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OTlMpA sfl^íS^S
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OBRAS COMPLETAS
DE VÍCTOR HU
OBRAS COMPLETAS

VICTOR HUGO
oxa

DON JACINTO LABAILA,

TOMO I V -

Fondo b m i o g r ú m o
Dionisio Fridruéjo
Blbüctsci Publica de Seria

/¿?//f

VALENCIAal887:

TERRAZA, ALIENA Y COMPAÑÍA, E D I T O R E S ,


Embajador Vieli, núin. 19.
Es PROPIEDAD D E LOS E D I T O R E S .

Imprenta de Juan Guix, eaíle de Miñana, nóms. 7 y 9.


MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA.

DIARIO no languidece nunca; es lo que debe ser,


el cuadro razonado de los grandes hom-
de las ideas, de las opiniones y de las lecturas de un joven
jacobino de 1819. bres y de los grandes sucesos, y no como
pretenden que sea en nuestro tiempo, el
HISTORIA..
registro de l a vida de algunos hombres, ó
el proceso verbal de algunos siglos.
NTRE los antiguos, la ocu- Los historiadores modernos, que sacan
pación de escribir histo- la historia de las crónicas, no vieron en
ria servia de descanso á los libros lo que en ellos existe, esto es,
los grandes hombres his- hechos contradictorios que restablecer y
tóricos, y Jenofonte era fechas que comprobar. Escriben como sá-
jefe de los Diez m i l y Tá- bios, ocupándose mucho de los hechos y
cito era príncipe del Senado. Entre los rara vez de las consecuencias, exten-
modernos, como los grandes hombres diéndose sobre los acoatecimientos, no
históricos no sabian leer, era preciso s e g ú n el interés moral de que son sus-
que la historia l a escribieran letrados y ceptibles, sino s e g ú n el interés de curio-
sábios, que lo eran por permanecer extra- sidad que presentan con relación á los
ños y separados de los intereses munda- acontecimientos de sus siglos; por eso l a
nales, esto es, de los intereses de l a his- mayor parte de nuestros historiadores
toria. empiezan por compendios cronológicos
De a q u í resulta que l a historia, t a l y concluyen por escribir una especie de
como l a escriben los modernos, es mez- gacetas.
quina y poco inteligible. H a y que notar Se ha calculado que necesitaría ocho-
que los primeros historiadores antiguos cientos años el hombre que leyese catorce
escribian s e g ú n l a tradición, y los pri- horas cada dia, para leer las obras escri-
meros historiadores modernos s e g ú n las tas sobre historia que se encuentran en
crónicas. A los antiguos les inspiraba l a nuestra Biblioteca real; y entre esas
idea moral de que no bastaba que el obras se cuentan m á s de veinte m i l , casi
hombre hubiera vivido, n i que u n siglo todas de muchos volúmenes, de la histo*
existiera para que pudiera escribirse l a ria de Francia, desde Royon, Fantin-
historia, sino que era preciso además que Desodoards y Auquetil, que escribieron
hubiese dejado como e n s e ñ a n z a grandes historias completas, hasta los cronistas
ejemplos que imitar á los hombres futu- Froissard, Cominos y Juan de Troyes,
ros. He a q u í por q u é l a historia antigua los que nos hacen saber que tal rey estaba
6 OBRAS D E VICTOR HUGO.

enfermo, y que t a l dia un hombre se ahogó ruso parece que reserve poblaciones sal-
en el Sena. vajes para atacar nuestras regiones c i -
Entre estas obras se encuentran cuatro vilizadas.
historias de Francia: la de Dapleix, que El porvenir d é l a Rusia, que es tan i m -
no se lee ya; l a de Meceray, que se Ifeerá portante hoy para la Europa, d á gran
siempre, no porque sea tan exacta y tan interés á su pasado. Para presentir lo
verdadera como dijo Boileau, por exi- que puede llegar á ser ese pueblo, debe
gencias de la rima, sino porque es o r i g i - estudiarse bien lo que ha sido; pero es
nal y satírica, género que es muy agra- dificilísimo semejante estudio, porque
dable para los lectores franceses; la del para hacerlo con fruto hay que perderse
padre Daniel, jesuíta, famosa por las en un caos de tradiciones confusas, de
descripciones de las batallas, y que tiene relaciones incompletas, de leyendas, de
el gran mérito de la erudición, pero en la contradicciones y de crónicas truncadas.
que el conde de Bolainvillers solo encon- E l pasado de esa nación es tan oscuro
tró diez m i l errores; y la historia que es como su cielo; se encuentran desiertos
cribió Vely, que continuaron Viliaret y en sus anales como en su territorio.
Garnier. Viliaret, que habia sido cómi Es empresa á r d u a el escribir la his-
co, escribió con estilo pretensioso y hue toria completa de Rusia; porque es difi-
co, y fatiga por la afectación continua cilísimo atravesar la noche de sus tiem-
de sensibilidad y de energía; es inexacto pos para llegar, por hechos y crónicas
con frecuencia y rara vez imparcial. Grar que se entrecruzan y chocan, á descubrir
nier, aunque m á s razonable y m á s ins la verdad. Es preciso que el escritor se
truido, no escribe mejor; su estilo es apa apodere con audacia del hilo de ese dé-
gado y prolijo. Entre Q-arnier y Viliaret dalo, y que para desembarazarse de las
media l a diferencia que hay de lo me tinieblas, su evolución laboriosa lance
diano á lo peor, y si la primera condición viva luz en las cumbres de la historia de
vital para una obra es que se lea, el tra- ese pais. L a crítica concienzuda y sábia
bajo de estos dos autores puede conside- debe tener gran cuidado en restablecer
rarse como i n ú t i l . las causas y en combinar los resultados,
Por otra parte, escribir la historia de y su estilo tiene que fijar las fisonomías,
una sola nación es escribir una obra i n indecisas hasta ahora, de los personajes
completa, si no intervienen en ella las y de las épocas. No es tarea fácil sacar á
otras naciones que se le relacionan. No flote y hacer reaparecer á nuestra vista
pueden escribirse buenas historias lo los acontecimientos que hace tanto tiem-
cales si no se relacionan con la histo po desaparecieron en l a comente de los
ria general. Solo hay dos trabajos dignos siglos.
del verdadero historiador, l a crónica, e' E l historiador, s e g ú n nuestra opinión,
diario ó la historia universal. Tácito ( debe, para ser completo, prestar m á s
Bossuet. atención que hasta hoy se acostumbra
Bajo el punto de vista concreto, Co á prestar á la época que precedió á la i n -
mines escribió una historia de Francia vasión de los tártaros, y consagrar qui-
bastante buena en seis líneas: "Dios no zá u n volumen á la historia de las tribus
ha creado nada en el mundo, n i hombres vagabundas que recorren la soberanía
n i bestias, sin que les haya dado su de Rusia. Este trabajo aclararla sin duda
contrario, para hacerles temer y que se alguna la antigua civilización que exis-
humillen: por eso hizo vecinas la Francia tió probablemente en el Norte, y el his-
y l a Inglaterra.,, toriador podría aprovecharse para este
estudio de las sábias disquisiciones de
Francia, Inglaterra y Rusia son los K l a p r o t h .
tres gigantes de Europa. Después de Levésque ha referido ya en dos volú-
nuestras recientes conmociones políticas menes, que añadió á su larga obra, la
esos colosos guardan cada uno su acti- historia de esos pueblos tributarios; pero
t u d particular: la Inglaterra se sostiene, esta materia espera aun el verdadero
la Francia se engrandece, la Rusia se historiador. Es menester tratar t a m b i é n ,
levanta. Este imperio, jóven aun en el pero con m á s extensión que Levésque, y
viejo continente, se agranda desde hace sobre todo con m á s sinceridad, ciertas
un siglo con singular rapidez, y su por- épocas de gran interés, como el famoso
venir pesa extraordinariamente sobre reinado de Catalina. E l historiador, dig-
nuestros destinos. No será imposible que no de este nombre, castigarla con el
su barbarie llegue un dia á remojar hierro candente de T á c i t o y con el láti-
nuestra civilización, porque el territorio go de Juvenal á esa cortesana coronada?
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MISCELÁNEA D E L I T E R A T U R A Y DE FILOSOFIA.

á la que los altivos sofistas del último controversias entre el israelita Orovio y
siglo consagraron el culto que negaban el armenio Felipe L i m b o r c h , en las que
á su Dios y á su rey; á esa reina regici- el rabino pone objeciones al muy ilustre
da, que puso en los cuadros de su toca- y m u y sábio cristiano, y en las que el
dor una matanza (1) y un incendio (2). cristiano refuta las aseveraciones del
Indudablemente una completa histo- muy sábio y m u y ilustre j u d í o . En el
ria de Rusia despertarla la atención uni- mismo siglo diez y siete, el profesor R i t -
versal. Los destinos futuros de la Rusia tanger-Koeingerbewg y Antonio, minis-
son hoy objeto de todas las meditaciones. tro cristiano en GénOva, abrazan l a ley
Esospaises del Septentrión han arrojado mosáica, lo que prueba que la preven-
ya muchas veces el torrente de sus pue- ción contra los judíos era ya mucho me-
blos al través de la Europa. Los franceses nor en dicha época.
de este tiempo han presenciado, entre E n la actualidad existen pocos judíos
otras maravillas, pacer en los céspedes que sean judíos y pocos cristianos que
de las T u l l e r í a s á los caballos que acos- sean cristianos. Y a no se desprecia, ya
tumbran á comer yerba al pié de la no se ódia, porque ya no se cree; esto es
gran muralla de la China; y desconoci- una gran desgracia. Jerusalem y Salo-
das vicisitudes han obligado en nuestros m ó n son ya cosas pasadas y muertas;
dias á las naciones meridionales á dirigir Roma y Gregorio V i l t a m b i é n . Solo v i -
á otro Alejandro las palabras de Dióge- ven Paris y Voltaire.
nes: Retírate, que me tapas el sol.
E l hombre enmascarado, que pasó mu-
cho tiempo por ser u n dios en l a pro-
Podria escribirse un libro m u y curioso
vincia de Khorassan, habia sido antes
respectoá la condición de los judíos en la
archivero de la cancillería de A b o u -
Edad Media. Si se les aborrecía, fué por-
Monslem, gobernador de Khorassan du-
que eran m u y odiosos; si se les desprecia-
rante el califato de Almanzor. S e g ú n el
ba, fué porque eran m u y viles. E l pueblo
autor de Lobbtarifch, se llamaba Haken
deicida era al mismo tiempo un pueblo
Ben Haschem. E n el reinado del califa
l a d r ó n . A pesar de los consejos del rabi-
Mahadi, tercer abasida, hácia el a ñ o 160
no de Beccai, no tenian n i n g ú n escrúpu-
de la Egira, fué soldado, y después llegó
lo en saquear á los nazarenos (así llama-
á capitán y jefe de secta. L a cicatriz que
ban ellos á los cristianos), y de este modo
le hizo el hierro de una flecha le desfi-
eran víctimas de su propia avaricia. E n
g u r ó el rostro, que se cubrió con u n velo,
la primera expedición de Pedro el Ermi-
por lo que le llamaban Barcal (velado).
taño, algunos cruzados, fanáticos por el
Sus adoradores se llegaron á convencer
celo religioso, hicieron voto de degollar
de que se cubría con el velo para ocultar
á todos los judíos que encontraran en su
el resplandor irresistible de su fisono-
camino, y lo cumplieron. Esta ejecución
mía. Khondemir está de acuerdo con
fué una sangrienta represalia de las ma
Ben Schahunah para llamarle Haken
tanzas bíblicas que cometieron los j u -
Ben Atha, y pretende convencer de que
díos. Suarez, entre unos y otros, solo
llevaba una m á s c a r a de oro. Observemos
nota esta diferencia: Los hebreos degollaron
de paso que un poeta irlandés contem-
á sus vecinos por una compasión bien enten
poráneo cambió esa m á s c a r a de oro por
dida, y los cruzados mataron á los hebreos
u n velo de plata. A b o n Giafar Thabari
por una compasión mal entendida.
hace una exposición de sus doctrinas.
H é a q u í una muestra del ódio que se Como cada dia la rebelión de este i m -
profesaba á los judíos. E n 1262 se veri- postor era m á s temible, el califa Mahadi
ficó una conferencia, ante el rey y la rei- envió á su encuentro al emir Abusaid,
na de A r a g ó n , entre el sabio rabino que derrotó al profeta velado, lo echó de
Zequiel y el hermano Pablo Ciríaco, do- Morón, obligándole á encerrarse en
minico muy erudito. Después que el Nekhscheb, donde habia nacido y don-
doctor judío citó el Toldos, Jeschuts, el de debia morir. E l impostor, al verse
T a r g u m , los Sanhedrin, el Nissachon sitiado, r e a n i m ó el valor de su fantás-
Vetus y el Talmud, la reina t e r m i n ó la tico ejército por medio de milagros que
controversia p r e g u n t á n d o l e por qué los parecen increíbles. Hacia salir todas las
judíos olían mal. Con el transcurso del noches, del fondo de u n pozo, un globo
tiempo este ódio fué debilitándose. E n luminoso, que se elevaba y lanzaba su
1687 se imprimieron de este modo las claridad á muchas millas de distancia.
(1) La matanza de los poloneses en los arrabales de Praga. A l llegar al último extremo de su deses-
(2) El incendio de la flota otomana en la bahía de Tchesmé peración, envenenó en un banquete a l
OBRAS D E VICTOR HUGO.

resto de los seides que le quedaban, y espíritu; queremos hacernos esta ilusión,
con la idea de que creyeran que se h a b í a filemos notado que Hume, Tito L i v i o y ,
remontado al cielo, se s u m e r g i ó en un generalmente hablando, todos los nar-
cubo lleno de materias corrosivas. Ben radores nacionales, son historiadores
Schannahn asegura que le sobrenadó el Denignos. Esta benevolencia, algunas
cabello, que no se consumió. Afirma veces mal fundada, incita á leer sus
t a m b i é n que una de sus concubinas, que obras. E n m i concepto, aunque el histo-
se escondió para escapar del veneno, so- riador cosmopolita tenga m á s mérito,
brevivió á la destrucción general y abrió •:iene t a m b i é n valor el historiador pa-
á Abusaid las puertas de Nekhscheb. E l triota; el primero escribe bajo el punto
profeta velado, al que ignorantes cronis- de vista de la humanidad y el segundo
tas confunden con el Viejo de la Monta- bajo el punto de vista de su país. E l nar-
ña, eligió el color blanco para sus ban- rador doméstico de una nación me en-
deras por el ódio que profesaba á los canta muchas veces, hasta cuando le
Abassaides, cuyo estandarte era negro. encuentro parcial, porque para m í en-
Su secta subsistió largo tiempo después cierra gran dignidad la frase que u n
de su muerte, y por caprichosa casuali- árabe dijo á Hagyage: "No conozco m á s
dad existió entre los turcomanos la dis- historias que la de m i pátria,,. Voltaire
tinción de Blancos y Negros, precisa- conserva siempre la ironía á su izquierda
mente en la misma época en que los y al alcance de la mano, como los mar-
Bianchi y los Neri dividían la I t a l i a en queses de su época llevaban á ese lado la
dos grandes facciones. espada, que era siempre brillante, her-
mosa, con adornos de oro y guarnecida
Voltaire, como historiador, es admi- de diamantes, pero que mataba.
rable muchas veces: hace revivir los he-
chos. L a historia es para él una larga Hay ciertas conveniencias de lenguaje
g a l e r í a de medallas de dobles caras. L a que solo revela al escritor el espíritu de
reduce casi siempre á esta frase de su nacionalidad. Las palabras b á r b a r a s que
Ensayo sobre las costumbres: ^Hubo allí sientan bien á un romano cuando habla
cosas horribles y cosas ridiculas.,, E n de los galos, s e n t a r í a n m a l en la boca de
efecto, l a historia de los hombres se re- un francés. E l historiador extranjero no
duce á e s t o . Después a ñ a d e Voltaire: " E l encontrará j a m á s algunas expresiones
copero Monteouculli fué descuartizado; gráficas que usan los hombres de cada
esto es horrible. E l Parlamento de Paris país. Nosotros decimos que Enrique I V
declaró rebelde á Oárlos V; esto es r i - gobernó su nación con bondad paternal;
dículo. ;7 Si hubiera escrito eso mismo se- en una inscripción china, traducida por
senta años m á s tarde, esas dos frases no los jesuítas, se dice que un emperador
le hubieran bastado. Si hubiera escrito reinó con bondad maternal.
" E l rey de Francia y trescientos m i l ciu
dadanos fueron degollados y fusilados, y A un historiador.
la Convención nacional declaró á P i t t
y Cobourg enemigos del género huma- Las descripciones de vuestras batallas
no,,, q u é comentarios hubiera puesto? son superiores á los cuadros polvorosos y
Seria espectáculo curioso ver cómo confusos, sin perspectiva, sin dibujo y
Voltaire juzgaba á Marat; ver cómo l a sin color, que nos ha dejado Mezeray, y á
causa juzgaba al efecto. los interminables boletines del padre Da-
niel: sin embargo, permitidnos que os
Seria, sin embargo, injusto solo en hagamos una observación, que creemos
centrar en los anales del mundo horror que os será provechosa para el porvenir.
y risa. Demócrito y Heráclito eran dos Aunque os acercáis mucho á l a manera
locos, y uniendo las dos locuras en un de hacer de los antiguos, no os habéis
solo hombre, no p o d r í a n dar por resul podido desprender completamente de la
tado un sábio. Voltaire merece, pues, e rutina de los historiadores modernos; os
grave reproche de que su ingenio sobre- detenéis demasiado en los detalles y no
saliente escribió la historia de los hom os fijáis bastante en las masas. ¿Qué nos
bres por lanzar interminable sarcasmo importa que Brissac dé una carga contra
contra l a humanidad. Quizás no hubiera Andelot, que Lanoue caiga del caballo
padecido este error si se hubiera limitado y que Montpensier haya pasado un ar-
á escribir la historia de Francia; quizás royo? L a m a y o r í a de los nombres que
el sentimiento nacional hubiera embo- aparecen por primera vez durante el
tado entonces la punta aguda de su curso de la obra, causan confusión en
MISCELÁNEA D E L I T E R A T U R A Y DÉ FILOSOFÍA.

los puntos en que el autor no puede ser ranzas de sus feligreses. Confesó que te-
claro, y á ellos debia arrastrar el espí- nia cinco hijos: el primero se llamaba
r i t u por la sucesión r á p i d a de los cua- / . / . Rousseau: el segundo, Mirabeau; el
dros. E l lector se p á r a para poder com- tercero, Pe^'o^; el cuarto, Brissot: el quin-
prender á q u é partido pertenecen tales y to, Cluh de los Jacobinos. E l buen cura
cuáles nombres antes de poder tomar el l e g a r á el patriotismo á sus hijos y los
hilo de la acción. No era éste el método confiará á la tutela de la p á t r i a , que
que usaban Polibio y T á c i t o , los dos pri- vela por los ciudadanos virtuosos,,,
meros pintores de batallas de la anti-
güedad. Esos grandes historiadores em- D e s p u é s de una lectura del «Monitor».
piezan por darnos una idea exacta de la
posición de los dos ejércitos, valiéndose Proetes y Cyestris, antiguos filósofos,
de alguna i m á g e n sensible sacada del de los que yo no sé que nadie se haya
órden físico, como por ejemplo: el ejér- ocupado, sostuvieron en otro tiempo el
cito estaba formado en semicírculo; pre- pró y el contra de una tésis casi olvida-
sentaba la forma de un á g u i l a que ex- da en nuestros di as. Se trataba de saber
tiende las dos alas, etc., y en seguida se si era posible que el hombre riese á car-
ocupan de los detalles. Los españoles cajadas y llorase á l á g r i m a viva al mis-
formaban la primera línea, los africanos mo tiempo. Esta tésis quedó sin decidir-
la segunda, l o s n ú m i d a s formaban las dos se, y solo consiguió hacer m á s irreconci-
alas, los elefantes marchaban delante, liables á los discípulos de Heráclito y los
etcétera, etc. Si hubiéramos leido en T á - sectarios de Demócrito. Desde 1789, la
cito: "Vibulennus dá una carga contra cuestión se resolvió definitivamente: co-
Rusticus, Lentulus cae del caballo, Ci- nozco un infolio que prueba este fenó-
vilis pasa el arroyo,,, es posible que ese meno y que d á solución á esta disputa
boletín hubiera sido claro ó interesante filosófica: este fenómeno es el Monitor;
para los contemporáneos, pero induda- abridle y leedle los que queráis reir ó los
blemente no hubiera complacido á la que queráis llorar, ó reir y llorar á un
posterioridad. E n este error incurren mismo tiempo.
casi todos los historiadores modernos: la Aunque se juzgue con benignidad la
costumbre que tienen de leer las crónicas época de nuestra regeneración, es preci-
les hace familiares con los personajes i n - so encontrar singular el modo con que
feriores de la historia que no deben figu- la edad de la razón preparaba nuestra
rar en ella; el deseo de decirlo todo, edad de progreso. Las academias y los
cuando no debe decirse m á s que lo que colegios estaban destruidos, se h a b í a n
interesa, les hostiga á emplearlos como
disuelto las universidades y los semina-
actores en las circunstancias m á s impor-
rios científicos; las desigualdades del ge-
tantes. De esto nace que escriben des-
cripciones que comprenden bien ellos y nio y del talento se castigaban con la
los eruditos, pero que á l a mayor parte de pena de muerte, como las desigualdades
los lectores, que no tienen obligación de de clase y de fortuna. Sin embargo, se
leer las crónicas para leer bien la histo- encontraban t o d a v í a , para celebrar l a
ria, fastidian, porque en ellas no en- ruina de las artes, oradores que salían
cuentran m á s que nombres. Es preciso no de las tabernas y poetas que vomitaban
decir á la posteridad m á s que lo que le los garitos. E n nuestros teatros, de los
interese; y para interesar á la posteri- que estaban desterradas las obras ma-
dad, no basta haber dado bien una carga, gistrales, se aullaban atroces rapsodias
ni haber caido del caballo, n i haber com- de circunstancias, ó cargantes elogios
batido con la mano y con los dientes de las virtudes llamadas cívicas. Abrien-
como Cynegiro y haber muerto como do el Monitor á l a casualidad, me en-
Assas. cuentro con l a lista de los espectáculos
que se representaron el 4 de Octubre
de 1793, cuyo anuncio justifica las re-
Extracto del correo f r a n c é s del jueves 14 de Setiembre flexiones que acabo de apuntar. Dice
de 1792 (año 4 de la libertad). así:
"Teatro de la Opera Cómica Nacional.'—•
"La municipalidad de Herespian, de Primera representación de la Fiesta cívi-
partamento del Herault, ha dado á en- ca, comedia en cinco actos.
tender á su pastor, M . Francois, que le Teatro Nacional. — L a batalla de Mara-
constaba que existia un cura que no era tón ó el Triunfo de la Libertad, obra herói-
célibe . E l cura Francois contestó de una ca en cuatro actos.
manera que ha sobrepujado á las espe Teatro del Vaudeville, —• L a Mañana y
TOMO I V .
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10 OBRAS D E VICTOR HUGO.

la Víspera de los campesinos; E l Divorcio; e m p e ñ ó , Bochard de Saron, fueron los


L a unión de los plebeyos. dos víctimas de los movimientos revolu-
Teatro del Liceo de las Artes.—El regreso cionarios. Fatalidad que es digna de me-
de la flota nacional. ditarse.
Teatro de la Bepública. •— E l Divorcio
tártaro, comedia en cinco actos. E l historiador que se deja dominar
Teatro Francés, cómico y Urico. — Buzot, 3or la historia y que no sabe abarcar su
rey de Calvados.,, conjunto, tiene que sumergirse induda-
E n los citados anuncios está comple- Dlemente en los detalles.
tamente caracterizada l a revolución. Simbad el marino, ó yo no recuerdo q u é
Leyes inmorales haciendo pública osten- otro personaje de las M i l y una noches,
tación, y óperas cómicas escritas sobre encontró un dia, á la orilla de un torren-
muertos. No hubiera querido ver prosti- te, á un viejo extenuado que no podia
tuirse la noble r e p u t a c i ó n de los poetas atravesarlo. Simbad le prestó el socorro
á los autores de esas farsas lúgubres; de- de sus espaldas, y afianzándose en ellas
bía haber sido preferible para ellos la el buen hombre con vigor diabólico, se
guillotina al teatro. convirtió de repente en el m á s imperioso
Después de lo odioso viene lo risible. y el m á s terco de los ginetes.
Volved la p á g i n a del Monitor y os en- Precisamente este es el caso en que se
contrareis con una sesión de los jacobi- encuentra el aventurero que pretende
nos. Empieza así: " L a Sección de la Cruz- levar á la espalda el tiempo pasado para
roja, por temor de que esta denomina nacerle atravesar el Leteo, ó lo que es
cion perpetúe el veneno del fanatismo, igual, escribir la historia. E l quisquillo-
declara al Consejo que ella la sustituirá so viejo le marca, con caprichosa m i n u -
por l a denominación de Sección del ciosidad, un camino tortuoso y difícil, y
Gorro-roio;;. Declaro la exactitud de la si el que le lleva á hombros se esclaviza
cita. á sus órdenes y no tiene bastante fuerza
Ejemplo de algo atroz y ridículo al para emprender el camino m á s recto y
mismo tiempo. Leed una carta que el m á s corto, le a h o g a r á el viejo malicio-
representante D u m o n t escribió á la Con samente en el r i o .
vención el 1.° de Octubre de 1793: "Ciu-
dadanos colegas, os describí hace dos
dias la situación en que se encuentran FRAGMENTOS DE CRITICA
los sansculottes de Bolonia, y la criminal
gestión de los administradores y de los á propósito de un libro político escrito por una mujer.
empleados municipales. L o mismo suce
de en Montreuil, pero en esta ú l t i m a I.
ciudad he aplicado m i excelente reme E l bailío Molino, hablando un dia con
dio; la guillotina. Después de usar de el famoso Ahmed P a c h á , le p r e g u n t ó
este remedio con gran satisfacción de por q u é Mahoma prohibía beber vino á
todos los patriotas, he tenido el gusto de sus discípulos. Por qué nos lo prohibe?
oir cómo gritaban ¡Viva la montaña! Cua exclamó el vencedor de Candía; para
renta y cuatro carretas han pasado por que encontremos m á s gusto en beber.
delante de m í conduciendo á los que E n efecto, no hay ataque tan con-
iban á ser guillotinados,,. tundente como esta defensa, y desde
E l Monitor, libro á propósito para ha Marcial, que cantaba á su favorita Ga-
cer meditar, es quizá la única e n s e ñ a n z a lla, nega, satiatur, amor, hasta el severo
que nos haya quedado de treinta años Catón, que echaba de menos á su mujer
de desgracias. Nuestra revolución de cuando ya no la tenia á su lado, no hay
barro y de sangre ha dejado un monu n i n g ú n asunto sobre el que los hombres
m e n t ó único é indeleble, u n monumento de todos los tiempos y lugares se mani-
de t i n t a y de papel. fiesten tan dignos hijos de nuestra madre
Eva.
Los asesinatos populares ó jurídicos No quisiera que se prohibiera en abso-
ensangrentaron m á s de una vez el armi- luto que escribieran las mujeres, porque
ño del primer presidente del Parlamento ese seria el mejor medio para que todas
de Paris. quisieran tomar la pluma: por el con-
L a historia recogerá el hecho singular trario, quisiera que se las mandase ex-
de que el primero que desempeñó este presamente escribir como á los sábios de
cargo, Simón de Buey, para el que fué las Universidades de Alemania, que lle-
instituido en 1440, y el ú l t i m o que lo des naron toda la Europa de doctos comen-
MISCELANEA D E L I T E R A T U R A Y D E F I L O S O F I A . di
tarios, pero de los que ya nadie se ocupa en esclavos y el
ei universo otra vez con
desde que se les obligó á escribir un libro andadores, podré siquiera jactarme de
cada a ñ o . m i sagacidad, y si llega ese caso, no seré
Es, en efecto, chocante, pero poco no- el primer hombre honrado que se con-
tada, la progresión espantosa en que se suele de una desgracia p ú b l i c a pensando
ha desarrollado el espíritu femenino des- que la habia predicho.
de hace ya bastante tiempo. E n la época
de Luis X I V las mujeres tenian aman- II.
tes y traducían á Homero; en el reinado
de Luis X V tenian amigos y comenta- L a política, decia Cárlos X I I , es para
ban á Newton; en el de Luis X V I existió m í la espada; la política es el arte de en-
una mujer que corregía á Montesquieu á g a ñ a r , según Maquiavelo, y según l a
la edad en que el sexo femenino solo sir- señora M***, debe ser el medio de gober-
ve para hacer vestidos á las m u ñ e c a s . nar á los hombres con la v i r t u d y con la
Ahora pregunto: dónde vamos? ¿qué nos prudencia. L a primera definición es pro-
anuncian esos prodigios? ¿qué nuevas re- pia de un loco, la segunda de un mal-
voluciones se preparan? vado y la tercera es la única opinión
Me atormenta una idea, que con fre- honrada; ¡lástima que sea tan vieja y
cuencia nos ha preocupado á mis amigos que se haya aplicado tan pocas veces!
y á mí, idea tan sencilla y tan natural, Después de dar esa definición, la seño-
que me asombra que no se le haya ocur- ra M*** expone el origen de las socie-
rido á un siglo tan ocurrente. dades. Juan Jacobo cree que empiezan
Esta idea consiste en calcular, al ver 3or un plantador de estacas y Vitrubio
la emancipación gradual del sexo feme- por un gran viento, quizá porque el sis-
nino, hasta dónde éste podría llegar, si tema de la familia le pareció demasiado
de repente tuviera el capricho alguna sencillo. Con el buen sentido que posee
cabeza exagerada de arrojar en la ba- la mujer, que es superior al génio de los
lanza política á la mitad del género h u - filósofos, la autora se satisface con bus-
mano, que hasta a q u í se ha resignado á car el principio en la naturaleza misma
reinar en el seno de l a familia. ¿No pue- del hombre, en sus afecciones, en su de-
den cansarse las mujeres de seguir cons- bilidad y en sus necesidades. Todo ese
tantemente el destino de los hombres? pasaje denota mucha erudición y gran
¿gobernamos nosotros bastante bien para sagacidad. Es curioso ver que una mujer
que ellas pierdan la esperanza de gober- cita á Locke y á Séneca, el Espíritu de
nar mejor? ¿les gusta tan poco dominar, las leyes y el Contrato social; pero es m á s
para que creamos razonablemente que notable t o d a v í a el acento de buena fe y
no llegue u n dia que tengan deseos de razonable, al que no estamos acostum-
dominarnos? Verdaderamente cuando brados, y que contrasta e x t r a ñ a m e n t e
más medito en esto, m á s me convenzo de con el tono rudo y salvaje que han adop-
que estamos al borde de un abismo. tado hace tiempo los preceptores del gé^
Ciertamente están de nuestra parte los ñero humano.
cañones y las bayonetas, y nos parece L a autora, siguiendo el curso de sus
que las mujeres no pueden disponer de ideas, se ocupa en seguida de los jefes de
grandes medios revolucionarios: esto, que las sociedades. Se ha escrito m u c h í s i m o
tranquiliza á los demás, á m í me es- sobre los deberes de los reyes, mucho
panta. m á s que sobre los deberes de los pue-
Es conocida la inscripción terrible que blos. H a sucedido con los retratos de los
colocó Fonseca en el camino de la torre buenos soberanos como con las pirámi-
del Greco: Posteri, posteri, vestra, res, agi- des colocadas á las orillas de los cami-
tur. L a torre del Greco no existe, pero nos de Méjico, á las que cada viajero
la piedra profética se conserva aun. creia tener obligación de llevar una pie-
Del mismo modo trazo yo estas líneas dra. Parece que hasta los mismos filóso-
con la esperanza de que las lea, si no m i fos se hayan puesto de acuerdo para
siglo, la posteridad. Me servirá de satis- inventar nuevas virtudes con que dotar
facción que, cuando las desgracias que á los príncipes; probablemente porque
preveo se realicen, sepan al menos nues- los príncipes están expuestos á m á s fla-
tros nietos que en la Troya nueva existió quezas que los d e m á s hombres, y como
un Casandra, que vivia en el último piso si presentarles un modelo incopiable
de la calle de Mezieres, n ú m e r o 10. Y si fuese para dispensarles de llegar hasta
es preciso que yo deba ver durante el él. L a autora no cae en estos excesos.
curso de m i vida los hombres convertidos Comprende que un monarca puede ser
12 OBRAS D E VÍCTOR HUGO*

bueno sin poseer cualidades sobrehuma- que tienen por costumbre desplumar á
nas; no parte del ideal de una monar- los reyes por medio de útiles prácticas y
q u í a perfecta para vituperar á los reyes que recitan con frecuencia el proverbio
vivos, n i de los reyes vivos para v i t u - del mariscal Bouciquault, que dice: "Solo
perar á la m o n a r q u í a en absoluto, que hay pescadores en el mar, como solo se
es la gran petición de principios sobre pescan dádivas de los reyes; desconfia de
la que rueda sin cesar la filosofía del los que te adulan y que sacan de tí tan-
siglo diez y ocho. Cita l a autora, por ta agua para su molino, que bastarla á
creer que encierra las obligaciones que poner en movimiento á treinta y siete
debe tener un soberano, la instrucción molinos;/, etc.
que Grustavo Adolfo recibió de su padre. Cito este pasaje por tres razones: 1.a
L a historia menciona muchas instruc- porque prueba que en los tiempos góti-
ciones semejantes, que los reyes deja- cos no se hablaba á los reyes con tanto
ron á sus sucesores, pero esta es notable, servilismo como quieren hacernos creer;
porque quizás es la única con la que el 2.a porque d á origen á un proverbio que
sucesor haya estado conforme. H ó a q u í puede ser útil á los anticuarios; 3.a por-
algunas de sus curiosas cláusulas: que puede servir para resolver una cues-
"Que el rey emplee su sutileza y su i n - tión hidráulica probando que los moli-
dustria para no e n g a ñ a r n i ser enga- nos de agua existían en 1389; lo que
ñado. siempre es una enseñanza para los que
„Que sepa que la sangre derramada no saben que se conocen desde tiempo
del inocente y la sangre del malvado inmemorial.
que no se derrama, piden igualmente
venganza. III.
„Que no aparezca nunca inquieto n i
apesadumbrado m á s que cuando alguno Después de haberse ocupado de las so-
de sus buenos servidores muera ó caiga ciedades en general, la señora M*** con-
en alguna falta. sagra un capítulo á la guerra, esto es, á
„ E n fin, que en todos sus actos se con- la relación m á s ordinaria de las socieda-
duzca de t a l manera que se conozca que des humanas entre sí.
se sacrifica por Dios.,, Este capítulo era dificilísimo para es-
Gárlos I X , en esta instrucción, se ocu- cribirlo una mujer; pero a l menos la
pa ligeramente del peligro que pueden autora, como en toda la obra prueba,
ocasionar los aduladores; pero quizás los posee conocimientos poco comunes y
reyes conocen menos que sus vasallos los establece h á b i l m e n t e la distinción entre
inconvenientes. Quizás esto dió ocasión las guerras permitidas y las guerras i n -
á Montesquieu para exponer su teoría justas, colocando razonablemente entre
sobre el clima, especie de llave falsa que las últimas las guerras de conquista.
sirve para forzar la cerradura de todos "Se diferencian los conquistadores de
los problemas de la historia. "Acercán- los ladrones de los caminos reales, dice
dose hácia el Mediodía, dice, los ejem- un autor notable que cita la señora M***,
plos del favoritismo son m á s frecuentes; en que el conquistador es un ladrón ilus-
bajo el cielo enervante del Asia y del tre y el otro es un ladrón desconocido; el
Africa, raras veces los príncipes reinan uno recibe laureles ó incienso en pago
por sí mismos; por el contrario, en los de sus violencias y el otro l a horca.,, Se
pueblos del Norte el clima es tónico, y necesita ser m u y filósofo para escribir
vemos en ellos muchos m á s tiranos que esas líneas con l a misma mano que se
favoritos.,, Quizá esta observación se firmó la toma de posesión de Silesia.
destruirla por sí misma si estuviéramos L a autora se p á r a en cuanto llega al
m á s instruidos en la historia; no están- famoso axioma: " E l dinero es el nervio
dolo, nos inclinamos á considerarlo todo de la guerra,,, axioma que la señora
como ciencia, hasta nuestra ignorancia. M*** atribuye á Quinto-Curcio, pero que
Existe en uno de los antiguos manus- e n c o n t r a r á después en Vegece, en Mon-
critos del siglo trece, atribuido á Felipe tecuculli, en Santa Cruz y en todos los
de Mayzieres, un pasaje que puede ser- autores que escriben sobre l a guerra. E l
vir de complemento á la instrucción del nervio de la guerra no es el dinero, re-
monarca sueco. De este modo la reina plica la autora, es el hierro. Estamos de
Verdad habla á Cárlos V I en el Sueño acuerdo: nadie se bate con escudos, sino
del viejo peregrino, dirigiéndose al halcón con soldados; y esta cuestión queda re-
Uanco, de pico y piés dorados: ducida á saber si es m á s fácil tener sol-
"Gruárdate siempre de los caballeros dados con dinero ó sin dinero. E l primer
MISCELÁNEA D E L I T E R A T U R A Y D E FILOSOFÍA. 13
medio será el m á s económico, pero este se comprende que Hobbes reglamenta
no era del agrado de Sully. 'as acciones humanas por medio del
En G-rocio leí la siguiente definición egoísmo.
de la guerra: ""La guerra es el estado de L a señora M*** expone algunas de las
los que tratan de arreglar sus diferen- cualidades que debe poseer el verdadero
cias por medio de la fuerza,,. Indudable- capitán, t o m á n d o l a s de Folard. Desconfio
mente así se puede -definir el duelo. por m i parte de definiciones tan perfec-
Pero así como á los que se desafian se tas, de las que solo se pueden encontrar
puede decir que van á la muerte son- excepciones en la naturaleza. Espanta
riendo, puede decirse lo mismo de los ver la nomenclatura de los estudios pre-
que van á la guerra. Antes de la revolu- paratorios que tiene que aprender el
ción se degollaba con el sombrero en la aprendiz de general; pero, ¿cuántos ge-
mano. E l gran Conde tomaba por asalto nerales excelentes hay que no saben
á Lérida, llevando treinta violines al leer? Paróceme que la primera condición,
frente de sus columnas, y en los campa- la condición sine qua non de todo hombre
mentos de Ettingen y de Clorter-Se- que se destine á l a guerra, debe ser tener
verne, algunos jóvenes oficiales iban á buena vista, ser robusto y valiente; pues
servir las baterías como si fueran á un bien, muchos grandes guerreros fueron
baile, con medias de seda y con peluca tuertos ó cojos. Filipo era tuerto, coji-
empolvada. tranco y manco; Agesilao era cojo y
U n dia tuvo Rousseau la humorada de contrahecho; A n í b a l tuerto; Bayaceto y
sostener una verdad; esto era cosa nueva Tamerlan, los dos rayos de la guerra de
para él. Se encarnizó en su defensa como sus tiempos, el uno era tuerto y el otro
si se ocupase de una mala causa y recur- cojo; el mariscal de Luxemburgo era jo-
rió á citar autores acreditados, como los robado. Parece que la misma naturaleza,
que no encuentran buenas razones para para burlarse de nosotros, quiso crear el
defenderse; á propósito del duelo citó fenómeno de un general totalmente cie-
autores antiguos. Probablemente no ha- go que guió á un ejército, lo llevó á las
bla leido á Quinto-Curcio. Si lo hubiera batallas y consiguió victorias; ciego era
leido sabria que no hubo n i n g ú n festin Ziska; jefe de los Husitas.
en casa de Alejandro, y que solo se veri-
ficaron combates singulares entre los V.
convidados. No fué otra cosa el combate
entre Eteoclo y Polinice. E l Senado marcha ante Varron, que se
ha fugado de la batalla, y le d á las gra-
IV. cias por no haber desamparado á la Re-
pública; q u é prueba esto? Que la facción
Si en todas las sociedades existe la que nombró general á Varron, para qui-
guerra, no puede haber guerra sin ejér tarle el mando á Fabio, fué bastante po-
cito; y esto justifica plenamente que la derosa para poder impedir que se casti-
autora se ocupe detalladamente en otro gase al general fugitivo. Hasta quiso que
capítulo de los detalles de u n campa le nombraran dictador, para impedir que
mentó. L a señora M*** es la primera de Fabio, el único hombre que pudo salvar
su sexo que se ha ocupado de esta mate- la República, fuese colocado al frente
ria después de la amazona de Eon, y no del gobierno. Este proceder, si no es he-
lo digo esto para establecer u n paralelo roico, á lo menos es natural. Si después
entre ambas, sino por notar este parecido de la derrota de Moscou, Bonaparte hu-
bibliográfico. biera querido, el Senado en corporación
L a que ha escrito el libro de que nos hubiera marchado delante de él.
ocupamos, como todos los autores m i l i - E l Senado declara que no rescatará á
tares, se manifiesta partidaria de la obe los prisioneros. Qué prueba esto? Que el
diencia absoluta; los filósofos han citado Senado no tenia dinero. Obró como m u -
con frecuencia esta cuestión, pero esta chos hombres romanos, que no son ro-
cuestión se resuelve perfectamente todos manos, y fué cruel para no aparecer po-
los dias en la llanura de Grenelle. bre. Efectivamente, no podia acusar de
Sobre esta materia la autora pudo ci- cobardía á los soldados que se batieron
tar la opinión singular de Hobbes: tlSi desde que el sol salió hasta que se puso,
nuestro señor, dice, nos manda cometer y que dejaron sesenta m i l muertos en el
una acción culpable, debemos ejecutarla, campo de batalla. Estos son hechos, y en
a no ser que esta acción pueda atribuirse historia los hechos valen m á s que las
a nosotros.,, Bajo este punto de vista frases.
OBRAS D E VICTOR HUGO.

Este pasaje que acabo de citar lo escri- guerrera, que abarca deplorables acon-
be Folar. tecimientos, y la muerte heróica y cris-
Se nos objetará presentándonos el tes- tiana, que e n t r a ñ a fatales consecuencias,
timonio de Montesquieu; perb Montes- Gran triunfo debe obtener el notable
quieu, que escribió un hermoso libro so- escritor que describa la corta carrera y
bre las causas de la grandeza y de la el carácter caballeresco del que quizás
decadencia de los romanos, olvidó una será el ú l t i m o descendiente de Luis X I V .
de las causas; la de que la caballería de Dicho príncipe, rechazado desde su ado-
A n í b a l estaba muerta de cansancio el lescencia del suelo de la p á t r i a , pasó
diaque a c a m p ó á c u a t r o millas de Roma. antes de tiempo el rudo aprendizaje de
Es curioso ver que un francés encuentra las armas. Las primeras y durante mu-
en los romanos cosas que n i Salustio, Ci- cho tiempo únicas prerogativas, que de-
cerón, Tácito, n i T i t o Livio sabian, y sin bió á su augusto rango, fueron el des-
embargo, los romanos eran algo pareci- tierro y la proscripción, pasando desde
dos á los franceses, respecto á alabarse y el palacio al campamento, ya recogido
á tener buena opinión de ellos mismos. en las tiendas de c a m p a ñ a de Austria,
Los historiadores que solo escriben ya andando errante en las armadas de
para brillar encuentran en todas partes Inglaterra: ofreció durante muchos años,
crímenes y génio; necesitan ver siempre como su ilustre familia, el vivo ejemplo
gigantes, pero sus gigantes son como de la inconstancia, de la fortuna y de la
las girafas, grandes por delante y pe- ingratitud de los hombres. Mucho tiem-
queños por detrás. Por regla general es po entre jefes extranjeros estuvo pelean-
ocupación entretenida la de averiguar do contra soldados que h a b í a n nacido
las verdaderas causas de los aconteci- para servir á sus órdenes; pero j a m á s su
mientos; nos agrada y nos admira ver el constancia y su bravura desmintieron
manantial del rio; recuerdo aun la ale- su raza n i el nombre de sus abuelos. F u é
g r í a que experimentó en m i infancia al digno discípulo del heredero de los Con-
pasar por encima del R ó d a n o . Parece des, desterrado como él y digno c a p i t á n
que la Providencia se complace en pre- de la antigua familia de los gentiles-
sentarnos el contraste que ofrecen las hombres que fueron proscriptos con sus
causas y los efectos. U n a corneja trans- reyes. E n aquellos tiempos de guerra
portó la peste á Italia, y disecando á un el pan del soldado equivalía á sus ojos
r a t ó n se descubrió el galvanismo. al festín de los príncipes, y á falta del
"Lo que me disgusta, decia una mujer, lecho real, sabia conquistar durante el
es que lo que estoy viendo será m a ñ a n a día el cañón sobre el que reposaba por
historia.;7 Pues bien, lo que disgustaba á la noche. Regresando al fin á los pue-
esa mujer es historia hoy, y vale tanto blos que gobernaban sus padres, no esta-
como otra cualquiera. ¿Qué podemos ba destinado á gozar apaciblemente la
deducir de esto? Que los objetos se dicha que la augusta unión parecía pro-
agrandan en la i m a g i n a c i ó n del hombre meterle, duradera para él y eterna para
como las rocas entre las nieblas, á me nuestra posterioridad. Después de cua-
dida que los objetos se van separando tro años de vida popular y benéfica, el
de él. m á s jóven de los últimos Borbones, en el
que la nación cifraba su cariño y sus es-
Marzo, 1820. peranzas, m u r i ó asesinado por el p u ñ a l
Apenas hace seis semanas que fué de un francés; y el leal hijo del Bernais,
asesinado el duque de Berry. Apenas destinado sin duda á mandar nuestro
está cerrada su tumba de San Dionisio, bravo y fiel ejército, quizá futuro jefe de
y las oraciones fúnebres y las apologías las heróicas llanuras de l a Vendée, ha
llueven sobre ella. Se escriben trunca muerto en la flor de la edad, sin alcan-
das, incorrectas y de mala manera, lie zar siquiera el consuelo de espirar, como
n á n d o l a s de adulaciones necias y sonó Epaminondas, extendido sobre su es-
ras, pero sin convicción n i verda.dera cudo.
pesadumbre. E l objeto, sin embargo, lo Cuando el historiador de tan noble
merecia, y debia prohibirse que se ocu vida recuerde el ú l t i m o perdón y los ú l -
paran de asuntos grandiosos gentes de timos adioses, debe remontarse, ó mejor
poca valía. Habia en los templos de la dicho, descender hasta la causa y hasta
a n t i g ü e d a d algunos vasos sagrados que los autores de tan abominable delito.
las manos profanas no podían tocar. Que escuche entonces, para desenredar
Efectivamente, ofrece vasto y fecundo tramas tenebrosas, que escuche á la
asunto para el poeta la vida piadosa y Francia desesperada, que le g r i t a r á como
MISCELANEA D E L1TEKATURA Y D E F I L O S O F I A . 45
la emperatriz romana: Reconozco las pu- sobre Voltaire y sobre Ferney. Esta
ñaladas. obra dá mucho menos de lo que promete
No nos e m p e ñ a r e m o s ahora en una su título. E l nombre de Voltaire, colo-
discusión que sobrepuja á nuestras fuer- cado al frente de cualquier libro, inspira
zas, pero creemos que hay cuestiones tan viva curiosidad, que es m u y difícil
graves é importantes que debe resolver satisfacerla. Parece que la vida privada
el historiador del asesinado duque de de Voltaire debia ofrecer al lector m u l t i -
Berry acerca del miserable autor del tud de detalles interesantes y curiosos,
atentado. Las cuestiones son las si- si el carácter de ese escritor extraordi -
guientes: si Louvel es u n fanático, ¿de nario se reprodujese con fidelidad, con
qué especie es su fanatismo? ¿pertenece su original movilidad y sus bruscas des-
á la clase de asesinos exaltados y des- igualdades: parece t a m b i é n que el pin-
interesados como los Saud, los Ravai- cel fino y delicado de una mujer debe
llac y los Clement? ¿O es acaso de la ser el m á s capaz de apoderarse de los
clase de hombres cuyo fanatismo se pro- matices varios de que se compone la
paga, añadiendo á la recompensa con- fisonomía moral del hombre universal,
venida la seguridad de salvarse y de ser sobre todo t r a t á n d o s e de sus relaciones
protegidos? A l llegar a q u í no nos atre- con la imperiosa marquesa de Chatelet.
vemos á pasar adelante. Parece que en Hubiera sido curiosísimo y quizá m á s
la actualidad no haya derecho de asom- fácil para una mujer que para un hom-
brarse de las cosas m á s inauditas. Vemos bre, d e s e n t r a ñ a r las causas de este amo-
execrables malvados pasear ante toda río caprichoso, que convirtió á u n hom-
Europa su impunidad, m á s monstruosa bre de génio en esclavo de una mujer de
quizá que sus crímenes, y su audacia, talento, que resistió durante mucho
más aterradora aun que su impunidad. tiempo los altercados fatigantes y las
Necesitará t a m b i é n , para realizar com- violentas querellas que h a c í a n nacer
pletamente su objeto, el autor célebre inopinadamente y á todas horas la iras-
que escriba la historia del duque de cibilidad del uno y el orgullo de la otra.
Berry, encargarse de cumplir otro de- Si la colección de cartas de Voltaire á
ber, humillante acaso, pero sin embargo su respetable Emilia no hubiera desapare-
indispensable; t e n d r á que defender la cido, podríamos aun tener esperanza de
heróica memoria del príncipe de las insi- conocer la clave del enigma, ya que las
nuaciones pérfidas y de las calumnias cartas de la señora Graffigny no nos
atroces con que el bando enemigo de los dan ninguna noticia nueva sobre este
tronos legítimos pretende deshonrarla. punto.
En otros tiempos semejante tarea hu- Debemos decir y creer, por honrar su
biera sido injuriosa para el real difunto, nombre, que el autor de las Cartas Fe-
cuya franqueza, bondad y bravura solo ruanas no las escribió con la idea de que
son comparables con las virtudes de En- se imprimiesen. Madame de Graffigny
rique I V . Pero hoy, que una facción re^ carece del talento de observación, sobre
gicida inciensa á los ídolos m á s abomi- todo respecto á los grandes hombres; su
nables, nos vemos obligados todos los estilo insípido perjudica al interés del
dias, nosotros, los verdaderos liberales asunto. Cuando la señora de Graffigny
y los verdaderos realistas, á defender de llega á Oirey en 1738, dirige á su amigo
imprudentes aclamaciones las glorias Devaux, lector del rey Estanislao de Po-
más nobles, las reputaciones m á s puras lonia, reflexiones sobre los habitantes de
y m á s irreprochables. Nos vemos obli- dicho castillo. Devaux, al que en la i n t i -
gados todos los dias á defender de los midad de su correspondencia llama Pam-
nuevos insultos que se prodigan á los pan y algunas veces Pampichon, recibe
Pichegru, á los Catalineau, á los Mo- estas confidencias sobre Voltaire y l a
rcan y á los La-Hochejaquelein. A cada marquesa, que la autora designa con mu-
nuevo ataque empezamos nuestra peno- chos pseudónimos, pero todos estúpidos,
sa defensa, sin abrigar la esperanza de inserta en seguida en estilo nimio un
que una voz indignada y generosa nos diario detallado de todas sus ocupacio-
interrumpa, gritando como aquel hom- nes. No debe, sin embargo, rechazarse
bre de la antigua Grecia: "¿Quién se este libro, porque, á pesar de sus repeti-
atreve á ultrajar á Alcides?,, ciones y de sus detalles de m a l gusto,
encierra hechos curiosos é ignorados, y
A b r i l , 1820. los fragmentos inéditos de Voltaire que
_ Estos dias se ha publicado una colec- contiene, y que completan el volumen,
ción de Cartas de la señora de Graffigny son suficientes para llamar la atención.
16 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Entre las cincuenta cartas hay muchas Desde luego, como ha dicho una boca
interesantes, dirigidas casi todas á per- elocuente, ¿no es la primera condición
sonajes eminentes del ú l t i m o siglo, como del poeta no calcular jamás el precio de
por ejemplo: A las duquesas del Maine una hajeza 6 el salario de una mentira?
y de Aguillon, á los duques de Eiche- Poetas de m i siglo, ¿semeiante hombre
lieu y de Praslin, al^ canciller D'Age- se encuentra entre vosotros? ¿forma entre
seau, al presidente Henaul, etc. Las car- vuestras filas el hombre que posee el os
tas á la duquesa del Maine forman una magna sonatorum, la boca capaz de decir
correspondencia inédita, curiosa ó inte- grandes cosas, la férrea vox, el hombre
resante. T a m b i é n se encuentra en esta que no sucumbe ante los caprichos de
colección una carta dirigida al Papa un tirano ó ante los furores de una fac-
Benito X I V , escrita en italiano y firma- ción? ¿no habéis sido todos, por el con-
da por el devotísimo Voltaire. Para citar trario, semejantes á las cuerdas de la
algo del libro, transcribiré una carta de lira, cuyo sonido v a r í a cuando el tiempo
hermosa forma dirigida al conde de cambia?
Choisseul, que entonces era ministro. Re-
conoceréis en pocas palabras el estilo del II.
notable escritor lleno de ideas nuevas y
picantes. Es difícil huir de u n modo tan Entre vosotros veo que se encuentran
original de las formas banales y ceremo- hombres emancipados, dispuestos á i n -
niosas de las recomendaciones de la vocar la libertad silenciosa, después de
córte: haber deificado el despotismo; se encuen-
"Permitidme que os entere de lo que tran t r á n s f u g a s , dispuestos á adular a l
acaba de sucederme con Makanarfey, poder después de haber cantado á la anar-
gentil-hombre inglés, m u y jóven, y sin quía; insensatos que ayer besaron cade-
embargo, m u y prudente, muy instruido, nas ilegítimas y que, como la serpiente
y sin embargo, modesto; m u y rico, y sin de la fábula, quieren ahora romper sus
embargo, m u y familiar, y que ocupará dientes en el freno de las leyes; pero
muy pronto en el Parlamento un sitio entre vosotros no se encuentra n i n g ú n
mejor que otro cualquiera. Me negó que poeta. Porque para los que no prostitu-
habéis sido bondadoso conmigo: yo me yen los títulos, n i su espíritu recto, n i su
incomodé, por lo que hice alarde de vues- corazón puro, n i su alma noble y eleva-
tra protección; entonces me respondió da, no existe el verdadero poeta. Te-
que si le decia la verdad se t o m a r í a la nedlo entendido; no porque yo lo diga,
libertad de escribiros; ya sabéis que mis que yo nada significo, sino porque lo
pasiones son vehementes; perdonadme, dicen todas las gentes que raciocinan y
monseñor, el celo, el apasionamiento y que piensan. Confesaré, pues, que he
el profundo respeto de este viejo mon- buscado hasta ahora á m i alrededor á u n
tañés.,, poeta y que no lo he encontrado; esto
E l viejo montañés es u n buen cortesano quizá depende de que existe en m i ima-
como acabamos de ver. E n l a mayor ginación un modelo ideal que quisiera
parte de sus cartas se vé su alegría co- describiros, y como el ciego M i l t o n , ten-
municativa, su vivacidad, y en muchas go tentaciones algunas veces de cantar
de ellas la temeridad de juicio, l a adula- al sol que no veo.
ción hábil, la burla, ya ligera, ya mor-
diente, que dan á conocer la prosa i n i m i - III.
table de Voltaire.
E l otro dia estuve hojeando un libro
Sobre un poeta aparecido en 1820.
que acaba de publicarse sin nombre de
autor, con este sencillo título: Meditacio-
Mayo, 1820. nes poéticas (1). Era un libro de versos.
E n ellos encontré algo de A n d r é s
I. Chenier. C o n t i n u é hojeándolo é invo-
luntariamente establecí un paralelo en-
Quizá os riáis de m í , hombres de mun- tre el autor de este libro y el desgracia-
do y hombres de letras, contemporáneos do cantor de l a Jóven cautiva; en los dos
mios, porque os voy á decir que acaso se encuentra la misma originalidad, la
no se encuentra uno entre vosotros que misma frescura de ideas, el mismo lujo
comprenda lo que es u n poeta. ¿Le en-
c o n t r a r é en vuestros palacios? ¿Le en- (i) Primer tomo de poesías que publicó Lamartine.—
contraré en vuestros sitios de retiro? ( N . del T . )
MISCELÁNEA D E L I T E R A T U R A Y D E FILOSOFIA» 17
de imágenes nuevas y verdaderas; pero terés, porque no se sucedan en ella las
el uno és m á s grave y m á s místico en alternativas de temor y de esperanza. Si
sus pinturas, y el otro tiene m á s alegría, esto no fuese cierto, cuanto m á s se pro-
m á s gracia, pero menos gusto y menos ongase una situación terrible seria m á s
corrección: el amor inspira á los dos; pero nermosa, y el colmo de lo sublime de la
en Chenier este sentimiento es siempre tragedia seria la situación del conde
profano, y en el autor con quien le com- Ugolino, encerrado en una torre con sus
paro, la pasión terrestre se purifica siem- lijos para morir en ella de hambre: es-
pre por medio del amor divino. cena terrorífica y monótona, que obtuvo
E l primero se ha consagrado á dar á mal éxito hasta en la misma Alemania,
su musa las formas de la musa antigua; que es el pais de los pensadores pacien-
el segundo, que adopta con frecuencia el zudos y profundos.
estilo de los Santos Padres y profetas, no
se desdeña algunas veces de imitar el II.
n ú m e n fantástico de Ossian y las hadas
aéreas de Kloposck y de Schiller. E n L a obra dramática, en que la incer-
una palabra, para comprender las dife- tidumbre de los acontecimientos solo
rencias que los separa, que son bastante nace de la incertidumbre de los caracté-
insignificantes, diré que el primero es res, no puede ser tragedia de verdadera
romántico entre los clásicos y el segun- fuerza. Este es si se quiere el espectáculo
do es clásico entre los románticos. que ofrece la vida humana; los grandes
efectos producidos por las pequeñas cau-
IV. sas: así son los hombres, pero en el tea-
tro se necesita que sean ángeles ó g i -
A l fin han aparecido poemas de un gantes.
verdadero poeta y versos que son poe-
sías. III.
Leí, devoré este libro singular, y á pe-
sar de los descuidos, d é l o s neologismos, Hay poetas que inventan resortes dra-
de las repeticiones y de la oscuridad que máticos, pero no saben ponerlos en j u e -
encuentro alguna vez, tuve intenciones go, y se parecen al artesano griego, que
de decir al autor:—Valor, jó ven inspira- no tuvo bastante fuerza para tender
do, pertenecéis á la raza que P l a t ó n el arco que h a b í a forjado.
queria colmar de honores y desterrar de
su República. Debéis esperar t a m b i é n IV.
ser desterrado de nuestra tierra, supedi
tada por la a n a r q u í a y por la ignoran- E l amor en el teatro debe figurar
cia, pero no os faltará en vuestro destier siempre en primera línea y sobre todas
ro el triunfo que P l a t ó n concedió al las vanas consideraciones que modifican
poeta, la palma, el clarín de la fama y ordinariamente las voluntades y las pa-
la corona de flores. siones de los hombres. E l amor es la
cosa m á s insignificante del mundo si no
Teatro. es la m á s grande. Se me objetará que
según esta hipótesis, el Cid no debia ba-
I. tirse con D . Gormaz. Pero esa objeción
Se llama acción en el teatro la lucha no tiene fuerza: el Cid ama á Jimena, y
de dos fuerzas opuestas; cuanto m á s se prefiere incurrir en su cólera que en su
contrabalancean estas fuerzas, m á s i n - desprecio, porque el desprecio mata al
cierta es la lucha, m á s alternativas hay amor. E l amor, para las grandes almas,
de temor y de esperanza; en una pala es un afecto celeste.
bra, encierra m á s interés. No debe con
fundirse el interés que nace de la acción V.
con otra clase de interés que debe inspi
rar siempre el héroe de la tragedia, y E l desenlace de Mahoma es m á s erró-
que consiste en un sentimiento de terror neo de lo que se cree generalmente: bas-
de admiración y de piedad. De modo ta para convencerse de esto compararlo
que puede suceder muy bien que el prin con e} desenlace de Britanicus. L a situa-
cipa! personaje de una obra d r a m á t i c a ción es parecida. E n las dos tragedias
excite el interés porque su carácter sea aparece un tirano que pierde su favorita
noble y su situación comprometida, y en el momento en que cree estar m á s se-
que, sin embargo, la pieza carezca de in- guro de su posesión. L a tragedia de
TOMü I V .
18 OBRAS DE VICTOR HUGO.

Racine deja en el alma impresión tris- sas que se transportan á la escena fran-
te, pero algo consoladora, porque nos sa- cesa, producen menos efecto que produ-
tisface que Britanicus se haya vengado jeron en sus países; se las espurga de los
y que Nerón no sea menos desgraciado defectos, del asunto y de los caracteres,
que sus víctimas. Parece que debia suce- pero al mismo tiempo se les quita la pom-
der lo mismo en la tragedia de Voltaire; pa teatral que los compensaba.
sin embargo, el corazón que no se equi- Madame Stael atribuye t a m b i é n á
voca queda abatido, porque Mahoma no otra razón la preeminencia de los auto-
resulta castigado. Su amor á Palmira res franceses sobre los autores alemanes.
solo es u n detalle de su carácter y u n ..JOS grandes hombres franceses están
medio irrisorio en la acción. Cuando el reunidos j u n t o á un mismo foco de ilus-
espectador vé que dicho héroe piensa en tración, y los grandes hombres alema-
su grandeza en el momento que su fa- nes están diseminados, como si vivieran
vorita se mata ante sus ojos, conoce que en diferentes p á t r i a s . Sucede á los hom-
no la ha amado j a m á s y que antes de Dres de génio lo que sucede á dos flúidos
dos horas se h a b r á consolado de su p é r - en la batería eléctrica; se necesita po-
dida. nerlos en contacto para que produzcan
E l asunto de Racine está mejor elegi- el rayo.
do que el de Voltaire. Para el poeta trá-
gico existe una diferencia profunda y VII.
radical entre el emperador romano y el
camellero profeta. Nerón puede estar Existen dos clases de tragedias: la
enamorado, pero Mahoma no. Nerón es que se escribe sobre los sentimientos y
un phallus (1) y Mahomed es u n cerebro. a que se escribe sobre los acontecimien-
tos. L a primera considera á los hombres
VI. bajo el punto de vista de las relaciones
establecidas entre ellos por la naturaleza;
L a diferencia que existe entre la tra- la segunda bajo el punto de vista de las
gedia alemana y la tragedia francesa relaciones establecidas entre ellos por
proviene de que los autores alemanes la sociedad. E n la primera, el interés
han querido crear desde el principio nace del desarrollo de uno de los gran-
mientras que los franceses se han conten des efectos, á los que está sometido el
tado con corregir á los autores antiguos. hombre por el mero hecho de ser hom-
L a mayor parte de las obras magistrales bre, tales como el amor, la amistad, el
francesas no han llegado á serlo hasta amor filial ó paternal, etc., etc. E n la
después de haber pasado por las manos segunda se trata siempre de una volun-
de los primeros escritores de nuestros si- tad política aplicada á defender ó á der-
glos. L a tragedia alemana es la repro- ribar instituciones establecidas. E n el
ducción de la tragedia griega, con las primer caso, el personaje es pasivo, esto
modificaciones que han debido hacerse es, no puede sustraerse á la influencia
según las diferencias de las épocas. Los de objetos exteriores, como por ejemplo:
griegos t a m b i é n quisieron que contribu- el celoso no puede dejar de ser celoso,
yeran al fausto de la escena los juegos el padre no puede impedir temer por el
del teatro, y de esto provienen sus más- hijo, y poco importa cómo se producen
caras, sus coros y sus coturnos; pero como estas impresiones, con tal de que inte-
entre ellos las artes que tienen algo de resen, y al espectador le interesa siem-
científico estaban en la infancia, muy pre lo que teme ó lo que desea. E n el
pronto retrocedieron á su primitiva sen segundo caso, por el contrario, el per-
cillez, que ahora admiramos. Por el con sonaje es esencialmente activo, porque
trario, los autores alemanes, que nacie está dotado de voluntad inmutable, y la
ron entre las invenciones modernas, se voluntad solo puede manifestarse en el
sirvieron de medios que estaban á su al teatro por medio de las acciones. Pue-
canee para corregir los defectos de sus den compararse estas dos clases de tra-
tragedias, y cuando no podían hablar a gedias, la una á la estatua que se talla
corazón, hablaban á los ojos. ¡Ojalá hu en el bloque y la otra á la e s t á t u a que
hieran sabido encerrarse en los justos se funde en un molde. E n el primer
límites! H é aquí por q u é la m a y o r í a de caso, el bloque existe, y basta para con-
las obras d r a m á t i c a s alemanas ó ingle vertirlo en e s t á t u a someterlo á una i n -
fluencia exterior; en el segundo caso, es
{\) Phallus, bolsa de cuero de figura obscena, que lleva- preciso que el metal líquido tenga la fa-
ban con gran pompa en un carro en las fiestas de Baco.—
(N. del T.) cultad de recorrer el molde que debe
MISCELÁNEA. DE LITERATURA. Y DE FILOSOFIA.

llenar. A medida que las tragedia? se la elocuencia.—"¿Qué has hecho de los


aproximan m á s ó menos á estos dos t i - cien escudos que te valió el bofetón que
pos, participan menos ó m á s del uno ó te dió Midias en medio del teatro?,, pre-
del otro; necesitan tener fuerte constitu- guntaba Esquino á Demóstenes.
ción las tragedias que se dirigen al pen- ¿Qué diremos de las caricias que se
samiento para poder sostenerse; las tra- hacian m ú t u a m e n t e los Scaurus y los
gedias que se dirigen al corazón apenas Cátulos en presencia de toda la canalla
necesitan desarrollar u n plan para inte- de Roma reunida? "No me quieren oir: yo
resar. Ejemplos de los dos tipos son Ma- soy Casandra,,, gritaba Lestius. Como no
homa y el Cid. estoy seguro de que solo me lean hom-
bres, no puedo referir la sangrienta r é -
plica que le dió Marco-Antonio. Cuando
Fantasía.
paseaban en trinfo á César, que t a m b i é n
Febrero, 1819. era orador, sus mismos soldados gri-
Deseo lo que todo el mundo quiere, lo taban: "¡Ciudadanos, esconded á vues-
que todo el mundo pide; poder para el tras mujeres!,,
rey y g a r a n t í a s para el pueblo. Urbani, claudite uxores moechum calvum
En esto me diferencio de ciertos hom- adducimus.
bres honrados que yo conozco, que pro- Aprovecho esta ocasión para declarar
claman en voz alta esta m á x i m a , pero que estoy m u y contento de no haber na-
que cuando llega el momento de apli- cido en los siglos antiguos, porque debia
carla, se vé que unos solo quieren real- ser poco agradable que, cuando el pue-
mente la mitad de ella y los otros la otra blo tenia hambre, se l a aplacasen reci-
mitad; esto es, unos algo de despotismo t á n d o l e una fábula larga y estúpida, lo
y otros algo de licencia, pareciéndose en que aun era peor.
esto á m i difunto abuelo, que tenia siem-
pre en la boca el famoso precepto de la A b r i l , 1819.
escuela de Salerno: Comer poco y con fre- En m i opinión, podrían resultar algu^
cuencia] pero que solo a d m i t í a l a prime- ñas reflexiones útiles de la comparación
ra parte del precepto para el uso de su entre los romanos de Lesage y entre
casa. los de Walter Scott, ambos escritores
superiores en su g é n e r o . Lesage es m á s
Febrero, 1819. espiritual, Walter Scott es m á s original;
Dias pasados encontré en Cicerón este el primero sobresale en referir las aven-
pasaje: "Es preciso que el orador sepa en turas de un hombre, y el segundo mez-
todas las circunstancias probar el pro y cla con la historia del individuo l a
el contra,,. Precisamente esto es lo que pintura de todo un pueblo y de todo u n
se necesita en un siglo en el que se han siglo; el primero falta á la verdad de los
descubierto dos clases de conciencia, la lugares, de las costumbres y de la his-
del corazón y la del e s t ó m a g o . toria; el segundo es escrupulosamente
Hé aquí lo que es la conciencia del fiel á esta verdad, que es la que d á
orador s e g ú n Cicerón: vir prohus dicendi encanto mágico á sus cuadros. Los dos
peritus; en cuanto á las costumbres, todo trazan con arte los caractéres, pero en
el mundo conoce la sencillez de las eos Walter Scott parecen mejor sostenidos
tumbres antiguas, y no tenemos razón porque son m á s salientes y de naturale-
alguna para creer que la de los oradores za m á s fresca y menos aliñada. Lesage
fuese de otro modo que la de los guer sacrifica muchas veces la conciencia de
reros. sus héroes para hacer cómica una intri-
Después que Aquiles y Patroclo llora- ga; Walter Scott dota á sus héroes de
ron mucho á Briséis, dice Mad. Da alma m á s severa; sus principios y hasta
cier, Aquiles condujo á su tienda á la sus preocupaciones tienen algo de noble
hermosa Diomedes, hija del sábio Phor- y no saben plegarse á los acontecimien-
bas, y Patroclo se entregó á un dulce tos. Después de haber leido una novela
sueño en brazos de la jóven Iphis, que de Lesage, nos asombra la prodigiosa
trajeron cautiva de Scyros. Casos pare- variedad de su plan; pero nos asombra-
cidos al de Petrarca, que después de per- mos m á s todavía, cuando terminamos
der á Laura, m u r i ó de pesadumbre á los de leer una novela de Walter 'Scott, de la
72 años, dejando un hijo y una hija. sencillez de su argumento; el primero
En Atenas los padres enviaban á sus pone toda su i m a g i n a c i ó n en los hechos
hijos á escuela á casa de Aspasia, en Ate- y el segundo en los detalles; uno pinta
nas, en la ciudad de la civilización y de la vida y el otro el corazón. De la lectu*
20 OBRAS DE VICTOR HUGO.

ra de las obras de Lesage resulta en pedia, royendo un hueso: TJn poco de


cierto modo la experiencia de la suerte; carne.
de la lectura de las de Walter Scott la E l a ñ o literario es insignificante, pero
experiencia de los hombres. el a ñ o político es l ú g u b r e . E l duque de
Berry asesinado en la Opera y revolucio-
—Conocía al hombre m á s maravillosa- nes por todas partes. E l duque de Berry
mente grotesco que ha existido en la representa la tragedia. Ved ahora lo
raza latina. Coleccionaba escarpines, y que representa la parodia.
cuando en el ardor de nuestras contro- Acaba de entablarse estos dias una
versias le hacíamos fuertes objeciones, disputa á propósito de M . Decazes. Dona-
llamaba á su criado y le decia: " T r á e m e dieu lucha contra Decazes, Argout con-
el escarpín de la temperancia, el escar- tra Donadieu y Chausel de Corserques
pín de la justicia, el de P l a t ó n ó el de contra Argout. ¿ T o m a al fin parte en la
Aristóteles,,, según las materias que es- lucha Decazes? Estas batallas nos recuer-
t á b a m o s discutiendo. Tanto me hacia reir dan los antiguos tiempos, en que los ca-
esta estravagancia, que aun hoy me rio balleros andantes iban á provocar en su
siempre que la recuerdo. fortaleza á a l g ú n gigaute felón, y al tocar
Los escarpines de Giraldo Giraldi me- el cuerno aparecía u n enano. Estamos
recían ser tan célebres como la peluca cansados de ver aparecer enanos y es-
de K a n t , que se vendió por treinta m i l perando que aparezca el gigante. E l he-
florines cuando murió el filósofo, pero cho político del a ñ o 1820 es el asesinato
solo se pagaron ya por ella m i l dos- del duque de Berry; el hecho literario es
cientos escudos en la ú l t i m a feria de el gran éxito de no recuerdo q u é vaude-
Leipzig; esto prueba á m i entender que ville; entre los dos hechos hay grande
disminuye en Alemania el entusiasmo desproporción. ¡Cuándo t e n d r á este siglo
por K a n t y por su ideología. L a varia- la literatura al nivel de su movimiento
ción de los precios de la peluca célebre social, y poetas tan grandes como sus
puede considerarse como el termómetro acontecimientos!
de los progresos del sistema de K a n t .
Sin duda por convicción í n t i m a de m i
A b r i l , 1820. ignorancia tiemblo al aproximarme á un
E l a ñ o literario promete ser insignifi- sábio y retrocedo ante un libro erudito.
cante. No se anuncia n i n g ú n libro i m - Cuando yo tenia espíritu crítico, sabia
portante, ninguna obra que enseñe ó suficiente latín para comprender lo que
que conmueva. Es hora ya, sin embar significaba genus irritabile, y tenia sufi-
go, de que descuelle entre la m u l t i t u d ciente talento y esperiencia para com-
de libros alguno notable; es hora ya de prender que esta calificación se aplica
que salga un Homero ó u n Aristóteles; lo mismo á los sabios que á los poetas.
los ociosos podrían disputar sobre él y Viéndome obligado á ejercer la crítica
esto les ocuparla el tiempo. respecto á la una ó á la otra de las dos
L a literatura de 1820 es m á s t r i v i a l clases que constituyen el genus irritabile,
que la de 1810 y m á s imperdonable, hice promesa formal de no establecer m i
porque ahora no existe ya n i n g ú n Ñapo jurisdicción respecto á la ú l t i m a clase,
león que reasuma todos los genios y que porque ésta es generalmente la única
haga generales. ¿Quién sabe si Ney, que no puede demostrar la inepcia ó la
Murat y Davont hubieran sido grandes ignorancia del crítico. Podéis decir i m -
poetas? Se batían como se debe escribir. punemente á un poeta todo lo que os
Es triste nuestra época; tenemos muchos ocurra, inventarle defectos y dictarle sen-
versos, pero poca poesía; muchos vau- tencias. Si se os incomoda, citáis á Aris-
devilles, pero poco teatro. Poseemos un tóteles, á Quintiliano, á Logino, á Ho-
Taima, pero nada m á s . Prefiriera que racio y á Boileau. Si no le aturden estos
tuviésemos un Moliere. célebres preceptistas, invocáis el buen
Se nos anuncia la publicación de E l gusto literario y le dejáis sin réplica.
Monasterio, novela nueva de Walter E l buen gusto es semejante á las antiguas
Scott. Bueno será que se apresure á pu- divinidades paganas, que se respetaban
blicarla, ya que parece que posea á nues- m á s cuanto menos se sabia dónde en-
tros escritores la rabia de las novelas contrarlas, n i bajo q u é forma se les ha-
malas. Tengo en m i despacho un mon- bía de rendir culto. No sucede lo mismo
tón de ellas que no abro nunca, porque con los sábios. Son gentes que solo se baten
no estoy seguro de encontrar entre todas con los hechos, como decía Lacios, y es m u y
lo que el perro de que habla Rabelais desagradable para el periodista, que del
MISCELÁNEA DE LITERATURA. Y DE FILOSOFIA. 21

erudito solo tiene el pedantismo, ver que tras que las demás composiciones del
el sabio irritado le devuelve los latiga- espíritu humano se parecen, por decirlo
zos que ói le habia suministrado con así, á los edificios que, desde sus cimien-
aturdimiento. A ñ a d i d á esto que no tos hasta su remate, se han de edificar
hay nada tan terrible como l a cólera trabajosamente observando las leyes ge-
de u n sabio, y que se vé atacado en su nerales y las combinaciones particulares.
terreno especial; esta clase de hombres ~ a mayoría de los autores de epístolas
vomitan injurias en infolio, pareción- l a n ignorado que fuesen autores; escri-
doles que el idioma no les provee de DÍan sus obras como M . Jourdain escri-
términos bastante fuertes para expresar 3Ía prosa sin saberlo. No escribían por
su indignación. Visdelon, que era aman- escribir, sino por tener parientes y ami-
te platónico de la Lexicología, refiere gos, negocios y afecciones; de n i n g ú n
en su Suplemento á la Biblioteca oriental, modo les preocupaba en sus correspon-
que l a emperatriz china Un-Ibeu come- dencias el deseo de l a inmortalidad; solo
tió muchos crímenes, como por ejemplo, se ocupaban de los intereses vulgares y
los de asesinar á su marido, á su hermano ^articulares de la vida. Su estilo es sen-
y á sus hijos; pero que sobre todos estos cillo, como l a intimidad; pero l a senci-
cometió un atentado inaudito) haber man- lez constituye todo su encanto, y por
dado, menospreciando las leyes de la no enviar las cartas m á s que á las fami-
g r a m á t i c a , que se la llamase emperador y "ias, han conseguido llegar á l a posteri-
no emperatriz. dad. Creemos imposible fijar los ele-
mentos del estilo epistolar; los demás gé-
Todo el mundo ha oido hablar de neros literarios tienen reglas marcadas;
Juan Alary, el inventor de l a piedra filo- este no tiene m á s que secretos.
sofal de las ciencias: hé a q u í algunos de-
talles sobre este hombre célebre, que S a t í r i c o s y moralistas.
pueden servir a l pintor que se proponga E l que, atormentado por el demonio
retratarle: de la sátira, pretenda decir verdades
"Alary llevaba siempre hasta en l a crudas á su siglo, debe, para aterrar a l
córte barba larga y espesa, sombrero vicio, atacar frente á frente al hombre
alto y cuadrado, como no era moda en- vicioso, y para infamarle, nombrarle;
tonces, y capa larga forrada de larga pero no puede conquistar este derecho
felpa, que le llegaba m á s abajo de los ta m á s que bajo su firma. De este modo casi
Iones, capa que llevaba hasta en el fuer asegura l a victoria, porque se muestra
te del verano y que le d i s t i n g u í a tanto m á s valiente cuando su enemigo es po-
de los demás, que le conocía todo el pue deroso, y el poder retrocede siempre ante
blo y le llamaba el filósofo sucio, de cuya el valor; por otra parte, l a verdad debe
calificación, según dice Colletet, no se decirse en alta voz, y l a maledicencia
ofendía su modestia.,, a n ó n i m a es quizá m á s vergonzosa que
Colletet llamab a a Juan A l a r y el filó la calumnia firmada. No sucede lo mis-
sofo sucio, y Boileau llamaba á Colletet e mo al apacible moralista que solo se i n -
poeta sucio. E n aquella época el talento y miscuye en l a sociedad para observar
el saber, esos dos demonios tan temidos silenciosamente sus errores y ridiculeces,
hoy, eran unos pobres diablos. E n l a con la idea de que se corrija l a humani-
actualidad lo que ensucia al poeta y a dad. Aunque examine particularmente
filósofo no es la pobreza, es l a venalidad á los individuos, critica á l a especie en
no es el barro, sino el cieno. general. E l estudio á que se consagra es
absolutamente inocente, porque trata de
Se considera hoyen F r a n c i a , y con ra curar á todo el mundo y de no herir á
zon, que es el complemento necesario de nadie. Para llenar con fruto sus útiles
la educación elegante adquirir cierta fa funciones, su primera precaución debe
cilidad en el manejo del estilo epistolar ser guardar el incógnito, porque por bue-
Efectivamente, el género que se conoce na opinión que tengamos de nosotros
bajo este nombre es en la literatura como mismos, existe en nosotros cierta con-
los campos que pertenecen al dominio ciencia que nos hace considerar como
público, que todo el mundo tiene derecho hostil el modo de obrar del hombre que
á cultivar. Esto consiste en que el géne trata de escrutar nuestro carácter.
ro epistolar dimana m á s de la naturale Esta conciencia es l a de
za que del arte. Las producciones de L'endroüque Von sent faible et qu'on vent se cacher (1)
esta clase son en cierta manera como las
flores, que crecen por sí mismas, míen- {i) La parte que tenemos débil y que queremos ocultar.
11 OBRAS DE VÍCTOR HUGO.

De modo que si nos vemos obligados quoi que je m ' en promette; ils n' en out riená craindre
á v i v i r con el que creemos que es nues- c'au est le dernier eclat d' un feu prét a s' eteindre
moment de expirer i l tache d' eblouir,
tro importuno espía, ocultaremos nues- et ne frappe les yenx que pour s' evanouir.
tras acciones y nuestro carácter bajo un
velo de disimulo y perderá todo su tra- Estos versos me han conmovido siem-
bajo, y si podemos evitarle, le haremos bre profundamente; en ellos Corneille,
huir de todo el mundo denunciándole agriado por la envidia, rechazado por l a
como á hombre enojoso. E l filósofo ob- indiferencia, deja entrever la melancolía
servador, como los actores del teatro an- de su alma noble. Sentia sus fuerzas
tiguo, no pueden desempeñar bien su creadoras y era amargo para él ver que
papel si no se cubre con la mascarilla. 'as desconocían los d e m á s . Su genio
Recibiríamos muy m a l al hombre que varonil tenia la conciencia de su propio
nos dijera: "Vengo á hacerme cargo de valor. Juzgad hasta q u é extremo los
vuestros defectos y á estudiar vuestros ataques reiterados de los Zoilos debieran
vicios.;; E l que se encarga de explotar el influir sobre sus ideas para llegar á de-
dominio del ridículo, que siempre es tan cir con convicción:
vasto en Francia, debe resbalarse en la Sed ñeque Godaeis accedat musa tropais,
sociedad m á s que presentarse en ella, nec Capellanum fas mihi velle seguí.
notarlo todo, sin que nadie se fije en Semejantes versos, que Corneille es-
él, y no olvidar nunca este verso del cribió, son un sangriento epigrama con-
Mdhoma: t r a su siglo.
Mon empire est detruit si l' homme est reconum (1)
Sobre Andrés Chenier.
No se debe juzgar á Voltaire por sus
comedias, á Boileau por sus pindári
1819.
cas, n i á Rousseau por sus alegorías. L a
crítica no debe apoderarse maliciosa- Acaba de aparecer u n libro de poesías,
mente de las flaquezas de los grandes y aunque el autor ha muerto, el libro es
talentos, como la historia no debe abu objeto de muchas críticas. Pocas obras
sar de las debilidades que ofrecen casi han merecido tanto rigor. Sin embargo,
todos los grandes caractéres. Luis X I V no se trata de atormentar á n i n g ú n vivo,
se hubiera creido deshonrado si su ayu de descorazonar á n i n g ú n jóven, de ma-
da de c á m a r a le hubiese visto sin pelu- lograr á n i n g ú n talento naciente, n i de
ca; Turena, cuando estaba solo á oscu- destruir un porvenir; nada de esto: la
ras, temblaba como un n i ñ o , y César crítica esta vez se e n s a ñ a con un ataúd:
tenia miedo de volcar cuando iba en su caso raro; y por qué? Diré l a razón en dos
carro de triunfo. palabras. Aunque se trata de un poeta
muerto, se trata t a m b i é n de una poesía
nueva que acaba de aparecer. No se le
E n 1676, á Corneille, á quien nunca perdona la tumba al poeta en ódio á l a
olvidará la posteridad, le olvidaban sus cuna de su musa.
contemporáneos, cuando Luis X I V man
Nosotros dejamos á otros la triste tarea
dó representar en Versal les muchas de
de triunfar de un jóven león que sucum-
sus tragedias; esté recuerdo del rey exci
be en la plenitud de sus fuerzas. Nada
tó la g r a t i t u d del gran hombre, reanimó
nos importa que se critique su estile in-
el n ú m e n de Corneille, y el último grito
correcto y á veces b á r b a r o , sus ideas va-
de a l e g r í a del viejo fué quizás uno de
gas é incoherentes, la efervescencia de
los m á s hermosos cantos del poeta.
su imaginación, la m a n í a de mutilar l a
Ést-il yrai, grand monarque et puis-je me vanter frase y, por decirlo así, de tallarla al estilo
que tu preunes plaisir á me ressusciter?
Uu an bout de cuarante ans, Ginnaj Paupée, Horace, griego, n i las palabras que usa, deriva-
reviennent á la mode et retrouvent leur place, das de lenguas antiguas y que emplea
et que 1' heureux brillant de mes jeunes rivaux en toda l a extensión de su aceptación
n' ote point leur vieux lustre á mes premiers travaux? maternal, etc., etc. Cada uno de estos

Tel Sophocle á cent ans charraait encoré Athénes,


defectos del poeta encierra quizás un
tel bouillounait encor son vieux sang das ses veines, g é r m e n de perfección para la poesía.
diraient-ils á 1' euvi lorsque OEdipe aux aboix Aunque así no fuese, sus defectos no son
je n' irai pas si loin et, si mes quinze lustres peligrosos, y ahora se trata de hacer jus-
fout encor quelque peine aux modernes ilustres, ticia á un hombre que no ha podido
s' i l ne est de facheux jusqu' a s' en chagriner,
je n' auras pas lougtemps á les importuner gozar de su gloria. Nadie debia atrever-
se á reprocharle estas imperfecciones,
i) Destruirán mi imperio si reconocen al hombre. cuando el hacha revolucionaria reposa
MÍSCELÍNEA DE LITERATUKA Y DE FILOSOFÍA.

sangrienta entre sus obras no termina- apodera de nosotros profundo pesar, al


das. comprender cómo el jóven poeta corria
Por otra parte, si consideramos q u é r á p i d a m e n t e hácia la perfección. Ama-
fué el joven de quien recogemos hoy la mantado por la musa antigua, solo le
herencia, la sonrisa no debe aparecer faltaba ya familiarizarse con su lengua-
en nuestros labios. Era un jó ven noble je, aunque no estaba desprovisto de buen
y modesto, inclinado á las dulces afec- sentido, n i de instrucción, n i de verdade-
ciones del alma, amigo del estudio, en- ro gusto literario, que no consiste m á s
tusiasta de la naturaleza, que vivió en que en el instinto de lo bello. Por eso se
los tiempos en que iba á estallar la re- vé en él que los defectos le abren paso
volución y en los que se acababa de á atrevidas bellezas, y que si se desem-
proclamar el renacimiento de los siglos baraza algunas veces de las trabas gra-
antiguos: Ohenier debió ser e n g a ñ a d o y maticales, se desembaraza á la manera
lo fué. ¿Quién de nosotros no hubiera de L a Fontaine, para dar al estilo m á s
querido serlo? Siguió al fantasma, con- movimiento, m á s gracia y m á s energía.
fundido con el pueblo que corria con em- A l leer muchos de sus trozos creemos
briaguez delirante por el camino que le estar leyendo alguno dé nuestros anti-
llevaba el abismo. Más tarde abrió los guos poetas.
ojos; los hombres extraviados volvieron Es indudable que si Andrés Ohenier
la cabeza; no era ya tiempo de retroce- hubiera vivido se hubiera colocado entre
der, pero era tiempo aun de morir con nuestros primeros poetas líricos. Hasta
honor. Más dichoso que su hermano, en sus ensayos informes se encuentra en
Ohenier llegó á desconocer á su siglo en su conjunto el m é r i t o del género, la
el p a t í b u l o . abundancia, el encanto y la espontanei-
Se presentó para defender á Luis X V I , dad de las ideas propias; en todas las
y cuando el m á r t i r fué enviado al cielo, partes de sus poesías encontramos la
resumió la carta, por la que el último re- misma flexibilidad de estilo; aquí imá-
curso del llamamiento al pueblo fué genes graciosas, allá detalles descritos
ofrecido en vano á la conciencia de los con enérgica trivialidad. Sus odas, como
verdugos. las odas antiguas, si estuvieran escritas
Este hombre, tan digno de simpatía, no en l a t i n se citarían como modelos de ele-
tuvo tiempo para llegar á ser u n poeta vación y de energía; así no es raro el en-
perfecto; pero recorriendo los fragmen- contrar en ellas estrofas en las que nin-
tos que nos ha dejado, encontramos de- g ú n poeta francés desconocerá el sello
talles que hacen que nos olvidemos de marcado y original.
sus defectos. Citaremos como notables No caben opiniones mixtas respecto á
el episodio de Teseo matando á un cen- Andrés Ohenier: es preciso arrojar su l i -
tauro y la apoteosis de Hércules. Los bro ó resolverse á leerle con frecuencia:
idilios de Ohenier constituyen la parte sus versos no deben ser juzgados, sino
menos correcta de sus obras, y sin em- sentidos, y sobrevivirán á muchos que
bargo, pocos poemas hay escritos en len- hoy parecen mejores. Quizás, como decia
gua francesa cuya lectura tenga tanto candorosamente L a Harpe, porque en-
atractivo, por la verdad de los detalles cierran algo dentro. Encontrareis siem-
y por la abundancia de i m á g e n e s que pre en A n d r é s Ohenier la manera franca
caracterizan á la poesía antigua. Efecti- y á m p l i a de los antiguos; rara vez vanas
vamente, se ha notado que hay églogas antítesis, con frecuencia pensamientos
de Virgilio que podrían dar asunto para nuevos, pinturas vivas, y en todas par-
trazar varios cuadros. tes el sello de una sensibilidad profunda,
E n las elegías es donde resalta el ta- sin la que no existe el génio, y que es
lento de Andrés Ohenier: en este género quizá la que le constituye. Porque, ¿qué
es original; en él deja detrás á todos es el poeta? E l poeta es el hombre que
sus rivales. Quizás el hábito de estudiar siente con fuerza y desarrolla sus sensa-
la a n t i g ü e d a d nos alucine, quizás haya- ciones en un lenguaje expresivo. L a
mos leido con demasiada complacencia poesía casi la constituye el sentimiento.
los primeros ensayos de un poeta desgra-
ciado; pero nos atrevemos á creer, y no
A un traductor de Homero.
vacilamos en afirmar, que á pesar de to-
dos sus defectos, Andrés Ohenier será Los grandes poetas son como las
considerado entre los franceses como el grandes montañas: tienen muchos ecos.
padre y el modelo de la verdadera ele- Sus cantos se repiten en todos los idiomas
gía. Cuando le leemos en este género se y se pronuncian sus nombres en todas
OBRAS DE VICTOR HUGO.

partes. Homero ha alcanzado, q u i z á m á s diremos que no se educan las á g u i l a s


que todos por su inmensa fama, el pri- en jaulas, aunque sean doradas.
vilegio ó la desgracia de tener m u l t i t u d
de intérpretes. En todos los países, impo- Guando la principal cualidad de u n
tentes copistas, insípidos traductores han escritor es la originalidad, siempre pier-
desfigurado sus poemas: desde Accius de algo al ser citado. Sus pinturas y sus
Labeo hasta el contemporáneo de Marot, reflexiones, que dicta un espíritu organi-
desde el siglo del g r a m á t i c o Zoilo hasta zado de un modo particular, necesitan
nuestros dias, es imposible calcular el verse en el sitio en que el autor las ha
n ú m e r o de pigmeos que unos tras otros colocado, precedidas de lo que las sugie-
han probado á levantar la pesada maza re y seguidas de las deducciones que de
de Hércules. ellas se sacan. Como están ligadas á la
Creedme y no queráis confundiros con obra, el color bien aparejado de las par-
esos enanos; tenéis aun vuestra traduc- tes concurre á la a r m o n í a del conjunto;
ción en la cartera y íelizmente estáis á pero desprendidas de él, hasta el mismo
tiempo de quemarla. Traducir en versos color parece desentonado y forma diso-
franceses á Homero es monstruoso é i n nancia con todo lo demás que las rodea.
soportable. Os afirmo con lealtad que E l estilo del crítico, que debe ser senci-
vuestra traducción me indigna. No la llo y fluente, y que muchas veces es
leeré. Confieso que traducir en verso á vulgar y r a m p l ó n , ofrece chocante con-
semejante poeta, sea el que quiera el traste con el estilo ámplio, atrevido y mu-
traductor, me parece empresa absurda, chas veces brusco del autor original. L a
insoportable y quimérica. L o sé por ex- cita de tal ó cual poeta, de t a l ó cual es-
periencia, porque yo he trasladado en critor, metida entre la prosa luciente,
secreto al verso francés cuatro ó cinco amanerada y vulgar de cualquier críti-
m i l versos de Horacio, de Lucano y de co, produce un efecto semejante al que
V i r g i l i o , y sé lo que pierde un e x á m e t r o produciría una figura de Miguel A n g e l
cuando se convierte en alejandrino, y en medio de las vasijas de vidrio de mon-
comprendo que es imposible traducir á sieur D r o l l i n g .
Homero.
Su inimitable sencillez ha sido siempre Es difícil no estar prevenidos contra
el escollo donde se han estrellado los la m a n í a que acomete hoy á muchos au-
traductores; Mad. Dacierla ha trocado en tores de reunir sus imaginaciones dife-
vulgaridad, L a Motte-Houdard en aspe- rentes, y á veces contrarias, para produ-
reza de estilo, B i t a u b é en impertinencia; cir una misma obra. Cowley, apremiado
Francisco Porto dice que es preciso ser por el m a r q u é s de Tevuckecham para
u n segundo Homero para elogiar digna- que colaborase con no recuerdo q u é
mente a l primero. ¿Qué se necesitará poeta desconocido, respondió á su seño-
ser, pues, para traducirle? ría que un asno y u n caballo arrastra-
rían mal una carreta. Los dos autores
Campistron, como Lagrange-Ohancel, que ponen su talento en c o m ú n pierden
manifestaron desde edad temprana dis- con frecuencia cada uno el talento que
posición para la poesía, y á pesar de esto pudieran tener separados. Es imposible
no han llegado á ser m á s que dos me- que dos imaginaciones conciban el mis-
dianías. Es raro efectivamente que ta- mo asunto absolutamente del mismo
lentos tan precoces consigan alguna modo, y la unidad absoluta de la con-
vez llegar, á la madurez del génio. De cepción es la primera cualidad que ne-
esta verdad nos podemos convencer m á s cesitan tener todas las obras. Si no la
y m á s cada d í a . Vemos jóvenes que ha- tienen, las ideas de los diversos colabora-
cen á los 19 años lo que Hacine no ba- dores se chocan en vez de ligarse, y re-
ria á los 25; pero á los 25 años han al- sulta de su conjunto discordancia inevi-
canzado el apogeo de su talento y á los table. Los buenos autores, tanto antiguos
28 han destruido ya la mitad de su glo como modernos, siempre escribieron so-
ria. Se nos objetará que t a m b i é n Voltaire los y por eso son excelentes.
escribió versos desde su infancia; pero Un folletín.
nosotros replicaremos que desde los 15
años, Campistron y Lagrange-Chancel Teatro francés.—Juan de B o r g o ñ a , tragedia en cinco actos.
eran ya conocidos en los salones y consi E l inconveniente que tienen los asun-
dorados casi como eminencias, mientras tos históricos consiste en obstruir la i n -
que á esa edad Voltaire se escapó de teligencia del parterre. Este se presenta
casa de su padre; y por regla general, ante el telón de boca sin conocer los su
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA. 25
cesos que van á desarrollarse á su vista, prendemos con sentimiento que nos he-
y en los que solo le inicia superficial- mos servido de una palabra impropia; de-
mente una exposición que oye mal, ó que bíamos haber dicho que es donde parece
no comprende bien. Necesitan los espec- que debia empezar. Esta nueva trage-
tadores i r á leer en el diario del dia si- dia, estimable bajo otros puntos de vista,
guiente de q u é raza salió el héroe, á q u é solo es, en cuanto al plan, una pieza tea-
familia pertenecia la heroína, en q u é t r a l como otras muchas, una tragedia
pais reinaba el tirano, y quedan burla- sin acción, una especie de linterna má-
das sus esperanzas si la crítica no ilustra gica, en la que todos los personajes cor-
su ignorancia y no les dice, como al ren unos tras otros sin poderse alcanzar
criado de Héctor, de q u é pais era Séneca. nunca.
Nos dispensaremos de seguir la cos- Cuando el delfín está en el Consejo
tumbre establecida; desde luego, porque deliberando sobre la acusación presen-
mucho tiempo antes de que nos dedicá- tada contra el duque de B o r g o ñ a , apa-
semos á hablar de teatros, los breves rece éste de repente, y en vez de
compendios históricos de los folletines ustifícarse, declara la guerra á su so-
nos parecían ya eníadosos; en segundo Derano. Esto es una situación, pero ¿qué
lugar, porque no podemos vanagloriar- Droduce? Nada. Los dos partidos se sepa-
nos de compendiar mejor la historia que ran, a m e n a z á n d o s e m ú t u a m e n t e . Sin
tantos hábiles críticos que nos han pre- embargo, Z a n e g u y - D u c h á t e l , que tiene
cedido, y a d e m á s porque profesamos l a que asesinar un dia al príncipe, está en
opinión de Barnes, que dice que basta escena, y me parece que debia aprove-
para ganar una causa encontrar dos ra- char aquella ocasión. E l autor del dra-
zones, buenas ó malas. Dicho esto, vamos ma no puede escaparse de que se le
á ocuparnos de Juan de Borgoña. proponga este dilema: ó el duque de
Desde las primeras escenas del drama B o r g o ñ a tiene medios para apoderarse
se dibujan tres caractéres principales que de la persona de su soberano, ó no los
producen dos acciones distintas, ó si se tiene. Si puede, por q u é no lo hace? Si
quiere dos hechos diferentes, á saber: l a no puede, ¿por q u é se expone fanfar-
cuestión entre el delfín y el duque de ronamente á las consecuencias de su
B o r g o ñ a , esto es, la de si se s a l v a r á ó no audacia, que pudieran ser funestas?
la Francia; y la cuestión entre el duque Más adelante volvemos á encontrarnos
de B o r g o ñ a y Valentina de Milán, esto con la misma situación, pero desprovista
es, si el duque de Orleans será vengado. de todo lo que pueda hacerla decisiva.
A la inadvertencia de dividir la atención Vienen á anunciar al delfín que el du-
del espectador, presentándole dos héroes que de B o r g o ñ a es dueño de Paris y que
que le pueden interesar, el autor ha a ñ a vá á apoderarse del palacio. E l delfín
dido el error, m á s imperdonable aun, está en peligro; cómo se librará de él?
de no reunir las dos afecciones que re Nada m á s sencillo; sale por una puerta y
sultán en el drama en u n solo y único i n el duque de B o r g o ñ a entra por la otra.
terés. Si nos presenta al delfín dispuesto Pero dirá el autor: el delfín se deja ar-
á sacrificarlo todo por salvar l a Francia, rastrar; esto es precisamente lo peor que
nos presenta t a m b i é n al mismo tiempo puede hacer, porque los grandes carac-
á la duquesa dispuesta á sacrificarlo téres deben tener voluntad para obrar
todo, hasta la Francia misma, por salvar por sí mismos. ¿Valdría la pena de anun-
á su marido; de a q u í resulta que el es- ciarnos que van á salir gigantes, si antes
pectador, que se interesa por una de las os tomáis el trabajo de atarles las pier-
dos acciones, no se interesa por la otra nas?
y vice-versa. Esta combinación desgra Cuando el duque de B o r g o ñ a se vé
ciada, lo es mucho m á s porque no es solo se guarda bien de perseguir al del-
precisa. Tratando el autor de empezar su fín, porque perseguirle le p o n d r í a en el
drama recordando los crímenes de Juan caso de ser vencedor ó vencido. Se entre-
de Borgoña, pensamiento justo y t r á g i tiene conversando con los A r m a ñ a c s , en
co, no necesitaba que interviniese perso combatir las pretensiones de los ingleses
nalmente l a duquesa de Orleans; con y en ofrecer destinos al canciller. Des-
una carta hubiera salido del paso, y el pués parte para Montereau. De repente
espectador se hubiera visto transportado sabe que ha aceptado allí una entrevista
en seguida á las escenas animadas del con el delfín, y que éste en dicho punto
acto segundo, que es donde verdadera- ha sido asesinado; de modo que si el
mente empieza la acción del drama. principio del drama nos ha hecho ver
A l decir que la acción empieza, com- grandes acontecimientos produciendo
TOMO IV.
26 OBRAS DE VICTOR HUGO.

solo pequeños resultados, la balanza se Si un necio llega á ser célebre, no es -


restablece en el acto último, y es difícil cribe dos p á g i n a s sin firmarlas, creyen-
que suceda un acontecimiento tan i m - do que su reputación ha de dársela el
portante producido por causa tan pe- "ibro, cuando con frecuencia la del libro
q u e ñ a y tan inesperada. destruye la suya. E l hombre de mérito,
Acabamos de exponer en pocas pala- que ha alcanzado ya la gloria, evita al-
bras el plan de Juan de Borgma; des- gunas veces decorar con su nombre los
embarazando de él todas las escenas escritos que entrega al público. Tiene
episódicas, solo nos resta examinar por vastante orgullo para saber que su nom-
q u é su autor, que no carece de talento, Dre influye en la opinión y bastante mo-
ha desarrollado un argumento tan i m - destia para creer que eso no suceda. Pre-
perfecto. veré ser desconocido, para procurarse así
E l error suyo consiste en haber con- en cierto modo una nueva gloria. H a y
fundido las dos clases de tragedias, la cierta fanfarronería en los guerreros de
tragedia de sentimientos y la de sucesos. Homero que antes de combatir declina-
Basta para convencerse de ello haber ban sus nombres y sus genealogías; pero
establecido entre los dos héroes uno de son verdaderos héroes los caballeros fran-
los afectos naturales; por ejemplo, el de ceses que c o m b a t í a n con la visera cala-
hermano á hermano ó el de padre á hijo; da y no se descubrían el rostro hasta
de ese modo hubieran desaparecido to- después de haber hecho sentir el peso de
das las deformidades de l a acción. Si un su brazo.
hijo acusado de un crimen declara la
guerra á su padre, ¿debia asombrarnos Hay algunos desventurados que se
que los dos personajes que tenian moti- e m p e ñ a n en escribir, pudiendo hacer
vo para exterminarse mutuamente se mejor cualquier otra cosa, solo por ha-
separaran, contentándose solo con ame ber leído a l g ú n libro precioso, que les
nazarse? ¿seria vergonzosa l a fuga de hace exclamar:—^Yo podría escribirlo
u n padre ante un hijo rebelde? Y si el también.,,—Esta reflexión, si algo prue-
hijo perece asesinado, á pesar de la ór ba, es que la obra es inimitable. E n lite-
den contraria del padre, ¿la situación de ratura como en moral, lo que es m á s
éste no seria interesante y d r a m á t i c a ? bello parece lo m á s fácil. Existe en el
Sin apercibirnos de ello casi acabamos corazón del hombre algo que le hace
de copiar la aventura de David y Absa creer que puede realizar lo que desea;
Ion, que es una de las m á s t r á g i c a s que por eso cree que es fácil morir como
se encuentran en el Santo Libro. Assas ó escribir como Voltaire.
E n el caso actual, desde el momento
en que el autor queria representarnos la Que Walter Scott es escocés lo sabe-
muerte del duque de B o r g o ñ a , necesita mos por sus novelas. Su afecto esclusivo
ba elegir entre dos hipótesis; entre la de hácia los escoceses prueba el cariño que
una muerte fortuita, ó l a de u n asesinato profesa á la Escocia; apasionado por las
premeditado. L a primera era impracti antiguas costumbres de su p á t r i a , las
cable, porque toda tragedia debe tener pinta fielmente y se lamenta de no po-
principio, medio y fin. Admitiendo la se der seguirlas ya religiosamente, y la ad-
gunda hipótesis, era preciso desde las miración que profesa al carácter nacio-
primeras escenas proponer la cuestión nal resalta hasta en la complacencia
t r á g i c a de si el duque seria ó no asesina que manifiesta detallando sus defectos.
do, y hacer que naciese el interés de la Una irlandesa, lady Morgan, se ha pre-
lucha de las circunstancias que le apar- sentado, por decirlo así, como la r i v a l
tan de esta desgracia ó que le conducen natural de Walter Scott, obstinándose
á ella. Pero en esta tragedia t a l como como él en tratar solo de asuntos nacio-
está escrita el espectador va de incidente nales; pero se ven en todos sus escritos
en incidente hácia la catástrofe, sin que m á s cariño á la celebridad que á su
nada ligue la catástrofe á los incidentes, y país y m á s vanidad personal que orgu-
apenas percibe aquí ó allá algunas i n llo nacional. Lady Morgan pinta con
tenciones d r a m á t i c a s , algunas combina- gusto á los irlandeses, pero pinta con
ciones teatrales, que naufragan entre e mayor entusiasmo á una irlandesa, á
flujo y el reflujo de los episodios. ella misma. Miss O'Hallogan en O'Do-
nell y lady Clancare en Florencia Mar-
Walter Scott oculta su verdadero nom carthy, son lady Morgan, adulada por sí
bre bajo el pseudónimo de Jediah Oléis misma.
Botham. No sé por q u é se le vitupera. E n honor de la verdad debemos decir
MISCELÁNEA DÉ LITERATURA Y DE FILOSOFIA. 27
que junto á los cuadros llenos de vida y se pliega á todos los géneros y ha pasado
de calor de Walter Scott, los croquis de por todas las formas materiales del ritmo
lady Morgan solo son pálidos y frios bos- y por cerebros cómicos, trágicos y líri-
quejos. Las novelas históricas de esta cos, como una espuma se escapa del con-
dama se leen con gusto, es cierto, pero j u n t o de obras que componen su riqueza
las historias romancescas del novelista es- literaria, cierta cantidad, cierta masa
cocés causan admiración. L a razón es flotante de frases convenidas que perte-
muy sencilla; lady Morgan posee bas- necen á todo el mundo y no son de na-
tante tacto para observar lo que vó, bas- die. Cuando se llega á ese caso, el hom-
tante memoria para retener lo que ob- bre de menos inventiva puede, teniendo
serva, y es bastante sutil para referir á un poco de memoria, recoger del público
propósito lo que ha sabido retener; su dominio una tragedia, un poema, una
ciencia no alcanza m á s allá. H ó a q u í oda que tenga buen ritmo y excelentes
por q u é sus caractéres, bien trazados al- cesuras, que sea fácil y que tenga cierta
gunas veces, no están sostenidos; al lado elegancia y cierta a r m o n í a . Dicho hom-
de un rasgo de verdad que os encanta, bre puede publicar su obra en u n volú-
porque lo ha copiado de la naturaleza, men y hasta creerse poeta lírico, épico ó
encontráis otro falso y chocante, porque trágico, como el loco que se creia propie-
lo ha inventado. Walter Scott, al contra- tario del hospital. Entre tanto la envi-
rio, concibe un carácter, después de ob- dia, protectora de las m e d i a n í a s , sonrei-
servar con frecuencia algunos de sus r á al ver aparecer la obra; orgullosos
rasgos; lo vé con rapidez, y en pocas críticos, que quieren, como Dios, crear
palabras lo pinta. Su excelente criterio algo de la nada, se e n t r e t e n d r á n en for-
le impide que se extravíe, y lo que él marle una reputación; algunos aficiona-
crea es casi siempre tan verdadero como dos de los que no se obstinan ciegamen-
lo que observa. Cuando el talento llega te en querer que las palabras expresen
á esa altura es u n talento superior, de ideas, elogiarán, imitando al crítico, l a
modo que este paralelo puede conden- claridad, el mérito y el buen gusto del
sarse en dos frases: lady Morgan es una nuevo poeta; los salones, que son ecos de
mujer de talento; Walter Scott es un los diarios, se e x t a s i a r á n y la publica-
hombre de génio. ción a l c a n z a r á crédito.

Desconfiad de los hombres que, provis- Los que no admiran por su propia vo-
tos de un anteojo, os dicen continuamente luntad, sino por la agena, se cansan
"Estoy estudiando el siglo,,, porque los pronto de admirar. Existe en el fondo de
vidrios del anteojo unas veces aumentan casi todos los hombres no sé q u é senti-
los objetos, y en este caso los gatos les miento envidioso que vela incesante-
parecen tigres; otras veces los empeque mente en su corazón, para retener en él
ñecen, y entonces los tigres les parecen la expresión de la alabanza merecida y
gatos. Se necesita ver y observar con los para encadenar en él el impulso del en-
propios ojos. E l moralista no debe ha- tusiasmo justo. E l hombre m á s vulgar
blar m á s que por su propia experiencia, solo concede á la obra m á s superior un
si quiere gozar un dia de la inefable sa- elogio restringido, para que no se le crea
tisfacción de encontrar sus libros encua incapaz de escribirla. Quizá imagina
dernados en la biblioteca de las gentes que elogiar á otros es proscribir su dere-
que no conoce. cho al elogio, y solo consiente al génio
Debe tener t a m b i é n el moralista otra de cualquier poeta el elogio suficiente
condición, de la que ya nos hemos ocu- para que no se crea que abdica del que
pado; debe ser desconocido de los indivi- se le pueda adjudicar; y ahora me refie-
duos que estudie, y entrar libremente ro, no á los que escriben, sino á los que
en su casa sin que le conozcan. E l obser- leen, la mayor parte de los que no escri*
vador que se envanece del papel que de- birán nunca. A d e m á s , aplaudir es de
sempeña se parece á Argos, cuando se mal tono; la admiración d á á la fisono^
convirtió en pavo real y se enorgulle- m í a una expresión ridicula, y el trans-
cia de poseer cien ojos que carecían de porte de entusiasmo puede desarrugar
vista. los pliegues de la corbata.
Estas son las poderosas razones que
Cuando un idioma cuenta muchos si- influyen en que hombres inmortales que
glos de literatura, como el nuestro, y le honran su siglo arrastren vida amarga
han manejado, torturado y perfecciona- y miserable, para que el génio se extin-3
do; cuando se adapta á todos los estilos. ga desalentado, para que Camoens men^
28 OBRAS DE VICTOR HUGO.

d i ¿ u e , para que M i l t o n padezca en la probado, y que ella toma como autori-


miseria, para que otros genios ignora- dades contra las reputaciones contem-
dos, m á s desgraciados y m á s grandes poráneas.
quizá, mueran sin haber podido revelar Esta opinión, que descorazona é inju-
sus nombres y su talento, como las lám- ria, que condena la originalidad, como
paras que alumbran y que se apagan en si fuese una heregía, dice que ha pasado
una tumba. A ñ a d a m o s á todo esto que ya el reinado de Jas letras, que las mu-
mientras al verdadero genio se le rehusa sas se han condenado al destierro y que
la merecida gloria, vemos levantarse no le a b a n d o n a r á n ; pero cada dia j ó v e -
m u l t i t u d de reputaciones inexplicables nes liras la desmienten armoniosamente,
y de famas usurpadas; vemos que el cor- y á su pesar, la poesía francesa reverdece
to n ú m e r o de escritores m á s ó menos con gloria á nuestro alrededor. Presencia-
medianos que dirigen m o m e n t á n e a m e n - mos la aurora de una gran era literaria, y
te la opinión, exaltan á las medianías esa infamante opinión quisiera que nues-
que no temen y deprimen, por temor, á tra época, que brilla con supropia luz, solo
los hombres superiores. Pueden conse- :íuese el pálido reflejo de las épocas pre-
guir verdaderamente emponzoñar la cedentes. L a funesta literatura del siglo
existencia de un gran hombre, pero el Dasado ha exhalado esta opinión anti-
tiempo y la muerte v e n d r á n m á s tarde Doética en nuestro siglo, como un mias-
y le h a r á n justicia. Las reputaciones en ma cargado de principios mortíferos, y,
la opinión pública son como los líquidos triste es decirlo, dirige aun á l a inmensa
de diferente peso encerrados dentro de mayoría de los espíritus que componen
una misma vasija. Si agitan la vasija, nuestro público literario. Los jefes que
los licores se mezclan fácilmente, pero proclamaron esa opinión han desapare-
cuando se la deja en reposo, los licores cido, pero la opinión gobierna todavía
vuelven á tomar lentamente su sitio por las masas, y está sobrenadando, como na-
el orden que les designan su peso y su vio que ha perdido los mástiles. Sin em-
naturaleza. bargo, empieza k sobresalir una pléyade
de jóvenes cuyos cerebros, llenos de sa-
L a pintura de las pasiones, variables via y de vigor, han estudiado la Biblia,
como el corazón humano, es un manan- á Homero y á Dante, han bebido en los
t i a l inexplicable de impresiones nuevas primitivos manantiales de la inspiración,
no sucede lo mismo con la voluptuosi y l l e g a r á n á constituir la gloria de nues-
dad: en ella todo es material, y cuando tro siglo. Esos jóvenes serán los jefes de
habéis agotado el alabastro, la rosa y la una escuela nueva y pura, rival, pero no
nieve, ya no os queda nada que decir. enemiga, de las escuelas antiguas, y ex-
t e n d e r á n su opinión poética, que l l e g a r á
Los que observan con curiosa satisfac un dia en que sea t a m b i é n la de las ma-
cion los diversos cámbios que el tiempo sas. Hasta que lo consigan, t e n d r á n que
y los tiempos operan en el espíritu de entregarse á muchos combates y soste-
una nación, considerada como un gran ner muchas luchas; pero soportarán con
individuo, pueden observar en este mo el valor del génio las adversidades de l a
m e n t ó u n fenómeno literario singular gloria. L a rutina retrocederá lentamente
que ha nacido de otro fenómeno políti- ante ellos, y l l e g a r á el dia en que caiga
co; de la revolución francesa. Existe en para cederle su sitio, como la escoria
la actualidad en Francia el combate en seca de una antigua llaga que se cica-
tre una opinión literaria m u y poderosa triza.
aun y el genio de este siglo. Esta opi
nion, ávida herencia que legó á nuestra Los hombres graves que son perspica-
época el siglo de Voltaire, solo quiere ces en g r a m á t i c a , en versificación y en
caminar escoltada por todas las glorias prosodia, y al mismo tiempo son ciegos
del siglo de Luis X I V . Esta opinión solo en poesía, se asemejan á los médicos
vé poesía en los versos, y, semejante á que conocen detalladamente todas las
los jueces que juzgaron á Gí-alileo, no vé fibras de la m á q u i n a humana, pero que
que la tierra se mueve y que el talento niegan el alma y no creen en la vir-
crea; esta opinión manda que las á g u i t u d .
las no vuelen m á s que con alas de cera
y mezcla en su ciega admiración, con
las inmortales famas, que perseguiría si Del génio.
viviesen ahora, antiguas reputaciones
usurpadas que los siglos no han com Las pasiones son elocuentes; cuando
MISCELANEA DE LITERATURA Y DÉ FILOSOFIA 29
el hombre está persuadido, persuade; cho, y con frecuencia en pocos años han
_1 1-. /-VW-I

para que lloren es necesario llorar; el vivido muchas vidas. Es preciso conven-
entusiasmo es contagioso. cerse de que los gigantescos abetos solo
Probad á arrancarle el hijo á una ma- crecen en la región de las tempestades.
dre; veréis cómo sus lamentos, sus gri- Atenas, ciudad tumultuosa, produjo m i l
tos y sus dolores os enternecen y os grandes hombres; Esparta, ciudad orde-
hacen desistir de vuestro propósito. Efec- nada y silenciosa, no produjo m á s que
tivamente, hay un lenguaje que no en- uno, Licurgo. Observamos que la ma-
g a ñ a , que todos comprenden y que pue- yoría de los grandes hombres aparecen
den usar todos los hombres; el de las entre las grandes fermentaciones popu-
grandes pasiones que enseñan los gran- lares: Homero nace en los siglos heróicos
des sucesos: sunt lacrymce rerum; hay d é l a Grecia, V i r g i l i o en la época del
momentos en que todas las almas se triunvirato, Ossian entre las ruinas de
comprenden; hay momentos en que el su p á t r i a y de sus dioses; Dante, Ariosto
pueblo de Israel se levanta como un solo y el Tasso en medio de las convulsiones
hombre. renacientes de la Italia; Corneille y Ra-
Qué es la elocuencia? Demóstenes lo cine en el siglo de la Fronda, y M i l ton
dice: la acción, la acción y siempre la en la primera revolución popular de
acción. Pero en moral como en física, Inglaterra, al pió del sangriento cadalso
para i m p r i m i r un movimiento es preciso de White-Hall.
moverse. ¿Cómo se comunica este movi- Si examinamos el destino de esos gran-
miento? Viene de arriba, y debe basta- des hombres, veremos que les a t o r m e n t ó
ros que suceda así. Conmoveos si queréis á todos una vida agitada y miserable.
conmover; llorad si queréis que lloren; Camoens hiende los mares llevando su
este es un círculo del que no se puede Doema en la mano; Ercilla escribe sus
salir. ¿De q u é nos hubiera servido el don versos sentándose en la piel de las fieras
de comunicar nuestras ideas si, como á en los bosques de Méjico. A los que los
Casandra, no nos hubieran querido creer? sufrimientos del cuerpo no distraen los
¿Cuál fué el momento m á s sublime del sufrimientos del alma, se les vé arrastrar
emperador romano? E l momento en que una vida tempestuosa y devorarles la i r r i -
los tribunos de la plebe le prohibieron tabilidad del carácter, que es una desgra-
usar l a palabra.^—'"Romanos, gritó; juro cia para ellos y para los que les rodean.
que he salvado la República.,, E l pueblo Entre ellos solo son dichosos los que
se levantó en masa y le contestó:—^" Ju- mueren prematuramente, consumidos
ramos que ha dicho la verdad.,, por la actividad de su propio génio, como
Todo lo que acabamos de decir de la Pascal; ó por su dolor, como Moliere y
elocuencia se puede decir de las demás Racine; ó vencidos por los terrores de su
artes, porque las artes tienen la misma propia imaginación, como el infortunado
lengua hablada de diferente modo. Núes Tasso.
tras ideas son sensaciones, y sensaciones Admitido, pues, el principio reconoci-
comparadas, y las artes solo son diferen- do por la a n t i g ü e d a d de que las grandes
tes maneras de expresar nuestras ideas. pasiones forman los grandes hombres,
Rousseau, examinándose á sí mismo y debemos reconocer al mismo tiempo que,
comparándose con el modelo ideal que así como hay pasiones m á s ó menos
el hombre tiene grabado en la concien- fuertes, así t a m b i é n existen diversos gra -
cia, trazó un plan de educación que ga- dos en el genio.
rantizaba á sus discípulos de todos sus Examinando ahora q u é elementos son
vicios, pero al mismo tiempo de todas los m á s capaces de excitar l a violencia
sus virtudes. de nuestras pasiones, ó, lo que es lo mis-
E l gran hombre no se apercibió de que mo, de nuestros deseos, que solo son vo-
al dar á su idilio lo que le faltaba, le luntades m á s ó menos pronunciadas,
quitaba lo que poseía. E l hombre edu- hasta que llegan al extremo de consti-
cado entre las risas de la alegría, seria tuir la voluntad firme y constante que
como un atleta educado lejos de los hace desear una cosa toda la vida, todo
combates. Para ser u n Hércules es preci- ó nada como César, ariete terrible con
so haber ahogado las serpientes desde la que el hombre se destroza á sí mismo, de-
cuna. Pretende Rousseau apartar a bemos estar de acuerdo en que si existe
hombre de la lucha de las pasiones, ¿pero algo capaz de excitar tan tenaz volun-
seria vivir evitar la vida? Existir, se tad en un alma noble y firme, este algo
gun L o c k e , es sentir. Los grandes debe ser incontrovertiblemente lo que
hombres han visto y han sentido mu- mayor fuerza tenga entre los hombres,
30 OBRAS DE VICTOR HUGO.

Echando una ojeada á nuestro alrede- presentar á los hombres y u n espectácu-


dor, veamos si hay algo en el mundo á lo digno de los dioses.
lo que pueda esta sublime denominación Por una parte se vé el ódio del pueblo
justamente aplicarse por el consenti- á los enemigos de Phocion; su virtud i m -
miento u n á n i m e de todos los tiempos y 3rudente, que le dá armas contra sí mis-
de todos los pueblos, y llegaremos á des- mo, á Alejandro y á su ejército; por otra
cubrir la encantadora verdad, ante la Darte se ven las tropas de Casandra, el
que retrocedió toda la filosofía antigua Dartido de los antiguos ciudadanos y la
y hasta el gran P l a t ó n : la verdad de que autoridad del Senado; y por fin se vé en
el genio es la virtud. la tragedia el ascendiente eterno de la
virtud, que hace triunfar á Phocion siem-
Poetas, tened siempre la autoridad de pre que se presenta ante la muchedum-
proponeros u n fin moral. No olvidéis bre: de este modo se equilibra la balanza
nunca que los niños pueden leeros y te- teatral; la acción se desarrolla por medio
ned compasión de las cabezas blondas. de una série de revoluciones inespera-
Debe respetarse m á s la infancia que la das, y los medios de ataque y de resis-
vejez. tencia guardan entre sí las proporciones
debidas para excitar la ansiedad del pú-
E l hombre de génio no debe retroce- blico. Así se vé que en el tercer acto Pho-
der ante ninguna dificultad: á los hom- cion no teme presentarse en el campa-
bres ordinarios les bastan las armas pe- mento de Alejandro su enemigo y que le
queñas; los grandes atletas necesitan la decide á aceptar una entrevista con Ca-
pesada clava de Hércules. sandra.
Parece que este bravo modo de obrar
Plan de una tragedia, escrito en el colegio.
deba desarmar la ingratitud del pueblo
y cerrar la boca á sus acusadores, pero
Dos sucesores de Alejandro, Casandra Phocion se ha expuesto á la muerte vo-
y Alejandro, hijo de Polyperchón, se luntariamente, sin obedecer á n i n g ú n
disputan el imperio de la Grrecia. E l mandato; por salvar al pueblo no ha
primero está atrincherado dentro de la hecho caso del decreto popular que le
cindadela de Atenas, el segundo acampa destituía de su cargo, pero decreto que
al pié de las murallas. Atenas, colocada el Senado no habia sancionado aun.
entre dos poderosos enemigos y amena Cuando el espectador cree que la acción
zada de caer en ruinas, está a d e m á s camina hácia un feliz desenlace, se en-
atormentada por disensiones interiores. cuentra con que el peligro es mayor que
E l pueblo es partidario de Alejandro, nunca. Revolucionado el pueblo, sitia la
que le promete restablecer el gobierno morada de Phocion; no se vé medio al-
popular; el Senado es partidario de Ca guno de salvarle; el Senado ha perdido
sandra, que ha restablecido el gobierno la fuerza y Casandra está m u y lejos; no
aristocrático. E l pueblo ódia violenta tiene m á s remedio que morir. Sus servi-
mente á Phocion, jefe del Senado, el dores proponen á Phocion que arme á
mayor enemigo de los deseos de la m u sus esclavos y que venda cara la vida,
chedumbre. Phocion, al atravesar esta pero el gran hombre rechaza este medio.
crisis, en la que peligra tanto él como el E l pueblo se precipita en la escena
Estado, no tiene otro interés que el inte- pidiendo su muerte: Phocion no se con-
rés de sus conciudadanos, no piensa en mueve; los oradores agitan á la muche-
otra cosa m á s que en la salvación de la dumbre con sus palabras y con sus gri-
República, y por conseguirla trabaja con tos; Phocion la arenga, pero viendo que
toda la imprudencia de su alma noble el tumulto redobla y que no puede atraer
Los medios que emplea para salvar á la á la m u l t i t u d á los sentimientos huma-
p á t r i a los emplea para perderse á sí mis nos, sube él mismo á su propio tribunal,
mo. Consigue convencer á los dos jefes y desde este momento se verifica una
rivales de que se alejen del Africa y de revolución teatral. Y a no es el anciano
que respeten á Atenas: así lo hacen; pero que disputa la vida al populacho desen-
en seguida es acusado de traición, se frenado, es el juez supremo que v á á
presenta ante el pueblo y le condenan castigar á los revolucionarios. Los ase-
A q u í está condensada en pocas palabras sinos caen de rodillas ante Phocion; el
toda la acción de la tragedia; es sencilla anciano, profundamente afectado por la
y noble. Es el cuadro de las agitaciones ingratitud de sus ciudadanos, no les
populares y de la v i r t u d desgraciada pide venganza, no les pide n i aun la
esto es, el mayor ejemplo que se pueda vida; solo les pide que le dejen vivir un
MISCELANEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFIA, 34
dia para salvarles. De este modo cambia En 1793 la Francia hacia frente á la
la faz de la escena; el p u é b l e s e apacigua,
Europa y la Vendée hacia frente á la
los dos reyes van á tener una entrevista Francia. L a Francia entonces era m á s
en la ciudad para establecer u n pacto; grande que la Europa y la Vendée m á s
parece ya que Phocion nada deba temer. grande que la Francia.
Pero de repente Agnonides se levanta y
aconseja al pueblo que se apodere de los Diciembre, 1820.
dos reyes, para terminar de ese modo las Todos los jóvenes que empiezan á
desgracias de Grrecia. A l escuchar esta adoptar ideas políticas están perplejos
pérfida proposición, cuyas ventajas se en la aotualidad; porque por regla gene-
ven con claridad, renace la incertidum- nal nuestros padres son bonapartístas y
bre: se comprende en seguida el efecto nuestras madres realistas.
que ha de producir la respuesta de Pho- Para nuestros padres era Napoleón el
cion en u n pueblo, en el que Arístides no hombre que les concedía charreteras, y
se atrevió por segunda vez á preferir lo para nuestras madres era Bonaparte el
justo á lo útil. Phocion comprende el hombre que las privaba de sus hijos.
lazo que le tienden, pero no se descora- Para nuestros padres, la revolución era
zona. Hace lo que Arístides no se hubiera el acontecimiento m á s notable que pudo
atrevido á hacer: permanece siendo par- producir el génio de una Asamblea y el
tidario de lo justo contra los partidarios imperio el suceso m á s glorioso que pudo
de lo útil. L a entrevista de los dos reyes conseguir el génio de un hombre. Para
no se realiza, y Phocion queda citado nuestras madres, la revolución represen-
ante la Asamblea del pueblo como cul- taba l a guillotina y el imperio represen-
pable de haber desaprovechado la oca- taba el sable.
sión de poder salvar la República. Nosotros, sus'híjos, los que nacimos du-
A l llegar aquí, la acción de l a trage- rante el Consulado, hemos crecido sobre
dia se precipita. Phocion va á presen- las rodillas de nuestras madres, estando
tarse ante la Asamblea, compuesta de un nuestros padres en el campamento; y
montón de esclavos, de extranjeros y de viéndose privadas nuestras madres de
sus enemigos, cuando se sabe que Ca- sus esposos por los caprichos de un con-
sandra desciende de la Acrópolis y viene quistador, fijaban en nosotros, que éra-
á salvarle. E l anciano, aunque vé que mos tiernos estudiantes de diez y ocho
el pueblo viola las leyes para condenar- años, sus cariñosos ojos maternales lle-
le, no quiere escaparse. Camina delante nos de l á g r i m a s , al pensar que cumpli-
de los que venían á librarle y les obliga ríamos diez y ocho años en 1820 y que
á entrar en la ciadadela; vuelve en seguí en 1825 llegaríamos á coroneles ó mori-
da y se presenta solo ante el pueblo: va á ríamos en el campo de batalla.
ser absuelto, cuando de repente el ejér L a aclamación que saludó á Luis X Y I I I
cito de Alejandro aparece en lo alto de en 1814 al subir al trono, fué el grito de
las murallas. E l pueblo se revoluciona, alegría de las madres.
desconoce la autoridad del Senado y Por regla general, hay pocos adoles-
condena á Phocion á muerte. Phocion centes de nuestra generación que no
toma la copa y bebe el veneno. hayan mamado con la leche de sus ma-
Esta tragedia quizá encierra bellezas dres el ódio de las dos épocas violentas
literarias, pero representada quizá no que precedieron á la Restauración.
seria aplaudida. Comprendo que en el E l b ú de los hijos de 1802 era Robes-
teatro aparecería iría, porque en el tea pierre, y el b ú de los hijos de 1815 era
tro un cuento de amores vale m á s que Bonaparte.
una historia seria. Hace poco sostuve con audacia en pre-
Campistron ha presentado ya á Pho- sencia de m i padre mis opiniones ven-
cion en la escena. Su obra d r a m á t i c a , deanas. M i padre me escuchó en silencio,
como todas las que ha escrito, está bas- y después, volviéndose hácia el general
tante bien concebida y no la conduce L***, que estaba con nosotros, le dijo: De-
mal. Tiene invención en los caracteres, mos tiempo al tiempo; el niño tiene la misma
pero no ha sabido sostenerlos: esto es lo opinión que su madre, pero el hombre tendrá
que sucede con frecuencia á los que como la misma opinión que su padre.
él no han visto n i han observado y que Esta predicción me dejó pensativo.
se imaginan que se describe el amor por Suceda lo que suceda, y admitiendo
medio de exclamaciones y la v i r t u d por hasta cierto punto que la experiencia
medio de m á x i m a s . pueda modificar la impresión que nos
causa el primer aspecto d é l a s cosas cuan-
?>2 OBRAS DE VICTOR HUGO.

do entramos en la vida, el hombre hon- que era ciega, vé ahora claro y razona.
rado está seguro de no errar sometiendo Los acontecimientos se precipitan, se en-
todas sus modificaciones á la severa crí- cadenan y se deducen en la historia con
tica de su conciencia. L a conciencia aterradora lógica. Colocándose á alguna
recta que vela en el espíritu le salva de distancia de ellos pueden verse sus de-
tomar las malas direcciones, en 1-as que mostraciones en su verdadera proporción
la honradez se puede perder. E n la Edad rigurosa y colosal, y l a razón humana
Media se creia que cualquier líquido en queda humillada al explicarse los enor-
el que hubiera estado sumergido un za- mes silogismos del destino.
firo durante a l g ú n tiempo, era u n preser-
vativo contra la peste, contra el carbun- Todo ha de ser ficticio, artificial y de-
clo y la lepra en todas sus variedades, como fectuoso en el órden de cosas en que las
dice Juan Bautista de Róceles. desigualdades sociales contraríen á las
Pues este zafiro es la conciencia. desigualdades naturales. E l equilibrio
perfecto de la sociedad resulta de la su-
perposición inmediata de esas dos des-
igualdades.
DIARIO Los reyes cuentan con el dia de hoy,
de las ideas y de las opiniones de un revolucionario los pueblos deben contar con el dia de
de 1830. mañana.

S e g ú n Hipócrates, existe en las enfer-


medades lo desconocido, lo misterioso y
AGOSTO. lo divino. Quid divinum. L o que él aplica
Después de Julio de 1830 nos hacia á las enfermedades puede aplicarse á las
falta la práctica de la BepúUica y la pa revoluciones.
labra Monarquía.
L a ú l t i m a razón de los reyes son las
Considerando los hechos bajo el punto balas, y la ú l t i m a razón de los pueblos
de vista político, la revolución de Julio es el empedrado.
nos hizo pasar bruscamente del consti
tucionalismo al republicanismo. E l sis- No pertenezco al n ú m e r o de los que
tema inglés es inservible ya en Francia usan gorro frigio y están encariñados
y los whigs se t e n d r í a n que sentar en la con la guillotina. Para muchos razona-
extrema derecha de nuestra C á m a r a . L a dores frios, que después del gran acon-
oposición ha cambiado de sitio, como tecimiento profesan la teoría del Terror,
todo lo demás. Antes del 30 de Julio es el a ñ o 1793 ha sido una a m p u t a c i ó n
taba en Inglaterra, hoy está en A m é - brutal, pero necesaria. Robespierre fué
rica. un Dupuytren político, y lo que llama-
mos guillotina ha sido un bisturí. Pero
Las sociedades solo están bien gober de hoy en adelante es preciso que las
nadas de hecho y de derecho cuando estas enfermedades sociales no se curen por
dos fuerzas, la inteligencia y el poder, se medio del bisturí, sino por la lenta puri-
superponen. Si la inteligencia solo alum- ficación de la sangre, por la reabsorción
bra una cabeza en la cumbre del cuerpo prudente de los humores estravasados,
social, esta cabeza debe ser la que reine por medio del alimento sano, por medio
las teocracias tienen su lógica y su be del ejercicio de las fuerzas y de las fa-
lleza. Pero desde que la ilustración cultades, por medio de un buen r é g i m e n .
alumbra á muchos, deben gobernar mu- No necesitamos ya cirujano, sino mé-
chos; entonces las aristocracias son legí- dico.
timas. Y cuando la oscuridad ha des-
aparecido de todas partes, cuando la Muchas cosas buenas se han conmovi-
ilustración alumbra todas las cabezas, do y están aun temblando por la brusca
deben gobernar todos. Si el pueblo está sacudida que acaban de experimentar.
ya maduro para tener República, debe Los artistas, particularmente, se han
tener República. L o que brilla ahora quedado estupefactos y corren en todas
entre nosotros es una aurora. Nada le direcciones, teniendo las ideas desparra-
falta para serlo, n i aun el gallo. madas, pero deben sosegarse. E n cuanto
pase este terremoto, abrigo la firme con-
L a fatalidad, que los antiguos decian vicción de que encontraremos el edificio
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA. 33
de la poesía en pió y m á s sólido después irados de ver existencias que surgen de
de haber resistido las sacudidas. E l arte repente en la noche siguiente á una re-
ha sufrido t a m b i é n una revolución para volución. Tiene algo de hongo el hom-
conquistar la libertad, y nuestra revolu- bre político; en su vida intervienen el
ción c a m i n a r á intacta al lado de su her- azar y la intriga.
mana la revolución política. Las revolu-
ciones, como los lobos, no se comen unas Carlos X cree que l a revolución que
á otras. lo ha derribado ha sido una conspiración
sorda y s u b t e r r á n e a preparada de mucho
tiempo a t r á s , pero está en un error; ha
SETIEMBRE. sido sencillamente una coz que le ha
dado el pueblo.
Nuestras enfermedades de hace seis
semanas consisten en el ministerio y en M i antigua convicción realista-católi-
la mayoría de la C á m a r a que lo ha nom- ca de 1820 se ha ido disipando poco á
brado. poco durante diez años al soplo de la
edad y de la experiencia. Resta algo aun
Es un error creer que nuestra revolu- de ella en m i espíritu, pero lo que resta
ción no t u r b a r á el equilibrio europeo: no de ella solo es una religiosa y poética
será así. Pero nos d a r á gran fuerza el po- rutina. Me vuelvo algunas veces á con-
der soltar contra cualquier rey á su pro- templarla con respeto, pero ya no me ar-
pio pueblo, contra cualquier rey que nos rodillo ante ella, n i oro.
suelte su ejército. L a revolución comba-
tirá por nosotros en todas las partes que Alfieri ha dicho en alguna parte que
queramos. el órden en el reinado de la tiranía es
una vida sin alma.
Por m i l razones es temible la Ingla-
terra. E l ministerio i n g l é s nos hace L a idea de Dios y l a idea del rey son
buena cara porque hemos inspirado a y deben ser dos ideas distintas. L a mo-
pueblo inglés un entusiasmo que hace n a r q u í a de Luis X I V las confundió en
fuerza al gobierno. Sin embargo, We- una, con detrimento del órden temporal
llington sabe por dónde nos ha de coger y con detrimento del órden espiritual.
y e m p e z a r á á apoderarse de nuestro pais Resulta de esa clase de monarquismo
cuando llegue la hora, por A r g e l ó por una especie de misticismo político, de
la Bélgica. Por eso debemos procurar fetichismo realista, de no sé qué reli-
ligarnos estrechamente con el pueblo gión personal del rey, del cuerpo del
inglés para que nos respete su ministe rey, que tiene un palacio por templo y
rio, y para eso enviar á Inglaterra un gentiles-hombres de c á m a r a por sacerdo-
embajador popular, á Benjamin Oons tes y la etiqueta por Decálogo. Todas las
tant. De esta manera nuestro embajador ficciones que se l l a m a n derecho divino, le-
seria el primer personaje de Inglaterra, gitimidad, gracia de Dios, son el reverso
porque nos causarla terrible contragolpe del verdadero derecho divino, que es la
que se hiciera en Lóndres, en Manches- justicia; de la verdadera legitimidad,
ter ó en Birmingham declaración de guer- que es la inteligencia; de la verdadera
ra á la Francia. Plantar la idea francesa gracia de Dios, que es la r a z ó n . Esta re-
en el territorio inglés seria grandioso y ligión de los cortesanos no conduce á
político. otro resultado que á sustituir con la
camisa de un hombre la bandera de la
L a unión de la Francia y de la Ingla- Iglesia.
terra puede producir inmensos resulta-
dos para el porvenir de la humanidad. Estamos en el momento en que reina
L a Francia y la Inglaterra son los dos el terror pánico. Asusta el club, porque
piés de la civilización. esta palabra la traducen las masas por
una cifra; por el 93: para las clases bajas
Son e x t r a ñ a s las caras de los sugetos el 93 es l a indigencia; para las clases me-
que aparecen en las calles al dia siguien- dias es el m á x i m u m ; para las clases altas
te de una revolución. A cada paso os es la guillotina. Pero hay que tener pre-
codean el vicio ó la impunidad personi- senté que nos encontramos ya en 1830.
ficadas y con la escarapela tricolor. Hay
muchos hombres que creen que la esca- L a República, como la entienden a l -
rapela todo lo tapa. Nos quedamos asom-jgunos, significa la guerra de los que no
TOMO I V .
OBRAS DE VICTOR HUGO.

tienen un céntimo, n i una idea, n i una Napoleón decia:—"No me gusta el ga-


virtud, contra todos los que tienen algu- llo, porque la zorra se lo come;;, y eligió
nas de estas tres cosas. L a República, el á g u i l a . L a Francia ha vuelto á adop-
s e g ú n m i opinión, no está aun madura, tar el gallo, y por eso todos los zorros
pero la t e n d r á Europa dentro de, u n acuden en la oscuridad uno detrás de
siglo; significa que la sociedad sea sobe- otro; P***, detrás de T***; U***, detrás de
rana de la sociedad. Que se proteja por M***. Eia! vigila, Galle!
medio de la Gruardia nacional; que ten-
ga por tribunales el Jurado; que se admi- Hay hombres que se creen estar m u y
nistre en c o m ú n y que se gobierne por avanzados y permanecen t o d a v í a en
medio del colegio electoral. 1688. Sin embargo, hace ya mucho tiem-
Los cuatro miembros de la monar- po que ha pasado el a ñ o 1789.
quía, el ejército, la magistratura, la ad-
ministración y la pairía, solo serán para
esa república cuatro excrecencias incó- L a nueva generación ha fraguado la
modas, que se atrofian y que m o r i r á n revolución de 1830 y la antigua preten-
pronto. de fecundarla; pero es impotente y quie-
re acometer una locura. ¿Qué puede re-
Dos cosas encierra una Constitución; sultar de la cópula de una revolución de
la solución de un pueblo y de u n siglo veinticinco años y de u n Parlamento de
y una hoja de papel. E l secreto para di- sesenta?
r i g i r bien el gobierno político de una Viejos, no os fortifiquéis detrás de la
nación consiste en saber distinguir lo legislatura; abrid la puerta y dejad que
que es la solución social de lo que es la pase la juventud. Tened presente que
hoja de papel. Todos los principios que si le cerráis la C á m a r a , la dejais en la
de las revoluciones anteriores se han des- plaza pública.
prendido constituyen en el fondo su
esencia misma; respetadlos. Estos prin-
cipios son la libertad de cultos, de pen- Tenéis en la C á m a r a una hermosa
samiento, de prensa, de asociación, de tribuna de m á r m o l , con bajos-relieves
comercio, de industria, de pulpito, de de M . Lemont, y la queréis para vos-
tribuna y de teatros. Constituye la hoja otros solos; m u y bien. L l e g a r á un dia en
de papel la forma, la redacción, ila edad, que la nueva generación vuelva el to-
l a elegibilidad, la herencia y la penali- nel del revés, y vuestra tribuna estará
dad: no os preocupéis, y reformadlas á en contacto inmediato con los adoquines
medida que el tiempo y la sociedad lo que han estrellado una m o n a r q u í a de
exijan. L a letra de la Constitución no ocho siglos. Meditad sobre esto.
debe petrificarse cuando todo en el mun-
do es progresivo; si así no lo hace, se Meditad t a m b i é n de que, á pesar que
debe romper. Es preciso alguna vez vio- sois venerables por l a edad, desde Agosto
lar las Constituciones para que tengan de 1830 obráis con precipitación, con
hijos. aturdimiento y con imprudencia. Los jó-
venes quizá no hubieran obrado así. Ha-
M . de Talleyrand ha dicho á Luis Fe- bla en la monarquía, en la rama mayor,
lipe sonriéndose, al prestarle el juramen- cosas útiles que os habéis apresurado á
to:—"Señor; es el trece.,,—M. de Talley quemar y que hubieran podido servir de
rand decia hace un a ñ o , cuando era de faginas para llenar el foso profundo que
moda hablar de trilogías en filosofía:— nos separa del porvenir. Nosotros, los
"Yo t a m b i é n he hecho una trilogía: jóvenes ilotas de l a política, os hemos
serví á Napoleón, serví á los Borbones vituperado m á s de una vez, desde la os-
y acabaré por servir á los Orleans.,,— curidad ociosa en que nos habéis dejado,
Puede perdonársele, con t a l que l a co por destruir demasiado de prisa y con
media que nos representa no tenga m á s aturdimiento; os hemos acusado de esto
que tres actos. nosotros, que deseamos una reconstruc-
ción general y completa. Pero para la
Las revoluciones son magníficas i m - demolición como para la reconstrucción,
provisadoras , pero descabelladas algu- se necesita larga y paciente atención,
nas veces. De la espantosa carreta de las mucho tiempo y respetar los intereses
revoluciones ruedan cabezas humanas, creados, pues se abrigan y se extienden
cortadas por el filo de la reja del arado, á con frecuencia ramas jóvenes y verdes
las dos partes del surco. por el viejo edificio social. Es cosa ex-
MISCELANEA DÉ LITERATURA Y DE FILOSOFIA.

t r a ñ a que, siendo viejos, no tengáis ma- la otra. Pero este puente no tiene c i -
durez. mientos en el rio de las ideas que corre
por debajo de él, y que hace poco arras-
Es hora ya de que meditemos sobre tró el antiguo puente de piedra de los
estas palabras de Mirabeau:—"No somos Borbones.
salvajes que acabamos de llegar desnu-
dos de las orillas del Orinoco para cons- Las cabezas que están organizadas
t i t u i r una sociedad: formamos una na- como la de Napoleón, sirven de punto de
ción antigua, quizá demasiado vieja para intersección de todas las facultades hu-
esta época. Nos encontramos con u n go- manas. Se necesitan muchos siglos para
bierno preexistente, con un rey preexis- producir ese mismo accidente.
tente y con preocupaciones preexisten-
tes; es preciso casar todo lo que sea Admiro todavía á La-Rochejaquelein,
posible estas cosas con la revolución para á Lescure, á Cathelineau y hasta á Cha-
salvar lo repentino del paso.,, rette; pero no les profeso estimación: ad-
miro siempre á Mirabeau y á Napoleón;
E n la constitución actual de la Euro- pero no les ódio. E l sentimiento de res-
pa, cada Estado tiene su esclavo y cada peto que me inspira la Vendée me lo
m o n a r q u í a arrastra su globo. L a T u r - producen la i m a g i n a c i ó n y la virtud. No
q u í a tiene á la Grecia, la Rusia á la Po- soy vendeano de corazón, pero sí de
lonia, la Suecia á la Noruega, la Prusia alma.
al gran ducado de Posen, el Austria á
la L o m b a r d í a , la Cerdeña al Piamonte, Más es vituperio que elogio decir á un
la Inglaterra á la Irlanda, l a Francia á hombre que su opinión política no ha
Córcega, la Holanda á Bélgica. Así, al cambiado en cuarenta a ñ o s . Es decirle
lado de cada pueblo soberano se encuen- que para él no existe la experiencia de
tra un pueblo esclavo; al lado de cada cada dia, n i la reflexión, y que no ha
nación en su estado natural, existe una meditado sobre los hechos. Decir esto es
nación fuera del estado n a t u r a l . E l edi- elogiar al agua porque está estancada,
ficio está m a l edificado. L a mitad es de al árbol por haber muerto y preferir la
m á r m o l y la otra m i t a d de yeso. ostra al á g u i l a . Porque todo es variable
en la opinión, nada es absoluto en las
cosas políticas, excepto l a moralidad i n -
terior de estas mismas cosas; y esta mo-
OCTUBRE. ralidad es asunto de l a conciencia y no
E l espíritu de Dios, como el sol, derra- de la opinión. L a opinión del hombre pue-
man á la vez todos los rayos de su luz. de cambiar honrosamente, con t a l que
E l espíritu del hombre se parece á la su conciencia no cambie. Sea progresivo
pálida luna, que tiene fases, ausencias y ó sea retrógrado, el movimiento es esen-
regresos, lucidez y manchas, plenitud y cial en l a vida humana y social. Pero
desaparición, que á pesar de tomar pres- es vergonzoso que el interés nos haga
tada la luz de los rayos del sol, se atreve cambiar de opinión, y que u n escudo ó
á interceptarlos algunas veces. un galón nos hagan pasar bruscamente
de l a bandera blanca á la tricolor, y v i -
Los Sansimonianos se equivocan, á ceversa.
pesar de su perspicacia, de su probidad
y de la abundancia de sus ideas. Con la Nuestras C á m a r a s decrépitas están
moral solo no se puede fundar una reli procreando en estos momentos una infi-
gion; para fundarla se necesitan a d e m á s nidad de leyes, sin piernas n i brazos, que
el dogma y el culto. Para fortificar el apenas nacen menean la cabeza, como
culto y el dogma son precisos los miste las mujeres viejas que no tienen dientes,
rios, y para hacer creer los misterios se para morder los abusos.
necesitan milagros.
L a igualdad ante l a ley es la igualdad
L a Iglesia afirma, la razón niega. E n ante Dios, traducida al lenguaje políti-
tre el si del sacerdote y el no del hombre, co. Las Constituciones deben ser una
solo Dios puede decidir. versión del Evangelio.

O' Conell dice que los whigs son los


Todo cuanto se establece ahora en e
torys que no consiguen ocupar n i n g ú n
órden político, no es m á s que un puente
destino.
que sirve para pasar desde una orilla á
36 OBRAS DE VICTOR HUGO.

Toda doctrina social que trata de des- tiene: al Mediodía, los Pirineos; al Le-
truir la familia es nociva é inaplicable. vante, los Alpes; al Norte, la Bélgica,
L a sociedad es soluble con la condición con su cercado de fortalezas; al Ponien-
de recomponerla después, pero la fami- te, por foso, el Océano. A c á de los P i r i -
lia no. Porque para la composición de neos, de los Alpes, del H h i n y de las for-
la familia solo intervienen leyes natura- talezas belgas, tiene tres pueblos revo-
les. L a sociedad es soluble por estar ba- lucionados, E s p a ñ a , I t a l i a y Bélgica; y
sada en leyes ficticias, artificiales, tran- m á s allá del mar la República Ameri-
sitorias ó accidentales; puede ser útil, cana. L a Francia inexpugnable tiene de
necesario y conveniente disolver una g u a r n i c i ó n tres millones de bayonetas;
sociedad cuando está mal organizada, Dará velar sus almenas de los Alpes, de
por ser demasiado vieja ó por estar mal os Pirineos y de Bélgica, cuatrocientos
avenida. No puede ser nunca útil n i ne- m i l soldados; para defender el territorio,
cesario disolver la familia. Descompo- un guardia nacional por cada pié cua-
niendo la sociedad, lo que os d á por ú l - drado; en una palabra, tenemos en la
timo residuo no es el individuo, sino la mano la mecha de todas las revolucio-
familia. L a familia es el cristal de la so nes que minan la Europa. Podemos dar
ciedad. cuando queramos la voz imperativa de
fuego!
NOVIEMBRE. He asistido á una sesión del proceso
Hay cosas grandes que no las produce entablado contra los ministros, á l a se-
un hombre solo, sino u n pueblo entero. sión p e n ú l t i m a , á la m á s lúgubre, y oia
Las pirámides de Egipto son a n ó n i m a s rugir al pueblo desde fuera. Pienso a l -
las jornadas de Julio t a m b i é n . g ú n dia describirla.
E l pensamiento que me preocupaba
Una buena ley electoral para cuando el pueblo sepa leer durante la sesión, era que el poder oculto
que arrastró á Cárlos X á su ruina, el
Artículo primero.'—Todos los franceses genio malévolo de la restauración, el
son electores. gobierno que t r a t ó á l a Francia como
Artículo segundo.—Todos los franceses acusada y como criminal, siguiendo sin
son elegibles. cesar su proceso, habia terminado ya; y
tan eficaz era esta razón interior de las
DICIEMBRE. cosas, que entonces solo podia tener por
ministros á procuradores generales.
9 Diciembre, 1830. ¿Qué eran los tres hombres que se sen-
Benjamín Constant, que m u r i ó ayer taban cerca de M . de Polignac, como
era uno de esos hombres raros que tem agentes suyos inmediatos? Los tres eran
plan y afilan las ideas generales de su procuradores generales, así M . de Pey-
época, que son las armas de que se va ronnet, como M . de Chantelauce y co-
len los pueblos para vencer á las de mo M . de Gernon-Ranville.
ejército. Solo las revoluciones pueden ¿Qué era M . Mangin, que probable-
arrojar á la sociedad semejantes hom mente hubiera figurado á su lado, si la
bres. Se necesita un volcan para formar revolución de Julio hubiera podido dis-
la piedra pómez. poner de él? U n procurador general.
No habia n i ministro de Interior, n i
E l mismo dia se ha anunciado 1 ministro de Instrucción pública, n i Pre-
muerte de Goethe, de B e n j a m í n Cons fecto de policía; todo lo acaparaban los
tant y de P i ó V I H (1). Tres papas procuradores generales. No administra-
muertos. ban n i gobernaban á la Francia; la acu-
saban, la juzgaban y la condenaban.
Si el clero no es cauto y no c á m b i a de
modo de vivir, m u y pronto no se creerá L a licencia se saca sus cien ojos con
en Francia m á s que en una trinidad: en sus cien brazos.
la bandera tricolor.

L a Francia de la actualidad es una Hay algunas rocas que no paran el


cindadela inexpugnable. Por murallas curso de u n rio; y á t r a v é s de las resis-
tencias humanas, los acontecimientos
(1) Esta triple noticia circuló en Paris el mismo dia; pero fluyen sin volver atrás: todo el mundo
Goethe murió quince meses después. vá despopularizándose. Quizás el pue-
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA.

blo acabe t a m b i é n por despopularizarse.1


FEBRERO.
Hay hombres desgraciados: Cristóbal E l rey Fernando de Ñápeles, padre del
Colon no pudo dar su nombre al mundo rey que acaba de morir, decia que solo
que descubrió, y Gfuillotin no puede se- se necesitaban tres F para gobernar á un
parar el suyo de su invento. pueblo: Festa, Forca, F a r i ñ a (1).
E l movimiento se propaga desde el Se trata de derribar l a iglesia de
centro á la circunferencia; se trabaja Saint-Germain Auxerrois, para alinear
por bajo, pero se trabaja. Los padres una plaza ó una calle; cualquier dia des-
han visto la revolución de Francia; los t r u i r á n á Nuestra Señora para agrandar
hijos verán la revolución de Europa. la plaza; cualquier dia a r r a s a r á n á Pa-
rís para allanar la llanura de los Sa-
Los derechos políticos, las funciones blons.
de jurado, de elector y de guardia na-
cional, entran evidentemente en la cons- E l alineamiento y l a nivelación son
titución normal de todos los miembros grandes palabras y grandes principios,
de la ciudad. Todo hombre del pueblo 3or medio de los que se derriban todos
es, a p r i o r i , ciudadano. ^os edificios, hablando en sentido propio
Sin embargo, los derechos políticos y en sentido figurado, los del órden i n -
deben dormitar en el individuo hasta telectual como los del órden material,
que el individuo sepa claramente lo que en la sociedad y en la ciudad.
son derechos políticos, lo que significan E l hombre necesita tener monumentos
y por q u é se dan. Para ejercer es nece- en las ciudades.
sario comprender antes lo que se ejerce;
porque, en buena lógica, la inteligencia
de la cosa debe preceder siempre á su
acción. MARZO.
Es preciso, pues, ó insisto sobre esto,
ilustrar al pueblo para constituirle un Hay algo que vale m á s que el libro
dia; y es un deber sagrado de los go- de M . de C***, su silencio; no debia ha-
bernantes apresurarse á ilustrar á las bérsele interrumpido. Los Aquiles son
masas oscuras en las que el derecho de- m á s temibles en su tienda que en el
finitivo reposa. E l tutor honrado se campo de batalla.
apresura á emancipar á su pupilo. M u l -
tiplicad, pues, los caminos que conducen 13 de Marzo.—Combinación Casimiro
á la inteligencia, á la ciencia y á la ac- Perier. Es un hombre que quizás m i t i -
tividad; la C á m a r a debe ser el ú l t i m o peí gue el dolor de la llaga, pero que no l a
daño de una escala cuyo primer escalón cerrará; es un paliativo, pero no una cura;
es la escuela. es u n ministerio-láudano.
Además, instruir al pueblo es mejo-
rarle; ilustrar al pueblo es moralizarlo "Es e x t r a ñ a esta administración y esta
darle erudición es civilizarle. L a bruta- época, en la que se debe temer y desa-
lidad se funde al fuego lento de las bue fiarlo todo; en la que el t u m u l t o renace
ñas lecturas cotidianas. Humaniores ¡ite- del tumulto; en la que producen una su-
re. Hay que ser humanos con el pueblo blevación los medios que se emplean
pero no pidáis derechos para él, mien para prevenirla; en la que hay que obrar
tras él pida cabezas. con medida, y en la que obrar así pare-
ce timidez y pusilanimidad; en la que se
debe desplegar fuerza, y en la que l a
fuerza aparece como tiranía; en la que
ENERO. nos vemos obligados á temer á los ciuda-
danos de intenciones m á s puras, pero
L o m á s notable de este mes es este re cuya desconfianza, inquietud y exage-
tazo de estilo de tribuna. P r o n u n c i ó tex ración les convierten en hombres tan te-
tualmente esta frase en l a C á m a r a de mibles como los conspiradores; en la
los diputados uno de los principales ora que nos vemos reducidos en ocasiones
dores:
„Eso es proscribir las verdaderas ( l ) Festa^ Forca y F a r i ñ a ; por singular coincidencia
bases del lazo social. „ significan también en el idioma valenciano fiesta, horca y
h a r i n a , y esta cita de Víctor Hugo nos ha traido á !a memoria
que Fernando V de Aragón conquistó á Mpoles. (N. del T.)
38 OBRAS DE VICTOR HUGO.

difíciles á acceder por prudencia; á condu- terminan los hombres que forman íos
cir el desórden para enfrenarle; á encar- acontecimientos.
garse de desempeñar empleos gloriosos,
pero entre alarmas crueles; época en l a E n tiempos de la m o n a r q u í a , una ór-
que es preciso, luchando con grandes di- den secreta se apoderaba de la libertad
ficultades, aparecer serenos y tranquilos, de un individuo y lo metia en la Bastilla.
poner órden á todo, no ofender á nadie, De ese modo l a libertad individual de
aplacar á los envidiosos, servir sin cesar toda la Francia vino á acumularse, gota
y que no parezca que se sirve.;; á gota, hombre á hombre, en la Bastilla
Las anteriores palabras caracterizan durante muchos siglos. Por eso en cuan-
admirablemente el momento actual y se to la derribaron, la libertad se desparra-
superponen hasta en sus menores deta- mó r á p i d a m e n t e por Francia y por Eu-
lles á nuestra situación política: sin em- ropa.
bargo, tienen cuarenta años de fecha; las
p r o n u n c i ó Mirabeau el 19 de Octubre
de 1789. Se vé, pues, que las revolucio- L a civilización es todopoderosa y
nes tienen ciertas fases que presentan acampa en la arena del desierto, como
siempre. L a revolución de 1789 estaba 'o hizo en Africa en los tiempos de
entonces en el período en que se en- .íloma, ó se establece en la región de las
cuentra la revolución de 1830; en el pe- nieves, como actualmente en la Rusia.
ríodo de las insurrecciones.
L a revolución, cuando pasa del estado E l emperador Napoleón decía que de-
de teoría al estado de acción, hace su searía tener oficiales franceses y soldados
erupción por medio de un m o t í n . E l mo- rusos. E l carnicero Legendre destrozaba
tín es la primera de las formas violentas á p u ñ e t a z o s á Lanjuinais en la tribuna
que toma la revolución. E l motin impide de la Convención, y éste le gritaba: " A n -
el paso de los intereses nuevos, de las tes de obrar así conseguid que decrete la
ideas y de las necesidades nuevas por las Asamblea que yo soy toro.,,
puertas estrechas del antiguo edificio
político, porque todos ellos quieren en- L a Francia está siempre de moda en
trar á la vez á disfrutar de los goces Europa.
sociales. Por eso es raro que una revolu-
ción no empiece por derribar las puertas. L a Escritura refiere que hubo un rey
Esta es la esencia del motin revolucio- que fué durante siete años fiera en los
nario, que no debe confundirse con las bosques, y que después recuperó la for-
otras clases de motines; equivocarse ma humana. Este rey del Santo Libro
siempre en la forma y tener razón en el es un símil del pueblo. Necesita ser siete
fondo. años animal feroz para convertirse en
hombre. Sus metamórfosis se llaman re-
voluciones.
Ultimos fragmentos, sin fecha.
Es singular el paralelismo de los des-
Una antigua profecía de Mahoma tinos de Roma. Después de tener un Se-
dice: Un sol se levantará por el Poniente. nado que creaba dioses, tuvo un Cóncla-
Querría hablar de Napoleón? ve que proclamaba santos.

Comparad á estos dos hombres nota Los imperios tienen sus crisis como
bles: á ííobespierre y á Mirabeau. E l uno las m o n t a ñ a s en invierno: una palabra
es de plomo y el otro es de hierro. E l dicha en voz m u y fuerte produce en
horno de la revolución fundirá al uno, ellos una avalancha.
que se disolverá en él; el otro se enroje-
cerá, l l a m e a r á y a p a r e c e r á brillante y E n 1797 se decía: '^La sociedad de Bo-
soberbio. ñaparte,,. E n 1807: " E l imperio de Na-
poleón,,.
Se necesita ser gigantes como A n í b a l Los grandes hombres son los coefi-
como Carlo-Magno ó como Napoleón cientes de su siglo.
para atrevesar los Alpes.
Napoleón decía: "Poseyendo á Ambe-
Empiezan las revoluciones los hom- res tengo una pistola cargada apuntan-
bres que forman las circunstancias, y las do al corazón de Inglaterra,,, E l coche-
H
O
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en

O
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MISCELÁNEA DE LITERATURA ¥ DE FILOSOFIA. 39
ro que conducía á Bonaparte la noche al través del prisma de la poesía, porque
del 3 Nivoso se llamaba César. éste se parece á esos ingeniosos cristales
que aumentan el t a m a ñ o de los objetos.
L a E s p a ñ a tuvo y la Inglaterra tiene Os hacen ver con toda su luz y con toda
la mayor marina del mundo. E l Medio- su majestad las esferas del cielo; pero
día de A m é r i c a habla español y el Nor- apuntadlos hácia la tierra y veréis for-
te habla inglés. mas gigantescas, pero pálidas, vagas y
confusas.
E l incendio de Moscou fué una aurora
boreal encendida para Napoleón. L a Providencia es l a que crea á los
grandes hombres; pero no los prodiga,
NOBLEZA . PUEBLO . no los derrocha. Los hace circular y los
E l conde de Mirabeau. Franklin. retira en momento oportuno, haciéndoles
Napoleón Bonaparte,gen- Washington, solo manejar acontecimientos gigantes-
til-hombre corso. Sieyes. cos. Cuando se entrega á alguna mala
E l m a r q u é s Simón de Bentham. ocupación hace que la desempeñen ma-
Bolívar. Schiller. nos ruines; solo remueve la sangre y el
E l m a r q u é s de Lafa- Canaris. cielo con instrumentos viles. Por eso M i -
yette. Danton. rabeau desaparece antes de llegar el Ter-
L o r d Byron. Taima. ror, y Napoleón solo se presenta después
M . de G-oethe. Cuvier. y coloca entre los dos gigantes un hor-
Sir "Walter Scott. miguero de hombres pequeños y perver-
E l conde Enrique de sos, la guillotina, los asesinatos, el No-
Saint-Simón. venta y tres. Para representar el Noventa
E l vizconde de Chateau- y tres le basta con Hobespierre; Hobes-
briand. pierre es suficiente.
Madame de Stael.
E l conde de Maistre. A los hombres eminentes del siglo les
F. de Lamennais. he oido quejarse, en política, en literatu-
O'Conell, gentil-hombre ra y en ciencias, de la envidia, del ódio y
irlandés. de las calumnias. Pero hacian mal en la-
Mina, hidalgo c a t a l á n . mentarse de esto, porque debían saber
B e n j a m í n de Constant. que esa es la ley de la gloria. Las ilus-
La-Ilochejaquelein. tres famas tienen que pasar por esas
Eiego. pruebas. E l ódio las persigue por todas
partes, sin que encuentren lugar sagra-
Lutero decía: Trastorno el mundo he- do que las sirva de refugio. E l teatro no
hiendo mi botella de cerveza.—Cromwell libró de esas pruebas á Shakespeare y á
decia: He metido al rey en mi saco y al Moliére; el descubrimiento de un mundo
Parlamento en mi bolsillo.—Napoleón de no libró á Cristóbal Colon de que le en-
cia: Lavemos en casa la ropa sucia.—Que cerrasen en la cárcel; el claustro no pre-
estudien estas frases los que escriben tra servó á San Bernardo y el trono no salvó
gedias y no comprenden los grandes su- á Napoleón. Solo hay un sitio en el mun-
cesos sin las grandes frases. do en el que el génio puede gozar del de-
recho de asilo; este sitio es l a tumba.
"Tenia Luis X I V talento natural,
pero era m u y ignorante, y esto le aver
gonzaba. Por eso gozaba en poner en Sobre Voltaire.
ridículo á los sábios.;; (Memorias de la
princesa Palatina.) Diciembre, 1823.
Con los grandes hombres sucede lo Francisco M a r í a Arouet, célebre bajo
mismo que con el sol: como éste, nunca el nombre de Voltaire, nació en Chate-
son tan bellos como cuando aparecen 3 nay el 20 de Febrero de 1694, de una fa-
como cuando se ponen. milia perteneciente á la magistratura.
Se educó en el colegio de jesuítas, en el
Entre los colosos de la historia, Crom que uno de sus regentes, el padre Lejay,
well, semi-fantástico y semi-politico, mar le predijo, según se asegura, que lle-
ca la transición de Mahoma á Ñ a p o garía á ser en Francia el corifeo del
león. deísmo.
Apenas salió del colegio, Arouet, cuyo
No deben verse los objetos de la vida talento se despertaba con toda la fuerza
OBRAS DE VICTOR HUGO.

y la espontaneidad de la juventud, se Representó la tragedia Artemisa, des-


encontró por una parte con su padre, pués de Edipo, pero fracasó en el teatro.
que era inflexible despreciador,y por otra Voltaire hizo un viaje á Bruselas para
parte con su padrino, el abate de Oha- conocer á Juan Jacobo Rousseau, que
teaneuf, que era un pervertidor compla- habia ya adquirido gran reputación. Los
ciente. E l padre condenaba toda ciase dos poetas, que se apreciaban antes de
de estudios literarios, sin saber por q u é , conocerse, se separaron siendo enemigos.
pero con invencible obstinación. E l pa- Dícese que tenian recíprocamente envi-
drino, por el contrario, alentaba los en- dia el uno del otro. L a envidia no es sig-
sayos de Arouet y era m u y aficionado á no de superioridad.
los versos, sobre todo á los que tenian Refundió la tragedia Artemisa, que vol-
sabor licencioso ó impío. E l primero que- vió á representarse en 1724 con el título
ría encarcelar al poeta en un estudio de de Mariana, y entonces consiguió gran
procurador, y el segundo paseaba al jó- é x i t o , sin que por eso l a obra fuese
ven por todos los salones. M . Arouet mejor.
prohibió toda clase de lecturas á su h i Por esa misma época apareció la Liga,
jo; pero Ninon de Léñelos legó una b i ó sea la Herniada, pero con esta publica-
blioteca al discípulo de su amigo Cha- ción no consiguió la Francia tener un
teaneuf. joema épico. E n el poema, Voltaire sus-
•De este modo el genio de Voltaire su- tituyó á M o r n a y por L u l l y , porque tenia
frió desde su nacimiento la desgracia de motivos de resentimiento con el descen-
dos acciones contrarias é igualmente fu- diente de este gran ministro.
nestas. Una que tendía á ahogar violen- Esta venganza tan poco filosófica es
tamente el fuego sagrado, que no es excusable, porque Voltaire fué insultado
posible apagar, y otra que lo alimentaba cobardemente delante del palacio de
inconsiderablemente, á despecho de todo Sully por yo no sé q u é caballero de
lo que existe de noble y respetable en el ^ohan; acudió á la autoridad judicial y
órden intelectual y en el órden social. ésta no le quiso hacer justicia, fundán-
T a l vez esos dos impulsos contrarios, dose en que no tenia leyes para apoyar
impresos á un mismo tiempo al empezar su defensa.
á volar su i m a g i n a c i ó n poderosa, vicia- Justamente indignado por el silencio
ron para siempre su dirección. Cuando de las leyes respecto á su despreciable
menos, á ello se deben atribuir los prime- agresor, Voltaire, que ya era célebre en-
ros desvíos del talento de Voltaire, ator- tonces, se fué á Inglaterra, donde estu-
mentado á u n tiempo por el freno y por dió á los sofistas. No perdió allí el tiem-
la espuela. po, sin embargo, porque escribió dos
Desde el principio de su carrera se le tragedias, tituladas Bruto y César, de
atribuyeron unos versos m u y medianos las que Oorneille hubiera apadrinado
y muy impertinentes, que le valieron ser muchas escenas. E n cuanto regresó á
encerrado en la Bastilla, castigo que fué Francia, representó sucesivamente las
t a m b i é n demasiado riguroso. Durante tragedias siguientes: Eryfile, que murió
aquel ócio que le hicieron tener á la al nacer, y Zaira, obra magistral, conce-
fuerza, Voltaire, que tenia entonces 22 bida y terminada en diez y ocho dias, á
años, bosquejó el desconocido poema la que solo falta el color local y la seve-
de la Liga, ó sea la Henriada, y termi ridad de estilo.
naba su notable drama Edipo. Después Zaira obtuvo u n éxito prodigioso y
que pasó algunos meses en la Bastilla, merecido. L a tragedia Adelaida Dudes-
le pusieron en libertad y le pensionó e' kin (que después bautizó con el nombre
regente de Orleans, al que dió las gra- de Duque de Foix) siguió á Zaira, pero no
cias por haberse ocupado de su manu- consiguió tan gran éxito. Algunas pu-
tención, rogándole que no se ocupara de blicaciones menos importantes, como el
su alojamiento. Templo del gusto y las Cartas sobre los in-
E l Edipo se representó con éxito en gleses, etc., ocuparon durante algunos
1718. Lamotte, el oráculo de aquella años la vida de Voltaire.
época, se dignó consagrar este triunfo Entre tanto su nombre resonaba por
pronunciando algunas palabras sacra toda Europa. Retirado á Cirey, en casa
mentales, y desde entonces empezó de la marquesa del Chalet, mujer que,
extenderse la n o m b r a d í a de Voltaire según él mismo confiesa, era apta para
Quizás en l a actualidad solo es célebre todas las ciencias, exceptuando para la
Lamotte por haberle nombrado Voltaire ciencia de la vida, agostaba su preciosa
en algunos de sus escritos. i m a g i n a c i ó n en el á l g e b r a y en la geo-
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFIA. 41
m e t r í a , escribiendo al mismo tiempo la blicado su vergonzosa Doncella de Or-
tragedia Alcire y Mahoma, la Historia de leans. En esta época y en las diversas
Carlos X I I , amontonaba los materiales residencias d é l a s Delicias, de Turnay y de
para escribir el Siglo de Luis X I V , pre- Ferney, escribió el poema sobre el Terre-
paraba el Ensayo sobre las costumbres de moto de Lisboa, la tragedia Tancredo, al-
las naciones y enviaba madrigales á Fe- gunos cuentos y varios opúsculos. En-
derico, príncipe heredero de Prusia. L a tonces salió á la defensa, ostentando gran
tragedia Mérope, que t a m b i é n escribió en generosidad, de Calas, Sirven, L a Barre,
Cirey, puso el sello á la reputación dra- Montvailli y la H a l l i , víctimas deplora-
m á t i c a de Voltaire, que creyó ya enton- bles de procedimientos judiciales. Por
ces poder presentarse candidato para entonces se disgustó con Juan Jacobo,
reemplazar a l cardenal de FJeury en la trabó amistad con Catalina de Rusia,
Academia francesa, pero no fué admi- para la que escribió l a historia de su
tido. abuelo Pedro I , y se reconcilió con Fe-
Hasta entonces no se le consideraba derico. E n esa época empezó á prosperar
m á s que como hombre de génio. Poco con la Enciclopedia, obra en que hombres
tiempo después empezó á halagar á ma- que intentaron probar sus fuerzas solo
dame de Pompadour, conduciéndose con probaron su debilidad; monstruoso mo-
ella con tan obstinada complacencia, que numento, del que es c o m p a ñ e r o el Moni-
logró conseguir, al mismo tiempo que un tor de la revolución.
sillón en la Academia, el cargo de gentil- Agobiado por los años, Voltaire deseó
hombre de c á m a r a y el nombramiento regresar á Paris, y volvió á esta Babilo-
de historiador de Francia. Pero este nia, que simpatizaba con su génio, sa-
favor que acababa de obtener le duró ludado por universales aclamaciones: el
poco tiempo. Voltaire volvió á salir otra desgraciado anciano pudo ver antes de
vez de Francia y se fué á Luneville, al morir lo adelantada que estaba la reali-
palacio de Estanislao, rey de Polonia y zación de su obra. Pudo gozar ó espan-
duque de Lorena; luego pasó á Sceaux, tarse de su reputación. No le quedaba
á casa de madame del Maine, en cuya ya bastante poder v i t a l para soportar las
casa escribió las tragedias Semiramis, gloriosas emociones que le proporciona-
Orestes y Roma salvada, y por fin fué á ron su viaje á Francia, y espiró en Paris
Berlin al palacio de Federico, que enton- el 30 de Mayo de 1778. Los espíritus
ces habia ya ascendido al trono de Pru- fuertes pretenden que m u r i ó siendo i n -
sia. P a s ó muchos años en este último crédulo. No es nuestro á n i m o seguirle
retiro, habiendo obtenido el título de hasta la tumba.
c h a m b e l á n , la cruz de Mérito de Prusia Acabamos de referir la vida privada
y una pensión. Era admitido en las cenas de Voltaire; ahora vamos á delinear su
reales lo mismo que Mampertuis, A r - existencia pública y literaria.
gens y Lametrio, el ateo de un rey que, Pintar á Voltaire es caracterizar al
como dice el mismo Voltaire, vivia sin siglo diez y ocho; es fijar de un solo ras-
córte, sin Consejo y sin culto. Aunque go l a doble fisonomía histórica y litera-
era amigo del rey de Prusia, no se pro- ria de esa época, que no fué, aunque se
fesaban ambos la amistad sublime de diga lo contrario, m á s que una época de
Aristóteles y de Alejandro, ó de Teren- transición para la sociedad y para la
cio y de Escipion. Algunos años de roce poesía. E l siglo diez y ocho aparecerá
bastaron para gastar lo que tenian de siempre en la historia como ahogado en-
común el alma del déspota filósofo y el tre el siglo que le precede y el siglo que
alma del sofista poeta. Voltaire quería le sigue. Voltaire es su personaje princi-
huir de Berlin y Federico lo expulsó. pal y en cierto modo típico, y á pesar
Despedido de Prusia y rechazado de de ser prodigiosas sus proporciones, apa'
Francia, Voltaire pasó dos años en A l e recen mezquinas entre la grande figura
mania, donde publicó sus Anales del im de Luis X I V y la figura gigantesca de
perio, recopilados con complacencia por Napoleón.
la duquesa de Sajonia, Grotha, y des- Hay dos séres en Voltaire. Su vida
pués se instaló cerca de las puertas de participa de dos influencias y sus escri-
Ginebra con su sobrina la señora Denis tos obtuvieron dos Tesultados. Bajo esta
E l huérfano de la China, tragedia en la doble acción, la de las letras y la de los
que descuella su talento, fué el primer acontecimientos, vamos á vislumbrar al
fruto que produjo en su nuevo retiro, en personaje. Estudiaremos separadamente
el que hubiera podido seguir tranquila- cada uno de los dos reinados del génio
mente si avaros libreros no hubieran pu- de Voltaire. No debe olvidarse, sin em-
TOMO IV. 6
Al OBRAS DE VICTOR HUGO.

bargo, que su doble poderío estuvo ínti- el cielo la poderosa inteligencia que del
mamente enlazado, y que sus efectos, cielo recibió. Lamentamos que no supie-
m á s bien confundidos que ligados, fueron ra comprender su sublime misión; nos
en cierto modo simultáneos y comunes. condolemos de ese ingrato que profanó
Si al estudiarle dividimos su examen, es la castidad de su musa y la santidad de
porque no alcanzan nuestras fuerzas á la pátria; de ese t r á n s f u g a , que olvidó
abrazar de una sola ojeada su conjunto que el trípode del poeta debe colocarse
intangible; imitando en esto al artificio cerca del altar. Pero su misma falta le
de los artistas orientales, que, siendo proporcionó el castigo. Su fama es me-
incapaces de pintar u n rostro de frente, nor de lo que debia ser, porque quiso
consiguen obtenerlo completo encerran- acaparar todas las glorias, hasta la de
do los dos perfiles en un mismo cuadro. E r ó s t r a t o . Desmontó muchos terrenos,
E n literatura, Voltaire ha dejado uno sin que pueda decirse que cultivó nin-
de los monumentos cuyo aspecto asom- guno, y por tener la culpable ambición
bra m á s por su extensión que impone de sembrar lo mismo gérmenes nutri-
por su grandeza. E l edificio que ha cons- tivos que gérmenes venenosos, hay que
truido nada tiene de augusto: no es n i confesar que, para su v e r g ü e n z a eterna,
un palacio real, n i un hospicio para los los gérmenes venenosos son los que han
pobres; es un bazar elegante y vasto, re- fructificado. Como composición literaria,
gular y cómodo, que ostenta entre el la Henriada es m u y inferior á la Don-
fango innumerables riquezas; que d á lo cella. Sus sátiras, selladas muchas veces
que le corresponde á todos los intereses, con estigma infernal, son muy superio-
á todas las vanidades y á todas las pa- res á sus inocentes comedias. Son prefe-
siones; bazar deslumbrador y fétido, que ribles sus poesías ligeras, en las que su
ofrece á la voluptuosidad el medio de cinismo se muestra sin rebozo, á sus poe-
prostituirse; que se llena de holgazanes, sías líricas, en las que se encuentran
de mercaderes y de gente ociosa, y que muchas veces estrofas religiosas y gra-
apenas frecuentan el sacerdote y el i n - ves. (1) Sus cuentos, á pesar de ser i n -
digente. Encontrareis bajo sus arcadas crédulos y excépticos, valen m á s que sus
suntuosas muchas obras magistrales de estudios históricos, en los que el mismo
gusto y de arte, relucientes de oro y de defecto no es tan notable, pero su caren-
diamantes; pero no busquéis en el bazar cia de dignidad es contraria al género
la estatua de bronce de formas antiguas de esta clase de obras. Sus tragedias, en
y severas. Encontrareis allí adornos para las que realmente se manifiesta gran
vuestros salones y vuestros retretes, pero poeta, en las que sabe encontrar el rasgo
no los ornamentos de un santuario. ¡Des característico y la frase del corazón, á pe-
graciado el sér débil, cuya fortuna con sar de las admirables escenas que las
siste solo en tener alma, que entre á engalanan, no están á la altura de las
exponerse allí á las seducciones de tan de Hacine n i de las de Corneille.
magnífica guarida del templo monstruo- Nuestra opinión no debe ser sospecho-
so, en el que se venera todo menos la sa después de haber examinado profun-
verdad, en el que se rinde culto á todo damente las obras d r a m á t i c a s de Vol-
menos á Dios! Si de semejante monu taire, que nos han convencido de su
m e n t ó hablamos con admiración, no se superioridad en el teatro. Creemos que si
nos puede exigir que hablemos con res- Voltaire, en vez de dispersar las colosales
peto; porque nosotros compadeceríamos fuerzas de su pensamiento en veinte
á una ciudad en la que la m u l t i t u d lle- puntos distintos las hubiera dirigido to-
nara el bazar mientras dejase la iglesia das á un mismo fin, esto es, á la trage-
solitaria; compadeceríamos á una litera- dia, h a b r í a en ella sobrepujado á Hacine
tura que abandonase el camino que si- y t a l vez igualado á Corneille. Pero
guieron Corneille y Bossuet, por seguir hizo lo contrario, m a l g a s t ó su génio en
el sendero que trazó Voltaire. agudezas y sarcasmos. Por eso fué pro-
No por eso negaremos el génio de este digiosamente agudo, y el sello de su gó-
hombre extraordinario; precisamente
porque abrigamos la convicción de que (1) El conde de Maistre, al hacer el severo y notable retrato
gozó el privilegio de poseer uno de los de Voltaire, prueba que es nulo en ta oda, y atribuye acertada-
ingenios m á s felices con que han sido do- mente su nulidad á su falta de entusiasmo. En efecto, á Voltaire
le era antipática la poesía lírica, y solo la escribía para justi-
tados los hombres, deploramos amarga- ficar su pretensión de ser universal. Voltaire era incapaz de
mente el frivolo y funesto uso que hizo exaltación profunda; no sentia otra emoción que la de la cólera;
de él. Sentimos, tanto por Voltaire pero su cólera nunca se convertía en esa santa indignación que
nos trueca en poetas, como dice Juvenal: Faeit i n c l i g n a t u m
como por las letras, que dirigiera contra versum.
MISCELÁNEA DÉ LITERATURA Y DE FILOSOFÍA. 43
nio se vé impreso m á s en el vasto con- cesa, los resultados políticos de la filo-
junto de sus obras que en cada una sofía de Voltaire son, por desgracia, de
en particular. Preocupado con la mar- espantosa notoriedad. Seria, sin embar-
cha de su siglo, se olvidó de la posteri- go, soberanamente injusto atribuir solo
dad, que debe ser la austera imagen á los escritos del patriarca de Ferney
que ha de dominar todas las meditacio- la fatal revolución. No hay que des-
nes del poeta. Rivalizando en capricho y conocer en ella el resultado de una des-
en frivolidad con sus frivolos y capri- composición social empezada desde mu-
chosos contemporáneos, queria agra- cho tiempo atrás. Voltaire y la época
darles y burlarse de ellos á u n mismo en que él vivió se deben acusar y ex-
tiempo. cusar recíprocamente. F u é demasiado
Voltaire parecía que olvidaba que se altivo para obedecer á su siglo, pero a l
encuentra la gracia en la fuerza, y que mismo tiempo demasiado débil para do-
quizá lo m á s sublime de las obras del es- minarlo. De esta igualdad de influencias
píritu humano es lo m á s candoroso, por- resultaba entre su siglo y él p e r p é t u a
que la imaginación sabe revelar su reacción, cámbio m ú t u o de impiedades y
celeste origen sin recurrir á extraños ar- de locuras, continuo flujo y reflujo de
tificios. L a imaginación solo necesita an- novedades, que arrastraban en sus osci-
dar para hacer comprender que es una laciones a l g ú n pilar viejo del edificio so-
diosa. M vera incessu patuit dea. cial. Representémonos la faz política del
Si fuese posible reasumir la idea múl- siglo diez y ocho, los escándalos de la
tiple que presenta la existencia literaria Regencia, las liviandades de Luis X V ,
de Voltaire, le clasificaríamos como uno la violencia en el ministerio, la violen-
de los prodigios que los latinos llama- cia en los Parlamentos y l a fuerza en
ban monstra. Voltaire, en efecto, es un ninguna parte; la corrupción moral des-
fenómeno, quizás único, que solo podia cendiendo por grados desde la cabeza
nacer en Francia y en el siglo diez y hasta el corazón, desde los grandes hasta
ocho. el pueblo; figurémonos á l o s prelados cor-
Entre su literatura y la del gran siglo tesanos, á los abates afeminados; figuré-
media l a diferencia de que Cornei- monos á la antigua m o n a r q u í a y á la
ile. Moliere y Pascal pertenecen parti- antigua sociedad moviéndose desprendi-
cularmente á la sociedad, y Voltaire da de su base c o m ú n , sin poder resistir
pertenece á la civilización. A l leerle se á los ataques de los innovadores m á s
conoce que es el escritor de una edad que presentándoles el nombre de Bor-
enervada y que se encuentra mal; sabe bon; representémonos á Voltaire, lanza-
entretener, pero no consolar; tiene pres- do en medio de esa sociedad que se disol-
tigio, pero no encanto; es brillante, pero vía, como una serpiente en u n pantano, y
carece de majestad; fascina, pero no per- no nos sorprenderá ver que la acción
suade. Su talento, exceptuando en la contagiosa de su pensamiento apresu-
tragedia, que es su elemento propio, ca- rara el fin de ese órden político que Mon-
rece de ternura y de franqueza. L o que taigne y Rabel ais atacaron i n ú t i l m e n t e
escribe se vé que es el resultado del or cuando era jó ven y vigoroso; Voltaire
ganismo y no el producto de la inspira no convirtió en mortal la enfermedad,
cion, y cuando afirma un módico ateo pero desenvolvió sus g é r m e n e s y exas-
que Voltaire tenia sanos todos los ten- peró los accesos. Se necesitaba todo el
dones y todos los nervios, os extremeceis veneno de Voltaire para poner en erup-
pensando que pueda tener razón. Como ción aquel lodazal, pero t a m b i é n deben
otro ambicioso m á s moderno, que soñó imputársele á él gran parte de los hechos
en tener la s u p r e m a c í a política, soñó en monstruosos de la revolución. L a revo-
vano Voltaire obtener la supremacía l i - lución á sí misma debió aparecer sor-
teraria. Si Voltaire hubiera comprendi- prendente. L a Providencia quiso colo-
do la verdadera grandeza, hubiera he- carla entre el m á s temible de los sofistas
cho estribar su gloria en la unidad y no y el m á s formidable de los déspotas. A l
en la universalidad. L a fuerza no se reve- estallar aparece Voltaire en una satur-
la por cámbios perpetuos, por m e t a m ó r nal fúnebre (1), y al terminar se levanta
fosis indefinidas, sino por la majestuosa Bonaparte en medio de una matanza (2).
inmovilidad. L a fuerza no es Proteo, es
J úpiter.
Vamos á ocuparnos de la segunda
parte de nuestra tarea, que será m u y (1) En la traslación de los restos de Voltaire al panteón.
corta, pues merced á la revolución fran- (2j En la metrallada de San Roque.
u OBRAS DE 'VICTOR HUGO.

ga á reconocer hasta lo que no hemos


visto; es u n espíritu flexible y sólido, que
se apodera del sello peculiar de cada
SOBRE WALTER SCOTT pais y lo trabaja como cera blanda, i m -
primiéndole un carácter que la posteri-
á propósito de ((Quintín Durward».
dad verá como si estuviera impreso en
bronce indeleble.
Es indudable que encierra algo singu- Pocos escritores han cumplido tan bien
lar y maravilloso el talento de este hom- como Walter Scott los deberes del nove-
bre, que dispone del lector como el lista con relación á su arte y á su siglo;
viento de las hojas de los árboles, que le porque seria error casi culpable en el
pasea según su voluntad por todos los literato creerse eximido del interés gene-
sitios y por todas las épocas, descubrien- ral y de las necesidades nacionales y
do sin esfuerzo el pliegue m á s recóndito apartarse de las acciones contemporá-
del corazón y el fenómeno m á s miste- neas y aislar su vida egoísta de la i n -
rioso de la naturaleza, lo mismo que la mensa vida del cuerpo social; al poeta le
p á g i n a m á s oscura de la historia, cuya toca sacrificarse. L a lira debe sonar en-
imaginación domina y acaricia á todas tre las tempestades para apaciguarlas.
las imaginaciones, y reviste con la misma Debe desafiar los ódios de la a n a r q u í a y
asombrosa verdad el harapo del mendigo los desprecios del despotismo el hombre
que la p ú r p u r a del rey; que adquiere á quien la sabiduría antigua a t r i b u í a el
todas las actitudes, adopta todos los tra- poder de reconciliar á los pueblos y á
jes, habla todos los idiomas; que imprime los reyes, á quien la sabiduría moderna
á la fisonomía de los siglos lo que la sa- atribuye el poder de enemistarlos.
b i d u r í a de Dios ha dado de inmutable y No consagra, pues, Walter Scott su
de externo á sus facciones y lo que la :alento á tiernas g a l a n t e r í a s , á mezqui-
locura del hombre ha impreso en ellas nas intrigas ó á aventuras licenciosas.
variable y pasajero; que no fuerza, como Aconsejado por su instinto de gloria,
ciertos novelistas ignorantes, á los per- comprendió que necesitaba algo m á s una
sonajes de tiempos pasados á pintarse generación que acababa de escribir con
con nuestros afeites, sino que obliga con su sangre y con sus l á g r i m a s la p á g i n a
su poder mágico á los lectores contem- más extraordinaria de las historias hu-
poráneos á empaparse, siquiera por al- manas. Los tiempos que inmediatamen-
gunas horas, de los antiguos tiempos, te precedieron y siguieron á nuestra con-
como un discreto y hábil consejero que vulsiva revolución, eran esos períodos de
i n v i t a al hijo ingrato á volver al hogar postración que el calenturiento experi-
paterno. E l hábil mágico quiere ante menta antes y después de los accesos.
todo ser exacto. No rehusa ninguna ver- En esos períodos los libros m á s atro-
dad á su pluma, n i aun la que nace de ces, m á s e s t ú p i d a m e n t e impíos y m á s
la pintura del error. Pocos historiadores monstruosamente obscenos, eran devora-
hay tan fieles como este novelista; se dos por una sociedad enfermiza, cuyos
conoce que se ha propuesto que sus re gustos depravados y abotargadas facul-
tratos sean cuadros y que sus cuadros tades hubiera rechazado alimentos ape-
, sean retratos. P i n t a á nuestros antepa titosos y saludables. Unicamente esta
sados con sus pasiones, sus vicios y sus razón explica los triunfos escandalosos
crímenes, pero de t a l modo, que l a ins que adjudicaron en aquel tiempo los ple-
tabilidad de sus supersticiones y la i m - beyos de los salones y los patricios de los
piedad de su fanatismo hacen resaltar garitos á escritores ineptos ó licenciosos
mejor la eternidad de la religión y la que nos desdeñamos de citar y que han
santidad de las creencias. quedado reducidos actualmente á men-
Walter Scott ha bebido en los manan- digar los aplausos de los lacayos y las
tiales de la naturaleza y de la verdad u n sonrisas de las prostitutas. Ahora las
género desconocido que es nuevo, por- masas no distribuyen la popularidad;
que puede hacerse tan antiguo como se procede ésta de la única fuente que pue-
desee. Walter Scott une á la minuciosa de imprimirle carácter inmortal y uni-
exactitud de las crónicas la majestuosa versal, del sufragio del reducido n ú m e r o
grandeza de la historia y el interés apre- de espíritus delicados, de almas exalta-
miante de la novela; es u n génio pode das, de pensadores sérios, que represen-
roso y notable que adivina lo pasado; es tan moralmente á los pueblos civiliza-
un pincel verdadero, que saca un retrato dos . Esta popularidad es la que ha
fiel de una sombra confusa y nos obli- adquirido Walter Scott, pidiendo pres-
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA. 45
tadas á los anales de todas las naciones a. Cada personaje llega por turno con
composiciones adecuadas á todos los su carta, como los actores forasteros, que
tiempos, desenterrando de los fastos de no pudiendo aparecer m á s que uno tras
los siglos libros escritos para todos los si- otro, y no teniendo permiso para hablar
glos. N i n g ú n novelista ha ocultado tanta en las tablas m á s que de ese modo, se
enseñanza con su irresistible encanto, n i presentan sucesivamente, ostentando en
tanta verdad bajo el velo de l a ficción. a cabeza u n gran rótulo, en el que el
Hay visible alianza entre su forma propia público puede leer el papel que van á
y todas las formas literarias del pasado desempeñar. L a novela epistolar puede
y del porvenir, y se podrían cousiderar compararse t a m b i é n á las trabajosas
las novelas épicas de Scott como la tran- conversaciones de sordo-mudos, que se es-
sición de la literatura actual á las nove- criben recíprocamente lo que tienen que
las grandiosas, á las grandes epopeyas comunicarse, de modo que su cólera ó su
en verso ó en prosa, que nuestra era alegría les obliga á e m p u ñ a r constan-
poética nos promete y nos d a r á . ¿Qué :emente la pluma ó á guardar el tintero
debe proponerse el novelista? Expresar en el bolsillo. ¿En q u é viene á quedar el
en una fábula interesante una verdad propósito de un tierno reproche que hay
útil: elegida la idea fundamental, inven que poner en el correo? ¿Y no reprime l a
tada la acción explicativa, el autor debe explosión de las pasiones el p r e á m b u l o
buscar, para desarrollarla, un medio de obligado, la forma cortés de los cumpli-
ejecución que haga que sea su novela dos y el bagaje de la urbanidad? ¿No
semejante á l a vida y que la imitación debe suponerse que encierra un vicio ra-
se parezca al modelo, y la vida es u n dra dical é insuperable un género de com-
ma caprichoso en el que se confunden el posición que ha conseguido enfriar al-
bien y el m a l , lo bello y lo feo, lo alto y gunas veces hasta l a elocuencia de
lo bajo. ¿Deberá el escritor limitarse á Rousseau?
componer, como ciertos pintores flamen Supongamos, pues, que á la novela
eos, cuadros enteramente tenebrosos, narrativa, que carece de interés; supon-
como los pintores chinos, cuadros dema- gamos que á la novela epistolar, cuya
siado luminosos, cuando l a naturaleza forma impide l a vehemencia y la rapi-
presenta por todas partes la lucha de la dez, un espíritu creador la sustituye por
sombra y la luz? Pues los novelistas an la novela d r a m á t i c a , en la que la acción
teriores á Walter Scott adoptaban gene imaginaria se desarrolla en cuadros ver-
r a í m e n t e dos métodos de composición daderos y variados, como se desarrollan
contrarios: unos daban á sus obras la los acontecimientos reales de la vida, sin
forma de narración dividida arbitraria más división que las distintas escenas en
mente en capítulos, sin que se compren que ha de desenvolverse; supongamos,
diera por qué, ó solo para dar descanso en fin, que sea un drama extenso, en el
al espíritu del lector, como lo confiesa que las descripciones suplan á las deco-
con candidez el título de Descanso que raciones y á los trajes, en el que los per-
lleva al frente de cada capítulo una obra sonajes se retraten á sí mismos y repre-
española antigua; (1) otros desenvolvían senten, por medio de choques diversos y
la fábula por medio de una série de car múltiples, todos los aspectos de la idea
tas que se suponían escritas por los di única de la obra. Pues en este nuevo g é -
versos personajes de la novela. E n la nero encontrareis reunidas las ventajas
narración desaparecían los personajes, de los dos géneros antiguos, pero sin sus
apareciendo siempre el autor. E n las car- inconvenientes. Pudiendo disponer de
tas, éste se eclipsa y solo aparecen los los resortes pintorescos y en cierto modo
personajes de la obra. E l novelista nar- mágicos del drama, podréis dejar entre
rador no puede usar el diálogo na- bastidores los m i l detalles inútiles y
tural que requiere la acción verdade- transitorios, que el sencillo narrador,
ra, y tiene que sustituirle por cierto obligado á seguir á los actores paso á
movimiento monótono de estilo, que es paso, tiene que exponer extensamente
como un molde, en el que los aconteci- si desea ser claro, y podéis aprovecharos
mientos m á s diversos adquieren su misma de los rasgos profundos y repentinos, que
forma y en el que las creaciones m á s hacen meditar m á s que p á g i n a s enteras
elevadas y las invenciones m á s profun- y que nacen del movimiento de una es-
das se borran. E n la novela epistolar cena, pero que los excluye la rapidez de
dicha monotonía se deriva de otra cau- la n a r r a c i ó n .
Tras la novela pintoresca, pero prosái-
(1) El Escudero Marcos de Obregon. ca, de Walter Scott, falta crear otra clase
OBRAS DE VICTOR HUGO.

de novela m á s bella y m á s completa, se- efecto imponente y cómico que ofrece en


g ú n nuestra opinión. L a novela que sea su conjunto la oposición de los dos prín-
á la vez drama y epopeya, pintoresca, cipes, uno de los cuales, déspota, ligero
pero poética, real pero ideal, verdadera, y ambicioso, desprecia al otro, que es t i -
pero grandiosa; la novela que engaste á rano, duro y aguerrido. Los dos se abor-
Walter Scott en Homero. recen; pero Luis desafía el ódio de Cár-
Como todo creador, Walter Scott ha os, porque es rudo y salvaje, y Cárlos
sido perseguido hasta estos momentos •:eme el ódio de Luis, porque es hipócrita
por inextinguibles odios críticos; pero es y acariciador. A l duque de Borgoña, es-
preciso que todo el que desbroce un pan- cando en sus campamentos y en sus Es-
tano se resigne á oir el desapacible canto tados, le tiene inquieto el rey de Fran-
de las ranas á su alrededor. cia, que está indefenso. L a crueldad del
Nosotros creemos cumplir un deber de duque nace de sus pasiones, la del rey de
conciencia colocando á Walter Scott á su carácter. E l borgoñon es leal, porque
gran altura entre los novelistas, y sobre es violento y nunca ha pensado en ocul-
todo á Quintín Durward entre las novelas. tar sus malas acciones; si carece de re-
Este libro es precioso y con dificultad se mordimientos, es porque se olvida de
e n c o n t r a r á una trama mejor desarrolla- sus crímenes como se olvida de sus arre-
da y efectos morales tan bien enlazados batos. Luis es supersticioso, quizás por-
con los efectos d r a m á t i c o s . que es hipócrita, pues la religión no bas-
Nos parece que el autor ha querido ta á quien le atormenta la conciencia y
demostrar que la lealtad, hasta en un no piensa en arrepentirse; pero aunque
ser oscuro, jóven y pobre, llega m á s fá- crea en impotentes expiaciones, el re-
cilmente donde se propone que la perfi- cuerdo del mal que ha causado vive sin
dia, aunque la auxilien los recursos del cesar en él junto á la idea del mal que
poder, de la riqueza y de la experiencia piensa causar, porque recordamos siem-
L a primera idea la representa el escocés pre lo que hemos meditado mucho tiem-
Q u i n t í n Durward, huérfano, que lucha po, y es preciso que el crimen, cuando
con los mayores peligros y se libra de ha sido u n deseo ó una esperanza, llegue
los escollos y de los lazos mejor prepara á ser t a m b i é n un recuerdo. Los dos p r í n -
dos, sin otra b r ú j u l a que un amor casi cipes son devotos; pero Cárlos j u r a pri-
insensato; pero con frecuencia, cuando mero por su espada y después por Dios,
se acerca á l a locura, el amor es una mientras que Luis trata de atraerse á los
v i r t u d . L a segunda idea la representa santos por medio de dádivas en metálico
Luis X I , rey m á s diestro que el m á s h á ó de cargas que hace pagar á la corte;
b i l cortesano, viejo zorro con u ñ a s de mezcla la diplomacia con sus oraciones
león, poderoso y perspicaz, defendido i n - y quiere ser intrigante hasta con el cie-
cesantemente por su guardia, que le sir- lo. E n caso de guerra, cuando Luis está
ve de escudo, y a c o m p a ñ á n d o s e con los examinando aun los peligros, Cárlos
verdugos, que le sirven de espada. Estos descansa ya de las fatigas de la victoria;
dos personajes, tan diferentes, resístense la política de Cárlos el Temerario no
el uno al otro, expresando la idea funda- pasa del alcance de su brazo, pero la
mental con una verdad singularmente mirada del rey alcanza m á s allá del bra-
notable. Obedeciendo fielmente al rey, el zo del duque. Walter Scott prueba, po-
leal Quintín sirve sin saberlo sus propios niendo en juego á estos dos rivales, que
intereses, mientras que los proyectos de la prudencia es m á s fuerte que la auda-
Luis X I , de los que Q u i n t í n debia ser á cia y que el que parece que no tenga te-
la vez instrumento y víctima, se vuelven mor á nada, tiene miedo del que parece
s i m u l t á n e a m e n t e en contra del astuto que lo teme todo.
anciano y en favor del jóven sencillo. E l Describe con gran arte el ilustre escri-
e x á m e n superficial de la obra podrá tor al rey de Francia cuando se presenta
dar á entender desde luego que l a primi- con refinada sutileza en casa de su her-
t i v a intención del poeta estriba en pre- moso primo el duque de B o r g o ñ a á pe-
sentar el contraste histórico que con tan- dirle hospitalidad, precisamente en los
to talento pinta del rey de Francia, Luis momentos en que el orgulloso vasallo se
de Valois, y del duque de Borgoña, C á r propone declararle l a guerra. Es emi-
los el Temerario. Este hermoso episo nentemente d r a m á t i c a la situación que
dio quizás sea un defecto de la compo- resulta de la noticia que llega de la rebe-
sición general de la obra, porque rivaliza lión fomentada en los Estados del duque
en interés con el asunto de ella; pero si por los agentes del rey, y que cae como
tiene ese defecto, en nada desfavorece a" un rayo entre los dos príncipes, cuando
MISCELANEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFIA, 47
están departiendo amistosamente, al pa- tras débiles armas contra tan formidable
recer, y sentados en la misma mesa. De campeón; por lo que nos limitaremos á
este modo el e n g a ñ o se vé descubierto hacerle observar que la frase que pone
por el e n g a ñ o , y el prudente Luis se ha Luzon en boca del duque de Borgoña,
entregado inconscientemente ó indefen- al llegar Luis X I á Perenne, pertenece
so á la venganza de un enemigo justa- al bufón de Francisco I , que la pronun-
mente irritado. L a historia dice algo de ció cuando pasó Cárlos V por Francia
esto, pero en este caso prefiero creer á la en 1535. E l pobre Triboulet solo debe su
novela y no á la historia, porque prefiero inmortalidad á dicha frase, por lo que
la verdad moral á la moral histórica. Es- no se le debe atribuir á otro. Creemos
cena t a m b i é n notable es aquella en la t a m b i é n que el expediente ingenioso que
que los dos príncipes, que no han podido emplea el astrólogo G-aleotti para l i -
reconciliar los consejos m á s prudentes, brarse de las iras de Luis X I , lo habia
reanudan su amistad por medio de un ideado ya algunos miles de años antes
acto de crueldad, que el uno imagina y un filósofo, á quien intentaba dar muerte
el otro ejecuta. Por primera vez se rien Dionisio de Siracusa. Estas observacio-
juntos cordial y alegremente, y aquella nes tienen, sin embargo, poca importan-
risa, que excita un suplicio, borra por cia para nosotros, que sabemos que un
unos instantes sus discordias. Este pen- novelista no es un cronista; pero no po-
samiento terrible hace extremecer de demos dejar de decir que nos ha sorpren-
admiración. dido que el rey dirija la palabra en el
Hemos oido criticar la pintura de la Consejo de B o r g o ñ a á los caballeros del
orgía, por ser vergonzosa y repugnante. Espíritu-Santo, cuya órden fundó u n
En nuestro concepto es uno de los m á s siglo m á s tarde Enrique I I I . Creemos
bellos capítulos del libro. Proponiéndose además que Luis X I no i n s t i t u y ó la ór-
Walter Scott pintar al famoso bandido den de San Miguel hasta después de su
apellidado el J a b a l í de Ardennes, no lo cautiverio, y no debia engalanar con ella
hubiera conseguido fielmente no exci- el autor de la novela al lord G r a n í o r d .
tando el horror. Se debe entrar franca- P e r m í t a n o s Walter Scott que tengamos
mente en el asunto que se trate de des- estos pequeños escrúpulos cronológicos.
e n t r a ñ a r y llegar hasta su fondo, que es Consiguiendo este ligero triunfo de pe-
donde se encuentran la emoción y el i n - dantismo sobre el ilustre Anticuario, no
terés. Solo los espíritus débiles capitulan nos podemos librar del inocente gozo que
ante una concepción atrevida y retroce- se apoderó de Quintín D u r w a r d al ver
den en el camino que se trazaron. que habia desarzonado al duque de Or-
Apoyados en el mismo principio, justi- leans y al ver que habia hecho frente á
ficaremos otros dos pasajes que no nos Dunois, y nos dan tentaciones de pedirle
parecen menos dignos de meditación y que nos perdone nuestra victoria, como
de elogio. E l primero es la ejecución de Cárlos V se lo pidió al Papa: Sandissime
Hairaddin, personaje singular del que el Fater, indulge vidori.
autor hubiera podido quizá sacar m á s
partido. E l segundo es el capítulo en que
el rey Luis X I , arrestado por orden del
duque de Borgoña, hace que prepare en
su propia cárcel T r i t a n el e r m i t a ñ o el SOBRE EL ABATE LAMBNNAIS
castigo del astrólogo que le e n g a ñ ó . Es á propósito de su ensayo sobre la indiferencia en materia
una idea extraordinariamente bella pre- de religión.
sentarnos ante ese rey cruel, meditando
en el calabozo su venganza, reclamando Julio, 1832.
á los verdugos como sus últimos servido- ¿Será cierto que existe en el destino de
res, y probando el resto de autoridad las naciones un momento en que los mo-
que le queda ordenando una sentencia vimientos del cuerpo social parece que
de muerte. sean las últimas convulsiones de un mo-
P o d r í a m o s multiplicar las observacio- ribundo? ¿Será verdad que se pueda ver
nes y tratar de hacer ver lo que en esta desaparecer poco á poco la luz de la ilus-
novela de Walter Scott nos parece defec- tración y la inteligencia de los pueblos,
tuoso, como por ejemplo, el desenlace; así como se extingue gradualmente en
pero el novelista, para justificarse, sin el cielo el crepúsculo de la tarde? Cuan-
duda invocaría mejores razones que las do eso sucede, dicen las voces proféticas,
que tenemos para atacarle, y no nos sen- se encuentran frente á frente el bien y el
timos con fuerzas para esgrimir nues- mal, la vida y la muerte, el sér y l a
4» OBRAS DE VICTOR HUGO.

nada, y los hombres van errantes de un su chispa al foco c o m ú n , y merced á su


extremo á otro como si pudieran elegir. generosa actividad, el edificio social pue-
L a acción de la sociedad ya no es acción, de construirse r á p i d a m e n t e , como los
es un extremecimiento débil y violento palacios mágicos de los cuentos árabes,
al mismo tiempo, como la sacudida de que una legión de génios terminaban en
la agonía. E l desarrollo "del espíritu hu- una sola noche. Para eso meditan nues-
mano se para y sus revoluciones empie- tros escritores y se inspiran nuestros poe-
zan. E l rio ya no fecundiza, engulle; la tas. Vemos elevarse por todas partes
antorcha ya no alumbra, se consume. E l una generación tierna y seria, impreg-
pensamiento, la voluntad y la libertad, nada de recuerdos y de esperanzas; gene-
esas facultades divinas que concedió la ración que reclama su porvenir á los
Providencia á la asociación humana, ce- pretendidos filósofos del último siglo,
den el puesto al orgullo, á la rebelión, al que querían que volviera á empezar su
instinto individual. A la previsión so- pasado; esa generación es pura y por
cial sucede la profunda ceguera animal, consiguiente indulgente para los anti-
que no consigue conocer la proximidad guos y descarados culpables que se atre-
de la muerte. M u y pronto la rebelión de ven á pedir que les admire; pero aunque
los miembros acarrea el desgarramiento ella perdona á los criminales, siente hor-
del cuerpo, al que seguirá la disolución ror hacia el crimen. No quiere basar su
del cadáver. L a lucha de los intereses existencia sobre el abismo, sobre el ateís-
pasajeros reemplaza á la a r m o n í a de las mo y sobre la a n a r q u í a ; repugna la he-
creencias eternas. A l g o del bruto, que se rencia de muerte con que la revolución
despierta en el hombre, fraterniza con la persigue y vuelve los ojos hácia la re-
su alma degradada, y abdica y renuncia ligión, porque la j u v e n t u d j a m á s renun-
al cielo y vejeta en un sitio inferior al cia voluntariamente á la vida, y por
que le marcó el destino. Entonces se des- eso exige del poeta m á s que ha dado á
lindan dos campos en la nación. Enton- las generaciones antiguas. E n cámbio
ces la sociedad solo es ya una obstina- de las leyes que d á al pueblo le pide
da confusión que pelea en una noche creencias.
profunda, en la que no hay m á s luz que Uno de los escritores que han contri-
el centelleo de las espadas que chocan y buido m á s poderosamente á despertar
las chispas de las armaduras que se rom- entre nosotros los deseos de emociones
pen. E n vano resplandecería el sol sobre religiosas es, sin contradicción alguna,
seres tan desgraciados para hacerles co- el abate Francisco de Lamennais. Ha-
nocer que son hermanos; encarnizados biendo llegado desde sus primeros pasos
en su lucha sangrienta, no lo conoce- á la cumbre de la ilustración literaria,
rian, porque les cegada el polvo del com- este venerable sacerdote parece que solo
bate. haya encontrado al paso la gloria hu-
Entonces, valiéndonos de la expresión mana, y que vaya m á s lejos y m á s arri-
solemne de Bossuet, diremos: Un pueblo ba. L a aparición de su Ensayo sobre la
deja de ser un pueblo. Los acontecimientos indiferencia formará época en este siglo.
que se precipitan con rapidez siempre Debe encerrarse un e x t r a ñ o misterio en
creciente se impregnan dia por dia de un este libro, que nadie puede leer sin que
carácter sombrío de providencia y de su corazón lata de esperanza ó de temor,
fatalismo, y el corto círculo de hom- como si encerrase alguna alta revelación
bres sencillos que parecen fieles á las de nuestro destino. E l citado escritor, que
predicciones antiguas, estudian con ter- es sucesivamente majestuoso y apasio-
ror los signos que se manifiestan en el nado, sencillo y magnífico, grave y ve-
cielo. hemente, profundo y sublime, se dirige
Creemos que nuestras vetustas mo- al corazón por medio de la ternura, al
n a r q u í a s no han llegado aun á ese ex- espíritu por medio del artificio y al
tremo. Se cree aun en el alivio cuando alma por medio del entusiasmo. A l u m -
el enfermo no ha rechazado al médico, y bra como Pascal, incendia como Rous-
el ávido entusiasmo que despiertan los seau y centellea como Bossuet. Su
primeros cantos de poesía religiosa que pensamiento deja siempre en todos los
ha oido este siglo, prueba que aun vive el espíritus la huella de su paso y abate á
alma en esta sociedad. los que no eleva, consuela ó desespera;
A fortalecer ese soplo divino, á reani- marchita lo que no puede fructificar.
mar esa llama celeste, tienden en la ac No es posible tener idea fija de esta
tualidad todos los espíritus verdadera- obra; hay que atacarla como enemiga ó
mente superiores. Cada uno de ellos lleva defenderla como salvadora. Es suceso
MISCELÁNEA D E L I T E R A T U R A Y D E FILOSOFÍA. 49
extraño que este libro sea una necesidad ganizado á su manera, y que tiene razón
de nuestra época y que la moda haya para reclamar su sitio entre los irracio-
contribuido en gran parte al éxito que nales, porque no se concibe esa rebelión
ha alcanzado. Sin duda es la primera de la inteligencia contra la inteligencia.
vez que l a moda ha abrazado el partido A d e m á s , ¿no es una sociedad e x t r a ñ a la
de la eternidad. Mientras este libro se de esos individuos, que cada uno tiene
leia con avidez, se han dirigido al autor un creador para su creación, una fé se-
m u l t i t u d de reproches que cada lector g ú n su criterio, y que disponen de la
en particular debiera haber dirigido á eternidad mientras el tiempo concluye
su propia conciencia. Todos los vicios con su vida? E l alma del cristiano, se-
que el autor desea desterrar del cora- mejante á la llama que atormentan inú-
zón humano han empezado á vociferar, tilmente los caprichos del aire, se eleva
como los mercaderes arrojados del tem- sin cesar hacia el cielo.
plo. Se ha temido que quedase vacía el Los que embriagan en las naciones con
alma si se expulsaban de ella las pasio- tantos venenos el verdadero alimento de
nes: hemos oido decir que ese libro aus- vida y de inteligencia, han de tener mu-
tero entristecia la vida, que ese sacer- cha confianza en la santidad de sus re-
dote taciturno arrancaba las flores del cursos. Tarde ó temprano, desengañados
jardin de la existencia. Estamos acor- los pueblos, se amontonan á su alrededor
des, pero las flores que arranca son las y les dicen como Juan á Jesús: ¿Ad.quem
que ocultan el abismo. ibimus? verba vitce (Eterna habes. ¿Con quién
Esta obra ha producido a d e m á s otro hemos de ir? Contigo, que nos hablas de
fenómeno, chocante en la actualidad; ha la vida eterna.
producido la discusión pública de una
cuestión de teología, y lo m á s e x t r a ñ o y
que hay que atribuir al interés extra-
ordinario del Ensayo sobre la indiferencia,
es que ha hecho desaparecer por un mo- SOBRE LORD BYRON
mento la frivolidad de los hombres de con motivo de su muerte.
mundo y la preocupación de los hom-
bres de Estado ante un debate escolásti- Estamos en Junio de 1824 y l o r d B y r o n
co y religioso. Creyóse ver durante un acaba de morir.
momento que renacía la Sorbona entre Se nos pregunta lo que pensamos de
las dos C á m a r a s . él y de su muerte. ¿Pero q u é vale nues-
M. de Lamennais, ayudado en su tarea tra opinión? ¿ P a r a q u é escribirla, si no
por fuerzas quizás sobrehumanas, ha se supone que hemos de decir palabras
acostumbrado á sus lectores á que vean dignas de ser anotadas, hablando de tan
que lleva, sin perder el aliento, desde el gran poeta y ocupándonos de tan gran
principio hasta el fin de su inmensa com acontecimiento? Si damos crédito á las
posición, la carga de una idea fundamen- ingeniosas fábulas del Oriente, toda lá-
tal, vasta y única. E n toda l a obra se grima que cae en el mar se convierte en
revela que está poseído de una gran perla.
idea, que desarrolla extensamente, la Para nuestra existencia peculiar, que
ilumina en todos sus detalles, la explica debemos á la afición á las letras, y en la
en todos sus misterios y la critica en to- región apacible á que nos ha transpor-
dos sus resultados. Se remonta á todas tado el amor á l a independencia y á la
las causas como desciende á todas las poesía, la muerte de lord Byron nos ha
consecuencias. herido hasta cierto punto como una ca-
Uno de los beneficios que producen lamidad doméstica. H a sido para nos-
esa clase de obras consiste en que hacen otros una de esas desgracias que nos
repugnante todo lo que han escrito i r r i - tocan de cerca. E l hombre que consagra
sorio é irónico los jefes de la secta incré- su vida al culto de las letras, siente el
dula. Cuando se ha ascendido á tales a l - círculo de su vida física estrecharse á su
turas, ya no se puede volver á descender alrededor al mismo tiempo que vé agran-
á sitios bajos. Desde que se respira el aire darse la esfera de su existencia intelec-
y se vé la luz, nadie quiere volver á las t i - tual. Escaso n ú m e r o de séres queridos
nieblas n i al vacío. Apodérase de nosotros comparten la ternura de su corazón,
inexplicable compasión al ver á los hom- mientras que todos los poetas muertos y
bres agotar el soplo de u n dia en forjar ó contemporáneos, extranjeros y compa-
en extinguir á Dios, y estamos tentados triotas, se apoderan de las afecciones de
de creer que el ateo es un sér aparte, or- su alma. L a naturaleza le dió una íami-
TOMu IV.
50 OBRAS DE VICTOR HUGO.

