s jó-
R e i n ó u n momento de silencio, que ven que él veinticinco años. Más tarde
rompió Lucotte diciendo: fué su superior en el ejército del Rhin,
•—Después de Marengo? desarrollándose entre ellos una fraterni-
•—Antes de Brumario. dad t a l , que hacia exponer la vida á
E l general Lucotte, que era j ó ven, uno por otro. E n 1801, complicado Laho-
rico, guapo y feliz, tendió la mano al rie en la conspiración de Moreau contra
desconocido, diciendo: Bonaparte, fugóse y pusieron á precio su
•—Tú aquí? Creia que estabas en I n - cabeza. Desvalido y sin n i n g ú n auxilio,
glaterra. encontró apoyo en m i padre, que le dió
E l desconocido, cuya cara severa, cu- como refugio la capilla de las Fulden-
yos ojos inteligentes y cuyos cabellos ses, que por su estado ruinoso reunía
grises me llamaron la a t e n c i ó n , res- condiciones para proteger otra ruina,
pondió: esto es, al vencido; asilo que fué acepta-
—Brumario es l a caida. do por Lahorie, que permaneció en él
—De la R e p ú b l i c a , sí. completamente oculto, y solo mis padres
•—No, de Bonaparte. sabían que se escondía allí.
L a palabra Bonaparte me admiraba; E l día que habló á los tres generales,
siempre habia oido llamarle emperador. no hay duda que cometió una impruden-
Más tarde comprendí las familiaridades cia. Su aparición nos sorprendió, sobre
altivas de la verdad; pero entonces oia todo á los niños. A l viejo sacerdote nada
por primera vez el tuteamiento de la his- le sorprendía, por contar en su vida t a l
toria. n ú m e r o de proscripciones, que estar es-
Los tres paseantes, que eran tres gene- condido lo consideraba como un inciden-
rales, oyeron esto con seriedad y estupor. te natural de la vida.
Lucotte dijo: M i madre nos exigió el silencio, que
—Tienes razón; por borrar Brumario guardamos religiosamente, y á contar de
haria el mayor sacrificio. este dia el desconocido dejó de serlo en
— L a Francia grande es buena, pero la la casa.
Francia libre es mejor. ¿ P a r a q u é continuar el misterio con
— L a Francia no puede ser grande si nosotros si ya le habíamos visto? Comía,
no es libre. pues, en la mesa y con familia; paseaba
—Es cierto. Por conseguir l a libertad por el j a r d í n en todas direcciones, ayu-
de Francia sacrificaria m i fortuna. Y tú? dando algunos ratos al jardinero; nos
— L a vida, dijo el desconocido. daba consejos y lecciones algunas veces,
Hubo un momento de silencio. auxiliando en su tarea al anciano sacer-
Oíase el gran t u m u l t o del P a r í s bulli- dote. Tenia una manera de tomarme en
cioso; los reflejos de la fiesta iluminaban sus brazos, que me hacia reír al propio
el semblante de aquellos hombres; ha- tiempo que me causaba miedo; me ele-
cían palidecer las estrellas los destellos vaba en el aire, d e j á n d o m e caer de re-
de la iluminación, como si las alaban- pente hasta el suelo. Tenia la seguridad
zas prodigadas á Napoleón llegasen al á que h a b i t ú a n los destierros largos; no
cielo. salía j a m á s , y siempre estaba contento.
ANTES D E L D E S T I E R R O .
M i madre vivia intranquila, á pesar primer Consejo de guerra, han sido fusi-
de nuestra formal promesa de guardar lados en Q-renelle, por el crimen de cons-
profundamente el secreto. piración contra el imperio y el empera-
Lahorie era un hombre sencillo, dulce, dor, los tres ex-generales Malet, G-uidal
austero, viejo por su proceder m á s que y Lahorie.,,
por la edad, sabio; poseia en alto grado •—Lahorie! dijo m i madre; recuerda
el grave heroísmo propio de las personas este nombre. Y luego añadió: Es t u pa-
ilustradas. Existe una condición que se- drino*
para al hombre que cumple el deber del
hombre que representa un papel. E l V.
primero es Phocion; el segundo es M u -
rat. T a l es el fantasma que entreveo en
Lahorie era un Phocion. las reminiscencias de m i niñez.
Nosotros solo sabíamos de él que era Aquella figura j a m á s se b o r r a r á de m i
nuestro padrino. Me habia visto nacer y memoria.
dijo á m i padre: Hugo es una palabra del E l tiempo, lejos de disminuirla, la
Norte; es necesario añadirle una meridional acrecienta, y al alejarse aumenta, tanto
H completar el germano con el latino, y me m á s como m á s lejos está; propiedad que
puso el nombre de Víctor, que era el es exclusiva de las grandezas morales.
suyo. L a influencia que sobre íní ha ejercido
No sabia yo su nombre histórico: m i es indeleble.
madre le decia general y yo le llamaba Desde pequeño participé de la vida
m i padrino. del proscripto, oyendo la voz del que
Continuó habitando la casuchá del debia morir pronunciar este nombre del
fondo del j a r d i n , sufriendo la l l u v i a y la derecho y del deber: "Libertad,,. U n a pa-
nieve que en invierno entraba por las labra es el contrapeso de toda una edu-
ventanas, desprovistas de cristales; tenia cación.
la cama colocada detrás del altar y sus E l hombre que hoy publica este re-
pistolas en un rincón, y una edición de cuerdo y que en los libros Antes del des-
Tácito, que él me hacia explicar. tierro, É n el destierro y Después del des-
Nunca me olvidaré del dia en que, to- tierro presenta francamente su vida á
m á n d o m e en sus rodillas, abrió dicho sus contemporáneos, ha sufrido muchos
ejemplar, en octavo, encuadernado en dolores. Confio, si Dios me d á tiempo,
pergamino, edición Herhan, y me leyó narrarlos con el título de Historia de las
esta línea: Urbem Romam á principio reges revoluciones interiores de una conciencia
habuere, é interrumpiéndose, m u r m u r ó : honrada.
—Si Roma hubiese conservado sus re- Todo hombre puede, si es sincero, re-
yes no hubiese sido Roma; y m i r á n d o m e hacer el itinerario del camino de Da-
con ternura, añadió esta gran m á x i m a ; masco, que es variable para cada uno.
-—Hijo mió, antes que todo la libertad. Como ya he dicho, soy hijo de una
U n dia desapareció de la casa; yo igno- legitimista amiga de madame de L a Ro-
raba el por q u é . che] aquelein y de un soldado de l a revo-
Dos acontecimientos sobrevinieron; los lución y del imperio, amigo de Desaix,
de Moscow y de la Beresina, que fue- de Jourdan y de J o s é Bonaparte; he su-
ron el principio de las catástrofes suce- frido las consecuencias de una educación
sivas. solitaria y compleja, en la que un pros-
Nosotros fuimos á reunimos con m i cripto republicano oponía sus teorías á
padre á España, y m á s tarde regresába- las de un sacerdote, t a m b i é n proscripto.
mos á las Fuldenses. Siempre el patriotismo ha dominado en
U n a tarde de Octubre de 1812 pasea- mí á las ideas legitimistas: he sido napo-
ba yo, dando la mano á m i madre, por leonista en 1813 y borbónico en 1814:
delante de la iglesia de Saint-Jacques- como la m a y o r í a de los hombres del
du-Aut-Pas. Habia un cartel grande principio de este siglo, he seguido las
pegado en una de las columnas de la corrientes de la época, ilógico y probo,
portada, creo que en la de la derecha. legitimista y volteriano, cristiano, bona-
Los t r a n s e ú n t e s dirigían miradas obli- partista, liberal y socialista exagerado;
cuas hácia el contenido del cartel, apro- mudanzas enteramente reales é incom-
x i m á b a n s e como temerosos, y al leerlo prensibles hoy.
huian con precipitación. Se paró m i ma- Siempre he obrado de buena fé; m i
dre y dijo: Lee: yo leí lo siguiente: punto de mira ha sido rectificar y com-
"Imperio francés.—Por sentencia ctal plementar mis ideas: he procurado apro-
208 OBRAS D E VICTOR HUGO.
Entonces los silbidos y las risas duraron levantaba. Abandonó su asiento, se en-
un cuarto de hora, que aprovechó para caró conmigo y me dirigió esta frase,
recapacitar. que él consideraba que debia serme hos-
Durante el insulto me apoyó en la tri- til, aunque no tenia sentido:
buna y me quedó meditando. •—Sois un envenenador público.
Este mismo dia, el 17 de Julio de Así caracterizado, y con tal intención,
1851, pronunció la frase "Napoleón el hice señal con la mano de que quería
Pequeño». hablar, y los clamores se interrumpieron,
A estas palabras siguió tal manifesta- reinando de pronto el silencio por haber
ción de furor de la mayoría y estallaron vencido la curiosidad al furor; silencio
rumores tan tumultuosos, que se oian que aprovechó para decir con la voz más
desde fuera, y se reunió gran gentío en dulce que pude:
el puente de la Concordia. •—Confieso que no esperaba recibir un
Dicho dia subí á la tribuna creyendo puntapié de... (aumentó el silencio y
estar en ella veinte minutos y permane- proseguí) de M. Montebello.
cí tres horas. L a tempestad se convirtió en risas, que
Por haber entrevisto y anunciado el esta vez no fueron contra m í .
golpe de Estado, todo el futuro Senado Estos detalles no aparecen siempre en
del futuro imperio me declaró calum- el Monitor.
niador. Habitualmente la derecha me inter-
Tuve contra mí todo el partido del rumpía con estas frases: "No sabéis ha-
órden, todas las tendencias conservado- blar francés; llevad eso al teatro de la
ras; desde M. de Falloux, católico, hasta Puerta de San Martin, impostor, corrup-
M. Vicillard, ateo. tor, apóstata, renegado, bebedor de san-
Ser uno contra todos es alguna vez gre, bestia feroz, poeta,,; y seguía en cres-
honroso. Y o , en aquella ocasión, devolví cendo la injuria, la ironía, el sarcasmo
golpe por golpe. y la calumnia.
U n a vez, y á propósito de una ley cle- Washington, tratado también por la
rical y defendiendo una proposición con prensa hostil de petardista y ladrón (pick-
el título de Libertad de enseñanza, habló pocket), se rió de estos calificativos.
de la Edad Media, de la Inquisición, de U n dia, un célebre ministro inglés,
Savonarola, de Qiordano Bruno y de hallándose en la tribuna en una situa-
Oampanella, á quien hicieron sufrir ción análoga, se sacudió la manga, di"
veintisiete veces el suplicio del potro ciendo: "Todo esto es polvo,,. Y tenia
por sus opiniones filosóficas. A l llegar razón.
aquí los hombres de la derecha vocife Los ataques, las mentiras, las intri-
raron: gas que nos hieren hoy, son polvo ma-
—'Vamos! Vamos! ñana.
Y o les miró con fijeza y les dije: No contestemos con la cólera á la c ó -
—¡Quisiérais castigarme también con lera, ni seamos escesivamente severos
ese tormento! con los que están ciegos.
Esto les hizo callar. "No saben lo que se hacen,,, dijo Jesús
E n otra ocasión contestaba á no sé en el Calvario.
qué ataque de Montalembert y l a dere- "No saben lo que se dicen,,, no es me-
cha se asoció entera al ataque, que era, nos triste ni menos cierto.
dicho sea de paso, una mentira. E l que grita no oye el grito. ¿El
Los quinientos miopes de la mayoría insultador es responsable del insulto?
se unieron al orador, que no estaba des Apenas.
provisto de valor y poseía el talento es- Para ser responsable es preciso ser in-
pecial de las medianías. teligente.
Se me dió acceso á la tribuna y fui, Los jefes comprendieron, hasta cier-
por algún tiempo, el blanco de todas las to punto, los actos que cometieron; los
vociferaciones locas y perdonables de la otros, no.
cólera inconsciente. L a mano es responsable: la mano poco
Aquello fué una baraúnda de voces; y la honda nada.
pero yo escuchaba este tumulto con in- Furores, injusticias, calumnias, polvo...
dulgencia, esperando que cesase el ruido Olvidemos aquella vocería.
para continuar lo que tenia que decir.
De pronto hubo un movimiento en los VIII.
bancos de los ministros; era el duque de
Montebello, ministro de Marina, que se Y a que todo es preciso decirlo, hablan-
ANTES D E L D E S T I E R R O . 211
do de buena fó, en estas colisiones parla- peligro, y no hay cosa peor que su rapi-
mentarias, ¿el orador tiene algo que dez; aun tomando todas las precauciones
reprocharse? ¿ A l g u n a vez no h a b r á pro- posibles, se incurre fácilmente en la exa-
cedido arrastrado por el í m p e t u de la geración, lo que d á pié para provocar
palabra ó del pensamiento? Confesémos- ataques.
lo: en la palabra es en donde está el pe- Muchas veces la primera palabra es
ligro. un proyectil; por eso son mejores los dis-
No sé q u é resonancia existe en l a t r i - cursos escritos; las Asambleas i r á n cono-
buna, que es un sitio misterioso y sono- ciéndolo.
ro, en el que parece que se respira atmós- ¿Es posible un orador con discursos
fera desconocida, que hace infiltrar en escritos?
nuestra alma la manifestación de todo Este problema se ha planteado, aun-
un pueblo que nos rodea y nos encoleri- que parezca e x t r a ñ o .
za con la cólera de los irritados, nos Todos los discursos de Demóstenes y
compenetra de la injusticia de los injus- de Cicerón son escritos.
tos, haciendo sentir á nuestro sér las Es un discurso pensado y dormido, como
grandes indignaciones de la muchedum- diria cualquier crítico maligno de De-
bres; así es que allí l a palabra oscila móstenes.
desde la convicción fija y tranquila hasta Royer-Collard, elocuente pedante, de
la réplica m á s ó menos comedida de los recto juicio, era gran orador, y solo pro-
incidentes inesperados. Esto produce mo- n u n c i ó discursos escritos. A l subir á la
vimientos inexplicables; dejándose con- tribuna colocaba sus cuadernos en ella.
vencer se cae en u n peligro, y ciertas Las tres cuartas partes de las arengas
aberrraciones producen errores; ambas de Mirabeau eran escritas, y, dicho sea
cosas constituyen las faltas de l a t r i - de paso, no eran suyas. Subia á la tribu-
buna. na, y como original pronunciaba u n dis-
No he podido esquivar esos escollos. curso, que era de Talleyrand; alguno que
Excepto los discursos de réplica y de era de Malouet, y algunos de otros.
ataque, todos los que se e n c o n t r a r á n en Danton escribía con frecuencia sus
este libro son improvisaciones. discursos; se han encontrado varias pá-
Expliquemos lo que es la improvisa ginas con letra suya en su habitación
cion. del Consejo de Comercio.
S e g ú n Horacio, improvisación, en las Respecto á Robespierre, de sus diez
trascendentales cuestiones políticas, i m - arengas, nueve estaban escritas. E n la
plica premeditación. noche que precedía á su aparición en la
L a premeditación hace que, cuando se tribuna escribía lo que debía decir lenta
habla, las palabras no se emitan de una y correctamente, sobre su mesita de pina-
manera inconsciente; la larga incubación bete, con un ejemplar de Hacine abierto
de las ideas facilita la inmediata estruc- ante sus ojos.
t u r a de la expresión. L a improvisación tiene una ventaja:
L a improvisación no es otra cosa que la de atraer al auditorio; pero t a m b i é n
una repentina explosión voluntaria del tiene un peligro: el de atraer al orador,
cerebro; pero es preciso que este recep- arrastrándolo á los excesos de la polémi-
t á c u l o se encuentre lleno. ca oratoria, que son á manera de pugi-
De l a plenitud de los pensamientos latos de la tribuna.
resulta la abundancia de palabras. E n Si se e x c e p t ú a n las meditaciones p r é -
el fondo, lo que se improvisa, y que pa- vias indispensables, solo he pronunciado
rece nuevo al auditorio, es viejo para el en las Asambleas discursos improvisados;
orador. por eso, lo confieso, se e n c o n t r a r á n en
Hay quien habla bien, porque trans- ellos faltas y violencias.
forma la meditación de u n dia, de una
semana, de u n mes, y t a l vez lo de toda IX.
la vida, en u n discurso de una hora. Las
frases se le ocurren m á s fácilmente a l ¿Los hombres de las antiguas mayo-
orador que es escritor, por el h á b i t o que rías causaron todo el m a l que hubieran
tiene de utilizarlas, de t a l modo que á podido causar? No. Quisieron causarlo?
su primer llamamiento acuden para ser- Tampoco. Se e n g a ñ a b a n de buena íé, lo
virle. cual es una circunstancia atenuante;
L a improvisación es la idea perfeccio- creyendo poseer la verdad, m e n t í a n al
nada y llena de vida y la prueba mayor servicio de ella; su piedad por l a socie-
de verbosidad; pero esta propiedad es u n dad era impiedad para con el pueblo
OBRAS D E VICTOR HUGO,
por esto produjeron actos y leyes de una no de los despotismos y de las guerras
ferocidad ciega. ha concluido; si las supersticiones y los
Aquellos hombres, m á s que un Senado, prejuicios se desvanecen; si después de
constituían una confusión furiosa: chilla- los feudalismos, m o n a r q u í a s , imperios,
ban y voceaban desde sus bancos; eran tiranías, batallas y carnicerías, vemos al
m a n i q u í s con resortes que los hacian fin'que se colorea el horizonte con las
mover, y a p l a u d í a n ó silbaban según el j tintas rosadas, que anuncian la aurora
hilo que les estiraban sus jefes. de la paz universal de los pueblos!...
Tenian por jefes á los mejores de ellos,
es decir, á los peores. X.
No me e n t r e t e n d r é en nombrarlos; |
todos son ya desconocidos: dejémoslos E n todo lo que exponemos hasta a q u í
tranquilos, sepultados en la oscuridad | solo nos proponemos un objeto: afirmar
de su noche; el viento se llevó todas es- lo porvenir en la medida de lo posible.
tas sombras, y apenas podemos distin-1 Prever parece algunas veces errar; la
guir en el horizonte sus borradas si-! verdad lejana hace sonreír.
luetas. Decir que un huevo tiene alas, parece
Seamos indulgentes. absurdo, y sin embargo, es verdad.
Si algunos de nosotros hemos pasado E l propósito del que piensa es pensar
por tempestades, por grandes pruebas ó con utilidad.
por la calumnia, por el destierro y por Hay meditaciones perdidas, que son
otras penalidades, nada importa, porque ensueños, y meditaciones fecundas, que
esto es útil, pueblo, para tí; esto es con- se incuban. Eso hace el verdadero pen-
veniente para tí, Francia. ¡Qué importa sador.
que aumenten los sufrimientos de algu- De esta incubación surgen, á su tiem-
nos, si han de producir la disminución po, las diversas formas y manifestacio-
del sufrimiento de todos! L a proscrip- nes del progreso, destinadas á desenvol-
ción es dura; la calumnia negra; la vida, verse lo humanamente posible en la
lejos de la patria, l ú g u b r e insomnio; realidad, en la vida.
pero ¡qué importa, si l a humanidad se Se l l e g a r á al fin del progreso?
engrandece y se emancipa! ¡Qué impor- No.
tan nuestros dolores, si las cuestiones Pero no se debe considerar la muerte
progresan, si los problemas se simplifi- como inútil. E l hombre no será completo
can, si se encuentran las soluciones, si á en esta vida.
través de las imposturas ó ilusiones dis- Aproximarse siempre, no llegar j a m á s ;
tinguimos m á s clara la verdad! ¡Qué im- esta es l a ley. L a civilización es una
portan diez y nueve años de aire frió del asíntota.
Norte! ¡Qué importa l a ausencia m a l Todas las formas del progreso son la
recibida al regreso, si ante el enemigo revolución.
el delicioso Paris se transforma en Paris L a revolución es lo que hacemos, lo
sublime, si la majestad de la gran nación que pensamos, lo que hablamos, lo que
aumenta con la desgracia, si la Francia tenemos en los labios, en el corazón y en
mutilada deja correr por sus llagas la el alma.
vida para el mundo entero! ¡Qué impor- L a revolución es la nueva respiración
ta, si en un porvenir no lejano, ya dis- de la humanidad.
tinto y visible, cada nacionalidad ad- L a revolución ha existido, existe y
q u i r i r á su natural figura: Rusia, hasta la existirá.
India; Alemania, hasta el Danubio; I t a -
De a q u í resulta la necesidad é imposi-
lia, hasta los Alpes; Francia, hasta el
bilidad de escribir la historia.
Rhin; E s p a ñ a , teniendo á Gribraltar, y
Por qué?
Cuba, siendo de Cuba; rectificaciones
Porque es indispensable referir el ayer
necesarias para la grande y futura amis-
é imposible referir el m a ñ a n a .
tad de las naciones. Esto es lo que nos
otros deseamos, y lo conseguiremos. Solo se puede deducir y preparar, y
esto es lo que intentamos hacer.
Hay estaciones sociales y la civiliza- Insistamos, pues esto nunca es inútil,
ción tiene sus cambios climatológicos. sobre la inmensidad de l a revolución.
¡Qué importa que luchemos con el hura-
can, n i que seamos desgraciados, si es XI.
por conseguir el bienestar general; si
decididamente el género humano pasa L a revolución preocupa á todos los
de su Diciembre á su A b r i l ; si el invier- genios, atrayéndolos; así es que L á m a r -
ANTES D E L DESTIERRO. 213
tine la pinta, Michelet la explica, Qui- bre y de su amalgama surja u n sér for-
net la juzga y Luis Blanc la fecunda. midable ensangrentando la tierra y
N i n g ú n hecho humano ha tenido me- salvando al mundo, la misma historia ro-
jores narradores, y por lo tanto esta his- mana se horrorizará y Robespierre per-
toria será siempre para el historiador t u r b a r á á Tácito.
material inagotable. Témese que seamos impulsados á ad-
Por qué? Porque todas las historias m i t i r una especie de ley moral mixta
son las narraciones del pasado, y, digá- que parece se libra de lo desconocido.
moslo otra vez, la revolución es la histo- Ninguna de las dimensiones del fenóme-
ria del porvenir. L a revolución ha con- no se relaciona con la nuestra. Por gran-
quistado , descubierto y anunciado la de que sea el historiador, esta enormidad
tierra de C a n a á n de la humanidad, ha- se escapa á sus observaciones. L a revo-
biendo aun en lontananza m á s tierras lución francesa contada por un hombre,
de promisión que terreno ganado, y á es un volcán explicado por una hor-
medida que sus conquistas entran en el miga.
dominio humano, se revelan nuevos as-
pectos de la revolución, variando por lo XIL
tanto su historia. Las historias actuales
no serán menos definitivas, cada una Qué deducir? Solo una cosa. E n pre-
bajo su punto de vista; los historiadores sencia de este enorme h u r a c á n , aun no
contemporáneos influirán en los historia- calmado, a y u d é m o n o s unos á otros.
dores futuros, como Moisés domina á A u n no estamos seguros contra el pe-
Ouvier, pero sus trabajos serán de pers- igro para que no nos tendamos la
pectiva y unidos formarán un todo com- mano.
pleto. C u á n d o será perfecta esta unión? Hermanos mios, reconciliémonos!
Cuando el fenómeno termine, es decir, Emprendamos el ancho camino de la
cuando la revolución de Francia se veri- concordia. Demos tregua á nuestro ódio,
fique como lo hemos indicado, empe- estrechemos nuestras manos; que los
zando por la revolución de Europa y grandes tengan piedad de los pequeños
siguiendo por la del hombre; cuando la y que los pequeños perdonen á ios gran-
utopia sea una forma real del progreso; des. ¿Cuándo se comprenderá que nave-
cuando el esbozo llegue á ser obra maes- gamos en un mismo buque y que el
tra; cuando á la coalición fratricida de naufragio es indivisible? E i mar que nos
los reyes suceda l a federación fraternal amenaza es inmenso y tiene abismos
de los pueblos y á la guerra contra todos para todos. L o he dicho en otra parte y
la paz para todos. Imposible es, á no ser lo repito: salvar á los otros es salvarse á
en sueños, completar hoy lo que se ha sí mismos. L a solidaridad es terrible, pero
de completar m a ñ a n a , terminar la his- la fraternidad es dulce. U n a engendra
toria de un hecho incompleto, sobre todo la otra. Seamos hermanos! ¿Queremos
cuando éste hecho e n t r a ñ a gran cúmu- terminar nuestras desgracias? Pues re-
lo de acontecimientos venideros. Entre nunciemos á nuestra cólera, reconcilié-
la historia y el historiador existe despro monos y veréis cómo nos halaga á todos
porción g r a n d í s i m a . la sonrisa de la paz.
Nada m á s colosal. E l total escapa á Enviemos á lejanos destierros las l u -
nuestras apreciaciones. Mirad nuestro ces anunciadoras del regreso; restituya-
pasado. E l Terror es u n cráter, l a Con mos á las mujeres sus maridos, los tra-
vención la cúspide de una m o n t a ñ a . bajadores á los talleres, las familias á
Todo el porvenir está en fermentación los hogares; restituyámonos los que fue-
en aquellas profundidades. E l pintor se ron nuestros enemigos. ¿No es tiempo ya
queda perplejo ante las escarpaduras. de que nos amemos? ¿No queréis que se
L í n e a s inconmensurables traspasan el empiece? Terminad: terminar es absol-
horizonte. L a mirada del hombre tiene ver. Maltratando perpetuamos nuestros
sus límites y el proceso divino es infini- males. Quien mata á su enemigo d á vida
to. E n ese lienzo preparado, en ese cua al ódio. Solo hay una manera de matar
dro por pintar, trazad u n personaje, el á los vencidos: perdonándolos. Las guer-
que queráis, y sentiréis lo infinito. Exis ras civiles las originan diversas causas y
ten t a m b i é n horizontes m á s limitados se terminan con una sola: l a clemencia.
Así, por ejemplo, en un momento dado L a m á s eficaz de las represiones es l a
de la historia, se ven, por una parte Tibe- a m n i s t í a . ¡Mujeres que lloráis, yo qui-
rio y por otra J e s ú s . Pero el dia en que siera devolveros vuestros hijos!
Tiberio y J e s ú s constituyan u n solo hom- A h ! yo sueño con los desterrados j se
214 OBRAS D E VICTOR HÜ60.
entristece m i corazón; sueño con los ma- queremos que se prometa y no que sé
les del pais y t a l vez me corresponda amenace, que se cure y no que se mutile,
algo como causante. que se viva y no que se muera. Las m á s
¿Sábese de q u é sombras se compone la altas leyes están de nuestra parte. Exis-
nostalgia? Y o me imagino l a triste alma te un profundo paralelismo entre la luz
de un desgraciado jó ven de veinte años, que ños envia el sol y la clemencia que
valiendo apenas lo que la sociedad le recibimos de Dios. H a b r á una hora de
exige, que en un momento, por cualquier fraternidad completa, así como hay una
cosa, por un artículo de u n periódico, por hora llena de luz: el medio dia.
unas p á g i n a s calenturientas, escritas en No pierdas el valor, oh piedad! Y o no
los instantes del delirio, se vó condenado me canso: lo que he escrito en todos mis
al suplicio inmenso del destierro eterno, libros lo he justificado con todos mis ac-
y que después de un dia de cárcel, en las tos; lo que he dicho á todos los auditorios,
horas del crepúsculo, se sienta sobre las tanto en l a tribuna de los pares como en
rocas que azotan las olas, abrumado por el cementerio de los proscriptos, lo mismo
la enormidad de las guerras civiles y por en la Asamblea nacional de Francia
la tranquilidad de las estrellas, y con- que en la ventana apedreada de la pla-
templa la tarde y el Océano á cinco m i l za de las Barricadas de Bruselas, lo afir-
leguas de su madre! m a r é , lo escribiré y lo diré sin cesar: ¡Es
A h ! perdonadme. preciso amarse, amarse, amarse! Los fe-
Este grito de m i alma no es solo tier- lices deben considerar como u n dolor que
no, es nacional. L a dulzura no es solo existan desgraciados.
dulzura, es inteligencia. ¿Por q u é conde- E l egoísmo social es u n principio de
nar al porvenir á que aumente las ven- sepulcro. Si queremos v i v i r , unamos
ganzas, henchidos de l á g r i m a s , y á la nuestros corazones formando el inmenso
siniestra repercusión de los rencores? Va- g é n e r o humano. L a prosperidad mate-
mos á los bosques, escucháis los ecos y r i a l no es la felicidad moral; el mejora-
no olvidáis las represalias; aquella voz miento no es la curación; olvidar la deu-
oscura y lejana que contesta es nuestro da no es pagarla. Desarrollemos entre
ódio que se revuelve contra vosotros. nosotros l a protección, el socorro, y con-
Estad preparados, porque el porvenir es fesemos l a falta pública reparándola.
buen deudor y os p a g a r á vuestras cóle- Todo lo que sufre acusa, todo lo que
ras. Dirijamos nuestra mirada á los que llora en el individuo lo siente la socie-
nacen y no rodeemos de oscuridades la dad; nadie está completamente solo, to-
vida que les espera. Si no tenemos com- das las fibras vivientes se entrelazan y
pasión de los hijos de nuestros semejan- confunden, los pequeños deben ser sa-
tes, t e n g á m o s l a al menos de los nuestros. grados para los grandes, y del derecho de
Aplacad! Tranquilizad! ¿ E n c o n t r a r á eco todos los débiles se compone el deber de
m i deseo? todos los fuertes.'—He dicho.
No importa, es preciso insistir; nosotros Paris, Junio, 1875.
ANTES DEL DESTIERRO.
1841 A 1851.
extraordinarias.—Oraciones f ú n e b r e s . — E l 2 de Diciembre.
ACADEMIA FRANCESA.
184-1 Á 1 8 4 4 .
hii:nilló tantas coronas, la d i g n i d a i real tocracia que la del talento; rico por he-
del libre pensamiento se mantuvo incó- rencia, y que poseia el arte de ser noble-
lume. mente pobre; modesto, pero con modestia
No solo, señores, realizaron esto, sino altiva; dulce, mas con la dulzura que
que su proceder prestó un servicio á la tenia mucho de obstinación, de pasividad;
humanidad, porque al combatir el des- austero en las cosas p áblicas, difícil de
potismo protestaban de las guerras; y atraer, y que ofuscaba lo que deslumhra-
para que no se me tenga por sospechoso, ba á los demás; M . Lamercier, y este es
diré que soy de los que piensan que la detalle notable en u n hombre que se
guerra es buena en algunas ocasiones. habia dedicado á las teorías, M . Lemer-
Desde el punto de vista en que la his- cier formaba su opinión política sóbrelos
toria aparece como un solo hecho y la hechos, que él veia á su manera. Era uno
filosofía como una sola idea, las batallas de esos espíritus que prestan m á s aten-
no son m á s que heridas hechas al géne- ción á las causas que á los efectos, y que
ro humano, como los surcos son heridas critican la planta por la raiz y al rio
que se hacen á la tierra. Pasados cinco por el cauce. Sombrío y siempre dis-
m i l años, todas las cosechas desaparecen puesto á rebelarse, lleno de ira secreta
bajo los surcos del arado y todas las ci- contra todo lo que fuese dominación,
vilizaciones por medio de la guerra. Pero mostraba empeño decidido en ser parti-
cuando la guerra es dominadora, cuando dario de los anteriores acontecimientos.
transforma el estado normal de una na- En 1789 era realista, ó como entonces
ción, cuando pasa al estado crónico, por decían, monárquico de 1785; el 93 se con-
decirlo así; cuando se e m p e ñ a n , por ejem- virtió, él mismo lo confiesa, en liberal
plo, trece guerras en catorce años, en- del 89; en 1804, en el momento en que
tonces, señores, por magníficos que sean Bonaparte estaba ya predispuesto para
los resultados ulteriores, llega un momen- el imperio, Lemercier sentía predisposi-
to en que la humanidad sufre. L a parte ciones para la república.
delicada de las costumbres se gasta y Como habéis visto, señores, su opinión
mengua con el tratamiento de las ideas política, desdeñosa, que ól calificaba de
brutales; el sable se convierte en el único capricho del dia, se ajustaba siempre á
instrumento de l a humanidad; la fuerza las modas del a ñ o pasado.
se forja u n derecho para ella; los espíen Me permitiréis que diga algunos deta-
dores divinos de la buena fé, que debe lles acerca del centro donde pasó la j u -
alumbrar siempre á las naciones, se ventud Lemercier. Solo explorando los
eclipsan frecuentemente en la sombra principios de una existencia se puede co-
donde se elaboran los tratados y las re- nocer á fondo la formación de un carác-
particiones de los reinos; el comercio, la ter. A d e m á s , cuando tratamos de cono-
industria, el desarrollo radiante de las cer á fondo los hombres que propagan
inteligencias y la actividad pacífica des- las ideas y la luz, debemos ocuparnos
aparecen; la sociabilidad humana está en tanto de su génio como de su carácter:
peligro. el primero es la llama exterior y el se-
E n aquellos momentos, señores, se gundo l a l á m p a r a interior.
nota que imponente reclamación se le- En 1793, en el apogeo del terror,
vanta, y es moral que la inteligencia pro M . Lemercier, jóven aun, seguía con
teste de la fuerza, y sin arredrarse por asiduidad notable las sesiones de la Con-
su pujanza y su victoria, que los pensa- vención nacional. Era éste, señores, ob-
dores se la reprochen á los héroes y que jeto de contemplación l ú g u b r e y som-
los poetas, que son civilizadores tranqui- bría, pero sublime. Seamos justos; hoy
los, pacientes y apacibles, protesten con- lo podemos ser sin peligro: seamos justos
tra los conquistadores, que son civiliza- con los acontecimientos augustos y ter-
dores violentos. ribles por que ha pasado la civilización
Entre aquellos ilustres protestantes humana y que ya no volverán. Creo
habia un hombre á quien Napoleón apre- que, por voluntad de la Providencia,
ciaba afectuosamente, y al que hubiese Francia tiene siempre en su pensamiento
podido decir: Tu quoquel algo grande. E n la época de los antiguos
Este hombre, señores, era M . L a - reyes su pensamiento era un príncipe;
mercier, naturaleza proba, reservada y en el imperio fué un hombre; durante la
sóbria; inteligencia recta y lógica, imagi- revolución una Asamblea. Asamblea
nación exacta, y por decirlo así, alge- que destruyó el trono y salvó al pais;
bráica hasta en sus fantasías; noble por que tuvo un duelo con l a dignidad real,
nacimiento, y que no a d m i t í a otra aris- como Cromwell, y otro con el universo,
ANTES D E L D E S T I E R R O . m
como Aníbal; que tuvo aí mismo tiem- movíanle en aquella claridad crepuscu-
po el genio de todo un pueblo y el genio ar de fines del siglo, que envolvía en
de un solo hombre; en una palabra, que densas sombras á los hombres pequeños,
hizo prodigios, pero que cometió atenta- prestando contornos indefinidos y gigan-
dos que podemos detestar y maldecir, tescos á las m á s ruines figuras, y hasta
pero que debemos admirar. en la historia derrama sobre aquella
Reconozcámoslo, sin embargo; en Drepotente Asamblea algo de siniestro
aquel tiempo se notó en Francia una dis- y de sobrenatural.
m i n u c i ó n en el estado moral, y por con- Estas monstruosas reuniones de hom-
secuencia una disminución en el estado 3re3 muchas veces han fascinado á los
intelectual. Esta especie de semioscuri- 3oetas como la serpiente fascina al paja-
dad ó penumbra, parecida á un cre- rílio. E l Long Farlement absorbió á M i l -
púsculo que aparece en determinadas ton y l a Convención atrajo á Lemercier.
épocas, es necesaria para que la Provi- l<os dos han brillado m á s tarde en una
dencia pueda, en interés del género hu- sombría epopeya que tiene una vaga re-
mano, i m p r i m i r en las viejas sociedades verberación de 8i<iuellos dos pandemónium.
las huellas de los hechos, que, si ejecuta- Se siente á Cromvell en E l Faraiso perdi-
sen los hombres, constituirían crímenes, do y a l 93 en la Fanhy pocrisiade. L a
pereque, procediendo de Dios, se llaman Convención para el jóven Lemercier, era
revoluciones. a revolución convertida en objetivo que
Esa semioscuridad la produce la pro- aodia abarcar completamente su mira-
yección de la mano del Todopoderoso da. Todos los días concurría á l a Conven-
cuando se extiende sobre un pueblo. ción para, como él dice admirablemente,
Como lo i n d i q u é hace poco, el 93 no poner las leyes fuera de la ley. Todas las
era la época de las grandes individuali- m a ñ a n a s llegaba antes de abrirse la se-
dades á las que su genio aisla. Parece sión, se sentaba en la tribuna pública en-
que en aquellos momentos la Providen- tre aquellas mujeres e x t r a ñ a s , que mez-
cia, encontrando pequeño al hombre claban no sé q u é trabajos domésticos con
para realizar sus designios, lo releg a a los m á s terribles espectáculos, y á las que
un papel secundario y entra ella misma la historia conservará su feo apodo de
en la vasta escena. E n efecto, en el 93, medieras (tricotenses). Estas le conocían
de los tres gigantes que hicieron de la y le esperaban reservándole su asiento.
revolución francesa un hecho social, un Solo habia en su juventud, en el desórden
hecho geográfico y u n hecho europeo, de su traje, en su azorada atención, en su
no existía ninguno. Uno de ellos, Mira- ansiedad durante las discusiones, en l a
beau, habia muerto; otro, Sieyes, desapa- profunda fijeza de su mirada y en las
reció en el eclipse; consiguió vivir, como palabras entrecortadas que se le escapa-
él mismo dijo m á s tarde, y el tercero ban algunas veces, algo tan inesplíca-
Napoleón Bonaparte, no habia nacido ble para ellas que le creían privado de
aun para la historia. razón. U n dia que llegó m á s tarde de
Sieyes desapareció en la oscuridad, y lo que acostumbraba oyó que una de
exceptuando á Dan ton, no habia en la aquellas mujeres decía á otra: "JVo te pon-
Co vención hom bres de primera fila n i gas ahí; ese es el sitio del idiota,y
inteligencias capitales; pero sí que habia Cuatro años m á s tarde, en 1797, aquel
grandes pasiones, grandes luchas, g r a n - idiota daba á Francia el Agamenón.
des r e l á m p a g o s y grandes fantasmas ¿Por ventura aquella Asamblea h a r í a
Esto era suficiente para deslumhrar al concebir al poeta esta tragedia? ¿Hay
pueblo, formidable espectador inclinado algo de c o m ú n entre E g í s t t o y Dan ton,
sobre la fatal Asamblea. A ñ a d a m o s que entre Argos y Paris, entre la barbarie
en aquella época, en la que cada dia era homérica y la desmoralización volteria-
una jornada, los sucesos marchaban tan na? ¡Es e x t r a ñ a idea dar por espejo á los
de prisa, Europa y Francia, Paris y la atentados de una civilización decrépita y
frontera, el campo de batalla y la plaza corrompida los crímenes naturales y sen-
pública tenían tantas aventuras, se des cillos de una época primitiva; hacer va-
envolvía todo con t a l rapidez, que en l a gar, por decirlo así, á pocos pasos de los
tribuna de la Convención nacional los cadalsos de la revolución francesa los
acontecimientos crecían, por decirlo así espectros grandiosos de la tragedia grie-
ante el orador, á medida que hablaba, y ga, y confrontar el regicidio moderno,
éste, sintiéndose poseído del vértigo, par como lo comprenden las pasiones popu-
ticipaba de las grandes luchas. Y des lares, con el regicidio antiguo, como lo
pues, como Paris, Francia y la Convención sentían las pasiones domésticas!
OBRAS D E VICTOR HUGO.
Colocado á una gran altura, no des- dad. Lemercier retardó cuanto pudo la
cendía á los exclusivismos de los parti- terminación de su amistosa confianza
dos, siendo al mismo tiempo amigo de con el primer cónsul, tanto, que puede
David, que j u z g ó al rey, y de Delille, que decirse que fué el último que tuteó á Na-
le lloró. poleón, puesto que el 14 F l o r e a l , a ñ o X I I ,
Así es que de aquel tiempo, de aquel el mismo día en que el Senado daba por
trato de personas tan opuestas y de tan primera vez al elegido por la nación el
diversas naturalezas, de la contempla- tratamiento imperial, Sire, Lemercier,
ción de las costumbres y observación de en un carta memorable, le llamaba fami-
los individuos, nacieron y se desarrolla- liarmente Bonaparte.
ron en Lemercier, para hacer frente á to- Esta amistad, que les honraba m ú t u a -
das las exigencias de la vida, dos hom- mente, m á s tarde se convirtió en lucha;
bres, dos hombres libres; uno político en ella fueron uno digno del otro. Le-
independiente y otro literato original. mercier poseía preclaro y hermoso ta-
Antes de esta época habia conocido al lento. Hoy mejor que nunca puede de-
oficial afortunado que debia suceder m á s cirse; hoy que su obra se halla termina-
tarde al Directorio. L a vida de ambos se da, hoy que el monumento levantado
deslizó algunos años del mismo modo en por su espíritu lo ha coronado esa miste-
la oscuridad; uno estaba arruinado y el riosa piedra que la mano de Dios coloca
otro pobre; se le reprochaba á uno su siempre sobre todos los trabajos del
primera tragedia, que era un ensayo de hombre.
colegial, y al otro su primera aocion, que No esperéis, señores, que examine de-
fué una h a z a ñ a de jacobino. Su fama tenidamente aquella obra inmensa y
empezó al mismo tiempo y por u n apodo: compleja que, como la de V o l t a í r e , lo
llamaron á uno M. Mercier Meleagre, en el abraza todo; la oda, la epístola, el apólo-
mismo instante en que llamaban al otro go, la canción, la parodia, la novela, el
el general Vendemiaire. ¡ E x t r a ñ a ley de drama, la historia, el folleto, la prosa y
Francia es que el ridículo caiga u n mo- el verso, lo original y el plagio, la ense-
mento sobre todos los hombres superio- ñ a n z a política, la filosófica y la literaria;
res! Cuando madame Beauharnais pensó enorme m o n t ó n de libros y folletos, en-
casarse con el protegido de Barras, con- tre los que se cuentan diez poemas, doce
sultó con Lemercier sobre este casamien- comedias y catorce tragedias magistra-
to desigual. Lemercier, que se interesaba les; rica y fantástica arquitectura, unas
por el jó ven artillero de Tolón, se lo veces sombría y otras radiante, sobre los
aconsejó. Después los dos, el hombre de arcos de la cual aparecen e x t r a ñ a m e n -
las letras y el hombre de la guerra, se te mezclados con claro-oscuro todas las
engrandecieron igualmente; consiguie- figuras imponentes de la fábula, de la
ron al mismo tiempo sus primeras vic- Biblia y d é l a historia; A t r i d a , Ismael,
torias. el levita Efraim, Licurgo, Camilo, Clo-
Lemercier hizo representar Agamenón vis, Carlo-Magno, Baudouin, San Luís,
en el a ñ o de Arco de y de Lo di, y el Fínto Cárlos V I , Ricardo I I I , Richelieu, Bona-
en el a ñ o de Marengo. E l salón de la ca- parte, dominados todos por cuatro sim-
lle Chantereine escuchó á Lemercier leer bólicos colosos esculpidos al frente del
su tragedia egipcia de Ophis, en el que monumento; Moisés, Alejandro, Homero
el general en jefe del ejército de Egipto, y Newton, es decir, la legislación, la
Kléber, y Desaix, escuchaban t a m b i é n guerra, l a poesía y la ciencia; grupo de
desde u n á n g u l o de la sala. Bajo el Con- figuras que el poeta sentía en su alma y
sulado esta unión fué estrechada por que ha introducido en nuestra literatura
la amistad: en la Malmaison, el primer con singular grandeza.
cónsul, con esa alegría infantil pro- Después de haber delineado la silueta
pia de los verdaderos grandes hombres, de las obras de Lemercier, permitidme
entraba bruscamente durante la noche señale algunas de sus notas característi-
en la habitación donde velaba el poeta, cas é ingeniosas: encontramos en él la
y se divertía a p a g á n d o l e la bujía y se comedia de la revolución portuguesa,
escapaba riendo. Josefina confió á Le- viva, espiritual, irónica y profunda; su
mercier su proyectado matrimonio y el Planto, que difiere de Rarpagon de Mo-
primer cónsul le participó su proyecto liére en que, como lo dijo ingeniosamen-
de imperio. Este día conoció Lemercier te el mismo autor, el protagonista de Mo-
que perdía un amigo, porque no quería liére es un avaro que pierde su tesoro, y mi
prestar vasallaje á n i n g ú n señor; no se protagonista es Platdo, que encuentra á un
renuncia fácilmente la expansiva igual- avaro; su Cristóbal Colon, en el que la
224 OBRAS D E VICTOR HUGO.
unidad de lugar está rigurosamente ob- entrase en tal terreno al tratar de Le-
servada, la acción se desarrolla en el mercier, t e n d r í a tal vez que ocuparme del
puente de un buque, y éste, ó sea el dra- asunto m á s delicado y supremo, de aque-
ma, vá desde el antiguo mundo al nue- lla restricción que creo abre ó cierra las
vo; su Fredegunda, sentida como un sueño puerta^ del porvenir á los escritores, en
de Crebillón y ejecutada como u n pen- una palabra, del estilo; empresa que no
samiento de Corneille; la Atlantida, res- he pensado acometer, creyendo que com-
pirando naturalidad hasta el punto que prendereis m i reserva y aprobareis m i si-
puede ser interpretada según la ciencia lencio. Además, y como dije al principio
y s e g ú n la poesía, y para terminar, el y ahora repito, quién soy yo? ¿Quién me
último poema, el hombre presentado por ha reconocido autoridad suficiente para
Dios á los diablos en su Pan hypoerisiade, resolver cuestión tan grave y compleja?
que es á la vez epopeya, comedia, sátira ¿Por q u é lo que para m í es certeza ha de
y quimera literaria, asemejándose á un ser autoridad para otro?
m ó n s t r u o de tres cabezas que canta, que L a posteridad solamente tiene el dere-
rie y que ladra. cho de criticar y juzgar definitivamente
Después de hojear todos estos libros, á los talentos superiores. E l l a sola, que
luego de recorrer ascendiendo y descen- vé las obras en conjunto con sus propor-
diendo la doble escala construida por el ciones y con su verdadera perspectiva,
mismo y t a l vez para su exclusivo uso, puede indicar los errores determinando
con la que el pensador sondeó el i n - dónde se cometieron.
fierno y penetró en el cielo, es imposi- Para desempeñar aquí ante vosotros
ble, señores, no sentirse atraídos por ir- el augusto papel de posteridad, seria
resistibles simpatías hacia aquella noble preciso ser, ó al menos creerse, una emi-
y laboriosa inteligencia que, sin desani- nencia c o n t e m p o r á n e a , y yo n i tengo la
marse, ha expuesto con v a l e n t í a tantas suerte de poseer aquel privilegio, n i la
ideas ante el soberbio gusto francés, tan desgracia de abrigar esta pretensión.
difícil de contentar, con una filosofía á A d e m á s , confesémoslo, cuando se ha-
lo Voltaire y una poesía á lo Shakespea- bla de Lemercier, cualquiera que sea su
re; escritor que dedicaba epopeyas al mérito literario, hay que decir que su ca-
Dante en la época en que reflorecía Do- rácter era quizás m á s completo que su
rat bajo el nombre de Demoustier; espí- talento.
r i t u de grandes vuelos y cuyas alas eran Desde el dia en que creyó luchar con-
una la tragedia p r i m i t i v a y otra la co- tra lo que consideraba que era la injus-
media revolucionaria, llegando con Aga- ticia constituida en gobierno, inmoló
menón al poeta de Prometeo y por Pinto al en esa lucha su fortuna, que adquirió
poeta de Fígaro. durante l a revolución y perdió con el
E l derecho de crítica, señores, parece imperio su tiempo, su reposo, la seguri-
á primera vista derivarse naturalmente dad exterior, que es el centinela avanza-
del derecho de la apología. L a mirada do de la felicidad doméstica, y, cosa
del hombre, á pesar de no ser perfecta é admirable, inmoló hasta el éxito de sus
infalible, es tal que busca el lado defec- obras.
tuoso de todas las cosas. Boileau no dejó J a m á s poeta alguno hizo combatir sus
de establecer excepciones, alabando á comedias y tragedias con m á s heróica
Moliére; si esto le honra lo ignoro, pero bravura; enviaba sus producciones á la
es cierto. censura como un general envia sus sol-
Hace doscientos treinta años que el dados al ataque. U n drama suprimido
astrónomo Juan Fabricio descubrió las era inmediatamente reemplazado por
manchas del sol y dos m i l doscientos otro, que corria la misma suerte.
que el g r a m á t i c o Zoilo las encontró en Y o he tenido, señores, la triste curiosi-
Homero. dad de buscar y avalorar los perjuicios
Parece, por lo tanto, que podré a q u í , que irrogaron á Lemercier aquellas l u -
sin ofender vuestra costumbre n i faltar chas. Queréis saber el resultado? Sin
á ninguna clase de respetos, mezclar al- contar Le lévite d' Epahün, prohibido por
gunos reproches con las alabanzas y to- el Comité de la salud pública, como pe-
mar algunas precauciones conservado- ligroso para la filosofía; Le Tartuffe révo-
ras por interés del arte; pero no lo h a r é , y lutionnaire, proscripto por la Convención,
vosotros mismos, si reflexionáis, com- como contrario á la República; Le demence
prendereis que si por casualidad, yo, que du Charles V I , desechado por la Restau-
no pruedo menos que ser fiel á mis con- ración por hostil á la dignidad real; sin
vicciones proclamadas durante m i vida, citar al Corrwpteur, silbado en 1823, se-
ANTES D E L D E S T I E R R O . 225
gun se dice por los guardias de Corps; sin " Y yo iré á buscar á mi amigo el primer
contar las censuras imperiales, ved lo cónsul,,.
que encontró. Finto, representado veinte Ocho dias después partió... "Ay de mil
veces y después prohibido; Flauto, prohi- me decia su respetable viuda contándo-
bido después de la séptima representa- me dolorosos detalles, no ha ido á bus-
ción; Cristóbal Colon, representado once carle, ha hecho más, se ha reunido con él„.
veces ante bayonetas y luego prohibido; Hemos recorrido á grandes rasgos una
Carlo-Magno, prohibido, lo mismo que Ca- noble existencia; fijémonos ahora en las
milo. enseñanzas que encierra.
E n esta lucha, honrosa para el poeta y Lemercier es uno de esos hombres ra-
desdichada para el gobierno, Lemercier ros que obligan al pensamiento y exigen
tuvo, en el transcurso de diez años, cin- á la inteligencia á la solución de este
co dramas grandiosos que le m a t ó el bello y grave problema: ¿Cuál debe ser la
poder. actitud de la literatura ante la sociedad
según las épocas, según los pueblos y se-
Defendió durante a l g ú n tiempo sus de- g ú n las fórmulas de gobierno?
rechos y pensamientos por medio de re-
clamaciones enérgicas, que dirigía direc- Hoy, el viejo trono de Luis X I V , el
gobierno de las Asambleas, el despotismo
tamente á Bonaparte. U n dia, en el
de la gloria, l a m o n a r q u í a absoluta, la
calor de una discusión delicada y algo
república tiránica, la dictadura militar,
ofensiva, el emperador, interrumpiéndo-
todo esto ya se ha desvanecido.
se, dijo bruscamente:—"Qué tenéis? Estáis
rojo.,,—"F vos estáis pálido, contestó con A medida que nosotros, nuevas gene-
raciones, avanzamos de a ñ o en a ñ o hácia
fiereza Lemercier; asi nos quedamos siem-
lo desconocido, los tres grandes hechos
pre cuando algo nos irrita; vos palidecéis y
que Lemercier encontró en su camino,
yo enrojezco.,,
amándolos primero y combatiéndolos
Pronto dejó en absoluto de visitar al después, yacen inmóviles y además
emperador voluntariamente; así es que muertos, hundiéndose poco á poco en
u n dia, en Enero de 1812, en la época las espesas brumas del pasado. Los re-
á l g i d a de las prosperidades de Napoleón yes de la rama antigua no son m á s que
y algunas semanas después de la supre- sombras, la Convención solo es un re-
sión arbitraria de Camilo, y cuando des- cuerdo y Napoleón es una tumba.
esperaba da conseguir la representación Solo han sobrevivido las ideas que en-
de sus obras ínterin durase el imperio, cerraban , L a muerte y los hundimien-
vióse precisado, como miembro del Ins- tos solo sirven para d e s e n t r a ñ a r el valor
tituto, á presentarse en las T u l l e r í a s . A l intrínseco y esencial de las cosas que
verle Napoleón, corrió á él y dijo:—"Se- constituyen su alma.
ñor Lemercier, ¿cuándo nos daréis una bella
Dios coloca algunas veces ideas den-
tragedia?,, Lemercier miró al emperador
tro de ciertos hechos y en algunos hom-
fijamente y contestó: ílPronto; lo espero
bres, á la manera de perfumes encerra-
asi.,, ¡Frase terrible; palabras de profeta
dos en frascos, que cuando se rompen se
m á s que de poeta; sentencia que, pro-
difunden por el espacio.
nunciada á principios de 1812, abarcaba
Moscow, Waterlóo y Santa Elena! Señores, la raza p r i m o g é n i t a contenia
la tradición histórica, la Convención con-
Pero las simpatías por Bonaparte no tenia la expansión revolucionaria y Na-
se amortiguaron en el corazón sufrido y poleón contenia la unidad nacional. De
grave de Lemercier, y la edad, en vez de la tradición nació la estabilidad, de la
apagar las chispas de aquella amistad, expansión la libertad y de la unidad el
las a u m e n t ó , dándolas calor y luz. poder. Luego la tradición, l a unidad y la
E l pasado año, casi por estos dias, en expansión, ó de otro modo, l a estabilidad,
una hermosa m a ñ a n a de Mayo, exten- el poder y la libertad, constituyen la ci-
dióse por Paris la noticia de que I n g l a vilización, formando todo su árbol raiz,
t é r r a , arrepentida de su conducta en tronco y hojas.
Santa Elena, entregaba á Francia el fé L a tradición, señores, interesa mucho
retro de Napoleón. Lemercier, enfermo y á nuestro pais, porque Francia no es una
postrado en cama, pidió un periódico, y colonia violentamente convertida en na-
al leer que una fragata se aprestaba á ción; Francia no es América, forma parte
zarpar en dirección á Santa Elena con de Europa, y romper con su pasado seria
aquel objeto y que el general Bertrand lo mismo que renunciar al suelo que
iria á buscar al emperador su señor, se pisamos. Así es que nuestra revolución
incorporó pálido y tembloroso, diciendo: tan grave, fuerte é inteligente, tuvo ad-
TOMO I V .
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526 OBRAS D E VICTOR HUGO,
mirable instinto a l comprender que las vacuna que inocule el progreso y que
familias coronadas eran á propósito para preserve de las revoluciones.
las naciones soberanas, y que en ciertas Es posible que los límites materiales
épocas, en razas reales era conveniente de Francia se hallen prefijados, restrin-
sustituir el derecho hereditario de prín- gidos efi. el mapa-mundi eterno, sobre
cipe á príncipe, la sucesión de rama en el cual Dios señaló los continentes, los
rama; por esto obró con gran tacto al rios, las m o n t a ñ a s y los mares; pero no
elegir por jefe constitucional al antiguo en ese mapa efímero, emborronado de
teniente de Dumouriez y de Kellermann, m i l colores, del que la victoria ó la diplo-
que era nieto de Enrique I V y sobrino macia cambian los límites cada veinte
de Luis X I V , transformando así en di- años. Mas no importa; en un tiempo de-
n a s t í a jóven una antigua familia mo- terminado , el porvenir e n c a u z a r á los
n á r q u i c a y popular á la vez, llena de acontecimientos por los derroteros prefi-
pasado por su historia y de esperanzas jados por Dios. L a forma de la Francia
por su unión. es fatal, y además, si las reacciones, los
Mas si la tradición histórica interesa á congresos ó las coaliciones han fundado
Francia, no menos la interesa la ex- una Francia, los poetas y escritores han
pansión de la libertad, el desenvolvi- constituido otra; la primera con sus fron-
miento de las ideas, que es su movimien- teras visibles, señaladas, y la segunda con
to propio; existe por la tradición y vive sus dilatadas é invisibles fronteras, que
por l a libertad. llegan hasta donde el género humano
¡No quiera Dios, señores, que al recor- deja de hablar nuestro idioma, es decir,
daros la preponderancia y poderío de la hasta los límites del mundo civilizado.
Francia de hace treinta años, tenga n i Señores, diré pocas palabras más para
por u n momento la intención i m p í a de concluir, confiando en que me prestéis
rebajar, humillar ó desalentar, por com- algunos instantes m á s vuestra benévola
paración de un pretendido contraste, á la atención.
Francia de nuestros dias! L o podemos Como habéis visto, no soy de los que
decir con serenidad, sin que sea necesa- pierden las esperanzas: perdonadme esta
rio levantar la voz para proclamar lo debilidad, que produce la admiración
que es tan claro y evidente; Francia es que tributo á m i p á t r i a y el cariño que
hoy tan grande como siempre. me inspira nuestra época.
A los cincuenta años de empezar su Tanto creo en la decadencia gradual
propia transformación ha empezado á de Francia, como en l a disminución pro-
rejuvenecer todas las viejas sociedades, gresiva de la raza humana. P a r é c e m e
pareciendo que dicho tiempo lo ha in- que esto no es posible en los designios
vertido por mitad imponiendo sus ar- del S e ñ o r , que sucesivamente creó á
mas á la Europa é imponiéndola sus Roma para el hombre antiguo y á Paris
ideas. para el hombre moderno.
Por medio de la prensa Francia go- E l derecho eterno, visible, aparece en
bierna á los pueblos y por medio de l i - todas las cosas, mejorando continuamen-
bros reina sobre las inteligencias; si no te el universo con el ejemplo de las na-
tiene conquistas, esto es, si no domina ciones elegidas y á las naciones elegidas
por l a guerra, tiene la iniciativa y domi- con el trabajo de las inteligéncias privi-
na por medio de la paz; dicta la órden legiadas. Sí, señores, á despecho del espí-
del dia al pensamiento universal; todo r i t u de diatriba y de denigración, que es
cuanto propone se discute al momento un ciego que mira, creo en la humanidad
por la humani iad; sus opiniones consti- y tengo fé en m i siglo, y á despecho del
tuyen leyes; su espíritu se infiltra insen- espíritu de la duda y del e x á m e n , que es
siblemente en los gobiernos y los i n - un sordo que escucha, creo en Dios y ten-
forma; en ella tienen origen todas las go fé en su Providencia.
palpitaciones generosas de unos pueblos Nada ha degenerado en nosotros; Fran-
para otros, todos los cambios y transfor- cia sostiene siempre el foco luminoso de
maoiones insensibles del mal en bien que las naciones.
realizan los hombres, ahorrando á los Es- Esta época es grande por la ciencia,
tados acontecimientos violentos; y las na- por la industria, por la elocuencia, por
ciones previsoras y que tienen ideas del la poesía y por el arte.
porvenir procuran que su sangre, ya ca- Los hombres de las nuevas generacio-
duca, participe de la fiebre útil de las nes han continuado religiosa y valiente-
ideas francesas, no como una enferme- mente l a obra de sus padres.
dad, sino, permitidme la expresión, como Después de la muerte del gran Goethe,
AlSTÉS D E L D E S T I E R R O .
Nadie ha reunido tantas condiciones ¿cómo es posible que vea u n sitio vacío
de sabio como el noble Malesherbes, que entre nosotros, sin pensar en el hombre
fué un gran literato, gran magistrado, eminente y extraordinario que debia
gran ministro y gran ciudadano. Sufrid, ocuparlo, en el íntegro servidor de la pa-
señores, el que yo pronuncie con venera- tria y de las letras, que a g o t ó el exceso
ción este nombre, al que rindo adoración del trabajo, que ayer luchaba con mu-
inextinguible. chos ódios y hoy le rodean respetuosas
Malesherbes tuvo la desgracia de ve- y generales simpatías, que solo come-
nir demasiado pronto. Era m á s el hom- ten el error de declararse en favor de
bre que termina ó cierra las revoluciones os hombres ilustres en la hora suprema
que el que las medita y prepara. de la desgracia? Permitid, pues, hable de
L a absorción insensible de las conmo- él un momento. Estimado de todos, el
ciones del porvenir por los progresos del que era en esta Academia el maestro de
presente, suavizar las costumbres, edu- la crítica moderna, escritor elevado, elo-
car las masas en las escuelas, en los ta- cuente, gracioso y severo, de inteligencia
lleres y en las bibliotecas; mejorar gra- regida por firme y recta razón, afectuoso
dualmente al hombre por medio de la compañero, amigo fiel y seguro, era i m -
ley y de la enseñanza, debe ser el obje- posible que su ausencia no entristeciese
to formal que se propongan los buenos dolorosamente m i corazón. Esta ausen-
gobiernos y los verdaderos pensadores, y cia, á no dudarlo, t e r m i n a r á y nuestro
esa fué la norma que siguió Malesher- compañero t o r n a r á á serlo. Confiemos en
bes durante el corto tiempo que fué m i - Dios, que tiene en su mano nuestras in-
nistro. teligencias y destinos, y que no crea se-
Desde 1776, adivinando la tormenta mejantes hombres para que dejen sus
que diez y siete años m á s tarde lo ar- obras incompletas.
rasó todo, se apresuró á amarrar la mo- Excelente y adorable hombre, pasaba
n a r q u í a y á asegurarla en puerto sólido, su vida entre los altos negocios y árduos
y hubiese salvado al rey y al Estado si problemas y los cuidados m á s tiernos y
el cable no se hubiera roto. Pero si Ma- delicados, con una alma tan grande
lesherbes (cuyo ejemplo es digno de imi- como su talento. Su elogio puede hacerse
tación) desapareció t a m b i é n , su recuer- con una sola palabra. E l dia que fué pre-
do al menos permanece indestructible ciso, se encontró en este gran literato, en
en l a memoria borrascosa de este pueblo este hombre público, en este orador, en
revolucionario, que se olvida de todo, este ministro, una madre.
como permanece en el fondo del Océano, E n medio de las penas que me acosan,
medio hundida en las arenas, la vieja an- conozco m á s que nunca m i insuficiencia.
cla de hierro del buque que la tempestad Si él me reemplazase, encontrarla el
hizo desaparecer. auditorio ilustre y respetable que me ro-
dea su palabra fácil, de exquisito gusto,
su elevación de lenguaje y su autoridad
para juzgar vuestros méritos y rendir
homenaje al talento de M . Campenon.
Campenon, en efecto, tenia una de
CONTESTACION M VICTOR HUOO, esas naturalezas de espíritu que exigen
el golpe de vista del crítico práctico y
director de la Academia francesa,
delicado.
AL DISCURSO DE MR. SAINT-MARG GIRARDIN. Este trabaio de análisis inteligente
16 Enero 1845. me lo habéis facilitado haciéndolo vos
mismo, y después de vuestro excelente
discurso poco tendré que decir acerca
Señor: del autor de E l Hijo pródigo y La Casa de
campo. Estudiar á Campenon como yo lo
Vuestro pensamiento se anticipó al hago es amarle, y explicarlo como vos
mió: en el momento en que elevo la voz lo habéis hecho es hacerle amar.
en este sitio para contestaros, no puedo Para leerle es preciso conocerle. En él,
dominar la profunda y dolorosa emoción como en todas las naturalezas francas y
que siento. Comprendereis perfectamen expansivas, el escritor nace del filósofo,
te que no me dirija en primer lugar á el poeta del hombre, simplemente, sin
vos n i al compañero honorable y llorado desviación y sin esfuerzo. De su carácter
á quien sucedéis. E n este instante en podemos deducir su poesía y de su vida
que hablo en nombre de la Academia sus poemas. Sus obras son el reflejo de
ANTES D E L D E S T I E R R O . 2^9
su alma. Era amable, sencillo, tranquilo, 1 da á Legou vé, autor del Mérito de las mu-
de amena palabra, de físico agradable, Uere,9, estas notables palabras: "¿Cuando
indulgente con todos y resignado en los literatos comprenderán el partido
las contrariedades. Amante de la fami- que pueden sacar en sus obras de las
lia, de la casa, del hogar doméstico y del cualidades y gracias infinitas de la mu-
trato paternal. Gr asta bale el retiro, los her, que en la tierra soporta tantas des-
libros y la tranquilidad como al poeta, gracias y goza tan pocas venturas?
y la intimidad como á un sábio. Amaba Seria honroso para nosotros, literatos y
el campo, pero con u n amor desintere- filósofos, procurar despertar en nuestras
sado; amaba el campo por él mismo, no obras el interés en favor de las mujeres,
por las flores n i por el verdor que en él desheredadas por los hombres, confesé-
encontraba; a m á b a l o m á s como hom- moslo, en esta sociedad que hemos crea-
bre que como académico, m á s como La- do m á s para nosotros que para ellas. Ha-
fontaine que como Delille. Nada habia beis dedicado á las mujeres todo un
superior á su espíritu, á no ser las exce- poema; yo las dedicaría gustoso toda m i
lencias de su corazón. R e n d í a culto á la poesía.,,
admiración, para lo que buscaba con E n estas cortas líneas se encuentra
placer las grandes amistades literarias, como un rayo de luz de su naturaleza,
E l cielo no le concedió el esplendor del tierna, compasiva y afectuosa,
g é n i o , pero le dió en cámbio una condi- Todas sus composiciones, en efecto,
cion que siempre le a c o m p a ñ a : la dig- están, por decirlo así, dulcemente anima-
nidad del alma. das por una figura de mujer, bella y
Campenon se encontraba sin envidia luminosa, que se inclina como una musa
ante las grandes inteligencias, y miraba sobre la frente triste y dolorosa del
sin ambición los grandes destinos. Era poeta.
cosa admirable y rara, uno de esos hom- Es la Eleonora de su poema el Tasso,
bres de segunda fila que aman á los de desgraciadamente sin concluir; es, en sus
l a primera. Lo repito: su carácter, una elegías, la jóven doncella enferma, l a
vez conocido, nos daba á entender su ta- j u d í a de Cambrai; es en otras partes Ha-
len to, porque poseía el noble privilegio ría Stuard, la señorita de la Valliere ó
de revelarse á sí mismo, que parece solo madame Sevigné, á la que dice:
pertenecer al génio. Toi qui fm
mere et ne fus pas anteur.
Cada una de sus obras es como una
producción necesaria, en la cual se en- E n la parábola del Hijo pródigo se en-
cuentra la existencia de a l g ú n afecto de cuentra la intervención de la madre, que
su corazón. le habéis reprochado justamente, porque
E l cariño que profesaba á la familia es un anacronismo de un corazón bueno
e n g e n d r ó el dulce y delicioso poema de é irreflexivo aparecer cristiano y mo-
E l Hijo pródigo. Su afición á la naturale- derno, cuando debiera ser j u d í o y anti-
za le hace crear L a Gasa de campo, que es guo, y ser indulgente cuando debía ser
u n gracioso idilio. Su culto á los espíritus severo; es una falta que no carece de
eminentes determina sus estudios sobre encanto.
Ducis, libro curioso é interesante en Confieso que no puedo leer sin enter-
tanto grado, no solo por todo lo que necimiento los deseos cariñosos de Cam-
hace ver, sino por todo lo que deja adivi- penon en favor de la mujer, que soporta
nar, y que constituye u n retrato fiel y \ en la tierra tantas desdichas y goza tan po-
detallado de una figura aislada, que pin- cas venturas; repito sus mismas palabras,
ta involuntariamente un%;época. Este llamamiento á los escritores sale
E n Campenon, el hombre de letras re- de lo m á s profundo de su alma y lo repi-
fleja al hombre; su talento fué el espejo te en distinta forma en todas sus obras;
de su alma. cada vez que se encuentra este sen t i -
A m ó , soñó y escribió. miento, complace y emociona, pues nada
P a s ó la juventud soñando y l a vejez satisface tanto como hallar en un libro
pensando. Así es que á todos los que nos dulces y justas aspiraciones,
pregunten si fué grande, si fué ilustre, ¡Quiera Dios que escuchen su voz y
les contestaremos que fué bueno y d i - que atiendan á su llamamiento! Que el
choso. poeta y el pensador no se cansen de pre-
Uno de los caractéres del talento de sentar l a santa y venerable figura de l a
Campenon es la presencia de la mujer en mujer ante las muchedumbres, tan pro-
todas sus obras. pensas á la ironía y tan predispuestas á la
E n 1810 escribió en una carta dirigí- inconstancia! ¡Que no se cansen de pre-
>30 OBRAS D E VICTOR HUGO.
obras y á todas las memorias la legiti- una gloria, tratarle y ser sus amigos, lo
midad de sus triunfos. mismo M r . Francisco de Nantes durante
L a facultad de lo bello y de lo ideal el Imperio, que M . Pasquier en la Res-
a l c a n z ó desenvolvimiento notabilísimo t a u r a c i ó n . Pudo así dedicarse tranquila-
en Delavigne, y el vuelo de su grande mente á sus trabajos sin inquietudes, sin
ambición literaria, en el cual podria en- preocuparse de las necesidades mate-
contrarse alguna vez algo de temerario riales, dichoso, admirado, rodeado de la
y supremo, estaba contenido y como l i - afección pública y acariciado por el aura
mitado por cierta reserva natural, que popular.
p r o d u c í a en sus composiciones el gusto L l e g ó u n dia en que una injusta ó i m -
que circunscribe ó el genio que amplia, política i n t r i g a hirió al poeta cuya fama
pero de una manera seductora y gracio- europea tanto honraba á Francia. En-
sa, que se traduce por modestia en su tonces le recogió y le sostuvo u n prínci-
carácter y en prudencia en sus obras. pe, del que Napoleón dijo: E l duque de
Su estilo tenia todas las perfecciones Orleans es siempre nacional; espíritu gran-
de su espíritu: elevado, preciso, concien- de y justo, que comprendía entonces
zudo, digno, de elegancia peculiar; al- como príncipe y después ha reconocido
guna vez gracioso, siempre claro y á ve- como rey, que el pensamiento es una
ces brillante. potencia y el talento una libertad.
Su vida era, m á s que la de u n filósofo, Cuando se reflexiona detenidamente
la de u n sabio. Se habia trazado, por de- en M . Casimiro Delavigne; cuando se
cirlo así, u n círculo alrededor de su des- estudia con fijeza tan dichosa naturale-
tino, del mismo modo que trazó otro á su za, es cuando se observa con e x t r a ñ e z a
inspiración. V i v i a como pensaba: solo. la í n t i m a y estrecha relación que existe
Profesaba gran afecto á su campo, á su entre la cualidad propia de su espíritu,
j a r d í n , á su casa y á su retiro; al sol de que es la claridad, y el rasgo principal
A b r i l con sus rosas y al de Agosto con de su carácter, que es l a dulzura. L a
sus espigas: tenia sin cesar cerca de su dulzura, en efecto, es una luz del alma
corazón, como para abrigarle, á su fami- que se esparce sobre las acciones de l a
lia, á su bijo, á sus hermanos y á algu- vida. E n M . Delavigne l a dulzura siem-
nos amigos. Le dominaba el deseo de l a pre ha sido proverbial. Era dulce en to-
oscuridad, que constituye las aspiracio- dos los accidentes de l a vida; lo mismo
nes de los que son célebres; compuso en en la prosperidad que en los sufrimien-
la soledad esos poemas que m á s tarde tos; lo mismo para con sus amigos que
conmovieron á las muchedumbres. Por para con sus enemigos.
eso todas sus obras, tragedias, comedias
y elegías respiran tanta calma, encierran A pesar de estar expuesto, sobre todo
tantos hechos; tienen para los que las en sus últimos años, á violentas críticas
leen con atención cierta frescura de som- y á denigraciones amargas y apasiona-
bra y de silencio, que las sigue hasta en das, j a m á s , s e g ú n nos dice su herma-
medio de la luz y del ruido. no en una interesante biografía, pareció
dudar; su serenidad j a m á s se alteró; te-
Perteneciendo á todos y dedicándose á
nia siempre la misma calma, l a misma
algunos, c o m p a r t í a su existencia entre
expansión, la misma benevolencia, l a
su país, al cual dedicaba toda su inteli-
misma sonrisa; el noble poeta ignoraba
gencia, y su familia, á la que daba toda
lo que era el ódio, propio de las almas
su alma; así obtuvo dos palmas: una b r i -
débiles y fieras. Sabia, desde luego, que
llante y otra tierna; como poeta, la fama;
todo lo que es bueno, grande, fecundo,
como hombre, la felicidad.
elevado y útil, es siempre combatido, por
Su vida, sin embargo, tan tranquila lo que recordaba el proverbio árabe: No
dentro y tan brillante fuera, no estuvo se arrojan piedras más que á los árboles car-
exenta de penalidades n i de trabajos. gados de frutas de oro.
J ó ven aun, Casimiro Delavigne tuvo
que luchar con el trabajo contra la ne- T a l era, señor, el hombre tan justa-
cesidad. Sus primeros años fueron rudos mente admirado á quien vos reempla-
y penosos; m á s tarde su talento le hizo záis en esta Asamblea.
adquirir amigos; sus éxitos le crearon u n Sustituir á un poeta que toda l a na-
público y su carácter una autoridad. ción llora, cuando esa nación se l l a m a
Por lo elevado de su espíritu fué desde Francia y el poeta Casimiro Delavigne,
su j u v e n t u d solicitado por las m á s ilus- es m á s que un honor que se acepta,
tres amistades. Hombres eminentes, vos un compromiso que se adquiere; grave
lo habéis dicho, buscaban lo que hoy es compromiso ante la literatura, ante l a
ANTES D E L D E S T I E R R O . 235
fama y ante el pais; pero me apresuro á algo que es divino, es decir, cierto y ab-
tranquilizar vuestra modestia. soluto; de tal suerte, que mientras que
L a Academia puede proclamar alta- el estudio de todas las filosofías induce á
mente, y yo estoy satisfechísimo al de- la duda, el estudio de l a poesía conduce
cirlo en su nombre, que al llamaros á su al entusiasmo.
seno hizo útil y excelente elección. Po- Por vuestros estudios sobre las len-
cos hombres, como vos, han prestado guas, por la flexibilidad y variedad de
tantos servicios á las letras y á las gra- vuestro talento, por la vivacidad de vues-
ves elaboraciones de la inteligencia. tras ideas, siempre agudas, con frecuen-
Sois poeta, y á pesar de serlo en un siglo cia fecundas, por esa mezcla de erudi-
en que la poesía es tan elevada, tan po- ción y de ingenio que hace que en vos
derosa y tan fecunda; en que luchan la no desaparezca del todo el poeta al ejer-
elegía épica con la elegía lírica; entre cer la crítica (aunque la crítica j a m á s
Casimiro Delavigne, que es tan noble, y desnuda enteramente al poeta), es por lo
Lamartine, que es tan grande, habéis que recordáis á la Academia uno de sus
sabido, entre extremos tan opuestos, des- m á s caros y m á s llorados miembros: al
cubrir un nuevo camino y crear una ele- ameno y delicioso Nodier, tan elevado y
g í a que solo es vuestra; habéis dado á tan tierno, al que os asemejáis. Nodier
ciertos desahogos del alma un acento nos recuerda algo de L a Pontaine; vos
nuevo. Vuestro género, casi siempre do- nos recordareis algo de Nodier.
loroso, con frecuencia profundo, vá en P a r e c í a imposible que vos, por la na-
busca de todos los que sufren, ya estén turaleza de vuestros trabajos y por la
en sitios altos, ya caídos, ya sean buenos inclinación de vuestro talento á l a cu-
ó malos. Para llegar hasta ellos vélase riosidad biográfica y literaria, no pensá-
vuestro pensamiento, porque no queréis rais a l g ú n dia detener nuestras miradas
turbar la oscuridad que los envuelve. ante dos grupos célebres de grandes i n -
Sabéis bien, como poeta, que los que genios que dieron al siglo diez y siete
sufren se retiran y ocultan no sé q u é sus dos aspectos m á s originales: el Hotel
sentimiento rudo é inquieto, nacido de la de Rambouillet y Port-Royal. E l uno
v e r g ü e n z a en las almas decaídas y del abrió el siglo diez y siete; el otro le
pudor en las almas puras; y porque lo a c o m p a ñ ó y fortaleció: el uno introdujo
sabéis bien, es por lo que, queriendo ser la imaginación en la lengua; el otro i n -
de los suyos, os ocultáis como ellos. De trodujo la austeridad. Los dos, coloca-
a q u í nace vuestra poesía penetrante y dos, por decirlo así, en las extremidades
t í m i d a á la vez, que hiere discretamente opuestas de la inteligencia humana,
las fibras misteriosas del corazón. han difundido luces diversas. Sus i n -
Como biógrafo, habéis, en vuestros fluencias han sido combatidas dichosa-
Retratos de mujeres, unido el encanto á la mente y combinadas m á s dichosamente
erudición, dejando entrever un moralista todavía, y en ciertos maestros de nuestra
que iguala muchas veces en delicadeza literatura, colocados en cierto modo á
á Vauvenargues, sin resucitar nunca la igual distancia del uno y del otro, en al-
crudeza de L a Rochefoucauld. gunas obras inmortales, que satisfacen
Como novelista, habéis sondeado los á la vez al espíritu en sus deseos de
lados desconocidos de la vida posible, y imaginación y al alma en sus deseos de
resulta en vuestros análisis concienzu- gravedad, se vé mezclarse y confundirse
dos la fuerza secreta que se oculta en la su doble aspecto.
gracia de vuestro talento. De estas dos grandes ramas, que carac-
Como filósofo, habéis confrontado to- terizan una época ilustre y que tan po-
dos los sistemas; como crítico, habéis es- derosamente han influido en Francia
tudiado todos los géneros en literatura. sobre las letras y las costumbres, la pri-
A l g ú n dia completareis y daréis cima mera, el Hotel de Rambouillet, ha obteni-
á estos últimos trabajos, que hoy no do de vos, acá y allá, algunas pinceladas
pueden juzgarse a u n , porque todavía vivas y espirituales; la segunda, Port-
están por terminar en vuestro espíritu, Royal, ha despertado y fijado vuestra
y os convencereis entonces al primer gol- atención. Habéisle consagrado un ex-
pe de vista, como conclusión definitiva, celente libro que, aunque no termina-
de que hay siempre en el fondo de todos do, es sin contradicción la m á s impor-
los sistemas filosóficos algo que es huma- tante de vuestras obras: habéis hecho
no, es decir, vago é indeciso, mientras bien. Es muy digna de estudio y de me-
que hay siempre en el arte, cualquiera ditación esa grave familia de solitarios
que sea el siglo y cualquiera su forma, que ha atravesado el siglo diez y siete,
236 OBRAS D E VICTOR HUGO*
mación frenética para todos los pechos, hombre de génio no cambiarla su mejor
que acogieron estas estrofas con yo no sé libro por el insigne honor de haber agi-
q u é mezcla de cólera y de amor, y con- tado entonces, con u n movimiento de
virtieron en un solo dia á un jóven des- alegría y orgullo, el corazón de la Fran-
conocido en el poeta nacional. L a Fran- cia, agobiada y desesperada? H o y que la
cia irguió la cabeza, y á partir de este hermosa alma del poeta ha desaparecido
momento, en este pais, que hace mar- tras el horizonte desde donde nos envia
char siempre al frente de todo su grande- aun sus resplandores, recordemos con
za m i l i t a r y su grandeza literaria, l a enternecimiento su alborada tan deslum-
fama del poeta se ligó en el pensamiento brante y tan pura.
de todos á l a catástrofe, como para ami- Patriótico reconocimiento debe unirse
norarla y desvanecerla. Digámoslo, por- siempre á la noble poesía que inspiró
que es glorioso decirlo: á la m a ñ a n a si- tan noble acción; que a c o m p a ñ e siempre
guiente del dia en que Francia inscribió á Casimiro Delavigne, y después de ha-
en su historia esta palabra nueva y fúne- ber coronado su vida, se trueque en una
bre: Waterlóo, g r a b ó t a m b i é n en sus fastos aureola en su tumba.
este nombre, jóven y brillante: Casimiro Dichoso debe ser el hijo de quien pue-
Delavigne. de decirse: H a consolado á su madre!
¡Recuerdo envidiable del generoso Dichoso el poeta del que se puede de-
poeta! Q-loria digna de envidia! ¿Qué cir: H a consolado á su p á t r i a !
CAMARA. DE LOS PARES.
1845 A 18-48.
CÁMARA D E LOS PARES.
18 4 5 A 1848.
ce grande; la otra ha sido encadenada, | E l objeto de esta gran ley, y que de-
pero permanece altiva. jloro no verlo en ella, es el siguiente:
Esas naciones debian hoy entenderse y mantener, consolidar y mejorar, bajo el
guardarse la una á la otra la profunda doble punto de vista militar y comercial,
s i m p a t í a de dos hermanas que han l u - "a configuración del litoral de Francia.
chado juntas. Ambas, lo he dicho y lo (Movimiento de atención.)
repito, han hecho mucho por Europa; la Señores: si se os dijera que una de
una prodigándose y la otra sacrificán- vuestras fronteras está amenazada; que
dose. un enemigo, á toda hora, en todo tiem-
Voy á resumir lo dicho en pocas pa- po, dia y noche, cerca y sitia una de
labras para terminar. L a intervención vuestras fronteras; que la invade sin ce-
de la Francia en la trascendental cues sar; que usurpa sin descanso; que hoy os
tion que nos ocupa no creo que debe ser roba una lengua de tierra, m a ñ a n a una
material, directa n i militar; creo que aldea, al otro una villa fronteriza; si se
debe ser intervención puramente moral os dijera esto, al momento se l e v a n t a r í a
debe ser la manifestación de adhesión y esta C á m a r a como u n solo hombre y la
s i m p a t í a de u n gran pueblo, dichoso y parecerían escasas todas las fuerzas del
próspero, á otro pueblo oprimido y aba- pais para defenderle contra peligro tan
tido. N i m á s n i menos. formidable. Pues bien, señores pares: esta
frontera existe en nuestro litoral; este
enemigo existe; es el Océano. (Movi-
miento.)
E l señor ministro de Obras públicas
di sabe, como yo, que las degradaciones de
CillCIi í IFiSA DEL LlIiiL las costas de Francia son numerosas y
rápidas; sabe t a m b i é n que la inmensa
27 Junio y l . " Julio 1846.
costa brava, que comienza en la emboca-
dura de la Somme y termina en la em-
Señores: bocadura del Sena, está en u n estado de
demolición p e r p é t u a .
Me adhiero á las observaciones pre
sentadas por el señor ministro de Obras No ignoráis que el mar se estrella in-
públicas. cesantemente contra las costas, y que del
Las degradaciones que trata de obviar mismo modo que la acción atmosférica
marchan, precisa decirlo, con espantosa desgasta los montes, desgasta t a m b i é n
rapidez. las costas la acción del mar. Solo que
Existe para m í y para los que han estu- en la acción atmosférica complícanse
diado esta materia verdadera urgencia. m u l t i t u d de fenómenos...
E n m i concepto, el proyecto de ley al- Dispénseme la C á m a r a si entro en de-
canza una extensión m á s grande que en talles, detalles que creo m u y útiles para
concepto de sus autores. demostrar la urgencia del proyecto ac-
L a ley que se os ha presentado no es tual y la urgencia de m á s grandiosa ley
m á s que una p e q u e ñ a parte de una gran sobre la materia en cuestión.
ley, de una gran ley posible, de una gran Señores: acabo de decir que la acción
ley necesaria; ley que, lo declaro, desea- atmosférica que incesantemente obra so-
rla ver discutida por las C á m a r a s ; desea- bre los montes se complica con mul-
rla verla presentada y sostenida por el t i t u d de fenómenos que pueden retardar-
recto criterio y la elocuente palabra del la; tanto, que se necesitan millares de
distinguido ministro que desempeña en años para que dicha acción atmosférica
este momento la cartera de Obras p ú - pueda demoler una muralla como los
blicas. Pirineos, ó crear una ruina como el circo
Q-avarnie, ruina que es al mismo tiempo
(1) En la sesión de 27 de Junio ocurrió un incidente moti-
el m á s maravilloso de los edificios. Por el
vado por M. de Boissy sobre la orden del dia. La Cámara tenia contrario, las olas del mar necesitan muy
(¡ue discutir dos proyectos de ley: el primero referente á traba- poco tiempo para deprimir una costa; u n
Jos que se habian de verificar en diferentes puertos de comer- siglo ó dos; á veces menos de cincuenta
cio; el segundo decretaba el rescate de la ensenada de Courseu-
lles. VI. de Boissy queria que la discusión del primero de estos años, y á veces u n solo golpe de mar en
proyectos, que llevaba quince millones de gasto, fuese remitido los dias del equinoccio basta para que la
para después del voto del presupuesto de ingresos. La proposi-
ción de lVÍ. de Boissy, combatid.! por M . Dumou, ministro de depresión se verifique, porque en las on-
Obras públicas, y por M. Tupinie% relator en la colisión que das del mar existe, a d e m á s de la destruc-
habia examinado los proyectos de ley, fué desechada después ción continua, la destrucción brusca.
de este discurso de M. Víctor Hugo.
L a discusión tuvo lugar en la sesión del 29. Si se quisieran contar las depresiones
ANTES D E L D E S T I E R R O . m
diarias que se verifican desde la embo- provecho de nuestra marina militar y
cadura del Somme tías ta la embocadura mercante la configuración de nuestro
del Sena, causariau espauto. Etretat se itoral, es el fin que nos debemos propo-
hunde sin cesar; Bourgdault tenia dos ner. L a ley actual no tiene m á s que
aldeas: la aldea de la orilla del mar y la un defecto: no le falta la urgencia; le fal-
aldea de lo alto de la costa. L a primera ta grandiosidad.
ha desaparecido; solo existe la segunda. Quisiera que la ley perteneciese á u n
Habia allí una iglesia que se veia aun tema, que formara parte de un conjun-
hace treinta anos, sola y de pié en medio to, que el ministro nos la hubiese presen-
de las ondas, como un navio encallado. tado basada en un gran fin y con vastas
U n dia sopló el huracán, vino u n golpe miras, y que Francia hubiera acometido
de mar y la iglesia fué á pique. Nada numerosos trabajos importantes, sérios y
queda hoy de aquella población de pes- considerables, encaminados á ese fin.
cadores, de aquel pequeño puerto tan Porque esta cuestión, señores, repito, es
útil. de interés nacional.
Señores, no ignoráis que Dieppe se H é aquí, puesto que la C á m a r a me d á
obstruye todos los dias y que todos nues- á n i m o para haolar, lo que creo que debe
tros puertos de la Mancha se encuentran lamarla la atención.
en estado grave, y, por decirlo así, ata L a corriente de la Mancha...
cados de una enfermedad seria y pro- EL SEÑOR, CANCILLER: Ruego al orador
funda. se ciña al proyecto que se está discu-
¿Os h a b l a r é del Havre, cuya situación tiendo.
débeos preocupar m á s todavía? M . VÍCTOR HUGO: Me permito hacer
Insisto sobre este punto, y porque sé notar al señor Canciller lo siguiente:
que no ha sido incluido en la ley, quisie- L a ley se presenta siempre bajo dos
ra que se fijara en él el señor ministro puntos de vista: bajo el punto de vista
de Obras públicas. Pero antes suplico á especial y bajo el punto de vista gene-
la C á m a r a me permita indicar, siquiera ral. Acabamos de tratarla bajo el pri-
sea r á p i d a m e n t e , cuáles tóerán los fenó- mer punto, y ahora corresponde tratarla
menos que, en plazo muy breve, des bajo el segundo.
t r u i r á n ese gran puerto, que es en el Pero sabéis que esta ley encierra cues-
Océano lo que Marsella en el Mediter- tiones muy graves, y deseáis, sin duda,
ráneo. que estas cuestiones pasen ante la Cá-
Señores: hace algunos dias discutióse mara sm que ésta las trate n i discuta.
ante vosotros, con notable lucidez, la Lo que se discute en este momento es
cuestión de la marina, cuestión que ha la cueation de urgencia; creo que nos
sido t a m b i é n tratada en otro recinto con ocupamos de esto, y siendo así, estoy de
i g u a l superioridad. lleno en la cuestión, y creo t a m b i é n tener
E l poder m a r í t i m o de una nación des derecho para demostrar á esta ilustrada
cansa sobre cuatro elementos: los navios C á m a r a que existe la urgencia, porque
la marina, las colonias y los puertos urgen tuüas las cuestiones del litoral.
Cito este el último, aunque debe ser e Si ahora, entre los argumentos de que
primero. debo valerme, presento el hecho de una
Ahora bien: la cuestión de los navios gran inminencia, de un peligro palpa-
la marina se ha estudiado ya profunda ble, cierto, evidente para todos y en
mente; la cuestión de las colonias se t r a t ó particular para el señor ministro de
aunque á la ligera; la cuestión de los Obras públicas, paréceme que puedo,
puertos, no solo no se ha tratado, sino que debo invocar esa gran urgencia,
que n i siquiera se ha entrevisto, y por señalar ese peligro; y si a d e m á s acierto
eso la presento hoy, si no para tratarla á demostrar que en ello hay u n verda-
á fondo en este momento, ai menos para dero interés público, no h a b r é empleado
indicarla. mal el tiempo que la C á m a r a me conceda
Del gobierno deben venir los grandes para hablar.
impulsos; pero de las C á m a r a s , y de ésta Si la cuestión de la órden del dia se
en particular, deben partir las grandes opone á que continúe un desenvolvi-
indicaciones. miento que creo necesario, suplicaré á l a
Señores: como voy á ocuparme de los C á m a r a , si así lo cree, que me reserve l a
m á s grandes intereses de la Francia, su- palabra para el momento en que se dis-
plico á la C á m a r a que se penetre bien de cuta esta ley, pues creo necesario entrar
lo que voy á decir. L o repito ó insisto en en algunos detalles. E n este momento
ello: mantener, consolidar y mejorar en solo hablo en apoyo de l a urgencia del
OBRAS D E VICTOR HUGO.
te. De esa idea nació la invención del cié de fondo de una cuba, en donde se
rompe olas del capitán Taylor, que en acumulan, bajo la impresión colosal de
m i concepto creo, y así debo decirlo, es las ondas, todas las arenas arrastradas
inglés; consiste este aparato en u n es- desde el polo al litoral europeo.
queleto de navio, en una especie de i n - Ahora bien: el golfo de G a s c u ñ a no
menso cesto de madera que flota en la tiene un solo puerto de refugio. L a costa
superficie y que sujeta en el fondo del del Mediterráneo solo tiene dos: Bouc y
mar una áncora poderosa. E l oleaje lle- Cette. Este puerto ha perdido una gran
ga, encuentra este aparato, le atraviesa, parte de su valor, por haber establecido
se subdivide, y su fuerza se dispersa con un rompe-olas de masonería que, estre-
la espuma. chando el paso, ha dejado la entrada ex-
Y a lo veis, señores; si la práctica está tremadamente difícil. E l señor ministro
de acuerdo con la teoría, el problema de Obras públicas lo sabe como yo y lo
está m u y cerca de resolverse. Podréis reconoce.
detener la deformación de nuestras cos- E n Agde seria posible establecer un
tas. E l choque del agua es el peligro; el puerto de refugio que parece indicado
rompe-olas será el remedio. por la naturaleza misma, y a q u í seria de
Señores pares: no tengo competencia tanta m á s importancia, cuanto los peli-
alguna, n i tampoco pretensiones para gros abundan en esos parajes. Desde 1836
decidir sobre la eficacia de esa invención; á 1844, en siete años, fueron á pique en
pero rindo verdadero y sincero homenaje dichas costas noventa y dos navios. U n
al ministro de Obras públicas, que ha puerto de refugio los hubiera salvado.
conseguido hacer un notable experimen- H é aquí, pues, los distintos puntos so-
to del rompe-olas flotante en uno de los bre los cuales llamo la atención del go-
puertos de Francia, y que ha autorizado bierno: primero, estudiar en su conjunto
al puerto de la Ciotat, puerto abierto á la cuestión del litoral, que yo no he po-
los vientos del Sudeste, que llegan y des- dido m á s que indicar; segundo, examinar
trozan los navios hasta en el mismo el sistema propuesto por M . Bernard For-
muelle, para que construya uno de esos tín, ingeniero del Estado, sobre la em-
aparatos divididos en ocho secciones. bocadura de los rios y particularmente
L a experiencia parece que haya conse- sobre el Havre; tercero, estudiar y gene-
guido lo que se propuso. ralizar la aplicación del rompe-olas; cuar-
Otros ensayos se han verificado en I n - to, crear puertos de refugio.
glaterra, y, sin que nada se pueda afir- Quisiera que una inteligencia tan i n -
mar todavía de una manera decisiva, hó geniosa y capaz como la del distinguido
a q u í lo que hasta hoy se ha observado: M. Dumon se aplicase al estudio y á la
cuantas veces han instalado un rompe- solución de estas diversas cuestiones, y
olas en un puerto ó localidad cualquie- que se nos presentase en la sesión próxi-
ra, hasta en alta mar, se ha visto cerca ma un conjunto de medidas que regula-
de él, y hasta en los momentos de m á s rizara todas las tomadas hasta hoy y á
recio oleaje, el siguiente estado de las cuya eficacia me asocio. Estoy lejos de
ondas: la tempestad rugiendo á la parte despreciar todo lo que se ha hecho, con
de allá del rompe-olas, y la calma rei- tal que se aprecie todo lo que pueda ha-
nando p l á c i d a m e n t e á la parte de a c á . cerse, y por m i parte apoyo el proyecto
E l problema del choque del agua de ley. Ciento cincuenta millones se han
está, pues, muy próximo á resolverse gastado desde hace diez años con el fin
Fomentar la invención del rompe-olas de mejorar los puertos, suma que hu-
y perfeccionarlo, es, en mi. sentir, pro biera podido invertirse en u n sistema
blema de u n gran interés público, que m á s grande y m á s vasto. Lejos de m í
recomiendo al gobierno. negar que t a l gasto ha producido algu-
No quiero abusar de la atención be- nos beneficios locales y ha obviado gran-
névola de la Asamblea, n i entrar en con- des inconvenientes; pero lo que yo pido
sideraciones m á s extensas todavía á las al señor ministro de Obras públicas es
que d á lugar el proyecto de ley. H a r é el examen profundo de todas estas cues-
notar solamente, y vuelvo á llamar la tiones.
atención del señor ministro de Obras pú- Dos fenómenos completamente con-
blicas, que una gran parte de nuestro l i - trarios se verifican en nuestro doble l i -
toral está desprovista de puertos de re toral, fenómenos que se desarrollan á
fugio. nuestra vista: el uno de ellos es que el
Bien sabéis lo que es el golfo de Gas- Océano avanza, y el otro que el Mediter-
c u ñ a , ese punto t a n temeroso, esa espe ráneo se retira. Tales fenómenos envuel-
ANTES D E L D E S T I E R R O .
O
CU
ANTES D E L D E S T I E R R O . 253
político. Social, porque hace surgir una zas á tan apetecido resultado. Por otra
nueva fase de civilización; político, por- parte, como toda idea patriótica es siem-
que hace surgir una nueva Italia. O me- pre buena, tengamos presente en la me-
jor, y lo digo con el corazón lleno de re- moria que nosotros, los mutilados de
conocimiento y de alegría, porque resuci- 1815, nada tenemos que perder en estos
ta l a vieja Italia. arreglos providenciales de la Europa,
Este es el otro aspecto de ese gran que tienden á dar á las naciones su forma
acontecimiento europeo. natural y necesaria.
Sí, señores; soy de los que se extreme- No quiero sujetar la C á m a r a al detalle
cen pensando que Roma, esa vieja y fe- de todas esas cuestiones. Dado el extre-
cunda Roma, esa metrópoli d é l a unidad, mo á que ha llegado la discusión y el
después de haber producido la unidad de cansancio de la Asamblea, no es posible
la íó, la unidad del dogma, la unidad decir hoy lo que se hubiera podido decir
del cristianismo, entra de nuevo en la ayer. L o siento y me limito á indicar el
tarea, y puede producir quizá con las conjunto del asunto y señalar su punto
aclamaciones del mundo la unidad de la culminante. Importa que la tribuna
Italia. francesa envié su decidido y poderoso
Ese nombre maravilloso, esa palabra apoyo á ese noble Papa, á esa noble na-
m á g i c a , I t a l i a , que ha por tanto tiempo ción, á los pensadores príncipes que si-
gozado entre los hombres la gloria de guen al sacerdote inspirado, á todos,
las armas, el génio conquistador y civili- en fin, si es posible.
zador, la grandeza de las letras, el es- No lo olvidemos, no lo olvidemos ja-
plendor de las artes y la doble domina- más: la civilización del mundo tiene una
ción por la espada y por la idea, vá á abuela que se l l a m a Grecia, una madre
recuperar, quizá antes de un cuarto de que se llama I t a l i a y una hija primogé-
siglo, su significación sublime y á resuci- nita que se llama Francia. Esto nos
tar, con la ayuda de Dios y del que nun- indica, ó indica á nuestras C á m a r a s fran-
ca h a b r á sido mejor llamado su Vicario, cesas, que gozar de ese derecho implica
no solamente el resumen de una gran cumplir con sus deberes.
historia muerta, sino el símbolo de un Señores pares: en otro tiempo tendi-
gran pueblo viviente. mos nuestra mano á Grecia; tendámose-
Cooperemos con todas nuestras fuer- la hoy á I t a l i a .
REUNIONES ELECTORALES.
1848 A 184=9.
r r T T T T t r f T T T T t T T t T f T f T T T 111 r 111111 Í 1111111111111111111111111111111 r \
REUNIONES ELECTORALES,
1848 A 1849.
pueblo, como el árbol tiene las suyas en i U n á m o n o s en una idea común! gritad
el corazón de la tierra; la libertad, como* conmigo: V i v a la libertad universal!
el árbol, eleva sus ramas al cielo, en cuyo V i v a la República universal!
seno las desplega; la libertad, como el
árbol, se engrandece sin cesar y cubre
con su sombra á las generaciones.
Hace diez y ocho siglos que se p l a n t ó
el primer árbol de la libertad en la cum-
bre del Grólgota, árbol que p l a n t ó el mis- REUNION DE AUTORES DRAMATICOS.
mo Dios. Sí; el primer árbol de la l i -
bertad fué aquella cruz sobre la cual
Jesucristo se ofreció en sacrificio por la Me afectan profundamente las simpa-
libertad, la igualdad y la fraternidad del tías que me rodean; queridos amigos y
g é n e r o humano. compañeros célebres me han ensalzado
Nada ha cambiado desde hace diez y mucho m á s de lo que valgo. Permitidme
ocho siglos la significación de ese árbol; agradecerles su cordial elocuencia, á la
pero no olvidemos que tiempos nuevos que debo los aplausos con que han aco-
exigen nuevos deberes. gido m i nombre; permitidme, t a m b i é n
L a revolución que nuestros padres hi- al mismo tiempo, que me abstenga de
cieron h á sesenta años, fué grande por todo lo que pudiera dar pié á que se
l a guerra; la revolución que hacéis vos- crea que solicito sufragios. Puesto que
otros hoy, debe ser grande por la paz. la nación trabaja en busca de su ideal,
L a primera ha destruido, la segunda hé a q u í cuál seria el mió respecto á elec-
debe organizar. E l trabajo de organiza- ciones.
ción es el complemento necesario del Quisiera las elecciones libres y puras;
trabajo de destrucción; por esto es por lo libres en cuanto á los electores, puras en
que vienen í n t i m a m e n t e ligados 1848 cuanto á los candidatos.
y 1789. Personalmente no me presento. Mis
Fundar, crear, producir, pacificar, sa- motivos ya los conocéis, porque los he
tisfacer todos los derechos, desarrollar publicado; se fundan en el respeto que
todas las grandes ideas del hombre, ali- profeso á la libertad electoral.
viar todas las necesidades de las socieda- A los electores les digo: Escoged á
des; t a l es la tarea del porvenir. E n la quien queráis y como queráis. Y o espero
época que nos encontramos, el porvenir y a p l a u d i r é cualquier resultado que se
viene ligero. consiga. Quedaré complacido si se me
Hasta podríase decir que el porvenir elige, satisfecho si se me olvida.
no es m a ñ a n a , sino que comienza des- Esto no quiere decir que yo no sea
de hoy. ambicioso. Alimento una ambición con
A l trabajo, al trabajo, obreros mecá- respecto á m i pais, y esta es la deque sea
nicos, obreros de la inteligencia, todos poderoso, rico, feliz, próspero y glorioso
los que me escuchan y rodean. Poned bajo esta simple fórmula: Libertad, igual-
fin á esa gran obra de la organización dad y fraternidad; es decir, que sea el
fraternal de todos los pueblos, conduci- m á s grande en la paz, como ha sido el
dos á un mismo objeto, ligados por una m á s grande en la guerra. Alimente otra
misma idea y viviendo con el mismo co- ambición, y esta se refiere á m í mismo: l a
razón. Seamos todos honrados; no econo- de permanecer escritor libre y simple
micemos n i sufrimientos n i esfuerzos. D i - ciudadano.
fundamos sobre el pueblo que nos rodea Entre tanto, si llega un dia que m i
y sobre el mundo entero la simpatía, ! pais, conociendo mis ideas y m i concien-
l a caridad y la fraternidad. Desde hace i cia, que son públicas desde hace veinti-
tres siglos, el mundo i m i t a á Francia; des- \ cinco años, me llama á la Asamblea na-
de hace tres siglos, Francia es la primera jcional, a s i g n á n d o m e u n puesto desde
de las naciones. ¿Y sabéis lo que quiere i donde pueda velar y quizás combatir,
decir esta palabra, la primera de las na- | a c a t a r é su voto como una órden, é iré
ciones? Pues quiere decir la m á s grande; | donde me envien. Estoy á la disposición
quiere decir t a m b i é n la mejor. ¡Amigos, I de mis conciudadanos. Soy candidato á
hermanos, conciudadanos: establezcamos | l a Asamblea, como todo soldado es can-
en todo el mundo, con la grandeza de j didato al campo de batalla.
nuestros ejemplos, el imperio de nues- | E l cargo de representante del pueblo
tras ideas! ¡Que toda nación sea dichosa ! constituye, al mismo tiempo que un ho-
y digna de parecerse á Francia! | ñor, un peligro, y basta que sea un ho-
ANTES D E L D E S T I E R R O . 259
ñor para que yo no lo solicite, como bas- un poder que permanece erguido: el pen-
ta que sea un peligro para que yo no lo samiento. Las revoluciones destrozan las
rehuse. coronas, pero no extinguen las aureolas.
Me habéis comprendido. Ahora voy á
hablaros de vosotros mismos. Preguntando uno de los autores pre-
Existen hoy en Francia, en P a r í s , dos sentes á M . Víctor Hugo q u é h a r í a si
clases de obreros que ambas tienen dere- un club se dirigiese á la Asamblea cons-
cho á ser representadas en la Asamblea tituyente, M . Víctor Hugo contestó:
nacional. L a una... No quiera Dios que "Ruego á M . Teodoro Muret que no ol-
yo hable nunca más que con cordial efu- vide que yo no me presento; sin embar-
sión de esos bravos obreros, que han rea- go, voy á contestarle; pero le contestaré
lizado grandes actos y los realizarán aun como elector, no como candidato.
m á s grandes todavía. No soy de los que Si en el momento en que el sistema
les adulan, soy de los que los aman. Sa- electoral, m á s ámplio y m á s liberal que
b r á n completar la alta idea que han , a m á s los hombres han podido conseguir,
dado al mundo de su buen sentido y de ama á todos los ciudadanos para que
su v i r t u d . H a n mostrado su valor duran- emitan su voto; á todos, desde el primero
te el combate y demostraron su pacien- 3asta el último, bien que hoy ya no hay
cia después de l a victoria. Esa clase de n i primero n i último, quiero decir, á to-
obreros, digo, ha realizado grandes em dos; si en el momento que de todos esos
presas; por lo mismo serán noble y votos reunidos v á á salir la Asamblea
espléndidamente representados en la definitiva, la Asamblea suprema, que
Asamblea constituyente; por m i parte será, por decirlo así, la majestad visible
reservo diez puestos á los obreros de Pa de la Francia; fuera posible que en el
ris en m i Boletín. momento de tomar posesión ese Senado
Pero quiero, quiero para honor de l a de su autoridad soberana existiera en u n
Francia que t a m b i é n la otra clase de rincón cualquiera de P a r í s una fracción,
obreros, los obreros de la inteligencia, una pandilla de intrigantes, u n grupo
esté noble y largamente representada. de hombres, no diré bastante culpables,
E l dia que se diga que los escritores, los pero sí bastante insensatos para atreverse,
poetas, los artistas están fuera de la re en el paroxismo del orgullo, á oponer su
presentación nacional, aquel dia aconte exigua voluntad cara á cara y frente á
cerá un oscuro y fatal eclipse; disminuirá frente de la voluntad augusta de la
la luz de la Francia. Asamblea, que será la representación de
Es preciso que todos los obreros ten la pátria; si t a l ocurriera, me precipitaría
gan sus representantes en la Asamblea ante ellos y les lanzarla este grito: ¡Des-
nacional; tanto los que forman la rique graciados! deteneos! ¡vais á demostrar
za del pais como los que realizan su que sois unos malos ciudadanos! Y si no
grandeza; tanto los que remueven el pa consiguiera hacerlos desistir, si persistían
vimento de las calles como los que agitan en su tentativa de usurpación impía, ¡oh!
los espíritus. entonces daría, si era preciso, toda l a
Cierto que algo vale haber construido sangre que corre por mis venas, y m i len-
las barricadas de Febrero al alcance de gua no encontraría bastantes impreca-
la mosquetería y fusilería, pero no vale ciones, no t e n d r í a bastante indignación
menos el estar sin cesar, sin tregua, sin en el alma n i bastante cólera en el cora-
descanso, firmes, luchando en las bar zón para aplastar la insolencia de los
ricadas del pensamiento, expuestos á los dictadores con la soberanía de l a nación. „
ódios del poder y á la metralla de los
partidos. Aquellos obreros, nuestros her
manos, han luchado tres dias; nosotros
los obreros de la inteligencia, hemos l u
chado veinte años
Estad atentos á lo que es de gran inte VÍCTOR HUGO Á SUS CONCIUDADANOS.
res. Que en vuestro nombre tome uno la
palabra, y que vuestra bandera, que es Conciudadanos:
la bandera de la civilización, se enarbole
durante el estruendo de la batalla por Respondo al llamamiento de los sesen-
mano firme ó ilustrada. ¡Haced prevale ta m i l electores que me han honrado es-
cer las ideas! Demostrad que la gloria es j p o n t á n e a m e n t e con sus sufragios en las
una fuerza. A pesar de que las revolu- j elecciones del Sena. Me presento á vues-
ciones han derribado mucho, existe a u n ' tra libre elección.
260 OBRAS D E VICTOR HUGO.
Me pedís que diga lo que pienso res- de la ciencia, del arte y del pensamien-
pecto á la situación política actual; voy to; perseguirá, sin perder terreno y sin
á decíroslo. salirse de lo posible y de lo verdadero,
Dos Repúblicas son posibles. De éstas, a realización serena de todos los gran-
la una abatirá la bandera tricolor con -la es ideales de los sábios; fundará el poder
bandera roja; derribará la columna; echa- sobre la misma base que la libertad, es
r á abajo la e s t á t u a de Napoleón y ele- decir, sobre el derecho; subordinará la
v a r á la e s t á t u a de Marat; destruirá el ::uerza á la inteligencia; disolverá el mo-
Instituto, la Escuela politécnica y la Le- iin y la guerra, esas dos formas de la
gión de Honor; a ñ a d i r á á la augusta di- barbarie; h a r á del órden la ley de los
visa Libertad, Igualdad, Fraternidad, la ciudadanos y de la paz la ley de las na-
opción siniestra O la muerte; producirá ciones; vivirá y resplandecerá, engran-
bancarrotas; a r r u i n a r á las riquezas sin deciendo á la Francia, conquistando al
enriquecer á los pobres; desprestigiará el mundo; en una palabra, será el majes-
crédito, que es l a fortuna de todos, y el tuoso abrazo del género humano ante
trabajo, que es el pan de cada uno; abo- as miradas satisfechas de Dios.
lirá la propiedad y la familia; paseará De estas dos Repúblicas, la ú l t i m a se
las cabezas colgadas de las picas; l l e n a r á lama la civilización, la otra se llama el
las prisiones por simples sospechas y las terror; y así como c o n s a g r a r é m i vida
v a c i a r á para la matanza; encenderá la 3ara establecer la primera, la perderé
guerra en Europa y reducirá á cenizas gustoso para impedir que triunfe la se-
l a civilización; h a r á de Francia la p á t r i a gunda.
de las tinieblas; d e g o l l a r á la libertad
sofocará las artes, decapitará el pensa
miento, n e g a r á á Dios; p o n d r á en movi-
miento esas dos m á q u i n a s fatales que son
correlativas, la plancha para los asigna-
dos y la báscula para la guillotina; en una
palabra, h a r á fríamente lo que los hom- 11 i us cuco «IÍCIOIS
bres del 93 hicieron con ardor, y después DEL AJRTE Y D E LA. INDUSTRIA
de lo horrible y de lo grandioso que pre- 29 Mayo 1848.
senciaron nuestros padres, nos e n s e ñ a r á
lo monstruoso de la pequeñez.
L a otra República será la santa comu- VÍCTOR HUGO: Hace un mes, por res-
nión de todos los franceses actuales y de peto á l a iniciativa electoral, creí que
todos los pueblos m á s tarde; basada en debia abstenerme de toda candidatura
el principio democrático, fundará una personal, aunque al mismo tiempo de-
libertad sin usurpaciones n i violencias claraba, como recordareis, que el dia en
una igualdad que a d m i t i r á el crecimiento que estuviese en peligro la Asamblea
natural de cada uno; una fraternidad, no nacional me presentaría en seguida, y
de monjes recluidos en u n convento como el peligro ha aparecido, por eso me
sino de hombres libres; enviará á todos la presento.
e n s e ñ a n z a como el sol envia la luz, gra Hace u n mes me dirigió uno de vos-
tuitamente; introducirá la clemencia en otros esta pregunta, que acepté con do-
l a ley penal y la conciliación en la ley lor: Si ocurriera que los insensatos osa-
civil; m u l t i p l i c a r á los caminos de hierro ran violar la Asamblea nacional, ¿qué
h a r á floreciente una parte del territo creéis que debería hacerse? Acepté, repi-
rio, desmontará otra, decuplará el valor to, la pregunta con dolor, y respondí
del suelo; p a r t i r á del principio de que sin vacilar al momento: Deberíamos le-
todo hombre debe comenzar por el t r a vantarnos todos como u n solo hombre
bajo y acabar por la propiedad; ase y (estas fueron mis propias palabras)
g u r a r á , por consiguiente, la propiedac. aplastar la insolencia de los dictadores con
como la representación del trabajo des la soberanía de la nacional.
e m p e ñ a d o , y el trabajo como el elemento L o que yo pedia hace un mes lo han
de la propiedad futura; respetará la he realizado trescientos m i l ciudadanos ar-
rencia, que no es otra cosa que la mano mados hace quince dias.
del padre extendida á sus hijos al t r a v é s Antes de ese acontecimiento, que es
de las paredes de la tumba; c o m b i n a r á un atentado y una catástrofe, ofrecerse
pacíficamente, para resolver el glorioso como candidato no era m á s que u n de-
problema del bienestar universal, los recho, y de los derechos siempre pode-
acrecimientos continuos de la industria, mos abstenernos. Hoy es u n deber, y al
ANTES D E L D E S T I E R R O . »61
deber no se debe renunciar. Renunciar la República gira toda dentro de la be-
el deber es desertar, y ya io veis, yo no lleza de su desenvolvimiento regular; la
deserto. propaganda de la R e p ú b l i c a es su pro-
Después de la época de que os hablo pia vida. Para que la R e p ú b l i c a se es-
se han aclarado en algunas semanas los tablezca para siempre en Francia, es
confusos contumos de las cuestiones po- preciso que se establezca fuera de Fran-
líticas; los acontecimientos, repentina- cia, y para que se establezca fuera de
mente en un dia providencial, haa i l u - Francia, es preciso que la acepte la con-
minado el interior de todas las ideas, y ciencia del género humano.
en el momento actual la situación se Y a conocéis el fondo de m i corazón.
presenta sumamente sencilla. Solo se re- Todo m i pensamiento se podría resumir
duce á dos cuestiones: á vida ó á muer- en estas palabras: Odio eterno á la anar-
te. A una parte están los hombres que quía; tierno y profundo cariño al pueblo.
quieren la libertad, el órden, la paz, la A ñ a d o á esto, y á todo lo que tengo es-
familia, la prosperidad, el trabajo, el crito, y á todos los actos de m i vida
eró l i t o , la seguridad comercial, la indus- pública, que j a m á s desde que tengo uso
tria floreciente, la dicha del pueblo, la de razón ha salido una p á g i n a de m i
grandeza de la patria y, en una palabra, Diurna, n i una palabra de m i boca, que
la prosperidad de todos, compuesta del 10 haya estado de acuerdo con las pala-
bienestar de cada uno. En la otra parte Dras que pronuncio en este momento.
están los hombres que quieren el abis-
mo, los hombres que sueñan en embar- Todos vosotros lo sabéis, mis amigos,
car la Francia en una especie de alma- mis compañeros, mis hermanos; soy el
día de Medusa, en donde será devorada mismo que era ayer, el abogado consa-
esperando la tempestad y la noche. grado á esta gran familia popular que
3or tanto tiempo ha sufrido; el pensador
No creo que tenga necesidad de deci- amigo de los trabajadores, el trabajador
ros que no pertenezco á esta clase de amigo de los pensadores; el escritor que
hombres n i perteneceré j a m á s . L u c h a r é quiere para el obrero, no l a limosna, que
hasta m i último suspiro contra esos per- degrada, sino el trabajo, que honra. Soy
versos ciudadanos que quieren imponer el mismo que ayer defendió al pueblo en-
la guerra en Francia por el motin y la tre los ricos, y m a ñ a n a , si es preciso, de-
dictadura al pueblo por el terror; siem- fenderé á los ricos entre el pueblo. A s í
pre me e n c o n t r a r á n de pié ante ellos, ya comprendo los deberes que encierra la
en la tribuna como ciudadano, ya como jalabra sublime que me parece escrita
soldado en la calle. sor la mano de Dios y que brilla sobre
L o que quiero ya lo sabéis, os lo he todas las naciones con la luz eternal de
dicho hace pocos dias; se lo he dicho al ios cielos, la palabra Fraternidad.
pais, se lo he dicho con toda la convic-
ción de m i alma, tratando de arrancar M . PAÜLIN siente que el ciudadano
del corazón de las gentes honradas la Víctor Hugo, cuyo inmenso talento ad-
palabra que todos tienen en el pensa- mira, haya creido deber señalar el peli-
miento, pero que nadie se atreve á pro gro de la anarquía, sin hablar del peligro
nunciar. Pues yo he dicho esa palabra de la reacción. Cree que la revolución de
que os indica m i elección. Quiero una Re Setiembre no es una revolución política,
pública envidiada de todos los pueblos, sino una revolución social, y pregunta
y no una República que les inspire hor- al ciudadano Víctor Hago si está con-
ror. Quiero una República tan noble, tan forme en que el proletariado debe desapa-
pura, tan honrada, tan fraternal, tan recer de la sociedad.
pacífica, que las demás naciones deseen VÍCTOR HUGO: ¡Desaparecer como el es-
imitarla y adoptarla. Quiero una Repú- clavo ha desaparecido! ¡desaparecer para
blica tan santa y tan bella, que cuando siempre! pero no restableciendo, bajo
se la compare con las demás formas de otra forma, la servidumbre y la mano
gobierno, todas las otras formas palidez muerta. No hablo con doble sentido; decia
can comparándose con ella. Quiero una hace poco que soy hoy el mismo que era
República tal, que cuando las d e m á s na ayer. Mucho antes de formar parte de
cienes dirijan sus miradas hácia F r a n n i n g ú n cuerpo político, hace quince años
cia, no solo digan: ¡Qué grande es! sino decia esto en un libro que publiqué: "Si
que a ñ a d a n : Q u é dichosa! á m í , que nada soy en el Estado, se me
Desengañaos (y quisiera que mis pa concediera la palabra sobre los negocios
labras traspasaran este estrecho recinto del pais, la pediría solo en la órden del
que quizás traspasen); la propaganda de dia, y solicitaría del gobierno que susti-
262 OBRAS D E VICTOR HUGO.
tuyera las cuestiones políticas con las soy para el pueblo y lo que el pueblo es
cuestiones sociales.,, para mí.
Hace quince años que i m p r i m í esas pa- E l proletariado debe desaparecer, pero
labras. Algunos años después de haber- no soy de los que quieren que la propie-
las publicado formó parte de un cuerpo dad desaparezca. ¿Sabéis si se matase la
político... Pero y a q u e me interrumpo, propiedad quién morirla? E l trabajo.
permitidme ser parco en apologías re- Porque, q u é es el trabajo? E l elemento
trospectivas, porque no me placen. Creo generador de la propiedad. ¿Y q u é es la
que cuando un hombre ha difundido en propiedad? E l resultado del trabajo.
doce ó quince m i l hojas sus ideas, es di- No acierto á comprender el motivo por
fícil que a ñ a d a algo m á s á su profesión q u é ciertos socialistas han presentado
de fé, y cuando recuerdo lo que he dicho, esta cuestión. L o que yo quiero, lo que
lo hago con verdadera sinceridad, con entiendo, es que la propiedad debe faci-
la certeza de que nada en m i pasado litarse al hombre que trabaja, y que éste
puede desmentir lo que digo ahora. Sen- debe ser sagrado para el que no trabaja,
tado esto, continúo. para que si llega un dia á descansar,
viva recordando lo que sufrió cuando
Cuando formaba parte de la C á m a r a trabajaba: este es el medio de mejorar sin
de los pares, llegó un dia que en uija de cesar la suerte de los trabajadores. Este
las oficinas en donde yo me sentaba se debe ser el objeto de una sociedad bien
agitaron, á propósito de las falsificacio- constituida: facilitar y suavizar constan-
nes comerciales, varias de las cuestiones temente la subida, muchas veces penosa,
que se acababan de discutir. Cid lo que que conduce del trabajo á la propie-
decia entonces: ¿Quién sufre en el estado dad, del estado de sufrimiento al de la
actual?... Francia fuera; el pueblo den- dicha, del proletariado á la emancipa-
tro; Francia herida en su prosperidad y ción, de las tinieblas en que sufren los
en su honor, y el pueblo quebrantado en esclavos á la luz en que respiran los
su existencia y en su trabajo. E n este mo- hombres libres. Dentro de la civilización
mento, señores, empleo la palabra pue- verdadera, la marcha de la humanidad
blo en una de sus acepciones m á s restrin- es una ascensión continuada h á c i a la luz
gidas y m á s concretas; la empleo para y hácia la libertad.
designar especialmente á esa clase nume
rosa y trabajadora que forma la base de M . PAÜLIN: J a m á s he pensado atacar
l a sociedad; á e s a clase, tan digna de es- las ideas y sentimientos de Víctor Hugo;
t i m a por lo que trabaja y tan acreedora pero hubiera querido oírle pronunciar la
al respeto por lo que sufre. No lo oculto, gran palabra asociación, palabra que sal-
señores, y sé que al hablaros así des- vará la República y h a r á de los hombres
pierto vuestras m á s generosas simpa- una gran familia de hermanos.
tías: reservo un sentimiento cordial y VÍCTOR HUGO: T a m b i é n en esto, por
fraternal hácia esa clase de hombres, sen muchos conceptos, podremos entender-
timiento que comparten todos los que nos. No me esclavizo á las palabras tanto
piensan. Todos, en grados diversos, so como vos. No creo que puede una pala-
mos obreros de la gran obra social. Pero bra salvar al mundo; esto solo pueden
los que trabajan corporal mente están conseguirlo los sucesos, y m á s que los
bajo la custodia de los que trabajan con sucesos, las ideas. Tomo, pues, la asocia-
el pensamiento.,, ción, no como una palabra, sino como
una idea, y voy á deciros lo que pienso
Hó a q u í de q u é manera hablaba en la de ella.
C á m a r a aristocrática, á la que tenia el Me parece excelente, pero que no tiene
honor de pertenecer. Esta palabra tenia tanto poder como se le atribuye, porque
el honor no os debe chocar. No busquéis el hombre, por desgracia, no puede encon-
en m í otro lenguaje: cuando ese poder trar n i en el mundo físico, n i en el mundo
estaba en pió, le combatía; ahora que está moral, n i en el mundo político una pana-
derribado, le respeto. cea. L l e g a r í a m o s á l a perfección, sí, por
Siempre las cuestiones que se relacio- medio de una idea ó de una palabra que la
nan con el bienestar, con la dignidad y representara, que pudiese resolver todos
con l a educación del pueblo han ocupa- los problemas y decir: abracémonos. Dios
do m i vida entera. Si lo dudáis, entrad impone á los hombres trabajo m á s peno-
en el primer gabinete de lectura que en so. No basta concebir la idea, precisa ex-
centréis y leed quince p á g i n a s tituladas traer el hecho, y este es el grande y do-
Claudio Gueux, que p u b l i q u é hace catorce loroso parto. Mientras éste se realiza, se
a ñ o s , en 1834; en ellas veréis lo que yo llama revolución; cuando ya se ha reali-
ANTES D E L D E S T I E R R O .
Los republicanos que atentaron contra en favor del pueblo; se trataba de l a cues-
la Asamblea el 15 de Mayo; pero me tión de la probidad comercial, de las mar-
equivoco, esos no son republicanos, y cas de fábrica. Dos meses después, el 2 y
merecen que les aplaste el peso del des- el 5 de Julio, volví á tomar la palabra
precio; pues á los que se ocultan es á los en defensa y para pro tejer nuestro lito-
que deseamos que nuestros represen- ral, y señalando á las C á m a r a s el hecho
tantes nos digan: Nosotros los combati- grave de que las costas de Inglaterra es-
remos. taban erizadas de cañones y las de Fran-
VÍCTOE, HUGO: He escucbado con aten- cia desarmadas.
ción, y cosa e x t r a ñ a que á orador tan jó- E l quinto discurso data del 14 de Ju-
ven, que habla con facilidad tan distin- nio de 1847. Aquel dia me levanté, á
guida y que expresa con claridad sus propósito de la petición de un proscripto,
ideas, no haya podido comprenderle. Me para decir al gobierno del rey Luis Fe-
ha parecido que indicaba que eran peli- lipe lo que sentí no haberlo podido decir
grosos (me valgo de sus propias expre- dias antes al gobierno de la República:
siones), no solo los que quieren ser, sino que es odioso desterrar y proscribir á los
los que han sido. que c a s t i g a d destino. Pedia en alta vOz
Comienzo por preguntarle: ¿Habláis —no hace un a ñ o todavía—que á la fa-
de l a familia que acaba de trastornar m i l i a del emperador se la permitiera
u n movimiento popular? Si decís que sí, volver á Francia. Pero lo que la Cá-
nada me es más fácil que contestaros. mara me rehusó, me lo ha concedido la
M . AüBRY: M i pensamiento no fué Providencia.
ocuparme de las personas, sino de los E l sexto discurso, pronunciado el 13
sistema^; no de Luis Felipe n i de Blan- de Enero ú l t i m o , se referia á Italia, á
qui, sino del sistema de Luis Felipe y del la unidad de I t a l i a , á la revolución
sistema de Blanqui. francesa, madre de la revolución ita1
VÍCTOR HUGO: Me habéis llevado á m i liana.
terreno predilecto. T r a t á n d o s e solo de H a b l é durante tres horas; afirmaba
sistemas, responderé con los hechos. que iba á estallar una gran revolución
He sido tres veces par de Francia; he en la p e n í n s u l a italiana; la C á m a r a no lo
hablado seis como par; insertó en ana creia; y el 13 de Enero, dentro de las mis-
carta que publicaron los periódicos los mas tres horas, mientras yo hablaba, sonó
datos de mis discursos. ¿Por q u é los pu- el primer toque de la insurrección de Pa-
bliqué? Todos pueden ver] os en el Moni- lé r i ñ o .
tor. ¿Por q u é ofrecí con profunda tran- M i manera de obrar, siempre indepen-
quilidad seis discursos á millones de diente, puede considerarse t a m b i é n bajo
lectores de los periódicos de Paris y de otras formas. Recuerdo u n suceso que
Francia? Porque sabia que ninguna de quizá los autores d r a m á t i c o s no h a b r á n
las palabras pronunciadas entonces es- olvidado.
t a r í a hoy fuera de propósito; porque los Ocurría en un momento memorable
seis discursos que p r o n u n c i é ante los para mí; en el momento que recogía por
pares de Francia, los podría pronunciar primera vez el aplauso de la simpatía
ahora ante la Asamblea nacional. Este es popular en el proceso intentado contra el
el secreto de m i tranquilidad. drama E l rey se divierte, cuya representa-
Queréis m á s detalles? ¿Queréis que os ción suspendió el gobierno, y por cuyo
diga cuál fué el objeto de esos discursos? hecho t o m é yo la palabra. Nadie atacó
Pues os lo voy á decir. con m á s e n e r g í a y resolución al gobierno
E l primer discurso, pronunciado el 14 de entonces; podéis volver á leer m i dis-
de Febrero de 1846, lo consagré á los curso. Y ved a q u í los hechos. ¿Pasaremos
obreros, al pueblo, del que hay a q u í dis- á las personas? Esto seria violento para
t i n g u i d a y grave diputación. mí. No, no a t a c a r é á las personas; no, no
Se presentó una ley que t e n d í a á ne- cometeré la vileza de volver la espalda á
gar el derecho que el artista industrial los que se marchan y la cara á los que
tiene á su obra; yo c o m b a t í la injusta llegan; j a m á s ! ¡jamás persona alguna me
disposición de aquella ley, y la hice de- verá como v i l cortesano lisonjear al
sechar. pueblo, así como nunca he lisonjeado á
E l segundo discurso lo p r o n u n c i é el los reyes!
20 de Marzo del mismo año; los periódi- Las lisonjas de los reyes, como las l i -
cos lo han publicado hace algunos dias; sonjas del pueblo, nacen siempre de unos
se refiere á la Polonia. E l 1.° del siguien- mismos hombres, á los que desprecio pro-
te A b r i l hablé por tercera vez, t a m b i é n fundamente.
ANTES D E L D E S T I E R R O . 265
Quisiera que m i voz se escuchara en que temen que vuelva, porque se lo deben
el boulevard; quisiera que m i palabra todo y han demostrado ser ingratos. A
llegara á los oidos del pueblo leal, dise- esos hombres debia marcárseles la espal-
minado en este momento en las encruci- da con u n hierro candente.
jadas y que rechaza la proscripción; él, No, no les queremos, porque siguen
que ha estado proscripto tanto tiempo. un sistema tenebroso. L o prueban vo-
Hace u n mes que siento no haber podido lando esa ley.
asistir á la Asamblea nacional en dos VÍCTOR HUGO: Pienso obrar como
dias especiales: el 15 de Mayo, para opo- siempre obré: pienso v i v i r independiente,
nerme al crimen de lesa majestad que aunque tenga que quedarme aislado. No
cometió el motin al violar el domicilio soy m á s que un espíritu pensativo, soli-
de la nación, y el 25 de Mayo, para opo- dario y sério, y el hombre que ama la so-
nerme al decreto del destierro. No me edad no teme el aislamiento.
encontraba allí cuando esta ley i n ú t i l ó Estoy resuelto á obrar s e g ú n la luz
inicua fué votada por los mismos que que brilla en m i alma y que me enseña
sostenían la dinastía hace cuatro meses. lo justo y lo verdadero. Estad seguros de
Si me hubiera encontrado, me hubierais que j a m á s seré v í c t i m a n i cómplice de
visto levantar lleno de indignación y las locuras de n i n g ú n partido. Tengo
cubierto de mortal palidez y decirles: bastantes faltas y todos tenemos bastan-
"Habéis decretado una ley de proscrip- tes en nuestra humanidad para i r á car-
ción, pero vuestra ley no es válida, es gar con el peso y las responsabilidades
nula. Mirad cómo la Providencia pone de las faltas de otros. Para m í la falta
ante vuestros ojos la prueba patente de lo peor en el mundo es la falta c o m ú n . L o
miserables que son esas leyes. Tenéis mismo me veréis combatir á los nuevos
a q u í dos príncipes, príncipes por el nom partidos que quieren restablecer un pa-
bre; tenéis dos príncipes de la familia de sado r u i n , que combatir á los partidos
Bonaparte, á los que estáis obligados á viejos que quieren t a m b i é n reponer u n
llamar para votar esta ley, y ellos, que pasado peor todavía.
viven bajo el peso de ley semejante, vio No quiero una política que ataca á
lan, votando la nueva ley, la ley antigua. la Francia, no quiero una política que l a
Esos príncipes viven entre vosotros como e n s a n g r e n t ó . L o mismo c o m b a t i r é l a
una protesta viva del poder divino con- intriga que la violencia, vengan de don-
tra el poder humano.;, de vengan. E n cuanto á lo que l l a m á i s
H é a q u í lo que hubiera dicho, y siento reacción, l a rechazo como rechazo á l a
no haberlo podido decir; pero estad ple- a n a r q u í a .
namente convencidos que en cuanto la En este momento, los verdaderos ene-
ocasión se me presente lo diré; formulo migos del bien público son los que dicen:
m i e m p e ñ o ante la faz del pueblo. J a m á s "Precisa entretener l a agitación en las
permitiré que en vuestro nombre se co- calles, producir u n motin desarmado é
metan acciones afrentosas. D e p u r a r é los indefinido, que el comerciante no venda,
actos y q u i t a r é l a m á s c a r a á los hombres. que el comprador no compre, que el
J a m á s a t a c a r é á los individuos de los consumidor no consuma, que las bancar-
partidos derribados; j a m á s a t a c a r é á rotas privadas traigan la bancarrota pú-
los vencidos. Tengo la costumbre de t r a blica, que se cierren las tiendas, que el
tar las cuestiones con cariño y no con obrero huelgue, que el pueblo esté sin
ódio. trabajo y sin pan, que mendigue, que
P l á c e m e buscar el lado noble y conci- arrastre su angustia por el pavimento de
liador de los asuntos, no el lado irritante. las calles; entonces se h u n d i r á todo!,, No!
J a m á s he faltado á esta costumbre de ese plan horrible no triunfará! No! ¡Fran-
toda m i vida n i faltaré hoy. Y ¿por q u é cia no morirá de miseria! ¡no es acreedo-
he de faltar? Con q u é objeto? ¿Por la ra á t a l suerte! No! ¡la gran nación, que
candidatura? ¿Es que creéis que ambi ha sobrevivido á W a t e r l ó o , no espirará
ciono ser diputado de l a Asamblea na en la bancarrota!
cional? Solo tengo el anhelo del bombe- UN MIEMBRO: Que Víctor H u g o diga:
ro que vé arder una casa y dice: ¡ V e n g a No soy republicano rojo, n i republicano
un cubo de agua! blanco, sino republicano tricolor.
M . AUBRY: L o que mis amigos piden VÍCTOR HUGO: LO que me proponéis lo
es ver estigmatizados á los individuos he impreso hace tres dias.
que han votado la ley de proscripción y Me parece que es imposible ser m á s
que nosotros no aprobamos. Si han pros claro que lo fui en esa publicación. No
cripto la familia de Luis Felipe es por- quisiera que n i uno solo de vosotros es-
TOMO I T . 34
266 OBRAS D E VICTOR HUGO.
ideas. No t r a t a r é de lo que ya se ha d i -
TA LLERESlN ACION ALES. (1) cho.
20 Junio 1848. Me abstendré de ocuparme de las ci-
fras que todos conocéis. E n m i opinión,
lo digo con franqueza, la creación de los
Señores: talleres nacionales pudo ser y fué una
necesidad; pero es propio de los verdade-
No subo á esta tribuna para aumen- ros hombres de Estado sacar partido de
tar la pasión en los debates que os agi- las necesidades y convertir algunas ve-
tan, n i la amargura en las diferencias ces las mismas fatalidades de una situa-
que os dividen. E n este momento en que ción en medios de gobierno. Pero siento
todo es dificultad, en que todo puede ser declarar que no han sacado el mejor par-
peligro, me avergonzada si proporcio- tido de dichas necesidades.
nara voluntariamente embarazos á m i L o que me choca en primer lugar, lo
pais. Asistimos á solemne y decisiva ex- que choca á todo hombre de buen sentido
periencia, y me ruborizaria la idea de en la institución de los talleres naciona-
entorpecer por u n momento l a majestuo- les, t a l como se ha implantado, es l a
sa forma social, la República, que nues- enorme fuerza gastada en pura pérdida.
tros padres han visto grande y terrible Sé que el señor ministro de Obras pú-
en el pasado y que nosotros todos quere- blicas indica medidas, pero hasta que l a
mos ver grande y bienhechora en el realización de esas medidas empiece sé-
porvenir. P r o c u r a r é , pues, en lo poco que riamente, estamos obligados á hablar de
he de decir á propósito de los talleres lo que es, de lo que amenaza serlo quizá
nacionales, no perder de vista ese pensa- por largo tiempo todavía; y en todos los
miento; que en l a época delicada y gra- casos tiene derecho nuestro e x á m e n á
ve en que nos encontramos, necesitan remontarse á las faltas cometidas, á fin
firmeza los actos y conciliación las pala de evitar, si se puede, las faltas futuras.
bras. Digo, pues, que lo único que es claro
L a cuestión de los talleres nacionales hasta hoy en todos los talleres naciona-
ha sido ya tratada en diferentes casos les es una fuerza gastada en pura ruina;
con notable elevación de miras y de y en q u é momento? E n el momento en
que la nación, agotada, necesitaba todos
(1) Este discurso fué pronunciado cuatro di s antes de la los recursos, tanto de los brazos como de
fatal insurrección del 24 de Junio, y abrió la discusión sobre el los capitales. ¿Qué han producido en cua-
decreto siguiente, adoptado por la Asamblea:
«Artículo 1.° El crédito de tres millones que pide el señor
tro meses los talleres nacionales? Nada.
ministro de Obras públicas para los talleres nacionales, debe No quiero entrar en la especificación
considerársele de carácter urgente,
Art. ü.0 Cada crédito nuevo destinado al mismo empleo de los trabajos que eran de urgencia em-
no podrá esceder de la suma de un millón. prender, que el pais r e c l a m ó , que todos
Art. 3.° Los poderes de la comisión encargada del exámen vosotros tendréis presentes; pero exami-
de este decreto continúan hasta tanto que la Asamblea no or-
dene otra cosa.» nad esto. Por u n lado una cantidad i n -
OBRAS D E VICTOR HÜGO.
mensa de trabajos posibles; por otro una ción obrera, preteríanos del motin al
cantidad inmensa de trabajadores dispo- servicio de l a dictadura.
nibles. Y el resultado? Negativo! A nadie pudo ocurrirle semejante idea;
Negativo! me engaño; el resultado no esa idea seria u n crimen de lesa majes-
ha sido nulo, ha sido sensible; doble- tad popular.
mente sensible: sensible bajo el punto de ¡Desgraciados por siempre los que la
vista de los rendimientos; sensible bajo concibieran! ¡Desgraciados aquellos que
el punto de vista de l a política. tratasen de practicarla! porque el pue-
Sin embargo, m i severidad admite lo, no lo dudéis, el pueblo, que tiene ra-
atemperancias; no llego hasta donde lle- ciocinio, se apercibiría m u y pronto y se
gan los que dicen con u n rigor parecido sublevaría en semejante caso como u n
á l a cólera, creyendo estar en lo justo: solo hombre contra los tiranos enmasca-
"Los talleres nacionales es un recurso fa- rados de aduladores, contra los déspotas
t a l . Habéis bastardeado á los vigoro- disfrazados de cortesanos, y seria severo y
sos hijos del trabajo, habéis quitado á terrible.
una parte del pueblo l a afición á traba- Rechazo este órden de ideas y me l i -
jar, afición útil que e n t r a ñ a la dignidad, mito á decir que, independientemente de
el respeto á sí mismos y la tranquilidad la funesta perturbación que los talleres
de l a conciencia. A los que no hablan nacionales hacen pesar sobre nuestras
conocido hasta entonces m á s que la rentas, los talleres nacionales, como aho-
fuerza generadora del trabajo, les ha- ra son y como amenazan perpetuarse, po-
béis enseñado el afrentoso poder de l a drían á la larga—peligro que se os ha
mano que pide; habéis quitado á los señalado y sobre el cual insisto—alterar
hombros el hábito de transportar el peso gravemente el carácter del obrero pari-
glorioso del honroso trabajo, y habéis siense.
acostumbrado á las conciencias á sopor- Ahora bien: soy de los que no quieren
tar el peso humillante de la limosna. Co- que se altere el carácter del obrero pari-
nocíamos ya al desocupado d é l a opulen- siense; soy de los que desean que esta
cia; vosotros habéis creado al desocupado noble raza de hombres conserve su pure-
de la miseria, cien veces m á s peligroso za, su dignidad v i r i l , su a m o r a l trabajo,
para él mismo y para los demás. L a mo- su valor á la vez plebeyo y caballeresco;
n a r q u í a tenia ociosos, la República ten- soy de los que quieren que esta noble
d r á holgazanes.,, raza, admirada del mundo entero, per-
manezca admirable.
Este lenguaje rudo y molesto no es el
Y por qué? Pues no lo deseo solo por
m i ó precisamente; no llego hasta a h í .
el obrero parisiense, lo deseo t a m b i é n por
No; el glorioso pueblo de J u l i o y de Fe-
nosotros, por el grandioso papel que Pa-
brero no se depravará. Esa h o l g a z a n e r í a
rís desempeña en la obra de la civiliza-
fatal para la civilización es posible en
ción universal.
T u r q u í a ; en T u r q u í a , pero no en Fran-
cia; Paris no copiará á Ñápeles; j a m á s Paris es la actual capital del mundo
Paris copiará á Constantinopla. J a m á s , civilizado...
aunque se quiera, j a m á s se conseguirá UNA voz: Eso es sabido.
hacer de nuestros dignos ó inteligentes VÍCTOJI HUGO: Sin duda;es sabido. ¡Me
obreros, que leen y que piensan, que ha- e x t r a ñ a la interrupción! Sena raro y
b l a n y que escuchan, lazaronis en tiem- curioso que Paris fuese la capital del
pos de paz y genízaros en tiempos de mundo y que el mundo no lo supiera.
guerra. J a m á s ! Se me ha escapado esta Prosigo. L o que Roma era en otro tiem-
palabra que acabo de pronunciar, aun- po, Paris lo es hoy. L o que Paris acon-
que se quiera. Sentirla que vieseis en ella seja, lo medita la Europa; lo que Paris
u n doble sentido, esto es, cierta tendencia comienza, lo prosigue la Europa.
acusadora. Paris tiene una función dominante
entre las naciones. Paris tiene el privile-
E l dia que crea deber acusar, acusaré, gio de establecer en ciertas épocas, so-
y no indirectamente. No, no creo, no beranamente unas veces, bruscamente
puedo creer, y lo digo con sinceridad, otras, grandes sucesos: la libertad del 89,
que haya podido germinar en la mente la República del 92, J u l i o de 1830, Fe-
de nuestros gobernantes la idea mons- brero de 1848; y estos grandes sucesos,
truosa de convertir al obrero parisiense en quién los realiza? Los pensadores de
bandolero y de crear en la ciudad m á s París, que los preparan, y los obreros de
civilizada del mundo, con los elementos P a r í s , que los ejecutan.
admirables de que se compone l a pobla- H é a q u í por q u é quiero que el obrero
ANTES D E L D E S T I E R R O . 271
de Parte permanezca siendo lo que ea; Porque la cuestión existe en el hecho
noble y valeroso trabajador, sóida lo de democracia y no en la palabra república, es
la idea cuando es preciso, de la idea y por lo que se dice, con razón, que lo que
no del motin; improvisador, algunas ve- se presenta ante nosotros, con amenazas
ces temerario, de las revoluciones, pero según unos, con promesas según otros,
iniciador m a g n á n i m o , sensato, i n t e l i - no es cuestión política, sino cuestión
gente y desinteresado de los pueblos. Hó social.
a q u í el gran papel del obrero parisiense. Representantes del pueblo: la cuestión
Separo, pues, de él con indignación todo está en el pueblo. L o decia hace un a ñ o ,
lo que pueda corromperle. en otro recinto, y tengo derecho á decir-
De esto nace m i oposición á los talle- lo hoy aquí; l a cuestión, desde largos
res nacionales. años h á , está en la angustia del pueblo,
Es necesario que los talleres naciona- en las angustias de los campos, que no tie-
les se trasformen pronto de una institu- nen suficientes brazos, y de las ciudades,
ción dañosa en una institución ú t i l . que tienen demasiados; en el obrero que
ALGUNAS VOCES: LOS medios? vive en un rincón sin aire; en la indus-
VÍCTOR Huoo: Hace poco, al princi- tria donde falta trabajo; en el niño que
piar, os los he indicado; el gobierno los vá con los piés descalzos; en la desdicha-
e n u m e r ó ayer; os suplico que me permi- da joven que la miseria roe y la prostitu-
táis no repetirlos. ción devora; en la anciana sin asilo, cuya
MUCHOS MIEMBROS: Continuad! ¡Conti- falta de providencia social hace negar
nuad! la Providencia divina; la cuestión está
VÍCTOR HUGO: Se ha perdido ya mucho en aquellos que sufren, en aquellos que
tiempo; importa que las medidas indica- tienen frió y hambre. A h í está la cues-
das se adopten lo m á s pronto posible. tión.
Llamo sobre este punto la atención de la
Asamblea y de sus delegados en el po- Ahora bien; yo, socialista, me dirijo á
der ejecutivo. los socialistas impacientes. ¿Creéis que
esos sufrimientos no nos laceran el cora-
V o t a r é el crédito, teniendo en cuenta
estas observaciones. zón? ¿creéis que esos sufrimientos no des-
piertan en nosotros el m á s tierno respe-
Si m a ñ a n a se nos anuncia que las me-
didas que promete el señor ministro de to, el m á s profundo afecto y la m á s
Obras públicas se ejecutan, y que no re- ardiente y acendrada simpatía? ¡Os en-
trocederá en ese camino en mucho tiem- g a ñ á i s ! H é a q u í solo, en este momento,
po, desaparecerán mis críticas. ¿No creéis en el momento actual, lo que os de-
que es de la mayor importancia estimu- cimos.
lar a l gobierno cuando el tiempo se Después del gran acontecimiento de
pierde y las fuerzas de la Francia se Febrero, seguido de las conmociones que
agotan? han traído los derrumbamientos necesa-
Señores: al terminar, permitidme di- rios, no solo existe la angustia de esa
rigir desde lo alto de esta tribuna, á pro- parte de la población que se llama pue-
pósito de los talleres nacionales, algunas blo, sino la angustia general de todo el
palabras á esa clase de pensadores seve- resto de la nación. A d e m á s , la seguridad,
ros y convencidos que sollaman socialis- el crédito, la industria, el comercio, l a
tas, y echar con ellos una r á p i d a mirada demanda ha cesado, las salidas se cier-
sobre la cuestión general que amedren- ran, las quiebras se multiplican, los a l -
ta, en el momento actual, á todos los es- quileres y arrendamientos no se pa-
píritus y que envenena todos los aconte- gan; todo se ha doblegado á l a vez; las
cimientos; es decir, sobre el fondo real de familias ricas viven reducidas, las aco-
la situación presente. modadas están pobres, las pobres están
hambrientas.
L a cuestión, en m i concepto, la gran
cuestión que preocupa á Francia en este E n m i sentir, el poder revolucionario
momento, y que l l e n a r á el porvenir, no está despreciado. Acuso á las falsas me^
es cuestión de una palabra, es cuestión didas; acuso t a m b i é n y sobre todo á l a
de u n hecho. Seria u n error aplicarla á fatalidad de las circunstancias.
la palabra república] debe aplicarse al E l problema social está propuesto. E n
hecho democracia] hecho considerable, cuanto á m í , comprendo de este modo
que debió engendrar el estado definitivo la solución: no horrorizar á nadie; dar
de las sociedades modernas, y cuyo ad- seguridad á todo el mundo; llamar á las
venimiento pacífico es, lo declaro, el ob- clases, hasta a q u í desheredadas, á los go-
jeto de todos los espíritus sérios. ces sociales, á l a educación, al bienestar,
272 OBRAS D E VICTOR HUGO.
en dia menos pesado, con objeto de pre- bertad de imprenta, los interruptores de-
parar la transición y traer pur grados bieran callar. (Muy bien!)
insensibles la hora en que se pueda le- Digo que la libertad de imprenta con-
vantar sin peligro. viene á la libertad de esta Asamblea, y
Voy á ocuparme de la cuestión de la os pido permiso para afirmar esta verdad
libertad de imprenta, y diré al ministro cómo se afirma una verdad política, ge-
de Justicia que esta ha tomado, desde la neralizándola.
ú l t i m a discusión, nuevos aspectos. Cuan- Señores: la libertad de imprenta es l a
to mas avanzamos en la confección de la g a r a n t í a de l a libertad de las Asam-
Constitución, me veo m á s imposibilitado bleas.
para discutirla, careciendo de la libertad Las minorías encuentran en la prensa
de imprenta. libre el apoyo que se les rehusa con fre-
Digo careciendo de la libertad de i m - cuencia en las deliberaciones internas.
prenta, porque no puedo caracterizar de Para probar lo que afirmo, los razona-
otro modo una situación en la cual los mientos abundan y los hechos t a m b i é n .
periódicos no están colocados y mante- Voz EN LA IZQUIERDA: ¡ C u a r d a d silen-
nidos bajo la vigilancia y salvaguardia cio! E.^o ya, es intencionado!
de las leyes, sino entregados á la discre- VÍCTOR HUGO: Digo que las minorías
ción del poder ejecutivo. encuentran en la prensa libre...—y, se-
Ahora bien, señores; temo que en lo ñores, permitidme recordaros que toda
futuro, la Constitución que discutimos m a y o r í a puede degenerar en minoría;
quede moralmente rebajada. por lo tanto se deben respetar las mino-
M . DUPIN (DE LA NIÉVRE): ESO no su- r í a s ; — l a s minorías encuentran en la
cederá por í a i t a de enmiendas n i de crí- prensa libre el apoyo que les í a l t a con
ticas. frecuencia en las deliberaciones internas.
VÍCTOR HUGO: Habéis tomado, señores, Queréis que lo compruebe un hecho?
dos resoluciones graves en estos últimos Voy á citaros uno que está, sin duda,
tiempos; por la una, á la cual no estoy en la memoria de la mayor parte de vos-
asociado, habéis sometido la R e p ú b l i c a otros.
á la peligrosa prueba de una Asamblea U n dia, durante la Restauración, u n
única; por la otra, á la que me honro de enérgico orador de la izquierda, Casimi-
haber contribuido, habéis consagrado la ro Perier, osó arrojar a l a C á m a r a de
plenitud de la soberanía del pueblo y los diputados esta frase atrevida: "Nos-
dejado al país el derecho y cuidado de otros somos seis en este recinto y fuera
escoger la persona que debe d i r i g i r el treinta millones,,.
gobierno del pais. Señores, esas memorables palabras,
Ahora bien, señores; importaba en es- que contienen u n porvenir, fueron sofo-
tas dos ocasiones que la opinión pública, cadas por los murmullos de l a C á m a r a
que la opinión exterior, pudiese tomar entera en el momento que el orador las
la palabra, tomarla alta y libremente, pronunció, y á la m a ñ a n a siguiente las
porque allí estaban, una por una, las celebraron las aclamaciones de l a prensa
cuestiones que le tocaban de cerca. unánime.
E l porvenir, el porvenir inmediato de Ahora bien: ¿queréis saber lo que l a
vuestra Constitución arrastra otras cues- prensa libre ha hecho por el orador l i -
tiones graves. Sena triste que pudiera bre? A b r i d las cartas políticas de Benja-
decirse que mientras todos los intereses m í n Constant; en ellas encontrareis este
del pais desean la voz para reclamar ó notable pasaje:
para quejarse, la prensa está amorda- "Volviendo á su banco, díjome Casimi-
zada. ro Perier al dia siguiente de haber ha-
Señores: digo que la libertad de i m - blado así: "Si l a unanimidad de la pren-
prenta es necesaria á la buena discusión „sa no hubiera contrarrestado la unidad
de vuestra Constitución. V o y m á s lejos; „de la C á m a r a , quizá me hubiera aco-
digo que la libertad de imprenta convie- mbar dado.;;
ne á la libertad misma de l a Asamblea. ¡Hó a q u í lo que puede la libertad de
Esto es una verdad... (Interrupción.) imprenta; hó a q u í el apoyo que puede
EL PRESIDENTE: Escuchad, ceño: prestar! A la libertad de imprenta es á
esta cuestión es de las m á s graves. lo que debéis sm duda ese hombre vale-
VÍCTOR HUGO: P a r é c e m e que cuando roso, que, cuando lo creyó prudente,
pretendo demostrar á la Asamblea que supo ser buen servidor del órden, por-
su libertad, que su dignidad misma, es- que habia sido buen servidor de l a
t á n interesadas en la plenitud de la li-(libertad.
213 OBRAS D E VICTOR HUGO.
1849 A 1851.
ASAMBLEA LEGISLATIVA.
18 4-9 Á 1 8 5 1 ,
"hacer esperar al pueblo u n aumento brado á nadie en particular, pero sus pa-
de bienestar y una disminución de sufri- labras tienen algo de personal para todo
mientos, es prometer lo imposible; que el mundo, y no puedo ver en la inter-
nada hay que a ñ a d i r á lo que han hecho rupción que se produce m á s que un des-
los d e m á s gobiernos en circunstancias m e n t í s universal de la Asamblea. Os
semejantes; que todo lo d e m á s es decía-, suplico que entréis de lleno en la cues-
macion y quimera, y que la represión t i ó n .
basta para el presente y la compresión VÍCTOR HUGO: NO aceptaré el desmen-
para el porvenir.,, (Violentos murmullos. tís de la Asamblea hasta tanto que no se
Dirígeme numerosas interpelaciones al ora- me dé con actos y no con palabras. Ve-
dor por los miembros de la derecha y del remos si el porvenir dice que me engaño;
centro, entre los cuales notamos á M M . De- veremos si se h a r á otra cosa que la com-
nis, Benoist y de Dampierre.) presión y represión; veremos si la idea
Estoy satisfecho, señores, al ver que que se desvanece hoy no es la política
mis palabras han hecho estallar unani- que se desplegará m a ñ a n a . Mientras, y
midad de protestas. en todos los casos, p a r é c e m e que la una-
EL PRESIDENTE (DUPIN): L a Asamblea, nimidad misma que acabo de provocar
efectivamente, ha manifestado su senti- en esta Asamblea es un excelente resul-
miento. E l presidente nada tiene que tado. (Buido. Interrupción.)
a ñ a d i r . (Muy lien! Muy bien!) Señores, dejemos para fuera de este
YÍCTOR HUGO: NO es esa la manera de recinto objeciones de t a l naturaleza y
comprender el restablecimiento del ór- toda alusión á*los miembros de esta
den... (Interrupción en la derecha.) Asamblea, y p e r m í t a s e m e decir que en
UNA voz: No, no es ese el modo. cuanto á m í , no creo que el sistema que
M . NOEL PARFAIT: Se ha dicho en m i combina la represión con l a compresión
despacho... (Gritos en la derecha.) y que así se mantiene, sea la única ma-
M . DUFOURNEL á M . Parfait: Decid nera, la mejor manera de restablecer el
q u i é n ha hablado así. órden. (Nuevos murmullos.)
M . DE MONTALEMBERT: Con el permiso He dicho que dejo de aludir por com-
del honorable M . Víctor Hugo, me tomo pleto á los miembros de la Asamblea...
la libertad de declarar... (Interrupción.) (Ruido.)
NUMEROSAS VOCES: A l a tribuna! ¡A la EL PRESIDENTE: L a Asamblea no se
tribuna! cree aludida; esto es una objeción que el
M . DE MONTALEMBERT, en la tribuna: orador se hace á sí mismo y que v á á re-
Me tomo la libertad de declarar que la futar. (Risas. Rumores.)
aserción del honorable M . Víctor Hugo VÍCTOR HUGO: Se equivoca el señor
es tanto m á s infundada, cuanto la comi- Presidente, Hasta sobre este punto apelo
sión ha aprobado por unanimidad la al porvenir. Y a veremos. Por otra parte,
proposición de M . de Melun, y la mejor como lo que dije no es una objeción que
prueba que yo puedo dar es que dicha me hago á m í mismo, me basta haber
comisión ha escogido para ponente al provocado la manifestación u n á n i m e de
propio autor de la proposición. (¡Muy esta Asamblea, esperando que ya la re-
bien! Muy bien!) cordará, y paso á otro órden de ideas.
VÍCTOR HUGO: E l honorable M . de Oigo decir igualmente todos los dias...
Montalembert contesta á lo que yo no he (Interrupción.) A h , señores! Sobre este
dicho. Y o no he dicho que la comisión punto de la cuestión no temo interrup-
no estuviere u n á n i m e en adoptar la pro- ción alguna, porque vosotros mismos re-
posición; he dicho solo, y lo sostengo, conocéis que esto constituye hoy la gran
que habia oido á menudo, y sobre todo palabra de la situación. Oigo decir por
cuando iba á subir á la tribuna, las pa- todas partes que la sociedad acaba de
labras á que he aludido, y que como vencer una vez m á s y que conviene
para m í las objeciones ocultas son las aprovecharse de la victoria. [Movimiento.)
m á s peligrosas, tenia el derecho y el de- Señores, á nadie sorprenderé en este re-
ber de hacer objeciones públicas, con la cinto diciendo que t a l es t a m b i é n m i
idea de poderlas desvirtuar. L a prueba convicción.
de que tengo razón, es que desde la pri- Antes del 13 de Junio, una especie de
mera palabra se a v e r g ü e n z a n y se des- tortura agitaba á esta Asamblea; el
vanecen. {Ruidosas reclamaciones en la tiempo, tan precioso, perdíase en estéri-
derecha. Muchos miembros interpelan viva- les y peligrosas luchas de palabras; las
mente al orador en medio del tumulto.) cuestiones, las m á s sérias, las m á s fecun-
EL PRESIDENTE: E l orador no ha nom- ! das, desaparecían ante la batalla, á cada
ANTES D E L D E S T I E R R O . 291
instante librada en la tribuna y presen- Dartes, de arriba, de abajo, se inclinan
tada en las calles. Hoy se ha producido los unos hácia los otros con esa inexpli-
la calma, el terrorismo se ha desvaneci- cable sed de concordia que señala el fin
do, la victoria es completa. Conviene de las disensiones civiles. L a sociedad
aprovecharla, Sí! ¡conviene aprovechar- quiere ponerse en marcha después del
la! Pero, cómo? alto al borde de un abismo.
Conviene aprovecharse del silencio Ahora bien, señores; j a m á s momento
impuesto á las pasiones a n á r q u i c a s para alguno fué m á s propicio, mejor escogi-
dar la palabra á los intereses populares. do, m á s claramente indicado por la Pro-
(Sensación.) Conviene aprovecharse del videncia para cumplir, después de tantos
órden reconquistado para realzar el tra- ódios y errores, la gran obra que forma
bajo; para crear en vasta escala la pre- vuestra misión, y que se puede por ente-
visión social; para sustituir á la limosna, ro resumir en una sola palabra: Reconci-
que degrada, la asistencia, que fortalece; liación. (Sensación prolongada.)
para fundar en todas partes y bajo to- Señores, la proposición de M . de Melun
das las formas establecimientos de todo vá recta hácia este objeto.
género que asistan al desgraciado y que Este es el sentido verdadero y comple-
animen al trabajador; para mejorar cor- to de esta proposición, que puede, por
dialmente de todos modos á l a s clases que lo demás, modificarse bastante y perfec-
sufren, pero con mejoras que superen á cionarse.
las que les prometieron sus falsos ami- Dar á esta Asamblea como objeto prin-
gos. H é a q u í cómo conviene aprovechar- cipal el estudio de la suerte de las clases
se de la victoria. Conviene aprovecharse que sufren, es decir, el grande y oscuro
de la desaparición del espíritu revolucio- problema que propuso Febrero; rodear
nario para hacer reaparecer el espíritu este estudio de l a solemnidad; sacar de
del progreso. Conviene aprovecharse de él todas las mejoras prácticas y posibles;
la calma para restablecer la paz; no solo sustituir por una grande y única comi-
la paz en las calles, sino la paz verdade- sión de asistencia y previsión pública á
ra, la paz definitiva, la paz de los espíri- todas las comisiones secundarias, que no
tus y de los corazones. Conviene, en una ven m á s que el detalle y á las cuales se
palabra, que la derrota de la demagogia escapa el conjunto; colocar m u y alta esta
sea la victoria del pueblo. (Viva adhe- comisión, de manera que pueda verse de
sión.) todas partes en el pais; reunir los l u m i -
He a q u í lo que conviene hacer de la nares dispersos, los diseminados experi-
victoria, y he a q u í cómo conviene apro- mentos, los esfuerzos divergentes, los
vecharla. (Muy bien! muy bien!) desenvolvimientos, los documentos, las
Señores, considerad el momento en que pesquisas parciales, las conquistas loca-
os encontráis. Después de diez y ocho les, toda buena voluntad al trabajo, y
meses es cuando se ha visto la n e g a c i ó n crearles a q u í un centro, u n centro don-
de tantos ensueños. de afluyan todas las ideas y de donde
Las quimeras que vivían en la sombra irradien todas las soluciones; nacer surgir
han surgido y l a luz las ha aclarado; las punto por punto, ley por ley, pero por
falsas teorías se han visto obligadas á unanimidad, con madurez, de los traba-
darnos su explicación; los falsos sistemas, jos de la legislatura actual, el código
q u é han producido? Nada. E n las masas ordenado y completo, el gran código cris-
se han desvanecido m u c h í s i m a s ilusio tiano de la previsión y de l a asistencia
nes, y al desvanecerse han hecho hun- pública; en una palabra, ahogar las q u i -
dirse las popularidades sin base y los meras de cierto socialismo con las reali-
ódios sin motivo. dades del evangelio; h é a q u í , señores, el
L a ilustración viene poco á poco; el objeto de la proposición de M . de Melun;
pueblo, señores, tiene el instinto de lo hé a q u í por q u é yo la apoyo enérgica-
verdadero como el instinto de lo justo, y mente. (M. de Melun hace un signo de adhe-
desde que se apacigua adquiere el buen sión al orador.)
sentido; la luz penetra en su espíritu; al Acabo^ de decir las quimeras de cierto
mismo tiempo, la fraternidad prácti- socialismo, porque así lo designo inten-
ca, l a fraternidad que no se decreta, la cionadamente.
fraternidad que nace del fondo de las Pero expliquémonos, señores. ¿Quiero
cosas y de la identidad real de los desti con esto decir que en este c ú m u l o de no-
nos humanos, comienza á germinar en ciones confusas, de aspiraciones oscuras,
todas las almas, lo mismo en el alma de de ilusiones inauditas, de instintos irre-
rico que en el alma del pobre; por todas flexivos j de fórmulas incorrectas, que se
292 OBRAS D E VICTOR HUGO.
designan bajo el nombre vago, y desde grave. Es de las m á s graves que pueden
luego poco comprendido, de socialismo, tratarse ante vosotros.
no existe nada de verdad, absolutamente No soy, señores, de los que creen que
nada? se puede extinguir el sufrimiento en el
Señores, si no existiera nada de ver- mundo; el sufrimiento es una ley divina;
dad, no habria peligro alguno. L a socie- Dero soy de los que creen y afirman que
dad podria desdeñar y esperar. Para que se puede destruir la miseria. (Reclama-
la impostura ó el error sean peligrosos ciones. Violentas denegaciones en la dere-
y penetren en las masas y puedan pene- cha.)
trar hasta el corazón mismo de la socie- Notadlo bien, señores; no digo dismi-
dad, precisa que exista en ellos algo real. nuir, aminorar, limitar, circunscribir;
L a verdad combinada con los errores es digo destruir. {Nuevos murmullos en la de-
lo que constituye el peligro. E n este recha.)
asunto, la cantidad de peligro se mide L a miseria es una enfermedad del
por la cantidad de verdad contenida en cuerpo social, como la lepra era una en-
las quimeras. fermedad del cuerpo humano; la miseria
Ahora bien, señores; digámoslo, y d i - íuede desaparecer, como la lepra ha des-
gámoslo precisamente para encontrar el aparecido. (Sí, si! en la izquierda.) ¡Des-
remedio; existe en el fondo del socialis- truir la miseria! Sí! es posible! Los
mo una parte de las realidades dolorosas egisladores y los gobernantes deben
de nuestro tiempo y de todos los tiempos; pensar en ello sin cesar, porque en ma-
existe el malestar eterno propio de la teria semejante, hasta que lo posible
flaqueza humana; existe la aspiración á no se realiza, no se cumple el deber.
u n estado mejor, que t a m b i é n es natural (Sensación universal.)
en el hombre, pero que e n g a ñ a á éste, L a miseria, señores (y abordo a q u í lo
haciéndole buscar en este mundo lo que vivo de la cuestión), ¿queréis saber dónde
solo puede encontrarse en el otro. (Viva está? ¿Queréis saber hasta dónde puede
y unánime adhesión.) Existen llagas muy llegar, hasta dónde llega, no digo en I r -
vivas, m u y verdaderas, m u y punzantes, landa, no digo en la Edad Media, sino
de inmediata curación. Existe, en fin, y en Francia, en Paris y en los tiempos en
esto es resultado de nuestros tiempos, que vivimos? Queréis hechos?
existe esa actitud nueva dada al hom- Existen en Paris y no dudo en citarlos.
bre por nuestras revoluciones, que han Son tristes, pero precisa revelarlos. Y si
justificado y colocado tan alto la digni os he de revelar todo m i pensamiento,
dad humana y l a soberanía popular; de debo deciros que quisiera que surgiese
t a l suerte, que hoy el hombre del pue de esta Asamblea, y en caso preciso pre-
blo sufre con el sentimiento doble 3 sentaré la proposición formal, una ex-
contradictorio de su miseria, resultado tensa y solemne información sobre la
del hecho, y de su grandeza, resultado verdadera situación de las clases que
del derecho. penan y sufren en Paris. Quisiera que
Esto es todo, señores, lo que existe en todos los hechos apareciesen á la luz del
el socialismo; esto es todo lo que se j u n t a dia. ¿Cómo se quiere curar el m a l si no
á las malas pasiones; esto es todo lo que se sondean las llagas? {Muy bien! Muy
constituye su fuerza; esto es todo lo bien!)
que conviene quitarle. Hó aquí, pues, los hechos.
NUMEROSAS VOCES: Cómo? Existen en Paris, en los arrabales de
VÍCTOR Huao: Aclarando lo que es Paris, que el soplo del motin sublevaba
falso, satisfaciendo lo que es justo. U n a poco h á tan fácilmente, calles, casas,
vez hecha esta operación, pero hecha á cloacas, en donde familias enteras viven
conciencia, con lealtad, honradamente en confusión, hombres, mujeres, n i ñ a s y
desaparece lo m á s temible para vosotros niños, no teniendo por lechos, no tenien-
del socialismo. R e t i r á n d o l e lo que tiene do por mantas n i por vestidos m á s que
de verdad, q u i t á n d o l e lo que tiene de montones infectos de trapos en fermen-
peligroso, no será m á s que un infor tación, recogidos del lodo en las esquinas
me nublado de errores que puede llevar- de las calles, especie de basura de las
se el primer soplo del viento. (Movimien- ciudades, en donde criaturas humanas
tos en diversos sentidos.) se entierran vivas para resguardarse del
Permitidme, señores, que complete m i frió del invierno. {Movimiento.)
idea. Me hace creer la agitación de la Este es un hecho. Oid otros.
Asamblea que no he sido del todo com- Estos últimos días u n hombre, u n
prendido. L a cuestión que se agita es desgraciado literato, porque la miseria
ANTES D E L D E S T I E R R O . 293
no perdona á las profesiones liberales n i i No habéis hecho nada, porque todavía
á las manuales, ha muerto de hambre, el pueblo sufre. (Bravos en la izquierda.)
muerto de hambre siendo literato, y se No habéis hecho nada, porque á vues-
ha justificado después de su muerte que tros pies gime parte del pueblo desespe-
el desgraciado no habia comido en seis rado. No habéis hecho nada, porque los
dias. [Larga interrupción.) que están en el vigor de la edad y tra-
Quereis algo m á s doloroso aun? E l bajan, están en peligro de que les falte
mes pasado, durante el recrudecimiento el pan; porque los ancianos, que han
del cólera, se encontró una madre con trabajado en otro tiempo, están expues-
sus cuatro hijos que buscaban su sus- tos á que les falte un asilo; porque l a
tentó en los residuos inmundos y pesti- usura devora nuestros campos y se mue-
lenciales de los osarios de Montfaucon. re de hambre en nuestras ciudades; por-
[Sensación.) que no existen leyes fraternales, leyes
Estas desventuras, señores, son las que evangélicas que vayan por todas partes
digo que no deben suceder; la sociedad á socorrer á las pobres y honradas fa-
debe contribuir con todos sus esfuerzos, milias de nuestros labradores, de núes-
solícita, con todas sus inteligencias, con tros obreros, de nuestros hombres de
toda su abnegación, para que no suce- corazón. {Aclamaciones.) No habéis he-
dan j a m á s . Semejantes hechos en u n pais cho nada, porque el espíritu de la revo-
civilizado atacan la conciencia de la so- lucion cuenta como á auxiliar el sufri-
ciedad entera; porque de ellos, yo que los miento público. No habéis hecho nada,
enumero, me siento cómplice y solida- porque en la obra de destrucción y de
rio, porque no solo constituyen culpas tinieblas, que se prosigue á la sordina, el
ante los hombres, sino crímenes ante perverso tiene como colaborador fatal al
Dios. {Sensaciónprolongada.) desgraciado.
Hó a q u í por q u é estoy penetrado, hó Y a lo veis, señores; termino repitién-
a q u í por q u é yo quisiera que se penetra- dolo; no es solamente á vuestra genero-
sen todos los que me escuchan de la alta sidad á quien me dirijo, sino á vuestra
importancia que envuelve la proposición sabiduría, y os excito á que reflexionéis
que se os ha sometido. Quisiera que en sobre ello; pensad en que si la a n a r q u í a
esta Asamblea, m a y o r í a y minoría, por-1 abre los abismos, la miseria los ahonda.
que no distingo la mayoría de la mino- {Es verdad! Es verdad!) Habéis promulga-
r í a en tales cuestiones; quisiera, digo, do leyes contra la a n a r q u í a ; promulgad
que esta Asamblea no tuviera m á s que ahora leyes contra la miseria. {Movi-
una sola alma para encaminarse á este miento prolongado en todos los bancos. E l
objeto, á este objeto magnífico, á este orador desciende de la tribuna, recibiendo la
objeto sublime, á la abolición de la mi- felicitación de todos sus colegas.)
seria. {Bravo! Aplausos.)
Y , señores, no me dirijo solamente á
vuestra generosidad; me dirijo á lo que
hay de m á s sério en el sentimiento poli
tico de una Asamblea de legisladores. Y
sobre este objeto diré unas cuantas pa LA EXPEDICION DE EOMA. (1)
labras para terminar.
15 Octubre 1849.
Señores: como os decia h á poco, con
el concurso de la G-uardia nacional, el
ejército y todas las d e m á s fuerzas vivas
del pais, acabáis de asegurar una vez M . VÍCTOR HUGO: {Profundo silencio.)
m á s l a fortaleza del Estado. No habéis Señores: entro, desde luego, en la cues-
cejado ante peligro alguno, no habéis tión.
dudado ante n i n g ú n deber. H a b é i s sal
( i ) El triste episodio de la expedición contra Roma es bas-
vado la sociedad regular, el gobierno tante conocido. La Asamblea constituyente votó un crédito de
legal, las instituciones, l a paz pública, 1.20ii.0ü0 francos para los primeros gastos de un cuerpo expe-
l a misma civilización. Habéis realizado dicionario con destino á Italia, sobre la declaración expresa del
una gran obra... pero, sin embargo, poder ejecutivo de que esta fuerza debia proteger la Península
contra las invasiones del Austria. Cuando los franceses atacaron
nada habéis hecho! á Roma á las órdenes del general Oudinot, la Asamblea cons-
No habéis hecho nada, lo repito, por- tituyente votó una órden del dia que prescribía al poder ejecu-
tivo hdeer que cumpliese la primitiva idea de la expedición, que
que el órden material restablecido, no se habia desviado de su objeto.
tiene por base el órden moral consolida- Luego que la Asamblea legislativa, cuya mayoría estaba por
do. (Muy bienl Muy bien! Viva y unánime laal destrucción de la República romana, se reunió, dióse órden
general Oudinot de atacar á Roma y de tomarla, costare lo
adhesión.) que costare.—Tomóse la ciudad y restablecióse al Papa.
294. OBRAS D E VICTOR HUGO.
luz que emana de la razón; luz hoy m á s temible de nuestros tiempos y h a r á sur-
resplandeciente que nunca; luz que hace gir eventualidades terribles. No consegui-
de la nación francesa la nación alum- r á plantear el sistema que hace surgir la
bradora, de tal modo, que se percibe el educación de la sacristía y el gobierno
fulgor de la Francia desde la superficie del confesionario.
de todos los pueblos del universo. Ahora , Señores, según decís a m á i s la libertad
bien; el fulgor de la Francia, esta luz de enseñanza; guardad un poco de cari-
libre, esta luz directa, esta luz que no ño para la libertad de la tribuna. H a r á
viene de Roma, que viene de Dios, es la surgir dicho partido eventualidades ter-
luz que vosotros queréis apagar y que ribles con esas doctrinas, que una lógica
nosotros queremos que brille. inflexible y fatal arrastra á pesar de los
Rechazo esa ley. L a rechazo porque hombres mismos, que producen horror
confisca la enseñanza primaria, porque cuando las leemos en la historia.
degrada la enseñanza secundaria, por- Señores, el partido clerical, ya os lo he
que baja el nivel de la ciencia, porque dicho, nos invade. Y o le combato; y al
empequeñece á m i pais j presentarse con una ley en la mano, ten-
L a rechazo porque soy de los que go derecho, como á legislador, á exami-
sienten la angustia en el corazón y la i nar esa ley y ese partido. Vosotros no
v e r g ü e n z a en la frente siempre que1 me lo podéis impedir. Continuo.
Francia sufre, por cualquier causa, una Con tal sistema, con t a l doctrina é h i s -
disminucion, ya territorial, como por los toria, el partido clerical, doquiera que
tratados de 1815, ya de grandeza inte- vaya, e n g e n d r a r á revoluciones; y en to-
lectual, como por vuestra ley. das partes, por huir de Torquemada,
Señores, antes de terminar permitid- caeremos en Robespierre.
me dirigir desde a q u í , desde lo alto de la Por eso el partido clerical, que se
tribuna, al partido clerical, al partido llama partido católico, ofrece serio peli
que nos invade, u n consejo prudente. gro público. Y los que, como yo, temen
No es habilidad lo que le falta. Cuan- lo mismo para las naciones el trastorno
do las circunstancias le ayudan, es fuer- i a n á r q u i c o que el entorpecimiento sacer-
te, muy fuerte, poderosísimo. Conoce el dotal, dan el grito de alarma. ¡Reflexió-
arte de mantener una nación en un esta- \ nese sobre ello, ahora que aun es tiempo!
do mixto y lamentable, que no es la | Me interrumpís. Los gritos y los mur-
muerte, pero que no es la vida. A esto se mullos ahogan m i voz. Señores, yo os
llama gobernar. Es el gobierno que ale- hablo, no como agitador, sino como
targa. hombre honrado. {Escuchad! escuchad!)
Pero que esté alerta, porque nada se- A h , señores! ¿Me creeréis sospechoso por
mejante conviene á Francia. Seria u n casualidad?
juego peligroso dejarle entrever á F r a n - Q-RITOS EN LA DERECHA: Sí! Sí!
cia el ideal siguiente: la sacristía sobe- M . VÍCTOR HUGO: Cómo! ¡Os parezco
rana, la libertad vendida, el sermón sospechoso!...
reemplazando á la prensa, y producir la GRITOS EN LA DERECHA: Sí! Sí!
noche en los espíritus con la sombra de {Confusión inexplicable. Una parte de la
las sotanas. derecha se levanta é interpela al orador,
E l partido clerical es hábil, pero esto impasible en la tribuna.)
no le impide ser Cándido. ¡Teme al socia- A h ! Precisa explicarse sobre este pun-
lismo! V é subir el oleaje, como él dice, to. {Restablécese el silencio.) Es, en cierto
pero le opone al oleaje que sube no sé modo, una cuestión personal. Creo que
q u é obstáculo á modo de claraboya. Se tendréis á bien escuchar una explicación
vé subir y se imagina que podrá salvar que vosotros mismos habéis provocado.
á la sociedad, combinando para defen- Soy sospechoso! Y de qué? E l a ñ o ante-
derla las hipocresías sociales con las re- rior defendía el órden en peligro, como
sistencias materiales, y colocando jesuí- defiendo ahora la libertad amenazada,
tas por todas partes donde haya gen- como defenderé el órden m a ñ a n a , si el
darmes. peligro viniese de esa parte. {Movimien-
Qué candidez! to.) Soy sospechoso! ¿Os era sospechoso
L o repito, que esté alerta, que el siglo cuando, cumpliendo con m i mandato de
diez y nueve le es contrario. Que no se representante de Paris, me presenté para
obstine, que renuncie á dominar esta evitar l a efusión de sangre en las barri-
gran época llena de instintos profundos cadas de Junio? {Bravos en la izquierda.
y nuevos, porque solo l o g r a r á encoleri- Nuevos gritos' en la derecha. Vuelve á co-
zarla y desarrollará imprudente el lado menzar el tumulto.)
ANTES D E L D E S T I E R R O . 305
¡Lo .que no queréis es oir la defensa marchará,,, contesta Dios con el extreme-
de la libertad! Si os soy sospechoso, tam- cimiento de la tierra.
bién lo sois vosotros para mí. E l pais {Largos aplausos en la izquierda. E l ora-
nos j u z g a r á á todos. {Muy hienl ¡Muy dor desciende de la tribuna y le rodean mul-
hien!) titud de miembros, que le felicitan. L a Asam-
Señores, una palabra final. Soy qui- blea se separa vivamente agitada.)
zas uno de los que han tenido la dicha
de prestar á l a causa del órden, en los
tiempos difíciles, en u n pasado reciente,
algunos servicios; servicios que pueden
olvidarse y que solo recuerdo en este
momento que hablo, porque tengo de- L A . IDEPORTA.CI03Sr. (i)
recho á apoyarme en ellos. [No! No!— 5 Abril 1850.
8 i ! Sí!)
Apoyado en ese pasado y en m i convic-
ción, declaro que lo que conviene á Fran- Señores: entre las jornadas de Febrero,
cia es el órden, pero el órden verdadero, jornadas que no pueden compararse con
que consiste en el progreso; el órden que nada de la historia, hubo un dia admi-
resulta del incremento normal, pacífico rable; éste fué aquel en que la voz so-
y natural del pueblo; el órden produ- berana del pueblo, que á t r a v é s de los
ciéndose á la vez en los hechos y en las murmullos confusos de la plaza pública
ideas por la plena irradiación de la inte- dictaba los decretos del gobierno provi-
ligencia nacional. ¡Todo lo contrario que sional, pronunció esta gran frase: "Que-
resultará de esa ley! (Viva adhesión en la da abolida la pena de muerte en materia
izquierda.) política,,.
Soy de los que quieren para este noble Aquel dia se conmovieron todos los co-
pais la libertad y no la compresión, el razones generosos, todos los espíritus
aumento continuo y no la disminución, sensatos. E n efecto; ver surgir repenti-
el poder y no la servidumbre, la gran- namente el progreso, tranquilo y majes-
deza y no el anonadamiento. {Bravo! en tuoso, de una revolución espantosa; ver
la izquierda.) ¡Pero nos traéis otras le- surgir sobre las masas alborotadas el
yes para detener el movimiento de la Cristo vivo y coronado; ver, en medio de
Francia, para petrificar el pensamiento aquel inmenso desmoronamiento de le-
humano, sofocar la llama divina y ma- yes humanas, desplegarse con todo su
terializar el espíritu! ¡No comprendéis esplendor la ley divina; ver portarse l a
los elementos propios del tiempo en que m u l t i t u d como un sábio; ver todas aque-
vivís; sois ágenos á vuestro siglo! {Fro llas pasiones, todas aquellas inteligen-
funda sensación.) ¡ E n este siglo, en este cias, todas aquellas almas, que rebosa-
gran siglo de maravillas, de inspiracio
nes, de descubrimientos, de conquistas,
(1) Con el mensaje del 3 i de Octubre de 1849, M. Luis
soñáis en la inmovilidad! {Muy hien!) ¡ E n Bonaparte despidió á un ministerio independiente y encargó á
este siglo de esperanza es cuando vos- otro subalterno que ejecutase sus proyectos.
otros proclamáis la desesperación! {¡Bra- Algunos dias después, M. Rouher, ministro de Justicia, presentó
vo!) Arrojáis al suelo, como hombres fa un Este proyecto de ley sobre la deportación.
proyecto contenía dos disposiciones principales: la depor-
tigados de caminar, la gloria, la idea, la tación simple á la isla de Patnanzi y á las islas Marquesas, y
inteligencia, el progreso y el porvenir, di la deportación compuesta de ésta y de la detención en puato
ciendo: "Eso es demasiado! ¡no queremos fortificado, la cindadela de Zaoudzi, cercado la isla Moyotte.
La comisión nombrada por la Asamblea aceptó la idea del pro-
i r tan lejos! detengámonos!,, {Negaciones yecto: la prisión en el destierro; agravóla en tal sentido, que au-
en la derecha.) Pero no veis que todo vá torizaba la aplicación retroactiva de la ley á los condenados ante-
viene, se mueve, crece, se transforma y se riormente á su promulgación, sustituyó la isla Naukahiva á la
isla Pamanzi, y lafortaleza Vaithau, islas Marquesas, á la ciuda-
renueva alrededor de vosotros, sobre vos- dela de Zaoudzi.
otros y bajo de vosotros. {Movimiento.) Aquí sentaba bien lo que el deportado Tron?on-Ducoudray ha-
bia calificado de L a g u i l l o t i n a seca.
Queréis deteneros! ¡Pues os repito con Víctor Hueo tomó la palabra contra esta ley en la sesión del 5
profundo dolor, yo que aborrezco las ca- de AlAbril de 1850.
dia siguiente de pronunciarse este discurso, se hizo una
tástrofes y las conmociones, os lo advier- suscricion con el objeto de repartirle por toda Francia. M. Emilio
to con la muerte en el alma {Risas en la de Girardin pidió que se forjase una medalla con el busto del
derecha.) que si no queréis el progreso, orador, llevando como inscripción la fecha «5 A b r i l 1580», y
estas palabras estractadas del discurso:
tendréis las revoluciones! {Profunda agita- «Guando los hombres ponen en una ley la injusticia. Dios pone
ción.) allí la justicia, y hiere con esta ley á aquellos que la han confec-
cionado.»
A los hombres que son bastante insen- El gobierno permitió la medalla, pero prohibió la inscrip-
satos para decir: " L a humanidad no ción.
i 39
TOMO I V .
306 OBRAS D E VICTOR HUGO.
ban cólera la víspera, y todas aquellas como una promesa, como una especie de
becas, que venían de romper los cartu- puerta abierta, que permite que penetre
chos, unirse y confundirse en un solo entre los progresos oscuros é incomple-
grito, el m á s bello que j a m á s podrá ele- tos del presente l a luz serena del por-
var la voz humana, el grito de: ¡Clemen- venir.
cia!, fué, señores, para los filósofos, para Y en efecto, l l e g a r á un tiempo que la
los publicistas, para el cristiano, para el abolición de la pena capital en materia
político, para Francia y para Europa un política t r a e r á consigo, y lo t r a e r á nece-
magnífico espectáculo. Hasta aquellos á sariamente por la omnipotencia de la
los que los acontecimientos de Febrero lógica, l a abolición pura y absoluta de la
h e r í a n en sus intereses, en sus sentimien- pena de muerte.
tos, en sus afecciones; aquellos que ge- Pero, señores, ¡trátase de retirar hoy
m í a n y temblaban, aplaudieron, reco- esa promesa! ¡Trátase de renunciar á esa
nociendo que las revoluciones pueden conquista! ¡Trátase de romper ese prin-
mezclar el bien en sus explosiones m á s cipio! ¡Trátase de borrar de la historia
violentas, y ofrecen el prodigio de que el dia memorable de Febrero, señalado
les basta una hora sublime para borrar por el entusiasmo de u n gran pueblo y
todas las horas terribles. por la realización de un gran progreso!
Por lo demás, señores, ese triunfo sú- Bajo el título modesto de ley sobre la de-
bito y deslumbrador, aunque parcial, del portación presenta el gobierno, y una
dogma que prescribe la inviolabilidad comisión propone que aceptemos, u n pro-
de la vida humana, no admiró á aque- yecto de ley que el sentimiento público,
llos que conocían el poder de las ideas. que j a m á s se e n g a ñ a , tiene ya traducido
E n los tiempos ordinarios, aquellos que y resumido en esta sola línea: Queda res-
se han convenido en llamar tiempos de tablecida la pena de muerte en materia polí-
calma, falta percibir el movimiento pro tica.
fundo que se agita bajo la inmovilidad Y a lo oís, señores; los autores del pro-
aparente de la superficie; en las épocas yecto, los miembros de la comisión, los
apacibles se desdeñan las ideas de pro- honorables jefes de la mayoría, excla-
greso, place chancearse con ellas. ¡Sueño, man diciendo: "No es esa l a cuestión. Se
declamación, utopia! las llaman. Solo se trata de llenar u n vacío que existe en el
tienen en cuenta los hechos, que cuanto Código penal nada más; queremos reem-
m á s materiales m á s estimados son. Solo plazar simplemente la pena de muerte.,,
se hace caso de los hombres de negocios, Nada más? Es esto lo que se ha dicho?
de los espíritus prácticos y de los hom- Se quiere simplemente reemplazar la
bres positivos, que, después de todo, no pena de muerte; y cómo? Se combina el
son m á s que hombres negativos. clima... Sí; por m á s que h a g á i s , señores,
Pero que estalle una revolución, y los por buscar, escoger, explorar, aunque
hombres de negocios, las gentes hábiles, vayáis desde las Marquesas á Madagas-
que parecían colosos, r e s u l t a r á n p i g - car y desde Madagascar á las Marque-
meos; todas las realidades que no tienen sas; á las Marquesas, que el almirante
Darte en los acontecimientos se derrum- M . Bruat llama el sepulcro de los europeos;
)an y se desvanecen; los hechos materia- por m á s que h a g á i s , digo, el clima del
les caen y las ideas se agrandan hasta lugar de deportación será siempre, com-
llegar al cielo. parado con el de Francia, un clima mor-
Por esta razón, por esta repentina tal; y el aclimatamiento, ya m u y difícil
fuerza de expansión que las ideas ad- para las personas libres, acomodadas y
quieren en los tiempos de revolución, es en las mejores condiciones de actividad y
por lo que se ha realizado la abolición de higiene, será imposible, ¿lo entendéis
de l a pena de muerte en materia polí- bien? absolutamente imposible para los
tica. desgraciados detenidos.
Señores, ese decreto fecundo que con- Se quiere, pues, reemplazar simple-
tiene en germen todo u n código; ese pro- mente la pena de muerte. Y ¿qué se
greso, que era m á s que un progreso, que hace? Se combina el clima, el destierro
era u n principio, lo ha adoptado y con- y la prisión. E l clima d á su malignidad,
sagrado la Asamblea constituyente. L o el destierro su abatimiento, l a cárcel su
ha colocado casi en la cumbre de la Cons- desesperación. E n vez de un verdugo
t i t u c i ó n , como u n magnífico adelanto h a b r á tres. No uséis palabras doradas;
realizado por el espíritu de la revolu- dejad esa fraseología hipócrita; sed al
ción dentro del espíritu de la civiliza- menos sinceros y decid como nosotros:
ción, como una conquista, y sobre todo Queda restablecida la pena de muerte.
ANTES D E L D E S T I E R R O . 307
Porque eso es la pena de muerte, y L a necesidad? ¿Pero es que no es ne-
voy á probaros al momento que, si es cesario oponer á esos atentados, siempre
menos terrible en las apariencias, es m á s flagrantes, una represión enorme, una
horrible en la realidad. grave intimidación? L a revolución de
Discutamos fríamente. E n la apa- Febrero nos ha quitado la guillotina. Ha-
riencia no queréis hacer solo una ley se- gamos nosotros de modo que podamos
vera; queréis hacer t a m b i é n una ley reemplazarla; hagamos nosotros lo que
ejecutable, una ley que no caiga en nos parezca mejor.
desuso al dia siguiente de su promulga- Antes de pasar adelante necesito dar
ción; no es así? Pues bien; pensad esto. una explicación.
A l depositar un exceso de severidad Señores, venga de donde viniere—ten-
en la ley, depositáis en ella l a impo- go el derecho de decirlo y creo haberlo
tencia. probado,—venga de donde viniere, recha-
Querer hacer prestar mucho á la seve- zo y condeno, b a s á n d o m e en el r é g i m e n
ridad de la ley es el medio m á s seguro de sufragio universal, los actos de rebe-
de que no la preste. Sabéis por qué? lión y de desórden, los recursos de l a
Porque la pena justa tiene, en el fondo fuerza bruta. L o que conviene á un gran
de todas las conciencias, ciertos límites pueblo, soberano de sí mismo, á un gran
que no es dado cambiar al poder del le- pueblo inteligente, no es el llamamiento
gislador. á las armas, sino el llamamiento á las
Cuando por vuestra órden quiere la ideas.
ley traspasar el límite sagrado, el límite Para mí, y t a l debe ser para los demás
que trazó en la equidad del hombre la el axioma de la democracia, el derecho
mano de Dios, l a ley encuentra la con- de sufragio condena el derecho de insur-
ciencia que le prohibe pasar m á s allá. rección. Por esto el sufragio universal
L a ley lo puede todo cuando está de resuelve y disuelve las revoluciones.
acuerdo con la opinión, con la disposi- Hó a q u í el principio, principio incon-
ción de los ánimos, con el sentimiento testable y absoluto; insisto en ello. Sin
público, con las costumbres. E n lucha embargo, debo decirlo; en l a aplicación
con esas fuerzas vivas de la sociedad y penal surgen indecisiones. Cuando f u -
de la civilización, nada puede. Los tribu- nestas y deplorables violaciones de la paz
nales dudan, los jurados sentencian á su pública dan lugar á persecuciones polí-
favor, los textos desfallecen y mueren á ticas, nada es m á s difícil que precisar
la vista estupefacta de los jueces. Pensad los hechos y proporcionar la pena al de-
en esto, señores; todo lo que la penali- lito. Todos nuestros procesos políticos lo
dad construye fuera de l a justicia, se prueban.
derrumba pronto; y lo digo á todos los L a sociedad siempre debe defenderse.
partidos; aunque edifiquéis vuestras i n i - Estoy en este punto completamente de
quidades sobre granito con cal y cimien- acuerdo con vosotros. L a sociedad debe
to, b a s t a r á solo un soplo para derribar- defenderse y vosotros debéis protegerla.
las; ese soplo que sale de todas las bocas ¿Queréis impedir, prevenir, reprimir esas
y que se llama opinión. Esta es la ver- alteraciones, esos motines, esas insurrec-
dadera fórmula en esta materia. Toda ciones, esos complots, esos atentados?
ley tiene menos poder cuanto m á s seve- Me parece bien; t a m b i é n yo quiero.
ra sea. Pero, ¿necesitáis una penalidad nueva
Pero supongo que es equivocado m i para esto? Leed el Código. Ved allí l a
razonamiento, razonamiento —notadlo definición de la deportación. ¡Qué inmen-
bien—que pudiera apoyar en m u l t i t u d so poder para la intimidación y para el
de pruebas. A d m i t o que me equivoque. castigo!
Supongo que esta innovación penal no Ahora pensad en la penalidad actual.
caerá inmediatamente en desuso. Os con- ¡Notad todo cuanto ella pone de terrible
cedo que después de haber votado seme- en vuestras manos!
jante ley, tenéis la gran desgracia de ¡Figuraos un hombre, u n hombre que
verla ejecutada. Os lo concedo. Ahora el tribunal especial ha condenado, un
permitidme dos preguntas: ¿Dónde está hombre culpado del m á s incierto de to-
la oportunidad de semejante ley? ¿Dónde dos los delitos, del delito político, por l a
está su necesidad? m á s incierta de todas las justicias, por l a
L a oportunidad? se nos dice. ¿Olvidáis justicia política!... {Rumores en la dere-
los atentados de ayer, de todos los dias, cha. Larga interrupción.)
el 15 de Mayo, el 23 de Junio, el 13 de Señores, no me arredra esa interrup-
Junio? ción. Respeto todas las jurisdicciones le-
308 OBRAS D E VICTOR HUGO.
en ella la justicia, y hiere con esa ley á sesión, mientras todos los de la izquierda
aquellos que la han confeccionado. (Mo- enmasa descienden y se llegan á felicitar al
vimiento general y prolongado?) orador al pié de la tribuna.
Una ú l t i m a palabra, ó mejor dicho,
una ú l t i m a súplica, un último ruego.
Oreedme, y me dirijo á vosotros todos, áv
los hombres de todos los partidos que se
sientan en este recinto, á todos los que
están en esos bancos, y entre los cuales EL SUFRAGIO UNIYERSAL. (1)
existen tantos corazones elevados y tan- 20 Mayo 1850.
tas ideas generosas; creedme, os hablo
con profunda convicción y con profundo
dolor: no es el mejor empleo de nuestros
tiempos publicar leyes como esa^ {¡Muy Señores:
bien! Es verdad!) No es el mejor empleo L a revolución de Febrero—-que por m i
de nuestros tiempos tendernos lazos los parte, ya que la humillan y la calum-
unos á los otros, por medio de una pena- nian, ensalzaré en cuantas ocasiones
lidad terrible y oscura, y ahondar para pueda—la revolución de Febrero, digo,
nuestros adversarios abismos de miseria ha tenido dos magníficos ideales. E l pri-
y de sufrimiento, en los que quizá caere- mero, que dias pasados os recordaba, fué
mos nosotros mismos. [Agitación.) el de subir hasta las cimas del órden po-
Dios mió! ¿Cuándo cesaremos de ame- lítico, arrancando la pena de muerte; el
nazarnos y desgarrarnos? Tenemos otros segundo el de elevar s ú b i t a m e n t e las
asuntos de q u é ocuparnos. Tenemos á m á s humildes regiones del órden social
nuestro alrededor trabajadores que p i - al nivel de las m á s altas é instituir la
den talleres, niños que piden escuelas, soberanía.
ancianos que piden asilos, el pueblo que Doble y pacífica victoria del progreso,
pide pan y la Francia que pide gloria. que por una parte encumbraba á l a
[Bravo! en la izquierda.—Bisas en la de- humanidad y por otra constituia al pue-
recha.) blo, llenando de luz al mismo tiempo el
Tenemos una sociedad nueva que ha- mundo político y el mundo moral, rege-
cer surgir de las e n t r a ñ a s de la sociedad nerando y consolidando ambos á la vez,
antigua, y yo soy de los que no quieren al uno con la clemencia y al otro con l a
sacrificar al niño n i á la madre. (Movi- igualdad. {Bravo! en la izquierda.)
miento.) No gastemos el tiempo en abor- Señores, el gran acto, á la vez político
recernos. y cristiano, por el.cual la revolución de
E l ódio malgasta la fuerza y este es Febrero hizo penetrar sus principios has-
el peor modo de gastarla. {Muy bien! ta en las propias raices del órden so-
Bravo!) E n vez jde odiarnos, reunamos cial, fué el establecimiento del sufragio
fraternalmente nuestros . esfuerzos que universal, hecho capital, hecho inmen-
tiendan á un fin c o m ú n , al bien del so; acontecimiento considerable que i n -
pais. En vez de confeccionar leyes irritan- troduce en el Estado un elemento nue-
tes y apasionadas, leyes que calumnian vo, irrevocable, definitivo. Notad, se-
á los que las hacen {Movimiento), bus- ñores, todo el alcance de esto. F u é , en
quemos unidos y cordialmente la resolu- efecto, u n gran progreso reconocer el de-
ción del formidable problema de civili- recho de todos, componer la autoridad
zación que se nos presenta y que contie- universal de la suma de las autoridades
ne, s e g ú n obremos, ó catástrofes fatales, ó individuales, disolver lo que restaba de
magnífico porvenir. {Bravo! en la iz las castas en la unidad augusta de una
quierda.) soberanía c o m ú n y llenar del mismo
Somos una generación predestinada, pueblo todos los departamentos del vie-
tocamos una crisis decisiva, y tenemos j o mundo social; fué, en efecto, grande
deberes mucho m á s grandes y mucho todo eso. Pero, señores, sobre todo en
m á s pavorosos que nuestros padres. donde m á s brilla la bondad del sufragio
Nuestros padres solo tenian que servir universal es en su acción sobre las clases,
á Francia; nosotros tenemos que sal- consideradas hasta entonces clases infe-
varla.
(1) Este discurso fué pronunciado durante la discusión del
No tenemos tiempo para aborrecernos. proyecto que se convirtió en la funesta ley del 31 de Mayo
{Movimiento prolongado.) Voto contra el de 1850.
proyecto de ley. Aclamaciones y prolonga- M.Este proyecto habia sido preparado en connirencia con
Luis Bonaparte por una comisión especial de diez y siete
dos aplausos en la izquierda. Suspéndese la miembros.
ANTES D E L D E S T I E R R O .
funda)] obra eminentemente social bajo Pues viene, lo digo con verdadera an-
el panto de vista del Estado, y eminen- gustia, lo digo con la ansiedad dolorosa
temente moral bajo el punto de vista del del buen ciudadano amendrentado ante
individuo. los riesgos en que se precipita á la pá-
E n efecto, meditad esto: en esta tierra tria; viene á proponer á la Asamblea la
de igualdad y libertad, todos los hom-, abolición del derecho de sufragio para
bres respiran el mismo aire y el mismo las clases que sufren, y , por consecuen-
derecho. Existe en el a ñ o u n dia en que cia, á provocar no sé q u é restablecimien-
aquel que os obedece se vé vuestro seme- to abominable é impío del derecho de
jante; en 'que aquel que os sirve se vé insurrección. (Movimiento prolongado.)
vuestro igual; en que cada ciudadano, al H é a q u í lo que significa en dos pala-
entrar en la balanza universal, siente y bras. (Nuevo movimiento.)
justifica el peso específico del derecho de Señores; ese proyecto, que encierra toda
ciudadano, y en que el m á s bajo se pone una política, produce una ley y crea una
al nivel del m á s alto. Existe un dia en el situación.
a ñ o en que todo trabajador, el jornalero,
Una situación grave, inesperada, nue-
el a l b a ñ i l , lo mismo el que arrastra far-
va, amenazante, complicada, terrible.
dos que el que machaca piedra en los ca-
Me ocuparé de lo m á s urgente. Y a
minos, juzga a l Senado, tiene en su
l l e g a r á el turno á la ley considerada en
mano, endurecida por el trabajo, á los
sí misma. Examinemos desde luego la
ministros, á los representantes, al presi-
situación.
denta de la República, y dice: ¡El poder
es mió! Existe un dia en el a ñ o en que el Después de dos años de agitación y de
menor de los ciudadanos, en que el á t o m o las pruebas inseparables—conviene mu-
social participa de la vida inmensa del cho decirlo—de toda gran conmoción so-
pais entero; en que el m á s comprimido cial, se consiguió lo propuesto.
pecho se dilata en el vasto ambiente de Restablecióse la paz; encontróse el pro-
los negocios públicos; existe u n dia en cedimiento m á s difícil de la solución, y
que el m á s débil siente dentro de ól l a con el procedimiento la certeza; sustitu-
grandeza de la soberanía nacional; en yóse al modo violento, el modo de crea-
que el m á s humilde siente dentro de sí ción pacífica del progreso; quedó consu-
el alma de la patria. ¡Qué aumento de mado el cámbio del derecho de revolución
dignidad para el individuo y, por consi contra el dereoho de sufragio, que aceptó
g u í e n t e , de moralidad! ¡Qué satisfacción el hombre de las clases sufrientes con
y, por consiguiente, q u é sosiego! Obser- dulzura y nobleza. Ninguna agitación,
vad al obrero que v á al escrutinio. E n t r a ninguna turbulencia produjo. E l desgra-
con la frente triste del proletario abati- ciado conoció que lo realzaba la con-
do, pero sale con la mirada del sobera- fianza social. Ese nuevo ciudadano, ese
no. (Aclamaciones en la izquierda. Murmu- soberano restaurado, entró en la ciuda-
llos en la derecha.) danía con dignidad serena. (Aplausos en
Y q u é significa todo esto, señores? la izquierda. Durante algunos instantes un
Significa el fin de la violencia, el fin de ruido casi continuado sale de los bancos de la
la fuerza brutal, el fin de la insurrección, derecha, mezclándose con la voz del orador.
el fin del hecho material y el comienzo Víctor Hugo separa y se vuelve hacia la de-
del hecho moral. {Movimiento.) Es, si recha.)
vosotros permitís que recuerde mis pro Señores, sé bien que las interrupciones
pias palabras, el derecho de insurrección calculadas y sistemáticas [Negación en la
abolido por el derecho del sufragio. (Sen derecha. Si! Sil en la izquierda.) tienen por
sacion.) objeto desconcertar el pensamiento del
Ahora bien; vosotros, legisladores en orador {Es verdad!) y quitarle la libertad
cargados por la Providencia de cerrar del espíritu, lo que es en cierto modo
abismos y no de abrirlos; vosotros, cuyo quitarle la libertad de la palabra. {¡Muy
deber es consolidar y no quebrantar; vos- bien!) Pero este proceder es verdadera-
otros, representantes de este gran pueblo mente triste y poco digno de una gran
de la iniciativa y del progreso; vosotros Asamblea. {ISlegaciones en la derecha.) E n
hombres de ciencia y razón, que com cuanto á mí, pongo el derecho del orador
prendéis la bondad de vuestra misión y bajo l a salvaguardia de la verdadera
á la que, sin duda, no faltareis, ¿sabéis mayoría, es decir, bajo l a de todos los
lo que hoy viene á hacer esa ley fatal, representantes generosos y justos que se
esa ley ciega que se atreven impruden- sientan en todos los bancos, y que son
temente á presentaros? (Profundo silencio.) siempre los m á s numerosos entre los ele-
ANTES D E L D E S T I E R R O . 315
gidos de u n gran pueblo. (Muy bienl en la la forma pacífica del escrutinio, y no se
izquierda. Silencio en la derecha.) prosterna lisa y llanamente á vuestros
Continúo: la vida pública entró en el pies. {Movimiento.) Por eso os i n d i g n á i s ,
proletario sin aturdirle n i cegarle. Los os encendéis en cólera y declaráis la so-
dias de elección eran para el pais mejo- ciedad en peligro y gritáis: "¡Vamos á
res que los dias de fiesta, eran dias de castigarte, pueblo! ¡Vamos á aplicarte
calma. {Es verdad!) Viviendo con tran- la pena, pueblo! ¡Vas á tener que ver
quilidad reanudaba su curso el movi- con nosotros, pueblo!,, Y como el m a n i á -
miento de los negocios, de las transaccio- tico de la historia, ¡dais latigazos al
nes, del comercio, de la industria, del Océano! {Aclamaciones en la izquierda.)
lujo, de las artes, adquiriendo las pulsa- P e r m í t a m e la Asamblea hacer una ob-
ciones de la vida regular. Se obtuvo ad- servación que, según m i criterio, aclara-
mirable resultado. Se firmó un imponen- r á perfectamente l a cuestión del sufragio
te tratado de paz entre lo que t o d a v í a se universal.
llama lo alto y lo bajo de la sociedad. E l gobierno quiere restringir, dismi-
(Sí! sí!) nuir, cercenar, mutilar el sufragio u n i -
¡Y ese momento es el que vosotros es- versal. Pero lo ha reflexionado bien?
cogéis para revolverlo todo, para rasgar Decidme vosotros, ministros, hombres sé-
el tratado que se firmó! (Movimiento.) ¡Y rios, entidades políticas: ¿os dais buena
precisamente á ese hombre, el ú l t i m o en cuenta de lo que es el sufragio univer-
la escala de la vida, que ahora esperaba sal, el sufragio universal verdadero, el
remontarse poco á poco y tranquilamen- sufragio universal sin restricciones, sin
te; á ese hombre, ahora reconciliado, pa- exclusiones, sin desconfianzas, como l a
cífico y confiado, es á quien v á á buscar revolución de Febrero lo ha establecido,
vuestra ley! Para qué? Para una cosa i n - como lo quieren y comprenden los hom-
sensata, indigna, odiosa, anárquica, abo- bres de progreso? {En el banco de los mi-
minable. Para arrancarle su derecho á nistros: Eso es la anarquía! ¡Nosotros no
votar, para arrancarle á las ideas de paz, queremos eso!)
de conciliación, de esperanza, de justicia, Os entiendo; me respondéis: ¡Eso es el
de concordia, y, por consiguiente, para modo de crear la a n a r q u í a ! {Sí! si! en la
incitarle á las ideas de violencia. Sois, derecha.) Pues bien; eso es precisamente
pues, los hombres del desórden. (Nuevo todo lo contrario. Es el modo de crear el
movimiento.) poder. {Bravo! en la izquierda.) Sí, preci-
¡Después de encontrar el puerto, que- sa decirlo y decirlo m u y alto, é insisto en
réis que volvamos á correr riesgos! ¡Des- esto, para aclarar esta discusión. Del su-
pués de firmar el pacto, le violáis! fragio universal nace l a libertad, sin
Y por q u é esta violación del pacto? duda alguna, pero nace m á s t o d a v í a el
por q u é esta agresión en plena paz? ¿por poder que la libertad.
q u é estas iras? por q u é este atentado? E l sufragio universal, en medio de to-
por q u é esta locura? Por qué? os lo voy das nuestras oscilaciones borrascosas,
á decir: porque quiso el pueblo, después crea un punto fijo. Este es la voluntad
que nombrásteis á los que quisisteis, nom nacional legalmente manifestada; la vo-
brar á quienes vosotros no queríais. Por luntad nacional, robusta amarra del Es-
que ha juzgado dignos de su elección tado, á n c o r a de bronce que no se rompe
hombres que vosotros j u z g á i s dignos de j a m á s y que i n ú t i l m e n t e vienen á batir
vuestros insultos. Porque es presumible de un modo alternado el flujo de las re-
que abrigue la resolución de cambiar de voluciones y el reflujo de las reaccio-
concepto con respecto á vuestro proceder nes. {Profunda sensación.)
desde que sois poder, y porque puede Para que el sufragio universal pueda
comparar los actos con los programas y crear ese punto fijo, para que pueda de-
lo prometido con lo realizado. {Eso es!) sempeñar la voluntad nacional en toda
Porque es probable que no encuentre su plenitud soberana, es preciso que no
vuestro gobierno completamente subli sea discutible. {Es verdad! eso es!) Es pre-
me. {Muy bien! Risas.) Porque no os ad- ciso que sea realmente sufragio univer-
mira. {Muy bien! muy bien! Movimiento.) sal, es decir, que no deje á nadie, absolu-
Porque usa de su voto á su capricho el tamente á nadie, fuera del voto; es
pueblo; porque tiene l a audacia inaudita preciso que haga que la ciudad perte-
de imaginarse que es libre, y porque q u i - nezca á todos, sin excepción; porque en
zás se agita en su mente l a idea e x t r a ñ a materia semejante, una excepción es
de ser soberano. {Muy bien!) Porque tiene una usurpación {Bravo! en la izquierda)]
la insolencia de daros un dictámen bajo precisa, en una palabra, que no deje á
316 OBRAS D E VICTOR HUGO.
uno, era negar los otros dos; que induda- la ley que se discute. Señores, lo con-
blemente todos los derechos se ejercen fieso, me es difícil hablar tranquilamente
con l a reserva de conformarse con las de este proyecto de ley. No soy nada
leyes, pero que las leyes debían ser tuto- m á s que un hombre acostumbrado desde
ras y no carceleras de l a libertad. que existo á cumplir siempre mí deber
H ó a q u í lo que decían aquellos hom- por medio de la santa y laboriosa liber-
bres que tienen l a debilidad de obstinar- tad del pensamiento, y cuando leo ese
se en los principios, y que exigen que incalificable proyecto de ley, me parece
las instituciones de un país sean lógicas que veo que hieren á m i madre.
3^ verdaderas. Pero á creer las leyes que Voy á tratar, sin embargo, de analizar
votáis, abrigo el temor que la verdad sea esta ley fríamente.
una demagoga, de que la lógica sea roja Este proyecto, señores, es de t a l carác-
y de que estas sean opiniones y palabras ter, que trata por todas partes de poner
anarquistas y facciosas. Poned enfrente obstáculos al pensamiento, y hace pesar
el sistema contrarío y veréis cómo en él sobre l a prensa política, a d e m á s de la
todo se encadena y se apoya. ¡Es buena fianza ordinaria, una fianza de nuevo
l a ley de los privilegios del impresor, en- género, la fianza eventual, que á capri-
tendida como se entiende y practicada cho del ministerio público p o d r á brus-
como se practica! ¡Es cosa excelente pro- camente elevarse á sumas monstruosas,
clamar á un mismo tiempo la libertad del exigí bles dentro de los tres días. A l
obrero y l a esclavitud de los utensilios, revés de todas las reglas del derecho cri-
diciendo: L a pluma es del escritor, pero minal, que presume siempre la inocen-
la escribanía es de la policía! ¡La prensa cia, este proyecto presume la culpabili-
es libre, pero la imprenta es esclava! dad y condena de antemano á l a ruina
E n la aplicación d á grandes resulta- al periódico que no está t o d a v í a juzgado.
dos y presenta fenómenos de equidad. E n el momento que la hoja acriminada
Juzgadlo. franquea el paso de la c á m a r a de acusa-
H é a q u í un ejemplo: ción á la sala de los tribunales, está allí
Hace u n a ñ o , el 13 de Junio, saquea- la fianza eventual como una especie de
ron una imprenta. {Movimiento de aten- nudo apostado que la ahoga entre las
ción.) Quiénes? No quiero examinarlo en dos puertas. Después, cuando el perió-
este momento; pretendo m á s atenuar el dico ha muerto, la arroja á los jurados
hecho que agravarlo: de este modo se y les dice: Juzgadla! Este proyecto fa-
revisaron dos imprentas, pero por el ins- vorece á una prensa á expensas de la
tante me limito á una sola. Púsose, otra y pone cínicamente dos pesos y dos
pues, á saco una imprenta, devastán- medidas en l a mano de la ley.
dose, destruyéndose desde lo primero
hasta lo ú l t i m o . Fuera de la política, este proyecto
hace lo que puede para disminuir la
Una comisión nombrada por el go- gloria y esplendor de Francia, y a ñ a d e
bierno, de la cual el que os habla era imposibilidades materiales de dinero á
miembro, estudió los hechos, oyó los las dificultades numerosas que ya en
d i c t á m e n e s de los peritos, que declara- Francia retardan la producción y el ad-
ron h a b í a lugar á la indemnización, que venimiento de los génios. Si Pascal, sí
tasaron, asignando para esta imprenta Lafontaine, si Montesquieu, si Voltaire,
especialmente una cantidad de 75.000 sí Diderot, si Juan Jacobo viven, los su-
francos. L a decisión reparadora se hizo j e t a r á al timbre. No hay una p á g i n a
esperar. Pero al fin, al cabo de un a ñ o , ilustre que no deba salir timbrada.
el impresor, víctima del desastre, recibió
una carta del ministro. Qué le escribía? Señores, ese proyecto, ¡qué afrenta!
L a aprobación de su indemnización? No; deja asentar la garra sucia del fisco en la
la retirada de su privilegio. literatura, en las m á s bellas obras, en
A d m i r a d esto, señores! Agentes furiosos las obras magistrales.
destruyen una imprenta. Compensación: En el último siglo quemaba el verdu-
el gobierno arruina al impresor. go las obras magistrales, pero no las
No era todo esto maravilloso? ¿No se manchaba. Las reducían á ceniza, pero
desprendía de esto, del conjunto de to- el viento venia á buscar aquella ceniza
dos los medios de acción reunidos en las inmortal en los peldaños del palacio de
manos del poder, toda la intimidación Justicia y se la llevaba, dejándola caer
posible? ¿No se h a b í a agotado en todo en todas las almas como una semilla de
esto un hecho de arbitrariedad y de tira- vida y de libertad.
nía? P o d í a irse m á s allá? Sí; aprobando E n adelante los libros no serán que-
ANTES D E L D E S T I E R R O .
gana vez de ésta, espero que presente en trabajo del hombre. E l verdadero gobier-
la tribuna el acta de acusación de mon- no es aquel al que no ofende la luz que
sieur Bar oche. {Aclamación prolongada.) crece sin cesar, aquel al que no asusta el
Prosigo. engrandecimiento del pueblo.
H é aquí, pues, ese proyecto, señores, E l verdadero gobierno es aquel que
que l l a m á i s ley. No! No es una ley! No!t 3one en la órden del dia, para que se
y pongo por testimonio á la honradez de Drofundicen y discutan con satisfacción,
las conciencias que me escuchan, eso no as cuestiones urgentes y graves del cró-
será j a m á s una ley de m i pais. ito, del salario, de las huelgas, de la
¿Queréis que os diga lo que esto es, se- circulación, de la producción y del con-
ñores? Es una protesta de nuestro go- sumo, de la colonización, del desarme
bierno contra nosotros mismos, protesta del ejército, del malestar y del bienestar
que está en el corazón de la ley y que del pueblo, de la riqueza y de la miseria,
ayer oísteis salir del corazón del m i - :odas las promesas de la Constitución;
nistro. en una palabra, la gran cuestión del
Una protesta del ministro y sus conse- pueblo.
jeros contra el espíritu de nuestro siglo E l verdadero gobierno es el que orga-
y el instinto de nuestro pais; es decir, niza y no el que oprime; el que se pone
una protesta del hecho contra la idea; de al frente de todas las ideas y no el que
lo que no es m á s que la materia del go excita los rencores. E l verdadero gobier-
bierno contra lo que es la vida; de lo no de Francia, en el siglo diez y nueve,
que no es m á s que el poder contra lo que no, no es, no será j a m á s el que retro-
es l a virtud; de lo que debe pasar contra cede.
lo que debe permanecer; una protesta de Señores, en tiempos como los presen-
algunos hombres efímeros, que solo pue- tes tened cuidado con las retrogradacio-
den disponer del minuto que vuela, con- nes. Se os habla mucho del abismo, del
tra la gran nación y contra el inmenso abismo que está allí, con la boca abierta,
porvenir. oscuro, terrible; del abismo en que puede
A d e m á s de ser esta protesta pueril, es caer la sociedad; y, en efecto, señores,
fatal. No os asociareis á ella, señores existe un abismo, pero no delante de
comprendereis el peligro y rechazareis nosotros, sino detrás, y no adelantáis,
esa ley. retrocedéis hácia él.
Así lo espero. Los perspicaces de la E l porvenir, al que insensata reacción
m a y o r í a — y el dia que quieran con- nos conduce, está tan próximo y visible,
tarse con detenimiento, se verá que son que se pueden indicar desde el presente
los m á s numerosos,'—los perspicaces de sus formidables contornos.
la m a y o r í a a c a b a r á n por convencer á los Escuchad! A u n es hora de detenerse.
m á s ciegos y r e t e n d r á n á tiempo un po En 1829 se hubiera podido evitar 1830,
der que se pierde. Y tarde ó temprano y en 1847 se hubiera podido evitar 1848,
de esta gran Asamblea, destinada á con solo haber escuchado á aquellos que
encontrarse un dia cara á cara con la na decian á las dos monarquías: ¡Ved el
cion, se verá surgir el verdadero gobier abismo!
no del pais. Señores, tengo el derecho de hablar
E l verdadero gobierno del pais no es así. A pesar de m i oscuridad, aconsejó
el que nos propone tales leyes. hasta donde pude á las dos m o n a r q u í a s
Señores, en un siglo como el nuestro con lealtad, aunque i n ú t i l m e n t e , pero
para una nación como la Francia, des con el m á s ardiente y el m á s sincero de-
pues de tres revoluciones que han hecho seo de salvarlas. (Clamores y negación en
surgir un sinnúmero de cuestiones capi la derecha.)
tales de civilización dentro de un órden Lo negáis? Voy á citaros u n dato.
inesperado, el verdadero gobierno, Leed m i discurso del 12 de Junio
buen gobierno, es aquel que acepta to de 1847 en la C á m a r a de los pares. M . de
das las condiciones de desarrollo social Montalembert debe recordarlo.
que observa, estudia, explora, experi Esta es la tercera vez que aconsejo,
menta; que acoge la inteligencia como y temo que por tercera vez se desoigan
auxiliar y no como á enemigo, que ayu mis palabras. Hombres y ministros que
da á la verdad á salir de la confusión de nos gobernáis, y al hablar así me dirijo,
los sistemas, que se sirve de todas las l i no solo á los ministros que veo en ese
bertades para fecundizar todo g é r m e n banco, sino á los ministros anónimos,
de potencia, que aborda de buena fé e' porque en este momento hay dos clases
problema de la educación del niño y del de gobernantes: los que se exhiben y los
ANTES D E L D E S T I E R R O . 325
que se ocultan, y no ignoramos que el Me detengo a q u í . Soy de los que acon-
señor presidente de la R e p ú b l i c a es un sejan, pero me impongo el silencio cuan-
N u m a que tiene diez y siete Egerias (Ex- do el consejo puede parecer injuria. Ha-
plosión de risas) (1); ministros, ¿sabéis lo 3I0 en este momento solo por deber y
que hacéis? á dónde vais? No lo sabéis, con aflicción. No quiero sondear un por-
pero yo os lo diré. venir que quizás esté muy cerca.
Esas leyes que nos presentáis, esas le- No quiero oprimir dolorosamente y
yes que arrancáis á la mayoría, antes de lasta el agotamiento de las conjeturas
tres meses serán ineficaces, ¿qué digo as consecuencias de todas vuestras fal-
ineficaces? agravantes para la situación. tas cometidas. Me detengo. Pero digo
E n la primera elección que intentéis, que es espantoso para los buenos ciuda-
en el primer ensayo que hagáis del ma- danos ver empeñarse al gobierno en se-
noseado sufragio, volverá, y de modo que guir una pendiente que conduce al pre-
quedéis cogidos en ella, la confusión de la cipicio: he visto á m á s de un gobierno
reacción. Esto en cuanto á la cuestión descender esta pendiente, pero á ninguno
electoral. remontarla. Digo que ya sufrimos, los
E n cuanto á l a prensa, algunos perió- que no somos gobierno, los que somos
dicos arruinados ó muertos enriquecerán nación, bastantes imprudencias, bastan-
con sus despojos á los que sobrevivan. tes reacciones, bastantes torpezas, que
Hoy están los periódicos irritados y fuer- se cometen por exceso de habilidad, y
tes, pero ¡oh admirable efecto de vuestra bastantes locuras, que se cometen por
ley! en tres meses doblareis su fuerza; exceso de sagacidad. Estamos cansados
bien es verdad que t a m b i é n habréis do- ya de muchos hombres que nos pier-
blado su cólera. den, bajo pretexto de salvarnos. No que-
E n cuanto al derecho de reunión, las remos m á s revoluciones. Porque así
Asambleas populares serán reabsorbidas como todo el mundo puede ganar con el
por las sociedades secretas. Haréis en progreso, nadie puede ganar con las re-
trar lo que desea salir. Repercusión ine voluciones. Deseo que esto sea claro para
vitable. E n lugar de la sala Martel y de todos. Hora es ya de acabar con las eter-
la sala Valentino, en donde estáis pre- nas declamaciones que sirven de pretex-
sentes en la persona de vuestro comisa to á todos los atentados contra nuestros
rio de policía; en lugar de esas reuniones derechos, contra el sufragía universal,
al aire libre en donde todo se evapora contra la libertad de imprenta, y hasta,
tendréis doquiera focos misteriosos de como lo pueden atestiguar ciertas apli-
propaganda en donde todo se exacerbará caciones del reglamento, contra la liber-
en donde lo que no era m á s que una idea tad de la tribuna. E n cuanto á mí, no
se t o r n a r á pasión, en donde lo que no era cesaré de repetirlo y aprovecharé para
m á s que cólera se trocará en ódio. ello todas las ocasiones; en el estado en
De este modo seréis castigados con que se encuentra hoy l a cuestión políti-
vuestras propias leyes, seréis heridos con ca, si existen revolucionarios en la Asam-
vuestras propias armas. blea, seguramente no están á este lado.
Los principios se l e v a n t a r á n de todas (El orador indica la izquierda.)
partes contra vosotros, cuya persecución Hay verdades sobre las que conviene
les h a r á fuertes, cuya i n d i g n a c i ó n les siempre insistir y ponerlas con frecuen-
h a r á terribles. cia ante los ojos del pueblo; en el mo-
Entonces diréis: E l peligro se agrava mento actual, los anarquistas son los
Hemos castigado el sufragio universa absolutistas; los revolucionarios, los reac-
sin conseguir nada. Hemos castigado e cionarios. {Imxplicahle agitación reina en
derecho de reunión sin conseguir nada la Asamblea.)
Hemos castigado la libertad sin conse- E n cuanto á nuestros adversarios je-
guir nada. Precisa extirpar el m a l en su suítas, en cuanto á esos celadores de l a
raiz. Inquisición, en cuanto á esos terroristas
Y entonces, impulsados irresistible- de la Iglesia, que tienen por todo argu-
mente como los antiguos poseídos, sub- mento objetar con el 93 á los hombres
yugados, arrastrados por la m á s i m p l a - de 1850, h é aquí lo que les digo: "Cesad
cable de todas las lógicas, la lógica de de arrojarnos en cara el terror y aquellos
las faltas cometidas bajo la presión de la tiempos en que se decía: ¡Divino corazón
voz fatal que os gritaría: Adelante! ¡ade- de Marat! divino corazón de Jesús! Nos-
lante siempre! q u é haréis?... otros no confundimos á J e s ú s con Marat.
No confundimos la libertad con el ter-
(1) La comisión que proponía la ley en connivencia con el
presidente se componía de diez y siete miembros. ror, como no confundimos el cristianismo
326 OBRAS D E VICTOR HUGO.
pero que á la faz de las naciones civiliza- Al orden! Aplausos repetidos en la izquierda.
das; pero que ante las miradas de l a hu- Larga y general agitación.)
manidad que nos contempla, por llevar M . DE FONTAINE Y OTROS MUCHOS: ¡Eso
como llevamos l a antorcha que alum- es una blasfemia!
bra á la Francia y que ilumina al mun- M . DE HECKEREN: (1) ¡Cuando se
do, queramos apagarla!... aplauden cosas como éstas, se deberla te-
E l primer pueblo del mundo, seme- ner derecho para silbar!
jante á los dioses de Homero, ha hecho M . VÍCTOR HüGO: Señores, parece i m -
tres revoluciones, y estas tres revolucio- 30sible que, comprendiendo lo que es la
nes, que constituyen una sola, no es l a R e p ú b l i c a francesa, que Bonaparte ccm-
revolución local, sino l a revolución h u - Daraba al sol, se diga: Pues bien; vamos
mana; no es el grito egoísta de u n pue- á destruirlo todo, vamos á suprimir esta
blo, sino l a reivindicación de la sagrada revolución, vamos á echar abajo esta
justicia universal; es l a liquidación de República, vamos á arrancar de manos
agravios de l a humanidad desde que del pueblo el libro del progreso para bor-
existe l a historia, representada después rar estas tres fechas: 1792, 1830, 1848;
de tantos siglos de esclavitud, de servi- vamos á cerrar y oponernos al paso de
dumbre, de teocracia, de feudalismo, de esa insensata que obra sin pedirnos con-
inquisición, de t i r a n í a , enfin,bajo todos sejo y que se llama Providencia. Obli-
estos nombres y de suplicio humano ba- garemos á retroceder á l a libertad, á l a
j o todas las formas, es l a proclamación ilosofía, á l a inteligencia, á las genera-
augusta de los derechos del hombre! ciones, y con ellas retrocederá t a m b i é n
Después de largas pruebas, esa revo- la Francia, el siglo y la humanidad. Va-
lución ha producido en Francia l a Repú- mos á hacer retroceder al mismo Dios.
blica; en otros términos, el pueblo fran- Señores, que esto se diga, que se ima-
cés, en plena posesión de sí mismo y en gine, que se sueñe siquiera, es lo que
el majestuoso ejercicio de su soberanía, admiro con asombro infinito, es lo que
ha pasado de la región de las abstraccio- no puedo comprender.
nes a l terreno de los hechos, ha consti- ¿Y quiénes sois vosotros, os digo yo
tuido, instituido y definitiva y absoluta- ahora, para forjaros tales quimeras?
mente establecido l a forma de gobierno ¿Quiénes para intentar semejantes em-
m á s lógica y perfecta, la República, que presas, n i para librar esta batalla? ¿Cómo
para el pueblo no es otra cosa que l a os llamáis? Queréis saberlo?
manifestación del derecho natural, como Os lo diré.
l a libertad lo es para el hombre. Os llamáis m o n a r q u í a y sois el pa-
E n granito indestructible, el pueblo sado.
francés ha tallado y puesto en medio Y q u é m o n a r q u í a sois?
del viejo continente m o n á r q u i c o el p r i ' M . EMILIO DE QTRARDIN {al pié de la tri-
mer sillar del inmenso edificio del por buna): Escuchad, señores, escuchad, que
venir, que un dia se l l a m a r á Estados t a m b i é n ayer os escuchamos á vosotros.
Unidos de Europa. {Movimiento. Prolonga M . VÍCTOR HUGO: Señores, he llegado
das risas en la derecha.) (1) ya á l a realidad candente del debate.
Esta revolución, inaudita en l a his Nosotros no, vosotros sois los que
toria, es el ideal de los grandes filósofos lo habéis querido. Ahora y a no tenéis
realizado por u n gran pueblo; es l a edu m á s remedio, si sois leales, que admitir-
cacion de las naciones con el ejemplo de lo por completo, entero y con sinceridad.
la Francia, y su objeto, su t é r m i n o sa E s t á sobre el tapete l a cuestión de Re-
crosanto es el bien universal, es sufinl a pública ó m o n a r q u í a y nadie existe con
redención humana. Realiza l a era entre poder n i con derecho para eludirla. Hace
vista por Sócrates, y por l a que bebió m á s de dos años, sorda, pero audazmen-
la cicuta; es l a misma obra de Jesucris- te, está fatigando la R e p ú b l i c a y pesa so-
to, por l a cual m u r i ó crucificado. {Gritos; bre el presente, oscureciendo el porvenir.
Ha llegado el momento desabordarla. H a
(1) Esta frase produjo un asombro indescriptible. ¡Era tan llegado el momento de mirarla de fren-
nueva! Jamás se había pronunciado en la tribuna. Por una parte
indigno y por otra hizo reir á la derecha. Hubo una explosión te, y este es el instante de ver lo que en-
de hilaridad, en medio de la cual se cruzaban toda clase de cierra.
apóstrofos. El representante Baucel anotó algunos, que son los Se presentan dos m o n a r q u í a s , dejando
siguientes:
• M . D E M O W T A L E M B E R T : Los Estados-Unidos de Europa á u n lado todo lo que hasta para los que
Esto es demasiado ya. Hugo está loco.
M . MOLÉ: Los Estados-Unidos de Europa! Vaya una idea
Qué extravagancia! (1) Después senador Imperio con 30.000 francos
. M . QUENTIH-BAUCHARD: Estos poetas! anuales.
ANTES D E L D E S T I E R R O . 333
lo proponen solo es un expediente ó una Otra cosa muy diversa ocurre con el de-
transición. recho, que aunque no se apoye en el he-
Dos m o n a r q u í a s se creen en condicio- cho, hasta cuando aun n i de autoridad
nes para pedir l a revisión, á fin de esca- material disponga, conserva la autori-
motear á beneficio propio la soberanía dad moral, y siempre es derecho. A s í
del pueblo. sucede que de una república destruida
Estas son: la m o n a r q u í a como princi- siempre queda un derecho, mientras que
pio, ó sea la legitimidad, y la m o n a r q u í a de una m o n a r q u í a derribada no queda
de gloria—como dicen ciertos privilegia- m á s que una ruina.
dos periódicos,—es decir,el Imperio. Cesad, por lo tanto, señores legitimis^
Empecemos por la m o n a r q u í a como tas, de conjurarnos en nombre de vues-
principio. Dejemos pasar delante á la tro derecho. A n t e el derecho del pueblo,
ancianidad. que es la soberanía, no hay m á s derecho
Antes de proseguir, y lo digo una vez que el derecho del hombre, que es la l i -
para siempre, cuando pronuncie en esta bertad. Fuera de esto todo es quimera:
discusión la palabra monarquía, entién- decir el derecho del Rey en el gran siglo
dase que dejo fuera de ella á laspersonas, en que existimos, es pronunciar una fra-
á los príncipes, á los desterrados, para se vacía de sentido.
los cuales no tengo en m i alma sino la Si en nombre del derecho no podéis
s i m p a t í a que se debe á compatriotas y el hablar, os atreveréis en el del hecho?
respeto que merece un proscripto; senti Invocareis la utilidad? Mucho menos
mientes ambos que declaro serian m á s soberbio es, sin duda, pues equivale á
profundos aun si estos desterrados no lo abandonar el lenguaje del maestro para
fuesen por sus propios amigos. (Muy bien! suplirle con el del que obedece; es empe-
muy bien!) queñeceros.
Continúo. ¿Diréis que la estabilidad política
E n este debate ú n i c a m e n t e me refiero nace de la herencia real? ¿Diréis que l a
á la m o n a r q u í a como principio ó como democracia es perjudicial para el Estado
dogma; dejando aparte las personas y y que es mejor la m o n a r q u í a ? No pienso
no mirando ante mí m á s que el dogma ponerme á hojear la historia, pues no es
ó el principio como legislador, le j u z g a r é la tribuna pupitre para revolver infolios,
según entiendo con toda la libertad de y me limito á recordar los hechos recien-
la filosofía y toda la serenidad de la his- tes actuales y que se conservan en l a
toria. memoria de todos.
Y desde luego fijémonos en estas pa- Decid; ¿qué cargos tenéis que hacer á
labras, dogma y principio. Niego que la la República de 1848? Los motines? Pues
m o n a r q u í a sea n i pueda ser un principio la m o n a r q u í a los tuvo t a m b i é n . ¿El es-
n i u n dogma. Nunca ha sido la monar- tado de la Hacienda? No examino ahora,
q u í a m á s que u n hecho. por no ser ocasión, si desde hace tres
Sí, señores, á despecho de esos rumo- años la Hacienda de la H e p ú b l i c a ha
res, lo repito; j a m á s la posesión de u n sido administrada d e m o c r á t i c a m e n t e . . .
pueblo por un hombre ó por una familia EN LA DERECHA: No, por fortuna.
na sido n i ha podido ser otra cosa que M . VÍCTOR HUGO: Pero la m o n a r q u í a
u n hecho. constitucional costaba m u y cara; la mo-
J a m á s , y pues que los rumores persis- n a r q u í a constitucional inventó el desni-
ten, yo insisto también; nunca ese m a l velar los presupuestos.
llamado dogma, en virtud del cual aun Digo m á s , ya que es necesario decirlo
no hace ochenta años un elector de Hes- todo; la m o n a r q u í a propiamente dicha,
se v e n d í a hombres al rey de Inglaterra la m o n a r q u í a de los principios, l a legíti-
á tanto por cabeza para hacerlos matar ma que se cree y p r e t e n d í a ser sinónimo
en l a guerra americana; existen las prue de estabilidad, de seguridad y de pros-
bas y las cartas os las enseñaré cuando peridad, la antigua m o n a r q u í a histórica
queráis... Nunca, repito, ese pretendido de catorce siglos de existencia, hacia
dogma ha sido m á s que u n hecho, vio bancarrota algunas veces cuando le con-
lento casi siempre, monstruoso algunas venia.
veces. Bajo Luis X I V , y cito la buena época,
Afirmo, pues, y declaro en nombre de el gran siglo y el gran reinado, bajo
la eterna moral, que la m o n a r q u í a es Luis X I V se veía de tiempo en tiempo,
solo un hecho y nada m á s . Boileau es quien lo dice, "palidecer a l
Ahora bien; cuando un hecho deja de rentista,,
ser, nada le sobrevive y todo está dicho* A V aspect d' un arret qui retranche un qmrtiert
334 OBRAS D E VICTOR HUGO.
riodistas, todo eso constituía el desór- Digo, sin embargo, que á nadie trato
den, y que Francia no se acostumbraria de ofender; respeto á todos los miembros
j a m á s á todo eso. Pues ya veis cómo se de la Asamblea, y si alguna frase mia
ha acostumbrado. pudiera molestar á cualquiera de ellos,
M . DE TiNGrNY: A la fuerza. la retiro antes de pronunciarla.
M . VÍCTOR HUGO: L a Francia se acos- Tengo que deciros que hubo realistas
t u m b r ó al r é g i m e n parlamentario, y en otro tiempo...
lo mismo se a c o s t u m b r a r á al r é g i m e n M . CALLET: Pues sabéis gran cosa. {Ex-
democrático. Es dar u n paso hacia ade- clamaciones en la izquierda: ¡No interrum-
lante y nada m á s . páis!)
Después de acostumbrarse á la monar- M . CHARRAS {á M . Víctor Hugo); Bajad
q u í a representativa se h a b i t u a r á á ver de la tribuna.
acrecentarse el movimiento democrático, M . VÍCTOR HUGO: ES evidente! ¡Ya no
como después del absolutismo acabó por hay libertad de tribuna! {Reclamaciones
consagrar el liberalismo, y la prosperi- en la derecha.)
dad pública se desenvolverá á t r a v é s de
EL PRESIDENTE: P r e g u n t á d s e l o á mon-
las agitaciones republicanas, como se
sieur Michel de Bourges; él os dirá si
desenvolvió en medio de las turbulen-
existe la libertad de la tribuna.
cias constitucionales, y no solo se desar-
rollará, sino que se a g r a n d a r á m á s y M . SOUBIES: Debe existir para todos y
m á s , haciéndose estable; las aspiraciones no para uno solo.
populares se someterán á reglas fijas EL PRESIDENTE: L a Asamblea es l a mis-
como las pasiones burguesas se sometie- ma, los oradores son los que cambian, y
ron; porque una nación tan grande como el orador es el que forma al auditorio, se-
l a Francia acaba siempre por encontrar g ú n oísteis antes de ayer: M . Michel de
su equilibrio. Bourges os lo dijo.
A d e m á s , es preciso decíroslo; esta M . LAMARQUE: Dijo todo lo contrario.
prensa libre, esta tribuna soberana, estos EL PRESIDENTE: Eso vino á decir.
comicios populares, estas muchedumbres M . MICHEL DE BOURGES {desde su sitio):
persiguiendo la práctica de una idea, este ¿Señor Presidente, me permitís una pa-
pueblo tumultuoso como auditorio y so- labra? {Signo afirmativo del Presidente.)
segado como juez, estas legiones de vo- Habéis cambiado los términos de lo
tos ganando batallas donde el retrai que dije ayer, que por cierto no fué idea
miento las perderla, estos torbellinos de mia, sino del mejor orador del siglo diez
periódicos que inundan la Francia todos y siete, de Bossuet. No dice que el ora-
los dias, todo este movimiento, en fin dor hace al auditorio, sino que el audito-
que os aterra, no es otra cosa que la fer- rio hace al orador. {En la izquierda: ¡Muy
m e n t a c i ó n del progreso, fermentación bien! muy bien!)
útil, necesaria, sana, fecunda, excelente. EL PRESIDENTE: Volviendo los términos
No creáis que es el delirio de la calentu de la proposición, siempre resulta una
ra lo que solo es l a crisis de la enferme verdad, que es l a misma; es decir, que se
dad. establece una especie de reacción nece-
H é a q u í lo que tenia que contestar á saria del orador á la Asamblea y de la
M . Berryer. Asamblea al orador.
Y a lo veis, señores; n i la utilidad, n i Boyer-Collard, desesperando de que se
l a estabilidad política, n i la seguridad dejasen oir ciertas cosas, decia á los ora-
financiera, n i la prosperidad pública, n i dores: "Haced que se os escuche;,.
el derecho, n i el hecho están en este de E n cuanto á mí, declaro que me es i m -
bate de parte de la m o n a r q u í a . posible procurar igual silencio para todos
Ahora bien, ¿qué moralidad encierra siendo tan desemejantes los oradores. {Hi-
el ataque á la Constitución, que oculta laridad en la mayoría. Rumores é interpela-
una agresión contra la República? ciones en la izquierda.)
Señores, me dirijo en esto particular- M . EMILIO DE GIRARDIN: ¿Está permi-
mente á los ancianos, á los jefes enveje- tida la injuria?
cidos, aunque siempre preponderantes M . CHARRAS: ¡Eso es una imperti-
del partido monárquico actual, á los nencia!
jefes que han formado parte como nos M . VÍCTOR HUGO: Señores, á la cita de
otros de la Asamblea constituyente, á Royer-Collard que nos ha hecho nues-
los jefes á quienes no confundo con el tro honorable Presidente, contestaré con
elemento j ó ven y generoso de su parti otra de Sheridan, que dice: "Cuando el
do, que les siguen á su pesar. Presidente deja de proteger al orador, la
ANTES D E L D E S T I E R R O . 339
libertad d é l a tribuna deja de existir.,, un hecho evidente que fué y hoy no
(Aplausos repetidos en la izquierda.) existe.
M . ARNAUD DE L' ARIEG-E: J a m á s se ha L a legitimidad restaurada seria una
visto parcialidad semejante. revolución crónica; e q u i v a l d r í a á que el
M . VÍCTOR HUGO: Pues bien, señores, movimiento social fuese reemplazado
qué os estaba diciendo? Os decia^—y refie- por las conmociones periódicas. L a Re-
ro esto á la agresión dirigida hoy contra pública, por el contrario, es el progreso
la República, procurando sacar las conse- reducido á gohierno. {Aprobación.)
cuencias morales de t a l a g r e s i ó n — o s Termino a q u í esta parte de la cues-
decia que hubo realistas en otro tiempo. tión.
Aquellos realistas, de los cuales m i l cir- M . LÉo DE LABORDE: Pido la palabra.
cunstancias de familia han hecho unir M . MATHIEU BOURDON: L a legitimidad
su recuerdo á la infancia de muchos de se despierta.
nosotros y á la mia especialmente, como (M. de Falloux se levanta.)
se me recuerda sin cesar, los conocieron EN LA IZQUIERDA: NO! NO! ¡NO inter-
nuestros padres y los combatieron; pero r u m p á i s ! No i n t e r r u m p á i s !
aquellos realistas confesaban serlo el dia (M. de Falloux se aproxima á la t r i *
del peligro, pero no al siguiente. [ E n la Duna. Agitación extrepitosa.)
izquierda: Muy bien! muy bienl) No serian EN LA IZQUIERDA {al orador): ¡No per*
ciudadanos, pero hay que concederles mitais hablar, no lo consintáis!
que eran caballeros. Hacian una cosa M . VÍCTOR HUGO: NO permito la i n -
odiosa, insensata, abominable, i m p í a terrupción.
como es la guerra civil; pero si la hacian, (M. de Falloux sube al estrado y cam-
no la provocaban. {Viva aprobación en la bia con el Presidente algunas palabras.)
izquierda.) M . VÍCTOR HUGO: ¿Olvida hasta t a l
Tenian ante sí y sobre sí llena de vigor, punto el honorable M . de Falloux los de-
de juventud, terrible y desbordada, la rechos del orador, que no pide á éste per-
miso para interrumpirle, sino al Presi-
grandiosa cuanto magnífica revolución
dente?
francesa, que enviaba contra ellos los
M . DE FALLOUX {volviendo al pié de la
granaderos de Mayence y que encentra
tribuna): Os pido permiso para interrum-
ban m á s fácil sujetar á la Europa que á
piros.
la Vendóe.
M . VÍCTOR HUGO: NO OS le doy.
M . DE LA ROCHEJAQUELEIN: Es cierto. EL PRESIDENTE: Tenéis l a palabra^
M . VÍCTOR HUGO: Tenian ante sí un M . Víctor Hugo.
inmenso poder y le hacian frente sin va M . VÍCTOR HUGO: Publicistas de otro
lerse de astucias, sin convertirse nunca color, diarios de otro matiz que expresan
en zorras delante del león. {Aplausos en con claridad el pensamiento del gobier-
la izquierda. M . de la Mochejaquelein hace no, puesto que se venden por las calles
signos afirmativos.) con privilegio y exclusión de otros, nos
M . VÍCTOR HUGO {á M . de la Eochejaque dicen cada día:
lein): A vos me dirijo, á vuestro apellido "Tenéis razón; la legitimidad es impo^
y este es u n homenaje que rindo á los sible, la m o n a r q u í a de derecho divino y
vuestros. de principios ha muerto; pero queda
No iban á robar á aquella revolución otra, la m o n a r q u í a de gloria, el imperio,
uno á uno y para servirse contra ella, sus que es, no solo posible, sino necesaria.,,
principios, sus conquistas n i sus armas Hó a q u í el lenguaje que emplean.
q u e r í a n matarla, pero no robarla. Examinemos este otro lado que presen-
Eran hombres atrevidos, de conviccio ta la cuestión m o n á r q u i c a .
nes y sinceros, que se distinguieron por ¿Invocáis ante todo la gloria para de-
la franqueza en su modo de obrar, y no finirla? Si disponéis de esa gloria, ense-
v e n í a n á la luz del sol y en plena Asam ñádnosla. {Bisas.) Tengo la curiosidad
blea del país á balbucear u n ¡Viva el rey de presenciar algo glorioso en este go-
después de haber gritado veintisiete ve bierno. Vuestra gloria dónde está? L a
ees en solo u n dia: ¡Viva la R e p ú b l i c a ! busco, m i r o á m i alrededor y no la en-
M . EMILIO DE G-IRARDIN: No enviaban cuentro. Sabéis cómo se consigue?
dinero para los heridos de Febrero. M . LEPIC: P r e g u n t á d s e l o á vuestro
M . VÍCTOR HUGO: Señores, resumo en padre.
una palabra todo cuanto acabo de decir; M . VÍCTOR HUGO: ¿Cuáles son sus ele-
la m o n a r q u í a como principio, esto es, la mentos? ¿Qué tengo y que tenemos ante
legitimidad? está muerta en Francia, y es nuestras miradas? Lazos tendidos á
340 OBRAS D E VICTOR HUGO.
M . VÍCTOR HUGO: LOS que le ofenden inmortal imperio tiene hoy por panegi-
son sus amigos, que dan á entender no ristas y defensores teóricos á hombres
a b a n d o n a r á su sitio el segundo domingo que en nuestra época libre y razonadora
de Mayo, como debe hacerlo si no es sedi- se vuelven hácia el Norte con una deses-
cioso. peración que seria risible si no fuese
EN LA IZQUIERDA: N i perjuro. tnonstruosa? ¿A hombres que cada vez
M . VIEILLARD: (1) M . Víctor Hugo sa- que nos oyen pronunciar las palabras
be m u y bien que eso no son m á s que democracia, libertad, humanidad y pro-
calumnias. greso se tienden en tierra boca abajo
M . VÍCTOR HUGO: Señores de l a ma- con terror indecible, y aplican el oído á
yoría, habéis suprimido la libertad de tierra para escuchar si oyen el ruido de
la prensa; ¿queréis suprimir la libertad de las cureñas de los cañones rusos?
la tribuna? [Grandes aplausos en laizquierda. Clamo-
No vengo á pedir favor, sino franque- res en la derecha. Toda la derecha se pone
za. E l soldado á quien se impide cum- en pié y cubre con sus gritos las últimas pa-
plir con su deber rompe su espada; si la labras del orador. Muchos ministros se le-
libertad de la tribuna ha muerto, decidlo vantan y protestan contra ellas. Crece el
y r o m p e r é m i representación. E l dia en tumulto. Se lanzan apostrofes violentos al
que la tribuna deje de ser libre descen- orador.)
deré de ella para no subir m á s . L a t r i - EL MINISTRO DE NEGOCIOS EXTRANJE-
buna que no es libre no es aceptable sino ROS: Sabéis que eso no es cierto! ¡Protes-
para el orador que ha perdido su dig tamos en nombre de la Francia!
nidad. M . DE RANCÉ: Pedimos se llame al ór-
Ahora veremos si se respeta la tribu den al orador.
na. Continúo. M . DE CROUSEILHES, ministro de Instruc-
Después de Napoleón el Grande no ción pública: (1) Haced una aplicación for-
quiero que venga Napoleón el P e q u e ñ o . mal de vuestras palabras. ¡Decid nom-
Respetad las grandezas, dad tregua á bres! Decidlos!
parodias ridiculas. Para colocar un águi- EL PRESIDENTE: OS llamo al órden,
l a en las banderas es preciso que exista M . Víctor Hugo, ya que á pesar de mis
antes otra á g u i l a en las T u l l e r í a s . ¿Dón advertencias no cesáis en vuestro len-
de está el águila? guaje provocador.
M . LEÓN FAUCHER: E l orador insulta ALGUNAS VOCES EN LA DERECHA: ES
al presidente de la R e p ú b l i c a . un provocador asalariado.
EL PRESIDENTE: Ofendéis al presidente M . CHAPOT: Que diga el orador á
de la República. quién se dirige.
VÍCTOR HUGO: Prosigo. M . DE STAPLAUDE: Nombrad á los que
Señores, he tenido en mis manos, lo acusáis, si es que os atrevéis. (Agitación
mismo que vosotros y todo el mundo tumultuosa.)
diarios, libros, folletos imperialistas ( VOCES EN LA DERECHA: Sois un infa-
cesaristas, como hoy se dice, y me ocurre me calumniador. Eso es una cobarde in-
una idea que no puedo menos de comu- solencia. [Al órden! A l órden!)
nicaros antes que se p i é r d a l a ocasión. EL PRESIDENTE: Con el ruido que pro-
¿Qué diria aquel soldado, aquel gran movéis impedís que se sepa que he lla-
soldado de la Francia que descansa en mado al órden al orador.
los Inválidos, á los que su sombra presta VÍCTOR HUGO: Pido que se me deje
abrigo y cuyo nombre se invoca con fre- explicar. [Murmullos ruidosos y prolonga-
cuencia y de modos tan extraños? ¿Qué dos.)
diria aquel Napoleón, que entre tantos M . DE HEECKEREN: (2) Dejadle repre-
prodigiosos combates se encaminó á ocho- sentar su comedia.
cientas leguas deParispara provocar á la M . LEÓN FAUCHER, ministro del Interior:
vieja barbarie moscovita al gran duelo E l orador... (Interrúmpele la izquierda.) E l
campal de 1812? ¿Qué diria aquel subli- orador...
me espíritu, que vislumbraba con horror EN LA IZQUIERDA: NO tenéis la pala-
l a posibilidad de una Europa cosaca, y bra.
que á pesar de sus instintos autoritarios EL PRESIDENTE: Dejad que se explique
prefería una Europa republicana? ¿Qué M . Víctor Hugo, á quien he llamado al
diria si pudiese ver desde el fondo de su órden.
sepulcro que su imperio, su belicoso é
(1) Comisario general de Policía del imperio con 4G.000
francos.
(1) Senador del imperio. (2) Senador del imperio.
ANTES D E L D E S T I E R R O . 343
EL MINISTRO DEL INTERIOR: ¡Puede, se- pronunciado. Ahora, si las explicáis ó
ñores, un orador insultar de ese modo al las variáis, la Asamblea podrá juzgar.
presidente de la República...! (Ruidosas M . VÍCTOR HUGO: Las repito como el
interrupciones en la izquierda.) taquígrafo del Monitor las ha tomado di-
M . VÍCTOR HUGO: Dejadme explicar. rectamente.
No os cedo la palabra. MUCHOS DIPUTADOS: ¡Las habéis varia-
EL PRESIDENTE: NO tenéis la palabra do! Habéis hablado con el taquígrafo!
y no os corresponde tampoco dirigir la M . DE PANAT, cuestor, y otros diputados:
discusión. M . Víctor Hugo ha sido lla- No ha habido variación. Las palabras
mado al órden; pide se le permita expli- aparecerán en el Monitor t a l como se han
carse; le concedo la palabra: liareis que pronunciado.
sea imposible la conservación del órden M . VÍCTOR HUGO: Señores, m a ñ a n a ,
si usurpáis las funciones de m i cargo. cuando leáis el Monitor... cuando leáis la
M . VÍCTOR HUGO: Señores, vais á ver frase que habéis interrumpido sin com-
cuan peligroso es interrumpir con dema- prenderla, la frase en que digo que Na-
siada precipitación. poleón se a d m i r a r í a y se i n d i g n a r í a a l
He sido llamado al órden, y u n hono- ver que su imperio, su glorioso imperio,
rable representante, á quien no tengo el tiene hoy por defensores y reconstructo-
honor de conocer... res teóricos á hombres que cada vez que
UN DIPUTADO se adelanta desde los han- pronunciamos las palabras democracia, l i -
eos de la derecha, llega al pié de la tribuna y bertad, humanidad, progreso, se tienden
dice: Y o he sido. boca abajo con terror indecible y aplican
M . VÍCTOR HUGO: Quién, vos? el oido á tierra para escuchar si por fin
EL INTERRUPTOR: YO. acude el cañón ruso...
M . VÍCTOR HUGO: M u y bien; pues ca- VOCES EN LA DERECHA: ¿A quién os re-
llaos. ferís con eso?
EL INTERRUPTOR: No queremos escu- M . VÍCTOR HUGO: ¡Por esto he sido lla-
charos ya. L a mala literatura produce mado al órden!
política mala. Protestamos en nombre M . DE TREVENENE: ¿A q u é partido os
de la lengua francesa y de l a tribuna dirigís?
francesa. Podíais reservar todo eso para VOCES EN LA IZQUIERDA: A Homieu! ¡Al
el teatro de la Porte-Saint-Martin, mon- espectro rojo!
sieur Víctor Hugo. EL PRESIDENTE {á M . Víctor Hugo): No
M . VÍCTOR HUGO: Veo que conocéis podéis aislar una frase de todo vuestro
m i nombre, según parece, y yo no puedo discurso. Ese párrafo ha sido consecuen-
decir otro tanto del vuestro. ¿Cómo os cia de una comparación insultante entre
llamáis? el emperador que no existe y el presi-
EL INTERRUPTOR: Bourbousson. dente de la República. (Agitación prolon-
M . VÍCTOR HUGO: Valéis m á s de lo que gada. Gran número de diputados bajan al
yo creia. {Risas prolongadas en todos los hemiciclo, que se despeja con gran trabajo,
hamos. E l interruptor vuelve á su asiento.) mediante las órdenes del Presidente y los
M . VÍCTOR HUGO: M r . Bourbousson ruegos de los celadores.)
dice que es preciso aplicarme l a censura. M . VÍCTOR HUGO: M a ñ a n a reconoce-
VOCES EN LA DERECHA: Sí, Sí. réis la verdad de mis palabras.
M . VÍCTOR HUGO: Por qué? Porque he VOCES EN LA DERECHA: Habéis dicho
calificado dentro de m i derecho (Negativas "vosotros,,.
en la derecha) por haber calificado á los M , VÍCTOR HUGO: J a m á s , y lo aseguro
autores de los folletos cesaristas... [Re- desde esta tribuna, j a m á s ha entrado en
clamaciones en la derecha. M . Víctor Hugo m i intento u n solo instante dirigirme
se inclina hacia el taquígrafo del "Monitor,, á nadie de los que están en la Asam-
y le pide comunicación inmediata de la frase blea. (Reclamaciones y risas ruidosas en la
de su discurso que ha provocado la emoción derecha.)
de la Asamblea.) EL PRESIDENTE: E n t a l caso queda el
VOCES EN LA DERECHA: M . Víctor Hugo insulto todo entero para el señor presi-
no tiene derecho para cambiar las frases dente de la República.
del Monitor. M . DE HEECKEREN: (1) Si no se t r a t a
EL PRESIDENTE: L a Asamblea se ha de nosotros, ¿por q u é venir á decírnoslo y
pronunciado contra frases que deben ha- no guardárselo para llenar las columnas
ber sido recogidas por los taquígrafos del de jfr Evénement?
Monitor. M i llamada al órden se refiere á
aquellas palabras, t a l como las habéis (1) Senador.
344 OBRAS D E VICTOR HUGO.
TOMO I Y .
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CONGRESO DE LA PAZ EN PARÍS.
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ticadas y por consecuencia tampoco ha- leeros, yo creia con M . León Faucher,
b r í a causa para que se mejorasen n i re- ue en 1836 decia en la Revista de Paris:
formasen, viniendo á ser la Asamblea " E l cadalso no aparece en nuestras
legislativa perfectamente inútil. No ha- biazas públicas sino á raros intervalos y
b r í a m á s que proceder á su clausura, y como espectáculo que a v e r g ü e n z a á l a
supongo que no será esto lo que se desea. usticia.,, (Movimiento.)
Una vez esclarecido este punto y des- Creia, digo, que la guillotina, ya que
vanecida cualquiera duda acerca de la es necesario nombrarla, empezaba á ha-
frase "respeto debido á las leyes;;, entro cerse justicia á sí misma, y que sintién-
de lleno en la cuestión. dose rechazada, se h a b r í a resuelto á re-
Hay, señores jurados, una ley en lo nunciar á la plaza de la Gréve, á la luz
que podría llamarse viejo código euro- del d í a , á la publicidad. Creía que sus
peo, que desde hace m á s de u n siglo ejemplares castigos los ejecutaría lo m á s
todos los filósofos, todos los pensadores, oscuramente posible, á media luz; en la
todos los verdaderos hombres de Estado, Barrera de San Jacobo, en sitio desierto
quisieran suprimir del libro venerable donde nadie la viera. Creia que empeza-
de la legislación universal; ley que Bec- 3a á ocultarse y la felicitaba por su pu-
caria ha declarado i m p í a y que F r a n k l í n dor. {Nuevo movimiento)
ha llamado abominable, sin que por ello Señores, me e n g a ñ a b a , y M . L e ó n Fau-
Beccaria n i F r a n k l i n hayan sido proce cher se e n g a ñ a b a t a m b i é n . H a perdido
sados; ley que, pesando particularmente la hipócrita v e r g ü e n z a que creímos que
sobre la parte del pueblo, que aun abru tenía. L a guillotina conoce que es una
ma la ignorancia y la miseria, es odiosa institución social, como se dice hoy, y
á la democracia y no es menos aborrecida quién sabe! T a l vez hasta s u e ñ a en su
por los conservadores inteligentes; ley restauración.
respecto á la cual Luis Felipe, nombre Ha caducado la barrera de San Jaco-
que pronuncio siempre con todo el res- bo; pero quizás cualquier dia de estos l a
peto debido á la ancianidad, á la desgra- veamos reaparecer en la plaza de la
cia y al destierro, decía: " L a he detesta- Gréve, á la luz del día y rodeada por la
do toda m i vida,,; ley contra l a cua m u l t i t u d , con su cortejo de verdugos,
M . de Broglie ha escrito lo mismo que gendarmes y pregoneros, bajo las mis-
M . Q-uízot; ley cuya derogación fué pe mas ventanas del Hotel de V i l l e , desde
dida u n á n i m e m e n t e hace veinte años en donde un dia, el 24 de Febrero, se tuvo
Octubre de 1830 por la C á m a r a de dípu la insolencia de afrentarla y de rom-
tados al mismo tiempo que el Parlamen perla.
to semisal vaje de Otaiti la borraba de su Esperando mejores tiempos para ella
Código; ley que abolió la Asamblea de empieza á erguirse; siente que la socie-
Francfort hace tres años y que la Asam dad desordenada tiene necesidad para
blea constituyente de la República ro asegurarse, como se dice ahora, de vol-
mana hace dos declaraba suprimida jmrci ver á las antiguas tradiciones, y ella es
siempre después de votada la proposición una antigua tradición.
del diputado Cárlos Bonaparte; ley que Protesta contra los declamadores de-
nuestra Constituyente de 1848 ha man magogos que sollaman Beccaria, Vico,
tenido con la m á s dolorosa indecisión y F í l a n g i e r i , Montesquíeu, Turgot, F r a n -
l a mayor repugnancia; ley que ahora klin; que se llaman L u í s Felipe, que se
mismo se encuentra pendiente, por de llaman Broglie y Guizot {Bisas), y que
cirio así, de dos proposiciones presenta se atreven á creer y á decir que una má-
das para su abolición en la tribuna Le quina para cortar cabezas es demasía-
gislativa; ley, en fin, que la Toscana no do para una sociedad cuya moral es el
quiere n i la Rusia tampoco, y ya es tiem Evangelio. {Sensación.)
po que l a Francia tampoco la admita ¡Se indigna contra tales utopistas anár-
Esta ley, ante la que retrocede con ansie quicos, y al siguiente dia de sus jornadas
dad cada dia creciente la conciencia m á s fúnebres y sangrientas quiere que se
humana, se llama la pena de muerte. la admire! ¡Exige que se la guarden res-
Pues bien, señores, esta ley es la que petos y atenciones, y si no, se declara i n -
promueve este proceso y es hoy nuestro sultada, se nombra parte civil y reclama
único adversario. L o siento por el señor indemnización de daños y perjuicios!
abogado general, pero la veo detrás (Hilaridad general y prolongada.)
de él. EL PRESIDENTE: E s t á prohibida toda
L o confieso; desde hace veinte años yo muestra de aprobación ó desaprobación;
creia, y anotó en las p á g i n a s que voy á las risas son inconvenientes en este sitio.
ANTES D E L D E S T I E R R O . 359
M . VÍCTOR HUGO (prosiguiendo): H a este p a t í b u l o , donde hace cerca de dos
conseguido derramar sangre; pero esto m i l años, para eterna e n s e ñ a n z a de las
no le basta, quiere además multas y pri- generaciones, fué clavada la ley divina
sión. por l a ley humana! (Frofunda é inexplica-
Señores jurados, el dia en que se llevó ble emoción.)
á m i casa y para m i hijo la notificación Lo que m i hijo ha escrito lo escribió
de este incalificable proceso—vemos co- porque yo se lo inspiré desde la infancia;
sas bien e x t r a ñ a s en estos tiempos y porque al mismo tiempo que es hijo m i ó
debiéramos estar acostumbrados,^—pues por l a sangre, lo es t a m b i é n por el espí-
bien, os lo confieso, quedó sorprendido r i t u , y porque desea proseguir la tradi-
de asombro, y me dije: ¿Aun nos en- ción de su padre. Su crimen es el delito
contramos en esta situación? ¿Estaremos e x t r a ñ o de seguir la tradición de su pa-
aun en el caso de que se nos pida, no dre, y por eso se le persigue.
ya solo el respeto material, que es incon- ¡Estaba reservado á los defensores es-
testable, sino t a m b i é n el respeto moral á clusivos de la familia darnos á conocer
las penalidades que abren abismos en esta novedad!
las conciencias, que hacen palidecer al Señores, confieso que l a acusación pre-
que piensa, que la religión aborrece ah sente me confunde.
horret a sanguine, las penalidades que Se ejecuta una ley funesta, que pre-
son irreparables, sabiendo que pueden senta ante la m u l t i t u d espectáculos i n -
ser injustas; que manchan los dedos en morales, peligros degradantes y feroces;
sangre humana para escribir el manda- tiende á fomentar la crueldad del pueblo
miento de: "No matarás,,; á las penalida- y en dias determinados produce efectos
des impías, que si hacen dudar de la horribles, ¿y se prohibe señalar los efec-
humanidad cuando recaen en el culpa- tos terribles de esta ley? ¿Se llama á esto
ble, hacen dudar de Dios si hieren a l faltarla al respeto? ¿De esto hay que res-
inocente! ¡No, no puedo creer que este- ponder ante la justicia? ¿Por eso se con-
mos en esta situación! d e n a r á á multas y á prisión? Pues bien,
Y a que he llegado á este punto, debo entonces cerremos la C á m a r a , cerremos
deciros, señores jurados, para que com- las escuelas, ya que no es posible el pro-
prendáis c u á n profundamente estoy emo- greso; llamémonos el Mogol ó el Tibet; no
cionado, que el verdadero culpable en somos ya una nación civilizada. Más
este asunto, si en él hay a l g ú n culpado, sencillo seria decirnos que estamos en
no es m i hijo, soy yo. Asia, que hubo en otro tiempo u n pais
E l verdadero culpable, lo repito, soy que se llamó Francia; pero que ya no
yo; yo, que hace veinticinco años he com- existe t a l nación y que la habéis reem-
batido bajo todas las formas las penas plazado por una especie de gobierno, que
irreparables; yo, que durante veinticinco no es la m o n a r q u í a ciertamente, pero
años he defendido en todas ocasiones la que tampoco es la R e p ú b l i c a . (Nuevas
inviolabilidad de la vida humana. risas.)
E l crimen de defender la inviolabili EL PRESIDENTE: Renuevo m i observa-
dad de la vida humana le he cometido ción: suplico que guarde silencio al audi-
mucho antes que m i hijo y en mayor es- torio, pues de otra manera me veré en el
cala. caso de despejar la sala.
Me denuncio como á delincuente, se M . VÍCTOR HUGO (prosiguiendo): Pero
ñor abogado general. Cometí ese delito sigamos aplicando á los hechos y refi-
con todas sus circunstancias agravantes riendo á realidades l a fraseología de la
de premeditación, tenacidad y reinci acusación.
dencia. Señores jurados, en E s p a ñ a l a I n q u i -
Declaro que c o m b a t í y c o m b a t i r é este sición fué ley, y se faltó al respeto á la
resto de la penalidad salvaje, l a antigua Inquisición; en Francia el tormento fué
é ininteligente ley del talion, la ley de ley, y se faltó al respeto al tormento; el
sangre por sangre. L a combatiré toda cortar la mano fué ley, y se faltó... ¡yo
m i vida, señores jurados, con todas mis he faltado al respeto al cuchillo! E l yer-
fuerzas como escritor y con todos mis ac ro candente ha sido ley, y se le ha falta-
tos y votos como legislador. Así lo decía do al respeto. L a guillotina es ley, y se
ro delante de la víctima de la pena de falta al respeto á l a g u i l l o t i n a .
muerte que está allí, que nos mira y nos ¿Sabéis por qué, señor abogado gene-
escucha. {M. Víctor Hugo extiende el Irazo ral? Os lo voy á decir. Es porque se quie-
señalando el Cristo que está en el fondo del re arrojar la guillotina al abismo de exe-
salón y sobre el tribunal,) ¡Lo j u r o ante cración donde fueron sepultados, con
360 OBRAS D E VICTOR HUGO.
aplauso de todo el género humano, el hombres, en fin, unos ilustres, otros ve-
hierro candente, la mano cortada, la tor- nerables, hablaban de t a l modo, ¿qué ha-
t u r a y la Inquisición; es porque se desea cían? ¿ F a l t a b a n al respeto de la ley, á la
que desaparezca del augusto y luminoso ley local y del momento? Es m u y posi-
santuario de la justicia la figura sinies- ble. E l señor abogado general sabrá de-
tra que basta para llenarla de hor- cirlo, yo lo ignoro; pero lo que sí sé es
ror y de sombras y que se llama ver- que representaban entonces los religio-
dugo. sos ecos de la ley de las leyes, de la con-
¡Porque deseamos todo esto se dice que ciencia universal. ¿Ofendían l a justicia,
conmovemos la sociedad! Ciertamente so- l a justicia de su tiempo, la justicia
mos hombres peligrosísimos, y es mons- transitoria y falible? No lo sé; pero lo que
truoso que queramos suprimir la guillo- aseguro es que proclamaban la justicia
tina. eterna. [Movimiento general de adhesión.)
Señores jurados, sois ciudadanos de una ¡Verdad es que hoy, un gracioso dijo
nación libre que os ha investido con su en el seno de la misma Asamblea nacio-
soberanía, y sin desnaturalizar el debate nal: " E l ateo Voltaire, el inmoral Moliére,
se os puede y debe hablar como á hom- el obsceno L a Fontaine y el demagogo
bres políticos. Pues bien, ya que estamos Juan Jacobo Rousseau!,, [Bisas.) ¡ H é a q u í
atravesando una época de revoluciones, lo que se piensa, h é aquí lo que se con-
sacad consecuencias de lo que os voy á fiesa, hé a q u í á dónde hemos llegado!
decir y reflexionadlo. Si Luis X V I hu- Vosotros sabréis apreciarlo, señores j u -
biese abolido la pena de muerte, como rados.
abolió el tormento, no hubiese caido su Este derecho á criticar la ley, á criti-
cabeza y hubiese encontrado al 93 des- carla severamente, sobre todo la ley penal,
armado de la terrible cuchilla. H a b r í a que tan fácilmente pueden impregnar
hoy una p á g i n a sangrienta de menos en de barbarie las costumbres de un pueblo;
la historia; la fecha fúnebre del 21 de este derecho de crítica que está tan cerca
Enero no existiría. ¿Quién ante la públi- del deber de mejorar, como la antorcha
ca conciencia, á la faz de la Francia y está cerca de lo que debe iluminar; este
del mundo civilizado, quién se hubiera derecho del escritor, no menos sagrado
atrevido á levantar de nuevo el patíbu- que el del legislador; este derecho pre-
lo para el rey, para el hombre de quien ciso y necesario, este derecho imprescrip-
se hubiera podido decir: ^Ese le supri- tible, vosotros, señores jurados, lo reco-
mió?,, noceréis por vuestro veredicto, dejando
¡Se acusa al redactor de L ' Evénement libres de cargo á los acusados.
de haber faltado al respeto á las leyes, Pero el ministerio público, y es su se-
de haber faltado al respeto á la pena de gundo argumento, pretende que la crí-
muerte. Señores, elevémonos m á s altos tica de L ' Evénement ha ido demasiado
que el texto controvertido, elevémonos lejos y ha sido enérgica en demasía. Ver-
hasta el fondo de toda legislación, hasta daderamente, señores jurados, el hecho
el fuero interno del hombre. Cuando Ser- que dió pié al supuesto delito que se i m -
van, que era abogado general entonces, puta al redactor de L ' Evénement fué es-
cuando Servan i m p r i m í a á las leyes cri- pantoso. Aproximaos á él con la imagi-
minales de su tiempo aquella herida nación y contempladle de cerca.
memorable: "Nuestras leyes penales, de- U n hombre, u n condenado á muerte,
cía, abren toda clase de salidas á la acu- un miserable, se vé arrastrado una maña-
sación y las cierran casi todas al acusa- na hasta la plaza pública; allí distingue
do,,; cuando Voltaire calificaba á los el cadalso. Se revuelve, forcejea, rehusa
jueces de Calas, diciendo: " A h ! no me ha- la muerte. Es jóven t o d a v í a , apenas tiene
bléis de esos jueces, que son mitad mo- veintinueve años... Sé que me vais á con-
nos y mitad tigres!,, ¡cuando Chateau- testar que era un asesino; pero escu-
briand, en el Conservateur, llamaba á la chad... Dos verdugos le aprisionan entre
ley del doble voto ley "necia y culpable,,; sus brazos; tiene las manos y los piés su-
cuando Royer-Collard, en plena C á m a r a jetos con fuertes ligaduras, á pesar d é l o
de diputados, á propósito de no sé q u é cual rechaza á los dos ejecutores. Se traba
ley de censura, lanzaba aquel apóstrofo una lucha espantosa; el condenado pro-
célebre: "Sí p r o m u l g á i s esta ley, j u r o cura y consigue enganchar sus pies amar-
desobedecerla,,; cuando aquellos legis rados entre los peldaños de la escalera
ladores, cuando aquellos magistrados, patibularia, sirviéndose así del cadalso
cuando aquellos filósofos, cuando aque contra el cadalso mismo. L a lucha se
líos grandes génios, cuando aquellos prolonga y el horror hace extremecer á
ANTES D E L DESTIERRO, 361
la m u l t i t u d . Los verdugos, llena l a Castigareis este grito? ¿Y en presencia
frente de sudor y vergüenza, pálidos, an- e los hechos espantosos qíie ante vues-
helantes, miedosos y desesperados—des- tra vista he presentado, diréis á la g u i -
esperados, no sé de q u é horrible desespe- 'lotina: Tienes razón; y á la piedad: No
ración,'—encorvados y abatidos bajo el a tienes?
peso de l a reprobación pública, que de- Eso es imposible, señores jurados.
biera limitarse á condenar la pena de Oid, señor abogado general; os digo
muerte y que hace m a l en confundir con sin rencor que defendéis una mala cau-
ella al instrumento pasivo, los ejecutores sa. Aunque no lo creáis así, sostenéis
hacen esfuerzos salvajes. E l reo, asido y una lucha ilegal con el espíritu de la c i -
enclavillado a l patíbulo, pide perdón. vilización, con el progreso y con las cos-
Sus ropas están hechas girones, al través tumbres actuales. Tenéis contra vos la
de los cuales se le descubre la espalda intima resistencia del corazón del hom-
llena de sangre, y á pesar de todo resiste 3re, todos los principios á cuya sombra,
aun. Por último, después de tres cuartos desde hace sesenta años, marcha l a
de hora, de tres cuartos de hora... (Movi- Francia y hace marchar al mundo, como
miento. E l abogado general hace un signo son: la inviolabilidad de la vida huma-
negativo. M . Víctor Hugo prosigue) ¡Se nos na, la fraternidad para con las clases
regatean los minutos!... Pues bien; des- 'gnorantes y el dogma de la expiación
pués de treinta y cinco minutos de este Dará corregir,, que ha reemplazado al de
esfuerzo monstruoso, de este espectáculo 'a venganza. Tenéis contra vos todo
sin nombre, de esta a g o n í a , a g o n í a para cuanto i l u m i n a la razón, todo lo que v i -
todos los que lo presenciaban, para el 3ra en las almas; á la filosofía como á la
pueblo tanto como para el reo; después religión, á Voltaire y á Jesucristo. Por
de este signo de angustia, señores j u r a m á s que tratéis de llevar á cabo el ser-
dos, el pobre reo fué conducido de nuevo vicio tan espantoso que el p a t í b u l o tiene
á l a cárcel. E l pueblo respiró. E l pueblo, 'a pretensión de prestar á la sociedad,
que conserva siempre las preocupaciones ésta lo rechaza con horror. Por m á s que
de antigua humanidad y que es ele os empeñéis los partidarios de la pena de
mente porque comprende que es sebera muerte, y ya veis que no confundo á la
no, creyó que el culpable se habia l i sociedad con ellos, no podréis vindicar
brado de la muerte. Nada de eso. L a nunca la antigua pena del talion n i
guillotina fué vencida, pero continuó de conseguiréis lavar j a m á s sus repugnan-
pié. Allí permaneció alzada todo el dia tes textos legales, sobre los que hace tan-
en medio de una población consternada, tos siglos destilan sangre todas las cabe-
y por la tarde, después de contar con el zas cortadas.
necesario refuerzo de verdugos, amarra- Señores, he terminado.
ron al criminal de modo que quedara Hijo mió, hoy recibes un honor inmen^
convertido en masa inerte, y al anochecer so; te has hecho digno de combatir, de
le volvieron á conducir á la plaza, don sufrir tal vez por la santa causa de la
de llegó llorando, gritando, descompues verdad. A partir desde hoy entras en la
to por la desesperación, ensangrentado verdadera vida v i r i l de nuestro tiempo,
y pidiendo á gritos la vida y clamando á como si dijéramos, á luchar por lo justo
Dios y á sus padres, porque ante la y por lo verdadero. T ú , que no eres m á s
muerte, aquel hombre se convirtió en que u n simple soldado de l a idea huma-
niño. na y democrática, puedes estar orgullo-
¡Le arrojaron sobre el cadalso y cayó so por sentarte en el banco donde se han
su cabeza! E n aquel instante de todas sentado Beranger y Lammennais.
las conciencias se escapó u n extremeci Sé inquebrantable en tus convicciones,
miento inexplicable. Nunca l a muerte y que esta sea m i ú l t i m a palabra; si ne-
legal habia parecido tan abominable y cesitaras u n pensamiento para afirmarte
tan cínica. Cada espectador se sintió en t u fé en el progreso, en tus creen-
como solidario de l a crueldad de aquella cias del porvenir, en t u religión para con
ejecución, y todos experimentaron en su la humanidad, en t u execración para el
alma lo que sentirían si se viese en me patíbulo, en t u horror á las penas irre-
dio de Francia y á la luz del dia que l a vocables é irreparables, a c u é r d a t e que
barbarie insultaba á l a civilización. estás sentado en el banco donde se sentó
Entonces u n jóven lanzó u n grito es Lesurgues. {Profunda sensación, cuyas ma-
capado de sus e n t r a ñ a s , de su corazón nifestaciones se prolongan largo rato.)
de su alma, u n grito de piedad, u n grito
de angustia, de horror y de humanidac.
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TOMO I V ,
362 OBMS D E VICTOR niJGO.
18 4-3 A 1850.
m m m t t m m ff f ffff ff ff^^^^^^^
ORACIONES FÚNEBRES.
vanece ante la sagrada hora que llegó una causa de honradez y del teatro un
para él. L a muerte es el advenimiento sitio de enseñanza; que respetan la poe-
de la verdad. Ante ella no resta del poeta sía y el pueblo á u n tiempo mismo; que
m á s que l a gloria, del hombre el alma por esto tienen osadía; pero que al acep-
y de este mundo Dios. tar plenamente la responsabilidad de
ella, no olvidan que en el escritor hay
algo del magistrado y en el poeta algo
del sacerdote.
Deseando trabajar mucho, trabajaba
de prisa, como si comprendiese que m u y
Funerales de Federico Soulié. pronto t e n d r í a que descansar. Su talen-
to era su alma, siempre lleno de la mejor
27 Setiembre 1847.
y m á s sana e n e r g í a .
De esto resultaba aquella fuerza que se
Los autores dramáticos han deseado resolvía en vigor para los pensadores y
que yo tenga en este dia tristísimo de en e n e r g í a para la m u l t i t u d . V i v i a por el
duelo el honor de representarles y de corazón, y esto ha sido la causa de su
dar el último y supremo adiós á aquel muerte. Pero no le tengamos lástima,
noble corazón, á aquella alma generosa, que ha sido recompensado por veinte
á aquel espíritu elevado, á aquel bellísi- triunfos y por una popularidad que á
mo y verdadero talento que se llamaba nadie irritaba, porque era á todos sim-
Federico Soulié. ¡Deber austero, que ha pática.
de cumplirse con la tristeza v i r i l , digna Le q u e r í a n los que le trataban y los
del hombre fuerte y extraordinario que to- que no le conocían; era amado y era po-
dos lloramos! A y ! la muerte es implaca- pular, que es indudablemente uno de
ble y tiene preferencias misteriosas, y los modos m á s gratos de ser queridos.
muchas veces no espera que blanquee Merecía su popularidad, porque tuvo
una cabeza para escogerla por v í c t i m a . siempre fijos en su alma los dos nobles
Triste y fatal hecho es que antes de ter- fines que contienen toda la parte noble
minar su jornada sean arrebatados de la del egoísmo y todo lo que la a b n e g a c i ó n
vida los obreros de la inteligencia. Ape- encierra de verdadero: ser Ubre y ser
nas hace cuatro años que casi todos los ú t i l .
mismos que a q u í nos vemos reunidos nos Ha muerto como un sábio que cree,
j u n t á b a m o s para inclinarnos ante l a porque piensa; ha muerto tranquila y
tumba de Casimiro Delavigne, y hoy noblemente, con la candida sonrisa de
nos inclinamos ante el féretro de Federi- un jóven y con la gravedad s i m p á t i c a
co Soulié. de un anciano. H a debido sin duda sen-
No esperéis, señores, que os cite las tir verse obligado á abandonar la obra
muchas obras constantemente aplaudi- d é l a civilización que los escritores de
das de Federico Soulié. Permitidme este siglo hacen en conjunto y á partir
ú n i c a m e n t e que trate de presentar ante antes de la hora solemne y t a l vez pró-
vuestra vista, en breves palabras, y de xima que l l a m a r á á todas las probidades
evocar, por decirlo así, ante su a t a ú d , lo y á todas las inteligencias al santo traba-
que podria llamarse la fisonomía moral jo del porvenir. Ciertamente era á pro-
de este notabilísimo escritor. pósito para este trabajo glorioso, porque
E n sus dramas, en sus novelas, en sus su corazón estaba lleno de compasión y
poemas, Federico Soulié ha sido siem- de entusiasmo, y se volvía sin cesar há-
pre el hombre serio que tiende hacia una cia el pueblo, porque en él existen todas
idea y á quien sirve de guia una misión las miserias y de él proceden todas las
impuesta por sí mismo. E n esta grande grandezas.
época literaria, en que el génio, circuns- Sus amigos lo saben, sus obras lo ates-
tancia que no ha existido hasta hoy y la tiguan, sus escritos lo prueban. Toda la
proclamo para honor de nuestros tiem- vida tuvo Federico Soulié fija la vista
pos, no se separa j a m á s de la indepen- en el estudio severo de las grandes verda-
dencia, Federico Soulié era de aquellos des políticas y en los inmensos misterios
que no se inclinan sino para escuchar su sociales, que apreciaba bajo el prisma
conciencia y de los que con su dignidad de su clarísima inteligencia. H a inter-
honran su talento. Era de los hombres rumpido ahora esta contemplación para
quenada desean m á s que el producto de reanudarla desde m á s alto; ha ido á en-
su trabajo; que hacen del pensamiento contrar otras verdades, otras certezas,
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ANTES D E L D E S T I E R R O . 369
otros misterios en la profunda sombra de que piensan, y la nación entera se extre-
la muerte. mece cuando ve desaparecer una de las
U n a palabra no m á s , señores. Que ú l t i m a s . Hoy, el duelo popular represen-
este gentío que nos rodea y que procura ta la muerte del hombre de talento; el
escuchar m i voz con tan religiosa aten- duelo nacional es la muerte del hombre
ción; que este pueblo generoso, trabaja- de genio.
dor y pensador, que no falta á ninguna Señores, el nombre de Balzac q u e d a r á
de estas tristes solemnidades y que sigue unido á la estela luminosa que nuestra
los féretros de sus escritores como se época dejará en el porvenir.
a c o m p a ñ a el entierro de un amigo; que Honorato de Balzac formaba parte de
este pueblo tan inteligente y tan formal la poderosa generación de escritores del
sepa que cuando los filósofos, cuando los siglo diez y nueve que siguió á Napo-
escritores, cuando los poetas llegan á león, lo mismo que la ilustre pléyade del
este recinto para conducir al abismo co siglo diez y siete siguió á Richelieu,
m u n de todos los hombres á alguno de como si en el desarrollo de l a civilización
sus hermanos, llegan sin turbación, sin existiese una ley que ordenase la sucesión
sombras, sin inquietud, llenos de fe inex- de los que dominan por espíritu á los que
plicable hacia otra vida, sin la cual ésta dominan por la espada.
no seria digna n i de Dios que la d á n i M . de Balzac era uno de los primeros
del hombre que la recibe. entre los m á s grandes y uno de los m á s
Los pensadores creen en Dios y miran eminentes entre los mejores. No es sitio
con t r a n q u i l i d a d , serenos y hasta al éste á propósito para decir todo lo que
gunos con alegría esa fosa que no tiene fué aquella espléndida y soberana inteli-
fondo, porque saben que si el cuerpo ha- gencia. Todos sus libros no forman m á s
l l a en ella una cárcel, el alma, por el que uno; libro viviente, luminoso, pro-
contrario, en ella encuentra alas para fundo, en el que se siente el i r y venir y
volar. marchar y moverse, con u n no sé q u é
Las almas nobles de nuestros queridos azorado y terrible mezclado con lo real,
muertos, como ésta cuya partida abo á toda nuestra civilización contempo-
ra lloramos; las almas que solo han ránea; libro maravilloso, que el poeta
tenido en el mundo un objeto y una ins tituló comedia, pero que hubiera podido
piracion, que solo han buscado por recom- llamar historia; que toma todas las for-
pensa á sus trabajos la luz y l a libertad mas y todos los estilos; que sobrepuja á
esas almas no pueden caer a q u í en u n Tácito y que llega á Suetonio; que á tra-
lazo. L a muerte no es una mentira; no vés de Beaumarchais alcanza á Rabelais;
encuentran en las tinieblas la cautividac libro formado por la observación y la
espantosa, la cadena terrible que se l i a imaginación unidas; que prodiga lo ver-
ma la nada. Continúan, por el contrario dadero, lo í n t i m o , lo social, lo t r i v i a l , lo
radiando esplendorosamente su vuelo su material, y que en algunos instantes, al
blime y su destino inmortal. través de todas las realidades bruscas y
Eran ya libres en la poesía, en el arte á m p l i a m e n t e desgarradas, deja de repen-
en la inteligencia y en el pensamiento te entrever el m á s sombrío y trágico
ahora serán libres t a m b i é n en el se ideal.
pulcro. A su pesar, que quiera ó no, que lo
confiese ó no lo confiese, el autor de esta
obra inmensa y extraordinaria pertene-
ce á la fuerte raza de los escritores revo-
lucionarios. Balzac v á derecho al obje-
to; ase cuerpo á cuerpo á la sociedad
FUNERALES DE BALZAG. moderna; arranca á sus individuos, á
unos la ilusión, á otros l a esperanza, á
20 Agosto 1850. éstos un grito, á aquellos una careta. Re-
basa todas las p á g i n a s del vicio y diseca
'. a pasión, profundizando y sondeando al
Señores: lombre, el alma, el corazón, las entra-
E l hombre que acaba de descender á ñ a s , el cerebro, el abismo que cada uno
esa tumba era de aquellos á los que el encierra dentro de su sér, y por un dón
duelo público sirve de cortejo. E n estos de su libre y vigorosa naturaleza, por un
tiempos todas las ficciones se han des- privilegio de las inteligencias de nuestra
vanecido. Las miradas se fijan ahora, no época, que, habiendo presenciado las re-
en las cabezas que reinan, sino en las voluciones de cerca, distinguen mejor el
TOMO I Y . 47
370 OBRAS D E VICTOR HUGO.
fin del género humano y comprenden dencia sabe lo que se hace cuando pone
mejor la Providencia, Balzac se desen- al pueblo cara á cara con el misterio su-
tiende sonriendo y serenamente de aque- premo y cuando le proporciona ocasión
llos temibles estudios que ocasionaron la para meditar sobre la muerte, que es la
melancolía de Moliere y la m i s a n t r o p í a gran igualdad y t a m b i é n la gran liber-
de Rousseau. tad.
He a q u í lo que hizo mientras estuvo L a Providencia es sábia, porque ésta es
con nosotros. He a q u í la obra que nos la m á s alta de todas las enseñanzas. Es
deja, obra elevada y sólida, fortísimo imposible que dejen de llenar austeros y
conjunto de hiladas de granito, monu- sérios pensamientos todos los corazones
mental obra, desde cuya altura resplan- cuando un sublime espíritu entra majes-
decerá para siempre su fama inmortal. tuosamente en l a otra vida; cuando uno
Los grandes hombres se construyen su de esos séres que se han cernido largo
pedestal; el porvenir se encarga de la es- tiempo sobre la m u l t i t u d con las alas v i -
tátua. sibles del génio, desplegan de pronto
Su muerte ha sumido á Paris en estu- otras alas que no se ven, para sumergir-
por profundo. Hacia algunos meses que se bruscamente en lo desconocido.
habia llegado á Francia. S e n t í a que iba Pero no, no es lo desconocido. Y a he
á morir y quiso volver á ver su p á t r i a , dicho en otra ocasión, t a m b i é n dolor osa,
como el que la víspera de un largo viaje y no me cansaré de repetirlo, que no se
se apresura antes á abrazar á su madre. sumergen en la oscuridad, sino en la luz;
Su vida ha sido corta, pero aprovecha- que morir no es el fin, sino el principio;
da; m á s llena de obras que de dias. no es i r á la nada, es i r á la eternidad.
Este trabajador potente y nunca fati- ¿No lo creéis así los que me estáis escu-
gado, este filósofo, este pensador, este chando? Féretros como éste demuestran
poeta, este genio ha vivido entre nosotros la inmortalidad, y ante cadáveres tan
l a vida de las tempestades, de las luchas, ilustres, se comprende distintamente la
de las discusiones, délos combates de que misión sublime de la inteligencia, que
participaron en todos los tiempos los hom- atraviesa por el mundo para sufrir y pu-
bres eminentes. Hoy miradle ya en paz rificarse y que se l l a m a el hombre, y
y libre de polémicas y rencores, llegando se comprende que es imposible que los
en un mismo dia á la gloria y á la tum- que fueron génios durante la vida no
ba. V á á brillar, en lo sucesivo, encima sean almas después de la muerte.
de las nubes que se amontonan sobre
nuestras cabezas entre las estrellas de la
pátria.
No os sentís tentados á envidiarle? E l 2 de Diciembre de 1851.
Señores, á pesar de que nos embarga
el sentimiento ante tan gran pérdida, re- NOTA.
signémonos á estas catástrofes, aceptán- Sabido es que ese dia 'dió el golpe de Estado Luis Napo-
dolas como dolorosas y severas. Quizás es león. Por no hacer un vacío en el orden correlativo de fechas de
conveniente y necesario, en una época plosu étres libros Antes del destierro, E n el destierro y Des-
s del destierro, encabezamos estas líneas con la última,
como la actual, de tiempo en tiempo una que abarca el primero de los tres; pero no insertamos aquí la
gran muerte, que comunique á los espíri- historia del golpe de Estado ni la del destierro de Víctor Hugo,
porque una y otra las hemos publicado detalladamente en iVa-
tus devorados por la duda y por el excep- poleon el P e q u e ñ o y en L a H i s t o r i a de un c r i m e n , que
ticismo una sacudida religiosa. L a Provi- forman parte del tomo III de nuestra publicación.—(iV. del T.)
Ym DE ^NTEJS m i DESTIERRO.
E N " E L D E S T I E R R O .
1852 Á 1870.
LO QÜE ES EL DESTIERRO.
P R E F A C I O
táculo que ofrecia la flota inglesa en la de otras, en la bruma rojiza en vasta con-
rada de Sheerness, p r ó x i m a á Sout- fusión.
hampton. E l Normandy pasaba por entre medio
E l pasajero en cuestión era u n hombre de las elevadas sombras, entre inmensa
cano, silencioso y que contemplaba el gritería de burras, y esta carrera á tra-
mar. Iba de pió cerca del timonero. vés de la flota inglesa duró m á s de dos
E l Normandy habia salido de Gruerne- horas.
sey á las diez de la m a ñ a n a , y á las tres H á c i a las siete, hora en que el Nor-
de la tarde se acercaba á las Needles, mandy llegó á Southampton, estaba ya
que marcan el extremo Sur de la isla de empavesado.
W i g h t ; apercibíase la arquitectura sal- Uno de los amigos del c a p i t á n Har-
vaje del mar y sus colosales puntas de vey, M . Rascol, director del Correo de
greda, que salian del Océano como cam- Europa, le esperaba en el puerto, y le
panarios de prodigiosa catedral engulli- causó asombro ver el navio empave-
da, y al i r á entrar en el rio de Southamp- sado.
ton, el timonero empezó á maniobrar á •—¿Por q u é le habéis puesto de gala,
babor. capitán? por el kedive?
E l pasajero estaba observando esta —Por el proscripto, respondió el ca-
maniobra cuando oyó que le llamaban p i t á n .
por su nombre; se volvió y vió ante él al For el proscripto debe traducirse: Por la
c a p i t á n del navio. Francia.
—¿Es cierto que deseáis, caballero, ver No hubiéramos referido este hecho si
la flota inglesa? no hubiera dado singular grandeza al
E l pasajero no habia expresado este fin del c a p i t á n Harvey, como vamos á
deseo, pero habia oido á algunas seño- referir.
ras que estaban á su alrededor tener cu- Tres años después de la revista de la
riosidad de verla, por lo que se limitó á flota, al poco tiempo de haber remitido
contestar: al pasajero que transportó el mes de J u -
—Creo, capitán, que no lleváis ese lio de 1867 una exposición de los mari-
itinerario. nos de la I Mancha, la noche del 17 de
—Le llevaré si lo deseáis, respondió el Marzo de 1870, el capitán Harvey hacia
capitán. su pasaje habitual desde Southampton
Sorprendido el pasajero, le p r e g u n t ó á Q-uernesey y espesa bruma cubría el
á su vez: mar. E l c a p i t á n , de pié en el buque, ma-
—¿Seréis capaz de cambiar de derro- niobraba con precaución, porque era de
tero? noche y habia gran niebla. Los pasaje-
-Sí. ros dormían.
—Por complacerme? E l Normandy era u n navio de gran
—Sí. cabida, quizás el mejor buque correo de
— U n buque francés no baria eso la Mancha, de seiscientas toneladas, de
por m í . doscientos veinte piés ingleses de longi-
—Pues lo que no haria u n buque fran- tud, de veinticinco de latitud; como de-
cés, lo h a r á un navio inglés. cían los marinos, era jó ven; no habia
Después añadió: cumplido aun siete años. Le construye-
•—Unicamente, para salvar m i respon- ron en 1863.
sabilidad ante los jefes, deseo que expre- Habia salido del rio de Southampton
séis en m i cartera con vuestra firma que y, se encontraba en alta mar; como la
habéis tenido ese deseo. niebla se hacia densa, avanzaba lenta-
Diciendo esto presentó la cartera al mente. Eran las cuatro de la madru-
pasajero, que escribió lo siguiente, dic- gada.
t á n d o l e el c a p i t á n : "Deseo ver la flota L a oscuridad era tan completa que
inglesa,,. envolvía al navio, del que apenas se
Poco después el navio oblicuaba á es- veían los extremos de los mástiles.
tribor, dejando á la izquierda las A i g u i - Nada es tan terrible como los navios
lles y el rio de Southampton, y entraba ciegos caminando de noche.
en la rada de Sheerness. De repente surge de la bruma un ob-
Efectivamente, el espectáculo era dig- jeto negro, fantasma, m o n t a ñ a ó pro-
no de verse; todas las baterías de los montorio de sombra, corriendo -por entre
buques mezclaban el humo y los true- la espuma y agujereando las tinieblas.
nos. Las siluetas de los navios macizos Era el buque de hélice la Mary, que ve-
y acorazados se escalonaban, unas detrás nía de Odessa y que iba á Grímsby,
EN E L DESTIERRO. 379
llevando un cargamento de quinientos —De veinte.
toneles de trigo; iba con enorme velo- —Tenemos bastante tiempo. Que se
cidad, arrastrando inmenso peso. L a embarquen todos por turno. Teniente
Mary corría derecho hacia el Normandy. Ockleford, conserváis las pistolas?
No hay medio de evitar este abordaje, —Sí, m i c a p i t á n .
porque entre la niebla los buques llevan —Saltad la tapa de los sesos al hom-
extraordinaria velocidad. Se encuentran bre que quiera pasar delante de las m u -
casi sin ver que se aproximan; cuando jeres.
se les ve, ya se tiene encima l a c a t á s - Todos se callaron; nadie resistió á esta
trofe. órden, comprendiendo el alma noble del
L a Mary, corriendo á todo vapor, se capitán.
lanzó de lleno sobre el Normandy y lo L a Mary entre tanto habia echado a l
desbarrigó. L a fuerza del choque la paró mar sus lanchas y acudia á socorrer a l
y l a dejó averiada. naufragio que involuntariamente habia
Llevaba el Normandy veintiocho hom- causado.
bres de tripulación, una mujer de servi- L a operación de salvar á los náufragos
cio y treinta y un pasajeros, de los que se verificó con órden y casi sin lucha.
doce eran mujeres. Harvey, impasible en su sitio de man-
L a sacudida que sufrió el buque fué do, dominando á la m u l t i t u d , la diri-
espantosa. A l instante se vieron en el gía, ocupándose de ella y organizando
puente los hombres, las mujeres y los hasta cierto punto la angustia general,
niños semidesnudos, corriendo, gritando como si diera órdenes á l a catástrofe;
y llorando. E l agua entraba furiosa por parecía que le obedeciera el naufragio.
todas partes. E l fogón de la m á q u i n a , Hubo u n momento en que gritó:
invadido por las olas, resollaba agoni- •—Salvad á Clemente!
zando. E l c a p i t á n Harvey, de pió a l lado Clemente era u n niño, era el grumete
del timón, gritó: del buque.
—Silencio y escuchadme todos. Echad E l navio iba hundiéndose lentamente
las lanchas al mar; que entren en ellas, en la profundidad del mar.
primero las señoras pasajeras, después Se apresuró todo lo posible el vaivén
los pasajeros y luego la tripulación. Hay de las lanchas entre el Normandy y la
que salvar sesenta personas. Mary.
E l buque llevaba sesenta y una, pero —Apresuraos! gritó el c a p i t á n .
el c a p i t á n no se contaba. A los veinte minutos el navio se
Pusieron las lanchas en el mar, y todos h u n d i ó .
precipitadamente querían saltar á un E l c a p i t á n Harvey, siempre de pió en
tiempo: esta precipitación podia hacer zo- su sitio de mando, no hizo un gesto, no
zobrar las canoas. dijo una palabra, ó inmóvil se hundió en
Ockleford, que era el teniente, y los el abismo. Se le vió á t r a v é s de l a sinies-
tres contramaestres, Godwin, Bennett y tra bruma sepultarse en el mar.
West, contuvieron á la m u l t i t u d , que es- Asi terminó la vida del c a p i t á n Har-
taba espantada de terror. Causa verdade vey. ¡Que reciba en este libro el adiós que
ramente pánico estar durmiendo y des le envia el proscripto!
pertarse de repente para morir. N i n g ú n marino de la Mancha le aven-
Sin embargo, á los gritos y al t u m u l - tajaba. Vivió cumpliendo toda su vida
to dominó la voz terrible del c a p i t á n , sus deberes de hombre, y m u r i ó como u n
y en la oscuridad se oyó este breve diá héroe.
logo:
—Mecánico Locks? X.
—Capitán?
—Cómo está el fogón? E l proscripto no odia al proscriptorj
—Ahogado. pero le combate sin tregua, no como ene-
— Y el fuego? migo personal, sino como enemigo pú-
—Completamente extinguido. blico. L a cólera del hombre honrado no
— Y la m á q u i n a ? pasa de los límites de lo preciso. E l
—Muerta. proscripto execra al tirano y desconoce
—Teniente Ockleford! g r i t ó el ca- su personalidad; cuando l a conoce, solo
pitan. la ataca proporcionalmente á su deber.
—Presente, respondió el teniente. E n caso necesario el proscripto sabe
—¿De c u á n t o s minutos podemos dis hacer justicia al que le proscribe, si éste
poner? es hasta cierto punto escritor, y le recono-
380 OBRAS D E VICTOR HUGO.
tas hoy á su pais de su ausencia por me- es, el mismo, y por segundo adversario
dio de la publicación de este libro. E s t á la conciencia, esto es, Dios.
ausente de su p á t r i a diez y nueve años y Ciertamente el combate es desigual y
nueve meses. ¿Qué es lo que ha hecho la derrota del tirano es segura.
durante tanto tiempo? H a procurado no Esas son las realidades que en las pri-
ser inútil. E n su dolorosa ausencia, las meras p á g i n a s de esta introducción he-
miserias han venido á buscar al miserable mos tratado de expresar de este modo:
y los náufragos á pedir socorro al náu- E l destierro es el despojo del derecho.
frago. No solo los individuos, sino los
pueblos; no solo los pueblos, sino las con- XIV.
ciencias; no solo las conciencias, sino las
verdades. Consiguió desde lo alto de su E l autor de este libro, por todo lo que
escollo tender l a mano al ideal caido en ha alegado hasta aquí, está durante diez
el abismo, y le pareció que en ciertos y nueve años satisfecho y triste: satisfe-
momentos el porvenir derrotado trataba cho de sí mismo, triste por los demás; sa-
de abordar su escollo. ¿Qué significa é l , tisfecho de ver que procede con honradez;
sin embargo? M u y poco, un esfuerzo triste porque el crimen, con extensión
vivo. ¿Pero q u é significa una voluntad indefinida, p r o p a g á n d o s e de alma en
firme luchando contra fuerzas perversas alma, se ha apoderado de la conciencia
conjuradas y triunfantes? Nada, si re- pública y ha concluido por llamarse la
presenta el egoismo; pero mucho, si re- satisfacción de ios intereses. Le indigna
presenta el derecho. y le abate la desgracia nacional que se
Posición inexpugnable resulta de pro- llamaba la prosperidad del imperio. Las
funda caida; basta para ello que el hom- alegrías de la orgía son miserables. L a
bre derribado sea un hombre justo; como prosperidad que dora u n crimen es en-
tenga r a z ó n , es conveniente que esté g a ñ o s a é incuba una calamidad. E l hue-
hundido, arruinado y calumniado, por- vo del 2 de Diciembre es S e d á n .
que en ese caso es todopoderoso. Es i n - Estas amarguras del proscripto le
domable teniendo de su parte la justicia; t r a í a n deberes que cumplir. Representa-
es invencible teniendo de su parte la ba al porvenir y denunciaba en medio
realidad. Constituye una gran fuerza no del aturdimiento de las fiestas l a aproxi-
ser nada. Esa es la mejor condición para mación de las catástrofes, porque oia los
el combate. Es ser invulnerables luchan- pasos de los acontecimientos, que los que
do de este modo sin armadura. No hay son dichosos no oyen. Las catástrofes
situación tan alta como la de haber caido llegaron, con la doble fuerza de impul-
por defender la justicia. Faz á faz del sión que las i m p r i m í a n Bonaparte y Bis-
emperador se yergue el proscripto. E l marck; una emboscada vengó á la otra.
emperador suplanta, el proscripto con- En una palabra, cayó el imperio, pero la
dena; aquel dispone de los Códigos y de Francia se l e v a n t a r á : diez m i l millones
los jueces, y éste dispone de las verda- y dos provincias nos cuesta el rescate.
des. Es conveniente haber caido. L a cai- Es m u y caro y tenemos derecho á ser
da del que vivió en la prosperidad le reembolsados. Mientras llega esa oca-
proporciona la autoridad; el poder y sión vivamos tranquilos, ya que hemos
la riqueza embarazan constantemente; conseguido desprendernos del imperio.
cuando os abandonan, os quitáis su peso Nuestra situación ha mejorado. Prefiero
y os sentís libre y d u e ñ o de vuestras ac- ver á l a Francia mutilada por u n hecho
ciones; nada os molesta en lo sucesivo; de fuerza que empequeñecida por el des-
se le permite todo al que todo se le honor. Esa es la diferencia que hay entre
prohibe, y no estáis obligado á ser aca- la llaga y el virus; nos curamos de la
démico n i parlamentario. E l poder del llaga, pero morimos de la peste. E l i m -
proscripto se compone de dos elementos: perio hubiera hecho agonizar á la Fran-
el primero, que lo forma la injusticia del cia; se hubiera evaporado la v e r g ü e n z a
destino que sufre, y el segundo la causa y Francia hubiera muerto; hoy ha vomi-
de la justicia que defiende. Estas dos tado l a v e r g ü e n z a y vivirá. E l pueblo se
fuerzas contradictorias se apoyan la una ha quedado ahora sano y robusto, des-
en la otra y constituyen la situación for- pués que ha conseguido escupir el 18
midable que puede resumirse en estas Brumario y el 2 de Diciembre.
dos palabras: E n la soledad donde el proscripto re-
Fuera de la ley, dentro del derecho. flexionaba sobre el porvenir estaba sere-
E l tirano que os ataca tiene por p r i no, pero severamente preocupado, y sus
mer adversario su propia iniquidad, esto desalientos se confundían con sus espe-
EN E L DESTIERRO. 383
ranzas. Se apoderaba de el la melanco- su lado los corazones. Le amaron de le-
lía de la desgracia pública y al mismo jos y de cerca. T u v o á su alrededor i n -
tiempo la alegría altiva de estar pros- trépidos compañeros de destierro, obsti-
cripto, porque conocía que su destierro nados en cumplir el deber, tercos para
le hacia poderoso. defender lo justo y lo verdadero, que
Una bula dice, refiriéndose á Lutero, c o m b a t í a n indignados y con la sonrisa
que á pesar de estar excomulgado era en los labios; al ilustre Vacqueríe, al ad-
indomable: Stat coram pontífice sicut Sata- mirable Paul Meuríce, al estóíco Schoel-
nás coram Jehovah. L a comparación es cher, á los valientes Éibeyrolles, Dulac
exacta y el proscripto lo reconoce. Por y Kesler, y á vosotros, hijos míos, Cár-
encima del silencio á que estaba conde- los y Víctor.
nada la Francia, por encima de l a t r i -
buna aplastada, por encima de la prensa XV.
amordazada, el proscripto, libre como el
S a t a n á s de la verdad ante el J e h o v á de E l proscripto no quiere terminar esta
la mentira, pudo tomar la palabra y la introducción sin declarar que, á pesar de
tomó. Entonces defendió el sufragio uni- la larga noche de su destierro, no ha per-
versal contra el plebiscito, al pueblo con- dido de vista á P a r í s n i u n solo ins-
tra la chusma, á la gloria contra los tante.
bravos, á la justicia contra el juez, á la Quiere que así conste, y habiendo
antorcha contra la hoguera y á Dios vivido tanto tiempo en la oscuridad, ha
contra el sacerdote. De estas defensas adquirido el derecho de hacerlo constar
sale el prolongado grito que llena este hasta en el mismo oscurecimiento de la
libro. De todas partes a c u d í a n á s u au- Europa, hasta en la misma ocultación
tor las angustias y las quejas, porque de la Francia, porque P a r í s no se eclip-
sabían que él no retrocedía j a m á s ante sa nunca: P a r í s es la frontera del por-
el cumplimiento de n i n g ú n deber. Los venir. P a r í s encierra toda la cantidad de
oprimidos le consideraban como al acu- M a ñ a n a que puede entreverse Hoy.
sador público del crimen universal, y le
bastó para aceptar esta misión tener XVI.
alma, y para cumplirla tener voz; ha
sido, pues, u n alma proba y una voz Ver á los que viven en esa ciudad
libre. Oyó esos llamamientos y respon- grandiosa causa al espíritu dolorosa
dió desde el fondo de su soledad. E n este emoción. No existe centro tan vasto n i
libro constan. E s t á orgulloso de la feli- perspectiva tan inquieta y tan sublime.
cidad de haber pasado en l a proscripción Los que por los azares de l a vida han
veinte años y de haber combatido frente perdido de vista á Paris y han tenido
á frente, él, que vivía solitario, á las mul- que contemplar el Océano, al cambiar
titudes; él, que estaba desarmado, á de espectáculo no han encontrado supe-
las legiones; él, que es soñador, á los rioridad de infinito. Por otra parte, se
asesinos; él, que estaba desterrado, á los pasa de la contemplación del horizonte
déspotas; él, que es átomo, á los colosos; de los hombres al horizonte de las cosas,
disponiendo solo de una fuerza, de un sin borrar el recuerdo. E l pensamiento
rayo de luz. Esta luz, como ya dijimos, de ayer, que se fija tenazmente en l a
es el derecho, es el derecho eterno. memoria, flota como l a nube, pero es
D á gracias á Dios por haber vivido m á s terco. E l espacio no es dueño de
esta vida honrosa durante el tiempo en obrar como quiere. E l viento que sopla
que los cuarenta años llegan á sumar se- de día y de noche, los huracanes que al-
senta. Estuvo abandonado, injuriado y ternan, las tempestades y las ráfagas,
proscripto, pero él no a b a n d o n ó á nadie. no borran l a silueta de las dos torres
Reconoció la excelencia del desierto, que gemelas, no dispensan el arco de t r i u n -
es donde suenan los ecos, que es donde fo n i el gótico campanario, y detrás de
suenan los clamores de los pueblos. las ú l t i m a s lontananzas del abismo, al
Mientras que los opresores p r o s e g u í a n través de las espumas y de los navios, al
su inicua tarea, no perdiéndole de vista través de las nubes y de los vientos, se
trabajaba en pró de l a humanidad. bosqueja en un fondo de brumas el i n -
E n su aislamiento tuvo la satisfacción menso fantasma de la ciudad i n m ó v i l .
de ser apreciado y querido, y aunque el Esa es l a augusta aparición del des-
ódío le perseguía, sombrío cariño brilla terrado. Como P a r í s es, no solo una
ba en su soledad; sintió el profundo calor ciudad, sino t a m b i é n una idea, posee la
del pueblo afectuoso y triste y abrirse á ubicuidad. Los parisienses tienen á Pa-
384 OBRAS D E VICTOR HUGO,
EN EL D E S T I E R R O .
1 •
á los representantes del pueblo, que des- blica degollada, a m é m o n o s para vencer
pués de luchar durante tres años en l a al enemigo c o m ú n .
tribuna contra una coalición de reaccio- Nuestro objeto es ser un pueblo único,
nes, de traiciones y de ódios, han lucha- nuestro punto de partida debe ser tener
do durante cuatro dias en las calles con- un alma sola. Con nuestra unión bos-
tra u n ejército. Dejadme que os h a b l é de quejemos la unidad.
esos representantes que conozco, que son Ciudadanos, viva la República! ¡Pros-
mis amigos, que he visto luchar con las criptos, viva la Francia!
catástrofes, que he visto serenos en las
barricadas, que he visto intrépidos en
las luchas parlamentarias, bajo el amago III.
de una amenaza perene, cuando los f u -
rores de la m a y o r í a se encarnizaban con Declaración á propósito del imperio.
ellos, mientras l a prensa m o n á r q u i c a les
insultaba, mientras los periódicos bona-
partistas, cómplices de las premeditacio- Jersey 31 Octubre 1852.
nes siniestras del Elíseo, les colmaban de
injurias y de calumnias, como denun- A L PUEBLO.
ciándoles para que un dia fueran pros- Ciudadanos:
criptos. E l imperio pretende entronarse, y se
Eso es lo que he visto en Bélgica y eso nos pregunta si debemos votar ó abste-
es lo que creo volveré á ver aquí; porque nernos.
rio será la única la Bélgica que ofrezca E n el departamento del Sena, algunos
el gran ejemplo de la concordia de los republicanos, que hasta hoy se han abs-
proscriptos, porque l a Francia necesita tenido, como debían, de intervenir en los
presenciar el espectáculo de la fraterni actos del gobierno de Bonaparte, parece
dad práctica, ante el que se desvanecen que crean ahora que es la ocasión, al i r á
todas las calumnias. establecerse el imperio, de que la ciudad
Os ruego, amigos mios, que cimente- de P a r í s manifieste su oposición por me-
mos, que consolidemos esta concordia, dio del escrutinio, y que quizás sea útil
evitando todas las disidencias; porque presentarse á votar. A ñ a d i e n d o que en
nosotros solo tenemos u n color en la ban- todos los casos el voto podría presentarse
dera, el color de la púrpura; porque nos- como u n medio de nueva declaración del
otros solo tenemos u n sentimiento en partido republicano, que por medio de los
nuestras almas, el sentimiento de la fra- votos podría recontarse.
ternidad. Es preciso que la Francia nos Sobre esto se nos pide consejo.
vea unidos; desunidos, la perturbaríamos; Nuestra contestación es m u y sencilla,
unidos, l a tranquilizaremos: u n á m o n o s , y la que vamos á dar á P a r í s puede ser
pues, para ser fuertes y para ser dichosos. para todos los departamentos.
¿ P u e d e pronunciarse l a palabra dicho- No nos detendremos en hacer notar que
so, cuando estamos á muchas leguas de Bonaparte no se debe haber decidido á
la patria y cuando ha muerto l a liber- declararse emperador sin haber contado
tad? Sí; cuando se ama. Encontrar cari- él y sus cómplices antes con poder dispo-
ñ o en las aflicciones, es encontrar la feli- ner de 7.500.000 votos. Por mucho que
cidad en la desdicha. se trabaje para contrabalancear esa cifra,
no se conseguirá, porque el escrutinio le
Nos profesamos cariño porque todos d a r á el resultado que él quiera. Debéis
participamos del mismo dolor y de la comprender lo que será el sufragio uni-
ínisma esperanza; lloro por lo que vos- versal en manos de Bonaparte. ¿Qué ga-
otros lloráis, temo lo que vosotros teméis r a n t í a s ofrece el escrutinio? ¿Dónde está
y espero lo que vosotros esperáis. Siendo el registro? ¿Quiénes son los escrutado-
a n á l o g a nuestra suerte, vivimos como res? Se goza acaso de libertad? No os
hermanos; la l á g r i m a que asoma á nues- fiéis de esas irrisiones de Bonaparte. ¿Qué
tros ojos se llama Francia y el rayo que saldrá de la urna? Su exclusiva voluntad.
i l u m i n a nuestro pensamiento se l l a m a ¿Qué inconveniente ha de tener en falsi-
R e p ú b l i c a . Sufrir juntos es equivalente ficar la votación?
á amarse. L a adversidad, hiriendo nues- Permanezcamos fieles á nuestros prin-
tros corazones con la misma espada, los cipios y oíd lo que os voy á decir.
ha atravesado con el mismo amor. Bonaparte cree que ha llegado ya el
Amómonos pensando en la p á t r i a au- momento de que puede llamarse majes-
sente, a m é m o n o s pensando en la Repú- tad. R e s t a u r ó al Papa con intención;
EN E L DESTIERRO. 389
quiere ser emperador, y emperador con- uerdo, en una fecha memorable, que
sagrado. Después del 2 de Diciembre lo niene el elevado carácter de un acto de
es en realidad; solo le falta l a califica- ::ó. Sí, ciudadanos; en el momento en que
ción; la desea y la obtendrá. Darece que los féretros se cierran, es
Ciudadanos, fácil es de comprender la cuando se debe afirmar l a vida.
actitud que debemos guardar. Luis Bo- Hoy, aquí, en esta isla, en el instante
naparte está fuera de la ley y fuera de la en que la Francia saluda como empera-
humanidad. Desde hace diez meses que dor al bandido del 2 de Diciembre, vues-
reina ese malhechor, el derecho á la i n - tras voces generosas, vuestras palabras
surrección es permanente y domina toda inspiradas, vuestros cantos patrióticos
la situación. E n estos momentos el per- contestan como un eco de la conciencia
petuo llamamiento á las armas está en inmana á infames aclamaciones.
el fondo de las conciencias, y lo que se Permitidme que me recoja ante la fe-
subleva en todas las conciencias consi- cha que nos reúne y que veo inscrita en
gue pronto armar todos los brazos. a pared.
Amigos y hermanos; ante ese gobierno L a Polonia celebra el aniversario del
infame, que es la negación de la mo- 29 de Noviembre de 1830. Y cuándo?
ral y el obstáculo á todo progreso; ante - l o j , á través del m o n t ó n enorme de los
ese gobierno ametrallador del pueblo, contratos execrables que constituyen lo
asesino de la República, que ha violado que las cancillerías llaman el derecho
todas leyes; ante ese gobierno que salió mblico actual de la Europa, y en medio
de la fuerza y que por la fuerza ha de ie las compras de territorios y de pue-
perecer, todo francés que sea digno de blos, de las ventas de naciones, en medio
merecer el nombre de ciudadano no debe del m o n t ó n de los pergaminos que llevan
querer saber siquiera si se verifican far- sellos imperiales y reales, y que ostentan
sas de escrutinio, comedias de sufragio en la primera p á g i n a el tratado de par-
universal y parodias de llamamientos á i c i ó n celebrado en 1772 y en la ú l t i m a
la nación; no debe enterarse siquiera de el tratado de partición de 1815, en los
si hay hombres que votan y otros que que hizo u n agujero profundo, terrible y
obligan á votar, n i de si hay un rebaño amenazador, una llaga abierta que tras-
que se llama Senado y delibera y otro pasa el legajo de parte á parte. ¿Quién
rebaño que le llaman pueblo y obedece ha hecho ese agujero? E l sable de Polo-
el ciudadano digno de este nombre, ante nia, de un solo golpe, en un solo dia.
Bonaparte y su gobierno, debe guardar E l 29 de Noviembre de 1830 sintió Po-
esta actitud: cargar el fusil y esperar la lonia que habia llegado la hora de i m -
hora. pedir que se prescribiera su nacionali-
dad, y ese dia dió el terrible sablazo.
Después, el sable se rompió. E l orden
IV. pronunció esta frase entonces: E l orden
reina en Varsovia. Ese pueblo, que fué un
Banquete polonés. héroe, le convirtieron en esclavo, y prín-
cipes, que merecían i r á presidio, remi-
(Aniversario de la revolución de Polonia.)
tieron las cadenas á ese f orzado^ que era
digno de la aureola.
Poloneses, casi tenéis el derecho de
29 Noviembre 1852. volveros hácia nosotros, los hijos de Eu-
Proscriptos de Polonia: habéis pronun pa, reconviniéndonos amargamente. E l
ciado m i nombre en la fiesta de este a n i - corazón se me oprime cuando os recuer-
versario que consagráis á vuestras gran do. E l tratado de 1772, perpetrado y co-
des luchas. Queréis que hable y me metido á la faz de Francia, á la luz de la
levanto. filosofía y la civilización, en el pleno
Esta solemnidad es para m í doble medio dia que Yoltaire y Rousseau ha-
mente simpática. ¿Sabéis por q u é , ciu- cían brillar en el mundo, es la gran
dadanos? Porque a d e m á s de recordarme mancha del siglo diez y ocho, como el 2
vuestro heróico despertar de 1830, g l o r i de Diciembre es la gran v e r g ü e n z a del
fica una revolución, precisamente en e siglo diez y nueve. Durante un largo
mismo dia y á la misma hora en que la período histórico, desde los primeros
esclavitud vota un imperio. años del reinado de Enrique I I hasta los
P l á c e m e asistir á esta comunión, á la últimos de la m o n a r q u í a de Luis X I V ,
comunión de la Francia desterrada y de la Polonia cubrió el continente, periódi-
la Polonia proscripta en un ilustre re camente espantado por el formidable
390 OBRAS D E VICTOR HUGO.
«-©-¡¡a-^gg^-ejj-o-cs»
1 8 53.
Los proscriptos natxererL.-La. gxxerra. estalla..-Palabras de esperanza
sobre las tu.nabas y sobre los pueblos.
negro, venimos ante su fosa y nos arro- ayer, triunfa fatalmente en toda Euro-
dillamos ante su tumba, ó inclinándonos pa; triunfa como él sabe triunfar, con el
hácia el c a d á v e r de nuestro hermano, le auxilio de la espada, del hacha, de la
decimos:—"Te felicitamos porque has cuerda y del tajo; de las matanzas, de
sido valiente, generoso é intrépido; te fe- los fusilamientos y de los suplicios. E l
licitamos por haber sido fiel, te felicita- despotismo es un Moloc rodeado de osa-
mos por haber muerto.,,—Después nos mentas, que celebra á la luz del sol
levantamos y salimos del cementerio sus espantosos misterios, bajo el pontifi-
con el corazón inundado de sombría sa- cado sangriento de los Haynau, de los
tisfacción. Estas son las fiestas del des- Bonaparte y de los Radetzky. Se levan-
tierro. tan patíbulos en H u n g r í a , en la Lombar-
T a l es el pensamiento austero y severo día y en Sicilia, y en Francia se castiga
que vive en el fondo de nuestras almas, con la guillotina, con la deportación y
y ante ese sepulcro, ante ese abismo que con el destierro. Solo en los Estados del
traga al hombre, vemos que se consoli- Papa, en tres años han muerto fusilados
dan nuestros principios; que el hombre ó ahorcados seiscientos cuarenta y cua-
de convicciones no tiene nunca el pió tro patriotas; esta cifra es a u t é n t i c a y en
tan seguro como sobre la tierra move- ella no entran los innumerables presos
diza de la tumba, y contemplando á ese que han muerto en los calabozos y en
muerto, á ese ser desvanecido, a esa las mazmorras. E n la actualidad, como
sombra que pasó, creyentes inquebran- en los tiempos m á s odiosos de la historia,
tables, glorificamos á la que es inmor- el continente está lleno de patíbulos y de
t a l y al que es eterno, á la libertad y á cadáveres, y si u n dia quisiera la revo-
Dios. lución formar una bandera de las morta-
A Dios, sí. Nunca debe cerrarse una jas de todas las víctimas, la sombra de
tumba sin que antes esa gran palabra esta bandera negra cubriría toda la Eu-
viva caiga en ella. Los muertos la recla- ropa. L a sangre que en todas partes
man, y no se la debemos rehusar. Que lo corre á torrentes es la vuestra, demó-
comprenda así el pueblo religioso y l i - cratas.
bre en que vivimos; los hombres del pro- E n presencia de esa saturnal l ú g u b r e ,
greso, de la democracia y de l a revolu- en presencia de esos tribunales infames,
ción, saben que es doble el destino del en los que se sientan asesinos revestidos
alma, y la abnegación que manifiestan de jueces; en presencia de todos esos ca-
en esta vida praeba que cuentan con dáveres queridos y sagrados, en presen-
conseguir la otra. L a fe que tienen en el cia de la feroz victoria de las reacciones,
grandioso y misterioso porvenir se resis- declaro solemnemente, en nombre de los
te hasta al espectáculo repulsivo que nos proscriptos de Jersey, que me han dado
ofrece desde el 2 de Diciembre el clero esta misión, y en nombre de todos los
católico esclavizado. E l papismo romano proscriptos republicanos, ante el a t a ú d
espanta en estos momentos la conciencia de un proscripto, que nosotros, las vícti-
humana. L o digo con amargo sentimien mas, abjuramos desde ahora para cuando
to: al ver tanta aflicción y tanta ver llegue el dia próximo ó inevitable de
g ü e n z a ; a l ver prelados que por el oro, nuestro triunfo de toda idea de represa-
por palacios y por mitras, por el amor á lias sangrientas.
los bienes temporales bendicen y glori Castigaremos á los culpables, les cas-
fican el perjurio y la traición; a l ver tigaremos severamente si es preciso, pero
esas iglesias en las que se canta el Te no cortaremos ninguna cabeza; n i una
Deum al crimen coronado; esas iglesias y gota de sangre, n i una salpicadura del
esos sacerdotes b a s t a r í a n para hacer per- cadalso m a n c h a r á la t ú n i c a inmaculada
der las m á s firmes convicciones á las a l de la R e p ú b l i c a de Febrero. E l progreso
mas religiosas, si no estuvieran, por en respetará hasta la cabeza del bandido
cima de la Iglesia, el cielo, y por encima del 2 de Diciembre. L a revolución h a r á
del sacerdote, Dios. que ese hombre sirva de gran ejemplo,
Ciudadanos, en el umbral de esta cambiando su p ú r p u r a de emperador por
t u m b a abierta, y entre la m u l t i t u d re- el uniforme del forzado. No nos vengare-
cogida que rodea esta fosa, ha llegado el mos del p a t í b u l o con el p a t í b u l o , porque
momento de sembrar una palabra grave rechazamos la pena del talion, que con
y solemne, para que germine en todas la m o n a r q u í a forma parte del pasado, y
las conciencias. la repudiamos. L a pena de muerte, glo-
E n los momentos actuales, el principio riosamente abolida por la R e p ú b l i c a de
absolutista, el principio anticuado del 1848, que restableció odiosamente Luis
EN E L D E S T I E R R O . 395
Napoleón, q u e d a r á abolida para siem- te más, nos promete en todos los climas
pre. Hemos traido al destierro el depósi- y en todos los continentes, así de Amé-
to sagrado del progreso y lo devolvere- rica como de Europa, el fin de todas las
mos fielmente á la Francia. L o que opresiones y de todas las esclavitudes,
pedimos al porvenir es justicia y no ven- d e s p u é s de las rudas pruebas que hemos
ganza. Por otra parte, así como para co- sufrido necesitamos, no solo la emanci-
brar horror á las orgías bastaba á los Dacion de esta ó de aquella clase que ha
hijos de Esparta ver embriagados á los padecido durante mucho tiempo; no solo
esclavos, nos basta á los republicanos, ^a abolición de a l g ú n privilegio ó la con-
para que nos horroricen los patíbulos, sagración de a l g ú n derecho, que esto lo
ver á los reyes ebrios de sangre. obtendremos, pero esto no nos basta; ne-
Declaramos, poniendo por testigos á cesitamos la libertad de todos los pue-
este mar que une á Jersey con Francia blos y la emancipación de todos los
á estos campos, á esta apacible naturale- hombres. Nuestros sufrimientos compro-
za que nos rodea, á esta libre Inglaterra meten á Dios á darnos la recompensa; es
que nos escucha, que los hombres de la un deudor leal y p a g a r á . Tengamos en
revolución, digan lo que quieran las él fé v i r i l y sacrifiquémonos con confian-
abominables calumnias bonapartistas, za. Oprimidos de todas las naciones, pre*
e n t r a r á n en Francia, no como extermi sentad vuestras llagas; poloneses, ofre-
nadores, sino como hermanos. Tomamos ced vuestras miserias; h ú n g a r o s , ofreced
t a m b i é n por testimonio de nuestras pa- vuestra horca; italianos, ofreced vuestra
labras el cielo brillante que nos cubre y cruz; heróicos hermanos nuestros, de-
que derrama en nuestras almas pensa- portados á Cayena y á Africa, ofreced
mientos de concordia y de paz, y á ese vuestras cadenas; proscriptos, ofreced
cadáver que está en la fosa, y que mien vuestra proscripción, y tú, mártir, ofre-
tras yo hablo murmura en voz baja: ^Sí ce t u muerte para salvar la libertad
hermanos mios, rechazad la pena de del género humano.
muerte; yo la sufro, pero no quiero que
nadie la sufra,,.
L a R e p ú b l i c a es la unión, la unidad, l a II.
a r m o n í a , el trabajo que crea el bien
estar, la supresión de los conflictos de Ante la tumba de Luisa Julien.
hombre á hombre y de nación á nación
(Cementerio de San Juan.)
el fin de las explotaciones inhumanas, la
abolición de la pena de muerte y el es
tablecimiento de la ley de la vida.
Ciudadanos, sé que á todos os anima 26 Julio 1853.
este mismo pensamiento, del que ahora Ciudadanos:
soy intérprete; ha pasado y a el tiempo Hemos a c o m p a ñ a d o tres féretros en
de las terribles necesidades revoluciona cuatro meses: la muerte tiene prisa y
rias, y para lo que resta por hacer basta Dios nos entrega uno á uno; pero no por
con la indomable ley del progreso. esto le acusamos; al contrario, le da-
Ciudadanos, está p r ó x i m a á llegar la mos las gracias, porque abre á los des-
época de la disolución del mundo a n t i - terrados las puertas de la p á t r i a eterna.
guo. Los anticuados despotismos están Hoy es una mujer el ser inanimado
ya condenados por ley providencial; e' que conducimos á la tumba.
tiempo, que es el enterrador que está en E l 21 de Enero ú l t i m o , Boudrot, co-
corvado en la oscuridad, los está enter misario de policía de Paris, arrestó en su
rando, y cada dia que pasa los v á hun casa á una mujer. E r a jóven todavía,
diendo m á s en la nada. Dios arroja los no contaba m á s que treinta y cinco años,
años sobre los tronos, como nosotros ar pero estaba estropeada y enferma: la
rejamos paladas de tierra sobre los atau enviaron á la Prefectura y l a encerraron
des. en la celda n ú m e r o 1, llamada celda de
Y ahora, hermanos mios, que llega e prueba. Es una especie de jaula, p r ó x i -
momento de separarnos, lancemos mamente de siete pies cuadrados, en la
grito de triunfo, que, como os dije hace que no penetra el aire n i la luz: la des-
pocos meses hablándoos de Polonia, ante graciada la llamaba célula-tumba, y de-
las tumbas es donde debe hablarse de cía: "En ella, estando estropeada y en-
resurrección. Os repito que el próximo ferma, pasé veintiún dias con los labios
porvenir nos promete en Francia l a vic- pegados á la reja de la ventana, para
toria de la idea democrática; nos prome- aspirar un poco de aire y no morir,,.
396 OBRAS DE VICTOR HUGO.
Después de esos veinte dias, el 14 de I los pueblos, crej^endo que les basta ser
Febrero, el gobierno de Diciembre sacó soberanos para ser invencibles, creen que
de ese encierro á la mujer y la expul- son inexpugnables esas cindadelas de
só, haciéndola salir de la cárcel y de la la palabra, esas fortalezas sagradas de
p á t r i a . L a proscripta salió del calabozo la inteligencia humana y de la civiliza-
con los gérmenes de la tisis. A b a n d o n ó cion, y dicen: L a tribuna es indestructi-
la Francia y llegó á Bélgica; su pobreza ble. Pero se e n g a ñ a n ; las tribunas pue-
la obligó á viajar, tosiendo, arrojando den derribarse. Llega u n traidor con
sangre, con los pulmones enfermos, en soldados, concertado con una banda de
pleno invierno y por el Norte, en esos bandidos, se desenmascaran, hacen fue-
wagones ruines y descubiertos, que son go, invaden el santuario, dispersan el
la deshonra de las ricas empresas de los m á r m o l y las piedras; y el palacio y el
caminos de hierro. Llegó á Ostende, y templo, donde la gran nación hablaba
así como fué lanzada de Francia, lo fué al mundo, queda arruinado; y el inmun-
tambien de Bélgica, y pasó á Inglater- do tirano, vencedor, aplaudiendo su pro-
ra. E n cuanto llegó á Lóndres se metió pia obra, se dice: "Me he apoderado de
en la cama. L a enfermedad que adqui- todo; todo el mundo callará; nadie ba-
ñ ó en el calabozo la a g r a v ó el viaje b l a r á contra m í e n l o sucesivo,,. Ciuda-
forzado del destierro, y se convirtió en danos, el tirano se equivoca t a m b i é n ,
enfermedad peligrosa; la pobre proscrip- Dios no permite ese silencio. Dios no
ta tuvo que quedarse en el lecho duran- permite que se calle la libertad, que es
te dos meses y medio. A l g o restablecida su verbo. Cuando los déspotas triunfan-
cuando llegó la primavera, vino á Jer- tes creen que todos los hombres van á
sey. Todos recordamos cómo entró en la callar. Dios concede la palabra á las
isla una m a ñ a n a fria y lluviosa, tiritan- ideas y reconstruye la tribuna destruida;
do de frió, enronquecida y calada por la no en medio de la plaza pública, n i de
lluvia. granito, n i de m á r m o l , sino en la sole-
Pocos dias después de su llegada se dad, y la reconstruye con la yerba del
acostó para no volverse á levantar. cementerio, con la sombra del ciprés.
H a muerto hace tres dias. con el montículo siniestro que forman
Me preguntareis q u é delito cometió los ataúdes; y en esta soledad, d é l a yer-
esa mujer para que la trataran de ese ba, del ciprés y de los a t a ú d e s sale el
modo, y os lo voy á decir. grito desgarrador de la humanidad, l a
Luisa Julien era célebre en los arra- denuncia y el testimonio; la acusación
bales de Paris, donde inspiraba cordiales inexorable que hace palidecer al reo
simpatías por entonar canciones patrió- coronado, sale la formidable protesta de
ticas y por improvisar canciones cívicas; los muertos. Sale la voz vengadora é
era popular y el p u é b l e l a a p l a u d í a . Sien- inextinguible que nadie puede ahogar
do una pobre trabajadora, m a n t e n í a á n i amordazar. Bonaparte hizo c a l l a r á
su madre, que estaba enferma, y la cuidó la tribuna, pero no p o d r á hacer callar al
y la sostuvo por espacio de diez años. | sepulcro. E l y sus cómplices nada han
Durante los dias de la guerra civil ha- conseguido mientras se oiga salir u n
cia hilas, y la desdichada, coja, arras- suspiro de una tumba, mientras se vea
t r á n d o s e , se presentaba en todas las saltar una l á g r i m a de los ojos augustos
ambulancias y socorría á los heridos de de la compasión.
los dos partidos. Esa mujer era poetisa, Esta palabra que acabo de pronun-
tenia ingenio, entonaba cantares á la ciar, la compasión, sale del fondo de mis
Repiíblica, era amante de la libertad, e n t r a ñ a s , ante el cadáver de una mujer,
creía en Dios, en el pueblo, en el progreso de nna hermana y de una m á r t i r . No
y en la Francia, y vertía en los espíri- venero en Luisa Julien á una mujer,
tus de los proletarios su gran corazón, sino á la mujer de nuestros dias, que es
lleno de amor y de fé. Ese era su delito. digna de ser ciudadana; á la mujer t a l
Bonaparte la ha asesinado. como la vemos á nuestro alrededor, llena
Ciudadanos, los pueblos, con el legí de ternura, de sacrificio y de majestad.
timo orgullo de su poder y de su derecho. E n los tiempos futuros, en la República
construyen de m á r m o l y de granito fraternal y social del porvenir, el papel
edificios sonoros, majestuosos recintos, que desempeñará la mujer será grandío-
subiimes estrados, desde los que habla su so, y es un magnífico preludio que pre-
génio, desde los que derraman en todos paren ese papel semejantes mártires. He-
los corazones la elocuencia santa del pa- mos dicho y repetido que el siglo diez y
triotísmo, del progreso y de la libertad; ocho proclamó el derecho del hombre, y
EN E L D E S T I E R R O . 397
que el siglo diez y nueve p r o c l a m a r á el todos los cielos, en Francia, en Austria,
derecho de la mujer; pero es preciso con- en L o m b a r d í a , en Sicilia, en Roma, en
fesar que no nos hemos apresurado á Polonia y en H u n g r í a , los violadores de
conseguirlo: nos han detenido muchas la ley divina y del derecho humano. Mal-
consideraciones graves que deben exa- ditos sean los que proscriben á los pa-
minarse atentamente; porque hasta en dres, á las madres y á los hijos. Malditos
estos momentos, en los que ha avanzado sean los que azotan á las mujeres. Sea-
mucho el progreso, y entre demócratas mos implacables, ciudadanos, en las so-
y republicanos puros, hay muchos que lemnes y religiosas reivindicaciones del
rehusan admitir en el hombre y en la derecho y de la humanidad. E l género
mujer la igualdad del alma humana, y aumano necesita estos apóstrofes terri-
por consecuencia la asimilación, si no de DICS y la conciencia universal estas san-
identidad completa, á lo menos de los cas indignaciones. Execrar á los verdu-
derechos cívicos. Digámoslo en alta voz: gos es consolar á las víctimas; maldecir
mientras ha imperado la prosperidad, á los tiranos es bendecir á las naciones.
mientras la República estuvo en pié,
nos hemos olvidado de las mujeres, y
ellas se han olvidado de sí mismas, se III.
han limitado á alumbrar como la luz, á
dar calor á los espíritus, á enternecer los Vigésimo-tercero aniversario de la
corazones, á despertar el entusiasmo, á revolución de Polonia.
enseñar á todos lo bueno, lo justo, lo
grande y lo verdadero. No han ambicio-
nado otra cosa. Siendo como son l a ima-
gen de la pátria viva, podian ser el alma Jersey, Noviembre 1853.
de la ciudad, y se han contentado con ser Hermanos mios proscriptos:
sencillamente el alma de la familia. Todo camina, todo avanza, todo se
Pero al sonar la hora de la adversidad aproxima, y os digo con gran alegría
han cambiado de actitud, han dejado de que ya aparecen visibles los síntomas
ser modestas, y nos han dicho: "Ignora- precursores de un gran acontecimiento.
mos si tenemos derecho á conseguir vues- Regocijaos, proscriptos de todas las na-
tro poder, vuestra libertad y vuestra ciones, ó mejor dicho, proscriptos de la
grandeza; pero sí que sabemos que teñe gran nación única que constituirá el gé-
mos derecho á participar de vuestra mi- nero humano y que se l l a m a r á Repúbli-
seria, de vuestra desgracia, de vuestros ca universal. E l a ñ o pasado solo podía-
sufrimientos y de vuestro destierro; y re mos invocar la esperanza; este a ñ o casi
clamamos ese derecho,,. Por eso nos si- podemos asegurar la realidad. E l año
guen en el combate, nos a c o m p a ñ a n en pasado nos limitábamos á decir: L a idea
la proscripción y nos preceden en la resucitará. Este año podemos casi afir-
tumba. mar que la idea resucita.