lia, pero la poesía le crea otra. Sus sim- que equivale á decir que el mismo árbol
patías, que m u y pocos séres despiertan á dá dos frutos diferentes y contrarios, y
su alrededor, van á buscar al través del que la misma causa produce simultánea-
torbellino de las relaciones sociales, m á s mente dos efectos incompatibles. Estos
allá de los tiempos, m á s allá de los espa- enemigos de las innovaciones n i siquie-
cios, á algunos hombres que comprende ra se aperciben de que de este modo
y que cree dignos de que le comprendan. crean una lógica enteramente nueva, y
Mientras que, en la rotación m o n ó t o n a siguen tratando á la literatura que lla-
de las costumbres y de los negocios, l a man clásica como si viviera todavía y á
m u l t i t u d de los indiferentes pasa por su la que llaman r o m á n t i c a como si estu-
lado sin llamar su atención, establece viese p r ó x i m a á morir. Esos doctos retó-
entre él y los hombres que su inclina- ricos, que se proponen cambiar lo que
ción ha elegido íntimos afectos y comu- existe con lo que no existe, nos recuer-
nicaciones, por decirlo así, eléctricas. Ca- dan al Rolando loco del Ariosto, que su-
riñosa comunidad de pensamientos liga plica gravemente á un t r a n s e ú n t e que
con lazo invisible é indisoluble á esos acepte u n jumento muerto en cambio
séres privilegiados, que viven solitarios; de u n caballo vivo. Pero Rolando con-
de modo que cuando por casualidad se viene en que está muerto el jumento
encuentran, bástales una mirada para re- y que ese es el único defecto que tiene;
velarse uno á otro, una palabra para pe los Rolandos del pretendido género clá-
netrarse m ú t u a m e n t e en el fondo del sico no confiesan la verdad n i obran de
alma y reconocer el equilibrio, y al poco tan buena fé. Será, pues, preciso arran-
tiempo, esos dos extranjeros parece que carles lo que no quieren conceder, y de-
sean hermanos, amamantados con la mis- clararles que no existe en l a actualidad
ma leche; parecen dos amigos que ha su- m á s que una literatura, como no existe
mido u n mismo infortunio. más que una sociedad; que las literaturas
Séanos permitido decir, y glorificarnos anteriores, después de dejarnos monu-
de ello, que una simpatía de esta clase mentos inmortales, se ven obligadas á
sentíamos hacia lord Byron. No era l a desaparecer con las generaciones cuyas
atracción que el genio inspira al génio; costumbres sociales y cuyas situaciones
era u n sentimiento sincero de admira- políticas pintaron. E l génio de nuestra
ción, de entusiasmo y de gratitud; por- época puede ser tan bello como el de las
que se debe gratitud á los hombres cuyas épocas m á s ilustres, pero no puede ser el
obras y cuyas acciones hacen latir noble- mismo; no depende de los escritores con-
mente el corazón. Cuando nos anuncia- temporáneos resucitar una literatura pa-
ron la muerte de ese poeta, nos pareció sada, como no depende del jardinero ha-
que nos arrancaban parte de nuestro cer que reverdezcan las hojas del otoño
porvenir. Con la amargura de que es en las ramas de la primavera.
susceptible nuestro corazón renunciamos Hay que convencerse de que es vana
á la esperanza de entablar con lord By- tarea que un corto n ú m e r o de espíritus
ron una de esas amistades poéticas que limitados traten de hacer retroceder las
nos complacemos en mantener con la ideas generales hácia el pernicioso siste-
m a y o r í a de los principales ingenios de ma literario del siglo anterior. Aquel
nuestra época, y le dirigimos este sentido terreno, naturalmente árido, hace mucho
verso, con que un poeta de su escuela tiempo que es improductivo. Por otra
saludaba á la sombra generosa de A n - parte, es imposible hacer que revivan los
drés Chenier: madrigales de Dorat después de las gui-
Adieu done, jeune ami queje n'ai pas connu. llotinas de Robespierre y resucitar á
Y ya que se nos ha escapado una fra- Voltaire en el siglo de Bonaparte. L a l i -
se sobre la escuela particular de lord teratura real de nuestra edad, que pros-
Byron, será oportuno a q u í examinar el cribe á los autores á la manera de Arísti-
sitio que ocupa en el conjunto de la lite des;que repudian todas las plumas, pero
ratura actual; á la que atacan como si que adoptan todas las liras; que persiguen
pudiera ser vencida y á la que calum- calculadamente, vé que á su pesar se
nian como si pudiera ser condenada. T a abren todos los talentos en su esfera tem-
lentos equivocados, pero hábiles para sa pestuosa, como las flores que solo me-
car de quicio todas las cuestiones, tratan dran en los sitios que azota el A q u i l ó n .
de acreditar entre nosotros u n error sin L a literatura que reprueban los que
guiar. Se han imaginado que represen- deciden sin meditar y que defienden los
tan la sociedad actual de Francia dos que piensan con el alma, juzgan con el
literaturas enteramente contrarias, lo espíritu y sienten con el corazón, esa l i -
MISCELÁNEA D E L I T E R A T U R A Y D E F I L O S O F I A .51
teratura no puede tener el aspecto blando va: a q u í se veian ruinas y allá bosquejos;
y descarado de la musa que cantó al ord Byron, en sus fúnebres lamentos, ha
cardenal Dubois, que h a l a g ó á la Pom- expresado las postreras convulsiones de
padour y ultrajó á Juana de Arco. Esta 'a sociedad agonizante, y el vizconde de
literatura no interroga al crisol del ateo Chateaubriand, con sus inspiraciones su-
n i al escalpelo del materialista; esta lite- Dlimes, satisfizo las primeras necesidades
ratura no pide prestado al excéptico l a de la sociedad reanimada. L a voz de uno
balanza de plomo, á la que basta el inte- es como el canto del cisne cuando vá á
rés para romper el equilibrio; no entona morir; la voz del otro es como el canto
en las orgías cantos que exciten al de- del fénix al renacer de sus cenizas.
güello; no conoce n i la adulación n i la Por la tristeza de su génio, por el or-
injuria; no se presta á las seducciones de gullo de su carácter, por las tempesta-
la mentira; no roba el encanto á las i l u - des de su vida, lord Byron es el tipo del
siones. Permaneciendo e x t r a ñ a á todo lo género de poesía que c a n t ó . Todas sus
que no constituye su fin, bebe la poesía obras llevan el sello profundo de su indi-
en la fuente de la verdad y fecundiza su vidualidad. Aparece en todas ellas una
imaginación con las creencias. Sigue los :igura sombría y altiva, que el lector vé
progresos del tiempo, pero con paso gra- pasar ante sus ojos como á través de u n
ve y mesurado. Su carácter es sério y crespón negro. Divagando algunas ve-
su voz melodiosa y sonora; es, en una ces, como todos los pensadores profun-
palabra, como debe ser el pensamiento dos, en el vacío y en l a oscuridad, dice
c o m ú n de una gran nación después de frases que sondean completamente el
haber atravesado grandes calamidades; alma y sabe exhalar suspiros que reve-
triste, altiva y religiosa. Esta literatura, lan toda una existencia. Parece que se
sin embargo, como todas las cosas hu- entreabra su corazón á cada idea que es-
manas, presenta en su misma unidad su cribe, como u n volcan vomitando rayos.
lado sombrío y su lado consolador. E n Los dolores, las a l e g r í a s , las pasiones no
su seno se han formado dos escuelas, que tienen misterios para él, y si presenta
representan la doble situación en que las los objetos reales al través de un velo,
desdichas políticas han sumido respecti- presenta desnudas las regiones ideales.
vamente á los espíritus; la de la resig- Puede reprochársele que desdeña en ab-
nación y la de la desesperación. Las dos soluto guardar el órden en sus poemas; lo
escuelas reconocen lo que n e g ó la filoso- que es u n defecto grave, porque un poe-
fía burlona; la eternidad de Dios, la i n - ma que carece de órden es como un edi-
mortalidad del alma, las verdades p r i ficio sin a r m a z ó n , ó es como u n cuadro
mordíales y las verdades reveladas; pero sin perspectiva. Lleva demasiado lejos el
la primera para adorar y l a segunda lírico desprecio á las transiciones, y de-
para maldecir. Aquella lo vé todo desde searíamos muchas veces que ese fiel pin-
las regiones celestes, ésta desde los pro- tor de nuestras emociones interiores
fundos infiernos; aquella coloca sobre la lanzase sobre sus descripciones físicas
cuna del hombre un á n g e l y le vé cer- claridades menos fantásticas y tintas
nerse sobre su lecho de muerte, y ésta, menos vaporosas. Su génio se parece
siempre triste y soñadora, esparce sobre mucho al touriste que vaga sin dirección
las imágenes m á s risueñas un resplandor fija, que sueña mientras v á andando, y
infernal. Una, en fin, se asemeja á E m a - que, absorbido por una intuición profun-
nuel, cariñoso y fuerte, recorriendo su da, conserva solo idea confusa de los si-
reino en un carro lleno de rayos y de tios que ha recorrido. A pesar de esto, y
luz, y la otra se asemeja al soberbio Sa hasta en sus obras m á s defectuosas, su
tanas, que tantas estrellas arrastró en su caprichosa i m a g i n a c i ó n vuela hasta al-
caída al ser precipitado desde el cielo turas á las que no se puede llegar sin
hasta la tierra. Esas dos escuelas geme- alas. E l águila, aunque fije sus ojos en
las, fundadas en una misma base y na tierra, no por eso pierde la mirada subli-
cidas por decirlo así, en la misma cuna, me cuyo alcance llega hasta el sol. H a n
están representadas especialmente en la pretendido algunos que el autor de Don
literatura europea por dos genios ilus- Juan pertenecía, por una de las tenden-
tres; por Chateubriand y por Byron. cias de su espíritu, á la escuela del autor
A l vernos libres de nuestras prodigio- de Cándido. E s t á n en u n error: media
sas revoluciones, dos órdenes políticos profunda diferencia entre la risa de By-
luchaban en el mismo terreno. Acababa ron y la risa de Voltaire. Voltaire no
de derrumbarse l a sociedad vetusta y habia padecido.
empezaba á reedificarse la sociedad nue- Ahora seria ocasión de entrar en algu-
55 OBRAS DE VICTOR HUGO.

nos detalles de la tormentosa vida del j su lira y un mísero tablado ultrajaba su


noble poeta; pero como estamos inciertos a t a ú d (1).
respecto á las causas reales que provoca-
ron las desdichas domésticas que agria-
ron su carácter, preferimos pasarlos en
silencio, temerosos de que se extravíe
nuestra plama involuntariamente. Solo
IDEAS AL ACASO
conocemos á lord Byron por sus poemas,
y nos halaga suponer su existencia en Julio, 1824.
consonancia con su alma y con su génio.
Como todos los hombres superiores, fué I.
víctima de la calumnia, y á ésta atribui- Es preciso que todos se acostumbren á
mos los rumores injuriosos que tanto saber que se ha verificado una revolu-
tiempo fueron unidos al ilustre nombre ción en las artes. E m p e z ó por la poesía,
del poeta. Por otra parte, aquella á la que continuó por la música, sigue por la
sus ofensas ofendieron sin duda, h a b r á pintura y no t a r d a r á mucho en llegar
sido la primera en olvidarlas al pié de la hasta la escultura y la arquitectura, que
tumba del poeta. Creemos que le perdo- murieron hace mucho tiempo, como
narla, porque somos de los que opinan mueren siempre las artes, en plena aca-
que el ódio y la venganza concluyen demia. Por otra parte, esta revolución
ante el sepulcro. solo consiste en el retorno universal há-
Nosotros le perdonamos t a m b i é n sus cia la naturaleza y hácia la verdad; esta
faltas, sus errores y hasta las obras en revolución estirpa el falso gusto que
que descendió de la doble altura de su hace cerca de tres siglos, sustituyendo
carácter y de su talento; se lo perdona- constantemente las convenciones de es-
mos todo por haber muerto noblemente, cuela á las realidades, ha viciado muchos
por su artística caida. Murió como un génios notables. L a nueva generación
bélico representante de la musa moderna ha desechado los andrajos clásicos, la
en la p á t r i a de las musas antiguas. F u é peluca filosófica y el oropel mitológico.
generoso auxiliar de la gloria, de la reli- Se viste con ropa v i r i l , se desembaraza
gión y de la libertad; puso su espada y de las preocupaciones y estudia la tradi-
su lira a l servicio de los descendientes de ción.
los primeros guerreros y de los primeros Es risible oir disertar sobre el cambio
poetas, y el peso de sus laureles empeza- que ha traido el curso de los aconte-
ba á inclinar la balanza en favor de los cimientos á la turba innumerable de
desdichados helenos. Particularmente espíritus falsos, de insignificantes docto-
nosotros le debemos profundo reconoci- res, de pedantes y de críticos superficia-
miento. P r o b ó á la Europa que los poetas les, dispuestos á hablar de todo, porque
de la escuela nueva, aunque no adoren no saben de nada. Todos ellos creen que
á los dioses de la Grecia pagana, admi- á fuerza de lanzar gritos y anatemas,
ran siempre á sus héroes, y que, si han que á fuerza de manifestar su cólera,
abandonado el Olimpo, no se han despe- l l e g a r á n á destruir ó á modificar, según
dido de las T e r m ó p i l a s . sus deseos, el órden de ideas que resulta
necesariamente de la marcha del progre-
L a muerte de Byron se ha sabido en so. No comprenden que, así como una
todo el continente y se ha significado tempestad cambia el estado de la at-
con marcadas muestras de dolor univer- mósfera, una revolución cambia el esta-
sal. E l cañón de los griegos saludó du- do de la sociedad, y se les vé hacer esfuer-
rante mucho tiempo sus restos mortales, zos inútiles para contrabalancear la
y el duelo nacional consideró la p é r d i d a literatura y las artes que nacieron de di-
de ese extranjero como una calamidad cha revolución.
pública. Las orgullosas puertas de West-
No le debe importar á la generación
minster se han abierto involuntariamen
nueva que críticos, con fama ó sin ella,
te para que la tumba del poeta honrara
afirmen con grotesca seguridad que el
el sepulcro de los reyes. ¿Nos atrevere-
arte está entre nosotros en plena deca-
mos á decirlo? E n medio de las gloriosas
dencia. Recuerde la nueva generación
muestras d é l a afiicciongeneral, tratamos
de ver q u é testimonio solemne de entu (1) A poco de recibirse la noticia de la muerte de lord
siasmo tributaba P a r í s á la sombra herói- Byron se representaba en un teatro del boulevard una bufona-
ca de lord Byron, y nos encontramos con da de mal tono y de peor gusto, en la que la personalidad del
que el símbolo de la locura insultaba noble poeta aparecía en escena con el ridículo nombre de L o r d
Tres Estrellas.
MISCELÍNÉA DÉ LITERATURA Y DE FILOSOFÍA. 53
que l a Academia condenó á E l Cid; que sociedades civilizadas, pero idólatras, de
Morellet y Hoífman criticaron sañuda- 3>oma y de Atenas desconocian la ce-
mente al autor del Genio del Cristianismo; este dignidad de la mujer, que m á s
que la Revista de Edimburgo envió á la i:arde reveló á los hombres Dios, que
escuela á lord Byron. quiso nacer de una hija de Eva; por eso
Es preciso que la m e d i a n í a pese sobre el amor en esos pueblos, en los que solo
los talentos nacientes, que no a h o g a r á se dirigía á las esclavas ó á las corte-
por eso. No deja de ser espectáculo di- sanas, tenia algo de imperioso y de
vertido ver que critica á un hombre de despreciativo. Por el contrario, en la ci-
génio un ateneísta ó un gacetillero. vilización cristiana todo tiende á enno-
alecer al sexo bello y débil, y el E v a n -
II. gelio parece haber elevado á l a s mujeres
á un alto rango, con la idea de que em-
L a expresión del amor, en ios poetas pujen á los hombres á alcanzar la per-
de la escuela antigua, á cualquier na- fección social posible. Ellas crearon l a
ción y á cualquier época que pertenez- caballería, y al desaparecer esa institu-
can, carece generalmente de castidad ción maravillosa de las m o n a r q u í a s mo-
y de pudor. Esta observación, que parece dernas, las ha dejado sin honor, que era
poco importante á primera vista, se pres- su alma; el honor, ese instinto de la na-
ta, sin embargo, á altas consideracio- turaleza que es al mismo tiempo una ins-
nes. Si la examinamos concienzuda- titución de la sociedad, que es el único
mente, encontraremos en el fondo de esta 3oder que obliga á los franceses á sopor-
cuestión á las sociedades paganas y á los tar pacientemente la tiranía; el honor,
cultos idólatras. L a ausencia de la cas- ese sentimiento misterioso que descono-
tidad en el amor es quizá el signo ca- cieron los antiguos, y que es á la par
racterístico de las civilizaciones y de las más y menos que la v i r t u d . Hasta en l a
literaturas que no purificó el cristianis- actualidad ignoran lo que es el honor
mo. Sin ocuparnos de las poesías mons- los pueblos que no conocen el Evangelio
truosas en las que Anacreonte, Horacio y los pueblos en que es n u l a la influen-
y hasta V i r g i l i o inmortalizaron infames cia moral de las mujeres. E n nuestra ci-
disoluciones y vergonzosos hábitos, nos vilización, si las leyes conceden el pri-
referiremos á los cantos eróticos de los mer sitio al hombre, el honor d á el
poetas paganos antiguos y modernos, de primer rango á la mujer. E l equilibrio
Cátulo, de T í b u l o , de Bertin, de Bernis de las sociedades cristianas consiste en
y de Parney, que no nos ofrecen n i la esto.
delicadeza, n i l a modestia, n i el rubor, sin
los que el amor no es m á s que u n instin III.
to, u n apetito carnal. Verdad es que el
amor en esos poetas es tan sutil como No sé por q u é e x t r a ñ a m a n í a se pre-
grosero; es difícil expresar m á s ingenio tende en la actualidad que el génio no
s á m e n t e lo que sienten los brutos, y sin admire á otro génio; no sé por q u é se
duda por que haya diferencia entre sus burlan del entusiasmo que el canto de
amores y el de los irracionales, esos hom un poeta inspira á otro poeta; no sé por
bres galantes escribieron elegías. L i e qué se pretende que los que tienen talen-
garon hasta convertir en ciencia lo que to solo sean juzgados por los que no lo
es natural y espontáneo; Ovidio enseñó tienen. Parece que desde el siglo ante-
el Arte de amar á los paganos del siglo rior solo estemos acostumbrados á tener
de Augusto y Bernard á los paganos de envidias literarias. Nuestra envidiosa
siglo de Voltaire. edad se mofa de la fraternidad poética,
Fijándose mucho se vó que hay algu que es tan grata y tan noble entre riva-
na diferencia entre los primeros y los les; ha olvidado el ejemplo de las anti-
últimos artistas del amor. Más ó menos guas amistades que se estrechaban en la
claro, gastan el mismo bermellón. To gloria, y es capaz de acoger con risa des-
dos cantan la voluptuosidad material deñosa la alocución conmovedora que
Pero los poetas paganos, griegos y ro Horacio dirigió al bajel de V i r g i l i o .
manos, parecen con frecuencia señore
que mandan á sus esclavas, mientras IV.
que los poetas paganos franceses son
siempre esclavos que solicitan tener se Las composiciones poéticas son el re-
ñoras. Esta distinción encierra el secreto sultado de dos fenómenos intelectuales;
de las dos civilizaciones diferentes. Las de la meditación y de la inspiración. L a
OBRAS DE VICTOR RUGO.

meditación es una facultad, y la inspi- aun, en épocas de indiferencia, deben


ración es un dón. Todos los hombres tener confianza en el porvenir, porque
pueden meditar, hasta cierto grado, pero si el presente pertenece á los demás, el
pocos son inspirados. Spiritus fíat uhi vult. porvenir será de ellos. Grozarán del p r i -
E n la meditación, el espíritu obra; en l a vilegio de los séres selectos. E l dia deter-
inspiración, obedece; porque la primera minado a l c a n z a r á n la gloria.
radica en el hombre, mientras que la se-
gunda proviene de m á s alto. E l que nos V.
transmite esta fuerza es m á s fuerte que
nosotros. Estas dos operaciones del pen- Si alguna composición literaria lleva
samiento se ligan í n t i m a m e n t e en el profundamente impreso el sello indele-
alma del poeta. E l poeta invoca la ins- ble de la meditación y de la inspiración,
piración por medio de la meditación, esta obra es el Paraíso perdido. L a mag-
como los profetas se elevaban hasta el nífica obra de M i l t o n presenta una idea
éxtasis por medio de la plegaria. Para moral, que participa á la vez de las dos
que la musa se le revele es preciso que naturalezas del hombre; una lección ter-
hasta cierto punto se haya desprendido rible escrita en versos sublimes; una de
de la existencia material, en el reposo, las m á s altas verdades de la religión y
en el silencio y en el recogimiento. Debe de la filosofía desarrollada en una de las
aislarse de la vida exterior, para gozar más bellas ficciones poéticas; l a escala
plenamente de la vida interior, que des- entera de la creación, recorrida desde el
arrolla en él como u n sér nuevo; y solo escalón m á s alto hasta el m á s bajo; una
cuando el mundo físico desaparece ante acción que empieza en J e s ú s y termina
su vista, es cuando se le manifiesta el en S a t a n á s ; Eva arrastrada por la curio-
mundo ideal, como si la exaltación poé- sidad, por la compasión y por la impru-
tica fuese demasiado sublime para la na- dencia hasta su perdición; la primera
turaleza c o m ú n del hombre. E l génio no mujer en contacto con el demonio. E l
producirla, si antes el alma no se hubie- Paraíso perdido es un drama sencillo é in-
ra purificado de todas las preocupacio- menso, en el que sus resortes son los sen-
nes vulgares que la arrastran por el ca- timientos; es u n cuadro m á g i c o , en el
mino de la vida, porque el pensamiento que se suceden gradualmente las tintas
no puede adquirir las alas sin haberse luminosas á las tintas oscuras; es u n
desprendido de aquel peso. Por eso sin poema singular, que encanta y que
duda la meditación precede siempre á la aterra.
inspiración. Entre los judíos, en ese pue-
blo cuya historia es tan fecunda en sím- VI.
bolos misteriosos, cuando el sacerdote
habia edificado el altar y encendía en él Cuando para que choquen los defectos
el fuego terrestre, era cuando el rayo di- de una tragedia es preciso haber leido la
vino descendía á él desde el cielo. historia y conocer las reglas, la m a y o r í a
Si nos a c o s t u m b r á r a m o s á considerar de los espectadores no se aperciben de
las composiciones literarias bajo este ellos, porque el público, por regla gene-
punto de vista, l a crítica tomarla proba- ral, solo sabe sentir: por eso casi siempre
blemente otra dirección; porque si es la m u l t i t u d juzga bien. Porque verdade-
cierto que el verdadero poeta es dueño ramente no hay motivo para encontrar
de elegir sus meditaciones, no lo es de que sea u n defecto grave que un autor
elegir la naturaleza de sus inspiraciones. trágico trastoque algunas veces la his-
Su génio, que ha recibido, pero que no toria. Como no se abuse de esta licen-
ha conquistado, le domina con frecuen- cia, nada importa que falte á la verdad
cia; y seria singular y quizás exacto histórica, con t a l de que no falte á la
decir que hay veces que el hombre es verdad moral. Deseo que no se diga de
e x t r a ñ o á lo que como poeta ha escrito. la historia lo que se dice de la Poética
Esta idea quizás parezca paradójica á de Aristóteles: Que consigue que se escri-
primera vista, pero no lo es. ban malas tragedias. Sed pintores fieles de
Felices los que tienen en el pensa- la naturaleza y de los caractéres y no
miento el doble poder de la meditación y copistas viles de la historia: para m í es
de l a inspiración, que es lo que consti- preferible en el teatro que los hombres
tuye el génio. Cualquiera que sea su sean verdaderos á que lo sean los he-
siglo y su pais, ya nazcan en el seno de chos.
calamidades domésticas, ya en tiempo de
revoluciones, ó, lo que es m á s deplorable
MISCELANEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFIA. 00

tura, poesía y música, salvo poquísimas


VII. excepciones, son deformes. F u é aquel u n
siglo innoble cuando no era ridículo; r i -
Cuando se sigue atentamente siglo dículo cuando no era repugnante; que
tras siglo, en los fastos de Francia, la empezó por la taberna y que terminó por
historia de las artes, tan í n t i m a m e n t e la guillotina, que concluía sus fiestas
ligada á la historia política de los pue- con matanzas y sus danzas por la car-
blos, al llegar hasta nuestra época, nos mañola, y que merece colocarse entre el
llama la atención un fenómeno singu- caos y la nada.
lar. Después de haber encontrado en los El siglo de Luis X I V es un ceremo-
vidrios de las maravillosas catedrales de nial de córte que reglamenta la etiqueta;
la Edad Media el reñejo de la época de el siglo de Luis X V es una orgía de
la íeudalidad, de las Cruzadas y de la taberna, en el que la demencia se empa-
caballería, época que no ha dejado en la. reja con el vicio. Sin embargo, por dife-
memoria de los hombres n i en la íaz de rentes que parezcan estos dos reinados á
la tierra vestigio alguno que no sea mo- primera vista, existe conexión í n t i m a
numental, llegamos al reinado de Fran- entre esas dos épocas. De la solemni-
cisco I , llamado con aturdimiento era dad del aparato quitad la etiqueta y os
del renacimiento de las artes. Se vé claro resultará el barullo; del reinado de
el hilo que liga dicho siglo ingenioso con Luis X I V quitad la dignidad y os resul-
la Edad Media. Aparecen en él ya, con t a r á el reinado de Luis X V .
menos pureza y sin su originalidad pro- Felizmente, y á esto queríamos venir
pia, las formas griegas, pero siempre con á parar, no encadena el mismo lazo el
la i m a g i n a c i ó n gótica. L a poesía, i n g é - siglo diez y nueve al siglo diez y ocho.
nua aun en Marot, ha cesado, sin embar- Cuando comparamos nuestra época, tan
go, de ser popular para llegar á ser mi- austera, tan contemplativa y tan fecun-
tológica. Se conoce que hemos cambiado da en acontecimientos prodigiosos, con
de camino. Los estudios clásicos han los tres siglos que la han precedido y so-
estropeado el gusto nacional. E n el rei- bre todo con su próximo inmediato, ape-
nado de Luis X I I I la degeneración es ya nas podemos explicarnos cómo ha venido
sensible, y se experimentan las conse- tras él; y comparando sus dos historias,
cuencias del m a l sistema que siguen las la nuestra parece un libro sin compañe-
artes. No brillan ya Juan Groujon, Juan ro. Nos dan tentaciones de creer que
Cousin, n i G e r m á n Pilón, y los tipos v i - Dios se ha equivocado de siglo en la dis-
ciosos que el génio de esos artistas no- tribución alternativa de los tiempos. No
tables corregía con tanta gracia y ele- es posible discutir la transición de un si-
gancia, llegan á ser pesados y bastardos glo á otro, porque efectivamente no exis-
en manos de sus copistas. A semejante te. Entre Federico y Bonaparte, entre
decadencia se une el falso gusto florenti- Voltaire y Byron, entre Vanloo y Geri-
no, que connaturalizaron en Francia los cault, entre Boucher y Charlet, media el
Médicis. Todo se realza en la época bri- abismo de la revolución.
llante de Luis X I V , pero nada se ende-
reza. Por el contrario, el principio de
imitar á los antiguos llega á ser una ley
imprescindible para las artes, y las artes
permanecen siendo frías, porque son fal-
FRAGMENTO DE HISTORIA
sas. Es preciso confesar que aunque el
génio de ese siglo ilustre es imponente, 1827.
es incompleto; su riqueza consiste en Creemos que ofrecería un cuadro gran-
la pompa y su grandeza en l a ma dioso y de gran novedad el que tratase
jestad. de desarrollar ante nuestros ojos la his-
toria entera de la civilización. P o d r í a
E n el reinado de Luis X V los g é r m e presentárnosla propagándose gradual-
nes han dado fruto. Las artes como las mente de siglo en siglo por el globo é
habia imaginado Aristóteles llegan á su invadiendo paulatinamente todas las
decrepitud, como la m o n a r q u í a con R i partes del mundo. L a veríamos nacer en
chelieu. L a nobleza ficticia, que consi- el Asia, en la India central y misteriosa,
guió imprimirlas Luis X I V , muere con donde la tradición de los pueblos ha co-
él. E l espíritu filosófico acaba de madu- locado el paraíso terrenal. Como el día,
rar la obra clásica, y en esa época de la civilización tiene su aurora en el
liviandades, las artes son t a m b i é n otra Oriente: poco á poco se despierta y se ex-
liviandad. Arquitectura, escultura, p i n tiende por su antigua cuna asiática. Con
56 OBRAS DE VICTOR HUGO.

un brazo deposita en un rincón del romanos creerá ver los límites del mun-
mundo la China, con los geroglíficos, con do. Pronto las colonias cartaginesas, ar-
la artillería y la imprenta, como un bo- riesgándose á pasar el Océano, llegan á
ceto de sus futuras obras, como una la p e n í n s u l a Hispánica, suben atrevida-
muestra de lo que lleg ara a hacer un mente hácia el Norte, y costeando la r i -
dia; con el otro brazo arroja al Occidente bera occidental de Europa, aportan á
ios grandes imperios de Asirla, de Per- ella el dialecto fenicio. Primero á Vizca-
sia, de Caldea; las ciudades prodigiosas ya, donde se le encuentra colorando con
de Babilonia, de Lusa y de Persépolis, palabras extranjeras la antigua lengua
metrópoli de los paises que no nos han ibérica; después á Irlanda, al pais de
dejado n i sus huellas. Entonces, mien- Gralles y á Armórica, donde aun existe
tras el resto del globo está sumergi- en la actualidad mezclada con el celta
do en profundas tinieblas, resplandece primitivo. Esas colonias enseñan á di-
con todo su brillo la civilización teocrá- chas salvajes poblaciones algo de sus
tica del Oriente, de la que apenas se artes, de su comercio y de su religión.
entreven al través de tantos siglos algu- Cartago dá á los celtas lo que ella tomó
nos rayos deslumbradores, algunos g i - de la teocracia asiática, desnaturalizado
gantescos vestigios, y nos parece fabulo- por su feroz civilización. Los druidas
sa al verla tan lejos, tan vaga y tan son magos, pero que han pasado por
confusa. Entre tanto la civilización mar- Africa. Todo en esos pueblos se resiente
cha y se desarrolla sin cesar. No le basta de su contacto con el Oriente. Sus toscos
ya el interior de las tierras y coloniza monumentos tienen algo de los egipcios,
las orillas de los mares. A los pueblos Greroglíficos groseros y caractéres r ú n i -
de labradores y de pastores suceden las cos empiezan á marcar la fisonomía que
razas de pescadores y de comerciantes. hasta entonces el hierro no habia tocado;
De éstos provienen los fenicios y los f r i - y no se ha probado que la poderosa na-
gios, Sidon, Troya, Sarepta y Tiro. L a vegación cartaginesa no haya deposita-
civilización, dispuesta á desbordar del do en la playa americana el geroglíñco
Asia, funda en los límites del Africa el monumental de Karnac, libro colosal y
enigmático Egipto, ese pueblo de sacer- eterno, del que los siglos han perdido la
dotes y de comerciantes, de labradores y memoria y del que cada letra era un
de marineros, que es hasta cierto punto obelisco de granito. Como Tebas, la Bre-
la transición de la civilización asiática á t a ñ a tiene su palacio de Karnac.
la civilización africana, de los imperios L a audacia p ú n i c a probablemente no
teocráticos á las repúblicas comerciales, se detendria allí. ¿Quién sabe hasta dón-
de Babilonia á Cartago. de llegarla Cartago? ¿No es e x t r a ñ o que
En el Egipto se apoyan las tres civili- después de tantos siglos se encuentre aun
zaciones sucesivas de Asia, de Africa y vivo en A m é r i c a el culto al sol, el Belo
de Europa. E l Egipto es la llave de la asirlo, el Mithra persa? ¿No es asombro-
bóveda del antiguo continente. A l lle- so que se encuentren Vestales (hijas del
gar a q u í la civilización, se bifurca y Sol), restos del sacerdocio asiático y atri-
toma dos caminos, uno hácia el Norte y cano que Roma copió de Cartago? ¿No
el otro hácia el Poniente; y mientras el es maravilloso, en fin, que las ruinas
Egipto crea la Grecia en Europa, Sidon del P e r ú y de Méjico, magníficos testi-
crea á Cartago en Africa. Entonces cam- monios de una civilización extinguida,
bia la escena. E l Asia se extingue. Le se parezcan mucho en sus caractéres y
toca el turno al Africa. Los cartagineses en sus ornamentos á los monumentos
completan la obra de los fenicios. Mien siriacos, y en su forma y en sus geroglí-
tras que tras ellos se elevan, como los pi- ficos á la arquitectura egipcia?
lares de su imperio, los reinos de Nubia, Sea esto lo que fuere, el coloso carta-
de Abisinia, de Nigricia, de E t i o p í a y de ginés, señor do los mares, heredero de la
Numidia; mientras que se puebla esa civilización de Asia, apoyando un brazo
tierra de fuego, en la que luego aparece- en el Egipto y abarcando con el otro
r á n los Juba y los Y u g u r t a , Cartago se la Europa, tiene un momento en que
apodera de los mares y corre en pos de llega á ser el centro de las naciones y el
las conquistas. Desembarca en Sicilia, en quicio del globo. E l Africa domina el
Córcega y en Cerdeña. Después ya no le mundo.
basta el Mediterráneo. Sus innumera- Esto no obstante, la civilización ha
bles bajeles llegan hasta las columnas depositado su g é r m e n en la Grecia. E n
de Hércules, en las que m á s tarde l a t í - ella ha echado raices, ha crecido y se ha
mida navegación de los griegos y de los desarrollado, y en m u y poco tiempo ha
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA, 57
producido un pueblo capaz de defender- que reina por el oro, otra que reina por
la de las erupciones del Asia, de las rei- el hierro; dos repúblicas, una teocrática
vindicaciones de la antigua madre de y otra aristocrática; Poma y Cartago; l a
las naciones. Pero si ese pueblo supo de- segunda vieja, rica y astuta; la primera
fender el fuego sagrado, no supo propa- jóven, pobre y fuerte; representando una
garlo. Careciendo de metrópoli y de uni- el pasado y otra el porvenir, el espíritu de
dad, dividida en pequeñas repúblicas descubrimiento y el espíritu de conquis-
que luchaban entre sí, y en cuyo interior ta, el genio de los viajes y el del comer-
se chocaban todas las formas de gobier- cio, el demonio de la guerra y el de la
no, democracia, oligarquía, aristocracia ambición; representando una el Oriente
y monarquía, a q u í enervada por artes y el Mediodía, el Occidente y el Norte la
precoces, allá anegada por leyes riguro- otra; y ambas dos mundos; la civiliza-
sas, la sociedad griega tuvo m á s belleza ción de Africa y la civilización de Eu-
que poder, m á s elegancia que grandeza, ropa.
y la civilización se refinó en ella antes Mirándose miden sus fuerzas, y su ac-
que se fortaleció. Por eso Poma se apre- t i t u d , antes de empezar el combate, es
sura á arrancar á la Grecia la antorcha formidable por ambas partes; Poma con-
de la Europa, y sacudiéndola desde lo centra sus fuerzas y todos sus pueblos, y
alto del Capitolio, la hace lanzar rayos Cartago arroja el á n c o r a de abordaje so-
inesperados. Poma, semejante al á g u i l a , bre la Europa. Entablan l a batalla. Po-
que es su temible símbolo, extiende ám- ma acopia groseramente l a marina de su
pliamente las alas, saca sus poderosas rival y la guerra empieza á encenderse
garras, se apodera del rayo y vuela. Car- en l a P e n í n s u l a y en las islas; Poma
tago es el sol que alumbra al mundo, y choca con Cartago en Sicilia, donde ya
en Cartago se fijan sus ojos. Cartago es la Grecia chocó contra el Egipto, y en
la señora de los mares, de los reinos y E s p a ñ a , donde m á s tarde l u c h a r á n otra
de las naciones; es una ciudad m a g n í - vez l a Europa y el Africa, el Oriente y
fica, espléndida y opulenta, en la que el Occidente, el Mediodía y el Septen-
brillan las artes, que se desconocen en trión.
el Oriente. Cartago es una sociedad Poco á poco el combate se encarniza y
completa, que la ha perfeccionado el el mundo arde. Los colosos se atacan
trabajo del tiempo y de los hombres. L a cuerpo á cuerpo. Se buscan y se recha-
metrópoli del Africa está en el apogeo zan. Cartago atraviesa los Alpes y Poma
de su civilización, no puede avanzar pasa los mares. Los dos pueblos, perso-
más, y cada progreso, de hoy en adelan- nificados en dos hombres, en A n í b a l y en
te, la h a r á retroceder. Roma, por el con- Escipion, se estrechan y se e n s a ñ a n para
trario, nada posee; se ha apoderado de lo devorarse recíprocamente. Se e m p e ñ a n
que encontraba á su alcance, pero por en un duelo á muerte. Poma vacila y
tomarlo m á s que por enriquecerse; es se- lanza este grito de angustia: Aníbal ad
misalvaje y semibárbara; tiene que edu- portas. Pero se reanima con heróico es-
carse y que hacer fortuna. fuerzo, y atrevidamente se arroja sobre
Durante a l g ú n tiempo esos dos pue- Cartago y la borra del mundo.
blos viven frente á frente; el uno des- Se vió entonces el mayor espectáculo
cansando en su esplendor, y el otro cre- de la historia. Aquella derrota no con-
ciendo en la oscuridad; pero poco á poco sistió en u n trono que cae, en una ciu-
falta á los dos aire y sitio para desarro- dad que se desmorona, n i en u n pueblo
llarse. Poma empieza á molestar á Car- que muere; sino en un astro que se apa-
tago, y hace ya mucho tiempo que Car- gó, en un mundo que se fué, en una so-
tago importuna á Poma. Sentados los ciedad que ahogó á otra. L a ahogó con
dos rivales sobre las dos orillas opuestas tanta saña, que no quedó nada de Car-
del Mediterráneo, se contemplan faz á tago. Los siglos futuros solo sabrán de
faz. E l mar no basta ya para separarlos. ese pueblo lo que le plazca decirles á su
L a Europa y el Africa pesan sobre el implacable rival; solo divisarán al tra-
uno y sobre el otro. Como dos nubes so- vés de espesas nieblas la capital del A f r i -
brecargadas de electricidad se costean ca, su civilización b á r b a r a , su gobierno
demasiado cerca, y el rayo las vá á en- deforme, su religión sangrienta, sus ar-
tremezclar. tes, sus monumentos gigantescos, sus
Entonces llega la peripecia del gran flotas y ese otro universo que conocieron
drama, en el que son actores dos razas; sus pilotos y que la a n t i g ü e d a d romana
una de comerciantes y de marinos, y l a llamaba desdeñosamente el mundo perdi-
otra de labradores y de soldados; una do. Nada q u e d a r á de Cartago. Solo m u -
TOMO T V .
58 OBRAS DE VICTOR HUGO.

cho tiempo después, Roma, jadeante y labra es un trueno. Sus rayos, de hoy en
como desalentada de su victoria, se reco- adelante, herirán las almas. A l espíritu
g e r á dentro de sí misma y e x c l a m a r á en de conquista sucede el espíritu de prose-
medio de fantástica meditación: ¡Africa litismo. Hogar del globo, tiene ecos en
portentosa! todas las naciones, y lo que u n hombre
He a q u í realizado el gran hecho: está desde el balcón papal dice á la Ciudad
ya decidida la cuestión que sostenían las Sagrada, lo dice t a m b i é n á todo el uni-
dos mitades del mundo. L a reacción del verso: Tlrli et orbi.
Occidente hácia el Oriente, que habia De este modo la teocracia construye
intentado Grecia ya dos veces. Argos la Europa, como formó t a m b i é n el Asia
demolió á Troya. Alejandro fué á apo- y el Africa. Se reasume en tres ciudades:
derarse de la India al través de la Per- en Babilonia, en Cartago y en Roma.
sia; pero los reyes griegos solo destruye- E l doctor, desde el pulpito, preside á los
ron una ciudad ó un imperio. E l aventu- reyes que ocupan los tronos. Roma es el
rero macedonio solo hizo un agujero en sitio privilegiado del cristianismo, el sitio
l a antigua Asia, que se cerró en seguida privilegiado que necesita la sociedad.
detrás de él. Para representar el papel Como madre precavida, vigila á la gran
de Europa en ese drama inmenso, para familia europea y la salva dos veces de
matar la civilización oriental, se necesi- las irrupciones del Norte, de las invasio-
taba m á s que un Aquiles y m á s que u n nes del Mediodía. Sus murallas hacen
Alejandro; se necesitaba Roma. retroceder á A t i l a y á los vándalos y
Los espíritus reflexivos que se compla- sus manos forjan el martillo con que
cen en sondear los abismos, se pregun- Carlos pulveriza á Abderramen y á los
tan al llegar aquí, q u é es lo que hubiera á r a b e s .
sucedido al género humano si Cartago Parece que la Roma cristiana haya
hubiera triunfado en la lucha. E l teatro heredado el ódio que la Roma pagana
de veinte siglos se hubiera colocado en profesaba al Oriente. Cuando cree que
otro sitio. Hubieran reinado los comer- la Europa es bastante fuerte para com-
ciantes y no los soldados. L a Europa hu- batir, le predica la guerra de las Cruza-
biera sido relegada á las nieblas y á los das, guerra singular de la caballería y
bosques; se hubiera establecido en el de la religión, en la que la teocracia ar-
mundo algo desconocido» No podía suce- ma al feudalismo.
der así. Las arenas y el desierto estaban Hace dos m i l años que el mundo si-
reclamando el Africa, y se necesitaba gue esta marcha; hace veinte siglos que
que ésta cediera el sitio de la escena á la domina la civilización europea, la terce-
Europa. ra gran civilización que ha aparecido en
Efectivamente, desde la caida de Car- el mundo. Quizá toque ya á su fin: el
tago, la civilización europea prevalece. edificio está m u y viejo, y los lagartos
Roma crece prodigiosamente; se desar- salen ya por todas partes. Roma no es
rolla tanto, que empieza á dividirse. L a ya el centro. Cada pueblo vá por su
conquistadora de todo el universo cono- lado. No existe la unidad religiosa n i la
cido, cuando no puede hacer la guerra política. L a opinión ha reemplazado á
á los extranjeros, se dedica á la guerra la fé. E l dogma no puede contar con la
c i v i l . Sin embargo, la civilización se fija disciplina de las conciencias: la revolu-
en ella; constituye sus raices y su tallo; ción francesa ha consumado la obra de
y en vano los cesares, ébrios de su po- la reforma, y decapitando al catolicismo
der, quieren suprimir la Ciudad Eterna como á la m o n a r q u í a , dejó sin vida á
y transportar la metrópoli del mundo al Roma. Napoleón, tratando con rudeza
Oriente. Ellos van allí; pero la civiliza- al papismo, lo ha hundido; robó el pres-
ción no les sigue, y solo consiguen correr tigio al fantasma. ¿Cuál será el porvenir
h á c i a la barbarie; Bizancio l l e g a r á á ser de esta sociedad europea, que pierde
Estambul y Roma p e r m a n e c e r á siendo m á s cada dia su forma papal y monár-
Roma. quica? ¿Estará próximo el momento en
Solo l o g r a r á n que el Vaticano reem- que l a civilización, que acabamos de
place al Capitolio. Todo se ha arruina- ver pasar desde el Asia al Africa y desde
do de vejez alrededor de Roma; pero la el Africa á Europa, se ponga en camino
Ciudad Santa se renueva: antes reinaba y continúe su magnífico viaje alrededor
por medio de la fuerza; ahora reina por del mundo? ¿No parece que se dirija há-
medio de las creencias, que pueden m á s cia América? ¿No han inventado medio
que la fuerza. Pedro hereda á César. de franquear el Océano con mayor velo-
Roma no obra ya, pero habla, y su pa- cidad que antes se atravesaba el Medi-
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA.

terráneo? ¿Qué le queda que hacer en i E l manuscrito de un poeta, muerto á


Europa? ¿Es insensato suponer que la1 los veinte años, despierta siempre dolo-
civilizacion, gastada y desnaturalizada i rosos recuerdos. Inspiran siempre pro-
en el antiguo continente, vaya á buscar funda compasión sus odas, sus baladas
una tierra nueva y virgen para remo- h u é r f a n a s , sus canciones que manan
zarse y fecundarla? Y para dicha tierra, sangre todavía. ¿Cómo criticar tan dolo-
¿no cuenta con un principio nuevo, nue- rosa lectura, cómo raciocinar de lo que
vo aunque arranque del Evangelio, pro- hace sentir? Ese trabajo es imposible
clamado hace dos m i l años? Nos referi- 3ara nosotros, que no somos críticos, sino
mos al principio de emancipación, de sencillamente hombres dedicados á l a
progreso y de libertad, que parece que poesía y al arte. Después de leer este l i -
ha de ser de hoy en adelante la ley de la Dro escribiremos la impresión que nos ha
humanidad. E n A m é r i c a es donde hasta oroducido; no le dedicaremos un artícu-
ahora se han hecho de él m á s vastas o de e x á m e n crítico.
aplicaciones. Allí las novedades se acli- Desde luego, lo que choca al comen-
matan con facilidad, sin que nada las zar la lectura es que solo se encuentra
moleste, sin tropezar á cada paso con los en este poeta, tan fatalmente predestina-
troncos de las antiguas instituciones ar- do, gracia, frescura, ternura armoniosa
ruinadas. Si este principio está llamado, é i m a g i n a c i ó n soñadora. Peflexionando
como creemos, á rehacer á la sociedad y sobre esto, todavía nos parece m á s cho-
á los hombres, la A m é r i c a debe ser su cante. Gran movimiento, vasto progreso
centro. Desde ese foco l l e g a r á al mundo con el que simpatizaba por completo
la luz nueva que, en vez de secar los an- Dovalle, se ha verificado en el arte. Co-
tiguos continentes, quizás les preste ca- mo ya hemos dicho otras veces, este mo-
lor, vida y juventud. Los cuatro mundos vimiento es la consecuencia natural, el
l l e g a r á n á ser hermanos y se d a r á n per- corolario inmediato del gran movimien-
petuo abrazo; y la familia universal su- to social de 1789. Es el principio de l i -
cederá á las tres teocracias sucesivas de bertad que, después de establecerse en el
Asia, de Africa y de Europa, E l princi Estado y de cambiar su faz, prosigue la
pió de autoridad cederá el sitio al p r i n - marcha, pasa del mundo material al
cipio de libertad, que no por ser m á s hu mundo intelectual, y renueva el arte,
mano es menos divino. como renovó la sociedad.
Si esto debe suceder, si la A m é r i c a Esta regeneración, como la otra, es
debe representar el cuarto acto del dra general, universal é irresistible. Se dirige
ma de los siglos, será digno de notarse á todo, reedifica y rehace á la vez el con-
que en la misma época en que nació el j u n t o y el detalle, se extiende en todos
hombre que debia, preparando la anar- los sentidos y recorre todos los caminos.
q u í a política con la a n a r q u í a religiosa, Por sério que sea el hombre, es difícil
introducir el g é r m e n de muerte en la que no se sonría algunas veces respon-
antigua sociedad, real y pontifical de diendo á las objeciones que el antiguo
Europa, otro hombre descubrió un Nue- régimen literario pide prestadas al anti-
vo Mundo, futuro asilo de la civilización guo r é g i m e n político para combatir to-
fugitiva: en una palabra, es chocante das las tentativas que hace la libertad
que Cristóbal Colon descubriera el Nue- en el arte. Ciertamente, después de las
vo Mundo en el momento que Lutero catástrofes que desde hace cuarenta años
empezaba á destruir el viejo. Aliquis pro ensangrentaron la sociedad y diezmaron
videt. á la familia, no hay necesidad de expli-
car y de justificar la tristeza n i la amar-
gura en que han quedado sumidos los
espíritus, y por consiguiente la poesía.
SOBRE M. DOVALLE. Debe tenerse por feliz el poeta que nace
apasionado de lo dulce y de lo tierno y
1830. consigue poder aislar su alma de las i m -
presiones dolorosas que acabamos de ci-
Puede asegurarse que el tomo de poe tar; debe tenerse por dichoso, repetimos,
sías de M . Dovalle, publicado sin apoyo el poeta que, viviendo en la atmósfera
de ninguna clase, l l e g a r á á conseguir e: que enrojece el horizonte mucho tiempo
buen éxito que merece. No necesita ala- después de una revolución, pueda con-
banzas el autor para alcanzarlo. Posee la servar su mundo secreto de flores, de ro-
condición precisa para conseguirlo en cío y de sol.
literatura. M . Dovalle ha muerto. M . Dovalle tuvo esa felicidad, que en
50 OBRAS DE VICTOR HUGO,

él era mucho m á s chocante, debiendo liberalismo político. A la libertad en el


terminar de t a l modo la vida ó interrum- arte como á la libertad en la sociedad
pir prematuramente su canción apenas deben tender todos los espíritus conse-
empezada. Cualquiera creerá que, á falta cuentes y lógicos. Este principióos el del
de recuerdos dolorosos, debe encontrarse siglo y prevalecerá. Los ultras de todas
en su libro a l g ú n presentimiento vago y clases,clásicos y monárquicos, p r e s t a r á n
siniestro. Pero no se encuentra en ól en vano su socorro para rehacer el anti-
nada sombrío, amargo n i fatal. Por el guo r é g i m e n en la sociedad y en la lite-
contrario, su poesía es jóven, pueril m u - ratura, porque cada progreso del pais,
chas veces; traspora en ella la a l e g r í a , cada desarrollo de la inteligencia, cada
la voluptuosidad y el amor; la dedica á paso que dé la libertad, h a r á hundirse
la mujer, á la mujer divinizada, á l a lo poco que hayan edificado. Hasta sus
mujer convertida en musa; hay en su esfuerzos contra-revolucionarios serán
poesía flores, fiestas, primavera, aurora inútiles; en la revolución todo movi-
y juventud; esto es lo que se encuentra miento hace avanzar: la verdad y la l i -
en su cartera de elegías que destrozó l a bertad gozan de la excelencia de que les
bala de una pistola. sirve lo mismo lo que se hace por ellas
L a gracia, l a alegría, la a r m o n í a de que lo que se hace contra ellas. Después
los versos de M . Dovalle prestan á su de los grandes acontecimientos, en los
lectura singular interés y singular en- que intervinieron nuestros padres, y que
canto. Andrés Ghenier, que t a m b i é n mu- nosotros presenciamos, hemos salido
rió m u y jóven, pero que, sin embargo, completamente de la antigua forma so-
tenia diez años m á s que Dovalle,nos dejó cial; t a m b i é n saldremos de la antigua
u n libro de Locas elegías, como él mismo forma poética: al pueblo nuevo corres-
dice, en el que se encuentran a q u í y allá ponde arte nuevo. Sin dejar de admirar
algunos yambos ardientes, fruto de sus la literatura de Luis X I V , que tan bien
treinta años, y rojos por las reverbera- se adaptaba á la m o n a r q u í a , sabrá Fran-
ciones de la lava revolucionaria; pero en cia tener literatura propia y nacional.
el que dominan, como en el libro precio-
so de Dovalle, la gracia, el amor y la
voluptuosidad. E l que lea las poesías de
éste último verá, sin duda, en imagina- GUERRA A LOS DEMOLEDORBS.
ción la figura jóven y pálida de este poe
ta, sonriente y sangrienta, como la de Si los sucesos siguen como hasta aho-
A n d r é s Ghenier. Me ocurre esta reflexión ra durante a l g ú n tiempo, pronto no le
para concluir. E n estos momentos de q u e d a r á á Francia m á s monumento na-
confusión y de tempestad literaria, ¿á cional que el de los Viajes pintorescos y
quiénes se debe compadecer, á los que románticos, en los que rivalizan en gra-
mueren ó á los que combaten? Es i n d u - cia, en i m a g i n a c i ó n y en poesía el lápiz
dablemente triste oir que muere u n poeta de Taylor y la pluma de Gárlos Nodier,
de veinte años, ver una lira que se rompe, cuyo nombre pronunciamos con admira-
ver un porvenir que se desvanece; ¿pero ción. H a llegado el momento en que ya
no es t a m b i é n un alivio el reposo? ¿No no es lícito callar; ha llegado el momen-
debe permitírseles que vuelvan algunas to en que un grito universal debe llamar
veces la cabeza con envidia hácia los que á la nueva Francia para que socorra á la
duermen en la tumba, á l o s vivos que son antigua. Todo género de profanaciones,
víctimas de la calumnia, de las injurias de degradación y de ruina amenazan á
del ódio, de los celos y de la traición, á los un tiempo á los pocos monumentos ad-
hombres leales, á los que se les hace una mirables que nos quedan d é l a Edad Me-
guerra desleal? Invideo, decia Lutero en dia, en los que está impresa la antigua
el cementerio de Worms, invideo quia gloria nacional y están dedicados á l a
quiescunt. memoria de los reyes y á las tradiciones
Pero nada importa! Tened valor, j ó de los pueblos.
venes, que sois la esperanza de la pátria; Mientras que se construyen costosa-
por doloroso que nos hagan el presente, mente edificios bastardos, que, á pesar de
el porvenir nos pertenecerá. E l romanti- la ridicula pretensión de ser griegos ó
cismo, tantas veces m a l definido, solo romanos, no son n i romanos n i griegos,
significa liberalismo en literatura. Esta edificios admirables y originales se der-
verdad ya vá siendo universalmente riban e s t ú p i d a m e n t e , quizás por el deli-
comprendida, y m u y pronto el libera to de ser franceses en su origen, en su
lismo literario será tan popular como e historia y en su objeto. E n Blois el cas-
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA. 61
tillo sirve de cuartel, y la heroaosa torre con las catedrales m á s célebres de Euro-
octógona queda enterrada debajo de los Da, y está semiarruinada: vá cayendo pie-
andamies de un cuartel de caballería. E n dra á piedra, y la dejan tan abandona-
Orleans acaba de desaparecer el último da como á las pagodas orientales en sus
vestigio de las murallas que defendió desiertos, y pasan por ella seis diligen-
Juana de Arco. E n Paris sabemos en lo cias cada dia. Hemos ido á visitar á
que han convertido á las antiguas torres Chambord, que es la Alhambra de Fran-
de Vincennes, que tan bien a c o m p a ñ a - cia, y amenaza arruinarse, minada por
ban al torreón. E n estos momentos es- las aguas del cielo, que se infiltran á tra-
t á n derribando la a b a d í a de Sorbona, vés de la piedra reblandecida de sus te-
que era tan elegante y estaba tan bien chos, que están ya desguarnecidos del
ornamentada. L a hermosa iglesia roma- plomo.
na de San G-erman de los Prados, desde Las anteriores citas las hemos hecho
la que Enrique I V observaba á Paris, como se nos han ido ocurriendo á la me-
remataba en tres notables flechas, las moria, entre los recuerdos que nos han
únicas de este género que embellecían quedado de l a escursion r á p i d a que h i -
la silueta de la capital. Dos de esas agu- cimos por una parte de Francia. No he-
jas amenazaban ruina; era preciso com- mos descubierto m á s que un borde de l a
ponerlas ó destruirlas, y han encontrado llaga. Hemos citado hechos, pero hechos
que era m á s breve destruirlas. Después, que hemos visto. Indudablemente su-
con la idea de acordar lo m á s posible, ese cederá lo mismo en el resto de la Fran-
venerable monumento, con el feo pórti- cia.
co del estilo de Luis X I I I , que afea la por- Se nos asegura que unos ingleses com-
tada, los restauradores han reemplazado praron por trescientos francos el derecho
algunas de las antiguas capillas por ca- de embalar todo lo que les gustase en las
pillitas con capiteles corintios del mismo ruinas de la admirable a b a d í a de Jumie-
gusto de los de San Sulpicio y han pin- ges. De este modo se renuevan en nues-
tado lo demás de un color amarillento. tro pais las profanaciones de lord E l g i n ,
L a catedral gótica de A n t u n ha recibido y sacamos partido de ellas; pero los turcos
el mismo ultraje. Cuando pasamos por solo vendían los monumentos griegos, y
L y o n en Agosto de 1825 vimos que ha- nosotros vendemos los nacionales. Se nos
blan hecho desaparecer bajo una capa asegura t a m b i é n que el hermoso claus-
de color de rosa el hermoso color que el tro de Saint-Waudville lo ha deshecho
tiempo dió á la catedral del primado de pieza á pieza u n propietario ignorante y
las Gralias. T a m b i é n vimos demoler cer- y avaro, para el que ese monumento solo
ca de L y o n el castillo famoso de Arbres- era un m o n t ó n de piedras.
le, pero me equivoco, el propietario ha Hora es ya de que terminen estos des-
conservado una de las torres, Ja alquiló órdenes, sobre los que llamamos la aten-
á la Municipalidad y ahora sirve de pri- ción del pais. Aunque han empobrecido
sión. E n Nevers dos iglesias del siglo á la Francia los devastadores revolucio-
once están sirviendo de caballerizas; la narios, los especuladores mercantiles y
tercera que existia del mismo tiempo los restauradores clásicos, es rica todavía
habia ya desaparecido. Solo vimos á la en monumentos nacionales. H a y que
puerta de una c a b a ñ a dos de sus capite- parar los martillos que m u t i l a n la fiso-
les romanos, cuya belleza daba á enten- n o m í a del pais. Una ley seria suficien-
der la del edificio de que eran ruinas. te, pero es necesario que se decrete.
T a m b i é n han derribado la antigua Cualquiera que sean los derechos de
iglesia de Mauriac. E n Soissons han la propiedad , no debe permitirse la des-
dejado que se hundiera el claustro de trucción de un edificio histórico y mo-
San Juan con sus dos flechas tan ligeras numental á los innobles especuladores,
y tan atrevidas, y en sus magníficas r u i - cuyo interés ciega á esos hombres mise-
nas los picapedreros han elegido mate- rables, que n i siquiera conocen que son
riales. Con la misma indiferencia han bárbaros. E n los edificios debe distin-
abandonado la preciosa iglesia de Brais guirse entre el uso y entre su belleza.
ne, por cuya bóveda desmantelada cae E l usufructo pertenece al propietario y
la lluvia sobre las diez tumbas reales la belleza á todo el mundo; destruir es-
que encierra. tos edificios públicos es i r m á s allá del
E n la Charité-sur-Loire, cerca de Bour- derecho.
gues, hay una iglesia romana, que por la Se debían vigilar activamente nuestros
inmensidad de su recinto y por la rique- monumentos. Haciendo pequeños sacri-
za de su arquitectura podría rivalizar ficios, podrían salvarse algunos que re-
62 OBRAS DE VICTOR HUGO.

presentan capitales enormes. L a iglesia como hipérbole que dicho jóven muriese
de Brou, que se construyó al terminar de miseria en Paris; esto no quiere decir
el siglo quince, costó veinticuatro millo- que algunos hombres de las clases inte-
nes, en una época en que el jornal del igentes y humanitarias, que se l l a m a n
trabajador era muy exiguo; en la actuali- artistas, y algunos jóvenes pensadores
dad hubiera costado ciento cincuenta y estudiosos, con los que trabó amistad
millones, y solo se necesitan tres dias y al llegar á Paris, desconocido de todos,
trescientos francos para derribarla. no le recibiesen estrechándole la mano,
A d e m á s , si se apoderara de nosotros dándole algunos consejos y algunos so-
el loable deseo de reconstruir esos pro- corros, abriéndole la bolsa cuando tenia
digiosos edificios, no podríamos conse- aambre y el corazón cuando lloraba.
guirlo. Carecemos ya del genio de esos I n ú t i l es decir que varios de éstos se em-
siglos y l a industria ha reemplazado al peñaron por pagarle el alquiler del úl-
arte. timo mes y los gastos de su postrera
Terminaremos a q u í estos apuntes, ya enfermedad, y que el carpintero no ten-
que para tratar como se debe este asun- dría que reclamar el importe del a t a ú d .
to seria preciso escribir un libro. Sin em- ¿Pero morir así, no es morir en la m i -
bargo, nos proponemos recordarlo con seria?
frecuencia, como aquel antiguo romano En cuanto llegó á Paris, solo, confiado
que repetía muchas veces: Hoc censeo, y sm recomendación ninguna, se pre-
et delendan esse Carthaginern. Como él sentó en tres ó cuatro casas. A propósito
repetiré, sin cansarme nunca, que no de esto, nos decía hace pocos dias uno de
se deben derribar los monumentos de los que fueron testigos de sus primeras
Francia. ilusiones y de sus últimos momentos de
agonía:
"En Octubre de 1827, una m a ñ a n a
bastante fría, cuando estaba yo desayu-
n á n d o m e , se abrió la puerta del comedor
IMBERT GALLOIX. y entró un hombre. Era un jóven, algo
encorvado, de ojos brillantes, de cabellos
1833. negros, de pómulos rojos; llevaba sobre-
todo blanco bastante nuevo y sombrero
Imbert Galloix era un jóven pobre, viejo. Me l e v a n t é y le hice sentar; balbu-
natural de Ginebra, hijo ó nieto, si no ceó algunas palabras entrecortadas, entre
nos es infiel la memoria, de un antiguo las que solo oí éstas con claridad: Imbert
profesor de caligrafía de su pais; era un Galloix, Ginebra, Paris. Pero comprendí
ginebrino bien educado é instruido, que que aquel era su nombre, que había na-
llegó á Paris hace seis años, con recur- cido en la primera de las ciudades que
sos para vivir u n solo mes; pero lleno de citó y que deseaba adquirir posición en
las ilusiones que han e n g a ñ a d o á tantos la ú l t i m a . Empezó á hablarme de poesía,
de que Paris es la ciudad de la suerte y y llevaba u n rollo de papeles debajo del
de la lotería, en la que el que juega con brazo. Le acogí complacido, y noté que
habilidad acaba por sacar el premio; una ocultaba los piés debajo de la silla con
metrópoli bendita en la que hay porve- embarazo y casi con vergüenza: de vez
nir para todos, que cada uno puede ele en cuando tosía, A l día siguiente, que
g i r y ajustar á los deseos de su existen- llovió mucho, el jóven volvió á presen-
cia; que es una tierra de promisión, que tarse y estuvo conmigo tres horas. Gas-
abre horizontes magníficos á las inteli taba buen humor y tenia muchas ilusio-
gencias en todas direcciones; que es u n nes. Me habló de los poetas ingleses, que
vasto taller de la civilización, en el que yo apenas conozco, exceptuando á Sha-
todas las capacidades encuentran t r a kespeare y Byron. Tosía con frecuencia
bajo y hacen fortuna; que es un Océano y seguía escondiendo los piés debajo de
en el que hay pesca milagrosa; en una la silla. Por fin me apercibí de que lle-
palabra, que es una ciudad en la que se vaba rotos los zapatos y mojados. No me
consigue éxito r á p i d o , eu la que con ac atreví á decirle nada sobre esto. Se mar-
tividad, en menos de un a ñ o , el hombre chó sin hablarme de otra cosa que de los
de talento que entra en ella descalzo poetas ingleses.,,
sale en coche. Del mismo modo se presentó en otras
Imbert Galloix llegó á Paris el mes de casas, es decir, en las de tres ó cuatro
Octubre de 1827 y m u r i ó de miseria en hombres consagrados al estudio del arte
el mes de Octubre de 1828. ISÍo se tome y de l a poesía. Le recibieron bien, le die-

i
MISCELANEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFIA. 63
ron ánimos y le socorrieron algunas ve- ble sueño, se cruzó de brazos y se dejó
ces. Esto no le impidió morir de miseria morir.
como antes dijimos. Hemos dicho que se dejó morir, porque
E n los primeros meses de su estancia su muerte, tanto física como moralmen-
en P a r í s , le caracterizaba ardiente y fe- te, fué una especie de suicidio. P e r m í t a -
b r i l curiosidad. Quería ver, oir y palpar senos en este caso que no descubramos
á París; no al Paris que habla de políti- nuestro pensamiento. E l hecho es que se
ca, lee E l Constitucional y está de guardia negó á trabajar: le hablan buscado ocu-
en la Alcaldía; no al Paris que acuden pación, de poco lucro, es cierto, pero que
á admirar los provincianos desocupados, le producía lo sificiente para vivir: podia
el Paris de San Sulpicio, el del P a n t e ó n , ocuparse en confeccionar diccionarios,
el de las Bibliotecas y el de los Museos; compilaciones, biografías de personajes
lo que quería conocer, y despertaba su contemporáneos, p a g á n d o l e á veinte
curiosidad, era el pensamiento, era la m i - francos cada columna. Durante algunos
sión literaria de Paris, su civilización y dias escribió algunas líneas en esos tra-
su progreso. L o que más preocupaba á di- bajos diferentes; después le faltó el ánimo
cho jóven era estudiar el nuevo desarrollo y no quiso continuar. L a ociosidad se
del arte, y allí donde oia sonar el yun- apoderó completamente de él. L a enfer-
que literario, allí acudia, allí manifesta- medad lenta que le minaba desde la niñez
ba sus ideas, dejando que se las macha- se a g r a v ó , y le sobrevino la fiebre. A los
case la discusión, y con frecuencia á dos ó tres meses falleció. Apenas habia
fuerza de martillazos conseguía hacer- cumplido veintidós años.
las deformes. Imbert Galloix es uno de Propiamente hablando, el pais que su
los ejemplos m á s notables del peligro imaginación soñaba no era Francia, era
que e n t r a ñ a en sí la controversia para Inglaterra; no debía haber ido á Paris,
los espíritus de segundo órden: cuando sino á Lóndres. Así se desprende de las
murió, ya no le quedaba en el cerebro n i líneas escritas que nos dejó al morir, en
una idea recta. los últimos dias de su vida, cuando el
L o que le caracteriza en los últimos sufrimiento empezaba á desorganizar su
meses de su residencia en Paris, que fue- razón, cuando sus ideas semi-apagadas
ron los últimos meses de su vida, es el apenas brillaban en su cerebro. Decía
profundo desaliento en que cayó. No que la principal condición para ser di-
quería ver, n i oir, n i decir nada. E n po- chosos consiste en nacer en Inglaterra.
cos meses, por una transición cuyo mis- Quería i r á ese pais para obtener el
terio dejamos que profundice el lector, título de lord, el de gran poeta y para
el pobre jóven llegó desde la curiosidad hacer allí fortuna, y por eso estudiaba
hasta el tedio. con ahinco el inglés, que era su única
A l llegar á este punto de nuestro rela- ocupación. E l día de su muerte, sabien-
to, nos ocurren varias preguntas, que do que iba á morir, tenia en la cama una
propondremos sin resolverlas. ¿Qué es lo g r a m á t i c a inglesa y la repasaba.
que contribuyó á desilusionarle? ¿El mo Imbert Galloix murió triste y anona-
tivo fué interior ó exterior? ¿Dejó de dado, desesperado, sin vislumbrar nin-
tener fó en él ó en el mundo? Después guna visión de gloria. Habia enterrado
de haber examinado á Paris, ¿le pareció columnas de prosa bastante vulgar, se-
demasiado grandioso ó demasiado mez- g ú n él mismo decía, en el rincón m á s
quino? ¿Se consideró demasiado débil ( oscuro de una de esas torres de Babel l i -
demasiado fuerte para dedicarse gozo teraria que los editores llaman Dicciona-
sámente al trabajo en el taller inmenso rio biográfico, y estaba bien persuadido
de la civilización? En una palabra, la de que nadie desenterraría su prosa.
causa de la inacción voluntaria que apre Respecto á los pocos ensayos poéticos
suró su muerte, ¿fué el temor ó el des- que habia intentado en los ú l t i m o s dias
precio? L o ignoramos. L o cierto es que de su vida, como estaba t a n descorazo-
después de haber estudiado á Paris, se nado, hablaba de ellos con tristeza y
cruzó tristemente de brazos y ya no qui- con demasiada severidad. Su poesía no
so trabajar. ¿No quiso trabajar por pe- era m á s que un bosquejo. E n la oda sus
reza, por cansancio ó por estupor? Cree- versos eran demasiado jadeantes, y tenia
mos que por los tres motivos. No encontró corto aliento para correr con firmeza
lo que buscaba n i en Paris n i en sí mis- hasta el final de la estrofa. Su pensa-
mo. P a r í s no era como él lo habia soña- miento, estropeado por laboriosos par-
do, n i él el hombre que se imaginaba tos, llenaba con gran trabajo las sinuo-
ser. Cuando se le desvaneció este do- sidades del ritmo, y en él dejaba con
64 OBRAS DE VICTOR HUGO

frecuencia lunares por todas partes. Po- labra ñi desfigurar u n detalle. Cree-
seía curiosidades de ritmo y de forma mos que inspirará el interés que nos ha
que pueden ser en los talentos comple- despertado á nosotros l a confesión mis-
tos una cualidad m á s , preciosa acaso, teriosa de u n alma, que se parece m u y
pero secundaria, y que no basta á suplir poco á la de los otros hombres, y que,
á ninguna cualidad esencial. No es su- sin embargo, los retrata á casi todos.
ficiente que un verso tenga buena for- Esto es, en nuestro entender, lo que ca-
ma; es absolutamente preciso, para que racteriza esta carta singular:
tenga perfume, color y sabor, que en- "París 11 Diciembre 1827.
cierre una idea, una i m á g e n ó u n senti- M i querido amigo D . . .
miento. L a abeja construye artística- Hace ocho días que me propongo es-
mente los seis panales de su alvéolo de cribiros, pero la tristeza, la enfermedad
cera, y después los llena de miel. E l al- que sufro, las distancias de Paris, que
véolo es el verso, la miel es la poesía. nos roban la'mitad del dia, todo esto ha
G-alloix estaba m á s en su centro escri- impedido realizar mis propósitos. He
biendo elegías; en ellas algunas veces sufrido y sufro mucho todavía, y es i m-
p a l p i t á b a l a poesía á la par que su co- posible que dé hilacion á la carta, que os
razón, pero t a m b i é n en este género le describa el estado de m i alma y que ma-
faltaba con frecuencia la facultad de terialice con palabras frías las doloro-
expresarlo todo. Su cerebro se resistía sas y p e r p é t u a m e n t e sucesivas impresio-
generalmente á toda producción litera- nes que se han apoderado de m í . Estamos
ria. A veces, á fuerza de sufrir, el poeta á 11 de Diciembre y son las tres. He an-
se trocaba en hombre, la elegía en con- dado, he leído, hace un tiempo m a g n í -
fidencia y el canto en grito; entonces era fico y sufro horriblemente. L l e g u é a q u í
hermoso lo que escribía. el 27 de Octubre, y hace y a u n mes que
Como no tenia fé en el valor esencial anguidezco y que vejeto sin esperanza.
y duradero de su prosa n i de sus versos, Durante algunas horas, durante algunos
como no tuvo tiempo para realizar n i n - dias, m i desesperación tiene visos de lo-
guno de sus sueños de artista, murió cura. Fatigado, crispado física y moral-
con la convicción desoladora de que nin- mente, he recorrido sin descanso las ca-
guna de sus obras sobreviviría. Vivió les fangosas y ahumadas, desconocido y
e n g a ñ a d o , porque le ha sobrevivido una solitario entre inmensidad de séres que
carta. t a m b i é n se desconocen recíprocamente.
S e g ú n nuestra opinión, esta carta es Una noche me apoyé en uno de los
admirable, elocuente, profunda, febril, muros de u n puente del Sena: millares
dolorosa, loca y única; es una carta, que de luces se e x t e n d í a n hasta el infinito,
refiere toda la historia de un alma, que y el rio seguía su curso. Estaba tan ren-
pinta una vida y una muerte; carta ex- dido, que no podía dar un paso, y clava-
t r a ñ a , verdadera carta de poeta, llena do allí me v i obligado á sufrir las miradas
de ilusiones y rebosando verdades. de los transeúntes, que quizá me toma-
E l amigo á quien Imbert Galloix la rían por u n loco; era tanto lo que sufrí,
dirigió ha querido confiárnosla, y la va- que n i tenia fuerzas para llorar. Ayer os
mos á publicar, porque d á á conocer chanceábals en Ginebra respecto á mis
mejor á Galloix que todo cuanto nos sensaciones; pues bien, aquí las devoro
otros pudiéramos decir. L a publicamos en la soledad; me atormentan continua-
tal como él la escribió, con sus faltas gra mente, y todo se confabula para destro-
maticales y con las expresiones de su es zarme el alma; todo, el sentimiento i n -
tilo ginebrino. Las dos ó tres supresio menso y continuo de la nada de nuestras
nes que en ella hemos hecho nos las han vanidades, de nuestras alegrías, de nues-
impuesto conveniencias rigurosas que tros dolores y de nuestros pensamientos;
todo el mundo comprenderá. Queremos la incertidumbre de m i situación, el temor
que la publicación de esta carta, con la á la miseria, m i enfermedad nerviosa, m i
idea de que interese al arte, sea lo m á s oscuridad, la inutilidad de los pasos que
impersonal posible, por lo que los nom doy, el aislamiento, la indiferencia, el
bres propios, que están escritos con to egoísmo, la soledad del corazón, las ne-
das sus letras en el original, los pondré cesidades de respirar al aire libre, hasta
mos con iniciales, con la idea de no los pensamientos filosóficos y los recuer-
herir susceptibilidades. dos lacerantes (1) del pais de nuestros
Dicho esto, repetimos que hemos res- mayores.
petado religiosamente la esencia de la (1) Esta palabra está subrayada en la carta que tenemos á
carta, sin cambiar en ella una sola pa- la vista.
MISCELÁNEA D E L I T E R A T U R A Y D E FILOSOFÍA. 65
Hay momentos en los que sueño en mundo, á lo menos exterior mente. Pues
todo lo que a m é , momentos en los que bien, esas impresiones que me hacian re-
me paseo por San A n t o n i o y en que re- cibir en Ginebra las fisonomías distin-
cuerdo los dolores y las escasas alegrías guidas, las almas nobles, los grandes
que experimentó en Ginebra. personajes, las libreas y los trenes, las
Hay momentos en que se presentan á galas de la civilización entre las galas
m i vista las facciones de mis amigos y de la naturaleza, espectáculo que con-
de mis padres y algunos sitios consagra- vierte á Ginebra en la ciudad quizás ú n i -
dos por los recuerdos, y me despiertan de ca de Europa, con relación á su grande-
este letargo los gritos del aguador de Pa- za, esas mismas impresiones solo las he
rís, que me hacen sufrir dolorosamente. vuelto á encontrar en P a r í s , en el teatro
Con frecuencia, al retirarme á m i cuarto de la Opera, y leyendo otra vez la vida
solitario, fatigado de cuerpo y de espíri- de Alñeri, escrita por él mismo y que no
tu, me dejo caer en una silla y me aco- habia leido en cuatro años. ¡Cuántas co-
mete una pesadilla amarga, sombría y sas han sucedido desde entonces! Estaba
delirante. Todo me recuerda á mis pobres en el teatro de la Opera y me trastorna-
padres, á quienes causó tantas penas. ban el prestigio de la música, la mag-
Echo de menos m i cuarto de Ginebra, nificencia del teatro, los tocados y las
en el que tanto sufrí, y la clase, y á m i fisonomías que asomaban en los palcos;
tio, y el rincón de la casa donde nos ca- aspirando todo esto me creia príncipe,
l e n t á b a m o s al fuego, y los rostros cono- rico y honrado; los pórticos de un mun-
cidos y las calles familiares. Destino es do, que solo es bello para m í porque lo
del hombre echar de menos lo que no desconozco, se dibujaban á m i vista ro-
tiene y rechazarlo en cuanto lo en- deados de una aureola de elegancia y de
cuentra. grandeza. Me olvidaba de m i verdadera
Atormenta á m i pobre alma el aburri- situación, ó mejor dicho, trataba de con-
miento á los veintiún años, las dudas vencerme de que iba á terminar. Aunque
áridas, los lamentos vagos de la felicidad me rodeaban los sencillos espectadores
entrevista vagamente t a m b i é n , dolores del patio, m i vista y m i alma estaban en
positivos y dolores ideales, la persuasión los palcos. Solo miraba encima de mí, y
de la infelicidad y la certeza de que n i estaba sumergido en u n Océano de i l u -
aun la fortuna completa me procuraría siones, de esperanzas desmesuradas, de
completa ventura. ¡ Oh m i querido y a r m o n í a , de esplendores y de vanidades.
único amigo, desventurado destino es En semejante estado pasó media hora.
el de los séres que nacieron para ser des- ¡Tristes y amargos fueron los momentos
graciados! que le siguieron! Otro tanto puede de-
A veces, sin embargo, me parece que re- cirse de la vida errante del rico, noble y
suena en mis oidos música aérea, una desgraciado Alfieri. Sabemos despojar á
melodía melancólica y extraña; el torbe- la desgracia de su envoltorio positivo, y
llino de los hombres, vibrando de esfera puedo contemplarla en su horrorosa des-
en esfera, llega hasta m í y me parece nudez, que es la misma para todas las
que la posibilidad de dolores tranquilos condiciones, cuando el alma encierra algo
y majestuosos se refleja en el horizonte que late con m á s fuerza en nosotros que
de m i pensamiento, como los ríos de paí- en la m u l t i t u d .
ses lejanos en el horizonte de la imagi- Las sensaciones me agobian; dejo l a
n a c i ó n . Pero todo esto se desvanece pluma y voy á soñar
ante la cruel realidad de la vida posi-
tiva.
Muchas veces he dicho como Rousseau: Vuelvo á escribir hoy 27 de Diciembre.
"En esta ciudad de lodo y de humo, Estoy sufriendo sin cesar; he tenido mo-
¡cuánto ha debido sufrir aquella alma tivos terribles, pero no quiero que os fa-
tierna!,, Aislada, errante y atormentada tiguen mis lamentos. Son ya m á s de las
como y o , gemiría en P a r í s como yo doce, por lo tanto hemos entrado en el
gimo. dia 28. Algunos coches ruedan aun por
A pesar de esto, tuve dos ó tres momen- las calles, pero el público ha salido ya
tos de éxtasis. U n dia en el teatro de la del Odeon. Peina en el invierno la tris-
Opera, la deliciosa música del Sitio de Co- teza, la soledad y la oscuridad de la no-
rinto^ consiguió hacerme olvidar los su- che. Estoy velando en el hogar de u n
frimientos. Sabéis que me gusta la ele- piso cuarto de la calle des Josses-Saint-
gancia, la suntuosidad, los títulos y todo Germain-des-Prés. M i cuarto está aisla-
lo que nos hace ocupar las alturas del do, y es bastante elegante, y me encuen-
TOMü IV. 9
66 OBRAS DE VICTOR HUGO.

tro faz á faz con m i tristeza y con m i les dá encanto; es sencillo, calmoso y re-
fastidio. Podéis creer qae no amo á las servado; tiene aspecto de protestante: ha
mujeres y que no me inspiran el menor viajado mucho, tiene recogidas muchas
deseo físico. Preciso es, pues, que el do- poesías, pero no quiere publicarlas to-
lor me absorba por completo. . . . das porque las encuentra demasiado i n -
dividuales. Debo deciros de paso que N . . .
hace m á s caso de mis poesías que ellas
lo merecen. He escrito algunas que no
Estoy ligado con i n t i m i - conocéis en Ginebra y en Paris. Soy
dad con Ch. N . . . ; éste es muy expansi- muy amigo de B . . . , hijo del poeta y de
vo y os gustarla mucho, sobre todo la gran ingenio. P... d á á la escena su P...
primera vez: á N . . . le asoman con fre- dentro de un mes; es u n drama románti-
cuencia l á g r i m a s á los ojos cuando ha- co. F . . . ha visitado el Cabo y la M a r t i -
bla. Oh. me atestigua una afección pa- nica; tiene un poema en cartera. No
ternal. Podria acaso reprochársele que es puede negarse que ha nacido con talento
demasiado indulgente con las medianías, j u v e n i l y agradable, pero es preciso no
pero esto es efecto de su gran bondad. conocerle para que nos gusten sus poe-
Las veladas las paso los domingos en sías. No ignoráis que ese autor del deli-
casa de N . . . Allí se r e ú n e n muchos lite- cioso juguete titulado 8ainte-F... conoce
ratos; dicha reunión me ha hecho cono- á L . . . A . . . , el historiador duelista, que
cer á la señora T . . . , conversar con E... parece un carnicero civilizado. Dos pa-
D . . . , con P..., con el barón T..., con el labras sobre S...: es u n hombre mezcla
señor C..., sabio ilustre que se toma mu- de c h a r l a t á n , de iluminado, de Durand,
cho interés por mí; con el señor de R..., de Swedemborg y de verdadero poeta.
anticuario é historiador; finalmente, Posee notable talento descriptivo; lo he
M . J..., que t a m b i é n conocí en aquella conocido en la única entrevista que he
reunión, es el amigo que creo haber ad tenido con él; verdad es que la conver-
quirido: es hombre de pensamiento colo- sación ha durado tres horas. O..., que es
sal; si su alma fuera m á s poética, no va u n buen muchacho, redactor de la Rex...
cilaria en considerarlo como á hombre Prot..., vá á presentarme á B e n j a m í n
sorprendente. Habéis leido los artículos Constant. Creia ver en O... un pastor
que escribió sobre Walter Scott y sobre grave, y v i que era un atolondrado; pero
otros autores. No es insignificante con un aturdido espiritual y de mérito, aun-
suelo de mis penas obtener el aprecio de que carece de génio.
semejante hombre, y m á s cuando á p r i - Vuestras melodías han aparecido i m -
mera vista aparece írio, seco y enemigo presas en linda edición. Las he leido con
de las medianías, que desprecia, hasta gran placer: sobre ellas han publicado
cuando sabe que han adquirido cele- un artículo en la R... Estoy escribiendo
bridad. otro para la P..., y los he recomendado
M . J . . . se parece á L . . . ; su fisonomía al Gr... Se h a b l a r á de ellas en la N . . .
es interesante. Tras su rudeza se oculta Para conseguir un éxito completo se ne-
su sensibilidad, y su acento y sus mo cesitarían encomiadores que no tenéis, y
dales, tienen cierto tinte montaraz é i n temo que solo se venda un corto n ú m e r o
glés. Simpatizamos por el pensamiento, de ejemplares. Es t a l el descrédito de l a
por las inducciones y por la dificultad poesía en estos tiempos, que para for-
de expresar lo que sentimos. . . . marse una idea es preciso vivir en Paris.
A q u í sucede peor que en Gfinebra; nadie
lee versos, y mucho menos los compran.
L... D... *** son las únicas excepcio-
Vuelvo á ocuparme de N . . . para deci nes de la regla. Por otra parte, en Paris
ros que tiene el aire y las aficiones de un todos escriben versos: se leen tantas poe-
gentil-hombre del campo. Le he dado á sías manuscritas, que un autor extranje-
leer vuestras poesías, que le han gustado ro es difícil que se abra paso si solo le
mucho. P. L . . . vá á publicar sus Viajes protege su talento. Que estéis lejos de
á Grecia, en verso; he oido leer uno de Paris perjudica al éxito de vuestro libro,
sus preciosos fragmentos, que es poético pero es favorable para vuestra dicha.
como las concepciones de lord Byron, Esta Babilonia os disgustaría y os abur-
pero carece del pensamiento fecundo y riría, causándoos fatiga y tristeza. Ignoro
del génio vasto y doliente del bardo in- el estado en que os encontráis en Flo-
glés. M . L . . . se parece á G-oethe. Lee rencia, pero indudablemente estaríais
sus versos de un modo particular, que peor en París, sin contar con la gran di-
MISCELANEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFIA. 67
ficultad que hay a q u í para procurarse •mpasion; temo volverme loco. Desde
la vida: hasta ahora nada gano, y eso ue me encuentro en Paris, m i dolor ha
que no me faltan amigos verdaderos que tomado cinco ó seis formas distintas. A
se afanan por procurarme trabajo. Me m i llegada me torturó el recuerdo de l a
han asegurado que sois amigo de L . . . patria y la incertidumbre respecto a l
Describídmelo, porque quiero conven- porvenir; en seguida el sentimiento de
cerme de que es t a l como yo lo he soña- m i aislamiento y de m i nulidad; luego el
do: un lord Byron francés apático, vani- vacío que ocupaba el horroroso t u m u l t o
doso, afectado, dotado de pensamiento de sensaciones de que os acabo de ha-
devorador, de genio fluyente, de buen Dlar; y por último, desde hace dos meses,
tono y elegante, que vive en una a t m ó s - el tormento que me causan todas mis fa-
fera poética y e x t r a ñ a que en nada se cultades de dolor reunidas en u n solo
parece á la turbia atmósfera en que viven Dunto. Apenas me atrevo á decíroslo;
los literatos en Paris. Es la una y media/, 3ero os ruego que solo veáis en mis pa-
interrumpo la carta; pienso escribiros abras una forma del dolor, una de las
m á s al respaldo de las cuartillas de las apariencias de la úlcera que me corroe;
dos elegías que os incluyo no me j u z g u é i s según las reglas comu-
nes, fijaos en el m a l y no en su obje-
to; el punto central de mis males es no
Son las ocho de la noche y estamos á laber nacido inglés. Os suplico que no
31 de marzo. E l dolor me trastorna y la os riáis de m í , ya que estoy sufriendo
desesperación sobrepuja á mis fuerzas. Horrorosamente. Los enamorados son
He sufrido hoy lo que no es decible; se ha monomaniacos como yo, no tienen m á s
apoderado de m í un acceso de fiebre, que una idea que absorbe todas sus sen-
producida por el exceso de las penas mo- saciones. L e í hace poco Valeria, de ma-
rales. No sufriría tanto si pudiera per- dama de Krudener; no puedo expresaros
suadirme de que alguna vez pudiera las sensaciones que me ha producido.
llegar á ser dichoso; pero el presente me Ese libro sorprendente, que me hubiera
oscurece el porvenir. Conocéis m i carác- fastidiado en otro tiempo, ahora me ha
ter e x t r a ñ o . Acabo de hacer un descubri- desgarrado el corazón; ha sucedido así
miento en mí mismo: acabo de descubrir porque Grustavo, lo mismo que yo, es
que no soy realmente desgraciado, por víctima de una pasión devoradora, ó me-
esto ó por aquello, sino porque en m i inte- jor dicho, de una energía de sensaciones
rior existe un dolor permanente que ad- que le devoran y que le impulsan hácia
quiere diferentes formas. Sabéis por el alimento natural del amor; mientras
cuántos motivos he sido desgraciado has que esa misma energía, que lucha en m i
ta ahora, ó por mejor decir, de cuántos alma en el vacío, solo me produce fan-
modos el h í g a d o , la bilis, ó sea el princi- tasmas. L e í esta novela á la luz de los
pio que me atormenta, se me ha reprodu primeros rayos del sol primaveral, en las
cido. Unas veces me aflige no haber naci vastas y tristes alamedas del Luxembur-
do en Inglaterra, otras no ser apto para go. A cada instante me tenia que parar
las ciencias; ya me aflige no ser rico, ya anonadado.
tener que luchar con la miseria y las pre Voy á esplicaros ahora el origen de la
ocupaciones, ya ser desconocido. Sabéis pasión que siento por Inglaterra. No i g -
que cuando me encontraba en Grinebra noráis que me complazco en v i v i r con los
creia que si lograba pisar el suelo de muertos, en conocer la vida que tuvie-
Paris seria feliz. Pues bien, amigo m í o , ron, en habitar con ellos, en seguirles en
estoy relacionado con casi todos los lite las peripecias de su existencia, en procu-
ratos m á s distinguidos: algunos, como *** rarme sus simpatías, que la ilusión de la
Ch. y N . . . , son ilustres amigos mios, casi distancia engalana y que no puede des-
casi tan amigos como vos. M i vanidad truir la presencia de los individuos. Pues
pues, está satisfecha; con frecuencia ex bien, en Inglaterra he encontrado lo
perimento en los salones momentos de menos cincuenta poetas de vida aventu-
satisfacción mundana; á veces me han rera, cuyas obras rebosan ideas y están
embriagado los insignificantes y fugaces llenas de imaginación; en Francia ape-
triunfos que proporciona una velada; y nas he encontrado tres. A d e m á s , si hu-
á pesar de todo esto, el fondo, la casi biera nacido inglés, podría contar con
totalidad de m i vida, la constituye, no una patria á la que yo hubiese amado
diré una desgracia, pero sí un árido c á n - hasta en sus preocupaciones; porque en-
cer, un plomo líquido que corre por mis cuentro gran poesía en las antiguas cos-
venas; si pudiera vérseme el alma, daria tumbres de Inglaterra y gran imagina-
68 OBRAS DE VICTOR HUGO.

cion en todo lo que pertenece á ese franceses son gascones, vocingleros y or


pais. Allí, en vez de una literatura, hay diñarlos; todos los ingleses, nobles y de-
cuatro: la americana, la inglesa, la esco- centes. Conozco, amigo m i ó , que un
cesa y la irlandesa; todas ellas escritas amante puede entretener á su amante
en el mismo idioma, pero cada una con refiriéndole sus amoríos, porque esta pa-
distinto carácter y con muchas riquezas sión encuentra eco en todas las almas y
literarias. L a vida del gran poeta Cow- nada tiene de ridicula; pero es t a l el ex-
per se ha escrito en tres volúmenes en ceso de mis dolores, que no me atrevo á
octavo, y la de Johnson en cuatro. Se- confiarlos á nadie, porque son demasiado
g ú n dice Walter Scot, la biografía de individuales y deben parecer ridículos á
este ú t i m o la tienen en todas las casas de "os que no los hayan sufrido. Sin em-
campo. Hay allí treinta poetas que v i - Dargo, os afirmo que en m i locura me
ven, todos originales, todos individuales causan dolores horribles, porque todo me
y fecundos. Son interesantes las aventu- os despierta. L a vista de un inglés, l a
ras del desgraciado Savage y las de She- de un libro publicado en Inglaterra en l a
lley. L o r d Byron es un coloso que en- ibrería de Baudry, las burlas que inspi-
cierra tesoros para el alma que está ran á los franceses, todo esto me encole-
hastiada del mando y para los que no riza y aviva m i dolor. E n fin, m i propia
tienen m á s amigos que los libros. E n m a n í a me hace mirar con hastío hasta l a
Inglaterra son raros los hombres de por- gloria. Quisiera ser célebre en Ingla-
te vulgar, como en Francia los de aire terra, y por lo tanto, escribir en inglés.
distinguido. Todo es excéntrico en aque Creo que allí lo conseguiría. Esta per-
l i a nación; me gustan su originalidad y suasión es efecto del raciocinio; porque
sus trajes extraños: allí reina el entusias si yo escuchase la sensación, me parece
mo bajo m i l formas y al lado de las que, si hubiera nacido inglés, podría so-
ideas positivas m á s severas se encuen portar todos mis males. Me represento lo
t r a n las consejas m á s pintorescas. Aquel que soy como organismo y como espí-
pais lo r e ú n e todo, lo positivo y lo ideal, ritu; pero habiendo nacido lord, inglés y
la Francia y l a Alemania. Es el único rico. Si hubiera visto realizadas esas h i -
bastante fuerte para comprenderlo todo pótesis, hubiera podido satisfacer todos
y bastante grande para no rechazar mis gustos y todas mis vanidades. Cuan-
nada. Posee tan marcada individuali do comparo esa suerte con la mia, me
dad, que á un inglés se le reconoce entre vuelvo loco.
m i l personas; el francés se parece á todo Con frecuencia reflexiono cuerdamen-
el mundo. te; ¿pero q u é pueden las reflexiones con-
L a abundancia de sectas religiosas en tra las pasiones? Me ocurre este pensa-
Inglaterra prueba cuando menos la bue miento: Si no fuera exactamente lo que
na fó de las almas que necesitan espe soy, no existiría; seria otro; m i sér homo-
rar y que no esterilizó el materialismo. géneo, idéntico é individual, q u e d a r í a
Las extravagancias individuales de los destruido; tendría yo otras ideas; nadie
jóvenes ingleses prueban la agitación de quiere cambiarse por otro, y, sin embar-
sus almas: os disgustaría el ver lo que go, nadie está contento de ser lo que es.
sobre esto sucede en Francia. No hay Para evitar esta contradicción debíamos
hombre á quien no apesadumbre verse estar contentos de ser lo que somos.
fuera de su sitio. Esto os hacia sufrir en Sufro tanto que me c a m b i a r í a con cual-
Grinebra. Pues bien, yo me veo cruel quiera, porque he llegado hasta un grado
mente arrancado de m i centro, en Fran de dolor al que me parecía imposible
cia, que me es antipática, y lejos de I n - llegar: aceptar la suerte de otro, si eso
glaterra, con quien tanto simpatizo; me fuera posible, equivaldría á morir, por-
encuentro en una nación frivola, parlan que l a muerte no es otra cosa que la des-
china, impía, árida, vana y fría; me en trucción del yo. Cuanto m á s sondeo la
cuentro a q u í echando de menos otra naturaleza humana, m á s me persuado de
nación religiosa ó terriblemente excép que somus las piezas necesarias para for-
tica, pero no indiferente; en la que se mar un conjunto que no vislumbramos
encuentran amigos fieles y almas exal y para representar un papel que se nos
tadas; en la que la misma frivolidad, ex revelará a l g ú n dia. Si se me preguntara:
tr avagan te y caprichosa, carece del tono ¿Creéis en la existencia de Dios y en la
chancero é insípido que gasta en F r a n inmortalidad del alma? Contestaría: Eso
cia. E n el restaurant donde cómo se re son preguntas absurdas; Dios existe,
unen franceses é ingleses y veo la gran porque es necesario, y yo creo que nos-
diferencia que los separa; casi todos los | otros existimos en el mundo en una
MISCELÍNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA. 69
posición falsa, transitoria ó intermedia. de los poetas lakistas modernos de Ingla-
Hemos existido antes en otra parte? ¿He- terra; su lectura me encanta. E l Gerando
mos de volver á vivir? Veo á Dios en que me disteis le cambié por un Byron
todas partes. Este deseo ardiente de co- en un tomo. He leido un pequeño poema
nocerle y de comprender nuestra natu- titulado—Ensueño—'que me ha produci-
raleza, estos presentimientos del infinito do efecto mágico. Una señora inglesa
y la muralla de lo imposible y de lo que me d á lecciones de su idioma, me
prohibido, contra la que se estrellan nues- dice que á los dos años de vivir en I n -
tros sistemas y hasta el vuelo de nues- glaterra escribiré correctamente el i n -
tras ideas, todo eso me prueba que existe glés y que lo escribo ya como pocos fran-
u n Sér. L a tierra solo con su fango no ceses.
hubiera podido producir séres tan com- Mis m a n í a s son siempre crueles. Me
plejos y tan caprichosos. I r m á s allá me Dersigue el fastidio y á cualquier parte
parece imposible, por lo que espero y que mire no veo m á s que dolores. Me
callo. Sé ú n i c a m e n t e que en el mundo atormentan todavía los medios de ga-
brego con el dolor como un condenado. narme la existencia. Ahora estoy escri-
¿Mis sufrimientos e n c o n t r a r á n recom- Diendo una biografía, pero necesito di-
pensa en este mundo ó en otra parte? L o nero, porque siempre estoy m u y apurado
ignoro. de recursos.
Hoy he sentido dolores tan acerbos, 1. GK„
que lo que ordinariamente me espanta
no me causaba dolor alguno. Cansado Cuando se reflexiona que el hombre
de tanto sufrir, la gloria, la felicidad, el que escribió la carta anterior murió al
porvenir, todo eso me parece imposible, poco tiempo, sinnúmero de reflexiones
indiferente. ¡Si supierais qué sugestio- de todas clases nos ocurren sobre el con-
nes tan infernales se mezclan en todo tenido de la larga epístola, que es una
esto, y las horrorosas ideas que me ocur novela, una historia y una biografía.
ren, y los tormentos que me causa la No repetiremos las trivialidades de r i -
duda!... Comprendo que soy desdichado gor; no exigiremos que los sufrimientos
y en esto estriba m i m a l . que pinta el artista los experimenten t o -
L o que m á s me atormenta es ver á dos los artistas; no censuraremos que
ciertos hombres que son felices por el Byron llore en una elegía y ria jugando
carácter. Cuando esto me sucede reflexio al billar; no marcaremos límites á l a
no de este modo: Si todos sufrieran, era creación literaria, n i criticaremos al poe-
preciso, como compensación general, ta por haberse proporcionado artificial-
encontrar un paraíso después de la vida. mente tal ó cual dolor para analizarlo
Esos hombres que los hace felices su en sus convulsiones; reconocemos como
carácter se preocupan poco del porvenir el que m á s lo que hay de real, de verda-
son imprevisores y viven satisfechos; el dero, de bello y de profundo en ciertos
mundo se ha creado para ellos. Será estudios psicológicos, que practican so-
"pues,,, la desgracia una enfermedac bre sufrimientos exenciónales eminentes
cruel, y los desgraciados, pestíferos, ata- poetas contemporáneos; pero no podemos
cados de incurable llaga que su organis- dejar de observar que lo que es particu-
mo les hace sufrir, como el organismo de larmente doloroso en la carta que aca-
los otros les hace gozar!... A pesar de bamos de insertar, es que el que la es^
eso, espero y creo que Dios está tan mez cribió haya muerto. No la escribió un
ciado en las cosas del mundo, que en hombre que dice que sufre y que muere
último resultado confio en E l é inclino por decirlo, sino un hombre que real-
la cabeza ante su voluntad. ¿ P a r a q u é mente sufría y m u r i ó . No es esa carta l a
luchar contra lo imposible? Con frecuen a n a t o m í a estudiada sobre un pedazo de
cia estudio a n a t ó m i c a m e n t e mis dolores cera, n i en la carne muerta; es la anato-
y los contemplo con frialdad. L a idea m í a estudiada nervio tras nervio, fibra
que en m í predomina es que no puedo tras fibra, vena tras vena, en la carne
curarlos. viva, en la carne que se desangra, en la
Desde hace dos meses estudio el inglés carne que d á alaridos. Veis la llaga y
con tanto ahinco, que ya leo m u y bien oís el grito. Esta carta no es un artículo
la poesía; estoy leyendo Masselas, que es literario, n i un enrayo de filosofía, n i una
un libro prodigioso. M i intención es d i r i concepción poética, n i la obra profunda
girme á Inglaterra, y cuando pase allí del artista, n i Ja fantasía del génio, n i
algunos años, escribir en i n g l é s . J. L . . . , una visión de Hoffmann, n i una pesadilla
que es amigo m i ó , me presta las obras de Juan Pablo; es un hecho real, es un
70 OBRAS DE VICTOR HUGO.

hombre que escribe en un desván. A l l í las cualidades mordaces, incisivas y pin*


le tenéis enfrente de una mesa atestada torescas. L a carta contiene varios retra-
de libros ingleses, con la pluma en la tos. Muchos dibujados de prisa, en los
mano, con el tintero al lado y con el pa- que se conoce que los modelos no han he-
pel delante, escribiendo línea tras línea, cho m á s que pasar por delante del pin-
sufriendo y relatando lo que sufre, llo- tor; pero los verdaderos retratos son m u y
rando y refiriendo que llora, consultando parecidos, están pintados de mano maes-
la fecha en el calendario, la hora en el tra y se destacan bien del fondo. Esta
reloj, abandonando la carta y volviéndo- notable metamórfosis prueba que hay dos
la á continuar, dejándola otra vez y cosas que hacen poeta al hombre: el génio
encendiendo un cabo de vela para conti- y la pasión. Galloix, que empleaba en sus
nuarla. Después v á á comer á u n bo- biografías prosa descolorida y en sus ele-
degón, regresa á su cuarto, tiene frió, gías poesía l á n g u i d a , se convierte de
vuelve á escribir, algunas veces sin repente en admirable escritor con una
saber lo que escribe, porque el dolor sa- carta. Desde el momento en que no pien-
cude tanto su cerebro, que deja caer sus sa en ser prosista n i poeta, es gran poeta
ideas confusamente sobre el papel y se y gran prosista.
desparraman y corren en desórden. Volvemos á repetir que esta carta no
Si p u d i é r a m o s comprender el estilo de morirá. Esta carta es el almagama de
u n hombre que agoniza, podríamos ha- ideas m á s extraordinario quizás que has-
cer algunas observaciones sobre el estilo ta hoy ha producido en el cerebro huma-
de esta carta. Por regla general, las car- no la doble acción combinada del dolor
tas que ordinariamente se publican, que físico con el dolor moral. Para los que
son las cartas de celebridades, carecen de conocieron á Galloix es una autopsia es-
ingenuidad, de indiferencia y de senci- pantosa la autopsia de u n alma.
llez. Cuando las leemos conocemos en se- A l referir la historia de Imbert Ga-
guida que se escribieron con la idea de lloix no debe escribirse la biografía de
publicarse. Pablo Luis Courrier hacia los hechos, sino la biografía de las ideas.
hasta diez y siete borradores para una Ese hombre n i obró, n i amó, n i vivió; no
carta de quince líneas. No hemos podido hizo m á s que pensar, y á fuerza de pen-
comprender nunca ese proceder extra- sar soñó, y se desvaneció de dolor. I m -
ñ o . L a carta de Imbert Galloix es, en bert Galloix será uno de los guarismos
nuestra opinión, una verdadera epístola que servirán a l g ú n dia para encontrar l a
escrita como debe escribirse, flotante, des- solución de este l ú g u b r e y singular pro-
cosida, suelta, sin pretensiones á la p u - blema:—¿Cuánto tiempo emplea en roer
blicidad y creyendo ser olvidada. Es la un cerebro el pensamiento que no puede
idea que se abre paso como puede, que salir y que permanece encarcelado en el
se presenta desnuda en el estado que se cráneo?—'Repetimos que en semejante
encuentra y que se apodera de la frase sin vida no se encuentran sucesos, solo se
temor alguno. Algunas veces empieza encuentran ideas. Analizad las ideas y
una idea, que termina por un etc., y habréis referido ya la historia del hombre;
que os deja pensativos; se vé en dicha sin embargo, u n gran hecho domina en
carta al hombre que sufre y que comu- la sombría historia: el de un pensador que
nica su sufrimiento á otro hombre. F i - muere de miseria. H é a q u í á dónde ha
jaos en esto: "JL otro hombre, no á dos, n i conducido la inteligente ciudad de Paris
á diez, n i á veinte,,; porque si en lugar á una inteligencia. Este caso debe medi-
de un amigo tuviese m á s oyentes, lo que tarse: la sociedad en general trata de un
ha escrito ese poeta no seria una carta modo e x t r a ñ o muchas veces á los poetas;
sino una elegía ú otra clase de compo el papel que representa en la vida de és-
sicion, y entonces hubieran desaparecido tos, en unas ocasiones es pasivo y en otras
de ella la naturalidad, el abandono, activo, pero siempre es triste. E n épocas
la negligencia, la verosimilitud, y las de paz los deja morir, como hizo con
pretensiones hubieran ocupado su sitio. Malfilatre, y en épocas de revolución los
Para escribir semejante carta, tan poco mata, como hizo con A n d r é s Chenier.
limada, tan punzante y tan bella, sin ser Imbert Galloix es para nosotros u n
tan desgraciado como Imbert Galloix y símbolo que representa á una notable
solo por la fuerza literaria, era preciso porción de la generosa j u v e n t u d actual.
ser un génio. Imbert Galloix, por haber Dentro de la sociedad existe un génio
sufrido mucho, equivale á lord Byron. mal comprendido que la devora; fuera
Posee las cualidades penetrantes, me- una sociedad m a l organizada que l a
tafísicas é í n t i m a s del estilo, y t a m b i é n ahoga; no puede salir el génio encerrado
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA. 71
en el cerebro, y no puede salir el hom- que ocupa personalmente en literatura,
bre preso en la sociedad. siempre se a p a r t a r á y d e j a r á el paso a l
Los que piensan y los que gobiernan jóven principiante, porque el pobre autor
no se ocupan bastante en nuestros dias novel á quien se rechaza pudiera llegar
de esa juventud dotada de toda clase de á ser un dia un Schiller. Oreemos que
instintos, que se precipita con ardor inte- todo colegial que hace círculos ó tira
ligente y con paciencia resignada en líneas en la pared puede llegar á ser un
todas las direcciones del arte. Esa m u l - Pascal, y todo niño que bosqueja un per-
t i t u d de espíritus jóvenes que fermenta fil en la arena podrá llegar á ser u n
en la oscuridad, necesita que se le abran Griotto.
las puertas, aire, luz, trabajo, espacio y Opinamos, además, que las generacio-
horizonte. ¡Grandes cosas podrían hacer- nes presentes están llamadas á cumplir
se si se quisiera con esa legión de inteli- altos destinos. Este siglo ha hecho ma-
gencias! Pero les obstruyen el paso ó les ravillas por medio de la espada, y las
cierran todas las carreras y dejan que h a r á t a m b i é n por medio de la pluma;
sus diversas actividades, que podrían solo falta que produzca un grande hom-
ser tan útiles, se amontonen y se aho- bre literario de la talla de su gran hom-
guen en callejones sin salida. L a socie- bre político. Para prepararle el camino
dad no está bien organizada para los abramos las filas.
recien venidos, y sin embargo, todos los Las eras graudes tienen dos fases;
hombres tienen derecho á un porvenir, y cada siglo es un binomio, a-j-b, el hom-
es m u y triste ver que esas jóvenes yape- bre de acción m á s el hombre de pensa-
nadas inteligencias fijen sus miradas en miento, que se multiplican el uno por el
la luminosa ribera donde se ostentan otro y expresan el valor de su tiempo.
resplandecientes la gloria, el poder, la E l hombre de acción, m á s el hombre de
fama y la fortuna, y que se empujen en pensamiento, el hombre de la civiliza-
la oscura ribera como las sombras de Vir- ción, m á s el hombre del arte; L u t e r o , m á s
gilio, Shakespeare; Eichelieu, m á s Cornei-
lle; Cromwell, m á s Milton; Napoleón,
Palus inamahilis unda
más lo desconocido. Dejad, pues, que se
alligat, et novies Styx interfusa cooercet.
abra paso lo desconocido. Hasta ahora
L a Estigia, para el pobre y descono- solo tenemos á Napoleón, que es u n per-
cido artista, es el editor, que le dice al fil de este siglo; dejad que se dibuje el
devolverle el manuscrito: "Creaos antes otro. Después del emperador v e n d r á el
una reputación,,. L a misma contestación poeta. L a fisonomía de esta época no
recibe de los directores de los teatros y se fijará hasta que la revolución fran-
museos. Pero dejadles empezar y ayu- cesa, que se hizo hombre en la sociedad
dadles. Los que hoy son célebres han bajo l a forma de Bonaparte, se haga
empezado t a m b i é n . No se puede adqui- hombre bajo la forma del arte. Esto
rir reputación, por grande ingenio que se sucederá. Nuestro siglo entero se encua-
posea, sin que un museo reciba el cua- drará, poniéndose él mismo en perspec-
dro, sin que un teatro represente la obra tiva entre esas dos grandes vías parale-
d r a m á t i c a , sin que un editor publique el las, que ocuparán una el soldado y l a
libro. Para que pueda volar el pájaro otra el escritor; una será acción, la otra
no le bastan las alas, necesita t a m b i é n será idea, que se explicarán y se comen-
aire. t a r á n sin cesar la una por la otra. Ma-
Creemos, sobre todo, en materia de rengo, las Pirámides, Austerlitz, Mos-
arte, que es un deber en los que están cou, Montereau y W a t e r l ó o son m a g n í -
arriba allanar el camino de los que i n - ficas epopeyas; Napoleón tiene sus
tentan subir. Y a que están en la cúspide, poemas, el poeta t e n d r á sus batallas; pi-
deben tender la mano á los que trepan. damos sin descanso que el poeta venga;
Digámoslo en honra de las letras; por dejémosle salir de las filas de esa juven-
regla general siempre ha sucedido así. tud, en la que yace todavía sumiendo
No nos atrevemos á creer que existan la frente en la oscuridad el predestinado
realmente esa especie de a r a ñ a s litera que deba, combinándose un dia con Na-
rias, que tienden la tela á la puerta de poleón, según la misteriosa á l g e b r a de
los teatros y que se arrojan sin compa- la Providencia, dar completa al por-
sión sobre los jóvenes desconocidos que venir l a fórmula general del siglo diez y
pasan por allí con sus manuscritos. Para nueve.
el que estas líneas escribe es sagrado
todo poeta que empieza; en el poco sitio
72 OBRAS DE VÍCTOR HÜGO.

nen á reasumirse en que es casi imposi-


DIC cambiar de naturaleza, pero que la
razón sirve para defender y cubrir nues-
SOBRE M I M B E A U . tro lado débil, para conocerlo y para evi-
tar el abordaje por esa parte.
1834. — E s t á visto, contestaba el tio; nadie te
puede curar de t u m a n í a de querer edu-
I. car á u n pollo de treinta y tres años. Es
tarea á r d u a y casi imposible querer re-
E n 1781 medió en Francia, en el seno dondear u n carácter semejante á un
de una familia, árduo debate entre u n erizo con muchas p ú a s y con poco
padre y un tio. Trataban de u n cala- cuerpo.
veron del que no podian sacar partido — A p i á d a t e de t u sobrino, insistía el
ninguno. E l jóven que era objeto del de- padre. Reconoce sus tonterías; nadie
bate habia salido ya de la fase m á s ar- como él confiesa sus faltas, pero no hay
diente de la juventud, y esteno obstante, que negarle su ingenio y su travesura; es
permanecia abismado en los devaneos un rayo para trabajar y para obrar. No
de la edad de las pasiones, lleno de deu- representa treinta y tres años, como yo
das, cometiendo m i l locuras; se habia no represento setenta, y así como m i tra-
separado de su mujer, habia robado la bajo de oficina fatiga á los jóvenes, él,
de otro, fué condenado á muerte y deca- cuando quiere, fatiga á todo el mundo;
pitado en efigie por ese hecho, que le pero necesita que le gobiernen, y esto él
obligó á salir de Francia, á la que m á s mismo lo conoce, por lo que es preciso
tarde regresó, según decia, contrito y que te encargues de él. Sabe que t ú
arrepentido, deseando volver al seno de fuiste siempre m i piloto y m i brújula; él
la familia y reconciliarse con su esposa. está vanidoso de su tio, y yo te lo confio
El padre deseaba que así sucediese, con para que le consigas un porvenir: tienes
la esperanza de tener nietos que perpe- todo el saturno que falta á su mercurio.
tuasen su nombre y confiando en ser —No, le objetaba el tio; sé que los i n -
m á s dichoso como abuelo que como pa- dividuos de cierto temple esconden las
dre. Pero el hijo pródigo tenia ya treinta uñas durante cierto tiempo; él mismo en
y tres años, y era muy difícil que se ope- épocas anteriores, cuando vivia conmigo,
rara en él esta metamóríosis. Reinstalado era dócil como una doncella en cuanto
en la sociedad, ¿quién se habia de encar- yo fruncía las cejas. Pero no quiero nada
gar de corregirle?... Esta era la contro- con él. N i tengo gusto n i edad para l u -
versia que sostenían los dos viejos de su char con imposibles.
familia. E l padre quería que se encar- —Si esa dislocada criatura admite en-
gase el tio, y el tio quería que se encar- mienda, solo t ú eres capaz de corregirle;
gase el padre. llévatele, obra con firmeza y le salvarás:
—Llévatelo tú, decia el padre. él comprenderá m u y pronto que, á pesar
—-No me lo llevo, le contestaba el tio de t u apariencia severa y fría, eres el
•—Supongamos, replicaba el padre, que hombre mejor que habita en la tierra,
ese hombre no sea nada. Tiene buen gus un hombre de pasta de ángeles. Son-
to, es aficionado al charlatanismo, apa- déale el corazón y dirígele la cabeza. Tu
renta ser erudito, es turbulento, audaz y es onnis spes et fortuna nostri nominis.
algunas veces digno. N i es duro n i odioso —^No, replicaba el tio. No creas que
para mandar. Para él no existe el pasa rehuso porque haya cometido el crimen
do, n i piensa en el m a ñ a n a ; obedece á la de esas relaciones, á las que yo no doy
impresión y al momento; es un niño co gran importancia. U n a mujer jóven y
torra, un hombre abortado que no conoce linda sale al encuentro de u n jóven de
ni lo posible n i lo imposible, n i el mal- veintiséis años; ¿quién á esa edad no re-
estar n i la comodidad, n i el placer n i la coge lo que encuentra en el camino? Re-
pena, n i la acción n i el reposo, y que se huso adoptarle porque es turbulento,
abandona en cuanto encuentra resisten orgulloso, altivo é insubordinado y de
cia. Oreo, sin embargo, que puede ser un temperamento perverso y vicioso. Hace
excelente instrumento e m p u ñ á n d o l e por lo que puede por complacer, es verdad;
el mango de la vanidad; creo que de ese pero yo sé que él sabe seducir, y que e3
modo le tendrás seguro. Por m i parte no el sol que empieza á brillar, por lo que
le escaseo las reflexiones, y veo que se no quiero exponerme á ser su víctima.
aprovecha de ellas, porque giran todas Los jóvenes siempre suelen tener razón
alrededor de un eje real; esto es, que vie- cuando van contra los viejos.
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA. 73
—No has pensado siempre así, respon- que el m a r q u é s y el comendador son
dió tristemente el padre: en otros tiem- realmente u n comendador y un mar-
pos me decias: Ese chico hace de mi lo que qués. Se llamaba el uno Víctor de R i -
quiere. quetti5 m a r q u é s de Mirabeau, y el otro
•—Sí, y t ú me contestabas: Desconfia de Juan Antonio de Mirabeau, bailío de
él, no te fies de su pico de oro. la órden de Malta. E l picaro sobrino se
>—Pues no sé q u é hacer! exclamaba el llamaba Honorato Gabriel de Eiquetti;
padre, vencido en sus ú l t i m a s trincheras. en 1781 su familia le conocía por el apo-
No puede uno cortarse un hijo como se do de E l Huracán, y hoy todo el mundo le
corta un brazo; si esto fuera posible, yo llama MIRABEAU.
seria manco hace mucho tiempo. Des- Así, pues, hombre abortado, criatura dis-
pués de todo se ha podido corregir á otros locada, individuo de quien no podia sacarse
m á s débiles y m á s locos. Debemos resig- ningún partido, cabeza á propósito para que
narnos á aceptarle como Dios lo ha he- se la rompieran los insurgentes, verdadera
cho: yo por m i parte me resigno, y h a r é plaga era en 1781 Mirabeau para su fa-
por él lo que pueda, ya que tenemos esta milia.
obligación. Diez años m á s tarde, el 1.° de A b r i l
•—Pues e n c á r g a t e de él; yo no me en- de 1791, inmensa muchedumbre cubría
cargo. Es locura querer sacar partido de las avenidas de una casa de la Calzada
ese hombre: convendría enviarle, como de A n t i n . L a m u l t i t u d estaba taciturna,
dice su mujer, á los insurgentes, para que consternada, profundamente triste: en
le rompiesen la cabeza. T ú eres bueno y aquella casa estaba agonizando u n hom-
t u hijo es perverso; te ciega el deseo de bre.
querer tener nietos; pero para apagar ese E l gentío inundaba l a calle, el patio,
deseo piensa que Ciro y Marco Aurelio la escalera, l a antesala, y muchos indi-
hubieran sido muy dichosos si no hubie- viduos no se h a b í a n movido de allí en
ran nacido Cambises y Cómodo. tres días. Se hablaban en voz baja, como
¿Leyendo lo anterior no parece que si no se atrevieran á respirar, interro-
presenciamos una de esas escenas de la g á n d o s e con ansia los entrantes y los sa-
alta comedia doméstica, en las que l a lientes. Aquella m u l t i t u d , para el hom-
gravedad de Moliere casi equivale á la bre que allí vivía, era lo que una madre
grandeza de Corneille? ¿Se encuentra en para su hijo. Los médicos h a b í a n perdido
Moliére algo m á s notable y de mejor es- la esperanza de salvar al enfermo. De
tilo, algo m á s profundamente humano y vez en cuando circulaban entre los cir-
verdadero que esos dos respetables ancia- cunstantes unas hojas volantes que leían
nos, que el siglo diez y siete parece haber con avidez, y las mujeres sollozaban. U n
dejado olvidados en el siglo diez y ocho jó ven, en el paroxismo de su pesar, ofre-
como dos modelos de mejores costum- ció en alta voz abrirse una arteria para
bres? ¿No los veis, severos y preocupados, transfundir su sangre rica y pura en las
apoyarse en sus largos bastones, y re- empobrecidas venas del muribundo; to-
cordando en sus trajes á Luis X I V m á s dos, hasta los menos inteligentes, pare-
que á Luis X V y á Luis X I I I m á s que á cían abrumados por la idea de que con
Luis X I V ? ¿No hablan el mismo idioma aquel hombre iba t a l vez á morir un pue-
que Moliére y Saint-Simón? Este padre y blo. Esta idea preocupaba á casi todos
este tio son los dos tipos eternos de la co- los habitantes de P a r í s .
media; son el m a r q u é s y el comendador, E l moribundo espiró.
son Gerente y Aristo, la bondad y la dis- A los pocos minutos de haber excla-
creción; admirable dúo que con frecuencia mado el médico de cabecera ¡ha muerto!,
repite Moliére. el presidente de la Asamblea nacional
Lo notable en el presente caso consis- se levantó de su asiento y repitió: ¡ha
te en que la escena que acabamos de bos muerto! Uno de los principales oradores
quejar es verdadera. E l diálogo entre el de la Asamblea, Barreré de Vianxac, se
padre y el tio se entabló por medio de puso en pié, llorando, y exclamó, dejan-
cartas, cartas que ahora el público pue- do escapar m á s sollozos que palabras:
de leer ya; (1) y los dos ancianos sin sa- "Pido que la Asamblea haga constar en
berlo se engolfaron en una grave cues- el acta de deliberaciones de este día fu-
tión , en cuyo fondo aparecía uno de los nesto el sentimiento que le ha causado
ruás grandes hombres de nuestra histo- la pérdida de tan grande hombre, y que
ria; lo notable en este caso es t a m b i é n se invite en nombre de la patria á todos
(1) Véanse las Memorias de Mirabeau, ó mejor dicho so-
los miembros de la Asamblea á que asís-
bre M i r a b e a u , recientemente publicadas, tomo I I I . tan á los funerales,,.
TOMO IV. 10
74 OBRAS DE VICTOR HUGO.

U n sacerdote que pertenecía á la dere- A LOS GRANDES HOMBRES.


cha dijo: "Ayer, en medio de sus sufri- L a patria reconocida.
mientos, hizo llamar al señor obispo de „A1 Cuerpo legislativo le corresponde
A n t u n , y e n t r e g á n d o l e su obra sobre las decidir á q u é individuos se concederá se-
Sucesiones, que acababa de terminar^ le mejante honra.
suplicó que para darle la ú l t i m a prueba „Honorato E i q u e t t i Mirabeau se ha
de amistad se sirviese leerla á la Asam- hecho digno de recibirla.,.
blea. Este deber es sagrado, y el señor E l grande hombre de 1791 era el hom-
obispo de A n t u n debe ejercer a q u í las bre abortado de 1781.
funciones de albacea testamentario del A l dia siguiente el pueblo asistió á sus
grande hombre cuya pérdida lloramos,,. funerales, formando u n séquito de m á s
E l presidente Trouchet propuso que de una legua, en el que se echaba de
se enviase una comisión á los funerales; menos á su padre, que habia muerto,
la Asamblea respondió: Iremos todos. como convenia á un gentil-hombre de
Las secciones de Paris pidieron que se su clase, el 13 de Julio de 1789, la víspe-
le enterrase en el campo de la Federa- ra de l a caida de la Bastilla.
ción, bajo el altar de la patria. Con intención hemos comparado las
E l directorio del departamento pro- dos fechas de 1781 y 1791, las memorias
puso que se le diera por sepulcro l a nue- y la historia, el Mirabeau de antes y el
va iglesia de Santa Genoveva y que se Mirabeau de después, aquel juzgado por
decretase que este edificio se destinase su familia y éste juzgado por el pueblo.
para guardar las cenizas de ios grandes Este contraste ofrece un manantial ina-
hombres. A l ocuparse de este asunto gotable de meditaciones. ¿Cómo en diez
M r . Pastoret, procurador general, dijo: años el demonio de una familia se con-
"Las l á g r i m a s que se derraman por la virtió en el dios de una nación? Profunda
pérdida de un grande hombre no deben cuestión es esta.
ser estériles. Muchos pueblos de la anti-
g ü e d a d encerraron en monumentos se- II.
parados á sus sacerdotes y á sus héroes.
Esta especie de culto que tributaban á la No se crea que desde el momento en
piedad y al valor, debemos rendirlo ac- que salió ese hombre del seno de la fa-
tualmente al que procuró la libertad y milia y se presentó ante el pueblo, fué
l a felicidad de los hombres. E l templo de en seguida y por aclamación aceptado
l a religión debe ser el templo de la p á como dios. Nunca sucede eso: siempre se
tria, y la tumba de un grande hombre levanta la envidia donde descuella el
debe convertirse en el altar de l a liber génio. Sucedió por el contrario, que has-
tad„. ta la hora de su muerte á n i n g ú n hom-
L a Asamblea aplaudió estas palabras. bre se despreció tanto y tan comple-
Barnave exclamó: "Merece efectiva tamente como á Mirabeau. Cuando fué
mente los honores que la nación debe nombrado diputado por A i x y llegó á
conceder á los grandes hombres que la los Estados generales, no escitó la envi-
sirven bien.;; dia de nadie. Como era desconocido y
Hobespierre, es decir, la envidia, se le- tenia mala fama, los hombres bien repu-
v a n t ó t a m b i é n y dijo: "No es oportuno tados no se ocupaban de él; era feo y de
ahora, que en todas partes se oyen los mala traza, y le compadecían todos los
lamentos que escita la pérdida del hom- que se veían favorecidos por los dones de
bre ilustre que en épocas críticas ha des- la naturaleza.
plegado tanto valor contra el despotis Su traje negro borraba su nobleza y
mo, oponerse á que se le tributen estas las viruelas su fisonomía. ¿Quién habia
distinciones honrosas. Apoyo la proposi- de envidiar aquella especie de aventu-
ción con todo m i poder, ó mejor dicho, rero, requerido por la justicia, deforme
con toda m i sensibilidad.,, de cuerpo y de rostro, que estaba ar-
Aquel dia no hubo derecha n i izquier- ruinado y que los electores de A i x en-
da en la Asamblea nacional, que por viaron á los Estados generales, sin duda
unanimidad p r o m u l g ó el siguiente de por inadvertencia ó sin saber por qué?
creto: Nadie, pues, le hacia caso; cualquier
" E l nuevo edificio de Santa Q-enoveva diputado simpático y rico que estuviera
queda destinado para guardar las ceni- á su lado era m á s digno de considera-
zas de los grandes hombres. ción. N i ofuscaba ninguna vanidad, n i
„ Encima del frontispicio se g r a b a r á n servia de obstáculo á n i n g ú n preten-
estas palabras: diente; era un guarismo cualquiera que
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA. 75
apenas entraba en los cálculos de las como á éste, su mala educación le hizo
ambiciones rivales. Poco á poco, esto brotar un vicio en la raiz de cada v i r -
no obstante, como llegaba el crepúsculo tud. Era orador porque, merced á las
para todas las antiguallas, se formó bas- grandes brechas que abrieron los sacu-
tante oscuridad alrededor de la monar- dimientos de 1789, pudo extravasar á l a
quía para hacer visible el resplandor sociedad todas sus efervescencias interio-
propio y sombrío de los grandes hom- res, que durante mucho tiempo compri-
bres revolucionarios. Mirabeau empezó mió la familia; porque, brusco, desigual,
á brillar. violento, vicioso, cínico, sublime, difuso,
Entonces se acercó la envidia á su res- incoherente, con m á s instintos que
plandor como las aves nocturnas van á pensamientos, con los piés manchados y
buscar la luz. Desde aquel momento la con la frente radiante, era semejante á
envidia se apoderó de Mirabeau para no los años ardientes en que resplandeció y
soltarle nunca. en los que cada dia pasaba llevando
Ante todo, lo que parece e x t r a ñ o , marcada su palabra en la frente. A los
pero no lo es, lo que la envidia le dispu- hombres imbéciles que desconocían su
tó hasta su muerte, lo que le n e g ó cara a época, que dirigían á Mirabeau l a pre-
cara, sin escasearle por esto otras inju- gunta de si realmente se creia orador,
rias, fué precisamente lo que l a posteri- se les hubiera podido responder estas
dad considera como su verdadero t í t u l o . palabras: " P r e g u n t á d s e l o á l a m o n a r q u í a
Su genio de orador. Este es el camino que espira; p r e g u n t á d s e l o á la revolu-
que l a envidia sigue siempre; arroja ción que empieza.,, Hoy, que nadie pone
constantemente piedras á l a fachada en duda su talento oratorio, cuesta tra-
m á s hermosa del edificio. Fuerza es con- bajo creer que en 1790 muchas gentes,
venir respecto á Mirabeau que la envi- entre ellas algunas que eran amigas de
dia podia disponer de buenas razones. Mirabeau, le aconsejasen que por su pro-
Prohitas: el orador debe ser hombre sin pio interés debia abandonar la tribuna, don-
tacha, y á Mirabeau puede reprochársele de jamás conseguiria un éxito completo. Las
mucho; prestantia: el orador debe tener cartas que esto dicen las tenemos á l a
buena presencia, y Mirabeau era feo; vista.
vox ammena: el orador debe tener un Trabajo cuesta t a m b i é n creer que en
timbre de voz agradable, y Mirabeau aquellas memorables sesiones, en l a s
tenia l a voz dura, áspera y chillona; tro- que él agitaba á la Asamblea, en las
naba siempre, no hablaba nunca; subri- que con su mano poderosa lograba que
sus audencieus: el orador debe ser bien se chocasen las ideas sonoras del mo-
quisto de su auditorio, y la Asamblea mento, en las que forjaba y amalgama-
odiaba á Mirabeau, etc. etc. Por todas ba con habilidad en sus palabras su
estas razones decian muchos: Mirabeau pasión personal y la pasión de todos, que
no es orador. antes y después, y mientras hablaba,
Pero esos raciocinios, lejos de probar resonasen los aplausos, siempre envuel-
esto, solo probaban que los Cicerones no tos en risas y en silbidos. Los periódicos
habian previsto á los Mirabeaus. I n d u - y los folletos de la época son u n tejido de
dablemente éste no era orador como injurias y de violencias contra el genio
aquellas gentes comprendían esta pala- de aquel hombre; le z a h e r í a n por cual-
bracero lo era á su modo, s e g ú n su na- quier cosa, pero su m o n o m a n í a era c r i t i -
turaleza, según su organismo, s e g ú n su carle continuamente la voz ruda y áspe-
alma, según su vida: era orador porque ra y su palabra siempre tenante. ¿Qué
le odiaban, como Cicerón í u é orador por contestación dar á esto? Que tenia l a
el afecto que le profesaban sus conciu- voz ruda, porque al parecer habia pasa-
dadanos; era orador por su fealdad, como do ya el tiempo de las voces dulces; que
Hortensio lo era por su hermosura. Era tronaba su palabra, porque los aconteci-
orador porque habia sufrido, porque ha- mientos tronaban t a m b i é n , y cuando
bla quebrado; porque, jóven t o d a v í a , se estos son gigantescos, es propio de los
vió rechazado, escarnecido, difamado, hombres de alta talla elevarse hasta
desterrado, preso y condenado; porque, ellos.
como el pueblo de 1779, á quien él sim- Además, y esta es la t á c t i c a que se
boliza, habia permanecido en m i n o r í a y sigue siempre contra los génios, parece
en tutela después de haber entrado en que estén de acuerdo siempre todos los
la edad de la razón; porque la paterni- partidos, por medio de una convicción
dad fué dura para el pueblo; porque, tácita, para oponerle y preferirle en to-
como el pueblo; estuvo mal educado, y das ocasiones otro orador, h á b i l m e n t e
76 ÜBRA.S DE VICTOR HUGO.

escogido por la envidia y que excite las parte perfecto contraste. Cuando se le-
mismas simpatías políticas. A Mirabeau vantaban á hablar en la Asamblea, Bar-
le opusieron Barnave. Siempre sucede lo nave hacia sonreír á los asistentes y
mismo. Mirabeau provocaba una tempestad. Bar-
E n época determinada acontece á ,ve- nave conquistaba la ovación del mo-
ces que representan la misma idea á u n mento, el triunfo pasajero, la gloria en
tiempo, pero en grados diferentes, un la Gaceta, los aplausos generales. Mira-
hombre de genio y u n hombre de ta- beau producía la lucha y la tempestad.
lento. Para el hombre de talento esta Barnave era un joven hermoso y que se
posición es una suerte; consigue la gloria expresaba con gran fluidez. Mirabeau,
presente é incontestable, pero esa gloria como decia ingeniosamente Rivarol, era
se desvanece con celeridad. L a envidia y un monstruoso parlanchin. Barnave era
el ódio acometen directamente al m á s uno de esos hombres que cada vez que
fuerte. hablan miden á su auditorio, toman el
Rivarol decia: Mirabeau es más escritor pulso al público y no se aventuran m á s
y Barnave es más orador.—La sesión me- allá de la posibilidad de ser aplaudidos, se
morable del 13, escribía Chamfort, es la inclinan siempre servilmente ante el dios
que ha acabado de probar la preeminencia, éxito, llegan á la tribuna, algunas veces
demostrada hace mucho tiempo ya, de Bar- con la idea del dia, otras con la de l a
nave sobre Mirabeau como orador.—Mira- víspera, pero j a m á s con la del dia si-
beau ha muerto, murmuraba M . Target guiente, porque no se atreven á tanto, y
estrechando la mano de Barnave; su dis- tienen l a facundia nivelada, llana y Añi-
curso sobre la fórmula de la promulgación da, sobre la que hacen caminar y circu-
lo ha matado.—Barnave, habéis enterrado á lar con sus diversos bagajes las ideas co-
Mirabeau, a ñ a d i a Duport, aprobando sus munes de su tiempo; Mirabeau, por el
palabras la sonrisa de Lameth.—Q-oupil contrario, era el hombre de la idea nue-
decia: Barnave gusta y Mirabeau apesa- va, de la iluminación repentina, de la
dumbra.—El conde de Mirabeau tiene ras- proposición arriesgada; fogoso, descabe-
gos, decia Camus, pero nunca pronunciará llado, imprudente, inesperado siempre,
un verdadero discurso.—En vano Mirabeau chocando, hiriendo y derribando, sin
se fatiga y suda, decia B;Obespierre; nunca obedecer á nadie m á s que á sí mismo,
llegará á la altura de Barnave, que no ma- buscando el éxito sin duda, pero después
nifiesta tantas pretensiones y que vale más de buscar otras cosas, y gozando m á s en
queJl. Esas envidiosas injusticias araña- obtener en su corazón el aplauso de las
ban á Mirabeau y le hacian sufrir en pasiones que el aura popular en las t r i -
medio de su poder y de sus triunfos. Si bunas. Ardiente, rápido, profundo, raras
el ódio que le profesaban no hubiera en- veces transparente, j a m á s vadeable, ha-
contrado, para ponerle enfrente, á un cia salir mezcladas con su espuma todas
hombre de talento, le hubieran pues- las ideas de su época. L a elocuencia de
to una m e d i a n í a . L a envidia no mira Barnave al lado de la de Mirabeau se
nunca la clase de la tela que le sirve de semejaba á un camino real que costea
bandera. E n su época, Mairet fué pre- un torrente.
ferido á Corneille y Prandon á Racine. Hoy, que la gloria de Mirabeau está
T o d a v í a no han pasado cien años desde sólidamente cimentada, apenas nos pa-
que Voltaire exclamaba: "Se atreven á rece creíble la dureza con que le trataron
preferir á m í al bárbaro Crevillon;,. E n sus colegas y sus contemporáneos. Mien-
1808, Greoífroy, que era entonces el crí- tras hablaba, GKllerny exclamaba: M i -
tico m á s afamado de Europa, decia que rabeau es un malvado, un asesino. A m b l y
M . Lafon era superior á Taima. E n 1798, y de Lantree vociferaban: Mirabeau es un
Moreau era preferido á Bonaparte, y gran pordiosero, etc., etc.
en 1815, Wellington á Napoleón. Repe Algunas veces el ódio que le manifes-
timos que encontramos e x t r a ñ o que M i taba gran parte del auditorio dejaba
rabean se irritase de semejantes miserias: huellas en su elocuencia, y en medio de
su paralelo con Barnave le ofuscaba. Si su magnífico discurso sobre la regencia,
hubiese penetrado en el porvenir, se hu por ejemplo, se escapaban de sus labios
biera sonreído; pero generalmente el de palabras desdeñosas, melancólicas, sen-
fecto de los oradores políticos estriba en cillas y altivas, que convendría que me-
fijar demasiado la vista en los contem ditaran los hombres que se encuentren
poráneos y en no mirar bastante á la en situación a n á l o g a . Decia: ^Mientras
posteridad. estaba hablando y desenvolvía mis pri-
Barnave y Mirabeau ofrecían por otra meras ideas sobre la regencia, he oido ex-
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA. 77
clamar, con la seguridad deliciosa á que aplaudiendo, y bajo la impresión de sus
estoy acostumbrado hace tiempo: ¡Eso es aplausos y con frecuencia contra su vo-
absurdo! Eso es extravagante! ¡Eso no se de- luntad escribía la legislatura. Folletos,
Ha proponer! IJOS que eso dicen debian libelos, calumnias, injurias, interrupcio-
reflexionar antes de decirlo^. Así se ex- nes, amenazas y silbidos, eran guijarros
presaba el 25 de Marzo de 1791 siete dias arrojados á la corriente de su palabra, que
antes de morir. solo servían para hacerla echar espuma-
Fuera de la Asamblea la prensa le ata- rajos á cada momento. Para nada m á s .
caba con furor, y llovían libelos sobre él. Cuando el orador soberano, impulsado
Los partidos extremos le hacian sufrir por idea súbita, subia á la tribuna; cuan-
igual tortura. E l nombre de Mirabeau se do se encontraba cara á cara con el pue-
pronunciaba con el mismo acento en el blo; cuando estaba allí de pié, dominan-
cuartel de los guardias de Corps que en do á l a envidiosa Asamblea, como el
el club de los Franciscanos. Champcene Hombre-Dios sobre el mar, sin que ella le
decía: Ese hombre tiene viruelas en el alma. tragase; cuando su mirada sardónica y
L á m b e s e proponía que le prendieran vein- luminosa, fija desde lo alto de la tribu-
te soldados y que le llevaran á presidio. na en los hombres y en las ideas de su
Marat escribía: "Ciudadanos, levantad tiempo, medía la pequeñez de los hom-
ochocientos patíbulos, ahorcad á todos bres con la grandeza de las ideas, enton-
los traidores, y a l frente de ellos al infa- ces n i le calumniaban, n i le silbaban, n i
me primogénito de los Biquetti,,. Procu le injuriaban; cuando este hombre des-
rando Mirabeau que la Asamblea nació plegaba su génio, su rostro resplandecía
nal no persiguiera á Marat, se contentó y todo se desvanecía ante él.
con responder: "He visto que se publican Mirabeau, en 1791, era al mismo tiem-
extravagancias, y acabo de leer u n parra po odiado y querido: era u n génio que
fo escrito por un hombre ébrio,,. aborrecían los eruditos y era un hombre
De modo que hasta el 1 de A b r i l de que amaba el pueblo. Ilustre y apeteci-
1791, Mirabeau es un pordiosero, un extra- da fué la existencia de este hombre, que
vagante, un malvado, un asesino, un loco, disponía á su autojo de todas las almas
un orador de segundo orden, una medianía, que se dirigían al porvenir; que con m á -
un hombre muerto, un hombre enterrado, un gicas palabras y por medio de una al-
monstruoso parlanchin, m á s escarnecido y quimia misteriosa convertía en pensa-
silbado que aplaudido; L á m b e s e propone mientos, en sistemas, en planes de mejora
que se le mande á presidio y Marat á la y de reforma los vagos instintos de las
horca. Muere el 2 de A b r i l y el 3 se i n - multitudes; que nutria el espíritu de su
venta para ól el P a n t e ó n . tiempo con todas las ideas que su gran
Grandes hombres, morid hoy si queréis inteligencia desmenuzaba sobre la mu-
tener razón m a ñ a n a . chedumbre; que sin descanso y á brazo
partido sacudía y azotaba en la tribuna,
III. como se hace con el trigo en la era, los
hombres y las cosas de su siglo, para se-
E l pueblo, que tiene un sentido par- parar la paja que la república debía
ticular y singularmente recto el rayo consumir del grano que la revolución
visual, que no es rencoroso porque es tenia que fecundar; que producía insom-
fuerte, n i envidioso porque se siente nios á u n mismo tiempo á Luis X V I y á
grande; el pueblo, aunque es u n niño, Robespierre; á Luis X V I por atacar su
conoce á los hombres, y estaba al lado trono, y á Robespierre porque le hubie-
de Mirabeau. Este era la i m á g e n del ra atacado la guillotina; que cada m a ñ a -
pueblo de 1789, y el pueblo de 1789 era na al levantarse podría preguntarse: ¿Qué
la i m á g e n de Mirabeau. Para el hombre voy á destruir hoy con m i palabra? Era
pensador no hay espectáculo tan bello papa, en el sentido de guiar las concien-
como el estrecho maridaje del génio y de cías, y Dios, en el sentido de guiar los
las masas. acontecimientos.
Negaban influencia á Mirabeau y la Murió á tiempo; su cabeza soberana y
tenia prodigiosa. Después de todo, era sublime, que coronó el 91, l a hubiera
siempre el que tenia razón; pero tenia cortado el 93.
razón para la Asamblea por medio
del pueblo, y mandaba á las sillas cu- IV.
rules por su influencia en las tribu-
nas. L o que decia Mirabeau con pa- Siguiendo paso á paso l a vida de M i -
labras precisas, la m u l t i t u d lo repetía rabeau desde su nacimiento hasta su
78 OBRAS DE VICTOR HUGO.

muerte, desde l a humilde pila bautismal A los v e i n t i ú n años empezó á es-


del Bignon hasta el P a n t e ó n , se vé que, cribir una historia de Córcega en el
como todos los hombres de su temple y momento en que u n genio nacia en di-
de su talla, estaba predestinado. cha isla. (1) ¡Singular instinto de los
E l niño que nació bajo sus auspicios grandes hombres!
no podia dejar de ser un grande hombre. Por esa época su padre, que le tenia
A l venir al mundo, el t a m a ñ o desme- muy sujeto, hizo de ól este e x t r a ñ o pro-
surado de su cabeza puso en peligro la nóstico: Es una botella tapada cuidadosa-
vida de su madre, y cuando la antigua mente desde hace veintiún años; si alguna ves
m o n a r q u í a francesa, su madre segunda, se destapa de repente y sin precaución, se
dió á luz su reputación, le faltó t a m b i é n escapará todo el líquido.
poco para morir. A los veintidós años le presentan en
A la edad de cinco años su preceptor la corte, y madama Isabel, que en-
Poisson le dijo u n dia que escribiera lo tonces tenia seis, le pregunta si lo han
que se le ocurriese. E l chicuelo, dice su inoculado. Esto hace reir á todos los cor-
padre, escribió lo siguiente: "Caballero, tesanos. No le hablan inoculado, pero en-
yo os suplico que escribáis con cuidado, cerraba el g ó r m e n de un contagio que
que no hagáis borrones en las planas de m á s tarde habia de invadir al pueblo.
l a muestra, que obedezcáis á vuestro pa- Se presentó en la corte con despejo,
dre, á vuestra madre y á vuestro maes- irguiendo la frente como el rey, lo que
tro; que no los contradigáis; nada de fué e x t r a ñ o para todos y odioso para
sutilezas; sobre todo respecto al honor no muchos. Tenia el terrible don de la fami-
ataquéis á nadie si no os atacan. De liaridad, como decia Gregorio el Grande.
fended á la patria. No seáis malo con los A los veinticuatro años su padre, que
criados, pero no tengáis familiaridades era un filósofo agrícola, pretende llevar-
con ellos. Ocultad los defectos del pró- se consigo á su hijo y convertirlo en r u -
gimo, porque t a m b i é n podéis tener ral, pero no puede lograrlo. "¡Es difícil
los,, (1). manejar la boca de ese animal fogoso!,,
Cuando tenia once años, el duque de exclama el anciano. Su tio el bailío,
Nivernois escribía de él lo siguiente: " E l después de examinar al jóven á sangre
otro dia, en los premios que á la carrera fria, exclama: "Si no es peor que Nerón,
se disputan en m i casa, salió vencedor será mejor que Marco Aurelio,,. "Pues
obteniendo por recompensa un sombre bien, dejemos madurar esa fruta verde,,,
ro; se volvió hacia un adolescente que contesta el m a r q u é s .
llevaba gorra, y poniendo el sombrero A. los treinta años maduró la fruta.
que gastaba en la cabeza del adolescen Empiezan ya á relucir las novedades
te, le dijo: Toma, que yo no tengo dos cabe ante las profundas miradas de Mirabeau.
zas. E n aquel momento el jóven me Se vé que en ól rebosan las ideas. 8u ce-
pareció el emperador del universo; algo rebro es un horno repleto, dice el prudente
divino transpiró r á p i d a m e n t e en su ac- bailío.
t i t u d . Soñó, lloró y la lección me fué Hó a q u í lo que era Mirabeau á los
muy provechosa,,. treinta años, descendiendo de un hom-
Cuando cumplió doce años, su padre bre que se habia definido á sí mismo de
decia: "Oculta un gran corazón su traje este modo: " Y o también, señora, á los
de n i ñ o . Tiene e x t r a ñ o instinto de or tres años peroraba, á los seis era u n pro-
güilo, pero de orgullo noble. Es un em digio, á los doce una esperanza, á los
brion de u n matamoros desmelenado veinte una pólvora, á los treinta un po-
que quiere tragarse el mundo entero lítico teórico y á los cuarenta, como soy
antes de haber cumplido los doce ahora; u n hombre cualquiera,,.
años.,, (2) A los cuarenta años Mirabeau es un
A los diez y seis años era tan atrevido grande hombre; es el hombre de la re-
y tan altivo, que el príncipe de Conti le volución; estalla á su alrededor una de
p r e g u n t ó : ¿Qué harías tú si yo te diese un esas formidables a n a r q u í a s de ideas, en
bofetón? E l contestó: Me hubiera visto em las que se funden las sociedades que han
harasado para responder antes de inventar- pasado, y Mirabeau es el déspota de esa
se las pistolas de dos tiros. anarquía.
E l fué quien, permaneciendo silencio-
(1) Este extraio documento se cita textualmente en una so hasta entonces, dijo á Mr. Brezó el 23
carta del marqués dirigida al bailío de Mirabeau en 9 de D i -
ciembre de 1754.
de Junio de 1789: Decid á vuestro amo...
(2) Carta inédita dirigida á la condesa áe Rochefort el 29 de
Novienabre de 1761. (1) El 15 de Agosto de 1759: Napoleón.
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA. 79
Vuestro amo era el rey de Francia, y las muerte, la Providencia le venda los ojos;
anteriores palabras equivalían á levan- y es cosa e x t r a ñ a que lo m á s grandioso
tar una frontera entre el trono y el pue- de la historia de una sociedad dependa
blo. Representaba á la revolución que con frecuencia de la m á s insignificante
dejaba escapar su grito; nadie se habia Dequeñez de la vida de u n hombre.
atrevido á tanto antes de Mirabeau. Los L a primera parte de la vida de M i -
grandes hombres son los destinados á rabeau la llena Sofía y la segunda la
pronunciar las palabras que deciden las revolución: primero una tempestad do-
épocas. méstica, después una tempestad políti-
Más tarde i n s u l t a r á n á Luis X V I m á s ca. Cuando se examina de cerca su des-
gravemente en la apariencia, le arrastra- aino, se comprende lo que hay en él de
r á n por el fango, le c a r g a r á n de cadenas ::atal y necesario. Los desvíos de su cora-
y le silbarán en el cadalso. L a república zón se explican por los sacudimientos de
del gorro rojo le a g a r r o t a r á , dicióndole su vida.
palabras groseras y l l a m á n d o l e Luis Ca- Fijaos bien: nunca las causas se han
peto; pero no se le dirá nada tan terrible igado tan cerca de los efectos. L a ca-
como aquella palabra fatal de Mirabeau: sualidad le dá un padre que le enseña á
"Decirle Luis Capoto, es herir á la majes- despreciar á su madre, y una madre que
tad en el rostro; decirle vuestro amo, es he- le enseña á odiar á su padre; le entrega
rirla en el corazón,,. en manos del preceptor Poisson, que no
Desde que Mirabeau pronunció esas profesa afecto á los niños y que le trata
palabras se constituyó en el hombre de con dureza porque es contrahecho y feo;
la nación, en el hombre que necesitaba lo entrega al criado Grevin, que es espía
aquel siglo en sus postrimerías. F u é po cobarde de sus enemigos; le d á una ma-
pular sin ser plebeyo. ¡ E x t r a ñ a rareza en drastra (no casada) que le detesta porque
aquellos tiempos! L a vida pública absor- no es hijo suyo; una esposa que le re-
be su vida privada. Honorato Eiquetti, chaza; le d á nobleza, que reniega de él,
que es hombre perdido, será en lo su y le entrega en poder de unos jueces
cesivo ilustre, escuchado y digno de que le condenan á muerte, y luego en
consideración. E l amor del pueblo le sir- manos de Luis X V , que le encierra en la
ve de coraza contra los sarcasmos de sus Bastilla. De modo que, padre, madre,
enemigos. Su persona será la m á s escla- mujer, preceptor, magistratura, nobleza
recida que contemple la m u l t i t u d . Los y rey, es decir, cuanto rodea y presta
t r a n s e ú n t e s se p á r a n cuando él atraviesa apoyo á la existencia del hombre en el
una calle, y durante los dos años que órden legítimo y natural, todo es para él
llena con su fama, en todas las esquinas enemigo, obstáculo, ocasión de caida. L a
de las paredes de Paris los muchachos familia y la sociedad son para él madras-
del pueblo escribirán correctamente su tras, y en la vida solo encuentra que le
nombre, que, ochenta años a t r á s , Saint aman dos cosas irregulares y sublevadas
Simón se desdeñaba de escribir bien. (1) contra el órden; la querida y la revolu-
Se encuentran sorprendentes parale con. No debemos, pues, e x t r a ñ a r que por
lismos en la vida de ciertos hombres. la querida rompa todos los vínculos do-
Cromwell, desconocido todavía y deses- mésticos y que por la revolución rompa
perado de tener porvenir en Inglaterra, todos los lazos sociales, como no debe-
quiere irse á l a Jamaica, pero se lo mos asombrarnos de que el demonio de
impiden los reglamentos de Cárlos I . la familia se convierta en el ídolo de
E l padre de Mirabeau, no viéndolo tam- la mujer sublevada contra el marido y
poco en Francia para su hijo, quiso en- en el Dios de la nación divorciada de
viarlo á las colonias holandesas, pero se su rey.
opuso á esto una órden del rey. Pues
bien; quitad á Cromwell de la revolución V.
de Inglaterra y á Mirabeau de la revolu
cion de Francia, y quitareis quizá dos pa E l sentimiento que causó la muerte de
tíbulos de las dos revoluciones. ¡Quién Mirabeau fué u n á n i m e , nacional. Pre-
sabe si la Jamaica hubiera salvado á C á r sentíase que algo del sentimiento público
los I y la Batavia á Luis X V I ! . . . desaparecía con su alma; pero hay u n
Pero el rey de Inglaterra quiso retener hecho sorprendente y que es preciso re-
á Cromwell y el rey de Francia á Mira ferir, porque seria Cándido atribuirlo á la
beau. Cuando u n rey está condenado a d m i r a c i ó n arrebatada é irreflexiva de
los contemporáneos; este hecho fué que
(1) Saint-Simon escribía M i r e b a u t . la corte vistió luto como el pueblo. Sen-
80 OBRAS DE VICTOR
uTOR HUGO.

timiento invencible de pudor nos impide preciso meter en los herrajes una espada
sondear a q u í ciertos misterios, partes ver- á guisa de cerrojo.
gonzosas del grande hombre, que por
otra parte se pierden felizmente en las VI.
colosales proporciones del conjunto; pero
parece probado que en los últimos dias Hemos descrito lo que Mirabeau ha
que vivió, la córte tenia esperanzas de sido en la familia y luego lo que fué en
atraérselo. Es evidente que en aquella la nación: réstanos examinar lo que será
época Mirabeau t r a t ó de refrenar m á s de en la posteridad. A pesar de las justas
una vez el movimiento revolucionario; reconvenciones á que se hizo acreedor,
que tuvo momentos en que manifestó creemos que no se eclipsará la grandeza
deseos de parar y de restablecer el equi- de Mirabeau. L a posteridad absuelve de
librio; que á pesar de sus brios seguía sus faltas á los grandes hombres.
jadeante la marcha, cada vez m á s acelera- E n la actualidad, que casi todas las
da, de las ideas nuevas, y que t r a t ó en al- semillas que p l a n t ó han dado sus frutos,
gunas ocasiones de parar las ruedas de y que hemos probado que son la mayor
aquella revolución que él hizo mover. parte buenos y sanos, aunque algunos
A u n hay muchos que creen que si M i - amarguen; en la actualidad, que lo
rabeau hubiese vivido m á s tiempo, hu- bueno y lo malo de su vida no ofrecen
biera concluido por refrenar el movi- disparidad á la vista; en la actualidad,
miento que desencadenó. Se apoyan en que no hay ya para su génio adoración
esta opinión en una frase que dicen que y execración, y su memoria que se arras-
pronunció Mirabeau en el lecho de muer- tró en el fango, y se besó en el altar,
te, frase cuya autenticidad es dudosa. ya se ha retirado del p a n t e ó n de Voltai-
Muerto él, la m o n a r q u í a estaba perdida. re y la cloaca de Marat, podemos de-
Si Mirabeau hubiese vivido quizá no cirlo francamente, Mirabeau es grande.
tuviera tan trágico fin Luis X V I . Le ha quedado el olor del panteón y no
la hediondez de la cloaca. L a imparcia-
Creemos que se e n g a ñ a n los que en- lidad histórica, al limpiar en el arroyo l a
tonces tenian esta persuasión y los que cabellera sucia, le ha dejado la aureola;
la tienen ahora, y hasta el mismo Mira- lavó el barro del rostro y le dejó ra-
beau, si tan poderoso se creia. diante.
L a revolución francesa no era u n hecho Después de darnos cuenta del inmen-
sencillo; era u n hecho complejo, y no so resultado político que ha producido
bastaba que Mirabeau saliese de ella para la totalidad de sus facultades, podemos
que terminase. L a revolución francesa considerar á Mirabeau bajo dos aspectos:
se componía del pasado y del porvenir; como escritor y como orador. No partici-
Mirabeau solo era su presente. Para i n - pamos de la opinión de Eivarol; cree-
dicar nada m á s a q u í que dos de sus mos que Mirabeau vale m á s como ora-
puntos culminantes, diremos que la revo dor que como escritor.
lucion francesa se confundía con Riche Su padre, el marqués, tenia dos clases
lieu en ei pasado y con Bonaparte en el de estilo, como si tuviera dos plumas en
porvenir. su tintero. Cuando escribía un buen l i -
Las revoluciones ofrecen la p a r t í c u l a bro para el público y trataba de produ-
ridad de que no se las puede matar cir efecto, el gran señor se embozaba, se
cuando están pujantes. Por otra parte, atiesaba, ocultaba su pensamiento, ya
aun dando á la cuestión menos impor- de por sí bastante oscuro, en las ampulo-
tancia de la que tiene, debemos observar, sidades de la expresión, y con estilo
en los sucesos políticos sobre todo, que lo r a m p l ó n é hinchado á la vez, pesado,
que un hombre hace, casi siempre lo cargado de neologismos, descolorido é
deshace otro. Mirabeau del 91 era i m - incorrecto, disfrazaba su natural é i n -
potente contra Mirabeau del 89. Su obra contestable originalidad. Como escritor,
era m á s fuerte que él. era mitad gentil-hombre y mitad filóso-
Los hombres como Mirabeau no son fo, y prefería Quesnay á Sócrates y Le-
las cerraduras que pueden cerrar las fragne dePompignan á Píndaro; era ha-
puertas de las revoluciones; solo son los bitante anfibio de los ensueños del siglo
goznes sobre que giran al cerrarse y al diez y ocho y de las preocupaciones del
abrirse. Para cerrar la puerta fatal sobre siglo diez y seis. Pero cuando quería es-
cuyos tableros pesan todas las ideas, to cribir una carta, cuando se olvidaba del
dos los intereses y todas las pasiones que público y se dirigía á su venerable her-
están m a l avenidas en la sociedad, es mano el bailío, ó á su hija, ó bien á ma-
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFÍA. 81
dama de Rochefort, ge dilataba aquel comprimidos en aquel cerebro, donde
e s p í r i t u entumecido de pretensiones, y retumba el trueno y donde estalla el
en la carta familiar é í n t i m a derramaba rayo.
su pensamiento, vivo, original, florido, Pero Mirabeau hablando es grande: es
curioso, chispeante, profundo, natural el agua que mana, la ola que espumea,
y gracioso con el majestuoso estilo de el fuego que chispea, el pájaro que vue-
L u i s X I V , que Saint-Simon sabia ha- la, es algo que hace su ruido propio, es
blar con todas las cualidades del hom- la naturaleza que cumple su misión.
bre y madama Sevigné con todas las Sus contemporáneos están acordes en
cualidades de la mujer. Puede juzgarse que Mirabeau en la tribuna es un ser
de su estilo por los fragmentos que he- magnífico. Solo allí está íntegro y todo-
mos citado. L a diferencia que hay de poderoso. Allí no tiene delante n i mesa,
los libros á las cartas del m a r q u é s de n i papel, n i escribanía erizada de plu-
Mirabeau es sorprendente, casi increí- mas, n i gabinete solitario; nada de si-
ble. Buffon no comprendería esta varie- lencio n i de meditación; allí tiene u n
dad del escritor. Era u n hombre que po- m á r m o l donde puede golpear, una esca-
seía dos estilos. lera que puede subir corriendo, una t r i -
Respecto á esto el hijo se parecía algo buna como j a u l a de bestia feroz, donde
al padre. Puede decirse, con algunas puede irse aquí y allá, andar, pararse,
modificaciones y restricciones, que hay cruzarse de brazos, crispar los puños,
la misma diferencia entre su estilo es- pintar la palabra con el gesto, iluminar
crito y su estilo hablado. E l padre se una idea de una ojeada; tiene delante
hallaba en su elemento en una carta y un m o n t ó n de hombres que puede mirar
el hijo en u n discurso. Para estar en su fijamente, un gran t u m u l t o que es u n
centro, para ser naturales, aquel necesi- magnífico a c o m p a ñ a m i e n t o para la voz
taba l a familia y éste la nación. que truena; la m u l t i t u d que ódia al ora-
Mirabeau escribiendo es inferior á M i - dor, la Asamblea rodeada de la m u l t i t u d
rabeau hablando. Su pensamiento basta que le ama, del pueblo; tiene á su aire-
siempre para abarcar el asunto, pero su redor todas las inteligencias, todas las
estilo no basta siempre á su pensamien- m e d i a n í a s , todas las pasiones, todas
to. Su idea es constantemente grande y las naturalezas diversas que él conoce
elevada, pero al salir de su espíritu se á las que puede hacer producir el
encorva y se empequeñece bajo l a ex- sonido que le agrade, cual si tocara las
presión, como el que pasa por una puer- teclas de inmenso clavicordio, y tiene
ta m u y baja. Exceptuando las elocuen- encima de él l a bóveda de l a sala de la
tes cartas dirigidas á madama de Mon- Asamblea constituyente, hácia l a que
nier, donde se muestra natural, en las se dirigen sus miradas con frecuencia,
que habla m á s que escribe, y que son para buscar en ella pensamientos; que
discursos amorosos, como sus discursos derriban m o n a r q u í a s con las ideas que
en la Constituyente son arengas revolu- caen de semejante bóveda sobre seme-
cionarías, el estilo de todos sus escritos j a n t e cabeza.
es en general mediocre, pastoso, m a l E n l a tribuna todo era poderoso en
perjeñado, blando al final de las frases, Mirabeau; su genio, brusco e irregular,
seco en muchas partes, con colorido em- era imperativo. Tenia el hábito de hacer
p a ñ a d o , lleno de epítetos vulgares, po- u n movimiento colosal con los hombros,
bre de i m á g e n e s y ofreciendo en algunos como el elefante que v á cargado con una
casos extraños mosáicos de metáforas. torre. Su voz, hasta cuando solo lanzaba
A l leerle se conoce que sus ideas no son una palabra desde su asiento, tenia el
las de los grandes prosistas; de materia acento tan formidable y tan revolucio-
blanda y maleable, que se preste á los nario que se distinguía en la Asamblea,
floreos de la expresión, que se insinúe como el rugido del león en la casa de
hirviente y líquida en todos los rincones fieras. Cuando sacudía l a cabeza, su ca-
del molde en que la vierta el escritor, y bellera tenia algo de la melena. Sus
luego se coagule; que primero sea lava y cejas se movían como las de J ú p i t e r ; sus
m á s tarde granito. Se presiente a l leerle manos algunas veces parecía que ama-
que se han quedado muchas ideas en su saban el m á r m o l de la tribuna; el con-
cerebro, que el papel no contiene todo el junto de su fisonomía, de su actitud y de
pensamiento del que lo ha emborronado, su figura respiraban orgullo pictórico,
que su genio no se aviene á derramar que no carecía de grandeza. Su cabeza
toda l a savia en u n libro y que la pluma era de fealdad grandiosa y fulminante,
ño es el mejor conductor de los fluidos y h a b í a momentos en que causaba efecto
TOMO IV.
82 OBRAS DE VICTOR HUGO,

eléctrico y terrible. E l genio de la revo- 6 de Octubre las filas del regimiento


lución, al formarse una fuerte egida con de Flandes, con el sable en la mano y
las doctrinas amalgamadas de Voltaire, hablando á los soldados. A l g u n o demos-
de Helvetius, de Diderot, de Bayle, de tró que el que hizo eso fué M r . de Ga-
Montesquieu, de Hobbes, de Loke y de maches y no Mirabeau, y éste añadió:
Rousseau, colocó en el centro la cabeza —"De modo que después de examinar el
de Mirabeau. hecho, la deposición de M . de Valfout
No solo era grande en la tribuna, sino solo debe irritar á M . de Gamaches, que
t a m b i é n en su asiento de diputado; el es sospechoso legalmente de ser m u y
interruptor igualaba en él al orador. Con feo, puesto que se me parece.,,
frecuencia encerraba en cuatro palabras Algunas veces se sonreía. Cuando se
tanto como en u n discurso. Lafayette tie- debatía en l a Asamblea la cuestión de
ne un ejército, decia á M r . de Solean, j)ero la regencia, la izquierda se inclinaba al
yo tengo mi cabeza. duque de Orleans y la derecha al prín-
I n t e r r u m p i ó u n dia á Robespierre, di- cipe de Condé, que entonces estaba emi-
ciendo estas frases profundas: Ese hom- grado en Alemania. Mirabeau pide que
bre i r á lejos, porque cree todo lo que dice. n i n g ú n príncipe pueda ser regente sin
De este modo interpelaba á la corte en j u r a r antes la Constitución. M . de Mont-
cierta ocasión: Es una traición que la cor- losier objeta que un príncipe puede tener
te tenga hambriento al pueblo; pero el pue- sus razones para no haber prestado el
blo le venderá la Constitución por un pedazo juramento, por ejemplo, en el caso de
de pan. E l instinto del gran revolucio- haber hecho un viaje á U l t r a m a r . Mira-
nario está en esa frase: E l abate Sieyes es beau le replica:—"El discurso del preo-
un metafisico que viaja por un mapa-mundi. pinante v á á imprimirse, y yo deseo
De este modo censuraba al hombre teó- corregir las erratas. Donde dice Ultra-
rico que estaba dispuesto siempre á mar, debe leerse Ultra-JRhin.„ Esta chan-
atravesar mares y m o n t a ñ a s . Habia mo- za decidió l a cuestión. Algunas veces el
mentos en que era admirablemente sen- gran orador se entretenía j ugando con lo
cillo. U n dia, cuando estaba pronun- que mataba. Si hemos de creer á los na-
ciando su discurso, el 3 de Mayo, en el turalistas, el león tiene algo del gato.
momento en que luchaba como un atle- E n una ocasión en la que los procura-
ta con sus manoplas, con el brazo iz- dores de la Asamblea redactaron m u y
quierdo contra el abate Maury y con el mal un texto de la ley, Mirabeau se le-
derecho contra Robespierre, M . de Cáza- vanta y dice:— "Pido que se me permita
les, con l a seguridad de las medianías, hacer algunas tímidas reflexiones sobre
le i n t e r r u m p i ó diciendo:—No sois más que que seria m u y conveniente que la Asam-
un charlatán. Mirabeau se volvió hacia blea nacional de Francia hablase francés,
el abate Groutes, que ocupaba la presi- y hasta que escribiese en francés las le-
dencia, y exclamó con cierta grandeza yes que propone.,,
infantil:—Señor presidente, haced callar al A veces, en medio de sus m á s violen-
señor Gazalés, que me llama charlatán. tas aclamaciones populares, se acordaba
L a Asamblea nacional queria empe- de repente de quién era, y tenia arrogan-
zar con esta frase una exposición dirigi- tes rasgos de gentil-hombre. Era de
da al rey: "La Asamblea presenta á los piés moda en la oratoria de entonces encajar
de vuestra majestad una ofrenda, etc., etc. en todos los discursos una imprecación
•—La majestad no tiene piés, replicó fría- contra la matanza de San B a r t o l o m é .
mente Mirabeau. Mirabeau seguía el ejemplo de los de-
Más adelante se propone decir la m á s , pero decia de paso:—El señor almi-
Asamblea que está ebria de la gloria de su rante de Coligni, que, entre paréntesis, era
rey.—Eso pensáis! ¿Creéis que están ébrios mi primo...
los que confeccionan las leyes? exclamó E l paréntesis era digno del hombre
Mirabeau. cuyo padre escribía: E n mi familia no hay
E n ocasiones reia, y era formidable su otra mala alianza más que la de los Mé*
risa. Decia, burlándose de la Bastilla: dicis.
í;Ha habido cincuenta y cuatro autos de E l 22 de Setiembre de 1789 el rey hizo
prisión en m i familia; diez y siete de que ofrecieran á la Asamblea su plata
ellos han sido para m í . Y a veis que me labrada y su vajilla para aplicarlas á
han tratado como á un p r i m o g é n i t o de las necesidades del Estado. L a derecha
la N o r m a n d í a . , , admira aquel acto, se extasía y llora; M i -
Se burlaba de sí mismo. M r . de V a l - rabeau exclama:—¡Poca lástima me dá la
í o u t le acusaba de haber recorrido el dia loza de los grandes!
MISCELÁNEA DÉ LITERATURA Y DE FILOSOFÍA. 83
Su desden y su risa eran artísticos, pero le falta el acento; queda la frase,
pero su cólera rayaba en lo sublime. pero le falta la mirada; queda el discur-
Cuando conseguian irritarle, cuando so, pero le falta la mímica; porque es
de improviso le pinchaban con una de preciso confesar que en todo orador se
esas puntas agudas que hacen saltar al encuentran un pensador y un cómico. E l
orador, si acontecia esto en medio de u n pensador queda, pero el actor desaparece
discurso, lo abandonaba inmediatamen- con el hombre: T a i m a muere por com-
te, suspendía las ideas empezadas, sin pleto; Mirabeau á medias.
importarle que la bóveda de los racio- E n la Asamblea constituyente la Con-
cinios que empezaba á construir se le vención espantaba á los que reflexiona-
desplomase por falta de coronamiento, ban. Para cualquiera que haya estudia-
abandonaba la cuestión y se lanzaba con do esa época, es evidente que desde 1789
la cabeza baja contra el incidente. E n - la Convención existia en la Asamblea
tonces, ¡ay del interruptor! Mirabeau se constituyente. Existia en estado de g é r -
echaba sobre él, lo agarraba por el vien- men, en el estado de feto. Invisible aun
tre, lo levantaba en el aire, lo arrojaba para la m u l t i t u d , pero que l a vislum-
al suelo y lo pisoteaba. Cogia por medio braba el que sabia ver. No era nada al
de su palabra al hombre entero, fuese parecer; era un matiz m á s subido que el
grande ó pequeño, con su vida, con su color general, una nota que desafina á
carácter, con su ambición, con sus vicios veces en la orquesta; un grupo sombrío
y con sus ridiculeces; nada omitia y de en un rincón; algunas bocas acentuando
nada prescindía; aporreaba desesperada- ciertos vocablos; treinta voces, que m á s
mente á su enemigo contra los á n g u l o s tarde debían ramificarse, siguiendo es-
de la tribuna; hacia temblar y hacia reir; pantosa ley de multiplicación, en Giron-
cada palabra era un golpe, cada frase dinos, en el Llano y en l a M o n t a ñ a y en
una flecha; estaba furioso, estaba terri- el 93, punto negro en el azulado cielo del
ble y soberbio, era una leona encoleriza- 89. E n ese punto negro todo se conden-
da. E n aquellos momentos era grande y saba, el 21 de Enero, el 31 de Mayo, el 9
poderoso orador. ¡Cosa e x t r a ñ a , nunca Termidor, formando sangrienta trilogía;
razonaba mejor que cuando estaba enfu- Buzot, que debia devorar á Luis X V I ;
recido! L a irritación m á s violenta, en Pobespierre, que devorarla á Buzot, y
vez de desbaratar su elocuencia con sus Vadier, que devoraría t a m b i é n á Robes-
sacudidas, desenvolvía en él una espe- pierre. Trinidad siniestra! E n aquella
cie de lógica superior, y encontraba ar- Asamblea los miembros m á s mediocres
gumentos en el furor como otros en- y los m á s desconocidos, como por ejem-
cuentran metáforas. Y a hiciese rugir su plo Hebrad y Putranik, sonreían de u n
sarcasmo acerado contra Hobespierre, ya modo e x t r a ñ o en las discusiones y pare-
machacase con rabia los dilemas fibrosos cía que sobre el porvenir t e n í a n ideas
del abate Maury y los escupiese hácia la que no comunicaban á nadie. Creemos
derecha destrozados, casi devorados, en que el historiador debia valerse de m i -
tre la espuma de su cólera; ya clavase las croscopios para examinar cómo se forma
u ñ a s de su silogismo en la frase blanda una Asamblea en el vientre de otra. Esta
y m o n ó t o n a del abogado Target, siempre gestación se reproduce con frecuencia en
era grande y magnífico y conservaba la la historia y no se ha observado con la
formidable majestad que no descompo- atención que se debe. E n el caso presen-
n í a sus saltos m á s desenfrenados. Nues- te, no es por cierto un detalle insigni-
tros padres nos han referido que el que ficante en la superficie del Cuerpo le-
no haya visto encolerizado á Mirabeau gislativo la misteriosa excrecencia que
no le puede conocer bien. Su cólera encerraba el cadalso levantado para el
hacia brillar su genio con todo su es rey de Francia. Debió ser monstruoso el
plendor. embrión de la Convención en el seno de
Para los que le han visto, para los que la Constituyente; el huevo de buitre em-
le han oído, sus discursos son en la ac- pollado por un águila.
tualidad letra muerta; porque ha desapa Desde aquel momento, á muchos repre-
recido de ellos el arrebato, el relieve, el sentantes perspicaces de la Asamblea
colorido, el movimiento, la vida y el asustaba la presencia de algunos otros
alma. Sus hermosos discursos yacen hoy impenetrables, que parecían reservarse
en el suelo. ¿Dónde está ya el soplo que para otra época. Conocían que soplaban
hacia remolinear sus ideas, como el hu- huracanes en pechos que no exhalaban
r a c á n las hojas? Queda la palabra, pero n i siquiera u n soplo, y se preguntaban si
falta el gesto; queda la exclamación, j aquellos aquilones se desencadenarían
84 OBRAS DE VICTOR HUGO.

a l g ú n dia y dónde irian á parar algunos aun en suspenso, casi sin forma y sin
elementos esenciales para la civilización, consistencia, esperando en el medio en
que no habia desarraigado el año 89. que flotan, mezclados con el torbellino,
Rabaut Saint-Etienne, que creia termi- el instante de precipitarse y de cristali-
nada la revolución y que lo proclamaba zarse. Toda institución sentada presenta
en voz alta, husmeaba con inquietud á á n g u l o s en los que el génio de Mirabeau
Robespierre, que apenas la creia empe- quizás se hubiera roto las alas.
zada, y que lo decia en voz baja. Los de- Mirabeau poseia conocimiento profun-
moledores de la m o n a r q u í a temblaban do de las cosas y de los hombres. A l lle-
ante los demoledores futuros de la socie- gar á los Estados generales, estuvo mu-
dad. Estos, como hombres que creen que cho tiempo observando en silencio, en
el porvenir les pertenece, se presentaban la Asamblea y fuera de ella, al grupo,
altivos, ariscos y arrogantes, y el m á s entonces pintoresco, de los partidos. Poco
insignificante de ellos se codeaba desde- tardó en comprender l a insuficiencia de
ñ o s a m e n t e con los miembros m á s impor- Mounier, de Malouety de Rabaut Saint-
tantes de la Asamblea. E n los momentos Etienne, que soñaban en una conclusión
en que la Asamblea futura i n í u n d i a mie- inglesa. J u z g ó con frialdad la pasión de
do á la Asamblea presente, es cuando se Chapelier, la mezquindad de espíritu de
manifestaba con m á s esplendor el poder Petion, el pésimo énfasis literario de
escepcional de Mirabeau. Teniendo éste Volney; al abate Maury, que necesitaba
el sentimiento de su omnipotencia y sin crearse una posición; á Epremesnil y
pensar en su grandiosidad, gritaba al A d r i á n Duport, que eran parlamentarios
grupo siniestro que i n t e r r u m p í a constan- malhumorados, pero no tribunos; á Ro-
temente á los principales oradores de la land, cero, cuya mujer constituía la ci-
Asamblea:—Que callen los treinta! y l a Con- fra; á Gregoire, que vivia en un estado
vención callaba. Aquel antro de Eolo de sonambulismo político. Conoció en
p e r m a n e c í a silencioso y contenido mien- seguida el fondo de Sieyes, que era casi
tras Mirabeau le puso el pié encima. impenetrable; embriagó con sus ideas á
Muerto éste, hicieron su erupción las se- Camilo Desmoulins, cuya cabeza no era
gundas intenciones anárquicas. bastante fuerte para sustentarlas; fasci-
Digimos y volvemos á repetir que nó á Dan ton, que se le parecía en esta-
Mirabeau m u r i ó á tiempo. Después de tura y en fealdad y era m á s pequeño y
haber desencadenado tantas tempesta- m á s feo que él. Prescindió de seducir á
des en la nación, es evidente que duran- Gillerny, á Lautrec y á Cazalés, especie
te a l g ú n tiempo comprimió bajo su peso de caractéres insolubles en las revolucio-
todas las fuerzas divergentes que debian nes. Presintió que todo iba á marchar
terminar la ruina que él comenzó; pero con rapidez y que no se podia perder
estas fuerzas, l a compresión misma las tiempo. Valeroso, sin miedo al hombre
condensaba, y pronto ó tarde l a explo- del dia, lo que es raro, n i al hombre
sión revolucionaria tenia que abrirse del dia siguiente, lo que es m á s raro aun,
paso y echar de allí al gigante Mira- se atrevió con los poderosos y atacó suce-
beau. sivamente á Maupeou y á Terray, á
Si le tuviésemos que reasumir en una Calonne y á Necker. Se aproximó al du-
sola frase, diríamos que Mirabeau no es que de Orleans, le tocó y le dejó m u y
u n hombre, n i u n pueblo, es un aconte- pronto; miró frente á frente á Robespier-
cimiento que habla, pero un aconteci- re y á Marat de reojo.
miento inmenso: la caida de la forma F u é encerrado sucesivamente en l a
m o n á r q u i c a en Francia. Con él n i la mo- isla de Rhé, en el castillo de l í , en la for-
n a r q u í a n i la república eran posibles. taleza de Foux y en el torreón de V i n -
Por su g e r a r q u í a le excluía la m o n a r q u í a cennes, y se vengó de todas esas prisio-
y por su nivel la república. Mirabeau nes haciendo caer la Bastilla.
es un hombre que pasa por una época Durante su cautiverio lela á Tácito, le
que él prepara. Para que la idiosincra- devoraba, se n u t r i a de él, y al presen-
sia de Mirabeau se desplegase, era preci tarse en la tribuna en 1789, tenia aun l a
so que la atmósfera social se encontrase boca llena de la m é d u l a del león. Se
en el estado particular en el que nada comprende desde las primeras palabras
fijo y arraigado resiste en el terreno; en que pronunció.
el que todo obstáculo, al vuelo de las No llegó á hacerse cargo de los deseos
teorías, se ataca fácilmente; en el que los de Robespierre y de Marat. Consideraba
principios que constituirán un dia el fon- al primero como un abogado sin pleitos
do sólido de l a sociedad futura están y al segundo como un médico sin enfer-
MISCELÁNEA DE LITERATURA Y DE FILOSOFIA.

mos, y suponía que el despecho los hacia en el órden social muchas cosas despro-
divagar: su opinión no dejaba de tener porcionadas.
su lado verdadero. Volvia la espalda En la actualidad el terreno está casi
completamente á los sucesos que venian desnivelado; es llano, liso y compacto.
detrás de él á marchas dobles. Como Esto no quiere decir que porque no ne-
todos los regeneradores radicales, se fija- cesitemos un Mirabeau, no necesitemos
ba m á s en las cuestiones sociales que en grandes hombres. Por el contrario, falta
las políticas. Su obra no es la República, mucho que trabajar todavía. Todo está
sino la revolución. deshecho, pero no hay nada reedificado.
Su padre, que no le comprendía, aun- E n los momentos que atravesamos,
que le habia engendrado, como la Cons- el partido del porvenir lo componen dos
tituyente no comprendía á la Conven- clases de hombres; los hombres de revo-
ción, decia de él: No es n i el fin n i el lución y los hombres de progreso. Aque-
llos son los que remueven el antiguo
principio de un hombre. Tenia r a z ó n . F u é
el fin de una sociedad y el principio de suelo político, abren el surco y arrojan
otra. la semilla; á éstos corresponde el lento y
Mirabeau no es menos importante que laborioso cultivo de los principios, el es-
Voltaire para la obra general del siglo tudio de las estaciones propicias á los
diez y ocho; los dos tenian misión aná- enjertos de t a l ó de cual idea, el trabajo
loga: destruir lo antiguo y preparar lo continuo, el riego de la planta jóven, el
nuevo. E l trabajo de uno fué continuo y abono de la tierra y hacer la cosecha
le ocupó durante su larga vida; el otro para todos. Necesitan ojo avizor, pié
solo apareció en la escena breves momen- firme y buena mano. A estos dignos y
tos. Para desempeñar su tarea c o m ú n , á concienzudos trabajadores raras veces se
Voltaire se le concedió el tiempo por les paga bien.
años y á Mirabeau por dias. Sin embar- E n nuestra opinión los hombres de la
go, Mirabeau hizo tanto como Voltaire. revolución han cumplido bien su tarea.
Cada uno ataca á su manera la vida del, Recientemente, en Julio, tuvieron aun
cuerpo social. Voltaire descompone, M i - tres dias de siembra. Ahora deben dejar
rabeau aplasta. E l procedimiento de Vol- que obren los hombres de progreso. Des-
taire es hasta cierto punto químico, el de pués de labrar el surco, que esperen que
Mirabeau completamente físico. Después salga l a espiga.
de Voltaire, la sociedad queda disuelta; Mirabeau fué el grande hombre de la
después de Mirabeau, queda reducida á revolución; nos falta ahora el grande hom-
polvo. Voltaire es un ácido, Mirabeau es bre del progreso. Pero lo tendremos. L a
una maza. Francia desempeña una iniciativa dema-
siado importante en la civilización del
globo para carecer de hombres especia-
VII. les; la Francia es la madre majestuosa de
todas las ideas que, como misioneras, re-
Si ahora, para completar el conjunto corren todos los pueblos; puede decirse
que acabamos de bosquejar de Mirabeau que hace dos siglos nutre al mundo con
y de su época, contemplamos l a época la leche de sus pechos. Tiene sangre ge-
actual, es fácil ver, en el punto en que nerosa y rica y e n t r a ñ a s fecundas; es ina-
se encuentra ahora el movimiento social gotable en genios; saca de su seno las
empezado en 1789, que no tendremos ya grandes inteligencias que le hacen falta;
hombres como Mirabeau, sin que nadie tiene siempre hombres á la medida de
pueda decir, por otra parte, bajo q u é los acontecimientos, y nunca le falta u n
forma aparecerán los grandes hombres Mirabeau para empezar las revoluciones
políticos que nos reserva el porvenir. Los n i un Napoleón para terminarlas. No le
Mirabeau no son ya necesarios, luego ya debe negar la Providencia el grande hom-
no son posibles. L a Providencia no crea bre político ó social que necesita para el
nunca hombres semejantes cuando son porvenir.
inútiles. Mientras viene, hay que confesar, ha-
Efectivamente, ¿para q u é servirla aho- ciendo cortas escepciones, que son pe-
ra u n Mirabeau? U n Mirabeau es u n queños los hombres que figuran en l a
rayo5 7 el rayo no tiene ahora nada que historia en estos momentos; sin duda es
quemar. ¿Dónde están en la región polí- triste que los grandes cuerpos del Estado
tica los objetos colocados á tanta altura carezcan de ideas generales y de vastas
que pueda herirles el fuego del cielo? No simpatías; es de sentir que se malgaste
estamos ya en 1789, en cuya época habia en revoques el tiempo que debiera em-
86 OBRAS DE VICTOR HUGO.

plearse construyendo; es e x t r a ñ o que se bres que intervienen en el gobierno del


olvide que la verdadera soberanía es la Estado no saben lo que hacen. Trabajan
de la inteligencia, que debe ante todo de noche y á oscuras, y m a ñ a n a , cuan-
ilustrarse á las masas, y que solo cuando do raye el dia, t a l vez queden sorpren-
el pueblo sea inteligente será soberano; didos de su obra; quizá contentos, quizá
sin duda es vergonzoso que las magnífi- asustados. No hay ya nada cierto en la
cas premisas de 1789 traigan ciertos co- ciencia política; se han perdido ya to-
rolarios; indudablemente es deplorable das las brújulas; la sociedad arranca sus
que la revolución francesa haya tenido áncoras, y en el transcurso de veinte
torpes comadrones; pero nada irrepara- años le han cambiado ya tres veces el
ble se ha hecho todavía, n i n g ú n princi- gran mástil que se llama Dinastía, que
pio social se ha ahogado en el parto cayó herido por el rayo.
revolucionario, no ha habido n i n g ú n L a ley definitiva no se revela aun. E l
aborto; todas las ideas indispensables gobierno constituido no es la afirmación
para la civilización futura nacieron via- de nada; la prensa, tan grande y útil por
bles, y adquieren cada dia fuerzas, des- otra parte, es la negación p e r p é t u a de
arrollo y salud. Cierto es que en 1814 todo. No se ha redactado aun ninguna
estas ideas, hijas de la revolución, eran fórmula clara y precisa de la civiliza-
tan infantiles que aun se encontraban ción y del progreso.
en la cuna, y debemos convenir en que L a revolución francesa abrió para to-
l a Restauración fué para ellas flaca y das las teorías sociales u n libro inmenso,
descuidada nodriza; pero hay que confe- una especie de gran testamento. Mira-
sar t a m b i é n en que no m a t ó á ninguna. beau escribió en él su palabra; Robes-
E l grupo de los principios está t o d a v í a pierre otra, Napoleón la suya, Luis X V I I I
intacto. hizo un borrón y Carlos X ha arrancado
E n los momentos actuales la crítica es toda la página; la C á m a r a del 7 de Agos-
posible, pero el hombre prudente debe to la ha vuelto á pegar; pero nada m á s .
mirar con benevolencia la época entera, E l libro está abierto y á su lado l a plu-
debe tener confianza y esperar. Debe ha- ma; quién se atreverá á escribir? Los
cerse cargo de que los hombres teóricos hombres actuales son pigmeos y no se
han de exponer sus ideas con lentitud y atreven; sin embargo, el hombre pensa-
que en los hombres prácticos es útil el dor debe estudiar cuidadosamente la fer-
amor que conservan á las cosas que exis- m e n t a c i ó n social.
ten, sin el cual la sociedad se desorgani- Confiamos y esperamos.
zarla con los experimentos sucesivos; debe ¿Quién no presiente que entre el tumul-
dispensar á las pasiones, las digresiones to y la tempestad que reinan en el com-
generosas y fecundas; á los intereses, los bate de todos los sistemas y de todas las
cálculos, que unen á las clases entre sí á ambiciones, que hacen tanto humo y
falta de creencias; á los gobiernos, que mueven tanto polvo, que tras el velo
anden á tientas hácia el bien en la oscu- que oculta aun á nuestra vista la está-
ridad; á las oposiciones, el aguijón que tua social, apenas bosquejada; que de-
expolea; álos partidos medios la templan- t r á s de la nube de teorías, de pasiones y
za que comunican en las transiciones; á de quimeras que se entrecruzan y se de-
los partidos extremos la actividad que voran m ú t u a m e n t e ; que al través del
imprimen á la circulación de las ideas; á rumor de la palabra humana, que habla
los amigos del pasado el esmero con que á un tiempo todos los idiomas; que tras
cuidan algunas raices vivas; á los cela- el violento torbellino de cosas, de hom-
dores del porvenir el cariño que profe- bres y de ideas, que se llama siglo diez
san á las hermosas flores que un dia y nueve, quién no presiente, repetimos,
d a r á n frutos; á los hombres maduros la que se está verificando algo grandioso y
moderación; á los jóvenes la paciencia. definitivo?...
Por otra parte, no podemos negar que Dios permanece tranquilo y prosigue
es borrascosa y turbulenta la época en su obra.
que vivimos. L a mayor parte de los hom

]MN DE ^ i p C ^ Á j M E A DE LITERATURA Y DE flJ-O^OFÍA,


GUILLERMO SHAKESPEARE.
m í t f t T r t T 11111111111111111 Y T T f f 1111111111111111111111111 T T T f t T t T

A. I N G L A T E R R A .
dedico este libro, que es l a glorifica- ilustre y libre y á la que, como refugio,
ción de su poeta. Digo l a verdad á I n - profeso cariño.
glaterra, á l a que admiro como pais VÍCTOR HUGO.

Hauteville-Housse, 1864.

PREFACIO.

STE libro debia titularse: el espíritu humano tiene c o n t r a í d a con


UA propósito de Shakes- el hombre. Ahora que se ofrece l a oca-
peare.,, E l deseo de pre- sión de proclamar ciertas verdades en
sentar ante el público la esta materia, no debemos eludirla, sobre
nueva traducción de las todo en los tiempos actuales. Así lo ha
obras del célebre escritor comprendido el autor, y no ha vacilado
inglés, fué el primer móvil que impulsó al en abordar las cuestiones complejas del
autor á escribirlo. E l vivo interés que el arte y de la civilización bajo sus diver-
traductor le inspira (1) no nos priva del sas fases, que multiplican los horizontes
derecho de recomendar su trabajo; sin cada vez que ]a perspectiva muda de
embargo, declaramos que leyendo á Sha- sitio, aceptando las indicaciones que el
kespeare se han presentado á nuestro asunto rigurosamente le exigía. De l a
pensamiento todas cuantas cuestiones se dilatación del punto de vista ha nacido
refieren a l arte. Reflexionar sobre estas este libro.
cuestiones equivale á explicar l a misión Hauteville-Housse, 1864.
del arte y á meditar sobre l a deuda que

(1) El traductor es Cárlos Hugo, su hijo.—(N. del T.)

TOMO IV. 12
»5Q

BL*"

GUILLERMO SHAKESPEARE.
PRIMERA PARTE.

LIBRO PRIMERO. rodeado de tapias, al que se subia y ba-


jaba por escalones de granito; j a r d i n sin
árboles, casi sin follaje, en el que se
Shakespeare.—Su vida. veian m á s piedras que hojas. Ese terreno
no cultivado abundaba en m u l t i t u d de
I. maravillas, que florecían en otoño y que
los pobres del pais comen cocidas con
ság AGE doce años, en una isla congrios. L a playa inmediata quedaba
p r ó x i m a á las costas de oculta detrás de un cerrillo cubierto de
Francia, una casa, de as- yerba, en el que crecían algunas horti-
pecto melancólico en to- gas y una robusta cicuta.
das las estaciones, estaba Desde la casa se distinguía á la dere-
mucho m á s sombría al recha, en el horizonte, en u n pequeño
empezar el invierno. E l viento del Oeste, bosque y sobre una colina, la cúspide de
soplando allí en completa libertad, hacia una torre; á la izquierda se veía el dick.
sobre esta morada m á s espesas las bru- E l dick consistía en una fila de gruesos
mas que en Noviembre se interponen troncos de árboles arrimados á un muro,
entre l a tierra y el cielo. Anochece pron- clavados en la arena, secos y descar-
to en el otoño, y la pequeñez de las ven- nados.
tanas, uniéndose á la brevedad de los L a fachada del Sur de la casa daba al
dias, aumentaba la tristeza crepuscular j a r d i n y la del Norte á u n camino de-
de aquella vivienda, que tenia por techo sierto.
un terrado, que era rectilínea, correcta, Constituían su piso bajo u n corredor,
cuadrada y blanquísima. Nada es tan que servia de entrada, la cocina y el i n -
glacial como el aspecto de esa blancura vernadero, el patio, un saloncito con vis-
inglesa. Parece que l a nieve os ofrece tas al camino y un espacioso, pero mal
hospitalidad, y recordáis con el corazón alumbrado gabinete; el primero y segun-
oprimido las risueñas y alegres casitas do piso contenían cuartos fríos, limpios,
de madera, cercadas de viñedos, que exis- recien pintados, con muy pocos muebles
ten en Francia. y que ostentaban cortinas blancas en las
Contiguo á l a casa habia u n jardin ventanas. Así era esa vivienda, en la que
92 OBRAS DE VICTOR HUGO.

se oia eternamente el ruido del mar. no pronunciasen nunca el nombre de


Esa casa, pesado cubo blanco con án- Vipsanio Minator: el cruel emperador
gulos rectos, la escogieron al azar sus ::ué obedecido; la arrogancia del manda-
habitantes; pero el azar quizá tiene al- do, que llegaba hasta encadenar el pen-
gunas veces sus intenciones. samiento del hombre, caracteriza á al-
L a habitaba un grupo, mejor dicho, gunos gobiernos antiguos que llegaron
una familia; una familia de desterrados. á una de esas sólidas situaciones, en las
E l m á s viejo era uno de esos hombres ue el mayor n ú m e r o de criminales pro-
que en ciertas circunstancias sobran en ducía mayor suma de seguridad.
su pais. Acababa de salir de una Asam- Volvamos á ocuparnos de la Marine-
blea; los otros, que eran jóvenes, acaba- errace.
ban de salir de una cárcel. Escribir forja Una de las últimas m a ñ a n a s de No-
cerrojos; el pensamiento conduce muchas viembre dos habitantes de aquella casa,
veces á un calabozo. E l destierro les ha- el padre y el menor de los hijos, estaban
bla librado de l a prisión. sentados en la sala del piso bajo. Calla-
E l anciano, el padre, estaba rodeado laban como náufragos que piensan.
de todos los suyos menos de su hija ma- Llovía, soplaba el viento. Ambos me-
yor y de su yerno, que no pudieron se ditaban, preocupados t a l vez por la coin-
guirle. Con frecuencia p e r m a n e c í a n si- cidencia de verse en el principio de un
lenciosos y graves alrededor de una invierno y en el principio de u n des-
mesa ó sentados en un banco, pensando hierro.
en los dos ausentes sin decírselo unos á De repente el hijo p r e g u n t ó al padre:
otros. •—Qué opinas de nuestro destierro?
¿Por q u é se hablan instalado en t a n —Que será largo.
desagradable vivienda? Quizás por apre- —¿En q u é piensas ocuparte mientras
miarles l a prisa de salir cuanto antes de dure?
alguna posada; quizás porque fué la p r i •—Miraré al Océano, contestó el padre.
mera casa desalquilada que encontraron Hubo un momento de silencio. Le i n -
y porque los desterrados suelen no tener t e r r u m p i ó el padre, diciendo:
suerte. — Y tú?...
Esa casa triste era conocida con e •—Yo, respondió el hijo, traduciré á
nombre de Marine-Terrace. L a llegada Shakespeare.
del grupo allí fué lúgubre; pero hay que
confesar que l a permanencia les fué gra
ta, y que dejó á las personas que la ha
bitaron recuerdos de afecto y de cariño Efectivamente, hay hombres océanos.
L o que decimos de esta casa lo podemos Existen en ciertas almas, como en el
t a m b i é n decir de la isla de Jersey. Los mar, las olas, el flujo y el reflujo, el vai-
sitios de prueba y de sufrimiento acaban vén terrible, el gemir de los vientos, las
por inspirar un afecto amargo, que m á s vejetaciones del abismo, la demagogia
tarde echamos de menos y nos dan l a se de las nubes en el h u r a c á n , las maravi-
vera hospitalidad que place á la con llosas salidas de los astros, los temibles
ciencia. Otros desterrados hablan vivido rayos errantes que tuercen el camino
en dicha isla antes que estos; no es ahora buscando á quién herir, hondos sollozos,
ocasión de ocuparnos de ellos. Diremos mónstruos que se vislumbran, oscuras y
ú n i c a m e n t e que el m á s antiguo que re rugientes noches, rocas, tormentas, nau-
cuerda la tradición fué un romano, l i a fragios, naves que se chocan, sangre en
mado Yipsanio Minator, que empleó e el abismo; después gracia, dulzura, fies-
tiempo de su destierro en aumentar en tas, las velas blancas de los barcos de
beneficio de l a dominación de su pais la pescar, las canciones alegres, los puertos
m u r a l l a romana, de la que se conservan espléndidos, el humo del hogar, el azul
aun algunos lienzos, situados j u n t o á la profundo de las aguas y del cielo, lo ines-
b a h í a de Santa Catalina. Vipsanio M i perado en lo inmutable, la prodigiosa
nator era un personaje consular antiguo monotomía p e r p é t u a m e n t e varia, el n i -
romano, tan amante de Roma, quemo vel tras el trastorno; todo eso puede exis-
lestaba al imperio. Tiberio lo desterró tir en un alma, y entonces el alma se
esta isla Cesárea, s e g ú n unos, y s e g ú n llama génio, y entonces el génio sollama
otros á una de las islas Oreadas. Tiberio Esquilo, Isaías, Juvenal, Dante, Miguel
hizo más; no contento con desterrarle A n g e l , Shakespeare.
m a n d ó que se le olvidase, ordenando Contemplar esos genios, es contemplar
los oradores del Senado y del foro que el Océano.
GUILLERMO SHAKESPEARE. 93
j noche y durante ese sueño, estando entre
III. 1 ó venes de ambos sexos y ébrios, bajo el
susodicho manzano, encontró m u y her-
mosa á la aldeana A n a Hatway, con la
Guillermo Shakespeare nació en Strat- ue poco después se unió en matrimonio,
ford, sobre el Aron, en una casa que en- i'enia ocho años m á s que él; obtuvo de
cerraba escondida su profesión de íó ella una hija, después dos gemelos, varón
católica, que empezaba por estas pala- hembra, y la abandonó; y esta mujer,
bras: Yo, Juan Shakespeare. Dicho Juan ue desaparece durante la vida de Sha-
fué el padre de Guillermo. L a casa, si- kespeare, solo reaparece en su testamen-
tuada en la calle Henley, era humilde, y to, en el que le lega la peor de sus dos
el cuarto en que Shakespeare vino al camas, "acaso, dice un biógrafo suyo, por-
mundo era miserable; paredes blanquea- que legaría la mejor á otra,,. Shakespea-
das con cal y negras vigas cruzadas en re, como Lafontaine, apenas conoció l a
el techo, y en el fondo una descomunal vida conyugal. Después que abandonó á
ventana con pequeños vidrios, en los a mujer fué maestro de escuela, después
que aun hoy, entre otros nombres, se lee escribiente de un procurador y por últi-
el de Walter Scott, formaban dicho cuar- mo cazador furtivo. Este oficio dió pió á
to. Dicha vivienda abrigaba á una fami- alguno para que sospechara que fuese
lia empobrecida. E l padre de Guillermo adron. Cazando un dia le detuvieron en
Shakespeare fué alderman y su abuelo el parque de sir T o m á s Lucy y desde
hailio. Shake-speare significa agita-lama; allí le condujeron á la cárcel; le formaron
el blasón de la familia le representaba un proceso, fué perseguido, pero se libró
un brazo e m p u ñ a n d o una lanza, armas de la persecución refugiándose en L ó n -
parlantes que fueron confirmadas, s e g ú n dres. Para ganarse la vida se dedicó á
se asegura, por la reina Elisabet en 1595, guardar caballos á las puertas de los tea-
y que pueden verse todavía en la tumba tros. T o d a v í a se ejercía en Lóndres en el
de Shakespeare, encerrada en l a iglesia siglo pasado la industria de guardar ca-
de Stratford. Reina completo desacuer- Dallos á las puertas de los teatros, que l a
do sobre la ortografía de la palabra constituían pequeños gremios que se lla-
Shake-speare; como nombre patronímico, maban Shakespeare 's Boys.
se escribe de varios modos; Shakspere,
§111.
Shakespere, Shakespeare y Shakspeare; el
siglo diez y ocho lo escribía comunmen- P o d r í a llamarse á Lóndres la Babilo-
te Shakespeare: el traductor actual ha nia negra. Es l ú g u b r e de dia y espléndi-
adoptado la ortografía Shakespeare como da de noche. Es sorprendente la contem-
la m á s exacta, y aduce en su abono razo plación de Lóndres; es como un rumor
nes que no tienen réplica. debajo de una nube de humo. Por mis-
teriosa analogía, el rumor es el humo
§il. del ruido. P a r í s es la capital de una
L a decadencia de la familia Shakes- vertiente de la humanidad y Lóndres
peare la produjo a l g ú n pecado original es la capital de l a vertiente opuesta.
probablemente su catolicismo. Poco des Es una ciudad magnífica y sombría;
pues de nacer Guillermo, el alderman en ella la actividad es t u m u l t o y la
Shakespeare tuvo que rebajarse hasta población hormigueo. E n ella estamos
ser carnicero, y Guillermo empezó la libres y encajonados á un tiempo. Lón-
vida en u n matadero. Aubray dice que dres es el caos en el órden. E l L ó n -
á los quince años ya degollaba en la car dres del siglo diez y seis no se parecía á
nicería de su padre carneros y terneras Lóndres actual, pero ya era una ciudad
con maestría. A los diez y ocho años se desmesurada. Cheapside era su calle
casó. E n el tiempo que media del mata principal; San Pablo, que hoy es una
dero á su matrimonio compuso unos ver cúpula, entonces era una flecha. L a peste
sos dirigidos contra los pueblos de la habitaba casi siempre en Lóndres, como
cercanías, con los que hizo su debut en en Constantinopla. Verdad es que hay
la poesía. Declara en ellos que H i l l - mucha semejanza entre Enrique V I I I y
brough es ilustre por sus fantasmas y un S u l t á n . E n Lóndres y en Constanti-
Bidford por sus borrachos. E l autor tam- nopla eran frecuentes los incendios, por
bién lo estaba cuando compuso esos ver- estar construidas de madera las casas de
sos al aire libre, bajo un manzano, que los barrios bajos. No circulaba por las
hizo célebre en el pais por haber escrito calles m á s que una carroza, la carroza de
el Sueño de una noche de verano. E n dicha su majestad. No h a b í a encrucijada don-
9r4 OBRAS DE VICTOR HUGO.

de no se apalease a l g ú n pickpocket con el bage. E l Globo estaba situado en el Bank-


drots chhloch que todavía se usa en. Grro- " ide. Las decoraciones eran sumamente
ninga para t r i l l a r trigo. Las costumbres sencillas. Dos espadas cruzadas y algu-
eran rudas y casi feroces. Las grandes nas veces dos listones, significaban una
damas se levantaban á las seis de la paa- batalla; la camisa puesta sobre el traje
ñ a n a y se acostaban á las nueve de la significaba un caballero, y el zagalejo
noche. L a d y Greraldine Kildare, á la que de la patrona de los cómicos sobre un
Surey c a n t ó , se desayunaba con una l i - Dalo de escoba un caballo enjaezado. U n
bra de tocino y con u n jarro de cerveza. :eatro rico, que hizo inventario en 1598,
Las reinas que se casaron con Enri- Doseia: "Trajes de moros, un d r a g ó n ,
que V I I I hacian mitones de estambre un caballo grande con patas, una jaula,
rojo. E n el Lóndres de aquella época l a una roca, cuatro cabezas de turco y la
duquesa de Suffok cuidaba personal- del viejo Mehemet, una rueda para el
mente de su gallinero, y con el vestido á sitio de Lóndres y una boca de infierno.,,
media pierna daba de comer á los patos E l actor que estaba inmóvil y empolva-
en el corral. Comer á medio dia era co- do con yeso, significaba una muralla; si
mer muy tarde. Era de buen tono i r á separaba los dedos, indicaba que la mu-
j u g a r á la gallina ciega á casa de lord ralla tenia grietas; el actor cargado de
Leicester; allí j u g ó varias veces A n a Bo- leña, llevando una linterna y seguido de
lena: arrodillada y con los ojos vendados un perro, significaba la luna; la linterna
ensayaba sin saberlo l a posición que to- representaba la luz. Provocó muchas r i -
man los reos en el cadalso. L a misma sas esta manera de representar la luz de
A n a Bolena, destinada á subir al trono y la luna, que se hizo famosa en el Sueño
desde él caer en el patíbulo, saltó de ale de una noche de verano, sin que nadie sos-
g r í a en una ocasión cuando su madre le pechase que era una siniestra indicación
compró tres camisas, que costaron á seis del Dante. (Véase el Infierno,canto X X . )
peniques cada una, y cuando le prometió E l vestuario de dichos teatros, en los
comprarle zapatos nuevos de cinco sche- que los comediante se vestían juntos, se
lines para ir al baile que daba el duque improvisaba en un rincón, que separaba
de Norfolk. de la escena un pingajo cualquiera que
colgaban de una cuerda. E l vestuario
§ iv. de Black-Friars lo formaba u n viejo ta-
E n el reinado de Elisabet, á despecho piz que tenia dibujada una herrería, y
de los furiosos puritanos, existían en por los agujeros de los ondulantes tabi-
L ó n d r e s ocho c o m p a ñ í a s de cómicos: la ques hechos girones veia el público
de Hewington-Butts, la del conde de cómo los cómicos se pintaban las meji-
Bembroke, los servidores de lord Stran llas con ladrillo molido y se tiznaban el
ge, la c o m p a ñ í a de lord C h a m b e l á n , la bigote con corcho carbonizado. Por en-
de lord Almirante, los asociados de tre los tapices que formaban el vestua-
Black-Friars, los hijos de San Pablo, y rio se veia asomar de vez en cuan-
en primera línea los domadores de osos do una cabeza de moro que esperaba el
L o r d Southampton iba al espectáculo momento de salir á la escena, ó la afei-
todas las noches. L a mayor parte de los tada barba del comediante que estaba
teatros estaban situados en las orillas encargado de representar los papeles de
del Támesis, lo que hacia aumentar e mujer. Glabri estriones, como dice Plau-
n ú m e r o de los que atravesaban el rio to. Asistían á esos teatros hidalgos, es-
Los teatros eran de dos clases. Unos se tudiantes, soldados y marineros. Pepre-
improvisaban en los patios de las hoste- sentábase allí la tragedia de lord Buck-
rías, á cielo descubierto, arrimando un hust, Gorboduc ó Ferrex y Forrex; L a
tablado á las paredes, poniendo algunos comadre Bombic, de L i l y ; Félix y Filome-
bancos alineados y sirviendo de palcos na, comedía de moda; Fromos y Casandra,
los huecos de las ventanas; representa- de Jorge Whestone; el Tamerlan y E l
ban en ellos en pleno dia y al aire l i - judío de Malta, de Cristóbal Marlowe;
bre: el m á s importante de ellos era el algunos entremeses y piezas de Roberto
Globo; los demás teatros se parecían á Grreene, de Jorge Peele, de Thomas
grandes almacenes que iluminaban mu- Lodge y de Thomas K i d , etc., etc. Mien-
chos velones; en éstos se representaba tras que los actores gesticulaban y de-
por l a noche; el m á s concurrido de éstos clamaban, los hidalgos y los oficiales, de
era Black-Friars. E l mejor actor de lord pié ó acurrucados, volviendo con des-
Pembroke se llamaba Henlowe; el mejor enfado la espalda á la escena, descon-
actor de Black-Friars se llamaba Bur- certaban á los comediantes con sus risas
GUILLERMO SHAKESPEARE. 95
y gritos, con sus juegos de cartas, que consiguió entrar. Pasó de la puerta y
solían terminar arrojándose á la cara las llegó hasta los bastidores. L o g r ó ser lo
barajas; y en el fondo, en la parte m á s que los ingleses llaman call-hoy y nos-
oscura, sentados en el suelo, entre jarros otros traspunte. Hácia 1580 desempe-
de cerveza y el humo de las pipas, se ñ a b a este oficio en el teatro Black-Priars.
distinguían los Stinkards (la hez del E n 1587 obtuvo un ascenso en la obra
pueblo). E n t a l estado se encontraba el titulada E l gigante Agrapardo, rey de Nu-
teatro cuando Shakespeare empezó su bia, peor que su difunto hermano Augulafer,
carrera d r a m á t i c a . encargándose de llevar el turbante del
protagonista. Le hicieron comparsa; de
comparsa pasó Aparte, gracias á Bur-
Así estaba el teatro en Lóndres en page, al que m á s tarde, en u n interli-
1580, durante el reinado de "la gran neado de su testamento, legó 35 cheli-
reina,,; no estaba mucho m á s adelan- nes para que comprase un anillo de
tado en Paris u n siglo después, en el oro. F u é amigo de Coudell y de Hembu-
reinado ^del gran reyw. Moliere, al co- ge, sus compañeros mientras vivió y sus
menzar su carrera, tuvo que contentarse, editores después de su muerte. Shakes-
como Shakespeare, con esos pobres y r i - peare era hermoso: de frente ancha, de
dículos aparatos escénicos. Se conserva parba oscura, de aspecto cariñoso, de
en los archivos de l a Comedia francesa sonrisa amable y de mirada profunda.
un manuscrito inédito de cuatrocientas Le gustaba leer á Montaigne traducido
páginas, encuadernado en pergamino y por Floiron. Frecuentaba la taberna de
enrollado en una tira de cuero blanco; es Apolo, en la que veia y trataba familiar-
el diario de Lagrange, compañero de Mo mente á dos abonados á su teatro: á
liére. Deker, autor del Guls Horubook, obra en
Así describe el teatro en que Moliére la que se consagra un capítulo al modo
representaba, por órden del señor Rata cómo debe conducirse el hombre de
bau, superintendente del Real Patrimo- buen tono en el teatro, y al doctor Si-
no: "...tres vigas, algunos maderos car- m ó n Forman, que dejó u n diario manus-
comidos, apuntalados, y la mitad de la crito, en el que se dan noticias de las
sala descubierta y en ruinas,,. E n otra primeras representaciones de E l Mercader
parte del manuscrito dice: " L a compa de Venecia y del Cuento de invierno; estos
ñ í a ha resuelto construir u n gran techo eran sus dos compañeros en la citada ta-
que cubra toda l a sala, que hasta el dia berna. Conoció á sir Walter Raleig en
15 solo tuvo por cubierta una tela azu el club de la Sirena.
suspendida con cuerdas,,. Estos eran los
teatros que el gran reinado ponia á § vil.
disposición de Moliére. L a pasión que E n 1589, cuando Jacobo V I de Esco-
profesaba á las letras no arruinó á cia, que deseaba subir al trono de I n g l a -
Luis X I V , n i le privó del placer de dar terra, cumplimentaba á l a reina Elisa-
en varias ocasiones y de una sola vez bet, que lo ocupaba, cuya reina dos años
200.000 libras á Lavardin, 200.000 á antes decapitó á María Estuardo, madre
d'iErnon; 200.000 á Epernon, y a d e m á s del susodicho Jacobo, Shakespeare escri-
el regimiento de Francia al conde de bió su primer drama, titulado Ferióles.
Medavid; 400.000 libras al obispo de E n 1591, cuando el rey católico proyec-
Moyon; 500.000 al duque de Viwone taba la organización de una nueva
700.000 al duque de Quintín Lorges armada, compuso su obra d r a m á t i c a En-
800.000 á monseñor Clemente de Ba rique V I . E n 1593, cuando los jesuítas
viera, príncipe obispo de Lieja. A Molió obtenían del Papa permiso para pintar
re le señaló 1.000 libras de pensión; así los "tormentos y suplicios del infierno,,
consta en el manuscrito de Lagrange en las paredes de la "sala de medita-
Cuando Moliére murió fué enterrado en ción,, del colegio de Clevemont, escribió
San José, que dependía de la parroquia Shakespeare L a salvaje aprisionada. E n
de San Eustaquio, y el rey le protegió 1594, mientras se miraban de reojo el
hasta el punto de permitir que su tumba rey de E s p a ñ a , la reina de Inglaterra y
se elevara u n pié del suelo. el rey de Francia, dispuestos á venir á
las manos, continuó y completó el En-
§ vi. rique V I . E n 1595, cuando Clemente V I I
Como acabamos de ver, Shakespeare apaleaba solemnemente en Roma á E n -
estuvo mucho tiempo á las puertas de" rique I V en las espaldas de los cardena-
teatro, á la parte de fuera, hasta que les del Perron y d' Ossat, escribió Sha-
OBRAS D E VICTOR HUGO.

kespeare su obra Timón de Atenas. E n riscos que expulsó Felipe I I I agonizando


1596, el a ñ o en que Elisabet publicó el se arrastraban fuera de E s p a ñ a , escribió
edicto prohibiendo los picos de los escu- Shakespeare E l cuento de invierno, Enri-
dos, compuso el Macheth. E n 1597, cuan- que V I I I y L a Tempestad.
do Felipe I I decia al duque de AJba:
Merecéis la muerte, no porque entró á § VIII.
sangre y fuego en los Paises-Bajos, sino Escribió en hojas sueltas, como la ma-
porque entró en la c á m a r a real sin anun- yor parte de los poetas de aquella época,
ciarse, escribió las dos obras Cimhelino y Malherbe y Boileau eran quizás los ú n i -
Ricardo I I I . E n 1598, cuando el conde cos que escribían en cuadernos. Racan
de Essex devastó la Irlanda llevando decia á la señorita de Gurnay: "Esta ma-
adornado el sombrero con un guante ñ a n a he visto que Malherbe cosía con u n
de la casta reina Elisabet, compuso Sha- hilo gris y gordo un legajo blanco, que
kespeare Los dos hidalgos de Verona, E l pronto contendrá sonetos,,. Es de creer
rey Juan, Fenas de amor perdidas, L a co- que los dramas de Shakespeare, que los
media de errores. Bien está lo que bien aca- escribía expresamente para que los re-
ba, E l sueño de una noche de verano y E l presentara su compañía, los aprendían y
Mercader de Venecia. los ensayaban de prisa los cómicos, le-
E n 1599, mientras el Consejo privado, yendo en el original, del que no sacaban
á petición de su majestad, deliberaba si copias por falta de tiempo; por eso se han
habia de dar tormento al Dr. Haywadr roto y se han extraviado los manuscritos,
por haber robado algunos pensamientos y lo mismo sucedió con los de Moliére.
á Tácito, escribió Momeo y Julieta. E n Los teatros casi ambulantes de aquella
1600, mientras el emperador Rodolfo l u - época no llevaban registros y no coinci-
chaba contra su insurrecto hermano y dían l a representación y la publicación
abria las cuatro venas á su hijo, com- de las obras; muchas veces carecían de
puso: Gomo gustéis, Enrique I V , Enrique V impresor y el teatro era su único medio
y Mucho ruido para nada. E n 1601, al pu- de publicación. Cuando por casualidad
blicar Bacon el elogio del suplicio del i m p r i m í a n alguna obra, le p o n í a n un t í -
conde de Essex, compuso l a Duodécima tulo extravagante, como por ejemplo:
noche ó lo que queráis. E n 1602, mientras la segunda parte de Enrique V I la t i -
que por obedecer al Papa el rey de Fran- tularon: L a primera parte de la guerra
cia rezaba el rosario todos los dias, las entre York y Lancaster; la tercera: L a
l e t a n í a s los miércoles y el rosario de la verdadera tragedia de Ricardo, duque de
V i r g e n María los sábados; mientras en York. Por todo eso debe conocerse que
Roma quince cardenales, con el auxilio son inciertas las fechas en que Shakes-
de los generales de las Ordenes, inaugu- peare compuso sus dramas. Las que aca-
raban las discusiones sobre el molinismo, bamos de indicar, y que se han agrupado
por primera vez, son m u y aproximadas;
escribió el Otelo. E n 1603, mientras la
sin embargo, nos quedan algunas dudas
muerte de Elisabet hacia exclamar á
sobre los años que se escribieron y se pu-
Enrique I V : Lo mismo era virgen que yo
sieron en escena Timón de Atenas, Gimbe-
católico, escribió el Hamlet. E n 1604, lino, Julio César, Antonio y Gleopatra, Co-
mientras que Felipe I I I acababa de per- riolano y Macbeth. L a fecha de Enrique V I
der los Paises-Bajos, compuso las obras está bien averiguada, á lo menos la de
Julio César y Medida por medida. E n 1606, la primera parte, por medio de la alusión
mientras que Jacobo I de Inglaterra es- que hace á este drama Nashe en Fierce
cribía contra Belarmino el Tortura Torti Femiilesse. E n el a ñ o 1604 probablemente
compuso el Coriolano. E n 1607, mientras se escribió la obra Medida por medida, que
que la Universidad de Y o r k recibía de se representó el día de San E s t é b a n , se-
doctor al príncipe de Gales, que era u n g ú n dice l a nota especial de Hemynege;
niño, escribió la obra el Bey Lear. E n se compuso el Enrique V I I I en 1611, y
1609, cuando la magistratura de Francia, se representó el dia en que se incendió
firmando las sentencias de muerte en el Globo. Algunas veces obligaba á Sha-
blanco, condenaba de antemano al prín- kespeare á cambiar de teatro cualquier
cipe de Conde á la pena que se sirviese altercado que tenia con los cómicos sus
decretar su majestad, escribió Troilo y compañeros, el capricho de lord Cham-
Cresida. E n 1610, mientras Ravaillac belán ó un incidente cualquiera. L a sal-
asesinaba á Enrique I V á p u ñ a l a d a s y vaje aprisionada se puso en escena por
el Parlamento de P a r í s asesinaba á Ra- primera vez en 1593 en el teatro de
vaillac descuartizándole, compuso Anto- Henslowe, la Duodécima noche se repre-
nio y Gleopatra, E n 1611, cuando los mo
GUILLERMO SHAKESPEARE. 97
sentó en 1601 en Middle-Temple-Hall; sus cortos viajes encontraba á Oxford en
Otelo en 1602, en el castillo de Harefield, mitad del camino, y en Oxford la hoste-
y el Bey Lear, en White-Hall, durante las ría de l a Corona, y en l a hostería á la
fiestas de Navidad de 1607, á presencia lostelera, hermosa é inteligente cria-
de Jacobo I . Burbage creó el papel de tura, digna mujer del posadero D a -
Lear. L o r d Southampton, recien salido venat. E n 1606 esta señora tuvo u n hijo,
de la Torre de Londres, asistió á esa re- ' quien puso por nombre Gruillermo, y
presentación. A este lord, Shakespeare en 1644 sir G-uillermo Davenat, á quien
dedicó en 1589 u n poema titulado Ado- lizo caballero Cárlos I , escribía á lord
nis, que estuvo en moda en aquella épo- Rochester: Sabed una noticia que honra á
ca. Veinticinco años después de la muer- mi madre; yo soy hijo de Shakespeare, em-
te de Shakespeare, el caballero M a r i n i parentando de este modo con el célebre
escribió un poema que tituló Adonis tam- dramaturgo inglés, como en nuestros
bién, y que dedicó á Luis X I I I . días M . Lucas Montigny ha emparenta-
do con Mirabeau. Shakespeare casó á
§ IX. sus dos hijas Susana y Judit; á la prime-
E n 1597 Shakespeare perdió á su ra con un médico y á la segunda con un
hijo, que dejó por única huella en la comerciante. Susana tenia talento; J u d i t
tierra una línea en el registro mortuorio no sabia leer n i escribir, y firmaba po-
en l a parroquia de Stratford, que dice niendo una cruz. E n 1613, e n c o n t r á n -
así: 1597, Agosto, 17: Hamnet, filius Wi- dose Shakespeare en Stratford, no tuvo
lliam Shakespeare. Su padre Juan falleció deseos de volver á Lóndres, sin duda por
el 6 de Setiembre de 1601. Llegó á ser falta de recursos. Se vió obligado á h i -
Shakespeare director de su c o m p a ñ í a de potecar su casa para obtener u n présta-
comediantes. Jacobo I le concedió el mo. E l contrato de hipoteca en que cons-
privilegio de explotación de los teatros ta, fechado en 11 de Marzo de 1613 y
Black-Friars y el Grlobo. E n 1613 Elisa- con la firma de Shakespeare, se conser-
bet, hija de jacobo, y el elector palati- vaba todavía en el siglo pasado en po-
no, rey de Bohemia, asistieron al Grlobo der de un procurador, el que lo entregó
á ver una representación de L a Tem- á Garrick, que lo perdió. G-arrick perdió
pestad. Estas apariciones reales no le sal- t a m b i é n (así lo dice su mujer la señora
varon de la censura de lord C h a m b e l á n . Violetti) el manuscrito de Forbes, con
Cierto entredicho pesaba sobre sus sus cartas en latín. Desde 1613 perma-
obras, cuya representación se toleraba, neció Shakespeare en su casa de New-
pero cuya impresión le prohibían con Place cultivando el j a r d í n , olvidándose
frecuencia. En el tomo segundo del re de sus dramas y e n t r e g á n d o s e por com-
gistro del Stationers' Hall, al margen de pleto á las flores. P l a n t ó allí la primera
las tres obras Como gustéis, Enrique V j morera que se cultivó en Stratford,
Mucho ruido para nada, se encuentra una como la reina Isabel gastó en 1561 las
nota que dice así: "4 de Agosto, suspén- primeras medias de seda que llegaron á
danse.,, Desconocemos los motivos dees- Inglaterra. A l sentirse m u y enfermo el
tas prohibiciones. Más tarde logró me 25 de Marzo de 1616, hizo testamento. Su
jorar de posición, como t a m b i é n luego testamento, que él mismo quiso dictar,
le sucedió á Moliére. A fines del siglo ocupa tres p á g i n a s , en las que firmó con
era ya bastante rico para que un t a l Hyc- temblorosa mano. E n l a primera solo
Quinney le pidiese dinero en una carta puso Guillermo; en la segunda Guillermo
con este sobre: A mi amable amigo y com Shaspr, y en la tercera Guillermo Shasp.
patriota Guillermo Shakespeare. Conser- Murió el 23 de A b r i l , el día en que cum-
vaba mucho afecto á Stratford, su pue plía cincuenta y dos años. H a b í a nacido
blo natal, donde h a b í a muerto su padre el 23 de A b r i l de 1564. E l mismo d í a
y donde enterró á su hijo. Compró ó hizo 23 de A b r i l de 1616 m u r i ó Cervantes,
edificar una casa que llamó New-Place génio de su misma talla. Cuando m u r i ó
Hemos dicho que compró ó hizo edifi Shakespeare, M i l ton tenia ocho años,
car, porque según W h i t e r i l l la compró Corneille diez, Cárlos I y Cromwell eran
y según Jorbes la edificó, y con este dos adolescentes, el^uno de diez y seis y
motivo se empeñó entre ambos ardiente el otro de diez y siete años.
discusión.
IV.
§ x.
Shakespeare de vez en cuando solía L a vida de Shakespeare fué amarga;
pasar algunos días en New-Place. E n vivió perpetuamente insultado, como él
TOMO ly.
98 OBRAS DE .VICTOR HUGO.