Ciudadanos, ya que quisisteis que ha Admiremos cómo y de q u é manera vá
blase otra vez en nombre vuestro, y vues á resucitar.
tro mandato dá á m i voz la autoridad Ciudadanos, existe en Europa u n hom-
que falta á la palabra del individuo, ante bre que pesa sobre ella; que es á u n tiem-
la tumba de Luisa Julien, como hace po príncipe espiritual, señor temporal,
tres meses ante la tumba de Juan Bous déspota, autócrata, que le obedecen en
quet, l a n z a r é para terminar el grito de el cuartel, que le adoran en el monaste-
coraje, de insurrección y de esperanza. rio, que es jefe de la consigna y del dog-
Tumbas como la de esta noble mujer ma, y que mueve, para aniquilar las ini-
significan y predicen la caida p r ó x i m a quidades del continente, un imperio que
de los verdugos, la inevitable ruina de posee la fuerza de sesenta millones de
los despotismos y de los déspotas. Los hombres. Tiene en sus manos esa fuerza,
proscriptos mueren uno tras otro; el tira y dispone de esos sesenta millones de
no les cava la fosa; pero l l e g a r á u n dia hombres como de instrumentos. P a r t i -
en que de repente la fosa atraiga y se cipa de la doble cualidad eclesiástica y
trague al enterrador. militar, viste de uniforme á l a s almas y
Ese dia será execrado Luis Bonaparte á los cuerpos y les dice: Marchad, y mar-
No levantemos para él cadalsos cuando chan; les dice: Creed, y creen. Este hom-
consigamos la victoria, pero condené bre, en política es absoluto y en religión
mosle á larga é infamante expiación ortodoxo; es la expresión suprema del
Malditos sean en todos los climas y bajo oder humano: tortura como le d á l a
398 OBRAS D E VICTOR HUGO.
gana á pueblos enteros; le basta hacer | niza con una ruina, y dice: "Me apodera-
un solo signo para vaciar la Polonia en ré de Constantinopla; eso es fácil, es
la Siberia; cruza, mezcla y ata todos los injusto, pero me conviene,,.
hilos de la inmensa conspiración de los Qué ha sucedido? Que el s u l t á n , levan-
príncipes contra los hombres; fué á tándose, le mira cara á cara, y consi-
Roma, y siendo Papa griego, dió el guen la astucia y la violencia de Nico-
ósculo de alianza al Papa latino; reina lás procurarse contra sí la gran fuerza
en Berlin, en Munich, en Dresde, en que al adversario le dá la desesperación.
Stuttgart, en Viena, como en San Pe- L a revolución, como un rayo dormido,
tersburgo; es el alma del emperador de estaba allí. E l turco, el príncipe apocado
Austria y la voluntad del rey de Prusia, y débil, el sultán, que abofeteó Ments-
y lleva á remolque á la antigua Alema- chikoff y que Gortschakoff escupió, se
nia. Ese hombre se parece al antiguo rey arrojó sobre el rayo y se apoderó de é l .
de los reyes; es el A g a m e n ó n de la nue- E n estos momentos lo sacude y consi-
va guerra de Troya que los hombres del gue cambiar los papeles; y ahora Nico-
pasado hacen á los hombres del porve- lás es el que tiembla, y los tronos se
nir; es l a amenaza salvaje de las som- conmueven, y los embajadores de Aus-
bras á la luz, del Norte al Mediodía. Ese tria y de Prusia se van de Constantino-
monstruo de omnipotencia, que es em- pla y se forman las legiones polonesas,
perador como Carlos V y Papa como h ú n g a r a s é italianas, y se extremecen
Gregorio V I I , tiene en las manos una la Rumania, la Transilvania y la Hun-
cruz, que termina en espada, y un cetro, gría; la Circasia se subleva como la Po-
que termina en knout. lonia, porque todos, pueblos y reyes, re-
Ese príncipe soberano, Nicolás de Ru- conocen la luz centelleante que aparece
sia, es en estos momentos el representan- en el Oriente, y saben que lo que brilla
te del despotismo, es su cabeza; Luis en este instante en l a mano desesperada
Bonaparte solo es la m á s c a r a . de la T u r q u í a no es el viejo sable mella-
E n este dilema, riguroso como u n de- do de Othman, sino el resplandor esplén-
creto del destino, de que ha de ser la Eu- dido de las revoluciones.
ropa republicana ó cosaca, Nicolás de
Sí, ciudadanos, la revolución acaba de
Rusia encarna á la Europa cosaca y se
pasar el Danubio, y se han extremecido
coloca frente á frente de la revolución.
el R h i n , el Tíber, el V í s t u l a y el Sena.
Ciudadanos, meditemos esto. Sabe-
mos que lo necesario llega siempre, ¿pero Proscriptos, combatientes de todas las
por q u é camino? Esto es lo admirable, y épocas, mártires de todas las luchas,
sobre esto llamo vuestra atención. aplaudid el inmenso quebrantamiento
P a r e c í a que habia triunfado Nicolás que empieza y que nada d e t e n d r á . E n
de Rusia; restaurado el vetusto edificio estos momentos levantan la cabeza to-
del despotismo, dominaba otra vez en das las naciones que creían muertas. E l
Europa, siendo en la apariencia m á s só- despertar de los pueblos es el despertar
lido que nunca, teniendo por base la de los leones.
muerte de diez naciones y por corona Esa guerra estalla por el motivo de u n
miento el crimen de Bonaparte. L a Eran sepulcro del que todo el mundo quiere l a
cia, que el gran poeta inglés llama "el llave. Pero los reyes ignoran q u é son
soldado de Dios,,, está en el suelo, desar- esas llaves y q u é es ese sepulcro. Ciuda-
mada, agarrotada y vencida; parecía que danos, ese sepulcro es la gran tumba
el a u t ó c r a t a de Rusia podia descansar donde está encerrada l a República, que
saboreando su victoria. Pero desde Pe se ha puesto ya en pié y v á á salir de
dro dominan á los czares dos ideas, el ella. ¿ E n q u é manos caerán las llaves
absolutismo y la conquista. Nicolás sa- que han de abrir el sepulcro? Se las dis-
tisfizo el primero y piensa en la segunda. putan los reyes, pero se apoderará de
Tenia á su lado, casi á sus pies, un prín- ellas el pueblo.
cipe apocado, un imperio envejecido y E s t a l l a r á l a guerra, porque las nego-
u n pueblo endeble por su falta de adhe- ciaciones, los protocolos, los u l t i m á t u m s
rencia á l a civilización europea. Y ex- y los armisticios no la p o d r á n evitar. L o
tendiendo el brazo hácia Constantinopla, hecho está hecho. L o que empieza ha de
alarga la garra hácia esa presa. Olvi- acabar. Desesperado el s u l t á n , se ha
dando la dignidad, el pudor y el respeto agarrado á la revolución, y la revolu-
á sí mismo y á los demás, ha enseñado ción se apodera de él y ya no depende de
bruscamente á Europa las cínicas desnu su voluntad librarse de la terrible ayu-
deces de su ambición. E l coloso se encar da que reclamó. Cuando el hombre se
EN E L D E S T I E R R O . 399
confia á un arcángel, el a r c á n g e l le hace cho, la justicia y el progreso; porque la
volar con sus alas. m á s augusta y la m á s terrible de las
Será cosa chocante ver que quizás un banderas es el sudario en el que los reyes
s u l t á n consiga derribar los tronos, y que han querido enterrar á la libertad.
á eso le haya provocado el czar: no diré Ciudadanos, desde este sitio de adver-
que Nicolás lo quiera, pero sí que será sidad aclamemos al porvenir; salude-
acaso l a causa de la ruina de los tronos, mos, m á s allá de las convulsiones y de
que t r a e r á la confederación de los Pue- las guerras, el alba bendita de los Es-
blos-Unidos . L a Europa cosaca h a r á tados-Unidos de Europa, que será una
surgir á la Europa republicana y el espléndida realización. No h a b r á ya fron-
gran revolucionario actual será Nicolás teras, aduanas, guerras, ejércitos, prole-
de Rusia. tariado, ignorancia n i miseria; se supri-
¿No tenia razón para deciros que era m i r á n las esplotaciones culpables, se
providencial la marcha de los sucesos? abolirán las usurpaciones, se a u m e n t a r á
Sí, la Providencia nos conduce hácia el la riqueza, la ciencia resolverá el proble-
porvenir á través de la oscuridad. Mirad ma del bienestar, los problemas del tra-
y oid el movimiento de todo, que empie- bajo, del derecho y del deber; h a b r á con-
za á ser formidable. E l siniestro sábado cordia entre los pueblos y fraternidad
del absolutismo pasa como una visión entre los hombres; se p r o c l a m a r á n todos
nocturna. Las filas de patíbulos empie- los derechos, el derecho del hombre á la
zan á desprenderse en lontananza, los soberanía, el derecho de la mujer á la
cementerios entrevistos aparecen y des- igualdad, el derecho del niño á la ilus-
aparecen, las fosas que encierran á los tración; el pensamiento será el único
mártires se abren, todo parece que se motor y la materia la única esclava. Eso
mueva entre un torbellino de tinieblas, será Europa, quizá m a ñ a n a , ciudadanos,
en las que se oye este grito misterioso y el cuadro que acabo de pintaros y que
Los reyes se van de prisa. os extremece de a l e g r í a es solo un bos-
Proscriptos, esperemos la hora que v á quejo truncado y rápido. ¡Oh proscrip-
á sonar y estemos preparados. S o n a r á tos! bendigamos á nuestros padres en sus
para las naciones y para nosotros. En- tumbas, bendigamos las fechas glorio-
tonces saldremos de l a tumba que se sas que están escritas en esas paredes,
llama destierro, agitaremos recuerdos bendigamos la santa marcha de las ideas.
sangrientos y sagrados, y en las ú l t i m a s E l pasado pertenece á los príncipes, y se
profundidades las masas se sublevarán llama Barbarie; el porvenir pertenece á
contra los déspotas, y vencerán el dere- los pueblos, y se llama Humanidad.
ÍMUM
1 8 5 4 .
La pena. cLe muerte.—Una 3n.orca en Gu-eirnesey.-Complacencias
inglesas,—Evocación a l porvenir.-Miseria.—Nostalgia.
Otro c a d á v e r . - D e s a s t r e s en Crini.ea.-Baj eza en el Parlamento,-Actifu-d. d.el
proscripto a n t e el proscriptor.
Quién soy yo? Nadie; pero no es preci- aun en Q-uernesey el antiguo ídolo del
so ser hombre importante para suplicar pasado, que se atreve á matar en presen-
y para pedir perdón. Habitantes de las cia de Dios?...
islas de l a Mancha, nosotros los proscrip- ¿ T a n poco justo, tan poco ejemplar os
tos de Francia vivimos entre vosotros y parece conmutar la pena, dejar a l cul-
os profesamos gran afecto. Cuando ve- pable que sufra los remordimientos y que
mos las velas de vuestros barcos en lon- busque la reconciliación, sustituir al sa-
tananza, durante las tempestades, roga- crificio humano l a expiación inteligente,
mos por vosotros, porque somos vuestros y no matar á u n hombre?
hermanos. Apreciamos y honramos en L a pena de muerte retrocede hoy en
vosotros el trabajo, el valor, las noches todas partes y cada dia pierde terreno; se
que pasáis en el mar para alimentar á vá ante el sentimiento humano. E n 1830
la mujer y á los hijos. Permitidme, pues, la C á m a r a de los diputados de Francia,
que os dirija la palabra, ya que nos ha- por aclamación, pidió que se aboliera; l a
béis concedido asiento en vuestro hogar, Constituyente de Francfort la borró de
porque quiero pagar vuestra hospitalidad sus Códigos en 1848; l a Constituyente de
con cordial cooperación. Roma la suprimió en 1849; la Constitu-
E l buzo se precipita en el fondo del yente de Paris solo l a sostiene por una
mar y sale cogiendo u n p u ñ a d o de are m a y o r í a insignificante; la toscana, que
na. Nosotros, los séres que sufrimos, los es católica, la ha abolido; la Husia, que
pensadores, nos hundimos en el fondo de es b á r b a r a , la ha abolido; Otaiti, que es
las cosas, tratando de llegar hasta Dios, salvaje, la ha abolido t a m b i é n . Parece
y sacamos u n p u ñ a d o de verdades. que hasta la ignorancia la rechaza, ¿y l a
L a primera verdad que sacamos es l a queréis vosotros, hijos de este excelente
siguiente: No matarás. Esta palabra es pais?
absoluta; lo mismo se refiere á l a ley que Depende de vosotros que l a pena de
al individuo. muerte se suprima de hecho en G-uer-
L a divinidad pagana, horrible y trá- nesey; depende de vosotros no ofrecer ese
gica, que los hebreos llamaban Moloc espectáculo espantoso, que dejarla una
y los celtas Teutates, se llama entre mancha negra en vuestro limpio cielo.
nosotros l a pena de muerte. E n l a anti Vuestra Constitución libre os ofrece
g ü e d a d , en el Oriente tenia por pontífice los medios de realizar esta obra religiosa
al mago y en el Occidente a l druida: y santa. Reunidos legalmente, agitad la
su sacerdote hoy dia es el verdugo. E l opinión y las conciencias; l a isla entera
asesinato legal ha reemplazado al asesi puede intervenir en está cuestión. Las
nato sagrado. E n otros tiempos llenó mujeres deben convencer á los maridos,
esta isla de sacrificios humanos, y dejó los niños enternecer á sus padres, los
en todos los monumentos esas piedras hombres firmar exposiciones y súplicas.
l ú g u b r e s en las que el orin de los siglos Dirigios á vuestros gobernantes, á vues-
ha borrado el orin de la sangre; en esas tros magistrados, sin saliros de la ley.
piedras, que están medio enterradas bajo Reclamad un plazo, reclamad l a con-
la yerba en l a cumbre de las colinas, y mutación de la pena, que la obtendréis
en las que las zarzas silban cuando so Apresuraos: no perdáis u n dia, n i una
p í a el viento de la noche. Hoy el ídolo hora, n i un instante; tened siempre i m -
monstruoso reaparece entre vosotros y os preso en la memoria el fatal 27 de Ene-
invita á que le prestéis obediencia; os ro, y contad todos los habitantes de la
convoca con plazo determinado para ce isla los minutos, como los cuenta el hom-
lebrar su misterio, como antiguamente, bre que vá á morir.
y reclama de vosotros, que habéis leido Os voy á recordar u n precedente que
el Evangelio, de vosotros, que tenéis l a redoblará vuestro á n i m o .
vista fija en el Calvario, un sacrificio hu E n 1851, en Jersey, u n hombre m a t ó
mano. L e obedeceréis? ¿Os convertiréis á otro. Jacobo Fouquet disparó u n fusil
en paganos el 27 de Enero de 1854, du contra Derbyshire. Dos jurados declara-
rante dos horas? ¿ P a g a n o s para matar á ron sucesivamente culpable á Fouquet.
un hombre, paganos para perder u n E l 27 de Agosto de 1851 fué condenado
alma, paganos para mutilar el destino á muerte. L a isla se conmovió cuando
del criminal, acortándole el tiempo de supo l a inminencia de una ejecución ca-
poder arrepentirse? Esto seria i r contra pital. Verificaron u n meeting, al que
el progreso. ¿ E n q u é estado de retraso se acudieron seiscientas personas. Dos fran-
encuentra aun la humanidad si es posi- ceses que allí tomaron l a palabra reci-
ble aun el sacrificio humano? ¿Se adora bieron aplausos de aquel generoso pue-
EN E L D E S T I E R R O . 403
blo. Firmaron una exposición, y el 23 de en vuestras heróicas é inciertas aventu-
Setiembre llegó á la isla el perdón de ras del mar ese misterioso elemento de
Fouquet. desgracia. No aceptéis la solidaridad de
Fouquet fué condenado á deportación 'a obstinación del poder humano en con-
perpetua, y hoy vive y está arrepentido. tra del poder divino. Nadie conoce n i pe-
Qué dirá á esto el patíbulo? netra el enigma. H a y abismos en las ac-
L o que Jersey consiguió puede tam- ciones humanas, como hay abismos en
bién Guernesey conseguirlo. el mar. Pensad en los dias de tempes-
Se nos objetará que Tapner cometió tad, en las noches de invierno, en las
un delito mayor; pues bien, cuanto ma- ::uerzas irritadas y desconocidas que se
yor es el crimen, m á s tiempo debe dársele apoderan de vosotros en ciertos momen-
al criminal para que se arrepienta. tos. Pensad que la costa de Serkes ruda,
¿Oreéis acaso que vale m á s que una que los bajos-fondos de los Minquiers
cuerda apriete el cuello del delincuen- son pérfidos y que los escollos de Pater-
te y que en un minuto el alma huya del Noster son traidores. No hagáis que so-
cuerpo miserable del reo? ple en vuestras velas el viento del sepul-
¡Brevedad miserable la de la justicia cro. No olvidéis, navegantes, pescadores
humana! y marineros, que solo media una tabla
Nada tienes que hacer ya entre nos entre vosotros y la eternidad; que estáis
otros, patíbulo, que estamos en el siglo á la merced de las olas, que no se pueden
diez y nueve; somos u n pueblo moderno, sondear, y del destino, que desconoce-
el pueblo pensador, sério, libre, inteli mos; que quizás son voluntades lo que
gente y soberano; disfrutamos de l a me tomáis por caprichos, que lucháis sin
jor edad de la humanidad, de la época cesar con el mar y con el tiempo, y que,
del progreso, del arte, de la ciencia, del hombres ignorantes, que podéis m u y
amor, de la esperanza y de la fraterni- poco, os encontráis á todas horas frente
dad. ¡Máquinas monstruosas de la muer- á frente de lo infinito y de lo desco-
te, hoy solo sois espectros! Pertenecéis á nocido.
los tiempos oscuros y tenéis que sepulta Lo desconocido y lo infinito es l a tum-
ros en la noche. Las tinieblas no pueden ba: no se la abráis á nadie por vuestras
prestar n i n g ú n servicio á la luz. Idos. propias manos.
Para civilizar al hombre, para corregir ¿No os dicen nada las voces del infini-
al culpable, para iluminar la conciencia to? ¿Todos los misterios no se enlazan
para hacer germinar el arrepentimiento unos con otros? ¿ L a majestad del Océano
en los insomnios del crimen, tenemos es- no proclama la santidad de la tumba?...
tos medios mejores: el pensamiento, la Basta de suplicios; los hombres de este
enseñanza, la educación, el ejemplo reli siglo los rechazamos: n i los queremos
gioso, la claridad en el cielo, las pruebas para el culpable, n i para el que no lo es.
en la tierra, la austeridad, el trabajo L o repito, el crimen se rescata con el re-
la clemencia. No es posible que entre lo mordimiento y no con la guillotina; l a
grande, é n t r e l o verdadero,entre lo bello sangre se lava con l á g r i m a s y no con
y entre lo augusto surja obstinadamente sangre. Tengamos presente, y sobre esto
la pena de muerte. No es posible que en la conciencia del juez religioso y honra-
la ciudad central del g é n e r o humano, la do medite de acuerdo con la nuestra, que
ciudad del 14 de Julio y del 10 de Agos- todos los patíbulos han cometido críme-
to, en la que duermen Rousseau y V o l nes, independientemente del delito que
taire, en l a metrópoli de las revoluciones cometen contra l a inviolabilidad de l a
subsistan la G-réve, la Barrera de San vida humana. Todos ellos han castigado
Jacobo y l a Roquette. No es posible que á inocentes y á mártires. Basta ya de su-
en este archipiélago, en estas costas, en plicios, que para nosotros la guillotina
tre los árboles y las flores, á la sombra se llama Lesurgues, la rueda Calas, l a
que proyectan las nubes que vienen de hoguera Juana de Arco, la tortura Cam-
Polo, se levante el cadalso, domine y rei panella, el tajo Thomas Morus, la ci-
ne. Nada tenéis que hacer entre nosotros cuta Sócrates y la cruz Jesucristo.
tú, guillotina, en medio de Paris, y t ú Son augustas las enseñanzas de frater-
patíbulo, enfrente del Océano. nidad y las doctrinas de mansedumbre y
Pueblo de pescadores, honrados y va de amor que dimanan de la religión y
ierosos hombres del mar, no dejéis que de la democracia, que predican todas las
muera ese hombre, no p e r m i t á i s que voces del antiguo y del nuevo Evange-
la horca proyecte su sombra en vuestra lio y que se esparcen en la actualidad
isla deliciosa y bendita. No introduzcáis de un extremo del mundo al otro, unas
OBRAS D E VICTOR HUGO.
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Q
O
EN E L D E S T I E R R O . 405
l a vida. Que mientras los reyes demen- que la cruz es un patíbulo, y cuando el
tes convierten la Europa en circo, en el Dueblo pide perdón, ellos desean que
que los hombres reemplazan á los tigres crucifiquen al criminal. Compadezca-
y se devoran unos á otros, el pueblo de mos á esos sacerdotes y pasemos adelan-
Guernesey levante de sus rocas, que ro- te. Se os remitieron esas exposiciones y
dean las calamidades del mundo y las os dignasteis acordar un plazo; en casos
tempestades del cielo, u n pedestal y un semejantes, conceder un plazo significa
altar; un pedestal para la humanidad y conmutar la pena. L a isla respiró, por-
u n altar para Dios. que creyó que en ella ya no se levanta-
rla la horca; pero no fué así. Levantaron
el patíbulo y ahorcaron á Tapner.
- II. Después de reflexionar, nos pregunta-
mos: ¿Por q u é se niega á Q-uernesey lo
A lord Palmerston, que á Jersey se le ha concedido muchas
ministro de Estado y del Interior de Inglaterra. veces? ¿Por q u é para esta isla hay per-
don y para aquella verdugo? ¿Qué senti-
do tiene un aplazamiento que d á por
Voy á enteraros de una serie de hechos resultado una agravación? ¿Qué misterio
que han acontecido en Q-uernesey duran hay aquí?
te algunos años. Dícense cosas que yo no me atrevo á
Hace quince años, el asesino Caliot creer. No, no será verdad. ¿No podrá la
fué condenado á muerte y consiguió el voz desconocida de un desterrado pedir
indulto. Hace ocho años, el asesino Tho una gracia, desde u n rincón de Europa,
mas Nicolle fué condenado á la misma en favor de un hombre que vá á morir,
pena y consiguió el indulto. Hace tres sin que Bonaparte la oiga, sin que Bona-
años, en 1861, el asesino Jacobo Fou parte intervenga y se oponga á que se
quet, condenado t a m b i é n á muerte, con- conceda? Bonaparte que dispone de una
siguió la conmutación de la pena. Los guillotina en Belley, de otra en Draguig-
tres criminales fueron deportados. Para nan y de otra en Montpellier, no tiene
obtener esas gracias bastó una exposi- bastantes y necesita disponer de una en
ción de los habitantes de la isla, presen- Gruernesey. ¿ E n este asunto habréis te-
tada en tres épocas distintas. mido oponeros al proscriptor dando la ra-
Debo añadir, que en 1851 deportaron zón al proscripto, y le habréis complacido
t a m b i é n á Edward Garitón, que asesinó ahorcando á u n hombre por no perder
á su mujer con circunstancias agravan- una amistad? No, no lo creo, no lo pue-
tes. Esto es lo que ha sucedido durante do creer, me horroriza creerlo. E n la po-
quince años en esta isla, desde l a que os derosa nación inglesa, en la que la rei-
escribo. na tiene el derecho de indulto, ¿podría
Por estos hechos se han borrado las Bonaparte imponerle el veto, y así como
huellas de la horca del antiguo Monte- hay un Todopoderoso en el cielo, h a b r í a
Patibulario de Saint-Helier, y ya no hay un todopoderoso en la tierra?... No lo
verdugo en Jersey. creo.
De Jersey pasemos á G-uernesey. He notado, sin embargo, que á los pe-
Tapner, asesino, incendiario y ladrón, riódicos franceses no se les ha dejado
ha sido condenado á muerte. E n esta hablar de Tapner. Hago constar este
época, en todas las conciencias sanas y hecho, pero no deduzco nada de él.
rectas está abolida ya l a pena de muerte, Sea lo que fuere, m a n d á s t e i s , s e g ú n
y los hechos que acabo de citaros lo los términos del despacho, que la justicia
prueban; en favor de Tapner se oye "siguiera su curso,,; sea lo que fuere, todo
una voz general y se suscriben muchas ha terminado para Tapner, que, des-
exposiciones; una de ellas, que se apoya pués de tres aplazamientos, le ahorca-
e n é r g i c a m e n t e en el principio de la i n - ron ayer, 10 de Febrero; y si tienen a l g ú n
violabilidad de l a vida humana, la han fundamento las anteriores congeturas,
firmado los seiscientos habitantes m á s que yo rechazo, os remito el boletín del
conocidos de l a isla. Os h a r é notar de dia, y en ese caso podéis trasmitirlo á
paso, que entre las numerosas sectas las Tullerías, porque los detalles de d i -
cristianas en que están divididos los cua cho boletín no serán repugnantes para
renta m i l habitantes de G-uernesey, solo el imperio del 2 de Diciembre, que ale-
tres ministros han querido firmar esas gremente se cernerá sobre esta victoria.
exposiciones; los demás han negado su Hacia ya algunos días que el conde-
firma, Sin duda esos hombres ignoran nado estaba m u y inquieto. E l dia 6 tuvo
406 OBRAS D E VICTOR HUGO.
este diálogo con una persona que fué a pa, dispuesta á abrirse á sus plantas, era
visitarlo: de dos pies cuadrados. E l verdugo tocó
—Cómo os encontráis? el resorte, se abrió la trampa y el aj usti-
—Hoy temo á la muerte m á s que nunca. ciado cayó bruscamente: la cuerda quedó
—Tenéis miedo al suplicio? ;ensa, el cuerpo dió vueltas y le creye-
—No; temo dejar solos en el mundo á ron muerto. De repente el hombre, que
mis hijos. aun no era cadáver, pero que ya era es-
Diciendo esto lloraba. Después a ñ a - pectro, se movió; sus piernas se subieron
dió: y se bajaron una después de otra, como
—¿Por q u é no me dan tiempo para si intentasen subir escalones en el vacío.
que me arrepienta? Lo que se entreveía de su rostro era horri-
L a ú l t i m a noche leyó muchas veces el ble; las manos, casi desatadas, se movían
salmo 5 1 . Se acostó en la cama un mo- como para pedir socorro. L a atadura de
mento y luego se puso en ella de rodi- los codos se rompió al sacudirse al caer.
llas. Uno de los que le asistían se acercó E n las convulsiones las cuerdas oscila-
á él y le p r e g u n t ó : ban, los codos del ajusticiado chocaron
—Conocéis que necesitáis perdón? con el borde de la trampa, sus manos se
—Sí, respondió. agarraban á ella, la rodilla derecha se
—Por quién rezáis? apoyaba allí, el cuerpo se levantó y el
—Por mis hijos. reo quedó inclinado hácia la m u l t i t u d .
Cuando oyó las cuatro de l a madru- Después volvió á caer y repitió esta mis-
gada, volviéndose hácia sus guardianes, ma operación. L a segunda vez se levan-
exclamó: tó hasta u n pié de altura, y la cuerda
•—Me quedan aun cuatro horas, ¿pero estuvo un momento floja. Después se
dónde irá m i alma miserable? quitó la gorra, y los asistentes le vieron
Desde el amanecer, inmenso g e n t í o el rostro. E l verdugo, que habia descen-
hormigueaba por los alrededores de la dido y a del patíbulo, volvió á subir. L a
cárcel. cuerda se habia desviado, y el reo la te-
Habia un j a r d í n inmediato á l a p r i - nia debajo de la barba; el verdugo se
sión, en el que levantaron el p a t í b u l o . la puso debajo de la oreja, después de lo
Abrieron una brecha en las tapias para que se la apretó en los dos hombros; el
que el reo pasara por allí. A las ocho de verdugo y el espectro lucharon un mo-
la m a ñ a n a la muchedumbre se agolpaba mento, y el verdugo, precipitándose en
el agujero del que pendía Tapner, co-
en las calles vecinas, y doscientos espec
giéndole por las dos rodillas, quedó sus-
tadores privilegiados ocupaban el j a r d í n
pendido á sus piés. L a cuerda se balan-
Apareció el reo con la frente levantada
ceó un momento, sosteniendo al paciente
y el paso firme; estaba pálido y el círculo y al verdugo, al crimen y á la ley. E l
rojo del insomnio se veía en sus ojos. E l verdugo, por fin, a b a n d o n ó su presa: el
mes que acababa de transcurrir le hizo hombre estaba muerto.
envejecer m á s de veinte años; tenia trein-
ta y manifestaba cincuenta: salió de la E n aquellos momentos, Fouquet, i n -
cárcel con las manos atadas, y , s e g ú n la dultado en 1851, se arrepentía. E l ver-
costumbre inglesa, mientras las manos dugo quitó la vida á Tapner y la cle-
cruzadas estaban ligadas al pecho, una mencia consiguió que se arrepintiese
cuerda le ligaba los dos codos á la espal- Fouquet.
da: caminaba mirando fijamente á la U l t i m o detalle.
horca, y decía en voz alta: ¡Pobres hijos Entre el momento en que Tapner
míos! I b a á su lado el capellán Bouwe- cayó en el agujero de la trampa y el ins-
rie, que rehusó firmar la petición de in- tante en que el verdugo le soltó los piés
dulto y que entonces lloraba. Tapner transcurrieron doce minutos. Puede cal-
subió á la horca; él mismo se puso el cularse lo que sufriría el ajusticiado, si
nudo corredizo y pasó el cuello por él se tiene presente lo lentos que son los
ayudando en esta operación al verdugo. minutos que se cuentan en el reloj de la
Después, presintiendo lo que iba á suce- a g o n í a .
der, porque tenia las manos mal atadas, De este modo m u r i ó Tapner. Su ejecu-
dijo al verdugo: Atadme mejor las manos. ción costó cincuenta m i l francos.
—Es inútil, respondió éste. A Tapner E n el invierno se ven en Lóndres, en
estando de pié con el cuello en el nudo ciertos barrios, grupos de séres amonto-
corredizo y los piés sobre la trampa, el ver nados en las esquinas de las calles, en los
dugo le tapó l a cara con la gorra y ya huecos de las puertas, que pasan allí los
no se vió r e z a r á la boca del reo. L a tram- días y las noches, mojados, hambrientos,
EN E L DESTIERRO. 407
helados, sin abrigo, casi desnudos y sin hubiese faltado á u n juramento; si en
calzado, sufriendo la lluvia, la nieve y el vez de haber escamoteado algunos sche-
hielo. Son ancianos, son niños y son m u - ines hubiera robado veinticinco millo-
jeres, casi todos irlandeses como vos. nes; si en vez de quemar la casa de
Esas indigencias podrían mitigarse i n - madame Saujon hubiera ametrallado á
cluyendo en el presupuesto los cincuen- ^París, le hubieran nombrado embajador
ta m i l francos que le dieron al verdugo en Lóndres. Debe precisarse, por lo tan-
de Tapner. Con esos cincuenta m i l fran- X), la línea en la que un bandido deja de
cos pudieran haber vivido u n a ñ o u n ser criminal y se convierte en hombre
centenar de esas familias; pero vale m á s Dolítico.
matar á un hombre. Tapner permaneció Esto es horrible. Vos y yo habitamos
una hora en la horca; después le desata- en lo infinitamente pequeño. Y o no soy
ron, y á las ocho de la noche le enterraron m á s que proscripto y vos no sois m á s
en el cementerio de los extranjeros. que ministro; yo soy ceniza y vos sois
Hubo t a m b i é n otro ser castigado; la polvo. U n átomo puede hablar á otro y
esposa de Tapner, que se desmayó dos decirle francamente la verdad. Sabed,
veces al despedirse de él: el segundo des- pues, que á pesar de los esplendores ac-
mayo le duró media hora, y creyeron que tuales de vuestra política, que á pesar de
habia muerto. la gloriosa alianza que os une á Bona-
U n hecho que no debo callarme, u n parte, por resonantes y magníficos que
hecho notable, es la unanimidad de la sean vuestros triunfos comunes en el
prensa local, que dijo:—"No habrá ya eje- asunto de T u r q u í a , es y será siempre un
cuciones capitales en este pais; no tolerare- hecho espantoso y horrible atar una
mos que vuelva á levantarse el patíbulo,,. cuerda al cuello de un hombre, abrir
L a Crónica de Ouernesey de 11 de Febre- una trampa á sus pies para que se rompa
ro añade: ílEl suplicio ha sido más atroz que la columna vertebral al caer, hacer que
el crimen,,. se desfigure su rostro en la horca, que
Temo que sin querer hayáis abolido la salten de sus órbitas sus ojos sangrien-
pena de muerte en Gruernesey. tos, que ahogue un nudo el rugido de su
Os copio, para que reflexionéis, este agonía, que sus rodillas convulsivas bus-
párrafo de una carta que me escribe uno quen un punto de apoyo; es y será siem-
de los principales habitantes de aquella bre un hecho horrible, repito, ver á otro
isla: " L a indignación llegó á su colmo, hombre que se agarra á las piernas del
y si todos hubieran podido presenciar lo criminal y que se cuelga del colgado.
que aconteció en la horca, hubiera su Vuelvo á decir que no habéis obedeci-
cedido algo peligroso, porque muchísimos do á ninguna influencia al mandar que
se hubieran arrojado á salvar al infeliz la justicia siga su curso; habéis dictado
que estaban torturando,,. esta órden como otra cualquiera; las pe-
L a teoría de ser la pena ejemplar debe ripecias de l a pena de muerte os intere-
quedar satisfecha. Solo la filosofía se ha san poco. Para vos, hacer colgar á un
quedado triste y p r e g u n t á n d o s e si eso es hombre es como beber u n vaso de agua.
lo que llama la justicia "seguir su curso,,. No habéis meditado en la gravedad del
Es preciso creer que l a filosofía se acto. Esto en vos es una ligereza de hom-
equivoca. E l suplicio ha sido espantoso, bre de Estado y nada m á s .
pero el crimen era repugnante. L a socie- Nada significa ahorcar á un hombre;
dad debe defenderse: ¿dónde iríamos á no es m á s que apretar una cuerda, des-
Darar? etc., etc., etc.; si así no se obrase, clavar un tablado y enterrar un cadáver.
a audacia de los malhechores no t e n d r í a Después disparamos cañonazos, hacemos
imites. Es necesario contenerles. Es pre fuego y humo en el Oriente, y nadie se
ciso ahorcar á los Tapner, menos cuando acordará ya de Tapner, n i de Gruernesey,
son emperadores. porque es necesario un microscopio para
Cúmplase la voluntad de los hombres ver una cosa tan diminuta. Esa cuerda,
de Estado. ese tablado y ese cadáver, ese impercep-
^ Los ideólogos, los soñadores, los espí tible patíbulo, que os parece diminuto, es
ritus quiméricos que tienen la noción inmenso. Es la cuestión social, que es
del bien y del m a l , no pueden sondear superior á la cuestión política. Las cosas
sin turbarse ciertos lados del problema diminutas son vuestra política, vuestros
del destino. cañones y vuestro humo. L o verdadera-
Si Tapner, en vez de matar á una mente espantoso es que el que era ase-
mujer, hubiera matado trescientos hom- sino por la m a ñ a n a sea asesinado por la
bres; si en lugar de forzar una puerta noche.
408 OBRAS D E VICTOR HUGO.
Hombres de Estado, entre dos protoco- de 1848, glorificando una fecha pasada;
los, entre dos sonrisas, apretáis con el permitidme que yo me ocupe de la fecha
dedo pulgar el resorte del patíbulo y la futura; permitidme que me vuelva hácia
trampa se abre bajo los pies del ajusti- una jornada hermana desconocida del
ciado. 24 de Febrero, que santificará la pró-
Sabéis q u é significa esa trampa? Es el x i m a revolución y que se identificará
infinito que aparece, es lo insondable y con ella; permitidme que la dedique to-
lo desconocido. das las aspiraciones de m i alma.
Que continúen desempeñando su ta- Deseo que sea tan grandiosa como la
rea los hombres del viejo mundo, obsti- fecha pasada, pero m á s feliz; que los
nados en retener el pasado. Conserven, hombres para quienes resplandezca sean
mientras puedan, en T ú n e z el palo, en puros y firmes, buenos y grandes» justos,
San Petersburgo el knout, en los Esta- útiles y victoriosos, y que no se les recom-
dos del Papa el garrote, en Francia l a pense con el destierro; que alcancen me-
guillotina, en Inglaterra la horca, en jor suerte que nosotros.
Asia y en A m é r i c a el mercado de escla- Deseo que la fecha futura sea la fecha
vos. Todo eso pasará para no volver. definitiva que confirme la tarea de la
Nosotros, los anarquistas, los demago- otra y que la termine; que, como el 24 de
gos, los bebedores de sangre, os declara- Febrero, sea radiante y fraternal, pero
mos, á vosotros los conservadores y los atrevida, y que consiga su objeto y que
salvadores de la sociedad, que la libertad mire á la Europa como Danton la m i -
humana es augusta, la inteligencia san- raba.
ta, la vida sagrada y el alma divina. Que, como Febrero, suprima la mo-
Pero poneos en guardia, que el porve- n a r q u í a en Francia y a d e m á s en todo
nir se aproxima. Creéis que está vivo lo el continente; que en todas partes susti-
que está muerto y muerto lo que está tuya el derecho divino al derecho huma-
vivo. L a antigua sociedad aun está en no; que consiga que las nacionalidades
pió, pero agoniza ya. Alucinados, habéis de Italia, de Polonia, de H u n g r í a y de
llevado las manos á las tinieblas, os ha- Alemania se pongan en pió por medio
béis apoderado del espectro y queréis de la libertad.
casaros con él. Volvéis las espaldas á la Deseo que la fecha futura sea esplén-
vida, y ella m u y pronto se l e v a n t a r á por dida, que l a p r ó x i m a revolución sea i n -
detrás de vosotros. Cuando pronuncia- vencible y que funde los Estados-Unidos
mos las palabras progreso, revolución, de Europa. Que, como Febrero, abra de
libertad y humanidad, os sonreís y nos par en par las puertas del porvenir, pero
señaláis la noche que nos envuelve y que que cierre para siempre las del pasado;
os envuelve. Pero sabed que de esa no- que haga u n cerrojo de todas las cade-
che saldrán dentro de poco ideas colosa- nas de los pueblos, tan enorme como lo
les y resplandecientes. L a democracia ha sido la tiranía.
dominaba ayer en Francia; m a ñ a n a do- Que, como Febrero, levante y coloque
m i n a r á en Europa. E l eclipse actual en el sublime trípode Libertad-Igual-
oculta el misterioso engrandecimiento de dad-Fraternidad, y encienda en él la
un astro. gran llama de la Humanidad que alum-
Soy siempre vuestro servidor, bre todo el mundo, que deslumbre á los
VÍCTOR HUGO. pensadores y que ciegue á los déspotas.
Marine-Terrace 11 Febrero 1854. Que, como Febrero, derribe el cadalso
político que levantó el Bonaparte del 2
de Diciembre, pero que derribe t a m b i é n
IIL el cadalso social. Porque no hay que ol-
vidar, ciudadanos, que la cuchilla de esa
Quinto aniversario del 24 de Febrero guillotina está suspendida sobre la cabe-
de 1848. za del proletario. Carece de pan para
alimentar á su familia, carece de ilustra-
ción, y comete una falta, que le hace
24 Febrero 1854. caer y hundirse en el crimen.
Ciudadanos: U n a fecha es una idea Deseo que la futura fecha, como la de
que se convierte en cifra, es una victoria Febrero, confirme el derecho del hombre,
que se condensa y se reasume en u n nú- pero que además proclame el derecho de
mero luminoso, que resplandece siempre la mujer y el derecho del niño, esto es,
en la memoria de los hombres. la igualdad para aquella y la educación
Acabáis de celebrar el 24 de Febrero para éste.
EN E L D E S T I E R R O , 409
Que, como Febrero, rechace la confis- con la confianza religiosa que nunca nos
cación y las violencias; que no despoje á abandona, saludemos al porvenir.
nadie, sino que dote á todo el mundo; E l porvenir tiene muchos nombres.
que no obre contra los ricos, pero sí en Para los débiles se llama lo imposible;
beneficio de los pobres. Que otorgue do- para los tímidos se l l a m a lo desconocido;
tación universal de bienestar material, para los pensadores se llama el ideal.
intelectual y moral, por medio de una ¿Será imposible que termine la miseria
gran reforma económica, por medio del del hombre, la prostitución de la mujer
trabajo mejor comprendido, por medio y la ignorancia del niño?... ¿Será lo des-
de instituciones de crédito, por la aboli- conocido que los Estados-Unidos de Eu-
ción de las aduanas y de las fronteras, ropa, libres y soberanos cada uno en su
por el gran aumento de circulación, por nación, se alien por medio de una Asam-
la supresión de ejércitos permanentes, por blea central y se comuniquen á t r a v é s
el mejor equilibrio entre la producción de los mares con los Estados-Unidos de
y el consumo por medio del cambio, por América? No es imposible lo que quiso
la revolución monetaria. Jesucristo, y no es desconocido lo que
Que inutilice y haga desaparecer las hizo Washington.
antiguas instituciones que estén deshon- Se nos objeta:—Pero y la transición?
radas, pues esta es su misión política, y los dolores del parto? ¿y la tempestad
pero que cumpla directamente su m i - que ha de estallar para pasar del mundo
sión social y que haga ganar el pan á antiguo al mundo moderno? ¿No com-
los trabajadores; que constituya en gran prendéis que es terrible la resistencia
escala la instrucción gratuita y obliga- desesperada que o p o n d r á n los tronos, la
toria. L o que necesita la civilización son cólera de las castas, la furia de los ejér-
talleres, muchos talleres, escuelas, mu- citos, el rey defendiendo su lista civil, el
chas escuelas. E l taller y la escuela cons- sacerdote su prebenda, el juez su paga,
tituyen el laboratorio del que resulta la el usurero su oro, el explotador su privi-
doble vida, l a del cuerpo y la de la inte- legio? Preparaos á llorar, preparaos á
ligencia. derramar sangre, ó mejor dicho, dete-
Que, como el 24 de Febrero, la gran neos en vuestra marcha, paraos.—¡Que
fecha futura, la revolución p r ó x i m a dé callen los débiles y los tímidos: nosotros
en todos los sentidos pasos hácia ade- morderemos l a barra del hierro ardiente
lante, pero no pasos hácia atrás; que no del imposible; nos hundiremos en las t i -
se cruce de brazos antes de terminar su nieblas de lo desconocido y allí te con-
tarea, y que sus últimas frases sean su- quistaremos, ideal!
fragio universal, bienestar, paz é ilustra- ¡Ciudadanos, viva la revolución fu-
ción universales. tura!
L a fecha que yo invoco y que, unién-
dola á la del 24 de Febrero de 1848 y á
la del 22 de Setiembre de 1792, formará IV.
una especie de t r i á n g u l o de fuego de l a
revolución, esa tercera y suprema fecha, lilamamiento á los conciudadanos.
c u á n d o llegará? ¿qué año, q u é mes y q u é
dia brillará? ¿de q u é cifras se compon-
drá en la série tenebrosa de los números? 14 Junio 1854.
Ciudadanos, en esta hora en que os di- Es urgente levantar l a voz para avisar
rijo l a palabra están ya escritos esos á los corazones fieles y generosos, y para
guarismos en una p á g i n a del libro del que los que están en el pais se acuerden
porvenir, pero el dedo de Dios aun no ha de los que están lejos de él. Nosotros, los
vuelto esa hoja. No sabemos c u á n d o l a combatientes de la proscripción, nos en-
volverá; la esperamos pronto; solo pode contramos rodeados de angustias herói-
mos decir que se aproxima la fecha l i cas é inauditas. E l campesino sufre le-
bertadora. No se v é clara aun l a cifra, jos de sus campos; el obrero lejos de su
pero ya se l a vé brillar. taller; nos vemos sin trabajo, sin ropa,
Proscriptos, levantemos las frentes sin zapatos y sin pan, y con l a obligación
para que las alumbren sus rayos, para de mantener á la familia y á los hijos;
que si los pueblos nos preguntan: ¿Qué en este caso se encuentran muchísimos
es lo que i l u m í n a l a frente de esos hom- proscriptos. No se quejan de su penu-
bres? podamos contestar: Es la claridad ria, pero nosotros nos quejamos por ellos.
de la revolución que se acerca. Los déspotas, á cuya cabeza se encuen-
Proscriptos, levantemos la frente, y tra Bonaparte, han hecho lo posible para
TOMO I V .
52
410 OBRAS D E VICTOR HUGO.
todas estas libertades formarían un haz ximo al ideal, en que las complicaciones
alrededor del ciudadano, que, prote- políticas se disuelvan en la simplifica-
gido por ellas, seria inviolable. No ha- ción del trabajo universal, bajo la fór-
bría n i n g ú n hecho de fuerza contra mula de la menor cantidad de gobierno po-
nadie n i contra nada, n i aun para traer- sible, recibiendo cada dia aplicación m á s
nos el bien. Por la misma fuerza de las completa, á medida que las leyes ficticias
circunstancias, por solo el aumento de desaparezcan y vayan quedando solo las
la ilustración, sucediendo el dia claro á leyes naturales: cuando llegue ese caso no
la penumbra m o n á r q u i c a y sacerdotal, h a b r á m á s Asamblea que la de los crea-
el aire no seria respirable para el hom- dores y la de los inventores, que descu-
bre de fuerza, para el hombre de fraude, b r i r á n y p r o m u l g a r á n la ley, pero no la
para el explotador, para el parásito, para confeccionarán; solo existirán las Asam-
el usurero, n i para todos esos séres que bleas de l a inteligencia, del arte y de la
vuelan durante los crepúsculos con alas ciencia, esto es, el Instituto. E l institu-
de m u r c i é l a g o . L a antigua penalidad to transfigurado y brillante.
t e r m i n a r í a . Habiendo muerto la guerra, Para resumir en pocas palabras los l i -
la horca, que tiene las mismas raices, se ncamientos que acabo de trazar y m u -
h a b r í a secado y desaparecido. Solo se chos detalles de que he hecho presa, lan-
vería en todas partes el cerebro que zo estas ideas al azar y r á p i d a m e n t e , y
piensa, el brazo que obra, la materia que solo diseño un croquis parecido á lo que
obedece; la m á q u i n a sirviendo al hom- hubiera hecho la revolución de 1848 si
bre; las fecundaciones maravillosas por hubiera vivido y producido sus frutos; si
medio del progreso; talleres siempre la República se hubiera consolidado, si la
abiertos, á los que llegaría la miseria y República francesa se hubiera convertido,
en seguida encontraría trabajo; escuelas como era lógico, en R e p ú b l i c a europea.
siempre abiertas, en las que l a ignoran Si eso hubiera sucedido, la Europa cons-
cia solo t e n d r í a que abrir la puerta para tituiría una sola familia, las naciones
encontrar ilustración; gimnasios g r a t u i serian hermanas y los hombres herma-
tos y obligatorios, en los que solo las ap nos. E n todas partes h a b r í a paz, activi-
titudes m a r c a r í a n los límites de la ense- dad, bienestar y vida. No h a b r í a m á s
ñ a n z a , en los que el niño pobre recibiría luchas, de u n extremo al otro del conti-
la misma cultura que el niño rico; escru nente, que las luchas del bien, de lo bello,
tinios, en los que la mujer v o t a r í a lo d é l o grande, de lo justo, de lo verdade-
mismo que el hombre. E l antiguo m u n ro y de lo útil, para vencer el obstáculo
do del pasado encuentra que sirve la mu- y para buscar el ideal.
jer para cargar con la responsabilidad Este espectáculo d a r í a en Europa á
c i v i l , comercial y penal, para i r á la ga- los pueblos la revolución triunfante. No
lera, al presidio, al calabozo ó al cadal- pudo triunfar y felizmente se restableció
so; pero nosotros creemos que la mujer el órden. E n cámbio, q u é sucede hoy?
sirve para gozar de la dignidad y de H a quedado victoriosa la Europa de
l a libertad, y así como el mundo anti los reyes. Posee la fuerza, consigue lo
guo la condenaba á la esclavitud y á la que quiere; habiendo ahogado la liber-
muerte, nosotros queremos que goce de tad, los reyes son libres; la Europa de
la vida y del derecho. Proclamamos á la ellos es rica; posee inagotables millones:
mujer nuestra igual y a d e m á s la respe- les basta abrir las venas á los pueblos
tamos. para hacer saltar de ellas sangre y oro.
E n medio de este esplendor universa Veamos lo que hace. ¿Desembaraza las
sobresaldrían Inglaterra y Francia, por embocaduras de los rios? ¿Abrevia el ca-
que son las hijas predilectas de la civili mino de l a India? ¿Une el Pacífico con el
zacion actual, son en el siglo diez y nue- Atlántico? Perfora el istmo de Suez?
ve las dos naciones madres; marcan al Corta el istmo del P a n a m á ? ¿Arroja á las
género humano los dos caminos de lo profundidades del Océano el prodigioso
real y de lo posible, a l u m b r á n d o l e con hilo eléctrico que une unos continentes á
dos antorchas; Inglaterra lleva la antor otros? ¿De q u é se ocupa la Europa de
cha del hecho y la Francia la de la idea. los reyes? Siendo como es señora del
Ciudadanos, voy á deciros de paso mundo, ¿realiza alguna obra notable de
que no creo en la eternidad de lo que hoy progreso, de civilización ó de humani-
se llaman Parlamentos; pero los Parla dad? ¿ED q u é gasta sus fuerzas gigan-
mentes que engendran la libertad y la tescas?
unidad á un mismo tiempo, serán nece- Las gasta, ciudadanos, en alimentar
sarios hasta el dia^ dia lejano aun y pró- una guerra colosal. ¿ E n favor de los
EN E L D E S T I E R R O . 417
pueblos? No, en beneficio de los reyes. Con esos tres m i l millones hubieran
Una guerra que tiene por origen misera- podido completarse las redes de los ca-
ble una llave, que debuta espantosa- minos de hierro ingleses y franceses, se
mente en Balaklava, y q u é t e r m i n a r á hubiera podido construir el t ú n e l tubu-
por caer en un formidable abismo; una lario de la Mancha, pero sin duda era
guerra que empieza por un risible objeto m á s coveniente tomar á Sebastopol.
para terminar por ser horrible. Vale m á s emplear ese dinero en hacer
Franceses que me oís, nuestra patria morir á los ejércitos, en causar la ruina
disponia de un ejército incomparablej de las naciones y en suicidarse.
del primer ejército del mundo, adiestra- Mientras los dos ejércitos agonizan,
do durante veinte años en las guerras de q u é hace el emperador Napoleón I I I ?
Africa, un ejército que era como una co- Habla u n periódico del imperio y leo lo
l u m n a del género humano, una especie siguiente: " E l Carnaval continúa muy
de Marsellesa viva, compuesta de estro- alegre, y abundan las fiestas y los bailes.
fas erizadas de bayonetas, que, confun- E l luto que l a c ó r t e lleva por la muerte
dida con el soplo d é l a revolución, lebas- de las reinas de Cerdeña se suspenderá
taba sonar sus clarines para hacer caer á durante veinticuatro horas, para que no
pedazos en el continente los seculares sirva de obstáculo al baile que vá á ce-
cetros y las seculares cadenas: ¿qué ha lebrarse en las Tullerías.,, E l emperador
sido de este ejército? dónde está? Se ha bailó en una de las cuadril! as; asi lo
apoderado de él Bonaparte; primero le a n u n c i ó el Moniteur.
envolvió en el sudario de su crimen, y A pesar de eso, se susurra que el em-
después le abrió la tumba en Crimea. perador vá á ir á la Crimea. ¿Será posi-
Proscriptos, volved un instante vues- ble? Si así lo hiciese, seria porque le
tras miradas hácia Cayena, que t a m b i é n hiciera ruborizar la v e r g ü e n z a pública. A
es una tumba, y mirad allá bajo, h á c i a e l propósito de esto, os traeré á l a memoria
Oriente. Allí tenéis hermanos. Allí es- un recuerdo, ciudadanos. L a m a ñ a n a del
t á n los ejércitos de Francia y de I n g l a - dia del golpe de Estado, al noticiarle á
terra. Bonaparte que empezaba la lucha, ex-
¿Qué es esa trinchera abierta ante una clamó: "Quiero i r á participar de los pe-
ciudad t á r t a r a ? Esa trinchera, cerca de ligros con mis bravos soldados. Y sa-
l a que corre el arroyo de sangre de I n - lió efectivamente. A t r a v e s ó los Campos
kermann; en la que permanecen solda- Elíseos y las Tullerías entre dos filas
dos que pasan la noche en pié y no pue- triples de bayonetas. Desembocando de
den acostarse porque el agua les llega las Tullerías entró en l a calle de la Eche-
hasta las rodillas; en la que otros están lle. Desde esta calle ya vió á la m u l t i -
acostados, pero sobre un medio metro de tud; comprendió la actitud amenazadora
barro que casi los cubre, y en el que co- del pueblo, y un trabajador gritó cerca
locan una piedra para sacar la cabeza; de él: "Muera el traidor!,, Palideció, hizo
en la que otros están acostados sobre la retroceder al caballo y regresó al Elíseo.
nieve y unos se despertarán con los piés Si parte á la Crimea, se dejará entre-
helados y otros no se despertarán; donde abierta la puerta de las Tullerías, como
algunos caminan con los pies descalzos, se dejó entornada la puerta del Elíseo,
con una temperatura de diez grados y no l l e g a r á hasta l a trinchera, donde
bajo cero, porque se quitaron los zapa- se agoniza, n i á l a brecha, donde se
tos y se han quedado sin fuerza para muere. E l primer c a ñ o n a z o que le grite:
volvérselos á poner; donde otros soldados Muera el traidor! le h a r á repasar el cami-
tienen llagas que no se las curan; donde no. Estad tranquilos. N i en P a r í s , n i en
todo el ejército, sin abrigo, sin fuego, Crimea, n i en la historia, Luis Bonapar-
casi sin alimento, está falto de medios te irá m á s allá de l a calle de l a Echelle.
de transporte, mojado y helado, sufrien- Además, si v á á la guerra, el ojo de la
do la disentería y el tifus; en esa t r i n - historia se fijará en P a r í s . Esperemos.
chera la Inglaterra ha amontonado trein- Ciudadanos, acabo de esponeros su-
ta m i l soldados, y en ella la Francia, el cintamente el cuadro que presenta l a
17 de Diciembre, habia amontonado Europa actual. Os predije lo que seria la
t a m b i é n cuarenta y seis m i l setecientos Europa republicana; la Europa imperial
hombres; esa trinchera de Sebastopol es ya la veis.
la fosa de dos ejércitos. Cavar esa fosa L a situación especial de Francia en es-
ha costado ya tres m i l millones. L a tos momentos es la siguiente:
guerra es u n enterrador que se hace pa L a Hacienda en bancarrota, el porve-
gar caro. nir gravado con empréstitos, letras de
53
TOMO I Y .
418 OBRAS D E VICTOR HUGO.
1859.
La. a m n i s t í a , aqial -y el patít>-uLlo a l i á . - A l lado del crimen, de Europa
el c r i m e n de A m é r i c a . - J o l a n Brown.
cho con seis heridas mal cerradas; á pesar el nudo corredizo de la horca de John
de no apartarse de su memoria la imá- Brown.
gen de sus dos hijos, muertos á su lado; Ese lazo mata.
mediando tan solo cuarenta minutos de Cuando reflexionamos lo que intentó
deliberación, le sentenció el tribunal á hacer ese emancipador, ese combatiente
la pena de muerte, lo mismo que á dos en nombre de Jesucristo, y que por eso
de sus compañeros. Afirmo bajo palabra vá á morir ahogado por la República
de honor que eso no ha sucedido en Tur- americana, el atentado adquiere las pro-
quía, sino en América. porciones que tiene la nación que le co-
No se obra impunemente de esa ma- mete; y cuando esta nación es una de las
nera á la faz del mundo civilizado. L a glorias del género humano y uno de los
conciencia universal tiene los ojos abier- principales órganos de la civilización,
tos. Piensen que les está mirando los que sobrepuja con frecuencia á la Euro-
jueces de Charlestown, Hunter y Par- pa en adoptar algunas sublimes auda-
ker, los jurados que poseen esclavos y cias del progreso, creemos que John
toda la población de la Virginia. Pien- Brown no morirá, porque nos hace retro-
sen que las miradas de Europa se fijan ceder con espanto la idea de que cometa
en este momento en A m é r i c a . tan gran crimen pueblo tan grande.
John Brown, condenado á muerte, de- Bajo el punto de vista político, el ase-
bía haber sido ahorcado hoy 2 de D i - sinato de Brown seria cometer una falta
ciembre; pero acaba de llegarnos l a no- irreparable; causarla á l a Union una he-
ticia de que se ha diferido la ejecución de rida que podría dislocarla. Seria posible
la sentencia hasta el dia 16. Corto es el que la ejecución de esa sentencia conso-
plazo ó insuficiente para que llegue don- lidara la esclavitud en Virginia, é indu-
de debe llegar el grito de misericordia; dablemente comoveria á toda la demo-
pero no importa, es un deber lanzarlo. cracia americana.
Quizás un segundo plazo se le conce Bajo el punto de vista moral, parece
da después del primero. L a A m é r i c a es que eclipsaría parte de la civilización
un país noble, y se despierta pronto el humana, oscureciendo lo justo y lo injus-
sentimiento humano en las naciones l i - to el dia que la emancipación consuma-
bres. Confiamos en que se i n d u l t a r á á ra el asesinato de la libertad.
John Brown; si así no sucediese, sus ver- Y o , que solo soy u n átomo, pero que
dugos no serian n i el attorney Hunter, como todos los hombres encierro en m í
n i el juez Parker, n i el gobernador Wyse, la conciencia humana, me arrodillo llo-
n i el pequeño Estado de V i r g i n i a ; su rando ante la bandera estrellada del
verdugo seria—me estremezco pensán- Nuevo Mundo, y ruego, juntando las
dolo—la gran República americana. manos, con respeto filial y profundo, á
E n la espectativa de semejante catás- la ilustre República americana, que no
trofe se estremece m á s el corazón cuan- falte á la ley moral universal, que salve
to m á s venera, cuanto m á s admira esa á John Brown, que destroce el p a t í b u l o
República. U n solo Estado no puede te- del 16 de Diciembre y que no permita
ner facultad para deshonrar á todos los que se consume á su vista u n crimen
demás, y es evidente que tiene derecho que supere al primer fratricidio. Es me-
para impedirlo la intervención federal; nester que A m é r i c a lo sepa y que refle-
porque si no interviniese la Union, dege- xione, que si hay algo m á s espantoso que
n e r a r í a en complicidad. Aunque se i n - Cain matando á A b e l , es Washington
dignen los generosos de los Estados del matando á Spartacus.
Norte, los Estados del Sur los asocian al VÍCTOR HUGO.
oprobio de t a l asesinato, y todos los que
tenemos por p á t r i a c o m ú n el símbolo de- Hauteville-House 2 Diciembre 1859.;;
mocrático , creemos que hasta cierto
punto nos alcanza ese compromiso: si John Brown fué ahorcado. Víctor
se levantase el p a t í b u l o el 16 de D i - Hugo le escribió este epitafio: Fro Chris-
ciembre, desde entonces en adelante, to, sicut Christus. Con la muerte de aquel
ante l a historia incorruptible, la augus- se realizó la profecía de éste. Dos años
ta federación del Nuevo Mundo a ñ a d i r í a después de la predicción que acabamos
á sus solidaridades santas una solidari de publicar, se dislocó la Union america-
dad sangrienta, y el haz radiante de esa na; estalló la guerra atroz entre el Sur y
República espléndida t e n d r í a por lazo el Norte.
1860.
Regreso á Jersey.—Garibaldi.
dable y digna del cielo y del género repito que solo prevalece el derecho. Si
humano: V i v a la libertad! Y a que la queréis comparar el derecho con la fuer-
A m é r i c a conserva l ú g u b r e m e n t e l a es- za, fijaos en esta cifra: E l 11 de Mayo,
clavitud y persiste en vivir en la oscuri- ochocientos hombres desembarcaron en
dad, que se ilumine la Europa, y que la Marsala, y veintisiete dias después, el 7
civilización del antiguo continente, de la de Junio, en Palermo diez y ocho m i l
que Voltaire abolió la superstición, W i l - hombres, aterrorizados y fugitivos, se em-
beríorce l a esclavitud y Beccaria el pa- barcaron: los ochocientos hombres repre-
tíbulo, reaparezca con claridad inextin- sentan el derecho y los diez y ocho m i l
guible ya en lo sucesivo y encienda á la fuerza.
gran altura el faro que b r i l l a con tres Consolaos todos los que sufrís y tran-
llamas, con la Francia, con la Inglaterra quilizaos todos los que arrastráis cade-
y con la I t a l i a . nas, porque es lógico todo lo que sucede
Permitidme que os haga unas cuantas en estos momentos. A todos debe sonreír
reflexiones para terminar. la esperanza; que espere el mougick, el
¿Cuál es la resultante de esta epopeya fellah, el proletario, el pária, el negro
espléndida? Qué se desprende de ella? vendido, el blanco oprimido; las cadenas
L a ley moral y augusta siguiente: forman una red que las sostiene á to-
L a fuerza no existe. L a fuerza no sig- das, y cuando una se rompe la m a l l a se
nifica nada; solo tiene valor el derecho. deshace. De esto proviene l a solidaridad
No deben existir m á s que los princi- de los despotismos; el Papa es m á s her-
pios, no deben existir m á s que la justicia mano del s u l t á n de lo que se cree. L a
y la verdad, no deben existir m á s que libertad es u n abismo divino que atrae;
los pueblos, no deben existir m á s que las las revoluciones son un abismo irresisti-
almas, que son las fuerzas del ideal; solo ble. E l progreso es un fenómeno de gra-
debe existir la conciencia a q u í bajo y la vitación; quién le contendrá?... Cuando
Providencia allá arriba. se le dá impulsión es incontenible. Os
Qué significa l a fuerza? ¿Qué pensador desafío, déspotas, á que paréis la piedra
tiene miedo á la espada? N i la tememos que cae, á que detengáis el torrente, á
nosotros, los hombres libres de Francia, que detengáis la avalancha, á que deten-
n i l a teméis vosotros, los hombres libres gáis á Italia, á que detengáis el 89, á
de Inglaterra. E l que tiene derecho tiene que detengáis al mundo que Dios preci-
valor, y nada significan para él la fuer- pita h á c i a la luz.,,
za y la espada. L a espada solo es un res-
plandor repugnante en las tinieblas, Víctor Hugo, ocupándose de John
pero el derecho es el rayo eterno; el Brown, predijo la guerra civil de A m é -
derecho es l a permanencia de lo verda- rica, y ocupándose de Garibaldi, predijo
dero en las almas, es Dios viviendo en el la unidad de I t a l i a . Las dos prediccio-
hombre. Por eso donde está el derecho nes se han realizado.
está la certidumbre del triunfo. U n hom-
bre solo que se arma con el derecho se CONTESTACIÓN Á UN BBÍNDIS.
llama legión; una sola espada que ten-
ga de su parte el derecho se llama rayo. Después del meeting se celebró u n
Quien dice derecho, dice victoria. No banquete, que terminó por un brindis de-
e n c o n t r a r á obstáculos. No puede impo dicado á Víctor Hugo; éste respondió:
nérsele el veto contra la voluntad del
porvenir. Ved á lo que ha quedado re- "Señores:
ducida la resistencia en Europa: la p a r á Y a que estoy de pió, permitidme que no
lisis se apodera de Austria y l a resigna- me siente. Debo dar las gracias inmedia-
ción de Busia. Nápoles lucha en vano. E l tamente al hombre inspirado y cordial,
pasado agoniza. L a espada se disuelve al pastor M . Martin, cuyas palabras elo-
en humo. Los tres hombres que se l i a cuentes acabamos de oir. Seré corto. Los
man Lanza, L a n d i y A q u i l a son fantas sentimientos profundos se expresan con
mas. E n estos momentos Francisco I I pocas frases, y los corazones emociona-
cree quizás que existe todavía; pero se dos tienen por elocuencia su propia emo-
e n g a ñ a , ya no es m á s que una sombra ción. Estoy conmovido.
y en vano rehusa capitular y trata de E l mejor modo de manifestaros m i
asesinar á Messina como asesinó á Pa- gratitud es confesaros que profeso gran
lermo; su reinado ha concluido. Los afecto á Jersey. Os lo confesé ayer, me
sombríos caballos del destierro golpean lo oísteis en la reunión, lo habéis leido
con los piés las puertas de su palacio. Os en los periódicos y os lo repito ahora; pero
EN E L D E S T I E R R O . 435
hablo al oido y al corazón de un pueblo, confesar, ya que hoy nada nos lo impide,
y las naciones son como las mujeres, no que salimos con gran sentimiento de
se cansan nunca de oir decir: Y o te amo. Jersey. Todos teníamos ya en la isla
Salí apesadumbrado de Jersey y volví á afecciones, unos por ser felices en ella y
entrar con regocijo. Los libertadores otros por ser desgraciados. E l sufrimien-
ofrecen la maravilla de que algunas ve- to es un lazo tan fuerte como la alegría.
ces emancipan m á s de lo que se propo- Pueden sufrirse tales dolores en u n pais
nen. Graribaldi con una piedra ha dado de refugio que sea imposible separarse
dos golpes; ha hecho salir de Sicilia á los de él, n i aun para regresar á la p á t r i a .
Berbenes y me ha hecho entraren Jersey. Voy á deciros q u é idea acudió á m i es-
Vuestros aplausos y vuestras inter- píritu ayer, ya que esta reunión, al par
rupciones me conmueven de t a l modo, que í n t i m a , es solemne, y lo que voy á
que me faltan palabras para explicaros referiros conviene á su doble c a r á c t e r .
m i emoción. No sé cómo contestar á la Ayer fui con algunos amigos queridos á
cariñosa acogida que me habéis dispen- dar un paseo por la isla, á volver á ver
sado, á vuestras simpatías y á vuestro los sitios que preferíamos y que recordá-
afecto. Tentado estoy de deciros que me bamos. A l regresar de nuestra excursión
dispenséis de manifestaros m i gratitud, quisimos satisfacer una idea piadosa y
ya que todos estáis contra mí. E n l a m i - nos dirigimos al cementerio.
tología existia un mónstruo fabuloso, un Hicimos parar el carruaje que nos con-
gigante llamado Briareo: pues bien, en- ducía ante el Campo de San Juan, en el
vidio á ese mónstruo, porque quisiera que están enterrados muchos de nues-
como él tener cien brazos para estrecha- tros compañeros. A l llegar allí nos hizo
ros las manos. estremecer u n triste espectáculo. U n a
Os voy á decir lo que me encanta en mujer, mejor dicho, una forma humana,
Jersey. P l á c e m e este clima, en el que el cubierta con un sudario negro, estaba
invierno y el verano son benignos; sus allí en tierra, m á s que arrodillada, pros-
flores, que nacen en u n perpétuo A b r i l ; ternada, extendida y como abismada en
sas árboles, que son normandos; sus ro- una tumba. Nos quedamos inmóviles,
cas, que son bretonas; su cielo, que me silenciosos, ante aquel dolor majestuoso.
recuerda á Francia; su mar, que me re- Aquella mujer, después de rezar, se le-
cuerda á P a r í s . P l á c e m e esta población vantó, cogió una flor que nacia entre la
que trabaja y que lucha, los hombres yerba del sepulcro y se l a g u a r d ó en el
bravos que se encuentran siempre en las corazón. Entonces reconocimos aquella
calles y en los campos, y cuya fisonomía faz pálida, aquellos ojos inconsolables y
participa de l a libertad inglesa y de l a aquellos cabellos blancos: era una ma-
gracia francesa, que t a m b i é n es una l i - dre, era la madre del j ó ven proscripto
bertad. Felipe Faure, muerto hace cuatro años
Cuando llegué a q u í hace ocho años, re- en la brecha santa del destierro. Hace
cien salido del prodigioso combate políti- cuatro años, todos los dias aquella ma-
co del siglo diez y nueve, náufrago de la dre v á al cementerio, se arrodilla y besa
catástrofe de Diciembre, encontré en Jer- una fosa. Probad á impedir que vaya
sey inesperada, tranquila y sublime paz. allí, decidla que puede volver á Francia,
Acababa de consumarse el gran crimen á su pátria; ¿qué le importa á aquella
político de los tiempos modernos; acaba- madre? Decidla: Este no es vuestro pais.
ban de ahogar la libertad en la pátria de No os creerá. Decidla: No habéis nacido
l a civilización; venia de luchar contra la aquí. E l l a os responderá: Pero a q u í ha
servidumbre que quería imponer u n hom- muerto m i hijo. Enmudeceréis ante esta
bre á un pueblo, y llegué a q u í convul- respuesta, porque l a p á t r i a de l a madre
sivo, tembloroso aun de l a lucha pasada es l a tumba del hijo.
y jadeante. Jersey consiguió calmarme. Ved a q u í , señores, cómo puede que-
E n esta isla encontré el reposo, y a q u í , rerse á una tierra que no es nuestra pá-
concentrando siempre l a cólera sagrada tria con toda nuestra alma, que está ya
contra el crimen, sentí que la inmensi- confundida con la de Jersey. A q u í he-
dad traia á m i cólera su apacibilidad se- mos enterrado á nuestros amigos muer-
rena y me a p a c i g ü é . E n vuestras casas tos. No hay tierras extranjeras; en todas
y en vuestras ciudades refleja la bondad partes l a tierra es la madre tierna y se-
humana, y en vuestros campos y en vera del hombre. E n todos los sitios en
vuestros mares la bondad divina. No ol- los que el hombre a m ó , lloró y sufrió,
vidaré nunca los primeros dias de m i esto es, en todas partes, está en su pro-
destierro. Mis compañeros y yo podemos pio pais.
436 OBRAS D E VICTOR HUGO.
A l brindis que me habéis dedicado j habéis acogido bien; pues acoged del mis-
voy á contestar. Brindo por Jersey, por mo modo en vuestros puertos á toda cla-
su prosperidad, por su engrandecimien- se de náufragos. Si los buenos sufren
to industrial y comercial, y sobre todo desastres, los culpables tropiezan con es-
por su engrandecimiento intelectual y eolios, porque el que causa el m a l no
moral. siempre triunfa. Si alguna vez llegan á
Hay dos cualidades que dan á los pue- vuestras playas vencidos los defensores
blos grandeza y simpatías; estas dos cua- de una causa injusta, recibidles como
lidades son la libertad y la hospitali- nos habéis recibido. L a desgracia es una
dad: la hospitalidad era la gloria de las de las formas santas del derecho; de los
naciones antiguas, y la libertad es el es- posibles vencidos no exceptúo á nadie,
plendor de las naciones modernas. Que Puede suceder que entre los vencidos
conserve Jersey estas dos coronas, ya que que las grandes tempestades ó las gran-
las posee. Que las conserve siempre. des mareas del porvenir arrojen á vues-
V i g i l a d , vigilad para no perder nunca tras costas, se encuentre nuestro pros-
vuestra libertad y no permitáis que na- criptor, expulsado á su vez de Paris. Si
die atente contra ella, ya que en esta eso sucede, sed con él clementes, como
dichosa isla resplandecen la hermosura y habéis sido justos con nosotros; si llama
la independencia. No estáis solo en la á vuestra puerta, abrídsela y decidle:
isla para vivir en ella y para gozar de ^Los que vos proscribisteis nos han su-
sus encantos; estáis t a m b i é n a q u í para plicado que os concedamos asilo en esta
cumplir vuestro deber. Dios se encarga- isla, y os lo concedemos.,,
r á de que permanezca siendo hermosa;
vuestras mujeres de que siga siendo II.
feliz, y vosotros os encargareis de que
continúe siendo libre. M Progreso, periódico de Puerto-Prínci-
Conservad t a m b i é n religiosamente la pe, publicó la carta siguiente, que escri-
hospitalidad. Las naciones hospitalarias bió Víctor Hugo á M . Heurtelou, redac-
están dotadas de cierta gracia augusta y tor en jefe de E l Progreso, respondiendo
venerable. Sirven de ejemplo, y en el á las gracias que éste le dió por haber sa-
vasto y tumultuoso movimiento de los lido á la defensa de John Brown:
pueblos, no solo dan hospitalidad, sino
que forman la educación; l a hospitalidad "Sois, señor, noble muestra de la bu-
que ofrecen las naciones es el principio I manidad negra, tanto tiempo oprimida y
de l a fraternidad entre los hombres. despreciada.
Sed siempre hospitalarios. Que honre L a misma alma encierra el cuerpo de
esta función sagrada eternamente á la todos los hombres desde u n extremo al
isla, y permitid que la asocie á Q-uerne-1 otro de la tierra, y los negros de vuestro
sey, su hermana, y á todo el archipiéla- temple lo prueban. ¿Existieron muchos
go de l a Mancha. Es una grandiosa tier- Adanes? Los naturalistas pueden discu-
ra de asilo, si no por su extensión, por el t i r esta cuestión; lo indudable es que no
n ú m e r o de refugiados de todos los parti- existe m á s que u n Dios. No existien-
dos y de todas las p á t r i a s , á los que des- do m á s que un padre, todos somos her-
de hace tres siglos ha prestado abrigo manos.
y consuelo. Conseguid ser el archipiéla- Por defender esa verdad murió John
go bendito y salvador. Dios os ha coló-1Brown en el p a t í b u l o ; por defenderla
cado en estos sitios para que admitáis luchó sin tregua. Me lo agradecéis con
en vuestros puertos á las naves que azo- palabras tan cariñosas que me han con-
ta l a tempestad y á los corazones de los movido.
hombres que azota el destino. Que no No debe haber en la tierra blancos n i
tenga límites vuestra hospitalidad; no negros; no debe haber m á s que espíritus,
discutáis nunca al que venga á pediros Para Dios todas las almas son blancas.
asilo y admitidle sin examinarle, porque Tengo entusiasmo por vuestro país,
todo el que sufre es digno de l a hospita- por vuestra raza, por vuestra libertad,
lidad. Los proscriptos de Francia que por vuestra revolución y por vuestra
nos encontramos a q u í no hemos causa- República. L a magnificencia de vuestra
do m a l á nadie; hemos defendido el dere isla halaga á las almas libres, y acaba
cho y las leyes de nuestro pais; hemos de darnos el gran ejemplo de destruir el
cumplido el mandato del pueblo como despotismo. T a m b i é n os a y u d a r á á des-
nos dictaba la conciencia; sufrimos per- truir la esclavitud, que desaparecerá bajo
secuciones por defender la justicia; nosl todas las formas. No es á John Brown á
EN E L D E S T I E R R O .
quien los Estados del Sur acaban de ma- Continuad consolidando vuestra gene-
tar; lo que acaban de matar es la escla- rosa revolución; persistid en ella con
vitud. vuestros dignos conciudadanos. H a i t i es
Desde ahora puede considerarse como hoy una antorcha, y es conveniente que
rota la Union americana, á pesar de lo se vea que u n negro lleva en la mano
que dice el mensaje del presidente Bu- una de las antorchas del progreso que
chanau. Esto me apesadumbra, pero será alumbran el camino de la humanidad.
así; entre el Sur y el Norte se interpone Vuestro hermano,
el patíbulo de Brown. No hay solidari- VÍCTOR HUGO.
dad posible. De un crimen no son respon-
sables dos. Hauteville-House 31 Marzo 1860-,,
La eacpedicion á la. Cttina..
negros y los negros contra los blancos. listoria ponen su balanza en una civili-
E l gobierno español fusila á los repu- zación, las cabezas cortadas pesan con-
blicanos y el gobierno italiano á los rea- tra el que las corta.
listas. E n Roma se ejecuta á u n inocen- Escribiendo lo que acabo de escribir
te: el verdadero autor del asesinato se cumplo con m i deber. Ayudadme y pres-
declara asesino y reclama en vano. L a tadme vuestra publicidad para un asun-
Europa se obstina en creer en l a pena de to de tan doloroso y supremo interés.
muerte; la A m é r i c a se bate por ella. E l
patíbulo es amigo de la esclavitud, y la VÍCTOR HUGO. „
sombra de un cadalso se proyecta en la
guerra fratricida de los Estados-Unidos.
II.
J a m á s la América y l a Europa han
estado tan paralelas n i se han entendido Armand Barbéis W á Tíctor Hugo.
mejor sobre este punto; todas las cuestio-
nes las dividen, excepto la de matar; solo
sobre la pena de muerte están acordes Ilustre ciudadano:
los dos mundos. Esa pena reina; una es E l sentenciado de que os ocupáis en
pecie de derecho divino del hacha sale uno de los volúmenes de los Miserables
para los católicos romanos del Evange debe pareceres ingrato.
lio y para los protestantes de V i r g i n i a Hace veintitrés años que os está agra-
de la Biblia. decido y no os lo ha manifestado aun.
De semejante situación debe aprove- Perdonadle, perdonadme.
charse la Bélgica. E l pueblo que es libre Cuando estaba en la cárcel, antes de
debe tener voluntad. L a tribuna y la Febrero, muchas veces me hice el ánimo
prensa libres constituyen el organismo de ir á vuestra casa en cuanto me devol-
de la opinión completa. Pues que hable viesen la libertad.
la opinión, porque este es un momento Esos deseos fueron ilusiones de la j u -
decisivo. E n estas circunstancias, si Bél- ventud. Llegó ese dia que me arrojó
gica rechaza la pena de muerte, puede como una arista de paja rota en el tor-
convertirse bruscamente de pueblo pe bellino de 1848.
queño en nación directora. No pude cumplir lo que tanto deseaba.
Repito que la ocasión es admirable Además, perdonadme lo que os voy á
porque si se libra de i r al patíbulo á esos decir, ciudadano; la majestad de vuestro
nueve criminales, en lo sucesivo ya no genio me ha impedido siempre que os
se l e v a n t a r á para nadie, y la guillotina manifestara m i pensamiento.
dejará de funcionar en el pais libre de la Estuve orgulloso en la hora del peli-
Bélgica. gro de verme protegido por un rayo de
Seria magnífico que el pueblo peque vuestra llama; no podia morir defen-
ño diera esta lección á los grandes, y que diéndome vos.
por este hecho fuera m á s grandioso que Siento en el alma no haber podido
los demás; seria magnífico que cuando manifestaros que era digno de que me
crecen las tinieblas y se recrudece la defendiéseis. Pero cada uno tiene su des-
barbarie, la Bélgica, apoderándose de tino, y no eran héroes todos los que salvó
papel de g r a n potencia de la civiliza Aquiíes.
cion, diera de repente al género humano Ahora ya soy viejo y desde hace un
el deslumbramiento de la verdadera luz a ñ o tengo poquísima salud. He creído
proclamando, con las condiciones en que con frecuencia que iban á estallar m i co-
brilla mejor, no á proposito de un disen razón ó m i cabeza. Pero á pesar de mis
timiento revolucionario ó religioso ó po sufrimientos me felicito de vivir, porque
lítico, sino á propósito de nueve misera después de vuestro nuevo beneficio pue-
bles que no merecen m á s compasión que do atreverme á agradeceros el antiguo.
la compasión filosófica, la inviolabilidac Y ya que he tomado la palabra, os
de l a vida humana, haciendo retroceder agradezco m i l veces, en nombre de nues-
definitivamente hácia la oscuridad la tra santa causa y en nombre de la Fran-
monstruosa pena de muerte, que tiene cia, el grandioso libro (2) que acabáis de
la vanagloria de haber hecho dos cruci publicar.
fixiones, la de Jesucristo en el mundo Digo que en nombre de la Francia,
antiguo y la de John Brown en el m u n
do moderno. (1) En 1839 Barbes fué condenado á muerte. Víctor Hugo
Que piense en estola generosa Bélgica pidió en verso á Luis Felipe que le indultase y consiguió el in-
dulto. Las dos cartas que insertamos tratan de este asunto,
y no olvide que, cuando la filosofía y la (2) Alude á ios Miserables.
EN E L D E S T I E R R O . 443
porque me parece que la patria de Jua-
na de Arco y de la revolución era la
única capaz de dar á luz vuestro corazón III.
y vuestro genio, y vos, hijo predilecto de
ella, habéis ceñido en la frente gloriosa Los Miserables.
de vuestra madre una nueva corona de
gloria.
Recibid m i profundo afecto. Cuando Víctor Hugo publicó Los M i -
serables fué á Bruselas. Sus editores le
A . BARBES. ofrecieron un banquete, en el que reunie-
L a H a i e 10 Julio 1862. ron á escritores célebres de todos los paí-
ses. Víctor Hugo respondió á la saluta-
ción de todos ellos con el siguiente dis-
A ARMAND BARBES. curso:
M i hermano de destierro:
Cuando u n hombre ha sido como vos "Señores:
el combatiente y el m á r t i r del progre- L a emoción que me embarga es inex-
so, y ha sacrificado por la santa causa de presable; si las palabras me faltan, sed
la democracia su fortuna, su juventud, indulgentes conmigo.
su libertad y su derecho á ser feliz; cuan Si solo tuviese que contestar al hono-
do por servir al ideal aceptó todas las rable burgomaestre de Bruselas, m i t a -
formas de la lucha y todas las formas de rea seria sencilla; para glorificar á ma-
la prueba, la calumnia, la persecución, gistrado tan popular y á ciudad tan
largos años de cárcel, largos años de des noblemente hospitalaria solo t e n d r í a que
tierro; cuando su abnegación le puso decir lo que está en la mente de todos,
bajo la cuchilla de la guillotina; cuando me bastaría ser un eco; pero ¿cómo dar
u n hombre ha obrado así, todos le deben las gracias á las otras voces elocuen-
y él no debe nada á nadie. E l que lo ha tes y cordiales que me han felicitado? A l
dado todo al género humano ha solven- lado de los reputadísimos editores, á los
tado su deuda con el individuo. que se debe la idea fecunda de estable-
No os es posible ser ingrato con nadie cer la librería internacional, veo reuni-
Si hace veintitrés años no hubiera obra dos publicistas, filósofos, escritores emi-
do como obró—por lo que ahora me neutes, que son la honra de las letras y
dais las gracias,—yo hubiera sido el i n el honor del continente civilizado. Me
grato con vos. perturba y me confunde ser el centro de
Todo lo que habéis hecho en favor de esta fiesta de las inteligencias y tener
pueblo lo considero como un servicio la honra de que se celebre por mí, que
personal. solo soy una conciencia que acepta el
En la época que me recordáis no hice deber y un corazón resignado al sacri^
más que cumplir con u n deber sagrado ficio.
Si tuve entonces la dicha de pagaros Dar las gracias á la ciudad, esto es, a
parte de la deuda universal, aquel m i n u su primer magistrado que la representa,
to no es nada si se le compara con vues repito que es fácil; pero ¿cómo darlas á
tra vida entera, y no por eso los repu todos vosotros, cómo estrechar á l a vez
blicanos dejamos de ser vuestros deu todas vuestras manos? Veremos si tam-
dores. bién encuentro un modo fácil. ¿Qué re-
M i recompensa, concediendo que la presentáis, los que aquí estáis reunidos,
merezca, la obtuve en la acción que prac escritores, periodistas, editores, impre-
t i q u é . Esto no obstante, acepto afee sores y publicistas? Representáis todas
tuosamente las nobles palabras que me las energías de la inteligencia, todas las
dedicáis y me ha conmovido profunda formas de la publicidad, sois el espíritu-
mente vuestra g r a t i t u d m a g n á n i m a . legión, sois el órgano nuevo de la socie-
Me ha emocionado y he encontrado dad nueva, sois la prensa. Brindo, pues,
magnífico el rayo que desde vuestra so- por la prensa.
ledad habéis enviado á la mia. Hasta Brindo por la prensa libre, poderosa y
que nos volvamos á ver en el mundo ó fecunda, por la prensa de todos los pue-
en otra parte. blos.
Saludo á vuestra gran alma. L a prensa es la que i l u m i n a al mundo
VÍCTOE HUGO. social, y todo lo que d á luz tiene algo de
la Providencia.
Hauteville-House 15 Julio 1862. E l pensamiento es m á s que u n dere-
444 OBRAS D E VICTOR HUGO.
cho, es el hálito mismo del hombre. E l I dad navega irresistiblemente hácia ellas,
que pone trabas al pensamiento atenta Esas cuestiones son la base del libro do-
contra el hombre. Hablar, escribir, i m - loroso, del que tan magníficamente os
primir, publicar, son en él, bajo el punto habéis ocupado. Hay que resolver los
de vista del derecho, identidades; son en problemas del pauperismo, del parasitis-
ól círculos de la inteligencia en 'acción, mo, de la producción y repartición de l a
que se ensanchan sin cesar; son en él riqueza, de la moneda, del crédito, del
las ondas sonoras del pensamiento. trabajo, del salario, de la extinción del
De todos esos círculos, de todas esas proletariado, de la diminución progre-
irradiaciones del espíritu humano, el siva de la penalidad, de la miseria, de la
mayor es la prensa. E l diámetro de la prostitución, del derecho de la mujer, del
prensa es el mismo d i á m e t r o de la civiii- derecho del niño y de la e n s e ñ a n z a gra-
zacion. tuita y obligatoria. L a prensa libre alum-
A cada diminución de l a libertad de bra todos esos problemas y su claridad
la prensa corresponde una diminución de los hace practicables, enseña sus precipi-
civilizacion; en donde interceptan esta cios y sus salidas, se les puede abordar y
libertad, puede decirse que allí interrum- penetrar en ellos. Cuando se resuelvan,
pen la nutrición del género humano. Se- salvarán al mundo. Sin el auxilio de l a
ñores, la misión de nuestra época con- prensa, esos problemas permanecerían en
siste en cambiarlos antiguos asientos de la oscuridad; siendo temibles, solo se ve-
la sociedad, en crear el órden verdadero rian sus escarpaduras, y no pudiendo
y en sustituir en todas partes las reali- penetrar en ellos, la sociedad podria zo-
dades á las ficciones. E n el cámbio de zobrar. Si se apaga el faro, el puerto se
las bases sociales, que es el colosal tra- convierte en escollo,
bajo de nuestro siglo, nada resiste á la Con la prensa libre no es posible que
prensa, si aplica su poder de tracción al yerre, que vacile, n i que ande á tientas
catolicismo, al militarismo, al absolutis- la humanidad. E n las encrucijadas de
mo, á los bloques de hechos y de ideas los problemas sociales, la prensa sirve de
m á s refractarias. dedo indicador. I d hácia el ideal, i d há-
L a prensa es la fuerza. Por qué? Por- cia la justicia y hácia la verdad: pero no
que es la inteligencia. Es el clarín v i - basta ir; es preciso que vayáis delante.
viente que toca la diana de los pueblos, E n q u é sentido camináis? E n esto estriba
que anuncia en voz alta el advenimiento toda la cuestión. Simular el movimien-
del derecho, que saluda á la aurora y to no es realizar el progreso; marcar el
que adivina l a llegada del dia; es la que paso sin avanzar, es el papel que solo
aconseja al mundo, y alguna vez, cosa debe representar la obediencia pasiva.
e x t r a ñ a , ¡la aconsejada es ella!; es el buho Es preciso proponernos un fin, saber á
que reprime el canto del gallo. dónde vamos, hacer un esfuerzo propor-
Por desgracia la prensa está oprimida clonado con el resultado; que cada paso
en algunos países. Pero es esclava? No. que demos lo dirija una idea, y que unos
Prensa esclava son dos palabras que no pasos se encadenen l ó g i c a m e n t e con los
pueden casarse. A d e m á s , hay dos modos otros; que detrás de la idea venga la so-
grandiosos de ser esclavos; el de Sparta- lucion, y detrás del derecho la victoria,
cus y e l d e Epicteto: el primero rompe No demos nunca u n paso hácia atrás. No
las cadenas y el segundo prueba el tem- estemos nunca indecisos; querer y no
pie fuerte del alma. Cuando el escritor querer es cosa miserable; el que vacila y
encadenado no puede recurrir al prime- retrocede no piensa. Y o no admito la po-
ro, acude al segundo. lítica sin cabeza, n i la Italia sin Roma,
No hay medio de esclavizar al espíri- Y a que he pronunciado la palabra Ro-
tu, obren como quieran los déspotas, y ma, permitidme que me interrumpa para
pongo por testimonio vuestra opinión, dirigir un instante los ojos y el pensa-
ñombres libres que me escucháis, que así miento hácia el bravo héroe que yace
lo habéis afirmado, Pelletan, y otros mu- ahora en el lecho del dolor. Ciertamente
chos de los que me oís, y no solo lo ha- que tiene motivos para envanecerse, ya
beis afirmado, sino que lo habéis pro- que la gloria y el honor combaten con
bado con vuestro generoso ejemplo. él. Pero lo incomprensible y doloroso es
No hay salvación en nuestro siglo sin que en la noble ó ilustre I t a l i a puedan
la libertad de imprenta: debemos resol- encontrarse hombres que levanten las
ver las cuestiones inminentes que se nos espadas contra él. ¿Esos italianos no ven
presentan, cuestiones que son inevitables que es un romano?
y que no tienen t é r m i n o medio. L a socie-| Esos hombres creen que la I t a l i a es
EN E L D E S T I E R R O i
victoriosa y no se aperciben de que está labra para concluir y que esta palabra se
decapitada. E n esta sombría aventura, refiera á m i personalidad.
la historia retrocederá con indignación Es para m í una dicha encontrarme en-
ante la repugnante victoria que consiste tre vosotros, y doy gracias á Dios por
en matar á Garibaldi para no poseer á haberme concedido en m i vida grave
Roma. esta hora sonriente y deliciosa. M a ñ a n a
Dicho esto, pasaré adelante. volveré á m i retiro; pero os he visto, os
L a prensa es el auxiliar del patriota y he hablado, os he oido, os he estrechado
el espantajo del cobarde y del traidor; las manos, y llevo este grato recuerdo á
porque hay muchos que ]a odian, debe- m i soledad.
mos nosotros amarla. Mis amigos de Francia, y los otros
amigos mios que a q u í están reunidos,
L a denuncian, la insultan y la injurian e n c o n t r a r á n natural que dedique á aque-
todas las iniquidades, todas las supersti- llos mis ú l t i m a s palabras, y que diga
ciones y todos los fanatismos. Recuerdo que hace once años visteis salir de Pa-
una encíclica célebre, que contiene algu- rís á un hombre casi jóven y que aho-
nas palabras notables, que he conservado ra os habéis encontrado casi con un
en la memoria. E n ella un Papa con- viejo. Mis cabellos han encanecido, pero
temporáneo, Gregorio X V I , enemigo de m i corazón conserva la savia de la j u -
su siglo, lo que no es e x t r a ñ o en los Pa- ventud. Os agradezco en el alma que
pas, teniendo siempre en el pensamiento os hayáis acordado del ausente y que
el antiguo d r a g ó n y la bestia del Apoca- hayáis acudido aquí. Acoged m i profun-
lipsis, calificaba de este modo á la pren- do agradecimiento, que deseo que tam-
sa: Oula ignea, coligo, ímpetus ímmanís cum bién acojan los m á s jóvenes que me
strejpitu horrendo. No contradigo nada de rodean, cuyos nombres conocía y apre-*
eso, porque la retrata bien. Boca de fue- ciaba, pero cuyas personas veo hoy por
go y humo, de rapidez prodigiosa, de primera vez. Paróceme que entre vos-
ruido formidable. Sí, la prensa es l a loco- otros estoy respirando el aire natal; pa-
motora que pasa, la inmensa y santa lo- ré ce me que cada uno de vosotros haya
comotora del progreso. traído consigo algo de la Francia; paré-
A dónde va? ¿A dónde arrastra á la cerne que veo salir de todas vuestras al-
civilización? ¿ S u poder remolcador á mas, agrupadas á m i alrededor, algo au-
dónde conduce á los pueblos? E l túnel gusto semejante á la luz, y que es la
es largo, oscuro y terrible. Porque pue- sonrisa de la p á t r i a .
de decirse que aun la humanidad se ha Brindo por el poder, por la gloria y por
quedado en tierra, aun la materia la os- l a eficacia de la prensa; por que sea libre
curece, y la estrella, a ú n las supersticio- en Bélgica, en Alemania, en Suiza; en
nes, las preocupaciones y las tiranías Italia, en E s p a ñ a , en Inglaterra, en A m é -
forman una bóveda espesa encima de rica y en todas partes.
ella. Desde que el hombre existe, su
historia en el mundo es subterránea y Bruselas 16 Setiembre 1862.,,
no ha apercibido hasta ahora por ningu-
na parte la claridad de la luz. Pero en
el siglo diez y nueve, después de la re IV.
volucion francesa, no solo tiene la espe
ranza, sino t a m b i é n l a certidumbre de
E l banquete de los niños.
que l a gozará. E n lontananza aparece
ya un punto luminoso, que v á agran-
dándose m á s cada momento; es el porve- A L EDITOR CASTEL.
nir, es el fin de las miserias, es el alba de Apreciable amigo Castel:
las alegrías, es C a n a á n , es la tierra futu- L a casualidad hizo que cayeran en
ra, en la que solo tendremos hermanos vuestras manos unos ensayos de dibujos
y en la que gozaremos de la espléndida que yo t r a c é casi inconscientemente
claridad del sol. Que corra l a locomotora mientras escribía, con la t i n t a que que-
sagrada del pensamiento, de la ciencia, daba en la plu ma, en los m á r g e n e s ó en
de la filosofía y de la prensa, que ya se las cubiertas de mis manuscritos. Deseáis
acerca la hora en que la humanidad, sa- publicar esos dibujos; el excelente gra-
liendo al fin del oscuro y largo túnel de bador P a u l Ohenay se ofrece á hacer los
seis m i l años, se encuentre bruscamente facsímiles y vos me pedís el consenti-
deslumbrada ante el sol del ideal. miento. Por mucho que sea el talento
Permitid, señores, que os diga una pa- artístico de Paul Chenay, esos rasgos de
446 OBRAS D E VICTOR HUGO,
pluma, puestos de cualquier modo en el que he fundado, creo que puedo hacer
papel por un hombre que se dedica á el sacrificio del amor propio y autorizar
otras ocupaciones, temo que parezcan la publicación que deseáis. L o que pro-
pretensiosos; pero como veo vuestra in- duzca la publicación contribuirá á for-
sistencia en publicarlos, os doyt m i per- mar la lista civil de los niños indigen-
miso. Para que m i consentimiento no se tes. Se acerca el invierno y me compla-
crea quizás ridículo, voy á explicar por cería poder vestir á los que van casi
q u é os lo concedo. desnudos y dar zapatos á los que van
Hace a l g ú n tiempo establecí en m i descalzos. L a publicación de los dibujos
casa de Q-uernesey una reducida insti- me a y u d a r á á esto. E l empleo del pro-
tución de fraternidad práctica, que qui- ducto de la publicación me absuelve de
siera extender y propagar. Hasta ahora daros el consentimiento. Confieso que
es tan insignificante, que bien puedo nunca creía que mis dibujos, como os
ocuparme de ella. Consiste en dar una dignáis llamarles, pudiesen atraer l a
comida semanal á niños indigentes. To- atención de un editor tan inteligente y
das las semanas, las madres pobres me de un artista tan notable como P a u l
hacen el honor de traer á sus niños á Chenay; pero ya que así ha sucedido,
comer en m i casa. E m p e c é teniendo cúmplase vuestra voluntad; ya se defen-
ocho, después quince y ahora tengo vein- derán como puedan ante el público, para
tidós (1). Estos niños comen juntos y el que no fueron trazados, ya que la crí-
confundidos, católicos y protestantes, i n - tica t e n d r á en lo sucesivo sobre ellos un
gleses, franceses é irlandeses, sin distin- derecho que me hace estremecer; pero
ción de religión n i de nacionalidad. Los me consuela que á mis niños indigentes
reúno para que jueguen y para que se les parecerán muy bonitos.
diviertan, y les digo: ^Estáis libres y po- Publicad, pues, esos dibujos. Os deseo
déis hacer lo que queráis,,. Empiezan y feliz éxito.
acaban de comer dando sencillamente VÍCTOR HUGO.
las gracias á Dios, sin sujetarse á ningu-
na forma religiosa, y les servimos la Hauteville-House 5 Octubre 1862.
comida m i mujer, m i c u ñ a d a , m i hija,
mis hijos, mis criados y yo. Comen carne
y beben vino. Después que juegan se V.
van á la escuela. No solo sacerdotes ca
tólicos, sino ministros protestantes, l i Ginebra y la pena de muerte.
bres-pensadores y demócratas proscrip-
tos vienen algunas veces á presenciar E n 1862, al revisar la Constitución la
estas humildes comidas y ninguno se vá República de Ginebra, se votó la pena
descontento. de muerte, y la primera votación resultó
Me parece que he dicho ya bastante favorable al mantenimiento del patíbu-
para dejar comprender que me anima lo; pero esta decisión no era definitiva,
la idea de introducir las familias pobres faltaba verificar la segunda votación:
en familias menos pobres, y esta idea me antes de realizarse ésta los republicanos
parece excelente si la fecundan hom progresistas de Ginebra pensaron bus-
bres mejores que yos y sobre todo si la car el apoyo de Víctor Hugo, y M . Bost,
prohijan las mujeres; la creo practicable miembro de la Iglesia reformada y autor
y á propósito para producir buenos fru- de muchas obras apreciables, le escri-
tos, y me ocupo de ella con el objeto de bió una carta, que terminaba con estos
que la imiten los que puedan. Esta no es últimos párrafos:
la idea de la limosna, es la idea de la "Vuestro apoyo en esta cuestión nos
fraternidad. L a penetración de las fami- daria gran fuerza si emplearais vuestra
lias indigentes en las nuestras nos es elocuencia en defender tan noble causa:
t a m b i é n provechosa; es como un princi- ya sabéis que no se trata de una cues-
pio de solidaridad; pone en acción y en tión cantonal ó federal, sino de una
movimiento la santa fórmula democrá- cuestión social y humanitaria, en la que
tica Libertad, Igualdad y Fraternidad; todas las intervenciones son legítimas.
es comulgar con nuestros hermanos m á s E n las grandes cuestiones deben inter-
necesitados. Aprendemos á servirles y venir los grandes hombres, debe esclare-
ellos aprenden á querernos. cerlas el genio, y seria para nosotros
Pensando en la institución infantil inmensa ayuda la fuerza que saliera de
esas rocas, á las que se vuelven todas las
(1) Más tarde el número llegó á cuarenta. miradas.,.
EN E L D E S T I E R R O .
Hace ocho años, en Q-uernesey, el cri- v i que estaba atada al poste, con una
minal Tapner fué condenado á la horca; argolla al cuello y con un rótulo en la
yo intervine, y aunque seiscientos nota- cabeza, una criatura humana, una mu-
bles de la isla firmaron una exposición jer jóven. U n brasero lleno de carbón
pidiendo el indulto, Tapner fué ahorca- ardiendo estaba á sus pies, y ante ella, y
do; pero entre tanto algunos de los dia- en las brasas, se enrojecía u n hierro con
rios de Europa que copiaron la barta que p u ñ o de madera; la muchedumbre pare-
yo escribí á los guernesianos, llegaron á cía contenta. Esta mujer habia cometido
tiempo á A m é r i c a para que la reprodu- un robo doméstico. A l dar las doce, por
jeran con utilidad los periódicos ameri- detrás de l a mujer, y sin que ésta le vie-
canos y para impedir un suplicio: en ra, u n hombre subió al tablado que ha-
Quebec iban á ahorcar á un reo llamado Dia encima del poste; me habia llamado
Julien; el pueblo del C a n a d á consideró la atención antes que la camisola de p a ñ o
con razón como dirigida á él la carta grosero que llevaba esa mujer tuviera
que yo escribí al pueblo de G-uernesey, y por detrás una hendidura atada con cor-
por u n contragolpe providencial esta dones; el hombre desató r á p i d a m e n t e
carta salvó, permitidme la expresión, no los cordones, separó la camisola, descu-
á Tapner, á quien apuntaba, sino á brió hasta la cintura la espalda de l a
Julien, al que no apuntaba. Cito estos mujer, cogió el hierro que ardia en el
hechos porque prueban que necesitamos brasero y se lo aplicó, apoyándolo con
persistir en la lucha, ya que la cuchilla fuerza en la espalda desnuda. E l hierro
fatal t a m b i é n persiste. y el brazo del verdugo desaparecieron
Las estadísticas de la guillotina y de entre una nube de humo blanco. Después
la horca conservan aun sus repugnantes de haber pasado cuarenta años esa esce-
niveles; la cifra de los asesinatos legales na, conservo aun en el oido y conservaré
no disminuye en n i n g ú n pais. Desde siempre en el alma el grito espantoso que
hace diez años, en los que el sentimiento lanzó la torturada. Aquella ladrona fué
moral está muy rebajado, el suplicio se una m á r t i r . Y o tenia diez y seis años y
envalentona y se recrudece. Solo en salí corriendo de la plaza, resuelto á
vuestra ciudad de Ginebra habéis tenido combatir toda m i vida las inicuas accio-
dos guillotinados en diez y ocho meses. nes de la ley.
E n E s p a ñ a existe el garrote v i l ; en Ru- De esas inicuas acciones la pena de
sia la muerte á palos. E n Roma, á pesar muerte es la peor. L a hemos visto apli-
de que la Iglesia tiene horror á la san- cada á nuestro siglo por los tribunales
gre, el reo es ammazzato (1). ordinarios y por delitos comunes. ¿Qué
E n Inglaterra hace poco han ahorca- idea tienen, pues, los hombres del asesi-
do á una mujer. nato? Fuera del caso excepcional de le-
Antes dije que se habia abolido l a tor- g í t i m a defensa, y no pudiendo pasar por
tura, pero no es así; en 1849 la tortura otro punto, el homicidio está prohibido
existia aun, y no en la China, sino en por las leyes divinas y por las leyes hu-
Suiza. E n Octubre de 1849, en Z u g , un manas; ¿y lo que se prohibe al individuo
juez instructor, queriendo hacer confesar se le permite á la colectividad? E l ver-
á u n a jóven llamada Matilde Widemberg dugo es una especie de asesino oficial con
el robo de un queso, l a metió los dedos título; ahoga ó ahorca, y dice á la socie-
pulgares en un torno, y por medio de dad: Y o trabajo por tí; p á g a m e . Es el
una polea y de una cuerda atada á dicho asesino que tiene privilegio para cometer
torno hizo subir á la miserable hasta el asesinatos que decreta el legislador, que
techo. Suspendida por los pulgares, un delibera el jurado, que manda el juez,
criado del verdugo la apaleaba. E n 1832 que consiente el sacerdote, que vigilan
en la isla de G-uernesey, donde ahora ha los soldados y que contempla el pueblo.
bito, el tormento por medio del látigo Es un asesino, que algunas veces tiene
estaba aun en vigor. E l verano pasado de su parte al asesinado: yo he discutido
una sentencia condenó á la pena de lati- algunas veces con un sentenciado á
gazos á un hombre de cincuenta años, muerte que se llamaba Marquis, que en
llamado Torode. teoría era partidario de la aplicación de
E n Paris, un dia del verano de 1818, esa pena; como t a m b i é n discutí con u n
hácia el medio dia, pasaba yo por la p í a magistrado que se llamaba Teste, que
za del. Palacio de la Justicia. Inmenso era partidario de las penas infamantes.
gentío rodeaba un poste; me acerqué Odiáis el asesinato hasta el extremo de
matar al asesino, y yo ódio el homicidio
(1) Matado. hasta el extremo de querer impedir que
GOJIO EL HIERRO DE LA ESTUFA, Y LO APLICO SOBRE EL HOMBRO DESNUDO.
EN E L D E S T I E R R O . 449
seáis homicidas. ¿Hay nada tan odioso deja una viuda y huérfanos castigados,
como i r todos contra uno, como reunir la castigados siendo inocentes. ¿En dónde
fuerza colectiva para causar la muerte? está la justicia de esa pena? Si la pena
U n hombre que mata á otro nos espan- de muerte no es justa, será útil? Sí, dice
ta, pero un hombre matado por los otros la teoría; su cadáver nos deja tranquilos.
hombres consterna el pensamiento. No, responde la práctica, porque su cadá-
No me cansaré de repetir que el crimi- ver os lega una familia sin padre y sin
nal, para reconocerse, para enmendarse recursos, y l a viuda tiene que prostituirse
y para desprenderse de la responsabili- para vivir, y los huérfanos tienen que
dad abrumadora que pesa sobre su alma, robar para comer. Dumollard, que era ya
necesita que le dejéis v i v i r el resto de su ladrón á la edad de cinco años, fué hijo
vida. Solo le concedéis algunos minutos, huérfano de u n guillotinado.
y . . . con q u é derecho? ¿Cómo os atrevéis Como se vé, la pena de muerte no es
á cargar con la responsabilidad de la ejemplar, n i justa n i útil. Qué es, pues?
temible abreviación de los fenómenos 8um qui sum. Tiene su razón de ser en sí
diferentes del arrepentimiento? ¿No com- misma. L a guillotina por l a guillotina,
prendéis que de ese modo la responsabi- el arte por el arte.
lidad llega á ser vuestra? Conseguís m á s Recapitulemos.
que matar á un hombre, porque m a t á i s Todas las cuestiones se levantan alre-
una conciencia. dedor de la pena de muerte; la cuestión
¿Con q u é derecho constituís á Dios en social, la cuestión moral, la cuestión filo-
juez antes de que llegue la hora de que sófica y la cuestión religiosa, sobre todo
sentencie? ¿Es que su justicia es uno de esta ú l t i m a . Vuelvo á repetir á los parti-
los grados de la vuestra? No podéis huir darios de la pena de muerte y á pregun-
de este dilema: ó sois creyentes ó no lo tarles si han reflexionado en la brusca
sois. Si sois creyentes, ¿cómo os atrevéis caida de una vida humana en el infinito,
á arrojar una vida á la eternidad? Si no caida inesperada en las profundidades,
sois creyentes, ¿cómo os atrevéis á arro- que se verifica antes de hora, como una
j a r u n sér en l a nada? especie de sorpresa que se trata de cau-
Existe u n criminalista que hace esta sar al misterio.
distinción: "Es un error llamar á la pena Colocáis u n sacerdote al lado del reo,
de muerte ejecución; debe llamarse repa- pero el sacerdote tiembla tanto como el
ración. L a sociedad no mata, cercena». paciente, porque t a m b i é n desconoce lo
Nosotros, que somos láicos, no com- insondable.
prendemos esas sutilezas. Sabéis lo que es lo desconocido? ¿Cómo
L a pena de muerte tiene partidarios os atrevéis á precipitar á nadie en él?
de dos clases; los que la explican y los Desde que en el empedrado de nuestras
que la aplican, ó en otros términos, los ciudades aparece u n p a t í b u l o , alrededor
que se encargan de l a teoría y los que se de ese punto terrible hay en la oscuri-
encargan de la práctica. Pero la teoría y dad u n inmenso estremecimiento, que
la práctica no están de acuerdo; se con- empieza en la plaza de la Grréve y no se
tradicen. Para destruir la pena de muer- detiene hasta Dios. L a ejecución capital
te solo se necesita abrir u n debate entre es la mano de la sociedad que pone á u n
la teoría y la práctica. Los partidarios hombre sobre un abismo, que al abrirla,
de este suplicio, por q u é lo quieren? ¿Por- le suelta y el hombre cae.
que el suplicio sirva de ejemplo? Sí, dice No nos cansemos de repetir este grito:
la teoría. No, contesta la práctica. Y ésta No m á s patíbulos; muera la muerte!
esconde el patíbulo todo lo m á s que pue- E l hombre pensador se reconoce en
de, destruye á Montfaucon, suprime al el respeto misterioso con que trata á la
pregonero público, l a evita los dias de v i d a .
mercado, levanta su mecanismo á media Dícese que los filósofos son soñadores,
noche y funciona á la madrugada; en porque pretenden abolir la pena de muer-
ciertos países, en A m é r i c a y en Prusia, te, por creer que causa el duelo de la
cuelgan y decapitan á puerta cerrada. humanidad. E l duelo?... Que vayan á
¿Están por la pena de muerte sus parti- presenciar una ejecución y verán cómo
darios porque creen que es justa? Sí, dice la m u l t i t u d se rie alrededor del cadalso.
la teoría, porque castiga al culpable. No, Que se convenzan de la realidad y no
replica l a práctica; es justo que se cas- se obstinen en permanecer en las nubes.
tigue al hombre culpable; pero si se le Dicen que es un acto salvaje y b á r b a r o
mata, su mujer queda viuda y sus hijos colgar á a l g ú n hombre y cortar alguna
huérfanos; por lo tanto, tras su muerte cabeza de vez en cuando... Deliran! ¡Quie-
57
TOMO I Y .
450 OBRAS D E VICTOR HUGO.
ren que no exista la pena de muerte! lago Leman y del Monte Blanco, el hom-
¿Puede imaginarse nada tan extrava- bre enseña á Dios la guillotina..
gante? ¡Pretenden que no haya patíbulos Hauteville-House 17 Noviembre 1862.,,
n i guerras! ¿Quién nos librará de los filó-
sofos? ¿Cuándo t e r m i n a r á n sus sistemas A pesar de que Víctor Hugo respon-
y sus teorías imposibles?... dió en seguida á la carta de M . Bost, la
Cualquiera que sea el resultado de deliberación del Comité constituyente
esta cuestión, vais á discutirla otra vez, fué m á s r á p i d a aun y estaba ya termi-
y os encargo que t e n g á i s á n i m o y que nada cuando llegó la carta. E l proyec-
combatáis la pena de muerte con todas to de Constitución sostenía la pena de
vuestras fuerzas. muerte, pero como el pueblo no habia
No hay pueblo que sea pequeño; hace votado aun, la cuestión no se habia deci-
poco tiempo se lo decia á la Bélgica, á dido definitivamente; por eso Víctor
propósito de los sentenciados de Charle- Hugo no se desanimó y remitió á Gine-
roi, y hoy me permito repetírselo á la hra esta segunda carta:
Suiza. L a grandeza de un pueblo no se "Apreciable Sr. Bost:
mide por el n ú m e r o de sus habitantes, L a carta que tuve el honor de r e m i t i -
como la grandeza de u n hombre no se ros el 17 de Noviembre creo que no ha-
mide por su talla. L a verdadera medida brá llegado á vuestras manos hasta el
es la cantidad de inteligencia y la canti- 19 ó el 20, porque hoy mismo acabo de
dad de virtud. E l que d á un gran ejem- leer en la Presse estas líneas, fechadas en
plo es grande. Las naciones p e q u e ñ a s Berna:
serán grandes el dia en que, entre pue- "Habéis reproducido la carta que diri-
blos fuertes por el n ú m e r o y vastos por gió Víctor Hugo á M . Bost, en Ginebra,
el territorio, pero obstinados por el fana- tratando el asunto de la pena de muer-
tismo, por las preocupaciones, por el te. L a publicación de esta carta ha
ódio, por l a guerra y por la esclavitud, llegado tarde; hace quince dias que l a
en contraposición practiquen aquellos lá Constituyente terminó sus trabajos. L a
fraternidad, destruyan el cadalso y glo- Constitución que ha elaborado no satis-
rifiquen el progreso. Las palabras son face los deseos del poeta, porque no su-
vanas si no están de acuerdo con las prime la pena de muerte m á s que para
ideas: no basta conseguir la República; se los delitos políticos. „
necesita conseguir l a libertad: no basta No, no ha llegado tarde.
ser demócratas; es preciso ser humanos. A l escribir la citada carta, m á s que al
E n el momento en que la Europa retro- Comité constituyente que propone, me
cede, seria magnífico que Grinebra avan- dirigía al pueblo que decide.
zase. Pensad que haria admirable efecto Dentro de pocos dias, el 7 de Diciem-
que vuestra p e q u e ñ a República aboliese bre, se someterá al pueblo el proyecto
la pena de muerte á l a faz de las monar- de Constitución. Luego m i carta ha lle-
quías; seria grandioso hacer revivir bajo gado á tiempo.
nuevo aspecto el antiguo antagonismo L a Constitución que en el siglo diez y
de Grinebra y de Roma, y ofrecer al mun- nueve contenga siquiera una p e q u e ñ a
do civilizado, por una parte á Roma con cantidad de pena de muerte, no es digna
su papado, que condena y mata, y á la de una República; quien dice República,
otra parte á Grinebra, perdonando con el dice expresamente civilización; y el pue-
Evangelio en la mano. blo de Ginebra, rechazando, como tiene
Pueblo de Ginebra, t u ciudad está si- derecho y deber, el proyecto que v á á
tuada sobre un lago edénico y colocada votar, realizará uno de esos actos doble-
en u n lugar bendito; rodéante todas las mente grandes, que llevan impresos á un
magnificencias de l a creación; la habi- mismo tiempo el sello de la soberanía y
tual contemplación de lo bello revela lo el sello de la justicia.
verdadero é impone deberes; la civiliza- Quizá creáis como yo que es útil pu-
ción debe ser armoniosa como la natura- blicar esta carta.
leza; sigue el ejemplo de tus clementes Os ofrezco otra vez l a seguridad de m i
maravillas; cree en t u cielo radiante aprecio y de m i viva cordialidad.
desde cuyo azul desciende la bondad, y VÍCTOR HUGO.
suprime el p a t í b u l o . No seas ingrato. Hauteville-House 29 Noviembre 1862. „
Que no se diga que por reconocimiento Se publicó esta carta; el pueblo votó y
y por cambio en el admirable rincón del rechazó el proyecto de Constitución,
mundo en el que p í o s colocó el espíen quedando abolida la pena de muerte en
dor sagrado de los Alpes, del Arve, del Grinebra.
1863.
La. lio-clia. de las naciones.—La Polonia c o n t r a el czar.-La I t a l i a
c o n t r a el Papa.-Méjico c o n t r a Bonaparte.
muertos son invisibles, pero no están vitaron á Víctor Hugo á formar parte
ausentes. de esta comisión, y contestó lo siguiente:
Hagamos justicia á la muerte y no "Acepto y os doy las gracias.
seamos ingratos con ella. No es, como se Me enorgullecerá ver m i nombre entre
dice, una caida n i una emboscada. Es los nombres eminentes de la comisión
u n error creer que todo se pierde en la que ha de levantar u n monumento á
oscuridad de la fosa abierta; al contrario, Beecaria.
todo se encuentra aquí. L a tumba es un L a nación que erige semejante monu-
sitio de restitución. A q u í el alma vuel- mento debe ser dichosa y bendecida, por-
ve á asirse al infinito; a q u í recobra su que ante la e s t á t u a de Beecaria es impo-
plenitud; aquí entra en posesión de su sible ya la pena de muerte.
misteriosa naturaleza; a q u í se desliga Felicito á la I t a l i a , porque elevar la
del cuerpo, de su peso, de sus necesida- e s t á t u a á Beecaria significa abolir el pa-
des y de la fatalidad. L a muerte es la tíbulo. Si cuando esté erigida el cadalso
mayor de las libertades y el mayor de saliera del suelo, la e s t á t u a se h u n d i d a
los progresos. L a muerte es la ascensión en él.
de todo lo que ha vivido á un grado su-
perior. E n ella cada uno recibe su aumen VÍCTOR HUGO.
to, y todo se transfigura en la luz y para Hauteville-House 4 Marzo 1865.,,
la luz; el que fué honrado en el mundo
se convierte en hermoso, el que ha sido
hermoso se convierte en sublime.
¿Por q u é estoy aquí, yo que hablo, y III.
qué es lo que traigo á esta fosa? ¿Con
qué derecho dirijo la palabra á la muer- E l centenario del Dante.
te? Qué soy? Nada; pero me e n g a ñ o , soy
algo. Soy un proscripto; desterrado á la
fuerza ayer, desterrado voluntariamente Señor Gonfaloniero de Florencia:
hoy. E l proscripto es el vencido, el ca Vuestra honorable carta me ha con-
lumniado, el perseguido, el desheredado movido al ver que me convidáis á tan
de la patria; el proscripto es un inocente honrosa festividad. Vuestro comité na-
que sufre el peso de una maldición. Por cional desea que yo dirija la palabra en
eso su bendición puede ser útil, y por eso esa solemnidad augusta. Hoy la Italia,
bendigo esta tumba. á la faz del mundo, se afirma dos veces,
Bendigo al sér noble y hermoso que estableciendo su unidad y glorificando
encierra. E n los desiertos se encuentran á su poeta. L a unidad es la verdadera
oásis y en el destierro almas. Emilia de vida de un pueblo; I t a l i a es una, y uni-
Putron ha sido una de ellas, y vengo á ficarse es renacer. A l elegir este aniver-
pagarle la deuda de haber consolado á sario para solemnizar su unidad, parece
los desterrados. E n nombre de las aflic- que la I t a l i a desee nacer el mismo dia
ciones que m i t i g ó , en nombre de las que el Dante. Ese deseo es magnífico.
pruebas del destino, que acabaron para L a Italia, en efecto, se encarna en
ella y c o n t i n ú a n para nosotros; en nom- Dante Alighieri: como él, es valiente,
bre de todo lo que esperaba ayer y de lo pensadora, altiva, m a g n á n i m a , á propó-
que alcanza hoy, en nombre de todo lo sito para el combate y á propósito para
que ella amó, yo la bendigo; la bendigo la idea: como ól, amalgama en una sín-
en su belleza, en su juventud, en su ter- tesis profunda la poesía y la filosofía.
nura, en su vida y en su muerte; la ben- Como él, ama la libertad; y el Dante
digo en la blanca ropa del sepulcro, en tiene como ella la grandiosidad, con que
su casa que deja desolada, en su a t a ú d llena su vida, y la belleza, con la que
que su madre llenó de flores y que Dios llena su obra. L a Italia y el Dante se
l l e n a r á de estrellas!.... confunden en una especie de penetra-
ción recíproca que los identifica, y bri-
llan el uno dentro de la otra. I t a l i a es
II. augusta, como ól es ilustre; tiene el mis-
mo corazón, la misma voluntad, el mis-
L a estatua de Beecaria. mo destino. Se parecen en el temible
poder latente que tuvieron en el infor-
tunio. I t a l i a es reina y el Dante es
Se n o m b r ó en I t a l i a una comisión pa- genio; como ól, ella ha estado proscripta;
r a erigir un monumento á Beecaria. I n - como ella, ól ciñe corona; como ól, ella
EN E L D E S T I E R R O . 457
sale del infierno. ¡ Q-loria á su brillante J cion. Los que sabemos leer y escribir te
salida! i veneramos, madre, ya que somos roma-
Italia ha conocido los siete círculos; ha nos con Juvenal y florentinos con el
sufrido y ha pasado por desmembracio- Dante.
nes funestas; ha sido una sombra, u n tér- I t a l i a tiene de admirable que es l a pá-
mino geográfico. Hoy día es la verdade- tria de los precursores. Se ven en ella, y
ra Italia, como Francia es Francia, como en todas las épocas de su historia, gran-
Inglaterra es Inglaterra; ha resucitado des comienzos; empieza sin cesar el su-
armada y deslumbradora; se ha librado blime bosquejo del progreso. E s t á dota-
ya de su pasado oscuro y trágico; co- da de esa iniciativa santa; es apóstol y
mienza á ascender hácia el porvenir, y artista. L a barbarie le repugna. Es la
es espectáculo grandioso que, en esta primera que ha hecho conocer al mundo
hora resplandeciente, en la plenitud de el exceso de penalidad, así en la tierra
su triunfo, de su progreso, de su civiliza- como fuera de la vida. Por dos veces
ción y de su gloria, se acuerde de la no- anzó el grito de alarma contra los supli-
che sombría en l a que el Dante la i l u - cios; primero contra S a t a n á s , después
minó. contra F a r i n á c e o . Existe un lazo profun-
Es dar un gran ejemplo mostrar los do entre la Divina comedia, que denuncia
pueblos gratitud á los grandes hombres. al dogma, y el Tratado de los delitos y de
No siempre los pueblos son ingratos. E n las penas, que denuncia á la ley. L a I t a l i a
momentos dados fué un hombre la con- aborrece al mal, y combatió á ese móns-
ciencia de una nación, y glorificando á •:ruo bajo dos formas; bajo la forma del
ese hombre, la nación certifica su con- infierno y bajo la forma del patíbulo.
ciencia. Toma por testigo, digámoslo Dante peleó en el primer combate y
así, á su propio espíritu. Italianos, amad, Beccaria en el segundo.
conservad y respetad vuestras ciudades
ilustres y magníficas, pero venerad al Bajo otros puntos de vista el Dante es
Dante. Vuestras ciudades son la p á t r i a , un precursor.
pero el Dante ha sido su alma. Dante empolló en el siglo trece la idea
Seis siglos han formado el pedestal del que se ha abierto en el siglo diez y nue-
Dante. Los siglos transforman á la civi- ve. Sabia que no debe faltar ninguna
lización. E n cada siglo surge en cierto realización al derecho y á la justicia; sa-
modo otro género humano, y puede de- bia que la ley de crecimiento es divina y
cirse que la inmortalidad del Dante la deseaba la unidad de Italia. Su utopia
han afirmado seis veces seis humanida- es un hecho en la actualidad. Los deli-
des nuevas. Las humanidades futuras rios de los grandes hombres son las ges-
c o n t i n u a r á n glorificándole. taciones del porvenir. Los pensadores
s u e ñ a n lo que debe ser.
L a I t a l i a ha pasado por largo eclipse,
durante el que el mundo tuvo frió; pero L a unidad que Grerardo Q-root y Ren-
la Italia vivia; digo m á s , hasta en su os- chlin reclamaban para Alemania y que
curidad, la I t a l i a brillaba. L a Italia es- Dante deseaba para Italia, no solo es la
taba tendida en el a t a ú d , pero no habia vida de las naciones, sino que es el fin
muerto; porque eran en ella signos de de la humanidad: en los puntos en que
vida las letras, la poesía, la ciencia, los las divisiones desaparecen, el m a l se des-
monumentos, los descubrimientos y las vanece. Si la esclavitud v á á desapare-
obras magistrales. E l arte irradiaba mag cer en América, es porque v á á renacer
níficamente desde el Dante hasta Miguel la unidad. L a guerra tiende á extinguir-
A n g e l , ó hicieron inmensa y doble aber se en Europa, porque la unidad tiende á
tura en la tierra y en el cielo; en la tier formarse. H a y u n verdadero paralelis-
ra, Cristóbal Colon, y en el cielo, Ga- mo entre la decadencia de las calamida-
lileo. L a I t a l i a muerta realizaba esos des y el advenimiento de la unidad hu-
prodigios; por eso digo que vivia: su cla- mana.
ridad protestaba desde el fondo de su se- Es uno de sus magníficos síntomas fes-
pultura. L a I t a l i a era una tumba de la tejar á todos los hombres célebres las na-
que salió la aurora. ciones. Fiestas como ésta las celebra Ale-
L a I t a l i a , encadenada, sangrienta y mania para honrar á Schiller, Inglaterra
enterrada, practicó l a educación del m u n para honrar á Shakespeare y la I t a l i a
do. Teniendo una mordaza en l a boca para honrar al Dante. L a Europa toma
encontró el medio de que hablara su parte en estos festejos. Esta es la comu-
alma. Desarrugó los pliegues de su su- nión sublime, en la que cada nación d á
dario para prestar servicios á la civiliza- á las otras una parte de su gran hombre.
TOMO I V .
58
458 OBRAS D E VICTOR HUGO.
astro. E l astro está detrás del horizonte dotó de naturaleza tan serena y tan
y os espera. hermosa. ¡ L e v a n t a r un patíbulo en Jer-
Perdonad al solitario que, provocado sey!
por vuestras palabras graves y elocuen- A m o á esa isla y su proceder me
tes y por vuestro poder de asociación, ha afecta.
interrumpido un momento su' silencio. E n todas partes hoy parece que tratan
Vuelvo á m i soledad, pero antes permi- de apagar la luz; pero no nos cansemos
tidme estrechar- vuestra mano. de luchar, que si el presente está sordo
VÍCTOR HUGO. á nuestros deseos, lancemos al porvenir,
que nos oirá, las protestas de l a verdad y
Hauteville-House 19 Marzo 1866. de la humanidad contra la sombría no-
che actual.
VÍCTOR HUGO.
II.
Bradley sentenciado á muerte
en Jersey. III.
L a Creta.
CARTA Á UN AMIGO.
Bruselas 27 Julio 1866. Se quejan en Atenas. E n la patria de
Estoy viajando y vos t a m b i é n , por lo Fidias y de Esquilo, m u l t i t u d de voces
que no só á dónde dirigiros esta carta. pronuncian m i nombre y me llaman.
L l e g a r á á vuestras manos? Recibí la Qué soy para merecer tanta honra?
vuestra, pero me faltó uno de los perió- Nada; u n vencido. ¿Quiénes se dirigen á
dicos que me citáis en ella. Queréis que mí? Los vencedores.
intervenga en el proceso Bradley y des- Sí, candiotas heróicos, estáis oprimidos
conozco completamente esa causa. Por hoy, pero seréis los vencedores del por-
otra parte, Bradley solo es un detalle; venir si perseveráis. Aunque os ahoguen
su suplicio se pierde en el gran supli- triunfareis. L a protesta de la a g o n í a es
cio universal. L a civilización está en una fuerza. Es u n llamamiento á Dios,
este momento en el potro. E n Inglaterra que destruye á los reyes. Los todopode-
se restablecen los fusilamientos, en Rusia rosos que tenéis en contra, las coalicio-
la tortura y en Alemania el bandoleris- nes de fuerzas ciegas y de preocupaciones
mo. E n Paris está prostituida la con- tenaces, las antiguas tiranías armadas
ciencia política, la conciencia literaria tienen gran facilidad para naufragar,
y l a conciencia filosófica. L a guillotina aunque llevan la tiara en la popa y el
francesa trabaja emulando á la horca turbante en la proa; el vetusto navio
inglesa. m o n á r q u i c o hace agua y zozobra á estas
E n todas partes ponen en el tormen- horas en Méjico, en Austria, en E s p a ñ a ,
to al progreso, reniegan de la libertad é en Hannover, en Sajonia, en Roma y en
insultan al ideal. E n todas partes la otras partes. Perseverad.
reacción prospera con los diferentes No podéis ser vencidos, porque aho-
pseudónimos de órden, buen gusto, buen gar una insurrección no es suprimir u n
sentido y leyes rectas; palabras todas principio. Nada importan los hechos con-
que mienten. sumados, porque solo el derecho es per-
L a p e q u e ñ a isla de Jersey era an manente. E l derecho es insumergible;
tes la avanzada de los grandes pueblos; aunque el oleaje de los acontecimientos
era libre, honrada, inteligente y humana; pase por encima de él, luego reaparece.
al ver que el mundo retrocede, parece Después de ahogada la Polonia, sobre-
que t a m b i é n quiera retroceder. Paris ha nada.
decapitado á Eilippe y Jersey vá á ahor- Hace noventa y cuatro años que l a
car á Bradley. política europea acarrea ese cadáver y
Esta es una emulación en sentido i n - que los pueblos miran flotar su alma por
verso del progreso. encima de los hechos consumados.
E l 10 de Agosto, que es dia de fiesta Pueblo de Creta, t a m b i é n vuestro ca-
en la isla, a h o r c a r á n á u n hombre. Jer- dáver encierra u n alma.
sey parece que tenga accesos de feroci- Grriegos de C a n d í a , tenéis de vuestra
dad, como un rey de Prusia ó como un parte el derecho y el buen sentido. L o
emperador de Rusia. que sucederá en I t a l i a ha de suceder en
Es una ingratitud hácia Dios, que la Grecia: no puede devolverse Venecia á
EN E L D E S T I E R R O . 461
la una sin devolver la Creta á la otra. los niños. Es útil destruir los sembrados
E l mismo principio no puede ser verda- ó incendiar los pueblos. E l motivo que
dero en una parte y falso en otra. L o explique estas exterminaciones y que i n -
que en I t a l i a es aurora no puede ser en duzca á tolerarlas se escapa á nuestra
Grecia sepulcro. penetración. Nos asombran igualmente
Entre tanto corre la sangre y l a Euro- las atrocidades que se cometieron en
pa la deja correr; se ha acostumbrado Alemania este verano. Las humillacio-
ya: hoy le toca derramarla al sultán, y nes que se sufren en un largo destierro
extermina una nacionalidad. estupidizan á los hombres; yo, que las su-
¿Existe acaso el derecho divino turco fro, estoy en este caso, y no puedo com-
que sea venerable para el derecho divi- prender las poderosas razones que moti-
no cristiano? van los asesinatos actuales.
E l asesinato, el pillaje y la violación Pero no importa: la cuestión de Creta
se enseñorean de Candía, como hace seis está ya puesta sobre el tapete y se resol-
meses se enseñoreaban de Alemania. L o verá como todas las cuestiones de este
que no se permite á los bandidos se per- siglo, por medio d é l a emancipación.
mite á la política. Se llama ser hombre L a Grecia estará completa, lo mismo
de Estado tener l a espada al lado y pre- que la Italia; esto es lo que Francia debe
senciar tranquilamente las matanzas. á sus dos madres: Francia p a g a r á esa
Parece que está interesada la religión deuda y c u m p l i r á ese deber. Cuándo?
en que los turcos degüellen tranquila- Perseverad.
mente á C a n d í a y que la sociedad se VÍCTOR HUGO.
conmoveria en sus cimientos si entre
Scarpento y Cyterea no se acuchillase á Hauteville-House 2 Diciembre 1866.
1. 8 6 ^ .
L a T-iarq-iaía s o b r e Greta.—La I n g l a t e r r a s o b r e I r l a n d a .
Méjico r e t r o c e d e . - P o r t u g a l avanza.
M a x i m i l i a n o . — J o l i n B r o w n . - . i H e r n a n i . i i - L x i i s B o n a p a r t e . - L o s n i ñ o s pobres.
IV. VI.
Voltaire. lia pena de muerte abolida en Por-
tugal.
E n 1867 E l Siglo abrió una suscricion
popular para erigir una estatua á Vol- " E l rey D . Luis de Portugal, antes de
taire. Víctor Hugo envió la lista de salir de su pais para i r á visitar la Expo-
suscricion del grupo de los proscriptos sición universal, ha tenido la honra de
de Q-uernesey, a c o m p a ñ a d a de las si- i r m a r ú n a ley que votaron las dos Cá-
guientes líneas, que dirigió al redactor maras del Parlamento, en la que se su-
de M Siglo: prime la pena de muerte.
"Suscribirse á la estatua de Voltaire Este 'acontecimiento, notable en la
es u n deber público. historia de la civilización, dió pié á que
Voltaire es un precursor. mediaran entre u n noble p o r t u g u é s y
Es el porta-antorcha del siglo diez y Víctor Hugo las dos cartas siguientes.,,
ocho, que precede y que anuncia la Re- {Correo de Europa, 10 Agosto 1867.)
volución francesa. Es la estrella de ese
gran m a ñ a n a .
Los sacerdotes tienen razón para lla- "A VICTOR HUGO.
marle Lucifer.
VÍCTOR HUGO.,, Lisboa 27 Junio 1867.
Acabamos de conseguir u n gran t r i u n -
fo. L a civilización ha dado un paso de
V. gigante; el progreso ha adquirido nueva
Jolin Brown. solidez; resplandece la luz y las tinieblas
retroceden.
L a humanidad ha alcanzado una vic-
toria inmensa. Las naciones r e n d i r á n su-
Los gerentes de u n diario de Paris t i cesivamente homenaje á la verdad y los
tulado L a Cooperación organizaron hace pueblos a p r e n d e r á n á conocer á sus ver-
algunos meses una suscricion, limitada á daderos amigos.
unpenny, para ofrecer una medalla á la Maestro, vuestra voz, que se oye siem-
viuda de Abraham L i n c o l n . Después de pre cuando se trata de defender un gran
cumplir este objeto, abrieron una suscri- principio, cuando se trata de proclamar
cion parecida para ofrecer igual testimo- una gran idea ó de exaltar acciones no -
nio á la viuda de John Brown, y escri- bles; vuestra voz, que no se cansa nunca
bieron con este motivo á Víctor Hugo de pleitear por el oprimido en contra del
éste contestó lo siguiente: opresor; vuestra voz, que se oye con res-
"Os agradezco la invitación. peto desde Oriente á Occidente y cuyo
M i nombre pertenece á todos los que eco llega hasta los últimos puntos del
quieran servirse de él para defender la universo; vuestra voz, que suena fuerte,
verdad y para defender el progreso. vigorosa y terrible, como la del profeta
Si Lincoln merece una medalla, tam gigante de la humanidad, llegó hasta
bien la merece John Brown. Paguemos aquí; la hemos oido, ha conmovido nues-
esta deuda, mientras esperamos que la tros corazones y la hemos traducido en
A m é r i c a pague la suya. L a A m é r i c a un gran hecho: en este rincón del mundo,
debe á John Brown una e s t á t u a tan alta bendito, pero casi invisible en Europa;
como l a de Washington; si éste fundó l a en esta tierra del extremo del Occidente,
R e p ú b l i c a , John Brown p r o m u l g ó l a l i - que fué célebre en otrostiempos, que supo
bertad. escribir p á g i n a s brillantes é indelebles en
Os estrecho la mano. la historia de las naciones, que abrió los
VÍCTOR HUGO. puertos de la India al comercio del mun-
do, que descubrió regiones desconocidas,
Hauteville-House 3 J u l i o 1867.,, cuyos altos acontecimientos casi ha ol-
vidado la civilización en sus modernas
conquistas; en este pequeño pueblo, en
fin, que se l l a m a Portugal.
EN E L DESTIERRO. 469
¿Por q u é los pequeños y los humildes Deseo gloria á Portugal y á vos íeli-
no han de levantar la voz al llegar e l | c i di aadd..
siglo diez y nueve casi á su término, para Os estrecho cordialmente la mano.
decir á los grandes y á los poderosos: ^La VÍCTOR HUGO.
humanidad gime, regenerémosla; la hu-
manidad está inquieta, calmémosla; la Hauteville-House 15 Julio.,,
humanidad v á á caer en el abismo, sal-
vémosla?,, ¿Por q u é los pequeños no en-
s e ñ a r á n á los grandes el camino de la VII.
perfección? ¿Por q u é no han de poder,
aunque sean pequeños, enseñar á los po- Hernani.
derosos el camino del deber?
Portugal es una región m u y reduci-
da, pero el árbol de la libertad crece en E n los destierros se encuentran deta-
él vigorosamente; Portugal es una re lles de todas clases que deben marcarse,
gion muy reducida, pero en ella no hay peqUeño que sea el proscriptor; por-
m un solo esclavo; Portugal es una re- ^ ^ histoíia se completa con esas
gion m u y reducida, pero ^s una gran ¿uriosidades. Luis Bonaparteno se satis-
nación, como vos mismo habéis dicho. | fizo con proscribir solo á Víctor Hugo,
Os participo, maestro, que acabamos de sino que proscribió t a m b i é n el Hernani y
conseguir un gran triunfo: las dos C á los demás dramas del escritor desterra-
marasdel Parlamento acaban de votar d0i No A b a s t a b a desterrar al hombre
la abolición de la pena de muerte quiso desterrar t a m b i é n su pensamien-
Esta abolición, que hace ya anos exis- t0 y si pudiera desterrarla t a m b i é n su
tía de hecho, existe ya de derecho; es ya recUer¿[0
ley, la gran ley de una nación p e q u e ñ a . E n 1853 era sedicioso el retrato de
Que sigan los otros pueblos este noble Víctor H u g o , y prohibió á P e í v e y y á
ejemplo y esta lección santa. , Marescq que lo publicasen al frente
Recibid el abrazo respetuoso que os de una nueva edición que pusieron en
envía vuestro apasionado amigo y hu- yenta.
milde discípulo, Pero las puerilidades concluyen por
PEDRO DE BRITO ARANHA. cansar y la opinión se impacienta y re-
clama. E n 1867, con motivo de la Expo-
sición universal, Bonaparte permitió la
representación del Hernani. No lo permi-
"A M. PEDRO DE BRITO ARANHA. tió mucho tiempo, como ya veremos.
Recibí vuestra noble carta, que me I Después de la segunda prohibición, ^ r -
hizo latir el corazón \nam n0 volv10 á aparecer hasta ahora
n • , en el teatro F r a n c é s . Se permitió que se
Conocía esa gran noticia, pero me ha . . oar, T„^- i
•n i. & -i • j representase en 1867 el 20 de Jumo, el
sido muy grato recibir por medio de vos mismo ^ aia
-,• en que x n ^ ^ T J , , ^ • Í. ' ^
T • A-^1 ^ mismo
dia por día en que Víctor
el emperador Hu^o mterce-
Maximiliano, y los
el simpático eco.
Decís muy bien; no hay pueblos i "n1i! poetas jóvenes contemporáneos dirigió-
hombres pequeños Bees i o s i ^ a m u s t r e dramaturgo la siguiente
pueblos pequeños guian á los grandes. carta:
Los pueblos en los que imperan los ^Querido é ilustre maestro:
déspotas son leones que tienen puesto el Acabamos de saludar con los m á s en-
bozo.
A m o y glorifico á vuestro hermoso y tusiastas aplausos la aparición del Ser-
querido Portugal: es libre, pues es gran- nani en el teatro. E l nuevo triunfo ^ que
de. Acaba de abolir la pena de muerte. hoy consigue el gran poeta francés ha
Realizar ese progreso es dar el paso llenado de a l e g r í a á la poesía jó ven, y l a
decisivo de la civilización. Desde hoy noche del 20 de Junio formará época en
Portugal se ha colocado á la cabeza demuestra existencia.
Europa. Una tristeza se inmiscuye en nuestra
Los portugueses nunca dejaron de ser alegría. Vuestra ausencia a p e s a d u m b r ó
navegantes intrépidos: avanzaron anti- á vuestros compañeros de gloria de
guamente en el Océano, y hoy avanzan 1830, porque no podían estrechar la
hácia la verdad. Proclamar principios mano del maestro y del amigo; pero esta
es todavía m á s honroso que descubrir pesadumbre ha sido m á s dolorosa toda-
mundos. I vía para los jóvenes que no han conse-
470 OBRAS D E VICTOR HUGO.
guido nunca estrechar la mano del au- que vosotros continuáis y que compren-
tor de L a leyenda de los siglos. de la alta crítica de nuestros dias. Repito
Y a que eso no pueden, se glorían al que los esfuerzos reaccionarios no preva-
menos, querido ó ilustre maestro, de en- "ecerán contra estas evidencias. L a alta
viaros el homenaje de su respetuoso afec- crítica está acorde con la alta poesía.
to y de su a d m i r a c i ó n sin límites. E n la medida de lo poco que valgo
Sully Frudhomme, Armand Silvestre, doy las gracias y felicito á la crítica su-
Francois Coppée, Georges Lafenestre, Léon Derior, que habla con tanta autoridad en
Valade, Léon Dierx, Jaén Aicard, Faul- a prensa política y en la prensa litera-
Verlaine, Albert Mérat, André Theuriet, ria, que tiene el sentido profundo de la
Armand Renaud, Louis-Xavier de Bicard, filosofía del arte y que aclama u n á n i m e -
H . Cazalis y Ernest di Hervilly.^ mente á 1830 como á 1789. Recibid
Víctor Hugo respondió: también, jóvenes compañeros, m i agra-
decimiento.
"Queridos poetas: E n el extremo de la vida á que he lle-
L a revolución literaria de 1830, coro- gado se vé ya de cerca el fin, esto es, el
lario y consecuencia de la revolución infinito. Cuando este fin está tan próxi-
de 1789, es u n hecho propio de nuestro mo, abandonar el mundo solo deja ya
siglo; yo soy el humilde soldado de ese sitio en nuestro espíritu para preocu-
progreso: combato por la revolución bajo 3 a c i o n e s severas. Sin embargo, antes de
su í o r m a literaria y bajo su forma social, a melancólica partida, cuyos preparati-
teniendo la libertad por principio, el pro- vos me ocupan en la soledad, he tenido
greso por ley y el ideal por tipo. la honrosa satisfacción de recibir vuestra
No soy nada, pero l a revolución lo es elocuente carta, que me d á un sitio en-
todo, y ha fundado la poesía del siglo tre vosotros, y me parece en m i ilusión
diez y nueve. Que 1830 tenia razón, lo una puesta de sol cerca de una aurora.
demuestra 1867. Vuestras jóvenes famas Me deseáis la bienvenida, á mí, que estoy
me lo prueban. p r e p a r á n d o m e para dar el último adiós.
Nuestra época obra con profunda ló- Gracias. Estoy ausente por deber; m i
gica, que pasa desapercibida para los es- resolución es inquebrantable, pero m i
píritus superficiales, pero contra la que corazón está entre vosotros.
no prevalecerá ninguna reacción. E l Me envanece ver que vuestros nom-
gran arte forma parte del gran siglo, es bres rodean al m i ó , porque vuestros
su alma. nombres son para m í una corona de es-
Q-racias á vosotros, jóvenes y s i m p á t i trellas.
eos talentos, nobles espíritus, l a ilustra VÍCTOR HUGO.
cion se e x t e n d e r á m á s y m á s cada dia.
Nosotros los viejos combatimos; vosotros Bruselas 22 Julio 1867.,,
los jóvenes conseguiréis la victoria.
Víctor Hugo escribió y publicó una
E l espíritu del siglo diez y nueve com-
larga poesía titulada Mentaría, dedicada
bina la alianza democrática de lo verda
á Garibaldi, que produjo gran excita-
dero con l a ley eterna de lo bello. L a
ción y que en su sitio publicaremos. U n
irresistible corriente de nuestra época se
mes después de publicada aparecieron
dirige hácia esta aspiración soberana, la
diez y siete traducciones, algunas de
libertad en las inteligencias y el ideal en
ellas en verso. L a oposición implacable
el arte. Dejando aparte todo lo que es
que le hizo la prensa clerical hizo reso-
personal, desde hoy puede asegurarse,
nar m á s la susodicha poesía.
como acabamos de ver, que se ha pacta
Su publicación dió motivo á un inci-
do ya la alianza entre todos los escrito
dente. E l mes de Noviembre de 1867 se
res, entre todos los talentos y entre todas
representaba Hernani en el teatro Fran-
las conciencias, para realizar este resul-
cés y en el Odeon iban á representar el
tado magnífico. L a generosa juventud
Buy Blas. Mandaron suspender las re-
que representáis desea con imponente
presentaciones del Hernani, y Víctor
entusiasmo la revolución entera, así en
Hugo recibió en Q-uernesey esta carta:
la poesía como en el Estado. L a ü t e r a t u
ra debe ser al mismo tiempo democrática " E l director del teatro imperial del
é ideal: democrática para corresponder Odeon tiene el honor de enterar á mon-
á la civilización; ideal para correspon- sieur Víctor Hugo que se ha prohibido
der al alma. volver á poner en escena el Ruy Blas.
E l drama es el pueblo, la poesía es CHILLY.,,
el hombre. Esta es l a tendencia de 1830 Víctor Hugo respondió:
EN E L D E S T I E R R O . 471
"A M . L U I S BONAPAHTE, en todas partes comidas semanales para
la infancia pobre, y que se fundan según
EN LAS TULLERÍ AS. el modelo de la mia; se establecen en
Os acuso de haber recibido la carta Suiza, en Inglaterra y sobre todo en
que firma Chilly. América. Ayer recibí el periódico inglés
Leith Filot, que recomienda con entusias-
VÍCTOR HUGO.,, mo un establecimiento de esta clase.
E l a ñ o anterior os leí una carta inserta
en el Times, que anunciaba en Lóndres
VIII. la fundación de una comida para tres-
JJOH niños pobres.
cientos veinte niños. Hoy puedo leeros
otra carta, que me escribe lady Thomp-
son, tesorera de una comida de niños po-
bres, establecida en la parroquia de
Navidad.—1867. Marylebone, en la que se admiten 6.000
Me hace experimentar siempre cierto niños. De 300 á 6,000 es una progresión
embarazo ver muchas personas reunidas magnífica de u n a ñ o á otro. Felicito y
alrededor de una mesa tan sencilla y tan doy las gracias á la noble lady Thomp-
p e q u e ñ a . Soy un solitario que abro una son, ya que por ella y por sus honorables
vez cada a ñ o m i casa para que vea el amigos ha fructificado la idea del solita-
que quiera verla una humilde festivi- rio. E l arroyuelo de Guernesey se ha
dad, una hora de a l e g r í a que no concedo convertido en Lóndres en caudaloso rio.
yo, sino Dios, á cuarenta niños pobres. Todos los mortales tenemos que cum-
E n un a ñ o de miseria gozar un dia de plir en la tierra deberes de diferentes
regocijo no es mucho. clases. Primeramente nos impone Dios
Señoras, á vosotras me dirijo, porque los deberes severos. Debemos luchar por
¿á quién debe ofrecerse la alegría de los el interés de todos los hombres; debemos
niños m á s que al corazón de las muje- combatir á los fuertes y á los poderosos;
res? Pensad todas en vuestros hijos al á los fuertes cuando abusan de la fuerza,
contemplar á éstos, y en l a medida de á los poderosos cuando emplean el poder
vuestras fuerzas, y para empezar desde para hacer daño; debemos coger por el
l a niñez la fraternidad humana, vosotras cuello á los déspotas, sean lo que fueren,
que sois madres, dichosas y favorecidas desde el carretero que maltrata á u n ca-
por la suerte, procurad conseguir que ballo hasta el rey que oprime á u n
los niños pobres no envidien á los niños pueblo. Resistir y luchar son necesidades
ricos. Sembremos amor; de esta manera rudas, y la vida seria m u y dura si solo
apaciguaremos a l porvenir. tuviese ese objeto.
Como dije el a ñ o anterior en ocasión Algunas veces, cuando se agotan las
igual, hacer bien á cuarenta niños es un fuerzas, pedimos en cierto modo al deber
hecho insignificante; pero si el n ú m e r o que nos dispense de seguir luchando, y
de cuarenta, con el auxilio de las buenas volviéndonos h á c i a l a conciencia, le pre-
almas, se aumentase indefinidamente, guntamos: Q u é quieres que haga? ¿qué
entonces este hecho l l e g a r á á ser u n ejem- es lo que puedo hacer? Debes continuar
plo útil. Solo como medio de propagan- luchando, responde la conciencia. Sin
da he consentido que tenga publicidad embargo, interrumpimos un instante la
la comida de los niños pobres, instituida lucha y nos detenemos para contemplar
en Hauteville-House. los niños pobres, para contemplar los
Esta fundación tiene dos objetos prin rostros frescos, luminosos y rosados del
cipales; uno de higiene y otro de propa alba augusta de la vida, que nos con-
ganda. mueven, y pasamos de l a indignación á
Bajo el punto de vista higiénico conse- la ternura: entonces comprendemos la
g u í lo que me propuse. L a prueba es que vida entera y damos gracias á Dios, por-
desde hace seis años que se instituyó que si nos proporciona poderosos y
la comida de los niños pobres, de los malvados á quienes combatir, nos pro-
cuarenta que participan de ella solo han porciona t a m b i é n inocentes y débiles á
muerto dos. Dos en seis años! Entrego quienes socorrer, y al lado de los debe-
este hecho para que reflexionen sobre él res severos nos impone deberes sonrien-
á los higienistas y á los médicos. tes. Los últimos nos consuelan de los
Bajo el punto de vista de la propa- primeros.
ganda, t a m b i é n voy consiguiendo lo que
me propuse. Empiezan ya á establecerse
1. 8 6 8 .
M a n i i i en la. tu-mba..—Flonr-ens en la cárcel,—La libertad.,
c o m p r i m i d a en Creta, reaparece
en. España.—Después del del^er con. los d e m á s liomlDres, el deber con los n i ñ o s .
I. se q u i t a r á el velo y se convertirá en l a
paz, permaneciendo siempre libertad.
Manin. H é a q u í lo que anuncia la entrada de
Manin en Venecia. Muertos como él nos
traen una esperanza.
Invitaron los patriotas venecianos á VÍCTOR HUGO.
Víctor Hugo á asistir á la ceremonia de Hauteville-House 16 Marzo 1868,,,
la traslación de las cenizas de Manin á
Venecia, y respondió con l a siguiente
carta:
II.
"Me escribís desde Venecia pregun-
t á n d o m e si quiero decir algo que haga €rustavo Flonrens.
referencia á la ilustre jornada del 22 de
Marzo. Quiero decir lo que sigue.
A Manin le han arrancado Venecia, Ciertos hechos nos hacen lanzar u n
como Roma á Graribaldi. Manin muer- grito de i n d i g n a c i ó n .
to, toma posesión de Venecia, y Graribal- Gustavo Flourens es u n jóven escritor
di vivo, e n t r a r á en Roma. de talento: su padre se sacrificó á la cien-
L a Francia no tiene derecho á pesar cia y él se sacrificó al progreso. Cuando
sobre Roma, como Austria no tiene de- estalló la insurrección de Creta acudió
recho á pesar sobre Venecia. allí. L a naturaleza le hizo pensador y l a
L a misma usurpación t e n d r á el mismo libertad soldado; se dedicó á defender la
desenlace; el desenlace que h a r á crecer causa cretense; luchó por que Creta per-
á Italia y engrandecerse la Francia. teneciese á la Grrecia; adoptó fielmente á
Todos los actos justos que realiza un esa C a n d í a heróica; sufrió en esa tierra
pueblo son actos grandiosos. L a Francia infortunada calor y frió, hambre y sed;
libre tenderá la mano á la Italia comple- guerreó en los sombríos campos de bata-
ta. Las dos naciones se a m a r á n ; lo digo lla; y m á s de una vez, después del com-
con alegría profunda, porque soy hijo de bate, d u r m i ó sobre la nieve al lado de los
Francia y nieto de Italia. E l triunfo ac- muertos. Dió por esa causa no solo su
tual de Manin predice el triunfo de Gra- sangre, sino su dinero, llegando en una
ribaldi m a ñ a n a . E l dia 22 de Marzo es ocasión á prestar trescientos francos a l
un dia precursor. gobierno de Creta. Después de algunos
Semejantes sepulcros encierran prome- años de continuos sacrificios, ese ciuda-
sas. Manin fué u n combatiente y u n dano francés se hizo cretense. L a Asam-
proscripto del derecho, y luchó por losblea nacional candiota le n o m b r ó ad-
principios con su luminosa espada. Tuvo, junto, le envió á Grrecia para hacer
como Garibaldi, l a dulzura heróica. L a patente en ésta l a fraternidad que le
libertad de Italia, visible, aunque vela- profesaba dicho pais, y le encargó intro-
da, está de pié detrás de su féretro; pero ducir á los diputados cretenses en el
TOMO I V .
60
474 OBRAS D E VICTOR HUGO.
Parlamento helénico. E n Atenas, Chis- está allí vigilando como una g r a n ame-
ta vo Flourens quiso tener una entrevista naza. Los gobiernos duermen, ó se ha-
con Jorge de Dinamarca, que según pa- cen los dormidos, pero en alguna parte
rece es rey de Grecia, y allí le arres- hay ojos abiertos, y esos ojos ven y j u z -
taron. gan; esos ojos son temibles. Las pupilas
Como francés tenia u n derecho, como que irradian luz con fijeza, atacan con-
cretense tenia un deber. Deber y dere- tinuamente todo lo falso, inicuo y noc-
cho que no le reconocieron. Los gobier- turno. ¿Sabéis por q u é se han hundido
nos griego y francés se aliaron en una los Césares, los sultanes, los antiguos re-
misma complicidad y le embarcaron en yes, los antiguos códigos y los antiguos
un pailebot mercante y le condujeron á dogmas? Porque esos ojos lanzaban con-
la fuerza á Marsella. E n cuanto le des- tra ellos su luz. ¿Sabéis por q u é cayó Na-
embarcaron allí, le dejaron libre. Cuan- poleón el Grande? Porque la justicia, de
do Flourens se vió en libertad volvió á pié en la oscuridad, le miraba.
partir inmediatamente á G-recia, y regre- VÍCTOE HUGO .
saba á Atenas ocho dias después de ha-
ber sido expulsado, cumpliendo con su Hauteville-House 9 Julio 1868.
deber. Gustavo Flourens habia acepta-
do una misión sagrada: era diputado Tres semanas después de la publica-
de un pueblo agonizante, era el deposi- ción de la carta anterior, Víctor Hugo
tario del m á s augusto de los fideicomi- recibió la siguiente:
sos, del derecho de una nación, y quería "Ñápeles 25 J u l i o 1868.
cumplir honrosamente su encargo. Por Maestro:
eso se obstinó i n t r é p i d a m e n t e . Pero en Gracias á vos estoy libre de la prisión
ciertos reinos, el que cumple su deber y del peligro. L a conciencia pública ha
comete u n crimen. E n estos momentos obligado á los gobiernos á poner en l i -
Gustavo Flourens se vé colocado fuera de bertad al hombre que reclamó Víctor
la ley. E l gobierno griego le tiende un Hugo. Barbes os debió la vida; yo os debo
lazo, el gobierno francés le entrega, y h é la libertad.
a q u í lo que ese luchador estóico me es- GUSTAVO FLOURENS.,,
cribe desde Atenas, donde está escondi-
do: Si me prenden, espero que me envenenen
en algún calabozo. IIL
E n otra carta que me escribe desde
Grecia me dice: Todos han abandonado á España.
Gustavo Flourens.
No, no está abandonado. Es preciso
que sepan los gobiernos que se creen E n 1868 Víctor Hugo experimentó dos
fuertes como la Rusia ó que son débiles grandes infortunios; perdió á su mujer y
como la Grecia, los que torturan á la á su nieto, el primogénito de su hijo
Polonia, como los que hacen traición á Cárlos. E l niño m u r i ó en Marzo y la se-
la Creta, que la Francia posee una fuer- ñora de Víctor Hugo en Agosto. Enter-
za inmensa y desconocida. L a Francia raron al nieto en el pais del destierro de
no es el imperio, no es el ejército, no es su abuelo, pero enterraron en Francia á
una circunscripción geográfica, no es la señora de Víctor Hugo; madre que ma-
una masa de treinta y ocho millones de nifestó la voluntad de yacer al lado de
hombres; la Francia es un alma. ¿Dónde su hija y la sepultaron en el cementerio
está? E n todas partes. Quizás en estos de Villequier. E l proscripto no pudo
momentos m á s está fuera que dentro de a c o m p a ñ a r al cadáver. E n su nombre
Francia, Algunas veces l a p á t r i a tam le dió el adiós postrero, ante la tumba de
bien está desterrada. Naciones como la Villequier, P a u l Meurice, pronunciando
Francia representan un principio y su estas nobles palabras:
verdadero territorio es el derecho. E n él "Quisiera despedirme de ella por todos.
se refugia, dejando á la tierra converti- Los que la rodeáis por ú l t i m a vez sabéis
da en gleba ó en yugo y su dominio lo que era, lo que es, su alma tan bella y
material á la opresión material. L a Cre- tan tierna, su adorable espíritu, su gran-
ta, que quieren colocar fuera de las na- de corazón.
ciones, no está abandonada, y Gustavo Complacíase en amar y en ser amada,
Flourens, que es su diputado y su sóida y sabia sufrir con las personas de su ca-
do, que han puesto fuera de la ley, no riño que sufrían. Era esposa de uno de
está abandonado tampoco. L a verdad los hombres superiores, y por su corazón
EN E L D E S T I E R R O
se elevaba hasta el genio de éste; casi poder pasarse sin el rey. Por su navega-
le igualaba á fuerza de comprenderle. ción, por sus aventuras, por su industria,
Y es preciso que nos deje y que nos- por su comercio, por la creación de itine-
otros la abandonemos; pero ella ha en- rarios desconocidos, por su iniciativa,
contrado ya á quién amar; á sus dos h i - por su colonización universal, ha sido
jos: uno en la fosa y otro en el cielo. una Inglaterra, ha tenido capitanes, doc-
Víctor Hugo me dijo en la frontera tores, poetas, profetas, héroes y sábios.
ayer tarde: "Decidle á m i hija que, mien- Ese pueblo posee una Alhambra, como
tras me espera, le envió á su madre,,. Atenas u n Parthenon, y tiene á Cervan-
Creo que ella lo h a b r á oido. Y ahora, tes, como nosotros tenemos á Voltaire.
adiós para siempre en nombre de los E l alma inmensa de ese pueblo ha lan-
presentes y de los ausentes; adiós, ami- zado tanta luz al mundo, que fué preciso
ga; adiós, hermana. Hasta que nos vol- un Torquemada para extinguirla; sobre
vamos á ver.,. su antorcha los Papas colocaron la tiara,
que es u n apagador enorme. E l papismo
Como acabamos de ver, l a señora de y el absolutismo se coligaron para des-
Víctor Hugo m u r i ó el mes de Agosto; truir esa nación: toda su luz la redujeron
pero como el deber tiene imperiosas ur- á llama, y hemos visto á l a E s p a ñ a con-
gencias, y en Octubre se hundió el trono sumirse en la hoguera. Su quemadero
de E s p a ñ a , este acontecimiento reclamó desmesurado ocupó el mundo; el humo
la elocuencia de Víctor H u g o , a l que, que salia de él ha sido durante tres si-
á, pesar de su luto, obligaron á romper el glos la nube que e m p a ñ a b a su civiliza-
silencio tan decisivos acontecimientos. ción, y a l terminar el suplicio, después
de arder en la hoguera, pudo decirse:
Esas cenizas fueron un gran pueblo.
Á ESPAÑA. Ahora de las cenizas la nación renace.
Lo que es falso hablando del fénix, es
Este pueblo ha sido durante m i l años verdadero hablando de ese pueblo.
el primer pueblo de Europa, que iguala- R e n a c e r á p e q u e ñ o , renacerá grande?
ba á la Q-recia en l a epopeya, á la Italia Esta es la cuestión.
en el arte, á la Francia en la filosofía; E s p a ñ a puede recuperar su rango y
ese pueblo puede jactarse de haber teni- convertirse en igual á Francia ó á I n -
do un Leónidas que se llamó Pelayo y un glaterra. L a Providencia le brinda con
Aquiles conocido por el Cid; ese pueblo este inmenso ofrecimiento. L a ocasión es
empezó por Viriato y t e r m i n ó por Riego; propicia; la dejará escapar esa nación?
tuvo su Lepante, como los griegos tuvie- ¿ P a r a q u é servirla una m o n a r q u í a m á s
ron su Salamina; sin él, Corneille no hu- en el continente? Se empequeñecería Es-
biera creado la tragedia n i Cristóbal p a ñ a siendo vasalla de u n rey que fuera
Colon hubiera descubierto la América: vasallo de las otras potencias. A d e m á s ,
ese pueblo es el pueblo indomable del que establecer una m o n a r q u í a en los
Fuero-Juzgo; está casi tan defendido tiempos que alcanzamos es tomarse m u -
como la Suiza por su relieve geológico cho trabajo para poco tiempo. L a deco-
ese pueblo tuvo Córtes en León, setenta ración v á á cambiar.
y siete años antes que los ingleses tuvie Una R e p ú b l i c a en E s p a ñ a h a r í a excla-
sen Parlamento en Lóndres; desde 1133 mar: ¡Hola! á l a Europa, y este ¡hola! se-
tuvo Córtes en Borja, en las que prepon- ria la paz; seria neutralizar á la Francia y
deró el tercer estado y en las que solo á la Prusia; seria imposibilitar la guerra
la ciudad de Zaragoza envió quince di- entre las m o n a r q u í a s militares por el
putados; desde 1307, en el reinado de solo hecho de l a revolución presente; se-
Alfonso I I I proclamó el derecho y el ria reemplazar la perspectiva de las ma-
deber de insurrección; en A r a g ó n insti tanzas por l a perspectiva del trabajo y
t u y ó el cargo de Justicia, superior al de la fecundidad; seria restablecer brus-
cargo de rey, oponiendo al trono el temi camente el equilibrio del continente, á
ble Si non, non: ese pueblo rehusó pagar despecho de las ficciones, inclinando l a
un impuesto á Cárlos V . Cuando nacia balanza el peso de la verdad; seria el an-
ese pueblo, tuvo en Jaque á Carlo-Mag tiguo poder de E s p a ñ a regenerado por
no, y cuando moria, á Napoleón. Ese la jóven fuerza del pueblo; seria, bajo el
pueblo ha sufrido enfermedades y toda punto de vista de la marina y del co-
clase de sabandijas y le han deshonrado mercio, reducir l a vida al doble litoral
los monjes. Solo le faltaron á ese pueblo que reinó en el Mediterráneo ante Vene-
dos cosas: poder pasarse sin el Papa y cia y en el Océano ante Inglaterra; seria
476 OBRAS DE VICTOR Hu'GO.
vivir la industria donde agoniza la mise- L a España, que de una sola sacudida
ria; seria igualar Cádiz á Soutliampton, acaba de desprenderse de todos los anti-
Barcelona á Liverpool y Madrid á Paris; guos oprobios, del fanatismo, del absolu-
seria la vuelta de Portugal á E s p a ñ a en tismo, del cadalso, del derecho divino, no
un momento dado por la sola atracción puede conservar la esclavitud, que es lo
de la luz y de la prosperidad, que la l i - m á s odioso de su pasado.
bertad es el i m á n de las anexiones. Esta- Tiene que aboliría inmediatamente,
blecer una R e p ú b l i c a en E s p a ñ a seria
porque ese es su deber.
afirmar pura y sencillamente la sobera- Puede siquiera vacilar? ¿Es eso posi-
n í a del hombre sobre sí mismo, que es ble? L o que Inglaterra hizo en 1838 y
indiscutible; seria la producción sin tari- Francia en 1848, ¿no lo h a r í a E s p a ñ a en
fas, el consumo sin aduanas, la circula- 1868? ¿Seria una nación emancipada y
ción sin ataduras, el taller sin prole- t e n d r í a á sus piés una raza en la servi-
tariado, las riquezas sin parásitos, la dumbre?... Eso seria un contrasentido.
conciencia sin preocupaciones, la pala- ¡Ser en casa la luz y fuera de casa la no-
bra sin mordaza, la ley sin mentiras, che! ¡Ser en casa la justicia y fuera la
la fuerza sin ejército, la fraternidad sin iniquidad! ¡Ciudadano a q u í y negrero
Gain; seria procurar trabajo á todos, allá; conseguir una revolución que tenga
instrucción y justicia á todos y patíbulos una parte de gloria y otra de ignominia!
para nadie; seria el ideal realizado, y así ¡Después de haber expulsado la monar-
como hay una golondrina que sirve de quía, conservar la esclavitud!...
guia, h a b r í a t a m b i é n una nación que ser-Que una m o n a r q u í a tenga esclavos es
viría de ejemplo. Esto no seria peligroso lógico, pero una República con esclavos
para ella, porque E s p a ñ a ciudadana es cínico. L o que realza á la m o n a r q u í a
quiere decir E s p a ñ a fuerte; E s p a ñ a de-
deshonra á la República. L a R e p ú b l i c a
mocrática quiere decir E s p a ñ a cindade- es una virginidad.
la. L a República representaría en esa na- Debéis restablecer la República, espa-
ción el remado de la probidad, el gobierno ñoles; solo podéis recuperar vuestra an-
de l a verdad y el imperio de la libertad; tigua grandeza siendo completamente
obtendría la soberanía real ó inexpug- libres; crecer es una de las condiciones
nable; que la libertad es tranquila por- de la naturaleza, pero no lo es el empe-
que es invencible, y es invencible porque queñecerse. No aceptéis n i n g ú n compro-
es contagiosa. E l que la ataca queda des- miso, no h a g á i s ninguna concesión, que
armado, y el ejército que envían contra la República excluye la m o n a r q u í a a r r i -
ella se vuelve contra el déspota. L a Re- ba y la esclavitud abajo. E l que tiene es-,
pública en E s p a ñ a conseguiría hacer clavos merece serlo.
irradiar en el horizonte lo verdadero; se- Se encuentra en la historia de la trata
ria el gigante del derecho poniéndose en de negros un a ñ o vergonzoso. E l a ñ o
pié en Europa detrás de la barricada de 1768 este crimen alcanzó su grado máxi-
los Pirineos. mo. L a Europa robó á Africa ciento
cuatro m i l negros, que vendió á Améri-
Sí E s p a ñ a renace con m o n a r q u í a , re-
n a c e r á pequeña; si renace con Repúbli- ca. Nunca se hizo tan formidable venta
ca, renacerá grande. Que elija. de carne humana. Esta venta se realizó
VÍCTOR HUGO. hace cíen a ñ o s : pues bien, celebrad ese
centenario aboliendo la esclavitud; que
Hauteville-House 22 Octubre 1868. á un a ñ o infame responda un a ñ o au-
gusto, y haced ver que entre la E s p a ñ a
IV. de 1768 y la E s p a ñ a de 1868 no solo
media un siglo, sino un abismo y la i n -
Segunda carta á España. franqueable profundidad que separa lo
falso de lo verdadero, el m a l del bien,
lo injusto de lo justo, l a abyección de
Me hacen un segundo llamamiento de la gloria, l a m o n a r q u í a de la República,
muchos puntos de E s p a ñ a : de la Coru la servidumbre de la libertad.
ñ a el ó r g a n o del Comité democrático, de Cada pueblo recibe el aumento de to-
Oviedo, de Sevilla, de Barcelona, de Za dos los esclavos que emancipa. Sed, pues,
ragoza, la ciudad patriota; de Cádiz, la la E s p a ñ a grande y completa. Necesi-
ciudad revolucionaria; de Madrid, por táis poseer á Gibraltar y no poseer á
medio de la voz generosa de Emilio Cas- Cuba.
telar. Me preguntan y voy á responder E n las profundidades del mal, el des-
De q u é se trata? De la esclavitud. potismo y la esclavitud se encuentran y
EN E L D E S T I E R R O . 477
producen los mismos efectos. E l yugo de que me escucháis, que os h a l a g a r á esta
la esclavitud oprime acaso m á s al señor grata noticia.
que al esclavo, y no se sabe á punto fijo No se trata a q u í de lo que yo hago,
cuál de los dos posee al otro. Es un error sino de lo que se hace en otras partes,
creer que somos propietarios del hombre que lo que yo hago no vale la pena de
que compramos ó vendemos, porque so- que nos ocupemos de ello.
mos prisioneros suyos. Participamos de L a fundación de la comida de los n i -
su grosería, de su ignorancia y de su sal- ños pobres tiene en su favor la sencillez
vajismo; si así no fuera, nos causaríamos de la idea; por eso la han comprendido
horror á nosotros mismos. Creéis que os en seguida, sobre todo en los países l i -
apoderáis de un negro, y el negro se apo- ares, en Inglaterra, en Suiza y en A m é -
dera de vosotros. Disponéis de su cuerpo, rica, donde se aplica en gran escala. Noto
pero él dispone de vuestra inteligencia y este hecho sin insistir en él, pero creo
de vuestro honor, y se establece entre que hay cierta afinidad entre las ideas
ambos misterioso nivel. Así os castiga el sencillas y los países libres.
esclavo, porque sois su señor. Tristes y Para que podáis juzgar por vosotras
justas represalias, que son tanto m á s ter- mismas del progreso que alcanza la idea
ribles, cuanto que el esclavo que os do- de la comida de los niños pobres, solo os
mina carece de conciencia.. Sus vicios citaré dos cifras, cifras que tomo de I n -
son vuestros crímenes; sus desgracias lle- glaterra, de Lóndres, de vuestra nación.
g a r á n á ser vuestras catástrofes. U n es- Habréis leído en los periódicos l a car-
clavo en la casa es u n alma feroz que ia que me escribió la honorable lady
está en ella y que os compenetra y os Thompson, que dice que solo en la par-
oscurece, que no se comete impunemen- roquia de Marylebone, en el a ñ o 1868,
te el gran crimen de la esclavitud. L a el n ú m e r o de niños que se r e u n í a n en la
fraternidad desconocida se convierte en comida era de 5.000 hasta 7.850. Acaba
fatalidad. Aunque seáis u n pueblo bri- de fundarse una sociedad de asistencia,
llante ó ilustre, llegáis á ser abomina- titulada Ghildrens' Frovident 8ociety, con
ble, llegando á aceptar como institución un capital de veinte m i l libras esterli-
la esclavitud. L a corona en la frente del nas. Recordareis que el a ñ o anterior me
déspota y la argolla en el cuello del es- felicitaba por haber visto en los periódi-
clavo, forman el mismo círculo que en cos ingleses que la idea de Hauteville-
cierra vuestra alma de pueblo. Todos House h a b í a fructificado en Lóndres,
vuestros esplendores eclipsan las man- hasta el punto de haber podido reunir
chas de los negros: vosotros no les comu- hasta treinta m i l niños; pues bien, leed
nicáis la civilización y ellos os comu el excelente periódico titulado el Expréss
nican la barbarie. Por medio de los del 17 de Diciembre, y veréis que ese
esclavos la Europa se inocula el Africa número ha aumentado en progresión
Noble pueblo español, en esto consiste magnífica. E n 1866 socorrían en Lóndres
vuestra segunda emancipación. Os ha- de este modo á seis m i l niños; en 1867 á
béis librado del déspota; libraos ahora treinta m i l , y en 1868 á ciento quince
del esclavo. m i l . A estos ciento quince m i l hay que
añadir los siete m i l ochocientos cincuen-
VÍCTOR HUGO. ta de Marylebone, que es otra sociedad
Hauteville-House 22 Noviembre 1868. distinta, y dan un resultado total de
122.860 niños.
Esto es lo que produce un grano pues-
V. to en un surco cuando Dios se digna fe-
cundarlo. A q u í solo se retinen cuarenta
IÍOS niños pobres.
niños; es n ú m e r o escaso, ya lo sé, pero
cada uno de estos cuarenta niños ha pro-
ducido en otras partes tres m i l , y los
Navidad.—1868. cuarenta niños de Hauteville-House se
Los pesares que nos afligen no i m p i - han convertido en Lóndres en ciento
den que haya pobres: si pudiésemos ol- veinte m i l .
vidar lo que sufren los demás, lo que Pudiera citar otros hechos, pero me
nosotros sufrimos nos lo recordaría, obli abstendré, porque sin querer veo que me
g á n d o n o s á cumplir con el deber. ocupo en hablar de mí, y m i conducta no
Fructifica la institución de asistir á la merece ser loada; todas las alabanzas de-
infancia que fundé hace siete años en ben dedicarse á mis admirables coopera^
G-uernesey, en m i casa, y creo, señoras dores de Inglaterra y de América,
478 OBRAS DE VICTOR HUGO.
Voy á deciros, para terminar, que en- v i d a i que todos constituimos, solo esta-
cuentro agradable el destierro. E n pri- mos seguros de una inocencia, de la ino-
mer lugar, porque me ha dado á conocer cencia de los niños; pues bien, debemos
esta isla hospitalaria; en segundo lugar, amarla, alimentarla, vestirla ó ilustrarla.
porque mis ocios me han permitido reali- ¿Tenéis curiosidad de saber cuál es m i
zar la idea que acariciaba hace mucho opinión política? Pues os lo voy á decir.
tiempo, el ensayo práctico para mejorar Pertenezco al partido de la inocencia,
la suerte de los niños pobres, bajo el sobre todo de la inocencia que castiga,
punto de vista de la salud física y bajo no Dios, sino la miseria.
el punto de vista de la salud intelectual. Por muchos y grandes dolores que
Como he podido realizar m i idea, se lo combatan m i vida no me quejaré de
agradezco al destierro. ellos, si consigo realizar las dos supremas
No me cansaré de repetir que velemos ambiciones que el hombre puede sentir
por los niños. L a sociedad de los hom- en el mundo. Estas dos ambiciones son:
bres es siempre una sociedad culpable en ser esclavo y ser servidor; esclavo de la
mayor ó en menor grado. E n la colecti- conciencia y servidor de los pobres.
1869
La Grecia, se -vu-elve Ixácia. América.—Declaración de guerra
pro^cima y de paz fTjLtixra. —«Le Rappel.»—£¡1 Congreso
cié Lansana.-Pealood-y mnerto.-Carlos Hngo sentenciado.—El 29 de GctnlDre en
P a r í s . - S i n t o m a s de la
caida del imperio.-Los n i ñ o s pobres.
tes; n i la Grecia n i la Creta deben espe- deber severo; para hacer esto me falta la
rar nada de Europa. libertad. Conocéis lo que declaré respec-
Deben perder toda esperanza? No, por- to á este punto. Y sabéis que hasta que
que a q u í la cuestión cambia de aspecto; llegue la hora no puedo colaborar en
a q u í se declara, como incidente admira- n i n g ú n periódico, como no puedo acep-
ble, una fase nueva. tar ninguna candidatura. Debo, pues,
L a Europa retrocede, la A m é r i c a permanecer e x t r a ñ o á Le Eappel.
avanza; Europa rechaza su papel y Amé- Por eso y por otras razones, que di-
rica lo toma: esta abdicación la com- manan de las complicaciones que la do-
p e n s a r á un acontecimiento que vá á rea- ble vida política y literaria me han i m -
lizarse. puesto, j a m á s he escrito en L ' Evénement,
L a República de otros tiempos, la Gre- y eso que dicho periódico, en 1851, tiraba
cia, se verá sostenida y protegida por la sesenta y cuatro m i l ejemplares. Dicho
República moderna de los Estados-Uni- periódico lo habéis rehecho, titulándolo
dos. Thrassybulo llama á su socorro á Le Rappel. L a palabra Bappel (llama-
Washington. Esto es grandioso. miento) me gusta en todos sus sentidos.
Washington le oirá y acudirá, y den- Llamamiento á los principios, por medio
tro de poco tiempo el libre pabellón ame- de la conciencia; llamamiento á las ver-
ricano flotará indudablemente entre Gi- dades, por medio de la filosofía; llama-
braltar y los Dardanelos. miento al deber, por medio del derecho;
Ese será el rayar del dia que el porve- llamamiento al castigo, por medio de
nir blanquea en el horizonte, bosquejan- la justicia; llamamiento al pasado, por
do l a solidaridad sublime de l a fraterni- medio de la historia; llamamiento al
dad de los pueblos. Esta será la entrada porvenir, por medio de la lógica; llama-
del Nuevo Mundo en el viejo. Salude- miento á los hechos, por medio del va-
mos este acontecimiento. L a A m é r i c a no lor; llamamiento al ideal en el arte, por
solo irá á socorrer á la Grecia, sino que medio del pensamiento; llamamiento al
v e n d r á á socorrer á la Europa, y salvará progreso en la ciencia, por medio de la
á aquella de su desmembramiento y á experiencia y del cálculo; llamamiento á
ésta de su ignominia. Para América, sa- Dios en las religiones, por medio de la
l i r de la política local será entrar en la eliminación de las idolatrías; llamamien-
gloria. to de la ley al órden, por medio de la
E n el siglo diez y ocho la Francia abolición de la pena de muerte; llama-
emancipó á América, y en el siglo diez miento del pueblo á la soberanía, por
y nueve la A m é r i c a e m a n c i p a r á á la medio del sufragio universal; llamamien-
Grecia. to de la igualdad, por medio de la ense-
Americanos, debéis á los franceses la ñ a n z a gratuita y obligatoria; llama-
gran deuda de la libertad; emancipad miento d é la libertad, por medio del
á la Grecia y os daremos carta de pago. despertar de la Francia; llamamiento á
Pagar á Grecia es pagar á Francia. la luz, por medio de este grito: Fiat lux.
VÍCTOR HUGO. Me decís que esa es m i tarea, pero yo
os contesto que esa es vuestra obra.
Hauteville-House 7 Febrero 1869. Esta obra ya habéis empezado á reali-
zarla, como periodistas y como poetas,
ya en folletos satíricos, ya en libros, ya
II. en el teatro; de todos modos habéis tra-
A los cinco redactores-fundadores bajado acordes con los grandes espíritus
de ¿Jje Rappel". de este siglo, y hoy vais á continuarla en
Le Bappel, que será un periódico guerri-
llero y r i s u e ñ o , unas veces espada y
otras rayo. Vais á combatir riendo. Y o ,
Queridos amigos: que soy viejo y estoy triste, os aplau-
H a b i é n d o m e investido con un manda- diré.
to, que está en suspenso, pero no termi- Animo, pues, y adelante! L a risa es u n
nado, no puedo reaparecer n i en l a t r i - gran poder. Vais á ocupar u n sitio, para
buna, n i en la prensa política, sin que auxiliar á todas las buenas voluntades,
vuelva á seguir ese mismo mandato des- en la chispeante legión parisiense de los
de el punto en que me lo dejé y en que periódicos satíricos.
me lo interrumpieron para cumplir un Conozco vuestra rectitud, como co-
(1) Paul Meurice, Augusto Vacquerie, Enrique Rochefort,
nozco la mia; m i r á n d o m e en m i espejo,
Carlos Hugo y Francisco Hugo. sé de antemano el itinerario que vais á
EN E L D E S T I E R R O . 481
seguir. No os le trazo, y os lo apruebo; no pero es excelente. Desde luego muchas
pretendo serviros de guia; me contento lidras tienen película, y sobre ellas es
con ser testigo. m á s eficaz la aguja que la maza. A la
Comprendo que ante todo seréis fra- aidra del cesarismo la consterna l a iro-
ternales y daréis ejemplo de concordia, nía, sobre todo cuando la ironía es u n
y sé que por vuestra culpa no h a b r á nin- llamamiento á la luz. Recordad al gallo
guna división en vuestras filas y que cantando sobre la espalda del tigre; pues
seréis los primeros en recibir los golpes. bien, el gallo es la ironía en Francia.
Cuando me preguntan por los senti- E l siglo diez y ocho ha puesto en evi-
mientos de m i alma, solo respondo estas dencia l a soberanía de la ironía. Con-
dos palabras: Conciliación y reconciliación. frontad el vigor material con el vigor
L a primera de esas dos palabras se re- espiritual; contad los azotes vencidos,
fiere á las ideas y la segunda á los hom- los mónstruos aterrados y las víctimas
bres. protegidas; poned á una parte á Lerna,
E l combate en beneficio del progreso á Nemea, á Erymanto, al toro de Creta,
requiere la concentración de fuerzas; al d r a g ó n de las Hespérides, á Anteo
apuntar bien y herir donde se debe. ahogado, á Cerbero encadenado, á A n -
Hay que cuidar de que no se desvíe nin- glas limpio, á Atlas aliviado, á Hósiona
g ú n proyectil y que no se pierda una salvada, á Alcestes libertado y á Pro-
bala en la batalla de los principios. Para meteo socorrido, y poned á la otra parte
nosotros que tenemos sed y hambre de á la superstición denunciada, á la I n q u i -
justicia, de r a z ó n y de verdad, el ene- sición muerta, á la hipocresía desenmas-
migo se l l a m a Tinieblas. carada, á la magistratura desnuda, á la
L a legión democrática tiene dos as- tortura deshonrada, las costumbres dul-
pectos; uno en política y otro en litera- cificadas, las leyes muertas, la r a z ó n l i -
tura. E n política enarbola la bandera bre, la conciencia humana emancipada;
del 89 y del 92 y en literatura la de evocad las grandes victorias humanas y
1830. Estas fechas, que tienen doble re- comparad los doce trabajos de Hércules
flejo, iluminan por una parte el derecho con los doce trabajos de Voltaire, po-
y por otra el pensamiento y se resumen niendo á una parte al gigante de la
en la palabra revolución. fuerza y á l a otra parte al gigante del
Nosotros, hijos de las catástrofes de la espíritu, y veréis que las serpientes de
revolución, que son triunfos, preferimos la cuna son las preocupaciones, y que
al ceremonial de la tragedia la confusión Arouet ahogó tan bien éstas como A l -
del drama, al diálogo alternado de las cides ahogó aquellas.
majestades el grito profundo del pue Tendréis que sostener vivas polémicas.
blo, y Paris á Versalles. E l arte, al mis- Poseéis un derecho que podéis estar se-
mo tiempo que la sociedad, ha llegado á guros de que se respetará, el derecho
este objeto: Omnia et omnes. Los siglos an de replicar. Y o he usado y abusado de
teriores todos han sido coronados; cada él, afrontando todos sus peligros. Podéis
uno de ellos se encarna para la historia juzgar por este hecho. No sé si recorda-
en un personaje. E l siglo quince se en reis que en 1851, en la época de la Re-
carna en el Papa; el diez y seis en el em pública, estando yo en l a tribuna de la
perador; el diez y siete en el rey; el diez Asamblea hablando, acababa de decir:
y nueve en el hombre. E l hombre salien- " E l presidente Luis Bonaparte conspira».
do libre y desembarazado de ese abismo M . Vieillard, que entonces era republica-
sublime, es la encarnación del siglo diez no y luego murió siendo senador, me
y ocho. Veneremos ese siglo terminante, contestó indignado: "¡Sois un infame ca-
que empieza por la muerte de Luis X I V lumniador!,, A lo que yo repliqué: "De-
y que termina por la muerte de la mo- nuncio un complot que tiene por objeto el
n a r q u í a . Aceptemos la herencia de ese restablecimiento del imperio». A l oir esto
siglo alegre y temible. M . D u p i n me amenazó, l l a m á n d o m e al
Sonreír al poder y serle desagradables órden, pena terrible y merecida. Tem-
es vuestra intención, que apruebo, por blé. " M . Víctor Hugo no sabe lo que se dice»,
que puede sonreírse combatiendo. Lucia exclamó un miembro de la m a y o r í a . Es-
no desconcertaba á J ú p i t e r . Las burlas tas palabras apaciguaron á la C á m a r a , y
de los enciclopedistas triunfaron del mo M . D u p i n volvió á meterse el rayo en
linismo y del papismo; con sus grandes el bolsillo. Convengamos en que yo ha-
ejemplos, esos bravos filósofos nos han bía abusado del derecho de réplica.
probado la fuerza que tiene la risa. Po- Aquel era u n tiempo singular; rigiendo
ner á la hidra en ridículo parece extraño, la República en el pais, exclamar / Viva
TOMO I V .
61
482 OBRA-S D E VICTOR HUG0.
Rotschild, quiso ocupar u n sitio al lado cuente, y yo. E n 1860 te defendió Gram-
de Vicente de Paul. Como Jesucristo, te- betta, el poderoso evocador del espectro
nia una llaga en el costado; esta llaga de Baudin, y Julio Favre, el soberbio
era la miseria de los demás, y de ella no maestro de la palabra, que tan intrépido
fluia sangre, sino oro, oro que le salia fué el 2 de Diciembre.
del corazón. Debes estar contento y satisfecho.
E n el mundo nacen hombres para el Has cometido el crimen de preferir,
ódio y nacen hombres para el amor; Pea- como yo, á la sociedad que mata, la so-
body era uno de éstos: en la fisonomía de ciedad que alumbra y que enseña, y á los
esta clase de hombres se retrata la sonri- pueblos que se d e g ü e l l a n unos á otros,
sa de Dios. Qué ley practican? L a ley de los pueblos que se ayudan recíprocamen-
la fraternidad, que es ley divina y ley te; has atacado á esas sombrías obedien-
humana, que varía los socorros según cias pasivas, al verdugo y al soldado; no
los infortunios, que aqui d á preceptos y quieres que guarden el órden social esas
allá dá millones, que traza á través de dos cariátides, el hombre-guillotina y
los siglos en nuestra oscuridad un rastro el hombre-chassepot; prefieres Gí-uillermo
de luz, que vá desde J e s ú s pobre hasta Penn á J o s é de Maistre y J e s ú s á César.
Peabody rico. Solo quieres ver el hacha en las manos
Nuestro mundo antiguo envidia á del leñador en el bosque, y solo quieres
vuestro mundo moderno u n hombre ver la espada en las manos del ciudada-
como ese. L a p á t r i a g u a r d a r á su ceniza no ante la t i r a n í a . A l legislador le ense-
y vuestros corazones su memoria. ¡Que ñas como ideal á Beccaria y como sol-
la inmensidad conmovida de los mares dado á Graribaldi. Por defender estas
os la lleve! E l libre pabellón americano ideas bien se puede sufrir cuatro meses
no desplegará j a m á s bastantes estrellas de cárcel y m i l francos de m u l t a .
alrededor de su féretro. A ñ a d a m o s que sospechan que no
No puedo menos de recordar que hoy apruebas la violación d é l a s leyes á mano
hace precisamente diez años dirigia, su- armada, y de que quizás eres capaz de
plicante y aislado, un ruego en favor del excitar el ódio contra los arrestos noc-
sentenciado de Harper's Ferry á la ilus- turnos y de excitar el desprecio de los
tre nación americana: hoy, en cámbio, le que faltan á sus juramentos.
dirijo una glorificación. Desde 1859 acá Desde n i ñ o fui soldado. Desde que na-
se han verificado grandes acontecimien- cí me inscribió m i padre en los registros
tos; se ha abolido en A m é r i c a la servi- del Royal-Corse, y ya que entro en el ca-
dumbre, y esperamos que la miseria, que mino de las confesiones, debo declarar
es otra servidumbre, quede abolida tam- que profeso antigua s i m p a t í a al ejército.
bién un dia en todo el mundo: mientras Escribí este verso no recuerdo dónde:
el segundo progreso viene á completar
el primero, veneremos á los dos apósto- J'aime les gens dlépée en etant moi-mémeun.
les, juntando en la misma idea de grati- Pero es con una condición; con la con-
t u d y de respeto á John Brown, el amigo dición de que la espada no tensra man-
de los esclavos, y á Jorge Peabody, el cha, de que sea la espada de "Washing-
amigo de los pobres. ton, de John Brown ó de Barbés.
Os estrecha la mano Debemos decir al ejército actual que
VÍCTOR HUGO. se equivoca si cree que se parece al ejér-
cito de otros tiempos.
Me refiero al gran ejército de hace se-
VII. senta años, que primero se llamó ejército
de la R e p ú b l i c a , luego ejército del i m -
A Carlos Hugo. perio, y que era, hablando con propie-
dad, el ejército de la revolución. Sé todo
lo que se puede decir contra él, pero
H é aquí, hijo m i ó , que quieren casti- comprendo que tenia un lado grandioso.
garte por segunda vez. Hace diez y nae- Ese ejército demolía en todas partes las
ve años combatías al p a t í b u l o y te sen Bastillas y las preocupaciones y llevaba
tenciaron. Hoy, queriendo inspirar al en su mochila la Enciclopedia. Cuando
soldado la fraternidad, atacabas á la el imperio quiso establecerse, ¿quién votó
guerra, y te han vuelto á sentenciar. Te contra él? E l ejército. Ese ejército contó
envidio esas dos glorias. en sus filas á Oudet y á los Filadelfios, á
En 1851 nos encargamos de t u defen- Mallet, á Guidal y á m i padrino Víctor
sa Cremieux, ese corazón grande y elo- de Lahorie; estos tres los fusilaron en l a
EN E L D E S T I E R R O . 489
llanura de Grenelle. Paul Luis Courier to, pero le estoy agradecido por el enor-
pertenecía á ese ejército; esos fueron los me agujero revolucionario que abrió en
antiguos c o m p a ñ e r o s de Hoche, de Mar- la antigua Europa teocrática. Después
cean , de Kleber y de Desaix. de disiparse el humo, ese ejército dejó u n
Ese ejército, en su carrera al través de rastro luminoso.
las capitales de Europa, vaciaba á su Su desgracia, que se confunde con su
paso todas las prisiones que estaban aun gloria, consiste en haber sido proporcio-
llenas de víctimas; en Alemania los nado al primer imperio. E l actual ejér-
cuartos donde daban tortura los land- cito debe temer ser proporcionado al
graves, en Roma los calabozos del casti- segundo imperio.
llo de San Angelo, en E s p a ñ a las cuevas E l siglo diez y nueve toma el bien allí
de la Inquisición. Desde 1792 á 1800 des- donde lo encuentra, y su bien es el pro-
truyó á sablazos el vetusto esqueleto del greso. Pesa la cantidad de retroceso y l a
despotismo europeo. cantidad de progreso que debe al ejército,
Más tarde proclamó reyes, ó los dejó y solo acepta al soldado, con la condición
proclamar, pero t a m b i é n los destituyó. de encontrar en él al ciudadano. E l sol-
Arrestó al Papa; entonces aun estaba dado está destinado á desvanecerse y el
lejos la acción de Montana. ¿En E s p a ñ a ciudadano á sobrevivir.
y en I t a l i a quién c o m b a t í a al ejército?... Porque crees lo mismo que yo, te ha
Los sacerdotes. A u n suprimiendo á Na- sentenciado la magistratura francesa,
poleón, ese ejército c o n t i n u a r í a siendo que, dicho sea de paso, es tan desgraciada
grande, porque en el fondo era filósofo y algunas veces, que no encuentra presun-
ciudadano, a r d í a en él la antigua llama tos reos de alta traición.
d é l a República, representaba el espíritu Persistamos siendo cada dia m á s fieles
armado de la Francia. al espíritu del siglo. Como ya te he dicho,
Entonces era yo un niño, pero me estoy solitario y aislado; solitario por el
acuerdo de lo siguiente: sitio que habito, aislado por las escar-
Vivía yo en Madrid en la época del rey paduras que se han formado alrededor
José: era la época en que los sacerdotes de m i conciencia: permanezco completa-
enseñaban á los españoles campesinos á mente e x t r a ñ o á las polémicas, que lle-
la Virgen llevando de la mano á Fernan- gan hasta m í muchas veces cuando ya
do V I I en el cometa que apareció en han pasado; n i escribo n i inspiro nada
1811. Mis dos hermanos y yo estábamos de lo que está agitando á París, pero me
en el Seminario de Nobles del colegio de complace su agitación. Simpatizo con
San Isidro. T e n í a m o s por maestros á ella desde lejos; pertenezco á los que sa-
dos jesuítas, uno amable y otro m u y ludan al espíritu de l a revolución en
rudo; D . Manuel y D . Basilio. Dichos todas las partes donde lo encuentran, y
maestros, por órden superior sin duda, aplaudo á todo el que participa de él, ya
nos hicieron salir al balcón para ver se llame J u l i o Favre ó Luis Blanc, Q-am-
pasar cuatro regimientos franceses que betta ó Barbés, Baucel ó F é l i x Pyat, y
entraban en Madrid. Estos regimientos siento su soplo poderoso en la robusta
h a b í a n estado en la guerra de Italia y de elocuencia de Eugenio Pelletan, lo mis-
Alemania y regresaban de Portugal. L a mo que en el brillante sarcasmo de En-
multitud, que se a p i ñ a b a al paso de los rique de Rochefort.
soldados, miraba con ansiedad á esos Esto es lo que tengo que decirte, hijo
hombres, que t r a í a n el espíritu francés á mió.
la noche católica, que h a b í a n hecho sufrir Empieza el invierno diez y nueve de
á la Iglesia las consecuencias de la revo m i destierro, y no digo esto por lamen-
lucion, que h a b í a n abierto los conventos, tarme. E l invierno en G-uernesey es una
roto las rejas y matado al Santo Oficio. continua tormenta. Para el alma i n -
Mientras desfilaban por bajo del balcón, dignada y tranquila es buena vecindad
D . Manuel se inclinó al oído de don la del Océano en completo equilibrio,
Basilio y le dijo: Hé aquí á Voltaire que aunque en plena tempestad, que nada
pasa. hay tan fortificante como el espectáculo
Píense el actual ejército que esos hom- de su cólera majestuosa.
bres no hubieran obedecido sí se les hu- VÍCTOR Huao.
biera mandado hacer fuego á mujeres y Hauteville-House 18 Diciembre 1869.
á niños. No se llega de Arcóle y de
Friedland para i r á R i c a m a r í e .
Insisto en que no ignoro todo lo que se
puede decir contra el gran ejército muer-
TOMO IY. 62
490 OBRAS D E VICTOR HUGO.
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EN E L D E S T I E R R O . 493
pueblo español siempre se ha portado ando tal pasaje ó t a l escena del drama.
bien. Supo colonizar, pero como el Nilo, Habia entonces en los espíritus t a l
se desborda fecundando. E l dia en que convicción y tales pasiones literarias, que
sea d u e ñ a de sí misma, adquirirá á Gri- en seguida os daban la misma alma,
braltar y se desprenderá de Cuba. creando una especie de fraternidad del
T r a t á n d o s e de esclavos, perder es au- arte. Cuando terminó el drama, cuando
mentar. Emancipando á Cuba se engran- telón bajó, después del grito trágico
decerá E s p a ñ a , porque crecer en gloria "Yo soy t u madre,,, nos estrechamos las
es crecer. E l pueblo español sentirá en- manos, que no se separaron ya hasta
tonces la gloriosa ambición de ser libre a muerte del gran artista, m i querido
dentro de su territorio y grande fuera amigo.
de él. He vuelto á ver hoy Lucrecia Borgia
YÍCTOR HUGO. :al como la v i entonces. E l drama no
1a envejecido, no tiene n i una sola arru-
Hauteville-House. „ ga. Su bella forma, limpia y firme como
el m á r m o l de Paros, permanece absolu-
tamente intacta y pura. Os habéis apode-
m. rado además en la obra del sentimiento
Lucrecia Borgia. que nos llega hasta las e n t r a ñ a s , expre-
sándolo con vuestra incomparable m á -
gia; habéis encarnado en él el tipo de l a
madre, que en el drama es eterno como
JORGE SAND Á VÍCTOR HUGO. en el corazón.
M i ilustre amigo: Acabo de ver la re- En vuestro repertorio teatral quizás es
presentación de Lucrecia Borgia, y salgo Lucrecia Borgia la obra m á s poderosa, la
del teatro satisfecha y emocionada. Re- m á s superior. Si Buy Blas es el drama
tengo aun en la i m a g i n a c i ó n sus doloro- brillante por excelencia, l a idea de L u -
sas escenas, sus palabras deliciosas ó ter- crecia Borgia es m á s patética y m á s pro-
ribles, l a sonrisa amarga de Alfonso de undamente humana.
Este, la sentencia tremenda de Grenaro, L o que admiro sobre todo en esa obra
el grito maternal de Lucrecia, y aun es la sencillez atrevida que sobre las ro-
suenan en mis oidos las aclamaciones Dustas bases de tres situaciones capitales
del público, que gritaba entusiasmado ha edificado el drama. E l teatro a n t i -
" V i v a Víctor Hugo!,,, y que os llamaba guo procedía con esa amplitud serena y
como si pudierais presentaros, como si fuerte.
pudierais oirle. Tres actos, tres escenas, bastan para
No puede decirse, cuando se trata de presentar; enredar y desenlazar esta
una obra que la opinión pública ha san- asombrosa acción. L a madre insultada
cionado, como le sucede á Lucrecia Bor en presencia del hijo; el hijo envenenado
gia, que ha obtenido inmenso éxito, pero por la madre; la madre castigada y
sí que puedo escribiros que acabáis de muerta por el hijo.
conseguir magnífico triunfo. Vuestros Esta soberbia trilogía ha debido bro-
amigos de Le Mappel me preguntan si tar de vuestra imaginación de una sola
quiero ser la primera en participároslo vez como un grupo de bronce. Creo que
y porque quiero serlo con todo m i cora no me equivoco pensando así.
zon os dirijo esta carta, para que ella os Recuerdo en q u é condiciones y en q u é
lleve, m i querido ausente, el eco de esa circunstancias fué improvisada hasta
noche de gloria. cierto punto Lucrecia Borgia al empezar
Esa noche me recordó otra no menos el a ñ o 1833.
agradable. No debéis saber que yo asistí E n el teatro F r a n c é s se puso en escena
á la primera representación de Lucrecia al fin de 1832, por primera y única vez,
Borgia, hace hoy precisamente treinta JEl rey se divierte. Esa representación pro-
siete años. Me acuerdo que estaba en e dujo una ruda batalla, que terminó entre
palco corrido, y la casualidad me hizo una tempestad de silbidos y de bravos.
sentar al lado de Bocage, que veia en Las representaciones siguientes debían
tonces por la primera vez. No nos cono decidir si tenían razón los bravos ó los sil-
ciamos, pero el entusiasmo c o m ú n nos bidos. Esta era una cuestión grave é im-
hizo amigos. A p l a u d í a m o s al mismo portante para el autor, pero el drama no
tiempo y decíamos á l a vez: ¡Qué hermo- siguió representándose. A l dia siguiente
so es este drama! E n los entreactos nos del estreno se prohibió la representación
h a b l á b a m o s y nos extasiábamos recor- de E l rey se divierte, y creo que á estas
OBRAS D E VÍCTOR HUGO.
horas espera aun la órden de poder repre- miedo, no de que la maten, pero sí de
sentarse por segunda vez. E n cámbio que la mate su hijo, que todos los cora-
se pone todos los dias en escena el Rigo- zones sufren como el suyo y con ella.
letto. Nadie se atrevía á aplaudir, n i á mover-
Esa confiscación brutal produjo i n - se, n i á respirar, y cuando terminó la si-
mensos perjuicios al poeta: debió hace- t u a c i ó n , se puso en pió todo el público
ros experimentar, amigo m i ó , momentos como un solo hombre para llamarla á la
crueles de dolor y de cólera. escena y para aclamarla al mismo tiem-
A l mismo tiempo, Harel, director del po que al autor.
teatro de la Puerta de San M a r t i n , os J a m á s habéis tenido para representar
pidió u n drama para que en su teatro lo en vuestro drama u n Alfonso de Este
estrenase M i l e. Greorges. Este drama, que tan verdadero n i tan artístico como Mó-
escribisteis en seguida, fué Lucrecia Bor- lingue. Es u n Bonington, ó mejor com-
gia, tratando de tomar inmediatamente parado, es u n Ticiano vivo. No se pue-
la revancha. de representar mejor á un príncipe ita-
E n seis semanas quedó el nuevo drama liano del siglo diez y seis. Es feroz y
escrito, aprendido, representado y elo- refinado; prepara, compone y saborea
giado. E l 2 de Febrero de 1833, dos me- su venganza con tanta elegancia como
ses después de la batalla de E l rey se crueldad.
divierte, conseguísteis con la primera re- Taillade presenta la figura t r á g i c a y
presentación de Lucrecia Borgia la m á s fatal de Grenaro, y ha sabido encontrar
brillante victoria de vuestra carrera dra- los verdaderos acentos de aspereza altiva
mática. Esa obra sencilla es sólida ó in- y feroz en l a escena en que Grenaro es al
destructible, y se ha aplaudido hoy como mismo tiempo ejecutor y juez.
se aplaudió hace cuarenta años, como se Brésil, admirablemente vestido de f a l -
a p l a u d i r á siempre. E l efecto grandioso so hidalgo, tiene el aspecto conveniente
que produce desde el primer acto crece para representar el personaje mefistofó-
de escena en escena, y en el último hace lico de Yubetta. Los cinco jóvenes no-
la explosión, y es lo m á s e x t r a ñ o que bles, artistas de valor real, dirigidos por
esto suceda conociendo ya el último Cáríos Lemaitre, han declamado con
acto, sabiéndolo de memoria, esperando mucha propiedad y han presentado figu-
la entrada de los monjes, la aparición de ras que parecían arrancadas de u n cua-
Lucrecia Borgia y el p u ñ a l de Q-enaro: dro de Giorgione ó de Bonifazio. H a n
sin embargo, siempre es terrible y pro- presentado la escena con tal exacti-
duce gran efecto, como si ignorásemos t u d , esto es, con t a l riqueza, que han
lo que v á á suceder; la primera nota del hecho revivir ante la vista de los espec-
De profundis, que corta la canción del tadores á l a espléndida I t a l i a del Rena-
brindis, d á escalofríos y nos hace esperar cimiento. M . Rafael Félix os ha tratado
que reconozca y perdone á Lucrecia su artísticamente; pero hay alguno que os
hijo y que Genaro no mate á su madre; ha festejado aun m á s , el publico, ó me-
pero no queréis que eso suceda, maestro jor dicho, el pueblo. Es indescriptible la
inflexible; es preciso que expíe el crimen; ovación con que ha recibido vuestro nom-
es preciso que el parricida ciego casti- bre y vuestro drama.
gue y vengue todos los crímenes que Me enorgullecía presenciando tan jus-
ella cometió, quizá t a m b i é n con cegue- to y legitimo triunfo, porque lo merecéis,
dad. ilustre amigo mío; porque a d e m á s de
H a n puesto en escena y han represen- vuestra potencia creatriz y de vuestro
tado admirablemente el drama. María genio, sois infatigable trabajador.
Laurent ha rayado á inmensa altura en Me asombro cuando recuerdo lo que
el papel de Lucrecia. No desconozco las teníais ya escrito en el a ñ o 1833. Ha-
grandes cualidades de hermosura, de bíais renovado la oda; en el prefacio
fuerza y de raza que poseía Mlle. Greor- de Cromwell habíais dado la consigna á
ges, pero confieso que su talento no me la revolución d r a m á t i c a ; habíais sido el
conmovía, cuando l a situación no me ha- primero que nos ha revelado el Oriente
bía conmovido antes; María Laurent en las Orientales y la Edad Media en
me hace llorar cuando se lo propone: tie Nuestra Señora de Paris. A d e m á s , ¡cuán-
ne, como Mlle. Georges, en el primer j tas obras magistrales, c u á n t a s ideas
acto el grito terrible de leona herida;1 removidas, c u á n t a s formas inventadas,
pero cuando en el ú l t i m o acto se arras-1 c u á n t a s tentativas, c u á n t a s audacias y
tra á los piés de Genaro, es tan humilde, i descubrimientos!...
tan tierna, tan suplicante, tiene tanto | No descansáis nunca. E n Guernesey
EN E L D E S T I E R R O , 495
sabíais que iba á volver á representarse eso arroja muchos proyectiles contra m í '
en P a r í s Lucrecia Borgia, y os ocupábais que, como han de atravesar el mar, caen
tranquilamente del éxito que podría te- en el agua. Los que llegan hasta m í
ner en esta época; después, á las diez de solo sirven para hacer constar m i insen-
la noche, cuando el público llamaba á sibilidad; el ultraje me afirma m á s y m á s
la escena á Melingue y á María L a u - en m i certidumbre y en m i voluntad, y
rent, después del tercer acto, os acosta- las injurias me hacen sonreír; pero ante
bais temprano, para levantaros al día la simpatía, ante la adhesión, ante la
siguiente á la madrugada, como tenéis amistad, ante la cordialidad varonil y
por costumbre, y me están refiriendo en tierna del pueblo, ante los aplausos de
este momento, que á la hora en que una ciudad como París, ante los aplau-
acabo de escribir esta carta encendéis sos de una mujer como Jorge Sand, sien-
la l á m p a r a y os sentáis tranquilamente to enternecerse m i corazón y asomar las
á proseguir el trabajo que tenéis empe- l á g r i m a s á mis párpados, porque me con-
zado. venzo de que no todos me odian, de que
JORGE SAND. hay quien me ama.
A l mismo tiempo, mientras Lucrecia
Borgia sale de la cárcel, m i hijo Cárlos
VICTOR HUGO A JORGE SAND. vá á entrar en ella. T a l es la vida. Acep-
témosla como es.
Gracias á vos he asistido á la repre- Vos, cuya existencia ha experimenta-
sentación de Lucrecia Borgia, y á través do tantos dolores, vos conseguiréis tener
de vuestro admirable estilo la he visto en el porvenir la aureola augusta de la
por completo; he visto el teatro, el dra- mujer que ha protegido siempre á la
ma, el deslumbramiento del espectácu- mujer. Vuestras obras todas han sido de
lo, la sala cuajada de gente, á los ins- combate, y lo que es combate en el pre-
pirados y patéticos actores arrancando sente llega á ser victoria en el por-
palmadas al público, á éste atento, al venir.
pueblo conmovido, y á vos, que represen-
tais la gloria, aplaudiendo. E l que camina por el progreso sigue el
verdadero camino. Lo que en vuestros
Hace veinte años que estoy sufriendo libros nos enternece es la sublimidad de
la cuarentena. Los salvadores de la pro- vuestro corazón, que derramáis entero
piedad han confiscado la m í a . E l golpe en pensamientos, en filosofía, en razón y
de Estado secuestró m i repertorio teatral. en entusiasmo. Por eso sois tan poderoso
Mis dramas pestíferos están en el lazare- escritor. Espero recibir pronto una ale-
to y han echado sobre m í el paño ne- gría, porque sé que vais á conseguir un
gro. Hace tres años dejaron salir del triunfo. Sé que van á repetir u n drama
presidio á Hernani] pero le volvieren á vuestro.
encerrar lo m á s pronto que pudieron,
Me creo feliz siempre que cambio al-
porque el público simpatizó demasiado
gunas palabras con vos; m i i m a g i n a c i ó n
con ese bandido. Hoy le toca el turno de
necesita esos rayos de luz que me en-
poner en libertad á Lucrecia Borgia; pero
viáis, y os agradezco que de vez en
está denunciada y es sospechosa de con-
cuando volváis la cabeza hácia m í desde
tagio; la dejarán mucho tiempo libre?
la alta cima que ocupáis.
Acabáis vos de darla un salvo-conduc- Ilustre amiga, está siempre á vuestros
to inviolable. Sois la gran mujer de este piés
siglo; alma noble entre las almas feme-
ninas, sois una especie de posteridad VÍCTOR HUGO.
viva, y por eso tenéis el derecho de ha Hauteville-House 8 Febrero 1870.
blar en voz m u y alta. Os doy las gra
cías.
He acogido con regocijo extraño en IV.
mí vuestra magnífica carta, porque con
t í n u a m e n t é me veo insultado en m i so Washington.
ledad; sé que dicen de m í todo lo que
quieren, porque yo sé guardar silencio.
Dejarse calumniar d á mucha fuerza; yo Varios ciudadanos de los Estados-Uni-
poseo esa fuerza. A d e m á s , se comprende dos se reunieron para conmemorar el na-
perfectamente que el imperio trate de cimiento de Washington: entre los brindis
defenderse por todos los medios posibles. se pronunció el siguiente:
E l es m i blanco y yo soy el suyo. Por " A Víctor Hugo, el amigo de A m é r i c a
496 OBRAS D E VICTOR HUGO.
á la Francia, pero sangrienta y moribun- odian, flotando entre todas esas nebulo-
da; volver á ver á Paris, pero hambriento sidades, casi convencidos cada uno de su
y bombardeado. verdad; debemos compadecerles y acon-
Causa inexpresable dolor ver la inun- sejarles la fraternidad; su lucha es escu-
dación de los bárbaros^ pero hay otro sable, porque cada uno cree lo que puede
ataque tan funesto como éste: el de la y no lo que quiere. Esta es la escusa de
irrupción de las tinieblas. Si hay algo todos los clérigos, pero lo que les escusa
tan l ú g u b r e como el patear de los caba- debe darles prudencia y no terquedad.
llos prusianos en Paris, es la invasión de Existe el derecho al fanatismo, pero este
la Edad Media en el siglo diez y nueve. es un derecho particular y personal. Des-
Es un crescendo que ultraja; después del de que el fanatismo se difunde, desde que
emperador, el Papa; después de Berlin, se convierte en veda, pentatéutico ó sy-
Roma; después de ver triunfar la espada, labus, es sospechoso. L a creación debe
ver triunfar las tinieblas. ser el estudio del hombre; el sacerdote de-
L a luz de la civilización puede extin- testa ese estudio porque tiene á la crea-
guirse de dos modos, debe temer dos i n - ción por sospechosa; la verdad latente de
vasiones peligrosas; l a invasión de los que el sacerdote dispone, contradice la
soldados y la invasión de los sacerdotes. verdad patente que propone el univer-
U n a amenaza á nuestra madre la patria so. De esto resulta un conflicto entre la
y la otra amenaza á nuestro hijo el por- fé y l a razón; de esto resulta que cuando
venir. el clérigo es el m á s fuerte, impone su fa-
natismo á la inteligencia, y es muy te-
III, mible que se apodere de la educación del
niño, que retoque su espíritu y petrifique
Hay dos inviolabilidades, que son los su cerebro; todas las religiones tienen el
dos preciosos bienes de los pueblos civi- mismo objeto: apoderarse á la fuerza del
lizados; la inviolabilidad del territorio y alma humana.
la inviolabilidad de la conciencia. E l L a Francia está sujeta ahora á una
soldado viola una y el sacerdote viola la tentativa semejante de violación, á una
otra. prueba de fecundación que la mancha, y
Se debe hacer justicia á todos, por lo es muy terrible que se trate de crear á la
que debemos confesar que el soldado Francia un porvenir falso. E n la situa-
cree que obra bien, porque obedece á ción actual la inteligencia nacional está
su consigna; el sacerdote cree que obra en peligro.
bien, porque obedece al dogma; solo los E n s e ñ a n lo mismo las mezquitas, las
jefes son responsables; solo hay dos cul sinagogas y los presbiterios; son idénti-
pables: César y Pedro; César que mata y cas sus afirmaciones quiméricas, y todas
Pedro que e n g a ñ a . tratan de sustituir á la conciencia el
E l sacerdote puede serlo de buena fó; dogma. Como falsean la noción divina
cree poseer una verdad diferente de l a é innata, el candor de l a j u v e n t u d no
verdad universal. Cada religión cree en puede defenderse, y en su candor derra-
su verdad, que es distinta de las otras man l a impostura, y si se las dejase
verdades, y su verdad no sale de l a na obrar con libertad, llegarían á dotar al
turaleza, que es panteista, s e g ú n l a opi- niño de espantosa buena fé en el error.
nión de los sacerdotes; sale de un libro Repetimos que el sacerdote puede ser
diferente de otros libros. L a verdad que sincero y estar convencido; por eso no
sale del T a l m u d es hostil á la verdad que debemos vituperarle, pero sí que le de-
sale del K o r á n . E l rabino cree de dife bemos combatir.
rente modo que el marabut, el fakir con
E l clero cree que falta dar educación
templa un paraíso que no vé el religioso
griego del monte Athos, y el Dios visible á la civilización y pide que le dejemos
para el capuchino es invisible para e1 educarla; quiere ser maestro del pueblo
derviche. A esto se me contestará que e francés. Esta pretensión merece exami-
derviche vé otro Dios: es verdad, y yo narse.
a ñ a d o que es el mismo; J ú p i t e r es Joyis E l sacerdote, como maestro de escue-
es J e h o v á , lo que no impide que J ú p i t e r la, trabaja en muchos paises. ¿Qué edu-
lance rayos á J e h o v á y que J e h o v á con- cación dá? Qué resultados obtiene? E n
dene á Júpiter; F ó excomulga á Brahma esto estriba toda la cuestión.
y Brahma anatematiza á Alá; los dioses E l que escribe estas líneas conserva en
se rechazan unos á otros, y cada religión la memoria dos recuerdos: permítasele
desmiente á las d e m á s ; los clérigos se que los compare y de su cotejo nos resul-
DESPUES D E L DESTIERRO. 505
t a r á alguna enseñanza; cuando no, nun- que esté proclamada legalmente; porque
ca es inútil escribir historia, ya hemos dicho en otra parte que algu-
nas veces l a ley es traidora al derecho,
IV. Las rebeliones de la ley deben reprimir-
se, y solo puede reprimirlas la indigna-
E n 1848, durante las t r á g i c a s jorna- ción del pueblo. Royer-Collard decia: Si
das de Junio, invadieron los insurrectos promulgáis esa ley, juro desobedecerla.
una de las plazas de Paris. L a m o n a r q u í a abre el derecho á la i n -
Esta plaza, antigua, monumental, era surrección y la R e p ú b l i c a lo cierra.
una especie de fortaleza cuadrada, que E n la R e p ú b l i c a es culpable cualquie-
tenia por muralla un cuadrilátero de ca- ra insurrección, porque es una batalla
sas altas de ladrillo y de piedra, y esta- entre ciegos; es el pueblo asesinado por
ba guarnecida por un batallón que man- el pueblo.
daba el valiente oficial Tombeur. Los E n la m o n a r q u í a , la insurrección es l a
insurrectos de Junio se apoderaron de l e g í t i m a defensa; en la República, la i n -
ella con la rapidez irresistible de las mul- surrección es el suicidio.
titudes que combaten. L a R e p ú b l i c a tiene el deber de defen-
Brevemente, pero con claridad, vamos derse, hasta contra el pueblo, porque el
á decir a q u í algunas palabras sobre el pueblo es la República de hoy, la de ayer
derecho de insurrección. y la de m a ñ a n a ; bajo el punto de vista
Tenia razón l a insurrección de Junio? de estos principios, la revolución de Ju-
Tentados estamos de responder que sí y nio de 1848 no tuvo razón de ser.
que no: sí, si se considera su objeto, que F u é terrible porque era venerable, y
era plantear la República; no, si se con- en el fondo de su inmenso error palpita-
sidera el medio, que era asesinar la Re- ba el sufrimiento del pueblo. F u é la re-
pública, porque por desgracia la insur- belión de los desesperados. E l primer de-
rección de Junio mataba lo que queria ber de la República era reprimir la i n -
salvar. surrección y el segundo amnistiarla. L a
Asombra este contrasentido; pero de- Asamblea nacional cumplió el primer
jamos de asombrarnos al analizar y al deber, pero no el segundo. De esta falta
ver que las intrigas bonapartistas y las responderá ante l a historia.
intrigas legitimistas se confundieron en Hemos hecho estas observaciones de
aquella ocasión con la sincera y formi paso, no solo porque son verdaderas y
dable cólera del pueblo. L a historia lo deben proclamarse todas las verdades,
sabe ya hoy, que dos pruebas han de- sino porque en épocas de turbación es
mostrado la doble intriga: la carta de preciso esclarecer las ideas. Dicho esto,
Bonaparte á Rapatel y la bandera blan- reanudemos el hilo interrumpido.
ca de la calle de San Claudio. Los insurgentes penetraron en la p l a -
L a insurrección de Junio equivocó el za que antes indicamos por la casa nú-
camino. mero 6. Esta casa tenia u n patio, que
E n las m o n a r q u í a s , las insurrecciones por la puerta trasera comunicaba con
dan un paso hácia adelante, y en las re- un callejón sin salida, metido entre las
públicas u n paso hácia atrás. grandes calles de Paris. E l conserje abrió
L a insurrección solo es derecho cuan esta puerta á los insurrectos; por ella en-
do tiene ante ella la verdadera rebelión, traron en el patio y después en la pla-
que es la m o n a r q u í a ; porque es justo za. T e n í a n por jefe á u n antiguo maestro
que un pueblo se defienda contra un de escuela, que destituyó M . Gruizot; se
hombre. llamaba Grobert, y m á s tarde m u r i ó pros-
E l rey es una sobrecarga, que cae á cripto en L ó n d r e s . Los insurrectos inva-
una parte y no á la otra; es necesario po- dieron el patio tempestuosos y amenaza-
ner u n contrapeso á ese hombre escesivo, dores: iban despedazados y descalzos y
y la insurrección no es m á s que el resta- provistos con las armas que la casuali-
blecimiento del equilibrio. dad d á al furor, y aunque entraron co-
L a cólera solo es de derecho en asun- léricos, lanzaban las sombrías miradas
tos de equidad; derribar la Bastilla es que despiden los vencedores que conocen
una acción violenta y santa. que serán vencidos. Uno de ellos g r i t ó ,
L a usurpación atrae la resistencia; entrando en el patio: " A q u í vive un par
siendo la República, esto es, l a sobera- de Francia,,. A l oir esto, asustados, todos
nía del hombre sobre sí mismo; siendo l a los habitantes de la plaza exclamaban:
R e p ú b l i c a el principio social absoluto, "Van á saquear la casa n ú m . 6„.
la m o n a r q u í a es una usurpación, aun- Uno de los inquilinos de dicha casa
TOMO I V .
506 OBRAS D E VICTOR HUGO»
reclaman su derecho al trabajo, decidi- selas, cuáles son los miserables? Los
dos á vivir y resueltos á morir. Desespe- dichosos.
rados, se entregan á todo trance á la E l hombre de la plaza de las Barrica-
batalla feroz. Si es una casa lo que se das tuvo razón para lanzarles á la cara
presenta ante sus ojos, la invaden, sin esa frase de desprecio.
considerar que su dueño es amigo del ¿Qué diferencia hay entre la m u l t i t u d
pueblo; entran en ella, quieren saquear- de Paris y la de Bruselas? Una sola; la
la; pero si una voz les grita: " E l dueño de educación.
esta casa está cumpliendo con su deber,,, Los hombres son iguales en la cuna.
se detienen, callan, se descubren y se Bajo cierto punto de vista intelectual, se
van. encuentran en ellos excepciones, pero
Tras la rebelión de los pobres viene la excepciones que confirman la regla. Fue-
rebelión de los ricos. Estos t a m b i é n es- ra de éstas, u n n i ñ o equivale á otro. L o
t á n furiosos. Contra el enemigo? No. que los desiguala m á s tarde es la n u t r i -
Contra un combatiente? Tampoco. E s t á n ción. Hay dos clases de nutrición: l a pri-
furiosos contra una buena acción, acción mera, que siempre es buena, la d á la
sencilla, pero evidentemente justa y hon- leche de la madre; la segunda, que puede
rada. T a n sencilla, que si no la comba- ser mala, la dá la enseñanza del maestro.
tiera su cólera, no v a l d r í a la pena de Por eso se necesita vigilar la ense-
ocupamos de ella. U n hombre se atrevió ñ a n z a .
á ser fraternal: en los momentos en que el
mundo pensaba en los autos de fó y en VI.
las dragonadas, pensaba en el E v a n -
gelio, en la Samaritana; en los momen- Puede decirse que en nuestro siglo hay
tos en que todos se acordaban de Tor- dos escuelas, que condensan y resumen
quemada, este hombre se atrevió á las dos corrientes contrarias que arras-
acordarse de Jesucristo; habló en alta tran la civilización en sentido inverso; la
voz para realizar un acto clemente y hu una hácia el porvenir, la otra hácia el
mano; entreabrió una puerta de refugio pasado; la primera de esas dos escuelas se
al lado de la enorme puerta del sepulcro llama Paris y la segunda se llama Roma.
abierta; no quiso que se dijera que su Cada una de ellas tiene su libro de texto:
corazón no era misericordioso con ios que el de Paris es la Declaración de los dere-
sufren n i su hogar inhospitalario para chos del hombre; el de Roma es el Syllahus.
los que caen; en los momentos en que re- Esos dos libros contestan al progreso: el
mataban á los moribundos quiso recoger primero le dice sí; el segundo le dice no.
á los heridos, porque el hombre de 1871 E l progreso lo constituyen los pasos
es el mismo hombre de 1848, y sigue ere que dá Dios. Las revoluciones, aunque
yendo que deben combatirse las insur- las traiga el h u r a c á n , vienen por la vo-
recciones cuando luchan y amnistiarlas luntad superior: sopla sus vientos la boca
cuando son vencidas; por eso cometió el divina.
crimen de abrir su morada á los venci- A Paris lo representan Montaigne,
dos y de ofrecer un asilo á los fugitivos: Rabelais, Pascal, Corneille, Moliere,
esto exasperó á los vencedores. Indigna Montesquieu, Diderot, Rousseau, V o l -
á los dichosos que se defienda á los des taire, Mirabeau y Danton. A Roma la
graciados, y debe castigarse ese crimen. representan Inocencio I I I , P i ó V , Ale-
Y sobre una humilde casa solitaria, en jandro V I , Urbano V I H , Arbuós, Cisne-
la que se mecian dos cunas, se lanzó una ros, Lainez, Q-rillandus ó Ignacio.
muchedumbre arrojando gritos de muer- Después de indicar las escuelas, fácil
te, teniendo la ignorancia en el cerebro, es distinguir á sus discípulos. Confron-
el ódio en el corazón y las piedras en las témoslos.
manos. Si no pudo verificarse el asalto, Examinad á los hombres que nada
no fué por culpa de los sitiadores; si no poseen, á los que sufren todo el peso de
derribaron la puerta, fué porque la viga la sociedad humana: el dia que pierden
llegó demasiado tarde. Si no mataron á la paciencia, se sublevan y presentan la
un niño, fué porque la piedra no pasó batalla. De repente en la embriaguez del
bastante cerca; si no asesinaron á un combate se les presenta la ocasión de ser
hombre, fué porque salió el sol. injustos y no l a aprovechan. Poseen el
Terminemos. instinto de la revolución y la luz de la
De las dos multitudes, ¿cuál es pue- verdad; su cólera no traspasa la equidad,
blo y cuál populacho? Entre los indi y dan ai mundo civilizado el espectáculo
gentes de Paris y los dichosos de B r u sublime de ser moderados siendo opri-
DESPUES D E L DESTIERRO. 511
midos y de ser buenos siendo desgra- convertido en reptiles; saben el doble i t i -
ciados. nerario de Mandrin y de Escobar; han
Examinad á esos otros hombres que lo estudiado todas las aventuras nocturnas,
poseen todo^ que están arriba como los los procedimientos del bandolerismo y
otros están abajo. Se les presenta la oca- las doctrinas de la encíclica; serian chauf-
sión de ser cobardes y feroces y la apro- feurs (1) si no fueran jesuítas; que ata-
vechan. Su principal jefe es el hijo de un can perfectamente á una casa dormida;
ministro, su segundo jefe es hijo de u n que utilizan su talento en servicio de la
senador; entre ellos se encuentra un prín- religión; que defienden á la sociedad
cipe!. Se j u n t a n para cometer u n crimen como ladrones de camino real; que com-
y llegan en su perpetración hasta donde pletan la oración jaculatoria con escala-
la noche se lo permite, y no es culpa miento y fractura, y que prueban que
suya el ser solo bandidos, porque su i n - les es fácil á los discípulos de Loyola ser
tención era ser asesinos. plagiarios de Schinderhannes.
¿Quién ha educado á esos primeros Ésos hombres son perversos? No; son
hombres? Paris. ¿Quién ha educado á imbéciles. Pero nacieron imbéciles? No;
los segundos? Roma. los han obligado á serlo, como acaba-
Repito que antes de recibir la ense- mos de decir. Embrutecer es u n arte.
ñ a n z a eran iguales. Los niños ricos y Los sacerdotes de los diversos cultos
los niños pobres tuvieron en su niñez llaman á ese arte libertad de enseñanza,
las mismas cabezas blondas, los mismos pero sin mala intención; como ellos se
semblantes rosados. Ved cómo han cam- sometieron á la mutilación de la inteli-
biado ahora que son hombres; unos son gencia, quieren practicar esta operación,
compasivos, otros son bárbaros. Por qué? que ellos ya han sufrido. A que el cas-
Porque s u alma se abrió y saturaron su trador haga eunucos llaman e n s e ñ a n z a
espíritu las influencias de dos centros di- libre. Hubieran intentado hacer esta
ferentes; los unos han respirado la atmós- operación á nuestros hijos si hubieran
fera de Paris y los otros la de Roma. podido hacer vivir la ley, poco viable, que
Todo depende del aire que el hombre votó la Asamblea difunta. Los dos he-
respira. E l hijo de Paris, inconsciente- chos históricos que acabamos de referir
mente, porque hasta el dia que exista la son una sencilla nota que ponemos a l
e n s e ñ a n z a obligatoria será ignorante, el m á r g e n de la referida ley.
hijo de Paris respira, sin saberlo y sin
apercibirse, una atmósfera que le hace VII.
probo y justiciero. Esta atmósfera con-
tiene toda nuestra historia; las fechas Quien dice educación, dice gobierno:
memorables, las acciones nobles, las obras enseñar es reinar. E l cerebro humano es
útiles, los héroes, los poetas, los oradores, una especie de cera que toma la forma
el Cid, Tartuffe, el Diccionario filosófico, la del bien ó del mal, según la maneja el
Enciclopedia, la tolerancia, la fraternidad, ideal ó s e g ú n se apodera de ella una
la lógica, el ideal literario-social, el alma garra.
inmensa de la Francia. Educación clerical quiere decir go-
L a atmósfera de Roma contiene la I n - bierno del clero. Esta clase de gobierno
quisición, el Indice, la censura, el tor- está ya juzgado. Es el que en la cumbre
mento, la infalibilidad de u n hombre, la augusta de la gloriosa E s p a ñ a levantó,
negación de la ciencia, la afirmación del como espantoso altar de Moloc, el que-
infierno eterno y el humo de los incensa- madero de Sevilla; es el que superpuso á
rios confundido con l a ceniza de las ho- la Roma romana la Roma papal, ahogan-
gueras. Paris forma al pueblo y Roma do monstruosamente á Catón con las ma-
al populacho. E l dia en que el fanatismo nos de Borgia.
consiguiera hacer que Roma fuese respi- L a dialéctica se rige por una doble
rablepara la civilización, todo lo h a b r í a - ley; ve de lejos y estrecha de cerca.
mos perdido: la humanidad volverla á Los gobiernos clericales no resisten á
entrar en la profunda noche. ninguna de las dos formas de este racio-
L a atmósfera de Roma se respira en cinio; desde abajo se ven sus defectos;
Bruselas. Los hombres que se iban á apo- desde arriba se ven sus crímenes. Ex-
derar de una casa en la plaza de las tienden la garra sobre el hombre y la
Barricadas son los discípulos del Quiri-
nal; profesan tan fervientemente el catoli- fi) ^ n [ i l íe bandidos ^ Kse P.0; e} V , 0 - de
. ' r • i-* • f ! Francia y por Bélgica, que obligaban a los habitantes de las ca-
Cismo, que ya no SOn cristianos; SOn t a n sas qUe tomaban por asalto, para que les entregasen sus riquezas,
fuertes, que maravillosamente Se han á poner los pies sobre carbones encendidos.—(N. del T.j
512 OBRAS D E VICTOR HUGO.
IL
I. L a guerra en el presente y la paz
Llegada á Burdeos. en el porvenir.
blos coligados, á ese aluvión de hom- EL JEFE DEL PODER EJECUTIVO: ¡ES
bres del Norte que ya muchas veces ha su- verdad!
mergido la civilización. Trescientos m i l M . DUPAURE, ministro de Justicia: ¡Es
padres de familia son soldados improvi- verdad!
sados. E l gran pueblo parisiense ha crea- M. VÍCTOR HUGO: L a victoriosa Alema-
do batallones, ha fundido cañones, ha nia t e n d r á de su parte el imperio, la es-
levantado barricadas, ha abierto minas, clavitud, el yugo soldadesco, el embrute-
ha multiplicado sus fortalezas; tiene cimiento del cuartel y la disciplina hasta
hambre y frió, y al mismo tiempo que es- en los espíritus; su emperador será al
tallan en él todas las cóleras, padece toda mismo tiempo militar y de derecho di-
clase de sufrimientos. Es inútil enume- vino; elevará la consigna á dogma, h a r á
rarlos; la historia ya los referirá. del sable cetro, a g a r r o t a r á el pensamien-
Carecen de l e ñ a , de carbón, de gas y to y la palabra; se a c a b a r á n la tribuna
de pan. Viven en un invierno horrible, y l a prensa.
en el que ostenta el Sena quince grados L a nación vencida t e n d r á de su parte
de hielo; sufre el hambre, el tifus, la de- la ilustración, l a libertad, la República,
vastación, la metralla y el bombardeo. el derecho humano, la tribuna, la pren-
Paris en estos momentos está enclavado sa, la palabra, la conciencia y el alma
en l a cruz, goteando sangre de sus cua libres; conservará la iniciativa del pro-
tro miembros. Pues bien, esa ciudad, á greso, difundirá las ideas nuevas y re-
la que ninguna i g u a l a r á en l a historia; í t e n d r á l a clientela de las razas oprimi-
esa ciudad majestuosa como Homa y es- das, y mientras la victoriosa Alemania
tóica como Esparta; esa ciudad que los incline la cabeza, por pesar sobre ella el
prusianos quieren hollar, pero que no han casco de las hordas esclavas, la sublime
tomado aun; esa ciudad augusta nos ha vencida Francia l e v a n t a r á la cabeza
dado u n mandato que aumenta su peli- con la corona del pueblo soberano. L a
gro y que a ñ a d e á su gloria, el mandato civilización, puesta faz á faz de la barba-
de votar contra el desmembramiento de rie, b u s c a r á su camino por entre las dos
la pátria; Paris acepta sus mutilacio- naciones, una de las que dió luz á la E u -
nes, pero se opone á las mutilaciones de ropa y la otra que le dió la noche. ¿Qué
la Francia. Paris se resigna á l a muerte, nación debe compadecerse m á s de las
pero no á la deshonra. dos, la que es triunfante y esclava ó la
Tenemos que cumplir una doble m i - que es vencida y soberana? Las dos.
sión: hacer que se levante Francia y ad Puede la Alemania enorgullecerse de
vertir á l a Europa. Se trata de saber si :ener dos provincias m á s , aunque carez-
ésta v á á retroceder hasta el feudalismo; ca de libertad; pero nosotros compade-
se trata de saber si vamos á ser arroja- cemos su engrandecimiento, por estar
dos de un escollo á otro, del r é g i m e n teo- fundado en l a bajeza; nosotros la compa-
crático al r é g i m e n militar. No pueden decemos al ver que, habiendo sido u n
negarse los esfuerzos que está haciendo pueblo, hoy solo es u n imperio.
el pontificado para declararse infalible, Acabo de decir que la Alemania ten-
y yo creo que ese hecho solo puede rea drá dos provincias más; pero esto no ha
lizarse probando á v i v i r el Papa gótico sucedido aun, y a ñ a d o que no sucederá
al lado de u n emperador gótico. nunca. Toniar no es poseer. L a posesión
supone consentimiento. ¿Puede decirse
UN MIEMBRO DE LA DERECHA: ¡Esa no es que la T u r q u í a posee á Atenas? ¿Puede
la cuestión!
decirse que el Austria posee á Venecia?
OTRO MIEMBRO DE LA DERECHA: E n ¿Puede decirse que la Rusia posee á
nombre de las angustias que está su Varsovia? ¿Puede decirse que l a E s p a ñ a
friendo la pátria, no nos ocupemos ahora posee á Cuba? ¿ P u e d e decirse que la I n -
de esas cosas. glaterra posee á Gibraltar? De hecho, sí;
EL PRESIDENTE: No i n t e r r u m p á i s a de derecho, no.
orador. Continuad, señor Víctor Hugo. UN MIEMBRO DE LA DERECHA: ¡Esa no es
M . VÍCTOR HUGO: Si el tratado violento la cuestión!
que se nos propone en estos momentos M . VÍCTOR HUGO: Estoy dentro de ella.
se cumple, si se celebra la paz inexora VARIAS VOCES DE LA IZQUIERDA: ¡Ha-
ble en pró del reposo de Europa, v á blad! hablad!
empezar el insomnio del mundo. H a b r á EL PRESIDENTE: Continúe el orador.
en lo sucesivo en Europa dos naciones M . VÍCTOR HUGO: L a conquista es una
temibles; una porque será vencedora usurpación; será u n hecho consumado,
otra porque será vencida. pero consumado sin derecho. L a Alsacia
DESPUES D E L DESTIERRO. 525
y la Lorena quieren permanecer siendo DE TODAS PARTES: No, no.
francesas y lo serán á pesar de todo, por- M . VÍCTOR HUGO: J a m á s votaré tan
que la Francia se llama República y ci- l u m i l l a n t e paz, porque ante todo deseo
vilización, y no dejará de cumplir sus salvar el honor de la nación. Sin embar-
deberes con la Alsacia y con la Lorena, go, esta paz pudiera tener u n mérito á
con ella misma y con el mundo. mis ojos, no el de hacer cesar l a guerra,
Señores, en Estrasburgo, en la gloriosa sino el de hacer enconar el odio, el ódio
Estrasburgo, destruida por las bombas contra los reyes. Que recojan lo que sem-
prusianas, se elevan dos estátuas, la de braron. Creando el ódio profundo, i n d i g -
Q-uttenberg y la de Kleber: una voz i n - nando á la conciencia universal, que i n -
terior dice dentro de nosotros que j u r a á cuba la venganza, l l e g a r á un dia en que
Gruttenberg no dejar que se ahogue la ci- ' a e x p l o s i ó n esté en razón directa de l a
vilización, y que j u r a á Kleber no dejar opresión. Todo lo que la Francia pierda,
ahogar la República. a revolución lo gana.
S é que se nos puede objetar diciendo- L l e g a r á l a hora de la revancha prodi-
nos que suframos las consecuencias de giosa, y desde ahora oimos el triunfan-
l a situación que nos hemos creado; que te porvenir que camina á grandes pasos
nos resignemos á que la Prusia se apo- en la historia. Desde m a ñ a n a la Fran-
dere de la Alsacia y de parte de la Lore- cia no t e n d r á otro pensamiento que el
na, porque nosotros tenemos la culpa de recogerse sobre sí misma, descansar '
por haberla atacado, y que ella, como en los sueños terribles de la desespera-
vencedora, está en su derecho, ya que la ción, recuperar sus fuerzas, educar á sus
Francia es culpable de esta guerra y la lijos, alimentar en ellos la santa cólera
Prusia inocente. Inocente la Prusia!.. 3ara cuando sean hombres, fundir caño-
Hace m á s de un siglo que estamos pre- nes y crear ciudadanos, establecer un
senciando sus actos, y hemos visto que se ejército que sea u n pueblo, llamar á la
apoderó... (Ruido en el salón.) ciencia para que auxilie á la guerra, estu-
EL PRESIDENTE: Señores, os suplico diar los adelantos prusianos, como Roma
que guardéis silencio y que no interrum- estudió los adelantos púnicos; fortificarse,
páis al orador, porque así prolongáis la regenerarse, para llegar á ser la porten-
discusión. tosa Francia del 92, la Francia de la idea
M . VÍCTOR HUGO: ES extraordinaria- y la Francia de la espada. Entonces, ir-
mente difícil que hable á la Asamblea guiéndose un dia de repente, de u n salto
si no me deja terminar los pensamientos tormidable recogerá á la Alsacia y á l a
DE TODAS PARTES: Continuad! Hablad Lorena... he dicho poco; se apoderará de
hablad! Treves, de Mayenza, de Colonia, de Co-
EL PRESIDENTE: Las interpelaciones blentz...
no tienen el significado que el orador les VARIAS VOCES: NO, no.
atribuye. M . VÍCTOR HUGO: ¿Con q u é derecho
M . VÍCTOR HUGO: Dije que la Prusia no una Asamblea francesa interrumpe m i
tiene derecho para obrar así. Son vence explosión de patriotismo?
dores los prusianos; pero, ¿se enseñorea MUCHAS VOCES: Acabad de expresar
r á n de Francia? E n el momento a c t ú a vuestro pensamiento.
es posible, pero en el porvenir, nunca. Los M . VÍCTOR HUGO: He dicho que Fran-
ingleses conquistaron á la Francia, pero cia no solo se a p o d e r a r á de la Lorena y
no la poseen; los prusianos embisten á la de Alsacia, sino de Treves, de Mayenza,
Francia, pero no está en su poder. Las de Colonia, de Coblentz, de toda la ori-
manos extranjeras que cojan el hierro l l a izquierda del Rhin, gritando: 14Ahora
candente que se llama Francia, ten me toca á m í , Alemania. ¿Soy t u ene-
d r á n que soltarlo. L a Prusia pierde miga? No; soy t u hermana; me apodero
trabajo; su esfuerzo salvaje es un esíuer de todos esos paises, pero te los devuelvo
zo inútil. con una condición: con l a condición de
¿Puede concebirse que el pasado supri que formemos un solo pueblo, una sola
ma al porvenir? Pues eso sucederia si familia y una sola R e p ú b l i c a . Voy á
Prusia suprimiese á la Francia. A pesar derribar mis fortalezas, pero vas á derri-
de la cobardía de Europa, á pesar de tan- bar las tuyas. M i venganza es la frater-
tos infortunios, á pesar de tantas r a p i ñ a s , nidad. Quiero suprimir las fronteras. E l
á pesar de tantas heridas, á pesar de esta R h i n será de todos, porque constituimos
guerra malvada, Francia no a c e p t a r á la misma República, somos los Estados-
una paz vergonzosa. Unidos de Europa, formamos la federa-
M . THIERS, je/e del Foder ejecutivo-. No. ción continental, la libertad europea y
526 OBRAS D E VICTOR HUGO.
pero que conserve Francia á los repre- gas de la Alsacia y de la Lorena á que
sentantes, para que su presencia en la conserven sus asientos en l a Asamblea
Asamblea nacional sea la protesta viva nacional.
y permanente de la justicia contra la
iniquidad, de la desgracia contra la fuer-
za, del verdadero derecho11 de la p á t r i a IV.
contra el derecho falso de la victoria; que
esos representantes personifiquen en la L a cuestión de París.
Asamblea, no el pasado, sino el por-
venir.
E l mandato es u n depósito; al mismo E n cuanto se votó el tratado, la Asam-
mandante debe el mandatario restituir blea estuvo dudando si se reunida en
el mandato. E n la situación que hoy se Paris ó en otra ciudad de la nación; al-
encuentran la Alsacia y la Lorena, el gunos representantes proponían que se
mandante está prisionero, pero el man- reuniera en Bourges, otros en Fontaine-
datario está libre, y el deber de éste con- bleau y otros en Versalles. E l 6 de Mar-
siste en conservar á un mismo tiempo su zo la Asamblea discutió esta cuestión en
libertad y el mandato, hasta el dia en las secciones: ¿volverla á entrar en Paris
que, cooperando con nosotros para con- ó no? Víctor Hugo, que formaba parte de
seguir la emancipación, pueda restituir la sección 11.a, expresó su opinión en el
el mandato á los que le eligieron. siguiente discurso, que reprodujeron los
Los representantes alsacianos y lore- periódicos:
neses de los departamentos cedidos se
encuentran en un estado escepcional, que " A q u í nos encontramos muchos de los
es preciso tener presente. Los represen- que estuvimos encerrados en Paris, pre-
tantes del resto de la Francia pueden senciando todas las fases del sitio m á s
reelegirse ó reemplazarse, pero estos no. extraordinario de la historia. E l pueblo
E n la actualidad, y sin que el tratado de Paris es admirable; lo dije y lo repe-
pueda impedirlo, la Alsacia y la Lorena tiré siempre. Cada sufrimiento aumen-
están representadas en la Asamblea na- taba su heroísmo. Era conmovedora su
cional de Francia, y de ésta depende que transformación: la ciudad del lujo se
continúen representándola, para lo que convirtió en l a ciudad de l a miseria; la
creemos que no solo tiene derecho, sino ciudad de la molicie en la ciudad del
deber. combate; la ciudad de la a l e g r í a en la
No debemos consentir que los asientos ciudad del terror y del sepulcro. Por la
de dichos representantes queden vacíos noche las calles estaban oscurísimas y
por nuestra voluntad. Tienen derecho no se cometió n i un solo delito. Y o atra-
absoluto todas las poblaciones de Fran- vesé Paris de parte á parte, muchas
cia á ser representadas; pero la Alsacia noches, á Paris tenebroso y desierto; v i
y la Lorena tienen un derecho sagrado, muchos que sufrían, v i muchos ham-
y ya que esas dos provincias no pueden brientos, pero reinaba seguridad absolu-
nombrar otros representantes, los a c t ú a ta. Paris era bravo en el exterior y vir-
les deben seguir d e s e m p e ñ a n d o el car- tuoso en el interior. Dos millones de
go. Deben desempeñarlo indefinidamen- hombres ofrecían tan memorables ejem-
te en las Asambleas nacionales que se plos; los que lo presenciaron no lo olvi-
sucedan á esta, hasta el dia, que creemos d a r á n j a m á s . Las mujeres arrostraban
próximo, en que la Francia vuelva á i n t r é p i d a m e n t e el hambre, como los
tomar posesión de la Alsacia y de la L o hombres la batalla. J a m á s tan soberbio
rena. combate se ha entablado contra todas
E n resúmen: si consentimos que núes las calamidades á un tiempo. E l pueblo
tros honorables colegas se retiren agra- sufría resignado, porque sufría por l a
vamos el tratado, y la Francia concede p á t r i a , confiando en que cuando se mar-
m á s que lo que la Prusia exige. Nada chasen los prusianos seria magnífica-
importa que en la ejecución forjada del mente recompensado con el inmenso
tratado no se vea nuestro consentimien- abrazo de Paris y de la Francia. Decía:
to. Sufrir sin consentir es la dignidad del "Estamos aislados de la Francia; l a P r u -
vencido. sia ha interpuesto entre ella y nosotros
Por todos estos motivos, sin prejuzgar una muralla; cuando la Prusia se vaya,
las resoluciones ulteriores á que pueda la muralla caerá,,. Pero no ha sucedido
obligarles su conciencia, los represen- así, señores: se levantó el sitio de Paris,
tantes que suscriben i n v i t a n á sus cole- y éste permaneció aislado; la Prusia no
DESPUES D E L DESTIERRO. 529
está á sus puertas y l a muralla subsis- parecerá que eso sea negar el derecho su-
te aun. premo de P a r í s , y yo declaro desde aho-
Entre Paris y la Francia había ayer ra que no me sentaré en la Asamblea
un obstáculo, que era la Prusia; pero hoy fuera de la capital de Francia. M i parti-
hay otro, que es la Asamblea. Reflexio- cular resolución es detalle poco impor-
nad sobre esto, señores. tante; obraré así obedeciendo á m i con-
Paris esperaba vuestro reconocimiento ciencia, pero como esto á nadie importa,
y se encuentra con vuestro recelo. ¿Qué no insistiré en esta idea.
os ha hecho para que obréis así? Os lo Pero vuestra resolución es grave y os
voy á decir. suplico que la meditéis. Se os dice:—No
Levantar la cabeza entre el desfalle- entréis en Paris, que están allí los pru-
cimiento universal, y cuando vió que la sianos.—Eso q u é importa! Y o los desde-
Francia no tenia ya soldados, trans- ño. No t a r d a r á n mucho en sufrir la do-
formarse en ejército; esperar cuando de- minación de Paris, al que amenazan
bía desesperar de todo, y después de ver con sus cañones, pero que a l u m b r a r á á
caer á Phalsbourg, á T o u l , á Estrasbur- la Prusia con sus ideas.
go y á Metz, permanecer en pió. U n m i - Solo la vista de Paris es ya una propa-
llón de vándalos no la asombró. Paris ganda. E n lo sucesivo l a permanencia
fué la ciudad soberbia del sacrificio, y de los prusianos en Francia es peligro-
no solo salvó la vida de Francia, sino sa, sobre todo para el rey de Prusia. Solo
que le salvó el honor. ¡Y desconfiáis de entrando en P a r í s , señores, pocedeís po-
París! líticamente: sois un producto m o m e n t á -
¡Receláis de su coraje, de su abnega- neo y P a r í s es una formación secu-
ción y de su patriotismo! ¡Desconfiáis de lar. Creedme y estableced en P a r í s la
l a ciudad que fundó la filosofía univer- Asamblea, apoyad vuestra debilidad en
sal, que invadió el mundo con su ilustra- su fuerza, sentad vuestra fragilidad en
ción, conquistándolo sus oradores, sus su solidez. Pensad en que Paris se i m -
escritores y sus pensadores! ¡Tenéis mie- pone. Paris es el deslumbrador y miste-
do de P a r í s , que simboliza la fraterni- rioso motor del progreso universal, por
dad, la autoridad y la vida! ¡Receláis su iniciativa, por su cosmopolitismo, por
del progreso! Pensad lo que hacéis. su imparcialidad, por sus artes, por su
Esa ciudad os tiende los brazos, y le literatura, por su lengua, por su indus-
contestáis que cierre las puertas; sale á tria, por su espíritu de invención, por su
vuestro encuentro y retrocedéis ante ella; instinto de justicia y de libertad, por su
os ofrece majestuosa hospitalidad para heroísmo de ayer y de siempre y por sus
que podáis abrigar á toda la Francia, su revoluciones.
hospitalidad, que es prenda de concordia
y de paz pública, y la rechazáis y tenéis No se puede discutir á París; es pueril
miedo al puerto, como si fuera u n lazo atacarle y seria pueril defenderle. No
que os tendiese. Sí, lo repito, para todos atentemos contra él, no vayamos m á s
nosotros Paris es el puerto. lejos que la Prusia; los prusianos han
Señores, si queréis ser prudentes, tened desmembrado la Francia, no la d e c a p é
confianza; si queréis ser hombres políti- temos nosotros.
cos, sed hombres fraternales. Entrad en Fuera de Paris puede haber una
Paris inmediatamente. Asamblea provincial, pero la Asamblea
P a r í s os verá ^entrar con júbilo y se nacional solo debe existir en Paris.
t r a n q u i l i z a r á , y cuando Paris se apaci- ¿Creéis tener derecho para aislar á Paris
gua, todo se apacigua. Si estáis ausentes y suceder a l rey de Francia en Versalles
conmoveréis todos los intereses del país con la Asamblea republicana y con la
y ocasionareis su fiebre lenta. Asamblea francesa al rey de Prusia,
Tenéis que pagar cinco m i l millones; creando al lado de la verdadera capital
para conseguirlo necesitáis crédito; para una falsa capital política? ¿Podéis obrar
tener crédito se necesita tener t r a n - así como representantes de la Francia?
quilidad; para tener tranquilidad se ne- Por encima de vosotros, por encima de
cesita tener contento á Paris. Para con- mí, que hoy hemos recibido u n mandato
seguir esto debe establecerse la Asamblea y que m a ñ a n a ya no lo obtendremos, la
nacional en la ciudad nacional. E l inte- Francia tiene u n inmenso representante
rés público está en esta ocasión acorde de su grandeza, de su poder, de su vo-
con el deber público. luntad, de su historia, de su porvenir, un
Si se establece la Asamblea en una representante permanente é irrevocable;
provincia, aunque sea accidentalmente, un representante que es á la vez héroe y
TOMO I V . 67
530 OBRAS D E VICTOR HUGO.
gigante; sabéis cómo se llama? Se llama clamos que se hicieron correr, pero no
París. combatió.
¡Y vosotros, representantes efímeros, M.VÍCTOR HUGO: Las interrupciones
queréis destituir al representante eterno! no me i m p e d i r á n que acabe de expresar
No soñéis y no i n c u r r á i s en este error.,,
m i pensamiento. Combatió...
MUCHAS VOCES DE LA DERECHA: NO, no!
Después de este discurso la sección VOCES DE LA IZQUIERDA: Sí, sí!
11.a, que tenia que elegir u n comisario EL VIZCONDE DE LORGERIL: Hizo como
y que vacilaba entre nombrar para este que c o m b a t í a .
cargo á Víctor Hugo ó á Luciano B r u n , UN MIEMBRO DE LA DERECHA: De todos
eligió á este ú l t i m o . modos no venció.
M . VÍCTOR HUGO: NO trato de zaherir
á nadie en la Asamblea, pero sí que diré
V. que es el único general que ha luchado
en favor de la Francia y el único que no
Dimisión de Víctor Hugo. ha sido vencido. (Ardientes reclamaciones
de la derecha; grandes aplausos en la iz-
quierda.)
E l dia 8 de Marzo, cuando el represen- VOCES DE LA DERECHA: A l órden! ¡Al
tante Víctor Hugo se preparaba á pedir órden!
la palabra para defender que la Asam- M . DE JOUVENCEL: Suplico a l señor
blea debia instalarse en Paris, contra la Presidente que invite al orador á que re-
derecha de la C á m a r a , que opinaba lo tire esas palabras, que son antifrancesas.
contrario, sobrevino inesperado inciden- EL VIZCONDE DE LORGERIL: Ese gene-
te. Se presentó á la Asamblea una peti- ral es un comparsa de melodrama. No
ción respecto á l a elección que acababa fué vencido, porque no se batió.
de verificarse en A r g e l . E l general Gari EL PRESIDENTE: Señor de Lorgeril,
baldi resultó elegido representante por guardad silencio: después os concederé
A r g e l por el sufragio de 10.606 votos. la palabra; ahora respetad la libertad del
E l candidato que después de él consiguió orador.
m á s sufragios solo obtuvo 4.973. E n la EL GENERAL DUCROT: Pido la palabra.
exposición se pedia la a n u l a c i ó n de la EL PRESIDENTE: General, l a usareis
elección de Garibaldi. Víctor Hugo ere después que Víctor Hugo.
yó deber intervenir en esta cuestión. (Muchos representantes se levantan é in-
terpelan vivamente al orador.)
Sesión del 8 de Marzo de 1871. EL PRESIDENTE: E l Sr. Víctor Hugo
M . VÍCTOR HUGO: Pido la palabra. continúa en el uso de la palabra.
EL PRESIDENTE: E l señor Víctor Hugo M . RICHEIER: No hay n i n g ú n francés
tiene la palabra. que quiera oir palabras semejantes á las
M . VÍCTOR HUGO: Seré breve. L a Eran que acaban de pronunciarse. (Agitación
cia acaba de pasar por una prueba terri- general.)
ble, de la que ha salido sangrienta y EL VIZCONDE DE LORGERIL: L a Asam-
vencida; pero la Francia nos ha probado blea niega la palabra á Víctor Hugo
que hay vencidos que permanecen siendo porque no habla francés. (Grandes rumo-
grandes. Las naciones han presenciado res y tumulto.)
su opresión, que se ha encontrado con la EL PRESIDENTE: OS repito que no es-
cobardía de Europa. N i una sola de las tais en el uso de la palabra, Sr. Lorgeril;
potencias de primer órden ha acudido hablareis cuando os toque el turno.
á defender á Francia, que tantas veces EL VIZCONDE DE LORGERIL: Quise de-
defendió la causa de Europa, n i u n rey, cir que la Asamblea se niega á escuchar
n i u n Estado, nadie, excepto un solo al orador porque no comprende el fran-
hombre. Como acabo de decir, no han cés que usa.
intervenido las potencias; solo ha inter- UN MIEMBRO: ESO es insultar al pais!
venido un hombre; pero este hombre es EL GENERAL DUCROT: Insisto en pedir
una potencia. ¿Con q u é contaba este la palabra.
hombre? Solo con su espada; pero esta EL PRESIDENTE: L a tendréis si el se-
espada, que habia ya emaucipado á u n ñor Víctor Hugo lo consiente.
pueblo, podia salvar á otro. Así lo creyó; M . VÍCTOR HUGO: Deseo que se me deje
vino y combatió. expresar m i pensamiento.
VOCES DE LA DERECHA: NO, no! MUCHAS VOCES: Explicaos! Explicaos!
EL VIZCONDE DE LORGERIL: Eso son re- EL PRESIDENTE: ESO es lo que desea el
DESPUES D E L DESTIERRO. 531
orador; guardad silencio y escuchadle. inacción en los momentos en que ésta
VARIAS VOCES: NO, no! Dodia producir el desastre que todos co-
EL GENERAL DUCROT: No se le debe nocéis. Entonces podrá comprenderse si
permitir que siga por ese camino. el general Garibaldi vino á pagar una
M . VÍCTOR HÜGO: Seguiré, sin embar- deuda de g r a t i t u d á l a Francia ó vino á
go, general. defender l a R e p ú b l i c a universal. (Aplau-
EL GENERAL DUCROT: Protesto contra sos en algunos bancos.)
esas palabras, que son u n ultraje. M , LOCKROY: Pido l a palabra.
VARIAS VOCES: A l a tribuna! ¡á l a t r i - EL PRESIDENTE: ¿Está presente el se-
buna! ñ o r Víctor Hugo?
M . VÍCTOR HUGO: Es imposible... VOCES DIVERSAS: SÍ.—NO.
UN MIEMBRO: Retirad esas palabras, EL PRESIDENTE: Antes de proceder á
que no se os permiten. {Otro miembro de a lectura de l a dimisión que acaba de
la derecha se levanta y dirige al orador in- remitirme Víctor Hugo, le suplico que
terpelaciones, que no se oyen por el mucho 'o medite, y le pregunto si persiste en su
ruido que hay en el salón.) resolución.
EL PRESIDENTE: OS suplico que os sen- M . VÍCTOR HUGO {al p i é de la tribuna):
téis. Persisto.
EL MISMO MIEMBRO: ¡ L l a m a d al órden EL PRESIDENTE: ¿LO habéis meditado
al orador! bien?
EL PRESIDENTE: A vos sí que os lla- M . VÍCTOR HUGO: Persisto y declaro
m a r é al órden si continuáis perturbando que no volveré á pisar este recintoé
la sesión. (Muy bien!) EL PRESIDENTE: Como el Sr. Víctor
VOCES EN LA DERECHA: OS pedimos, se- Hugo presentó l a dimisión emocionado
ñ o r Presidente, que llaméis al orador al con el calor del debate, he creído que de-
órden. bía decirle que lo meditase, h a c i é n d o m e
EL PRESIDENTE: NO basta que lo p i i n t é r p r e t e de este modo de los deseos de
dais; en esta cuestión yo solo soy el único la Asamblea. {Sí, si. Muy bien!)
juez. (Muy bien! Interpelaciones diversas y M . VÍCTOR HUGO: OS doy las gracias,
confusas.) señor Presidente, pero, os declaro que no
^ M . DE CHAVAUD-LATOUR: Paris no ha quiero permanecer m á s tiempo en esta
sido vencido; si acaso le ha vencido el Asamblea. {No, no. Hasta mañana! ¡Hasta
hambre. {Es verdad! Asentimiento gene mañana!)
ral.) M . VÍCTOR HUGO: Persisto en que no
EL PRESIDENTE: Concedo l a palabra á volveré á este recinto. (Víctor Hugo se vá
Víctor Hugo para que se explique, y lla- del salón.)
m a r é a l órden á los que le interrumpan. EL PRESIDENTE: Si l a Asamblea me lo
(Muy bien!) permite, no leeré l a dimisión hasta l a
M . VÍCTOR HUGO: V o y á satisfaceros, sesión de m a ñ a n a . {Sí, sí, sí. Asentimiento
señores; voy á i r m á s lejos que vosotros. general.)
Hace tres semanas os negásteis á oir
Garibaldi.
Sesión del 9 de Marzo*
UN MIEMBRO: Porque habia presentado
su dimisión. EL PRESIDENTE: Señores, siento pro-
M . VÍCTOR HUGO: H o y os n e g á i s á oir fundamente que nuestro ilustre colega
me á mí; esto me basta para que presente M . Víctor H u g o no haya querido ceder
t a m b i é n m i dimisión. (Grandes rumores. á las instancias de muchos de nuestros
No, no! en la derecha; aplausos en la iz compañeros, y creo poder a ñ a d i r a l sen-
quierda.) timiento u n á n i m e de l a Asamblea. {Sí,
UN MIEMBRO: L a Asamblea no acepta sí. Muy bien.) Persiste en presentar su
vuestra dimisión. dimisión, que me ha remitido, y que con
M . VÍCTOR HUGO: Dije que l a presento verdadera pesadumbre voy á leer á l a
y mantengo lo dicho. Asamblea. Dice así:
EL GENERAL DUCROT: Señores, antes "Hace tres semanas l a Asamblea se
de juzgar al general Q-aribaldi, pido que n e g ó á oir á Garibaldi y hoy se niega á
se abra una información séria sobre los oirme á m í . Esto basta para que presen-
hechos que han producido el desastre de te l a dimisión.
ejército del Este. Cuando se verifique VÍCTOR HUGO.
esta información, os presentaremos teló 8 de Marzo de 1871.,,
gramas de M . Grambetta, que prueban T r a s m i t i r é l a dimisión al señor mi*
que reprochaba a l general Garibaldi su nistro del Interior.
532 OBRAS D E VICTOR HUGO.
cia. Luego evidentemente la Asamblea la Columna; estos motivos fueron los re-
actual no representa á P a r í s , porque cuerdos que la Columna despierta. Si
huye de él, no porque le odie, sino por lo este es un motivo para destruir u n mo-
que es m á s triste, porque le desconoce. numento, derribemos el Parthenon, que
¿No es verdad que es curioso desconocer recuerda l a superstición pagana; derri-
á Paris? T a m b i é n nosotros desconocemos bemos la Alhambra, que recuerda la su-
el sol; solo sabemos que tiene manchas. perstición mahometana; derribemos el
Eso es todo lo que la Asamblea sabe de Coliseo, que recuerda las fieras que de-
Paris. voraban á los hombres; derribemos las
L a Asamblea no refleja á Paris y la pirámides, que eternizan la memoria fu-
Commune, compuesta casi toda de des- nesta de los Faraones sirviéndoles de
conocidos, no refleja la Francia. L a com- tumba; derribemos todas las catedrales,
penetración de una representación en la empezando por Santa Sofía y terminan-
otra haria posible la conciliación; seria do por Nuestra Señora. E n una palabra,
preciso que esos dos grupos tuvieran por destruyámoslo todo; porque hasta hoy
alma á Francia y por corazón á Paris. dia, todos los monumentos los han cons-
Esto es lo que les falta y por eso rehusan truido los reyes, y el pueblo no ha em-
entenderse. pezado aun á levantar los suyos. ¿Se tra-
Ofrecen el mismo fenómeno que pre- ta verdaderamente de destruirlo todo?
senta la China; á una parte están los tár- No; pero se hace lo que no se quiere
taros y á la otra los chinos. hacer. Causar daño queriendo causarlo
Esto no obstante, la Commune encar- lo hacen los malvados; causar d a ñ o sin
na el principio de la vida municipal y querer lo hacen los ignorantes. A la
la Asamblea encarna el principio de la Commune, como á la Asamblea, le sirve
vida nacional: la una y la otra corpora- de escusa la ignorancia. L a ignorancia
ción deben apoyarse en los principios y es la gran plaga pública actual, y esto
no en los hombres, y ha consistido la des- explica el contrasentido de hoy. De la
gracia en que l a elección de éstos ha ignorancia sale la inconsciencia y el i n -
sido funesta. Los hombres pierden el menso peligro: de noche se puede caer en
principio. H a n tenido razón en las dos precipicios, y siendo ignorantes caer en
partes y en las dos se han equivocado. los crímenes. H a y actos que empiezan
Por eso la situación es tan intrincada. por ser imbéciles y concluyen por ser fe-
Esa situación crea el frenesí. roces.
Los periódicos belgas anuncian que la Como por ejemplo, empieza á bosque-
Commune vá á suprimir Le Rappel. Es jarse un acto monstruoso; el decreto so-
probable. De todos modos os suprimirán: bre rehenes.
si no la Commune, la Asamblea. Es pe- Diariamente, hombres indignados como
culiar de la razón incurrir en la proscrip- yo denuncian á la conciencia del pueblo
ción de los extremos. ese decreto repugnante, infame punto de
De todos modos, vosotros y yo cumpli- partida de las catástrofes. Ese decreto se
remos nuestro deber; esta certidumbre volverá contra la República. Me extre-
nos deja satisfechos. L a conciencia se pa- mezco cuando medito en sus consecuen-
rece al mar: por violenta que sea l a tem- cias. L a Commune, en la que, dígase lo
pestad en l a superñcie, su fondo perma- que se quiera, hay corazones rectos y
nece tranquilo. honrados, ha consentido ese decreto m á s
Cumpliremos nuestro deber en pró ó que lo ha votado. Ese decreto es obra
en contra de la Commune ó de la Asam- abominable de cuatro ó cinco déspotas.
blea: no guardaremos miramientos n i á Aprisionar á inocentes, haciéndoles res-
la una n i á la otra; para nosotros lo i m - ponsables de crímenes que no han come-
portante es el pueblo, que unos explotan tido, es servirse del bandolerismo como
y otros venden. Sobre la situación actual medio de gobierno, es hacer política de
se extiende una especie de nube, estú- caverna. Se cubriría de luto y de oprobio
pida por arriba y estupefacta por de Francia si llegase para ella el momento
bajo. supremo en que los miserables que han
Desde el 18 de Marzo manejan á Paris redactado ese decreto encontrasen ban-
desconocidos, lo que no es bueno, ó igno- didos que lo ejecutasen. Las represalias
rantes, lo que aun es peor. Si esceptua serian sangrientas. Nada quiero predecir,
mos algunos jefes, que siguen m á s que pero imagino ya cómo el terror blanco
guian á la Commune, á ésta la forma l a contestará al terror rojo.
ignorancia. Basta para probar lo que L a Commune, que podia haber hecho
digo los motivos que alegó para destruir grandes cosas, solo ha hecho cosas i n -
536 OBRAS D E VICTOR HUGO.
porque en el fondo obramos lo mismo. voces le contestaban. Las voces que for-
T a m b i é n yo abro surcos, como vosotros maban un conjunto eran profundas; l a
cantáis himnos. Cantáis como yo y tra- voz que cantaba sola era aguda. Resul-
bajo como vosotros. Abro m i surco en la taba de esto una a r m o n í a patética; me
dura gleba humana, y m i carreta es m i parecía que h a b í a allí un espíritu ense-
espíritu. ñ a n d o á una m u l t i t u d . L a melopea era
Acabo de oiros cantar deliciosas melo- majestuosa, la letra era alemana, y aun-
días y de ver que las preciosas mujeres que no la comprendía, c o m p r e n d í a el
que están presentes las oyen con lágri- canto. Me parecía que lo t r a d u c í a m i
mas en los ojos. No os asombre que al alma, en la que oia el fantástico diálogo
daros las gracias tiemble m i voz. Hace de un a r c á n g e l con la m u l t i t u d , y el res-
ya tiempo que estoy m á s acostumbrado petuoso m u r m u l l o de los pueblos res-
á oir los gritos de la cólera que los can- pondiendo á las divinas explicaciones
tos del corazón, y lo que la cólera no de u n genio. Oia como extremecimiento
puede conseguir lo consigue l a simpa- de alas en la vibración augusta de la
tía; me conmueve. voz solitaria. Era algo m á s que un verbo
Me gusta mucho el pais de Vianden. humano; era como una voz de los bos-
Su reducida ciudad es u n verdadero sím- ques, de la naturaleza y de la noche,
bolo del progreso, es u n compendio de dando á los hombres cansados de fatiga,
la historia. L a naturaleza comenzó á do- oprimidos por los rencores y las vengan-
tarla bien; la dió al caserío naciente un zas, saturados de guerra y de ódio, los
clima sano, un rio vivificante, tierras grandes consejos de la serenidad eterna.
á propósito para las viñas y m o n t a ñ a s á Y sobre nuestras frentes inclinadas,
propósito para los bosques. Después, lo entre nuestros duelos, entre nuestras l l a -
que le dió la naturaleza se lo tomó el gas y entre nuestras enemistades, esa
feudalismo. voz venia del cielo y era el inmenso re-
E l feudalismo se apoderó de las mon- proche del amor.
t a ñ a s y puso en ellas una torre; se apo- Amigos mios, la música es una especie
deró de los bosques y metió en ellos ban- de ilusión que propone al pensamiento
didos; se apoderó del rio ó impidió su no sé q u é problema misterioso. Habéis
paso con una cadena; se apoderó de la venido á recibirme cantando, y yo me es-
tierra y se comió el trigo; se apoderó de plico lo que habéis cantado. Me presen-
las viñas y se bebió el vino. Pero llegó tais el enigma de la Armonía, y os lo tra-
la revolución francesa, y ya sabéis que duzco por la palabra Fraternidad.
de Francia viene la claridad, que de Amigos mios, llenemos las copas y
Francia viene la libertad. L a revolución brindemos. Por encima dé los empera-
francesa emancipó á Vianden. Cómo? dores y de los reyes, brindo por la armo-
Matando la torre. Mientras el castillo n í a de los pueblos y por la fraternidad
vivió, la ciudad estaba muerta; en cuan de los hombres.;,
to m u r i ó , nació el pueblo. E n la actuali
dad, este paisaje espléndido, que un dia
v e n d r á á visitar toda la Europa, el pai IV.
saje de Vianden, se compone de dos cosas
consoladoras y magníficas, una sinies Elecciones del 2 de Julio.
tra, que es la ruina, y otra riente, que es
el pueblo.
Con mucha atención os oia mientras Víctor Hugo estaba ausente de P a r í s
c a n t á b a i s y me emocionó uno de vues cuando se celebraron las elecciones de
tros cantos, que creo aun oir. Permitid Julio, bajo l a presión del estado de sitio,
me que os le refiera. sin prensa libre y sin reuniones públicas;
L a orquesta callaba; solo se oia la voz a d e m á s , según su creencia, las viciaban
humana; uno de vosotros, que percibo dos medidas; la encarcelación en masa y
distintamente y que saludo con la mano, la radiación arbitraria que privaba del
estaba derecho, aparte y hasta cierto voto á cerca de 140.000 electores. A pe-
punto fuera del grupo, pero entre l a os- sar de esto, hó a q u í el resultado que
curidad y entre los árboles; casi sin verle obtuvo:
le oia.
Q u é es lo que oia? No lo sé... algo so Taris.— Votación del 2 de Julio.
lemne y grandioso.
Esta voz grave hablaba en l a oscuri Candidatura de Víctor Hugo: 57.854 votos.
dad; luego se i n t e r r u m p í a y las otras
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 543
a c o m p a ñ é á Paris á m i hijo Cárlos,
V. muerto s ú b i t a m e n t e el dia 13, y d i gra-
cias al pueblo, que, á pesar de estar en
De la colección de hechos y de todo lo plena revolución, quiso a c o m p a ñ a r al
que acabamos de referir, resulta lo si- cadáver; el 21 de Marzo p a r t í para Bru-
guiente: selas, en cuya ciudad la tutela que se
"Después de una ausencia de diez y me confirió de los dos huérfanos y la
nueve años, menos tres meses, volví á ley que reglamenta las liquidaciones de
entrar en Paris el 6 de Setiembre de 1870; la comunidad exigía m i presencia; en
durante los cinco meses que duró el sitio Bruselas c o m b a t í á la Commune á pro-
hice todos los esfuerzos imaginables para pósito del abominable decreto sobre re-
ayudar á la defensa de la ciudad y para henes, y dije: No toméis represalias] recor-
sostener l a unión ante el enemigo; per- dé á la Commune los principios, defendí
manecí en Paris hasta el 13 de Febrero; la liberdad, el derecho, la razón, la i n -
ese dia fui á Burdeos; el 15 t o m ó asiento violabilidad de la vida humana; defendí
en la Asamblea nacional; el 1.° de Mar- á la Columna contra la Commune y al
zo hablé contra el tratado de paz, que Arco de triunfo contra la Asamblea;
nos cuesta perder dos provincias y cinco pedí la paz y la conciliación; me indig-
m i l millones; el 2 voté contra ese trata- né contra la guerra civil; el 20 de Mayo,
do en la reunión de la izquierda radical; cuando venció la Asamblea y el gobierno
el 3 de Marzo propuse u n proyecto de belga puso fuera d é l a ley á los venci-
resolución, que la reunión adoptó por dos, á los hombres que yo combatí, re-
unanimidad, y que si hubiera podido ser c l a m é para ellos el derecho de asilo, y
presentado á tiempo y le hubiese admi- uniendo el ejemplo al precepto, les ofre-
tido la Asamblea, hubiera establecido la cí asilo en m i propia casa; el 27 de Mayo
permanencia de los representantes de la fui atacado, en m i propia casa y de no-
Lorena y de la Alsacia en sus asientos, che, por una banda, entre la que iba el
hasta el dia en que esas dos provincias hijo de un miembro del gobierno belga;
volvieran á ser francesas de hecho, como el 29 de Mayo me expulsó dicho gobier-
lo son de derecho; en la sección 11.a no de su territorio: en resumen, c u m p l í
el 6 de Marzo aconsejé á la Asamblea siempre m i deber, y el que le cumple se
que fuese á establecerse á Paris, indi- vé habitualmente abandonado; por eso,
cándola que era peligroso no obrar así; habiendo obtenido en Febrero, en las
el 8 de Marzo me l e v a n t é en la sesión elecciones de Paris, 214.000 votos, me sor-
para defender á Q-aribaldi, desconocido é prendió haber sacado en Julio 57.000.
insultado, y haciéndome la Asamblea el Me satisfacieron los 214.000 votos, pero
honor de tratarme como á él, como él me enorgullecen los 57.000.
presenté l a dimisión; el 18 de Marzo Vianden, J u l i o 1871.;;
'Wlii
SEGUNDA PARTE.
Jlf^DjE hk EXPUJL^ION D E ^ É ^ Q I C A H A ^ T A l k ENTRADA EN E t ^ENADO,
Víctor Hugo fué expulsado de Bélgi- luchadores heróicos, que volvéis á em-
ca, y este acto violento solo tiene impor-prender el esfuerzo rudo y cuotidiano de
tancia para los que le cometieron. Los la propaganda de la verdad, y esperáis,
gobiernos consiguen sacar al hombre de con motivo, el apretón de manos que el
su pais, pero no sacarle de su derecho. veterano escritor, que está separado de
Lo que acababa de hacer Víctor Hugo las polémicas y de las luchas de la pren-
en Bélgica, quiso continuarlo en F r a n -sa, debe dar al combatiente de todos los
cia, y volvió á Paris, en el que el estadodias, que se llama periodista. Subo una
de sitio, los Consejos de guerra, las de- vez m á s á vuestra tribuna para tomar l a
portaciones y las sentencias de muerte palabra, para descender pronto de ella y
hablan creado una situación dolorosa y confundirme con la muchedumbre. Ha-
blaré uua vez y después me dedicaré á
t r á g i c a . Los gobiernos hoy solo saben
pacificar por medio de la violencia, y escuchar.
quiso combatir esa falsa pacificación y J a m á s han tenido los escritores debe-
reclamar la pacificación verdadera. Ade- res que cumplir tan grandiosos y tan di-
m á s veia que la Francia se eclipsaba, y fíciles como en estos momentos, en los
salió á la defensa de la Francia. E l buenque se trata de levantar á l a Francia.
ciudadano siente la presión de su con- ¿ L e v a n t a r á la Francia para ella mis-
ciencia. E l deber es imperioso y urgente.ma? No, para el mundo. No se enciende
la antorcha para la antorcha; se encien-
A d e m á s de los deberes políticos, Víctor
Hugo tenia que cumplir los deberes lite- de para los que están á oscuras; para los
rarios. que están en las cuevas y tocan á tien-
tas las paredes funestas del obstáculo;
para los que les falta guia, calor y valor
para adquirir la certeza del camino que
I. deben seguir; para los que tienen som-
A los redactores de <4Iie Rappel". brío el horizonte, el trabajo, el itinerario
y la conciencia; para los que necesitan
ver claro en su caida y en su ascensión.
Debe encenderse la antorcha hasta para
Mis queridos amigos: el que la a p a g ó , y que a l apagarla se
Le Bappel vá á reaparecer, y antes de quedó ciego; para la Alemania es pre-
que vuelva á m i soledad y á m i silencio ciso levantar á la Francia. Porque l a
me pedís que os dirija la palabra. Sois Alemania es esclava y de Francia re-
TOMO I V . 69
OBRAS D E V I C TOR HUGO.
(I)
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Q
O
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w
DESPUES DEL DESTIERRO. 555
ánimo, que conseguiréis realizar vues- muerde. Nada o& separará del deber.
tros propósitos. Además de tener talento, Aunque parezca que estáis alejados del
tenéis conciencia y corazón firme: esto es gran objeto, comprendo que no le perde-
lo que se necesita en los momentos ac- réis de vista; comprendo también que
tuales. deseáis que Francia se vengue realizan-
Cumpliendo vuestro deber, asegura- do la fraternidad de los pueblos, des-
reis el éxito de vuestra obra colectiva. haciendo imperios y reconstruyendo la
Acabamos de presenciar derrotas de uropa. No habléis nunca de desfalleci-
ejércitos, y ha llegado ya la ocasión en miento ni de decadencia. Los poetas no
que se arme la legión de los espíritus: es ienen derecho á hablar como hombres
preciso que el indomable pensamiento fatigados.
francés se despierte y combata bajo to- Seguiré con la vista desde lejos vues-
das la formas. tros esfuerzos, vuestra lucha y vuestro
Nuestro espíritu posee la gran arma éxito. Por medio del diario, cuyas innu-
de combate, la lengua francesa, esto es merables hojas vuelan, la civilización
el idioma universal. E l auditorio de procrea extraordinariamente. Iréis por
Francia es el mundo civilizado. Por el el mundo como un enjambre, buscando
oido nos apoderamos del alma. L a Fran- a miel y las flores, pero armados. Los
cia vencerá. Puede romperse una espada, 3eriódicos como el vuestro representan
pero no una idea. ¡Animo, pues, comba* la difusión de Francia, la dispersión de
tientes del espíritu! la cólera espiritual y luminosa; y vuestro
E l mundo pudo creer un instante que periódico importunará á la masa pesa-
agonizaba. L a civilización, bajo su for- da, tudesca y victoriosa cuando la en-
ma más alta, que es la República, quedó cuentre al paso; la ligereza de las alas
aterrada por la barbarie bajo su forma dá furia al aguijón; el que es ágil es ter-
más tenebrosa, como es la del imperio rible, y en la Selva Negra, el pesado ca-
germánico. Este eclipse duró algunos poralismo alemán, acosado por todos los
minutos. L a enormidad de la victoria aguijones de las abejas que forman el
tenia algo de absurdo. Cuando l a Edad zumbido parisiense, se arrepentirá, como
Media pone la garra sobre la revolución los osos cuando se encuentran con col-
cuando se sustituye el pasado al porve menas irritadas.
nir, la imposibilidad se inmiscuye en e^ Animo, pues, amigos mios.
éxito, y el aullido del triunfo se junta
con la estupidez del vencedor. L a re van VÍCTOR HUGO.
cha es fatal y la fuerza de los sucesos la
trae. E l siglo diez y nueve, momentá
neamente interrumpido, debe volver á VIII.
emprender su obra, y la emprenderá; y
su obra es el progreso hácia el ideal. ¡So A los redactores de Í4E1 Pueblo
berbio trabajo! E l arte es el instrumento Soberano".
y los espíritus son los obreros.
Realizad vuestro trabajo, que forma
parte del trabajo universal. Me causa Queridos amigos-
gran satisfacción ver el grupo de talen Hace tres años que desde Le Bappet
tos jóvenes y nuevos. Se verifica en la habláis al pueblo; hoy, desde el nuevo
actualidad un hermoso fenómeno litera periódico, le hablareis aun de más cerca.
rio, que recuerda un magnífico momento Hablar al pueblo sin cesar, y hablarle
del siglo diez y seis. Apareció una gene cada vez más cerca, es un deber, y hacéis
ración de poetas, y ahora, después de bien en cumplirlo.
trescientos años, al declinar el siglo diez Me he imaginado con frecuencia que
y nueve, reaparece esa pléyade; por eso el pueblo debia tener un libro inmenso*
tiene tanta fuerza. Trae la ilustración Aparentemente éste seria el libro del he-
de 1830; por eso tiene tanto brillo. Y o , cho, pero en realidad seria el libro de la
que toco ya en el ocaso, saludo con gran idea. E l hecho es como la nube; sale de
complacencia la aparición en el horizon- nosotros y se cierne sobre nosotros; es una
te de esa constelación de espíritus. forma flotante propia de nuestro elemen-
Jóvenes compañeros, creo profunda- to, que pasa, que contiene ascensión y
mente que seréis fieles á vuestro siglo y caida, que nace de nosotros y vuelve á
á Francia y que fundareis un periódico, caer sobre nosotros en sombra, en llu-
vivo, poderoso y esquisito. Sois de los via, en tempestad, en fecundación, en
que combaten riendo, pero vuestra risa devastación y en enseñanza. E l libro que
556 OBRAS D E VICTOR HUGO.
yo imagino se apoderada de la enseñan-1 del bien velado y del mal sin máscara,
za y precisaría el contorno y la sombra!Este libro por sí solo constituiría una
de cada hecho y sacarla las conclusiones. biblioteca. P o d r í a decirse en cierto modo
Este libro seria el registro de la vida po- que no t e n d r í a principio, porque se refe-
pular, y en el margen de lo que consti- rirla á todo el pasado, y que no t e n d r í a
tuye el destino pondría lo que dice la fin, porque se ramificaría con todo el
conciencia. De la ley total deduciría la porvenir. Seria una Biblia inmensa. ¿Este
ley de todos. Sembrarla el temor útil al libro seria quimérico? No, porque vos-
error, inquietaría al legislador, inquieta- otros lo vais á escribir.
ría al jurado y aconsejarla al sacerdote. ¿Qué significa u n periódico que se ven-
Con rapidez, por la simple relación y de á cinco céntimos? L a p á g i n a de u n
por la manera de presentar el hecho, nos libro. L a p á g i n a representa un dia, el
h a r í a ver su sentido filosófico y social. volúmen un a ñ o y el libro completo el
Del tribunal del crimen extraería el siglo. L a historia completa, hora por
horror á la pena de muerte; del debate hora, de todos los acontecimientos, de
parlamentario e x t r a e r í a el amor á la l i - todas las palabras y de toda una época,
bertad. De una derrota nacional extrae- es l a grandeza que encierran los periódi-
ría la voluntad y el amor propio; porque cos que se reparten por hojas sueltas.
para el pueblo que necesita regenerarse E l periódico de esta clase que vais á
moralmente, vale m á s ser vencido que publicar representa el relato de la reali-
vencedor; el vencido se vé obligado á pe- dad, como L a Pontaine escribe las fábu-
recer ó á adquirir fuerza. L a estancación as, sacando de ellas la moralidad; es el
de l a gloria se comprende, la de la igno- error rotulado, es la iniquidad subraya-
minia no. Ese libro diría eso. A l mismo da, es enderezar la verdad torcida, es
tiempo que deshonraría las conquistas, abrir el registro de la justicia para con-
seria un obstáculo para las condenacio- frontar en él todos los hechos; es una
nes. R e h a b i l i t a r í a y tranquilizarla. Diría i n d a g a c i ó n vasta y cuotidiana, política,
y repetirla palabras de mansedumbre y social y humana; es la semilla útil lan-
de clemencia; recordarla á los que están zada al viento, es la verdad eterna des-
en libertad los que están encarcelados; menuzada todos los dias. Trabajo exce-
importunarla á los dichosos para que se lente, que tiene por objeto condensar lo
acordasen de los miserables; impediría colectivo en lo individual y dar á los
que se olvidase lo que está lejos y parece pueblos corazón honrado y á los hom-
perdido; no aceptaría las falsas curacio- bres el alma de los grandes pueblos.
nes; curaría completamente las llagas, Os aplaudo, amigos mios, y os estrecho
aunque encolerizara al herido; haría que las manos.
el fuerte respetase al débil, el hombre á V. H .
l a mujer, la sociedad á la naturaleza y
la ley al derecho. Desterraría al ódio. P a r í s 14 Mayo 1872,
Reconciliaría al hermano con el herma-
no, á la clase media con el obrero, al ca
pital con el trabajo, al instrumento con IX,
la mano. Se esforzarla por producir, pri-
mero la v i r t u d , luego la riqueza y des Respuesta á Ion romanos.
pues el bienestar. Este libro observarla
y vigilaría la civilización; solo anuncia
ría la guerra denunciando l a monarquía; E n Mayo de 1872 el pueblo romano
h a r í a el balance de cada batalla, tenien hizo una petición al pueblo francés, y
do en cuenta los millones, los cadáveres eligió á Víctor Hugo como á interme-
y la sangre derramada. Este libro trata diario entre los dos pueblos. H é a q u í la
ría de paso, coordinando y agrupando carta que dirigió á los romanos:
todo lo grande de l a época, el sacrificio "Ciudadanos de Roma y del mundo:
heróico, las obras célebres, las palabras Acabáis de realizar un gran acto en la
brillantes, los versos ilustres, y h a r í a ob- cumbre del monte J a n í c u l o . Por encima
servar el profundo lazo que ata una pa- de los abismos que hoy separan á las na-
labra de Corneille á una acción de D a n ciones habéis tendido la mano al pueblo
toa. Para que aprovechase al interés francés.
general, al mismo tiempo que ofrecería Esto quiere decir que ante tres impe-
modelos darla ejemplos; pondría en cía rios monstruosos, uno que lleva la espa-
ro, á su pesar, á la v i r t u d que se oculta da, y que significa la guerra; otro que
y a l crimen que se esconde; seria el libro!lleva el knout, y que personifica la bar-
DESPUES D E L DESTIERRO. 557
barie, y el tercero que ll«3va la tiara, y infierno de la muerte. Valor y esperanza!
que significa la noche; esto quiere decir, Es espectáculo admirable ver que, en
repito, que ante las tres formas espectia- contraposición de las alianzas nocivas
les de la Edad Media que aparecen en el de los reyes, se entiendan las dos capita-
horizonte, la civilización v á á afirmarse. les de los pueblos, y que la humanidad,
L a madre, que es Italia, ha abrazado á tranquila y consolada, se extremezca
la hija, que es Francia; el Capitolio acla- cuando la gran voz de Homa habla á l a
ma al Hotel de Ville; el monte Aventino gran alma de Paris.
fraterniza con Montmartre y le aconseja Paris 20 Mayo 1872.
que se tranquilice; Catón d á u n paso
hacia Barbes; Rienzi coge del brazo á
Danton; el mundo romano se inclina X.
ante los Estados-Unidos de Europa, y la
ilustre República del pasado saluda á la Cuestiones sociales.
augusta R e p ú b l i c a del porvenir.
En ciertas horas siniestras y oscuras,
en las que reina el silencio, en las que E L N I Ñ O . —LA. MUJER.
parece que se coaliguen las tinieblas, es
muy lisonjero que los poderosos ecos de § I.—El niño.
la historia se despierten y se respondan; A M . TrehotB, presidente de l a Sociedad de las Escuelas
es m u y lisonjero que las tumbas prueben Icticas.
que encierran la aurora; es muy lisonjero
que el rayo que sale de los sepulcros se I Tenéis r a z ó n para creer que me ad-
conf anda con el rayo que sale de las cu- hiero completamente á la elocuente é
ñas; es muy lisonjero que todas las luces irrefutable carta que os ha dirigido Luis
se entremezclen y se ayuden; y en vos- Blanc. No tengo que a ñ a d i r á ella m á s
otros, italianos, viven todas las clarida- qUe m i firma. Luis Blanc comprende lo
des, y cuando se trata de atestiguar el verdadero absoluto y propone los verda-
pensamiento, que es divino, y la libertad. Meros principios de la instrucción láica,
que es humana; cuando se trata de ex- lo mismo para las mujeres que p á r a l o s
pulsar á las preocupaciones y á los tira- hombres.
nos, cuando se trata de manifestar al Para m í son dos hechos distintos l a
mismo tiempo el espíritu humano y el educación y la instrucción. L a educa-
derecho popular, debe tomar la palabra cion la d á la familia; la instrucción debe
el almaparens, que en materia de genios darla el Estado. Debe educar al niño l a
produce al Dante, que equivale á Home- familia y la p á t r i a debe instruirle. E l
ro, y en materia de héroes produce á Q-a- padre d á al niño su fe ó su filosofía; el
ribaldi, que equivale á Thrasybulo. Estado d á al niño la e n s e ñ a n z a positiva.
L a civilización os lo agradece. E l pue- De esto se deduce que l a educación pue-
blo romano hace bien de estrechar la de ser religiosa y que la instrucción debe
mano al pueblo fraces: pláceme esta fra- Ser láica. E l dominio de la educación es
ternidad de gigantes. No es posible des- h a conciencia; el dominio de la instruc-
animarse cuando se vé que semejantes cion es la ciencia. Más tarde, cuando el
naciones toman la iniciativa: en su vo- nino llega á hombre, esas dos ilustracio-
luntad de concordia se presiente la i n - nes se completan la una con l a otra,
mensa paz del porvenir. Esos síntomas Aplaudo vuestra fundación de ense-
hacen nacer en los corazones venturosas Uanza láica para las jóvenes solteras, por-
certidumbres. que es una obra útil.
E l progreso, l a emancipación y la luz Paris 2 Junio 1872.
llegarán; la conciencia universal l l e g a r á
á tener razón contra todas las clerecías, I
ya se apoyen en los códigos, ya se apoyen § il.—La mujer.
en los dogmas; los que se llaman á SÍ A M. León Richer, Redactor en jefe de E L PORVENIR
mismo impecables, los sacerdotes y los * DE LAS MUJERES.
jueces, los infalibles como los inamovi-
bles, t e n d r á n que confesar la debilidad Me asocio de todo corazón á vuestra
humana ante la eterna verdad y la jus- manifestación útil. Hace cuarenta años
ticia eterna, y desaparecerán lo irrevoca- que defiendo la gran causa social, á la
ble, lo irreparable y lo ininteligible; el que os sacrificáis noblemente,
p a t í b u l o y la guerra se desvanecerán y Es doloroso conocer que en nuestra ac-
desaparecerá el presidio de la vida y e l ' t u a l civilización existe aun una esclava.
558 OBRAS D E VICTOR HUGO.
L a ley tiene eufonismos; á lo que yo lla- su alma, sufra, tiemble y llore. Besemos
mo esclava, la ley llama menor. L a los pies de nuestra madre. Confiamos en
menor según la ley, que es esclava en que pronto se le h a r á justicia.
realidad, es la mujer. E l hombre cargó E l hombre por sí solo es incompleto: el
desigualmente los dos platillos de la hombre, m á s la mujer, m á s el hijo, for-
balanza del Código, cuyo equilibrio es man la criatura una y triple, que consti-
muy importante para la conciencia hu- tuye la verdadera unidad humana. Toda
mana; el hombre puso todos los derechos la organización social debe dimanar de
en su platillo y todos los deberes en el ella. Asegurar el derecho del hombre
platillo de la mujer; de esto d i m a n ó bajo esta triple forma, debe ser el objeto
profunda perturbación y la servidumbre de la Providencia del mundo que llama-
de la mujer. E n l a legislación actual la mos ley.
mujer no posee; puede decirse que no Redoblemos nuestra perseverancia y
existe para la justicia; n i vota, n i cuen- nuestros esfuerzos. Confiamos en que
ta con ella; existen ciudadanos, pero no a c a b a r á por comprenderse que la socie-
ciudadanas. Es preciso que cese este es- dad está m a l organizada mientras a l
tado violento. niño no se le enseñe, mientras perma-
Só que los filósofos van de prisa y los nezca la mujer sin iniciativa, mientras
gobernantes caminan lentamente; esto la servidumbre se disfrace bajo el nom-
depende de que los filósofos viven en lo bre de tutela, mientras tengan que resis-
absoluto y los gobernantes en lo relati- tir la carga m á s pesada los hombros m á s
vo; esto no obstante, es preciso que los débiles; se reconocerá, en fin, que hasta
gobernantes acaben por alcanzar á los bajo el punto de vista de nuestro egoís-
filósofos. Cuando esta conjunción se veri mo, es difícil que realice la felicidad del
fica á tiempo, se obtiene el progreso y se hombre el sufrimiento de la mujer.
evitan las revoluciones. Es peligroso que 8 Junio 1872.
sea t a r d í a esta conjunción. E n la actuali
dad los gobiernos se retardan en muchas
Las damas que formaban el comité de
cuestiones; como por ejemplo, cuando
la Sociedad para el mejoramiento de la suer-
vacila la Asamblea al tratar de la pena
te de las mujeres, escribieron á Víctor
de muerte. Entre tanto el p a t í b u l o sigue
Hugo la siguiente carta:
castigando.
Es preciso que los gobernantes anden "Ilustre maestro:
de prisa en las cuestiones de la educa- E n todas las épocas de vuestra vida,
ción, de la represión; de lo irrevocable, en todas las ocasiones y bajo todas las
que es preciso separar del matrimonio; de formas, habéis salido siempre á la de-
lo irreparable, que es preciso separar de fensa de los débiles. No hay libertad que
la penalidad; de la e n s e ñ a n z a obligato- no hayáis reivindicado, causa justa que
ria, gratuita y láica, y de l a cuestión de no hayáis defendido, n i opresión contra
la mujer y del niño. Es urgente que los la que no hayáis tronado.
legisladores tomen consejo de los pensa- Os habéis dedicado á la larga é infati-
dores; que los hombres de Estado, que gable protesta contra el abuso de la fuer-
muchas veces son superficiales, tengan za. Vuestro corazón abriga profunda con-
en cuenta el profundo trabajo de los es miseración para todas las miserias, ya se
critores, y que los que confeccionan las trate de un pueblo, ya de una clase, ya
leyes obedezcan á los que establecen las de u n individuo: todos los sufrimientos
costumbres. Solo de ese modo se alean os conmueven, y salís siempre á la de-
zara la paz social. fensa de cualquier derecho que se viole,
Los filósofos, que vivimos contem porque sois el hombre del deber.
piando el ideal social, nunca nos cansa E n este siglo de a n a r q u í a moral, en el
mos y seguimos trabajando. Estudia que el privilegio sobrevive á las causas
mos bajo todas sus fases y con buena que le produjeron y socialmente le con-
voluntad creciente el patético problema sagraron, proclamáis la igualdad para
de l a mujer, cuya solución casi resolve- todos y para todas, afirmáis la libertad
rla toda la cuestión social. Aportamos individual y colectiva, afirmáis la razón
al estudio de ese problema, no solo la y la inviolabilidad de la conciencia hu-
justicia, sino t a m b i é n la veneración y la mana.
compasión. No debemos consentir que el Por eso no vacilamos en solicitar vues-
ser sagrado que nos formó de su carne, tro desinteresado apoyo, que no negáis á
que nos vivificó con su sangre, que nos nadie, n i aun á los culpables: no solici-
n u t r i ó con su leche^ que nos iluminó con tarlo seria desconocer el irresistible po-
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 559
der de vuestra palabra y la inconmensu- civil n i derecho político, no es nada; ante
rable generosidad de vuestro corazón. 'a familia lo es todo, porque es la madre.
Nadie como vos ha hecho resaltar la Impone la ley al hogar doméstico; es
iniquidad legal que retiene á las muje- d u e ñ a en la casa del m a l y del bien, y
res en perpetua menor edad. L a madre su soberanía se complica con la opresión.
de familia carece de derechos, sus hijos L a mujer lo puede todo contra el hom-
no le pertenecen; cuando es esposa ha de bre y nada puede hacer por ella misma.
tener tutor, casi dueño; cuando es célibe Las leyes son imprudentes haciéndola
ó viuda está casi asimilada en el Código tan débil cuando es muy poderosa. Re-
á los ladrones y á los asesinos. Política- conozcamos esta debilidad y protejámos-
mente no se cuenta con ella; está fuera la; reconozcamos este poder y aconsejé-
de la ley. moslo. Este es el deber del hombre y su
Quizás m u y pronto una Asamblea re- propio interés.
publicana se haga eco de nuestros legíti- No me cansaré de repetir que el pro-
mos deseos; entre tanto debemos prepa- blema está propuesto y que es preciso
rar la opinión pública. Esto es lo que resolverlo; la que lleva su parte de carga
estamos haciendo. Para que penetre me- debe gozar de su parte de derecho; la
jor en el espíritu de las masas la impor- mitad de l a especie humana está fuera
tancia social de la causa noble á que de la igualdad, y es preciso que entre en
hemos dedicado nuestros esfuerzos, imi- ella. Conseguir este noble objeto será
tando el ejemplo de A m é r i c a , de Ingla- una de las glorias de nuestro siglo; será
terra, de Suiza y de Italia, hemos funda- dar por contrapeso al derecho del hom-
do en Francia una sociedad, á la que bre el derecho de la mujer; es decir, po-
a p o r t a r á n su concurso todos los que ner las leyes en equilibrio con las cos-
crean que ha llegado ya la hora de que la tumbres.
mujer ocupe el sitio que le corresponde Recibid, señoras, mis afectuosos res-
en la familia y fuera de ella. petos.
Nuestra sociedad necesita vuestra con VÍCTOR HUGO.
sagracion, y os pedimos que os adhiráis
á las reformas que perseguimos, y esto Paris 31 Marzo 1872.,,
d a r á á n i m o á las mujeres inteligentes y
á los hombres de corazón.
Dirigidnos la palabra y dignaos ten XI.
dernos la mano.
Aniversario de la Repúblicat
Recibid, ilustre maestro, el homenaje
de nuestro profundo respeto.,,
(Sígnenlas -firmas.)
U n banquete privado, pero solemne,
"Señoras: debia reunir á gran m u l t i t u d de republi-
Recibí vuestra carta, que me honra. canos que deseaban celebrar el aniversa-
Sabéis que soy el defensor de vuestras rio de la R e p ú b l i c a del 21 de Setiembre
legítimas reivindicaciones. de 1792. No lo permitió la autoridad m i -
Como está hoy organizada la sociedad litar, que por el estado de sitio mandaba
hace sufrir á las mujeres y tienen razón en Paris, y la autoridad c i v i l no quiso
para desear mejor suerte. Comprendo oponerse. Sin embargo, algunos republi-
el derecho que las asiste y he creído canos, en n ú m e r o reducido, no quisieron
toda m i vida que era m i deber defender dejar de celebrar el banquete, al que
este derecho. Tenéis razón en juzgarme solo los invitados asistieron. Víctor Hugo
un auxiliar de buena voluntad. y Luis Blanc pertenecían á este número.
E l hombre fué el problema del siglo R e c i b i é r o n l a invitación, Luis Blanc en
diez y ocho; la mujer es el problema del Lóndres y Víctor Hugo en Q-uernesey,
siglo diez y nueve. Y quien dice la mu- que era donde entonces se encontraban.
jer, dice el niño, esto es, el porvenir. Pro- No pudiendo en esa ocasión i r á Paris,
puesta de este modo la cuestión, se vé cada uno de ellos envió una carta al ban-
toda su profundidad. E n su solución se quete, donde fueron leídas entre entu-
e n c o n t r a r á la suprema paz social. Hoy siastas aplausos. H é a q u í l a carta de
esta situación es e x t r a ñ a y violenta. E n Víctor Hugo:
el fondo los hombres dependen de vos- "Mis queridos conciudadanos:
otras, porque la mujer arrastra al hom- Y a que deseáis que esté presente en el
bre con el corazón. A n t e la ley la mujer banquete, m i presencia es m i pensamien-
es menor, es incapaz, no tiene acción Ito. Permitidme, pues, que en medio de
560 OBRAS D E VICTOR HUGO.
vosotros tome u n momento l a palabra. á las naciones; es absurdo creer que pue-
Amigos mios, tengamos confianza, dan volver á existir Cambyses y Nem-
que no estamos tan vencidos como se rod; es imposible resucitar fantasmas y
cree. manejar al universo por medio de la es-
A los tres emperadores opongamos pada; somos el siglo diez y nueve, y sea
tres fechas: el 14 de Julio, el 10 de Agos- por el pensamiento, sea por la espada, el
to y.el 21 de Setiembre. E l 14 de Julio P a r í s de Danton d o m i n a r á á la Europa
se demolió la Bastilla, lo que significa de A t i l a . Así lo creo y vosotros tampoco
Libertad; el 10 de Agosto a r r o j á r o n l a lo dudáis.
corona de las Tullerías, lo que significa Propongo un brindis. Brindo por la
Igualdad; el 21 de Setiembre se procla- amnistía, que haga hermanos á todos los
m ó la República, lo que significa Frater- franceses, y por la República, que haga
nidad. Esas tres ideas pueden triunfar hermanos á todos los pueblos.,,
de tres ejércitos y se resumen en esta pa-
labra: Revolución.
Y a que se trata de hacer enumeracio- XXL
nes, h a g á m o s l a nuestra. H a y á un lado
tres hombres y al otro lado tres pueblos. E l porvenir de Europa.
Esos tres hombres son verdaderamente
todopoderosos; cuentan con todo lo que
constituye y caracteriza el derecho divi- Los organizadores del Congreso de la
no; la espada, el cetro, la ley escrita; cada Paz que se celebró en 1872 en Lugano
uno tiene su Dios y sus sacerdotes y jue- escribieron á Víctor Hugo para que asis-
ces, y verdugos, y suplicios, y el arte de tiese; éste no pudo asistir, y les escribió la
fundar la esclavitud en la fuerza misma siguiente carta:
de los esclavos. Son tres todopoderosos,
son dioses; nosotros solo somos hombres. " A LOS MIEMBROS DEL CONGRESO DE LA
¿Quépodemos oponer á l a antigua monar- PAZ REUNIDOS EN LUOANO.
quía, que es el pasado que vive de la
vida terrible de los muertos, á los reyes Mis queridos compatriotas europeos:
espectros, al antiguo despotismo, que Recibí con gran placer vuestra i n v i t a -
con un solo gesto hace sacar cuatro m i - ción, pero con pesadumbre me tengo que
llones de sables, que declara la fuerza privar de asistir al Congreso; os escribi-
superior al derecho, que restaura el an- ré, pues, lo que os hubiera dicho allí.
tiguo crimen de la conquista que degüe- E n los momentos actuales la guerra
lla, mata, saquea y asesina? Solo pode- acaba de terminar un trabajo siniestro,
mos oponer un rayo de aurora. ¿Y quién que pone á la civilización en cuestión.
vencerá? L a luz. Cuando inmenso ódio llena el porvenir,
Amigos, no lo dudéis, vencerá la Fran- no parece el momento más oportuno para
cia. Esa trinidad de emperadores no for- hablar de la paz, pero tampoco puede
ma m á s que una unidad, y todo lo que pronunciarse la palabra paz nunca tan
no es uno se divide. ú t i l m e n t e como hoy. L a paz es el inevita-
Nuestra primer esperanza debe consis- ble fin: el género humano camina sin ce-
tir en que se devoren los unos á los otros, sar hácia ella, hasta por medio de la
y l a segunda en que h a b r á temblores de guerra. A l través de la vasta animosidad
tierra; para que ésta tiemble á los piés que reina, entreveo la fraternidad uni-
de los reyes, basta que se oigan ciertas versal. Las horas fatales son una clara-
voces tenantes. Estas voces son las nues- boya j no pueden impedir que los rayos
tras. Se llaman Voltaire, Rousseau, M i - divinos pasen al través de ella.
rabeau. E l gran continente que i l u m i - Hace dos años se realizan importan-
naron sucesivamente la Grecia, la I t a l i a tísimos acontecimientos. L a Francia pasó
y l a Francia, no volverá á sumirse en por dos aventuras, una feliz, la de su
la oscuridad; no es posible una segunda emancipación; otra terrible, la de su des-
irrupción de bárbaros en la civilización. membramiento. Dios le dió á un tiem-
Para defender al mundo basta una ciu- po dicha y desgracia. Desprenderse del
dad, y nosotros podemos contar con imperio es u n triunfo; desprenderse de la
ella. H a n pasado para ya no volver los Alsacia y de la Lorena es una catástrofe.
degolladores de los pueblos, que vivían en Hay en todo esto una mezcla de eleva-
el salvajismo, los azotes de la tierra, los ción y de abatimiento. Estamos orgullo-
conductores ciegos de multitudes sordas, sos de ser libres y humillados por ser m á s
los diluvios de ejércitos que s u m e r g í a n pequeños; es preciso que la Francia per-
DESPUES D E L DESTIERRO. 561
manezca siendo libre y vuelva á ser tecimiento, la juventud sin el cuartel, el
grande. E l contragolpe de nuestro des- valor sin el combate, l a justicia sin el
tino a l c a n z a r á á toda la civilización, p a t í b u l o , el bosque sin el tigre, el arado
porque lo que suceda á Francia le suce- sin la espada, la palabra sin mordaza, la
derá al mundo. De esto nace la ansiedad conciencia sin yugo, la verdad sin dog-
general, que espera lo desconocido. ma. Dios sin el sacerdote, el cielo sin i n -
Espanta á algunos lo desconocido, fierno, el amor sin el ódio. Se desatará la
pero sin motivo. E n vez de temer, debe- espantosa ligadura de la civilización y
mos esperar. Os voy á decir por q u é . se cortará el istmo vergonzoso que se-
Como acabo de deciros, Francia se para estos dos mares; la humanidad y la
emancipó; pero ha sufrido un desmem- felicidad. F l o t a r á en todo el mundo u n
bramiento que rompió el equilibrio eu- oleaje de luz. Esa luz será la libertad, y
ropeo, así como su emancipación fundó esa libertad será la paz.
la República. VÍCTOR HUGO.
Roto el equilibrio de u n continente,
solo puede reformarse por medio de una Hauteville-House 20 Setiembre 1872.
transformación; ésta solo puede verifi-
carse hácia adelante ó hácia a t r á s , hácia
el mal ó hácia el bien, h á c i a la noche ó XIII.
hácia la aurora. Se propone este dilema
supremo. De hoy en adelante solo son Ofrecimientos de volver á la Asam-
posibles para la Europa dos clases de blea.
porvenir: convertirse en Alemania ó en
Francia, quiero decir, ser imperio ó ser
República. E n Marzo de 1873, estando Víctor
Esto es lo que el solitario de Santa Hugo en Guernesey, le remitieron desde
Elena predijo, con e x t r a ñ a precisión, L y o n las dos cartas siguientes:
hace cincuenta y dos años, sin sospechar "Ilustre ciudadano Víctor Hugo:
que el seria el instrumento indirecto de E n nombre del grupo de ciudadanos
esta transformación, sin sospechar que radicales del barrio sexto de L y o n , tene-
llegaría un 2 de Diciembre á agravar mos el honor de proponeros candidato á
el 18 Brumario, u n S e d á n para sobrepu- la diputación por el departamento del
j a r á W a t e r l ó o y un Napoleón el Peque- Ródano, en las elecciones parciales que
ñ o para destruir á Napoleón el Gran- se van á verificar, por haber presentado
de. Unicamente, si se realizase el lado la dimisión M . de Laprade.
infausto de su profecía, en vez de la E u - Estamos seguros de que t r i u n f a r á
ropa cosaca, que él entreveía, tendría- vuestra candidatura, aunque se presen-
mos la Europa v á n d a l a . L a Europa será ten otras, por la autoridad de vuestro
imperio ó República; pero una de esas nombre, que idolatra la democracia fran-
dos clases de porvenir, es pasado. ¿El pa- cesa.
sado puede revivir? Indudablemente no. Creemos que seguiréis profesando to-
Entonces la Europa será República. das las ideas que suscribisteis en el man-
Cómo la obtendremos? Por medio de una dato-contrato.
guerra ó por medio de una revolución. Recibid, ciudadano, nuestro fraternal
Por medio de una guerra, si la Alemania saludo.,,
obliga á esto á la Francia. Por medio de (Siguen las firmas.)
una revolución, si los reyes obligan á
esto á los pueblos. De todos modos ob- "Querido ó ilustre ciudadano:
tendremos la R e p ú b l i c a europea. Los d e m ó c r a t a s de L y o n os saludan.
Constituiremos los grandes Estados- Los demócratas de este pais hace ya
Unidos de Europa, que coronarán el tiempo que desean caminar al frente del
viejo mundo, como los Estados-Unidos movimiento social, y vos sois el represen-
de América coronan el mundo nuevo. tante m á s ilustre de sus principios.
E l espíritu de conquista se transfigurará Habéis servido de consuelo á todos los
en espíritu de descubrimiento; alcanza- proscriptos y os habéis indignado contra
remos la generosa fraternidad de las na- todos los proscriptores, y no podemos o l -
ciones en vez de l a fraternidad feroz de vidar la noble conducta que observás-
los emperadores; tendremos la p á t r i a sin teis con los refugiados en Bruselas.
fronteras, el presupuesto sin el parasitis- Querido é ilustre ciudadano, atrave-
mo, el comercio sin aduanas, la circula- samos á r d u o y solemne período. Los
ción sin barreras, la educación sin embru- partidarios de l a esclavitud y de la igno-
TOMO I V .
562 OBRAS D E VICTOR HUGO.
rancia hacen grandes esfuerzos para re- montos que continúe yo estando fuera
tardar el advenimiento de los principios de la Asamblea.
de la democracia radical. Primero trata- Todas las consideraciones de detalle
ron de comprometernos y- después de di- deben desaparecer ante el interés gene-
vidirnos. A n t e el escrutinio que m a ñ a n a ral de la República, y para servirla me-
v á á abrirse debemos presentar impo- jor creo que debo borrar en estos instan-
nente y unida mayoría; para que esto tes m i personalidad.
suceda, estamos resueltos á ofreceros No dudo que aprobareis m i resolución;
nuestros votos para la diputación vacan- me ha halagado en gran manera vuestro
te en el departamento del R ó d a n o . ::raternal ofrecimiento, y suceda lo que
Servios decirnos si aceptáis la candi- suceda en lo sucesivo, me consideraré
datura que os ofrece la democracia lyo- desde este momento, si no con los dere-
nesa. chos, al menos con los deberes de un re-
Recibid, querido ó ilustre ciudadano, presentante de L y o n . Os envió, ciudada-
el fraternal saludo que os enviamos.,, nos, así como t a m b i é n al generoso pueblo
(Siguen las firmas.) lyonés, m i cordial g r a t i t u d .
VÍCTOR HUGO.
Hauteville-House 30 Marzo 1873.,,
Víctor Hugo contestó lo siguiente:
"Honorables y queridos conciudada
nos: XIV.
Me h o n r a r í a representando á la ilustre Enrique Bochefort.
ciudad de Lyon, que para la civilización
es tan útil y para l a democracia tan
grande.
A L SEÑOR DUQUE DE BROGLIE.
He dicho en otra parte que P a r í s es la
capital de Europa y L y o n la capital de
Francia. A n t e u i l 8 Agosto 1873.
Me honra l a carta colectiva que me Señor duque y honorable colega:
habéis dirigido, y emocionado os la agra- Me dirijo al miembro de la Academia
dezco. Seria una gloria para m í que me francesa. V á á verificarse un hecho que
eligiera el pueblo de L y o n . encierra extraordinaria gravedad. Uno
Pero en los momentos actuales, ¿seria de los escritores m á s célebres de nues-
oportuno que yo volviese á la Asamblea? tra época, Enrique Rochefort, condena-
No lo creo. do por sentencia política, v á á ser depor-
Si m i nombre significa algo, en estos tado á la Nueva-Caledonia. Cualquiera
años fatales que estamos atravesando que conozca á Enrique Rochefort com-
significa amnistía. No puedo reaparecer prende que su constitución delicadísima
en la Asamblea sin pedir completa am no le p e r m i t i r á sufrir este deporte, por
nistía para todo el mundo; porque si esta lo largo del viaje, y a d e m á s porque el
se restringe deja de ser amnistía, como clima ó la nostalgia le m a t a r á n . Enri-
el sufragio mutilado no es verdadera que Rochefort es padre de familia, y tie-
mente el sufragio universal. ne que dejar abandonados á tres hijos,
Evidentemente la Asamblea a c t ú a uno de los que es una jóven de diez y
no me la concedería, porque el que está siete años.
muriendo no puede dar vida. L a sentencia solo le condena á perder
U n a votación hostil p r e j u z g a r í a la la libertad, pero el modo de ejecutarla
cuestión, y de este m a l precedente se quizás le condena á perder la vida. ¿Por
aprovecharía la reacción m á s tarde y q u é ha de i r desterrado á Noumea? Bas-
comprometería la amnistía; para que t a r í a con que fuese á las islas de Santa
ésta triunfe es preciso que se pida ante Margarita.
una Asamblea nueva. Entonces la con L a sentencia no exige tanto: yendo á
seguiríamos. Conseguida l a amnistía, nos las islas de Santa Margarita se ejecuta-
t r a e r í a la tranquilidad y la reconcilia ría la sentencia, pero no se agravarla.
cion, que debe ser el interés actual de la Transportarle á la Nueva-Caledonia es
República. exagerar l a pena impuesta á Enrique
Seria inútil m i presencia hoy en la Rochefort, equivale á conmutarla por la
tribuna no pudiendo conseguir el resul pena de muerte. Os ruego que os fijéis en
tado que deseo, y creo que es m á s conve esta nueva clase de c o n m u t a c i ó n .
niente para la República en estos mo Será un dia de luto para la Francia el
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 563
dia que ésta se aperciba de que lo que se felicitándole por haber defendido el de-
ha querido hacer con esto es abrir la recho de asilo. Este escrito y la lista de
tumba á tan brillante y bravo escritor. las firmas llenaban un elegante cuader-
Tened presente que se trata de un es- no a r t í s t i c a m e n t e encuadernado en ter-
critor original y raro, y ya que á la vez ciopelo. Por efecto de los continuos via-
sois ministro y académico, en esta oca- jes de Víctor Hugo, el cuaderno no llegó
sión vuestros dos deberes están acordes á su destino hasta estos dias. E l que se
y deben ayudarse recíprocamente. Par- honraba recibiéndolo no creyó que éste
ticiparíais de l a responsabilidad de la era un motivo para no dar las gracias á
catástrofe que os prevengo y anuncio; los que se lo enviaban, y escribió la si-
podéis y debéis intervenir para evitarla; guiente carta al maire de Trieste:
os honrarla tomar esta generosa inicia-
tiva, y dejando aparte la opinión y la "Paris 17 Agosto 1873.
pasión política, en nombre de las letras, á Señor maire de la ciudad de Trieste:
las que pertenecemos vos y yo, os pido, Encuentro al regresar á Paris, tras una
querido colega, que protejáis en este mo- larga ausencia, el escrito que me dirigen
mento decisivo á Enrique Rochefort, de- vuestros honorables conciudadanos, hon-
jando sin efecto el viaje á la Nueva- rado con m á s de trescientas firmas. Reci-
Caledonia, que causarla su muerte. bir tanto honor me confunde, y mucho
m á s haber diferido tanto involuntaria-
VÍCTOR HUGO. mente acusaros el recibo. Esto no obstan-
E l duque de Broglie respondió: te, creo que nunca es tarde para ser agra-
uApreciable compañero: decidos. Como ninguna carta de remisión
Recibí durante la corta escursion que a c o m p a ñ a b a al escrito, me dirijo á vos,
me alejó de Paris la carta que tuvisteis para que expreséis á los firmantes, vues-
á bien escribirme, y me apresuré á tras- tros conciudadanos, m i gratitud y m i
mitírsela á M . Beulé. afecto.
Enrique Rochefort—si se realizaron Los generosos habitantes de Trieste me
las indicaciones del gobierno—debió su- hicieron esta manifestación cuando f u l
frir una inspección m é d i c a escrupulosa, expulsado de Bélgica, no teniendo yo otro
y no se le hubiera expedido la órden de mérito que haber ofrecido asilo á los ven-
partir á no tener la certeza de que la cidos; por este hecho tan sencillo, vuestros
ejecución de la ley no pone en peligro la honorables conciudadanos me recompen-
vicia n i la salud del sentenciado. san magníficamente. Les envió las g r a -
E n este caso, comprendereis que las cias.
facultades intelectuales de que M . Ro- Su elocuente manifestación no se bor-
chefort está dotado aumentan su res- r a r á nunca de m i memoria. Con faci-
ponsabilidad, y de n i n g ú n modo pueden lidad olvido los odios, pero no olvido
ser u n motivo para atenuar el castigo nunca las simpatías. A d e m á s , esa m a n i -
que merece la gravedad de su crimen. festación es digna de la ilustre ciudad
IÍOS desgraciados ignorantes ó alucina- que i l u m i n a el sol de G-recia y de I t a l i a .
dos á quienes sedujo su palabra ó su Siendo el pais de la luz, sois el pais de l a
talento, y que dejan á sus familias entre- libertad.
gadas á la miseria, son m á s acreedores á Saludo en vuestra persona á l a noble
la indulgencia. ciudad de Trieste.
Recibid, apreciable compañero, la se- VÍCTOR HUGO.,,
guridad de m i alta consideración.
BROGLIE.,,
XVI.
á Sedán no es posible que duerma, como blo, esto es, la libertad; esto es, Dios; esto
tampoco puede dormir cuando piensa en es, la paz.
Metz y en Estrasburgo. Esperemos.
L a guerra de 1870 empezó por una Recibid m i cordial saludo, queridos
emboscada y terminó por un hecho vio- ciudadanos de la patria universal.
lento de fuerza. Los que dieron el golpe VÍCTOR HUGO.
no previeron las represalias, que estas
son las faltas de los hombres de Estado.
Les pierde el deslumbramiento de la vic- XVIII.
toria. E l que no vé m á s que la fuer-
za, está ciego para ver el derecho. L a Exequias de liad. Paul Menrice.
Francia tiene derecho á la Alsacia y á
la Lorena. Por qué? Porque la Alsacia
y la Lorena tienen derecho á la Francia. Extractamos de Le Rappel del 16 de
Porque los pueblos tienen derecho á la Noviembre de 1874 lo siguiente:
luz y no á la oscuridad. Todo se inclina "Inmenso a c o m p a ñ a m i e n t o condujo
en estos momentos hácia la Alemania, ayer á la ú l t i m a morada á Mad. Paul
produciendo grave desorden. Esta rup- Meurice. I b a detrás del coche fúnebre
tura de equilibrio debe cesar. Los pue- su desconsolado esposo, llevando á la
blos lo conocen y están inquietos; se derecha á Víctor Hugo; seguian después
siente el malestar universal. Como dije diputados, periodistas, literatos, artistas,
en Burdeos, desde el tratado de Paris ha formando numeroso grupo, por lo que
empezado el insomnio del mundo. nos abstenemos de nombrarlos, y detrás
m u l t i t u d de amigos desconocidos, por-
E l mundo no puede aceptar que dis
que nadie p o d r á impedir que el generoso
minuya la Francia. L a solidaridad de los
pueblo de Paris ame á los que le aman,
pueblos, que hubiera establecido la paz,
n i que se lo atestigüe en cuantas ocasio-
promoverá la guerra. L a Francia es en
nes se le presenten.
cierto modo una propiedad humana; per
tenece á todos, como antiguamente Ate- E l cortejo fúnebre se dirigió desde la
tenas y Roma. Nunca se insistirá bas casa mortuoria al cementerio del Padre
tan te en pregonar estas realioades. Ved Lachaisse. A l llegar allí, al depositar en
los prodigios de la solidaridad. E l dia tierra el féretro, Víctor Hugo pronunció
que la Francia tuvo que pagar cinco m i l las siguientes palabras:
millones, el mundo le ofreció cuarenta y " L a mujer á quien venimos á tributar
cinco m i l . Este resultado es m á s que un el supremo saludo honró á su sexo; fué
hecho de crédito, es u n hecho de civiliza brava y tierna; estaba dotada de todas
cion. Después de pagar los cinco m i l m i - las gracias para amar y de todas las
llones, Berlin no será m á s rico, n i Paris fuerzas para sufrir: deja en la soledad al
m á s pobre. Por qué? Porque Paris es compañero de su vida, á P a u l Meurice,
necesario y Berlin no, y solo es rico el espíritu radiante y digno, uno de los
que es útil. hombres m á s nobles de esta época. I n -
clinémonos ante la tumba venerable.
Escribiendo esto no me creo francés, F u i testigo de su casamiento; conocí á
me creo hombre. los dos jóvenes, ella hermosa, él radiante,
Veamos sin ilusión y sin cólera l a si- asociarse ante la ley humana y la ley d i -
t u a c i ó n t a l como es. Se dijo: Delenda vina para siempre al entregarse la mano.
Carthago; ahora es preciso decir: Servando, Presenció l a entrada de sus dos almas
Qallia. en el amor, que es la verdadera entrada
Cuando se hace una herida á la Fran en la vida. ¿Es su salida lo que hoy pre-
cia, se desangra la civilización. Se ha co- senciamos? No; que el corazón que per-
metido u n crimen con Francia; la han manece en el mundo continúa amando,
hecho sufrir los reyes la cantidad po- y el alma que se ausenta continúa
sible de mortandad en u n pueblo. Es viviendo. L a muerte t a m b i é n es una en-
preciso que los reyes expíen esta mala trada; no ya en el amor, porque el amor
acción, de la que saldrá la guerra; es en la tierra es completo, sino en la clari-
preciso que los pueblos la reparen, y de dad suprema.
su reparación s a l d r á l a fraternidad. Re Desde que se juntaron sus dos almas
paracion en este caso quiere decir fede hasta hoy, se apoyaron una en la otra.
ración. E l desenlace de esta crisis lo Por desgraciada que sea la existencia, es
t r a e r á n los Estados-Unidos de Europa. agradable atravesarla así. Esa admirable
E l triunfo definitivo lo conseguirá el pue- mujer, pintora, música, artista, recibió
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 567
de la naturaleza todos esos dones, pero nioerías, para traernos el alimento y l a
le enorgullecía sobre todo el reflejo de alegría. Porque d á la m á s pura y verda-
la fama de su esposo; tomaba gran parte dera de todas las alegrías cumplir con el
en sus éxitos; era feliz oyendo los aplau- deber. Se encuentra un ideal de la m u -
sos que le tributaban; asistía sonriendo á jer en Isaías y otro en Juvenal; las
las espléndidas fiestas del teatro, en las mujeres de Paris han realizado esos dos
que proclamaban el nombre de Paul ideales; tuvieron coraje, que es m á s que
Meurice aclamaciones entusiastas; esta- bravura, y paciencia, que es m á s que co-
ba orgullosa de comprender que vivirían raje; tuvieron ante el peligro intrepidez
en el porvenir las obras escelentes, que y ternura; inspiraron á los combatientes
o c u p a r á n en la literatura de nuestro si- desesperados el ánimo que dan sus son-
glo u n sitio luminoso de gloria. Cuando risas, y no les pudieron vencer. Como sus
llegaron para ella los tiempos de prueba, maridos, como sus hijos, quisieron luchar
los sufrió estóicamente. E n nuestros dias, hasta ú l t i m a hora con u n enemigo sal-
en muchas ocasiones el escritor tiene que vaje, desafiando el obús y la metralla y
ser combatiente. ¡Desgraciado el talento los rigores de un invierno de cinco me-
sin conciencia! L a poesía debe ser una ses, rechazando siempre la idea de que
v i r t u d . P a u l Meurice es una de esas al- se rindiera la ciudad. Veneremos á Pa-
mas transparentes, en cuyo fondo se vé rís, que produce tales mujeres y tales
el deber. P a u l Meurice es apasionado de hombres; arrodillémonos ante la ciudad
la libertad, del progreso, de la verdad y sagrada, que con su prodigiosa resisten-
de la justicia; por eso sufrió sus conse- cia salvó á la Francia.
cuencias; por eso estuvo encarcelado. Su A pesar de lo que hizo el enemigo, hay
mujer comprendió esta nueva gloria, y quizá misterioso restablecimiento de
desde ese dia, siendo antes buena, llegó equilibrio en este hecho. L a Francia dis-
á ser grande. minuida, pero Paris m á s grande.
Más tarde, cuando llegaron los desas- ¡Que la hermosa alma que subió á los
tres, cuando la prueba que se habia de cielos, que acaso está presente y me oye,
sufrir tomó las proporciones de una cala- quede complacida al ver que todas las
midad pública, se prestó voluntariamen- veneraciones rodean al cuerpo que l a
te á todas las abnegaciones y á todos los encerró! Desde lo alto de la serenidad
sacrificios. desconocida pude contemplar cómo se
L a historia de este siglo encierra dias agrupan todos los corazones llenos del
inolvidables. alecto que la profesaban, á los amigos
Hay momentos que en la humanidad respetuosos que la glorifican, á su admi-
aparece cierta sublimidad de la mujer; rable marido que la llora. No se borrará
en los momentos en que la historia es nunca en nosotros su recuerdo apacible
terrible, parece que el alma de l a mujer y doloroso, que a l u m b r a r á nuestro cre-
quiera aprovecharse de la ocasión y dar púsculo. U n recuerdo es una claridad.
ejemplo al alma del hombre. E n la an- Que el alma eterna acoja en la supre-
t i g ü e d a d se destaca de esta manera la ma morada á esta alma inmortal. L a
mujer romana, y en la edad moderna la vida es el problema, la muerte es la solu-
mujer francesa. E l sitio de Paris nos ha ción. Repito, y con esta repetición termi-
demostrado hasta dónde puede llegar en n a r é este adiós lleno de esperanza, que
la mujer la dignidad, la firmeza, la acep la tumba no es tenebrosa n i está vacía.
tacion de las privaciones y de las mise Encierra la gran claridad. P e r m í t a s e m e
rias y la a l e g r í a en las angustias. E l volver l a vista hácia ella. E l que casi se
fondo del alma de la mujer francesa lo puede decir que ya no vive en el mundo,
forma una mezcla heróica de familia y porque la muerte le arrebató ya todas
de pátría. sus ambiciones, tiene el derecho de salu-
L a generosa mujer que encierra ese dar en el fondo de lo infinito, en el si-
a t a ú d poseía esas grandezas, que yo he niestro y sublime deslumbramiento del
presenciado, por haber sido su huésped sepulcro, al astro inmenso, á Dios.,,
en los días trágicos. Mientras que su
bravo esposo c u m p l í a con la ruda y do-
ble tarea de escritor y de soldado, ella se XIX.
levantaba antes de amanecer, iba, de no- A los demócratas italianos.
che aun, lloviendo, helando, sobre la
nieve, á esperar durante largas horas,
como otras nobles mujeres del pueblo, Los periódicos publicaron un telégra-
á las puertas de las tahonas y de las car ma que los demócratas italianos dirigía-
568 OBRAS D E VICTOR HUGO.
ron á Víctor Hugo; éste les contestó lo salvado á Paris, la villa heróica. Aquel
que sigue: hombre habia asesinado á su pátria.
E l Consejo de generales j u z g ó que
"Doy las gracias á mis hermanos los
merecía la muerte, pero declaró que de-
demócratas de I t a l i a . Esperemos la gran
bía vivir.
emancipación. L a I t a l i a y la Francia
tienen la misma alma, la alma romana, Haciendo esto, ¿qué hizo el Consejo de
la República. L a R e p ú b l i c a , que es el generales? L o repito, borrar la pena de
pasado de la Italia, es el porvenir de la muerte d é l a Ordenanza militar.
Francia y de Europa. Desear la Re- Decidir que •de allí en adelante, n i la
pública de Europa, es desear la federa- traición, n i la deserción al enemigo, n i
ción de los pueblos, y la federación de el parricidio, porque matar la pátria es
los pueblos es la suprema realización matar á la madre, fuera castigado con
del órden en la libertad; es la paz. la pena de muerte.
Orden, libertad, paz, eso es lo que la E l Consejo de generales hizo bien, y
m o n a r q u í a busca, pero que solo la Repú- nosotros le felicitamos.
blica encontrará. ¿Con q u é razones podrá ahora aconse-
j a r á sus entendidos y valientes oficiales
VÍCTOR HUGO.,, que sostengan la pena de muerte por de-
litos militares? Se realiza una guerra en el
porvenir; para esta guerra hace falta u n
ejército; para este ejército hace falta dis-
ciplina; la mejor disciplina es la lealtad;
Por un ¡soldado. la m á s inviolable de las subordinaciones
es la fidelidad á l a bandera; el m á s mons-
truoso de los crímenes la felonía. ¿A
Deseo que el siguiente hecho no pase quién se c a s t i g a r á sino al traidor? ¿Y
desapercibido. q u é soldado será castigado si no lo ha
U n soldado llamado Blanc, fusilero sido el general? ¿Quién será herido por
del 112.° regimiento de línea, de guarni- la ley si no lo ha sido el jefe? ¿Dónde
ción en A i x , acaba de ser condenado está el ejemplo si no está arriba? Esto,
á muerte por insulto grave á u n supe- los jueces no lo han dicho, pero lo han
rior. pensado; y nosotros les agradecemos que
Se anuncia la ejecución de este sol- hayan comprendido, dando el ejemplo,
dado. que ha llegado el momento de reempla-
Esta ejecución me parece imposible. zar en el Código militar la i n t i m i d a c i ó n
Por qué? V o y á decirlo. por un sentimiento m á s digno del solda-
E l 10 de Diciembre de 1873 los jefes do, realzando de este modo el ideal m i l i -
del ejército, reunidos en Trianon en tar y sustituyendo la cuestión de l a vida
Consejo de generales, acordaron un he- con la cuestión de la honra.
cho importante. Profundo progreso, de donde saldrá
L a abolición de la pena de muerte para las necesidades del porvenir u n
para los militares. nuevo Código militar, m á s eficaz que el
U n hombre estaba delante de ellos: un antiguo.
soldado m á s responsable que todos; un L a pena moral sustituida á la pena
mariscal de Francia. Aquel hombre en material es m á s terrible. Prueba: Ba-
la hora suprema de las catástrofes habia zaine.
faltado á su deber: habia humillado la Sí; la d e g r a d a c i ó n basta. Donde hay
Francia ante la Prusia; se habia pasado al vergüenza, la sangre vertida es inútil. E l
enemigo de u n modo indigno; pudiendo castigo es peor. Sumid al hombre culpa-
vencer, se habia hecho derrotar; tenia una ble en el abismo. Esta es la sombría y
fortaleza, l a m á s fuerte de Europa, y la eterna historia de Caín. Bazaine muerto,
habia entregado; tenia banderas, honra lleva detrás de sí una leyenda. Bazaine
de la historia de Francia, y las habia en vivo, lleva consigo la noche.
tregado t a m b i é n ; estaba al frente de un E l Consejo de guerra hizo bien.
ejército, el único que quedaba á l a na- Qué m á s se puede añadir?
ción, y j e habia ofrecido agarrotado á los Hoy el mariscal desaparece y se pre-
golpes de los sables alemanes, enviando senta un soldado.
lo prisionero de guerra á las casamatas Y a no tenemos delante de nuestros
de Spandau y de Magdebourg; habia per- ojos al alto dignatario, n i la gran cruz
dido á la Francia p u d i é n d o l a salvar; l i - de la Legión de Honor, n i al senador del
brando á Metz, la ciudad virgen, hubiera imperio, n i al mariscal de Francia, sino
DESPUES D E L DESTIERRO. 569
á un campesino. Y a no tenemos delante riscal de Francia; ¿se fusilará al sol-
de nuestra vista al anciano general, lleno dado?
de aventuras y de años, sino á u n hom- L o vuelvo á repetir; esto es imposible.
bre jó ven. No ya la experiencia, sino l a Y o , que hubiera intercedido por Ba-
ignorancia. zaine, intercedo por Blanc. Y o , que hu-
¿Habiendo perdonado al uno vais á biese pedido l a vida del miserable, pido
castigar al otro? la vida del desgraciado.