mismo declara. L a posteridad puede í n t i m a amiga fué la gaveta del rey de


leer lo siguiente en sus versos íntimos: Francia. Su favorito, lord Clifford, íe de-
"Han difamado m i nombre, han rebaja- cía: Más vale que mi señor sea virey del
do m i naturaleza; tenedme compasión, gran monarca Luis X I V , que esclavo de
que sumiso y paciente bebo vinagre.,, quinientos vasallos ingleses insolentes. Aque-
Soneto 111.—'"Vuestra compasión cura llos no eran ya los tiempos de la Repú-
las heridas que me causan los insultos blica, en los que Cromwell se titulaba
del vulgo.,, Soneto 112.—'"No puedes Protector de Inglaterra y Francia, y obli-
honrarme p ú b l i c a m e n t e con u n favor, gaba al gran monarca Luis X I V á
porque temes que se deshonre t u nom- aceptar el calificativo de rey de los fran-
bre;?. Soneto 36.—"Espian mis fragili- ceses.
dades censores que son m á s frágiles que E n la época de la restauración de
yo,,. Soneto 121.'—Shakespeare tenia casi los Estuardos acabó de borrarse el nom-
siempre á su lado á un envidioso, á Ben bre de Shakespeare. T a n olvidado estaba
Jonson, que era un mediano poeta có- que Davenat, su hijo probable, se atre-
mico, cuyas obras c o n t r i b u y ó á repre- vió á refundir sus obras. No se repre-
sentar. Shakespeare tenia 39 años cuan- sentaba otro Macbeth, que el Macbeth de
do m u r i ó Elisabet, que no se apercibió Davenat. Dryden se ocupó de Shakes-
de que él existia. Supo reinar cuarenta peare una vez para declararle "caido en
y cuatro años sin conocer á Shakespeare, desuso,,. Lord Shaffesbury le calificó de
y sin embargo, l a historia la califica de "ingenio que ya no era de moda,,. Esos
protectora de las artes y de las letras. dos escritores que acabamos de citar
Los historiadores de la antigua escuela eran entonces dos oráculos. Dryden, ca-
expiden esta clase de certificados á todos tólico convertido, tenia dos hijos que
los príncipes, aunque no sepan leer. eran ujieres de la c á m a r a de Clemen-
Shakespeare, que estuvo perseguido, te X I , y escribía tragedias dignas de
como m á s tarde Moliére, buscó como éste traducirse en versos latinos, como lo
apoyo en su señor. Si ambos vivieran prueban los exámetros de Atterbury, y
hoy t e n d r í a n m á s independencia. E l se- fué criado de Jacobo I I , de aquel rey
ñ o r de Inglaterra era el rey Elisabet, que preguntaba á su hermano Cárlos I I :
como le llaman los ingleses. Shakespea- Por qué no haces ahorcar á Milton? E l
re glorificó á Isabel calificándola de conde de Shaffesbury, que era amigo de
Estrella virgen, de Astro de Occidente, de Loke, escribió un Ensayo sobre la joviali-
Diosa Diana, pero en vano, porque la rei dad en las conversaciones importantes, y
na no lo notó. A t e n d í a menos á sus elo por el modo que tenia el canciller H y d ó
gios que á las injurias de Cipion Grenti- de servir un alón de pollo á su hija, adi-
lis, que tomando las pretensiones de vinaba que estaba casada en secreto con
Elisabet por su parte mala la llamaba el duque de Y o r k . Como estos dos hom-
Hécate, y la dirigía la triple imprecación bres condenaron á Shakespeare, Ingla-
antigua: Mormo! Bombo! Gforgo! Jacobo I terra los creyó y quedó olvidado. U n
á quien Enrique I V llamaba maese Jaco- comprador cualquiera derribó la casa de
bo, le concedió, como ya sabemos, el p r i - New-Place, y el reverendo doctor Car-
vilegio de representar en el Grlobo, pero t r e l l cortó y q u e m ó la morera; á princi-
al mismo tiempo le prohibía la impresión pios del siglo diez y ocho el célebre dra-
de sus obras. Algunos contemporáneos, maturgo inglés quedó completamente
entre otros el doctor Simón Forman, se desconocido. E n 1707, Nahm Tate pu-
apercibieron de la existencia de Shakes blicó un Rey Lear, advirtiendo á los lec-
peare cuando notaron que les habia entre tores que habia tomado la idea de la
tenido toda una noche la representación obra de un autor desconocido, que leyó
del Mercader de Venecia; esta fué la ú n i c a por casualidad. E l autor desconocido
gloria que conoció Shakespeare, que era Shakespeare.
cuando murió quedó oscurecido.
Desde 1640 á 1660 los puritanos abo V.
lieron el arte, cerrando los espectáculos
y el teatro se cubrió con un sudario. Re E n 1728 Voltaire hizo conocer en
sucitó en el reinado de Cárlos I I , pero Francia el nombre de W i l l Shakespeare,
sin Shakespeare. E l gusto falso de pero en lugar de W i l l pronunciaba Gi-
Luis X I V invadió la Inglaterra, y pare líes. L a burla empezaba en Francia y el
cia que Cárlos I I m á s reinaba en Versa olvido continuaba en Inglaterra. L o que
lies que en Lóndres. Su querida, la du el irlandés Nahm Tate hizo con el Rey
quesa de Portsmouth, era francesa, y su Lear, hicieron otros autores con otros
GUILLERMO SHAKESPEARE. 99
dramas del difunto poeta. Bien está lo que del pensamiento del hombre: la segunda
hien acaba encontró sucesivamente dos manifestación es tan sagrada como la
arregladores; P i l ó n y Kemble. Shakes- primera. L a primera se llama la natura-
peare no existia n i hacian caso de él. leza y la segunda se llama el arte, que
Mucho ruido para nada sirvió t a m b i é n de producen la siguiente realidad: E l poeta
p a t r ó n para otras dos obras; á Davenat es sacerdote.
en 1673 y á James Millos en 1737. Cim- Existe en la tierra u n pontífice que es el
belino fué rehecho cuatro veces: por T h o - génio. Sacerdos Magnus.
mas Dursey, por Carlos Marsh, por E l arte es la segunda rama de la natu-
W . Hawkins y por G-arrik. Coriolano fué raleza; aquel es tan natural como ésta.
refundido t a m b i é n cuatro veces: por T a - Entendemos por Dios el infinito v i -
tos, por Jon-Denis, por Thomas Seridan viente .
y por Kemble. Timón de Atenas sufrió E l yo latente del infinito patente: esto
t a m b i é n cuatro refundiciones: la deShad- es. Dios.
vell, la de James Loro, la de Cumber- E l mundo condensado es Dios. Dios
lam y la de H u l l . dilatado es el mundo.
L a obstinada burla de Voltaire en el No creemos que existe nada fuera de
siglo diez y ocho concluyó por despertar Dios.
á Inglaterra en cierto modo. Garrik, Dios crea el arte por medio del hom-
corrigiendo á Shakespeare, lo puso en bre, y emplea como instrumento el cere-
escena, pero confesando que representaba bro humano, instrumento único que fa-
las obras del mismo Shakespeare. En- bricó el mismo obrero.
tonces éstas se reimprimieron en Glas- Porbes, en el curioso cuaderno que
gow. E l imbécil Malone comentó los ojeó Warburton y que perdió G-arrik,
dramas y, obrando con lógica, emba- afirma que Shakespeare se entregaba á
d u r n ó su tumba. Existe sobre ésta un prácticas de m á g i a , que hacia lo mismo
busto pequeño de dudoso parecido y poco su familia, y que lo bueno que se en-
artístico, pero que es venerable por ser cuentra en sus obras se lo habia dictado
contemporáneo de Shakespeare. Ese un peregrino, esto es, u n espíritu.
busto ha servido de modelo para todos A propósito de esto diremos, porque no
los retratos que luego se han hecho de se debe retroceder ante ninguna de las
él. E l busto t a m b i é n está embadurnado cuestiones que se ofrezcan, que ha sido
Malone, crítico y blanqueador de Sha- error extravagante de todos los tiempos
kespeare, al poner una capa de yeso en el querer dar al cerebro humano auxiliares
rostro del poeta ha puesto otra capa de exteriores. Autrum adjuvat vatem. Cuando
estupidez en su propia obra. la obra parece sobrehumana se hace i n -
tervenir en ella á lo extrahumano; en la
a n t i g ü e d a d al trípode, en nuestros dias
al velador. E l velador no es otra cosa que
la reaparición del trípode.
L I B R O SEaUNDO. Tomar al pié de la letra el demonio
que suponía Sócrates, l a zarza de Moisés,
Los genios. la ninfa de Numa, la diva de Potino y
la paloma de Mahoma, es ser juguetes de
I.
una metáfora.
Por otra parte, el velador giratorio, ó
E l arte supremo, en su sentido abso parlante, ha sido objeto de burlas, pero de
luto, es la región de los iguales. burlas sin consecuencia. Sustituir la mofa
Antes de proseguir, fijemos el valor al examen es fácil y cómodo, pero no es
que damos á la palabra arte, que escri- científico. Creemos que la ciencia tiene
biremos con frecuencia. obligación de sondear todos los fenóme-
Decimos arte, como decimos natura- nos; la ciencia es ignorante y no tiene de-
leza; ambas palabras son dos términos de recho á burlarse; que el sábio que se ríe de
significación casi ilimitada. Pronunciar lo posible, está en camino de llegar á ser
una ú otra palabra, naturaleza ó arte, idiota. L a ciencia debe esperar siempre lo
es hacer una evocación, es extraer de las inesperado, porque su misión consiste en
profundidades el ideal, es descorrer uno detenerle al paso y examinarlo, recha-
de los dos grandes velos que ocultan la zando lo quimérico y confirmando lo
creación divina. Dios se nos manifiesta real. L a ciencia solo tiene sobre los he-
en primer grado al través de l a vida del chos el derecho de refrendar. Experimen-
universo, y en segundo grado á través tando y diferenciando los conocimientos
loo ÜtóKAS D E VICTOR HUGO.

humanos se llega á la selección. Porque Esas son obras humanas. Dios no necesita
lo falso esté mezclado entre lo verdadero, ayudar á Shakespeare n i á Calderón.
no se debe rechazar el conjunto. E l que Demos, pues, un p u n t a p i é al trípode:
se encuentre zizaña no es pretexto para la poesía es hija del poeta. Hespetemos
rechazar el grano. Arrancad la yerba no- lo posible, cuyos límites ignoramos; res-
civa del error, pero segad el hecho y l i - petemos t a m b i é n lo extrahumano, que es
gadlo con los otros. L a ciencia es un haz de donde salimos y á donde volveremos,
de hechos. pero no rebajemos á los grandes trabaja-
L a misión de la ciencia es estudiarlo y dores terrestres, admitiendo en contra de
sondearlo todo. E l u d i r un fenómeno, ellos hipótesis de colaboraciones miste-
rehusarle el pago de atención á que tie- riosas que no son necesarias; concedamos
ne derecho, apartarlo, volverle desde- al cerebro lo que le pertenece, y consigne-
ñ o s a m e n t e la espalda, es declarar en mos que el trabajo de los génios consiste
quiebra á la verdad, es dejar que se pro- en lo sobrehumano que surge del hom-
teste l a firma de la ciencia. E l fenóme- bre.
no del trípode antiguo y del velador mo-
derno tienen derecho, como cualquier II.
otro, á ser examinados. Abandonar los
fenómenos á la credulidad es hacer trai- E l arte supremo es la región de los
ción á la razón humana. iguales.
Homero afirma que los trípodes de D e l Una obra magistral es siempre equi-
fos andaban solos, y explica este hecho valente á otra obra magistral.
en el canto X V I I I de la iliada, diciendo Como el agua calentada á cien grados
que Vulcano forjaba para ellos ruedas no es capaz de aumentar de calor, n i es
invisibles. L a explicación no simplifica posible elevarla á temperatura m á s alta,
mucho el fenómeno. P l a t ó n refiere que el pensamiento humano llega á alcanzar
las estatuas de Dédalo gesticulaban en en ciertos hombres su intensidad com-
las tinieblas, que tenian voluntad, que pleta. Esquilo, Job, Fidias, Isaías, San
desobedecían á su señor y que era preci- Pablo, Juvenal, el Dante, Miguel A n -
so atarlas para que no se fuesen. Hechier gel, Rabelais, Cervantes, Shakespeare,
menciona en la p á g i n a 62 de su Historia Rembrandt, Beethoven y algunos m á s
de Teodosio, al ocuparse de l a conspira- marcan los cien grados del génio.
ción que fraguaron los hechiceros del E l espíritu humano tiene su cima.
siglo cuarto contra el emperador, el he- Esta cima es el ideal.
cho de u n velador que giraba, de lo que Dios desciende hasta ella y el hombre
trataremos m á s adelante, para decir lo sube. E n cada siglo, tres ó cuatro génios
que Hechier callaba y acaso ignoraba. emprenden esa ascensión: los demás los
Después de todo, á pesar de lo que la siguen con la vista desde bajo. Dichos
credulidad haya pensado y dicho, el fe- hombres suben trepando á la m o n t a ñ a ,
n ó m e n o de los trípodes y de los velado- entran en las nubes, desaparecen y vuel-
res es completamente ageno á la inspi- ven á aparecer, bordean los precipicios:
ración de los poetas, que es inspiración tal vez a l g ú n espectador desea que den
directa, y esto es lo que queremos de- a l g ú n paso en falso, pero los aventureros
mostrar. L a Sibila tiene trípode, pero el prosiguen avanzando con intrepidez en
poeta no. E l poeta es su mismo trípode, su camino. E s t á n ya arriba, están ya
es el trípode de Dios. Dios no ha creado lejos, no son ya m á s que puntos negros.
el maravilloso alambique de la idea, el Qué pequeños son! exclama la multitud;
cerebro del hombre, para no servirse de pero son gigantes, siguen andando; el
él. E l genio contiene todo lo necesario en camino es ancho y escarpado; á cada
su cerebro, y todos sus pensamientos pa paso encuentran u n obstáculo ó u n lazo,
san por él. E l pensamiento sube y se pero van elevándose. Necesitan para su-
desprende del cerebro, como el fruto de bir cortar el hielo y marchar por encima
l a rama. E l pensamiento es la resultan y tallar escalones en el ódio. Las tor-
te del hombre. Las raices se sumergen mentas rugen en su camino, los abismos
en la tierra; el cerebro se sumerge en se multiplican á su alrededor, pero si-
Dios * guen andando; algunos caen, porque lo
Es decir, en el infinito. merecen; otros se p á r a n y retroceden; al-
Caen en un profundo error los que gunos desfallecen; los intrépidos conti-
imaginan que poemas como E l médico de n ú a n , los predestinados persisten. L a
su honra ó E l Rey Lear pueden ser dicta- pendiente terrible se derrumba bajo sus
dos por u n trípode ó por u n velador. plantas y trata de arrastrarlos, porque
GUILLERMO SHAKESPEARE. 101
la gloria es traidora; las á g u i l a s los con- clama: "Qué quieres de m í , diosa?,, No
templan, los rayos ios acosan, el hura- son monótonas nunca sus poderosas per-
can ruge furioso; pero no importa, se sonificaciones; sus gigantes son variados,
obstinan y suben. Todo el que llega á la í n cuanto Homero crea un héroe, rompe
cumbre es igual á tí, Homero. el molde. A y a x , hijo de Ulises, es de me-
Repetid los nombres que acabamos de nor talla que A y a x , hijo de T e l a m ó n .
escribir y los que podríamos haber aña- ETomero es uno de los génios que resuel-
dido á esa lista. No es posible elegir ven el bello problema del arte, quizás el
entre ellos; no se puede inclinar la ba- m á s bello, que consiste en la pintura
lanza entre Rembrandt y Miguel Angel. exacta de l a humanidad, conseguida
Concretándonos solo á los escritores y 3or el engrandecimiento del hombre; es
á los poetas, examinadlos uno tras otro; decir, por la generación de lo real en lo
cuál es el m á s grande? Todos. ideal. Homero es al mismo tiempo fábu-
a é historia, hipótesis y tradición, fanta-
sía y ciencia; es insondable y risueño; to-
Homero es el enorme poeta niño; cuan- das las profundidades de las primitivas
do el mundo nace, Homero canta. Es el edades se mueven radiantes de luz en el
pájaro de la aurora. Homero tiene el vasto azul de su espíritu. Licurgo, el sá-
candor sagrado del alba; casi desconoce 3Ío misántropo, t é r m i n o medio entre So-
la sombra. Homero reasume el caos, el Ion y Dracon, fué vencido por Homero.
cielo, la tierra, á Greo y Oeto, á J ú p i t e r , Estando de viaje, volvió a t r á s en el
á todos los dioses, á A g a m e n ó n , rey de camino por i r á hojear en casa de Cleo-
los reyes; á los pueblos, que al principio frilo los poemas de Homero, que deposi-
son rebaños; á los templos, á las ciuda- tó allí como recuerdo de la hospitalidad
des, á los asaltos, á las cosechas, al que un dia recibió en dicha casa. Para
Océano; Homero reasume á Diomedes los griegos, Homero fué un dios, que te-
combatiendo, á Ulises errante, á los nia sus sacerdotes llamados homeridos.
Meandros de una nave buscando la pá- Alcíbiades dió u n bofetón á un retórico
tria, á los cícoples, á los pigmeos, á los porque se jactaba de no haber leido nun-
sacerdotes, á las vírgenes, á las madres, ca a Homero. L a divinidad de Homero
á los niños que asustan los penachos, las ha sobrevivido al paganismo. Miguel
palabras graves que caen de las barbas A n g e l decia: Guando leo á Homero me
blancas, las amistades que son amores, examino para ver si tengo veinte piés de al-
las cóleras y las hidras; á Vulcano ha- tura. Pretende una tradición que el pri-
ciendo reir á los de arriba y á Tersites á mer verso de la Iliada sea de Orfeo, lo
los de abajo; los dos aspectos del matri que, fortificando á Homero con Orfeo, au-
monio resumidos de antemano para tO' m e n t ó en Grecia la fama de aquel. E l
dos los siglos en Elena y en Penólope; la escudo de Aquiles (en el canto 18 de l a
Estigia, el Destino, el t a l ó n de A q u i Iliada) le comentaba en los templos
les, los mónstruos, los héroes, los hom Danco, que era hija de P i t á g o r a s . Home-
bres y todas las infinitas perspectivas ro, como el sol, tiene planetas. V i r g i l i o ,
miradas á través de las sombras del mun- que compone la JEneida; Lucano, que es-
do antiguo. Homero reasume á Troya cribe la Farsalia; el Tasso, autor de l a
codiciada y Atica deseada; la guerra y Jerusalem; Ariosto, autor de Orlando el
el viaje, los dos medios primitivos de rea furioso-, Milton, que escribe el Faraiso
lizar la conjunción de los hombres; la perdido; Camoens, que compone las L u -
tienda de c a m p a ñ a atacando á l a torre siadas; Klopstock, autor de l a Mesiada,
el navio sondeando lo desconocido, que y Voltaire, autor de la Henriada, gra-
t a m b i é n es otro ataque; todas las guer vitan sobre Homero, que envia á sus.
ras y todas las pasiones, todos los viajes propios satélites la luz diversamente re-
y todas las aventuras que forman en é flejada, y estos se mueven á distancias
dos grupos gigantescos; el primero, que desiguales en desmesurada órbita. T a l
es sangriento, se llama Iliada; el s e g ú n es Homero y t a l el principio de la epo-
do, que es luminoso, se llama la Odi peya.
sea. Homero dá á los hombres m á s po
tencia que la naturaleza. Hace que se §11.
arrojen á la cabeza piedras que doce
yuntas de bueyes no podrían mover, y Job empieza el drama con u n em-
los dioses apenas se atreven á meterse brión coloso. Job le comenzó hace ya
con ellos. Minerva coge á Aquiles por el cuarenta siglos colocando á J e h o v á en-
cabello, y éste, volviéndose irritado, ex- frente de S a t a n á s . E l m a l desafía a l
bien, y desde ese momento se e m p e ñ a l a
105 OBRAS DE VICTOR HUGO.

acción: la tierra es el sitio de la escena, de si habla de sus sepulcros ó si habla


el hombre el campo de batalla y las de sus reinos. Tácito dice: Solitudinem fa-
plagas los personajes. Consiste una de cium. Adora á J e h o v á , y por toda resis-
las grandezas m á s salvajes de este poe- tencia á lo que le hacen padecer las
ma en que el sol brilla siniestramente. alagas, se l i m i t a á preguntar: ^¿No me
E l sol de Job es el mismo que el de Ho- Dermitirás que trague la saliva?,, Esta
mero, pero no en la aurora, sino en el pregunta data de cuatro m i l años. Mien-
medio dia; sus sofocantes rayos, cayendo tras el e n i g m á t i c o astrónomo de Deude-
en el desierto, llenan este ardiente poe- rah esculpía en granito su misterioso
ma. Job suda en el estercolero. L a som- zodíaco, Job grababa el suyo en el pen-
bra de Job es reducida y negra y se ocul- samiento humano, pero su zodíaco no era
ta bajo de él, como la víbora bajo la de estrellas, sino de miserias. Este zo-
roca. Las moscas tropicales zumban en díaco gira todavía sobre nuestras cabe-
sus llagas. Arde sobre Job el candente zas. No conocemos á Job m á s que por la
sol á r a b e , que cria mónstruos, que au- traducción hebrea, que se atribuye á
menta las plagas, que convierte el gato Moisés. T a l poeta, interpretado por t a l
en tigre, el lagarto en cocodrilo, el cerdo traductor, obliga á meditar. ¡El hombre
en rinoceronte, la anguila en boa, la del estercolero traducido por el hombre
ortiga en capto, el viento en simoun y el del Sinaí! Sin duda alguna Job es un
miasma en peste. Job es anterior á Moi- sacerdote y un vidente. Job extrae de su
sés: en la lontananza de los siglos se vé, drama un dogma; sufre y razona, y su-
al lado del patriarca hebreo Abraham, al frir y razonar es enseñar que el dolor,
patriarca árabe Job. Antes de sufrir ha cuando es lógico, nos lleva hasta Dios.
bia sido dichoso. Fué el hombre más alto del Job enseña, y después de haber subido á
Oriente, como dice su poema. Era el la la cumbre del drama, agita el fondo de
brador rey, ejercía el inmenso sacerdo- la filosofía, siendo el primero que mani-
cio de la soledad. Sacrificaba y santifica- fiesta la sublime demencia de la sabidu-
ba. Por la noche bendecía la tierra; era ría que dos m i l años m á s tarde, haciendo
letrado y conocía el ritmo. Su poema, el sacrificio de la resignación, l l e g a r á á
cuyo texto á r a b e se perdió, estaba escrito ser la locura de la cruz. Stulticiam crucis.
en verso, por lo menos desde el versícu-
E l estercolero de Job, transfigurado, se
lo I I I del capítulo I I I hasta el fin. Era
convertirá en el Calvario de Jesús.
bondadoso; daba limosna á los niños po
bres que encontraba; era la muleta del § ni.
cojo y el lazarillo del ciego; cayó, y al
Esquilo, iluminado por la intuición
caer se convierte en gigante. E n el poe-
inconsciente del génio, sin apercibirse de
ma de Job se desarrolla esta idea: la
que deja detrás de él en el Oriente la re-
grandeza que se encuentra en el fondo
signación de Job, la corona sin saberlo
del abismo. Job es m á s majestuoso en la
con la rebelión de Prometeo; de modo
miseria que en l a prosperidad. Su lepra
que la lección es completa, y el género
es una p ú r p u r a . Su abatimiento espanta
humano, al que Job enseñó el deber,
á los que lo ven. Solo le hablan después
sentirá en Prometeo despertarse la idea
de permanecer en silencio siete dias y
del derecho. A l g o espantoso domina en-
siete noches. Sus lamentos llevan el sello
teramente á Esquilo, y una Medusa se
de no sé q u é magismo tranquilo y l ú g u
dibuja vagamente en l a oscuridad, de-
b r e . Mientras mata los gusanos que
trás de las figuras que se mueven en su
crian sus úlceras, interpela á los astros,
luz. Esquilo es magnífico y formidable.
y dirigiéndose á Orion, á las Hiadas ó
E n sus obras hay dos Caínes, que son
P l é y a d e s y á los signos del medio dia
Eteocles y Polinice. E l Génesis no tiene
dice: "Dios ha señalado u n t é r m i n o á
m á s que uno. Su nube de occeánidas se
las tinieblas,,. L l a m a al diamante ocul
agita en un cielo tenebroso, como nube
to "la piedra de la oscuridad,,. Dice fra
de pájaros perseguidos. Esquilo no guar-
ses t r á g i c a s que hielan, como ésta: L a
da ninguna de las proporciones conoci-
vida es un vacio. Cuando se sonríe espan
das. Es rudo, abrupto, excesivo, incapaz
ta. L e rodean Elifas, Bildad y Tsofar
de pendientes suaves, casi feroz; su gra-
tres impalpables tipos del amigo curioso
cia es semejante á las flores silvestres de
y les dice: "Os divertís conmigo como
los sitios escabrosos; le aman las eumé-
si íuera u n tamboril,,. Su lenguaje, sumi
nides, pero no las ninfas; es partidario
so para con Dios, es amargo para con los
de los Titanes, y entre las diosas elige
reyes. "Los reyes de la tierra que
las m á s sombrías y dirige siniestras son-
construyen soledades.,, Nos dejala duda
risas á las górgonas; es hijo de la tierra?
GUILLERMO SHAKESPEARE. 103
como Otris y Briaereo, pero está dis- de caverna, pensamiento á propósito
puesto á escalar el cielo para ir contra el para rugir. ¿Sabéis lo que anuncia al
advenedizo J ú p i t e r . Esquilo es el miste- mundo este salvaje? Pues anuncia una
rio antiguo hecho hombre; es una especie cosa asombrosa; anuncia el progreso*
de profeta pagano. Su trabajo, si le pose- Isaías demuele, pero Ezequiel reconstru-
yéramos completo, seria una especie de ye. Isaías rechaza la civilización, Eze-
biblia griega. Es un poeta que posee quiel la acepta, pero la transforma. L a
un Orestes m á s fatal que Ulises y una naturaleza y la humanidad se confunden
Teba m á s heróica que Troya; duro como en el tierno rugido de Ezequiel. L a no-
la roca, tumultuoso como la espuma, ción del deber aparece en Job, la noción
lleno de escarpaduras, de torrentes y de del derecho en Esquilo; Ezequiel saca la
precipicios, y tan gigante, que hay cier- resultante, la tercera noción, el progreso
tos momentos en que parece que se con- del género humano, el porvenir cada vez
vierta en m o n t a ñ a . Como vivió después m á s libre. Es un consuelo para el hom-
de la Iliada, parece que sea el primogé- bre que el porvenir sea un Oriente y no
nito de Homero. un Poniente. E l tiempo actual trabaja
para el tiempo futuro; pues trabajad y
§ iv. esperad. Este es el grito que lanza Eze-
Isaías se asemeja en las regiones su- quiel. Ezequiel vive en la Caldea y desde
periores de la humanidad al rugido con- allí distingue claramente la Judea, como
tinuo del trueno: es la eterna protesta. Su desde l a opresión se vé la libertad. De-
estilo es una especie de nube nocturna clara l a paz como otros declaran la
se ilumina de repente con i m á g e n e s que guerra; profetiza la concordia, la bondad,
enrojecen de súbito todo el abismo de la dulzura, la unión, el himeneo de las
este pensamiento siniestro y os hace ex- razas, el amor. Sin embargo, es terrible;
clamar: Relampaguea! Isaías se bate es el áspero y feroz bienhechor del g é -
cuerpo á cuerpo con el mal, que en la ci- nero humano; g r u ñ e y rechina los dien-
vilización empieza antes que el bien. tes y causa temor y ódio. Se condena á
Cuando oye el ruido de los carros, de ser símbolo, y hace de su persona, que
las fiestas y de los triunfos, grita: ¡Silen- llega á ser espantosa, una representa-
cio! L a espuma de sus profecías desbor ción de la miseria humana y de la ab-
da hasta sobre la naturaleza; denuncia yección popular. Es una especie de Job
Babilonia á los topos y á los murciéla voluntario. E n su ciudad, en su casa, se
gos; promete Nínive á las zarzas, T i r o hace atar con cuerdas y permanece
á las cenizas, Jerusalem á la noche; fija mudo; de este modo es esclavo: en la
un plazo á los opresores, predice á las plaza pública come excrementos. Este
naciones su muerte próxima, señala el hecho hace reir á Voltaire y á nosotros
fia de los ídolos. Se le vé de pié en el nos hace sollozar. ¡Hasta ese punto llega
umbral de la civilización, n e g á n d o s e á tu abnegación, Ezequiel! T ú , que haces
entrar en ella. Es una. especie de boca visible la vergüenza por medio del hor-
del desierto que habla á las muchedum- ror; t ú , que obligas á la ignominia á
bres y que reclama en nombre de las volver la cabeza al reconocerse en la i n -
arenas, de las malezas y de los vientos mundicia; t ú enseñas que aceptar á u n
el lugar que ocupan las ciudades, porque hombre por amo es lo mismo que comer
es justo; porque el tirano y el esclavo, es estiércol, y haces temblar á los cobardes
decir, el orgullo y la vergüenza, se ven cortesanos nutriendo t u estómago con lo
en todas partes donde hay recintos de que ellos nutren su alma; t ú , que predi-
murallas; porque el m a l está allí encar cas la libertad por el vómito, ¡venerado
nado en el hombre; porque la soledad seas! Ese hombre, ese sér, esa figura, ese
solo existe en las fieras, mientras en las profeta puerco, es sublime. L a transfi-
ciudades existen los mónstruos. Subsiste guración que anuncia lo prueba, y lo
todavía lo que Isaías reprochaba á su prueba transfigurándose él mismo; de su
tiempo; esto es, la idolatría, la o r g í a , la boca horrible y sucia brota un torrente
guerra, la prostitución y la ignorancia: de poesía. J a m á s se ha hablado lenguaje
Isaías es el eterno contemporáneo de los m á s grande n i m á s extraordinario: " V i
vicios que se convierten en criados y de visiones de Dios. E l h u r a c á n traia en
los crímenes que se convierten en reyes. revuelta confusión un n u b a r r ó n y fuego;
v i un carro y una semejanza de cuatro
animales; sobre los animales y el carro
§ v. habia una extensión parecida á u n cristal
terrible. Las ruedas del carro estaban
Bzequiel es el adivino montaraz: genio
104 OBRAS DE VICTOR HUGO.

formadas de ojos, y eran tan altas, que buey, el león y el águila; y ¡coincidencia
atemorizaban. E l ruido de alas de los sorprendente! simbolizará el progreso
cuatro ángeles era como el ruido del To- tomando las cuatro fases de Ezequiel.
dopoderoso, y cuando se paraban, reco- Además, Ezequiel se llama como Cristo,
g í a n las alas. Y v i una imagen, que pa- Hijo del hombre. J e s ú s con frecuencia en
recía de fuego y que avanzó como una sus parábolas evoca ó indica á Ezequiel,
forma de mano, y una voz dijo: "Los re- y esta especie de primer Mesías forma
yes y los jueces tienen en el alma dioses jurisprudencia para el segundo. Se en-
de cieno. A r r a n c a r é de su pecho el co- cuentran en Ezequiel tres construccio-
razón de piedra y les daré un corazón de nes: el hombre, en el que coloca el pro-
carne.,, Me dirigí á los del rio Kebar y greso; el templo, en el que coloca la luz
p e r m a n e c í entre ellos siete dias comple- y llama gloria, y la ciudad, en la que
tamente asombrado;;. Y en otra parte: coloca á Dios. A l templo le dice: "Que
"Habia una llanura y en ella huesos no haya a q u í sacerdotes, n i ellos n i sus
secos,,, y yo dije: "Huesos, levantaos,,. reyes, n i los esqueletos de sus reyes.,,
Miró y vinieron nervios para aquellos (Cap. L X I I I , v . 7.) Si Ezequiel, que es
huesos y carne para aquellos nervios y una especie de demagogo de la Biblia,
una piel que los cubrió, pero el espí- hubiera vivido en 1793, hubiera ayudado
r i t u no vino. Entonces gritó: "Espíri- á destruir y á barrer á San Dionisio. So-
tu, ven de los cuatro vientos, sopla y bre la ciudad que edificó murmura este
que resuciten estos muertos,,. E l espí- nombre misterioso: Jehová Schammah,
r i t u llegó. E l soplo entró en ellos, se le- que significa: E l Eterno está allí presen-
vantaron y formaron un ejército, un te. Después calla y se queda pensativo
pueblo. Entonces dijo la voz: "Seréis en las tinieblas, señalando con el dedo á
una sola nación; no tendréis n i m á s juez la humanidad en el fondo del horizonte,
n i m á s rey que yo; seré el Dios que tiene la continua dilatación del azul.
u n pueblo y vosotros seréis el pueblo que
tiene un Dios.,, § vi.
No os basta esto?... Buscad una fór- Lucrecio es la grandiosidad oscura. J ú -
m u l a superior, que no l a encontra- piter está en Homero, J e h o v á en Job y en
reis. E l hombre libre en poder de Dios Lucrecio aparece Pan. Es tal la grandeza
soberano. Ese visionario que comia po- de Pan, que domina al Destino, como el
dredumbre resucita los muertos. Eze- Destino domina á J ú p i t e r . Lucrecio viajó
quiel tiene la inmundicia en los labios y meditó, que es viajar dos veces. Estuvo
y el sol en los ojos. Los judíos t e m í a n la en Atenas, se relacionó con los filósofos,
lectura de Ezequiel, y no permitían leer- estudió la Grrecia y adivinó la India.
la á los hombres hasta que c u m p l í a n Demócrito le hace pensar en la molécula
treinta años. Inquietaba á los sacerdotes, y A n a x i m a n d r ó en el espacio. Sus deli-
que querían sellar los labios del profeta. rios se han convertido en doctrina. Nadie
No podían tratarle de impostor, porque conoce sus aventuras. Como P i t á g o r a s ,
su profético extravío era incontestable; frecuentó las dos misteriosas escuelas
habia visto evidentemente lo que refe- del Eufrates, Necharda y Pombeditha,
ria, por eso tenia tanta autoridad; sus en donde pudo encontrar doctores j u -
enigmas le convertían en oráculo. No díos» Deletreó los papiros de Seforis y
se sabia lo que significaban "aquellas vivió con los pescadores de perlas de la
mujeres sentadas al lado del Aquilón, isla Tilos. Se encuentran en los Apócri-
que lloraban á Thamnus,,. E r a imposible fos vestigios de u n itinerario e x t r a ñ o y
adivinar lo que era el "hasmal,,, metal antiguo, recomendado, según unos, á l o s
que enseña en fusión en el horno de sus filósofos por Empedocles, y s e g ú n otros
visiones. Pero en cámbio, era en él m u y á los rabinos por el gran sacerdote Elea«
clara la visión del progreso. Ezequiel ve zar. Quizás este itinerario sirvió después
al hombre c u á d r u p l e : hombre, buey, de g u í a á los Apóstoles en sus viajes.
león y águila; es decir, dueño del pensa- E l viajero que obedecía este itinerario
miento, del campo, del desierto y del recorría las cinco satrapías del pais de
aire. No olvida nada; insinúa el porve- los filisteos; visitaba los pueblos que en-
nir entero, desde Aristóteles hasta Cris- cantaban á las serpientes y chupaban
tóbal Colon, desde Triptolemo hasta las llagas; bebía en el torrente de Bosor,
Montgolfier. M á s tarde el Evangelio que marca la frontera de la Arabia de-
t a m b i é n será c u á d r u p l e en los cuatro sierta; después tocaba con su propia
evangelistas, y subordinará á Mateo, á mano l a argolla de bronce de A n d r ó m e -
Lucas, á Marcos y á Juan, el hombre, el d a , todavía clavada en la roca de Jopó;
GUILLERMO SHAKESPEARE. 105
visitaba á Balbek, en la Siria baj aj a mo viaje. Pónese en el camino de la muer-
Apimea, sobre el Orente, donde Nicanor te porque quiere ver. Se embarca sucesi-
alimentaba á sus elefantes; el puerto de vamente en todas las naves: en la galera
Asiongaber, donde se detenían los barcos de Trevirio, para Sanastrea, en Macedo-
de Ofiro cargados de oro; veia á Segber, nia; en el tríremo de Carysto, para Me-
que producía el incienso blanco; las dos taponte, en Grecia; en el remigio de Cy-
Sírtas; la m o n t a ñ a de esmeralda Sma- llena, para la isla de Samotracia; en la
ragdus; el país de los Nasamones, en que sandalia de S a m o x t r a c í a , para Naxos,
se despojaba á los náufragos; la nación en donde habita Baco; en el ceróscafo de
negra A g i z í m b a ; visitaba á A d r i b é , Naxos, para la Siria Saludable; en el
ciudad de los cocodrilos; á Cinópolis, bajel de Siria, para el Egipto, y en el
ciudad de los perros; las maravillosas navio del Mar Rojo para la India. Le
ciudades de la Comagena, Claudias y queda un viaje que hacer. Granoso de
Varsalio, y t a l vez á la misma Tadamo- conocer la región sombría, se embarca
ra, que es la ciudad de S a l o m ó n . Tales en el a t a ú d , y desatando por sí mismo
eran las etapas de esta peregrinación casi la amarra, empuja con el pié esta barca
fabulosa de los pensadores. ¿ L a hizo oscura, á la que mece desconocido oleaje.
Lucrecio? No se puede asegurar, pero
no cabe duda que emprendió muchos § vil.
viajes. Vió tantos hombres, que sus pu- Juvenal tiene todo lo que le falta á
pilas acabaron por confundirlos y la Lucrecio; pasión, fiebre, fuego trágico,
m u l t i t u d se convirtió para él en u n fan- amor á la honradez, risa vengadora,
tasma; llevó á t a l grado la simplifica- personalidad, humanidad. Habita en un
ción del universo, que casi lo aniquiló. punto dado de la creación, que le satis-
Sondeó hasta sentir flotar la sonda. face, porque encuentra en él con q u é nu-
I n t e r r o g ó á los vagos espectros de By- t r i r y llenar su corazón, ávido de justi-
blos; conversó con el tronco del árbol cia y de cólera. Lucrecio es el universo
cortado de Ohyteron, que es Junon y Juvenal es el sitio; pero q u é sitio! Ro-
Thespia. ma. Ambos poseen la doble voz que
Quizás habló en los c a ñ a v e r a l e s con se dirige á toda la tierra y á la Ciudad
Oannes, el hombre-pez de Caldea que te- Eterna. Urbi et orhi. Juvenal se remonta
nía dos cabezas, una de hombre en la sobre el imperio romano y agita el enor-
parte superior y otra de hidra en la i n - me batimiento de sus alas de buitre a l
ferior, por cuya boca bebía el caos, que ver debajo u n nido de reptiles. Se preci-
vomitaba en forma de ciencia terrible pita sobre este hormiguero y los coge
por la boca superior. Esta es la ciencia con su pico terrible, unos tras otros, des-
de Lucrecio. Isaías confina con los ar- de la culebra, que es emperador y se
cángeles; Lucrecio con las larvas. L u - llama Nerón, hasta l a lombriz, que es
crecio retuerce el antiguo velo de Isis, un m a l poeta y se llama Codro.
sumergido en el agua de las tinieblas, y Isaías y Juvenal tiene cada uno su
esprime, unas veces á torrentes y otras prostituta; pero hay algo m á s siniestro
gota á gota, su sombría poesía. L o l i m i - que la sombra de la torre de Babel, y es
tado está en Lucrecio. E n algunos mo- el crujido del lecho de los Césares: Babi-
mentos deja caer un potente verso espon- lonia es menos formidable que Mesalina.
dáíco lleno de sombras, casi monstruoso. Juvenal es el alma antigua y libre de
Circum se foliis ac frondibus involventes; en las repúblicas muertas, y encierra uua
otro una atrevida i m á g e n de la cópula Roma con cuyo bronce se fundieron
bosquejándose en la selva: Tune Venus in Atenas y Esparta. Por eso sus versos
sylvis jungebat copora amantum; a q u í la tienen algo de Aristófanes y algo de L i -
selva es la naturaleza. Estos versos son curgo. Q-uardaos de é l , porque es m u y
imposibles en V i r g i l i o . Lucrecio vuelve severo. No faltan n i una cuerda á su l i r a
la espalda á la humanidad y mira fija- n i á su látigo. Es grande, rígido, auste-
mente al enigma. Lucrecio, espíritu que ro, brillante, violento, grave, justo,
busca el fondo, se coloca entre esta rea- inagotable en i m á g e n e s y gracioso cuan-
lidad y esta imposibilidad, el á t o m o y el do quiere. Su cinismo es la i n d i g n a c i ó n
vacío, solicitado por estos dos precipicios; del pudor. Su gracia, independiente y
es religioso cuando contempla el á t o m o símbolo de la verdadera libertad, tiene
y excéptico cuando nota el vacío; de a q u í garras; sin saber cómo aparece de pron-
sus dos aspectos igualmente profundos, to derramando alegría en la majestad
ora niegue, ora afirme. Llega un día en rectilínea de sus exámetros; nos parece
que este viajero se mata. Este es su últi- ver el gato de Corinto que corre sobre el
TOMO IV. 14
106 OBRAS DE VICTOR HUGO.

frontispicio del Parthenon. Hay algo de puraciones, de emplastos y de coronas


l a epopeya en su sátira, pues Juvenal de laurel; tiene una úlcera como Job y
e m p u ñ a el cetro de oro con que Ulises a d e m á s el cetro; le rodea l ú g u b r e silen-
golpeaba á Tersites. ¡Hinchazón, decla- cio; buscando á su sucesor, olfatea á Ca-
maciones ó hipérboles! exclaman los es- l í g u l a y lo elige como una víbora esco-
critores desacreditados, y estos gritos, gerla u n tigre. C a l í g u l a es el hombre
que repiten e s t ú p i d a m e n t e los retóricos, miedoso, el esclavo convertido en señor,
forman su glorioso ruido. Se comete igual tímido ante Tiberio y terrible cuando
crimen practicando malas acciones que re- Tiberio muere, vomitando entonces su
firiéndolas, dicen Tillemont, Marco-Mu- pasado espanto en atrocidades. Nadie
reto, Garasse, etc., necios que á veces iguala á este loco. Se equivocó u n ver-
son chistosos. L a invectiva de Juvenal dugo y m a t ó á un inocente en vez de
llamea desde hace dos m i l años, y es un matar á un criminal; supo el hecho Calí-
aterrador incendio de poesía que consu- gula y exclamó sonriendo: E l condenado
me á Roma en presencia de los siglos; no lo merecia tanto. Para recrear la vista
esa hoguera espléndida brilla, y en vez hace que unos perros se coman viva á
de apagarla el tiempo, se aviva m á s una mujer. Se acuesta ante el público
cada vez entre nubes de humo l ú g u b r e , con sus tres hermanas completamente
y salen de ella rayos que i l u m i n a n la desnudas. Una de ellas, Drusila, muere,
libertad, la probidad y el heroismo, lan y él manda que decapiten á los que no la
zando hasta nuestra actual civilización lloren, porque es su hermana, y que crucifi-
espíritus llenos de luz. ¿Qué son Heg quen á los que la lloren, porque es una dio-
nier, A u b i g n é y Corneille m á s que chis sa. Nombra pontífice a su caballo, como
pas de Juvenal? m á s tarde Nerón h a r á dios á su mono.
Ofrece al universo el siniestro espectácu-
§ VIII.
lo de la destrucción del cerebro por el
T á c i t o es el historiador. L a libertad poder absoluto. Es un hombre prostitui-
se encarna en él como en Juvenal, y do, tramposo en el juego y ladrón; des-
sube muerto al tribunal, vistiendo el troza los bustos de Homero y de Y i r g i -
sudario como toga y citando á la barra lio; se adorna con rayos como Apolo y
á los tiranos. E l alma de un pueblo que con alas como Mercurio; ese frenético
se concentra en el alma de u n hombre dueño del mundo desea el incesto á su
es Juvenal, como acabamos de decir; eso madre, la peste á su imperio, el hambre
t a m b i é n es T á c i t o . A l lado del poeta á su pueblo, la derrota á sus ejércitos; de-
que condena, se yergue el historiador sea semejarse á los dioses y que el género
que castiga. Tácito, sentado en la silla humano no tenga m á s que una cabeza
curul del génio, emplaza y sorprende en para poderla cortar de u n golpe. T a l es
f r a g r a n t é delito á los Césares culpables Cayo C a l í g u l a . Claudio es una sombra
Constituye el imperio romano largo y que reina. Es u n semihombre converti-
continuo crimen. E l crimen empieza por do en tirano. Se esconde, pero le descu-
los cuatro demonios que se llamaron bren y le arrancan de su escondrijo, y
Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. T i - estando aterrorizado le arrojan sobre el
berio es el emperador espía, el ojo que trono. Después de ser emperador tiem-
atisba al mundo, el primer dictador que bla; cuando tiene la corona, no tiene se-
se atreve á interpretar en provecho suyo guridad de tener cabeza, y cada momen-
l a ley de majestad, dictada para el pue- to la tienta para cerciorarse de ello. E n
blo romano; sabe el griego, es sutil, sa cuanto se tranquiliza, decreta que se aña-
gaz, sardónico, elocuente, horrible, cari- dan tres letras al alfabeto. Pretende ser
ñoso con los delatores; es asesino de los sábio el idiota. E xtr angulan á un sena-
ciudadanos, de los caballeros, del Sena- dor, y cuando se lo participan, dice: No
do, de su mujer y de su familia; m á s que lo hahia mandado, pero ya que lo han hecho,
mata á los pueblos, los a p u ñ a l a ; es h u - bien hecho está. Su mujer se prostituye
milde con los bárbaros, traidor con A r - en su presencia; la mira y pregunta:
quelao, cobarde con A r t a vanes; ocupa Quién es esa mujer? Apenas puede decirse
dos tronos, uno en Roma, para saciar su que existe Claudio; solo es una sombra,
ferocidad, y otro en Caprea, para que sir pero una sombra que aplasta al mundo:
va de teatro á sus torpezas; inventa v i - suena por fin su ú l t i m a hora; su mujer
cios y nombres para éstos; es un viejo lo envenena y su médico lo remata. Ex-
que se divierte con un serrallo de niños clama: Me he salvado! y muere. Las gen-
es flaco, calvo, encorvado, zambo, fétido tes van á ver su cada ver, corno cuando
corroído por la lepra, cubierto de su- | vivia vieron su espectro. Nerón es la
GUILLERMO SHAKESPEARE. 107
m á s formidable personificación del fas- Justo Lipsio, Domiciano desterró á T á -
tidio que ha aparecido j a m á s entre los cito ó hizo bien. Hombres como Tácito
hombres. E l m ó n s t r u o que bostezaba, son funestos para los tiranos. Tácito
que los antiguos llamaban Libor y aplica su estilo á las espaldas del empe-
que los modernos llaman Spleen, nos rador y deja en ellas la marca para
hace adivinar el enigma que se llamó siempre, abriendo la llaga cuando quie-
Nerón. Solo se ocupa en buscarse dis- re. Juvenal, á pesar de ser poeta todo-
tracciones. Es poeta, cómico, cantor y poderoso, se dispersa, se desparrama, se
cochero; agota la ferocidad para encon- abre, cae y bota, flagea á diestro y si-
trar lo voluptuoso; prueba á cambiar de niestro, dando cien golpes á la vez, á las
sexo; es esposo del eunuco Esporo y es leyes, á las costumbres, á los malos ma-
esposa del esclavo P i t á g o r a s ; se pasea gistrados y á los malos versos, á los liber-
por las calles de Roma entre su mujer y tinos, á los ociosos, á César y al pueblo;
su marido; goza de dos placeres, en ver Tácito, en cámbio, tiene la concisión del
cómo el pueblo se arroja sobre las mone- hierro candente.
das de oro, sobre los diamantes y sobre
las perlas, y en ver cómo los leones se ar- § ix.
rojan sobre el pueblo: es incendiario por Juan es el viejo virgen; es el visiona-
curiosidad y parricida porque no sabe rio en quien la ardiente savia del hom-
ya en q u é ocupar sus ócios. Tácito dedi- bre se ha convertido en humo y en agi-
ca á estos cuatro criminales los cuatro tación misteriosa. No es posible huir del
primeros patíbulos, enrollándoles en la amor. E l amor no satisfecho y embotado
garganta sus reinados á manera de ar- se transforma al fin de la vida en sinies-
gollas. E l libro que dedica á C a l í g u l a tro desbordamiento de quimeras. L a mu-
se ha extraviado. Fácil es de comprender jer ama al hombre; si no le amase, l a
por q u é se pierden esta clase de libros; poesía humana seria una poesía espec-
solo leerlos constituía un crimen. • t r a l . Los séres que resisten á la germi-
Cómodo hizo arrojar á las fieras á un nación universal llegan á sér víctimas
hombre por haberle sorprendido leyendo de inspiraciones monstruosas. E l Apoca-
la historia de C a l í g u l a , que escribió Sue- lipsis es la obra maestra y casi insensata
tonio. Feris objici jussü, como dice L a m - de esa aterradora castidad. Juan, siendo
pridio. Aquellos tiempos eran terribles. jó ven, era tierno y feroz á u n mismo
Las costumbres entonces eran feroces; la tiempo. A m ó á J e s ú s y no pudo amar
crueldad de los romanos puede dedu- nada m á s . H a y mucha relación entre el
cirse de la atrocidad de los galos. E n Cántico de los Cánticos y el Apocalipsis:
Galia estalló una rebelión y los campe- son dos explosiones de virginidad con-
sinos arrojaban á las damas romanas centrada. E l corazón convertido en vol-
vivas y desnudas sobre los rastrillos, cu- can se abre y surge de él la paloma
yas afiladas puntas se les clavaban en las que se llama el Cántico de los C á n t i -
carnes; después les cortaban los pechos y se cos ó el d r a g ó n que se l l a m a el Apoca-
los cosían en la boca, para que pareciese lipsis. Esos poemas son los dos polos
que se los comían. Dichas damas romanas del éxtasis; la voluptuosidad y el hor-
tenían por costumbre, cuando conversa- ror llegan á los dos límites extremos del
ban con sus amantes, clavar alfileres de alma; en el primer poema, el éxtasis
oro en el seno de las esclavas persas ó agota el amor; en el segundo, se agota el
galas que les h a c í a n el tocado. T a l era terror, infundiendo á la agitada humani-
la humanidad que presenciaba Tácito; dad el espanto que produce la contem-
las escenas que estudió hacen de él un plación del abismo eterno. Otra rela-
hombre terrible. Consigna los hechos y ción, que merece que nos fijemos en
os deja sacar las deducciones. ella, existe entre Juan y Daniel. Los que
siguen cuidadosamente con la vista el
L a Putífar, madre de José, solo se en-
hilo poco perceptible de las afinidades,
cuentra en Roma. Guando Agripina, en
verán en las profecías fenómenos huma-
el supremo trance, comprende en los ojos
nos y normales, y en vez de desdeñar
de su hijo que vá á morir, le ofrece el
los milagros, los considerarán como for-
lecho, y cuando sus labios buscan los de
mando parte del fenómeno permanente;
Nerón, aparece la figura de Tácito, cu-
con ello perderán las religiones, pero l a
yas miradas la siguen, lasciva oscula et
ciencia g a n a r á . No se ha notado aun lo
pnenuntias fíagitii blanditias, y denuncia
suficiente que el séptimo capítulo de Da-
al mundo el esfuerzo d é l a madre mons-
niel contiene en g é r m e n el Apocalipsis.
truosa y cobarde, que convierte el parri-
E n él los imperios están representados
cidio en incesto. A pesar de lo que dice
108 OBRAS DE VICTOR HUGO.

por bestias. T a m b i é n l a leyenda asocia á ó se rien de él. Voltaire dice que el


los dos poetas y hace que uno atraviese Apocalipsis es una porquería. Como las
las leoneras y el otro pase por una calde- religiones necesitan de este libro, lo ve-
ra de aceite hirviendo. Fuera de la le- neran y lo colocan en los altares; si no lo
yenda, es bella l a vida de Juan. V i d a necesitaran, lo arrojarían á u n muladar.
ejemplar, que sufre e x t r a ñ a s espansiones, Pero esto nada importa; Juan es un gé-
que pasa desde el Grólgota hasta Pat- nio. Cuando está en Patmos, compren-
mos y desde el suplicio del Mesías hasta demos que existen comunicaciones entre
el destierro de un profeta. Después de ciertos génios y el abismo; en otros poe-
asistir Juan á los suplicios de Cristo tas se adivina esta comunicación, pero
empiezan sus sufrimientos; el recuerdo en Juan se vé, y en algunos momentos
de lo que le vió padecer le convierte en se toca, y nos causa extremecimientos.
apóstol y su resignación en mago. De Leyendo el poema de Patmos se nos an-
la magnitud de esta prueba resulta la toja que á l g u i e n nos empuja por detrás
grandeza de su espíritu. Siendo obispo hácia el abismo que á nuestra vista se
escribe el Evangelio y en el destierro el dibuja confusamente, y sentimos el es-
Apocalipsis, obra t r á g i c a que parece dic- panto que causa la atracción.
tada por un á g u i l a , como si el poeta hu-
biera visto cernerse sobre él sombría § x.
a g i t a c i ó n de alas. Toda la Biblia está Pablo, santo para la Iglesia y grande
entre dos visionarios; entre Moisés y para la humanidad, representa el prodi-
Juan: ese poema de los poemas empieza gio divino y humano á u n mismo tiem-
por el caos, en el Génesis, y termina por po de l a conversión. Se le apareció el
truenos, en el Apocalipsis. Juan fué uno porvenir, y permaneció rudo, pero ma-
de los grandes errantes de la lengua de jestuoso, conservando l a faz inalterable
fuego. Durante l a cena apoyó la cabeza del que fué vencido por la luz. Pablo
sobre el pecho de J e s ú s y dijo: ^Mis oidos nació fariseo, fué tejedor de pelo de ca-
han escuchado los latidos del corazón de mello para fabricar tiendas y criado de
Dios,,. Después lo refirió á los hombres. Grramaliel, uno de los jueces que juzga-
Hablaba el griego b á r b a r o , salpicado de ron á Jesucristo, y luego le educaron
giros hebreos y de palabras siriacas. Es- los escribas. Era hombre feroz; guardaba
tuvo en Efeso, en la Media y en el pais los mantos á los apedreadores, y habien-
de losparthos. Se atrevió á entrar en Te- do estudiado con los sacerdotes, aspiraba
sifon, ciudad que se construyó para r i - á llegar á ser verdugo. Para conseguirlo
valizar con Babilonia; combatió al ídolo emprende u n viaje, en el que de repente
viviente, que se llamaba Oobaris, que era un raudal de luz que sale de las som-
rey, dios y hombre á u n mismo tiempo, bras le arroja del caballo. Y desde en-
que p e r m a n e c í a enteramente inmóvil tonces se encuentra en la historia del
sobre su abierto pedestal, que le servia á género humano una cosa digna de ad-
u n tiempo de trono y de letrina. Evan- miración: el camino de Damasco. E l
gelizó la Persia. Cuando apareció en el día de l a metamórfosis de San Pablo es
Concilio de Jerusalem, creyeron ver en un dia célebre; retened la fecha en la me-
él á l a columna de la Iglesia. Vió con moria, fué el 25 de Enero del Calendario
estupor á Cerinto y Ebion, que decían gregoriano. E l camino de Damasco es
que J e s ú s solo fué u n hombre. Cuando preciso para la marcha del progreso. Es
le preguntaban sobre este misterio, con- sublime caer en la verdad y levantarse
testaba: "Amaos los unos á los otros,,. siendo hombre justo, porque esa caída es
Murió á los noventa y cuatro años, en el una transfiguración. Esta es la historia
reinado de Trajano. S e g ú n la tradición, de San Pablo, y partiendo desde él, esta
no ha muerto todavía; se conserva vivo será la historia de la humanidad. E l rayo
en Patmos, como Barbaroja en Kaisers- de luz es m á s poderoso que el rayo de la
lantern. Juan, como historiador, tiene tempestad. E l progreso se realiza por
otros parecidos, como Mateo, Lucas y medio de una série de deslumbramien-
tos. A San Pablo le trastorna la fuerza
Marcos; pero como visionario, es único.
de la convicción nueva, que abre paso á
N i n g ú n sueño se acerca al suyo, ningu-
su génio. Después que afirma el pié, mar-
no hay que se le parezca: sus metáforas
cha y ya no se detiene. Adelante! es su
salen locas de la eternidad; su poesía grito. San Pablo es cosmopolita. A m a y
tiene marcada l a sonrisa de la demencia; se consagra á los extranjeros, que el pa-
l a reverberación de J e h o v á reside en sus ganismo llama bárbaros y el cristianis-
pupilas; es lo sublime en pleno extravío mo gentiles. Es el apóstol del exterior.
Los que no le comprenden, ó le desdeñan
GUILLERMO SHAKESPEARE. 109
Dirige á las naciones epístolas de parte gracia, así como nosotros preferimos la
de Dios. Escuchad lo que escribe diri- justicia á la ley. Qué es la gracia? L a
giéndose á los Grálatas: "G-álatas insensa- inspiración que viene de arriba, el soplo,
tos, ¿cómo podéis volver ai yugo que os fiat ubi vult, la libertad. L a gracia es el
oprimía? Y a no hay n i judíos, n i griegos, alma de la ley. E l descubrimiento del
n i esclavos; no c u m p l á i s las ceremonias alma de la ley pertenece á San Pablo;
que ordenan vuestras leyes. Os declaro lo que él llama gracia desde su punto de
que no tienen n i n g ú n valor. Amaos: se vista celeste, nosotros, desde el punto de
trata de modificar al hombre, y sois lla- vista terrestre, llamamos derecho. T a l
mados á gozar de la libertad,,. T o d a v í a es San Pablo. L a dilatación de la inteli-
se conservan en Atenas, en la colina de gencia por l a irrupción de la luz y la
Marte, gradas abiertas en las rocas, que verdad impuesta violentamente al alma
servían de asiento á los severos jueces distinguen á este personaje. Esta fué la
ante quienes compareció Orestes y fué virtud que tuvo para él el camino de Da-
juzgado Sócrates. Una noche se presentó masco. E n adelante, los que quieran cre-
allí Pablo (el Areópago solo se r e u n í a cerse seguirán la dirección que les señala
por la noche) y dice á aquellos hombres el dedo indicador de San Pablo. Marcha-
sombríos: Vengo á anunciaros él Dios des- r á n en esa dirección los que posean el
conocido. sentimiento de la justicia, los ciegos que
Las epístolas de San Pablo á los genti- deseen ver, los que busquen conviccio-
les son sencillas y profundas, tienen la nes, los grandes aventureros de la vir-
sutilidad que es tan poderosa para los t u d . L a luz que allí encuentren cambia-
salvajes. H a y en ellas resplandores de r á de naturaleza, pero la luz, siempre
alucinación; hablado los Celestes como si relativa á las tinieblas, crecerá en inten-
los viera con entera claridad. Sus pensa- sidad; después de ser revelación, será ra-
mientos, lo mismo que los de Juan, ya se cionalismo, pero siempre será luz. V o l -
inspiran en el mundo, ya en lo ignora- taire vá, como San Pablo, por el camino
do, como si en ciertos momentos u n ver- de Damasco, que será perpetuamente el
sículo del uno respondiera al versículo pasaje de los grandes espíritus y t a m b i é n
del otro por encima de la tumba. Esta el pasaje de los pueblos. Porque los pue-
semiposesion de la muerte le d á cierta blos, vastos individuos, tienen, como los
certidumbre personal y con frecuencia hombres, su crisis y su hora. Pablo, des-
distinta de la del dogma, y una acentua- unes de su augusta caída, se levanta ar-
ción tan marcada de sus ideas individua- mado contra los antiguos errores con l a
les, que casi le hace ser herético. Su hu- espada fulgurante del cristianismo, y dos
mildad , que funda en el misterio, es m i l años después, la Francia, exuberan-
altiva. Pedro decía: Es fácil interpretar las te de luz, se l e v a n t a r á también, blan-
palabras de Pablo en mal sentido. E l diáco- diendo la fia míjera espada de l a revolu-
no Hilario y los luciíerianos aseguran ción.
que ocasionaron su cisma dichas epísto-
las. Pablo es en el fondo tan a n t i m o n á r - § XI.
quico, que el rey Jacobo I , alentado por Dante construyó en su espíritu el abis-
la ortodoxa Universidad de Oxford, hizo mo y escribió la epopeya de los espec-
quemar por mano del verdugo l a epísto- tros. Vacía la tierra, y en el terrible agu-
la á los Romanos, á pesar de los comen- jero que hace en ella coloca á S a t a n á s .
tarios de David Parens. Las m á s bellas Después la empuja por el purgatorio
obras de Pablo fueron canónicamente hasta el cielo. Donde todo acaba empie-
condenadas, entre otras su epístola á los za Dante. Dante está m á s allá del hom-
Laodiceos, y su Apocalipsis fué borrado bre, m á s allá, pero no fuera. Esta
por el Concilio de Roma en tiempo de singular proposición nada tiene de con-
Q-elasio. Seria m u y curioso comparar tradictoria, siendo como es el alma l a
este Apocalipsis con el de Juan. Sobre la prolongación del hombre en lo infinito.
abertura que Pablo hizo en el cielo, la Dante tuerce la sombra y la claridad en
Iglesia escribió: Puerta condenada. Por eso espiral monstruosa, que baja y sube,
no deja de ser santo; este es su consuelo formando inaudita arquitectura. E n el
oficial. Pablo manifiesta la inquietud del umbral se vé la espuma sagrada y atra-
pensador; pasa por el texto y por la fór- vesado en la puerta el cadáver de la espe-
mula sin fijar la atención, porque no le ranza. Todo lo que se distingue m á s a l l á
basta la letra muerta. Como todos los son tinieblas; la angustia inmensa sollo-
hombres del progreso, habla con reservas za confusamente en lo invisible; nos aso-
de l a ley escrita; prefiere á l a ley la mamos á su poema abismo; ¿será porque
110 OBRAS DE VICTOR HUGO.

se asemeja á un cráter? Se oyen allí de- Césares, Dante lo hace con l a Roma de
tonaciones; sale de allí el verso recto y os papas; pero Danta es justiciero hasta
lívido como de las fisuras de una solfa- un grado m á s terrible que Juvenal; Ju-
tara; primero parece vapor, después lar- venal azota con disciplinas y el Dante
va; habla y entonces reconocemos que el :iagela con llamas; Juvenal condena y
volcan entrevisto es el infierno. Aquel el Dante maldice.
no es el sitio que habitan los hombres;
es un precipicio desconocido. Se resu- § xii.
men en este poema en revuelta confu- Rabelais es la Galia, y quien dice la
sión lo imponderable con lo ponderable, Galia, dice la Grecia; porque en el fondo
sometiéndose lo primero á la ley de lo :iene el mismo sabor l a sal ática y l a
segundo; confusión parecida á los des- chispa gala, y dejando aparte los edifi-
plomamientos que producen los incen- cios, nada se parece tanto al Pireo como
dios, en los que el humo, arrastrado por la Rapea. Rabelais es superior á Aristó-
las ruinas, cae envuelto entre escombros, fanes en la bondad de sus sentimientos;
para desaparecer bajo maderos y piedras; Rabelais hubiera defendido á Sócrates.
por eso produce extraños efectos; parece E n el órden cronológico de los genios,
que el dolor y el castigo allí no lo sufren Rabelais sigue al Dante; tras la frente
los hombres, sino las ideas. L a idea he- severa, la cara burlona. Rabelais es la
cha hombre para sufrir la expiación, es terrible m á s c a r a de bronce de la come-
u n fantasma que tiene algo de la som- dia antigua, arrancada de la escena
bra: impalpable, m á s no invisible, con griega y convertida en rostro humano y
l a apariencia de suficiente realidad para vivo, que viene á reírse de nosotros con
sentir el castigo; es la falta en estado nosotros y entre nosotros. E l Dante y
abstracto que conserva forma humana. Rabelais se educaron con los Francisca-
E n esta Apocalipsis no solo se lamenta el nos, como Voltaire se educó después con
malvado, sino t a m b i é n el m a l . Todas los J e s u í t a s . Dante representa el dolor,
las malas acciones posibles son allí presa Rabelais la parodia y Voltaire la ironía;
de la desesperación, y le dá al poema la á los tres los educa la Iglesia y los tres
espiritualización de la pena, poderoso se vuelven contra ella. Todos los génios
sentido moral. Cuando Dante llega al tienen su invención ó su descubrimiento;
fondo del infierno lo atraviesa y sube por Rabelais dió con un hallazgo, con el vien-
el otro lado del infinito. A medida que tre. E l hombre lleva en sí una culebra
se eleva se idealiza, y el pensamiento que le tienta, le hace traición y le casti-
deja caer el cuerpo como quien abando- ga: esta culebra es el intestino. E l hom-
na una vestidura. De V i r g i l i o pasa á bre, sér indiviso como espirita y comple-
Beatriz. E n el infierno le guia el poeta jo como hombre, posee para llenar su
y en el cielo la poesía. L a epopeya con misión terrestre tres centros, el cerebro,
t i n ú a y se agiganta, pero el hombre no el corazón y el vientre; cada uno de estos
la comprende ya. E l purgatorio y el pa centros es augusto por la gran función
raiso son tan extraordinarios como la que ejerce; el cerebro por el pensamien-
Gehenna, pero á medida que asciende to, el corazón por el amor y el vientre
nos desinteresa; nos encontramos mejor por la paternidad y la maternidad. E l
en el infierno que en el cielo; el hombre vientre puede ser t r á g i c o . Feri ventren,
no se reconoce en los ángeles; quizás los dice A g r i p i n a . Catalina Sforza, al ver
ojos humanos no han sido creados para amenazados de muerte en una almena
resistir tan plena luz, y cuando el poema de la ciudad de R í m i n i á sus hijos que
entra en l a felicidad, fastidia. A l g o se cogieron en rehenes, se descubrió hasta
mojante sucede á los seres felices. Casad el ombligo, diciendo al enemigo: Ved de
á los amantes y llevad las almas al pa dónde nacen otros.
raiso; eso es m u y agradable, pero buscac. E n una de las convulsiones épicas de
al drama en otra parte. Nada le importa Paris, una mujer del pueblo, de pié en
al Dante que no le sigáis; seguirá an- una barricada, se levantó las sayas, ense-
dando sin vosotros; ese león puede i r ñó al ejército el vientre desnudo y gritó:
solo. Su obra es prodigiosa. Es un gran Matad á vuestras madres! Los soldados la
filósofo ese visionario; es un sábio ese acribillaron á balazos. E l vientre tiene
loco. Dante inspira á Montesquieu, y las su heroísmo; pero esto no obstante, de él
divisiones penales del Espíritu de las le nacen en la vida la corrupción y en el
yes están calcadas sobre las clasificacio- arte la comedia; el pecho, sitio del cora-
nes infernales de la Divina Comedia. L o zón, termina en la cabeza; el vientre, en
que J u venal hace con l a Roma de los el falo. Como el vientre es el centro de
GUILLERMO SHAKESPEARE. ni
l a materia, constituye nuestra satisfac- el ideal se eclipsa y en las que se llama
ción y nuestro peligro; encierra el apeti- prosperidad redondearse. Algunas veces
to, la saciedad y la podredumbre. Las los filósofos ayudan irreflexivamente á
abnegaciones y las ternuras que nacen este rebajamiento, ingiriendo en las doc-
en él, mueren pronto transformándose trinas el materialismo que se ha apode-
en egoísmo, que con facilidad las entra- rado de las conciencias. Rebajar el nivel
ñ a s se convierten en intestinos. Cuando del hombre hasta la bestia humana es
el himno pasa á canción de borracho y una gran miseria. Su primer fruto es l a
la estrofa á copla, buscad la causa en el liviandad visible donde quiera sobre to-
vientre, en la bestia que a c o m p a ñ a al das las cumbres; el juez venal, el sacer-
hombre, y encontrareis en él la ley que dote simoníaco, el soldado condottiere y
preside á esta degradación. L a escala de las leyes, las costumbres y las creencias
la poesía sensual tiene su escalón m á s podridas. E n el siglo diez y seis todas
alto en el Cántico de los Cánticos y su es- las antiguas instituciones están así: Ra-
calón m á s bajo en la copla licenciosa. E l belais se apodera de la situación y la
vientre dios es Sileno, el vientre empera- consigna levantando acta del vientre, que
dor es Vitelio y el vientre animal es el para él es el mundo. L a civilización es
cerdo. Uno de los horribles Ptolomeos se masa, l a ciencia materia, l a religión en-
llamaba el vientre Fhyscon. P ara la hu- gorda, el feudalismo digiere y la monar-
manidad, el vientre es un peso terrible quía adquiere las formas de la obesidad.
que rompe á cada instante el equilibrio Enrique V I I I es una panza, Roma una
entre el alma y el cuerpo. E l vientre vieja gruesa y repleta, pero cuya gordu-
llena l a historia. Es responsable de casi ra no se sabe si se debe atribuir á salud
todos los crímenes y además de todos los ó á enfermedad, á robustez ó á hidrope-
vicios. De su sensualidad nacen los sul- sía. Rabelais, que es médico y sacerdote,
tanes y de su embriaguez los czares. E l le toma el pulso al pontificado, mueve
es el que enseña á Tarquino el lecho de la cabeza y lanza una carcajada; ¿por-
Lucrecia; él es el que promueve la discu- que ha encontrado en él la vida? No;
sión sobre la salsa del rodaballo en el porque conoce la a g o n í a de su muerte.
Senado que estaba esperando á Breno y Mientras Lutero reforma, Rabelais se
deslumhró á Y u g u r t a ; él es el que acon- burla; ¿quién conseguirá mejor su obje-
sejó al libertino y arruinado César que to? Rabelais se burla del fraile, del obis-
pasara el E-ubicon. Pasar el Rubicon es po, del Papa, tocando á rebato sus cas-
pagar las deudas, es proporcionar muje- cabeles. Leyendo á Rabelais creemos
res y buenas comidas; y los soldados ro- asistir á un banquete y asistimos á una
manos entran en Roma lanzando este agonía; el hipo tiene á veces varias apa-
grito: Urbani, claudite euxores; mcechum riencias. Riámonos t a m b i é n . L a muerte
calvun adducimus. Cuando el apetito cor- está en la mesa; la ú l t i m a gota brinda
rompe la inteligencia, la voluptuosidad con el ú l t i m o suspiro. Es soberbia l a
sustituye á la voluntad, el principio de a g o n í a en la orgía; el intestino en ella es
la orgía tiene algo noble; hay alguna d i - el rey; el mundo antiguo se rie y revien-
ferencia entre estar alegres y estar bor- ta, y Rabelais entroniza esta dinastía de
rachos; pero la orgía degenera en baca- vientres, Grangousier, Pantagruel y
nal. E l que era Salomón se convierte en C a r g a n t ú a . Rabelais es el Esquilo de l a
Ramponneau. E l hombre es un tonel. comida, lo que tiene cierta grandeza
Sumergiendo el pensamiento en u n dilu- cuando se piensa que comer es devorar;
vio de ideas tenebrosas, la conciencia el glotón es t a m b i é n abismo. Comed,
ahogada rompe sus misteriosos hilos con pues, señores del mundo, bebed y termi-
el alma ébria y se consuma el embrute- nad. V i v i r es una canción cuyo estribillo
cimiento, que no solo es cínico, sino bes es morir. Otros cavan calabozos horri-
t i a l . Cuando desaparece Diógenes, que- bles para el género humano depravado;
da el tonel. E l hombre empieza por ser el subterráneo que cava Rabelais es
Alcíbiades y termina por ser Trimalcion. una bodega. E l universo que Dante me-
Entonces ya no le queda nada; n i digni tía en el infierno, Rabelais lo mete den-
dad, n i pudor, n i honor, n i virtud, n i tro de un tonel. Su libro no es otra cosa.
talento. E l pensamiento se disuelve en L a cuba prodigiosa contiene los siete
la hartura, el placer de la carne lo absor círculos que imagina el Dante; mirad
be todo, y desaparece la criatura sobera- dentro del tonel monstruoso y los en-
na que poseia alma; en una palabra, el contrareis t a m b i é n . E n Rabelais se lla-
vientre devora al hombre. Ese es el tér- man: Pereza, Orgullo, Envidia, A v a r i -
mino de todas las sociedades, en las que cia, Ira, L u j u r i a y Gruía; ¿y sabéis dónda
112 OBRAS DE VICTOR HUGO.

os conduce el terrible bufón? Pues os! previsto constituye una magnífica aven-
conduce á la Iglesia. E l tema del sacer- tura. Es ley de las grandes obras que
dote de este sermón son los siete peca- los personajes estén de acuerdo consigo
dos. Rabelais es sacerdote, y como la mismos, pero que los hechos y las ideas
enmienda bien entendida debe empezar se arremolinen á su alrededor, que se re-
por uno mismo, comienza por el clero. mueve p e r p é t u a m e n t e la idea madre y
E n esto se conoce que es de casa. E l que sople sin cesar el viento que produ-
pontificado muere de indigestión y su- ce los relámpagos. Cervantes es un
giere una farsa á Rabelais, pero una combatiente; se apodera de una tésis y
farsa digna de T i t á n . L a alegría panta- escribe un libro social. Los poetas son
gruélica no tiene menos grandeza que la combatientes del espíritu. ¿Dónde apren-
alegría de J ú p i t e r . L a m a n d í b u l a mo- den á luchar? E n la misma lucha. Juve-
n á r q u i c a y sacerdotal come y la m a n d í - nal fué tribuno militar y Cervantes
bula de Rabelais se rie. Todo el que ha estuvo en la c a m p a ñ a de Lepante, como
leido á Rabelais tiene siempre á la vista Dante en Campal vino y como Esquilo
la m á s c a r a de la comedia mirando fija- en Salamina. Después de esta prueba
mente á la m á s c a r a de la teocracia. pasan por otra m á s dura; Esquilo, Juve-
nal y el Dante son condenados al des-
§ XIII. tierro y Cervantes á una cárcel. Esta es
Cervantes es t a m b i é n una de las for- la justicia que se hace á los servicios
mas de la burla épica; como dijo el que que han prestado. Cervantes posee como
escribe estas líneas, (1) hay entre la Edad poeta los tres dones soberanos: la crea-
Media y la edad moderna, después de la ción, que produce los tipos y que cubre
barbarie feudal, colocados en ese punto de carne y de huesos las ideas; la inven-
para terminar con ella, dos Homeros bu- ción, que hace chocar las pasiones contra
iones: Rabelais y Cervantes. Resumir el los sucesos y al hombre contra el desti-
horror por medio de la risa es verdade- no, produciendo el drama; y l a imagi-
ramente terrible. Eso es lo que han he- nación, que, como el sol, d á claro oscuro
cho Rabelais y Cervantes; pero la burla á todas las partes, produce el relieve y
de Cervantes no se parece á la risa fran- d á la vida. L a observación puede ad-
ca de Rabelais. Es el buen humor del quirirse, y por consecuencia m á s que un
hidalgo, como la de este último es la jo- dón es una cualidad que v á unida á l a
vialidad del cura. "Caballero, yo soy el creación. Con Cervantes entra resuelta-
señor D . Miguel de Cervantes Saavedra, mente un recien venido que vislumbra-
poeta de espada, y en prueba de ello ba Rabelais, el buen sentido, el sentido
manco.,, No se encuentra en Cervantes c o m ú n , que se entrevé en Panurgo y
la a l e g r í a grosera; apenas se descubre que se vé ya de lleno en Sancho Panza.
en él algo del cinismo elegante. E l bur- Llega como el Sileno de Plauto, y
lón es fino, acerado, culto, delicado, casi puede decir como él: Soy un dios que voy
galante. Hubiera corrido el riesgo de montado en un asno. L a sagacidad aparece
que le achicaran sus coqueterías si no muy pronto, pero la razón viene m u y
hubiera estado dotado del profundo senti- tarde en la historia e x t r a ñ a del espíritu
do poético del Renacimiento. Por eso su humano. ¿Hay algo m á s sagaz que las
gracia no degenera nunca en desenfado. religiones y hay algo que sea menos ra-
Cervantes tiene una quimera como Juan cional? Moralmente son verdaderas; dog-
Goujon, Juan Coussin, G e r m á n P i l ó n y m á t i c a m e n t e , falsas. H a y sabiduría en
Primatrice, y de ella surgen todas las Homero y en Job; pero la razón, como ésta
grandezas inesperadas de la imagina- debe ser para vencer las preocupacio-
ción. A ñ a d i d á esto la intuición maravi- nes, esto es, completamente armada y en
llosa de los hechos íntimos del espíritu pié de guerra, no aparece hasta con Vol-
y la filosofía inagotable en aspectos que taire. E l sentido c o m ú n no es la perspi-
posee, que le hacen aparecer como due- cacia n i la razón; participa de ambas y
ño de un mapa nuevo y completo del de cierta mezcla de egoísmo. Cervantes
corazón humano. Cervantes vé el inte- lo pone á caballo de la ignorancia, y al
rior del hombre. Su filosofía se combina mismo tiempo, para completar su i r r i -
con su instinto, cómico y novelesco, y de sión profunda, d á la fatiga por montura
esta combinación proviene lo súbito, apa- al heroísmo. Así presenta uno tras otro,
reciendo á cada momento en sus perso- y el uno con el otro, los dos perfiles del
najes, en su acción y en su estilo; lo i m - hombre, y los parodia, sin tener m á s
compasión de lo sublime que de lo gro-
(1) Prefacio del drama Cromwell. tesco. E l hipógrifo se convierte enRoci-
GUILLERMO SHAKESPEARE. 113
nante. D e t r á s del personaje ecuestre, cielo, conociendo sus dos aspectos de os-
Cervantes crea y pone en marcha al curidad y de luz, de duda y de esperan-
personaje asnal. E l entusiasmo entra en za. L a vida se agita en medio de la
c a m p a ñ a , pero la ironía detiene sus pa muerte. L a vida es un secreto, una espe-
sos. E l asno que conoce los molinos, I cié de paréntesis e n i g m á t i c o entre el na
juzga los famosos hechos de D . Quijote, I cimiento y la agonía, entre los ojos que
sus espolazos y sus lanzadas. L a inven se abren y los ojos que se cierran. De
cion de Cervantes es magistral, hasta el este secreto tiene Shakespeare la inquie-
punto de que hay entre el tipo y el cua- tud. Lucrecio existe, pero Shakespeare
drúpedo complementario adherencia es- vive. E n éste los pájaros cantan, los ar-
tatuaria. E l razonador y el aventurero bustos florecen, los corazones aman, las
se identifican con sus cabalgaduras, de almas sufren, las nubes vagan, hace ca-
tal modo, que es imposible desmontar á lor y frió, llega la noche, el tiempo pasa,
Sancho Panza y á D . Quijote. Cervan- los bosques y las multitudes hablan y
tes contempla el ideal como el Dante; flota el vasto y eterno sueño. E s t á n en él
pero j u z g á n d o l o de imposible realización, la savia y la sangre, todas las formas del
se burla de él y Beatriz se convierte en hecho múltiple, las acciones y las ideas,
Dulcinea. Burlarse del ideal seria un el hombre y la humanidad, las soledades,
defecto en Cervantes, pero este defecto las ciudades, las religiones, el flujo 3^ re-
solo es aparente; fijaos bien y veréis que flujo de los séres. Los muertos salen de
su sonrisa esconde una l á g r i m a . E n rea- la tierra, ó, lo que es igual, de su génio.
lidad, Cervantes simpatiza con D . Qui- Los espectros visitan algunos lugares
jote, como Moliére con Alcestes. Es pre- siniestros en Shakespeare, que es her-
ciso saber leer estos libros, sobre todo los mano del Dante, y ambos se completan.
del siglo diez y seis, por las amenazas Dante es la encarnación de lo sobrena-
que pesaban sobre la libertad de pensar; tural y Shakespeare es la encarnación
tienen la mayor parte de ellos un secreto de la naturaleza, y como ambas regiones
que es necesario abrir, y cuya llave se forman en lo absoluto la misma unidad,
pierde con frecuencia. Rabelais tiene aunque nos parecen diversas, Dante y
algo que debe sobreentenderse; Cervan- Shakespeare, aunque son desemejantes,
tes tiene un aparte; Maquiavelo doble ó se adhieren en el fondo. E n Dante se v é
triple fondo. De todos modos, á Cervan- al hombre y al fantasma en Shakes-
tes se le debe el gran hecho del adveni- peare. L a calavera pasa de manos del
miento del sentido c o m ú n . E l sentido Dante á manos de Shakespeare, y Ugo-
c o m ú n no es una virtud; es el ojo del i n - lino la muerde y Hamlet la interroga.
terés, que hubiera animado á T e m í s t o - Quizás se desprende de ella sentido
cles y hubiera dado malos consejos á m á s profundo y m á s alta e n s e ñ a n z a en
Arístides. N i Leónidas n i R é g u l o tuvie- el segundo que en el primero. Shakes-
ron sentido c o m ú n , pero ante monar- peare la sacude y hace que de ella caigan
quías egoistas y feroces, que por su pro- estrellas. L a isla de Próspero, el bosque
vecho propio arrastran á la guerra á los de las Ardenas, el matorral de A r m u r y
pueblos, incitando á los hombres á ma- y la plataforma de Elseneur, tienen, por
tarse por medio de las altisonantes frases la sombría reverberación de la hipótesis,
de honor m i l i t a r y de gloria bélica, el tanta luz como los siete círculos de la
sentido común es un admirable perso- espiral del Dante. L a semiquimera y l a
naje que se presenta en escena gritando semiverdad se dibujan en el uno y en el
de repente al género humano: ¡Gruarda otro, dejando entrever ambos el hori-
la vida! zonte crepuscular de la conjetura. E n el
uno y en el otro se encuentra lo posi-
§xiv. ble, que es la ventana que abre el sueño
en lo real. L o real abunda en Shakes-
Qué es Shakespeare? Casi podria con peare; tiene la emoción, el instinto, el
testarse: Es la tierra. Lucrecio es la es grito verdadero, el acento justo y el r u -
fera y Shakespeare es el globo. E n el mor de las muchedumbres humanas. Su
globo hay m á s y hay menos que en la poesía es él y al mismo tiempo es los de-
esfera; en la esfera está el Todo y en el más. Shakespeare es un elemento igual
globo el hombre; en éste el misterio ex- á Homero. Grénios de esta m a g n i t u d sur-
terior, en aquella el misterio interior. gen en todas las crisis decisivas de l a
Lucrecio es el sér, Shakespeare l a exis humanidad, reasumen sus aspectos y
tencia, y por eso hay tantas sombras en completan las revoluciones. Homero
Lucrecio y tanta ebullición en Shakes- marca en la civilización el fin del Asia
peare. L a tierra contempla y recorre el
TOMO IV. 15
114 OBRAS DE VICTOR HUGO.

y el principio de la Europa; Shakespeare bren hasta los hombros y solo nos dejan
marca el fin de la Edad Media. E l fin de ver la cabeza; pero como el coloso de las
esta edad t a m b i é n lo marcan Rabelais y soledades, su cabeza llega hasta la al-
Cervantes, pero como son genios burlo- tura de la de los dioses que le rodean
nes, solo presentan un aspecto parcial; el y que están de pió sobre sus pedestales.
genio de Shakespeare presenta el aspecto L a humanidad pasa por delante de
total. Homero y Shakespeare cierran las este náufrago insumergible, que ha deja-
dos puertas primeras de l a barbarie, la do restos suficientes para constituir una
puerta antigua y la puerta gótica. Se gloria inmensa. L o que de él envuelve
les dió esa misión y la cumplieron. L a la oscuridad a ñ a d e á su propia grande-
tercera gran crisis humana es la revolu- za la grandeza de lo desconocido. En-
ción francesa, y en estos momentos se terrado y eterno, sacando Esquilo la
cierra la tercera puerta de la barbarie, cabeza de la sepultura, contempla las
la puerta m o n á r q u i c a . E l siglo diez y generaciones.
nueve la oye girar sobre sus goznes: por
eso la poesía, el drama y el arte, viven IV.
en la era actual tan independientes de
Shakespeare como de Homero. A l a vista del pensador, estos genios
ocupan tronos en el ideal.
m. A las obras individuales que nos le-
garon se deben a ñ a d i r las vastas obras
Homero, Job, Esquilo, Isaías, Eze- colectivas, los Vedas, el Bamayana, el
quiel, Lucrecio, Juvenal, San Juan, San Mahabharata, el Edda, los Niebelungen,
Pablo, Tácito, Dante, Rabelais, Cervan el Heldenhuch y el Romancero. Algunas
tes y Shakespeare, son inmóviles gigan de estas obras parecen revelaciones reli-
tes que señalan la marcha del espíritu giosas en las que ha intervenido cola-
humano. boración desconocida. Particularmente
Los genios constituyen una dinastía y los poemas de la I n d i a ofrecen la ampli-
ciñen sus frentes con todas las coronas, tud siniestra de lo posible, imaginado
incluyendo en ellas las de espinas. por la demencia ó referido por el sueño.
Cada uno representa la suma de lo ab- Estas obras parecen producidas en co-
soluto que el hombre consigue realizar, m ú n por seres á los que la tierra no está
Escoger entre ellos, preferir uno á otro acostumbrada. Horror legendario inspi-
señalar el primero entre los primeros, es ran esas epopeyas. Esos libros no los ha
de todo punto imposible. Todos son ge- compuesto un hombre solo, dice la inscrip-
nios. ción de Ash-Nagar. Para escribirlos tra-
Quizá podria designarse como cimas bajaron los dijimus, meditaron los magos
m á s altas á Homero, á Esquilo, á Job, á polípteros, los textos fueron interlinea-
Isaías, á Dante y á Shakespeare; pero de- dos por manos invisibles, los semidemo-
signándolas tendríamos que admitir re nios ayudaron á los semidioses y el ele-
clamaciones m u y l e g í t i m a s . fante que la I n d i a llama el Sabio fué
Debe tenerse presente que a q u í solo ha consultado. De a q u í que tengan una ma-
blamos bajo el punto de vista del arte, y jestad terrible. E n estos poemas, en que
del arte literario. se vé la oscura Asia en toda su plenitud,
E n el grupo enumerado, Esquilo y existen los grandes enigmas. Sus promi-
Shakespeare representan especialmente nencias tienen la línea divina y horroro-
el drama. Esquilo, especie de génio fuera sa del caos, y llenan el horizonte como el
de su turno, digno de marcar un princi- H i m a l a y a . L o lejano de las costum-
pio ó un fin en la humanidad, no pa- bres, de las creencias, de las ideas, de las
rece que ocupe su fecha en la serie; pare acciones y de los personajes es extraor-
ce, no el sucesor sino el antecesor de dinario. A l leer estos poemas se baja
Homero. Si se tiene presente que han involuntariamente la cabeza asombrada,
desaparecido noventa obras de Esquilo pensando en la profunda distancia que
y que no nos quedan m á s que siete dra media entre el libro y el lector. Ha sido
mas, que son al mismo tiempo siete evidentemente mucho m á s difícil reunir
odas, nos quedamos estupefactos de lo y coordinar esta Escritura Santa de Asia
que vemos en este génio y espantados que la nuestra por su falta absoluta de
de lo que no vemos. No sabemos bien lo unidad. Por m á s que los brahmanes,
que fué Esquilo, porque no conocemos como nuestros sacerdotes, la hayan refor-
perfectamente las formas de sus propor- mado con tachaduras y adiciones, en ella
ciones. Las cenizas de los siglos le cu- está Zoroastro y el Ized Serosch; en ella
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GUILLERMO SHAKESPEARE¡, 415
el Eschem de las tradiciones mazdeas, como en el ictiosauro y en e l p t e r a d á c -
bajo el nombre de Siva; en ella se dis- t i l o .
tinguen claramente el maniqueismo en- A l g u n a de esas negras obras maestras
tre Brahma y Budha. E n estos poemas dibuja en el horizonte del arte la sombra
se confunden y desaparecen todo género de una hidra.
de huellas y vestigios, quedando tan solo, E l génio griego no se e n g a ñ ó aborre-
ó la agitación misteriosa de muchedum- ciéndolas. Apolo las hubiera combatido.
bre de espíritus que ha trabajado en ellos Sobre todas estas obras colectivas y
en la noche de los siglos, ó la enorme anónimas, exceptuando el Romancero,
huella del gigante, ó la horrible garra existen los génios que acabamos de nom-
de la quimera. Estos poemas son la pi- brar, que representan pueblos enteros, y
r á m i d e de un hormiguero de pueblos muestran á las naciones y á los siglos
desaparecidos. la faz humana. Representan en el arte
Los Niebelungen, que es otra pirá- la encarnación de l a Grecia, de la A r a -
mide formada por otra muchedumbre de bia, de l a Judea, de la Roma pagana, de
pueblos, tiene la misma grandeza. L o la I t a l i a cristiana, de la E s p a ñ a , de la
que las diosas hacen en aquellos, lo ha- Francia y de la Inglaterra. Alemania,
cen los elfos en éstos. Las grandes le- que, como el Asia, es madre de razas, de
yendas épicas, testamentos de las edades pueblos y de naciones, está representada
y señales impresas por las razas en l a en el arte por un hombre sublime, igual,
historia, no tienen otra unidad que l a aunque de categoría diferente, á los que
unidad del pueblo. L a combinación de m á s a t r á s hemos caracterizado. Este
lo colectivo y lo sucesivo forman u n con- hombre es Beethoven. Beethoven es el
junto. Turbat fit mens. Las narraciones alma de la Alemania.
son nieblas alumbradas por prodigiosos Alemania es una sombra! Dijérase que
r e l á m p a g o s . E l Romancero, creando el es la I n d i a de Occidente, porque todo
Cid después de Aquiles y lo caballeresco vive allí. Imposible imaginar formación
tras lo neróico, es la Iliada de muchos m á s colosal. E n l a bruma sagrada en
Homeros perdidos. No hay tipo oriental que se mueve el espíritu a l e m á n , Isidoro
n i helénico que sea superior al conde de Sevilla introduce la teología, Alberto
J u l i á n , al rey Rodrigo, á la Cava, á el Grande la escolástica, Haraban Maur
Bernardo del Carpió, al bastardo M u - la lengüística, Tritemo l a astrología,
darra, á Ñ u ñ o Salido, á los siete infan- Ottnit l a caballería, T u t i l o la univer-
tes de L a r a y al condestable Alvaro de salidad, Estadiano el método, Lutero el
L u n a . E l caballo del Campeador tiene exámen, Alberto Durero el arte, Leibnitz
tanto valor como el perro de Ulises. Hay la ciencia, Puffendorf el derecho, K a n t
que colocar entre Priamo y Lear al viejo la filosofía, Fichte la metafísica, Winc-
de la almena de Zamora, que sacrifica á kelmann la arqueología, Herder la esté-
su deber, arrancándoselos del corazón, á tica, los Vossios, de los cuales Gerardo
sus siete hijos. E n presencia de estas su- Juan pertenecía al Palatinado, la erudi-
blimidades, el lector sufre una especie de ción; Euler el espíritu de integración,
insolación. Humboldt el génio de los descubrimien-
Estas obras son anónimas, y por razón tos, Niebuhr la historia, Gottfried de
del homo sum, á pesar de admirarlas y Strasburgo la fábula, Hofíman el sueño,
de hacer constar que ocupan la cumbre Hegel la duda, Ancillon la obediencia,
del arte, preferimos á ellas las obras an- Werner el fatalismo, Schiller el entu-
tes citadas. E l Bamayana nos interesa me- siasmo, Goethe la indiferencia y A r m i n i o
nos que Shakespeare, siendo igual en la libertad. Y Képler pone allí los astros.
belleza. E l yo de un hombre es m á s vas- Gerardo Groot, el fundador de los Fratres
to que el yo de u n pueblo. Sin embargo, communis vites, presiente en el siglo quin-
estas miriologías de órden compuesto, ce la fraternidad. Alemania no es i m -
los grandes testamentos de la I n d i a personal, á pesar de su afición á l a i n -
sobre todo, m á s que poemas son obras diferencia de Goethe; es una nación
llenas de poesía, que á la par retratan á magnífica, para quien Ruckert, el poeta
las humanidades pasadas y sacan de su militar, compone los Sonetos acorazados,
misma deformidad cierto aire sobrena- y que se apasiona cuando Koerner l a n -
tural. E l yo múltiple que estas mirlólo za el Grito de la Espada, L a patria ale-
gías expresan hace de ellas enormida- mana es el gran pais amado, Teutonia
des difusas y maravillosas, pólipos de la mater. Galgaco ha sido para los germa-
poesía. Se observa en ellas las e x t r a ñ a s nos lo que Caractaco para los bretones.
soldaduras del boceto antidiluviano, Alemania lo tiene todo. Comparte á
116 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Carlo-Magno con Francia y á Shakes- es brumoso, luminoso y vago. Es una


peare con Inglaterra, porque el elemen- especie de alma cubierta de nubes y es-
to sajón está mezclado con el elemento trellada. Quizá la verdadera expresión
británico. Tiene su Olimpo, que es la de la Alemania solo puede darla la
Walhalla. F a l t á n d o l e una escritura pro- música. L a música, que por su falta de
pia, Ulfilas, obispo de Mesia, la inventa, precisión, en este caso especial es una
compitiendo desde entonces la caligrafía cualidad, v á á donde se dirige el génio
gótica con la árabe. L a m a y ú s c u l a de a l e m á n .
un misal compite en fantasía con la fir- Si el génio a l e m á n tuviera tanta den-
ma de un califa. Alemania, como China, sidad como extensión, tanta voluntad
ha inventado l a imprenta. Sus Burgra- como facultad, podría en momentos da-
ves son para nosotros lo que los Titanes dos engrandecer y salvar al género h u -
son para Esquilo. A l templo de Tafana, mano. Pero tal como es, es sublime.
destruido por Grermánico, sucede la Ca- E n poesía no ha dicho aun la ú l t i m a
tedral de Colonia. Es la abuela de nues- palabra; en la actualidad presenta sínto-
tra historia y de nuestras leyendas. mas excelentes. Parece que vaya á tener
E l cuento, especie de forma de sueño, magnífico despertar, sobre todo después
se introduce en su genio por todas par- de haber jubilado al noble Schiller. E l
tes; por el Rhin y por el Danubio, por el gran poeta definitivo de Alemania ha de
Alpe Rauhe; por la antigua Sylva G-a- ser necesariamente poeta de la humani-
hressa, por la Lorena moselana y por la dad, del entusiasmo y de la libertad.
Lorenaripuaria; por el Wigalois y el W i - Quizás, si no e n g a ñ a n ciertas señales,
gamur; por Enrique el Pajarero; por surgirá pronto del grupo de escritores
Samo, rey de los Vedas; por Rothe, el alemanes, jóvenes contemporáneos.
cronista de Turinga; por Twinger, el cro- L a música es, permítasenos esta ex-
nista de A l sacia; por Gausbein, el cronis- presión, el vapor del arte. Es á la poesía
ta de Limburgo, y por todos los antiguos lo que la visión es al pensamiento, lo
cantores populares Juan Foltz, Juan que el flúido es al líquido, lo que el Océa-
V i o l , Muscatblüt y por los minnescenger, no de las nubes es al Océano de las olas.
semejantes á los rapsodas. De allí salen Considerada bajo otro aspecto, es lo
al mismo tiempo los idiomas: h á c i a el indefinido de lo infinito. E l mismo alien-
Norte el danés y el sueco; hácia el Oeste to la mueve en todas direcciones, la llena
el holandés y el flamenco, que pasando de confusión, de luz y de rumor inefa-
por la Mancha se transforma en inglés. ble, la satura de electricidad y la hace
E l génio germánico tiene otras fronteras estallar en descargas de truenos. L a m ú -
a d e m á s de las de Alemania en el orden sica es el verbo de la Alemania. E l
de los hechos intelectuales. H a y pueblos pueblo a l e m á n , tan comprimido como
que resisten á Alemania y que ceden al pueblo y tan emancipado como pensa-
germanismo. E l espíritu a l e m á n se asi- dor, canta con amor sombrío. Cantar es
m i l a á los griegos por Müller, á los sér- parecido á emanciparse. L o que no se
vios por Grerhard, á los rusos por Goethe puede decir y lo que no se puede callar,
y á los magyares por Mailath. Keplero lo expresa la música. Por eso toda l a
hacia sus Tablas Rudolfinas delante de Alemania es música mientras espera ser
Rodolfo I I con la ayuda de Tycho-Bra- libre. Los coros de L ú t e r o tienen algo de
che. Las afinidades de Alemania lie la Marsellesa. H a y allí orfeones en todas
gan m á s lejos. A l gran centro g e r m á n i - partes. E n Suavia se celebra todos los
co se unen el génio escandinavo ce años l a Fiesta del canto, en las orillas
(Ehlenschlaeger y el génio b á t a v o con del Neckar, en la pradera de Euslingen.
Voudel, sin alterar las a u t o n o m í a s loca L a Liedermusik, cuya obra maestra es el
les y nacionales. Se une á él t a m b i é n l a Bey de los alisos, de Schubert, forma par-
Polonia desde Copérnico hasta Kosciuz te de la vida alemana. E l canto es l a
ko y desde Sobieski hasta Mickiewiez. respiración para Alemania; por medio
Alemania es el pozo de los pueblos; de del canto respira y conspira. Alemania
ella salen como rios y en ella se confun se comunica con el género humano por
den como en el mar. medio de la a r m o n í a , que es admirable
Parece que se oye por toda la Europa comienzo de unidad, y por medio de las
el prodigioso murmullo del bosque de notas, que son sílabas de la vaga lengua
Hercyna. E l carácter alemán, profundo universal. Del mar salen las nubes que
y sutil, diferente del carácter europeo, derraman la l l u v i a que fecundiza l a
pero acorde con él, se volatiliza y flota tierra; y en Alemania, por medio de l a
sobre las naciones. E l espíritu a l e m á n música, salen las ideas que penetran en
GUILLERMO SHAKESPEARE. 117
las almas. Por eso podemos decir que so estilo del Aturdido, y haber escrito po-
los m á s grandes poetas de Alemania son cas escenas como la del Pobre de Don
sus músicos, admirable familia que tiene Juan por miedo al clero, es el vacío de
por jefe á Beethoven. Moliére. No dar lugar á censuras es con-
E l gran pelasgo es Homero; el gran seguir una perfección negativa; es desea-
heleno es Esquilo; el gran hebreo es ble poder ser atacado.
Isaías; el gran romano es Juvenal; el Profundizad el sentido de las palabras
gran italiano es el Dante; el gran inglés colocadas como m á s c a r a s sobre las mis-
es Shakespeare; el gran a l e m á n es Bee- teriosas cualidades de los genios, y bajo
thoven. la oscuridad, la sutileza y las tinieblas,
encontrareis la profundidad; bajo la exa-
V. geración, la imaginación, y bajo la mons-
truosidad, la grandeza.
E l "ex-buen gusto,,, especie de derecho Por eso en las regiones superiores de l a
divino, que estuvo ahogando durante poesía y del pensamiento vi ven Home-
mucho tiempo al arte y que consiguió su- ro, Job, Isaías, Ezequiel, Lucrecio, J u -
p r i m i r lo bello en obsequio de lo limado, venal, Tácito, Juan de Patmos, Pablo
y la antigua crítica, que aun no ha de Damasco, Dante, Rabelais, Cervantes
muerto completamente todavía, asegu- Shakespeare.
ran que los genios soberanos que acaba- Estos génios supremos no constituyen
mos de enumerar incurren todos en el una serie cerrada. E l Todopoderoso aña-
mismo defecto; en el de la exageración. de á ella a l g ú n nombre cuando las nece-
Efectivamente, colman la medida; pero sidades del progreso lo exigen.
esto depende de la cantidad de infinito
que encierran. No son circunscritos, por-
que encierran algo de lo ignorado.
Los reproches que se les dirigen po-
drían t a m b i é n dirigirlos á las esfinges. LIBRO TERCERO.
Se reprocha á Homero la carnicería con
que llena la Riada] á Esquilo, que es El arte y la c i e n c i a .
monstruoso; á Job, á Isaías, á Ezequiel y
á San Pablo, que tienen doble sentido; á I.
Rabelais, la desnudez obscena y la am-
b i g ü e d a d venenosa; á Cervantes, la risa En nuestros dias hay muchos que di-
pérfida; á Shakespeare, la sutileza; á L u - cen y que repiten que la poeeía se v á .
crecio, á Juvenal y á Tácito la oscuri- Que es como si dijeran: ya no hay rosas,
dad; á Juan de Patmos y á Dante A l i - la primavera ha muerto, ya no sale el
ghieri, las tinieblas. sol; recorred todos los prados de la tierra
Ninguno de estos reproches puede di- y no encontrareis n i una sola mariposa;
rigirse á otros espíritus muy grandes, ya no alumbra la luna, n i se remonta el
pero no tanto como los que acabamos de á g u i l a , n i existen los Alpes n i los P i r i -
mencionar. Hesiodo, Esopo, Sófocles, Eu- neos, n i hay mujeres hermosas, n i gallar-
rípides, P l a t ó n , Tucídides, Anacreonte, dos mancebos, n i la madre ama á sus h i -
Teócrito, Tito L i v i o , Salustio, Cicerón, jos, n i vive el corazón humano.
Terencio, V i r g i l i o , Horacio, Petrarca, el Si fuera posible confundir lo contin-
Tasso, Ariosto, L a Fontaine, Beaumar- gente con lo eterno, lo contrario de todo
d í a i s y V o l t aire, n i son exagerados n i eso seria lo verdadero. J a m á s las facul-
hay en ellos oscuridad, monstruosidad n i tades del alma humana, abierta y enri-
tinieblas; pero les falta lo desconocido, quecida por los surcos misteriosos de las
esto es, el infinito. revoluciones, han sido tan profundas y
Si Corneille lo tuviera, seria i g u a l tan dignas.
Esquilo; si M i l t o n lo tuviera, seria igual Tened paciencia, dejad que dentro de
á Homero; si Moliere lo tuviera, seria poco se realice la salvación social por
igual á Shakespeare. medio de la e n s e ñ a n z a gratuita y obli-
Haber truncado y reducido l a p r i m i t i - gatoria, y representaos la incalculable
va tragedia por obedecer á las reglas, es suma de desarrollo intelectual que re-
el pecado de Corneille. Haber excluido presentará esta frase: Todos saben leer.
de su obra la inmensa naturaleza por L a multiplicación de ios lectores es la
melancolía puritana, es el defecto de multiplicación del milagro de los panes
M i l t o n . Haber extinguido demasiado y de los peces. Cuando Cristo ideó este
pronto, por miedo á Boileau, el lumino- símbolo, presintió la imprenta. E l prodi-
118 O B I U S D E VICTOR HUGO.

gio que realizó la aparición del libro, proporciona la lectura. De a q u í nace la


fué su verdadero milagro. Cinco m i l importancia de la escuela, que en todas
almas, cien m i l , un millón, toda la hu- partes es adecuada á la civilización. Por
manidad puede alimentarse con él; la fin, el género humano vá á abrir el gran
invención de la imprenta que realizó libro. L a inmensa Biblia humana, que
Gi-utenberg está contenida en la m u l - compusieron todos los profetas, todos los
tiplicación de los panes que hizo Jesús. poetas y todos los filósofos, vá á resplan-
E l primer sembrador anuncia al se- decer y á iluminar desde el foco de la
gundo. lente luminosa que se llama e n s e ñ a n z a
¿Qué es el género humano desde el obligatoria.
origen de los siglos? U n lector que ha L a humanidad que lee es la h u m a n i -
deletreado durante mucho tiempo, que dad que sabe.
deletrea aun, pero que leerá m u y pronto. Es, pues, una necedad decir: ¡La poesía
E l niño de edad de seis m i l años ha fre- se vá! Con m á s verdad se p o d r í a decir:
cuentado desde los primeros momentos L a poesía llega.
l a escuela de la naturaleza. Como no Quien dice poesía dice filosofía é ilus-
tenia otro libro, ha deletreado el univer- tración. Ahora empieza el reinado del
so, y han constituido su primera ense- libro, y la escuela será su m á s firme apo-
ñ a n z a las nubes, el firmamento, los yo. Aumentad los lectores y aumenta-
meteoros, las flores, los brutos, los bos- reis los libros. No precisamente en valor
ques, las estaciones y todos los fenóme- intrínseco, que t e n d r á n el mismo que te-
nos, E l pescador de la Jonia estudia las nían, sino en poder eficaz; antes eran l i n -
olas, el pastor de Caldea deletrea las es- dos, en lo sucesivo serán útiles.
trellas. Después, como progreso subli- ¿Quién n e g a r á que extendiendo el nú-
me, aparecieron los primeros libros. E l mero de lectores se a u m e n t a r á el n ú m e -
libro es todavía m á s grande que el es- ro de los libros leídos? Siendo la necesi-
p e c t á c u l o del mundo, porque al hecho dad de leer u n reguero de pólvora, una
a ñ a d e la idea. Si hay algo m á s grande vez encendido ya no se parará; y esto,
que Dios visto en el sol, es Dios visto en combinado con l a simplificación del tra-
Homero. bajo material que consiguen las m á q u i -
E l universo sin libro es la ciencia en nas y con el aumento de ocios que
bosquejo, y con el libro es la aparición proporcionarán al hombre, teniendo el
del ideal. Así se vé en seguida la modi cuerpo menos fatigado, dejará su inte-
ficacion inmediata en el fenómeno hu ligencia m á s libre; el deseo de saber se
mano. Donde antes se manifestaba solo despertará en todos los cerebros; la insa-
l a fuerza, se manifiesta el poder. E l ciable sed de conocer y de meditar
ideal aplicado á los hechos reales cons- preocupará m á s cada día á la razón hu-
tituye la civilización. L a poesía escrita y mana; a b a n d o n a r á ésta los lugares in-
cantada empieza la obra, que es l a de mundos para frecuentar las regiones
duccion magnífica y eficaz de la poesía altas, que es la ascensión natural de toda
contemplada. Importa consignar este inteligencia que se desarrolla; caerá en
hecho verdaderamente maravilloso; cuan- olvido el Foublas y en cambio se leerá la
do la ciencia aun soñaba, la poesía obra- Orestia; se saboreará lo digno, que nunca
ba ya. E l sonido de una lira quita l a fe- sacia; se devorará lo bello, porque la de-
rocidad al pensador. licadeza de los espíritus aumenta en pro-
Más tarde nos ocuparemos del poder porción á su fuerza, y l l e g a r á u n dia en
del libro, que se comprende á primera que, alcanzando su plenitud la civiliza-
vista. Muchos escritores y pocos lecto- ción, las cumbres casi desiertas durante
res; t a l ha sido el estado del mundo hasta muchos siglos, y que solo visitaban los
estos dias; pero este estado vá á cambiar. génios selectos como Lucrecio, Dante y
L a e n s e ñ a n z a obligatoria es la ilustra- Shakespeare, se verán llenas de inteli-
ción reclutando prosélitos. E l progreso gencias, que ascenderán á ellas á buscar
se realizará en lo sucesivo por el aumen- el alimento intelectual.
to de la legión de personas cultas. E l
d i á m e t r o del bien ideal y moral corres- II.
ponde siempre á la abertura de las i n -
teligencias. E l corazón vale lo que vale No pueden regir dos leyes: la unidad
el cerebro. de la ley resulta de la unidad de la esen-
E l libro es el instrumento de esta cia; la naturaleza y el arte son las dos
transformación. L a humanidad necesita vertientes del mismo hecho. E n princi-
el alimento de l a ilustración, que se lo pio, salvo la restricción que indicaremos,
GUILLERMO S H A K E S P E A R E . 119
la ley que rige á la una rige al otro. E l señalaremos una diferencia radical: l a
á n g u l o de reflexión es igual al á n g u l o ciencia es perfectible, el arte no. ¿Por
de incidencia. Siendo todo equidad en el qué?
orden material, resulta que todo es ecua-
ción en el órden intelectual. E l binomio III.
maravilla, aplicable á todas las cosas, está
incluido en l a poesía lo mismo que en el E l arte es una excepción singular en-
álgebra. L a naturaleza m á s la humani- tre las cosas humanas; la belleza de éstas
dad, elevadas á la segunda potencia, dan consiste en poder perfeccionarse; nada
el arte. He a q u í el binomio intelectual. hay en el mundo que esté dotado de esta
Ahora sustituid el A + B por la cifra es- propiedad; crecer, aumentar, fortalecer-
pecial que corresponde á cada gran artis- se, ganar, adelantar, valer hoy m á s que
ta y á cada gran poeta, y obtendréis en ayer, constituye á un mismo tiempo l a
su fisonomía múltiple y en su total rigu- gloria y la vida. L a belleza del arte la
roso cada una de las creaciones del es- constituye el no ser perfectible.
píritu humano. Nada hay tan bello como Insistiremos en algunas de las ideas
la variedad de las obras magistrales que esenciales que insinuamos en las pági-
resultan de la unidad de la ley. L a poe- nas precedentes. Las obras magistrales
sía, lo mismo que la ciencia, tiene una existen de una vez para siempre. E l pri-
raiz abstracta; l a ciencia sale de ella con- mer poeta que aparece llega hasta l a
vertida en obra maestra de metal, de ma- cumbre; después otros subirán hasta su
dera ó de fuego, en m á q u i n a , en navio ó misma altura, pero no m á s altos. Se po-
en locomotora; la poesía sale de ella con- d r á n llamar Dante ó Shakespeare, pero
vertida en obra magistral en la Iliada, en el primer poeta se l l a m a r á Homero.
el Cántico de los Cánticos, en el Romancero, E l progreso, que es punto movible y
en la Divina comedia y en el Macbeth. etapa que se renueva eternamente, cám-
Nada despierta y prolonga tanto la bia de horizonte, pero el ideal no cam-
admiración del pensador como esas mis- bia. E l progreso es el motor de la cien-
terio 3as exfoliaciones de la abstracción cia, el ideal es el generador del arte, y
en realidades en la doble región del pen- así se explica por q u é es propiedad de
samiento humano, una exacta y otra la ciencia el perfeccionamiento y del
infinita. R e g i ó n doble, y sin embargo arte no.
una; el infinito es una exactitud. L a pa U n sábio hace olvidar á otro sábio,
labra profunda Nombre está en la base pero u n poeta no hace olvidar á otro
del pensamiento humano, y es, para poeta.
nuestra inteligencia, un elemento; sig
E l arte camina á su manera, mudando
nifica a r m o n í a y m a t e m á t i c a s . E l n ú m e -
de sitio como la ciencia; pero sus crea-
ro se revela al arte por medio del ritmo,
ciones sucesivas subsisten porque con-
que es el latido del corazón en lo infini-
tienen algo de lo inmutable, mientras
to. E n el ritmo, ley del órden, se siente
que las creaciones admirables de las
á Dios. E l verso es numérico, como una
ciencias se abandonan por otras, porque
muchedumbre; sus pies marchan con la
no son n i pueden ser m á s que combina-
cadencia del paso de una legión. Sin el
ciones de lo contingente.
n ú m e r o no h a b r í a ciencia n i poesía. E l
número rige á l a geometría y á la arit L a ciencia encierra lo relativo y el
mética, y rige t a m b i é n á la estrofa, á l a arte lo definitivo. L a obra que es ma-
epopeya, al drama, á las tumultuosas gistral hoy, será magistral m a ñ a n a . N i
palpitaciones del hombre, á la explosión Shakespeare perjudica á Sófocles, n i Me-
del amor, á los fulgores de la imagina- liére eclipsa á Planto, n i F í g a r o oscurece
ción y á todas las pasiones con sus nubes á Sancho Panza. Los poetas no suben
y relámpagos. Son de su dominio las unos en hombros de otros; se elevan so-
secciones cónicas y el cálculo diferencial, los, sin m á s apoyo que el suyo y sin pisar
y le pertenecen al mismo tiempo A y a x , á sus compañeros. Los recien venidos
Héctor, Hécuba, los Siete Jefes ante respetan á los antiguos; se suceden, pero
Tebas, Edipo, Ugolino, Mesalina, Lear, no se sustituyen. L o bello no eclipsa á lo
Priamo, Romeo, Desdémona, Ricardo I I I , bello.
Pantagruel, el Cid y Alcestes; comien- Shakespeare no está sobre el Dante,
za en dos y dos son cuatro, y llega n i Moliére sobre Aristófanes, n i Calde-
hasta las regiones de donde salen los rón sobre Eurípides. Sublimidad quiere
rayos. decir igualdad.
E l espíritu humano es el infinito po-
Sin embargo, entre el arte y l a ciencia sible. Las obras magistrales, como ver-
120 OBRAS DÉ VltfTOR HUGO.

daderos mundos, brotan en él sin cesar y j su obra benéfica vive en movimiento


duran eternamente. Sus horizontes sin constante.
límites admiten todas las creaciones. Todo en ella muda y cambia, todo se
E l arte, considerado en sí mismo, no ca-j niega, todo se destruye, se crea y se sus-
mina hácia adelante n i hacia atrás. Las? tituye. L o que se aceptaba ayer se re-
transformaciones de la poesía, útiles ' al j chaza hoy. L a m á q u i n a colosal de la
movimiento humano, son las ondalacio-j ciencia no descansa nunca, nunca se sa-
nes de la belleza. E l movimiento huma- tisface, y busca siempre lo mejor, porque
no es otro aspecto de la cuestión que no conoce lo absoluto. L a vacuna y el
examinaremos m á s adelante. E l arte no! para-rayos no son aun soluciones defini-
es susceptible de progreso intrínseco. Des-i tivas; ¿quién puede asegurar queJenner
de Fidias á Rembrand hay marcha, pero! y F r a n k l i n no se hayan equivocado?
no hay progreso. Los frescos de la capilla! L a ciencia sigue indagando todavía en-
Sixtina no oscurecen las metopas dell tregada á portentosa agitación. L a cien-
Parthenon. Retroceded todos los siglos | cia desempeña en el progreso el papel de
que queráis, que no retrocederéis en el I la utilidad; veneremos á esta auxiliar
arte. Las P i r á m i d e s y la Iliada perma-j magnífica.
n e c e r á n siempre en primera línea. L a ciencia hace descubrimientos y el
Las obras magistrales tienen todas el arte hace obras. L a ciencia es una ad-
mismo nivel; este nivel es lo absoluto. quisición del hombre y al mismo tiem-
E n cuanto llegan á lo absoluto, no pue- po una escala, por la que los sábios su-
den i r m á s allá. ben apoyándose unos á otros. L a poesía
De esto nace l a certeza de los poetas. tiene alas y vuela.
Se apoyan en el porvenir con altiva con- Lo probaremos por medio de ejem-
fianza. Exegi monumentun, dice Horacio, plos. Metius descubre el telescopio por
insultando al bronce. Flaudite cives, dice casualidad, como Newton descubrió la
Planto. E n el poeta y en el artista se atracción y Cristóbal Colon l a América.
encuentra algo de lo infinito, y este i n - Pero no se han escrito por casualidad l a
grediente d á á los génios su irreductible Orestia, n i E l Paraíso perdido, que son
grandeza. hijos de la voluntad del hombre. Des-
L a cantidad de infinito que se encuen- pués de Metius aparece Galileo, que per-
tra en el arte está á la parte exterior del fecciona el hallazgo de aquel; luego
progreso; puede tener, y tiene, para éste viene Képler, que mejora el perfecciona-
ciertos deberes, pero no dependen de él. miento de Galileo; después Descartes, que
E l arte no depende de ninguno de los aunque se equivoca al adoptar para ocu-
perfeccionamientos del porvenir, n i de lar la lente cóncava en lugar de la con-
las transfiguraciones de las lenguas, n i vexa, fecunda el adelanto de Képler;
de la muerte ó del nacimiento de nin- después llega el capuchino Reita, que
g ú n idioma. Posee lo inconmensurable rectifica la inversión de los objetivos, y
y lo innumerable y no puede temer nin- m á s tarde Huyghens, que d á un gran
guna competencia, y es t a n puro, tan paso colocando las dos lentes convexas
completo, tan sideral y tan divino en en el foco del objetivo. Y en menos de
plena barbarie como en plena civiliza- cincuenta años, desde 1610 á 1659, en el
ción. E l arte es lo bello, vario s e g ú n los corto intervalo que separa el Nuncius si-
génios, pero siempre igual á sí mismo; dereus de Galileo del Occulus Elice et
por eso es supremo. Enoch del padre Reita, desaparece Me-
Esta es la ley poco conocida del arte. tius el inventor. Este mismo hecho se
repite en toda la ciencia.
L a ciencia se tacha asimismo sin ce-
IV.
sar, pero sus tachaduras son fecundas:
¿quién sabe ya lo que es la Homoemeria
L a ciencia es diferente. de Anaximenes ó t a l vez de A n a x á g o -
L a rige lo relativo, que se imprime en ras? L a cosmografía se ha corregido no-
ella, y la serie de marcas de lo relativo, tablemente desde la época en que el
cada vez m á s parecidas á lo real, consti- mismo A n a x á g o r a s aseguraba á Peri-
tuye la certeza móvil del hombre. cles que el sol era tan grande como el
Algunas obras que han sido en la cien- Peloponeso. Se han descubierto muchos
cia magistrales, ya no lo son; por ejem- planetas y muchos satélites de planetas
plo, la m á q u i n a de M a r l y . L a ciencia desde el tiempo de los Cuatro Astros de
que busca el movimiento continuo, lo Médicis. L a entomología ha hecho algu-
encuentra en sí misma; para conseguir nos adelantos dede que se afirmaba que
GUILLERMO SHAKESPEARE.

el escarabajo era casi dios y primo del el remedio que Galeno propinaba para
sol, en primer lugar por los treinta dedos regularizar las indigestiones de Marco
de sus patas, que corresponden á los trein- Aurelio. ¿Qué piensan los eminentes es-
ta dias del mes solar, y en segundo por- pecialistas modernos, empezando por
que el escarabajo, como el sol, no tiene Desmarres, de los descubrimientos he-
hembra, y desde que San Clemente de chos en las fosas nasales por el obispo de
Alejandría, en un elogio de Plutarco, Títiópolis en el siglo décimoséptimo?
hace notar que el escarabajo, de la mis- Las momias han adelantado: M r . Gan-
ma manera que el sol, está seis meses nal las hace quizás con m á s perfección
sobre la tierra y otros seis debajo de ella. que los contemporáneos de Herodoto,
E l que dude, que consulte los Estroma- que los Tarikentas, que lavaban los ca-
tos, párrafo I V . L a misma quimérica es- dáveres; que los P a r a k í s t o s , que los
colástica olvida el Frado Espiritual de abrían, y que los Bolkitos, que los em-
Moschus, se rie de la Escala Santa de balsamaban. Quinientos años antes de
Juan Olí maco y se a v e r g ü e n z a del siglo Jesucristo era perfectamente científico
en que San Bernardo, atizando la hogue- que un rey de Mesopotamia mandase á
ra que querían apagar los vizcondes de Tebas por un dios que curase á su hija,
Campania, llamaba á Amoldo de Bres- poseída del diablo; ahora se apela á
cia UE1 hombre de cabeza de paloma y otros recursos para curar l a epilepsia.
cola de escorpión,,. H a n desaparecido ya Tampoco se acude ya á los reyes de
para siempre las Steyardes del gran A r - Francia para que curen los lampa-
noldo y las leyes antropológicas de las rones.
Cualidades cardinales. L a meteorología, A d m i r a r í a en extremo á Salón, hijo de
aunque no bien constituida, no se preo- Execestidas, el saber que la luna no re-
cupa, como en el siglo segundo, de si la gula el a ñ o , y á Zenon el estóico que no
l l u v i a que salva á un ejército sediento es so haya probado que el alma esté divi-
debida á las oraciones cristianas de la dida en ocho partes, y á Antipater que
legión Melitina ó a 1 a intervención pa- el cielo no está formado por cinco círcu-
gana de J ú p i t e r Pluvioso. E l astrólogo los, y á Eudoxis que no es cierto que
Marciano P ó s t u m o se decidía por J ú p i - los egipcios que embalsaman los cadá-
ter, Tertuliano por la legión Melitina y veres, los romanos que los queman y los
ninguno por las nubes n i por el viento. peonios que los arrojan á los estanques,
L a locomoción ha adelantado bastante sean los únicos que tengan razón; y á
desde el antiguo carro de Layo hasta el Lysis de T á r e n t e que no es exacto que
ferro-carril, pasando por el patache, el la vista sea u n vapor caliente, y á Ce-
coche, la galera, la diligencia y la silla de bes que es falso que el principio de
postas. L a micrografía actual es superior los elementos sean el t r i á n g u l o oblon-
á la de Leuwenhoeck y Swammerdam. go y el t r i á n g u l o isóceles, y á Menede-
Ved el grado de desarrollo á que han mo que no es verdad que para cono-
llegado la espermatología y la ovología, cer las malas intenciones secretas de los
y recordad los encargos que hizo Ma- hombres baste llevar un sombrero ar-
riana á A m o l d o de Villanueva, el que cadio con los doce signos del Zodíaco, y
encontró el alcohol y el aceite de tre- á P l a t ó n que el agua del mar no cura
mentina por haber ensayado la genera- todas las enfermedades, y á Epicuro que
ción humana en una calabaza. Grrand- la materia es divisible hasta lo infinito,
Jean de Jouchy, el secretario perpétuo y á Aristóteles que el quinto elemento
de la Academia de Ciencias, hubiera no tiene movimiento orbicular, por l a
tenido compasión del que le hubiese sencilla razón de que no existe quinto
dicho que del espectro solar se p a s a r í a elemento, y á Epimenides que no des-
al espectro í g n e o , y después al espectro aparece infaliblemente la peste dejando
estelar, y que con la ayuda de ambos se libres algunas ovejas negras y blancas,
descubrirían nuevas formas de agru- y sacrificándolas á los desconocidos dio-
paciones de astros y lo que merece ses ocultos en los mismos sitios en que
llamarse constelaciones químicas. Nues- se detienen aquellas.
tros mecánicos desdeñarían á Orffyreus, Si quisiérais persuadir á P i t á g o r a s de
que prefirió romper su m á q u i n a á permi- que es poco probable que él mismo haya
tir que viera el interior el landgrave de sido herido doscientos siete años antes de
Hesse; á Orffyreus, aquel que causó la su nacimiento por Menelao en el sitio de
a d m i r a c i ó n de S'Cravesande, el autor de Troya, os respondería que el hecho es
Mathesos universalis elementa. U n veteri incontestable, y que la prueba está en
nario de aldea no aplicaría á los caballos que reconoce perfectamente el escudo de
TOMO I Y . 16
122 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Menelao, por haberlo visto antes suspen- los justos pueden jurar; que el fénix de
dido debajo de la e s t á t u a de Apolo en la Arabia vive en el fuego; que la tierra
Branquides, y que está todo podrido, á camina por los aires como un carro; que
excepción de la cara de marfil, que en el sol bebe en el Océano y la luna en los
el sitio de Troya se llamó Euforbo, que rios, etc., etc.
antes de ser Euforbo habia sido A t a ú d e s , Por eso los atenienses le erigieron una
hijo de Mercurio, y que después de ha- e s t á t u a en la plaza de Cerámica, con
ber sido Euforbo fué Hermotimo, y des- esta inscripción al pié: A Charysipo, que lo
pués Pirro, pescador de Délos, y por sabia todo.
ú l t i m o P i t á g o r a s , y que todo eso es tan Por entonces escribió Sófocles el Edipo
claro y tan evidente como es evidente Rey.
y claro que estuvo en el mismo dia y en Aristóteles creia en el viaje de Audron
el mismo minuto s i m u l t á n e a m e n t e en de Argos, y P l a t ó n en el principio social
Metaponte y en Crotona, y como lo es de la comunidad de las mujeres, y Q-or-
asimismo que escribiendo con sangre gisi|3o en la tierra plana, y Epicuro que
en un espejo á l a luz de la luna se vé en la tierra era conducida por los aires, y
ella lo que se escribe en el espejo, y que Herraodamantes en las palabras m á g i -
en fin, él es P i t á g o r a s , habitante de Me- cas que influyen en los bueyes, en las
taponte, calle d é l a s Musas, el autor de águilas, en los osos y en las serpientes, y
las tablas de multiplicación y del cuadro Echecrates en la maternidad inmacula-
de la hipotenusa, el m á s grande de los da de Temistoclea, y P i t á g o r a s en el ce-
m a t e m á t i c o s , el padre de la ciencia exac- tro de madera de ciprés de J ú p i t e r , y
ta, y que vos, que no creéis en nada de Posidonio en el Océano que apaga la
eso, sois u n imbécil. sed del sol y en los rios que apaga la sed
Charysipo de Tarso, que vivió hácia la luna, y Pirren en los seres que viven
la ciento treinta olimpiada, es una fecha en el fuego.
en l a ciencia. Este filósofo, que m u r i ó de Pirren, sin embargo, era excéptico y
risa, y tómese esta palabra al pió de la se vengaba de creer eso dudando de todo
letra, viendo á u n burro comer higos en lo d e m á s .
una bandeja de plata, lo estudió y lo L a ciencia consiste en una larga série
profundizó todo en setecientos cinco vo- de tanteos. Sus grandes hombres se han
lúmenes, de los cuales consagró trescien- equivocado unos tras otros.
tos once á la dialéctica, sin dedicar uno L a ciencia es la asíntota de la verdad,
solo á n i n g ú n rey, cosa que deja estupe- siempre p r ó x i m a á ésta y sin llegar á
facto á Diógenes Laercio. Llegó á reunir tocarla nunca. Pero por lo demás tiene
en su cerebro todos los conocimientos todas las grandezas. Posee la voluntad,
humanos; sus contemporáneos le llama- la precisión, el entusiasmo, la atención
ban Luz. Y como la significación de profunda, la penetración, la delicadeza,
Charysipo equivale á caballo de oro, se le la fuerza, la paciencia en el encadena-
suponía desenganchado del carro del Sol. miento, el acecho permanente del fenó-
Su divisa era M í o . Sabia m u l t i t u d de meno, el ardor del progreso y en ciertos
cosas, como por ejemplo, las siguientes: momentos accesos de bravura. Esto lo
Que la tierra es plana; que el universo es prueban Laperouse, Pilastre de Rosiers,
redondo y finito; que el mejor alimento F r a n k l i n , Víctor Jacquemont, Livings-
para el hombre es la carne humana; que tone, Mazet y en nuestros dias Nadar.
Ja comunidad de las mujeres es l a base L a ciencia es série. Unos experimentos
social; que el padre debe casarse con su se superponen á otros, elevándose lenta-
hija; que hay una palabra que mata las mente en oscura confusión hasta el nivel
serpientes, otra que domestica los osos, de lo verdadero.
otra que detiene el vuelo de las á g u i l a s , No ocurre eso en el arte. E l arte no es
otra que aleja á los bueyes de los campos lo sucesivo; el arte es conjunto.
sembrados de habas; que pronunciando Resumamos ya lo dicho.
los tres nombres de la trinidad egipcia, Hipócrates, Arquímedes, Arato, A vi-
Amon-Mouth-Khous, A n d r o n de Argos cena, Paracelso, Nicolás Flamel, Ambro-
pudo atravesar sin beber los desiertos de sio P a r é , Vesalio, Copérnico, Galileo,
la Libia; que no se deben hacer los ataú- Newton, Clairant, Lavoisier, Montgolíier
des de ciprés, porque el cetro de J ú p i t e r y Laplace han sido sobrepujados por
era de esa madera; que Temistoclea, sa- otros. P í n d a r o y Fidias no lo han sido.
cerdotisa de Delfos, fué virgen después Pascal sábio, ha sido sobrepujado; Pascal
de tener hijos; que á J ú p i t e r corresponde escritor, no.
el nombre de Jurador, porque solamente Y a no se enseña la astronomía de
GUILLERMO SHAKESPEARE. 123
Ptolomeo, n i la geometría de Estrabon, arte universal. Este movimiento lo veri-
n i la climatología de Cleostrato, n i la fica el trabajo de lo infinito al atravesar
zoología de Plinio, n i el á l g e b r a de D i o - el cerebro humano.
íantes, n i la medicina de Tribunus, n i Hay fenómenos que deben observarse
la cirugía de Honsil, n i la dialéctica de desde su punto culminante, y contem-
Sphoerus, n i la mitología de Estenon, plada desde él, la poesía es inmanente. E n
n i la uranología de Tacio, n i la esteno- el arte no hay alza n i baja. E l génio está
grafía de Trithemo, n i la pisaicultura de enteramente en su plenitud; todas las
Sebastian de Médicis, n i la a r i t m é t i c a de lluvias del cielo no a ñ a d e n una gota al
Stiíels, n i la geometría de Tartaglia, n i agua del Océano; las mareas son ilusio-
la cronología de Scalígero, n i la meteo- nes, porque las aguas solo descienden en
rología de Stoffler, n i la a n a t o m í a de una costa para ascender en otra, y se to-
Gassendi, n i la p a t o l o g í a de Fernel, n i man las oscilaciones por decrecimientos.
la jurisprudencia de Roberto Barume, Decir que ya no h a b r á poetas, equivale á
n i la a g r o n o m í a de Quesnay, n i la hi- decir que ya no h a b r á mareas.
drografía de Bouger, n i la n á u t i c a de L a poesía es elemento irreductible, i n -
Bourdé de Villehuet, n i la balística de corruptible y refractario. Como el mar
Grribeauval, n i la hipiátrica de Gar- dice cada vez lo que tiene que decir, des-
sault, n i la arquitectónica de Desgodets, pués vuelve á comenzar con la majestad
n i la botánica de Tournefort, n i l a esco- tranquila, con la variedad inagotable
lástica de Abelardo, n i la política de que es exclusivamente propia de la uni-
P l a t ó n , n i la mecánica de Aristóteles, n i dad. L a variedad en lo que parece monó-
la física de Descartes, n i la teología de tono es el prodigio de la inmensidad. Se
Stillingíleet. E n cámbio, ayer, hoy, ma- aleja l a litada y llega el Romancero; se
ñ a n a y siempre se enseñará: Canta, diosa, olvida la Biblia y surge el Korán; des-
y, la cólera de Aquiles. aparece el aquilón P í n d a r o y llega el
L a poesía tiene vida virtual. Las cien- h u r a c á n Dante. ¿Se repite la eterna poe-
cias pueden extender su esfera, pero no sía? De n i n g ú n modo. Permanece siendo
aumentar su poder. Homero solo conocía la misma y diferente.
cuatro vientos para describir sus tempes- ¿Podéis tomar al Cid como un plagia-
tades, V i r g i l i o doce; las que describe el rio de A y a x y á Cario-Magno como u n
Dante tienen veinticuatro y las de M i l - imitador de A g a m e n ó n ? L a crítica dice
ton treinta y dos; pero no por eso son con e x t r a ñ a ligereza que no hay nada
más bellas. Hasta las mismas tempesta- nuevo bajo el sol, que lo que parece nue-
des de Orfeo, que solo contaba con dos vo es renacimiento de lo antiguo, etc. etc.
vientos, que eran el Fenicio y el Aparc- Siguiendo esa regla de l a c r í t i c a , el
tias, son tan grandes como las de Ho- arte sólo seria una falsificación. ÍTal-
mero. tastt es un ladrón que falsifica á Thersi-
Las religiones mueren y al morir entre- tes; Hamlet solo es un mono que i m i t a
gan á las que les suceden un gran ar- á Orestes, y el Hipógrifo es un grajo del
tista. Serpion construye para l a Venus Pegaso. Deduciendo las consecuencias
Adversativa de Atenas un vaso sagrado, que se desprenden de esa crítica, los poe^
que la Santa Virgen acepta de Venus, y tas se roban y se despojan m ú t u a m e n t e ;
que está sirviendo en la actualidad de lo que pasa por ser su inspiración es u n
baptisterio en Nuestra Señora de Gaeta. puro fraude. Cervantes roba á Apuleyo,
Oh eternidad del arte! Alcestes estafa á T i m ó n de Atenas. E l
bosque de Sminthea es el bosque de
V. Bondy; Shakespeare mete mano en el
bolsillo de Esquilo.
L a poesía no puede decrecer. Por qué? Pero eso es un error indigno de la crí-
porque no puede crecer. tica. No existe n i decadencia, n i renaci-
Las palabras decadencia y renacimien miento, n i plagio, n i repeticiones, n i
to, que emplean hasta los hombres c u l - robo. L o que existe es identidad de cora-
tos, prueban hasta q u é punto se ignora zón y diferencia de génio. Hemos dicho
la esencia del arte. Las inteligencias su- y repetimos que cada gran artista hace
perficiales toman por renacimiento ó el arte á su semejanza. Hamlet es Ores-
por decadencia los efectos de justaposi- tes, con la efigie de Shakespeare; F í g a r o
cion, los espejismos ópticos, la variación es Scapin con la efigie de Pabelais.
de las lenguas, el ñujo y reflujo de las Todo empieza con el poeta nuevo y al
ideas y todo el vasto movimiento crea- mismo tiempo nada queda interrumpido.
dor del pensamiento, del que resulta el Cada nuevo génio es un abismo, y sin
OBRAS D E VICTOR HUGO,

embargo, tiene tradición; la tradición del cabra en memoria de Zenon, que acos-
abismo al abismo en el arte es un miste- tumbraba á j u r a r por ese cuadrúpedo.
rio, como en el firmamento. Los genios, sa biblioteca ofrecía la particularidad
como los astros, se comunican por medio de tener á un lado á Hesiodo, Sófocles,
de sus efluvios. Qué tienen de común? urípides, P l a t ó n , Herodoto, Tucídides,
Todo y nada. índaro, Teócrito, Anacreonte, Teofras-
Desde el pozo que se llama Ezequiel, to, Demóstenes, Plutarco, Cicerón, T i t o
hasta el precipicio que se llama Juvenal, ibio. Séneca, Persio, Lucano, Terencio,
no hay para el pensador solución de con- Horacio, Ovidio, Propercio, T í bulo y
tinuidad. E l mismo vértigo produce el Virgilio, y debajo puso grabada en letras
anatema del uno que la sátira del otro. de oro la palabra AMO; al otro lado de la
Si suponéis al Apocalipsis reverberando 3Íblioteca tenia solo á Esquilo, y debajo
en los mares helados del Polo, os resulta- escrita la palabra: TIMEO.
r á la aurora boreal de los Niebelungen. Efectivamente, Esquilo es temible. No
E l Edda contesta á los Vedas. podemos aproximarnos á él sin temblar.
Hemos llegado ya, pues, á la afirma- L a retórica oficial de la actualidad le
ción que nos sirvió de punto de partida. declara bárbaro, extravagante, enfático,
E l arte no es perfectible. antitético, ampuloso y absurdo; pero esa
N i hay aumento n i disminución posi- retórica c a m b i a r á . Esquilo es uno de
ble en la poesía. Se pierde el tiempo di- esos hombres que producen risa ó desden
ciendo: Nescio quid majus nascitur Iliade en el crítico superficial y que el verdade-
E l arte no crece n i decrece. Tiene sus ro crítico aborda con cierto temor sagra-
estaciones, sus nubes, sus eclipses, t a l do. Temer al génio es comenzar á tener
vez sus manchas, pero manchas esplen- gusto.
dorosas, sus interposiciones, que produ E n el verdadero crítico existe siempre
cen opacidades de las que no se le puede el poeta, aunque esté en estado latente.
hacer responsable; pero siempre luce con E l que no comprenda á Esquilo, i n d u -
i g u a l intensidad en el alma humana. dablemente es una medianía; j u z g á n d o -
Del mismo foco sale siempre la misma lo se puede probar la inteligencia.
aurora. Homero no se enfria. E l drama es una e x t r a ñ a forma del
Estimulemos á los poetas, que el estí arte. Su diámetro alcanza desde Los Siete
mulo de las inteligencias es la vida de lo Jefes ante Tebas hasta E l Filósofo sin sa-
bello. E l primer puesto siempre está va berlo, y desde Brid'oison hasta Edipo,
cante. Descartemos lo que pueda des comprendiendo á Thiestes y á Turcaret.
concertar á los audaces y romperles las E l drama desconcierta y derrota á los
alas; el arte necesita valor. Negar que los débiles, sin duda á causa de su u b i c u i -
génios de ahora puedan llegar á la altu dad. Se funde l a epopeya en el drama y
ra de los génios anteriores, seria negar e resulta una maravillosa novedad litera-
poder de Dios. ria y a l mismo tiempo una gran poten-
cia social: la novela.
Lo épico, lo lírico y lo d r a m á t i c o
amalgamados, producen l a obra indes-
tructible de D . Quijote, que es á la vez
L I B R O CUARTO. iliada, oda y comedia.
¡Tal es el poder de dilatación del
El antiguo Shakespeare.
drama!
E l drama es el m á s vasto recipiente
L del arte; Dios y S a t a n á s se mezclan en
él. Véase Job.
E l antiguo Shakespeare es Esquilo Desde el punto de vista del arte abso-
Ocupémonos de él, ya que ha sido luto, puede decirse que l a cualidad pre-
abuelo del teatro. Seria incompleta esta ponderante en la epopeya es la grande-
obra si no tuviese un libro aparte que se za y en el drama la inmensidad. L o
Ocupara de Esquilo. inmenso difiere de lo grande en que ex-
E l m a r q u é s de Mirabeau, que fué tan cluye cuando quiere la dimensión; en
m a l filántropo como buen pensador, y á que colma la medida, como vulgarmen-
quien no se sabe cómo clasificar en su te se dice, y en que puede perder la pro-
siglo, poseia una biblioteca, en cuyos porción sin perder la belleza. Hace cua-
dos á n g u l o s hizo poner la escultura de tro m i l años empieza el drama por l a
un perro, en memoria de Sócrates, que inmensidad con Job; con Esquilo hace
juraba por el perro, y la escultura de una dos m i l quinientos, y c o n t i n ú a siendo
GUILLERMO SHAKESPEARE. 125
inmenso con Shakespeare. ¿De q u é per- Para saber lo que era en los tiempos de
sonajes se vale Esquilo? De los volcanes Esquilo, asistiremos al espectáculo.
(una de sus tragedias perdidas se llama- Y a no se usa la carreta de Thespis, n i
ba el Etna), de las m o n t a ñ a s del Oáuca- el tablado de Susarion, n i el circo de
so, del mar, de las occeánicas, del vasto madera de Corilo. Atenas, presintiendo
Oriente, como los Persas, ó de las tinieblas venir á Esquilo, á Sófocles y á Eurípi-
sin fondo, como en las Éuménides. Esqui- es, ha edificado teatros de piedra. Estos
lo pone á prueba al hombre valieudose teatros, construidos á cielo abierto, tenían
de los gigantes. E l drama en Shakes- 3or techo el firmamento, por lucerna el
peare se acerca á la humanidad, pero sol; habia en ellos extensa plataforma
sigue siendo colosal. Macbeth parece u n lena de puertas y de gradas j u n t o á las
A t r i d a polar. Como vemos, el drama 3aredes; los actores se movían libremen-
descubre la naturaleza y el alma, y su te en esta plataforma, que servia de es-
horizonte no tiene límites. E l drama es cenario, y colocaban la timelea, que era
la vida y la vida es todo. L a epopeya un pequeño altar consagrado á Baco, en
puede no ser m á s que grande; pero el el punto en que hoy se pone la concha
drama tiene por fuerza que ser inmenso. del apuntador; habia frente á la plata-
Esta inmensidad la abarcan Esquilo y forma u n ancho tendido, de gradas de
Shakespeare. DÍedra, en el que se sentaban confusa-
Lo inmenso en Esquilo depende de su mente cinco ó seis m i l hombres. E n
voluntad y de su temperamento. Inventa aquel laboratorio se transformaba á las
el coturno, que agranda al hombre, y la muchedumbres del Pireo en público,
máscara, que abronca la voz. Sus metá- mientras esperaban convertirse en pue-
foras son enormes. L l a m a á Jerjes "el blo; allí se sentaba l a m u l t i t u d , no solo
hombre de ojos de dragón;;. E l mar, que de hombres libres, sino de mujeres, de
para todos los poetas es una l l a n u r a niños y de esclavos, y allí P l a t ó n frun-
para Esquilo es "una selva,,. Esas figu- cía el entrecejo.
ras gigantescas, propias de los poetas Si se celebra fiesta, si asistimos á las
supremos, son verdaderas en el fondo, Panatenas, á las Lenenses ó á las gran-
como un sueño de la verdad. Esquilo des Dionisiacas, veremos á los magistra-
conmueve hasta el punto de producir dos; los proedros, los epistatos y los prí-
convulsiones. Para los espectadores, sus tanos tienen asiento de honor. Cuando
efectos trágicos son realidades. Cuan- a trilogía se convierte en t e t r a l o g í a y
do aparecen las Furias de Esquilo, las a representación termina con una s á t p
mujeres abortan. Pollux, el lexicógra- ra; cuando los faunos, los egipanes, las
fo, asegura que aquellos horribles ros bacantes, los sátiros y los evantes con-
tros de serpiente y las teas que agita- cluyen la. función con una farsa; cuando
ban hacian morir á los niños víctimas entre los cómicos, los casi-sacerdotes, á
de la epilepsia. Hasta la e x t r a ñ a y sobe- quienes se les llama "los hombres de
rana gracia de Esquilo tiene algo de Baco,, está el actor favorito que sobresa-
ciclópea. Es Polífemo sonrióndose. A le en las dos distintas maneras de decla-
veces su sonrisa aterra, porque parece mar, en la p a r a l o g í a y en la paracato-
que oculte cólera comprimida. Poned logía; cuando el amor que se profesa al
por ejemplo, delante de Helena á los dos poeta llega hasta el punto de ver figurar
poetas Homero y Esquilo. Homero queda en los coros á los hombres célebres, tales
vencido en seguida, la admira, y admi como Eupolis, Cratino y al mismo Aris-
rándola la perdona; Esquilo se conmue tófanes, Eupolis atque Cratinus Aristojpha-
ve, pero permanece sombrío. L l a m a á nesqicepoetce que dice Horacio; cuando se
Helena "Flor fatal,,, y después a ñ a d e representa una obra por mujeres, siquie-
Alma serena como la mar tranquila. A l g u ra sea l a antigua Alcestes de Thespis, s©
nos siglos después Shakespeare dirá: JEér vé el teatro de bote en bote ocupado por
fida como la ola. la m u l t i t u d . L a m u l t i t u d es para Esqui-
lo lo que será después para Planto (véase
II. el prólogo de las Bacchides): "un con-
j u n t o de hombres sentados en bancos,
E l teatro es un crisol de civilización que tosen, gargagean, estornudan, que
el sitio donde comulgan las inteligen hacen ruidos y gestos con la boca, ore
cias. Deben estudiarse todas sus fases, comprepario, que se pasan la mano por l a
porque en él se forma el alma pública. frente y que hablan de sus negocios;,, es
Vimos ya lo que era el teatro en los decir, lo mismo que hoy.
tiempos de Shakespeare y de Moliere. Los estudiantes, bien por admiración,
126 OBRAS D E VICTOR HUGO.

ó bien por ironía, emborronan las pare- herreros? Era preciso poner en escena
des escribiendo con carbón versos cono- las cinco familias trabajando, los Dácti-
cidos. No hay como los estudiantes y los los encontrando el metal, los Cabiros in-
viejos para hacer ruido. ventando la fragua, los Coribantos ha-
E n Las Avispas, de Aristófanes, 'los ciendo la espada y la reja del arado, los
viejos son los que m á s alborotan. Pre- Buretos fabricando los escudos y los
sóntanse en escena dos escuelas, una re- Telchinos cincelando las joyas. Eso era
presentada por Thespis, Susarion, A u - suficiente para interesar. Todo se ha
leas, Corilo, Frínico y el mismo Minos: perdido desde el momento que se permi-
otra representada por el jó ven Esquilo, tió á los poetas introducir aventuras co-
que á la sazón cuenta 28 años. Compone mo la de Plexipo y Toxea. ¿Cómo es po-
entonces su trilogía de los Prometeos: Pro- sible que una sociedad resista tales
meteo encendiendo el fuego, Prometeo enca- excesos? Eso es abominable. Esquilo de-
denado y Prometeo libertado, que conclu- bía comparecer ante la justicia y ser
yen con una sátira, probablemente con condenado á beber la cicuta como el
los Argivos, de l a que Maorobio ha con- viejo y miserable Sócrates. Y a veréis; se
servado un fragmento. Estalla la anti- c o n t e n t a r á n con expatriarlo. ¡Todo de-
gua cuestión entre las dos edades; discu- genera!
ten y disputan barbas grises y cabellos Los jóvenes se ríen á carcajadas. Tam-
negros, poniéndose los viejos de parte bién critican, pero otras cosas. E l bruto
de los antiguos y los jóvenes de parte de de Solón instituye el á r c e n t e eponimo.
Esquilo. L a j u v e n t u d defiende á Esquilo ¿ P a r a qué sirve el á r c e n t e que se entre-
contra Thespis, como defenderá siglos tiene en bautizar el a ñ o con su nombre?
después á Corneille contra Grarnier. Fuera! ¡fuera el á r c e n t e eponimo, que
Los viejos se indignan. Escuchad lo elige ú l t i m a m e n t e diez generales para
que dicen murmurando losnestores: ¿Qué coronar á un poeta, en lugar de elegir
es l a tragedia? E l canto del macho ca- diez hombres del pueblo. Verdad es que
brío. ¿Dónde está el macho cabrío en el uno de los generales era Cimon; circuns-
Prometeo encadenado? Decididamente el tancia atenuante para unos, porque Ci-
arte está en plena decadencia. Los m á s mon, para libertarse de la prisión por
severos, los m á s puros n i siquiera admi- deudas, vendió á su hermana Elfini y
ten á Thespis, y recuerdan que Solón le a d e m á s á su mujer á Calías. Si Esquilo
a m e n a z ó con u n palo y le llamó embus- es un temerario que merece ser acusado
tero, por haber olvidado en una obra un ante el A r e ó p a g o , ¿por q u é no ha de ser
episodio de la vida de Baco. Detestan juzgado y sentenciado Frínico, que en
al innovador Esquilo, y condenan todas la Toma de Mileto presentaba en escena á
las innovaciones que tienden á aproxi- los griegos vencidos por los persas?
mar el drama á la naturaleza, que sus- ¿Cuándo se dejará á los poetas en com-
tituyen el anapesto por el coro, el yam- pleta libertad? ¡Viva la libertad de Pe-
bo por el diálogo y el troqueo por la ricles y abajo la censura de Solón! ¿ P a r a
pasión. Esas novedades para ellos son qué se promulga la ley que manda redu-
insoportables. Gomo si esto no fuera su- cir el coro de cincuenta coristas á quin-
ficiente, a d e m á s la ü a u t a produce soni- ce? ¿Cómo se representarán las Danaides
dos demasiado agudos y el letracordio sin burlarse del verso de Esquilo, que
los produce demasiado bajos, y por u l - dice: Egipto, padre de cincuenta hijos, y sin
t i m ó l e altera la antigua división sagra- convertir los cincuenta en quince? ¿La
da de las tragedias en monodias, estasi- magistratura es inepta? Sus leyes produ-
mas y éxodos. Thespis solo sacaba á la cen murmullos y disputas. Este prefiere
escena un actor que hablara, y Esquilo á Frínico, aquel á Esquilo, otro no pre-
saca dos; pronto s a l d r á n tres. Efectiva- fiere á ninguno, pero prefiere el vino en-
mente, Sófocles iba á aparecer. ¿Por q u é dulzado con benjuí. Las bocinas de los
ha de convertirse el antiguo altar des- actores dominan si pueden el ruido, i n -
tinado á los sacrificios en sitio del co- terrumpido de vez en cuando por el á s -
rifeo? E l coro debería limitarse á ejecu- pero grito de las vendedoras ambulantes
tar la estrofa, después la anteestrofa y de falos y de agua. T a l es el tumulto ate-
por ú l t i m o el epodo ó descanso. A l fue- niense, durante el cual se representa la
go, pues, sus obras. Contentémonos con obra de un autor contemporáneo. E l t u -
recitar los antiguos planes de Tinicio. multo es de derecho. Cuando muere Es-
Pero el responsable es Corilo, que inició quilo ó le destierran, impera el silencio.
el m a l en su tetralogía los Buretos. Y Ante un dios es preciso callar. JEquum
¿qué son los Buretos m á s que dioses est, dice Planto, vos deo faceré silentium.
GUILLERMO SHAKESPEARE. 127
la custodia del archivero de Atenas, i m -
111. poniendo á los actores que representaban
sus obras la obligación de aprender los
Los genios son víctimas de la ca- papeles en este ejemplar único y com-
lumnia. pleto. Convirtieron á Esquilo en un se-
A Esquilo le a b r u m ó en vida; primero gundo Homero, y t a m b i é n tuvo rapsodas
le combatió y después le persiguió; esta que cantaban sus versos con un ramo de
es su progresión natural. Siguiendo la mirto en la mano.
costumbre ateniense, penetró en su vida Tuvo, pues, razón el gran hombre i n -
privada. Planesia, la mujer que él ama- sultado para escribir al frente de sus
ba, hermana de Crisila, se deshonra ante poemas la sombría y altiva dedicatoria:
la historia por las injurias que pública- A l Tiempo. Se olvidaron las blasfemias
mente dirige á Esquilo. I m p u t á r o n s e l e á que le condenaron á morir en el destier-
éste amores contra naturaleza, asegu- ro, y nadie ya las encuentra escritas en
rando que, como Shakespeare, tuvo su ninguna parte.
lord Southampton. Estos ataques destru- Señalaremos una e x t r a ñ a coinciden-
yeron su popularidad. Todo en él era cia. Los dos hijos de Esquilo, Euforion y
criminal, hasta la amabilidad con que Bion, se dice que refundieron la Orestia;
acogia á los poetas jóvenes, que respetuo- que hicieron exactamente lo mismo que
samente le ofrecian sus primeras coro- Davenant, bastardo de Shakespeare, hizo
nas. Durante toda su vida Esquilo fué dos m i l trescientos años después con el
el blanco de los ódios. Siendo j ó ven, el Macbeth. No damos crédito á esa opinión,
público le demostró tener predilección porque ante el respeto universal que se
por los antiguos Thespis y Frínico, y tributa á Esquilo después de su muerte,
cuando llegó á viejo, pospuso sus obras nos parecen imposibles esos retoques; y
á las de los jóvenes Sófocles y Eurípides. lo que es verdad en Davenant, nos parece
Hasta le hicieron comparecer ante el falso en Bion y en Euforion.
Areópago, según dice Suidas, por haber- L a fama de Esquilo llenó el mundo.
se desplomado el teatro durante l a repre- E l Egipto vió en él un coloso, algo egip-
sentación de una de sus tragedias, y se- cio, y le llamó Pímander, que significa
g ú n el Ediano, por haber blasfemado, ó "Inteligencia superior,,. E n Sicilia, que
lo que es lo mismo, por haber referido los es donde estuvo desterrado, sacrificaban
misterios de Eleusis. F u é desterrado y cabras ante su tumba, y llegó casi á ser
murió en el destierro/ un dios del Olimpo. Más tarde, para los
Entonces el orador Licurgo exclamó: cristianos, por la predicción de Prometeo,
"Es preciso levantar á Esquilo una está- en la que creyeron ver á Jesús, fué casi
tua de bronce,,, y Atenas, que le habia un profeta. Es acontecimiento e x t r a ñ o
expulsado, le erigió una estatua. que sea su gloria la que haya hecho des-
Así como Shakespeare quedó olvidado aparecer la obra de Esquilo. Hablamos
cuando murió, Esquilo entró en la gloria del naufragio material, porque su inmen-
al entrar en la tumba. so nombre vivirá eternamente.
L a gloria deslumbradora que consi Constituye u n drama, y u n drama ex-
guió habia de tener en el transcurso de traordinario, la desaparición de los poe-
los siglos sus fases, sus eclipses, sus des mas de Esquilo. U n rey se los ha robado
apariciones y reapariciones. Grecia re- brutalmente al espíritu humano.
cordó á Salamina, donde combatió Es Relatemos ese robo.
quilo. E l Areópago se avergonzó de la
ingratitud cometida con el hombre que IV.
en la Orestia honró al tribunal, hasta el
punto de hacer comparecer ante él á Narraremos los hechos, ó mejor dicho,
Minerva y Apolo. Esquilo llegó á ser sa- la leyenda, porque á la distancia que nos
grado. Todos los países adquirieron su encontramos ya de aquel crepúsculo, l a
busto, al que adornaron primero con cin historia es legendaria.
tas y después coronándolo de laureles. Habia un rey en Egipto llamado Pto
Aristófanes, en las Ranas, pone en su lomeo Evergetes, c u ñ a d o del dios A n
boca: "He muerto, pero m i poesía vive.,, tíoco.
En la celebración de las fiestas de Eleu Digamos de paso que todas aquellas
sis, el heraldo del Areópago tocó la buenas gentes se creían dioses. Dioses
trompeta Tirretina en honor de Esquilo. soteros, evergetas, epífanos, filometores,
L a república costeó u n ejemplar oficial filadelfos, filopatores, que significaban:
de sus noventa y siete dramas, que fió á dioses salvadores, bienhechores, ilustres,
OBRAS D E VICTOR HÜGO.

amantes de su madre, amantes de sus obligada á dejar á Esquilo prisionero del


hermanos y amantes de su padre. C l e o Egipto. E n él se tributaron á Esquilo
patra era diosa soter. honras inusitadas, y se cuenta que el
Ptolomeo Evergetes era hijo del Fila- rey se obstinó en no permitir sacar l a
delfo, que entregaba coronas de ojo á copia, enorgulleciéndose de poseer el úni-
los embajadores romanos y á quien el co ejemplar.
pseudo Aristeo atribuye sin ninguna ra- Cuando l a biblioteca de A l e j a n d r í a ,
zón la traducción de los Setenta. F i - que luego se enriqueció con Ja biblioteca
ladelfo a u m e n t ó considerablemente la de P é r g a m o , que Antonio regaló á
biblioteca de Alejandría, que en su épo- Cleopatra, fué trasladada al templo de
ca llegó á constar de setecientos m i l vo- J ú p i t e r Serapís, vigilaron escrupulosa-
lúmenes, y en el siglo sexto logró reunir, mente el ejemplar de Esquilo.
según dicen, la increíble cantidad de L a biblioteca de Alejandría pertene-
cien m i l manuscritos. ció al emperador durante la dominación
Este caudal de conocimientos huma- romana. E l Egipto era propiedad del Cé-
nos, reunidos bajo la dirección de Eucli- sar. Augustus, dice Tácito, seposuit Egip-
des, tuvo por primer bibliotecario, según tum. E l Egipto era un territorio cerrado,
unos á Zenodoto de Efeso y según otros y por él no podían viajar; n i aun los
á Demetrio Faléreo, al que Atenas erigió caballeros y senadores romanos obtenían
trescientas setenta estatuas en un a ñ o , fácilmente el permiso.
que se derribaron en un solo dia. Pues en Durante ese período consultaron y ho-
esa biblioteca no habia n i n g ú n ejemplar jearon el ejemplar completo de Esquilo
de Esquilo. E l griego Demetrio dijo u n Timocharís, Aristarco, Ateneo, Stobeo,
dia á Evergetes: E l Faraón no tiene á Es- Diodoro de Sicilia, Macrobio, Plotíno,
quilo. Jamblico, Sopatro, Clemente de A l e -
Queriendo, pues, Ptolomeo Evergetes j a n d r í a , Nepociano de Africa, Valerio
completar la obra de su padre Piladelfo, M á x i m o , Justino el Mártir y E l í a n o .
determinó regalar á la biblioteca de Ale- En el siglo séptimo, un hombre mon-
j a n d r í a las obras de Esquilo y m a n d ó tado en un camello y acurrucado entre
que las copiaran. Envió una embajada á dos sacos, uno de higos y otro de trigo,
pedir á los atenienses el ejemplar único y entró en Alejandría. Estos dos sacos, y
sagrado que conservaba el archivero de por a ñ a d i d u r a un plato de madera, cons-
la república. Atenas se negaba á pres- t i t u í a n todas sus riquezas. Este hombre
tarlo, pero al fin consintió, mediante la solo se sentaba en el suelo, y no se ali-
g a r a n t í a de una fianza. E l rey de Egip- mentaba m á s que de pan y agua. Habia
to la ofreció quince talentos de plata. conquistado la mitad del Asia y del A f r i -
Para formarse una idea de lo que eran ca; habia asaltado ó quemado treinta y
quince talentos, b a s t a r á decir que equi- seis m i l ciudades, aldeas, fortalezas y
valían á las tres cuartas partes del t r i - castillos; h a b í a destruido cuatro m i l tem-
buto anual que por indemnización pa- plos paganos ó cristianos; había edifica-
gaba la Judea al Egipto, que ascendía á do m i l cuatrocientas mezquitas; habia
veinte talentos. Atenas aceptó el contra- vencido á Izdeger, rey de Persía, y á He-
to, y el ejemplar único de Esquilo fué radio, emperador de Oriente. Este hom-
enviado al rey de Egipto, que entregó bre se llamaba Omar, y q u e m ó la biblio-
los quince talentos y se quedó con el l i - teca de Alejandría.
bro, negándose á devolverlo. Indignada Omar es célebre por esta h a z a ñ a , y es
Atenas por este hecho, quiso declarar la notoriamente injusto que Luis llamado
guerra á Egipto. L a reconquista de Es- el Grande no haya alcanzado la misma
quilo era tan importante como la re- celebridad, habiendo quemado la biblio-
conquista de Helena. Pero reflexionaron teca Rupertina de Heidelberg.
mucho antes de acometer esta empresa,
porque Ptolomeo era temible, habia re- V.
cobrado del Asia, á la fuerza, los dos m i l
quinientos dioses de oro y de plata que se Como se vé, esta aventura es un dra-
llevó Cambises, y a d e m á s habia conquis- ma completo, que podría titularse Esqui-
tado la Cilicia y la Siria y todo el terri- lo perdido. Tiene exposición, nudo y des-
torio que media entre el Eufrates y el enlace; después de Evergetes viene
Tigris. Por otra parte, h a b í a n pasado ya Omar. L a acción empieza por u n l a d r ó n
para Atenas los tiempos en que podía y concluye por un incendiario. Everge-
improvisar una flota de doscientos bar- tes robó por cariño; esto le excusa, y es-
cos para i r contra Artajerjes, y se vió tos son los inconvenientes de la admi-
GUILLERMO S H A K E S P E A R E , 129
ración de u n imbécil; pero Ornar es un como á un serrallo, nos ha robado á Es-
fanático. quilo. E l desden imbécil puede producir
E n nuestros dias se han intentado ex- los mismos efectos que la adoración es-
t r a ñ a s rehabilitaciones históricas. Sin túpida. Shakespeare estuvo á punto de
ocuparnos de la de Nerón n i de la de correr la misma suerte que Esquilo.
Pió V , nos ocuparemos de la de Omar. T a m b i é n él ha sufrido u n incendio. L a
Hasta cierto punto han querido borrarle inmediata posteridad de Shakespeare,
esa mancha. Hay quien dice que hubo tan indiferente como inepta, descuidó
en tiempos anteriores á Omar un incen- tanto el imprimir sus obras, que en 1666
dio en el barrio Bmchion, donde estaba solo habia hecho una edición de trescien-
situada la biblioteca Alejandrina, para tos ejemplares, la edición publicada por
probar así la facilidad con que ocurren Hemynge y Condell. Esta mezquina
semejantes accidentes; hay quien hace edición, que en vano esperaba el públi-
responsable de esa pérdida al sable de co, hacia aparecer á Shakespeare como
Julio César, y no falta quien asegura una especie de pordiosero vergonzante
que hubo un segundo incendio parcial de la gloria. Casi los trescientos ejem-
en el Serapeum, para tener motivo de plares yacían en un a l m a c é n de Lóndres
a c u s a r á los cristianos. Si el incendio de cuando ocurrió el gran incendio que
Serapeum hubiera destruido la bibliote- consumió la ciudad y que por poco con-
ca Alejandrina en el siglo cuarto, no hu- sume al célebre escritor d r a m á t i c o . L a
biese podido Hipatia, en el siglo quinto, edición de Hemynge y Condell desapa-
explicar en la misma biblioteca las reció, exceptuando cuarenta y ocho
lecciones de filosofía que le hicieron mo- ejemplares, que tardaron cincuenta años
rir á cacharrazos. Respecto á Omar, cree- en venderse. Los cuarenta y ocho com-
mos lo que dicen los árabes. Abd-AUatif pradores han salvado la vida á la obra
vió en A l e j a n d r í a hácia el a ñ o de 1220 de Shakespeare.
"los pilares que sostenían una cúpula,,,
y dice: " A q u í estuvo la biblioteca que VI.
quemó Amru-ben-Alas por órden de Así como ha desaparecido Esquilo, ex-
Omar.,, Abulfaradj en 1260,en su Histo- tended hipotéticamente esta catástrofe á
ria dinástica, refiere en iguales términos otros génios y haréis el vacío en el espí-
que por órden de Omar se sustrajeron r i t u humano.
los libros de la biblioteca, con los cuales L a obra de Esquilo era indudablemen-
se calentaron durante seis meses los ba- te, por su extensión, la m á s vasta de la
ños de Alejandría. Dice Gribbon que a n t i g ü e d a d . Podremos formar idea de su
habia en Alejandría cuatro m i l baños. conjunto por las siete obras que han lle-
Ebu-Khaldun, en sus Prolegómenos histó- gado hasta nosotros. Vamos á indicar
ricos, refiere otra destrucción: la de la bi- las que se han perdido.
blioteca de los medos por Saad, teniente Catorce trilogías: Los Prometeos, de los
de Omar. Es lógico pensar que Omar, cuales formaba parte Prometeo encade-
que manda que Saad queme la bibliote- nado; Los Siete Jefes ante Tebas, de que
ca meda en Persia, mandara que A m r u solo conservamos una parte; L a Danaide,
quemase t a m b i é n en Egipto la biblio- que comprendían Las Suplicantes, escritas
teca egipto-griega. Sus tenientes han en Sicilia y con el carácter del "Sicilia-
conservado la órden, que dice así: " A l nismo,, de Esquilo; E l Layo, que com-
fuego esos libros si contienen menti- p r e n d í a Edipo; E l Athamas, que termina-
ras, y al fuego t a m b i é n si contienen ba por los Istusiastas; Perseo, cuyo nudo
verdades, porque para verdades tenemos eran Las Forcides; Etna, con un prólogo
el Korán.;, Sustituid el K o r á n por la titulado Las mujeres etuenses; Ifigenia, que
Biblia, los Vedas, el Edda, el Oen-Aves- se desenlazaba en la tragedia Las Sacer-
ta, el Toldos-Feschut, el T a l m u d y el dotisas; L a Etiopida, cuyos títulos no se
Evangelio, y obtendréis la forma imper- han podido averiguar; Penteos, con los
turbable y universal de todos los faná- Ridroforos; Teucer, que empezaba por E l
ticos. Dicho esto, no tenemos razones Juicio de las armas; Niohe, que empezaba
para anular el veredicto de la historia, y por Las Nodrizas y concluía por L a Co-
adjudicamos al califa el humo de los mitiva del Séquito; una trilogía en honor
setecientos m i l volúmenes de Alejan- de Aquilea; L a Iliada trágica, compuesta
dría, incluso los de Esquilo, y mantene- de Los Mirmidones, Las Nereidas y Los
mos á Omar en posesión de su incendio. Frigios; una en honor de Baco, L a Licur-
Evergetes, por querer ser exclusivo en gia, compuesta de Los Edones, Los Basa-
sus goces y por tratar á la biblioteca ridos y Los Mancebos.
TOMO I V , 17
130 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Estas catorce trilogías componian un | la Biblia el trono de J e h o v á por los que-


total de cincuenta y seis obras. H a y que rubines, y el Zig-Veda el trono de India
tener en cuenta que la mayor parte eran por los mar utas. Los vientos, los queru-
tetralogías ó dramas cuádruples, que ter- bines y los marutas son los soplos y por
minaban por una sátira. Así L a Orestia lo tanto los mismos seres. Saumaise
tenia por sátira final E l Proteo, y Los Sie- tiene razón, porque los juegos de pala-
te Jefes ante Tebas, L a Esfinge. bras, tan frecuentes en la lengua fenicia,
A ñ a d i d á estas cincuenta y seis obras abundan en el lenguaje de Esquilo. H a -
la trilogía probablemente suya, Las Lab- blando, por ejemplo, de J ú p i t e r y de
dacidas; las tragedias Los Egipcios, E l uropa, emplea la palabra fenicia Ufa,
Rescate de Héctor y Memnon, unidas t a l vez que tiene la doble significación de navio
á trilogías; las sátiras Lisifo tránsfuga, y toro. Gústale en extremo la lengua de
Los Heraldos, E l León, Los Argivos, Amy' Tyro y Sidon, llegando algunas veces á
mone, Girceo, Gercion, Glauco marino, que apropiarse los extraños resplandores de
eran las comedias en las que se reia su estilo: la metáfora. "Jerjes, el de los
aquel genio feroz, y tendréis todo lo que ojos de dragón,,, parece inspirada por el
nos falta. dialecto ninivita, en el cual la palabra
Todo eso nos han arrebatado Everge- draka significa á la par dragón y previsor.
tes y Ornar. Esquilo es el único ejemplo en la lite-
Es difícil precisar con exactitud el ratura helénica de un alma ateniense
n ú m e r o total de las obras de Esquilo. L a con mezcla de lo egipcio y de lo asiático.
cifra varía. E l biógrafo anónimo dice Estas profundidades repugnaban á la
setenta y cinco, Luidas noventa, Juan luz griega. Corinto, Epidauro, Odepso,
Deslyons noventa y siete y Meursins Gifhium, Queronea, en donde nació
ciento. Meursins registra m á s de cien Plutarco; Tebas, en donde estaba la casa
títulos, pero probablemente cuenta algu- de P í n d a r o ; Mantinea, que tenia la glo-
nos dobles. Huberto Groltzuis menciona ria de Epaminondas, todas estas doradas
Los gipcios y L a Apoteosis de Orfeo, omi ciudades rechazaban al Desconocido,
tidos en la enumeración de Meursins que se vislumbraba como una nube de-
Goltzuis a ñ a d e que se recitaba La Apo t r á s del Cáucaso. E l sol griego que
teósis de Orfeo en los misterios de los alumbraba el Parthenon no fué creado
Licómidas. Este título obliga á meditar. para los bosques diluvianos de l a Gran
¡Es espectáculo hermoso ver á Esquilo Tartaria, llenos de la gigantesca veje-
hablando de Orfeo, y sentimos en el alma tacion fungosa de los monocotiledones
no poder leer esa obra! E l Dante, ha y de altos heléchos de cien codos de ele-
blando de V i r g i l i o y l l a m á n d o l e su vación , en donde germinaban los pri-
maestro, no puede llenar aquel vacío; mitivos y horribles modelos de l a natu-
porque V i r g i l i o , noble poeta, pero sin i n raleza y en que existían, como entre
vención, es inferior al Dante. Solo entre sombras, las deformes ciudades, tales
iguales, de genio á génio, de soberano á como la fabulosa Anarodgurro, que per-
soberano, estos homenajes son magnífi- maneció ignorada hasta que envió una
cos. Es sublime Esquilo elevando á embajada á Claudio. Los horribles nom-
Orfeo u n templo cuyo altar pudiera ocu bres de Gagasmira, Sambulaca, Maliar-
par él. fa, Bar y gaza, Caveripafnam, Sochoth-
Benoth, Teglath-Jalazar y Tana-Serim,
asustaron á Grecia cuando los importaron
VII.
los aventureros de Jason primeramente
Esquilo es desproporcionado; tiene y después los de Alejandro. Esquilo no
algo de la India. L a colosal majestac se horrorizaba, antes bien, aro. aba a l
de su talla recuerda los vastos poemas Cáucaso, porque allí fué donde conoció
del Ganges que marchan en el arte a' á Prometeo. Leyendo á Esquilo se le ve
paso de los mahmouts, y que entre las visitar los inmensos primitivos matorra-
iliadas y las odiseas parecen hipopóta les convertidos hoy en hulleras, trepan-
mos entre leones. Esquilo, que es admi do con paso seguro por las raices reptiles
rablemente griego, es t a m b i é n algo y semivivas de los antiguos mónstruos
m á s , porque es desmesurado como los vejetales. Esquilo es entre los genios
orientales. una especie de behemoth.
Saumaise declara que abunda en he- Hay que reconocerlo á pesar de todo:
braísmos y sirianismos, hebraismis et sy- el parentesco de Grecia con el Oriente,
'rianismis. Esquilo supone conducido el tan odiado por los griegos, era real. Las
trono de J ú p i t e r por los vientos, como letras del alfabeto griego son las mismas
GUILLERMO SHAKESPEARE.

del alfabeto fenicio invertidas. Y Esquilo de sus obras son sin duda los piratas
era m á s griego, por lo mismo que era angrias, que vivían e*n los escollos de V i -
algo fenicio. zindruk. D i s t i n g u í a n s e claramente m á s
Este poderoso espirita, en ocasiones allá del paso del Nilo, en las m o n t a ñ a s
informe por causas de su misma grande- de Biblos, las fuentes de ese rio que aun
za, tiene una alegría y una afabilidad no han sido descubiertas. Sabia el punto
titánicas. Hace juegos de palabras con exacto en donde Prometeo descubrió el
Prometeo, Polinice, Elena, Apolo, I l i o n , fuego, y aseguraba que el monte Moriclo
el gallo, el sol, imitando á Homero, que, estaba en las cercanías de Lempos.
variando el sentido de la palabra oliva, Esta geografía es exacta como u n i t i -
movió á Diógenes á arrojar u n plato nerario cuando abandona las regiones de
de aceitunas y comer en su lugar una la fantasía. Entonces es verdadera, pero
torta. inconmensurable. Es de una sorprenden-
E l padre de Esquilo, Euforion, era dis- te realidad la grandiosa trasmisión de la
cípulo de P i t á g o r a s . Diríase que el alma noticia anunciando la toma de T r o y a en
de P i t á g o r a s , el filósofo semimago y se- una noche por medio de faroles encendi-
mibrahma, habia penetrado en Esquilo, dos, comunicándose de m o n t a ñ a á mon-
pasando antes por Euforion. Y a lo he- t a ñ a , del monte Ida al promontorio de
mos dicho: en la profunda y misteriosa Hermes; del promontorio de Hermes al
batalla librada entre los dioses celestes y monte Atos; del monte Atos al monte
los terrestres, guerra intestina del paga- Macispo; del monte Macispo al Mesapio;
nismo. Esquilo pertenecía á los últimos del Mesapio, atravesando el rio Asopo,
y militaba en el bando de los dioses de al monte Ciferon; del monte Ciferon,
la tierra. Rechazaba á los cíclopes que atravesando el pantano Gorgopio, a l
h a b í a n ayudado á J ú p i t e r y simpatizaba monte Egiplaneto; del monte Egiplane-
con los cabiros, del mismo modo que re- to al cabo Sarónico (después Espíreo);
chazaríamos nosotros á los obreros que del cabo Sarónico al monte Arachuco, y
fueran traidores á su causa. Adoraba á del monte Arachuco á Argos. Seguid
Ceres. "¡Oh t ú , Ceres, nodriza de m i en el mapa esta línea de luces anun-
alma!,,, y Ceres es Demeter, Gre-meter, la ciando A g a m e n ó n á Olitemnestra.
madre tierra. De ahí nace su veneración Mezcla esta vertiginosa geografía con
al Asia, porque entonces la tierra de una tragedia extraordinaria, en la que
bia estar en Asia y no en otra parte. E l se ven diálogos m á s que humanos, como
Asia es efectivamente, comparada con el siguiente: "PROMETEO. Ah!—MERCU-
Europa, una especie de masa, sin cabos RIO. Esa exclamación no es de J ú p i t e r . ,,
y sin golfos, que no penetra el mar. L a E n la tragedia, Gerente es el Océano.
Minerva de Esquilo dice: " L a grande "Parecer loco, dice el Océano á Prome-
Asia,.. E l coro de las occeánicas canta: teo, es el secreto del sábio.,. Frase tan
" E l suelo sagrado del Asia,,. Dice en el profunda como el mar, porque ¿quién
epitafio hecho por él mismo y grabado sabe los pensamientos que oculta la tem-
sobre su tumba en Grela: " E l medo de pestad? Y la Potencia exclama: ^¡Solo
larga cabellera;;. Elogia en un coro "á hay un dios libre, que es Júpiter!,,
Susicanes y Pegaston, hijos del Egipto, Así como Esquilo tiene su geografíaj
y al jefe de Menfis, la ciudad sagrada,, tiene t a m b i é n su fauna. Esta fauna, que
L l a m a á Minerva Oncea, nombre usado parece fabulosa, es m á s e n i g m á t i c a que
por los fenicios. E n el Etna celebra los quimérica.
discursos sicilianos y los Pálleos, dioses L a naturaleza hay momentos en que
hermanos, cuyo culto, originario del Asia, aparece á Esquilo con simplificaciones
habia venido por Sarepta y Tyro, l i a que llevan el sello de misterioso desden,
mándelos "los Pálleos venerables,,. Tres y entonces desaparece en él el pitagórico
de sus trilogías tienen por t í t u l o los y aparece el mago. Para él todos los ani-
Persas, la Etiopida y los Egipcios. E n su males son un animal, que reasume en el
geografía, el Egipto y la Arabia perte- perro. E l grifo es para él un perro mudo,
necen al Asia. Prometeo dice: " L a flor de y el á g u i l a un perro con alas: E l perro
la Arabia y los héroes del Cáucaso,,. Es- alado de Júpiter, dice Prometeo.
quilo era en geografía un singular espe- Acabamos de pronunciar la palabra
cialista. I m a g i n á b a s e en Asia una ciu- mago: en ciertos momentos ese poeta,
dad gorgonia, Cistenes, y un rio, el como Job, oficia. Parece que ejerce so-
Pluton, de arenas de oro, defendido por bre l a naturaleza, sobre los pueblos y
hombres que solo t e n í a n u n ojo, los ari- hasta sobre los dioses, cierta especie de
maspos. Los piratas á que alude en una magismo. Reprocha á las fieras su íero-
1¡ OBRAS D E VICTOR HUGO.

cidad. E l buitre que coge entre sus gar- Cibeles, Muéstrase en Aristófanes el an-
ras á una fugitiva liebre preñada, se tiguo impudor sagrado. A veces tiene á
come una raza completa detenida en su Baco en su boca espumosa, y sale de las
huida. Interpela al polvo y al humo, lla- Dionisíacas, de la Aseosla ó de la gran
mando al primero ^hermano sediento-del Orgía triética como una fúria de los
lodo,, y al segundo "negro hermano del misterios. Aseméjanse sus vacilantes
fuego,,. Insulta á la peligrosa b a h í a de versos á una Casárida que saltara con
Salmideso, calificándola de "madrastra un solo pió por entre vejigas hinchadas
de los barcos,,. Reduce á proporciones de aire. Aristófanes tiene la obscenidad
p e q u e ñ a s á los griegos, que vencen á sacerdotal, prefiriendo la desnudez al
Troya por traición, mostrándolos arro- amor.
llados por las armas y llamándolos "hi- D e n u n c í a l a s Jedras y las Estenobeas,
juelos de un caballo,,. Hablando de los escribiendo la Lisistrata. L a religión era
dioses, funde á Apolo con J ú p i t e r , lla- la caridad; un cínico era un austero. Los
mando magníficamente á Apolo la "con- gimniosofistas eran el punto de intersec-
ciencia de Júpiter,,. ción de la lubricidad y el pensamiento.
E l signo de su soberanía es su audaz E l macho cabrío, con barba de filóso-
familiaridad. Coge á Efigenia su sacrifi- fo, pertenecía á esta secta. E l sombrío
cador, ^como á una cabra,,. A su juicio, Oriente, extático y bestial, vive todavía
una reina, que es mujer fiel, es la "buena en el santón, en el derviche y en el fakir.
perra de la casa,, • Hablando de Ores- Los coribantos eran una especie de faki-
tes, dice que le conoció pequeño cuando res griegos. Aristófanes, y lo mismo
"aun mojaba los pañales,,; esto aun lo Diógenes, pertenecían á esta familia.
expresa con m á s claridad y m á s exac Esquilo, en su aspecto oriental, confina-
t i t u d Hacine en Los Litigantes (acto ter ba con ellos, pero conservando la casti-
cero, escena tercera). dad t r á g i c a .
E l conjunto que presenta Esquilo es Ese misterioso naturalismo era el an-
inmenso y l ú g u b r e al mismo tiempo, y tiguo génio de l a Grecia, y se llamaba
pinta la profunda desesperación del des Poesía y Filosofía. A sus pies estaba el
tino. grupo de los siete sábios, uno de los que,
Muestra en terribles versos "la impo Pediandro, h a b í a sido tirano. Con la
tencia que encadena, como en un sueño, doctrina de Sócrates se introdujo cierto
á los vivos ciegos,,. Su tragedia es el espíritu mesócrata y de término medio,
antiguo ditirambo órfico que se lamenta que era la sagacidad poniendo en claro
y llora por el hombre. la sabiduría. L a operación consistió en
reducir á verdad inmediata á Thales y
VIII. P i t á g o r a s con una especie de filtro, que
depurando y disminuyendo, convertía
Aristófanes era apasionado de Esquilo gota á gota, al pasar por el tamiz, la
por la misma ley de afinidad que hacia antigua doctrina divina en doctrina hu-
que Marivaux lo fuese de Hacine. L a mana.
comedia y la tragedia han nacido para Estas simplificaciones desagradan á
comprenderse. Ambos tienen el mismo los fanatismos, que no gustan j a m á s de
loco y poderoso estímulo; ambos parecen ver sus dogmas tamizados. Mejorar una
inspirados por la máscara antigua. religión es atentar contra ella. Ofrecer
Aristófanes, que no ha sido todavía el progreso sus servicios á la fó, es inferir
bien comprendido, sentía admiración á ésta una ofensa. L a fó es una ignoran-
por los misterios, por la poesía cecropia, cia que cree saber y que en ciertos casos
por Eleusis, por Dodona, por el crepús- sabe quizá m á s que la ciencia. Sócrates
culo asiático y, en suma, por todo lo que desplegaba, frente á las altivas afirmacio-
era profundo sueño del pensamiento. nes de los creyentes, una semisonrisa mo-
Este sueño, que produjo el arte de Egina, lesta. Sócrates tiene algo de V o l taire. De-
estaba en el umbral de la filosofía jónica cía que toda la filosofía eleusíaca era
con Thales y en el de la filosofía itálica ininteligible ó incomprensible, y declara
con P i t á g o r a s , como esfinge colocada á Eurípides que para comprender á Herá-
para impedir la entrada. clito y á los antiguos filósofos era preciso
Esa esfinge era una musa, que acari- ser un nadador de los Délos, es decir, un
ciaba Aristófanes, la musa pontifical y nadador capaz de llegar á la isla que se
lasciva del apetito universal, la esfinge aleja continuamente. Esto era impío y
que inspiraba á Esquilo la tragedia y á sacrilego para el antiguo naturalismo
Aristófanes la comedia. Tenia algo de helénico. No debe buscarse otra causa á
GUILLERMO SHAKESPEARE. 133
la a n t i p a t í a que Aristófanes tenia á Só- digiosa extensión de luz que irradiaba
crates. Grecia. Grecia no colonizaba sin civili-
Aristófanes ha pasado á la posteridad zar, y puede servir de ejemplo á algunas
como un génio del mal; pero hay que naciones modernas. No debe reducirse
considerar en él una circunstancia ate- todo á comprar y á vender.
nuante. A d m i r ó al autor de Prometeo, Tyro, Perito, Sidon y Sarepta solo ven-
porque defenderle es admirarle. Aristó- dían y compraban. ¿Quién se acuerda
fanes hizo cuanto pudo para impedir ya de esas ciudades? Atenas enseñaba,
que le desterraran, y si algo puede m i - y por eso es hasta en la actualidad una
tigar el mal efecto la lectura de Las Nu- de las capitales del pensamiento hu-
bes, en cuya obra se ceba en Sócrates, es mano.
ver en la oscuridad la mano de Aristófa- L a yerba crece en los seis escalones de
nes, que detiene por el manto á Esquilo a tribuna en que habló Demóstenes; la
que se vá. Dlaza Gerámica es un barranco casi lleno
T a m b i é n Esquilo tiene una comedia, del polvo de m á r m o l del palacio de Ce-
gemela de las farsas de Aristófanes. Y a crops; el Odeon de Herodes Atico, al pió
nos hemos ocupado de que su buen hu- de la Acrópolis, solo es una ruina, sobre
mor, manifestado con exceso en los A r - a que se destaca en ciertas horas del dia
givos, es igual al de Aristófanes, y sobre- a mutilada sombra del Parthenon; el
puja al de los martes de Carnaval en :emplo de Teseo sirve de guarida á las
Francia. golondrinas; las cabras saltan en el
A l arte t a m b i é n le gusta reir; es un Puyx, pero vive la idea griega, y Grecia
templo en el que á veces suena la risa. c o n t i n ú a siendo reina y diosa. Las fac-
De dónde procede su hilaridad? De re- torías pasan, pero las escuelas quedan.
pente, en medio de obras magistrales, Causa hoy maravilla saber que hace
de faz serena, surge un bufón, que es veintidós siglos, hasta las m á s pequeñas
t a m b i é n una obra magistral, y Sancho aldeas situadas en los m á s apartados
Panza se codea con A g a m e n ó n . L a iro- rincones del mundo conocido t e n í a n sus
nía viene á complicar y á completar las teatros. E n materia de civilización la
maravillas del pensamiento. Presenta Grecia adelantaba, construyendo una
entonces un verdadero enigma. E l arte academia, u n pórtico ó un logeum.
superior se vé acometido de un acceso de E l que hubiese visto casi en la misma
a l e g r í a , y su problema, que es la mate época la fundación en U m b r í a de la ciu-
ria, le divierte. L a forma y la reforma dad de los galos, Geus, hoy dia Siniga-
haciendo de ella combinaciones para glia, y no muy lejos, cerca del Vesubio,
producir la belleza, y se divierte extra la ciudad helénica, Parhenopea, hoy
yendo de ella la fealdad. Parece que ol Nápoles, habría reconocido á la Galia en
vide su responsabilidad, pero sin embar- la gran piedra enhiesta y t i n t a en san-
go, no la olvida, porque detrás de una gre, y á la Grecia en el teatro.-
mueca aparece la filosofía; menos risue- Era tal la fuerza que prestaba á esta
ña, menos sideral y m á s terrestre, pero civilización la poesía y el arte, que lle-
tan misteriosa como la filosofía triste. gaba á dominar á la misma guerra.
Lo desconocido que existe en el hombre Cuenta Plutarco, con motivo de Nicias,
y lo desconocido que existe en las cosas que los sicilianos ponían en libertad á
se confrontan, y al encontrarse frente á los prisioneros griegos que cantaban ver-
frente, los dos augures, que se llaman sos de Eurípides.
Naturaleza y Destino, no pueden per Indiquemos algunos hechos m u y poco
manecer sérios. L a poesía, abrumada conocidos, pero m u y singulares.
por la ansiedad, se rie de sí misma, 5 L a colonia mésenla, Zande, en Sicilia;
una alegría, que no es la serenidad, sur la colonia corintia, Corciro, distinta de l a
ge de lo incomprensible. ¡Temerosa es Corciro de las islas abssírtidas; la colonia
pansion de lo desconocido! L a palabra cicladla, Cirene, en L i b i a , y las tres colo-
que nos hace reir sale del abismo. Esta nias focias, Helena en Lucania, Palania
risa alarmante del arte, en la a n t i g ü e en Córcega y Marsella en Francia, te-
dad se llamaba Aristófanes y en los n í a n sus teatros. Tregestes, que hoy es
tiempos modernos Rabelais. Trieste, tuvo su teatro. H a b í a teatro en
Salpé, en Apulia; teatro en Squillacium,
IX. en Calabria; teatro en Thermo, en L i v a -
dia; teatro en Lisamaquia, fundada por
A pesar de ver el progreso de la Eran Sisimaco, teniente de Alejandría; teatro
cia actual, asombra contemplar la pro- en Scapta-Hyla, en donde Tucídides po-
134 OBRAS D E VICTOR HUGO.

seia minas de oro; teatro en Bicia, en adoraba. L a grandeza tiene dos aspectos,
donde vivió Teseo; teatro en Chaonia, en el de la majestad y el de la familiaridad,
B u t l i o t u m , en donde representaron losjy Esquilo era familiar con la inquieta
equilibristas del monte Quimera, tan ad-| muchedumbre de Atenas. Frecaentemen-
mirados por Apuleyo en el Pecilo; teatro! te ésta desempeñaba los mejores papeles
en Panonia, en B u da, en donde estaban; de sus obras. En la Orestia, el coro, que
los metanastos, es decir, los Trasplanta-'1 QS el pueblo, acoge cariñosamente á Ca-
to. Muchas de estas lejanas colonias se sandra; el coro trata de calmar á la es-
hallaban muy expuestas. Calaris, hoy clava, al que la reina maltrata ó irrita.
Cagliari, en la isla de Gerdeña, conocida! Esquilo introduce el pueblo en sus obras
por los griegos con el nombre de I c h n u - j magistrales, como se vé en Fentea, en la
sa, en cierto modo estaba bajo la garra ¡ tragedia Cardadoras de lana, en Níohe, en
púnica; Cibalis, en Misia, amenazada la tragedia Las nodrizas, en Athamas, en
por los tríbalas; Aspalaton, por los i l i la tragedia los tiradores de redes y en
rios; Tomis, tumba futura de Ovidio, por Ifigenia, en la tragedia Las que hacen las
los escordiscos; Mileto, en Anatolia, por! camas. E n su misterioso drama E l peso de
los masagetos; Denia, en E s p a ñ a , por los las almas (1), la balanza se inclina al
cántabros; Salmídeso, por los melosos; lado del pueblo. Por esto fué elegido Es-
Garsino, por los tauroxcitas; Grelono, por quilo para conservar el fuego sagrado.
los sormatas, arinfeos que se alimenta- Se representaban en todas las colonias
ban con bellotas; Apolonia, por los ha- griegas la Orestia y los Fersias. Esquilo
maxobienos, n ó m a d a s en sus carretas; en sus obras personiücaba á su pátria,
Abdera, patria de Demócrito, por los tra- y los magistrados mandaban representar
cios, los hombres pintados; todas estas sus tragedias semireligiosas. P a r e c í a que
ciudades tenian al lado de la cindadela ¡el gigantesco teatro de Esquilo tuviera
el teatro. Y por qué? Porque el teatro la misión de vigilar la infancia de las
m a n t e n í a vivo el fuego de l a pátria. Es- colonias, encerrándolas dentro del espíri-
tando los bárbaros á las puertas era pre- t u de Grecia, separándolas de las malas
ciso ser griegos, que no hay muralla tan vecindades, de las tentaciones de eman-
fuerte como la del patriotismo. cipación y del contacto bárbaro, conser-
E l drama griego era profundamente vándolas dentro del círculo helénico.
lírico. Algunas veces m á s era un d i t i -
rambo que una tragedia, que en ocasio- X.
nes tenia estrofas altivas como espadas.
Se lanzaba á l a escena ciñendo el casco, y Existían varias copias m á s ó menos
entonces era como una oda armada en completas de Esquilo.
pié de guerra. Nadie ignora el influjo A d e m á s de los ejemplares que poseían
que ejerce una Marsellesa. las colonias, y que solo contenían un cor-
Algunos de estos teatros eran de gra- to número de obras, los críticos y escolias-
nito, otros de ladrillo. E l de Apolonia ' tas alejandrinos sacaron copias parciales
era de mármol. E l de Salmideso era un del ejemplar de Atenas, y han conserva-
teatro ambulante, inmenso tablado que do diversos fragmentos, entre otros el
se transportaba por medio de ruedas ci- fragmento cómico de Los Argivos, el bá-
lindricas, ya á la plaza Dórica, ya á la quico de Los Edones, los versos que cita
plaza Epifana, semejante á las torres de Estobeo y hasta los versos probablemen-
madera con que se combatía á las torres te apócrifos que cita Justino el Mártir.
de piedra de las ciudades sitiadas. Una tradición, de dudoso fundamento^
E l poeta preferido en los teatros era supone que Evergetes I I restituyó á
Esquilo. Esquilo no solo era griego, sino Atenas, no el ejemplar original de Es-
peí asgo. Nació en el Eleusis, y no solo quilo, sino una copia, dejando por vía
era eleusio, sino eleusíaco, esto es, cre- de indemnización los quince talentos.
yente. E n aquellos tiempos, en que se Dejando aparte el hecho atribuido á
confundian los códigos con los dogmas, Evergetes y á O mar, la pérdida de tan-
ser sacerdote era el mejor título para ser tas obras, de valor estimable en la anti-
gran patriota. Por eso coronaron cin- güedad, se explica por el corto n ú m e r o
cuenta y dos tragedias de Esquilo, y al de ejemplares que sacaban de ellas. E l
salir de ver representar dichas obras, los Egipto particularmente lo copiaba todo
hombres golpeaban sobre los escudos en papiro, y como era caro, escaseaba.
suspendidos en las puertas de los tem- Muchos se vieron obligados á escribir en
plos, exclamando: " P á t r i a ! pátria!,, Es-
quilo amaba al pueblo y el pueblo le (1) ha. Psieostasia,
GUILLERMO SHAKESPEARE. 135
cacharros, y entonces romper una vasija te textos. Sus ruinas se encuentran en
era romper un libro. Evergetes prohibió diferentes sitios que es preciso buscar.
la exportación del papiro, y esta prohibi- Ateneo cita la dedicatoria A l Tiempo,
ción hizo que emplearan para las copias Macrobio el fragmento del Etna y el
el pergamino. E l precio del papiro llegó tributo á los dioses Fálicos, Pausanias
á ser tan enorme, que el fabricante Fir- el epitafio, y el biógrafo a n ó n i m o , Golt-
mio el Cíclope g a n ó con esta industria zins y Mersius, los títulos de las obras
el a ñ o 270 bastante dinero para levantar perdidas.
ejércitos, hacer la guerra á Aureliano y Sabemos por Cicerón en Los Tuscula-
declararse emperador. nos que Esquilo era pitagórico, por Hero-
Grutenberg es un redentor. L a p é r d i d a doto que fué un valiente en M a r a t ó n ,
de las obras del pensamiento, inevitables 3or Diodoro de Sicilia que su hermano
antes de Ja invención de la imprenta, son Aminias fué bravo en Platea y por Jus-
imposibles ya. L a imprenta es el descu tino que su otro hermano Cinegiro fué
brimiento de lo inagotable; es en la cien- un héroe en Salamina. Sabemos por las
cia social el movimiento continuo. Con didascalias que los Fersas fueron repre-
ella el pensamiento se desembaraza de sentados en el arcontado de Menon, que
sus ligaduras, es imposible detener el los Siete Jefes ante Tebas lo fueron en el
progreso, y el libro es imperdible. Antes arcontado de Teagenides y que la Orestia
l a civilización tenia que llorar esa pérdi- lo fué siendo arconte Filocles; sabemos
da dolorosa, y veia desaparecer las ideas por Aristóteles que Esquilo fué el prime-
de un poeta esenciales al progreso. L a ro que se atrevió á poner en escena dos
estupidez de un copista, ó el capricho de personajes que dialogasen; por P l a t ó n
un tirano, bastaba para desheredar á la que los esclavos concurrían á oir sus
humanidad de los testamentos de los g é obras; por Horacio que él fué el inven-
nios. De hoy en adelante nadie podrá su tor de la careta y el coturno; por Polux
jetar el pensamiento por el cuerpo, por- que las mujeres embarazadas abortaban
que ya no le tiene. E l manuscrito era e" cuando sallan las furias; por Filostrato
cuerpo de la obra magistral, y cuando que abrevió las monodias; por Suidas
éste desaparecía, desaparecía t a m b i é n que su teatro se desplomó bajo el peso
con él el alma, esto es, la obra. L a obra de la multitud; por Elieno que blasfemó;
convertida ahora en pliego impreso por Plutarco que fué desterrado; por Va-
libre, porque es alma. ¡ M a t a d si po lerio Máximo que m u r i ó del golpe en la
deis su sustancia inmortal! Gracias á cabeza de una tortuga soltada por un
Grutenberg, el ejemplar es inagotable águila; por Qaintiliano que sus obras
Cada ejemplar es u n g é r m e n que con fueron retocadas; por Fabricio que sus
tiene en sí su propio renacimiento, que hijos fueron acusados de este delito de
puede alcanzar m i l ediciones; es una lesa paternidad, y por los mármoles de
unidad llena de lo innumerable. Este Arundel la fecha de su nacimiento y l a
prodigio salvó l a inteligencia universal. de su muerte, ocurrida á la edad de sesen-
Grutenberg sale en el siglo quince de ta y nueve años.
terrible oscuridad, arrancando en ella de
su cautiverio el espíritu humano. Desde Ahora sacad el drama del Oriente y
entonces es Gutenberg el auxiliar de la llevadlo al Norte; sustituid á la G-recia
vida y el colaborador permanente de por la Inglaterra, la I n d i a por la Ale-
la civilización en la actividad de su tra- mania, á Pericles por Elisabet, al Parthe-
bajo. non por la Torre de Lóndres;en -vez d é l a
plebe poned el moh, (1) quitad la fatalidad
Uno de los grandes aspectos de l a l i - y sustituidla por la melancolía, á la gór-
bertad humana que consiguió la impren- gona por la brújula; suprimid el á g u i l a
ta, fué la conservación indefinida de los y poned la nube, quitad el sol y haced
poetas y de los filósofos. Gutenberg es que brille l a luna lívida por entre las
el segundo padre d é l a s creaciones del ramas de árboles que agite el viento, y
espíritu. obtendréis á Shakespeare.
Es triste cosa decir que G-recia y Roma Sentando que hay dinastías de génios,
nos hayan dejado ruinas de libros. L a y reservando á cada uno su originali-
vista de semejante espectáculo nos obli- dad, el poeta de la formación carlovingia
ga á meditar siniestramente. L a a r a ñ a debia suceder al poeta de la formación
del olvido teje su tela entre el drama de jupiteriana, la bruma gótica al misterio
Esquilo y la historia de T á c i t o . antiguo, y Shakespeare á Esquilo.
Cómo encontramos á Esquilo? E n pe
dazos, en todas partes; esparcido en vein- (1) Pueblo.
136 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Ahora le falta al derecho de la revo- entran en la composición de las almas.


lución francesa, que creó el tercer mun- Los contrarios no solo no se excluyen,
do, conseguir su representación en el sino que se completan. H a y profeta que
arte. E l arte es la inmensa abertura en contiene al escoliasta, y hay mago que
la que cabe todo lo posible. contiene al filólogo. Todos los poetas son
críticos, y ejemplo de esto es la excelen-
te crítica teatral que Shakespeare pone
en boca de Hamlet; hay visionario que
al mismo tiempo es exacto, como el
LIBRO QíTJXNTO Dante, que escribe una retórica y una
g r a m á t i c a . Hay génio exacto que al
Las almas.
mismo tiempo es visionario, como New-
ton, que comenta el Apocalipsis, ó como
I. Leibintz, que demuestra la S a n t í s i m a
Trinidad. E l Dante combina y calcula
L a producción de las almas es el se- y Newton sueña. E n semejante oscuri-
creto del abismo. L o innato es una som- dad no es inteligible ninguna ley n i po-
bra impenetrable; ¿qué es la condensa- sible n i n g ú n sistema; las adherencias y
ción de lo desconocido que se verifica en las cohesiones confunden sus corrientes.
las tinieblas, de donde surge brusca- Hay momentos en que creemos haber
mente la luz, esto es, el genio? ¿Cuál es sorprendido el fenómeno de la trasmi-
la ley de amor que preside á esos adveni- sión de la idea, y en los que parece que
mientos? ¿Cuál será la incomprensible veamos con claridad una mano que
fusión de la sublimación material y de toma la antorcha al que se v á para en-
la sublimación moral en el átomo i n v i tregarla al que llega. E l a ñ o de 1642,
sible, bajo el punto de vista de la vida ó por ejemplo, es un a ñ o extraño. E n él
incorruptible bajo el punto de vista de la muere Galileo y nace Newton. A h í te-
muerte? E l átomo es una maravilla. N i neis un hilo; pero intentad anudarlo y
tiene dimensión, n i extensión, n i altura veréis cómo se rompe en seguida. Fijaos
n i longitud, n i latitud, n i medida, y lo en esta doble desaparición. E l 23 de
contiene toda esa nada. Es un punto A b r i l de 1616, y casi en el mismo mo-
geométrico para el á l g e b r a y un alma mento, mueren Shakespeare y Cervantes.
para la filosofía. Como punto geométrico ¿Por q u é se apagan esas dos llamas en
es base de la ciencia, y como alma, es un mismo momento? Imposible es com-
base de la íé. Eso es el á t o m o . Las dos prender la lógica de ese hecho. ¿Por q u é
urnas de los dos sexos sacan la vida de Cómodo nace de Marco Aurelio? Otro
lo infinito, y vertiéndose una en otra, enigma.
producen el sér. Esta es la norma u n i Estos problemas mortificaban en el
versal, lo mismo para el irracional que desierto á Grerónimo, á ese hombre que
para el hombre; pero el hombre superior, v i vi a en un antro, á ese Isaías del Nuevo
de dónde viene? Testamento. I n t e r r u m p í a sus preocupa-
¿Cuál es la fuerza que evoca, incorpora ciones sobre la eternidad, para meditar
y reduce á la condición humana las su- sobre el alma de un pagano que le inte-
premas inteligencias, los grandes hom resaba: hacia cálculos sobre la edad de
bres? ¿Qué participación tienen la carne Persio, para encontrar u n motivo, aun-
y la sangre en este prodigio? ¿por q u é que fuera remoto, de salvación posible
ciertas chispas terrestres van á buscar para su poeta querido. Sorprende ver á
ciertas moléculas celestes? ¿ E n dónde se ese pensador feroz, semidesnudo como
ocultan esas chispas? ¿A dónde van y Job, en su lecho de paja, disputando la
dónde se adhieren? ¿Qué dón es ese que cuestión, frivola en apariencia, del naci-
tiene el hombre de encender lo descono miento de un hombre con Rufino y Teó-
cido? ¿Hay algo m á s potente que la mina filo de Alejandría. Y Rufino le hace
de lo infinito y que la extracción de u n observar que se e n g a ñ a en sus cálculos,
génio? ¿Por q u é esto sucede en momen- porque habiendo nacido Persio en D i -
to dado, en este momento y no en aquel? ciembre, durante el consulado de Fabio-
E n esto, como en todo, aparece y se Pérsico y de Vitelio, y habiendo muerto
escapa á nuestra penetración la incalcu- en Noviembre, durante el consulado de
lable ley de las infinidades: la entreve- Publio-Mario y Asino-Galo, esas épocas
mos sin verla. no corresponden rigurosamente al año I I
Las cualidades m á s diversas, m á s de la Olimpiada 203, n i al a ñ o I I de la
complejas y m á s opuestas al parecer, 210 que fijaba Gerónimo.
GUILLERMO SHAKESPEARE. 137
Los cálculos semisalvajes de Greróni- cierto modo ante vuestra vista, pero todo
mo han tenido luego imitadores; que se vé confuso. Muévense en el fondo in-
la eterna aventura del pensador es no comprensibles blancuras. ¿Serán acaso
encontrar nunca el punto de parada, pa- almas? Percíbense atravesando las pro-
sar de una espiral á otra como A r q u í - fundidades arcángeles vagos. ¿ L l e g a r á n
medes, y de una zona á otra como el á ser un dia criaturas vivientes? Vano es
Dante, para caer revoloteando en el pozo empeñarse en ver y en saber, porque es-
circular. E l pensador tropieza contra la tais asomados á la ventana de lo desco-
r í g i d a muralla, sobre la cual se proyecta nocido. Surgen de todas partes las nie-
pálido rayo de luz. A veces se encuentra blas de los efectos y de las causas, y
con que la certeza es obstáculo y la evi- amontonándose unas sobre otras, os en-
dencia temor, y sin embargo, avanza y vuelven en su bruma. E l hombre que no
sueña. medita vive ciego, pero el hombre que
¿Qué significa el nacimiento de E u r í - medita vive en la oscuridad. Solo pode-
pides durante la batalla de Salamina, mos elegir entre negros; y en uno de
cuando Sófocles era adolescente y re- ellos, que constituye hasta ahora casi
zaba y cuando Esquilo era hombre y toda nuestra ciencia, la experiencia ca-
combatia? ¿Qué significado puede tener mina á tientas, la observación acecha y
que ocurriera el nacimiento de Alejan- la suposición vá y viene. Si miráis fre-
dro la misma noche del incendio del cuentemente, os convertís en vates, y
templo de Efeso? ¿Qué lazo puede haber vasta agitación religiosa se apodera de
entre el templo y el hombre? Hace poco vosotros.
señalábamos la desaparición s i m u l t á n e a Todo hombre tiene su Patmos. Es
de Shakespeare y de Cervantes: ahora libre de subir ó de no subir á l a temible
citaremos otra no menos sorprendente: cumbre del pensamiento, desde la que se
el mismo dia que Diógenes muere en distinguen las tinieblas. Si no sube, el
Corinto, Alejandro muere en Babilonia. hombre permanece en la vida, en la con-
Estos dos cínicos desaparecen juntos, y ciencia, en la virtud y en la íé ordina-
Diógenes, ávido de gozar de la inmensa rias. Para estar tranquilos interiormente,
luz desconocida, dice al morir, dirigién- sin duda es á propósito este estado. Pero
dose á Alejandro: Apártate, que me tapas si el hombre sube á la cumbre, queda
el sol. allí preso, porque se le aparece el oleaje
¿Qué significan ciertas concordancias del prodigio y nadie vé impunemente
de los mitos que representan hombres ese Océano. Desde entonces su pensa-
divinos? ¿Qué significa la a n a l o g í a entre miento se dilata y se agranda, pero flota;
Hércules y Jesús, que llamó la atención el que sube á la cúspide se convierte en
de los padres de la Iglesia, que indig- soñador, y por un lado toca con el poeta
naba á Sorel y que cousolaba á D u Per- y por el otro con el profeta. E n este caso
ron, y que hace de Alcides una especie cierta cantidad de sí mismo pertenece á
de espejo material de Jesucristo? ¿Exis- la sombra. L o ilimitado penetra en su
tirá acaso comunidad de alma, y sin sa- vida, en su conciencia, en su v i r t u d y en
berlo comunicación í n t i m a entre el le- su filosofía. Aparece extraordinario á los
gislador griego y el legislador hebreo, otros hombres, porque tiene medida dife-
que crean á un tiempo, sin conocerse y rente y deberes que ellos no conocen.
sin sospechar que existen, uno el Areó- Vive en la oración difusa y se aproxima
pago y el otro el Sanhedrin? Famosa es á una certeza indeterminada, que llama
la semejanza que existe entre el jubileo Dios. Distingue este crepúsculo lo sufi-
de Moisés y el de Licurgo. ¿Qué signifi- ciente de la vida anterior y lo bastante
can esas paternidades dobles, esto es, de de la vida ulterior, para coger los dos ex-
cuerpo y de espíritu, como la de David tremos del hilo sombrío y atar con él el
engendrando á Salomón? alma. E l que ha bebido beberá y el que
E l que contempla durante largo tiem- ha soñado soñará. Se obstina en perma-
po este sagrado horror, siente que la in- necer j u n t o al abismo que le atrae, j u n t o
mensidad se le sube á la cabeza. ¿Qué os á lo inexplorado; siente desinterés por la
explica la sonda que arrojáis en este tierra y por la vida, contempla la entra-
misterio? Q u é es lo que veis? Las conje- da que conduce á lo prohibido, se esfuer-
turas tiemblan, las doctrinas se extreme- za en palpar lo impalpable, en ver lo
cen, las hipótesis flotan; toda la filosofía invisible, vá y viene, se inclina, se aba-
humaua vacila ante esta abertura á i m - lanza, d á un paso, después dos, y así
pulsos de sombrío soplo. penetra en lo impenetrable y en las dila-
L a extensión de lo posible está en taciones sin límites de la meditación infi-
TOMO I V . 18
l;i8 OBRAS D E VICTOR HUGO.

nita. E l que allí desciende es K a n t y el go central al planeta, armonizar los d i -


que cae es Swedemborg. versos mundos de u n mismo sistema,
Conservar el libre albedrío en esta empujar á los que se detienen y desarro-
dilatación es ser grandes; pero por gran- llar las creaciones?
de que sea el hombre no resuelve el pro- ¿Cumplen estas funciones ciertos pre-
blema. Del abismo solo surgen las cues- destinados durante su tránsito por la
tiones; las respuestas se quedan en su tierra? ¿ I g n ó r a n l a s en parte ellos mis-
fondo oscuro. Los enormes lineamientos mos? E l átomo, motor divino que se
de las verdades parece que á veces se llama alma, ¿tiene la misión de hacer ir y
aparezcan u n instante, pero en seguida venir al hombre solar entre los hombres
se pierden en lo absoluto. De todas esas terrestres? Este hombre solar será sábio
cuestiones, la que m á s atormenta á la ó visionario, pensador, taumaturgo, na-
inteligencia, lo que m á s oprime al cora- vegante, arquitecto, mago, legislador,
zón, es la cuestión del alma. filósofo, profeta, héroe ó poeta. R e g i r á n
Existe el alma? Primera cuestión. L a la vida de la humanidad y su misión
persistencia del yo es la sed que inquieta será guiar á la civilización. Estos espíri-
a l hombre; sin el yo persistente, toda la tus a r r a s t r a r á n el carro enorme; cuando
creación se reducirla para él á esta pre- se desenganche uno, se e n g a n c h a r á otro.
gunta: Para qué? Por lo que es preciso Cada terminación de siglo será una eta-
oir la poderosa afirmación que sale de pa sin solución de continuidad. L o que
todas las conciencias. Toda la suma de un espíritu bosqueja lo termina otro, l i -
Dios que existe en el mundo, se conden gando el fenómeno con el fenómeno, al-
sa en un solo grito para afirmar la exis gunas veces sin que ellos mismos conoz-
tencia del alma. can la soldadura. A cada revolución en
E n seguida se presenta la segunda los hechos corresponde una revolución
cuestión. Existen grandes almas? No se proporcionada en las ideas y viceversa.
puede dudar. ¿Por q u é no ha de haber E l horizonte no podrá dilatarse por la
grandes almas en l a humanidad, como derecha sin que se extienda por la iz-
hay grandes árboles en el bosque? Se quierda. Los hombres m á s diferentes y
ven las grandes almas, como se ven las algunas veces los m á s contrarios, se
grandes m o n t a ñ a s ; luego existen. adhieren por aspectos inesperados, y de
E n seguida se presenta la tercera cues estas adherencias surge la imperiosa l ó -
tion. De dónde vienen? Qué son? ¿Quié- gica del progreso. Orfeo, Budha, Confu-
nes son? ¿Hay átomos m á s divinos que cio, Zoroastro, P i t á g o r a s , Moisés, Manú,
otros? Mahoma y otros constituyen los eslabo-
E l átomo que ha de ser foco de luz nes de la misma cadena. A Grutenberg
en el mundo, como por ejemplo, Thales, descubriendo un nuevo procedimiento
Esquilo, P l a t ó n , Ezequiel, Macabeo, Nes- para plantar la semilla de la civiliza-
torio, Pelagio, Grama, Copérnico, Juan ción, sigue Cristóbal Colon descubriendo
Huss, Descartes, Vicente de Paul, Pira- América; al que nos d á nuevo mundo
neso, Washington, Beethoven, Garibal- sigue Lutero descubriendo una liber-
di, John Brown y otros; esas almas que tad, y al reformador del dogma sigue
han de ejercer funciones sublimes entre Shakespeare, que es el reformador del
los hombres, ¿han visto otros universos arte. U n génio completa á otro.
y nos traen su esencia á la tierra? ¿Quién Pero no se completan en la misma re-
envia á esos espíritus jefes, á esas i n t e l i - gión. E l astrónomo completa al filósofo;
gencias guias? ¿Quién determina su apa- el legislador es el ejecutor de la volun-
rición? ¿Quién juzga la necesidad inte- tad del poeta; el soldado libertador
lectual de la humanidad? ¿Quién elige ayuda al pensador libre; el poeta confir-
las almas? Quién r e ú n e los átomos? ma al hombre de Estado. Newton es el
Quién manda la hora de la partida? apéndice de Bacon; Danton se deriva de
Quién premedita la hora de la llegada? Diderot; M i l t o n confirma á Cromwell;
¿Existe el átomo, punto de unión uni- Byron apoya á Botzaris, como Esquilo en
versal y lazo de los mundos? ¿Será ese los tiempos antiguos a y u d ó á Milciades.
á t o m o la grande alma? Su trabajo es misterioso hasta para los
¿Son acaso funciones misteriosas que mismos que lo ejecutan. Unos tienen
tienen existencia propia completar un conciencia de él, otros no. Las correla-
universo con otro, vaciando lo que sobra ciones se manifiestan s ú b i t a m e n t e á dis-
en uno en lo que falta al otro, aumentar tancias inmensas y entre intervalos de
a q u í la libertad, allí la ciencia, allá el siglos; la dulzura de las costumbres hu-
ideal, cambiar los efluvios, traer el fue | manas, que comenzó el revelador reli-
GUILLERMO SHAKESPEARE. 139
gioso, la t e r m i n a r á el razonador filosó- Muchas de estas almas majestuosas
fico, de t a l modo, que Voltaire es la están convencidas de la preocupación de
continuación de Jesús. Su obra concuer- que han venido al mundo á cumplir una
da y coincide. Si estas concordancias de- misión, porque viven como si la conocie-
pendiesen de la voluntad, indudable- ran y tienen de ella confusa certidum-
mente la rechazarían ambos, el hombre bre, no solo para el misterioso conjunto,
divino indignado en su martirio, y el sino para los detalles. Juan Huss, al
hombre humano humillado en su ironía; morir, predijo la venida de Lutero, di-
pero l a concordancia es evidente. H a y ciendo lo siguiente: Quemáis al ganso
un poder superior que lo dispone así. (Huss), pero vendrá el cisne. ¿Quién envia
Meditemos sobre estas vastas oscuri- esas almas? ¿Cuál es la ley de su forma-
dades. ción superior y anterior á la vida? ¿Quién
L a meditación es una mirada que, las dota de fuerza, de paciencia, de fe-
sosteniéndola con insistencia, tiene l a cundidad, de voluntad y de ira? ¿De dón-
propiedad de hacer brotar la luz de las de sacan su severidad? ¿De dónde sacan el
sombras. amor? Estas grandes almas renuevan la
L a humanidad, desarrollándose desde filosofía, el arte, la ciencia ó la poesía y
el interior al exterior, es lo que llama- la rehacen á su i m á g e n . Vienen como
mos civilización. L a inteligencia huma- impregnadas del poder de creación. A
na se elabora por irradiación y paso á veces se desprende de ellas una verdad
paso gana, conquista y humaniza la que ilumina los problemas. Otras parecen
materia. Este trabajo tiene dos fases, y astros que gotean luz. ¿De q u é fuente
cada una de estas fases, marcando una prodigiosa salen siendo tan diferentes?
edad en el progreso, la abre ó la cierra Las unas no se derivan de las otras. L o
uno de los seres que se llaman genios. único que nos traen todas es lo infinito.
¿ T r a e r á n los espíritus misioneros, dele- A pesar de ser estas cuestiones inso-
gados de Dios, la solución parcial á la lubies, no faltan pedantes y cabezas
abstrusa cuestión del libre albedrío? E l hueras que exclaman: " Y a no n a c e r á n
apostolado, como acto voluntario, toca hombres como esos; la tierra ha agotado
por una parte á la voluntad, y por la su contingente de grandes inteligencias.
otra, como misión, toca por medio de la Y a no nacerán génios.„ Los que esto
predestinación á la fatalidad. L o volun- dicen lo dicen sin fundamento, porque á
tario necesario. T a l es el Mesías; tal es n i n g ú n hombre le es dado penetrar en el
el genio. fondo de lo insondable.
Volvamos ahora á nuestro punto de
partida y á nuestra pregunta primera. II.
Qué es un genio? ¿Será un alma cósmi-
ca? ¿Será u n alma en la que penetra un No, t ú no eres finito; no tienes fin,
rayo de lo desconocido? ¿ E n q u é profun- límites, término n i fronteras. T ú no co-
didades se preparan estas almas? ¿ E n noces, como el estío el invierno, como el
qué estaciones se detienen? ¿Qué sitios pájaro el cansancio, como el torrente el
atraviesan? ¿Qué germinación precede á precipicio, como el Océano la costa,
su nacimiento? ¿ E n dónde estaba ese como el hombre el sepulcro. E l término
átomo? ¿Cómo se r e ú n e n todos los pode- no existe para tí. T ú solo puedes decir:
res para converger y ligarse en unidad "No irás más allá,,, pero á t í nadie te lo
indivisible con la inteligencia soberana? puede decir. No devanas una madeja
Quién incuba esa águila? ¿Habrán visto que vá disminuyendo y que al fin el hilo
otros mundos las almas grandes que se se rompe. T u cantidad no mengua, t u
adaptan transitoriamente á la tierra? densidad no disminuye, t u facultad no
¿Nacerán algunas por eso con tantas in- aborta, y no se empieza á conocer en t u
tuiciones, c a u s a r á eso el pavor que sien- omnipotencia la transparencia que anun-
ten algunas, será esa la causa de la cia el fin, n i á entrever detrás de tí nada;
inspiración de sus maravillosas frases, pero si hay algo detrás de tí debe ser el
de las e x t r a ñ a s turbaciones que padecen obstáculo, el obstáculo á la creación, el
y de las alucinaciones que les hacen ver obstáculo á lo inmanente, el obstáculo á
y palpar séres y cosas imaginarios? Moi- lo necesario.
sés veia la zarza ardiendo, Sócrates un Oímos decir: "Hasta a q u í llega el po-
demonio familiar, Mahoma su paloma, der de Dios; no le jñdais ya m á s . A l
Lutero un duende, que se divertia en crear á Homero, á Ariosto ó á Newton, os
jugar con su pluma, y Pascal u n preci- ha dado todo lo que tenia; dejadle tran-
picio abierto que tapaba con un biombo. quilo, que se ha agotado ya. Dios no
140 OBRAS D E VÍCTOR HUGO.

repite sus obras.,, Cuando oyes decir] parte de t u infinitud: entendemos por
eso, si fueses hombre como los que lo palabra universo un ó r d e n d e hechos que
dicen, te sonreirias; pero no te sonríes la astronomía no alcanza. E n el cosmos
porque estás en l a profundidad terrible; que espía la visión y que se escapa á los
eres la bondad y no puedes sonreír. . órganos de l a carne, las esferas entran
T ú no puedes interrumpirte, no pue- en las esferas sin deformarse, porque es
des dejar de crear; no necesitas cobrar diferente la densidad de las creaciones;
aliento después de haber creado u n hom- tanto es así, que aparentemente nuestro
bre, porque eres Dios. Si á la m u l t i t u d mundo está misteriosamente amalgama-
de los vivientes algo puede maravillar y do con otro mundo, invisible para nos-
asombrar, no es ver secarse la savia ge- otros, que somos invisibles para él.
neradora y esterilizar los nacimientos, ¡Tú, que eres el centro y el espacio de
sino contemplar el eterno desencadena- todo, tú, podrías agotarte!... ¿ P o d r á l l e -
miento de los prodigios. E l h u r a c á n de gar u n dia y una hora en que no puedas
los milagros sopla continuamente; noche derramar las luces que necesite la huma-
y dia tumultuosamente los fenómenos nidad? T ú , que eres m e c á n i c a m e n t e i n -
surgen á nuestro alrededor por todas fatigable, ¿podrías extinguir tus fuerzas
partes sin turbar t u majestuosa tranqui- en el órden intelectual y moral?... No; es
lidad, porque de ese tumulto nace l a ar- imposible.
monía. Fidias no te impide crear á Miguel
No tienen límites las olas inmensas y Angel, n i Miguel Angel á R e m b r a n d ;
concéntricas de la vida universal. E l es- crear u n Dante no te fatiga. L a creación
trellado cielo que estudiamos solo es una de Homero no te agota, como no te ago-
aparición parcial; apenas alcanzamos á ta la creación de un astro. Sigues imper-
coger de la red del sér algunas mallas. térrito é incansable creando aurora tras
L a complicación del fenómeno, que los aurora, renovando los meteoros, haciendo
sentidos no comprenden y que nos sume flotar los mundos sobre los mundos,
en la contemplación ó en el éxtasis, pro- creando génios tras génios, á Orfeo, á
duce vértigos al espíritu. E l pensador Moisés, á Isaías, á Esquilo, á Lucrecio, á
que llega hasta él es un visionario para Tácito, á Juvenal, á Cervantes, á Rabe-
los d e m á s hombres. L a amalgama nece- lais, á Shakespeare, á Moliére y á Vol-
saria de lo perceptible con lo impercepti- taire; á los que han vivido y á los que
ble causa estupor al filósofo. Esta pleni- vivirán. Entre esa confusión de prodi-
t u d nace de la voluntad de t u omnipoten- gios siempre q u e d a r á u n espacio para
cia, que no admite vacíos; la penetración que lo llene t u inmensidad.
de otros universos en el universo forma
SEGUNDA P A R T E .

LIBRO PRIMERO. ramente muy instructiva. Redúcese á


aconsejar á las mujeres hacendosas que
cuiden bien de la ropa blanca,,. Pero el
Shakespeare.—Su génio. mismo Rhymer abandona la ironía por
el tono serio, diciendo... "¿Qué impresión
I. edificante y útil puede producir en el
auditorio semejante poesía? ¿ P a r a q u é
"Shakespeare, dice Forbes, carece de sirve una poesía que e x t r a v í a el buen
talento trágico y de talento cómico. Su sentido, que desordena los pensamien-
tragedia es artificiosa y su comedia solo tos, que turba el cerebro, que pervierte
es instintiva.,, Johnson confirma el vere- los instintos, que subleva la imagina-
dicto: uSu tragedia es producto del artificio ción, que corrompe el gusto y que nos
y su comedia producto del i n s t i n t o F o r b e s llena la cabeza de vanidad, de confusión,
y Johnson le niegan el drama, y Grreen de desórden y de galimatías?,, Esto se
le niega la originalidad. Shakespeare es i i m p r i m í a ochenta años después de ocur-
"un plagiario,,, Shakespeare es "un copis rida la muerte de Shakespeare en 1693.
ta,,, Shakespeare "no ha inventado nada,,; i ^ ^ «a ^ u o .
es "un grajo adornado con plumas aje- Todos los críticos y todos los inteligentes
nas„; toma de Esquilo, de Bocaccio, de tenian esta opinión.
Bandello, de Hollinshed, de Belleroreot, Los siguientes reproches se h a c í a n á
de Benoist, de Saint-Maur, de Layamon, Shakespeare:—Conceptos alambicados,
de Roberto, de Grlocester, de Robet Wace, juego de palabras, equívocos.—Inverosi-
de Pedro L a n g t o í t , de Roberto M a n i - militud, extravagancia, absurdos.—Obs-
sing, de John, de Maudeville, de Sackvi- c e n i d a d . — P u e r i l i d a d . — H i n c h a z ó n , é n -
lle, de Spencer, de la Arcadia de Sidney, fasis, exageración.—Altisonancia, pala-
de la obra a n ó n i m a The True Chronicle of brería hueca.—Dificultad en las ideas,
kin Seir; toma de The froublesome reign of afectación en el estilo.—Abuso del con-
kin John (1591), de Rowley, el carácter traste y de la metáfora.—Sutileza.—In-
del bastardo Falconbridge. Shakespeare moralidad.—Escritor del vulgo.—Escri-
copia á T o m á s Greene, á Dekk, á Ghet- tor de la canalla.—Complacerse en lo
tel. N i el Hamlet, n i el Otelo, n i el Timón horrible.—Carecer de gracia.'—Carecer
de Atenas, n i nada en suma es suyo. Se- de encanto.^—traspasar los l í m i t e s . —
g ú n Green, Shakespeare es "un poeta de Tener demasiado talento.—Tener poco
versos libres hinchados,, y un "revuelve talento.-—Hacer efecto.
escenas,, (Shake-scene) y un Johannes fac- '''Este Shakespeare es un espíritu grosero y
tótum (alusión de su oficio de traspunte y bárbaro,,, dice lord Shaflesbury, y D r y -
de figurante), sino que es a d e m á s una den añade: u Shakespeare es ininteligible.}!
bestia feroz. E l calificativo de grajo no Mistress Leunox le cuelga un sambenito
basta y se le promueve hasta la catego- diciendo: ''íEste poeta altera la verdad histó-
ría del tigre. E l texto lo dice. Tyger's rica.,, U n crítico a l e m á n del a ñ o 1680,
heart Wraptin áplayer's hyde. Corazón de Bentheim, dice la ú l t i m a palabra con
tigre bajo piel de cómico. (A Groatsworth esta frase: íí Shakespeare es una cabeza llena
of wit. 1592.) de locurüjS.,, Ben Johnson, el protegido de
Thomas Rhymer, juzgando el Otelo, Shakespeare, cuenta lo siguiente ( I X . 175,
dice: " L a moral de esta fábula es segu- edición Gifford): "Recuerdo que cuando
142 OBRAS D E VICTOR HUGO.

los cómicos decían en són de alabanza posteridad la circunstancia atenuante de


que Shakespeare no borraba nunca n i a actitud de Voltaire con Shakespeare;
una línea de sus manuscritos, yo respon- 3ero por lo demás, durante todo el siglo
día: "Ojalá hubiese borrado mil!„ E l deseo décimo-octavo, Voltaire impone la ley.
fué atendido por los editores de 1623, Desde que Voltaire empieza á burlarse
B l o u n t y Jaggard. Solamente en el Ham- de Shakespeare, los ingleses de talento,
let suprimieron doscientas líneas y dos- como milord Marechal, se burlan tam-
cientas veinte del Rey Lear. (íarríck Dien. Johnson demuestra la ignorancia y
representaba en Drury-Lane el Rey Lear la vulgaridad de Shakespeare. Federico I I
de Nahun Tate. Pero escuchemos á Rhy- confirma este juicio escribiendo á Vol-
mer: " E l Otelo es una farsa sangrienta y taire, á propósito del Julio César: "Habéis
sin sal,,. Johnson añade: uJulio César es aecho perfectamente en refundir l a obra
una tragedia fría que no conmueve;r informe de este inglés.,, T a l era Sha-
"Creo, dice Warbunton en una carta di- kespeare en el siglo pasado. Voltaire le
rigida al decano de Saint-Asaph, que insulta y L a Harpe le protege. "Shakes-
Swft tiene m á s talento que Shakespeare, peare, aunque muy grosero, no dejaba
y que lo cómico de Shakespeare es ras- de tener instrucción y conocimientos.,,
trero, es muy inferior al de Shadwell,,. (LA HARPE, introducción al curso de litera-
U n crítico del siglo diez y nueve ha tura.)
repetido las mismas palabras. Samuel A u n en nuestros dias no ha desapare-
Joote, el autor del Joven hipócrita, hace cido por completo la raza de críticos de
esta declaración: "Lo cómico en Shakes- los cuales hemos presentado algunos
peare excede de los límites y no hace ejemplares. Hablando Coleridge de Me-
reir. Es la bufonería sin talento». Y por dida por medida, dice: "Comedia fastidio-
ú l t i m o . Pope, en 1725, halla la razón que sa»,—y "Escandalosa,, a ñ a d e M . K i n g h t ,
movió á Shakespeare á escribir sus dra- -y "Repugnante», insiste M . Hunter.
mas, y exclama: Es preciso comer! En 1804, el autor de esas estúpidas
Después de Pope, no se comprende Biografías universales, que encuentra el
cómo Voltaire, aturdido por Shakespeare, medio de referir la historia de Calas sin
escriba; "Shakespeare, á quien los ingleses pronunciar el nombre de Voltaire, que
toman por un Sófocles, floreció casi por el ios gobiernos, sabiendo lo que hacen,
mismo tiempo que Lope de Vega,,. Y protegen y subvencionan, u n t a l Delan-
añade: " Y a sabéis que en el Hamlet los dine juzga á Shakespeare, y después de
sepultureros cavan una fosa bebiendo y decir que ^habia robado en su j u v e n t u d
cantando, y que la vista de una calavera la caza perteneciente á u n señor,,, añade:
les hace decir chistes propios de la gente " L a naturaleza habia reunido en la ca-
de su ralea,,. Para terminar califica de beza de ese poeta lo que puede imagi-
esta manera dicha escena: "¡Qué tonte- narse de m á s grande j u n t o á la m á s
rías!;, Juzga las obras de Shakespeare torpe y baja grosería.,. No hace mucho
con esta frase: "Farsas monstruosas l l a - tiempo que u n pedante, que vive todavía
madas tragedias,,, y completa la senten- y que ha alcanzado cierta importancia,
cia declarando que "Shakespeare ha decia: "Los autores adocenados y los
perdido al teatro inglés,,. poetas inferiores como Shakespeare,,, et-
Shakespeare dió á Voltaire excelente cétera, etc.
ocasión para demostrar la buena punte
r í a de los agudos dardos que disparaba. II.
Rara vez erró el blanco. Voltaire dis
paraba contra Shakespeare como los Quien dice poeta, dice al mismo tiem-
campesinos tiran á los gansos. Voltaire po historiador y filósofo. Homero con-
fué el primero que rompió en Francia el tiene á Herodoto y á Thales. Shakespea-
fuego contra el bárbaro. L e llamaba él re t a m b i é n es el hombre triple. A d e m á s
8an Cristóbal de los trágicos. Dirigiéndose pintor, y pintor colosal. E l poeta no se
á madame Graffigny, decia: "Shakespeare l i m i t a á referir, sino que t a m b i é n expo-
hace mr;;; y al cardenal de Bernis: "Ha ne. Los poetas poseen un reflector, que
ced buenos versos, monseñor, libertan es la observación, y un condensador, que
donos de las plagas de los welches, de la es la emoción; por eso producen grandes
academia del rey de Prusia, de la bula espectros luminosos que, surgiendo de su
ünigenitus, de los constitucionales y de cerebro, iluminan los tenebrosos límites
los convulsionarios, y del necio Shakes- de la humanidad.
peare ¡Libéranos, Domine!» L a actitud de Esos fantasmas existen, é indudable-
Freron con Voltaire tiene á los ojos de la mente Alejandro cambiarla su existen-
GUILLERMO SHAKESPEARE. 443
cia por la de Aquiles. Shakespeare con- zura y al atractivo frió de Ovidio ó de
tiene en sí la tragedia, la comedia, el T í bulo, como la V é n u s de Milo es supe-
cuento de hadas, el himno, el sámete, la rior á la V é n u s de Médicis. L o descono-
carcajada divina, el terror y el horror, y cido, los problemas metafísicos que no
por decirlo de una vez, el drama. Llega permiten la sonda, los enigmas del alma
á los dos polos, por el uno al Olimpo y y de la naturaleza, que es otra alma; las
por el otro á los teatrillos de íéria. No le intuiciones lejanas de lo eventual que
í a l t a ninguna posibilidad. comprende el destino, los amalgamas
Cuando os atrae, os amarra. No espe- del pensamiento y de los acontecimien-
réis que os trate con misericordia, porque tos, pueden traducirse por medio de figu-
no la tiene. Su crueldad es patética. Os ras delicadas y llenar la poesía de tipos
pinta á Constancia, madre de Arturo, y misteriosos y exquisitos, que conmuevan,
cuando llega á enterneceros, identifican- por ser dolorosos y por estar semi-adhe-
do vuestro corazón con el suyo, mata al rentes á lo invisible, pero siendo al mis-
hijo. E n horror vá m á s allá que la misma mo tiempo reales. L a gracia profunda
historia, lo que es difícil; no contento existe.
con matar á R u t l a d y con desesperar á Lo bello grandioso es posible. Se en-
York, empapa un pañuelo en la sangre cuentra en Homero y Astianax; es el
del hijo y con el pañuelo seca las lágri- tipo; pero la gracia profunda es algo
mas del padre. Ahoga la elegía con el m á s que la delicadeza épica, porque se
drama, á Desdémona con Otelo. No ate- complica con cierta turbación y hace
n ú a la angustia. E l genio es inexorable; adivinar el infinito. Es una especie de
tiene su ley y la cumple. E l espíritu tam- radiación con claro oscuro. Solo los gé-
bién tiene sus planos inclinados, y esas nios modernos alcanzan esa profundidad
vertientes determinan su dirección. Sha- en la sonrisa, que al mismo tiempo que
kespeare corre hácia lo terrible. Sha- la elegancia, deja entrever el abismo.
kespeare, Esquilo y Dante, son grandes Shakespeare posee esta gracia, que es
rios de emociones humanas, que derra- lo contrario de la gracia raquítica, con
man en el fondo del antro la urna de la que tiene alguna semejanza. E l dolor,
sus l á g r i m a s . el gran dolor del drama, que solo consis-
A l poeta solo le l i m i t a su propósito, la te en la condición humana desarrolla-
realización de su pensamiento, y no re- da en el arte, envuelve esa gracia y ese
conoce otra soberanía n i otra necesidad, horror.
porque el arte procede de lo absoluto, y L a duda que personifica á Hamlet,
en este y en el arte, el fin justifica los vive en el centro de la obra de Shakes-
medios. E n el arte es donde se mani- peare, como vive en sus dos extremos el
fiesta el quid divinum. Muévese el poeta amor, personificado en Romeo y en
en su obra, como la Providencia en la Otelo. Son luminosos los pliegues del
suya; conmueve, consterna, asombra; sudario de Julieta; pero son negros los
después se eleva ó abate, algunas veces de Ofelia despreciada y los de la calum-
á la inversa de lo que esperáis y sor- niada D e s d é m o n a . Es imposible que
prendiendo vuestro corazón. E l arte, haya consuelo para estas dos inocencias
como el infinito, tiene un por qué superior que encuentran el amor infiel. Desdé-
á todos los porqués. Preguntad el por q u é mona canta la canción del Sauce, bajo
de una tempestad al Océano, que es el el cual corre el agua que arrastra á Ofe-
gran lírico. L o que os parece odioso ó lia. Sin conocerse son hermanas y se
extraño tiene su razón de ser. Pregun- asemejan en el alma, aunque cada una
tad á Job por q u é se limpiaba el pus de tenga su drama diferente. E l Sauce se
sus úlceras con un pedazo de tiesto, y al extremece sobre las dos. E n el misterio-
Dante por q u é cose con u n alambre los so canto de la calumniada que v á á mo-
párpados de las larvas del purgatorio, rir, flota el cabello suelto de la infeliz
haciendo brotar de las costuras aterra- ahogada.
dores llantos. Por toda contestación, Job Shakespeare, en la filosofía, v á algu-
c o n t i n u a r á limpiándose las úlceras con nas veces m á s lejos que Homero; Lear
el pedazo de tiesto, y éste con estiércol vá m á s allá que Priamo, porque llorar
y el Dante proseguirá su camino. L o la ingratitud es peor que llorar la muer-
mismo h a r á Shakespeare. te. Homero encuentra al envidioso y l e
Sus soberanos horrores reinan y se hiere con el cetro, y Shakespeare entre-
imponen. Cuando le parece los adorna ga el cetro al envidioso, convirtiendo á
con el augusto encanto de los ingénios Tersites en Ricardo I I I . L a envidia en
varoniles, que es superior á la débil d u l - éste se presenta m á s desnuda porque se
OBRAS D E VICTOR HUGO.

viste de púrpura, y la razón de su ser Titania. Hepresentan u n pensamiento


radica en ella misma. ¿Hay algo m á s colosal y un capricho inmenso.
sorprendente que ver un rey envidioso? ¿Qué son L a Tempestad, Troilo y Gresi-
A l filósofo Shakespeare no le basta pre- da, Los Hidalgos de Verona, Las Comadres
sentar la deformidad del tirano,'y pre- de Windsor, E l Sueño de verano y E l Sue-
senta t a m b i é n la deformidad del cria- ño de invierno, sino arabescos y puros
do, creando á Falstaff. L a dinastía del uegos de la imaginación? Los arabescos
sentido común, que i n a u g u r ó Panurgo y son en el arte lo que es la vegetación en
que continuó Sancho Panza, aborta en a naturaleza. Los arabescos brotan,
Falstafí; el escollo de esta prudencia sa- crecen, se exfolian, se multiplican, ver-
bia es la bajeza. decen y florecen enroscándose á todas
Sancho Panza, adherido á su asno, las fantasías. Detrás del arabesco se dis-
forma cuerpo con la ignorancia; Falstaff, tingue á media luz toda la filosofía; la
que es glotón, cobarde, feroz, inmundo, vegetación vive, el hombre se panteüa,
que tiene rostro y vientre humanos y uniendo á lo finito determinada combi-
que termina en bruto, camina sobre los nación de lo infinito, y el alma humana
cuatro pies de la ignominia; es el centau- tiembla, poseída de oscura y suprema
ro del cerdo. emoción, ante una obra en que lo impo-
Shakespeare es, ante todo, imagina- sible se une á lo verdadero. Pero convie-
ción. Quien dice imaginación dice pro- ne impedir que la vegetación invada los
fundidad; esta verdad, que ya hemos edificios y los arabescos al drama.
indicado, la conocen los pensadores. Uno de los caracteres del génio con-
Ninguna facultad humana ahonda tan- siste en la singular compenetración de
to como la imaginación; en este sentido las m á s opuestas facultades. Es verda-
es un gran buzo. L a ciencia, cuando dero poeta el que dibuja un astrágalo,
l i e s a a los últimos abismos, la encuen como Ariosto, y después ahonda con el
tra. E n las secciones cónicas, en los lo escalpelo en las almas, como Pascal. E l
garitmos, en el cálculo diferencial ( fuero interno del hombre lo domina Sha-
integral, en el cálculo de las probabili- kespeare; á cada instante os fascina con
dades, en el cálculo infinitesimal, en el una sorpresa. Saca de la conciencia todo
cálculo de las ondas sonoras, en la apli- lo imprevisto que encierra, y muy pocos
cación de la á l g e b r a á la geometría, la poetas le superan en investigación psí-
i m a g i n a c i ó n es el coeficiente del cál- quica. Hace notar las m á s e x t r a ñ a s parti-
culo y las m a t e m á t i c a s se convierten en cularidades del alma humana. Hace sen-
poesía. tir con admirable discreción la sencillez
E l poeta filosofa porque imagina. Por del hecho metafísico al través de la com-
esto Shakespeare maneja soberanamente plicación del hecho dramático; lo que no
la realidad y la trata según su capricho nos atrevemos á confesarnos, lo que em-
Este capricho es una variedad de lo ver- pezamos por temer y concluimos por
dadero que necesita meditarse. ¿A qué se desear, es el punto de u n i ó n y el sorpren-
parece el destino humano si no se parece dente vórtice donde se encuentran el co-
á una fantasía? E n la apariencia, nada razón de las vírgenes y el corazón de los
hay tan incoherente, n i menos adherido asesinos, el alma de Julieta y el alma de
n i menos lógico. ¿Por q u é hacer rey a Macbeth; la inocente tiene miedo y apeti-
monstruoso Juan? ¿Por q u é matar a to de amor, como el malvado tiene apeti-
n i ñ o Arturo? ¿Por q u é quemar á Juana to de ambición. ¿ P u e d e n darse furti-
de Arco? Por q u é triunfa Monk? ¿Por vamente besos m á s peligrosos á u n
q u é Luis X V es dichoso? ¿Por q u é se fantasma, que en aquella es esplendoro-
castiga á Luis X V I ? Dejad pasar á la so y en éste feroz? Agregad á todas estas
lógica de Dios, que en esa lógica se ins profusiones de análisis, de síntesis, de
pira la fantasía del poeta. creaciones de carne y hueso, fantasías,
L a comedia brota de las lágrimas, e imágenes, ciencia y metafísica, la histo-
sollozo nace de la risa, las figuras se ria de los historiadores y la historia de la
mezclan y se chocan; formas macizas fábula; la del traidor, desde Macbeth, ase-
casi brutales, pasan lentamente; larvas sino de su huésped, hasta Coriolano, ase-
que son quizás mujeres, quizás humo sino de la pátria; la del tirano, desde el
ondean vagamente, y las almas de la tirano del cerebro, como César, hasta el
sombra, moscas crepusculares, se extre tirano del vientre, como Enrique V I I I
mecen en los cañaverales que llamamos el Sanguinario, y en el fondo de este
pasiones y acontecimientos. E n uno de drama prodigioso ved levantarse, envuel-
los polos está lady Macbeth y en el otro tos en las sombras del crepúsculo, tres
GUILLERMO SHAKESPEARE. 445
espectros, en los que Hesiodo reconocería de que le comparasen con la creación.
á las Parcas, y que ofrecen coronas á los Y qué es la creación? E l bien y el mal,
asesinos. Nada falta al génio de Sha- placer y dolor, hombre y mujer, rugido
kespeare; n i la fuerza incontrastable, n i y canción, á g u i l a y buitre, r e l á m p a g o y
el encanto exquisito, n i la ferocidad épi- rayo, abeja y z á n g a n o , m o n t a ñ a y valle,
ca, n i la compasión, n i la facultad crea- amor y ódio, anverso y reverso, correc-
dora, n i la alegría suprema, n i el sar- ción y deformidad. Esta antítesis, de la
casmo, n i la grandeza sideral, n i l a que nace la antífrasis, se observa en to-
temeridad microscópica, n i la poesía i l i - dos los hábitos del hombre, en la fábula,
mitada que tiene zenit y nadir, n i el in- en la historia, en la filosofía y en la len-
menso conjunto, n i el m á s insignificante gua. L a antítesis de Shakespeare es
detalle. Shakespeare es la irradiación del eterna y universal; es la ubicuidad de la
genio en todas direcciones. antinomia, la vida y la muerte, el frió y
el calor, lo justo y lo injusto, el á n g e l y
III. el demonio, el cielo y la tierra, l a flor y
el rayo, la melodía y la armonía, el alma
L o que distingue á los genios de los y la carne, lo grande y lo pequeño, el
espíritus ordinarios es que tienen doble Océano y la envidia, la espuma y la baba,
reflexión, como el carbunclo difiere del el h u r a c á n y el silbido, el yo y el no yo,
cristal y de la lente en que tiene doble lo objetivo y subjetivo, el prodigio y el
refracción, según dice Gerónimo Cardan. milagro, el tipo y el mónstruo, la luz y
Es el mismo fenómeno en el órden moral la sombra; es l a tenebrosa y flagrante
que en el órden físico. contradicción, el eterno sí y no. Antes de
Pero ¿existe verdaderamente el dia- quitar la antítesis al arte, debe empezar-
mante carbunclo? Esto es cuestionable. se por quitársela á la naturaleza.
L a alquimia dice que sí, pero la q u í m i c a
sigue indagando. E l genio es indudable IV.
que existe; basta leer una estrofa cual-
quiera de Esquilo ó de Juvenal para —^"Es reservado y discreto. Estad se-
encontrar el carbunclo en el cerebro hu- guros de que no abusa de nada. Tiene
mano. sobre todas una cualidad m u y rara: Es
Grracias al fenómeno de la doble refle- sóbrio.,,
xión, los genios se elevan á la inmensa Las anteriores palabras son una reco-
altura que los retóricos llaman antítesis; mendación para admitir á u n sirviente?
esto es, la facultad soberana, mediante No; son el elogio de u n escritor. Cierta
la cual se ven los dos lados de los ob- escuela, que se llama séria á sí misma,
jetos. ha enarbolado en nuestros dias un pro-
No soy aficionado á Ovidio, que fué u n grama de poesía fundado en la sobrie-
desterrado pusilánime que lamia las ma- dad. Parece que trate de preservar de
nos sangrientas, y era un adulador que indigestiones á la literatura; antes se pro-
menospreciaba el tirano; ódio la inspira- clamaba la fecundidad y el poder y hoy
ción de Ovidio, pero no confundo su ins- dia se proclama la tisana. Imaginaos
piración con la poderosa antítesis de que os encontráis en el resplandeciente
Shakespeare. jardin de las musas, donde florecen en
Las inteligencias completas lo abarcan montón las diversas explosiones del es-
todo: Shakespeare contiene á Gróngora, píritu que los griegos llamaban tropos;
como Miguel Angel contiene á Bermin. pero no toquéis la i m á g e n idea, el pen-
Hay frases que pasan por sentencias, samiento flor, los abundantes frutos, n i
como por ejemplo: Miguel Angel es ama- las manzanas de oro, n i los perfumes, n i
nerado; Shakespeare es antitético; eso son los colores, n i los rayos de luz, porque es
fórmulas de escuela que nacen de la cues- preciso ser discretos. Si no tocáis nada
tión del contraste en el arte cuando se de eso se os d a r á la ejecutiva de verda-
contempla por el lado pequeño. dero poeta; inscribios, pues, en la sociedad
Shakespeare es la misma antítesis. de la Templanza; un buen libro de crí-
Ciertamente los hombres no se deben ver tica debe ser un tratado sobre los peli-
en esas cualidades, y por lo tanto la fra gros que ofrece la bebida. ¿Queréis escri-
se Totus i n antithesis de Forbes, que tiene bir la Iliada? Pues poneos á dieta. ¡No te
la pretensión de ser una censura, es sen sonrías, Pabelais!
cillamente la afirmación de u n hecho. E l lirismo embriaga, lo bello se sube
Shakespeare ha merecido, como los poe á la cabeza. L o ideal dá vahídos, y des-
tas verdaderamente grandes, el elogio pués de remontaros hasta las estrellas,
TOMO I Y . 19
146 OBRAS D E VICTOR HUGO.

seríais capaz de rechazar el ofrecimiento L a crítica sacristanesca fraterniza en


de u n p i n g ü e destino; perdéis el sentido todos estos puntos ccn la crítica doctri-
común; no dais a l César lo que es del naria. L a m o g i g a t e r í a y la devoción se
César, y estos son los resultados que ayudan. Quieren que prevalezca un gé-
obtienen los que beben en ese gitio de nero curioso, el género púdico.
perdición que se llama Empíreo. Os con- Del esfuerzo combinado de estas dos
vertís en altivos, ambiciosos y desintere- críticas conservadoras de la tranquili-
sados; por consiguiente, sed sóbrios, por- dad pública resulta saludable reacción,
que está prohibido beber en la taberna de que ya ha producido algunos ejemplares
lo sublime. de poetas atildados y cultos, cuyo estilo
L a libertad es libertinaje; bueno es se amolda perfectamente á las reglas;
contenerse en ciertos límites, pero cas que no celebran orgías con las ideas lo-
trarse es mejor. Dedicaos siempre á la cas, n i van nunca á u n rincón del bos-
continencia. que con esa gitana que se llama la
De lo bueno poco. Evitad las exagera meditación; que no entablan relaciones
cienes; en lo sucesivo el rosal c o n t a r á las con la imaginación vagabunda y peli-
rosas que produce, y se suplicará á la grosa, n i con la inspiración, que es una
pradera que no d é á luz tantas margari bacante, n i con la desenfrenada fanta-
tas. Se expedirán órdenes terminantes sía; que nunca les ocurre dar u n beso á
á la primavera para que se modere. Los su musa; que no duermen fuera de casa,
nidos abundan demasiado, y se suplicará y que tienen muy contento á su portero
á los bosques y á las enramadas que no Nicolás Boileau, y creen que es un escán-
crien tantos pájaros. L a vía-lactea con- dalo que Polimnia se presente en públi-
t a r á t a m b i é n las estrellas, porque hoy co con el cabello suelto. Para evitarlo
tiene excesivo n ú m e r o . están los peluqueros. L l a m a d á uno
E l verdadero crítico de la escuela só- y veréis cómo acude en seguida M r . L a
bria debe ser el guarda de aquel j a r d í n Harpe. De todo esto nace una consigna,
á quien preguntaron si habia muchos una literatura y un arte, que entran en
ruiseñores en los árboles, y contestó: "JVb fila en correcta formación. Se trata de
me habléis de eso; durante todo el mes de salvar á la sociedad en la literatisra y en
Mayo esos animaluchos no hacen más que la política. Todo el mundo sabe que la
vociferar.» poesía es una cosa frivola, insignificante,
M r . Suad espidió á Mario José Che- que se ocupa puerilmente en buscar r i -
nier el siguiente certificado: "Su estilo mas; por consiguiente es m u y temible.
es de gran mérito, porque no usa com- Hay que sujetar á los pensadores y es
paraciones,,. E n nuestros dias se ha re- peligroso elevarlos á los altares. ¿Qué es
petido ese singular elogio. Esto nos un poeta? Si se trata de honrarle, nada;
recuerda á un célebre profesor de la Res- si se trata de perseguirle, todo.
t a u r a c i ó n , á quien indignaban las com- Debe reprimirse á la raza de los escri-
paraciones y las figuras tan frecuentes tores, y aunque para eso hay varios me-
en los profetas, y aplastaba á Isaías, á dios, es muy útil recurrir al brazo secu-
Daniel y á J e r e m í a s bajo el peso de este lar. De vez en cuando conviene desterrar
profundo apotegma: "Toda la Biblia se alguno. Los destierros de los escritores
reduce á como...» Otro profesor dijo empiezan en Esquilo, pero no terminan
t a m b i é n l a siguiente frase, que se ha en Voltaire. Cada siglo tiene u n anillo
hecho célebre en la Escuela Normal: en esta cadena. Pero para desterrar, ex-
i(Arrojemos á Juvenal al estercolero román- patriar y proscribir, se necesita por lo
tico». E l crimen de Juvenal, como el de menos pretextos que no tienen aplicación
Isaías, consistía en expresar las ideas por en todos los casos, porque son armas que
medio de imágenes. A l oir las reclama- no se esgrimen con facilidad. Es preciso
ciones y las quejas de la escuela doctri- poseer un arma de poco t a m a ñ o para la
naria, tentados estamos de creer que se guerra diaria. Se inventa una crítica de
figura que es la única encargada de su- Estado acreditada que desempeñe esta
ministrar el consumo de imágenes y de función. O r g a n i z a r í a persecución de los
figuras que usan los poetas, y que se escritores por otros escritores y esgrimir
cree que la arruinan los despilfarradores la pluma contra la pluma, son medios
P í n d a r o , Aristófanes, Ezequiel y Cervan- ingeniosísimos. ¿Por q u é no ha de haber
tes, Dicha escuela encierra bajo llave las polizontes literarios?...
pasiones, los sentimientos, el corazón hu- E l buen gusto es una precaución que
mano, la realidad, el ideal y la vida. Le toma el buen órden; los escritores sóbrios
asustan los génios. son el contrapeso de los electores p r u -
GUILLERMO SHAKESPEARE. 147
dentes. L a inspiración es sospechosa de Aclaremos el sentido de la palabra
ser liberal, y la poesía tiene algo de ex- sencillo.
tralegal. Existe, pues, un arte oficial, L a sobriedad en poesía indica pobreza
hijo de la crítica oficial. y la sencillez grandeza. Dar á cada cosa
De estas premisas se deduce una r e t ó - la cantidad de espacio que necesita, no
rica de carácter especialísimo. L a natu- darle m á s n i menos, es la sencillez. Sen-
raleza tiene entrada estrecha en este cillez es sinónimo de justicia. L a ley del
arte; entra por la puerta falsa, y a d e m á s gusto consiste en colocar las cosas en su
está tachada de d e m a g ó g i c a . Hay que lugar y en expresarlas con las palabras
suprimir los elementos, porque son ma- adecuadas. Con la indispensable condi-
las compañías, y a d e m á s mueven m u - ción de mantener cierto equilibrio la-
cho ruido. A pesar de todo esto, la reac- tente y de conservar cierta proporción
ción no desespera. Caminamos hácia misteriosa, la complicación m á s prodi-
adelante, y se realizan progresos par- giosa, ya en el estilo, ya en el conjunto,
ciales. Empiezan á permitir el ingreso puede ser sencillez. Eso son los arcanos
en la Academia á algunos miembros con del grande arte. L a alta crítica única-
la papeleta de confesión en la mano. mente, que es la que nace del entusias-
Julio Janin, Teófilo Gautier, Pablo de mo, penetra y comprende esas leyes
Saint-Víctor, Littró y llenan, recitad el sábias. L a opulencia, la profusión, la
Credo. irradiación resplandeciente, pueden ser
Pero esto no basta, porque el m a l es sencillas.
profundo. E s t á n amenazadas la antigua Como se vé, esta sencillez no tiene nin-
sociedad católica y la antigua literatura g ú n punto de semejanza con l a que re*
l e g í t i m a . ¡ Gruerra á las nuevas genera- comiendan Le Batteux, el abate D ' A u -
ciones! Gruerra al espíritu moderno! Per- bignac y el padre Bonhours.
sigamos á la democracia, que es hija de Aunque sea abundante, intrincado y
la filosofía. hasta confuso, todo lo que es verdadero
Los casos de hidrofobia, es decir, las es sencillo. Esta es la única sencillez que
obras de genio, son temibles. Deben re- debe conocer el arte.
novarse las prescripciones higiénicas. Como la sencillez es verdadera, es in-
E s t á m a l vigilada la via pública y se genua; la ingenuidad es el rostro de la
encuentran en ella poetas vagabundos. verdad. Shakespeare es sencillo hasta un
¿En q u é piensan las autoridades y la po- grado inconcebible.
licía que dejan en libertad á ciertos espí- L a sencillez impotente, r a q u í t i c a y de
ritus? Y a que hay peligro, evitémoslo corto aliento, ofrece un caso patológico,
nosotros, para que alguna incauta inte- que es completamente e x t r a ñ o á la poe-
ligencia no sea víctima de mordeduras sía, y le conviene m á s entrar en el hos-
fatales. pital que montar sobre el hipógrifo.
Censuran á Shakespeare de ser sutil,
Y. excesivamente agudo, afectado, gongo-
riño, y al mismo tiempo que declaran
Shakespeare es indudablemente el es- que estos defectos son propios de las me-
critor que menos merece que se le llame dianías, se apresuran á echárselos en
sóbrio; es uno de los peores sugetos que cara al coloso.
la estética doctrinaria ha tenido que re- Pero tampoco Shakespeare respeta
frenar. nada; camina con tal í m p e t u , que fatiga
Shakespeare es la fertilidad, la fuerza, al que le sigue; salta por encima de las
la exuberancia, la teta llena, la copa conveniencias, atrepella á Aristóteles,
que desborda, la savia excesiva, la lava hace estragos al jesuitismo, al metodis-
en torrentes, los gérmenes en confusión, mo, al purismo y al puritanismo. Des-
la vasta lluvia, que hace brotar exten- concierta á Loyola y vuelve del revés á
samente la vida, la prodigalidad insen- Wesley; es valiente, atrevido, emprende-
sata del Creador. Es inagotable. Siembra dor, belicoso y directo. Sus escritos hu-
fascinaciones. Cada palabra suya ofrece mean como si fueran volcanes. Con la
la i m á g e n y el contraste, el dia y la pluma en la mano, con la llama del gé-
noche. nio en l a frente y con el diablo en el
E l poeta, repetimos, es la naturaleza. cuerpo, está siempre activo, funcionando,
Como ella, es sutil, minucioso, delicado en vena, en marcha. E l caballo padre
y microscópico, pero como ella t a m b i é n , abusa, cansando á las m u í a s que van al
es inmenso. N i es discreto, n i reservado, paso. Ser fecundo es ser agresivo. Yer-
n i avaro; es sencillamente magnífico. daderamente son exorbitantes los poetas
148 OBRAS D E VICTOR HUGO.

como Isaías, como Juvenal y como Sha- le convienen, como recipientes para con-
kespeare. Debían dejar que se fije la tener la idea. Su poesía se lamenta y se
atención en los otros; uno solo no ha de burla. E l inglés, que es una lengua que
tener derecho á todo. Es reunir demasía- aun no está bien formada, algunas veces
do poseer virilidad constante, inspiración le favorece y otras le perjudica, pero
siempre, metáforas y antítesis innumera- siempre en ella se transparenta la pro-
bles, muchos contrastes y profundidades, fundidad de su alma. E l drama de Sha-
generación incesante: en una palabra, kespeare se desarrolla con una especie
plenitud para la producción. de ritmo desafinado; es tan vasto que
Hace ya tres siglos que á Shakespea- vacila, tiene y d á vértigos; pero nada es
re, que es el poeta en toda su efervescen- tan sólido como su agitada grandeza.
cia, contemplan los críticos sóbrios con Shakespeare, calenturiento, encierra los
el disgusto que debe apoderarse al ver vientos, los espíritus, los filtros, las v i -
un serrallo de los espectadores impo- braciones, los huracanes, la oscura pene-
tentes. tración de los efluvios y l a gran savia
Shakespeare no tiene reserva, n i lími- desconocida. De esto proviene su agita-
tes, n i fronteras, n i vacíos. Su falta es ción, en cuyo fondo reposa la caima.
no tenerlos. Se desbordan como la vege Esta es l a agitación que falta á G-oethe,
tacion, como la germinación, como la por cuya impasibilidad le elogian sin
luz, como la llama. razón, sin comprender que la impasibi-
Shakespeare es inmenso: ha creado á lidad indica inferioridad. Esa agitación
Otelo, á Romeo, á Yago, á Macbeth, á ha turbado á todos los espíritus de pri-
Shylock, á Ricardo I I I , á Julio César, á mer órden, y la vemos en Job, en Esqui-
Oberon, á Puck, á Ofelia, á Desdómona, lo y en el Dante. Es preciso que en la
á Julieta, á Titania, hombres, mujeres, tierra el que es divino sea humano, y que
brujas, hadas y almas. H a creado ade se proponga á sí mismo el enigma que le
m á s á Ariel, á Pároli es, á Macduff, á martirice; cuando la inspiración es pró-
Próspero, á Viola, á Miranda, á Caliban diga, vá mezclada de cierto sagrado es-
á Jesica, á Cornelia, á Cresida, á Porcia, tupor. Cierta majestad del espíritu se
á Brabancio, á Polonio, á Horacio, á parece á las soledades y se complica con
Mercurio, á I m o g ó n e s , á Pandaro de el asombro. Shakespeare, como todos
Troya, á Bottom y á Teseo. E l poeta se los grandes poetas y como todas las
dá, se prodiga, se desparrama, sin ago- grandes cosas, está lleno de fantasías.
tarse j a m á s . Por qué? Porque no puede. Le asusta su propia vegetación y le es-
Es imposible que se agote, porque no panta su propia tempestad. Este es el
tiene fondo; se llena, se derrama y se signo de las supremas inteligencias. Su
vuelve á llenar. Es el cesto agujereado misma extensión le agita y le comunica
del génio. misteriosas y enormes oscilaciones. No
hay génio que no tenga olas. Llámesele
E n l a licencia y en la audacia del len-
ébrio y borracho; nos parece bien, por-
guaje, Shakespeare iguala á Rabelais.
que es salvaje, como el bosque virgen, y
Como todos los espíritus soberanos que
ébrio como la alta mar.
gozan de la orgía de la Omnipotencia,
se sirve l a naturaleza, se la bebe y os la Solo el cóndor, que parte y llega, vuel-
hace beber. Voltaire ha hecho bien en ve á partir y se remonta, sa cierne, se
reprocharle su borrachera. Shakespeare hunde y se precipita, puede dar idea del
tiene t a l temperamento que no se para, inmenso vuelo de Shakespeare, que es
n i se cansa, n i tiene compasión de los uno de los génios que Dios enfrenó ex-
raquíticos estómagos que se presentan presamente m a l , para que vuelen feroz-
candidatos á la Academia. No padece de mente por el infinito.
la gastritis que se l l a m a buen gusto, De vez en cuando viene á la tierra uno
porque es poderoso. ¿Qué otra cosa signi de esos espíritus. Su paso, como ya digi-
fica el inmoderado canto que entona al mos, renueva el arte, la ciencia, la filo-
t r a v é s de los siglos, ya de guerra, ya de sofía ó la sociedad.
orgía, ya de amor, que vá desde el rey Llenan un siglo y después desapare-
. Lear á la reina Mab, y desde Hamlet á cen. Entonces, no solo su claridad ilu-
Fastafí, que es doloroso como un suspiro mina un siglo, sino á la humanidad, de
y grande como la Iliada?... un extremo á otro de los tiempos, que se
Su poesía tiene el perfume acre de la apercibe que cada uno de esos hombres
miel que produce vagabundamente la es el espíritu humano mismo encerrado
abeja que no tiene colmena. Emplea la en un cerebro, que llega en un momen-
prosa y el verso y todas las formas que to determinado á la tierra, para haoer-
GUILLERMO SHAKESPEARE. 149
la dar u n paso en el camino del pro de Dios y llaman á los poetas mentiro-
greso. sos: el drama es l a conciencia humana
Terminada su vida y realizada l a m i - sorprendida en el momento de realizar
sión que hablan de cumplir, se unen por un acto y colocada en condiciones que
medio de la muerte al misterioso grupo combate, que gobierna ó que transforma.
con el cual acaso viven en familia en el E n él el poeta tiene t o d a v í a algo supe-
infinito. rior; la facultad de mover y de agitar las
almas, como las agitarla y moverla el
mismo Dios.
No detiene la acritud de los críticos sa-
L I B R O SEGrUIsTDO. ber que Dios vive en los grandes espíri-
tus, y los m á s grandes siempre fueron
los m á s combatidos. A veces hasta las
Shakespeare.—Su obra.—Los puntos culminantes.
inteligencias atacan al génio, y es ma-
ravilloso que los inspirados desconozcan
a inspiración. Han combatido rudamen-
I.
te á Homero, á Erasmo, á Bayle, á Scalí-
Es propio de los genios de primer ór- gero, á Saint-Evremond y á Voltaire, á
den producir cada uno un tipo, un ejem- muchos padres de la Iglesia y á familias
plar del tiombre, cuyo retrato regalan á enteras de filósofos, á l a escuela de A l e -
la humanidad, los unos riendo, los otros j a n d r í a en masa, á Cicerón, Horacio, L u -
llorando, los otros pensativos. Estos ú l - ciano, Plutarco, Josefo, Dion, Crisóstomo,
timos son los superiores. Planto, riendo, Dionisio de Halicarnaso, Filóstrato, Me-
crea á Anfitrión; Rabelais, riendo, crea á trodoro deLampasco, P l a t ó n y P i t á g o r a s .
G a r g a n t ú a ; Cervantes, riendo, crea á En esta enumeración hemos omitido á
Don Quijote; Beaumarchais, riendo, crea Zoilo, porque el ódio no es la inteligencia;
á F í g a r o ; Moliére, llorando, crea á A l - porque injuriar no es discutir. Zoilo, Moe-
cestes; Shakespeare, meditando, crea á rius, Cecchi, Green, Avellaneda, Guiller-
Hamlet; Esquilo, meditando, crea á Pro- mo Lander, Visó y Freron son nombres
meteo. Los primeros son grandes, pero que no pueden i r mezclados con los pri-
los dos últimos son inmensos. meros que citamos, porque han herido a l
Estos retratos de l a humanidad, que género humano en las personas de sus ge-
legan como un adiós esos peregrinos que nios, y conservan aunen sus manos mise-
se llaman poetas, no están nunca favo- rables la mancha del cieno que les arroja-
recidos; son exactos y aparecen con pro ron. T o d a v í a no han conseguido la triste
funda semejanza, retratando en sus sem- fama que merecen y l a deshonra á que
blantes, como extracciones del alma, el se han hecho acreedores. Apenas se sabe
vicio, l a v i r t u d ó l a locura. L a l á g r i m a que han existido. Permanecen en u n
cristalizada se convierte en perla; l a son- semi-olvido m á s humillante que el ol-
risa petrificada concluye por parecerse vido completo. Si exceptuamos á dos
á una amenaza; las arrugas son signos ó tres, famosos por el desprecio que
de sabiduría, y algunos fruncimientos han inspirado, casi nadie conoce sus
de cejas son trágicos. Esta série de ejem- nombres. Clemente, que se l l a m ó á sí
plares humanos constituyen una lección mismo el hipercritico, que no tuvo otra
eterna que se dá á las generaciones; cada profesión que l a de morder y denunciar
siglo a ñ a d e algunos tipos, algunas veces á Diderot, desaparece y se le confunde
llenos de luz y de relieve, como Macette con el confesor Clemente de Dijon, con
Celimena, Tartuffe, Turcaret y el sobri David Clement, autor de l a Biblioteca cu-
no de Ramean; otras, delineados de riosa, con Clemente de Baize, benedicti-
perfil, como G i l Blas, Manon Lescaut, no de Saint-Maur, y con Clemente As-
Clarisa Harlowe y Cándido. cain, capuchino definidor y provincial
del Bearn. ¿De q u é le sirvió declarar que
Dios crea por intuición; el hombre crea la obra de Diderot era un tejido de pala-
por inspiración, á l a que a c o m p a ñ a me- bras tenebrosas y haber muerto loco en
ditación profunda. Esta segunda crea- Charenton, si después le han confundido
ción, que es la acción divina que realiza con cuatro ó cinco Clementes desconoci-
al hombre, constituye al genio. dos? A Famiano Strada, que se cebó con
E l drama lo crea el poeta colocándose T á c i t o , se le confunde con F a b i á n Es-
en lugar del destino, y lo forman la i n - pada, que era bufón de Segismundo
vención de tipos y de acontecimientos Augusto, De Cecchi, que t r a t ó de des-
tan extraños, que ciertas sectas religiosas trozar al Dante, se ignora aun si se l i a -
consideran como usurpaciones de la obra
OBRAS D E VICTOR HUGO.

maba Ceceo. A Q-reen, que t r a t ó de i individualidades; pero apoderaos de to-


aplastar á Shakespeare, se le equivoca!das, amalgamadlas en el mortero d é l a
con Grreene; Avellaneda, el enemigo de meditación, y veréis salir de él u n fan-
Cervantes, se cree que se llamaba Ave- tasma m á s real que todos ellos juntos;
llanedo; Lander, el calumniador de M i l - veréis salir á Don Juan. Estudiad á los
ton, se duda si se llamaba Lender, etc. usureros uno á uno, y no encontrareis
Para conquistar fama, sin duda contaban ninguno tan feroz que diga, como el
con el renombre de los que difamaban mercader de Venecia: "Tubal, reten la
pero afortunadamente permanecieron y garantía durante quince dias, y si no me
permanecen en la oscuridad. N i siquiera paga, me p a g a r á con el corazón.,, Pero
se ha pagado á los insultadores con la apoderaos de los usureros en masa, y
moneda que merecían: con el desprecio. de su m u l t i t u d se desprenderá este total:
Compadezcámosles. Shylock. L a metáfora del pueblo, del pue-
blo que nunca se equivoca, confirma la in-
II. vención del poeta, sin conocerla, y mien-
tras Shakespeare crea á Shylock, ella
L a calumnia pierde el tiempo; no apro- crea al avaro. Shylock representa la j u -
vecha para nada, porque n i siquiera sir- dería y el judaismo, esto es, toda su na-
ve para causar daño; ¿y hay cosa m á s ción, en la buena fé y en el fraude, y por
i n ú t i l que lo perjudicial que no perjudi- eso y porque resume una raza oprimida,
ca? Sí; lo perjudicial provechoso. Shylock es grandioso. Los judíos, inclu-
Sucede muchas veces que la calum- yendo entre ellos los de la Edad Media,
nia, la envidia y el ódio, en vez de de- tienen razón para decir que ninguno de
primir, enaltecen á los hombres que ellos es Shylock, como la tienen t a m b i é n
combaten; hay veces que sus injurias en- los hombres calaveras, asegurando que
noblecen y sus manchas ilustran, con- ninguno de ellos es Don Juan. Las hojas
tribuyendo al clamoreo general de la del naranjo no tienen el sabor de la na-
gloria. ranja, y sin embargo, la comunidad de
A su vez cada uno de los genios se raices, al tomar la savia en u n mismo orí-
pone l a careta humana, y es t a l la fuerza gen y nutrirse en los mismos jugos de l a
del alma que la hacen salir por los aguje tierra, constituyen afinidad profunda. E l
ros misteriosos de los ojos, que sus mira- fruto contiene el misterio del árbol y
das cambian la máscara; de terrible la el tipo contiene el misterio del hombre.
convierten en cómica, y unas veces es De esto proviene la vida e x t r a ñ a del
meditabunda y desolada; otras alegre y tipo.
viva; ya decrépita, ya sensual, ya gloto- Porque lo prodigioso es que el tipo
na, ya mística, ya insultante, y tras ella vive. Si no fuera m á s que una abstrac-
se descubre á Cain, Job, Atreo, A y a x , ción, los hombres no le reconocerían y
P r í a m o , H é c u b a , Niobe, Clitemnestra, dejarían que pasara como pasan las som-
Nausicaa, Pistoclero, Grumio, Davus bras. L a tragedia clásica crea larvas y el
P a s í c o m p s a , Grimena, Don Arias, Don drama crea tipos.
Diego, Mudarra, Ricardo I I I , l a d y M a c - E l tipo es una lección que dá u n hom-
beth, Desdómona, Julieta, Romeo, Lear, bre, u n mito con rostro humano, tan
Sancho Panza, Pantagruel, Panurgo, plástico que os mira, y su mirada es u n
Arnolfo, Daudin, Sganarelle, Inés, Resi- espejo, una parábola que os d á u n coda-
na, Victorina, Basilio, Almaviva, Queru- zo, u n símbolo que os pone en guardia,
bín y Manfredo. una idea con nervios, músculos y carne,
De la creación divina directa sale con corazón para amar, con e n t r a ñ a s
A d á n , que es el prototipo. De la crea- para sufrir, con ojos para llorar, con
ción divina indirecta, esto es, de la crea dientes para devorar ó para reir, una
cion humana, salen otros Adanes, que concepción psíquica que tiene el relieve
son los tipos. del hecho y que destila verdadera san-
U n tipo no reproduce un hombre en gre. Ese es el poder de la poesía; en ella
particular, n i se asemeja exactamente á los tipos son séres que respiran, palpitan
u n individuo, sino que resume y concen- y existen. Esos fantasmas tienen m á s
t r a bajo una forma humana toda una densidad que el hombre, porque contie-
familia de caractéres. U n tipo no abre- nen en su esencia la cantidad de eterni-
vía, condensa; no es uno, es toda la dad de que solo pueden disponer las
familia. Alcíbiades, Petronio, Bassom- obras magistrales. Por eso Trimalcion
pierre, B u c k i n g h a m , Frousac y L a n - vive y Mr. Romieu ha muerto.
zun no representan m á s que sus propias Los tipos son casos previstos por Dios,
GUILLERMO SHAKESPEARE. 151
que el genio realiza. Parece que Dios cielo sin preocuparse por nada. L l a m a
prefiera dar lecciones al hombre por me- con gravedad á la puerta del infinito y
dio de otros hombres para inspirarle con- dice: "Abrid, soy el Dante^,.
fianza. E l poeta está entre los vivos y
puede hablarles al oido. De aquí provie- líí.
ne la eficacia de los tipos. E l hombre es
una premisa y el tipo una conclusión; Los dos Adanes prodigiosos de la reac-
Dios crea el fenómeno, el genio lo hace ción son el Prometeo de Esquilo y el
patente; Dios forma al avaro y el genio Hamlet de Shakespeare. Prometeo es la
crea á Harpagon; Dios forma al traidor y acción y Hamlet la duda. E n Prometeo,
el genio imagina á Yago; Dios forma á el obstáculo está en el exterior; en Ham-
la coqueta y el genio crea á Celimena. let, en el interior.
Algunas veces y en momentos determi- E n Prometeo, la voluntad está clava-
nados el tipo sale completo de la cola- da á los cuatro miembros con clavos de
boración del pueblo en masa con u n bronce, que la impiden moverse; a d e m á s
gran cómico ingenuo, realizador invo- la vigilan eternamente la fuerza y el po-
luntario y poderoso; la m u l t i t u d es la co- der, que se lo impedirían^ E n Hamlet, la
madre; de una época que tiene en una de voluntad está todavía m á s sujeta, porque
sus extremidades á Talleyrand y en la la agarrota la meditación anticipada,
otra á Choradruc-Duclós, surge de re- que dá por resultado las irresoluciones y
pente, y por la maravillosa incubación las perplejidades. Forman un nudo gor-
del teatro, el espectro en Roberto Ma- diano las visiones. L a esclavitud inte-
caire. rior es la verdadera esclavitud. Prome-
Los tipos caminan á pió llano por el teo, para quedar libre, solo necesita
arte y por l a naturaleza. Son de un ideal romper una argolla de bronce y vencer
real y encierran el bien y el mal que con á un dios; Hamlet, para quedar libre,
tiene el hombre. De cada uno de ellos se necesita vencerse á sí mismo. Prometeo,
desprende una humanidad ante las mira- para ponerse en pió, tiene que levantar
das fijas del pensador. una m o n t a ñ a , y Hamlet tiene que levan-
Existen tantos tipos como Adanes. E l tar el peso de su propio pensamiento. E l
tipo de Homero, Aquiles, es el A d á n pro- dolor de Prometeo cesará en cuanto se
genitor de la raza de matadores; el tipo arranque el buitre del pecho; pero para
de Esquilo, Prometeo, es el A d á n de que cese el dolor de Hamlet, es preciso
quien procede la especie de los luchado- que él se arranque á sí mismo. Prometeo
res; el tipo de Shakespeare, Hamlet, es el y Hamlet enseñan sus hígados descu-
A d á n de quien nace la familia de los biertos; del uno mana sangre y del otro
visionarios. E n otros Adanes que imagi- la duda.
nan los poetas se encarnan la pasión, el Comunmente se comparan á Esquilo
deber, la conciencia, la falta, la caida ó con Shakespeare por sus obras Orestes y
la ascensión. Hamlet, que son dos tragedias que en-
L a prudencia convertida en miedo pasa cierran el mismo drama. E l asunto es
desde el anciano Néstor hasta el viejo idéntico. Los doctos se fijan en esta ana-
Jeronte; el amor convertido en apetito logía; pero los incapaces, que suelen ser
vá desde Dafne á Lovelace. L a belleza ignorantes, envidiosos y hasta imbéciles,
tentada por la serpiente v á desde E v a se regocijan de creer haber encontrado
hasta Mesalina. Los tipos empiezan en un plagio. Esta es una cuestión para la
el Génesis, forman cadena, y llegan has- erudición comparada y para la crítica
ta Restif de la Bretone y Vade. Su forma séria. Como parricida por amor filial,
de expresión es la lírica, pero no recha- Hamlet es inferior á Orestes. Esta com-
zan la, forma picaresca. paración, que se hace fácilmente, aten-
A l Dante se le ha concedido una sor- diendo solo á la superficie de las cosas, no
prendente excepción. E l tipo del Dante nos maravilla. L o que suspende nuestro
es el mismo. Dante se ha creado, por de- á n i m o es la confrontación de los dos en-
cirlo así, una segunda vez en su poema, cadenados; Prometeo y Hamlet.
que es su tipo y su A d á n . Para inventar No hay que olvidar que el espíritu hu-
la acción de su poema no ha ido á bus- mano, que es semidivino, crea de tarde
car á nadie; lo único que ha hecho es to- en tarde obras sobrehumanas, que sin
mar á V i r g i l i o como comparsa. H a sabi- embargo son m á s numerosas de lo que
do ser épico sin tomarse el trabajo de se cree, porque llenan el inmenso campo
cambiar de nombre. Es sencillo lo que del arte. Fuera de l a poesía, en la que
realiza; descender al infierno y subir al abundan estas maravillas, la música
152 OBRAS D E VICTOR HUGO.

tiene á Beethoven, la escultura á Fidias, dios Vicio, sirve á J ú p i t e r , que es el dios


la arquitectura á Piraneso, la pintura á Crimen.
Rembrand, la escultura y la arquitectu- Las obras magistrales son inmensas,
ra á Miguel Angel, sin contar muchas porque están eternamente en presencia
otras y no de las menores. de los actos de la humanidad. Prometeo
Frometeo y Hamlet pertenecen á este en el Cáucaso es la Polonia después
numero. Los signos de las obras supre- de 1772, es la Francia después de 1815 y
mas son los siguientes: Superar la me- es la revolución después de Brumario.
dida c o m ú n , ser grandiosas en todas Mercurio habla, pero Prometeo no le
partes, hasta el extremo de causar es- hace caso. Es inútil ofrecer la amnistía,
panto á las medianías; demostrar lo ver- cuando el condenado es el que tiene el
da i ero, en caso necesario, por medio de derecho de indulto. Prometeo caído, des-
lo inverosímil; formar el proceso al des- precia á Mercurio, que está sobre él, y á
tino, á la sociedad, á la ley, á la religión, J ú p i t e r , que está sobre Mercurio, y al
en medio de lo desconocido; desarrollar destino, que está sobre J ú p i t e r . Prometeo
la pasión, presentándose ó desaparecien- se burla del buitre que lo devora y se
do en el hombre; reflejar la audacia y encoge de hombros, cuando las cadenas
algunas veces la insolencia de la razón, se lo permiten. Nada afecta al altivo
con las altivas formas de u n estilo pro- mártir. Las quemaduras que le produ-
pio en todas ocasiones. Esas obras supre- cen el fuego de los rayos, en vez de aba-
mas brillan con todas esas claridades. tirle, excitan su tesón. Todo llora á su
Estas claridades se encuentran en Es- alrededor; la tierra se desespera; las cin-
quilo y en Shakespeare. cuenta occeanidas van á adorar al Titán;
las selvas se lamentan, las fieras gimen,
los vientos sollozan, las olas suspiran, los
IV. elementos se quejan y el mundo entero
sufre con Prometeo, como si la argolla
Prometeo, tendido sobre el Caucase, es de éste fuera la ligadura de la vida u n i -
la tragedia feroz y gigantesca. Ese a n t i - versal, y como si la participación en el
guo suplicio que se llama la extensión, suplicio del semidiós fuese desde allí en
del que pudo libertarse Cartouche por adelante la voluptuosidad t r á g i c a de la
padecer de una hernia, le sufría Prome- naturaleza. L a ansiedad por el porvenir,
teo, solo que su potro era una m o n t a ñ a . el temor de que desaparezca la libertad
Por q u é crimen? Por representar el de- de acción y de movimiento, impulsan á
recho. Caliñcar el derecho de crimen y el hombres y animales, á plantas y á rocas,
movimiento de rebelión es la inmemo- al inmenso conjunto de las cosas crea-
r i a l habilidad de los tiranos. das, á que se vuelvan hacia el Cáucaso,
con la inexplicable angustia que causa
Prometeo hizo en el Olimpo lo que ver esclavo al que debía ser libertador.
Eva hizo en el Paraíso; tomar algo d é l a
ciencia. J ú p i t e r , lo mismo que J e h o v á , Hamlet no es tan gigantesco, pero es
castiga en el la temeridad de haber que- m á s hombre y no es menos grandioso.
rido vivir. Las tradiciones egmóticas que Hamlet es no sé q u é sér espantoso,
localizan á J ú p i t e r , le quitan la imperso- completo en lo incompleto. L o es todo
nalidad cósmica del J e h o v á del Génesis. para no ser nada. Es príncipe y dema-
E l J ú p i t e r griego, mal hijo de u n mal gogo, sagaz y extravagante, profundo y
padre, rebelde á Saturno, que á su vez frivolo, hombre y neutro. No tiene fé en
es rebelde á Oelus, es un advenedizo. el cetro, se burla del trono, tiene por ca-
Los Titanes constituyen una especie de m arada á un estudiante, dialoga con los
rama p r i m o g é n i t a que tiene sus legiti- transeúntes, argumenta con el primero
mistas, como Esquilo, vengador de Pro- que llega. Comprende al pueblo, despre-
meteo, que representa el derecho venci- cia al populacho, tiene ódio á la fuerza,
do. J ú p i t e r consigue la usurpación del duda del éxito, interroga á las tinieblas
poder por el suplicio del derecho. E l y tutea al misterio. Comunica á los otros
Olimpo necesitaba al Caucase. Prome- enfermedades que él no tiene; su fingida
teo , sujeto con argollas, yace en esa locura inocula verdadera locura á la
m o n t a ñ a , caído y enclavado; Mercurio, mujer que le ama. Se familiariza con
amigo de todo el mundo, v á allí á darle los espectros y con los comediantes. Se
consejos, como los que se dan después de chancea e m p u ñ a n d o el hacha de Ores-
un golpe de Estado. Mercurio es la co- tes. Diserta sobre literatura, recita ver-
b a r d í a de la inteligencia y todo el vicio sos, hace una crítica de teatros, juega
posible en el talento; Mercurio, que es el con huesos humanos en un cementerio,
GUILLERMO SHAKESPEARE, 153
aterra á su madre, venga á su padre, y las costumbres trágicas de las cortes de
termina el tenebroso drama de la vida y aquella época, Hamlet está en peligro
de la muerte con una gigantesca inter- desde el momento que sabe, por la reve-
rogación. Primero espanta y después lación del espectro, el delito que cometió
desconcierta. J a m á s se ha imaginado Claudio. E n esto se manifiesta el histo-
nada tan aterrador como el parricida riador supremo que forma parte del poe-
preguntando: Qué sé yo? ta, porque se vé á Shakespeare penetrar
Pero es parricida Hamlet? Sí y no. Se profundamente al través de las antiguas
l i m i t a á amenazar á su madre, pero la tinieblas m o n á r q u i c a s . E n la Edad Me-
amenaza es tan feroz, que su madre que- dia, en el Bajo imperio y anteriormente,
da a t e r r a d a . — " ¡ T u palabra es un pu- estaba perdido el que se apercibía de
ñal!... Qué vas á hacer? ¿ T r a t a s de que el rey habia cometido a l g ú n asesi-
asesinarme? Socorro, socorro!,, Y cuan- nato ó a l g ú n envenenamiento. Sospecha
do muere, Hamlet, sin llorarla, hiere á Voltaire que Ovidio fué expatriado de
Claudio con esta exclamación trágica: Roma por haber presenciado a l g ú n he-
uSigue á mi madre!,, Hamlet es el siniestro cho vergonzoso en casa de Augusto. Sa-
parricida posible. Si en lugar de ser frió ber que el rey era un asesino constituía
como el Norte, tuviera como Orestes la un crimen de Estado. Cuando el p r í n c i -
ardiente sangre del Mediodía en las ve- pe quería no tener testigos, corría peli-
nas, m a t a r í a á su madre. gro la cabeza del que no aparentaba
Este drama es severo; hasta lo verda- ignorancia completa. Era política de
dero inficiona en él la duda, y lo since- malos resultados tener buena vista. E l
ro miente. Nada hay tan colosal y tan hombre sospechoso estaba perdido; no le
sutil. quedaba otro refugio que la locura, y
E n este drama el hombre es u n mun- gracias á ella pasaba por u n inocente y
do y el mundo es un cero. E l mismo nadie le hacia caso. Recordad en Es-
Hamlet, que goza de la plenitud de l a quilo este consejo que el Océano dá á
vida, no está seguro de existir. E n esta Prometeo: Parecer loco es el secreto del sa-
tragedia, que t a m b i é n es una filosofía bio. Cuando el c h a m b e l á n Hugolino en-
todo flota y duda, se aplaza, oscila, se contró la varilla de hierro con la que
descompone, se dispersa y se disipa. E n Edrick, el usurpador, habia empalado
ella el pensamiento es nube, la voluntad á Edmundo I I , se hizo de repente el idio-
vapor, la resolución crepúsculo, la ac- ta, refiere la crónica sajona de 1016, y le
ción se desenvuelve en sentido inverso y salvó este artificio. Heriacliano de Nisi-
la rosa de los vientos gobierna al hom be, que descubrió por casualidad que el
bre. Obra confusa y vertiginosa en la Rhinometa era fratricida, hizo que los
que se descubre el fondo de las cosas y médicos le declararan loco, y le encerra-
en la que el pensamiento oscila entre el ron por toda la vida en u n claustro.
espectáculo que ofrece el cadáver del Hamlet se vé en el mismo peligro y re-
rey y el enterramiento de Y o r i k , en la curre al mismo medio. Hace que le de-
que un fantasma representa á la mo- claren loco, como Heriacliano y Hugoli-
n a r q u í a y una calavera la alegría. no, pero esto no es obstáculo para que
Hamlet es la obra magistral de la tra Claudio intente dos veces librarse de él
gedia visión. durante el drama por medio del hacha y
del p u ñ a l , y en el desenlace por medio
del veneno.
V.
L a misma indicación se encuentra en
Hasta hoy no ha indicado ninguno de el Rey Lear. E l hijo del conde de Grloces-
los críticos una de las causas probables ter t a m b i é n se refugia en la demencia
de la locura fingida de Hamlet. L a cau- fingida. Esta es una clave para descu-
sa que han encontrado es la siguiente: brir y comprender el pensamiento de
Hamlet se finge loco para ocultar su Shakespeare. A los ojos de la filosofía
pensamiento, como hizo Bruto. Efecti- del arte, la locura fingida de Edgard ex-
vamente, aparentar imbecilidad es u n plica la locura fingida de Hamlet.
arma ingeniosísima para ocultar u n E l A m l e t h de Bellestoret es un m á g i -
gran designio; el que se finge idiota, pue- co. E l Hamlet de Shakespeare es un
de observar con entera libertad. Pero el filósofo. Hace poco h a b l á b a m o s dé l a
caso de Bruto no es igual al de Hamlet; realidad singular que es propia á las
éste se finge loco para obtener su seguri- creaciones de los poetas, y Hamlet es el
dad personal. Bruto oculta su proyecto ejemplo m á s notable de ese tipo. Hamlet
y Hamlet su persona. Teniendo presente' dista mucho de ser una abstracción. ES-
TOMO I V . ^0
154 OBRAS D E VICTOR HUGO.

t u d i ó en la universidad; tiene el salva- asaltado alguna vez durante el sueño la


jismo d i n a m a r q u é s , que dulcifica la pesadilla de tener que huir apresurada-
cortesía italiana; es de baja estatura, mente, y os lo ha impedido la anquilosis
grueso, tira bien á la espada, pero se so- de las rodillas, la pesadez de los brazos,
foca con facilidad. Rehusa beber con la parálisis de las manos y la rigidez de
exceso durante el lance de armas que los músculos? Pues esa es la pesadilla
tiene con Laertes, temeroso sin duda de que Hamlet sufre despierto.
sudar demasiado. Después de dotar de Se os aparece como u n hombre que os
vida real de este modo á su personaje, el habla desde la m á r g e n opuesta de u n
poeta puede lauzarlo en pleno ideal; así rio. Desde allí os llama y os pregunta.
ya tiene lastre. Se encuentra á bastante distancia de la
Otras obras del espíritu humano igua- catástrofe en que vive, del t r a n s e ú n t e á
lan al Hamlet, pero ninguna le sobrepu- quien interroga, del pensamiento que le
j a . Hamlet tiene toda la majestad de lo domina, de la acción que realiza. Parece
l ú g u b r e . Es empresa colosal hacer nacer que n i siquiera toca el objeto que t r i t u -
u n drama de una sepultura abierta. ra. Apenas se concibe su aislamiento; es
Creemos que el Hamlet es l a obra capi- m á s el aparte de un espíritu que la ver-
t a l de Shakespeare. tiente por donde se despeña un príncipe.
No han creado los poetas n i n g ú n tipo L a indecisión verdaderamente es una
t a n doloroso y tan inquieto. Hamlet soledad; en ese estado n i con la voluntad
es la duda aconsejada por u n fantasma. propia se puede contar; parece que se
Hamlet vé á su padre muerto y le habla, haya ausentado vuestro yo, dejándoos
pero no le convence. Qué hará? No lo allí. L a carga de Hamlet no es tan rí-
sabe. Crispa los puños y después desfa- gida como la de Orestes, pero es m á s pe-
llece. E n su interior hacen estallar sada; Orestes arrastra la fatalidad y
profunda y espantosa tempestad las con Hamlet el destino.
jeturas, los sistemas, las monstruosas A pesar de estar alejado de los hom-
apariencias, los recuerdos sangrientos, la bres, contiene algo dentro de sí que los
veneración al espectro, el ódio, la ternu- representa á todos. Si en ciertos momen-
ra, el ánsia de la acción y del reposo, su tos nos tomamos el pulso, sentiríamos su
padre, su madre y sus encontrados debe- misma calentura, porque su e x t r a ñ a rea-
res. L a duda se apodera de su espíritu. lidad es nuestra realidad. Es el hombre
Shakespeare, que es prodigioso poeta fúnebre que somos todos en determina-
plástico, hace casi invisible la grandiosa das situaciones. Aunque Hamlet repre-
palidez de aquella alma. senta un caso patológico, expresa un es-
Sin embargo, la mitad de Hamlet la tado permanente del hombre, representa
llena la ira, la furia, los ultrajes, los sar el malestar que siente el alma en una
casmos á Ofelia, las maldiciones á su vida que no se ha creado para ella, el cal-
madre y los insultos á sí mismo. Conver zado que molesta é impide andar; el cal-
sa con los sepultureros riendo, después zado es el cuerpo. Shakespeare le libra
coge á Laertes por los cabellos, lo arro de él con acierto. Hamlet es príncipe,
j a á la fosa de Ofelia y patea furiosa- pero es imposible que sea rey. Vive tan
mente su a t a ú d . D á estocadas á Plomio, fuera de todo, que es incapaz de gober-
á Laertes y á Claudio. H a y momentos en nar. Pero hace m á s que gobernar: existe.
que parece que su inacción se entreabre Aunque se le quitara la familia y el
y por su abertura salen truenos. pais, el espectro y la aventura de Else-
Se atormenta por una vida posible, neur seria un tipo solitario y e x t r a ñ a -
mezclada de realidad y de quimera, mente terrible. Esto consiste en la canti-
y de su ansiedad participamos todos. dad de humanidad y en la cantidad de
Todas sus acciones participan de cierto misterio que encierra. Hamlet es formi-
sonambulismo. Parece que su cerebro dable, lo que no le impide ser irónico:
sea una formación y que haya en él una tiene los dos perfiles del destino.
capa de sufrimiento, otra de pensamiento Rectifiquemos una palabra que aca-
y otra de visión. Y al través de esta úl- bamos de consignar. L a obra capital de
t i m a capa siente, comprende, apercibe, Shakespeare no es el Hamlet; su obra ca-
bebe, come, se irrita, se burla, llora y pital es él mismo. Otro tanto puede afir-
razona. Parece que haya entre la vida y marse de todos los espíritus de primer
él una transparencia, la muralla del sue- órden. Su grandeza está en su conjunto.
ño que se vé en lontananza, pero á la
que nunca se llega. Nebuloso obstáculo
rodea á Hamlet por todas partes. ¿Os ha
GUILLERMO SHAKESPEARE. Í55
beth todo lo ha infringido, atropellado y
VI. roto, y sus excesos acaban por sublevar
hasta la misma naturaleza, que, cansada
Cerca de Hamlet y en el mismo plano de soportarle, pierde la paciencia y en-
deben colocarse tres dramas grandiosos, tra en acción contra Macbeth. L a natu-
Macbeth, Otelo y el Bey Lear. Son las raleza, convertida en alma, lucha contra
cuatro figuras que coronan el elevado el hombre convertido en fuerza.
edificio de Shakespeare. Y a nos hemos Este drama tiene proporciones épicas.
ocupado de decir lo que era Hamlet. Macbeth representa á l o s espantosos ham-
Decir que Macbeth personifica la am- brientos que ruedan por toda la historia,
bición, es no decir nada. Macbeth perso- que se llaman bandidos cuando viven
nifica el hambre, pero el hambre del en los bosques y conquistadores cuando
mónstruo, que es posible en el hombre. se sientan en los tronos. E l antecesor de
Algunas almas tienen dientes. No des- Macbeth es Nemrod. Estos representan-
pertéis su apetito. tes de la fuerza, ¿viven p e r p é t u a m e n t e
Morder la manzana es peligroso. L a dominados por las furias? No; debemos
manzana se llama Omnia, según dice el ser justos: persiguen u n objeto, y cuando
doctor de la Sorbona, Filesac. A la espo- lo alcanzan, se paran. Dad á Alejandro,
sa de Macbeth la crónica llama Grruoch. á Ciro, á Sessosistris ó á César el imperio
Esa Eva tienta á su A d á n . E n cuanto del mundo, y se a p a c i g u a r á n .
Macbeth muerde el fruto, se pierde para Veamos ahora q u é es el Otelo; vea-
siempre. E l primer fruto de A d á n y Eva mos q u é es esa figura inmensa y fatal.
fué Cain. E l primer fruto de Macbeth es Otelo es la noche. L a noche ama al
el asesinato. dia, la oscuridad ama á l a aurora. E l
L a codicia convertida en violenóia, l a africano ama á l a blanca. D e s d é m o n a es
violencia en crimen y el crimen en locu- la luz y la locura de Otelo; por eso los
ra, es la progresión que representa Mac- celos se apoderan de él con tanta facili-
beth. Los tres vampiros, la codicia, el dad. Otelo es grande, augusto y majes-
crimen y la locura, le hablan en l a sole- tuoso; su cortejo es la bravura, la batalla,
dad y le tientan á aspirar al trono. Cuan- la bandera, la gloria y el esplendor de
do le habla el gato Q-raymalkin, Mac- cien victorias; pero Otelo es negro: en
beth es la astucia; cuando le habla el cuanto está celoso, el héroe se convier-
sapo Paddock, Macbeth es el horror, y la te en mónstruo y el negro en salvaje.
figura unsex, esto es, Grruoch, completa A l lado de Otelo, que es la noche,
el cuadro. Macbeth deja de ser hombre y está siempre Yago, que es el mal. E l m a l
solo es ya una energía inconsciente que se es otra clase de sombra. L a oscuridad es
despeña ferozmente hacia el m a l . Des- la noche del mundo y el m a l es la no-
aparece en él toda noción de derecho; che del alma; en ésta crecen la perfi-
no le queda m á s que el apetito, y mue- dia y la mentira. E l que las ha visto de
ren á sus manos la m o n a r q u í a , el dere- cerca lo sabe. Con el que miente se cami-
cho histórico y el eterno y la hospitali- na á tientas.
dad. Hace m á s que matarlos, los desco- Yago cerca de Otelo es el precipicio
noce. Antes de caer b a ñ a d o s en sangre j u n t o á l a pendiente. "Por aquí,,, dice en
á sus pies, h a b í a n ya muerto en su alma. voz baja la red tendida á la ceguedad.
Macbeth empieza por asesinar á Ducan, Lo tenebroso se constituye en guia de lo
á su huésped. Dado el primer paso, colo- negro, y el e n g a ñ o se encarga de sumi-
cado ya en la pendiente, Macbeth rueda nistrar la luz, que falta á la noche. Los
despeñado y se precipita como una ava- celos toman por lazarillo á la mentira. Es
lancha. Cae y salta de un crimen á otro, espectáculo terrible ver que persiguen á
cayendo cada vez m á s bajo. Sufre la lú- la blancura y á la inocencia Otelo el
gubre gravitación de la materia que negro y Yago el traidor. Las ferocidades
invade su alma. Es ya la destrucción, la de la sombra se comprenden. Las dos en-
piedra de las ruinas, la antorcha de la carnaciones del eclipse conspiran, una
guerra, la fiera, la plaga. Como rey, pa- rugiendo y otra sonriendo, para conse-
sea por toda Escocia, a c o m p a ñ a d o de sus guir la t r á g i c a desaparición de la luz.
kernes y de sus gallow glasses , pesada- Otelo es la noche; sondead esa pro-
mente armados, degollando, robando y fundidad. Siendo la noche y queriendo
asesinando. Diezma á los Thanes, mata matar, de qué armas se valdrá? ¿del ve-
á Baquo, á todos los Macduíf, excepto al neno, de la maza, del hacha ó del puñal?
que le ha de matar; mata á la nobleza, De ninguna de esas. De la almohada.
al pueblo, á la patria y al "sueño,,. Mac- Matar es adormecer. Quizás el mismo
186
Shakespeare
OBRAS D E VICTOR HUGO.

no se dió cuenta de lo que Sevilla, que parecen construidas con sus


hacia. T a l es la fuerza y tal la realidad espirales, sus esculturas, sus aéreas cel-
de los tipos, que el creador deja algunas das, sus aposentos sonoros, sus campa-
veces que le arrastren y le dirijan. Por nas, su aguja y su enorme molde, expre-
eso acaso Desdémona, esposa del hombre samente para soportar en la cúspide un
Noche, muere asfixiada por la almohada á n g e l que abra al viento las doradas
que recibió su primer beso y que recoge alas. Así es el drama el Rey Lear.
su ú l t i m o aliento. E n esta admirable creación humana,
Lear es un pretexto para crear á Cor- ear sirve como de sosten á la inefable
nelia. L a hija que ejerce los deberes de creación divina de Cornelia. E l caos de
la maternidad con su propio padre, es crímenes, de vicios, de locuras y de m i -
un asunto admirable. No puede contem- serias del drama, aprovechan para moti-
plarse espectáculo m á s sagrado que el var la magnífica aparición de la virtud.
de las barbas blancas j u n t o al pecho jo- Como si Dios crease una aurora y después
ven de Cornelia. un nuevo mundo para ella, así Shakes-
Después que Shakespeare i m a g i n ó y peare, después de concebir el tipo de
concibió esa figura, tuvo creado el dra- Cornelia, crea un drama expresamente
ma; pero, ¿dónde colocar esa radiante para él.
visión? E n un siglo oscuro. Shakespeare Q a é figura la del padre! ¡Qué cariáti-
la coloca en el a ñ o 3105, en la época en de! Es un hombre encorvado que no hace
que Joas era rey de J u d á , Agampo rey más que cambiar de carga, carga que
de Francia y Lear rey de Inglaterra. cada vez es m á s pesada; cuanto m á s el
E l mundo entonces estaba envuelto en anciano se debilita, m á s aumenta el
misterio. E l templo de Jerusalen acaba- peso que le oprime. Primero sufre la car-
ba de construirse; los jardines de Semí- ga del imperio, después la de la ingrati-
ramis empezaban á demolerse; comen tud, después la de la desesperación, des-
zaban á circular las primeras monedas pués la del hambre y la de la sed, después
de oro en Egina; el tirano de Argos i n la de la locura. Las nubes bajan hasta
ventaba la balanza; Hesiodo acababa de su cabeza, las sombras de los bosques le
morir; Homero, si vivia, contarla ya cien persiguen, sopla sobre él el h u r a c á n , la
años; Licurgo regresaba á Esparta; en tempestad azota su manto, la l l u v i a cae
esa época Lear vive y reina en las teñe sobre sus hombros. Desatinado por la
brosas islas. Aquella noche oscura, que fúria que le domina, pero inmenso, i n -
convida al sueño, escoge Shakespeare crepa á las borrascas y al granizo con
para inventar á su antojo al rey Lear, á este grito épico: "¿Por q u é me odiáis,
un rey de Francia, á un duque de Bor por qué me perseguís, tempestades, si no
g o ñ a , á un duque de Cornwail, á un du sois mis hijas?,, Entonces todo concluye
que de Albany, á un conde de K e n t y á para él y la luz de su razón se debilita y
u n conde de GHocester. ¿Qaé le importa se apaga. Lear aparece en plena infan-
l a historia al que tiene de su parte la cia; el viejo se vuelve niño. A l niño le
humanidad? En cuanto elige el terreno falta una madre, y se le presenta su hija,
y designa el lugar de la escena, empieza su hija única, Cornelia, porque las otras
á edificar su obra. Se apodera de la t i r a dos, Regana y Goneril, han hecho lo su-
nía, que luego se convierte en debilidad ficiente para merecer el nombre de par-
y crea á Lear; de la traición, y crea á ricidas.
Edmundo; de la abnegación, y concibe á Cornelia se le acerca y le pregunta:—
Kent; de la ingratitud, y dá á este móns "Jíe conocéis?—'Si, os conozco; sois un espíri-
truo dos cabezas, la de Goneril, que la tu contesta el viejo con la sublime luci-
leyenda llama Grornerilla, y la de Hega dez del delirio. Entonces empieza la
na, que la leyenda llama llagan; se apo preciosa escena en la que Cornelia ali-
dera de la paternidad, de la m o n a r q u í a , menta con la leche de sus pechos al an-
del feudalismo, de la ambición y de la ciano venerable, que moria de inanición
demencia, que reparte entre tres locos: el en brazos del ódio. Cornelia nutre á
bufón del rey, que es loco por oficio; Lear de cariño, y éste recobra el valor; le
Edgard de Glocester, que es loco por pru- nutre de respeto, y el infeliz vuelve á
dencia, y el mismo rey, que es loco por sonreír; le nutre de esperanza, y la con-
miseria. E n la cumbre de semejante fianza renace en el anciano; le nutre de
amontonamiento trágico coloca asoma- prudencia, y recobra la razón el loco.
da á Cornelia. Lear, convaleciente, sube de grado en
Existen formidables torres de catedra- grado hasta recuperar la vida. E l niño
les, como por ejemplo, la Giralda de se convierte en viejo y el viejo en hom-
GUILLERMO SHAKESPEARE. d57
bre. H ó a q u í transformado el sér misera- lo que hace.,, Racine lo rechazaba por en-
ble y abyecto en sér alegre y feliz. E n tero, solo concediendo a m n i s t í a á dos ó
esta dilatación del ánimo se funda la ca- tres escenas de los Ghoéforos en una
tástrofe. Nunca faltan traidores, perju- nota puesta al m á r g e n de su ejemplar de
ros n i asesinos, y Cornelia muere. No Esquilo. Fontenelle dice en sus Observa-
puede imaginarse nada tan doloroso ciones: "No se sabe qué es el Prometeo de
como el asombro del anciano, que sin —squilo. Esquilo parece loco,,.
comprender lo que vé, espira abrazando E l siglo décimo-octavo en masa se
el cadáver de su hija, y muere sobre burló de Diderot porque admiraba las
aquella muerta. Euménides.
Hubiera sido dar un destino demasia- lodo el Dante es un disparate, dice Chau-
do sombrío al infeliz anciano hacerle v i - don. Miguel Angel me parece excesivo, dice
vir después que voló al cielo su hija. Hizo J o s é de Maistre. No puedo soportar nin-
bien en matarle el poeta. guna de las ocho comedias de Cervantes,
dice la Harpe. Es lástima que Moliére no
sepa escribir, dice Fenelon. Moliére es un
infame histrión, dice Bossuet. Un escolar
cualquiera evitaria las faltas en que incurre
LIBRO TERCERO Müton, dice el abate Trublet, que es una
autoridad como hay muchas. Corneille es
Tan eterno es Zoilo como Homero. exagerado y Shakespeare extravagante, dice
el mismo Voltaire, á quien hay necesi-
I. dad de combatir y defender constan-
temente.
L a Harpe, dirigiéndose á Shakespeare,
le dice: Ce courtisan grossier du profane "Shakespeare, dice Ben Johnson, ha-
vulgaire, cuyo alejandrino francés, tra- blaba con torpeza y sin gracia alguna.,,
ducido al español, significa: "Del vulgo ^o hay medio de probar lo contrario,
necio, grosero cortesano;,. E l mismo crí- Dorque los escritos quedan, pero las
tico dice t a m b i é n en otra parte: "Sha- conversaciones se las lleva el viento.
kespeare todo lo sacrifica á la canalla,,. Poco antes de que Scudery llamase á
Voltaire t a m b i é n le reprocha su eterna Corneillle: Corneille desplumado, Grreen
antítesis, pero en cambio L a Beaumelie labia llamado á Shakespeare: Grajo ves-
reprocha el mismo defecto á Voltaire tido con plumas ajenas. E n 1762 encerra-
Es justo que al que hiere con la crítica ron á Diderot en Vincennes por haber
le hieran t a m b i é n con su propias armas. publicado el primer tomo de la Enciclo-
pedia, y el suceso que m á s llamó la aten-
E l Ecclesiastés y el Cántico de los Cánti-
ción aquel a ñ o fué una estampa que se
cos, son juzgados de este modo por V o l -
vendía en los muelles de Paris y que re-
taire: ^Obras sin orden, llenas de imáge-
presentaba á un franciscano en el acto
nes rastreras y de groseras expresiones,,.
de disciplinar al célebre filósofo.
Poco tiempo después, el venenoso crí-
D ' Alembert hiere de u n solo tiro á
tico tiene que exclamar furiosamente
Calderón y á Shakespeare. Escribe en
"Se me posterg a a Crebillon el b á r -
una carta á Voltaire lo siguiente: " Y a
baro,, (1).
he anunciado á la Academia vuestro He-
U n vago de CEU de Boeuf, el cortesano
radio de Calderón, que será leido con el
m a r q u é s de Crequi, v á un dia á Ferney
mismo gusto que se ha leido la payasada
y escribe desde allí, con cierto aire de su
de Guillermo Shakespeare,,.
perioridad: "He visitado al viejo-niño Yol
taire. „ Pero nada importa que todo se ponga
en tela de juicio y que se combata lo que
Es equitativo que la injusticia caiga
es incombatible. E l eclipse es una buena
algunas veces sobre lo injusto, y V o l -
prueba, lo mismo para la verdad que
taire tuvo lo que mereció. Apedrear á
para la libertad. E l génio tiene derecho
los génios parece que sea una ley que
á la persecución, y nada puede afectarle
todos ellos hayan de sufrir; parece que
de lo que suceda; era genio antes y lo
necesiten que los corone el insulto.
será después. L a luz del sol no l a matan
Segiin la opinión de Saumaise, Bsqui los eclipses.
lo solo es u n puro fárrago. Quintiliano
Puede escribirse todo lo que se ocurra,
dice que no comprende la Orestia. Sófo
porque el papel tiene mucha paciencia.
cíes desprecia tranquilamente á Esquilo
El a ñ o pasado un erudito grave escribía
diciendo: "Guando hace algo bueno, no sabe
en una revista: Homero ya vá pasando de
(1) Oa VBL ose preferer Crebillen le barbare. moda.
458 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Los críticos completan la apreciación es decir, una especie de j a u r í a de perros,


del filósofo, del artista y del poeta con y contra los espíritus libres y rebeldes
el retrato del hombre, pero ¡con que re- azuzaba á sus escritorzuelos. No le bas-
trato! taba torturar; queria hacer sufrir moles-
Byron m a t ó á su sastre. Moliere tuvo tias de todas clases. Juntaba á Trissontin
relaciones incestuosas con su hija. Sha- con Vidocq, y de esta unión resultaba una
kespeare tuvo por "amante;; á lord Sou- inspiración compleja. L a pedagogía, uni-
thampton. Para ver reunidos todos los da á la policía, formaba parte de la au-
vicios llamó á la escena el público al au- toridad, y con t a l combinación la requi-
tor (1). Todos los vicios eran Beaumar- sitoria era un elemento de estética.
chais. Es bajo y orgulloso á u n mismo tiem-
Para saber quién era Byron, léanse á po el pedante á quien se eleva á la cate-
Glenarvon y las abominaciones que de él g o r í a de cómitre.
dice lady 131***, á quien él a m ó y que se E l abate I r r a i l , autor del libro Las que-
v e n g ó de que la hubiese amado. rellas literarias y canónigo de Monistrol,
Fidias fué alcahuete; Sócrates ratero pregunta á Beamelle: "¿Por q u é i n j u -
de capas; Espinosa renegado; el Dante rias tanto á Mr. Voltaire?,, "Porque la
concusionario; Miguel Angel recibia bas- injuria se vende„, responde L a Beame-
tonazos de Julio I I y se dejaba después lle. Cuando llega á noticias de Voltaire
apaciguar mediante 500 escudos; D ' A u - la pregunta y la contestación, exclama:
b i g n é fué un cortesano que dormía en uEs justo: el precio compra el escrito y el mi-
el escusado del rey, y ee ponia de m a l nistro compra al escritor. Esto se vende,..
humor cuando el rey no le pagaba; D i - Francisca de Issembourg de Hapou-
derot fué un libertino y Voltaire un court, mujer de Francisco Hugo, cham-
avaro; M i l ton venal, hasta el extremo de belán de Lorena, y conocida por el
recibir 1.000 libras esterlinas por escribir pseudónimo de madame de Grraffigny,
en l a t i n la apología del regicidio, etcéte- escribía á M r . Devaux, lector del rey
ra, etc. Quién dice todo eso? ¿Quién re- Estanislao: " M i querido Pampan: aleja-
fiere esas historias? Quién? L a calumnia. do Atys (léase: habiendo sido desterra-
do Voltaire), la policía hace circular
II. m u l t i t u d de hojas sueltas y folletos en
los cuales se le ataca duramente: se ven-
A ñ a d a m o s un detalle. den á sueldo en los cafés y en los teatros.
L a diatriba es en ciertas ocasiones un Esto disgustaría á la marquesa de Pom-
medio de gobierno. padour si no complaciese al rey.,,
Así se comprende que la policía inter- Desfontaines, otro insultador de V o l -
viniera en la estampa que representaba á taire después que éste le sacó de Bíce-
Diderot disciplinado, y que grabase el tre, decia al abate Prevost, que manifes-
franciscano un pariente próximo del car- taba deseos de que se reconciliase con él
celero de Vincennes. Los gobiernos, que el filósofo: "Si Argelia no hiciese la guerra,
son m á s apasionados de lo que debian se moriria de hambre, „
ser, no permanecen inactivos cuando se Este Desfontaines, que t a m b i é n era
trata de fomentar los ódios del pueblo abate, m u r i ó de hidropesía. Sus aficio-
E n otros tiempos las persecuciones poli nes, que eran m u y conocidas, movieron
ticas se sazonaban con las persecuciones á alguno á escribir sobre su tumba el si-
literarias. Es cierto que el ódio ódia sin guiente epitafio: Periit aqua qui mernit
ser remunerado, y que la envidia no nece igne.
sita que le den una pensión por vía de Es notable en las publicaciones supri-
estímulo; se calumnia sin g a r a n t í a del midas en el pasado siglo por órden del
gobierno, pero la paga nunca estorba. A Parlamento, un documento impreso por
ü o y , que era un poeta cortesano, escri Quinet y Basogue, y destruido sin duda
bir versos contra Voltaire no le impedia á causa de las revelaciones que contenia,
d e s e m p e ñ a r el cargo de tesorero d é l a cá- titulado de este modo: L a Aretinada, 6
mara de Clermont. Siempre viene bien Tarifa de los libelistas ó literatos injuria-
recibir una propina á cambio de u n ser- dores.
vicio; sonriéndose los amos dictan la ór- Madame Stael, que fué desterrada á
den agradable de injuriar al que se de- cuarenta y cinco leguas de P a r í s , se de-
testa, y se obedece de buen grado. tuvo cuando llegó á Beamont-sur-Loire,
Antes la autoridad tenia sus escribas, que dista de P a r í s exactamente cuarenta
(1) Et pour voir á la fin tous les vices ensamble. Le parterre
y cinco leguas. Desde allí escribía á sus
en lumulte á demandé 1' auteur. amigos. E n una de sus cartas, d i r i g i d a á
GUILLERMO SHAKESPEARE. 159
madame Gay, madre de la ilustre ma- lia. Su prisión estaba p r ó x i m a al calabozo
dame de Grirardin, se lee el siguiente en que murió Bernardo de Palissy. J ó -
párrafo: " A h , querida señora! ¡Qué per- ven, se le castigó con la cárcel; viejo, con
secución la que se sufre en estos destier- el destierro. Estuvo veintisiete años ale-
ros!... (Aquí suprimimos algunas líneas.) jado de P a r í s .
Si hacéis un libro se prohibe hablar de Juan Jacobo, que era algo salvaje y
él. Desagrada el que vuestro nombre se algo hurón, fué acorralado, batido como
publique en los periódicos, y sin embar- una fiera. P a r í s le encarceló, Ginebra le
go, es permitido difamarle.,, expulsó, Neufchatel le rechazó, Motiérs-
Travers lo condenó j Bienne le apedreój
m . Berna le dió á escoger entre la cárcel y
la expulsión, y la hospitalaria Lóndres se
L a diatriba algunas veces se sazona burló de él.
con cal viva. Entre los escritores m á s Ambos murieron con corto intervalo
aborrecidos por haber sido útiles, Voltai- de tiempo, pero su muerte no contuvo
r e y Rousseau figuran en primera línea. los ultrajes. L a injuria no se detiene por
Cuando vivieron los destrozaron y los tan poca cosa. E l ódio devora los cadá-
machacaron después de muertos. Cada veres, pero los filantrópicos libelos conti-
mordedura que se clavaba en estos hom- n u a r á n cebándose en ellos.
bres insignes la celebraban y la consig- Vino la revolución y los colocó en el
naban en la hoja de servicios de los es- P a n t e ó n .
birros de las letras. Insultar á Voltaire A l principio de este siglo, los padres
era un título para alcanzar el grado de llevaban á sus hijos á visitar las dos
galopín en Derecho. Los gobernantes es- tumbas y les decían: " A q u í están;;. I m -
timulaban á los libelistas en este traba- presionaban las imaginaciones infanti-
jo. T o d a v í a zumba la nube de moscas les, que salían de allí llevando grabado
que acudió alrededor de aquellas dos en el pensamiento el recuerdo de los dos
ilustres inteligencias. Como Voltaire era sepulcros, construidos el uno al lado del
superior, fué el m á s odiado. Todas las otro, provisionalmente revestidos de ma-
armas eran buenas para atacarle, como dera pintada figurando m á r m o l , en la
eran buenos todos los pretextos. Nunca que se leían los nombres de Voltaire y
le dejaron en paz. Su popularidad hizo Rousseau semiconfundidos en l a oscu-
decir á J o s é de Maistre: "Faris le coronó; ridad.
Sodoma le hubiera expulsado,,, Arouet se Subió al trono Luis X V I I I , y así como
t r a d u c í a por á rouer (para enrodarlo). E n la restauración de los Estuardos arran-
casa de la abadesa de Nivelles, princesa có á Cromwell de su sepulcro, la restau-
del Santo Imperio, semi-reclusa y semi- ración de los Berbenes despojó del suyo
mundana, que para parecer sonrosada se á Voltaire.
valia de los mismos medios que la aba- Una noche del mes de Mayo de 1814,
desa de Montbazon, se adivinaban cha- á las dos, se detuvo u n carruaje de plaza,
radas, entre otras la siguiente: " L a pri- cerca de la muralla que d á frente á
mera es su fortuna, la segunda su Bercy, en un campo que cerraba una
deber.,, L a solución era Vol-taire (1). U n empalizada; el solar de este campo per-
célebre miembro de la Academia de Cien- tenecía al Ayuntamiento de P a r í s . E l
cias, Napoleón Bonaparte, que vió en carruaje, que venia del P a n t e ó n , fué
1803, en la biblioteca del Instituto, allí por calles desiertas y solitarias. Se
una corona de laureles, en cuyo centro abrió la puerta de la empalizada y entra-
se leia esta inscripción: A l gran Voltaire, ron en el campo algunas personas, que
borró con la u ñ a las tres ú l t i m a s letras, acababan de apearse del carruaje. Dos
dejando por consiguiente este letrero: de ellas llevaban un saco. Las esperaban
" A l gran Volta,,. otros individuos, algunos de ellos vesti-
Constituyóse alrededor de Voltaire u n dos con traje talar. Se dirigieron hácia
cordón sanitario con el abate Desfontai- un hoyo que encontraron ya excavado
nes á la cabeza y el abate Nicolardot á en el centro del campo. Refiere uno de
la cola. Bien podemos colocar á Freron los testigos, que el hoyo tenia la forma
entre ellos, aunque no pertenecía á l a redonda y se parecía á un pozo cegado.
Iglesia; sus críticas clericales le hacen E n el fondo del pozo h a b í a n depositado
acreedor á esta distinción. cal viva. L a t é n u e claridad del alba ilu-
Voltaire empezó su carrera en la Basti- minaba escasamente aquella e x t r a ñ a es-
cena que se verificaba entre personajes
(1) Vol, robo; taire, callar. mudos. Abrieron el saco, que contenía
160 OBRAS D E VICTOR HUGO.

los huesos revueltos de Juan Jacobo y que la obligan á cerrar los ojos y á
de Voltaire, que poco antes h a b í a n saca* exclamar: "Esquilo se vá á perder! ¡El
do del P a n t e ó n . Vaciaron el saco en el Dante caerá!,, Ven que se remonta un
hoyo, arrojándolos en él; chocaron los dios y los imbéciles le gritan: "¡Que te
dos cráneos, produciendo una chispa, vas á romper la crisma!,,
que no vieron aquellos hombres, y que
reconcilió la cabeza que habia concebi- V.
do el Diccionario filosófico con la que pen-
só el Contrato social. Después que sacu- A d e m á s , los génios desconciertan. Su
dieron el saco, un hombre cogió una potencia lírica les obedece ciegamente
pala y llenó la fosa con la tierra que y la detienen cuando les place. Parecen
antes h a b í a n sacado de ella. L a pisotea-
unos desenfrenados que se paran de
ron para que no apareciese removida; pronto. Estos desenfrenados son melan-
uno de los concurrentes recogió el saco, cólicos. Se suben y se p á r a n en la cima
como el verdugo recoge los despojos de de los precipicios; plegan allí las alas
la víctima; salieron de la empalizada, y se entregan á una meditación tan sor-
cerraron la puerta, subieron al carruaje prendente como sus arrebatos. Con tan-
y, mudos como siempre, desaparecieron ta audacia remontan su vuelo hasta lo
con el vehículo antes de que saliese infinito, como se sumergen en los abis-
el sol. mos.
Son gigantes meditabundos. Su t i t á -
IV. nica meditación, para dilatarse, necesi-
ta lo absoluto y lo insondable. Piensan
Saumaise es peor que Scalígero, por- como el sol irradia la luz.
que no comprende á Esquilo y lo recha- Sus idas y venidas hácia el ideal pro-
za. De quién es la culpa? E n parte de ducen vértigos. Para ellos no hay nada
Saumaise y en parte de Esquilo. demasiado alto n i demasiado bajo: sal-
E l hombre estudioso que lea atenta- tan del Pigmeo al Cíclope, de Polífemo
mente los supremos libros, experimenta á los Mirmidones, de la reina Mab á
en ocasiones durante la lectura súbitos Caliban, de u n Cándido amor á un dilu-
escalofríos, seguidos de un estado febril, vio, y del anillo de Saturno á la m u ñ e c a
que le hace exclamar: "¡Esto no lo compren- de una niña. Tienen una pupila telescó-
do!—Esto si que lo comprendo!„—Solo los pica y otra microscópica, con las que
espíritus de primer orden, solo los ge- escudriñan familiarmente las dos profun-
nios, que se sumergen en lo infinito, didades aterradoras ó inversas; lo infini-
producen en los lectores esa sensación, tamente grande y lo infinitamente pe-
que para unos es de estupor y para otros queño.
de éxtasis. ¿No ha de haber, pues, muchas gentes
Como ya dijimos, y repetimos ahora, el furiosas contra ellos? ¿Por q u é no se les
n ú m e r o de lectores selectos acumulados ha de reprochar lo que acabamos de de-
de siglo en siglo y sumándose á sí mis- cir? ¿A dónde iríamos á parar si se les to-
mos, concluye por formar las muche- lerase tales excesos? No tienen escrúpu-
dumbres, que compone la m u l t i t u d su- los para elegir el asunto, que unas veces
prema, que es el público definitivo de los es horrible, otras doloroso; desarrollan
genios. una idea hasta agotarla, aunque pro-
Este es el público que por fin hay que duzca inquietud ó temor, y no tienen
tratar. Existe, sin embargo, otro público, misericordia del prógimo. Crean de una
otros críticos y otros jueces, que ya he manera inmoderada. Si no, véase lo que
mos indicado. Estos son los descon- es Job, un gusano en una úlcera, y La
tentos. Divina Comedia, una série de suplicios, y
Los pedantes bravos son tan bondado- la litada, una colección de llagas y de
sos que tienen lástima á los grandes heridas. Cortan una arteria y se compla-
génios, porque son séres imperativos, t u cen en describirla. Consultad una por-
multuosos, violentos, extremados, indó- ción de opiniones sobre Homero; por
ciles con los Aristarcos, refractarios á la ejemplo, la de Scalígero, la de Terráson,
retórica oficial y rebeldes á la higiene la de Lamotte, y veréis cómo los tratan.
académica. Por eso tienen compasión de ¿No es una inteligencia consagrar la
Shakespeare y dicen: " E s t á loco! ¡Sube cuarta parte de u n canto al escudo de
demasiado alto!,, L a muchedumbre de Aquiles? E l que no sabe contenerse no
los pedantes queda atontada y se inco- sabe escribir. Es verdaderamente terri-
moda con Esquilo y con el Dante por ble que estos poetas todo lo remuevan,
GUILLERMO SHAKESPEARE.

lo desordenen y lo trastornen. Así ha- desconfiar del otro. E l defecto de lo


dt>l
blan los Ateneos, las Universidades, las bello, como antes dijimos, es el de exce-
cátedras juramentadas, las sociedades der de los límites ordinarios. U n croquis
que se llaman doctas; así habla Saumai- de Piraneso os extravía; un golpe de Hér-
se, sucesor de Scalígero, en la Universi- cules os mata. L o grandioso tiene sus
dad de Leyden, y la clase media, y todo faltas. Es ingenuo, pero estorba. Espe-
lo que representa en literatura y en el ráis que la tempestad os refresque y os
arte el partido del órden. Nada m á s ló- ahoga; esperáis que el astro os ilumine
gico. y os deslumhra, cuando no os ciega. E l
A los pobres de espíritu hacen coro los Nilo fecundiza, pero se desborda. L o ex-
que tienen demasiado espíritu. Los es- cesivo es incómodo; vivir en el abismo es
cópticos ayudan á los afeminados. Los grosero; el infinito es poco habitable. No
genios, exceptuando muy cortas excep- conviene construir una casa de campo
ciones, son altivos y severos; son de ca- en la catarata del N i á g a r a n i en el circo
rácter abrupto, desprecian el panem et de G-avarnia. Es muy difícil familiarizar-
circenses, se amansan difícilmente, gru- se con esas feroces maravillas; para con-
ñ e n casi siempre y el vulgo de las gentes templarlas habitualmente sin sentirse
los ridiculiza. perturbados, es preciso ser un estúpido ó
Vosotros, poetas como M i l t o n y como un génio.
Juvenal, fomentáis la resistencia, perpe- Hasta la aurora nos parece demasiado
tuáis en el mundo el desinterés y encen- intensa, y sufre el que la mira frente á
déis el tizón de l a íé y el áscua de la frente; la vista en ciertos momentos no
voluntad para hacer brotar la llama. puede resistir la luz del sol. No nos
Sois parecidos á las vestales; tenéis un maravillemos, pues, de las quejas, de las
altar, que es la patria, y un trípode, que reclamaciones, de la prudencia de cierta
es el ideal. Creéis en los derechos del clase de crítica; de las oftalmías que pa-
hombre, en la emancipación, en el por- decen las academias y algunos centros
venir, en el progreso, en lo bello, en lo de enseñanza, de las precauciones que
justo y en lo grande; por eso os habéis recomiendan al lector, y de los tragalu-
quedado atrás y os habéis hecho anti- ces que emplean para amortiguar los
guos. Manifestar tantas virtudes es ya resplandores del génio. Este, por la mis-
una terquedad. Os refugiáis en el honor, ma fuerza de ser génio, sin él saberlo, es
pero al fin os refugiáis; mas ese heroísmo intolerable. ¿Qué familiaridad es posible
no echa raices, porque es un arcaísmo tener con Esquilo, con Ezequiel y con el
en nuestra época. E l fuego sagrado ha Dante?
pasado ya de moda. Si creéis en el dere E l yo dá derecho á tener egoísmo, y
cho y en la verdad, no pertenecéis á lo primero que hacen esos séres es mal-
vuestro tiempo; á fuerza de ser eternos tratar el yo de los demás. Siendo los
traspasáis los límites de la vida. génios exorbitantes en todo, oprimen
vuestro yo, porque sobrepujan vuestra
VI. inteligencia, ciegan los ojos de vuestra
imaginación, interrogan y escudriñan
E n resúmen: los grandes génios son vuestra conciencia, conmueven y arre-
importunos y es prudente conservarlos á batan vuestro corazón. Yendo con ellos
cierta distancia. no sabéis nunca dónde os encontráis, A
Fuerza es confesar que hay algo de cada paso os deslumhran con lo impre-
verdad en los cargos que se les dirigen visto. Creíais habéroslas con hombres y
L a aversión que inspiran se comprende os encontráis con gigantes; esperábais
Bajo cierto punto de vista, lo grande, lo ver águilas y veis séres con seis alas.
fuerte, lo luminoso lastima. A nadie le ¿Están acaso fuera de la naturaleza y
gusta ser sobrepujado, y al que le de- les falta la humanidad? Nada de eso;
muestran que es inferior se ofende. L o todo lo contrario. Aventajan á los de-
bello existe por sí mismo y no necesita m á s séres en que contienen m á s esencia
para nada del orgullo; pero á la media- de naturaleza y de humanidad. Son
n í a humana la h u m i l l a al mismo tiem- hombres sobrehumanos, pero hombres.
po que la encanta; parece que natural- Vosotros tenéis la parte, ellos el todo;
mente la belleza sea un vaso lleno de abarcan en su inmenso corazón á toda
orgullo y que el público, para vengarse la humanidad, son m á s que vosotros, y
del placer que le causa, aplique al génio como os reconocéis en su obra, os sor-
que la produce la palabra soberbio, que prendéis. A su naturaleza total, á su
tiene dos sentidos, uno de los que hace humanidad completa, agregan, aumen-
TOMO I V . 34
162 OBRAS D E VICTOR HUGO.

tando vuestro terror, la prodigiosa re- yos, cantan pájaros, se mueven las hojas
verberación de lo desconocido. No es, y se abren las flores,
pues, de e x t r a ñ a r que esquivéis su fami-
liaridad y que no os sea enteramente
agradable su c o m p a ñ í a .
Para que recreen los libros colosales L I B R O CU.AJrtTO.
es preciso que los lectores sean atletas. Es
indispensable confesarlo: los mónstruos
de lo sublime desordenan y trastornan Crítica.
la vulgaridad de las costumbres, la vida
pedestre y el egoísmo tranquilo ó inofen- I.
sivo.
Sin embargo, en determinadas horas Todas las obras de Shakespeare, ex-
nada encontrareis tan hospitalario para ceptuando Macheth y Borneo y Julieta, es
el alma como esos espíritus severos, si os decir, treinta y cuatro de las treinta y
abismáis en su lectura. Su bondad y su seis que escribió, ofrecen cuando se estu-
dulzura no tienen límites. Os llaman di- dian una particularidad que no han no-
ciendo: Entrad. Os reciben en su casa tado hasta hoy los comentaristas y los
con fraternidad de arcángeles, afectuo- críticos m á s importantes; ha pasado des-
sos, melancólicos y consoladores. Os en- apercibida para los Schlegel y para el
contráis allí m u y bien, porque conocéis mismo Villemain, y sobre la cual es pre-
que os aman. ciso decir algo. Esta particularidad con-
Extraordinario poder supone extraor- siste en una doble acción que atraviesa
dinario amor. Se hincan de rodillas como el drama y que le refleja en pequeño. A l
vosotros para hacer oración, porque sa lado de la tempestad en el Atlántico, la
ben que Dios existe. Aplicad el oido á tempestad dentro de u n vaso de agua.
estos colosos y oiréis cómo palpitan. ¿Te- Así Hamlet tiene debajo de sí á otro
neis necesidad de amar, de llorar, de ar- Hamlet; mata á Polonio, padre de Laer-
rodillaros, de levantar las manos al cielo tes, y Laertes está ante Hamlet en la
con confianza y con serenidad? Pues es- misma situación que éste frente á frente
cuchad á los poetas, que ellos os ayuda- de Claudio. Hay, pues, dos padres que
r á n á elevaros hácia el dolor sano y fe- vengar; del mismo modo podria haber en
cundo y os h a r á n sentir la utilidad el drama dos espectros. T a m b i é n en el
celeste del enternecimiento. E l genio Bey Lear, al que desesperan sus hijas Glo-
tiene algo de la maternidad. neril y R e g a ñ a , y al que consuela su
Como las grandes m o n t a ñ a s tienen en hija Cornelia, se repite esta misma situa-
sus vertientes todos los climas, los gran- ción en Grlocester, que es víctima de la
des poetas tienen todos los estilos; les traición de su hijo Edmundo y se vé ido-
basta con cambiar de zona. Ascended y latrado por su hijo Edgardo. Es e x t r a ñ o
encontrareis la tormenta; descended y que se encuentre en Shakespeare la idea
encontrareis las flores. E l fuego interior bifurcada, haciéndose eco á sí misma un
se armoniza fácilmente con el frió exte- drama menor, copiando al drama princi-
rior; el ventisquero no desea otra cosa pal la acción, arrastrando á su satélite la
que ser cráter, y la salida m á s grata acción menor y la unidad cortada en
para la lava es al través de la nieve. No dos. Las acciones dobles han sido censu-
es e x t r a ñ o que salga en llamas de las radas por los comentadores que se han
cúspides de las m o n t a ñ a s polares. Este fijado en ellas. Nosotros no nos asocia-
contacto de los extremos es una ley de la mos á esa censura, pero esto no quiere
naturaleza, en la que á cada paso se pro- decir que aprobemos que se escriban dra-
ducen los efectos teatrales de lo sublime. mas con dos acciones. E l drama de Sha-
U n a m o n t a ñ a ó un genio son majesta- kespeare es un drama sui generis, es
des ásperas. Esas masas desprenden una propiamente suyo, es inherente á ese
especie de intimidación religiosa. E l poeta, está en la m é d u l a de sus huesos.
Dante está tan cortado á pico como el Por eso se ven en sus obras originalidades
Etna. Los precipicios de Shakespeare absolutamente personales é idiosincra-
equivalen á l o s abismos del Ohimborazo. sias que existen sin constituir ley. Esas
Las cimas de los poetas están cubiertas dobles acciones son enteramente shakes-
de nubes como las cumbres de las mon- pearianas. N i las admiten Esquilo n i
t a ñ a s , y sa oye en ellas el fragor de los Moliére, y nosotros aprobamos que no
truenos. E n los valles, en las gargantas, las admitan.
en los pliegues del terreno corren arro Esas dobles acciones son a d e m á s pro-
GUILLERMO SHAKESPEARE. 163
pias del siglo diez y seis. Cada época un bosque; el modo de crecer de cada
lleva su misteriosa marca de fábrica. Los árbol constituye un secreto; la savia sabe
siglos tienen cada uno su firma especial, o que hace y las raices obran como de-
que estampan al pió de las obras maes- Den. Tomamos las cosas como son en
tras y que es necesario saber descifrar y realidad; nos agrada lo que es excelente,
reconocer. E l siglo diez y seis no firma tierno ó magnífico; aplaudimos las obras
como el siglo diez y ocho. E l renaci- magistrales; no nos servimos de unas
miento era un tiempo sutil y de refle- 3ara rechazar las otras; no exigimos que
xión. E l espíritu del siglo diez y seis era Pidias esculpa catedrales n i que P i n a i -
de doble aspecto, y su idea estaba divi- grier embellezca los templos con crista-
dida en dos compartimientos. Observad les de colores; n i pedimos á Munster l a
los púlpitos de las iglesias. E l renaci- perfección del Parthenon n i al Parthe-
miento, con arte exquisito y caprichoso, non la grandeza de Munster. Nos satisfa-
hacia siempre repercutir el A n t i g u o Tes- cemos con que las dos obras sean bellas,
tamento en el Nuevo. E n todo habia y renunciamos de buen grado á criticar
doble acción. E l símbolo explica el per- al pavo real las patas, al cisne el grito,
sonaje, repitiendo su actitud. Si en un al ruiseñor las plumas, á la mariposa l a
bajo-relieve J e h o v á sacrifica á su hijo, oruga, á la rosa las espinas, al león el
en el bajo-relieve de su lado está Abra- hedor, al elefante la piel, á la cascada el
ham sacrificando á su hijo t a m b i é n . Jo- rumor, á la naranja las pepitas, al Océa-
ñ a s pasa tres dias en el vientre de la no la sal, al sol las manchas y á Noé l a
ballena, y Jesús pasa tres dias dentro desnudez. E l aliquando honus dormitat
del sepulcro. es permitido á Horacio y lo aceptamos.
Estas singulares repercusiones consti- Pero Homero estamos seguros de que no
tuyen uno de los modos de ser del arte se lo diria á Horacio. A aquella á g u i l a
profundo y rebuscado del siglo diez y le parecería delicioso este colibrí par-
seis. lero.
Por eso Shakespeare, que fué fiel al Convengo en que produce cierta satis-
espíritu de su época, ideó á Laertes, facción creerse superior á los demás y
vengando á su padre al lado de Hamlet, decir: Homero y el Dante son pueriles.
que vengaba el suyo, é hizo que aquel ¿Por q u é no se ha de procurar disminuir
persiguiese á Hamlet al mismo tiempo el valor de los génios? Es grato, por
que Hamlet perseguía á Claudio; por eso ejemplo, exclamar con el abate Trublet:
retrató tan bien la piedad filial de Cor Milton es un niño de escuela. ¡Cuánto génio
nelia en la piedad filial de Edgardo, ( ha de tener el que encuentra que Sha-
i m a g i n ó que sufriesen la i n g r a t i t u d de kespeare no lo tiene! A s í se lisonjean á
dos hijos desnaturalizados dos padres sí mismos ciertos hombres. E l autor de
miserables, uno de los que habia perdido estas líneas declara que lo admira todo
la luz de los ojos y el otro la luz de la como u n ignorante. Por eso ha escrito
razón. este libro.
Admiro y soy entusiasta. Creo que en
II. este siglo no ha de ser inútil este ejem-
plo.
Entonces no debe haber críticos? ¿ E n
tonces no debe haber censura? E l génio es III.
una entidad como la naturaleza, y por lo
tanto ha de ser, como ella, aceptado sin No esperéis, pues, ninguna crítica*
condiciones. Por la m o n t a ñ a se sube ó no Admiro á Esquilo, á Juvenal y al Dante
se sube. H a y gentes que critican el H i en conjunto y en detalle, y no me burlo
malaya piedra por piedra. E l E t n a de los grandes bienhechores de l a huma-
alumbra y vomita, lanza fuera su res- nidad. Lo que vosotros l l a m á i s defecto
plandor, su ira, sus lavas y sus cenizas, yo lo califico de acento. Recibo y doy las
y los críticos las cogen y las pesan. Entre gracias. No heredo las maravillas del
tanto el génio continúa haciendo su espíritu humano á beneficio de inventa-
erupción. Todo en él tiene su razón de rio. A l Pegaso regalado no le miro las
ser. Su sombra es el anverso de su luz; bridas. Las obras magistrales me dan
su humo proviene de su llama; sus pre- hospitalidad, y entro en ellas con la ca-
cipicios son proporcionados á su altura. beza descubierta y encuentro hermosa
Preferimos esto á aquello, pero nada la fisonomía del huésped. I n ú t i l es de-
decimos al presentir en esa maravilla la cir que admiro á Shakespeare. Y a que
presencia de Dios. Nos encontramos ens me han calificado de s¿mj9Ze algunos es-
164 OBRAS D E VICTOR HUGO.

cntores y críticos distinguidos, y hasta i la fuente del Faso y el otro en el Valí


m i amigo M . de Lamartine (1), quiero dus-Murus, cerrando el paso entre la
justificar el epíteto. T e r m i n a r é por una m o n t a ñ a y el mar; coloso al que la luz
observación de detalle á lo que tengo del sol, según se levanta ó se pone, hace
que decir de Shakespeare. proyectar el inmenso perfil de su som-
Orestes, el fatal antecesor de Hamlet, bra, ya en Europa hasta Corinto, ya en
no es el único lazo que une á Esquilo con Asia hasta Bangalore.
Shakespeare; hay t a m b i é n relación me- A d e m á s , Mab, que t a m b i é n se llama
nos perceptible entre Prometeo y Hamlet. Tanaquíl, tiene toda la vaporosa incon-
Estudiando al primero salta á la vista sistencia del sueño. Aunque se llama
la misteriosa intimidad de ambos poetas, Tanaquil, es la mujer de Tarquiro el
pero de un modo tan e x t r a ñ o y en un Antiguo, que hila para el adolescente
punto que hasta hoy no han notado los Grervio Tulio la primera t ú n i c a que lle-
observadores n i los críticos. Prometeo.es va sobre sus hombros u n romano al
el abuelo de Mab. abandonar la protesta. Oberon, ó sea
Probémoslo. Numa, es su tio. E n Huon de Burdeos se
Prometeo, como todos los personajes llama Grlorianda y tiene por amante á
legendarios, como Salomón, César, M a - Julio César, de quien es hijo Oberon; en
homa, Garlo-Magno, el Cid, Juana de Spenzer se llama Grloriana, siendo Obe-
Arco ó Napoleón, tienen doble prolonga- ron su padre, y en Shakespeare se llama
ción, una en la historia y otra en la le- Titania y Oberon es su marido. Titania!
yenda. L a prolongación de Prometeo en Este nombre une á Mab con el T i t á n y á
la leyenda es la siguiente: Shakespeare con Esquilo.
Prometeo, que es creador de los hom-
bres, es t a m b i é n creador de los espíritus. IV.
Es padre de una dinastía de dioses, cuya
filiación nos han conservado las antiguas U n hombre importante de nuestros
tradiciones. Vamos á insertar esta filia- tiempos, célebre historiador, orador elo-
ción. Elfo, es decir, el R á p i d o , hijo de cuente, que ha sido uno de los traducto-
Prometeo y Elfino, rey de la India, y E l - res de Shakespeare, se equivoca, á nues-
finan, fundador de Cleopolis, la ciudad tro juicio, cuando se apesadumbra por el
de las hadas; y Elfilino, el constructor de escaso influjo que dicho génio ha ejerci-
la muralla de oro; y Elfinell, el vencedor do en el teatro del siglo diez y nueve. No
de la batalla contra los demonios; y E l - participamos de su pesadumbre. Nin-
la uto, que hizo de cristal toda Pan tea; y g ú n influjo, n i aun el de Shakespeare,
Elfar, que dió muerte á Bicéfalo y á T r i - podría alterar la originalidad del movi-
céfalo; y Elfinor el Mago, una especie de miento literario de nuestra época. " E l
S a l o m ó n que levantó en el mar un puen- sistema de Shakespeare, dice el autor
te de cobre, que sonaba como los true- aludido, puede suministrar, á nuestro
nos, non imitabile felmen aere et cornipedum entender, el plan según el cual debe tra-
pulsu simular et equorum; y setecientos prín- bajar el génio en lo sucesivo.,, No somos
cipes y Elficleos el Sabio, Elíeron el Her de esta opinión, porque Shakespeare es
moso y Oberon, y por último Mab. ¡Ad- un génio, pero no es un sistema. Nos he-
mirable fábula que con sentido profundo mos extendido acerca de este punto, y
liga lo sideral á lo microscópico y lo i n nos extenderemos m ás, pero diremos
finitamente grande á lo infinitamente ahora que lo que ha hecho Shakespeare
pequeño! queda hecho de una vez para todas. Es
De este modo el infusorio de Shakes imposible retroceder hasta él; que se le
peare se une al gigante de Esquilo. admire ó que se le critique, no se puede
L a hada paseada sobre los hombres rehacer su obra.
dormidos en su carroza, que tiene por te U n crítico distinguido, M r . Chandesai-
clio una ala de saltamonte, y de l a que gues, añade: "Se ha restaurado á Sha-
t i r a n ocho moscones enganchados con kespeare, pero sin seguirle. L a escuela
rayos de luna; la hada átomo tiene por r o m á n t i c a no le ha imitado, y esta es su
antecesor al prodigioso T i t á n , l a d r ó n de falta;;. Nosotros creemos, por el contra-
astros, amarrado al Cáucaso; con una rio, que este es su mérito, y contra lo^
mano en las puertas del Caspio y con la que le acusan, le aplaudimos. E l teatro
otra en las del Ararat; con un pió en contemporáneo, sea lo que sea, es sustan-
tivo. E l teatro contemporáneo tiene por
(1) «La biografía del obispo Myriel, que en algunos puntos divisa: Sum, non sequor. No pertenece á
es algo pueril j-hasta algo simple...» Lamartine, Curso de
literatura. Conferencia LXXX1V. n i n g ú n sistema. Tiene su propia ley
GUILLERMO SHAKESPEARE. i 65
y la cumple y vive de su propia exis- Examinad, profundizad á Shakespea-
tencia. re y veréis cómo se obstina siempre en
E l drama de Shakespeare retrata al ser el mismo. No esperéis que os haga
hombre en un momento determinado. E l ninguna concesión de su yo. No por ser
hombre pasa, pero el drama queda, por- egoísta, sino por ser hombre de volun-
que tiene por fondo eterno la vida, el tad. Comunica al arte sus órdenes, pero
corazón, el mundo, y por superficie el dentro de su propia obra; porque n i el
siglo diez y seis. N i se puede continuar arte de Esquilo, n i el de Maquiavelo, n i
n i rehacer. A otro siglo corresponde otro el de Calderón, n i el de B e a u m a r d í a i s ,
arte. n i ninguna de las formas del arte, que
E l teatro contemporáneo no ha segui- viven cada una de la vida especial de un
do á Shakespeare, como no ha seguido á génio, obedecería las órdenes de Shakes-
Esquilo. Dejando aparte las razones que peare. E l arte, bajo este punto de vista,
para esto tiene, y que m á s adelante indi- -epresenta inmensa igualdad y profunda
caremos, nos ocurre hacer esta pregunta: ibertad, que la región de los iguales
¿A q u é poeta de los dos escogerla el que es t a m b i é n la región de los libres.
quisiera imitar ó copiar? Esquilo y Sha- Una de las grandezas de Shakespeare
kespeare parece que hayan sido creados consiste en la imposibilidad de servir de
para probar que los contrarios pueden modelo. Si queréis convenceros de su
ser admirables. E l punto de partida del idiosincrasia, abrid y leed cualquiera de
uno es absolutamente opuesto al punto sus obras; veréis como todas ellas tienen
de partida del otro. Esquilo es l a con- carácter propio.
centración, Shakespeare es la dispersión, ¿Habéis visto nada m á s personal que
y es preciso aplaudir al uno porque está Troilo y Cresida? Es una Troya cómica.
condensado y al otro porque está disper- Ved Mucho ruido para nada, una trage-
so. A Esquilo corresponde la unidad y á dia que termina en una carcajada. Ved
Shakespeare la ubicuidad. Como semejan- E l Cuento de invierno, un drama pastoril.
tes inteligencias siempre están comple Shakespeare en su obra está en su casa.
tas, se siente mover toda la libertad de Queréis ver u n despotismo? Pues ved su
la pasión en el drama de Esquilo y con- fantasía; q u é voluntad para los sueños!
verger en el drama disperso de Shakes- qué decisión para el vértigo! ¡qué abso-
peare todos los rayos de la vida. Aquel lutismo en lo indeciso y en lo vago! Llena
parte de la unidad*y llega á lo múltiple, de t a l suerte el sueño algunas de sus
y éste parte de lo múltiple y llega á la obras, que el hombre se deforma en
unidad. Esto resalta con evidencia con ellas, hasta el punto que m á s que hom-
í r o n t a n d o á Hamlet con Orestes, doble pá- bre parece nube. E l Angelo de Medida
gina extraordinaria, anverso y reverso de por medida es un tirano de niebla. Se
la misma idea, que parece escrita expre desvanece y se disuelve. E l Leontes de
s á m e n t e para probar hasta qué punto E l Cuento de invierno es u n Otelo que se
dos genios diferentes, haciendo la misma disipa. E l Cimbelino se cree que Jachimo
cosa, hacen dos cosas distintas. se vá á convertir en Yago, pero se di-
F á c i l es ver que el teatro contemporá suelve. E n todas partes el sueño. Mirad
neo, bien ó m a l , se ha trazado su camino cómo pasan Mansilio, P ó s t u m o , Hermio-
propio entre la unidad griega y la u b i ne y Perdita. E n La Tempestad, el duque
cuidad shakespeariana. de Milán tiene "un bravo hijo,,, que es
como un sueño en el sueño. Solo Fer-
V.
nando habla de él y parece que es el
único que le ha visto. U n bruto llega á
Descartando por un instante l a cues ser razonable; testigo el. polizonte Le-
tion del arte contemporáneo, para ocu coude de Medida por medida. U n idiota se
parnos de ella m á s tarde, vamos á coló muestra de repente con talento; testigo
carnes bajo un punto de vista general. Cloten de Cimbelino. U n rey de Sicilia
L a imitación siempre es estéril y fu tiene celos de un rey de Bohemia. L a
nesta. Refiriéndose ésta á Shakespeare Bohemia tiene playas, en las cuales re-
que es en grado superior génio humano cogen niños los pastores. Teseo, duque,
y universal, diremos que es imposible contrae matrimonio con H i p ó l i t a , ama-
porque, como todos los verdaderos g é zona. Mézclase en todo esto Oberon.
nios, posee el espíritu idiosincrático y A q u í quiere Shakespeare soñar; en otras
personal. Este poeta parte de sí propio partes piensa. Diremos más: hasta cuan-
para llegar hasta nosotros; por eso es do sueña piensa, de otra manera, pero
inimitable. con profundidad igual.
166 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Dejad tranquila la originalidad de trados, la diatriba de los turiferarios y


los genios, que tienen algo salvaje esos la certeza de los cortos de vista y de las
misteriosos civilizadores. Hay algo desco- almas bajas. L a escuela ódia á Shakes-
nocido hasta en sus comedias, en sus bu- peare. L e sorprende en f r a g r a n t é deli-
fonerías, en sus carcajadas y en sus risas; to del trato popular y paséase por las
se siente en ellas el horror sagrado del encrucijadas, hablando como habla todo
arte y el terror omnipotente que causa el mundo, gastando las expresiones que
lo imaginario cuando se confunde con usa cualquier advenedizo, recibido con
lo real. Cada cual permanece solo en su cariño por el pueblo que le es simpático,
caverna. Se comprenden desde lejos, aplaudido por manos que ennegrece el
pero no se copian. Los leones no se a l q u i t r á n y aclamado por la ronca gri-
imitan. tería que producen los hijos del tra-
N i Diderot refunde á Bayle, n i Beau- bajo.
marchais calca á Planto, n i necesita á E l drama de Shakespeare es la expre-
Dave para crear á F í g a r o . M Piraneso sión del pueblo; la escuela se indigna y
se inspira en Dédalo, n i Isaías recomien- exclama: Odi profanus vulgus. Encuentra
za la obra de Moisés. que es d e m a g ó g i c a su poesía libre y que
U n dia, en Santa Elena, decía mon- el autor del Hamlet "se sacrifica á la ca-
sieur de Lacases á Napoleón:—"Señor, nalla,,. Pues bien; si por algo Shakes-
puesto que habéis sido dueño de l a Pru- peare es grande, es por esto.
sia, yo en vuestro lugar, cuando fuisteis Los poderosos del mundo, rodeados de
á visitar el sepulcro de Potsdam, en don- los hombres de dinero, ocupan el primer
de está depositada la espada del gran plano de la vida y pasan la existencia en
Federico, la hubiera cogido y me la hu- plena luz. E l poeta no los vé, y si los vé,
biera ceñido.,,— Vaya una simpleza! con- los desprecia. Levanta la vista y contem-
testó Napoleón; yo tenia la mía. pla á Dios; después la baja y contempla
L a obra de Shakespeare es absoluta, al pueblo. Y allá, en el fondo de la os-
soberana, eminentemente solitaria, subli- curidad, poco visible, entrevé á la m u l t i -
me cuando irradia luz, absurda cuando tud, al dolor inmenso y l ú g u b r e amonto-
l a refleja, pero incopiable. Es insensato nado, al venerable pueblo que componen
imitar á Shakespeare, como seria estúpi- los andrajosos y los ignorantes. U n caos
do imitar á Hacine. de almas. Esta muchedumbre agobiada
permanece muda; n i sabe, n i puede, n i
piensa, pero sufre. Tiene hambre, frió y
VI. desnudez. De los harapos retorcidos, de
las hijas del pueblo, caen perlas para las
Fijemos de paso el calificativo que Fon tanges y las Chateauroux. E l ham-
está m u y en moda en todas parte; el bre cubre de oro los palacios de Versa-
profanum vulgus que inventó un poeta y lles. E n aquella masa humana de vivos
que acentuaron los pedantes. ¿Quién es y de moribundos, las larvas agonizan, á
el vulgo profano? L a escuela dice: E l pue- la madre le falta leche, al padre trabajo,
blo; y nosotros decimos: L a escuela. á los cerebros luz; y si entre tanta mise-
Digamos ante todo q u é es lo que en- ria se vé por casualidad un libro, es como
tendemos por escuela. L a escuela es l a un cántaro que se ofrece para apagar la
resultante de los pedantismos y la excre- sed de las inteligencias, líquido insí-
cencia literaria del presupuesto; l a es- pido ó corrompido. Pobres familias!
cuela es el mandarinato intelectual que Estos infelices agonizan sin tener si-
domina en los diversos centros de ense- quiera fuerzas para amar, y mientras se
ñ a n z a oficiales y autorizados; la escuela resignan, sin saberlo quizás, surge de to-
es la ortodoxia clásica y escolástica das sus inconsciencias, en las que reside
amurallada, la a n t i g ü e d a d homérica y el derecho, una voz imperceptible y mis-
virgiliana explotada por literatos fun teriosa, que articula sílaba por sílaba en
cionarios mediante u n privilegio; la es- la oscuridad estas palabras extraordina-
cuela es un auxiliar de los elementos rias: "Porvenir, Humanidad, Libertad,
que conservan el órden público, es la Igualdad, Progreso;,. E l poeta escucha y
ciencia de los pedagogos, es la historia oye; mira y vé; comprende m á s cada vez
de los historiógrafos, es la poesía de los y llora, y de repente, creciendo con gran-
laureados, es la filosofía de los sofistas, deza verdaderamente e x t r a ñ a , s acá de
la crítica de los magisters, la religión de todas esas tinieblas su propia transfigu-
los mogigatos, la metafísica de los dis- ración y se levanta, tierno y terrible, por
ciplinados, la vejez de los jóvenes cas- encima de todos los miserables, de los de
GUILLERMO SHAKESPEARE. 167
arriba y de los de abajo, despidiendo ra-1 derecho, el progreso tenga por jefe a l va-
yos de luz de sus ojos. ¡ lor, l a inteligencia tenga a l honor por
Pide cuentas á voz en grito y exclama: i soberano, la conciencia tenga por déspota
"De todas estas desventuras la ilustración! al deber, la civilización tenga por reina
es el único remedio.,, Erudimim. E n t o n - j á l a libertad, y l a ilustración tenga por
ees se asemeja á un gran recipiente lleno | esclava á la ignorancia,
de humanidad, que agita una mano ce-
leste y que derrama sobre la tierra gran-
des gotas de fuego para los opresores y
de rocío para los oprimidos. ¿Esto os pa- L I B R O QUINTO.
rece mal? Pues á nosotros nos parece
bien. Es justo que haya alguno que ha-
ble cuando todos sufren. Necesitan ense- Los ingenios y las masas.

ñ a n z a los ignorantes que padecen y los


ignorantes que gozan. L a ley de frater- I.
nidad proviene de la ley del trabajo. Pa- E n el espacio de ochenta años se han
saron los tiempos de l a guerra y llegan realizado acontecimientos memorables.
los tiempos del amor. E l poeta cumple E l suelo está cubierto de ruinas.
su misión promulgando estas verdades, y Pero lo que se ha realizado es poco
para cumplirla es preciso que sea pueblo comparándolo con lo que queda por rea-
y populacho; es decir, que traiga u n ele- lizar.
mento de progreso y que no retroceda Destruir es el trabajo y edificar es l a
ante n i n g ú n obstáculo. L a distancia ac- obra. E l progreso derriba con l a mano
t u a l que media entre lo ideal y lo real izquierda y construye con l a derecha. L a
no puede medirse de otro modo. Este es mano izquierda del progreso se llama
el primer deber de los poetas. Es útil y Fuerza; l a mano derecha se llama E s p í -
necesario que el aliento del pueblo llegue r i t u .
hasta las almas omnipotentes, porque En la actualidad hay ya mucho des-
éstas tienen bastante que decirles. Es truido; gracias á nuestros padres, ha cal-
conveniente que Eurípides les haga co- do en escombros la antigua civilización.
nocer las verduleras de Atenas y Sha- Ahora debemos todos reunimos porque
kespeare los marineros de Londres. nos llama el trabajo, porque se trata de
Sacrifícate á l a canalla ¡oh génio!, á construir.
esa infeliz desheredada, vagabunda, Se nos presentan tres cuestiones. ¿Qué
hambrienta y desesperada. L a canalla es vamos á construir, dónde y cómo?
el género humano en l a miseria; es el Pues vamos á construir a l pueblo en
pueblo víctima de las tinieblas. Sacrifí- el progreso y por medio de l a ilustra-
cate por ella y nada te importe que te ción.
rechacen y que te destierren, como des-
terraron á Voltaire á Ferney; á D ' A u - n.
v i g n é á Grinebra; al Dante á Verona; á
Juvenal á Siena; á Tácito á Methyme; á Construir al pueblo es l a primera ur-
Esquilo á Grela; á Juan á Patmos; á Elias gencia.
á Oreb; á Tucídides á Tracia, y á Isaías E l alma humana (y esto es importan-
á Asiongaber. Sacrifica por ella t u oro y te consignarlo en los momentos actuales)
t u sangre, que vale m á s que t u oro, y t u necesita más lo ideal que lo real.
pensamiento, que vale m á s que t u san- Por lo real vive y por lo ideal existe.
gre, y t u amor, que vale m á s que t u pen- Para definir bien esta diferencia, dire-
samiento. Sacrifícaselo todo menos la mos que los animales viven y el hombre
justicia. Corrígela, adviértela, instrú- existe.
yela, g u í a l a y edúcala. Hazla asistir á Existir es comprender; es sonreír en el
la escuela de l a honradez. Haz que presente y mirar el porvenir por encima
aprenda á deletrear l a verdad, enseñán- de l a muralla; es tener en nosotros mis-
dola el alfabeto que se llama l a razón. mos una balanza y pesar en ella el bien
Y a que los pobres personifican las priva- y el mal; es tener el sentimiento de l a
ciones, sé para ellos l a abnegación. En- justicia, de l a verdad, de l a razón, de l a
séñales; te necesitan, están sedientos de probidad, del buen sentido, del derecho
tí. Derrama sobre ellos l a ilustración, y del deber incrustados en el corazón; es
porque es muy agradable y m u y justo saber lo que valemos, lo que podemos y
que en la tierra sombría y durante la lo que debemos. Existencia es sinónimo
vida oscura, l a fuerza tenga por señor a l de conciencia.
168 OBRAS D E VICTOR HUGO.

L a literatura segrega la civilización último dia de un reo de muerte en 1828 y


y la poesía segrega el ideal. Hó a q u í Claudio Gueux en 1834. Si reclamo un
por q u é la literatura es una necesidad de puesto entre estos filósofos, es porque han
las sociedades y por qué la poesía es una sido objeto de persecuciones. Hace quin-
aspiración del alma. ce ó diez y seis años que las clases influ-
Por eso los poetas son los primeros yentes ódian ciegamente al socialismo,
educadores del pueblo; por eso hace fal- sin tener en cuenta que el socialismo
ta en Francia traducir á Shakespeare y verdadero tiene por fin l a elevación de
en Inglaterra á Moliere, y comentarlos, las masas á la dignidad cívica y por ten-
y para eso hace falta tener dominio pú- dencia principal la reforma moral é i n -
blico, literario é inmenso. Por esa misma telectual. L a primera necesidad del pue-
razón deben traducirse, comentarse, pu- blo es perder su ignorancia, y por eso el
blicarse y venderse económicamente los socialismo quiere instruirle. Esto no obs-
libros notables que han escrito los poe- tante, los socialistas, para muchos miedo-
tas, los filósofos, los pensadores y to- sos iracundos, son enemigos públicos y
dos los productores de las grandezas del son responsables de todas las desgracias
alma. que suceden.—Decía Tertuliano: "Roma-
E l temible y consolador Ezequiel, el nos, somos hombres justos, benévolos,
revelador trágico del progreso, tiene fra- pensadores, cultos y honrados. Nos re-
ses singulares que encierran sentido unimos para orar, y os profesamos afecto
profundo.—"La voz me dice: "Llena la porque sois hermanos nuestros. Solo
palma de t u mano con áscuas encendi- deseamos que reine la concordia entre
das y siémbralas en la ciudad.,, Y en los hombres, y sin embargo, si el T í b e r
otra parte: "Como el espíritu entró en se desborda, lo mismo que si no se des-
ellos, iban á donde iba el espíritu.,, Y borda el Nilo, exclamáis: "/Los cristianos
en otra: "Dirigióse una mano á m í lle- á los leones!,.
vando u n rollo, que era u n libro, y la
voz me dijo: "Come ese rollo;;. Y yo abrí
los labios y comí el libro, que en m i boca III.
era tan dulce como la miel.,, Comer el
libro es, en i m á g e n e x t r a ñ a y sensible, L a idea democrática, que es el nuevo
la fórmula de la perfectibilidad que arri- puente de la civilización, está sufriendo
ba se llama ciencia, abajo se llama en- en la actualidad la peligrosa prueba de
señanza. la carga. Quizás cualquiera otra idea
Como acabamos de decir, la literatura hubiera sucumbido bajo el peso que so-
segrega civilización. Si lo dudáis, con- bre ella se coloca. L a democracia prue-
sultad la primera estadística que encon- ba su solidez soportando sin quebran-
tréis á mano. tarse los absurdos que amontonan sobre
Por ejemplo, la del presidio de Tolón, ella.
de 1862. Encerraba tres m i l diez presi- E n estos momentos se trata de que so-
diarios, de los cuales cuarenta sabían porte t a m b i é n el despotismo.
algo m á s que leer y escribir; doscientos Que el pueblo no necesita l a libertad,
ochenta y siete sabían escasamente leer era la consigna de una escuela inocente
y escribir; leian y escribían mal novecien- y equivocada, cuyo jefe ha muerto hace
tos cuatro, y no sabían n i leer n i escribir pocos años. Ese pobre soñador creía de
m i l setecientos setenta y nueve. E n l a buena fé que fuera de la libertad se pue-
m u l t i t u d de miserables, el n ú m e r o de de realizar el progreso. Le oímos pro-
penados v á disminuyendo á medida que nunciar, probablemente sin saber lo que
pasamos de los oficios puramente mecá se decía, este aforismo: "La libertad solo es
nicos á las profesiones libres, llegando á buena para los ricos. „ Esta m á x i m a tiene
este resultado final. Plateros y joyeros, el inconveniente de que no se* opone á
cuatro; eclesiásticos, tres; notarios, dos que se establezcan imperios.
cómicos, uno; artistas músicos, uno; lite- Pero no puede existir progreso sin l i -
ratos, ninguno. bertad; l a servidumbre es el alma cega-
Es trabajo árduo el de transformar el da; es un ciego que lo es por propia
populacho en pueblo. Los llamados so voluntad. Hay esclavos que quieren ser-
cialistas se han consagrado á esta obra lo. E l que no es libre no es hombre; el
durante los últimos cuarenta años. Uno que no es libre no vé, n i sabe, n i discier-
de los m á s antiguos y de los que han ne, n i comprende, n i quiere, n i cree, n i
contribuido con su humilde cooperación ama; t e n d r á hembra y cachorros, m á s
es el autor de este libro, que escribió E l no t e n d r á mujer n i hijos; se puede decir
GUILLERMO SHAKESPEARE. 169
que no existe. L a libertad es la pupila, miento moral. L a vida de los pueblos,
el órgano visual del progreso. como la de los individuos, tiene sus ins-
L a libertad tiene sus inconvenientes tantes de degradación. Pero esos minutos
y hasta sus peligros; pero pretender rea- pasan, y se debe olvidar hasta su recuer-
lizar l a civilización sin ella, equivaldría do. E l hombre tiende á caer en los mo-
á pretender cultivar la tierra sin sol. mentos actuales en los goces materiales,
Es preciso confesar que van descami- y es necesario que vuelvan á imperar en
nadas algunas teorías sociales, muy d i - él el corazón y el cerebro. E l cerebro es
ferentes del socialismo como nosotros lo lo que debemos restaurar. L a cuestión
comprendemos y lo deseamos. Descarte- social debe decidirse en pró de la digni-
mos de él todo lo que se parezca á con- dad humana.
vento, á cuartel, á sistema celular y á E l deber actual, inmediato y urgente
correcta formación. Querer volver á em- de los escritores es hacer ver al hombre
pezar la antigua servidumbre es una el fin humano, mejorar primero su natu-
ineptitud. Los pueblos de Europa deben raleza inteligente y después su naturale-
tener mucho cuidado en no suministrar za animal. Esto es lo que han hecho en
materiales para fabricar u n despotismo á todos los tiempos los genios.
la moderna, que este edificio podria du- ¿ P r e g u n t á i s para q u é sirven los poe-
rar, cimentándolo sobre una filosofía tas? Pues sirven para iluminar la civili-
especial. Acabamos de indicar que algu- zación.
nos teóricos, que son sin embargo since-
ros, por temor á l a dispersión de las acti- V.
vidades y de las energías y á lo que
llaman a n a r q u í a , han venido á conver- Hasta hoy solo ha habido literatura
ger en la fórmula de la concentración para los literatos, y sobre todo en Fran-
social absoluta. Forman de su resigna- cia ha tendido á convertirse en patrimo-
ción una doctrina. Hacen consistir el fin nio de casta. Ser poeta era casi lo mismo
del hombre solo en comer y en beber. L a que ser m a n d a r í n . Todas las palabras no
solución que proponen es la de la felici- tenían derecho á figurar en el lenguaje.
dad brutal. E l diccionario autorizaba ó no autori-
Nosotros deseamos que las naciones zaba su registro. E l diccionario tenia
consigan una felicidad que no consista voluntad propia. Figuraos, pues, á la bo-
solo en la obediencia. Esos socialistas t á n i c a declarando que no existe un vege-
que creen defender el socialismo, proce- tal, ó á la naturaleza ofreciendo un in-
den, sin saberlo t a l vez, de José de Mais- secto á la entomología, y que ésta lo
tre y de Ancillon, á pesar de que la i n - rehusa por incorrecto. Imaginaos á l a
genuidad de esos teóricos defensores del astronomía reprendiendo á los astros,
hecho consumado tiene, ó cree tener, i n - etcétera, etc. U n académico que ya ha
tenciones democráticas, y hablan con fallecido dijo en plena Academia que en
e n e r g í a de los principios del 89. Francia solo se habia hablado francés en
Adoctrinar las masas contra la liber- el siglo diez y siete, y eso en u n período
tad, llenar las inteligencias de apetito y de doce años, que no determinó.
de fatalismos, exponerse á levantar un Y a es hora de que salgamos de este
edificio con los materiales que surgieran órden de ideas; la democracia así lo exi-
de esos elementos, seria entender el pro- ge. Los horizontes actuales lo necesitan.
greso como cierto sugeto, que al ver Salgamos del colegio, del cónclave, del
construir un patíbulo nuevo, exclamaba compartimiento, del gusto afeminado y
gozoso: "¡Gracias á Dios que el siglo del arte en p e q u e ñ o . L a poesía no debe
progresa y que sustituimos el p a t í b u l o tener Camarillas. Y a q u e se hacen esfuer-
de madera por otro de piedra, que podrá zos para galvanizar lo que m u r i ó para
servir para nuestros hijos y para nuestros siempre, luchemos contra esa tendencia.
nietos!,. Es importante insistir en ciertas ver-
dades.
IV. Pertenecen al pasado, aunque estén
admitidas por la enseñanza oficial y pú-
Tener el estómago lleno y el vientre blica, las obras magistrales que reco-
harto y satisfecho es contentarse con la mienda el Manual del Bachiller, las tra-
felicidad material. L a ambición humana gedias que ocultan los defectos ó los
debe ser más noble. No todo consiste en crímenes de los reyes, la inspiración en
saciarse. E l fin humano no es un fin traje de ceremonia, la poesía anticuada
animal. Se hace indispensable el reaiza- y la imaginación aprisionada entre cua-
TOMO I V . 22
170 OBRAS D E VICTOR HUGO.

tro paredes y limitada por Quintiliano, personas á quienes los dá? Estando un
L o n g i n , Boileau y L a Harpe. L a época dia en Florencia, en el j a r d í n de Cosme
que se llamó el gran siglo, y que lo fué, Ruccelai, en presencia del duque de
no es en el fondo m á s que un monó- M á n t u a y de Juan de Médicis, le oyó
logo literario. No se concibe n^da tan decir su enemigo Varchi, dirigiéndose á
e x t r a ñ o como una literatura diferente ambos príncipes: No permitáis que el pue-
de su época. Ciertas artes parece que blo lea ningún libro, ni siquiera el mió. Es
te agan escrito en el frontispicio: Se pro- curioso poner al lado de este consejo el
hibe la entrada. Nuestra opinión es que la que dió Voltaire al duque de Choisseul, y
poesía debe tener abiertas todas las que es una advertencia al ministro y una
puertas. H a llegado la hora de decir en intimación al rey: "Dejad que los badu-
alta voz: Todo para todos. L a civiliza- laques lean nuestras paparruchas. No
ción, que es ya mayor de edad, reclama hay en ello, monseñor, el m á s leve peli-
una literatura popular. gro. ¿Qué puede temer un gran rey como
E l a ñ o 1830 inició u n debate que, aun- el rey de Francia? E l pueblo no es más
que aparece literario en la superficie, es que chusma y los libros son simplezas,,.
humano y social en el fondo. E l debate Maquiavelo dice que no debe permitirse
debe cerrarse con una literatura cuyo que se lea nada, y Voltaire que debe per-
objeto sea el pueblo. mitirse que se lea todo: ambos consejos
E l autor de las presentes líneas escri tienen m á s puntos de contacto de lo que
bió, hace ya treinta años, esta frase, que parece á primera vista. Ambos eran dos
luego se ha repetido mucho: M poeta tie- temibles revolucionarios indirectos, dife-
ne á su cargo la curtt de almas. Y a ñ a d i r l a rentes en todo, pero idénticos en el fondo,
a q u í , si esto valiera la pena de decirse por el profundo ódio que profesaban á su
que aunque esa frase sea errónea, salió señor y que disfrazaban con adulaciones.
de lo m á s íntimo de su conciencia y le Nosotros, á nuestra vez, diremos al pue-
ha servido de regla toda la vida. blo que lea á Maquiavelo y á Voltaire:
Maquiavelo le inspirará horror y Vol-
taire desprecio al crimen coronado. Pero
VI los corazones deben dirigirse con prefe-
Maqaiavelo miraba al pueblo de un rencia hácia los poetas grandes y límpi-
modo extraño. Parece que intentaba con dos, ya sean tiernos como V i r g i l i o , ya
su política colmar la medida, hacer des- sean ásperos como Juvenal.
bordar l a copa, exagerar el horror sobre
los hechos del p r í n c i p e , aumentar la VII.
opresión para que se rebelase el oprimido
convertir la idolatría en execración y E l progreso del hombre debe realizarse
llevar las masas hasta el último extremo por medio del desarrollo de las inteli-
Exagera el despotismo para que estalle gencias. Instruid y enseñad. Todas las
en sus manos el tirano es un terrible revoluciones del porvenir están incluidas
proyectil que se dispara. Maquiavelo en estas palabras: E n s e ñ a n z a gratuita y
conspira, ¿pero en favor de quién y con obligatoria.
tra quién? Adivinadlo. L a apoteósis que L a enseñanza intelectual debe termi-
hace de los reyes sirve para formar regi narse con la explicación de las obras de
cidas. Coloca en la cabeza de su principe primer órden. Los génios han de estar en
una diadema de crímenes, una tiara de su cúspide.
vicios, una aureola de liviandades, y os En donde haya aglomeración de hom-
i n v i t a á que adoréis ese mónstruo, como bres debe colocarse, en sitio especial, un
si estuviese esperando un vengador. Grlo explicador público de los grandes pen-
rifica el mal, pero empujándolo hácia la sadores.
oscuridad, y en la oscuridad vive Har Quien dice gran pensador, dice gran
modio. Maquiavelo, revelador de los bienhechor.
atentados reales, servidor de los Médicis Nadie puede calcular la cantidad de
y de los Borgias, fué condenado en su ilustración que se desprenderá de la co-
j u v e n t u d á sufrir el tormento por haber municación del pueblo con los génios.
admirado á Bruto y á Casio. Quizá fué Esta combinación del corazón del pue-
cómplice de los Soderini en el rescate de blo con el corazón del poeta será la pila
Florencia. Recordó este hecho? Sus con- de Volta de la civilización.
sejos son como los truenos; les a c o m p a ñ a ¿Comprenderá el pueblo esta m a g n í -
en las nubes prolongado fragor. ¿Los fica enseñanza? Creemos que sí; el pue-
pronuncia en favor ó en contra de las blo tiene comprensión muy clara. Con-
GUILLERMO SHAKESPEARE. 171
currid un dia de fiesta á u n espectáculo Es hermosa tarea la de ilustrar a l
gratis, y os convencereis de que el audi- pueblo.
torio es expontáneo y es inteligente. E n Esta ilustración debe consistir en com-
el teatro se amontona, se prensa y se Dinar los principios con l a ciencia; en
amalgama, formando una masa que el introducir por grados en el hecho la can-
poeta se encarga de modelar. Las m u l t i - tidad posible de absoluto; en considerar
tudes se penetran fácilmente de lo ideal; á la utopia en sus diversos modos de
aproximadlas, como ellas desean, al gran realizarse; en que l a unión sustituya al
arte, y veréis cómo se conmueven; veréis antagonismo y l a unidad á l a unión; en
cómo n i un detalle les pasa desapercibi- tener por religión á Dios, por sacerdote
do. L a m u l t i t u d es una extensión l í q u i d a al padre, por oración la virtud, por cam-
y viva que está en constante ondulación. 30 la tierra, por lengua el verbo, por ley
Las masas son sensitivas. E l contacto el derecho, por móvil el deber, por higie-
con lo bello eriza e x t á t i c a m e n t e l a su- ne el trabajo, por economía l a paz, por
perficie de las multitudes, lo que es signo proyecto la vida, por fin el progreso, por
evidente de emoción. autoridad l a libertad y por pueblo a l
E l hombre del pueblo, aunque no esté hombre. Y encima de todo esto pone el
confundido con la m u l t i t u d , es excelente ideal. E l ideal: es decir, el tipo inmóvil
espectador de las grandes obras, por su del progreso en marcha.
inocente sencillez y por su sana curiosi- ¿De quién son los génios, oh pueblo!,
dad. L a ignorancia es u n apetito. Su si no son tuyos? Te pertenecen: son tus
contacto con la naturaleza la predispone hijos y a l mismo tiempo tus padres; por-
á sentir la emoción de lo verdadero. De que si t ú los engendras, ellos te ense-
bemos facilitar a l pueblo todas las ense ñ a n . Se alimentan de t u savia y se han
ñ a n z a s . Quisiéramos que se estableciera agitado en l a matriz universal, en l a
en las aldeas una cátedra donde se ex humanidad. Cada una de las fases del
pilcase Homero á los campesinos. pueblo tiene su encarnación; pero hay
que buscar el punto profundo donde
VIH. germinan, porque de tus e n t r a ñ a s salen
los génios, misteriosa muchedumbre.
E l defecto de l a presente época con Por eso vuelven á tí, y su autor, que
siste en que predomina l a materia. Pre- es Dios, te los dedica.
cisa infiltrar el ideal en el alma huma
na. D ó n d e acudiremos por él? Donde lo
haya. Los poetas, los filósofos y los pen
sadores lo retienen. E l ideal se encuen- L I B R O SEXTO.
tra en Esquilo, en Isaías, en Juvenal, en
el Dante y en Shakespeare. Derramad Lo bello a l servicio de lo verdadero.
esos génios en el alma profunda del gé-
nero humano. I.
Derramad en ella á Job, á S a l o m ó n , á
P í n d a r o , á Ezequiel, á Sófocles, á E u r í Sed siempre útiles, "génios,, y no nos
pides, á Herodoto, á Teócrito, á Planto desdeñéis cuando necesitemos vuestro
á Lucrecio, á V i r g i l i o , á Terencio, á Ho- concurso. A m a r el arte por el arte puede
racio, á C á t u l o , á Tácito, á San Pablo, á ser bello, pero amar al arte por el pro-
San A g u s t í n , á Tertuliano, á Petrarca, greso es m á s bello todavía. ¿Os hace
á Pascal, á Milton, á Descartes, á Cor falta soñar? Pues soñad a l hombre m á s
neille, á Lafontaine, á Montesquieu, á perfecto, esto es, a l hombre ideal. E l
Diderot, á Rousseau, á Beaumarchais, á profeta busca l a soledad, pero no el ais-
Sedaine, á K a n t , á Byron, á Schiller lamiento: desenreda el interior de su
Verted en ella todos los ingenios, desde alma los hilos enredados de l a madeja
Esopo hasta Moliére; todas las inteligen de l a humanidad, pero no los rompe. V á
cias, desde P l a t ó n hasta Newton, y todas al desierto á pensar y piensa en las mu-
las enciclopedias, desde Aristóteles hasta chedumbres: desde allí no habla diri-
Voltaire. giéndose á los bosques, sino á las ciuda-
De este modo, curando l a enfermedac des; allí no v é cómo l a yerba se plega
pasajera del género humano, le devol- al viento, sino cómo se doblegan los
vereis para siempre la salud. hombres; allí ruge, no contra los leones,
Volvemos á repetir que de l a destruc sino contra los tiranos. Allí medita y
cion, que redimió al mundo, saldrá l a llora.
construcción, que lo consolidará. Llora por el eterno cautiverio de Ba-
472 OBRAS D E VICTOR HUGO.

biiunia, que sufrió Israel en otro tiempo Por q u é no?


y que hoy sufren Polonia, Rumania, E n su época Homero fué geógrafo é
H u n g r í a y Venecia. E l sombrío pensa- listoriador, Moisés legislador, Juvenal-
dor vigila y acecha en silencio y en la uez, el Dante teólogo, Shakespeare mo-
actitud de arrojarse sobre los tiranos. ralista y Voltaire filósofo. No existe re-
Habladle, pues, á este cenobita def ideal gión alguna, n i en el terreno de la espe-
del arte por el arte, á él, que se propone culación n i en el de los hechos, que esté
un fin mejor y á él se consagra en cuer- cerrada al espíritu humano. Teniendo
po y alma. No se pertenece á sí mismo, lorizonte y alas, hay derecho para volar.
sino á su apostolado. E s t á encargado de Volar para ciertos espíritus sublimes
la alta misión de hacer adelantar al gé- es prestar un servicio. Cuando á los pe-
nero humano, E l génio no fué creado regrinos en el desierto les asfixia sed
para el génio, sino para el hombre. E l lorrible, y ven de repente en el horizon-
g é n i o en el mundo es l a viva manifesta- te un buitre que se remonta en los aires,
ción de Dios, que se revela cada vez la caravana con alegría exclama: "¡Cor-
que aparece una de las obras magistra- ramos, que allí hay una fuente!,,
les, que son variedades del milagro. Por ¿Qué piensa Esquilo del arte por el ar-
eso los pueblos siempre tienen íé en esos te. Esquilo, que ha sido el poeta por ex-
hombres casi divinos. celencia? Cid lo que contesta. Su res-
A l punto á que ha llegado la cuestión puesta se encuentra en Las .Bañas de
social, necesita que la resuelva el esfuer- Aristófanes; dice: "Desde el principio el
zo común. Las fuerzas aisladas se anu- poeta prestó servicios á los hombres. Or-
lan; lo real y lo ideal son solidarios. E l íeo enseñó á mirar con horror el asesina-
arte debe ayudar á la ciencia, y esas dos to; Museo enseñó los oráculos y la medi-
ruedas del progreso deben girar juntas. cina; Hesiodo la agricultura, y el divino
Algunos amantes platónicos del arte, Homero el heroísmo. Y o , después de Ho-
dominados por una preocupación, que mero, he cantado á Patrocles y á Tencer
no deja de ser digna y noble, rechazan Corazón de León, para que todos los ciu-
la fórmula el arte jpor el progreso, es de dadanos procuren imitar á los grandes
cir, lo bello útil, temiendo que lo útil hombres.,,
deforme á lo bello. Creen que el ideal Así como toda l a mar es salada, toda
puede extraviarse estando en contacto la Biblia es poesía, y habla de política
í n t i m o con la realidad; temen que se cuando llega la oportunidad. Abrase el
pierda lo sublime si desciende hasta la libro de Samuel, capítulo V I I I . E l pue-
humanidad; pero se equivocan. blo judío pide rey. " . . . Y el Eterno dijo
L o útil no solo no l i m i t a lo sublime, á Samuel: "Oye la voz del pueblo en todo
sino que lo agranda. L a aplicación de lo lo que te dijeren, porque no te han re-
sublime á lo humano produce obras ma- chazado á tí, sino á mí, para que no reine
gistrales inesperadas. L o útil, considera- sobre ellos. Oye su voz, pero protesta
do en sí mismo y como elemento de primero contra ellos, declarándoles el
combinación con lo sublime, es de varios derecho del rey que ha de reinar.,, Y
modos: existe lo útil que es tierno y lo dijo Samuel todas las palabras del Eter-
ú t i l que es indignado: en el primer caso, no al pueblo que le habia pedido rey:
venga á los desgraciados creando la epo "Estos serán los derechos del rey que hu-
peya social; en el segundo caso, crea la biere de reinar sobre vosotros: t o m a r á
s á t i r a divina. No puede menguar el arte vuestros hijos y pondrálos en sus carros
ganando en extensión. Cada nuevo ser y en sus caballos para que corran delan-
vicio que preste le hace adquirir una be- te de su carro; t o m a r á t a m b i é n vuestras
lleza m á s . hijas para que sean perfumadoras, coci-
Se repite en todos los tonos: ¡Fuera la neras y amasadoras; d i e z m a r á vuestras
poesía social, fuera la poesía humana y cosechas y vuestras viñas para darlas á
la popular, fuera el murmurar contra e. sus eunucos y á sus siervos, y t o m a r á
m a l y en favor del bien; cesad ya de fo vuestro 5 siervos y vuestras siervas y
mentar la pasión popular, de insultar á vuestros mancebos y vuestros asnos, ha-
los déspotas, de desesperar á los tímidos ciéndoles trabajar. Y clamareis aquel
de impulsar las almas hácia adelante y dia á causa del rey que habréis elegido,
las tinieblas hácia atrás, de repetir que y el Eterno no os escuchará; seréis escla-
hay ladrones y tiranos, de querer mejo vos.;; Samuel uiega por tanto el derecho
rar los presidios y de evitar la miseria divino. E l Deuteronomio destruye el al-
pública. Polymnia no debe ocuparse de tar, el altar falso se entiende. "Demo-
todo eso, que es un trabajo grosero. leréis los altares de los dioses falsos y
w
H
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o
GUILLERMO SHAKESPEARE, 173
buscareis á Dios en donde está.,, Esto es Profecías. E l primero es Horacio, el se
casi panteismo. ¿Dejará de ser este libro gundo Lucano, el tercero Juvenal. E l
magnífico y soberano porque es unas 3rimero es P í n d a r o , el segundo Hesiodo,
veces democrático y obras iconoclasta? el tercero Homero.
Si no hay poesía en la Biblia, ¿en dónde A m a r no impide agradar, y una forma
la hay? del bien no excluye á la otra. Por el
Rsplicais: L a musa solo debe cantar, contrario, los diversos aspectos del bien
amar, creer y orar. Esto solo es verdad á se compenetran. Debemos confesar, esto
medias. No ha sido creada para cantar no obstante, que la existencia de una
el vacío, para amarse á sí misma, para ualidad no supone necesariamente la
creer en el dogma, n i para orar ante ído- otra; pero seria absurdo que una cuali-
los; pero ha sido creada para cantar el dad, m á s otra cualidad, dieran por re-
ideal, para amar á la humanidad, para sultado una disminución. E l que es útil
creer en el progreso y para orar postrán- y además bello es sublime. Así son San
dose ante el infinito. Ya que trazáis cír- Pablo en el siglo primero, Tácito y Ju-
culos alrededor del poeta, no tratéis de venal en el segundo, el Dante en el
sacarlo fuera del hombre. Que el poeta décimo-tercero, Shakespeare en el dé-
esté fuera del hombre por una parte, esto cimo-sexto y Milton y Moliere en el dé-
es, por l a de las alas, por la del vuelo i n - cimo-séptimo.
menso, por l a de la brusca desaparición Acabamos de pronunciar una frase
en las profundidades, nos parece bien, y que ha adquirido celebridad: E l arte por
debe ser así; pero con la condición de que el arte, que sin duda con l a mejor inten-
el poeta reaparezca en el hombre; que ción se ha atribuido al autor de este l i -
salga, pero que vuelva á ól. Que tenga Dro, pero que el autor de este libro no
alas para volar por el infinito, pero que 1a inventado. Léase cuanto hemos escri-
tenga pies para andar por la tierra. Que bo y en ninguna parte se e n c o n t r a r á esa
el astro de su pupila derrame una l á g r i - ::amosa frase, porque precisamente en to-
ma y que esta l á g r i m a amargue como la das nuestras obras hemos sostenido lo
de los hombres. De este modo el poeta contrario de lo que esa frase significa.
será humano y sobrehumano á l a vez Aclarado este punto, prosigamos.
Existir completamente fuera del hom E n los tiempos prehistóricos, cuando
bre no es existir. Genios, e n s e ñ a d m e las la poesía era fabulosa y legendaria, te-
plantas de los pies, para que vea que nia grandeza verdaderamente colosal.
en ellas tenéis, como yo, el polvo de l a L a causa de esto consistía en que era
tierra. útil. Orfeo domestica las fieras; Amfion
Que los fuertes apoyen á los débiles construye ciudades. E l poeta es doma-
los grandes á los pequeños, los libres á dor y arquitecto. Lino ayuda á Hércules
los esclavos y los pensadores á los igno y Museo á Dédalo, es decir, que lo prime-
rantes, es la ley que gobierna al mundo ro que se encuentra en los versos es su
desde Isaías hasta Volt aire. fuerza civilizadora. Y la tradición con-
Solo es grande el que tiene abnega cuerda con la razón; el buen sentido de
cion; así se conserva sereno en el infortu los pueblos no se e n g a ñ a nunca. Inventa
nio y no es infeliz en la desgracia. E fábulas, pero siempre en el sentido de la
deber moral es un buen hallazgo para e verdad. Todo es grande en aquellos leja-
poeta. E l deber tiene cierta semejanza nos tiempos. Pues bien; reconoced en
con el ideal y debe aceptarse sin reser Juvenal el poeta domador que admiráis
vas. No merecen desprecio la verdad, la en Orfeo.
honradez, la instrucción del pueblo n i la Pocos poetas han sido tan insultados,
conciencia. tan combatidos y tan calumniados como
Juvenal. L a calumnia levantada contra
II. él persiste aun al través de los siglos.
Los que aborrecen el m a l son t a m b i é n
Hay dos clases de poetas: el poeta de aborrecidos por todos los aduladores de
capricho y el poeta de la lógica; pero la fuerza y del éxito. T r a t a n de oscure-
existe t a m b i é n otro tercero, que partici cer la gloria de los grandes génios la tur-
pa de los dos, que corrige al uno con ba de serviles sofistas y de escritores re-
otro, los completa y los resume en una tribuidos para eso. Existe la i n d i g n a c i ó n
entidad m á s alta. Funde dos grandes fi de l a bajeza.
guras en una y es superior. E l primero
escribe el Cántico de los Cánticos, el segun-
do el Levitico, el tercero los Salmos y las
174 OBRAS D E VICTOR HUGO.

escrito y se marchó, sin que nadie la di-


III. jese nada. Los trovadores gozaban en las
fiestas públicas de m á s consideraciones
L a historia entera confirma la colabo- que los sacerdotes: se colocaban siempre
ración que ha tenido siempre el arte en en sitio de preferencia. E n las fiestas de
el progreso. Didus oh hoc lenire tigres. Santa Cruz, en Abigdon, cada uno de
E l ritmo es un poder que no desconocie- los doce sacerdotes recibía cuatro peni-
ron la Edad Media n i la a n t i g ü e d a d . L a ques, mientras que cada uno de los doce
segunda barbarie, ó sea la barbarie feu- trovadores recibía dos chelines. E n el
dal, temió el poder de los versos. Los ba- priorato de Maxtoque era costumbre
rones, que no pecaban de tímidos, compa- que los doce trovadores cenasen reuni-
recían temblando ante el poeta, temerosos dos en la sala Pintada, alumbrada por
de que les cantara una mala canción. E l ocho grandes hachones de cera.
poeta desconocido encarnaba el espíritu A medida que se avanza hácia el Nor-
de aquella civilización. Los viejos y en- te, parece que con las brumas se agran-
sangrentados torreones abren sus ojos den los poetas. E n Escocía son enormes.
salvajes y olfatean en la oscuridad i n - Si hay algo que sobrepuje á la leyenda
quietos; el feudalismo se extremece y el de los rapsodas, es seguramente la le-
antro se agita; los dragones y las hidras yenda de los escaldas. Cuando se apro-
buscan otros sitios para v i v i r , porque ximó Eduardo á Inglaterra, los bardos
conocen que están allí sujetos al influjo resistieron en Stivling como los trescien-
de un Dios invisible. tos de Esparta, y tuvieron sus Termópi-
Es curioso consignar el poder que ejer- las iguales á las de Leónidas. Ossian,
ce l a poesía en los países m á s salvajes, verdadero y real, ha tenido un plagiario,
particularmente en Inglaterra, en los le- lo cual no es raro, pero este plagiario
janos tiempos del feudalismo, j^emí^s toto ha hecho m á s que robar la obra; la
divisos orbe britannos. L a leyenda, que es ha hecho insípida. Conocer á Pingal por
una forma de historia tan verdadera y Macpherson es como sí se conociese
tan falsa como otra cualquiera, cuenta A m a d í s por Tresson. E n s é ñ a s e en Stof-
que, gracias á la poesía, Colgrin, estando fa la piedra del poeta, Clachan au Bairdh,
sitiado por los bretones, fué socorrido en llamada así según muchos anticuarios
Yorck por su hermano Bardulfo el Sa- antes de que Walter Scott visítase las
jón; que, gracias á ella, el rey Awlof pe- Hébridas. L a gran silla del Bardo, in-
netró en el campo de Athelston; que mensa roca hundida como si ofreciera
Werburgh, príncipe de Northumbre, fué asiento á un gigante, existe á la entrada
rescatado por los galos, de cuyo hecho de la gruta. L a rodean las olas y las nu-
proviene la divisa céltica del príncipe de bes: detrás del Clachan au Bairdh se a p i ñ a
Gales, Ich Dieu; que Alfredo, rey de I n - la g e o m e t r í a sobrehumana de los pris-
glaterra, triunfó de Gritro, rey de los mas basálticos, la confusión de las co-
daneses, y que Eicardo Corazón de lumnas y de las olas y todos los misterios
L e ó n pudo salir de la prisión de Lo- del maravilloso edificio. L a grata de
seusteín. Y por último, cuenta t a m b i é n Pingal se prolonga á uno de los lados
que Ranulfo, conde de Ohester, atacado de la silla del poeta; el mar se estrella
en su castilo de Rothelau, fué salvado antes de entrar bajo este techo terrible.
por la intervención de los trovadores, Durante l a noche parece verse en la silla
cuyo hecho se recordaba todavía en el una figura en la actitud de meditar: es el
reinado de Isabel, con el privilegio que fantasma, dicen los pescadores de la tribu
de los Mackninous. Nadie se atrevería á
gozaban los trovadores patrocinados por
subir, n i en pleno día, hasta el horrible
los lores de Dalton.
asiento, porque á la idea de la piedra v á
E l poeta t e n í a derecho á reconvenir y
unida la idea del sepulcro. Nadie m á s
amonestar. E n 1316, el día de P á s c u a . d e que el misterioso ser de las sombras
Pentecostés, estando Eduardo I I sentado de sentarse en la silla de granito. pue-
á la mesa en el salón del palacio de West-
minster, en c o m p a ñ í a de los pares de
Inglaterra, penetró hasta allí á caballo IV.
una trovadora, dió la vuelta, saludó á
Eduardo I I , predijo al favorito Spencer Pensar es poder.
que seria castrado por manos del verda Todo poder encierra el deber. ¿Ha de
go y al rey que serian abrasadas sus descansar el poder, ha de cerrar los ojos
e n t r a ñ a s con un hierro candente; dejó el deber y ha de arrojar sus armas el arte
sobre la mesa, delante del rey, un papel en este siglo? Ahora menos que nunca,
GUILLERMO SHAKESPEARE. 175
G-racias á 1789, l a caravana humana ha Opongamos dogma á dogma, princi-
ascendido á u n a alta meseta, desde la pio á principio, la energía á la terque-
que se descubren m á s anchos horizontes dad, la verdad á la impostura, el sueño
y es m á s augusta la visión del arte. del porvenir al sueño del pasado y la l i -
Cuanto m á s se ensancha el horizonte, bertad al despotismo.
tiene que dilatarse m á s la conciencia. Ved lo que pasa á nuestra vista: se
No hemos llegado al término de nues- inaugura una era de protección pater-
tro camino; estamos lejos aun de que la nal, se abre un período de felicidad, hay
concordia se condense en felicidad y la amnistías, clemencias y grandezas de
civilización se resuma en a r m o n í a . L a alma: es imposible dejar de creer que
realización de esos hechos se consideraba marchamos con el siglo; el imperio nos
tan distante en el siglo diez y ocho, que abre sus brazos augustos; pues u n á m o -
se tuvo por culpables á los que abrigaban nos al imperio. Observad cómo son feli-
esos sueños, y el abate de Saint-Pierre ces los siervos en Moscovia, cómo el
íuó expulsado de la Academia porque agua de sus rios se convierte en leche,
los acariciaba. Su expulsión fué dema- cómo se goza allí de libertad y de pros-
siado severa para una época en l a que la peridad y cómo se arrepienten los bon-
pasión, por lo pastoril, invadió hasta á dadosos reyes délos hechos pasados. "Ven
Fontenelle, y en la que Saint-Lambert á mí, no tengas miedo;n dicen dirigién-
inventó el idilio de l a nobleza. E l abate dose al pueblo; pero confesamos nuestra
de Saint-Pierre murió, dejando tras sí debilidad; no nos inspiran confianza esas
una palabra y un sueño: la palabra Be- hipocresías.
neficencia y el sueño de la Fraternidad.
Este sueño, que hacia echar espumara- V.
jos al cardenal de Polignac y sonreír
á Voltaire, que entonces se veía lejos, se Existen en literatura y en filosofía
nos ha acercado algo, pero no lo sufi- escritores risueños y tristes, Heráclitos
ciente para que lo podamos tocar. Los disfrazados de Demócritos, grandes hom-
pueblos, huérfanos que buscan á su ma- bres como Voltaire, que, siendo la encar-
dre, no tienen todavía fuerzas para co- nación viva de la ironía, conservan cierta
gerse de sus faldas. gravedad, que en algunas ocasiones es
Resta por desgracia á nuestro alrede- t r á g i c a .
dor suficiente cantidad de esclavitud, de Esos escritores, bajo la presión de los
sofisma de guerra y de muerte, para que poderes constituidos y de las preocupa-
el espíritu de la civilización no se prive ciones de su tiempo, se expresan con do-
aun de ninguna de sus fuerzas. No se ha ble sentido. Uno de los m á s profundos es
disipado aun el derecho divino. Flota Bayle, el hijo de Rotterdam, el poderoso
aun en nuestra atmósfera lo que han sido pensador. Cuando Bayle emite á sangre
Fernando V I I en España, Fernando I I fria esta m á x i m a : "Mejor es quitar l a
en Ñápeles, Jorge I V en Inglaterra y gracia á un pensamiento que irritar á
Nicolás en Rusia. T o d a v í a se ciernen so- un tirano,,, asoma la sonrisa á mis la-
bre nosotros los restos de esos espectros, bios, porque conozco al que lo dice, y
formando horrible nube. pienso en el perseguido, casi proscripto, y
L a civilización no ha concluido aun en el que hizo t a l afirmación para produ-
con los que otorgan Constituciones, con cir en nosotros deseos de combatirla. Pero
los propietarios de los pueblos, con los cuando habla un poeta que goza de
alucinados legítimos y hereditarios, que plena libertad, que es rico y dichoso, hay
se llaman majestades por la gracia de derecho á esperar de él e n s e ñ a n z a s fran-
Dios y se creen con derecho á esclavizar cas, categóricas y saludables, y no actos
al género humano. Importa oponer obs- parecidos á deserciones de la conciencia.
táculos, combatir el pagado, á los hom- Se ruborizan nuestras mejillas cuando
bres, á los dogmas y á las quimeras que leemos lo siguiente: " E n el mundo cada
se obstinan en vivir. L a inteligencia, el cual debe ocuparse, en tiempo de paz en
pensamiento, la ciencia y el arte deben barrer delante de su puerta y en tiempo
vigilar sin tregua para que no se repro- de guerra en reconciliar al vencido con
duzcan los errores. Los falsos derechos la tropa.,,—"Merecen ser crucificados los
suelen poner en movimiento verdaderos que sienten entusiasmos á los treinta
ejercicios. En el horizonte se ven Polo- años. E n cuanto conocen el mundo, los
nias acuchilladas. Combatamos, pues, inocentes se convierten en bribones.,,—
con todas nuestras fuerzas á los señores "¿Qué utilidad, q u é fruto, q u é ventajas
del mundo. os ofrece la santa libertad de la prensa?
176 OBRAS D E VICTOR HUGO,

Y a lo habéis visto demostrado: produce nuación de madame de Pompadour, se


el desprecio profundo de la opinión pú- aventuró á escribir un madrigal, con tan
blica.,,—"Hay hombres que tienen la ma- poca habilidad, que le ocasionó el des-
n í a de luchar contra todo lo grande; tierro de Francia; pero Voltaire no m u -
estos son los que han combatido la Santa r i ó .
Alianza, y sin embargo, nada se ha idea- Hace algunos años, "una pluma muy
do tan augusto n i tan beneficioso para autorizada,,, como se dice ahora en la jer-
la humanidad.,,—Estas líneas, que reba- ga académica y oficial, escribía lo si-
j a n al que las ha escrito, son de Groethe. guiente: " E l mayor servicio que nos pue-
Llevar la indiferencia hacia el bien y den prestar los poetas es el de no servir
hacia m a l hasta ese extremo produce para nada; esto es todo lo que les pedi-
esos resultados. L a lección es triste. E l mos,,. N ó t e s e l a extensión y el alcance
espectáculo es desconsolador, porque en de la frase los poetas, que comprende
este caso el ilota es un genio. desde Orfeo hasta Lamartine, y que, se-
L a tarea digna del poeta es otra. E l g ú n la declaración del oráculo, su exce-
poeta debe ser entusiasta por lo bueno, lencia consiste en su absoluta inutilidad.
por lo verdadero y por lo justo; sufrir L a frase hizo fortuna y corrió de boca en
con los que sufren, distribuir á manos boca. Cuando el aplomo de un idiota
llenas la esperanza, utilizar la ubicuidad llega á alcanzar tales proporciones, me-
del libro para que lleve á todas partes un rece que se levante acta. E l escritor que
pensamiento de consuelo, vigilar, mar- inventó ese aforismo es, s e g ú n se dice,
char, correr, pensar y desearlo todo con uno de los m á s encumbrados personajes
desinterés. de la actualidad.
Durante los últimos años ha habido L a m a ñ a n a del dia siguiente en que
u n corto período en el que se recomen- ocurrió la batalla de Adium encontró
daba á los poetas tener impasibilidad Octavio Augusto un asno, al cual llama-
como condición olímpica. Ser indiferente ba su amo con el nombre de Iriumphus;
era casi ser un dios. Ignoramos quién este Triumphus, dotado de la facultad de
hizo este descubrimiento. No seria H o - rebuznar, le pareció de buen augurio;
mero, porque sus séres olímpicos son Octavio Augusto g a n ó la batalla, se
apasionados, y su divinidad consiste en acordó de Triumphus, lo m a n d ó esculpir
poseer humanidad desmesurada. Pasan en bronce y lo colocó en el Capitolio.
l a vida combatiendo, y su cólera hace Hizo u n asno capítolino, pero no por eso
rodar los truenos desde u n extremo al dejó de ser asno.
otro de la Iliada y de la Odisea. Esa es E l genio es u n sér destinado á dar
la calma de las divinidades de Homero. alimento á las almas. E l poeta es la
L a cólera, cuando es justa, es bonda- amenaza y la promesa á un tiempo. L a
dosa. E l poeta que la siente es el verda- inquietud que causa á los opresores,
dero poeta olímpico. Juvenal, el Dante, apacigua y consuela á los oprimidos.
Agrippa, D ' A u b i g n é , M i l t o n y Moliére Tienen derecho á fijar la atención del
la sintieron. poeta las esclavitudes, los dolores, los in-
Cuando Luis X I V estaba enfermo, dis fortunios y las miserias; el género hu-
pensaba á Hacine el honor de que dur- mano es su acreedor.
miera en su mismo cuarto, convirtiendo Servirle no amengua en nada la gran-
al poeta en una especie de mancebo de deza del poeta. Porque en algunas oca-
botica: así protegía á las letras; no exigía siones y por cumplir su deber no se
nada m á s á las grandes inteligencias haga eco del grito del pueblo ó retenga
imaginando sin duda que les bastaba el en el pecho el suspiro de la humanidad,
horizonte de la alcoba real. L e ocurrió no puede decirse que en él no viven
un dia á Hacine, quizás instigado por esas voces misteriosas. Aunque habla en
madame de Maintenon, salir de la cá- voz alta, esto no le impide hablar tam-
mara regia y observar las boardillas bién en voz baja, y no solo es el confiden-
que habita el pueblo, y de este estudio te, sino que hasta algunas veces es el
resultó su "Memoria sobre la miseria pú- confesor de los corazones. Participa de
blica,,. Luis X I V dirigió á Racine una la felicidad con los que se aman, de las
mirada mortal. Los poetas no sirven ilusiones con los que s u e ñ a n , de las es-
para cortesanos, n i siquiera para ser ga- peranzas con los que suspiran y del éx-
lantes con las queridas del rey. Racine, tasis del amor con los enamorados. Los
por sugestiones de madame de Mainte- amorosos versos de A n d r é s Chenier, sin
non, fué despedido de la corte, y esbo le esfuerzo pueden ponerse al lado del
ocasionó la muerte. Voltaire, por insi- yambo iracundo: "¡Virtud, llora si yo
GUILLERMO SHAKESPEARE. 177
muero!„ E l poeta es el único que puede gendario Amfion, á remover las piedras,
producir sonidos que igualen al áspero es decir, las preocupaciones y las supers-
trueno y al imperceptible cuchicheo; él ticiones; á poner en movimiento masas
solo iguala á la naturaleza en rugir nuevas, á rehacer los fundamentos y las
como la tempestad y en murmurar sua- bases, á reconstruir la ciudad, es decir,
vemente como las hojas de los árboles. la sociedad.
Viene al mundo para ejercer dos funcio- Es proposición ridicula afirmar que
nes, una individual y otra pública, y prestar esos servicios, que cooperar á la
necesita para desempeñarlas, digámoslo civilización suponga necesariamente pér-
así, dos almas. dida de belleza en la poesía y de digni-
Es imposible que exista poeta alguno dad en el poeta. E l arte útil conserva y
sin estar dotado de grande actividad de aumenta sus gracias, sus encantos y sus
alma, que es la resultante de la concien- prodigios. Esquilo no se ha achicado por
cia. Las leyes morales antiguas deben hacer el arte útil en Prometeo, es decir,
consignarse, y las leyes morales nuevas por presentar el hombre-progreso marti-
deben revelarse; y estas dos séries no rizado en el Cáucaso y roido en vida por
coinciden sin hacer u n gran esfuerzo; la fuerza y por el ódio; Lucrecio no ha
este esfuerzo incumbe al poeta. A cada disminuido de valor por haber desatado
paso se ve precisado á ejercer de filósofo, las ligaduras de la i d o l a t r í a , n i por
y necesita, por lo tanto, defender la l i - arrancar al pensamiento humano las
bertad cuando la vea amenazada, ya sea vendas de las religiones que le oprimian;
ésta la libertad del espíritu humano, ya no rebaja á Isaías haber marcado los t i -
la libertad del corazón, que tan sagrado ranos con el hierro candente de sus pro-
es el amor como el pensamiento. Nada fecías; no empequeñece á Tirteo defender
de esto es el arte por el arte. á su pátria. No se degrada lo bello por
E l poeta viene á confundirse con los servir á la libertad y al mejoramiento de
vivos, para domar como Orfeo los malos las muchedumbres. L a utilidad, sirvien-
instintos, es decir, los tigres que están en do á la p á t r i a ó á la revolución, no puede
el interior del hombre; viene, como el le- rebajar nunca el valor de l a poesía.

TOMO I V . 23
! ! I t t 1 t I I 1 ! I I ! t t M M I ! t ! I t 1 I I I t t 1 t t ! T t 1111 I t f 111111111 1 11 1 1 t I f t t í f I v \

TERCERA. PARTE.

LIBRO PRIMERO del porvenir, y volvió á escribir la últi-


ma de las cuatro sentencias:—"Todo con-
cluye bajo seis piés de tierra,,.
D e s p u é s de la muerte.—Shakespeare.—Inglaterra.
Bonaparte tenia razón: para el héroe,
para el soldado, para el hombre de l a
I.
materia, todo acaba bajo seis piés de tier-
E n 1784 Bonaparte tenia quince años. ra; pero para el hombre de l a idea todo
Acababa de llegar á la Escuela m i l i t a r empieza allí.
de Paris, procedente de Briene, acompa- L a muerte es una fuerza.
ñ a d o de un religioso m í n i m o , y subió Para el que no tiene otra actividad
ciento setenta y tres escalones cargado que la del espíritu, es la tumba la elimi-
con la maleta de viaje, hasta llegar al nación del obstáculo. Morir es ser omni-
aposento que le hablan destinado. Su potente.
cuarto tenia dos camas y un ventanillo E l hombre de guerra es un sér temi-
que daba al espacioso patio de l a Escue- ble; mientras está en pié, la tierra enmu-
la. Las paredes estaban blanqueadas dece; su gesto atrae la exterminación;
con cal, pero poco limpias, porque los millones de hombres le siguen, prorum-
alumnos que las ocuparon antes que Bo- piendo en espantosa gritería; no es u n
naparte se entretuvieron en emborronar hombre, es un conquistador, un rey de
con carbón las cuatro inscripciones si- reyes, un emperador, una brillante coro-
guientes, que el recien llegado leyó y na de laureles, que pasa despidiendo re-
que nosotros t a m b i é n leimos hace trein- l á m p a g o s y dejando ver entre las hojas
ta y cinco años:—"Cuesta mucho traba- el indefinido perfil de u n César. L a v i -
j o ganar una charretera,,, de Montgivray. sión es magnífica y terrible; pero sobre-
'—"El dia m á s hermoso de la vida es el viene una inflamación al h í g a d o ó una
dia de una batalla,,, el vizconde de Tinte- desolladura del píloro y todo concluye
mac—"La vida no es m á s que una con- bajo seis piés de tierra. E l espectro solar
t i n u a farsa,,, el conde de la Villete. se desvanece. L a vida tumultuosa cae
Si donde dice "una charretera,, hubi en u n abismo, y el género humano prosi-
ran escrito ^un imperio,,, sin hacer gran gue su ruta, dejando tras de sí aquella
alteración hubieran predicho en cuatro nada. Si el hombre tempestad quebranta
palabras todo el destino de Bonaparte, y con fortuna los pueblos, como Alejandro
las cuatro inscripciones hubieran sido la India, Cario-Magno la Escandinavia
una especie de Mane, Thecel, Phares, es- y Bonaparte la antigua Europa, llega á
crito de antemano en aquella pared. E l la posteridad ese recuerdo. Pero cuando
menor de los Desmanzis, que fué el com- un t r a n s e ú n t e cualquiera, que ha refle-
p a ñ e r o de habitación de Bonaparte y jado en su frente el ideal, pasa por e l
que ocupaba la segunda cama del apo- mundo; cuando un hombre pobre y m i -
sento, le vió coger un lápiz y dibujar serable como Homero deja caer en la os-
bajo las inscripciones que acababa de curidad una palabra y muere, esa pala-
leer un boceto de su casa de Ajaccio, y bra se convierte en estrella.
al lado de la casa, sin saber que se acer- Aquel vencido, arrojado de una pobla-
caba á la isla de Córcega, otra isla mis- ción á otra, se llama Dante A l i g h i e r i ;
teriosa, oculta entonces en las nieblas aquel expatriado se llama Esquilo, aquel
180 OBRAS D E VICTOR HUGO.

prisionero se llama Ezequiel, aquel cau- jos los nombres de Duelo, Hambre, Ver-
tivo con alas es Cervantes, ¿Sabéis g ü e n z a . Peste y Miseria? ¿Será verdad
quiénes son los que van delante de vos- que deba dividirse en dos la cuna de
otros? E l enfermo es Tirteo, el esclavo es Hesiodo, entre Cunes en la Eolida, don-
Planto, el desgraciado es Espinosa .y el de se supone que nació, y entre Ascra en
criado es Rousseau. Pues esa enfermedad, Beocia, donde se cree que se educó? Ve-
esa servidumbre, esa desgracia y esa de- leyo Paterculus asegura que vivió veinte
bilidad constituyen la fuerza, pero la años después de Homero, y Quintiliano
fuerza suprema, el espíritu. dice que fué contemporáneo. ¿Cuál de
E l espíritu no se extingue por estar en los dos está en lo cierto? Nada importa
u n estercolero, como en Job, ó amenaza- no saberlo. Esos poetas murieron, pero
do por el palo, como en Epicteto, ó por el su pensamiento vive.
desprecio, como en Moliére. E l califa Más se ocupan ahora de ellos que cuan-
Almanzor hace que el pueblo escupa el do vivían. Los demás muertos descansan,
rostro de Averroes á la puerta de la mez- pero los génios trabajan; trabajan en
quita de Córdoba; el duque de Y o r k es- nuestros espíritus, elaborando la civili-
cupe en persona á la cara de Milton; un zación.
Roban, casi príncipe, intenta asesinar á Todo concluye bajo seis piés de tierra;
Voltaire á bastonazos. Se destierra á no, todo comienza, todo germina, brota
Descartes de Francia por la influencia y sale de allí. Esa m á x i m a solo reza con
de Aristóteles; el Tasso paga con veinte vosotros, hombres de espada, que des-
años de calabozo un beso dado á una aparecéis y os p u d r í s . E n vida los dora-
princesa; Luis X V encierra á Diderot en dos, las armaduras, los tambores, las
Vincennes; pero estos son incidentes pa- trompetas, las banderas desplegadas y el
sajeros. Esos príncipes, esos reyes, esas extrépito ilusionan á la muchedumbre,
apariencias que se tomaban por realida- que se admira de todo eso porque cree
des, se disipan, y no queda m á s que lo que tiene graudeza, y aclama al que
que debe quedar, el espíritu humano á leva casco ó coraza y viste brillantes
una parte, los espíritus divinos á la otra; atavíos. Pero la hora de la muerte es la
l a verdadera obra y los verdaderos obre- i c r a d e l a s diferencias. Juvenal puede
ros, l a sociabilidad completándose y fe- colocar á A n í b a l fácilmente en l a palma
c u n d á n d o s e , la ciencia indagando l a de su mano.
verdad, el arte creando lo bello y la vida No es César, sino el pensador quien
inferior aspirando á la vida superior. Es puede decir espirando: Deus fío. Mientras
indispensable abordar las cuestiones es hombre, la carne se interpone entre él
reales; la del progreso en la inteligencia y sus semejantes, que la carne es la nube
y por la inteligencia que necesita el con- que cubre al genio. Llega l a muerte y
curso de los poetas, de los profetas, de disipa l a nube y al hombre ilumina la
los filósofos y de los pensadores. E l m u n clara aurora del génio. L o que en él era
do se ha apercibido ya de que la filosofía desconocido se manifiesta en todo su es-
es u n alimento y la poesía una necesidad. plendor. Para que un espíritu irradie
Si renunciáis á los poetas, renunciáis á toda la luz, es necesario que muera.
l a civilización. H a llegado ya la época E l género humano comienza á deslum-
en que el género humano cuente con el hrarse cuando lo que era génio se con-
histrión que se l l a m a Shakespeare y con vierte en alma.
el mendigo que se llama Isaías.
Mientras vive, siembra desconfianzas
Cuando son invisibles es cuando los porque le tratan y le conocen. Camina
tenemos m á s presentes. Esos séres viven con la humanidad por la tierra, pesa,
después de muertos. perturba y estorba. Importuna el que
Cómo vivieron? q u é sabemos de ellos? tiene demasiada presencia. Los hombres
Algunas veces m u y poco, como pasa con no le consideran como semejante n i le
Shakespeare, y otras veces nada, como quieren bien; pero cuando muere cesa de
acontece con los que pertenecen á las causar molestias y envidias. Era un com-
edades primitivas. H a existido Job? ¿Ho petidor mientras vivia; cuando muere
mero es uno ó varios? Meceriac dice que pasa á ser un bienhechor, convirtiéndose
Esopo era bien configurado y Plaundo en hombre irreparable, según la frase feliz
asegura que tenia joroba. ¿Será verdac que Lebrun dijo refiriéndose á Montes-
que el profeta Oseo, para demostrar e quieu. Voltaire, que era grande en el si-
amor de su pátria, hasta cuando cayó en glo diez y ocho, es m á s grande todavía en
el oprobio y se convirtió en infame, se el siglo diez y nueve. L a fosa es un cri-
casó con una prostituta y puso á sus h i sol, y el p u ñ a d o de tierra que se arroja
GUILLERMO SHAKESPEARE. 181
en ella pasa por la criba las reputado-' Es tan inglés que trata de atenuar la
nes y las purifica. L a gloria de Voltaire | conducta de Enrique V I I I ; verdad es
perdió lo que tenia de falso y conserva lo que no le perdia de vista la reina Elisa-
que tenia de verdadero. Perder lo falso bet. Pero insistiremos en que, al mis-
equivale á ganar. Voltaire ya no es poe- mo tiempo que poeta inglés, es un genio
ta lírico, cómico, n i trágico; solo es el humano, y de esto dimana su gran-
crítico indignado contra el antiguo mun- deza.
do, el reformador de las costumbres que Inglaterra es egoísta. E l egoísmo es
trata de dulcificar la vida de sus seme- una isla. Lo que le falta á la A l b i o n , que
jantes. Voltaire decae como poeta, pero está entregada enteramente á sí misma,
crece como apóstol; ha sido m á s útil que y que hace que los otros pueblos la m i -
bello. Los que como el Dante y Shakes- ren muchas veces con recelo, es carecer
peare han producido lo bello, sobrepujan de grandeza desinteresada; pero Shakes-
á Voltaire, pero hasta debajo de los poe- peare se la dá, y cubre con su manto de
tas el sitio del filósofo tiene gran altura, p ú r p u r a los hombros de su p á t r i a . Sha-
y Voltaire es filósofo; es el sentido c o m ú n kespeare es cosmopolita y universal por
que d á golpes sin cesar. Exceptuando su fama, que se desborda por todas par-
en literatura, en todo lo demás es un tes de la isla y del egoísmo. Quitadle
buen juez. Shakespeare á Inglaterra y veréis cómo
Tales son los efectos que produce la disminuye la reverberación luminosa de
tumba en las grandes inteligencias; de- esa nación. Shakespeare modifica la fiso-
j a n al morir tras sí estela luminosa. Su nomía inglesa y hace desaparecer de ella
desaparición resplandece. L a muerte les la semejanza que tiene á Cartago.
d á autoridad. Es e x t r a ñ a la significación de la apa-
rición de los génios. N i Esparta n i Car-
II. tago han dado á luz un gran poeta. Este
es el veredicto m á s grave que puede pro-
Shakespeare constituye la mayor glo- nunciarse contra ambas ciudades. Medi-
ria de Inglaterra. Inglaterra tiene en la tad sobre esto y conoceréis que Esparta
política á Cromwell, en filosofía á Ba- fué el pueblo de la lógica y Cartago el
con, en ciencia á Newton, que son tres pueblo de la materia; pero n i aquella n i
elevadísimos ingenios; pero á Cromwell ésta fueron el pueblo del amor. Cartago
se le tacha de cruel, á Bacon de bajeza y inmoló á sus hijos por medio de la espa-
de Newton debemos decir que el edificio da y Esparta sacrificó á sus vírgenes por
que construyó se arruina en la actua- medio de la desnudez; aquella m a t ó l a
lidad. Shakespeare permanece siendo inocencia y ésta el pudor. Cartago solo
puro, lo que no le sucede á Cromwell n i conoció sus fardos y sus cajas y Esparta
á Bacon, y su obra es indestructible, lo solo conoció la esclavitud de l a ley. Por
que no le sucede á Newton. A d e m á s , ella murieron los trescientos de las Ter-
como genio raya á mayor altura. Por mópilas. Cartago fué dura, Esparta fria;
encima de Newton están Copérnico y Gra- eran dos repúblicas de granito. No cono-
lileo; por encima de Bacon, Descartes y cieron los libros. Dios, que nunca se
Kant; por encima de Cromwell, Danton y equivoca, no quiso sembrar génios en
Bonaparte; por encima de Shakespeare tierras tan infecundas. No fructifica el
no está nadie; tiene quien le iguale, pero trigo en las rocas.
no quien le supere. Su ciudad natal es Esparta y Cartago, sin embargo, fue-
una ciudad predilecta; Stratford sobre ron heróicas; cuando necesitaron m á r t i -
el A v o n tiene l a certeza que no tienen res ó capitanes los tuvieron. E n la pri-
Esmirna, Rodas, Colofón, Salamina, mera nació L e ó n i d a s , en la segunda
Chio, Argos y Atenas, las siete ciuda- Aníbal; pero ninguna de las dos fué l a
des que se disputan el nacimiento de cuna de Homero: les faltó ese no sé q u é
Homero. tierno de lo sublime que hace brotar de
Shakespeare es u n espíritu humano, las e n t r a ñ a s del pueblo al poeta. Esa
pero t a m b i é n un espíritu inglés, tan esce- ternura latente, ese flehile nescio quid, lo
sivamente inglés, que llega hasta favore- tuvo Inglaterra. L o prueba Shakespea-
cer á los reyes detestables que presenta re; tambiem lo podría probar Wiber-
en escena, cuando son ingleses, y á reba- force.
j a r á Felipe Augusto delante de Juan Inglaterra, que es comerciante como
Sin Tierra, y á crear expresamente al Cartago y legal como Esparta, vale m á s
miserable Falstaff para que pesen sobre que ambas. Tiene en su favor la excep-
él las iniquidades del jóven Enrique V . ción augusta del poeta. Haber conce-
OBRAS D E VICTOR HUGO.

bido á Shakespeare engrandece á I n g l a - glaterra del exterior, y casi puede preci-


terra. sarse el dia y la hora en que su fama
A este genio corresponde sitio preemi- desembarcó en Douvres. F u é preciso que
nente entre el n ú m e r o de los elegidos, transcurrieran trescientos años para que
que de vez en cuando se aumenta tcon Inglaterra oyese estas dos palabras que
u n recien llegado esplendoroso, que co- el mundo entero le decia al oido: Guiller-
ronan una civilización y que iluminan mo Shakespeare.
con resplandor intenso al género huma- Elisabet es una completa encarnación
no. Shakespeare equivale á una legión. de la Inglaterra. Admirando á Elisabet,
Pesa él solo m á s en la balanza que todo Inglaterra se mira en su propio espejo.
el hermoso siglo diez y siete francés, y Elisabet es virgen, como Inglaterra es
casi tanto como el diez y ocho. isla; es altiva y m a g n á n i m a , llena de ex-
Cuando el viajero desembarca por pri- t r a ñ a s hipocresías; es orgullosa con habi-
mera vez en Inglaterra, lo primero que lidad, humilde con audacia; la rodean
con l a vista busca es la estatua de Sha- favoritos, pero no señores. Es d u e ñ a de sí
kespeare y se encuentra con la estatua misma hasta en las horas del sueño; es
de W e l l i n g t o n . omnipotente como reina é inaccesible
Wellington es un general que g a n ó como mujer, y se t i t u l a como Inglater-
una batalla famosa en colaboración con ra: Emperatriz del mar. Los tenebrosos
la suerte. abismos de donde surgen las iras que de-
Si el viajero insiste en buscar, le acom- capitan á Essex y las tempestades que
p a ñ a n á ver á Westmister, donde están sumergen á la Armada Invencible, l i -
enterrados muchos reyes, y en donde se bran á la virgen y á la isla. Elisabet
encuentra un rincón que llaman el rin- caracteriza el génio de Inglaterra. Cele-
cón de los poetas. Allí, á la sombra que bra alianzas con todos, lazos conyuga-
proyectan cuatro ó cinco monumentos les con ninguno; su objeto es vivir, rei-
desmesurados, resplandecientes de már- nar, estar sola, manteniéndose siempre
m o l y de bronce, de régios personajes á cierta distancia del universo. Es la
desconocidos, os enseñan una figurita co- reina s i n g u l a r í s i m a de una nación admi-
locada sobre raquítico zócalo, á cuyo pié rable.
se lee: G-UILLERMO SHAKESPEARE. Shakespeare, por el contrario, es ca-
E n Inglaterra abundan las estatuas. rácter simpático. E l insularismo consti-
Las tienen Carlos, Eduardo y Guiller- tuye su ligadura, pero no su fuerza; lo
mo; hay e s t á t u a s de tres ó cuatro Jorges rompería si pudiera. Dando un paso m á s
distintos, uno de los cuales era idiota; hubiera sido europeo. A m a y elogia á la
tiene estátuas de Richmond en H u n t l y , Francia, y la llama "el soldado de Dios;?.
de Napier en Portsmouth, de Jather E n su nación recatada, él es el poeta
Mathew en Cork; y de Herbert Y u g r a m , libre.
de mister P i t t y de mister Peel. Inglaterra tiene dos libros; uno que l a
E n todas partes y á cada paso, en ca- ha constituido y otro que ella ha creado.
lles y plazas, se levantan gigantes con L a Biblia y Shakespeare; pero estos l i -
signos de admiración en forma de co- bros no viven en buena a r m o n í a y la B i -
lumnas de honor; tienen columna el du- blia combate al poeta inglés".
que de York, Nelson y Welligton; tiene L a B i b l i a , como libro literario del
columna cualquiera que haya arrastrado Oriente, m á s exuberante en poesía que
u n sable. E n la isla de G-uernesey, á ori- el mismo Shakespeare, fraternizaría con
llas del mar, sobre u n promontorio, se él; pero como libro social y religioso, le
levanta una columna parecida á u n faro, aborrece. Shakespeare piensa, s u e ñ a y
que es casi una torre. ¿ P a r a quién se eri- duda. Encierra algo de lo que tenia
gió? Para Doyle. Quién fué Doyle? U n Montaigne, á quien admiraba. E l To be
general. Qué hizo? Construir algunos ca or not to be nace del Qué sé yo!
minos. Con su dinero? No; con el dinero A d e m á s , S h a k e s p e a r e inventa, y estoes
de los vecinos. Pues merece una colum- grave error. L a fé excomulga á la imagi-
na, y no la tienen Shakespeare, M i l t o n nación. E n materia de fábulas y de i n -
n i Newton. De Byron no hablemos; su venciones , l a fé es mala c o m p a ñ e r a de
nombre es obsceno para el pais. ¡De este vecindad, porque no tolera m á s que las
modo es Inglaterra, esa nación ilustre y suyas. Recordad á propósito de esto el
poderosa! palo con que Solón a m e n a z ó á Thespis y
III. la tea con que Omar incendió la biblio-
teca de A l e j a n d r í a . L a situaciones siem-
L a gloria de Shakespeare vino á I n pre la misma, E i fanatismo moderno ha
GUILLERMO S H A K E S P E A R E . 183
heredado aquel palo y aquella tea. Esto do de frialdad inconcebible; sigue siendo
es verdad en E s p a ñ a y no es falso en I n - 3ara ella lo mismo que fué para Elisa-
glaterra. Y o he oido á un obispo anglica- Det. Esta es nuestra opinión, que quisié-
no discutir sobre la Iliada y condensar ramos ver desmentida.
todos sus cargos en la siguiente frase, Inglaterra cuenta con la e x t r a ñ a ins-
con la que anonadó á Homero: Eso no titución de "el poeta laureado,,, que re-
es verdad. Y Shakespeare es m á s que gistran las admiraciones oficiales y hasta
Homero, es sencillamente un "embus- cierto punto nacionales. E n el reinado
tero;;. de Elisabet, y viviendo Shakespeare, el
H a y dos palabras contra Shakespeare Docta laureado de Inglaterra era D r u m -
que han hecho fortuna en Inglaterra; mond.
estas palabras son:Improper y shocking (1). Indudablemente no estamos ya en
Notad de paso que en m u l t i t u d de pasa aquellos tiempos en que se anunciaba al
jes la Biblia es t a m b i é n improper y la Es público: Macbeth, obra de Shakespeare, ar-
critura Santa shocking. Los profetas, que reglada por sir Williams Davenant. Pero
son poetas iracundos, no conocen límites loy mismo acude poco público cuando
para usar frases desnudas. Pero Inglater- se representa el Macbeth; Kean y Macrea-
ra, que habitualmente lee la Biblia, no dy han fracasado i n t e n t á n d o l o .
las nota. Los fanatismos se hacen los sor Hoy dia no se puede representar en
dos. De esa incurable sordera d á mues- Inglaterra ninguna obra de Shakespeare
tras l a ortodoxia romana, no consintien- sin descartar la palabra Dios donde
do que Jesucristo haya tenido hermanos quiera que se encuentre. E l lord Cham-
y hermanas, aunque así lo consignan belán fiscaliza á Shakespeare en pleno
con claridad los cuatro evangelistas. M a siglo diez y nueve. E n Inglaterra no se
teo dice: ílEcce mater et fratres ejus sta pronuncia el nombre Dios fuera de l a
bant foris... Et fratres ejus Jacobus et Joseph Iglesia. E n conversación no se dice God,
et Simón et Judas. Et sórores ejus nonne om sino Ooodness (Bondad). E n las ediciones
nes apud nos sunt.,, Marcos escribe: "¿Non y en las representaciones de las obras de
ne hic est faber, filius Marice fratres Jacobi Shakespeare se sustituye la palabra G-od
et Joseph et Judas et Simonis? ¿Nonne et so- por la de Heaven (Cielo). No importa
rore ejus hic nobiscum sunt?„ Lucas a ñ a que el verso deje de serlo y que el senti-
de: " Venerunt autem ad illum mater et fra- do sea ininteligible. L a tétrica exclama-
tres ejus.,, Y Juan, por último, dice: "Ipse ción de Desdómona agonizante: "¡Señor,
et mater ejus et fratres ejus... Ñeque enim fra- Señor, Señor! (Lord, Lord, Lord!),, fué
tres ejus credebant i n eum... TJt autem aseen suprimida por órden de l a autoridad en
derunt fratres ejus.,, la edición de B l o u n t y Jaggard de 1623.
E l catolicismo se hace el sordo y no Los actores no la repiten en escena. ¡Dul-
lo oye. ce Jesús! seria una blasfemia; así es que
E l puritanismo tiene para Shakespea una beata española se vé obligada á ex-
re los oidos delicados, porque le parece clamar en el teatro inglés: Dulce Júpiter!
"algo pagano como todos los poetas,,, como Si se cree que exageramos, consúltese
dice el reverendo John Wheeler. L a to Medida por medida. Aparece una monja,
lerancia y la inconsecuencia son herma Isabel, invocando á J ú p i t e r . Shakespea-
ñ a s gemelas. Por otra parte, cuando se re habia escrito Jesús.
trata de condenar, no hace falta la lógi H a mejorado indudablemente el tono
ca; cuando Shakespeare, por boca de de cierta crítica puritana al juzgar á
Otelo, l l a m a á Desdómona whore (2), le Shakespeare, pero no le trata aun como
vanta indignación general y produce se le debe tratar. Hace pocos años, u n
gran escándalo: las sectas bíblicas se ta economista inglés, que gozaba de auto-
pan los oidos, sin recordar que Aaron ridad y solia escribir estudios literarios
dirige exactamente el mismo epíteto á sobre cuestiones sociales, afirmó en una
Sófora, mujer de Moisés. Ciertamente digresión, sin perder su acostumbrado
esto se consigna en u n apócrifo en la aplomo, lo siguiente: "Shakespeare no
Vida de Moisés; pero los apócrifos son puede vivir porque en general ha toma-
libros tan auténticos como los cañó do asuntos extraños ó antiguos, como
nicos. por ejemplo: Hamlet, Otelo, Romeo y Ju-
Por lo que acabamos de decir, I n g l a lieta, Macbeth, Lear, Julio César, Goriola-
t é r r a conserva para Shakespeare un fon no, Timón de Atenas, etc., etc.^ siendo así
que en literatura solo son viables las co-
sas de observación inmediata y las obras
(i) Ramerat
Sucio y chocante.
que versen sobre asuntos oontemporá-
(2)
184 OBRAS D E VICTOR HUGO.

neos.,, Qué os parece esa teoría? I n ú t i l la segunda debe ser tan grandioso como
es decir que ha tenido adhesiones en I n - el de la primera; Juana de Arco reclama
glaterra y propagandistas en Francia. un monumento tan notable como Nues-
A d e m á s de Shakespeare, excluye senci- tra Señora de París. Inglaterra está en
llamente de la "vida,, literaria á Schi- deuda con Shakespeare y Francia con
11er, á Corneille, á Milton, al Tassd, al Juana de Arco.
Dante, á V i r g i l i o , á Eurípides, á Sófo- Semejantes ingratitudes deben de-
cles, á Esquilo y á Homero. Verdad es nunciarse. L a principal responsabilidad
que coloca en la gloria á Aulu-Grelle y á debe recaer en las actuales aristocracias
flestif de la Bretone. Oh crítico! Tie- gobernantes, que tratan de vendar los
nes razón; Shakespeare no es viable, es ojos de las masas; pero la conciencia lo
inmortal. mismo existe en los pueblos que en los
Otro crítico, t a m b i é n inglés, pero de individuos, y la ignorancia debe tomar-
la escuela escocesa, puritano, pertene- se todo lo m á s como circunstancia ate-
ciente al grupo de descontentos que ca- nuante: cuando la j usticia se desconoce
pitaneaba K n o x , declaraba por enton- durante siglos, son responsables los go-
ces que la poesía era cosa pueril; que biernos, pero por culpa de las naciones.
la belleza del estilo era un obstáculo que L a justicia nos obliga á decir la verdad
se oponía entre la idea y el lector; que á los pueblos. Francia é Inglaterra obran
el monólogo de Hamlet era "lirismo mal.
frio;; y el adiós de Otelo á las banderas Adular á los pueblos seria peor que
y al campamento "una declamación,,, y adular á los reyes; la adulación á los
comparaba las metáforas de los poetas unos supone bajeza y á los otros co-
con las estampas de los libros que solo bardía.
sirven para divertir á los muchachos, Los pueblos no tienen el derecho de
despreciando profundamente á Shakes- acusar indefinidamente por sus faltas á
peare, porque desde el principio hasta el los gobiernos. Aceptar la opresión, aca-
fin sus obras estaban plagadas de esta ba por suponer en cierto modo complici-
clase de estampas. dad: la pusilanimidad de un pueblo,
No hace mucho, precisamente en Ene- cuando llega á soportar un yugo, del
ro de este mismo año, un culto periódico que pudiera libertarse haciendo un es-
de Lóndres preguntaba quién era m á s fuerzo de voluntad, traspasa los límites
célebre en Inglaterra, Shakespeare ó de la paciencia que deben tener los hom-
Calcraft el verdugo:—'"Hay ciertas loca- bres honrados; entre el gobierno que
lidades en este ilustrado pais, en las que hace el mal y el pueblo que lo consiente,
si pronunciáis el nombre de Shakespea- hay cierta solidaridad vergonzosa. E l su-
re os contestarán: "No sé quién puede frimiento es venerable, pero el yugo no
ser ese Shakespeare que arma tanto r u i - se debe sufrir. Dicho esto, prosigamos.
do; pero apuesto cualquier cosa á que le Notemos esta coincidencia singular:
vence Hamner Lone por cinco libras.;; Voltaire, que reniega de Shakespeare,
Pero saben quién es el verdugo.,, (Daily- insulta t a m b i é n á Juana de Arco; y
lelegraph, 13 Enero 1864.) Voltaire, lo confesamos con a l e g r í a y con
tristeza al mismo tiempo, encarna el es-
IV. píritu francés. E l espíritu francés, pero
solo hasta l a revolución. Porque desde
De todos modos Shakespeare no tiene la revolución, á medida que Francia se
aun el monumento que Inglaterra le emancipa, el espíritu francés se agiganta
debe. y tiende á ser el espíritu europeo; es
Digamos de paso que Francia es poco menos local y m á s fraternal, menos galo
m á s ó menos lo mismo. Otra gloria dis- y m á s humano. Cada d í a representa
t i n t a de Shakespeare, pero tan grande más P a r í s el corazón del mundo. V o l -
como la de éste, Juana de Arco, espera taire continúa siendo lo que era, el hom-
hace mucho tiempo u n monumento na bre del porvenir, pero t a m b i é n el hombre
cional digno de ella. del pasado; una de esas glorias que unos
L a tierra de la G-alia tiene católica é reconocen y que otros niegan: tiene en
históricamente por patronas dos figuras contra suya haberse burlado de Juana
augustas, María y Juana: una de ellas de Arco y de Shakespeare, y el ridículo
es santa, es la Virgen; la otra es heróica, que t r a t ó de echar contra ellos, la poste-
es la Doncella de Orleans. Luis X I I I en- ridad lo vuelve contra él.
t r e g ó la Francia á la primera y la otra
rescató á la Francia. E l monumento de
GUILLERMO SHAKESPEARE. 185
quico si los hay, contempla y venera su
propia personificación actual; la digna
madre, l a noble viuda se inclina ante la
Después de todo, ¿para q u é necesita majestad ideal con el respeto profundo
Shakespeare un monumento? L a estatua que tan bien cuadra á la majestad ma-
que se ha levantado á sí mismo, teniendo terial; la reina de Inglaterra saluda á
por pedestal á Inglaterra, vale m á s que Shakespeare; el homenaje tributado por
el mejor mausoleo. Victoria es como la reparación del des-
E l m á r m o l y el bronce no pueden ha- den de Elisabet. Quizá no esté lejos de
cer que brille m á s su gloria n i aumen- allí la figura de ésta esculpida bajo una
tar u n codo su grandeza. ¿Puede haber cornisa al lado de Enrique V I I I , su pa-
bóveda tan indestructible como la que dre, y de su sucesor Jacobo I , cuyas
forma E l cuento de invierno, L a tempestad, figuras son enanas ante l a grandeza de la
Las alegres comadres de Windsor, Los dos del poeta. Suena el estampido del cañón,
hidalgos de Verona, Julio César y Córiola- descórrese el p a ñ o que cubre l a estátua,
no? ¿Puede haber monumento m á s gran- la cual aparece como diciendo ¡por fin!,
dioso que Lear, ó m á s terrible que E l engrandecida por la sombra de trescien-
mercader de Venecia, ó m á s deslumbrador tos años, de tres siglos, que supone en
que Romeo y Julieta, ó m á s rico que R i - u n coloso un desarrollo inmenso. Para
cardo ILI? ¿Hay luna que pueda alum- hacer esa e s t á t u a se han utilizado las de
brar este edificio con luz tan misteriosa York, Cumberland, P i t t y Peel: se han
como la de E l sueño de una noche de ve- destruido una porción de estátuas de
rano? ¿Qué capital, aunque sea Lóndres, hombres que no las merecían; se han
puede producir á su alrededor rumor tan fundido los monumentos de los Enriques
gigantesco como el alma tumultuosa de y los Eduardos, de los G-uillermos y de
Macbeth? ¿Que m a d e r á m e n de cedro ó de los innumerables Jorges; se ha echa-
encina d u r a r á tanto como el Otelo? ¿Qué do abajo el Aquiles de Hyde-Park. L a
bronce será tan indestructible como el figura de Shakespeare es tan grande
Hamlet? No hay construcción humana como la de un F a r a ó n ó la de un Sesos-
de hierro n i de bronce que dure lo que el tris. E l sonido de las campanas, el extré-
aliento profundo del genio, que es la pito de los tambores, los acordes de las
respiración de Dios al través del hombre. músicas, los aplausos y los burras hien-
E l cerebro que encierra una idea es una den los aires.
cúspide superior á los monumentos de Y qué?
piedra y de ladrillo. ¿Qué edificio iguala Todo eso h o n r a r í a á Inglaterra, pero
á un pensamiento? L a torre de Babel es seria completamente indiferente á Sha-
m á s baja que Isaías, la pirámide Cheops kespeare.
es m á s p e q u e ñ a que Homero, el Coliseo ¿Qué vale el saludo de la m o n a r q u í a ,
es inferior á Juvenal, la Giralda de Se- de la aristocracia, del ejército y del pue-
v i l l a es m á s enana que Cervantes, San blo inglés, para quien ha conseguido l a
Pedro de Roma no tiene la altura del aclamación de los siglos y de los hom-
Dante. ¿Cómo podríais levantar una bres? ¿Qué oración del obispo de Lóndres
torre que fuera tan alta como Shakes- ó del arzobispo de Cantorbery equivale
peare?... al grito que Desdémona arranca á una
Imaginaos por un instante que se le mujer, A r t u r o á una madre ó Hamlet á
construye un monumento magnífico ó un alma?
un arco triunfal, u n obelisco, una cate- Si la opinión universal reclama con
dral, un circo, y que en el centro se le- insistencia u n monumento para Shakes-
vanta un pedestal. No hay pueblo m á s peare, no es por él, es por Inglaterra.
noble n i m á s m a g n á n i m o que el pueblo Hay ocasiones en que el pago de una
inglés. Juntad las ideas de Inglaterra y deuda importa mucho m á s al deudor que
de Shakespeare, y después levantad un al acreedor.
edificio sobre ellas. Seria de ver á una U n monumento es una e n s e ñ a n z a . Es
n a c i ó n como esa conmemorando á un bueno que los t r a n s e ú n t e s sepan que
hombre como Shakespeare. I m a g i n a d existen grandes hombres. Los que no sa-
el monumento y el acto de la inaugura- ben leer, miran; encuentran á su paso
ción. Concurren los pares y los diputa- un pedestal y sin querer levantan la vis-
dos de la C á m a r a de los Comunes, ofi- ta, si saben leen la inscripción; los que
cian los obispos, los príncipes forman el no fijan la atención en u n libro, la fijan
cortejo y l a reina asiste. L a virtuosa se- en una e s t á t u a . Pasando un día por el
ñ o r a es en la que el pueblo inglés, m o n á r - puente de Rouen, en donde está colocada
TOMO TV. 24
186 OBRAS D E VICTOR HUGO.