Tales contrastes son posibles? ¿Es útil Y si se quiere saber con q u é derecho
proponer esos enigmas á la inteligencia intervengo en este doloroso asunto, res-
de los hombres? Esta comparación es es- ponderé: Con el inmenso derecho del pri-
pantosa. ¿Es leal exponer ante la pro- mero que llega; el primero que llega es
funda honradez del pueblo confronta- la conciencia humana.
ciones de esta naturaleza? Por haber
vendido su bandera, por haber entrega- E l 26 de Febrero de 1875 Víctor Hugo
do un ejército, por haber hecho traición publicó la anterior reclamación, que
á la patria se pierde la vida; por haber atendieron.
abofeteado á un cabo se castiga con l a E n 1854, cuando estaba proscripto ó
muerte. intervino en favor del sentenciado Tap-
L a sociedad no está vacía; hay minis- ner, declararon los periódicos bonapar-
tros, hay un gobierno, hay una Asam- tistas que, pidiendo Víctor Hugo la vida
blea; pero hay algo m á s que los minis- de Tapner, no se le debia conceder. Con
tros, hay algo m á s que la Asamblea, hay motivo de l a sentencia del soldado
algo sobre todo eso; el derecho público. Blanc, se repitió hecho tan monstruoso.
A él es á quien me dirijo. Algunos periódicos reaccionarios se diri-
E l impuesto de sangre pagado hasta gieron al gobierno pidiéndole que resis-
el extremo, era la ley de los regímenes tiera á la presión que trataba de ejercer
antiguos; pero no puede ser la ley de la Víctor Hugo, diciendo que ya que éste
civilización moderna. Antes la choza es- intercedia por el soldado Blanc, debían
taba sin defensa; las l á g r i m a s de las ma- fusilarlo.
dres y de las esposas no eran oidas; las Los periódicos de 1875 no consiguie-
viudas lloraban en el mayor abandono; ron lo que se proponían como los de
la postración á consecuencia de las pe- 1854. Ahorcaron á Tapner, pero no fu-
nalidades no se podia expresar; estas silaron á Blanc. L e perdonaron l a vida,
costumbres no son las nuestras. Hoy la c o n m u t á n d o l e la pena por cinco años de
piedad existe; el abandono de lo que vive prisión, sin degradación militar.
en la sombra repugna á una sociedad
que marcha siempre adelante; se com-
prende mejor el deber fraternal; se sien-
XXI.
te la necesidad, no de estirpar, sino de
curar. A d e m á s , es u n error creer que la Exequias de Edgard Qninet.
revolución d á por resultado el decaimien-
to de la e n e r g í a social; por el contrario, (29 Marzo 1875.)
quien dice sociedad libre, dice sociedad
fuerte. L a magistratura puede transfor-
marse, pero para aumentar en dignidad Vengo ante esta fosa abierta á salu-
y en justicia; el ejército puede modificar- dar á un alma grande.
se, pero para adquirir honra. E l poder Vivimos en una época en que glorio-
social es una necesidad; el ejército y la samente abundan los escritores y los
magistratura son una vasta protección; filósofos. E l pensamiento humano se ele-
mas á quién deben proteger? ¿A los que va en ella á altísimas cumbres. E n una
no pueden protegerse por sí solos, á los de ellas se colocó Edgard Quinet; la cla-
que están abajo, aquellos sobre los que ridad severa de lo verdadero b r i l l a en la
pesa todo, los que ignoran, los que su- frente de ese pensador. Por eso le sa-
fren? Los códigos, las C á m a r a s , los t r i - ludo.
bunales, este conjunto es útil; este con- Le saludo porque era ciudadano, pa-
j u n t o es justo y bello, pero es necesario triota y hombre; triple virtud: el pensa-
que toda esta fuerza tenga por ley moral dor debe extender la fraternidad desde
majestuoso respecto á los débiles. la familia á la p á t r i a y desde la p á t r i a á
Antes solo habia grandes; ahora tam- la humanidad; ensanchando de este modo
bién hay pequeños. el horizonte, el filósofo se convierte en
Resumiendo: no se ha fusilado al ma- apóstol. Saludo á Edgard Quinet porque
TOMO I V . 72
570 OBRAS D E VICTOR HUGO.
fué generoso y útil, bravo y clemente, del destierro, en l a que Luis Blanc brilló
convencido y tenaz, hombre de princi- y en la que m u r i ó Barbes.
pios y hombre tierno, compasivo y a l t i - No compadezcáis á esos hombres; han
vo, altivo con los que reinan y compasivo cumplido su deber. Porque cumplir su
con los que sufren. deber es representar á la Francia fuera
L a obra de Bdgard Quinet es ilustre y de ella, es vencer á pesar de ser vencidos,
vasta. sufrir por los que creen prosperar, fecun-
Ofrece el doble aspecto político y lite- dar la soledad del proscripto, sufrir con
rario, y por consecuencia la doble u t i l i - utilidad la nostalgia, adorar á su p á t r i a
dad que necesita nuestro siglo: la del de- oprimida, representar en pió lo que ha
recho y la del arte; lo absoluto y lo caido, el honor, la justicia, el derecho y
ideal. la ley: al que cumple este gran deber
Bajo el punto de vista puramente lite- nada le importan el sufrimiento, la sole-
rario, encanta al mismo tiempo que en- dad n i el abandono.
seña; conmueve al mismo tiempo que Adiós, Edgard Quinet. Has sido útil y
aconseja. E l estilo de Edgard Quinet es grande. E n t r a en la región de los recuer-
robusto y grave, lo que no le impide ser dos, venerable sombra querida del pue-
penetrante. Tiene un no sé q u é afectuo- blo que tanto amaste. Adiós.
so que le concilla con el lector; su pro- L a tumba es severa: nos arrebata las
fundidad, impregnada de bondad, le prendas de nuestro cariño y de nuestra
dá autoridad incuestionable. Quinet es admiración. Que nos aproveche al menos
uno de esos filósofos que se hacen com- para decir lo que es necesario.
prensibles, hasta el punto de que obligan A n t e la tumba, la palabra del hombre
á obedecerles. Es sabio porque es justo. es siempre sincera y solemne. Los hom-
Es un historiador con dotes de poeta. bres como Edgard Quinet deben servir de
L o q u e caracteriza los verdaderos pen- ejemplo, así por sus pruebas como por sus
sadores es la mezcla de misterio y de trabajos; porque ayudan en la vasta mar-
claridad. Quinet tiene el dón profundo cha de las ideas al progreso, á la democra-
del pensamiento entrevisto. Comprénde- cia y á la fraternidad. L a emancipación
se que piensa, por decirlo así, m á s allá de los pueblos es una obra sagrada: glo-
del pensamiento. Así son los escritores rifiquómosla ante la tumba. Que la rea-
de la gran raza. lidad celeste nos ayude á atestiguar la
Quinet era u n espíritu; quiero decir, realidad terrestre. A n t e la emancipación
uno de esos seres para los que la vejez de la muerte afirmemos la emancipación
no existe y que se engrandecen m á s de la revolución, por la que tanto traba-
cuantos m á s años cuentan. Sus m á s be jó Quinet. D i g á m o s l o aquí con afecto,
Has obras son las ú l t i m a s . Sus recientes pero t a m b i é n con altivez; digámoslo á
libros L a Creación y E l Espíritu nuevo los que desconocen el presente y niegan
ofrecen en el m á s alto grado el doble ca el porvenir; digámosles que hemos ven-
rácter actual y profético, que es el sello de cido el pasado en beneficio de todos, y
las grandes obras. E n una y en otra se que por lo tanto los luchadores m a g n á -
encuentran la revolución, que hace vivir nimos como Quinet deben ser los bene-
á los libros, y la poesía, que los inmorta- méritos del género humano. A n t e t u se-
liza. De este modo el escritor, vive á la pulcro continuemos estas supremas leyes
vez en el presente y en el porvenir. morales: que oiga su sombra generosa
que proclamamos que el deber es bello,
No basta escribir una obra, se necesita
que la probidad es santa, que el sacrificio
probarla; la obra la redacta el escritor, la
es augusto, que hay momentos en que
prueba la hace el hombre. L a prueba de
los pensadores son héroes que levantan la
una obra es el sufrimiento aceptado.
revolución en los espíritus, conducidos
Quinet tuvo el honor de ser desterra- por Dios, y que los hombres justos son
do y la grandeza de amar el destierro. los que consiguen que sean libres los pue-
Molestar al tirano place á las almas al blos. L a tumba, precisamente porque es
tivas; ser proscripto es ser escogido; es oscura, tiene la majestad útil que con-
ser escogido por el crimen para represen viene á la proclamación de las grandes
tar el derecho. E l crimen hace resaltar realidades de l a conciencia humana, y
á la virtud; el maldito elige al proscripto como mejor se pueden emplear las t i -
como diciéndole: "Sé m i contrario.,, De nieblas del sepulcro es sacando de ellas
a q u í nace una función. F u n c i ó n que la luz.
Edgard Quinet cumplió soberbiamente
Vivió dignamente en la sombra trágica
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 571
No es posible dormir teniendo abiertas
XXII. las llagas de Polonia, de la Creta, de
Metz y de Estrasburgo; con el restable-
Al Congreso de la Faz. cimiento del imperio g e r m á n i c o en pleno
siglo diez y nueve, viendo que Berlín
viola á Paris, que la ciudad de Federi-
E l Congreso de la Paz se digna acor co I I insulta á la ciudad de Voltaire,
darse de m í y me llama, llamamiento que viendo proclamadas la santidad de la
agradezco profundamente. fuerza y la equidad de la violencia y el
Solo puedo volver á decir á mis con- progreso abofeteado en la mejilla de
ciudadanos de Europa lo que he dicho Francia. Para pacificar es preciso antes
ya muchas veces desde el a ñ o 1871, tranquilizar, y para tranquilizar es ne-
que tan fatal fué para todo el universo. cesario satisfacer. L a fraternidad no es
Actualmente sobresalen en l a c i v i l i - un hecho superficial. L a paz no es una
zación dos esfuerzos contrarios: el de superposición.
Francia y el de Alemania; cada uno de L a paz es una resultante. No puede
ellos desea crear un mundo. Alemania decretarse que l a haya, como no puede
quiere que todo sea Alemania, y Francia decretarse que salga l a aurora. Cuando
quiere que todo sea Europa. L a Alema- la religión esté í n t e g r a y la justicia sea
nia pretende construir u n vasto imperio verdadera; cuando las fronteras se bor-
y la Francia una invencible democracia. ren de las naciones y se restablezcan en-
No dudéis que entre el mundo tenebro- tre el bien y el mal; cuando cada hombre
so y el mundo radiante, el porvenir ha haga de su propia probidad una especie
elegido ya. de p á t r i a interior, entonces, como surje
E l porvenir d a r á á la Alemania y á l a el dia, s u r g i r á la paz; y así como el dia
Francia lo que las corresponde; devolve- aparece al salir el astro, así aparecerá
r á á la una su parte del Danubio y á la la paz por medio de la ascensión del
otra su parte del Rhin, y concederá á las derecho.
dos el dón magnífico de la Europa, es T a l es el porvenir. Y o le saludo.
decir, la gran R e p ú b l i c a federal del con- VÍCTOR HUGO.
tinente.
Los reyes se alian para combatirse y Paris 9 Diciembre 1875.
firman entre ellos tratados de paz, que
les arrastran á casos de guerra, y de XXIII.
esto resultan las monstruosas interpre-
taciones de las fuerzas m o n á r q u i c a s con- E l 16 de Enero de 1876 n o m b r ó á Víc-
tra los progresos sociales, contra la re- tor Hugo el Consejo municipal delega-
volución francesa, contra la libertad de do de Paris para las elecciones senatoria-
los pueblos. De esto resultan "Welling- les. Dirigió entonces á sus colegas, los
ton y Blücher, P i t t y Cobourg y el cri- delegados de todas las municipalidades
men llamado de la Santa-Alianza; por- de Francia, la carta siguiente:
que quien dice alianza de reyes, dice
alianza de buitres. Esta fraternidad fra- "EL DELEGADO DE PARÍS Á LOS DELEGA-
tricida t e r m i n a r á , y á la Europa de reyes DOS DE LAS 36.000 MUNICIPALIDADES DE
coligados sucederá l a Europa de los pue- FRANCIA.
blos unidos.
Tengamos fó y esperemos en el por- Electores de las municipalidades de
venir. Francia, os voy á decir lo que Paris es-
Hasta entonces no tendremos paz; lo pera de vosotros*
digo con dolor, pero con firmeza. A pesar de lo mucho que sufrió esta no-
L a Francia desmembrada es una ca- ble ciudad, cumplió con su deber. E n
lamidad humana. L a Francia no se per- Diciembre de 1851 el imperio se apoderó
tenece á sí misma, pertenece al mundo; de ella á l a fuerza, y después de inten-
para que el crecimiento humano sea tarlo todo para vencerla, lo intentó todo
normal, es preciso que l a Francia esté para corromperla; corromper es la verda-
íntegra; si le falta una provincia, le fal- dera victoria de los déspotas, cuyo medio
ta una fuerza al progreso, le falta u n de reinar consiste en degradar las con-
órgano al género humano. Su m u t i l a - ciencias y en envilecer los corazones; en
ción m u t i l a á l a civilización. convertir el crimen en vicio é inficionar-
Hay hoy fracturas en todas partes, lo en la sangre de los pueblos; en u n
como por ejemplo en la Herzegowina. plazo dado, el cesarismo concluye por
572 OBRAS D E VICTOR HUGO.
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DESPUES D E L DESTIERRO. 577
ver en el coche fúnebre y el cortejo se cia desaparecer m á s que brillar. E l l a
puso en marcha. daba gloria, ella le daba alegría, cum-
Luis Blanc, al que hacia sufrir menos pliendo el destino de la mujer, que se re-
su enfermedad que su desgracia, quiso duce á amar.
seguir á pié á l a comitiva y se colocó E l hombre se esfuerza, inventa, crea,
detrás del coche fúnebre, colgado del siembra y recoge; destruye y construye,
brazo de su hermano Cárlos. Por toda l a piensa, combate y contempla; l a mujer
carrera, hasta llegar al cementerio del ama. Y q u é consigue con su amor? Dar
Padre Lachaisse, se vió inmensa m u - al hombre á n i m o y fuerza. E l trabaja-
chedumbre que asistía respetuosa al en- dor necesita una c o m p a ñ e r a en la vida;
tierro . cuando éste es m á s superior, m á s tierna
El a c o m p a ñ a m i e n t o lo c o m p o n í a n los debe ser su compañera.
republicanos de las dos C á m a r a s , los del Mad. Luis Blanc poseia esta dulzu-
Consejo municipal y los de la prensa. ra tierna. L u i s Blanc es un apóstol de
No necesitamos decir que iba en él la lo ideal; es el filósofo que participa del
redacción de Le Bappel en masa. tribuno, es el gran orador, es el gran ciu-
E n todo el trayecto Víctor Hugo fué dadano, es el hombre honrado belige-
objeto de la ovación que el pueblo le t r i - rante, es el historiador que abre en el
buta siempre que le vé. I b a en uno de pasado el surco del porvenir. Por eso fué
los coches enlutados. Durante a l g ú n insultado y atormentado. Cuando l u -
tiempo la policía pudo impedir que el chando por lo justo y por lo verdadero,
gentío se echase encima de las ruedas; siendo v í c t i m a de todos los ódios y de
pero cuando dicho coche llegó á la plaza todos los ultrajes, empleaba bien el dia,
de la Bastilla, ya no pudieron impedir escribiendo y obrando, en la tempestad
que el gentío se abalanzase á l a porte- de su trabajo de espíritu combatidor,
zuela y que hombres y mujeres estrecha- volvia l a cabeza hácia esa humilde y no-
sen la mano del autor de Los Castigos y ble mujer y reposaba viéndola sonreír.
del Noventa y tres. Desde l a plaza de l a A y ! Y a ha muerto; venerémosla, san-
Bastilla hasta el cementerio fué aclama- tifiquémosla. L a mujer representa la hu-
do el gran poeta: cuando llegaron allí y manidad por su lado tranquilo; la mujer
pusieron el féretro en l a fosa, tomó la es el hogar, es la casa, es el centro de los
palabra el pastor Augusto Dide, pues pensamientos apacibles. Es el consejo
Mad. Luis Blanc profesaba la religión cariñoso de l a voz inocente en medio de
reformada. M . Dide refirió elocuentemen- todo lo que nos arrastra, nos encoleriza y
te lo que fué para Luis Blanc la esposa nos subleva. Con frecuencia, cuando al-
que acababa de perder, durante l a pros- rededor nuestro todo nos es contrario, la
cripción, durante el sitio de Paris y des- mujer es nuestra única amiga. P r o t e j á -
pués, produciendo viva y univeral i m - mosla. R i n d á m o s l a el homenaje que le
presión.,, debemos. D é m o s l a en las leyes el sitio á
E n seguida Víctor H u g o tomó la pa- que tiene derecho. Honremos, ciudada-
labra y pronunció el siguiente discurso: nos, á la madre, á la hermana y á la es-
"Lo que Luis Blanc hizo por m í hace posa. L a mujer encierra el problema so-
dos años, lo hago ahora por él. Vengo en cial y el misterio humano. Parece l a
su nombre á dar el adiós supremo á u n gran debilidad y es la gran fuerza. E l
sér querido. E l amigo que aun tiene hombre en el que se apoya un pueblo,
fuerzas para hablar, suple al amigo que necesita apoyarse en una mujer: el dia
no sabe si le q u e d a r á n fuerzas para v i - que nos falta, nos falta todo. Nosotros
vir. Estas dolorosas despedidas al borde somos los que morimos, ella queda viva
de la tumba forman parte del destino y su recuerdo toma posesión de nos-
humano. otros, y ante su tumba nos parece que
Mad. Luis Blanc fué la c o m p a ñ e r a veamos nuestra alma descender hasta
modesta de un desterrado ilustre, que en ella y la suya subir. (Viva emoción.)
la proscripción l a encontró. L a P r o v i - Os habéis quedado ya solo, querido
dencia reserva estos faustos encuentros proscripto, y ahora es cuando empieza
para los hombres justos; llevar l a vida vuestro verdadero destierro. Pero tengo
entre dos d á la felicidad. Mad. Luis fé en vuestro valor indomable y en vues-
Blanc fué esa figura serena y tranquila, tra alma ilustre, y estoy seguro de que
entrevista al través de la luz tempestuo- venceréis, de que venceréis hasta el dolor.
sa de nuestros dias, que se enamora de Sé que estáis convencido de que os de-
las reputaciones. L a eclipsaba el fulgor béis á la grandiosa disputa de lo verda-
de la gloria de su esposo y l a enorgulle- dero, del derecho á la R e p ú b l i c a y á l a
TOMO I V . 73
578 OBRAS D E VICTOR HUGO.
pestad les concedió u n plazo, pero en Abbatucci han dado sus nombres á ca-
cuanto ésta cesó, partió el navio. L a re- lles de Paris. De modo que en veinte
presión es inexorable. De este modo se años de intervalo, en las revueltas del 18
ha castigado el 18 de Marzo. de Marzo y del 2 de Diciembre, se ha
E n cuanto al 2 de Diciembre, decir obrado de los dos modos que acabo de
que quedó impune seria irrisorio: fué indicar en las altas regiones del gobier-
glorificado y adorado; pasó al estado de no: contra el pueblo se han empleado
crimen legal y de delito inviolable. Los todos los rigores; en favor del empera-
sacerdotes han rezado por su conserva- dor todas las bajezas.
ción; los magistrado han juzgado en su Es preciso ya no asombrar á la con-
nombre; los representantes del pueblo, á ciencia humana. Es hora ya de renun-
quienes ese crimen persiguió á culata- ciar á la ignominia de tener dos pesos y
zos, le aceptaron después y se hicieron dos medidas; por lo que pido para los
sus servidores. E l autor del crimen mu- hechos del 18 de Marzo la a m n i s t í a com-
rió en su lecho, después de haber com- pleta y absoluta.
pletado el 2 de Diciembre con la derrota
de Sedán, la traición con la inepcia y el
derrumbamiento de la R e p ú b l i c a con la L a proposición de amnistía presentada
caida de la Francia; y sus cómplices Mor por Víctor Hugo fué desechada por el
ny, B i l l a u l t , Maguan, Saint-Arnaud y Senado.
El. RUIN
TOMO I V . 74
EL RHIN.
CARTAS A U N AMIGO,
TRADUCIDAS POR
D. C A R M E L O C A L V O Y R O D R I G U E Z .
recogidos por el oido y comentados por Iban la orilla izquierda del Rhin á la
la fantasía; el repique del campanario, Alemania y no le pedian otra cosa que
el martilleo del yunque, el chasquido su amistad; los otros, protestando como
del látigo del postilion, el grito oido en nunca y con justicia, según nuestra opi
el umbral de una prisión, la canción de niou, de lo hecho en 1815, reclamaban
la jóven, el juramento del soldado; es la con violencia la orilla izquierda del
pintura de todos los terrenos, cambiados Rhin y rechazaban la amistad de la A l e
á cada instante por el capricho en escnmania. Los primeros sacrificaban el
dulce región de la fantasía, de la cual ha- Rhin á la paz; los segundos sacrificaban
bla Montaigne, y en la cual se detienen la paz al Rhin. A nuestro modo de ver,
voluntariamente los soñadores; es esa los unos y los otros á la vez tenian y no
m u l t i t u d de aventuras que suceden, no tenian razón. Entre estas dos opiniones,
al viajero, sino á su espíritu; en una pa- exclusivas y diametralmente opuestas,
labra, es todo y es nada: es el diario de nos pareció que habia lugar para una
un pensamiento mucho m á s que el de un opinión conciliadora. Mantener el dere
viaje. cho de Francia sin herir la nacionalidad
Mientras que el cuerpo se traslada de de Alemania, era el bello problema que
un punto á otro, gracias al camino de acarició el que escribe estas líneas, y
hierro, á l a diligencia ó al vapor, la ima- cuya solución creyó entrever en su cor
ginacion vuela t a m b i é n . E l capricho del rería por el Rhin. Ocurrida que le fué
pensamiento salva los mares sin navios, esta idea, se le apareció, no como idea,
los rios sin puentes y las m o n t a ñ a s sin sino como deber. A su juicio, todo deber
caminos. E l pensamiento del poeta no se ha de llenar en seguida. Cuando una
conoce distancia. H é aquí, pues, lo que cuestión que interesa á Europa, es decir,
contienen estas cartas: los dos viajes á la humanidad entera, es oscura, por
mezclados uno con otro. escasa que sea la luz de que se disponga,
E l viajero ha caminado toda la jorna- se debe llevar para facilitar su esclarecí
da reuniendo, recibiendo ó recogiendo miento. L a razón humana, de acuerdo
ideas, quimeras, incidentes, sensaciones, en esto con la ley espartana, obliga en
fábulas, visiones, juicios, realidades, re- ciertos casos á decir la opinión que se
cuerdos. Llegada la noche, entra en una tiene. Entonces, y en cierto modo sin
posada, y mientras disponen la cena, pide preocupación literaria, pero con el fran
una pluma, tinta y papel, apoya el codo co y severo sentimiento del deber cum
en el á n g u l o de una mesa y escribe. Cada plido, escribimos estas p á g i n a s , que pen-
linade sus cartas es el saco donde vacía samos desde luego publicar,
las impresiones que su espíritu ha reci- E n el momento de darlas á la estampa
bido durante el dia, y en este saco se en- nos asaltó u n escrúpulo. ¿Qué significa-
cuentran con frecuencia m á s monedas de rian unas cuantas p á g i n a s aisladas por
calderilla que luises de oro. completo del trabajo hecho en el espíritu
Cuando regresa á Paris, vuelve á ver del autor durante su exploración por el
á su amigo y ya no piensa m á s en su | Rhin? ¿No habría algo de brusco y de ex
diario. t r a ñ o en la aparición de este librejo espe-
Ha escrito así, desde hace doce años, cial é inesperado? ¿No seria preciso co-
muchas cartas sobre Francia, Bélgica, menzar por decir que hemos visitado el
Suiza, el Océano y el Mediterráneo, y Rhin, y así no se e x t r a ñ a r í a con razón
las ha olvidado por completo. Habia o l - que el que esto escribe, j)oeta por aspira-
vidado asimismo las que habia escrito so- cion y arqueólogo por simpatía, no hu-
bre el Rhin, cuando el a ñ o pasado se biese visto en el R h i n m á s que una cues-
acordó forzosamente de ellas por un sen- tion política internacional? Esclarecer
cilio encadenamiento de hechos que es por una referencia histórica una cues-
necesario que refiera. tion contemporánea, puede, sin duda, ser
Recuérdese que hace cerca de seis ú útil; pero el R h i n , ese rio único en el
ocho meses la cuestión del R h i n se t r a t ó mundo, ¿no merece la pena de ser tam-
de repente. Algunas inteligencias nobles bien visto por lo que es y por lo que sig-
y privilegiadas la discutieron en Francia nifica? ¿No seria verdaderamente inex-
en esa época con bastante viveza, y to- plicable que hubiese pasado por delante
m a r ó n desde luego, como sucede casi de esas catedrales sin visitarlas, de esas
siempre, dos partidos opuestos, dos par- fortalezas sin inspeccionarlas, de esas rui-
tidos extremos. Los unos consideraron ñas sin mirarlas, de ese pasado sin son^
los tratados de 1815 como un hecho con- dearlo, de ese delirio sin abismarse en él?
sumado, y partiendo de a q u í abandona-1 ¿No es un deber para el escritor, sea el
590 OBRAS D E VÍCTOR HUGO.
que fuere, ser consecuente siempre consi- cuidadoso esmero el yo, esa mala yerba
go mismo, et sibi constetno producirse sino que brota una y otra vez de la pluma del
como tiene por costumbre y no llegar de escritor entregado á las expansiones fa-
otra manera que de la que es esperado? miliares, y quizá h a b r í a renunciado ab-
¿Obrar de diferente modo no seria des- solutamente, por el propio sentimiento
orientar al público, entregar la realidad de su inferioridad, á la forma epistolar,
del viaje á las dudas y á las conjeturas, que, á su parecer, solo tienen el derecho
y por consecuencia disminuir la con- de emplear frente á frente del público las
fianza? grandes inteligencias. Pero bajo el pun-
Esto lo creyó de cierta gravedad el au- 1:0 de vista que se acaba de explicar, es-
tor. Disminuir la confianza en el mismo ':as alteraciones hubiesen sido falsifica-
momento que la reclama con m á s interés ciones, cuando estas cartas, aunque en
que nunca; hacer dudar de sí, sobre todo a apariencia son casi e x t r a ñ a s á la Con-
cuando es necesario hacer creer; no atraer clusión, vienen á ser en cierto modo las
toda la fe de su auditorio cuando se pide piezas justificativas; cada una de ellas
la palabra para lo que se imagina que es u n certificado de viaje, de pasaje y de
es u n deber, era faltar al objeto que se ha- presencia; el yo, aquí, es una afirmación.
bla propuesto. Modificarlas seria reemplazar l a verdad
Las cartas que habia escrito en su via- por la forma literaria, y con esto lo que
je se volvieron á presentar entonces á su se conseguía era disminuir la confian-
i m a g i n a c i ó n . Las volvió á leer y recono- za, y por lo tanto, faltar al objeto pro-
ció que por su misma realidad tenian el puesto.
punto de apoyo incontestable y natural Es preciso no olvidar que estas cartas,
de sus conclusiones en la cuestión r h i - que por otra parte t a l vez no tengan dos
niana; que la familiaridad de ciertos deta lectores, vienen a q u í para apoyar una
lies, la minuciosidad de ciertas pin as, palabra conciliadora ofrecida á dos pue-
la personalidad de ciertas impresiones blos. A n t e tan grande objeto, ¿qué i m -
eran una evidencia más; que todas estas portan las sencillas coqueterías del arre-
cosas verdaderas se a ñ a d i r í a n como com- glador y los refinamientos de la toi-
probantes á la cosa útil; que bajo cierto lette literaria? L a verdad es su mejor
aspecto, el viaje del soñador, caprichoso adorno (1).
en extremo y quizá recargado de poesía E l autor se ha determinado á publi-
para algunas imaginaciones cansadas, carlas t a l , poco m á s ó menos, como han
podría perjudicar á la autoridad del pen sido escritas.
sador; pero por otro lado pensó que
siendo m á s severo corría el riesgo de ser
menos eficaz; que el objeto de esta publi- (1) Ante esta consideración se han desvanecido todos los es-
cación, por desgracia muy insuficiente crúpulos que tenia el autor. Estas cartas han sido escritas al
azar de la pluma y sin libros; los hechos históricos ó los textos
era el de resolver amigablemente una literarios que contienen acá y allá están citados de memoria;
cuestión de ódio; y que, en todo caso pero ésta engaña y falta algunas veces. Así, por ejemplo, en la
C a r t a novena, el autor dice que Barbaroja quiso c r u z a r -
desde el momento en que se mostrase se por l a segunda ó tercera vez, y en la C a r t a d é c i m a -
lealmente á los lectores el pensamiento s é p t i m a habla de las numerosas cruzadas de Federico
del escritor, hasta el m á s íntimo y el m á s Barbaroja. El autor olvida en esta doble ocasión que Federico I
solo fué cruzado dos veces, la primera siendo aun duque de
culto, los que no se adhiriesen á las con Suavia, en 1147, en compañía de su tio Conrado I I I , y la se-
clusiones del libro, cualquiera que fuese gunda siendo emperador, en 1189. En la C a r t a d é c i m a -
su resultado, es evidente que creerían en cescribir u a r t a , el autor escribe el heresiarea Doueet, donde debió
el heresiarea D o u c i n . Nada hubiese sido más fácil
las convicciones del autor.—Esto ya se- que corregir estos errores; pero al autor le ha parecido que,
ria un gran paso; el porvenir se encar- puesto que ya estaban cometidos, debian quedar como el verdade-
ro sello de su legitimidad. Y ya que se ha puesto á rectificar los
g a r í a t a l vez de lo d e m á s . errores en que ha incurrido, séale permitido señalar después de
Tales son los motivos imperiosos que los suyos los de su impresor. Una errata razonada es algunas ve-
han determinado al autor para dar á luz ces útil. En la C a r t a p r i m e r a , en lugar de: la casa está
llena de gentes que ordonnent, debe decir: la casa está llena
estas cartas y ofrecer al público dos vo- de gentes que j o r d o n n e n t . En la Leyenda del hermoso
l ú m e n e s sobre el R h i n en lugar de dos- Pecopin (últimas líneas del párrafo Xü), en lugar de una
p u e r t a de metal, se ha de leer u n a p u e r t a de m e t a ü .
cientas p á g i n a s . Las dos palabras j o r d o n n e r y m e t a ü faltan en el Diccionario
Si hubiese publicado esta correspon- de la Academia, y en esta ocasión, á nuestro modo de ver, el
dencia de viaje con un objeto puramente expresiva Diccionario no tiene razón. Jordonner es una palabra muy
en el lenguaje familiar, que no tiene sinónimo posible,
personal, probablemente la h a b r í a hecho y que expresa un matiz preciso y delicado, cual es el mando
sufrir notables alteraciones: h a b r í a su- ejercido con fatuidad y vanidad á cada instante y fuera de pro-
primido muchos detalles; h a b r í a borrado pósito. En cuanto á la palabra m e t a ü , no es menos notable. El
metal es la sustancia metálica pura; la plata es un metal. El
de todas partes la intimidad y l a con- m e t a ü es una sustancia metálica compuesta; el bronce es un
fianza; h a b r í a extirpado y arrancado con metal.—(Nota de l a p r i m e r a e d i c i ó n . )
EL RHIN. 591
Y dice "poco m á s ó menos,,, porque todo el pensamiento que sale de la his-
no quiere ocultar que ha hecho algunas toria.
supresiones y algunas enmiendas, pero Después, cuando conviene, queda su-
estas enmiendas no tienen ninguna i m - mido en el silencio y en la media luz,
portancia para el público. Su objeto ha cosas ambas que favorecen la observa-
sido evitar repeticiones, ó ahorrar á los ción. Pero a q u í se hace indispensable
que por casualidad tercian en esta obra, otra explicación. L a prodigiosa sonori-
á los indiferentes y á los desconocidos dad de la prensa francesa, tan poderosa,
que el azar nos ha hecho encontrar en el tan fecunda y a d e m á s tan útil, hace
viaje, tanto una indiscreción como una resonar los m á s oscuros nombres de Pa-
censura, ó hasta si se quiere la molestia ris, de t a l modo que no permite al escri-
de reconocerse. I m p o r t a poco al público, tor, por humilde é insignificante que
por ejemplo, que todos los finales de las sea, creer que fuera de Francia g o z a r á
cartas, consagrados á detalles de familia, de completa oscuridad. E n esta situación
hayan sido suprimidos; asimismo que el observador, sea el que fuere, debe
el sitio donde tuvo lugar un accidente guardar el incógnito y el a n ó n i m o , si
cualquiera, una rueda rota, u n incendio quiere conservar entera su independen-
de una posada, etc., haya sido cambiado cia de pensamiento y de acción. Estas
ó no. L o esencial para que el autor pue precauciones, que aseguran al viajero el
da decir: Este es un libro de buena fé, es beneficio de l a oscuridad, las ha tomado
que la forma y el fondo de las cartas ha- el autor durante su excursión por las
yan quedado t a l como estaban. E n caso orillas del Rhin, por m á s que le parecie-
de necesidad se podria enseñar á los cu sen supérfluas y hasta ridiculas tomarlas.
riosos, si hubiese alguno por cosas tan De este modo ha podido recoger sus no-
insignificantes, todas las cartas de este tas á placer y con entera libertad, sin
diario del viajero a u t é n t i c a m e n t e t i m - que nadie estorbase su curiosidad ó su
bradas y fechadas en la administración meditación en ese paseo caprichoso que,
de correos. creemos haberlo indicado suficientemen-
Esta clase de confidencias tienen un te, admite por completo las singularida-
encanto inexplicable cuando provienen des que ofrecen las posadas y las mesas
de los grandes escritores, y ejemplos redondas, y se acomoda voluntariamente
ilustres tenemos que están en la memo lo mismo a l patache que á la silla de
ria de todos: u n estilo ameno d á la vida posta, lo mismo al asiento de las d i l i -
á todo; en cuanto al humilde viaje- gencias que á la banqueta bajo la toldi-
ro que ha escrito este libro, lo repetimos, 11a del vapor.
ellas no tienen otro valor que el de su E n cuanto á Alemania, que es á sus
sinceridad. Este título, y solamente este ojos la colaboradora natural de Francia,
título, es el único que las puede hacer en por las consideraciones que indica la
a l g ú n caso aceptables. Ellas se relacio- terminación de esta obra, cree que la ha
nan con el monje de Saint-Grall, con el apreciado como debe y la ha visto t a l
ciudadano de Paris en tiempo de Felipe como es. E l autor protesta de antemano
Augusto, con J u a n de Troyes, entre los e n é r g i c a m e n t e contra toda intención
materiales útiles de consulta; y como do- irónica que se le pueda suponer en a l -
cumento formal y sincero, tienen m á s gunas palabras mezcladas a q u í y allá
tarde la satisfacción de ayudar á la filo- en estas cartas, y que solo ha conserva-
sofía y á la historia para caracterizar el do por u n escrúpulo de sinceridad. No lo
espíritu de una época y de una nación oculta; Alemania es uno de los países que
en u n momento dado. Si cupiese tener ama y una de las naciones que admira.
alguna pretensión en esta obra, el autor A b r i g a u n sentimiento casi filial por esa
no t e n d r í a otra que ésta. noble y santa p á t r i a de todos los pensa-
A q u í no se busca m á s que las aventu dores. Si no fuese francés, querría ser
ras d r a m á t i c a s y los incidentes pintores a l e m á n .
eos. Como lo explica en las primeras E l autor no cree que debe acabar esta
p á g i n a s de este libro, el autor viaja sólita nota preliminar sin confiar á sus lec-
rio, sin otro objeto que soñar mucho y tores el ú l t i m o escrúpulo que le asal-
pensar un poco. E n estas excursiones si ta. Cuando estaban tirando los últimos
lenciosas lleva dos viejos libros, ó si se le pliegos de este libro, se apercibió que
permite citar su propia frase, le acom acontecimientos m u y recientes y que en
p a ñ a n dos viejos amigos, V i r g i l i o y T á - la actualidad ocupan á Paris, parecían
cito: V i r g i l i o , es decir, toda la poesía que dar el valor de una aplicación directa á
sale de la naturaleza; Tácito, es decir dos líneas del párrafo X V de la Gonclu-
592 OBRAS D E VICTOR HUGO.
con, algunos niños pintarrajeados jue- manos contra hermanos, soldados contra
gan en un m o n t ó n de arena, y encima obreros y franceses contra parisienses?
de m i cabeza oscilan, suspendidos de un E n 1814, al contrario, el conscripto l u -
barrote viejo, sirviendo de muestra, Car- chaba contra el extranjero, contra el
los V , J o s é I I ó Napoleón, grandes em- enemigo, por cosas claras y sencillas, por
peradores que hoy solo sirven para acre- él mismo, por todos, por su padre, su
ditar una posada. E n l a casa solo se madre y sus hermanas, por el arado que
oyen voces que mandan sin ton n i son; acababa de dejar, por el techo de rastro-
en el umbral de la puerta, los mozos y j o que humeaba allá bajo, por la tierra
las cocineras hacen idilios; la basura aca- que habia bajo los clavos de sus zapatos,
ricia el agua de la vajilla, y me aprove- por la p á t r i a ensangrentada y palpitante.
cho de m i alta posición—en el imperial E n 1830 el soldado no sabia por q u é se
—para escuchar la conversación del b a t í a . E n 1814 no solo lo sabia, lo com-
jorobado y del gendarme, ó para admi- prendía; no solo lo comprendía, lo sentía;
rar los preciosos y pequeños grupos de no solo lo sentía, lo veía.
enanas amapolas que forman sus oásis Tres cosas me han llamado la atención
en un viejo techo. en Meaux: una preciosa fachadita del Re-
Por otra parte, m i gendarme y m i j o - nacimiento unida á una vieja iglesia
robado eran filósofos "que no tenian nada desmantelada, situada á la derecha, con-
de ensoberbecidos,, y hablaban humana- forme se entra en la ciudad; luego la
mente el uno con el otro, el gendarme catedral, y después, detrás de la cate-
sin desdeñar al jorobado y el jorobado dral, u n buen caserón viejo de piedra ta-
sin despreciar al gendarme. llada, medio fortificado y flanqueado de
E l jorobado paga seiscientos francos grandes torrecillas que amenazaban rui-
de contribución en Jouarre, la antigua na. Tenia un patio en el cual e n t r é va-
Jovis ara, según tiene la bondad de ex- lerosamente, á pesar de que me advirtió
plicarle al gendarme. A d e m á s su padre una vieja que estaba haciendo calceta el
paga novecientas libras en Paris, y se i n - mal estado en que se hallaba el edificio.
digna contra el gobierno cada vez que Sin embargo, la buena mujer me dejó
desembolsa el sueldo por el pontazgo de hacer lo que me pareció. Y o quería estu-
la Marne entre Meaux y la P e r t é . diar una escalera exterior m u y buena,
E l gendarme no paga contribución, enlosada de piedra y armada de madera,
pero cuenta sencillamente su historia. que comunicaba con la casa vieja, y que
E n 1814, en Montmirail, se batió como estaba apoyada en dos arcos rebajados
un león; era conscripto. E n 1830, en las y cubierta por un techo colgante for-
jornadas de Julio, tuvo miedo y buscó la mando una bóveda de arcadas apaine-
manera de salvarse; era gendarme. Esto ladas. Me faltó tiempo para dibujarla.
le admira y á m í no. Conscripto tenia L o siento; es la primer escalera que he
veinte años, y era un valiente. Gendar- visto de este género. Me pareció que era
me, tenia mujer ó hijos, y él a ñ a d i a su del siglo decimoquinto.
caballo, y era u n cobarde. Era, sí, el L a catedral es una iglesia notable em-
mismo hombre, pero no era la misma pezada en el siglo catorce y continuada
vida. L a vida es un plato que no gusta en el quince. Ahora acaban de restau-
m á s que por la salsa. Nadie es m á s arro- rarla de un modo inicuo. Empero no está
jado que u n presidiario. E n este mundo concluida. De las dos torres proyectadas
el traje se tiene m á s en cuenta que la por el arquitecto, solo hay una construi-
piel. E l que está desnudo no tiene nada da. L a otra, que ha sido modelada, ocul-
que perder. ta la parte edificada bajo una cubierta
Convengamos t a m b i é n en que las dos de pizarra de tejado. L a puerta del me-
épocas eran muy diferentes. L o que está dio y la de la derecha son del siglo ca-
en la atmósfera mueve lo mismo al sol- torce; la de la izquierda es del quince.
dado que á cualquier hombre. L a idea Las tres son m u y bellas, pero de una
que sopla le enfria ó le calienta. E n 1830 piedra que la escarcha y la l l u v i a van
se sentía el soplo de la revolución. A su desgastando.
paso todos se encorvaban por esa fuerza Puesto allí, he querido descifrar los
de las ideas que es como el alma de la bajo-relieves. E l t í m p a n o de la puerta
fuerza de las cosas. Y a d e m á s , ¿hay algo de la izquierda representa la historia de
m á s triste y enervante que batirse por San Juan Bautista, que el sol, que caía
ordenanzas e x t r a ñ a s , por sombras que á plomo sobre la fachada, no me ha
pasan por el cerebro de una cabeza tur- permitido ver. E l interior de la igle-
bada, por u n delirio, por una locura, her- sia es una composición soberbia. Hay
EL RUIN. 595
encima del coro grandes ojivas trilobu- L a Fontaine. Todo esto en un radio de
ladas y caladas del m á s bello efecto. E n doce leguas. E l gran señor vecino del
el ábside no queda m á s que tm vidrio gran obispo. L a Tragedia codeándose
magnífico, que hace pensar con senti- con la F á b u l a .
miento en los d e m á s . A la entrada del A l salir de la catedral el sol estaba ve-
coro hay dos altares de maravillosa car- lado y he podido examinar la fachada.
p i n t e i í a del siglo quince; pero quita la E l gran t í m p a n o de la portada central
ilusión verlos embadurnados de pintu- es de los m á s curiosos. E l compartimien-
ra al óleo, color de madera. Este es el to inferior representa á Juana, mujer de
gusto de los naturales del pais. A la iz- Felipe el Hermoso; se ha de tener pre-
quierda del coro, cerca de una preciosa sente que esta iglesia fué construida
puerta con imposta y rebajado el arco después de su muerte con las sumas que
medio punto, he visto una bella e s t á t u a dejó. L a reina de Francia, con su catedral
de m á r m o l arrodillada representando un en la mano, se presenta á las puertas del
guerrero del siglo diez y seis, sin arma- P a r a í s o . San Pedro se las abre de par en
dura n i inscripción alguna, tanto, que no par. D e t r á s de la reina aparece el her-
he logrado adivinar el nombre de esta moso rey Felipe con cierto aire de pobre
estátua: t ú que lo sabes todo lo h a b r í a s vergonzante. L a reina, espiritualmente
acertado en seguida. A l otro lado hay esculpida y ataviada, haciendo u n movi-
otra estátua; ésta tiene su inscripción, y miento de hombros y dirigiéndose á San
en verdad que bien la necesita, pues t ú Pedro, al mismo tiempo que con el rabi-
mismo no adivinarlas que este pesado y llo del ojo m i r a al pobre diablo del rey,
duro m á r m o l tratase de modelar la seve- parece que le dice al Santo: BahI dejadle
ra figura de Benigno Bossuet. Respecto entrar, aunque faltéis á la consigna.
á Bossuet, abrigo el temor de que la des-
trucción de los vidrios sea de su época.
He visto su trono episcopal, de u n enma- G-AKTA EL
deramiento de ensambladura bastante
bueno al estilo del tiempo de Luis X I V y
con el dosel figurado; pero me ha faltado Montmirail.-—Montmort.—Epernay.
tiempo para visitar su famoso gabinete
en el palacio episcopal. S e g ú n dice u n Montmirail.—iVos p a t r i a m f u g i m u s , nos duleia UnquU
manuscrito de la biblioteca local, y ver- mus arva.—Campo de batalla de Montmirail.—Sol puesto.
—Napoleón desaparecido.—El viajero habla de los olmos.'—
daderamente es unhecho e x t r a ñ o , Meaux El castillo de Montrnort.—Cómo deslumhra el viajero á la se-
tuvo su teatro antes que París, una ver- ñorita Juanita.—Camino de noche en los bosques.—Epernay.
dadera sala para dar espectáculos, cons- —Las tres iglesias: Tibaldo I , l'edro Strozzi, Poterlei-Gali-
chet.—?e le aparece Odry al autor en la iglesia de Epernay.
truida en 1547, la cual tenia de circo —De cómo el viajero prefiere mirar las amapolas y las mari-
antiguo la parte que estaba cubierta de posas que millón y medio de botellas de vino de Champagne.
un velarium, y de teatro actual lo del re- —Pilogene y Phyothrix.—En Montmirail el viajero repara
en un huevo fresco.—De qué se reinan en el siglo diez y seis.
dedor, que se componía de habitaciones cerra-
das con llave, que estaban alquiladas á los
habitantes de Meaux. Allí se representa-
ban misterios. Epernay, 21 de Julio.
U n hombre llamado Pascalus acos- E n la Fertó-sous-Jouarre alquiló el p ^
tumbraba d e s e m p e ñ a r el papel de Dia- mer carruaje que llegó, y sin informar-
blo, cuyo mote conservó. E n 1552 este me m á s que de una cosa, de si el eje y
prógimo entregó la ciudad á los hugono- las ruedas eran buenas, me dirigí hácia
tes, y al a ñ o siguiente los católicos le M o n t m i r a i l . E n este pueblo solo encon-
colgaron, teniendo en cuenta en algo que tré una cosa de particular, y fué u n pai-
había entregado la ciudad, pero teniendo saje m u y fresco á la entrada de dos
t a m b i é n presente en mucho que le l l a - bellas alamedas de árboles. Todo, escep-
maban el Diablo. tuando el castillo, es una confusión de
Hoy P a r í s tiene veinte teatros y la casuchas.
ciudad c h a m p a ñ e s a solo tiene uno. Hay E l lunes á las cinco de la tarde salí de
quien supone que está envanecida por M o n t m i r a i l y me dirigí por el camino de
haberlo tenido antes, como si Meaux se Sezanne á Epernay. U n a hora después
pudiese envanecer de no serParis. Por lo estaba en Vaux-Champs y atravesaba
d e m á s , este pais recuerda por todas par- el famoso campo de batalla. U n momen-
tes el siglo de Luis X I V . A q u í , el duque to antes de llegar á él encontré en el
de San Simón en Meaux, Bossuet; en la ! camino una carreta extravagantemente
Fertó Milon Hacine; en Chateau-Tierry,' cargada. E l tiro se componía de un asno
596 OBRAS D E VICTOR HUG04
torre, en l a que las hojas de plomo dibu- no le ayudase. Todos los dias á media
j a n rombos y escamas, como una piel de noche ella sube y él vá á acostarse; luego
serpiente, recibe la luz en su centro por él vuelve á subir á medio dia y ella vuel-
un precioso mirador, al cual he subido, ve á bajar. Son dos existencias que eje-
y está coronado de u n tejadillo de plo- cutan su movimiento de rotación la una
mo. L a ciudad, el Marne y las colinas al lado de la otra, sin tocarse m á s que un
son de un efecto delicioso vistas desde minuto al medio dia y otro minuto á
allí. media noche. U n gnomo pequeño, de
E l viajero puede admirar t a m b i é n her- figura extravagante, que ellos llaman su
mosos cristales de colores y un rico fron- hijo, ha resultado de la tangente.
tispicio del siglo trece en Nuestra Seño- Chalons tiene otras tres iglesias: San
ra, á pesar de que en el 93 los naturales A l p i n , San Juan y San Lupo. San A l -
del pais rompieron los cristales, extermi- pin tiene bonitos cristales de colores.
naron las estatuas del frontispicio, ras- Por lo que hace á la Casa de la Ciudad,
paron los opulentos arcos avialados como lo único que tiene de notable son cuatro
se raspa una zanahoria, y trataron de la enormes perros agazapados formidable-
misma manera la fachada lateral de la mente delante de la fachada. Y o , en l u -
catedral y todas las esculturas que en- gar de los perros, hubiese preferido ver
contraron en la ciudad. Más aun: de los leones champañeses.
cuatro obeliscos que tenia Nuestra Se- A dos leguas de Chalons, en el camino
ñora, dos altos y dos bajos, demolieron de Sainte-Menehould, en un sitio donde
tres. Esta rabia estúpida en ninguna no hay m á s que llanuras, rastrojos en
parte ha dejado tantas huellas como todo lo que alcanza la vista y árboles
a q u í . L a Revolución francesa fué terri- llenos del polvo que despide eí camino,
ble, pero la revolución c h a m p a ñ e s a fué se aparece de pronto una cosa magnífica.
bestial. Es la a b a d í a de Nuestra Señora del Es-
E n el mirador encontré esta inscrip- pino. Allí hay un verdadero chapitel del
ción grabada en el plomo de mano y es siglo quince, trabajado admirablemente
critura del siglo diez y seis: E l 28 de como una blonda, que tiene al lado el
Agosto de 1580 se publicó la paz en Chal...v telégrafo, al que mira desdeñosamente.
Esta inscripción casi borrada, perdida Es una sorpresa e x t r a ñ a ver espaciarse
en l a sombra, que nadie busca, que na- soberbiamente en estos campos, que ape-
die lee, es lo único que queda hoy de nas tienen j u g o para n u t r i r algunas
ese gran acto político, de ese gran acón amapolas descoloridas, esa espléndida
tecimiento, de esa gran cosa, el tratado flor de la arquitectura gótica. Dos horas
de paz realizado entre Enrique I I I y los pasó en esta iglesia recorriéndola toda, á
hugonotes, por la mediación del duque pesar del terrible viento que hacia osci-
de Anjou, antes duque de Alenzon. E l lar y sonar al mismo tiempo distintamen-
duque de Anjou, que era hermano del te los cimbalillos, viento que me obliga-
rey, abrigaba sus miras respecto á los ba á tener cogido el sombrero con las
Paises-Bajos y tenia sus pretensiones á dos manos y á admirar lo bueno que en-
l a mano de Isabel de Inglaterra. L a cierra á través de remolinos de polvo.
guerra interior religiosa embarazaba sus De cuando en cuando se desprendía una
planes. De aquí la paz, ese famoso he- piedra del chapitel y venia á caer en el
cho publicado en Chalons el 28 de Agosto cementerio, que estaba á mi lado. Allí
de 1580 y olvidado por el mundo entero h a b r í a tenido m i l detalles que dibujar.
el 22 de Julio de 1839. Las g á r g o l a s particularmente son com-
E l hombre que me a y u d ó á subir de plicadas y curiosas; en general se com-
escala en escala al mirador fué el vigía ponen de dos mónstruos, que el uno lleva
de la ciudad. Este hombre pasa su vida al otro en sus hombros. Las del ábside
en su puesto de observación, que es una me parecieron que representaban los
p e q u e ñ a j a u l a con cuatro boquetes abier Siete Pecados capitales. L a lujuria,inci-
tos á los cuatro vientos. Esta j a u l a y su tante aldeana, medio desnuda, ha debido
escala son el universo para él. Más que hacer desvariar á los pobres monjes.
un hombre, él es los ojos de la ciudad E n este sitio todo lo m á s que hay son
siempre en acecho, siempre despiertos. tres ó cuatro casuchas, lo cual no expli-
Para asegurarse que no duerme se le caría cómo existe esa catedral sin ciu-
obliga á repetir la hora cada vez que dad, aldea ó caserío, si no se encontrase
suena, dejando u n intervalo entre el pe- en una capilla cerrada con picaporte un
n ú l t i m o golpe y el ú l t i m o . Este insom- pozo m u y profundo que se tiene por m i -
nio perpétuo seria imposible si su mujer lagroso, aunque por lo d e m á s no tiene
EL RHIN. 601
nada de particular y es enteramente igual 3aso el crepúsculo. Hacia el Occidente el
á un pozo de cualquier villorrio. Este sol parecía que se habla disuelto en tres
pozo ha producido esta iglesia, como una ó cuatro grandes barras de hierro rojo,
cebolla produce u n t u l i p á n . que la noche apagaba lentamente en el
Visto esto, seguí m i camino. lorizonte.
A poco m á s de una legua atravesamos Las estrellas brillaban cuando l l e g u é
un pueblo que estaba de fiestas y las ce- á Sainte-Menehould.
lebraba con una música de las m á s des- Sainte-Menehould es una ciudad pe-
templadas. A l salir del pueblo notó en el q u e ñ a , bastante pintoresca, esparcida
alto de una colina una miserable casucha con buen gusto en la falda de una colina
blanca, sobre cuyo techo gesticulaba una muy verde, en la que descuellan grandes
cosa parecida á un gran insecto negro. árboles. E n esta ciudad v i una cosa no-
Era el telégrafo que d e p a r t í a amigable- table, y es la cocina del hotel de MeU.
mente con Nuestra S e ñ o r a del Espino. Aquello es una verdadera cocina. Ima-
L a noche se iba echando encima, el sol g í n a t e una sala inmensa. U n a de las pa-
declinaba, y el cielo ostentaba magni- redes está destinada para colocar la lo-
ficencia serena. Las colinas, vistas des- za y la otra para poner el cobre. E n el
de un extremo de la llanura, parecían un centro, al frente de las ventanas, arde l a
inmenso matorral color de violeta, que chimenea, enorme caverna que encierra
las c u b r í a hasta la mitad como una mu- un fuego espléndido. E n el techo cuel-
ceta de obispo. De pronto v i á un peón gan de una negra red de vigas, perfecta-
caminero levantar el cañizo que tenia mente ahumadas, una porción de cosas
echado en tierra y colocarlo en la dispo- como cestos, l á m p a r a s y una cubierta de
sición necesaria para guarecerse debajo alambre, y de una especie de celosía en
de él. Después el coche pasó j u n t o á una forma de claraboya penden largos tra-
manada de gansos que graznaba ale- pecios de embutido. E n la chimenea,
gremente. a d e m á s de las manillas para volver el
•—Vamos á tener agua, dijo el cochero. asador, las llares y una vasija de cobre,
Y en efecto, volví la cabeza, y la mitad relucen y suenan una docena de paletas
del cielo que se e x t e n d í a á nuestras es- y tenazas de todas formas y t a m a ñ o s . E l
paldas la llenaba una ancha nube negra; flamante hogar envia rayos á todos los
el viento soplaba con violencia, las cicu- rincones, recorta grandes sombras en el
tas en ñ o r se encorvaban hasta besar la techo, arroja una brillante t i n t a rosada
tierra, los árboles parecía que se habla- sobre la porcelana y la loza, y hace res-
ban con terror, y los cardos secos, á i m - plandecer el fantástico edificio levantado
pulsos del aire, corrían por la carretera con cacerolas como si fuese un áscua. A
m á s aprisa que el coche} al mismo tiem- ser yo Homero ó Rabelais, diría: uEsa co-
po que por encima de nosotros volaban cina es u n mundo, en el que la chimenea
gigantescas nubes. es el solv,
A l poco rato estalló una de las tor Y en efecto, aquello es un mundo; u n
mentas m á s bellas que he visto en m i mundo donde se mueve toda una repú-
vida. L a lluvia caia á cántaros y, sin em- blica de hombres, mujeres y animales.
bargo, las nubes no c u b r í a n toda la b ó - Allí hay mozos, criadas, pinches de co-
veda del cielo. U n inmenso arco de luz cina, carreteros pegados á las mesas
quedaba visible al Poniente. Los vapores comiendo, cazos colocados encima de es-
negros que se desprendían de las nubes tufillas, marmitas que cloquean, sarte-
se cruzaban con los vapores de oro que nes con fritos, pipas, barajas, niños que
se desprendían del sol. No habla u n solo juegan, gatos, perros y el dueño vigilán-
ser viviente en todo el espacio que abar dolo todo. Mens agitat molem.
caba la vista; n i un hombre en la tier E n u n á n g u l o , u n reloj de pared mar-
ra, n i un pájaro en el cielo. Tronaba ca y d á gravemente las horas, sirviendo
horriblemente, y anchos r e l á m p a g o s se de guia á todas aquellas gentes ocupadas.
precipitaban á cada instante por los cam Entre las m i l cosas que cuelgan del
pos. Las hojas de los árboles se tercian techo, a d m i r é una sobre todas la noche
de m i l maneras. que llegué. Era una j a u l a que tenia un
L a tormenta duró u n cuarto de hora; pájaro dormido. Ese pájaro me pareció
después una r á f a g a de viento se llevó la el emblema m á s admirable de la con-
tromba y el n u b a r r ó n se deshizo en bru- fianza. A q u e l antro, aquella fragua de
ma difusa por las cuestas del Oriente, y indigestión, aquella cocina pasmosa es
el cielo volvió á quedar puro y tranquilo dia y noche la mansión del ruido, y á
Durante este intervalo se habla abierto pesar de eso, el pájaro duerme. Parece
TOMO I V , 76
602 OBRAS D E VICTOR
izquierda por si se quiere dormir, y cris- habia comunicación posible entre las dos
tales por si se quiere mirar. celdas, que por todo asiento estaban pro-
A l tiempo de i r á instalarme volup- vistas de una plancha que tenia u n agu-
tuosamente en ella se movió un alboro- jero. L a casilla de la izquierda estaba
to infernal, compuesto de gritos, ruido de vacía, pero la de la derecha ocupada.
ruedas y pisadas de caballos, en la otra En un á n g u l o , encogido como una ñ e r a
oscura callejuela, á la cual me dirigí y sentado de lado en el banco, pues de
apresuradamente con el deseo de saber frente no tenía suficiente espacio para
lo que era, sin hacer caso de que el ma- colocar las rodillas, habia un hombre—•
yoral me deoia que dentro de cinco m i - sí así puede llamarse,—una especie de
nutos iba á partir y no esperaba á nadie. espectro de cara cuadrada, cráneo aplas-
A l entrar en el callejón se presentó á tado, sienes anchas, cabellos grises, miem-
mis ojos el siguiente cuadro: A l pió de bros cortos, velludos y rechonchos, y ves-
una espesa pared, que tenia ese aspec- tido con u n viejo p a n t a l ó n agujereado y
to odioso y glacial que caracteriza los un harapo que en su tiempo fué un capo-
muros de las prisiones, habia abierta te. E l miserable tenía las dos piernas ata-
una puerta baja en forma de arco de bó- das fuertemente con muchos nudos y las
veda y provista de enormes cerrojos. A ligaduras le llegaban hasta las corvas.
algunos pasos de esta puerta habia pa- Su pió derecho desaparecía dentro de un
rado una especie de carromato l ú g u b r e zueco, y su pió izquierdo lo llevaba des-
que se entreveia en la oscuridad, custo- calzo y envuelto en trapos manchados de
diado á ambos lados por dos gendarmes sangre, que dejaban ver unos horribles de-
de caballería. Entre el carromato y la dos magullados y llagados. Este repug-
puerta se removía un grupo de cuatro ó nante ser comía tranquilamente un pe-
cinco hombres, que arrastraban hacia el dazo de pan negro, y no fijaba la menor
vehículo una mujer que lanzaba gritos atención en lo que pasaba á su alrede-
espantosos. I l u m i n a b a fúnebremente dor. N i aun para ver á la desgraciada
esta escena uua linterna sorda, que ocul c o m p a ñ e r a que se le t r a í a se distrajo de
taba en la sombra que proyectaba al su ocupación. E l l a mientras tanto, con
hombre que la llevaba. L a mujer, que la cabeza trastornada y vuelta hácia
era una robusta aldeana de unos treinta a t r á s , resistiendo siempre á los agen-
años, resistía obstinadamente los esfuer tes de la autoridad, que se esforzaban en
zos de los cinco hombres, chillaba, gol- hacerla entrar en el compartimiento va-
peaba, a r a ñ a b a , mordía, y cuando un cío, no cesaba de gritar:
rayo de la linterna caía sobre su cabeza —No quiero! j a m á s ! j a m á s ! ¡ m a t a d m e
desmelenada y siniestra, parecía la figu- antes!
ra de la Desesperación. Estaba asida á Pero aun no h a b í a visto al hombre
una de las barras de hierro de la puerta, que había en el carruaje. De repente, en
y se h a b í a agarrado á ella con la fuerza una de sus convulsiones, apercibió en la
que le prestaba lo horrible de su sitúa sombra la pavorosa figura del preso. A l
cíon. A l acercarme yo, los hombres h i verle, sus gritos cesaron súbitamente, sus
cieron un esfuerzo violento, la arranca- rodillas se doblaron, se echó á temblar
ron de la puerta y en un abrir y cerrar como una azogada, y apenas tuvo fuer-
de ojos la llevaron hasta el carruaje. zas para decir con voz apagada, pero con
Este carruaje, que la linterna i l u m i n a una expresión de angustia que no olvi-
ba á la sazón con una luz m u y viva, no daré en m i vida:—'"Oh, ese hombre!,,
tenia otras aberturas que unos pequeños E n aquel momento el hombre la miró
agujeros redondos con rejillas á las dos con aire feroz y estúpido, con la mirada
caras laterales, y una puerta detrás cer- del tigre y del p a t á n , pues ambas cosas
rada por fuera con grandes cerrojos. E l era á la vez.
hombre que llevaba la linterna los des Confieso que no pude resistir aquel es-
corrió, y al abrir la puerta se dejó ver pectáculo. Claro está que aquella mujer
bruscamente el interior del vehículo. Era seria una ladrona, quizá algo peor, que
una especie de caja, sin luz y casi sin la g e n d a r m e r í a conducía de justicia en
aire, dividida en dos compartimientos justicia en uno de esos odiosos vehículos
oblongos por un espeso tabique que la que los pílluelos de P a r í s llaman me-
cortaba transversalmente. L a única puer tafóricamente cestos de ensalada; pero era
t a que t e n í a estaba dispuesta de manera una mujer y me creí en el deber de
que una vez echados los cerrojos, junta- intervenir, interpelando á los que lá
ba con el tabique de alto á bajo y cerra- custodiaban, los cuales tuvieron á bien
ba á la vez los dos compartimientos. No no hacerme caso. Solo un digno gendar-
ÉL R H I N . 609
me, capaz de pedirle al mismo D . Qui- miserables; de vez en cuando, en el fondo
jote los documentos que acreditasen su del paisaje, rueda lentamente un molino
personalidad, aprovechó la ocasión para como sofocado por el sol de Mediodía, ó
requerirme la exhibición de m i pasapor- se vé á la orilla del camino un alfarero
te. Justamente acababa de utilizar este que al umbral de una choza tiene ex-
desperfecto en el correo. puestos para que se sequen algunas do-
Pero mientras a n d á b a m o s con estos cenas de tiestos recien hechos.
dimes y diretes, los carceleros hicieron Rethel se extiende graciosamente des-
un esfuerzo supremo, metieron la mujer de lo alto de una colina hasta el Aisne,
medio muerta en el carruaje, cerraron cuyos brazos cortan la ciudad en dos ó
la portezuela, echaron los cerrojos, y tres sitios. E n toda ella nada anuncia
cuando me volví solo se oia en la calle que fué la antigua residencia señorial de
el retemblido de las ruedas y el galope uno de los siete condes-pares de la Cham-
de la escolta que se h u n d í a n en las tinie- p a ñ a . Las calles, m á s que de ciudad pa-
blas, produciendo un ruido espantoso. recen de pueblo. L a iglesia es de un per-
Momentos después, metido en u n exce- fil mediano.
lente coche tirado por cuatro excelentes De Rethel á Mezieres el camino trepa
caballos, galopaba yo t a m b i é n por el esas vastas gradas, por medio de las
camino deReims. Sin darme cuenta n i cuales el terreno de 1' Argonne se une á
poderlo evitar iba pensando en aquella la meseta superior de Rocroy. Los gran-
desgraciada mujer, y extremeciéndoseme des techos de pizarra, las fachadas blan-
el corazón, comparaba m i viaje con el queadas con cal, los parapetos de made-
suyo. ra que defienden contra las lluvias el
Sumido en estas ideas me dormí. lado Norte de las casas, dan á los pueblos
Cuando me despertó, el alba comen- un aspecto particular. De cuando en
zaba á hacer revivir los árboles, las pra- cuando las primeras cumbres de los
deras, las colinas, los matorrales del ca- montes Faucilles, que aparecen al Sud-
mino, todas esas cosas apacibles que este, abren la línea del horizonte. Poco
atravesamos durmiendo en nuestras di- ó nada queda de los bosques. A q u í y
ligencias y sillas-correos. Nos h a l l á b a allá en lontananza apenas se distinguen
mos en un valle encantador, probable- algunas colinas melenudas. E l desmon-
mente el valle de Braisne-sur-Vesle. U n te, ese hijo bastardo de la civilización,
vago soplo perfumado flotaba por enci- ha devastado de una manera triste el vie-
ma de las laderas, que aun no se hablan jo bosque del J a b a l í de las Ardenas.
desprendido de las sombras de la noche. A l llegar á Mezieres buscaron mis ojos
H á c i a el Oriente, en el extremo Norte algunas torres antiguas medio arruina-
del resplandor crepuscular, m u y cerca das del castillo sajón de Hellebarde, pero
del horizonte, en un espacio límpido, no hallaron m á s que los frios y duros
azul, melancólico, deslumbrante, mez zig-zags de una cindadela de Vauban.
cía inefable de perla, zafiro y sombra, E n revancha, mirando los fosos, notó en
resplandecía Venus, y su magnífica diferentes sitios restos bastante buenos,
claridad esparcía por los campos y los aunque desmantelados, de la muralla
bosques, confusamente entrevistos, una atacada por Cárlos V y defendida por
serenidad, una gracia y una melancolía Bayardo.
inexplicables. Era como un ojo celeste L a iglesia de Mezieres tiene fama de
abierto amorosamente en este bello pai poseer m u y buenos cristales. Para visi-
saje adormecido. tarla aproveché l a media hora que la si-
L a silla-correo pasa por Reims al ga- lla-correo concede á los viajeros para
lope sin guardar n i n g ú n respeto á su ca- almorzar. Los rosetones, 'en efecto, han
tedral. A l cruzarla apenas se distinguen debido ser magníficos; en el ábside que-
los aleros de una calle estrecha, el escu dan algunos fragmentos tristemente aho-
do de armas de Cárlos V I I y la bella gados en algunas largas ventanas de
aguja de los Ajusticiados levantada so- vidrios blancos. Pero lo notable es l a
bre el ábside. misma iglesia, que es del siglo quince, y
De Reims á Rethel, nada. ofrece un conjunto precioso y tiene fla-
L a C h a m p a ñ a empobrecida, á la cual mantes cruceros en los vanos de las ven-
Julio acaba de cortar sus cabellos de tanas, y u n pórtico encantador pegado á
oro, presenta grandes llanuras desnudas la fachada meridional. A derecha ó iz-
y amarillas, inmensas y mórbidas ondas quierda del coro hay estampados en dos
de tierra, por cuya superficie flotan, como pilares dos bajo-relieves del tiempo de
una espuma vegetal, algunas malezas Cárlos V I H , desdichadamente embadur-
TOMO I V . 77
OBRAS D E VICTOR HUGO.1
nados con cal y mutilados. Toda l a igle- de Baltasar que la saqueó, n i al conde
sia está revocada de amarillo con mol- Hugo que la ennobleció, n i á los arzobis-
duras y claves de bóveda de colores 30S Peniques y Adalberon que la sitia-
variados, lo cual es m u y feo y m u y malo. ron. E l dios Macer, que dió su nombre á
P a s e á n d o m e por la parte baja Norte ¿leí Mezieres, se ha convertido en San Ma-
ábside, notó en la pared una inscripción sert en las capillas de la iglesia.
que recuerda que Mezieres fué cruelmen- N i n g ú n monumento n i edificio arqui-
te sitiada y bombardeada por los prusia- tectural se encuentra en Sedán, punto á
nos en 1815. Bajo de la inscripción se donde l l e g u é m u y cerca de medio dia.
han a ñ a d i d o estas dos líneas en latin Graciosas mujeres, arrogantes carabine-
no m u y clásico: "Lector, leva oculos ad for- ros, árboles y praderas á lo largo del
nicem et vide quasi quoddam divinoe manus Mosa, cañones, puentes levadizos y ba-
indicium.» Y o levantó los ojos ad fornicem luartes; esto es Sedán. Es uno de esos
y v i un ancho desgarrón en la bóveda sitios en que el aspecto severo de las
encima de m i cabeza. E n los extremos ciudades fortificadas se mezcla extrava-
salientes de la piedra de esta abertura, gantemente con el aspecto alegre que
suspendida por sus orejetas, distinguí per- presentan las ciudades que solo tienen
fectamente que se m a n t e n í a una bomba guarniciones sin fuertes.
de gran t a m a ñ o . Era una bomba prusia- Y o hubiera querido encontrar en Se-
na que, después de haber horadado el te- d á n vestigios de Turena, pero no hay
cho de la iglesia, las armaduras y los ci- ninguno. E l pabellón donde él nació fué
mientos de manipostería, quedó detenida demolido y reemplazado por una piedra
como por milagro al ir á caer en el suelo. negra con esta inscripción en letras do-
Hace veinticinco años se conserva allí radas:
t a l como Dios la colgó. Alrededor de la
bomba se ven mezclados y deshechos la- AQUÍ NACIÓ TURENA
drillos, guijarros, argamasa, todo lo que el 11 de Setiembre de 1611.
constituye las e n t r a ñ a s de la bóveda.
Esta bomba y esta llaga abierta encima Esta fecha que brillaba sobre aquella
de la cabeza de los t r a n s e ú n t e s causan piedra sombría me impresionó, y se me
u n efecto e x t r a ñ o . E l efecto es t o d a v í a presentó entonces en el pensamiento
m á s singular por la reunión de ideas que todo lo que ella me recordaba. E n 1611,
se asocian en el pensamiento, cuando se Sully se retiraba. Enrique I V habia sido
recuerda que precisamente en Mezieres asesinado el a ñ o anterior. Luis X I I I ,
fueron arrojadas en 1521 las primeras que debia morir un 14 de Mayo como su
bombas que se han servido en la guerra. padre, tenia diez años. A n a de Austria,
A l otro lado de la iglesia otra inscrip- su mujer, tenia la misma edad menos
ción hace constar que las nupcias de cinco dias. Richelieu estaba en el ple-
Oárlos I X con Isabel de Austria "se cele no goce de sus veintiséis años. Algunos
braron felizmente,,, felicüer celebrata fue- honradotes ciudadanos de Rouen lla-
re, en la iglesia de Mezieres, el 17 de maban el pequeño Pedro al que el uni-
Noviembre de 1570, dos años antes de la verso llamó m á s tarde el gran Gorneille; á
Saint-Barthelemy. la sazón tenia cinco años. Shakespeare y
L a gran fachada es justamente de esta Cervantes vivían todavía. Brantome y
misma época, y por consecuencia de u n Pedro Mathieu vivían t a m b i é n . Isabel de
gusto delicado y exquisito. Por desgra Inglaterra habia muerto hacia ocho
cia, es una de esas fachadas tardías del años, y hacia siete Clemente V I I I , Papa
siglo diez y seis que no ha terminado su pacífico y buen francés, como dice l'Etoile.
desarrollo hasta el siglo diez y siete. E l E n 1611 murieron Papirio Masson y
campanario no se l e v a n t ó hasta 1626 Juan Busóe; el emperador Rodolfo de-
es imposible que se pueda ver nada m á s clinaba; G-ustavo Adolfo sucedía á Cár-
irregular y pesado, si se esceptúan los los I X de Suecia, el rey visionario; Fe-
campanarios que actualmente se cons- lipe I I I expulsaba á los moriscos de
truyen en las diversas iglesias nuevas de E s p a ñ a , á pesar de los consejos del du-
Paris. que de Osuna, y el astrónomo holandés
Por lo d e m á s , Mezieres tiene grandes Juan Fabricius descubría las manchas
árboles junto á sus murallas, calles l i m - del sol.—Hé a q u í lo que sucedía en el
pias y tristes, que los domingos y fiesta-s mundo al tiempo de nacer Turena.
á duras penas cobraran a n i m a c i ó n , y no Y , sin embargo, Sedán no ha sido una
conserva nada que recuerde á Hallebar piadosa guardiana de esta noble memo-
de y Q-arinus que la fundaron, n i al con ria. E l pabellón natal de Turena fué
EL RHIN. 611
echado abajo, como acabo de decir; su con mucho gusto un vaso del agua que
castillo ha sido arrasado. habia hecho nacer las escrófulas al indi-
No he tenido valor para i r á ver á Ba- viduo que estaba sentado á la puerta.
zeilles, por temor de que a l g ú n campe- A las seis de la tarde l l e g u é á Mezie-
sino propietario haya hecho arrancar la res y á las siete salí para Givet, embu-
alameda de árboles que habia plantada. tido como un fardo en u n c u p é chato,
E n cambio, la gran plaza de Sedán ofre- estrecho y sombrío, entre un caballero
ce al que la visita una estatua de bronce gordo y una señora gruesa, marido y
bastante mediana que representa á T u - mujer, que se dirigían la palabra tierna-
rena, la cual no me ha satisfecho com- mente por delante de m í . L a señora lla-
pletamente. Esta e s t á t u a no es la de la maba á su marido mi pobre chiat, así que
gloria. L a h a b i t a c i ó n donde nació, el no sé si su intención era llamarle mi po-
castillo donde vivió, los árboles que bre perro ó mi pobre gato.
p l a n t ó , eran recuerdos. A l atravesar Charleville, que está á
Tampoco existen recuerdos, y de éste tiro de c a ñ ó n de Mezieres, v i la plaza
con mayor razón, de Gruillermo de l a central, que fué construida en 1606 por
Marck, ese terrible predecesor de Ture- Cárlos de Gonzaga, duque de Nevers y de
na en los anales de Sedán, ¡Cosa nota- M á n t u a , la cual, al par que notabilísima,
ble y que es preciso decir de paso! E n u n es la verdadera hermana de nuestra pla-
período de tiempo, por el solo progreso za Real de Paris, Tiene las mismas casas
natural de las cosas y de las ideas, l a con arcadas, fachadas de ladrillo y altos
ciudad del J a b a l í de las Ardenas se mo- techos. Después, como se aproximaba la
difica de t a l modo que produce á T u - noche y no tenia nada bueno en que
rena. ocuparme, me dormí, pero con u n sueño
Después de haber almorzado m u y bien violento, un sueño que me lo hicieron
en una excelente fonda que se t i t u l a el agitado y horrible los ronquidos del
Hotel de la Cruz de oro, como nada me hombre gordo y los bufidos de la mujer
retenia ya en S e d á n , decidí volver á Me- gruesa. Siempre que mudaban el tiro me
zieres para tomar allí el coche de GK- despertaban los resplandores de las l i n -
vet. Me separaban de dicho punto cinco ternas, bruscamente aplicadas á los v i -
leguas, pero cinco leguas muy pintores- drios de las portezuelas, ó algunos diá-
cas, que hice á pió, a c o m p a ñ a d o de u n logos como éste:
robusto jó ven moreno, que iba descalzo — D i , eh!... oye, eh! ¿Qué hace ese
y llevaba alegremente m i saco de noche. rocin ahí? i-
E l camino se extiende casi siempre por —No le veo.
j u n t o al valle del Mosa. —Es el perneador.
A una legua de S e d á n está Donchery — Y el señor Simón? ¿Dónde está el
con su viejo puente de madera y sus señor Simón?
magníficos árboles: detrás de él, y á me — E l señor Simón? Bah! está traba-
dida que se avanza, aparecen una por- jando. Trabaja á todas horas, y trabaja
ción de pueblecillos á cuál m á s bonito, m á s que u n condenado.
preciosos castillejos con sus garitas de Otras veces el coche se detenia para
piedra hundidos en la espesura de la ar- mudar el tiro. U n a de ellas abrí los ojos:
boleda, grandes praderas en donde pa- hacia mucho viento, el cielo estaba som-
cen algunas vacadas, y de vez en cuando brío, un inmenso molino giraba sinies-
el Mosa, que se desvía y vuelve á lamer tramente por encima de nuestras ca-
otra vez las orillas del camino. E l tiem- bezas y parecía mirarnos por las dos
po que hacia no podia ser mejor. Andada ventanillas, encendidas como dos ojos
la mitad del camino sentí mucho calor y formados por brasas de fuego. E n otra,
mucha sed, y empecé á buscar por todos algunos soldados rodearon la diligencia,
lados una casa donde pudiese pedir algo un gendarme pidió los pasaportes, se
para beber. oyó el ruido de las cadenas de un puen-
Por fin, e n c o n t r é una. Eche á correr te levadizo, u n reverbero vertía su clari-
h á c i a ella creyendo que seria un figón, y dad sobre montones de balas pegadas a l
tropecé de manos á boca con la muestra pió de una sólida pared negra, la boca de
que estaba colocada encima de l a puer- un cañón rozaba el coche: estábamos en
ta, y que decia: BERNIER-HANNAS, vende Hocroy.
avena y embutidos. E n un banco al lado Este nombre me despertó por com-
de la puerta habia un escrofuloso. Los pleto.
escrofulosos abundan en el pais. E n t r ó Aunque á aquellas horas no se pudiese
en la tienda sin reparar en nada y bebí decir que se veia Uocroy, tuve un singu*
OBRAS D E VICTOR HUGO.
lar placer al pensar que en un mismo che era tan oscura no pude distinguir
dia y á tan pocas horas de distancia ha- nada. Sin ver cosa alguna me pareció
bía atravesado esos dos sitios heróicos, que pasamos por j u n t o las magníficas
Hocroy y S e d á n . Turena nació en S e d á n uinas del castillo de Hierches y las be-
y casi se podría decir que en Rocroy na- lísimas rocas cortadas á pico que lla-
ció Conde. man las Damas del Mosa. De vez en
Entre tanto, los dos corpulentos seres cuando, en el fondo de un precipicio, so-
que la casualidad me habia deparado en 3re el que se e x t e n d í a una nube de va-
la berlina como vecinos, hablaban y se Dores, apercibía, como por un agujero
contaban el uno al otro, como en las ex- :ormado á través del humo, una cosa
posiciones de las piezas malas, cosas que Dlanquecina: era el Mosa.
los dos sabian perfectamente; así, por E n fin, al asomar los primeros deste-
ejemplo, decían: Que no habían vuelto á les de la aurora sentí bajar u n puente
pasar por Bocroy desde 1818.—¡Veintidós evadizo, abrirse una puerta y la d i l i -
años! — Que M. Crochard, el secretario de la gencia tomar un trote largo por una es-
subprefectura, era amigo intimo de ellos.— secie de largo desfiladero, formado por
Que como eran las doce de la noche, debia a izquierda de una negra roca cortada
estar acostado el bueno del Sr. Crochard, etc. 3erpendicularmente y por la derecha de
L a mujer sazonaba estas interesantes un edificio extenso, bajo, interminable,
revelaciones con locuciones extravagan- extraño, deshabitado en la apariencia,
tes que le eran familiares, como las si- agujereado de una á otra parte por m u l -
guientes: Egoista como una liebre vieja; la t i t u d de puertas y ventanas que estaban
fortune du pouvre, en lugar de decir la for- completamente abiertas—al menos así
tune du pot (1). E l monstruoso señor, su me pareció,—por no tener ninguna pa-
marido, hacia por su parte calembours sadores, marcos, n i vidrios, lo cual me
como éste: Dicen que esto es un lugar común permitió ver á través de esta sombría y
(como uno) y yo digo que es un lugar como fantástica casa el crepúsculo, que brilla-
tres; ó proverbios disfrazados, como el ba ya en el confin del cielo al otro lado
siguiente: Vende á tu mujer y tápate las del Mosa. A lo ú l t i m o de esta singular
orejas. L o m á s gracioso era que después mansión habia una sola ventana cerrada
de decir semejantes desatinos se reía. y débilmente iluminada. Después el co-
Cuando el coche volvía á partir, mis che pasó r á p i d a m e n t e por delante de u n
dos vecinos no por eso i n t e r r u m p í a n la fuerte torreón de muy buen contorno, se
conversación. Y o hacia esfuerzos sobre h u n d i ó en una calle estrecha y dió la
humanos para no oírles, tanto, que fijaba vuelta á un patío, en el cual se presenta-
m i atención en el sonido que producían ron criadas con velas y mozos con l i n -
los cascabeles de las colleras que lleva- ternas para alumbrarnos.
ban los caballos, en el ruido de las rue- E s t á b a m o s en Givet.
das al girar sobre las piedras del camino
y por entre los cubos de sus ejes, en el
rechinamiento de las tuercas y de los tor
nillos, en el extremecimíento sonoro de CARTA. V.
las vidrieras, cuando de repente u n ma-
ravilloso repique de campanas vino en
m i ayuda: u n repique fino, ligero, cris-
Givet.
talino, fantástico, aéreo, que sonó brus Los dos Givet.—Disertación sobre los arquitectos y los cántaros
camente en esta negra noche, a n u n c i á n á propósito de los campanarios flamencos.—Givet visto por
donos la entrada en Bélgica, esa tierra la tarde.—Paisaje.—La torre del pequeño Givet.—José Gu-
tiérrez.—Loque se puede ver desde el imperial de la dili-
de los brillantes campaneos, y p r o d i g á n gencia Van Gend.
donos sin cesar su són irónico, z u m b ó n
y espiritual, como si echase en cara á
mis pesados vecinos su estúpida charla E n una posada del camino, 1.° Agosto.
tañería.
Este repique, que á m í me hubiera Q-ivet es una bonita ciudad, limpia,
despertado si por casualidad me hubiese graciosa, hospitalaria, situada en las
dormido, les produjo á ellos el efecto dos orillas del Mosa, que la divide en
contrarío. grande y p e q u e ñ a Givet, al pié de una
» Presumo que entonces debíamos estar alta y bella muralla de rocas, cuya cima
muy cerca de Fumay, pero como la no borran un tanto las líneas geométricas
del fuerte de Charlemont. L a posada,
(1) Como quiera que desaparece la gracia de la frase al ser
traducida, la dejamos tal como está escrita en francés. que se llama el hotel del Monte de Oro,
EL RHIN. 613
es muy buena, aunque es la única, y cima de las torres, por encima del cam-
pueda por este concepto alojar á los via- Danario, s u r g í a perpendicularmente una
jeros, no importa cómo, y hacerles co- inmensa pared de rocas, que se prolon-
mer, no importa q u é . gaba hasta perderse de vista en las mon-
E l campanario del Grivet pequeño es t a ñ a s del horizonte y encerraba la mira-
una sencilla aguja de pizarra; el del Qi- a como en u n circo. Por último, en el
vet grande es de una arquitectura m á s ::ondo de un cielo verde-claro, la luna en
complicada y m á s sabia. H é aquí, sin ::orma de medio aro descendía lentamen-
quitar n i poner nada, la manera cómo el te hácia la tierra, tan sutil, tan vaga
inventor lo formó. tan pura, que parecía que Dios nos
E l buen arquitecto cogió un birrete, es dejaba entrever la mitad de su anillo
decir, u n gorro cuadrado de sacerdote ó de oro.
de abogado. Sobre este gorro cuadrado Durante el día visité esa venerable
levantó, por medio de andamies, una torre que en otro tiempo t e n í a á raya al
fuente de ensalada vuelta al revés; en el Grivet pequeño. E l sendero que á ella
fondo de esta fuente, convertida en pla- conduce era áspero y exigía que se ocu-
taforma, puso un azucarero; sobre el azu- pasen para atravesarlo tanto las manos
carero una botella; sobre la botella un como los piés; hasta de vez en cuando
sol enmangado en el gollete por el rayo era preciso escalar la roca, que por cier-
inferior vertical; y, en fin, sobre el so' to era de granito m u y bueno y m u y
un gallo espetado en el rayo vertical duro. Llegado, no sin a l g ú n trabajo, a l
superior. Suponiendo que cada una de pié de la torre, que se deshace en las rui-
estas ideas le costase u n día de trabajo nas y en la que los vanos romanos han
el séptimo es seguro que descansarla. sido desfondados, la encontró obstruida
Este artista debia ser flamenco. jor una puerta adornada con un fuerte
Desde hace cerca de dos siglos los ar- candado. L l a m ó y golpeé, y nadie me
quitectos flamencos han creido que no respondió; de modo que me fué preci-
habla nada m á s bello que las piezas de so bajar de la misma manera que subí.
vajilla y los utensilios de cocina eleva Sin embargo, m i ascensión no fué del
dos á proporciones gigantescas y titá- todo infructuosa. A l dar la vuelta á la
nicas. vieja casucha, cuyos muros están casi
Así que, cuando se les ha mandado completamente descortezados, noté, en-
construir campanarios, se han aprove tre los escombros que se desploman y se
chado valientemente de la ocasión y han convierten en polvo cada día en el bar-
cubierto las ciudades de un sin fin de ranco, una piedra bastante gruesa, en la
cántaros colosales. que se d i s t i n g u í a n todavía vestigios de
L a vista de Givet no es menos deliciosa inscripción. L a miré atentamente y v i
sobre todo cuando se detiene uno por la que no quedaba m á s inscripción que al-
tarde, como yo lo he hecho, en medio gunas letras indescifrables.
del puente y mira hacia el Mediodía E l órden en que estaban colocadas era
L a noche, que es la mayor encubridora el siguiente:
de majaderías, comenzaba á velar e' LO QVE SA L OMBRE
contorno absurdo del campanario. De PARA S MO DI S L
todos los techos rezumaban vapores de ACAV P S OTROS.
humo. A m i izquierda ola vibrar con Estas letras, profundamente vaciadas
dulzura infinita las hojas de los grandes en la piedra, parecían haber sido traza-
olmos, por encima de los cuales la clari das con u n clavo; un poco m á s abajo, con
dad vespertina hacia destacar vivamente el mismo clavo se había grabado esta fir-
una corpulenta torre del siglo once, que ma, que habia quedado intacta:
domina de medio lado el Grivet peque
ño. A m i derecha, otra vieja torre, de JOSÉ GUTIERREZ, 1643.
cubierta cónica, hecha por mitad de pie Siempre he sido aficionado á las ins-
dra y ladrillo, se reflejaba por completo cripciones, y confieso que ésta me entre-
en el Mosa, espejo brillante y metálico tuvo mucho tiempo. Qué significaba?
que atravesaba todo este sombrío paisa En q u é lengua estaba escrita? A prime-
je. Más lejos, al pié de la formidabl ra vista, haciendo algunas concesiones á
roca de Charlemont, distinguía, como la ortografía, se podía suponer que estu-
una línea blanquecina, ese largo edificio viese escrita en francés leyendo estas fra-
que habia visto la víspera al entrar y ses absurdas: Loque sale.—Ombre Parasol.
que era simplemente un cuartel desha- •—Modis (maudis) la cave.—Sot. Rosse. Pero
bitado. Por encima de la ciudad, por en- estas frases se formaban no teniendo en
614 OBRAS D E VÍCTOR HUGO.
Una de estas estatuas tiene la figura bajadas y esculpidas por las lluvias, imi-
de una mujer. Es m á s bien un m a n i q u í tan las piedras ondeadas y desgastadas
que una estatua, porque está vestida con de nuestra vieja fuente del Luxembur-
un traje de indiana y lleva cubierta la go, que, entre paréntesis, se ha vuelto á
cabeza con un viejo sombrero de seda. colocar tan deplorablemente ahora de
A los pocos momentos apercibí que se nuevo, siente uno que se aproxima á
oia u n ligero ruido y un chorro singular Namur. Las casas de recreo comienzan
salia por debajo de las faldas, y enton- a mezclarse con las viviendas de los
ces noté que esa mujerera una fuente. campesinos, las quintas con las aldeas,
E l campanario de la iglesia de Dinant las estátuas con las rocas, los parques
es un inmenso jarro de agua. Sin em- ingleses con los campos de lúpulo, y, sea
bargo, la fachada de la iglesia, vista dicha la verdad, todo esto poco á poco y
desde el puente, conserva un sello distin- suavemente.
guido, y la ciudad forma un conjunto L a diligencia m u d ó el tiro en uno de
delicioso. esos lugares variados. Y o tenia á u n
E n Dinant se deja la orilla derecha del lado un magnífico j a r d í n mezclado de
Mosa. E l arrabal de la orilla izquierda, columnatas y templetes jónicos; al otro
por el que se pasa, se a p i ñ a admirable- un figón, adornado á la izquierda por u n
mente alrededor de una vieja torre rui- grupo de bebedores, y á l a derecha una
nosa de la antigua muralla. A l pié de espléndida porción de a p i ñ a d a s malva-
esta torre, en un laberinto de casas, he rosas.
entrevisto al pasar u n excelente castille- D e t r á s de la verja dorada del parque,
j o del siglo quince con su fachada de sobre un pedestal de m á r m o l blanco, ve-
volutas, sus ventanas de piedra, su tor- teado de negro por la sombra de las ra-
recilla de ladrillo y su veletas extrava- mas, la V é n u s de Médicis medio se ocul-
gantes. taba entre el follaje, como avergonzada
Pasado Dinant, el valle se abre y el é indignada de que la vieran completa-
Mosa se ensancha; en dos cimas lejanas mente desnuda los campesinos flamen-
de la orilla derecha se distinguen dos cos, que estaban sentados alrededor de
castillos en ruinas; luego el valle se d i una mesa, bebiendo un vaso de cerveza.
lata m á s todavía: las rocas aparecen rara Algunos pasos m á s allá, dos ó tres mu-
vez, aquí y allá, bajo ricos caparazones chachas guapas hablan entrado á saco
de verdura, y una gualdrapa de tercio- en un ciruelo de grandes dimensiones, y
pelo verde bordada de flores cubre todo una de ellas se habia encaramado en el
el paisaje. Por todas partes se desbordan brazo m á s fuerte del árbol en una acti-
los plantíos de lúpulo, los vergeles, los t u d que habia pasado desapercibida
árboles que tienen m á s frutos que hojas, para los t r a n s e ú n t e s , pero que á los via-
los ciruelos de color de violeta, los man- jeros del imperial les hacia entrar en
zanos rojos, y en todos lados se ven en deseo de echar pié á tierra.
copos enormes los racimos escarlata del
serbal de los pájaros, ese coral vegetal. Una hora después llegué á Namur.
Los patos y las gallinas picotean y es Los dos valles del Sambra y del Mosa
carban la tierra en el camino; óyense se encuentran y se confunden en Namur,
los cantos de los bateleros en el rio; jóve- que está sentado en la confluencia de los
nes frescas, con los brazos desnudos hasta dos rios. Las mujeres de Namur me pa-
los hombros, pasan con cestos cargados recieron alegres y ligeras; los hombres
de yerba en sus cabezas, y de cuando en tienen una fisonomía honrada, grave y
cuando un cementerio de aldea viene á hospitalaria. L a ciudad, por lo que es en
codear melancólicamente esta carretera sí, no ofrece nada de notable, si se ex-
llena de alegría, de luz y de vida. ceptúan las dos perspectivas del puente
E n uno de estos cementerios, en que l a del Mosa y del puente del Sambra. Es una
yerba alta y la pared inclinada cuelgan ciudad que ya no conserva m á s que su
h á c i a el camino, he leido esta inscrip- pasado, escrito en su configuración. Sin
ción: arquitectura, sin monumentos, sin edifi-
O pie, defumtis miseris sucurre, viator! cios, sin casas viejas, afeada por cuatro ó
A m i modo de ver no hay n i n g ú n me- cinco iglesias malísimas y algunas fuen-
mento de un efecto tan profundo. Ordina- tes de la época de Luis X.V, de un gusto
riamente los muertos advierten; a q u í su- execrable, Namur solo ha inspirado dos
plican. poemas, la oda de Boileau y la canción
Más adelante, al trasponer una colina, de un poeta desconocido, en la que se ha-
donde las rocas de la orilla derecha, tra- bla de una vieja y del príncipe de Oran-
EL RHIN. 617
ge, y á la verdad, Namur no merece otras ris existe á la entrada del arrabal de San
poesías. Dionisio un Nerón, confitero, y en Arlés,
L a ciudadela corona íria y tristemente en el mismo frontis de u n templo roma-
la ciudad. Sin embargo, debo decirte no arruinado, se lee lo siguiente; Mario,
que no he podido mirar sin cierto respeto peluquero.
esas severas fortificaciones, que tuvieron
u n dia el honor de ser sitiadas por Y a u -
ban y defendidas por Cohorn. CA.RT^L VII.
E n los puntos donde no hay iglesias
me entretengo en mirar las muestras
de las tiendas. Para el que sabe visitar E a s orillas del Mosa.—Hay.—liieja.
una ciudad, las muestras de las tiendas
tienen una gran significación. Con ente- Arboles y rocas.—Grandeza de Dios, pequenez del hombre.—
ra independencia de las profesiones que Sansón.—Andennes.—El viajero dá un prudente consejo al
allí m á s se ejercen y de las industrias señor cura de Selayen.—Huy.—Curioso rincón de tierra
donde se recoge el vino belga becho con uva.—Aspecto del
locales que se revelan desde luego, abun- pais.—Cuadrosflamencos.—Alrededoresde Lieja.—Aspecto
dan en ellas locuciones especiales y nom- extraordinario é imponente que presenta el paisaje entrada la
bres del vecindario, tan importantes casi noche.—Lo que el autor vé le hubiese parecido á Virgilio el
Tártaro y á Dante el Infierno.—Lieja.—Esta ciudad no se
de estudiar como los nombres de la no- parece á ninguna otra.—Aquí hay gentes que leen E l Cons-
bleza, pues aparecen en su forma m á s titucional.—Las iglesias.—San Pablo, San Juan, San
Huberto y San Dionisio.—El palacio de los príncipes-obispos.—
sencilla y bajo su aspecto m á s claro. Patio admirable,—Tribunales, mercado y prisión.—El ciuda-
Hó aquí tres nombres tomados al azar dano volteriano tiene demasiada chispa; el ciudadano utilita-
en los rótulos de las tiendas de Namur; rio es demasiado ganso.—Estampas en honor de los aliados
de 1814.—Desastres de nuestra gramática y degüello de nues-
los tres son significativos: tra ortografía.
San Pablo, la catedral actual, m a g n í - se oye el menor ruido y que debe ser c é -
fica nave del siglo quince, cercada de un ebre, es el patio interior del palacio de
claustro gótico y adornada de un precio- os príncipes eclesiásticos de Lieja. E n
so frontispicio del Renacimiento, grose- ninguna parte he visto u n conjunto ar-
ramente revocado, y dominada por \ m uitectural m á s extraño, m á s l ú g u b r e y
campanario, que ha debido ser muy bue- más soberbio. Otras cuatro fachadas de
no, pero en el que a l g ú n inepto arqui- granito, sobre las cuales hay cuatro pro-
tecto contemporáneo ha bastardeado to- digiosos techos de pizarra, sostenidos por
dos los ángulos, operación vergonzosa cuatro galerías bajas de arcadas-ojivas,
que á ciencia y paciencia nuestra están que parecen hundirse y prolongarse bajo
sufriendo en estos momentos los viejos el peso, cierran la mirada por todos la-
techos de nuestra Casa del Ayuntamien- dos. Dos de estas fachadas, perfectamente
to de Paris. conservadas por entero, ofrecen el bello
San Juan, grave fachada del siglo ajuste de ojivas y arcos de bóveda reba-
diez, compuesta de una alta torre cua- bados que caracterizan el fin del siglo
drada con aguja de pizarra, á cuyos dos quince y el principio del diez y seis. Las
lados se estrechan otros dos campanarios ventanas de este palacio clerical tienen
bajos,igualmente cuadrados. E n esta fa- cruceros como las ventanas de iglesia,
chada se apoya insolentemente la cúpu- desgraciadamente las otras dos facha-
la, ó mejor dicho, la joroba de una abo- das, destruidas por el gran incendio de
minable iglesia, que tiene abierta una 1734, han sido reedificadas al estilo r u i n
puerta en un claustro ojival, desfigura- de esta época y echan á perder a l g ú n
do, raspado, blanqueado, triste y pobla- tanto el efecto general. Sin embargo, su
do de yerbas crecidas. aridez no tiene nada que contraríe abso-
San Huberto, cuyo ábside romano, or r t a m e n t e l a austeridad del viejo pala-
lado de galerías bajas repletas de arcos cio. E l obispo que gobernaba hace ciento
de bóveda, es de un órden magnífico. cinco años se opuso s á b i a m e n t e á que se
San Dionisio, curiosa iglesia del siglo las llenara de rocallas y escarolas, y se
diez, cuya alta torre es del siglo nueve. le hicieron dos fachadas peladas y po-
Esta torre conserva en su parte inferior bres, porque t a l es la ley de esta arqui-
huellas evidentes de devastación y de tectura del siglo diez y ocho; no hay
incendio. Probablemente debió ser que- t é r m i n o medio: oropeles ó desnudez; apa-
mada en 882, cuando la gran irrupción de riencia ó miseria.
los normandos: así se me figura. Los ar L a c u á d r u p l e g a l e r í a que cierra el pa-
quitectos romanos repararon y continua- tio está admirablemente conservada. Y o
ron candorosamente la torre de ladrillo la he recorrido. Nada m á s digno de es-
t o m á n d o l a t a l como el incendio la dejó tudio que los pilares sobre los cuales se
y sentando el nuevo muro sobre la vieja apoyan los declives de estas anchas oji-
piedra roida, de suerte que el perfil cor- vas rebajadas. Estos pilares son de gra-
tado de la ruina se destaca perfectamen nito gris, como todo el palacio.
te conservado del campanario t a l como A medida que se examinan una tras
hoy existe. Esta gran pieza roja que en- otra las cuatro galerías, se nota que el
vuelve el campanario, festoneado por cuerpo del pilar desaparece, tanto por
bajo como un harapo, es de u n efecto arriba como por abajo, hasta la mitad de
singular. su longitud, por una hinchazón enrique-
^_Yendo de San Dionisio á San Huberto cida de arabescos. E n toda una hilera de
por u n laberinto de antiguas calles bajas pilares, la occidental, la hinchazón es
y estrechas, adornadas a q u í y allá de re doble y el cuerpo desaparece por com-
tablos con vírgenes, encima de los cua pleto. Esto no pasa de ser un capricho
les se enlazan, como círculos concóutri flamenco del siglo diez y seis. Pero lo
eos, grandes tiras de hojalata llenas de que pone perplejo al arqueólogo es que
inscripciones devotas, he dado de manos los arabescos cincelados sobre estos grue-
á boca con una vasta y sombría muralla sos y los capiteles de estos pilares, sim-
de piedra, agujereada de anchos vanos en ple y groseramente esculpidos, cargados
forma de arcos apainelados y enriquecí j u n t o á los abacos de figuras quiméricas,
da de ese lujo de molduras que anuncia follajes imposibles, animales apocalípti-
las espaldas de u n palacio de la Edac cos, dragones alados casi egipciacos y
Media. L o primero en que he reparado geroglíficos, parecen pertenecer al arte
ha sido en una puerta oscura, por la que del siglo once; y para no suponer que
entró, h a l l á n d o m e á los pocos pasos en esos pilares cortos, rechonchos y gibosos,
un gran patio. Este patio, en el que no son de arquitectura bizantina, es preciso
EL RHIN. 621
recordar que el palacio príncipe-episco- prisionera, y los aliados entraron vence-
pal de Lieja no comenzó á levantarse dora en P a r í s el 2 de A b r i l v;
hasta 1508 por el príncipe Erardo de l a
Marck, que reinó treinta y dos años.
Este grave edificio es hoy el palacio CLAJRTA. VIII.
de Justicia. Debajo de todas las arcadas
se han instalado tiendas de baratijas y
puestos de libros. E n el patio está el lias orillas del Vesdre.—Verviers.
mercado de las legumbres, de modo que
se ven pasar los trajes negros de los El viajero apacigua una disputa sacrificándose y complaciéndose.
atareados procuradores por entre los —Paisaje del Vesdre.—Eglogas.—Los versos de Ovidio pues-
tos en escena por Dios.—Pedazos de roca que llueven.—No
grandes cestos llenos de coles rojas y vio- atraveséis los sitios en donde tienen lugar los idilios cuando
ladas. Grupos de mercaderes flamencos, en ellos se construyen caminos de hierro.—Verviers.—Los
tres barrios de Verviers.—El muchacho y la pipa.—Desgra-
alborozados ó impacientes, hablan y se ciada ciudad si las chimeneas fuman como los niños.—Lim-
querellan delante de cada pilar; voces bourg.—La aduana, la garita, la frontera.
irritadas que informan en estrados sa-
len de todas las ventanas, y en este som-
brío patio, recogido y silencioso en otro Aix-la-Chapelle, 4 de Agosto.
tiempo como un claustro, cuya forma
tiene, se cruza y se mezcla perpétua- Ayer, á las nueve de la m a ñ a n a , cuan-
mente hoy la doble é inagotable palabra do iba á salir la diligencia que recorre el
del abogado y de la comadre: la charla- espacio que media entre Lieja y A i x -
t a n e r í a y la verbosidad. a-Chapelle, un buen ciudadano valon
detenia á los t r a n s e ú n t e s con sus gritos,
Por encima de los grandes techos del n e g á n d o s e á subir al imperial, y l l a m á n -
palacio aparece una alta y maciza torre dome la atención por la e n e r g í a de su
cuadrada, de ladrillo. Esta torre, que era resistencia; este campesino auverniano
en otro tiempo la atalaya del príncipe- a ñ a d i ó "que habia pagado para estar
obispo, es ahora l a prisión de las muje- dentro del coche y no encima de él.„
res públicas; triste y íria antítesis, que el Para cortar por lo sano, me ofrecí á ocu-
ciudadano volteriano de hace treinta 3ar el asiento de este digno viajero, y
años hubiese hecho espiritualmente, y así lo hice: apaciguado todo, la diligen-
que el ciudadano utilitario y positivo del cia p a r t i ó .
dia hace bestialmente. C u á n t o me a l e g r é de cambiar! E l ca-
Saliendo del palacio por la puerta mino es alegre y encantador. Y a no es
principal, he podido contemplar la fa el Mosa lo que se vé, es el Vesdre. E l
chaia aatual, obra glacial y declamato- Mosa se pierde por Maestricht y Rure-
ria del desdichado arquitecto de 1734 monde, en Rotterdam y en la mar.
Mirándola se cree ver una tragedia de E l Vesdre es un rio-torren te que baja
Lagrange-Chaucel en m á r m o l y en pie- de Saint-Oornelis-Munster entre Aix-la-
dra. Habia en la plaza, delante de esta Chapelle y Duren, á través de Verviers
fachada, un buen hombre que quería y Chauífontaines hasta Lieja, por el valle
toda costa h a c é r m e l a admirar. Y o le m á s delicioso que hay en el mundo. E n
volví la espalda sin ninguna considera- esta estación, cuando lo abrillanta un
ción, á pesar de que me indicó que Lieja hermoso dia y un cielo azul, es algunas
se llama en holandés Luick, en a l e m á n veces un barranco, con frecuencia un jar-
Lutich y en l a t í n Leodium. din, siempre u n paraíso.
E l cuarto que habito en Lieja está L a carretera no deja un solo momento
adornado de cortinas de muselina, en el rio. Tan pronto una y otro atraviesan
las cuales hay bordados melones en vez juntamente una risueña aldea hacinada
de ramos. T a m b i é n he admirado graba- debajo de los árboles, con un puente
dos triunfantes hechos en honor de los rústico delante de cada puerta; tan pron-
aliados, figurando nuestros desastres de to en un pliegue solitario del valle pa-
1814, y h u m i l l á n d o n o s cruelmente en san rozando un viejo castillo de regi-
nuestro idioma. H é a q u í textualmente dor, con sus torres cuadradas, sus altos
l a inscripción impresa al pié de una de techos puntiagudos y su gran fachada
estas láminas: "BATALLA DE ARCIS-SÜR- horadada de algunas raras ventanas, al-
AUBE: 21 de Marzo de 1814. L a mayor tivo y modesto á la vez, como conviene á
parte de la g u a r n i c i ó n de esta plaza, un edificio que es mitad choza de cam-
compuesta de la guardia antigua (pro- pesino y mitad castillejo de señor feu-
bablemente la, vieja guardia), fué hecha dal. Más adelante el paisaje adquiere de
OBRAS D E VICTOR HUGO.
E n una sala sombría de la Capilla el de los cuales dos son de granito y cuatro
suizo me ha abierto otro armario. Allí de m á r m o l blanco.
está el sarcófago de Carlo-Magno. Es Sobre este sillón, revestido de catorce
una magnífica tumba romana de már- planchas bizantinas, encima de un es-
m o l blanco, que tiene esculpido, en la trado de piedra, al cual se llega por me-
cara anterior, por un cincel magistral, el dio de cuatro gradas de m á r m o l blanco,
robo de Proserpina. Y o he contemplado con la corona en la cabeza, el globo en
largo rato este bajo-relieve, que tiene dos una mano y el cetro en la otra, la espa-
m i l años. A l extremo de la composi- da g e r m á n i c a al lado, el manto del i m -
ción, cuatro caballos frenéticos, á la vez perio á la espalda, la cruz de Jesucristo
infernales y divinos, conducidos por al cuello, los piés clavados en el sarcófa-
Mercurio, arrastran hácia u n remolino go de Augusto, el emperador Carlo-
entreabierto en el plinto un carro, en el Magno está sentado en su tumba. E l
cual grita, lucha y se retuerce con deses- quedó en esta sombra, en este trono y en
peración Proserpina, asida por P l u t o n . esta ciudad por espacio de trescientos
L a mano robusta del dios oprime la cincuenta y dos años, desde 814 á 1166.
garganta medio desnuda de la jóven, que E n 1166 fué cuando Federico Barba-
se cae hácia atrás y cuya cabeza desme- roja, queriendo tener un sillón para su
lenada se encuentra con l a figura recta coronación, penetró en esa tumba, cuya
é impasible de Minerva, cubierta con el forma monumental no ha conservado
casco. P l u t o n se lleva á Proserpina, á la ninguna tradición, y á la cual pertene-
que Minerva, la consejera, habla en voz cen las dos santas puertas de bronce
baja al oido. E l A m o r , sonriendo, está adaptadas hoy á la fachada. Barbaroja
sentado en el carro, entre las piernas co- era á la vez un príncipe ilustre y un va-
losales de Pluton. D e t r á s de Proserpina liente caballero. Momento e x t r a ñ o y
se agita, con las líneas m á s atrevidas y formidable debió ser aquel en que este
esculturales, el grupo de ninfas y de fu- hombre coronado se encontró frente á
rias. Las c o m p a ñ e r a s de Proserpina se frente con ese cadáver igualmente coro-
esfuerzan por detener u n carro tirado nado; el uno con toda la majestad del
por dos dragones alados é ignívomos, que imperio, el otro con toda la majestad de
está allí como u n coche de comitiva. Una la muerte. E l soldado venció á la som-
de las jóvenes diosas, que ha agarrado bra, el vivo desposeyó al muerto. L a Ca-
osadamente un d r a g ó n por las alas, le pilla g u a r d ó el esqueleto, Barbaroja se
hace lanzar gritos de dolor. Este bajo- apoderó del sillón de m á r m o l , y de esta
relieve es un poema, es la escultura vio- silla, donde habia estado sentada la nada
lenta, vigorosa, exorbitante, soberbia, un de Carlo-Magno, hizo el trono donde ha
poco enfática, como la hacia la Roma venido á sentarse durante cuatro siglos
pagana, como la hubiese hecho Ru- la grandeza de los emperadores.
bens. E n efecto, treinta y seis emperadores,
Esta tumba, antea de ser el sarcófago comprendido entre ellos Barbaroja, han
de Carlo-Magno, se dice que habia sido sido consagrados y coronados en ese si-
el sarcófago de Augusto. llón en el Hochmunster de Aix-la-Cha-
E n fin, por otra escalera estrecha y pelle. Fernando I fué el último, Cárlos V
sombría, que han subido, desde hace seis el p e n ú l t i m o .
siglos, tantos reyes, emperadores y viaje- Después l a coronación de los empera-
ros ilustres, m i guia me ha conducido dores de Alemania se ha hecho en Franc-
hasta la g a l e r í a que forma el primer piso fort.
de la rotonda y que se llama el Hoch- Y o no podia separarme del lado de ese
munster. sillón tan sencillo y tan grande. Con-
Allí, debajo de una cubierta de made- templaba los cuatro peldaños de már-
ra que hay medio corrida y que nunca mol levemente gastados por el talón de
se descorre enteramente m á s que para esos treinta y seis Césares, que hablan
los visitadores coronados, he visto el si- visto encenderse allí su ilustre resplandor
llón de piedra de Carlo-Magno. Este y á su vez apagarse. Ideas y recuerdos
sillón, bajo, ancho, de respaldo redondo, innumerables a c u d í a n á m i espíritu. Re-
formado de cuatro hojas de m á r m o l cordaba que el violador de ese sepulcro,
blanco, desnudas y sin esculturas, unidas Federico Barbaroja, cuando envejeció,
por ganchos de hierro, teniendo por quiso cruzarse por segunda ó tercera
asiento una tabla de encina cubierta por vez, y fué á Oriente. E n el camino, u n
un cojin de terciopelo rojo, está coloca- dia encontró un hermoso rio. Ese rio
do en una altura que tiene seis peldaños, era el Cydnus. Estaba acalorado y tuvo
EL RHIN. 629
el caprichó de b a ñ a r s e . E l hombre que en efecto uno de esos séres completos que
habia profanado á Cario-Magno pudo ol- miran la humanidad por las cuatro fa-
vidarde de Alejandro. E n t r ó en el rio y ses. Para la historia es un gran hombre
el agua glacial le e m b a r g ó los senti- como Augusto y Sesostris; para la fábu-
dos. Alejandro, jóven, estuvo á punto la es un p a l a d í n como Rolando y un m á -
de morir en él; Barbaroia, vieio, murió gico como Merlin; para la Iglesia es un
allí (1). ' J • J ' santo como Grerónimo y Pedro; para la
U n dia, y no dudo que llegue, se le filosofía es la misma civilización que se
ocurrirá á a l g ú n rey ó emperador un personifica, que se hace gigante cada m i l
pensamiento piadoso y santo. Se sacará años para atravesar a l g ú n profundo
á Carlo-Magno del armario donde le han abismo, las guerras civiles, la barbarie,
metido los sacristanes y se le volverá á las revoluciones, y que se llama entonces
colocar en su tumba. Se r e u n i r á religio- tan pronto César, como Carlo-Magno,
samente todo lo que quede de ese gran como Napoleón.
esqueleto. Se le volverá su bóveda bizan- E n 1804, en el momento en que Bo-
tina, sus puertas de bronce, su sarcófago íl a parte se convertía en Napoleón, visitó
romano, su sillón de m á r m o l levantado Aix-la-Chapelle. Josefina, que le acom-
sobre el estrado de piedra y adornado de pañaba, tuvo el capricho de sentarse en
catorce planchas de oro. Descansará la el sillón de m á r m o l . E l emperador, que
diadema cariovingia en su cráneo, la por respeto se habia puesto su gran uni-
bola del imperio en su brazo y el manto forme, dejó hacer esta tontería. E l quedó
de p a ñ o de oro en sus huesos. E l á g u i l a inmóvil, de pió, silencioso y descubierto
de bronce irá á ocupar altivamente su ante el sillón de Carlo-Magno.
sitio á los pies de ese señor del mundo. Notable coincidencia y que se me
Se p o n d r á n alrededor del estrado todas ocurre al paso: en 814 Carlo-Magno m u -
las cajas que contengan objetos de pla- rió. M i l años después, y casi hora por
ta y de diamantes, como si fuesen los hora, en 1814, Napoleón cayó.
muebles y los cofres de esta ú l t i m a c á - En este mismo a ñ o fatal, 1814, los so-
mara real; y entonces (puesto que la beranos aliados hicieron su visita á l a
Iglesia quiere que se pueda contemplar sombra del gran Cárlos. Alejandro de
á sus santos bajo la forma que les ha Rusia, como Napoleón, llevaba su gran
dado la muerte), por alguna ventanilla uniforme; Federico Guillermo de Prusia
estrecha tallada en el espesor del muro y el capote y el ligero casco de diario;
cruzada de barras de hierro, á la luz de Francisco de Austria redingot y sombre-
alguna l á m p a r a suspendida en la bóve- ro redondo. E l rey de Prusia subió dos
da del sepulcro, el que vaya á visitarlo de las gradas de m á r m o l y se hizo expli-
podrá ver arrodillado en lo alto de estas car por el pavorde del Capítulo los deta-
cuatro gradas blancas, que no pisará lles del coronamiento de los emperadores
n i n g ú n pió humano, sobre el sillón de de Alemania. Los dos emperadores guar-
m á r m o l escamado de oro, con la corona daron silencio.
en la frente y el globo en la mano, res- Hoy Napoleón, Josefina, Alejandro,
plandecer vagamente en las tinieblas ese Federico Gruillermo y Francisco han
fantasma imperial que se ha llamado muerto.
Carlo-Magno. M i guia, que me daba todos estos de-
Esto será una grande aparición para talles, es un antiguo soldado francés de
cualquiera que se atreva á aventurar su Austerlitz y de Jena, establecido desde
mirada en esa bóveda mortuoria, y todos entonces en A i x - l a C tía peí le, y converti-
s a c a r á n de esa tumba un gran pensa- do en prusiano por la gracia del Congre-
miento. Se irá allí de las extremidades de so de 1815. A l presente lleva el t a h a l í y
la alabarda delante del Capítulo en las
la tierra, y los pensadores de todas clases
ceremonias. Y o admiró á la Providencia,
irán t a m b i é n . Cárlos, hijo de Pipino, es
que se manifiesta en las cosas m á s pe-
queñas. Este hombre, que dirige l a
(1) El hecho ha sido referido por los historiadores de varios palabra á los que van á visitar á Carlo-
modos. Según otros cronistas, queriendo atravesar el Cydrms ó
el Cyrocadnus á viva fuerza el ilustre emperador Federico I I , le
Magno, está saturado del espíritu de
alcanzó una'flecha sarracena en medio del rio y se ahogó en Napoleón. De a q u í que, sin darse cuenta
él. Según las leyendas no se ahogó, desapareció de allí; fué él mismo, yo encuentro no sé q u é gran-
salvado por los pastores, al decir de unos; por genios, al decir
de otros, y fué transportado milagrosamente de Siria á Alemania, deza en sus palabras. Acababa de darme
donde hizo penitencia en la famosa gruta de Kaiserslautern, si cuenta, con las l á g r i m a s en los ojos, de
se ha de dar té á los cuentos de las orillas del Rhin, ó ea la ca- sus antiguas batallas, sus antiguos ca-
verna de Kiífseuser, si se dá crédito á las tradiciones de Wur-
temberg. maradas y su antiguo coronel. Con este
630 OBRAS DE VICTOR HUGO.
puesto en los escaparates de una tienda los sitios fijos y especiales que cada uno
lado por lado de Lamartine, ilustre y de ellos ocupaba.
querida c o m p a ñ í a . E l retrato contrahe- Esta institución ha desaparecido.
cho de esta reimpresión prusiana era algo Las aristocracias se derrumban.
menos feo que todas esas horribles cari- Nuestro siglo ha respetado tanto l a
caturas que los comerciantes de estam-* miseria hereditaria como la pairía here-
pas y los libreros, comprendidos entre ditaria.
ellos mis editores de Paris, venden a l pú- Ahora los pordioseros no saben ya q u é
blico crédulo y espantado como si fuesen legar á sus familias.
m i m á s exacto parecido; abominable ca- A l salir de los pobres se penetra en la
lumnia, contra la que protesto a q u í so- iglesia.
lemnemente: Ccelum hoc et conscia sidera U n bosque de pilares, columnas y co-
testor. lumnitas, e n m a r a ñ a d a s en su base por
A q u í vivo como u n perfecto a l e m á n . empalizadas de tablas y perdiéndose en
Cómo con servilletas grandes como pa- su cúspide en un intrincado laberinto de
ñuelos, y me acuesto entre sábanas gran- bóvedas rebajadas, hechas con tablas
des como servilletas. Cómo pierna de delgadas de madera blanca y con cur-
carnero con guindas y liebre con man- vas diferentes y alturas desiguales; poca
zanas, y bebo excelente vino del R h i n y luz en la iglesia; todas esas bóvedas ba-
excelente vino del Mosela, que un fran- jas que no dejan subir la mirada m á s
cés ingenioso, comiendo ayer cerca de allá de cuarenta piés; á la izquierda cua-
m í , llamaba vino de señorita. Ese mismo tro ó cinco vidrieras deslumbradoras, des-
francés, después de haber probado su cendiendo del cielo raso de madera al
vaso, formuló este axioma: E l agua del pavimento de piedras como anchas pla-
Rhin no vale lo que él vino del Rhin. cas de topacios, esmeraldas y rubíes; á la
E n las posadas, d u e ñ o , d u e ñ a , criados derecha un semillero de escalas, poleas,
y sirvientes solo hablan alemán; pero cuerdas, vigas, cábrias y palancas; en el
hay siempre u n mozo que habla francés, fondo el canto llano, la voz grave de los
francés que á l a verdad tiene u n ligero chantres y los prebendados, el hermoso
matiz tudesco, por encima del cual flota; latin de los salmos atravesando l a bóve-
pero esta variedad no deja de tener su da por capas mezclado con las ondas de
encanto. Ayer oí á ese mismo viaje- incienso, u n órgano admirable llorando
ro, m i c o m p a ñ e r o , preguntar al mozo, con inefable suavidad; en primer t é r m i n o
señalándole el plato que acababa de ser- el rechinamiento de las sierras, el gemi-
virle: do de las cábrias y de las g r ú a s , el rui-
•—Qué es esto? do atronador de los martillos sobre las
E l mozo contestó con dignidad: tablas; h é a q u í cómo se me apareció el
•—8on perrillos. (1) interior de l a catedral de Colonia.
Eran pichones. Esta catedral gótica unida á un ta-
Por lo d e m á s , u n francés que, como ller de carpintero; esta noble canonesa
yo, no sabe el a l e m á n , pierde el tiempo brutalmente enlazada con un albañil;
si dirige a l "primer mozo,,, como se le esta gran señora obligada á asociar con
llama a q u í , otras preguntas que las pre- paciencia sus costumbres tranquilas, su
vistas ó impresas en l a Guia de viajeros. vida augusta y discreta, sus cantos, su
Este mozo está sencillamente barnizado oración, su recogimiento, á esas herra-
de francés; por poco que se le quiera pro- mientas, á ese alboroto, á esos diálogos
fundizar se encuentra al a l e m á n , a l ale- groseros, á ese trabajo de mala compa-
m á n puro, al a l e m á n inflexible. ñía; toda esa mescolanza produce al pron-
Llego ahora á m i segunda visita á l a to una rara impresión, que experimentan
catedral de Colonia. los que, como nosotros, no vemos edificar
Volví por l a m a ñ a n a . iglesias góticas, y que se disipa en el mo-
Se penetra en esta iglesia, que es una mento que se piensa que después de todo
obra maestra, por un patio ruinoso. E n es lo m á s sencillo del mundo.
él los pobres te asedian. Distribuyéndo- L a g r ú a del campanario tiene una
les algunas monedas del pais, me acordó significación. C o n t i n ú a la obra inter-
que antes de la ocupación francesa habia rumpida en 1499. Todo ese t u m u l t o de
en Colonia doce m i l mendigos, que te carpinteros y picapedreros es necesario.
nian el privilegio de trasmitir á sus hijos Prosigue la catedral de Colonia y, Dios
mediante, se t e r m i n a r á . Nada mejor si
(1) La pronunciación de hiehons y pigeons es muy pare- la saben acabar.
cida en francés. ~ ( i V . del T,) Esos pilares sosteniendo esas bóvedas
EL RHIN.
de madera son la nave bosquejada que llado en encina negra; un poco m á s le-
r e u n i r á un dia el ábside al campanario. jos la verja del coro, modelo raro y com-
E x a m i n ó las vidrieras, que son del pleto de la esquisita cerrajería del siglo
tiempo de Maximiliano y pintadas con quince; frente por frente de m í una be-
la robusta y magnífica exageración del llísima t r i b u n a de pilastras rechonchas
Renacimiento a l e m á n . Allí abundan y arcadas bajas del estilo de nuestro
esos reyes y esos caballeros de rostros atrasado Renacimiento, que supongo
severos, aposturas soberbias, penachos seria practicado allí por la triste reina
monstruosos, lambrequines feroces, mor- refugiada M a r í a de Médicis.
riones exorbitantes, espadas enormes; A la entrada del coro, en un elegante
armados como verdugos, encorvados armario de pésimo gusto, deslumhra y
como arqueros y cubiertos como caballos reluce una verdadera Madona italiana,
de batalla. Tienen cerca de sí á sus mu- cargada de lentejuelas y oropel, lo mis-
jeres, ó mejor dicho, sus hembras formi- mo que su bambino. Debajo de esta opu-
dables, arrodilladas en los rincones de lenta Madona, con brazaletes y collares
los vidrios, con perfiles de leonas y lo- de perlas, han colocado aparentemente
bas. E l sol pasa á t r a v é s de estas figuras, como antítesis un macizo cepillo para
inflama sus pupilas y las d á vida. los pobres, labrado en el siglo trece,
Una de esas vidrieras reproduce ese adornado de cadenas y candados de hier*
bello asunto, que ya he encontrado tan- ro y medio empotrado en u n bloque de
tas veces, la g e n e a l o g í a de la Virgen. granito groseramente esculpido. Diríase
A l pié del cuadro el gigante A d a m , en que es u n tajo abierto en una piedra.
traje de emperador, está echado de es- A l levantar los ojos v i colgar de la
paldas. De su vientre sale u n gran árbol ojiva por encima de m i cabeza algunos
que llena todo el vidrio, y por sus ra- báculos dorados, suspendidos por un ex-
mas aparecen todos los antecesores coro- tremo á una varilla transversal. A l lado
nados de María, D a v i d tocando el arpa, de estos báculos hay esta inscripción:
Salomón pensativo; en lo alto del árbol, Quot penderé vides báculos, tot episcopus
en un compartimiento azul fuerte, se annos huic Agrippince prcefuit ecclesice.
entreabre la ú l t i m a flor y deja ver á la Me gusta esta manera severa de contar
Virgen llevando a l Niño. los años y de hacer p e r p é t u a m e n t e visi-
A algunos pasos de distancia leí en ble á los ojos del arzobispo el tiempo que
un grueso pilar este triste y resignado ya ha empleado ó perdido. Tres báculos
epitafio: colgaban á l a sazón de la bóveda.
E l coro es el interior de ese ábside cé-
INCLITVS ANTE FVI COMES EMVNDVS lebre que es todavía ahora, por decirlo
YOCITATVS, HIC NECE PROSTRATVS, SVB
TEGOR VT VOLVI, FRISHEIM, SANCTE, así, toda la catedral de Colonia, puesto
MEVM FERO, PETRE, TIBI COMITATVM, que al campanario le falta la aguja y la
ET MIHI REDDE STAVM, TE PRECOR, nave y el crucero á la iglesia.
¿ETHEREVM. M C LAPIDVM MASSA E n este coro abundan las riquezas. Las
COMITIS COMPLECTITVR OSSA. sacristías están llenas de enmaderamien-
tos de ensambladuras delicadas, las ca-
Trascribo este epitafio t a l como lo en- pillas de esculturas severas; cuadros de
contré colocado en una losa vertical de todas las épocas, tumbas de todas las
piedra, como prosa, sin indicación de formas; obispos de granito acostados
los e x á m e t r o s y p e n t á m e t r o s algo bár- en una fortaleza; obispos de piedra de
baros que forman los dísticos. E l verso toque acostados en un lecho llevado
de cesura que r i m a y cierra la inscrip- por una procesión de figurines llorosos;
ción encierra una falta de cantidad, obispos de m á r m o l acostados bajo u n
massa, que me ha admirado, porque l a enrejado de hierro; obispos de bronce
Edad Media sabia hacer versos latinos. acostados en tierra; obispos de made-
E l brazo izquierdo del crucero solo ra arrodillados delante de los altares-
está indicado y termina por un gran lugartenientes generales del tiempo de
oratorio, frió, feo, desabrido y m a l amue- Luis X I V reclinados en sus sepulcros;
blado, que tiene algunos confesionarios caballeros del tiempo de las .Cruza-
cerca. Me apresuré á entrar de nuevo en das yacen con su perro, que se frota
la iglesia, y saliendo del oratorio, tres amorosamente contra sus piés de acero;
cosas me chocaron casi á la vez: á m i e s t á t u a s de apóstoles vestidos con trajes
izquierda u n precioso púlpito pequeño de oro; confesionarios de encina con co-
del siglo diez y seis, m u y espiritualmen- lumnas torneadas; nobles sillas de coro
te concebido y m u y delicadamente ta- canonicales; pilas bautismales góticas
636 OBRAS D E VICTOR HUGO.
te baja de esta masa tenebrosa figura- cubiertas de oro y plata, han desapareci-
ban dos ojos ñamíjeros. E n esta sombra do; grisetas parisienses se pasean por el
solo oia el m u r m u l l o acariciador y dis- muelle: hoy he visto caer los últimos la-
creto de la ola á mis pies, los pasos sor- drillos secos del claustro romano de San
dos de u n caballo en las tablas del puen- Martin, y en su lugar se vá á construir
te de barcas, y á lo lejos, en una fragua hllí un cafó Tortoni; largas hileras de
que entreveía, el campaneo ruidoso de casas blancas dan al feudal y católico
un martillo sobre el yunque. N i n g ú n barrio de los Mártires de Tebas no sé
otro rumor de la ciudad atravesaba el qué falso aire de Batignolles. U n ómni-
Rhin. Algunos vidrios centelleaban va- bus pasa el inmemorial puente de bar-
gamente, y por debajo de la fragua, cas, y lleva por seis sueldos de A g r i p p i -
horno abrasado, punto chispeante, caia na á T u i t i u m .
y se dispersaba en el rio u n largo surco A y de mí! las viejas ciudades se van!
luminoso, como si este buche lleno de
fuego se vaciase en el agua.
De este bello y sombrío conjunto se C-A-RT-A. X I .
desprendía en m i pensamiento un me-
lancólico delirio.
Y o me decia:—La ciudad germana A p r o p ó s i t o de l a casa Ibach.
desapareció, la ciudad de Agrippa des
apareció; la población de San Engel Filo ofía.—Cómo se arreglan las causas para producir los efectos.
—Curiosidadés del azar.—Lecciones de la Providencia.—Gaos
berto está en pié todavía. Pero ¿cuánto de donde se desprende un orden profundo é imponente.—'Asi-
tiempo durará? E l templo edificado allá milaciones.—Relámpagos inesperados y deslumbrantes.—Una
abajo por Santa Elena cayó hace m i l repulsa al rey Cárlos 1.—Una pregunta sobre María de Médi-
cis.—Luis XIV.—Gran figura en la gloria.
años; la iglesia construida por el arzo
bispo Anno caerá. Esta ciudad está gas-
tada por el rio. Todos los dias alguna
vieja piedra, a l g ú n viejo recuerdo, algu Andernach.
na vieja usanza se despega al rozamien A m i g o mió! amigo mió! L o que las
to de veinte buques de vapor. Una ciudad cosas hacen ellas se lo sabrán; pero á
no se coloca impunemente en la gruesa ciencia cierta, y otros antes que yo lo
arteria de Europa. Colonia, aunque me han dicho, los hombres no saben lo que
nos antigua que Tróveris y Soleure, que se hacen. Algunas veces, confrontando
son los dos municipios m á s viejos del la historia con la naturaleza, dentro de
continente, ya se ha afeado y transfor esas comparaciones eternas que m i alma
mado tres veces en la r á p i d a y violenta no puede dejar de hacerse entre los
corriente de ideas que la atraviesa, su- acontecimientos donde Dios se oculta y
biendo y bajando sin cesar de las ciuda- la creación donde Dios se muestra, una
des de Gruillermo el Taciturno á las secreta angustia me ha oprimido de
m o n t a ñ a s de Gruillermo Tell, y llevando pronto y me he figurado que los bos-
á Colonia de Maguncia los afluentes de ques, los lagos, las m o n t a ñ a s , el profun-
la Alemania y de Estrasburgo los afluen- do trueno de las nubes, la ñ o r que se in-
tes de Francia. E n estos momentos pa- clina sobre su tallo á nuestro paso, la
rece que se declara una cuarta época estrella que g u i ñ a el ojo en los celajes
climatérica para Colonia. E l espíritu del horizonte, el Océano que habla y que
del positivismo y del utilitarismo, como murmura y que parece que está avisan-
dicen los bárbaros de ahora, la penetra do siempre á alguno, eran cosas claras y
y la invade; las novedades se enredan terribles, llenas de luz y llenas de cien-
por todas partes en el laberinto de su cia, que miran compasivamente moverse
antigua arquitectura; las calles nue á tientas en medio de ellas, en la noche
vas hacen anchos agujeros á través de que le es propia, al hombre, cuyo orgullo
este hacinamiento gótico; el "buen gus- la impotencia liga los brazos, y cuya va-
to moderno,, se instala allí y edifica nidad la ignorancia venda los ojos. Nada
fachadas-Rívoli y goza e s t ú p i d a m e n t e hay en m í que rechace la idea de que el
de la admiración de los tenderos; hay árbol tenga la conciencia de su fruto;
rimadores ébrios que aconsejan á la ciu- y en cambio, abrigo la convicción de
dad de Conrado el p a n t e ó n de Soufflot. que el hombre no tiene la conciencia de
Las tumbas de los arzobispos caen arrui- su destino.
nadas en esta catedral, continuada hoy L a vida y la inteligencia del hombre
por la vanidad, no por la fó. Las esplén- están á la merced de no sé q u é m á q u i n a
didas campesinas, vestidas de escarlata y oscura y divina, llamada por unos Pro-
E L RH1N. 641
videncia y por otros casualidad, que lo ocurrido al viejo conde de Fontana l a
mezcla, combina y descompone todo, idea de atacar á Rocroy á los cinco dias,
que oculta su marcha en las tinieblas y n i se le hubiese ofrecido el 19 de Mayo
que pone de manifiesto sus resultados á esta magnífica ocasión á un heróico prín-
la luz del dia. Se cree hacer una cosa y cipe de veintidós años, que ha hecho del
se hace otra. Urceus exit. L a historia nos duque de Enghien el gran Condé. Y en
presenta infinitos ejemplos. Cuando el medio de todo este t u m u l t o de hechos
marido de Catalina de Módicis y amante que llenan las cronologías, ¡qué infinidad
de Diana de Poitiers se deja llevar de de ecos singulares y paralelismos ex-
misteriosas distracciones con Felipa Duc, traordinarios y repercusiones formida-
bella jóven piamontesa, no engendra bles! E n 1664, Luis X I V , después de l a
ú n i c a m e n t e á Diana de A n g u l e m a para ofensa hecha á su embajador el duque
que sea la esposa de Horacio Farnesio, de Crequi; hizo desterrar á los Corsos que
sino que con ella engendra á la vez la labia en Homa; ciento cuarenta años
persona que debió llevar á cabo la futu- m á s tarde. Napoleón Bonaparte destier-
ra reconciliación de uno de sus hijos, que ra de Francia á los Berbenes.
se llamó después Enrique I I I , con uno ¡Cuánta sombra y cuántos rayos de luz
de sus sobrinos, que con el tiempo llevó en esta sombra! Cuando el jóven E n r i -
el nombre de Enrique I V . Cuando el que de Montmorency, allá por los a ñ o s
duque de Nemour baja á galope las gra- de 1612, á la sazón de edad de diez y sie-
das de la Santa Capilla montado en su te años, veia i r y venir en casa de su pa-
rocin el Eeal, no pone tan solo en moda dre, entre los criados, llevando la j a r r a
la afición de los juegos peligrosos, sino de agua y sosteniéndola mientras se l a -
que prepara al mismo tiempo la muerte vaban en la actitud humillante del que
del rey de Francia. E l 10 de Julio de sirve, á u n paje pálido y raquítico, L a u -
1559, cuando Montgommery, en las lizas bespine de Chateauneuf, ¡quién le hubie-
de la calle de San Antonio, chorreándo- se dicho que ese paje inclinado t a n
le el sudor por debajo de su vasto pena- respetuosamente ante él, andando el
cho rojo, enristra la lanza y hunde las tiempo seria subdiácono y después guar-
espuelas en los hijares de su caballo, da-sellos, y este guarda-sellos presidiría
para salir al encuentro á ese apuesto ca- por comisión el Parlamento de Tolosa,
ballero flordelisado aplaudido de todas y veinte años m á s tarde, este paje-sub-
las damas, no puede calcular los pro- diácono-presidente pediría solapadamen-
digios que abraza su mano. J a m á s vari- te la dispensa al Papa á fin de poder
ta m á g i c a h a b r á producido cosas tan hacer decapitar él á su señor, á E n r i -
sorprendentes como esta lanza. De u n que I I , duque de Montmorency, mariscal
solo bote v á Montgommery á matar á de Francia por el poder de su espada y
Enrique I I , á demoler el palacio de par del reino por la gracia de Dios!
Tournelles y á levantar l a plaza Heal, Cuando el presidente de Thou, en su l i -
es decir, á trastornar la comedia provi bro, corregía, arreglaba y trasladaba t a n
dencial, suprimir el personaje y cambiar cuidadosamente el edicto de Luis X I del
l a decoración. 22 de Diciembre de 1477, ¡quién habia
Cuando Cárlos I I de Inglaterra, des de decir á ese padre que un dia ese mis-
pues de la batalla de Worcester, se ocul mo edicto, con Laubardemont por ins-
ta en el hueco de una encina, se equivo- trumento, seria el hacha con la cual H i -
ca al creer que se oculta, pues aquel ohelieu cortaría la cabeza de su hijo!
hecho d á el nombre de Encina real á una Y en medio de este caos hay le^es. E l
constelación, y á Halley le presenta la caos no existe m á s que en la apariencia;
ocasión de rebajar la fama de Tycho. E l el órden está en el fondo. Después de
segundo marido de M a d . de Maintenon largos intervalos, los mismos hechos es-
revocando el edicto de Nantes, y el Par pantosos que han hecho abrir los ojos á
lamento de 1688 expulsando á Jaco nuestros padres, vuelven á presentarse
bo I I , no hacen otra cosa que hacer como cometas en las profundidades m á s
posible esa e x t r a ñ a batalla de Almansa tenebrosas de nuestra historia. Siempre
en la que se vió frente á frente, en e' son las mismas asechanzas, las mismas
mismo campo, el ejército francés man caldas, las mismas traiciones, los mismos
dado por un inglés, el mariscal de Ber naufragios en los mismos escollos; los
wich, y al ejército i n g l é s capitaneado nombres cambian, las cosas persisten.
por u n francés, Ruvigny, lord Gallo Pocos dias antes de la P á s c u a fatal de
way. Si Luis X I I I no hubiese muerto e 1814 el emperador h a b r í a podido decir á
14 de Mayo de 1643, no se le hubiese sus trece mariscales: Amen dico vohis quia
TOMO I V . 81
642 OBRAS D E VICTOR HUGO.
los bedeles las cierran para ganar trein- s á m e n t e la puerta; subes unos treinta
ta sueldos. E n el entretanto una vieja peldaños de una escalera de caracol. A l
ha notado t u vacilación, y llega y te se- i n de ellos encuentras el paso intercep-
ñ a l a una campanilla que cuelga j u n t o á tado bruscamente. Es una puerta cerra-
u n postigo. Comprendes l a indicación, da. Vuelves a t r á s . Estás solo. E l bedel
llamas, se abre el postigo, aparece el no está allí. Llamas. Asoma una cara
bedel; manifiestas deseos de ver la igle- carecida á la de Judas. Es el campane-
sia; el bedel toma u n manojo de llaves y ro. Abre y te dice:
se dirige hacia la puerta principal. Cuan- —Subid, caballero.
do vas á entrar en l a iglesia, conoces que Propina,
te tiran de la manga; es la oficiosa vieja Subes: el campanero no te sigue; tanto
á quien has olvidado y te ha seguido. mejor, piensas en t u interior; respiras, te
Propina. alegras de estar solo, y de esta manera
Y a estás en la iglesia: contemplas, ad- 'legas alegremente á la alta plataforma
miras, exclamas: de la torre. A l l í miras, caminas en todas
•—¿Por q u é cubre ese cuadro esa corti- direcciones; el cielo es azul, el paisaje es
na verde? soberbio, el horizonte inmenso. De pron-
—Porque es el mejor de la iglesia, to te apercibes de que desde hace algu-
contesta el bedel. nos instantes un sér importuno te sigue
•—Bueno, replicas; a q u í se ocultan los y te codea,y te zumba en los oidos pala-
buenos cuadros; en otra parte los ense- oras oscuras. Este es el explicador j u r a -
ñ a r í a n . De quién es ese cuadro? do y privilegiado, encargado de comen-
—De Rubens. tar á los extranjeros las magnificencias
—Quisiera verle. del campanario, de la iglesia y del pai-
E l bedel te deja y vuelve unos mo saje. Este hombre, a q u í por lo regular,
montos después a c o m p a ñ a d o de u n i n es tartamudo. Algunas veces es tarta-
dividuo m u y grave y m u y triste. Es el mudo y sordo. Escusado es decir que no
g u a r d i á n . Este buen hombre toca u n le prestas atención, que le dejas hablar
resorte, se descorre la cortina y ves el en una jerga ininteligible á su placer, y
cuadro. U n a vez visto, la cortina se cor que acabas por olvidarle contemplando
re y el g u a r d i á n te hace un saludo sig la enorme bóveda del coro de l a iglesia,
nificativo. Propina. de donde los botareles salen como lados
Continuando t u paseo por la iglesia, disecados, los m i l detalles del chapitel
siempre remolcado por el bedel, llegas á de piedra del campanario, los techos,
la verja del coro, que tiene echados los las calles, los tejados de las casas, los
cerrojos y ante la cual está de pié un caminos que se pierden en todas direc-
magnífico personaje e s p l é n d i d a m e n t e ciones, como los listones de madera de
enjaezado: es el suizo, á quien han pre una rueda cuya llanta la forma el hori-
venido que vas á pasar, y te espera. E zonte y el centro la ciudad, las llanuras,
coro pertenece al suizo. Das una vuelta los árboles, los rios y las colinas. Des-
por él, y al salir, t u emplumado y enga pués que lo has visto todo perfectamen-
lonado cicerone te saluda majestuosa te, te diriges á la torrecilla de la escalera
mente. Propina. para bajar, pero el hombre se interpone.
E l suizo te entrega al bedel. Pasas por Propina.
delante de la sacristía. Oh milagro — E s t á muy bien, caballero, te dice
está abierta. Entras en ella. Hay u n sa metiéndose el dinero en el bolsillo; pero
cristan. E l bedel se aleja con dignidad ahora, queréis darme algo á mí?
porque conviene dejar a l sacristán su •—Pues me gusta! ¿y lo que os acabo
presa. E l sacristán se apodera del foras de dar?
tero y te enseña los cálices, las casullas —Caballero, es para la fábrica, á l a
las vidrieras que puedes ver sin él, las cual entrego dos francos por persona.
mitras del obispo, y d e t r á s de un vidrio Propina.
en una capillita forrada de satén blanco Bajas. De repente se abre una trampa
gastado, a l g ú n esqueleto de santo vesti al lado tuyo. Es la torre de las campa-
do de trovador. Vista la sacristía, queda nas, ¿Quién no vé las campanas de tan
el sacristán. Propina. magnífico campanario? U n gallardo j ó -
E l bedel vuelve á recogerte. Llegas á ven te las enseña y te las nombra. Pro-
la escalera de las torres. L a vista que se pina.
debe abarcar desde lo alto del gran cam A l bajar del campanario te encuentras
panario debe ser bella, y esta idea te i n al bedel, que te ha esperado paciente-
cita á subir. E l bedel empuja silencio mente y te vuelve á a c o m p a ñ a r con res-
E L RHIN. 645
peto hasta el umbral de la iglesia. Pro- al cuarto de hora de estar en A i x - l a -
pina. Ohapelle, y a le habia dado m i propina
Vuelves al hotel, habiéndote guarda- al rey dePrusia.
do m u y bien en el camino de preguntar
á n i n g ú n t r a n s e ú n t e cuál es la dirección
que debes llevar, porque la propina no CA.KTA. X I I I .
dejaria perder l a ocasión de molestarte
de nuevo. Apenas pones el pié en la fon-
da, cuando ves que se te llega con aire Andernacli.
amigable una figura que te es entera-
mente desconocida. Es el estafero que El viajero se asoma á la ventana.—Con una palabra profunda
trae el pasaporte. Propina. caracteriza la magnífica arquitectura de la barrera del Trono
en Paris.—De qué sirve haber sido el emperador Valentinia-
Comes: la hora de partir ha llegado; el no.—Guando se encuentra un jorobado sonriendo, ¿es preciso
criado te trae la cuenta. Propina. decir de q u é 6 porqaét—Caminando de noche por los cam-
U n mozo lleva t u equipaje á la dili- pos se halla una cosa que parece un sueño.—Paisajes que
pierden su belleza á la luz del crepúsculo.—La luna llena.—
gencia ó á l a schnellposte. Propina. Qué es lo que se vé allá abajo?—El pedrusco misterioso en lo
U n factor lo sube á l a vaca. Propina. jero alto de la colina.—El viajero vá allí.—Lo que era.—El via-
llama á la puerta.—Si hay alguno, no responde.—El
Montas, parte el coche, y se hace de e j é r c i t o del Samhra y el Mosa y su general.—
noche; m a ñ a n a volverás á empezar. Hoche, Marcean, Bonaparte.—En qué habitación entra el
Eecapitulemos: propina al conductor, viajero.—Lo que le muestra la claridad de la luna.—Mira por
el agujero, del que pende el cabo de una cuerda.—Lo que cree
propina al postillón, propina al que baja oir decir á una voz.—Regresa á Andernach.—El viajero de-
del coche t u maleta, propina al que la clara que los turistas son unos necios.—Las bellezas de An-
dernach reveladas.—La iglesia bizantina.—Atención que pres-
lleva en el carretón, propina al hombre tan á un versículo de Job cuatro niños y un conejo.—La
que no es del hotel, propina á l a vieja, pro- iglesia gótica.—Lo que los caballos prusianos piden á la San-
pina á Hubens, propina al suizo, pro- tísima Virgen.—La torre del vigía.—El autor dirige algunas
palabras á una hada.
pina a l sacristán, propina al campane-
ro, propina al hablador que te sigue y
molesta, propina á l a fábrica, propina al
que enseña las campanas, propina al be- Andernach.
del, propina al estafero, propina á los ca- Te escribo t o d a v í a desde Andernach,
mareros de la fonda, propina al mozo en las orillas del R h i n , donde hace tres
que te lleva el equipaje á la diligencia, dias que he desembarcado. Andernach
propina al factor; total, diez y ocho pro- es un antiguo municipio romano, reem-
pinas en u n dia. Aléjate de la iglesia, que plazado por u n ayuntamiento gótico que
es m u y cara; déjala que se conserve nue- todavía existe. E l paisaje que desde m i
va. Entre tanto calcula á lo que ascien- ventana se descubre es encantador. E n -
den todas esas propinas, que tienen por frente de ella, al pié de una alta colina
m í n i m u m cincuenta céntimos y por m á - que apenas me deja ver una estrecha
x i m u m dos francos, m á x i m u m que es en franja del cielo, hay una bonita torre del
algunas ocasiones obligatorio (1), y ten- siglo trece, de cuya parte superior se
drás una suma de alguna consideración. lanza, preciosa complicación que no ha-
A pesar de esto no eches en olvido que bia visto hasta ahora, otra torre m á s pe-
toda propina es por lo menos de una q u e ñ a , octógona, de ocho frontis, coro-
moneda de plata. Los sueldos y l a mone- nada de u n techo cónico; á m i derecha
da de cobre son cosas despreciables, que el E,hin y el blanco y hermoso pueblo de
el sér mas necesitado mira con inexpli- Leutersdorf, que se vislumbra entre los
cable desden. árboles; á m i izquierda los cuatro cam-
Para estos ingeniosos pueblos, el viaje- panarios bizantinos de una magnífica
ro no es m á s que u n saco de escudos que iglesia del siglo once, dos en l a fachada
tratan de adelgazar lo m á s aprisa po- y dos en el ábside. Los dos mayores cam-
sible. Todo el mundo se encarniza con panarios de l a fachada son de un perfil
él. Hasta el mismo gobierno se mezcla desaliñado y extraño, pero grande; son
algunas veces; te toma l a maleta y el torres cuadradas sobrepuestas de cuatro
abrigo, los carga en sus espaldas y te tejados agudos, triangulares, llevando
tiende la mano. E n las grandes ciuda en sus intervalos cuatro losanges pizar-
des, los encargados de l a conducción de reños, que se r e ú n e n por sus cúspides y
los equipajes entregan a l real Tesoro forman l a punta de la aguja. Debajo de
doce sueldos y dos liards por viajero. Y o , m i ventana charlan en perfecta inteli-
.gencia gallinas, niños y patos. E n el
(1) En Aix-la-Ghapelle, por ver las reliquias, laf^TrfnÍ! fondo, allá á lo lejos, campesinos se en-
la fábrica está fijada en un thaler, tres francos setenta y cinca caraman en las parras.
céntimos.
616 OBRAS D E VICTOR HUGO.
Por lo demás, parece que ese cuadro pobres viviendas de jardineros; los mu-
no ha sido suficiente al hombre de gusto chachos medio desnudos se sientan para
que ha decorado la h a b i t a c i ó n que yo jugar con las piedras caldas, y las jóve-
ocupo; al lado de m i ventana abrió otra, nes se asoman á la ventana y charlan de
como para hacer juego con la mia sin sus amores por las troneras de las cata-
duda: es una imagen representando dos pultas. E l castillito formidable que de-
grandes candeleros colocados en tierra fendía á Andernach por la parte de L e -
con esta inscripción: Vista de Faris. A vante solo es ya una gran ruina, que
fuerza de devanarme los sesos he descu- recibe m e l a n c ó l i c a m e n t e todos los rayos
bierto que, en efecto, era una vista de la del sol ó de la luna por los vanos de sus
barrera del Trono. ventanas desfondadas, y el patio de ar-
L a cosa es muy parecida. mas de ese parque de guerra está invadi-
E l dia de m i llegada visité la iglesia, do por u n magnífico césped verde, donde
que es bella en el interior, pero está las mujeres de la ciudad hacen blanquear
horriblemente revocada. E l emperador en el verano la tela que han hilado en el
Valentiniano y un hijo de Federico B á r - invierno.
baro j a fueron enterrados en ella. No Después de haber dejado detrás de m í
queda n i n g ú n vestigio. U n hermoso Cris- la gran puerta ojiva de Andernach, acri-
to en la tumba , de completo relieve, figu- billada de agujeros de metralla enne-
ras de t a m a ñ o natural, del siglo quin- grecidos por el tiempo, me he encontra-
ce; u n caballero del siglo diez y seis de do en l a orilla del R h i n . L a fina arena
medio relieve, pegado á la pared; en un cortada por p e q u e ñ a s alfombras de yer-
desván, u n m o n t ó n de figuritas ilumina- ba me invitaba á dar una vuelta, y de-
das, de alabastro gris, restos de a l g ú n cidido á ello, me he subido lentamen-
mausoleo admirable del Renacimiento: te por la ribera hácia las colinas lejanas
esto es todo lo que un campanero giboso de la Sayn. Las primeras horas de la
y alegre ha podido e n s e ñ a r m e por el pe- noche eran de una dulzura encantado-
dacito de cobre plateado que representa ra; la naturaleza se calmaba al tiempo
a q u í treinta sueldos. de dormirse. Las avecillas venían á be-
Ahora es preciso que te cuente una ber en el rio y huian á los mimbrerales;
cosa real, u n encuentro m á s bien que yo veia por encima de los campos de
una aventura, que ha dejado en m i espí- tabaco pasar por estrechos senderos car-
r i t u la impresión velada y sombría de UD romatos tirados por bueyes y cargados
sueño. de esa piedra basáltica con la que Ho-
Saliendo de la iglesia, que d á casi al landa construye sus diques. Cerca de m í
campo, he dado la vuelta á la ciudad. estaba amarrado un buque de u n puen-
E l sol acababa de ponerse detrás de la te de Leutersdorf, que llevaba en su
alta colina cultivada y poblada de árbo- proa esta austera y dulce palabra: Fius.
les, que fué un montecillo de lava en los Del otro lado del Rhin, al pié de una
tiempos anteriores á la historia, y que es larga y sombría colina, trece caballos
hoy una cantera de basalto muelero, que remolcaban lentamente otro buque, á
dominó Artonacum hace dos m i l años y los cuales ayudaban sus dos grandes ve-
que domina hoy Andernach, que vió las triangulares hinchadas por el viento
borrar sucesivamente la ciudadela del de la noche. E l paso mesurado del tiro,
prefecto romano, el palacio de los reyes el ruido de los cascabeles y el chasquido
de Austrasia, desde cuyas ventanas los de los látigos, llegaban hasta m í . U n a
príncipes de estas sencillas épocas pes- ciudad blanca se perdía á lo lejos en la
caban carpas en el Rhin; la tumba i m - bruma, y en lontananza, hácia el Orien-
perial de Valentiniano, la a b a d í a de las te, en el ú l t i m o límite del horizonte, la
hijas nobles de Santo T o m á s , y que aho- luna llena, roja y redonda como u n ojo
ra vé desmoronarse piedra tras piedra las de cíclope, aparecía entre dos párpados
viejas murallas de la ciudad feudal de de nubes en la frente del cielo.
los electores de Tréveris. ¿Cuánto tiempo c a m i n é así, absorto
S e g u í el foso que rodea estas mura- en el sueño de toda la naturaleza? L o
llas, á las que las casuchas de los cam- ignoro. Pero la noche habia cerrado
pesinos se arriman familiarmente hoy, y completamente, la c a m p i ñ a estaba en-
que solo sirven para abrigar contra los teramente desierta, la luna resplande*
vientos del Norte los cuadros de coles y cíente tocaba casi en el zenit cuando me
lechugas. L a noble ciudad desmantela- desperté, por decirlo así, al pié de una
da tiene todavía sus catorce torres re- eminencia, coronada en su cima de un
dondas ó cuadradas, pero convertidas en p e q u e ñ o bloque oscuro, alrededor del
EL RHIN. 647
cual se perfilaban líneas negras imitan- sombra el perfil acabado y severo del
do, unas horcas y otras mástiles con hombre definitivo.
sus vergas transversales. Y o subí hasta A q u í es, pues, pensaba yo, donde mu-
allí, pasando por encima de las yerbas rió Hoche.—Y la fecha heróica del 18 de
de un campo de legumbres recientemen- A b r i l de 1797 se presentó á m i espíritu.
te cortadas. Este bloque, colocado sobre Ignoraba dónde estaba. P a s e é una
un grueso circular de m a m p o s t e r í a , era mirada alrededor de mí. A l Norte tenia
una tumba envuelta por una andamiada. una gran llanura; al Sur, á un tiro de fu-
Para quién era esa tumba? ¿Por q u é sil, el Rhin; y á mis piés, debajo del
esa andamiada? montecillo, que era como la base de esta
E n el grueso de m a m p o s t e r í a habia tumba, u n pueblo, en cuya entrada se
practicada una puerta cimbrada y baja, alzaba una vieja torre cuadrada.
groseramente cerrada por una t r a b a z ó n E n este momento un hombre atravesa-
de tablas. L l a m é con la contera de m i ba un campo á algunos pasos del mo-
bastón: el habitante dormido no me numento; á la ventura le p r e g u n t é en
contestó. francés el nombre del pueblo. E l hombre,
Entonces por una rampa suave, tapi- que era soldado viejo quizá, porque la
zada de un césped espeso y sembrado de guerra, lo mismo que l a civilización, ha
flores azules, que la luna llena parecía aprendido nuestra lengua en todas las
haber hecho abrir, subí al grueso circular naciones del mundo, el hombre me g r i -
y m i r é la tumba. tó: Weiss T h u r m ; y después desapareció
U n gran obelisco truncado, colocado detrás de un cercado.
sobre un enorme dado figurando un sar- Estas dos palabras Weiss Thurm sig-
cófago romano, el todo, obelisco y dado, nifican torre blanca; al punto me acordé
de granito azulado; alrededor del monu- de la Turris Alba de los romanos.
mento y hasta su remate, una delgada Hoche ha muerto en un lugar ilustre.
armadura atravesada por una larga es- Por a q u í , por este mismo sitio, hace dos
cala; las cuatro caras del dado quebra- m i l años que César pasó el R h i n por l a
das y abiertas, como si se las hubiesen primera vez.
arrancado cuatro bajo-relieves; a q u í y ¿Qué hace esa andamiada en ese mo-
allá, á mis piés, en la plataforma circu- numento? L o restaura? Lo degrada? No
lar, losas de granito azul rotas, fragmen- lo sé.
tos de cornisas, restos de entablamentos, Escalé el basamento, y a g a r r á n d o m e
esto es lo que la l u n a me mostraba. á la armadura, por una de las cuatro
D i la vuelta á la tumba, buscando el aberturas practicadas en el dado m i r é
nombre del muerto. E n las tres primeras en la tumba. Era un pequeño recinto
fachadas no habia nada; en la cuarta v i cuadrangular, desnudo, siniestro y frió.
esta dedicatoria en letras de cobre, que U n rayo de l u n a penetraba por una de
chispeaban: E l ejército del Samhra y Mosa las grietas y dibujaba en la sombra una
á su general en jefe; y por bajo de estas forma blanca, derecha y de pié contra el
dos líneas la claridad de la luna me per- muro.
mitió leer este nombre, m á s indicado E n t r é en este recinto por la estrecha
que escrito: tronera bajando la cabeza y caminando
con las rodillas. Allí v i en el centro del
HOCHE, pavimento u n agujero redondo, ancho y
Las letras h a b í a n sido arrancadas, lleno de tinieblas. Por este agujero, sin
pero h a b í a n dejado su vaga huella en el duda, se bajó en otro tiempo el féretro á
granito. la cavidad inferior. U n a cuerda colgaba
Este nombre en este lugar, á esta allí y se perdía en la noche. Me acerqué,
hora, visto á esta claridad, me causó una a v e n t u r ó mis miradas en ese agujero, en
impresión profunda é inexplicable. esa sombra, en esa cavidad; busqué el fé-
Siempre he amado á Hoche. retro; no v i nada.
H o c h e f u é , como Marceau, uno de esos Apenas d i s t i n g u í el vago contorno de
jóvenes, grandes hombres bosquejados, una especie de alcoba fúnebre, tallada
por los que la Providencia, que quería en la bóveda, que se dibajaba en la pe-
que la revolución venciese y la Francia numbra.
dominase, preludiaba á Bonaparte; ensa Allí p e r m a n e c í largo tiempo, sumidos
yos malogrados á lo mejor, pruebas i n - vanamente el ojo y el espíritu en ese do-
completas, que el destino rompió tan ble misterio de la muerte y de la noche.
pronto como sacó enteramente de l a Una especie de aliento helado salía del
648 OBRAS D E VICTOR HUGO.
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tantas flores, tan preciosas flores, flores los rios, el que m á s me seduce es el
dispuestas con tanto gusto y entretejidas R h i n . L a primera vez que v i el Rhin fué
con tanto cuidado en todas las ventanas, el a ñ o ú l t i m o en Kehl, pasando el puen-
que se la creerla habitada. E n efecto, te de barcas. L a noche se^chaba encima
estaba habitada, habitada por la m á s co- y el coche iba al paso. Recuerdo que ex-
queta y la m á s feroz á la vez de las p e r i m e n t ó cierto respeto al atravesar el
vecinas, por esa dulce hada invisible que viejo rio. Hacia mucho tiempo que tenia
se aloja en todas las ruinas, que las toma vivísimos deseos de verle. Puedo asegu-
para ella, y para ella sola; que desfonda rar que siempre me causa emoción en-
todos los pisos, todos los techos, todas trar en comunicación, ó, mejor dicho, en
las escaleras, á fin de que el paso del comunión, con esas grandes cosas de la
hombre no descomponga los nidos de los naturaleza, que son t a m b i é n grandes
pájaros, y que pone en todas las venta- cosas en la historia. A ñ a d e á esto que
nas y delante de todas las puertas mace- los objetos m á s raros me ofrecen, yo no
tas de flores, que ella sabe hacer, como sé por qué, afinidades y a r m o n í a s extra-
hada que es, con toda vieja piedra es- ñ a s . ¿Te acuerdas, amigo mió, del R ó -
cavada por la l l u v i a ó mellada por el dano en l a Valserina?—Nosotros lo v i -
tiempo. mos juntos en 1825, en ese delicioso
viaje á l a Suiza, que es uno de los re-
cuerdos luminosos de m i vida. ¡Entonces
t e n í a m o s veinte años!—¿Recuerdas t ú
GAJFlT-áL X I V . el grito de rabia, el rugido feroz que
lanzaba el R ó d a n o al precipitarse en el
M I Bhin. abismo, a l mismo tiempo que el frágil
puente de madera temblaba bajo nues-
Diversas declaraciones de amor á las cosas de la creación.—El
tros piés? Pues bien, desde aquella época
autor cita á Boileau.—Grupo de todos los rios.—Historia.— el R ó d a n o despertó en m i espíritu l a
Los volcanes.—Los celtas.—Los romanos.—Las colonias idea del tigre; el R h i n despertó la idea
romanas.—Cuáles son la-s ruinas que habia en el Rhin hace
mil doscientos años.—Garlo-Magno.—Fin del Rhin histórico. del león.
—Principio del Rhin fabuloso,—Mitología gótica.—Hervide- Desde aquella noche en que v i el R h i n
ro de leyendas.—Lo horrible y lo encantador mezclado bajo por primera vez, esta idea no se ha mo-
mil formas en una luz fantástica.—Enumeración de las figu-
ras quiméricas.—Las fábulas palidecen; el dia se muestra; la dificado. Largo rato contemplé ese so-
historia reaparece.—Lo que hacen cuatro hombres sentados berbio y noble rio, violento, pero sin fu-
en una piedra.—Rhens.—Triple nacimiento de tres grandes
cosas casi en el mismo lugar y en el mismo instante.—El ror; salvaje, pero majestuoso. Estaba
Rhin religioso y militar.—Los príncipes eclesiásticos forma- hinchado y magnifico cuando yo lo atra-
dos de los mismos elementos que el Papa.—Quién usurpa á vesé, y enjugaba en las barcas del puen-
quién sus facultades.—Los condes palatinos protestan por
medio de las condesas palatinas.—Establecimiento de las ór- te su melena leonada, su barba fangosa,
denes de caballería.—Nacimiento de las ciudades mercanti- como dijo Boileau. Sus dos orillas se
les.—Ladrones gigantescos del Rhin —Los burgraves.—Lo
que hacen en este tiempo las cosas invisibles.—Juan Huss,—
perdían en el crepúsculo. Su ruido era un
Doucin.—Nace un hecho en Nuremberg. —Nace otro hecho rugido poderoso y apacible. Y o le en-
en Estrasburgo.—Vá á cambiar la faz del mundo.—Himno al contré a l g ú n parecido con el que se sien-
Rhin. —Lo que el Rhin era para Homero, para Virgilio y para
Sakespeare.—Lo que es para nosotros.—A quién pertenece. te en alta mar.
—Recuerdos históricos.—Pipino el Breve.—El imperio de Sí, amigo mió, es un rio noble, feudal,
Garlo-Magno comparado con el imperio de Napoleón.—Expli- republicano, imperial, digno de ser á la
cación de la manera cómo se ha dislocado de siglo en siglo y
de fragmento en fragmento el imperio de Garlo-May;no.— vez francés y a l e m á n . Encierra toda la
Cómo dispuso Napoleón el Rhin en la parte que él tomó par- historia de la Europa, considerada bajo
te.—Recapitulación,—Las cuatro fases del Rhin.—El Rhin
simbólico,—A qué grande hecho tiene parecido. esos dos grandes aspectos, en ese rio de
los guerreros y de los pensadores, en esa
ola soberbia que hace saltar á la F r a n -
cia, en ese m u r m u l l o profundo que hace
San Goar, 17 Agosto. soñar á l a Alemania.
T ú sabes, porque te lo he dicho m i l E l R h i n lo r e ú n e todo. E l R h i n es r á -
veces, el gran cariño que profeso á los pido como el Ródano, ancho como el
rios. Los rios conducen y arrastran las Loire, encajonado como el Mosa, tortuo-
ideas lo mismo que las mercancías. Todo so como el Sena, límpido y verde como
tiene su papel magnífico en la creación. el Somme, histórico como el Tiber, real
Los rios, como inmensos clarines, cantan como el Danubio, misterioso como el
al Océano la belleza de la tierra, el cul- Nilo, sembrado de granos de oro como
tivo de los campos, el esplendor de las un rio de América, cubierto de fábulas y
ciudades y la gloria de los hombres. fantasmas como un rio de Asia.
Y , t a m b i é n te lo he dicho, entre todos Antes que se escribiese la historia, an-
TOMO I V .