l a hermosa e s t á t u a que esculpió David Además, han agregado á este comité


D ' Angers; me p r e g u n t ó u n campesino. lombres eminentes de todos los países,
—Oonoce V . á Pedro Corneille?—81, le de Francia, de Alemania, de Bélgica, de
respondí. Y añadió:—Yo también.—¿Y E s p a ñ a y de Italia, de modo que será un
conoce V . M Cid?—pregunté.—No, se- comité ilustre y competente. Se formará
ñor, me dijo. un segundo comité en S t r a t í o r d sobre el
Para el campesino, Corneille era la es- Avon, que secundará al de L ó n d r e s . Feli-
tatua. citamos á Inglaterra.
Es necesario al pueblo este principio Los pueblos tienen el oído tardo y la
de conocimiento de los grandes hom- vida larga, por lo que no es incurable su
bres. E l monumento excita la curiosidad sordera. Tienen tiempo para corregirse,
de saber para quién se erigió, y provoca y esto es lo que ahora hace el pueblo i n -
el deseo de aprender á leer para saber lo glés en lo que se refiere á su gloria. I n -
que representa. glaterra empieza á deletrear el nombre
L a erección de los monumentos supo- de Shakespeare, debajo del que el uni-
ne, pues, utilidad para el pueblo y justi- verso habia puesto el dedo.
cia en la nación. E n A b r i l de 1664, cien años después
Inglaterra concluirá por hacer al mis- de haber nacido Shakespeare, la Ingla-
mo tiempo lo justo y lo útil. Es deudora terra se ocupaba en aclamar á Carlos I I ,
de Shakespeare, y dejar en descubierto el que vendió Dunkerque á la Francia
semejante deuda, desdice de l a dignidad por doscientas cincuenta m i l libras es-
de u n pueblo. Es moral que los pueblos terlinas, y se ocupaba también, desafian-
paguen religiosamente por gratitud, por do la lluvia y el viento frió, en ver cómo
que su entusiasmo significa probidad. blanqueaba en el p a t í b u l o de T y b u r n el
Cuando hay un hombre que es la gloria esqueleto deCromwell. E n A b r i l de 1764,
de una nación, que ésta no se aperciba doscientos años después de haber nacido
de semejante gloria asombra al género Shakespeare, Inglaterra se ocupaba en
humano. la aparición de Jorge I I I , rey imbécil,
que con sus conciliábulos y las medidas
VI, extraconstitucionales que tomó de acuer-
do con los jefes torys y los landgraves
Como era de presumir, Inglaterra se alemanes, marcaba una política de resis-
decide al fin á levantar u n monumento tencia al progreso, que comenzó por l u -
á su poeta. char, primero contra la libertad en Amé-
Después de escritas las anteriores p á rica y después contra la democracia en
ginas, se anuncia en Lóndres el nom Francia, y con el ministerio del primer
bramiento de u n comité para conmemo P i t t , que desde 1778 hizo cargar á Ingla-
rar solemnemente el tercer centenario terra con la deuda de ¡ochenta millones
del nacimiento de Shakespeare. Este co- de libras esterlinas. E n A b r i l de 1864, á
m i t é le dedicará el dia 23 de Abri" los trescientos años del nacimiento de
de 1864 u n monumento y una fiesta que Shakespeare, Inglaterra se ocupa en eri-
sobrepujarán al incompleto bosquejo que gir una e s t á t u a á su gran poeta. Paga
hemos imaginado. Se h a r á todo lo hu- tarde, pero p a g a r á bien.
mano posible para que el tributo de ad
miración sea brillante. L a iniciativa de
comité a r r a s t r a r á seguramente á los po
deres públicos, y no t e n d r á necesidad de
recurrir á la suscricion. Las suscriciones L I B R O SEaUTsTDO.
si no son m u y módicas, necesariamente
han de ser parciales, y á Shakespeare se
le debe una manifestación nacional E l siglo diez y nueve.
Debe celebrarse en dia festivo una fiesta
pública, debe erigírsele un monumento E l siglo diez y nueve no procede de
popular, cuyos gastos hayan sido vota- n i n g ú n otro n i recibe impulsión de nin-
dos en las C á m a r a s y cuya partida figu- guno de los anteriores: es hijo de una
re en el presupuesto de la nación. Tene- idea. Indudablemente Isaías, Homero,
mos confianza en el comité encargado Aristóteles, Dante y Shakespeare han
del Jubileo de Shakespeare, porque sabe- sido ó pueden ser grandes puntos depar-
mos que le componen personas distin- tida para llegar á importantes creaciones
guidas de la prensa, del Parlamento, de filosóficas ó poéticas; pero la madre au-
la literatura, de l a escena y de la Iglesia. gusta del siglo diez y nueve es la Revo-
GUILLERMO SHAKESPEARE,.

lucion francesa y lleva su magnífica san- E l triple movimiento literario, filosó-


gre en las venas. fico y social del siglo diez y nueve, que
Honra á los genios; si son desconocidos se condensa en uno solo, no es m á s que
los saluda, si permanecen inéditos los pu- la corriente de la revolución en las ideas,
blica, si son perseguidos los venga, si es- que, después de haber arrastrado los
t á n destronados los corona; los venera á acontecimientos, arrastra los espíritus.
todos, pero no procede de ellos. E l siglo L a frase 93 literario, que se repitió
diez y nueve es único, sin familia; por tantas veces en 1830 contra la literatura
su naturaleza revolucionaria puede pres- contemporánea, se prodigaba como i n -
cindir de sus antepasados. sulto y no lo era. T a n injusto seria em-
Como es genial, fraterniza con los ge- plearla para caracterizar todo el mo-
nios. Su origen se encuentra donde está vimiento literario, como seria inicuo
el de éstos, fuera del hombre. Las miste- emplearla para calificar toda la revolu-
riosas gestaciones del progreso se suce- ción política. E n ambos hechos hay algo
den, cumpliendo una ley providencial. m á s que el 93. L a frase 93 literario, que
E l siglo diez y nueve está dando á luz la se emplea para ofender, es exacta en
civilización, y le falta todavía dar v i d a á cuanto indica de un modo confuso, pero
todo u n continente. L a Francia ha t r a í - real, el origen del movimiento literario
do este siglo y este siglo trae la Europa. que corresponde á nuestra época. Pero
E l grupo griego constituyó la antigua lasta empleándola así fué ciega la pre-
civilización, limitada y circunscrita á la visión del ódio. E l lodo que arrojó al ros-
región de l a Morea; después la civiliza- ero de la verdad se convirtió en oro, en
ción g a n ó terreno poco á poco y consti- luz y en gloria.
t u y ó el grupo romano; en la actualidad L a revolución se compone de varios
forma el grupo francés, es decir, toda la años, cada uno de los que expresa un pe-
Europa, con algunas ramificaciones en riodo, representa un aspecto ó realiza una
América, en Africa y en Asia. fase del fenómeno. E l 93 t r á g i c o es uno
L a mayor de estas ramificaciones la de los años colosales. Las buenas nuevas
forma la democracia en los Estados- necesitan pregonarse á veces con bocas de
Unidos, á cuyo nacimiento está ayudan- bronce, y el 93 es esta boca. Debe hon-
do Francia desde el siglo pasado. Fran- rarnos, pues, á nosotros, los hijos del si-
cia, nación sublime, que prueba antes glo diez y nueve, que para injuriarnos
que las demás la vida del progreso, fun- se nos diga:—Sois el 93!
dó una República en A m é r i c a antes de Pero la injuria es incompleta, porque
crear otra en Europa. Et vidit quod esset no solo somos el 93, sino que t a m b i é n
honum. Después de haber prestado á somos el 89. E l origen de la literatura
Washington el auxilio de Lafayette, vol- del siglo diez y nueve data desde el prin-
vió los ojos á sí mismo y continuó la obra cipio de la revolución.
de Voltaire con u n hombre temible, con Formadla proceso bajo este punto de
Danton. A n t e u n pasado monstruoso, vista, que á nuestra literatura no le i m -
que lanzaba toda clase de rayos y exha- porta que la sometáis á juicio de resi-
laba toda clase de miasmas, el progreso dencia, y lo mismo le d á que insultéis
se vió forzado á acudir á las armas, y ó que aclaméis su triunfo. Como es la
tuvo necesidad de emplear cien brazos, deducción lógica del gran acontecimien-
cien cabezas, cien lenguas de fuego y to que presenciaron nuestros padres, y
cien rugidos: el bien se convirtió en hidra del que arranca para el mundo u n nue-
y se l l a m ó revolución. vo punto de partida, el que esté por él
L a revolución fué un acontecimiento ha de estar por su literatura y contra
augusto que cerró u n siglo y empezó ella el que esté contra la revolución. E l
otro. escritor reaccionario que decia: E n toda
E l siglo diez y ocho, transformando esa literatura veo á Marat y á Rohespierre,
las inteligencias, transforma los hechos. se equivocaba; esta literatura tiene m á s
E l siglo diez y nueve, después de ver de Danton que de Marat; pero el hecho
consumada la revolución política, busca es verdadero: la democracia vive en él.
su expresión en l a revolución literaria L a revolución forjó la trompeta y el
social. Se ha dicho en són de censura siglo diez y nueve la toca. Aceptamos
pero con profunda exactitud, que e la afirmación de ser revolucionarios y
romanticismo y el socialismo son un creemos que ese es nuestro título de glo-
mismo hecho. Muchas veces el ódio, ria. Los pensadores de los tiempos ac-
proponiéndose injuriar, construye y con- tuales, los poetas, los escritores, los
solida. historiadores, los oradores y los filósofos,
OBRAS D E VICTOR HUGO.

todos provienen de la revolución fran- tes, que los que viven en la miseria ca-
cesa. E l 89 demolió la Bastilla y el 93 minan sobre hierros encendidos. Los
destronó el Louvre; del 89 salió la Re- Dobres sufren, padecen hambre y sed.
dención y del 93 la Victoria. Esos dos Evitemos que viva en el ócio el parásito,
años son los padres de los hijos del siglo a hiedra, el m u é r d a g o . Nuestra salva-
diez y nueve. No les busquéis otra filia- ción consiste en destruir los séres que se
ción n i otro origen; son los demócratas alimentan devorando. Abundan la indi-
de l a idea, como sus padres fueron los gencia, la desnudez, la impudicia, la
demócratas de la acción. Son los emanci- miseria, los lupanares, los presidios, los
padores. mrapos, el hambre, los crímenes, y las
Hasta los que entre ellos han nacido infelices criaturas crecen para el mal y
aristócratas y que por sus familias perte- en cámbio escasean las escuelas. E l m i -
necen al pasado, que empezaron á bal- serable lecho de hermosísimas jóvenes
bucear respetando á la m o n a r q u í a , hasta se transforma como por encanto en lecho
esos mismos no me desmentirán, porque mullido adornado de seda y lentejuelas
sienten desde su infancia el influjo del de oro, naciendo así la peor de las m i -
m ó n s t r u o sublime y en su conciencia la serias, l a desgracia a c o m p a ñ a d a del
agitación de misteriosas ideas, que, t u r - vicio. U n a sociedad semejante reclama
bando su espíritu, observan cómo se des- inmediato auxilio. Busquemos el reme-
vanece en él la fó en la m o n a r q u í a , en dio. Dónde está la tierra prometida? En-
el catolicismo y en la aristocracia. caminemos nuestros pasos hácia ella, que
Algunos les reprochan con dureza este la civilización desea marchar. Ensaye-
cámbio, calificándolo de traición, porque mos las teorías, los sistemas y los inven-
pasan del derecho divino al derecho hu- tos, las mejoras y el progreso, hasta que
mano y porque vuelven las espaldas á la consigamos caminar con paso seguro. E l
falsa historia, al falso dogma, á la falsa ensayo no cuesta nada ó cuesta m u y
filosofía y á la falsa verdad. Debe ser poco. Ensayar una cosa no es adoptarla
sensible para las inteligencias ignoran definitivamente. Pero ante todo y sobre
tes ver semejantes cámbios. E l creci- todo, difundamos la ilustración. Abramos
miento y el desarrollo lo toman por de par en par las ventanas al aire y á la
apostasía los séres enclenques y enanos luz, que la ventilación es indispensable
Los escritores y los poetas del siglo para la salud de las almas.
diez y nueve gozan de la satisfacción de Que nada se pierda, que ninguna fuer-
salir de un génesis, de llegar á la vida za se aisle. Manos á la obra, que urge
después del fin de un mundo, de presen realizarla, y desechemos el arte indolente
ciar la nueva aparición de la luz y de ó inútil. Constituyamos á la poesía en
ser los órganos de una nueva obra. Esta obrera de la civilización. Pongamos la
situación les impone el cumplimiento de belleza al servicio de la honradez. Con-
deberes que sus antecesores desconocie virtámonos en súbditos de nuestra con-
ron; han de reformar con reflexión y han ciencia, y ya que nos llama, acudamos
de civilizar por medio de la acción d i diligentes á su llamamiento. Que la ver-
recta. No vienen á continuar ninguna dad sea la única soberana del mundo.
obra, sino á empezarla. L a misión de los L a revolución es la Francia sublima-
pensadores en l a actualidad es m u y da. Francia fué la fragua en la que los
compleja: deben pensar, amar, obrar y mártires guerreros adquirieron alas, y
sufrir. Si oís el estruendo del c a ñ ó n en de cuyas llamas salió convertida en ar-
las calles, abandonad la pluma; si veis cángel. Hoy Francia se llama en todo el
que se levanta una barricada, i d á de mundo Revolución, y en lo sucesivo esta
tenderla; si se os condena al destierro palabra será el vocablo que se aplique á
aceptadlo; si os condenan á muerte, acep la civilización, hasta que ésta pueda lla-
tadla también. Sed si es preciso al mismo marse A r m o n í a . Dije, y repito, que no
tiempo Montesquieu y John Brown. E" debe buscarse en otra parte el origen y
Lucrecio que reclama la obra del pre el nacimiento de la literatura del siglo
senté siglo debe ser t a m b i é n Catón. T a diez y nueve. Somos los hijos de nuestra
les son las necesidades actuales del pro augusta madre la revolución.
greso. E l poner á Pelion por encima de Os saludamos, poetas, filósofos, histo-
Osa es obra de niños, comparada con la riadores, gigantes de las artes del siglo
obra de colocar el derecho sobre la ver pasado: os saludamos, repito, pero no os
dad. E l porvenir tiene prisa. M a ñ a n a seguimos. Vuestra misión no es la nues-
será tarde: la humanidad no puede per tra. Trabajasteis en la edad v i r i l del g é -
der n i u n solo minuto. Seamos diligen nero humano, pero ahora hemos cambia-»
GUILLERMO SHAKESPEARE. 189
do de edad. Iluminados por lo ideal, el único en el que resplandecía la victo-
asistimos á l a majestuosa conjunción de ria. E l grito de espanto convertíase en
lo bello con lo útil. N i n g ú n genio actual aclamación para saludarlos. Pasaban por
ó posible os sobrepujará, genios de las el horizonte dejando una horrible estela
edades pasadas, porque solo se permiten de fuego en su camino. No iluminaban
tener la ambición de igualaros, y para el cielo, lo encendían. P a r e c í a como que
igualaros necesitan ser en su época lo quisieran tomar posesión de lo infinito.
que fuisteis en la vuestra. Los escritores, Mezclábase al esplendor de su gloria el
hijos de la revolución, tienen que cum- ruido de horrendos cataclismos y una
plir una misión santa. Debe llorar su luz rojiza que prevenía de la p ú r p u r a ,
epopeya Homero; debe protestar su his- de la sangre, ó t a l vez de la v e r g ü e n z a .
toria Érodoto; debe destronar su sátira Su e x t r a ñ a luz hacia pensar involunta-
Juvenal; debe dirigir al pueblo el tú riamente en el rostro de Caín. Odiábanse
serás rey Shakespeare; sus Prometeos de- con ódío implacable. Estos enormes as-
ben abatir á J ú p i t e r Esquilo; sus ester- tros chocaban furiosamente los unos con-
coleros deben fecundar, Job; sus infiernos tra los otros, produciendo rayos sinies-
deben extinguirse, Dante, y sus Babilo- tros. L a luz llegaba por medio de las
nias, en vez de destruirse, deben difun- espadas. Todo eso p e n d í a terriblemente
dir la ilustración á los cuatro vientos, sobre nuestras cabezas.
Isaías. C u m p l i r á n su misión los hombres Esa es la t r á g i c a luz que ilumina los
actuales, como vosotros, genios, cumplis- tiempos pasados y que se extingue visi-
teis la vuestra: contemplan directamente blemente en los presentes.
la creación y la humanidad, y no admi- Decaen la guerra, el despotismo, la
ten que les ilumine n i n g ú n rayo de luz teocracia, la esclavitud y el p a t í b u l o .
de reflejo, n i siquiera el vuestro. Como L a espada está en el suelo, la tiara des-
vosotros, tienen en el exterior el punto aparece, la corona se simplifica, las ba-
de partida en el Sér universal y en el tallas son menos frecuentes, los penachos
interior el punto de partida de su con- bajan, la usurpación se circunscribe, la
ciencia, y buscan la inspiración de su cadena se alígera, el suplicio se suaviza.
obra en la fuente única de la que mana E s t á p r ó x i m a á desaparecer la influencia
la naturaleza y el arte, de la fuente de que unos pocos ejercían sobre todos y
lo infinito. Hace cuarenta años el autor que se llamaba derecho divino. L a legi-
de este libro decia que los poetas y los timidad, la gracia de Dios, l a monar-
escritores del siglo diez y nueve no tie- q u í a antigua, la posesión de los pueblos
nen n i maestros n i modelos: sigue afir- por medio de la herencia, luchan aun en
mando lo mismo. No los tienen, porque algunos puntos, como en Ñ á p e l e s y en
su modelo es el hombre y su maestro Prusia, ó mejor dicho, se resisten, como
Dios. la muerte que se esfuerza por vivir. De
los pálidos labios del siervo, del vasallo,
del proletario y del p á r i a salen sonidos
inarticulados, que m a ñ a n a serán pala-
bras y en el porvenir el verbo. Se rom-
L I B R O TERCERO. pe l a mordaza en los dientes del género
humano, y éste, que hasta ahora ha cami-
nado por la calle de amargura, se niega
L a historia real.—Cada uno debe ocupar su sitio.
á pasar m á s adelante.
I. Hoy son imposibles las formas despó-
ticas. Hoy el F a r a ó n es una momia, el
E n el firmamento aparece una nueva S u l t á n un fantasma y el César una falsi-
constelación. ficación.
Los astros que hasta ahora han alum- E l período de los hombres de fuerza
brado al género humano empiezan á pa- ha terminado ya. Fueron gloriosos, pero
lidecer y á extinguirse. con gloria sangrienta. Esos hombres son
Desde que existe la tradición humana, solubles en el crisol del progreso y la ci-
solo han brillado en el empíreo de la his- vilización los oxida. A l punto de madu-
toria y han ejercido una supremacía ex- rez que ha llegabo la conciencia univer-
clusiva los hombres de la fuerza. E l sal, después de la revolución francesa, el
grupo del Apocalipsis, condensado en la héroe ya no es héroe sin saber por qué;
expresión héroes, compuesta de reyes, el capitán se discute y el conquistador es
emperadores, jefes, capitanes y prínci- inadmisible. Si L u í s X I V invadiera hoy
pes, era el único que centelleaba la luz, el Paiatinado, nos produciría el efecto de
190 OBRAS D E VÍCTOR HUGO.

u n l a d r ó n . E n el siglo pasado comenza- seiscientos hombres cada dia. Y Europa,


ron á conocerse estas realidades. Federi- comprendiendo en esta cuenta la cifra
co I I confesaba ante Voltaire que tenia que le corresponde á Francia, gastó diez
algo de bandido. Ser grandes hombres y seis millones seiscientos m i l hombres,
de la materia, reinar violentamente,«for- es decir, dos m i l muertos cada dia, duran-
j a r el derecho con la fuerza, machacar la te veintitrés años consecutivos.
justicia y la verdad con el martillo del E n segundo lugar, el gasto de dinero.
éxito, hacer brutalidades de genio, es ser Por desgracia solo conocemos la cifra
groseramente grandes. Los héroes rui- a u t é n t i c a de lo que costó á Inglaterra.
dosos han ensordecido hasta hoy á la Desde 1791 hasta 1814, para que la Eu-
r a z ó n humana, que empieza á cansarse ropa derrotara á la Francia, Inglaterra
del majestuoso alboroto, y se tapa los hizo aumentar su deuda hasta veinte
ojos y los oidos ante las matanzas que se m i l trescientos diez y seis millones cua-
autorizan con el nombre de batallas. L a trocientos sesenta m i l cincuenta y tres
humanidad perfeccionada desea despren- francos. Divídase esta cantidad por la
derse de ellos. L a carne de c a ñ ó n hoy de hombres muertos, á r a z ó n de dos m i l
piensa. cada dia, durante veintitrés años, y re-
No estará de m á s consignar de paso s u l t a r á que cada cadáver tendido sobre
algunas cifras, ya que forma parte de el campo de batalla solo á Inglaterra
nuestro objeto la tragedia completa. No costó m i l doscientos cincuenta francos.
solo existe la tragedia en los poetas; Hay que agregar á esa suma la canti-
existe t a m b i é n en los políticos y en los dad desconocida, pero colosal, que gastó
hombres de Estado. Europa.
Los héroes tienen u n enemigo formi- Con los diez y siete millones de hom-
dable, la Hacienda. Se ha ignorado du- bres muertos se hubiera poblado la Aus-
rante mucho tiempo lo que cuestan de tralia de europeos. Con los veinticuatro
adquirir las glorias militares. Para di m i l millones ingleses invertidos en caño-
simular su t o t a l , habia antiguamente nazos se hubiera podido cambiar la faz
chimeneas, como aquella en l a que del mundo, difundiendo en todas las
L u i s X I V q u e m ó las cuentas de Ver partes la civilización y suprimiendo la
salles, por cuyo tubo salieron m i l m i - ignorancia y la miseria. A Inglaterra le
llones reducidos á humo. Los pueblos cuesta veinticuatro m i l millones erigir
esto no lo sabian. Pero hoy los pueblos las estátuas de P i t t y de Wellington.
han llegado á ser avaros, lo que en ellos Tener héroes es gastar un lujo exorbi-
es una virtud; saben que l a prodigali tante. Los poetas cuestan mucho menos.
dad engendra el envilecimiento, y por
eso cuentan. H a n aprendido á llevar las II.
cuentas por partida doble. E n lo suce-
sivo la gloria m i l i t a r t e n d r á su debe y A, los guerreros se les ha dado ya la
su haber, que la h a r á imposible. licencia absoluta. H a n terminado su ser-
E l mayor guerrero de los tiempos mo- vicio. Se van ya del mundo Nemrod,
dernos no es Napoleón, es P i t t . Napo- Ciro, Senacherib, Alejandro, Pirro, Aní-
león hacia la guerra, pero P i t t la creaba bal, César, Timour, Luis, Federico y
P i t t hizo surgir todas las guerras de la otros muchos.
revolución y del imperio. Suprimid á No se crea, por lo que decimos, que
P i t t , y poned en su lugar á Fox, y ya no rechazamos en absoluto á esos grandes
t e n d r á razón de ser l a exorbitante bata hombres. Creemos que cinco ó seis de
l i a que d u r ó veintitrés años, n i hubiera los que acabamos de nombrar son legíti-
existido la coalición, de la que P i t t era mamente ilustres, porque, á pesar de sus
el alma; muerto él, su alma quedó enter- devastaciones, han hecho algo bueno; la
rada en la guerra universal. Veamos suma total dificulta que tenga equidad
ahora lo que costó á Inglaterra y al el pensador, porque colocando en los
mundo la administración de P i t t . platillos de la balanza lo útil y lo perju-
E n primer lugar el gasto de hom- dicial, no sabemos cuál de los dos pesa-
bres. Desde 1791 hasta 1814, Francia rla m á s . Otros grandes guerreros solo
sola, luchando contra la Europa, que han sido perjudiciales, y su número es
hizo coligar la Inglaterra, obligada á infinito.
combatirla, gastó en matanzas por con- E l pensador, que es el que los pesa, es
seguir gloria m i l i t a r y por defender la por naturaleza clemente. Los que solo
integridad de su territorio cinco millo- han producido el mal tienen la imbeci-
nes de hombres, es decir, que murieron lidad como circunstancia atenuante, y
GUILLERMO SHAKESPEARE. 191
son, a d e m á s , excusables por el estado ce- sos aquellos á quienes el emperador se
rebral del género humano en el momen- digna dirigir la palabra, pero su poder
to en que aparecieron, por el medio am- dura lo que d a r á la palabra en sus
biente y los hechos que les rodearon, que oídos.,, Felipe V de E s p a ñ a , el que asis-
aunque éstos son modificables, son m u y tía ferozmente tranquilo á los autos de
difíciles de vencer. fé, se espantaba ante la idea de mudarse
Los tiranos no son los hombres, son de camisa, y estuvo en la cama seis me-
las cosas. Los tiranos se llaman las fron- ses sin lavarse y sin cortarse las u ñ a s ,
teras, las costumbres, la rutina, la cegue- temiendo ser envenenado con las tije-
dad en forma de fanatismo, la sordera y ras, con el agua de la jofaina, con la
el mutismo en forma de diversidad de camisa que le entregaran ó con los za-
lenguas, la disputa en forma de peso, de patos que se pusiera. Ivan, abuelo de
medida y de monedas; el ódio, que es el Pablo, m a n d ó torturar á una mujer an-
resultado de la disputa, y la guerra, que tes de hacerla acostar en su cama; man-
es el resultado del ódio. Todos los tira- dó ahorcar á una recien casada, ponien-
nos tienen un solo nombre: Separación. do de centinela al infeliz marido para
L a división que produce el reino es el que nadie se atreviese á cortar la cuerda;
déspota en estado abstracto. m a n d ó á un hijo que matase á su padre;
Los tiranos de carne y hueso pueden inventó el partir á u n hombre en dos m i -
considerarse t a m b i é n como cosas. Calí- tades por medio de un cordel; q u e m ó por
gula es m á s un hecho que un hombre. sí mismo á Bariatinskij á fuego lento, y
E l proscripto romano, ya sea dictador, cuando el martirizado daba gritos de
ya César, prohibe al vencido el uso del dolor, le aproximaba los tizones con su
fuego y del agua; es decir, le prohibe el bastón. Pedro, en punto á grandezas, as-
derecho á la vida. U n dia de gala equi- piró á tener la del verdugo; ejercitóse
vale á veinte m i l destierros, un dia de en cortar cabezas: al principio cortaba
Tiberio á treinta m i l , un dia de Sila á cinco cada dia, pero gracias á su aplica-
setenta m i l . Estando Vitelio enfermo, ción llegó á cortar veinticinco diarias.
vió una casa inundada de luz y á sus Reveló gran talento el czar que arrancó
moradores entregados á los placeres. el pecho á una mujer de u n solo latiga-
¿?e me cree muerto? exclamó. Y era que zo. Qué son todos esos mónstruos? Son
Junio Bleso cenaba en casa de Tusco síntomas, tumores en s u p u r a c i ó n de un
Coecina: el emperador envió á los con- cuerpo enfermo. No son ellos los respon-
currentes una copa de veneno para que sables, como tampoco es responsable el
vieran, como fin siniestro de una noche total de la adición de los sumandos. Ba-
de alegría, que Vitelio vivia aun. Bedden- silio, Ivan, Felipe, Pablo, etc., etc, son el
dam pro intempestiva Citentia maestrum et producto de la inmensa estupidez que
funebrem noctem que sentiat viviré Wite- los rodea. Cuando un clero como el clero
llium et imperare. Othon y este mismo griego profesa, por ejemplo, la siguiente
Vitelio se enviaban m ú t u a m e n t e los m á x i m a : "¿Cómo hemos de ser jueces de
asesinos. E n tiempo de los Césares era aquellos que son nuestros amos?,,, es
muy raro morir en l a cama de muerte perfectamente natural que el czar y el
natural. Pisón es célebre por la rareza mismo I v a n hagan coser á un arzobispo
de haber fallecido de enfermedad. E l dentro de una piel de oso para que se lo
j a r d í n de Valerio Asiático agrada al coman los perros. E l czar se divierte con
emperador y la cara de Estatilio des- eso, y es justo que se haga. E n tiempo
agrada á la emperatriz; pues por esto de Ñeron, el hermano de u n asesinado
solo se cometen crímenes de Estado: se iba al templo á dar gracias á los dioses.
extrangula á Valerio porque tiene u n En tiempo de Ivan, un boyardo empala-
j a r d í n y á Estatilio porque tiene cara do empleó su a g o n í a , que duró veinti-
a n t i p á t i c a . Basilio I I , emperador de cuatro horas, diciendo: "¡Dios mió, pro-
Oriente, hizo quince m i l prisioneros b ú l - teje al czar!,, U n dia se acerca la princesa
garos; los dividió en grupos de ciento, Sanguzko y se arrodilla ante el czar, ba-
haciéndoles saltar los ojos á todos menos ñ a d a en llanto, y le presenta un memo-
á uno, que era el encargado de con- r i a l suplicando la gracia y el perdón del
ducir á los noventa y nueve ciegos. En- horrible destierro á Siberia de su marido
vió después este ejército de ciegos á Bul- Sanguzko (polaco culpable de amar á
garia. L a historia juzga de la manera Polonia); Nicolás escucha en silencio la
siguiente á Basilio I I : " A m ó demasiado súplica, toma el memorial en sus manos
la gloria.,, (Delandine.) Pablo de Rusia y escribe debajo: "Que vaya á p i é . „ Des-
consigna este axioma: "Solo son podero- pués de esta escena sale Nicolás á l a
OBRAS D E VICTOR HUGO.

calle y la m u l t i t u d se agolpa para besar- se bajo el punto de vista de los princi-


le humildemente las botas. ¿Qué signifi- pios, so pena de nulidad.
ca esto? Que Nicolás es un demente y la L a historia, hasta hoy, solo se ha ocu-
muchedumbre una bestia. Del knout pro- pado de los gestos de los reyes, de las
viene el kuez, y del kuez el tzar, y del coronaciones, bodas, bautizos y entierros
tzar el czar. Série de fenómenos, mas no de los príncipes; del extrépito de las guer-
filiación de hombres. ¿No es acaso lógico ras, de los suplicios y de las fiestas, de
que á Ivan suceda Pedro, á Pedro Nico- las proezas de la espada y del hacha,
lás, y á Nicolás Alejandro? Si obran así de los grandes imperios, de los exorbi-
es por el consentimiento u n á n i m e , es tantes impuestos, etc., etc.; una tragedia
porque los mártires se plegan al marti- con p e q u e ñ a intriga ha sido l a historia
rio. " E l czar, medio podrido y medio he- hasta nuestros dias, yendo soló del altar
lado,,, como dice madame Stael, hace lo al trono: ha sido beata, pero no sincera
que le toleran. Que un pueblo, siendo n i severa, sin comprender las verdaderas
una fuerza, se preste á sufrir esas mons- transiciones que median de una edad á
truosidades, equivale á tener complici- otra, sin marcar las crisis agudas de la
dad en ellas. L a presencia pasiva ante el civilización, haciendo presa de m i l fe-
crimen estimula y d á valor al que lo chas inútiles, docta en puerilidades i g -
comete. norantes del derecho, de la justicia y de
Pero siempre precede la corrupción á la verdad, tomando por modelo á Lera-
la perpetración de los crímenes. L a fer- gois y casi nunca á Tácito.
m e n t a c i ó n p ú t r i d a de toda clase de ba- Tanto es así, que Tácito ha sido en
jezas engendra á los opresores. Los hom- nuestros dias objeto de una verdadera
bres perversos provienen de las cosas requisitoria; porque, no nos cansaremos
perversas; hay que corregir, pues, éstas. de repetirlo, Tácito, lo mismo que Juve-
L a circunstancia atenuante del des- nal, que Suetonio y Lampides. han sido
potismo es el idiotismo. Antes de ahora el blanco de un ódio especial. E l dia en
ya nos hemos lamentado de esto. que los profesores de Retórica pongan á
Los déspotas idiotas en conjunto son Juvenal sobre Virgilio y á Tácito sobre
el populacho que viste púrpura; pero Bossuet, será prueba de que es ya libre
sobre ellos, aparte y á la inmensa distan- el género humano y de que han desapa-
cia que media entre lo que irradia luz y recido todas las formas de la opresión,
lo que hiede, existen los déspotas génios. desde el negrero hasta el fariseo, desde
Los capitanes, los conquistadores, los el calabozo donde el esclavo gime hasta
poderosos de la guerra, los que civilizan la capilla donde el eunuco canta. E l
por medio de l a fuerza y con la espada, cardenal D u Perron, aquel cardenal que
como Ciro, Sesostris, Alejandro, A n í b a l , recibía en las espaldas los bastonazos
César, Carlo-Magno y Napoleón, en que el Papa descargaba contra Enri-
cuanto sirven para lo que acabamos de que I V , tenia el cinismo de decir: Des-
indicar, los admiramos. precio á Tácito.
Pero los admiramos con l a condición Hasta nuestra época la historia ha
de que desaparezcan y de que hagan si sido cortesana. Solo se ha ocupado de la
tio á otros mejores y m á s grandes. Los identificación del rey con la nación y del
m á s grandes y los mejores no son nue rey con Dios, *f la gracia de Dios engen-
vos. Su série es tan antigua como la de dró el derecho divino. Luis X I V dijo:
los guerreros, t a l vez m á s , porque la E l Estado soy yo. Madame D u Barry,
idea precede al hecho y el pensador al plagiarla de Luis X I V , llamó á Luis X V
batallador, pero habian ocupado su sitio L a Francia.
violentamente hasta ahora. H a llegado Bossuet escribe con la mayor impertur-
ya el dia en que la usurpación cese y en babilidad, justificando alguno que otro
que ejerzan su predominio, porque ya hecho, la espantosa leyenda de los vetus-
la civilización, deslumbrada por la ver tos tronos antiguos, llenos de crímenes,
dad, los considera como á sus únicos fun- y aplicando á la superficie de las cosas
dadores. su vaga declamación teocrática, se sa-
tisface con esta fórmula: Dios tiene en su
III. mano el corazón de los reyes; lo que no es
exacto, por dos razones: l a primera por-
Es evidente que es preciso rehacer la que Dios no tiene mano y la segunda
historia. Hasta hoy casi siempre se ha porque los reyes no tienen corazón. No
escrito bajo el punto miserable de los necesitamos decir que nos referimos á
hechos, y en la actualidad debe escribir- los reyes de Asirla. L a historia, escrita á
GUILLERMO SHAKESPEARE. 193
la antigua, es gran amiga de los prínci- derraman exhala perfume de incienso, y
pes y cierra los ojos cuando una alteza los innumerables asesinatos que cometen
le dice: "Historia, no mires,,. Niega con para la seguridad de su reinado se con-
d e s v e r g ü e n z a la existencia del casco ta- vierten en gloria. Si acuchillan al pueblo
ladra-cráneos, provisto de un clavo en el es por interés público. Cuando u n padis-
interior, con el que el archiduque de chah cualquiera, u n Tigre I V ó u n T i -
Austria m a t ó al magistrado Q-undoldin- gre V I , manda extrangular á sus diez y
gem, cuyo ingenioso aparato en la ac- nueve hermanos menores, que con es-
tualidad está colgado en una pared en panto corren por el aposento que los en-
la Casa Constitucional de Lucerna. Pue- cierra, el historiador declara que "eso es
de verlo todo el que quiera, y sin embar- ejecutar sabiamente la ley del imperio,,.
go, la historia niega que haya existido. E l historiador ruso Karamsin es tan be-
Moreri califica la noche de San B a r t o l o m é nigno con el czar como Cantemir con
de "un desorden,,. L a historia reconoce el sultán; pero es preciso convenir que,
como un ataque de apoplegía el hecho comparado el fervor de Cantemir con el
de asfixiar bajo un colchón, en Calais, de Karamsin, el de éste aparece tibio.
Juan I I de Inglaterra, al duque de Grlo- Por ejemplo, cuando Pedro mata á su
cester. ¿Por qué está separada del tron- hijo, el historiador ruso glorifica el he-
co la cabeza del infante Don Carlos, en cho, pero trata de escusarlo; no es como
el a t a ú d , en el monasterio del Escorial? Cantemir, que acepta los hechos en abso-
Su padre, Felipe I I , responde:—^'Porque luto y arrodillado. E l historiador ruso
el infante murió de muerte natural, pero admira, pero el historiador turco adora.
fué preciso cortarle la cabeza porque E n Karamsin no se vé fuego, n i energía;
no se encontró un a t a ú d bastante largo,,. tiene el entusiasmo atrofiado, hace la
L a historia lo cree ciegamente. ¿Cómo apoteósis nebulosa, con buena voluntad,
habia de creer que el padre mandase de- pero congelada; acaricia con las manos
capitar al hijo? Esas son invenciones de llenas de sabañones. Así no se puede
los demagogos. adular bien. E n esto sin duda influye el
L a ingenuidad de l a historia para glo- clima. Karamsin es un Cantemir aterido
rificar los hechos, por impíos que sean, de frió.
se vé m á s patente y mejor que en nin- Así se ha escrito la historia hasta hoy,
guna parte en Cantemir, el historiador desde Bossuet hasta Karamsin, pasando
turco, y en Karamsin, el historiador por el abate Pluche. E l principio que
ruso. Cuando se confrontan los hechos rige esa historia es el de la obediencia,
otomanos con los hechos moscovitas, la obediencia al éxito; no j u z g a m a l á
ofrecen la identidad que p u d i é r a m o s los héroes, pero prefiere á los reyes; en
calificar de identidad t á r t a r a . T a n horri- ella, reinar equivale á alcanzar u n éxito
blemente asiático es Moscou como Stam- diario. U n rey tiene porvenir y es sol-
bul; I v a n vive en una, como Mustafá vente; pero un héroe puede concluir mal,
en la otra. Entre el cristianismo del uno como se ha visto algunas veces, y en-
y el mahometismo del otro no hay dife- tonces no es m á s que un usurpador. E n
rencias perceptibles. E l sacerdote griego semejante historia ha de ser continuo
es hermano del ulema, el boyardo del el éxito para considerar á un hombre
pachá, el knout del látigo, el mougik del como génio, aunque representa la fuerza
mudo del serrallo. Para el público hay servida por l a inteligencia. Si tropieza,
poca diferencia entre Selim, que se entre- se le ridiculiza; si cae, se le insulta. Des-
tiene en asestar flechazos á los t r a n s e ú n - pués de Marengo, Bonaparte es el héroe
tes, y Basilio, que arroja sobre ellos osos de Europa, el hombre providencial, el
para que los devoren. Cantemir, hombre ungido del Señor; después de Austerlitz,
meridional, antiguo hospedar de Molda- llega á ser Napoleón el Grande; pero
via y que fué durante mucho tiempo después de Waterlóo, es el ogro de Cór-
súbdito turco, c r e y ó , aunque se hizo cega. E l Papa u n g i ó á u n m ó n s t r u o .
ruso, que no desagradarla al czar Pedro L a legitimidad, el derecho divino, l a
la deificación del despotismo, prosternan negación del sufragio universal, ser el
do sus metáforas á los piés de los sul trono feudo y los pueblos mayorazgos,
tañes: esta clase de humillaciones es son las consecuencias de semejante his-
oriental y algo occidental t a m b i é n . Los toria. E l verdugo forma parte de ella, y
sultanes son séres divinos; su cimitarra J o s é de Maistre lo pone divinamente al
es sagrada, su p u ñ a l sublime, sus exter- lado del rey. Esta clase de historia se
minios m a g n á n i m o s , sus parricidios ex- llama en Inglaterra la historia "leal,,.
celentes. S e g ú n Cantemir, la sangre que L a aristocracia inglesa, que algunas ve-
25
194 OBRAS D E VICTOR HUGO.

ees tiene excelentes ideas, ha inventado fué el piloto que descubrió en 1405 las
dar á una opinión política el nombre de islas Canarias; ni quién fué el fabricante
una virtud. Instrumentum regni. Ser rea- bizantino de instrumentos de cuerda que
lista en Inglaterra es ser leal. Por lo inventó el órgano en el siglo diez y ocho;
tanto, el que es demócrata es desleal, ó ni el albañil de Campania que inventó
lo que es lo mismo, es una variedad de el reloj, colocando en el templo Quirino
los hombres deshonrados. Cuando pase de Roma el primer cuadrante solar; no
por vuestro lado un republicano, guar- sabe quién fué el pontonero romano que
dad el bolsillo. Esto es ingenioso. Hoy inventó el empedrado de las poblaciones
todo el mundo tiene más gracia que para la construcción de la via Apia el
Voltaire, y la aristocracia inglesa es más año 312 antes de la E r a cristiana; ni el
sutil que Maquiavelo. carpintero egipcio que descubrió la cola
E l rey paga y el pueblo no. Hé aquí el de milano debajo del obelisco de Luqsor,
secreto de esta clase de historia, que y ]3or lo tanto una de las claves de la ar-
también tiene su tarifa de indulgencias. quitectura; ni quién fué el pastor caldeo
Escribiéndola de ese modo se saca honra que fundóla astronomía, observando los
y provecho; la honra para el señor y el signos del Zodíaco; ni quién fué el cala-
provecho para el historiador. A Procopio fate corintio que, nueve años antes de la
se le nombra prefecto, y si esto no basta, primera olimpiada, calculó la fuerza de
se le expide el título de ilustre por me- la triple palanca, inventando el trirremo
dio de un decreto; á Bossuet se le nombra y el remolcador; ni tampoco sabe quién
obispo, á Fleury prelado, prior de Ar- fué el labrador macedonio que descubrió
genteuil; á Karamsin senador y á Cante- la primera mina de oro en el monte
mir príncipe. Pero lo admirable es reci- Pangeo.
bir paga por hablar en pró y por hablar No la preguntéis nada de eso, porque
en contra, como por ejemplo le sucedió no lo sabe. No conoce á esas gentes. ¿Se
á Fontanes, á quien nombraron senador ha de ocupar la historia de un labrador,
por ser idólatra y par de Francia por es- de un calafate, de un pastor, de un car-
cupir al ídolo. pintero, de un pontonero, de un albañil,
Esta clase de historia solo se ocupa de de un vidriero ó de un comerciante? L a
lo que sucede en el Louvre, en el Vati- historia no se ocupa de esa gentuza.
cano, en el Serrallo, en el Buen Retiro, Existe en Nuremberg, cerca de E g i -
en Windsor, en Scheubriin, en Postdam dieu-Platz, una casa frente á la iglesia
ó en el Kremlin. Fuera de esas diez ó de Saint-Egilles; en el segundo piso de
doce casas, no pasa nada que pueda in- esta casa y sobre un trípode de hierro
teresar al género humano. Pero todo lo descansa un objeto de forma esferoidal,
que ocurre en la guerra al guerrero y al cubierto con un pergamino ceniciento,
rey en el trono y en la corte tiene gran- sobre el cual se describen multitud de
deza. Quien no esté dotado de esta grave líneas que en su tiempo debieron ser de
puerilidad no sabe ser historiador. Efec- color rojo, amarillo y verde. Este objeto
tivamente, la habilidad de los gobernan- es un globo representando la tierra tal
tes y la apatía de los gobernados han como se conocía en el siglo X V . Hácia
arreglado y confundido las cosas de tal el 24° de latitud en el signo Cáncer está
manera, que todas las formas de la régia indicada vagamente una al parecer lla-
estupidez ocupan un sitio importante en mada isla Antilla, que un dia llamó po-
los destinos humanos, y no debe mara- derosamente la atención de dos hombres;
villar que el movimiento de los ejércitos uno de ellos, el que habia construido el
y de las escuadras, el adelanto ó el retro globo y dibujado la Antilla, enseñó l a
ceso de la civilización, dependan de la isla al otro, y señalándola con el dedo
taza de té de la reina A n a ó del espan dijo: Ahí está. E l que miraba se llamaba
tamoscas del bey de Argelia: la historia Cristóbal Colon y el que dijo Ahí está
vá á caza de estas simplezas y las hace Martin Behaim. Antilla es hoy Améri-
pasar á la posteridad. ca. L a historia habla de Hernán-Cortés,
E s a clase de historia, que sabe tantas que devastó el Nuevo Mundo, y no con-
cosas inútiles, ignora muchas que inte- sagra una palabra á Martin Behaim, que
resan á la humanidad: no sabe quién fué lo adivinó.
ni cómo se llama el primer comerciante Si queréis saber el nombre del que
inglés que entró en China por el Norte "descuartizó,, á los hombres, del que
en 1612; ignora el nombre del primer vi- "los pasó á cuchillo,,, del que "les hizo
driero que estableció en Francia la pri- morder el polvo;, y del que hizo otras
mera fábrica de cristal; no sabe quién hazañas conocidas con horribles locucio-
GUILLERMO SHAKESPEARE. 195
nes como esas, acudid á la historia y lo I marque la serie de los grandes hombres,
encontrareis al momento. Pero en cám- Explica que Francisco I I sucedió á En-
bio buscad el nombre del que inventó la r i q u e l l , que Carlos I X sucedió á Eran-
b r ú j u l a y no lo encontrareis en ninguna cisco I I y que Enrique I I I sucedió á
parte. Carlos I X ; pero no enseña que W a t t su-
E n 1747, en pleno siglo diez y ocho, á cedió á Papin y F u l t o n á Watt; apenas
l a vista de los filósofos, las batallas de podemos d i s t i n g u i r l a misteriosa dinas-
Racoux y de Lawfeld, el sitio de Sas de t í a de los génios al través de las heren-
Gante y la toma de Bergop-Zoom, eclip-jcias reales. L a tea que ennegrece la
san y oscurecen el descubrimiento su- opaca fachada de los acontecimientos
blime que está en vias de modificar el reales oculta la reverberación sideral
mundo, el descubrimiento de la electri- que arrojan sobre los siglos las guias de
cidad. la civilización. N i n g ú n historiador de
E l mismo Voltaire a p l a u d í a por en- este género marca la divina filiación de
toncos como un loco una de las proezas los prodigios humanos, esa divina lógica
de Trajano. (Véase su Luis X V . ) con que obra la Providencia; n i uno si-
De este género de historia proviene en quiera enseña que el progreso engendra
parte la estupidez pública, sobreponién- siempre al progreso. Seria altamente
dose casi en todas partes á la educación vergonzoso ignorar que después de Fe-
Si se os ofrece alguna duda, consultad, lipe I I I sigue Felipe I V y después de
entre otras, las publicaciones de la l i Felipe I V Cárlos I I ; pero seria escanda-
brería Perisse hermanos, destinadas por loso saber que Descartes sucede á Bacon
sus autores, según reza un paréntesis, á y K a n t á Descartes; que Las-Casas si-
las escuelas de instrucción primaria. gue á Cristóbal Colon y que Washington
E l que escribe esa clase de historia sucede á Las-Casas; que John Brown
solo es un maestro de ceremonias. E n la c o n t i n ú a y rectifica á Washington; que
corte modelo de Luis X I V habia cuatro Juan Huss sigue á Pelagio y que Lute-
historiadores, como habia cuatro violines ro sigue á Juan Huss y que Voltaire si-
de c á m a r a . L u l l i dirigía á los unos y |gue á Lutero.
Boileau á los otros.
E n las historias escritas por el patrón I IV.
antiguo, que era el único admitido y
clásico hasta 1789, los mejores narrado- Y a es tiempo de que esto c á m b i e y de
res, creyéndose libres, p e r m a n e c í a n ma- que los hombres de acción se coloquen
quinalmente sujetos á invisible discipli- detrás y los hombres de la idea delante,
na, sufrían el influjo de las costumbres, L a cabeza debe estar en la cumbre. Don
recibían la consigna en las a n t e c á m a r a s de reside el pensamiento debe residir el
y aceptaban, lo mismo que las muche- poder. Es hora ya de que los génios se
dumbres, la debilidad de los groseros coloquen delante de los héroes, de que se
personajes de primera fila, como reyes, | dé al César lo que es del César y al libro
pontífices y soldados, y se creian histo- lo que es del libro. H a y poemas, hay
riadores, cuando no eran m á s que laca- dramas y hay novelas que producen
y os sin saberlo. m á s beneficios que todas las cortes de
Esta es l a historia que se ensena, se Europa reunidas. H a llegado la hora de
impone y se recomienda, la que se infil- que la historia concuerde con la reali-
tra en las inteligencias jóvenes, m a r c á n - dad, de que d é á cada influencia su valor
dose en ellas, y que luego solo se puede exacto, y de que sustituyan á las épocas
borrar haciendo difíciles esfuerzos. de los reyes las de los poetas y las de los
E n esta clase de historia, lo único que filósofos. ¿Quién retrata mejor el siglo
falta es l a verdadera historia. H a y en diez y ocho, Luis X V ó Voltaire? Corn-
elia lujo de príncipes, de monarcas y parad Versalles con Ferney y decidid
de capitanes; pero apenas se ocupa del después de q u é punto de los dos provie-
pueblo, de las leyes y de las costumbres; ne la civilización.
apenas consagra algunas frases á las le- U n siglo es una fórmula; una época es
tras, á las artes, á las ciencias, á la filo- la expresión de un pensamiento, después
sofía, al movimiento del pensamiento de la que la civilización pasa ó otro,
universal; en una palabra, al hombre. E n L a civilización tiene frases, y sus frases
ella la civilización se escalona por rei- son siglos. No dice en uno lo que dice en
nados y no por etapas de progreso. U n otro. Pero sus misteriosas frases se en-
rey cualquiera sirve de etapa. No se en- cadenan y su série constituye el progre-
euentra n i siquiera una indicación que [so. Todas estas frases, que expresan una
496 OBRAS D E VICTOR HUGO»

idea única y divina, van escribiendo ciable de utilidad que han tenido los
lentamente la palabra Fraternidad. cetros ó las espadas en momentos deter-
Como la luz se condensa en llama, minados y en presencia de un estado es-
cada época se condensa en un hombre. pecial de la humanidad. Las luchas de
E n cuanto el hombre muere, la época cuerpo á cuerpo exigen cierta semejan-
termina y Dios vuelve la hoja. L a muer- za entre los combatientes; al salvajismo
te del Dante es el punto final del siglo es necesario oponer algunas veces la
trece: tras él puede ya venir Juan Huss. aarbarie. E l progreso se hace en ciertos
L a muerte de Shakespeare es el punto casos por medios violentos. Por eso Cé-
final del siglo diez y seis: después de sar es bueno en Cimeria y Alejandro en
este poeta, que contiene y resume toda Asia. Pero ambos, Alejandro y César,
la filosofía, pueden venir los filósofos, deben darse por satisfechos ocupando un
Pascal, Descartes, Moliére, Lesage, Mon- 'ugar secundario.
tesquieu, Rousseau, Diderot y Beaumar- L a historia verídica, la historia ver-
chais. L a muerte de Voltaire es el punto dadera, la historia definitiva, que será
final del siglo diez y ocho: después de él en lo sucesivo la encargada de la educa-
puede venir la revolución francesa, que ción del vástago régio, que es el pueblo,
es la liquidación de la primera forma so- rechazará todo género de ficciones, dejará
cial del cristianismo. de ser complaciente, clasificará lógica-
Esos diversos períodos, que llamamos mente los fenómenos, analizará las cau-
épocas, tienen su punto dominante sas profundas, estudiará filosófica y
c u á l será éste? ¿ U n a cabeza con corona científicamente las conmociones sucesi-
ó un cerebro pensador? ¿Será la aristo- vas de l a humanidad, y se cuidará, no
cracia ó será la idea? Fijaos bien en esto. tanto de los efectos que produce u n sa-
Ved q u é pesa más. Poned en los platillos ble, como de los que produce una idea.
de una balanza á Francisco I y á Grar- Los hechos referentes á las ideas se
g a n t ú a . Poned en otra balanza toda la colocarán en primer t é r m i n o . E l ad-
caballería y á D . Quijote. ¿Qué platillo venimiento de P i t á g o r a s será un acon-
de los dos pesará más? tecimiento de mayor importancia que la
Es indispensable, pues, que cada cual aparición de Sesostris. Y a lo hemos di-
ocupe su sitio. Demos media vuelta de cho: los héroes, los hombres del crepús-
frente y estudiemos sinceramente los si- culo son relativamente luminosos en las
glos. E n primera fila deben colocarse los tinieblas; porque, ¿qué es u n conquista-
genios; en l a segunda, en la tercera y en dor al lado de un sábio? ¿Qué es la inva-
la vigésima los soldados y los príncipes sión de los reinos comparada con l a
E l pensador debe colocarse en el pedes invasión de las inteligencias? Los con-
t a l del guerrero: quitad de él á Alejan- quistadores de espíritus eclipsan á los
dro y poned á Aristóteles. ¿No es e x t r a ñ o conquistadores de territorios. E l verda-
que l a humanidad, por su modo especia dero conquistador es aq uel á quien de-
de leer la Iliada, por Aquiles haya olvi- bemos el hábito de pensar. E l esclavo
dado á Homero? Insisto en que es nece Bsopo y el esclavo Planto se p o n d r á n en
sario que se restablezca la justicia, y para la historia futura delante de los reyes, y
conseguirlo está dado ya el impulso. No h a b r á en ella vagabundo que pese m á s
bles ingenios se han consagrado á este que un c a p i t á n victorioso y cómico que
trabajo, y la historia futura se aproxima pese m á s que un emperador. Sin duda
ya. L a instrucción obligatoria reclama que para realizar en hechos sensibles
la historia verdadera, y ésta no t a r d a r á todo cuanto venimos manifestando, es
en aparecer. preciso que un hombre poderoso haya
demarcado el punto que divide el des-
Se r e a c u ñ a r á n las medallas, y lo que plomamiento del mundo latino y la
era reverso será anverso. Urbano V I i n a u g u r a c i ó n del mundo gótico; es pre-
será el reverso de Galileo. Reaparecerá ciso t a m b i é n que otro hombre poderoso
el verdadero perfil del género humano haya venido después de aquel, como vie-
en las diferentes pruebas de la civiliza ne la habilidad detrás de la audacia, á
cionpor que ha pasado durante l a série intentar la realización de l a m o n a r q u í a
de los siglos. L a efigie histórica no será católica con las naciones que en lo futuro
en adelante el hombre-rey, sino el hom- hablan de formar un grupo universal,
bre-pueblo. como han sido precisas las saludables
No quiere decir esto que al indicar l a usurpaciones cometidas por Europa en
historia real y verdadera el punto en Asia, Africa y América; pero es todavía
que se hallan las fuentes de la civiliza- m á s necesario el haber hecho la Divina
ción, haya de desconocer el grado apre-
GUILLERMO SHAKESPEARE. J97
Comedia y el Hamlet sin mezcla alguna se dispersarán á los cuatro vientos, Solo
de malas acciones y sin que haya costado el ideal es incorruptible.
su creación la devastación de unos cuan- Todo desaparece menos el espíritu.
tos pueblos. Dado como resultante el E l torrente de indefinida caridad que
aumento de inteligencia humana, el se llama civilización a l u m b r a r á cada co-
Dante tiene m á s valor que Garlo-Magno sa en su sitio. P e n e t r a r á en todas partes
y Shakespeare m á s valor que el empe- como señor del mundo, será obedecido, y
rador Carlos V . sus rayos, que i n u n d a r á n de lleno el si-
E n esta historia, trazada por el p a t r ó n glo diez y nueve, realizarán grandes sim-
de lo verdadero absoluto, las inteligen- Dlificaciones y h a r á n desaparecer excre-
cias vulgares y los seres inconscientes cencias, glorias y nombres. Sirva ejemplo
d a r á n hospitalidad, sin apercibirse de de esto Moisés. Moisés r e ú n e tres glorias,
ello, al pensador disfrazado de histrión, a de capitán, la de legislador y la de
á las ideas y á los hombres que requiere ooeta. Como c a p i t á n , está sumido en la
la filosofía de Alcestes: en ella Luis X I Y oscuridad; como legislador, arrinconado
será el camarero de Moliére. entre las ruinas de las legiones muer-
Esta inversión de oficios forzará á los tas, y como poeta, brilla a i lado de Es-
personajes á representar su verdadero quilo.
papel: la óptica histórica renovada ar- L a luz del dia desgasta considerable-
m o n i z a r á el conjunto de la civilización, mente los objetos destinados á vivir de
que hoy permanece en estado caótico; la noche. Por eso aparece en nuestros hori-
perspectiva, la justiciado la g e o m e t r í a zontes un nuevo cielo histórico. Por eso
se apoderará del pasado, haciendo avan- debemos tener uua nueva filosofía de las
zar unos planos y retroceder otros; cada causas y de los efectos, que nos presen-
cual volverá á tener su estatura real; los te el verdadero aspecto de los hechos.
adornos de tiaras y coronas a u m e n t a r á Esto no obstante, con honrada inquietud
en los enanos el ridículo; los estúpi- se sobresaltan algunos, temiendo las con-
dos arrodillamientos desaparecerán para secuencias, ante la afirmación de que
siempre. De los enderezamientos saldrá los genios constituyen una dinastía, y repli-
el derecho. can: "No aceptamos esa dinastía, como
Los desfalcos y las restituciones se de ninguna otra;;. Les asusta una frase de
m o s t r a r á n por sí mismas en cuanto el significación tranquilizadora. Son idén-
gran juez, nosotros, todos nosotros, ten ticas, rigurosamente hablando, la ley que
gamos el encargo de difundir la noción hace desaparecer á los propietarios del
de lo que es absoluto y de lo que es rela- género humano y la ley que hace nacer
tivo. E l sentido moral, innato en el á sus directores y guias. Ser ilustrados
hombre, sabrá á q u é atenerse. L a cuali- es todo lo contrario de ser siervos. Los
dad de rey dejará de ser un falso peso reyes poseen y los génios conducen; esta
moral. Fijando bien los hechos, se fijará es su única diferencia. Entre Homo sum
bien l a conciencia. Así l l e g a r á hasta e y L'Etat c'est moi, hay toda la distancia
g é n e r o humano una luz dulce, serena y que separa la fraternidad de la tiranía.
de igual intensidad para todos. Desapa L a marcha hácia adelante reclama un
recerán las interposiciones de nubes ante dedo indicador: insurreccionarse contra
la verdad y el cerebro, y su desaparición el piloto no hace avanzar la embarca-
p e r m i t i r á que se eleve hasta el zenit de la ción; nada se hubiera adelantado con
civilización lo bueno, lo justo y lo verda arrojar al mar á Cristóbal Colon. Por
dero. otra parte, no puede causar inquietud
No hay nada que pueda sustraerse á ninguna la dinastía de los génios, que
la obediencia de tan sencilla ley. E l as- tiene por reino el destierro del Dante,
pecto material de los hechos y de las por palacio el calabozo de Cervantes, por
personas se disuelve y desaparece por la lista civil la miseria de I s a í a s , por trono
fuerza misma de las cosas. Llega u n tiem el estercolero de Job y por cetro el cay a -
po que hasta los cuerpos m á s sólidos se do de Homero.
descomponen. Cualquiera que sea la
masa humana ó la cohesión de l a mate V.
ria, se vuelve ceniza, que ceniza y no
otra cosa es la materia. E l granito supo L a humanidad no debe poseerse, debe
ne necesariamente la existencia de ú n i c a m e n t e guiarse; bajo ese aspecto se
polvo. Las pulverizaciones son inevita deben considerar los hechos. L a historia
bles. Las instituciones g r a n í t i c a s , la debe encargarse en lo sucesivo de repro-
oligarquía, la aristocracia, la teocracia, 1 ducirlos bajo esa nueva fase. Por extra
198 OBRAS D E VICTOR HUGO.

ñ o que parezca cambiar el pasado, la Los que ojean á los pueblos y man-
historia lo v á á cambiar; pero no apelan- dan ejércitos, como Nemrod, Senacherib,
do á l a mentira, sino ciñóndose estricta- Ciro, R a m s é s , Jerjes, Cambises, A t i l a ,
mente á la verdad. L a historia, que has- Grengiskhan, Tamerlan, Alejandro, Cé-
t a hoy ha sido u n cuadro, en el porvenir sar, Bonaparte y otros muchos hombres
será un espejo. feroces, se extinguen.
E l nuevo reflejo del pasado modificará Ved cómo descienden lentamente por
el porvenir. el horizonte, misteriosamente atraídos
E l antiguo rey de Westfalia, que era por la oscuridad, por la afinidad fatal
u n hombre de talento, miraba u n dia que tienen con las tinieblas, arrastrán-
con atención u n tintero colocado sobre dose hácia la unidad terrible de l a cie-
l a mesa. E l escritor en cuya casa estaba ga inmensidad, donde les espera l a som-
J e r ó n i m o Bonaparte habia traido de bra de la sombra, esto es, el olvido.
una escursion á los Alpes, que hizo con Caen en el abismo, pero hasta allí son
Cárlos Nodier, u n pedazo de serpentilla formidables. No los insultemos. Es exe-
arcillosa, modelada en forma de tintero, crable insultar á los héroes cuando están
comprada á los cazadores de gamuzas amortajados. E l pensador debe meditar
del Mar de Hielo. Este era el objeto con gravedad ante sus sudarios. ¡Cle-
que llamó la atención de J e r ó n i m o Bo- mencia, pues, para los victoriosos venci-
n a p a r t e . — Q u é es esto? preguntó.'—^Mi dos! Entre sus resplandores y nosotros se
tintero, respondió el escritor; y a ñ a d i ó interpone la sombra del sepulcro. Ver
después:—Es de arcilla. Admirad la na- que los astros se convierten en espectros,
turaleza, que de un poco de barro y causa cierto terror religioso.
óxido forma esta hermosa piedra verde.— Mientras se precipita en el abismo la
M á s admiro á los hombres, replicó J e r ó - esplendorosa pléyade de los hombres de
nimo Bonaparte, que hacen de esa piedra la fuerza, en la otra extremidad del espa-
u n tintero. cio, en el cielo profundo y sereno del
No es mala frase para dicha por un porvenir, se levanta u n grupo sagrado
hermano de Napoleón; la consignamos de estrellas, que se llaman Orfeo, Her-
con gusto, porque el tintero será el que mes, Job, Homero, Esquilo, Isaías, Eze-
destruya el poder de la espada. quiel, Hipócrates, Fidias, Sócrates, Sófo-
Uno de los hechos m á s grandiosos de cles, P l a t ó n , Aristóteles, A r q u í m e d e s ,
nuestra época es que los hombres de Euclides, P i t á g o r a s , Lucrecio, Planto,
guerra, de fuerza y de r a p i ñ a van dis- Juvenal, Tácito, San Pablo, Juan de
minuyendo á medida que crecen mara- Patmos, Tertuliano, Pelagio, el Dante
villosamente los hombres de pensamien- Grutenberg, Juana de Arco, Cristóbal
to y de paz, presentándose en escena los Colon, Lutero, Miguel Angel, Copérni-
verdaderos colosos. no, Q-alileo, Rabelais, Calderón, Cervan-
Ofrece espectáculo patético y sublime tes, Shakespeare, Rembrandt, Kepler,
ver redimida la humanidad desde las Miíton, Moliére, Newton, Descartes, Kant,
alturas, ver á los pensadores derrotando Piraneso, Beccaria, Diderot, Voltaire,
á los poderosos, á l o s profetas anonadan- Beethoven, Fulton, Montgolfier y Was-
do á los héroes, ver la fuerza barrida hington, y forman prodigiosa constela-
por l a idea, y que el cielo queda lim- ción, cuya claridad cada instante es m á s
pio después de esta expulsión majes- luminosa y b r i l l a como una gloria de
tuosa. diamantes celestes en la inmensa aurora
Los señores se van y los redentores que produce Jesucristo.
vienen.

fiN DE 'GJUIW^RMO SHAKESPEARE.


ANTES D E L DESTIERRO

1 8 4-1 Á 1851.
T t í 11 Í T t T 11 í 11111111111111111111111111 í 11111111111 í 11111111 Í t f 11 í t r\

EL DEEECHO Y LA LEY.

PREFACIO.

I. guerra; el sufragio universal l l e g a r á á


alcanzar t a l conocimiento, que tan solo
A elocuencia humana en to- v o t a r á al talento; se t e n d r á , en vez de
das las Asambleas de to- Parlamento, u n Concilio permanente de
dos los pueblos y de todos inteligencias; el Instituto será el Senado.
los tiempos se condensa L a Convención, al crear el Instituto,
en esta fórmula: Lucha en- adivinó confusa, pero profundamente, el
tre el derecho y l a ley. porvenir.
Esta lucha, por u n fenómeno del pro- Esta sociedad del porvenir será mag-
greso, tiende de dia en dia á la disminu- nífica y tranquila, porque á las batallas
ción. E l dia en que cese, la civilización sucederán los descubrimientos; los pue-
l l e g a r á á su apogeo; coincidirá lo que blos no serán conquistadores, se engran-
debe ser con lo que es: la tribuna políti- decerán instruyéndose; no h a b r á guerre-
ca se transformará en tribuna científica; ros, pero sí trabajadores. Se investigará,
desaparecerán los cohechos, las calami- construirá é i n v e n t a r á , y exterminar no
dades y las catástrofes; se h a b r á n vencido será una gloria. E l creador sustituirá al
los escollos; la sociedad se desenvolverá destructor, y la civilización, que era
majestuosamente, según su naturale- toda acción, será toda pensamiento; la
za, y la cantidad posible de eternidad vida pública estará constituida por el
en la tierra regirá los destinos humanos, estudio de lo verdadero y la producción
dulcificándolos. T e r m i n a r á n las discu- de lo bello; lo puramente material se
siones, ficciones y parasitismos; r e g i r á comprenderá como incidente; causará
tranquilamente lo incontestable; no se m á s entusiasmo una Iliada que un Aus-
confeccionarán leyes, se c o m p r o b a r á n , terlitz. L a ilustración de las inteligen-
porque las leyes serán axiomas, no de- cias borrará las fronteras.
mostrándose que dos y dos son cuatro, L a G-recia es tan p e q u e ñ a , que nuestra
porque el binomio de Newton no depende p e n í n s u l a de Finisterre, superpuesta, la
de una mayoría; existe una g e o m e t r í a cubriría, y la G-recia, sin embargo, es
social; se g o b e r n a r á por la evidencia, con inmensa; inmensa por Homero, por Es-
códigos morales, directos, claros; la lega- quilo, por Fidias y por Sócrates; es de-
lidad formará parte de la libertad, sin cir, por cuatro hombres que son cuatro
exclusiones de ninguna especie, y mar- mundos, y como la Q-recia los ha tenido,
c h a r á como los rayos lumínicos, en línea de esto proviene su gloria.
recta. L a preponderancia de u n pueblo se
L a humanidad tiene dos polos: lo ver- mide por su historia, no por su extensión.
dadero y lo bello, y se regirá en el uno L a Siberia, tan gigantesca, es un p i g -
por lo exacto y en el otro por lo i m a g i - meo; la colosal Africa existe apenas. U n a
nario, sustituyendo la instrucción á la sola ciudad, Roma, ha equivalido á todo
TOMO I V . Í6
202 OBRAS D E VICTOR HUGO.

el universo; quien la hablaba, hablaba á su conformidad nace el órden y de su an.


toda la tierra. Urbi et orbi. tagonismo las catástrofes.
Esta grandeza la tiene Francia, y cre- E l derecho habla y exige desde la
cerá en ella de dia en dia. cumbre de la verdad, y la ley replica des-
L a Francia, que está destinada á mo; de el fondo de la realidad. E l derecho
rir, r e ú n e la condición admirable de que g i r a dentro de lo justo, y la ley tiene por
m o r i r á como los dioses, por transfigura- órbita lo posible. E l derecho es divino y
ción, convirtiéndose en Europa. la ley humana. L a libertad es el derecho;
Algunos pueblos desaparecen por su- la sociedad la ley. De a q u í dos tribunas;
blimación, como Hércules, ó por la ascen- en una están los hombres de la idea, en
sión, como Jesucristo. Puede decirse que la otra los hombres del hecho; de éstas,
hay momentos en que un pueblo forma una es lo absoluto, la otra lo relativo; la
constelación; los otros pueblos, astros de primera es necesaria, la segunda útil;
segunda m a g n i t u d , se agrupan á su entre una y otra fluctúan las concien-
alrededor, constituyendo pléyades, como cias.
Atenas, Roma y Paris, regidas por leyes No está establecida aun la a r m o n í a
inmensas. entre estas dos potencias, una inmutable,
L a Grecia, al transfigurarse, dió orí- otra variable; una tranquila y otra apa-
gen a l mundo pagano; Roma al cristia- sionada.
no, y cuando Francia se transfigure, d a r á L a ley derívase del derecho, pero Como
origen al mundo humano. el rio del manantial, aceptando todas
L a revolución de Francia se l l a m a r á las sinuosidades ó impurezas del ter-
la evolución de los pueblos: por qué? reno .
Porque la Francia lo merece; pues care- Frecuentemente la práctica niega la
ciendo de egoísmo, trabaja para todos, regla, el corolario destruye el principio,
crea esperanzas universales, representa como con frecuencia el efecto desobedece
la voluntad humana, y mientras que las á la causa; t a l es l a condición humana.
otras naciones son solamente hermanas, E l derecho y la ley discuten sin cesar,
ella es madre. Esta maternidad de la y del debate continuamente acalorado
generosa Francia resulta en todos los fe- nacen, ya las tinieblas, ya la luz.
n ó m e n o s sociales de estos tiempos. Los E n el lenguaje parlamentario moder-
otros pueblos dánles sus dolores, ella sus no podríamos decir: el derecho está enci-
ideas. ma y la ley debajo.
Su revolución no es local, es general; L a inviolabilidad de la vida humana,
no es limitada, es indefinida é infinita. la libertad, la paz, nada indisoluble,
L a Francia restaura en todo la noción nada irrevocable, nada irreparable; eso
primera, la verdadera noción. E n la fi- es el derecho.
losofía restablece l a lógica, en el arte la E l cadalso, la cuchilla y la opresión;
naturaleza, en la ley el derecho. la guerra, la servidumbre en todas sus
H a terminado su obra? No ciertamen- variedades; el matrimonio sin el divor-
te. Solo se ha entrevisto l a playa l u m i - cio, el estado de sitio en la ciudad; eso es
nosa y lejana al t é r m i n o de la jornada, la ley.
el porvenir. E l derecho es: i r , venir, comprar, ven-
Esperando sostenerse, lucha laboriosa der, cambiar.
entre lo ideal y lo incompleto. L a ley tiene: aduanas, consumos, fron-
Antes de pasar adelante, digamos una teras.
palabra que aclare todo lo que vamos á E l derecho ampara la enseñanza gra-
exponer. t u i t a y obligatoria, sin inmiscuirse en la
L a vida y el derecho son el mismo fe- conciencia del hombre n i ñ o .
nómeno; su superposición es completa. L a ley representa á los ignorantins. (1)
Si examinamos los séres creados, nó- E l derecho ostenta las creencias libres.
tase en ellos que l a cantidad de derecho L a ley, las religiones del Estado.
es adecuada á la cantidad de vida; de Sufragio universal, jurado; t a l es el de-
a q u í dimana la grandeza de los proble- recho.
mas que se relacionan con esta noción: Sufragio restringuido, jurado falseado;
el derecho. t a l es la ley.
L a cosa juzgada, es la ley; la justicia,
II, el derecho.

(1) Miembros de un órden religioso de Francia.


E l derecho y la ley son dos fuerzas; de (N. del T . )
ANTES D E L DESTIERRO. ^03
Reflexionad sobre las diferencias. Somos hermanos por la naturaleza»
L a ley tiene la movilidad y el í m p e t u iguales por el nacimiento y la muerte, l i -
invasor y anárquico del agua, constante- bres por el alma.
mente inquieta. Quitad el alma y désaparecerá l a l i -
Pero el derecho es insumergible, y para bertad.
que todo se salve, basta que el derecho E l materialismo es el auxiliar m á s po-
sobrenade en una conciencia. deroso del despotismo.
L a idea de Dios es indestructible. Si consultásemos á muchos de nues-
L a insistencia del derecho y la obsti- tros talentos contemporáneos, nos dirían
nación de la ley produce a las agitacio- que el materialismo produce los efectos
nes sociales. de una liberación.
L a casualidad ha querido (¿existe l a E x t r a ñ a y triste contradicción, propia
casualidad?) que las primeras frases po- de la inteligencia humana que tiene el
líticas de alguna trascendencia, pronun- vago deseo de dilatar sus horizontes, y
ciadas oficialmente por el que escribe sin embargo, cuando cree que lo ha con-
estas líneas, fuesen en el Instituto en seguido, es cuando alcanza solo un ho-
favor del derecho, y en seguida en la Cá- rizonte m á s mezquino.
mara de los pares contra la ley. Estudiemos estas aberraciones, mu-
E l 2 de Junio de 1841, al tomar asien- chas veces sinceras. ¿Yo mismo no he
to en la Academia francesa, glorifiqué sostenido durante los primeros cuarenta
la resistencia del Imperio, y el 12 de Ju- años de m i vida titánica lucha de ideas,
nio de 1847 pedí á la C á m a r a de los que siempre han dado por resultado ele-
pares el regreso á Francia de la familia var al hombre ó deprimirle? Siempre he
Bonaparte, que estaba proscripta. procurado elevarme, y si de algo puedo
E n el primer caso defendí la libertad; jactarme es de esto.
es decir, el derecho, y en el segundo ele- De a q u í las contingencias de m i vida.
vé m i voz contra la proscripción; es de- E n todas las circunstancias la subida es
cir, contra la ley. penosa y el descenso fácil. Es m á s aplau-
Desde esta época, una de las fórmulas dible ser Sieyes que ser Condorcet.
de m i vida pública ha sido: Fro jure con- L a v e r g ü e n z a es acomodaticia para
tra lejem. las almas que la encuentran agradable.
M i conciencia me ha exigido, en mis No tener esa clase de alma ha sido la úni-
funciones de legislador, la confrontación ca ambición de toda m i vida.
permanente y perpetua de la ley que Dispuesto á tratar de todas las cir-
los hombres redactan con el derecho que cunstancias y de todos los sucesos, conci-
constituye á los hombres. samente diré algo del pasado, en el que
Obedecer á m i conciencia es la regla; se ha desarrollado la j u v e n t u d de nues-
regla que no admite excepción. tros contemporáneos. Muchas veces u n
L a fidelidad á esta regla es lo que, recuerdo encierra la explicación de un
bajo m i palabra, se e n c o n t r a r á en tres misterio, y se conoce al hombre por lo
volúmenes titulados: Antes del destierro, que fué en su infancia.
E n él destierro y Después del destierro.
IV.
III.
A principios de este siglo habitaba u ñ
Tengo para m í , y lo hago constar leal- n i ñ o una casa, que rodeaba u n jardín,
mente como punto de partida, que la situada en el barrio m á s desierto de Pa-
m á s grandiosa expresión del derecho es rís. Antes de la revolución esta casa era
la libertad. conocida por el convento de las Fulden-
L a fórmula republicana r e ú n e admi- ses. Este niño vivia con su madre y dos
rablemente lo que dice y lo que hace hermanos y con un sacerdote viejo, anti-
en u n axioma, cuya gradación social es guo predicador, todavía temeroso del
irreprochable: Libertad, igualdad y fra- 93, siempre perseguido y siempre indul-
ternidad. gente, preceptor de los niños, á quienes
Nada de privilegio n i de excepcionales enseñaba mucho latin, un poco de griego
leyes. y un poco de historia. E n el fondo del
Estos tres puntos forman la base su- j a r d í n , tres árboles seculares cobijaban
prema de su organización. L a libertad es una capilla medio derruida. Hoy, aque-
el derecho, la igualdad es el hecho, la llos árboles, aquella capilla y aquella
fraternidad es el deber. Todo el sér del casa han desaparecido. E l ensanche pro-
hombre se resume en esto. yectado desde el j a r d í n de Luxemburgo
204 OBRAS D E VICTOR HUGO.

hasta Val-de-Grace han destruido aquel ñ a n z a que hoy prodiga, convirtiéndose


oasis, y una calle grande, pero i n ú t i l , en esclavo al llegar á maestro, y enseña
pasa por allí. Solo queda de las Fulden- lo falso por ignorar lo verdadero, creyen-
ses un poco de yerba y u n lienzo de do obrar bien. ¿Hay algo m á s terrible
pared ruinosa entre dos edificaciones que la mentira sincera?
nuevas, que no merecen nuestra atención Esta enseñanza es l ú g u b r e , porque lo
si no se miran con los ojos del recuerdo. que intenta hacer en beneficio del niño lo
E n Enero de 1871, una bomba prusiana hace contra el niño, pues lentamente
destruyó este vestigio, terminando Bis- encorva las inclinaciones de nuestra
marck lo que habla empezado Hauss- alma, obra como una ortopedia inversa,
mann. E n dicha casa crecieron durante tiende á torcer lo qae la naturaleza crea
el primer imperio los tres hermanitos. recto, consigue construir almas deformes
Jugaban y trabajaban juntos, derrochan- como la de Torquemada, produce i n -
do la vida en su perpetua primavera, no teligencias hueras como la de J o s é de
pensando m á s que en los libros, en los Maistre y tantos otros que podríamos
árboles y en los senderos del j a r d i n , citar, de los que fueron sus víctimas
donde escuchaban el vago y tumultuoso antes de ser verdugos.
piar de los paj arillos con infantil son- Equivocada es y oscura la educación de
risa. la casta sacerdotal, que ha pesado sobre
Veíanse sobre los muros y á través de nuestros padres y que amenaza gravitar
las carcomidas empalizadas que circulan sobre nuestros hijos.
el j a r d i n restos de bancos, pedestales Esa enseñanza inocula en las jóvenes
sin e s t á t u a s , vestigios de cruces, y en inteligencias la vejez de las preocupacio-
todas partes esta inscripción: Fropiedad nes; quita á los niños su aurora para ro-
nacional. dearlos de tinieblas; engendra t a l cariño
E l digno cura preceptor era el abate por el pasado, que el alma se anega en
de la Riviére, cuyo nombre aun pronun- él y no se aviene á admitir el porvenir
cio con respeto. del cuerpo. Desposeerse de la educación
Haber recibido la e n s e ñ a n z a en la n i - que se ha recibido no es fácil; sin embar-
ñez de u n sacerdote es un hecho que no go, la instrucción clerical no es irreme-
debe referirse con saña, porque no es diable. Esto lo prueba Voltaire.
culpa del sacerdote n i nuestra. Se en- Los tres escolares de las Euldenses es-
cuentra en el n ú m e r o de los hechos que taban sometidos á esta peligrosa ense-
no ha elegido ninguna de las partes, y ñ a n z a , aunque templada ciertamente
es perjudicial el encuentro de dos inteli- por la tierna y elevada inteligencia de
gencias, una desarrollándose y la otra una mujer; de su madre.
limitada; una que crece y otra que enve E l más jóven de aquellos niños, que al-
jece, y la senilidad se apodera del alma gunas veces quiso imitar á V i r g i l i o , es to-
del niño, que se arruga con los errores davía u n niño; conserva de la casa de las
del alma del viejo. Euldenses grato y religioso recuerdo. Re-
Fuera de la religión única, todas las preséntasela rodeada de sombras tristes,
otras religiones hacen, poco m á s ó me- cuando en medio de rayos y de rosas se
nos, lo mismo; tienen sacerdotes para en abria su espíritu á la luz. Nada era tan
señar á los niños. Las religiones, que son tranquilo como aquel caserón florido,
diferentes en la apariencia, el carácter que en otros tiempos fué convento y en-
venerable las identifica; son terrestres tonces era soledad, y siempre sirvió de
por la superficie y celestes por el fondo asilo. Allí, sin embargo, resonaba el tu-
que es Dios. multo imperial. A intervalos, en sus
Por eso ante las religiones se vé el vastos salones, en sus corredores de mo-
grave error del filósofo, que en sus qui- nasterio, en su desmantelado claustro,
méricas pretensiones de hallar la reali el niño veia i r y venir al ejército entre
dad, estas quimeras, refiriéndose á Dios, dos guerras, de las que oia el ruido, á
las enseñan con los nombres de artículos un jóven general, que era su padre, y á
de fé y de misterios. un coronel, t a m b i é n j ó v e n , que era su
Pueden hacer otra cosa? L a e n s e ñ a n z a tio.
en la mezquita y en la sinagoga, es ex Estas escenas encantadoras y paterna-
t r a ñ a , pero es inocentemente funesta; el les le emocionaban un momento; des-
sacerdote, y hablamos del sacerdote que pués, al toque de la cometa, sus visio-
está convencido de no ser culpable, no nes de plumas, de cascos y de sables
es responsable; él mismo, en otros tiem- desvanecíanse y volvían á sumirse en la
pos, ha recibido con paciencia l a ense- paz y en el silencio aquellas ruinas don-
ANTES D E L D E S T I E R R O . 205
de cree aun distinguir una aureola. Así I Eran altos: yo les iba siguiendo, porque
vivia el que hoy ha cumplido sesenta siempre me gustó la c o m p a ñ í a de ios
años; aquel niño era yo. grandes; afición que m á s tarde me fací-
Recuerdo m i infancia con enternecí- litó un prolongado diálogo con el Ocóa-
miento. no. Mí madre los escuchaba y yo andaba
Recuerdo los tiempos de Eylau, de d e t r á s de ella.
U l m , de Anersiadt y de Frieland, de E l día de la visita era fiesta, una de
Elba forzada; de Spandau, de Erfurt y aquellas grandiosas fiestas del primer
de Salzbourg tomadas; de los cincuenta imperio.
y un días de destrucción de Dantzigk; Ignoraba entonces q u é fiesta se cele-
de novecientos cañones vomitando la braba y lo ignoro todavía; solo recuerdo
enorme victoria de Wagram; aquellos que era una tarde de verano y se aproxi-
tiempos de los emperadores en el Nie- maba la noche ofreciendo aspecto mag-
men y del czar saludando al César; aque- nífico. Salvas en el cuartel de los Inváli-
llos en los que h a b í a un departamento dos, fuegos artificiales, iluminaciones y
en el Tiber y P a r í s era la capital de vago rumor de triunfo que llegaba has-
Roma; aquella época en que el Papa se ta nuestra soledad, anunciaban que la
redujo al Vaticano; aquella época, tér- gran ciudad solemnizaba á su ejército y
mino de la inquisición en E s p a ñ a , de la á su emperador. L a población ostentaba
destrucción de la Edad Medía por la una aureola, como sí las victorias irra-
agregacion g e r m á n i c a , en la que los sar- díasen una aurora. E l cíelo azul se enro-
gentos eran príncipes, los postillones re- necia lentamente; la fiesta imperial re-
yes y las archiduquesas se casaban con verberaba hasta en el zenit; los dos
aventureros; época en la que Rusia pide edificios que dominaban el j a r d í n de las
gracia en Austerlitz; en que Prusia se Fuldenses, uno m u y próximo. Val-de-
derrumba en Jena; en que Austria pros- Q-race, masa negra, presentaba una
temase en Esslíng; en que la confedera- llama á su alrededor y le asemejaba á
cion del Rhin anexionaba la Alemania á una tiara de fuego; el otro, el P a n t e ó n
Francia, y el decreto formidable de Berlín gigantesco y espectral que en Ion t a ñ a n -
hacia suceder á la derrota de la Prusia za vislumbrábase, estaba rodeado por u n
los temores de Inglaterra; época en que círculo de estrellas, como si para festejar
la fortuna, en Potsdam, entregó la es- á un génio hubieran formado una coro*
pada de Federico á Napoleón, el cual, na d é l a s almas de los grandes hombres
desdeñándose tomarla, dijo: Tengo lamia:\á> los que fué dedicado. L a iluminación
en aquella época yo ignoraba todo de la tiesta producía una claridad tan
esto; vivia entre las flores en aquel jar- soberbia y maravillosa, que parecía pie-
din de las Fuldenses, corriendo como un no día en el j a r d í n .
niño, sin dirección fija, ya mirando el E n el paseo, el grupo que iba delante
vuelo de las mariposas y de las abejas, de m í se paró, t a l vez á ruego de m í ma-
ya cogiendo botones de oro y amapolas, dre, no desprovista de preocupaciones y
y viendo sola á m i madre, á mis herma- que parecía no querer pasar de los árbo-
nos y al viejo sacerdote con el libro bajo les que rodeaban la capilla. Cesó la con-
el brazo. versación; los árboles no se movían, y
A l g u n a vez, á pesar de la prohibición, solo á lo lejos se oía el cañón que anun-
me aventuraba hasta el fondo del j a r d í n , ciaba la solemnidad, disparando cada
en donde no se oía m á s que el susurro cuarto de hora.
del viento, la charla del nido y el moví- L o que voy á decir es para m í inolvi-
miento del follaje, contemplando al t r a - dable. Paseaban hácia los árboles, y al
vés de la verja la vieja capilla con sus internarse en el bosque, uno de los ínter-
vidrios rotos, que dejaban ver sus paredes locutores se paró y, mirando al cielo lleno
interiores incrustadas de mariscos y por de luz, exclamó:
donde entraban y salían los pájaros. —No importa! Ese hombre es grande!
Una tarde (debía ser el a ñ o 1809, Una voz, que salía de las sombras,
cuando m i padre estaba en E s p a ñ a ) , m i dijo:
madre recibió varías visitas, cosa rara| —Buenas noches, Lucotte (1); buenas
en las Fuldenses. Se paseaban por el jar- noches, Drouet (2); buenas noches. T i -
din y mis hermanos estaban separados l l y (3), y un hombre de alta estatura apa-
de los recien venidos. reció entre los árboles.
Los visitantes de m i madre eran tres
camaradas de m i padre y venían no sé (i) Después conde de Sopetran.
Después conde de Erlou.
si á traer ó á adquirir noticias suyas. (3) Después gobernador de Segoviaí
206 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Los tres visitantes levantaron la ca- De repente, aquel hombre, que tan
beza. bruscamente habia aparecido, volvióse
—Calla! exclamó uno de ellos con ade- hacia mí, que, temeroso, procuró escon-
man de pronunciar un nombre. derme, y m i r á n d o m e con fijeza, me dijo:
M i madre, palideciendo, colocó un- •—Niño, a c u é r d a t e de esto: antes que
dedo sobre los labios recomendando si- todo la libertad.
lencio. Y poniéndome la mano en el hombro,
Todos callaron. recuerdo t o d a v í a que me hizo extre-
Y o observaba asombrado. mecer.
L a aparición, que para m í lo era, re- Después repitió:
puso: —Antes que todo la libertad.
—Lucotte, eres t ú el que hablabas? Desapareció en seguida entre los ár-
•—Si, contestó Lucotte. boles como habia aparecido.
•—Decias que ese hombre es grande? Quién era aquel hombre?
—Sí. U n proscripto.
—Pues alguien es m á s grande que Na- Víctor Fanneau de Lahorie era noble
poleón. bretón adherido á la R e p ú b l i c a y amigo
•—Quién? de Moreau, su compatriota. E n la Ven-
—Bonaparte. dée, Lahorie conoció á m i padre, m á s jó-
R e i n ó u n momento de silencio, que ven que él veinticinco años. Más tarde
rompió Lucotte diciendo: fué su superior en el ejército del Rhin,
•—Después de Marengo? desarrollándose entre ellos una fraterni-
•—Antes de Brumario. dad t a l , que hacia exponer la vida á
E l general Lucotte, que era j ó ven, uno por otro. E n 1801, complicado Laho-
rico, guapo y feliz, tendió la mano al rie en la conspiración de Moreau contra
desconocido, diciendo: Bonaparte, fugóse y pusieron á precio su
•—Tú aquí? Creia que estabas en I n - cabeza. Desvalido y sin n i n g ú n auxilio,
glaterra. encontró apoyo en m i padre, que le dió
E l desconocido, cuya cara severa, cu- como refugio la capilla de las Fulden-
yos ojos inteligentes y cuyos cabellos ses, que por su estado ruinoso reunía
grises me llamaron la a t e n c i ó n , res- condiciones para proteger otra ruina,
pondió: esto es, al vencido; asilo que fué acepta-
—Brumario es l a caida. do por Lahorie, que permaneció en él
—De la R e p ú b l i c a , sí. completamente oculto, y solo mis padres
•—No, de Bonaparte. sabían que se escondía allí.
L a palabra Bonaparte me admiraba; E l día que habló á los tres generales,
siempre habia oido llamarle emperador. no hay duda que cometió una impruden-
Más tarde comprendí las familiaridades cia. Su aparición nos sorprendió, sobre
altivas de la verdad; pero entonces oia todo á los niños. A l viejo sacerdote nada
por primera vez el tuteamiento de la his- le sorprendía, por contar en su vida t a l
toria. n ú m e r o de proscripciones, que estar es-
Los tres paseantes, que eran tres gene- condido lo consideraba como un inciden-
rales, oyeron esto con seriedad y estupor. te natural de la vida.
Lucotte dijo: M i madre nos exigió el silencio, que
—Tienes razón; por borrar Brumario guardamos religiosamente, y á contar de
haria el mayor sacrificio. este dia el desconocido dejó de serlo en
— L a Francia grande es buena, pero la la casa.
Francia libre es mejor. ¿ P a r a q u é continuar el misterio con
— L a Francia no puede ser grande si nosotros si ya le habíamos visto? Comía,
no es libre. pues, en la mesa y con familia; paseaba
—Es cierto. Por conseguir l a libertad por el j a r d í n en todas direcciones, ayu-
de Francia sacrificaria m i fortuna. Y tú? dando algunos ratos al jardinero; nos
— L a vida, dijo el desconocido. daba consejos y lecciones algunas veces,
Hubo un momento de silencio. auxiliando en su tarea al anciano sacer-
Oíase el gran t u m u l t o del P a r í s bulli- dote. Tenia una manera de tomarme en
cioso; los reflejos de la fiesta iluminaban sus brazos, que me hacia reír al propio
el semblante de aquellos hombres; ha- tiempo que me causaba miedo; me ele-
cían palidecer las estrellas los destellos vaba en el aire, d e j á n d o m e caer de re-
de la iluminación, como si las alaban- pente hasta el suelo. Tenia la seguridad
zas prodigadas á Napoleón llegasen al á que h a b i t ú a n los destierros largos; no
cielo. salía j a m á s , y siempre estaba contento.
ANTES D E L D E S T I E R R O .

M i madre vivia intranquila, á pesar primer Consejo de guerra, han sido fusi-
de nuestra formal promesa de guardar lados en Q-renelle, por el crimen de cons-
profundamente el secreto. piración contra el imperio y el empera-
Lahorie era un hombre sencillo, dulce, dor, los tres ex-generales Malet, G-uidal
austero, viejo por su proceder m á s que y Lahorie.,,
por la edad, sabio; poseia en alto grado •—Lahorie! dijo m i madre; recuerda
el grave heroísmo propio de las personas este nombre. Y luego añadió: Es t u pa-
ilustradas. Existe una condición que se- drino*
para al hombre que cumple el deber del
hombre que representa un papel. E l V.
primero es Phocion; el segundo es M u -
rat. T a l es el fantasma que entreveo en
Lahorie era un Phocion. las reminiscencias de m i niñez.
Nosotros solo sabíamos de él que era Aquella figura j a m á s se b o r r a r á de m i
nuestro padrino. Me habia visto nacer y memoria.
dijo á m i padre: Hugo es una palabra del E l tiempo, lejos de disminuirla, la
Norte; es necesario añadirle una meridional acrecienta, y al alejarse aumenta, tanto
H completar el germano con el latino, y me m á s como m á s lejos está; propiedad que
puso el nombre de Víctor, que era el es exclusiva de las grandezas morales.
suyo. L a influencia que sobre íní ha ejercido
No sabia yo su nombre histórico: m i es indeleble.
madre le decia general y yo le llamaba Desde pequeño participé de la vida
m i padrino. del proscripto, oyendo la voz del que
Continuó habitando la casuchá del debia morir pronunciar este nombre del
fondo del j a r d i n , sufriendo la l l u v i a y la derecho y del deber: "Libertad,,. U n a pa-
nieve que en invierno entraba por las labra es el contrapeso de toda una edu-
ventanas, desprovistas de cristales; tenia cación.
la cama colocada detrás del altar y sus E l hombre que hoy publica este re-
pistolas en un rincón, y una edición de cuerdo y que en los libros Antes del des-
Tácito, que él me hacia explicar. tierro, É n el destierro y Después del des-
Nunca me olvidaré del dia en que, to- tierro presenta francamente su vida á
m á n d o m e en sus rodillas, abrió dicho sus contemporáneos, ha sufrido muchos
ejemplar, en octavo, encuadernado en dolores. Confio, si Dios me d á tiempo,
pergamino, edición Herhan, y me leyó narrarlos con el título de Historia de las
esta línea: Urbem Romam á principio reges revoluciones interiores de una conciencia
habuere, é interrumpiéndose, m u r m u r ó : honrada.
—Si Roma hubiese conservado sus re- Todo hombre puede, si es sincero, re-
yes no hubiese sido Roma; y m i r á n d o m e hacer el itinerario del camino de Da-
con ternura, añadió esta gran m á x i m a ; masco, que es variable para cada uno.
-—Hijo mió, antes que todo la libertad. Como ya he dicho, soy hijo de una
U n dia desapareció de la casa; yo igno- legitimista amiga de madame de L a Ro-
raba el por q u é . che] aquelein y de un soldado de l a revo-
Dos acontecimientos sobrevinieron; los lución y del imperio, amigo de Desaix,
de Moscow y de la Beresina, que fue- de Jourdan y de J o s é Bonaparte; he su-
ron el principio de las catástrofes suce- frido las consecuencias de una educación
sivas. solitaria y compleja, en la que un pros-
Nosotros fuimos á reunimos con m i cripto republicano oponía sus teorías á
padre á España, y m á s tarde regresába- las de un sacerdote, t a m b i é n proscripto.
mos á las Fuldenses. Siempre el patriotismo ha dominado en
U n a tarde de Octubre de 1812 pasea- mí á las ideas legitimistas: he sido napo-
ba yo, dando la mano á m i madre, por leonista en 1813 y borbónico en 1814:
delante de la iglesia de Saint-Jacques- como la m a y o r í a de los hombres del
du-Aut-Pas. Habia un cartel grande principio de este siglo, he seguido las
pegado en una de las columnas de la corrientes de la época, ilógico y probo,
portada, creo que en la de la derecha. legitimista y volteriano, cristiano, bona-
Los t r a n s e ú n t e s dirigían miradas obli- partista, liberal y socialista exagerado;
cuas hácia el contenido del cartel, apro- mudanzas enteramente reales é incom-
x i m á b a n s e como temerosos, y al leerlo prensibles hoy.
huian con precipitación. Se paró m i ma- Siempre he obrado de buena fé; m i
dre y dijo: Lee: yo leí lo siguiente: punto de mira ha sido rectificar y com-
"Imperio francés.—Por sentencia ctal plementar mis ideas: he procurado apro-
208 OBRAS D E VICTOR HUGO.

ximarme todo lo posible á la verdad, Hay buen modo de vencer y m a l modo


aunque me he e n g a ñ a d o algunas veces. de vencer. L a insurrección de 1848 ven-
Mis aberraciones sucesivas nunca fue- cióse de u n modo indigno; en lugar de
ron retrógradas; j a m á s d i un paso atrás: pacificar, envenenó; en lugar de quitar
en m is obras se conoce el camino recorri- asperezas, creólas; exageró el procedi-
do, pudiéndose comprobar en cualquiera' miento; desató la violencia soldadesca;
de ellas. Pero hago constar que nunca, Cayena y Lambesa y la deportación sin
en todo lo que he escrito, n i en los libros prévio juicio fué el resultado de aquella
de l a infancia y de la adolescencia, puse victoria. Y o , indignado, elevé m i voz en
una línea en contra de la libertad. favor de las familias perseguidas, y re-
M i alma sostuvo gran lucha entre el pudié esta falsa República, compuesta de
trono que me imponía el sacerdote cató- Consejos de guerra y de estados de sitio.
lico y la libertad que me recomendaba U n dia, en la Asamblea, el represen-
el soldado republicano; pero la libertad tante Lagrange, hombre de corazón, di-
venció. rigiéndose á mí, me p r e g u n t ó :
De a q u í la unidad de m i vida. —Con quién estáis?
E n todo quiero que prevalezca la l i - Y o contestó:
bertad; así es que sostengo que la liber- —Con l a libertad.
tad es en l a filosofía la razón; en el arte •—Y q u é hacéis? replicó Lagrange.
la inspiración, y en política el derecho. •—Espero, a ñ a d í yo.
En Junio de 1848 esperaba; después de
VI. Junio de 1848 perdí la esperanza.
E l rayo que brotó de los aconteci-
E n 1848 m i opinión no habia aun ad- mientos me llegó al alma, y ese rayo, una
quirido la forma social definitiva. Cosa vez brilla, nunca se apaga, dando origen
singular; puede decirse que en esta época á l a verdad en la conciencia.
de libertad era nominal la República. Sa- E n 1849 brotó en m í la claridad defi-
liendo de una serie de m o n a r q u í a s ensa- nitiva.
yadas y puestas en acción sucesivamente, Cuando v i á Roma abatida en nombre
como la m o n a r q u í a imperial, la l e g í t i m a de Francia; cuando v i la m a y o r í a , hasta
y la constitucional; envuelto por los he- entonces hipócrita, arrojar de repente la
chos inesperados que me parecían ilógi- m á s c a r a con la que el 4 de Mayo de 1848
cos; obligado á notar, á la vez en los jefes esa misma m a y o r í a habia exclamado
militares que dirigían el Estado, la hon- diez y siete veces viva la República;
radez y la arbitrariedad; teniendo, á pe- cuando v i después del 13 de Junio el
sar m i ó , parte de la inmensa dictadura triunfo de todas las coaliciones enemigas
a n ó n i m a , que es el peligro de las Asam- del progreso; cuando v i aquella unión
bleas únicas, me decidí á observar impar- cínica, en fin, lo comprendí todo y me
cialmente el gobierno militar, en el cual sentí triste, y en el momento en que to-
no podia reconocer n i n g ú n principio de das las manos de los vencedores se ten-
mocrático, dedicándome á proteger estos dían hacia m i para atraerme, noté en el
principios cuando me parecían amena fondo de m i alma que estaba vencido.
zados y á defender el derecho cuando i n U n muerto que yacía en tierra decíase
tentaban desvirtuarlo. que era l a República, pero f u i hácia él y
E n 1848 hubo casi un 18 Fructidor, y reconocí que era la libertad; entonces me
los 18 Fructidor tienen de funesto que abracé á ella y con ella me identifiqué.
dan modelo y pretexto á los 18 B r u m a V i ante m i la duda, la depresión, la
rio y producen el fenómeno de que la ruina, la afrenta, la proscripción, y dije:
R e p ú b l i c a hiera á la libertad; situación Conforme!
que, si se prolongase, causaría su suici- E n seguida, el 15 de Junio, subí á la
dio. tribuna y protesté.
L a insurrección de Junio fué fatal, Desde'este dia la R e p ú b l i c a y la liber-
tanto para los promovedores como para tad fueron una misma cosa para m í , y
los que la sofocaron. Y o l a combatí, pero sin tregua, sin descanso, continuamente
á pesar de ello fui uno de los sesenta re- y paso á paso, luché por estas dos gran-
presentantes que envió la Asamblea á des ideas calumniadas.
las barricadas, y después de consumado Por fin el 2 de Diciembre de 1851 llegó
el hecho me separé de los vencedores, lo que yo esperaba; esto es, veinte años
porque vencer y después dar l a mano al de destierro.
vencido es la ley de m i vida, cosa que T a l es la historia de lo que se ha dado
con nosotros no se hizo. en llamar m i apostasia.
ANTES D E L DESTIERRO. 209
vez comprendido se cumple sin vacila-
VII. ción. L a belleza del sacrificio atrae á las
conciencias que aceptan las pruebas con
1849. Grande fecha para m í . E n ella juicio recto.
tuvieron principio las luchas trágicas; de L a aproximación de la luz tiene algo
una parte el porvenir atacando y de otra de terrible, porque se convierte en llama:
el pasado resistiendo. primero alumbra, m á s tarde calienta y
E n dicha época, el pasado manifesta- por fin consume.
ba gran pujanza, y á pesar de ello y de No importa; vamos al precipicio y au-
ser omnipotente, estaba muerto; no era mentemos la claridad con nuestros sacri-
m á s que u n fantasma que c o m b a t í a . ficios.
A g i t á b a n s e todos los problemas: de i n - Sucumbir es triunfar, y el que sufre
dependencia nacional, de libertad indi- por la verdad lo demuestra.
vidual, de conciencia, del pensamiento, Silbar antes de proscribir es el proce-
de la palabra, de la tribuna y de la dimiento ordinario de las m a y o r í a s f u -
prensa; el problema de la mujer en el riosas, que preludian la persecución ma-
matrimonio y de l a educación de los n i - terial con la persecución moral.
ños; del derecho al trabajo con la teoría L a imprecación empieza lo que el os-
del salario; del derecho á la p á t r i a opo- tracismo concluye; así es que dichas ma-
niéndose á la deportación; del derecho á yorías preparan la víctima para l a i n -
la vida enfrente á la reforma de los có- molación con toda la retórica de la
digos; de l a disminución de la penalidad injuria y con el coronamiento del u l -
por el crecimiento de la educación; de l a traje.
separación de l a Iglesia del Estado; de He sufrido todas estas manifestaciones
la propiedad de los monumentos, igle- y solo tengo el mérito de haberlas olvi-
sias, museos y palacios llamados reales dado. Creo c u m p l í con m i deber, y te-
concedidos á la nación; de la ma istra- niendo por norma la v e r g ü e n z a , quedo
tura bien ordenada con el jurado á m - satisfecho.
plio; del ejército europeo licenciado por Las afrentas pasadas las cuento por los
la federación continental; de la disminu- insultos recibidos.
ción de las contribuciones territoriales; Queréis a l g ú n ejemplo?
de l a abolición del impuesto de sangre; U n dia, el 17 de Julio de 1851, denun-
de restituir á los soldados desde el campo cié en la tribuna la conspiración de Luis
de batalla al centro de los trabajadores; Bonaparte, declarando que el presidente
de la supresión de las aduanas y fronte- aspiraba á ser emperador.
ras; de l a desaparición de los istmos; de U n representante me i n t e r r u m p i ó :
la descentralización absoluta. —Sois un infame calumniador.
Todo esto fué propuesto, discutido y Este representante prestó luego aca-
algunas veces impuesto. tamiento al imperio por un sueldo de
E n este libro se e n c o n t r a r á n todas es- treinta m i l francos a l año.
tas luchas. Otra vez, al combatir la feroz ley de
E l que bosqueja su vida parlamenta- deportación, otro representante me i n -
ria en este momento, oyendo un dia á t e r r u m p i ó diciendo:
los miembros de l a derecha exagerar los —'¡Y pensar que este discurso costará
derechos del padre, les i n t e r r u m p i ó re á la Francia veinticinco francos!
clamando el derecho del hijo. Este segundo interruptor fué t a m b i é n
Otro dia, preocupado como siempre senador del imperio.
por la situación del pueblo y de los po- E n otra ocasión, no sé quién, senador
bres, les sorprendió con esta afirmación: t a m b i é n m á s tarde, me apostrofó de este
Se puede destruir la miseria. modo:
L a vida de los oradores es m u y agi- •—Sois adorador del sol naciente.
tada. Del sol naciente del destierro, sí.
E n las Asambleas embriagadas por E l dia que pronuncié en la t r i b u n a es-
el triunfo y por el poder, las minorías, tas palabras, que todavía nadie habia
como son las que atacan, son las que su- pronunciado: Los Estados unidos de Euro-
fren. pa, M.. Mole estuvo notable. E l e v ó los
Es m u y duro girar alrededor de esta ojos al cielo, a b a n d o n ó su sitio, atravesó
inexorable roca de Sísifo: el derecho. I n - el salón, haciendo signos á los miembros
tentar escalarla y caer, es el esfuerzo de de l a m a y o r í a para que le siguiesen, y
las m i n o r í a s . salió. Pero como nadie hizo caso de sus
L a bondad del deber se impone. U n a indicaciones, entró otra vez indignado.
TOMO I V . 27
210 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Entonces los silbidos y las risas duraron levantaba. Abandonó su asiento, se en-
un cuarto de hora, que aprovechó para caró conmigo y me dirigió esta frase,
recapacitar. que él consideraba que debia serme hos-
Durante el insulto me apoyó en la tri- til, aunque no tenia sentido:
buna y me quedó meditando. •—Sois un envenenador público.
Este mismo dia, el 17 de Julio de Así caracterizado, y con tal intención,
1851, pronunció la frase "Napoleón el hice señal con la mano de que quería
Pequeño». hablar, y los clamores se interrumpieron,
A estas palabras siguió tal manifesta- reinando de pronto el silencio por haber
ción de furor de la mayoría y estallaron vencido la curiosidad al furor; silencio
rumores tan tumultuosos, que se oian que aprovechó para decir con la voz más
desde fuera, y se reunió gran gentío en dulce que pude:
el puente de la Concordia. •—Confieso que no esperaba recibir un
Dicho dia subí á la tribuna creyendo puntapié de... (aumentó el silencio y
estar en ella veinte minutos y permane- proseguí) de M. Montebello.
cí tres horas. L a tempestad se convirtió en risas, que
Por haber entrevisto y anunciado el esta vez no fueron contra m í .
golpe de Estado, todo el futuro Senado Estos detalles no aparecen siempre en
del futuro imperio me declaró calum- el Monitor.
niador. Habitualmente la derecha me inter-
Tuve contra mí todo el partido del rumpía con estas frases: "No sabéis ha-
órden, todas las tendencias conservado- blar francés; llevad eso al teatro de la
ras; desde M. de Falloux, católico, hasta Puerta de San Martin, impostor, corrup-
M. Vicillard, ateo. tor, apóstata, renegado, bebedor de san-
Ser uno contra todos es alguna vez gre, bestia feroz, poeta,,; y seguía en cres-
honroso. Y o , en aquella ocasión, devolví cendo la injuria, la ironía, el sarcasmo
golpe por golpe. y la calumnia.
U n a vez, y á propósito de una ley cle- Washington, tratado también por la
rical y defendiendo una proposición con prensa hostil de petardista y ladrón (pick-
el título de Libertad de enseñanza, habló pocket), se rió de estos calificativos.
de la Edad Media, de la Inquisición, de U n dia, un célebre ministro inglés,
Savonarola, de Qiordano Bruno y de hallándose en la tribuna en una situa-
Oampanella, á quien hicieron sufrir ción análoga, se sacudió la manga, di"
veintisiete veces el suplicio del potro ciendo: "Todo esto es polvo,,. Y tenia
por sus opiniones filosóficas. A l llegar razón.
aquí los hombres de la derecha vocife Los ataques, las mentiras, las intri-
raron: gas que nos hieren hoy, son polvo ma-
—'Vamos! Vamos! ñana.
Y o les miró con fijeza y les dije: No contestemos con la cólera á la c ó -
—¡Quisiérais castigarme también con lera, ni seamos escesivamente severos
ese tormento! con los que están ciegos.
Esto les hizo callar. "No saben lo que se hacen,,, dijo Jesús
E n otra ocasión contestaba á no sé en el Calvario.
qué ataque de Montalembert y l a dere- "No saben lo que se dicen,,, no es me-
cha se asoció entera al ataque, que era, nos triste ni menos cierto.
dicho sea de paso, una mentira. E l que grita no oye el grito. ¿El
Los quinientos miopes de la mayoría insultador es responsable del insulto?
se unieron al orador, que no estaba des Apenas.
provisto de valor y poseía el talento es- Para ser responsable es preciso ser in-
pecial de las medianías. teligente.
Se me dió acceso á la tribuna y fui, Los jefes comprendieron, hasta cier-
por algún tiempo, el blanco de todas las to punto, los actos que cometieron; los
vociferaciones locas y perdonables de la otros, no.
cólera inconsciente. L a mano es responsable: la mano poco
Aquello fué una baraúnda de voces; y la honda nada.
pero yo escuchaba este tumulto con in- Furores, injusticias, calumnias, polvo...
dulgencia, esperando que cesase el ruido Olvidemos aquella vocería.
para continuar lo que tenia que decir.
De pronto hubo un movimiento en los VIII.
bancos de los ministros; era el duque de
Montebello, ministro de Marina, que se Y a que todo es preciso decirlo, hablan-
ANTES D E L D E S T I E R R O . 211
do de buena fó, en estas colisiones parla- peligro, y no hay cosa peor que su rapi-
mentarias, ¿el orador tiene algo que dez; aun tomando todas las precauciones
reprocharse? ¿ A l g u n a vez no h a b r á pro- posibles, se incurre fácilmente en la exa-
cedido arrastrado por el í m p e t u de la geración, lo que d á pié para provocar
palabra ó del pensamiento? Confesémos- ataques.
lo: en la palabra es en donde está el pe- Muchas veces la primera palabra es
ligro. un proyectil; por eso son mejores los dis-
No sé q u é resonancia existe en l a t r i - cursos escritos; las Asambleas i r á n cono-
buna, que es un sitio misterioso y sono- ciéndolo.
ro, en el que parece que se respira atmós- ¿Es posible un orador con discursos
fera desconocida, que hace infiltrar en escritos?
nuestra alma la manifestación de todo Este problema se ha planteado, aun-
un pueblo que nos rodea y nos encoleri- que parezca e x t r a ñ o .
za con la cólera de los irritados, nos Todos los discursos de Demóstenes y
compenetra de la injusticia de los injus- de Cicerón son escritos.
tos, haciendo sentir á nuestro sér las Es un discurso pensado y dormido, como
grandes indignaciones de la muchedum- diria cualquier crítico maligno de De-
bres; así es que allí l a palabra oscila móstenes.
desde la convicción fija y tranquila hasta Royer-Collard, elocuente pedante, de
la réplica m á s ó menos comedida de los recto juicio, era gran orador, y solo pro-
incidentes inesperados. Esto produce mo- n u n c i ó discursos escritos. A l subir á la
vimientos inexplicables; dejándose con- tribuna colocaba sus cuadernos en ella.
vencer se cae en u n peligro, y ciertas Las tres cuartas partes de las arengas
aberrraciones producen errores; ambas de Mirabeau eran escritas, y, dicho sea
cosas constituyen las faltas de l a t r i - de paso, no eran suyas. Subia á la tribu-
buna. na, y como original pronunciaba u n dis-
No he podido esquivar esos escollos. curso, que era de Talleyrand; alguno que
Excepto los discursos de réplica y de era de Malouet, y algunos de otros.
ataque, todos los que se e n c o n t r a r á n en Danton escribía con frecuencia sus
este libro son improvisaciones. discursos; se han encontrado varias pá-
Expliquemos lo que es la improvisa ginas con letra suya en su habitación
cion. del Consejo de Comercio.
S e g ú n Horacio, improvisación, en las Respecto á Robespierre, de sus diez
trascendentales cuestiones políticas, i m - arengas, nueve estaban escritas. E n la
plica premeditación. noche que precedía á su aparición en la
L a premeditación hace que, cuando se tribuna escribía lo que debía decir lenta
habla, las palabras no se emitan de una y correctamente, sobre su mesita de pina-
manera inconsciente; la larga incubación bete, con un ejemplar de Hacine abierto
de las ideas facilita la inmediata estruc- ante sus ojos.
t u r a de la expresión. L a improvisación tiene una ventaja:
L a improvisación no es otra cosa que la de atraer al auditorio; pero t a m b i é n
una repentina explosión voluntaria del tiene un peligro: el de atraer al orador,
cerebro; pero es preciso que este recep- arrastrándolo á los excesos de la polémi-
t á c u l o se encuentre lleno. ca oratoria, que son á manera de pugi-
De l a plenitud de los pensamientos latos de la tribuna.
resulta la abundancia de palabras. E n Si se e x c e p t ú a n las meditaciones p r é -
el fondo, lo que se improvisa, y que pa- vias indispensables, solo he pronunciado
rece nuevo al auditorio, es viejo para el en las Asambleas discursos improvisados;
orador. por eso, lo confieso, se e n c o n t r a r á n en
Hay quien habla bien, porque trans- ellos faltas y violencias.
forma la meditación de u n dia, de una
semana, de u n mes, y t a l vez lo de toda IX.
la vida, en u n discurso de una hora. Las
frases se le ocurren m á s fácilmente a l ¿Los hombres de las antiguas mayo-
orador que es escritor, por el h á b i t o que rías causaron todo el m a l que hubieran
tiene de utilizarlas, de t a l modo que á podido causar? No. Quisieron causarlo?
su primer llamamiento acuden para ser- Tampoco. Se e n g a ñ a b a n de buena íé, lo
virle. cual es una circunstancia atenuante;
L a improvisación es la idea perfeccio- creyendo poseer la verdad, m e n t í a n al
nada y llena de vida y la prueba mayor servicio de ella; su piedad por l a socie-
de verbosidad; pero esta propiedad es u n dad era impiedad para con el pueblo
OBRAS D E VICTOR HUGO,

por esto produjeron actos y leyes de una no de los despotismos y de las guerras
ferocidad ciega. ha concluido; si las supersticiones y los
Aquellos hombres, m á s que un Senado, prejuicios se desvanecen; si después de
constituían una confusión furiosa: chilla- los feudalismos, m o n a r q u í a s , imperios,
ban y voceaban desde sus bancos; eran tiranías, batallas y carnicerías, vemos al
m a n i q u í s con resortes que los hacian fin'que se colorea el horizonte con las
mover, y a p l a u d í a n ó silbaban según el j tintas rosadas, que anuncian la aurora
hilo que les estiraban sus jefes. de la paz universal de los pueblos!...
Tenian por jefes á los mejores de ellos,
es decir, á los peores. X.
No me e n t r e t e n d r é en nombrarlos; |
todos son ya desconocidos: dejémoslos E n todo lo que exponemos hasta a q u í
tranquilos, sepultados en la oscuridad | solo nos proponemos un objeto: afirmar
de su noche; el viento se llevó todas es- lo porvenir en la medida de lo posible.
tas sombras, y apenas podemos distin-1 Prever parece algunas veces errar; la
guir en el horizonte sus borradas si-! verdad lejana hace sonreír.
luetas. Decir que un huevo tiene alas, parece
Seamos indulgentes. absurdo, y sin embargo, es verdad.
Si algunos de nosotros hemos pasado E l propósito del que piensa es pensar
por tempestades, por grandes pruebas ó con utilidad.
por la calumnia, por el destierro y por Hay meditaciones perdidas, que son
otras penalidades, nada importa, porque ensueños, y meditaciones fecundas, que
esto es útil, pueblo, para tí; esto es con- se incuban. Eso hace el verdadero pen-
veniente para tí, Francia. ¡Qué importa sador.
que aumenten los sufrimientos de algu- De esta incubación surgen, á su tiem-
nos, si han de producir la disminución po, las diversas formas y manifestacio-
del sufrimiento de todos! L a proscrip- nes del progreso, destinadas á desenvol-
ción es dura; la calumnia negra; la vida, verse lo humanamente posible en la
lejos de la patria, l ú g u b r e insomnio; realidad, en la vida.
pero ¡qué importa, si l a humanidad se Se l l e g a r á al fin del progreso?
engrandece y se emancipa! ¡Qué impor- No.
tan nuestros dolores, si las cuestiones Pero no se debe considerar la muerte
progresan, si los problemas se simplifi- como inútil. E l hombre no será completo
can, si se encuentran las soluciones, si á en esta vida.
través de las imposturas ó ilusiones dis- Aproximarse siempre, no llegar j a m á s ;
tinguimos m á s clara la verdad! ¡Qué im- esta es l a ley. L a civilización es una
portan diez y nueve años de aire frió del asíntota.
Norte! ¡Qué importa l a ausencia m a l Todas las formas del progreso son la
recibida al regreso, si ante el enemigo revolución.
el delicioso Paris se transforma en Paris L a revolución es lo que hacemos, lo
sublime, si la majestad de la gran nación que pensamos, lo que hablamos, lo que
aumenta con la desgracia, si la Francia tenemos en los labios, en el corazón y en
mutilada deja correr por sus llagas la el alma.
vida para el mundo entero! ¡Qué impor- L a revolución es la nueva respiración
ta, si en un porvenir no lejano, ya dis- de la humanidad.
tinto y visible, cada nacionalidad ad- L a revolución ha existido, existe y
q u i r i r á su natural figura: Rusia, hasta la existirá.
India; Alemania, hasta el Danubio; I t a -
De a q u í resulta la necesidad é imposi-
lia, hasta los Alpes; Francia, hasta el
bilidad de escribir la historia.
Rhin; E s p a ñ a , teniendo á Gribraltar, y
Por qué?
Cuba, siendo de Cuba; rectificaciones
Porque es indispensable referir el ayer
necesarias para la grande y futura amis-
é imposible referir el m a ñ a n a .
tad de las naciones. Esto es lo que nos
otros deseamos, y lo conseguiremos. Solo se puede deducir y preparar, y
esto es lo que intentamos hacer.
Hay estaciones sociales y la civiliza- Insistamos, pues esto nunca es inútil,
ción tiene sus cambios climatológicos. sobre la inmensidad de l a revolución.
¡Qué importa que luchemos con el hura-
can, n i que seamos desgraciados, si es XI.
por conseguir el bienestar general; si
decididamente el género humano pasa L a revolución preocupa á todos los
de su Diciembre á su A b r i l ; si el invier- genios, atrayéndolos; así es que L á m a r -
ANTES D E L DESTIERRO. 213

tine la pinta, Michelet la explica, Qui- bre y de su amalgama surja u n sér for-
net la juzga y Luis Blanc la fecunda. midable ensangrentando la tierra y
N i n g ú n hecho humano ha tenido me- salvando al mundo, la misma historia ro-
jores narradores, y por lo tanto esta his- mana se horrorizará y Robespierre per-
toria será siempre para el historiador t u r b a r á á Tácito.
material inagotable. Témese que seamos impulsados á ad-
Por qué? Porque todas las historias m i t i r una especie de ley moral mixta
son las narraciones del pasado, y, digá- que parece se libra de lo desconocido.
moslo otra vez, la revolución es la histo- Ninguna de las dimensiones del fenóme-
ria del porvenir. L a revolución ha con- no se relaciona con la nuestra. Por gran-
quistado , descubierto y anunciado la de que sea el historiador, esta enormidad
tierra de C a n a á n de la humanidad, ha- se escapa á sus observaciones. L a revo-
biendo aun en lontananza m á s tierras lución francesa contada por un hombre,
de promisión que terreno ganado, y á es un volcán explicado por una hor-
medida que sus conquistas entran en el miga.
dominio humano, se revelan nuevos as-
pectos de la revolución, variando por lo XIL
tanto su historia. Las historias actuales
no serán menos definitivas, cada una Qué deducir? Solo una cosa. E n pre-
bajo su punto de vista; los historiadores sencia de este enorme h u r a c á n , aun no
contemporáneos influirán en los historia- calmado, a y u d é m o n o s unos á otros.
dores futuros, como Moisés domina á A u n no estamos seguros contra el pe-
Ouvier, pero sus trabajos serán de pers- igro para que no nos tendamos la
pectiva y unidos formarán un todo com- mano.
pleto. C u á n d o será perfecta esta unión? Hermanos mios, reconciliémonos!
Cuando el fenómeno termine, es decir, Emprendamos el ancho camino de la
cuando la revolución de Francia se veri- concordia. Demos tregua á nuestro ódio,
fique como lo hemos indicado, empe- estrechemos nuestras manos; que los
zando por la revolución de Europa y grandes tengan piedad de los pequeños
siguiendo por la del hombre; cuando la y que los pequeños perdonen á ios gran-
utopia sea una forma real del progreso; des. ¿Cuándo se comprenderá que nave-
cuando el esbozo llegue á ser obra maes- gamos en un mismo buque y que el
tra; cuando á la coalición fratricida de naufragio es indivisible? E i mar que nos
los reyes suceda l a federación fraternal amenaza es inmenso y tiene abismos
de los pueblos y á la guerra contra todos para todos. L o he dicho en otra parte y
la paz para todos. Imposible es, á no ser lo repito: salvar á los otros es salvarse á
en sueños, completar hoy lo que se ha sí mismos. L a solidaridad es terrible, pero
de completar m a ñ a n a , terminar la his- la fraternidad es dulce. U n a engendra
toria de un hecho incompleto, sobre todo la otra. Seamos hermanos! ¿Queremos
cuando éste hecho e n t r a ñ a gran cúmu- terminar nuestras desgracias? Pues re-
lo de acontecimientos venideros. Entre nunciemos á nuestra cólera, reconcilié-
la historia y el historiador existe despro monos y veréis cómo nos halaga á todos
porción g r a n d í s i m a . la sonrisa de la paz.
Nada m á s colosal. E l total escapa á Enviemos á lejanos destierros las l u -
nuestras apreciaciones. Mirad nuestro ces anunciadoras del regreso; restituya-
pasado. E l Terror es u n cráter, l a Con mos á las mujeres sus maridos, los tra-
vención la cúspide de una m o n t a ñ a . bajadores á los talleres, las familias á
Todo el porvenir está en fermentación los hogares; restituyámonos los que fue-
en aquellas profundidades. E l pintor se ron nuestros enemigos. ¿No es tiempo ya
queda perplejo ante las escarpaduras. de que nos amemos? ¿No queréis que se
L í n e a s inconmensurables traspasan el empiece? Terminad: terminar es absol-
horizonte. L a mirada del hombre tiene ver. Maltratando perpetuamos nuestros
sus límites y el proceso divino es infini- males. Quien mata á su enemigo d á vida
to. E n ese lienzo preparado, en ese cua al ódio. Solo hay una manera de matar
dro por pintar, trazad u n personaje, el á los vencidos: perdonándolos. Las guer-
que queráis, y sentiréis lo infinito. Exis ras civiles las originan diversas causas y
ten t a m b i é n horizontes m á s limitados se terminan con una sola: l a clemencia.
Así, por ejemplo, en un momento dado L a m á s eficaz de las represiones es l a
de la historia, se ven, por una parte Tibe- a m n i s t í a . ¡Mujeres que lloráis, yo qui-
rio y por otra J e s ú s . Pero el dia en que siera devolveros vuestros hijos!
Tiberio y J e s ú s constituyan u n solo hom- A h ! yo sueño con los desterrados j se
214 OBRAS D E VICTOR HÜ60.

entristece m i corazón; sueño con los ma- queremos que se prometa y no que sé
les del pais y t a l vez me corresponda amenace, que se cure y no que se mutile,
algo como causante. que se viva y no que se muera. Las m á s
¿Sábese de q u é sombras se compone la altas leyes están de nuestra parte. Exis-
nostalgia? Y o me imagino l a triste alma te un profundo paralelismo entre la luz
de un desgraciado jó ven de veinte años, que ños envia el sol y la clemencia que
valiendo apenas lo que la sociedad le recibimos de Dios. H a b r á una hora de
exige, que en un momento, por cualquier fraternidad completa, así como hay una
cosa, por un artículo de u n periódico, por hora llena de luz: el medio dia.
unas p á g i n a s calenturientas, escritas en No pierdas el valor, oh piedad! Y o no
los instantes del delirio, se vó condenado me canso: lo que he escrito en todos mis
al suplicio inmenso del destierro eterno, libros lo he justificado con todos mis ac-
y que después de un dia de cárcel, en las tos; lo que he dicho á todos los auditorios,
horas del crepúsculo, se sienta sobre las tanto en l a tribuna de los pares como en
rocas que azotan las olas, abrumado por el cementerio de los proscriptos, lo mismo
la enormidad de las guerras civiles y por en la Asamblea nacional de Francia
la tranquilidad de las estrellas, y con- que en la ventana apedreada de la pla-
templa la tarde y el Océano á cinco m i l za de las Barricadas de Bruselas, lo afir-
leguas de su madre! m a r é , lo escribiré y lo diré sin cesar: ¡Es
A h ! perdonadme. preciso amarse, amarse, amarse! Los fe-
Este grito de m i alma no es solo tier- lices deben considerar como u n dolor que
no, es nacional. L a dulzura no es solo existan desgraciados.
dulzura, es inteligencia. ¿Por q u é conde- E l egoísmo social es u n principio de
nar al porvenir á que aumente las ven- sepulcro. Si queremos v i v i r , unamos
ganzas, henchidos de l á g r i m a s , y á la nuestros corazones formando el inmenso
siniestra repercusión de los rencores? Va- g é n e r o humano. L a prosperidad mate-
mos á los bosques, escucháis los ecos y r i a l no es la felicidad moral; el mejora-
no olvidáis las represalias; aquella voz miento no es la curación; olvidar la deu-
oscura y lejana que contesta es nuestro da no es pagarla. Desarrollemos entre
ódio que se revuelve contra vosotros. nosotros l a protección, el socorro, y con-
Estad preparados, porque el porvenir es fesemos l a falta pública reparándola.
buen deudor y os p a g a r á vuestras cóle- Todo lo que sufre acusa, todo lo que
ras. Dirijamos nuestra mirada á los que llora en el individuo lo siente la socie-
nacen y no rodeemos de oscuridades la dad; nadie está completamente solo, to-
vida que les espera. Si no tenemos com- das las fibras vivientes se entrelazan y
pasión de los hijos de nuestros semejan- confunden, los pequeños deben ser sa-
tes, t e n g á m o s l a al menos de los nuestros. grados para los grandes, y del derecho de
Aplacad! Tranquilizad! ¿ E n c o n t r a r á eco todos los débiles se compone el deber de
m i deseo? todos los fuertes.'—He dicho.
No importa, es preciso insistir; nosotros Paris, Junio, 1875.
ANTES DEL DESTIERRO.

1841 A 1851.

Academia f r a n c e s a . — C á m a r a de ios pares.—Reuniones eiectorales.

Asamblea constituyente.—Asamblea legislativa.—Congreso de la Paz en P a r í s . — C á m a r a s de las Juntas

extraordinarias.—Oraciones f ú n e b r e s . — E l 2 de Diciembre.
ACADEMIA FRANCESA.

184-1 Á 1 8 4 4 .

DISCUBSO D I RICIPCIOK sombrío y misterioso porvenir, al elegido


del destino. Era el hombre al que Ale-
2 Junio 1841. (1) jandro de Rusia, que debía perecer en
Taganrog, h a b í a dicho: Sois el predestina-
do del cielo; al que Kléber, que debía mo-
Señores: r i r en Egipto, h a b í a dicho: Sois grande
como el mundo; al que Desaix, caido en
PRINCIPIOS de este siglo, Marengo, había dicho: Yo soy el soldado y
Francia ofrecia u n mag- vos el general; al que Valhubert, espiran-
nifico espectáculo á las do en Austerlitz, h a b í a dicho: Yo voy á
naciones. L a llenaba en- morir y vos á reinar. Su fama militar era
tonces u n hombre que la inmensa y sus conquistas fueron colo-
engrandeció tanto, que la sales.
hizo resplandecer en Europa. Este hom- Cada año ensanchaba las fronteras de
bre, salido de la nada, hijo de u n pobre su imperio hasta los límites majestuosos
hidalgo corso, producto de dos Repúbli- y necesarios que Dios tiene señalados á
cas, de la de Florencia por su familia y Francia. Borró los Alpes como Carlo-
de la francesa por él mismo, llegó en po- Magno y los Pirineos como Luis X I V ;
cos años á la mayor altura real que ja- pasó el R h í n como César, y le faltó fran-
m á s quizás asombró á l a historia. Era quear la Mancha, como G-uíllermo el
príncipe por el genio, por el destino y por Conquistador. Reinando este hombre,
sus actos; todo en él indicaba que era el Francia tenía ciento treinta departa-
poseedor legítimo de un poder providen- mentos; por u n lado tocaba las bocas de
cial. R e u n í a las tres condiciones supre- Elba y por otro llegaba hasta el Tíber;
mas: el acontecimiento extraordinario, la era el soberano de cuarenta y cuatro m i -
aclamación y la consagración; una revo- llones de franceses y protector de cien
lución le dió á luz, un pueblo le eligió y millones de europeos. E n la demarca-
un Papa le coronó. Los reyes y genera- ción atrevida de sus fronteras h a b í a
les, marcados t a m b i é n por la fatalidad, empleado como materiales dos grandes
reconocieron en él, con el instinto de su ducados soberanos, Saboya y Toscana, y
cinco antiguas Repúblicas, Ginebra, los
(1) M. Víctor Hugo fué nombrado miembro de la Academia Estados Romanos, los Estados Venecia-
francesa, por 18 votos contra 16, el 7 de Enero de 1841, y
tomó posesión el 2 de Junio.
| nos, el Valoís y las Provincias-Unida-'.
TOMO IV, 1 28
218 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Construyó un Estado en el centro de zados con su emperador y con la muerte.


Europa, como una cindadela, dándole A l dia siguiente de una batalla sostenía
por baluartes y por murallas diez mo- largos diálogos con ellos, en los que se
n a r q u í a s , que incorporó á su imperio, en comentaban las grandes acciones que
cuyos tronos colocó á individuos de su transformaban la historia en epopeya.
familia. Todos sus primos y hermanos E n su poder como en su majestad h a b í a
que hablan jugueteado en su casa na- algo de inocente, de brusco y de formida-
t a l de Ajaccio fueron coronados. Casó á ble. No tenia, como los emperadores de
su hijo adoptivo con una princesa de Oriente, al dux de Venecia por copero
Babiera y á su hermano menor con una mayor, n i como los emperadores de A l e -
princesa de Wurtemberg. Después de mania al duque de Babiera por escudero
escamotear á Austria el imperio de Ale- mayor; pero llegó á imponer arrestos al
mania, que m á s tarde se lo arrogó con rey que mandaba su caballería.
el nombre de Confederación del Rhin; E n tiempo de paz, ó mejor dicho, de
después de tomar el T i r o l para unirlo á tregua, abria canales, dotaba de carrete-
Babiera y la I l i r i a para incorporarla á ras, edificaba teatros, enriquecía las aca-
Francia, se dignó casarse con una archi- demias, favorecía los descubrimientos,
duquesa. Todo en él era inmenso, es- fundaba monumentos grandiosos, ó bien
p l é n d i d o . Representaba en Europa el redactaba códigos en un salón de las T u -
papel de una visión extraordinaria. U n llerías; discutía con sus consejeros de
dia apareció rodeado de catorce sobera- Estado sobre t a l ó cual interpretación de
nos, consagrados y coronados, sentado la ley, sobre el procedimiento rutinario, y
entre el César y el czar, en u n sillón m á s todo esto con la razón suprema é ingenua
elevado que todos. U n dia ofreció á T a i - del génio. E n una palabra, y para ter-
ma el espectáculo de un plantel de re- minar los rasgos de este hombre singu-
yes. Estando aun en la alborada de su lar y glorioso, diremos que se elevó tanto
pujanza, tuvo el capricho de dar la en el terreno de la historia, que podía de-
mano á un Borbon en un rincón de Ita- cir y decía: ílMi antecesor el emperador
lia y de engrandecerlo á su modo; de Garlo-Magno,,, y por sus alianzas con las
Luis, duque de Parma, hizo un rey de monarquías, tanto se habia encarnado
E t r u r i a . E n la misma época aprovechó en ellas, que decía y podía decir: "Jí¿ tio
una tregua, impuesta por su influencia el rey Luis X V I „ .
y por las armas, para conseguir que los
Señores, aquel hombre era un prodi-
reyes de l a Gí-ran-Bretaña renunciaran al
gio; su buena estrella todo lo superaba.
t í t u l o de reyes de Francia, que hablan
Como ya he dicho, los m á s ilustres p r í n -
usurpado hacia cuatrocientos años, títu-
cipes solicitaban su amistad, las m á s
lo que no han vuelto á ostentar. L a re-
antiguas familias reales buscaban su
volución habia borrado las flores de lis
alianza y la nobleza a n t i q u í s i m a aspira-
del escudo de Francia y él las borraba
ba á servirle.
del blasón de Inglaterra, encontrando
así el medio de honrar lo que la revolu- No habia cabeza, por orgullosa y alti-
ción creia bochornoso. Por un decreto va que fuese, que no se inclinara ante
imperial dividió á Prusia en cuatro de- aquella frente, en la que Dios colocó dos
partamentos, puso á las islas británicas coronas: una de oro, la dignidad real, y
en estado de bloqueo, declaró á Amster- otra de luz, el génio. Toda Europa se i n -
dam tercera ciudad del imperio. Roma clinaba ante Napoleón, toda, escepto seis
era la segunda, y demostró al mundo poetas. Señores—permitidme que lo diga
que l a casa de Braganza habia cesado con orgullo en este recinto,—'escepto seis
de reinar. Guando pasó el Rhin, los elec- pensadores, que permanecieron solos de
tores de Alemania, aquellos hombres pié ante el universo arrodillado, y cuyos
que h a b í a n hecho emperadores, lo reci- nombres gloriosos me apresuro á pronun-
bieron en las fronteras con la esperanza ciar; fueron estos: Ducis, DELILLE, HÁDA-
de que los haria reyes. ME DE STAEL, BENJAMÍN CONSTANT, CHA-
TEAUBRIAND y LEMERCIER.
E l antiguo reinado de G-ustavo Wasa Qué significaba esta oposición? E n me-
carecía de heredero y le pidió á uno de dio de aquella Francia victoriosa, fuerte,
sus mariscales para príncipe. E l sucesor colosal, que ostentaba el imperio, la do-
de Cárlos V , el último nieto de Luis X I V , minación y el esplendor; en medio de
el rey de las E s p a ñ a s y de las Indias, le aquella Europa maravillada y vencida
pedia por mujer una de sus hermanas. que, convertida en francesa, participaba
E r a comprendido, temido y adorado por del brillo de Francia, ¿qué representaban
sus soldados, viejos granaderos familiari- aquellas seis inteligencias rebelándose
ANTÉS D E L D E S T I E R R O . 219

contra un genio, aquellas seis celebrida- dado en su poderío, hubiese despreciado


des indignadas con la gloria, aquellos tal vez aquella rebelión del talento; á
seis poetas irritados contra un héroe? Se- Napoleón le preocupaba. Conocía mucho
ñores, representaban en Europa la úni- la historia para no sentir inquietudes
ca cosa que no tenia entonces; le faltaba por sus enseñanzas, y era bastante poéti-
la independencia: representaban en Fran- co para que no le inquietasen los poetas.
cia lo que no había; la libertad. Debemos confesar y reconocer que era
No es m i á n i m o vituperar á los que un verdadero príncipe el j ó v e n subte-
rodeaban entonces al dueño del mun- niente de artillería que g a n ó á la Repú-
do, a c l a m á n d o l e y aplaudiéndole. Aquel blica francesa la batalla del 18 Bruma-
hombre fué el sol de una nación des- rio y á las antiguas m o n a r q u í a s europeas
pués de haber sido su estrella, y es fácil la batalla de Austerlitz.
deslumhrarse inconscientemente. Era u n sér favorecido por la fortuna,
Era m á s difícil, t a l vez de lo que se victorioso y amante de las letras. Tenia
cree, para el individuo que Napoleón todos los gustos é instintos del trono, de
quería ganar, defenderse contra el ava- otra manera que Luis X I V , pero tanto
sallador irresistible, que poseía el arte de como él. H a b í a algo del gran rey en
subyugar á los pueblos y de seducir á los aquel gran emperador.
individuos. ¿Quién soy yo, por otra par- A l i a r la literatura á su cetro era una
te, señores, para arrogarme el derecho de de sus primeras ambiciones. No le satis-
la suprema crítica? Qué títulos ostento? facía haber acallado las pasiones popu-
¿No necesito, por el contrario, benevolen- lares, deseaba someter á B e n j a m í n Cons-
cia é indulgencia al ingresar en vuestra tant; no le bastaba haber destrozado
ilustre compañía, conmovido, como estoy, treinta ejércitos, deseaba vencer á Le-
por muchas emociones, orgulloso de los mercier; no se contentaba con sus diez
votos que me han aclamado, feliz por las reinos conquistados, anhelaba conquistar
s i m p a t í a s que me acogen, turbado ante á Chateaubriand.
este auditorio tan imponente, y triste No es extraño, pues, señores, que al
por la irreparable pérdida de la que no juzgar al primer cónsul ó al emperador
puedo consolaros conturbado; en fin, por según sus simpatías particulares, cada
m i pequeñez en este sitio venerable, en uno de esos hombres hagan resaltar las
el que resplandecen á la vez con su do- circunstancias raras, generosas é ilus-
ble brillo augustos muertos é ilustres v i - tres de Napoleón; pero s e g ú n ellos, su
vos? Y para decir todo m i pensamiento, política e m p a ñ a b a el brillo de sus vic-
reconoceré en las generaciones jóvenes torias, de t a l suerte, que el manto del
el derecho de acriminar con rigor á nues- héroe ocultaba al tirano. Scipion se con-
tros antepasados. ¿El que no ha luchado, fundía con Cromwell, y una parte de su
tiene el derecho de juzgar? Debemos vida protestaba amargamente de la otra.
recordar que entonces aun éramos n i - Bonaparte ordenó que las banderas de su
ños, que la vida era ligera y casi desco- ejército se enlutasen por la muerte de
nocida para nosotros, mientras era ya Washington, pero él no i m i t ó á este
grave y laboriosa para los d e m á s . He- grande hombre; n o m b r ó á L a Tour d'
mos llegado detrás de nuestros padres; Auvergne primer granadero de la Repú-
respetemos su cansancio y aprovechemos blica, pero m á s tarde abolió la república;
las grandes ideas que han luchado y las habilitó para sepulcro del gran Turena
cosas que han prevalecido. Seamos jus- la c ú p u l a de los Inválidos, pero dió por
tos para todos, para los que aceptaron al tumba al descendiente del gran Conde el
emperador por dueño y para los que le foso de Vincennes.
aceptaron como adversario. Comprenda-
mos el entusiasmo y honremos l a resis A pesar de la altiva, pero franca acti-
tencia; las dos manifestaciones fueron le tud de los poetas, el emperador no vaciló
gítimas. y puso en juego m i l medios para atraér-
selos. Hízoles grandes ofrecimientos,
Por lo tanto, lo repito, señores, la re pero no los admitieron; embajadas, pin-
sistencia no solo fué l e g í t i m a , sino glo gües subvenciones, los m á s honrosos
riosa. grados de la Legión de Honor, el Se-
Esta oposición afligía al emperador. E l nado, etc., etc.
hombre que, como dijo m á s tarde en San Después de las caricias y halagos v i -
ta Elena, hubiera hecho á Pascal senador nieron las persecuciones. Nadie cedió, y
y á Corneille ministro, poseía demasiada gracias á aquellos seis talentos, gracias
grandeza para no comprender la grande á aquellos seis caractéres, bajo el impe-
za de los demás. U n espíritu vulgar, fun rio que suprimió tantas libertades, que
220 OBRAS D E VICTOR HUGO.

hii:nilló tantas coronas, la d i g n i d a i real tocracia que la del talento; rico por he-
del libre pensamiento se mantuvo incó- rencia, y que poseia el arte de ser noble-
lume. mente pobre; modesto, pero con modestia
No solo, señores, realizaron esto, sino altiva; dulce, mas con la dulzura que
que su proceder prestó un servicio á la tenia mucho de obstinación, de pasividad;
humanidad, porque al combatir el des- austero en las cosas p áblicas, difícil de
potismo protestaban de las guerras; y atraer, y que ofuscaba lo que deslumhra-
para que no se me tenga por sospechoso, ba á los demás; M . Lamercier, y este es
diré que soy de los que piensan que la detalle notable en u n hombre que se
guerra es buena en algunas ocasiones. habia dedicado á las teorías, M . Lemer-
Desde el punto de vista en que la his- cier formaba su opinión política sóbrelos
toria aparece como un solo hecho y la hechos, que él veia á su manera. Era uno
filosofía como una sola idea, las batallas de esos espíritus que prestan m á s aten-
no son m á s que heridas hechas al géne- ción á las causas que á los efectos, y que
ro humano, como los surcos son heridas critican la planta por la raiz y al rio
que se hacen á la tierra. Pasados cinco por el cauce. Sombrío y siempre dis-
m i l años, todas las cosechas desaparecen puesto á rebelarse, lleno de ira secreta
bajo los surcos del arado y todas las ci- contra todo lo que fuese dominación,
vilizaciones por medio de la guerra. Pero mostraba empeño decidido en ser parti-
cuando la guerra es dominadora, cuando dario de los anteriores acontecimientos.
transforma el estado normal de una na- En 1789 era realista, ó como entonces
ción, cuando pasa al estado crónico, por decían, monárquico de 1785; el 93 se con-
decirlo así; cuando se e m p e ñ a n , por ejem- virtió, él mismo lo confiesa, en liberal
plo, trece guerras en catorce años, en- del 89; en 1804, en el momento en que
tonces, señores, por magníficos que sean Bonaparte estaba ya predispuesto para
los resultados ulteriores, llega un momen- el imperio, Lemercier sentía predisposi-
to en que la humanidad sufre. L a parte ciones para la república.
delicada de las costumbres se gasta y Como habéis visto, señores, su opinión
mengua con el tratamiento de las ideas política, desdeñosa, que ól calificaba de
brutales; el sable se convierte en el único capricho del dia, se ajustaba siempre á
instrumento de l a humanidad; la fuerza las modas del a ñ o pasado.
se forja u n derecho para ella; los espíen Me permitiréis que diga algunos deta-
dores divinos de la buena fé, que debe lles acerca del centro donde pasó la j u -
alumbrar siempre á las naciones, se ventud Lemercier. Solo explorando los
eclipsan frecuentemente en la sombra principios de una existencia se puede co-
donde se elaboran los tratados y las re- nocer á fondo la formación de un carác-
particiones de los reinos; el comercio, la ter. A d e m á s , cuando tratamos de cono-
industria, el desarrollo radiante de las cer á fondo los hombres que propagan
inteligencias y la actividad pacífica des- las ideas y la luz, debemos ocuparnos
aparecen; la sociabilidad humana está en tanto de su génio como de su carácter:
peligro. el primero es la llama exterior y el se-
E n aquellos momentos, señores, se gundo l a l á m p a r a interior.
nota que imponente reclamación se le- En 1793, en el apogeo del terror,
vanta, y es moral que la inteligencia pro M . Lemercier, jóven aun, seguía con
teste de la fuerza, y sin arredrarse por asiduidad notable las sesiones de la Con-
su pujanza y su victoria, que los pensa- vención nacional. Era éste, señores, ob-
dores se la reprochen á los héroes y que jeto de contemplación l ú g u b r e y som-
los poetas, que son civilizadores tranqui- bría, pero sublime. Seamos justos; hoy
los, pacientes y apacibles, protesten con- lo podemos ser sin peligro: seamos justos
tra los conquistadores, que son civiliza- con los acontecimientos augustos y ter-
dores violentos. ribles por que ha pasado la civilización
Entre aquellos ilustres protestantes humana y que ya no volverán. Creo
habia un hombre á quien Napoleón apre- que, por voluntad de la Providencia,
ciaba afectuosamente, y al que hubiese Francia tiene siempre en su pensamiento
podido decir: Tu quoquel algo grande. E n la época de los antiguos
Este hombre, señores, era M . L a - reyes su pensamiento era un príncipe;
mercier, naturaleza proba, reservada y en el imperio fué un hombre; durante la
sóbria; inteligencia recta y lógica, imagi- revolución una Asamblea. Asamblea
nación exacta, y por decirlo así, alge- que destruyó el trono y salvó al pais;
bráica hasta en sus fantasías; noble por que tuvo un duelo con l a dignidad real,
nacimiento, y que no a d m i t í a otra aris- como Cromwell, y otro con el universo,
ANTES D E L D E S T I E R R O . m
como Aníbal; que tuvo aí mismo tiem- movíanle en aquella claridad crepuscu-
po el genio de todo un pueblo y el genio ar de fines del siglo, que envolvía en
de un solo hombre; en una palabra, que densas sombras á los hombres pequeños,
hizo prodigios, pero que cometió atenta- prestando contornos indefinidos y gigan-
dos que podemos detestar y maldecir, tescos á las m á s ruines figuras, y hasta
pero que debemos admirar. en la historia derrama sobre aquella
Reconozcámoslo, sin embargo; en Drepotente Asamblea algo de siniestro
aquel tiempo se notó en Francia una dis- y de sobrenatural.
m i n u c i ó n en el estado moral, y por con- Estas monstruosas reuniones de hom-
secuencia una disminución en el estado 3re3 muchas veces han fascinado á los
intelectual. Esta especie de semioscuri- 3oetas como la serpiente fascina al paja-
dad ó penumbra, parecida á un cre- rílio. E l Long Farlement absorbió á M i l -
púsculo que aparece en determinadas ton y l a Convención atrajo á Lemercier.
épocas, es necesaria para que la Provi- l<os dos han brillado m á s tarde en una
dencia pueda, en interés del género hu- sombría epopeya que tiene una vaga re-
mano, i m p r i m i r en las viejas sociedades verberación de 8i<iuellos dos pandemónium.
las huellas de los hechos, que, si ejecuta- Se siente á Cromvell en E l Faraiso perdi-
sen los hombres, constituirían crímenes, do y a l 93 en la Fanhy pocrisiade. L a
pereque, procediendo de Dios, se llaman Convención para el jóven Lemercier, era
revoluciones. a revolución convertida en objetivo que
Esa semioscuridad la produce la pro- aodia abarcar completamente su mira-
yección de la mano del Todopoderoso da. Todos los días concurría á l a Conven-
cuando se extiende sobre un pueblo. ción para, como él dice admirablemente,
Como lo i n d i q u é hace poco, el 93 no poner las leyes fuera de la ley. Todas las
era la época de las grandes individuali- m a ñ a n a s llegaba antes de abrirse la se-
dades á las que su genio aisla. Parece sión, se sentaba en la tribuna pública en-
que en aquellos momentos la Providen- tre aquellas mujeres e x t r a ñ a s , que mez-
cia, encontrando pequeño al hombre claban no sé q u é trabajos domésticos con
para realizar sus designios, lo releg a a los m á s terribles espectáculos, y á las que
un papel secundario y entra ella misma la historia conservará su feo apodo de
en la vasta escena. E n efecto, en el 93, medieras (tricotenses). Estas le conocían
de los tres gigantes que hicieron de la y le esperaban reservándole su asiento.
revolución francesa un hecho social, un Solo habia en su juventud, en el desórden
hecho geográfico y u n hecho europeo, de su traje, en su azorada atención, en su
no existía ninguno. Uno de ellos, Mira- ansiedad durante las discusiones, en l a
beau, habia muerto; otro, Sieyes, desapa- profunda fijeza de su mirada y en las
reció en el eclipse; consiguió vivir, como palabras entrecortadas que se le escapa-
él mismo dijo m á s tarde, y el tercero ban algunas veces, algo tan inesplíca-
Napoleón Bonaparte, no habia nacido ble para ellas que le creían privado de
aun para la historia. razón. U n dia que llegó m á s tarde de
Sieyes desapareció en la oscuridad, y lo que acostumbraba oyó que una de
exceptuando á Dan ton, no habia en la aquellas mujeres decía á otra: "JVo te pon-
Co vención hom bres de primera fila n i gas ahí; ese es el sitio del idiota,y
inteligencias capitales; pero sí que habia Cuatro años m á s tarde, en 1797, aquel
grandes pasiones, grandes luchas, g r a n - idiota daba á Francia el Agamenón.
des r e l á m p a g o s y grandes fantasmas ¿Por ventura aquella Asamblea h a r í a
Esto era suficiente para deslumhrar al concebir al poeta esta tragedia? ¿Hay
pueblo, formidable espectador inclinado algo de c o m ú n entre E g í s t t o y Dan ton,
sobre la fatal Asamblea. A ñ a d a m o s que entre Argos y Paris, entre la barbarie
en aquella época, en la que cada dia era homérica y la desmoralización volteria-
una jornada, los sucesos marchaban tan na? ¡Es e x t r a ñ a idea dar por espejo á los
de prisa, Europa y Francia, Paris y la atentados de una civilización decrépita y
frontera, el campo de batalla y la plaza corrompida los crímenes naturales y sen-
pública tenían tantas aventuras, se des cillos de una época primitiva; hacer va-
envolvía todo con t a l rapidez, que en l a gar, por decirlo así, á pocos pasos de los
tribuna de la Convención nacional los cadalsos de la revolución francesa los
acontecimientos crecían, por decirlo así espectros grandiosos de la tragedia grie-
ante el orador, á medida que hablaba, y ga, y confrontar el regicidio moderno,
éste, sintiéndose poseído del vértigo, par como lo comprenden las pasiones popu-
ticipaba de las grandes luchas. Y des lares, con el regicidio antiguo, como lo
pues, como Paris, Francia y la Convención sentían las pasiones domésticas!
OBRAS D E VICTOR HUGO.

L o confieso, señores: investigando M . Lemercier no intentó adivinarlo. L i -


aquella notable época del talento de mitóse á recibir en silencio, con resigna-
M . Lemercier, entre las discusiones de ción estóica, las COD secuencias de todas
la Convención y las disputas de A t r i - las calamidades. F e n ó m e n o digno de
das, entre lo que él veia y lo que espe- atención y sobre el cual no puedo menos
raba, t r a t ó de encontrar con frecuencia de insistir: tan jóven, tan desconocido,
relación y encontré a r m o n í a . Porque, tan desapercibido durante el Terror, m i -
¿por q u é misteriosas evoluciones del pen- raba los acontecimientos atravesar la
samiento Agamenón nació entonces? Este calle conducidos por los verdugos, y fué
es uno de esos insondables caprichos de herido en sus m á s sensibles afecciones
la inspiración cuyo secreto solo poseen por las catástrofes públicas. Adicto y
los poetas. Sea lo que sea, Agamenón es casi servidor personal de Luis X V I , vió
u n monumento, una de las m á s bellas pasar el coche del 21 de Enero; ahijado
tragedias de nuestro teatro, sin que de madame de Lamballe, vió pasar la
nadie lo contradiga, por el horror y la pica del 2 de Setiembre; amigo de A n -
compasión que causa, por lo sencillo del drés Chenier, vió pasar la carreta del 7
elemento trágico y la gravedad aus- Termidor. A los veinte años habia pre-
tera del estilo. Este severo poema tiene senciado las decapitaciones de los tres
verdaderamente el perfil griego. Se nos seres m á s sagrados para él, después de
aparece, al estudiarlo, l a época en que sus padres, de las tres entidades m á s
David iluminó los bajo-relieves de Ate- grandiosas del mundo: la dignidad real,
nas, y T a i m a les dió voz, palabra y mo- la belleza y el génio.
vimiento. Se siente, m á s que á la época, Cuando reciben tales sensaciones las
al hombre, adivinándose que el poeta almas tiernas y débiles, quedan tristes
padecía escribiéndolo. para toda la vida; pero las almas fuer-
E n efecto, melancolía profunda, unida tes y elevadas permanecen sérias y gra-
á una especie de terror algo revoluciona- ves. Lemercier aceptó la vida con gra-
rio, predomina en toda la obra. Exami- vedad.
nadla—lo merece, señores;—observad el E l 9 Termidor abrió para Francia una
conjunto y los detalles. A g a m e n ó n y era nueva, que es la segunda parte de
Strophus, la galera que aborda el puerto, toda revolución. Después de ver la diso-
las aclamaciones del pueblo, el tutea- lución de l a sociedad, Lemercier presen-
miento heróico de los reyes. Fijaos sobre ció su reforma.
todo en Olytemnestra, la macilenta y Hizo entonces vida mundana y litera-
ensangrentada figura, la a d ú l t e r a con- ria. Estudió y participó, sonriendo alguna
vertida en parricida, mirando á su alre- vez, de las costumbres de la época del
dedor, viendo sin comprender y sin hor- Directorio, que es respecto á Robespier-
rorizarse á la cautiva Casandra y al re, lo que la Regencia fué respecto á
infantil Orestes, dos séres débiles en la Luis X I V ; el tumulto alegre de una na-
apariencia y realmente formidables. ción inteligente librada del tedio ó del
E l porvenir habla en uno y vive en el miedo; el espíritu, la alegría y la licencia
otro. Casandra es la amenaza bajo la protestando en una orgía contra la tris-
forma de una esclava; Orestes el castigo teza de un despotismo devoto y contra la
oculto bajo las facciones de un niño. brutalidad de una t i r a n í a puritana.
Como ya he dicho, en la edad en que M . Lemercier, célebre entonces por el
aun n i se sufre n i se sueña, M . Lemer- éxito de Agamenón, se reunió con lo m á s
cier sufrió y creó. selecto de los hombres de aquel tiem-
Tratando de formar su pensamiento, po, que t a m b i é n buscaban su amistad.
aguijoneado por la profunda curiosidad Conoció á Ecouchard-Lebrum en casa
que atrae á las almas de temple h á c i a de Denís, como habia conocido á A n d r é s
los espectáculos imponentes, se aproxi Chenier en casa de madame Pourat. Le-
m ó cuanto pudo á la Convención, es de- brum le quería tanto que j a m á s escribió
cir, á la revolución. Se inclinó hácia el un epigrama contra él. E l duque de
horno en que la estatua del porvenir Fitz-James y el príncipe de Talleyrand,
hervía aun, y vió llamear y rugir como madame de Lameth y M r . de Florian,
la lava en el cráter los grandes princi- la duquesa de A i g u i l l o n y madame
pios revolucionarios, el bronce que for- Tallieu, Bernardino de Saint-Pierre y
man hoy todas las bases de nuestras madame Stáel le estimaban y recibían
ideas, de nuestras libertades y de nues- en sus casas. Beaumarchais quiso ser su
tras leyes. L a civilización futura era en- editor, como veinte años m á s tarde Du-
tonces el secreto de la Providencia, y puytren deseó ser su profesor.
ANTES D E L D E S T I E R R O .

Colocado á una gran altura, no des- dad. Lemercier retardó cuanto pudo la
cendía á los exclusivismos de los parti- terminación de su amistosa confianza
dos, siendo al mismo tiempo amigo de con el primer cónsul, tanto, que puede
David, que j u z g ó al rey, y de Delille, que decirse que fué el último que tuteó á Na-
le lloró. poleón, puesto que el 14 F l o r e a l , a ñ o X I I ,
Así es que de aquel tiempo, de aquel el mismo día en que el Senado daba por
trato de personas tan opuestas y de tan primera vez al elegido por la nación el
diversas naturalezas, de la contempla- tratamiento imperial, Sire, Lemercier,
ción de las costumbres y observación de en un carta memorable, le llamaba fami-
los individuos, nacieron y se desarrolla- liarmente Bonaparte.
ron en Lemercier, para hacer frente á to- Esta amistad, que les honraba m ú t u a -
das las exigencias de la vida, dos hom- mente, m á s tarde se convirtió en lucha;
bres, dos hombres libres; uno político en ella fueron uno digno del otro. Le-
independiente y otro literato original. mercier poseía preclaro y hermoso ta-
Antes de esta época habia conocido al lento. Hoy mejor que nunca puede de-
oficial afortunado que debia suceder m á s cirse; hoy que su obra se halla termina-
tarde al Directorio. L a vida de ambos se da, hoy que el monumento levantado
deslizó algunos años del mismo modo en por su espíritu lo ha coronado esa miste-
la oscuridad; uno estaba arruinado y el riosa piedra que la mano de Dios coloca
otro pobre; se le reprochaba á uno su siempre sobre todos los trabajos del
primera tragedia, que era un ensayo de hombre.
colegial, y al otro su primera aocion, que No esperéis, señores, que examine de-
fué una h a z a ñ a de jacobino. Su fama tenidamente aquella obra inmensa y
empezó al mismo tiempo y por u n apodo: compleja que, como la de V o l t a í r e , lo
llamaron á uno M. Mercier Meleagre, en el abraza todo; la oda, la epístola, el apólo-
mismo instante en que llamaban al otro go, la canción, la parodia, la novela, el
el general Vendemiaire. ¡ E x t r a ñ a ley de drama, la historia, el folleto, la prosa y
Francia es que el ridículo caiga u n mo- el verso, lo original y el plagio, la ense-
mento sobre todos los hombres superio- ñ a n z a política, la filosófica y la literaria;
res! Cuando madame Beauharnais pensó enorme m o n t ó n de libros y folletos, en-
casarse con el protegido de Barras, con- tre los que se cuentan diez poemas, doce
sultó con Lemercier sobre este casamien- comedias y catorce tragedias magistra-
to desigual. Lemercier, que se interesaba les; rica y fantástica arquitectura, unas
por el jó ven artillero de Tolón, se lo veces sombría y otras radiante, sobre los
aconsejó. Después los dos, el hombre de arcos de la cual aparecen e x t r a ñ a m e n -
las letras y el hombre de la guerra, se te mezclados con claro-oscuro todas las
engrandecieron igualmente; consiguie- figuras imponentes de la fábula, de la
ron al mismo tiempo sus primeras vic- Biblia y d é l a historia; A t r i d a , Ismael,
torias. el levita Efraim, Licurgo, Camilo, Clo-
Lemercier hizo representar Agamenón vis, Carlo-Magno, Baudouin, San Luís,
en el a ñ o de Arco de y de Lo di, y el Fínto Cárlos V I , Ricardo I I I , Richelieu, Bona-
en el a ñ o de Marengo. E l salón de la ca- parte, dominados todos por cuatro sim-
lle Chantereine escuchó á Lemercier leer bólicos colosos esculpidos al frente del
su tragedia egipcia de Ophis, en el que monumento; Moisés, Alejandro, Homero
el general en jefe del ejército de Egipto, y Newton, es decir, la legislación, la
Kléber, y Desaix, escuchaban t a m b i é n guerra, l a poesía y la ciencia; grupo de
desde u n á n g u l o de la sala. Bajo el Con- figuras que el poeta sentía en su alma y
sulado esta unión fué estrechada por que ha introducido en nuestra literatura
la amistad: en la Malmaison, el primer con singular grandeza.
cónsul, con esa alegría infantil pro- Después de haber delineado la silueta
pia de los verdaderos grandes hombres, de las obras de Lemercier, permitidme
entraba bruscamente durante la noche señale algunas de sus notas característi-
en la habitación donde velaba el poeta, cas é ingeniosas: encontramos en él la
y se divertía a p a g á n d o l e la bujía y se comedia de la revolución portuguesa,
escapaba riendo. Josefina confió á Le- viva, espiritual, irónica y profunda; su
mercier su proyectado matrimonio y el Planto, que difiere de Rarpagon de Mo-
primer cónsul le participó su proyecto liére en que, como lo dijo ingeniosamen-
de imperio. Este día conoció Lemercier te el mismo autor, el protagonista de Mo-
que perdía un amigo, porque no quería liére es un avaro que pierde su tesoro, y mi
prestar vasallaje á n i n g ú n señor; no se protagonista es Platdo, que encuentra á un
renuncia fácilmente la expansiva igual- avaro; su Cristóbal Colon, en el que la
224 OBRAS D E VICTOR HUGO.

unidad de lugar está rigurosamente ob- entrase en tal terreno al tratar de Le-
servada, la acción se desarrolla en el mercier, t e n d r í a tal vez que ocuparme del
puente de un buque, y éste, ó sea el dra- asunto m á s delicado y supremo, de aque-
ma, vá desde el antiguo mundo al nue- lla restricción que creo abre ó cierra las
vo; su Fredegunda, sentida como un sueño puerta^ del porvenir á los escritores, en
de Crebillón y ejecutada como u n pen- una palabra, del estilo; empresa que no
samiento de Corneille; la Atlantida, res- he pensado acometer, creyendo que com-
pirando naturalidad hasta el punto que prendereis m i reserva y aprobareis m i si-
puede ser interpretada según la ciencia lencio. Además, y como dije al principio
y s e g ú n la poesía, y para terminar, el y ahora repito, quién soy yo? ¿Quién me
último poema, el hombre presentado por ha reconocido autoridad suficiente para
Dios á los diablos en su Pan hypoerisiade, resolver cuestión tan grave y compleja?
que es á la vez epopeya, comedia, sátira ¿Por q u é lo que para m í es certeza ha de
y quimera literaria, asemejándose á un ser autoridad para otro?
m ó n s t r u o de tres cabezas que canta, que L a posteridad solamente tiene el dere-
rie y que ladra. cho de criticar y juzgar definitivamente
Después de hojear todos estos libros, á los talentos superiores. E l l a sola, que
luego de recorrer ascendiendo y descen- vé las obras en conjunto con sus propor-
diendo la doble escala construida por el ciones y con su verdadera perspectiva,
mismo y t a l vez para su exclusivo uso, puede indicar los errores determinando
con la que el pensador sondeó el i n - dónde se cometieron.
fierno y penetró en el cielo, es imposi- Para desempeñar aquí ante vosotros
ble, señores, no sentirse atraídos por ir- el augusto papel de posteridad, seria
resistibles simpatías hacia aquella noble preciso ser, ó al menos creerse, una emi-
y laboriosa inteligencia que, sin desani- nencia c o n t e m p o r á n e a , y yo n i tengo la
marse, ha expuesto con v a l e n t í a tantas suerte de poseer aquel privilegio, n i la
ideas ante el soberbio gusto francés, tan desgracia de abrigar esta pretensión.
difícil de contentar, con una filosofía á A d e m á s , confesémoslo, cuando se ha-
lo Voltaire y una poesía á lo Shakespea- bla de Lemercier, cualquiera que sea su
re; escritor que dedicaba epopeyas al mérito literario, hay que decir que su ca-
Dante en la época en que reflorecía Do- rácter era quizás m á s completo que su
rat bajo el nombre de Demoustier; espí- talento.
r i t u de grandes vuelos y cuyas alas eran Desde el dia en que creyó luchar con-
una la tragedia p r i m i t i v a y otra la co- tra lo que consideraba que era la injus-
media revolucionaria, llegando con Aga- ticia constituida en gobierno, inmoló
menón al poeta de Prometeo y por Pinto al en esa lucha su fortuna, que adquirió
poeta de Fígaro. durante l a revolución y perdió con el
E l derecho de crítica, señores, parece imperio su tiempo, su reposo, la seguri-
á primera vista derivarse naturalmente dad exterior, que es el centinela avanza-
del derecho de la apología. L a mirada do de la felicidad doméstica, y, cosa
del hombre, á pesar de no ser perfecta é admirable, inmoló hasta el éxito de sus
infalible, es tal que busca el lado defec- obras.
tuoso de todas las cosas. Boileau no dejó J a m á s poeta alguno hizo combatir sus
de establecer excepciones, alabando á comedias y tragedias con m á s heróica
Moliére; si esto le honra lo ignoro, pero bravura; enviaba sus producciones á la
es cierto. censura como un general envia sus sol-
Hace doscientos treinta años que el dados al ataque. U n drama suprimido
astrónomo Juan Fabricio descubrió las era inmediatamente reemplazado por
manchas del sol y dos m i l doscientos otro, que corria la misma suerte.
que el g r a m á t i c o Zoilo las encontró en Y o he tenido, señores, la triste curiosi-
Homero. dad de buscar y avalorar los perjuicios
Parece, por lo tanto, que podré a q u í , que irrogaron á Lemercier aquellas l u -
sin ofender vuestra costumbre n i faltar chas. Queréis saber el resultado? Sin
á ninguna clase de respetos, mezclar al- contar Le lévite d' Epahün, prohibido por
gunos reproches con las alabanzas y to- el Comité de la salud pública, como pe-
mar algunas precauciones conservado- ligroso para la filosofía; Le Tartuffe révo-
ras por interés del arte; pero no lo h a r é , y lutionnaire, proscripto por la Convención,
vosotros mismos, si reflexionáis, com- como contrario á la República; Le demence
prendereis que si por casualidad, yo, que du Charles V I , desechado por la Restau-
no pruedo menos que ser fiel á mis con- ración por hostil á la dignidad real; sin
vicciones proclamadas durante m i vida, citar al Corrwpteur, silbado en 1823, se-
ANTES D E L D E S T I E R R O . 225

gun se dice por los guardias de Corps; sin " Y yo iré á buscar á mi amigo el primer
contar las censuras imperiales, ved lo cónsul,,.
que encontró. Finto, representado veinte Ocho dias después partió... "Ay de mil
veces y después prohibido; Flauto, prohi- me decia su respetable viuda contándo-
bido después de la séptima representa- me dolorosos detalles, no ha ido á bus-
ción; Cristóbal Colon, representado once carle, ha hecho más, se ha reunido con él„.
veces ante bayonetas y luego prohibido; Hemos recorrido á grandes rasgos una
Carlo-Magno, prohibido, lo mismo que Ca- noble existencia; fijémonos ahora en las
milo. enseñanzas que encierra.
E n esta lucha, honrosa para el poeta y Lemercier es uno de esos hombres ra-
desdichada para el gobierno, Lemercier ros que obligan al pensamiento y exigen
tuvo, en el transcurso de diez años, cin- á la inteligencia á la solución de este
co dramas grandiosos que le m a t ó el bello y grave problema: ¿Cuál debe ser la
poder. actitud de la literatura ante la sociedad
según las épocas, según los pueblos y se-
Defendió durante a l g ú n tiempo sus de- g ú n las fórmulas de gobierno?
rechos y pensamientos por medio de re-
clamaciones enérgicas, que dirigía direc- Hoy, el viejo trono de Luis X I V , el
gobierno de las Asambleas, el despotismo
tamente á Bonaparte. U n dia, en el
de la gloria, l a m o n a r q u í a absoluta, la
calor de una discusión delicada y algo
república tiránica, la dictadura militar,
ofensiva, el emperador, interrumpiéndo-
todo esto ya se ha desvanecido.
se, dijo bruscamente:—"Qué tenéis? Estáis
rojo.,,—"F vos estáis pálido, contestó con A medida que nosotros, nuevas gene-
raciones, avanzamos de a ñ o en a ñ o hácia
fiereza Lemercier; asi nos quedamos siem-
lo desconocido, los tres grandes hechos
pre cuando algo nos irrita; vos palidecéis y
que Lemercier encontró en su camino,
yo enrojezco.,,
amándolos primero y combatiéndolos
Pronto dejó en absoluto de visitar al después, yacen inmóviles y además
emperador voluntariamente; así es que muertos, hundiéndose poco á poco en
u n dia, en Enero de 1812, en la época las espesas brumas del pasado. Los re-
á l g i d a de las prosperidades de Napoleón yes de la rama antigua no son m á s que
y algunas semanas después de la supre- sombras, la Convención solo es un re-
sión arbitraria de Camilo, y cuando des- cuerdo y Napoleón es una tumba.
esperaba da conseguir la representación Solo han sobrevivido las ideas que en-
de sus obras ínterin durase el imperio, cerraban , L a muerte y los hundimien-
vióse precisado, como miembro del Ins- tos solo sirven para d e s e n t r a ñ a r el valor
tituto, á presentarse en las T u l l e r í a s . A l intrínseco y esencial de las cosas que
verle Napoleón, corrió á él y dijo:—"Se- constituyen su alma.
ñor Lemercier, ¿cuándo nos daréis una bella
Dios coloca algunas veces ideas den-
tragedia?,, Lemercier miró al emperador
tro de ciertos hechos y en algunos hom-
fijamente y contestó: ílPronto; lo espero
bres, á la manera de perfumes encerra-
asi.,, ¡Frase terrible; palabras de profeta
dos en frascos, que cuando se rompen se
m á s que de poeta; sentencia que, pro-
difunden por el espacio.
nunciada á principios de 1812, abarcaba
Moscow, Waterlóo y Santa Elena! Señores, la raza p r i m o g é n i t a contenia
la tradición histórica, la Convención con-
Pero las simpatías por Bonaparte no tenia la expansión revolucionaria y Na-
se amortiguaron en el corazón sufrido y poleón contenia la unidad nacional. De
grave de Lemercier, y la edad, en vez de la tradición nació la estabilidad, de la
apagar las chispas de aquella amistad, expansión la libertad y de la unidad el
las a u m e n t ó , dándolas calor y luz. poder. Luego la tradición, l a unidad y la
E l pasado año, casi por estos dias, en expansión, ó de otro modo, l a estabilidad,
una hermosa m a ñ a n a de Mayo, exten- el poder y la libertad, constituyen la ci-
dióse por Paris la noticia de que I n g l a vilización, formando todo su árbol raiz,
t é r r a , arrepentida de su conducta en tronco y hojas.
Santa Elena, entregaba á Francia el fé L a tradición, señores, interesa mucho
retro de Napoleón. Lemercier, enfermo y á nuestro pais, porque Francia no es una
postrado en cama, pidió un periódico, y colonia violentamente convertida en na-
al leer que una fragata se aprestaba á ción; Francia no es América, forma parte
zarpar en dirección á Santa Elena con de Europa, y romper con su pasado seria
aquel objeto y que el general Bertrand lo mismo que renunciar al suelo que
iria á buscar al emperador su señor, se pisamos. Así es que nuestra revolución
incorporó pálido y tembloroso, diciendo: tan grave, fuerte é inteligente, tuvo ad-
TOMO I V .
29
526 OBRAS D E VICTOR HUGO,

mirable instinto a l comprender que las vacuna que inocule el progreso y que
familias coronadas eran á propósito para preserve de las revoluciones.
las naciones soberanas, y que en ciertas Es posible que los límites materiales
épocas, en razas reales era conveniente de Francia se hallen prefijados, restrin-
sustituir el derecho hereditario de prín- gidos efi. el mapa-mundi eterno, sobre
cipe á príncipe, la sucesión de rama en el cual Dios señaló los continentes, los
rama; por esto obró con gran tacto al rios, las m o n t a ñ a s y los mares; pero no
elegir por jefe constitucional al antiguo en ese mapa efímero, emborronado de
teniente de Dumouriez y de Kellermann, m i l colores, del que la victoria ó la diplo-
que era nieto de Enrique I V y sobrino macia cambian los límites cada veinte
de Luis X I V , transformando así en di- años. Mas no importa; en un tiempo de-
n a s t í a jóven una antigua familia mo- terminado , el porvenir e n c a u z a r á los
n á r q u i c a y popular á la vez, llena de acontecimientos por los derroteros prefi-
pasado por su historia y de esperanzas jados por Dios. L a forma de la Francia
por su unión. es fatal, y además, si las reacciones, los
Mas si la tradición histórica interesa á congresos ó las coaliciones han fundado
Francia, no menos la interesa la ex- una Francia, los poetas y escritores han
pansión de la libertad, el desenvolvi- constituido otra; la primera con sus fron-
miento de las ideas, que es su movimien- teras visibles, señaladas, y la segunda con
to propio; existe por la tradición y vive sus dilatadas é invisibles fronteras, que
por l a libertad. llegan hasta donde el género humano
¡No quiera Dios, señores, que al recor- deja de hablar nuestro idioma, es decir,
daros la preponderancia y poderío de la hasta los límites del mundo civilizado.
Francia de hace treinta años, tenga n i Señores, diré pocas palabras más para
por u n momento la intención i m p í a de concluir, confiando en que me prestéis
rebajar, humillar ó desalentar, por com- algunos instantes m á s vuestra benévola
paración de un pretendido contraste, á la atención.
Francia de nuestros dias! L o podemos Como habéis visto, no soy de los que
decir con serenidad, sin que sea necesa- pierden las esperanzas: perdonadme esta
rio levantar la voz para proclamar lo debilidad, que produce la admiración
que es tan claro y evidente; Francia es que tributo á m i p á t r i a y el cariño que
hoy tan grande como siempre. me inspira nuestra época.
A los cincuenta años de empezar su Tanto creo en la decadencia gradual
propia transformación ha empezado á de Francia, como en l a disminución pro-
rejuvenecer todas las viejas sociedades, gresiva de la raza humana. P a r é c e m e
pareciendo que dicho tiempo lo ha in- que esto no es posible en los designios
vertido por mitad imponiendo sus ar- del S e ñ o r , que sucesivamente creó á
mas á la Europa é imponiéndola sus Roma para el hombre antiguo y á Paris
ideas. para el hombre moderno.
Por medio de la prensa Francia go- E l derecho eterno, visible, aparece en
bierna á los pueblos y por medio de l i - todas las cosas, mejorando continuamen-
bros reina sobre las inteligencias; si no te el universo con el ejemplo de las na-
tiene conquistas, esto es, si no domina ciones elegidas y á las naciones elegidas
por l a guerra, tiene la iniciativa y domi- con el trabajo de las inteligéncias privi-
na por medio de la paz; dicta la órden legiadas. Sí, señores, á despecho del espí-
del dia al pensamiento universal; todo r i t u de diatriba y de denigración, que es
cuanto propone se discute al momento un ciego que mira, creo en la humanidad
por la humani iad; sus opiniones consti- y tengo fé en m i siglo, y á despecho del
tuyen leyes; su espíritu se infiltra insen- espíritu de la duda y del e x á m e n , que es
siblemente en los gobiernos y los i n - un sordo que escucha, creo en Dios y ten-
forma; en ella tienen origen todas las go fé en su Providencia.
palpitaciones generosas de unos pueblos Nada ha degenerado en nosotros; Fran-
para otros, todos los cambios y transfor- cia sostiene siempre el foco luminoso de
maoiones insensibles del mal en bien que las naciones.
realizan los hombres, ahorrando á los Es- Esta época es grande por la ciencia,
tados acontecimientos violentos; y las na- por la industria, por la elocuencia, por
ciones previsoras y que tienen ideas del la poesía y por el arte.
porvenir procuran que su sangre, ya ca- Los hombres de las nuevas generacio-
duca, participe de la fiebre útil de las nes han continuado religiosa y valiente-
ideas francesas, no como una enferme- mente l a obra de sus padres.
dad, sino, permitidme la expresión, como Después de la muerte del gran Goethe,
AlSTÉS D E L D E S T I E R R O .

el pensamiento a l e m á n se eclipsó, y á la y eu las fantasías de Ja i m a g i n a c i ó n , esa


muerte de Byron y Walter Scott, la poe- emoción tierna y punzante que se re-
sía inglesa quedó casi sin vida; así es suelve en el alma del espectador, en pie-
que hoy, en el universo, solo existe una dad respecto á la mujer y en veneración
literatura viva, potente, grandiosa; la l i - respecto al anciano; hacer penetrar la
teratura francesa. Solo se leen libros naturaleza en el arte como savia misma
franceses desde Petersburgo á Cádiz y de Dios; en una palabra, civilizar á los
desde Calcuta hasta New-York. Sobre hombres por el tranquilo reinado del
la superficie de los tres continentes, don- pensamiento sobre las inteligencias; esta
de una idea nace, la ha sembrado un l i - es, hoy dia, señores, la misión, el destino
bro francés. ¡Honor á las nuevas genera- y la gloria del poeta.
ciones! Esto que digo del poeta y del escritor
¡Los valerosos escritores, los nobles aislados, si me atreviese lo diría t a m b i é n
poetas y los eminentes maestros que se de vosotros. Vosotros ejercéis sobre los
hallan entre vosotros, contemplan con corazones y sobre las almas influencia
amor y alegría celebridades renombra- inmensa. Sois uno de los principales cen-
das surgir por todas partes en el campo tros de ese poder espiritual que atacó
eterno del pensamiento! Deseo que con- Lutero y que, después de tres siglos, ha
curran todos á este recinto, y , como os dejado de pertenecer exclusivamente á
lo dijo hace once años al tomar asiento la Iglesia. En la civilización actual dos
entre vosotros m i ilustre amigo Lamar- dominaciones derívanse de vosotros; el
tine, ¡no debéis dejar ninguno á la puerta! dominio intelectual y el dominio moral,
Pero que esos jóvenes célebres, esos ta- porque los premios y coronas no se con-
lentos privilegiados, continuadores de ceden ú n i c a m e n t e al talento, sino tam-
l a tradición literaria francesa, no olvi- bién á la virtud.
den que á tiempos nuevos, deberes nue- L a Academia francesa está en conti-
vos. Y a no hay m o n a r q u í a que defender nua comunión con las inteligencias es-
del cadalso como en el 93, n i hay que peculativas por medio de sus filósofos; con
salvar la libertad de la mordaza como las imaginaciones prácticas por medio de
en 1810; solo hay que propagar l a civili- sus historiadores; con l a juventud, con
zación; no es necesario dar la cabeza los pensadores y con las mujeres por
como A n d r ó 3 Chenier, n i sacrificar sus medio de sus poetas, y con el pueblo por
obras como Lemercier; basta con consa- medio del idioma, que conserva, com-
grar el pensamiento á l a lucha. prueba y rectifica.
Hay que dedicar el pensamiento (per- Estáis colocados entre las grandes ins-
mitidme que repita solemnemente lo que tituciones del Estado y á su nivel, para
siempre dije, lo que en todas partes he complementar su acción y reinar en to-
escrito con todas mis fuerzas, y lo que das las esferas sociales, haciendo pene-
siempre fué m i norma, m i ley, m i p r i n - trar el pensamiento, ese principio sutil
cipio y m i objeto), hay que dedicar el y por decirlo así respirable, donde no
pensamiento al desenvolvimiento de la puede llegar la ley n i el código, que es
sociabilidad humana; despreciar al po- un texto rígido y material.
pulacho y amar al pueblo; respetar en Otros poderes legislan y gobiernan l a
los partidos todas las infinitas manifes- vida exterior de la nación; vosotros go-
taciones en los que tienen derecho á to- bernáis la vida interior. Ellos forman las
mar la iniciativa múltiple y fecunda de leyes y vosotros las costumbres.
la libertad; economizar en el poder por to- Entre tanto, señores, no traspasemos
dos los medios el punto de apoyo, divino los límites de lo posible. N i en las cues-
s e g ú n unos, humano s e g ú n otros, miste- tiones religiosas, n i en las sociales, n i
rioso y saludable según todos, sin el cual aun en las políticas, se ha dicho la últi-
toda la sociedad vacila; armonizar de ma palabra. E l espejo de la verdad se
tiempo en tiempo las leyes humanas con rompió entre las sociedades modernas *
la ley cristiana y la penalidad con los Cada partido recogió u n pedazo^ E l
evangelios; apoyar á la prensa y al libro hombre estudioso procura reunir estos
siempre que trabajen en el buensentido de fragmentos, que afectan formas e x t r a ñ a s
su siglo; propagar con largueza su apoyo y están llenos unos de lodo y otros de
y simpatías entre las generaciones en- sangre. Reunidos y ajusfarlos aunque
vueltas aun en la sombra y que langui- dejen a l g ú n hueco, pero adivinando l a
decen faltas de aire y de espacio; inculcar verdad, es obra de los sábios; pero soldar-
al público, por medio del teatro, entre los y darles la unidad, solo es obra de
risas y lloros, en las lecciones de historia 1 Dios.
OBRAS D E VÍCTOR HUGO.

Nadie ha reunido tantas condiciones ¿cómo es posible que vea u n sitio vacío
de sabio como el noble Malesherbes, que entre nosotros, sin pensar en el hombre
fué un gran literato, gran magistrado, eminente y extraordinario que debia
gran ministro y gran ciudadano. Sufrid, ocuparlo, en el íntegro servidor de la pa-
señores, el que yo pronuncie con venera- tria y de las letras, que a g o t ó el exceso
ción este nombre, al que rindo adoración del trabajo, que ayer luchaba con mu-
inextinguible. chos ódios y hoy le rodean respetuosas
Malesherbes tuvo la desgracia de ve- y generales simpatías, que solo come-
nir demasiado pronto. Era m á s el hom- ten el error de declararse en favor de
bre que termina ó cierra las revoluciones os hombres ilustres en la hora suprema
que el que las medita y prepara. de la desgracia? Permitid, pues, hable de
L a absorción insensible de las conmo- él un momento. Estimado de todos, el
ciones del porvenir por los progresos del que era en esta Academia el maestro de
presente, suavizar las costumbres, edu- la crítica moderna, escritor elevado, elo-
car las masas en las escuelas, en los ta- cuente, gracioso y severo, de inteligencia
lleres y en las bibliotecas; mejorar gra- regida por firme y recta razón, afectuoso
dualmente al hombre por medio de la compañero, amigo fiel y seguro, era i m -
ley y de la enseñanza, debe ser el obje- posible que su ausencia no entristeciese
to formal que se propongan los buenos dolorosamente m i corazón. Esta ausen-
gobiernos y los verdaderos pensadores, y cia, á no dudarlo, t e r m i n a r á y nuestro
esa fué la norma que siguió Malesher- compañero t o r n a r á á serlo. Confiemos en
bes durante el corto tiempo que fué m i - Dios, que tiene en su mano nuestras in-
nistro. teligencias y destinos, y que no crea se-
Desde 1776, adivinando la tormenta mejantes hombres para que dejen sus
que diez y siete años m á s tarde lo ar- obras incompletas.
rasó todo, se apresuró á amarrar la mo- Excelente y adorable hombre, pasaba
n a r q u í a y á asegurarla en puerto sólido, su vida entre los altos negocios y árduos
y hubiese salvado al rey y al Estado si problemas y los cuidados m á s tiernos y
el cable no se hubiera roto. Pero si Ma- delicados, con una alma tan grande
lesherbes (cuyo ejemplo es digno de imi- como su talento. Su elogio puede hacerse
tación) desapareció t a m b i é n , su recuer- con una sola palabra. E l dia que fué pre-
do al menos permanece indestructible ciso, se encontró en este gran literato, en
en l a memoria borrascosa de este pueblo este hombre público, en este orador, en
revolucionario, que se olvida de todo, este ministro, una madre.
como permanece en el fondo del Océano, E n medio de las penas que me acosan,
medio hundida en las arenas, la vieja an- conozco m á s que nunca m i insuficiencia.
cla de hierro del buque que la tempestad Si él me reemplazase, encontrarla el
hizo desaparecer. auditorio ilustre y respetable que me ro-
dea su palabra fácil, de exquisito gusto,
su elevación de lenguaje y su autoridad
para juzgar vuestros méritos y rendir
homenaje al talento de M . Campenon.
Campenon, en efecto, tenia una de
CONTESTACION M VICTOR HUOO, esas naturalezas de espíritu que exigen
el golpe de vista del crítico práctico y
director de la Academia francesa,
delicado.
AL DISCURSO DE MR. SAINT-MARG GIRARDIN. Este trabaio de análisis inteligente
16 Enero 1845. me lo habéis facilitado haciéndolo vos
mismo, y después de vuestro excelente
discurso poco tendré que decir acerca
Señor: del autor de E l Hijo pródigo y La Casa de
campo. Estudiar á Campenon como yo lo
Vuestro pensamiento se anticipó al hago es amarle, y explicarlo como vos
mió: en el momento en que elevo la voz lo habéis hecho es hacerle amar.
en este sitio para contestaros, no puedo Para leerle es preciso conocerle. En él,
dominar la profunda y dolorosa emoción como en todas las naturalezas francas y
que siento. Comprendereis perfectamen expansivas, el escritor nace del filósofo,
te que no me dirija en primer lugar á el poeta del hombre, simplemente, sin
vos n i al compañero honorable y llorado desviación y sin esfuerzo. De su carácter
á quien sucedéis. E n este instante en podemos deducir su poesía y de su vida
que hablo en nombre de la Academia sus poemas. Sus obras son el reflejo de
ANTES D E L D E S T I E R R O . 2^9
su alma. Era amable, sencillo, tranquilo, 1 da á Legou vé, autor del Mérito de las mu-
de amena palabra, de físico agradable, Uere,9, estas notables palabras: "¿Cuando
indulgente con todos y resignado en los literatos comprenderán el partido
las contrariedades. Amante de la fami- que pueden sacar en sus obras de las
lia, de la casa, del hogar doméstico y del cualidades y gracias infinitas de la mu-
trato paternal. Gr asta bale el retiro, los her, que en la tierra soporta tantas des-
libros y la tranquilidad como al poeta, gracias y goza tan pocas venturas?
y la intimidad como á un sábio. Amaba Seria honroso para nosotros, literatos y
el campo, pero con u n amor desintere- filósofos, procurar despertar en nuestras
sado; amaba el campo por él mismo, no obras el interés en favor de las mujeres,
por las flores n i por el verdor que en él desheredadas por los hombres, confesé-
encontraba; a m á b a l o m á s como hom- moslo, en esta sociedad que hemos crea-
bre que como académico, m á s como La- do m á s para nosotros que para ellas. Ha-
fontaine que como Delille. Nada habia beis dedicado á las mujeres todo un
superior á su espíritu, á no ser las exce- poema; yo las dedicaría gustoso toda m i
lencias de su corazón. R e n d í a culto á la poesía.,,
admiración, para lo que buscaba con E n estas cortas líneas se encuentra
placer las grandes amistades literarias, como un rayo de luz de su naturaleza,
E l cielo no le concedió el esplendor del tierna, compasiva y afectuosa,
g é n i o , pero le dió en cámbio una condi- Todas sus composiciones, en efecto,
cion que siempre le a c o m p a ñ a : la dig- están, por decirlo así, dulcemente anima-
nidad del alma. das por una figura de mujer, bella y
Campenon se encontraba sin envidia luminosa, que se inclina como una musa
ante las grandes inteligencias, y miraba sobre la frente triste y dolorosa del
sin ambición los grandes destinos. Era poeta.
cosa admirable y rara, uno de esos hom- Es la Eleonora de su poema el Tasso,
bres de segunda fila que aman á los de desgraciadamente sin concluir; es, en sus
l a primera. Lo repito: su carácter, una elegías, la jóven doncella enferma, l a
vez conocido, nos daba á entender su ta- j u d í a de Cambrai; es en otras partes Ha-
len to, porque poseía el noble privilegio ría Stuard, la señorita de la Valliere ó
de revelarse á sí mismo, que parece solo madame Sevigné, á la que dice:
pertenecer al génio. Toi qui fm
mere et ne fus pas anteur.
Cada una de sus obras es como una
producción necesaria, en la cual se en- E n la parábola del Hijo pródigo se en-
cuentra la existencia de a l g ú n afecto de cuentra la intervención de la madre, que
su corazón. le habéis reprochado justamente, porque
E l cariño que profesaba á la familia es un anacronismo de un corazón bueno
e n g e n d r ó el dulce y delicioso poema de é irreflexivo aparecer cristiano y mo-
E l Hijo pródigo. Su afición á la naturale- derno, cuando debiera ser j u d í o y anti-
za le hace crear L a Gasa de campo, que es guo, y ser indulgente cuando debía ser
u n gracioso idilio. Su culto á los espíritus severo; es una falta que no carece de
eminentes determina sus estudios sobre encanto.
Ducis, libro curioso é interesante en Confieso que no puedo leer sin enter-
tanto grado, no solo por todo lo que necimiento los deseos cariñosos de Cam-
hace ver, sino por todo lo que deja adivi- penon en favor de la mujer, que soporta
nar, y que constituye u n retrato fiel y \ en la tierra tantas desdichas y goza tan po-
detallado de una figura aislada, que pin- cas venturas; repito sus mismas palabras,
ta involuntariamente un%;época. Este llamamiento á los escritores sale
E n Campenon, el hombre de letras re- de lo m á s profundo de su alma y lo repi-
fleja al hombre; su talento fué el espejo te en distinta forma en todas sus obras;
de su alma. cada vez que se encuentra este sen t i -
A m ó , soñó y escribió. miento, complace y emociona, pues nada
P a s ó la juventud soñando y l a vejez satisface tanto como hallar en un libro
pensando. Así es que á todos los que nos dulces y justas aspiraciones,
pregunten si fué grande, si fué ilustre, ¡Quiera Dios que escuchen su voz y
les contestaremos que fué bueno y d i - que atiendan á su llamamiento! Que el
choso. poeta y el pensador no se cansen de pre-
Uno de los caractéres del talento de sentar l a santa y venerable figura de l a
Campenon es la presencia de la mujer en mujer ante las muchedumbres, tan pro-
todas sus obras. pensas á la ironía y tan predispuestas á la
E n 1810 escribió en una carta dirigí- inconstancia! ¡Que no se cansen de pre-
>30 OBRAS D E VICTOR HUGO.

sentar á la pura y noble c o m p a ñ e r a del che. Abarcareis de una mirada vastos


hombre, tan fuerte algunas veces, tan espacios, pues los espíritus como el vues-
débil con frecuencia, siempre resignada, tro se fortifican elevándose. A medida
casi igual al hombre por el pensamiento, que el punto de vista se eleva, el pensa-
superior á él por todos los instintos miento s^e remonta. Nuevas perspectivas
misteriosos del sentimiento y de la ter- es posible que os sorprendan; esta es una
nura; que carece de la facultad v i r i l de región serena.
crear, pero que sabe amar mejor que el A l ingresar en esta sociedad secular,
hombre, porque si posee inteligencia que tantos grandes hombres han honra-
menor que la de éste, le supera en co- do, produciendo en ella mucha gloria y
razón. por lo mismo mucha calma, cada uno
Los espíritus ligeros la calumnian y depone sus pasiones personales y toma
la flagelan sin compasión. E l espíritu l a pasión de todos: la verdad.
vulgar es aun pagano en todo lo que l a Os doy l a bienvenida.
concierne, hasta en el culto grosero que No encontrareis a q u í el eco de las con-
la tributa. troversias, que conmueven los espíritus
Las leyes sociales son rudas para ella. y cuyo ruido no llega hasta nosotros.
Cuando es pobre, está condenada al tra- Los miembros de esta Academia habi-
bajo; si es rica, á las contrariedades. Las tan en la esfera de las ideas puras. Séa-
preocupaciones, hasta en lo que tienen me permitido hacerles esta justicia, á
de bueno y útil, pesan sobre ella con m á s mí, que soy uno de los últimos por el mé-
dureza que sobre el hombre. rito y por la edad.
Su corazón mismo, elevado y sublime, A q u í se desconocen los sentimientos
no es siempre para ella u n consuelo y un que pueden turbar la paz inalterable del
refugio. Como ama más, sufre m á s , y no pensamiento. Pronto conoceréis á sus
parece sino que Dios haya querido darla miembros, pues al tomar parte en sus se-
todos los martirios en el mundo, sin duda siones se os p r e s e n t a r á n como son; afec-
porque le reserva en otra parte todas las tuosos, amables, tranquilos y dedicados
coronas. Pero aun así representa gran todos á los mismos trabajos y con los
papel en el conjunto de hechos providen- mismos gustos; honrando á los literatos,
ciales, de los que resulta el mejoramien- cultivando las letras, unos recordando el
to continuo del ge aero humano. pasado, otros teniendo fé en el porvenir;
E n c u é a t r á s e l a siempre predispuesta á unos cuidadosos de la pureza de la for-
desenvolver, s e g ú n las ocasiones, ó l a ma y del estilo, de la corrección, prefirien-
gracia que nos encanta, ó la perfección do Racine á Boileau y á Penelon; otros
que nos aconseja; acepta todas las des- preocupados con la filosofía y la historia,
gracias, siendo m á s dulce á medida que hojeando á Descartes, á Pascal, á Bossuet
es m á s desgraciada, y santificándose, en y á Voltaire; los de m á s allá partidarios
fin, en todas las edades de su vida, en su de otras bellezas, que admiran la Biblia,
j u v e n t u d por la inocencia, siendo esposa Homero, Esquilo, Dante, Shakespeare y
por el deber, siendo madre por el cariño Moliére; todos de acuerdo, aunque con in-
Gampenon formaba parte de la U n i - clinaciones diversas; poniendo todos en
versidad, y la Academia, para reem c o m ú n y fraternalmente sus opiniones,
plazarle. ha buscado lo que ésta podía buscando la perfección y admirando la
ofrecerle de m á s distinguido, y os ha ele grandeza; viviendo, en fin, como herma-
gido, señor Girardin. nos m á s que como compañeros, en el es-
Vuestros trabajos literarios sobre Ale- tudio de los libros y de la naturaleza,
mania, vuestras investigaciones sobre e en la religión de lo bello y de lo ideal y
estado de la instrucción de aquel gran en la contemplación de los maestros
pais, son la m á s alta recomendación para eternos.
los sufragios de la Academia. Esto será para vos, no lo dudéis, una
Y a por un Cuadro de la literatura enseñanza secreta que a p r o v e c h a r á para
francesa en el siglo X V I , lleno de no divulgarla luego, y mucho m á s con
tas ingeniosas, ó ya por el notable Elo vuestra inteligencia tan cultivada, con
gio de Bossuet, modelo de estilo vigoro vuestra palabra tan viva, variada, espi-
so, habéis merecido ser coronado por la r i t u a l y justamente aplaudida; podréis
Academia. Esta os ha tenido siempre nutriros y fortificar vuestro espíritu con
como á uno de sus laureados m á s bri- el trato de estos miembros tan elevados
llantes, y hoy os admite entre sus jueces. y tranquilos, y en particular de esos no-
Vuestra nueva posición conseguirá que bles ancianos, nuestros antiguos maes-
el horizonte de vuestro porvenir se ensan- tros, que poseen á la vez autoridad y
ANTES D E L D E S T I E R R O . 231
dulzura, gravedad y gracia, conocen la siempre que la reciba como lección la
verdad y desean el bien. m u l t i t u d estudiosa y las jóvenes gene-
Aportareis á las deliberaciones de la raciones, y que merezca alguna vez el in-
Academia luz, erudición, espíritu inge- signe honor de que la acepten como ad-
nioso, rara memoria y lenguaje elegan- vertencia el erudito, el sábio, el publicis-
te, que nosotros recibiremos y os devol- ta, los hombres eminentes y solitarios
veremos en cambio. Felicitaos de los que dominan toda una época, apoyados
nuevos brios que adquiriréis con el trato á la vez sobre la idea en que Dios des-
de estos venerables compañeros para me- envuelve su siglo y sobre l a idea en que
jor desempeñar la delicada y difícil m i - Dios ha fundido su espíritu.
sión que todos perseguimos. Literatos: sois la flor de las generacio-
Nada m á s eficaz y elevado que una nes; la inteligencia de las multitudes re-
e n s e ñ a n z a recíproca literaria basada en sumidas en algunos hombres; la cabeza
el espíritu imparcial y simpático como el de la nación. Sois los instrumentos vi-
que anima á todos los que constituyen vos, los jefes visibles de un poder espiri-
esta Academia. Nada m á s útil que la en- tual invencible y libre; para no olvidar
s e ñ a n z a literaria, docta, desinteresada y j a m á s vuestra responsabilidad, no olvi-
digna de un gran cuerpo como el Institu- déis nunca cuál es vuestra influencia.
to y de un gran pueblo como Francia, Mirad vuestros antepasados y sus he-
objeto de estudio para las inteligencias chos, porque vosotros habéis tenido por
jóvenes y de meditación para los talen- abuelos á todos los génios que, desde
tos maduros. hace tres m i l años, han guiado ó extra-
No es insignificante función llevar el viado, han ilustrado ó han confundido
peso de la gran enseñanza pública en al género humano.
esta memorable ó ilustre época, en la Lo que se deduce de todos sus traba-
que, por todas partes, el espíritu huma- jos, lo que resulta de todas sus empresas,
no se renueva y desenvuelve. lo que surge de todas sus obras, es l a
A una generación de soldados, este si- idea de su poder.
glo ha visto suceder una generación de Homero ha hecho m á s que Aquiles
escritores; empezó por las victorias de la creando á Alejandro; V i r g i l i o calmó la
espada y ha continuado con las victo- I t a l i a después de las guerras civiles;
rias del pensamiento: ¡sublime espectá- Dante l a agitó; Lucano era la pesadilla
culo! de Nerón; Tácito ha hecho de Caprea la
E n absoluto y juzgando bajo u n pun- picota de Tiberio.
to de vista elevado, el inmenso trabajo E n la Edad Media, después de Jesu-
que se elabora por todas partes, admi- cristo, Aristóteles daba l a ley á las inte-
tiendo todas las críticas y hasta todas ligencias.
las restricciones, en nuestros tiempos, Cervantes destruyó la caballería; Mo-
todo lo que existe en el fondo de las i n - liére ha corregido la nobleza con la bur-
teligencias es bueno. Todos cumplen un guesía y la b u r g u e s í a con l a nobleza;
trabajo y un deber, tanto el industrial Corneille ha vertido el espíritu romano
como el literato; lo mismo el periodista en el espíritu francés; Racine, á pesar
que el tribuno; todos, desde el humilde de morir de una mirada de Luis X I V ,
obrero, benévolo y laborioso, que se le- concedió á éste menos importancia que
vanta con el dia, en su oscuro taller, que al teatro; preguntaron á Federico el
acepta la sociedad y que la sirve, ocu Q-rande á q u é rey de Europa temia, y él
pando en ella sus últimos puestos, hasta contestó: A l rey Voltaire.
el ray, sábio coronado, que desde lo alto Los literatos del siglo diez y ocho, con
de su trono esparce sobre todas las na- Voltaire á la cabeza, abrieron brecha y
ciones las graves y santas palabras de la derrumbaron la antigua sociedad; los l i -
concordia universal. teratos del siglo diez y nueve pueden
E n una época tan seria son necesa- consolidar ó conmover la actual.
rios sabios consejos. Aunque parezca E l primero de todos los libros y de to-
temerario emprender semejante tarea, dos los códigos, la Biblia, es un poema.
permitidme, señor, á m í , que no he te- En todas partes y siempre, las grandes
nido j a m á s la dicha de pertenecer al fuerzas que se llaman pensadores y poe-
n ú m e r o de vuestros oyentes, de represen- tas se encuentran en la vida universal,
tarme t a l como debe ser, tal como es sin y por decirlo así, en el ambiente que res-
duda y de intentar ante vos como yo pira la humanidad.
comprendo, al menos en su punto de par- E l pensamiento es un soplo; pero u n
tida, esta alta enseñanza del Estado, soplo que conmueve un mundo: que se
232 OBRAS D E V I C T O R HUGO.

les conceda, pues, á los escritores la con- ñ a n z a p a r a l a multitud, la triple lucha,


sideración que merecen y que se dedi- terrible ó ridicula, de los caractéres, de
quen á cuestiones serias. É n sus funciones las pasiones y de los acontecimientos; ya
públicas muéstrense graves, moderados, ausqueis en la historia cuál es la idea
independientes y dignos, y en su acción que germina en cada hecho; ya difundáis
literaria, en los libres caprichos de su en la poesía pura vuestra alma en todas
inspiración, que respeten siempre las le- las almas; en todo lo que escribáis refe-
yes radicales de la lengua, que es la ex- rios á Dios, que en vuestra inteligencia,
presión de la verdad y del estilo, que es lo mismo que en la creación, todo empie-
la forma de lo bello. za por Dios. Creed en él como las mu-
A la altura en que se encuentran hoy jeres y como los niños. Esta fé grandiosa
los espíritus, el literato debe dedicar su y sencilla debe constituir el fondo de
s i m p a t í a á todos los males individuales, vuestras obras, y así c a m i n a r á por ter-
su pensamiento á todos los problemas reno sólido. Dios es el que d á al genio
sociales y su respeto á todos los enigmas los profundos resplandores de la verdad
religiosos; debe ser u n auxiliar de los que que nos deslumhran. No olvidéis que
sufren, de los que hierran y de los que desde hace cuatro m i l años la sabiduría
investigan, dando, á unos un consejo, á humana busca y no ha encentrado nada
otros una solución, á todos una pala fuera de ella. Porque en la sombría é
bra. Si es fuerte, debe comparar y j u z intrincada red de las filosofías que in-
gar; si es m u y fuerte, debe examinar y ventó el hombre veáis brillar a q u í y allá
enseñar, y si es m á s fuerte que todos, algunas verdades eternas, no deduzcáis
debe consolar. poroso que todas tienen el mismo origen
S e g ú n lo que vale el escritor, la mesa y que las han creado esos filósofos; pues
en que se apoya para hablar á las inteli- incurriréis en el error en que incurriría
gencias es un tribunal ó un púlpito. E l el que creyese al distinguir las estrellas
talento es una magistratura y el génio al través de los árboles, que eran éstas
es un sacerdocio. las flores de sus oscuras ramas.
Escritores que queréis ser dignos de
tan noble título y de función tan severa,
aumentad cada dia, si os es posible, vues
tros conocimientos; profundizad las en
t r a ñ a s de todas las grandes cuestiones
humanas; cargad sobre vuestro pensa-
miento, como peso sublime, el arte, la
CONTESTACION DE VICTOR HUdO,
director de la Academia francesa,
historia, la ciencia y la filosofía. Esto e
bello, agradable y útil, y á medida que AL DISGUESO DE M. SAIINfTE-BEUVE.
os vayáis haciendo m á s grandes os iréis 27 Febrero 1845.
haciendo mejores, que por singular tra-
bajo divino y misterioso, mejorando el
pensamiento, se perfecciona el corazón.
Señor:
L a elevación de los sentimientos está
en r a z ó n directa del desarrollo de la inte Acabáis de recordar, con frases dignas,
ligencia. E l corazón y el espíritu son los un dia que no olvidará ninguno de
dos platillos de una balanza; cargad e los que lo vieron. Nunca acontecimiento
espíritu con el estudio y se elevará el co público fué m á s expontáneo y m á s uná-
razón al cielo. nime que la manifestación de sentimien-
V i v i d meditando la belleza moral, ] to tributada al a c o m p a ñ a r á su ú l t i m a
por la secreta y pujante transforma morada al poeta eminente cuya vacan-
cion que se verifica en vuestro cerebro te venís á ocupar. Es preciso haber triun-
presentad á los ojos de todos l a belleza fado, es preciso haber cumplido con sus
poética y literaria, esa demostración tan obligaciones y terminado importantes
radiante y espléndida; no tomando la obras para ser llorado así. Seria espectá-
palabra hellem moral en el sentido equi- culo grandioso y moral que pudieran
vocado y mezquino con que la interpre- tener siempre presentes los espíritus estos
tan la p e d a n t e r í a escolástica ó devota, grandes y conmovedores funerales. Bello
sino como la entendieron Shakespeare y consolador espectáculo, en efecto, es
y Moliére, esos génios tan libres en la admirar esa muchedumbre que llena las
superficie y tan severos en el fondo. calles, numerosa, como en los dias festi-
U n a palabra para concluir. vos, triste como en los dias de calamidad
Y a presentéis en el teatro, como ense- pública; ver la real aflicción maniíesta-
ANTES D E L DESTIERRO. 233
da al mismo tiempo que la afección po- que enternece al público como una sola
pular; ver todas las cabezas descubiertas alma; doloroso en Moliére, cuando surge
ante el féretro del poeta, á pesar de la entre risas; terrible en Shakespeare, cuan-
l l u v i a y del frió; presenciar el dolor y el
do aparece en medio de las catástrofes.
respeto en todas partes y encontrar el Nadie puede calcular la influencia que
nombre de un hombre en todas las bo- tiene sobre la m u l t i t u d ansiosa y palpi-
cas y el dolor de una familia en todos tante ese grito del hombre que sufre do-
los corazones. Todos le estimaban: poseia minado por el destino; deducir una lec-
u n talento lleno de dignidad severa; es ción útil de esta emoción dolorosa es el
que i m p r i m í a en sus obras el sello de ladeber ineludible del poeta.
meditación severa que atrae la s i m p a t í a Esta primera ley de la escena la po-
y causa respeto á todo el que tiene con- seia Casimiro Delavigne, ó por mejor
ciencia: desde el hombre del pueblo has- decir, la habia encontrado en su alma;
ta el pensador, porque todos éramos porque nosotros somos artistas ó poetas
niños cuando M . Delavigne era hombre; s e g ú n las condiciones que encontramos
porque todos éramos desconocidos cuan- en ella. M . Delavigne pertenecía al nú-
do él era célebre; porque nosotros luchá- mero de los hombres sinceros y probos
bamos cuando estaba ya coronado, y á que saben que su pensamiento puede
pesar de su escuela, de su partido y de producir el m a l ó el bien; que son orgu-
su bandera, le estimábamos y le quería- llosos porque se sienten libres, y forma-
mos; porque desde sus primeros dias has- les porque comprenden sus responsabili-
ta los últimos, conociendo que honraba dades.
á las letras, le a p l a u d í a m o s en su bri-
llante carrera, permaneciendo fieles á E n las trece composiciones que ha
dado al teatro se encuentra siempre res-
otras ideas que las suyas; le s e g u í a m o s
de triunfo en triunfo con la profunda peto profundo al arte y el sentimiento de
a l e g r í a que nace de toda alma digna y su misión.
elevada al ver que el talento alcanza al Sabia que el lector comenta y que el
éxito y el génio á la gloria. espectador interpreta. Sabia que cuando
Vos habéis apreciado, con el envidiable u n poeta es universal, ilustre y popular,
tacto y excelente punto de vista que os muchos hombres llevan al fondo de su
distinguen, su rica naturaleza, su vario pensamiento u n ejemplar que traducen
y hermoso talento; permitidme á m i vez según los consejos de su conciencia y se-
que lo glorifique, á pesar de ser peligroso g ú n las circunstancias de su vida. Sien-
hablar después de haber oido vuestra elo- do poeta í n t e g r o y observador, a ñ a d e á
cuente palabra. cada una de sus ideas una e n s e ñ a n z a y
una explicación. D á u n tinte filosófico y
E n M . Casimiro Delavigne hay dos moral á la fantasía en l a Princesa Aure-
poetas: el lírico y el dramático. Estas dos lia y en E l Consejero soplón; presenta r i -
manifestaciones de un mismo espíritu se queza de observación en Los Comediantes;
completan la una con la otra. Todos sus narraciones legendarias en L a Hija del
poemas y todas sus poesías son pequeños Cid; hechos históricos en Las Vísperas Si-
dramas. E n sus tragedias, como en las cilianas, en Luis X I , en Los hijos de
de los grandes poetas dramáticos, se sien- Eduardo, en Don Juan de Austria y en L a
te á cada momento pasar el soplo lírico. familia en los tiempos de Lutero. E n E l
D i g á m o s l o francamente: el aspecto que F á r i a aconseja á las castas y en L a Po-
hace resultar al drama lírico es el aspec- pularidad aconseja al pueblo.
to humano.
A n t e las fatalidades que vienen de lo Herido por todo lo que la edad puede
alto, el amor llora, el terror grita, el ódio reunir como consecuencia de los peligros
blasfema, l a piedad suplica, la ambición y luchas que el hombre sostiene en vida
aspira, la virilidad lucha, la juventud con el alma y con las pasiones, preocu-
s u e ñ a y la vejez se resigna; son el yo de pado u n dia por el lado ridículo de las
cada personaje que habla, y por lo tanto, cosas y otro por el lado terrible, escribió
lo repito, este es el lado humano de sus dos veces L a escuela de los ancianos. L a
dramas. primera vez la llamó Escuela de los viejos
Los acontecimientos están en l a mano y la segunda la tituló Marino Faliero.
de Dios y los sentimientos y las pasio- No analizo estas composiciones exce-
nes en el corazón del hombre. Dios d á el lentes, las cito. ¿Por q u é analizar lo que
golpe y el hombre el grito. todos hemos leido y aplaudido? Con solo
E n el teatro lo que nosotros deseamos citar sus títulos gloriosos recordamos á
oir es el grito; grito humano y profundo, todos los espíritus las bellezas de las
TOMO I V . 30
234 OBRAS D E VICTOR HUGO.

obras y á todas las memorias la legiti- una gloria, tratarle y ser sus amigos, lo
midad de sus triunfos. mismo M r . Francisco de Nantes durante
L a facultad de lo bello y de lo ideal el Imperio, que M . Pasquier en la Res-
a l c a n z ó desenvolvimiento notabilísimo t a u r a c i ó n . Pudo así dedicarse tranquila-
en Delavigne, y el vuelo de su grande mente á sus trabajos sin inquietudes, sin
ambición literaria, en el cual podria en- preocuparse de las necesidades mate-
contrarse alguna vez algo de temerario riales, dichoso, admirado, rodeado de la
y supremo, estaba contenido y como l i - afección pública y acariciado por el aura
mitado por cierta reserva natural, que popular.
p r o d u c í a en sus composiciones el gusto L l e g ó u n dia en que una injusta ó i m -
que circunscribe ó el genio que amplia, política i n t r i g a hirió al poeta cuya fama
pero de una manera seductora y gracio- europea tanto honraba á Francia. En-
sa, que se traduce por modestia en su tonces le recogió y le sostuvo u n prínci-
carácter y en prudencia en sus obras. pe, del que Napoleón dijo: E l duque de
Su estilo tenia todas las perfecciones Orleans es siempre nacional; espíritu gran-
de su espíritu: elevado, preciso, concien- de y justo, que comprendía entonces
zudo, digno, de elegancia peculiar; al- como príncipe y después ha reconocido
guna vez gracioso, siempre claro y á ve- como rey, que el pensamiento es una
ces brillante. potencia y el talento una libertad.
Su vida era, m á s que la de u n filósofo, Cuando se reflexiona detenidamente
la de u n sabio. Se habia trazado, por de- en M . Casimiro Delavigne; cuando se
cirlo así, u n círculo alrededor de su des- estudia con fijeza tan dichosa naturale-
tino, del mismo modo que trazó otro á su za, es cuando se observa con e x t r a ñ e z a
inspiración. V i v i a como pensaba: solo. la í n t i m a y estrecha relación que existe
Profesaba gran afecto á su campo, á su entre la cualidad propia de su espíritu,
j a r d í n , á su casa y á su retiro; al sol de que es la claridad, y el rasgo principal
A b r i l con sus rosas y al de Agosto con de su carácter, que es l a dulzura. L a
sus espigas: tenia sin cesar cerca de su dulzura, en efecto, es una luz del alma
corazón, como para abrigarle, á su fami- que se esparce sobre las acciones de l a
lia, á su bijo, á sus hermanos y á algu- vida. E n M . Delavigne l a dulzura siem-
nos amigos. Le dominaba el deseo de l a pre ha sido proverbial. Era dulce en to-
oscuridad, que constituye las aspiracio- dos los accidentes de l a vida; lo mismo
nes de los que son célebres; compuso en en la prosperidad que en los sufrimien-
la soledad esos poemas que m á s tarde tos; lo mismo para con sus amigos que
conmovieron á las muchedumbres. Por para con sus enemigos.
eso todas sus obras, tragedias, comedias
y elegías respiran tanta calma, encierran A pesar de estar expuesto, sobre todo
tantos hechos; tienen para los que las en sus últimos años, á violentas críticas
leen con atención cierta frescura de som- y á denigraciones amargas y apasiona-
bra y de silencio, que las sigue hasta en das, j a m á s , s e g ú n nos dice su herma-
medio de la luz y del ruido. no en una interesante biografía, pareció
dudar; su serenidad j a m á s se alteró; te-
Perteneciendo á todos y dedicándose á
nia siempre la misma calma, l a misma
algunos, c o m p a r t í a su existencia entre
expansión, la misma benevolencia, l a
su país, al cual dedicaba toda su inteli-
misma sonrisa; el noble poeta ignoraba
gencia, y su familia, á la que daba toda
lo que era el ódio, propio de las almas
su alma; así obtuvo dos palmas: una b r i -
débiles y fieras. Sabia, desde luego, que
llante y otra tierna; como poeta, la fama;
todo lo que es bueno, grande, fecundo,
como hombre, la felicidad.
elevado y útil, es siempre combatido, por
Su vida, sin embargo, tan tranquila lo que recordaba el proverbio árabe: No
dentro y tan brillante fuera, no estuvo se arrojan piedras más que á los árboles car-
exenta de penalidades n i de trabajos. gados de frutas de oro.
J ó ven aun, Casimiro Delavigne tuvo
que luchar con el trabajo contra la ne- T a l era, señor, el hombre tan justa-
cesidad. Sus primeros años fueron rudos mente admirado á quien vos reempla-
y penosos; m á s tarde su talento le hizo záis en esta Asamblea.
adquirir amigos; sus éxitos le crearon u n Sustituir á un poeta que toda l a na-
público y su carácter una autoridad. ción llora, cuando esa nación se l l a m a
Por lo elevado de su espíritu fué desde Francia y el poeta Casimiro Delavigne,
su j u v e n t u d solicitado por las m á s ilus- es m á s que un honor que se acepta,
tres amistades. Hombres eminentes, vos un compromiso que se adquiere; grave
lo habéis dicho, buscaban lo que hoy es compromiso ante la literatura, ante l a
ANTES D E L D E S T I E R R O . 235
fama y ante el pais; pero me apresuro á algo que es divino, es decir, cierto y ab-
tranquilizar vuestra modestia. soluto; de tal suerte, que mientras que
L a Academia puede proclamar alta- el estudio de todas las filosofías induce á
mente, y yo estoy satisfechísimo al de- la duda, el estudio de l a poesía conduce
cirlo en su nombre, que al llamaros á su al entusiasmo.
seno hizo útil y excelente elección. Po- Por vuestros estudios sobre las len-
cos hombres, como vos, han prestado guas, por la flexibilidad y variedad de
tantos servicios á las letras y á las gra- vuestro talento, por la vivacidad de vues-
ves elaboraciones de la inteligencia. tras ideas, siempre agudas, con frecuen-
Sois poeta, y á pesar de serlo en un siglo cia fecundas, por esa mezcla de erudi-
en que la poesía es tan elevada, tan po- ción y de ingenio que hace que en vos
derosa y tan fecunda; en que luchan la no desaparezca del todo el poeta al ejer-
elegía épica con la elegía lírica; entre cer la crítica (aunque la crítica j a m á s
Casimiro Delavigne, que es tan noble, y desnuda enteramente al poeta), es por lo
Lamartine, que es tan grande, habéis que recordáis á la Academia uno de sus
sabido, entre extremos tan opuestos, des- m á s caros y m á s llorados miembros: al
cubrir un nuevo camino y crear una ele- ameno y delicioso Nodier, tan elevado y
g í a que solo es vuestra; habéis dado á tan tierno, al que os asemejáis. Nodier
ciertos desahogos del alma un acento nos recuerda algo de L a Pontaine; vos
nuevo. Vuestro género, casi siempre do- nos recordareis algo de Nodier.
loroso, con frecuencia profundo, vá en P a r e c í a imposible que vos, por la na-
busca de todos los que sufren, ya estén turaleza de vuestros trabajos y por la
en sitios altos, ya caídos, ya sean buenos inclinación de vuestro talento á l a cu-
ó malos. Para llegar hasta ellos vélase riosidad biográfica y literaria, no pensá-
vuestro pensamiento, porque no queréis rais a l g ú n dia detener nuestras miradas
turbar la oscuridad que los envuelve. ante dos grupos célebres de grandes i n -
Sabéis bien, como poeta, que los que genios que dieron al siglo diez y siete
sufren se retiran y ocultan no sé q u é sus dos aspectos m á s originales: el Hotel
sentimiento rudo é inquieto, nacido de la de Rambouillet y Port-Royal. E l uno
v e r g ü e n z a en las almas decaídas y del abrió el siglo diez y siete; el otro le
pudor en las almas puras; y porque lo a c o m p a ñ ó y fortaleció: el uno introdujo
sabéis bien, es por lo que, queriendo ser la imaginación en la lengua; el otro i n -
de los suyos, os ocultáis como ellos. De trodujo la austeridad. Los dos, coloca-
a q u í nace vuestra poesía penetrante y dos, por decirlo así, en las extremidades
t í m i d a á la vez, que hiere discretamente opuestas de la inteligencia humana,
las fibras misteriosas del corazón. han difundido luces diversas. Sus i n -
Como biógrafo, habéis, en vuestros fluencias han sido combatidas dichosa-
Retratos de mujeres, unido el encanto á la mente y combinadas m á s dichosamente
erudición, dejando entrever un moralista todavía, y en ciertos maestros de nuestra
que iguala muchas veces en delicadeza literatura, colocados en cierto modo á
á Vauvenargues, sin resucitar nunca la igual distancia del uno y del otro, en al-
crudeza de L a Rochefoucauld. gunas obras inmortales, que satisfacen
Como novelista, habéis sondeado los á la vez al espíritu en sus deseos de
lados desconocidos de la vida posible, y imaginación y al alma en sus deseos de
resulta en vuestros análisis concienzu- gravedad, se vé mezclarse y confundirse
dos la fuerza secreta que se oculta en la su doble aspecto.
gracia de vuestro talento. De estas dos grandes ramas, que carac-
Como filósofo, habéis confrontado to- terizan una época ilustre y que tan po-
dos los sistemas; como crítico, habéis es- derosamente han influido en Francia
tudiado todos los géneros en literatura. sobre las letras y las costumbres, la pri-
A l g ú n dia completareis y daréis cima mera, el Hotel de Rambouillet, ha obteni-
á estos últimos trabajos, que hoy no do de vos, acá y allá, algunas pinceladas
pueden juzgarse a u n , porque todavía vivas y espirituales; la segunda, Port-
están por terminar en vuestro espíritu, Royal, ha despertado y fijado vuestra
y os convencereis entonces al primer gol- atención. Habéisle consagrado un ex-
pe de vista, como conclusión definitiva, celente libro que, aunque no termina-
de que hay siempre en el fondo de todos do, es sin contradicción la m á s impor-
los sistemas filosóficos algo que es huma- tante de vuestras obras: habéis hecho
no, es decir, vago é indeciso, mientras bien. Es muy digna de estudio y de me-
que hay siempre en el arte, cualquiera ditación esa grave familia de solitarios
que sea el siglo y cualquiera su forma, que ha atravesado el siglo diez y siete,
236 OBRAS D E VICTOR HUGO*

perseguida y aplaudida á la vez, admi- nes. ¡Maravilloso instinto de presencia


rada y odiada, buscada por los grandes _ue irradiaba sobre aquellas almas seve-
y perseguida por los poderosos, y que ha ras! Cómo no insistir en este punto? Edi-
encontrado el medio de sacar de su ais- ficaban la gran fortaleza á toda prisa,
lamiento y pobreza no sé q u é imponente como si presintieran el ataque.
ó inexplicable autoridad y que ha hecho Se ha aicho que esos hombres del siglo
servir las grandezas de la inteligencia iez y siete preveían á los hombres del
para el engrandecimiento de la fe. siglo diez y ocho, y que, pensando en el
Nicole, Lancelot, Lemaistre, Sacy, T i - Dorvenir, inquietos y atentos, sintiendo
llemont, los A r n a u l d , Pascal, glorias 3or no sé qué movimiento siniestro que
tranquilas, nombres venerables, entre las una legión desconocida se ponia en mar-
cuales brillan castamente tres mujeres, cha en las tinieblas, oian venir á lo l e -
ángeles austeros, que muestran en la es, envuelto en la sombra, el sombrío y
santidad la majestad que las mujeres tumultuoso ejército de la Enciclopedia,
romanas mostraban en el heroísmo. Be y entre el rumor fúnebre que oian, creian
l i a y sabia escuela, que instituyó, como adivinar confusamente la triste y fatal
maestro y doctor de la inteligencia, á San 3alabra de Juan Jacobo y la estridente
A g u s t í n , á Aristóteles; que conquistó á carcajada de Voltaire.
la duquesa de Longueville; que formó al Les perseguían, pero esto les preocu-
presidente de Harlay; que convirtió á Daba poco.
T u r e n a , y que hizo nacer al mismo Se ocupaban m á s de los peligros de su
tiempo en San Francisco de Sales la fé en lo futuro que de los dolores de su
dulzura y en el abate de Saint-Cyran comunidad en el presente. Nada pedían,
la severidad. nada querían, nada ambicionaban; tra-
A decir verdad y en todo lo que digo bajaban y contemplaban; vivían en la
tengo presente vuestro libro: la obra de sombra del mundo, pero en l a luz del
Port-Royal no fué literaria m á s que por espíritu. ¡Espectáculo augusto, que extre-
incidencia y en cierto modo^ por decirlo mece al alma hiriendo el pensamiento!
así. E l verdadero objeto de aquellos pen Mientras que Luis X I V r e n d í a la Eu-
sadores tristes y rígidos era puramente ropa, y Versalles maravillaba á P a r í s , y
religioso. la corte a p l a u d í a á Hacine, y el pueblo
Estrechar las ligaduras de l a Iglesia a p l a u d í a á Moliere; mientras que el siglo
dentro y fuera, con más disciplina en e solo respiraba fiesta y victoria; mientras
sacerdote y con m á s creencia en el fiel que todos los ojos admiraban al gran rey
reformar á Roma obedeciéndola; hacer y todos los genios al gran reino, aque-
en el interior y con cariño lo que Lutero llos soñadores, aquellos solitarios, sumi-
hizo en el exterior y con cólera; crear en dos en el destierro, en la cautividad, ex-
Francia, entre el pueblo sufrido é igno puestos á una muerte oscura, m á s ó
rante y la nobleza voluptuosa y corrom menos lejana; encerrados en un claustro
pida, una clase intermedia, buena, estóica destinado á la ruina y cuyos vestigios
y fuerte, el alma de la clase media, i n debía borrar el arado; perdidos en u n de-
teligente y cristiana; fundar una Iglesia sierto á algunos pasos de Versalles, de Pa-
modelo en la Iglesia, una nación mode rís, de la gran m o n a r q u í a , del gran rey;
lo en la nación; t a l era, en fin, la secre laboriosos y pensadores, cultivando la
ta ambición, t a l era el sueño de aquellos tierra, estudiando los textos, ignorando
hombres, ilustres entonces por la tentati lo que hacían la Francia y la Europa,
va religiosa ó ilustres hoy por el resulta buscando en la Santa Escritura las prue-
do literario; y para llegar á t a l fin, para bas de la divinidad de Jesús, buscando en
fundar la sociedad s e g ú n la fó entre las la creación la glorificación del creador
verdades necesarias, la m á s necesaria á y con los ojos fijos ú n i c a m e n t e en Dios,
sus ojos, la m á s luminosa, la m á s eficaz meditaban sobre los libros sagrados y
era la que les demostraba m á s palmaria sobre la naturaleza eterna, con la Biblia
mente ante la fó y la razón, dada la abierta en la Iglesia y con el sol balan-
fragilidad del hombre, probada por la ceándose en los cíelos.
mancha original, l a necesidad de u n Dios Su paso no ha sido inútil. Vos lo ha-
redentor, la divinidad de Cristo. Todos béis dicho en el notable libro que ellos os
sus esfuerzos se encaminaban á este ob han inspirado: dejaron sus huellas en la
jetivo, como si adivinaran que en él es teología, en la filosofía, en la lengua, en
taba el peligro, y para ello amontonaron la literatura, y aun hoy t o d a v í a es Port-
libros sobre libros, pruebas sobre prue- Royal, por decirlo así, la luz interior y
bas, demostraciones sobre demostracio- misteriosa de algunas almas elevadas.
ANTES D E L D E S T I E R R O . 237
Su vivienda ha sido demolida, su campo i por la libertad, los quince que tuvimos
ha sido arruinado, sus tumbas han sido 1 de lucha por la civilización, y en esa
violadas; pero su memoria es santa, sus época, aquel momento en que c a y ó l o
ideas están en pié, y de las semillas que que era tan grande, que su caida pareció
sembraron, muchas han germinado en la caida de toda la Francia. L a catás-
las almas, algunas en los corazones. troíe fué decisiva y completa; todo ter-
¿Por q u é esta victoria á través de tales minó en un dia. L a Roma moderna fué
calamidades? ¿Por q u é este triunfo á pe- entregada á los hombres del Norte, como
sar de aquella persecución? le sucedió á la Roma antigua; el ejército
No solo lo han conseguido por ser su- de Europa entró en la capital del mun-
periores, sino t a m b i é n por ser sinceros, do; las banderas de veinte naciones flo-
porque creian, porque estaban conven- taron desplegadas al toque de las corne-
cidos que marchaban hacia su objeto tas en nuestras plazas públicas; otras
con voluntad y con fé profundas. veces venian t a m b i é n así á nuestras ca-
Despues de haber leido y meditado su sas, pero cambiando de señores en el ca-
historia, parece que nos tentemos á ex- mino.
clamar: ¿Queréis tener grandes ideas y Los caballos de los cosacos pacieron
hacer grandes cosas? Creed! tened fó! en las yerbas de las T u l l e r í a s . ¡Este es-
Creed en la humanidad, en el génio, en pectáculo presenciamos! Los que entre
el porvenir, en vosotros mismos. Sabed nosotros eran ya hombres entonces recor-
dé dónde venís para saber á dónde vais, d a r á n su profunda indignación; los que
L a fé es buena y sanea el espíritu. No entre nosotros éramos niños nos acorda-
basta pensar, es preciso creer. De la fé y mos de nuestro asombro doloroso,
de la convicción arrancan en l a moral L a humillación era terrible; Francia
las acciones santas y en la poesía las encorvaba la cabeza en el sombrío silen-
ideas sublimes. ció de Niobe; venia de ver caer, á cuatro
No estamos ya en l a época de aquellos jornadas de Paris, en el último campo de
grandes desenvolvimientos de una idea batalla del imperio, á los veteranos hasta
puramente religiosa. Sobre aquellos en- entonces invencibles y que recordaban a l
tusiasmos, Voltaire y la ironía han pa- mundo las legiones romanas que glori-
sado. Pero digámoslo en voz alta, va- ficaron á César y á la infantería española
n a g l o r i á n d o n o s de lo que nos queda de de que habló Bossuet. ¡Perecieron con
entusiasmo: todavía hay lugar en n ú e s - sublime muerte aquellos héroes vencidos
tras almas para las creencias eficaces, y y nadie osó pronunciar sus nombres! ¡Rei-
su generosa llama aun no se haextingai- naba profundo silencio; n i se oia u n grito
do en nosotros. de dolor n i una palabra de consuelo! Pa-
Semejante dón, una convicción cual- recia que se tenia miedo al valor y ver-
quiera, constituye hoy, como antes, la g ü e n z a de la gloria,
identidad propia del escritor. De repente se levantó una voz en me-
E l pensador puede t a m b i é n en este si- dio de aquel silencio, voz hasta enton-
glo tener su fé santa, su í é ú t i l , y creer, ees desconocida, hablando á todas las
vuelvo á repetir, en l a patria, en la inte- almas con un acento simpático, llena de
ligencia, en la poesía, en la libertad. E l fé por la p á t r i a y de religión por los he-
sentimiento nacional, por ejemplo, ¿no roes. Esta voz honraba á los vencidos y
forma por sí solo una religión? Bien decia:
puede suceder que la fé en la p á t r i a , el ^Oh dolor! ¿Qué es lo que se presenta
sentimiento patriótico, profundamente ante mis ojos? ¡ E n medio de inmensos
exaltado, en ciertas circunstancias con- torbellinos de humo y de fuego, solo el
vierta á un hombre en un Tirteo, que sagrado regimiento contra u n ejército
r e ú n a innumerable m u l t i t u d al lanzar el entero le afronta y se prepara á morir.,,
grito de su alma y dé á la palabra de u n Esta voz, que reanimaba el espíritu
adolescente el e x t r a ñ o poderío que con- abatido de la Francia, continuó diciendo:
mueve á todo un pueblo. "Porque lloro sus desgracias y me
A propósito de esto; ya que hasta a q u í enorgullezco con sus victorias, depongo
me ha conducido el asunto, permitidme á sus pies mis alegrías y mis dolores;
antes de terminar que os traiga á la me- tengo cantos para todas sus glorias y
moria u n recuerdo. l á g r i m a s para todos sus pesares.,,
Era una época, pero una época fatal, ¿Quién p o d r á decir el efecto que pro-
en que treinta años de una paz fecunda dujeron estas tiernas y arrogantes pala-
no h a b í a n podido borrar de nuestra me- bras? Fueron para todas las almas una
m o r í a l o s quince que tuvimos de lucha [chispa eléctrica y poderosa, una excla-
238 OBRAS D E VICTOR HUGO.

mación frenética para todos los pechos, hombre de génio no cambiarla su mejor
que acogieron estas estrofas con yo no sé libro por el insigne honor de haber agi-
q u é mezcla de cólera y de amor, y con- tado entonces, con u n movimiento de
virtieron en un solo dia á un jóven des- alegría y orgullo, el corazón de la Fran-
conocido en el poeta nacional. L a Fran- cia, agobiada y desesperada? H o y que la
cia irguió la cabeza, y á partir de este hermosa alma del poeta ha desaparecido
momento, en este pais, que hace mar- tras el horizonte desde donde nos envia
char siempre al frente de todo su grande- aun sus resplandores, recordemos con
za m i l i t a r y su grandeza literaria, l a enternecimiento su alborada tan deslum-
fama del poeta se ligó en el pensamiento brante y tan pura.
de todos á l a catástrofe, como para ami- Patriótico reconocimiento debe unirse
norarla y desvanecerla. Digámoslo, por- siempre á la noble poesía que inspiró
que es glorioso decirlo: á la m a ñ a n a si- tan noble acción; que a c o m p a ñ e siempre
guiente del dia en que Francia inscribió á Casimiro Delavigne, y después de ha-
en su historia esta palabra nueva y fúne- ber coronado su vida, se trueque en una
bre: Waterlóo, g r a b ó t a m b i é n en sus fastos aureola en su tumba.
este nombre, jóven y brillante: Casimiro Dichoso debe ser el hijo de quien pue-
Delavigne. de decirse: H a consolado á su madre!
¡Recuerdo envidiable del generoso Dichoso el poeta del que se puede de-
poeta! Q-loria digna de envidia! ¿Qué cir: H a consolado á su p á t r i a !
CAMARA. DE LOS PARES.

1845 A 18-48.
CÁMARA D E LOS PARES.
18 4 5 A 1848.

L A . P O L O N I A . 11 deza de la cuestión que se agita. Es l a


civilización misma á quien se compro-
19 Marzo 1846.
mete, á quien se ofende, con los actos que
todos hemos visto cometerse en un r i n -
cón de Europa; actos, señores, que no
Señores: quiero calificar por no irritar m á s l a
Diré muy pocas palabras, cediendo á llaga, aun viva y sangrienta. Mientras
un sentimiento irresistible que me llama lo digo, y lo digo m u y alto, la civiliza-
á esta tribuna. ción europea recibirá u n golpe rudo, si
L a cuestión que en este momento se no se eleva protesta alguna contra el
debate ante esta noble Asamblea no es proceder del gobierno austríaco para con
una cuestión ordinaria, pues v á m á s allá la Galitzia.
de la extensión habitual de las cuestio- Desde hace cuatro siglos, solo dos na-
nes ordinarias y r e ú n e en una c o m ú n y ciones, entre todas, han jugado un papel
universal adhesión las disidencias m á s desinteresado en la civilización europea,
declaradas y las opiniones m á s contra- y estas dos naciones son: la Francia y l a
rias; pudiéndose decir, sin temor á ser Polonia.
desmentidos, que nadie en este recinto, Notad esto, señores: Francia disipó las
nadie, se muestra indiferente á tan no- tinieblas; Polonia empujó l a barbarie.
bles emociones, á tan grandes simpa- Francia esparció las ideas; Polonia c u -
tías. brió l a frontera. E l pueblo francés ha
¿De dónde procede este sentimiento sido el misionero de la civilización en
unánime? De que todos conocéis la gran- Europa; el pueblo polaco ha sido el ca-
ballero.
(1) En la discusión del proyecto de ley relativo á los se- Si el pueblo polaco no hubiera cum-
cretos gastos, M. de Montalembert luchó por la causa de la Po- plido su destino, el pueblo francés no
lonia, conjurando al gobierno á que saliera de su política egois-
ta. M. Guizot respondió que el gobierno del rey persistiría en habria podido cumplir el suyo.
las dos reglas de co iducta que se habia impuesto: k no inter- L a Polonia tuvo en otro tiempo u n
vención en los negocios de Polonia y en los socorros y el asilo Sobieski, ante una invasión formidable
ofrecido á los desgraciados poloneses. «La oposición, dijo mon-
sieur Guizot, puede usar el lenguaje que le plazca, y, sin hacer de la barbarie, como Grecia tuvo u n Leó-
nada ni proponer nada, dar á sus reproches todo el amargor y á nidas.
sus esperanzas toda la amplitud que le convenga. Tratamos con
bastante (y por respeto no digo demasiado), con bastante mora- Ved a q u í , señores, hechos que no pue-
lidad, dignidad y verdadera caridad á ios poloneses p ira no pro- den borrarse de la memoria de las nacio-
meter ni decir más de lo que realnente se hace.» Kn fin, mon- nes. U n pueblo que ha trabajado por los
sieür Guizot tuvo el debate empeñado por inútil, y no pensó
que la discusión de los derechos de la Polonia y la expresión del otros pueblos, es como u n hombre que ha
juicio de la Francia pudieran producir beneficio alguno para la trabajado por los d e m á s hombres, y por
reconstitución de la nacionalidad polonesa. El gobierno francés, consiguiente, debe ser acreedor al reco-
según M. Guizot, debia llenar el deber de neutralidad en el
continente, obedeciendo al interés legítimo de su nocimiento y simpatías de todos; y si,
pais y á los sentimientos de su alma. Después del prín- por la dureza de los tiempos, este pueblo,
cipe de Moscovia, que contestó á M. Guizot, subió á la t r i -
buna \!. Víctor Hugo. Este discurso, el primero político que
que j a m á s ha tenido m á s egoísmo que el
pronunció Víctor Hugo, fué recibido con bastante frialdad. de la ley, que siempre ha consultado su
TOMO I V . 31
OBRAS D E VICTOR HUGO.

generosidad y sus nobles y poderosos Lo que me ha inducido á tomar la pa-


instintos que le arrastraban á defender labra ha sido que, como vosotros, siento
la civilización; si este pueblo, digo, vie- lo que toda Francia, y creo que Polonia
ne á reducirse á un pequeño pueblo, debe, j a m á s debe recurrir á ella en vano, por-
sin embargo, considerársele como á una que l a civilización se ofende con los
gran nación. actos recientes del gobierno austríaco.
Esta, señores, es l a situación de Polo- E n lo que acaban de hacer en Galitzia,
nia. Pero Polonia, señores pares, aun es los aldeanos no han recibido paga, al me-
grande entre nosotros; aun tiene las sim- nos se niega; pero es cierto que fueron
p a t í a s de Francia y los respetos de Euro- provocados y escitados. ¡Es una impru-
pa, para quien todavía es grande. ¿Y esto dencia resguardarse de una revolución
por qué? Porque ha servido á la comuni- política en una revolución social! ¡Temer
dad europea, porque en ciertos tiempos á los rebeldes y crear bandidos!
ha prestado á la Europa servicios que no Que hacer mientras? Hó a q u í la cues-
se olvidan j a m á s . tión que nace de los hechos mismos y que
Cuando, hace ochenta años, esta na- se presenta en todas partes.
ción fué borrada entre las naciones, un Señores pares: esta tribuna tiene un
sentimiento doloroso, un profundo senti- deber, y precisa que lo cumpla. Si ca-
miento de respeto se manifestó en toda lla, el señor ministro de Negocios ex-
la Europa. tranjeros, ese espíritu elevado, será el
Polonia fué condenada en 1773; ochen- primero, no lo dudo, en deplorar su si-
ta años han pasado, y nadie puede decir lencio.
que t a l hecho se haya cumplido. A l cabo Señores: los elementos que componen
de ochenta años, este grave hecho de l a el poder de una gran nación no son so-
cancelación de un pueblo no se ha cum- lamente sus flotas, sus ejércitos, la sabi-
plido aun. d u r í a de sus leyes y la extensión de su
Haber desmembrado la Polonia fué territorio, sino t a m b i é n su influencia mo-
el remordimiento de Federico I I ; no ha- ral, la autoridad de su razón y de sus
berla levantado ha sido el pesar de Na- ideas, su ascendiente entre las naciones
poleón. civilizadoras.
L o repito: cuando una nación ha pres- Pues bien, señores, lo que se os deman-
tado al conjunto de las otras naciones da no es lanzar á la Francia en lo impo-
servicios brillantes, j a m á s puede desapa- sible y en lo desconocido; lo que se os pide
recer; vive, vive siempre. comprometer en esta cuestión no son
Oprimida ó dichosa, debe encontrar los ejércitos y las flotas de la Francia, n i
s i m p a t í a s y adhesiones que la sostengan. su poderío continental y militar, sino
Ciertamente, y podría dispensarme de su ascendiente moral, la autoridad que
decirlo, no soy de los que apelan á los goza tan l e g í t i m a m e n t e entre los pue-
conflictos de los poderosos y á las con- blos esta gran nación, que desde hace
flagraciones populares. Los escritores, los tres siglos pone al servicio del mundo
artistas, los poetas y los filósofos son los entero todos sus experimentos en la civi-
hombres de la paz. L a paz hace fructifi- lización y en el progreso. Pero se dirá:
car las ideas al mismo tiempo que los q u é significa una intervención moral?
intereses. Magnífico espectáculo, desde ¿Puede, con esto, obtener resultados ma-
hace treinta años, ofrece l a inmensa paz teriales y positivos esa nación?
europea, la gran u n i ó n de las naciones Pongamos un ejemplo por via de con-
en el trabajo universal, de la industria, testación.
de l a ciencia y de l a idea. E l trabajo es A l principio del último siglo, la Inquisi-
la civilización misma. ción española era todavía poderosa; ejer-
Estoy satisfecho por lo que á m i país cía u n poder formidable que dominaba
corresponde en esta paz, fecunda por su al trono, con leyes que h a b í a n casi muer-
próspera y libre situación bajo el rey to ya en las costumbres.
ilustre que la gobierna; pero p l á c e n m e E n la primera mitad del siglo diez y
los extremecimientos que le agitan cuan- ocho, desde 1700 á 1760, el Santo Oficio
do l a humanidad se siente violada, ó la causó lo menos doce m i l víctimas, de las
libertad oprimida en cualquier punto del cuales m i l seiscientas murieron en la ho-
globo, como t a m b i é n verle tomar y guar- guera. Ahora bien, escuchadme: en la
dar, en medio de la paz de Europa, una segunda mitad del mismo siglo, esta mis-
actitud á la vez serena y temerosa; serena ma Inquisición ya no causó m á s que no-
por lo que espera, temerosa por lo que re- venta y siete víctimas. ¿Pero c u á n t a s
cuerda^ hogueras incendió? U n a sola, solo una!
ANTES D E L D E S T I E R R O . 213
Ahora comparad estas dos cifras, doce tólica y potente en una época que la E u -
m i l y noventa y siete; m i l seiscientas ropa era b á r b a r a .
hogueras y una sola, y decidme: ¿qué ha Hoy dia Francia ha heredado una
operado este adelanto? Una guerra? ¿La parte de ese poder espiritual de Roma,
intervención directa y armada de una porque tiene, en todo lo que respecta á
nación? ¿El esfuerzo de nuestras ñotas a civilización, la autoridad que Roma
y de nuestros ejércitos? ¿Nuestra diplo- tenia y tiene todavía en todo lo que se re-
macia simplemente? No, señores; una i n - laciona con la religión.
tervención moral. Hablaron Voltaire y No os admiréis, señores, de oirme mez-
la Francia y m u r i ó la Inquisición. clar estas palabras, civilización y reli-
Hoy, lo mismo que entonces, una i n - gión; la civilización es la religión apli-
tervención puede bastar. cada.
Que la prensa y la tribuna francesa L a Francia ha sido y es todavía m á s
eleven su voz; que la Francia hable, y que nunca la nación que preside al des-
veréis cómo l l e g a r á un dia en que rena- arrollo de los otros pueblos.
cerá la Polonia. De esta discusión resulta que los prín-
Sí, que Francia hable, y veréis cómo cipes que poseen pueblos no los poseen
los actos salvajes que hoy deploramos ya como señores, sino como padres; el único
no se verificarán, y Austria y Rusia se señor, el verdadero señor, está en otra
parte; la soberanía no se encarna en las
verán obligadas á imitar la noble con-
dinastías n i en los príncipes, n i mucho
ducta de Prusia y á aceptar las no-
menos en los pueblos; e n c u é n t r a s e en un
bles simpatías de Alemania por la Po-
punto m á s elevado: la soberanía se en-
lonia. cuentra en todas las ideas de órden y de
Señores, no digo m á s que una palabra: justicia; la soberanía solo vive en l a
la unidad de los pueblos se encarna de verdad.
dos modos: en las dinastías y en las na- Cuando u n pueblo se siente oprimido,
cionalidades. Solo de este modo, bajo la justicia sufre, y la verdad, la soberanía
esta doble forma, es como se cumple esa del derecho queda ofendida; cuando un
difícil tarea de la civilización, esa obra príncipe es injustamente ultrajado ó
c o m ú n de la humanidad; de esta manera derribado del trono, sufren igualmente
es como resultan reyes ilustres y pueblos la justicia y la civilización. Hay una
poderosos. Solo por la nacionalidad ó eterna solidaridad entre las ideas de jus-
por la dinastía, el pasado de un imperio ticia que forman el derecho de los pue-
es fecundo y puede producir el porvenir. blos y las ideas de justicia que forman el
Y si d á resultado fatal que los pueblos derecho de los príncipes. Decídselo hoy
destruyan las dinastías, lo d á m á s fatal á las testas coronadas, como se lo diréis
todavía que los príncipes destruyan las á los pueblos m a ñ a n a .
nacionalidades.
Aunque los hombres que gobiernan á
Señores, l a nacionalidad polaca era los demás hombres lo oculten, el poder
gloriosa y debió ser respetada. moral de la Francia es inmenso.
Que la Francia aconseje á los prínci- E n cierto tiempo la maldición de
pes y ponga t é r m i n o á los obstáculos y Roma hizo salir u n imperio fuera del
á las barbaries. Porque cuando Francia mundo religioso; hoy l a indignación de
habla, el mundo escucha, y cuando acon- Francia puede arrojar un príncipe fuera
seja, se verifica un trabajo misterioso en del mundo civilizado.
los espíritus, que hace germinar en to- Precisa, pues, precisa que l a tribuna
dos los pueblos las ideas de derecho y francesa eleve en favor de l a nación po-
de libertad, de humanidad y de razón. laca su voz desinteresada é independien-
E n todos los tiempos y en todas las te; que proclame en esta ocasión, como
épocas, Francia ha jugado u n papel en todas, las eternas ideas de órden y de
importantísimo en la civilización, y su justicia, y que solo en nombre de las
poder solo era espiritual, el mismo que ideas de estabilidad y civilización de-
ejerció Roma en la Edad Media. E n fienda la causa de la oprimida Polonia.
esta época, Roma no era m á s que u n Después de todas nuestras discordias y
Estado de cuarta clase, pero hoy es po- de nuestras guerras, las dos naciones de
tencia de primer órden. Por qué? Porque las que hablé al principio, l a Francia}
Roma se apoyaba en la religión de los que ha educado y madurado la civiliza-
pueblos; sobre esa base nacen todas las ción de Europa, y Polonia, que la ha de-
civilizaciones. fendido, han sufrido destinos diversos: l a
H é aquí, señores, lo que hizo Roma ca- una ha sido disminuida, pero permane*
OBRAS D E VICTOR HUGO.

ce grande; la otra ha sido encadenada, | E l objeto de esta gran ley, y que de-
pero permanece altiva. jloro no verlo en ella, es el siguiente:
Esas naciones debian hoy entenderse y mantener, consolidar y mejorar, bajo el
guardarse la una á la otra la profunda doble punto de vista militar y comercial,
s i m p a t í a de dos hermanas que han l u - "a configuración del litoral de Francia.
chado juntas. Ambas, lo he dicho y lo (Movimiento de atención.)
repito, han hecho mucho por Europa; la Señores: si se os dijera que una de
una prodigándose y la otra sacrificán- vuestras fronteras está amenazada; que
dose. un enemigo, á toda hora, en todo tiem-
Voy á resumir lo dicho en pocas pa- po, dia y noche, cerca y sitia una de
labras para terminar. L a intervención vuestras fronteras; que la invade sin ce-
de la Francia en la trascendental cues sar; que usurpa sin descanso; que hoy os
tion que nos ocupa no creo que debe ser roba una lengua de tierra, m a ñ a n a una
material, directa n i militar; creo que aldea, al otro una villa fronteriza; si se
debe ser intervención puramente moral os dijera esto, al momento se l e v a n t a r í a
debe ser la manifestación de adhesión y esta C á m a r a como u n solo hombre y la
s i m p a t í a de u n gran pueblo, dichoso y parecerían escasas todas las fuerzas del
próspero, á otro pueblo oprimido y aba- pais para defenderle contra peligro tan
tido. N i m á s n i menos. formidable. Pues bien, señores pares: esta
frontera existe en nuestro litoral; este
enemigo existe; es el Océano. (Movi-
miento.)
E l señor ministro de Obras públicas
di sabe, como yo, que las degradaciones de
CillCIi í IFiSA DEL LlIiiL las costas de Francia son numerosas y
rápidas; sabe t a m b i é n que la inmensa
27 Junio y l . " Julio 1846.
costa brava, que comienza en la emboca-
dura de la Somme y termina en la em-
Señores: bocadura del Sena, está en u n estado de
demolición p e r p é t u a .
Me adhiero á las observaciones pre
sentadas por el señor ministro de Obras No ignoráis que el mar se estrella in-
públicas. cesantemente contra las costas, y que del
Las degradaciones que trata de obviar mismo modo que la acción atmosférica
marchan, precisa decirlo, con espantosa desgasta los montes, desgasta t a m b i é n
rapidez. las costas la acción del mar. Solo que
Existe para m í y para los que han estu- en la acción atmosférica complícanse
diado esta materia verdadera urgencia. m u l t i t u d de fenómenos...
E n m i concepto, el proyecto de ley al- Dispénseme la C á m a r a si entro en de-
canza una extensión m á s grande que en talles, detalles que creo m u y útiles para
concepto de sus autores. demostrar la urgencia del proyecto ac-
L a ley que se os ha presentado no es tual y la urgencia de m á s grandiosa ley
m á s que una p e q u e ñ a parte de una gran sobre la materia en cuestión.
ley, de una gran ley posible, de una gran Señores: acabo de decir que la acción
ley necesaria; ley que, lo declaro, desea- atmosférica que incesantemente obra so-
rla ver discutida por las C á m a r a s ; desea- bre los montes se complica con mul-
rla verla presentada y sostenida por el t i t u d de fenómenos que pueden retardar-
recto criterio y la elocuente palabra del la; tanto, que se necesitan millares de
distinguido ministro que desempeña en años para que dicha acción atmosférica
este momento la cartera de Obras p ú - pueda demoler una muralla como los
blicas. Pirineos, ó crear una ruina como el circo
Q-avarnie, ruina que es al mismo tiempo
(1) En la sesión de 27 de Junio ocurrió un incidente moti-
el m á s maravilloso de los edificios. Por el
vado por M. de Boissy sobre la orden del dia. La Cámara tenia contrario, las olas del mar necesitan muy
(¡ue discutir dos proyectos de ley: el primero referente á traba- poco tiempo para deprimir una costa; u n
Jos que se habian de verificar en diferentes puertos de comer- siglo ó dos; á veces menos de cincuenta
cio; el segundo decretaba el rescate de la ensenada de Courseu-
lles. VI. de Boissy queria que la discusión del primero de estos años, y á veces u n solo golpe de mar en
proyectos, que llevaba quince millones de gasto, fuese remitido los dias del equinoccio basta para que la
para después del voto del presupuesto de ingresos. La proposi-
ción de lVÍ. de Boissy, combatid.! por M . Dumou, ministro de depresión se verifique, porque en las on-
Obras públicas, y por M. Tupinie% relator en la colisión que das del mar existe, a d e m á s de la destruc-
habia examinado los proyectos de ley, fué desechada después ción continua, la destrucción brusca.
de este discurso de M. Víctor Hugo.
L a discusión tuvo lugar en la sesión del 29. Si se quisieran contar las depresiones
ANTES D E L D E S T I E R R O . m
diarias que se verifican desde la embo- provecho de nuestra marina militar y
cadura del Somme tías ta la embocadura mercante la configuración de nuestro
del Sena, causariau espauto. Etretat se itoral, es el fin que nos debemos propo-
hunde sin cesar; Bourgdault tenia dos ner. L a ley actual no tiene m á s que
aldeas: la aldea de la orilla del mar y la un defecto: no le falta la urgencia; le fal-
aldea de lo alto de la costa. L a primera ta grandiosidad.
ha desaparecido; solo existe la segunda. Quisiera que la ley perteneciese á u n
Habia allí una iglesia que se veia aun tema, que formara parte de un conjun-
hace treinta anos, sola y de pié en medio to, que el ministro nos la hubiese presen-
de las ondas, como un navio encallado. tado basada en un gran fin y con vastas
U n dia sopló el huracán, vino u n golpe miras, y que Francia hubiera acometido
de mar y la iglesia fué á pique. Nada numerosos trabajos importantes, sérios y
queda hoy de aquella población de pes- considerables, encaminados á ese fin.
cadores, de aquel pequeño puerto tan Porque esta cuestión, señores, repito, es
útil. de interés nacional.
Señores, no ignoráis que Dieppe se H é aquí, puesto que la C á m a r a me d á
obstruye todos los dias y que todos nues- á n i m o para haolar, lo que creo que debe
tros puertos de la Mancha se encuentran lamarla la atención.
en estado grave, y, por decirlo así, ata L a corriente de la Mancha...
cados de una enfermedad seria y pro- EL SEÑOR, CANCILLER: Ruego al orador
funda. se ciña al proyecto que se está discu-
¿Os h a b l a r é del Havre, cuya situación tiendo.
débeos preocupar m á s todavía? M . VÍCTOR HUGO: Me permito hacer
Insisto sobre este punto, y porque sé notar al señor Canciller lo siguiente:
que no ha sido incluido en la ley, quisie- L a ley se presenta siempre bajo dos
ra que se fijara en él el señor ministro puntos de vista: bajo el punto de vista
de Obras públicas. Pero antes suplico á especial y bajo el punto de vista gene-
la C á m a r a me permita indicar, siquiera ral. Acabamos de tratarla bajo el pri-
sea r á p i d a m e n t e , cuáles tóerán los fenó- mer punto, y ahora corresponde tratarla
menos que, en plazo muy breve, des bajo el segundo.
t r u i r á n ese gran puerto, que es en el Pero sabéis que esta ley encierra cues-
Océano lo que Marsella en el Mediter- tiones muy graves, y deseáis, sin duda,
ráneo. que estas cuestiones pasen ante la Cá-
Señores: hace algunos dias discutióse mara sm que ésta las trate n i discuta.
ante vosotros, con notable lucidez, la Lo que se discute en este momento es
cuestión de la marina, cuestión que ha la cueation de urgencia; creo que nos
sido t a m b i é n tratada en otro recinto con ocupamos de esto, y siendo así, estoy de
i g u a l superioridad. lleno en la cuestión, y creo t a m b i é n tener
E l poder m a r í t i m o de una nación des derecho para demostrar á esta ilustrada
cansa sobre cuatro elementos: los navios C á m a r a que existe la urgencia, porque
la marina, las colonias y los puertos urgen tuüas las cuestiones del litoral.
Cito este el último, aunque debe ser e Si ahora, entre los argumentos de que
primero. debo valerme, presento el hecho de una
Ahora bien: la cuestión de los navios gran inminencia, de un peligro palpa-
la marina se ha estudiado ya profunda ble, cierto, evidente para todos y en
mente; la cuestión de las colonias se t r a t ó particular para el señor ministro de
aunque á la ligera; la cuestión de los Obras públicas, paréceme que puedo,
puertos, no solo no se ha tratado, sino que debo invocar esa gran urgencia,
que n i siquiera se ha entrevisto, y por señalar ese peligro; y si a d e m á s acierto
eso la presento hoy, si no para tratarla á demostrar que en ello hay u n verda-
á fondo en este momento, ai menos para dero interés público, no h a b r é empleado
indicarla. mal el tiempo que la C á m a r a me conceda
Del gobierno deben venir los grandes para hablar.
impulsos; pero de las C á m a r a s , y de ésta Si la cuestión de la órden del dia se
en particular, deben partir las grandes opone á que continúe un desenvolvi-
indicaciones. miento que creo necesario, suplicaré á l a
Señores: como voy á ocuparme de los C á m a r a , si así lo cree, que me reserve l a
m á s grandes intereses de la Francia, su- palabra para el momento en que se dis-
plico á la C á m a r a que se penetre bien de cuta esta ley, pues creo necesario entrar
lo que voy á decir. L o repito ó insisto en en algunos detalles. E n este momento
ello: mantener, consolidar y mejorar en solo hablo en apoyo de l a urgencia del
OBRAS D E VICTOR HUGO.

proyecto de ley. Apruebo la insistencia de esta cuestión, tan digna de ocupar,


del señor ministro de Obras publicas; por m á s de un concepto y en muy alto
es más; la apoyo con todas mis fuerzas. grado, la respetabilísima atención de
Nos concedéis una ley pequeña, ¡sea!; esta Asamblea.
la voto, la voto con todo apresurainien- No es esto, no obstante, en la ú l t i m a
to; pero provoco una m á s grandiosa. hora de una sesión, n i en los últimos
Solo nos procuráis trabajos parciales; momentos de una legislatura, cuando
vengan, los apruebo; pero querría mejor semejante cuestión puede ser tratada en
trabajos generales. sus detalles n i examinada ampliamen-
Insisto en l a importancia de la cues- te. No se explora en tan corto tiempo el
tión. vasto horizonte que se nos aparece de
Señores: toda nación, que es á la vez repente. Por eso solo me l i m i t a r é á
continental y m a r í t i m a como la F r a n - echar una r á p i d a mirada sobre él y á
cia, debe tener siempre tres fines que do- hacer algunas consideraciones generales
minan á todos los otros, y de los cuales que me lleven á fijar, si es posible, la
provienen los demás. E l primero es me- atención de la C á m a r a , la atención del
jorar l a condición de la población; el señor ministro de Obras públicas y la
segundo, mantener y defender la inte- atención del pais.
gridad del territorio; el tercero, mante- M i objeto es hoy, ya lo dije al princi-
ner y consolidar la configuración del l i - pio y lo voy á repetir en dos palabras,
toral. votar una ley p e q u e ñ a y hacer redactar
Mantener el territorio, es tanto como una grande.
v i g i l a r al extranjero; consolidar el lito- Señores pares: no hay por q u é disimu-
r a l , tanto como vigilar el Océano. lar que el estado del litoral de Francia
Y ved a h í tres cuestiones de primer es generalmente alarmante, y que en
orden: el pueblo, el territorio y el litoral. muchos puntos se vé destroncado y ame-
De estas tres, las dos primeras se pre- nazado en casi todos. Podria citar nume-
sentan frecuentemente bajo todas las rosos hechos, pero me limitaré á uno solo,
formas en las deliberaciones de las Asam- hecho sobre el cual principié á atraer
bleas, y luego que la imprevisión de los vuestras miradas en una de las preceden-
hombres las retira de la orden del dia, tes sesiones; hecho de una gravedad suma
la fuerza de las cosas vuelve á reponer- y que h a r á comprender de q u é naturale-
las en esa órden. za son los fenómenos que auienazan ar-
L a tercera cuestión, el litoral, parece ruinar una parte de nuestros puertos y
preocupar mucho menos la atención de deformar l a configuración de las costas
los cuerpos deliberantes. ¿Es porque se de Francia.
presenta m á s oscura que las otras dos? Para esto, señores, reclamo vuestra
A la verdad exige ciertos datos especia- atención y vuestra benevolencia, porque
les, porque envuelve á la vez conoci- pretendo una cosa m u y difícil; pretendo
mientos políticos y geológicos; pero siem- explicar á la C á m a r a , en pocas palabras
pre, como las otras dos, contiene u n y con desnudez de términos técnicos, un
verdadero interés público. fenómeno á cuya explicación consagra
Cada vez que la cuestión del l i t o r a l , y la ciencia volúmenes enteros. Seré breve
del litoral de Francia en particular, asal- y t r a t a r é de ser claro *
ta m i mente, hó a q u í la gravedad é i n - Todos conocéis m á s ó menos vaga-
quietud que me ocasiona la degradación mente la situación grave del Havre;
de nuestras dunas y de nuestras acanti- pero, ¿os dais cuenta del fenómeno que
ladas costas; la ruina de las poblaciones ocasiona t a l situación y de lo que esa si-
ribereñas; el obstruimiento de nuestros tuación indica? Voy á tratar de hacerlo
puertos; el cegamiento de las embocadu- comprender á la C á m a r a .
ras de nuestros ríos; la formación de Las corrientes de l a Mancha se apoyan
barras y escollos, que hacen la navega- en la extensa costa brava de N o r m a n d í a ,
ción dificilísima; l a frecuencia de los si- batiéndola, m i n á n d o l a y deprimiéndola
niestros; l a disminución de la marina p e r p é t u a m e n t e . Esta demolición colosal
m i l i t a r y de la marina mercante; en fin cae en el agua, el agua se apodera de
señores, veo nuestra costa de Francia ella y la arrastra; la corriente del Océa-
desnuda y descarnada, en presencia de no recorre la costa arrastrando esta enor-
la costa de Inglaterra, armada, defendi- me cantidad de materias, toda la ruina
da y formidable. de l a costa brava; en su camino encuen-
E l movimiento de la C á m a r a me prue- tra á Tréport, Saint-Valery-en-Caux,
ba que vé y que comprende la magnitud F é c a m p , Dieppe, Etretat, todos nuestros
ANTES D E L D E S T I E R R O . 247
puertos de la Mancha, que los obstruye á lo hasta a q u í citado. ¿Qué podría cita-
y pasa m á s a l l á . Llegada al cabo de la ros m á s alarmante que tan gran puerto
Heve, la corriente encuentra, ¿qué diréis? amenazado de tan inminente peligro?
al Sena, que desemboca en el mar. Hó Cuando se examina el conjunto de
aquí dos fuerzas frente á frente; el rio que causas que amenazan la deformación de
desciende y la mar que pasa y que sube. nuestro litoral... (Pido perdón á la Cá-
Qué pasa entre estas dos fuerzas? Em- mara si empleo a q u í un paréntesis; pero
péñase una lucha; y lo primero á que me creo en el deber de decirla que no
dan lugar esas dos fuerzas que luchan soy del todo profano en esta materia.
es al depósito de las materias que arras- Hice en mis primeros años, cuando me
tran; el rio deposita sus aluviones, la encontraba en la Escuela politécnica, es.-
corriente las ruinas de la costa. Este de- tudios preliminares; desde entonces en
pósito se verifica, ¿dónde diréis? Precisa- diferentes navios he pasado mucho tiem-
mente en el lugar donde la Providencia po á bordo; m á s aun, durante muchos
ha colocado el Havre-du-G-race. años he recorrido todo nuestro litoral del
T a l fenómeno ha despertado, desde Océano y del Mediterráneo, estudiando
hace tiempo, el interés de los diferentes con el profundo interés que despierta en
gobiernos que se han sucedido. E n 1784 mí todo lo que pertenece á Francia y á
se ordenó un sondaje, que practicó el i n - la naturaleza y la cuestión que he some-
geniero Degaule. tido á vosotros, aunque parcialmente, en
Cincuenta años después, en 1834, se este momento.) Prosigo.
practicó otro sondaje por los ingenieros Dicho fenómeno, que he tratado de
del Estado. Existen y se les puede con- explicar á la Cámara; fenómeno que
frontar los mapas especiales de estos dos amenaza al puerto del Havre, y que en
sondajes. Hó a q u í lo que demuestran es- tiempo dado robará á Francia ese gran
tos mapas: puerto, su principal puerto en la Man-
Precisamente en el sitio donde se en- cha; ese fenómeno se produce t a m b i é n
cuentran las dos corrientes, delante del bajo diferentes formas en distintos pun-
Havre mismo, bajo ese mar que nada tos del litoral.
dice á las miradas, elévase un inmenso E l choque de las olas! E n medio de
edificio, una construcción invisible, sub- todo ese desórden de causas mezcladas,
marina, una especie de gigantesco circo de toda esa complicación, ved a q u í u n
que aumenta todos los dias, y que en- hecho lleno de unidad, un hecho que po-
vuelve y encierra silenciosamente el demos asir y que la ciencia ha intentado
puerto del Havre. E n cincuenta años, ya apoderarse de él. A m o r t i g u a d , des-
este edificio ha obtenido altura consi- t r u i d el choque de las olas y salvareis l a
derable. Solo en cincuenta años! Actual- configuración del l i t o r a l . Constituye esto
mente puede entreverse el dia en que un vasto problema digno de magnífica
ese circo q u e d a r á cerrado y aparecerá solución.
terminado en la superficie del mar; pero Pero q u é es el choque de las ondas?
cuando ese dia llegue, señores, el puerto L a agitación de las ondas, señores, es u n
comercial m á s grande de Francia, el hecho superficial; la campana del buzo
puerto del Havre, ya no existirá. lo ha probado y la ciencia lo ha recono-
Notad esto: en ese mismo lugar han cido. E l fondo del mar siempre está
existido y desaparecido cuatro puertos: tranquilo. Cuando se desatan los formi-
G-ranville, Saint-Adresse, Harfleur y dables huracanes del Equinoccio, la su-
otro, cuyo nombre no recuerdo en este perficie es presa de la m á s violenta tem-
momento. pestad; pero á trescientas toesas debajo
Llamo, pues, vuestra atención sobre del agua reina la calma m á s profunda.
este punto, digo más, vuestra inquietud. Luego, q u é es la fuerza de las ondas?
E l Havre se perderá dentro de cierto L a fuerza de las ondas se compone de
tiempo, si el gobierno, si la ciencia no su masa; dividid la masa y no os queda-
encuentran un medio de detener, en su r á m á s que una inmensa lluvia: la fuerza
operación formidable y misteriosa, á los se h a b r á desvanecido.
dos infatigables obreros que j a m á s duer- Partiendo de estos dos hechos capita-
men, que j a m á s reposan, que trabajan les, la agitación superficial y la fuerza en
noche y dia: el rio y el Océano. la masa, un inglés (otros dicen que es
Señores: dicho fenómeno alarmante se francés) ha supuesto que bastaría, para
reproduce, en proporciones diferentes, romper el choque del agua, oponerle en
en muchos puntos de nuestro l i t o r a l . Po- la superficie misma un obstáculo á ma-
dría citar otros ejemplos, pero me l i m i t o nera de una boya, á la vez fijo y flotan-'
248 OBRAS D E VICTOR HUGO.

te. De esa idea nació la invención del cié de fondo de una cuba, en donde se
rompe olas del capitán Taylor, que en acumulan, bajo la impresión colosal de
m i concepto creo, y así debo decirlo, es las ondas, todas las arenas arrastradas
inglés; consiste este aparato en u n es- desde el polo al litoral europeo.
queleto de navio, en una especie de i n - Ahora bien: el golfo de G a s c u ñ a no
menso cesto de madera que flota en la tiene un solo puerto de refugio. L a costa
superficie y que sujeta en el fondo del del Mediterráneo solo tiene dos: Bouc y
mar una áncora poderosa. E l oleaje lle- Cette. Este puerto ha perdido una gran
ga, encuentra este aparato, le atraviesa, parte de su valor, por haber establecido
se subdivide, y su fuerza se dispersa con un rompe-olas de masonería que, estre-
la espuma. chando el paso, ha dejado la entrada ex-
Y a lo veis, señores; si la práctica está tremadamente difícil. E l señor ministro
de acuerdo con la teoría, el problema de Obras públicas lo sabe como yo y lo
está m u y cerca de resolverse. Podréis reconoce.
detener la deformación de nuestras cos- E n Agde seria posible establecer un
tas. E l choque del agua es el peligro; el puerto de refugio que parece indicado
rompe-olas será el remedio. por la naturaleza misma, y a q u í seria de
Señores pares: no tengo competencia tanta m á s importancia, cuanto los peli-
alguna, n i tampoco pretensiones para gros abundan en esos parajes. Desde 1836
decidir sobre la eficacia de esa invención; á 1844, en siete años, fueron á pique en
pero rindo verdadero y sincero homenaje dichas costas noventa y dos navios. U n
al ministro de Obras públicas, que ha puerto de refugio los hubiera salvado.
conseguido hacer un notable experimen- H é aquí, pues, los distintos puntos so-
to del rompe-olas flotante en uno de los bre los cuales llamo la atención del go-
puertos de Francia, y que ha autorizado bierno: primero, estudiar en su conjunto
al puerto de la Ciotat, puerto abierto á la cuestión del litoral, que yo no he po-
los vientos del Sudeste, que llegan y des- dido m á s que indicar; segundo, examinar
trozan los navios hasta en el mismo el sistema propuesto por M . Bernard For-
muelle, para que construya uno de esos tín, ingeniero del Estado, sobre la em-
aparatos divididos en ocho secciones. bocadura de los rios y particularmente
L a experiencia parece que haya conse- sobre el Havre; tercero, estudiar y gene-
guido lo que se propuso. ralizar la aplicación del rompe-olas; cuar-
Otros ensayos se han verificado en I n - to, crear puertos de refugio.
glaterra, y, sin que nada se pueda afir- Quisiera que una inteligencia tan i n -
mar todavía de una manera decisiva, hó geniosa y capaz como la del distinguido
a q u í lo que hasta hoy se ha observado: M. Dumon se aplicase al estudio y á la
cuantas veces han instalado un rompe- solución de estas diversas cuestiones, y
olas en un puerto ó localidad cualquie- que se nos presentase en la sesión próxi-
ra, hasta en alta mar, se ha visto cerca ma un conjunto de medidas que regula-
de él, y hasta en los momentos de m á s rizara todas las tomadas hasta hoy y á
recio oleaje, el siguiente estado de las cuya eficacia me asocio. Estoy lejos de
ondas: la tempestad rugiendo á la parte despreciar todo lo que se ha hecho, con
de allá del rompe-olas, y la calma rei- tal que se aprecie todo lo que pueda ha-
nando p l á c i d a m e n t e á la parte de a c á . cerse, y por m i parte apoyo el proyecto
E l problema del choque del agua de ley. Ciento cincuenta millones se han
está, pues, muy próximo á resolverse gastado desde hace diez años con el fin
Fomentar la invención del rompe-olas de mejorar los puertos, suma que hu-
y perfeccionarlo, es, en mi. sentir, pro biera podido invertirse en u n sistema
blema de u n gran interés público, que m á s grande y m á s vasto. Lejos de m í
recomiendo al gobierno. negar que t a l gasto ha producido algu-
No quiero abusar de la atención be- nos beneficios locales y ha obviado gran-
névola de la Asamblea, n i entrar en con- des inconvenientes; pero lo que yo pido
sideraciones m á s extensas todavía á las al señor ministro de Obras públicas es
que d á lugar el proyecto de ley. H a r é el examen profundo de todas estas cues-
notar solamente, y vuelvo á llamar la tiones.
atención del señor ministro de Obras pú- Dos fenómenos completamente con-
blicas, que una gran parte de nuestro l i - trarios se verifican en nuestro doble l i -
toral está desprovista de puertos de re toral, fenómenos que se desarrollan á
fugio. nuestra vista: el uno de ellos es que el
Bien sabéis lo que es el golfo de Gas- Océano avanza, y el otro que el Mediter-
c u ñ a , ese punto t a n temeroso, esa espe ráneo se retira. Tales fenómenos envuel-
ANTES D E L D E S T I E R R O .

ven dos peligros igualmente graves. E n gracias á la centralización. Pido que en


las costas del Océano nuestros puertos una de nuestras p r ó x i m a s sesiones se
tienen peligro de obstruirse; en las costas presente á las C á m a r a s un trabajo gene-
del Mediterráneo tienen peligro de que- ral, u n trabajo de conjunto. Pido que l a
dar en seco. grave cuestión del litoral se ponga des-
No diré m á s que una palabra, señores. de luego en la órden del dia, tanto para
L a naturaleza nos ha sido pródiga en los poderes como para los sábios, que ne-
sus dones, pues nos ha dado ese doble l i - cesitamos toda la inteligencia de Fran-
toral en el Océano y en el Mediterráneo, cia para luchar contra todas las fuerzas
radas numerosas en los dos mares, ense- del mar.
nadas para el comercio y puertos de
guerra; solo que esa misma naturaleza
parece, cuando se examinan bien ciertos
fenómenos, que quiere ahora retirarnos
semejantes dones. Sin embargo, en nos-
otros está el defenderlos, en nosotros LA FAMILIA BONAPARTE.111
está el luchar por ellos. ¿Con q u é me-
dios? Con los que nos proporcione el arte, 14 Junio 1847.
la ciencia, el pensamiento y l a indus-
tria. Los desconozco, no os los puedo Señores pares:
ú t i l m e n t e indicar; solo puedo provocar- A l oir una petición como la presenta-
los y desear un estudio profundo en esta da, lo declaro sin vacilar: estoy de parte
materia y grande impulso del Estado. de los desterrados y de los proscriptos.
Pero lo que yo sé, t a m b i é n lo sabéis E l gobierno de m i pais puede siempre
vosotros; lo que yo afirmo es que esas contar conmigo para todo; siempre me
fuerzas, esas mareas que suben, esos ríos t e n d r á á su lado en todas las ocasiones
que descienden, esos elementos que des- graves para defender todas las causas
truyen, pueden t a m b i é n crear, reparar justas. Hoy mismo, en este momento,
y producir, aunque originan el desórden; creo servirle aconsejándole que tome
sin embargo, . l a Providencia, en sus noble iniciativa, i n s t i g á n d o l e á obrar
miras eternas, las creó para el órden. Se- como otro gobierno quizás no obrara en
cundemos tan grandes miras: pueblo, Cá- la época en que nos encontramos; esci-
maras, legisladores, sábios, pensadores t á n d o l e , en una palabra, á ser m a g n á n i -
y gobiernos, tengamos presente á toda mo é inteligente. Le honro creyéndole
hora la alta y patriótica idea de fortifi- bastante fuerte para obrar así.
car, en toda la extensión de la palabra, Por otra parte, dejar entrar en F r a n -
el litoral de Francia. ¡Sí, fortifiquemos; cia á los príncipes desterrados seria pro-
fortifiquemos contra Inglaterra, contra ceder m a g n á n i m a m e n t e , y no se deja de
el Océano! ser fuerte por ser grande.
Con tan gran fin, estimulemos el espí- Sí, señores; lo digo m u y alto (y quizás
r i t u de descubrimiento y de invención, la candidez de mis palabras haga son-
que es como el alma de nuestra época. reír á los que no reconocen en las ac-
Esta es la misión de u n pueblo como ciones de los gobiernos m á s que lo que
Francia; es la misión de todo hombre en llaman necesidad política y razón de Es-
este mundo; Dios lo ha querido así. Don- tado); según m i criterio, el honor del go-
de quiera que hay una fuerza, precisa bierno de Julio, el triunfo de la civiliza-
allí una inteligencia para que la domine. ción, la corona de nuestros treinta y dos
L a lucha de la inteligencia humana con años de paz, seria permitir la entrada en
las fuerzas ciegas de la materia, es el su pais, que es el nuestro, á todos esos
m á s bello espectáculo de l a naturaleza;
de este modo es como la creación se su- (1) Con respecto á una petición de Jerónimo Napoleón Bo-
bordina á la civilización y se realiza la naparte, antiguo rey de Westphalia, recabando de las Cámaras
la vuelta de su familia á Francia, M. Charles Dupin propuso
obra completa de la Providencia. se depositara dicha petición en la oñcina de Policía, diciendo
Voto, pues, por el proyecto de ley; además en su Memoria: «Es á la corona á quien pertenece es-
pero pido al ministro de Obras públicas cogitar el momento para acordar, según el carícter y los méri-
tos de las personas, los favores que la tolerancia discreta puede
un e x á m e n profundo de todas las cues aconsejar; favores concedidos muchas veces á muchos miembros
tienes que provoca. Pido que todos los de la antigua familia imperial, y siempre con el asentimiento de
la generosidad nacional.» La petición fué enviada á la oñcina de
puntos que yo solo he podido recorrer Renseignements. En la tarde de aquel mismo dia, 14 de Ju-
r á p i d a m e n t e , y cuyos motivos he i n d i - nio, el rey Luis Felipe, después de conocer el discurso de mon-
cado á la C á m a r a , se estudien por todos sieur Víctor Hugo, declaró al mariscal Soult, presidente del
Consejo de ministros, que opinaba podíase autorizar su vuelta
los medios de que el gobierno dispone, á Francia á la familia Bonaparte.
TOMO I V . 32
250 OBRAS D E VICTOR HUGO.

inocentes ilustres que el destierro con- órden de sentimientos y se ridiculiza el


vierte en pretendientes y que el aire de entusiasmo. Poesía! le han llamado.
Ja patria ternaria en ciudadanos. T ó m a s e á chacota lo que se denomina
Señores: sin invocar aquí, como tan política sentimental y caballeresca, y
dignamente lo ha hecho el noble p r í n c i - obrando así se ha conseguido disminuir
pe de la Moscovia, todas las considera- en los corazones la noción, la eterna no-
ciones especiales que ligan al pasado ción de lo verdadero, de lo justo y de lo
militar, tan patriótico y tan brillante, al bueno, haciendo prevalecer las conside-
noble peticionario, al hermano de armas raciones de utilidad y de provecho á los
de muchos de vosotros, soldado después hombres de negocios y á los intereses
del 18 Brumario, general en Waterlóo, materiales. Ved, señores, á dónde hemos
rey en el intervalo; sin invocar, digo, to- llegado por ese camino.
das esas consideraciones tan atendibles, Cuando veo que las conciencias se de-
hay que convencerse que ya no es propio gradan, que solo reina el rey dinero, que
de nuestros tiempos mantener las pros- la corrupción se extiende, que en las po-
cripciones, n i asociar indefinidamente siciones m á s acomodadas penetran las
la ley á las violencias de la suerte y á los m á s bajas pasiones, cuando veo las m i -
azares del destino. serias del tiempo presente, pienso en las
No olvidemos, porque tales alternati- grandezas del pasado, y hay momentos
vas sirven de lecciones, que tanto en los en que me asaltan intenciones de decir
dias de esplendor como en los dias de á l a Cámara, á l a prensa, á Francia en-
abatimiento, nuestra época ha pasado tera: Callad y hablemos del emperador,
por los cámbios que la fortuna puede dar que esto nos consolará.
á los hombres. Sí, señores; mezclemos alguna vez en
Todo puede llegar, porque todo ha la órden del dia, cuando se presenta la
llegado. Parece, permitidme la figura, ocasión, las ideas generosas y los genero-
que el destino, sin ser la justicia, tenga sos recuerdos. Ocupémonos alguna vez
ana balanza como ella; cuando un plati del que fué y del que es noble y puro,
lio sube, otro desciende. Mientras que ilustre, arrogante, heróico, desinteresa-
u n subteniente de artillería se elevaba á do y patriótico, aunque solo sea para
emperador de los franceses, el primer consolarnos de vernos obligados con
príncipe de la sangre de Francia deseen frecuencia á ocuparnos de cosas tristes.
dia á profesor de m a t e m á t i c a s . Este au A b o r d a r é ahora la parte puramente
gusto profesor es hoy el m á s eminente política de la cuestión, y aunque seré
de los reyes de Europa. Señores: en el breve, suplico á la C á m a r a que me per-
momento de estatuir sobre esta petición, m i t a decir algunas palabras.
tened presente en l a memoria las pro- Hace poco que oí cerca de m í lo si-
fundas oscilaciones de las existencias guiente: "Pensad que no se debe derogar
reales. con ligereza l a ley del destierro políti-
No, no es después de tantas revolucio co, porque eso es peligroso.,, ¿Quépeligro
nes, no es después de tantas vicisitudes, puede traer? E l de las conspiraciones?
que no han perdonado cabeza alguna, el de las intrigas? ¿el de los complots de
cuando puede ser impolítico dar solem- salón? ¿el de que se pague l a generosi-
nemente ejemplo de tanto respeto á la dad con conspiraciones é ingratitudes?
adversidad. Dichosa la dinastía de la que Hay en ello un verdadero peligro? No,
se pueda decir: A nadie ha desterrado! señores. Hoy dia no debemos temer t a l
á nadie ha proscripto! ¡ E n c o n t r ó l a s puer- peligro por parte de los príncipes. No nos
tas de Francia cerradas hasta para los encontramos, gracias á Dios, n i en el
franceses y las abrió, dicióndoles: Entrad! siglo n i en el país de las revoluciones de
Me enorgullece defender la petición cuartel y de palacio. Nada significa un
presentada. Soy apasionado del órden de pretendiente en una nación libre que
las ideas, que eleva y tranquiliza. G-uar trabaja y que piensa. Acordaos del abor-
daos de creer, señores, que semejantes to de Strasburgo, seguido del aborto de
discusiones son infructuosas, que son úti- Bolonia.
lísimas. Estas discusiones hacen reapa- Hoy dia, señores, el peligro, y permi-
recer ante l a vista y abrillantan con viva tidme que lo diga de paso, ¿sabéis dónde
luz en todos los corazones la parte noble está? Volved los ojos, no hácia el lado de
y pura de las cuestiones humanas, que los príncipes, sino hácia el de las masas;
no deberia j a m á s oscurecerse n i borrar- h á c i a ese lado de las clases numerosas y
se. Desde hace quince años se trata con trabajadoras, en las que existe tanto va-
cierto desden parecido á l a ironía este lor, tanta inteligencia y tanto patriotis-
ANTES L E L D E S T I E R R O . 251-
xno; en las que existen tantos g é r m e n e s me hace entrever no sé q u é de inaudito
útiles al mismo tiempo que, lo digo con y de inexplicable. Para que comprendáis
dolor, tanta levadura temible. Hago pre- m i idea, voy á presentaros una suposi-
sente al gobierno esta grave advertencia. ción casi imposible. Es muy cierto que
No es necesario que el pueblo sufra! ¡no la historia de los quince primeros años
es necesario que tenga hambre! E n esas de este siglo, esa historia que vosotros
clases está la cuestión grave. en ellas habéis hecho, vosotros, generales, vetera-
está el peligro. nos venerables, ante quienes me inclino y
Todas las intrigas de todos los preten- que en este momento me escuchan en
dientes no pueden conseguir n i cambiar este recinto; esa historia, digo, es conoci-
la escarapela al ú l t i m o de nuestros da del mundo entero; no puede haber
soldados; los acontecimientos de Buzan- sér humano, n i en los países m á s leja-
9ais pueden abrir bruscamente u n abis- nos, que no haya oido hablar de ella. Se
mo. Llamo, sobre lo que digo en este ha encontrado en una pagoda de la Chi-
momento, la atención de esta ilustre na y entre las figuras de los dioses el
Asamblea. busto de Napoleón. Ahora bien; supongo
E n cuanto á los desterrados príncipes (y esta suposición mia es poco menos
que estamos discutiendo, diré al gobier- que imposible, pero concedédmela), su-
no que es m i convicción, y t a m b i é n será pongo que existe, en un rincón cual-
la de muchos de nuestros compañeros, quiera del universo, un hombre que nada
que en circunstancias dadas, las leyes de sepa de esta historia y que j a m á s haya
destierro político, leyes de suyo esencial- oido pronunciar el nombre del empera-
mente revolucionarias, puedan ser mo- dor, y supongo t a m b i é n que este hombre
m e n t á n e a m e n t e necesarias. Pero cuando viene á Francia y que lee el texto de l a
cesa la necesidad, entonces, no solo se ley, que dice: "Queda desterrada perpé-
convierten en iliberales ó inicuas, sino tuamente del territorio francés la fami-
que llegan á ser torpes. lia de Napoleon;7. ¿Sabéis lo que p a s a r á
E l destierro es una prerogativa de la por la mente de ese extranjero?
Corona, y los desterrados quedan como A l enterarse de penalidad t a n terrible,
desnacionalizados: devolverles á los prín- p r e g u n t a r á quién era Napoleón, y es
cipes desterrados, á petición suya, el de- seguro que se contestaría á sí mismo a l
recho de entrar en la ciudad, es qui- momento: "Seria un gran criminal, man-
tarles la importancia, es declararles que chado con indelebles delitos; probable-
no se les teme, es demostrarles que su mente r e n e g a r í a de sus dioses ó vendería
tiempo ha pasado. Para servirme de es- su pueblo ó h a r í a traición á su país...
presiones precisas, añadiré que restituir- quién sabe!,, Sí, señores; ese extranjero
les la condición civil es retirarles l a p r e g u n t a r í a q u é crímenes monstruosos
significación política. Esto es evidente. cometió Napoleón para merecer seme-
Colocadlos, pues, dentro de la ley co- jante castigo, no solo él, sino toda su
m ú n ; dejadles, ya que lo piden, dejad- raza, y , señores, ved cuáles fueron sus
les volver á Francia, siendo como son crímenes: enaltecer la religión, redactar
sencillos y nobles franceses, y obrando el Código civil, extender l a Francia m á s
así, no solo seréis justos, sino hábiles. allá de sus fronteras naturales, Marengo,
Ocioso me parece decir que no trato de Jena, W a g r a m , Austerlitz, es decir,
remover ninguna pasión, y que el con- aportar á su p á t r i a el m á s magnífico
vencimiento de que cumplo m i deber me dote de poder y de gloria que j a m á s
obliga á subir á l a tribuna. Si presto al hombre alguno aportó á una gran na-
rey J e r ó n i m o Napoleón desterrado m i ción.
débil apoyo, no es solo porque me lo exi- Señores pares: el hermano de aquel
ge m i convicción, es porque t a m b i é n me grande hombre os pide entrar en Francia:
lo exigen los recuerdos de m i infancia. ¡es u n anciano, es u n antiguo rey el que
Es en m í como hereditario este deber, hoy os suplica! ¡Permitidle pisar la tier-
pues paréceme que es m i padre, vetera- ra de l a pátria! J e r ó n i m o Napoleón, du-
no soldado del imperio, el que me ordena rante l a primera mitad de su vida, solo
levantarme y hablar; por eso os hablo, tuvo un deseo: morir por l a pátria. Aho-
señores pares, como se habla cuando se ra, durante la ú l t i m a m i t a d de su exis-
cumple un deber. Y me dirijo á vuestras tencia, no tiene m á s que una idea: morir
conciencias. en Francia. ¡No rechazareis semejante
Señores pares: el artículo de una ley súplica! (Grandes muestras de aprobación
francesa que destierra para siempre del en todos los hamos.)
suelo francés á l a familia de Napoleón,
OBRAS D E VICTOR HUGO.

recieron por un momento en el mundo,


siempre grandes sin duda, pero feroces,
formidables y terribles bajo el bonete
(i) encarnado, los ha transfigurado P i ó I X ,
E L ^ A J T A . PIO IX. que acaba de presentarlos ante el uni-
13 Enero 1848. verso radiantes de mansedumbre, dulces
y venerables, bajo la tiara. ¡Esto, en
efecto, constituye su verdadera gloria!
Señores: P i ó I X enseña el verdadero y seguro
Los años 1848 y 1847 han presenciado camino á los reyes, á los pueblos, á los
un suceso notable. hombres de Estado, á los filósofos y, en
Ocupa en este momento el trono de una palabra, á todos. Quedémosle reco-
San Pedro un hombre, un Papa, que ha nocidos.
s ú b i t a m e n t e borrado todos los odios, to- Se presenta como auxiliar puramente
das las desconfianzas; m á s diré, casi to- evangélico, y t a m b i é n como auxiliar
das las heregías y casi todos los cismas; supremo y soberano de esas altas verda-
un Papa que consigue que le admiren á des sociales que el continente, lo deci-
un mismo tiempo los pueblos que viven mos con orgullo, llama ideas francesas.
en la Iglesia romana, la Inglaterra no Pío I X , señor de las conciencias, rinde
católica y la T u r q u í a no cristiana; un t a m b i é n tributo á la razón. P í o I X , re-
Papa que puede decirse que en un dia volucionario de órden, ha venido á hacer
hace avanzar la civilización humana. ¿Y ver á las naciones fascinadas y atemori-
de q u é manera? De la manera m á s tran- zadas por los acontecimientos trágicos,
quila, m á s sencilla y m á s grande; co- por las conquistas, por los prodigios m i -
mulgando p ú b l i c a m e n t e con las ideas litares y por las guerras gigantescas que
de los pueblos, con las ideas de emanci- han llenado el final del ú l t i m o siglo y
pación y de fraternidad. Pacto augusto, los principios de éste; ha venido, digo, á
útil, y admirable alianza de la autoridad hacer ver á las naciones que para fecun-
y de l a libertad; de la autoridad, sin la dizar el surco en donde germina el por-
cual no hay sociedad, y de la libertad, venir de los pueblos no es necesario el
sin la cual no hay nación. derramamiento de sangre; basta con la
Señores pares: es digna de vuestras propagación de las ideas: ha venido á
meditaciones esta cuestión; profundi- demostrar que el Evangelio contiene to-
zadla. dos los principios de la Constitución; que
Ese hombre, que tiene en las manos la libertad de todos los pueblos, como la
las llaves del pensamiento de tantos hom libertad de todos los esclavos, vive en el
bres, pudo cerrar las inteligencias y las corazón de Cristo y debe v i v i r en el co-
ha abierto. H a puesto la idea de emanci razón del tiempo; que el hombre de paz
pación y de libertad en la cima donde es u n conquistador mucho m á s grande
m á s alta puede colocar el hombre una que el hombre de guerra y mejor; que
lumbrera. Los eternos principios que todo aquel que siente verdadera caridad
nada puede e m p a ñ a r y que nada podrá divina, que es la verdadera fraternidad
destruir, que han producido nuestra re- humana, abarca al mismo tiempo en su
volución y la han engrandecido; los prin inteligencia el verdadero génio político,
cipios de derecho, de igualdad, de deber y que, para el que gobierna á los hom-
recíproco, que hace cincuenta años apa- bres, es lo mismo ser santo que ser
grande.
(1) Pronunció este discurso en la discusión de la Memoria Señores, j a m á s h a b l a r é del antiguo pa-
en contestación al discurso de la Corona, á propósito del párrafo
6.° de dicha Memoria, concebido en estos términos:
pado, del papado de otros tiempos, m á s
«Creemos, con vuestra majestad, que está asegurada la paz que con veneración y respeto; pero sí que
del mundo; paz esencial á todos los gobiernos y á todos los pue- diré que la aparición de semejante Papa
blos. Esta universal necesidad es la garantía de las buenas re-
laciones que existen entre los Estados. Hacemos votos por los es un acontecimiento inmenso.
progresos que cada nación pueda cumplir dentro de su acción Insisto en ello; un Papa que acepta la
propia é independiente. Una nueva era de civilización y de l i - revolución francesa, que hace l a revolu-
bertad ábrese para los Estados italianos. Nosotros secundamos
con nuestras simpatías y esperanzas al magnánimo Pontífice ción cristiana, que la santifica con las
que la inaugura con tanta sabiduría y valor, y á los soberanos bendiciones que desde lo alto del Quiri-
que siguen, como él, esta via de reformas pacíficas, en la que
marchan de concierto los gobiernos y los pueblos.» nal envia á Roma y al universo, u r l i et
El párrafo así indicado fué aceptado por unanimidad. orbi; un Papa que realiza actos tan ex-
En esta época, la Italia gritaba: / Viva Pió I X ! Pió IX era traordinarios y sublimes, es m á s que un
revolucionario. Después se ha podido medir la distancia que
existia entre el Papa de los derechos del hombre y el Papa del hombre, es un acontecimiento.
SyUabus. Acontecimiento social, acontecimiento
o
w

O
CU
ANTES D E L D E S T I E R R O . 253
político. Social, porque hace surgir una zas á tan apetecido resultado. Por otra
nueva fase de civilización; político, por- parte, como toda idea patriótica es siem-
que hace surgir una nueva Italia. O me- pre buena, tengamos presente en la me-
jor, y lo digo con el corazón lleno de re- moria que nosotros, los mutilados de
conocimiento y de alegría, porque resuci- 1815, nada tenemos que perder en estos
ta l a vieja Italia. arreglos providenciales de la Europa,
Este es el otro aspecto de ese gran que tienden á dar á las naciones su forma
acontecimiento europeo. natural y necesaria.
Sí, señores; soy de los que se extreme- No quiero sujetar la C á m a r a al detalle
cen pensando que Roma, esa vieja y fe- de todas esas cuestiones. Dado el extre-
cunda Roma, esa metrópoli d é l a unidad, mo á que ha llegado la discusión y el
después de haber producido la unidad de cansancio de la Asamblea, no es posible
la íó, la unidad del dogma, la unidad decir hoy lo que se hubiera podido decir
del cristianismo, entra de nuevo en la ayer. L o siento y me limito á indicar el
tarea, y puede producir quizá con las conjunto del asunto y señalar su punto
aclamaciones del mundo la unidad de la culminante. Importa que la tribuna
Italia. francesa envié su decidido y poderoso
Ese nombre maravilloso, esa palabra apoyo á ese noble Papa, á esa noble na-
m á g i c a , I t a l i a , que ha por tanto tiempo ción, á los pensadores príncipes que si-
gozado entre los hombres la gloria de guen al sacerdote inspirado, á todos,
las armas, el génio conquistador y civili- en fin, si es posible.
zador, la grandeza de las letras, el es- No lo olvidemos, no lo olvidemos ja-
plendor de las artes y la doble domina- más: la civilización del mundo tiene una
ción por la espada y por la idea, vá á abuela que se l l a m a Grecia, una madre
recuperar, quizá antes de un cuarto de que se llama I t a l i a y una hija primogé-
siglo, su significación sublime y á resuci- nita que se llama Francia. Esto nos
tar, con la ayuda de Dios y del que nun- indica, ó indica á nuestras C á m a r a s fran-
ca h a b r á sido mejor llamado su Vicario, cesas, que gozar de ese derecho implica
no solamente el resumen de una gran cumplir con sus deberes.
historia muerta, sino el símbolo de un Señores pares: en otro tiempo tendi-
gran pueblo viviente. mos nuestra mano á Grecia; tendámose-
Cooperemos con todas nuestras fuer- la hoy á I t a l i a .
REUNIONES ELECTORALES.

1848 A 184=9.
r r T T T T t r f T T T T t T T t T f T f T T T 111 r 111111 Í 1111111111111111111111111111111 r \

REUNIONES ELECTORALES,

1848 A 1849.

CARTA A LOS ELECTORES. miento tan austero mandato, y Je cum-


pliré con verdadera satisfacción, con
20 Junio 1848. desinterés y con constancia.
Si no me designan, d a r é gracias a l
Contestación de V í c t o r Hugo á los electores que le escri- cielo, como las dió el espartano, porque
bieron proponiéndole candidato á la Asamblea nacional
en m i p á t r i a se han encontrado nove-
constituyente.
cientos ciudadanos mejores que yo.
E n estos momentos callo, observo y
admiro los grandes actos de l a Provi-
Señores: dencia.
Estoy dispuesto, si mis conciudadanos
Pertenezco á m i pais; puede éste dis- piensan en m í y me imponen ese gran de-
poner de m í . ber público, á volver á entrar en l a vida
Tributo respeto, quizá exagerado, á l a política; si no, á permanecer en l a vida
libre elección; perdonad que en atención literaria.
á t a l respeto no me ofrezca. E n los dos casos, y cualquiera que sea
Tengo escritos treinta y dos volúme- el resultado, continuaré consagrando á
nes; tengo puestas en escena ocho obras m i pais, como vengo haciéndolo veinti-
dramáticas; he hablado seis veces en l a cinco años ya, m i corazón, m i inteligen-
C á m a r a de los pares; de éstas, cuatro en cia, m i vida y m i alma.
1846: el 14 de Febrero, el 20 de Marzo, Podéis contar, señores, con l a seguri-
el 1.° de A b r i l y el 5 de Julio; una vez dad fraternal de m i afecto y de m i cor-
en 1847, el 14 de Junio, y otra vez en dialidad.
1848, el 13 de Enero. Mis discursos se
encuentran en el Monitor.
Todo esto es público. Todo el mun-
do lo sabe; nada tengo que quitar n i
añadir.
No necesito declarar quién soy. ¿ P a r a PLANTACION DEL ARBOL DE LA LIBERTAD
qué? Todo hombre que haya escrito, aun-
que no sea m á s que una sola p á g i n a du- EN LA PLAZA DE LOS VOSGOS.
rante su vida, es conocido, desde luego,
por esta página, si en ella ha retratado
fielmente su conciencia y su corazón. Con verdadera alegría acudo al llama-
M i nombre y mis obras creo que no miento de mis conciudadanos y vengo á
son absolutamente desconocidos de mis saludarles, y á saludar á las esperanzas
conciudadanos. Si mis conciudadanos, de emancipación, de órden y de paz que
dentro de su libertad y de su soberanía, van á germinar confundidas con las rai-
me llaman para tomar asiento, como su ces del árbol de l a libertad.
representante, en l a Asamblea que v á á Nada simboliza la libertad de una ma-
tener en sus manos el destino de Fran- nera m á s hermosa que u n árbol. L a l i -
cia y de Europa, aceptaré con reconoci- bertad tiene sus raices en el corazón del
33
258 OBRAS D E VICTOR HUGO.

pueblo, como el árbol tiene las suyas en i U n á m o n o s en una idea común! gritad
el corazón de la tierra; la libertad, como* conmigo: V i v a la libertad universal!
el árbol, eleva sus ramas al cielo, en cuyo V i v a la República universal!
seno las desplega; la libertad, como el
árbol, se engrandece sin cesar y cubre
con su sombra á las generaciones.
Hace diez y ocho siglos que se p l a n t ó
el primer árbol de la libertad en la cum-
bre del Grólgota, árbol que p l a n t ó el mis- REUNION DE AUTORES DRAMATICOS.
mo Dios. Sí; el primer árbol de la l i -
bertad fué aquella cruz sobre la cual
Jesucristo se ofreció en sacrificio por la Me afectan profundamente las simpa-
libertad, la igualdad y la fraternidad del tías que me rodean; queridos amigos y
g é n e r o humano. compañeros célebres me han ensalzado
Nada ha cambiado desde hace diez y mucho m á s de lo que valgo. Permitidme
ocho siglos la significación de ese árbol; agradecerles su cordial elocuencia, á la
pero no olvidemos que tiempos nuevos que debo los aplausos con que han aco-
exigen nuevos deberes. gido m i nombre; permitidme, t a m b i é n
L a revolución que nuestros padres hi- al mismo tiempo, que me abstenga de
cieron h á sesenta años, fué grande por todo lo que pudiera dar pié á que se
l a guerra; la revolución que hacéis vos- crea que solicito sufragios. Puesto que
otros hoy, debe ser grande por la paz. la nación trabaja en busca de su ideal,
L a primera ha destruido, la segunda hé a q u í cuál seria el mió respecto á elec-
debe organizar. E l trabajo de organiza- ciones.
ción es el complemento necesario del Quisiera las elecciones libres y puras;
trabajo de destrucción; por esto es por lo libres en cuanto á los electores, puras en
que vienen í n t i m a m e n t e ligados 1848 cuanto á los candidatos.
y 1789. Personalmente no me presento. Mis
Fundar, crear, producir, pacificar, sa- motivos ya los conocéis, porque los he
tisfacer todos los derechos, desarrollar publicado; se fundan en el respeto que
todas las grandes ideas del hombre, ali- profeso á la libertad electoral.
viar todas las necesidades de las socieda- A los electores les digo: Escoged á
des; t a l es la tarea del porvenir. E n la quien queráis y como queráis. Y o espero
época que nos encontramos, el porvenir y a p l a u d i r é cualquier resultado que se
viene ligero. consiga. Quedaré complacido si se me
Hasta podríase decir que el porvenir elige, satisfecho si se me olvida.
no es m a ñ a n a , sino que comienza des- Esto no quiere decir que yo no sea
de hoy. ambicioso. Alimento una ambición con
A l trabajo, al trabajo, obreros mecá- respecto á m i pais, y esta es la deque sea
nicos, obreros de la inteligencia, todos poderoso, rico, feliz, próspero y glorioso
los que me escuchan y rodean. Poned bajo esta simple fórmula: Libertad, igual-
fin á esa gran obra de la organización dad y fraternidad; es decir, que sea el
fraternal de todos los pueblos, conduci- m á s grande en la paz, como ha sido el
dos á un mismo objeto, ligados por una m á s grande en la guerra. Alimente otra
misma idea y viviendo con el mismo co- ambición, y esta se refiere á m í mismo: l a
razón. Seamos todos honrados; no econo- de permanecer escritor libre y simple
micemos n i sufrimientos n i esfuerzos. D i - ciudadano.
fundamos sobre el pueblo que nos rodea Entre tanto, si llega un dia que m i
y sobre el mundo entero la simpatía, ! pais, conociendo mis ideas y m i concien-
l a caridad y la fraternidad. Desde hace i cia, que son públicas desde hace veinti-
tres siglos, el mundo i m i t a á Francia; des- \ cinco años, me llama á la Asamblea na-
de hace tres siglos, Francia es la primera jcional, a s i g n á n d o m e u n puesto desde
de las naciones. ¿Y sabéis lo que quiere i donde pueda velar y quizás combatir,
decir esta palabra, la primera de las na- | a c a t a r é su voto como una órden, é iré
ciones? Pues quiere decir la m á s grande; | donde me envien. Estoy á la disposición
quiere decir t a m b i é n la mejor. ¡Amigos, I de mis conciudadanos. Soy candidato á
hermanos, conciudadanos: establezcamos | l a Asamblea, como todo soldado es can-
en todo el mundo, con la grandeza de j didato al campo de batalla.
nuestros ejemplos, el imperio de nues- | E l cargo de representante del pueblo
tras ideas! ¡Que toda nación sea dichosa ! constituye, al mismo tiempo que un ho-
y digna de parecerse á Francia! | ñor, un peligro, y basta que sea un ho-
ANTES D E L D E S T I E R R O . 259
ñor para que yo no lo solicite, como bas- un poder que permanece erguido: el pen-
ta que sea un peligro para que yo no lo samiento. Las revoluciones destrozan las
rehuse. coronas, pero no extinguen las aureolas.
Me habéis comprendido. Ahora voy á
hablaros de vosotros mismos. Preguntando uno de los autores pre-
Existen hoy en Francia, en P a r í s , dos sentes á M . Víctor Hugo q u é h a r í a si
clases de obreros que ambas tienen dere- un club se dirigiese á la Asamblea cons-
cho á ser representadas en la Asamblea tituyente, M . Víctor Hugo contestó:
nacional. L a una... No quiera Dios que "Ruego á M . Teodoro Muret que no ol-
yo hable nunca más que con cordial efu- vide que yo no me presento; sin embar-
sión de esos bravos obreros, que han rea- go, voy á contestarle; pero le contestaré
lizado grandes actos y los realizarán aun como elector, no como candidato.
m á s grandes todavía. No soy de los que Si en el momento en que el sistema
les adulan, soy de los que los aman. Sa- electoral, m á s ámplio y m á s liberal que
b r á n completar la alta idea que han , a m á s los hombres han podido conseguir,
dado al mundo de su buen sentido y de ama á todos los ciudadanos para que
su v i r t u d . H a n mostrado su valor duran- emitan su voto; á todos, desde el primero
te el combate y demostraron su pacien- 3asta el último, bien que hoy ya no hay
cia después de l a victoria. Esa clase de n i primero n i último, quiero decir, á to-
obreros, digo, ha realizado grandes em dos; si en el momento que de todos esos
presas; por lo mismo serán noble y votos reunidos v á á salir la Asamblea
espléndidamente representados en la definitiva, la Asamblea suprema, que
Asamblea constituyente; por m i parte será, por decirlo así, la majestad visible
reservo diez puestos á los obreros de Pa de la Francia; fuera posible que en el
ris en m i Boletín. momento de tomar posesión ese Senado
Pero quiero, quiero para honor de l a de su autoridad soberana existiera en u n
Francia que t a m b i é n la otra clase de rincón cualquiera de P a r í s una fracción,
obreros, los obreros de la inteligencia, una pandilla de intrigantes, u n grupo
esté noble y largamente representada. de hombres, no diré bastante culpables,
E l dia que se diga que los escritores, los pero sí bastante insensatos para atreverse,
poetas, los artistas están fuera de la re en el paroxismo del orgullo, á oponer su
presentación nacional, aquel dia aconte exigua voluntad cara á cara y frente á
cerá un oscuro y fatal eclipse; disminuirá frente de la voluntad augusta de la
la luz de la Francia. Asamblea, que será la representación de
Es preciso que todos los obreros ten la pátria; si t a l ocurriera, me precipitaría
gan sus representantes en la Asamblea ante ellos y les lanzarla este grito: ¡Des-
nacional; tanto los que forman la rique graciados! deteneos! ¡vais á demostrar
za del pais como los que realizan su que sois unos malos ciudadanos! Y si no
grandeza; tanto los que remueven el pa consiguiera hacerlos desistir, si persistían
vimento de las calles como los que agitan en su tentativa de usurpación impía, ¡oh!
los espíritus. entonces daría, si era preciso, toda l a
Cierto que algo vale haber construido sangre que corre por mis venas, y m i len-
las barricadas de Febrero al alcance de gua no encontraría bastantes impreca-
la mosquetería y fusilería, pero no vale ciones, no t e n d r í a bastante indignación
menos el estar sin cesar, sin tregua, sin en el alma n i bastante cólera en el cora-
descanso, firmes, luchando en las bar zón para aplastar la insolencia de los
ricadas del pensamiento, expuestos á los dictadores con la soberanía de l a nación. „
ódios del poder y á la metralla de los
partidos. Aquellos obreros, nuestros her
manos, han luchado tres dias; nosotros
los obreros de la inteligencia, hemos l u
chado veinte años
Estad atentos á lo que es de gran inte VÍCTOR HUGO Á SUS CONCIUDADANOS.
res. Que en vuestro nombre tome uno la
palabra, y que vuestra bandera, que es Conciudadanos:
la bandera de la civilización, se enarbole
durante el estruendo de la batalla por Respondo al llamamiento de los sesen-
mano firme ó ilustrada. ¡Haced prevale ta m i l electores que me han honrado es-
cer las ideas! Demostrad que la gloria es j p o n t á n e a m e n t e con sus sufragios en las
una fuerza. A pesar de que las revolu- j elecciones del Sena. Me presento á vues-
ciones han derribado mucho, existe a u n ' tra libre elección.
260 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Me pedís que diga lo que pienso res- de la ciencia, del arte y del pensamien-
pecto á la situación política actual; voy to; perseguirá, sin perder terreno y sin
á decíroslo. salirse de lo posible y de lo verdadero,
Dos Repúblicas son posibles. De éstas, a realización serena de todos los gran-
la una abatirá la bandera tricolor con -la es ideales de los sábios; fundará el poder
bandera roja; derribará la columna; echa- sobre la misma base que la libertad, es
r á abajo la e s t á t u a de Napoleón y ele- decir, sobre el derecho; subordinará la
v a r á la e s t á t u a de Marat; destruirá el ::uerza á la inteligencia; disolverá el mo-
Instituto, la Escuela politécnica y la Le- iin y la guerra, esas dos formas de la
gión de Honor; a ñ a d i r á á la augusta di- barbarie; h a r á del órden la ley de los
visa Libertad, Igualdad, Fraternidad, la ciudadanos y de la paz la ley de las na-
opción siniestra O la muerte; producirá ciones; vivirá y resplandecerá, engran-
bancarrotas; a r r u i n a r á las riquezas sin deciendo á la Francia, conquistando al
enriquecer á los pobres; desprestigiará el mundo; en una palabra, será el majes-
crédito, que es l a fortuna de todos, y el tuoso abrazo del género humano ante
trabajo, que es el pan de cada uno; abo- as miradas satisfechas de Dios.
lirá la propiedad y la familia; paseará De estas dos Repúblicas, la ú l t i m a se
las cabezas colgadas de las picas; l l e n a r á lama la civilización, la otra se llama el
las prisiones por simples sospechas y las terror; y así como c o n s a g r a r é m i vida
v a c i a r á para la matanza; encenderá la 3ara establecer la primera, la perderé
guerra en Europa y reducirá á cenizas gustoso para impedir que triunfe la se-
l a civilización; h a r á de Francia la p á t r i a gunda.
de las tinieblas; d e g o l l a r á la libertad
sofocará las artes, decapitará el pensa
miento, n e g a r á á Dios; p o n d r á en movi-
miento esas dos m á q u i n a s fatales que son
correlativas, la plancha para los asigna-
dos y la báscula para la guillotina; en una
palabra, h a r á fríamente lo que los hom- 11 i us cuco «IÍCIOIS
bres del 93 hicieron con ardor, y después DEL AJRTE Y D E LA. INDUSTRIA
de lo horrible y de lo grandioso que pre- 29 Mayo 1848.
senciaron nuestros padres, nos e n s e ñ a r á
lo monstruoso de la pequeñez.
L a otra República será la santa comu- VÍCTOR HUGO: Hace un mes, por res-
nión de todos los franceses actuales y de peto á l a iniciativa electoral, creí que
todos los pueblos m á s tarde; basada en debia abstenerme de toda candidatura
el principio democrático, fundará una personal, aunque al mismo tiempo de-
libertad sin usurpaciones n i violencias claraba, como recordareis, que el dia en
una igualdad que a d m i t i r á el crecimiento que estuviese en peligro la Asamblea
natural de cada uno; una fraternidad, no nacional me presentaría en seguida, y
de monjes recluidos en u n convento como el peligro ha aparecido, por eso me
sino de hombres libres; enviará á todos la presento.
e n s e ñ a n z a como el sol envia la luz, gra Hace u n mes me dirigió uno de vos-
tuitamente; introducirá la clemencia en otros esta pregunta, que acepté con do-
l a ley penal y la conciliación en la ley lor: Si ocurriera que los insensatos osa-
civil; m u l t i p l i c a r á los caminos de hierro ran violar la Asamblea nacional, ¿qué
h a r á floreciente una parte del territo creéis que debería hacerse? Acepté, repi-
rio, desmontará otra, decuplará el valor to, la pregunta con dolor, y respondí
del suelo; p a r t i r á del principio de que sin vacilar al momento: Deberíamos le-
todo hombre debe comenzar por el t r a vantarnos todos como u n solo hombre
bajo y acabar por la propiedad; ase y (estas fueron mis propias palabras)
g u r a r á , por consiguiente, la propiedac. aplastar la insolencia de los dictadores con
como la representación del trabajo des la soberanía de la nacional.
e m p e ñ a d o , y el trabajo como el elemento L o que yo pedia hace un mes lo han
de la propiedad futura; respetará la he realizado trescientos m i l ciudadanos ar-
rencia, que no es otra cosa que la mano mados hace quince dias.
del padre extendida á sus hijos al t r a v é s Antes de ese acontecimiento, que es
de las paredes de la tumba; c o m b i n a r á un atentado y una catástrofe, ofrecerse
pacíficamente, para resolver el glorioso como candidato no era m á s que u n de-
problema del bienestar universal, los recho, y de los derechos siempre pode-
acrecimientos continuos de la industria, mos abstenernos. Hoy es u n deber, y al
ANTES D E L D E S T I E R R O . »61
deber no se debe renunciar. Renunciar la República gira toda dentro de la be-
el deber es desertar, y ya io veis, yo no lleza de su desenvolvimiento regular; la
deserto. propaganda de la R e p ú b l i c a es su pro-
Después de la época de que os hablo pia vida. Para que la R e p ú b l i c a se es-
se han aclarado en algunas semanas los tablezca para siempre en Francia, es
confusos contumos de las cuestiones po- preciso que se establezca fuera de Fran-
líticas; los acontecimientos, repentina- cia, y para que se establezca fuera de
mente en un dia providencial, haa i l u - Francia, es preciso que la acepte la con-
minado el interior de todas las ideas, y ciencia del género humano.
en el momento actual la situación se Y a conocéis el fondo de m i corazón.
presenta sumamente sencilla. Solo se re- Todo m i pensamiento se podría resumir
duce á dos cuestiones: á vida ó á muer- en estas palabras: Odio eterno á la anar-
te. A una parte están los hombres que quía; tierno y profundo cariño al pueblo.
quieren la libertad, el órden, la paz, la A ñ a d o á esto, y á todo lo que tengo es-
familia, la prosperidad, el trabajo, el crito, y á todos los actos de m i vida
eró l i t o , la seguridad comercial, la indus- pública, que j a m á s desde que tengo uso
tria floreciente, la dicha del pueblo, la de razón ha salido una p á g i n a de m i
grandeza de la patria y, en una palabra, Diurna, n i una palabra de m i boca, que
la prosperidad de todos, compuesta del 10 haya estado de acuerdo con las pala-
bienestar de cada uno. En la otra parte Dras que pronuncio en este momento.
están los hombres que quieren el abis-
mo, los hombres que sueñan en embar- Todos vosotros lo sabéis, mis amigos,
car la Francia en una especie de alma- mis compañeros, mis hermanos; soy el
día de Medusa, en donde será devorada mismo que era ayer, el abogado consa-
esperando la tempestad y la noche. grado á esta gran familia popular que
3or tanto tiempo ha sufrido; el pensador
No creo que tenga necesidad de deci- amigo de los trabajadores, el trabajador
ros que no pertenezco á esta clase de amigo de los pensadores; el escritor que
hombres n i perteneceré j a m á s . L u c h a r é quiere para el obrero, no l a limosna, que
hasta m i último suspiro contra esos per- degrada, sino el trabajo, que honra. Soy
versos ciudadanos que quieren imponer el mismo que ayer defendió al pueblo en-
la guerra en Francia por el motin y la tre los ricos, y m a ñ a n a , si es preciso, de-
dictadura al pueblo por el terror; siem- fenderé á los ricos entre el pueblo. A s í
pre me e n c o n t r a r á n de pié ante ellos, ya comprendo los deberes que encierra la
en la tribuna como ciudadano, ya como jalabra sublime que me parece escrita
soldado en la calle. sor la mano de Dios y que brilla sobre
L o que quiero ya lo sabéis, os lo he todas las naciones con la luz eternal de
dicho hace pocos dias; se lo he dicho al ios cielos, la palabra Fraternidad.
pais, se lo he dicho con toda la convic-
ción de m i alma, tratando de arrancar M . PAÜLIN siente que el ciudadano
del corazón de las gentes honradas la Víctor Hugo, cuyo inmenso talento ad-
palabra que todos tienen en el pensa- mira, haya creido deber señalar el peli-
miento, pero que nadie se atreve á pro gro de la anarquía, sin hablar del peligro
nunciar. Pues yo he dicho esa palabra de la reacción. Cree que la revolución de
que os indica m i elección. Quiero una Re Setiembre no es una revolución política,
pública envidiada de todos los pueblos, sino una revolución social, y pregunta
y no una República que les inspire hor- al ciudadano Víctor Hago si está con-
ror. Quiero una República tan noble, tan forme en que el proletariado debe desapa-
pura, tan honrada, tan fraternal, tan recer de la sociedad.
pacífica, que las demás naciones deseen VÍCTOR HUGO: ¡Desaparecer como el es-
imitarla y adoptarla. Quiero una Repú- clavo ha desaparecido! ¡desaparecer para
blica tan santa y tan bella, que cuando siempre! pero no restableciendo, bajo
se la compare con las demás formas de otra forma, la servidumbre y la mano
gobierno, todas las otras formas palidez muerta. No hablo con doble sentido; decia
can comparándose con ella. Quiero una hace poco que soy hoy el mismo que era
República tal, que cuando las d e m á s na ayer. Mucho antes de formar parte de
cienes dirijan sus miradas hácia F r a n n i n g ú n cuerpo político, hace quince años
cia, no solo digan: ¡Qué grande es! sino decia esto en un libro que publiqué: "Si
que a ñ a d a n : Q u é dichosa! á m í , que nada soy en el Estado, se me
Desengañaos (y quisiera que mis pa concediera la palabra sobre los negocios
labras traspasaran este estrecho recinto del pais, la pediría solo en la órden del
que quizás traspasen); la propaganda de dia, y solicitaría del gobierno que susti-
262 OBRAS D E VICTOR HUGO.

tuyera las cuestiones políticas con las soy para el pueblo y lo que el pueblo es
cuestiones sociales.,, para mí.
Hace quince años que i m p r i m í esas pa- E l proletariado debe desaparecer, pero
labras. Algunos años después de haber- no soy de los que quieren que la propie-
las publicado formó parte de un cuerpo dad desaparezca. ¿Sabéis si se matase la
político... Pero y a q u e me interrumpo, propiedad quién morirla? E l trabajo.
permitidme ser parco en apologías re- Porque, q u é es el trabajo? E l elemento
trospectivas, porque no me placen. Creo generador de la propiedad. ¿Y q u é es la
que cuando un hombre ha difundido en propiedad? E l resultado del trabajo.
doce ó quince m i l hojas sus ideas, es di- No acierto á comprender el motivo por
fícil que a ñ a d a algo m á s á su profesión q u é ciertos socialistas han presentado
de fé, y cuando recuerdo lo que he dicho, esta cuestión. L o que yo quiero, lo que
lo hago con verdadera sinceridad, con entiendo, es que la propiedad debe faci-
la certeza de que nada en m i pasado litarse al hombre que trabaja, y que éste
puede desmentir lo que digo ahora. Sen- debe ser sagrado para el que no trabaja,
tado esto, continúo. para que si llega un dia á descansar,
viva recordando lo que sufrió cuando
Cuando formaba parte de la C á m a r a trabajaba: este es el medio de mejorar sin
de los pares, llegó un dia que en uija de cesar la suerte de los trabajadores. Este
las oficinas en donde yo me sentaba se debe ser el objeto de una sociedad bien
agitaron, á propósito de las falsificacio- constituida: facilitar y suavizar constan-
nes comerciales, varias de las cuestiones temente la subida, muchas veces penosa,
que se acababan de discutir. Cid lo que que conduce del trabajo á la propie-
decia entonces: ¿Quién sufre en el estado dad, del estado de sufrimiento al de la
actual?... Francia fuera; el pueblo den- dicha, del proletariado á la emancipa-
tro; Francia herida en su prosperidad y ción, de las tinieblas en que sufren los
en su honor, y el pueblo quebrantado en esclavos á la luz en que respiran los
su existencia y en su trabajo. E n este mo- hombres libres. Dentro de la civilización
mento, señores, empleo la palabra pue- verdadera, la marcha de la humanidad
blo en una de sus acepciones m á s restrin- es una ascensión continuada h á c i a la luz
gidas y m á s concretas; la empleo para y hácia la libertad.
designar especialmente á esa clase nume
rosa y trabajadora que forma la base de M . PAÜLIN: J a m á s he pensado atacar
l a sociedad; á e s a clase, tan digna de es- las ideas y sentimientos de Víctor Hugo;
t i m a por lo que trabaja y tan acreedora pero hubiera querido oírle pronunciar la
al respeto por lo que sufre. No lo oculto, gran palabra asociación, palabra que sal-
señores, y sé que al hablaros así des- vará la República y h a r á de los hombres
pierto vuestras m á s generosas simpa- una gran familia de hermanos.
tías: reservo un sentimiento cordial y VÍCTOR HUGO: T a m b i é n en esto, por
fraternal hácia esa clase de hombres, sen muchos conceptos, podremos entender-
timiento que comparten todos los que nos. No me esclavizo á las palabras tanto
piensan. Todos, en grados diversos, so como vos. No creo que puede una pala-
mos obreros de la gran obra social. Pero bra salvar al mundo; esto solo pueden
los que trabajan corporal mente están conseguirlo los sucesos, y m á s que los
bajo la custodia de los que trabajan con sucesos, las ideas. Tomo, pues, la asocia-
el pensamiento.,, ción, no como una palabra, sino como
una idea, y voy á deciros lo que pienso
Hó a q u í de q u é manera hablaba en la de ella.
C á m a r a aristocrática, á la que tenia el Me parece excelente, pero que no tiene
honor de pertenecer. Esta palabra tenia tanto poder como se le atribuye, porque
el honor no os debe chocar. No busquéis el hombre, por desgracia, no puede encon-
en m í otro lenguaje: cuando ese poder trar n i en el mundo físico, n i en el mundo
estaba en pió, le combatía; ahora que está moral, n i en el mundo político una pana-
derribado, le respeto. cea. L l e g a r í a m o s á l a perfección, sí, por
Siempre las cuestiones que se relacio- medio de una idea ó de una palabra que la
nan con el bienestar, con la dignidad y representara, que pudiese resolver todos
con l a educación del pueblo han ocupa- los problemas y decir: abracémonos. Dios
do m i vida entera. Si lo dudáis, entrad impone á los hombres trabajo m á s peno-
en el primer gabinete de lectura que en so. No basta concebir la idea, precisa ex-
centréis y leed quince p á g i n a s tituladas traer el hecho, y este es el grande y do-
Claudio Gueux, que p u b l i q u é hace catorce loroso parto. Mientras éste se realiza, se
a ñ o s , en 1834; en ellas veréis lo que yo llama revolución; cuando ya se ha reali-
ANTES D E L D E S T I E R R O .

zado, tanto el alumbramiento de la so- los problemas humanos, estad seguros de


ciedad como el de la mujer, se llama no llegar á vuestro objeto.
emancipación. Aunque todo eso es muy bello, creo
Ahora nos encontramos en el período t a m b i é n que es m u y malo. Sí; una cosa
de la revolución, pero pienso como vos- puede ser á la vez bella y mala. Refle-
otros: la emancipación llegará! xionad sobre esto, pensadores. Las me-
Entre tanto, e n t e n d á m o n o s . jores inteligencias, las sábias en la apa-
Notad que si yo no he pronunciado la riencia, pueden e n g a ñ a r s e , y viendo una
palabra asociación, he pronunciado con cosa bella decir: es buena. Pero no; ¡el
frecuencia l a palabra sociedad. Y en el convento, que es bello, no es bueno! ¡ L a
fondo de estas dos palabras, sociedad y vida monástica, que es sublime, no es
asociación, q u é existe? L a misma idea: aplicable! No es necesario que sueñe el
fraternidad. hombre de modo distinto que Dios de-
Deseo la asociación como vosotros, y sea. Si queréis darle perfecciones impo-
vosotros queréis la sociedad como yo. Es- sibles, le quitareis sus cualidades natu-
tamos de acuerdo. rales.
Deseo que el espíritu de asociación Reflexionad que el hombre convertido
penetre y vivifique al universo entero. en monje, al perder su nombre, su t r a -
T a l es m i ideal; pero existen dos maneras dición, su familia, sus vínculos natura-
de comprender este ideal. les, ya no es un hombre, es u n espíritu,
Unos quieren hacer d j la sociedad hu- un sér fuera de todo compromiso. Creéis
mana una inmensa familia. haberle hecho subir muy alto, y, mirad,
Otros quieren que sea un inmenso mo- le habéis hecho caer m u y hondo. Pre-
nasterio. cisa limitar, sin duda, el egoísmo; pero
Estoy contra el monasterio y en pró en la vida, dada nuestra fragilidad, no
de la familia. conviene exagerar el olvido de sí mismo.
No basta que los hombres vivan aso- Este, bien comprendido, se l l a m a abne-
ciados; precisa además que sean sociales. gación; m a l comprendido, embruteci-
He leido los escritos de algunos socia- miento. Socialistas, pensad en ello! Las
listas célebres y me ha sorprendido ver revoluciones pueden cambiar la socie-
que tenemos, en el siglo diez y nue dad, pero no el corazón humano. Este
ve y en Francia, tantos fundadores de es, á la vez, lo m á s tierno y lo m á s resis-
conventos. tente.
Pero lo que no hubiera j a m á s creido Desconfiad de vuestro e x t r a ñ o progre-
n i soñado, es que esos fundadores de so, pues vá recto contra la voluntad de
conventos tuviesen l a pretensión de ser Dios. ¡No quitéis al pueblo la familia
populares. para darle el monasterio!
No concedo que sea progreso para el M . TAYLOR hace constar que Víctor
hombre trocarse en monje, y encuentro Hugo estará siempre, sin duda alguna,
e x t r a ñ o que después de medio siglo de dispuesto á defender ese fecundo princi-
revoluciones realizadas contra las ideas pio de la asociación, porque es la asocia-
monásticas y feudales, volvamos á tratar ción la que le eligió por candidato, por-
con tanto cariño sobre las interpretado que habla en este instante ante l a
nes de la palabra asociación. asociación de las asociaciones, y porque
Soy escritor algo benedictino, que he en realidad de ella recibirá el man-
estudiado la Edad Media y comprendo dato que los artistas y los obreros quie-
la asociación como la veo explicada en ren confiarle en nombre del arte y del
escritos acreditados de ciertos socialistas trabajo.
asociación que existió en Cluny y en Ci M . AUBRY: Muchas personas que co-
teaux y que hoy existe en la Trapa, nozco y que no poseen la instrucción
Queréis i r allá? ¿Consideráis como la necesaria para juzgar las causas y los
ú l t i m a palabra de las sociedades huma efectos, me han preguntado (cuando
ñas el monasterio del abate de Raneé? propuse por candidato al célebre Víctor
Es un espectáculo admirable! Nada m á s Hugo, á quien veré con satisfacción en
bello; es la abnegación en su m á s alto la C á m a r a ) , me han preguntado, repito,
esplendor: esos hombres no quieren por q u é prometiendo combatir á los
nada para sí, todo lo quieren para el hombres que quieren ser, no ha habla-
prógimo; mejor dicho, para Dios. No con do de combatir á los que han sido. E n
sidero nada m á s bello, pero no considero el momento actual, teme m á s la clase
nada menos humano. obrera á los individuos que se ocultan
Si queréis resolver de tan heróico modo que á los que ha visto enfrente de ella.
264 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Los republicanos que atentaron contra en favor del pueblo; se trataba de l a cues-
la Asamblea el 15 de Mayo; pero me tión de la probidad comercial, de las mar-
equivoco, esos no son republicanos, y cas de fábrica. Dos meses después, el 2 y
merecen que les aplaste el peso del des- el 5 de Julio, volví á tomar la palabra
precio; pues á los que se ocultan es á los en defensa y para pro tejer nuestro lito-
que deseamos que nuestros represen- ral, y señalando á las C á m a r a s el hecho
tantes nos digan: Nosotros los combati- grave de que las costas de Inglaterra es-
remos. taban erizadas de cañones y las de Fran-
VÍCTOE, HUGO: He escucbado con aten- cia desarmadas.
ción, y cosa e x t r a ñ a que á orador tan jó- E l quinto discurso data del 14 de Ju-
ven, que habla con facilidad tan distin- nio de 1847. Aquel dia me levanté, á
guida y que expresa con claridad sus propósito de la petición de un proscripto,
ideas, no haya podido comprenderle. Me para decir al gobierno del rey Luis Fe-
ha parecido que indicaba que eran peli- lipe lo que sentí no haberlo podido decir
grosos (me valgo de sus propias expre- dias antes al gobierno de la República:
siones), no solo los que quieren ser, sino que es odioso desterrar y proscribir á los
los que han sido. que c a s t i g a d destino. Pedia en alta vOz
Comienzo por preguntarle: ¿Habláis —no hace un a ñ o todavía—que á la fa-
de l a familia que acaba de trastornar m i l i a del emperador se la permitiera
u n movimiento popular? Si decís que sí, volver á Francia. Pero lo que la Cá-
nada me es más fácil que contestaros. mara me rehusó, me lo ha concedido la
M . AüBRY: M i pensamiento no fué Providencia.
ocuparme de las personas, sino de los E l sexto discurso, pronunciado el 13
sistema^; no de Luis Felipe n i de Blan- de Enero ú l t i m o , se referia á Italia, á
qui, sino del sistema de Luis Felipe y del la unidad de I t a l i a , á la revolución
sistema de Blanqui. francesa, madre de la revolución ita1
VÍCTOR HUGO: Me habéis llevado á m i liana.
terreno predilecto. T r a t á n d o s e solo de H a b l é durante tres horas; afirmaba
sistemas, responderé con los hechos. que iba á estallar una gran revolución
He sido tres veces par de Francia; he en la p e n í n s u l a italiana; la C á m a r a no lo
hablado seis como par; insertó en ana creia; y el 13 de Enero, dentro de las mis-
carta que publicaron los periódicos los mas tres horas, mientras yo hablaba, sonó
datos de mis discursos. ¿Por q u é los pu- el primer toque de la insurrección de Pa-
bliqué? Todos pueden ver] os en el Moni- lé r i ñ o .
tor. ¿Por q u é ofrecí con profunda tran- M i manera de obrar, siempre indepen-
quilidad seis discursos á millones de diente, puede considerarse t a m b i é n bajo
lectores de los periódicos de Paris y de otras formas. Recuerdo u n suceso que
Francia? Porque sabia que ninguna de quizá los autores d r a m á t i c o s no h a b r á n
las palabras pronunciadas entonces es- olvidado.
t a r í a hoy fuera de propósito; porque los Ocurría en un momento memorable
seis discursos que p r o n u n c i é ante los para mí; en el momento que recogía por
pares de Francia, los podría pronunciar primera vez el aplauso de la simpatía
ahora ante la Asamblea nacional. Este es popular en el proceso intentado contra el
el secreto de m i tranquilidad. drama E l rey se divierte, cuya representa-
Queréis m á s detalles? ¿Queréis que os ción suspendió el gobierno, y por cuyo
diga cuál fué el objeto de esos discursos? hecho t o m é yo la palabra. Nadie atacó
Pues os lo voy á decir. con m á s e n e r g í a y resolución al gobierno
E l primer discurso, pronunciado el 14 de entonces; podéis volver á leer m i dis-
de Febrero de 1846, lo consagré á los curso. Y ved a q u í los hechos. ¿Pasaremos
obreros, al pueblo, del que hay a q u í dis- á las personas? Esto seria violento para
t i n g u i d a y grave diputación. mí. No, no a t a c a r é á las personas; no, no
Se presentó una ley que t e n d í a á ne- cometeré la vileza de volver la espalda á
gar el derecho que el artista industrial los que se marchan y la cara á los que
tiene á su obra; yo c o m b a t í la injusta llegan; j a m á s ! ¡jamás persona alguna me
disposición de aquella ley, y la hice de- verá como v i l cortesano lisonjear al
sechar. pueblo, así como nunca he lisonjeado á
E l segundo discurso lo p r o n u n c i é el los reyes!
20 de Marzo del mismo año; los periódi- Las lisonjas de los reyes, como las l i -
cos lo han publicado hace algunos dias; sonjas del pueblo, nacen siempre de unos
se refiere á la Polonia. E l 1.° del siguien- mismos hombres, á los que desprecio pro-
te A b r i l hablé por tercera vez, t a m b i é n fundamente.
ANTES D E L D E S T I E R R O . 265
Quisiera que m i voz se escuchara en que temen que vuelva, porque se lo deben
el boulevard; quisiera que m i palabra todo y han demostrado ser ingratos. A
llegara á los oidos del pueblo leal, dise- esos hombres debia marcárseles la espal-
minado en este momento en las encruci- da con u n hierro candente.
jadas y que rechaza la proscripción; él, No, no les queremos, porque siguen
que ha estado proscripto tanto tiempo. un sistema tenebroso. L o prueban vo-
Hace u n mes que siento no haber podido lando esa ley.
asistir á la Asamblea nacional en dos VÍCTOR HUGO: Pienso obrar como
dias especiales: el 15 de Mayo, para opo- siempre obré: pienso v i v i r independiente,
nerme al crimen de lesa majestad que aunque tenga que quedarme aislado. No
cometió el motin al violar el domicilio soy m á s que un espíritu pensativo, soli-
de la nación, y el 25 de Mayo, para opo- dario y sério, y el hombre que ama la so-
nerme al decreto del destierro. No me edad no teme el aislamiento.
encontraba allí cuando esta ley i n ú t i l ó Estoy resuelto á obrar s e g ú n la luz
inicua fué votada por los mismos que que brilla en m i alma y que me enseña
sostenían la dinastía hace cuatro meses. lo justo y lo verdadero. Estad seguros de
Si me hubiera encontrado, me hubierais que j a m á s seré v í c t i m a n i cómplice de
visto levantar lleno de indignación y las locuras de n i n g ú n partido. Tengo
cubierto de mortal palidez y decirles: bastantes faltas y todos tenemos bastan-
"Habéis decretado una ley de proscrip- tes en nuestra humanidad para i r á car-
ción, pero vuestra ley no es válida, es gar con el peso y las responsabilidades
nula. Mirad cómo la Providencia pone de las faltas de otros. Para m í la falta
ante vuestros ojos la prueba patente de lo peor en el mundo es la falta c o m ú n . L o
miserables que son esas leyes. Tenéis mismo me veréis combatir á los nuevos
a q u í dos príncipes, príncipes por el nom partidos que quieren restablecer un pa-
bre; tenéis dos príncipes de la familia de sado r u i n , que combatir á los partidos
Bonaparte, á los que estáis obligados á viejos que quieren t a m b i é n reponer u n
llamar para votar esta ley, y ellos, que pasado peor todavía.
viven bajo el peso de ley semejante, vio No quiero una política que ataca á
lan, votando la nueva ley, la ley antigua. la Francia, no quiero una política que l a
Esos príncipes viven entre vosotros como e n s a n g r e n t ó . L o mismo c o m b a t i r é l a
una protesta viva del poder divino con- intriga que la violencia, vengan de don-
tra el poder humano.;, de vengan. E n cuanto á lo que l l a m á i s
H é a q u í lo que hubiera dicho, y siento reacción, l a rechazo como rechazo á l a
no haberlo podido decir; pero estad ple- a n a r q u í a .
namente convencidos que en cuanto la En este momento, los verdaderos ene-
ocasión se me presente lo diré; formulo migos del bien público son los que dicen:
m i e m p e ñ o ante la faz del pueblo. J a m á s "Precisa entretener l a agitación en las
permitiré que en vuestro nombre se co- calles, producir u n motin desarmado é
metan acciones afrentosas. D e p u r a r é los indefinido, que el comerciante no venda,
actos y q u i t a r é l a m á s c a r a á los hombres. que el comprador no compre, que el
J a m á s a t a c a r é á los individuos de los consumidor no consuma, que las bancar-
partidos derribados; j a m á s a t a c a r é á rotas privadas traigan la bancarrota pú-
los vencidos. Tengo la costumbre de t r a blica, que se cierren las tiendas, que el
tar las cuestiones con cariño y no con obrero huelgue, que el pueblo esté sin
ódio. trabajo y sin pan, que mendigue, que
P l á c e m e buscar el lado noble y conci- arrastre su angustia por el pavimento de
liador de los asuntos, no el lado irritante. las calles; entonces se h u n d i r á todo!,, No!
J a m á s he faltado á esta costumbre de ese plan horrible no triunfará! No! ¡Fran-
toda m i vida n i faltaré hoy. Y ¿por q u é cia no morirá de miseria! ¡no es acreedo-
he de faltar? Con q u é objeto? ¿Por la ra á t a l suerte! No! ¡la gran nación, que
candidatura? ¿Es que creéis que ambi ha sobrevivido á W a t e r l ó o , no espirará
ciono ser diputado de l a Asamblea na en la bancarrota!
cional? Solo tengo el anhelo del bombe- UN MIEMBRO: Que Víctor H u g o diga:
ro que vé arder una casa y dice: ¡ V e n g a No soy republicano rojo, n i republicano
un cubo de agua! blanco, sino republicano tricolor.
M . AUBRY: L o que mis amigos piden VÍCTOR HUGO: LO que me proponéis lo
es ver estigmatizados á los individuos he impreso hace tres dias.
que han votado la ley de proscripción y Me parece que es imposible ser m á s
que nosotros no aprobamos. Si han pros claro que lo fui en esa publicación. No
cripto la familia de Luis Felipe es por- quisiera que n i uno solo de vosotros es-
TOMO I T . 34
266 OBRAS D E VICTOR HUGO.

cribiese m i nombre en su candidatura, y Señores: acabamos de atravesar un


dije al dia siguiente: Me he e n g a ñ a d o . a ñ o laborioso. Grracias á la poderosa vo-
¿Sabéis por q u é no digo, por q u é no gri- luntad de la nación, francamente signi-
to soy republicano? Porque muchísimos ficada á los partidos por el sufragio uni-
hacen alarde de esto. ¿Sabéis por q u é versal, puede en adelante un gobierno
guardo una especie de pudor y de escr i - serio, regular y normal, funcionando se-
pulo en alardear de republicaDismo? Por- g ú n la libertad y la ley, hacer que todo
que veo á gentes que casi no lo son y reflorezca entre nosotros, el trabajo, la
hacen m á s ruido que vosotros que estáis paz, el comercio, la industria, el arte; es
convencidos de serlo. Hace veinte años decir, puede poner á Francia en plena
que soy d e m ó c r a t a . Soy un d e m ó c r a t a posesión de todos los elementos de la c i -
antiguo. ¿Es que os agrada m á s l a pa- vilización.
labra que la idea? ¡Pues yo, yo os doy la Esto es, señores, un gran paso dado de
idea, que vale m á s que la palabra! frente; pero paso que no se ha consegui-
M. MARLET: E n nombre de los pintores do sin gran esfuerzo.
pido el apoyo de Víctor Hugo en todas No hay n i n g ú n buen ciudadano que
las cuestiones que interesen á la elec- no haya cooperado para conseguirlo,
ción, al concurso, á los derechos de los con desiguales esfuerzos sin duda, pero
artistas y á las franquicias del arte. con la misma buena voluntad. No os
VÍCTOR HUGO declara que en esto tam- diré la humilde parte de intervención
bién su pasado responde de su porvenir; que he tenido en los grandes aconteci-
que para defender las libertades y los mientos acaecidos desde hace un año;
derechos del arte y de los artistas nunca vosotros lo sabéis; vuestra misma be-
ha esperado que se le pidiera; que conti- nevolencia la ha exagerado. Será m i
n u a r á siendo lo que siempre ha sido, el gloria a l g ú n dia no haber permanecido
defensor y el amigo de los artistas, y indiferente á los grandes hechos n i á los
que pueden contar con él incondicional- grandes actos. Toda m i conducta políti-
mente. ca, desde hace un año, puede resumirse
en una sola palabra: he defendido enér-
gica y resueltamente con el pecho y con
L a Asamblea proclama por unanimi-
la pluma, tanto en las dolorosas bata-
dad candidato de las asociaciones reuni- llas de las calles como en las luchas
das á Víctor H u g o . amargas de la tribuna, el órden contra
la a n a r q u í a y la libertad contra lo arbi-
trario.
Esta doble ley, que para m í es una ley
única; esta doble ley de m i conducta, de
JUNTA DE L A S ASOCIACIONES la que no me he desviado un solo ins-
tante, me la dictó la conciencia, y creo
D E S P U E S DE T E R M I N A D O EL M A N D A T O que t a m b i é n , señores, os la dictará la
Mayo, 1849. vuestra. Permitidme decir esto, porque
la unanimidad de vuestros sufragios de
hace u n a ñ o y la unidad de vuestras
Os devuelvo u n doble mandato: el car- adhesiones en este momento nos d á en
go de presidente de la asociación, que cierto modo, á vosotros los mandantes y
hace u n a ñ o tuvisteis á bien confiarme á mí el mandatario, un alma c o m ú n . Os
por unanimidad, y el cargo de represen- traigo m i cargo desempeñado lealmen-
tante, que vuestros votos, igualmente te. He hecho lo más; he hecho, no todo lo
u n á n i m e s , me confirieron en la misma que he querido, sino todo lo que he po-
época. Traigo á la memoria esta unani- dido, y me presento ante vosotros con
midad, por ser para m í este recuerdo la grave y austera serenidad del que ha
caro y glorioso. cumplido su deber.
ASAMBLEA CONSTITUYENTE.
1848.
ASAMBLEA CONSTITUYENTE.
18^8.

ideas. No t r a t a r é de lo que ya se ha d i -
TA LLERESlN ACION ALES. (1) cho.
20 Junio 1848. Me abstendré de ocuparme de las ci-
fras que todos conocéis. E n m i opinión,
lo digo con franqueza, la creación de los
Señores: talleres nacionales pudo ser y fué una
necesidad; pero es propio de los verdade-
No subo á esta tribuna para aumen- ros hombres de Estado sacar partido de
tar la pasión en los debates que os agi- las necesidades y convertir algunas ve-
tan, n i la amargura en las diferencias ces las mismas fatalidades de una situa-
que os dividen. E n este momento en que ción en medios de gobierno. Pero siento
todo es dificultad, en que todo puede ser declarar que no han sacado el mejor par-
peligro, me avergonzada si proporcio- tido de dichas necesidades.
nara voluntariamente embarazos á m i L o que me choca en primer lugar, lo
pais. Asistimos á solemne y decisiva ex- que choca á todo hombre de buen sentido
periencia, y me ruborizaria la idea de en la institución de los talleres naciona-
entorpecer por u n momento l a majestuo- les, t a l como se ha implantado, es l a
sa forma social, la República, que nues- enorme fuerza gastada en pura pérdida.
tros padres han visto grande y terrible Sé que el señor ministro de Obras pú-
en el pasado y que nosotros todos quere- blicas indica medidas, pero hasta que l a
mos ver grande y bienhechora en el realización de esas medidas empiece sé-
porvenir. P r o c u r a r é , pues, en lo poco que riamente, estamos obligados á hablar de
he de decir á propósito de los talleres lo que es, de lo que amenaza serlo quizá
nacionales, no perder de vista ese pensa- por largo tiempo todavía; y en todos los
miento; que en l a época delicada y gra- casos tiene derecho nuestro e x á m e n á
ve en que nos encontramos, necesitan remontarse á las faltas cometidas, á fin
firmeza los actos y conciliación las pala de evitar, si se puede, las faltas futuras.
bras. Digo, pues, que lo único que es claro
L a cuestión de los talleres nacionales hasta hoy en todos los talleres naciona-
ha sido ya tratada en diferentes casos les es una fuerza gastada en pura ruina;
con notable elevación de miras y de y en q u é momento? E n el momento en
que la nación, agotada, necesitaba todos
(1) Este discurso fué pronunciado cuatro di s antes de la los recursos, tanto de los brazos como de
fatal insurrección del 24 de Junio, y abrió la discusión sobre el los capitales. ¿Qué han producido en cua-
decreto siguiente, adoptado por la Asamblea:
«Artículo 1.° El crédito de tres millones que pide el señor
tro meses los talleres nacionales? Nada.
ministro de Obras públicas para los talleres nacionales, debe No quiero entrar en la especificación
considerársele de carácter urgente,
Art. ü.0 Cada crédito nuevo destinado al mismo empleo de los trabajos que eran de urgencia em-
no podrá esceder de la suma de un millón. prender, que el pais r e c l a m ó , que todos
Art. 3.° Los poderes de la comisión encargada del exámen vosotros tendréis presentes; pero exami-
de este decreto continúan hasta tanto que la Asamblea no or-
dene otra cosa.» nad esto. Por u n lado una cantidad i n -
OBRAS D E VICTOR HÜGO.

mensa de trabajos posibles; por otro una ción obrera, preteríanos del motin al
cantidad inmensa de trabajadores dispo- servicio de l a dictadura.
nibles. Y el resultado? Negativo! A nadie pudo ocurrirle semejante idea;
Negativo! me engaño; el resultado no esa idea seria u n crimen de lesa majes-
ha sido nulo, ha sido sensible; doble- tad popular.
mente sensible: sensible bajo el punto de ¡Desgraciados por siempre los que la
vista de los rendimientos; sensible bajo concibieran! ¡Desgraciados aquellos que
el punto de vista de l a política. tratasen de practicarla! porque el pue-
Sin embargo, m i severidad admite lo, no lo dudéis, el pueblo, que tiene ra-
atemperancias; no llego hasta donde lle- ciocinio, se apercibiría m u y pronto y se
gan los que dicen con u n rigor parecido sublevaría en semejante caso como u n
á l a cólera, creyendo estar en lo justo: solo hombre contra los tiranos enmasca-
"Los talleres nacionales es un recurso fa- rados de aduladores, contra los déspotas
t a l . Habéis bastardeado á los vigoro- disfrazados de cortesanos, y seria severo y
sos hijos del trabajo, habéis quitado á terrible.
una parte del pueblo l a afición á traba- Rechazo este órden de ideas y me l i -
jar, afición útil que e n t r a ñ a la dignidad, mito á decir que, independientemente de
el respeto á sí mismos y la tranquilidad la funesta perturbación que los talleres
de l a conciencia. A los que no hablan nacionales hacen pesar sobre nuestras
conocido hasta entonces m á s que la rentas, los talleres nacionales, como aho-
fuerza generadora del trabajo, les ha- ra son y como amenazan perpetuarse, po-
béis enseñado el afrentoso poder de l a drían á la larga—peligro que se os ha
mano que pide; habéis quitado á los señalado y sobre el cual insisto—alterar
hombros el hábito de transportar el peso gravemente el carácter del obrero pari-
glorioso del honroso trabajo, y habéis siense.
acostumbrado á las conciencias á sopor- Ahora bien: soy de los que no quieren
tar el peso humillante de la limosna. Co- que se altere el carácter del obrero pari-
nocíamos ya al desocupado d é l a opulen- siense; soy de los que desean que esta
cia; vosotros habéis creado al desocupado noble raza de hombres conserve su pure-
de la miseria, cien veces m á s peligroso za, su dignidad v i r i l , su a m o r a l trabajo,
para él mismo y para los demás. L a mo- su valor á la vez plebeyo y caballeresco;
n a r q u í a tenia ociosos, la República ten- soy de los que quieren que esta noble
d r á holgazanes.,, raza, admirada del mundo entero, per-
manezca admirable.
Este lenguaje rudo y molesto no es el
Y por qué? Pues no lo deseo solo por
m i ó precisamente; no llego hasta a h í .
el obrero parisiense, lo deseo t a m b i é n por
No; el glorioso pueblo de J u l i o y de Fe-
nosotros, por el grandioso papel que Pa-
brero no se depravará. Esa h o l g a z a n e r í a
rís desempeña en la obra de la civiliza-
fatal para la civilización es posible en
ción universal.
T u r q u í a ; en T u r q u í a , pero no en Fran-
cia; Paris no copiará á Ñápeles; j a m á s Paris es la actual capital del mundo
Paris copiará á Constantinopla. J a m á s , civilizado...
aunque se quiera, j a m á s se conseguirá UNA voz: Eso es sabido.
hacer de nuestros dignos ó inteligentes VÍCTOJI HUGO: Sin duda;es sabido. ¡Me
obreros, que leen y que piensan, que ha- e x t r a ñ a la interrupción! Sena raro y
b l a n y que escuchan, lazaronis en tiem- curioso que Paris fuese la capital del
pos de paz y genízaros en tiempos de mundo y que el mundo no lo supiera.
guerra. J a m á s ! Se me ha escapado esta Prosigo. L o que Roma era en otro tiem-
palabra que acabo de pronunciar, aun- po, Paris lo es hoy. L o que Paris acon-
que se quiera. Sentirla que vieseis en ella seja, lo medita la Europa; lo que Paris
u n doble sentido, esto es, cierta tendencia comienza, lo prosigue la Europa.
acusadora. Paris tiene una función dominante
entre las naciones. Paris tiene el privile-
E l dia que crea deber acusar, acusaré, gio de establecer en ciertas épocas, so-
y no indirectamente. No, no creo, no beranamente unas veces, bruscamente
puedo creer, y lo digo con sinceridad, otras, grandes sucesos: la libertad del 89,
que haya podido germinar en la mente la República del 92, J u l i o de 1830, Fe-
de nuestros gobernantes la idea mons- brero de 1848; y estos grandes sucesos,
truosa de convertir al obrero parisiense en quién los realiza? Los pensadores de
bandolero y de crear en la ciudad m á s París, que los preparan, y los obreros de
civilizada del mundo, con los elementos P a r í s , que los ejecutan.
admirables de que se compone l a pobla- H é a q u í por q u é quiero que el obrero
ANTES D E L D E S T I E R R O . 271
de Parte permanezca siendo lo que ea; Porque la cuestión existe en el hecho
noble y valeroso trabajador, sóida lo de democracia y no en la palabra república, es
la idea cuando es preciso, de la idea y por lo que se dice, con razón, que lo que
no del motin; improvisador, algunas ve- se presenta ante nosotros, con amenazas
ces temerario, de las revoluciones, pero según unos, con promesas según otros,
iniciador m a g n á n i m o , sensato, i n t e l i - no es cuestión política, sino cuestión
gente y desinteresado de los pueblos. Hó social.
a q u í el gran papel del obrero parisiense. Representantes del pueblo: la cuestión
Separo, pues, de él con indignación todo está en el pueblo. L o decia hace un a ñ o ,
lo que pueda corromperle. en otro recinto, y tengo derecho á decir-
De esto nace m i oposición á los talle- lo hoy aquí; l a cuestión, desde largos
res nacionales. años h á , está en la angustia del pueblo,
Es necesario que los talleres naciona- en las angustias de los campos, que no tie-
les se trasformen pronto de una institu- nen suficientes brazos, y de las ciudades,
ción dañosa en una institución ú t i l . que tienen demasiados; en el obrero que
ALGUNAS VOCES: LOS medios? vive en un rincón sin aire; en la indus-
VÍCTOR Huoo: Hace poco, al princi- tria donde falta trabajo; en el niño que
piar, os los he indicado; el gobierno los vá con los piés descalzos; en la desdicha-
e n u m e r ó ayer; os suplico que me permi- da joven que la miseria roe y la prostitu-
táis no repetirlos. ción devora; en la anciana sin asilo, cuya
MUCHOS MIEMBROS: Continuad! ¡Conti- falta de providencia social hace negar
nuad! la Providencia divina; la cuestión está
VÍCTOR HUGO: Se ha perdido ya mucho en aquellos que sufren, en aquellos que
tiempo; importa que las medidas indica- tienen frió y hambre. A h í está la cues-
das se adopten lo m á s pronto posible. tión.
Llamo sobre este punto la atención de la
Asamblea y de sus delegados en el po- Ahora bien; yo, socialista, me dirijo á
der ejecutivo. los socialistas impacientes. ¿Creéis que
esos sufrimientos no nos laceran el cora-
V o t a r é el crédito, teniendo en cuenta
estas observaciones. zón? ¿creéis que esos sufrimientos no des-
piertan en nosotros el m á s tierno respe-
Si m a ñ a n a se nos anuncia que las me-
didas que promete el señor ministro de to, el m á s profundo afecto y la m á s
Obras públicas se ejecutan, y que no re- ardiente y acendrada simpatía? ¡Os en-
trocederá en ese camino en mucho tiem- g a ñ á i s ! H é a q u í solo, en este momento,
po, desaparecerán mis críticas. ¿No creéis en el momento actual, lo que os de-
que es de la mayor importancia estimu- cimos.
lar a l gobierno cuando el tiempo se Después del gran acontecimiento de
pierde y las fuerzas de la Francia se Febrero, seguido de las conmociones que
agotan? han traído los derrumbamientos necesa-
Señores: al terminar, permitidme di- rios, no solo existe la angustia de esa
rigir desde lo alto de esta tribuna, á pro- parte de la población que se llama pue-
pósito de los talleres nacionales, algunas blo, sino la angustia general de todo el
palabras á esa clase de pensadores seve- resto de la nación. A d e m á s , la seguridad,
ros y convencidos que sollaman socialis- el crédito, la industria, el comercio, l a
tas, y echar con ellos una r á p i d a mirada demanda ha cesado, las salidas se cier-
sobre la cuestión general que amedren- ran, las quiebras se multiplican, los a l -
ta, en el momento actual, á todos los es- quileres y arrendamientos no se pa-
píritus y que envenena todos los aconte- gan; todo se ha doblegado á l a vez; las
cimientos; es decir, sobre el fondo real de familias ricas viven reducidas, las aco-
la situación presente. modadas están pobres, las pobres están
hambrientas.
L a cuestión, en m i concepto, la gran
cuestión que preocupa á Francia en este E n m i sentir, el poder revolucionario
momento, y que l l e n a r á el porvenir, no está despreciado. Acuso á las falsas me^
es cuestión de una palabra, es cuestión didas; acuso t a m b i é n y sobre todo á l a
de u n hecho. Seria u n error aplicarla á fatalidad de las circunstancias.
la palabra república] debe aplicarse al E l problema social está propuesto. E n
hecho democracia] hecho considerable, cuanto á m í , comprendo de este modo
que debió engendrar el estado definitivo la solución: no horrorizar á nadie; dar
de las sociedades modernas, y cuyo ad- seguridad á todo el mundo; llamar á las
venimiento pacífico es, lo declaro, el ob- clases, hasta a q u í desheredadas, á los go-
jeto de todos los espíritus sérios. ces sociales, á l a educación, al bienestar,
272 OBRAS D E VICTOR HUGO.

al abundante consumo, á la vida próspe- mperen sucesivamente y destruyan todo


ra, á la propiedad con fácil acceso... lo existente en la pátria.
MUCHOS MIEMBROS: M u y bien! UNA voz: E l medio?
DE TODOS LADOS: Estamos de acuerdo; VÍCTOR HUGO: Acabo de decir el me-
pero por q u é medios? dio: l a tranquilidad en la calle, la unión
VÍCTOR HUGO: Los diré en una pala- en la ciudad, la fuerza en el gobierno, la
bra: haciendo descender la riqueza. Se buena voluntad en el trabajo, la buena
ha hecho lo contrario; se ha hecho subir fé en todo.
la miseria. No conviene, di^ro. que esta a g o n í a se
Qué ha resultado de esto? U n a situa- prolongue; no conviene que desaparezca
ción oscura, en la que lo que no es perdi- lo existente. ¿ P a r a q u é nos aprovecha-
ción es peligroso; en la que lo que no es ría? ¿Desde c u á n d o la miseria del rico
peligro está en cuestión; una augustia constituye la riqueza del pobre? Podria
general, lo repito, en la que la angustia dar por resultado l a venganza de las
popular no es m á s que una circunstan- clases que sufren, pero no su felicidad.
cia agravante, un episodio doloroso del Antes de llegar á ese extremo, diríjome
gran naufragio. desde lo m á s profundo, desde lo m á s sin-
Y lo que aumenta m i inexpresable sen- cero de m i corazón, á los filósofos inicia-
timiento es que otros gozan y se aprove- dores, á los pensadores demócratas, á los
chan de nuestras calamidades. socialistas, y les digo: "Contais entre
Mientras que Paris lucha en su paro- vosotros corazones generosos, espíritus
xismo, mientras que nuestros enemigos, poderosos y queridos; queréis como nos-
e n g a ñ á n d o s e , creen que estamos en la otros el bien de la Francia y de la hu-
agonía, Lóndres vive en el regocijo, Lón- manidad: ayudadnos, pues! ayudadnos!,.
dres vive entre fiestas; allí se ha triplica- No solo el mal existe en los trabajadores,
do el comercio; el lujo, la industria, la existe t a m b i é n en todos los demás.
riqueza se han refugiado allí. Oh! los No irritéis lo que conviene conciliar;
que agitan las calles, los que arrojan al no arméis una miseria contra otra m i -
pueblo á las plazas, los que producen el seria; no amotinéis una desesperación
desórden y la insurrección, los que hacen contra otra desesperación.
huir los capitales y cerrar las tiendas, Estad alerta! Dos calamidades van á
bien puedo creer que son malos lógicos, llamar á nuestras puertas; dos móns-
pero no puedo resignarme á pensar que truos, envueltos en las tinieblas, rugen
son decididamente malos franceses, y les esperando tras ellas; la guerra civil y la
digo y les grito: "Agitando Paris, remo guerra servil; estas fieras son el león y el
viendo las masas, provocando el distur tigre; no los desatéis, y en nombre del
bio y el motin, sabéis lo que hacéis? Ele cielo, ayudadnos!
vais la fuerza, l a grandeza, la riqueza, el No tratéis de destruir la familia y la
poder, la prosperidad y la preponderan propiedad, que son las bases santas so-
" cia de Inglaterra.,, bre las que descansa toda civilización;
Sí; Inglaterra, en el momento actual, nosotros admitimos, como vosotros, los
se sienta riendo al borde del abismo en nuevos sentimientos de la humanidad;
que Francia cae. admitid, pues, como nosotros, las necesi-
E n efecto: las miserias del pueblo nos dades m o m e n t á n e a s de las sociedades.
afectan y nos hieren del modo m á s do- M . FLOCON, ministro de Agricultura y de
loroso. Las miserias del pueblo nos afee Comercio: Decid las necesidades perma-
tan, pero las miserias de l a Francia nentes.
nos afectan t a m b i é n . Tenemos profun UNA voz: Las necesidades eternas.
da compasión al obrero avara y dura VÍCTOR HUGO: Oigo decir las necesida-
mente explotado; al niño sin pan; á la des eternas. M i opinión me parece bas-
mujer sin trabajo y sin apoyo; á las fa tante clara para que se comprenda, sin
milias proletarias, desde largo tiempo que sea necesario que os diga que soy
oprimidas; pero sentimos compasión no hombre que niego y pongo en duda las
menos grande por la pátria, que destila necesidades eternas de las sociedades.
sangre sobre la cruz de las revoluciones Invoco la necesidad m o m e n t á n e a de u n
por Francia, por nuestra sagrada Fran- peligro inmenso ó inminente, y llamo
cia, que, si su situación se prolonga, para que nos ayuden á evitarlo á todos
p e r d e r á su poderío, su grandeza y su los buenos ciudadanos, cualquiera que
esplendor á los ojos del universo. No sea su significación, cualquiera que sea
conviene que esta a g o n í a se prolongue; su color político, á todos los que quieran
no conviene que la ruina y el desastre \ la dicha y grandeza de la pátria, dicien-
ANTES D E L D E S T I E R R O . 273
do á los pensadores, á quienes me dirijo ¿Estamos en estado de sitio ó estamos
á toda hora: Puesto que el pueblo cree en la dictadura? Esta es, en m i concep-
en vosotros, puesto que gozáis de la en- to, la cuestión.
vidiable satisfacción de que os ame y de Si estamos en el estado de sitio, los pe-
que os escuche, os conjuro á que le di- riódicos suprimidos tienen el derecho de
gáis que no se deje arrastrar h á c i a la reaparecer en conformidad con las leyes.
ruptura y hácia la cólera, que no se pre- Si estamos en la dictadura, eso ya es
cipite, que vuelva al órden, á las ideas otra cosa.
de paz y de trabajo, porque el porvenir I . DEMÓSTENES OLLIYIER: ¿Quién se
es para todos, y principalmente para el aa abrogado la dictadura?
pueblo. No se necesita m á s que pacien- VÍCTOR HUGO: Pido al jefe del poder
cia y fraternidad, y seria horrible que ejecutivo que se explique.
por la sublevación de los tripulantes, la E n cuanto á mí, pienso que la dicta-
Francia, que es el primer navio de las dura ha subsistido justa y l e g í t i m a m e n -
naciones, zozobrase á la vista del puerto te, por la imperiosa necesidad de las
magnífico que todos vislumbramos con circunstancias, durante cuatro dias. Pa-
claridad y que espera el género humano. sados estos cuatro dias, el estado de sitio
basta.
E l estado de sitio, lo declaro, es nece-
sario; pero el estado de sitio es una si-
tuación legal y definida, y me parece
imposible conceder al poder ejecutivo l a
UII dictadura indefinida, cuando vosotros
solo habéis querido darle el estado de
(i) sitio.
Y CONTRA EL ARRESTO DE LOS ESCRITORES.
Pero si el poder ejecutivo no cree su-
ficiente la autoridad de que la Asamblea
le ha investido, que lo declare y que l a
VÍCTOR HUGO: Siento que la Asam Asamblea reflexione. E n cuanto á m í ,
blea esté impaciente por terminar el de cualquiera que sea la ocasión en que se
bate, por lo que solo diré algunas pala trate de la primera y de l a m á s esencial
bras. de nuestras libertades, no faltaré á la
Soy de los que piensan, hoy dia m á s defensa de ella. Defender hoy la socie-
que nunca, y sobre todo desde ayer, que dad, m a ñ a n a la libertad; defenderlas la
el deber de todo buen ciudadano, en las una con la otra; defenderlas la una por
actuales circunstancias, es abstenerse de la otra, es como comprendo el deber
todo lo que pueda debilitar el poder, de m i cargo como representante, m i de-
del que no h á menester el órden social. recho como ciudadano y m i obligación
Renuncio, pues, á entrar en lo que como escritor.
esta discusión pudiera tener de irritante, Si el poder, pues, desea ser investido
y este sacrificio me es tanto m á s fácil, de autoridad dictatorial, que lo diga, y
cuanto que yo tiendo al mismo objeto que la Asamblea decida.
que vosotros, al mismo objeto que el po EL GENERAL CAVAIGNAC, jefe del Poder
der ejecutivo; objeto que todos conocéis ejecutivo, presidente del Consejo: Nada te-
y que puede resumirse en dos palabras máis; no necesito m á s poder; tengo bas-
á armar al órden social y desarmar á sus tante; calmad vuestros temores.
enemigos. VÍCTOR HUGO: E n vuestro interés mis-
M i idea es, como veis, perfectamente mo permitid que os hable así, á vos, que
clara, y pido al gobierno me permita di sois hombre de poder, yo, que soy hom-
rigirle una pregunta, porque han hecho bre de pensamiento.
nacer una duda en m i espíritu las pala Necesito explicar esta ú l t i m a expre-
bras del señor ministro de Justicia. sión, sobre la que pudiera equivocarse
la Asamblea.
( l ) M. Crespel Delatouche interpeló al gobierno sóbrela A l decir hombre de pensamiento, qui-
desaparición de once periódicos suprimidos el 25 de Junio, sobre
el arresto y detención é incomunicación durante diez dias del se decir periodista: quizás lo habréis
director de uno de ellos, M. Emilio de Girardin, etc. Las medi- comprendido así.
das atacadas fueron defendidas por el ministro de Justicia y Pues bien; en interés del porvenir, to-
combatidas por los representantes Vesin, Valette, Dupont (de
Bussac), Germain Sarrut y Lenglet. El general Cavaignac, des- davía m á s que en interés del presente,
pués del discurso de Víctor Hugo, declaró que él no q :eria en aunque el interés del presente me preo-
trar en explicación alguna, y que dejaba á la Asamblea el cuida cupa tanto como á cada uno de vosotros,
do de defenderle ó de acusarle. La Asamblea declaró terminada
la discusión y pasó á la órden del dia. le digo al poder ejecutivo: Estad alerta!
"TOMO I V .
274 OBRAS D E VICTOR HUGO.

L a inmensa autoridad de que estáis p a r é de su conducta, no, porque m i dic-


investido... tamen seria quizás severo para la ma-
EL GENERAL CAVAIGNAC: ¡NO es i n - yor parte de ellos; como seria severa m i
mensa! opinión, no la doy, porque no debo ata-
UN MIEMBRO DE LA IZQUIERDA: Presen- carlos cuando ellos no tienen libertad
tad una proposición. (Rumores diversos.) para defenderse. Uso con sentimiento de
EL SEÑOR PRESIDENTE: ES imposible estos términos: los periódicos suprimidos;
continuar la discusión si ésta ha de coar- l a expresión suprimidos n i me parece
tarse con interrupciones. justa, n i política; suspendidos era la ver-
VÍCTOR HUGO: Que el poder me per- dadera palabra que debia haber usado
m i t a decirle—contestando á la interrup- el poder ejecutivo. No ataco en este mo-
ción del honorable general Cavaignac— mento al poder ejecutivo; le aconsejo.
en las circunstancias actuales, con l a con- He querido y quiero permanecer en los
siderable autoridad de que está investido, límites de l a discusión m á s moderada.
¡que tome en consideración la libertad Las discusiones moderadas son las m á s
de imprenta y que respete esa libertad! útiles.
Recuerde el poder que la libertad de Observad que hubiera podido decir
imprenta es el arma de esta civilización que el poder ejecutivo habia atentado
que juntos defendemos. L a libertad de contra la propiedad, contra la libertad
imprenta existia antes que vosotros y de imprenta, contra la libertad perso-
existirá después que vosotros. nal de un escritor, teniéndole incomuni-
He a q u í lo que yo queria contestar á cado nueve dias y once en un estado
la i n t e r r u p c i ó n del honorable general de detención inexplicable hasta ahora.
Cavaignac. No he querido entrar n i entraré, lo
Ahora pido al poder que nos diga el repito, en esta parte irritante de l a cues-
modo cómo piensa usar de la autoridad tión. Deseo simplemente obtener una ex-
que le hemos confiado. E n m i opinión, plicación, á fin de que los periódicos
las leyes existentes, e n é r g i c a m e n t e apli- sepan, al final de esta sesión, lo que pue-
cadas, bastan. No acepto la opinión del den esperar del poder que gobierna al
señor ministro de Justicia, que al pare- pais.
cer piensa que nos encontramos en una E n m i concepto, dejarles reaparecer
especie de interregno legal, y que es ne- bajo el imperio rígido de la ley seria á
cesario esperar, para usar de la represión la vez una medida de verdadera justicia
judiciaria, á que se confeccione una nue- y una medida de buena política; de jus-
va ley. ticia no hay por q u é demostrarlo; de
Si l a memoria no me e n g a ñ a , el 24 buena política, porque es evidente para
de Junio, el honorable procarador gene- m í que ante el estado de sitio, y bajo la
r a l del T r i b u n a l de Apelación de Paris presión de las actuales circunstancias,
declaró obligatoria la ley sobre la pren los periódicos m o d e r a r í a n por sí mismos
sa del 16 de Julio de 1828. Notad esta la primera explosión de su libertad, ex-
contradicción. ¿Existe para la prensa al plosión que seria útil amortiguar en i n -
guna legislación vigente? E l procurador terés de la paz pública; aplazarla será
general dice que sí, el ministro de Justi hacerla m á s peligrosa, por dilatar su
cia dice que no. Soy del parecer del pro compresión. Reflexionadlo, señores.
curador general. Suplico formalmente al honorable ge-
L a prensa, en el momento actual y neral Cavaignac tenga á bien decirnos
hasta que se vote una nueva ley, está su- si entiende que los periódicos suprimidos
jeta á la legislación de 1828. E n m i con- pueden reaparecer desde luego bajo el
cepto, si estamos en estado de sitio, si no imperio de las leyes existentes, ó si de-
nos encontramos en plena dictadura, los ben, esperando una legislación nueva,
periódicos suprimidos tienen el derecho permanecer en el estado en que se en*
de reaparecer, fundado en esa legisla cuentran, n i vivos n i muertos; no solo
cion. Pongo la cuestión en este terreno cohibidos por el estado de sitio, sino con-
y pido que se resuelva sobre este pun fiscados por la dictadura.
to. Repito que esto es una cuestión de
libertad, y a ñ a d o que las cuestiones de
libertad deben tratarse, ya en l a Asam-
blea nacional, ya en l a Asamblea popu-
lar, no solo con miramiento, sino con res-
peto.
E n cuanto á los periódicos, no me oou
ANTES D E L D E S T I E R R O . 275
UNA voz: Quiénes somos nosotros?
VÍCTOE H u c o : Nosotros somos l a
E L ESTA.DO D E SITIO. (1) Asamblea entera.
Me es imposible dejar de recordar que
2 Setiembre 1848. la distinción entre el estado de sitio y la
suspensión de las leyes se hizo varias ve-
ces y la habéis comprendido y acogido
VÍCTOR HUGO: A l punto á que ha lle- bien.
gado la discusión, seria conveniente que E l estado de sitio es u n estado defini-
la dejáramos para el lunes. do y legal, como ya se sabe; l a suspen-
Creo que la Asamblea no d a r á por ter- sión de las leyes es una situación mons-
minada la discusión hasta tanto que esté truosa, en la cual no q u e r r á l a C á m a r a
agotada. colocar á Francia, n i q u e r r á j a m á s una
Solo deseo contestar una palabra al Asamblea colocar á un gran pueblo.
jefe del poder ejecutivo, pero me parece No puedo admitir que el poder ejecu-
imposible no volver á colocar la cuestión tivo comprenda cómo entiende su m i -
en su verdadero terreno. sión. Por m i parte declaro que he i n -
Para que la Constitución sea con pro- tentado darle el estado de sitio, le he
vecho discutida, precisan dos cosas: que armado de toda la fuerza social para l a
la Asamblea sea libre y que la prensa defensa del orden, le he confiado todo el
sea libre. poder que m i mandato me permitía con-
Este es, en m i concepto, el verdadero ferirle; pero no le he dado l a dictadura,
punto de la cuestión; el estado de sitio no le he entregado la libertad de i m -
¿implica l a supresión de la libertad de prenta, no he pretendido conferirle l a
imprenta? E l poder ejecutivo dice que censura y la confiscación.
sí; yo digo que no. Quién se equivoca? L a censura y la confiscación es lo que
Si la Asamblea duda en tallar, la histo- en este momento pesan sobre los órganos
ria y el porvenir j u z g a r á n . del pensamiento público. Esta es una si-
L a Asamblea nacional ha dado al tuación incompatible con la discusión de
poder ejecutivo el estado de sitio para la Constitución. Importa que la prensa
comprimir la insurrección y leyes para sea libre, y la libertad de imprenta no
reprimir la prensa. Cuando el poder eje- importa menos á la bondad y duración
cutivo confunde el estado de sitio con la de la Constitución que la libertad de l a
suspensión de las leyes, está en un pro- misma Asamblea.
fundo error ó importa que se le ad- Para m í estos dos puntos son indivi-
vierta. sibles, son inseparables, y no admitirla
Ahora oid lo que tengo que decir al que la misma Asamblea fuere suficiente-
poder ejecutivo: mente libre, es decir, suficientemente
uLa Asamblea ha pretendido impedir ilustrada, si á su lado no se encontrara
la guerra civil, pero no prohibir la dis- la prensa libre, y si la libertad de las opi-
cusión; ha querido desarmar los brazos, niones exteriores no mezclara su ilustra-
pero no amordazar las conciencias. ción con la libertad de nuestras delibera-
Para apaciguar las calles tenéis el es- ciones.
tado de sitio; para contener la prensa Pido que el señor presidente del Con-
tenéis los tribunales. Pero no os sirváis sejo nos diga de u n modo definitivo de
del estado de sitio contra l a prensa; os qué manera entiende el estado de sitio.
equivocáis de arma, y creyendo defender Sepamos si el señor presidente del Con-
á la sociedad, herís á la libertad. sejo entiende por estado de sitio la sus-
Vosotros combatís por principios sa- pensión de las leyes. E n cuanto á mí, que
grados: por el orden, por la familia, por creo el estado de sitio necesario, si ahora
la propiedad; nosotros os seguiremos, os me lo definiesen de ese modo, votaría
ayudaremos en el combate, pero quere en seguida contra él, porque creo que en
naos que combatáis con las leyes.,, vez de traernos u n peligro pasajero, el
motin nos arrastrarla á una inmensa des-
(t) El representante Lichtemberger presento una proposición
relativa al levantamiento del e tado de sitio en Id dis usion sobre gracia, al hundimiento de la nación.
el proyecto de Consiitucion. El Consejo de Justicia, por el orga- Que se mantenga el estado de sitio y que
uo de su relator, decia no baber lugar á tomarla en considera- se respete la ley; esto es lo que pido, esto
ción. Defendiéronla los representantes Leiiru-Rollin, Saureau y
Uemanei. El general Gavaignac, presi lente del Consejo, presentó es lo que quiere la sociedad, que desea
en este debate consideraciones, á continuación de las cuales Víc- conservar el órden; esto es lo que quiere
tor Hugo pidió la palabra. La discusión cerróse después de su
discurso. La proposición del representante Lichtemberger no fué
la conciencia, que desea conservar la l i -
aceptada. bertad.
276 OBRAS D E VICTOR HUGO.

á la justicia humana sus proporciones, y


entonces sucede, señores, que la ley es-
Danta á la conciencia.
3L.A. IPEN-A. D E M U E R T E . m He subido á la tribuna para deciros
una sola palabra, una palabra decisiva,
15 Setiembre 1848.
según m i opinión. Oid esta palabra.
Después de Febrero, el pueblo tuvo
una gran idea; al dia siguiente que que-
, Siento que esta cuestión, la primera de mó el trono, quiso quemar el cadalso.
todas quizá, se traiga á nuestras delibe- Los que obraban entonces según su
raciones casi de improviso y sorprenda conciencia, no estuvieron, y lo siento
á los oradores no preparados. Droíundamente, á la altura de su gran
D i r é pocas palabras, pero s a l d r á n del corazón, absteniéndose de realizar esa
sentimiento de una antigua y arraigada idea sublime. Ahora bien; en el primer
convicción. artículo de l a Constitución que vosotros
A c a b á i s de consagrar la inviolabilidad votáis acabáis de consagrar la primera
del domicilio, y os pedimos que consagréis idea del pueblo, habéis derribado el tro-
una inviolabilidad m á s alta y m á s santa no. Ahora consagrad l a segunda: der-
todavía: la inviolabilidad de la vida hu- ribad el cadalso.
mana. Voto la abolición pura, simple y defi-
Señores: una Constitución, y sobre nitiva de la pena de muerte.
todo una Constitución elaborada en Fran-
cia y para Francia, debe ser u n paso de
avance en la civilización. Si no significa
esto, nada significa, nada vale.
Qué es la pena de muerte? L a pena
de muerte es el signo especial y eterno
de la barbarie. Donde la pena de muerte
se prodiga, domina la barbarie; donde la Y CONTRA E L ESTADO D E SITIO ^
pena de muerte es poco frecuente, l a c i -
vilización reina. 11 Octubre 1848.
Señores: esto son hechos incontestables.
L a suavizacion de l a penalidad constitu
ye serio y grande progreso. E l siglo diez Si subo á la tribuna á pesar de ser l a
y ocho tiene en esto su parte de gloria, hora tan avanzada, á pesar de los signos
porque abolió l a tortura. E l siglo diez y de impaciencia de una parte de la Asam-
nueve abolirá la pena de muerte. blea, es porque no puedo creer que en
Vosotros no la aboliréis quizá hoy, pero, su opinión está ya juzgada l a cuestión.
no lo dudéis, la aboliréis m a ñ a n a , ó la Por otra parte, la Asamblea considerará
abolirán vuestros sucesores. el escaso n ú m e r o de oradores que sostie-
Encabezáis el p r e á m b u l o de la Consti nen en este momento la libertad de i m -
tucion: " E n presencia de Dios,,, y empe prenta, y no dudo que estos oradores
zais por usurpar á este Dios el derecho serán protegidos, en esta discusión, por
que solo á él pertenece, el derecho de el doble respeto que no puede menos
vida y muerte. de despertar en una Asamblea generosa
Señores: hay tres facultades que son de un principio tan poderoso y una minoría
Dios y que de n i n g ú n modo pertenecen tan débil.
al hombre: lo irrevocable, lo irrepara- Recordaré a l honorable ministro de
ble, lo indisoluble. ¡Desgraciado delhom Justicia que el Comité de legislación
bre que las introduzca en sus leyes! emitió su voto para que el estado de si-
Estas tres facultades hacen, tarde ( tio se levantase, á fin de que la prensa
temprano, doblarse á la sociedad bajo su quedase en libertad.
peso; trastornan el equilibrio necesario M . ABBATUCCI: E l Consejo no ha di-
de las leyes y de las costumbres, quitan cho eso.
VÍCTOR HUGO: NO iré tan lejos como
(1) Este discurso fué pronunciado durante la discusión del vuestro Comité de legislación, y diré al
artículo 5. " del proyecto de Constitución. Dicho artículo estaba
así concebido: Queda abolida la pena de muerte en asun señor ministro de Justicia que sena en
tos políticos. m i concepto hábil política aligerar poco
Los representantes Coquerel, Kagnig y Buvignier propusie á poco el estado de sitio, volverle de dia
ron como enmienda redactar así dicho artículo 5.°:
Queda abolida la pena de muerte.
En la sesión del 18 de Setiembre fué rechazada esta enmienda (1) El estado de sitie se levantó al dia siguiente de pronun-
por 498 votos contra 216. ciarse este discurso.
ANTES D E L D E S T I E R R O . 277

en dia menos pesado, con objeto de pre- bertad de imprenta, los interruptores de-
parar la transición y traer pur grados bieran callar. (Muy bien!)
insensibles la hora en que se pueda le- Digo que la libertad de imprenta con-
vantar sin peligro. viene á la libertad de esta Asamblea, y
Voy á ocuparme de la cuestión de la os pido permiso para afirmar esta verdad
libertad de imprenta, y diré al ministro cómo se afirma una verdad política, ge-
de Justicia que esta ha tomado, desde la neralizándola.
ú l t i m a discusión, nuevos aspectos. Cuan- Señores: la libertad de imprenta es l a
to mas avanzamos en la confección de la g a r a n t í a de l a libertad de las Asam-
Constitución, me veo m á s imposibilitado bleas.
para discutirla, careciendo de la libertad Las minorías encuentran en la prensa
de imprenta. libre el apoyo que se les rehusa con fre-
Digo careciendo de la libertad de i m - cuencia en las deliberaciones internas.
prenta, porque no puedo caracterizar de Para probar lo que afirmo, los razona-
otro modo una situación en la cual los mientos abundan y los hechos t a m b i é n .
periódicos no están colocados y mante- Voz EN LA IZQUIERDA: ¡ C u a r d a d silen-
nidos bajo la vigilancia y salvaguardia cio! E.^o ya, es intencionado!
de las leyes, sino entregados á la discre- VÍCTOR HUGO: Digo que las minorías
ción del poder ejecutivo. encuentran en la prensa libre...—y, se-
Ahora bien, señores; temo que en lo ñores, permitidme recordaros que toda
futuro, la Constitución que discutimos m a y o r í a puede degenerar en minoría;
quede moralmente rebajada. por lo tanto se deben respetar las mino-
M . DUPIN (DE LA NIÉVRE): ESO no su- r í a s ; — l a s minorías encuentran en la
cederá por í a i t a de enmiendas n i de crí- prensa libre el apoyo que les í a l t a con
ticas. frecuencia en las deliberaciones internas.
VÍCTOR HUGO: Habéis tomado, señores, Queréis que lo compruebe un hecho?
dos resoluciones graves en estos últimos Voy á citaros uno que está, sin duda,
tiempos; por la una, á la cual no estoy en la memoria de la mayor parte de vos-
asociado, habéis sometido la R e p ú b l i c a otros.
á la peligrosa prueba de una Asamblea U n dia, durante la Restauración, u n
única; por la otra, á la que me honro de enérgico orador de la izquierda, Casimi-
haber contribuido, habéis consagrado la ro Perier, osó arrojar a l a C á m a r a de
plenitud de la soberanía del pueblo y los diputados esta frase atrevida: "Nos-
dejado al país el derecho y cuidado de otros somos seis en este recinto y fuera
escoger la persona que debe d i r i g i r el treinta millones,,.
gobierno del pais. Señores, esas memorables palabras,
Ahora bien, señores; importaba en es- que contienen u n porvenir, fueron sofo-
tas dos ocasiones que la opinión pública, cadas por los murmullos de l a C á m a r a
que la opinión exterior, pudiese tomar entera en el momento que el orador las
la palabra, tomarla alta y libremente, pronunció, y á la m a ñ a n a siguiente las
porque allí estaban, una por una, las celebraron las aclamaciones de l a prensa
cuestiones que le tocaban de cerca. unánime.
E l porvenir, el porvenir inmediato de Ahora bien: ¿queréis saber lo que l a
vuestra Constitución arrastra otras cues- prensa libre ha hecho por el orador l i -
tiones graves. Sena triste que pudiera bre? A b r i d las cartas políticas de Benja-
decirse que mientras todos los intereses m í n Constant; en ellas encontrareis este
del pais desean la voz para reclamar ó notable pasaje:
para quejarse, la prensa está amorda- "Volviendo á su banco, díjome Casimi-
zada. ro Perier al dia siguiente de haber ha-
Señores: digo que la libertad de i m - blado así: "Si l a unanimidad de la pren-
prenta es necesaria á la buena discusión „sa no hubiera contrarrestado la unidad
de vuestra Constitución. V o y m á s lejos; „de la C á m a r a , quizá me hubiera aco-
digo que la libertad de imprenta convie- mbar dado.;;
ne á la libertad misma de l a Asamblea. ¡Hó a q u í lo que puede la libertad de
Esto es una verdad... (Interrupción.) imprenta; hó a q u í el apoyo que puede
EL PRESIDENTE: Escuchad, ceño: prestar! A la libertad de imprenta es á
esta cuestión es de las m á s graves. lo que debéis sm duda ese hombre vale-
VÍCTOR HUGO: P a r é c e m e que cuando roso, que, cuando lo creyó prudente,
pretendo demostrar á la Asamblea que supo ser buen servidor del órden, por-
su libertad, que su dignidad misma, es- que habia sido buen servidor de l a
t á n interesadas en la plenitud de la li-(libertad.
213 OBRAS D E VICTOR HUGO.

No sufráis las usurpaciones del poder; de todo intranquilos, no son hipocresías,


no dejéis que se produzca á vuestro al- falsedades, ficciones políticas, la libertad
rededor esa especie de calma falsa, que en la teoría, la censura en la práctica:
no es calma, que tomáis por orden y que no; lo que conviene á todos, dada la duda
tampoco es órden. Prestad atención á y la oscuridad en que viven las concien-
esta verdad, que Cromwell no ignoraba cias, es el gran ejemplo arriba, la grande
y que Bunaparte sabia también: " E l si- y noble practica de la verdad en el go-
lencio alrededor de las Asambleas, causa bierno y en la Asamblea nacional, la al-
m u y pronto el silencio en las Asam- tiva práctica de la justicia y de la ver-
bleas,,. dad.
¿Cuál era la situación de la prensa E l señor ministro de Justicia invoca á
en la época del Terror?... toda hora la necesidad. Me tomo la l i -
Conviene mucho que os recuerde ana- bertad de hacerle observar que la nece-
logías, no respecto á las épocas, sino res- sidad es el argumento de los malos po-
pecto á la situación de la prensa. L a líticos. E n todos los tiempos, bajo todos
prensa entonces era, como hoy, libre los regímenes, los hombres de Estado,
de derecho, esclava de hecho. Entonces, condenados por la insuficiencia, que la
para hacer callar á la prensa, se amena- mayor parte de las veces no provenia de
zaba de muerte á los periodistas; hoy se ellos, sino de las mismas circunstancias,
amenaza de muerte á los periódicos. E l se apoyan en el argumento de la necesi-
medio es menos terrible, pero no es me- dad. Nosotros hemos visto ya con frecuen-
nos eficaz. cia, bajo el r é g i m e n anterior, recurrir los
Q u é significa esta situación? L a censu- gobernantes á la arbitrariedad, al despo-
ra. L a censura, sí; pero la peor, la m á s tismo, á las suspensiones de periódicos, á
miserable de las censuras; la censura que los encarcelamientos de escritores.
ataca al escritor en lo que tiene de Señores, v i v i d alerta!; hacéis respirar
m á s precioso en el mundo, en su misma á la .República el mismo aire que á la
dignidad; la censura que entrega al es- M o n a r q u í a . Acordaos de que la Monar-
critor á las incertidumbres, sin ponerle q u í a ha muerto.
al abrigo de los golpes de Estado. H é No diré, señores, m á s que una pala-
a q u í la situación en la cual colocáis hoy bra.
á la prensa. L a Asamblea me h a r á la justicia de
M . FLOCON: Pido l a palabra. reconocer que las interrupciones sistemá-
VÍCTOR HUGO: ¡Borráis la censura de ticas no me han impedido protestar has-
la Constitución j l a m a n t e n é i s en el go- ta el fin en favor de la libertad de im-
bierno! ¡En una época como la presente, prenta.
en que hay tanta indecisión en los espí- Señores, tiempos desconocidos se apro-
ritus!... ximan; preparémonos á recibirlos con
EL PRESIDENTE: Se trata de una de las todos los recursos reunidos del Estado,
libertades m á s caras al pais; reclamo para del pueblo, de la idea, de la civilización
el orador el silencio y la atención de la francesa y de la buena conciencia de los
Asamblea. gobernantes.
VÍCTOR HUGO: Hago notar á los hono- Todas las libertades son fuerzas; no
rables miembros que me interrumpen en nos dejemos ya despojar de nuestras
este momento que ultrajan dos liberta- libertades, como no nos dejaremos des-
des á la vez: la libertad de la prensa, pojar de nuestras armas la víspera del
que defiendo, y l a libertad de la tribuna, combate.
que invoco. Tengamos cuidado con los ejemplos
Cómo! ¿no me será permitido haceros que damos. Estos ejemplos son inevita-
notar que m a n t e n é i s la censura en el blemente, m á s tarde, nuestros enemigos
momento que acabáis de declarar que ó nuestros auxiliares; en el dia del peli-
estaba abolida? ¿No me será permitido gro se levantan y combaten por nos-
haceros notar que en el momento en que otros ó contra nosotros.
el pueblo espera soluciones, vosotros le En cuanto á m í , si el secreto de mis
dais contradicciones? ¿Sabéis lo que son votos vale la pena de ser explicado, os
las contradicciones en política? Las con- diré: uVoté el otro dia contra Ja pena de
tradicciones son la fuente de los erro- muerte; hoy voto por la libertad.;7
res, y los errores son la fuente de las ca- Por qué? ¡Porque no quiero volver á
tástrofes. ver el 93! Porque en el 93 imperaba el
L o que conviene en este momento á cadalso y no se gozaba de libertad.
esos espíritus divididos, inciertos de todo, Siempre he estado, bajo todos los re*
ANTES D E L D E S T I E R R O . 279
g í m e n e s , p o r la libertad y contra la com-
nisterios: el ministerio de Instrucción
presión. Por qué? Porque la libertad, re- pública y el ministerio de lo Interior.
gulada por la ley, produce el órden, y la Esto me obligará, en lo poco que ten-
compresión produce la explosión. H é go que decir, á aludir algunas veces al
aquí por q u é no quiero la compresión y ministro de lo Interior. Creo que la
quiero la libertad. Asamblea me lo p e r m i t i r á para la ma-
yor claridad de la demostración.
Señores, las reducciones propuestas so-
bre el presupuesto especial de ciencias,
letras y artes son insignificantes bajo el
punto de vista financiero y perjudiciales
bajo todos los demás.
Insignificantes bajo el punto de vista
A LAS LITR5.S Y A LAS ABTES financiero. Esto es tan evidente, que con
disgusto me atrevo á p r e s e n t a r á la Asam-
10 Noviembre 1848. blea el resultado de un cálculo de pro-
porción que he sacado. No quisiera pro-
vocar la risa de la Asamblea en una
EL SEÑOR PRESIDENTE: L a órden del cuestión séria; sin embargo, tengo que so-
dia trae la discusión del presupuesto rec- meterla á una comparación muy trivial,
tificado de 1848. muy vulgar, pero que servirá para acla-
M . VÍCTOR HUGO: Nadie, señores, está rar la cuestión y presentarla, por decirlo
penetrado como yo de Ja necesidad, de así, visible y palpable.
la urgente necesidad de aligerar el pre- ¿Qué pensaríais, señores, de un parti-
supuesto; en m i concepto, el remedio á cular que, gozando de 1.500 francos de
las dificultades d é l a Hacienda no estriba renta, consagrara todos los años á la
en hacer algunas economías mezquinas cultura intelectual, para las ciencias, las
y detestables; el reinedio necesita ser letras y las artes, la suma modesta de
m á s radical, y debe encontrarse en se- cinco francos, y que en u n dia de refor-
guir una política firme é inteligente que ma quisiera economizar en ella la canti-
dé seguridad á Francia, que haga rena- dad de seis sueldos?
cer el órden, el trabajo y el crédito, y H é aquí, señores, la medida exacta de
permita disminuir y hasta suprimir los la economía propuesta. Ahora bien; lo
enormes gastos especiales que resultan que vosotror no aconsejaríais á un parti-
de las dificultades de la situación. Esto cular, al ú l t i m o de los habitantes de u n
es, señores, el verdadero recargo del pre- pais civilizado, es lo que aconsejáis á
supuesto, recargo que, si se prolonga, se la Francia.
a g r a v a r á m á s aun, y si no lo impedís, Acabo de demostraros hasta q u é punto
puede dentro de cierto tiempo arruinar la economía seria nula; voy á demostra-
el edificio social. ros hasta q u é punto el m a l seria grande.
Hechas estas reservas, participo en Para convenceros de esto me basta
muchos puntos del dictamen de nuestro enumeraros las instituciones, los esta-
Consejo de Hacienda. blecimientos, los intereses que las reduc-
He votado ya, y c o n t i n u a r é votando, ciones propuestas alcanzan en la actua-
la mayor parte de las reducciones, á lidad y amenazan alcanzar en el por-
excepción de las que me parece que ago venir.
tan las fuentes de la vida pública, y de Tengo preparada esta nomenclatura;
las que, al lado de una mejora financiera suplico á la C á m a r a me permita que se
dudosa, me parecen una falta política la lea; esto me evitará ser demasiado ex-
cierta. tenso. Las reducciones propuestas afec-
E n esta ú l t i m a categoría es en donde tan:
yo coloco las reducciones propuestas por A l Colegio de Francia.
el Consejo de Hacienda sobre lo que l l a - A l Museo.
m a r é el presupuesto especial d é l a s le A las Bibliotecas.
tras, de las ciencias y de las artes. A la Escuela de las Cartas.
Este presupuesto deberla, bajo todo A la Escuela de las lenguas orientales.
concepto, estar reunido en una sola ad- A la conservación de los archivos na-
ministración y mantenido por una sola cionales.
mano. Constituye un vicio en nuestra A la vigilancia de la librería en el ex-
clasificación administrativa l a división tranjero.
del susodicho presupuesto entre dos m i A la Escuela de Eoma.
280 OBRAS D E VICTOR HUGO.

A l a Escuela de Bellas Artes de Paris. berales de la Convención. Ese sistema de


A la Escuela de dibujo de Dijon. economías altera de u n solo golpe todo
A l Conservatorio. el conjunto de instituciones civilizado-
A las sucursales de provincia. ras, que son, por decirlo así, l a base del
A los Museos de las Termas de Cluny. desarrollo del pensamiento francés.
A nuestros Museos de pintura y detes- Y q u é momento se elige? H é aquí en
cultura. m i concepto l a grave falta política que
A la conservación de monumentos his- os señalaba al principio. ¿Qué momento
tóricos. se escoge para poner en tormento todas
A las reformas de los que amenacen esas instituciones á la vez? Cuando son
p r ó x i m a ruina. m á s necesarias que nunca, cuando en
A las facultades de Ciencias y Letras. vez de restringirlas convendría difundir-
A las suscriciones á libros. las y entenderlas.
A las subvenciones á las sociedades sa- ¿Cuál es (y apelo á vuestras concien-
bias. cias, apelo á todos vuestros sentimien-
A las atenciones á las Bellas Artes. tos), cuál es el gran peligro de l a situa-
Además—y lo que voy á decir corres- ción actual? L a ignorancia. L a ignoran-
ponde al ministerio de lo Interior, pero cía m á s que l a miseria. L a ignorancia
la C á m a r a me p e r m i t i r á decirlo para que que nos inunda, que nos asedia, que nos
el cuadro sea completo—las reducciones cerca por todas partes. A favor de la i g -
afectan desde el presente y amenazan norancia es como ciertas doctrinas fata-
para el a ñ o próximo á los teatros. No les pasan del espíritu despiadado de los
quiero deciros m á s que una palabra de teóricos al cerebro confuso de las m u l t i -
paso. Se propone la supresión de un co- tudes. E l comunismo no es m á s que una
misario en dos; m á s me g u s t a r í a la su- forma de la ignorancia. E l d í a que l a
presión de un censor y hasta la de dos ignorancia desaparezca, se desvanecerán
censores. los sofismas. Y en semejante momento,
UN MIEMBRO: Y a no hay censura! ante semejante peligro, es cuando se pien-
OTRO MIEMBRO: ¡ P r o n t o se restable- sa atacar, mutilar, alterar todas esas
cerá! instituciones que tienen por objeto espe-
M . VÍCTOR HUGO: E n una palabra, cial perseguir, combatir, destruir l a i g -
l a relación reserva las m á s duras pala- norancia. Sobre este punto apelo, lo
bras y las amenazas m á s sérias para las repito, a,l sentimiento de la Asamblea.
indemnizaciones y socorros literarios. Qué! ¿Hemos de presenciar por una par-
Esto es u n monstruoso abuso. ¿Sabéis, te la barbarie en las calles y por otra el
señores, q u é significan las indemniza- vandalismo en el gobierno? Señores, no
ciones y socorros literarios? E l pan de solo existe l a prudencia material, existe
algunas familias pobres entre las m á s lo que yo l l a m a r í a prudencia brutal. Las
pobres, honorables entre las m á s hono- precauciones groseras, los medios de po-
rables. licía son, gracias á Dios, la ú l t i m a pala-
Si adoptárais las reducciones propues- bra de las sociedades civilizadas.
tas, sabéis lo que se podría decir? Se po- Se provee al alumbrado de las ciuda-
dría decir que u n artista, un poeta, un des todas las noches; brillan reverberos
escritor célebre trabaja toda su vida en las encrucijadas y en las plazas pú-
sin pensar en enriquecerse, y que cuan- blicas; ¿cuándo, pues, se comprenderá
do muere deja á su pais m u c h í s i m a glo- que t a m b i é n la noche puede producirse
ria, pero l a miseria á su viuda y á sus en el mundo moral y que conviene en-
hijos. E l pais se guarda su gloria y re- cender las luces para los espíritus?
husa darle el pan. Puesto que l a Asamblea me ha inter-
Eso se podría decir, pero no se dirá; rumpido, me p e r m i t i r á insistir en m i
porque indudablemente no adoptareis ese idea.
sistemado economías, que consternaría á Sí, señores, insisto. U n mal moral, u n
l a inteligencia y que h u m i l l a r í a a l a na- mal moral profundo nos socava y ator-
ción. menta. Este m a l moral, es e x t r a ñ o de-
Bien lo veis; ese sistema, como m u y cirlo, no es m á s que el exceso de las ten-
bien os lo decía nuestro honorable cole- dencias materiales. Ahora bien, ¿cómo
ga M . C á r l o s D u p i n , ese sistema ataca á combatir el desarrollo de las tendencias
todo, ese sistema nada respeta, n i las materiales? Por el desarrollo de las ten-
instituciones antiguas n i las institucio- dencias intelectuales. Conviene quitar el
nes modernas, n i las fundaciones libera- cuerpo y dar el alma. A l deciros que
les de Francisco I n i las fundaciones l i - conviene quitar el cuerpo y dar el alma,
ANTES D E L DESTIERRO. 281
confio que no interpretareis torcidamen- ñ a n z a religiosa ocupe el primer sitio en-
te mis palabras y que me comprendereis. tre las instituciones liberales, conven-
Deseo, como cada uno de vosotros, la dría multiplicar las escuelas, las cáte-
mejora del destino material de las clases dras, las bibliotecas, los museos, los
que sufren: mejorarlo es el excelente teatros, las librerías.
progreso al que todos debemos contri- Convendría multiplicar los estableci-
buir, con nuestros votos como hombres mientos de estudio para los niños, los
y con nuestros esfuerzos como legisla- establecimentos de lectura para los hom-
dores. bres; todos los establecimientos, todos los
Pero sí deseo con ardor apasionada- asilos en donde se medite, en donde se
mente pan para el obrero, pan para el instruya, en donde se recoja, en donde
trabajador, que es m i hermano; deseo, se aprenda algo; en una palabra, con-
aparte del pan material, el pan de la i n - vendría hacer penetrar por todas partes
teligencia, que es t a m b i é n el pan de la la luz en el espíritu del pueblo, porque
vida. es por las tinieblas por donde se pierde.
P a r é c e m e , señores, que estas son las Este resultado lo obtendréis cuan-
cuestiones que naturalmente presenta el do queráis. Cuando queráis tendréis en
presupuesto de Instrucción p ú b l i c a que Francia un magnífico movimiento inte-
se discute en estos momentos. lectual; este movimiento le tenéis ya; no
Ahora bien; el gran error de nuestros se trata m á s que de utilizarle y dirigir-
tiempos consiste en inclinar, digo m á s , le; no se trata m á s que de cultivar bien
en arrastrar el espíritu de los hombres el suelo. L a inteligencia—llamo sobre
h á c i a l a consecución del bienestar ma- este punto la atención de l a Asamblea,^—
terial, y apartarle, por consiguiente, del la cuestión de la inteligencia es idénti-
bienestar religioso y del bienestar inte- camente la misma que l a cuestión de l a
lectual. agricultura.
L a falta es tanto m á s grande, cuanto Vivimos en una época rica y fecunda;
que el bienestar material, aunque se rea- no nos faltan, señores, inteligencias, n i
lizara, aunque todos los progresos que talentos, n i aptitudes; lo que falta es el
se s u e ñ a n se realizasen t a m b i é n , el bien- impulso simpático, la protección entu-
estar material no puede y no podrá ser siasta de un gran gobierno.
j a m á s m á s que el patrimonio de pocos; Deseó que diera esa protección el go-
mientras que el bienestar religioso, es bierno de la m o n a r q u í a , pero no supo
decir, la creencia, el bienestar intelec- darlo. E l consejo afectuoso que d i leal-
t u a l , es decir, la educación, puede ser el mente á la m o n a r q u í a , lo doy lealmente
alivio de todos. á la R e p ú b l i c a .
Por otra parte, el bienestar material V o t a r é contra todas las reducciones
solo puede ser el objeto supremo del que acabo de señalaros y que disminui-
hombre en el mundo si no hay otra vida, rían el útil esplendor de las letras, de las
y esa idea seria una afirmación desola- artes y de las ciencias.
dora y una falsedad horrible que no No diré m á s que una palabra á los ho-
debe surgir de las instituciones sociales. norables autores de la Memoria. Habéis
Importa, señores, remediar el mal; caido en u n desprestigio lastimoso; pen-
precisa encaminar, por decirlo así, el sáis hacer una economía de dinero y ha-
espíritu del hombre; precisa—y esta es la céis una economía de gloria; pues yo la
gran misión, la misión especial del m i - rechazo por l a dignidad de la Francia,
nisterio de Instrucción pública,—• precisa la rechazo por el honor de l a R e p ú -
elevar el espíritu del hombre, volverle blica.
h á c i a Dios, hácia la conciencia, hacia lo
bello, hácia lo justo y lo verdadero, h á -
cia lo desinteresado y lo grande. A h í y
solamente a h í es donde encontrareis l a
paz del hombre consigo mismo y por
consiguiente l a paz del hombre con la
sociedad.
Para llegar á esa meta, señores, ¿qué
convendría hacer? Precisamente todo lo
contrario de lo que han hecho los ante-
riores gobiernos; precisamente todo lo
contrario de lo que propone el Consejo
de Hacienda. A d e m á s de que l a ense-
TOMO I T , 36
282 OBRAS D E VICTOR

visional mantenido? ¿ J u n t a s la afirma-


ción y l a negación? ¡Una Constitución
que rige á la nación y que no rige al
LA SEPARACION DE LA ASAMBLEA.(1)
Parlamento! Todo esto se contradice y
se excluye.
29 Enero 1849. Sé que en los términos de l a Constitu-
ción os habéis atribuido la misión de vo-
tar las leyes orgánicas. No diré que no
Entro inmediatamente en el debate y se necesite confeccionarlas, pero diré que
le sigo desde el punto en que el ú l t i m o conviene confeccionar las menos posibles.
orador le ha dejado. Por qué? ¿Las leyes orgánicas forman
Como la hora avanza, ocuparé poco parte de la Constitución? ¿Participan
tiempo esta tribuna. de su privilegio y de su inviolabilidad?
No seguiré al honorable orador en, las Si es así, tenéis derecho y deber de con-
consideraciones políticas de naturaleza feccionarlas todas. Pero las leyes orgáni-
distinta que sucesivamente ha recorrido: cas solo son leyes ordinarias, que pueden
me l i m i t a r é á l a discusión sobre el dere- modificarse, cambiarse, abrogarse sin
cho de esta Asamblea á permanecer re- formalidades especiales, y que mientras
unida ó á disolverse. E l que me precedió que la Constitución que armásteis se de-
en el uso de la palabra t r a t ó de apasio- fieuda, pueden caer al primer choque de
nar el debate; yo p r o c u r a r é calmarlo. la primera Asamblea legislativa. Esto
Pero si en el curso de m i oración en- es incontestable. ¿A qué, pues, m u l t i p l i -
cuentro algunas de las cuestiones políti- carlas y darlas en circunstancias en que
cas que afecten á las que él ha excitado, es apenas posible que sean viables? U n a
puede estar seguro el honorable orador Asamblea constituyente no debe hacer
que no las evitaré. nada que no lleve el c a r á c t e r de la nece-
Sin que piense molestar al orador, soy sidad: no lo olvidemos; donde una Asam-
de los que piensan que esta Asamblea blea como ésta no i m p r i m a el sello de su
ha recibido un poder á la vez ilimitado soberanía, i m p r i m i r á el sello de su debi-
y limitado. lidad.
SEÑOR PRESIDENTE: Suplico á todos Digo, pues, que conviene l i m i t a r á
los miembros de la Asamblea que guar- corto n ú m e r o las leyes orgánicas que la
den silencio. Se debe escuchar á M . V í c - Constitución os impone el deber de con-
tor Hugo como se ha escuchado á M . Ju- feccionar.
lio Favre. Voy á abordar con rapidez la delicada
VÍCTOR HUGO: Ilimitado en cuanto á cuestión que l l a m a r é l a cuestión de
la soberanía, limitado en cuanto al tra- amor propio; es decir, el conflicto que se
bajo que ha de realizar. Soy de los que quiere provocar entre el ministerio y la
creen que la terminación de la Constitu- Asamblea con motivo de la proposición
ción agota el poder, y que el primer Ratean. A t r a v e s a r é r á p i d a m e n t e esta
efecto de la Constitución votada debe cuestión, porque así me lo exige m i pa-
ser, dentro de la lógica política, disolver triotismo y el vuestro.
la Constituyente. Las grandes Asambleas, como ésta,
Y , en efecto, señores, ¿qué es una no comprometen la paz del pais por sus-
Asamblea constituyente? U n a revolu- ceptibilidades; se mueven y se gobier-
ción activa y deliberante con u n hori- nan por razones m á s altas.
zonte indefinido ante ella. Y ¿qué es Las grandes Asambleas, señores, sa-
una Constitución? U n a revolución a c á ben esperar el dia de su abdicación po-
bada y desde luego circunscrita. ¿Pero lítica con dignidad y libertad; solo obe-
puédese imaginar una revolución ter- decen el dia de su advenimiento y el dia
minada por el voto de la Constitución y de su retirada á un impulso, al de la uti-
que continúe por medio de la presencia lidad pública. T a l es el sentimiento que
de l a Constituyente? Ó en otros térmi- invoco y que quisiera resucitar en vues-
nos, ¿lo definitivo proclamado y lo pro- tras almas.
Separo, pues, como agotados ya d u -
(1) Discutía la Asamblea constituyente sobre las proposicio- rante l a discusión los tres argumentos,
nes relativas, ya á la convocación de la Asamblea legislativa, ya
á la modificación del decreto del 15 de Diciembre concerniente
fundados: uno en la naturaleza de nues-
alas leyes orgánicas. Julio Favre acababa de pronunciar un dis- tro mandato, el otro en l a necesidad de
curso muy elocuente y muy fogoso, para probar que la Asam- votar las leyes orgánicas y el tercero
blea constituyente tenia derecho y deber de permanecer reunida,
cuando Víctor Hugo subió á la tribuna. en la susceptibilidad d é l a Asamblea en-
La disolución fué votada. frente del ministerio.
ANTES D E L D E S T I E R R O .

Y llego á la ú l t i m a cuestión que, en m i que el poder que entonces regia prolon-


dictamen, permanece de pié todavía y gase su duración.
existe en el fondo del notable discurso A l mismo tiempo, u n partido que se
que acabáis de oir. H ó a q u í dicha obje- decia el m á s avanzado, una opinión que
ción. se proclamaba exclusivamente republi-
Para disolver la Asamblea invocamos cana, que declaraba tener creada la Re-
la necesidad política. Para mantenerla pública y que parecía creer que la Re-
se nos opone la necesidad política. Se nos pública le pertenecía, arrojó el grito de
dice: conviene que la Asamblea constitu- alarma, pidió en voz alta el aplazamien-
yente permanezca en su puesto; convie- to de las elecciones, y d e n u n c i ó á los
ne que vigile sobre su obra; importa que patriotas, á los republicanos, á los bue-
no abandone l a democracia que organi- nos ciudadanos, l a a p r o x i m a c i ó n de u n
zó, n i la Constitución, á esa corriente que peligro inmenso é inminente. Este i n -
arrastra los espíritus hacia un porvenir menso peligro que se acercaba, señores,
desconocido. erais vosotros. Era la Asamblea nacional
Y sobre esto, señores, se evoca no sé á la que en este momento me dirijo.
q u é fantasma de una Asamblea amena- Esas elecciones fatales que se q u e r í a n
zadora para la paz pública; se supone aplazar á toda costa en provecho públi-
que la p r ó x i m a Asamblea legislativa co, y que se han aplazado, son las elec-
—porque este es el punto real de la cues- ciones de las que vosotros habéis salido.
tión, en el que insisto y sobre el que Ahora bien, señores; lo que se decia,
llamo vuestra atención,— se supone, digo, hace diez meses, de la Asamblea cons-
que la p r ó x i m a Asamblea legislativa tituyente, se dice hoy de l a Asamblea
t r a e r á consigo trastornos y calamidades, legislativa.
y perderá la Francia en vez de salvarla. Dejo á vosotros mismos deducir; dejo
Esta es toda la cuestión y no otra; que interroguéis á vuestras conciencias
porque si vosotros, mis colegas de la ma- lo que habéis sido y lo que habéis hecho.
yoría, á quienes respeto y me dirijo, no No es esta ocasión oportuna para deta-
a b r i g á i s semejante temor y ansiedad; si llar todos vuestros actos; pero creo firme-
esperáis tranquilos respecto á la suerte mente que la civilización sin nosotros
de la futura Asamblea, desde luego se hubiera perdido, porque estoy conven-
vuestro patriotismo os aconsejará ceder- cido de que la habéis salvado; y salvar
la el sitio. la civilización es salvar l a vida á u n
Este es, pues, en m i concepto, el punto pueblo. H ó a q u í lo que vosotros habéis
verdadero de la cuestión. Y ahora, seño- hecho, hé a q u í de q u é manera habéis
res, abordo esta objeción, que para com- contestado á las profecías siniestras que
batirla es para lo que he subido á la t r i - deseaban retardar vuestro advenimiento.
buna.
Insisto, señores. L o que se decia antes
Se nos dice: ¿Sabéis lo que será, sabéis
de vosotros se dice hoy de vuestros suce-
lo que h a r á l a p r ó x i m a Asamblea legis-
sores; hoy, como entonces, se presenta á
lativa? Después deducen de las inquie-
la Asamblea futura como un peligro; hoy,
tudes que esta duda hace nacer, que
como entonces, se desconfia de Francia,
conviene mantener l a Asamblea consti-
se desconfia del pueblo, se desconfia del
tuyente.
soberano. E n vista de lo que valían los
Ahora bien; es m i intención, señores,
temores del pasado, juzgad lo que val-
demostraros lo que valen esos argumen-
d r á n los temores del presente.
tos conminatorios; os lo d e m o s t r a r é en
pocas palabras por medio de un recuerdo L a Asamblea legislativa contestó á los
que pertenece hoy á l a historia, y que, en fatales augurios del modo que vosotros
m i concepto, aclara singularmente esta habéis contestado, profesando gran cari-
parte de l a cuestión. ño a l bien público.
Señores: hace menos de un a ñ o , en Señores: en los hechos que acabo de
Marzo ú l t i m o , una parte del gobierno indicar, en el paralelo que acabo de ha-
provisional parecía creer en l a necesidad cer, en otros muchos actos que no quiero
de perpetuarse. recordar, porque deseo usar en esta dis-
Publicaciones oficiales, fijadas en las cusión de moderación profunda, no exis-
esquinas de las calles, afirmaban que la te n i una sola refutación de un argu-
educación política de Francia no estaba mento, pero sí una evidencia y una
realizada; que era peligroso entregar al e n s e ñ a n z a . H ó a q u í esta evidencia y
pais, dado el estado de las cosas, el ejer- esta enseñanza. Desde hace once meses j
cicio de su soberanía, é indispensable cada vez que se trata de consultar a l
OBRAS D E VICTOR HUGO.

país se titubea, se retrocede, se buscan habéis sido sospechosos! ¡No aplacéis?


subterfugios. vosotros que habéis sido aplazados!
M . DE LAROCHEJAQUELEm: Insultan L a m a y o r í a comprenderá, no lo dudo,
constantemente al sufragio universal. que ha llegado, en fin, el momento en
UN MIEMBRO: Pero se ha adelantado que la soberanía de esta Asamblea debe
la época de la elección del presidente/ volver á entrar y desvanecerse en la so-
VÍCTOR HUGO: Estoy seguro que en beranía de la nación.
este momento hablo á la conciencia de Si fuera de otra suerte, señores; si fue-
la Asamblea. ra posible que esta Asamblea se decidie-
¿Y sabéis q u é hay en el fondo de estas se á prolongar indefinidamente su man-
vacilaciones? L o diré. (Murmullos.) ¡Ah, dato; si fuera posible que no fijara fecha
señores! ¡esos murmullos no me arredran ni t é r m i n o á sus trabajos; si fuera posi-
n i me intimidan! (Exclamaciones.) ble que se mantuviere en la situación en
Los que suben á la tribuna están para que hoy se encuentra, frente á frente del
oir murmullos, del mismo que los que se pais—todavía es tiempo de decíroslo,—-
sientan en esos bancos están para oir el espíritu de la Francia, que anima y
verdades. vivifica á esta Asamblea, se retirarla de
Señores, diré lo que hay en el fondo de ella. Esta Asamblea ya no sentirla por
esas vacilaciones, y lo diré m u y alto, más tiempo latir en su seno el corazón
porque l a libertad de la tribuna no es de la nación.
nada sin la franqueza del orador. L o Podria prolongar algo m á s su existen-
que hay en el fondo de todo eso, de to- cia, pero no podria vivir. L a vida políti-
dos los actos que yo recuerdo, es u n se- ca no se decreta.
creto temor al sufragio universal.
Os lo digo á vosotros, que tenéis fun-
dado el gobierno republicano en el sufra-
gio universal; á vosotros, que habéis des-
e m p e ñ a d o por largo tiempo el poder
íntegro; sí, á vosotros os lo digo. Nada LA L I B E R T A D D E L T E A T R O . w
hay m á s grave en política que el que un
3 A b r i l 1849.
gobierno ponga en duda sus principios.
Os incumbe, y ya es hora, trabajar por que
cese este estado de alarma. E l pais quie
re que le consulten. Mostrad que tenéis Siento que esta grave cuestión, que
confianza en el pais, que el pais os devol divide los mejores pareceres, surja de
verá vuestra confianza. Voy á terminar una manera tan inopinada. Por m i par-
con estas palabras de conciliación. Saco te, lo confieso francamente, no estoy dis-
de m i mandato el derecho y la fuerza de puesto á tratarla y profundizarla como
conjuraros en nombre de Francia, que su gravedad requiere; pero creerla faltar
espera y se inquieta...; en nombre de este á uno de mis m á s graves deberes si no
noble y generoso pueblo de Paris, á quien aportara a q u í lo que me parece serla
se arrastra de nuevo á las agitaciones po verdad y el principio.
líticas... No p a s m a r é á nadie de los que ocupan
UNA voz: ¡ E s el gobierno quien le este recinto declarando que soy parti-
agita! dario de la libertad del teatro. Desde
VÍCTOR HUGO: E n nombre del noble y luego, señores, e n t e n d á m o n o s sobre esta
generoso pueblo de Paris, que ha sufrido palabra.
tanto y que t o d a v í a sufre, os conjuro á Qué es la libertad del teatro?
que no prolonguéis una situación que es Señores, hablando con propiedad, el
l a a g o n í a del crédito, del comercio, de la teatro no es n i puede ser j a m á s libre. No
industria y del trabajo. Os conjuro á que escapa á una censura m á s que para vol-
cerréis vosotros mismos, retirándoos, la ver á caer en otra, y este es el verdadero
fase revolucionaria y abráis el período nudo de la cuestión; sobre este punto
legal. Os conjuro á que convoquéis con llamo especialmente la atención del se-
diligencia y con confianza á vuestros ñor ministro de lo Interior.
sucesores. No caigáis en la falta del go Existen dos clases de censuras. L á
bierno provisional. L a injuria que los una, que es l a que hay en el mundo m á s
partidos apasionados os infirieron antes respetable y de m á s eficacia, es la censu-
de vuestra venida, ¡no la infiráis vos
otros, legisladores, á la Asamblea le- (1) Este discurso fué pronunciado en la discusión del presu-
gislativa! ¡No sospechéis, vosotros que puesto, después de otro en el que el representante Julio Favre
pidió para los teatros la abolición de toda censura,
ANTES D E L D E S T I E R R O .

ra ejercida en nombre de las ideas eter- He a q u í lo que vosotros obtenéis con


nas del honor, de la decencia y de la la censura. L a censura, retirando al p ú -
honestidad; la ejercida en nombre de ese blico su jurisdicción natural sobre el
respeto que una nación tiene siempre á teatro, le retira al mismo tiempo el sen-
sí misma; la ejercida por las costumbres timiento de su autoridad y de su respon-
públicas. sabilidad; en el momento que deja de ser
L a otra censura, que es—no quiero ser- juez, se trueca en cómplice.
virme de expresiones m u y severas—in- Os invito, señores, á reflexionar sobre
hábil y torpe, es la censura que ejerce el los inconvenientes de la censura así con-
poder. siderada. Sucede que el público acaba
Ahora bien; cuando destruís l a liber- muy pronto por no ver más, en los exce-
tad del teatro, sabéis lo que hacéis? A r - sos del teatro, que malicias casi inocen-
rancáis el teatro á la primera de las dos tes, ya contra la autoridad, ya contra l a
censuras para sujetarlo á la segunda. misma censura; acaba por adoptar lo
Creéis haber ganado con esto? E n l u - que él hubiera reprobado y por proteger
gar de la censura del público, de la cen- lo que hubiera condenado.
sura grave, austera, temible, obedecida, A ñ a d o á esto que la represión penal no
tenéis la censura del poder, la censura es pesióle: la sociedad está desarmada, su
desconsiderada y opresora. A ñ a d i d á ello derecho está agotado; nada puede contra
el poder comprometido, inconveniente, los delitos que se cometen, por decirlo
grave. Sabéis lo que sucede además? Que así, al través de la censura. No tiene, lo
por una reacción m u y natural, la opi- repito, represión penal. L a propiedad de
nión pública, que seria tan severa para la censura, y este es su menor inconve-
el teatro libre, se hace extremadamente niente, es romper la ley, s u s t i t u y é n d o l a .
indulgente para el teatro censurado. E l Todo está dicho, todo está terminado
teatro censurado le produce el efecto de una vez censurado el manuscrito. E l ma-
un oprimido. gistrado nada tiene que hacer en lo que
No conviene ignorar que en Francia, el censor ha intervenido. L a ley no pasa
y lo digo en honor de la generosidad de por donde la investigación ha pasado.
este país, la opinión pública acaba siem- En cuanto á mí, lo que quiero, tanto
pre, tarde ó temprano, por tomar parte para el teatro como para la prensa, es l a
allí donde cree ver una libertad oprimida. libertad, la legalidad.
Ahora bien; digo que no solo no es moral, Resumo m i opinión en una palabra
sino poco acercado, i n h á b i l é impolítico, que dirijo á los gobernantes y á los le-
poner al público de parte de las licencias gisladores: por la libertad colocáis las l i -
teatrales; el público se reserva siempre cencias y los excesos del teatro bajo l a
, en el espíritu un fondo de oposición; la censura del público; por la censura los
alusión le place, el epigrama le divierte; ponéis bajo su protección. Escoged.
m á s de la mitad del público se rie con
la licencia del teatro.
ASAMBLEA LEGISLATIVA.

1849 A 1851.
ASAMBLEA LEGISLATIVA.
18 4-9 Á 1 8 5 1 ,

L A M I S B R I A/11 dio soberano que la fuerza; que fuera de


la fuerza todos son inútiles y estériles, y
9 Julio 1849. que l a proposición del honorable mon-
sieur de Melun y todas las proposicio-
nes a n á l o g a s deben desecharse, porque
Señores: no son, repito las palabras que he oido,
m á s que un socialismo disfrazado.
Voy á apoyar la proposición del hono- Señores: creo que palabras de esta na-
rable M . de Melun. turaleza son menos peligrosas dichas
Comienzo por declarar que una propo- en público, en esta tribuna, que m u r m u -
sición que abrazara por entero el artícu- radas sordamente; y si cito esas conver-
lo 13 de la Constitución, seria u n tra- saciones, es porque espero provocar á
bajo inmenso que baria sucumbir á la que se expliquen á los que Han vertido
comisión que lo intentara; pero a q u í solo las ideas que acabo de recordar, porque
se trata de preparar una legislación que de ese modo, señores, podríamos nosotros
organice la previsión y asistencia públi- combatirlas cara á cara.
ca; y como prohijo la proposición que su A ñ a d i r é , señores, que aun decían m á s .
honorable autor ha esplanado, voy á (Interrupción.)
apoyarla. UNA VOZ DE LA DERECHA Quién?
Permitidme, á propósito de las cues- Quién? Decid quién ha dicho eso!
tiones políticas que esta proposición en- VÍCTOR HUGO: Que se delaten á sí
t r a ñ a , algunas palabras que la ilustren. mismos los que opinan de ese modo; esta
Señores: oigo decir á toda hora, y has- cuestión es suya. Que sostengan en l a t r i -
ta lo acabo de oir á m i lado, al subir á buna el valor de sus opiniones, que sus-
la tribuna, que no hay dos maneras de tentan en los pasillos y en las comisiones.
restablecer el orden. Decíase que en No desempeño nunca el papel de revelar
tiempos de a n a r q u í a no hay m á s reme- nombres que se ocultan. Se presentan
las ideas y combato las ideas; cuando se
(1) M. de Melun había propuesto á la Asamblea legislativa,
al comenzar sus trabajos, «nombrar en las oficinas una comi- presenten las personas, c o m b a t i r é las
sión de treinta miembros, para preparar y examinar las leyes personas. Señores, bien lo sabéis; las co-
relativas á la previsión y asistencia pública». El informe sobre sas que no se dicen en voz alta, son casi
esta proposición fué presentado en la sesión del ?3 de Junio de
1849, La discusión abrióse el 9 del siguiente Julio. siempre las peores. A q u í las palabras
Víctor Hugo tomó el primero la palabra. Habló en favor de la públicas son para la muchedumbre; las
proposición y pidió que la idea se extendiese y ampliase. secretas para el voto. Ahora bien; no
Caracterizó este debate un incidente digno de recordar.
Víctor Hugo había dicho: «Soy de los que piensan y afirman que debe haber palabras ocultas cuando se
se puede acabar con la miseria». Su aserción excitó numerosas trata del porvenir del pueblo y de las
denegaciones en los bancos de la derecha, M. Poujoulat inter-
rumpió al orador, gritando: «Es un profundo error!», y mon-
leyes de m i pais; m i deber es quitarlas
sieur Benoit d1 Azy sostuvo, coreado por los aplausos de la el velo, como es m i deber desenmasca-
derecha y del centro, que era imposible hacer desaparecer la rar las influencias secretas. C o n t i n ú o ,
miseria.
La proposición de M. de Melun fué aprobada por unanimidad
pues. Los que hablaban así a ñ a d í a n que
TOMO I Y .
37
290 OBRAS D E VICTOR HUGO.

"hacer esperar al pueblo u n aumento brado á nadie en particular, pero sus pa-
de bienestar y una disminución de sufri- labras tienen algo de personal para todo
mientos, es prometer lo imposible; que el mundo, y no puedo ver en la inter-
nada hay que a ñ a d i r á lo que han hecho rupción que se produce m á s que un des-
los d e m á s gobiernos en circunstancias m e n t í s universal de la Asamblea. Os
semejantes; que todo lo d e m á s es decía-, suplico que entréis de lleno en la cues-
macion y quimera, y que la represión t i ó n .
basta para el presente y la compresión VÍCTOR HUGO: NO aceptaré el desmen-
para el porvenir.,, (Violentos murmullos. tís de la Asamblea hasta tanto que no se
Dirígeme numerosas interpelaciones al ora- me dé con actos y no con palabras. Ve-
dor por los miembros de la derecha y del remos si el porvenir dice que me engaño;
centro, entre los cuales notamos á M M . De- veremos si se h a r á otra cosa que la com-
nis, Benoist y de Dampierre.) presión y represión; veremos si la idea
Estoy satisfecho, señores, al ver que que se desvanece hoy no es la política
mis palabras han hecho estallar unani- que se desplegará m a ñ a n a . Mientras, y
midad de protestas. en todos los casos, p a r é c e m e que la una-
EL PRESIDENTE (DUPIN): L a Asamblea, nimidad misma que acabo de provocar
efectivamente, ha manifestado su senti- en esta Asamblea es un excelente resul-
miento. E l presidente nada tiene que tado. (Buido. Interrupción.)
a ñ a d i r . (Muy lien! Muy bien!) Señores, dejemos para fuera de este
YÍCTOR HUGO: NO es esa la manera de recinto objeciones de t a l naturaleza y
comprender el restablecimiento del ór- toda alusión á*los miembros de esta
den... (Interrupción en la derecha.) Asamblea, y p e r m í t a s e m e decir que en
UNA voz: No, no es ese el modo. cuanto á m í , no creo que el sistema que
M . NOEL PARFAIT: Se ha dicho en m i combina la represión con l a compresión
despacho... (Gritos en la derecha.) y que así se mantiene, sea la única ma-
M . DUFOURNEL á M . Parfait: Decid nera, la mejor manera de restablecer el
q u i é n ha hablado así. órden. (Nuevos murmullos.)
M . DE MONTALEMBERT: Con el permiso He dicho que dejo de aludir por com-
del honorable M . Víctor Hugo, me tomo pleto á los miembros de la Asamblea...
la libertad de declarar... (Interrupción.) (Ruido.)
NUMEROSAS VOCES: A l a tribuna! ¡A la EL PRESIDENTE: L a Asamblea no se
tribuna! cree aludida; esto es una objeción que el
M . DE MONTALEMBERT, en la tribuna: orador se hace á sí mismo y que v á á re-
Me tomo la libertad de declarar que la futar. (Risas. Rumores.)
aserción del honorable M . Víctor Hugo VÍCTOR HUGO: Se equivoca el señor
es tanto m á s infundada, cuanto la comi- Presidente, Hasta sobre este punto apelo
sión ha aprobado por unanimidad la al porvenir. Y a veremos. Por otra parte,
proposición de M . de Melun, y la mejor como lo que dije no es una objeción que
prueba que yo puedo dar es que dicha me hago á m í mismo, me basta haber
comisión ha escogido para ponente al provocado la manifestación u n á n i m e de
propio autor de la proposición. (¡Muy esta Asamblea, esperando que ya la re-
bien! Muy bien!) cordará, y paso á otro órden de ideas.
VÍCTOR HUGO: E l honorable M . de Oigo decir igualmente todos los dias...
Montalembert contesta á lo que yo no he (Interrupción.) A h , señores! Sobre este
dicho. Y o no he dicho que la comisión punto de la cuestión no temo interrup-
no estuviere u n á n i m e en adoptar la pro- ción alguna, porque vosotros mismos re-
posición; he dicho solo, y lo sostengo, conocéis que esto constituye hoy la gran
que habia oido á menudo, y sobre todo palabra de la situación. Oigo decir por
cuando iba á subir á la tribuna, las pa- todas partes que la sociedad acaba de
labras á que he aludido, y que como vencer una vez m á s y que conviene
para m í las objeciones ocultas son las aprovecharse de la victoria. [Movimiento.)
m á s peligrosas, tenia el derecho y el de- Señores, á nadie sorprenderé en este re-
ber de hacer objeciones públicas, con la cinto diciendo que t a l es t a m b i é n m i
idea de poderlas desvirtuar. L a prueba convicción.
de que tengo razón, es que desde la pri- Antes del 13 de Junio, una especie de
mera palabra se a v e r g ü e n z a n y se des- tortura agitaba á esta Asamblea; el
vanecen. {Ruidosas reclamaciones en la tiempo, tan precioso, perdíase en estéri-
derecha. Muchos miembros interpelan viva- les y peligrosas luchas de palabras; las
mente al orador en medio del tumulto.) cuestiones, las m á s sérias, las m á s fecun-
EL PRESIDENTE: E l orador no ha nom- ! das, desaparecían ante la batalla, á cada
ANTES D E L D E S T I E R R O . 291
instante librada en la tribuna y presen- Dartes, de arriba, de abajo, se inclinan
tada en las calles. Hoy se ha producido los unos hácia los otros con esa inexpli-
la calma, el terrorismo se ha desvaneci- cable sed de concordia que señala el fin
do, la victoria es completa. Conviene de las disensiones civiles. L a sociedad
aprovecharla, Sí! ¡conviene aprovechar- quiere ponerse en marcha después del
la! Pero, cómo? alto al borde de un abismo.
Conviene aprovecharse del silencio Ahora bien, señores; j a m á s momento
impuesto á las pasiones a n á r q u i c a s para alguno fué m á s propicio, mejor escogi-
dar la palabra á los intereses populares. do, m á s claramente indicado por la Pro-
(Sensación.) Conviene aprovecharse del videncia para cumplir, después de tantos
órden reconquistado para realzar el tra- ódios y errores, la gran obra que forma
bajo; para crear en vasta escala la pre- vuestra misión, y que se puede por ente-
visión social; para sustituir á la limosna, ro resumir en una sola palabra: Reconci-
que degrada, la asistencia, que fortalece; liación. (Sensación prolongada.)
para fundar en todas partes y bajo to- Señores, la proposición de M . de Melun
das las formas establecimientos de todo vá recta hácia este objeto.
género que asistan al desgraciado y que Este es el sentido verdadero y comple-
animen al trabajador; para mejorar cor- to de esta proposición, que puede, por
dialmente de todos modos á l a s clases que lo demás, modificarse bastante y perfec-
sufren, pero con mejoras que superen á cionarse.
las que les prometieron sus falsos ami- Dar á esta Asamblea como objeto prin-
gos. H é a q u í cómo conviene aprovechar- cipal el estudio de la suerte de las clases
se de la victoria. Conviene aprovecharse que sufren, es decir, el grande y oscuro
de la desaparición del espíritu revolucio- problema que propuso Febrero; rodear
nario para hacer reaparecer el espíritu este estudio de l a solemnidad; sacar de
del progreso. Conviene aprovecharse de él todas las mejoras prácticas y posibles;
la calma para restablecer la paz; no solo sustituir por una grande y única comi-
la paz en las calles, sino la paz verdade- sión de asistencia y previsión pública á
ra, la paz definitiva, la paz de los espíri- todas las comisiones secundarias, que no
tus y de los corazones. Conviene, en una ven m á s que el detalle y á las cuales se
palabra, que la derrota de la demagogia escapa el conjunto; colocar m u y alta esta
sea la victoria del pueblo. (Viva adhe- comisión, de manera que pueda verse de
sión.) todas partes en el pais; reunir los l u m i -
He a q u í lo que conviene hacer de la nares dispersos, los diseminados experi-
victoria, y he a q u í cómo conviene apro- mentos, los esfuerzos divergentes, los
vecharla. (Muy bien! muy bien!) desenvolvimientos, los documentos, las
Señores, considerad el momento en que pesquisas parciales, las conquistas loca-
os encontráis. Después de diez y ocho les, toda buena voluntad al trabajo, y
meses es cuando se ha visto la n e g a c i ó n crearles a q u í un centro, u n centro don-
de tantos ensueños. de afluyan todas las ideas y de donde
Las quimeras que vivían en la sombra irradien todas las soluciones; nacer surgir
han surgido y l a luz las ha aclarado; las punto por punto, ley por ley, pero por
falsas teorías se han visto obligadas á unanimidad, con madurez, de los traba-
darnos su explicación; los falsos sistemas, jos de la legislatura actual, el código
q u é han producido? Nada. E n las masas ordenado y completo, el gran código cris-
se han desvanecido m u c h í s i m a s ilusio tiano de la previsión y de l a asistencia
nes, y al desvanecerse han hecho hun- pública; en una palabra, ahogar las q u i -
dirse las popularidades sin base y los meras de cierto socialismo con las reali-
ódios sin motivo. dades del evangelio; h é a q u í , señores, el
L a ilustración viene poco á poco; el objeto de la proposición de M . de Melun;
pueblo, señores, tiene el instinto de lo hé a q u í por q u é yo la apoyo enérgica-
verdadero como el instinto de lo justo, y mente. (M. de Melun hace un signo de adhe-
desde que se apacigua adquiere el buen sión al orador.)
sentido; la luz penetra en su espíritu; al Acabo^ de decir las quimeras de cierto
mismo tiempo, la fraternidad prácti- socialismo, porque así lo designo inten-
ca, l a fraternidad que no se decreta, la cionadamente.
fraternidad que nace del fondo de las Pero expliquémonos, señores. ¿Quiero
cosas y de la identidad real de los desti con esto decir que en este c ú m u l o de no-
nos humanos, comienza á germinar en ciones confusas, de aspiraciones oscuras,
todas las almas, lo mismo en el alma de de ilusiones inauditas, de instintos irre-
rico que en el alma del pobre; por todas flexivos j de fórmulas incorrectas, que se
292 OBRAS D E VICTOR HUGO.

designan bajo el nombre vago, y desde grave. Es de las m á s graves que pueden
luego poco comprendido, de socialismo, tratarse ante vosotros.
no existe nada de verdad, absolutamente No soy, señores, de los que creen que
nada? se puede extinguir el sufrimiento en el
Señores, si no existiera nada de ver- mundo; el sufrimiento es una ley divina;
dad, no habria peligro alguno. L a socie- Dero soy de los que creen y afirman que
dad podria desdeñar y esperar. Para que se puede destruir la miseria. (Reclama-
la impostura ó el error sean peligrosos ciones. Violentas denegaciones en la dere-
y penetren en las masas y puedan pene- cha.)
trar hasta el corazón mismo de la socie- Notadlo bien, señores; no digo dismi-
dad, precisa que exista en ellos algo real. nuir, aminorar, limitar, circunscribir;
L a verdad combinada con los errores es digo destruir. {Nuevos murmullos en la de-
lo que constituye el peligro. E n este recha.)
asunto, la cantidad de peligro se mide L a miseria es una enfermedad del
por la cantidad de verdad contenida en cuerpo social, como la lepra era una en-
las quimeras. fermedad del cuerpo humano; la miseria
Ahora bien, señores; digámoslo, y d i - íuede desaparecer, como la lepra ha des-
gámoslo precisamente para encontrar el aparecido. (Sí, si! en la izquierda.) ¡Des-
remedio; existe en el fondo del socialis- truir la miseria! Sí! es posible! Los
mo una parte de las realidades dolorosas egisladores y los gobernantes deben
de nuestro tiempo y de todos los tiempos; pensar en ello sin cesar, porque en ma-
existe el malestar eterno propio de la teria semejante, hasta que lo posible
flaqueza humana; existe la aspiración á no se realiza, no se cumple el deber.
u n estado mejor, que t a m b i é n es natural (Sensación universal.)
en el hombre, pero que e n g a ñ a á éste, L a miseria, señores (y abordo a q u í lo
haciéndole buscar en este mundo lo que vivo de la cuestión), ¿queréis saber dónde
solo puede encontrarse en el otro. (Viva está? ¿Queréis saber hasta dónde puede
y unánime adhesión.) Existen llagas muy llegar, hasta dónde llega, no digo en I r -
vivas, m u y verdaderas, m u y punzantes, landa, no digo en la Edad Media, sino
de inmediata curación. Existe, en fin, y en Francia, en Paris y en los tiempos en
esto es resultado de nuestros tiempos, que vivimos? Queréis hechos?
existe esa actitud nueva dada al hom- Existen en Paris y no dudo en citarlos.
bre por nuestras revoluciones, que han Son tristes, pero precisa revelarlos. Y si
justificado y colocado tan alto la digni os he de revelar todo m i pensamiento,
dad humana y l a soberanía popular; de debo deciros que quisiera que surgiese
t a l suerte, que hoy el hombre del pue de esta Asamblea, y en caso preciso pre-
blo sufre con el sentimiento doble 3 sentaré la proposición formal, una ex-
contradictorio de su miseria, resultado tensa y solemne información sobre la
del hecho, y de su grandeza, resultado verdadera situación de las clases que
del derecho. penan y sufren en Paris. Quisiera que
Esto es todo, señores, lo que existe en todos los hechos apareciesen á la luz del
el socialismo; esto es todo lo que se j u n t a dia. ¿Cómo se quiere curar el m a l si no
á las malas pasiones; esto es todo lo que se sondean las llagas? {Muy bien! Muy
constituye su fuerza; esto es todo lo bien!)
que conviene quitarle. Hó aquí, pues, los hechos.
NUMEROSAS VOCES: Cómo? Existen en Paris, en los arrabales de
VÍCTOR Huao: Aclarando lo que es Paris, que el soplo del motin sublevaba
falso, satisfaciendo lo que es justo. U n a poco h á tan fácilmente, calles, casas,
vez hecha esta operación, pero hecha á cloacas, en donde familias enteras viven
conciencia, con lealtad, honradamente en confusión, hombres, mujeres, n i ñ a s y
desaparece lo m á s temible para vosotros niños, no teniendo por lechos, no tenien-
del socialismo. R e t i r á n d o l e lo que tiene do por mantas n i por vestidos m á s que
de verdad, q u i t á n d o l e lo que tiene de montones infectos de trapos en fermen-
peligroso, no será m á s que un infor tación, recogidos del lodo en las esquinas
me nublado de errores que puede llevar- de las calles, especie de basura de las
se el primer soplo del viento. (Movimien- ciudades, en donde criaturas humanas
tos en diversos sentidos.) se entierran vivas para resguardarse del
Permitidme, señores, que complete m i frió del invierno. {Movimiento.)
idea. Me hace creer la agitación de la Este es un hecho. Oid otros.
Asamblea que no he sido del todo com- Estos últimos días u n hombre, u n
prendido. L a cuestión que se agita es desgraciado literato, porque la miseria
ANTES D E L D E S T I E R R O . 293
no perdona á las profesiones liberales n i i No habéis hecho nada, porque todavía
á las manuales, ha muerto de hambre, el pueblo sufre. (Bravos en la izquierda.)
muerto de hambre siendo literato, y se No habéis hecho nada, porque á vues-
ha justificado después de su muerte que tros pies gime parte del pueblo desespe-
el desgraciado no habia comido en seis rado. No habéis hecho nada, porque los
dias. [Larga interrupción.) que están en el vigor de la edad y tra-
Quereis algo m á s doloroso aun? E l bajan, están en peligro de que les falte
mes pasado, durante el recrudecimiento el pan; porque los ancianos, que han
del cólera, se encontró una madre con trabajado en otro tiempo, están expues-
sus cuatro hijos que buscaban su sus- tos á que les falte un asilo; porque l a
tentó en los residuos inmundos y pesti- usura devora nuestros campos y se mue-
lenciales de los osarios de Montfaucon. re de hambre en nuestras ciudades; por-
[Sensación.) que no existen leyes fraternales, leyes
Estas desventuras, señores, son las que evangélicas que vayan por todas partes
digo que no deben suceder; la sociedad á socorrer á las pobres y honradas fa-
debe contribuir con todos sus esfuerzos, milias de nuestros labradores, de núes-
solícita, con todas sus inteligencias, con tros obreros, de nuestros hombres de
toda su abnegación, para que no suce- corazón. {Aclamaciones.) No habéis he-
dan j a m á s . Semejantes hechos en u n pais cho nada, porque el espíritu de la revo-
civilizado atacan la conciencia de la so- lucion cuenta como á auxiliar el sufri-
ciedad entera; porque de ellos, yo que los miento público. No habéis hecho nada,
enumero, me siento cómplice y solida- porque en la obra de destrucción y de
rio, porque no solo constituyen culpas tinieblas, que se prosigue á la sordina, el
ante los hombres, sino crímenes ante perverso tiene como colaborador fatal al
Dios. {Sensaciónprolongada.) desgraciado.
Hó a q u í por q u é estoy penetrado, hó Y a lo veis, señores; termino repitién-
a q u í por q u é yo quisiera que se penetra- dolo; no es solamente á vuestra genero-
sen todos los que me escuchan de la alta sidad á quien me dirijo, sino á vuestra
importancia que envuelve la proposición sabiduría, y os excito á que reflexionéis
que se os ha sometido. Quisiera que en sobre ello; pensad en que si la a n a r q u í a
esta Asamblea, m a y o r í a y minoría, por-1 abre los abismos, la miseria los ahonda.
que no distingo la mayoría de la mino- {Es verdad! Es verdad!) Habéis promulga-
r í a en tales cuestiones; quisiera, digo, do leyes contra la a n a r q u í a ; promulgad
que esta Asamblea no tuviera m á s que ahora leyes contra la miseria. {Movi-
una sola alma para encaminarse á este miento prolongado en todos los bancos. E l
objeto, á este objeto magnífico, á este orador desciende de la tribuna, recibiendo la
objeto sublime, á la abolición de la mi- felicitación de todos sus colegas.)
seria. {Bravo! Aplausos.)
Y , señores, no me dirijo solamente á
vuestra generosidad; me dirijo á lo que
hay de m á s sério en el sentimiento poli
tico de una Asamblea de legisladores. Y
sobre este objeto diré unas cuantas pa LA EXPEDICION DE EOMA. (1)
labras para terminar.
15 Octubre 1849.
Señores: como os decia h á poco, con
el concurso de la G-uardia nacional, el
ejército y todas las d e m á s fuerzas vivas
del pais, acabáis de asegurar una vez M . VÍCTOR HUGO: {Profundo silencio.)
m á s l a fortaleza del Estado. No habéis Señores: entro, desde luego, en la cues-
cejado ante peligro alguno, no habéis tión.
dudado ante n i n g ú n deber. H a b é i s sal
( i ) El triste episodio de la expedición contra Roma es bas-
vado la sociedad regular, el gobierno tante conocido. La Asamblea constituyente votó un crédito de
legal, las instituciones, l a paz pública, 1.20ii.0ü0 francos para los primeros gastos de un cuerpo expe-
l a misma civilización. Habéis realizado dicionario con destino á Italia, sobre la declaración expresa del
una gran obra... pero, sin embargo, poder ejecutivo de que esta fuerza debia proteger la Península
contra las invasiones del Austria. Cuando los franceses atacaron
nada habéis hecho! á Roma á las órdenes del general Oudinot, la Asamblea cons-
No habéis hecho nada, lo repito, por- tituyente votó una órden del dia que prescribía al poder ejecu-
tivo hdeer que cumpliese la primitiva idea de la expedición, que
que el órden material restablecido, no se habia desviado de su objeto.
tiene por base el órden moral consolida- Luego que la Asamblea legislativa, cuya mayoría estaba por
do. (Muy bienl Muy bien! Viva y unánime laal destrucción de la República romana, se reunió, dióse órden
general Oudinot de atacar á Roma y de tomarla, costare lo
adhesión.) que costare.—Tomóse la ciudad y restablecióse al Papa.
294. OBRAS D E VICTOR HUGO.