650 OBRAS D E VICTOR HUGO.
tes t a l vez que el hombre existiese, don- levado en sus filas á Crescendo, que
de hoy está el R h i n humeaba y relucia :ué el primero que llevó la palabra de
una doble cadena de volcanes que se han Cristo al Rhingau y el que fundó allí l a
apagado, dejando en el suelo dos mon- religión nueva. Dios quería que estos
tones de lava y de basalto colocados pa- lombres ciegos, que hablan volcado l a
ralelamente como dos largas murallas^ ú l t i m a piedra del templo en el Jor-
E n la misma época, las cristalizaciones d á n , colocasen la primera piedra en el
gigantescas, que son las m o n t a ñ a s pri- R h i n .
mitivas, acababan de formarse; los alu- Después de Trajano y Adriano vino
viones enormes, que son las m o n t a ñ a s Juliano, que levantó una fortaleza en la
secundarias, se desecaban; el espantoso confluencia del R h i n y del Mosela: des-
montón, que hoy llamamos los Alpes, se pués de Juliano, Valentiniano, que eri-
enfriaba lentamente y las nieves se acu- gió castillos sobre los dos volcanes apa-
mulaban en ól; dos grandes corrientes de gados que llamamos el Lowemberg y el
estas nieves se esparcieron por l a tierra: Stromberg; y así se encontró formada y
una, la corriente de l a vertiente septen- consolidada en pocos siglos, como una
trional, atravesó las llanuras, encontró la cadena remachada en el rio, esa larga y
doble zanja de los volcanes apagados y robusta línea de colonias romanas, V i -
se corrió por allí al Océano; otra, la cor- nicella. A l t a villa, Lorca, Trajani Cas-
riente de la vertiente occidental, cayó de trum, Versalia, Mola Romanorum, Turris
m o n t a ñ a en m o n t a ñ a , flanqueó ese otro Alba, Victoria, Rodobriga, Antoniacum,
bloque de volcanes muertos que llama- Sentiacum , Rigodulum , Rigomagum,
mos T A r d é c h e y se perdió en el Medi T u l p e t u m , B r o i l u m , que parte de l a
t e r r á n e o . L a primera de estas corrientes Cornu Romanorum al lago de Constan-
es el Rhin; la segunda es el R ó d a n o . za y baja por el R h i n apoyándose en
Los primeros hombres que la historia Augusta, que es Basilea; en Argentina,
vé asomar en las orillas del R h i n es esa que es Estrasburgo; en Moguntiacum,
gran familia de puebos semi-salvajes que que es Maguncia; en Confluentia, que es
se llamaban Celtas y que Roma l l a m ó Coblenza; en Colonia Agrippina, que es
Galos; qui ipsorum lingua OELT^E, nostra Colonia; y v á á reunirse cerca del Océa-
vero Q-ALLI vocantur, dice C é s a r . Los no con Trajectum-ad-Mosam, que es
Rauraques se establecieron m á s cerca de M a é s t r i c h t , y con Trajectum-ad-Rhe-
la fuente de su origen, los A r g é n t o r a - num, que es Utrech,
ques y los Maguncianos m á s cerca de la Desde entonces el R h i n fué romano;
embocadura. Después, cuando llegó su fué el rio que b a ñ a b a la provincia helvé-
hora, Roma apareció: César pasó el R h i n tica ulterior, la primera y la segunda
Druso edificó sus cincuenta cindadelas Germania, la primera Bélgica y la pro-
el cónsul Munacio Planeo empezó una vincia b á t a v a .
ciudad sobre l a cima septentrional del E l galo cabelludo del Norte, que i b a á
Jura; Marcio-Vipsanio A g r i p p a constru- ver por curiosidad en el siglo tercero a l
yó u n fuerte delante de la rompiente del galo de toga de Milán y al galo trabaja-
Mein, y después estableció una colonia dor de Lyon, el galo cabelludo fué do-
frente por frente de T u i t i u m ; el senador mado. Los castillos romanos de la orilla
Antonio fundó en tiempo de N e r ó n un izquierda tenían á raya la orilla derecha,
municipio cerca de la mar b á t a v a , y el legionario vestido de p a ñ o de T r é -
todo el R h i n estuvo bajo el poder de veris y armado de partesana de Ton-
Roma. Cuando la vigósima-segunda le gres, no tuvo m á s que vigilar desde lo
gion, que habia acampado debajo de ios alto de las rocas el viejo carro de guerra
mismos olivares donde agonizó Jesucris de los germanos, maciza torre rodadera,
to, volvió del sitio de Jerusalem, Tito la con las ruedas armadas de g u a d a ñ a s , con
envió al R h i n . L a legión romana conti- la lanza erizada de picas, arrastrada por
n u ó la obra de Marcio Agrippa; una bueyes, almenada por diez arqueros, que
ciudad parecia que era necesaria á los se aventuraban algunas veces á llegar
conquistadores para ligar el Melibreus al otro lado del Rhin, hasta ponerse a l
al Taunus; y Moguntiacum, trazada por alcance de la ballesta de las fortalezas
Marcio, fué construida por la legión y de Druso.
luego fué agrandada por Trajano y em Ese espantoso paso de los hombres del
bellecida por Adriano. Norte á las regiones del Mediodía, que
¡Cosa pasmosa y que es preciso con- se renueva fatalmente en ciertas épocas
signar! climatéricas de la vida de las naciones,
Esa vigésima-segunda legión habia y que se llama Invasión de los B á r b a r o s ,
E L RH1N. 651
vió sumergir á Homa cuando llegó el moronamiento profundo, en que la civili-
instante en que Roma debia transfor- zación pareció caer; l a cadena de las,
marse. L a barrera g r a n í t i c a y militar de tradiciones ciertas se rompió; la historia
las cindadelas del R h i n fué arrasada por pareció borrarse; los hombres y los acon-
ese desbordamiento, y hubo un momen- tecimientos de esta sombría época atra-
to, hácia el siglo sexto, en que las crestas vesaron el R h i n como sombras, arrojando
del R h i n fueron coronadas de ruinas ro- apenas en el rio un reflejo fantástico,
manas, como lo están hoy de ruinas feu- desvanecido tan pronto como aperci-
dales. Dido.
Carlo-Magno restauró esos escombros, De a q u í nace para el Rhin, después de
rehizo esas fortalezas, opuso á las viejas un período histórico, un período maravi-
hordas germanas que renacían con otros "loso.
nombres, á los Boemans, á los A b o d r i - L a i m a g i n a c i ó n del hombre, mucho
tas, á los Welebates, á los Sarabes; cons- m á s que l a naturaleza, no acepta el va-
t r u y ó en Maguncia, donde fué enterra- cío. Donde se apaga el ruido humano, l a
da su mujer Fastrada, un puente de naturaleza hace charlar los nidos de los
pilares de piedra, donde se ven todavía, pájaros, cuchichear las hojas de los á r b o -
según se dice, las ruinas debajo del les y m u r m u r a r las m i l voces de la sole-
agua; levantó el acueducto de Bonn; re dad. Donde cesa la certidumbre histórica^
paró las vias romanas de Victoria, hoy l a i m a g i n a c i ó n hace v i v i r la sombra, el
Neuwied; de Bacchiara, hoy Bacharach; sueño y la apariencia. Las fábulas vege-
de Vinicella, hoy Winkel, y de Thronus- tan, crecen, se entremezclan y florecen
Bacchi, hoy Trarbach; y se edificó él en las lagunas de la historia desplomada,
mismo con los restos de u n b a ñ o de J u como las ogiacantas y las gencianas en
liano u n palacio, el Saal, en Nieder-In las grietas de un palacio arruinado.
gelheim. Pero á pesar de todo su génio L a civilización es como el sol; tiene
y de toda su voluntad, Carlo-Magno no sus noches y sus dias, sus llenos y sus
hizo m á s que galvanizar los huesos. L a eclipses; desaparece y reaparece.
vieja Roma estaba muerta. L a fisonomía Desde que una alborada de civiliza-
del R h i n habia cambiado. ción renaciente comenzó á despuntar por
Como ya he indicado m á s arriba, bajo el Taunus, hubo en las orillas del R h i n
la dominación romana u n germen des un adorable murmurio de leyendas y de
apercibido habia sido depositado en el fábulas; en todos los puntos iluminados
Rhingau. E l cristianismo, esa á g u i l a d i por ese rayo lejano, m i l figuras sobrena-
vina que comenzaba á desplegar sus turales y encantadoras resplandecieron
alas, habia puesto en esas rocas su hue de repente, en tanto que en los puntos
vo, que contenia u n mundo. Imitando el sombríos las formas horribles y los íantas*
ejemplo de Crescencio, que, desde el a ñ o mas espantosos se agitaron. Entonces ^
70, evangelizaba el Taunus, San A p o l i - mientras que se construyeron con bellos
nar habia visitado Rigomagum, San basaltos nuevos, al lado de los escombros
Goar habia predicado en Bacchiara, San romanos, hoy borrados, los castillos sa*
M a r t i n , obispo de Tours, habia catequi- jones y góticos, hoy desmantelados,toda
zado Confinentia; San Materno, antes de una población de séres imaginarios, en
i r á Tongres, habia habitado en Colonia comunicación directa con las hermosas
San Eucharius se habia construido una jóvenes y agraciados caballeros, se es*
ermita en los bosques cerca de Tréveris parcia por el Rhingau: las oreades, que
y en los mismos bosques San Grezelin, en se apoderaron de los bosques; las ondinas,
pió durante tres años j u n t o á unacolum que ocuparon las aguas; los gnomos, que
na, habia luchado cuerpo á cuerpo con se escondieron dentro de la tierra; el espí-
una e s t á t u a d e Diana, que habia acabado r i t u de las rocas; el valentón; el cazador
por hacer desplomar, digámoslo así, m i negro atravesando los jarales montado
r á n d o l a . E n el mismo Tréveris muchos sobre u n gran ciervo de diez y seis mo-
cristianos oscuros hablan muerto con la gotes; l a concha marina del pantano
muerte de los m á r t i r e s en el patio de negro; las seis conchas p e q u e ñ a s del pan-
palacio de los prefectos de la Galia, y se tano rojo; Wodan, el dios de las diez
habia lanzado su ceniza al viento; pero manos; los doce hombres negros; el estor^
esta ceniza era una semilla. niño que proponía enigmas; el cuervo
E l grano estaba en el surco, pero en que graznaba su canción; la urraca que
tanto que duró el paso de los bárbaros referia la historia de su abuela; los ma-
marrachos del Zeitelmoos; Everardo el
nada brotó.
Barbudo, que aconsejaba á los príncipes
M u y a l contrario, se verificó un des
C52 OBRAS DE VICTOR HUGO
bailías de los comunes, el espíritu de los ¡ dad. Se podría decir que el alma de
tiempos y la naturaleza de los lugares, Tanquelin, que en el siglo doce predica-
hablan hecho crecer una singular raza ba contra el Papa en el púlpito de A m -
de señores. Del lago de Constanza á las beres, escoltado por tres m i l sectarios
Siete Montañas, cada cresta del Rhin te- armados, con la pompa y el tren de un
nia su pueblo y su burgrave. Esos for* rey, subió el R h i n después de su muerte
midables varones del Rhin, productos y fué á inspirar á Juan Huss en su casa
robustos de una naturaleza áspera y fe- de Constanza; luego de los Alpes volvió
roz, anidados en los basaltos y los mator- á bajar al R ó d a n o ó hizo surgir á Dou-
rales, almenados en su agujero y servidos cet en el condado de Avignon. Juan
de rodillas por sus oficiales como el em- Huss fué quemado, Doucet descuarti-
perador; hombres de presa, teniendo á la zado.
vez parte de á g u i l a y de buho; poderosos L a hora de Lutero no había sonado
solos alrededor de sí mismos, avasallan- todavía. E n las vías de la Providencia
do el barranco y el valle, poniendo en hay hombres para los frutos verdes y
pió de guerra soldados, haciendo cami- otros hombres para los frutos maduros.
nos, imponiendo peajes, desollando á los A todo esto el siglo diez y seis se apro-
mercaderes que v e n í a n de San Q-all ó de ximaba. E l R h i n había visto nacer en el
Dusseldorf, cortaban el R h i n con su ca- siglo catorce, no lejos de él, en Nurem-
dena y enviaban altivamente carteles á berg, l a artillería, y en el quince, á su
las ciudades vecinas cuando éstas se atre- misma orilla, en Estrasburgo, la impren-
v í a n á hacerles alguna afrenta. Así es ta. E n 1400, Colonia h a b í a fundido la
que el burgrave de Ockenfels provocó al famosa culebrina de catorce piés de lar-
importante municipio de Linz, y el ca- go. E n 1472, Vindelin de Spira h a b í a
ballero Hausner del Hegau á l a ciudad impreso su Biblia. U n nuevo mundo iba
imperial de Kaufbeuern. á surgir, y, cosa notable y digna de que
A l g u n a vez, en estos e x t r a ñ o s duelos, se insista en ella, es en las orillas del R h i n
las ciudades, no sintiéndose bastante donde v e n í a n á encontrar y tomar una
fuertes, t e n í a n miedo y pedían socorro al nueva forma esas dos misteriosas herra-
emperador; entonces el burgrave se echa- mientas con las cuales Dios trabaja sin
ba á reír, y á la p r ó x i m a fiesta patronal cesar en la civilización del hombre, la
iba insolentemente al torneo de la ciudad catapulta y el libro, la guerra y el pen-
montado en el asno de su molinero. D u samiento.
rante las espantosas guerras de Adolfo E l Rhin, en los destinos de la Europa,
de Nassau y de Didier de Isembourg, mu tiene una especie de significación provi-
chos de estos caballeros, que t e n í a n sus dencial. Es el gran foso transversal que
fortalezas en el Taunus, llevaron la au- separa el Sur del Norte. L a Providencia
dacia hasta i r á saquear uno de los bar lo ha hecho el rio-frontera; las fortalezas
ríos de Maguncia á l a vista de los dos le han hecho el rio muralla. E l R h i n ha
pretendientes que se disputaban la ciu- visto la figura y ha reflejado la sombra
dad. Esta era su manera de ser neutra de casi todos los guerreros que, desde
les. E l burgrave no estaba por Isem hace treinta siglos, han labrado el viejo
bourg n i por Nassau; estaba por el continente con ese arado que se llama
burgrave. E n tiempo de Maximiliano es espada. César atravesó el R h i n subiendo
cuando el gran c a p i t á n del Santo Impe- del Mediodía; A t i l a atravesó el R h i n ba-
rio, Jorge de Frundsberg, destruyó el jando del Septentrión. Clodoveo g a n ó
ú l t i m o de los pueblos, Hohenkraehen, y allí la batalla de Tolbiac. Carlo-Magno
espiró esa formidable especie de hidal- y Bonaparte han reinado allí. E l empe-
gos salvajes, que empieza en el siglo rador Federico Barbaroja, el emperador
diez por los burgraves-héroes y acaba Rodolfo de Hapsbourg y el palatino Fe-
en el diez y seis por los burgraves-la- derico I han sido allí grandes, victorio-
drones. sos y formidables. Grustavo Adolfo ha
Pero las cosas invisibles en que los mandado allí sus ejércitos desde lo alto
resultados no toman cuerpo sino des- de la garita de Caub. Luis X I V ha visto
pués de muchos años, se realizan tam- el Ruin. Enghien y Conde lo han pasado,
bién en el R h i n . A l mismo tiempo que A y de m í ! Turena t a m b i é n . Druso tiene
el comercio, y en los mismos buques, su lápida en Maguncia como Marcean
por decirlo así, el espíritu de heregía, de en Coblenza y Hoche en Andernach.
e x á m e n y de libertad, s u b í a y bajaba ese Para el ojo del pensador que vé vivir la
gran rio por el cual parece que debió pa- historia, dos grandes águilas se ciernen
sar todo el pensamiento de la humani- perpetuamente sobre el Rhin; el á g u i l a
E L RHIN. 655
de las legiones romanas y el á g u i l a de orillas: en tiempo de Pipino el Breve,
los regimientos franceses. en tiempo de Carlo-Magno y en tiempo
Ese noble R h i n , que los romanos lla- de Napoleón.
maban i ^ e m í s superbus, tan pronto lleva E l imperio de Pipino el Breve estaba
los puentes de los buques erizados de montado á caballo sobre el R h i n . Com-
lanzas, partesanas ó bayonetas, que vo- prendía la Francia propiamente dicha,
mitan sobre Alemania los ejércitos de menos la A q u i t a n i a y la Gascuña, y la
I t a l i a , de E s p a ñ a y de Francia, ó arro- Alemania propiamente dicha, hasta el
j a n sobre el antiguo mundo romano, pais de los bávaros exclusive.
siempre geográficamente adherido, las E l imperio de Carlo-Magno era dos
antiguas hordas b á r b a r a s , siempre las veces m á s grande que lo fué el imperio
mismas también; tan pronto acarrea pa- de N a p o l e ó n .
cíficamente los abetos de la M u r g y de Verdad es, y esto es muy importante,
San G-all, los pórfidos y las serpentinas que Napoleón tenia tres imperios, ó por
de Basilea, la potasa de Bingen, la sal mejor decir, era emperador de tres ma-
de Karlshall, los cueros de Stromberg, neras: inmediata y directamente del i m -
el azogue de Lansberg, los vinos de perio francés; mediatamente y por sus
Johannisberg y de Bacharach, las pizar- hermanos de E s p a ñ a , Italia, Westfalia y
ras de Caub, los salmones de Oberwe- Holanda, reinos de los que habia hecho
sel, las guindas de Salzig, el carbón ve- los contrapesos del imperio central; mo-
getal de Boppart, la vajilla de latón de ralmente y por derecho de supremacía,
Coblenza, los objetos de vidrio del Mé- de la Europa, que no era m á s que la
sela, los hierros forjados de Bendorf, las base, de dia en dia m á s invadida, de su
tobas y las muelas de Andernach, los prodigioso edificio.
palastros de Neuwied, las aguas minera- Comprendido de esta manera, el i m -
les de Antoniustein, los paños y las va- perio de Napoleón igualaba al menos al
jillas de barro de Wallendar, los vinos de Carlo-Magno.
tintos del Aar, el cobre y el plomo de Carlo-Magno, cuyo imperio tenia el
Linz, la piedra de corte de Koenigswin- mismo centro y el mismo modo de ge-
ter, las lanas y las sederías de Colonia, neración que el imperio de Napoleón,
y realiza majestuosamente á través de tomó y a g l o m e r ó alrededor de la heren-
la Europa, s e g ú n la voluntad de Dios, cia de Pipino el Breve la Sajonia hasta
su doble función de rio de la guerra y rio el Elba, l a Germania hasta el Saal, la
de la paz; teniendo sin interrupción en Esclavonia hasta el Danubio, la Dalma-
la doble hilera de colinas que encajona cia hasta las bocas del Cattaro, la I t a l i a
la parte m á s notable de su curso, de un hasta Gaeta,la E s p a ñ a hasta el Ebro.
lado las encinas, de otro las viñas; es de- E n I t a l i a se detuvo en los límites de
cir, de un lado el Norte, de otro el Me- los beneventines y los griegos, y en Es-
diodía; de un lado l a fuerza, de otro la p a ñ a en las fronteras de los sarracenos.
alegría. Cuando esta inmensa formación se
Para Homero el R h i n no existia. Era descompuso por la primera vez, en 843,
uno de los rios probables, pero descono- habiendo muerto Luis el Benigno y ha-
cidos, de ese sombrío pais de los Cime- biendo ya dejado recobrar á los sarra-
rianos, en los cuales llueve sin cesar y cenos su parte, es decir, todo el trozo
no ven j a m á s el sol. Para V i r g i l i o no de la E s p a ñ a comprendido entre el Ebro
era el rio desconocido, pero era el rio y el Llobregat, de los tres pedazos en los
helado: Frigora Rheni. Para Shakespeare que el imperio se rompió hubo que hacer
era el bello Rhin: Beautiful Rhine. Para un emperador, Lotario, que tuvo la I t a -
nosotros, hasta el dia en que el R h i n lia y un gran fragmento triangular de
será la cuestión de Europa, es l a excur la Galla; y dos reyes, Luis, que tuvo la
sion pintoresca de moda, el paseo de los Germania, y Carlos, que tuvo l a Fran-
desocupados de Ems, Badén y Spa. cia. Despue^, en 855, cuando el primero
Petrarca estuvo en Aix-la-Chapelle, de los tres girones se dividió á su vez, de
pero no creo que haya hablado del R h i n . los pedazos de un pedazo del imperio de
L a geografía dá, con esa voluntad i n - Carlo-Magno se pudo hacer todavía un
flexible de las pendientes, estanques emperador, Luis, con la Italia; un rey,
vertientes que ninguno de los Congresos Cárlos, con la Pro venza y Borgoña, y
del mundo pueden contrariar por mucho otro rey, Lotario, con Austria, que se lla-
tiempo; la geografía d á la orilla izquier mó desde entonces Lotharingia, y des-
da del R h i n á la Francia. L a Divina pués Lorena. Cuando llegó el instante
Providencia le ha dado tres veces las dos en que el segundo fragmento, la monar-
656 ®BRAS D E VICTOR HUSO,
clarando que en adelante éste seria el Ra- do una montaña sobre la cabeza y un nublado debajo de los
tón que se comería al Gato. piés.—Vé el gran murciélago invisible.—Cuatro líneas que no
comprenderán los que no conozcan á Alberto Durero.—Se
Tenia razón. Die Mause, en efecto, abre un agujero á sus piés.—Lo que vé allí.
aunque caido hoy, es aun una siniestra
y formidable comadre, salida en otro
tiempo, armada y viviente, con sus ca- San Q-oar, Agosto.
deras de lava y de basalto, de las mis-
mas e n t r a ñ a s de ese volcan apagado Y o no podia separarme de esta ruina.
que l a lleva, al parecer, con orgullo. Muchas veces empecé á bajar, pero lue-
Tengo la persuasión de que nadie ha go volvía á subir.
intentado mofarse nunca de esa monta- L a naturaleza, como una madre son-
ñ a que ha parido ese ratón. riente, se presta á todos nuestros desva-
P e r m a n e c í en las ruinas hasta l a pues- rios y á todos nuestros caprichos. Cuando
t a del sol, que es una hora de espectros por fin me decidí á abandonar el R a t ó n ,
y de fantasmas. se me ocurrió la idea, y confieso que la
A m i g o , se me antojaba que me habia ejecutó, de aplicar m i oreja al basamen-
Convertido en un alegre estudiante; ca- to de la ancha torre, á fin de poderme
minaba á la ventura y trepaba por to- decir conscientemente á m í mismo que
das partes, removía las gruesas piedras, si yo no habia entrado allí, habia al me-
comia maduros frutos salvajes, trataba nos escuchado en el muro. Esperaba un
de irritar á los habitantes sobrenatura- ruido cualquiera, sin lisonjearme por esto
les para hacerles salir de su sombra, y que la campana de Winfried se dignase
como aplastaba las espesuras de yerbas despertarse para m í . E n aquel momento
marchando al azar, sentia subir vaga- ¡oh prodigio! oí, pero oí por mis propios
mente hasta m í ese olor acre de las oidos, lo que se llama oir, un vago ex-
plantas de las ruinas que tanto me ha tremecimiento metálico, el sonido débil
gustado en m i infancia. y apenas distinto de una campana que
llegaba hasta m í á través del crepúsculo
Después de todo, es lo cierto que con
y parecía salir, en efecto, de debajo de la
su m a l renotítibre de pozos llenos de al-
torre. Confieso que á este ruido tan ex-
mas y de esqueletos, esa impenetrable
t r a ñ o reaparecieron s ú b i t a m e n t e en m i
torre, sin puertas n i ventanas, es de un
memoria los versos de Hamlet y Hora-
aspecto l ú g u b r e y singular.
cio, como si hubiesen estado allí escritos
Entre tanto el sol habia descendido con caractéres luminosos; yo mismo creí
por detrás de la m o n t a ñ a , y cuando yo por un momento que ellos iluminaban
iba á hacer lo mismo, una cosa e x t r a ñ a m i espíritu. Pero m u y pronto volví otra
se removió de pronto junto á mí. Me i n - vez al mundo real.
clinó. U n gran lagarto, de una forma ex-
traordinaria, de cerca de nueve pulgadas Era el Angelus de alguna aldea perdi-
de largo, grueso vientre, cola corta, ca- do á lo lejos en los pliegues de los valles,
beza aplastada y triangular como una que el viento me traia por complacencia.
víbora, negro como la tinta, y atravesa- No importa. Y o estoy en el caso de
do de la cabeza á l a cola por dos rayas creer y de decir que he oido sonar y pal-
de amarillo de oro,ponia sus cuatro patas pitar bajo la m o n t a ñ a la misteriosa cam-
negras de codos salientes en las yerbas pana de plata de Velmich.
h ú m e d a s y se arrastraba lentamente há- Cuando salia del foso septentrional,
cia una grieta baja del viejo muro. Era que se ha convertido en una rambla m u y
el habitante misterioso y solitario de espinosa, se me presentó bruscamente el
esta ruina, la bestia-genio, el animal á la monte vecino, la tumba del gigante. Del
vez real y fabuloso—una salamandra,— punto donde me encontraba, la roca d i -
que me miraba con dulzura al entrar en buja en la base de la m o n t a ñ a , m u y cer-
su agujero. ca del Rhin, el perfil colosal de una ca-
beza vuelta hácia atrás y con la boca
abierta. Diríase que el gigante que, se-
g ú n las leyendas, yace allí con el vien-
GA.RTA. X V I . tre sofocado por el peso del monte, habia
conseguido levantar un poco la espanto-
A t r a v é s de los campos. sa masa, y que ya cuando su cabeza sa-
lia por entre las rocas, en ese momento
suceden al viajero cosas espantosas y sobrenaturales.—Mueca a l g ú n Apolo ó a l g ú n San Miguel habia
que hace el gigante. —Donde se vé que las almas no desdeñan
el buen vino.—Ferocidad de las leyes de Nassau.—El viajero puesto el pié en la m o n t a ñ a , de manera
no sabe ya dónde está.—Se sienta, no importa dónde, tenien- que el m ó n s t r u o aplastado habia espira-
EL RHIN, 661
mente; levantaba al cielo sus grandes de Suavia, estaba protegido por una vie-
ojos azules y tristes, cortados como dos j a hada de la Wisper, que resolvió con-
almendras en un rostro tostado por el trarrestar el poder del diablo. L a hada
sol; su cuello estaba cargado de abalorios pequeñita, gruesa como una langosta, fué
y collares, a r t í s t i c a m e n t e colocados para á buscar un gigante muy servicial con sus
ocultar un tumor naciente. Con esta de- amigos y le rogó que le prestase su saco.
formidad, mezclada á esta belleza, se E l gigante consintió en ello y hasta se
hubiese dicho que era un ídolo de la I n - ofreció graciosamente á a c o m p a ñ a r á la
dia agachado cerca de su altar.—De re- hada, ofrecimiento que ella aceptó. L a
pente se atraviesa una pradera, los bor- ha l a p e q u e ñ i t a se animó bastante con
des de la rambla se desvian, y se vé este refuerzo; luego se dirigió á Bacha-
surgir bruscamente en la cima de una rach en la misma noche que debia pre-
colina poblada una admirable ruina. ceder al paso de Barbaroja, cogió uno
Ese scholss es el Reichenberg. por uno todos los barberos de la ciudad
E n él vivia, durante las guerras del mientras d o r m í a n profundamente y los
derecho manual de la Edad Media, uno metió en el saco del gigante. Después de
de los m á s temidos entre esos caballeros hecha esta operación, le dijo al gigante
bandidos que se apellidaban ellos mismos que se echase el saco á la espalda y lo
plagas del pais landsschaden. Bien podia llevase muy lejos, no importa dónde. E l
la ciudad vecina lamentarse, bien podia gigante, que á causa de la noche y de su
el emperador citar al bandido blasonado I bestialidad no habia visto nada de lo
á la Dieta del imperio; el hombre de que habia hecho la vieja, la obedeció y
hierro se encerraba en su albergue de se fué dando grandes zancadas con el
granito, continuaba atrevidamente su saco á la espalda por aquellos lugares
orgía de omnipotencia y r a p i ñ a , y vivia entregados á las dulzuras del sueño.
excomulgado por la Iglesia, condenado Mientras tanto, los barberos de Bacha-
por la Dieta y acorralado por el empera- rach, confundidos y aporreados los unos
dor, hasta que su barba blanca le llega- contra los otros, empezaron á despertar-
ba a l vientre. se y á rebullirse en el saco. E l gigante
E n t r ó en el Reichenberg. E n esa ca- comenzó á cobrar miedo y á doblar el
verna de ladrones homéricos no quedan paso. Como á la sazón pasaba por enci-
m á s que algunas escabiosas salvajes, la ma del Reichenberg y tuvo precisión de
sombra desgarrada de las ventanas er- levantar u n poco la pierna para salvar
rante por los escombros, dos ó tres vacas la gran torre, uno de los barberos, que
que pacen la yerba de las ruinas, restos llevaba sus navajas de afeitar en el bol-
de un escudo de armas colocado encima sillo del pecho, sacó una é hizo en el saco
de la puerta principal y mutilado por el un ancho agujero, por el cual cayeron
martillo, y a q u í y allá, á los - pies del todos los barberos, bastante estropeados
viajero, piedras separadas por el paso de y magullados, en las malezas, lanzando
los reptiles. espantosos gritos. E l gigante creyó te-
T a m b i é n visitó, detrás de la colina del ner en su espalda un nido de diablos y se
Reichenberg, algunas casuchas, hoy salvó á todo correr.
apenas visibles, de un pueblo que fué y A l dia siguiente, cuando el emperador
se llama el pueblo de los Barberos. pasó por Bacharach, no habia un solo
Hó aquí lo que se cuenta respecto al barbero en el pais, y como Belcebú llegó
pueblo de los Barberos: allí al mismo tiempo, u n cuervo burlón,
E l diablo, que quería á Federico Bar- encaramado en la puerta de la ciudad,
baroja á causa de las numerosas cruza- dijo al señor diablo:
das que efectuó, tuvo u n dia la ocurren- —Amigo amigo, en medio de la cara
cia de cortarle la barba. Esto, como se tienes una cosa muy gorda que no po-
vé, era una verdadera broma magistral, drás ver n i aun en el mejor espejo, y es
m u y propia t r a t á n d o s e de diablo á em- el palmo de narices que te han dejado.
perador. A r r e g l ó , pues, con una Dalila Desde esta época no ha habido m á s
local no sé q u é traición inverosímil, por barberos en Bacharach. L o cierto es que
medio de la cual el emperador Barbaro- hoy mismo no se halla á tres tirones un
ja, al pasar por Bacharach, debia ser mancebo de barbería que tenga tienda.
adormecido en dicho punto para después E n cuanto á los barberos escamotea-
ser afeitado por uno de los numerosos dos por la hada, se establecieron en el
barberos de la ciudad. Ahora bien; Bar- mismo sitio donde cayeron, y construye-
baroja, á datar de sus amores con la ron un pueblo que se l l a m ó el pueblo de
bella Gtela, y siendo aun tan solo duque los Barberos, De esta manera es como el
E L RH1N. 665
emperador Federico I , llamado Barbaro- —Sandus Dominicus, vixit.., (borrado),
j a , conservó su barba y su apodo. Sandus Alhertus, vixit 1292.
A d e m á s del ü a t o u y el Grato, el L u r - •—Sandus Norbertus, 1150. Sandus Ber-
ley, el Valle-Suizo y el Reichenberg, nardus, 1139.
queda aun cerca de San Q-oar el Rhein- •—Sandus Bruno, 1115. Sandus Benedic*
fels, del que hasta el presente no te he tus, 1140.
dicho una palabra. Hay otro nombre borrado; luego, des-
Toda una m o n t a ñ a agujereada por el pués de haber remontado así los siglos
interior, con crestas de ruinas en su ca- cristianos de aureola en aureola, se llega
beza; dos ó tres pisos de departamentos á estas tres líneas majestuosas:
y de corredores subterráneos, que parecen —Sanctus Basilius Magnus, episc. Ccesa*
haber sido excavados por topos colosales, rem Gappadoci, magister monachorum orien*
inmensos escombros, salas desmesuradas, talium, vixit anno 372.
cuyas ojivas tienen cincuenta pies de A l lado de Basilio el Grande, debajo de
abertura; siete calabozos con sus encier- la misma puerta de la capilla, están es-
ros llenos de un agua estancada que re- critos estos dos nombres:
suena, tendida y muerta, al choque de •—Sandus Antonius Magnus. Sanctus Fau-
una piedra; el ruido de los molinos de lus eremita.
agua en el p e q u e ñ o valle que existe Esto es todo lo que la bomba y l a mina
detrás del castillo, y por las grietas de la respetaron.
fachada el R h i n con a l g ú n buque de va- Este castillo formidable, que se ha der-
por, que, visto de esta altura, parece un ruido al paso de Napoleón, se habia ex-
grueso pescado verde con los ojos amari- tremecido ante Luis X I V . L a antigua
llos caminando á flor de agua y endere- Gaceta de Francia, que se i m p r i m í a en las
zado para llevar sobre su espalda hom- oficinas de 1' Adresse, en los entresuelos
bres y carruajes; un palacio feudal de del Louvre, anuncia, con fecha 23 de
los landgraves de Hesse cambiado en Enero de 1693, que "el landgrave de
enorme casucha; troneras de cañones y Hesse-Cassel toma posesión de la ciudad
catapultas que se asemejan á esas jaulas de San Groar y del Rheinfels, á él cedidos
de fieras de los viejos circos romanos, por el landgrave Federico de Hesse, que
donde la yerba brota; en algunos pa- se habia ido resueltamente á terminar
rajes, medio empotrada en el antiguo is dias en Colonia,,. E n su n ú m e r o si-
muro despanzurrado, una m á q u i n a de guiente, fecha 5 de Febrero, hace saber
Saint-Q-illes, arruinada y estropeada, "que quinientos campesinos trabajan con
cuya hélice retorcida figura en el aire los soldados en las fortificaciones del
un monstruoso caracol antidiluviano; Rheinfels,,. Quince dias después procla-
las pizarras y los basaltos sin labrar, que ma que ^el conde de Thingen extien-
dan á las arquivoltas perfiles de sierras de cadenas y construye reductos en el
y quijadas abiertas; gruesas dovelas ven- Rhin,,. Por q u é huye ese landgrave? ¿Por
trudas que h a b í a n caido enteras, ó me- q u é esos quinientos aldeanos que traba-
jor dicho, hablan quedado reclinadas en j a n mezclados con los soldados? ¿Por q u é
el flanco, como si se hubiesen fatigado de esos reductos y esas cadenas extendidas
estar en pió; h é a q u í el Rheinfels. Esto con apresuramiento en l a línea del Rhin?
se vé por dos sueldos. Es que Luis el Grande ha fruncido el en-
trecejo. L a guerra de Alemania v á á co-
Parece que la tierra se haya extreme- menzar de nuevo.
cido debajo de esta ruina. Sin embargo, Hoy el Rheinfels, á l a puerta del cual
no es un temblor de tierra, es Napoleón está t o d a v í a incrustada en la pared l a
que pasó por allí. E n 1807 el emperador
corona ducal de los landgraves, esculpi-
hizo volar el Rheinfels.
da en piedra arenisca roja, es la depen-
E x t r a ñ a particularidad! Todo se ha dencia de una casa de labranza. Algunos
desplomado, menos las cuatro paredes de majuelos vegetan allí y dos ó tres cabras
la capilla. Se siente cierta emoción me pacen la yerba. Vista por la tarde toda
lancólica al atravesar ese lugar de paz, la ruina, destacada en el fondo del cielo
preservado ú n i c a m e n t e en medio de esa con sus ventanas abiertas, es de u n efecto
espantosa cindadela deshecha. E n los magnífico.
alféizares de las ventanas se leen estas Subiendo el R h i n á una m i l l a de San
graves inscripciones, dos en cada ven Goar (la m i l l a prusiana, como la legua
tana: española, como l a hora de camino turca,
•—Sandus Franciscus de Paula, vixit 1500 equivalen á dos leguas de Francia), se
Sandus Franciscus, vixit 1526. apercibe de repente, en la separación de
TOMO I V . 84
666 OBRAS D E VICTOR HUGO.
extremecer las puntas de las vigas. Pe- mente por los necesitados campesinos de
sadas armaduras se desprendían del bor- Lorch.
de del techo y quedaban suspendidas á Por otra parte, estos accidentes no son
u n clavo, balanceadas por el h u r a c á n en raros en las orillas del Rhin. Toda casa
lo alto de la calle y envueltas por una de madera encierra u n incendio, y aquí
larga llama. Otras caian en el estrecho abundan las casas de madera. Solamente
hueco de las casas y establecían allí un en San Goar hay en este momento, en
puente de brasas. E n el interior de los diferentes sitios de la ciudad, cuatro ó
aposentos los papeles parisienses con or- cinco casas arruinadas por los incendios.
laduras pretensiosas desaparecían y re- A l día siguiente por la m a ñ a n a notó
aparecían á través de las bocanadas de con alguna sorpresa en el piso bajo de la
ceniza roja. H a b í a en el tercer piso un casa incendiada dos ó tres habitaciones
pobre entrepaño del tiempo de Luis X V , cerradas, perfectamente conservadas, en-
con árboles de rocalla y pastores de Gren- cima de las cuales el fuego lo h a b í a de-
til-Bernard, que luchó por largo tiempo. vorado todo sin desperdiciar nada. A
Y o le miraba con admiración. No había propósito de esto véase una historieta
visto j a m á s una é g l o g a tener ta-n buena que se refiere en el país. Y o no la ga-
presencia de á n i m o . Por fin una gran rantizo:
llama invadió la habitación, abrasó el Hace algunos años un inglés llegó
infortunado paisaje verdeceledon, y el vastante tarde á una posada de Brau-
aldeano abrazando á la aldeana y T i r - 3ach, cenó y se acostó. E n las altas horas
éis requebrando á Glycere se desvanecie- de la noche se prendió fuego á la posada.
ron en el humo. Como formando juego Entraron de prisa en l a habitación del
con este cuadro, un pobre jardíncito, re- nglés. D o r m í a . Se le despertó. Se le ex-
gado de carbones encendidos, a r d í a al plicó lo que ocurría, se le dijo que el fue-
pié de la casa. U n a tierna acacia, apo- go h a b í a invadido la casa y que era pre-
yada en u n enverjado hecho áscuas, se ciso poner pies en polvorosa.
obstinó en no prenderse fuego y se con- -Idos al diablo! dijo el inglés; ¡me
servó intacta por espacio de cuatro ho- despertáis por eso! Dejadme tranquilo.
ras, sacudiendo su hermosa cabeza verde Estoy fatigado y no me l e v a n t a r é . ¡Es-
bajo una lluvia de chispas. A n locos para imaginar que voy á echar
A ñ a d e á esto algunas rubias y p á l i d a s á correr por esos campos en camisa y á
inglesas medio desnudas, sufriendo el media noche! Deseo dormir mis nueve
aguacero al lado de sus maletas, á algu- loras con toda comodidad. Apagad el
nos pasos de la fonda, y todos los niños fuego, si os parece; yo no os lo impido.
del lugar riendo á carcajadas y batiendo En cuanto á m í , estoy bien en m i cama
las palmas cada vez que u n chorro de la y permanezco en ella. Buenas noches,
bomba llegaba hasta ellos, y t e n d r á s una amigos míos; hasta m a ñ a n a .
idea bastante completa del incendio del Esto dicho, se volvió á acostar. No
hotel de P., en Lorch. hubo medio alguno de hacerle entrar en
Una casa que arde, al fin y al cabo no razón, y, como el fuego ganaba terreno,
es m á s que una casa que se inutiliza; lo las gentes se salvaron, después de haber
verdaderamente sensible es que m u r i ó cerrado la puerta donde el inglés dormía
un pobre en ella. y roncaba.
E l incendio fué terrible; le apagaron á
H á c i a las cuatro de l a m a ñ a n a se lie duras penas. A l día siguiente por la ma-
gó á dominar el fuego; el gasthaus P., ñ a n a , los hombres que separaban los es-
techos, cíelos rasos, escaleras y pisos combros llegaron á la habitación del
hundidos, a r d í a n entre sus cuatro pare- inglés, abrieron la puerta y encontraron
des, y h a b í a m o s logrado salvar nuestra al viajero medio despierto, frotándose
fonda. los ojos en su lecho, y les dijo bostezan-
Entonces, y casi sin entreacto, el agua do al momento que los apercibió:
sucedió al fuego. U n a nube de criados —¿Podríais decirme si hay un calzador
invadió las habitaciones limpiando, íro en esta casa?
tando, lavando, enjugando, y en menos Se levantó, almorzó muy bien y vol-
de una hora la casa fué lavada de alto á vió á partir admirablemente descansado
bajo. y fresco, con gran disgusto de los mozos
Notable circunstancia! Nada se robó del pais, que contaban hacer con la mo-
Todos los efectos sacados con apresura mia del inglés lo que se llama en el va-
miento en medio de la noche y expuestos lle del R h i n u n burgomaestre seco, es decir,
á la lluvia, fueron presentados religiosa un muerto perfectamente ahumado y
EL RHIN 673
conservado, que se enseña por algunos contrario, amigo mió, en la mayor parte
liards á los extranjeros, de los casos es la lengua la que forma
la ley.
T ú conoces mis gustos. Siempre que
CARTA, XX» puedo continuar á pió algo de m i cami-
no, es decir, convertir el viaje en paseo,
lo hago.
De liorcli á B i n g e n . Nada es m á s delicioso, á m i modo de
ver, que esa manera de viajar,
La lengua legal y la lengua francesa.—Ley: A r t i e u l o ü n i e o : A pió!
Quien hable francés pagará multa.—Teoría del viaje á pié.— Se pertenece uno á sí mismo, es libre,
Recuerdos.—Primera aventura,—Nota sobre Claye.—Lo que
aparece al autor entre la cuarta y la quinta línea.—El autor está contento; goza por completo y sin
vé osos á las doce del dia.—Pintura graciosa tomada de la participación de los incidentes del cami-
naturaleza.—El autor deja entrever el inexplicable placer que no, en la granja donde almuerza, en el
le causan las tragedias clásicas.—Interesante episodio de la
mosca.—Incidente.—Lo que significa el intervalo que separa árbol donde se guarece, en la iglesia
las palabras OÍ> pasar de las palabras las serenatas.— donde se recoge. Marcha, se detiene;
Incidente.—Incidente.—Incidente.—Incidente.—Explicación.
—Esto no impide que el autor hubiese podido muy biea ser vuelve á partir, nada le incomoda, nada
aceptado por esos saltimbanquis de cuatro patas como el pos- 'e retiene. Camina y sueña á su antojo.
tre de su almuerzo.—Secunda aventura.—G.—Historia natu- ;L/a marcha mece el desvarío; el desvarío
ral quimérica de Aristóteles y de Plinio.—En qué lugares
cometen los hombres de buena gana sus más monstruosas ne- vela la fatiga. L a belleza del paisaje
cedades.—Incidente.—Un geroglíñco de Horacio.—De dón- oculta lo largo del camino. No se viaja,
de procedía el alboroto.—Retratos de los hombres admirados.
—Cuadro de muchos hombres que admiran.—El hombre se anda al azar. A cada paso que se d á
melenudo habla.—G. se extremece.—El autor escribe lo que se te ocurre una idea. Parece que se
dice el charlatán.—Diálogo del que está arriba con el que está sienten enjambres de ellas asomar y
abajo.—El autor se e ha á reír é indigna á todos los que le
rodean.—Poder de lo que es ininteligible sobre lo que es inin- zumbar en el cerebro. Muchas veces,
teligente.—Palabra amarga de G. sobre la tercera clase del sentado á la sombra a l borde de una
Instituto.—En qué circunstancias el autor viaja á pié.—Furs- carretera, al lado de u n pequeño y vivo
teneck.—El autor se encarama bastante alto para hacer cons-
tar un error de los anticuarios.—Gadenet, Luynes, Brambes. manantial, de donde salen con el agua
—•El autor sufre en la carretera su exámen de bachiller.— a a l e g r í a , la vida y la frescura, debajo
Heimberg.—Sonneck.—Falkenburg.—El autor sigue adelan-
te.—Nombres y fantasmas evocados.—Contemplación.—Un de un olmo lleno de pájaros, cerca de u n
castillo en ruina.—El autor entra en él.—Lo que encuentra campo lleno de forrajeros, reposado, se-
allí.—Tumba misteriosa.—Aparición graciosa.—El autor se reno, feliz, ocupado dulcemente en for-
pone á hablar inglés de la manera más grotesca.—Bosquejo de
una teoría sobre las mujeres, las hijas y los niños,—Stella. jar m i l sueños, he mirado con compasión
—El autor, aunque desalentado y humillado, se aventura á pasar delante de m í , como u n torbellino
hacer cuatro versos franceses,—Conjeturas sobre el hombre
sin cabeza,—El autor busca en el Falkenburg las huellas de
que rueda como una centella, la silla de
Guntram y de Liba,—La lengua del hombre tiene tan sin- postas, esa cosa chispeante y r á p i d a que
gulares caprichos, que T r a j a n i C a s t r u m se cambia en contiene algunos viajeros lentos, pesa-
Treckltngskausen.—El autor tiene por almuerzo una pier-
na de carnero horriblemente dura.—Su grandeza de alma en dos, aburridos y adormilados; ese relám-
esta ocasión,—Paisaje.—San Clemente.—El Reichenstein.— pago que lleva tortugas.
El Rheinstein.—El Vaugstberg.—El autor cuenta cosas de su Oh! ¡cómo esas pobres gentes, que
infancia.—Leyenda del mal arzobispo.—En el siglo noveno
era comido por las ratas en el Rhin como lo es hoy en la Ope- con frecuencia son gentes de espíritu y
ra.—Morali lad de los cuentos diferente de la moralidad ríe la de corazón, p o d r á n , después de todo,
historia.—Mauth y Maüse.—Cómo una estampita metida
dentro de un marco negro y colgada encima del lecho de un echarse en el fondo de su prisión, donde
niño se convierte para él cuando es hombre en una grande y la a r m o n í a del paisaje se resuelve en
formidable visión.—Crepúsculo.—El autor vuelve á arriesgar- ruido, el sol en calor y el camino en
se á hacer versos franceses.—Espantosa aparición entre dos
montañas de la estampa del marco negro.—El Maüsethurm. polvo, si supiesen c u á n t a s flores encuen-
—Vértigo.—El autor despierta á un batelero que se encuentra tra en las malezas, c u á n t a s perlas reco-
allí.—En qué trayecto se aventura á meterse el autor.—El
Bingerloch.—Realidades disformes y fantásticas vistas en me- ge entre los guijarros y c u á n t a s hurís
dio de la noche.—Lo que el autor encuentra en el lugar si descubre entre las campesinas la ima-
niestro donde ha ido.—Descripción minuciosa y detallada de ginación alada, opulenta y alegre del
esa cosa horrible y célebre.—Saludo á la bandera.—Llegada
á Bingen.—Visita al Klopp.—La Osa mayor. hombre que v á á pié! Musa pedestris.
Y después, todo se le ocurre al hom-
bre que camina. No solo le surgen las
ideas; le acontecen aventuras, y, por m i
Bingen, 27 Agosto, parte, yo tengo en mucha estima las
De Lorch á Bingen hay dos millas de aventuras que se me ofrecen. Si para
Alemania, ó en otros términos, cuatro otros es divertido inventar aventuras,
leguas de Francia, ó diez y seis kilóme- para m í es m á s divertido tenerlas.
tros, en esa horrible lengua que la ley Recuerdo que hace siete ú ocho años
quiere inventar como si fuera incumben fui á Claye, que dista algunas leguas de
cia de la ley formar la lengua. M u y a P a r í s . Para qué? No me acuerdo. E n m i
TOMO I V . 85
67 i OBRAS DE VICTOR HUGO.
so. Y o , á quien la verdad encanta y l a grandes poetas del presente y del porve-
paradoja divierte, no conocía c o m p a ñ í a nir no pueden m á s que igualarlos. Aris-
m á s agradable que la de G***. E l sabe tóteles ha pasado, Homero no.
todas las verdades probadas ó inventa Esto dicho, quedó pensativo, y después
todas las paradojas posibles. se puso á buscar a l g ú n insecto en la yer-
Recuerdo que su fantasía en aquel ba ó una rima en las nubes.
momento era sostenerme que el basilis- De esta manera llegamos juntos á
co existe. M i l l y , á una llanura donde aun se ven
Plinio habla de él, y le describe, me vestigios de una casucha que fué famo-
decia. E l basilisco nace en el pais de sa en el proceso de los hechiceros del
Cirene, en Africa. De largo tiene cerca siglo diez y siete. H é aquí en q u é oca-
de doce dedos; sobre la cabeza tiene una sión. U n lobo cerval devastaba el pais.
mancha blanca que le forma una dia- Algunos caballeros de la montería del
dema, y cuando silba, las serpientes hu- rey le batieron, con el refuerzo notable
yen. L a Biblia dice que tiene alas. L o de criados y campesinos. E l lobo, perse-
que está demostrado es que en tiempo guido en esta llanura, dió alcance á esta
de San León hubo en Roma, en la igle- casucha y se metió en ella. Los cazado-
sia de Santa Lucía, un basilisco que in- res la rodearon y luego entraron t a m b i é n
fectó con su aliento toda la ciudad. E l bruscamente, y encontraron una vieja.
santo Papa se atrevió á asomarse á l a Una vieja horrible, bajo cuyos pies es-
bóveda h ú m e d a y sombría debajo de la taba t o d a v í a la piel del lobo que S a t a n á s
cual estaba el mónstruo, y Scalígero dijo no h a b í a tenido tiempo de hacer desapa-
en bastante buen estilo que le exterminó recer en su rampojo. Ocioso es decir que
por medio de sus oraciones. la vieja fue quemada sobre u n haz de
Q.*** afía(jia} viendo que me resistía á leña verde, lo cual se ejecutó delante
creer en el basilisco, que ciertos lugares del bello frontispicio de la catedral de
tienen una v i r t u d particular sobre cier Sens.
tos animales: que en Seriphe, en el A r - Me causa admiración que los hombres,
chipiélago, las ranas no cantan; que en con una especie de coquetería estúpida,
Reggio, en Calabria, las cigarras tampo hayan ido siempre á buscar esas t r a n -
co cantan; que los javalíes son mudos en quilas y serenas maravillas de l a inteli-
Macedonia; que las serpientes del Eufra- gencia humana para hacer ante ellas sus
tes no muerden á los i n d í g e n a s , n i aun mayores majaderías.
dormidos, y sí á los extranjeros; en tan- Esto sucedía en 1636, en el a ñ o en que
to que los escorpiones del monte Lat- Corneille hacia representar el Cid.
inos, inofensivos para los extranjeros, Me hallaba refiriendo esta historia á
pican mortalmente á los habitantes del G***, cuando me dijo:
pais. Me hacia, ó mejor dicho, se hacia á —-Escuchad.
sí mismo una porción de preguntas, y yo E n efecto, de un pequeño grupo de ca-
le dejaba decir. ¿Por q u é hay una multi- sas oculto entre los árboles, á nuestra iz-
t u d de conejos en Mallorca y por q u é quierda, oíamos salir la voz acompasada
no hay n i uno en Ibiza? ¿Por q u é las lie de un c h a r l a t á n . G*** ha sido siempre
bres mueren en Itaca? ¿De dónde proce aficionado á esa clase de ruido grotesco
de que no se encuentre un lobo en el y triunfal.
monte Olimpo, n i un mochuelo en la — E l mundo, me decia u n día, está
isla de Creta, n i un á g u i l a en la isla de lleno de grandes alborotos formales, de
Bodas? los cuales este es la parodia. Mientras
V i é n d o m e sonreír, se interrumpía: que los abogados declaman desde el es-
—Poco á poco, querido; pero estas son caño político, mientras que los retóricos
las opiniones de Aristóteles. peroran en el estadio escolástico, yo voy
A lo cual me contentaba con res- por los prados, recojo mosquitos y colec-
ponder: ciono briznas de yerba; me penetro de la
•—Amigo mió, eso es la ciencia muerta grandeza de Dios, y siempre me doy por
y la ciencia muerta no es ya ciencia, es satisfecho cuando encuentro al fin del
erudición. camino ese emblema ruidoso de l a pe-
Y G-*** me replicaba con su mirada lie queñez de los hombres, ese c h a r l a t á n so-
na de gravedad y de entusiasmo: focándose con su pesada caja, ese Bobi-
—Tenéis r a z ó n . L a ciencia muere no, ese Bobeche, esa ironía. E l c h a r l a t á n
Solo el arte es inmortal. U n gran sábio se mezcla á mis estudios y los completa;
hace olvidar á otro gran sábio; en cuan fijo esta figura con u n alfiler en m i car-
to á los grandes poetas del pasado, los tón, como un escarabajo ó una mariposa.
E L RHIN. 677
y clasifico el insecto humano entre los blado y de estos hombres, muchos aldea-
otros. nos apasionados, muchas campesinas
Gr*** me arrastró hacia el grupo de ca- fascinadas, muchos admiradores, los m á s
sas de donde procedia el ruido;—nn ca- horribles del mundo, a b r í a n las bocas
serío bastante mezquino que se llama, embobados y los ojos estúpidos.
según creo, Petit-Sou, lo que me recordó Detrás del estrado, algunos niños
el pueblo de Asculum, en el camino de practicaban artísticamente agujeros en
T r i v i c u m á Brindes, el cual ofrece un a vieja tela blanca y azul, que hacia
geroglífico á Horacio: íoca resistencia y les dejaba ver el inte-
Quod versu dicere non e$t, rior de l a barraca.
Signisperfacile esé. Cuando llegamos, el egipcio terminó
su música y el Sbrigani se puso á hablar.
Asculum, en efecto, no puede entrar en Q.*** se (jiSpUS0 á escuchar.
un verso alejandrino. Excepto la invitación de costumbre:
Era la fiesta del pueblo. L a plaza, la Entrad y veréis, etc., declaro que lo que
iglesia y la alcaldía estaban engalana- decia aquel fantasmón era perfectamen-
das como si fuera domingo. E l mismo te ininteligible para m í , para los aldea-
cielo, coquetamente adornado de una nos y para el egipcio, el cual habia adop-
m u l t i t u d de preciosas nubes blancas y tado una posición de bajo-relieve, y
rosadas, tenia t a m b i é n algo de agreste, arestaba atención con tanta dignidad
de divertido y de dominical. Corros de como si hubiese asistido á la dedicatoria
niños y de n i ñ a s , contempladas dulce- de las grandes columnas de la sala h i -
mente por algunos viejos, ocupaban un póstila de Karnac por Menefta I , padre
extremo de la plaza, que estaba tapiza- de Rhamses I I .
da de césped; en el otro extremo, empe- E n cambio, desde las primeras pala-
drado de guijarros agudos, -la m u l t i t u d bras del c h a r l a t á n , Q-*** se habia extre-
rodeaba una especie de tablado arrima- mecido. A l cabo de algunos minutos se
do á una especie de barraca. inclinó hácia m í y me dijo en voz m u y
E l tablado estaba compuesto de dos baja:
tablas y una escala; la barraca estaba —Vos, que sois jóven, que tenéis bue-
cubierta de esa clásica tela de cuadros na vista y lápiz, haoedme el favor de es-
azules y blancos, que trae á la memo- cribir lo que dice ese hombre.
ria recuerdos de grabado, y que, utili- Quise preguntar á Q-*** la explicación
zándose en caso de necesidad para ca de este e x t r a ñ o deseo, pero ya habia fija-
saca, ha dado el nombre de jergones de do su atención en el tablado con dema-
paja á todos los criados de todos los char- siada e n e r g í a para que me oyese. T o m é
latanes. A l l a i o del tablado se abria la el partido de complacer á G r * * * , y como el
puerta de la barraca, una simple aber- c h a r l a t á n hablaba con una lentitud so-
tura en la tela, y encima de esta puerta, lemne, hé a q u í lo que escribí, copiado
en un cartelon blanco, adornado con esta al pió de la letra:
palabra, escrita en letras m a y ú s c u l a s " L a familia de los scyres se divide en
grandes y negras: dos especies: la primera no tiene ojos, la
MICROSCOPIO, segunda tiene seis, lo que la distingue
bullían, groseramente dibujados en m i del género cunaxa, que tiene dos, y del
actitudes fantásticas, muchos animales género bdella, q\iG tiene cuatro.,,
espantosos, muchos mónstruos quiméri- A l llegar aquí, Q-***, que escuchaba
cos, muchos seres imposibles que San con un interés cada vez m á s profundo,
Antonio no ha visto y que Callot no ha se quitó el sombrero y dirigiéndose al
soñado. c h a r l a t á n , con la inflexión de voz m á s
Dos hombres hacian gestos en este ta graciosa y m á s acaramelada:
blado. Uno sucio, como Job; broncea —Perdonad, caballero; pero, ¿vos no
do, como Ptha; cubierto, como Osiris decís nada del grupo de los gamasos?
lloroso, como Memnon: tenia algo de —Quién habla ahí? dijo el hombre,
oriental, de fabuloso, de estúpido y de echando una mirada sobre los asistentes,
egipcio, y tocaba u n tambor grande, so pero sin sorpresa n i vacilación. Ese viejo?
piando a l mismo tiempo al azar en una Pues bien, anciano, en el grupo de los
flauta. E l otro miraba cómo tocaba. Era gamasos solo he encontrado una especie,
una especie de Sbrigani, panzudo, bar que es u n dermaniso, parásito de los
budo, velludo y melenudo, de aire feroz m u r c i é l a g o s .
y vestido como h ú n g a r o de melodrama. —Yo creí, replicó G r * * * t í m i d a m e n t e ,
Alrededor de esta barraca, de este ta- que era un glicífago cursor,
678 OBRAS DE VICTOR HUGO.
—'Estáis en u n error, buen hombre, re- codo á G}-***y de preguntarle por lo bajo:
plicó el Sbrigani. Hay u n abismo entre el —Pero, ¿de q u é diablo habla ese hom-
glicífago y el dermaniso, y puesto que os bre?
ocupáis de esas grandes cuestiones, estu- Q.*** medio se volvió h á c i a m í y me
diad la naturaleza. Consultad á Degeer, dijo con gravedad:
Hering y Hermann. Observad—yo no ce-
•—De la sarna.
saba de escribir—el sarcoptes ovis, que
Solté una carcajada tan violenta que
tiene por lo menos uno de los dos pares
la cartera se me cayó de la manos, Gr***
de patas posteriores completa y caroncu-
la recogió, me arrancó el lápiz, y sin dig-
lada; el sarcoptes rupicaprce, cuyas patas
narse replicar á m i alegría, n i aun con
posteriores son rudimentarias y setíferas,
un gesto de desprecio, atento m á s que
sin vesícula y sin tarsos; el sarcoptes hip-
nunca á las palabras del c h a r l a t á n , con-
popodos, que es t a l vez un glicífago...
t i n u ó escribiendo en m i lugar, en la acti-
—No estáis seguro? i n t e r r u m p i ó Gr*** t i t u d recogida y rafaelesca de u n discí-
casi con respeto. pulo de la escuela de Atenas.
—No estoy seguro, respondió majes-
tuosamente el c h a r l a t á n . Sí, yo debo á Debo decir que los aldeanos, cada vez
la santa verdad la confesión de que no m á s admirados, participaban hasta el
estoy seguro. De lo que sí estoy seguro supremo grado de la admiración y bea-
es de haber recogido un glicífago en las t i t u d de Gr***. L a extrema ciencia y la
plumas del buho. De lo que sí estoy se- extrema ignorancia se tocan por la ex-
guro es de haber encontrado, visitando tremada sencillez. E l diálogo oscuro y
las galerías de a n a t o m í a comparada, temible del c h a r l a t á n habia producido
glicítagos en las cavidades, entre los car- su efecto en los vecinos del honrado pais
tílagos y bajo las epífisis de los esque- de Petit-Sou. E l pueblo es como el niño:
letos. se maravilla de lo que no comprende.
—Esto sí que es prodigioso! murmu- A m a lo ininteligible, lo arduo, el batur-
ró G***. rillo declamatorio y maravilloso. Cuanto
—Pero, prosiguió el hombre, esto me m á s ignorante es el hombre, tanto más
lleva demasiado lejos. Y a os h a b l a r é en le encanta lo oscuro; cuanto m á s bárbaro
otra ocasión, señores, del glicífago y del es el hombre, tanto m á s le agrada lo
psoropte. E l animal extraordinario y te- complicado. Nada hay menos sencillo
mible que voy á enseñaros hoy es el que un salvaje. Los idiomas de los huro-
sarcopto. ¡Animal horrible y maravillo- nes, los botocudos y los chesapeaks son
so! E l ácaro del camello, que no se pare- bosques de consonantes, á través de las
ce en nada al del caballo, tiene seme- cuales, medio engullidas en el fango de
janza con el del hombre. De a q u í una las ideas mal formadas, se mueven pala-
confusión posible, cuyas consecuencias bras inmensas y horribles, como se arras-
serian funestas—yo no cesaba de escri- traban los mónstruos antidiluvianos en-
bir.—Estudiémoslos, señores; estudiemos tre las inextricables vegetaciones del
estos mónstruos. L a forma del uno y del mundo primitivo. Los algonquinos tra-
otro es poco m á s ó menos la misma; pero ducen esta palabra tan corta, tan senci-
el sarcopto del dromedario es un poco lla y tan dulce, Francia, por Mittigou-
m á s prolongado que el sarcopto huma- chiouekendalakiank.
no; la parte intermediaria de los pelos Cuando la barraca se abrió, la m u l t i -
posteriores, en lugar de ser la m á s pe- tud, impaciente por contemplar las ma-
q u e ñ a , es la m á s grande. L a superficie ravillas prometidas, se precipitó en ella»
ventral tiene t a m b i é n sus particularida Las mittigouchiouekendalaÉiank de los
des. E l collar está separado con m á s l i m charlatanes se resuelven siempre en una
pieza en el sarcoptes hominis, y envia por l l u v i a de liards ó de doblones en su es-
la parte inferior una punta aciculiforme carcela, s e g ú n que se han dirigido a l
que no existe en el sarcoptes dromadarii. pueblo bajo ó a l pueblo alto.
Este último es m á s gordo que el otro. Una hora después habíamos vuelto á
Hay t a m b i é n una diferencia enorme en emprender nuestro paseo y seguíamos l a
las espinas de la base de las patas poste orilla de u n bosquecillo. Q-*** aun no
rieres; en la primera especie son sim me habia dirigido una palabra. Y o hacia
pies y desigualmente bífidas en l a se m i l esfuerzos inútiles para recobrar su
gunda... gracia. De repente, pareciendo salir de
A l llegar aquí, cansado de escribir to- un profundo desvarío y como contestán-
das estas cosas tenebrosas é imponentes, dose á sí mismo, dijo:
no pude resistir al deseo de darle con el •—Y habla muy bien!
EL RHIN. 679
De la sarna, no es cierto? me atreví órdenes necesarias para hacer transpor-
á indicar muy t í m i d a m e n t e . tar m i equipaje á Bingen, al asomar el
—Sí, por cierto, de la sarna, me respon- alba dejó á Lorch y un buque me trans-
dió Gr*** con firmeza. portó á la orilla opuesta. Si alguna vez
Después de un corto silencio añadió: sigues este camino, haz lo mismo que yo,
1—Este hombre ha hecho magníficas " as ruinas romanas, del Bajo Imperio y
observaciones microscópicas. Verdaderos góticas, de la ribera izquierda, tienen
descubrimientos. mucho m á s interés para el caminante
Y o a v e n t u r ó aun una palabra. que las pizarras de la ribera derecha. A
— H a b r á estudiado la cuestión en ese as seis estaba sentado, después de una
F a r a ó n de Egipto, del cual ha hecho su ascensión bastante ruda á través de las
lacayo y su músico. viñas y de las malezas, en la cima de
Pero G*** ya no me oia. una colina de lava apagada que domina
—Qué cosa m á s prodigiosa! exclamó, y el castillo de Furstenberg y el valle de
¡qué asunto de meditación m á s melan- Diebach, y allí justifiqué un error de los
cólica! L a enfermedad sigue al hombre anticuarios. Refieren éstos, y yo te lo es-
después de la muerte. ¡Los esqueletos tie- cribí t o m á n d o l o de ellos en m i anterior
nen sarna! carta, que la gran torre de Furstenberg,
T o d a v í a hubo otro instante de silencio: redonda por fuera, es e x á g o n a por den-
después añadió: tro. Ahora bien, desde el punto elevado
—Este hombre falta en la tercera cla- en que estaba colocado h u n d í m i mira-
se del Instituto. Hay muchos académicos da en lo profundo de la torre, y te puedo
que son charlatanes; hó a q u í u n charla- afirmar, si el asunto te interesa, que es
tan que debiera ser académico. redonda en el interior como por el ex-
Ahora, amigo mió, á t u vez te veo des- terior. L o notable es su altura, que es
de a q u í reir y exclamar: prodigiosa, y su forma, que es singu-
—-Eso es todo? Oh! pues no es nada lo lar. Como tiene enormes almenas sin
de las agradables aventuras y seductoras buhardas y como v á ensanchándose de la
historias de que goza el viajero que v á á cumbre á la base, sin vanos, sin venta-
pié! ¡ E n c o n t r a r osos, ú oir á alguno que nas, horadada apenas por algunas trone-
tiene por oficio tragarse los sables, con rillas largas, se asemeja de la manera
los brazos desnudos y el cinturon colo- más e x t r a ñ a á los misteriosos y macizos
rado, confrontar al aire libre el ácaro del castillejos de Samarcanda, de Calicut ó
hombre con el ácaro del camello y dar á de Canganor, y se espera ver á cada
los aldeanos u n curso filosófico de sarna instante aparecer en el remate de esta
comparada! A la verdad, es preciso apre alta torre, casi industana, al maharadja
surarse para bajar de la silla de posta de Labore ó al zamorin de Malabar como
y disfrutar de estas maravillosas satis- á Luis de Baviera ó Grustavo de Suecia.
íacciones. Con todo, esta cindadela, m á s pronto
Como te acomode. Por lo que á m i oriental que gótica, ha desempeñado u n
se refiere, no sé si es la m a ñ a n a , si es la gran papel en las luchas de Europa. E n
primavera ó si es m i j u v e n t u d lo que se el momento en que estaba pensando en
mezcla á estos recuerdos, ya antiguos todas las escalas que han sido sucesiva-
¡ay de m í ! pero ellos resplandecen en m i mente aplicadas á los flancos de este g i -
memoria. Les encuentro encantos que no gante de piedra, y en que me acordaba
puedo expresar. Ríete, pues, lo que quie- del triple sitio de los bávaros en 1321, de
ras del viajero á pié: yo estoy siempre dis los suecos en 1632 y de los franceses en
puesto á volver á empezar, y si me acón 1689, un trepador la escalaba alegre--
teciese t o d a v í a hoy alguna aventura mente.
parecida á las que he referido, "tendría Lo que ha motivado el error de los an-
en ello un placer extremado,,. ticuarios es una torrecilla que defiende
Pero aunque semejantes ocasiones son la cindadela por el lado de la m o n t a ñ a ,
raras, yo, cuando emprendo una excur- y que, redonda por dentro, está armada
sión á pió, con t a l que el cielo tenga e en su cúspide de u n coronamiento de
aire alegre, los pueblos un aspecto de d i buhardas cortado en seis caras. Ellos to-
cha, el rocío tiemble en la punta de las maron la torrecilla por la torre y lo de
yerbas, el hombre trabaje, el sol brille y fuera por lo de dentro. Por otra parte,
el pájaro cante, doy gracias á Dios y no en esta hora matinal, gracias á los va-
le pido otras aventuras. pores t o d a v í a condensados y apoyados
E l otro dia, pues, á las cinco y media sobre el suelo, no d i s t i n g u í a m á s que la
de la m a ñ a n a , después de haber dado las cabeza del castillejo, l a cima de las m u -
680 OBRAS DE VICTOR HUGO.
rallas, y en el horizonte, por todo m i a l - —¿Dic nohis, domine, i n qua parte corjpo-
rededor, la alta cresta de las colinas. A ris animam veteres locant philosophi?
mis pies, el fondo del paisaje estaba Y o devolví el saludo y contesté:
oculto por una bruma blanca y espesa, — I n cor de Flato, in sanguine Empedocles,
cuyo borde doraba el sol. Se hubiese inter dúo supercilia Lucretius.
dicho que una nube habia caido en1 el Los tres jóvenes se sonrieron, y el de
valle. más edad exclamó:
A l sonar las siete en esta nube que en- —Vivat Gallia regina!
volvía el campanario de Rheindiebach, Y o repliqué:
caserío situado al pió del Furstenberg, el •—Vivat Germania materl
trepador echó á volar y yo me l e v a n t é . Nos saludamos aun otra vez con la
Mientras bajaba, l a niebla subia, y mano y yo pasó de largo.
cuando llegué al pueblo, los rayos del Apruebo esta manera de viajar tres.
sol llegaban hasta él. Algunos instantes Dos amantes, tres amigos.
después habia dejado el pueblo detrás de Por encima de Niederheimbach se al-
mí, sin habérseme ocurrido, lo confieso, zan y se sobreponen los picos del som-
interrogar al eco famoso de su barranco; brío bosque de Sann ó de Son, y allí, en-
caminaba alegremente á lo largo del tre las encinas, se yerguen dos fortalezas
R h i n y cambiaba un amigable saludo destruidas, Heimburg, castillo de los ro-
con tres jóvenes pintores que iban hacia manos, y Sonneck, castillo de los bando-
Bacharach, con el saco y el paraguas á leros. E l emperador Rodolfo destruyó
la espalda. Cuantas veces encuentro tres Sonneck en 1282; el tiempo ha demolido
jóvenes que viajan á pió con tan senci Heimburg. U n a ruina m á s melancólica
lio equipaje, y no obstante van alegres y todavía se oculta entre los pliegues de
con los ojos resplandecientes como si su estas m o n t a ñ a s , y es Falkenburg.
pupila reflejase las m á g i a s del porvenir Como ya te lo he dicho, habia dejado
no puedo menos que desearles la realiza el pueblo detrás de mí. E l sol era ardien-
cion de sus quimeras, y pensar en esos te, el fresco aliento del R h i n se templa-
tres hermanos, Cadenet, Luynes y Bran ba, el camino se cubría de polvo; á m i
des, que, hace de esto doscientos años, derecha se a b r í a estrechamente entre dos
partieron una madrugada á pió para la rocas una preciosa rambla llena de som-
corte del rey Enrique I V , no teniendo bra; un p u ñ a d o de pajarillos charlaban
entre los tres m á s que una sola capa, lie allí á m á s y mejor y se entregaban á
vada á su vez por cada uno, y que quin- odiosas murmuraciones, en que se ocupa-
ce años después, en tiempo de Luis X I I I ban unos de otros en las profundidades
eran, el primero duque de Chaulnes, e de los árboles; un arroyo de agua viva,
segundo condestable de Francia y e engrosado por las lluvias, cayendo de
tercero duque de Luxemburgo. piedra en piedra, tomaba el aspecto de
¡Soñad, pues, jóvenes, y seguid vues- torrente, devastaba las belloritas, espan-
tro camino! taba los mosquitos y formaba pequeñas
Este viaje de tres parecía además que cascadas que alborotaban entre la male-
estaba de moda en las orillas del Rhin; za; distinguía vagamente á lo largo de
pues no habia andado media legua, ape- ese arroyo, en las dulces tinieblas que
nas llegaba á Niederheimbach, y ya vertían los follajes, un sendero que m i l
habia encontrado otros tres jóvenes ca- flores salvajes, el albohol, el amaranto,
minando juntos. Estos eran evidente- el helicriso, la e s p a d a ñ a de hojas acana-
mente estudiantes de alguna de esas no- ladas y el lirio cárdeno de las nueve ho-
bles universidades que fecundizan la jas persas, ocultaban para el profano y
vieja Teutonia, civilizando la jóven Ale- tapizaban para el poeta. T ú sabes que
mania. Llevaban el clásico gorro, los ca- hay momentos en que creo casi en la i n -
bellos largos, el cinturon, el redingot teligencia de las cosas; en esta rambla
abrochado, el bastón en la mano, la pipa me parecía que una m u l t i t u d de voces
de loza encendida en la boca y , como los murmuraban y me decían:—Dónde vas?
pintores, el zurrón á l a espalda. E n la t ú buscas los sitios en donde hay poco de
pipa del m á s jóven de los tres habia pin- pasos humanos y donde hay mucho de
tadas unas armas, probablemente las su- huellas divinas; t ú quieres poner t u alma
yas. P a r e c í a n discutir con calor, y se d i - en equilibrio con el alma de la soledad;
rigían, lo mismo que los pintores, hácia t ú quieres la sombra y l a luz, el movi-
el lado de Bacharach. A l pasar j u n t o á miento y la paz, las transformaciones y
mí, uno de ellos me g r i t ó , s a l u d á n d o m e la serenidad; t ú buscas el lugar donde el
con el gorro: Yerbo se espacía en el silencio, donde se
EL RHIN. 681
vé la vida en l a superficie de todo y urbado los ecos del Rhingau y del Tau-
donde se siente la eternidad en el fondo; nus. Esas m o n t a ñ a s son las mismas que
t ú amas el desierto y no aborreces al se conmovieron cuando el príncipe To-
hombre; t ú buscas la yerba y el musgo, m á s de Aquino, por tanto tiempo apelli-
las hojas h ú m e d a s , las ramas hinchadas dado Bos mutus, lanzó en fin en la doc-
de savia, los pájaros que gorjean, las trina ese bramido que hizo extremecer al
aguas que corren, los perfumes que se mundo. Dedü in doctrina mugitum, quod
esparcen. Pues bien, entra. Este sendero in toto mundo sonavit. E n estos montes
es t u camino. es donde Juan de Huss, prediciendo á
Y o no me hice mucho de rogar y entró ~ útero, como si la cortina que se des-
en la rambla. garra en la ú l t i m a hora dejase ver dis-
Decirte lo que hice allí ó, mejor di- tintamente el porvenir, esparció de lo
cho, lo que la soledad me hizo; referirte alto de su hoguera de Constanza ese
la manera cómo las avispas zumbaban grito profético: Hoy quemáis la oca (t), pero
alrededor de las campanillas violadas; dentro de cien años nacerá el cisne. Por úl-
cómo los necróforos bronceados y las fe- timo, á t r a v é s de estas rocas es donde
ronias azules se refugiaban en los pe- Lutero, cien años después, surgiendo á
queños antros microscópicos que las a hora dicha, abrió sus alas y arrojó este
lluvias excavan debajo de las raices de clamor formidable: ¡Mueran los obispos y
los arbustos; cómo las alas rozaban las los principes, los monasterios, los claustros,
hojas; lo que se extremecia sordamente las iglesias y los palacios antes que una sola
en el musgo; lo que cantaba en los nidos; alma!
el rumor dulce ó indistinto de las vege Y me parecía que, por en medio de los
taciones, de las mineralizaciones y de las ramajes y de las escabrosidades, las rui-
fecundaciones misteriosas; la riqueza de nas respondían por todas partes: "Ohl
los escarabajos, la actividad de las abe ¡Lutero, los obispos y los príncipes, los
jas, la alegría de los libelulios, l a pacien- monasterios, los claustros, las iglesias y
cia de las arañas; los aromas, los reflejos, los palacios han muerto!,,
las expansiones, las quejas; los gritos Abismado en estas cosas inagotables y
lejanos; las luchas de insecto á insecto, vivaces que son, que persisten, que flore-
las catástrofes de hormigueros, los breves cen, que verdean y que la cubren bajo
dramas de la yerba; los alientos que se su vegetación eterna, pensaba: ¿la histo-
exhalaban de las rocas como suspiros ria es grande ó es pequeña? Decide esta
los rayos que venian del cielo á través de cuestión si puedes. E n cuanto á m í , me
los árboles como miradas, las gotas de parece que el contacto con l a naturaleza,
agua que caian de las flores como lágri- que es l a vecindad de Dios, tan pronto
mas; las semi-revelaciones que sallan de achica al hombre como lo engrandece.
todas partes; el trabajo tranquilo, armo Es una gran cosa para el hombre ser una
nioso, lento y continuo de todos esos sé inteligencia que tiene su ley aparte, que
res y de todas esas cosas que viven en ejecuta su obra y que desempeña su pa-
apariencia m á s cerca de Dios que de pel en medio de los hechos inmensos de
hombre; contarte todo esto, amigo m i ó la creación. E n presencia de una gran
seria expresarte lo infinito. Qué hice allí? encina llena de a n t i g ü e d a d y llena de
No lo sé. Como en los barrancos de San vida, hinchada de savia, cargada de fo-
Groarshausen, v a g u é , soñé, adoró y roguó llaje, habitada por m i l pájaros, si no po-
E n q u é pensaba? No me lo preguntes seyese ese dón inapreciable, no podría el
Hay instantes, t ú lo sabes, en que el pen hombre soñar con ese fantasma que se
samiento flota como ahogado por m i ha llamado Lutero, con ese espectro que
confusas ideas. se ha nombrado Juan Huss, con esa som-
Todo se mezclaba en estas m o n t a ñ a s bra que es conocida por César.
á m i meditación y se combinaba con m i Sin embargo, te lo confieso, hubo eu
desvarío; el verdor, las ruinas, los fantas m i paseo u n momento en que todas estas
mas, el paisaje, los recuerdos, los hombres memorias desaparecieron, en que el hom-
que han pasado por estas soledades, la bre se desvaneció, en que solo la idea de
historia que ha resplandecido en ellas, e Dios llenó m i alma. Habia llegado, no
sol que ha irradiado a q u í siempre. César sabría decirte por q u é senderos, á l a
me decia á m í mismo, caminando á pió cumbre de una colina muy alta cubierta
como yo, quizá ha vadeado este arro- de arbustos cortos, que t e n í a n alguna
yo, seguido del soldado que llevaba su a n a l o g í a con la coscoja de Provenza, y
espada. Casi todas las grandes voces que
han agitado la inteligencia humana han (1) Huss quiere decir o m .
TOMO I V . 86
682 OBRAS DE VICTOR HUGO.
tenia ante mis ojos un desierto, pero un habitación baja iluminada por algunas
desierto alegre y soberbio, un desierto troneras, cuya forma y corte indicaban
divino. No he visto nada m á s bello en to- que h a b í a n servido para el juego de las
das mis excursiones por las cercanías del catapultas, de los falconetes (1) y de los
R h i n . No sé cómo se llama este sitio. A l - escorpiones (2).
rededor de mí, hasta perderse de vista, Me asomé por. una de las troneras,
solo habia m o n t a ñ a s , praderas, aguas separando las a p i ñ a d a s ramas de flo-
vivas, vagos verdores, blandas brumas, res que la cierran hoy. E l paisaje que se
luces h ú m e d a s que cambiaban de color descubre desde esta ventana no es ale-
como ojos entreabiertos, vivos reflejos gre. H a y allí un valle estrecho y oscuro,
de oro perdidos en el azul del firmamen- ó mejor dicho, u n rompimiento de la
to, mágicos bosques parecidos á espesu- m o n t a ñ a , en otro tiempo atravesado por
ras de plumas verdes, horizontes carga- un puente, del que no queda m á s que el
dos de sombras y de claridades. Era uno arco de apoyo. Por u n lado un desmoro-
de esos lugares en donde se cree ver que namiento de tierras y de rocas y por él
ostenta sus galas ese pavo real magnífi- otro un agua ennegrecida por el fondo de
co que se llama la naturaleza. basalto, se precipitan y se quiebran en el
D e t r á s de la colina donde estaba sen- barranco. Arboles enfermizos y malsa-
tado en lo alto de u n montecillo cubierto nos sombrean pequeñas praderas tapiza-
de pinos, castaños y arces, apercibí una das de u n césped tupido como el de un
sombría ruina, colosal m o n t ó n de basal- cementerio. Ignoro si era una ilusión, ó
to oscuro. Se hubiese dicho que era una el juego de l a sombra y el viento, pero
pila de lava amasada por a l g ú n gigante creí ver en diferentes sitios sobre las al-
en forma de cindadela. ¿Qué era aquel tas yerbas grandes círculos blandamen-
castillo? No podría decirlo, porque no sa- te trazados, como si misteriosas rondas
bia dónde estaba. nocturnas los hubiesen aplomado a q u í
Examinar un castillo de cerca, t ú sa- y allá. Este barranco no es solo solitario,
bes que es m i m a n í a . A l cabo de u n es l ú g u b r e . Diríase que, como asiste en
cuarto de hora me encontraba en la ciertos momentos á espectáculos horri-
ruina. bles y vé hacer en las tinieblas cosas
U n anticuario que hace el retrato de malas y sobrenaturales, guarda hasta en
su ruina, como un amante que hace el pleno dia y hasta en pleno sol cierta
retrato de su querida, se regala á sí mis- tristeza mezclada de horror. E n este va-
mo, pero corre el riesgo de cansar á los lle, m á s que en otro lugar alguno, se
demás. Para los indiferentes que escu- siente distintamente cómo pasan las som-
chan al enamorado, todas las mujeres brías y frías horas de la noche; parece que
bellas se parecen y todas las ruinas tam- depositan en él sobre el olor de las yer-
bién. No aseguro, amigo m i ó , que en bas, sobre el color de l a tierra y sobre la
adelante me abstendré de hacerte otra forma de las rocas, lo que ellas tienen de
descripción de edificios. Sé que eres apa- vago, de siniestro y de desconsolado.
sionado por la historia y el arte, y sé A l i r á salir de la habitación baja, el
que perteneces al público inteligente y á n g u l o de una piedra t u m u l a r que salia
no al público grosero. Así, pues, esta vez de debajo los escombros hirió mis ojos.
volveré á hacer el retrato minucioso que Me bajé en seguida. Juzga lo diligente
te hice cuando el R a t ó n . I m a g í n a t e mu- que estaría, cuando iba quizá á encon-
chas malezas, muchos cielos rasos des- trar la explicación que buscaba, l a res-
tripados, muchas ventanas desfondadas, puesta que preguntaba á esta misterio-
y encima de todo esto cuatro ó cinco sa ruina, el nombre del castillo. Con los
grandes y diabólicas torres, negras, des- piés y las manos separé los escombros, y
panzurradas y formidables. en pocos instantes puse en descubierto
Y o iba y venia por entre estos escom- una preciosa l á p i d a sepulcral del siglo
bros, buscando, huroneando, interrogan- catorce, en piedra arenisca de Heilbron.
do; revolvía las piedras rotas con la espe- Sobre esta lápida yacía, esculpido casi
ranza de encontrar alguna inscripción en alto-relieve, un caballero armado de
que me s e ñ a l a r a , u n hecho ó alguna es- todas armas, pero al que le faltaba la
cultura que me revelase una época, cuan- cabeza. Bajo los piés de este hombre de
do u n vano, que habia sido en otro tiem- piedra habia grabado en m a y ú s c u l a s ro-
po una puerta, me abrió paso á una
bóveda, en l a que penetraba por una (1) Falconete, pieza de artillería antigua, especie de cañón de
mano.
grieta un brillante rayo de sol. E n t r é en (2) Escorpión, máquina de guerra de los antiguos.
ella y me eñcontré en una especie de (iV. del T.)
E L RH1N. 683
manas este dístico medio borrado, toda- Por otra parte, yo me acordaba que
vía legible y por lo tanto fácil de des- esta manera de velar, por medio de sig-
cifrar: nos, la tumba y la memoria del hombre
VOX T A C V I T . P E R I I T L v X . NoX R V I T E T R V I T V M B R A . decapitado, es propio de todas las épocas
V I R C A R B T I N T V M B A QVO C A R B T E F F I G I E S . y de todos los pueblos. E n Venecia, en
Estaba poco menos tan enterado como la g a l e r í a ducal del Gran Consejo, u n
antes. Este castillo era u n enigma; ha- marco negro reemplaza el retrato del
bia buscado la palabra y acababa de ha- quincuagésimo-séptimo D u x , y por de-
llarla. L a palabra de este enigma era bajo la taciturna República escribió este
una inscripción sin fecha, u n epitafio sin memento siniestro:
nombre, un hombre sin cabeza. Conven- LOCVS MARINI FALIERI DECAPITATI.
drás, pues, en que la respuesta era som-
bría y la explicación tenebrosa. E n Egipto, cuando el viajero fatigado
¿De q u é personaje hablaba este dísti- llega á Biban-el-Molouk, encuentra en
co, l ú g u b r e por el fondo y b á r b a r o por las arenas, entre los palacios y templos
la forma? Si hay que dar crédito al se- derruidos, u n sepulcro misterioso, que es
gundo verso grabado en esta piedra se- el sepulcro de Rhamses V , y sobre este
pulcral, el esqueleto que estaba debajo sepulcro vé esta leyenda:
se hallaba sin cabeza, como la efigie que
se encontraba encima. ¿Qué significaban
esas tres X , destacadas, por decirlo así,
del resto de la inscripción, por el tama-
ño de las m u y ú s c u l a s ? Mirando con m á s y este geroglífico, que refiere la historia
atención, y limpiando l a lápida con u n al desierto, significa: que está sin cabera.
p u ñ a d o de yerbas, e n c o n t r é en la está- Pero en Egipto, como en Venecia, en
tua grabados e x t r a ñ o s . Tres cifras esta- el palacio ducal como en Biban-el-Mo-
ban trazadas en tres sitios diferentes: á louk, se sabe dónde se está, se sabe lo que
ha sido de Marino Fallero ó de Rham-
la mano derecha esta á la mano ses V . A q u í yo lo ignoro todo, lo mismo el
nombre del lugar que el nombre del hom-
bre. M i curiosidad se habia despertado
izquierda esta y ^ J ^ y esta otra en lu- en el m á s alto grado. Declaro que esta
ruina, tan perfectamente muda, me ma-
gar de la cabeza: reaba y casi me confundía. No reconozco
en una ruina, n i hasta en una tumba, el
derecho de callarse hasta ese extremo.
Iba á salir de la habitación baja, en*
cantado de haber encontrado este curioso
monumento, pero contrariado por no ha-
ber adquirido noticias de él, cuando un
ruido de voces sonoras, claras y alegres
y las tres no eran m á s que combinacio- llegó hasta m í . Era un vivo y rápido diá-
nes variadas del mismo monograma. logo, del que no distinguí en medio de
Cada una de las tres está compuesta de las risas y de los gritos alegres m á s que
tres X , que el grabador del epitafio hizo estas palabras: Fall of themountain... Sub-
resaltar en la inscripción. Si esta tumba terraneampassage... Very ogly footpath. U n
hubiese estado en B r e t a ñ a , estas tres X momento después, al tiempo de levantar-
hubiesen podido hacer alusión al com- me de la tumba donde estaba sentado,
bate de los treinta; si hubiese estado fe- tres esbeltas jóvenes, vestidas de blanco,
chada en el siglo diez y siete, estas tres tres cabezas rubias y rosadas de fresca
X hubiesen podido indicar la guerra de sonrisa y ojos azules, entraron súbita-
los treinta años; pero en Alemania, y en mente debajo de la bóveda, y al aperci-
el siglo catorce, ¿qué significación po- birme se detuvieron, sin decir m á s , en el
dían tener? Y a d e m á s , ¿era el azar el rayo de sol que iluminaba el umbral de
que, para condensar la oscuridad, habia la puerta. Nada m á s m á g i c o n i m á s en-
empleado en l a formación de esa cifra cantador para un soñador sentado sobre
fúnebre solo el elemento de l a letra X , un sepulcro en una ruina, que esta apa-
que cierra la entrada de todos los pro- rición en esta luz. U n poeta, de seguro,
blemas y que designa lo Desconocido? hubiese tenido el derecho de ver ángeles
Confieso que no pude despejar esta y aureolas. Confieso que yo no v i m á s
sombra. que inglesas.
684 OBRAS DE VICTOR HUGO.
noro, la cresta de las rocas ocultas de- lentitud, á causa de las puntas de las
bajo del agua. rocas que aparecían mezcladas con las
Esta delicada maniobra se hizo senci- malezas, sentí pasar r á p i d a m e n t e por
llamente, con maravillosa destreza y ad- junto á m í , casi por entre mis pies, una
mirable sangre íria, y sin que el hombre masa redonda y negra, y me pareció ver
profiriese una palabra. una rata gorda huir en medio de las
De repente sacó su bichero del agua cañas.
y lo tuvo asegurado horizontalmente, A todo esto continuaba oyendo el re-
echando uno de los cabos de la cuerda chinamiento.
fuera del bote. L a barca se detuvo ruda- No dejé por esto de avanzar: á los po-
mente. Abordamos. cos pasos estuve delante de la puerta.
Aleó los ojos. A cosa de medio tiro de Esta puerta, que el arquitecto del per-
pistola, en una p e q u e ñ a isla que no se verso obispo habia practicado á algunos
distingue desde la orilla del rio, se le- pies del suelo, probablemente para ofre-
vantaba el M a ü s e t h u r m , sombrío, enor- cer con este escalamiento u n obstáculo á
me, terrible, recortado en su cúspide, an- las ratas, habia sido en otro tiempo la
cha y profundamente carcomido en su entrada de la habitación baja de la torre;
base, como si las ratas espantosas de la ahora y a no existían en la ruina n i
leyenda se hubiesen comido hasta las habitaciones bajas n i habitaciones altas.
piedras. Todos los pisos caldos unos sobre otros,
L a luz no era una luz; era un resplan- todos los cielos rasos sucesivamente des-
dor brillante y feroz que despedía á lo moronados, han hecho del M a ü s e t h u r m
lejos largos rayos hasta las m o n t a ñ a s y una sala cerrada entre cuatro altas m u -
salia por las grietas y los vanos disíor rallas, que tiene por suelo los escombros
mes de la torre, como por los agujeros de y por cielo raso las nubes del cielo.
una linterna sorda gigantesca. Entre tanto a v e n t u r ó m i mirada en el
Me pareció oir en el fatal edificio una interior de esta sala, de donde sallan u n
especie de ruido singular, estridente rechinamiento tan e x t r a ñ o y u n resplan-
continuo, semejante á u n rechinamiento. dor tan extraordinario.
Pase el pié en tierra, hice señal al ba- Hó a q u í lo que v i :
telero de que me esperase y me a d e l a n t ó E n un á n g u l o que hacia frente á la
hácia l a ruina. puerta habia dos hombres. Estos dos
Por fin llegaba á ella. hombres me volvían la espalda. Se i n -
Aquella era la torre de Hatto, aquella clinaban, el uno agachado y el otro en-
era l a torre de las Ratas, el ¡Maüse- corvado, hácia una especie de torno de
thurm!; lo tenia ante mis ojos, á algunos hierro, que con u n poco de i m a g i n a c i ó n
pasos de mí, iba á entrar en él! se hubiese podido tomar por u n instru-
Entrar en lo que habia sido el objeto mento de tortura. T e n í a n los piés des-
constante de una pesadilla, marchar por calzos, los brazos desnudos, iban vestidos
dentro de esa pesadilla, tocar las pie- de harapos, llevaban unos pedazos cua-
dras de una pesadilla, arrancar l a yerba drados de cuero en las rodillas y una
de una pesadilla, mojarse los pies en el gruesa chaqueta con capucha que caia
agua de una pesadilla, esto á la verdad sobre la espalda. E l uno era viejo, yo
dispertaba allí una sensación extraor- veía sus cabellos grises; el otro era j ó ven,
dinaria. yo veía sus cabellos rubios, que parecían
L a fachada hácia la cual me dirigí te- rojos, gracias al reflejo de p ú r p u r a de u n
nia abierta una ventanillla en el desván gran horno encendido en el á n g u l o
y cuatro ventanas desiguales, todas i l u - opuesto de l a ruina. E l viejo tenia su ca-
minadas, dos en el primer piso, una en p u c h ó n inclinado á la derecha, como los
el segundo y otra en el tercero. A la al- güelfos; el jóven lo llevaba inclinado á
t u r a de un hombre, por debajo de las dos la izquierda, como los gibelinos. No obs-
ventanas del primer piso, se abria de par tante, n i era güelfo el uno n i gibelino el
en par una puerta baja y ancha, que^ se otro; no eran tampoco dos verdugos, n i
unia a l suelo por -medio de una maciza dos demonios, n i dos espectros; eran dos
escala de madera con tres escalones. herreros. Este horno, donde se enrojecía
Esta puerta, que arrojaba m á s claridad una larga barra de hierro, era su chime-
t o d a v í a que las ventanas, estaba provista nea. E l fulgor, que figuraba de un modo
de una hoja de encina groseramente aco- tan e x t r a ñ o en este melancólico paisaje
plada, que el viento del rio hacia rechi- el alma de Hatto cambiada por el infier-
nar dulcemente sobre sus goznes. A l d i - no en l l a m a viva, era el fuego y el humo
rigirme hácia esta puerta con bastante de esta chimenea. E l rechinamiento era
EL RHIN, 691
el ruido de una lima. Cerca de la puerta, t a l modo toda forma, que seria imposible
al lado de una cubeta llena de agua, conjeturar ninguna fecha. E l muro, des-
dos martillos de mangos largos descan- cortezado a q u í y allá, traza en las paredes
saban en un yunque; este es el yunque exteriores una le^ra horrible. Piedras i n -
que oí cerca de una hora antes y que me formes, que han sido almenas ó barbaca-
dió pió para hacer los versos que has nas, figuran en la cúspide del edificio
leido. dientes de marsopla ó huesos de masto-
De modo que hoy el M a ü s e t h u r m es donte afianzados en la muralla.
una fragua. ¿Por q u é no h a b r í a podido E n lo alto de la torrecilla y en la ex-
ser en otro tiempo aduana? Y a ves, ami- tremidad de una larga asta flota y des-
go m i ó , que decididamente Mauth quizá garra el viento u n triste girón blanco y
no iba descaminado. negro. E n c o n t r é en el acto no sé q u é
No hay nada m á s degradado n i m á s a r m o n í a entre esta ruina de duelo y este
decrépito que el interior de esta torre. pingajo fúnebre. Era sencillamente l a
Estos muros, en los cuales se clavaron bandera prusiana.
las espléndidas tapicerías episcopales; Recordó, en efecto, que los dominios
donde las ratas, dicen las leyendas, roye- del gran duque de Hesse terminan en
ron por todas partes el nombre de Hatto, Bingen. L a Prusia rhenana comienza
estos muros están en la actualidad des- a l l í .
nudos, arrugados, desgastados por la Te ruego que no tomes en m a l sentido
lluvia, por fuera coloreados de verde por lo que te digo acerca de la bandera de
las brumas del rio y por dentro ennegre- Prusia. Te hablo del efecto que me pro-
cidos por el humo de la fragua. dujo y nada m á s . Todas las banderas
Los dos herreros eran de lo mejor que son gloriosas; el que ama la bandera de
se conoce en el mundo. S u b í la escala y Napoleón no i n s u l t a r á j a m á s la bandera
entré en la ruina. Me enseñaron al lado de Federico.
de su chimenea la puerta estrecha y Después de haberlo visto todo y cogido
agrietada de una torrecilla sin ventanas, una ramita de euforbio, dejó el Maüse-
hoy inaccesible, donde, dijeron ellos, el thurm. M i batelero se habia vuelto á dor-
arzobispo se refugió desde el primer mo- mir. E n el momento que cogió de nuevo
mento. su palo de virar y la barca se alejó de l a
Después me prestaron una linterna y isla, los dos herreros volvieron otra vez
pude visitar toda la islita. Era una larga al yunque, y oí silbar en l a cubeta de
y estrecha lengua de tierra, donde crece agua l a barra de hierro roja que acaba-
por todas partes, en medio de un ceñidor ban de sumergir en ella.
de juncos y de cañas, la eujphorha offici- Ahora, q u é te diré? Que media hora
nalis. A cada paso, recorriendo esta isla, después estaba en Bingen, que tenia mu-
el pié tropieza con montecillos ó se hun- cha hambre, y que después de cenar, á
de en las g a l e r í a s subterráneas. Los pesar de que estaba fatigado y que era
topos han reemplazado allí á las ratas. muy tarde, y los honrados vecinos esta-
E l R h i n ha descarnado y puesto al ban entregados al sueño, subí al K l o p p ,
descubierto la punta oriental del islote, viejo castillo arruinado que domina á
que lucha como una proa contra su cor- Bingen, mediante un thaler que ofrecí
riente. No hay allí tierra n i vegetación; con este objeto.
solo existe una roca de m á r m o l rosado Allí disfrutó de un espectáculo digno
que, al resplandor de m i linterna, me de cerrar esta jornada, en l a que habia
pareció veteada de sangre. visto tantas cosas y recibido la impre-
Sobre este m á r m o l está construida la sión de tantas ideas.
torre. L a noche atravesaba su hora m á s
L a torre de las Ratas es cuadrada. L a adormecida y m á s profunda. Por debajo
torrecilla, cuyo interior me señalaron los de m í u n m o n t ó n de casas negras y a c í a
herreros, tiene u n relieve pintoresco en como u n lago de tinieblas. No habia en
el lado que mira hácia Bingen. E l corte toda la ciudad m á s que siete ventanas
pentagonal de esta torrecilla larga y ele- iluminadas. Por una e x t r a ñ a casualidad,
vada y las barbacanas postizas en las esas siete ventanas, parecidas á siete es-
cuales se apoya, indican una construc- trellas rojas, reproducian con perfecta
ción del siglo once. Por debajo de la tor- exactitud la Osa mayor, que centelleaba
recilla es por donde las ratas parece que en aquel mismo instante, pura y blanca,
han roido profundamente la base de la en el fondo del cielo; de t a l manera, que
torre. la majestuosa constelación, encendida á
Los vanos de la torre han perdido de millones de leguas por encima de núes»
692 OBRAS DE VICTOR HUGO.
tras cabezas, parecía reflejarse á mis piés otro tiempo creyó en el emperador. L a
en un espejo de t i n t a . soledad obra siempre de esta manera
sobre la inteligencia; ella desarrolla la
poesía que existe siempre en el hombre;
CARTA. X X I . todo pastor es soñador.
He escrito, pues, este cuento azul en
el lugar mismo donde pasó, oculto en el
Leyenda del hermoso Pecopin y de l a foso, sentado en un pedrusco que fué
bella Bauldonr. roca en otro tiempo, que se transformó
en torre el siglo doce y que volvió á con-
I.—Leyenda. vertirse en lo que es, cogiendo de cuan-
IL—El ave Fénix y el planeta Venus.
I I I . —Donde se explica la diferencia que hay entre el oido de un
do en cuando una flor salvaje para que
jóveny el oido de un viejo. la aspirase el alma, uno de esos lirios
IV. —Donde se trata de las diversas cualidades propias de las di- que huelen tan bien y mueren tan pron-
versas embajadas.
V. —Buen efecto de una buena idea. to, y mirando do quiera la yerba verde
VI. —Donde se vé que hasta el mismo diablo comete una falta por y el cielo radiante, mientras que gran-
ser glotón, des nubarrones de oro se desgarran en
V I I . —Amigables proposiciones de un viejo docto retirado en una
cabana de follaje. las sombrías ruinas del Falkenburg.
VIH.—El cristiano errante. Esto dicho, hó a q u í la historia:
IX. —En donde se vé qué es lo que sirve de entretenimiento á un
enano en un bosque.
X. —Equis eanibusque. I.
XI. —A lo que uno se expone montando un caballo que no co-
noce. Leyenda.
XII. —Descripción de un mal albergue.
XIIL—A tal posada, tal mesa redonda.
XIV. —Nueva manera de desmontar. Pecopin el hermoso amaba á Bauldour
XV. —Donde se vé cuál es la figura retórica que Dios usa con
más frecuencia.
la bella y la bella Bauldour amaba al
hermoso Pecopin. Pecopin era hijo del
XVI. —Donde se trata la cuestión de si se puede reconocer al que
no se ha conocido. burgrave de Sonneck y Bauldour era
XVII. —Observaciones que se le ocurrieron á la entrada.
hija del señor de Falkenburg. E l uno
XVIII. —Donde aprenderán los espíritus graves cuál es la más
impertinente de las metáforas. era dueño del bosque, el otro de la mon-
t a ñ a . Ahora bien, ¿qué cosa mas natural
XIX. —Bellas y prudentes palabras de cuatro filósofos bípedos
adornados con plumas.
que enlazar la m o n t a ñ a con el bosque?
Entendiéronse los dos padres y Bauldour
fué prometida á Pecopin.
Bingen, Agosto. Aquel dia era uno de los de A b r i l : en
Te habia prometido una de las famo- el bosque los sauces y ogiacantas a b r í a n
sas leyendas del Falkenburg, quizás la al sol sus corolas; m i l pequeñas y encan-
m á s bella, la sombría aventura de G-un- tadoras cascadas, nieves y lluvias cam-
t r a m y de Liba; pero he reflexionado. ¿A biadas en arroyos, horrores del invierno
q u é contarte cuentos que el primer cu- convertidos en gracias de la primavera,
rioso recien llegado te referirá, y te refe- saltaban armoniosamente por la monta-
r i r á mejor que yo? ña, y el amor, ese A b r i l del hombre, can-
Mas ya que quieres absolutamente taba, resplandecía y se espaciaba en el
historias para tus niños, hó a q u í una, corazón de los dos amantes.
amigo m i ó . Es una leyenda que positi- E l padre de Pecopin, viejo y valiente
vamente no e n c o n t r a r á s en n i n g ú n le- caballero, honor del Nahegan, m u r i ó
gendario. Te la envió t a l como la he poco tiempo después de firmarse los es-
escrito al pié de las mismas murallas del ponsales, bendiciendo á su hijo y reco-
edificio desplomado, teniendo ante mis m e n d á n d o l e á Bauldour. Pecopin lloró;
ojos el fantástico bosque de Sonn, é ins- después, poco á poco, de la tumba que
pirado, así me lo he llegado á creer, por encerraba el cuerpo de su padre, sus m i -
los árboles, los pájaros y el viento de las radas se fueron dirigiendo al dulce y
ruinas. Acabo de hablar con ese viejo radiante rostro de su prometida y se
soldado francés que se ha convertido en consoló. Cuando la luna se levanta,
pastor de estas m o n t a ñ a s y se ha vuelto quién se acuerda del sol puesto?
casi salvaje y casi hechicero; ¡singular Pecopin tenia todas las cualidades de
fin para u n tambor mayor del 37.° de un caballero, de u n joven y de un hombre;
ligeros! Este buen hombre, antiguo sol- Bauldour era una reina en su casa, una
dado de los ejércitos volterianos de la virgen santa en la iglesia, una ninfa en
Hepública, me ha parecido que cree hoy los bosques y una hada en el trabajo.
en las hadas y en los gnomos, como en Pecopin era gran cazador y Bauldour
EL RHIN. 693
muy buena hilandera. N i n g ú n motivo polvo y fatigado. Bauldour refunfuñaba
de ódio existe entre el huso y el morral nurmuraba un poco y dejaba brillar una
de red que usan los cazadores. L a hilan- á g r i m a en sus ojos azules; pero Pecopin
dera hilaba mientras cazaba el cazador. Desaba su p e q u e ñ a mano y ella se calla-
Hallándose ausente el amante, la rueca ba; Pecopin besaba su hermosa frente y
consuela y ahuyenta los enojos. L a j a u - ella sonreía.
r í a aulla, el tomo canta. L a j a u r í a , que L a frente de Bauldour era blanca, pu-
se oye apenas allá á lo lejos, mezclado ra y admirable como l a trompa de caza
su sonido con el de la trompa de caza y de marfil del rey Carlo-Magno.
perdidos sus ecos en la profundidad de Después se retiraba á su torrecilla y
los jarales, dice envanecida y en voz ecopín á la suya. J a m á s p e r m i t í a que
baja que llega al oido como un rumor: el jóyen la abrazase. U n a noche él apre-
"Piensa en t u amante,,. E l torno, que tó ligeramente su brazo y ella se puso
obliga á la bella hilandera á bajar los encendida como la grana. Estaba pro-
ojos, dice m u y alto y sin cesar, con su metida y no casada. Pudor en la mujer
vocesita dulce y severa: '^Piensa en t u es lo que la g a l a n t e r í a en el hombre.
marido,,. Y todo v á bien cuando el mari-
do y el amante piensan en una misma
cosa. II.
Casad, pues, á l a hilandera con el ca- El ave Fénix y el planeta Venus.
zador y nada temáis.
No obstante, fuerza es decirlo, Pecopin Los dos se adoraban.
tenia u n delirio por la caza. Cuando Pecopin t e n í a en su sala de armas de
montaba su caballo y tenia el halcón en Sonneck un gran cuadro dorado repre-
su p u ñ o , ó cuando seguia con la vista sentando el cielo y los nueve cielos, cada
su presa y oia el ladrido feroz de sus sa- planeta con su color propio y á su lado
buesos de torcidas piernas, p a r t í a , vola- su nombre escrito con bermellón; Satur-
ba, lo olvidaba todo. E n ninguna cosa no, blanco aplomado; J ú p i t e r , claro, pero
conviene excederse. L a dicha tiene j)or chamuscado y un poco sanguino; Venus
base la moderación. Q-uardad el equili- la oriental, encendido; Mercurio, chis-
brio en vuestros gustos y no soltéis la peante; la Luna, con su baño plateado; el
brida á vuestros apetitos. E l que ama Sol, todo fuego y despidiendo rayos. Pe-
demasiado á los caballos y á los perros copin borró el nombre de Venus y escri-
ofende á las mujeres; el que ama dema bió en su lugar Bauldour.
siado á las mujeres ofende á Dios. Bauldour tenia en su c á m a r a reserva-
Cuando Bauldour, y esto sucedía con da una tapicería de lizos altos, en l a
frecuencia, cuando Bauldour veía á Pe cual estaba figurado u n pájaro de l a
copin dispuesto á partir montado en su magnitud de un águila, con el cerco del
caballo, que relinchaba de alegría y es cuello dorado, el cuerpo de color de
taba m á s arrogante de llevarle que si hu púrpura, la cola azul, mezclada de p l u -
biese conducido á Alejandro el Grande mas encarnadas, y sobre la cabeza crestas
en traje imperial; cuando ella veía á Pe sobrepuestas de un penacho de plumas.
copin acariciarle, pasarle la mano por el Debajo de este pájaro maravilloso el ar-
cuello y , alejando la espuela de los cos- tífice había escrito esta palabra griega:
tados, presentarle un manojo de yerba Pierna?. Bauldour borró esta palabra y
para refrescarle, Bauldour tenia celos del bordó en su lugar este nombre: Fecopin.
caballo. Cuando Bauldour, esa noble y Entre tanto el dia fijado para la boda
altiva dama, ese astro de amor, de j u - se aproximaba. Pecopin estaba alegre y
ventud y de belleza, veia á Pecopin aca- Bauldour era feliz.
riciar su dogo y acercar amigablemente En la m o n t e r í a de Sonneck h a b í a u n
á su agradable y varonil rostro aquella picador, m á s bien dicho, un bribón de
cabeza roma, aquellas gruesas narices, siete suelas, de fácil palabra y malicioso
aquellas anchas orejas y aquella boca consejo, que se llamaba Erilangus. Este
negra, Bauldour tenia celos del perro. hombre, en otro tiempo muy buen arque-
Entonces sucedía que se iba á su apo- ro, h a b í a sido solicitado para casarse por
sento, irritada y triste, y lloraba. Des- muchas aldeanas del país de Lorch; pero
pués reñía á sus doncellas, y después de rechazó los ofrecimientos de las interesa-
sus doncellas á su enano, pues la cólera das y se hizo perrero. U n día que Peco-
de las mujeres es como l a lluvia en el pin le preguntaba la razón de esta nega-
bosque; cae dos veces. Bis pluit. tiva, Erilangus le contestó: Monseñor, los
Pecopin llegaba por la noche lleno de perros tienen siete especies de rabia y las mu-
694 OBRAS DE VICTOR HUGO.
jeres mil. Otro dia tuvo conocimiento de gallina, que no se veia porque estaba en
que se iba á verificar p r ó x i m a m e n t e la el corral de la alquería. Algunos pasos
boda de su señor, y dirigiéndose á él m á s allá, un viejo encorvado por los
atrevidamente, le dijo: Señor, ¿por qué os años colocaba á lo largo de una pared
casáis? Pecopin echó de su casa al per- troncos para el invierno. Viendo acer-
rero. carse á Pecopin, se volvió, y enderezán-
Esto hubiese podido inquietar al caba- dose le dijo:
llero, pues Erilangus tenia un espíritu —Caballero, ¿oís lo que dicen esos p á -
sutil y una feliz memoria. Pero la ver- jaros?
dad es que el perrero entró en la casa del —¿Y á m í q u é me importa lo que
m a r q u é s de Lurace, donde al poco tiem- puedan decir, buen hombre? contestó
po se le n o m b r ó primer montero, y Pe- Pecopin.
copin no volvió á oir hablar m á s de él. —Señor, replicó el campesino, para el
L a semana anterior á la que debia jóven el mirlo silba, el grajo g á r r u l a , la
efectuarse la boda, Bauldour hilaba en urraca chilla, el cuervo grazna, el palo-
el alféizar de una ventana. Su enano mo arrulla, la gallina cacarea; para el
vino á advertirle que Pecopin subia la viejo los pájaros hablan.
escalera. E l l a quiso correr para salir al E l caballero se echó á reir.
encuentro de su prometido; pero al le- •—Válgame Dios! eso es desvariar.
vantarse de su silla, que era de respaldo E l viejo replicó gravemente:
recto y esculpido, se enredó un pié en el —No tenéis razón, señor Pecopin.
hilo de la rueda y cayó. L a pobre Baul- —¿Cómo sabéis m i nombre, exclamó
dour se levantó. No se habia hecho nin- el jóven, si nunca me habéis visto?
g ú n daño, pero se acordó que en otro •—Los pájaros son los que lo dicen, res-
tiempo á la castellana L i b a le sucedió pondió el campesino.
u n accidente igual á éste, y sintió opri- —Sois un viejo loco, buen hombre,
mírsele el corazón. dijo Pecopin.
Pecopin entró radiante de felicidad, Y pasó adelante.
le habló de su matrimonio y de su di- P r ó x i m a m e n t e una hora después, al
cha, y la nube que ella tenia en el alma atravesar un campo raso, oyó el sonido
se evaporó. de las trompas de caza y vió aparecer
en el bosque una porción de elegantes
III. caballeros: era el conde palatino que iba
de cacería, a c o m p a ñ a d o de los burgra-
Donde se explica la diferencia que hay entre el oido ves, que son los condes de los castillos;
de un joven y el oido de un viejo. de los wildgraves, que son los condes de
los bosques; de los landgraves, que son
A l dia siguiente Bauldour hilaba en los condes de las tierras; de los rhingra-
su aposento y Pecopin cazaba en el bos- ves, que son los condes del Rhin, y de
que. Estaba solo y tenia ú n i c a m e n t e un los rangraves, que son los condes del de-
perro. Siguiendo el azar de la caza, lle- recho de la fuerza. U n gentil-hombre del
g ó cerca de una a l q u e r í a que estaba á la pfalzgraf, llamado Q-airefroi, vió á Peco-
entrada del bosque de Sonn, y que mar- p i n y le dijo:
caba el límite de los dominios de Son- —Hola, bello cazador! ¿Queréis venir
neck y de Falkenburg. Esta alquería es- con nosotros?
taba sombreada al Oriente por cuatro —Dónde vais? dijo Pecopin.
grandes árboles, u n fresno, u n olmo, un —Bello cazador, respondió G-aírefroi,
pino y una encina, los cuales se llamaban vamos á cazar un milano que vaga por
en el pais los cuatro evangelistas. Parece Heimburg y que destruye nuestros fai-
que estos árboles eran mágicos. Cuan- sanes; vamos á cazar un buitre en
do Pecopin pasó por bajo su sombra, Vaugsberg que extermina nuestros al-
cuatro pájaros estaban encaramados en cotanes, y vamos á cazar un á g u i l a á
los cuatro árboles; u n grajo en el fresno, Hheinstein que mata los esmirejones.
un mirlo en el olmo, una urraca en el Venid con nosotros.
pino y un cuervo en la encina. Los cua- — C u á n d o estaréis de vuelta? p r e g u n t ó
tro gorjeos ó cantos de estos cuatro ani- Pecopin.
males de pluma se mezclaban de u n — M a ñ a n a , dijo GaírefroL
modo extravagante, y parecia que unos —Entonces os sigo, contestó Pecopin.
á otros se preguntaban y se respondían. L a caza duró tres dias. E l primer dia
A d e m á s se oia á un palomo, que no se Pecopin m a t ó el milano, el segundo el
veia porque estaba en el bosque, y una buitre y el tercero el águila. E l conde
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E L RHIN. 695
palatino se maravilló al ver un arquero diálogo; luego hizo esfuerzos por com-
tan excelente. prender y no se dió explicación de lo que
—Caballero de Sonneck, le dijo, yo te e sucedía; después se volvió á dormir, y
doy el feudo de Rhineck, situado j u n t o á á la m a ñ a n a siguiente, cuando el d í a
m i torre de Q-uteníels. Vas á seguirme á apareció y vió el hermoso sol, que des-
Stahleck para recibir la investidura y vanece los espectros, disipa los sueños y
prestarme pleito-homenaje, i n mallo pu- dora las ilusiones, ya no se volvió á
blico et coram scabinis, como dicen las car- acordar n i de los cuatro árboles, n i de
tas del santo emperador Carlo-Magno. los cuatro pájaros.
Era preciso obedecer. Pecopin envió
á Bauldour u n mensaje en el cual le IV.
anunciaba tristemente que la graciosa
voluntad del pfalzgraf le obligaba á di- Donde se trata de las diversas cualidades propias de las
rigirse sin pérdida de tiempo á Stahleck diversas embajadas,
para tratar de un asunto m u y grave ó
importante. Pecopin era u n hidalgo de renombre,
•—Estad tranquila, señora mia, a ñ a d i a
de raza, de genio y de figura. U n a vez
al terminar; yo estaró de vuelta el mes introducido en l a corte del pfalzgraf, ó
que viene. instalado en su nuevo feudo, cayó tan en
E l mensajero partió. gracia al palatino, que este digno prín-
Pecopin siguió al palatino y fué á cipe le dijo u n dia:
dormir con los caballeros de la comiti- — A m i g o , voy á enviar una embajada
va del príncipe en el castillo de Bacha- á m i primo el de Borgoña, y te he elegi-
rach. Aquella noche soñó que se encon- do para que desempeñes el papel de em-
traba en la entrada del bosque de Son- bajador, en razón al gentil nombre que
neck, y que veia l a a l q u e r í a , los cuatro
llevas.
árboles y los cuatro pájaros; los pájaros Pecopin debió hacer lo que quería su
no chillaban, n i silbaban, n i cantaban, príncipe.
pero hablaban. Sus cantos y gorjeos, en Llegado á Dijon, se hizo distinguir de
los cuales mezclaban t a m b i é n sus voces
tal manera por su bella palabra, que el
la gallina y el palomo, se hablan cam duque le dijo una tarde, después de ha-
biado en este e x t r a ñ o diálogo, que Peco-
ber vaciado tres sendos vasos de vino de
p i n dormido oyó distintamente: Bacharach:
E L GRAJO.
—Señor Pecopin, sois nuestro amigo;
El pichón está en el bosque. yo tengo algunas cuestiones que tratar
E L MIRLO.
con monseñor el rey de Francia, y con-
En el corral dice aun tando con el conde palatino que me per-
la gallina: Pecopin! mite os envíe cerca del rey, os he elegido
E L GRAJO. para embajador, teniendo en considera-
El pichón dice: BauldourI ción vuestra ilustre raza.
E L CUIRVO. Pecopin fué á P a r í s .
El señor está viajando. E l rey le cobró afecto, y l l a m á n d o l e
LA URRACA.
aparte una m a ñ a n a :
Y ella está en la torra. Chut!
E L GRAJO.
— A fó mia, caballero Pecopin, le dijo,
Volverá de Alepo él? puesto que el palatino os ha prestado a l
E L MIRLO. borgoñon para el servicio de Borgoña, el
De Fez? borgoñon creo que os prestará al rey de
E L CUERVO. Francia para el servicio de l a cristian-
O de Damanhour? dad. Necesito un caballero de la m á s
LA URRACA. alta nobleza para que vaya de m i parte á
La gallina y el pichón hacer ciertas advertencias al miramamo-
han apostado, según
parece, por... l i n de los moros en E s p a ñ a , y os he ele-
LA GALLINA. gido por embajador en atención á vues-
Pecopin! tro claro talento.
Pecopin! Se puede negar el voto al emperador,
E L PICHON.
pero no se puede negar nada al rey de
Bauldour! Bauldour! Francia; Pecopin dirigió sus pasos hácia
Pecopin, al despertarse, sintió que le E s p a ñ a .
b a ñ a b a su cuerpo un sudor frió; en se- E n Q-ranada el miramamolin le acogió
guida se acordó del viejo y se espantó perfectamente y le invitó á las zambras
sin saber por qué, de este sueño y de este de la Alhambra. Todos los días se cele-
696 OBRAS DE VICTOR HUGO.
Sapor. A San Pablo el Simple le habla blancas, entre las cuales no es raro hallar
de San Antonio, y á San Antonio de su la almeja...
cerdo. A San Lupo le habla de su mu- — E l diablo te lleve! i n t e r r u m p i ó San
jer Pimeniole, pero á San Gromer no Nilo, que era de carácter impaciente.
le dice una palabra de su mujer Grwin- Vamos al grano. Nos has hecho perder
marie. ya u n cuarto de hora escuchando tus
E l diablo es el adulador m á s grande m a j a d e r í a s . Conque habla, que voy á
que se conoce. Corazón de hiél, boca de contar los minutos.
miel. E l diablo se inclinó humildemente.
Así en estas cosas llegaron cuatro san- —Vos contais los minutos, señor? Es
tos, que son conocidos por su estrecha una distracción noble. Entonces debéis
amistad: San Nilo el Solitario, San A u - ser del Mediodía, porque los del Medio-
tremoine, San Juan el Enano y San Me- día son ingeniosos y aficionados á las
dardo , que habian ido precisamente m a t e m á t i c a s , pues son vecinos m á s cer-
aquel dia á pasearse por las orillas del canos que los d e m á s hombres del círculo
mar Rojo. Como iban hablando, el dia- de las estrellas errantes.
blo les vió llegar cerca del bosque de Luego, de pronto, se echó á sollozar y
palmeras antes de que ellos lo distin- á golpearse el pecho con los puños.
guiesen. Incontinenti tomó la figura de — A y de m í ! ay de m í ! mis generosos
u n viejo m u y pobre y m u y achacoso, y príncipes, yo tengo un señor m u y cruel.
empezó á gritar y á lamentarse. Para levantar su m o n t a ñ a me oblig a a
Los santos se acercaron. venir á mí, pobre viejo, todos los dias á
—Qué es eso? dijo San Nilo. llenar este odre de arena á la orilla del
— A y de mí! ay de m í ! caritativos se- mar. Preciso es que la lleve á cuestas.
ñores, exclamó el diablo, venid á ayu- Cuando concluyo m i viaje empiezo otro,
darme, yo os lo suplico. Soy u n pobre y esto dura desde que asoma el alba
esclavo, y m i señor es u n hombre infame, hasta que se pone el sol. Si quiero repo-
comerciante de Fez. Vosotros sabéis m u y sar, si quiero dormir, si sucumbo á l a
bien que todos los de Fez, los moros, n ú fatiga, si el odre no está m u y lleno, man-
midas, garamantes y todos los habitan- da que se me azote. A y de m í ! yo estoy
tes de la Berbería, de la Nubia y del agobiado de miserias, de golpes y de en-
Egipto, son malos, perversos, aficionados fermedades. Ayer, después de haber he-
á las mujeres y á las relaciones ilícitas cho seis viajes durante el dia, llegó l a
temerarios, ladrones, atrevidos ó inhuma noche, y tan fatigado estaba, que no
nos, á causa de la influencia que ejerce pude cargar á m i espalda este odre que
sobre ellos el planeta Marte. A d e m á s , acababa de llenar; a q u í he pasado toda
m i señor es un hombre que padece del la noche llorando al lado de m i carga y
atrabilis, la bilis y l a pituita de Cicerón: espantado de l a cólera de m i amo. S e ñ o -
esto le crea una melancolía íria y seca res, caritativos señores, por gracia y por
que le vuelve tímido, falto de valor y piedad, ayudadme á colocar este fardo
fecundo para inventar maldades, las que en mis hombros, á fin de que pueda vol-
ensaya y practica con nosotros, pobres ver al lado de m i señor, porque si tardo
esclavos, y especialmente conmigo, po- me m a t a r á . A y ! ay!
bre viejo. A l escuchar este patético relato, San
Nilo, San Autremoine y San Juan el
—-Dónde vais á parar, amigo mió? dijo Enano se sintieron conmovidos y San
San Autremoine con interés. Medardo se echó á llorar, lo que produjo
•—A eso voy, m i buen señor, respondió en la tierra una lluvia de cuarenta dias.
el demonio. M i amo es un gran viajero y Pero San Nilo dijo a l demonio:
tiene muchas m a n í a s . E n todos los p a í - — Y o no puedo ayudarte, amigo m i ó ,
ses donde v á tiene el capricho de levan- en lo cual tengo u n gran sentimiento,
tar en su j a r d í n una m o n t a ñ a de arena, pues es preciso poner la mano en ese
recogida de las orillas de los mares cerca odre, que es una cosa muerta, y u n ver-
de las cuales este infame se establece. sículo de la Sagrada Escritura prohibe
E n la Zelanda ha a p i ñ a d o u n m o n t ó n tocar las cosas muertas bajo pena de
de arena fangosa y negra; en la F r i r i a quedar impuros.
otro de arena vasta mezclada de con- San Autremoine dijo al demonio:
chas rojas, entre las cuales se encuentra — Y o no puedo ayudarte, amigo m i ó ,
el cono atigrado, y en el Quersoneso lo cual siento en el alma, pues considero
címbrico, que hoy se llama Jutlandia, que eso seria hacer una buena acción, y
otro de arena fina mezclada de conchas las buenas acciones tienen el inconve-
EL RHIN. 699
niente de envanecer al que las hace, por —Buen hombre, me habéis contado
lo que me abstengo de ayudarte para una historia m u y inverosímil.
conservar la humildad. — M i estimado señor, que caéis del cie-
San Juan el Enano dijo al demonio: lo, respondió el diablo, l a vuestra lo es
—Yo no puedo ayudarte, amigo mió, y m á s todavía, y no obstante es verdadera.
en verdad que me aflige en extremo; pero —Tenéis razón, dijo Pecopin.
como t ú ves, soy tan pequeño, que ape- — Y a d e m á s , replicó el demonio, ¿qué
nas te llego á l a cintura. ¿Cómo, pues, queréis que hiciera aquí? Si mis desgra-
podré ponerte esa carga en las espaldas? cias no tienen buena apariencia, ¿es cul-
San Medardo, b a ñ a d o en l á g r i m a s , pa mia? Y o soy pobre de cuerpo y de es-
dijo al demonio: píritu; no sé inventar, es preciso que una
—Yo no puedo ayudarte, amigo mió, mis gemidos con mis aventuras, y no
y bien sabe Dios c u á n t o lo siento; pero puedo poner al servicio de m i historia
estoy tan conmovido, que no tengo fuer- m á s que la verdad. A t a l comida, t a l
za en mis brazos. sopa.
Y continuaron su camino. —Convengo en ello, dijo Pecopin.
E l diablo estaba rabioso. •—Y por fin, prosiguió el diablo, ¿qué
—Vaya unos animales! exclamó, m i - m a l os puede hacer á vos, m i valiente
rando cómo se alejaban los santos. ¡Vie- ó ven, ayudar á u n pobre viejo achacoso
jos pedantes! Parece mentira que con á cargar este odre en sus hombros?
tantas barbas se digan tantos absurdos. Esto pareció concluyen te á Pecopin»
No me cabe duda, son m á s estúpidos que Se inclinó, levantó de la tierra el odre
el á n g e l . sin dificultad alguna, y sosteniéndolo
Cuando uno monta en cólera tiene al entre sus brazos, se aprestó á colocarlo
menos el recurso de enviar al diablo á en la espalda del viejo, que estaba en^
aquel con quien se i r r i t a . E l diablo no corvado delante de él.
tiene ese consuelo, por lo que, en todos U n momento después estaba todo he-
sus arrebatos de ira, el aguijón que éste cho.
lanza se le clava á él mismo y le exas- E l diablo tiene vicios y esto es lo que
pera. le pierde.
Renegando de su enemigo el cielo, en Es g l o t ó n . E n aquel instante tuvo l a
el cual fijaba sus encendidos y furiosos idea de unir el alma de Pecopin á las
ojos, vió que por las nubes aparecía u n otras que se iba á llevar, pero para esto
punto negro. Ese punto se iba agrandan era preciso matar antes á Pecopin.
do y aproximando; el diablo miró: era L l a m ó , pues, con voz baja á u n espí-
u n hombre, era un caballero armado y r i t u invisible y le m a n d ó , dirigiéndole
encasquetado, era un cristiano con una palabras oscuras, cierta cosa.
cruz roja en el pecho, que caia de las Todo el mundo sabe que cuando el
nubes. diablo dialoga y conversa con otros de-
—'Estoy salvado, exclamó el demonio monios, habla una jerga mitad italiana,
saltando de a l e g r í a . Es m i cristiano el mitad española, mezclando algunas pa-
que llega. Con los cuatros santos no he labras latinas.
podido entenderme; vamos á ver si me Esto ha sido probado y está clara-
entiendo con este hombre. mente consignado en muchas partes, y
Diciendo esto, Pecopin, depositado en particular en el proceso del doctor
dulcemente en la ribera, ponia el pió en Eugenio Torralva, que fué comenzado
tierra. en Valladolid el 10 de Enero de 1526 y
A l apercibir al viejo, que estaba como terminado de un modo conveniente el 6
un esclavo que se repone de la fatiga a' de Mayo de 1531 con el auto de fé del
lado de un fardo, se dirigió á ól y le dijo dicho doctor.
—Quién sois, amigo, y dónde estoy yo? Pecopin sabia mucho de muchas cosaSé
E l diablo se echó á gimotear lastimo Era u n caballero distinguido, capaz de
sámente. sostener airosamente una discusión. Ade-
—•Monseñor, vos estáis en la orilla de m á s era hombre de letras y conocía l a
mar Rojo, y yo soy el m á s desgraciado lengua del diablo.
de los desgraciados. Por lo que, en el mismo momento en
Con este motivo c a n t ó al caballero la que dejó caer el odre sobre su hombro,
misma antífona que á los santos, supli- oyó decir en voz m u y baja al viejecillo
cándole por conclusión que le ayudase á encorvado: Vamos, non sierra occhi, verbe-
cargar el odre en sus espaldas. ra, frappa, y echa la piedra. Esto fué para
Pecopin movió la cabeza. Pecopin como un rayo de luz.
700 OBRAS DE VICTOR HUGO.
parecieron que eran los Bajos-Vosgos, y tantes después el viento volvió á hablar
reconoció sucesivamente en la forma de otra vez y dijo: Vaugtsberg; una nueva luz
sus cuatro cimas el Ban-de-la-Roche, el iluminó l a niebla, y Pecopin apercibió
Champ-du-Feu, el Climont y el Ungers- en la sombra u n buitre, cuya ala estaba
berg. U n momento después atravesa- atravesada por una azagaya, y á pesar
ba los Altos-Vosgos. E n menos de u n de eso volaba. Abrió los ojos para verlo
cuarto de hora su caballo habia cruzado mejor, abrió la boca para gritar, pero
el Griromagny, el Rotabac, el Sultz, el antes que hubiese clavado su mirada,
Barenkopf, el Graisson, el Bressoir, el antes que hubiese arrojado un grito, la
Haut-de-Honce, el monte de Lure, la luz, el buitre y la azagaya h a b í a n des-
Téte-de-l' Ours, el gran Donon y el gran aparecido. Su caballo no habia detenido
Ventrón. Estas vastas cimas se le apare- el paso n i u n momento y pasaba con la
cían confundidas en las tinieblas, sin cabeza baja por entre todos esos fantas-
órden y sin concierto; se hubiese dicho mas, como si hubiese sido el caballo cie-
que u n gigante habia trastornado l a go del demonio Paphos ó el caballo sordo
gran cordillera de la Alsacia. A cada del rey Sisymordachus. E l viento gritó
instante le parecíaídistinguir por debajo por tercera vez, y Pecopin oyó esta voz
de él los lagos que los Vosgos tienen en l ú g u b r e del aire que decía: Rheinstein, y
sus cumbres, como si las m o n t a ñ a s pa- un tercer r e l á m p a g o enrojeció los árbo-
sasen por bajo el vientre de su caballo. les en la bruma, y un tercer pájaro pasó.
Así es que vio su sombra reflejarse en el Era un á g u i l a que tenía una saeta en el
Bain-des-Paiens y en el Saut-des-Cuves, vientre, y que á pesar de eso volaba. En-
en el lago Blanco y en el lago Negro. tonces Pecopin se acordó de l a caza del
Pero él l a vió como las golondrinas ven pfalzgraf, á la cual se dejó arrastrar, y se
l a suya al rozar el espejo de los estan- extremeció. Pero el galope del corcel era
ques, tan pronto vista como desapare- tan desatinado, los árboles y los vagos
cida. objetos del paisaje nocturno h u í a n tan
No obstante, por e x t r a ñ a y desenfre- prontamente, la velocidad de todo lo que
nada que fuese esta carrera, Pecopin se rodeaba á Pecopin era tan prodigiosa,
tranquilizaba llevando la mano á su ta- que hasta él mismo no podía detener-
l i s m á n y pensando que, á pesar de todo se. Las apariencias y las visiones se
no se alejaba del R h i n . sucedían tan confusamente, que le era
De repente una bruma espesa lo en- imposible fijar su pensamiento en sus
volvió, los árboles se confundieron, des tristes recuerdos. Las ideas pasaban por
pues se borraron, el ruido de l a caza su cabeza como el viento. Se oía siempre
redobló en esta sombra, y su corcel de Es á lo lejos el ruido de la caza, y de vez en
p a ñ a se puso á galopar con nueva furia. cuando el monstruoso ciervo de la noche
L a niebla era tan espesa, que Pecopin bramaba en los jarales.
apenas distinguía las orejas de su caba Poco á poco la niebla se fué disipando.
lio, enderezadas hacia adelante. E n mo De pronto el aire se hizo tibio; los árbo-
mentes tan terribles se debe hacer u n les cambiaron de forma; alcornoques, a l -
gran esfuerzo, y positivamente es un fónsigos y pinos de Alepo aparecieron en
gran mérito elevar el alma hasta Dios las rocas; una grande luna blanca, cerca-
el corazón hasta su amada. Esto es lo da de un inmenso halo, iluminaba lúgu-
que devotamente hacia el bravo caballo bremente los matorrales. Hay que notar
ro. Pensaba en la Providencia y en B a ú l que no era día de luna.
dour, m á s quizás t o d a v í a en Bauldour Corriendo por el fondo de u n camino
que en la Providencia, cuando le pareció hondo, Pecopin se inclinó y arrancó del
que la l a m e n t a c i ó n del viento se con ver ribazo u n p u ñ a d o de yerbas. A la luz de
t í a en voz y pronunciaba distintamente la luna e x a m i n ó aquellas plantas y reco-
esta palabra: Heimburg; en aquel momen noció con angustia la anthylle vulnera-
to una gran tea llevada por a l g ú n mon ria de Cevennes, la verónica filiforme y
tero atravesó la niebla, y á la claridad la férula común, cuyas hojas deformes
de esta antorcha Pecopin vió pasar por terminan en garfas. Media hora después
encima de su cabeza u n milano herido el viento aun era m á s caliente y no sé
de una flecha, y que á pesar de la herida q u é espejismos del mar llenaban en cier-
s e g u í a volando. A l verlo quiso fijarse en tos momentos los intervalos de los bos-
él, pero su caballo dió u n salto, el milano ques; volvió á encorvarse otra vez en el
sacudió u n aletazo, la tea desapareció en ribazo del camino y arrancó de nuevo
el bosque y Pecopin volvió á caer en las las primeras plantas que su mano encon-
profundidades de la noche. Algunos ins- tró. Esta vez eran el citisio plateado de
EL RHIN. 707
Cette, la a n é m o n a estrellada de Niza, la los alerces de laBiarmie, que están en el
lavatera m a r í t i m a de Tolón, el geranium cabo Norte.
sanguineum de los Bajos-Pirineos, tan co- U n momento después la noche se en-
nocido por su hoja cinco veces palmeada, negreció. Pecopin ya no vió nada, pero
y la astrantia major, cuya flor es un sol oyó un ruido espantoso y reconoció que
que resplandece á través de u n anillo, pasaba por j u n t o á la vorágine Maels-
como el planeta Saturno. Pecopin vió tron, que es el T á r t a r o de los antiguos y
que se alejaba del R h i n con espantosa el ombligo del mar.
rapidez; habia recorrido m á s de cien le- ¿Qué tenia, pues, aquel espantoso bos-
guas entre los dos p u ñ a d o s de yerbas. que que daba la vuelta al mundo?
Habia atravesado los Vosgos, habia atra- E l ciervo de diez y seis mogotes rea-
vesado los Cevennes, atravesaba en aquel parecía por intervalos, huyendo siempre
momento los Pirineos.—Antes la muerte! y siempre perseguido. Las sombras y los
pensó, é intentó arrojarse del caballo. A l rumores se precipitaban revueltos sobre
movimiento que hizo para salir del arzón, su huella, y la bocina del viejo cazador
notó que llevaba los pies oprimidos como lo dominaba todo, incluso el ruido de l a
por dos manos de hierro. Miró. Sus es- vorágine Maelstron.
tribos asian y sujetaban. Eran estribos De pronto el corcel se detuvo brusca-
vivientes. mente. Los ladridos cesaron y todo en-
Los gritos lejanos, los relinchos y los mudeció alrededor de Pecopin. E l infor-
ladridos eran delirantes; la bocina del tunado caballero, que h a c í a ya m á s de
viejo cazador, precediendo la caza á una una hora que habia cerrado los ojos, los
tremenda distancia, ejecutaba melodías volvió á abrir. Se encontraba delante l a
siniestras, y á t r a v é s de grandes ramas fachada de u n sombrío y colosal edificio,
azuladas, que el viento sacudia, Pecopin cuyas ventanas iluminadas parecían ar-
veia los perros atravesar á nado estan- rojar miradas. Esta fachada era negra
ques llenos de reflejos mágicos. como una m á s c a r a y viva como un
E l infortunado caballero se resignó, rostro.
cerró los ojos y se dejó llevar.
Una vez los volvió á abrir; el calor de XII.
fragua de una noche tropical le hirió en Descripción de un mal albergue.
el rostro; á su oido llegaban vagos rugi-
dos de tigres y de chacales; su mirada Describir aquel edificio es m á s difícil
entrevió ruinas de pagodas, sobre cuyas de lo que parece. Era una casa fuerte
techumbres p e r m a n e c í a n gravemente en como una cindadela, una cindadela mag-
pié, ordenados en largas filas, buitres, nífica como u n palacio, un palacio ame-
alquimistas y cigüeñas; árboles de for- nazador como una caverna, una caverna
ma rara tomaban en los valles m i l acti- muda como una tumba.
tudes extrañas; reconoció el banyan y el No se oía allí ninguna voz, no se veia
baobat; el osie-nonbouyh silbaba, el oyra ninguna sombra.
rameum gorjeaba, el pequeño gonanbuch Alrededor de este castillo, cuya i n -
cantaba. Pecopin estaba en un bosque mensidad tenia no sé q u é de sobrenatu-
de la India. ral, el bosque se e x t e n d í a hasta perderse
Cerró los ojos. de vista. L a luna no aparecía en este
Y otra vez los volvió á abrir. E n un horizonte. Solo se apercibían en el cielo
cuarto de hora, á los soplos del Ecuador algunas estrellas, que eran rojas como
h a b í a sucedido u n viento helado. E l la sangre.
frío era terrible. E l casco del caballo ha- E l caballo se detuvo j u n t o á una es-
cia chirriar la escarcha. Los rengíferos, calinata que terminaba al pié de una
los alses y los sátiros corrían como som- gran puerta cerrada. Pecopin miró á de-
bras á través de la bruma. L a aspereza recha é izquierda y le pareció distinguir
de los bosques y de las m o n t a ñ a s era pa á lo largo de la fachada otras escalina-
vorosa. No habia en el horizonte m á s que tas, al pió de las cuales p e r m a n e c í a n i n -
dos ó tres rocas de inmensa altura, alre- móviles otros caballos detenidos como él
dedor de las cuales volaban las gaviotas y que esperaban en silencio.
y los estercólanos, y á través de horribles Pecopin echó mano á su p u ñ a l , y ya
follajes negros se entreveían largas on- iba á golpear con el pomo la balaustra-
das blancas, á las que el cielo arrojaba da de m á r m o l de la escalinata, cuando
copos de nieve y ellas arrojaban al cie- sonó s ú b i t a m e n t e cerca del castillo l a
lo copos de espuma. Pecopin atravesaba bocina del viejo cazador, probablemente
708 OBRAS DE VICTOR HUGO.
vidado tenia, como es de rigor, un enano sas, marchaba el viejo cazador, con su
á su lado. Diana tenia su lebrel. bocina de búfalo en la mano y montado
Mirando atentamente en las m á s bru- en su caballo de silla t á r t a r o , cubierto
mosas profundidades de este lugar ex- completamente de espuma. Y a no tocaba
traordinario, Pecopin vió que en la la trompa de caza, pero sonreía cortes-
inmensidad quizá sin fondo de la^ sala, mente en medio de los aullidos inauditos
bajo el bosque de columnas, habia una de la j a u r í a que escoltaba al ciervo, di-
rigida siempre por el montero enmasca-
m u l t i t u d de espectadores, que iban como
él montados á caballo y en traje de caza.rado.
y que eran sombras por la oscuridad, E n el momento en que este cortejo sa-
estátuas por la inmovilidad y espectros lió de la galería y entró en el salón, las
por el silencio. Entre los m á s próximosantorchas de los criados se volvieron azu-
creyó reconocer á los caballeros que les y los perros se callaron s ú b i t a m e n t e .
a c o m p a ñ a b a n al viejo cazador en el bos-
Esos espantosos dogos, con las bocazas
que de los Pasos perdidos. Como acabo de leones y los rugidos de tigres, avan-
de decir, convidados, criados y asistentes
zaron al par que su dueño, á paso lento,
guardaban un silencio espantoso, tanto, la cabeza baja, la cola pegada entre las
que hubiese sido m á s fácil oir cuchichear
piernas, los ríñones extremecióndose de
las piedras de una tumba que percibir profundo terror, los ojos suplicantes, ha-
u n soplo que se escapase de esta m u l - cia la mesa donde se sentaban los mis-
titud. teriosos convidados, siempre descoloridos,
Hacia mucho frió entre esas tinieblas.impasibles y silenciosos como estátuas de
Pecopin estaba helado hasta los huesos, mármol.
y no obstante sentia que el sudor le cor- A l llegar j u n t o á la mesa, el viejo
ría por todo el cuerpo. miró cara á cara á los l ú g u b r e s convida-
De repente resonaron aullidos, tan dos y se echó á reír.
pronto lejanos, tan pronto violentos, ale- —Hombres y mujeres, vosotros belle sig-
gres y salvajes; después la bocina del nore, domini et domince, amigos mios, ¿cómo
viejo cazador se mezcló bruscamente á vá la faena?
este ruido, y se puso á ejecutar con un •—Vienes m u y tarde, dijo el hombre
esplendor triunfal un admirable aire en de bronce.
señal de hurra perfectamente e x t r a ñ o y—Es que me ha a c o m p a ñ a d o u n ami-
nuevo, que recordado muchos siglos m á s go, al que he querido hacerle ver lo que
es la caza.
tarde por Roland de L a t t r e en una inspi-
ración nocturna, valió á este gran mú- — S í , replicó Nemrod; pero mira.
sico el 6 de A b r i l de 1574 el honor de Y al mismo tiempo, extendiendo el
ser creado por el Papa Q-regorio X I I I pulgar de su mano derecha por encima
caballero de San Pedro, con la espuela de su hombro dé bronce, señaló detrás
de oro de numero participantium. de él el fondo de la sala. Pecopin siguió
A l oir t a l ruido, Nemrod levantó la maquinalmente con la mirada la indica-
ción del gigante y vió á lo lejos dibujar-
cabeza, el abad F a r d u l í u s volvió medio
cuerpo, y Ciro, que se apoyaba en el se en las negras paredes^ ojivas blan-
codo derecho, se apoyó en el izquierdo. quecinas, como si allí hubiese ventanas
heridas vagamente por los primeros res-
XIV. plandores del alba.
—Bien, replicó el cazador; concluya-
Nueva manera de desmontar. mos, pues.
Y á una de las señales que hizo, los
Los ladridos y la bocina se aproxima- doscientos porta-luces, ayudados por los
ban; una gran puerta, que venia á estar negros, se dispusieron á colocar el cier-
enfrente de aquella por donde habia en vo asado sobre la mesa, al pié del can-
trado Pecopin, se abrió de par en par, y delero de siete brazos.
el caballero vió venir por una larga ga- Entonces Pecopin h u n d i ó las espuelas
lería oscura los doscientos criados que en los hijares del caballo, que le obede-
llevaban las hachas, sosteniendo en sus ció ¡cosa e x t r a ñ a ! sin duda á causa de la
hombros un inmenso plato de oro nuevo, aproximación del día, que debilita los
en el que yacía, en medio de mucha sal- sortilegios; lanzó su caballo entre los
sa, el ciervo de los diez y seis mogotes, criados y la mesa, se irguió de pió sobre
asado, negruzco y humeante. los estribos, cogió la espada en la mano,
Precediendo á los criados, cuyas dos- miró fijamente unas tras otras las si-
cientas antorchas eran rojas como bra- niestras fisonomías de los que estaban
EL RHIN. 711
alrededor de la mesa y la del viejo ca- Pecopin, furioso, se lanzó sobre él
zador, y con voz tenante exclamó: blandiendo la espada; pero apenas habia
—Por Dios! quien quiera que seáis, dado u n paso su caballo, cuando sintió
espectros, larvas, apariencias y visiones, que temblaba y se a b a t í a . Miró. U n d é -
emperadores ó demonios, yo os prohibo bil y blanco rayo del dia penetraba en
dar un paso; ó ¡por la muerte y que Dios el antro y se deslizaba por las losas, que
me ayude! os e n s e ñ a r é á todos y á t í se azulaban. Excepto el viejo cazador,
mismo, hombre de bronce, lo que pesa siempre sonriente ó inmóvil, todos los
sobre la cabeza de un fantasma el calza- concurrentes comenzaban á desvanecer-
do de hierro de u n caballero vivo. Estoy se. Elcandelero y las antorchas se apa-
en la caverna de las sombras, pero en gaban; la pupila de los espectros, que la
ella pretendo hacer á m i capricho y á brusca extravagancia de Pecopin habia
m i manera cosas reales y terribles. No os reanimado por un momento, no brillaba
mezcléis en ellas, señores mios. Y t ú que ya con la mirada, y á t r a v é s del enorme
me has mentido, viejo miserable, t ú pue- torso de bronce del gigante Nemrod,
des defenderte como un j ó ven, pues so- como á través de un jarro de vidrio, Pe-
plas en t u bocina con m á s rabia que un copin d i s t i n g u í a con la mayor limpieza
toro. Ponte en guardia, ó por lo m á s sa- los pilares del fondo de la sala.
grado te paso de parte á parte, aunque Su caballo se iba haciendo impalpable
fueses el mismo P l u t o en persona. y reduciendo lentamente á la nada de-
— A h ! estáis a q u í , querido amigo? Me bajo de él. Los piés de Pecopin estaban
alegro, vais á cenar con nosotros. ya próximos á tocar en tierra.
L a sonrisa que a c o m p a ñ a b a á esta gra- De pronto cantó un gallo. Habia no sé
ciosa invitación exasperó á Pecopin.— qué de terrible en ese canto claro, metá-
ED guardia, viejo taimado! A h ! ¡me ha- lico y vibrante, que atravesó el oído de
bíais hecho una promesa y me has enga- Pecopin como una hoja de acero. A l pro-
ñado! pio instante se percibió un viento fresco,
—Hijo! espera hasta el fin! ¿qué sa- su caballo se desvaneció, y al desapare-
bes tú? cer, él se t a m b a l e ó al tocar tierra y
—En guardia te digo! estuvo á punto de caer. Cuando se incor-
—Caramba! m i buen amigo, tergiver- poró todo habia desaparecido.
sáis las cosas. Se encontró solo, de pié en el suelo,
—¡Vuélveme á Bauldour, me lo has con la espada en l a mano, en un barran-
prometido! co obstruido de maleza, á algunos pasos
—Quién os dice que no os la volveré? de una corriente que formaba espuma a l
Pero, q u é haréis cuando la volváis á ver? chocar en las rocas, á la puerta de u n
—Ella es m i prometida, t ú lo sabes viejo castillo. E l dia asomaba. L e v a n t ó
muy bien ¡miserable!, y me casaré con los ojos y lanzó un grito de alegría.
ella, dijo Pecopin. Aquel castillo era el Falkenburg.
— Y antes de poco haréis otra triste y
desdichada pareja, contestó el viejo ca- XV.
zador moviendo la cabeza. Después de
todo, bah! Y á m í esto q u é me importa? Donde se vé cuál es la figura retórica que Dios usa con
Es preciso que las cosas sean así. E l m a l más frecuencia.
ejemplo está dado á los varones y á las
hembras de a q u í abajo por el varón y la E l gallo cantó segunda vez y su canto
hembra de allá arriba, el sol y la luna, salia del corral del castillo. Ese gallo,
que hacen un detestable matrimonio, cuya voz acababa de hacer desplomar al-
como que no van juntos j a m á s . rededor de Pecopin el palacio lleno de
—Vaya! d á tregua á tus chanzonetas, vértigos de los cazadores nocturnos, ha-
gritó el caballero, ó te extermino, y á la bia quizás aquella misma noche picotea-
par extermino á esos demonios y sus dio- do las migajas que todas las noches
sas y purgo por completo esta caverna. caian de las benditas manos de Baul-
E l viejo contestó, dejando asomar una dour.
risa truhanesca: Oh, poder del amor! ¡Fuerza generosa
—Purga, amigo mió. H é a q u í la fór- del corazón, caliente centelleo de las be-
mula: hojas de sen, ruibarbo y sal de llas pasiones y de los m á s bellos años!
Epsom. Las hojas de sen barren el estó- Apenas Pecopin volvió á ver aquellas
mago, el ruibarbo limpia el duodeno torres tan queridas, se le apareció l a
y la sal de Epsom deshollina los intes- fresca y deslumbrante i m á g e n de su pro-
tinos. metida y le llenó de luz, y sintió que se
712 OBRAS DE VICTOR HUGO.
le desvanecian como una humareda to-1 tremeció al verle. Llevaba debajo del
das las miserias del pasado, y las em- brazo una gran cartera roja. E l otro era
bajadas, y los reyes, y los viajes, y los un viejecillo cojo, jorobado y m u y feo.
espectros, y el espantoso remolino de v i - Era el que había dirigido la palabra á
sienes del cual acababa de salir. Pecopin, y Pecopin se esforzaba en re-
Ciertamente que no fué así, con la ca- cordar dónde habia visto aquel sem-
beza alta y la mirada encendida, como blante.
el sacerdote coronado de que habla el M i gentil-hombre, replicó el joroba-
Speculum historíale surgió de entre los do, t ú ya no te acuerdas de mí?
fantasmas, después que visitó el sombrío —Sí tal, dijo Pecopin.
y espléndido interior del d r a g ó n de —Sea enhorabuena.
bronce. Y puesto que esta figura formi- —Sois el esclavo de las orillas del mar
dable acaba de aparecer al que refiere Rojo.
esta historia, bueno será arrojar a q u í —Soy el cazador del bosque ele los
una maldición y lanzar un estigma á ese Pasos perdidos, contestó el hombrecillo.
falso sábio que tenia dos caras, vueltas Era el diablo.
la una hácia la claridad y la otra hacia —Por m í , repuso Pecopin, podéis ser
l a sombra, y que era á la vez para Dios lo que os dé la gana; pero puesto que al
el Papa Silvestre I I y para el diablo el fin me habéis cumplido la palabra, pues-
m á g i c o Gerbet. to que me encuentro ya en el Falken-
T r a t á n d o s e de traidores y de persona burg, puesto que voy á volver á ver á
jes pórfidos,
pernaos, el ódio es
ei oaio es uunn deber. Todo i Bauldo-u
ueuer. xoau Vuestro, caballero, y ha
parisién, al encontrárselo a su paso, debe|hlf,ní1n blando con pnT1 toda lealtad,
w u ^ naos ^ T ' más
doy las
arrojar una piedra á Perinet Leclerq, expresivas gracias,
todo español al conde D . J u l i á n , todo Y sin embargo, esta noche me acusa-
cristiano á Judas y todo hombre á Sa- bas. Qué te dije?
tanás.
•—Me dijiste: Espera hasta el fin .
Por lo demás, no olvidemos nunca que
— Y á pesar de eso ahora me das las
Dios coloca invariablemente el dia al lado
gracias; yo te a ñ a d o aun: ¡Espera hasta
de la noche, el bien j u n t o al mal, el án-
gel frente á frente del demonio. L a ense el fin! T ú te apresuraste demasiado en
ñ a n z a austera de la Providencia resulta acusarme, si no mienten las señas, y si
de esta eterna y sublime antítesis. Pare no me equivoco t ú te apresuras t a m b i é n
ce que Dios dice sin cesar: Escoged. E n demasiado en darme las gracias.
el siglo once, enfrente del sacerdote ca- Hablando así el jorobadillo tenia u n
balista, Gerbet colocó al casto y sábio air? inexplicable. L a ironía es el mismo
Emuldus. E l m á g i c o fué Papa, el santo | ^ ^ A ? ^ 1 ^ ! 0 ^ 6 0 ^ 1 1 1 se extremeC10
doctor fué módico. De suerte que los —Qué queréis decir?
hombres pudieran ver bajo el mismo cié E l diablo le señaló al picador enmas-
lo, entre los mismos acontecimientos y carado.
en la misma época, la ciencia blanca con -—Reconoces á este hombre?
el traje negro y l a ciencia negra con el —Sí.
traje blanco. —Le conoces?
Pecopin habia envainado su espada y —No.
se dirigia con ansiedad hácia el castillo E l picador se quitó la máscara: era
cuyas ventanas, ya iluminadas por u n Erilangus. E l cuerpo de Pecopin tembló.
rayo de sol, parecian devolver al alba E l diablo continuó:
su sonrisa. Cuando estuvo cerca del puen- Pecopin, t ú eras m i acreedor. Te
te, del que ya no quedaba m á s que u n debia dos cosas, esta joroba y este pié de
arco, oyó detrás de él una voz que decia: p i ñ a . Pero soy buen deudor. F u i á bus-
•—Vaya, caballero de Sonneck, ¿he cum- car á t u antiguo criado Erilangus para
plido m i promesa? informarme de tus gustos. Por él he sa-
bido t u afición á la caza, y entonces me
XVI. dije: ¡ L á s t i m a seria que este bello caza-
dor no conociese los atractivos de l a caza
Donde se trata ia cuestión de si se puede reconocer ai que negra! A la hora del crepúsculo te en-
no se ha conocido. contré en u n claro del bosque de los
Pasos perdidos. Llegaba á tiempo; el
Pecopin se volvió. Dos hombres esta- enano Boulon iba á cogerte por su cuen-
ban en pié en la maleza. E l uno era el ta, y yo te cogí por la mia. Esto es lo
picador enmascarado, y Pecopin se ex- que sucedió.
EL RHIN. 713
Pecopin se extremecia involuntaria-
mente. E l diablo añadió: XVII.
1—Si no hubieses tenido t u t a l i s m á n te
hubiera retenido á m i lado; pero prefiero Observaciones que se ie ocurrieron á ia entrada.
que las cosas sean como deben ser. L a
venganza se debe sazonar con diversas Pecopin a l z ó l o s hombros.^—Bauldour
salsas. vive, Bauldour está libre, pensó para sí,
—Pero, en fin, ¿qué quieres decir, de- y Bauldour me ama. Q u é puedo temer?
monio? replicó Pecopin haciendo un es- Ayer por la tarde, antes de encontrar al
fuerzo. demonio, hacia precisamente cinco años
E l diablo prosiguió: que la dejé. Pues bien, ahora h a r á cinco
—Para recompensar á Erilangus de años y u n dia y la volveré á ver m á s bella
las noticias que sobre tí me ha dado, le que nunca. L a mujer es el bello sexo y
he hecho m i ministro. Es un cargo que veinte años la edad m á s bella.
tiene muchas utilidades. E n aquellos tiempos de fidelidades t a n
—Picaro redomado, ¿me dirás al fin probadas, cinco años de ausencia no cau-
lo que esto significa? repitió Pecopin. saban e x t r a ñ e z a .
—Qué te habia prometido? Monologando de esta suerte se acerca-
•—Que terminada esta noche que has ba al castillo y reconocía con a l e g r í a
pasado de caza conmigo, al salir el sol cada almohadillado de la fachada, cada
me conducirlas al Falkenburg. diente del rastrillo y cada clavo del
•—Ya estás en é l . puente levadizo. Sentíase feliz y dichoso.
•—Dime, demonio, ¿es que Bauldour E l suelo de la casa que nos ha visto niños
ha muerto? sonríe al volver á vernos hombres, como
—No. el rostro satisfecho de una madre.
—Es que se ha casado? A l atravesar el puente reparó j u n t o a l
—No. tercer arco en una magnífica encina, cuya
—Es que ha tomado el velo? copa rebasaba con mucho l a línea del
—No. parapeto.—Esto es singular, se dijo; a q u í
— E s t á en el Falkenburg? no habia n i n g ú n árbol. Después se acor-
—Sí. dó de que dos ó tres semanas antes del
—Es que no me ama? dia en que se encontró con l a caza del
—Siempre. palatino, habia jugado con Bauldour a l
—En ese caso y si dices verdad, excla- juego de las bellotas y de los huesecillos,
mó Pecopin respirando como si se hubie- apoyándose los codos en el parapeto del
se quitado del pecho el peso de una puente, y que precisamente en aquel
m o n t a ñ a , seas quien fueres y suceda lo sitio habia caido una bellota en el foso.
que quiera, yo te doy las gracias. •Diablo, pensó, la bellota se ha hecho
•—Ve, pues, dijo el diablo; t ú estás una encina en cinco años. Buen terreno
contento y yo t a m b i é n . es éste.
Esto dicho, cogió á Erilangus en sus Cuatro pájaros encaramados en aque-
brazos, por m á s que él era pequeño y l l a encina charlaban cantando á c u á l
Erilangus era grande; después, torcien- mejor; eran u n grajo, u n mirlo, una ur-
do su pierna deforme alrededor de la raca y un cuervo. Pecopin apenas fijó en
otra y levantándose sobre l a punta del ellos la atención, como tampoco en u n
pió, hizo una pirueta, y Pecopin le vió pichón que arrullaba en u n palomar y
hundirse en tierra como una barrena. en una g a l l i n a que cloqueaba en el
U n segundo después habia desaparecido. corral. No pensaba m á s que en Bauldour
A l cerrarse la tierra sobre el diablo y deseaba verla cuanto antes.
dejó escapar una preciosa lucecita color A l brillar el sol en el horizonte, los
de violeta sembrada de chispas verdes, criados de la conserjería bajaron el
que se fué alegremente dando saltos y puente levadizo. E n el momento en que
cabriolas hasta el bosque, donde perma- Pecopin traspasó la puerta, oyó detrás
neció a l g ú n tiempo detenida y como en- de él una carcajada, que aunque parecía
ganchada en los árboles, colorándolos que habia sonado muy lejos, se percibía
con m i l matices luminosos, á la manera perfectamente distinta y m u y prolonga-
que el arco-iris cuando refleja sus colo- da. Miró hácia fuera y ipov todos iados y
res en el follaje. no vió á nadie. Era el diablo que se reia
en su caverna.
Habia debajo de la bóveda un depósi-
to de agua que la sombra y la reverbe-
TOMO I V .
714 OBRAS DE VICTOR HUGO.
ración cambiaban en espejo. E l caballe-1 truido apenas hacia cinco años, estaba
ro se inclinó hácia él. Después de las ahora m u y oscura y muy resquebrajada
fatigas de aquel largo viaje, que apenas roida por las yerbas y en el arco de la
le habia dejado sobre el cuerpo algunos óveda daba abrigo á tres ó cuatro nidos
harapos, después sobre todo de las sacu- e golondrinas; pero, ¿un corazón ena-
didas de aquella noche de caza sobrena- morado se admira porque haya algunos
tural, él esperaba que al verse se espan- nidos de golondrinas?
tase de sí mismo, y no fué así. Fuese Si tuviesen costumbre los r e l á m p a g o s
v i r t u d del t a l i s m á n que le dió la sultana, de subir las escaleras, c o m p a r a r í a á Pe-
fuese efecto del elixir que el diablo le copin á uno de ellos. E n un abrir y cer-
hizo beber, estaba m á s encantador, m á s rar de ojos subió al quinto piso y se co-
fresco, m á s jóven y m á s reposado que ceó delante de la puerta del gabinete
nunca. L o que le a d m i r ó sobre todo fué de Bauldour. Esta puerta al menos no
verse cubierto de un traje completamen estaba n i ennegrecida n i cambiada; era
te nuevo y por extremo magnífico. Tenia siempre la misma, alegre, limpia y sin
las ideas de t a l modo embrolladas en su manchas, con su herraje luciente como
cerebro, que no pudo recordar en q u é a plata, con los nudos de la madera
hora de la noche se e n g a l a n ó de aquella claros como la pupila de una jóven her-
manera. Estaba así bellísimo. Tenia el mosa, y daba á entender bien á las cla-
traje de u n príncipe y la apariencia de ras esa puerta virginal, que la jóven
u n genio castellana no habia dejado una sola ma-
Mientras que se miraba, a l g ú n tanto ñ a n a de hacerla lavar por las mujeres
sorprendido, pero m u y satisfecho, y en- que tenia á su servicio. L a llave estaba
contrándose m u y á su gusto, oyó una se- en la cerradura, como si Bauldour estu-
gunda carcajada m á s jovial todavía que viese esperando á Pecopin.
l a primera. Se volvió y no vió á nadie. No habia m á s que poner la mano sobre
Era el diablo que se reia en su caverna. esta llave y entrar. Pecopin se detuvo.
Atravesó^el patio de honor. Los hom Apenas podia respirar de alegría, de sa-
bres de armas se asomaron á las almenas tisfacción y de dicha, y acaso t a m b i é n
de las murallas; ninguno le reconoció, y se mezclaba u n poco en esta fatiga el
tampoco él reconoció á ninguno. Las sir haber subido cinco pisos. Grandes lla-
vientes de zagalejos cortos, que lavaban maradas de color de rosa pasaban^por
la ropa blanca en la orilla de los lava delante de sus ojos y le parecía que re-
deros, se volvieron y ninguna le recono- frescaban su frente. U n zumbido se agi-
ció, y él tampoco reconoció á ninguna taba sordamente en su cabeza, y su co-
Pero tenia tan buena figura, que se le razón parecía que quería estallar.
dejó pasar por aquello de que gran aspee Cuando se c a l m ó esta primera impre-
to supone gran nombre. sión y el silencio comenzó á ejercer su
Sabia su camino y se dirigió hácia la imperio, escuchó. ¿Cómo expresar la
escalera de caracol de la torrecilla que conmoción que experimentó aquella po-
conducía al aposento de Bauldour. A" bre alma embriagada de amor? A través
atravesar el patio le pareció que las fa de la puerta oyó el ruido de u n torno en
chadas del castillo estaban algo m á s os la habitación.
curecidas y arrugadas, y que las hiedras
que trepaban por los muros del Norte XVIII.
eran desmesuradamente espesas, y las v i
des que sombreaban los muros del Medio Donde aprenderán los espíritus graves cuál es la más
día se h a b í a n poblado extraordinaria impertinente de las metáforas.
mente. Pero, ¿un corazón enamorado se
v á á maravillar por algunas piedras E n rigor ese torno podia muy bien no
negras y por algunas hojas de m á s ó de ser el de Bauldour, y ser quizás el torno
menos? de alguna de sus doncellas, porque j u n t o
Cuando llegó á la torrecilla le costó á su habitación Bauldour tenia u n ora-
a l g ú n trabajo reconocer la puerta. L a torio, donde pasaba frecuentemente los
b ó v e d a de esta escalera era una bóveda días. Si ella hilaba mucho, oraba m á s
espiral suspendida alrededor de la torre aun. Pecopin pensó para sí en todo esto
y cuando partió Pecopin, el padre de un poco, pero no por eso dejó de escuchar
Bauldour hizo reconstruir l a entrada de con delicia el torno. Esas son las tonte-
nuevo con el excelente asperón blanco de rías del hombre que ama, sobre todo cuan-
Heidelberg. Esta entrada, que, según do se tiene un alma elevada y u n gran
los cálculos de Pecopin, la habia cons corazón.
EL RHIN. 715
Momentos como los que estaba pasan- alto para que Bauldour le oyese si esta-
do Pecopin se componen de éxtasis que ba en su oratorio, aunque un poco sor-
quiere esperar y de impaciencia que de- prendido de que la d u e ñ a supiese su
sea entrar; el equilibrio dura algunos nombre; yo no he muerto. No es m i
minutos, pero luego u n instante de i m - sombra la que aparece, soy yo, Pecopin,
paciencia lo echa todo á rodar. Pecopin, que vuelvo en carne y hueso si no lo to-
temblando, puso por fin la mano en la máis á mal. Y yo no quiero misas, yo lo
llave, dió la vuelta á la cerradura, el que quiero es un beso de m i prometida,
pestillo cedió, se abrió la puerta y entró. de Bauldour, á la que amo m á s que nun-
— A h ! se dijo para sí; me he e n g a ñ a d o ; ca. L o entendéis, buena señora?
no era el torno de Bauldour. A l acabar de decir estas palabras, la
E n efecto, no cabia dudar que en la ha- vieja se arrojó á su cuello.
bitación habia alguno que hilaba, pero Era Bauldour.
era una vieja. U n a vieja es decir poco; A y de mí! la noche de caza del diablo
era una vieja hada, porque las hadas habia durado cien años.
solamente llegan á esas edades fabulosas Bauldour no habia muerto, gracias á
y á esas decrepitudes seculares. Aquella Dios ó al demonio; pero en el momento
d u e ñ a parecía tener, y tenia necesaria- en que Pecopin, tan jóven y m á s bello
mente, m á s de cien años. F i g ú r a t e , si quizás que nunca, la volvía á encontrar
puedes, una pobre criatura humana ó so- y la volvía á ver, la pobre tenia ciento
brehumana, encorvada, arrugada, casca- veinte años y u n día.
da, curtida, debilitada, rajada, escamada,
carcomida, hecha una pasa y ceñuda; con
XIX.
las cejas y los cabellos blancos, los dien-
tes y los labios negros y amarillo lo de- Bellas y prudentes palabras de cuatro filósofos bípedos
m á s del cuerpo; flaca, calva, pelada, ter- adornados con plumas.
rosa, vacilante y horrible. Y si quieres
tener una idea de aquel rostro, donde m i l Pecopin, desatinado, h u y ó . Bajó pre-
arrugas venian á confluir en la boca cipitadamente la escalera, atravesó el
como los rayos de una rueda en el cen- patio, empujó l a puerta, pasó el puente,
tro, i m a g í n a t e que ves v i v i r la insolente trepó l a vertiente, franqueó el barranco,
metáfora de los latinos, anus. Ese sér saltó el torrente, se abrió paso entre l a
venerable y horrible estaba sentado ó maleza, escaló la m o n t a ñ a y se refugió
acurrucado cerca de la ventana, con los en el bosque de Sonneck. Corrió todo el
ojos inclinados hácia el torno y el huso d í a , azorado, espantado, desesperado,
en la mano como una parca. loco. Amaba siempre á Bauldour, pero
L a buena señora al parecer era m u y tenía horror á aquel espectro. No sabia
sorda, porque al ruido que hicieron la ya dónde se agitaba su espíritu, dónde se
puerta al abrirse y Pecopin entrando, no anidaba su memoria, dónde tenia su co-
hizo el menor movimiento. razón. Llegada la tarde, al ver que se
E n vista de esto el caballero, dejando acercaba á las torres de su castillo natal,
á un lado sus ínfulas y sus presunciones, desgarró sus ricos vestidos irónicos, que
como es de rigor ante personas de tan procedían del diablo, y los arrojó en el
respetable edad, dando u n paso hácia profundo torrente de Sonneck. Después
adelante, dijo:—Señora d u e ñ a , ¿dónde se arrancó los cabellos, y de pronto se
está Bauldour? apercibió que tenia en l a mano u n p u ñ a -
L a dama centenaria levantó los ojos, do de cabellos blancos. Luego sintió que
dejó caer el hilo, temblaron todos sus de improviso sus rodillas temblaron, que
miembros, lanzó un pequeño grito, se le estaba derrengado su cuerpo, y se vió
v a n t ó á medias de la silla, extendió h á obligado á apoyar en u n árbol sus ma-
cia Pecopin sus largas manos de esque nos, que h a b í a n quedado horrorosamente
leto, fijó en ól su mirada de fantasma y arrugadas. E n el extravío de su dolor, no
dijo, con voz débil y huesosa, que parecía teniendo ya conciencia de lo que hacía,
galir de un sepulcro: habia cogido el t a l i s m á n que llevaba
—Cielos! caballero Pecopin! ¿qué que- colgado al cuello, h a b í a roto la cadena
réis? es preciso deciros misas? Dios mío! y lo h a b í a arrojado al torrente al mismo
Caballero Pecopin, ¿conque es cierto que tiempo que sus vestidos.
habéis muerto, cuando se me aparece Y las palabras de la esclava de la sul-
vuestra sombra? tana se h a b í a n cumplido en el acto.
•—Pardiez, buena señora, contestó Pe- Acababa de envejecer cíen años en u n
copin, echándose á reir y hablando m u y minuto. Por la m a ñ a n a habia perdido
716 OBRAS DE VICTOR HUGO,
sus amores; por la tarde perdía su juven- gio sentido y literario del viento del Sud.—Cómo se come en
Bingen.—Un mayor gordo y un sabio raquítico.—Monografía
t u d . E n aquel momento, por la tercera de la mesa redonda.—El señor Cosa y el señor Máquina.—
vez en aquella fatal jornada, alguien El poeta y el abogado.—Las sagres azules.—El autor desa-
lanzó una carcajada en alguna parte de- fía al que quiera á que comprenda lo que se dice en las últimas
veinte líneas de esta carta.
t r á s de él. Se volvió y no vió á nadie; era
el diablo que se reia en su caverna.
¿Qué hacer después de este c ú m u l o de
desdichas? Recogió u n palo que habia en Maguncia, 15 Setiembre.
tierra, olvidado por a l g ú n leñador, y apo- Me riñes en t u ú l t i m a carta, amigo
yado en él se dirigió penosamente hácia mió, y en parte tienes razón y en parte
el castillo, que por fortuna estaba muy no. No tienes razón en lo que dices de la
próximo. Cuando estuvo cerca, vió á los iglesia de Epernay, porque realmente yo
últimos rayos del crepúsculo un grajo, no he escrito lo que t ú crees haber leido.
una urraca, un mirlo y u n cuervo que Y al mismo tiempo tienes razón, porque
estaban encaramados en el techo de la al parecer no me he expresado con bas-
casa, entre las veletas, como si le estuvie- tante claridad. Me escribes que has
sen esperando. Oyó una gallina que no adquirido antecedentes con motivo de la
veia y que decia: FecopinI Fecopin! Y oyó iglesia de Epernay, "que me he equivoca-
u n pichón que no veia y que decia: do a t r i b u y é n d o l a á M . Poterlet-Gralichet,
BauldourI Bauldourl Bauldour! Entonces cuando M . Poterlet-Galichet, probo, dig-
se acordó de su sueño en Bacharach y no y honrado ciudadano de Epernay, es
de las palabras que le dirigió en otro perfectamente e x t r a ñ o á la construc-
tiempo—ay de m í ! ¡hacia ciento cinco ción de la iglesia, y que á mayor abun-
años de esto!—el viejo que arreglaba las damiento hay en la ciudad dos hombres
cepas á lo largo de un muro: Señor, para muy distinguidos que llevan el nombre
el joven, el mirlo silba, el grajo gárrula, la de Poterlet, un ingeniero de raro mérito
urraca chilla, el cuervo grama, el pichón ar- y u n joven pintor lleno de porvenir.;,
rulla, la gallina cacarea; para el viejo, los Suscribo á todo lo que dices, y yo mismo
pájaros hablan. he conocido, hace diez años, un jóven y
Prestó, pues, el oido, y h é a q u í el diá agradable pintor que se llamaba Poter-
logo que escuchó: let, y que, si la muerte no le hubiese
arrebatado á los veinticinco años, seria
E L MIRLO.
hoy un gran talento para el público,
Por fin ya está de regreso
nuestro cazador. SaludI como era en 1829 u n gran talento para
E L GRAJO. sus amigos. Pero yo no he dicho lo que
Quien se vá por solo un día t ú me haces decir. Vuelve á leer m i car-
suele estarse un año. ta, me parece que es la segunda; yo no
E L CUERVO. atribuyo en ella poco n i mucho la iglesia
Tú de Epernay á M . Galichet. Digo tan solo:
cazaste el águila, el buitre
y hasta el milano de Heimburg. "Esa iglesia me causa el efecto de haber sido
LA URRACA. edificada, etc.;; U n chiste sin malicia, que
Más valiera que cazaras ú n i c a m e n t e puede referirse á la iglesia.
en esa extensión azul
la bella ave del amor. Zanjada esta p e q u e ñ a cuenta, vuelvo
de Epernay á Bingen.
PecopinI L A G A L L I N A . L a transición es brusca y el paso an-
cho; pero t ú eres de esos oyentes i n t e l i -
E L PICHON.
gentes y afectuosos, penetrados de la
Bauldour! Bauldourl necesidad de las cosas y de la ley de las
naturalezas, que conceden á los poetas
CARTA X X I I . las transiciones y á los soñadores los
saltos.
Bingen es una preciosa y bonita ciu-
Blngen. dad, blanca y negra á la vez, grave como
una ciudad antigua y alegre como una
Un recuerdo al pintor Poterlet.—Bingen.—Un poco de historia
—Cómo se forman las ciudades en las confluentes.—Paisaje ciudad nueva, que desde el cónsul Druso
—El Johannisberg.—El Niederwald.—-ElEhrenfels.—El Rup hasta el emperador Garlo-Magno, desde
pertsberg,—Las ruinas de Disibodenberg.—Todas las especies el emperador Garlo-Magno hasta el ar-
de antítesis que Dios se complace en hacer.—El autor de-
nuncia á la indignación pública la abominable restauraeion zobispo W i l l i g i s , desde el arzobispo W i -
: de la abadía de San Dionisio.—Bingen á vuelo de pájaro.— lligis al mercader Montemagno, desde el
La canción de Barbaroja.—Los poetas son emperadores; con- mercader Montemagno hasta el visiona-
viene que de vez en cuando los emperadores sean poetas.—
Canto de Quasimodo cantado en el Bhin.—Budesheim.—Elo- rio Holzhausen, desde el visionario Holz-
EL RÍÍIN. ^17
hausen hasta el notario Fabre, que domi- magnífica ruina. E l juguete domina y
na actualmente en el castillo de Druso, se l u m i l l a la fortaleza. A l otro lado del
ha aglomerado y amontonado poco á ^ h i n , en el Ruppertsberg, que m i r a al
poco, casa á casa, en la Y del Rhin y del Niederwald, en las ruinas del convento de
Nahe, como el rocío se recoge gota á ;3isibodenberg, el pozo bendito, excava-
gota en el cáliz de una flor. de lis. Per- do por Santa Hildegarda, sufre la vecin-
m í t e m e esta comparación, que tiene el dad de la infame torre construida por
defecto de ser florida, pero que tiene el l a t t o . Las vides cercan el convento, los
mérito de ser verdadera y que representa remolinos rodean la torre. E n la torre se
fielmente y en todos los casos posibles el lan establecido herreros; la oficina de las
modo de formarse una ciudad en la con- aduanas prusianas se ha instalado en el
fluencia de dos rios. convento. E l espectro de Hatto escucha
Todo contribuye á hacer de Bingen sonar el yunque, y l a sombra de H i l -
una especie de antítesis edificada en me- degarda presencia el precinto de los
dio de un paisaje, que es el mismo una buJtos.
antítesis viviente. L a ciudad, comprimí Por u n contraste extraño, el motin de
da á la derecha por el riachuelo y á la Civilis que destruyó el puente de D r u -
izquierda por el rio, se desenvuelve en so, la guerra del Palatinado que des-
forma de t r i á n g u l o alrededor de una igle- truyó el puente de W j l l i g i s , las legiones
sia gótica, que se apoya por la espalda en de Tutor, la^ contiendas de los gangra-
una ciudadela romana. E n la cindadela, ves Adolfo de Nassau y Didier (T Isem-
que data del siglo primero, y que ha bourg, los normandos en 890, los vecinos
servido mucho tiempo de guarida á los de Creuznach en 1279, el arzobispo Bau-
caballeros bandidos, hay una huerta del doin de Tréveris en 1334, la peste en
cura párroco; en la iglesia, que es del 1349, la i n u n d a c i ó n en 1458, el baile pa-
siglo quince, está la tumba de u n doctor latino Groler de Ravensberg en 1496, el
casi hechicero, ese Barthelemy de Holz- landgrave G-uillermo de Hesse en 1504,
hausen, que el elector de Maguncia la guerra de los treinta años, los ejércitos
h a b r í a hecho quemar probablemente de la revolución y del imperio, todas las
como adivino si él no le hubiese pagado devastaciones han. atravesado sucesiva-
como astrólogo. D e l lado de Maguncia mente esta llanura feliz y serena, en tan-
resplandece, chispea y verdea l a famosa to que las m á s maravillosas figuras de l a
l l a n u r a - p a r a í s o que franquea la entrada liturgia y de la leyenda, Grela, J u t t a ,
al Rhingau. D a l l a d o de Ooblenza las Liba, Q-uda, Gisela, l a dulce hija de
sombrías m o n t a ñ a s de Ley en fruncen e Brcetnser; Hildegarda, l a amiga de San
entrecejo. A q u í la naturaleza ríe como Bernardo; Hiltrude, la penitente del p a p á
una hermosa ninfa tendida completa Eugenio, han habitado unos tras otros
mente desnuda sobre la yerba; a l l í ame- estas siniestras rocas. E l olor de s a n g r é
naza como un gigante acostado. aun se percibe en la llanura, el perfume
M i l recuerdos, representados uno por de las santas y de las hermosas aun llena
un bosque, otro por una roca, otro por la m o n t a ñ a .
u n edificio, se mezclan y se chocan en Cuanto m á s se examina este precioso
este rincón del Rhingau. Allá abajo ese sitio, m á s se multiplica la antítesis ante
ribazo verde es el festivo Johannisberg; la mirada y el pensamiento. Se ofrece
al pió del Johannisberg, ese formidable bajo m i l formas. E n el momento en que
castillejo cuadrado que flanquea el án- el Nahe desemboca á través de los arcos
gulo de la fuerte ciudad de Rudesheim, del puente de piedra, sobre el parapeto
ha servido de cabeza de puente á los ro- desde el cual el león de Hesse vuelve l a
manos. E n la cima del Niederwald, que espalda al á g u i l a de Prusia, lo que hace
está enfrente á Bingen, al borde de un decir á los hesseses que la desdeña y á los
admirable bosque, en la m o n t a ñ a que prusianos que tiene miedo; en el momen-
comienza ahora el encajonamiento del to, digo, en que el Nahe, que llega tran-
Rhin, y que anteriormente á los tiempos quilo y lento del Monte-Trueno, sale por
históricos obstruía la entrada u n peque- debajo de ese puente-límite, el brazo ver-
ño templo de blancas columnas, pareci- de de bronce del Rhin sujeta brusca-
do á una rotonda de café parisién, se le- mente al blondo ó indolente riachuelo y
vantan por encima del melancólico y lo sumerge en el Bingerloch. L o que
soberbio Ehrenfels, construido en el siglo pasa en el remolino es asunto de los dio-
doce por el arzobispo Siegfried, tétricas ses. Pero nada m á s cierto que j a m á s Jú*
torres, que han sido en otro tiempo una piter e n t r e g ó n á y a d e m á s adormecida á
formidable ciudadela y hoy son una rio m á s violento é
718 OBRAS DE VICTOR HUGO.
dos son feos, peludos, tienen el aire estú- poco en ellos. Descartes desvaría, H u y -
pido y visten como los bárbaros; en cam- ghens modifica los desvarios de Descar-
bio los vientos suaves y cálidos van tes, Mariotte modifica las modificaciones
vestidos como los filósofos griegos. de Huyghens. Donde Descartes vé estre-
E n Bingen veia algunas veces en el llas, Huyghens vé glóbulos y Mariotte
extremo opuesto de la sala donde yo co- vé agujas. ¿Qué hay de probado en todo
m í a dos mesas m u y diferentemente ser- esto? Nada m á s que la corta duración
vidas. En la una se sentaba solo comple- del hombre y la grandeza de Dios.
tamente u n mayor b á v a r o grueso, que Esto es algo.
hablaba u n poco el francés, el cual m i -
Después de todo, lo repito, me gustan
raba pasar todos los dias por delante de
los sistemas. Los sistemas son las escalas
él, sin que apenas la tocase, una verda-
por medio de las cuales se sube á la ver-
dera comida alemana completa, de cinco
dad.
platos. E n la otra apoyaba melancólica-
mente los codos ante un plato de repollo Algunas veces u n jóven sábio venia á
en conserva u n pobre diablo, que, des- aeber una botella de cerveza á la hora
pués de haberse engullido su desabrida de comer en la mesa redonda; yo cogia
pitanza, acababa de comer devorando un periódico, me sentaba en el alféizar
con los ojos el festin p a n t a g r u é l i c o de su de una ventana y observaba. L a mesa
vecino. J a m á s he comprendido m á s cla- redonda del hotel Victoria ofrecía un con-
ramente que en presencia de esta vivien- unto, por lo diverso, poco armonioso,
te p a r á b o l a l a frase de Ablancourt: como todo lo que el azar hace por justa-
L a Providencia pone ordinariamente el dine- íosicion. Habia en la cabecera una dama
ro á un lado y el apetito al otro. inglesa bastante vieja con tres hermosos
E l pobre diablo era un jóven sábio, niños. P a r e c í a m á s d u e ñ a que nodriza,
pálido, s é r i o y melenudo, m u y apasiona- m á s tia que madre. De veras compadecí á
do por la entomología y algo enamorado los pequeñines, pues la mano de aquella
de una criada de la hostería, lo que cons- buena señora era un a l m a c é n de pesco-
tituye un gusto de sábio; por m á s que u n zones. E l mayor comía algunas veces al
sábio enamorado es un problema para lado de esta señora para entrar en apeti-
mí. ¿Cómo se concilia la pasión con sus to. Hablaba con un abogado parisién que
sobresaltos, sus cóleras, sus celos y su estaba de vacaciones y se dirigía á Ba-
tiempo perdido en medio de ese tranqui- dén, porque, s e g ú n decia, era preciso i r
lo encadenamiento de estudios exactos, allí, ya que todo el mundo iba. J u n t o al
de írios experimentos y de minuciosas abogado u n hidalgo noble y digno, de
observaciones que forman la vida del sá- cabellos blancos, m á s que octogenario,
bio? ¿ T e imaginas t ú , por ejemplo, de que tenia ese aspecto dulce que d á l a
q u é manera podia estar enamorado el proximidad de la tumba y que citaba
doctor Huxham, que en su bello tratado con gusto versos de Horacio. Como no
De aere et morbis epidemicis ha consigna tenia dientes, la palabra mors al pronun-
do, mes por mes, desde 1724 á 1746, las ciarla se cambiaba en mox, lo que en
cantidades de l l u v i a caidas en P l y m o u t h aquella boca de viejo tenia u n sentido
por espacio de veintidós años consecu melancólico.
tivos? Enfrente del viejo se colocaba u n ca-
¿Te puedes suponer á Romeo con la ballero que hacia versos franceses, y que
vista clavada en el microscopio, contan- leyó un dia á sus compañeros de mesa,
do las diez y siete m i l facetas del ojo de después de beber, u n ditirambo en ver-
una mosca; á Don Juan con mandil de sar- sos libres á Holanda, en el que hablaba
ga, analizando el paratartrato de anti pomposamente de las arengas que salen
monio y el paratartrovinato de potasa, y del mar. Arengas en el mar! Confieso
á Otelo encorvado sobre un lente de p r i que por m i parte apenas si hubiese en-
mer grado buscando gaillonnelles y gom contrado en él m á s que arenques.
fehonemes en la harina fósil de los chinos? E l conjunto lo completaba dos gruesos
Pero sea lo que fuere, y á pesar de to comerciantes alsaoianos, enriquecidos por
da teoría contraria, m i entomologista el contrabando de las pieles de comadre-
estaba enamorado. Algunas veces habla ja, que hoy son electores y jurados, y que
ba, hablaba francés mejor que el mayor fumaban sus pipas, refiriéndose el uno al
y tenia formado u n sistema bastante otro siempre las mismas historias. Cuan-
bueno del mundo, pero no tenia un do las concluían las volvían á empezar.
cuarto. Como estaban acostumbrados á olvidar
Me gustan los sistemas, aunque creo el nombre de las personan con quienes
EL RHIN. 721
hablaban, el uno decia M . Cosa y el otro nada tan hermoso como LES SAGRES BLE-
M. Máquina, y se entendían. UES (1). E l mayor, que le estaba escu-
E l que hacia versos, el poeta, si así chando, no pudo contenerse y le inter-
quieres llamarle, era un buen mozo clási- rumpió, diciendo: PARBLEU, caballero, los
co, filósofo, constitucional, irónico y volte- SACREBLEU algunas veces sirven para hacer
riano, que se complacía en socavar, como avivar el paso á los soldados y á los caballos,
ól decía, las preocupaciones, es decir, en i n - pero no sé que tengan nada de hermoso
sultar, repitiendo á cada instante los l u - Hó a q u í todas mis aventuras en B í n -
gares comunes contra las antiguallas, gen. Por lo demás, aunque este pueblo
muchas cosas serias, misteriosas y santas no sea grande, es uno de aquellos en
que los hombres respetan. Tenia predi- donde se esparce m á s á m p l i a m e n t e , del
lección en dar, esta era su expresión, Datelero al cicerone, del cicerone á la
grandes lanzadas en los errores humanos, y criada, de l a criada al mozo del mesón,
aunque nunca llegó á atacar los verdade- esa cascada de propinas que te he des-
ros molinos de viento del siglo, en sus crito en otra ocasión, y á cuyo tórmino
ratos de buen humor se daba á sí mismo la bolsa del infortunado viajero llega
el nombre de Don Quijote, Y o le llamaba perfectamente exterminada, comprimida
Don Quichoque. y vacía.
A veces el poeta y el abogado, á pesar A propósito; desde Bacharaoh no se
de que eran á propósito para entenderse, habla ya de thalers, silbergrossen y pfen-
disputaban entre sí. nings, pero nos entendemos por flori-
E l poeta, para completar su retrato, nes y kreutzers. L a oscuridad aumenta.
era una inteligencia ininteligible, un Por poco que se aventure uno al entrar
espíritu perturbado en todo, uno de esos en una tienda, entabla con los comer-
hombres contrariados que se les atragan- ciantes un diálogo parecido á óste:—•
tan las palabras hablando y hacen gara- C u á n t o vale esto?—El comerciante res-
batos escribiendo. E l abogado le aplas- ponde:—Caballero, un florín cincuenta y
taba con su superioridad. A l g u n a vez tres kreutzers.—Explicaos con m á s cla-
el poeta se cegaba y llegaba á incomo- ridad.—Caballero, esto representa u n
dar al otro. Entonces el abogado, i r r i t a thaler y dos gros y diez y ocho pfenníngs
do, hablaba por espacio de dos horas con de P r u s í a . — P e r d o n a d , no comprendo
una elocuencia clara, límpida, corriente, bien. Y en moneda de plata francesa?—
transparente, inagotable, como habla la Caballero, un florín vale dos francos, tres
llave de una fuente cuando se le d á vuel- sueldos y un cóntimo; un thaler de P r u -
ta para que salga el agua. sía vale tres francos y tres cuartos; un
Con esto el entomologista, que tenia silbergrossen vale dos sueldos y medio;
ingenio, se divertía á su vez en aplastar un kreutzer vale las tres cuartas partes
al abogado. Hablaba de veras bien, se de un sueldo; u n pfenning vale las tres
hacia admirar entre bastidores, y de vez cuartas partes de un liard.—Entonces
en cuando dirigía á un lado sus miradas respondo como el Don César que t ú sa-
si la hermosa maritornes le escuchaba. bes: Eso es perfectamente claro, y abro m i
H a b í a u n día perorado muy pertinente bolsa descuidadamente, e n t r e g á n d o m e á
mente á propósito de la virtud, de la re la proverbial h o m b r í a de bien, que es pro-
signacion y de la abnegación, pero no bablemente el altar de los ubíanos de
h a b í a comido. Convengamos en que la que habla T á c i t o . Ara ubiorum.
filosofía es un plato m u y descarnado Las tinieblas se complican con l a pro-
cuando no hay nada que echarle encima nunciación. Kreutzer se pronuncia entre
Y o le invitó á comer, y aunque ól adivi los hesseses creusse, entre los badenses
nase m í intención, á las dos ó tres pala criche y en Suiza cruche.
bras que pronunció, indicando el país de
dónde era, aceptó de buen grado. Habla
mos durante la comida, se hizo amigo
mío é hicimos juntos algunas excursio
nes á l a isla de las Ratas y á la orilla
derecha del Rhin. Y o pagaba al batelero
Una tarde, al volver de la torre de
Hatto, le r o g u ó que cenase conmigo. E '
mayor estaba en la mesa. Mí docto com (1) Gomo quiera que de traducirse la totalidad de las frases
p a ñ e r o h a b í a cogido en la isla un pre desaparecerla el juego de palabras combinado por el autor, pues
cíoso escarabajo de coraza azul, y, al en en castellano no las hay parecidas ó análogas, hemos optado por
dejar en francés aquellas que encierran la gracia de la frase.
señármelo, se le ocurrió decirme: No hay\ J f N . del T.J
91
TOMO I V .
722 OBRAS DE VICTOR HUGO,
VICINIS suis. A sus conciudadanos es cons- canta, se vive, en fin, en todos los barrios,
titucional. A SÍIS vecinos es encantador. en todas las ca^as, en todas las calles.
L a fuente de Maguncia fué construida Por la noche calla ese inmenso zumbido
por Alberto de Brandeburgo, que reina- y no se oye en Maguncia m á s que el
ba por los años de 1540, como lo acababa m u r m u l l o del rio y el eterno ruido de los
de leer en su epitafio en la catedral: diez y siete molinos de agua, amarrados
Alberto, cardenal sacerdote de San Fedro- á los pilares sumergidos del puente de
aux-Liens, archicanciller del Sacro Imperio, Carlo-Magno.
marqués de Brandeburgo, duque de Stettin y Sea lo que fuere lo que hayan hecho
de Fomerania, elector. Erigió, ó mejor d i - los Congresos, ó por mejor decir, á causa
cho, reconstruyó esa fuente en recuerdo de lo que han hecho los Congresos, el
de las prosperidades de Carlos V y de la vacío dejado en Maguncia por la triple
cautividad de Francisco I , como lo hace dominación de los romanos, de los arzo-
constar esta inscripción en letras de oro, bispos y de los franceses no se ha llena-
retocadas recientemente: do. Nadie se encuentra en su casa. Mon-
sieur el gran duque de Hesse no reina
DIVO KAROLO V CESARE SEMP. AVG. POST VICTOEK allí m á s que de nombre. Desde su forta-
GALLIGAM REGE IPSO AD TIGÍÑV SVPERATO AG CAPTO taleza de Cassel puede leer: CURA CON-
TRlVPHANTE FATALIQ. RÜSTICORVPER GERIÑIA" COSPl FCEDERATIONIS CONDITUM; y puede ver
RATIONE PROSTRATA ALBER. CARD. ED ARGHIEP.MOG. u n soldado blanco y un soldado azul, es
FONTÍTHUNG VETVSTATE DILAPSFAD CIVlTSUORUM decir, Austria y Prusia, pasearse dia y
POSTERITATISQVE VSVM RESTITVI GVRAVIT. noche, con el arma al brazo, por delante
su fortaleza de Maguncia. N i Prusia n i
Vista desde lo alto de la cindadela. Austria están allí como en sus casas; se
Maguncia presenta diez y seis techum- molestan y se codean. Evidentemente
bres, hácia las cuales se vuelven gracio- esto no es m á s que u n estado provisional.
samente los cañones de la confederación Hay en el mismo muro de la cindadela
germánica; los seis campanarios de la una ruina semi-incrustada en la muralla
catedral, dos bonitas atalayas militares, nueva, una especie de pedestal desmo-
una aguja del siglo doce, cuatro campa- chado, que aun se llama ahora la,piedra
narios pequeños flamencos, m á s la cúpu- del Aguila, Adlersteim. Es la tumba de
la de los Carmelitas de la calle Cassette Druso. Una á g u i l a , en efecto, una á g u i -
reproducida tres veces. E n la pendiente la imperial, una á g u i l a formidable y om-
de la colina que corona la fortaleza, una nipotente, se colocó allí por espacio de
de esas chavacanas cúpulas sobre una m i l seiscientos años y después se eclipsó.
pobre iglesia sajona, la m á s triste y la Reapareció en 1804, y en 1814 tendió de
m á s humillada del mundo, pegada á u n nuevo las alas. Hoy, á la hora en que es-
precioso claustro gótico de cruceros fla- tamos. Maguncia distingue en el hori-
mantes, donde los kaiserlichs abrevan sus zonte, por el lado de Francia, un punto
caballos en los sarcófagos romanos. negro que toma cuerpo y que se acerca.
L a belleza de las ribereñas del R h i n Es el á g u i l a que vuelve.
no se desmiente en Maguncia; pero son á
la vez curiosas á la manera de las fla-
mencas y á l a manera de las alsacianas.
Maguncia es el punto de u n i ó n del espía- CARTA. X X I V .
espejo de Amberes y del espía-torrecilla
de Estrasburgo.
L a ciudad, por blanqueada que esté, Francfort-sur-le-Mein,
ha guardado en muchos sitios su hono-
rable aspecto de ciudad mercantil de l a Qué aspecto presenta cierta calle de Francfort cierto dia de la se-
confederación rhenana. A u n se lee en mana.—Lo que abunda en Francfort.—Cuál es el mayor pe-
ligro que se puede correr en Francfort.—El autor vá al ma-
las puertas: PRO CELERI MERGATUM EX- tadero.—Lanza muchos gritos de entusiasmo.—El degüello
PEDITIONE. Dentro de dos ó tres años se de los inocentes.—El autor olvida todos sus deberes, hasta el
leerá en ella: Transporte acelerado. punto de desobedecer á una niña de cuatro años.—La plaza
pública.—Las dos fuentes.—El autor dice verdades á la jus-
Aparte de esto, una vida exuberante, ticia.—El Roemer.—Utilidad de una criada que toma una
que sale del Rhin, anima esta ciudad, llave colgada de un clavo en la cocina.—Sala de los electores.
—Detalles.—Sala de los emperadores.—Los cuarenta y cinco
que no está menos erizada de mástiles, n i nichos.—Lo que pasaba en la plaza cuando los electores ha-
menos obstruida de fardos, n i menos al blan elegido el emperador.—Lo que pasaba en la iglesia des-
borotada que Colonia. Se anda, se ha pués de lo que habia pasado en la plaza.—La iglesia colegiata
de Francfort.—Lo que cuelga de las murallas.—El reloj.—
bla, se empuja, se arrastra, se llega, se Los cuadros.—Santa Cecilia tal como ?e la ha encontrado en
parte, se vende, se compra, se grita, se su tumba.—La corona imperial—San Bartolomé.—Gunther
EL RUIN. 729
de Schwarzbourg.~El autor sube al campanario.—Francfort-
todo la cólera, no comprende ya esas m i -
sur-le-Mein á vista de pájaro.—Los habitantes que hay en lo
alto del campanario.—Filosofía, radas de abominación que se dirige recí-
procamente gente desconocida. Los judíos
de Francfort viven en sus l ú g u b r e s casas
Maguncia, Setiembre. retirados en sus patios, para evitar que
1 legue hasta ellos el aliento de los cristia-
L l e g u é á Francfort un sábado. Hacia nos. Hace doce años, esta calle de los Ju-
ya largo rato que, marchando al azar, díos, reedificada y un poco ensanchada
buscaba u n viejo Francfort entre un la- en 1662, tenia aun en los dos extremos
berinto de casas nuevas, muy feas, y de puertas de hierro revestidas de barras y
jardines m u y bellos, cuando de pronto de armaduras, tanto exterior como inte-
llegué á la entrada de una calle m u y sin- riormente. Llegada la noche, los judíos
gular. Se componía de dos largas hileras entraban y las dos puertas se cerraban.
paralelas de casas negras, sombrías, al- Se les echaba el cerrojo por fuera como
tas, siniestras, casi iguales, pero tenien- apestados, y ellos se atrincheraban por
do, no obstante, entre ellas esas ligeras dentro como sitiados.
diferencias en las cosas semejantes que L a calle de los J u d í o s no es una calle,
caracterizan las buenas épocas de arqui- es una ciudad en la ciudad.
tectura; entre esas casas, todas contiguas Saliendo de l a calle de los J u d í o s en-
y compactas y como oprimidas con terror contré la vieja ciudad. Acababa de hacer
las unas con las otras, una calzada estre- m i entrada en Francfort.
cha, obtusa, tirada á cordel; postigos tan Francfort es la ciudad de las cariátides.
solo abiertos en su parte superior de en- Y o no he visto en ninguna parte tantos
rejados extravagantemente colocados; to- colosos mozos de cordel como en Franc-
das las puertas cerradas; en el piso ba- fort. Es imposible hacer trabajar, gimo-
j o ú n i c a m e n t e ventanas, reforzadas con tear y aullar el m á r m o l , la piedra, el
gruesas barras de hierro, echadas todas bronce y l a madera con una invención
las barras; en los pisos superiores balco- m á s rica y una crueldad m á s variada.
najes de madera, casi por todas partes
Por cualquier lado que se vuelva se
asegurados con barrotes de hierro; un
encuentran pobres figuras de todas las
silencio tétrico; n i u n canto, n i una voz,
épocas, de todos los estilos, de todos los
n i un soplo; por intervalos el ruido aho-
sexos, de todas las edades, de todas
gado de pasos en el interior de las casas;
las fantasmagorías, que se retuercen y
al lado de las puertas u n ventanillo
gimen miserablemente bajo pesos enor-
enrejado, medio entreabierto en un pasa-
mes. Sátiros cornudos, ninfas de gargan-
dizo tenebroso; por todas partes polvo,
tas flamencas, enanos, gigantes, esfin-
ceniza, t e l a r a ñ a s , la ruina carcomida, la
ges, dragones, á n g e l e s , diablos, todo
miseria m á s ficticia que real; una apa-
un infortunado pueblo de séres sobrena-
riencia de angustia y de temor esparcida
turales, reunido por a l g ú n mágico que
por las fachadas de los edificios; uno ó
pecaba desvergonzadamente á la vez en
dos que pasan por l a calle mirándose con
todas las mitologías, encerrado por él
no sé q u é desconfianza azorada; en las
en envolturas petrificadas y allí encade-
ventanas de los primeros pisos, jóvenes
nado bajo los cornisamentos, impostas y
adornadas, de color moreno y perfil an
arquitrabes, y asegurado hasta medio
guloso, apareciendo furtivamente, ó ca
cuerpo en las paredes. Los unos sostie-
ras de viejas con nariz de buho, peinadas
nen balcones, los otros torrecillas, los
de u n modo exagerado, inmóviles y desco-
m á s agobiados casas; otros levantan so-
loridas, detrás de los cristales empañados;
bre sus espaldas a l g ú n insolente negro
en los pasillos de los pisos bajos, mon-
de bronce, vestido con u n ropaje de es-
tones de bultos y mercancías; fortalezas
t a ñ o dorado, ó u n inmenso emperador
m á s bien que casas, cavernas m á s bien
romano de piedra, con toda la pompa
que fortalezas, espectros m á s bien que
del traje de Luis X I V , con su gran pe-
transeúntes. Estaba en la calle de los
luca, su amplio manto, su sillón, su
J u d í o s y era en un sábado.
estrado, su credencial donde está su co-
E n Francfort todavía hay judíos cris rona, su dosel de caldas festoneadas y
tianos; verdaderos cristianos que despre anchos tapices; colosal m á q u i n a , que re-
cian á los j u d í o s , verdaderos judíos que presenta u n grabado de A u d r a n comple-
aborrecen á los cristianos. Ambas partes tamente reproducido en saliente relieve
se execran y se evitan. Nuestra civiliza en un monolito de veinte piés de alto.
cion, que tiene todas las ideas en equili Esos prodigiosos monumentos son mues-
brio y que tiende á hacer desaparecer en tras de posadas. Bajo esos fardos t i t á n i -
TOMO I V . 92
730 OBRAS D E VICTOR HUGO,
eos, las cariátides se encorvan en todas adivinar; sin embargo, confieso que, si
las posturas de la rabia, del dolor y de inbiese sabido q u é hacer de un pobrecito
la fatiga. Estas doblan la cabeza, aque- cochinillo que u n carnicero llevaba de-
llas medio se vuelven, algunas colocan ante de m í sujeto por las dos patas t r a -
en sus caderas sus dos manos crispadas, seras y que no gritaba, ignorando lo que
ó comprimen su pecho hinchado, próximo se iba á hacer con él y no comprendiendo
á estallar; hay Hércules desdeñosos que nada del asunto, lo habría comprado y
sostienen una casa de seis pisos con un salvado. U n a preciosa n i ñ a de cuatro
solo hombro y amenazan con el p u ñ o á años, que como yo le examinaba atenta-
las gentes; hay tristes Vulcanos joroba- mente con compasión, parecía estimular-
dos que se apoyan en sus rodillas, ó des- me con la mirada á que llevase adelante
graciadas sirenas cuya cola escamada se m i propósito. Y o no hice lo que aquellos
aplasta horrorosamente entre las piedras ojos encantadores me decian, yo desobe-
angulares; hay quimeras exasperadas decí aquella dulce mirada, y me lo repro-
que se muerden las unas á las otras con cho. U n a soberbia y grandiosa muestra
furor; otras lloran, otras rien con amar- dorada, sostenida por su hierro, la m á s
ga risa, otras hacen muecas espantosas jella y la m á s rica del mundo, compues-
á los que pasan. He notado que muchas ta de todos los emblemas del gremio de
salas de taberna, en las que resuenan los carniceros y adornada con l a corona
aun los choques de los vasos, están colo- imperial, domina y completa ese m a g n í -
cadas sin equilibrio sobre las cariátides. fico matadero digno de P a r í s en la Edad
Parece que la gente vieja y libertina de Media, y ante el cual, positivamente, se
Francfort tiene la humorada de celebrar hubiesen embobado Calatapirone en el
sus francachelas sobre esas estátuas do' siglo quince y Rabelais en el diez y seis.
lientos. E l matadero desemboca en una plaza
L a m á s horrible pesadilla que se pue de mediana extensión, digna de Flandes,
de tener en Francfort no es la invasión y que merecería ser celebrada y admira-
de los rusos, n i la irrupción de los fran da aun después de conocido el Viejo
ceses, n i la guerra europea devastando Mercado de Bruselas. Es una de esas pla-
el pais, n i las antiguas guerras civiles zas trapecios, alrededor de los cuales to-
desgarrando de nuevo los catorce cuar- dos los estilos y todos los caprichos de la
teles de la ciudad, n i el tifus, n i el có arquitectura burguesa de l a Edad Media
lera; es el despertar, el desencadenamien y del Renacimiento se levantan, repre-
to y la venganza de las cariátides. sentados por casas modelos, donde, s e g ú n
Una de las curiosidades de Francfort, la época y el punto, la ornamentación
que desaparecerá en breve, así me lo ha empleado por todas partes, con una
temo, es el matadero. Ocupa dos anti oportunidad prodigiosa, l a pizarra como
guas calles. Es imposible ver casas m á s la piedra, el plomo como la madera. Ca-
viejas n i m á s negras acercarse á u n da fachada tiene un valor aparte, y con-
m o n t ó n m á s espléndido de carne fresca. curre al mismo tiempo á l a composición
Y o no sé q u é aspecto de jovialidad glo y a r m o n í a general de la plaza. E n Franc-
tona está impreso en esas fachadas, ex- fort, como en Bruselas, dos ó tres casas
travagantemente cubiertas de pizarras y nuevas, de l a m á s estúpida apariencia y
esculturas, cuyo piso bajo parece devo que tienen un aspecto parecido al de dos
rar, como una boca profunda abierta ó tres imbéciles en una asamblea de
c u á n grande es, innumerables cuartos hombres de ingenio, perjudican el con-
de bueyes y de carneros. Los carniceros j u n t o de la plaza y realzan la belleza de
teñidos en sangre y las carniceras con los viejos edificios vecinos. U n a mara-
sus colores rosados hablan graciosamen villosa casucha del siglo quince, com-
te debajo de guirnaldas de piernas de puesta, ignoro por q u é costumbre, de una
carnero. U n arroyo rojo, que dos surti nave de iglesia y una torre de consejo,
dores de agua apenas modifican el color llena con su soberbia y elegante silueta
porro y humea por medio de la calle uno de los lados del trapecio. Hácia la
E n el momento en que yo pasaba, gritos m i t a d de la plaza, en sitios cualesquiera,
espantosos poblaban los aires. Inexora pues evidentemente no hay designada
bles mozos dedicados al degüello de ro- ninguna simetría, han germinado, como
ses, con figuras herodianas, estaban dos zarzales animados, dos fuentes, una
haciendo allí una degollación de cochi- del Renacimiento y otra del siglo diez y
nillos. Las criadas con su cesta al brazo ocho. Sobre estas dos fuentes se hallan y
reian entre aquella batahola. H a y emo- se a v e r g ü e n z a n , por un azar singular, de
ciones ridiculas que no se deben dejar pié cada una en la cima de su columna,
EL RHIN. 731
Minerva y Judit, la virgen homérica y la I la ciudad de Francfort. E n ella es donde
virgen bíblica, la una con la cabeza de los electores ó sus delegados declaraban
Medusa y la otra con l a cabeza de Holo entre sí a l emperador rey de los romanos.
fernes. E n un sillón entre las dos ventanas pre-
Judit, bella, altanera y encantadora, sidia el arzobispo de Maguncia. Después
rodeada de cuatro faunas-sirenas que so- seguían por órden, sentados alrededor de
plan á sus pies con trompetas, es una he- una inmensa mesa cubierta de cuero
róica muchacha del Renacimiento. No rojizo, cada uno por debajo de su b l a s ó n
tiene ya la cabeza de Holoíernes, que le- pintado en el cielo raso, á la derecha del
vantaba con la mano izquierda, pero arzobispo de Maguncia, Tróveris, Bohe-
conserva todavía la espada en su mano mia y Sajonia; á su izquierda, Colonia,
derecha, y su vestido, empujado por el el Palatinado y Brandeburgo, y enfrente
viento, se levanta por encima de su rodi- Brunswich y Baviera. E l t r a n s e ú n t e ex
l i a de mármol y descubre su pierna fina perimenta la impresión que producen
y firme, con la corva más vigorosa que se las cosas sencillas que contienen grandes
pueda imaginar. cosas cuando vé y toca el cuero rojo y l i e
Algunos que intentan explicarlo todo no de polvo de esa mesa en donde senom-
pretenden que esta e s t á t u a representa la braba el emperador de Alemania. Por
Justicia, y que lo que tenia en la mano lo demás, y haciendo abstracción de la
no era la cabeza de Holofernes, sino una mesa, que se ha transportado á una sala
balanza. Y o no creo nada de esto. vecina, la sala de los electores está hoy
U n a Justicia que tuviera l a balanza en el mismo estado que tenia en el siglo
en la mano izquierda y la espada en la diez y siete. Los nueve blasones del cielo
mano derecha, serialalnjusticia. Por otra raso sirviendo de marco á u n m a l fresco,
parte, la Justicia no tiene el derecho de una t a p i c e r í a de damasco rojo, adornos
ser n i tan hermosa, n i de levantar tanto de arquitectura en forma de candelabros
las faldas. de cobre plateado figurando personajes
Frente por frente de esta figura se ele- ilustres, u n gran espejo de molduras
van, con su cuadrante negro y sus cinco torneadas, enfrente del cual se puso en
imponentes ventanas de desigual altura, el siglo ú l t i m o u n retrato de cuerpo en
los tres remates angulares justapuestos tero de J o s é 11;.por encima de la puerta
del Roemer. un e n t r e p a ñ o y u n retrato de ese ú l t i m o
E n el Roemer se elegía á los emperado- de los nietos de Garlo-Magno, que m u r i ó
res, en esta plaza se les proclamaba. jen 910, en el momento de reinar, y que
T a m b i é n se celebraban y se celebran los alemanes llaman el Niño. Nada m á s .
en esta plaza las dos famosas f érias de E l conjunto es austero, sério, tranquilo,
Francfort, la féria de Setiembre, institui- y excita m á s el pensamiento que la m i -
da en 1240 por concesión de Federico I I , rada.
y la féria de P á s c u a s , establecida en Después de la sala de los electores he
1330 por Luis de Baviera. Las férias han visto la sala de los emperadores.
sobrevivido á los emperadores y al im- E n el siglo catorce, á los comerciantes
perio. lombardos que han legado su nombre al
E n t r é en el Roemer. Roemer, y que tenían en él tienda, se les
Después de haber andado al azar sin ocurrió rodear la gran sala de nichos á
encontrar á nadie por una gran sala baja fin de colocar allí sus mercancías. U n
y desigual, abovedada en forma de ojiva arquitecto, cuyo nombre se ha perdido,
y obstruida con barracas de la féria, midió el circuito de l a sala y construyó
después e n t r é por una ancha escalera de cuarenta y cinco nichos. E n 1564, Maxi-
tramos del tiempo de Luis X I I I y tapi- miliano I I fué elegido en Francfort y
zada de malos cuadros sin marcos, luego presentado a l pueblo desde el balcón de
por u n sinnúmero de corredores y peí- esta sala, que, á partir de Maximilia-
daños oscuros, y á fuerza de llamar en no I I , se l l a m ó el Kaisersaal y sirvió para
todas las puertas, acabé por encontrar la proclamación de los emperadores. Se
una criada, que al oír esta palabra: pensó entonces en decorarla, y el primer
Kaisersaal, cogió una llave de un clavo pensamiento que se tuvo fué instalar en
en la cocina y me condujo á la sala de los nichos abiertos alrededor del mer-
los emperadores. cado imperial, los retratos de todos los
L a i n t r é p i d a muchacha, sonriendo, me Césares alemanes elegidos y coronados
hizo pasar desde luego por la sala de los desde la extinción de la raza de Cario-
electores, que sirve hoy, según creo, para Magno, reservando á los Césares futuros
celebrar sus sesiones la alta C á m a r a de los nichos vacantes. Solamente desde
OBRAS D E VICTOR HUGO.
calle que desembocaba por u n lado con empavesados con los colores de diez na-
una vasta tienda y por el otro con la ciones, Inglaterra, Prusia, Nassau, Hes-
casa del patrón, especie de palacio de se, Badén, tricolor holandés, tienen por
madera. L a cocina humeaba sin cesar. invocación nombres de príncipes y de
U n a gran caldera de cobre hervía allí ciudades: Ludwig I I , Gross-herzog-von-
dia y noche. Por l a tarde y por la m a ñ a - Hessen, Koenigin Victoria, Herzog-von-Nas-
na el piloto daba l a consigna y levanta- sau, Frinzessinn Mariann, Gross-herzog-von-
ba por encima de l a a l m a d í a una cesta Baden, Stadt-Manheim, Stadt-Goblentz. Los
suspendida en una percha; era la señal cuques de vela pasan lentamente, llevan-
de l a comida, y los m i l trabajadores acu- do en su proa nombres graves y dulces:
dian con sus escudillas de madera. Estas Fius, Golumhus, Amor, Sancta María, Gratia
embarcaciones consumían en un viaje Dei. Los buques de vapor están barniza-
ocho pipas de vino, seiscientos moyos de dos y dorados; los buques de vela están
cerveza, cuarenta sacos de legumbres alquitranados. E l buque de vapor es la
secas, m i l doscientas libras de queso, especulación; el buque de vela es la na-
m i l quinientas libras de manteca, diez vegación austera y creyente. Los unos
m i l libras de carne ahumada, veinte m i l caminan haciendo un reclamo, los otros
libras de carne fresca y cincuenta m i l haciendo una oración. Los unos cuen-
libras de pan. Llevaban un r e b a ñ o y tan con los hombres, los otros cuentan
matarifes. Cada una de esas embarcacio- con Dios.
nes representaba siete ú ochocientos m i l Esta vigorosa y sorprendente a n t í t e -
florines, es decir, cerca de dos millones sis se cruza y se hace frente á cada ins-
de francos. tante en el R h i n .
Con dificultad se llega uno á imaginar E n este contraste respira con singular
esa grande isla de madera navegando de poder de realidad el doble espíritu de
Namedy á Dordrecht, y arrastrando nuestra época, que es hija de u n pasa-
tortuosamente su archipiélago de islotes do religioso y se cree madre de u n por-
á través de los á n g u l o s , embudos, casca venir industrial.
das, torbellinos y rodeos del R h i n . Los Cuarenta y nueve islas cubiertas de
naufragios eran frecuentes. Es prover- espesa verdura, ocultando techos que
b i a l que antes se decía, y aun ahora se humean entre manojos de flores, y res-
dice, que u n empresario de a l m a d í a s de guardando barcas en puertos tan peque-
bia tener tres capitanes, el primero en el ños como encantadores, se dispersan en
Hhin, el segundo en tierra y el tercero el R h i n , de Colonia á Maguncia. Todas
en cartera. E l arte de conducir entre tienen a l g ú n recuerdo. Q-raupenwerth,
tantos escollos esas espantosas ensam punto donde los holandeses construye-
bladuras no pertenecia de ordinario m á s ron u n fuerte, al que llamaron Bonetero.
que á u n solo hombre por generación Pfaffenmüth, fuerte que los españoles,
A fines del siglo ú l t i m o era el secreto escandalizados, recobraron y bautizaron
de un p a t r ó n de Hudesheim llamado el con el nombre de Isabel. Graswerth, isla
viejo J u n g . Muerto J u n g , las grandes de la Yerba, donde Juan Felipe de Rei-
embarcaciones desaparecieron. chenberg escribió sus Antigüedades Say-
E n los actuales momentos veinticinco nenses. Niederwerth, en otro tiempo tan
vapores suben y bajan el R h i n diaria- rica con las dotaciones del margrave-
mente. Los diez y nueve buques de l a arzobispo Juan I I . Urmitzer Insel, que
c o m p a ñ í a de Colonia, que se conocen vió á César, y Nonnenswerth, que vió á
por su chimenea blanca y negra, van Rolando.
de Estrasburgo á Dusseldorf; los seis Los recuerdos de las riberas parecen
buques de la c o m p a ñ í a de Dusseldorf, responder á los recuerdos de las islas.
que tienen la chimenea tricolor, van de P e r m í t e m e desflorar a q u í algunos: ya
Maguncia á Rotterdam. Esta inmensa volveré á ocuparme ahora mismo con
n a v e g a c i ó n empalma con Suiza por e m á s detalles de este interesante asunto.
dampschiff de Estrasburgo á Basilea y Toda sombra que se levanta en una ori-
con Inglaterra por los steamboats de l l a del rio hace levantar otra en l a otra
Rotterdam á Lóndres. orilla. E l a t a ú d de Santa Nizza, nieta de
L a antigua n a v e g a c i ó n rhenana, que Luis el Benigno, está en Coblenza; l a
p e r p e t ú a n los buques de vela, contras- tumba de Santa Ida, prima de Cárlos
ta con la navegación nueva, que repre- Martel, está en Colonia. Santa Hildegar-
sentan los buques de vapor. Los buques da dejó en Eubingen el anillo que le dió
de vapor, rientes, coquetones, elegan- San Bernardo, con esta divisa: Yo amo el
tes, confortables, rápidos, engalanados y sufrir. Sigeberto es el ú l t i m o rey de
ÉL RtilN. 741
Austrasia que habitó en Andernach. despreciable, borracho y feroz después
Santa Grenoveva vivia en Frauenkirch, de haber bebido. Hacia ahogar á los sa-
en los bosques, cerca de una fuente mi- cerdotes que se negaban á confiarle el
neral, que linda hoy con una capilla secreto de la confesión. A u n sospechando
conmemorativa. Su marido residía en de la fidelidad de su mujer, tenia con-
Altsimmern. Schinderhannes devastó el fianza en su talento y sufría la influencia
valle del Nahe. A q u í es donde un dia de sus ideas. Así que, esto inquietaba á
se divirtió, pistola en mano, en hacer Roma. Wenceslao tenia por mujer á So-
descalzar á un grupo de judíos, y en fía de JBaviera, la que tenia por confesor
obligarles en seguida á que volvieran á á Juan Hass. Juan Huss, propagando á
calzarse precipitadamente después de ha- Wicleí, minaba el poder del Papa, y el
ber mezclado sus zapatos. Los judíos se ;?apa hirió al emperador. Por instiga-
fueron cayendo y levantándose, lo que ción de la Santa Sede los tres arzobispos
hizo reir á Juan el Desollador. Antes convocaron al conde palatino. E l R h i n
de Schinderhannes, este agradable va- desde entonces dominaba á Alemania.
lle tuvo á Luis el Negro, duque de Deux- os cuatro desafiaron al emperador; des-
Ponts. 3ues nombraron en su lugar al que de
Cuando el viajero que sube ha pasado entre ellos no era eclesiástico, al conde
Ooblenza y dejado detrás de sí la gra- Ruperto. Ruperto, á quien esta recom-
ciosa isla de Oberwerth, donde yo no só pensa le fué sin duda secretamente pro-
q u é construcción blanca ha sustituido á metida, fué á pesar de todo un digno
la vieja a b a d í a de damas nobles de San- y noble emperador. Y a ves que, en su
ta Magdalena-sur-l' l i e , se le aparece la alta tutela de los reinos y de los reyes, la
embocadura del L a h n . E l sitio es admi- acción de Roma, tan pronto pública, tan
rable. A la orilla del agua, detrás de un pronto oculta, era alguna vez beneficio-
confuso grupo de embarcaciones amar- sa. L a sentencia dictada contra Wences-
radas, se alzan los dos campanarios r u i - ao descansaba en seis cargos: los cuatro
nosos de Johanniskirch, que recuerdan principales eran: primero, dilapidación
vagamente á Jumieges. A la derecha, de la Hacienda; segundo, cisma de la
por encima del pueblo de Capellen, sobre Iglesia; tercero, guerras civiles del I m -
la cima de una sierra, se levanta Stolzen- perio, y cuarto, haber hecho acostar los
fels, la vasta y magnífica fortaleza arzo perros en su c á m a r a .
bispal donde el elector Werner estudiaba Juan Huss continuó y Roma t a m b i é n .
la Almuchabala; y á la izquierda, sobre —Antes que cejar, decía Juan Huss, prefiero
el L a h n , en el fondo del horizonte, las que se me arroje al mar con una muela de
nubes y el sol se mezclan á las sombrías molino al cuello. E m p u ñ ó la espada del es-
ruinas de Lahneck, llenas de enigmas píritu y luchó cuerpo á cuerpo con
para el historiador y de tinieblas para el Roma. Después, cuando el Concilio le
anticuario. A los dos lados del Latín dos obligó, m a r c h ó atrevidamente, sin salvo-
bonitas poblaciones, Niederlahnstein conducto, venimus sine salvo conductu. T ú
Oberlahnstein, unidas la una á la otra sabes el fin. E l desenlace tuvo lugar el
por una alameda de árboles, se miran y 6 de J u l i o de 1415. Los años, que carco-
parecen sonreírse. A no mucha distancia men todo lo que es carne y superficie, re-
de la puerta oriental de Oberlahnstein ducen t a m b i é n los hechos al estado de
que tiene aun su negro cinturon de zan cadáver y ponen las fibras de la historia
jas y barbacanas, los árboles de un verge al descubierto. Hoy, para el que conside-
dejan ver y ocultan á la vez una capillita ra, gracias á esta desnudez, la construc-
del siglo catorce, revocada y rej u venecida ción providencial de los acontecimien-
sobre la cual descansa un mezquino y pe tos de esta sombría época, la deposición
queño campanario. Esta capilla ha visto de Wenceslao es el prólogo de una tra-
deponer al emperador Wenceslao. gedia, de la que la hoguera de Constan-
E n esta iglesia de aldea es donde, e za es la catástrofe.
a ñ o de Cristo 1400, los cuatro electores Enfrente de esta capilla, en la ribera
del R h i n , Ju a n de Nassau, arzobispo de opuesta, á l a orilla del rio, se veia aun,
Maguncia; Federico de Saarwerden, arzo no hace medio siglo, el sitio real, ese an-
bispo de Colonia; Werner de Koenigstein tiguo Koenigsstühl de que ya te he ha-
arzobispo de Tréveris, y Ruperto I I I , con blado. E l Koenigsstühl, apreciado en su
de palatino, proclamaron solemnemente conjunto, tenia diez y siete piés alemanes
desde lo alto de la fachada la destitución de elevación y veinticuatro de diámetro.
de Wenzel, emperador de Alemania. H é a q u í la figura que ofrecía: siete
Wenceslao era un hombre indolente y pilares de piedra sostenían una ancha
742 OBRAS D E VIGTOR HUGO.
plataforma octógona de piedra, que des- de las m o n t a ñ a s , los cuatro barones, los
cansaba en su centro en u n octavo pilar cuatro dignatarios, los cuatro monteros,
m á s grande que los otros, figurando el em- os cuatro funcionarios de Suavia y los
perador en medio de los siete electores. cuatro servidores. Cada uno de ellos ha-
Siete sillas de piedra, correspondiendo á cia llevar delante de sí, por su mariscal
los siete pilares, por encima d é l o s cuales particular, una espada con vaina dora-
estaba colocada cada una de ellas, ocu- da. Llamaban á los otros príncipes las
paban, formadas en círculo y mirándose, testas coronadas, y ellos se nombraban las
siete tableros de la plataforma. E l octa- manos coronantes. L a Bula de Oro los
vo, que miraba al Mediodía, lo llenaba comparaba á los siete dones del E s p í r i t u
la escalera, maciza grada de piedra for- Santo, á las siete colinas de Roma y á
mada de catorce peldaños, dos peldaños los siete brazos del candelero de Salo-
por elector. Todo tenia su intención en món. Entre ellos, la calidad electoral era
ese grave y venerable edificio. D e t r á s de preferida á l a calidad real; el arzobispo
cada silla y al frente de cada tablero de de Maguncia iba á la derecha del empe-
la plataforma octógona estaban escul rador y el rey de Bohemia á la derecha
pidos y pintados los blasones de los siete del arzobispo. Eran t a n grandes, se les
electores: el león de Bohemia; las espa veía de tan lejos en Europa y domina-
das cruzadas de Brandeburgo; Sajonia ban las naciones de tan alto, que los al-
que lo tenia blanco con el á g u i l a de g u deanos de Wesen, en Suiza, llamaban
les; el Palatinado, que lo tenia rojo con y llaman aun las siete agujas n á u t i c a s
el león blanco; Tróveris, que lo tenia de su lago Sieben Churfürsten á los Siete
blanco con l a cruz de gules; Colonia, que Electores.
lo tenia blanco con l a cruz negra, y Ma- E l Koenigsstühl ha desaparecido, los
guncia, que lo tenia rojo con la rueda electores también; cuatro piedras indican
blanca. Estos blasones, cuyos esmaltes, hoy el lugar del Koenigsstühl; nada indi-
colores y dorados se enmohecían por ca el lugar de los electores.
efecto del sol y de la lluvia, eran el único E n el siglo diez y seis, cuando se hizo
ornamento de ese viejo trono de gra moda nombrar a l emperador en Franc-
nito. fort, tan pronto en la sala del Rcemer,
Allí era, al aire libre, expuestos á los tan pronto en l a capilla-cónclave de
rayos del sol, sentados en aquellos rígi- San B a r t o l o m é , l a elección vino á ser
dos sillones de piedra, sobre los cuales se una ceremonia complicada. L a etiqueta
deshojaban los árboles y pasaba l a som española se reflejó en ella. E l formulario
bra de las nubes, rudos y sencillos, ingó fué minucioso; el aparato severo, sospe-
nuos y augustos como los reyes de Ho choso y algunas veces terrible. E n la ma-
mero, donde los antiguos electores de ñ a n a del d í a fijado para l a elección se
Alemania elogian entre ellos el empera cerraban las puertas de la ciudad, los
dor. Más tarde, esas grandes costumbres vecinos se ponían sobre las armas, los
desaparecieron y una civilización menos tambores del campo sonaban, l a campa-
épica reunió alrededor de l a mesa de na de alarma repicaba; los electores, ves-
cuero de Francfort á los siete príncipes tidos de brocado de oro y revestidos con
que se elevaron á fines del siglo diez y la toga encarnada forrada de armiño,
siete al n ú m e r o de nueve por l a accesión cubiertos los seglares con el birrete elec-
de Baviera y de Brunswick al electo toral y los arzobispos con l a m i t r a escar-
rado. lata, recibían solemnemente el juramento
Los siete príncipes que se sentaban del magistrado de la ciudad, que prome-
en esas piedras en l a Edad Media eran t í a garantirles de la sorpresa del uno al
poderosos y eminentes. Los electores otro; esto hecho, se prestaban ellos mismos
ocupaban el sitio m á s elevado del Sacro juramento los unos á los otros en manos
Imperio. Precedían, en l a marcha impe- del arzobispo de Maguncia; después se
r i a l , á los cuatro duques, los cuatro ar les decía l a misa; se sentaban en las sillas
chimariscales, los cuatro landgraves, los de terciopelo negro, el mariscal del Sacro-
cuatro burgraves, los cuatro condes jefes Imperio cerraba las puertas y procedían á
de guerra, los cuatro abades, los cuatro la elección. Por m u y cerradas que estu-
representantes de los pueblos, los cuatro viesen las puertas, los cancilleres y los
caballeros, los cuatro representantes de notarios iban y venían. Por ú l t i m o , los
las ciudades, los cuatro representantes tres reverendos se ponían de acuerdo con
de las aldeas, los cuatro campesinos, los los tres ilustres-, el rey de los romanos era
cuatro marqueses, los cuatro condes, los nombrado; los príncipes se levantaban
cuatro señores, los cuatro representantes de sus sillas, y mientras que se hacia l a
EL RHIN. 743
presentación al pueblo en las ventanas siglo quince, cuando el imperio griego
del Roemer, uno de los sufragáneos de se desplomó, el á g u i l a g e r m á n i c a quedó
Maguncia cantaba en San Bartolomé un sola, quiso representar los dos imperios,
Te-Deum con tres coros, a c o m p a ñ a d o por miró á la vez al Occidente y al Oriente
los órganos de l a iglesia, las trompetas y tomó dos cabezas.
de los electores y las trompetas del empe- No es esta, sin embargo, la primera
rador. aparición del á g u i l a de dos cabezas. Se
Todo al ruido de las grandes campanas la vió esculpida en la adarga de uno de
repicadas en las torres y de los grandes ca- los soldados de la columna de Trajano, y
ñones que se disparaban de alegría, dice, en si hay que creer al monje de Attaich y á
su curioso manuscrito, el narrador anóni- la compilación de documentos de Ursti-
mo de la elección de Matías I I . sius, Rodolfo de Habsbourg la llevaba
En el Koenigsstühl la ceremonia se ha- bordada en su pecho el 26 de Agosto de
cia con m á s sencillez y m á s grandeza á 1278 en la batalla de Marchefeld.
m i modo de ver. Los electores subian Cuando la bandera era enarbolada en
procesionalmente á l a plataforma por los la orilla del R h i n en honor del nuevo
catorce peldaños, que teniancada uno emperador, el viento agitaba los pliegues,
un pié de alto, y se sentaban en sus sillo- y fundándose en l a manera como flota-
nes de piedra. E l pueblo de Rhens, con- ba, el pueblo hacia sus presagios.
tenido por los arcabuceros, rodeaba la E n 1346, cuando los electores, obliga-
silla real. E l arzobispo de Maguncia, dos por el Papa Clemente V I , proclama-
puesto en pié, decia. Nobilísimos príncipes, ron desde lo alto del Koenigsstühl á Cár-
él Sacro-Imperio está vacante. Después los, margrave de Moravia, rey de los
entonaba la antífona Veni, Sánete Spiritus, romanos, aun viviendo Luis V , al grito
y los arzobispos de Colonia y de Tréveris de Vivat m e / l a bandera imperial cayó
cantaban las otras colectas que se rezan. en el R h i n y en él se perdió. Cincuenta
Terminado el canto, los siete prestaban y cuatro años m á s tarde, en 1400, el fa-
juramento; los seglares poniendo la mano tal presagio se cumplió; Wenceslao, hijo
sobre el Evangelio y los eclesiásticos so- de Cárlos, fué depuesto.
bre el corazón. Distinción bella y conmo- Y esta caida de la bandera fué tam-
vedora, que quiere decir que el corazón bién l a caida de. la casa de Luxemburgo,
de todo sacerdote debe ser u n ejemplar que, después de Cárlos I V y Wenceslao,
del Evangelio. Después de prestado el no dió m á s que un emperador, Segis-
juramento, se les veia sentados en círcu- mundo, y se borró para siempre ante la
lo hablarse en voz baja; de pronto el ar- casa de Austria.
zobispo de Maguncia se levantaba, ex- Después de haber dejado a t r á s el l u -
tendía sus manos al cielo y lanzaba al gar donde estuvo el Koenigsstühl, derri-
pueblo, disperso á lo lejos en los valla bado ya, como cosa feudal, por la Revolu-
dos, las malezas y las praderas, el nom ción francesa, se sube hácia Braubach, se
bre del nuevo jefe temporal de la cris- franquea Boppart, Welmich, San G-oar,
tiandad. Entonces el mariscal del imperio Oberwesel, y de repente á la izquierda,
enarbolaba la bandera imperial en la en la ribera derecha, aparece, semejante
orilla del Rhin, y el pueblo gritaba: al techo de una casa de gigantes, una
Vivat rexl gran roca de arcilla, sobre l a cual se l e -
Antes de Lotario I I , que fué elegido vanta una torre enorme, que parece des-
el 11 de Setiembre de 1125, la misma atascar como una chimenea colosal la
á g u i l a , el á g u i l a de oro, se ostentaba en fria humareda de las nubes. A l pié de l a
la bandera del imperio de Oriente y en roca, á lo largo del rio, una bonita ciu-
la bandera del imperio de Occidente; dad, agrupada alrededor de una iglesia
pero el cielo encendido de la aurora se romana con flecha, presenta todas sus fa-
reflejaba en la una y el cielo frió del chadas a l Mediodía. E n medio del R h i n
septentrión en la otra. L a bandera de y delante de la ciudad, con frecuencia
Oriente era roja; la bandera de Occidente semi-velada por las brumas del rio, se
era azul. Lotario sustituyó á estos colo- levanta sobre una roca á flor de agua u n
res los colores de su casa, oro y negro. edificio oblongo, estrecho, de altas m á r -
E l á g u i l a de oro en u n cielo azul fué genes, que por delante y por detrás cor-
reemplazada en el estandarte imperial tan las olas como una proa y una popa,
por el á g u i l a negra en un cielo de oro. en el que las ventanas anchas y bajas
Mientras hubo dos imperios, hubo dos i m i t a n escotillas y portas de baterías, y
á g u i l a s , y esas dos águilas no tuvieron en el que la pared inferior con sus m i l
m á s que una cabeza. Pero al finalizar el garfios de hierro dibuja áncoras y ar-
OBRAS DE VICTOR HUGO.
Leyde encadenado entre su canciller tonelero.—La posada del F a i s á n (que es quizá la posada
del Cisne, á menos que no sea la posada del Pavo r e a l .
Krechting y su verdugo Knipperdo- Lector, desconfía del autor en este puntoj.—En qué se ocupa-
l l i n g ; el jóven Cárlos V haciendo chis- ban dos hombres en el comedor y qué es lo que hacia un ter-
pear en estrellas de diamantes sobre su cero.—Elocuencia de un tonto.—El viajero continúa descri-
biendo la posada.—El dormitorio.—El cuadro de la cabecera
broquel la palabra nondum; Wallenstein de la cama.-Dos amantes escapándose á través de una es-
servido por sesenta pajes hidalgos; T i l l y pantosa ortografía.—El autor se pasea en Worms.—Alocu-
en traje de satén verde en su caballejo ción á los parisienses.—La agonía de una ciudad.—Lo que
Persio y Horacio han dicho de la Pequeña-Provenza que hay
gris; Gustavo Adolfo atravesando el bos- en las Tullerías.—Consejos indirectos á los jóvenes bobalico-
que de Turingia; la cólera de Luis X I V , nes que echan á perder los trajes de los hombres en Francia
en la actualidad.—La catedral de Worms.—El exterior.—El
la cólera de Federico I I , la cólera de Na- interior.—El templo luterano.—Mannheim,—El único méri-
poleón, todas esas cosas terribles que to de Mannheira.—Por qué gentes Mannheim seria admirado.
unas tras otras conmovieron ó espanta- —Todavía la figura de retórica que Dios prodiga.—Interesan-
te inscripción recogida en Mannheim.
ron á Europa, han herido como relámpa-
gos esas viejas murallas. Esas gloriosas
moradas recibieron el revés de los suizos
destruyendo l a antigua caballería de Orillas del Neckar, Octubre.
Sempach, y el del gran Conde destru- L a noche se acercaba. No só q u é dis-
yendo la antigua infantería en Rocroy. plicencia que embarga el alma á la des-
Ellos oyeron crugir las escalas, chillar la iparicion del dia se esparcía por todo el
pez hirviente y rugir los cañones. Los horizonte alrededor de nosotros. ¿Quién
lansquenetes, los lanceros, los bruscos está triste á estas horas? ¿es l a naturale-
actos de usurpación de Sickingen, el za? somos nosotros mismos? U n a gasa
gran caballero, los asaltos inteligentes blanca subía de las profundidades de ese
de Burtenbach, el gran capitán, ellos lo inmenso valle de los Vosgos; los cañave-
han visto todo, lo han menospreciado rales del rio zumbabam l ú g u b r e m e n t e ;
todo, lo han sufrido todo. Hoy, melancó- el dampschiff golpeaba el agua como u n
licos, cuando de noche la luna reviste su porrazo fatigado; todos los viajeros, can-
espectro de un sudario blanco, m á s me- sados ó adormecidos, h a b í a n bajado á l a
lancólicos aun en pleno sol, llenos de c á m a r a , obstruida de paquetes, sacos de
gloria, de fama, de nada y de fastidio, noche, mesas en desorden y gentes dor-
roidos por el tiempo, minados por los midas; el puente estaba desierto; tres es-
hombres, esparciendo en los viñedos de tudiantes alemanes h a b í a n quedado en
la cuesta una sombra que vá disminu- él solos, inmóviles, silenciosos, fumando,
yendo de a ñ o en a ñ o , dejan caer el pasa- sin hacer un gesto y sin decir una pala-
do piedra á piedra en el R h i n y fecha á bra, sus pipas de porcelana pintada; tres
fecha en el olvido. estátuas; yo hacia la cuarta y miraba va-
Oh, nobles castillejos! ¡oh, pobres vie gamente el espacio. Y o me decía: "Nada
jos gigantes paralíticos! ¡oh, caballeros distingo en el horizonte. No estaremos
avergonzados! U n vapor ocupado por co- en Worms hasta que l l e g ú e l a noche.,, Es
merciantes y burgueses os arroja al pa- e x t r a ñ o . Y o no creía que "Worms distase
sar su humareda á l a cara. tanto de Maguncia. De pronto el damps-
chiff [se detuvo. "Vaya, me dije, el agua
está m u y baja en esta llanura; el álveo
CAJRTA. X X V I . del R h í n está obstruido de bancos de
arena; hemos encallado.,,
E l p a t r ó n del buque salía de su cama-
Worms,—Miiimheim. rote.—Y bien, capitán, le dije—porque t ú
sabes que hoy se le dá á todo un nombre
La noche se avecina.—Disertación profunda y altamente filosó- sonoro; todo cómico se llama artista, todo
fica sobre los apelativos sonoros.-El viajero cree ser un mo-
mento Micromegas bajándose y buscando una ciudad en tierra cantante virtuoso; un p a t r ó n se llama ca-
entre la yerba.—De qué sirve haber sido una gran cosa?— p i t á n , — y bien, c a p i t á n , hé a q u í un con-
Las catorce iglesias de Worms.—El pobre diablo y el moce- tratiempo. Por de pronto no llegamos
ton insolente.—Diálogos.—Un monosílabo acompañado de
su comentario.—En qué caso un posadero es majestuoso antes de las doce de la noche.^—El pa-
Oh desigual naturaleza!—El viajero tiene miedo á las hadas trón me miró con sus grandes ojos azu-
y á los aparecidos.—Se decide por dirigir vulgares adulado
nes á la luna.—Un espectro.^-A qué género de ejercicio les de tonto estupefacto y me dijo:—Ha-
entregaba este espectro.-Otro monosílabo acompañado- de béis llegado.—Yo le miró á m í vez no
otro comentario.—En que el lector aprende en qué sitios se menos estupefacto que él. E n aquel mo-
colocan los números antiguos de un viejo periódico.—El es-
pectro se vuelve cada vez más amable y cariñoso.—Entrada mento debimos hacer admirablemente
en Worms.—Por desgracia el viajero conocía también el las dos figuras del asombro francés y
Worms antiguo que ya no reconoce el Worms actual.—Lo que del asombro a l e m á n .
se expone uno á ver cuando mira por el agujero de las cerra-
duras.—San Ruprecht.—Melancolía á propósito de un jóven —Llegado, capitán?
748 OBRAS D E VICTOR HUGO.
tarlo? Pero hay que decirlo todo. A l com- Ser así humillado ante las hadas! ¡ha-
pararme con aquel hombre, dudo que al cer sonreír con sonrisa de piedad burlo-
haber venido á las manos el acogotado na el dulce y luminoso rostro de T i t a -
hubiese sido él. L a naturaleza, que no nia! J a m á s .
quiere l a igualdad, no la habia querido Antes acostarme a l raso! ¡antes andar
entre ese teutón y yo. Evidentemente toda la noche!
allí, en el crepúsculo, al aire libre, en l a Después de haber celebrado consejo
carretera, yo era el inferior y él el supe- conmigo mismo, me decidí á volver otra
rior. vez al desembarcadero. Allí e n c o n t r a r í a
¡Oh ley soberana del p u ñ e t a z o , ante sin duda a l g ú n sendero que me condu-
la cual todos los t r a n s e ú n t e s son perfec- ciría á Worms.
tamente desiguales! Dura lex, sed lex! L a l u n a asomaba.
Me resigné, pues. Y o le dirigí una invocación mental, en
Recogí m i saco de noche y me lo puse la que hice una abominable mescolanza
debajo del brazo; después me orientó. L a de todos los poetas que han hablado de
noche habia entrado de lleno, el horizon- la luna, desde Virgilio hasta Lemierre.
te estaba negro, y alrededor de m í no se Y o la llamó pálida mensajera y reina de la
d i s t i n g u í a m á s que la masa blanquecina noche, y l a r o g u é que me iluminase un
y vaga de la casa, á l a cual él me habia poco, declarándole desvergonzadamente
obligado á volver l a espalda. Oía so- que sentía que Diana fuese la hermana de
lamente el ruido vagaroso y dulce del Apolo, y creyendo de este modo, siguien-
R h i n que salía de entre los cañaverales. do el rito clásico, que se me m o s t r a r í a
—Encontrareis Worms allá abajo, habia favorable, eché audazmente á andar, con
dicho el c a p i t á n del buque, señalándome m i saco de noche debajo del brazo, en
el fondo de l a llanura. Allá abajo! Nada dirección a l Rhin.
m á s . D ó n d e i r con ese allá abajo? ¿ E s t a b a Apenas h a b í a dado algunos pasos, su-
á dos pasos? Estaba á dos leguas? Worms, mido en profunda abstracción, cuando
la ciudad de las leyendas, que habia ve- un ligero ruido me hizo volver á l a rea-
nido á ver de tan lejos, comenzaba á lidad. L e v a n t ó l a cabeza. Motivo hay
hacerme el efecto de una de esas ciuda- para invocar á los dioses. L a luna me
des m á g i c a s que retroceden á medida permitió ver. Gracias á u n rayo hori-
que el viajero avanza. zontal que comenzaba á platear l a pun-
Y volvieron á ofrecerse á m i imagina- ta de las avenas, distinguí perfectamen-
ción aquellas terribles é irónicas pala- te delante de m í , á algunos pasos, a l
bras del hombre del carrito: ¿El caballero lado de u n viejo sauce, cuyo tronco arru-
se quiere acostar en el campo? Y me pare- gado hacia una horrible mueca, distin-
cía oír los génios familiares del Rhin, los g u í , digo, una figura descolorida y lívi-
duendes y los gnomos repetírmelas a l da, un espectro que me miraba con aire
oído con risas burlonas. E r a precisa- azorado.
mente la hora en que ellos salen, mez- Ese espectro empujaba u n carretón de
clados con los silfos, las brujas, los he- una sola rueda.
chiceros y las almas en pena, y van á •—Ah! exclamó; esto es una aparición.
esas danzas misteriosas que dejan gran- Después mis ojos se fijaron en el car-
des huellas circulares en los prados piso- retón y u n segundo movimiento sucedió
teados, huellas que las vacas, á l a ma- al primero:
ñ a n a del d í a siguiente, ven con ojos —Calla! dije; si es u n mozo de cordel!
asombrados. Lo que veía no era un fantasma, n i u n
L a luna iba á aparecer. mozo de cordel; era sencillamente el se-
Qué hacer? asistir á esas danzas? esto gundo testigo de m i desembarco en esta
sería curioso. Pero ¡acostarme en los ribera, hasta a q u í poco hospitalaria; el
campos! esto es duro. Volver atrás? ¿pe- hombre del rostro pálido.
dir hospitalidad en esa posada que miré E l mismo, al apercibirme, dió u n paso
con desden? ¿afrontar u n nuevo ¡ah! del a t r á s y pareció tranquilizarse a l g ú n tan-
rústico del carrito de manos? quién sabe! to. Y o me creí en el caso de tomar l a
¿echarme quizás l a puerta en las narices palabra.
y oír detrás de m í , alrededor de m í , en •—Amigo mío, le dije, nuestro encuentro
los cañaverales, entre las nieblas, en los estaba evidentemente previsto de tiempo
follajes agitados de los álamos, redoblar inmemorial. Y o llevo u n saco de noche,
las carcajadas de los gnomos con el ojo que en este momento me parece que v á
de carbunclo y de los duendes con las demasiado lleno, y vos lleváis u n carre-
caras verdes? t ó n completamente vacío; si yo pusiese
EL RHIN. 751
m i saco en vuestro carretón, vamos, ¿qué saco de noche! ¡nada m á s que un saco de
diríais? noche! Desde luego se vé que este reco-
E n esta orilla izquierda del H h i n to- mendable señor se siente grande por sí
dos hablan y comprenden el francés, i n - mismo, que se considera con razón que
cluso los fantasmas. deslumhra bastante t a l como es, y que no
L a aparición me contestó: intenta asombrar al pobre hostelero con
—Dónde v á el caballero? exterioridades de opulencia, con exhibi-
—Voy á Worms. ciones de bultos, con profusión de balijas,
— A Worms? mantas de viaje, sombrereras y fundas
— A Worms. de paraguas, y con falaces abultadas ma-
•—¿Es que el caballero quiere bajar al letas que se dejan en las posadas para
Faisán? responder del gasto, y que no contienen
—Por q u é no? frecuentemente m á s que virutas y pie-
—Cómo! el caballero v á á Worms? dras, yerbas y números viejos del Consti-
— A Worms. tucional. Nada m á s que un saco de noche!
—Oh! exclamó el hombre del carre- Es a l g ú n príncipe.
tón. Después de esta arenga, pronunciada
De buena gana evitarla a q u í el para- con una sonrisa, levantó alegremente los
lelismo que ofrece el carácter de una brazos de su carretón, al fin cargado, y
combinación simétrica; pero soy historia- se puso en marcha, diciéndome con u n
dor y no puedo negarme á hacer constar tono de voz dulce y acariciador:—Caba-
que este ¡oh! era precisamente el reverso llero, por a q u í .
y lo contrario del ¡ah! del hombre del Durante el camino me habló; la dicha
carrito. le habia hecho locuaz. E l pobre diablo
Este ¡oh! expresaba el asombro mez- viene todos los dias al desembarcadero á
clado de alegría, el orgullo satisfecho, el esperar á los viajeros.fLa mayor parte de
éxtasis, la ternura, el amor, la admira- las veces el buque pasa sin detenerse.
ción legítima por m i persona y el entu- Apenas si asoma a l g ú n viajero fuera del
siasmo sincero por mis pfennigns y mis entrepuente para mirar l a silueta me-
kreutzers. lancólica que forman, en el espléndido
Este ¡oh! quería decir:—Oh! ¡hé a q u í horizonte que ilumina el sol poniente,
un viajero admirable y un magnífico los cuatro campanarios y los dos hostele-
transeúnte! Este caballero v á á Worms! ros de Worms. A l g u n a vez, sin embargo,
I r á á parar al Faisán! ¡Cómo se conoce el buque se detiene, l a señal se hace, el
en esto que es francés! ¡Este hidalgo se batelero desata el bote y v á al dampschif f
g a s t a r á por lo menos tres thalers en m i y vuelve con uno, dos ó tres viajeros.
posada y me d a r á una buena propina! Hasta seis se han visto á la vez! ¡Vaya
Es un señor generoso y sin disputa al una ganga! Los recien llegados desem-
guna un particular inteligente. ¡Vá á barcan con ese aire franco, admirado y
Worms! ¡tiene el pensamiento de i r á aturdido que causa la alegría del posa-
Worms! Sea enhorabuena. ¿Por q u é son dero; pero ¡ay! la posada de la orilla del
tan raros estos viajeros? A y de mí! Con- agua los atrapa y se los engulle inme-
vengamos en que es una situación ele diatamente. Quién es el que v á á Worms?
gíaca é interesante la de ser hostelero Quién se acuerda de que Worms existe?
en esta ciudad de Worms, donde hay M i pobre hombre vé el carretón grande
tres posadas abiertas todos los dias para del hotel ribereño hundirse entre los á r -
u n viajero que viene cada tres años. boles traqueteando y gritando al peso de
¡Sed bien venido, ilustre extraniero, ama las maletas y las balijas, en tanto que él,
ble caballero! Cómo! venís á Worms? filósofo pensativo, regresa á la luz de las
Viene á Worms noblemente, sencilla- estrellas con su carrito vacío. Emociones
mente, con el gorro en la cabeza, el saco como ésta le han adelgazado; pero por
de noche debajo del brazo, sin pompa, eso no deja de volver al dia siguiente,
sin extrépito, sin proponerse hacer efecto, con la conciencia del deber cumplido, á
como uno que está en su casa. Esto es ese irónico desembarcadero, á esa esta-
hermoso. ¡Qué gran nación es la nación ción irrisoria, á mirar correr el agua del
Rhin, ver pasar los viajeros y llenarse la
francesa! V i v a el emperador Napoleón!
posada vecina. E l no lucha, no se irrita,
Después de este precioso monólogo en-
no hace guerra á nadie, no pronuncia
cerrado en una sílaba, cogió m i saco de palabra alguna; se resigna, conduce su
noche y lo colocó en su carretón, mirán- carretón y protesta, todo lo que u n car-
dome con un aire tan amable y con tan retón puede protestar contra u n carro
inefable sonrisa, que quería decir: ¡Un
752- OBRAS D E VICTOR HUGO.
.—El caballero hace m u y bien en venir dría á Worms nada m á s que por tres va-
á Worms. No tienen razón en desdeñar á sos de estos tres vinos.
Worms. ¿Sabéis, caballero, que Worms Se detuvo para respirar, y uno de los
es la cuarta ciudad del gran ducado de umadores aprovechó la pausa para decir
Hesse? Que Worms es cabeza de cantón? á su vecino:
¿Que Worms posee una g u a r n i c i ó n per- —Señor mió, yo j a m á s cierro m i i n -
manente, caballero, y u n gimnasio, ca- ventario de fin de a ñ o con menos de sie-
ballero? E n ella se cultiva el tabaco, el te cifras.
azúcar de Saturno, el vino, el trigo y el Esto era sin duda respuesta á una pre-
aceite. H a y en la iglesia luterana un gunta que el otro fumador habia hecho
precioso fresco de Seekatz, trabajo de los antes de m i llegada, pues dos fumado-
buenos tiempos 1710 ó 1712. I d á verlo, res, y dos fumadores alemanes, no se
caballero. Worms tiene buenos caminos cuidan nunca de apresurar el diálogo; l a
bien construidos; el camino nuevo, la pipa les absorbe; l a conversación v á á
Q-austrasse, que v á á Maguncia por tientas entre la humareda, como Dios
Hessloch, y el camino del Mont-Tonnerre quiere.
por el valle de Z e l l . L a antigua via ro- Esta humareda me sirvió: concluida
mana que costea el R h i n es tan solo una m i cena, y gracias á la niebla que ex-
curiosidad. Puedo aseguraros, no sé si tendieron las dos pipas, pude desapare-
seréis de m i opinión, que para m í no cer sin ser visto, dejando al que estaba
tienen n i n g ú n atractivo las curiosidades. perorando que se las hubiese con los fu-
A n t i g ü e d a d e s , bobadas. Desde que estoy madores, y el diálogo que continuase en-
en Worms aun no he ido á ver ese fa- tre las bocanadas de las palabras y las
moso Rosengarten, su j a r d i n de rosas, bocanadas del tabaco.
donde su Sigefroi, s e g ú n dicen, m a t ó su Se me instaló en una habitación bas-
d r a g ó n . Ridiculeces! ¡Majaderías estúpi- tante bonita, limpia, lavada y fria, de
das! Después de Voltaire, ¿quién cree en cortinas blancas en las ventanas y servi-
esos cuentos de vieja? Oh! ¡Triste huma lletas blancas en l a cama. Y digo servi-
nidad! ¿Hasta c u á n d o te dejarás arras- lletas, ¿sabes por qué? porque lo que
trar por tonterías? ¿Es que Sigefroi ha nosotros decimos u n par de sábanas no
existido? Es que el d r a g ó n ha existido? existe en las orillas del Rhin. Esto hace
¿Habéis visto en vuestra vida a l g ú n dra que las camas sean m u y grandes. E l
gon, caballero? Cuvier, el sábio Cuvier, efecto es el m á s extravagante del m u n -
vió dragones? Por otra parte, ¿es eso do: los que han construido los colchones
posible? ¿Hay a l g ú n animal, vaya, ha- han previsto á los patagones; los que han
blemos sériamente, hay a l g ú n animal cortado el lienzo han previsto á los lapo-
que pueda arrojar fuego por la nariz y nes. Ocasión para echar un párrafo de
por la boca? E l fuego lo desorganiza filosofía. E l viajero vulgar y fatigado
todo; empezarla, caballero, por reducir acepta el tiempo como Dios se lo d á y
á cenizas al infortunado animal. ¿No lo la cama como la criada se la hace.
creéis así? Eso son groseros errores. E l M i habitación estaba amueblada á la
espíritu no puede ser agitado con lo que buena de Dios, como están en general
no puede ser creído. Esto es de Boileau. los cuartos de las posadas. H a y ciertos
F i j a d en esto la atención. Es de Boileau! viajeros que se llevan y otros viajeros
— Y pronunciaba poilu.—Es como su que olvidan; esto crea no sé q u é flujo y
árbol de Lutero, No tengo mucho m á s reflujo, del qUe se resiente el mobiliario
respeto por su árbol de Lutero, que se vé de las habitaciones de la hostería. Por
yendo de Alzey para el Pfalzerstrasse, el este motivo, entre las dos ventanas ha-
antiguo camino palatino. Lutero! ¿Qué bia sido sustituido un c a n a p é por dos
es para m í Lutero? U n volteriano com cojines colocados sobre una gran male-
padece á un luterano. Y respecto á su ta de madera, que positivamente se la
iglesia de Nuestra Señora, que está fue dejó allí olvidada a l g ú n viajero. A un
ra de la puerta de Maguncia, con su fa lado de l a chimenea, en u n clavo, estaba
chada de las cinco vírgenes prudentes 5 colgado u n pequeño b a r ó m e t r o p o r t á t i l
las cinco vírgenes locas, yo solo l a apre de bronce; al otro lado no quedaba m á s
ció á causa de su viñedo, que dá el vino que el clavo, en el cual debió figurar en
liebfrauenmilch. Bebedle, caballero, que otro tiempo el pendant natural, a l g ú n
lo hay excelente en esta posada. ¡Ah, t e r m ó m e t r o manuable y cómodo, proba-
francés! Vosotros sabéis vivir. Y probad blemente sustraído por a l g ú n viajero
t a m b i é n , creedme, el vino de Katterloch poco escrupuloso. E n esta misma chi-
y el vino de Lugisland, A fé mia, yo ven- menea, entre dos ramos de flores artifi-
EL RHIN. 755
cíales colocados en vasos, como se hace las aceras. A l ver estó no Os r e s t r e g á i s
en l a calle de San Dionisio, habia un os ojos, no os admiráis del milagro, no
verdadero j a r r ó n antiguo de tierra bas- creéis soñar despiertos. No, no; lo encon-
ta, encontrado sin duda en alguna ex- :rais todo m u y sencillo. Y á la verdad,
cavación de las cercanías, una especie de qué es lo que se ha hecho? U n a calle
copa romana de ancho recipiente, como nueva; hélo ahí todo. Solo una cosa os
las que se desentierran en Sologne, en admira; el inquilino del j a r d í n tenia ce-
las orillas del Sauldre; j a r r ó n bastante lebrado un contrato de arrendamiento;
bueno, aunque no tenia n i la pasta de los cómo se ha arreglado esto? U n vecino os
jarrones de Ñola, n i la forma de los jar- 'o explica. E l inquilino pagaba m i l qui-
rones de Bar i . nientos francos de alquiler; se le han
A la cabecera de l a cama, en un cua- dado cien m i l francos por irse y se ha
dro de madera negra, colgaba una de ido. No puede ser m á s sencillo. ¿Dónde
esas estampas que se estilaban cuando se d e t e n d r á este crecimiento de París?
el imperio, y de las que nuestra calle de quién puede decirlo? P a r í s ha rebasado
Saint-Jacques i n u n d ó toda la Europa ya cinco circuitos fortificados, y se habla
hace cuarenta años. Por bajo de la imá- de rebasar el sexto; antes de medio si-
gen estaba grabada esta inscripción, de glo lo h a b r á llenado; después irá m á s
la cual conservo hasta la ortografía: lejos. Cada a ñ o , cada día, cada hora, por
"Blanca y su amante huyendo hacia Floren una especie de lenta ó irresistible infil-
cia á través de los Apeninos. E l temor deser tración, la v i l l a se esparce en los arra-
perseguidos les ha hecho elegir un camino bales, y los arrabales se convierten en
poco frecuentado, donde vajan perdidos mu villas, y todo viene á formar parte de la
chos dias. L a joven Bianca, al verse con los ciudad. Y , lo repito, esto no os admira
pies desgarrados por las raices y las piedras, nada á vosotros, parisienses. ¡Dios m í o ,
sehace un calzado con plantas.,, la población aumenta, es preciso que la
A l dia siguiente me paseó por la ciu- v i l l a crezca! Qué os importa? Vosotros á
dad. vuestros negocios. Y q u é negocios! Los
Vosotros, parisienses, vosotros de t a l negocios del mundo. Anteayer una revo-
suerte estáis acostumbrados a l espectá- lución, ayer un motín, hoy el grande y
culo de una v i l l a en crecimiento perpó santo trabajo de la civilización, de la paz
tuo, que habéis acabado por no reparar y del pensamiento. ¿Qué os importa el
en nada. Alrededor vuestro crece como movimiento de las piedras en vuestro
una continua vegetación de carpintería t é r m i n o municipal á vosotros, parisién^
y de piedra. L a v i l l a se desarrolla como ses, que hacéis el movimiento de los es-
u n bosque. Diríase que los cimientos de píritus en Europa y en el universo? Las
vuestras viviendas no son cimientos, sino abejas no m i r a n la colmena, m i r a n las
raices; raices vivas, por donde la savia flores; vosotros no miráis vuestra v i l l a ,
circula. miráis las ideas.
L a casita se convierte en caserón, de Y vosotros n i aun pensáis, en medio
una manera tan natural, á lo que pare de ese formidable y viviente P a r í s , cómo
ce, como la jóven encina se convierte en la gran v i l l a se ha hecho v i l l a gigantCj
árbol magnífico. Oís casi noche y dia e" y cómo hay ciudades que decrecen y
martillo y la sierra, la g r ú a que se yer mueren.
gue, l a escala que se lleva, el andamiaje Worms es una de esas ciudadeSi
que se pone, la garrucha y la cabria, la A y ! Roma es la primera de todas;
maroma que grita, la piedra que sube Roma, que se os parece; Roma, que os
el ruido de la calle que se embaldosa, e ha precedido; Roma, que ha sido el Pa-
ruido del edificio que se construye. Cada rís del mundo pagano.
semana se hace u n nuevo ensayo; aspe Una ciudad que muere! Hecho triste y
ron tallado, lava de Volvich, macadan solemne. Las calles se destruyen. Donde
enlosado de b e t ú n ó embaldosado de habia una hilera de casas ya no hay m á s
madera. Os ausentáis dos meses, y á que una muralla; donde habia una mu-
vuestro regreso lo encontráis todo cam ralla ya no hay nada. L a yerba reempla-
biado. Delante de vuestra puerta habia za al pavimento. L a vida se retira h á c i a
un j a r d í n , ahora hay una calle; una calle el centro, hácia el corazón, como en el
completamente nueva y completa, con hombre que agoniza. Las extremidades
casas de ocho pisos, tiendas en los pisos son las primeras que mueren; en los hom-
bajos, habitadas de arriba abajo, con bres los miembros, en las ciudades los
mujeres en los balcones, escombros en arrabales. Los sitios desiertos pierden las
medio de la calle y muchedumbre en casas, los sitios habitados pierden las
756 OBRAS DÉ VÍCTOR HUGO.
clases. Las iglesias se hunden, se defor- estrechamente oprimida por las casas v
man ó se convierten en polvo, no por fal- 'os techos, hoy está en medio del campo.
ta de creencias, como en nuestros hormi- Delante de la portada de las vírgenes
gueros industriales, sino por falta de prudentes y de las vírgenes locas, j ó v e -
creyentes. Barrios enteros caen en des- nes que son bellas como las prudentes y
uso. Se hace casi e x t r a ñ o pasar por ellos, alegres como las locas, extienden en el
y vienen á instalarse en su recinto es- )rado su ropa blanca lavada en el R h i n .
pecies de colonias salvajes. A q u í ya no í n t r e los contrafuertes exteriores de la
es l a ciudad la que se esparce en la cam- nave, viejos sentados en las ruinas se ca-
p i ñ a , es la c a m p i ñ a la que entra en la ientan al sol. Aprici senes, dice Persio;
ciudad. Se desmonta la calle, se cultiva solibus apti, dice Horacio.
la encrucijada, se trabaja en el umbral de Caminaba yo sin rumbo fijo por las
las casas; los hoyos profundos que hacen calles, cuando de pronto me d es l u m h ró
los carros de la limpieza cava y trastorna un elegante del pais que pasó casi por
los antiguos empedrados; las lluvias for- m i lado. Este intrépido jóven llevaba he-
man balsas delante de las puertas; la róicamente un sombrerito de copa ancha
c h á c h a r a discordante de los corrales baja y de ]3elo largo, y un p a n t a l ó n
reemplaza los rumores de la m u l t i t u d . ancho sin trabillas y que no bajaba m á s
De un lugar reservado en las ceremonias que hasta el tobillo. E n cambio, el cuello
imperiales se hace u n campo de lechu- de su camisa, tieso y almidonado, le subia
gas. L a iglesia se convierte en granja, el lasta la m i t a d de las orejas, y el cuello
palacio en cortijo, la torre en palomar, de su frac ámplio, pesado y forrado de
la casa en barraca, la tienda en parada busarán, le subia hasta el occipucio. Si
el estanque en balsa, el vecino en aldea- tuviese que juzgar por esta muestra de
no; la ciudad está muerta. Por todas lo que es la elegancia en Worms, diría
partes l a soledad, el fastidio, el polvo, la que la forma un chapucero vestido con
ruina, el olvido. Por todas partes, en las los trapitos de los dias de fiesta, sin tener
plazas desiertas, en los t r a n s e ú n t e s em la mirada espiritual y satisfecha, n i la
hozados y silenciosos, en los rostros tris a l e g r í a perfecta ó i n g é n u a . A l momento
tes, en los lienzos de pared desplomados, me he acordado que este era el vestido
en las casas bajas, mudas y raras, la de gala de los elegantes en tiempo de l a
mirada del pensamiento cree ver proyec Restauración. T ú sabes que yo no desde-
tarse las largas y melancólicas sombras ño n i n g ú n detalle y que para m í todo lo
de un sol que se hunde en el ocaso. que toca a l hombre revela al hombre. Y o
A pesar de todo esto, á causa de todo examino el traje como estudio el edificio.
esto quizás, Worms metida dentro de u n E l traje es el primer vestido del hombre,
cuadro por el doble horizonte de los Vos la casa es el segundo. E l elegante de
gos y del Taunus, b a ñ a d a por su hermo- Worms, anacronismo viviente, me ha
so rio, sentada entre las innumerables puesto ante los ojos todos los progresos
islas del Hhin, rodeada de su circuito que ha hecho el traje en Francia, y por
decrépito de murallas y de su fresco c i n - consecuencia en Europa, desde hace
turon de verdura, "Worms es una bella veinte años, gracias á las mujeres, á los
curiosa ó interesante ciudad. E n vano he artistas y á los poetas. Los vestidos de
bascado la parte de l a ciudad edificada las mujeres, tan risiblemente feos en
fuera de esa línea de muros y de torres tiempo del imperio, se han vuelto com-
cuadradas, que desde la puerta de San pletamente encantadores. Los vestidos
M a r t i n iba á cortar el R h i n en á n g u l o de los hombres han mejorado mucho. E l
recto. Ese arrabal ya no existe. Y o no sombrero ha adquirido una forma m á s
he encontrado n i n g ú n vestigio de la alta y las alas son m á s anchas. E l frac
Neu-Thurm, que venia á terminar e ha recobrado los grandes faldones y el
extremo oriental con su flecha aguda y cuello bajo, lo que favorece á los hom-
sus ocho torrecillas. No queda piedra so- bres bien formados, desarrollando las ca-
bre piedra de esa magnífica puerta de deras y desembarazando los hombros, y
Maguncia, que estaba p r ó x i m a á la Neu disimulando en los hombres m a l hechos
T h u r m , y que con sus dos altas á t a l a el enflaquecimiento y delgadez de los
yas, vista desde el R h i n entre los cam miembros. Se ha abierto y bajado el cha-
panarios, se parecía á una iglesia, y vista leco; se ha inclinado hácia abajo el cue-
desde la llanura entre las torres se pare llo de la camisa; se le ha vuelto á dar al
ola á una fortaleza. L a p e q u e ñ a nave de p a n t a l ó n , esa cosa horrible, cierta forma
San Amando ha desaparecido, y respec con la trabilla. Todo esto está bien, pero
to á Nuestra S e ñ o r a , en otro tiempo tan aun podría estar mejor. No estamos le-
EL RHIN. ?57
jos, por lo que afecta á la gracia y á la 30 pintada y adornada, hoy desnuda,
invención en l a manera de vestir, de entristecen la mirada. Esas paredes des-
aquellas refinadas elegancias de Fran- nudas son progresos del gusto. Esto se
cisco I , de Luis X I I I y hasta de Luis X V . l a m a sencillez, sobriedad, ¿qué se yo?
Nos queda todavía que dar algunos pa- Vamos! que el "gusto;, tiene mal gusto!
sos hácia lo bello y hácia el arte, del cual felizmente el bosque de arabescos y de
forma parte el traje, y esto es tanto m á s adornos que llena la catedral de Worms
dudoso, cuanto que la moda, que es la es demasiado frondoso para que el gusto
fantasía sin pensamiento, camina indife- laya podido destruirle enteramente. A
rentemente adelante ó a t r á s . Para echar- cada paso se encuentran magníficos res-
lo todo á perder basta y sobra con un tos. E n una gran capilla baja, que sirve,
necio rico y jóven acabadito de llegar de según creo, de sacristía, he admirado
Lóndres. ¡Quién te dice que no veremos muchas maravillas del siglo quince, una
reaparecer los sombreros pequeños y de piscina bautismal, urna inmensa, sobre
pelos largos, los grandes cuellos tiesos, cuyo circuito está figurado J e s ú s rodea-
las mangas ahuecadas, los faldones de do de los apóstoles, los apóstoles peque-
los fracs en forma de alas de pichón, las ños como niños, y J e s ú s grande como
altas corbatas, los chalecos cortos y los un gigante; muchas p á g i n a s escultura-
pantalones hasta el tobillo, y que m i les sacadas del A n t i g u o y Nuevo Testa-
grotesco elegante de Worms no volverá mento, vastos poemas de piedra que se
á ser un elegante de Paris! Di,talem aver ajustan mejor como cuadros que como
tite vestem. bajo-relieves; en fin, un Cristo en cruz
L a catedral, como las de Bonn, Ma- casi de t a m a ñ o natural, obra que obliga
guncia y Spira, pertenece á la familia á articular exclamaciones y á que se
romana de las catedrales de doble ábsi- sueñe con ella, tanto l a delicadeza cu-
de, magníficas flores de la primera ar- riosa y perfecta de los detalles se amal-
quitectura de la Edad Media, que son gama, sin perjudicarla, á la dignidad su-
raras en toda Europa, y que parecen es blime de la expresión.
paciarse preferentemente en las orillas E n una plaza estrecha, bastante som-
del R h i n . Este doble ábside engendra bría y m u y fea, á algunos pasos de la
necesariamente cuatro campanarios, su- catedral de Worms, al lado de ese mara-
prime los frontis de las fachadas y deja villoso edificio que se permite tener l a
subsistir solamente los frontis laterales. altura, la profundidad, el misterio, el
L a p a r á b o l a de las vírgenes prudentes y color y la forma que reviste u n pensa-
de las vírgenes locas, ya esculpida en miento imperecedero y eterno de todo ese
Worms en uno de los t í m p a n o s de Núes prodigioso lujo de i m á g e n e s y de metá-
tra Señora, e s t á reproducida en el fron- foras de granito, completamente al lado,
tis meridional de la catedral. Asunto digo—como la crítica al lado de la poe-
precioso y profundo, elegido con frecuen sía,—una pobre iglesia luterana, cubierta
cia por los escultores de las épocas sen- con una r u i n c ú p u l a romana, embozada
cillas, que eran todos poetas. con u n desdichado frontispicio griego,
Cuando se penetra en el interior de la blanco, cuadrado, anguloso, desnudo,
iglesia, la impresión es á la vez variada frió, triste, l ú g u b r e , enojoso, bajo, envi-
y fuerte. Los frenos bizantinos, las p i n - dioso, protesta.
turas flamencas, los bajo-relieves de' A l releer las líneas que acabo de es-
siglo trece, las excelentes capillas de cribir me dan tentaciones de borrarlas.
gótico florido, las tumbas neo-paganas No te equivoques, amigo mió, y no veas
del renacimiento, las cartelas delicadas en ellas lo que yo no he querido decir.
esculpidas en los declives de los arcos to Es una opinión de artista sobre dos obras
rales, los escudos de armas iluminados y de arte, n i m á s n i menos. Gruárdate de
dorados, los intercolumnios poblados de ver en ellas u n juicio entre dos religio-
estatuitas y figuritas, forman uno de esos nes. Toda religión es para m í venera-
conjuntos extraordinarios en donde to ble. E l catolicismo es necesario á la so-
dos los estilos, todas las épocas, todos los ciedad, el protestantismo es útil á la
caprichos, todas las modas y todas las civilización. Y sobre todo,insultar á L u -
artes aparecen á la vez. Las rocallas exa- tero en Worms seria una doble profana-
geradas y violentas de los últimos prín- ción. Casualmente en Worms es donde
cipes-obispos, que eran á la vez arzo- el gran hombre ha sido grande. No; ja-
bispos de Maguncia, presentan en los m á s l a ironía saldrá de m i boca en pre-
rincones ingeniosas coqueterías. A q u í y sencia de esos pensadores y de esos sábios
allí anchos lienzos de pared, en otro tiem- que han sufrido por lo que ellos han
758 OBRAS DE VICTOR HUGO.
creído lo bueno y lo verdadero, y que do mí atención otras cosas que lós mag-
han gastado generosamente su genio níficos árboles que hay en el parque
para acrecentar, éstos la íó divina, aque- del castillo, un excelente hotel, el Pala-
llos la razón humana. Su obra es santa tinado, una bonita fuente churrigueresca
para el universo y sagrada para m í . D i - en bronce, colocada en la plaza, y esta
chosos y benditos aquellos que aman y inscripción en letras de oro, puesta en
creen, aunque hagan, como los católicos, 'os cristales de u n peluquero: GABINETE
de toda filosofía una religión; aunque DONDE SE CORTAN LOS CABELLOS LO MISMO
hagan, como los protestantes, de toda QUE LOS CORTA M . CHIRARD, DE PARIS.
religión una filosofía.
Mannheim está solamente á algunas
leguas de Worms, en la otra ribera del
E-hin. Mannheim apenas tiene, á mis CAJRTA. X X V I I .
ojos, otro mérito que haber nacido el
mismo a ñ o que Corneille, en 1606. Dos-
8pira.
cientos años, para una ciudad, es l a ado-
lescencia. Así que es toda nueva. Los
Etimología é historia.—El trigo.—El vino p l e d - d ' o¿son.—La
buenos burgueses que toman lo regular catedral.—Qué pensamiento se apodera en ella del viajero.—
por lo bello y lo monótono por lo armo' Detalle de los emperadores enterrados en Spira.—Fulgores
nioso y que admiran con todo su cora que atraviesan las tinieblas de la historia.—1693.—1793.—
A c u é r d a t e de Conrado.
zon la tragedia francesa y l a parte de
piedra que tiene l a calle de E i v o l i , ad
m i r a r í a n mucho á Mannheim. Esto es
pesado. Hay treinta calles y no hay m á s Orillas del Neckar, Octubre.
que una calle; hay m i l casas y no hay ¿Qué te diré de Spire ó Speyer, como
m á s que una casa. Todas las casas son a llaman los alemanes, ó Spira, como la
i d é n t i c a m e n t e parecidas, todas las calles lamaban los romanos? Neomagus, dice
se cortan en u n á n g u l o recto. E n todas a leyenda. Augusta Nemetun dice la his-
partes hay limpieza, sencillez, blancura, toria. Es una ciudad ilustre. César
alineamiento á cordel; es esa belleza del a c a m p ó en ella, Druso la fortificó. Táci-
tablero de damas de que te he hablado to habló de ella, los hunnos la quema-
en alguna parte. ron, Constantino la reedificó, Juliano l a
T ú sabes que Dios es para m í el gran a g r a n d ó , Dagoberto hizo allí de u n tem-
artífice de antítesis. H a hecho una y de plo de Mercurio u n convento de San
las m á s completas colocando á Man Q-erman. Otón I dió en ella á l a cristian-
nheim al lado de Worms. A q u í laciudac dad el primer torneo, Conrado el Sábio
que muere, allí la ciudad que nace; a q u í la hizo capital del imperio, Conrado I I
la Edad Media con su suavidad tan ar- la hizo el sepulcro de los emperadores.
moniosa y tan profunda; allá el gusto Los templarios, que allí han dejado una
clásico con todo su aburrimiento. Man bella ruina, llenaron en ella sus funcio-
nheim llega, Worms se vá; el pasado está nes de centinelas de las fronteras.
en Worms, el porvenir en Mannheim Todos los torrentes de hombres que
(Aquí abro u n paréntesis. No deduzcas han devastado y fecundado Europa han
de esto, sin embargo, que el porvenir sea atravesado Spira; durante los primeros
del gusto clásico.) Worms tiene los res- siglos, los v á n d a l o s y los alemanes {to-
tos de una vía romana, Mannheim está dos los hombres, hombres de todas las ra-
entre un puente de barcas y un camino zas, dice la etimología); durante los últi-
de hierro. Ahora es inútil que yo te diga mos, los franceses. E n la Edad Media, dé
á cuál prefiero; t ú no lo ignoras. T r a t á n 1125 á 1422, en el espacio de trescientos
dose de ciudades, prefiero las viejas. años, Spira ha sufrido once sitios. T a m -
Y o por eso no admiro menos esa rica bién la vieja ciudad cariovingia está pro-
llanura en donde Mannheim está senta fundamente quebrantada. Sus privilegios
da, y que tiene una anchura de diez le han caducado, su sangre y su población
guas entre las m o n t a ñ a s del Neckar y han corrido por todas partes. E l l a tuvo
las colinas del Freuach. Las cinco p r i la c á m a r a imperial que ha heredado
meras leguas, de Heidelberg á Man Wetzlar, las Dietas cuyo elector reside a l
nheim se hacen en camino de hierro y las presente en Francfort. E l l a tuvo treinta
cinco restantes de Mannheim á Dure m i l habitantes; ella ya no tiene m á s que
kheim en calesín. A q u í el pasado y e ocho m i l ,
porvenir aun se dan la mano. ¿Quién se acuerda hoy del santo obispo
E n el mismo Mannheim no han fija Hudiger? ¿Por dónde corre el arroyo
EL RHIN. 759
Spira? D ó n d e está el pueblo Spira? ¿Qué sias; esta vez déjame mostrarte á Dios.
se ha hecho de l a iglesia alta de San De 1024 á 1308, en el espacio de tres
Juan? ¿ E n q u é estado ha quedado esa siglos, se ha ejecutado el pensamiento
capilla de Olivet, que los antiguos regis- de Conrado I I . De diez y ocho empera-
tros llaman la incomparable? ¿ E n q u é se dores que han reinado en este intervalo,
ha trocado la admirable torre cuadrada nueve han sido enterrados en la cripta
de torrecillas angulares que dominaba la que está debajo de la catedral de Spira.
puerta del camino de Bac? ¿Qué vesti- Cuanto á los otros nueve, Lotario I I , Fe-
gios quedan de San Vilduberg? ¿Dónde derico Barbaroja, Enrique I V , Otón I V ,
está la casa de la c á m a r a imperial? Federico I I , Conrado I V , Gruillermo, R i -
¿Dónde está el hotel de los asesores-abo- cardo de Cornouailles y Alfonso de Casti-
gados, los cuales, dice una vieja carta,rsow lla, el destino no les otorgó esta augusta
los que hacen y administran justicia en nom- sepultura, E l viento que sopla á l o s hom-
bre de la majestad imperial, de los electores bres en la hora de su muerte les ha lle-
y otros principes del Imperio, en el Consisto- vado á otra parte.
rio publico en todo el Imperio establecido por De éstos, dos tan solo, que no eran ale-
Carlos V? De esta alta jurisdicción, á la manes, han tenido su tumba en su pais
cual todas las otras estaban sometidas y natal; Ricardo de Cornouailles en Ingla-
dependientes en última instancia, ¿qué que- terra y Alfonso de Castilla en E s p a ñ a .
da? Nada, n i aun el p a t í b u l o de piedra Los otros han sido arrojados á los cuatro
de cuatro pilares en la pradera que orla puntos cardinales; Lotario I I al mo-
el H h i n . E l sol es el único que continúa nasterio de Koenigslutter, Otón I V á
tratando á Spira con tanta magnificen- Brunswick, Guillermo á Middelbourg,
cia como si ella fuese t o d a v í a la reina Enrique I V y Federico I I * á Palermo,
de las ciudades imperiales. E l trigo pro Conrado I V á Poggi y Barbaroja en el
verbial de Spira es siempre tan bueno y Cydnus.
tan dorado como en tiempo de Cár- Barbaroja en particular, ese gran
íos V , y el excelente vino tinto pied-dl Barbaroja, dónde esta? E n el Cydnus,
oison es siempre digno de ser bebido por dice la historia; en A n t i o q u í a , dice l a
príncipes-obispos con medias de escaria crónica; en l a caverna de Kiffhoeüser,
ta y electores con sombrero de a r m i ñ o . dice la leyenda de Wurtemberg; en la
L a catedral, comenzada por Conrado I , gruta de Kaiserslantern, dice la leyenda
continuada por Conrado I I y Enri- del R h i n .
que I I I y terminada por Enrique I V Los nueve cesares que descansan de-
en 1097, es uno de los m á s soberbios edi bajo las losas del ábside de Spira han
ficios que se han hecho en el siglo once. sido casi todos gloriosos emperadores. E l
Conrado I lo dedicó, dicen los antiguos fundador de la catedral, el contemporá-
pergaminos, á l a ^bendita Virgen Ma- neo de Canuto el Grande, Conrado I I ,
ría,,. Hoy tiene una majestad incompa- el que dividió la vieja Teutonia en seis
rable. H a resistido al tiempo, á los hom- clases, llamadas Escudos militares, Glypei
bres, á las guerras, á los asaltos, á los militares, g e r a r q u í a q u e trastornó la Bula
incendios, á los motines, á las revolucio- de Oro, pero que la Polonia adoptó y
nes y hasta á los embellecimientos de reflejó, de t a l manera, que hasta en estos
los príncipes-obispos de Spira y de Bruch últimos siglos la constitución republica-
sal. L a he visitado; no te la detallaré, sin na de Polonia, reproduciendo la antigua
embargo. A q u í , como en la casa Ibach constitución feudal de Alemania, era
yo no puedo decir que he visto l a iglesia; como u n espejo que guardara la i m á g e n
tan absorto estaba por el pensamiento después que el objeto hubiese desapare-
que para m í lo llenaba. No, yo no he cido. L o eran Enrique I I I , que proclamó
visto el edificio, yo he visto ese pensa y mantuvo tres años la paz universal,
miento. D é j a m e decírtelo. Y o no sé ya prefiriendo á la guerra de pueblo á pue-
m á s de lo demás; todo ha pasado ante blo ese duelo de rey á rey, que él ofrece
mis ojos como una sombra. Busca si lo á Enrique I de Francia; después E n r i -
deseas, en los itinerarios y en las mono que I V , el vencedor de los sajones y el
grafías, la descripción de la catedral de vencido de Gregorio V i l ; Enrique V , el
Spira; de m í no la obtendrás. A l g o m á s aliado de Venecia; Conrado I I I , el ami-
alto y m á s magnífico aun se ha apode- go de las Dietas, que se calificaba empe-
rado de m í en medio de la contemplación rador de los romanos; Felipe de Suavia, el
de esa sombría arquitectura. Hasta a q u í formidable adversario de Inocente I I I ,
he tenido ya con frecuencia, y tendré L o era el triunfador de Ottocar, el exter-
aun á menudo, ocasión de mostrarte igle- minador de los burgraves, el fundador
760 OBRAS D E VICTOR HUGO.
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EL RHIN. 761
no quedó m á s que polvo, barrieron, lancólica y severa, que aun hoy se le©
confundiéndolos en u n agujero, los hue- allí:
sos que hablan sido de los emperadores. MEMENTO CONRADI.
Cabos embriagados hicieron rodar con
el pió en una fosa c o m ú n los cráneos de
nueve Césares. CA.KTA. X X V I I I .
H é a q u í lo que hizo Luis X I V en
1693. Justamente cien años después, en Heidelberg,
1793, h é a q u í lo que hizo Dios.
A M . L U I S 33.
Habia en Francia una tumba real,
El autor se enemista con todos los habitantes de Mannheim.—
como habia un osario imperial en Ale- Heidelberg.—El autor dá muchas explicaciones sobre lo mis-
mania. U n dia, dia fatal, en que toda la mo,—La casa del caballero de San Jorge.—Un versículo de
barbarie de diez siglos reapareció en la laplancha Biblia protege mejor una casa contra el incendio que la
de hojalata M. A. C. L.—Detalles poco conocidos del
superficie de la civilización y la sumer- sitio de Heidelberg por las tropas de Luis XIV.—El autor en
gió, hordas repugnantes, horribles, ar- el bosque.—Desvarío.—Enigma esculpido en la pared de una
madas, que t r a í a n la guerra para hacer- casucha.—El Camino de los filósofos.—Sol que se pone.
—Paisaje.—Cosas crepusculares y misteriosas que empiezan.
la, no á u n rey, sino á todos los reyes; no —Noche.—El autor en lo alto de la montaña.—Horrible foso
á una catedral, sino á toda religión; no entrevisto.—Aventura sobrenatural del zarzal que anda.—
Heidenloeh!—Huellas de los paganos en todas partes en las
á una ciudad ó á todo u n Estado, sino á orillas del Rhin.—Algunas de las visiones de la tarde en estos
todo el pasado del g é n e r o humano; hor valles.—Neckarsteinach.—Los cuatro castillos.-—El Schwal-
bennest.—Leyenda de Bligger le Fleau.—El autor deja esta-
das espantosas, digo, sangrientas, desar llar su profunda admiración por los cuentos de las niñeras.—
rapadas, feroces, se arrojaron con í m p e t u Pasaje curioso de Buchanan sobre Maebeth.-~Lo que el autor
sóbrela antigua sepultura de los reyes de escribe en la puerta del Schwalbennest.—Interior de la ruina.
Francia. Esos hombres, que nada detuvo —Magnificencias que el autor encuentra en ella.—El castillo
sin nombre.—El autor penetra en él.—El interior de una tor-
en su tremenda obra, venian t a m b i é n re grande.—Misterios.—Lo que el autor ve y oye de espanto-
dispuestos á romper las tumbas, desgar- so en ella llegada la noche.—Apresúrase á salir del castillo
sin nombre.—El Neckar en el crepúsculo.—El Petit-Geissberg.
rar las mortajas y profanar los huesos. —Pasaje que relata la historia.—Mirada arrojada sobre las
E x t r a ñ o s y misteriosos obreros venian á cosas y sobre las sombras.—El castillo de Heidelberg.—Lo
que era en tiempo del conde palatino.—Sentido güelfo y faccioso
poner polvo sobre el polvo. F í j a t e en de las inscripciones del palacio de Oton-Enrique.—Los electo-
esto: el primer espectro que despertaron, res palatinos tenían afición á las artes y á las letras.—Federico
el primer rey al que arrancaron brutal- el Victorioso.—El castillo de Heidelberg á vista de pájaro.—
En él se encuentran todos los géneros de belleza.—Huellas
mente el sudario, como se agita el cuer- de la guerra.—Lo que hacia la señora palatina antes de tro-
po de u n criado que ha dormido con carse en hombre.—El autor siente no haber estado allí en
exceso, el primer esqueleto cuyo manto 1693 para dirigir un poco la devastación.—El patio interior.
—La fachada de Federico IV.—La fachada de Oton-Enrique.
de p ú r p u r a asieron para arrojarlo al —La fachada de Luis el Barbudo.—Las columnas de Garlo-
osario, fué Luis X I V . Magno.—Comparación de estas fachadas.—Tristeza.—Una
observación singular.—Los reyes y los dioses.—El autor se
Oh, represalias del destino! ¡1693, imagina el castillo á la claridad del bombardeo.—De qué
1793! ecuación siniestra! ¡admira esa manera ha sido mutilada cada estatua de príncipe y de empe-
rador.—Estátua de Federico ¥.—Estátua de Luis V.—La
precisión formidable! A l cabo de u n si torre de Federico el Victorioso.—Palacio de Oton-Enrique.—
glo para nosotros, al cabo de una hora El interior.—Enumeración de todos los edificios y de todos
para el Eterno, lo que Luis X I V habia los palacios que contenia el castillo de Heidelberg.—Las tor-
res.—El gran tonel.—Detalles desconocidos y curiosos.—
hecho en Spira con los emperadores de Cuántas botellas de vino tiene el gran tonel.—Lo que el vino
Alemania, Dios se lo devolvió en San se vuelve en él.—Los toneles pequeños.—Uno de los toneles
pequeños ha vencido á los granaderos franceses.—Lo que se
Dionisio. apercibe en la oscuridad.—PERKEO.—Moralidad de todas
A u n es preciso hacer notar una cosa: e esas sombrías historias.—Los fantasmas y los aparecidos de
Heidelberg.—Jutha.—Los dos jueces francos.—Los músicos
fundador de la catedral de Spira, el m á s jorobados,—La dama blanca.—Irreverencia de la dama blan-
antiguo de los viejos príncipes g e r m á n i ca con la firma de M. de Gobentzel.—Los dos diablos que el
autor vé en pleno medio dia.—Detalle de las pequeñas devas-
eos, Conrado I I , antes de ser emperador taciones.—Los arquitectos.—Los inválidos.—Los ingleses,—
de Alemania fué duque de la Francia La verja de la escalinata ha tenido sus bárbaros, como nuestra
rhenana. Este duque de Francia fué u l reja de la plaza Real ha tenido sus vándalos.—Siniestro as-
pecto de la torre Rajada al resplandor de la luna.—Visita
trajado por un rey de Francia. Castigo nocturna á la ruina de Heidelberg.—Efectos vertiginosos de
castigo! Si Luis X I V en sus c a m p a ñ a s los rayos lunares.—Opresión de corazón en las habitaciones
de Alemania hubiese pasado á Otter desiertas.—Incidente.—En qué odioso fantasma el autor se vé
forzado á soñar,—El incidente se comporta de una manera
berg, donde yo estaba hace un mes, ha lúgubre é inexplicable,—Cólera de las cariátides y délas esta-
bria visto allí, como en Spira, una ad tuas contra el autor.—Se refugia en el patio.—La luna en
las dos fachadas.—Regreso á la ciudad.—POST-SCRIPTUM.
mirable catedral, edificada t a m b i é n por —Imprecación contra las estufas,
Conrado I I , y esto quizás no hubiese
sido inútil al gran rey, porque sobre la
portada principal de la sombría galería Heidelberg, Octubre.
h a b r í a podido leer esta advertencia me- Querido Luis: P r e p á r a t e ; estoy predis-
TOMO I V . 96
762 OBRAS D E VICTOR HUGO.
puesto á escribirte una carta intermina- los discípulos de Rafael, poblaciones for-
ble. Me pides cuatro páginas; te quiero tificadas, colosos bosquejados, insolen-
dar cien, como dice Orosman. A fó mia, cias al Papa ó á la duquesa de Etampes,
entre tanto malo saca lo que puedas: las viajes de bohemio, con sus dos discípulos
amistades viejas son parlanchinas. Pablo y Ascanio, el hotel de Nesle to-
Hace diez dias que he llegaflo á esta mado por asalto y vaciado por las ven-
ciudad, querido amigo, y no puedo se- tanas, muebles y servidumbre; y después,
pararme de ella. E n t u excursión por a q u í y allí, alguna obra maestra, qualche
Alemania hace doce años, ¿estuviste en hell'opera, como dice él mismo, una Juno,
Heidelberg? Sobre todo, ¿te has detenido una Leda, u n Júpiter de plata alto como
aquí? Porque no basta pasar por Heidel- Francisco I , ó un jarro de oro, por el cual
berg; es preciso residir en ella, es preciso el rey de Francia daba al cardenal de
v i v i r en ella. Y o no te diré ciertamente Ferrara una a b a d í a de siete m i l escudos
tanto de esa especie de falso Versalles de renta.
h á d e n s e que se llama Mannheim, insí- Mis aventuras y mis trabajos, los mios,
pida v i l l a , cuyas calles parecen cortadas los de este laborioso h o l g a z á n que t ú
á escuadra en un pedrusco de yeso, y cu- conoces tanto, querido Luis, t ú los sabes
yos campanarios, como los de Namur, de memoria, porque has participado de
no son campanarios, sino boliches com- ellos largo tiempo; es un paseo solitario
pletos. por un sendero extraviado, la contem-
A l bajar del buque de vapor del R h i n plación de u n rayo de sol sentado en el
he permanecido en Mannheim el tiempo musgo, la visita de una catedral ó de
preciso para enganchar m i carruaje, y una iglesia de aldea, u n viejo libro ho-
apresuradamente he salido escapado jeado á la sombra de un viejo árbol, un
para Heidelberg. Haz t ú otro tanto si palurdo á quien dirijo l a palabra, un
alguna vez vienes por aquí. precioso escarabajo acorazado de oro
Heidelberg, situada y como refugiada violado, que ha caido por desgracia de
en medio de los árboles á la entrada del espaldas, que se agita, y que yo al pasar
valle del Neckar, entre dos cumbres po- le hago recobrar su posición con la pun-
bladas de árboles m á s agrestes que las ta de m i pió; algunos versos mezclados á
colinas y menos ásperas que las monta todo esto, y luego desvarios de muchas
ñas, tiene sus admirables ruinas, sus dos horas ante la Roche-More en el R ó d a n o ,
iglesias del siglo quince, su encantadora el Chateau-G-aillard en el Sena, el Ro-
casa de 1595, de fachada encarnada y landseck en el R h i n ; ante una ruina
e s t á t u a s doradas, llamada la posada del junto á u n rio, ante lo que cae junto á lo
Caballero de San Jorge; sus viejas torres á que pasa, ó, espectáculo á mis sentidos
orillas del agua, un puente, y sobre todo no menos conmovedor, ante lo que flore-
su rio, su rio limpio, tranquilo y salvaje, ce, j u n t o á lo que canta, ante u n myoso-
donde abundan las truchas, se m u l t i p l i - tis inclinando su racimo azul j u n t o á un
can las leyendas, se erizan las rocas; don- arroyo de agua viva.
de la ola, envuelta entre escollos, no es H é a q u í lo que yo hago, ó mejor dicho,
m á s que una inextricable red de torbelli- lo que yo soy; porque para m í , hacer se
nos y de corrientes; encantador rio-tor- deriva fatal é inmediatamente de ser.
rente, en el que se puede asegurar que Como se es, se hace.
n i n g ú n buque de vapor v e n d r á nunca á A q u í , en Heidelberg, en esta ciudad,
chapotear. en este valle, en estos escombros, la vida
Llevo a q u í una vida ocupada, ocu- del hombre pensador es encantadora.
pada un poco á la ventura, es cierto; pero Comprendo que no me iria de este pais
no pierdo u n instante, te lo aseguro: fre- si t ú estuvieses en él, querido Luis, si yo
cuento el bosque y la biblioteca, ese otro tuviese a q u í todos los mios y si el verano
bosque, y por la noche, una vez entro en durase algo m á s .
m i habitación de l a posada, como t u Por la m a ñ a n a salgo y desde luego
amigo Benvenuto Cellini, escribo en — p e r d ó n a m e una frase desvergonzada-
cuartillas, que irán á parar yo no sé dón- mente arriesgada, pero que expresa m i
de, mis aventuras del dia. pensamiento'—paso, para hacer almorzar
Questa mia vita travagliata io scrivo. m i espíritu, por delante de l a casa del
Caballero de San Jorge. Verdaderamente
Solamente que los trabajos de Benve- es u n precioso edificio. I m a g í n a t e tres
nuto eran estocadas ó p u ñ a l a d a s , evasio- pisos con ventanas estrechas soportando
es del castillo de Sant-Angelo, comba- un frontis triangular de gruesas volutas;
ron hierro afilado por el Rosso contra á lo ancho de estos tres pisos dos torreci-
EL RHIN. 763
Has de espionaje con tejados caprichosos, los franceses volvieron; los soldados de
saliendo el alero hacia l a calle, y toda Luis X I V violaron en Spira las sepultu-
esta fachada, de asperón rojo, esculpida, ras imperiales y en Heidelberg las t u m -
cincelada, trabajada con esmero, tan bas palatinas. E l mariscal de Lorges
pronto chocarrera, tan pronto severa y puso fuego á los cuatro lados de la resi-
cubierta de alto á bajo de arabescos, dencia electoral: el incendio fué horri-
medallones y bustos dorados. Cuando el ble; todo Heidelberg ardió. Cuando el
poeta que edificó esta casa la terminó, torbellino de llamas y de humareda que
escribió con letras de oro, en el centro
qués de Chamilly, lugarteniente general; la del lado del frente de
del frontispicio, este versículo sumiso y las obras de tierra del arrabal, por la brigada de Picardía.»
religioso: 8 i Jehova non cedificet domum, (En el campo delante de Heidelberg, 21 de Mayo de 1693.)
frustra laborant (edificantes eam.
Esto era en 1595. Veinticinco años «Seiscientos hombres de Hesse-Cassel vinieron para abastecer
la plaza.
después, en 1620, la guerra de los Trein- »E1 señor de Melac los hizo atacar de la manera siguiente:
ta años comenzó por la batalla del Mont- «Cien hombres del regimiento de Picardía, mandados por los
señores de Coste y Despic, marcharon por entre las viñas de la
Blanc, cerca de Praga, y continuó hasta montaña. Iban seguidos por ciento treinta del regimiento de la
la paz de "Westfalia en 1648. Durante Reina y cincuenta caballos dej regimiento coronel general de
esta larga Iliada, en l a que Gustavo Melac y de Lalande, que llevaban granaderos á la grupa. La se-
Adolfo fué Aquiles, Heidelberg, cua- gunda compañía de los granaderos de la Reina se adelantó por
un buen camino entre la montaña y el rio, con un cañón á su
tro veces sitiada, tomada y recobrada y cabecera, para atacar un atrincheramiento que los enemigos ha-
dos veces bombardeada, fué incendiada bían levantado en el mismo camino. Ciento cincuenta hombres
del regimiento de la Reina sostenían la compañía de granaderos;
en 1635. la caballería y los dragones sostenían toda la infantería. Y se
Una sola casa se escapó de las llamas, atacó á los enemigos por todas partes, los que abandonaron des-
de luego el primero y segundo atrincheramiento, pero se hicie-
la construida en 1595. ron fuertes en el último. El señor de Melac hizo avanzar enton-
Todas las otras que se construyeron ces á los granaderos, que atacaron á los enemigos por el flanco,
sin invocar el nombre del Señor se que- de tal manera, que comenzaron á tomar soleta. Aun se hicieron
firmes por algún tiempo detrás de las bardas y de las viñas, pero
maron por completo. la caballería les obligó por fin á emprender la huida. Los unos
Durante la paz, el elector palatino hicieron esfuerzos para volver á subir la colina por dentro de las
Cárlos Luis, al que se le ha dado el so- viñas, y los otros se salvaron en la aldea de Vebelingen, que
está al pié de la montaña. Sin embargo, habiendo sido reforzados
brenombre del S a l o m ó n de Alemania, por un grupo de campesinos armados, se creyeron en el deber
volvió de Inglaterra y volvió á levantar de volver á la carga; pero los granaderos los rechazaron tan v i -
su ciudad. A S a l o m ó n sucedió Heliogá- vamente, que les obligaron á emprender de nuevo la huida, des-
pués de haberles muerto más de ciento cincuenta hombres y he-
balo, al conde Cárlos Luis el conde cho muchos prisioneros. Los franceses no han tenido en este
Cárlos, á l a rama palatina de Wittels- encuentro más que tres hombres heridos, que son.- un granadero
del regimiento de la Reina, un soldado de Picardía y uno de ca-
bach-Simmern la rama palatina de Pfalz- ballería del regimiento de Melac.»
Neubourg, y , en fin, á l a guerra de los Gaceta del 1.° de Junio.
Treinta años l a guerra del Palatinado. «22 por la mañana. Los enemigos, viéndose estrechados y
E n 1689, u n hombre cuyo nombre se envueltos por las baterías, quisieron abandonar lo que quedaba
utiliza hoy en Heidelberg para asustar del arrabal en pleno día. Se les empujó hasta la puerta de la
ciudad, que ellos cerraron; los granaderos de Picardía la echa-
á los niños, Melac, lugarteniente gene- ron á tierra á hachazos, y no obstante el gran fuego que hacían,
ral de los ejércitos del rey de Francia, los rechazaron hasta la puerta del castillo, que los sitiados cer-
raron, dejando fuera más de quinientos de los suyos, que fueron
entró á saco en la ciudad palatina y la muertos ó cogidos prisioneros.
convirtió en u n m o n t ó n de escombros. «...Las tropas entraron por todas partes en la ciudad, la que
U n a sola casa sobrevivió, la casa saquearon, sin que los oficiales generales pudiesen impedirlo. El
castillo pidió capitular. El mariscal duque de Lorges no quiso
de 1595. otorgar condiciones. Se rindieron á discreción y salieron el 23 en
Apresuráronse á reconstruir Heidel- número de mil ochocientos hombres. Trescientos soldados prisio-
berg. Cuatro años m á s tarde, en 1693 (1), neros, que habían sido recluidos en la gran iglesia, prendieron
fuego á los dos campanarios, que se comunicó á la ciudad, y,
aunque se trabajó para apagarlo, quemó la mayor parte. Se en-
(1) A propósito de este sitio, en el que la ciudad fué sa- contraron cuarenta millares de pólvora, muchas grasadas, bem-
queada en doce horas que dejaron abiertas las trincheras, y que bas, doce cañones fundidos y diez de hierro. También se hicieron
dejó en Alemania un fatal recuerdo que quizá no se berreen dueños del puente de barcas que habían construido los ene-
diez siglos, ofrece algún interés transcribir aquí algunos detalles migos.»
desconocidos y algunas páginas curiosas extractadas de la G a - «París, 30 de Mayo de 1693. El rey salió de Compiegne el 22
ceta de los entresuelos del L o u v r e , ya citada en la car- del mes para ir á acostarséen Roye; el 23 se acostó en Perenne,
ta XXVII. Escusado es decir que estos extractos son textuales y el 24 en Cambray y el 25 en Quesnoy.
que, en cuanto á las comparaciones que puedan hacer nacer en «El rey y la reina de la Gran-Bretaña vinieron aquí el 27 á vef
el espíritu del lector, el autor de este libro no ha tenido la i n - á sus Altezas Reales, y oyeron las oraciones en el monasterio de
tención ni de buscarlas, ni de evitarlas. los Capuchinos.»
Gaceta del 28 de Mayo. Gaceta del 6 de Junio.
«El señor de Melac, lugarteniente general, ocupa las alturas «...La ciudad está tomada; los soldados, los de caballería y íoS
que dominan el castillo con doce batallones y cincuenta drago- dragones, entraron en ella por todas partes y comenzaron á sa-
nes. Ha arrojado á los.enemigos de su reducto, desde donde se le quearla... Los soldados no pudieron ser detenidos, por más que
puede atacar deflancolos trabajos de la plaza. hacían los oficiales para impedir las consecuencias del desórden
«Se ha fijado una batería de seis cañones al otro lado del y el incendio de la ciudad, aunque habiendo sido tomada por
Neckre. La trinchera debe estar abierta esta tarde por el mar- asalto no pudiesen evitarse. El marqués de Chamilly hizo desde
764 OBRAS D E VICTOR HUGO.
dor. L a gran línea recta de la F está pa- y en su centro de un hotel de dos remates
ralela al Neckar y mira á la ciudad, que al estilo de 1600, que fué el palacio de Fe-
el castillo domina desde la mitad de la derico I V ; se duele uno, digo, de que to-
cuesta. E l gran brazo, que parte en án- do ese lado grande se resienta de algu-
gulo derecho del extremo superior de la na monotonía. Confieso que me hubiese
línea recta, se extiende por enóima de complacido ver una ó dos brechas. Si
u n vallecillo que lo separa de las mon- yo hubiese tenido el honor de acompa-
t a ñ a s del Este. E l brazo pequeño del ñ a r al mariscal de Lorges en su salvaje
medio, acortado por las ruinas que lo ejecución de 1693, le h a b r í a aconsejado
terminan, cerraba el castillo al Oeste por que hubiese disparado algunas descargas
el lado de las llanuras del Rhin, y volvía de artillería que hubiesen dado m á s
hácia el monte G-eissberg las manos que atractivo á la línea de la gran fachada.
parece tener aun en sus m u ñ e c a s rotas. Cuando se hace una ruina es preciso
Hay de todo en el castillo de Heidel- hacerla bien.
berg. Es uno de esos edificios donde se A c u é r d a t e de aquel admirable castillo
acumulan y se mezclan las bellezas es- de Blois, tan e s t ú p i d a m e n t e utilizado para
parcidas en los d e m á s . H a y torres reba- cuartel, cuyo patio interior tiene cuatro
jadas como en Pierrefonds, fachadas ele- fachadas que publican cada una la histo-
gantes como en A u e t , muchos arcos ria de una gran arquitectura. Pues bien,
caídos en una sola pieza en el foso como cuando se entra en el patio interior de los
en el Rheinfels, anchos estanques tristes palatinos, la impresión no es menos pro-
desmoronados y musgosos como en la funda n i menos complicada. Se queda
v i l l a Patnfili, chimeneas de reyes llenas uno desvanecido. Se ha probado á hacer-
de zarzas como en Aleung-sur-Loire, le la vista gorda, como se ha probado á
grandeza como en Tancarville, gracia tener oídos de mercader delante de las
como en Chambord, terror como en Ohi Nupcias de Pablo Veronés. Parece que
lien. hay en este patio u n inmenso resplandor
Las huellas de los asaltos y de la que viene á la vez de todos los lados. To-
guerra se encuentran por todas partes. do te atrae y todo te llama. Si te vuelves
T ú no puedes imaginarte con q u é furia, hácia el palacio de Federico I V , tienes
en particular los franceses, han devasta delante los dos altos frontis triangulares
do este castillo desde 1689 á 1693. Ellos de esta fachada recargada y sombría, con
han vuelto á aparecer en tres ó cuatro entablamentos á m p l i a m e n t e destacados,
ocasiones distintas. H a n hecho volar las donde se levantan, entre cuatro órdenes
minas debajo de las galerías y en las en de ventanas cortadas con el m á s atrevi-
t r a ñ a s de las torres m á s fuertes; han pues- do cincel, nueve palatinos, dos reyes y
to fuego á las techumbres, y han hecho cinco emperadores (1). A su derecha está
estallar bombas á t r a v é s de las Dianas la excelente portada italiana de Oton-
y las Venus de las m á s delicadas facha- Enrique, con sus divinidades, sus quime-
das. Y o he visto huellas de balas en las ras y sus ninfas, que viven y que respiran
jambas y dintel de esas preciosas venta envueltas en suaves sombras de polvo;
ñ a s del piso bajo de la sala de los Caba con sus Césares romanos, sus semi-dioses
lloros, por donde saltaba la palatina con griegos, sus héreos hebreos y su vestíbu-
el propósito de hacerse hombre. Esta mis lo que tiene al Ariosto esculpido. A su
m a palatina tan espiritual, tan traviesa izquierda se e n t r e v é el frontispicio g ó t i -
y tan desesperada por ser mujer, fué m á s co del palacio de Luis el Barbudo, y que
tarde la causa de la guerra. E x t r a ñ a parece agujereado y agrietado violenta-
coincidencia: hay ciudades que se han mente por las cornadas de un toro gigan-
perdido por mujeres que eran maravi- tesco. Por d e t r á s , debajo de las ojivas de
llas de belleza; un milagro de fealdad un pórtico, donde se resguarda un pozo
perdió á Heidelberg. medio lleno, están las cuatro columnas
No obstante, sea cual fuere la devas- de granito gris regaladas por el Papa al
tación, cuando se sube al castillo por las
pendientes, los arcos abovedados y las (1) Orden primero á partir de lo alto del palacio: Garlo-
Magno, emperador; Oten de Wiltelsbach, palatino de. Baviera;
g a l e r í a s que á él conducen, se duele uno Luis, duque de Baviera y primer conde palatino del Rhin; Rodol-
que el lado grande vuelto hácia la ciu- fo I , palatino. Segundo orden: Luis de Baviera, emperador;
dad, aunque admirablemente formado, en Ruperto I I , emperador; Otón, rey de Hungría; Cristóbal, rey de
Dinamarca. Tercer orden: Ruperto el Antiguo, palatino; Federico
su extremo Oeste, de una torre despan- el Victorioso, palatino; Federico I I , palatino; Oton-Enrique, pa-
zurrada que h a b í a sido l a gran torre; en latino. Cuarto órden: cuatro palatinos, Federico el Piadoso, Luis,
su extremo oriental de una bonita torre Juan Casimiro y Federico IV, constructor del palacio.
La casa palatina se remontaba por las mujeres hasta Garlo-
octógona, que fué la torre d é l a campana, Magno.
EL RHÍN. 775
gran emperador de Aix-la-Chapelle, que Una cosa singular hay que hacer cons-
vinieron en el siglo octavo de R á v e n a á tar, y es que los tres ó cuatro bombardeos
las orillas del Rhin, y en el quince de las que han trabajado esas dos fachadas no
orillas del Rhin á las orillas del Neckar, 'as han destrozado ambas de la misma
y que, después de haber visto caer el manera. E n el frontispicio de Oton-En-
palacio de Garlo-Magno en Ingelheim, rique apenas han roto las cornisas ó los
miran desmoronarse el castillo de los pa- arquitrabes. Los olímpicos inmortales
latinos de Heidelberg. que la habitan no han sufrido nada. N i
Todo el piso del patio está obstruido Hércules, n i Minerva, n i Hebe han sido
con escalinatas destrozadas, fuentes se- tocados. Las balas y los proyectiles de
cas y pilones desmochados. Por todas guerra se han cruzado alrededor de esas
partes la piedra se quiebra y l a ortiga estátuas invulnerables sin tocarlas. M u y
asoma. al contrario, los diez y seis caballeros
Las dos fachadas del Renacimiento coronados que tienen cabeza de león por
que dan tanto esplendor á este patio son rodilleras y que presentan tan arrogante
de asperón rojo, y las estatuas que las continente en el palacio de Federico I V ,
cubren son de asperón blanco, admirable han sido tratados por las bombas como
combinación que prueba que aquellos si fuesen carne de cañón. Casi todos han
grandes escultores eran t a m b i é n grandes sido heridos. Oten, el emperador, ha sido
coloristas. Con el tiempo el asperón rojo herido en el rostro; Otón, el rey de H u n -
se ha enmohecido y el asperón blanco ha gría, ha tenido la pierna izquierda rota,
adquirido u n tinte dorado. De estas dos y Oton-Enrique, el palatino, tiene una
fachadas, una, l a de Federico I V , es m u y mano arrancada. Una bala ha desfigu-
severa; la otra, la de Oton-Enrique, es rado á Federico el Piadoso. U n casco de
muy hermosa. L a primera es histórica, bomba ha dividido en dos á Federico I I
la segunda es fabulosa, Carlo-Magno y ha deshecho los ríñones á Juan Casi-
domina la una, J ú p i t e r domina la otra. miro. E n estos asaltos, el que comienza
Cuanto m á s se contemplan estos dos por arriba, cerca del cielo, esta real série
palacios yustapuestes, m á s se penetra en de estátuas, Carlo-Magno, ha perdido su
sus maravillosos detalles, m á s se te apo- globo, y el que la termina por abajo,
dera la tristeza. ¡Extraño destino de las Federico I V , ha perdido su cetro.'
obras maestras de m á r m o l y de piedra! Por lo demás, no hay nada de m á s so-
U n estúpido al pasar las desfigura, una berbio que esa legión de príncipes, todos
absurda bala las aniquila, ¡y no son los mutilados y todos en p i é . L a cólera de
artistas, son los reyes, los que unen sus Leopoldo I y de Luis X I V , el trueno,
nombres á ellas! Nadie sabe hoy cómo esa cólera del cielo, la Revolución fran-
se llamaban los hombres inspirados que cesa, esa cólera de los pueblos, han teni-
han construido y esculpido la muralla de do á bien acometerlos; y todos están allí
Heidelberg. H a y allí renombre para diez aun, defendiendo su fachada, con el p u ñ o
grandes artistas que flota por encima de en la cadera, la pierna estirada, el talón
esa ilustre ruina sin poder fijarse los afirmado y la cabeza alta. E l león de
nombres. U n Boccador desconocido i n - Baviera colocado á sus piés muestra su
ventó el palacio de Federico I V ; un P r i - fiera actitud de león. E n el segundo piso,
matice ignorado compuso la fachada de por debajo de una rama verde que ha
Oton-Enrique; un César Cesariano per atravesado el arquitrabe y que juega
dido en la sombra dibujó las puras ojivas graciosamente con las plumas de piedra
de t r i á n g u l o equilátero de la mansión de de su casco, Federico el Victorioso saca
Luis V . Vénse a q u í arabescos de Rafael hasta la m i t a d la espada. E l escultor ha
y allí figuritas de Benvenuto. Todo esto puesto en ese rostro no sé q u é aire de
lo cubren las tinieblas. E n breve estos A y a x ofreciendo el combate á J ú p i t e r , ó
poemas de m á r m o l morirán; los poetas de Nemrod lanzando su flecha á J e h o v á .
ya han muerto. No lo crees t ú así, Luis? Debió ser un maravilloso espectáculo
L a m á s amarga de las injusticias es la el que ofrecerían esos dos palacios de
que niega la gloria, es el olvido. Oton-Enrique y de Federico I V , vistos al
¿ P a r a quién han trabajado esos hom- resplandor del bombardeo en l a fatal
bres admirables? A y de mí! para el noche del 21 de Mayo de 1693.
viento que sopla, para la yerba que ere M . de Lorges colocó una batería en la
ce, para la hiedra que viene á comparar llanura delante de la aldea de Neuen-
sus follajes con los suyos, para la golon heim, otra en el Heiligenberg, una ter-
drina que pasa, para la lluvia que cae cera en el camino de Wolfsbrunn y una
para la noche que desciende. cuarta en el pequeño Q-eissberg. De estos
776 OBRAS D E VICTOR HUGO.
cuatro puntos opuestos, los morteros, menos sombrío. Se diría que ól sabe que
cercando Heidelberg como u n círculo de ya no tiene guardias en la plaza de ar-
horrorosas hidras, i n t r o d u c í a n sin des- mas, que la Torre Jamas- Vacia está vacía,
canso, y por todos los lados á la vez, sus que ya no hay sacerdotes en la capilla,
largos chorros de llama en el patio del que ya no hay leones en la torre del
castillo; los obuses removian el suelo con Gigante, que ya no hay electores en
sus cráneos de hierro; las balas de canon Alemania, que ya no hay palatinos en
y las balas rojas pasaban entre regueros Heidelberg, y que su Torre-Grande, que
de fuego, y á esta claridad se dibujaban era, después del castillejo de Bourges, la
en la fachada de Federico I V , en su ac- torre m á s alta de Europa, yace desmoro-
t i t u d de combate, los colosos de los pala- nada detrás de ól. Luis V mira triste-
tinos y de los emperadores, acorazados mente la hiedra que avanza poco á poco
como escarabajos, espada en mano, t u - hácia su rostro.
multuosos y terribles; en tanto que al Esta gran torre hacia juego con otra
lado de ellos, en la otra fachada, desnu- que habia al otro extremo de este pala-
dos, serenos y tranquilos, vagamente cio-fortaleza. Era la Torre de Federico el
iluminados por el reflejo de las granadas, Victorioso.
los dioses resplandecientes y las diosas A l l á por el a ñ o de 1455, Federico I ,
enrojecidas sonreían bajo aquella l l u v i a queriendo hacer su castillo inexpugna-
de bombas. ble, hizo levantar una fuerte torre por
Entre estas figuras reales, que mas encima del reducido valle que la separa
bien parecen ser almas petrificadas que de las m o n t a ñ a s por Levante. Esta torre
estatuas, dos solamente me parecieron tenia de altura ochenta piés, era de gra-
que hablan perdido algo de su fiereza; nito y estaba cerrada con puertas de hier-
eran Luis V y Federico V . Cierto es que ro. E l lado de su muralla que miraba al
ellos no forman parte de la brillante enemigo tenia veinte pies de ancho. Fe-
constelación de príncipes sembrada en derico hizo colocar en el interior tres for-
el palacio de Federico I V . Ellos están midables baterías superpuestas, y empo-
pegados en la sombra á esa ruina que ha tró en las bóvedas, para la maniobra de
sido la Torre-Grande. las m á q u i n a s , enormes anillos de hierro
Federico V está profundamente abru que aun cuelgan de ellas. E n 1610, su
mado; parece que piensa en la falta que sobrino segundo Federico I V aun elevó
ha cometido su destino. L a corona de esta inmensa torre con un gran piso oc-
Bohemia, retirada por los bohemios de tógono. Cuando esta prodigiosa cons-
la frente de Fernando de Austria, habia trucción quedó terminada y completa,
sido ofrecida por ellos al elector de Sa puso encima su pulgar el rey de Francia
jonia, que la rehusó; después á Cárlos irritado y la reventó como si fuera una
Emmanuel, duque de Saboya, que la nuez.
rechazó; después á Christiern I V , rey de Hoy, la Torre de Federico él Victorioso
Dinamarca, que no la admitió; por fin se llama la Torre-rajada.
la ofrecieron al palatino Federico V U n a mitad de este colosal cilindro de
que, aconsejado por su mujer, aceptó la m a m p o s t e r í a yace en el foso. Otros blo-
corona con gran apresuramiento. Se hizo ques agrietados se desprenden de la cima,
coronar en Praga en 1619; después esta y se h a b r í a n caido hace mucho tiempo
lió la guerra y fué á morir, errante y si no los hubiesen sujetado árboles mons-
proscripto, lejos de su pais por los acón truosos con sus raices poderosas y los t u -
tecimientos que él habia provocado. Su viesen suspendidos encima del abismo.
mujer era Isabel de Inglaterra, nieta de A algunos pasos de esta espantosa rui-
M a r í a Estuardo. E l l a habia aportado na el azar ha deparado una ruina deli-
como dote á su marido la fatalidad de ciosa; es el interior de ese palacio de
su familia. No fué Isabel la que se casa- Oton-Enrique, del cual hasta el presente,
ba con u n trono; era Federico V el que querido Luis, solo te he mostrado la fa-
se casaba con el destierro. chada. H a y en ól, en pió, abiertas, entre-
Federico V , en el nicho oscuro donde gadas al primer recien venido, expuestas
l a maleza le oculta casi enteramente, al sol y á la lluvia, á la nieve y al viento,
tiene aun en la cabeza esa corona de sin bóveda, sin artesón, sin techo, coloca-
Bohemia de donde salió la guerra de los das al azar en los huecos hechos en los
Treinta años; pero no tiene ya las dos muros desmantelados, doce puertas del
manos que la recibieron. E x t r a ñ o suce- Renacimiento, doce joyas de platería, do*
so; una bomba sueca se las cortó. ce obras maestras, doce idilios de pie-
Luis V , que está p r ó x i m o á él, no está dra, á los cuales se mezcla, como salido
EL RHIN. 777
de las mismas raíces, un admirable y E l castillo de Heidelberg contenia y
precioso bosque de flores salvajes dignas soldaba en su magnífica ciudad ocho pa-
de los palatinos, consule dignce. Y o no sa- lacios de ocho príncipes y de ocho épocas
bría decirte lo que hay de inexplicable diferentes:
en esa mezcla del arte y de la realidad, Uno del siglo catorce, el palacio del
que constituye á la vez una lucha y una ífalzgraf Rodolfo I ;
a r m o n í a . L a naturaleza, que rivaliza Uno del siglo quince, el palacio del
con Beethoven, rivaliza t a m b i é n con emperador Ruperto;
Juan Groujon. Los arabescos forman ma- Tres del diez y seis, el palacio de
lezas y las malezas forman arabescos. Luis V , el palacio de Federico I I y el
No sabe uno por cuál optar y cuál ad- palacio de Oton-Enrique;
mirar más, si la hoja viva ó la hoja Tres del diez y siete, el palacio de Fe-
esculpida. derico I V , el palacio de Federico V y el
Por lo que á m í afecta, esta ruina me palacio de Isabel.
ha parecido que la envuelve una armo- Su ruina l a forman hoy todas estas
n í a divina. Me parece que este palacio, ruinas.
construido perlas hadas del Renacimien- Sin contar las torrecillas, las glorietas
to, está ahora en su estado natural. To- y las claraboyas que dan luz á las esca-
dos esos maravillosos caprichos del arte leras por dentro, habia nueve torres ex-
libre y bravio no debían acomodarse bien teriores:
en estas salas cuando se firmaba en L a torre Cárlos,
ellas la paz ó la guerra, cuando som- L a Rodela,
bríos príncipes s o ñ a b a n en ellas, cuando L a Q-ran-Torre,
se desposaban en su recinto las reinas y L a torre de Federico el Victorioso,
cuando a q u í se bosquejaban los empera- L a torre J a m á s - V a c í a ,
dores de Alemania. ¿Es que esos Ver- L a torre de Comunicación,
tumnos, esas Pomonas y esos Granimedes L a torre del Grigante,
podían comprender algo de las ideas que L a torre Octógona,
veían salir de la cabeza de Federico I V Y esa torre de la L i b r e r í a que ha en-
ó V , por la gracia de Dios conde palati- cerrado la Biblioteca palatina del V a t i c a -
no del Rhin, vicario del Sacro-Imperio no, y en la que en 1622 los manuscritos
romano, elector, duque de la A l t a y Ba- griegos y los misales bizantinos sirvie-
j a Baviera? U n gran señor se acostaba ron de pajar, á falta de paja, á los caba-
en esta habitación con una hija de un rey llos del ejército imperial.
en una cama imperial; ahora ya no hay Cinco de esas torres subsisten todavía:
n i señor, n i hija del rey, n i cama impe- L a torre de la Librería,
r i a l , n i cielo raso en esta habitación; el L a torre Octógona,
albohol la habita y la menta salvaje la L a Q-ran-Torre,
perfuma. Así está bien. Esto es mejor L a torre Rajada,
Estas adorables esculturas han sido he Y l a torre del Gigante, la ú n i c a cua-
chas para ser besadas por las flores y m i drada.
radas por las estrellas. Raro destino! Ese prodigioso palacio,
L a naturaleza, justa y santa, festeja que fué el teatro de las fiestas y de las
esta obra, en la que los hombres se han guerras, que fué la morada de los con-
olvidado del obrero. des del R h i n y de los duques de Baviera,
A d e m á s de un sinnúmero de estan- de los reyes de Bohemia y de los empe-
ques, grutas y fuentes, pabellones y radores de Alemania, ya no es hoy m á s
arcos de triunfo; a d e m á s de la capilla que la cubierta complicada de u n tonel.
consagrada á San Udalrich y erigida E l s u b t e r r á n e o de Tournus es una
por Julio I I I en primera capilla de Ale- iglesia, el subterráneo de San Dionisio
mania; es un sepulcro, el s u b t e r r á n e o de Hei-
A d e m á s de la gran plaza de armas, delberg es una cueva.
Los dos arsenales, Cuando se ha atravesado esos escom-
E l juego de pelota del elector Cárlos, bros gloriosos, ese hundimiento épico,
L a jaula de los leones, esas salas de armas demolidas, esos pa-
E l palomar. lacios llenos de musgos, de espinos, de
L a pajarera. sombra y de olvido, esas torres que han
E l corral de las aves. vacilado como hombres ébrios y que han
L a gran cancillería. caido como hombres muertos, esos vastos
L a casa de la moneda, flanqueada por patios donde, hace apenas doscientos
cuatro torrecillas, años, el lansquenet estaba de guardia en
TOMO I Y .
778 OBRAS D E VICTOR HUGO.
la escalinata con la pica en alto, todo ese ha enseñado en su celda, á algunos pasos
gran edificio y toda esa gran historia, se de la gran cuba. Solo contenia la quinta
acerca un hombre con una linterna, te Darte del gran tonel. Era una preciosa
abre una puerta baja, te enseña una es- ensambladura de duelas de madera de
calera sombría y te hace seña para que encina, fabricada en tiempo de Luis X I I I ,
bajes. Bajas; la bóveda es oscura, la adornada por los electores palatinos con
cripta reducida. Los tragaluces arrojan el escudo de armas de Baviera y con tres
una media luz que tiene u n tinte religio- cabezas de leones en cada una de sus
so; se detiene uno en las tumbas de los caras, y por los soldados franceses con
palatinos, y se encuentra u n gran tonel, algunos hachazos. Esto era en 1799. E l
u n capricho p a n t a g r u é l i c o , un trono xmel estaba lleno de vino del Rhin;
para u n Ramponneau colosal. A l aper- nuestros soldados quisieron romperlo. E l
cibir esta cosa e s t r a ñ a , se cree oir en las tonel se mantuvo firme. Ellos habian
tinieblas de esta ruina la estrepitosa car- destrozado las murallas de la cindadela
cajada de G a r g a n t ú a . y no pudieron hacer brecha en el tonel.
E l gran tonel en el castillo de H e i - Este tonel p e q u e ñ o está vacío desde
delberg es Rabelais hospedado en casa el a ñ o 1800.
de Homero. P a s e á n d o s e por la sombra que proyec-
E l gran tonel echado sobre el vientre ta el gran tonel, se distingue de pronto,
en la vasta cueva que lo resguarda, pre- detrás de los tablones que lo apuntalan,
senta el aspecto de u n navio mirado por una singular e s t á t u a de madera, sobre la
debajo la cala. Tiene veinticuatro pies de cual arroja u n tragaluz un rayo desco-
diámetro y treinta y tres de largo. E n la lorido. Es una especie de viejecito j o v i a l ,
cara anterior lleva u n escudo de armas grotescamente engalanado, al lado del
de rocalla, donde está esculpida l a cifra cual un reloj basto pende colgado de u n
del elector Carlos Teodoro, Dos escale- clavo. Por debajo de este reloj sale u n
ras de dos descansos serpentean alrede- bramante, tiras de él y el reloj se abre
dor y suben hasta una plataforma colo- bruscamente y deja escapar una cola de
c á d a en su espalda. Contiene doscientas zorra, que viene á rozarte el rostro. Ese
treinta y seis cubas; cada cuba contiene viejecillo es u n bufón de corte y ese re-
m i l doscientas botellas dobles, de donde loj es su bufonada.
se deduce que en el gran tonel de Heidel He a q u í la única cosa que palpita y se
berg hay quinientas sesenta y seis m i l mueve t o d a v í a en el castillo de H e i -
cuatrocientas botellas ordinarias. Se lie delberg, la farsa de u n bufón del rey.
naba por un agujero practicado en l a A l l á arriba, en los escombros, Carlo-
bóveda encima de l a abertura, y se va Magno ya no tiene cetro, Federico el
ciaba con una bomba, que aun esta allí Victorioso*ya no tiene torre, el rey de
suspendida en la pared. Este barril móns Bohemia ya no tiene brazo, Federico I I
truo lo han llenado tres veces de vino ya no tiene cabeza, el real globo de Fe-
del R h i n . L a primera vez que lo llena- derico V ha sido destrozado en su mano
ron, el elector bailó con su corte en la por una bala, ese otro globo real; todo
plataforma que lo corona. Desde 1770 ha caido, todo se ha acabado, todo se ha
está vacío. extinguido, excepto ese bufón. E l está
E l vino allí se mejoraba. aun allí; él, en pió, respira y dice:—Héme
Este tonel, sin embargo, no es el a n t i aquí. Tiene su casaca azul, su chaleco
guo gran tonel de Heidelberg, cubierto extravagante, su peluca de loco por m i -
de tan curiosas esculturas y construido tad verde y roja; te mira, te detiene, te
en 1595 por el elector Juan Casimiro tira de la manga, te hace su contorsión
para solemnizar no sé q u é reconciliación estúpida y se te rie en las barbas. A m i
de luteranos y calvinistas. Carlos Teodo ver, lo que hay de m á s l ú g u b r e y m á s
ro lo hizo demoler en 1750 para construir amargo en esta ruina de Heidelberg no
éste, que es m á s grande, pero que está son todos esos príncipes y todos esos re-
menos adornado. yes muertos; es ese bufón viviente.
A d e m á s del gran tonel, las cuevas de Este era el loco del palatino Cárlos-
castillo palatino, cuyas profundidades Pelipe. Se llamaba PERKEO. Tenia de
se franquean por todas partes como los alto tres pies y seis pulgadas, como su
antros, encerraban lo que se llamaba los e s t á t u a , que tenia al pió grabado su
toneles pequeños. Estos toneles peque nombre. Bebia todos los dias quince bo-
ños no t e n í a n apenas m á s que la altura tellas dobles de vino del R h i n . E n esto
de un primer descanso. Habia diez ó estribaba su talento. E n 1710 hacia reir
doce y no queda m á s que uno, que se me mucho al elector palatino de Baviera y
EL RHIN. 779
al emperador de Alemania, esas sombras cesible del palacio de Otón-Enrique; t a n
que pasaban entonces. pronto son los músicos jorobados, demo-
U n dia que estaban muchos príncipes nios familiares que silban aires satánicos
extranjeros en casa del palatino, se midió desde los aleros de la capilla; tan pronto
á Perkeo con uno de esos grandes grana- es la D am a Blanca, que pasa por debajo
deros de Federico I , rey de Prusia, los que, de las bóvedas y se oye su voz. Dícese que
calzados con aquellas botas de tacones esta dama blanca es la que se apareció
altos y cubiertos con sus inmensas gor- en 1655 en el rittersaal de Oton-Enrique
ras de pelo, se veian obligados á bajar de al conde Federico de Deux-Ponts y le
espaldas las escaleras de los palacios. E l predijo la caida del Palatinado. E n
loco apenas si rebasaba la bota del gra- tiempo de los palatinos, ella se aparecía
nadero. Esto hizo reír mucho, dice un nar- cada vez que debía morir uno de los so-
rador de aquel tiempo. ¡Pobres prínci- beranos del país. E l l a no se mostraba
pes de una época decrépita, entretenidos para los grandes duques de B a d é n . Sin
con los enanos y los gigantes y olvidán- duda no reconocía el tratado de Lune-
dose de los hombres! ville.