U n a palabra del señor ministro de la expedición romana á fin de poner la


Negocios extranjeros, que interpretaba espada de Francia allí donde iba á caer
torcidamente, s e g ú n creo, el voto de la el sable de Austria; votó la expedición
Asamblea constituyente, me impone el romana..—insisto sobre este punto; nin-
deber, á m í , que he votado la expedición guna otra explicación se dió, ninguna
romana, de restablecer los hechos. Debe- palabra m á s se dijo; si hubo votos con res-
mos procurar que nada quede oscuro, tricción mental, los ignoro.—La Asam-
voluntariamente a l menos, sobre este blea constituyente votó la expedición
punto, que ha e n t r a ñ a d o y e n t r a ñ a r á romana, á fin de que no se dijese que
t o d a v í a tantos sucesos. Importa, por Francia estaba retraida cuando la l l a -
otra parte, en negocio tan grave, y pien- maba, de una parte el interés de la hu-
so con respecto á esto como el honorable manidad, de otra el interés de su gran-
ponente de la comisión, que debe pre- deza; votamos á fin de resguardar á
cisarse bien el punto de partida para juz- Roma y las personas e m p e ñ a d a s en la
gar mejor el punto á que hemos lle- República romana, de Austria; de Aus-
gado. tria, que, en esta guerra que hace á las
Señores: después de la batalla de No- revoluciones, tiene por costumbre des-
vara, trájose á la Asamblea constitu- honrar todas sus victorias con incalifica-
yente el proyecto de l a expedición de bles indignidades. {Largos aplausos en la
Roma, y el general Latnoriciére subió á izquierda. Violentos murmullos en la dere-
esta tribuna y nos dijo: "Italia acaba de cha. E l orador se vuelve hacia la derecha.)
perder su batalla de W a t e r l ó o (solo cito M u r m u r á i s ! ¡ U n a expresión tan débil la
a q u í la sustancia de las palabras, que consideráis m u y fuerte! A h ! Estas inter-
todos podéis leer en el Monitor); I t a l i a rupciones hacen salir de m i pecho la i n -
acaba de perder su batalla de Waterlóo dignación. ¿Será acaso menos libre la
Austria es la d u e ñ a de I t a l i a , la d u e ñ a tribuna francesa que la inglesa, que ha
de la situación; Austria marcha sobre expuesto á la v e r g ü e n z a semejantes i n -
Roma como m a r c h ó sobre Milán, y pien- dignidades? Declaro, y quisiera que mis
sa hacer en Roma lo que ha hecho en palabras en este momento resonasen en
Milán, lo que ha hecho en todas partes: todo el mundo; declaro que las exaccio-
proscribir, aprisionar, fusilar, ahorcar. nes, las violaciones, las expoliaciones, los
¿Queréis que Francia presencie este es- fusilamientos, las ejecuciones en masa,
pectáculo con los brazos cruzados? Si no la horca levantada para los hombres he-
queréis, adelantaos á Austria, i d á Roma róicos, el apaleamiento de las mujeres,
— E l presidente del Consejo dijo: F r a n todas esas infamias, ponen al gobierno
cia debe i r á Roma para poner á salvo austríaco ante la picota de Europa.
la libertad y la humanidad.—El general Yo, que soy soldado oscuro, pero apa-
de Lamoriciére añadió: Si nosotros no sionado del órden y de la civilización, re-
podemos salvar allí la República, salve- chazo con todas las fuerzas de m i corazón
mos, al menos, la libertad.;;—La expedi- indignado esos salvajes auxiliares, esos
ción romana fué votada. Radetzki y esos Haynan, que pretenden
L a Asamblea constituyente no dudó tan bien servir la santa causa y que i n -
u n momento, señores. Votó la expedí fieren á la civilización la abominable i n -
cion de Roma bajo el concepto de huma j u r i a de defenderla por medio de la bar-
nidad y de libertad que le había indica- barie.
do el presidente del Consejo; votó l a Acabo de recordaros, señores, en q u é
expedición romana á fin de producir sentido fué votada la expedición á Roma,
contrapeso á la batalla de Novara; votó y repito que es un deber que he c u m p l i -
do. L a Asamblea constituyente ya no
El presidente de la República francesa escribió á su ayudante existe, ya no está a h í para defenderse; su
de campo, M. Edgar Ney, una carta, que se publicó, en la que voto está, por decirlo así, en vuestras
manifestaba su deseo de obtener del Papa instituciones favorables manos, á vuestra discreción; podéis ata-
al pueblo de los Estados Romanos,
El Papa no tuvo en cuenta para nada la carta de su restaura- car en ese voto las conclusiones que os
dor, y publicó una Bula que consagraba el despotismo más abso- plazcan, que si sucediese, lo que Dios no
luto del gobierno clerical en su domiuio temporal.
La cuestión romana, ya debatida muchas veces en el seno de
quiera, que esas conclusiones fuesen de-
la Asamblea legislativa, se agitó otra vez á propósito de una pe- cididamente fatales á m i pais, al menos
tición de créditos suplementarios en las sesiones del 18 y 19 de habria reivindicado, en cuanto pude, la
Octubre de 1849.
En esta discusión fué cuando sostuvo M. Thuriot de la Rosié- intención puramente humana y liberal
re que Roma y el papado eran l a propiedad indivisa del de la Asamblea constituyente, y la idea
eatolieismo. de l a expedición protestará contra su re-
Víctor Hugo sostuvo, al contrario, la tesis, «tan querida para
Italia, de la secularización y de la nacionalidad». sultado.
ANTES D E L DESTIERRO. 295
Ahora, cómo la expedición desvióse de ve crea un conflicto; pero t a l cual es
su objeto ya lo sabéis y no insisto en ello; esta carta, declaro que fué un aconteci-
atravieso r á p i d a m e n t e los acontecimien- miento. Por qué? Porque esta carta no
tos acaecidos, que deploro, y llego á su era otra cosa que un fiel retrato de l a
situación actual. opinión; porque daba franca salida a l
E l 2 de Julio entró el ejército en R o - sentimiento nacional; porque ofrecía á
ma. E l Papa fué pura y simplemente todo el mundo el medio de decir m u y
restablecido en el trono; precisa mucho alto lo que cada uno pensaba; porque,
que lo diga. E l gobierno clerical, que por en fin, esta carta, á pesar de su forma
m i parte distingo en gran manera del incompleta, e n t r a ñ a b a toda una polí-
gobierno pontifical, como los espíritus tica.
elevados le comprenden y como P i ó I X Dicha carta daba una base á las nego-
pareció comprenderle durante u n mo- ciaciones pendientes; daba á la Santa
mento, el gobierno clerical, digo, ha Sede, en su provecho, útiles consejos é i n -
vuelto á dominar en Roma. U n triunvi- dicaciones generosas; pedia las reformas
rato ha reemplazado á otro. Los actos de y la amnistía; trazaba al Papa el pro-
este gobierno clerical, los actos de esta grama sério de un gobierno de libertad,
comisión de los tres cardenales ya los co- y digo gobierno de libertad, porque no
nocéis, no creo necesario detallarlos aquí; sé traducir de otro modo l a palabra go-
seríame difícil enumerarlos sin caracte- bierno liberal.
rizarles, y yo no trato de enconar esta Algunos dias después de esta carta, el
discusión. gobierno clerical, ese gobierno que nos-
Baste decir, que desde sus primeros otros llamamos y restablecimos, que nos-
pasos la autoridad clerical, enamorada otros protegemos y conservamos, que nos
de las reacciones, animada del m á s cie- debe la existencia en este momento, ese
go, del m á s funesto y del m á s ingrato es- gobierno clerical, digo, publicó su con-
píritu, hirió los corazones generosos y á testación.
los hombres prudentes y a l a r m ó á todos Esta contestación es el Motu proprio,
los amigos inteligentes del Papa y del con la a m n i s t í a por post-scriptum. Aho-
papado. Entre nosotros se conmovió la ra bien; q u é es el Motu proprio? [Profundo
opinión. Cada uno de los actos de esta silencio.)
autoridad fanática, violenta, hostil á nos- Señores, no h a b l a r é en n i n g ú n caso del
otros mismos, hirió en Roma al ejército jefe de la cristiandad m á s que con respe-
y en Francia á la nación. P r e g u n t ó s e si to profundo; no olvido que en otro recin-
era para esto para lo que habíamos ido á to he ensalzado su advenimiento. Soy de
Roma; si Francia jugaba allí un papel los que han creído ver en él, en l a época
digno de ella, y las irritadas miradas de actual, el dón m á s magnífico que la Pro-
la opinión comenzaron á volverse hácia videncia podia otorgar á las naciones;
el gobierno. un grande hombre Papa: y a ñ a d o ahora
E n aquellos momentos apareció una que en m í la compasión se une al respe-
carta, escrita por el presidente de la Re- to. P i ó I X hoy es m á s desgraciado que
pública á uno de sus oficiales de órdenes nunca; en m i concepto está repuesto,
enviados por él á Roma en comisión. pero no está libre.
M . DESMOUSSEAUX DE Q-IVUÉ: Pido la No le imputo el acto incalificable ema-
palabra. nado de su cancillería, y que es el que
VÍCTOR HUGO: Creo, señores, que voy me d á valor para decir desde esta tribu-
á satisfacer al honorable M . de Grivró. na todo m i pensamiento sobre el Motu
Si he de decir todo lo que pienso, hubie- proprio. L o diré en dos palabras.
ra preferido, señores, á esta carta un E l acto de la cancillería tiene dos fa-
acto del gobierno deliberado en Con- ses; la parte política, que regula las cues-
sejo. tiones de libertad, y que yo l l a m a r í a
M . DESMOUSSEAUX DE GIVRÉ: NO! no! parte caritativa, y la parte cristiana, que
no es esa m i idea! {Nuevas y prolongadas regula las cuestiones de clemencia. E n
risas.) cuanto á libertad política, la Santa Sede
VÍCTOR HUGO: Estoy explicando m i no acuerda nada. E n cuanto á clemen-
pensamiento y no el vuestro. Hubiera, cia, acuerda menos todavía, porque otor-
pues, preferido á esta carta un acto del ga una proscripción en masa; pero tiene
gobierno. E n cuanto á la carta en sí, la la bondad de dar á esta proscripción el
hubiera preferido m á s madura y medi nombre de a m n i s t í a . {Bisas y largos
tada. aplausos.)
L a menor ligereza en un acto gra H é aquí, señores, la respuesta dada por
296 OBRAS D E VICTOR HUGO.

el gobierno clerical á la carta del presi- E s p a ñ a fué para la R e s t a u r a c i ó n . {Sen-


dente de la República. sación.)
U n gran obispo ha dicho en u n libro No lo olvidemos; de todas las h u m i l l a -
famoso que el Papa tiene siempre abier- ciones, las que Francia soporta con me-
tas sus dos manos, y que mientras que nos facilidad son las que tienden á herir
de la una emana incesantemente l a l i - la gloria de nuestro ejército. {Viva emo-
bertad para el mundo, de la otra emana ción.) Cualquiera que sea el caso, excito
l a misericordia. Pero ya lo veis; hoy el á la m a y o r í a á que reflexione sobre ello;
Papa tiene cerradas las dos manos. {Sen- t r á t a s e de una ocasión decisiva para ella
sación prolongada.) y para el pais, y a s u m i r á en su voto
gran responsabilidad política. Profundi-
T a l es, señores, l a situación, que pue- z a r é , señores, m á s la cuestión.
de reducirse á estos dos hechos; la carta
del presidente y el Motu proprio; es decir, Reconciliar á Roma con el papado;
la demanda de l a Francia y la respuesta hacer entrar de nuevo con la adhesión
de la Santa Sede. Sobre estos dos hechos popular el papado en Roma; introducir
vais á pronunciar el fallo. esta gran alma en ese gran cuerpo, debe
ser desde luego, dado el estado en que
Por m á s que se haga, por m á s que se los hechos han colocado la cuestión, l a
diga para atenuar la carta del presiden- obra de nuestro gobierno; obra difícil sin
te ó para dar m á s amplitud al Motu pro- duda alguna, pero posible y útil para
prio, existe entre los dos u n espacio in- conseguir la paz del mundo.
menso que los separa. E l uno dice que
Para esto precisa que por su parte nos
sí, el otro dice que no. {Bravo! Bravo!
ayude el papado y se ayude á sí mismo.
Risas.)
Hace mucho tiempo que se separa de l a
Es imposible salir del dilema colocado marcha del espíritu humano y de todos
por l a fuerza de las cosas, es absoluta- los progresos del continente; pero con-
mente preciso echar á á l g u i e n l a culpa. viene que comprenda á su pueblo y á su
Si sancionáis la carta, reprobáis el Motu siglo... {Explosión de murmullos en la de-
proprio; si aceptáis el ikfoíw^ro^no, desau- recha. Larga y violenta interrupción.)
torizáis la carta. Tenéis ante vosotros, á M . VÍCTOR HUGO.—Murmuráis! ¡Me
una parte al presidente de la R e p ú b l i c a interrumpís!...
reclamando l a libertad del pueblo roma- EN LA DERECHA.—Sí! Negamos lo que
no en nombre de l a gran nación que, decís.
desde hace tres siglos, esparce en ondas M . VÍCTOR HUGO.—Está bien! ¡Diré lo
la luz y el pensamiento sobre el mundo que quería callar! Será vuestra la culpa!
civilizado; á la otra parte tenéis al car- {Movimiento de atención en la Asamblea.)
denal Antonelli, que la rechaza en nom- ¿Sabéis, señores, el grado de civilización
bre del gobierno clerical. que existe en Roma, en esa Roma que
Escoged! por tanto tiempo guió con esplendor á
No dudo en decirlo; según lo que ha- los pueblos? Con respecto á legislación,
gáis, la opinión de la Francia se s e p a r a r á no tiene ninguna; mejor dicho, tiene por
de vosotros ú os seguirá. E n cuanto á toda legislación no sé q u é caos de leyes
mí, no puedo creer que vuestra elección feudales y monacales, que producen fa-
sea dudosa. Cualquiera que sea la acti- talmente la barbarie de los jueces cri-
t u d del gabinete, por m á s que diga el minales y la venalidad de los jueces ci-
informe de la comisión, á pesar de lo viles. Para Roma solo, funcionan catorce
que manifiestan pensar algunos miem- tribunales. {Aplausos! Hablad! Hablad!)
bros influyentes de la m a y o r í a , tengo Ante estos tribunales no hay g a r a n t í a
presente en la memoria que el Motu pro- ninguna para nadie; los debates son se-
prio ha parecido poco liberal hasta al cretos, l a defensa oral privada. Los jue-
mismo gabinete austríaco, y que no con- ces eclesiásticos j u z g a n las causas y á
viene mostrarse m á s satisfechos que el las personas láicas. {Movimiento prolon-
príncipe Schawartzenberg. Vosotros es- gado.)
tais a q u í , señores, para resumir y tra- Continúo.
ducir en actos y en leyes el alto y buen Odian sobre todo al progreso. P i ó V I I
sentido de la nación; vosotros no querréis creó una comisión de vacuna; León X I I
de n i n g ú n modo interesaros por un por- la abolió. Qué os diré? L a confiscación es
venir deplorable en esta grave y oscura ley de Estado, el derecho de asilo está en
cuestión de Italia; vosotros no querréis vigor, los judíos están allí encerrados y
que la expedición de Roma sea para el amurallados todas las noches comeen
gobierno actual lo que la expedición de el siglo quince; reina en todo confusión
ANTES D E L D E S T I E R R O . 297
extremada, en todo mezclado el clero. ramos contrariar y violentar al Papa,
Los sacerdotes denuncian á la policía. encerrarle en el Castillo de Saint-Ange-
Los encargados de los fondos públicos, o ó llevarle á Pontainebleau... (Interrup-
¡esta es su regla!, no deben rendir cuen- ción, cuchicheos.) la objeción seria seria y
tas al Tesoro, sino solo á Dios. (Muchas 'a dificultad grande.
risas.) Continúo. (Hablad! hablad!) Dos Convengo en que la violencia es difí-
censuras pesan sobre la idea: la censura cil teniendo frente á frente t a l adversa-
política y la censura clerical; l a una rio; la fuerza material se estrella ante el
agarrota la opinión, la otra amordaza la Doder espiritual. Los batallones nada
conciencia. (Fr o funda sensación.) Se aca- rueden contra los dogmas; digo esto para
ba de restablecer la Inquisición. Sé bien un lado de la C á m a r a , y para el otro
que se me dirá que la Inquisición no a ñ a d o que pueden menos contra las
existe m á s que de nombre; pero es un ideas. (Sensación.) Existen dos quimeras
nombre horrible del que desconfío, por- igualmente absurdas; la opresión de un
que á la sombra de u n m a l nombre no Papa y la compresión de u n pueblo.
pueden cobijarse m á s que infortunios. (Nuevo movimiento.)
(Explosión de aplausos.) He a q u í la si- En efecto, no deseo que probemos la
t u a c i ó n de Roma. ¿No es una situación primera de las quimeras; pero ¿existe al-
monstruosa? (Sí! Si! Si!) g ú n medio de impedir al Papa que i n -
Señores, si queréis que la deseada tente la segunda?
reconciliación de Roma con el papado se Señores, ¡el Papa entrega á Roma a l
verifique, precisa que cese t a l estado de brazo secular! ¡El hombre que dispone
cosas; precisa que el pontificado com del amor y de la fó ha recurrido á la fuer-
prenda á su pueblo, comprenda á su si- za brutal, como un príncipe temporal!
glo; precisa que el espíritu vivo del E l hombre de l a luz quiere sepultar á
Evangelio inspire y destruya la letra su pueblo en la noche! ¿No podríais ad-
muerta de todas esas instituciones bárba- vertírselo? E l Papa entra en un camino
ras; precisa que el papado enarbole la fatal; se le aconseja ciegamente para el
doble bandera que entusiasma á la Ita- mal; ¿no podríamos aconsejarle con ener-
lia. ¡Secularización y nacionalidad! g í a para el bien? (Es verdad!)
Precisa que el papado, no digo que Hay ocasiones, y esta es una de ellas,
prepare desde ahora, sino al menos que en que un gobierno debe hablar alto.
obre de modo que no tenga que rechazar Seriamente seria esto forzar al Papa? ¿se-
j a m á s los altos destinos que ha de alean ria violentarle? (No! no! en la izquierda.—
zar esa nación el dia inevitable de la Si! si! en la derecha.)
redención y de la unidad de Italia. [ E x - Pero aun vosotros mismos, vosotros
plosión de bravos.) Precisa, en fin, que se que nos objetáis, estáis conformes en mu-
guarde de su peor enemigo, y su peor chas cosas, conviniendo con el informe
enemigo no es el espíritu revolucionario, de la comisión, en que hay que pedir
sino el espíritu clerical. E l espíritu re- bastante al Santo Padre. Los m á s satis-
volucionario solo puede maltratar, pero fechos entre vosotros quieren una amnis-
el espíritu clerical mata. (Rumores en la tía. Si él la rehusa, cómo lo tomareis?
derecha. Bravos en la izquierda.) Exigiréis esta amnistía? l a impondréis?
Hó aquí, señores, en q u é sentido creo Sí ó no? (Sensación.)
que debe influir el gobierno francés so UNA VOZ EN LA DERECHA: No! (Movi-
bre las determinaciones del gobierno ro miento.)
mano. E n este sentido desearla una VÍCTOR HUGO: NO? ¿Dejareis entonces
brillante manifestación de la Asamblea, que en vuestra presencia y á la sombra
que, rechazando el Motu proprio y acep- de la bandera tricolor se levanten patí-
tando la carta del presidente, diera á bulos en Roma? (Extremecimiento en todos
nuestra diplomacia inquebrantable pun- los bancos á la derecha.) A h ! no lo haréis!
to de apoyo. Después de lo que ha hecho lo digo por honra vuestra! No acepto esa
por la Santa Sede, Francia tiene a l g ú n palabra imprudente; no ha salido de
derecho á inspirar sus ideas. E n justicia vuestros corazones. (Violento tumulto en la
tiene el derecho de imponerlas. (Frotes derecha.)
tas en la derecha.—Diferentes voces: ¡Impo LA MISMA voz: ¡El Papa h a r á lo que
ner vuestras ideas! Ah! ahí probad!) querrá; nosotros no le forzaremos!
Se me interrumpe para decirme: ¡Im M . VÍCTOR HUGO: Entonces nosotros
poner nuestras ideas! ¿Queréis obligar le obligaremos. Y si rehusa l a a m n i s t í a ,
al Papa? se la impondremos. (Frolongados aplausos
Señores, si nosotros, en efecto, quisié en la izquierda.)
TOMO I V . 38
298 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Permitidme, señores, terminar con lo que sucederá m a ñ a n a cuando al aban-


una consideración que os afectará, no lo donar á Roma se cierre la puerta detrás
dudo, porque está basada en el interés del ú l t i m o de nuestros soldados? Pues
de Francia. Independientemente de nues- estallará una revolución m á s terrible
tro honor, independientemente del bien que la primera, y volveremos á comen-
que pretendemos hacer, cualquiera que zar. (Si! si! en la izquierda.'—No! no! en la
sea el partido á que nos inclinemos, ya derecha.)
sea al pueblo romano, ya sea al papado, H é aquí, señores, la situación qye
tenemos un interés en Roma, un interés el gobierno clerical se creó y nos ha
sério, urgente, en el que todos estamos creado.
de acuerdo; en salir de allí lo m á s pronto ¿Creéis que no tenéis derecho de inter-
posible. (Denegaciones en la derecha.) venir, y de intervenir e n é r g i c a m e n t e ,
Es de sumo interés para nosotros que una vez m á s en una situación, que es la
Roma no se convierta para Francia en vuestra propia después de todo? Veis que
una especie de A r g e l i a (Movimiento.—-En es malo el medio empleado por la Santa
la derecha: Bah!), con todos sus inconve- Sede para terminar las revoluciones;
nientes, sin la compensación de ser una pues elegid otro mejor, elegid el que os
conquista n i u n imperio para nosotros; acabo de indicar. Pensad si podéis man-
una especie de Argelia, digo, adonde tener fuera de la nación y por tiempo
enviamos indefinidamente nuestros sol- indefinido u n estado de sitio riguroso.
dados y nuestros millones; nuestros sol- Pensad si conviene que Francia esté en
dados, que nuestras fronteras reclaman; el Capitolio, para recibir allí la consigna
nuestros millones, que son precisos para del partido sacerdotal.
aliviar nuestras miserias. (Bravo! en la Por m i parte rechazo esta humilla-
izquierda.—'Murmullos en la derecha.) Y ción de nuestros soldados, la ruina para
¿hasta c u á n d o nos veremos obligados á nuestras rentas y la bajeza para nuestra
vivaquear? Hasta cuándo? Dios lo sabe! política. (Sensación.)
Estamos siempre á la atalaya, siempre Señores: dos sistemas tenemos á la vis-
alerta y semiparalizados en medio de ta: el sistema de las concesiones sábias,
las complicaciones europeas. Nuestro que os permite abandonar á Roma, y el
interés, lo repito, en cuanto el Austria sistema de compresión, que os condena á
haya abandonado á Bolonia, es salir de permanecer allí. Cuál preferís?
Roma lo mas pronto posible. (Es verdad! Reflexionad. L a expedición de Roma,
es verdad! en la izquierda.—Denegaciones irreprochable en su punto de partida,
en la derecha.) como creo haber demostrado, puede tro-
Ahora bien: ¿cuál es l a primera condi- carse en culpable por el resultado. Solo
ción que se requiere para poder evacuar tenéis una manera de probar que la
á Roma? L a de estar seguros que no Constitución no ha sido violada: mante-
dejamos allí una revolución tras de nos- niendo la libertad del pueblo romano.
otros. ¿Qué hacer, pues, para no dejar (Movimiento prolongado.)
una revolución tras de nosotros? Impe- Sobre esta palabra libertad no debe
dirla hoy que nos encontramos allí; ¿y haber equívocos. Debemos dejar en
cómo se impide una revolución? Os lo Roma, al retirarnos, no t a l ó cual canti-
he dicho ya una vez, pero os lo repito; dad de franquicias municipales, es decir,
aceptando lo que- ella tenga de verdad, lo que t e n í a n casi todas las ciudades de
satisfaciendo lo que ella tenga de justo. Italia en la Edad Media por todo pro-
(Movimiento.) greso (Bisas. Bravo!), sino la libertad
Nuestro gobierno lo ha pensado así, verdadera, la libertad séria, la libertad
y en t a l concepto ha ejercido presión propia del siglo diez y nueve, la única
sobre el gobierno del Papa. De a h í di- que pueden garantir los que se llaman
mana la carta del presidente. L a Santa pueblo francés á los que se llaman pue-
Sede piensa lo contrario; quiere t a m b i é n blo romano; la libertad que engrandece
terminar la revolución, pero por otro á los pueblos fuertes y que levanta á los
medio, por l a compresión, y ha dado el que están abatidos, la libertad política.
Motu proprio. Pero, q u é sucederá? E l (Sensación.)
M o t u p r o p r i o j l a a m n i s t í a , esos calman- No se nos diga, limitándose á afirma-
tes t a n eficaces, han escitado la indig- ciones y sin dar pruebas, que no son po-
nación del pueblo romano. E n este mo- sibles las transacciones liberales, n i el
mento profunda a g i t a c i ó n conmueve á sistema de concesiones sábias, esto es,
Roma, y—no me desmentirá el señor m i - que funcione la libertad en presencia del
nistro de Negocios extranjeros—¿sabéis pontificado soberano en el órden espiri-
ANTES D E L D E S T I E R R O . m
tu al y limitado en el temporal, porque Otra clase de aplausos los dejo para el
entonces contestaré: Señores, vais á sa- que los quiera tomar. {Movimiento en la
ber lo que no es posible. L o que no es derecha.) Los aplausos que reciben los
posible es que una expedición, empren- verdugos de la H u n g r í a y los opresores
dida bajo el pretexto de humanidad y de la Italia. {Bravo! bravo! en laizquierda.)
de libertad, según se nos decia, acabe Hubo un tiempo que M . de Montalem-
restableciendo al Santo Oficio; lo que no b e r t — p e r m í t a m e decirlo, aunque con
es posible es que no hayamos aun agita- profundo pesar, por lo que respecta á
do en Roma estas ideas generosas y l i - él,^—hubo un tiempo que empleaba me-
berales que Francia lleva á todas partes jor su agudo talento. {Denegaciones en la
entre los pliegues de su bandera; lo que derecha.)
no es posible es que de nuestra sangre Defendía la Polonia, como yo defien-
vertida no surja n i un derecho, n i un do la Italia. Entonces estaba con él; él
perdón; lo que no es posible es que Fran- está hoy contra m í . Esto sucede por una
cia haya ido á Roma para dejar en pió razón muy sencilla; sucede porque él se
los patíbulos, como si Austria hubiera ha pasado al bando de los que oprimen
pasado por allí; lo que no es posible es y yo continúo permaneciendo al lado de
aceptar el Motu proprio y la a m n i s t í a del los oprimidos. {Aplausos en la izquierda.)
triunvirato de cardenales; lo que no es
posible es sufrir t a l iugratitud, t a l sonro-
jo, t a l afrenta; lo que no es posible es
que Francia deje que la abofetee la mano
que debia bendecirla. {Largos aplausos.)
L o que no es posible es que Fran- LA LIBERTAD DE ENSEÑANZA. (i)
cia haya expuesto uno de los símbolos
m á s grandes y m á s sagrados que posee 15 Enero 1850.
en el mundo: su bandera; que haya ex-
puesto lo que no es menos grande n i me-
nos sagrado: su responsabilidad moral Señores: cuando se abre una discusión
ante las naciones; que haya prodigado que afecta á lo m á s grave de los destinos
su dinero, el dinero del pobre que sufre; de un pais, conviene desde luego, sin
que haya vertido la gloriosa sangre de dubitación alguna, entrar en el fondo de
sus soldados; que haya hecho todo esto la cuestión.
para no conseguir nada. [Inmensa sensa- Comienzo por decir lo que deseo, y á
ción.) su tiempo diré lo que no deseo.
No, me engaño; ¡para conseguir la Señores, en m i concepto, el objeto di-
afrenta! Hó a q u í lo que no es posible! fícil de alcanzar y lejano sin duda, pero
(Explosión de bravos y de aplausos. E l ora- al que se debe aspirar en esta grave
dor desciende de la tribuna y recibe las feli- cuestión de la enseñanza, es el siguiente:
citaciones de multitud de representantes, en- Toda cuestión tiene su ideal. Para
tre los cuales están Mr es. Dupin, Cavaignac m í el ideal de la cuestión de l a enseñan-
y Larochejaquelein. Suspéndese la sesión za es este: l a instrucción gratuita y obli-
por veinte minutos.)
(1) El partido católico en Francia habia obtenido de M. Luis
Bonaparte que se confiara á M. de Falloux el ministerio de Ins-
truccion pública.
La Asamblea legislativa, en la que el partido del pasado tenia
mayoría, apenas estaba reunida cuando M. de Falloux presentó
un proyecto de ley sobre la enseñanza. Este proyecto, bajo pre-
texto de organizar la libertad de enseñanza, establecía en reali-
CONTESTACION A M. DE MONTALBMBERT. dad el monopolio del clero en la instrucción pública, preparado
por una comisión extra-parlamentaria que escogió el gobierno y
20 Octubre 1849. en la cual dominaba el elemento católico. Una comisión de la
Asamblea, inspirada del mismo deseo, habia combinado las i n -
novaciones de la ley de tal manera, que la enseñanza Mica des-
aparecía ante la enseñanza católica.
VÍOTOR HUGO: Señores: ayer, en u n mo La discusión sobre el principio general de la ley se abrió el 14
m e n t ó que estaba ausente, dijo el hono- de Enero de 1850.
Toda la primera sesión y la mitad de la segunda jornada del
rable M . de Montalembert que los aplau- debate la llenó un habilísimo discurso de M. Barthelemy Saint-
sos de una parte de la Asamblea, nacidos Hilaire.
de corazones que se duelen de ios sufri Después de éste subió á la tribuna M. Parisis, obispo de Lan-
gres, para dar su asentimiento á la ley propuesta, haciendo
mientes de un noble y desgraciado pue ciertas reservas, sin embargo, y con ciertas restricciones.
blo, eran m i castigo. Acepto ese castigo, Víctor Hugo contestó en esta misma sesión al representante
que me honra. (Prolongados aplausos en del partido católico.
En este discurso fué cuando se pronunció por primera vez la
la izquierda.) palabra derecho del n i ñ o .
300 OBRAS D E VICTOR HUGO.

gatoria. Obligatoria en el primer grado que la solución del problema e n t r a ñ a


únicamente; gratuita en todos los demás, una cuestión financiera como todos los
L a instrucción primaria obligatoria es problemas sociales de los tiempos ac-
el derecho del n i ñ o , que es m á s sagrado j tuales.
que el derecho del padre, porque se con Señores, quise describiros m i ideal,
funde con el derecho del Estado. porque conviene siempre decir á q u é se
Hó aquí, pues, según m i criterio, el aspira; pero dicho ideal presenta innu-
ideal de la cuestión; la instrucción gra- merables puntos de vista, que aun es
t u i t a y obligatoria, dentro.de los límites hora de desenvolverlos. A p r o v e c h a r é los
que acabo de señalar. Establecer gran- instantes de que dispone la Asamblea
diosa enseñanza pública, dada y regula- para abordar inmediatamente la cues-
da por el Estado, que, partiendo de la tión en su realidad positiva actual, par-
escuela de la aldea, se remonte de grado tiendo desde el punto en que la han co-
en grado hasta el colegio de Francia; locado, por una parte los acontecimien-
m á s todavía, hasta el Instituto de Fran- tos y por otra la razón pública.
cia; abrir de par en par las puertas del A l lado de este punto de vista restrin-
saber á todas las inteligencias; que haya gido, pero práctico, de la situación ac-
libros donde haya un pedazo de tierra, tual, declaro que deseo la libertad de
donde haya un espíritu; escuela en toda enseñanza, pero t a m b i é n la vigilancia
comunidad, colegio en todo pueblo, fa- del Estado; pero para que esta vigilan-
cultad en toda cabeza de partido. U n cia sea efectiva, es preciso el Estado
vasto conjunto, ó mejor dicho, una vasta láico, puramente láico, exclusivamente
red de centros de instrucción, liceos, láico. E l honorable M . Guizot lo ha di-
gimnasios, colegios, cátedras, bibliotecas, cho antes que yo: en materia de ense-
que difundan su luz por la extensión del ñ a n z a , el Estado no es, no puede ser sino
pais, que despierten en todas partes las láico.
aptitudes y que enardezcan doquiera las Deseo, repito, la libertad de enseñan-
vocaciones. E n una palabra: que la esca- za bajo la vigilancia del Estado, y no
la de los conocimientos humanos, levan- admito, para personificar el Estado en
tada con vigor por la mano del Estado, esta vigilancia tan delicada y tan difí-
arranque de la sombra en que viven las cil, que exige el concurso de todas las
masas m á s profundas y m á s oscuras y fuerzas vivas del pais, m á s que hombres
termine en la luz de la ilustración. N i n - que pertenezcan exclusivamente á las
guna solución de continuidad; el corazón carreras m á s graves y sin interés alguno,
del pueblo puesto en comunicación con ya de conciencia, ya de política, que sea
el cerebro de Francia. distinto del de la unidad nacional. Quie-
H é a q u í cómo comprendo la educación ro decir, que no incluyo, sea en el Con-
nacional pública. Señores; al lado de sejo superior de policía, sea en los Con-
esta magnífica instrucción gratuita, ofre- sejos secundarios, n i á obispos, n i á
cida por el Estado, dispensada á todo ór- delegados de obispos. Creo que debe
den de espíritus con sus mejores maes- mantenerse, y ahora m á s que nunca, la
tros y métodos, t a m b i é n gratuitos; al antigua y útil separación de la Iglesia y
lado de esta magnífica instrucción gra- del Estado, que era la utopia de nues-
t u i t a , modelo de ciencia y disciplina, tros padres, tanto en provecho de la pro-
normal, francesa, cristiana, liberal, que pia Iglesia como del Estado.
elevaría, sin duda alguna, el genio na- Acabo de deciros lo que deseo, y ahora
cional á su m á s alto grado de esplendor, voy á deciros lo que no deseo.
colocarla sin titubear la libertad de en- No puedo aprobar la ley que estamos
señanza; la libertad de e n s e ñ a n z a para discutiendo.
los institutores privados, la libertad de Por qué?
e n s e ñ a n z a para las corporaciones reli- Esa ley constituye un arma; un arma
giosas, la libertad de e n s e ñ a n z a en toda no es temible por sí misma; solo lo es por
su extensión, í n t e g r a , absoluta, sometí la mano que la maneja. ¿Qué mano se
da á las leyes generales como todas las apodera de esa ley?
d e m á s libertades, y no necesitaría que la A q u í está toda la cuestión.
celase el poder inquieto del Estado, por- Esa mano, señores, es l a del partido
que t e n d r í a la e n s e ñ a n z a gratuita por clerical.
contrapeso. Señores, porque temo á esa mano quie-
Este es, señores, lo repito, el ideal de ro romper el arma y rechazo ese pro-
l a cuestión. Pero no os inquietéis, que yecto.
no estamos próximos á alcanzarle, por- Dicho esto, entro en la discusión.
ANTES DEL DESTIERRO.

Abordo desde luego, y de frente, una merecería la pena de v i v i r si m u -


objeción que se hace á los que se oponen esemos para siempre L o que aligera
a esa ley, colocándose dentro de m i modo nuestras penalidades, lo que santifica el
de ver, la sola objeción que tiene alguna trabajo, lo que hace al hombre fuerte,
apariencia de gravedad. Dueño, sabio, paciente, benévolo, justo, á
Se nos dice: al excluir al clero del a vez que humilde y grande, acreedor á
Consejo de vigilancia del Estado, ¿tra- a razón, digno de la libertad, es tener
táis de proscribir la e n s e ñ a n z a religiosa? ante sí la perpetua visión de un mundo
Señores, me explicaré. J a m á s se me mejor, radiante al través de las tinieblas
verá en contradicción, á sabiendas, n i so- de la vida.
bre lo que digo, n i sobre lo que pienso. En cuanto á m í , ya que la casualidad
Lejos de m í querer proscribir la ense- quiere que sea yo quien hable en este
ñ a n z a religiosa; Jo entendéis bien? Para momento y salgan tan graves palabras
m í es m á s necesaria hoy que j a m á s lo ha de labios tan poco autorizados, permi-
sido. Cuando m á s el hombre se eleva, tidme decirlo, declararlo y proclamarlo
m á s debe creer. Cuando m á s cerca esté desde lo alto de esta tribuna; creo pro-
de Dios, mejor debe verle. fundamente en ese mundo mejor: mundo
Existe un m a l en nuestros tiempos; que constituye para m í u n bien m á s real
casi diria que no existe m á s que uno, la que la miserable quimera que llamamos
tendencia de reducirlo todo á esta vida. vida; mundo que veo sin cesar ante mis
Dando al hombre como aspiración y ojos; mundo que—lo creo con l a convic-
como objeto la vida terrenal y mate- ción m á s profunda y después de muchas
r i a l , a g r á v a n s e todas sus miserias por la uchas, de muchos estudios y de muchas
negación que al final encuentran; se pruebas—mundo que es l a suprema cer-
a ñ a d e al abatimiento de los desgracia- teza de m i razón, como es el supremo con-
dos el peso insoportable de la nada, y el suelo de m i alma.
sufrimiento, es decir, la ley de Dios, se Quiero, pues, quiero sincera, firme y
convierte en desesperación, es decir, en la ardientemente la e n s e ñ a n z a religiosa,
ley del infierno. 3ero la e n s e ñ a n z a religiosa de la Iglesia
De esto resultan profundas convulsio- y no la enseñanza religiosa de un parti-
nes sociales. do. Quiérela sincera y no hipócrita.
Soy de los que quieren, y nadie en Quiérela teniendo por objeto el cielo
este recinto lo p o n d r á en duda, soy de y no la tierra. No quiero que una cáte-
los que quieren, con sinceridad, mejorar dra invada l a otra; no quiero ponf undir
en esta vida la suerte material de los que el sacerdote con el profesor. O, si con-
sufren; pero la primera de las mejoras siento en tal unión, yo, legislador, la v i -
que puede dárseles es hacer brotar en gilaré; yo extenderé sobre los seminarios
ellos la esperanza. y congregaciones institutoras la mirada
Cuanto m á s disminuyen nuestras m i del Estado; del Estado láico, único celo-
serias finitas, tanto m á s se concibe una so de su grandeza y de su unidad.
esperanza indefinida. Hasta el dia que pueda proclamarse
E l deber de nosotros todos, cuales- la libertad completa de enseñanza—dia
quiera que seamos, legisladores, obispos que ansio de corazón—con las condicio-
sacerdotes, escritores, es difundir, es- nes que al principio he dicho, quiero l a
parcir, prodigar, bajo todas las formas, e n s e ñ a n z a de la Iglesia dentro de l a
toda la energía social para combatir y Iglesia y no fuera. Sobre todo considero
destruir la miseria, haciendo levantar una irrisión hacer vigilar por el clero,
á un mismo tiempo todas las cabezas h á en nombre del Estado, la e n s e ñ a n z a del
cia el cielo; nuestro deber consiste en clero. E n una palabra; quiero, lo repito,
dirigir todas las almas, todas las m i r a lo que q u e r í a n nuestros padres: la Igle-
das hácia una vida ulterior, en la que se sia en la Iglesia; el Estado en el Es-
h a r á justicia, en la que se h a r á justicia tado.
en absoluto. Y a vé con claridad l a Asamblea por
Digámoslo m u y alto; nadie h a b r á su q u é rechazo el proyecto de ley; pero aca-
írido en el mundo injusta é i n ú t i l m e n t e baré de explicarme.
porque la muerte es una restitución. L a Señores, como os lo indicaba hace
ley del mundo material es el equilibrio poco, ese proyecto, a d e m á s de ser una ley
la ley del mundo moral es l a equi- política, es una ley estratégica.
dad. Dios se encuentra en el l í m i t e de No me dirijo, por cierto, al venerable
todo. No lo olvidemos y enseñémoslo á obispo de Langres, n i á persona alguna
todos; no t e n d r í a importancia l a vida de las de este recinto, sino al partido que,
302 OBRAS D E VICTOR nUGO.

si no ha redactado, inspiró al menos el Iglesia, á la venerable madre, en su so-


proyecto de ley; al partido que es á ledad, en su abnegación y en su h u m i l -
un tiempo sosegado y ardiente, al parti- dad! Todo eso compone su grandeza! Su
do clerical. No sé si se encuentra en el soledad a t r a e r á la muchedumbre; su
gobierno, no sé si se encuentra en la abnegación es su poderío; su humildad
Asamblea; pero le siento latente en to-' es su majestad. H a b l á i s de enseñanza
das partes. Tiene oido sutil y me oirá. Me religiosa. ¿Sabéis cuál es la verdadera
dirijo, pues, al partido clerical, á quien enseñanza religiosa, aquella ante la cual
digo: T a l ley es vuestra ley, y franca- precisa prosternarse y no conviene per-
mente, desconfío de vosotros. Instruir es turbar? L a de la hermana de la Caridad
construir, y desconfío de lo que vosotros á la cabecera del moribundo, la de la
construyáis. hermana de la Merced rescatando al es-
No quiero confiaros la e n s e ñ a n z a de la clavo, la de San Vicente de Paul reco-
juventud, el alma de los niños, el desar- giendo al niño expósito, la del obispo de
rollo de las nuevas inteligencias que se Marsella en medio de las pestes, la del
abren á la vida, el espíritu de las nuevas arzobispo de Paris penetrando sonriente
generaciones, es decir, el porvenir de en el formidable arrabal de San Anto-
Francia. No quiero confiaros el porve- nio, levantando su crucifijo en medio de
nir de Francia, porque confiároslo seria la guerra civil é inquietándose poco por
abandonarlo á vuestras propias manos. recibir la muerte si consigue restablecer
No me basta que las nuevas gene- la paz. H é a q u í la verdadera enseñanza
raciones nos sucedan; necesito que nos religiosa; la e n s e ñ a n z a religiosa, real,
c o n t i n ú e n . H é a q u í por q u é no quiero profunda, eficáz y popular, la que di-
que las dirijáis n i que influyáis sobre chosamente para la religión y la huma-
ellas. No quiero que destruyáis lo que nidad produce todavía m á s cristianos
han erigido nuestros padres. Después de que vosotros destruís. Os conocemos!
aquella gloria no quiero esta afrenta. conocemos al partido clerical! Es u n
Vuestra ley es una ley con careta. viejo partido que tiene Estados á su ser-
Dice una cosa y h a r á otra. Es una idea vicio, que nombra la guardia en la puer-
de esclavización con apariencias de l i ta de l a ortodoxia, que ha encontrado
bertad; una confiscación con el título de para l a verdad estos dos apoyos maravi-
donación. No la quiero. llosos: la ignorancia y el error; el que
Ese es vuestro modo de ser. Cuando prohibe á la ciencia y al génio i r m á s
forjáis una cadena decís: ¡Hé a q u í una allá del misal y quiere encerrar el pen-
libertad! Cuando decretáis una proscrip- samiento en el dogma. Todos los pasos
ción decís: H é a q u í una amnistía! que ha dado el cerebro de Europa los ha
No os confundo con la Iglesia, no con- dado á pesar suyo. Su historia está es-
fundo el m u é r d a g o con el roble. Vos- crita en la historia de la humanidad,
otros sois los parásitos de la Iglesia; vos pero escrita del revés. Es u n partido que
otros sois la enfermedad de la Iglesia se ha opuesto á todo.
Ignacio es el enemigo de J e s ú s . Sois, no Es el partido que azotó á Prinelli por
los creyentes, sino los sectarios de una haber dicho que las estrellas no caerían.
religión que no comprendéis; sois los ar E l que aplicó á Campanella veinte y
tíficos de la santidad. No mezcléis ja- siete veces el tormento por haber afir-
m á s la Iglesia con vuestros negocios, con mado que el n ú m e r o de los mundos es
vuestras maquinaciones, con vuestras infinito y haber entrevisto el secreto de
estrategias,con vuestras doctrinas, con la creación; el que persiguió á Harvey
vuestras ambiciones. No la llaméis vues por haber probado que circulaba la san-
tra madre para hacerla vuestra sierva. gre; que por J o s u é encerró á Galileo,
No la atormentéis bajo el pretexto de que por San Pablo aprisionó á Cristóbal
enseñarle la política. Sobre todo no la Colon. Descubrir la ley del cielo era una
identifiquéis con vosotros. Observad la impiedad; encontrar un mundo era una
injuria que la inferís. E l señor obispo de heregía. Es el partido que a n a t e m a t i z ó
Langresos lo ha dicho: ¡Mirad cómo está á Pascal en nombre de la religión, á
moribunda desde que la domináis! Os Montaigne en nombre de la moral, á
hacéis tan antipáticos, que conseguiréis Moliére en nombre de la moral y de l a
que llegue un dia en que la odien. E n religión. A h ! sí! sí! Cualesquiera que
verdad os digo que ella lo pasaría muy seáis, aunque os llaméis el partido cató-
bien sin vosotros. Dejadla tranquila; ya lico, sois el partido clerical; os cono-
volverá en sí cuando vosotros no exis- cemos. Hace ya largo tiempo que la
táis. Dejadla! ¡dejad á la venerable conciencia humana se revuelve contra
ANTES D E L D E S T I E R R O . 303
vosotros y os pregunta: Qué me queréis? segunda, de la Providencia, y á pesar
Hace ya largo tiempo que tratáis de po- vuestro, un mundo: la América; la Espa-
ner una mordaza al espíritu humano. ñ a , pues, ha perdido, gracias á vosotros,
¡Y queréis ser los arbitros exclusivos gracias á vuestro yugo embrutecedor,
de la enseñanza! ¡No hay n i un poeta, n i yugo de degradación y retrogradamien-
un escritor, n i u n filósofo, n i un pensa- to, ese secreto poder que recibió de los
dor que aceptéis vosotros! ¡Rehusáis todo romanos, ese génio de las artes que reci-
lo que han escrito, encontrado, soñado, bió de los árabes, ese mundo que recibió
deducido, inspirado, imaginado ó inven- de Dios; en cámbio de todo lo que le
tado los genios, y que constituye el teso- habéis hecho perder, ha recibido de vos-
ro de la civilización, la herencia secular otros la Inquisición. L a Inquisición, que
de las generaciones, el patrimonio c o m ú n algunos miembros de ese partido prue-
de las inteligencias! Si el cerebro de la ban hoy á rehabilitar con cierta timidez
humanidad estuviera ante vuestros ojos, púdica que les honra. L a Inquisición,
á vuestra discreción, abierto como la pá- que abrasó en las hogueras ó ahogó en
gina de un libro, ¡qué pronto lo cercena- los calabozos ¡cinco millones de hom-
ríais! bres! Leed la historia! L a Inquisición,
E n fin, existe un libro, u n libro que que exhumaba los cadáveres para que-
desde el principio al fin parece una ema- marlos como heréticos. Testigo, Urgel y
nación superior; un libro que es para el Arnault, conde de Forcalquier. L a I n -
universo lo que el K o r á n es para el isla- quisición, que declaraba á los hijos de
mismo, lo que los Vedas son para la I n - los herejes, hasta la segunda generación,
dia; un libro que contiene toda la sabi- infames ó incapaces de n i n g ú n honor
d u r í a humana, abrillantada por toda la público, exceptuando solo—estos son los
sabiduría divina; un libro que la venera- propios términos de la sentencia—¡á los
ción de los pueblos llama ¡el Libro! ¡la B i - que hubieran denunciado á su padre!—La I n -
blia! Ahora bien; vuestra censura ha lle- quisición, que todavía en el momento en
gado hasta él. ¡Qué estupefacción para que hablo guarda en la biblioteca Vati-
los espíritus sabios, q u é espanto para los cana los manuscritos de Gralileo, encer-
corazones sencillos ver el í n d i c e de Roma rados y sellados con el sello del Indice.
impuesto sobre el libro de Dios! Es verdad que para consolar á E s p a ñ a
Y reclamáis la libertad de enseñar! de lo que le quitáis y de ló que le dais,
A h ! Seamos sinceros; no creemos en la le habéis conferido el sobrenombre de
libertad que vosotros reclamáis; esa es católica. Pero habéis arrancado á uno
la libertad de no enseñar. de sus m á s grandes hombres este grito
Queréis instruir á los pueblos! ¡Muy doloroso que os acusa: ^¡Mejor quisiera
bien! Veamos vuestros discípulos, vea- que fuera grande que católica!,,
mos vuestros productos. ¿Qué es lo que H é a q u í vuestra gran obra! Ese foco
habéis hecho de Italia? ¿Qué es lo que de luz que se llamaba I t a l i a lo habéis
habéis hecho de España? Hace siglos apagado; ese coloso que se llamaba Espa-
que tenéis en vuestras manos, á vuestra ñ a lo habéis minado. E l uno yace entre
discreción, en vuestra escuela, bajo vues- cenizas; el otro yace enere ruinas. Eso es
tra férula, esas dos grandes naciones, lo que habéis hecho de dos grandes pue-
ilustres entre las m á s ilustres. ¿Qué ha- blos. ¿Qué es lo que queréis hacer de
béis hecho en ellas? Francia?
Os lo voy á decir. Gracias á vosotros, Sé que venís de Roma, y os felicito por
la Italia, en Monde n i n g ú n hombre que el brillante resultado que allí habéis ob •
piense puede pronunciar su nombre sin tenido. Como acabáis de amordazar a l
inexplicable dolor filial; la Italia, esa pueblo romano, queréis ahora amordazar
madre de los génios y de las naciones, al pueblo francés. L o comprendo! ¡este
que ha esparcido por el universo las m á s es m á s hermoso todavía é incita á l a
deslumbradoras maravillas de la poesía tentación! Pero estad alerta! ¡es difícil
y de las artes; la Italia, que ha enseñado amordazarle! ¡Es un león enteramente
á leer al género humano; la Italia, pues, vivo!
hoy ¡no sabe leer! Qué es lo que odiáis? Os lo voy á de-
L a Italia es, de todos los Estados de cir. Odiáis á la razón humana. Por qué?
Europa, el que cuenta con menos natu- Porque civiliza.
rales que sepan leer. ¿Queréis que os diga lo que os impor-
L a E s p a ñ a , magníficamente dotada; tuna? Lo que os importuna es la enorme
la E s p a ñ a , que recibió de los romanos cantidad de ilustración libre que des-
su primera civilización, de los árabes la prende Francia desdo hace tres siglos;
304 OBRAS D E VICTOR HUGO.

luz que emana de la razón; luz hoy m á s temible de nuestros tiempos y h a r á sur-
resplandeciente que nunca; luz que hace gir eventualidades terribles. No consegui-
de la nación francesa la nación alum- r á plantear el sistema que hace surgir la
bradora, de tal modo, que se percibe el educación de la sacristía y el gobierno
fulgor de la Francia desde la superficie del confesionario.
de todos los pueblos del universo. Ahora , Señores, según decís a m á i s la libertad
bien; el fulgor de la Francia, esta luz de enseñanza; guardad un poco de cari-
libre, esta luz directa, esta luz que no ño para la libertad de la tribuna. H a r á
viene de Roma, que viene de Dios, es la surgir dicho partido eventualidades ter-
luz que vosotros queréis apagar y que ribles con esas doctrinas, que una lógica
nosotros queremos que brille. inflexible y fatal arrastra á pesar de los
Rechazo esa ley. L a rechazo porque hombres mismos, que producen horror
confisca la enseñanza primaria, porque cuando las leemos en la historia.
degrada la enseñanza secundaria, por- Señores, el partido clerical, ya os lo he
que baja el nivel de la ciencia, porque dicho, nos invade. Y o le combato; y al
empequeñece á m i pais j presentarse con una ley en la mano, ten-
L a rechazo porque soy de los que go derecho, como á legislador, á exami-
sienten la angustia en el corazón y la i nar esa ley y ese partido. Vosotros no
v e r g ü e n z a en la frente siempre que1 me lo podéis impedir. Continuo.
Francia sufre, por cualquier causa, una Con tal sistema, con t a l doctrina é h i s -
disminucion, ya territorial, como por los toria, el partido clerical, doquiera que
tratados de 1815, ya de grandeza inte- vaya, e n g e n d r a r á revoluciones; y en to-
lectual, como por vuestra ley. das partes, por huir de Torquemada,
Señores, antes de terminar permitid- caeremos en Robespierre.
me dirigir desde a q u í , desde lo alto de la Por eso el partido clerical, que se
tribuna, al partido clerical, al partido llama partido católico, ofrece serio peli
que nos invade, u n consejo prudente. gro público. Y los que, como yo, temen
No es habilidad lo que le falta. Cuan- lo mismo para las naciones el trastorno
do las circunstancias le ayudan, es fuer- i a n á r q u i c o que el entorpecimiento sacer-
te, muy fuerte, poderosísimo. Conoce el dotal, dan el grito de alarma. ¡Reflexió-
arte de mantener una nación en un esta- \ nese sobre ello, ahora que aun es tiempo!
do mixto y lamentable, que no es la | Me interrumpís. Los gritos y los mur-
muerte, pero que no es la vida. A esto se mullos ahogan m i voz. Señores, yo os
llama gobernar. Es el gobierno que ale- hablo, no como agitador, sino como
targa. hombre honrado. {Escuchad! escuchad!)
Pero que esté alerta, porque nada se- A h , señores! ¿Me creeréis sospechoso por
mejante conviene á Francia. Seria u n casualidad?
juego peligroso dejarle entrever á F r a n - Q-RITOS EN LA DERECHA: Sí! Sí!
cia el ideal siguiente: la sacristía sobe- M . VÍCTOR HUGO: Cómo! ¡Os parezco
rana, la libertad vendida, el sermón sospechoso!...
reemplazando á la prensa, y producir la GRITOS EN LA DERECHA: Sí! Sí!
noche en los espíritus con la sombra de {Confusión inexplicable. Una parte de la
las sotanas. derecha se levanta é interpela al orador,
E l partido clerical es hábil, pero esto impasible en la tribuna.)
no le impide ser Cándido. ¡Teme al socia- A h ! Precisa explicarse sobre este pun-
lismo! V é subir el oleaje, como él dice, to. {Restablécese el silencio.) Es, en cierto
pero le opone al oleaje que sube no sé modo, una cuestión personal. Creo que
q u é obstáculo á modo de claraboya. Se tendréis á bien escuchar una explicación
vé subir y se imagina que podrá salvar que vosotros mismos habéis provocado.
á la sociedad, combinando para defen- Soy sospechoso! Y de qué? E l a ñ o ante-
derla las hipocresías sociales con las re- rior defendía el órden en peligro, como
sistencias materiales, y colocando jesuí- defiendo ahora la libertad amenazada,
tas por todas partes donde haya gen- como defenderé el órden m a ñ a n a , si el
darmes. peligro viniese de esa parte. {Movimien-
Qué candidez! to.) Soy sospechoso! ¿Os era sospechoso
L o repito, que esté alerta, que el siglo cuando, cumpliendo con m i mandato de
diez y nueve le es contrario. Que no se representante de Paris, me presenté para
obstine, que renuncie á dominar esta evitar l a efusión de sangre en las barri-
gran época llena de instintos profundos cadas de Junio? {Bravos en la izquierda.
y nuevos, porque solo l o g r a r á encoleri- Nuevos gritos' en la derecha. Vuelve á co-
zarla y desarrollará imprudente el lado menzar el tumulto.)
ANTES D E L D E S T I E R R O . 305
¡Lo .que no queréis es oir la defensa marchará,,, contesta Dios con el extreme-
de la libertad! Si os soy sospechoso, tam- cimiento de la tierra.
bién lo sois vosotros para mí. E l pais {Largos aplausos en la izquierda. E l ora-
nos j u z g a r á á todos. {Muy hienl ¡Muy dor desciende de la tribuna y le rodean mul-
hien!) titud de miembros, que le felicitan. L a Asam-
Señores, una palabra final. Soy qui- blea se separa vivamente agitada.)
zas uno de los que han tenido la dicha
de prestar á l a causa del órden, en los
tiempos difíciles, en u n pasado reciente,
algunos servicios; servicios que pueden
olvidarse y que solo recuerdo en este
momento que hablo, porque tengo de- L A . IDEPORTA.CI03Sr. (i)
recho á apoyarme en ellos. [No! No!— 5 Abril 1850.
8 i ! Sí!)
Apoyado en ese pasado y en m i convic-
ción, declaro que lo que conviene á Fran- Señores: entre las jornadas de Febrero,
cia es el órden, pero el órden verdadero, jornadas que no pueden compararse con
que consiste en el progreso; el órden que nada de la historia, hubo un dia admi-
resulta del incremento normal, pacífico rable; éste fué aquel en que la voz so-
y natural del pueblo; el órden produ- berana del pueblo, que á t r a v é s de los
ciéndose á la vez en los hechos y en las murmullos confusos de la plaza pública
ideas por la plena irradiación de la inte- dictaba los decretos del gobierno provi-
ligencia nacional. ¡Todo lo contrario que sional, pronunció esta gran frase: "Que-
resultará de esa ley! (Viva adhesión en la da abolida la pena de muerte en materia
izquierda.) política,,.
Soy de los que quieren para este noble Aquel dia se conmovieron todos los co-
pais la libertad y no la compresión, el razones generosos, todos los espíritus
aumento continuo y no la disminución, sensatos. E n efecto; ver surgir repenti-
el poder y no la servidumbre, la gran- namente el progreso, tranquilo y majes-
deza y no el anonadamiento. {Bravo! en tuoso, de una revolución espantosa; ver
la izquierda.) ¡Pero nos traéis otras le- surgir sobre las masas alborotadas el
yes para detener el movimiento de la Cristo vivo y coronado; ver, en medio de
Francia, para petrificar el pensamiento aquel inmenso desmoronamiento de le-
humano, sofocar la llama divina y ma- yes humanas, desplegarse con todo su
terializar el espíritu! ¡No comprendéis esplendor la ley divina; ver portarse l a
los elementos propios del tiempo en que m u l t i t u d como un sábio; ver todas aque-
vivís; sois ágenos á vuestro siglo! {Fro llas pasiones, todas aquellas inteligen-
funda sensación.) ¡ E n este siglo, en este cias, todas aquellas almas, que rebosa-
gran siglo de maravillas, de inspiracio
nes, de descubrimientos, de conquistas,
(1) Con el mensaje del 3 i de Octubre de 1849, M. Luis
soñáis en la inmovilidad! {Muy hien!) ¡ E n Bonaparte despidió á un ministerio independiente y encargó á
este siglo de esperanza es cuando vos- otro subalterno que ejecutase sus proyectos.
otros proclamáis la desesperación! {¡Bra- Algunos dias después, M. Rouher, ministro de Justicia, presentó
vo!) Arrojáis al suelo, como hombres fa un Este proyecto de ley sobre la deportación.
proyecto contenía dos disposiciones principales: la depor-
tigados de caminar, la gloria, la idea, la tación simple á la isla de Patnanzi y á las islas Marquesas, y
inteligencia, el progreso y el porvenir, di la deportación compuesta de ésta y de la detención en puato
ciendo: "Eso es demasiado! ¡no queremos fortificado, la cindadela de Zaoudzi, cercado la isla Moyotte.
La comisión nombrada por la Asamblea aceptó la idea del pro-
i r tan lejos! detengámonos!,, {Negaciones yecto: la prisión en el destierro; agravóla en tal sentido, que au-
en la derecha.) Pero no veis que todo vá torizaba la aplicación retroactiva de la ley á los condenados ante-
viene, se mueve, crece, se transforma y se riormente á su promulgación, sustituyó la isla Naukahiva á la
isla Pamanzi, y lafortaleza Vaithau, islas Marquesas, á la ciuda-
renueva alrededor de vosotros, sobre vos- dela de Zaoudzi.
otros y bajo de vosotros. {Movimiento.) Aquí sentaba bien lo que el deportado Tron?on-Ducoudray ha-
bia calificado de L a g u i l l o t i n a seca.
Queréis deteneros! ¡Pues os repito con Víctor Hueo tomó la palabra contra esta ley en la sesión del 5
profundo dolor, yo que aborrezco las ca- de AlAbril de 1850.
dia siguiente de pronunciarse este discurso, se hizo una
tástrofes y las conmociones, os lo advier- suscricion con el objeto de repartirle por toda Francia. M. Emilio
to con la muerte en el alma {Risas en la de Girardin pidió que se forjase una medalla con el busto del
derecha.) que si no queréis el progreso, orador, llevando como inscripción la fecha «5 A b r i l 1580», y
estas palabras estractadas del discurso:
tendréis las revoluciones! {Profunda agita- «Guando los hombres ponen en una ley la injusticia. Dios pone
ción.) allí la justicia, y hiere con esta ley á aquellos que la han confec-
cionado.»
A los hombres que son bastante insen- El gobierno permitió la medalla, pero prohibió la inscrip-
satos para decir: " L a humanidad no ción.
i 39
TOMO I V .
306 OBRAS D E VICTOR HUGO.

ban cólera la víspera, y todas aquellas como una promesa, como una especie de
becas, que venían de romper los cartu- puerta abierta, que permite que penetre
chos, unirse y confundirse en un solo entre los progresos oscuros é incomple-
grito, el m á s bello que j a m á s podrá ele- tos del presente l a luz serena del por-
var la voz humana, el grito de: ¡Clemen- venir.
cia!, fué, señores, para los filósofos, para Y en efecto, l l e g a r á un tiempo que la
los publicistas, para el cristiano, para el abolición de la pena capital en materia
político, para Francia y para Europa un política t r a e r á consigo, y lo t r a e r á nece-
magnífico espectáculo. Hasta aquellos á sariamente por la omnipotencia de la
los que los acontecimientos de Febrero lógica, l a abolición pura y absoluta de la
h e r í a n en sus intereses, en sus sentimien- pena de muerte.
tos, en sus afecciones; aquellos que ge- Pero, señores, ¡trátase de retirar hoy
m í a n y temblaban, aplaudieron, reco- esa promesa! ¡Trátase de renunciar á esa
nociendo que las revoluciones pueden conquista! ¡Trátase de romper ese prin-
mezclar el bien en sus explosiones m á s cipio! ¡Trátase de borrar de la historia
violentas, y ofrecen el prodigio de que el dia memorable de Febrero, señalado
les basta una hora sublime para borrar por el entusiasmo de u n gran pueblo y
todas las horas terribles. por la realización de un gran progreso!
Por lo demás, señores, ese triunfo sú- Bajo el título modesto de ley sobre la de-
bito y deslumbrador, aunque parcial, del portación presenta el gobierno, y una
dogma que prescribe la inviolabilidad comisión propone que aceptemos, u n pro-
de la vida humana, no admiró á aque- yecto de ley que el sentimiento público,
llos que conocían el poder de las ideas. que j a m á s se e n g a ñ a , tiene ya traducido
E n los tiempos ordinarios, aquellos que y resumido en esta sola línea: Queda res-
se han convenido en llamar tiempos de tablecida la pena de muerte en materia polí-
calma, falta percibir el movimiento pro tica.
fundo que se agita bajo la inmovilidad Y a lo oís, señores; los autores del pro-
aparente de la superficie; en las épocas yecto, los miembros de la comisión, los
apacibles se desdeñan las ideas de pro- honorables jefes de la mayoría, excla-
greso, place chancearse con ellas. ¡Sueño, man diciendo: "No es esa l a cuestión. Se
declamación, utopia! las llaman. Solo se trata de llenar u n vacío que existe en el
tienen en cuenta los hechos, que cuanto Código penal nada más; queremos reem-
m á s materiales m á s estimados son. Solo plazar simplemente la pena de muerte.,,
se hace caso de los hombres de negocios, Nada más? Es esto lo que se ha dicho?
de los espíritus prácticos y de los hom- Se quiere simplemente reemplazar la
bres positivos, que, después de todo, no pena de muerte; y cómo? Se combina el
son m á s que hombres negativos. clima... Sí; por m á s que h a g á i s , señores,
Pero que estalle una revolución, y los por buscar, escoger, explorar, aunque
hombres de negocios, las gentes hábiles, vayáis desde las Marquesas á Madagas-
que parecían colosos, r e s u l t a r á n p i g - car y desde Madagascar á las Marque-
meos; todas las realidades que no tienen sas; á las Marquesas, que el almirante
Darte en los acontecimientos se derrum- M . Bruat llama el sepulcro de los europeos;
)an y se desvanecen; los hechos materia- por m á s que h a g á i s , digo, el clima del
les caen y las ideas se agrandan hasta lugar de deportación será siempre, com-
llegar al cielo. parado con el de Francia, un clima mor-
Por esta razón, por esta repentina tal; y el aclimatamiento, ya m u y difícil
fuerza de expansión que las ideas ad- para las personas libres, acomodadas y
quieren en los tiempos de revolución, es en las mejores condiciones de actividad y
por lo que se ha realizado la abolición de higiene, será imposible, ¿lo entendéis
de l a pena de muerte en materia polí- bien? absolutamente imposible para los
tica. desgraciados detenidos.
Señores, ese decreto fecundo que con- Se quiere, pues, reemplazar simple-
tiene en germen todo u n código; ese pro- mente la pena de muerte. Y ¿qué se
greso, que era m á s que un progreso, que hace? Se combina el clima, el destierro
era u n principio, lo ha adoptado y con- y la prisión. E l clima d á su malignidad,
sagrado la Asamblea constituyente. L o el destierro su abatimiento, l a cárcel su
ha colocado casi en la cumbre de la Cons- desesperación. E n vez de un verdugo
t i t u c i ó n , como u n magnífico adelanto h a b r á tres. No uséis palabras doradas;
realizado por el espíritu de la revolu- dejad esa fraseología hipócrita; sed al
ción dentro del espíritu de la civiliza- menos sinceros y decid como nosotros:
ción, como una conquista, y sobre todo Queda restablecida la pena de muerte.
ANTES D E L D E S T I E R R O . 307
Porque eso es la pena de muerte, y L a necesidad? ¿Pero es que no es ne-
voy á probaros al momento que, si es cesario oponer á esos atentados, siempre
menos terrible en las apariencias, es m á s flagrantes, una represión enorme, una
horrible en la realidad. grave intimidación? L a revolución de
Discutamos fríamente. E n la apa- Febrero nos ha quitado la guillotina. Ha-
riencia no queréis hacer solo una ley se- gamos nosotros de modo que podamos
vera; queréis hacer t a m b i é n una ley reemplazarla; hagamos nosotros lo que
ejecutable, una ley que no caiga en nos parezca mejor.
desuso al dia siguiente de su promulga- Antes de pasar adelante necesito dar
ción; no es así? Pues bien; pensad esto. una explicación.
A l depositar un exceso de severidad Señores, venga de donde viniere—ten-
en la ley, depositáis en ella l a impo- go el derecho de decirlo y creo haberlo
tencia. probado,—venga de donde viniere, recha-
Querer hacer prestar mucho á la seve- zo y condeno, b a s á n d o m e en el r é g i m e n
ridad de la ley es el medio m á s seguro de sufragio universal, los actos de rebe-
de que no la preste. Sabéis por qué? lión y de desórden, los recursos de l a
Porque la pena justa tiene, en el fondo fuerza bruta. L o que conviene á un gran
de todas las conciencias, ciertos límites pueblo, soberano de sí mismo, á un gran
que no es dado cambiar al poder del le- pueblo inteligente, no es el llamamiento
gislador. á las armas, sino el llamamiento á las
Cuando por vuestra órden quiere la ideas.
ley traspasar el límite sagrado, el límite Para mí, y t a l debe ser para los demás
que trazó en la equidad del hombre la el axioma de la democracia, el derecho
mano de Dios, l a ley encuentra la con- de sufragio condena el derecho de insur-
ciencia que le prohibe pasar m á s allá. rección. Por esto el sufragio universal
L a ley lo puede todo cuando está de resuelve y disuelve las revoluciones.
acuerdo con la opinión, con la disposi- Hó a q u í el principio, principio incon-
ción de los ánimos, con el sentimiento testable y absoluto; insisto en ello. Sin
público, con las costumbres. E n lucha embargo, debo decirlo; en l a aplicación
con esas fuerzas vivas de la sociedad y penal surgen indecisiones. Cuando f u -
de la civilización, nada puede. Los tribu- nestas y deplorables violaciones de la paz
nales dudan, los jurados sentencian á su pública dan lugar á persecuciones polí-
favor, los textos desfallecen y mueren á ticas, nada es m á s difícil que precisar
la vista estupefacta de los jueces. Pensad los hechos y proporcionar la pena al de-
en esto, señores; todo lo que la penali- lito. Todos nuestros procesos políticos lo
dad construye fuera de l a justicia, se prueban.
derrumba pronto; y lo digo á todos los L a sociedad siempre debe defenderse.
partidos; aunque edifiquéis vuestras i n i - Estoy en este punto completamente de
quidades sobre granito con cal y cimien- acuerdo con vosotros. L a sociedad debe
to, b a s t a r á solo un soplo para derribar- defenderse y vosotros debéis protegerla.
las; ese soplo que sale de todas las bocas ¿Queréis impedir, prevenir, reprimir esas
y que se llama opinión. Esta es la ver- alteraciones, esos motines, esas insurrec-
dadera fórmula en esta materia. Toda ciones, esos complots, esos atentados?
ley tiene menos poder cuanto m á s seve- Me parece bien; t a m b i é n yo quiero.
ra sea. Pero, ¿necesitáis una penalidad nueva
Pero supongo que es equivocado m i para esto? Leed el Código. Ved allí l a
razonamiento, razonamiento —notadlo definición de la deportación. ¡Qué inmen-
bien—que pudiera apoyar en m u l t i t u d so poder para la intimidación y para el
de pruebas. A d m i t o que me equivoque. castigo!
Supongo que esta innovación penal no Ahora pensad en la penalidad actual.
caerá inmediatamente en desuso. Os con- ¡Notad todo cuanto ella pone de terrible
cedo que después de haber votado seme- en vuestras manos!
jante ley, tenéis la gran desgracia de ¡Figuraos un hombre, u n hombre que
verla ejecutada. Os lo concedo. Ahora el tribunal especial ha condenado, un
permitidme dos preguntas: ¿Dónde está hombre culpado del m á s incierto de to-
la oportunidad de semejante ley? ¿Dónde dos los delitos, del delito político, por l a
está su necesidad? m á s incierta de todas las justicias, por l a
L a oportunidad? se nos dice. ¿Olvidáis justicia política!... {Rumores en la dere-
los atentados de ayer, de todos los dias, cha. Larga interrupción.)
el 15 de Mayo, el 23 de Junio, el 13 de Señores, no me arredra esa interrup-
Junio? ción. Respeto todas las jurisdicciones le-
308 OBRAS D E VICTOR HUGO.

gales y constitucionales; pero calificando ! ribado. Queréis realizar en el el acto que


l a j u s t i c i a p o l í t i c a en general como acabo legislación ninguna ha realizado aun;
de hacerlo, no hago m á s que repetir lo queréis unir á las torturas del destierro
que ha dicho en todos los siglos la filoso- las torturas de la prisión; queréis m u l t i -
í í a de todos los pueblos; no soy m á s que pilcar u n rigor con una crueldad. ¡No os
el eco de la historia. basta hacer que vejete bajo el cielo de
Prosigo. los trópicos, sino que queréis que gima
Figuraos un hombre que el tribunal bajo el techo de la cárcel. Queréis encer-
especial ha condenado y que os entrega rar á ese desgraciado, haciéndole vivir
un decreto de deportación. Notad lo que en una fortaleza de aspecto tan fúnebre,
vosotros podéis hacer, el poder que l a que vosotros que la construís no e s t á i s .
ley os confiere; quiero decir, el Código pe- seguros de lo que edificáis; no sabéis aun
nal, la ley actual, con su definición de si es un calabozo ó si es u n sepulcro,
l a deportación. Queréis que poco á poco, dia por dia,
Ese hombre, ese condenado, ese crimi- hora por hora, á fuego lento, esa alma,
n a l s e g ú n los unos, ese héroe s e g ú n los esa inteligencia, esa actividad, esa am-
otros, porque vive en el peor de los tiem- bicion si queréis, amortajada, llena de
pos... {Explosión de murmullos en la dere- vida, lo repito, á cuatro m i l leguas de
cha.) la pátria, bajo aquel sol abrasador, bajo
EL PRESIDENTE: Cuando l a j u s t i c i a ha la horrible presión de aquella cárcel-se-
íallado, el criminal es criminal para to- pulcro, se consuma, se debilite, se devo-
dos; solo puede ser un héroe para sus re, desespere, pida gracia, llame á P r a n -
cómplices. {Bravos en la derecha.) cia, implore el aire, la vida, la libertad, y
VÍCTOR RUGO: H a r é notar lo siguiente agonice y espire miserablemente! ¡Esto
al presidente Sr. Dupin: el mariscal Ney, es horrible! {Profunda sewsaaow.)Protesto
juzgado en 1815, fué declarado criminal de ese castigo en nombre de la humani-
por la justicia, y á pesar de ser u n héroe dad. ¡No tenéis n i compasión n i entra-
para m í , no soy su cómplice. (-Frewefacos ñ a s ! ¡A lo que llamáis expiación llamo
aplausos en la izquierda.) yo martirio; á lo que llamáis justicia
Continúo. Prended á ese condenado, á llamo yo asesinato. {Aclamaciones en la
ese criminal s e g ú n unos, á ese héroe se-\izquierda.)
gun otros; apartadle de su fama, de su Levantaos, pues, católicos, sacerdotes,
influencia, de su popularidad; separadle obispos, hombres de la religión que os
de todo; de su mujer, de sus hijos, de sus sentáis en esta Asamblea y que veo entre
amigos, de su familia, de su pátria; ar- nosotros; levantaos á cumplir vuestro
raneadle violentamente de todos sus i n - deber. ¿Qué hacéis sentados en esos
'tereses y de todas sus afecciones; pren- bancos? Subid á la tribuna con la auto-
dedle cuando m á s ruido haga y m á s luz ridad de vuestras santas creencias, con
difunda, y arrojadle en las tinieblas, en la autoridad de vuestras santas tradicio-
el silencio, á una distancia l a r g u í s i m a nes, y decid á los inspiradores de medi-
del suelo natal. {Sensación.) Allí le te- das crueles, á los que aplauden leyes
neis solo, entregado á sí mismo, á sus bárbaras, á los que colocan á la m a y o r í a
dolores, si cree haber sido u n hombre ne- en esa vía funesta, que lo que ellos hacen
cesarlo á su pais; á sus remordimientos, es malo, que lo que ellos hacen es detes-
si reconoce haber sido un hombre fatal, table, que lo que ellos hacen es impío!
Allí le tenéis, libre, pero espiado, sin Recordadles que es una ley de manse-
medios de evasión; vigilado por una dumbre la que Cristo nos trajo al mundo
g u a r n i c i ó n que ocupa la isla, guardado y no una ley de crueldad; decidles que
por un crucero que vigila la costa, guar- el mismo dia que el Hombre-Dios sufrió
dado por el Océano, que abre entre este la pena de muerte la abolió {Bravos en la
hombre y la p á t r i a un golfo de G U & Í Y O I i z q u i e r d a ) , enseñando que la loca justicia
m i l leguas. Allí tenéis á ese hombre, i n - humana podia no solo derribar una ca-
capaz de hacer d a ñ o , sin que el eco si- beza inocente, sino una cabeza divina,
quiera repita sus palabras, roido por el \ {Sensación.)
aislamiento, por la impotencia y por ¡Decid á los autores, á los defensores
el olvido, incapacitado, indefenso, roto, del proyecto; decid á esos grandes poli-
oprimido. ticos que no es haciendo agonizar á m i -
No os basta esto? {Movimiento.) serables en u n calabozo y á cuatro m i l
No; queréis aun encerrar á ese vencido, leguas de su pais como a p a c i g u a r á n el
á ese proscripto, á ese infortunado, á ese tumulto, y que, por el contrario, crean
político caido, á ese hombre popular der- un peligro exasperando la compasión
ANTES D E L D E S T I E R R O . 309
del pueblo, que puede trocarse en cólera. mas indefensas? Señores, los Santa-Elena
Decid á esos hombres que seau humani- produjeron los Hadson-Lowe. [Bravo!)
tarios, ordenadles que vuelvan á ser cris- Ahora bien; ¿os habéis imaginado todas
tianos, enseñadles que no con leyes las torturas, todos los refinamientos, to-
impías se defienden los gobiernos n i se das las desesperaciones que u n hombre
salvan las sociedades; que lo que convie- del temperamento de Hudson-Lowe po-
ne á los tiempos dolorosos que atravesa- dría inventar para hombres que no t u -
mos, á los corazones y espíritus delica- vieran la aureola de Napoleón? A l menos
dos, lo que precisa para resolver una en Francia, en Doullens, en Mont-Saint-
situación que resulta de todo punto er- Michel... [Interrúmpese el orador. Movi-
rónea ó indefinida, no son medidas de miento de atención.)
represalias, de reacción, de rencor y de Y a que pronuncio este nombre, apro-
encarnizamiento, sino leyes generosas, vecho la ocasión para anunciar al señor
leyes cordiales, leyes de concordia y sa- ministro de lo Interior que espere en
bias; enseñadles qae no es la ú l t i m a pa- breve plazo una interpelación sobre he-
labra de la crisis social moderna la chos monstruosos ocurridos en la prisión
compresión, sino la fraternidad; ¡porque de Mont-Saint-Michel. [Cuchicheos. En la
la fraternidad, antes de existir en la idea izquierda: Muy bien! Continúa el orador.)
del pueblo, existia en la idea de Dios! En nuestras prisiones de Francia, en
[Nuevas aclamaciones.) Doullens, en Mont-Saint-Michel, cuando
Pero calláis!... E s t á bien! Continúo. se comete un abuso, cuando se verifica
Me dirijo á vosotros, señores ministros, y una iniquidad, los periódicos se inquie-
á vosotros, señores miembros de la comi- tan, la Asamblea se mueve, y el grito del
sión. Estudio más de cerca t o d a v í a la 3risionero llega hasta el gobierno y has-
idea de vuestra ciudadela, ó de vuestra ta el pueblo repercutido por el doble eco
fortaleza, puesto que hiero vuestra sen- de la prensa y de la tribuna; pero en
sibilidad l l a m á n d o l a ciudadela. [Bisas.) vuestra ciudadela de las islas Marquesas,
Cuando hayáis instituido esa peniten- el prisionero queda reducido á suspirar
ciaría de deportados, cuando hayáis dolorosamente: A h ! ¡si el pueblo lo su-
creado ese cementerio, imaginaos lo que biera! [Muy- bien!) A l l á bajo, á tan es-
allí sucederá. ¿Tenéis la menor idea de lo aantosa distancia, en aquel silencio, en
que allí ocurrirá? ¿Habéis pensado que aquella soledad amurallada, adonde no
a b a n d o n á i s los hombres que castiga la l l e g a r á n i de donde no saldrá voz huma-
justicia política á lo desconocido y á lo na, ¿á quién se quejará el miserable pri-
m á s horrible de lo desconocido? ¿Habéis sionero? ¿quién le oirá, si se i n t e r p o n d r á
examinado en la conciencia, estudiando entre su lamento y vosotros el ruido
en detalle todo lo abominable de esa de las mareas del Océano? [Fr ofunda sen-
idea, de la afrentosa idea de la reclusión sación.)
en la deportación? [Murmullos en la de L a sombra y el silencio de la muerte,
recha.) señores, es lo único que pesará sobre ese
A l principio t r a t ó de indicaros y de ca- horrible destierro político.
racterizar con una palabra lo que seria Nada trascenderá! ¡nada l l e g a r á hasta
ese clima, lo que seria ese destierro, lo vosotros! nada!... Solo de tiempo en tiem-
que seria ese calabozo. Os dije que ha po, por intervalos, una nube l ú g u b r e ,
bria tres verdugos, pero me olvidaba del atravesando los mares, vendrá á herir,
cuarto, que será el director de la peni en Francia y en Europa, como u n
tenciaría. ¿Os habéis acordado de Jean t a ñ i d o fúnebre, el sentimiento vivo y
net, el verdugo de Sinnamari? ¿Os habéis doloroso de la opinión, diciendo: "¡Tal
dado cuenta de lo que seria, por preci- condenado ha muerto!,, [Agitación.)
sión, el hombre que aceptara á l a faz Ese condenado será, porque en hora
del mundo civilizado la carga moral de tan suprema no se mira m á s que el méri-
ese odioso establecimiento de las islas to del hombre, u n publicista célebre, u n
Marquesas, lo que seria el hombre que historiador renombrado, u n escritor ilus-
consintiera en ser el sepulturero de esa tre, u n orador famoso. ¡Entonces presta-
prisión y el alcaide de esa tumba? (Pro reis oidos á ese siniestro ruido, calcula-
longado movimiento.) reis el corto número de mesés transcurri-
¿Os habéis imaginado l a t i r a n í a posi dos y os extremecereis!
ble de una alma baja y r u i n tan lejos de Vuestra deportación es l a pena de
todo registro y de toda vigilancia, den muerte, ¡la pena de muerte llena de de-
tro de una irresponsabilidad completa sesperación, algo peor que el cadalso!
con una autoridad sin límite y con vícti ¡la pena de muerte sin poder dirigir l a
310 OBRAS D E VICTOR HUGO»

ú l t i m a mirada al cielo de la pátria! (Bra- do. Marat l a invocaba lo mismo quó


vos repetidos en la izquierda.) Luis X I ; la razón de Estado es la que
Pero no seréis tan inhumanos y recha- produjo el 2 de Setiembre después de
zareis la ley. {Movimiento.) No enagena- haber realizado la Saint-Barthélemy; la
reis el gran principio, el generoso princi- que dejó su huella en Cóvennes y la ha
pio recibido de la espléndida mano del dejado en Sinnamari; la que levantó las
pueblo, el de la abolición de la pena de guillotinas de Robespierre y la que le-
muerte en materia política. No querréis vanta las horcas de H a y n a u . {Movi-
volver á encarnizar la Francia, que, le- miento.)
jos de esperar la abolición de ese princi- M i corazón se subleva! ¡No quiero n i
pio, espera su complemento. No querréis la política de la guillotina, n i la política
borrar ese decreto, que honra á l a revo- de la -horca, n i á Marat, n i á Haynau, n i
lución de Febrero. No querréis dar u n vuestra ley de deportación! {Bravos pro-
m e n t í s á lo que era m á s que el grito longados.) H á g a s e lo que se haga y suce-
de la conciencia popular; á lo que era el da lo que suceda, siempre que se trate de
grito de la conciencia humana! {Viva buscar una inspiración ó un consejo, seré
adhesión en la izquierda. Murmullos en la uno de los que no t i t u b e a r á n nunca
derecha.) entre la virgen que se llama Conciencia
Sé, señores, que siempre que usamos y la prostituta que se llama Razón de
la palabra conciencia, siempre que la Estado. {Inmensa aclamación en la iz-
pronunciamos por deber, tenemos la des- quierda.)
gracia de hacer sonreír á la m a y o r í a de Y a lo veis; no soy m á s que u n poeta!
los políticos. {En l a derecha: Es verdad! E n Señores, si fuera posible, lo que Dios
la izquierda: Forque les conviene!) no quiera, lo que por m i parte alejo con
A l principio esos grandes políticos no todas mis fuerzas; si fuera posible que
nos creían incurables, nos compadecían esta Asamblea aceptase la ley que se le
y consentían en tratar la enfermedad propone, ofrecería, lo digo con pesar, un
que padecemos, l a enfermedad de la con- espectáculo doloroso á la vista de la me-
ciencia, y nos oponían á ella bondadosa- morable jornada que os recordaba al
mente la razón de Estado. Si persisti- principio. U n a época de calma desbara-
mos, se enfadan y nos declaran incapaces taría tranquilamente lo que ha hecho
para manejar negocios, nos dicen que de bueno y de grande, en una especie de
no tenemos sentido político, que no so- improvisación sublime, una época de
mos hombres serios, y . . . ¿cómo os lo tempestad. {Muy bien!) Seria la violencia
diré?... nos motejan con la m á s grosera en el Senado contrastando con la sabi-
de las injurias que les puede ocurrir; ¡nos d u r í a en las calles. {Bravo! en la izquier-
llaman poetas! {Bisas.) da.) Seria ver á los hombres de Estado
Nos afirman que todo lo que nosotros apasionados y ciegos en lo que los hom-
creemos encontrar en el fondo de nues- bres del pueblo fueron inteligentes y
t r a conciencia, como la fé en el progreso, justos. {Murmullos en la derecha.) Sí; inte-
l a dulcificación de las leyes y de las cos- ligentes y justos. Señores, ¿sabéis lo que
tumbres, la aceptación de los principios hacia él pueblo de Febrero proclamando
desprendidos de las revoluciones, el amor la clemencia? Cerrar la puerta de las re-
del pueblo, el sacrificio por la libertad, voluciones. Y ¿sabéis lo que hacéis de-
el fanatismo por la grandeza nacional, cretando las venganzas? Volverla
todo esto es bueno en sí, sin duda, pero abrir. {Movimiento prolongado.)
conduce, en la aplicación, directamente Nos dicen que esta ley no t e n d r á efec-
á las decepciones y á las quimeras, y que to retroactivo, y ú n i c a m e n t e está desti-
en los asuntos de Estado conviene proce nada á regir en lo porvenir. Precisamente
der según la ocasión y la coyuntura y sobre esta palabra porvenir que pronun-
s e g ú n lo que aconseja la razón de Esta ciáis y sobre lo que e n t r a ñ a , es sobre lo
do. L a razón de Estado! A h ! ¡esa es la que yo os invito á reflexionar. Veamos;
gran palabra! ¡palabra con la que siem- para quién hacéis esta ley? ¿lo sabéis
pre nos i n t e r r u m p í s ! vosotros? {Agitación en todos los bancos.)
Señores, si examino la razón de Esta- Señores de la mayoría, en este mo-
do, me acuerdo de todos los malos con mento sois los victoriosos, sois los m á s
sejos que con frecuencia dió. Si abro l a fuertes; pero ¿estáis seguros de serlo
historia, veo en todos los tiempos las siempre? {Largo rumor en la derecha.)
bajezas, las indignidades, las torpezas, No lo olvidéis; la espada de la penali-
las vilezas y las crueldades que la razón dad política no pertenece á l a justicia,
de Estado ha aconsejado ó ha cometí pertenece á l a casualidad. ^Aumenta - la
ANTES D E L D E S T I E R R O . 311
agitación.) Pasa al vencedor con la fortu- olvidado que en el momento en que yo
na, forma parte de ese horroroso mobi- lablaba no lo hacia de la recta justicia,
liario de la revolución que todo golpe de sino de la injusta, de la justicia política,
Estado feliz, que todo motin triunfante de la justicia de los partidos. Y la torci-
encuentra en la calle y arrastra al dia da justicia hiere al hombre justo, y podia
siguiente de la victoria; pero es tan fatal y puede herir todavía á M . Odilon Bar-
esa terrible espada, que cada partido está rot. Esto es lo que yo he dicho y esto es
destinado á tenerla en sus manos alter- o que yo mantengo. {Reclamaciones en la
nativamente y á verse amenazado por derecha.)
ella. {Sensación general.) Cuando os hablo de revanchas del
Cuando combináis una de esas leyes destino y de todos los contratiempos que
de venganza que los partidos vencedores semejante ley puede e n t r a ñ a r , murmu-
llaman leyes de justicia en la buena fé ráis. Os prevengo solamente que, si
de su fanatismo, demostráis ser m u y im- m u r m u r á i s ahora, murmurareis contra
prudentes al agravar las penas y m u l t i - la historia.
plicar los rigores. E n cuanto á m í , n i yo Entre todos los hombres que han diri-
mismo sé, en esta época de turbación, el gido el gobierno ó dominado la opinión
porvenir que me está reservado. Siento desde hace sesenta años, no hay uno, n i
una compasión fraternal hácia todas las uno siquiera, ¿lo entendéis bien?, que no
víctimas actuales, hacia todas las víc- haya sido precipitado, ya antes, ya des-
timas posibles de nuestros tiempos re- pués. Todos los hombres que recuerdan
volucionarios. Aborrezco y quisiera des- triunfos, recuerdan t a m b i é n catástrofes;
t r u i r todo lo que puede servir de arma á la historia los designa por sinónimos en
las violencias. Y esa ley que vosotros donde están impresas sus desgracias; to-
hacéis, es una ley temible que puede su- dos, desde el cautivo de Olmutz, que
frir extraños contratiempos; es una ley fué Lafayette, hasta el deportado de
pérfida, cuyas asechanzas son desconoci- Santa Elena, que fué Napoleón. {Movi-
das. ¿Y pensáis quizá que en este mo- miento.)
mento en que os hablo me defiendo con- Ved y reflexionad. ¿Quién ascendió al
tra vosotros? Pues es al contrario, os trono de Francia en 1814? E l desterrado
defiendo. (Profunda sensación.) de Hartwell. ¿Quién ha reinado después
Insisto en ello; vosotros mismos no sa- de 1830? E l proscripto de Reichenau,
béis lo que en u n dia dado, lo que en cir- hoy otra vez desterrado á Claremont.
cunstancias posibles, vuestra propia ley Quién gobierna en este momento? E l
h a r á de vosotros. (Agitación inexplicable prisionero de H a m . {Profunda sensación.)
Crecen las interrupciones.) Haced leyes de proscripción ahora!
Gritad! no creáis en mis palabras. {En {Bravol en la izquierda.)
la derecha: No! no!) Podéis cerrar los ojos Esto debe instruiros, y la lección de
al porvenir, pero ¿los cerrareis al pasa unos no debe ser estéril por el orgullo de
do? E l porvenir puede disputarse, pero los otros.
el pasado no se recusa. Ahora bien; vol- E l porvenir es u n edificio misterioso
ved la cabeza, remontaos á algunos años que nosotros mismos erigimos con nues-
a t r á s . Suponed que las dos revoluciones tras propias manos en la oscuridad y
acaecidas desde hace veinte años fueron que m á s tarde debe servirnos de morada,
vencidas por el trono y que vuestra ley y á veces llega un dia en que se desplo-
existia entonces; esto supuesto, Cárlos X ma sobre los que lo edificaron. Y a que
h a b r í a podido aplicarla á M . Thiers j le construimos hoy para habitarle ma-
Luis Felipe á M . Odilon Barrot. {Aplau- ñ a n a , ya que nos espera, ya que nos co-
sos en la izquierda.) g e r á sin duda alguna, construyamos ese
M . ODILON BARROT: Suplico al orador porvenir con lo mejor de nuestra alma y
me permita interrumpirle. no con lo peor; con el amor y no con la
VÍCTOR HUGO: Con mucho gusto. cólera.
M . ODILON BARROT: J a m á s he conspi H a g á m o s l e brillante y no tenebroso!
rado; he sostenido la ú l t i m a m o n a r q u í a ; ¡Hagámosle un palacio y no una pri-
j a m á s conspiraré, y ninguna justicia me sión!
p o d r á atacar en lo porvenir como no me Señores, l a ley que se os propone es
ha atacado en lo pasado. {Muy bien! en la b á r b a r a , inicua. Espero que la rechaza-
derecha.) reis; tengo fé en vuestra sabiduría y en
VÍCTOR HUGO: M . Odilon Barrot, cuyo vuestro humanitarismo. Pensadlo antes
noble carácter respeto, está equivocado de la votación. Cuando los hombres po-
sobre el sentido de mis palabras. H a nen en una ley la injusticia, pone Dios
312 OBRAS D E VICTOR HUGO»

en ella la justicia, y hiere con esa ley á sesión, mientras todos los de la izquierda
aquellos que la han confeccionado. (Mo- enmasa descienden y se llegan á felicitar al
vimiento general y prolongado?) orador al pié de la tribuna.
Una ú l t i m a palabra, ó mejor dicho,
una ú l t i m a súplica, un último ruego.
Oreedme, y me dirijo á vosotros todos, áv
los hombres de todos los partidos que se
sientan en este recinto, á todos los que
están en esos bancos, y entre los cuales EL SUFRAGIO UNIYERSAL. (1)
existen tantos corazones elevados y tan- 20 Mayo 1850.
tas ideas generosas; creedme, os hablo
con profunda convicción y con profundo
dolor: no es el mejor empleo de nuestros
tiempos publicar leyes como esa^ {¡Muy Señores:
bien! Es verdad!) No es el mejor empleo L a revolución de Febrero—-que por m i
de nuestros tiempos tendernos lazos los parte, ya que la humillan y la calum-
unos á los otros, por medio de una pena- nian, ensalzaré en cuantas ocasiones
lidad terrible y oscura, y ahondar para pueda—la revolución de Febrero, digo,
nuestros adversarios abismos de miseria ha tenido dos magníficos ideales. E l pri-
y de sufrimiento, en los que quizá caere- mero, que dias pasados os recordaba, fué
mos nosotros mismos. [Agitación.) el de subir hasta las cimas del órden po-
Dios mió! ¿Cuándo cesaremos de ame- lítico, arrancando la pena de muerte; el
nazarnos y desgarrarnos? Tenemos otros segundo el de elevar s ú b i t a m e n t e las
asuntos de q u é ocuparnos. Tenemos á m á s humildes regiones del órden social
nuestro alrededor trabajadores que p i - al nivel de las m á s altas é instituir la
den talleres, niños que piden escuelas, soberanía.
ancianos que piden asilos, el pueblo que Doble y pacífica victoria del progreso,
pide pan y la Francia que pide gloria. que por una parte encumbraba á l a
[Bravo! en la izquierda.—Bisas en la de- humanidad y por otra constituia al pue-
recha.) blo, llenando de luz al mismo tiempo el
Tenemos una sociedad nueva que ha- mundo político y el mundo moral, rege-
cer surgir de las e n t r a ñ a s de la sociedad nerando y consolidando ambos á la vez,
antigua, y yo soy de los que no quieren al uno con la clemencia y al otro con l a
sacrificar al niño n i á la madre. (Movi- igualdad. {Bravo! en la izquierda.)
miento.) No gastemos el tiempo en abor- Señores, el gran acto, á la vez político
recernos. y cristiano, por el.cual la revolución de
E l ódio malgasta la fuerza y este es Febrero hizo penetrar sus principios has-
el peor modo de gastarla. {Muy bien! ta en las propias raices del órden so-
Bravo!) E n vez jde odiarnos, reunamos cial, fué el establecimiento del sufragio
fraternalmente nuestros . esfuerzos que universal, hecho capital, hecho inmen-
tiendan á un fin c o m ú n , al bien del so; acontecimiento considerable que i n -
pais. En vez de confeccionar leyes irritan- troduce en el Estado un elemento nue-
tes y apasionadas, leyes que calumnian vo, irrevocable, definitivo. Notad, se-
á los que las hacen {Movimiento), bus- ñores, todo el alcance de esto. F u é , en
quemos unidos y cordialmente la resolu- efecto, u n gran progreso reconocer el de-
ción del formidable problema de civili- recho de todos, componer la autoridad
zación que se nos presenta y que contie- universal de la suma de las autoridades
ne, s e g ú n obremos, ó catástrofes fatales, ó individuales, disolver lo que restaba de
magnífico porvenir. {Bravo! en la iz las castas en la unidad augusta de una
quierda.) soberanía c o m ú n y llenar del mismo
Somos una generación predestinada, pueblo todos los departamentos del vie-
tocamos una crisis decisiva, y tenemos j o mundo social; fué, en efecto, grande
deberes mucho m á s grandes y mucho todo eso. Pero, señores, sobre todo en
m á s pavorosos que nuestros padres. donde m á s brilla la bondad del sufragio
Nuestros padres solo tenian que servir universal es en su acción sobre las clases,
á Francia; nosotros tenemos que sal- consideradas hasta entonces clases infe-
varla.
(1) Este discurso fué pronunciado durante la discusión del
No tenemos tiempo para aborrecernos. proyecto que se convirtió en la funesta ley del 31 de Mayo
{Movimiento prolongado.) Voto contra el de 1850.
proyecto de ley. Aclamaciones y prolonga- M.Este proyecto habia sido preparado en connirencia con
Luis Bonaparte por una comisión especial de diez y siete
dos aplausos en la izquierda. Suspéndese la miembros.
ANTES D E L D E S T I E R R O .

riores. (Bisas irónicas enla derecha.) Vues- y consagrarle ciudadano. (Aclamaciones


tras risas, señores, me obligan á insistir en la izquierda.)
en ello. L o maravilloso del sufragio uni- Ved, señores, cómo lo que es profun-
versal, lo eficaz, lo político, lo profundo, damente justo es siempre al mismo tiem-
no fué levantar el extravagante interdicto 30 profundamente político. E l sufragio
electoral que pesaba sobre esas clases, sin universal, al dar una candidatura á los
que se pueda adivinar por qué, pero que que sufren, les quita el fusil, y concedién-
formaba la sabiduría de los grandes hom- doles el poder, les d á l a calma. Todo lo
bres de Estado de aquel tiempo (Risas en que engrandece al hombre le apaci-
la izquierda), que SOD los mismos que los gua. (Movimiento.)
de ahora... (Nuevas risas afirmativas en la E l sufragio universal dice á todos, y
izquierda); no fué, digo, levantar el extra- yo no conozco m á s admirable fórmula
vagante interdicto electoral que pesaba de la paz pública: ^Estad tranquilos!
sobre una parte de lo que se decia la cía vosotros sois soberanos!,, (Sensación.)
se media, y aun de la que se llamaba la Y añade: "Sufrís? Pues bien, no agra-
clase elevada; no fué lo de restituir su véis nuestros sufrimientos, no agravéis
derecho al hombre que era abogado, me as angustias públicas con la subleva-
dico, literato, administrador, empleado, ción. Sufrís? Pues bien, i d á trabajar
profesor, sacerdote, magistrado, y que no desde hoy en la gran obra de la destruc-
era elector; al hombre que era miem- ción de la miseria, por aquellos que están
bro del Instituto y que no era elector; al con vosotros, por aquellos en quienes
hombre que era jurado y que no era depositáis vuestra alma, y que son, en
elector; al hombre que era par de Fran cierto modo, vuestros hermanos. Estad
cia y que no era elector; no: el lado ma tranquilos.,,
ravilloso, lo repito, profundo, eficaz, po Después, para aquellos que piensan
lítico del sufragio universal, fué el de permanecer recalcitrantes, dice: "¿Habéis
haber ido á buscar en las regiones dolo votado? Sí. Pues habéis agotado vuestro
rosas de la sociedad, en la escoria, como derecho; todo está dicho. Cuando el voto
vosotros decís, el ser encorvado bajo el ha hablado, ha fallado la soberanía. No
peso de las negaciones sociales, el ser pertenece á una fracción deshacer n i re-
magullado que hasta entonces no habia hacer l a obra colectiva. Vosotros sois
tenido otra esperanza que la revolución ciudadanos, vosotros sois libres; ya lle-
llevándole la esperanza bajo otra forma g a r á vuestra hora; sabed esperar. Y
[Muy lien!) y diciéndole: Vota! ¡no te esperando, hablad, escribid, discutid, en-
batas más! (Movimiento.) F u é el de pres- señad, instruid; instruios vosotros é ins-
tar su parte de soberanía á aquel que t r u i d á los d e m á s . Alcanzásteis hoy l a
hasta entonces no habia tenido m á s que verdad, m a ñ a n a alcanzareis l a sobera-
su parte de sufrimiento; fué el de salvar nía; sois fuertes. Dos medios de acción
de las tinieblas materiales y morales al tenéis á vuestro albedrío: el derecho del
infortunado que en las convulsiones de soberano y el papel del rebelde; ¿escoge-
su a g o n í a no tenia otra arma, otra defen- réis éste? Eso seria una necedad y un
sa, otro recurso que l a violencia, y el de crimen.;; (Aplausos en la.izquierda.)
retirarle ésta, poniéndole en las manos H é a q u í los consejos que d á á los que
en lugar suyo, el derecho. (Bravosprolon gozan del sufragio universal.
gados.) Señores; matar los apasionamientos,
Sí, el gran tacto de esta revolución de desarmar los ódios, hacer caer el cartu-
Febrero, que tomó por base de la política cho de las manos de la miseria, elevar a l
el Evangelio, fué instituir el sufragio hombre injustamente abatido y sanar el
universal; su gran tacto, y al mismo espíritu enfermo con lo que hay de m á s
tiempo su gran justicia, no fué solamen puro en el mundo, el sentimiento del de-
te mezclar y dignificar en el ejercicio de recho libremente ejercido; quitar á cada
mismo poder soberano al b u r g u é s y a uno el derecho de fuerza, que es el hecho
proletario, sino el haber ido á buscarle en natural, y darle en cámbio la parte de
la postración, en la miseria, en el aban soberanía, que es el hecho social; indicar
dono, en la estrechez, que tan m a l acón á los que sufren una salida hácia la luz
seja a l hombre desesperado, diciéndole y el bienestar; alejar los plazos revolu-
Espera!; el haber ido á buscar al hombre cionarios y dar á la sociedad advertida
ciego por la cólera, diciéndole: Razona tiempo para prepararse; inspirar á las
el haber ido á buscar al mendigo, a masas esa paciencia á toda prueba que
vagabundo por otro nombre; al pobre, a forma á los grandes pueblos; t a l es la
indigente, al desheredado, al miserable obra del sufragio uniYeisal (Sensaciónpro-
TOMO I V . 40
314 OBRAS D E VICTOR HUGO,

funda)] obra eminentemente social bajo Pues viene, lo digo con verdadera an-
el panto de vista del Estado, y eminen- gustia, lo digo con la ansiedad dolorosa
temente moral bajo el punto de vista del del buen ciudadano amendrentado ante
individuo. los riesgos en que se precipita á la pá-
E n efecto, meditad esto: en esta tierra tria; viene á proponer á la Asamblea la
de igualdad y libertad, todos los hom-, abolición del derecho de sufragio para
bres respiran el mismo aire y el mismo las clases que sufren, y , por consecuen-
derecho. Existe en el a ñ o u n dia en que cia, á provocar no sé q u é restablecimien-
aquel que os obedece se vé vuestro seme- to abominable é impío del derecho de
jante; en 'que aquel que os sirve se vé insurrección. (Movimiento prolongado.)
vuestro igual; en que cada ciudadano, al H é a q u í lo que significa en dos pala-
entrar en la balanza universal, siente y bras. (Nuevo movimiento.)
justifica el peso específico del derecho de Señores; ese proyecto, que encierra toda
ciudadano, y en que el m á s bajo se pone una política, produce una ley y crea una
al nivel del m á s alto. Existe un dia en el situación.
a ñ o en que todo trabajador, el jornalero,
Una situación grave, inesperada, nue-
el a l b a ñ i l , lo mismo el que arrastra far-
va, amenazante, complicada, terrible.
dos que el que machaca piedra en los ca-
Me ocuparé de lo m á s urgente. Y a
minos, juzga a l Senado, tiene en su
l l e g a r á el turno á la ley considerada en
mano, endurecida por el trabajo, á los
sí misma. Examinemos desde luego la
ministros, á los representantes, al presi-
situación.
denta de la República, y dice: ¡El poder
es mió! Existe un dia en el a ñ o en que el Después de dos años de agitación y de
menor de los ciudadanos, en que el á t o m o las pruebas inseparables—conviene mu-
social participa de la vida inmensa del cho decirlo—de toda gran conmoción so-
pais entero; en que el m á s comprimido cial, se consiguió lo propuesto.
pecho se dilata en el vasto ambiente de Restablecióse la paz; encontróse el pro-
los negocios públicos; existe u n dia en cedimiento m á s difícil de la solución, y
que el m á s débil siente dentro de ól l a con el procedimiento la certeza; sustitu-
grandeza de la soberanía nacional; en yóse al modo violento, el modo de crea-
que el m á s humilde siente dentro de sí ción pacífica del progreso; quedó consu-
el alma de la patria. ¡Qué aumento de mado el cámbio del derecho de revolución
dignidad para el individuo y, por consi contra el dereoho de sufragio, que aceptó
g u í e n t e , de moralidad! ¡Qué satisfacción el hombre de las clases sufrientes con
y, por consiguiente, q u é sosiego! Obser- dulzura y nobleza. Ninguna agitación,
vad al obrero que v á al escrutinio. E n t r a ninguna turbulencia produjo. E l desgra-
con la frente triste del proletario abati- ciado conoció que lo realzaba la con-
do, pero sale con la mirada del sobera- fianza social. Ese nuevo ciudadano, ese
no. (Aclamaciones en la izquierda. Murmu- soberano restaurado, entró en la ciuda-
llos en la derecha.) danía con dignidad serena. (Aplausos en
Y q u é significa todo esto, señores? la izquierda. Durante algunos instantes un
Significa el fin de la violencia, el fin de ruido casi continuado sale de los bancos de la
la fuerza brutal, el fin de la insurrección, derecha, mezclándose con la voz del orador.
el fin del hecho material y el comienzo Víctor Hugo separa y se vuelve hacia la de-
del hecho moral. {Movimiento.) Es, si recha.)
vosotros permitís que recuerde mis pro Señores, sé bien que las interrupciones
pias palabras, el derecho de insurrección calculadas y sistemáticas [Negación en la
abolido por el derecho del sufragio. (Sen derecha. Si! Sil en la izquierda.) tienen por
sacion.) objeto desconcertar el pensamiento del
Ahora bien; vosotros, legisladores en orador {Es verdad!) y quitarle la libertad
cargados por la Providencia de cerrar del espíritu, lo que es en cierto modo
abismos y no de abrirlos; vosotros, cuyo quitarle la libertad de la palabra. {¡Muy
deber es consolidar y no quebrantar; vos- bien!) Pero este proceder es verdadera-
otros, representantes de este gran pueblo mente triste y poco digno de una gran
de la iniciativa y del progreso; vosotros Asamblea. {ISlegaciones en la derecha.) E n
hombres de ciencia y razón, que com cuanto á mí, pongo el derecho del orador
prendéis la bondad de vuestra misión y bajo l a salvaguardia de la verdadera
á la que, sin duda, no faltareis, ¿sabéis mayoría, es decir, bajo l a de todos los
lo que hoy viene á hacer esa ley fatal, representantes generosos y justos que se
esa ley ciega que se atreven impruden- sientan en todos los bancos, y que son
temente á presentaros? (Profundo silencio.) siempre los m á s numerosos entre los ele-
ANTES D E L D E S T I E R R O . 315
gidos de u n gran pueblo. (Muy bienl en la la forma pacífica del escrutinio, y no se
izquierda. Silencio en la derecha.) prosterna lisa y llanamente á vuestros
Continúo: la vida pública entró en el pies. {Movimiento.) Por eso os i n d i g n á i s ,
proletario sin aturdirle n i cegarle. Los os encendéis en cólera y declaráis la so-
dias de elección eran para el pais mejo- ciedad en peligro y gritáis: "¡Vamos á
res que los dias de fiesta, eran dias de castigarte, pueblo! ¡Vamos á aplicarte
calma. {Es verdad!) Viviendo con tran- la pena, pueblo! ¡Vas á tener que ver
quilidad reanudaba su curso el movi- con nosotros, pueblo!,, Y como el m a n i á -
miento de los negocios, de las transaccio- tico de la historia, ¡dais latigazos al
nes, del comercio, de la industria, del Océano! {Aclamaciones en la izquierda.)
lujo, de las artes, adquiriendo las pulsa- P e r m í t a m e la Asamblea hacer una ob-
ciones de la vida regular. Se obtuvo ad- servación que, según m i criterio, aclara-
mirable resultado. Se firmó un imponen- r á perfectamente l a cuestión del sufragio
te tratado de paz entre lo que t o d a v í a se universal.
llama lo alto y lo bajo de la sociedad. E l gobierno quiere restringir, dismi-
(Sí! sí!) nuir, cercenar, mutilar el sufragio u n i -
¡Y ese momento es el que vosotros es- versal. Pero lo ha reflexionado bien?
cogéis para revolverlo todo, para rasgar Decidme vosotros, ministros, hombres sé-
el tratado que se firmó! (Movimiento.) ¡Y rios, entidades políticas: ¿os dais buena
precisamente á ese hombre, el ú l t i m o en cuenta de lo que es el sufragio univer-
la escala de la vida, que ahora esperaba sal, el sufragio universal verdadero, el
remontarse poco á poco y tranquilamen- sufragio universal sin restricciones, sin
te; á ese hombre, ahora reconciliado, pa- exclusiones, sin desconfianzas, como l a
cífico y confiado, es á quien v á á buscar revolución de Febrero lo ha establecido,
vuestra ley! Para qué? Para una cosa i n - como lo quieren y comprenden los hom-
sensata, indigna, odiosa, anárquica, abo- bres de progreso? {En el banco de los mi-
minable. Para arrancarle su derecho á nistros: Eso es la anarquía! ¡Nosotros no
votar, para arrancarle á las ideas de paz, queremos eso!)
de conciliación, de esperanza, de justicia, Os entiendo; me respondéis: ¡Eso es el
de concordia, y, por consiguiente, para modo de crear la a n a r q u í a ! {Sí! si! en la
incitarle á las ideas de violencia. Sois, derecha.) Pues bien; eso es precisamente
pues, los hombres del desórden. (Nuevo todo lo contrario. Es el modo de crear el
movimiento.) poder. {Bravo! en la izquierda.) Sí, preci-
¡Después de encontrar el puerto, que- sa decirlo y decirlo m u y alto, é insisto en
réis que volvamos á correr riesgos! ¡Des- esto, para aclarar esta discusión. Del su-
pués de firmar el pacto, le violáis! fragio universal nace l a libertad, sin
Y por q u é esta violación del pacto? duda alguna, pero nace m á s t o d a v í a el
por q u é esta agresión en plena paz? ¿por poder que la libertad.
q u é estas iras? por q u é este atentado? E l sufragio universal, en medio de to-
por q u é esta locura? Por qué? os lo voy das nuestras oscilaciones borrascosas,
á decir: porque quiso el pueblo, después crea un punto fijo. Este es la voluntad
que nombrásteis á los que quisisteis, nom nacional legalmente manifestada; la vo-
brar á quienes vosotros no queríais. Por luntad nacional, robusta amarra del Es-
que ha juzgado dignos de su elección tado, á n c o r a de bronce que no se rompe
hombres que vosotros j u z g á i s dignos de j a m á s y que i n ú t i l m e n t e vienen á batir
vuestros insultos. Porque es presumible de un modo alternado el flujo de las re-
que abrigue la resolución de cambiar de voluciones y el reflujo de las reaccio-
concepto con respecto á vuestro proceder nes. {Profunda sensación.)
desde que sois poder, y porque puede Para que el sufragio universal pueda
comparar los actos con los programas y crear ese punto fijo, para que pueda de-
lo prometido con lo realizado. {Eso es!) sempeñar la voluntad nacional en toda
Porque es probable que no encuentre su plenitud soberana, es preciso que no
vuestro gobierno completamente subli sea discutible. {Es verdad! eso es!) Es pre-
me. {Muy bien! Risas.) Porque no os ad- ciso que sea realmente sufragio univer-
mira. {Muy bien! muy bien! Movimiento.) sal, es decir, que no deje á nadie, absolu-
Porque usa de su voto á su capricho el tamente á nadie, fuera del voto; es
pueblo; porque tiene l a audacia inaudita preciso que haga que la ciudad perte-
de imaginarse que es libre, y porque q u i - nezca á todos, sin excepción; porque en
zás se agita en su mente l a idea e x t r a ñ a materia semejante, una excepción es
de ser soberano. {Muy bien!) Porque tiene una usurpación {Bravo! en la izquierda)]
la insolencia de daros un dictámen bajo precisa, en una palabra, que no deje á
316 OBRAS D E VICTOR HUGO.

nadie el temible derecho de decir á la clon.) E l pueblo no saldrá de su calma,


sociedad: No te conozco! {Movimiento pro- j E i pueblo tranquilo es el porvenir sal-
longado.) vado. (Aplausos en la izquierda. Rumores
Con estas condiciones el sufragio uni- en la derecha.)
versal produce el poder, un poder colo- E l inteligente y generoso pueblo pa-
sal , u n poder que resiste á todos los< risién lo sabe; Paris ofrecerá el grandioso
asaltos, hasta los m á s terribles; un poder é instructivo espectáculo de ser con-
que podrá ser atacado, pero no destrui- servador si el gobierno es revoluciona-
do; testigo el 15 de Mayo, testigo el 23 rio. (Bravo! bravo! Risas en la derecha.)
de Junio. {Es verdad! Es verdad!) U n po- Tiene que conservar, en efecto, este
der invencible, porque descansa en el pueblo, no solo el porvenir de Francia,
pueblo, como el de Anteo, que descansa sino el porvenir de todas las naciones; el
en l a tierra. {Aplausos en la izquierda.) progreso humano, del que la Francia es
Gracias al sufragio universal, creáis y el alma; la democracia, de l a que la
ponéis á servicio del órden un poder en Francia es el foco, y ese trabajo m a g n í -
el que se condensa toda la f uerzia de l a fico que Francia realiza y que desde sus
nación; u n poder para el cual no hay alturas se difunde por el mundo, el de la
m á s que un imposible; destruir su pro- civilización por medio de l a libertad.
pio principio, matar lo que él mismo ha (Explosión de bravos.) E l pueblo sabe
engendrado. {Nuevos aplausos en la iz- todo esto, y aunque se le empuje, lo re-
quierda.) pito, no se moverá: así como es soberano,
Gracias al sufragio universal, en nues- sabrá ser majestuoso. E s p e r a r á impasible
tra época, en la que flotan y se desplo- que amanezca su dia, su dia inevitable
man todas las ficciones, encontráis el y justo, y procediendo como desde hace
fondo sólido de la sociedad. ocho meses, opondrá la formidable tran-
¡Os embaraza el sufragio universal y quilidad de la fuerza á las agresiones y
os llamáis hombres de Estado!... provocaciones de cualquier índole, y verá,
E l sufragio universal es el punto de con la sonrisa indignada y fria del des-
apoyo, el inquebrantable punto de apo- den, que vuestras pobres y exiguas leyes,
yo que bastarla á un A r q u í m e d e s políti- tan furiosas como débiles, desafían el
co para levantar al mundo. {Largas acla- espíritu del siglo, el buen sentido p ú b l i -
maciones en la izquierda.) co, la democracia, y hunden sus desdi-
Ministros, hombres que nos gobernáis; chadas é impotentes u ñ a s en el granito
destruyendo el carácter íntegro del su- del sufragio universal. (Prolongada acla-
fragio universal, atentáis al propio prin- mación en la izquierda.)
cipio del poder, del único poder posible Señores, he probado á caracterizar la
hoy. Cómo no lo comprendéis así? situación; permitidme, antes de descen-
Vosotros mismos no sabéis lo que sois der de esta tribuna, que caracterice á
n i lo que hacéis. No acuso vuestras inte la ley.
ligencias, acuso vuestra ceguedad. ¿Os Esta ley podrían temerla los hombres
creéis de buena fé conservadores, restan del progreso como tea revolucionaria;
radores, organizadores de la sociedad? pero como medio electoral, la desdeñan.
Siento tener que destruir vuestra ilusión; No porque esté m a l redactada; al con-
sin daros cuenta, inconscientemente sois trario. Aunque es ineficaz, y lo será, es
revolucionarios. {Profunda y universal sen- una ley sábia, una ley construida según
sación.) todas las reglas del arte. L e hago justi-
Sois revolucionarios de la m á s peligro- cia. {Risas.)
sa especie, revolucionarios de la especie Ved; cada detalle es una habilidad.
Cándida. {Hilaridad general.) Tenéis, y Pasémosla, si os place, revista instructi-
muchos de entre vosotros lo han proba- va. {Nuevas risas. Muy bien!)
do, ese talento maravilloso para hacer A la simple residencia decretada por
revoluciones sin intentarlo y sin saberlo. la Constituyente, sustituye sordamente
{Bisas.'—Muy bien! muy bien!) el domicilio. E n lugar de seis meses, i m -
Nos decís: Estad tranquilos! Cogéis pone tres años y dice: Es lo mismo! (Ne-
con las manos, sin sospechar lo que pesa, gaciones en la derecha.) E n lugar del
la Francia, la sociedad, el presente, el principio de la permanencia de las listas,
porvenir, la civilización, y los dejais caer necesaria para la sinceridad de la elec-
en el suelo por torpeza. Hacéis l a guerra ción, establece el principio de la perma-
al abismo y os arrojáis en él de cabeza. nencia del domicilio, que es atentatorio
(Largo movimiento. M . d' Hautpoul rie.) al derecho del elector. Sin decir una
Pero el abismo no se abrirá. {Sensa- palabra, borra el artículo 104 del Código
ANTES D E L D E S T I E R R O . 317
civil, que no exige para la justificación ley baria condenar á Voltaire por ofensa
del domicilio m á s que una simple decla- á la moral pública y religiosa... (En la
ración, y reemplaza el artículo 104 con derecha: Sí! Sí! y harían muy bien!... Mon-
el censo indirectamente restablecido, y sieur Thiers y M . de Montalembert se agitan
á falta del censo, con una especie de su- en su banco.)
jeción m a l disfrazada del obrero al pa M. T H . JBAC: ¡Y Beranger seria i n -
tron, del criado al señor y del hijo al digno!
padre. De este modo crea—imprudencia OTRAS VOCES: Y M . Michel Chevalier!
entre tantas habilidades—una guerra M . VÍCTOR HUGO: NO he querido citar
sorda entre el p a t r ó n y el obrero, entre el ninguno de los que viven. He tomado
doméstico y el señor, y, lo que es m á s uno de los nombres m á s grandes y m á s
culpable, entre el padre y el hijo. ilustres entre los pueblos, u n nombre
E l derecho al sufragio creo haber de- que es la gloria de Francia; y ahora os
mostrado forma parte de la entidad del digo: Voltaire caerla bajo vuestra ley,
ciudadano; el derecho al sufragio, sin el pero á vosotros os criticaría Voltaire, con
cual el ciudadano no es nada, que no justicia, las listas de las exclusiones y de
solo le sigue, sino que se le incorpora, las dignidades.
respira en su pecho, corre por sus venas, EN LA DERECHA: Y h a r í a m u y bien!
vá, viene y se mueve con él; este derecho M . VÍCTOR HUGO: Esta ley establece,
imperdible, esencial, personal, vivo, sa- con destreza funesta, todo un sistema de
grado; este derecho, que es el aliento, la formalidades y demoras que e n t r a ñ a n
carne y el alma del hombre, lo prende proscripciones; dicha ley está llena de
esa ley en el hombre y lo trasporta, ¿á lazos y trampas, en los que se pierde el
dónde? á lo inanimado, al domicilio, al derecho de tres millones de hombres.
m o n t ó n de piedras, al n ú m e r o de la casa, Dicha ley, señores, viola—esto lo resu-
liga al elector á la gleba. me todo—lo que es anterior y superior á
Dicha ley realiza como cosa sencilla la la Constitución, á la soberanía de la na-
enormidad de que suprima el mandata- ción.
rio el título del mandante. Más aun; di- Contrariando el texto formal del ar-
cha ley arroja de la ciudad legal clases tículo 1.° de la Constitución, dicha ley
enteras de ciudadanos, proscribe en masa atribuye á una fracción del pueblo el
ciertas profesiones liberales, á los artistas ejercicio de la soberanía, que solo perte-
dramáticos, por ejemplo, á quienes obli- nece á la universalidad de los ciudada-
ga el ejercicio de su arte á cambiar de nos, y deja que gobiernen feudalmente á
residencia casi todos los años. tres millones de excluidos seis millones
EN LA DERECHA: ES mejor que queden de privilegiados. Dicha ley establece ilo-
fuera los comediantes. tas, hecho monstruoso. E n fin, por me-
M . VÍCTOR HUGO: Conste, y el Monitor dio de una hipocresía irónica y que com-
lo h a r á constar también, que cuando de- pleta admirablemente el conjunto de
ploraba la exclusión de cierta clase de sinceridades reinantes, que llaman á las
ciudadanos, digna entre todas de estima proscripciones romanas a m n i s t í a s y á l a
y de interés, me han interrumpido en esclavitud de la e n s e ñ a n z a libertad, di-
una parte de la C á m a r a para decir: ¡ T a n cha ley continúa dando á este sufragio
to mejor! restringido, á este sufragio mutilado, á
M . T H . BAC: ESO es resucitar l a exco este sufragio privilegiado, á este sufragio
munion. Vuestros padres arrojaban de de domiciliados, el nombre de ¡sufragio
la iglesia á los comediantes; vosotros ha- universal! De modo que lo que nosotros
céis m á s , vosotros los arrojáis de la so- discutimos en este momento, lo que yo
ciedad. (Muy bien! en la izquierda.) discuto en esta tribuna, es la ley del su-
EN LA DERECHA: Sí! Sí! fragio universal. Señores, dicha ley no
M . VÍCTOR HUGO: Me separo de esta diré que la confeccionó Tartuffe, pero sí
cuestión, y examinando la ley, continúo. que afirmaré que Escobar la bautizó.
Esa ley iguala é identifica a l conde- Ahora bien; si con toda esta complica-
nado por delito c o m ú n con el escritor ción de habilidades, con toda esta con-
juzgado por el delito de imprenta, con- fusión de lazos, con todo este embrollo
fundiéndoles en la misma indignidad y de astucias, con todo este enredo de com-
en l a misma exclusión; de modo que si binaciones y de expedientes no se apli-
Voltaire viviera, dado el presente siste- cara por imposible, ¿cuál seria el resul-
ma, que oculta bajo una m á s c a r a de aus- tado de esta ley? Nulo.
teridad transparente su intolerancia re- Nulo para vosotros que la redactáis.
ligiosa y su intolerancia política, vuestra Sucederá esto porque, como os decia
OBRAS D E VÍCTOR HUGO.

hace poco, vuestro proyecto de ley es indestructible, incorruptible, eterno: el


temerario, violento, monstruoso, pero sentimiento del derecho; sentimiento
ruin: á su audacia solo iguala su impo- que es el elemento de la razón del hom-
tencia. bre; sentimiento que es el granito de la
Si no hiciera correr á la paz pública conciencia humana; el derecho: hé a q u í
el inmenso riesgo que acabo de señalar la roca contra la cual vienen á chocar y
á l a Asamblea, diria: Vetadla! ¡No pue- estrellarse las iniquidades, las hipocre-
de nada esa ley y nada hará! Los electo- sías, los malos deseos, las malas leyes,
res mantenidos v e n g a r á n á los electores los malos gobiernos. H é a q u í el obstácu-
suprimidos; la reacción r e c l u t a r á solda- lo oculto, invisible, oscuramente perdido
dos para la oposición, creedlo, y el sobe- en lo m á s profundo de los espíritus, pero
rano mutilado se i n d i g n a r á . incesantemente presente y de pié, contra
E x c l u i d tres millones de electores, ex- el cual chocáis siempre, y que no desgas-
cluid cuatro, excluid ocho, nueve. E l re- tareis j a m á s , aunque lo intentéis. Vues-
sultado será el mismo para vosotros, ó tros esfuerzos son inútiles. ¡ J a m á s podréis
peor. romperle! J a m á s podréis quebrantarle!
Pero no conseguiréis excluir vuestras ¡Más fácil os será arrancar el escollo del
faltas; los contrasentidos de esa política fondo del mar, que el derecho del cora-
de compresión; vuestra incapacidad fa- zón del pueblo!
tal; vuestra ignorancia del pais actual, Voto contra el proyecto de ley. (Sus-
l a a n t i p a t í a que éste os inspira y la an- péndese la sesión en medio de inexplicable
t i p a t í a que vosotros le inspiráis. agitación.)
L o que vosotros no excluiréis es el
tiempo que marcha, la hora que suena, l a
tierra que gira, el movimiento ascen-
dente de las ideas, la progresión decre-
ciente de los prejuicios, la separación,
cada vez m á s profunda, entre el siglo y
vosotros, entre las generaciones, el espíri-
t u de libertad, el espíritu de filosofía y
vosotros. (Muy bienf muy bien!) 23 Mayo 1850.
Resumo y termino.
Señores; esa ley es inválida, esa ley es
nula, esa ley ha muerto aun antes de VÍCTOR HUGO: Pido la palabra para
haber nacido. Y sabéis lo que la mata? una cuestión personal.
L a mata el mentir, lo que tiene de hipó- EL PRESIDENTE: M . Víctor Hugo tiene
crita en el pais de la ingenuidad, lo que la palabra.
tiene de desleal en el pais de la honradez. VÍCTOR HUGO, en la tribuna: Señores:
Porque no es justa, porque no es verda- en circunstancias graves como las que
dera, porque trata en vano de crear una atravesamos, las cuestiones personales
falsa justicia y una falsa verdad socia- solo sirven para hacer perder el tiempo
les. No hay dos justicias n i dos verdades. á las Asambleas, y si tres honorables
No hay m á s que una justicia, l a que oradores, M . Jules de Lasteyrie, el se-
nace de la conciencia; no hay m á s que gundo cuyo nombre no recuerdo y mon-
una verdad, la que viene de Dios. sieur de Montalembert, no hubieran, uno
Hombres que nos gobernáis, ¿sabéis lo tras el otro, dirigido contra m í , con per-
que mata vuestra ley? E l encontrar, sistencia singular, la misma e x t r a ñ a acu-
cuando ella viene de robar furtivamente sación, no hubiera, ciertamente, subido
l a candidatura, de robar la soberanía á la tribuna. Y subo para no decir m á s
del bolsillo del débil y del pobre, la m i - que una palabra.
rada severa, la mirada terrible de la Dejo aparte los ataques apasionados
probidad nacional, luz fulminante, ante que me han hecho sonreír. E l honorable
la que se desvanece vuestra obra de t i - general Cavaignac dijo noblemente ayer
nieblas. (Movimiento prolongado.) que desdeñaba ciertos elogios; yo digo
Tomad el partido que queráis. E n el hoy que desdeño ciertas injurias, para
fondo de la conciencia de todo ciudada- ocuparme directamente del hecho.
no, tanto del m á s humilde como del m á s Dijo el honorable M . de Lasteyrie, y
alto; en el fondo del alma—y adopto después lo han repetido los otros dos
vuestras mismas expresiones—del últi- oradores con formas variadas, que yo he
mo mendigo, del último vagabundo, ensalzado m á s de un poder, que por con-
existe u n sentimiento sublime, sagrado, secuencia mis opiniones no eran fijas, y
ANTES D E L D E S T I E R R O . 319
que estaba hoy en contradicción conmi- do y á cuyo comprador he condenado?
go mismo. {Todas las miradas se vuelven hacia mon~
Si mis honorables adversarios creen sieur Thiers.)
hacer alusión, de este modo, á los versos EL PRESIDENTE, dirigiéndose á la iz-
realistas, inspirados por el sentimiento quierda: Ahora que estáis satisfechos,
candido y puro, que escribí en m i ado- guardad silencio. {Exclamaciones en la iz-
lescencia, en m i infancia, antes de la quierda.)
edad de los quince años, digo que eso es VÍCTOR HUGO: Señor D u p i n , no de-
una puerilidad y que no contesto. Pero cíais esto ayer á la derecha cuando
si es á las opiniones del hombre á lo que aplaudía.
se dirigen y no á las del niño, hó a q u í m i EL PRESIDENTE: OS parece mal que se
respuesta. rian y bien que se aplauda. Ambas co-
Pongo á disposición de todos mis ad- sas son contrarias al reglamento. (Redo-
versarios, en la Asamblea y fuera de blan los aplausos en la izquierda.)
ella, cuanto he escrito, en verso ó en pro- M . DE LA MOSKOWA: Señor Presiden-
sa, desde el a ñ o 1827, época en que al- te, recordad el principio de la libre de-
cancé la edad del hombre; todo cuanto fensa de los acusados.
he dicho en todas las tribunas, no solo VÍCTOR HUGO: Continúo el e x á m e n de
en la Asamblea legislativa, sino en la las causas que yo he adulado y de las
Constituyente, en las reuniones electora- que he renegado.
les, en la tribuna del Instituto, en la t r i - ¿Es Napoleón, para cuya familia pedí
buna de la C á m a r a de los pares. la vuelta al suelo pátrio, al seno de l a
Desde dicha época, todo cuanto he C á m a r a de los pares, á pesar de los ami-
escrito, todo cuanto he hablado, todo lo gos actuales de M . Montalembert, que
pongo á vuestra disposición, sin retener no quiero nombrar y que, gozando de
n i reservarme nada, y os desafío á todos las benevolencias del emperador, levan-
desde lo alto de esta tribuna á que po- taban la mano contra el nombre del
dáis encontrar en todo eso, en veintitrés mismo? (Todas las miradas buscan á mon-
años del alma, de la vida y de la con- sieur de Montebello.)
ciencia de un hombre, abiertos ante ¿Es, en fin, la señora duquesa de Or-
vuestros ojos, una página, una línea, leans, de quien proclamé la.regencia uno
una palabra que, sobre cualquier princi- de los últimos, el último quizá, en l a
pio, fuere el que fuere, me ponga en plaza de la Bastilla, el 24 de Febrero, á
contradicción con lo que digo y con lo las dos de la tarde y ante treinta m i l
que soy ahora. hombres del pueblo armados, acordán-
Explorad, hojead, buscad, todo os lo dome de m i juramento de par de Fran-
abro, todo lo pongo á vuestra disposición; cia? (Movimiento,) E n efecto, señores, soy
poned mis antiguas opiniones en presen- un hombre extraño; no he prestado en
cia de las nuevas; os desafío á que lo ha- m i vida m á s que un juramento, que he
gáis. mantenido.
Si este desafío no lo aceptáis, si retro- Es verdad que desde que l a República
cedéis ante este desafío, lo digo y lo de- se ha establecido, no he conspirado con-
claro una vez para siempre, no contesta- tra la República; ¿pero es cierto lo que se
ré á esta naturaleza de ataques m á s que me reprocha? (Aplausos en la izquierda.)
con un profundo desden, y os abandona- Señores: agradecería del señor Monta-
ré á la conciencia pública, que es m i juez lembert que me dijera de q u é causas he
y el vuestro. renegado. Y á vos no os diré cuáles son
M . de Montalembert ha dicho, y á la las que habéis adulado n i de las que ha-
verdad siento cierto rubor en repetir sus béis renegado, porque yo no hablo tan
palabras, ha dicho que yo habia adulado ligeramente. Pero os diré cuáles son las
todas las causas y que de todas t a m b i é n banderas que habéis abandonado. L a
habia renegado. Acabo de decir a q u í bandera de Polonia y la bandera de l a
q u é causas he adulado y de q u é causas libertad. [En la izquierda: Muy bien! ¡muy
he renegado. bien!)
¿Es Carlos X , cuyo destierro ocurrió en M . JULES DE LASTEYRIE: L a bandera
el momento de su caida, en 1830, y cuya de Polonia la abandonamos el 15 de
tumba he honrado después de su muerte Mayo.
en 1836? M . VÍCTOR HUGO: U n a palabra final,
UNA VOZ EN LA. DERECHA: Antítesis! E l honorable M . de Montalembert me
VÍCTOR HUGO: ¿ES la señora duquesa reprochó ayer amargamente el crimen
de Berry, á cuyo vendedor he deshonra- | de ausencia. Le contestaré: me ausento
OBRAS D E VICTOR HUGO.

cuando estoy extenuado de fatiga por mocracia francesa, hayan sufrido el 31


hora y media de lucha contra los seño- de Mayo último un grave atentado, como
res interruptores ordinarios de la ma- el porvenir j a m á s está cerrado, siempre
yoría (Gritos en la derecha), que no se es tiempo de recordarlas á una Asamblea
enmiendan, como veis. [Risas en la izquier- legislativa. Estas verdades son las si-
da.) Cuando tengo la voz afónica, cuando guientes:
no puedo pronunciar una palabra, y L a soberanía del pueblo, el sufragio
bien veis que apenas puedo hablar hoy universal, la libertad de imprenta, son
(La voz del orador está, en efecto, visiblemen- tres cosas idénticas, ó por mejor decir, es
te alterada); cuando juzgo que m i muda la misma cosa bajo tres nombres diferen-
presencia no es necesaria á la Asamblea, tes. Las tres constituyen nuestro derecho
y sobre todo, cuando no se trata m á s público entero; la primera es el principio,
que de luchas personales, cuando no se la segunda es el modo, la tercera es el
trata m á s que de vosotros y de m í , y en verbo. L a soberanía del pueblo es la na-
este caso, señor Montalembert, os dejo la ción en el estado abstracto, el alma del
satisfacción de vituperar á vuestro gusto | pais. Manifiéstase bajo dos formas: con
m i ausencia, mientras me repongo de una mano escribe, formando la libertad
mis fatigas. [Grandes risas y aplausos en ] de imprenta; con la otra vota, formando
la izquierda.) P o d r é no estar presente' el sufragio universal.
cuando eso suceda. Pero atacad con Estas tres cosas, estos tres hechos, es-
vuestra política, vosotros y el partido cle- tos tres principios, ligados por una soli-
rical, atacad las nacionalidades oprimi- daridad esencial, ejercen cada uno su
das, la H u n g r í a ajusticiada, la I t a l i a función: la soberanía del pueblo vivi-
agarrotada, Roma crucificada; atacad el ficando, el sufragio universal gobernan-
genio de la Francia con vuestra ley de do y la prensa instruyendo, se confunden
enseñanza; atacad el progreso humano en una estrecha é indisoluble unidad, y
con vuestra ley de deportación; atacad el esta unidad es la R e p ú b l i c a .
sufragio universal con vuestra ley de
mutilación; atacad la soberanía del pue- Y observad cómo todas las verdades
blo, atacad la democracia, atacad la l i - se encuentran y se vuelven á encontrar,
bertad, y veréis si en esos dias estoy au- porque teniendo el mismo punto de par-
sente. tida, tienen necesariamente el mismo
punto de llegada. L a soberanía del pue-
[Explosión de bravos. E l orador desciende blo c r é a l a libertad; el sufragio universal
de la tribuna, queda envuelto entre la multi- crea la igualdad, y la prensa, que difun-
tud de miembros que le felicitan, y vuelve á de la historia en los espíritus, crea la fra-
ocupar su asiento entre los aplausos de toda ternidad,
la izquierda. Suspéndese la sesión por un
momento.) Doquier estos tres principios, sobera-
nía del pueblo, sufragio universal, liber-
tad de imprenta, existan con su poder y
en su plenitud, la República existe, aun
bajo el nombre de a n a r q u í a . Allí en don-
de estos tres principios se ven cercenados
LA L I B E R T A D DE LA P R E N S A . a) en su desenvolvimiento, oprimidos en su
acción, desligados en su solidaridad, y con
9 Julio 1850. su majestad en litigio, hay m o n a r q u í a
ú oligarquía, hasta bajo el nombre de
República.
Señores: Aunque las verdades funda- Entonces, como nada hay en órden, es
mentales, que son la base de toda l a de- cuando se vé el fenómeno monstruoso de
mocracia, y en particular de la gran de- un gobierno de quien reniegan sus pro-
pios funcionarios. Y de ser renegado á
(1) Después dñl 24 de Febrero los periódicos quedaron su-
jetos al impuesto del timbre.
ser traidor no hay m á s que un paso.
Con la esperanza de matar con una ley de impuesto la prensa Entonces es cuando los m á s firmes co-
republicana, M, Luis B o ñaparte hizo presentar^ á la Asamblea
una ley fiscal que restablecía el timbre en las hojas periódicas razones dudan de las revoluciones; de
Una inteligencia cordial, sellada por U ley de 31 de Mayo, rei- los grandes acontecimientos que hacen
naba entonces entre el presidente de la República y la mayoría de surgir de la sombra al mismo tiempo tan
la Legislativa. La comisión nombrada por la derecha dio su asen-
timiento completo á la ley propuesta. altas ideas y tan pequeños hombres; de
Bajo la apariencia de una simple ley fiscal, levantó el proyec- las revoluciones, que nosotros proclama-
to la gran cuestión déla libertad de la prensa. mos bienhechoras cuando vemos sus
Esta es la época en que M. Rouher decia: L a c a t á s t r o f e
de Febrero. principios, pero que se pueden llamar
ANTES D E L D E S T I E R R O . 321
verdaderamente catástrofes cuando se imprenta bien comprendida, se levanta
ven sus ministros. una muralla entre el periodista y el i m -
Vuelvo, señores, á lo que decia. presor. Escribid el periódico, pero no se
Observemos, y no lo olvidemos j a m á s , mprimirá. Con la ley sobre la venta de
nosotros que somos legisladores: estos 'ibros y periódicos en la calle, bien inter-
tres principios, pueblo soberano, sufragio pretada, se levantaba una muralla entre
universal y prensa libre, viven de una el periódico y el público. I m p r i m i d el
vida c o m ú n . Y observad t a m b i é n cómo periódico, pero no se r e p a r t i r á .
se defienden recíprocamente. E s t á la l i - Entre estas dos murallas, doble recinto
bertad de imprenta en peligro; pues el construido en torno de la idea, se decia á
sufragio se levanta y la protege. Es el a prensa: Eres libre! De este modo se
sufragio universal quien está amenaza- a ñ a d í a á las satisfacciones de lo arbitra-
do; pues la prensa corre á su defensa. rio el placer de la ironía.
Señores, todo ataque á la libertad de Admirable ley! sobre todo la de los
imprenta, todo ataque al sufragio uni- privilegios del impresor. Los hombres
versal, constituye un atentado contra la obstinados que quieren absolutamente
soberanía nacional. L a libertad mutila- que las Constituciones tengan u n senti-
da es la soberanía paralizada. L a sobe- do, que den fruto y que sean lógicas, se
r a n í a del pueblo no existe mientras no iguraban que la ley de 1814 estaba vir-
pueda discutir n i hablar. tualmente abolida por el art. 8.° de l a
Poner trabas al sufragio universal es Constitución, que proclama, ó aparenta
quitarle l a acción, y poner trabas á la proclamar, la libertad de imprenta, y
prensaos quitarle la palabra. decían con Benjamín Constant, con En-
Señores, la mitad de este empeño for- sebio Salsverte, con M . Eermin Didot,
midable se llevó á cabo el 31 de Mayo con el honorable M . de Tracy, que esta
último. Hoy se quiere dar cima al se- ley de privilegios era, desde luego, u n
gundo. T a l es el objeto de la ley pro- contrasentido; que la libertad de escribir
puesta. Es el proceso de la soberanía era la libertad de i m p r i m i r ó no era
del pueblo lo que se instruye, lo que se nada; que al emancipar el pensamiento,
persigue y lo que se quiere llevar á tér- el espíritu del progreso h a b í a emanci-
mino. pado necesariamente del mismo modo
Por m i parte, me es de todo punto i m todos los procedimientos materiales de
posible no advertirlo á la Asamblea. los que se sirve; como el tintero en el ga-
Señores, lo confesaré; he creído por un binete del escritor y l a m á q u i n a en el
momento que el gabinete r e n u n c i a r í a á taller del impresor; que sin esto, esa pre-
la publicación de la ley. tendida franquicia era una irrisión. De-
P a r e c í a m e , en efecto, que la libertad cían t a m b i é n que cualquiera de todos
de imprenta estaba entregada ya del los modos de poner la t i n t a en contacto
todo al gobierno. L a jurisprudencia, con el papel eran libres; que el escritorio
como ayuda, aprestaba contra la idea y la prensa eran la misma cosa; que l a
todo u n arsenal de armas, perfectamen- prensa, después de todo, no era m á s que
te inconstitucionales, es verdad, pero el escritorio elevado á su m á s alto pode-
perfectamente legales. ¿Qué m á s y me- río; que la idea ha sido creada por Dios
jor se podría desear? ¿No estaba la l i para volar en cuanto sale del cerebro del
bertad de imprenta sofocada por los al- hombre, y que las prensas no hacen m á s
guaciles en la persona del que vendió que darle el millón de alas de que habla
los periódicos? ¿no estaba castigada en la Escritura. Dios ha creado al á g u i l a y
l a persona del voceador y del colocador á Gutenberg lo hizo legión. Si esto es
de anuncios? ¿no estaba multada en la una desgracia, es preciso resignarse, por-
del vendedor? ¿no estaba perseguida en que en el siglo diez y nueve no hay para
la persona del librero? ¿no estaba desti las sociedades humanas m á s aire res-
tuida en la persona del impresor? ¿no pirable que el de la libertad. Decían,
estaba sujeta en la persona del adminis en fin, aquellos hombres obstinados, que,
trador? No le faltaba m á s que un casti en un tiempo que debe ser una época de
go, pero que desgraciadamente nuestro enseñanza universal y mucho m á s para
siglo es refractario á ciertos espectáculos el ciudadano de un pais verdaderamente
solo le faltaba quemarla viva en sitio libre, la única condición para poner en
público, en una hoguera ortodoxa, en la su oípra la marca del origen era tener
persona del escritor. una idea en el cerebro, una escribanía en
Esto podría llegar. la mesa, una prensa en casa, que consti-
t u í a n tres derechos idénticos; que negar
Con la ley de los privilegios de la
TOMO I V . 41
OBRAS D E VICTOR HUGO.

uno, era negar los otros dos; que induda- la ley que se discute. Señores, lo con-
blemente todos los derechos se ejercen fieso, me es difícil hablar tranquilamente
con l a reserva de conformarse con las de este proyecto de ley. No soy nada
leyes, pero que las leyes debían ser tuto- m á s que un hombre acostumbrado desde
ras y no carceleras de l a libertad. que existo á cumplir siempre mí deber
H ó a q u í lo que decían aquellos hom- por medio de la santa y laboriosa liber-
bres que tienen l a debilidad de obstinar- tad del pensamiento, y cuando leo ese
se en los principios, y que exigen que incalificable proyecto de ley, me parece
las instituciones de un país sean lógicas que veo que hieren á m i madre.
3^ verdaderas. Pero á creer las leyes que Voy á tratar, sin embargo, de analizar
votáis, abrigo el temor que la verdad sea esta ley fríamente.
una demagoga, de que la lógica sea roja Este proyecto, señores, es de t a l carác-
y de que estas sean opiniones y palabras ter, que trata por todas partes de poner
anarquistas y facciosas. Poned enfrente obstáculos al pensamiento, y hace pesar
el sistema contrarío y veréis cómo en él sobre l a prensa política, a d e m á s de la
todo se encadena y se apoya. ¡Es buena fianza ordinaria, una fianza de nuevo
l a ley de los privilegios del impresor, en- género, la fianza eventual, que á capri-
tendida como se entiende y practicada cho del ministerio público p o d r á brus-
como se practica! ¡Es cosa excelente pro- camente elevarse á sumas monstruosas,
clamar á un mismo tiempo la libertad del exigí bles dentro de los tres días. A l
obrero y l a esclavitud de los utensilios, revés de todas las reglas del derecho cri-
diciendo: L a pluma es del escritor, pero minal, que presume siempre la inocen-
la escribanía es de la policía! ¡La prensa cia, este proyecto presume la culpabili-
es libre, pero la imprenta es esclava! dad y condena de antemano á l a ruina
E n la aplicación d á grandes resulta- al periódico que no está t o d a v í a juzgado.
dos y presenta fenómenos de equidad. E n el momento que la hoja acriminada
Juzgadlo. franquea el paso de la c á m a r a de acusa-
H é a q u í un ejemplo: ción á la sala de los tribunales, está allí
Hace u n a ñ o , el 13 de Junio, saquea- la fianza eventual como una especie de
ron una imprenta. {Movimiento de aten- nudo apostado que la ahoga entre las
ción.) Quiénes? No quiero examinarlo en dos puertas. Después, cuando el perió-
este momento; pretendo m á s atenuar el dico ha muerto, la arroja á los jurados
hecho que agravarlo: de este modo se y les dice: Juzgadla! Este proyecto fa-
revisaron dos imprentas, pero por el ins- vorece á una prensa á expensas de la
tante me limito á una sola. Púsose, otra y pone cínicamente dos pesos y dos
pues, á saco una imprenta, devastán- medidas en l a mano de la ley.
dose, destruyéndose desde lo primero
hasta lo ú l t i m o . Fuera de la política, este proyecto
hace lo que puede para disminuir la
Una comisión nombrada por el go- gloria y esplendor de Francia, y a ñ a d e
bierno, de la cual el que os habla era imposibilidades materiales de dinero á
miembro, estudió los hechos, oyó los las dificultades numerosas que ya en
d i c t á m e n e s de los peritos, que declara- Francia retardan la producción y el ad-
ron h a b í a lugar á la indemnización, que venimiento de los génios. Si Pascal, sí
tasaron, asignando para esta imprenta Lafontaine, si Montesquieu, si Voltaire,
especialmente una cantidad de 75.000 sí Diderot, si Juan Jacobo viven, los su-
francos. L a decisión reparadora se hizo j e t a r á al timbre. No hay una p á g i n a
esperar. Pero al fin, al cabo de un a ñ o , ilustre que no deba salir timbrada.
el impresor, víctima del desastre, recibió
una carta del ministro. Qué le escribía? Señores, ese proyecto, ¡qué afrenta!
L a aprobación de su indemnización? No; deja asentar la garra sucia del fisco en la
la retirada de su privilegio. literatura, en las m á s bellas obras, en
A d m i r a d esto, señores! Agentes furiosos las obras magistrales.
destruyen una imprenta. Compensación: En el último siglo quemaba el verdu-
el gobierno arruina al impresor. go las obras magistrales, pero no las
No era todo esto maravilloso? ¿No se manchaba. Las reducían á ceniza, pero
desprendía de esto, del conjunto de to- el viento venia á buscar aquella ceniza
dos los medios de acción reunidos en las inmortal en los peldaños del palacio de
manos del poder, toda la intimidación Justicia y se la llevaba, dejándola caer
posible? ¿No se h a b í a agotado en todo en todas las almas como una semilla de
esto un hecho de arbitrariedad y de tira- vida y de libertad.
nía? P o d í a irse m á s allá? Sí; aprobando E n adelante los libros no serán que-
ANTES D E L D E S T I E R R O .

mados, pero se t i m b r a r á n . Pasemos ade- Señores, el ódio á l á inteligencia se vé


lante. en el fondo de ese proyecto; proyecto que
Bajo pena de multas locas, de multas se crispa como una mano de n i ñ o enco-
cuya cifra, calculada por el Journal des lerizado sobre el pensamiento del publi-
Debats, puede variar entre 2.500.000 cista, sobre el pensamiento del filósofo,
francos y 10 millones por una sola con- sobre el pensamiento del poeta, sobre el
travención... [Violentas denegaciones en el génio de Francia.
banco de la comisión y en el banco de los mi- Ese proyecto de ley significa l a opre-
nistros); os repito que son estos los pro- sión del pensamiento y de la prensa
pios cálculos del Journal des Debats, que Dajo todas las formas; el periódico cas-
podréis encontrar en la exposición de los tigado, el libro perseguido, el teatro, l a
libreros. iteratura y el talento sospechosos, rom-
A q u í están las cifras. {El orador ense- per la pluma entre los dedos del escri-
ñ a un periódico que lleva en la mano.) Esto tor, matar la librería, destruir diez ó
parece increíble, pero es así. Bajo la doce grandes industrias nacionales, sa-
amenaza de estas multas extravagantes crificar la Francia al extranjero, prote-
{Nuevas denegaciones en el banco de la co- ger el contrabando belga, quitar el pan
misión: Galumiais la ley!), ese proyecto á los obreros, el libro á las inteligencias,
condena al timbre toda edición publica- vender el privilegio de leer á los ricos y
da por entregas, cualquiera que sea, de retirarlo á los pobres, matar la justicia,
cualquier autor muerto ó vivo; en otros destituir el Jurado y reemplazarle por
términos: mata la librería. E n t e n d á m o - as C á m a r a s de acusación, restablecer l a
nos: no es m á s que l a librería francesa confiscación por la enormidad de las
la que mata, porque de rechazo favorece multas y la condena y la ejecución an-
la librería belga. Echa por el suelo núes tes del juicio... T a l es el proyecto de ley!
tra librería, nuestra fundición, nuestras (Larga aclamación.)
fábricas de papel; destruye nuestros ta- No califico, solo refiero. Si tuviera que
lleres, nuestras manufacturas, nuestra caracterizarle, lo haria con una palabra:
mecánica, pero hace negocios de contra es toda la hoguera posible en la actuali-
bando; quita el pan á nuestros obreros dad. {Movimiento. Protestas en la derecha,)
para dárselo á los obreros extranjeros. Señores, después de treinta y cinco
Continúo. años de educarse el pais con la libertad
Este proyecto, lleno de rencores, t i m - de imprenta; cuando está demostrado
bra todas las obras del teatro sin excep- por el brillante ejemplo de los Estados-
ción, lo mismo á Corneille que á Molió- Unidos, de Inglaterra y de Bélgica, que
re, y se venga de Tartuffe con Folyeute. la prensa es, á la vez, el m á s evidente
Notadlo bien; no es menos hostil á la s í n t o m a y el elemento m á s seguro de l a
producción literaria que á la polémica paz pública; después de treinta y cinco
política, que es lo que le d á su carácter años, digo, de posesión de libertad de
de ley clerical. L o mismo persigue al imprenta; después de tres siglos de om-
teatro que al periódico, y quisiera rom- nipotencia intelectual y literaria, ¡ved
per en l a mano de Beaumarchais el espe a q u í dónde nos encontramos! Las expre*
j o en que Basilio se reconoce. sienes me faltan, porque ese proyecto so-
Prosigo. brepuja á las invenciones d é l a Restaura-
Ese proyecto no es tan torpe como ma clon; ante semejante proyecto, las leyes
ligno. Suprime de un golpe en Paris de censura son leyes de clemencia; la ley
solo sobre trescientas publicaciones espe de justicia y de amor es un beneficio,
cíales, inofensivas y útiles, que impulsa ¡Pido que se erija una e s t á t u a á mon-
ban los espíritus hácia los estudios seré sieur de Peyronnet. (Risas y bravos en la
nos y tranquilos. izquierda. Murmullos en la derecha.)
Completa y corona todos esos actos de No me i n t e r r u m p á i s ! Esto no es una
lesa civilización haciendo imposible la injuria, es un homenaje. M . de Peyron-
publicación popular de pequeños libros net queda muy a t r á s de los que firma-
que es el gran barato de las inteligen- ron su condena; lo mismo que á mon-
cias. sieur Gruizot le han superado los que le
E n revancha crea un privilegio de cir acusaron.
enlacien en provecho de la miserable E n este recinto, M . de Peyronnet, le
pandilla ultramontana, á la que se en hago justicia y no lo dudo, votarla con
trega en adelante la instrucción pública. indignación contra esa ley; y en cuanto
Montesquieu estará sujeto, pero el padre á Gruizot, cuyo gran talento honraba
Loriquet será libre. todas las Asambleas, si forma parte al-
324 OBRAS D E VICTOR HUGO.

gana vez de ésta, espero que presente en trabajo del hombre. E l verdadero gobier-
la tribuna el acta de acusación de mon- no es aquel al que no ofende la luz que
sieur Bar oche. {Aclamación prolongada.) crece sin cesar, aquel al que no asusta el
Prosigo. engrandecimiento del pueblo.
H é aquí, pues, ese proyecto, señores, E l verdadero gobierno es aquel que
que l l a m á i s ley. No! No es una ley! No!t 3one en la órden del dia, para que se
y pongo por testimonio á la honradez de Drofundicen y discutan con satisfacción,
las conciencias que me escuchan, eso no as cuestiones urgentes y graves del cró-
será j a m á s una ley de m i pais. ito, del salario, de las huelgas, de la
¿Queréis que os diga lo que esto es, se- circulación, de la producción y del con-
ñores? Es una protesta de nuestro go- sumo, de la colonización, del desarme
bierno contra nosotros mismos, protesta del ejército, del malestar y del bienestar
que está en el corazón de la ley y que del pueblo, de la riqueza y de la miseria,
ayer oísteis salir del corazón del m i - :odas las promesas de la Constitución;
nistro. en una palabra, la gran cuestión del
Una protesta del ministro y sus conse- pueblo.
jeros contra el espíritu de nuestro siglo E l verdadero gobierno es el que orga-
y el instinto de nuestro pais; es decir, niza y no el que oprime; el que se pone
una protesta del hecho contra la idea; de al frente de todas las ideas y no el que
lo que no es m á s que la materia del go excita los rencores. E l verdadero gobier-
bierno contra lo que es la vida; de lo no de Francia, en el siglo diez y nueve,
que no es m á s que el poder contra lo que no, no es, no será j a m á s el que retro-
es l a virtud; de lo que debe pasar contra cede.
lo que debe permanecer; una protesta de Señores, en tiempos como los presen-
algunos hombres efímeros, que solo pue- tes tened cuidado con las retrogradacio-
den disponer del minuto que vuela, con- nes. Se os habla mucho del abismo, del
tra la gran nación y contra el inmenso abismo que está allí, con la boca abierta,
porvenir. oscuro, terrible; del abismo en que puede
A d e m á s de ser esta protesta pueril, es caer la sociedad; y, en efecto, señores,
fatal. No os asociareis á ella, señores existe un abismo, pero no delante de
comprendereis el peligro y rechazareis nosotros, sino detrás, y no adelantáis,
esa ley. retrocedéis hácia él.
Así lo espero. Los perspicaces de la E l porvenir, al que insensata reacción
m a y o r í a — y el dia que quieran con- nos conduce, está tan próximo y visible,
tarse con detenimiento, se verá que son que se pueden indicar desde el presente
los m á s numerosos,'—los perspicaces de sus formidables contornos.
la m a y o r í a a c a b a r á n por convencer á los Escuchad! A u n es hora de detenerse.
m á s ciegos y r e t e n d r á n á tiempo un po En 1829 se hubiera podido evitar 1830,
der que se pierde. Y tarde ó temprano y en 1847 se hubiera podido evitar 1848,
de esta gran Asamblea, destinada á con solo haber escuchado á aquellos que
encontrarse un dia cara á cara con la na decian á las dos monarquías: ¡Ved el
cion, se verá surgir el verdadero gobier abismo!
no del pais. Señores, tengo el derecho de hablar
E l verdadero gobierno del pais no es así. A pesar de m i oscuridad, aconsejó
el que nos propone tales leyes. hasta donde pude á las dos m o n a r q u í a s
Señores, en un siglo como el nuestro con lealtad, aunque i n ú t i l m e n t e , pero
para una nación como la Francia, des con el m á s ardiente y el m á s sincero de-
pues de tres revoluciones que han hecho seo de salvarlas. (Clamores y negación en
surgir un sinnúmero de cuestiones capi la derecha.)
tales de civilización dentro de un órden Lo negáis? Voy á citaros u n dato.
inesperado, el verdadero gobierno, Leed m i discurso del 12 de Junio
buen gobierno, es aquel que acepta to de 1847 en la C á m a r a de los pares. M . de
das las condiciones de desarrollo social Montalembert debe recordarlo.
que observa, estudia, explora, experi Esta es la tercera vez que aconsejo,
menta; que acoge la inteligencia como y temo que por tercera vez se desoigan
auxiliar y no como á enemigo, que ayu mis palabras. Hombres y ministros que
da á la verdad á salir de la confusión de nos gobernáis, y al hablar así me dirijo,
los sistemas, que se sirve de todas las l i no solo á los ministros que veo en ese
bertades para fecundizar todo g é r m e n banco, sino á los ministros anónimos,
de potencia, que aborda de buena fé e' porque en este momento hay dos clases
problema de la educación del niño y del de gobernantes: los que se exhiben y los
ANTES D E L D E S T I E R R O . 325
que se ocultan, y no ignoramos que el Me detengo a q u í . Soy de los que acon-
señor presidente de la R e p ú b l i c a es un sejan, pero me impongo el silencio cuan-
N u m a que tiene diez y siete Egerias (Ex- do el consejo puede parecer injuria. Ha-
plosión de risas) (1); ministros, ¿sabéis lo 3I0 en este momento solo por deber y
que hacéis? á dónde vais? No lo sabéis, con aflicción. No quiero sondear un por-
pero yo os lo diré. venir que quizás esté muy cerca.
Esas leyes que nos presentáis, esas le- No quiero oprimir dolorosamente y
yes que arrancáis á la mayoría, antes de lasta el agotamiento de las conjeturas
tres meses serán ineficaces, ¿qué digo as consecuencias de todas vuestras fal-
ineficaces? agravantes para la situación. tas cometidas. Me detengo. Pero digo
E n la primera elección que intentéis, que es espantoso para los buenos ciuda-
en el primer ensayo que hagáis del ma- danos ver empeñarse al gobierno en se-
noseado sufragio, volverá, y de modo que guir una pendiente que conduce al pre-
quedéis cogidos en ella, la confusión de la cipicio: he visto á m á s de un gobierno
reacción. Esto en cuanto á la cuestión descender esta pendiente, pero á ninguno
electoral. remontarla. Digo que ya sufrimos, los
E n cuanto á l a prensa, algunos perió- que no somos gobierno, los que somos
dicos arruinados ó muertos enriquecerán nación, bastantes imprudencias, bastan-
con sus despojos á los que sobrevivan. tes reacciones, bastantes torpezas, que
Hoy están los periódicos irritados y fuer- se cometen por exceso de habilidad, y
tes, pero ¡oh admirable efecto de vuestra bastantes locuras, que se cometen por
ley! en tres meses doblareis su fuerza; exceso de sagacidad. Estamos cansados
bien es verdad que t a m b i é n habréis do- ya de muchos hombres que nos pier-
blado su cólera. den, bajo pretexto de salvarnos. No que-
E n cuanto al derecho de reunión, las remos m á s revoluciones. Porque así
Asambleas populares serán reabsorbidas como todo el mundo puede ganar con el
por las sociedades secretas. Haréis en progreso, nadie puede ganar con las re-
trar lo que desea salir. Repercusión ine voluciones. Deseo que esto sea claro para
vitable. E n lugar de la sala Martel y de todos. Hora es ya de acabar con las eter-
la sala Valentino, en donde estáis pre- nas declamaciones que sirven de pretex-
sentes en la persona de vuestro comisa to á todos los atentados contra nuestros
rio de policía; en lugar de esas reuniones derechos, contra el sufragía universal,
al aire libre en donde todo se evapora contra la libertad de imprenta, y hasta,
tendréis doquiera focos misteriosos de como lo pueden atestiguar ciertas apli-
propaganda en donde todo se exacerbará caciones del reglamento, contra la liber-
en donde lo que no era m á s que una idea tad de la tribuna. E n cuanto á mí, no
se t o r n a r á pasión, en donde lo que no era cesaré de repetirlo y aprovecharé para
m á s que cólera se trocará en ódio. ello todas las ocasiones; en el estado en
De este modo seréis castigados con que se encuentra hoy l a cuestión políti-
vuestras propias leyes, seréis heridos con ca, si existen revolucionarios en la Asam-
vuestras propias armas. blea, seguramente no están á este lado.
Los principios se l e v a n t a r á n de todas (El orador indica la izquierda.)
partes contra vosotros, cuya persecución Hay verdades sobre las que conviene
les h a r á fuertes, cuya i n d i g n a c i ó n les siempre insistir y ponerlas con frecuen-
h a r á terribles. cia ante los ojos del pueblo; en el mo-
Entonces diréis: E l peligro se agrava mento actual, los anarquistas son los
Hemos castigado el sufragio universa absolutistas; los revolucionarios, los reac-
sin conseguir nada. Hemos castigado e cionarios. {Imxplicahle agitación reina en
derecho de reunión sin conseguir nada la Asamblea.)
Hemos castigado la libertad sin conse- E n cuanto á nuestros adversarios je-
guir nada. Precisa extirpar el m a l en su suítas, en cuanto á esos celadores de l a
raiz. Inquisición, en cuanto á esos terroristas
Y entonces, impulsados irresistible- de la Iglesia, que tienen por todo argu-
mente como los antiguos poseídos, sub- mento objetar con el 93 á los hombres
yugados, arrastrados por la m á s i m p l a - de 1850, h é aquí lo que les digo: "Cesad
cable de todas las lógicas, la lógica de de arrojarnos en cara el terror y aquellos
las faltas cometidas bajo la presión de la tiempos en que se decía: ¡Divino corazón
voz fatal que os gritaría: Adelante! ¡ade- de Marat! divino corazón de Jesús! Nos-
lante siempre! q u é haréis?... otros no confundimos á J e s ú s con Marat.
No confundimos la libertad con el ter-
(1) La comisión que proponía la ley en connivencia con el
presidente se componía de diez y siete miembros. ror, como no confundimos el cristianismo
326 OBRAS D E VICTOR HUGO.

con la sociedad de Loyola; como no con- origen, y os conjuro á que reconozcáis y


fundimos la cruz del Dios cordero y del proclaméis en votación solemne, votación
Dios espíritu con la siniestra bandera de que será un decreto, el poder y la santi-
Santo Domingo; como no confundimos dad del pensamiento.
el divino suplicio del Gólgota con los E n la tentativa contra la prensa está
verdugos de Cévennes y de la Saint- en peligro la sociedad.
B a r t h ó l e m y , n i con los fabricadores de ¿Qué golpe se pretende dar á las ideas
cadalsos de H u n g r í a , de Sicilia y de con t a l ley y q u é es lo que preten-
L o m b a r d í a ; como no confundimos la re- den? Comprimirlas? son incomprimibles.
ligión , nuestra religión de paz y de Circunscribirlas? son infinitas. Ahogar-
amor, con esa abominable secta, doquier las? son inmortales.
disfrazada y doquier conocida, que, des- Son inmortales! U n orador de ese lado
pués de haber predicado la muerte de los lo negó un dia, bien lo recordareis, en un
reyes, predica la opresión de las naciones; discurso contestándome. Decia que las
con esa secta, que ajusta sus infamias á ideas no eran inmortales, sino los dog-
las épocas que atraviesa, haciendo hoy mas, porque las ideas son humanas y los
con la calumnia lo que no puede hacer dogmas son divinos. ¡Las ideas son tam-
con la hoguera; con esa secta, que mata bién divinas! y sin disgustar al orador
las famas porque no puede quemar á los clerical... (Violenta interrupción en la dere-
hombres, que difama el siglo porque no cha. M. de Montalembert se agita.)
puede difamar al pueblo; con esa secta, EN LA DERECHA: A l órden! ¡Esto es in-
odiosa escuela de despotismo, de sacrile- tolerable! (Gritos.)
gio y de hipocresía, que dice beatamente EL PRESIDENTE: ¿Creéis que M . de
cosas horribles, que mezcla m á x i m a s de Montalembert no es representante lo
muerte con el Evangelio y que envene- mismo que vos? (Ruido.) Las personali-
na la pila de agua bendita. (Movimiento dades están prohibidas.
prolongado. Una voz de la derecha: ¡Enviad UNA voz EN LA IZQUIERDA: ¡El Presi-
al orador á Bicetre!) dente acaba de despertarse!
Señores, reflexionad con patriotismo. M . CHARRAS: ¡No duerme m á s que
Me dirijo en este momento á la m a y o r í a cuando se ataca á la revolución!
verdadera que ha esclarecido m á s de una UNA voz EN LA IZQUIERDA: ¡Dejais in-
vez á l a falsa mayoría; á esa m a y o r í a sultar á la República!
que no admite la cindadela n i la retroac- EL PRESIDENTE: L a República no sufre
ción en la ley de deportación; á esa ma- y no se queja.
y o r í a que acaba de reducir á la nada la VÍCTOR HUGO: NO supuse, n i por un
ley de alcaldes; á esa m a y o r í a que puede momento, que m i calificación pudiera
salvar al pais, es á quien yo hablo. No parecer una injuria al honorable orador
pretendo convencer a q u í á los teóricos del á quien la he dirigido. Pero si la cree
poder que lo exajeran, y que, e x a g e r á n - una injuria, me apresuro á retirarla.
dolo, lo comprometen; que ejercen el EL PRESIDENTE: L a calificación me pa-
arte de l a provocación para tener el pla- reció inconveniente.
cer de ejercer en seguida el de la compre- (M. de Montalembert se levanta para con-
sión [Risas y travos), y que, porque han testar.)
arrancado algunos árboles de las calles VOCES EN LA DERECHA: Hablad! ¡Ha-
de Paris, se imaginan tener bastante blad!
fuerza para arrancar la prensa del cora- EN LA IZQUIERDA: ¡No os dejéis inter-
zón del pueblo. (Bravo! bravo!) rumpir, M . Víctor Hugo!
No pretendo convencer á esos hombres EL PRESIDENTE: M . de Montalembert,
de Estado del pasado, infiltrados después dejad terminar el discurso; no interrum-
de treinta años de todos los viejos virus páis; ya hablareis después.
de l a política; n i á esos personajes fer- VOCES EN LA DERECHA: Hablad! ¡Ha-
vientes que excomulgan á la prensa en blad!
masa, que n i se dignan distinguir la bue- VOCES EN LA IZQUIERDA: No! no!
n a de la mala, y afirman que el mejor EL PRESIDENTE (á M . Víctor Hugo):
de los periódicos no equivale al peor de ¿Consentís en dejar hablar á M . de Mon-
los predicadores. (Bisas.) talembert?
No me dirijo á esos espíritus extremos VÍCTOR HUGO: Consiento.
y cerrados. Me dirijo á vosotros, legisla- EL PRESIDENTE: Consiente M . Víctor
dores natos del sufragio universal, que, Hugo.
á pesar de la funesta ley recientemente M . CHARRAS y otros miembros-. ¡A la
votada, sentís la majestad de vuestro tribuna! A la tribuna!
ANTES D E L DESTIERRO.

EL PRESIDENTE: E s t á frente á vosotros! EL PRESIDENTE {al orador): No estáis


M . DE MONTALEMBERT (desde su asien- dentro de la discusión de la ley.
to): Digo de m í , señor Presidente, lo que UN MIEMBRO DE LA EXTREMA IZQUIER-
decíais h á poco de la República. A tra- DA: E l Presidente distrae al orador*
vés de todo este discurso, dirigido sobre EL PRESIDENTE: E l Presidente procura
todo contra m í , n i sufro n i me quejo. ue el orador se ciña á la cuestión.
VÍCTOR HUGO: E l honorable M . de VÍCTOR HUGO: Esto es una opresión!
Montalembert se e n g a ñ a al suponer que ^ a mayoría me ha invitado á contestar.
es á él á quien se dirige este discurso. Quiere, sí ó no, que conteste?
No es á él personalmente á quien yo me Me es imposible aceptar la cuestión
dirijo, s i n o á su partido. Y en cuanto á así colocada. No, no he hecho un dis-
su partido, puesto que él mismo me pro- curso contra M . de Montalembert. Quie-
voca á esta explicación, precisa que le ro y debo explicar que no es contra
diga... M . de Montalembert contra quien he ha-
M . PISCATORY: E l no ha provocado. blado, sino contra su partido.
EL PRESIDENTE: ES verdad, no ha pro- Ahora debo decir, puesto que me pro-
vocado. vocan...
VÍCTOR HUGO: ¿NO queréis, pues, que EN LA DERECHA: No! No!
conteste? Queréis, sí ó no, que conteste? EN LA IZQUIERDA: Sí! Sí!
Entonces escuchad! VÍCTOR HUGO: Debo decir, ya que me
provocan... [En la derecha: No! no!—En la
VOCES DIVERSAS EN LA DERECHA: Nada zquierda: Si! sí!)
se os ha dicho, y nosotros no queremos EL PRESIDENTE (dirigiéndose á la dere-
que digáis que se os provoca. cha): Evidentemente sois vosotros en este
EN LA IZQUIERDA: Sí! sí! ¡hablad, ha- momento los indisciplinados de la Asam-
blad, M . Víctor Hugo! Dlea.
VÍCTOR HUGO: NO apercibo á M . de MUCHOS MIEMBROS DE LÁ DERECHA:
Montalembert de los peligros que ame No! no!
nazan á la patria, pero sí que apercibo á VÍCTOR HUGO (dirigiéndose á la dere-
su partido. Y en cuanto á éste, ya que cha): ¿Exigís, sí ó no, que permanezca
quiere que lo diga, conviene mucho que )ajo el peso de una inculpación de M . de
sepa... Montalembert?
ALGUNAS VOCES EN LÁ DERECHA: NO lo EN LA DERECHA: No os ha inculpado.
ha solicitado. VÍCTOR HUGO: Repito por tercera, por
VÍCTOR HUGO: Y a que quiero que lo cuarta vez, que no puedo aceptar la si-
diga, conviene mucho que sepa... tuación en que M . de Montalembert
EL PRESIDENTE: M . de Montalembert quiere colocarme. Si queréis impedirme
nada ha pedido; nada tenéis, pues, que á la fuerza contestar, está bien! sufriré
contestar. la violencia y bajaré de la tribuna; pero
EN LA IZQUIERDA: ¡Son ellos los que si no es así, debéis dejar que me expli-
retroceden ahora! ¡Temen que no con que. Pues bien; he dicho á M . de Mon-
testéis! Hablad! talembert que no era á él á quien me
VÍCTOR HUGO: ¿Consiento en ser i n dirigía, sino á su partido. Y en cuanto
terrumpido y no me dejais contestar? á ese partido... (JVM.evct interrupción en la
Esto es un abuso de la mayoría. ¿Qué derecha.) Calláis? (Restablécese el silencio.
me ha dicho M . de Montalembert? que Prosigue el orador.) Y en cuanto á ese
yo hablaba contra él. Pues bien, le con- partido, ya que he sido provocado á ex-
testo, tengo el derecho de contestarle plicarme sobre su conducta; en cuanto á
vosotros tenéis el deber de escuchar. ese partido, que está fuera de la reacción
VOCES EN LA DERECHA: Cómo! y sin embargo es el alma de la reacción;
VÍCTOR HUGO: Sin duda alguna, es en cuanto á ese partido, en cuyo concep-
vuestro deber. [Muestras de asentimiento to la idea es una contravención, la lec-
en todas partes.) tura un delito, la escritura un crimen, la
Tengo el derecho de contestarle que imprenta u n atentado; en cuanto á ese
no es á él á quien me dirigía, sino á su partido, que nada comprende de este si-
partido, y en cuanto á su partido, con glo y del que tampoco es; que fulmina
viene mucho que sepa que los tiempos hoy l a fiscalización sobre nuestra pren-
en que podiaser un peligro público han sa, la censura sobre nuestros teatros, el
pasado. anatema sobre nuestros libros, l a repro-
VOCES EN LA DERECHA: Pues bien, e bación sobre nuestras ideas, la represión
tonces dejadle tranquilo. sobre nuestros progresos, y que en otro
OBRAS D E VICTOR Hü60.

tiempo fulminó la proscripción sobre que tienden á convertirse en familias,


nuestras cabezas; en cuanto á ese parti- los hombres de instinto, los hombres de
do de absolutismo, de inmovilidad, de fó, los hombres de genio, las masas; hoy
imbecilidad, de silencio, de tinieblas, todo se encamina al mismo fin, por el
de embrutecimiento nonacal; en cuanto mismo camino, con velocidad siempre
á ese partido, que sueña para la Fran- creciente, con la a r m o n í a terrible que re-
cia, no el porvenir de Francia, sino vela el impulso directo de Dios.
el pasado de E s p a ñ a ; á pesar de l l a - E l movimiento en el siglo diez y nue-
mar con satisfacción sus títulos históri- ve no es solo el movimiento de un pue-
cos á la execración de los hombres; á blo, es el movimiento de todos los pue-
pesar de querer renovar sus viejas doc- blos. Francia vá delante y las naciones
trinas, enmohecidas de sangre humana-jila siguen. L a Providencia nos dice: I d !
á pesar de ser m u y capaz de todas las y sabe á dónde vamos.
asechanzas en lo que respecta á la justi- Pasamos del mundo viejo al mundo
cia y al derecho; á pesar de ser el partido nuevo.
que ha conspirado siempre y el que ¡ A y de los gobernantes que sueñan en
siempre ha aceptado en todos los tiempos detener á la humanidad en su marcha y
y en todos los lugares en los cadalsos la obstruir el camino á la civilización!
función de verdugo disfrazado; á pesar de Han reflexionado bien lo que hacen? ¿Se
deslizarse traidoramente en nuestro go- dan cuenta de la catástrofe que puede
bierno, en nuestra diplomacia, en nues- ocasionar, el horrible Fampoux (1) so-
tras escuelas, en nuestra urna electoral, cial que preparan, cuando en medio del
en nuestras leyes, tenga entendido que m á s prodigioso movimiento de ideas del
los tiempos en que podia ser un peligro género humano y en el momento en que
han pasado 37a. el inmenso y majestuoso convoy pasa á
Enervado, reducido al recurso de hom- todo vapor, ponen furtiva, ruin y m i -
bres pequeños y á la miseria de peque- serablemente semejantes leyes bajo las
ños medios; obligado á usar para atacar- ruedas de la prensa, que es la formida-
nos de la libertad de imprenta, que quiere ble locomotora del pensamiento univer-
matar, y que mata! (Aplausos); herético sal?
en los medios que emplea, condenado á Señores, creedme; no nos deis el espec-
apoyarse, con respecto á la política, en táculo de la lucha de las leyes contra las
volterianos que le ridiculizan, y con res- ideas. (Bravo! en la izquierda. Una voz en
pecto á la banca, en judíos que le que- la derecha: ¡Que cueste á Francia 25 francos
m a r í a n de buena gana; balbuceando en este discurso!)
pleno siglo diez y nueve el infame elogio Y á este propósito, como conviene que
de la Inquisición, entre indiferencias y conozcáis plenamente cuál es la fuerza
sonrisas, el partido jesuita no puede ser que ataca y empuja el proyecto de ley;
entre nosotros m á s que u n objeto de como conviene que podáis juzgar de los
asombro, u n accidente, un fenómeno, una cámbios de fortuna que puede tener en
curiosidad, un milagro, si esta palabra sus empresas contra la libertad el parti-
le place {Éisa universal), una cosa extra- do del miedo—porque existe en Francia
ñ a y deforme como una oxifraga que como en Europa u n partido del miedo,—•
volara en pleno medio dia, que causa hor- que es el que inspira la política de com-
ror, pero no miedo. Que lo conozca y que presión; como conviene que sepáis á dón-
sea m á s modesto; no le tememos! E l par de os llevan, permitidme que os dirija
tido jesuita no m a t a r á la libertad, no po las ú l t i m a s palabras.
d r á conseguirlo, porque ahora b r i l l a de- E n l a crisis que atravesamos, crisis
masiado el sol. [Grandes aplausos.) útil después de todo y que se desarro-
L o que tememos y nos hace temblar, llará bien en m i concepto, grítase de
lo que nos infunde miedo, es ese juego todos lados: E l desórden moral es i n -
peligroso del gobierno, que no tiene el menso, el peligro social es inminente.
mismo interés que ese partido, pero que Quién es el que produce este estrago?
le sirve, empleando contra las tenden quién es el culpable? ¿á quién se debe
cias de la sociedad todas las fuerzas so condenar? ¿á quién precisa castigar? E l
ciales. partido del miedo en Europa dice: Es
Señores, tenedlo presente en el mo Francia. E n Francia dicen: Es Paris. E n
m e n t ó de votar ese proyecto insensato. Paris dicen: Es la prensa. E l hombre frió
Hoy, las artes, las ciencias, las letras, que observa y piensa dice: E l culpable
la filosofía, la política, los tronos que se (1) Recuerda el autor la catástrofe del ferro-carril de Fam-
transforman en repúblicas, las naciones ¡ poux.
ANTES D E L D E S T I E R R O . 329
no es la prensa, no es Paris, no es Fran- siempre está en pié sobre las generacio-
cia; el culpable es el espíritu humano. nes, y, en cierto modo, entre el hombre
E l espíritu humano que ha fundado las y Dios; algo que ha escrito todos los l i -
naciones; que desde el origen de las co- bros, inventado todas las artes, descu-
sas escruta, examina, discute, debate, bierto todos los mundos, fundado todas
duda, contradice, profundiza, afirma y las civilizaciones; algo que adquiere
persigue sin descanso la solución del pro- siempre, bajo la forma revolución, lo
blema eterno que Dios propuso á la cria- que se le rehusa bajo la forma progreso;
tura. Es el espíritu humano que, sin ce- algo que es incorpóreo como la luz,
sar perseguido, combatido, oprimido, inaccesible como el sol, y que se llama
atacado, desaparece para reaparecer, y el espíritu humano. {Un gran número de
que pasando de una tarea á otra, toma miembros de la izquierda dejan sus asientos
sucesivamente de siglo en siglo la figura y se acercan á felicitar al orador. Suspén-
de todos los grandes agitadores. Es el dese la sesión.)
espíritu humano que se ha llamado Juan
Huss y que no ha muerto en la hoguera
de Constanza; que se ha llamado Lutero,
y que ha extremecido á la ortodoxia; que
se ha llamado Voltaire, y que ha extre-
mecido la fó; que se ha llamado Mira- EEYISION DE LA CONSTITUCION.(1)
beau, y que ha extremecido el trono. Es 17 Julio 1851.
el espíritu humano que, desde que la
historia existe, ha transformado las so-
ciedades y los gobiernos conforme á una
ley cada vez m á s aceptada por la razón; M . VÍCTOR HUGO: Señores: no puedo me-
que fué la teocracia, la aristocracia, la nos de renovar las reservas hechas ya por
otros oradores antes de aceptar este de-
m o n a r q u í a , y que hoy es la democracia.
bate. E n la situación actual, y habiendo
Es el espíritu humano que ha sido Babi-
sido eliminados m á s de cuatro millones
lonia, T y r o , Jerusalem, Atenas, Roma y
de electores, por m á s que la ley de 31 de
que hoy es Paris; que ha sido alternativa- Mayo esté en vigor—resultado que no
mente y algunas veces en absoluto error, quiero calificar desde esta tribuna,—es-
ilusión, heregía, cisma, protesta y ver- tando el sufragio universal suprimido de
dad. Es el espíritu humano, que es el hecho, aunque de derecho exista, hemos
gran pastor de las generaciones, y que, de dirigir á los autores de las proposicio-
resumiendo, ha marchado siempre hácia nes diversas presentadas estas pregun-
lo justo, hácia lo verdadero y lo bello, tas:
ilustrando las multitudes, engrandecien
C u á l es la verdadera cuestión?
do las almas, dirigiendo m á s y m á s la
Qué pedís?
cabeza del pueblo hácia el derecho y la
L a revisión constitucional?
cabeza del hombre hácia Dios.
Por quién?
Pues bien; me dirijo al partido del Por el soberano?
miedo, no al de esta C á m a r a , sino al que Dónde está?
está en todas partes de Europa, y le No le vemos.
digo: Mirad mucho lo que vais á hacer;
¿Se redactó una Constitución por me-
reflexionad la obra que emprendéis, y dio del sufragio universal, y queréis der-
antes de intentarla, medidla. Supongo rocarla por medio del sufragio restrin-
que tengáis buen éxito. Cuando hayáis gido?...
destruido la prensa aun os q u e d a r á algo ¿Lo que edificó la nación soberana,
que destruir; Paris. Cuando hayáis des- queréis que lo derribe una fracción p r i -
truido Paris, aun os q u e d a r á algo que vilegiada?
destruir; Francia. Cuando hayáis des-
truido Francia, aun os q u e d a r á algo que ( l ) Con intención de perpetuar su poder, proponía Luis Bo-
matar; el espíritu humano. naparte la revisión constitucional. Víctor Hugo la combatía.
Repito que debe medir l a inmensidad chelEstedediscurso fué pronunciado después del notable de M. Mi-
Bourges acerca del mismo asusto.
de la tarea que, en su heroísmo, quiere Parecía ya agotado el debate después de haber usado de la pa-
emprender el gran partido europeo del labra el representante del Gher, cuando Víctor Hugo le reanimó,
miedo. Tenia que aniquilar l a prensa abriendo nuevos horizontes á la discusión. M. Michel de Bour-
ges habia usado de gran templanza y miramientos, por lo que fué
hasta el último periódico, Paris hasta el escuchado con calma. Víctor Hugo, dejando toda precaución ora-
último adoquín, la Francia hasta la úl- toria, planteó la cuestión en su verdadero terreno y atacó de
frente á la reacción. Después de él se terminó la discusión, no
t i m a aldea, y no h a b r í a hecho nada. sin antes haberla desviado de su terreno M. Baroche.
Quedaría t o d a v í a por destruir algo que La proposición fué rechazada,
TOMO I Y .
42
330 OBRAS D E VICTOR HUGO.

L a ficción de u n pais legal presentada que no pueden ya borrar todo lo que se


temerariamente cara á cara de la ma- ha dicho, escrito y hecho desde hace dos
jestuosa realidad del pueblo soberano, años, declaro que vuestro ataque con-
esta ficción fatal y mezquina, ¿queréis tra la República francesa es un ataque
restablecerla, restaurarla y confiaros á contra la revolución francesa!
ella? Contra la revolución francesa en to-
¡El pais legal hubiera sido una impru- dos sus períodos, desde l a primera hora
dencia antes de 1848; después de esta fe- del a ñ o 1789 hasta la presente en que
cha es insensato! [Sensación.) vivimos.
E n la situación actual, y mientras la No hacemos distinciones de ninguna
ley de 31 de Mayo no sea revocada, en- clase. O la lógica no existe, ó la revolu-
tendedme bien, pura y simplemente re- ción y l a República son indivisibles. L a
vocada, al mismo tiempo que todas las una es la madre, la otra la hija. L a pri-
d e m á s leyes que de ella se derivan y que mera es el movimiento humano que se
la prestan ayuda poderosa, ¿qué éxito manifiesta, la segunda es el mismo mo-
pueden conseguir vuestras proposicio- vimiento que toma forma. L a República,
nes? en una palabra, es la revolución consti-
Q u é esperáis? tuida.
E n q u é confiáis? Os revolvéis en vano contra l a reali-
¿Obráis así por tener la certeza de que- dad. No puede separarse el 89 de la Re-
dar encallados ante el n ú m e r o inmuta- pública, como el alba no puede separar-
ble de l a minoría, guardia inflexible de se del sol que la produce. No aceptamos,
la soberanía del pueblo; de la m i n o r í a , por lo tanto, vuestras protestas. Vuestro
ahora soberana por la Constitución é i n - ataque contra la República lo considera-
vestida con todos los derechos de la ma- mos como u n ataque contra la revolu-
yoría y que en sí lo es realmente?.. ción, y no vacilo en calificarlo así ante
¿Por q u é vosotros, hombres de gobier- la faz del pais. Ignoro si, como se ha di-
no, hombres de Estado sin n i n g ú n fin cho, hay algunas m á s c a r a s en este re-
parlamentario, os obstináis en un debate cinto; pero lo que sí os aseguro es que
tan borrascoso y tan temible? Por qué? no hay incautos á quienes e n g a ñ a r .
¿por las tempestades que la discusión Una vez hecha esta salvedad, paso á
puede producir? ¿ P a r a agitar la Francia, abordar la cuestión.
para hacer caldear las masas, para des Señores: admitiendo que los sucesos
portar furores y paralizar los negocios, desde 1848 hubiesen seguido u n curso
para producir la bancarrota, para asesi natural y regular en el sentido verdade-
nar el comercio y la industria? ¡Solo por ro y pacífico de la democracia, y que de
el gusto de ver todo esto reunido! dia en dia hubiese ido ensanchando sus
Es admirable que el partido del órden aspiraciones de progreso, después de tres
tenga el capricho de producir el desór años de ensayo leal de la Constitución,
den. E l gobierno tiene m a y o r í a en l a comprenderla que se dijese:
C á m a r a , le place turbar el pais, quiere —La Constitución es incompleta. Pro-
reñir, pretende discutir; él es el señor. duce con timidez los frutos que debieran
Sea; pero protestamos. Es tiempo per- esperarse de ella con verdadera resolu-
dido u n tiempo precioso, que turba la ción. E s t á llena de restricciones oscuras
paz pública; pero puesto que así lo de- y define de una manera poco clara que
seáis, ya que esto os agrada, que las con- d á lugar á dudas. No proclama ninguna
secuencias de l a falta caigan sobre los libertad en toda su extensión. E n cues-
que se obstinan en cometerla. Sea así y tiones penales no ha resuelto nada m á s
discutamos. que lo referente á delitos políticos. No ha
Entro inmediatamente en el debate. abolido m á s que una mitad de la pena
[Rumores en la derecha. Gritos pidiendo de muerte. Contiene en g é r m e n las usur-
quede terminada la discusión, M . Molé, sen paciones del poder ejecutivo, la censura
tado á un extremo del salón, se levanta, atra- para ciertos trabajos literarios, y la poli-
viesa el hemiciclo; hace señas á la derecha y cía encadenando el pensamiento y repri-
sale. Nadie le sigue. Vuelve á entrar. L a iz- miendo al ciudadano. No libra de trabas
quierda rie. E l orador continúa.) á la libertad individual, n i declara l a l i -
Señores: declaro que cualesquiera que bertad de industria.
sean las protestas del honorable M . de Mantiene la magistratura inamovible
Falloux, las del honorable M . Berryer y y nombrada por el poder ejecutivo; es
las del honorable M . de Broglie, cual- decir, l a justicia sin arraigo en el pueblo.
quiera que sean sus protestas tardías, por- Qué significan esos rumores? ¡Discutís
ANTES D E L D E S T I E R R O . 331
vosotros la República, y no podemos nos- to, contrasta mucho con la calma y dig-
otros discutir la magistratura! ¡Discutís nidad de este lado de l a Asamblea. {La
al pueblo, al superior nuestro, y no po- izquierda. Vivas reclamaciones en los bancos
demos discutir lo que es inferior! ¡Dis- de la mayoría. Se restablece el silencio y con-
cutís al soberano, y no podemos discutir tinúa el orador.)
al juez! Hubiera comprendido que se dijese: Es
EL PRESIDENTE: Hago observar que lo necesario proclamar y desenvolver por
que se permite esta semana no se permi- completo, m á s lógicamente que lo hace
tirá la semana próxima; esta semana es la Constitución, los cuatro derechos esen-
de tolerancia. ciales del pueblo. E l derecho á l a vida
M . DE PANAT: ¡Esta es la semana de material, es decir, en el órden económico,
las Saturnales! el trabajo asegurado.
M . VÍCTOR HUGO: Señor Presidente, lo M . G-RESLAN: ¡Eso es el derecho al tra-
que acabáis de decir no es serio. bajo!
Reanudo ó insisto. M . VÍCTOR HUGO: L a asistencia m ú -
Hubiera comprendido que se dijera: L a tua organizada, y en el órden penal l a
Constitución tiene faltas y lagunas; man- abolición de la pena de muerte.
tiene la magistratura inamovible y nom- E l derecho á la vida intelectual y mo-
brada por el poder ejecutivo, vuelvo á ral, ó sea la enseñanza gratuita, la con-
repetir, como si dijéramos sin raices nin- ciencia libre, la prensa libre, l a palabra
gunas en el pueblo. Es principio a x i o m á libre, en fin, el arte y l a ciencia libres.
tico que toda justicia emana del sebera E l derecho á la libertad, es decir, l a
no. E n la m o n a r q u í a emana del rey; es abolición de toda traba al movimiento y
evidente que en la R e p ú b l i c a debe ema desarrollo moral, intelectual, físico ó i n -
nar del pueblo. dustrial del hombre, y por último, el de-
Por q u é procedimiento? Por el sufra- recho á la soberanía, que comprende el
gio universal y escogiendo los magistra- sufragio universal en toda su latitud, las
dos entre los licenciados en derecho. leyes y las contribuciones votadas por
A ñ a d o aun que en l a R e p ú b l i c a es tan legisladores elegidos por tiempo defini-
imposible admitir al juez inamovible do, la justicia administrada por magistra-
como al legislador. dos t a m b i é n elegidos temporalmente...
C o m p r e n d e r í a que se dijese: L a Cons- E l municipio administrado temporal-
titución se ha limitado á afirmar la de mente y por magistrados debidos á l a
mocracia; es necesario darla g a r a n t í a s de elección; el Jurado extendido progresiva-
vida. Es preciso que la R e p ú b l i c a se en mente; el voto directo del pueblo, com-
cuentre tan segura en la Constitución prendido en las frases sí ó no, para cier-
como lo estaría en una cindadela. E l su- tas grandes ó importantes cuestiones
fragio universal necesita extensiones políticas ó sociales, y este voto emitido
aplicaciones nuevas. Así, por ejemplo, después de discusión preparatoria y pro-
la Constitución crea la omnipotencia de funda de cada caso en el seno de l a
una Asamblea única, es decir, de una Asamblea nacional, definiendo sin ape-
mayoría: y ahora vemos hoy mismo el lación, oida la voz de m a y o r í a y minoría,
terrible inconveniente de no tener por el sí ó el no del pueblo, único juez sobe^
contrapeso esta omnipotencia, la facul- rano.
tad de la minoría de establecer, en cier- Señores, suponiendo que la nación y
tos casos graves y conforme á fórmulas su gobierno estuviesen colocados uno y
fáciles de reglamentar, una especie de otro en una situación tan correcta y nor-
arbitraje decisorio entre ella y la ma- mal como indican mis palabras, com-
yoría, fundado en el sufragio universal prendería que se hubiese dicho todo esto
directamente invocado y consultado tam- y que se a ñ a d i e s e aun:
bién de u n modo decisivo; manera mucho •—La Constitución de la R e p ú b l i c a fran-
menos violenta y mucho m á s perfecta de cesa debe ser el mapa del progreso hu-
recurrir al pueblo que el antiguo proce- mano del siglo diez y nueve, el testamen-
dimiento monárquico constitucional de to inmortal de l a civilización, la biblia
disolver el Parlamento. política de los pueblos modernos; debe
Hubiera comprendido t a m b i é n que se aproximarse todo lo posible á la verdad
dijese... [Interrupciones y rumores en la de- social absoluta. Por eso se hace necesa-
recha.) rio revisar la Constitución.
Señores, tengo que hacer una observa- Sí, señores; todo esto lo hubiera com-
ción, que someto á la conciencia de prendido perfectamente.
todos. Vuestra actitud, en este momen- ¡Pero que en pleno siglo diez y nueve;
332 OBRAS D E VICTOR HUGO,

pero que á la faz de las naciones civiliza- Al orden! Aplausos repetidos en la izquierda.
das; pero que ante las miradas de l a hu- Larga y general agitación.)
manidad que nos contempla, por llevar M . DE FONTAINE Y OTROS MUCHOS: ¡Eso
como llevamos l a antorcha que alum- es una blasfemia!
bra á la Francia y que ilumina al mun- M . DE HECKEREN: (1) ¡Cuando se
do, queramos apagarla!... aplauden cosas como éstas, se deberla te-
E l primer pueblo del mundo, seme- ner derecho para silbar!
jante á los dioses de Homero, ha hecho M . VÍCTOR HüGO: Señores, parece i m -
tres revoluciones, y estas tres revolucio- 30sible que, comprendiendo lo que es la
nes, que constituyen una sola, no es l a R e p ú b l i c a francesa, que Bonaparte ccm-
revolución local, sino l a revolución h u - Daraba al sol, se diga: Pues bien; vamos
mana; no es el grito egoísta de u n pue- á destruirlo todo, vamos á suprimir esta
blo, sino l a reivindicación de la sagrada revolución, vamos á echar abajo esta
justicia universal; es l a liquidación de República, vamos á arrancar de manos
agravios de l a humanidad desde que del pueblo el libro del progreso para bor-
existe l a historia, representada después rar estas tres fechas: 1792, 1830, 1848;
de tantos siglos de esclavitud, de servi- vamos á cerrar y oponernos al paso de
dumbre, de teocracia, de feudalismo, de esa insensata que obra sin pedirnos con-
inquisición, de t i r a n í a , enfin,bajo todos sejo y que se llama Providencia. Obli-
estos nombres y de suplicio humano ba- garemos á retroceder á l a libertad, á l a
j o todas las formas, es l a proclamación ilosofía, á l a inteligencia, á las genera-
augusta de los derechos del hombre! ciones, y con ellas retrocederá t a m b i é n
Después de largas pruebas, esa revo- la Francia, el siglo y la humanidad. Va-
lución ha producido en Francia l a Repú- mos á hacer retroceder al mismo Dios.
blica; en otros términos, el pueblo fran- Señores, que esto se diga, que se ima-
cés, en plena posesión de sí mismo y en gine, que se sueñe siquiera, es lo que
el majestuoso ejercicio de su soberanía, admiro con asombro infinito, es lo que
ha pasado de la región de las abstraccio- no puedo comprender.
nes a l terreno de los hechos, ha consti- ¿Y quiénes sois vosotros, os digo yo
tuido, instituido y definitiva y absoluta- ahora, para forjaros tales quimeras?
mente establecido l a forma de gobierno ¿Quiénes para intentar semejantes em-
m á s lógica y perfecta, la República, que presas, n i para librar esta batalla? ¿Cómo
para el pueblo no es otra cosa que l a os llamáis? Queréis saberlo?
manifestación del derecho natural, como Os lo diré.
l a libertad lo es para el hombre. Os llamáis m o n a r q u í a y sois el pa-
E n granito indestructible, el pueblo sado.
francés ha tallado y puesto en medio Y q u é m o n a r q u í a sois?
del viejo continente m o n á r q u i c o el p r i ' M . EMILIO DE QTRARDIN {al pié de la tri-
mer sillar del inmenso edificio del por buna): Escuchad, señores, escuchad, que
venir, que un dia se l l a m a r á Estados t a m b i é n ayer os escuchamos á vosotros.
Unidos de Europa. {Movimiento. Prolonga M . VÍCTOR HUGO: Señores, he llegado
das risas en la derecha.) (1) ya á l a realidad candente del debate.
Esta revolución, inaudita en l a his Nosotros no, vosotros sois los que
toria, es el ideal de los grandes filósofos lo habéis querido. Ahora y a no tenéis
realizado por u n gran pueblo; es l a edu m á s remedio, si sois leales, que admitir-
cacion de las naciones con el ejemplo de lo por completo, entero y con sinceridad.
la Francia, y su objeto, su t é r m i n o sa E s t á sobre el tapete l a cuestión de Re-
crosanto es el bien universal, es sufinl a pública ó m o n a r q u í a y nadie existe con
redención humana. Realiza l a era entre poder n i con derecho para eludirla. Hace
vista por Sócrates, y por l a que bebió m á s de dos años, sorda, pero audazmen-
la cicuta; es l a misma obra de Jesucris- te, está fatigando la R e p ú b l i c a y pesa so-
to, por l a cual m u r i ó crucificado. {Gritos; bre el presente, oscureciendo el porvenir.
Ha llegado el momento desabordarla. H a
(1) Esta frase produjo un asombro indescriptible. ¡Era tan llegado el momento de mirarla de fren-
nueva! Jamás se había pronunciado en la tribuna. Por una parte
indigno y por otra hizo reir á la derecha. Hubo una explosión te, y este es el instante de ver lo que en-
de hilaridad, en medio de la cual se cruzaban toda clase de cierra.
apóstrofos. El representante Baucel anotó algunos, que son los Se presentan dos m o n a r q u í a s , dejando
siguientes:
• M . D E M O W T A L E M B E R T : Los Estados-Unidos de Europa á u n lado todo lo que hasta para los que
Esto es demasiado ya. Hugo está loco.
M . MOLÉ: Los Estados-Unidos de Europa! Vaya una idea
Qué extravagancia! (1) Después senador Imperio con 30.000 francos
. M . QUENTIH-BAUCHARD: Estos poetas! anuales.
ANTES D E L D E S T I E R R O . 333
lo proponen solo es un expediente ó una Otra cosa muy diversa ocurre con el de-
transición. recho, que aunque no se apoye en el he-
Dos m o n a r q u í a s se creen en condicio- cho, hasta cuando aun n i de autoridad
nes para pedir l a revisión, á fin de esca- material disponga, conserva la autori-
motear á beneficio propio la soberanía dad moral, y siempre es derecho. A s í
del pueblo. sucede que de una república destruida
Estas son: la m o n a r q u í a como princi- siempre queda un derecho, mientras que
pio, ó sea la legitimidad, y la m o n a r q u í a de una m o n a r q u í a derribada no queda
de gloria—como dicen ciertos privilegia- m á s que una ruina.
dos periódicos,—es decir,el Imperio. Cesad, por lo tanto, señores legitimis^
Empecemos por la m o n a r q u í a como tas, de conjurarnos en nombre de vues-
principio. Dejemos pasar delante á la tro derecho. A n t e el derecho del pueblo,
ancianidad. que es la soberanía, no hay m á s derecho
Antes de proseguir, y lo digo una vez que el derecho del hombre, que es la l i -
para siempre, cuando pronuncie en esta bertad. Fuera de esto todo es quimera:
discusión la palabra monarquía, entién- decir el derecho del Rey en el gran siglo
dase que dejo fuera de ella á laspersonas, en que existimos, es pronunciar una fra-
á los príncipes, á los desterrados, para se vacía de sentido.
los cuales no tengo en m i alma sino la Si en nombre del derecho no podéis
s i m p a t í a que se debe á compatriotas y el hablar, os atreveréis en el del hecho?
respeto que merece un proscripto; senti Invocareis la utilidad? Mucho menos
mientes ambos que declaro serian m á s soberbio es, sin duda, pues equivale á
profundos aun si estos desterrados no lo abandonar el lenguaje del maestro para
fuesen por sus propios amigos. (Muy bien! suplirle con el del que obedece; es empe-
muy bien!) queñeceros.
Continúo. ¿Diréis que la estabilidad política
E n este debate ú n i c a m e n t e me refiero nace de la herencia real? ¿Diréis que l a
á la m o n a r q u í a como principio ó como democracia es perjudicial para el Estado
dogma; dejando aparte las personas y y que es mejor la m o n a r q u í a ? No pienso
no mirando ante mí m á s que el dogma ponerme á hojear la historia, pues no es
ó el principio como legislador, le j u z g a r é la tribuna pupitre para revolver infolios,
según entiendo con toda la libertad de y me limito á recordar los hechos recien-
la filosofía y toda la serenidad de la his- tes actuales y que se conservan en l a
toria. memoria de todos.
Y desde luego fijémonos en estas pa- Decid; ¿qué cargos tenéis que hacer á
labras, dogma y principio. Niego que la la República de 1848? Los motines? Pues
m o n a r q u í a sea n i pueda ser un principio la m o n a r q u í a los tuvo t a m b i é n . ¿El es-
n i u n dogma. Nunca ha sido la monar- tado de la Hacienda? No examino ahora,
q u í a m á s que u n hecho. por no ser ocasión, si desde hace tres
Sí, señores, á despecho de esos rumo- años la Hacienda de la H e p ú b l i c a ha
res, lo repito; j a m á s la posesión de u n sido administrada d e m o c r á t i c a m e n t e . . .
pueblo por un hombre ó por una familia EN LA DERECHA: No, por fortuna.
na sido n i ha podido ser otra cosa que M . VÍCTOR HUGO: Pero la m o n a r q u í a
u n hecho. constitucional costaba m u y cara; la mo-
J a m á s , y pues que los rumores persis- n a r q u í a constitucional inventó el desni-
ten, yo insisto también; nunca ese m a l velar los presupuestos.
llamado dogma, en virtud del cual aun Digo m á s , ya que es necesario decirlo
no hace ochenta años un elector de Hes- todo; la m o n a r q u í a propiamente dicha,
se v e n d í a hombres al rey de Inglaterra la m o n a r q u í a de los principios, l a legíti-
á tanto por cabeza para hacerlos matar ma que se cree y p r e t e n d í a ser sinónimo
en l a guerra americana; existen las prue de estabilidad, de seguridad y de pros-
bas y las cartas os las enseñaré cuando peridad, la antigua m o n a r q u í a histórica
queráis... Nunca, repito, ese pretendido de catorce siglos de existencia, hacia
dogma ha sido m á s que u n hecho, vio bancarrota algunas veces cuando le con-
lento casi siempre, monstruoso algunas venia.
veces. Bajo Luis X I V , y cito la buena época,
Afirmo, pues, y declaro en nombre de el gran siglo y el gran reinado, bajo
la eterna moral, que la m o n a r q u í a es Luis X I V se veía de tiempo en tiempo,
solo un hecho y nada m á s . Boileau es quien lo dice, "palidecer a l
Ahora bien; cuando un hecho deja de rentista,,
ser, nada le sobrevive y todo está dicho* A V aspect d' un arret qui retranche un qmrtiert
334 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Cualesquiera que sean los eufonismos sus amigos me permitan contestarle.


que emplee u n escritor satírico que adu- M . DE FALLOUX: Y a lo procuro.
l a á un rey, considerad, señores, que un EN LA EXTREMA IZQUIERDA: ¡Señor
auto ó decreto por el que u n propietario Presidente, obligad á l a derecha á ca-
pierde la cuarta parte de su renta, cons- llar!
t i t u y e l a bancarrota. EL PRESIDENTE: E l ruido procede de
E n la época del regente, la m o n a r q u í a ambos lados de l a C á m a r a (Al orador)
se embolsa—no es la palabra m u y eleva- y vos procuráis siempre, para obtener
da, pero es la única que se puede aplicar ventajas, sacar partido de las interrup-
—trescientos cincuenta millones por l a ciones que yo condeno, no sin hacer
alteración de la moneda, y en esta época constar que proceden tanto de la izquier-
ahorcaron á una sirvienta por el robo da como de l a derecha.
de cinco sueldos. Bajo Luis X V hubo UN DIPUTADO DE LA IZQUIERDA: NO te-
nueve bancarrotas en el transcurso de neis oidos m á s que para nosotros.
sesenta a ñ o s . EL PRESIDENTE: Se está interrumpien-
UNA VOZ EN LA DERECHA: ¿Y las pen- do de ambos lados. Veo y hago constar
siones de los poetas? que M . Grevy y M . Schoelcher hace
( M . Víctor Hugo se detiene.) cinco minutos que están reclamando si-
EN LA IZQUIERDA: Despreciadlos. No lencio. (Nuevas protestas en la izquierda.
les contestéis. M. Schoelcher pronuncia algunas palabras
M . VÍCTOR HUGO: Responderé a l hono- que el ruido impide oír.) Hago constar que
rable interruptor que, sin duda e n g a ñ a - están reclamando silencio hace rato el
do por ciertos periódicos, quiere aludir á señor Schoelcher y el señor Grevy, y les
una pensión que me ofreció Cárlos X y hago esa justicia.
que yo rehusé. M . SCHCELCHER: L o reclamamos por-
M . DE FALLOUX: Perdonad, pero l a t u - que nos hemos comprometido á oírlo
visteis consignada sobre l a caja del rey. todo.
M . BAO: Despreciad esas injurias! UN DIPUTADO DE LA EXTREMA IZQUIER-
M . DE FALLOUX: Permitidme una pa- DA: E l Monitor contestará al señor Presi-
labra. dente.
M . VÍCTOR HUGO: ¿Queréis que relate EL PRESIDENTE: P o d r á negarse un he-
lo que sucedió? Me honra y lo deseo. cho que suceda en una oficina cualquie-
M . DE FALLOUX: OS suplico que per ra; pero no es posible poner en duda lo
donéis... que sucede en una Asamblea, (¿fe dirigen
EN LA IZQUIERDA: ¡Fuera personalida vivos apostrofes al Presidente desde la extre-
des! L o que se busca es el escándalo! ma izquierda.)
M . DE FALLOUX: H a podido observar ¡Nunca abandonareis esas maneras que
la Asamblea que desde el principio de tenéis en todas ocasiones! {Gritos en la iz-
l a sesión no solo he guardado el m á s quierda.)
profundo silencio, sino que cuando ha UN DIPUTADO: ¡Vos sois quien no dejais
sido oportuno he tratado que t a m b i é n lo las vuestras!
guardaran mis amigos. Pido permiso VARIOS DIPUTADOS: Eso ya son provo-
ú n i c a m e n t e para rectificar u n hecho ma- caciones.
terial. EL PRESIDENTE: Pido silencio á los dos
M . VÍCTOR HUGO: Hablad. lados de la Asamblea.
M . DE FALLOUX: E l honorable M . V í c M . ARNAUD DE L ' ARIÉGE: Eso son
tor H u g o ha dicho: " Y o no he cobrado personalidades.
nunca pensiones de l a monarquía...;; M . SAVATIER-LIROCHE: Son provoca-
M . VÍCTOR HUGO: No, yo no he dicho ciones que se procura convertir en inju-
eso. rias.
M . SOUBIES (dirigiéndose á la dere EL PRESIDENTE: ¿Queréis callar y escu-
cha): ¡Esperad siquiera las explicaciones; char al orador? (Se restablece el silencio.)
vuestros aplausos son indecorosos! M . VÍCTOR HUGO: D o y las gracias al
M . FRICHOU (á M . de Falloux): ¡Anti- honorable M . de Falloux. No buscaba
guo ministro de la República, l a estáis ocasión para hablar de m í y me l a pro-
haciendo traición! porciona á propósito de un hecho que me
M . LAMARQUE: ¡Ese es el veneno de honra. {Dirigiéndose á la derecha.) Escu-
los jesuítas! chad lo que tengo que deciros. Habéis
M . VÍCTOR HUGO {dirigiéndose á M . de reído los primeros; si sois imparciales,
Falloux, á pesar de seguir la confusión): Rue- como creo, os aseguro que no seréis los
go á M . de Falloux procure conseguir de últimos que os riáis.
ANTES D E L D E S T I E R R O . 335
UN DIPUTADO DE LA DERECHA: SÍ! | M . VÍCTOR HUGO: Decia, pues, que l a
M . VÍCTOR HUGO [al interruptor): E n t a l m o n a r q u í a habia hecho bancarrota algu
caso no seréis imparciales. (Bravos en la ñ a s veces. Recordaba que durante la Re-
izquierda. Profundo silencio.) Tenia yo diez gencia se habia embolsado la m o n a r q u í a
y nueve años... trescientos cincuenta millones por la al-
UN DIPUTADO DE LA DERECHA: ¡ E n t o n - teración de la moneda. Ahora continúo.
ces era yo m u y jó ven! [Largos murmu- Bajo Luis X V nueva bancarrota: ¿que-
llos en la izquierda. Gritos de: ¡Eso es inde- réis que os cite las que recuerdo? Las dos
cente!) bancarrotas Desmaretz; otras dos de los
M . VÍCTOR HUGO {volviéndose hacia el in- hermanos P a r í s y la de Visa y la del
terruptor): E l hombre capaz de hacer tan sistema... ¿Son bastantes ó necesitáis al-
incalificable interrupción debe tener el guna otra? [Hilaridad prolongada en la iz-
valor de decir quién es; le exijo que diga quierda.) Pues oíd otras del mismo reina-
su nombre. (Aplausos en la izquierda. Si- do: ¡la bancarrota del cardenal Fleury, l a
lencio en la derecha. Nadie se dá por aludi- del veedor general Silhonette, la del
do.) Conste que se oculta. [Los aplausos abate Terray! Y nombro estas grandes
crecen en la izquierda.) quiebras con los nombres de los minis-
M . VÍCTOR HUGO: Tenia yo diez y nueve tros que deshonran la historia.
años y p u b l i q u é un volúmen en verso. E l cardenal Dubois, señores, definía l a
Luis X V I I I , que, como sabéis, era un rey m o n a r q u í a diciendo que era "un gobier-
literato, lo leyó, enviándome después una no fuerte, porque hacia bancarrota cuan-
pensión de dos m i l francos. Este acto do le parecía conveniente,,. {Nuevas r i -
fué espontáneo por parte del rey, y ase- sas.)
guro en honor suyo y mió que recibí esta Pues bien, señores, ¿ha hecho bancar-
pensión sin haberla solicitado. Esa carta rota la República de 1848? No la ha
que tenéis en la mano lo prueba, M . de hecho, por m á s que haya seguido alguna
É a l l o u x . { M . de FoMoux hace signos de vez procedimientos que en la m o n a r q u í a
asentimiento. Agitación en la derecha.) ataco.
M . DE LAROCHEJAQUELEIN: ¡Muy bien, Señores, la República que no ha hecho
M . Víctor Hugo! bancarrota y que si emprendiese la vía
M . VÍCTOR HUGO: Después de esto, a l - franca y anchurosa de la probidad popu-
gunos años m á s tarde escribí u n drama. lar se puede afirmar que no la h a r á nun-
Marión de Lorme, que prohibió la cen- ca, la República de 1848, ¿ha hecho la
sura. F u i á ver al rey y le supliqué guerra europea? Tampoco.
permitiese representar m i obra, á lo cual
no accedió, á pesar de recibirme con T a l vez su actitud haya pecado de pa-
suma bondad. A l dia siguiente y al en- cífica, y lo digo en interés mismo de l a
trar en m i casa encontré u n aviso de par- paz; su espada á medio desenvainar hu-
te del rey en que por vía de compensa- biese hecho volver á su sitio á los sables
ción se me anunciaba el aumento de seis m á s temibles.
m i l francos á l a pensión que cobraba. ¿Qué tenéis que echarla en cara, seño-
Sin vacilar u n instante rehusé. Escribí res jefes de los partidos legitimistas, que
al ministro diciéndole que no quería m á s aun no habéis conseguido n i consegui-
que m i libertad de poeta y m i indepen- réis lavar nuestra historia c o n t e m p o r á -
dencia de escritor. (Aplausos prolongados nea, salpicada por la sangre de 1816? ¡Se
en la izquierda. Sensación en la derecha.) habla de 1793 y tengo derecho para ha-
Esa es precisamente la carta que te- blar de 1815!
neis en la mano. En ella digo que nunca ¿Qué tenéis que reprochar á la Repú-
ofendería al rey Cárlos X , y bien sabéis blica de 1848? Acusaciones banales que
que he cumplido m i palabra. se arrastran en todos vuestros periódi-
M . DE LAROCHEJAQUELEIN: ES verdad! cos, que aun no creéis gastadas, pues
por cierto que en versos admirables! hoy mismo he vuelto á ver que las em-
M . VÍCTOR HUGO {á la derecha): ¿Veis, pleabais en una circular sobre la revisión
señores, como ya no os reís, y que tenia total. "Los agentes de M . Ledru-Rollin!
razón en dar las gracias á M . de Ealloux? Los cuarenta y cinco céntimos! ¡Las
EN LA IZQUIERDA: Eso es indecente! conferencias socialistas del Luxembur-
MUCHOS REPRESENTANTES DE LA DERE- go!...„ E l Luxemburgo! ¡Este es el gran
CHA [á M . Víctor Hugo): Habéis hecho agravio, el Luxemburgo! ¡Tened cui-
bien. dado! Guardaos del Luxemburgo! ¡No
M . SOUBIES: E l que se ha reido hubie- vayáis por aquel lado con frecuencia, por-
ra aceptado. que acabareis por encontrar allí l a som-
336 OBRAS D E VICTOR HUGO»

bra del mariscal Ney! {Aclamaciones. vosotros no pertenecéis á ellos. Todo


Aplausos prolongados en la izquierda.) consiste en que verdaderamente no sois
M . DE RESSEGNIER: VOS encontrásteis de este siglo. Os envanecéis de esto y
allí vuestro sillón de par de Francia. nosotros lo hacemos constar.
EL PRESIDENTE: NO tenéis la palabra, No sois de este siglo, no pertenecéis á
M . de Ressegnier. este mundo. Estáis muertos. Os lo con-
UN DIPUTADO DE LA DERECHA: ¡La Con- cedo. {Risas y bravos.)
vención guillotinó á veinticinco genera- Pero ya que estáis muertos, no volváis
les! á molestarnos y dejad tranquilos á los
M . DE RESSEGNIER: ¡Vuestro sillón de que vivimos. {Risa general.)
par de Francia! {Rumores.) M . DE TINGNY {al orador): ¿Nos supo-
EL PRESIDENTE: NO i n t e r r u m p á i s . neis muertos?
M . VÍCTOR HUGO: ¡Creo, así Dios me EL PRESIDENTE: ¡Ya resucitareis, señor
perdone, que M . de Ressegnier me echa de T i n g n y !
en cara haberme sentado entre los jueces M . VÍCTOR HUGO {cruzando los brazos y
del mariscal Ney! {Exclamaciones en la mirando fijamente á la derecha): ¿Preten-
derecha. Risas irónicas en la izquierda.) déis volver á empezar? Las experiencias
M . DE RESSEGNIER: OS estáis exce terribles que devoran reyes y príncipes,
diendo... al débil Luis X V I como al hábil y fuerte
E L PRESIDENTE: Queréis sentaros? Luis Felipe, las experiencias lamentables
Guardad silencio, que no tenéis l a pala- que devoran familias enteras nacidas en
bra. el trono, mujeres augustas, viudas san-
M . DE RESSEGNIER (^m^'éwcfose al ora tas, niños inocentes, no os bastan aun?
dor): Estáis equivocado en loque decís... Queréis más?
EL PRESIDENTE: Señor de Ressegnier, Y a que no tenéis compasión n i memo-
os llamo al órden formalmente. ria, ¡realistas! os pido gracia para las i n -
M . DE RESSEGNIER: Estáis desfiguran fortunadas familias reales.
do l a verdad á sabiendas. ¿Queréis volver á empezar la serie de
EL PRESIDENTE: OS l l a m a r é al órden } hechos necesarios, cuyas fases están pre-
os aplicaré el proceso verbal si no hacéis vistas y por decirlo así marcadas de an-
caso de mis advertencias. temano como etapas inevitables?
M . VÍCTOR HUGO: Hombres de los an ¿Queréis penetrar en medio de los en-
tiguos partidos, no penséis que me regó granajes del destino? ¿Queréis entrar en
cijo en vuestra desgracia, pero os digo el ciclo terrible, siempre el mismo, lleno
sin rencor alguno que no j u z g á i s el tiem de escollos, de tormentas y de catástro-
po actual n i á vuestro pais bajo un punto fes, que empieza por reconciliaciones
de vista justo, benévolo ó imparcial; os pactadas de pueblo á rey, por restaura-
sobreponéis á los hechos contemporáneos ciones, por la apertura de las T u l l e r í a s ,
l l a m á n d o l o s decadencia, cuando la de por l á m p a r a s encendidas, por arengas y
cadencia que existe hoy es la vuestra. músicas, por consagraciones y por fies-
Porque la m o n a r q u í a se vá, creéis que tas; que c o n t i n ú a por las usurpaciones
l a Franelas se v á . Es una ilusión óptica del trono al Parlamento, del poder al
Francia y m o n a r q u í a son dos cosas muy derecho, de la realeza á la nación; ipov
distintas. L a Francia permanece y se en luchas en las C á m a r a s , por resistencias
grandece, sabedlo. en la prensa, por murmuraciones en la
Nunca la Francia fué tan grande opinión, por procesos en los que el celo
como en nuestros dias; los extranjeros lo enfático y torpe de los magistrados que
saben y vosotros lo ignoráis. desean agradar aborta ante la e n e r g í a
E l pueblo francés ha entrado en la de los escritores; que c o n t i n ú a violando
edad de la razón, y esta es precisamente Constituciones con cartas publicadas en
la ocasión que escogéis para tacharle de complicidad con las mayorías; por leyes
loco. Renegáis del siglo por completo de represión, por medidas excepcionales,
su industria os parece materialista, su por exacciones de la policía por una par-
filosofía inmoral, su literatura a n á r q u i te y por otra por sociedades secretas y
ca. {Risas irónicas en la derecha. Sí! sí! ¿Lo conspiraciones continuas, que nunca ter-
veis? acabáis de confirmar mis palabras. minan?... ¿No os dice nada esa plaza que
Su literatura se os antoja anárquica, su atravesáis para llegar á este palacio? {In-
ciencia i m p í a y á su democracia la lla- terrupción. A l órden! A l órden!)
m á i s demagogia. {Sí! Sí!) Golpead con fuerza su pavimento, que
Dominados por el orgullo, declaráis tan cerca se halla de las Tullerías, que
que nuestros tiempos son malos y que codiciáis aun; golpead, os digo 5 su pavi-
ANTES D E L D E S T I E R R O , 337
m e n t ó fatal y veréis salir de él á elec- vosotros, y que los hay, no tengo incon-
ción vuestra, ó el cadalso que precipita veniente en afirmarlo...
en la tumba á la vieja m o n a r q u í a , ó el UNA VOZ EN LA DERECHA: ¡Sois m u y
carruaje que conduce al destierro á la benévolo!
nueva. (Aplausos prolongados en la izquier- M . VÍCTOR HUGO: LOS hombres hábi-
da. Murmullos, exclamaciones.) les que están entre vosotros se creen
EL PRESIDENTE: A quién amenazáis? fuertes en este momento porque se apo-
A m e n a z á i s á álguien? Dejad á u n lado yan eri una coalición de intereses que
amenazas. solo tienen de c o m ú n el miedo. ¡Mal
M . VÍCTOR Huao: Era una adver- punto de apoyo es esa pasión, aunque
tencia. sirve para producir el mal; eso es lo que
EL PRESIDENTE: ES una advertencia tengo que decir á los hombres hábiles.
sangrienta; traspasáis los límites de todo Dentro de poco los intereses se asegura-
y olvidáis la revisión, que es lo que se rán, y á medida que ellos tomen confian-
discute. P r o n u n c i á i s una diatriba y no za, vosotros la perderéis.
un discurso. Sí, señores; dentro de poco los intere-
M . VÍCTOR HUGO: ¿No se me permite ses c o m p r e n d e r á n que en la hora presen-
evocar la historia? te, que en el siglo diez y nueve, después
UNA VOZ EN LÁ IZQUIERDA (dirigiéndo- del cadalso de Luis X V I . . .
se al Presidente): ¿Se discute la Constitu- M . DE MONTEBELLO: Todavía?
ción y la República y no dejais hablar? M . VÍCTOR HUGO: Después del der-
EL PRESIDENTE: Matáis á los vivos y rumbamiento de Napoleón, después del
evocáis á los muertos. Creo que no es eso destierro de Cárlos X , después de l a
la discusión. (Interrupción prolongada. caida de Luis Felipe, después de la re-
Risas de aprobación en la derecha.) volución francesa, en una palabra, es
M . VÍCTOR HUGO: Señores, después de decir, después de la renovación completa,
haber invocado vuestros recuerdos en absoluta y prodigiosa de los principios,
forma respetuosa; después de haber ha- creencias, opiniones, influencias y he-
blado de mujeres augustas, de viudas chos, la República está en terreno firme
santas, de niños inocentes; después de y la m o n a r q u í a solo es una aventura.
haber apelado á todo esto, ¿no me será Pero el honorable M . Berryer os decia
permitido en este recinto, después de lo ayer: Nunca la Francia se a c o m o d a r á á
que en él se ha oido dias pasados, no me la democracia.
será permitido recurrir á la historia para EN LA DERECHA: No dijo eso.
buscar en ella una advertencia, oidlo UNA VOZ EN LA DERECHA: Dijo á la
bien, pero no una amenaza? ¿No me será República.
permitido decir que las restauraciones M . DE MONTEBELLO: ESO es otra cosa.
empiezan de una manera que parece M . MATHIEU BOURDON: ESO es m u y
triunfal y que terminan fatalmente? ¿No diferente.
me será permitido decir que las restau M . VÍCTOR HUGO: Me es igual; acepto
raciones empiezan por la alucinación vuestra versión. M . Berryer nos dijo:
que llevan en sí y terminan por lo que Nunca la Francia se a c o m o d a r á á la Re-
se ha dado en llamar catástrofes, y aun p ú b l i c a .
a ñ a d i r que si golpeáis ese pavimento fa Señores, hace treinta y siete años,
t a l que está á dos pasos de vosotros y á cuando la concesión de la Carta de
dos pasos de esas funestas T u l l e r í a s que Luis X V I I I — a s í lo atestiguan todos los
aun codiciáis, p o d r á n salir, según lo de contemporáneos,^—los partidarios de la
seeis, ó el cadalso que precipita en la m o n a r q u í a pura, los mismos que trata-
tumba á la vieja m o n a r q u í a , ó el coche ban de revolucionario á Luis X V I I I y á
que conduce al destierro á la moderna? Chateaubriand de jacobino (Risas), los
(Rumores en la derecha. Bravos en la iz- partidarios de la m o n a r q u í a pura se asus-
quierda.) taban de la m o n a r q u í a representativa,
No me será permitido decirlo? ¡Y de- exactamente igual que se asustan hoy
cís que esto es una discusión libre! {Viva de la República los partidarios de la mo-
aprobación y aplausos en la izquierda.) n a r q u í a constitucional.
M . EMILIO DE GIRARDIN: Ayer lo era. Entonces se decia: Es buen sistema
M . VÍCTOR HUGO: Protesto! Queréis para Inglaterra; lo mismo que hoy se
ahogar m i voz, ]Dero sin embargo, se me dice: Es buen sistema para A m é r i c a .
oirá... (Reclamaciones en la derecha.) Se (Muy bien! muy bien!) Se decia que la l i -
me oirá. bertad de la prensa, las discusiones de la
Los hombres hábiles que están entre tribuna, los oradores de oposición, los pe-
TOMO I V . 43
338 OBRAS D E VICTOR HUGO.

riodistas, todo eso constituía el desór- Digo, sin embargo, que á nadie trato
den, y que Francia no se acostumbraria de ofender; respeto á todos los miembros
j a m á s á todo eso. Pues ya veis cómo se de la Asamblea, y si alguna frase mia
ha acostumbrado. pudiera molestar á cualquiera de ellos,
M . DE TiNGrNY: A la fuerza. la retiro antes de pronunciarla.
M . VÍCTOR HUGO: L a Francia se acos- Tengo que deciros que hubo realistas
t u m b r ó al r é g i m e n parlamentario, y en otro tiempo...
lo mismo se a c o s t u m b r a r á al r é g i m e n M . CALLET: Pues sabéis gran cosa. {Ex-
democrático. Es dar u n paso hacia ade- clamaciones en la izquierda: ¡No interrum-
lante y nada m á s . páis!)
Después de acostumbrarse á la monar- M . CHARRAS {á M . Víctor Hugo); Bajad
q u í a representativa se h a b i t u a r á á ver de la tribuna.
acrecentarse el movimiento democrático, M . VÍCTOR HUGO: ES evidente! ¡Ya no
como después del absolutismo acabó por hay libertad de tribuna! {Reclamaciones
consagrar el liberalismo, y la prosperi- en la derecha.)
dad pública se desenvolverá á t r a v é s de
EL PRESIDENTE: P r e g u n t á d s e l o á mon-
las agitaciones republicanas, como se
sieur Michel de Bourges; él os dirá si
desenvolvió en medio de las turbulen-
existe la libertad de la tribuna.
cias constitucionales, y no solo se desar-
rollará, sino que se a g r a n d a r á m á s y M . SOUBIES: Debe existir para todos y
m á s , haciéndose estable; las aspiraciones no para uno solo.
populares se someterán á reglas fijas EL PRESIDENTE: L a Asamblea es l a mis-
como las pasiones burguesas se sometie- ma, los oradores son los que cambian, y
ron; porque una nación tan grande como el orador es el que forma al auditorio, se-
l a Francia acaba siempre por encontrar g ú n oísteis antes de ayer: M . Michel de
su equilibrio. Bourges os lo dijo.
A d e m á s , es preciso decíroslo; esta M . LAMARQUE: Dijo todo lo contrario.
prensa libre, esta tribuna soberana, estos EL PRESIDENTE: Eso vino á decir.
comicios populares, estas muchedumbres M . MICHEL DE BOURGES {desde su sitio):
persiguiendo la práctica de una idea, este ¿Señor Presidente, me permitís una pa-
pueblo tumultuoso como auditorio y so- labra? {Signo afirmativo del Presidente.)
segado como juez, estas legiones de vo- Habéis cambiado los términos de lo
tos ganando batallas donde el retrai que dije ayer, que por cierto no fué idea
miento las perderla, estos torbellinos de mia, sino del mejor orador del siglo diez
periódicos que inundan la Francia todos y siete, de Bossuet. No dice que el ora-
los dias, todo este movimiento, en fin dor hace al auditorio, sino que el audito-
que os aterra, no es otra cosa que la fer- rio hace al orador. {En la izquierda: ¡Muy
m e n t a c i ó n del progreso, fermentación bien! muy bien!)
útil, necesaria, sana, fecunda, excelente. EL PRESIDENTE: Volviendo los términos
No creáis que es el delirio de la calentu de la proposición, siempre resulta una
ra lo que solo es l a crisis de la enferme verdad, que es l a misma; es decir, que se
dad. establece una especie de reacción nece-
H é a q u í lo que tenia que contestar á saria del orador á la Asamblea y de la
M . Berryer. Asamblea al orador.
Y a lo veis, señores; n i la utilidad, n i Boyer-Collard, desesperando de que se
l a estabilidad política, n i la seguridad dejasen oir ciertas cosas, decia á los ora-
financiera, n i la prosperidad pública, n i dores: "Haced que se os escuche;,.
el derecho, n i el hecho están en este de E n cuanto á mí, declaro que me es i m -
bate de parte de la m o n a r q u í a . posible procurar igual silencio para todos
Ahora bien, ¿qué moralidad encierra siendo tan desemejantes los oradores. {Hi-
el ataque á la Constitución, que oculta laridad en la mayoría. Rumores é interpela-
una agresión contra la República? ciones en la izquierda.)
Señores, me dirijo en esto particular- M . EMILIO DE GIRARDIN: ¿Está permi-
mente á los ancianos, á los jefes enveje- tida la injuria?
cidos, aunque siempre preponderantes M . CHARRAS: ¡Eso es una imperti-
del partido monárquico actual, á los nencia!
jefes que han formado parte como nos M . VÍCTOR HUGO: Señores, á la cita de
otros de la Asamblea constituyente, á Royer-Collard que nos ha hecho nues-
los jefes á quienes no confundo con el tro honorable Presidente, contestaré con
elemento j ó ven y generoso de su parti otra de Sheridan, que dice: "Cuando el
do, que les siguen á su pesar. Presidente deja de proteger al orador, la
ANTES D E L D E S T I E R R O . 339
libertad d é l a tribuna deja de existir.,, un hecho evidente que fué y hoy no
(Aplausos repetidos en la izquierda.) existe.
M . ARNAUD DE L' ARIEG-E: J a m á s se ha L a legitimidad restaurada seria una
visto parcialidad semejante. revolución crónica; e q u i v a l d r í a á que el
M . VÍCTOR HUGO: Pues bien, señores, movimiento social fuese reemplazado
qué os estaba diciendo? Os decia^—y refie- por las conmociones periódicas. L a Re-
ro esto á la agresión dirigida hoy contra pública, por el contrario, es el progreso
la República, procurando sacar las conse- reducido á gohierno. {Aprobación.)
cuencias morales de t a l a g r e s i ó n — o s Termino a q u í esta parte de la cues-
decia que hubo realistas en otro tiempo. tión.
Aquellos realistas, de los cuales m i l cir- M . LÉo DE LABORDE: Pido la palabra.
cunstancias de familia han hecho unir M . MATHIEU BOURDON: L a legitimidad
su recuerdo á la infancia de muchos de se despierta.
nosotros y á la mia especialmente, como (M. de Falloux se levanta.)
se me recuerda sin cesar, los conocieron EN LA IZQUIERDA: NO! NO! ¡NO inter-
nuestros padres y los combatieron; pero r u m p á i s ! No i n t e r r u m p á i s !
aquellos realistas confesaban serlo el dia (M. de Falloux se aproxima á la t r i *
del peligro, pero no al siguiente. [ E n la Duna. Agitación extrepitosa.)
izquierda: Muy bien! muy bienl) No serian EN LA IZQUIERDA {al orador): ¡No per*
ciudadanos, pero hay que concederles mitais hablar, no lo consintáis!
que eran caballeros. Hacian una cosa M . VÍCTOR HUGO: NO permito la i n -
odiosa, insensata, abominable, i m p í a terrupción.
como es la guerra civil; pero si la hacian, (M. de Falloux sube al estrado y cam-
no la provocaban. {Viva aprobación en la bia con el Presidente algunas palabras.)
izquierda.) M . VÍCTOR HUGO: ¿Olvida hasta t a l
Tenian ante sí y sobre sí llena de vigor, punto el honorable M . de Falloux los de-
de juventud, terrible y desbordada, la rechos del orador, que no pide á éste per-
miso para interrumpirle, sino al Presi-
grandiosa cuanto magnífica revolución
dente?
francesa, que enviaba contra ellos los
M . DE FALLOUX {volviendo al pié de la
granaderos de Mayence y que encentra
tribuna): Os pido permiso para interrum-
ban m á s fácil sujetar á la Europa que á
piros.
la Vendóe.
M . VÍCTOR HUGO: NO OS le doy.
M . DE LA ROCHEJAQUELEIN: Es cierto. EL PRESIDENTE: Tenéis l a palabra^
M . VÍCTOR HUGO: Tenian ante sí un M . Víctor Hugo.
inmenso poder y le hacian frente sin va M . VÍCTOR HUGO: Publicistas de otro
lerse de astucias, sin convertirse nunca color, diarios de otro matiz que expresan
en zorras delante del león. {Aplausos en con claridad el pensamiento del gobier-
la izquierda. M . de la Mochejaquelein hace no, puesto que se venden por las calles
signos afirmativos.) con privilegio y exclusión de otros, nos
M . VÍCTOR HUGO {á M . de la Eochejaque dicen cada día:
lein): A vos me dirijo, á vuestro apellido "Tenéis razón; la legitimidad es impo^
y este es u n homenaje que rindo á los sible, la m o n a r q u í a de derecho divino y
vuestros. de principios ha muerto; pero queda
No iban á robar á aquella revolución otra, la m o n a r q u í a de gloria, el imperio,
uno á uno y para servirse contra ella, sus que es, no solo posible, sino necesaria.,,
principios, sus conquistas n i sus armas Hó a q u í el lenguaje que emplean.
q u e r í a n matarla, pero no robarla. Examinemos este otro lado que presen-
Eran hombres atrevidos, de conviccio ta la cuestión m o n á r q u i c a .
nes y sinceros, que se distinguieron por ¿Invocáis ante todo la gloria para de-
la franqueza en su modo de obrar, y no finirla? Si disponéis de esa gloria, ense-
v e n í a n á la luz del sol y en plena Asam ñádnosla. {Bisas.) Tengo la curiosidad
blea del país á balbucear u n ¡Viva el rey de presenciar algo glorioso en este go-
después de haber gritado veintisiete ve bierno. Vuestra gloria dónde está? L a
ees en solo u n dia: ¡Viva la R e p ú b l i c a ! busco, m i r o á m i alrededor y no la en-
M . EMILIO DE G-IRARDIN: No enviaban cuentro. Sabéis cómo se consigue?
dinero para los heridos de Febrero. M . LEPIC: P r e g u n t á d s e l o á vuestro
M . VÍCTOR HUGO: Señores, resumo en padre.
una palabra todo cuanto acabo de decir; M . VÍCTOR HUGO: ¿Cuáles son sus ele-
la m o n a r q u í a como principio, esto es, la mentos? ¿Qué tengo y que tenemos ante
legitimidad? está muerta en Francia, y es nuestras miradas? Lazos tendidos á
340 OBRAS D E VICTOR HUGO.

nuestras libertades para agarrotarla? ¿Es esto, acaso, lo que l l a m á i s vuestra


mejor; el sufragio universal vendido y gloria?
mutilado; los programas socialistas con- M . DE LADEVANSAYE: L a República es
finando con una política casi jesuíta; por a que nos ha traído á la situación que
gobierno una inmensa intriga (Movi- describís.
miento); la historia t a l vez sea m á s dura EL PRESIDENTE: ¿ T a m b i é n al gobierno
y le llame complot (Viva sensación); una de la R e p ú b l i c a se dirigen esos repro-
inteligencia sobreentendida que señala ches?
al Imperio como t é r m i n o de la Repúbli- M . VÍCTOR Huao: Voy á ocuparme de
ca, y que forma de quinientos m i l em- vuestro imperio, que ya deseo ocuparme
pleados una especie de francmasonería de ól.
bonapartista en el seno de l a nación; M . VIEILLARD: (1) Sabéis bien que na-
reformas aplazadas, ó chasqueadas me- die piensa en el imperio.
j o r dicho; las contribuciones, que son M . VÍCTOR HUGO: Señores, murmurad
onerosas, exageradas para el pueblo, :odo lo que queráis, pero no admito equí-
mantenidas ó restablecidas; el estado de vocos.
sitio pesando sobre cinco departamentos; Se dice: Nadie piensa en el imperio;
Paris y L y o n vigilados constantemen- pero yo tengo por costumbre arrancar
te; negada la amnistía, la emigración las caretas.
creciente, las deportaciones votadas, ge- Decís que nadie piensa en el imperio?
midos dolorosos en la Kasbah de Bone, ¿Qué significan, entonces, los gritos pa-
martirios en Belle-Isle, casamatas donde gados de: ¡Viva el emperador? ¿Quién
no dejan que se pudran los colchones, los paga?
pero en las que se dejará pudrir á los ¿Qué significan entonces las palabras
hombres; la prensa perseguida, los miem- del general Changarnier y las alusiones
bros del Jurado escogidos á capricho, á los preteríanos, que vosotros aplaudis-
poca justicia y demasiada policía; mise- teis con intemperancia? ¿Qué significado
ria abajo, a n a r q u í a arriba, y la arbitra- tiene la frase de M . Thiers, que t a m b i é n
riedad, l a opresión y las iniquidades aplaudisteis: " E l imperio está creado?,,
presentando todas las apariencias del
¿Qué significa la petición ridicula y
c a d á v e r de la R e p ú b l i c a romana! (Bravos
mendigada de la prolongación de los
en la izquierda.)
poderes?
UNA VOZ EN LA DERECHA: ¡Ese es el Qué representa esa prolongación? ¿Es
balance de la República! el consulado vitalicio? ¿Y á dónde con-
EL PRESIDENTE: Silencio, n o i n t e r r u m duce el consulado vitalicio? A l imperio.
pais; de este modo constará que es libre Se trama una gran intriga, señores, y
l a tribuna. Proseguid. tengo derecho á descubrirla y á sacarla
M . CHARRAS: Libre á pesar vuestro. á l a luz del dia.
M . VÍCTOR Huco: L a horca, es decir, De otro modo podría ocurrir que se
el Austria alzada sobre la H u n g r í a , so- apoderasen de Francia por sorpresa y
bre los lombardos, sobre Milán y sobre que un dia amaneciésemos con un em-
Venecia; la Sicilia entregada á los fusi- perador, sin saber por q u é .
lamientos, la esperanza de las naciona- Discutamos esta pretensión.
lidades en la Francia destruida, roto el ¿Porque hubo un hombre que g a n ó
lazo í n t i m o de los pueblos, por todas la batalla de Marengo y que llegó á rei-
partes pisoteado el derecho, lo mismo a nar, queréis reinar t a m b i é n no habiendo
Norte que al Mediodía, así en Casse ganado m á s batalla que l a de Satory?
como en Palermo; la coalición de los re (Bisas.)
yes latente, esperando solo el momento EN LA IZQUIERDA: M u y bien! ¡muy
oportuno; muda nuestra diplomacia, por bien! Bravo!
no decir cómplice; l a T u r q u í a abando M . EMILIO DE G-IRARDIN: P e r d i ó esa
nada, sin apoyo contra el czar y obliga- batalla.
da á tener que abandonar los proscriptos M . FERNANDO BARROT: (2) Hace tres
Kossuth agonizando en una mazmorra años está ganando una batalla; l a del
del Asia menor. órden contra la a n a r q u í a .
¡He a q u í la situación en que nos en- M . VÍCTOR HUGO: ¿Porque hace diez
contramos! siglos, Carlo-Magno, después de cuaren-
L a Francia baja la cabeza. Napoleón ta años de gloria, dejó caer sobre la su-
se extremece de v e r g ü e n z a en su sepul-
(1) Senador después durante el imperio con 30.000 francos
cro y cinco ó seis m i l bribones gritan: anuales.
¡Viva el emperador! (2) Senador del imperio con 30.000 francos.
ANTES D E L D E S T I E R R O . 341
perficie de la tierra un cetro y una espa- EXTRANJEROS: (1) Discutid y no insultéis.
da, tan inmensamente grandes, que no EL PRESIDENTE: Tenéis derecho á pro-
hubo quien se atreviese á, tocarlos, exis- curar la abrogación del art. 45 en térmi-
tiendo hombres que se llamaron Felipe nos legales, pero no tenéis derecho á i n -
Augusto, Francisco I , Enrique I V y sultar. {Los aplausos de la extrema izquierda
Luis X I V ; porque m i l años después— redoblan y cubren la voz del Presidente.)
que necesita una gestación de m i l años EL MINISTRO DE NEGOCIOS: Discutís pro-
la humanidad para producir semejan- yectos que no existen, y por lo tanto vues-
tes hombres,—porque m i l años después tras palabras son ofensivas.
apareció otro genio que recogió aquella EL PRESIDENTE: L a oposición ha simu-
espada y aquel cetro y se puso en pió so- ado cubrir de aplausos m i observación y
bre el continente, creando la gigantesca a del señor ministro, á la que habia
historia cuyo deslumbramiento dura precedido.
aun; que encadenó la revolución en Decia á M . Víctor Hugo que tiene per-
Francia y ]a desencadenó en Europa, fecto derecho para pedir la revisión del
dando á su nombre como brillantes sinó- art. 45 en términos legales; pero que no
nimos E i v o l i , Jena, Esslings, Friedland, le tiene al discutir, bajo forma insultan-
M o n t m i r a i l ; porque después de diez te, una candidatura personal que no es de
años de inmensa gloria, de gloria casi la cuestión.
fabulosa á fuerza de grandeza, dejó caer VOCES EN LA IZQUIERDA: Sí que es de la
á su vez aquel cetro y aquella espada cuestión.
que á tantas empresas colosales dió re- M . CHARRAS: LO habéis visto vos mis-
mate, pretendéis vosotros venir á reco mo en Dijon y frente á frente.
gerlos, como los recogió Napoleón des- EL PRESIDENTE: OS llamo al órden;
pués de Carlo-Magno, y e m p u ñ a r con ahora soy el Presidente de la Asamblea:
vuestras manecillas el cetro de los tita- en Dijqn respeté las conveniencias, y por
nes y la espada de los gigantes? ¿Y eso callé allí.
para qué? ¡Después de Augusto, Angus M . CHARRAS: NO se han guardado con
tulo! ¿Porque hayamos tenido á Napo- vos estas conveniencias.
león el Grande, será preciso tener á N a - M . VÍCTOR HUGO: Contestando al se-
poleón el Pequeño? (La izquierda aplaude, ñor Presidente y al señor ministro, que
la derecha grita. L a sesión se interrumpe me acusan de ofender al presidente de
durante algunos minutos. Tumulto inexpli- la República, digo que la Constitución
cable.) me concede derecho para acusarle, del
EN LA IZQUIERDA: Señor Presidente cual usaré cuando lo juzgue oportuno,
hemos oido á M . Berryer; la derecha debe sin perder el tiempo en ofenderle, pues
oir á M . Víctor Hugo. Haced que se calle no lo es el decir que no es u n gran
la mayoría. hombre.
M . SAYATIER-LAROCHE: Se debe tener M . BRIFFANT: Vuestros insultos no pue-
respeto á los grandes oradores. den llegar hasta él.
M . DE LA MOSKOWA: (1) E l Presidente M . DE LA COULAINCOURT: H a y injurias
debe hacer respetar al gobierno en la que no pueden alcanzarle.
persona del presidente de la R e p ú b l i c a EL PRESIDENTE: Si continuáis por ese
M . LEPIC: (2) "Se está deshonrando á camino después de m i advertencia, ten-
la República.,, dré que llamaros al órden.
M . DE LA MOSKOWA: Estos señores gri- M . VÍCTOR HUGO: H é a q u í lo que ten-
tan: ¡Viva la República! ó insultan á su go que añadir, y el señor Presidente no
presidente. impedirá que complete m i explicación.
M . ERNESTO DE Q-IRARDIN: Napoleón Lo que pedimos a l señor presidente
Bonaparte ha obtenido seis millones de responsable de la República, lo que es-
votos; estáis, pues, insultando a l que eli- peramos de él, lo que tenemos derecho á
gió el pueblo. {Viva agitación en el ban- exigirle, no es que sea u n gran hombre
co de los ministros. E l Presidente procura mientras le dure el poder, sino que lo d i -
en vano hacerse escuchar en medio del tu- mita como hombre honrado.
multo.) EN LA IZQUIERDA: M u y bien! ¡Muy
M . DE LA MOSKOWA: ¿Ni una palabra bien!
de protesta s a l d r á del banco de los m i - M . CARY: (2) No le calumniéis y es-
nistros? perad.
M . BAROCHE, MINISTRO DE NEGOCIOS
(1) Presidente del Consejo de Estado del imperio con
(1) Senador del imperio con 3(^000 francos. 150.000 francos anuales.
(2) Después ayudante del emperador. (2) Senador del imperio con 30.000 francos.,
34^ OBRAS D E VICTOR HUGO.