Cuando Perkeo no se bebia las quince A q u í tienes, querido Luis, los diablos
botellas lo azotaban. que buscan los turistas en este viejo pa-
E n el fondo de la alegría, traducida en lacio. E n cuanto á mí, debo manifestar-
gesticulaciones, de ese miserable, habia te que no he visto otros diablos y hasta
necesariamente tanto sarcasmo como n i otros turistas que, un dia, allá hácia
desden. Los príncipes, envueltos en el medio dia, dos de esos inmensos desho-
torbellino de la vida que llevaban, no se llinadores del Bosque Negro, que h a b í a n
apercibían de ello. E l resplandor esplén- venido á visitar como artistas y conoce-
dido de la corte palatina apagaba las dores la fenomenal chimenea de los pa-
llamaradas de odio que iluminaban á latinos, y se extasiaban c o n t e m p l á n d o l a
veces su rostro; pero hoy, en la sombra desde abajo, los que, negros del todo, con
de las ruinas, reaparecen y permiten leer sus dientes blancos, agitando con sus
distintamente el pensamiento secreto dos brazos esa ancha manta que llevan
del bufón. L a muerte, que ha pasado por á manera de chai, parecían dos grandes
encima de esa risa, le ha quitado la jo- murciélagos del Odeon, poniendo en
vialidad, dejándole tan solo la ironía. escena Robin-des-Bois en las ruinas de
Parece que la e s t á t u a de Perkeo r i d i - Heidelberg.
culiza la de Carlo-Magno. A este castillo no le falta n i n g ú n g é -
No se puede ver otra vez á Perkeo. L a nero de devastación. Hasta a q u í te he
primera vez entristece, la segunda es- hablado de M . de Tillí, del conde de
panta. No conozco nada m á s siniestro Birkenfeld, del mariscal de Lorges, del
que aquella risa inmóvil. E n ese palacio emperador de Alemania y del rey de
desierto, cerca de ese tonel vacío, se Francia, los grandes demoledores, y no
piensa en ese pobre loco que era golpea te he dicho nada de los pequeños. Cuan-
do por sus dueños cuando no estaba do se mira l a huella que dejan los leones,
ébrio, y esa m á s c a r a horriblemente jo no se p á r a la atención en la que dejan
vial causa miedo. Porque aquello no es las ratas. Los devastadores ínfimos, los
la risa de un bufón que se burla, es la arquitectos oficiales se han abalanzado
expresión fisgona de u n demonio que se sobre este monumento como si estuviese
venga. E n esta ruina llena de fantas- en Francia, como si estuviese en P a r í s .
mas, Perkeo t a m b i é n es un espectro. Los inválidos que habia allí alojados han
Perdona, m i querido Luis, si me apro- mutilado el viejo edificio con el ódio de
vecho de la transición; pero á propósito ruina á ruina. De cuatro frontis han
de fantasmas, bien puedo hablarte de demolido completamente dos en el dor-
aparecidos. Dicen que hay, y muchos, mitorio de Oton-Enrique. Los ingleses
en el castillo de Heidelberg. Se pasean han roto á martillazos, para llevárselas,
por él en las noches de luna llena y en las cariátides-pilastras del comedor. U n
las noches de tempestad. T a n pronto es arquitecto, encargado de construir u n
Jutha, la mujer de Anthyse, duque de canal de agua de Heidelberg á Man-
los francos, que se sienta, p á l i d a y coro nheim, echó abajo las bóvedas de la sala
nada, debajo de las p e q u e ñ a s ojivas de de los Caballeros, á fin de hacer con los
la glorieta de Luis el Barbudo; tan pron- ladrillos cimiento para sus acueductos.
to son los dos jueces francos, dos caba- T ú recordarás que nuestra verja de la
lleros negros que se ven andar j u n t o plaza Real, monumento raro y comple-
á la e s t á t u a de J ú p i t e r , en el friso inac- to de cerrajería del siglo diez y siete, esa
780 OBRAS D E VICTOR HUGO.
vieja verja de la que habla Mlle. de Se- L a ruina abierta siempre, está á estas
vignó, que habia visto pasar los pájaros loras desierta. Viéndola se me ocurrió
de las Tournelles, que habian rozado Cor- entrar en ella. Los dos gigantes de pie-
neille yendo á casa de Marión de Lorme dra que guardan el patio Cuadrado me
y Moliere yendo a casa de Ninon de dejaron pasar. F r a n q u e é el soportal ne-
Léñelos, ha sido vendida este a ñ o , de- gro, del que cuelga aun el viejo rastrillo
lante de la puerta de m i casa, á cinco de hierro, y penetró en el interior. L a
sueldos la libra. Pues bien, querido Luis, "una casi habia desaparecido envuelta
sean cualesquiera los sandios que han entre las nubes, de modo que el cielo en-
hecho esa majadería, no la han inventa- viaba una claridad descolorida.
do. Los sandios que la inventaron eran Luis, nada hay m á s grande que lo que
de Heidelberg; ellos no han hecho m á s está caido. Esta r u i n a , iluminada de
que plagiarla. Habia alrededor de la es- esta manera, vista á esa hora, tenia una
calinata de Oton-Enrique u n admirable Tristeza, una dulzura y una majestad
pasamano de hierro del Renacimiento. inexplicables. Creia sentir en el extre-
Los arquitectos de l a ciudad lo han he- mecimiento apenas distinto de los ár-
cho vender al peso y á menos de seis liards boles y de la maleza no sé q u é de
la libra. grave y de respetuoso. No oia sonar
Cito el texto mismo que se publicó en n i n g ú n paso, ninguna voz, n i n g ú n so-
el mercado. Qué dices de esto? Estos seis plo. No habia en el patio n i sombras, n i
liards bien valen nuestros cinco sueldos. luces; una especie de media luz fantásti-
ca lo modelaba todo, lo iluminaba todo
T ú me has olvidado, sin duda, en la y lo velaba todo. L a confusión de brechas
colina del pequeño Greissberg, donde me y de grietas dejaba llegar hasta los sitios
encontraba cuando me puse á hablarte m á s recónditos los m á s oscuros y débi-
del castillo de Heidelberg, y yo me he les rayos de la luna, y en las negras pro-
olvidado de m í mismo al abstraerme tan fundidades, debajo de las bóvedas y de
profundamente el desvarío que se apo los corredores inaccesibles, veia algunas
deró de mí. Llegada la noche, las nubes sombras blancas moverse lentamente.
se esparcieron por el cielo, la luna esta
Era la hora en que las fachadas de los
ba casi en el zenit, y yo continuaba sen
viejos edificios abandonados aparecen, no
tado en la misma piedra, mirando las
ya como fachadas, sino como rostros.
tinieblas que me rodeaban y las sombras
que en m í existian. De pronto, el campa A v a n c é por el pavimento desigual y
nario de la ciudad dió la hora debajo de montuoso sin atreverme á hacer ruido
mis pies: eran las doce de la noche; me y esperimenté dentro de las cuatro pa-
l e v a n t é y bajé. E l camino que conduce á redes de este recinto esa e x t r a ñ a tortura,
Heidelberg pasa por delante de las rui- ese sentimiento indefinible que los a n t i -
nas. E n el instante en que llegaba á guos llamaban el horror de los bosques
ellas, l a luna, velada por nubes oscuras sagrados. Causa una especie de terror i n -
y rodeada de un inmenso halo, arrojaba vencible lo siniestro mezclado á lo so-
una claridad l ú g u b r e sobre ese m a g n í - berbio.
fico monten de muros derruidos. Más Sin embargo, trepó por los escalones
allá del foso, á treinta pasos de mí, en verdes y húmedos de la vieja escalinata
medio de una vasta maleza, la torre Ra sin pasamano y entró en el viejo pala-
jada, de la cual veia el interior, se me cio sin techo de Oton-Enrique. Quizás te
apareció como una enorme cabeza de rias; pero puedo asegurarte que andar
muerto. Distinguia las fosas nasales, de noche por habitaciones que han sido
l a bóveda del paladar, la doble arcada habitadas, cuyas puertas e s t á n adorna-
de las cejas, el hueco profundo y terrible das y cuyos compartimientos tienen to-
de los ojos apagados. E l gran pilar cen davía su distinta significación; decirse:—•
t r a l con su capitel era la raiz de la nariz Este es el comedor, este es el dormitorio,
Tabiques desgarrados h a c í a n el efecto de esta la alcoba, esta la chimenea,—y
cartílagos. E n la parte inferior, en la sentir la yerba bajo los piés, y ver el
pendiente del barranco, los saledizos de cielo por encima de la cabeza, es espan-
lienzo de muro caido figuraban horrible toso. U n a habitación que tiene aun la
mente la m a n d í b u l a . Y o no he visto en figura de t a l , y cuyo cielo raso ha sido
m i vida nada m á s melancólico que esa levantado por una mano invisible como
gran cabeza de muerto colocada sobre la tapa de una caja, se convierte en una
esa gran nada que se l l a m a el castillo de cosa l ú g u b r e y sin nombre. Esto no es
los Palatinos. ya una casa; tampoco es una tumba» E n
EL RHIN. 781
una tumba se siente el alma del hombre; la cual las lluvias que la carcomen y la
a q u í se siente su sombra. esfuman han dado la sonrisa indefinible
E n el momento en que iba á pasar del de las figuras de Prudhon; dos esfinges
vestíbulo á la sala de los Caballeros me con casco, pechos de mujer y orejas de
detuve. Se oia allí u n ruido singular, faunos, parecian cuchichear en voz baja
tanto m á s distinto, cuanto que se exten- m i r á n d o m e , transversa fuentes; y yo creia
dia por el resto de la ruina u n silencio oir respirar los leones de la chimenea
sepulcral. Era una especie de estertor entre la maleza donde se hablan agaza-
débil, estridente, continuo, mezclado á aado desde que el pió del palatino pen-
intervalos con u n pequeño martilleo seco sativo no se coloca ya sobre su melena
y rápido, que tan pronto parecía venir de m á r m o l . A l g o de inmóvil y de terri-
del fondo de las tinieblas, de un punto Dle palpitaba alrededor de m í en todas
lejano del monte y del edificio, tan pron- estas paredes, y cada vez que me acer-
to parecía salir de debajo de mis piés ó caba á una puerta tenebrosa ó á un r i n -
de las hendiduras del suelo. ¿De dónde cón brumoso, vela chispear allí una m i -
venia aquel ruido? ¿de q u é ser nocturno rada misteriosa.
procedía aquel grito ó aquel golpe? L o Eres visionario como yo? ¿has esperi-
ignoro, pero se asemejaba al rechina- mentado esto? Las e s t á t u a s duermen de
miento de un telar, y no podia dejar de dia, pero por la noche se despiertan y se
pensar, escuchándolo, en aquel horrible convierten en fantasmas.
hilandero de las leyendas que hila de no- Salí del palacio de Otón y volví á en-
che en las ruinas l a cuerda que ha de ser- erar en el patio, siempre perseguido por
vir para los ahorcados. el ruidito e x t r a ñ o que hacia uno cual-
Por lo d e m á s , nada, nadie, n i u n ser quiera que velaba en la sala de los Ca-
viviente. L a sala estaba desierta como Dalleros.
todo el palacio. Golpeó el suelo con el E n el instante en que acababa de ba-
bastón y el ruido cesó, pero momentos jar la escalinata, la l u n a surgió de i m -
después volvió á comenzar. Volví á gol- proviso pura y brillante por entre u n
pear y cesó otra vez, y luego volvió á ancho d e s g a r r ó n de nubes; el palacio de
empezar de nuevo. Y , sin embargo, doble frontis de Federico I V se me apa-
solo v i un gran m u r c i é l a g o espantado, reció s ú b i t a m e n t e magnífico, iluminado
que el golpe de m i bastón en las losas como en pleno dia, con sus diez y seis
habia hecho salir de una de las cartelas gigantes pálidos y formidables; en tanto
esculpidas en l a pared, y que agitaba por que á m i derecha l a fachada de Otón
encima de m i cabeza ese fúnebre vuelo aparecía completamente negra en el cie-
circular que parece hecho para el interior lo luminoso y dejaba escapar deslum-
de las torres desfondadas. brantes rayos de luna por sus veinticua-
Te lo diré todo? Por q u é no? ¿No eres tro ventanas á la vez.
t ú el hombre que comprende todos los Te he dicho iluminado como en pleno dia
sueños del espíritu? Me parece que yo y no he sido exacto; era el conjunto con
molestaba á alguno en esta ruina. ¿A poca diferencia. L a luna en las ruinas
quién? L o ignoro, pero es lo cierto que es m á s que una luz, es una a r m o n í a . No
yo turbaba u n misterio. L a noche esta oculta n i n g ú n detalle y no exagera nin-
ba allí, sola; yo l a habia trastornado. guna cicatriz; arroja u n velo sobre las
Todos los habitantes sobrenaturales de cosas destrozadas y a ñ a d e no sé q u é au-
estos régios escombros fijaban á la vez reola brumosa á la majestad de los vie-'
en m í su pupila vaga y azorada. Los t r i jos edificios. Es preferible ver un pala-
tones, los sátiros, las sirenas de doble cio ó u n claustro derruido de noche que
cola, el amor alado que juega hace tres de dia. L a fuerte claridad del sol fatiga
siglos con una guirnalda en el umbra á las ruinas ó importuna á la tristeza de
de la sala de los Caballeros, las dos Vic las e s t á t u a s .
torias desnudas que los inválidos m u t i A su vez estas sombras de los empera-
laron, las cariátides ocultas entre arbus dores y de los palatinos me han mirado;
tos de p ú r p u r a , las quimeras que tienen simulacra; y me pareció momentos antes
anillos en sus dientes, las n á y a d e s que que las sirenas, las ninfas y las quime-
escuchan caer el agua de piedra de su ras me miraban con rabia, y ahora me
urna, tenian no sé q u é de irritado y de parecía que todos esos viejos príncipes
triste; la boca entreabierta de los masca temibles clavaban en mí, ave de paso,
roñes tomaba una espresion e x t r a ñ a ; des una mirada s i m p á t i c a y hospitalaria.
pedia l ú g u b r e m e n t e un resplandor en la Algunos parecian aun m á s grandes de
sombra esa s o m b r í a Isis del vestíbulo, á lo que son ai rayo fantástico de la luna*
782 OBRAS D E VICTOR HUGO.
Uno de ellos, al cual alcanzó y medio vidrios de las puertas cristales; espero
volcó una bomba, Juan Casimiro, pega- horribles dias de agua; pero yo no sé
do á la muralla, con su cara descolorida, cómo se arreglan las cosas, que por la
su nariz a g u i l e ñ a y su larga barba, tenia m a ñ a n a las nubes se desgarran, las bru-
el aire de Enrique I V exhumado. mas se disipan y veo las m á s bellas cosas
Salí del palacio por el jardin, y*bajan- del mundo.
do, aun me detuve un instante en una de NocU pluittota, redeunt spectacula mane.
las terrazas inferiores. D e t r á s de m í la
ruina, ocultando la luna, formaba en la Adiós, querido amigo. Hasta luego.
m i t a d de la cuesta un bosquecillo de Dentro de m u y pocas semanas estrecha-
sombra, de donde saltaban en todas di- ré t u mano amiga. No me olvides.
recciones á la vez largas líneas sombrías
y luminosas, borrando el fondo vago y
vaporoso del paisaje. A mis pies yacía 1839.
Heidelberg adormecido, tendido en el
fondo del valle á lo largo de la monta-
ñ a , apagadas todas las luces, cerradas CAJRTA. XXIX.
todas las puertas; debajo de Heidelberg
oia pasar el Neckar, que parecía hablar Estrasburgo.
á media voz con la colina y con la l l a -
nura; y los pensamientos que me hablan Lo que se ve desde una ventana de la Casa-Roja.—Paralelo
agitado toda la noche, la nada del hom- entre el postillón hádense y el postillón francés, donde el autor
bre en el pasado, la flaqueza del hombre no se ciega por el amor propio nacional.—Una noche horri-
ble.—Nueva manera de ser llevado por cuatro caballos.—
en el presente, la grandeza de la natura- Descripción completa y detallada de la ciudad de Sezanne.—
leza y la eternidad de Dios, se me pre- Pintura detenida y minuciosa de Phalsbourg.—Vitry-sur-
Marne.—Bar-le-Duc.—El autor dice simplezas á las náyades.
sentaban todos juntos, como representa- —Todo sér lleva consigo el olor de lo que come.—Teoría de
dos por una triple figura, en tanto que la arquitectura y del clima.—Elevada estadística á propósito
bajaba á paso lento en las tinieblas, en de las confiterías de Bar.—El autor piensa en una cosa que
hacia la alegría de un niño.—Paisajes.—Ligny.—Toul.—La
tre esa corriente siempre despierta y viva, catedral.—El autor manifiesta su opinión sobre la catedral de
esa ciudad dormida y ese palacio muerto. Orleans.—Nancy.—Croquis agradable de.la plaza del Hotel-
de-Ville.—Teoría y apología del rococó.—Despertar que se
tiene en el coche-correo al asomar el dia.—Vision magnífica.
—La cuesta de Saverne.—Párrafo que comienza en el cielo y
que acaba en una bacía.—Los aldeanos.—Los carreteros.—
POST-SGRIPTUM. Wasselonne.—Recodo del camino.—Aparición del Munster.
Carlsrühe, noviembre.
Querido Luis, a q u í tienes acabada esta Estrasburgo, Agosto*
carta interminable. Alaba á Dios y per- H é m e a q u í en Estrasburgo, amigo mió.
d ó n a m e . No leas el infolio que te envió, Tengo m i ventana abierta que d á á l a
pero ven á ver Heidelberg. plaza de Armas. A m i derecha hay u n
Acabo de dar una vuelta magnífica grupo de árboles, á m i izquierda el Muns-
por la Berg-Strasse. He tenido lodo y ter, cuyas campanas tocan á vuelo en
nieve, pero t ú sabes que yo tengo algo este instante; enfrente de m í , en el fondo
de m o n t a ñ é s . No he sufrido por el frió, de la plaza, hay una casa del siglo diez y
sino por falta de medios para calentar seis m u y bonita, aunque estucada de
me. F i g ú r a t e que desde que estoy en amarillo con contraventanas verdes; de-
Alemania no he podido todavía conse- t r á s de esta casa las altas paredes de una
g u i r que se me facilite una chimenea vieja nave, en donde está la biblioteca
rebosando fuego, un tizón encendido, u n de la ciudad; en medio de la plaza u n
haz de l e ñ a ardiendo. No he encontrado barracón de madera, de donde saldrá,
m á s que horribles estufas, cuyos tubos se s e g ú n se dice, u n monumento para K l e -
tuercen por las habitaciones como ser ber; por todos lados un cordón de viejos
pientes. De a q u í sale un maldito calor techos bastante pintorescos; á algunos
que te hace traición, pues te hace hervir pasos de m i ventana una horca, al pié
la cabeza y te hiela los pies. A q u í no se de l a cual hablan una jerga algunos pi-
calienta uno, se asfixia. l l u d o s alemanes rubios y barrigudos. De
Prescindiendo de este pequeño incon vez en cuando, una esbelta silla de posta
veniente—la asfixia por m a ñ a n a y tarde, inglesa, calesa ó landó, se detiene en la
—el pais es verdaderamente admirable. puerta de la Gasa-Roja, que habito, con
Toda la noche llueve; d u r m i é n d o m e , oigo su postillón hádense. E l postillón háden-
caer con rabia los chaparrones contra los se es agradable; lleva una chaqueta de
EL RHIN. 783
color amarillo muy subido, un sombrero aquello, es u n torbellino. Parece que el
negro charolado con ancho galón de pla- coche se ha puesto furioso.
ta, y lleva en l a banderola una bocina L a confortable silla de posta inventa-
de caza, con un enorme lazo de bellotas da por M . Conté se metamorfosea en un
encarnadas, en medio d é l a espalda. Hay abominable patache; el sillón Voltaire
que confesar que nuestros postillones son no es m á s que una carraca. Se salta, se
horribles; el postilion de Longjumeau es danza, se rebota, se rechaza contra su
un mito: una blusa vieja llena de barro y vecino—todo esto durmiendo.'—Porque
una feísima gorra de algodón; hé aquí esto es lo gracioso, se duerme. E l sueño
el postillón francés. Ahora, por encima te coge por un lado y el infernal carrua-
del postillón hádense, la silla de postas, je por el otro. De a q u í una pesadilla
los pilluelos alemanes, las casas anti- abrumadora. Nada es comparable á los
guas, los árboles, el b a r r a c ó n y el campa- desvarios de un sueño zangoloteado. Se
nario, coloca u n hermoso cielo mezclado duerme y no se duerme; es á la vez todo
de azul y de nubes, y t e n d r á s una idea realidad y quimera. Es el sueño anfi-
del cuadro. bio. De vez en cuando se entreabren los
Por lo demás, he tenido pocas aventu- á r p a d o s . Todo tiene un aspecto defor-
p
ras; he pasado dos noches en el coche- me, sobre todo si llueve, como sucedía la
correo, lo que me ha dado una alta idea otra noche, E l cielo es negro, ó mejor
de la solidez de nuestra humana m á - dicho, no hay cielo, parece que se mar-
quina. cha extraviadamente á través de un re-
Es una cosa horrible pasar una noche molino; los faroles del coche arrojan una
en el coche-correo. En el momento de luz descolorida, que vuelve monstruosas
partir todo v á á pedir de boca; el posti- las ancas de los caballos; por intervalos
llón restalla el látigo, los cascabeles de aparecen bruscamente en l a claridad y
los caballos resuenan alegremente, se se desvanecen las copas despeinadas de
siente una situación e x t r a ñ a y dulce, y los olmos; los charcos de agua estancada
el movimiento del coche d á al espíritu chillan y se extremecen á los impulsos
alegría y el crepúsculo melancolía. Poco de la l l u v i a como las cosas que se fríen
á poco la noche nos envuelve, la con- en la sartén; los zarzales toman aspectos
versación de los compañeros de viaje agachados y hostiles; los montones de
languidece, se siente vago entorpeci- piedras ofrecen aposturas de cadáveres
miento en los párpados, los faroles del yacentes; se mira con vaguedad; los á r -
coche se encienden; éste se arrastra, des- boles de la llanura no son ya árboles, son
pués parte como el viento, se hace com- gigantes horrorosos, que se cree ver cómo
pletamente de noche y acaba uno por avanzan lentamente hácia la orilla de la
carretera; todo muro viejo se asemeja á
dormirse. Precisamente este es el mo
una enorme m a n d í b u l a desdentada. De
m e n t ó que el camino escoge para hacerse
pronto, un espectro pasa extendiendo los
intransitable: los hoyos y los baches se
brazos. De dia no pasaría de ser el poste
confunden; el coche se pone á bailar. del camino que os dirá buenamente: Car-
Esto no es ya una carretera, es una ca- retera de Goloummiers á Sezanne. De noche
dena de m o n t a ñ a s con sus lagos y sus es una aparición horrible que parece ar-
crestas, que debe mostrar horizontes rojar una maldición al viajero. Y des-
magníficos á las hormigas. Dos movi pués no sé por q u é se tiene el pensamien-
mientes contrarios se apoderan del coche to lleno de i m á g e n e s de serpientes; se
y le sacuden con rabia, como dos enormes llega uno á imaginar que las culebras se
manos que lo hubiesen apresado al pasar arrastran por su cerebro; el espino silba
u n movimiento de adelante a t r á s y de á la orilla del declive como un p u ñ a d o
atrás adelante, y u n movimiento de iz de áspides; el látigo del postillón es una
quierda á derecha y de derecha á izquier- víbora volante que sigue al carruaje y
da, el cabeceo y el balanceo de un bu busca como morderle á través de los v i -
que. Resulta de esta feliz complicación drios; á lo lejos, en la bruma, la línea de
que toda sacudida se multiplica por sí las colinas ondula como el vientre de
misma á la a l t u r a de los ejes, y que se una boa que digiere, y toma en el en-
eleva á la tercera potencia en el interior grosamiento del sueño la figura de u n
del coche, sin perjuicio de que un g u i d r a g ó n prodigioso que rodease el hori-
jarro como el p u ñ o de grande te haga zonte. E l viento ronca como un cíclope
golpear ocho veces seguidas la cabeza en fatigado y te hace soñar en a l g ú n obrero
el mismo sitio, como si se tratase de cía espantoso que trabaja penosamente en
var un clavo. Es delicioso. A contar des- las tinieblas. Todo vive en esa vida hor-
de este momento, ya no es un carruaje
784 OBRAS D E VICTOR HUGO.
tiempo con ella. Estaba, pues, á solas con un permiso especial del alcalde de
con el gran E r w y n , y hacia ya una hora Estrasburgo, y no se puede subir m á s
larga que me hallaba profundamente que a c o m p a ñ a d o de dos obreros de los
pensativo, cuando un belitre vino á dis- que se ocupan en reparar los tejados, que
traerme. Era el suizo de la iglesia, que te atan al cuerpo una cuerda, cuyo ex-
con el objeto de ganarse treinta sueldos tremo atan á ciertas distancias, á medida
me ofrecía explicarme la catedral. F i g ú - que subes, en las barras de hierro de los
rate u n horrible suizo medio a l e m á n , cruceros de las ventanas. Hace ocho dias,
medio alsaciano, p r o p o n i é n d o m e sus ex- tres mujeres, tres alemanas, una madre
plicaciones:—¿Monsir, fous afre pas fu lé y sus dos hijas, han hecho esta ascensión.
champelle?—Yo despedí con bastante du- Con excepción de los trabajadores que
reza á ese chapurrado comerciante. tienen que restaurar el campanario, na-
No he podido ver el reloj astronómico die sube hasta el cupulino. A q u í ya no
que hay en la nave y que es un precioso hay escalera, sino simples barras de
trabajo del siglo diez y seis. Parece que hierro formando escalones.
intentan restaurarlo y está envuelto en Desde donde yo estaba la vista es ad-
una camisa de tablas. mirable. Se tiene á Estrasburgo á los
Vista la iglesia, he subido al campa- pies, vieja ciudad de remates dentados y
nario. T ú conoces m i afición por el viaje de grandes techumbres con muchas cla-
perpendicular. No me hubiera perdo- raboyas y cruzada de torres ó iglesias.
nado dejar de subir á la m á s alta flecha 'tan pintoresca como cualquiera ciudad
del mundo. E l Munster de Estrasburgo de Flandes. E l Y l l y el R h i n , desagrada-
tiene cerca de quinientos pies de alto y bles corrientes, alegran ese sombrío mon-
pertenece á la familia de los campanarios tón de edificios con sus charcos de agua
que tienen pegadas escaleras con luces. claros y verdes. Alrededor de las mura-
Es una cosa admirable circular por esta llas se extiende hasta perderse de vista
monstruosa masa de piedra rellena de una inmensa c a m p i ñ a llena de árboles y
aire y de luz, calada como un juguete sembrada de lugarejos. E l Rhin, que se
de Dieppe, linterna al mismo tiempo aproxima á la ciudad á la distancia de
que pirámide, que vibra y que palpita á una legua, corre por estos campos dando
todas las inflexiones del viento. Y o subí vueltas y rodeos. Cercando la torre del
hasta lo m á s alto de las escaleras verti- campanario se ven tres cadenas de mon-
cales. Subiendo encontró un visitador t a ñ a s , las cumbres del Bosque Negro al
que bajaba m u y pálido y m u y temblo- Norte, los Vosgos al Oeste y al Mediodía
roso, casi llevado por su guia. H a y que los Alpes,
manifestar que no se corre n i n g ú n peli- Se está tan alto, que el paisaje ya no
gro. E l peligro podria comenzar en el es u n paisaje; es, como lo que yo veia en
punto donde yo me detuve, en el naci- la m o n t a ñ a de Heidelberg, un mapa, pe-
miento de la flecha propiamente dicho. ro un mapa viviente, con brumas, huma-
Cuatro escaleras con luces, en espiral, redas, sombras y luces, extremecimientos
correspondiendo á las cuatro torrecillas de aguas y hojas, nubes, lluvias y rayos
verticales, enroscadas en un encabresta- de sol.
miento delicado de piedra adelgazada y E l sol festeja con gusto á los que suben
llena de adornos, se apoyan en la flecha, á las grande cimas. Cuando estaba en
cuyo á n g u l o siguen y arrastran hasta lo el Munster desordenó de repente las nu-
que se llama la corona, á cerca de trein- bes con que habiacubierto el cielo todo el
t a pies de distancia del cupulino, que dia, ó hizo resplandecer todos los gases
tiene sobrepuesta una cruz y que forma de la ciudad y todos los vapores de la
el remate del campanario. Los p e l d a ñ o s llanura, vertiendo una l l u v i a de oro so-
de estas escaleras son m u y altos y muy bre Saverne, cuya cuesta magnífica vol-
estrechos y van reduciéndose á medida vía á ver en el fondo del horizonte á tra-
que se sube; tanto, que los m á s altos vés de una gasa resplandeciente. D e t r á s
apenas si tienen de vuelo lo indispensa de m í un n u b a r r ó n descargaba agua en
ble para colocar el talón. Es preciso tre el Rhin; á mis piés la ciudad charlaba
par así un centenar de piés, y se está dulcemente, y sus palabras llegaban has-
á cuatrocientos piés del suelo. No hay ta m í á t r a v é s de las bocanadas del vien-
barandillas, y de haberlas son tan esca- to; sonaban las campanas de cien pue-
sas, que no merecen la pena de que se blecillos; pulgones rojos y blancos, que
hable de ellas. L a entrada de esta es- eran vacadas; otros pulgones azules y
calera está cerrada por una verja de rojos, que eran soldados de artillería ha-
hierro. Esta verja no se abre m á s que ciendo el ejercicio de fuego en el polígo-
EL RHIN. 789
no de la izquierda; un escarabajo negro, rada, arrancaron el corazón á la e s t á t u a .
que era una diligencia, corria por el Y a no queda m á s que el agujero cua-
camino de Metz; y al Norte, en la cima drado perfectamente vacío.
de una colina, el castillo del gran duque E n otra l á p i d a de piedra está esculpi-
de B a d é n brillaba en un reguero de luz do un coronel polaco, con el casco y el
como una piedra preciosa. Y o iba de una ienacho en la cabeza, vistiendo una be-
torrecilla á la otra, mirando así una tras a armadura que la gente dedicada á la
otra la Francia, la Suiza y la Alemania milicia llevaba aun en el siglo diez y
iluminadas por un solo rayo de sol. siete. Se cree que es un caballero: no hay
Cada torrecilla está enfrente de una tal cosa; es u n coronel. Entre otros hay
nación distinta. dos maravillosos sarcófagos de piedra;
A l volver á bajar me detuve unos ins- uno, que es gigantesco y está cargado
tantes en una de las puertas altas de la de blasones, pertenece al opulento estilo
torrecilla-escalera. A los dos lados de es del siglo diez y seis, y es la tumba de
ta puerta están las figuras en piedra de un hidalgo d a n é s que duerme, no sé por
los dos arquitectos del Munster. Esos dos qué, en esta iglesia; y otro, m á s curioso
grandes poetas están representados pues todavía, aunque no tan bello, está ocul-
tos en cuclillas, la espalda y la cara vuel to en un armario, como el busto de P i -
tas hácia atrás, como si se maravillasen galle. Regla general: los sacristanes
de la grandeza de su obra. Y o me colo- ocultan todo lo que pueden ocultar, por-
q u é t a m b i é n como ellos, y permanecí que se hacen pagar para dejarlo ver. De
hecho una e s t á t u a como ellos mismos esta manera hacen sudar piezas de cin-
por espacio de algunos minutos. E n la cuenta céntimos á los pobres sarcófagos
plataforma se me hizo escribir m i nom- de granito, dando de sí todo lo que pue-
bre en un libro; después me fui. Las cam den. Este es del siglo noveno; gran ra-
panas y él reloj no ofrecen n i n g ú n i n - reza. Es la tumba de un obispo que no
terés. debia tener arriba de cuatro piés de a l -
Del Munster me fui á Santo T o m á s tura, á juzgar por su caja. Magnífico
que es la iglesia m á s antigua de la ciu sarcófago por lo d e m á s , cubierto de es-
dad, y en la que está la tumba del ma culturas bizantinas, figuras y flores, y
riscal de Sajonia. Esta tumba es en sostenido por tres leones de piedra, uno
Estrasburgo lo que . la Asunción de debajo de la cabeza y dos debajo de los
Bridau es en Chartres, una cosa muy piés. Gomo está en u n armario pegado á
célebre, muy ponderada y muy mediana la pared, no se puede ver m á s que su
Es una obra de primer órden trabajada frente. Esto es desfavorable para el arte:
en mármol, en el descarnado estilo de seria preferible que l a tumba estuviese
Pigalle, y de la cual Luis X V se alaba al descubierto en una capilla. L a iglesia,
el sarcófago y el viajero g a n a r í a n en
ba en estilo lapidario de ser el autor y e
en ello; pero, ¿qué sena entonces del sa-
director—auctor et dux—de las victorias
cristán? Los sacristanes ante todo; esta
del mariscal de Sajonia. Se te abre un
es la regla de las iglesias.
armario en el cual hay una cabeza con
peluca de yeso; es el busto de Pigalle Escuso decirte que la nave romana de
Felizmente hay otra cosa que ver en Santo T o m á s esta revocada de color
Santo Tomás; desde luego la misma amarillo fuerte.
iglesia, que es romana, y cuyos campa Iba á salir, cuando un sacristán pro-
narios, rechonchos y sombríos, tienen un testante, u n gran suizo rojo y mofletudo
gran carácter; después los vidrios, que de unos treinta años, me cogió del brazo.
son hermosos, aunque los hayan blan -—Queréis ver las momias?—Acepté. Otro
queado en su parte inferior, y luego las secreto, otra cerradura. E n t r é en una
tumbas y los sarcófagos, que abundan cueva. Estas momias no tienen nada de
en esta iglesia. U n a de esas tumbas es egipcias. Son un conde de Nassau y su
del siglo catorce; es una lápida de piedra hija, que se encontraron embalsamados
incrustada recta en el muro, y en el cua excavando los sótanos de la iglesia y que
está esculpido un caballero a l e m á n de han sido puestos en u n rincón entre cris-
soberbia apostura. E l corazón del caba tales. Estos dos pobres muertos duermen
llero, encerrado en una caja de plata so allí en plena claridad, acostados en sus
bredorada, habia sido depositado en un féretros, á los cuales han levantado las
agujerito cuadrado abierto en el vientre cubiertas. E l féretro del conde de Nassau
de la figura. E n el 93 algunos Brutos está adornado de escudos de armas pin-
de la localidad, por ódio á los caballeros tados. E l viejo príncipe está vestido con
y por amor á las cajas de plata sobredo un traje sencillo, cortado según la moda
790 OBRAS D E VICTOR HUGO.
del tiempo de Enrique I V . Lleva gran- Tiene la buena idea de pronunciar una palabra mágica.—
Efecto de esa palabra.—La niña pálida.—Diálogo espmtoso
des guantes de piel amarilla, zapatos y lacónico del viajero y de la niña pálida.—Ultimo prodigio.
negros de tacones altos, una golilla de —El viajero, salvado milagrosamente, rinde homenaje á la
encaje y un gorro de lienzo bordado á grandeza de Dios.—¿No es evidente que chapurrar el latin y
estropear el español es saber el alemán-'—El hotel de l a
manera de blonda. E l rostro tiene color Cour de Zcehringen.—Lo que el viajero hizo la víspera.—
de h o l l i n . Los ojos están cerrados. Se le Historia que enternece de la graciosa actriz / de los aduane-
ros qun le hacen pagar diez y siete sueldos,—El Munster de
ven todavía algunos pelos del bigote. Su Freinurg comparado con el Munster de Estrasburgo.—Un poco
hija lleva el espléndido traje del tiempo de arqueología.—La casa que está cerca de la iglesia.—Pa-
de Isabel. L a cabeza ha perdido la forma ralelo sério é imparcial, bajo el punto de vista del gusto, del
arte y de la ciencia, entre los miembros de los Consejos mu-
humana; es una cabeza de muerto: no nicipales de Francia y de Alemania y los salvajes de la mar
tiene ya cabello; un lazo de cintas de co- del Sur.—Cuál es el revoque que prevalece y que prospera
en las orillas del Rhin.—La iglesia de Freiburg.—Los rose-
lor de rosa ha quedado ú n i c a m e n t e en el tones.—El pulpito.—El autor apalea á los arquitectos en el
cráneo desnudo. L a muerta lleva un co- lomo de los fabriqueros de las parroquias.—Tumba del duque
llar al cuello, sortijas en las manos, cha- Bertoldo.—Si por casualidad este duque se presenta en casa
del autor, el portero tiene órd^-n de no dejarle subir la escale-
pines en los pies, una porción de cintas, ra.—Sarcófagos.—El coro.—Las capillas del ábside.—Tum-
alhajas y blondas en las mangas, y una bas de los duques de Zgehringen.—El autor, faltando á los
crucecita de canonesa ricamente esmal- hábitos que tiene contraidos, no sube al campanario.—Por
qué.—Él sube más alto.—Freiburg á vista de pájaro.—Gran
tada en el pecho. Cruza sus pequeñas aspecto de la naturaleza.—Otro valle.—Cuatro líneas que
manos grises y descarnadas, y duerme en son de un glotón.
una cama de ropa blanca como las que
los niños preparan para sus m u ñ e c a s . Se
me ha antojado ver, en efecto, la horrible 6 Setiembre.
m u ñ e c a de la muerte. Recomiendan que
no se remueva el féretro. Si se tocase lo He a q u í m i entrada en Freiburg:
que ha sido la princesa de Nassau, caerla p r ó x i m a m e n t e eran las cuatro de la ma-
deshecha en polvo. ñana; habia tambaleado toda la noche
A l volverme para ver a l conde, me lla- en el c u p é de un coche-correo hádense,
m ó la atención no sé q u é capa lustrosa blasonado de oro en los cantos de las
que le untaba la cara. E l sacristán— portezuelas, y dirigido por esos bonitos
siempre el sacristán—me explicó que ha- postillones amarillos de que ya te he
ce ocho años, cuando se encontró esta hablado; atravesando u n sin fin de pre-
momia, creyeron que se estaba en el ca- ciosas aldeas limpias, sanas, felices, sem-
so de barnizarla. Q u é dices t ú de esto? bradas de jardincillos esparcidos alrede-
¿De q u é sirve haber sido conde de Nas- dor de las casas, regados por p e q u e ñ a s
sau, si doscientos años después de su corrientes vivas, cuyos puentes están
muerte debia ser barnizado por los estu- adornados de e s t á t u a s rústicas, que yo
cadores franceses? L a Biblia habia pro- entreveía á los resplandores de nuestras
metido al cadáver del hombre todas las linternas; habia hablado hasta las once
metamórfosis, todas las humillaciones, de l a noche con m i compañero de c u p é ,
todos los destinos, excepto éste. Ella ha- jóven m u y modesto y m u y inteligente,
bia dicho:—^Los vivos te dispersarán arquitecto del pueblo de Haguenau; des-
como el polvo, te pisotearán como el lodo, pués, como la carretera es buena y como
te q u e m a r á n como estiércol,,;—pero no los coches-correos de M . de Bade van
habia dicho:—¡Acabarán por embetunarte muy despacio, me quedé dormido. Ahora
como un par de botas! bien; h á c i a las cuatro de la m a ñ a n a , el
soplo alegre y frió del alba entró por el
ventanillo, que estaba descorrido, y me
C-A.R.TA. X X X I . dió en el rostro; me desperté á medias,
teniendo ya la impresión confusa de los
obietos reales, y conservando t o d a v í a
F r e i b n r g en Brisgaw. bastante sueño y bastante pesadilla para
seguir con la mirada un enanillo fan-
Perfil pintoresco de un coche de postas hádense.—Qué claridad tástico, vestido con capa de oro, peina-
arrojan las linternas de este coche en el paso de vi. de B .de. do con peluca roja, alto como m i pul-
—Otro despertar al asomar el día.—El autor apura la pa-
ciencia con la insolencia de un enanillo gordo como una nuez gar, que danzaba alegremente detrás
que se pone de acuerdo con la tuerca de un tornillo mal en- del postillón, en la grupa del caballo de-
grasado para burlarse de él.—Cielo de la mañana.—Vénus. lantero, haciendo una infinidad de con-
—Lo que se yergue de pronto en el cielo.—Entrada en Frei-
hurg.—Principio de una aventura extraña.—El viajero, no torsiones extravagantes, brincando como
teniendo un cuarto y no sabiendo qué hacerse, mira una un saltimbanqui, parodiando todas las
fuente.—Continuación de la extraña aventura.—.Viisterios de posturas del postilion y esquivando el
la casa donde habia una linterna encendida.—Los espectros
en la mesa. —El viajero se entrega á diversos exorcismos.— látigo con saltos súbitos y cómicos
EL RHIN. 791
cuando por casualidad pasaba por su poco y me contestaron. Pero no sonó n i
lado. De vez en cuando ese enano se vol- una palabra en francés entre las suyas,
vía hacia m í y me parecia que me salu- n i una palabra de a l e m á n entre las m í a s .
daba irónicamente lanzando grandes Chapurreamos de una parte y de otra á
carcajadas. Habia en la delantera del cuál m á s y mejor. No obstante, yo acabó
coche una tuerca de un tornillo mal en- por comprender que aquella puerta-co-
grasado, que cantaba una canción que chera no era un hotel; era la administra-
parecia entretener mucho al picaro mo- ción de correos y nada más. Qué hacer?
nigote. Por momentos sentia que sus dónde ir? A q u í no se me comprendía
picardías ó insolencias casi me hacían poco n i mucho. De buena gana les hu-
montar en cólera, y estaba ya dispuesto biera seguido, pero la mayor parte eran
á decírselo al postillón. Cuando hubo ya friburgueses que regresaban á sus casas
m á s dia en la atmósfera y menos sueño y cada uno se iba por su lado. Tuve
en m i cabeza, reconocí que aquel enano el disgusto de verlos partir en esta forma,
saltando con su capa de oro era u n bo- los unos tras los otros hasta el último, y
toncito de cobre con borla escarlata ator- al cabo de cinco minutos me quedó solo
nillado en la grupera del caballo. Todos debajo de la puerta-cochera. E l coche
los movimientos del caballo se comuni- habia vuelto á marchar. Entonces me
caban á la grupera, exagerándolos, y apercibí que m i saco de noche, que con-
hacían tomar a l botón de cobre m i l dis- tenia, no solamente m i equipaje, sino
paratadas actitudes. Acabó de desper- t a m b i é n m i dinero, habia desaparecido.
tarme. Esto comenzaba á hacerse trágico. Re-
Habia llovido toda la noche, pero el conocí que esto era un caso providencial,
viento dispersaba las nubes; brumas la- e n c o n t r á n d o m e así de pronto, sin
nudas y difusas ensuciaban a q u í y allá ropa, sin dinero y sin albergue, perdido
el cielo como los residuos de una piel entre los s á r m a t a s , que algo peor era,
negra; á m i derecha se extendía una tomé por l a derecha y eché á andar á la
vasta llanura pardusca apenas desflora- ventura. Caminaba bastante pensativo.
da por el crepúsculo; á m i izquierda, Entre tanto él sol, que no abandona á
detrás de una colina sombría, en la cum- nadie, habia continuado su camino. Aso-
bre de la cual se dibujaban vivas silue- maba la alborada; miró una tras otra
tas de árboles, el Oriente comenzaba á todas las casas, como el que tiene deseos
b a ñ a r s e de azul. Dentro de ese azul, por de entrar en una; pero estaban todas re-
encima de los árboles, por debajo de las vocadas de amarillo y de gris y perfecta-
nubes, Venus resplandecía. T ú sabes el mente cerradas. Por todo consuelo, en m i
cariño que profeso á este planeta. No muy dudosa exploración eucentré una
podía separar mis ojos de él, cuando preciosa fuente del siglo quince, que
arrojaba alegremente su agua en un an-
de repente, en una revuelta del camino,
cho pilón de piedra por cuatro espitas de
se alzó en medio del horizonte una i n -
cobre brillante. Habia ya bastante luz
mensa aguja negra destacándose clara-
para que pudiese distinguir los tres ór-
mente. E s t á b a m o s en Freiburg. denes de p e q u e ñ a s e s t á t u a s agrupadas
Algunos instantes después el coche se alrededor d é l a columna central, y n o t é
detuvo en una ancha calle nueva y blan- con pena que se habia sustituido la figu-
ca, y depositó su contenido con el mayor ra de Heilbron hecha de greda, que de-
desórden, bultos, balíjas y viajeros, de bía coronar este pequeño trabajo, por
bajo de una puerta cochera iluminada una despreciable Fama-veleta de hoja-
por un mezquino farol. M i compañero lata pintada. Después de haber dado una
francés me saludó y se fué. A m í no me vuelta alrededor de la fuente para ver
vino m a l llegar; estaba bastante cansa bien todas las figuritas, me volví á poner
do. A l i r á entrar resueltamente en la en marcha.
casa, un hombre me cogió el brazo y me
interceptó el paso pronunciando algunas A las dos ó tres casas m á s allá de la
vivas palabras en a l e m á n , perfectamente fuente me encontré con una puerta
ininteligibles para m í . Y o vociferé en abierta, encima de la cual brillaba en-
buen francés, y me dirigí á las personas cendido u n farol. Como hay Dios, entró.
que me rodeaban; pero allí no habia m á s No habia nadie en la puerta-cochera.
que viajeros prusianos, austríacos, badén L l a m o y no me responden.
ses, llevando el uno su maleta, el otro su Delante de m í h a b í a una escalera; á
manta de viaje, y unos y otros m u y ale m i izquierda una puerta escusada.
manes y con mucho sueño. Mis reclama- Empujo l a puerta a l azar; estaba en-
ciones, sin embargo, les despertaron un tornada, y se abre. Entro y me encuen-
792 OBRAS D E VICTOR HUGO.
Felipe I , rey de Castilla; á Carlos V , se gastan con los tacones los blasones
emperador, y á Fernando I , emperador. cincelados y las caras severas de los ca-
Este admirable edificio sirve para no sé balleros del Brisgaw, altivos hidalgos
q u é uso de poca monta municipal y ci- que en otro tiempo no hubiesen tole-
v i l , y lo han revocado de rojo. Por este rado sobre sus rostros la mano de un
lado del R h i n todos los revoques son príncipe, y ahora sufren el pió de u n
rojos. Arreglan sus iglesias como los boyero.
salvajes del mar del Sur arreglan sus Antes de entrar en el coro es preciso
rostros. admirar dos pórticos esquisitos del Re-
E l Munster afortunadamente no está nacimiento, situados uno á derecha y
revocado. L a iglesia está enlucida de otro á izquierda en los brazos del cru-
u n b a ñ o gris, lo que es semi-tolerable cero; luego en una capilla con verja, en
cuando se piensa que h a b r í a n podido el fondo de una reducida cueva dorada,
pintarla de color de remolacha. Los v i - se entrevé un horroroso esqueleto vesti-
drios, que se conservan casi todos, son de do de brocado de oro y de perlas, que es
maravillosa belleza. Como la flecha ocu- San Alejandro Mártir; después dos lú-
pa en la fachada el lugar del gran rose- gubres capillas, igualmente enverjadas
tón, los lados inferiores terminan en dos y que se miran, te detienen: la una está
rosetones medianos encerrados en trián- llena de estátuas; es la Cena, Jesús, todos
gulos, que producen el efecto m á s miste- los Apóstoles, el traidor Judas; l a otra no
rioso y m á s encantador. E l púlpito, g ó - contiene m á s que una figura; es el Cristo
tigo brillante, es soberbio; la cubierta en el sepulcro; dos fúnebres p á g i n a s , que
que se le ha a ñ a d i d o es miserable. Los una concluye l a otra, el anverso y el re-
pulpitos de esta clase no tienen modelos. verso de ese maravilloso poema que se
Esto es lo que los fabriqueros de las igle- llama la P a s i ó n . Dos soldados dormi-
sias deberían saber antes de desordenar á dos están esculpidos en el sarcófago del
su capricho estos bellos edificios. Toda la Cristo.
parte baja del templo es romana, como E l sacristán se ha reservado el coro y
asimismo las dos portadas laterales, de las capillas del á b s i d e . Se entra, pero se
las cuales una, la de la derecha, está cu- paga, aunque si he de decir verdad, no se
bierta por un pórtico del Renacimiento. siente el dinero que se dá. Este ábside,
No hay nada m á s curioso, á m i modo como los de Flandes, es un museo, y u n
de ver, que estos encuentros del estilo ro- museo variado. Encierra trabajos de or-
mano y del estilo del Renacimiento; la febrería bizantina, de carpintería brillan-
arquivolta bizantina tan austera, la ar te, telas de Venecia, tapicería de Persia,
quivolta neo-romana tan elegante, se cuadros que son de Holbein y joyas de
abordan y se compenetran, y como las cerrajería que podrían ser de Biscornette.
dos son fantásticas, esta base c o m ú n las Las tumbas de los duques de Zsehrin-
pone en a r m o n í a y hace que se toquen gen, que están en el coro, tienen precio-
sin chocarse. sas lápidas noblemente esculpidas; las
U n cordón de arcadas romanas ligadas dos puertas romanas de los campanarios
orla por los dos lados la parte baja de la pequeños, de las cuales una tiene festo-
g r a n nave. Cada uno de los capiteles nes, son m u y curiosas; pero lo que sobre
merecería ser dibujado aparte. E l esti- todo a d m i r ó fué, en una capilla del fon-
lo romano es m á s rico en capiteles que do, un Cristo bizantino, de cerca de cin-
el estilo gótico. co piós de alto, traído de Palestina por
A l pie de una de esas arcadas yace un obispo de Freiburg. E l Cristo y l a
un duque Bertoldo, muerto en 1218, sin cruz son de cobre dorado, realzado con
posteridad y enterrado debajo de su es- piedras brillantes. E l Cristo, cuya hechu-
t á t u a ; sub hac statua, dice el epitafio. Ucee ra pertenece á un estilo b á r b a r o , pero
statua es un gigante de piedra de largo poderoso, está vestido con una túnica r i -
talle, recostado sobre el muro, en pió so- camente adornada. U n gran r u b í no
bre el pavimento, esculpido con l a forma tallado figura la llaga del costado. L a
siniestra del siglo doce, y que m i r a á los estatua de piedra del obispo, pegada á
que pasan con aire amenazador. Debió la pared vecina, lo contempla con admi-
de ser u n terrible comendador. A m í me ración. E l obispo está de pió; tiene el
a l a r m a r í a si le oyese subir una noche m i rostro altivo y poblado de barbas, la m i -
escalera. tra en la cabeza, el báculo en la mano,
Esa gran nave, oscurecida por los v i - la coraza en el vientre, l a espada al lado,
drios, está toda pavimentada de piedras las botas de hierro en las piernas y el
tumulares, en las que verdea el musgo; pió colocado sobre un león. Es magnífico.
ÉL R H I N . 795
No he subido al campanario. Frei-
burg está dominado por una gran coli- C-A.FITA. X X X I I ,
na, casi m o n t a ñ a , m á s alta que el cam-
panario. Preferí subir á la colina, y l a
molestia que esto me ha ocasionado ha Basilea.
sido pagada ofreciéndome u n delicioso
Paisajes.—Perfil de los compañeres de viaje del autor.—Pre-
paisaje. E n el centro, á mis pies, la ne- cioso traje de las jóvenes.—Lo que puede dirigir un filósofo.
gra iglesia con su aguja de doscientos —El lector vé pasar parte del Bosque Negro.—Basilea.—El
cincuenta pies de alto; rodeándolo todo, hotel de la Cigüeña.—Teoría de las fuentes.—Tumba de
Erasmo.—Otras tumbas.
los tejadillos de la ciudad, los techos con
veletas, sobre los cuales las tejas de color
dibujan arabescos; a q u í y allí, entre las
casas, algunas viejas torres cuadradas de Basilea, 7 Setiembre.
la antigua muralla; m á s allá de la ciu- Querido amigo: Ayer á las cinco de la
dad, una inmensa llanura de terciopelo m a ñ a n a dejé Freiburg. A l medio dia
verde festoneada de bardas, sobre la cual entraba en Basilea. E l camino que re-
el sol hace relucir las vidrieras de las corro lo encuentro cada dia m á s pinto-
chozas como zequíes de oro; árboles, v i - resco. He visto salir el sol. H á c i a las
ñas, caminos que se pierden; á la izquier- seis agujereó poderosamente las nubes, y
da, una altura cubierta de árboles que en sus rayos horizontales fueron en lonta-
la forma recuerda el cuerno del duque de nanza á hacer surgir en el horizonte las
Venecia, y por horizonte quince leguas jorobas monstruosas del Jura. A la ver-
de m o n t a ñ a s . Habia llovido todo el dia; dad eran jorobas formidables. Se conoce
pero cuando l l e g u é á lo alto de la colina que son las ú l t i m a s ondulaciones de esas
el cielo se aclaró, y un inmenso arco de enormes olas de granito que se llaman
nubes se ha redondeado por encima de los Alpes.
la sombría ñecha, toda inundada por los E l c u p é de la diligencia h á d e n s e esta-
rayos del sol. ba tomado, y el interior estaba compues-
A l i r á bajar d i s t i n g u í u n sendero que to del modo siguiente: un bibliotecario
se h u n d í a entre dos murallas de roca a l e m á n , que estaba contrariado por ha-
cortadas á pico. S e g u í este sendero, y ber olvidado la blusa en una posada del
cuando habia dado algunos pasos me monte R i g i ; u n viejecillo vestido como
encontré bruscamente como en la venta- en el tiempo de Luis X V , que se burlaba
na del otro valle, completamente distinto de otro viejo que llevaba u n traje de pe-
del de Freiburg. Se creería uno estar á timetre de l a época del Directorio, que
cien leguas de distancia. Es un valle me hacia el efecto de Ellevion en viajej
sombrío, estrecho, l ú g u b r e , con algunas y que le preguntaba si habia visto el p a í s
casas apenas entre los árboles, y cerrado de los Grisones; y, en fin, un comerciante
por todas partes entre altas colinas. U n comisionista que declaraba, desternilla-
pesado cielo raso de nubarrones se apo- do de risa, que no habia podido colocar
yaba sobre las cimas, que á intervalos las muestras que llevaba y habia hecho
presentaban las m o n t a ñ a s como un te- el viaje (en vins) en vano, el cual llevaba
cho colocado sobre almenas; y por los unas patillas como las que dejan á los
huecos de las colinas, como por las aber- perros de agua recien esquilados.
turas de una torre enorme, veía el cielo A l ver esto, me decidí á subir al impe^
azul. rial.
A propósito; en Freiburg he comido Hacia bastante frió é iba solo.
truchas del A l t o - R h i n , que son excelen- Las jóvenes de este lado del A l t o - R h i n
tes peces y m u y bonitos; azules, man- llevan u n traje precioso, que se compone
chados de rojo. de ese peinado con lazos de que ya te he
hablado, un zagalejo oscuro con gruesos
pliegues bastante corto y una chaqueta
de hombre, de p a ñ o negro, con pedazos
de seda encarnada imitando los cortes y
sesgadnras cosidos al talle y á las man*
gas. Algunas en lugar de lazos llevan
un p a ñ u e l o encarnado atado á manera
de fichú por debajo de la barba, con lo
cual e s t á n encantadoras. Sin embargo,
esto no impide que se suenen con los
dedos.
798 OBRAS D E VICTOR HUGO.
órden romano de las altas galerías de la L a vista que se abarca desde lo alto de
nave, y después ha esparcido por debajo los campanarios es admirable. Y o tenia
de esa hermosa bóveda católica yo no sé debajo, á una profundidad de trescien-
q u é atmósfera puritana que disgusta. L a tos cincuenta piés, el R h i n ancho y
vieja catedral del príncipe-obispo de Ba- verde; alrededor de m í la gran Basilea,
silea, que ostentaba el escudo blanco con y delante de m í la p e q u e ñ a Basilea, por-
báculo negro, no es m á s que una sala que el R h i n ha dividido la ciudad en dos
protestante. pedazos; y como en todas las ciudades
Sin embargo, el metodismo ha respe- que corta un rio, u n lado se ha desarro-
tado los capiteles romanos del coro, que llado á espensas del otro. E n Paris es la
son de los m á s misteriosos y de los m á s ribera derecha; en Basilea es la ribera
notables, y ha respetado la cripta colo- izquierda. Las dos Basileas se comuni-
cada debajo del altar, en la que hay pi- can por u n largo puente de madera, fre-
lares del siglo doce y pinturas del siglo cuentemente maltratado por el R h i n ,
trece. Algunos mónstruos romanos de que no tiene pilas de piedra m á s que á
una deformidad quimérica, arrancados un lado, y en su centro se recorta una
de no só q u é iglesia antigua desapareci- linda torrecilla-mirador del siglo quince.
da, yacen allí, en el sombrío pavimento Las dos ciudades forman á los dos lados
de esta cripta, como dogos dormidos. del R h i n un bordado maravilloso de
Son tan espantosos, que se anda cerca de aleros, fachadas góticas, tejados con ve-
ellos en la sombra con cierto miedo te- letas, torrecillas y torres. Este ribete de
miendo despertarlos. antiguas casas se reproduce en el R h i n ,
L a vieja que me a c o m p a ñ a me ha pero apareciendo invertidos los t é r m i n o s
ofrecido e n s e ñ a r m e los archivos de la de los edificios. E l puente reflejado ad-
catedral, y he aceptado el ofrecimiento. quiere el aspecto e x t r a ñ o de una gran
He a q u í lo que son los archivos; u n i n - escalera tumbada entre las dos orillas.
menso cofre de madera esculpida del siglo Ramilletes de árboles y u n sin fin de jar-
quince, magnífico, pero vacío.—Cuando dines suspendidos á las entradas de las
se entra en la sala del archivo se oye un casas se mezclan á los zig-zags de todas
bostezo feroz; es el gran cofre que se estas viejas arquitecturas. Las cúpulas
abre.—-Prosigo. U n vasto armario de l a de las iglesias, las torres de los circuitos
misma época con m i l caiones. He abierto fortificados forman grandes nudos som-
algunos y estaban vacíos. E n uno ó dos bríos, á los cuales se j u n t a n de vez en
he encontrado estampitas con las vistas cuando las líneas caprichosas que van
de Zarich, Berna ó el monte Rigi; en el desordenadamente de los campanarios á
cajón m á s grande hay u n grabado que los tejados y de los tejados á las boardi-
representa á algunos hombres agacha- llas. Todo esto rie, canta, habla, charla,
dos alrededor del fuego; por debajo de salta, pende, fluye, marcha, danza, brilla
esta estampa, que es de gusto entera en el centro de u n alto cerco de monta-
mente suizo, he leido esta inscripción: ñas, que solo se abre en el horizonte para
Vivac de los bohemios. A ñ a d e á esto algu dejar pasar el Rhiñi
ñ a s bombas viejas de hierro colocadas en Volví á bajar á la ciudad, que abunda
el antepecho de una ventana, un m o n t ó n en caprichos deliciosos, en puertas bien
de armas, dos chuzos de aldeano suizo, concebidasj en herrajes extravagantes y
que quizás machacaron á Cárlos el Te en construcciones curiosas de todas las
merario con sus cuatro hileras de clavos épocas. Hay entre otras una gran casa
colocados en forma de m a n d í b u l a de t i - que sirve hoy de cobertizo á una admi-
burón; medianas reproducciones en cera nistración de diligencias, y que tiene en
de la Danza macabra de Juan Klauber todos los huecos, postigos, puertas y ven-
destruida en 1805 con el cementerio de tanas nudos gordianos de molduras, con
los Dominicos; una mesa cargada de fó- frecuencia desmochadas por el arquitec-
siles del Bosque Negro; dos ladrillos-por- toj y que son de las m á s e x t r a ñ a s del
celanas bastante curiosos del siglo diez mundo. No he encontrado nada i g u a l en
y seis; un almanaque de Lieja para 1837, ninguna parte. L a piedra está allí torci-
y t e n d r á s los archivos de la catedral de da y trabajada como si fuese mimbre.
Basilea. Se llega á estos archivos por T ú podrás ver asas de cesto en Norman-
una bonita verja negra, espesa, retorcida día, pero para ver el cesto entero es
y s á b i a m e n t e enredada, que tiene cua- preciso venir á Basilea. Cerca de esa ad-
trocientos años. P á j a r o s y m ó n s t r u o s ministración visitó l a antigua casa de
e s t á n encaramados a q u í y allí en este los armeros, bello edificio del siglo diez
sombrío follaje de hierro. y seis, con pinturas al aire libre en la fa-
ÉL RHÍN. 799
chada, en las cuales Venus y la Virgen :ero, allí está Erasmo, allí está Melanch-
están m u y h á b i l m e n t e mezcladas. thon, allí está Catalina de Bora, allí está
L a Casa de la Ciudad es de la misma el mismo Holbein, allí está la mujer de
época. L a fachada tiene en su remate un ü o l b e i n , hermosa mujer de unos cua-
hombre de armas empenachado que lle- renta años, todavía preciosa, que ha l l o -
va el escudo de la ciudad, y seria bonita rado y que sueña entre sus dos niños
si no estuviese revocada—siempre de rojo! pensativos, que te mira como una mujer
—pero a d e m á s está adornada de horri- que ha sufrido y que, sin embargo, te
bles personajes pintados, apoyados de co- dan ganas de besar su hermoso cuello.
dos en un balcón figurado que pertenece T a m b i é n está T o m á s Moro con toda su
al estilo gótico de 1810. E l patio interior amilia, con su padre y sus hijos, y con
ha sufrido las mismas picaduras de colo- su mono, porque el grave canciller tenia
res. L a gran escalera toca por los dos ex- cariño á los monos. Y después hay dos
tremos con dos estátuas; una, que está Pasiones, una pintada y otra dibujada á
abajo, es un magnífico guerrero del Re- pluma; dos Cristos muertos, admirables
nacimiento, que tiene la pretensión de cadáveres que hacen extremecer. Todo
representar al cónsul romano Munacio esto es de Holbein; todo esto es divino
Planeo; la otra, que está arriba, en el rin- por su realidad, su poesía y su inven-
cón de la imposta de una puerta rebaja- ción. Siempre me ha inspirado afecto
da, es un municipal que lleva una carta Holbein; encuentro en su pintura las
en la mano; está pintado, vestido por m i - dos cosas que me encantan, la tristeza y
tad de negro y de blanco, que es el blasón la dulzura.
de la ciudad, y la carta, perfectamente A d e m á s de los cuadros, la biblioteca
cerrada, tiene u n sello encarnado. Este iene muebles; muchos bronces romanos
municipal gótico ha sobrenadado por en- encontrados en Augst, un cofre chino,
cima de todas las revoluciones de Euro un portier-tapiz de Venecia, un prodi-
pa. L o encontró aquella misma m a ñ a n a gioso armario del siglo diez y seis—por
cerca del hotel de los Tres-Reyes, yendo el que ya se ha ofrecido doce mil francos,
por la ciudad bien portado y lleno de sa me decia m i guia,—y por ú l t i m o , la
l u d , precedido de su hombre de armas mesa de la Dieta de los trece cantones.
e m p u ñ a n d o una espada, l o que hacia Es una magnífica mesa del siglo diez y
desternillar de risa á algunos almace seis, llevada por víboras enroscadas, leo-
nistas que leian E l Constitucional á l a nes y sátiros, que sostienen el blasón de
puerta de un cafetín. Basilea, que tiene cinceladas las armas
Una fresca criada salió de pronto de la de los cantones y está incrustada de es-
puerta rebajada, la que me dirigió algu taño, n á c a r y marfil; mesa alrededor de
ñ a s palabras en a l e m á n , y como no la la cual meditaban los poderosos avoyers
comprendía l a s e g u í , en lo cual hice y landammans sobre los emperadores;
bien. L a buena muchacha me introdujo mesa que hacia leer á esos gobernantes
en una habitación que tenia una escale esta solemne inscripción: Supra naturam
ra de caracol de las m á s elegantes, y proesto est Deus. Con todo, se encuentra
después en una sala toda de encina bru dicha mesa en mal estado. L a biblioteca
ñida, con preciosos vidrios en las venta de Basilea está bastante m a l conserva-
ñ a s y una soberbia puerta del Renaci- da; los objetos están colocados como es-
miento en el sitio donde ordinariamente camas de ostras. Sobre u n b a ú l v i un
ponemos nosotros la chimenea; aquí, lo cuadrito de Rubens que estaba apoyado
mismo que en Alsacia y en Alemania, no en una pila de librotes, y que debió caer
hay chimeneas, hay estufas. ya muchas veces, porque el cuadro está
Viendo todas estas maravillas, le d i á muy roto. Y a ves que hay un poco de
la graciosa j ó v e n una moneda de plata todo en esta biblioteca, cuadros, mue-
que la hizo sonreír. bles, telas raras y hasta algunos libros.
E n la escalera de esta Casa de la Ciu A m i g o m i ó , suspendo a q u í esta carta
dad hay un curioso fresco del Juicio final llena de garabatos, como lo puedes ver,
que es del siglo diez y seis. escrita en no sé q u é papirus egipcio m á s
No hubiese salido de Basilea sin visi poroso y m á s sediento que una esponja.
tar l a biblioteca. Sabia que Basilea era A q u í tienes un suplicio que yo cito en-
para los Holbein lo que Francfort es tre aquellos que no deseo á mis peores
para los Alberto Durero. E n efecto, la enemigos: escribir con una pluma que
biblioteca es un nido, un m o n t ó n , una escupe en u n papel que bebe.
obstrucción; por cualquier parte que uno
se vuelva, todo es Holbein. A l l i está L u
800 OBRAS D E VICTOR HUGO.
D
<
J
EL RHIN. 817
nos tenían sustumbas. Ahora solo queda pies m á s abajo del cielo raso, u n gran
un poco de yerba y una hiedra muerta madero lo cruza de parte á parte. Y o v i
alrededor de un poste viejo descarcado. en este madero los tres agujeros por don-
L a capilla no la pude visitar porque de pasaba la cuerda de la estrapada.
está llena de cartuchos. L a c á m a r a de Esta viga se apoyaba en un pilar de
los duques está encima de la cueva se- madera coronado de u n precioso capitel
pulcral. Los berneses mutilaron los arte- del siglo catorce, que fué pintado y do-
sonados y la convirtieron en u n cuerpo rado. L a parte baja del pilar, á la cual
de guardia. E l humo de las pipas ha en- se ataba al paciente, estaba despedazada
negrecido el cielo raso de madera con por quemaduras negras y profundas.
adornos flordelisados y molduras sem- Los instrumentos de tortura, paseándose
bradas de cruces de plata. E l oso de por el hombre, encontraban de vez en
Berna está pintado en la chimenea. E l cuando l a madera. De a q u í esas horri-
escudo de armas de Saboya está raspa- bles cicatrices. L a sala estaba alumbra-
do. E n s e ñ a n un agujero en la pared, da por una bonita ventana ojiva, que
donde se dice que habia un tesoro, y de descubre u n paisaje deslumbrador.
donde la gente de Berna ha sacado, dan- U n a cosa hay digna de notar, y es que
do grandes gritos de alegría, preciosas el castillo de Chillón, aunque rodeado de
alhajas de plata del duque de Saboya. agua, está preservado completamente de
E l hecho es que todos esos maravillosos la humedad, hasta t a l punto, que se de-
jarrones de Benvenuto y de Colomb han j a n abiertas las ventanas lo mismo en el
debido hacer u n admirable efecto rodan- invierno que en el verano. E n la prima-
do confundidos en un cuerpo de guar- vera, los paj arillos vienen á hacer sus n i -
dia. A q u í tienes el cuadro. Si t ú lo pin- dos en la boca de los obuses.
tases, Luis, seria encantador. L a c á m a r a Después de una visita de tres horas
estaba adornada con una bonita alcoba dejé Chillón y regresé á Vevey, y f u i á
pintada al fresco, y en la que aun se ver nuevamente á L u d l o w en su igle-
veian algunas piernas y algunos brazos. sia. A m i modo de ver l a Providencia,
L a ventana es una abertura del siglo con gran sentido, ha aproximado la tum-
quince, finamente esculpida por fuera ba de L u d l o w al calabozo de Bonnivard.
L a puerta de esta c á m a r a ducal fué U n hilo misterioso que atraviesa los
arrancada después del asalto. Me la han acontecimientos de dos siglos liga á estos
enseñado en una gran sala p r ó x i m a dos hombres. Bonnivard y L u d l o w aca-
donde, entre paréntesis, hay algunas riciaban el mismo pensamiento, l a eman-
planchas curiosas y una bonita chime- cipación del espíritu y del pueblo. L a
nea. Es una puerta de encina maciza, de reforma de Lutero, á la cual cooperaba
dos hojas, con corazas machacadas en el Bonnivard, se transformó á los ciento
yunque. E n l a parte baja de la puerta treinta años en la revolución de Crom-
hay una abertura redonda en forma de well, en la cual se ensangrentaba L u d -
bisel, por la cual pasaba el pico de un low. L o que Bonnivard quiso para
falconete. U n a bala bernesa agujereó Grinebra, L u d l o w lo queria para L ó n -
profundamente la armadura de hierro y dres. Solo que Bonnivard es la idea per-
se detuvo en l a encina. Poniendo el dedo seguida y L u d l o w es la idea perseguido-
en el agujero se toca la bala. ra; lo que el duque de Saboya hizo
L a sala de Justicia está lindando con con Bonnivard, L u d l o w lo devolvió con
la c á m a r a ducal. F i g ú r a t e una magnífi- usura á Cárlos I . L a historia del pensa-
ca nave, cubierta con un cielo raso arte- miento humano está llena de estos retor-
sonado, calentada por una chimenea nos sorprendentes. Ahora bien, y a q u í se
inmensa, alumbrada por diez ó doce ven- cierra el magnífico silogismo de la Pro-
tanas ojivas trilobuladas del siglo trece videncia, cerca de la prisión de Bonni-
y amueblada hoy con cañones, lo que no vard hacia falta el sepulcro de L u d l o w .
la desluce. Todas las salas inmediatas
están llenas de balas, bombas, obuses y
cañones, entre los cuales hay algunos Lausanna 22 de Setiembre, á las
todavía que tienen la buena y monstruo- diez de la noche.
sa forma de los últimos siglos. Se distin- Querido Luis, es en Lausanna donde
gue por las puertas entreabiertas esas te- yo concluyo esta interminable carta. U n
mibles bocas de cobre que relucen en la viento glacial entra por m i ventana, pero
sombra. la dejo abierta por amor al lago, que lo
E n el extremo de la sala de Justicia veo casi por completo desde aquí. Cosa
está el cuarto del tormento. Algunos rara: Yevey es la ciudad m á s caliente de
TOMO I V , 103
818 OBRAS DE VICTOR HUGO.
sejo de los Ciento, los ocho gobernado- Estas Repúblicas, como se echa de ver,
res, el podestá extranjero, los síndicos se diferenciaban en su constitución. E l
soberanos, los cónsules, la Rota, la órden mueblo no existia en Malta, no figuraba
de San Jorge y el Consejo de los Cua- on Venecia, asomaba en Genova, habla-
renta y cuatro ( i ) . Terminados los dos ba en Holanda y reinaba en Suiza. Es-
años se le iba á buscar al palacfio ducal tas dos ú l t i m a s Repúblicas, Suiza y Ho-
y se le conduela á su casa, dicióndoleiFbs- landa, eran federaciones.
tra Serenitá ha finito suo tempo. Vostra Ecce- Así es como desde el principio del si-
lienza sene vada á casa. Ragusa, microcos- glo décimo-séptimo, en los veinticinco
mo veneciano, especie de excrecencia Estados del grupo europeo, el poder so-
enfermiza de la vieja Albania adherida á cial, de matiz en matiz bajaba ya de la
una roca del Adriático, m á s bien nido de cúspide de las naciones á su base, y habia
piratas que ciudad de gente hidalga, te- adoptado y practicado todas las formas
nia por príncipe u n rector nombrado á la que la teoría pudo imaginar. Monárqui-
vez de tres modos, por escrutinio, por co absoluto en diez Estados; m o n á r q u i -
aclamación y por suerte. Este raquítico co, pero limitado, en siete; aristocrático
dux reinaba un mes, y tenia por tutores y en cuatro, de la clase media en tres y
vigilantes mientras duraba su autoridad completamente popular en uno.
a l Gran Consejo, compuesto de todos los E n este grupo, construido por la Pro-
nobles, los sesenta pregadi, los once del videncia, la transición de los Estados
Consejo P e q u e ñ o , los cinco proveedores, monárquicos á los Estados populares era
los seis cónsules, los cinco jueces, los tres visible. Prueba de ello Polonia, especie
oficiales de la lana, el colegio de los de Estado mixto, que tenia á la vez de
Treinta, los dos camarlengos, los tres te m o n a r q u í a la corona de su jefe y de Re-
soreros, los seis capitanes de noche, los pública las prerogativas de sus ciuda-
tres cancilleres y los gobernadores del danos.
territorio: terminada su dominación re L o m á s notable es que en este arreglo
cibia por su trabajo cinco ducados. Las de todo un mundo, por no sé q u é ley de
siete Provincias Unidas estaban admi equilibrio misterioso, las m o n a r q u í a s po-
nistradas por un stathouder, que se l i a derosas p r o t e g í a n á las repúblicas débi-
maba Orange ó Nassau, algunas veces les y conservaban, por decirlo así, curio-
por dos, y por sus Estados generales, en samente las franquicias de la clase media
que tomaban asiento los nobles, las po de entonces, bosquejos de la futura de-
blaciones importantes y los campesinos mocracia, larvas informes de la libertad.
de las Ommelandas, siendo excluido el L a Providencia cuida en todas partes de
clero en Holanda y la Frisia; Utrech lo los gérmenes. E l gran duque de Tosca-
a d m i t í a . Lucca, que gobernaban los diez na, vecino de Genova, de m u y buena
y ocho ciudadanos del Consejo de Con- gana se hubiese apoderado de Córcega;
ferencia, los ciento sesenta del Gran Con- y en cuanto á Lucca, estaba tan pegada
sejo y el comendador del señorío, asistido á su territorio, que tenia casi en el p u ñ o
de los tres terceros de San Salvador, San á esta mezquina República; pero el rey de
Paulino y San Martin, tenia por jefecul E s p a ñ a le impedia tocar á Génova y el
minante un gonfalonero elegido por los emperador de Alemania le impedia to-
compromisarios. Los veinticinco m i l ha car á Lucca. Ragusa estaba situada en-
bitantes formaban una especie de guardia tre dos vecinos formidables, Venecia al
nacional que defendía y pacificaba la Occidente y Constantinopla al Oriente.
ciudad; cien soldados extranjeros guar Los ragusanos, inquietados á derecha é
daban el señorío. E l gobierno de Gine izquierda, tuvieron la ocurrencia de ofre-
bra se reduela á veinticinco senadores cer al Gran Señor catorce zequíes al año;
L a Dieta general reunida en Berna era el Gran Señor aceptó, y á contar desde
l a autoridad suprema, de la cual depen aquel dia protegió las franquicias de los
dian los trece cantones, regidos cada uno ragusanos. E n verdad, es u n hecho ex-
separadamente por un landamman (2) t r a ñ o el que ofrece una ciudad compran-
ó su avoyer (3). do la libertad al sultán, pero los resulta-
dos fueron m á s extraños todavía. De vez
(1) Llámase de los Cuatros. Este Consejo se denominaba
en cuando Venecia r u g í a en dirección á
así por haber sido instituido en 1444. Se componía de ocho per Ragusa, pero el s u l t á n la contenia con
sonas. una voz; la poderosa R e p ú b l i c a quería
(2) Título dado á los jefes délos cantones suizos elegidos devorar á la pequeña, y un déspota lo
por la junta general del cantón.—^7V. del T.)
impedia.
(3) Así era llamado el presidente de la República antes
del848.—(iV. del T.) Singular espectáculo! U n lobezno ame-
EL RHIN. 821
nazado por una lóba y defendido por un de los intereses está de t a l modo tejida,
tigre. ue no puede j a m á s romperse n i desen-
E l Sacro-Imperio, corazón de la Euro- redarse. De a q u í ese equilibrio perpétuo
pa, estaba compuesto como l a Europa, admirable, esa continua i n t r i g a de
que parecía reflejarse en él. E n la época •:odos contra uno y de cada uno contra
á que nos referimos, noventa y ocho Es- todos; movimiento de hombres y de ideas,
tados formaban esa vasta aglomeración ue circula como la misma vida en todas
que se llamaba el imperio de Alemania as venas de Italia.
y se ponian á disposición del emperador; E l duque de Saboya, situado en l a
en estos noventa y ocho Estados estaban m o n t a ñ a , era un fuerte y poderoso se-
representadas sin escepcion todas las ñor, m a r q u é s de Suza, de Cleves y de
formas políticas de gobierno que se re- Saluces, conde de Niza y de Maurienne,
producen en Europa en m á s grande es- tenia u n millón de oro de renta. Tenia
cala. Habia las soberanías hereditarias, 3or aliados á los suizos, que deseaban
á la cabeza de las cuales colocaban un una vecindad tranquila; á Francia, que
archiducado, el Austria, y u n reino, la necesitaba para hacer frente á los
Bohemia; las soberanías electivas y vita- 3ríncipes de Italia, y que habia pagado
licias, entre las cuales, los tres electora- su amistad con el marquesado de Salu-
dos eclesiásticos del R h i n ocupaban el ces; á la casa de Austria, á la que podia
primer rango; en fin, habia setenta ciu- abrir ó cerrar el paso de sus tropas en el
dades libres, es decir, Repúblicas. caso que las hiciese marchar del Mila-
E l emperador entonces, como empera nesado á los Paises-Bajos, que no son muy
dor, no tenia m á s que siete millones de apacibles y saben sacudir el polvo, como de-
renta. Verdad es que la extraordinaria cía Mazarino; en fin, era aliado de los
era considerable y que, como archidu- Dríncipes de Alemania por descender de
que de Austria y rey de Bohemia, era a casa de Sajonia. Parapetado, pues, en
m u y rico. Solo de Alsacia, Suavia y los esta c u á d r u p l e alianza, parecía inexpug-
Grrisones, donde l a casa de Austria tenia nable; pero como tenia tres pretensiones,
bajo su jurisdicción catorce comunida- una sobre Grinebra contra la República,
des, sacaba cinco millones de renta. No otra sobre Montferrato contra el duque
obstante, aunque el jefe del cuerpo ger de M á n t u a y la tercera sobre la Acaya
mánico tuviese en apariencia poca ren contra la Sublime Puerta, la política te-
ta, el imperio de Alemania en el siglo nia estos tres puntos vulnerables para
diez y siete era inmenso. Por el Norte se inclinarle á veces á u n lado ó á otro.
e x t e n d í a hasta el Báltico, por el Oeste E l gran duque de Toscana tenia u n
hasta el Océano y por el Mediterráneo pais que se llamaba el Estado de hierro,
hasta el Adriático. Lindaba con el i m una frontera de fortalezas y otra fronte-
perio otomano desde K n i n hasta Szol ra de m o n t a ñ a s , u n millón quinientos
nock, con H u n g r í a por Boszormeny, con m i l escudos de renta, diez millones de
Polonia desde Munkacz hasta Lauem oro en las arcas del Tesoro y otros dos
burg, con Dinamarca por Reuburg, con de joyas, quinientos soldados de caballe-
Holanda por G-roningue, con Flandes ría, treinta y ocho m i l de infantería, doce
por A i x - l a - C h a p e l l e , con Suiza por galeras, cinco galeotas y dos galeones;
Constanza, con L o m b a r d í a y Venecia su arsenal en Pisa, su puerto m i l i t a r en
por Roveredo, y pellizcaba la Francia de la isla de Elba y su horno de galletas en
hoy por Alsacia. Liorna. Era aliado de la casa de Aus-
I t a l i a estaba tan bien construida como tria por los enlaces que los u n í a n y del
podría estarlo el Sacro-Imperio. Cuando duque de M á n t u a por parentesco; pero
se examinan siglo por siglo esas grandes Córcega le embrollaba con Q-énova, la
transformaciones históricas de pueblos y cuestión de los límites con el duque de
Estados, se descubren á cada paso m i Urbino, menor que él, y los celos con el
soldaduras delicadas, m i l cinceladuras duque de Saboya, mayor que é l . E l de-
ingeniosas hechas por la mano de la Pro fecto de sus m o n t a ñ a s consistía en estar
videncia, de t a l manera, que se acaba abiertas por el lado del Papa; el defecto
por admirar un continente como una de sus fortalezas estribaba en ser forta-
obra de p l a t e r í a primorosamente traba lezas de guerra civil, m á s útiles para
jada. defenderse contra el pueblo que contra
Italia, menos grande y menos podero el extranjero, y el defecto de su autori-
sa que Alemania, gracias á su sol está dad se fundaba en que estaba asentada
m á s despierta, m á s removida y en apa sobre tres antiguas Repúblicas, Floren-
riencia con m á s señales de vida. L a red I cía, Suiza y Pisa, fundidas y condensa
OBRAS DE VICTOR HUGO.
la densa población de ese pueblo, que | sobre cuarenta y siete reinos; el gran
practicaba ferozmente una religión que! lama, el gran cathay, el gran dair, cada
participaba de la de Mahoma, Jesucristo vez m á s vagos, cada vez m á s extraños,
y J ú p i t e r , en la ciudad monstruosa de cada vez m á s enormes, iban perdiéndose
Cambalusa, habitada por cinco m i l astró- los unos detrás de los otros en las brumas
logos y defendida por una innumerable profundas del Asia.
caballería, se entreveia, en medio de los
rayos y de los vientos, sentado con las II.
piernas cruzadas sobre u n tapiz circular
de fieltro negro, al gran khan de Tarta- Salvo algunos detalles, que v e n d r á n
ria, que repetia por intervalos con aire oportunamente y que no descomponen
terrible estas palabras, grabadas en su en nada este conjunto, t a l era el estado
sello: Dios en el cielo, el gran khan en la de Europa en la época que hemos indi-
tierra. cado. Como se ha podido reconocer, el
Los ociosos parisienses refieren del dedo divino, que conduce las generacio-
khan, como del knez, cosas maravillo- nes de progreso en progreso, estaba en-
sas. É l imperio del khan de los t á r t a r o s tonces en todas partes visible en la dis-
habia sido fundado, s e g ú n se decia, por posición interior y exterior de los ele-
el mariscal Canguiste, que hoy lo llama- mentos que la constituían, y esta colmena
mos G-engis-khan. L a autoridad de este de reinos y naciones estaba admirable-
mariscal era tal, que fué obedecido u n mente construida para que ya las ideas
dia por siete príncipes, á los cuales habia pudiesen i r y venir á su placer y forma-
mandado matar á sus hijos. Sus suceso- sen en la sombra la civilización.
res no eran de menos significación que Fijándose tan solo en el conjunto y
él. E l nombre del gran khan reinante admitiendo las restricciones que á todos
estaba escrito en el frontis de todos los son conocidas, este trabajo, que es la ver-
templos con letras de oro, y el ú l t i m o de dadera cuestión del género humano, se
los títulos de este príncipe era alma de hacia al principio del siglo diez y siete
Dios. Participaba con el gran knez el en Europa, m á s que en ninguna otra
mando supremo de las hordas. U n dia, parte del mundo. E n este tiempo en que
sabiendo por los astrólogos que Camba- vivían, respirando el mismo aire, y por
lusa debia insurreccionarse, Cublai-khan consecuencia, sin apercibirse de ello, el
m a n d ó hacer otra al lado, que l l a m ó mismo pensamiento, vigorizándose por
T a i d u . Esto explica lo que era el gran la observación de los mismos aconteci-
khan. mientos, Galileo, Q-rocio, Descartes, Gas-
E n el siglo diez y siete, no olvidemos sendi, Harvey, Lope de Vega, Q-uido,
que de esto no hace m á s que doscientos Poussin, Ribera, V a n Dyck, Rubens,
años, habia fuera de Europa, al Norte y Guillermo de Orange, Gustavo Adolfo,
a l Oriente, una serie fantástica de prínci- Walstein, el ióven Richelieu, el joven
pes prodigiosos é increíbles, escalonados Rembrandt, el jóven Salvator Rosa, el
en la sombra; espejismo e x t r a ñ o , fas- jóven Milton, el jóven Corneille y el viejo
cinación de los poetas y de los aventu- Shakespeare, cada rey, cada pueblo, cada
reros, que en el siglo trece habia hecho hombre, por la indeclinable pendiente
soñar a l Dante y partir á Marco-Polo. que tienen las cosas, convergían al mis-
Cuando se marchaba h á c i a esos p r í n c i - mo objeto, que es aun hoy el fin á que
pes, parecían retroceder en las tinieblas; tienden las generaciones, el mejoramien-
pero al buscar su imperio, se encontraba to general de todo para todos, es decir, la
tan pronto u n mundo, como Colon; tan civilización misma. Europa, insistamos
pronto una epopeya, como C a m ó e n s . E n en este punto, era lo que es todavía, un
l a frontera septentrional de Europa, l a gran taller donde se elaboraba en c o m ú n
primera de estas figuras extraordinarias, esta grande obra.
la m á s cercana y la menos conocida, era Dos solos intereses, separados por u n
el gran duque de Lithuania; la segun- objeto egoísta de la actividad universal,
da, que aun se distingue, era el gran espiaban sin cesar para elegir el momen-
knez de Moscovia; la tercera, ya confusa, to oportuno el vasto taller europeo, el
era el gran khan de Tartaria; y por en- uno procediendo por la invasión y el otro
cima de esas tres visiones, el gran sherif por la usurpación; uno ruidoso y terrible
en su trono de plata; el gran sofí en su en su marcha, rompiendo de tiempo en
trono de oro; el gran zamorin en su trono tiempo las barreras y abriendo brecha en
de bronce; el gran mogol rodeado de ele- la muralla; otro hábil, diestro y político,
fantes y de cañones, el cetro extendido deslizándose por toda puerta entreabier-
E L RHIN. 825
ta, los dos ganando continuamente ter- calif; al Oeste con el golfo A r á b i g o , que
reno, turbaban, oprimían y amenazaban es el mar Rojo, y al Sur con el Océano
entonces Europa. Estos dos intereses, Indico.
enemigos a d e m á s , se personificaban en E n Europa tenía el Adriático á par-
dos imperios, y estos dos imperios eran t i r de K n i n , por encima de Ragusa, el
dos colosos. Archipiélago, la Propontide, el mar Ne-
E l primero de esos dos colosos, que ha- gro ha^ta Caffa, en Crimea, que es la an-
bía tomado posición en u n lado del con- tigua Teodosia; la alta H u n g r í a hasta
tinente, en el fondo del Mediterráneo, re- Buda; la Tracía, hoy l a Rumelía; toda la
presentaba el espíritu de la guerra, de la Grecia, es decir, la Thesalia, la Macedo-
violencia y de l a conquista; la barbarie. nia, el Epiro, la Acaya y la Morea, casi
E l segundo, situado al otro lado, en el toda l a I l i r i a , la Dalmacia, la Bosnia, la
umbral del mismo mar, representaba el Sérvía, l a Dacia y la Bulgaria; la Mol-
espíritu de comercio, de intriga, de inva- davia, la Valaquia y la T r a n s í W a n i a ,
sión; la corrupción. H ó a q u í , pues, los cuyas tres vaivodias eran suyas, y todo
dos enemigos naturales de la civiliza- el curso del Danubio desde Watzen hasta
ción. su embocadura.
E l primero de estos dos colosos se apo- Poseía en riberas de mar once m i l
yaba poderosamente en Africa y en Asia. doscientas ochenta millas de I t a l i a , y
E n Africa tenia Argel, T ú n e z , Trípoli en superficie de tierra u n millón dos-
de Berbería y el Egipto entero de A l e - cientas tres m i l doscientas diez y nueve
j a n d r í a á Syena, es decir, toda la costa millas cuadradas.
desde el P e ñ ó n de Velez hasta el istmo I m a g í n e s e ese gigante de novecientas
de Suez; de allí se internaba en la Ara- leguas de c r u z á m e n y de m i l cien leguas
bia Troglodita, desde Suez por el mar de longitud acostado sobre el vientre á
Rojo hasta Suakem. través del viejo mundo, el t a l ó n izquier-
Poseía tres de las cinco partes en que do apoyado en Africa, la rodilla derecha
Ptolomeo dividió el Asia: la primera, la en Asia, u n codo en Grecia, otro codo en
cuarta y la quinta. la Tracia, la sombra de su cabeza en el
Poseer la primera era tener el Pon- Adriático, Austria, H u n g r í a y la Podo-
to, la Bithynia, la Frigia, la Licia, la lia, mostrando su faz monstruosa tan
Paflagonia, la Galatia, la Pamfilia, la pronto en Venecia, tan pronto en Po-
Gapadocia, la Armenia Menor, la Cara- lonia, tan pronto en Alemania, y miran-
m a n í a , es decir, todo el trapecio de Pto- do á Europa.
lomeo desde Alejandriata hasta Trebi- E l otro coloso tenia por base de su po-
sonda. der, bajo el m á s hermoso cielo del m u n -
Poseer la cuarta era tener Chipre, Si- do, una península b a ñ a d a a l Este por el
ria, Palestina, toda la ribera desde Pira- Mediterráneo, al Oeste por el Océano,
midís hasta A l e j a n d r í a , la Arabia De- separada del Africa por u n estrecho bra-
sierta, la Arabia P é t r e a , la Mesopotamia zo de mar y de Europa por una alta
y Babilonia, que entonces se llamaba Ba- cadena de m o n t a ñ a s . Esta p e n í n s u l a
gadet. contenia diez y ocho reinos, á los cua-
Poseer la quinta era tener todo lo que les i m p r i m i a su unidad.
está comprendido entre dos líneas, de las Tenia Serpa y T á n g e r , que son los
cuales sube una de Trebisonda al Norte cerrojos del Estrecho de Gibraltar, y se-
hasta la Hermanassa de Ptolomeo y has- g ú n que le acomodaba cerrarlos ó abrir-
ta el Bósforo Cimeriano, que los italia- los, hacia del Mediterráneo u n mar ó un
nos llamaban Boca de San Juan, y la lago. De su península esparcía sus flotas
otra, pellizcando la Arabia Feliz, v á de en ese mar por veintiocho grandes puer-
Suez á la embocadura del Tigris. tos metropolitanos; en el Océano tenia
A d e m á s de estas tres inmensas regio- treinta y siete.
nes, poseía la grande Armenia y todo lo E n Africa poseía el P e ñ ó n de Velez,
que Ptolomeo pone en la tercera división Melílla, O r á n , Marzarcabid, que es el
del Asía hasta los confines de la Persia y mejor puerto comercial del Mediterrá-
de l a Tartaria. neo, Nazagan y toda la costa desde el
Así que sus dominios en el Asia toca- cabo de A g u i r r e hasta el cabo Gardofú;
ban por el Norte con el Archipiélago, el en A m é r i c a una gran parte de la penín-
mar de M á r m a r a , el mar Negro, el Pa sula septentrional, l a costa desde de l a
lus-Móotide y la Sarmacia asiática; al Florida, la Nueva E s p a ñ a , el Y u c a t á n ,
Este con el mar Caspio, el Tigris y el Méjico y el cabo de California, Chile,
golfo Pérsico, que se llamaba mar de E l - P e r ú , Brasil, el Paraguay y toda l a
TOMO IV. 104
826 OBRAS DE VICTOR HUGO.
dos los años cincuenta m i l escudos. Todo en todas partes, y especialmente diez de
esto, repetimos, no era m á s que la renta entre ellas, Collioure, Perpigaan y Sal-
ordinaria. L a extraordinaria era incalcu- ses al Mediodía, al Norte Gravelines,
lable. T a n solo el producto de la Cruza- Dunkerque, Hesdin, Arras, Valencien-
da valia l a renta de u n reino; con los nes,Philippeville y Marienbourg, h a c í a n
subsidios de la Iglesia ú n i c a m e n t e soste- brecha á la Francia de hoy.
n í a el rey constantemente cien magnífi- E l mayor poder de E s p a ñ a , tan pode-
cas galeras. A ñ a d i d á ésta la venta de rosa por sus fortalezas, su caballería y
las encomiendas, la caducidad de los su infantería,.no era n i su infantería, n i
empleos y de los bienes, las alcabalas, su caballería, n i sus fortalezas; era su
las confiscaciones y las donaciones gra- flota. E l rey Católico, que tenia los mejo-.
tuitas de los pueblos y de los feudatarios. res soldados de Europa, tenia t a m b i é n
Cada tres años el reino de Ñápeles daba los mejores soldados de mar. N i n g ú n
u n millón doscientos m i l escudos de oro, pueblo de los que se dedican á la nave-
y en 1615, Castilla ofrecía al rey, que se gación igualaba en esta época á los ca-
dignaba aceptarlos, cuatro millones de talanes, vizcaínos, portugueses y geno-
oro pagables en cuatro años. veses. Sevilla, que se contaba entonces
Esta riqueza representaba poder. L o entre las principales ciudades m a r í t i m a s
que el s u l t á n era por la caballería, el rey de Europa, aunque situada algo tierra
de E s p a ñ a lo era por l a infantería. E n adentro, y era punto donde h a c í a n esca-
Europa se decia: caballería turca, infante- la todas las flotas de Méjico y del P e r ú ,
r í a española. Ser grave como un hidalgo, era un plantel de marineros.
diligente como u n miguelete, sólido á
Para formarnos una idea completa de
los choques de los escuadrones, imper-
la importancia que tenia entonces Es-
turbable al fuego de la mosquetería,
p a ñ a como potencia m a r í t i m a , hemos
conocer su ventaja y su desventaja en
querido saber al dedillo lo que fué la
la guerra, conducir silenciosamente su
armada invencible de Felipe I I , tan fa-
fúria, seguir al c a p i t á n , permanecer en
mosa y tan poco conocida, como tantas
la línea, no desordenarse nunca, no ol-
cosas famosas. L a historia habla de ella
vidar nada, no disputar j a m á s , servirse
y se extasía en su recuerdo; pero la his-
de todo, soportar el frió, el calor, el ham
toria, que aborrece el detalle, en lo cual
bre, la sed, el malestar, la pena y la fa-
hace muy mal, no cita ninguna cifra.
tiga, marchar como los otros combaten,
Estas cifras nosotros las hemos buscado
combatir como los otros marchan, hacer
en la sombra donde la historia las habia
de la paciencia el fondo de todo y del
dejado caer, y nos ha costado gran tra-
valor el arrojo de la paciencia; estas eran
bajo hallarlas; helas a q u í . A nuestro
las cualidades que adornaban al soldado
juicio no hay nada m á s instructivo n i
de infantería español. Este era el sol-
m á s curioso.
dado castellano que habia rechazado á
los moros, abordado el Africa, domado la Era el a ñ o de 1588. E l rey de E s p a ñ a
costa, sometido la Etiopia y la Cafrería, quiso acabar de una vez con los ingleses,
apoderádose de Malacca y las islas Mo- que ya molestaban ó inquietaban al co-
lucas y conquistado las viejas Indias y loso, y a r m ó una flota. Esta flota se
el Nuevo Mundo. ¡ A d m i r a b l e i n f a n t e r í a , componía de veinticinco buques de alto
que no se q u e b r a n t ó m á s que el dia que bordo de Sevilla, veinticinco de Vizcaya,
chocó con el gran Conde! Después de la cincuenta embarcaciones menores de Ca-
infantería española seguía, por órden de t a l u ñ a y de Valencia, cincuenta barcas
excelencia, la infantería walona, y la de la costa de E s p a ñ a , veinte chalupas
infantería walona era t a m b i é n del rey de los cuatro pueblos de la costa de Gui-
de E s p a ñ a . Su caballería, que no cedia púzcoa, cien urcas de Portugal, catorce
en nada á la turca, era la mejor monta- galeras y cuatro galeazas de Ñápeles,
tada que habia en Europa, pues tenia los doce galeras de Sicilia, veinte galeras
alazanes de E s p a ñ a , los corceles de de E s p a ñ a y treinta urcas de Alemania;
Regno y los caballos de B o r g o ñ a y de total, trescientas cincuenta velas, gober-
Fiandes. Los arsenales del rey Católico nadas por nueve m i l marinos.
rebosaban de municiones de guerra. So- No se puede apreciar exactamente es-
lamente las tres armerías de Lisboa te- ta escuadra sin tener presente lo que era
n í a n almacenados coseletes para quince entonces una galera. U n a galera repre-
m i l hombres de infantería y corazas sentaba una suma considerable. Toda la
para diez m i l hombres de c a b a d e r í a . Sus 'costa septentrional del Africa, excep-
fortalezas eran innumerables; las tenia i tuando A r g e l y Trípoli, no producían al
EL RHIN. 829
sultán lo necesario para construir y veía de ella á la luz del día se perdía de
mantener dos galeras. vista; lo que no se veía penetraba aun
E l abastecimiento de boca de la arma- m á s . P o d í a decirse que en los negocios
da fué inmenso. H é a q u í la cifra, por del universo en esta época, había aun
cierto muy singular y muy exacta: cien- más E s p a ñ a por debajo que por arriba.
to sesenta y siete m i l quinientos quinta- E l l a tenia á los príncipes de I t a l i a por
les de galleta, suministrados por Murcia, los matrimonios: Austria, nube; á las repú-
Burgos, Campos, Sicilia, Ñápeles y las blicas mercantiles por el comercio; al
islas; once m i l quintales de carne salada, Papa por la religión, por no sé q u é de
suministrados por Bstremadura, Q-aiicia m á s católico que la misma Roma; al
y Astúrias; once m i l quintales de tocino, mundo entero por el oro, del cual tenia
suministrados por Sevilla, Ronda y Viz- la llave. A m é r i c a era el arca de hierro;
caya; veintitrés m i l barriles de pescado E s p a ñ a era el cajero. Como casa de
salado, suministrados por Cádiz y los Austria, dominaba pomposamente la
Algarves; veintiocho m i l quintales de Alemania y la amenazaba sordamente.
queso, suministrados por Mallorca, Sene- Alemania, en los m i l años de su historia
gallo y Portugal; catorce m i l quintales moderna, ha sido poseída una vez por el
de arroz, suministrados por Genova y génio de la Francia en tiempo de Carlo-
Valencia; veintitrés m i l pesos de aceite Magno, y una vez por el génio de Espa-
y vinagre, suministrados por Andalu- ñ a en tiempo de Carlos V . Solo al morir
cía: el peso valia veinticinco libras; vein- Cárlos V aflojó los lazos que la u n í a n á
tiséis m i l fanegas de habas, suministradas E s p a ñ a .
por Cartagena y Sicilia; veintiséis m i l pi- Como se vé, E s p a ñ a tenia alguna cosa
pas de vino, suministradas por Málaga, m á s poderosa todavía que su poder, y era
Marsella, Jerez y Sevilla. Las provisiones su política. E l poder es el brazo, la polí-
de trigo, hierro y telas procedían de A n - tica es l a mano.
dalucía, Ñápeles y Vizcaya. E l total se Así se explica que Europa no reposase
ignora. á su gusto entre esos dos imperios gigan-
Esta flota conducía u n ejército de vein tescos, que pesaban sobre ella con el
ticinco m i l españoles, cinco m i l sacados peso de dos mundos. Comprimida por
de los regimientos de Italia, seis m i l de E s p a ñ a en el Occidente y por T u r q u í a
Canarias, Indias y guarniciones de Por- en el Oriente, cada d í a parecía encoger-
tugal, y el resto de levas; doce m i l italia se; y la frontera europea, lentamente re-
nos mandados por diez maestres de chazada, retrocedía hácia el centro. L a
campo, veinticinco m i l alemanes, m i l mitad de la Polonia y la mitad de l a
doscientos soldados de caballería ligera H u n g r í a ya estaban invadidas, y apenas
de Castilla, doscientos de la costa y dos si Varsovía y Buda estaban fuera de los
cientos de la frontera; es decir, m i l seis- alcances de la barbarie. L a órden medi-
cientos de caballería, tres m i l ochocientos t e r r á n e a de San Juan de Jerusalem h a b í a
de artillería y cuatrocientos gastadores; sido empujada en tiempo de Cárlos V
lo que, comprendiendo entre ellos nueve de Rodas á Malta. Génova, cuyo domi-
m i l marinos, hacia un efectivo de setenta nio se e x t e n d í a en otro tiempo hasta el
y seis m i l ochocientos hombres. Tanaís; Génova, que antiguamente po-
Esa monstruosa armada hubiese aplas seía Chipre, Lesbos, Chio, Pera y u n
tado á Inglaterra. U n a racha de viento pedazo de la Tracia, y á la que el em-
se la llevó. perador de Oriente regaló Mitilene, aban-
Esa racha de viento que sopló en la donó sucesivamente ante los turcos posi-
noche del 2 de Setiembre de 1588 cam- ción tras posición, y se veía ahora acor-
bió la faz del mundo. ralada en Córcega.
A d e m á s de sus fuerzas visibles, Espa- Europa resistía, sin embargo, á los dos
ñ a tenia sus fuerzas ocultas. A la ver- Estados invasores. B l a n d í a contra ellos
dad, su superficie era grande, pero su todas sus fuerzas, para emplear la enér-
profundidad era inmensa. Debajo de gica lengua de Sully y de Mathieu. Fran-
tierra había hecho por todas partes ga- cia, Inglaterra y Holanda se m a n t e n í a n
lerías, trabajos de zapa, minas y contra- firmes contra E s p a ñ a ; el Sacro-Imperio,
minas, hilos encubiertos, ramificaciones ayudado por Polonia, H u n g r í a , Venecia,
desconocidas y raices inesperadas. Más Roma y Malta, luchaba contra los turcos.
tarde, cuando Richelieu comenzó á ca- E l rey de Polonia era pobre, aunque
var en el viejo suelo europeo, se sorpren- fuese m á s rico que si hubiese sido rey de
dió al ver rebotar su piqueta y encon- uno de los tres reinos de Escocia, C e r d e ñ a
trarse siempre con E s p a ñ a . L o que se ó Navarra, los cuales solo r e u n í a n cien
830 OBRAS DE VICTOR HUGO
m i l escudos de renta, mientras que él te- cuando perdió A n d r ó y Paros, que tenia
nia seiscientos m i l escudos por a ñ o y lo en el Archipiélago, conservó Candía; y
que la L i t h u a n i a le costeaba. Con excep- allí, de pió en esa magnífica barrera na-
ción de algunos regimientos suizos ó ale- tural que tapa el mar Egeo, cerrando á
manes, no sostenia ninguna infantería; los turcos la salida del Archipiélago y la
pero su caballería, formada de cien m i l entrada del Mediterráneo, tuvo en jaque
combatientes polacos y de setenta m i l l i - á la barbarie.
thuanios, era excelente. Esta caballería, E l servicio de mar en Venecia i m p l i -
protegiendo una vasta frontera, tenia de caba nobleza. Todos los capitanes y có-
eficaz para defender contra las hordas mítres de los buques eran nobles venecia-
del s u l t á n el inmenso y atemorizado re- cianos. L a República tenía siempre en
b a ñ o de naciones civilizadas, que estaba la mar cuarenta galeras, y de ellas vein-
organizada á la turca, y que, salvaje, fe- te de alto bordo. E n su admirable arse-
roz y violenta en su marcha, se parecía nal, único en el mundo, tenia doscientas
á la caballería otomana como el perro- galeras, obreros capaces de poner fuera
lobo se parece al lobo. E l emperador del puerto treinta buques en diez días, y
c u b r í a el resto de la frontera de K n i n , un armamento bastante para todas las
en el Adriático, á Szolnock, cerca del marinas de la tierra.
Danubio, con veinte m i l lansquenetes, L a Santa Sede era u n gran apoyo.
gasto insuficiente en tiempo de guerra, Nada hay m á s curioso que investigar
que agobiaba al imperio en tiempo de hoy. q u é príncipe temporal, q u é poder
paz. Venecia y Malta c u b r í a n el mar. político y militar h a b í a entonces en el
No mencionamos á Genova m á s que Papa, colocado tan alto como príncipe
de paso. Q-ónova, demasiadas veces hu- espiritual. Roma, que tuvo en otro tiem-
millada, vigilaba su ribera con cuatro po cincuenta millas de circuito, no tenía
galeras; dejaba pudrir veinticinco en su ya m á s que diez y seis; sus puertas, di-
arsenal, se arriesgaba poco por fuera y vididas antiguamente en catorce regio-
se abrigaba á la sombra del rey de Es- nes, h a b í a n quedado reducidas á trece;
paña. h a b í a sufrido siete grandes saqueos
Malta tenia tres corazas, sus fortale- históricos; pero, aunque violada, h a b í a
zas, sus buques y el valor de sus caba- permanecido santa; aunque desmante-
lleros. Estos bravos hidalgos, sometidos lada, h a b í a quedado fuerte. Boma, si
en Malta á reglas suntuarias, de t a l se nos permite recordar lo que hemos
modo severas, que el m á s calificado en dicho en otra ocasión, será siempre Boma.
tre ellos no podía mandarse hacer un E l Papa t e n í a una de las fronteras de
vestido nuevo sin el permiso del baile Italia, Ancona, y uno de los cuatro du-
p a ñ e r o , se vengaban de estas contrarie- cados lombardos, Spoletto; poseía A n -
dades con u n desencadenamiento de bra- cona, Comachío y las bocas del P ó en
vura inaudito, y , ovejas en l a isla, se el golfo de Venecia; Civíta-Vecchia en
convertían leones en el mar. U n a galera el mar Tirreno. E l Estado de la Iglesia
de Malta, que nunca llevaba m á s de c o m p r e n d í a la c a m p i ñ a de Roma y el
diez y seis cañones y quinientos comba patrimonio de San Pedro, la Sabina, la
tientes, atacaba sin vacilar tres galeones U m b r í a , es decir, toda la sombra del
turcos. Apenino, l a frontera de Ancona, l a
Venecia, opulenta y atrevida, apoya- R o m a n í a , el ducado de Ferrara, l a co-
da en siete ciudades fuertes que t e n í a en marca de Perusa, el Bolonesado y u n
la L o m b a r d í a y en la Marca, d u e ñ a del poco de Toscana; una ciudad de pri-
F r í o u l y de la Istria, á r b í t r a del Adriá- mer órden, Roma; una de segundo, Bo-
tico, cuya custodia le costaba cinco m i l lonia; ocho de tercero, Ferrara, Perusa,
ducados a l año; bloqueando á los usco Ascolí, Ancona, Forli, R á v e n a , Fermo y
ques con cinco fustas siempre armadas, Víterbo; cuarenta y cinco plazas de to-
bravamente instalada en Corfú, en Z a n - das clases, entre las cuales se contaban
te, en Cefalonía y en todas las islas de R í m i n i , Cesena, F a é n z a y Spoletto; c i n -
la costa desde Zara hasta Córigo; soste cuenta obispados y millón y medio de
niendo perpetuamente en pió de guerra habitantes. Por otra parte, el Santo Pa-
veinticinco m i l cernides, treinta y cinco dre poseía en Francia el condado Ve-
m i l lansquenetes, suizos y grisones, m i l naissin, que tenia por corazón el formi-
quinientas lanzas, m i l soldados lombar dable palacio-fortaleza de A v i g n o n . E l
dos de caballería ligera y tres m i l stra- Estado romano, visto en un mapa, pre-
díotas d á l m a t a s ; Venecia oponía resuel sentaba la forma, que tiene todavía, de
tamente obstáculos a l s u l t á n . A u n una figura sentada en la grave postura
EL RH1N. 831
de los dioses de Egipto, con el Abruzzo nada suyo, n i un soldado, n i un escudo;
por silla, Módena y L o m b a r d í a sobre su entonces á su vez contribuía. Así que,
cabeza, la Toscana sobre su pecho, la cuando venia la ocasión, el Papa devol-
tierra de Labor á sus piés, apoyada la vía á la cristiandad lo que los cristianos
espalda en el Adriático y teniendo el h a b í a n dado al Papa. E n la L i g a de 1542
Mediterráneo hasta las rodillas. E l sobe- contra los otomanos, Pablo I I I envió á
rano Pontífice era rico. Sembraba indul- Cárlos V doce m i l infantes y quinien-
gencias y cosechaba ducados. Bastaba tos caballos.
que estampase una firma para hacer que A fines del siglo diez y seis, en 1588, una
todo el mundo contribuyese. Mientras tempestad salvó á Inglaterra de E s p a ñ a ;
tenga una pluma, decia Sixto V , tendré di- á fines del siglo diez y siete, en 1683, So-
nero. Frase de Papa ó de gran escritor. bieski salvó á Alemania de la T u r q u í a .
E n efecto, Sixto V , que era un Papa Salvar Inglaterra, era salvar Alemania,
versado en las letras, artista ó inteligen- era salvar Europa. P o d r í a decirse que en
te, no vacilando ante n i n g ú n gasto real, esta memorable coyuntura, Polonia hizo
en cinco años reservó cuatro millones el oficio de Francia. Hasta entonces era
en el castillo de Saint-Angelo. Con las siempre Francia la que se h a b í a encon-
contribuciones de todos los fieles del trado con la barbarie, era siempre ante
universo, el Santo Padre levantaba un Francia como ella se habia disuelto. E n
buen ejército, veinticinco m i l hombres 496, viniendo del Norte, fué destrozada
en l a Marca y en l a R o m a n í a , veinticin- por Clodoveo; en 732, viniendo del Medio-
co m i l hombres en la C a m p i ñ a y el Pa- día, fué destrozada por Cárlos Martel.
trimonio; la m i t a d en las fronteras, la Entre tanto, n i la invencible armada
otra mitad dentro de Roma. E n caso de vencida por Dios, n i Kara-Mustafá batido
necesidad engrosaba este armamento. por Sobieski, tranquilizaban plenamen-
Q-regorio V I I y Alejandro I I I tuvieron á te á Europa. E s p a ñ a y T u r q u í a estaban
raya á príncipes que disponían de las siempre en pió, y el siglo diez y siete
fuerzas del imperio, en tiempo de su creía verlas agrandarse indefinidamente,
mayor apogeo, unidas á las tropas de las cada vez m á s formidables, cada vez m á s
Dos Sicilias. U n dia el duque de Ferra- amenazadoras, en u n terrible y próximo
ra se permitió i r á coger sal á Comachio. porvenir. L a política, esa ciencia conje-
uEl Santo Fadre, citamos a q u í dos líneas t u r a l como la medicina, no tenia enton-
de una carta de Mazarino, con sus razones ces otra previsión. Solo le tranquilizaba
y un ejército que levantó, condujo al duque algunos momentos pensar que los dos
al arrepentimiento y se apoderó de su colosos pudiesen encontrarse en el mar
Estado.,, H é a q u í lo que eran los solda- Rojo y chocar en Asia.
dos del Papa. Esta milicia hacia respe- Ese choque en la Arabia Feliz, tan
tar admirablemente el Estado romano. lejano y tan eventual, no disminuía, á
A ñ a d i d á esto la U m b r í a , gran fortaleza los ojos de los pensadores, los fatales pe-
natural, donde A n í b a l retrocedió, y por ligros que se amontonaban sobre la civi-
costas, tanto en el Norte como en el lización. E n la época cuyo cuadro aca-
Mediodía, las riberas m á s combatidas bamos de bosquejar, la ansiedad habia
por los vientos en toda la I t a l i a . N i n g ú n llegado á su colmo. U n escrito titulado
desembarque era posible. E l Papa, en Las fuerzas del rey de España, impreso en
los dos mares, estaba guardado y defen- P a r í s en 1627, con privilegio del rey y
dido por l a tempestad, con grabados de Isaac Gaspar, dice: " L a
i Colocado y asegurado de esta manera ambición de este rey seria poseerlo todo.
cooperaba al grande y perpetuo comba Sus flotas, que van y vienen, enfrenan á
te contra el turco. Hoy el Santo Padre Inglaterra é impiden á los buques de los
^ envia camafeos al p a c h á de Egipto y se otros Estados navegar á su capricho,,. E n
pasea en el vapor Mahmoudich. Hecho otro escrito, publicado por la misma épo-
^inaudito y que deja ver bruscamente, ca y que tiene por título: Discurso suma-
[cuando en él se reflexiona, el prodigioso rio del estado del turco, leemos: "El—el
cambio de las cosas; ¡el Papa sentado turco—alarma con mucha razón á l a
tranquilamente en esa invención de los cristiandad, conociendo que tiene tantos
hugonotes, bautizada con u n nombre medios para levantar u n gran ejército
turco!—En aquel tiempo d e s e m p e ñ a b a en el país que domina. Es preciso care-
perfectamente su oficio de Papa, y en- cer completamente de juicio para estar
viaba sus galeras mitradas con una tia sin a p r e n s i ó n ante la amenaza de t a l d i -
ra á Lepante. E n cuanto las medias l u luvio,,.
ñ a s y los turbantes s u r g í a n , no tenia
832 OBRAS DE VICTOR HUGO.
con la cabeza levantada hacia el polo. los puntos de unión de la red inmensa
Terranova es la estación que consigue con que Inglaterra tiene cogido el
alcanzar su último esfuerzo; en verdad mundo.
es gigantesco. Desde allí extiende los
brazos y se apropia de u n golpe todo el V.
Norte de la América, comprendido entre
el Océano A t l á n t i c o y el Gran Océano, H é a q u í lo que ha perdido la Tur-
las islas de la Nueva Escocia, el C a n a d á q u í a .
y el Labrador, l a b a h í a de Hudson y el E n primer lugar, la inmensidad del
mar de Baffin, el Nuevo-Norfolk, la Nue- territorio formado de Estados yusta-
va Caledonia y los archipiélagos de Qua- puestos y no cimentados. E l cimiento
dra y de Vancouver, los iroqueses, los de las naciones es un pensamiento co-
chipeouays, los esquimales, los kristi- m ú n . Los pueblos no pueden adherirse
nales, los koliougis, y en el momento de entre sí como no tengan una misma len-
apoderarse de los ougalaomioutis y los gua, cuyas palabras circulen como la
kitegues, se detiene de pronto. Rusia moneda del espíritu, de todos poseída y á
está allí. Adonde Inglaterra ha llegado la vez trasmitida de unos á otros. Así
por mar, Rusia ha llegado por tierra, que, lo que hace circular la lengua, lo
pues el estrecho de Behring no se cuen- que imprime una efigie á las palabras,
ta, y allá, en el círculo polar, entre los lo que crea el pensamiento c o m ú n es,
horribles y espantados salvajes, entre antes que todo, el arte, la poesía, l a lite-
los hielos y los bancos, á la reverberación ratura, humaniores Utterce; y en T u r q u í a
de las nieves eternas, á l a luz de las au- no hubo n i arte, n i letras, n i lengua que
roras boreales, los dos colosos se encuen- circulase de un pueblo á otro, n i pensa-
tran y se reconocen. miento común, n i unidad. A q u í se habla-
Recapitulemos. Inglaterra tiene los ba el latin, allí el griego, a c á el esclavo,
seis golfos m á s grandes del mundo, que m á s a l l á el árabe, persa ó indo. Esto no
son los golfos de Q-uinea, Omán, Benga- era un imperio; era u n bloque cortado
la, Méjico, Baffin y Hudson; abre ó cier- por el sable, u n compuesto híbrido de
ra, s e g ú n le conviene, nueve mares: el naciones que se tocaban, pero no se com-
mar del Norte, la Mancha, el Mediterrá- penetraban. A ñ a d i d á esto los desiertos
neo, el Adriático, el Jónico, el del A r c h i - hechos unas veces por la conquista y
piélago, el golfo Pérsico, el mar Rojo y otras por el clima, esas inmensas sole-
el de las Antillas. Posee en A m é r i c a un dades que la savia social no podia atra-
imperio, la N u e v a - B r e t a ñ a ; en Asia otro vesar.
i m p e l o , el I n d o s t á n , y en el Gran E n segundo lugar, el despotismo del
Océano un mundo, la Nueva-Holanda. príncipe. E l s u l t á n era á la vez pontífice
A d e m á s , tiene innumerables islas es- y emperador, soberano temporal y sobe-
parcidas en todos los mares y en todos rano espiritual, jefe político, jefe m i l i -
los continentes, como asimismo buques tar y jefe religioso. L e pertenecían los
en estación y al ancla, y con unas y otras bienes, cuerpo y espíritu de sus vasallos
islas y buques, acoderada ante l a Euro- de una manera absoluta y terrible, como
pa, se comunica, por decirlo así, sin so lo suyo y m á s que lo suyo. Podia conde-
lucion de continuidad, por sus innume narlos y castigarlos. S u l t á n , tenia su
rabies naves, que son verdaderas islas vida; príncipe de los creyentes, tenia su
flotantes. alma. ¡Mal haya el individuo que es al
E l pueblo de Inglaterra no es para el mismo tiempo un sér ordinario como
mismo un pueblo soberano, pero es para hombre y extraordinario como príncipe!
las otras naciones u n pueblo feudal. Tanto poder es perjudicial a l hombre.
Feudalmente gobierna dos millones tres- Ser sacerdote, ser rey, ser Dios, es dema-
cientos setenta m i l escoceses, ocho millo- siado. E l zumbido confuso de todas las
nes doscientos ochenta m i l irlandeses, voluntades excitadas que piden á la vez
doscientos cuarenta y cuatro m i l africa- ser satisfechas, ensordece á la vez el po-
nos, sesenta m i l naturales de Australia bre cerebro del que lo puede todo, atur-
u n millón seiscientos m i l americanos y de su inteligencia, desarregla la genera-
ciento veinticuatro millones de asiáti- ción de su pensamiento y le vuelve
cos; es decir, que catorce millones de i n loco. Se podría decir y demostrar palpa-
gleses poseen en la tierra ciento treinta blemente que la mayor parte de los em-
y siete millones de hombres. peradores romanos y de los sultanes han
Todos los lugares que hemos citado vivido en una situación cerebral parti-
en las p á g i n a s que se acaban de leer, son cular. Es preciso admitir, pues es i n -
EL UHIN 835
cuestionable, que la historia registra por cultivo y el trabajo del campo era de*
intervalos el admirable accidente de ha- :estado por el labrador. L a propiedad y
ber existido u n déspota ilustre, inteli- a libertad hacen amar la tierra al hom-
gente y superior; pero en general y casi Dre; la servidumbre l a hace aborrecer. E l
siempre, el s u l t á n ha sido u n ser vulgar. corazón se oprime estudiando este Esta-
De a q u í que los innumerables desórde- do; examínesele por arriba ó míresele por
nes ocurridos han tenido por causa la abajo y se n o t a r á que los dos extremos
horrible oscilación de una voluntad su- se parecen por la miseria intelectual.
prema que choca al azar en el Estado y ¿Qué puede llegar á ser la sociedad
lo rompe todo. E l despotismo útil, expe- humana entre u n príncipe que el des-
dito, inspirador, algunas veces necesario potismo alela y un aldeano que la escla-
para los hombres de genio, desvanece y v i t u d embrutece?
turba al hombre de comprensión media- E n sexto lugar, el abuso de las colo-
na. E l vino de los fuertes es el veneno nias militares. Los timariotas eran colo-
de los débiles. nos soldados. Es un error el que tenian
E n tercer lugar, las revoluciones del los turcos de creer que se rehacía la po-
serrallo, las conspiraciones de palacio; el blación de esta manera. Este procedi-
déspota extrangulando á sus hermanos miento no tiene razón de ser. U n regi-
y los hermanos envenenando ó degollan miento no puede ser nunca un pueblo. U n
do al déspota; la desconfianza del padre regimiento está cortado siempre á escua-
al hijo y del hijo al padre; l a sospecha dra; u n pueblo debe elegir su lugar y
en el hogar, el ódio en la alcoba; enfer germinar y desarrollarse naturalmente
medades desconocidas, fiebres sospecho en él. U n pueblo es u n árbol, u n regi-
sas, muertes sombrías; el eterno complot miento es u n madero. Para hacer el sol-
de los grandes, siempre colocados entre dado se mata el labrador, por lo que,
una ascensión sin término y una caida para la vida interior y profunda de los
sin fondo; los tumultos y los motines de imperios, vale m á s un labrador que u n
los pequeños, siempre desgraciados, siem soldado.
pre irritados; el terror en la familia i m - E n séptimo lugar, la opresión de los
perial; el temor en el imperio; hechos paises conquistados; una lengua b á r b a -
graves, tristes y permanentes que proce- ra impuesta á los vencidos; una noble
den del despotismo. nación, ilustre, histórica, grande en los
E n cuarto lugar, un gobierno malo, á recuerdos y simpatías de Europa, en otro
la vez duro y flojo, que vive t a m b a l e á n tiempo libre, en otro tiempo republicana,
dose entre la voluntad de ese déspota diezmada, estirpada, entregada al sable
que no piensa nunca y de ese palacio y al látigo, humillada en el hombre, en
que tiembla siempre; poder sin cohesión la mujer y hasta en el niño; arrancada
sobrepuesto á u n Estado sin unidad. Las de su propio suelo, trasplantada á otro
poblaciones de este imperio semi-bárba lejos del suyo, arrojada de su hogar y
ro viven en la oscuridad; de ellas mis subyugada bajo los pies del tirano. Este
mas y de las demás, de sus intereses y tratamiento del pueblo vencedor para
de su porvenir, apenas saben nada; e' con el pueblo vencido v á a c o m p a ñ a d o
gobierno, que debería guiarlas, lo ignora de gritos de horror y acaba por revolu-
casi todo, y lo que no ignora lo tiene en cionar á todo el mundo. Sin embargo,
poco y lo desprecia. Ahora bien; para cuando l a hora ha sonado, los pueblos
los gobiernos como para los individuos oprimidos se levantan y el mundo se
desconocer es peor que ignorar. ¿Dónde pone á su lado.
irá esa nación fuerte, poderosa, exube- E n octavo lugar, la religión sin inteli-
rante, formidable, pero ignorante? ¿Quién gencia y la íé sin reflexión, es decir, la
la conduce y dónde la conduce? V á á idolatría; un pueblo devoto sin percep-
tientas y vé apenas, y su gobierno v é ción directa de lo bello, lo justo y lo ver-
menos todavía. E x t r a ñ o espectáculo! U n dadero, que no tiene en l a cabeza m á s
miope a c o m p a ñ a d o por un ciego. que los dos ojos torpes y falsos de su
E n quinto lugar, la servidumbre pues- creencia, el hombre y el fatalismo, á tra-
ta como una al barda sobre las espaldas vés de los cuales vé á Dios.
del pueblo. Bajo la dominación turca el Así que, lo que perdió á la T u r q u í a
labrador no se pertenecía, pertenecía a l fué u n gran territorio m a l unido, un go-
propietario. Este tenia por primer ga- bierno ininteligente, las conspiraciones
nado el r e b a ñ o y por segundo el aldea- de palacio, el abuso de las colonias m i -
no. Así que la despoblación era grande litares, la servidumbre del aldeano, la
en todas partes, no existia verdadero opresión feroz de los paises conquistados,
836 OBRAS DÉ VICTOR HUGO.
pueda vender. Así que, como príncipe do se les quiere atraer, retroceden á los
temporal, el Papa ha desaparecido. aosques y pantanos m á s inaccesibles:
¿Qué queda, pues, de todo ese viejo esto es lo que me ha impedido dotarlos
mundo? ¿Qué es lo que está todavía de de escuelas: sin embargo, he hecho t r a -
pió en Europa? Dos naciones tan solo: ucir á su lengua la Biblia, los Salmos
Francia y Alemania. y el Catecismo. Ellos tienen secretamen-
Con esto podría haber bastante. F r a n - te armas. U n a vez, mandando ochocien-
cia y Alemania son esencialmente la tos granaderos, me encontró de repente
Europa. Alemania es el corazón, Francia rodeado de cuatro ó cinco m i l v á n d a -
la cabeza. os; á mis ochocientos granaderos les
Alemania y Francia son esencialmen- costó gran trabajo hacerlos retirar.,, Des-
te la civilización. Alemania siente, Fran- 3ues de un momento de silencio, el elec-
cia piensa. ior, viendo á Tollins pensativo, a ñ a d i ó
E l sentimiento y el pensamiento for- esta frase notable: "lollins, vos sois al-
man el hombre civilizado. quimista. Es posible que hagáis del cobre
Hay entre los dos pueblos conexión oro; yo os desafío á que hagáis de un ván-
í n t i m a , consanguinidad incontestable. dalo un prusiano. n
Tienen los mismos orígenes, han lucha- L a fusión era, en efecto^ difícil: a s í
do juntos contra los romanos, y son her- que, lo que n i n g ú n alquimista hubiese
manos en el pasado, hermanos en el podido hacer, l a nacionalidad alemana,
presente y hermanos en el porvenir. ayudada por la gran ilustración del si-
Su manera de formarse ha sido la mis- glo diez y nueve, a c a b a r á por realizar»
ma. No son insulares, n i conquistadores Actualmente, los mismos fenómenos
son los verdaderos hijos del suelo europeo. constituyentes se manifiestan en Alema-
E l carácter sagrado y profundo de nia que en Francia. L o que el estableci-
hijos de este suelo, les es tan inherente y miento de los departamentos ha sido
está tan poderosamente desarrollado en 3ara Francia, la u n i ó n de las aduanas
ellos, que á pesar de los esfuerzos de los l a sido para Alemania: ambas cosas les
años y la prescripción de la a n t i g ü e d a d 1a dado unidad.
ha sido por largo tiempo imposible su Es preciso, para que el universo esté
mezcla con n i n g ú n pueblo invasor, cual- en equilibrio, que haya en Europa, como
quiera que fuese el punto de donde v i - la doble clave de bóveda del continente,
niese. Sin contar los judíos, nación emi- dos grandes Estados del R h i n , los dos
grante y no conquistadora y que es ade- fecundizados y estrechamente unidos
m á s una excepción en todas las cosas por ese rio regenerador; uno septentrión
se pueden citar, por ejemplo, razas slavas nal y oriental, Alemania, apoyándose en
que habitan el suelo a l e m á n hace diez el Báltico, en el Adriático y en el mar
siglos y que no eran aun alemanas hace Negro, teniendo por arbotantes Suecia,
ciento cincuenta años. Nada m á s convin- Dinamarca y Grecia; y otro meridional
cente sobre este asunto que lo que refie- y occidental, Francia, apoyándose en el
re Tollins. E n 1687 estaba en l a corte de Mediterráneo y el Océano, teniendo por
Brandebourgo; el elector le dijo un día contrafuertes I t a l i a y E s p a ñ a ,
" Y a tengo vándalos en mis Estados: ha
hitan las costas del mar Báltico: hablan Hace m i l años se presentó ya la mis-
el esclavón, porque de la Esclavonia ma cuestión muchas veces y en otros
proceden sus antepasados: son embus- términos, y este plan ha sido ya ensayado
teros, infieles, veletas, sediciosos: tienen por tres grandes príncipes.
un gran n ú m e r o de ciudades de quinien Primero, Carlo-Magno. E n el siglo
tos y seiscientos vecinos, y tienen en se octavo no dominaban la Europa los tur-
creto un rey de su nación, que lleva ce cos y los españoles, n i los ingleses y los
tro y corona, y al cual pagan todos los rusos, sino los sajones y los normandos4
años un sextercio por cabeza. Una vez Carlo-Magno construyó su Estado contra
v i á ese rey^ que era un j ó ven bien for ellos. E l imperio de Carlo-Magno es una
mado de cuerpo y de alma: como yo le primera prueba, todavía vaga y confusa,
mirase atentamente, un viejo se aperci mas no obstante conocida de la Europa
bió, entrevio m i pensamiento, y para ha que acabamos de bosquejar, y que será
cer variar el curso de mis ideas y per u n dia sin disputa alguna la Europa de-
suadirme de lo contrario, se arrojó sobre finitiva.
aquel rey, que era su rey, bastón en Más tarde, Luis X I V . Luis X I V quiso
mano, y lo castigó como si fuera t m es edificar el Estado meridional del R h i n
clavo. Tienen el espíritu ligero, y cuan tal como nosotros lo hemos indicado, Co-
8iÍ OBRAS DE VICTOR HUGO.
Austria evidentemente desde hace dos decir, del pensamiento moderno. Ella
siglos decrece y disminuye. guarda y muestra aun la casa que ha-
BQ el siglo diez y ocho, épooa en que bitaron, desde 1443 á 1450, Q-utenberg,
Pedro el Q-rande hizo la Rusia, Federi- Juan Fust y Pedro Schoeífer, y que por
co el Grande hizo la Prusia, y la hizo una magnífica y justa asimilación llama
en gran parte con pedazos del Austria. Dreykoenigshof la casa de los tres reyes.
Austria es el pasado de Alemania; Pru- Durante ochocientos años Maguncia ha
sia es el porvenir. sido l a capital del primero de los electo-
Esto unido á que Francia, como lo pro- rados germánicos; durante veinte años
baremos después, es á la vez vieja y j ó - Maguncia ha sido uno de los frentes de
ven, antigua y nueva, Prusia es en Ale- Francia. E l Congreso l a dió, como si
mania lo que Francia es en Europa. fuese u n pueblecillo, á u n Estado de
Deberla haber entre Francia y Prusia quinto órden, á la Hesse.
esfuerzo cordial hacia el mismo objeto, Maguncia tenia una nacionalidad dis-
camino hecho por los dos, acuerdo pro- tinta, independiente, altanera y celosa.
fundo, simpatía, y la división del R h i n E l electorado de Maguncia ejercía su
ha creado una a n t i p a t í a . influencia en Europa. H o y tiene esta
Deberla haber amistad, y la división plaza g u a r n i c i ó n extranjera, y no es m á s
del R h i n ha creado un ódio. que una especie de cuerpo de guardia
Malquistar Francia con Alemania era donde Austria y Prusia están de centi-
hacer algo; malquistar Francia con Pru- nela, con los ojos clavados en Francia.
sia era hacerlo todo. Maguncia g r a b ó en 1135, en las puer-
Repitámoslo; la instalación de Prusia tas de bronce que le h a b í a regalado W i -
en las provincias rhenanas ha sido el he- lligis, las libertades que le concedió A d a l -
cho capital del Congreso de Viena. Esta berto. H o y aun tiene las puertas de
fué la gran habilidad de lord Castle- bronce, pero no las libertades.
reagh y la gran falta de M . de Talley- E n lo m á s profundo de su historia.
rand. Maguncia tiene recuerdos romanos; la
tumba de Druso en ella se encierra.
XII. Asimismo tiene recuerdos franceses; P i -
pino, el primer rey de Francia que fué
Por lo d e m á s , en la fatal recomposi- consagrado, lo fué en 750 por un arzo-
ción de 1815 no ha habido otra idea que bispo de Maguncia, San Bonifacio. E n
ésta. E l reparto ha sido hecho al azar. cambio no tiene recuerdos de los hesse-
E l Congreso ha pensado en desorganizar ses, á no ser que lo sea el haber en el
Francia, no en organizar Alemania. siglo diez y seis asolado su territorio
Se han dado pueblos á príncipes y Juan el Batallador, landgrave de Hesse.
príncipes á pueblos, sin atender á los Esto prueba cómo ha procedido el Con-
príncipes y á los pueblos que colinda greso de Viena. J a m á s operación quirúr-
ban con ellos, casi siempre sin consultar gica se ha hecho m á s á la ventura. Se
l a historia, el pasado, las nacionalidades dieron prisa en amputar la Francia, en
y el amor propio de unos y otros. Por mutilar las nacionalidades rhenanas y
que las nacionalidades t a m b i é n tienen en extirpar el espíritu francés. Se arran-
su amor propio, al cual dan oido con caron violentamente pedazos del imperio
m á s frecuencia que á sus intereses, diga de Napoleón; uno tomó esto, otro tomó
moslo en su honor. aquello, sin mirar si por casualidad su-
U n solo ejemplo, que está palpitante, fría el g i r ó n que arrancaba, separándolo
b a s t a r á para demostrar hasta q u é punto de su centro, es decir, de su corazón, y
tenemos razón y de q u é manera se ha si podía recobrar l a vida de otro modo ó
hecho el trabajo del Congreso. Magun volviéndolo á unir á los demás. No se
cia es una ciudad ilustre. Maguncia, en puso n i n g ú n apósito n i se hizo ninguna
el siglo noveno, era bastante fuerte para ligadura. L o que destilaba sangre hace
castigar á su arzobispo Hatto; Magun- veinticinco años la destila hoy.
cia, en el siglo doce, era bastante pode- Así se dieron á Baviera algunos ani-
rosa para defender contra el emperador llos de l a cadena de los Vosgos, veinti-
y el imperio á su arzobispo Adalberto. séis leguas de largo por veintiuna de
Maguncia, en 1285, fué el centro de l a ancho; quinientas diez y siete m i l ochen-
confederación rhenana y el nudo de cien ta almas, y tres pedazos de nuestros tres
ciudades. E l l a fué l a metrópoli de los departamentos de la Sarre, del Bajo-
minnessenger, es decir, de la poesía g ó - R h i n y del Mont-Tonnerre. Con estos
tica; ella fué la cuna de l a imprenta, es tres pedazos Baviera ha hecho cuatro
ELt RH1N. 847
distritos. ¿Por q u é se han hecho estas co- m á s que una cosa: Dividamos.—Hé a q u í
sas y no otras? Buscad una razón y no la vestidura de José; desgarrémosla y
encontrareis otra que el capricho. que guarde cada uno lo que le quede
A la Hesse-Darmstadt se le dió la pun- entre las manos.^—'Estos retazos han sido
ta septentrional de los Vosgos, el Norte cosidos hoy á los extremos de cada Esta-
del departamento del Mont-Tonnerre y do; véase sino: j a m á s se han extendido
ciento setenta y tres m i l cuatrocientas sobre u n mapa-mundi girones tan extra-
almas. Con estas almas y los Vosgos la vagantemente recortados. J a m á s harapos
Hesse formó once cantones. ajustados de u n punto á otro por la polí-
Si se pasea una mirada por el mapa de tica humana han ocultado y disfrazado
Alemania hacia l a confluencia del Mein tan e x t r a ñ a m e n t e las eternas y divinas
y del R h i n , quedamos agradablemente divisiones de los rios, los mares y las
sorprendidos a l ver desplegarse una gran m o n t a ñ a s .
flor de cinco pétalos, cortada en 1815 Pero pronto ó tarde las nobles nacio-
por las delicadas tijeras del Congreso. nes del R h i n reflexionarán sobre ello, ya
Francfort es el pistilo de esta rosa. Este que de lo que de menos se ha preocupado
pistilo, en el que viven en toda regla dos el Congreso ha sido de ellas. E n estas
burgomaestres, cuarenta y dos senado- líneas por necesidad bien se ha podido
res, sesenta administradores y ochenta y entrever con q u é desden ha tratado el
cinco legisladores, encierra cuarenta y Congreso la historia, el pasado, las afini-
seis m i l habitantes, de los cuales cinco dades geográficas y comerciales, todo lo
m i l son judíos. Los cinco pótalos, pinta- que constituye la entidad de las nacio-
dos en el mapa con diferentes colores, nes. Hecho notable! se distribuían pue-
pertenecen á cinco Estados diferentes; el blos y no se pensaba en los pueblos. Los
primero es Baviera, el segundo Hesse- agrandaban, los redondeaban, los exten-
Oassel, el tercero Hesse-Hombourg, el dían; hélo a q u í todo. Cada uno pagaba
cuarto Nassau y el quinto Hesse-Darms- sus deudas con un poco de la Francia.
tadt. Se h a c í a n concesiones vitalicias y con-
¿Era necesario envolver y cubrir de cesiones á pacto de re tro ven ta. Se aco-
esa manera una noble ciudad que pare- modaban entre sí. T a l príncipe pedia
ce, cuando se está en ella, que se siente una g a r a n t í a y se le daba una ciudad;
latir el corazón de Alemania? Allí han tal otro reclamaba un pico y se le rega-
sido elegidos y coronados los emperado- laba una aldea.
res; allí delibera la Dieta germánica; allí Sin embargo, bajo esta ligereza apa-
ha nacido Goethe. rente, ya lo hemos indicado, h a b í a u n
Cuando se recorre hoy las provincias pensamiento profundo, un pensamiento
rhenanas, en las cuales resplandecía no inglés y ruso, que se ejecutaba, digámos-
hace treinta años esa poderosa homoge lo así, lo mismo á espensas de Alemania
neidad que tan profundamente ha pene que á costa de Francia. E l R h i n es el rio
trado en menos de siglo y medio en el que debe unirlas, y han conseguido que
antiguo landgraviato de Alsacia, el via sea el rio que las divida.
jero encuentra de trecho en trecho un
poste blanco y azul, que indica el ter XIII.
ritorio de Baviera; después un poste
blanco y rojo, que demarca el de la Hes Esta situación es evidentemente ficti-
se, y después un poste blanco y negro, cia, violenta, contra naturaleza, y por
que es de Prusia. Por qué? ¿Hay alguna consiguiente m o m e n t á n e a . E l tiempo lo
razón para esto? ¿Se ha atravesado al reduce todo á la ecuación: Francia v o l -
gun rio, alguna muralla ó alguna mon verá á su forma normal y á sus propor-
t a ñ a ? Se ha tocado alguna frontera? ¿Se ciones necesarias. Nuestra creencia es de
ha modificado alguna cosa en el pais que ella puede recobrarlas pacíficamente
que se acaba de cruzar? No. Solo ha por la fuerza de las cosas, combinada
cambiado el color de los postes. E l hecho con la fuerza de las ideas. Sin embargo,
es que no se está en Prusia, n i en la á esto se oponen dos obstáculos: uno ma-
Hesse, n i en Baviera; se está en la orilla terial y otro moral.
izquierda del Rhin, es decir, en Francia,
como en la orilla derecha se está en Ale- XIY.
mania.
Insistamos aun sobre este punto: la E l obstáculo material es Prusia.
distribución de 1815 ha sido una repar- No volveremos á decir lo que ya he-
tición leonina. Los reyes no se han dicho mos manifestado sobre este particular.
m OBRAS DE VICTOR HUGO.
se atrofia para ,que Alemania se engran- Africa, Abisinia (1), que tiene las mon-
dezca? t a ñ a s de la L u n a , y otra en Asia, Circa-
sia, que tiene el Cáucaso.
XV. Si después de la Europa examinamos
a confederación g e r m á n i c a , ese micro-
E l obstáculo moral es la inquietud que cosmos de Europa, h é a q u í lo que apa-
Francia despierta en Europa. rece: dejando á un lado Prusia y Aus-
Francia, en efecto, para el mundo en- tria, que se cuentan entre las grandes
tero es el pensamiento, la inteligencia, m o n a r q u í a s independientes, los seis prin-
cipales Estados de la confederación ger-
la publicidad, el libro, la prensa, l a t r i -
m á n i c a son: Ba viera, Wurtemberg, Sajo-
buna, l a palabra; es la lengua la peor
rna, Hannover, Hesse y Badén. De estos
de las cosas, como dice Esopo; la mejor
seis Estados, los cuatro primeros eran
también. ducados y hoy son reinos, y los dos últi-
Para apreciar cuál es la influencia de mos eran, Hesse u n landgraviato y Ba-
Francia en la atmósfera continental y la dén un margraviato, y hoy son grandes
luz y el calor que esparce, basta compa- ducados.
rar á la Europa de bace doscientos años,
es decir, la que bemos bosquejado al Respecto á los Estados electivos y v i -
principio de este trabajo, con l a Europa talicios del cuerpo g e r m á n i c o , eran n u -
de boy. merosos y c o m p r e n d í a n una m u l t i t u d de
principados eclesiásticos; todos han deja-
Si es una verdad que el progreso de las
do de existir, y á su cabeza se han eclip-
sociedades no es otra cosa, y nosotros lo
sado para siempre los tres grandes elec-
creemos firmemente, que marcbar por torados arzobispales del R h i n .
transformaciones lentas, sucesivas y pa-
cíficas del gobierno de uno solo al go- Si pasamos á los Estados populares,
bierno de mucbos, y del gobierno de mu- nos encontramos con que en Alemania
habia setenta ciudades libres y no que-
chos al gobierno de todos; si esto es una
dan m á s que cuatro: Francfort, Ham-
verdad, á primera vista parece evidente
burgo, Lubeck y Brema.
que la Europa, lejos de adelantar, como
las nobles inteligencias suponen, ba re- Y nótese bien; para hacer tangible esta
trocedido. transformación no nos hemos colocado
en las condiciones favorables para el
E n efecto, sin hacer figurar por el mo efecto de lo que q u e r í a m o s demostrar,
m e n t ó en este cálculo las m o n a r q u í a s pues si en lugar de 1630 hubiésemos
secundarias de la confederación g e r m á elegido 1650, por ejemplo, hubiésemos
nica, y no teniendo en cuenta m á s que podido rebajar el n ú m e r o de los Estados
los Estados absolutamente independien- monárquicos y a ñ a d i r á los Estados de-
tes, se vé que en el siglo diez y siete no mocráticos del siglo diez y siete la Re-
habia en Europa m á s que doce monar- pública inglesa, que ha desaparecido hoy
quías hereditarias y hoy hay diez y siete. ya como las otras.
E x i s t í a n cinco m o n a r q u í a s electivas y Prosigamos.
hoy no se conserva m á s que una, la San De las cinco m o n a r q u í a s electivas, dos
ta Sede. eran de primer órden, Roma y el imperio.
Habia ocho Repúblicas; hoy no queda L a única que hoy queda es Roma, y se
m á s que una, Suiza. cuenta en el n ú m e r o de las de tercer
No obstante, es preciso a ñ a d i r que órden.
Suiza, no tan solo ha sobrevivido, sino De las ocho Repúblicas, una, Venecia,
que se ha engrandecido. De trece canto era potencia de segundo órden. L a ú n i c a
nes que tenia ha llegado á reunir vein- que subsiste en nuestros dias, Suiza, es,
tidós. D i g á m o s l o de paso—pues ya que como Roma, u n Estado de tercer órden.
insistimos en las causas morales, no que- Las cinco grandes potencias que ac-
remos omitir las causas físicas,—todas tualmente dirigen el mundo, Francia,
las Repúblicas que han desaparecido es- Prusia, Austria, Rusia ó Inglaterra, son
taban situadas en llanuras ó j u n t o al m o n a r q u í a s hereditarias.
mar; la sola que ha quedado estaba si- Ahora bien; hecha esta confrontación
tuada en las m o n t a ñ a s . Las m o n t a ñ a s sorprendente, quién ha ganado terreno?
conservan las R e p ú b l i c a s . Desde hace L a m o n a r q u í a . Quién lo ha perdido? L a
cinco siglos, á pesar de los asaltos y de democracia.
las ligas, hay tres Repúblicas m o n t a ñ e -
sas en el antiguo continente: una en Eu- ( l ) Los abisinios rechazan como injurioso el nombre
ropa, Suiza, que tiene los Alpes; otra en abisintos y se llaman agasriens, que significa Ubres.
107
TOMO IV.
m OBRAS DE VICTOR HUGO.
tre las brumas del Océano. L a sombría es. Inglaterra hace d a ñ o . Francia hace
y borrascosa tragedia en que brillaban ruido.
la espada de Cromwell y el hacha de Las diversas objeciones que se oponen
Hewlet, se representaba á los ojos de los en Europa, con especialidad desde 1830,
reyes del continente detrás de la eternal al espíritu francés, deben, á nuestro modo
cortina de tempestades que l a naturale- de ver, ser abordadas de frente, y por
za desplega entre Inglaterra y Europa. nuestra parte no retrocederemos ante
A esta distancia y con semejante niebla ninguna. E n el siglo diez y nueve, lo pro-
no eran hombres los que trabajaban, clamamos con alegría y con orgullo, el
eran sombras. objeto principal de las miras de Francia
Hay una cosa digna de mención y de es el pueblo, es l a elevación gradual de
insistencia. E n el espacio de medio siglo las inteligencias, es la dulcificación pro-
dos cabezas reales han caido en Ingla- gresiva de la suerte de las clases nume-
terra, una al golpe de una cuchilla real rosas y afligidas, es el presente mejorado
y la otra en u n cadalso popular, sin que por la educación de los hombres, es el
las testas coronadas de Europa se conmo- porvenir asegurado por la educación de
viesen, n i les inspirase otro sentimiento los niños. H é aquí, en verdad, una m i -
que el de la piedad. Y no obstante, sión santa é ilustre. No disimulamos,
cuando la cabeza de Luis X V I cayó en sin embargo, que en estos momentos una
Paris, el espectáculo pareció completa- parte del pueblo, positivamente el menos
mente nuevo y el atentado se tuvo por digno y quizás el que menos sufre, pa-
inaudito. E l golpe dado por l a mano v i l rece agitado por los instintos; l a envidia
de Marat y de Couthon aterrorizó m á s y los celos se despiertan en él; el perezoso
pronto á los reyes que los dos golpes de abajo mira con furor al ocioso de arri-
dados por el brazo soberano de Isabel y ba, al cual se le parece, y colocada en-
por el brazo formidable de Cromwell. Se tre estos dos extremos, que se tocan m á s
podria decir de una manera exacta que de lo que ellos creen, la verdadera socie-
para el mundo, lo que no ha tenido l u - dad, la gran sociedad que produce y que
gar en Francia no ha sucedido todavía. piensa, parece amenazada en el conflicto*
1587 y 1649, dos fechas, por cierto l ú - U n trabajo subterráneo de ódio y de có-
gubres hasta lo sumo, desaparecen ante lera se lleva á cabo en la sombra, y
el resplandor horrible que despiden esas prueba de ello es que de cuando en
cuatro cifras siniestras: 1793. cuando se descubren graves síntomas,
E n cuanto á Inglaterra, el penitus toto por lo que no negamos que los hombres
divisos orbe Britannos ha sido por largo sábios, hoy tan afectuosamente dedica-
tiempo un hecho. Hasta cierto punto hoy dos á las clases necesitadas, dejen de te-
t o d a v í a lo es. Inglaterra está m á s lejos ner razón al mezclar cierta especie de
del continente de lo que ella se cree. E l desconfianza en la simpatía que les ins-
rey Canuto el Q-rande, que vivió en el piran. Nosotros creemos que estamos en
siglo undécimo, á los ojos de Europa el caso de vigilar y no de espantarnos.
aparece en las profundidades de l a histo- Y t é n g a s e presente que en todos esos
ria tan lejos como Carlo-Magno. L o hechos de que Europa se espanta y que
mismo sucede con los caballeros de l a declara inauditos, no hay nada de nuevo.
Tabla Redonda, que retroceden entre las Inglaterra ha tenido antes que nosotros
nieblas de la Edad Media á la época de revolucionarios, y Alemania, p e r m í t a n o s
los paladines. L a fama de Shakespeare que lo digamos, ha tenido comunistas
ha tardado ciento cuarenta años en atra antes que nosotros. Inglaterra decapitó
vesar el estrecho. E n nuestros dias, cua la m o n a r q u í a antes que Francia, y an-
trocientes p i l l u d o s de Paris, reunidos tes que Francia, Bohemia n e g ó la socie-
silenciosamente como las moscas de Oc- dad. Los Hussitas, ignoro si nuestros
tubre en los á n g u l o s negros de l a vieja sectarios contemporáneos lo saben, prac-
Puerta de San Martin, pateando el suelo ticaron desde el siglo quince todas sus
por espacio de tres tardes, turban m á s teorías. E n una de las dos banderas que
profundamente la paz de Europa que enarbolaron escribieron: / Vengama del pe-
todo el alboroto salvaje de las elecciones queño contra el grande! y atacaban así el
inglesas. órden social m o m e n t á n e o , y en la otra
Hay en el miedo que Francia inspira estamparon: ¡Reducir á cinco todas las ciu-
á los principes europeos u n efecto de óp dades de la tierra! y así atacaban el órden
tica y un efecto de acústica, doble exa social eterno. Se vé, pues, que por la idea
geracion de la cual es preciso desconfiar eran tan "avanzados,, como se l l a m a
Los reyes no ven á Francia t a l como hoy á los comunistas, y por l a acción
ÉL RHIN. 855
he a q u í cómo estaban organizados:— que deletrean un libelo en una taberna?
H a b í a n arrojado un rey, Segismundo, Algunos desgraciados, mezclados con
de su capital, Praga; eran dueños de un algunos miserables; hé a q u í los Hussi-
reino, la Bohemia; tenian u n general, tas del siglo diez y nueve. Contra una
hombre de genio, Ziska; se hablan mo- secta semejante, contra u n peligro de
fado de un Concilio, el de Basilea en esta naturaleza, bastan dos cosas: luz en
1431, y de ocho Dietas, la de B r i n n , la las inteligencias y cuatro soldados y u n
de Viena, la de Presburgo, las dos de cabo en l a calle.
Francfort y las tres de Nuremberg; ha- T r a n q u i l i c é m o n o s , pues, y tranquili-
blan celebrado ellos mismos una Dieta cemos al continente.
en Czaslau y depuesto solemnemente Exceptuadas Rusia é Inglaterra, y ya
un rey y creado una regencia; hablan hemos dicho por q u é , en Europa son
afrontado dos cruzadas provocadas con- conocidas, sin contar los Estados peque-
tra ellos por Martino Y; espantaron á la ños, dos clases de m o n a r q u í a s , las anti-
Europa, hasta el punto de que se estable- guas y las nuevas. Dejando aparte las
ció contra ellos u n Consejo permanen- restricciones de detalle, vemos que las
te en Nuremberg, una milicia perpetua antiguas decaen y las nuevas se engran-
mandada por el elector de Brandeburgo, decen. Las antiguas son: E s p a ñ a , Portu-
una paz general que p e r m i t í a á l a Ale- gal, Suecia, Dinamarca, Roma, Ñ á p e -
mania reunir todas sus fuerzas para su les y T u r q u í a . A l a cabeza de estas
exterminio y un impuesto universal, el viejas m o n a r q u í a s está el Austria, gran
dinero común, que pagaba lo mismo el potencia alemana. Las nuevas son: Bél-
príncipe soberano que el campesino. E l gica, Holanda, Sajonia, Baviera, W u r -
terror de su llegada hizo que se trans- tenberg, C e r d e ñ a y Grecia. A la cabeza
portasen la corona de Carlo-Magno y las de estos reinos jóvenes está Prusia, otra
joyas del imperio de Carlstein á Buda y gran potencia alemana. U n a sola mo-
de Buda á Nuremberg. Ellos devasta- n a r q u í a en este grupo de Estados goza
ron horriblemente, teniendo delante la de u n magnífico privilegio, pues es á l a
Alemania armada y despavorida, ocho vez vieja y jóven, y tiene tanto pasado
provincias: la Misnia, la Franconia, la como Austria y tanto porvenir como
Baviera, la Lusacia, la Sajonia, el Aus- Prusia, y es Francia.
tria, el Brandeburgo y Prusia; batieron ¿Esto no indica claramente el papel
á los mejores capitanes de Europa, al necesario que desempeña Francia? Fran-
emperador Segismundo, al duque Co- cia es el punto de intersección de lo que
ribut Jagellon, a l cardenal Julien, a l ha sido y de lo que será, el lazo c o m ú n
elector de Brandeburgo y al legado del de los viejos reinos y las naciones jóve-
Papa. Delante de Praga, Teutschbroda, nes, el pueblo que recuerda y el pueblo
Saatz, Aussig, Riesenberg, Mies y Taus, que espera. E l rio de los siglos puede
exterminaron ocho veces el ejército del seguir su curso; el paso para la humani-
Sacro-Imperio, y en estos ocho ejércitos dad está asegurado; Francia es el puente
habla uno de cien m i l hombres, manda- granítico que llevará las generaciones de
do por el emperador Segismundo; otro una orilla á otra.
de ciento veinte m i l , capitaneado por el ¿Quién se atreverla á echar abajo ese
cardenal Julien, y otro de doscientos m i l , puente providencial? ¿Quién se atreverla
dirigido por los electores de Tréveris, á destruir ó desmembrar l a Francia? No
Sajonia y Brandeburgo. Solo este últi- conseguirlo seria confesarse loco. L o -
mo, teniendo en consideración las fuerzas grarlo seria hacerse parricida.
militares del siglo quince, representarla L o que inquieta de u n modo raro á los
hoy u n efectivo de un millón doscientos reyes es que Francia, por ese poder de
m i l soldados. ¿Y c u á n t o tiempo duró dilatación que es propio á todos los prin-
esta guerra, hecha por una secta á la cipios generosos, tiende á esparcir por
Europa y al género humano? Diez y seis fuera su libertad.
años. Desde 1420 á 1436. Sin disputa A q u í hay necesidad de entenderse.
alguna esta secta fué salvaje y gigan L a libertad es necesaria al hombre.
tesco enemigo. Ahora bien; la c i v i l i - P o d r í a decirse que l a libertad es el aire
zación del siglo quince, por ser aquella respirable del alma humana. Bajo cual-
la barbarie y ser ésta la civilización, fué quiera forma que se le presente, le es i n -
bastante fuerte para dominarla, apagar dispensable. Verdad es que todos los
la y sofocarla. ¿Y se cree que la civiliza pueblos europeos no son completamente
cion del siglo diez y nueve debe temblar libres, pero todos lo son en a l g ú n senti-
ante una docena de holgazanes ebrios, do. A q u í es libre la ciudad, allá lo es el
856 OBRAS D E VICTOR HU60.
nos riamos del humo; él es el que condu- con la luz en la mano; pero t é n g a s e pre-
ce el mundo. sente, pues ya lo hemos dicho otra vez y
Para que la paz perpetua fuese posible en otros términos, que lo que puede i l u -
y la teoría se trocase en realidad, eran minar puede t a m b i é n incendiar. Acója-
necesarias dos cosas: u n vehículo para el selas y déseles su lugar. E l arte es u n
servicio rápido de los intereses y un vehí- poder, la literatura es una potencia. Es
culo para el cambio rápido de las ideas; preciso, pues, respetar lo que tiene de po-
en otros términos, u n medio de transporte der y gobernar lo que tiene de potencia.
uniforme, unitario y soberano y una len- Insistamos en lo dicho. S e g ú n nuestro
gua general. Estos dos vehículos, que modo de pensar, si el porvenir realiza lo
tienden á borrar las fronteras de los i m - que esperamos, los motivos que provo-
perios y de las inteligencias, los tiene hoy can las guerras y las revoluciones i r á n
el universo; el primero es el camino de disminuyendo de día en día. A nuestro
hierro, el segundo es la lengua francesa. modo de ver, ellos no desaparecerán por
Tales son en el siglo diez y nueve, completo nunca. L a paz universal es
para todos los pueblos que están en via una hipérbole cuya a s í n t o t a sigue el g é -
de progreso, los dos medios de comuni- nero humano.
cación; es decir, de civilización; es decir, Seguir esa radiante asíntota, hé a q u í
de paz. Se v á en w a g ó n y se habla la ley de la humanidad. E n el siglo diez
francés. y nueve todas las naciones marchan y
E l camino de hierro reina por la om- m a r c h a r á n por ella, inclusa Rusia é i n -
nipotencia de su rapidez; la lengua fran- clusa Inglaterra.
cesa por su claridad, que es la rapidez Nosotros, si la Europa central se cons*
de una lengua, y por la s u p r e m a c í a se- tituyese, como hemos indicado m á s a r r i -
cular de su literatura. ba, nosotros somos de los que veríamos
Detalle notable que apenas será creí- sin celos y sin inquietud á Rusia, que el
ble en el porvenir, y que es imposible Cáucaso detiene por ahora, dar ]a vuel-
dejar de señalarlo: de todos los pueblos y ta al mar Negro; y, como en otro tiempo
todos los gobiernos que se sirven hoy de los turcos, esos otros hombres del Norte^
estos dos admirables medios de comu llegar á Constantinopla por el Asia Me-
nicacion y de cambio, el gobierno de nor. L o tenemos dicho; Rusia es mala
Francia es el que a l parecer ha tenido en para Europa y buena para el Asia. Pa-
menos su eficacia. A la hora presente, ra nosotros es oscura, para el Asia es l u -
Francia apenas tiene algunas leguas de minosa; para nosotros es b á r b a r a , para
camino de hierro. E n 1837 se le dió u n el Asia es cristiana. Sus pueblos no es-
pequeño rail-way como se d á u n juguete t á n todos alumbrados en el mismo gra-
á ese gran n i ñ o que se llama P a r í s , y du- do y de l a misma manera; la noche se
rante cuatro años no se ha adelantado extiende por Asia y el dia se dibuja en
u n paso. E n cuanto á la lengua francesa, Europa. Rusia es una l á m p a r a .
en cuanto á l a literatura francesa, ésta Que se vuelva hácia el Asia, que es-
brilla y resplandece para todos los gobier- parza en ella la claridad que tiene, y
nos y todas las naciones, excepto para el el imperio otomano derrumbado, gran
gobierno francés. Francia ha tenido y hecho providencial que salvará la c i v i l i -
Francia tiene aun la primera literatura zación, que entre en Europa por Cons-
del mundo. Hoy mismo, no nos cansare- tantinopla. Francia, restablecida en su
mos de repetirlo, nuestra literatura no grandeza, verá con simpatía la cruz
es solamente la primera, sino que es la griega reemplazar á la media luna en la
única. Todo pensamiento que no sea el vieja c ú p u l a bizantina de Santa Sofía.
suyo está apagado; ella está hoy m á s v i - Después de los turcos, los rusos; esto es
va y m á s vivaz que nunca. E l gobierno un paso.
actual parece ignorarlo y obra en este Nosotros creemos que el noble y pia-
sentido, y esto es, nosotros se lo decimos doso emperador que conduce, en el mo-
con profunda benevolencia y sincera mento en que escribimos estas líneas,
simpatía, una de las m á s grandes faltas tantos millones de habitantes hácia tan
que ha cometido desde hace once años. bellos destinos, es digno de dar este gran
Tiempo es que se preocupe, y se preocu- paso; nosotros deseamos sinceramente
pe sériamente, de las nuevas generacio- que lo d é . Pero tenga presente que el
nes, que son literarias hoy, como eran trato cruel que se le ha dado á Polonia
militares en l a época del Imperio. Ellas quizá sea u n obstáculo á su pueblo en
se presentan sin cólera, porque vienen lle- el presente y una objeción á su gloria
nas de pensamientos; ellas se presentan ante la posteridad. E l grito de Grecia
800 OBRAS D E VICTOR HUGO.
revelado una ley nueva, que data, para que han de ensanchar las vias que á él
el primer órden de hechos, desde la de- conducen. Masas inmensas dormitan y
cadencia de la m o n a r q u í a española, y sufren en las regiones extremas, y espe-
para el segundo, desde la transforma- ran, por decirlo así, que les llegue su
ción de la m o n a r q u í a francesa. Se diria vez. E l Norte y el pueblo son los recep-
que l a Providencia, que tiende sin cesar táculos de la humanidad. Ayudémosles
al equilibrio y que corrige por reduccio- á que se esparzan tranquilamente por
nes continuadas las oscilaciones dema- los lugares, las cosas y las ideas que
siado violentas de la humanidad, quiere deben fecundizar. No dejemos que se
poco á poco apartar á las regiones extre- desborden. Ofrezcamos, pues así lo acon-
mas en la Europa y á las clases extremas seja la prudencia y el deber, una desem-
en el Estado de ese e x t r a ñ o derecho de bocadura ancha y pacífica á las naciones
ejecución que se hablan arrogado hasta mal situadas hácia las zonas favorecidas
a q u í , las unas para tiranizar y para ex- por el sol y á las clases desheredadas
cluir, y las otras para agitar y para des- hácia los goces sociales. Suprimamos el
truir. E l gobierno del mundo parece que malestar por todas partes. Eso será su-
pertenecerá de hoy en adelante á las primir los orígenes de las guerras en el
regiones templadas y á las clases me- continente y los orígenes de las revolu-
dias. Carlos V ha sido el ú l t i m o gran ciones en el Estado. Para la política i n -
representante de la dominación meridio- terior como para la política exterior, para
nal, como Luis X I V ha sido el último las naciones entre sí como para las clases
gran representante de la m o n a r q u í a ex- en el pais, para la Europa como para la
clusiva. No obstante, aunque el Medio- sociedad, el secreto de la paz existe qui-
día no reina ya en Europa, aunque la zá en una sola frase: dar al Norte su par-
aristocracia no reina ya en la sociedad, te de Mediodía y a l pueblo su parte de
no olvidemos que las clases medias y las poder.
naciones intermediarias no pueden con-
servar el poder sino con l a condición de P a r í s , Julio de 1841.
M I S C E I M DE UTIRATÜRA Y DE F M O F l i . Páginas
Diario de las ideas, de las opiniones y de las lecturas de Libro I.—Shakespeare.—Su vida. 91
un joven jacobino de 1819. Libro II.—Los génios 99
P á g i n a s Libro I I I . — E l arte y la ciencia. . 117
Libro I V . — E l antiguo Shakespeare. , 124
Historia .
Libro V.—Las almas. . . . . 136
A un historiador
Extracto del correo francés del jueves 14 de Setiembre
de 1792 (año IV de la libertad). . 9 Libro I.—Shakespeare.—Su génio. . 141
Después de una lectura del M o n i t o r 9 Libro IL—Shakespeare.—Su obra.—Los puntos cul-
Fragmentos de crítica á propósito de un libro político es- minantes 142
crito por una mujer 10 Libro III.—Tan eterno es Zoilo como Homero. . . 157
Sobre un poeta aparecido en 1820 16 Libro IV.—Crítica. . 162
Teatro 17 Libro V.—Los ingenios y las masas 167
Fantasía . 19 Libro V i . - L o bello al servicio de lo verdadero. 171
Satíricos y moralistas 21
Sobre Andrés Ghenier 22
A un traductor de Homero . , 23 Libro I.—Después de la muerte.—Shakespeare.—In-
Un folletín 24 glaterra 179
Del génio 28 Libro I I . — E l siglo diez y nueve. 186
Plan de-una tragedia, escrito en el colegio 30 Libro I I I . — L a historia real.—Cada uno debe ocupar
su sitio. . . . , 189
Diario de las ¡deas y de las opiniones de un revo
lucionario de 1830.
Agosto 32 ANTES DEL DESTIERRO: 1841 i 1851.
Setiembre. . . 33
Octubre. 35 El derecho y la ley 201
Noviembre 36 Prefacio 201
Diciembre 36 Academia francesa: 1841 á 1844.
Enero. 37
Discurso de recepción 217
Febrero 37
Contestación de M. Víctor Hugo, director de la Academia
Marzo 37
francesa, al discurso Saint-Marc Girardin 228
Ultimos fragmentos sin fecha , 38
Contestación de M. Víctor Hugo, director de la Academia
francesa, al discurso de M. Saint-Beuve 232
Sobre Voltaire 39
Sobre Walter Scott, á propósito de Quintín Durward. . 44 Cámara de los Pares: 1845 á 1848.
Sobre el abate Lamennais, á propósito de su ensayo so- La Polonia 241
bre la indiferencia en materia de religión 47 Consolidación y defensa del litoral 244
Sobre lord Byron, con motivo de su muerte 49 La familia Bonaparte 249
Ideas al acaso. 52 El Papa Pío IX 252
Fragmento de historia 55 Reuniones electorales: 1848 á 1849.
Sobre M. Dovalle . . . . . . . . . . . . . . ., . 5 9 257
Carta á los electores
Guerra á los demoledores 60 Plantación del árbol de la libertad en la plaza de los
Imbert Galloix.. 62 Vosgos 257
Sobre Mirabeau. . . . . . . . . . . 72 258
Reunión de autores dramáticos
Víctor Hugo á sus conciudadanos 259
GUILLERMO S H A K E S P E A R E . Sesión de las cinco asociaciones del arte y de la indus-
tria. 260
Dedicatoria. Junta de las asociaciones después de terminado el man-
Prefacio.. dato. . 266
INDICE D E L TOMO I V ,
Páginas Páginas
EN EL DESTIERRO. 1867.
lí—La Creta. . . . • 463
I I . —Los fenianos. . . 465
185S. I I I . —El emperador Maximiliano. . . . 466
IV. —Voltaire 468
I . —Al dejar la Bélgica 385
V. —Jhon Brown 468
I I . —Al llegar á Jersey. , 387
VI. —La pena de muerte abolida en Portugal. 468
I I I . —Declaración á propósito del imperio 388
VIL—Hernani . . . . . 469
IV. —Banquete polonés 389
VIH.—Los niños pobres 471
1853. 1868.
I . —Ante la tumba de Juan Bousquet 393 I . —Manin. 473
I I . —Ante la tumba de Luisa Julien 395 I I . —Gustavo Flourens. v 473
I I I . —Viségimo-tercero aniversario de la revolución de I I I . —España 474
Polonia. 397 IV. —Segunda carta de España 476
1854. V. —Los niños pobres 477
EL. R H IN .
Después del destierro.
Cartas á un amigo 587
Paris y Roma 503 Carta I.—De Paris á la Ferté-sous-Jouarre 592
Carta II.—Montmirail.—Montmort.—Epernay. . . . 595
PRIMERA PARTE.—Regreso á Francia de la expulsión Carta IIL—Chalons.—Sainte-Menehould.—Varennes. . 598
de Bélgica. Carta IV.—De Villers-Cotterets á la frontera . 605
Carta V.—Gibet 612
Carta VI.—Las orillas del Mosa.—Dinant.—Namur.. . 615
I . —Entrada en Paris 515
Carta VII.—Las orillas del Mosa.—Huy.—Lieja.. . . 617
I I . —A los alemanes 516
Carta VIH.—Las orillas del Vesdre.—Verviers. . . . 621
I I I . —A los franceses 518
Carta IX.—Aix-la-Chapelle.—La tumba de Carlo-Magno. 622
IV. —A los parisienses 519
V. —Los Castigos 521 Carta X.—Colonia 631
Carta XI.—A propósito de la casa Ibach 640
VI. —Elecciones para la Asamblea nacional, . . . . 522
Carta XII.—A propósito del museo Wallraf 643
B-CTEarDIOOS. Carta XIII.—Andernacb 645
I . —Llegada á Burdeos 523 Carta XIV.—El Rhin 649
I I . —La guerra en el presente y la paz en el porvenir. . 523 Carta XV.—El Ratón 656
I I I . —Dimisión de los representantes de la Alsacia y la Carta XVI.—A través de los campos 660
Lorena 526 Carta XVIL—San Goar 662
IV. —La cuestión de Paris 528 Carta XVIIL—Bacharach 667
V. —Dimisión de Víctor Hugo 530 Carta XIX.—Feur! Feurf 669
Carta XX.—De Lorch á Bingen 673
Carta XXI.—Leyenda del hermoso Pecopin y de la bella
I . —A los señores Meurice y Vacquerie 533 Bauldour. 692
I I . —El incidente belga. 537 I . —Leyenda 692
I I I . —Vianden 541 I I . —El ave Fénix y el planeta Vénus 693
IV. —Elecciones del 2 de Julio 542 I I I . —Donde se explica la diferencia que hay entre el oido
SEGUNDA PARTE.—Desde la expulsión de Bélgica hasta de un jóven y el oido de un viejo 694
la entrada en el Senado. IV. —Donde se trata de las diversas cualidades propias de
las diversas embajadas 695
V. —Buen efecto de una buena idea 696
I . —A los redactores de Le Rappel 545 VI. —Donde se vé que hasta el mismo diablo comete una
I I . —A M. León Bigot, abogado de Maroteau 549 falta por ser glotón 696
I I I . —A M. Robert Hyenne 551 VIL—Amigables proposiciones de un viejo docto retirado
IV. —El mandato por medio de contrato 551 en una cabana de follaje 700
V. —Elección del 7 de Enero de 1872 553 VIIL—El cristiano errante 701
VI. —Funerales de Alejandro Dumas 554 IX. —En donde se vé qué es lo que puede divertir á un
VIL—A los redactores de E l Renaeimiento. . . . 554 enano en un bosque 702
VIH.—A los redactores de E l Pueblo Soberano. . . 555 X. —Equis eanibusque 703
IX. —Respuesta á los romanos 556 Xí.—A lo que uno se expone montando un caballo que
X. —Cuestiones sociales 557 no conoce .705
XI. —Aniversario de la República 559 XII. —Descripción de un mal albergue 707
XII. —El porvenir de Europa 560 XIII. —A tal posada, tal mesa redonda 709
XIII. —Ofrecimientos de volver á la Asamblea 561 XIV. —Nueva manera de desmontar 710
XIV. —Enrique Rochefort 562 XV. —Donde se vé cuál es la figura retórica que Dios
XV. —La ciudad de Trieste y Víctor Hugo 563 usa con más frecuencia 711
XVI. —El centenario del Petrarca 563 XVI. —Donde se trata la cuestión de si se puede recono-
XVII. —La cuestión de la paz, reemplazada por la cues- cer al que no se ha conocido. . . . # . . . 712
tión de la guerra 565 XVIL—Observaciones que se le ocurrieron á la entrada. 713
XVIIL—Exequias de Mad. Paul Meurice 566 XVIIL—Donde aprenderán los espíritus graves cuál es
XIX. —A los demócratas italianos 567 la más impertinente de las metáforas 714
XX. —Por un soldado 568 XIX.—Bellas y prudentes palabras de cuatro filósofos
XXL—Exequias de Edgart Quinet 569 bípedos adornados con plumas 715
XXII. —Al Congreso de la Paz 571 Carta XXIL—Bingen 716
XXIII. —El delegado de Paris á los delegados délas Carta XXIII.—Maguncia 722
36.000 municipalidades de Francia 571 Carta XXIV.—Francfort-sur-le-Mein 728
TOMO IV. 109
866 INDICE D E L TOMO I V .
Paginas Páginas
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