M . VÍCTOR HUGO: LOS que le ofenden inmortal imperio tiene hoy por panegi-
son sus amigos, que dan á entender no ristas y defensores teóricos á hombres
a b a n d o n a r á su sitio el segundo domingo que en nuestra época libre y razonadora
de Mayo, como debe hacerlo si no es sedi- se vuelven hácia el Norte con una deses-
cioso. peración que seria risible si no fuese
EN LA IZQUIERDA: N i perjuro. tnonstruosa? ¿A hombres que cada vez
M . VIEILLARD: (1) M . Víctor Hugo sa- que nos oyen pronunciar las palabras
be m u y bien que eso no son m á s que democracia, libertad, humanidad y pro-
calumnias. greso se tienden en tierra boca abajo
M . VÍCTOR HUGO: Señores de l a ma- con terror indecible, y aplican el oído á
yoría, habéis suprimido la libertad de tierra para escuchar si oyen el ruido de
la prensa; ¿queréis suprimir la libertad de las cureñas de los cañones rusos?
la tribuna? [Grandes aplausos en laizquierda. Clamo-
No vengo á pedir favor, sino franque- res en la derecha. Toda la derecha se pone
za. E l soldado á quien se impide cum- en pié y cubre con sus gritos las últimas pa-
plir con su deber rompe su espada; si la labras del orador. Muchos ministros se le-
libertad de la tribuna ha muerto, decidlo vantan y protestan contra ellas. Crece el
y r o m p e r é m i representación. E l dia en tumulto. Se lanzan apostrofes violentos al
que la tribuna deje de ser libre descen- orador.)
deré de ella para no subir m á s . L a t r i - EL MINISTRO DE NEGOCIOS EXTRANJE-
buna que no es libre no es aceptable sino ROS: Sabéis que eso no es cierto! ¡Protes-
para el orador que ha perdido su dig tamos en nombre de la Francia!
nidad. M . DE RANCÉ: Pedimos se llame al ór-
Ahora veremos si se respeta la tribu den al orador.
na. Continúo. M . DE CROUSEILHES, ministro de Instruc-
Después de Napoleón el Grande no ción pública: (1) Haced una aplicación for-
quiero que venga Napoleón el P e q u e ñ o . mal de vuestras palabras. ¡Decid nom-
Respetad las grandezas, dad tregua á bres! Decidlos!
parodias ridiculas. Para colocar un águi- EL PRESIDENTE: OS llamo al órden,
l a en las banderas es preciso que exista M . Víctor Hugo, ya que á pesar de mis
antes otra á g u i l a en las T u l l e r í a s . ¿Dón advertencias no cesáis en vuestro len-
de está el águila? guaje provocador.
M . LEÓN FAUCHER: E l orador insulta ALGUNAS VOCES EN LA DERECHA: ES
al presidente de la R e p ú b l i c a . un provocador asalariado.
EL PRESIDENTE: Ofendéis al presidente M . CHAPOT: Que diga el orador á
de la República. quién se dirige.
VÍCTOR HUGO: Prosigo. M . DE STAPLAUDE: Nombrad á los que
Señores, he tenido en mis manos, lo acusáis, si es que os atrevéis. (Agitación
mismo que vosotros y todo el mundo tumultuosa.)
diarios, libros, folletos imperialistas ( VOCES EN LA DERECHA: Sois un infa-
cesaristas, como hoy se dice, y me ocurre me calumniador. Eso es una cobarde in-
una idea que no puedo menos de comu- solencia. [Al órden! A l órden!)
nicaros antes que se p i é r d a l a ocasión. EL PRESIDENTE: Con el ruido que pro-
¿Qué diria aquel soldado, aquel gran movéis impedís que se sepa que he lla-
soldado de la Francia que descansa en mado al órden al orador.
los Inválidos, á los que su sombra presta VÍCTOR HUGO: Pido que se me deje
abrigo y cuyo nombre se invoca con fre- explicar. [Murmullos ruidosos y prolonga-
cuencia y de modos tan extraños? ¿Qué dos.)
diria aquel Napoleón, que entre tantos M . DE HEECKEREN: (2) Dejadle repre-
prodigiosos combates se encaminó á ocho- sentar su comedia.
cientas leguas deParispara provocar á la M . LEÓN FAUCHER, ministro del Interior:
vieja barbarie moscovita al gran duelo E l orador... (Interrúmpele la izquierda.) E l
campal de 1812? ¿Qué diria aquel subli- orador...
me espíritu, que vislumbraba con horror EN LA IZQUIERDA: NO tenéis la pala-
l a posibilidad de una Europa cosaca, y bra.
que á pesar de sus instintos autoritarios EL PRESIDENTE: Dejad que se explique
prefería una Europa republicana? ¿Qué M . Víctor Hugo, á quien he llamado al
diria si pudiese ver desde el fondo de su órden.
sepulcro que su imperio, su belicoso é
(1) Comisario general de Policía del imperio con 4G.000
francos.
(1) Senador del imperio. (2) Senador del imperio.
ANTES D E L D E S T I E R R O . 343
EL MINISTRO DEL INTERIOR: ¡Puede, se- pronunciado. Ahora, si las explicáis ó
ñores, un orador insultar de ese modo al las variáis, la Asamblea podrá juzgar.
presidente de la República...! (Ruidosas M . VÍCTOR HUGO: Las repito como el
interrupciones en la izquierda.) taquígrafo del Monitor las ha tomado di-
M . VÍCTOR HUGO: Dejadme explicar. rectamente.
No os cedo la palabra. MUCHOS DIPUTADOS: ¡Las habéis varia-
EL PRESIDENTE: NO tenéis la palabra do! Habéis hablado con el taquígrafo!
y no os corresponde tampoco dirigir la M . DE PANAT, cuestor, y otros diputados:
discusión. M . Víctor Hugo ha sido lla- No ha habido variación. Las palabras
mado al órden; pide se le permita expli- aparecerán en el Monitor t a l como se han
carse; le concedo la palabra: liareis que pronunciado.
sea imposible la conservación del órden M . VÍCTOR HUGO: Señores, m a ñ a n a ,
si usurpáis las funciones de m i cargo. cuando leáis el Monitor... cuando leáis la
M . VÍCTOR HUGO: Señores, vais á ver frase que habéis interrumpido sin com-
cuan peligroso es interrumpir con dema- prenderla, la frase en que digo que Na-
siada precipitación. poleón se a d m i r a r í a y se i n d i g n a r í a a l
He sido llamado al órden, y u n hono- ver que su imperio, su glorioso imperio,
rable representante, á quien no tengo el tiene hoy por defensores y reconstructo-
honor de conocer... res teóricos á hombres que cada vez que
UN DIPUTADO se adelanta desde los han- pronunciamos las palabras democracia, l i -
eos de la derecha, llega al pié de la tribuna y bertad, humanidad, progreso, se tienden
dice: Y o he sido. boca abajo con terror indecible y aplican
M . VÍCTOR HUGO: Quién, vos? el oido á tierra para escuchar si por fin
EL INTERRUPTOR: YO. acude el cañón ruso...
M . VÍCTOR HUGO: M u y bien; pues ca- VOCES EN LA DERECHA: ¿A quién os re-
llaos. ferís con eso?
EL INTERRUPTOR: No queremos escu- M . VÍCTOR HUGO: ¡Por esto he sido lla-
charos ya. L a mala literatura produce mado al órden!
política mala. Protestamos en nombre M . DE TREVENENE: ¿A q u é partido os
de la lengua francesa y de l a tribuna dirigís?
francesa. Podíais reservar todo eso para VOCES EN LA IZQUIERDA: A Homieu! ¡Al
el teatro de la Porte-Saint-Martin, mon- espectro rojo!
sieur Víctor Hugo. EL PRESIDENTE {á M . Víctor Hugo): No
M . VÍCTOR HUGO: Veo que conocéis podéis aislar una frase de todo vuestro
m i nombre, según parece, y yo no puedo discurso. Ese párrafo ha sido consecuen-
decir otro tanto del vuestro. ¿Cómo os cia de una comparación insultante entre
llamáis? el emperador que no existe y el presi-
EL INTERRUPTOR: Bourbousson. dente de la República. (Agitación prolon-
M . VÍCTOR HUGO: Valéis m á s de lo que gada. Gran número de diputados bajan al
yo creia. {Risas prolongadas en todos los hemiciclo, que se despeja con gran trabajo,
hamos. E l interruptor vuelve á su asiento.) mediante las órdenes del Presidente y los
M . VÍCTOR HUGO: M r . Bourbousson ruegos de los celadores.)
dice que es preciso aplicarme l a censura. M . VÍCTOR HUGO: M a ñ a n a reconoce-
VOCES EN LA DERECHA: Sí, Sí. réis la verdad de mis palabras.
M . VÍCTOR HUGO: Por qué? Porque he VOCES EN LA DERECHA: Habéis dicho
calificado dentro de m i derecho (Negativas "vosotros,,.
en la derecha) por haber calificado á los M , VÍCTOR HUGO: J a m á s , y lo aseguro
autores de los folletos cesaristas... [Re- desde esta tribuna, j a m á s ha entrado en
clamaciones en la derecha. M . Víctor Hugo m i intento u n solo instante dirigirme
se inclina hacia el taquígrafo del "Monitor,, á nadie de los que están en la Asam-
y le pide comunicación inmediata de la frase blea. (Reclamaciones y risas ruidosas en la
de su discurso que ha provocado la emoción derecha.)
de la Asamblea.) EL PRESIDENTE: E n t a l caso queda el
VOCES EN LA DERECHA: M . Víctor Hugo insulto todo entero para el señor presi-
no tiene derecho para cambiar las frases dente de la República.
del Monitor. M . DE HEECKEREN: (1) Si no se t r a t a
EL PRESIDENTE: L a Asamblea se ha de nosotros, ¿por q u é venir á decírnoslo y
pronunciado contra frases que deben ha- no guardárselo para llenar las columnas
ber sido recogidas por los taquígrafos del de jfr Evénement?
Monitor. M i llamada al órden se refiere á
aquellas palabras, t a l como las habéis (1) Senador.
344 OBRAS D E VICTOR HUGO.

M . VÍCTOR HUGO (volviéndose hacia el gitimistas, el imperio m a t ó al duque de


Presidente): Veis claramente que la ma- Enghien! ¡Imperialistas, la legitimidad
yoría se cree insultada. ¡No se trata aho- 1a fusilado á Murat! (Viva impresión.)
del presidente de la República! ¡Tened cuidado si os estrecháis la
BL PRESIDENTE: Le habéis colocado mano no mezcléis las dos sangres que
todo lo bajo que os ha sido posible. las manchan! {Viva impresión.)
_ M . VÍCTOR HUGO: Esa no es la cues- Qué esperáis? Destruir la República?
tión. Ruda es la tarea que emprendéis; ¿lo
EL PRESIDENTE: Decís que no habéis habéis pensado bien? Cuando un obrero
querido insultar al señor presidente de ha trabajado diez y ocho horas ó cuan-
la República con vuestro paralelo; yo os do un pueblo ha trabajado diez y ocho
felicito por ello. (La agitación continúa; siglos y uno y otro acaban de recibir el
apostrofes de extrema violencia se dirigen al precio de su trabajo, i d y probad á arre-
orador y otros se cambian de un extremo á batar al obrero su salario ó al pueblo su
otro de la Cámara. M . Lefehre-Duruflé se R e p ú b l i c a .
aproxima á la tribuna y entrega al orador ¿Sabéis lo que hace fuerte l a Repú-
una cuartilla de papel.) blica? ¿Sabéis lo que la hace invencible
M . VÍCTOR HUGO {después de haber leí- é indestructible? L o he dicho al empezar
do): V o y á dar explicación inmediata á y os lo repito ahora que concluyo. L a
l a siguiente observación que se me aca- hace fuerte la suma del trabajo de todas
ba de entregar: las generaciones, que es el producto acu-
" L a causa que ha motivado l a indig mulado de los esfuerzos anteriores, que
nación de la Asamblea ha sido la pala es resultado histórico tanto como hecho
bra ^vosotros,,, que demuestra que no ha político; que constituye, por decirlo así,
blábais indirectamente.,, la atmósfera de la actual civilización,
E l autor de esta observación reconoce- que es la forma absoluta, suprema, ne-
r á m a ñ a n a cuando lea el Monitor que no cesaria del tiempo en que vivimos; que
he dicho ^vosotros,,, que he hablado i n es el aire que respiramos, que en cuanto
directamente y que no me he dirigido á los pueblos lo respiran les es imposible
nadie de la Asamblea. Y vuelvo á repe acostumbrarse á otro.
t i r que á nadie me dirijo. Terminemos ¿Sabéis lo que hace imperecedera la
esta mala interpretación. República? Identificarse por una parte
UNA voz EN LA DERECHA: Bien! bien! con el siglo y por la otra con el pueblo;
Dejad eso á un lado. es la idea del uno y la corona del otro.
EL PRESIDENTE: Haced cesar la exci- Señores partidarios de la revisión, os
tación de la Asamblea en que la habéis he preguntado lo que queríais; ahora es-
colocado. Señores, reclamo silencio. cuchadme lo que quiero yo. Toda m i
M . VÍCTOR HUGO: M a ñ a n a , al leer el política está encerrada en dos palabras.
Monitor que ha recogido mis palabras, Es necesario suprimir cierto grado de
conoceréis la precipitación con que ha- miseria en el órden social y otro grado
béis obrado. Nunca he soñado un solo de ambición en el órden político. Nada
momento ofender á un solo individuo de de pauperismo y nada de m o n a r q u í a .
esta Asamblea; así lo declaro, y dejo m i L a Francia no estará tranquila hasta
llamamiento al órden sobre la concien que por el mismo arraigo y poder de las
cia del señor Presidente. instituciones encuentren los unos pan y
U n instante nada m á s y termino. {Se trabajo y pierdan los otros por completo
restablece el silencio. E l orador se dirige á esperanzas funestas. De este modo vere-
la derecha.) mos desaparecer al mismo tiempo á to-
¡Monarquía legítima, m o n a r q u í a i m - dos los que tienden la mano, desde los
perial! Qué nos queréis? Somos ya los mendigos hasta á los pretendientes. (Ex-
hombres de otra edad. Para nosotros no plosión de aplausos. Gritos y murmullos en
existen flores de lis m á s que en Ponte- la derecha.)
noy, n i á g u i l a s imperiales sino en E y EL PRESIDENTE: Dejadle terminar, por
lau y W a g r a m . el amor de Dios.
Y a os lo he dicho, sois el pasado. M . BELIN: Por amor de la hora de
¿Con q u é derecho os presentáis en el comer.
presente si nada tenéis de c o m ú n con él? EL PRESIDENTE: Vamos! por favor! ¡por
Contra quién y para q u é os coligáis? favor!
Qué significa t a l alianza? ¿Qué significa M . VÍCTOR HUGO: Señores, hay dos cla-
esa mano del imperio que miro estre- ses de cuestiones; las falsas y las verda-
chando la mano de la legitimidad? L e deras.
ANTES D E L DESTIERRO. 345
L a asistencia, el salario, el crédito, el de sufrir terrible prueba, tiene necesidad
impuesto, la suerte d é l a s clases trabaja- de poderes activos, inteligentes y refor-
doras, se miran con negligencia y se madores de las necesidades del pueblo;
aplazan siempre. Sufrid siquiera que de en el momento en que se acercan dias
cuando en cuando se recuerden; prosigo. amargos; en el momento en que todos
Los sufrimientos del débil, del pobre, de los intereses parecen preparados para en-
la mujer, del niño, la educación, la pe- trar en lucha con todos los principios; en
nalidad, la producción, el consumo, la el momento en que se aproxima el a ñ o
circulación, el trabajo que produce el 1852 lleno de zozobras y de terribles
pan de todos, el sufragio universal que cuestiones; en la ocasión en que los filó-
contiene el derecho de todos, la solidari- sofos, los publicistas, los observadores
dad entre hombres y entre pueblos, la graves, los hombres que no son hombres
ayuda á las nacionalidades oprimidas, de Estado, sino sábios, inquietos y pen-
la fraternidad francesa produciendo por dientes del porvenir, con la mirada fija en
su irradiación l a fraternidad europea. H é las oscuridades acumuladas, creen oir el
a q u í los verdaderos problemas. ruido monstruoso de m i l revoluciones en-
L a legitimidad, el imperio, l a fusión, treabriéndose en las sombras.
la excelencia de la m o n a r q u í a sobre la Señores, termino ya. No hay que ha-
República, las tésis filosóficas producto- cerse ilusiones; esta discusión, por bor-
ras de barricadas, la elección entre los rascosa que haya sido, por mucho que
varios pretendientes, son las que llamo conmueva á las masas, solo es un prelu-
falsas cuestiones. dio. L o repito, el a ñ o 1852 se acerca; el
Pues bien, t a m b i é n es preciso decíros- instante llega en que van á aparecer
lo; a b a n d o n á i s los problemas verdaderos despiertas y envalentonadas por la ley
por los falsos, abandonáis las cuestiones fatal del 31 de Mayo, armadas por ella
de vida por las que están muertas. ¡Y para su último combate contra el sufra-
es esta vuestra inteligencia política! ¡Y gio universal agarrotado, todas las pre-
es este el fatal espectáculo que nos ofre- tensiones de que os he hablado, todas las
céis! Los poderes legislativo y ejecuti- legitimidades que solo son terribles usur-
vo nunca están de acuerdo; traban con- paciones. Llega el momento en que se
tinuas querellas uno contra otro; nada librará la gran batalla entre todas las
se hace, nada tiende á su fin; todo son formas pasadas del imperialismo y de
vanas y desdichadas controversias; los la legitimidad, entre el derecho de l a
partidos desgarran la Constitución con fuerza y el derecho divino contra el gran
la esperanza de destruir la República; derecho democrático; el derecho huma-
los hombres, en contradicción continua, no. Este dia todo se p o n d r á , al parecer,
unos olvidan lo que j u r a r o n y los otros en telado juicio, y gracias á las reivindi-
lo que proclamaron, y entre tanto el caciones sistemáticas del pasado, la som-
tiempo, es decir, la vida, se pasa y se bra cubrirá de nuevo el grande é ilustre
pierde. campo de batalla de las ideas y del pro-
¿Y es esta l a situación que represen- greso que se llama Francia. Ignoro lo
tais al neutralizar toda autoridad por la que podrá durar este eclipse; no sé lo que
lucha, y rebajando y anulando todo po- d u r a r á este combate; pero lo que sé, d é l o
der, por la inacción y el marasmo que que no tengo duda, lo que anuncio, lo
producen algo muy semejante á la que afirmo, es que el derecho no perece-
muerte? rá; es que cuando el sol vuelva á salir no
Ninguna grandeza, ninguna fuerza, verá m á s que dos combatientes: el pueblo
ninguna impulsión. Desavenencias, por- y Dios. (Aclamación inmensa. Todos los in-
fías y conflictos sin fin! Todo menos go- dividuos de la izquierda reciben al orador al
bierno. pié de la tribuna y le estrechan la mano. L a
Y en q u é momento ocurre esto? sesión queda suspendida diez minutos, á pe-
Cuando m á s que nunca es necesaria sar de las voces de M. Dupin y de los esfuer-
zos de los celadores.)
potencia inicial democrática; en el mo-
mento en que l a civilización, en vísperas

TOMO I Y .
44
CONGRESO DE LA PAZ EN PARÍS.
/-T T f f T TT f T T f f T t I i f 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 I^s

CONGRESO DE LA PAZ EN PARÍS.

DISCURSO DE APERTURA. Señores, ¿el gran pensamiento religio-


so de la paz universal, d é l a unión de
21 Agosto 1849. todas las naciones por medio de un lazo
común, que es el Evangelio considerado
como suprema ley, la mediación susti-
M . Víctor Hugo es elegido presidente tuida á la guerra, este pensamiento reli-
y vicepresidente M . Cobden. gioso, digo, es realizable? ¿Esta idea
M . Víctor Hugo se levanta y dice: santa es práctica? Muchos espíritus posi-
Señores: tivos, como hoy se dice, muchos hombres
Venís, muchos de vosotros, de las m á s políticos envejecidos en el manejo de los
distintas regiones del globo, lleno el negocios, responden:No. Pero yo contesto
corazón de u n pensamiento religioso y sin vacilar y con vosotros: Sí! y voy á
santo. Veo entre vosotros publicistas, filó- tratar de probarlo.
sofos, ministros de todos los cultos cris- Voy m á s lejos: no me contento con de-
tianos, escritores eminentes, en una pa- cir tan solo que es un fin realizable; aña-
labra, hombres públicos y respetables do que es un fin inevitable que única-
que constituyen la ilustración de su pá- mente se puede retardar ó precipitar.
tria, donde gozan de popularidad bien L a ley del mundo no es n i puede ser
merecida. Habéis querido fechar en Pa- más que la ley de Dios; no siendo la ley
rís las declaraciones de tantos espíritus de Dios la guerra, debe serlo la paz.
tan convencidos como elevados que bus- Los hombres han empezado por la l u -
can, no solo el bien y la felicidad de un cha, como la creación comenzó por el
pueblo, sino l a dicha de los pueblos to- caos. De dónde proceden? De la guerra
dos. {Aplausos.) Venís á a ñ a d i r á los es evidente; pero á dónde van? No puede
principios que sostienen hoy los hombres dudarse que á la paz.
de Estado, los gobiernos y los legislado- A l afirmar tan altas verdades, es bien
res, un principio superior; venís á volver sencillo que encontréis la negación; que
en cierto modo la ú l t i m a y t a l vez m á s vuestra íó tropiece con la incredulidad;
augusta hoja del Evangelio, l a que im- que en estos tiempos de turbaciones y des-
pone paz y concordia á todos los hijos de pojos, laidea de la paz universal sorprenda
Dios; y en esta ciudad, que ha decretado y se la considere como la aparición de lo
la fraternidad entre los ciudadanos, ve- ideal y del imposible; es fácil que á las
nís á proclamar la fraternidad universal. verdades se las llame utopias; pero yo, hu-
Bien venidos seáis! milde y oscuro obrero en esta gran obra
Ante pensamiento semejante y en pre- del siglo diez y nueve, acepto esas resis-
sencia de t a l acto, no hay lugar para tencias de los espíritus sin que me admi-
un reconocimiento puramente personal. ren n i me asusten. ¿Seriaposible que nos
Permitidme, pues, que, antes de pasar hicieseis volver la cabeza y cerrar los
adelante, eleve la vista y olvide en cierto ojos, no preparados á la luz, cuando en
modo el gran honor que me habéis con- medio de las tinieblas que nos rodean
ferido, para no pensar en otra cosa que abrís bruscamente l a deslumbradora
en la inmensa obra á que queréis dar puerta del porvenir?
cima. Señores, si hace cuatro siglos alguien
350 OBRAS D E VICTOR HUGO.

hubiera dicho en la época en que ia Londres, entre San Petersburgo y Ber-


guerra se hacia de pueblo contra pue- in, entre T u r i n y Viena, como hoy lo
blo, de ciudad contra ciudad, de pro- seria entre Rouen y Amiens ó entre Bos-
vincia contra provincia; si álguien h u - ton y Filadelfia. L l e g a r á u n dia en que
biera dicho á la Lorena, á la P i c a r d í a , á vosotras, ya os llaméis Francia, R u -
la N o r m a n d í a , á la B r e t a ñ a , á la A u ; sia, Italia, Inglaterra ó Alemania, todas
vernia, á la Pro venza, al Delfinado, as naciones del continente, en fin, sin
á la B o r g o ñ a : L l e g a r á un dia en que perder ninguna de vuestras cualidades
cesareis de haceros la guerra, y ha de distintivas, n i vuestra gloriosa i n d i v i -
venir dia en que dejareis de ser hom- dualidad, os fundiréis estrechamente en
bres de armas para luchar unos contra una unidad superior, constituyendo la
otros, y en que ya no oiréis decir: Los nor- fraternidad europea, absolutamente igual
mandos han atacado á los picardos,- los que nuestras provincias N o r m a n d í a , Bre-
loreneses han rechazado á los b o r g o ñ o - t a ñ a , Borgoña, Lorena y Alsacia se fun-
nes, os q u e d a r á n entonces diferencias dieron en la Francia.
que arreglar, intereses que debatir, pro- L l e g a r á u n dia en que no h a b r á m á s
blemas que resolver; pero, ¿sabéis lo que campos de batalla que los mercados
s u s t i t u i r á á vuestras gentes de á pió y abiertos al comercio y las inteligencias á
de á caballo, á vuestros cañones, falco- las ideas.
netes, lanzas, picas y espadas? Coloca- L l e g a r á u n dia en que las balas y las
reis en su lugar una caja de madera, á granadas se r e e m p l a z a r á n por los votos,
l a que llamareis urna de escrutinio, y de por el sufragio universal de los pueblos,
esta caja saldrá una Asamblea; una por el venerable arbitraje de u n gran
Asamblea en la que os veréis representa Senado soberano, que será para la Euro-
dos; una Asamblea que será como el alma pa lo que el Parlamento es para Ingla-
de todos vosotros, un concilio supremo y terra, lo que la Dieta es para Alemania
popular que decidirá, j u z g a r á y resol ve ó lo que la Asamblea legislativa es para
r á en ley y h a r á caer el hierro de vues- Francia.
tras manos y surgir l a justicia en todos L l e g a r á un dia en que se enseñará u n
los corazones, diciendo á cada uno: A q u í cañón en los museos, como hoy se ense-
termina t u derecho, aquí empieza t u ñ a un instrumento de tortura, y se du-
deber. Abajo las armas! v i v i d en paz d a r á y se a d m i r a r á cuando se compren-
Cuando este dia llegue, sentiréis u n mis- da para lo que sirvió.
mo pensamiento, tendréis intereses co L l e g a r á u n dia en que existan solo dos
m u ñ e s y u n destino igual; os abrazareis, grupos inmensos de naciones; los Esta-
os reconoceréis hijos de la misma sangre dos-Unidos de A m é r i c a y los Estados-
y de igual raza; este dia no formareis Unidos de Europa, colocados uno frente
parte de pueblos enemigos, puesto que al otro, tendiéndose la mano por encima
seréis u n mismo pueblo; no seréis la del mar, cambiando sus productos, su
B o r g o ñ a , la N o r m a n d í a , la B r e t a ñ a , l a comercio, su industria, sus artes, sus g é -
Provenza; seréis la Francia y no os l i a QÍOS; roturando el globo, colonizando
mareis la guerra, sino que seréis la ci los desiertos, mejorando la creación bajo
vilizacion. la mirada de su Creador, combinando
Si esto se hubiera dicho en otra época reunidos, para producir el bien de todos,
señores, todas las gentes formales, todos las dos fuerzas infinitas; la fraternidad
los grandes políticos de entonces hubie de los hombres y l a omnipotencia de
sen exclamado: Yaya un soñador! ¡ V a y a Dios. (Prolongados aplausos.)
una quimera! ¡Qué poco conoce á la Y no serán necesarios cuatrocientos
humanidad! ¡Vaya una locura extra va años para traer este dia, porque vivimos
gante! Y , señores, el tiempo ha seguido en un tiempo rápido; vivimos en la cor-
su curso, y la locura de ayer es la reali- riente de acontecimientos y de ideas m á s
dad de hoy. impetuosa que j a m á s ha arrastrado á
Pues bien! decid hoy, y yo lo diré con los pueblos, y en la época que hemos al-
vosotros, con todos los que estamos a q u í canzado, un a ñ o produce los efectos que
reunidos; digamos á Francia, á I n ¿ l a antes tardaban á producirse un siglo.
térra, á Prusia, al Austria, á E s p a ñ a , á ¿Qué hemos de hacer, franceses, ingle-
I t a l i a , á Busia: ses, belgas, alemanes, rusos, eslavos, eu-
L l e g a r á un dia en que t a m b i é n las ar ropeos y americanos, q u é hemos de hacer
mas se os caerán de las manos; l l e g a r á para alcanzar lo m á s pronto posible este
u n dia en que l a guerra parecerá absur gran dia? Amarnos!
da y será tan imposible entre Paris y j Amarnos! E n l a obra inmensa de pa-
ANTES D E L D E S T I E R R O . 351
cificacion, esta es la mejor manera de inspirarse envidia recíprocamente, se
ayudar á Dios. amasen como hermanos; suponed que
Porque Dios desea este fin sublime. llegasen á pensar que son hombres, an-
Reflexionad lo que hace para conseguir- tes de llamarse ingleses ó alemanes, y
lo. Contemplad cuántos descubrimientos que antes de formar naciones, pertene-
permite que produzca el genio humano, cían á una sola familia, y entonces, esta
para que todos concurran al objeto prin- suma de ciento veintiocho m i l millo-
cipal, á la paz. ¡Qué de progresos, q u é nes, tan loca y vanamente gastada en
de simplificaciones! la desconfianza, se emplease en sentido
Observad cómo la naturaleza deja que opuesto.
la domine el hombre, y de q u é modo v á Estos ciento veintiocho m i l millones
llegando á ser esclava de l a inteligencia entregados hoy al ódio, entregadlos
y servidora de la civilización. á la armonía; estos ciento veintiocho
Observad cómo desaparecen las distan- m i l millones gastadlos en l a paz. Conce-
cias, produciendo esta causa el principio dedlos al trabajo, á l a inteligencia, á la
de la fraternidad. industria, al comercio, á la navegación,
Merced á los ferro-carriles, la Europa á la agricultura, á las ciencias, á las ar-
no será m á s grande que lo era Francia tes, y considerad el resultado. Si desde
en l a Edad Media. Merced á los buques hace treinta y dos años esta suma g i -
de vapor, hoy se atraviesa el Océano gantesca de ciento veintiocho m i l m i -
m á s c ó m o d a m e n t e que antes el Mediter- llones hubiera sido empleada de t a l
ráneo. modo, ¿sabéis lo que hubiera podido con-
Antes de mucho el hombre recorrerá seguir A m é r i c a con la ayuda de Europa?
la tierra como los dioses de Homero re- L a faz del mundo hubiera cambiado.
c o ma n el cielo, dando tres pasos. Den- Se h a b r í a n abierto los istmos, los rios
tro de algunos años el hilo eléctrico de estarían cruzados de caminos por debajo
la concordia rodeará é i l u m i n a r á el de sus aguas, las m á s altas m o n t a ñ a s
mundo. hubiéranse convertido en túneles, los
Señores, cuando trato de profundizar caminos de hierro cubrirían ambos con-
el vasto conjunto, el inmenso concurso tinentes, la marina mercante del globo
de esfuerzos y acontecimientos marca- se h a b r í a duplicado, y ya no existirían
dos todos por el dedo de Dios; cuando n i laudas, n i marismas, n i tierras sin cul-
pienso en el fin magnífico del bienestar tivo; se edificarían ciudades donde hoy
de los hombres, la paz; cuando considero existen desiertos, y h a b r í a puertos don-
lo mucho que la Providencia hace para de escollos hay ahora; el A s í a y el Africa
que se consiga y lo que hace la política estarían civilizadas; la riqueza desborda-
para destruirlo, se apodera de m i alma ría por todas partes, producida por los
una reflexión dolorosa. m i l veneros que ofrece el globo á costa
Resulta de las estadísticas y de los del trabajo de los hombres, para quienes
presupuestos comparados, que las nacio- la miseria no existiría ya. L a faz de la
nes europeas gastan todos los años para tierra seria otra. E n vez de desgarrarse,
el mantenimiento de sus ejércitos una se esparciría la humanidad tranquila-
suma que escede de dos m i l millones, y mente por todo el universo; en vez de
la que, si se la aumenta con la empleada forjar revoluciones, se f u n d a r í a n colo-
en conservación de material y estableci- nias; en vez de vencer la barbarie á la
mientos de guerra, se eleva á tres m i l . civilización, vencería la civilización á la
A ñ a d i d á esto el producto perdido de los barbarie.
jornales de m á s de dos millones de hom- Considerad, señores, cómo ciega la-
bres, que son los m á s sanos, robustos, mentablemente la preocupación de la
jóvenes y vigorosos de las poblaciones, guerra á los gobiernos y á las naciones.
producto que no se puede valuar en me- Sí los ciento veintiocho m i l millones
nos de m i l millones, y podéis deducir que empleados por la Europa en la guerra,
los ejércitos permanentes cuestan á la durante los treinta y dos años que no
Europa todos los años cuatro m i l millo- la hubo, los hubieran empleado en la
nes. ¡Señores, treinta y dos años hace que paz, que ha existido, no se vería hoy en
la paz no se ha alterado, y en ellos se ha Europa nada de lo que se vé en este mo-
invertido la monstruosa suma de ciento mento; el continente, en lugar de ser un
veintiocho m i l millones para l a guerra campo de batalla, seria un inmenso ta-
durante la paz! ller; y en lugar del espectáculo doloroso
Suponed que los pueblos de Europa, y terrible del P í a m e n t e abatido; de Ro-
en lugar de desafiarse, de odiarse y de ma, la Ciudad Eterna, entregada á raer-
35^ OBRAS D E VICTOR HUGO.

ced de las miserables oscilaciones de la agitadores la acción religiosa de los que


política humana; de la H u n g r í a y de Ve- Dredican la paz.
necia heróicamente conmovidas; de la De a q u í en adelante el objeto de la
Francia inquieta, sombría y pobre; de la Dolítica verdadera será el siguiente: ha-
miseria, del duelo, de l a guerra civil, de cer reconocer todas las nacionalidades,
la oscuridad, en una palabra, cernión* restaurar la unidad histórica de los pue-
dose sobre el porvenir; en lugar de tan blos y estrechar esta unidad por medio
siniestro cuadro, veríamos relucir ante de la civilización pacífica; ensanchar
nuestras miradas la esperanza, la alegría, continuamente el grupo civilizado, ofre-
l a benevolencia, el esfuerzo de todos cer buen ejemplo á los pueblos, que per-
hacia el bienestar c o m ú n , y por todas manecen siendo bárbaros; sustituir los
partes, destacándose de la civilización, el arbitrajes á las batallas, y en fin, y esto'
majestuoso coronamiento de la concor- lo resume todo, hacer pronunciar á la
dia universal. justicia la ú l t i m a palabra que el mundo
Nuestras mismas precauciones contra antiguo hacia que pronunciase la fuerza.
l a guerra nos han traído las revolucio- Señores, os digo para terminar—y que
nes. Se ha gastado y se ha trabajado m i pensamiento os dé á n i m o — q u e no
contra el peligro imaginario, y de este es hoy la vez primera que el género hu-
modo la miseria, que era el verdadero pe mano ha hecho esfuerzos para llegar á
ligro, se hizo insoportable. ¡Nos fortifica su destino providencial. E n nuestra an-
mos contra un peligro quimérico, d i r i - tigua Europa, Inglaterra se adelantó, y
giendo las miradas hacia donde no le con su ejemplo secular dijo á los pue-
habia; vimos las guerras que no eran de blos: Sois libres. L a Francia la siguió y
temer, y cerramos los ojos á las revolu les dijo: Sois soberanos. Solo nos resta
clones que llegaban! dar el ú l t i m o paso y todos juntos, Fran-
Señores, no desesperemos, sino por e cia, Inglaterra, Alemania, Italia, Euro-
contrario, esperemos m á s que nunca. No pa, A m é r i c a , digamos á los pueblos:
nos dejemos intimidar por conmociones Sois hermanos. [Inmensa aclamación. E l
pasajeras n i por sacudidas, necesarias ta' orador toma asiento en medio de los más en-
vez para los grandes renacimientos. No tusiastas aplausos.)
seamos injustos para la época en que v i
vimos: hagamos justicia á nuestros tiem
pos. Después de todo, estamos en una
época prodigiosa y admirable, y el siglo C L A U S U R A D E L CONGRESO DE LA PAZ.
diez y nueve será, digámoslo m u y alto, 24 Agosto 1849.
la mejor p á g i n a de la historia. Como de-
cía ahora mismo, todos los progresos se Señores, ya que me permitisteis diri-
revelan y manifiestan á la vez; unos pro- giros a l g u n á s palabras de bienvenida,
ducen los que les siguen: desaparecen dejadme que hoy os dedique otras para
las animosidades internacionales, se bor- despediros.
ran las fronteras de los mapas y las preo- Seré muy breve; la hora es avanzada:
cupaciones de las almas, se observa cierta tengo presente el artículo 3.° del regla-
tendencia, á la unidad, á la dulzura de mento, y estad seguros de que no me
las costumbres; se eleva el nivel de la expondré á que el Presidente me llame
e n s e ñ a n z a y se desvanece el de las pena- al órden.
lidades; dominan los idiomas m á s litera- Vamos á separarnos, pero permanece-
rios, es decir, m á s humanos; recobran su remos unidos de todo corazón.
poder, al mismo tiempo, la economía po- Desde hoy en adelante tendremos
lítica, las ciencias, la industria, la filoso- igual pensamiento, señores, y u n mismo
fía, la legislación, y convergen á u n mis- pensamiento equivale casi á tener una
mo objeto, á la creación del bienestar y misma pátria. A partir de este dia to-
á la concordia, es decir, á la extinción de dos los que estamos a q u í somos compa-
la miseria dentro y á la extinción de la triotas.
guerra fuera. Durante tres dias habéis deliberado,
Digo, para terminar, que la era de las discutido y profundizado, con dignidad
revoluciones pasa y la era de las mejoras y saber, graves cuestiones, y con rela-
empieza. E l perfeccionamiento de los ción á ellas, las m á s altas que pueden
pueblos á b a n d o n a la forma violenta para agitar á la humanidad; habéis practica-
tomar formas pacíficas. H a llegado el do noblemente las grandes costumbres
instante en que la Providencia v á á sus- de los pueblos libres.
t i t u i r á la acción desordenada de los Habéis dado consejos á los gobiernos
ANTES D E L DESTIERRO. 353
consejos amistosos que escucharán, no la noche. U n a campana, que se llamaba
lo dudéis. Voces elocuentísimas se han la campana de plata, tocaba á rebato
oido a q u í , apelando á todos los senti- desde el Palacio de Justicia; los católi-
mientos m a g n á n i m o s del hombre y del cos corrian á las armas y los protestan-
pueblo; habéis depositado en todos los tes, que tranquilos dormían, fueron vícti-
espíritus, á despecho de preocupaciones mas del crimen m á s abominable, lleván-
y enemistades internacionales, el germen dose á cabo contra ellos una emboscada
imperecedero de la paz universal. producida por todos los ódios religiosos,
¿Sabéis lo que se presenta á nuestra civiles y políticos. Pues bien; hoy, en
vista después ó como consecuencia de este mismo dia y en esta misma ciudad,
estos tres dias? Dios nos ha querido citar todos aquellos
L a Inglaterra estrechando l a mano de ódios para mandarles que se conviertan
Francia, A m é r i c a unida á Europa por en amor. Dios elimina toda significación
cariñoso abrazo; y, señores, no concibo siniestra de tan fúnebre aniversario, y
espectáculo m á s sublime n i m á s bello. donde podia encontrarse una mancha
Volved ahora á vuestras casas. entrad de sangre destaca un rayo de luz; en vez
en vuestra p á t r i a con el corazón henchi- de la idea vengadora de fanatismo y de
do de alegría, y decid cuando hayáis lle- guerra, interpone la idea de reconcilia-
gado que acabáis de separaros de vuestros ción, de paz y de tolerancia; y gracias á
compatriotas de Francia. Decid que es- él, merced solo á su voluntad, que nos
t á n echadas las bases para l a paz del inspira ideas de progreso, precisamente
mundo, esparcid por doquier tan buena en esta fecha triste del 24 de Agosto y
nueva, y sembrad este gran pensamiento casi á l a sombra, por decirlo así, de aque-
allí donde vayáis. lla torre, que aun se eleva en los aires y
Después de las opiniones respetables que dió la señal de la Saint-Barthélemy,
que hemos oido, no insistiré ya sobre lo no solo ingleses y franceses, italianos y
que se os ha explicado y demostrado; pe alemanes, europeos y americanos, sino
ro dejadme que repita, como final de este hasta los que se llamaban papistas y los
Congreso solemne, las palabras que pro- que se conocían por hugonotes, se recono-
n u n c i é al inaugurarle. Tened esperanza! cen como hermanos (Movimiento), unién-
Tened valor! E l inmenso progreso defini- dose para siempre en estrecho é indi-
tivo que os dicen que soñáis, y que yo soluble abrazo. (Explosión de bravos y
digo que producís, se verá realizado. aplausos. E l abate Deguerry y el pastor pro-
(Bravo! bravo!) No olvidéis que los prime- testante Coquerel se abrazan delante del sillón
ros pasos para conseguirle los dió ya el presidencial. Las aclamaciones se prolongan
género humano; meditad en el pasado, en la Asamblea y en las tribunas. M . Víctor
que es casi siempre l a luz del porvenir; Hugo continúa.)
abrid la historia y en ella encontrareis Negad ahora el progreso! (Aplausos.)
fuerza bastante para mantener vues- Quien niega el progreso es un impío,
tra í é . quien niega el progreso niega la Provi-
dencia; porque Providencia y progreso
E l pasado y la historia han de ser son sinónimos, y el progreso no es m á s
nuestro punto de apoyo. Esta misma ma- que uno de los nombres humanos del
ñ a n a , y en los comienzos de l a sesión y mismo Dios eterno. (Profunda y general
cuando un respetable orador cristiano (1) sensación.)
hacia palpitar vuestras almas, que admi-
raban la grandiosa y persuasiva elocuen- Hermanos mios, acepto estas aclama-
cia del hombre pacífico y del sacerdote ciones y las ofrezco á las generaciones
fraternal, en aquel instante, u n individuo futuras. Que este dia sea un dia memora-
de esta Asamblea, cuyo nombre no conoz- ble, que sirva para señalar el t é r m i n o de
co, nos ha recordado que hoy estamos á 24 la efusión de sangre humana, que mar-
de Agosto, aniversario de la aciaga noche que el fin de las guerras y de los asesi-
de San Bartolomé. E l sacerdote católico natos, que inaugure el principio de la
volvió á un lado l a cabeza venerable y paz y concordia del mundo y que se diga
rechazó tan lamentable recuerdo; recuer- en adelante: ¡El 24 de Agosto de 1572
do, señores, que yo acepto; sí, lo acepto. queda borrado ante el recuerdo del 24
E n efecto; hace doscientos setenta y de Agosto de 1849! (Prolongada y unánime
siete años, t a i dia como hoy, P a r í s , el aclamación. E l entusiasmo llega á su límite;
P a r í s en que ahora estamos, se desperta- de todas partes se escuchan bravos y aplau-
ba lleno de sobresalto á altas horas de sos; los ingleses y los americanos se levan-
tan agitando los sombreros, y á una señal de
(1) M. Deguerry, cura de la Magdalena. Mr. Gobden laman siete hurras.)
TOMO I Y . 45
CÁMARAS DE LAS JUNTAS EXTRAORDINARIAS.
1851.
CÁMARAS DE L A S J U N T A S EXTRAORDINARIAS

DEFENSA DE CARLOS HUGO (D as buenas definiciones producen las


suenas polémicas. L a frase c'respeto de-
ANTE E L TRIBUNAL SUPERIOR DEL SENA. bido á las leyes,,, que sirve de base á l a
acusación, q u é miras tiene? ¿qué signi-
:ica? cuál es su verdadero sentido? Es
evidente, y el mismo ministerio público
L-A. PENA. DE M U E R T E me parece resignado á no sostener lo
contrario, que esta frase no puede signi-
(PROCESO DE V E V É N E M E N T . ) ficar supresión, bajo pretexto de respeto,
11 Junio 1851. de la crítica de las leyes. Significa res-
peto á la ejecución de las leyes, pero no
otra cosa; porque permite l a crítica y
Señores jurados: hasta el vituperio; de lo que tenemos
ejemplos diarios hasta en lo concerniente
A l escuchar las primeras palabras que á la Constitución, que es superior por sí
ha pronunciado el señor abogado ge- misma á todas las demás leyes. Esta fra-
neral, creí por un momento que iba á se permite recurrir al poder legislativo
abandonar la acusación. Después de va para abolir una ley peligrosa; permite, en
nos esfuerzos para circunscribir y hacer fin, que se oponga u n obstáculo moral.
amenguar el debate, el ministerio públi- Lo que no permite es oponerla ninguno
co se ha visto arrastrado por la naturale material. Dejad ejecutar una ley, aunque
za misma del asunto á desarrollarlo m á s sea mala, aunque sea injusta, aunque
y más, presentando l a cuestión bajo todos sea bárbara; denunciadla á la opinión,
sus aspectos, y á pesar suyo l a causa ha denunciadla al legislador, pero dejadla
adquirido toda la grandeza que merecía. ejecutar. Decid que es mala, que es i n -
E n verdad que no siento que así haya justa, que es b á r b a r a , pero no podéis i m -
sucedido. pedir su ejecución. Se permite la críti-
Voy á hacerme cargo desde luego de ca, pero no la insurrección. H é aquí el
la acusación; pero antes empecemos por verdadero sentido, el sentido único de la
ponernos de acuerdo acerca de una frase. frase "respeto á las leyes,,.
(1) Un jornalero de la Nievre, Montcharmon, condenado
Por otra parte, señores, y pesad bien
muerte, fué conducido para ejecutar la sentencia al pueblo donde esto que voy á decir; en l a grave tarea
habia cometido el crimen. Estaba dotado el paciente de una íuer de la elaboración de las leyes, operación
za prodigiosa, por lo que no pudieron arrancarle de la carreta el
verdugo ni sus ayudantes. Se suspendió la ejecución, esperando que comprende dos funciones, la función
refuerzos, y una vez llegados en número suficiente, fué el reo de la prensa que critica, que aconseja,
conducido de nuevo ante el cadalso y á viva fuerza sacado del que ilumina, y la función del legislador
carro, conducido á la báscula, y de allí impelido debajo de la cu-
chilla. que decide, en esta grave operación,
M. Garlos Hugo, en V E v é n e m e n t , refirió este suceso con digo, la primera, la crítica, se veria pa-
horror. Fué acusado ante el tribunal del Sena por haber faltado ralizada y como de rechazo lo seria la
al respeto debido á la ley.
Fué defendido por su padre y condenado. segunda. Las leyes no serian nunca c r i -
358 OBRAS DE VICTOR HUGO.

ticadas y por consecuencia tampoco ha- leeros, yo creia con M . León Faucher,
b r í a causa para que se mejorasen n i re- ue en 1836 decia en la Revista de Paris:
formasen, viniendo á ser la Asamblea " E l cadalso no aparece en nuestras
legislativa perfectamente inútil. No ha- biazas públicas sino á raros intervalos y
b r í a m á s que proceder á su clausura, y como espectáculo que a v e r g ü e n z a á l a
supongo que no será esto lo que se desea. usticia.,, (Movimiento.)
Una vez esclarecido este punto y des- Creia, digo, que la guillotina, ya que
vanecida cualquiera duda acerca de la es necesario nombrarla, empezaba á ha-
frase "respeto debido á las leyes;;, entro cerse justicia á sí misma, y que sintién-
de lleno en la cuestión. dose rechazada, se h a b r í a resuelto á re-
Hay, señores jurados, una ley en lo nunciar á la plaza de la Gréve, á la luz
que podría llamarse viejo código euro- del d í a , á la publicidad. Creía que sus
peo, que desde hace m á s de u n siglo ejemplares castigos los ejecutaría lo m á s
todos los filósofos, todos los pensadores, oscuramente posible, á media luz; en la
todos los verdaderos hombres de Estado, Barrera de San Jacobo, en sitio desierto
quisieran suprimir del libro venerable donde nadie la viera. Creia que empeza-
de la legislación universal; ley que Bec- 3a á ocultarse y la felicitaba por su pu-
caria ha declarado i m p í a y que F r a n k l í n dor. {Nuevo movimiento)
ha llamado abominable, sin que por ello Señores, me e n g a ñ a b a , y M . L e ó n Fau-
Beccaria n i F r a n k l i n hayan sido proce cher se e n g a ñ a b a t a m b i é n . H a perdido
sados; ley que, pesando particularmente la hipócrita v e r g ü e n z a que creímos que
sobre la parte del pueblo, que aun abru tenía. L a guillotina conoce que es una
ma la ignorancia y la miseria, es odiosa institución social, como se dice hoy, y
á la democracia y no es menos aborrecida quién sabe! T a l vez hasta s u e ñ a en su
por los conservadores inteligentes; ley restauración.
respecto á la cual Luis Felipe, nombre Ha caducado la barrera de San Jaco-
que pronuncio siempre con todo el res- bo; pero quizás cualquier dia de estos l a
peto debido á la ancianidad, á la desgra- veamos reaparecer en la plaza de la
cia y al destierro, decía: " L a he detesta- Gréve, á la luz del día y rodeada por la
do toda m i vida,,; ley contra l a cua m u l t i t u d , con su cortejo de verdugos,
M . de Broglie ha escrito lo mismo que gendarmes y pregoneros, bajo las mis-
M . Q-uízot; ley cuya derogación fué pe mas ventanas del Hotel de V i l l e , desde
dida u n á n i m e m e n t e hace veinte años en donde un dia, el 24 de Febrero, se tuvo
Octubre de 1830 por la C á m a r a de dípu la insolencia de afrentarla y de rom-
tados al mismo tiempo que el Parlamen perla.
to semisal vaje de Otaiti la borraba de su Esperando mejores tiempos para ella
Código; ley que abolió la Asamblea de empieza á erguirse; siente que la socie-
Francfort hace tres años y que la Asam dad desordenada tiene necesidad para
blea constituyente de la República ro asegurarse, como se dice ahora, de vol-
mana hace dos declaraba suprimida jmrci ver á las antiguas tradiciones, y ella es
siempre después de votada la proposición una antigua tradición.
del diputado Cárlos Bonaparte; ley que Protesta contra los declamadores de-
nuestra Constituyente de 1848 ha man magogos que sollaman Beccaria, Vico,
tenido con la m á s dolorosa indecisión y F í l a n g i e r i , Montesquíeu, Turgot, F r a n -
l a mayor repugnancia; ley que ahora klin; que se llaman L u í s Felipe, que se
mismo se encuentra pendiente, por de llaman Broglie y Guizot {Bisas), y que
cirio así, de dos proposiciones presenta se atreven á creer y á decir que una má-
das para su abolición en la tribuna Le quina para cortar cabezas es demasía-
gislativa; ley, en fin, que la Toscana no do para una sociedad cuya moral es el
quiere n i la Rusia tampoco, y ya es tiem Evangelio. {Sensación.)
po que l a Francia tampoco la admita ¡Se indigna contra tales utopistas anár-
Esta ley, ante la que retrocede con ansie quicos, y al siguiente dia de sus jornadas
dad cada dia creciente la conciencia m á s fúnebres y sangrientas quiere que se
humana, se llama la pena de muerte. la admire! ¡Exige que se la guarden res-
Pues bien, señores, esta ley es la que petos y atenciones, y si no, se declara i n -
promueve este proceso y es hoy nuestro sultada, se nombra parte civil y reclama
único adversario. L o siento por el señor indemnización de daños y perjuicios!
abogado general, pero la veo detrás (Hilaridad general y prolongada.)
de él. EL PRESIDENTE: E s t á prohibida toda
L o confieso; desde hace veinte años yo muestra de aprobación ó desaprobación;
creia, y anotó en las p á g i n a s que voy á las risas son inconvenientes en este sitio.
ANTES D E L D E S T I E R R O . 359
M . VÍCTOR HUGO (prosiguiendo): H a este p a t í b u l o , donde hace cerca de dos
conseguido derramar sangre; pero esto m i l años, para eterna e n s e ñ a n z a de las
no le basta, quiere además multas y pri- generaciones, fué clavada la ley divina
sión. por l a ley humana! (Frofunda é inexplica-
Señores jurados, el dia en que se llevó ble emoción.)
á m i casa y para m i hijo la notificación Lo que m i hijo ha escrito lo escribió
de este incalificable proceso—vemos co- porque yo se lo inspiré desde la infancia;
sas bien e x t r a ñ a s en estos tiempos y porque al mismo tiempo que es hijo m i ó
debiéramos estar acostumbrados,^—pues por l a sangre, lo es t a m b i é n por el espí-
bien, os lo confieso, quedó sorprendido r i t u , y porque desea proseguir la tradi-
de asombro, y me dije: ¿Aun nos en- ción de su padre. Su crimen es el delito
contramos en esta situación? ¿Estaremos e x t r a ñ o de seguir la tradición de su pa-
aun en el caso de que se nos pida, no dre, y por eso se le persigue.
ya solo el respeto material, que es incon- ¡Estaba reservado á los defensores es-
testable, sino t a m b i é n el respeto moral á clusivos de la familia darnos á conocer
las penalidades que abren abismos en esta novedad!
las conciencias, que hacen palidecer al Señores, confieso que l a acusación pre-
que piensa, que la religión aborrece ah sente me confunde.
horret a sanguine, las penalidades que Se ejecuta una ley funesta, que pre-
son irreparables, sabiendo que pueden senta ante la m u l t i t u d espectáculos i n -
ser injustas; que manchan los dedos en morales, peligros degradantes y feroces;
sangre humana para escribir el manda- tiende á fomentar la crueldad del pueblo
miento de: "No matarás,,; á las penalida- y en dias determinados produce efectos
des impías, que si hacen dudar de la horribles, ¿y se prohibe señalar los efec-
humanidad cuando recaen en el culpa- tos terribles de esta ley? ¿Se llama á esto
ble, hacen dudar de Dios si hieren a l faltarla al respeto? ¿De esto hay que res-
inocente! ¡No, no puedo creer que este- ponder ante la justicia? ¿Por eso se con-
mos en esta situación! d e n a r á á multas y á prisión? Pues bien,
Y a que he llegado á este punto, debo entonces cerremos la C á m a r a , cerremos
deciros, señores jurados, para que com- las escuelas, ya que no es posible el pro-
prendáis c u á n profundamente estoy emo- greso; llamémonos el Mogol ó el Tibet; no
cionado, que el verdadero culpable en somos ya una nación civilizada. Más
este asunto, si en él hay a l g ú n culpado, sencillo seria decirnos que estamos en
no es m i hijo, soy yo. Asia, que hubo en otro tiempo u n pais
E l verdadero culpable, lo repito, soy que se llamó Francia; pero que ya no
yo; yo, que hace veinticinco años he com- existe t a l nación y que la habéis reem-
batido bajo todas las formas las penas plazado por una especie de gobierno, que
irreparables; yo, que durante veinticinco no es la m o n a r q u í a ciertamente, pero
años he defendido en todas ocasiones la que tampoco es la R e p ú b l i c a . (Nuevas
inviolabilidad de la vida humana. risas.)
E l crimen de defender la inviolabili EL PRESIDENTE: Renuevo m i observa-
dad de la vida humana le he cometido ción: suplico que guarde silencio al audi-
mucho antes que m i hijo y en mayor es- torio, pues de otra manera me veré en el
cala. caso de despejar la sala.
Me denuncio como á delincuente, se M . VÍCTOR HUGO (prosiguiendo): Pero
ñor abogado general. Cometí ese delito sigamos aplicando á los hechos y refi-
con todas sus circunstancias agravantes riendo á realidades l a fraseología de la
de premeditación, tenacidad y reinci acusación.
dencia. Señores jurados, en E s p a ñ a l a I n q u i -
Declaro que c o m b a t í y c o m b a t i r é este sición fué ley, y se faltó al respeto á la
resto de la penalidad salvaje, l a antigua Inquisición; en Francia el tormento fué
é ininteligente ley del talion, la ley de ley, y se faltó al respeto al tormento; el
sangre por sangre. L a combatiré toda cortar la mano fué ley, y se faltó... ¡yo
m i vida, señores jurados, con todas mis he faltado al respeto al cuchillo! E l yer-
fuerzas como escritor y con todos mis ac ro candente ha sido ley, y se le ha falta-
tos y votos como legislador. Así lo decía do al respeto. L a guillotina es ley, y se
ro delante de la víctima de la pena de falta al respeto á l a g u i l l o t i n a .
muerte que está allí, que nos mira y nos ¿Sabéis por qué, señor abogado gene-
escucha. {M. Víctor Hugo extiende el Irazo ral? Os lo voy á decir. Es porque se quie-
señalando el Cristo que está en el fondo del re arrojar la guillotina al abismo de exe-
salón y sobre el tribunal,) ¡Lo j u r o ante cración donde fueron sepultados, con
360 OBRAS D E VICTOR HUGO.

aplauso de todo el género humano, el hombres, en fin, unos ilustres, otros ve-
hierro candente, la mano cortada, la tor- nerables, hablaban de t a l modo, ¿qué ha-
t u r a y la Inquisición; es porque se desea cían? ¿ F a l t a b a n al respeto de la ley, á la
que desaparezca del augusto y luminoso ley local y del momento? Es m u y posi-
santuario de la justicia la figura sinies- ble. E l señor abogado general sabrá de-
tra que basta para llenarla de hor- cirlo, yo lo ignoro; pero lo que sí sé es
ror y de sombras y que se llama ver- que representaban entonces los religio-
dugo. sos ecos de la ley de las leyes, de la con-
¡Porque deseamos todo esto se dice que ciencia universal. ¿Ofendían l a justicia,
conmovemos la sociedad! Ciertamente so- l a justicia de su tiempo, la justicia
mos hombres peligrosísimos, y es mons- transitoria y falible? No lo sé; pero lo que
truoso que queramos suprimir la guillo- aseguro es que proclamaban la justicia
tina. eterna. [Movimiento general de adhesión.)
Señores jurados, sois ciudadanos de una ¡Verdad es que hoy, un gracioso dijo
nación libre que os ha investido con su en el seno de la misma Asamblea nacio-
soberanía, y sin desnaturalizar el debate nal: " E l ateo Voltaire, el inmoral Moliére,
se os puede y debe hablar como á hom- el obsceno L a Fontaine y el demagogo
bres políticos. Pues bien, ya que estamos Juan Jacobo Rousseau!,, [Bisas.) ¡ H é a q u í
atravesando una época de revoluciones, lo que se piensa, h é aquí lo que se con-
sacad consecuencias de lo que os voy á fiesa, hé a q u í á dónde hemos llegado!
decir y reflexionadlo. Si Luis X V I hu- Vosotros sabréis apreciarlo, señores j u -
biese abolido la pena de muerte, como rados.
abolió el tormento, no hubiese caido su Este derecho á criticar la ley, á criti-
cabeza y hubiese encontrado al 93 des- carla severamente, sobre todo la ley penal,
armado de la terrible cuchilla. H a b r í a que tan fácilmente pueden impregnar
hoy una p á g i n a sangrienta de menos en de barbarie las costumbres de un pueblo;
la historia; la fecha fúnebre del 21 de este derecho de crítica que está tan cerca
Enero no existiría. ¿Quién ante la públi- del deber de mejorar, como la antorcha
ca conciencia, á la faz de la Francia y está cerca de lo que debe iluminar; este
del mundo civilizado, quién se hubiera derecho del escritor, no menos sagrado
atrevido á levantar de nuevo el patíbu- que el del legislador; este derecho pre-
lo para el rey, para el hombre de quien ciso y necesario, este derecho imprescrip-
se hubiera podido decir: ^Ese le supri- tible, vosotros, señores jurados, lo reco-
mió?,, noceréis por vuestro veredicto, dejando
¡Se acusa al redactor de L ' Evénement libres de cargo á los acusados.
de haber faltado al respeto á las leyes, Pero el ministerio público, y es su se-
de haber faltado al respeto á la pena de gundo argumento, pretende que la crí-
muerte. Señores, elevémonos m á s altos tica de L ' Evénement ha ido demasiado
que el texto controvertido, elevémonos lejos y ha sido enérgica en demasía. Ver-
hasta el fondo de toda legislación, hasta daderamente, señores jurados, el hecho
el fuero interno del hombre. Cuando Ser- que dió pié al supuesto delito que se i m -
van, que era abogado general entonces, puta al redactor de L ' Evénement fué es-
cuando Servan i m p r i m í a á las leyes cri- pantoso. Aproximaos á él con la imagi-
minales de su tiempo aquella herida nación y contempladle de cerca.
memorable: "Nuestras leyes penales, de- U n hombre, u n condenado á muerte,
cía, abren toda clase de salidas á la acu- un miserable, se vé arrastrado una maña-
sación y las cierran casi todas al acusa- na hasta la plaza pública; allí distingue
do,,; cuando Voltaire calificaba á los el cadalso. Se revuelve, forcejea, rehusa
jueces de Calas, diciendo: " A h ! no me ha- la muerte. Es jóven t o d a v í a , apenas tiene
bléis de esos jueces, que son mitad mo- veintinueve años... Sé que me vais á con-
nos y mitad tigres!,, ¡cuando Chateau- testar que era un asesino; pero escu-
briand, en el Conservateur, llamaba á la chad... Dos verdugos le aprisionan entre
ley del doble voto ley "necia y culpable,,; sus brazos; tiene las manos y los piés su-
cuando Royer-Collard, en plena C á m a r a jetos con fuertes ligaduras, á pesar d é l o
de diputados, á propósito de no sé q u é cual rechaza á los dos ejecutores. Se traba
ley de censura, lanzaba aquel apóstrofo una lucha espantosa; el condenado pro-
célebre: "Sí p r o m u l g á i s esta ley, j u r o cura y consigue enganchar sus pies amar-
desobedecerla,,; cuando aquellos legis rados entre los peldaños de la escalera
ladores, cuando aquellos magistrados, patibularia, sirviéndose así del cadalso
cuando aquellos filósofos, cuando aque contra el cadalso mismo. L a lucha se
líos grandes génios, cuando aquellos prolonga y el horror hace extremecer á
ANTES D E L DESTIERRO, 361
la m u l t i t u d . Los verdugos, llena l a Castigareis este grito? ¿Y en presencia
frente de sudor y vergüenza, pálidos, an- e los hechos espantosos qíie ante vues-
helantes, miedosos y desesperados—des- tra vista he presentado, diréis á la g u i -
esperados, no sé de q u é horrible desespe- 'lotina: Tienes razón; y á la piedad: No
ración,'—encorvados y abatidos bajo el a tienes?
peso de l a reprobación pública, que de- Eso es imposible, señores jurados.
biera limitarse á condenar la pena de Oid, señor abogado general; os digo
muerte y que hace m a l en confundir con sin rencor que defendéis una mala cau-
ella al instrumento pasivo, los ejecutores sa. Aunque no lo creáis así, sostenéis
hacen esfuerzos salvajes. E l reo, asido y una lucha ilegal con el espíritu de la c i -
enclavillado a l patíbulo, pide perdón. vilización, con el progreso y con las cos-
Sus ropas están hechas girones, al través tumbres actuales. Tenéis contra vos la
de los cuales se le descubre la espalda intima resistencia del corazón del hom-
llena de sangre, y á pesar de todo resiste 3re, todos los principios á cuya sombra,
aun. Por último, después de tres cuartos desde hace sesenta años, marcha l a
de hora, de tres cuartos de hora... (Movi- Francia y hace marchar al mundo, como
miento. E l abogado general hace un signo son: la inviolabilidad de la vida huma-
negativo. M . Víctor Hugo prosigue) ¡Se nos na, la fraternidad para con las clases
regatean los minutos!... Pues bien; des- 'gnorantes y el dogma de la expiación
pués de treinta y cinco minutos de este Dará corregir,, que ha reemplazado al de
esfuerzo monstruoso, de este espectáculo 'a venganza. Tenéis contra vos todo
sin nombre, de esta a g o n í a , a g o n í a para cuanto i l u m i n a la razón, todo lo que v i -
todos los que lo presenciaban, para el 3ra en las almas; á la filosofía como á la
pueblo tanto como para el reo; después religión, á Voltaire y á Jesucristo. Por
de este signo de angustia, señores j u r a m á s que tratéis de llevar á cabo el ser-
dos, el pobre reo fué conducido de nuevo vicio tan espantoso que el p a t í b u l o tiene
á l a cárcel. E l pueblo respiró. E l pueblo, 'a pretensión de prestar á la sociedad,
que conserva siempre las preocupaciones ésta lo rechaza con horror. Por m á s que
de antigua humanidad y que es ele os empeñéis los partidarios de la pena de
mente porque comprende que es sebera muerte, y ya veis que no confundo á la
no, creyó que el culpable se habia l i sociedad con ellos, no podréis vindicar
brado de la muerte. Nada de eso. L a nunca la antigua pena del talion n i
guillotina fué vencida, pero continuó de conseguiréis lavar j a m á s sus repugnan-
pié. Allí permaneció alzada todo el dia tes textos legales, sobre los que hace tan-
en medio de una población consternada, tos siglos destilan sangre todas las cabe-
y por la tarde, después de contar con el zas cortadas.
necesario refuerzo de verdugos, amarra- Señores, he terminado.
ron al criminal de modo que quedara Hijo mió, hoy recibes un honor inmen^
convertido en masa inerte, y al anochecer so; te has hecho digno de combatir, de
le volvieron á conducir á la plaza, don sufrir tal vez por la santa causa de la
de llegó llorando, gritando, descompues verdad. A partir desde hoy entras en la
to por la desesperación, ensangrentado verdadera vida v i r i l de nuestro tiempo,
y pidiendo á gritos la vida y clamando á como si dijéramos, á luchar por lo justo
Dios y á sus padres, porque ante la y por lo verdadero. T ú , que no eres m á s
muerte, aquel hombre se convirtió en que u n simple soldado de l a idea huma-
niño. na y democrática, puedes estar orgullo-
¡Le arrojaron sobre el cadalso y cayó so por sentarte en el banco donde se han
su cabeza! E n aquel instante de todas sentado Beranger y Lammennais.
las conciencias se escapó u n extremeci Sé inquebrantable en tus convicciones,
miento inexplicable. Nunca l a muerte y que esta sea m i ú l t i m a palabra; si ne-
legal habia parecido tan abominable y cesitaras u n pensamiento para afirmarte
tan cínica. Cada espectador se sintió en t u fé en el progreso, en tus creen-
como solidario de l a crueldad de aquella cias del porvenir, en t u religión para con
ejecución, y todos experimentaron en su la humanidad, en t u execración para el
alma lo que sentirían si se viese en me patíbulo, en t u horror á las penas irre-
dio de Francia y á la luz del dia que l a vocables é irreparables, a c u é r d a t e que
barbarie insultaba á l a civilización. estás sentado en el banco donde se sentó
Entonces u n jóven lanzó u n grito es Lesurgues. {Profunda sensación, cuyas ma-
capado de sus e n t r a ñ a s , de su corazón nifestaciones se prolongan largo rato.)
de su alma, u n grito de piedad, u n grito
de angustia, de horror y de humanidac.
46
TOMO I V ,
362 OBMS D E VICTOR niJGO.

ricos y otra á los pobres, aunque verda-


deramente estábais con el corazón m á s
EL PROCESO DE L'EVENEMENT. cerca de los últimos. Esta era la santa
misión que habíais soñado; pero una reac-
ción implacable no ha permitido que
Carlos Hugo, su hermano Francisao os oigan; ha rechazado la reconciliación,
Víctor, Erdan y Pablo Meurice fueron escogiendo el combate. Por eso habéis
condenados y reducidos á prisión y combatido con sentimiento, sí, pero con
L'Evénement suprimido, no quedando resolución.
libre de su redacción m á s que Vacque- L'Evénement no ha retrocedido nunca:
rie. Esta era l a justicia de entonces. amigos y enemigos así lo reconocen, y
L'Evénement reapareció bajo el t í t u l o nunca desnaturalizó su programa, N i n -
de L'Avénement. Víctor H u g o escribió á g ú n diario ha sido m á s ardiente en l a
Vacquerie la carta que insertamos á lucha n i m á s prudente en el fondo de sus
continuación, l a cual fué perseguida y ideas.
condenada, sentenciando á seis meses de L'Evénement, que de mediador se con-
prisión, á quién? al que la escribió? No; virtió en combatiente, siguió queriendo lo
al que la habia publicado. Vacquerie fué que antes queria; l a fraternidad huma-
por lo tanto á l a Conserjería á reunirse na, la paz universal, la inviolabilidad
con Carlos Hugo, Francisco Víctor Hugo, del derecho y de la vida, la instrucción
Erdan y Pablo Meurice. Víctor H u g o gratuita, la mejora de costumbres, el
era entonces inviolable, inviolabilidad progreso de la inteligencia por medio de
que duró hasta Diciembre, en que co- la educación liberal y la e n s e ñ a n z a libre,
m e n z ó su destierro. la destrucción de la miseria, el bienestar
"A M . AUGUSTO VACQUERIE, del pueblo, el fin de las revoluciones, el
reinado de la democracia, el progreso
redactor en jefe de «L' Avénement du Peuple». por el progreso mismo. L'Evénement ha
M i querido amigo: pedido en todas partes, á todos los parti-
L'Evénement ha muerto de muerte vio- dos políticos y á todos los sistemas socia-
lenta, acribillado á multas y á meses de les, la a m n i s t í a , el perdón y la clemencia,
prisión, rodeado del éxito m á s brillante permaneciendo fiel á todas las p á g i n a s
que haya podido obtener n i n g ú n perió- del Evangelio.
dico de la noche. E l diario ha muerto, Ha sufrido dos principales condenas,
pero su bandera no ha caido en tierra; la primera por haber atacado el cadalso
vos la levantáis y yo os tiendo la mano. y la segunda por defender el derecho de
Reaparecéis sobre la brecha en que asilo. Creían los escritores de L'Evéne-
vuestros cuatro compañeros de combate ment que el derecho de asilo, en otro tiem-
cayeron uno á uno; subís á ella sin vaci- po reclamado por los cristianos para l a
lar, i n t r é p i d a m e n t e y sin tomar aliento, Iglesia, podían ellos, siendo franceses,
para cerrar el paso á la reacción del pa- reclamarlo en favor de la Francia. L a
sado contra el presente, á la conspiración tierra de Francia es sagrada como el pa-
de la m o n a r q u í a contra la República, vimento de una iglesia. Esto pensaron y
para defender aquello que queremos, esto dijeron. A n t e los jurados que han
todo lo que amamos, al pueblo, la Fran- decidido de su suerte, y á quienes protejo
cia, la humanidad, el pensamiento cris- el inviolable respeto debido á la cosa
tiano, l a civilización universal; lo dais juzgada, se defendieron sin concesiones,
todo y todo lo entregáis y lo exponéis; aceptando sus condenas sin amargura
vuestro talento, vuestra juventud, vues- ni rencor. H a n demostrado que los hom-
tra fortuna, vuestra persona y vuestra bres de buena voluntad no ceden á los
libertad. M u y bien! Y o os animo, dicién- d e m á s en e n e r g í a .
doos: ¡valor!, y el pueblo no dudéis que os Cerca de dos m i l años hace que todas
dirá ¡bravo! las verdades que defendían fueron anun-
Cuatro años hacia que habíais funda- ciadas, y nada somos nosotros al lado de
do L'Evénement vos, Pablo Meurice, los confesores augustos que las predica-
nuestro generoso y querido Pablo Meu- ron por vez primera á todo el género
rice, mis dos hijos y dos ó tres jóvenes y humano. Los primeros cristianos sufrían
firmes auxiliares. E n nuestros tiempos por su fé y la fundaban padeciendo sin
de turbulencias, de irritaciones y de er- doblegarse nunca. Cuando el suplicio de
rores, no teníais m á s que u n pensamien- uno terminaba, habia otro para suplir-
to: calmar, consolar, explicar, iluminar lo. U n m á r t i r es m á s heróico que un
y reconciliar. Tendisteis una" mano á los héroe.
ANTES D E L D E S T I E R R O . 363
Gracias á Dios, gracias al Evangelio odian en otra parte. Por qué? No me lo
y gracias á Francia, no tiene hoy el mar- explico.
tirio aquellas proporciones terribles; no Verdaderamente digo que no me ex-
queda m á s que la persecución innoble y plico por q u é los hombres, ciegos la ma-
la terquedad sistemática; pero t a l como yor parte y dignos de compasión, que
es, impone siempre sufrimientos y exige forman el partido del pasado, me dis-
valor. Valor, pues, y adelante! ¡Vos que pensan á m í y á los mios el honor de u n
habéis quedado en pié, adelante! Cuando encarnizamiento singular. No parece, en
vuestros compañeros queden libres, vol- ciertas ocasiones, sino que la libertad de
verán á encontraros. U Evénemeni no la tribuna no exista para m í , n i la l i -
existe; pero L ' Avénement du Peuple le re- bertad de la prensa para mis hijos, pues
e m p l a z a r á , adquiriendo las simpatías de- cuando hablo en la Asamblea, los clamo-
mocráticas. Es otro periódico con el mis- res cubren m i voz, y cuando mis hijos
mo pensamiento. escriben, la multa y l a cárcel hacen de-
Me complazco en decíroslo y lo digo á tener su pluma. Qué importa! Son inci-
todos los que aceptan, como vos, valien- dentes de la lucha y nuestras heridas
temente l a santa lucha del progreso. son u n detalle insignificante. Desprecie-
¡Adelante, nobles espíritus; tened fé, pues mos nuestros personales agravios, que
que sois fuertes! siendo lo que somos, aunque nos viése-
Os pertenece el porvenir, l a necesidad, mos condenados, hemos de pensar que
la evidencia, l a razón humana y l a justi- nuestros jueces son t a m b i é n hermanos
cia de Dios. Es posible que os persigan; nuestros, y aunque nos maltraten con
pero y después? una sentencia, nosotros no les hemos de
¿Qué podréis temer y cómo habíais de corresponder n i siquiera con nuestro ren-
dudar? Tenéis en vuestro favor todas las cor. ¿ P a r a q u é perder veinticuatro horas
realidades. maldiciéndolos, cuando tenemos toda la
Se puede aniquilar á u n hombre, á dos, vida para compadecerlos? ¿Acaso es líci-
á u n millón; pero no se hace desaparecer to maldecir á nadie? Q u é se consigue?
una verdad. No tenemos tiempo de pensarlo siquiera:
debemos ocuparnos en otras urgencias
Los antiguos Parlamentos—espero que m á s graves. Fijémonos ú n i c a m e n t e en el
no veremos nada semejante en nuestros objeto principal, en el bien del pueblo, en
tiempos^—trataron alguna vez de supri- el porvenir. Es posible ser herido en el
m i r la verdad por medio de una senten- corazón y sonreírse.
cia; pero aun no estaba acabada de fir- Sabéis lo que pienso hacer? Todos los
mar, cuando radiante se aparecía m á s dias iré á la Conserjería á comer con mis
grande que nunca por encima del tribu- hijos durante el invierno, que al fin no
nal. Esto es histórico. L o que es subsis- se pierde nada, en estos tiempos, en acos-
te, y nada puede conseguirse contra lo tumbrarse á comer en l a cárcel.
que es. ¡Siempre sentirá el inquisidor Perdonémosles las molestias persona-
algo que haga vacilar la tierra bajo sus les que nos causan; perdonemos todo el
plantas! A h ! ¿quieres la inamovilidad, mal que se nos hace ó nos desean.
inquisidor? Y o no puedo quererla. Dios E n cuanto á los otros agravios, en
hizo el movimiento; Q-alileo lo sabe, lo v é cuanto á los perjuicios que se hacen á la
y lo proclama; ¡castiga á Galileo, que no República ó al pueblo, es diferente; no
podrás llegar hasta Dios! me creo con derecho á perdonarlos.
¡Seguid, pues, adelante, os lo repito; Solo deseo, sin esperarlo, que nadie
tened confianza! Las ideas por las que tenga que rendir cuentas n i sufrir nin-
y con las que lucháis, resplandecen m á s g ú n castigo en el próximo porvenir.
en la violencia del combate. Cuando se Seria gran dicha, amigo mió, que por
hiere á un hombre salta sangre; cuan- uno de esos desenlaces inesperados de
do se hiere á una verdad saltan rayos que l a Providencia dispone, y que desar-
de l u z . man las pasiones culpables de unos y las
Decís que el pueblo ama m i nombre y legítimas indignaciones de otros, que la
me pedís lo que llamáis m i apoyo; me derogación de l a ley de 31 de Mayo nos
pedís que en público estreche vuestra permite entrever, pudiésemos llegar sua-
mano. Con efusión infinita quedáis com- ve y tranquilamente, sin sacudidas, n i
placido, á pesar de que no soy m á s que un convulsiones, n i represalias, n i violencias,
hombre de buena voluntad. al magnífico término de paz y de con-
L o que me hace comprender que soy cordia que vemos ante nosotros, al porve-
simpático al pueblo, es saber que me nir inevitable en el que l a p á t r i a será
m OBRAS D E VICTOR HUGO.

grande y el pueblo feliz, en el que la Re- iguales como en A m é r i c a y hermanos co"


p ú b l i c a francesa creará por su solo ejem- mo en el cielo!
plo la R e p ú b l i c a europea, y en el que por VÍCTOH HUGO.
fin seremos todos, en esta querida tierra
de Francia, libres como en Inglaterra, 18 Setiembre 1851.,
ORACIONES FÚNEBRES.

18 4-3 A 1850.
m m m t t m m ff f ffff ff ff^^^^^^^

ORACIONES FÚNEBRES.

pocos escritores han cumplido su misión


mejor que M . Casimiro Delavigne, po-
20 Diciembre 1843. cas existencias han estado mejor em-
pleadas á pesar de los sufrimientos físi-
cos n i mejor ocupadas, aunque se tome
E l que tiene el honor de presidir en en cuenta la brevedad de sus dias. Era
este momento la Academia francesa no dos veces poeta: estaba dotado al mismo
puede, cualquiera que sea l a situación tiempo de la potencia lírica y d r a m á t i -
en que se halle, dejar de estar presente ca; lo había conocido todo, todo lo había
un dia como el de hoy, n i permanecer obtenido, todo lo h a b í a atravesado y
callado ante u n féretro como el que tene- experimentado; popularidad, aplausos,
mos delante. aclamaciones de la m u l t i t u d , triunfos
Abandona por u n instante su duelo teatrales, siempre deslumbradores, siem-

Eersonal para unirse al general dolor, y


a de acallar el triste egoismo de su des-
gracia para asociarse á l a pesadumbre
pre justos.
Como toda inteligencia superior, su
mirada estaba fija en un fin trascenden-
que todos sienten. Aceptemos con obe- tal; estaba convencido de l a verdad, de
diencia grave y resignada los misteriosos que el talento es u n deber, y comprendía
designios de l a Providencia, que m u l t i - profundamente, con la conciencia de su
plican entre nosotros las madres y las responsabilidad, la alta misión que el
viudas desoladas, que imponen a l senti- pensamiento ejerce entre los hombres y
miento deberes hácia el dolor, y que en que el poeta cumple entre las almas. V i -
su omnipotencia impenetrable hacen braba en él la popular fiebre; amaba al
consolar al hijo que ha perdido á su pa- pueblo, al que pertenecía, y tenia todos
dre por el padre que ha perdido á su los instintos del magnífico porvenir de
hijo. trabajo y concordia que la humanidad
Consolar! Sí, esta es la palabra. ¡Que espera. M u y jóven, en su entusiasmo
el hijo que nos escucha tenga, en efecto, había saludado aquellos reinados des-
por supremo consuelo el recuerdo de lumbradores é ilustres que engrandecen
quién ha sido su padre! ¡Que aquella las naciones por medio de la guerra:
hermosa vida, tan llena de obras exce- hombre ya maduro, se adhirió á los go-
lentes, aparezca hoy á su jóven espíritu biernos inteligentes y sábios que civili-
con todo el sello de grandeza, de acaba- zan el mundo con la paz.
do y de venerable que d á l a muerte á la Mucho trabajó. Que descanse en paz!
vida. D i a l l e g a r á en que en otro sitio di- ¡Que las ruines emulaciones que persi-
gamos todo lo que las letras lloran aquí. guen á los hombres ilustres, que las d i -
L a Academia h o n r a r á con un elogio visiones de escuela y las rencillas de los
público aquella alma serena y elevada, partidos, y las pasiones, y las ingratitu-
aquel corazón dulce y bondadoso, aquel des literarias, guarden silencio en torno
espíritu concienzudo, aquel gran ta- del noble poeta, ya dormido para siem-
lento. pre! Injusticias, clamores, luchas, sufri-
Pero digámoslo, desde luego, aunque mientos, todo cuanto turba y agita la
nós expongamos á tener que repetirlo; vida de los hombres eminentes, se des-
368 OBRAS D E VICTOR HUGO.

vanece ante la sagrada hora que llegó una causa de honradez y del teatro un
para él. L a muerte es el advenimiento sitio de enseñanza; que respetan la poe-
de la verdad. Ante ella no resta del poeta sía y el pueblo á u n tiempo mismo; que
m á s que l a gloria, del hombre el alma por esto tienen osadía; pero que al acep-
y de este mundo Dios. tar plenamente la responsabilidad de
ella, no olvidan que en el escritor hay
algo del magistrado y en el poeta algo
del sacerdote.
Deseando trabajar mucho, trabajaba
de prisa, como si comprendiese que m u y
Funerales de Federico Soulié. pronto t e n d r í a que descansar. Su talen-
to era su alma, siempre lleno de la mejor
27 Setiembre 1847.
y m á s sana e n e r g í a .
De esto resultaba aquella fuerza que se
Los autores dramáticos han deseado resolvía en vigor para los pensadores y
que yo tenga en este dia tristísimo de en e n e r g í a para la m u l t i t u d . V i v i a por el
duelo el honor de representarles y de corazón, y esto ha sido la causa de su
dar el último y supremo adiós á aquel muerte. Pero no le tengamos lástima,
noble corazón, á aquella alma generosa, que ha sido recompensado por veinte
á aquel espíritu elevado, á aquel bellísi- triunfos y por una popularidad que á
mo y verdadero talento que se llamaba nadie irritaba, porque era á todos sim-
Federico Soulié. ¡Deber austero, que ha pática.
de cumplirse con la tristeza v i r i l , digna Le q u e r í a n los que le trataban y los
del hombre fuerte y extraordinario que to- que no le conocían; era amado y era po-
dos lloramos! A y ! la muerte es implaca- pular, que es indudablemente uno de
ble y tiene preferencias misteriosas, y los modos m á s gratos de ser queridos.
muchas veces no espera que blanquee Merecía su popularidad, porque tuvo
una cabeza para escogerla por v í c t i m a . siempre fijos en su alma los dos nobles
Triste y fatal hecho es que antes de ter- fines que contienen toda la parte noble
minar su jornada sean arrebatados de la del egoísmo y todo lo que la a b n e g a c i ó n
vida los obreros de la inteligencia. Ape- encierra de verdadero: ser Ubre y ser
nas hace cuatro años que casi todos los ú t i l .
mismos que a q u í nos vemos reunidos nos Ha muerto como un sábio que cree,
j u n t á b a m o s para inclinarnos ante l a porque piensa; ha muerto tranquila y
tumba de Casimiro Delavigne, y hoy noblemente, con la candida sonrisa de
nos inclinamos ante el féretro de Federi- un jóven y con la gravedad s i m p á t i c a
co Soulié. de un anciano. H a debido sin duda sen-
No esperéis, señores, que os cite las tir verse obligado á abandonar la obra
muchas obras constantemente aplaudi- d é l a civilización que los escritores de
das de Federico Soulié. Permitidme este siglo hacen en conjunto y á partir
ú n i c a m e n t e que trate de presentar ante antes de la hora solemne y t a l vez pró-
vuestra vista, en breves palabras, y de xima que l l a m a r á á todas las probidades
evocar, por decirlo así, ante su a t a ú d , lo y á todas las inteligencias al santo traba-
que podria llamarse la fisonomía moral jo del porvenir. Ciertamente era á pro-
de este notabilísimo escritor. pósito para este trabajo glorioso, porque
E n sus dramas, en sus novelas, en sus su corazón estaba lleno de compasión y
poemas, Federico Soulié ha sido siem- de entusiasmo, y se volvía sin cesar há-
pre el hombre serio que tiende hacia una cia el pueblo, porque en él existen todas
idea y á quien sirve de guia una misión las miserias y de él proceden todas las
impuesta por sí mismo. E n esta grande grandezas.
época literaria, en que el génio, circuns- Sus amigos lo saben, sus obras lo ates-
tancia que no ha existido hasta hoy y la tiguan, sus escritos lo prueban. Toda la
proclamo para honor de nuestros tiem- vida tuvo Federico Soulié fija la vista
pos, no se separa j a m á s de la indepen- en el estudio severo de las grandes verda-
dencia, Federico Soulié era de aquellos des políticas y en los inmensos misterios
que no se inclinan sino para escuchar su sociales, que apreciaba bajo el prisma
conciencia y de los que con su dignidad de su clarísima inteligencia. H a inter-
honran su talento. Era de los hombres rumpido ahora esta contemplación para
quenada desean m á s que el producto de reanudarla desde m á s alto; ha ido á en-
su trabajo; que hacen del pensamiento contrar otras verdades, otras certezas,
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ANTES D E L D E S T I E R R O . 369
otros misterios en la profunda sombra de que piensan, y la nación entera se extre-
la muerte. mece cuando ve desaparecer una de las
U n a palabra no m á s , señores. Que ú l t i m a s . Hoy, el duelo popular represen-
este gentío que nos rodea y que procura ta la muerte del hombre de talento; el
escuchar m i voz con tan religiosa aten- duelo nacional es la muerte del hombre
ción; que este pueblo generoso, trabaja- de genio.
dor y pensador, que no falta á ninguna Señores, el nombre de Balzac q u e d a r á
de estas tristes solemnidades y que sigue unido á la estela luminosa que nuestra
los féretros de sus escritores como se época dejará en el porvenir.
a c o m p a ñ a el entierro de un amigo; que Honorato de Balzac formaba parte de
este pueblo tan inteligente y tan formal la poderosa generación de escritores del
sepa que cuando los filósofos, cuando los siglo diez y nueve que siguió á Napo-
escritores, cuando los poetas llegan á león, lo mismo que la ilustre pléyade del
este recinto para conducir al abismo co siglo diez y siete siguió á Richelieu,
m u n de todos los hombres á alguno de como si en el desarrollo de l a civilización
sus hermanos, llegan sin turbación, sin existiese una ley que ordenase la sucesión
sombras, sin inquietud, llenos de fe inex- de los que dominan por espíritu á los que
plicable hacia otra vida, sin la cual ésta dominan por la espada.
no seria digna n i de Dios que la d á n i M . de Balzac era uno de los primeros
del hombre que la recibe. entre los m á s grandes y uno de los m á s
Los pensadores creen en Dios y miran eminentes entre los mejores. No es sitio
con t r a n q u i l i d a d , serenos y hasta al éste á propósito para decir todo lo que
gunos con alegría esa fosa que no tiene fué aquella espléndida y soberana inteli-
fondo, porque saben que si el cuerpo ha- gencia. Todos sus libros no forman m á s
l l a en ella una cárcel, el alma, por el que uno; libro viviente, luminoso, pro-
contrario, en ella encuentra alas para fundo, en el que se siente el i r y venir y
volar. marchar y moverse, con u n no sé q u é
Las almas nobles de nuestros queridos azorado y terrible mezclado con lo real,
muertos, como ésta cuya partida abo á toda nuestra civilización contempo-
ra lloramos; las almas que solo han ránea; libro maravilloso, que el poeta
tenido en el mundo un objeto y una ins tituló comedia, pero que hubiera podido
piracion, que solo han buscado por recom- llamar historia; que toma todas las for-
pensa á sus trabajos la luz y l a libertad mas y todos los estilos; que sobrepuja á
esas almas no pueden caer a q u í en u n Tácito y que llega á Suetonio; que á tra-
lazo. L a muerte no es una mentira; no vés de Beaumarchais alcanza á Rabelais;
encuentran en las tinieblas la cautividac libro formado por la observación y la
espantosa, la cadena terrible que se l i a imaginación unidas; que prodiga lo ver-
ma la nada. Continúan, por el contrario dadero, lo í n t i m o , lo social, lo t r i v i a l , lo
radiando esplendorosamente su vuelo su material, y que en algunos instantes, al
blime y su destino inmortal. través de todas las realidades bruscas y
Eran ya libres en la poesía, en el arte á m p l i a m e n t e desgarradas, deja de repen-
en la inteligencia y en el pensamiento te entrever el m á s sombrío y trágico
ahora serán libres t a m b i é n en el se ideal.
pulcro. A su pesar, que quiera ó no, que lo
confiese ó no lo confiese, el autor de esta
obra inmensa y extraordinaria pertene-
ce á la fuerte raza de los escritores revo-
lucionarios. Balzac v á derecho al obje-
to; ase cuerpo á cuerpo á la sociedad
FUNERALES DE BALZAG. moderna; arranca á sus individuos, á
unos la ilusión, á otros l a esperanza, á
20 Agosto 1850. éstos un grito, á aquellos una careta. Re-
basa todas las p á g i n a s del vicio y diseca
'. a pasión, profundizando y sondeando al
Señores: lombre, el alma, el corazón, las entra-
E l hombre que acaba de descender á ñ a s , el cerebro, el abismo que cada uno
esa tumba era de aquellos á los que el encierra dentro de su sér, y por un dón
duelo público sirve de cortejo. E n estos de su libre y vigorosa naturaleza, por un
tiempos todas las ficciones se han des- privilegio de las inteligencias de nuestra
vanecido. Las miradas se fijan ahora, no época, que, habiendo presenciado las re-
en las cabezas que reinan, sino en las voluciones de cerca, distinguen mejor el
TOMO I Y . 47
370 OBRAS D E VICTOR HUGO.

fin del género humano y comprenden dencia sabe lo que se hace cuando pone
mejor la Providencia, Balzac se desen- al pueblo cara á cara con el misterio su-
tiende sonriendo y serenamente de aque- premo y cuando le proporciona ocasión
llos temibles estudios que ocasionaron la para meditar sobre la muerte, que es la
melancolía de Moliere y la m i s a n t r o p í a gran igualdad y t a m b i é n la gran liber-
de Rousseau. tad.
He a q u í lo que hizo mientras estuvo L a Providencia es sábia, porque ésta es
con nosotros. He a q u í la obra que nos la m á s alta de todas las enseñanzas. Es
deja, obra elevada y sólida, fortísimo imposible que dejen de llenar austeros y
conjunto de hiladas de granito, monu- sérios pensamientos todos los corazones
mental obra, desde cuya altura resplan- cuando un sublime espíritu entra majes-
decerá para siempre su fama inmortal. tuosamente en l a otra vida; cuando uno
Los grandes hombres se construyen su de esos séres que se han cernido largo
pedestal; el porvenir se encarga de la es- tiempo sobre la m u l t i t u d con las alas v i -
tátua. sibles del génio, desplegan de pronto
Su muerte ha sumido á Paris en estu- otras alas que no se ven, para sumergir-
por profundo. Hacia algunos meses que se bruscamente en lo desconocido.
habia llegado á Francia. S e n t í a que iba Pero no, no es lo desconocido. Y a he
á morir y quiso volver á ver su p á t r i a , dicho en otra ocasión, t a m b i é n dolor osa,
como el que la víspera de un largo viaje y no me cansaré de repetirlo, que no se
se apresura antes á abrazar á su madre. sumergen en la oscuridad, sino en la luz;
Su vida ha sido corta, pero aprovecha- que morir no es el fin, sino el principio;
da; m á s llena de obras que de dias. no es i r á la nada, es i r á la eternidad.
Este trabajador potente y nunca fati- ¿No lo creéis así los que me estáis escu-
gado, este filósofo, este pensador, este chando? Féretros como éste demuestran
poeta, este genio ha vivido entre nosotros la inmortalidad, y ante cadáveres tan
l a vida de las tempestades, de las luchas, ilustres, se comprende distintamente la
de las discusiones, délos combates de que misión sublime de la inteligencia, que
participaron en todos los tiempos los hom- atraviesa por el mundo para sufrir y pu-
bres eminentes. Hoy miradle ya en paz rificarse y que se l l a m a el hombre, y
y libre de polémicas y rencores, llegando se comprende que es imposible que los
en un mismo dia á la gloria y á la tum- que fueron génios durante la vida no
ba. V á á brillar, en lo sucesivo, encima sean almas después de la muerte.
de las nubes que se amontonan sobre
nuestras cabezas entre las estrellas de la
pátria.
No os sentís tentados á envidiarle? E l 2 de Diciembre de 1851.
Señores, á pesar de que nos embarga
el sentimiento ante tan gran pérdida, re- NOTA.

signémonos á estas catástrofes, aceptán- Sabido es que ese dia 'dió el golpe de Estado Luis Napo-
dolas como dolorosas y severas. Quizás es león. Por no hacer un vacío en el orden correlativo de fechas de
conveniente y necesario, en una época plosu étres libros Antes del destierro, E n el destierro y Des-
s del destierro, encabezamos estas líneas con la última,
como la actual, de tiempo en tiempo una que abarca el primero de los tres; pero no insertamos aquí la
gran muerte, que comunique á los espíri- historia del golpe de Estado ni la del destierro de Víctor Hugo,
porque una y otra las hemos publicado detalladamente en iVa-
tus devorados por la duda y por el excep- poleon el P e q u e ñ o y en L a H i s t o r i a de un c r i m e n , que
ticismo una sacudida religiosa. L a Provi- forman parte del tomo III de nuestra publicación.—(iV. del T.)

Ym DE ^NTEJS m i DESTIERRO.
E N " E L D E S T I E R R O .

1852 Á 1870.
LO QÜE ES EL DESTIERRO.

P R E F A C I O

les esclavizan sus malas acciones, y ar-


rastrados fatalmente por inexorable i t i -
nerario, por la gloria desembocan en
L ciudadano es la encar- cloacas de sangre y por la v e r g ü e n z a
nación del derecho y el le- en abismos de cieno; no hay remisión
gislador es el derecho co- para los culpables; el 18 Brumario les
ronado. Las antiguas Re- arrastra á Waterlóo y el 2 de Diciembre
públicas representaban al á la derrota de S e d á n .
derecho sentado en la Cuando destronan y despojan al dere-
silla curul, llevando en la mano el cetro, cho, los hombres de la violencia y los
que representaba la ley, y revestido de traidores del Estado no saben ya lo que
p ú r p u r a , que indicaba la autoridad. Esta se hacen.
exacta representación es t o d a v í a hoy
nuestro ideal. L a sociedad bien consti-
tuida debe tener en su cumbre el dere- II.
cho consagrado por l a justicia y venera-
E l destierro significa el despojo del
do por la libertad.
derecho. Por parte de quién? ¿Por la del
Hasta ahora no hemos pronunciado que lo sufre? No, por parte del que lo
la palabra fuerza, y sin embargo, l a decreta. E l suplicio se vuelve contra el
fuerza existe; existe en el derecho, pero verdugo y le muerde.
no fuera de él. Quien dice derecho, dice Nada deben temer tanto los malhe-
fuerza. Fuera del derecho solo existe l a chores coronados como al pensador que
violencia. se pasea solo por una playa desierta, en
Porque la única necesidad es la ver- la que vé pasar las aves que anuncian
dad; no hay m á s que una fuerza, que es la tempestad, asombradas de l a asidui-
el derecho. Solo son aparentes los éxitos dad del filósofo, que al amanecer, toman-
que se logran fuera de la verdad y del do á Dios por testigo, no solo piensa,
derecho. L a vista miope de los tiranos se sino medita, y cuyos cabellos negros
equivoca, y triunfar por medio de una primero se convierten en grises y después
emboscada les parece que es haber con- en blancos en l a soledad; nada es tan te-
seguido una victoria, pero eso es una mible como el pensamiento de este hom-
ilusión; el criminal cree que el crimen es bre que está ausente de su patria, pero
su cómplice, y esto es un error; su crí no muerto; nada es tan temible como l a
men es un castigo; el asesino siempre se gravedad de ese desheredado y la nos-
hiere con sus propias armas; siempre la talgia de ese inocente.
traición e n g a ñ a al traidor, y sin que lo Aunque hagan todo lo que quieran
conozcan los delincuentes, se apodera de los poderosos m o m e n t á n e o s , el eterno fon-
ellos el espectro invisible de su delito, do se les resiste. Solo son dueños de l a
374 OBRAS D E VICTOR HUGO.

superficie de la certidumbre; su interior table, demolido y ruinoso, menos el de-


pertenece á los pensadores. Pueden des- ber, que es lo único que está en pié y
terrar á u n hombre, pueden arrancar á que, como el campanario de la iglesia
u n árbol de raiz, pero no pueden arran- de un pueblo arruinado, debe parecer
car la luz del cielo. M a ñ a n a aparecerá m á s alto entre las ruinas que le rodean.
la aurora. E l destierro es u n sitio de castigo. ¿De
Hagamos, esto no obstante, justicia á quién? Del tirano. Pero el tirano se de-
los proscriptores, que son lógicos, perfec- fiende.
tos, abominables y hacen todo lo que
pueden para anonadar al proscripto, IV.
consiguiendo lo que se proponen. Por-
que el proscripto es u n hombre t a n E l proscripto debe temerlo todo. L e
arruinado, que no le queda m á s que el lanzan fuera de la pátria, pero no le
honor; tan despojado, que no le queda pierden de vista. E l proscriptor es curio-
m á s que la conciencia; tan aislado, que so y no deja de mirarle. Os visita bajo
solo tiene á su lado la equidad; tan repu- formas ingeniosas y variadas. U n dia u n
diado, que solo vive con él la verdad; tan respetable pastor protestante se sienta
hundido en las tinieblas, que no le que- en vuestro hogar: profesa el protestan-
da otra luz que la del sol. tismo que se apunta en la caja Trouzin-
Doumersan; otro dia u n príncipe extran-
III. jero que chapurrea vuestra lengua se os
presenta: es Vidocq que viene á visita-
E l destierro no es u n hecho material, ros; otra vez un maestro doctrinario se
es un hecho moral. Para él todos los introduce en vuestra casa y le sorpren-
rincones del mundo son iguales; cual- déis repasando vuestros documentos.
quier sitio es bueno, con t a l que presente Todo se permite contra el proscripto,
vasto horizonte y esté lejos. que está fuera de la ley, fuera de la ra-
Propios son para esto el archipiélago zón y fuera del respeto; se le atribuyen
de l a Mancha, que los franceses encuen- palabras que no dice, cartas que no es-
t r a n que en nada se parece á su pátria; cribe, acciones que no realiza.
Jersey y Guernesey son dos pedazos de No escribáis á vuestros amigos de
la Galia, que el mar rompió en el siglo Francia, porque os a b r i r á n las cartas, y
diez y ocho. Jersey es m á s coqueta que esto lo consienten los tribunales; des-
G-uernesey: esta isla es mucho m á s gra- confiad de las personas con quienes ha-
ciosa y menos bella; el bosque se ha con- bléis, porque el hombre que os sonríe en
vertido en jardin; en Guernesey las rocas Jersey os desacredita en Paris. Estáis en
c o n t i n ú a n siendo colosales; aquella tiene u n lazareto. Desgraciado el hombre
m á s gracia, ésta m á s majestad. Guerne- honrado que vaya á veros. Le sorpren-
sey se parece á la N o r m a n d í a y Jersey á den en la frontera, en la que el empe-
la B r e t a ñ a . Guernesey es u n ramillete rador le espera bajo l a forma de gen-
grande como la ciudad de Lóndres; hay darme.
en ella perfumes, rayos y sonrisas, lo U n desconocido misterioso se os acer-
que no impide que la visiten las tempes- ca y os habla al oido; os declara que, si
tades. Es un idilio en plena mar. E n los queréis, se e n c a r g a r á de asesinar al em-
tiempos paganos, Guernesey era romana perador: de parte de Bonaparte os ofre-
y Jersey céltica; en la primera se conoce cen matar á Bonaparte. A los banquetes
aun que imperó J ú p i t e r y en la segunda fraternales que concurráis, oiréis gritar
Teutates. E n Guernesey ha desapareci- á alguno en a l g ú n r i n c ó n : / Viva Ma~
do l a ferocidad, pero no el salvajismo, y rat! Viva Hebert! Viva la guillotina! Si
lo que en ella fué en otro tiempo druídi- os fijáis conoceréis que esa voz es l a
co es ahora hugonote; no reina ya Mo- de Carlier. E n algunas ocasiones p a g á i s
loc, pero reina Cal vino; la iglesia es las deudas de la posada de u n desterra-
fria, el paisaje g a z m o ñ o , la religión mal- do, y este proscripto es un agente; otras
humorada. p a g á i s el viaje de un fugitivo, y este fu-
Guernesey deja al proscripto buenos gitivo es u n esbirro. Cuanto luego se i n -
recuerdos, pero el destierro existe fuera vente contra vosotros, cuanto se os ca-
del lugar donde se pasa. Bajo el punto lumnie, tenéis que aceptarlo: esos son los
de vista interior, puede decirse que no proyectiles que os lanza el imperio. No
hay destierro m á s hermoso. pidáis que rectifiquen las calumnias que
E l destierro debe ser un pais severo, os levantan, que se r e i r á n de vosotros
en el que todo está trastornado, inhabi- y c o n t i n u a r á n u l t r a j á n d o o s . Los que i n -
EN E L DESTIERRO, 375
s u l t á n cuentan con el numeroso público santos; la calumnia que les es útil par-
de los imbéciles. ticipa de su santidad, y aunque es una
No debe asombraros que os calumnien; ramera, está al servicio de esas dos vír-
al contrario, debéis esperarlo; esto es m u y genes.
natural. Habéis sido poco razonable; na- Así razonan los calumniadores.
die os obligaba á tronar contra el golpe de
Estado, á combatirlo en nombre del de- V.
recho, n i á sublevaros contra el imperio.
No debíais haber sido demagogo. Cuan- E l proscripto debe despreciarlos, no
do un hombre maltrata al derecho y acordarse de ellos y vagar por la playa
desprecia la ley, t e n d r á probablemente á las orillas del mar: en la tranquila mo-
razones para obrar de ese modo, y de- vilidad de éste debe buscar la calma y
bíais haber sido partidario suyo. E l éxito meditar en la rebelión eterna de las olas
sanciona sus actos, y el éxito les convier- contra las rocas y en la de las impostu-
te en derecho. Si apostatarais os elogia- ras contra la verdad: vanamente con-
ríamos, y en vez de estar proscripto os mueven á aquellas y á éstas, y aunque
n o m b r a r í a m o s senador. la ola escupe á la roca, nada gana la es-
H a tenido tanta habilidad ese hombre, puma y nada pierde el granito; no hay
que los jueces que empezaron acusándo- que alborotarse contra la injuria, no hay
le luego le prestaron juramento, y han que tomar represalias; hay que vivir en
hecho lo mismo el clero, el ejército, el destierro con severa tranquilidad. L a
los obispos y los generales. No preten- espuma de las olas corre por las rocas,
dáis ser m á s virtuoso que ellos, n i pone- pero éstas no se menean, y á veces la es-
ros enfrente. Pensad que á una parte se puma las hace brillar. L a calumnia aca-
encuentra lo m á s respetable, lo m á s ve- ba por ser u n título honorífico. E n la
nerable de la nación, y á la otra parte cinta plateada que b r i l l a á veces en los
os encontráis vos solo. Esto es poco hábil pétalos de la rosa, se reconoce que por
y si nos burlamos de vuestra conducta allí se ha arrastrado l a oruga.
hacemos bien. Cumpla el proscripto con su deber y
Todos los hombres honrados están con deje que la diatriba recorra su camino
tra vos y los calumniadores estamos con Debe callar aunque se le calumnie, aun
los hombres honrados. Meditad y com que se le silbe y aunque se le muerda
prendereis que es preciso salvar á l a so Su silencio es imponente.
ciedad. De qué? De lo que vosotros la Querer extinguir la injuria es atizarla
a m e n a z á i s . De suprimir la guerra y el Todo lo que se arroja á la hoguera de la
p a t í b u l o , de abolir la pena de muerte, calumnia la sirve de combustible. E m
de empeñarse en que tenga e n s e ñ a n z a plea en su tarea su propia deshonra. Con
gratuita y obligatoria. Seria insoporta- tradecirla es darla satisfacciones. E n el
ble que todo el mundo supiera leer. Ade- fondo, la calumnia aprecia al calumnia
m á s , proclamáis utopias abominables. do, sufre y muere si se l a desprecia. As
Queréis conceder todos los derechos á la pira á conseguir el honor de que l a des
mujer y hasta que goce del sufragio u n i mientan, y no debe dársele gusto.
versal; que en el matrimonio se permita
el divorcio; que el niño pobre sea tan VI.
instruido como el niño rico; que la igual
dad sea el resultado de la educación; que Por otra parte, no deben quejarse los
empiece á disminuirse el impuesto, y proscriptos si repasan la historia, porque
acabe por suprimirlo l a destrucción de de ese modo se convencerán de que á los
los parásitos, el arrendamiento de los grandes hombres se les ha insultado m á s
edificios nacionales, el reparto de los que á ellos.
bienes comunales, etc. etc. etc. E l pre Es hábito humano antiquísimo el u l -
sidente se opuso á todo eso, y ha hecho trajar: las manos desocupadas se com-
^ m u y bien. Nos combatís y os calumnia placen arrojando piedras: el desgraciado
mos. Sabemos que mentimos, pero prote- que escede del nivel humano y llega
gemos á la sociedad, y la calumnia que hasta la cumbre, se expone á recibir el
protege á la sociedad es de utilidad p ú rayo por arriba y la lapidación por aba-
blica. Estando la magistratura de parte jo. Como ocupan sitios elevados, atraen
del golpe de Estado, t a m b i é n lo está la las miradas y afrentan á los demás. E l
justicia; estando con él el clero, t a m b i é n t r a n s e ú n t e envidioso está siempre en la
lo está la religión; la religión y la j u s t i - calle y solo se ocupa en odiar; siempre
cia son dos entes morales inmaculados y le encontrareis, miserable y furioso, á
376 OBRAS D E VICTOR HUGO.

la sombra que proyectan los edificios meter hospitalidad para m a ñ a n a á los


altos. vencidos del porvenir. E l que escribe es-
Los especialistas debian estudiar las :as líneas ha dicho muchas veces á sus
causas del insomnio de los grandes hom- compañeros de destierro: Si alguna vez, al
bres. Homero duerme, honus dormitat, y dia siguiente de una revolución, Bonaparte
mientras duerme le pica Zoilo. Esquilo fugitivo llamara á mi puerta pidiéndome
siente en la piel la picazón de Eupolis asilo, se la abriria.
y de Oratinus: los mosquitos abundan; á Estas meditaciones, que vienen á con-
V i r g i l i o le pica Mevius; á Horacio, L i c i - iundirse con todos los contratiempos de
lus; á Juvenal, Codrus; á Dante, Cecchi; 'a adversidad, placen á la conciencia del
á Shakespeare, Oreen; á Corneille, l a proscripto, y no solo no impiden que
Academia; á Moliere, Donneau de Viré; á cumpla su deber, sino que le dan ánimo
Montesquieu, Desfontaines; á Buffon, para cumplirlo. H a y que ser severos hoy
Labeaumelle; á Rousseau, Palissot; á para ser compasivos m a ñ a n a ; hay que
Diderot, Nonotte; á Voltaire, Freron. combatir al poderoso para socorrer al
L a gloria es una cama dorada que cria que pida auxilio, imponiéndole m a ñ a n a ,
chinches. como ú n i c a condición, el arrepentimien-
E l destierro no es la gloria, pero se le to. Pero hoy es un deber combatir al
parece en tener sabandijas. L a adversi- crimen victorioso.
dad no tranquiliza, y ver que duerme el E l gran esfuerzo y el gran sueño del
justo desterrado desagrada á los que re- destierro debe ser cavar el precipicio al
cogen las migajas que caen de las mesas enemigo vencedor, preparar asilo al ene-
de Nerón ó de Tiberio. Tienen celos del migo vencido, combatir con la esperan-
hombre caido, del expulsado, y no es ex- za de poder perdonar, a ñ a d i e n d o á esto
t r a ñ o que tengan envidiosos los proscrip- que debe consagrarse al sufrimiento uni-
tos. E l insultador antiguo solo seguia el versal. E l proscripto siente la satisfac-
carro del vencedor; el insultador actual ción m a g n á n i m a de no ser inútil. Se ol-
sigue á pie al vencido. E l vencido se vida de su propia herida para procurar
desangra y los insultadores echan barro la curación de la herida humana. Obran-
á la sangre. ¡Que gocen esta alegría! do así no sueña, sino que, por el contra-
Esta alegría es tan real y complace rio, busca la realidad; m á s diremos, l a
tanto al señor, que ordinariamente la encuentra. Vagando en el desierto, pien-
paga. Los fondos secretos del presupues- sa en las ciudades, en los tumultos, en
to se gastan retribuyendo los ultrajes los hormigueros, en las miserias, en todos
públicos. Los déspotas, en la guerra que los que trabajan, ya con el pensamien-
hacen á los proscriptos, cuentan con estos to, ya con las manos. Piensa en ello sin
dos auxiliares; con la envidia y con la cesar. Sus paseos en la playa no son per-
corrupción. didos, porque le hacen fraternizar con el
A l referir lo que es el destierro, debe- poder del abismo, contemplar el infinito
mos entrar en algunos detalles. y oir lo ignorado. L a voz inmensa de la
naturaleza habla al solitario. Severas
VII. analogías le enseñan y le aconsejan. Fa-
talmente pensativo, vé ante él las nubes,
Hemos hablado de los pequeños dis los soplos y las á g u i l a s , y se convence de
gustos del destierro; hablaremos ahora que su destino es tenante y negro como
de los grandes, que consisten en soñar, las nubes, de que sus perseguidores son
en pensar y en sufrir. vanos como los soplos del viento y de
E l gran sentimiento del desterrado que su alma es libre como las águilas.
consiste en v i v i r solo y pensar en la hu E l desterrado es un sér benévolo. Se
m anidad; en execrarla victoria del mal y apasiona de las rosas, de las mariposas y
en compadecerse de la dicha del malva de los nidos: en el estío participa de la
do; en vanagloriarse de ser ciudadano y agradable alegría de los seres; tiene fe
en purificarse como filósofo; en ser pobre inquebrantable en la bondad secreta é
y procurarse l a subsistencia con el t r a indefinida, y es tan pueril, que cree en
bajo; en no llevar la contemplación de Dios; hace en su morada de la primavera
ideal hasta el extremo de olvidarse de las bóvedas de ramas, que, formando fres-
tirano; en pensar en sí y en la pátria. cos antros verdes, cobijan su espíritu; vive
Es dulce sentir la compasión anticipa en un A b r i l florido; estudia y compara
da; estar dispuesto á ser clementes con las diversas melodías de la naturaleza,
el culpable cuando caiga y se arrodille á que suenan en los oidos de u n V i r g i l i o
nuestros pies. D á augusta alegría pro- invisible en las Q-eórgicas de los bosques;
EN E L D E S T I E R R O . 377
vé á través de sus imaginaciones las n i - las Tullerias; habia acaparado l a gloria
ñ a s de tres años que corren por l a playa política representada por Rouher, la glo-
hacia el mar, descalzas y l e v a n t á n d o s e ria militar por Bazaine y l a gloria lite-
las faldas con los dos brazos, enseñando raria por Nizard; le hablan aceptado los
su vientre inocente á la fecundidad in- grandes caractéres, como los de Vieillard
mensa, y en el invierno desmigaja pan y Merimée; el 2 de Diciembre tenia para
en las nieves para que coman los pája- él larga duración, la duración de los
ros. De vez en cuando recibe cartas que quince años de T á c i t o , grande mortalis
le dicen: "Han abolido t a l penalidad y cevi spatium; el imperio estaba entonces
no c a s t i g a r á n á tal individuo con la pena en pleno medio dia. Se burlaban de Ho-
de muerte,,. E l proscripto levanta al mero en los teatros, de Shakespeare en la
cielo entrambas manos en actitud de Academia. Los profesores de historia ase-
agradecimiento. guraban que Leónidas y Guillermo T e l l
no hablan existido; todo era armonioso;
VIII. nada desentonaba el cuadro. Estaban
acordes la mezquindad de las ideas con
De hombres tan peligrosos recelan los la sumisión de los hombres; la bajeza de
gobiernos, y acuerdan persecuciones, ex- las doctrinas era igual á l a a l t a n e r í a de
pulsiones y algunas veces extradicio- los personajes; el envilecimiento era la
nes. U n a de estas ú l t i m a s se verificó en ley común; existia una especie de A n -
Jersey en 1855. E l 18 de Octubre los glo-Francia semipartida entre Bonapar-
desterrados vieron que amarraba en el te y l a reina Victoria, que gozaba de l a
muelle de Saint-Helier el Ariel, navio libertad, según decia Palmerston, y del
de la marina imperial, que iba á buscar- imperio, según decia Troplong; era m á s
los. L a reina Victoria ofrecía los pros- que una alianza, era casi u n beso. Esta
criptos á Napoleón; un trono guardaba á Anglo-Francia proscribía á l a Francia
otro estas consideraciones. verdadera y humillaba á Inglaterra, pero
L a extradición no llegó á verificarse; l a reinaba; en aquella situación la Francia
a p l a u d í a la prensa realista inglesa, pero era esclava y la Inglaterra sirviente, y el
el pueblo de Lóndres la censuraba y gru- porvenir se presentaba nebuloso. Pero el
ñía. Ese pueblo es de esa manera; su presente era un oprobio con el rostro
gobierno puede ser perro de aguas, pero descubierto, y magnifico, s e g ú n todos
él es un dogo. E l dogo es el león de los confesaban. L a Exposición universal res-
plandecía y deslumhraba á Europa des-
perros, y tener majestad en la probidad
de París; en ella se presentaron mara-
es propio del pueblo inglés. Como éste
villas, entre otras el c a ñ ó n K r u p p sobre
enseñó los dientes, Palmerston y Bona-
un pedestal y el emperador francés feli-
parte se tuvieron que contentar con la citando al rey de Prusia.
expulsión.
E n esa época, así como los gobiernos Aquel fué el gran momento del impe-
estaban en connivencia con el proscrip- rio. Nunca estuvieron los proscriptos
tor, habia verdadera complicidad entre tan m a l mirados, y ciertos diarios ingle-
los proscriptos y los pueblos. Esa solida- ses les llegaron á llamar rebeldes.
ridad, de la que nacerá el porvenir, se En dicho verano, u n dia del mes de
manifestaba bajo todas las formas, y se Julio, un pasajero hacia l a travesía des-
e n c o n t r a r á n señales de ella en las pági- de Guernesey á S o u t h a m p t o n . Ese pasa-
nas de este libro. jero era uno de los rebeldes de que aca-
bamos de hablar. F u é representante del
IX. pueblo en 1851 y le desterraron el 2 de
Diciembre. Ese pasajero, cuyo nombre
E n el verano de 1867 Luis Bonaparte es inútil declarar, porque solo lo citamos
habia alcanzado el m á x i m u m de gloria porque dió ocasión al hecho que vamos
que puede conseguir un crimen. Habia á referir, se embarcó aquella misma ma-
llegado á la cumbre de su m o n t a ñ a , des- ñ a n a en Saint-Pierre-Port en el buque
pojándose completamente de l a vergüen- Normandy. Desde Guernesey á Sout-
za, y n i n g ú n obstáculo se le oponia; era hampton media u n trayecto de siete á
infame y supremo; no era posible obte- ocho horas.
ner victoria m á s completa; parecía que Era la época en la que el kedive, des-
habia vencido las conciencias. Las ma- pués de saludar á Napoleón, iba á salu-
jestades y las altezas estaban á sus pies dar á la reina Victoria, y aquel dia mis-
ó en sus brazos; Windsor, K r e m l i n , mo l a reina de Inglaterra hizo que el
Schembrun y Postdam se daban cita en virey de Egipto contemplase el espec-
TOMO I V .
378 OBRAS D E VICTOR HUGO.

táculo que ofrecia la flota inglesa en la de otras, en la bruma rojiza en vasta con-
rada de Sheerness, p r ó x i m a á Sout- fusión.
hampton. E l Normandy pasaba por entre medio
E l pasajero en cuestión era u n hombre de las elevadas sombras, entre inmensa
cano, silencioso y que contemplaba el gritería de burras, y esta carrera á tra-
mar. Iba de pió cerca del timonero. vés de la flota inglesa duró m á s de dos
E l Normandy habia salido de Gruerne- horas.
sey á las diez de la m a ñ a n a , y á las tres H á c i a las siete, hora en que el Nor-
de la tarde se acercaba á las Needles, mandy llegó á Southampton, estaba ya
que marcan el extremo Sur de la isla de empavesado.
W i g h t ; apercibíase la arquitectura sal- Uno de los amigos del c a p i t á n Har-
vaje del mar y sus colosales puntas de vey, M . Rascol, director del Correo de
greda, que salian del Océano como cam- Europa, le esperaba en el puerto, y le
panarios de prodigiosa catedral engulli- causó asombro ver el navio empave-
da, y al i r á entrar en el rio de Southamp- sado.
ton, el timonero empezó á maniobrar á •—¿Por q u é le habéis puesto de gala,
babor. capitán? por el kedive?
E l pasajero estaba observando esta —Por el proscripto, respondió el ca-
maniobra cuando oyó que le llamaban p i t á n .
por su nombre; se volvió y vió ante él al For el proscripto debe traducirse: Por la
c a p i t á n del navio. Francia.
—¿Es cierto que deseáis, caballero, ver No hubiéramos referido este hecho si
la flota inglesa? no hubiera dado singular grandeza al
E l pasajero no habia expresado este fin del c a p i t á n Harvey, como vamos á
deseo, pero habia oido á algunas seño- referir.
ras que estaban á su alrededor tener cu- Tres años después de la revista de la
riosidad de verla, por lo que se limitó á flota, al poco tiempo de haber remitido
contestar: al pasajero que transportó el mes de J u -
—Creo, capitán, que no lleváis ese lio de 1867 una exposición de los mari-
itinerario. nos de la I Mancha, la noche del 17 de
—Le llevaré si lo deseáis, respondió el Marzo de 1870, el capitán Harvey hacia
capitán. su pasaje habitual desde Southampton
Sorprendido el pasajero, le p r e g u n t ó á Q-uernesey y espesa bruma cubría el
á su vez: mar. E l c a p i t á n , de pié en el buque, ma-
—¿Seréis capaz de cambiar de derro- niobraba con precaución, porque era de
tero? noche y habia gran niebla. Los pasaje-
-Sí. ros dormían.
—Por complacerme? E l Normandy era u n navio de gran
—Sí. cabida, quizás el mejor buque correo de
— U n buque francés no baria eso la Mancha, de seiscientas toneladas, de
por m í . doscientos veinte piés ingleses de longi-
—Pues lo que no haria u n buque fran- tud, de veinticinco de latitud; como de-
cés, lo h a r á un navio inglés. cían los marinos, era jó ven; no habia
Después añadió: cumplido aun siete años. Le construye-
•—Unicamente, para salvar m i respon- ron en 1863.
sabilidad ante los jefes, deseo que expre- Habia salido del rio de Southampton
séis en m i cartera con vuestra firma que y, se encontraba en alta mar; como la
habéis tenido ese deseo. niebla se hacia densa, avanzaba lenta-
Diciendo esto presentó la cartera al mente. Eran las cuatro de la madru-
pasajero, que escribió lo siguiente, dic- gada.
t á n d o l e el c a p i t á n : "Deseo ver la flota L a oscuridad era tan completa que
inglesa,,. envolvía al navio, del que apenas se
Poco después el navio oblicuaba á es- veían los extremos de los mástiles.
tribor, dejando á la izquierda las A i g u i - Nada es tan terrible como los navios
lles y el rio de Southampton, y entraba ciegos caminando de noche.
en la rada de Sheerness. De repente surge de la bruma un ob-
Efectivamente, el espectáculo era dig- jeto negro, fantasma, m o n t a ñ a ó pro-
no de verse; todas las baterías de los montorio de sombra, corriendo -por entre
buques mezclaban el humo y los true- la espuma y agujereando las tinieblas.
nos. Las siluetas de los navios macizos Era el buque de hélice la Mary, que ve-
y acorazados se escalonaban, unas detrás nía de Odessa y que iba á Grímsby,
EN E L DESTIERRO. 379
llevando un cargamento de quinientos —De veinte.
toneles de trigo; iba con enorme velo- —Tenemos bastante tiempo. Que se
cidad, arrastrando inmenso peso. L a embarquen todos por turno. Teniente
Mary corría derecho hacia el Normandy. Ockleford, conserváis las pistolas?
No hay medio de evitar este abordaje, —Sí, m i c a p i t á n .
porque entre la niebla los buques llevan —Saltad la tapa de los sesos al hom-
extraordinaria velocidad. Se encuentran bre que quiera pasar delante de las m u -
casi sin ver que se aproximan; cuando jeres.
se les ve, ya se tiene encima l a c a t á s - Todos se callaron; nadie resistió á esta
trofe. órden, comprendiendo el alma noble del
L a Mary, corriendo á todo vapor, se capitán.
lanzó de lleno sobre el Normandy y lo L a Mary entre tanto habia echado a l
desbarrigó. L a fuerza del choque la paró mar sus lanchas y acudia á socorrer a l
y l a dejó averiada. naufragio que involuntariamente habia
Llevaba el Normandy veintiocho hom- causado.
bres de tripulación, una mujer de servi- L a operación de salvar á los náufragos
cio y treinta y un pasajeros, de los que se verificó con órden y casi sin lucha.
doce eran mujeres. Harvey, impasible en su sitio de man-
L a sacudida que sufrió el buque fué do, dominando á la m u l t i t u d , la diri-
espantosa. A l instante se vieron en el gía, ocupándose de ella y organizando
puente los hombres, las mujeres y los hasta cierto punto la angustia general,
niños semidesnudos, corriendo, gritando como si diera órdenes á l a catástrofe;
y llorando. E l agua entraba furiosa por parecía que le obedeciera el naufragio.
todas partes. E l fogón de la m á q u i n a , Hubo u n momento en que gritó:
invadido por las olas, resollaba agoni- •—Salvad á Clemente!
zando. E l c a p i t á n Harvey, de pió a l lado Clemente era u n niño, era el grumete
del timón, gritó: del buque.
—Silencio y escuchadme todos. Echad E l navio iba hundiéndose lentamente
las lanchas al mar; que entren en ellas, en la profundidad del mar.
primero las señoras pasajeras, después Se apresuró todo lo posible el vaivén
los pasajeros y luego la tripulación. Hay de las lanchas entre el Normandy y la
que salvar sesenta personas. Mary.
E l buque llevaba sesenta y una, pero —Apresuraos! gritó el c a p i t á n .
el c a p i t á n no se contaba. A los veinte minutos el navio se
Pusieron las lanchas en el mar, y todos h u n d i ó .
precipitadamente querían saltar á un E l c a p i t á n Harvey, siempre de pió en
tiempo: esta precipitación podia hacer zo- su sitio de mando, no hizo un gesto, no
zobrar las canoas. dijo una palabra, ó inmóvil se hundió en
Ockleford, que era el teniente, y los el abismo. Se le vió á t r a v é s de l a sinies-
tres contramaestres, Godwin, Bennett y tra bruma sepultarse en el mar.
West, contuvieron á la m u l t i t u d , que es- Asi terminó la vida del c a p i t á n Har-
taba espantada de terror. Causa verdade vey. ¡Que reciba en este libro el adiós que
ramente pánico estar durmiendo y des le envia el proscripto!
pertarse de repente para morir. N i n g ú n marino de la Mancha le aven-
Sin embargo, á los gritos y al t u m u l - tajaba. Vivió cumpliendo toda su vida
to dominó la voz terrible del c a p i t á n , sus deberes de hombre, y m u r i ó como u n
y en la oscuridad se oyó este breve diá héroe.
logo:
—Mecánico Locks? X.
—Capitán?
—Cómo está el fogón? E l proscripto no odia al proscriptorj
—Ahogado. pero le combate sin tregua, no como ene-
— Y el fuego? migo personal, sino como enemigo pú-
—Completamente extinguido. blico. L a cólera del hombre honrado no
— Y la m á q u i n a ? pasa de los límites de lo preciso. E l
—Muerta. proscripto execra al tirano y desconoce
—Teniente Ockleford! g r i t ó el ca- su personalidad; cuando l a conoce, solo
pitan. la ataca proporcionalmente á su deber.
—Presente, respondió el teniente. E n caso necesario el proscripto sabe
—¿De c u á n t o s minutos podemos dis hacer justicia al que le proscribe, si éste
poner? es hasta cierto punto escritor, y le recono-
380 OBRAS D E VICTOR HUGO.

ce sus títulos. Es incontestable, dicho sea do y se apoderan de él en Querétaro. Los


de paso, que Napoleón I I I es un acadé- hombres prácticos dicen: asiladle,,. E l
mico de circunstancias; por deferencia hombre quimérico dice: "Perdonadle,,.
sin duda, durante el imperio bajó la Fusilan á Maximiliano, y esto basta
Academia su nivel, para que el empera- para empequeñecer un propósito inmen-
dor pudiera entrar en ella, y su majestad so. L a heróica lucha de Méjico pierde el
se creyó, entre los pares literarios, equi- gran mérito de la clemencia. Si hubie-
valer á cualquiera de los cuarenta. ran salvado la vida á Maximiliano, M é -
E n la época en que se anunció la can- jico hubiera sido en lo sucesivo inviola-
didatura del emperador para ocupar u n ble, y esa nación, que deseaba conseguir
sillón vacante, un a c a d é m i c o , amigo su independencia por medio de la guer-
nuestro, queriendo hacer justicia á un ra, hubiera establecido su soberanía por
tiempo al historiador de César y al hom- medio de la civilización. T a m b i é n en este
bre del 2 de Diciembre, redactó de este caso acierta el hombre quimérico.
modo su voto: "Voto por que se admita Tercer hecho. Isabel I I acaba de ser
á M . Luis Bonaparte en la Academia y en destronada. ¿Qué vá á haber en E s p a ñ a ,
el presidio,,. República ó monarquía? "Monarquía,,,
Como ven nuestros lectores, el proscrip- dicen los hombres de Estado. "Repúbli-
to hace todas las concesiones posibles; ca,,, dice el proscripto. Los hombres
solo es absoluto ó inflexible bajo el punto prácticos no hacen caso del hombre qui-
de vista de los principios. mérico, y prevalecen. E s p a ñ a queda sien-
Cuando se trata de éstos deja de ser do m o n á r q u i c a . Cae de Isabel en Amadeo
hombre práctico, como se dice en la fra- y de Amadeo en Alfonso, esperando que
seología política. Por eso se resigna á llegue D . Cárlos. Esto solo interesa á Es-
todo, á las violencias, á las injurias, á su paña; pero ved ahora lo que interesa al
ruina y al destierro. Su orgullo consiste mundo. Esa m o n a r q u í a , que v á en busca
en decir la verdad desnuda. de u n monarca, sirve de pretexto á TIo-
L o verdadero tiene dos nombres; los henzollern y trae la emboscada de la
filósofos le llaman ideal y los hombres Prusia, la derrota de Francia en Sedán,
de Estado quimérico. No creemos que la v e r g ü e n z a y el nebuloso porvenir. Si
los hombres de Estado tengan razón. Si E s p a ñ a hubiera sido republicana, no
se les cree, todos los consejos que pueden hubiera dado motivo para el pretexto de
darse al proscripto son "quiméricos,,, Hohenzollern y no hubiera producido
porque admitiendo, según ellos dicen, las catástrofes que sobrevinieron. Luego
que dichos consejos sean prudentes, no era prudente el consejo del proscripto.
son realizables. Esto se conocerá el dia que todos se
Examinemos esta cuestión. convenzan de la e x t r a ñ a evidencia de
Concedámosles que el proscripto sea que la verdad no es imbécil, de que el
u n hombre quimérico. Es un visionario espíritu de compasión y de libertad es
ciego cuando mira lo absoluto, y ciego conveniente, y de que solo es fuerte el
completamente cuando mira lo relativo. hombre que no se separa nunca del dere-
Es buen filósofo y m a l político. Si se cho. ¿El que piensa de este modo es cie-
realizaran sus ideas nos h u n d i r í a m o s en go ó vé claro?
el abismo. Honrados son sus consejos,
pero nos a r r a s t r a r í a n á la perdición. Sus XL
principios son razonables, pero practicar
ios es imposible, porque los hechos des E n Diciembre de 1851, cuando el au-
mienten los principios. tor de este libro llegó al extranjero, se le
Examinemos los hechos. hizo muy difícil v i v i r y ganar la vida.
Vencen á John Brown en Hasper's En el destierro es donde verdaderamente
Eerry. Los hombres de Estado dicen: se siente el res augusta domi.
"Ahorcadle,,. E l proscripto dice: "Res- Este ligero bosquejo de "lo que es el
petad su vida,,. Ahorcan á John Brown destierro,, no seria completo, si no se i n -
y l a Union se disloca y estalla la guerra dicara de paso y con la sobriedad conve-
del Sur. Economizando la sangre de niente la parte material de la existencia
John Brown se hubiera economizado la del proscripto.
sangre de América. Bajo el punto de De lo que el desterrado poseía solo le
vista del hecho, ¿quién tiene razón, los quedaron siete m i l quinientos francos de
hombres prácticos ó el hombre q u i m é - renta anual. Quedó suprimido el pro-
rico? ducto que en el teatro le daban sus obras
Segundo hecho. Maximiliano es venci- d r a m á t i c a s , que antes le producían se-
EN E L DESTIERRO. i
senta m i l francos cada a ñ o . L a venta de Estos detalles forman parte del des-
su mobiliario en almoneda no llegó á tierro.
producirle trece m i l francos, y tenia que
mantener nueve personas. XII.
Tenia que gastar en cambiar de sitios,
en viajes, en menajes nuevos, en re- Pero este desterrado todo lo sufre con
mediar las necesidades de un grupo que paciencia, porque consiguió poder traba-
le seguia; tenia que atender á lo inespe- j a r y ganarse la vida para él y para los
rado de una existencia arrancada desde suyos. Conoce que no es n i n g ú n mérito
entonces de su pais y que era juguete de ser proscripto y ser honrado, porque el
todos los vientos. Necesitaba conservar proscripto es u n hombre honrado que
la dignidad de la vida y conseguir que persiste en la honradez. Esto es todo.
á su alrededor nadie sufriera. Por eso Cumplir un deber.
necesitó dedicarse inmediatamente al H a y que confesar, sin embargo, que
trabajo. hay épocas en que es rara esta persisten-
L a primera casa que habitó en el des- cia, pero esta rareza empequeñece á la
tierro fué Marine-Terrace, y la alquiló época, mas no a ñ a d e m á s valor al hom-
por el moderado precio de m i l quinien- bre honrado.
tos francos cada a ñ o . L a honradez, así como l a virginidad,
E l mercado francés se cerró para sus están por encima de los elogios. No es
publicaciones. mérito en el a r m i ñ o ser blanco.
Sus primeros editores belgas impri- E l representante que está proscripto
mieron todos sus libros, sin darle ningu- por defender al pueblo realiza u n acto
na cuenta, exceptuando la obra Napo- de probidad, porque prometió defenderle
león el Pequeño. Los Castigos costaron al y cumple su promesa y vá m á s allá de lo
autor dos m i l quinientos francos; de esta prometido, procediendo como hombre
suma, que confió al editor Samuel, no escrupuloso. Para esto el mandato i m -
ha podido reembolsarse. E l producto to perativo es inútil; el mandato imperativo
t a l de las ediciones de Los Castigos lo han comete un error designando con una
confiscado los editores extranjeros du- frase degradante una cosa noble, como
rante diez y ocho años. es la aceptación del deber; a d e m á s omite
Los diarios realistas ingleses elogia- lo esencial, que es el sacrificio; el sacri-
ban sin cesar la hospitalidad inglesa, lo ficio, que es necesario cumplir, pero que
mismo que l a hospitalidad belga; pero no se debe imponer. L a obligación es
recíproca; la mano del elegido debe es-
la hospitalidad inglesa solo manifestaba
trechar la mano del elector; el mandante
su afecto á los libros que escribían los
y el mandatario se dan m ú t u a m e n t e pa-
desterrados; los reimprimía, los publica
labra, éste de defender á aquel, el man-
ba y los vendia á beneficio de los edito dante de sostener al mandatario; deben
res. L a hospitalidad inglesa para con el ser dos derechos y dos fuerzas confundi-
libro llegaba hasta el extremo de olvi- das: siendo esto así, el representante debe
darse del autor. Sus leyes, que forman cumplir su deber y el pueblo el suyo. Es
parte de la hospitalidad británica, les una deuda de la conciencia que deben
permiten esta clase de olvido. E l deber pagar las dos partes. E l representante
del libro consiste en dejar morir de ham debe sacrificarse hasta el punto de i r
bre al autor y en enriquecer al editor. desterrado, pero este contrato debe obli-
Los Castigos, sobre todo, se han vendido gar t a m b i é n al pueblo.
y se venden aun en Inglaterra para que
ú n i c a m e n t e saque provecho de ellos el E l representante honrado lo cumple,
librero Jeffs. E l teatro inglés no era me- y debe ir, y v á hasta donde se lo permi-
nos hospitalario para las obras francesas tan el honor y la conciencia; si encuentra
que la librería inglesa para los libros a l g ú n precipicio y cae, debe resignarse.
franceses. J a m á s p a g ó derechos el Ruy
Blas, que se representó en Inglaterra XIII.
m á s de doscientas veces.
Como se vé, no sin motivo la prensa Resumamos.
realista y bonapartista de L ó n d r e s re- L a existencia en el destierro ofrece
prochaba á los proscriptos de abusar de cierta variedad de aspectos: vida agitada
la hospitalidad inglesa. Dicha prensa ha si se mira al destino y tranquila si se
llamado con frecuencia avaro al que es- mira al alma, es la que ha pasado des-
cribe estas líneas. de 1851 á 1870 el ausente, que d á cuen-
382 OBRAS D E VICTOR HUGO,

tas hoy á su pais de su ausencia por me- es, el mismo, y por segundo adversario
dio de la publicación de este libro. E s t á la conciencia, esto es, Dios.
ausente de su p á t r i a diez y nueve años y Ciertamente el combate es desigual y
nueve meses. ¿Qué es lo que ha hecho la derrota del tirano es segura.
durante tanto tiempo? H a procurado no Esas son las realidades que en las pri-
ser inútil. E n su dolorosa ausencia, las meras p á g i n a s de esta introducción he-
miserias han venido á buscar al miserable mos tratado de expresar de este modo:
y los náufragos á pedir socorro al náu- E l destierro es el despojo del derecho.
frago. No solo los individuos, sino los
pueblos; no solo los pueblos, sino las con- XIV.
ciencias; no solo las conciencias, sino las
verdades. Consiguió desde lo alto de su E l autor de este libro, por todo lo que
escollo tender l a mano al ideal caido en ha alegado hasta aquí, está durante diez
el abismo, y le pareció que en ciertos y nueve años satisfecho y triste: satisfe-
momentos el porvenir derrotado trataba cho de sí mismo, triste por los demás; sa-
de abordar su escollo. ¿Qué significa é l , tisfecho de ver que procede con honradez;
sin embargo? M u y poco, un esfuerzo triste porque el crimen, con extensión
vivo. ¿Pero q u é significa una voluntad indefinida, p r o p a g á n d o s e de alma en
firme luchando contra fuerzas perversas alma, se ha apoderado de la conciencia
conjuradas y triunfantes? Nada, si re- pública y ha concluido por llamarse la
presenta el egoismo; pero mucho, si re- satisfacción de ios intereses. Le indigna
presenta el derecho. y le abate la desgracia nacional que se
Posición inexpugnable resulta de pro- llamaba la prosperidad del imperio. Las
funda caida; basta para ello que el hom- alegrías de la orgía son miserables. L a
bre derribado sea un hombre justo; como prosperidad que dora u n crimen es en-
tenga r a z ó n , es conveniente que esté g a ñ o s a é incuba una calamidad. E l hue-
hundido, arruinado y calumniado, por- vo del 2 de Diciembre es S e d á n .
que en ese caso es todopoderoso. Es i n - Estas amarguras del proscripto le
domable teniendo de su parte la justicia; t r a í a n deberes que cumplir. Representa-
es invencible teniendo de su parte la ba al porvenir y denunciaba en medio
realidad. Constituye una gran fuerza no del aturdimiento de las fiestas l a aproxi-
ser nada. Esa es la mejor condición para mación de las catástrofes, porque oia los
el combate. Es ser invulnerables luchan- pasos de los acontecimientos, que los que
do de este modo sin armadura. No hay son dichosos no oyen. Las catástrofes
situación tan alta como la de haber caido llegaron, con la doble fuerza de impul-
por defender la justicia. Faz á faz del sión que las i m p r i m í a n Bonaparte y Bis-
emperador se yergue el proscripto. E l marck; una emboscada vengó á la otra.
emperador suplanta, el proscripto con- En una palabra, cayó el imperio, pero la
dena; aquel dispone de los Códigos y de Francia se l e v a n t a r á : diez m i l millones
los jueces, y éste dispone de las verda- y dos provincias nos cuesta el rescate.
des. Es conveniente haber caido. L a cai- Es m u y caro y tenemos derecho á ser
da del que vivió en la prosperidad le reembolsados. Mientras llega esa oca-
proporciona la autoridad; el poder y sión vivamos tranquilos, ya que hemos
la riqueza embarazan constantemente; conseguido desprendernos del imperio.
cuando os abandonan, os quitáis su peso Nuestra situación ha mejorado. Prefiero
y os sentís libre y d u e ñ o de vuestras ac- ver á l a Francia mutilada por u n hecho
ciones; nada os molesta en lo sucesivo; de fuerza que empequeñecida por el des-
se le permite todo al que todo se le honor. Esa es la diferencia que hay entre
prohibe, y no estáis obligado á ser aca- la llaga y el virus; nos curamos de la
démico n i parlamentario. E l poder del llaga, pero morimos de la peste. E l i m -
proscripto se compone de dos elementos: perio hubiera hecho agonizar á la Fran-
el primero, que lo forma la injusticia del cia; se hubiera evaporado la v e r g ü e n z a
destino que sufre, y el segundo la causa y Francia hubiera muerto; hoy ha vomi-
de la justicia que defiende. Estas dos tado l a v e r g ü e n z a y vivirá. E l pueblo se
fuerzas contradictorias se apoyan la una ha quedado ahora sano y robusto, des-
en la otra y constituyen la situación for- pués que ha conseguido escupir el 18
midable que puede resumirse en estas Brumario y el 2 de Diciembre.
dos palabras: E n la soledad donde el proscripto re-
Fuera de la ley, dentro del derecho. flexionaba sobre el porvenir estaba sere-
E l tirano que os ataca tiene por p r i no, pero severamente preocupado, y sus
mer adversario su propia iniquidad, esto desalientos se confundían con sus espe-
EN E L DESTIERRO. 383
ranzas. Se apoderaba de el la melanco- su lado los corazones. Le amaron de le-
lía de la desgracia pública y al mismo jos y de cerca. T u v o á su alrededor i n -
tiempo la alegría altiva de estar pros- trépidos compañeros de destierro, obsti-
cripto, porque conocía que su destierro nados en cumplir el deber, tercos para
le hacia poderoso. defender lo justo y lo verdadero, que
Una bula dice, refiriéndose á Lutero, c o m b a t í a n indignados y con la sonrisa
que á pesar de estar excomulgado era en los labios; al ilustre Vacqueríe, al ad-
indomable: Stat coram pontífice sicut Sata- mirable Paul Meuríce, al estóíco Schoel-
nás coram Jehovah. L a comparación es cher, á los valientes Éibeyrolles, Dulac
exacta y el proscripto lo reconoce. Por y Kesler, y á vosotros, hijos míos, Cár-
encima del silencio á que estaba conde- los y Víctor.
nada la Francia, por encima de l a t r i -
buna aplastada, por encima de la prensa XV.
amordazada, el proscripto, libre como el
S a t a n á s de la verdad ante el J e h o v á de E l proscripto no quiere terminar esta
la mentira, pudo tomar la palabra y la introducción sin declarar que, á pesar de
tomó. Entonces defendió el sufragio uni- la larga noche de su destierro, no ha per-
versal contra el plebiscito, al pueblo con- dido de vista á P a r í s n i u n solo ins-
tra la chusma, á la gloria contra los tante.
bravos, á la justicia contra el juez, á la Quiere que así conste, y habiendo
antorcha contra la hoguera y á Dios vivido tanto tiempo en la oscuridad, ha
contra el sacerdote. De estas defensas adquirido el derecho de hacerlo constar
sale el prolongado grito que llena este hasta en el mismo oscurecimiento de la
libro. De todas partes a c u d í a n á s u au- Europa, hasta en la misma ocultación
tor las angustias y las quejas, porque de la Francia, porque P a r í s no se eclip-
sabían que él no retrocedía j a m á s ante sa nunca: P a r í s es la frontera del por-
el cumplimiento de n i n g ú n deber. Los venir. P a r í s encierra toda la cantidad de
oprimidos le consideraban como al acu- M a ñ a n a que puede entreverse Hoy.
sador público del crimen universal, y le
bastó para aceptar esta misión tener XVI.
alma, y para cumplirla tener voz; ha
sido, pues, u n alma proba y una voz Ver á los que viven en esa ciudad
libre. Oyó esos llamamientos y respon- grandiosa causa al espíritu dolorosa
dió desde el fondo de su soledad. E n este emoción. No existe centro tan vasto n i
libro constan. E s t á orgulloso de la feli- perspectiva tan inquieta y tan sublime.
cidad de haber pasado en l a proscripción Los que por los azares de l a vida han
veinte años y de haber combatido frente perdido de vista á Paris y han tenido
á frente, él, que vivía solitario, á las mul- que contemplar el Océano, al cambiar
titudes; él, que estaba desarmado, á de espectáculo no han encontrado supe-
las legiones; él, que es soñador, á los rioridad de infinito. Por otra parte, se
asesinos; él, que estaba desterrado, á los pasa de la contemplación del horizonte
déspotas; él, que es átomo, á los colosos; de los hombres al horizonte de las cosas,
disponiendo solo de una fuerza, de un sin borrar el recuerdo. E l pensamiento
rayo de luz. Esta luz, como ya dijimos, de ayer, que se fija tenazmente en l a
es el derecho, es el derecho eterno. memoria, flota como l a nube, pero es
D á gracias á Dios por haber vivido m á s terco. E l espacio no es dueño de
esta vida honrosa durante el tiempo en obrar como quiere. E l viento que sopla
que los cuarenta años llegan á sumar se- de día y de noche, los huracanes que al-
senta. Estuvo abandonado, injuriado y ternan, las tempestades y las ráfagas,
proscripto, pero él no a b a n d o n ó á nadie. no borran l a silueta de las dos torres
Reconoció la excelencia del desierto, que gemelas, no dispensan el arco de t r i u n -
es donde suenan los ecos, que es donde fo n i el gótico campanario, y detrás de
suenan los clamores de los pueblos. las ú l t i m a s lontananzas del abismo, al
Mientras que los opresores p r o s e g u í a n través de las espumas y de los navios, al
su inicua tarea, no perdiéndole de vista través de las nubes y de los vientos, se
trabajaba en pró de l a humanidad. bosqueja en un fondo de brumas el i n -
E n su aislamiento tuvo la satisfacción menso fantasma de la ciudad i n m ó v i l .
de ser apreciado y querido, y aunque el Esa es l a augusta aparición del des-
ódío le perseguía, sombrío cariño brilla terrado. Como P a r í s es, no solo una
ba en su soledad; sintió el profundo calor ciudad, sino t a m b i é n una idea, posee la
del pueblo afectuoso y triste y abrirse á ubicuidad. Los parisienses tienen á Pa-
384 OBRAS D E VICTOR HUGO,

ris y al mundo t a m b i é n . Aunque se i n - tura de las tinieblas deja pasar el res-


tentara salir de ól no se podria; Paris es plandor que viene por detrás del hori-
respirable. Todo el que vive, aunque no zonte y que es Paris; pensando en ól se
lo conozca, lo lleva en sí, y con m á s le posee y se inmiscuye indistintamente
razón los que lo han conocido. L a dis- en las difusiones mudas de la medita-
tracción salvaje del Océano se complica ción. L a apacibilidad sublime del cielo
con ese recuerdo, equivalente á sus tem- estrellado no es suficiente para disolver
pestades. Por fuerte que sea l a tempes- en el fondo del espíritu la gran figura
tad que agite al mar, Paris ha tenido la de la ciudad suprema. Sus monumentos,
borrasca del 93. L a escavacion es la su historia, su pueblo que trabaja, sus
misma; los techos parece que surjan de mujeres que son diosas, sus hombres
las olas,.la ciudad se recompone con que son héroes, sus revoluciones, que
todo el oleaje y participa de su temblor empiezan coléricas y concluyen reali-
infinito. E n l a exaltación de l a s ó l a s zando una obra magistral; la omnipo-
parece que se oiga el ruido del hormi- tencia sagrada de un torbellino de inte-
gueo de las calles. Mirando al mar se vé ligencias, sus ejemplos tumultuosos, su
á Paris. Las grandes calmas que se su- juventud; todo esto lo vé el que está au-
ceden en esos dos espacios no c o n t r a r í a n sente, y Paris permanece inmovible,
esta imaginada semejanza; los vastos ol insumergible é imborrable hasta para
vidos que os cercan en los dos no se con el hombre que vive en la oscuridad y
tradicen; el pensamiento llega á alcan- que pasa las noches contemplando la se-
zar u n estado de reposo, pero un reposo renidad eterna.
que admite turbación; la espesa envol Noviembre, 1875.
"SO
i HUDÍHf-*-

EN EL D E S T I E R R O .

1 •

Principio del cLestierro.-Bélgica..-Partida, de


Bélgica.-Inglaterra.—Llegada
ó Jersey.—Declaración de gnerra de los proscriptos al i m per i o.—Fraternidad
de los vencidos de F r a n c i a y de los -vencidos de Polonia,

que á m í me a t a ñ e y sí en dar las gracias


I. á Madier-Montjau por sus generosas efu-
Al dejar la Bélgica. siones, á Charras por sus grandiosas fra-
ses, a Deschanel por su noble elocuencia,
á Dessoubs y A g r i c o l Perdignier por su
cariñoso adiós, y á todos vosotros, ami-
Amberes 1.° Agosto 1852.
gos mios de Bélgica, por las fraternales
Hermanos proscriptos, amigos belgas: simpatías que con tanta firmeza me ha-
A l responder á las cordiales frases que béis expresado; en el momento de aban-
me habéis dirigido, permitidme que no donar esta tierra hospitalaria, en el mo-
os hable de m í y que las olvide. Nada mento de separarnos, quizás para no
importa lo que me sucede. Me desterra- volvernos á ver, permitidme que lance
ron de Francia por haber combatido l a m i ú l t i m a maldición á Luis Bonaparte
emboscada del 2 de Diciembre y por ha- y m i ú l t i m a aclamación á la B e p ú b l i c a .
ber desenmascarado á l a traición, y V i v a la República, amigos mios!
ahora me destierran de Bélgica por ha- (Este grito lo repite la multitud. Después
ber escrito Napoleón él Fequeño. Me han el orador continúa:)
desterrado dos veces, primero de P a r í s y Hay muchos que pretenden que ha
después de Bruselas; el crimen se defien- muerto l a República. Pues bien, si ha
de; esto es natural. Como c u m p l í m i de- muerto, el mundo, que está absorbido en
ber, c o n t i n u a r é cumpliéndolo. Siento te- el amodorramiento alegre y brutal de
ner que separarme de vosotros, pero en los intereses materiales, que vuelva u n
esta época nos toca sufrir y sacrificarnos. momento la cabeza y que mire cómo el
Permitidme que no me ocupe de lodestierro saluda su tumba.
TOMO IV. 49
386 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Proscriptos, si la República ha muerto, una afirmación. L a hoguera flamea y el


velemos su cadáver; alumbremos nues- m á r t i r resplandece.
tras almas y dejémoslas consumirse co- V i v a la R e p ú b l i c a , ciudadanos!
mo cirios alrededor del a t a ú d ; arrodillé- Acabo de oir una voz que me dice: De-
monos ante la idea muerta, y después dicad algunas palabras á los amigos bel-
de haber sido los soldados que la hemos gas. Sentiría que creyéseis que les iba á
defendido, seamos los sacerdotes que la olvidar al despedirme de ellos. Leales
entierren. amigos, nos habéis seguido hasta a q u í ,
Pero no ha muerto la República. nos habéis rodeado de una m u l t i t u d i n -
J a m á s gozó de tanta vida; pero está teligente y cordial, y no es posible que
en las catacumbas, y solo la creen muer- nos olvidemos de los que vituperan tan
ta los que toman las catacumbas por se- e n é r g i c a m e n t e las debilidades de su go-
pulcro, cuando éstas son cuna. De las bierno. Constituís una p e q u e ñ a nación y
catacumbas salió el cristianismo, ciñen- os habéis conducido como un gran pue-
do su cabeza con la tiara; de ellas s a l d r á blo; habéis corrido á recibirnos cuando
la R e p ú b l i c a con brillante aureola. No llegamos á vuestra frontera después del
saben que no puede morir la República; 2 de Diciembre, lanzados, proscriptos y
no saben que es inmortal. Precisamente perseguidos, y no nos habéis rechazado
lo dicen en los momentos en que solo á en nuestra adversidad, sin tener miedo a l
l a Francia ha costado dos m i l cadáveres contagio, sino que, por el contrario, ha-
doscientos sentenciados, diez m i l depor- béis hecho que se sienten en vuestro
tados y cuarenta m i l proscriptos. Para bogarlos pestíferos que se llaman ven-
convenceros de que la R e p ú b l i c a no ha cidos.
muerto, solo tenéis que tender la vista á Amigos belgas, llegamos hasta vos-
vuestro alrededor; veréis que l a tierra otros sin transición alguna; sois nuestros
que ocupan los desterrados, los pontones huéspedes, esto es, nuestros hermanos, y
los presidios, Bellisle, Mazas, Africa, no se necesita ninguna transición para
Cayena, los fosos del Campo de Marte y tender la mano á los hermanos.
el cementerio de Montmartre están lle- Uno de vosotros, el valiente Luis L a -
nos de su vida. Ciudadanos, l a democra- varre, pensando en Bonaparte, defendía
cia, la libertad y la R e p ú b l i c a son l a re- en términos elocuentes vuestra naciona-
ligión que profesamos. Pues bien, los lidad y juraba morir defendiéndola. T o -
m á r t i r e s son el combustible de las reli- dos los franceses que nos encontramos
giones; cuantos m á s son arrojados á las a q u í le aplaudimos.
hogueras, m á s l a llama asciende, m á s la Si a l g ú n dia Bonaparte piensa invadir
idea se ensancha, m á s la verdad i l u m i n a . vuestro territorio y llega á vuestras fron-
E n estos momentos os repito que l a Re teras arrastrando tras sí, ó mejor dicho,
pública está m á s viva y es m á s deslum llevando delante á lo que él llama hoy l a
bradora que nunca y ostenta el esplen- Francia, á su ejército ahora desnaciona-
dor de nuestras miserias. Esto bastarla lizado, á l o s regimientos que él ha con-
á probármelo el reflejo de no sé q u é vertido en hordas, á los preteríanos que
aurora que resplandece en todas vues violaron la Asamblea nacional, á los
tras fisonomías, proscriptos que me estáis genízaros que han acuchillado la Cons-
escuchando. Veo reflejarse en vuestros titución; si llega á vuestras fronteras Bo-
ojos y en vuestras frentes la santa ale- naparte para declarar la Bélgica u n pa-
g r í a de las víctimas. Sin tener en cuenta chalato suyo, trayéndoos la deshonra, á
la ausencia de l a ciudad natal, la fortu vosotros que encarnáis el honor; t r a y é n -
na y el trabajo perdidos, la carencia de doos l a esclavitud, á vosotros que encar-
pan y el hogar destruido, cada uno de náis l a libertad; trayéndoos el robo, á
vosotros lleva en sí el recuerdo insepa vosotros que encarnáis la probidad, le-
rabie del padre, de l a madre, de los her vantaos en masa, belgas, como un solo
manos, de los hijos, de quienes os ha sido hombre, y recibid á Luis Bonaparte co-
preciso separaros; de la mujer querida y mo vuestros antepasados recibieron á
abandonada, de a l g ú n amor vehemente Calígula; e m p u ñ a d los cuchillos, los fu-
sufrís, camináis sobre tizones encendí siles, los sables y las carabinas; gritad ¡A
dos, pero levantáis la frente y vuestras las armas!, que no será A n í b a l el que
fisonomías expresan que estáis satisfe esté á vuestras puertas, sino Schinder-
chos; es porque sabéis que la R e p ú b l i c a hannes. Tocad á rebato, tocad á soma-
que es vuestra fé, que es vuestra idea ten, combatidle en las llanuras, en las
p á t r i a , alcanza á sacar nueva vida de murallas, detrás de los árboles; luchad
vuestros tormentos. Vuestros dolores son con él defendiendo el teri^torio palmo á
EN E L D E S T I E R R O . 387
palmo, matad y morid, pensando en zonte. H a y algo que está sobre el a l e m á n ,
vuestros padres que os legaron la gloria sobre el belga, sobre el italiano, sobre
y pensando en vuestros hijos, á los que el inglés y sobre el francés, y este algo
debéis legar la libertad. I m i t a d el grito es el ciudadano; hay algo que está sobre
fúnebre de Waterlóo: L a Bélgica muere, el ciudadano, y este algo es el hombre.
pero no se rinde. E l fin de las naciones es la unidad, como
Pero, ciudadanos belgas, si viene u n el fin de las raices es el árbol, como el fin
dia á vuestras fronteras l a verdadera de los vientos es el cielo, como el fin de
Francia con la frente radiante, agitando los rios es el mar. No debe haber m á s
al viento de la revolución la bandera de que un solo pueblo. ¡Viva l a R e p ú b l i c a
u n solo color, que lleve esta inscripción: universal!
Fraternidad de los pueblos. Estados- Unidos
de Europa; si viene un dia hasta vuestras
fronteras la verdadera Francia, grandio- II.
sa, libre y serena, con las manos llenas
de espigas y de laureles, entonces levan- Al llegar á Jersey.
taos otra vez, pero para reemplazar la
espada por el ramo de flores; levantaos
para i r á su encuentro y para decirla: 5 Agosto 1852.
"Bien venida seas,,.
Levantaos para tender la mano á nues- Ciudadanos:
tra madre, como nosotros que somos sus Os agradezco que hayáis acogido fra-
hijos se la tendemos, y para abrirle los ternalmente m i llegada, que uno á la
brazos, como nosotros os los hemos abier- cariñosa despedida de nuestros amigos
to; porque esa Francia no será conquis- de Bélgica. He dejado la Francia en el
tadora, sino iniciadora; no viene á sojuz- muelle de Amberes y l a vuelvo á encon-
gar, sino á emancipar; no será la Francia trar a q u í .
de los Bonapartes, será la Francia de las Acabo de presenciar en Bélgica u n
naciones. agradable espectáculo: he visto allí o l -
Recibidla como una gran amiga. Aco- vidadas todas las rencillas, reconciliados
gedla cuando sea victoriosa, como la todos los partidos republicanos, todos
habéis acogido ahora que está proscripta, los sistemas supeditados á la misma
ahora que la estáis aclamando, porque la idea, y todos los rencores disipados ante
verdadera Francia se encuentra a q u í y la sonrisa de la desgracia común, y llego
la representan los desterrados. a q u í emocionado por haberme conven-
Ciudadanos belgas, suframos hoy l a cido de tan patriótica a r m o n í a . E n vista
persecución y el dolor, que m a ñ a n a ya de ese espectáculo, á nosotros, que so-
nos r e d i m i r á n los Estados-Unidos de E u - mos recien llegados, nos corresponde fe-
ropa y los Pueblos-Hermanos. Sean las licitar á la R e p ú b l i c a .
que fueren las angustias y los sufrimien- Digo que somos recien llegados, por-
tos del momento presente, fijemos nues- que nosotros, los republicanos de Febre-
tro pensamiento en el m a ñ a n a espléndi- ro, somos los republicanos de ú l t i m a
do, que es ya visible en el inmenso hora, y podemos vanagloriarnos de esto,
cámbio de la libertad y de la fraternidad. porque esa ú l t i m a hora fué la de la per-
Esta idea t r a n q u i l i z a r á vuestro espíritu, secucion, la de las l á g r i m a s , la de la
proscriptos de la Francia. sangre, la del combate y l a del destierro.
Ciudadanos franceses y belgas, frente He presenciado en B é l g i c a el admira-
á frente de los tiranos levantemos en al- ble espectáculo de ver soportar con dig-
to las nacionalidades, y ante la democra- nidad el sufrimiento, por lo que deseo
cia inclinémoslas. L a democracia es la que me permitáis que ante vosotros, que
gran pátria. L a República es l a p á t r i a sois sus hermanos, prolongue como úl-
universal. Cuando llegue la hora, las na tima ilusión m i despedida de Bélgica.
cionalidades y las pátrias deben lanzar Permitidme que glorifique á aquellos
el grito de guerra contra los déspotas; y hombres que saben sufrir, aquellos tra-
terminada su á r d u a empresa, l a santa bajadores arrancados de la ciudad, aque-
unidad humana depositará en la frente llos campesinos arrancados de los campos
de todas las naciones el ósculo de la paz. natales, aquellos literatos, profesores,
Ascendamos hasta las grandes fórmulas artistas, abogados, notarios y médicos,
de escalón en escalón, de iniciación en porque en todas las profesiones he visto
iniciación, de miseria en miseria, y cada el mismo valor; dejadme glorificar á los
escalón que subamos e n s a n c h a r á el hori- desterrados y perseguidos, y entre ellos
888 OBRAS D E VICTOR HUGO.

á los representantes del pueblo, que des- blica degollada, a m é m o n o s para vencer
pués de luchar durante tres años en l a al enemigo c o m ú n .
tribuna contra una coalición de reaccio- Nuestro objeto es ser un pueblo único,
nes, de traiciones y de ódios, han lucha- nuestro punto de partida debe ser tener
do durante cuatro dias en las calles con- un alma sola. Con nuestra unión bos-
tra u n ejército. Dejadme que os h a b l é de quejemos la unidad.
esos representantes que conozco, que son Ciudadanos, viva la República! ¡Pros-
mis amigos, que he visto luchar con las criptos, viva la Francia!
catástrofes, que he visto serenos en las
barricadas, que he visto intrépidos en
las luchas parlamentarias, bajo el amago III.
de una amenaza perene, cuando los f u -
rores de la m a y o r í a se encarnizaban con Declaración á propósito del imperio.
ellos, mientras l a prensa m o n á r q u i c a les
insultaba, mientras los periódicos bona-
partistas, cómplices de las premeditacio- Jersey 31 Octubre 1852.
nes siniestras del Elíseo, les colmaban de
injurias y de calumnias, como denun- A L PUEBLO.
ciándoles para que un dia fueran pros- Ciudadanos:
criptos. E l imperio pretende entronarse, y se
Eso es lo que he visto en Bélgica y eso nos pregunta si debemos votar ó abste-
es lo que creo volveré á ver aquí; porque nernos.
rio será la única la Bélgica que ofrezca E n el departamento del Sena, algunos
el gran ejemplo de la concordia de los republicanos, que hasta hoy se han abs-
proscriptos, porque l a Francia necesita tenido, como debían, de intervenir en los
presenciar el espectáculo de la fraterni actos del gobierno de Bonaparte, parece
dad práctica, ante el que se desvanecen que crean ahora que es la ocasión, al i r á
todas las calumnias. establecerse el imperio, de que la ciudad
Os ruego, amigos mios, que cimente- de P a r í s manifieste su oposición por me-
mos, que consolidemos esta concordia, dio del escrutinio, y que quizás sea útil
evitando todas las disidencias; porque presentarse á votar. A ñ a d i e n d o que en
nosotros solo tenemos u n color en la ban- todos los casos el voto podría presentarse
dera, el color de la púrpura; porque nos- como u n medio de nueva declaración del
otros solo tenemos u n sentimiento en partido republicano, que por medio de los
nuestras almas, el sentimiento de la fra- votos podría recontarse.
ternidad. Es preciso que la Francia nos Sobre esto se nos pide consejo.
vea unidos; desunidos, la perturbaríamos; Nuestra contestación es m u y sencilla,
unidos, l a tranquilizaremos: u n á m o n o s , y la que vamos á dar á P a r í s puede ser
pues, para ser fuertes y para ser dichosos. para todos los departamentos.
¿ P u e d e pronunciarse l a palabra dicho- No nos detendremos en hacer notar que
so, cuando estamos á muchas leguas de Bonaparte no se debe haber decidido á
la patria y cuando ha muerto l a liber- declararse emperador sin haber contado
tad? Sí; cuando se ama. Encontrar cari- él y sus cómplices antes con poder dispo-
ñ o en las aflicciones, es encontrar la feli- ner de 7.500.000 votos. Por mucho que
cidad en la desdicha. se trabaje para contrabalancear esa cifra,
no se conseguirá, porque el escrutinio le
Nos profesamos cariño porque todos d a r á el resultado que él quiera. Debéis
participamos del mismo dolor y de la comprender lo que será el sufragio uni-
ínisma esperanza; lloro por lo que vos- versal en manos de Bonaparte. ¿Qué ga-
otros lloráis, temo lo que vosotros teméis r a n t í a s ofrece el escrutinio? ¿Dónde está
y espero lo que vosotros esperáis. Siendo el registro? ¿Quiénes son los escrutado-
a n á l o g a nuestra suerte, vivimos como res? Se goza acaso de libertad? No os
hermanos; la l á g r i m a que asoma á nues- fiéis de esas irrisiones de Bonaparte. ¿Qué
tros ojos se llama Francia y el rayo que saldrá de la urna? Su exclusiva voluntad.
i l u m i n a nuestro pensamiento se l l a m a ¿Qué inconveniente ha de tener en falsi-
R e p ú b l i c a . Sufrir juntos es equivalente ficar la votación?
á amarse. L a adversidad, hiriendo nues- Permanezcamos fieles á nuestros prin-
tros corazones con la misma espada, los cipios y oíd lo que os voy á decir.
ha atravesado con el mismo amor. Bonaparte cree que ha llegado ya el
Amómonos pensando en la p á t r i a au- momento de que puede llamarse majes-
sente, a m é m o n o s pensando en la Repú- tad. R e s t a u r ó al Papa con intención;
EN E L DESTIERRO. 389
quiere ser emperador, y emperador con- uerdo, en una fecha memorable, que
sagrado. Después del 2 de Diciembre lo niene el elevado carácter de un acto de
es en realidad; solo le falta l a califica- ::ó. Sí, ciudadanos; en el momento en que
ción; la desea y la obtendrá. Darece que los féretros se cierran, es
Ciudadanos, fácil es de comprender la cuando se debe afirmar l a vida.
actitud que debemos guardar. Luis Bo- Hoy, aquí, en esta isla, en el instante
naparte está fuera de la ley y fuera de la en que la Francia saluda como empera-
humanidad. Desde hace diez meses que dor al bandido del 2 de Diciembre, vues-
reina ese malhechor, el derecho á la i n - tras voces generosas, vuestras palabras
surrección es permanente y domina toda inspiradas, vuestros cantos patrióticos
la situación. E n estos momentos el per- contestan como un eco de la conciencia
petuo llamamiento á las armas está en inmana á infames aclamaciones.
el fondo de las conciencias, y lo que se Permitidme que me recoja ante la fe-
subleva en todas las conciencias consi- cha que nos reúne y que veo inscrita en
gue pronto armar todos los brazos. a pared.
Amigos y hermanos; ante ese gobierno L a Polonia celebra el aniversario del
infame, que es la negación de la mo- 29 de Noviembre de 1830. Y cuándo?
ral y el obstáculo á todo progreso; ante - l o j , á través del m o n t ó n enorme de los
ese gobierno ametrallador del pueblo, contratos execrables que constituyen lo
asesino de la República, que ha violado que las cancillerías llaman el derecho
todas leyes; ante ese gobierno que salió mblico actual de la Europa, y en medio
de la fuerza y que por la fuerza ha de ie las compras de territorios y de pue-
perecer, todo francés que sea digno de blos, de las ventas de naciones, en medio
merecer el nombre de ciudadano no debe del m o n t ó n de los pergaminos que llevan
querer saber siquiera si se verifican far- sellos imperiales y reales, y que ostentan
sas de escrutinio, comedias de sufragio en la primera p á g i n a el tratado de par-
universal y parodias de llamamientos á i c i ó n celebrado en 1772 y en la ú l t i m a
la nación; no debe enterarse siquiera de el tratado de partición de 1815, en los
si hay hombres que votan y otros que que hizo u n agujero profundo, terrible y
obligan á votar, n i de si hay un rebaño amenazador, una llaga abierta que tras-
que se llama Senado y delibera y otro pasa el legajo de parte á parte. ¿Quién
rebaño que le llaman pueblo y obedece ha hecho ese agujero? E l sable de Polo-
el ciudadano digno de este nombre, ante nia, de un solo golpe, en un solo dia.
Bonaparte y su gobierno, debe guardar E l 29 de Noviembre de 1830 sintió Po-
esta actitud: cargar el fusil y esperar la lonia que habia llegado la hora de i m -
hora. pedir que se prescribiera su nacionali-
dad, y ese dia dió el terrible sablazo.
Después, el sable se rompió. E l orden
IV. pronunció esta frase entonces: E l orden
reina en Varsovia. Ese pueblo, que fué un
Banquete polonés. héroe, le convirtieron en esclavo, y prín-
cipes, que merecían i r á presidio, remi-
(Aniversario de la revolución de Polonia.)
tieron las cadenas á ese f orzado^ que era
digno de la aureola.
Poloneses, casi tenéis el derecho de
29 Noviembre 1852. volveros hácia nosotros, los hijos de Eu-
Proscriptos de Polonia: habéis pronun pa, reconviniéndonos amargamente. E l
ciado m i nombre en la fiesta de este a n i - corazón se me oprime cuando os recuer-
versario que consagráis á vuestras gran do. E l tratado de 1772, perpetrado y co-
des luchas. Queréis que hable y me metido á la faz de Francia, á la luz de la
levanto. filosofía y la civilización, en el pleno
Esta solemnidad es para m í doble medio dia que Yoltaire y Rousseau ha-
mente simpática. ¿Sabéis por q u é , ciu- cían brillar en el mundo, es la gran
dadanos? Porque a d e m á s de recordarme mancha del siglo diez y ocho, como el 2
vuestro heróico despertar de 1830, g l o r i de Diciembre es la gran v e r g ü e n z a del
fica una revolución, precisamente en e siglo diez y nueve. Durante un largo
mismo dia y á la misma hora en que la período histórico, desde los primeros
esclavitud vota un imperio. años del reinado de Enrique I I hasta los
P l á c e m e asistir á esta comunión, á la últimos de la m o n a r q u í a de Luis X I V ,
comunión de la Francia desterrada y de la Polonia cubrió el continente, periódi-
la Polonia proscripta en un ilustre re camente espantado por el formidable
390 OBRAS D E VICTOR HUGO.

crecimiento d é l o s turcos. L a Europa v i - lización, el cristianismo, que casi está ya


vió, creció, se desenvolvió y fué dichosa; muerto; la Rusia quiere matar la civili-
se hizo poderosa detrás de ese baluarte. zación de un golpe, matando la demo-
L a barbarie, como marea alta, batia á cracia, esto es, el progreso, esto es, el
la Polonia, como el mar á las rocas de la porvenir. Parece que el despotismo ruso
costa, y l a Polonia decia á la barbarie, sea enemigo del espíritu humano. E n
como la costa al Océano: "No p a s a r á s de una palabra: á pesar de los turcos, l a
ahí,,. Esta lucha duró trescientos años. Grecia sobrevivió; pero la Europa no so-
¿Qué recompensa obtuvo por ella esa breviviría si se apoderaran de ella los
nación? Llegó u n dia en que la Europa, rusos.
que la Polonia habia salvado de la Tur- Desde lo í n t i m o de m i corazón os digo,
q u í a , en cámbio de este inmenso benefi- poloneses, que os admiro. Sois los hijos
cio e n t r e g ó la Polonia á la Rusia. Ciega predilectos de la persecución. E n la copa
al cometer este crimen, la Europa no se de amargura que bebemos encontramos
apercibió de que lo cometía. Cambió la la marca que dejaron vuestros labios.
situación continental, y entonces la ame- Vuestros hermanos están en l a Sibe-
naza vino por otra parte. E n el siglo na, como los nuestros están en Africa.
diez y ocho, que preparó la venida del Desterrados de Polonia, los proscriptos
siglo diez y nueve, empieza el decreci- de Francia os saludan.
miento del poder del s u l t á n y el aumen Esta reunión, esta fecha augusta, el
to extraordinario del poderío del czar. 29 de Noviembre de 1830, evocan ante
L a Europa no se cuidó de estudiar este nosotros los grandes recuerdos revolucio-
fenómeno. Pedro I y su rudo preceptor narios, los grandes hombres libertadores,
Oárlos X I I convirtieron la Moscovia en y con g r a t i t u d prodigiosa y profunda
Rusia. E n la segunda m i t a d del siglo convidamos á Kosciaszko, á Washing-
diez y ocho, la T u r q u í a agonizaba y la ton, á Bolívar y á Botzariz, á todos los
Rusia a d q u i r í a vida poderosa. Desde valerosos luchadores del progreso, á to-
entonces el abismo de Europa no estaba dos los gloriosos m á r t i r e s de la idea, á
ya en l a T u r q u í a , sino en la Rusia. E l las santas bodas de la proscripción. ¿No
rugido sordo que oia no salia ya de creéis, como yo, que se nos aparecen y
Stambul, sino de San Petersburgo. E l que oyen lo que estamos hablando? ¿No
peligro habia mudado de sitio, pero la los veis cómo nos m i r a n y se sonríen?
Polonia no: esa nación está colocada Contempladles, como yo les contemplo,
providencialmente para poder resistir á y los veréis transfigurados. T a m b i é n
los rusos y para rechazar á los turcos. ellos sufrieron. A la luz misteriosa que
Dada su situación, ¿qué hizo Europa en sale de la tumba, los que eran mortales
1772? L a Polonia era su centinela y la se convierten en semidioses, y las coro-
Europa la entregó á su enemigo. nas de espinas que hacían brotar sangre
Quiénes son responsables de esto? Los de sus frentes vivas se truecan en coro-
diplomáticos, los cerebros políticos de la nas de laureles, que hacen resplandecer
época, los hombres de Estado de profe la frente de sus fantasmas.
sion. Ciudadanos, a q u í están representadas
Obraron como ingratos y como inep cinco naciones; l a Polonia, la H u n g r í a ,
tos. Su proceder fué infame y estúpido. la Alemania, l a I t a l i a y l a Francia, cin-
E n la actualidad, la Europa sufre l a co naciones ilustres, que hoy han caido
pena del crimen, porque el cadáver de en el foso.
Polonia entrega la Europa á la Rusia. Los déspotas se extremecen de ale-
L a Rusia, ciudadanos, ofrece otro pe- gría, pero yerran alegrándose. No me
ligro que la T u r q u í a . Las dos pertene cansaré de repetirlo; esas grandes nacio-
cen á Asia; pero la T u r q u í a era el Asia nes, aunque están m a l heridas, no están
ardiente, la lava que quema, pero que muertas. Como los tiranos no tienen
puede fecundar; la Rusia es el Asia fria, alma, ignoran que los pueblos sí que l a
helada y muerta, la losa del sepulcro que tienen.
cae para siempre. L a T u r q u í a es el isla- Cuando los tiranos han clavado sobre
mismo; feroz, pero sin esclavizarse á un pueblo l a losa de l a tumba, ¿qué es
n i n g ú n sistema. L a Rusia es mucho m á s lo que consiguen? Creen haber encerra-
temible; es el pasado que está en pió, do una nación en el sepulcro, y solo han
obstinándose en vivir y en casarse con encerrado en él una idea. E l sepulcro no
el presente, y es preferible la mordedura es tumba para lo que no muere, y l a
del leopardo al abrazo del espectro. L a idea es inmortal. Ciudadanos, la enti-
T u r q u í a solo atacaba una forma de civi- dad pueblo no es de carne; considerado
EN E L DESTIERRO, 391
en sí condensa el pensamiento. ¿Qué v i r t u d y l a independencia, solo ese dia
representa la Polonia? L a independen- m o r i r á n Francia, I t a l i a , H u n g r í a , Ale-
cia. Qué representa la Alemania? L a mania y Polonia. Ese dia desaparecerá
virtud. Qué representa la H u n g r í a ? E l el alma del mundo, y el alma del mundo
heroísmo. Qué representa la Italia? L a es Dios.
gloria. Qué representa la Francia? L a l i - Ciudadanos, brindemos por la idea,
bertad. Ciudadanos, el dia en que mue- que es inmortal; brindemos por la resur-
ran la libertad, la gloria, el heroísmo, la rección de los pueblos.

«-©-¡¡a-^gg^-ejj-o-cs»
1 8 53.
Los proscriptos natxererL.-La. gxxerra. estalla..-Palabras de esperanza
sobre las tu.nabas y sobre los pueblos.

I. Que repose ese patriota en tierra ex-


Ante la tumba de Juan Bouisqnet. tranjera, y nosotros, sus compañeros de
lucha y de adversidad, que le hemos cer-
(En el cementerio de San Juan.) rado los ojos, si nos preguntan su ciudad
natal, su familia y sus amigos: ¿Dónde
está? responderemos: Murió en el destier-
Jersey 20 A b r i l 1853. ro; como los soldados respondían cuando
Ciudadanos, venimos a q u í á dar el úl- les preguntaban por L a t o u r d' Auvergne:
timo adiós á Juan Bousquet, que fué Murió en el campo del honor.
enérgico soldado de la democracia. He- Ciudadanos, actualmente en Francia
mos visto morir poco á poco entre nos- prevalecen los apóstatas. L a nación del
otros á ese proscripto inflexible. L a en- 14 de Julio y del 10 de Agosto pre-
fermedad le roía; sentia lentamente que sencia el desarrollo vergonzoso de las
le envenenaba el recuerdo de todo lo que liviandades y la marcha triunfal de los
dejaba en e l mundo a l abandonar l a traidores. Todas las indignidades reciben
vida; podia haber vuelto á reunirse con inmediatamente recompensa. A l maire
los séres ausentes, en los sitios queridos, que viola la ley, le nombran prefecto; al
en su pais natal y en su casa; podia ha- soldado que deshonra l a bandera, le as-
ber regresado á Francia pronunciando cienden á general; al sacerdote que ven-
una sola palabra y haber recibido la h u - de la religión, le nombran obispo; al juez
millación execrable que Bonaparte lla- que prostituye la justicia, le nombran se-
ma a m n i s t í a y que dignamente recha- nador; u n aventurero que es príncipe, que
zó, y ha muerto á los treinta y cuatro ha cometido todos los crímenes, desde las
años. felonías que a v e r g o n z a r í a n á un ratero
A h í le tenéis en el a t a ú d . hasta los horrores que h a r í a n retroceder á
No a ñ a d i r é n i un elogio á su vida sen- un asesino, se proclama emperador. A l
cilla n i á su muerte digna. ¡Que descanse rededor de todos esos hombres todo son
en paz en la fosa que va á cubrir l a tier- músicas, banquetes, danzas, aplausos y
ra y que su alma vuele á realizar las es- genuflexiones. E l servilismo felicita á la
peranzas que deben conseguirse después ignominia. Ciudadanos, si esos hombres
de morir!... celebran sus fiestas, nosotros celebramos
Que duerma en paz ese republicano y las nuestras. Cuando uno de nuestros
que comprenda el pueblo que existen co- compañeros de destierro, devorado por
razones puros y altivos, que se sacrifican la nostalgia, agostado por l a fiebre lenta
de haber perdido sus hábitos y de ver des-
por su causa: que sepa la República que
trozadas sus afecciones, después de haber
hay quien prefiere morir por ella á aban-
bebido hasta las heces las agonías de l a
donarla: que sepa l a Francia que hay
proscripción, sucumbe a l fin y muere,
quien muere porque no puede volverla seguimos su féretro cubierto con p a ñ o
á ver.
50
TOMO i y .
394 OBRAS D E VICTOR HUGO,

negro, venimos ante su fosa y nos arro- ayer, triunfa fatalmente en toda Euro-
dillamos ante su tumba, ó inclinándonos pa; triunfa como él sabe triunfar, con el
hácia el c a d á v e r de nuestro hermano, le auxilio de la espada, del hacha, de la
decimos:—"Te felicitamos porque has cuerda y del tajo; de las matanzas, de
sido valiente, generoso é intrépido; te fe- los fusilamientos y de los suplicios. E l
licitamos por haber sido fiel, te felicita- despotismo es un Moloc rodeado de osa-
mos por haber muerto.,,—Después nos mentas, que celebra á la luz del sol
levantamos y salimos del cementerio sus espantosos misterios, bajo el pontifi-
con el corazón inundado de sombría sa- cado sangriento de los Haynau, de los
tisfacción. Estas son las fiestas del des- Bonaparte y de los Radetzky. Se levan-
tierro. tan patíbulos en H u n g r í a , en la Lombar-
T a l es el pensamiento austero y severo día y en Sicilia, y en Francia se castiga
que vive en el fondo de nuestras almas, con la guillotina, con la deportación y
y ante ese sepulcro, ante ese abismo que con el destierro. Solo en los Estados del
traga al hombre, vemos que se consoli- Papa, en tres años han muerto fusilados
dan nuestros principios; que el hombre ó ahorcados seiscientos cuarenta y cua-
de convicciones no tiene nunca el pió tro patriotas; esta cifra es a u t é n t i c a y en
tan seguro como sobre la tierra move- ella no entran los innumerables presos
diza de la tumba, y contemplando á ese que han muerto en los calabozos y en
muerto, á ese ser desvanecido, a esa las mazmorras. E n la actualidad, como
sombra que pasó, creyentes inquebran- en los tiempos m á s odiosos de la historia,
tables, glorificamos á la que es inmor- el continente está lleno de patíbulos y de
t a l y al que es eterno, á la libertad y á cadáveres, y si u n dia quisiera la revo-
Dios. lución formar una bandera de las morta-
A Dios, sí. Nunca debe cerrarse una jas de todas las víctimas, la sombra de
tumba sin que antes esa gran palabra esta bandera negra cubriría toda la Eu-
viva caiga en ella. Los muertos la recla- ropa. L a sangre que en todas partes
man, y no se la debemos rehusar. Que lo corre á torrentes es la vuestra, demó-
comprenda así el pueblo religioso y l i - cratas.
bre en que vivimos; los hombres del pro- E n presencia de esa saturnal l ú g u b r e ,
greso, de la democracia y de l a revolu- en presencia de esos tribunales infames,
ción, saben que es doble el destino del en los que se sientan asesinos revestidos
alma, y la abnegación que manifiestan de jueces; en presencia de todos esos ca-
en esta vida praeba que cuentan con dáveres queridos y sagrados, en presen-
conseguir la otra. L a fe que tienen en el cia de la feroz victoria de las reacciones,
grandioso y misterioso porvenir se resis- declaro solemnemente, en nombre de los
te hasta al espectáculo repulsivo que nos proscriptos de Jersey, que me han dado
ofrece desde el 2 de Diciembre el clero esta misión, y en nombre de todos los
católico esclavizado. E l papismo romano proscriptos republicanos, ante el a t a ú d
espanta en estos momentos la conciencia de un proscripto, que nosotros, las vícti-
humana. L o digo con amargo sentimien mas, abjuramos desde ahora para cuando
to: al ver tanta aflicción y tanta ver llegue el dia próximo ó inevitable de
g ü e n z a ; a l ver prelados que por el oro, nuestro triunfo de toda idea de represa-
por palacios y por mitras, por el amor á lias sangrientas.
los bienes temporales bendicen y glori Castigaremos á los culpables, les cas-
fican el perjurio y la traición; a l ver tigaremos severamente si es preciso, pero
esas iglesias en las que se canta el Te no cortaremos ninguna cabeza; n i una
Deum al crimen coronado; esas iglesias y gota de sangre, n i una salpicadura del
esos sacerdotes b a s t a r í a n para hacer per- cadalso m a n c h a r á la t ú n i c a inmaculada
der las m á s firmes convicciones á las a l de la R e p ú b l i c a de Febrero. E l progreso
mas religiosas, si no estuvieran, por en respetará hasta la cabeza del bandido
cima de la Iglesia, el cielo, y por encima del 2 de Diciembre. L a revolución h a r á
del sacerdote, Dios. que ese hombre sirva de gran ejemplo,
Ciudadanos, en el umbral de esta cambiando su p ú r p u r a de emperador por
t u m b a abierta, y entre la m u l t i t u d re- el uniforme del forzado. No nos vengare-
cogida que rodea esta fosa, ha llegado el mos del p a t í b u l o con el p a t í b u l o , porque
momento de sembrar una palabra grave rechazamos la pena del talion, que con
y solemne, para que germine en todas la m o n a r q u í a forma parte del pasado, y
las conciencias. la repudiamos. L a pena de muerte, glo-
E n los momentos actuales, el principio riosamente abolida por la R e p ú b l i c a de
absolutista, el principio anticuado del 1848, que restableció odiosamente Luis
EN E L D E S T I E R R O . 395
Napoleón, q u e d a r á abolida para siem- te más, nos promete en todos los climas
pre. Hemos traido al destierro el depósi- y en todos los continentes, así de Amé-
to sagrado del progreso y lo devolvere- rica como de Europa, el fin de todas las
mos fielmente á la Francia. L o que opresiones y de todas las esclavitudes,
pedimos al porvenir es justicia y no ven- d e s p u é s de las rudas pruebas que hemos
ganza. Por otra parte, así como para co- sufrido necesitamos, no solo la emanci-
brar horror á las orgías bastaba á los Dacion de esta ó de aquella clase que ha
hijos de Esparta ver embriagados á los padecido durante mucho tiempo; no solo
esclavos, nos basta á los republicanos, ^a abolición de a l g ú n privilegio ó la con-
para que nos horroricen los patíbulos, sagración de a l g ú n derecho, que esto lo
ver á los reyes ebrios de sangre. obtendremos, pero esto no nos basta; ne-
Declaramos, poniendo por testigos á cesitamos la libertad de todos los pue-
este mar que une á Jersey con Francia blos y la emancipación de todos los
á estos campos, á esta apacible naturale- hombres. Nuestros sufrimientos compro-
za que nos rodea, á esta libre Inglaterra meten á Dios á darnos la recompensa; es
que nos escucha, que los hombres de la un deudor leal y p a g a r á . Tengamos en
revolución, digan lo que quieran las él fé v i r i l y sacrifiquémonos con confian-
abominables calumnias bonapartistas, za. Oprimidos de todas las naciones, pre*
e n t r a r á n en Francia, no como extermi sentad vuestras llagas; poloneses, ofre-
nadores, sino como hermanos. Tomamos ced vuestras miserias; h ú n g a r o s , ofreced
t a m b i é n por testimonio de nuestras pa- vuestra horca; italianos, ofreced vuestra
labras el cielo brillante que nos cubre y cruz; heróicos hermanos nuestros, de-
que derrama en nuestras almas pensa- portados á Cayena y á Africa, ofreced
mientos de concordia y de paz, y á ese vuestras cadenas; proscriptos, ofreced
cadáver que está en la fosa, y que mien vuestra proscripción, y tú, mártir, ofre-
tras yo hablo murmura en voz baja: ^Sí ce t u muerte para salvar la libertad
hermanos mios, rechazad la pena de del género humano.
muerte; yo la sufro, pero no quiero que
nadie la sufra,,.
L a R e p ú b l i c a es la unión, la unidad, l a II.
a r m o n í a , el trabajo que crea el bien
estar, la supresión de los conflictos de Ante la tumba de Luisa Julien.
hombre á hombre y de nación á nación
(Cementerio de San Juan.)
el fin de las explotaciones inhumanas, la
abolición de la pena de muerte y el es
tablecimiento de la ley de la vida.
Ciudadanos, sé que á todos os anima 26 Julio 1853.
este mismo pensamiento, del que ahora Ciudadanos:
soy intérprete; ha pasado y a el tiempo Hemos a c o m p a ñ a d o tres féretros en
de las terribles necesidades revoluciona cuatro meses: la muerte tiene prisa y
rias, y para lo que resta por hacer basta Dios nos entrega uno á uno; pero no por
con la indomable ley del progreso. esto le acusamos; al contrario, le da-
Ciudadanos, está p r ó x i m a á llegar la mos las gracias, porque abre á los des-
época de la disolución del mundo a n t i - terrados las puertas de la p á t r i a eterna.
guo. Los anticuados despotismos están Hoy es una mujer el ser inanimado
ya condenados por ley providencial; e' que conducimos á la tumba.
tiempo, que es el enterrador que está en E l 21 de Enero ú l t i m o , Boudrot, co-
corvado en la oscuridad, los está enter misario de policía de Paris, arrestó en su
rando, y cada dia que pasa los v á hun casa á una mujer. E r a jóven todavía,
diendo m á s en la nada. Dios arroja los no contaba m á s que treinta y cinco años,
años sobre los tronos, como nosotros ar pero estaba estropeada y enferma: la
rejamos paladas de tierra sobre los atau enviaron á la Prefectura y l a encerraron
des. en la celda n ú m e r o 1, llamada celda de
Y ahora, hermanos mios, que llega e prueba. Es una especie de jaula, p r ó x i -
momento de separarnos, lancemos mamente de siete pies cuadrados, en la
grito de triunfo, que, como os dije hace que no penetra el aire n i la luz: la des-
pocos meses hablándoos de Polonia, ante graciada la llamaba célula-tumba, y de-
las tumbas es donde debe hablarse de cía: "En ella, estando estropeada y en-
resurrección. Os repito que el próximo ferma, pasé veintiún dias con los labios
porvenir nos promete en Francia l a vic- pegados á la reja de la ventana, para
toria de la idea democrática; nos prome- aspirar un poco de aire y no morir,,.
396 OBRAS DE VICTOR HUGO.

Después de esos veinte dias, el 14 de I los pueblos, crej^endo que les basta ser
Febrero, el gobierno de Diciembre sacó soberanos para ser invencibles, creen que
de ese encierro á la mujer y la expul- son inexpugnables esas cindadelas de
só, haciéndola salir de la cárcel y de la la palabra, esas fortalezas sagradas de
p á t r i a . L a proscripta salió del calabozo la inteligencia humana y de la civiliza-
con los gérmenes de la tisis. A b a n d o n ó cion, y dicen: L a tribuna es indestructi-
la Francia y llegó á Bélgica; su pobreza ble. Pero se e n g a ñ a n ; las tribunas pue-
la obligó á viajar, tosiendo, arrojando den derribarse. Llega u n traidor con
sangre, con los pulmones enfermos, en soldados, concertado con una banda de
pleno invierno y por el Norte, en esos bandidos, se desenmascaran, hacen fue-
wagones ruines y descubiertos, que son go, invaden el santuario, dispersan el
la deshonra de las ricas empresas de los m á r m o l y las piedras; y el palacio y el
caminos de hierro. Llegó á Ostende, y templo, donde la gran nación hablaba
así como fué lanzada de Francia, lo fué al mundo, queda arruinado; y el inmun-
tambien de Bélgica, y pasó á Inglater- do tirano, vencedor, aplaudiendo su pro-
ra. E n cuanto llegó á Lóndres se metió pia obra, se dice: "Me he apoderado de
en la cama. L a enfermedad que adqui- todo; todo el mundo callará; nadie ba-
ñ ó en el calabozo la a g r a v ó el viaje b l a r á contra m í e n l o sucesivo,,. Ciuda-
forzado del destierro, y se convirtió en danos, el tirano se equivoca t a m b i é n ,
enfermedad peligrosa; la pobre proscrip- Dios no permite ese silencio. Dios no
ta tuvo que quedarse en el lecho duran- permite que se calle la libertad, que es
te dos meses y medio. A l g o restablecida su verbo. Cuando los déspotas triunfan-
cuando llegó la primavera, vino á Jer- tes creen que todos los hombres van á
sey. Todos recordamos cómo entró en la callar. Dios concede la palabra á las
isla una m a ñ a n a fria y lluviosa, tiritan- ideas y reconstruye la tribuna destruida;
do de frió, enronquecida y calada por la no en medio de la plaza pública, n i de
lluvia. granito, n i de m á r m o l , sino en la sole-
Pocos dias después de su llegada se dad, y la reconstruye con la yerba del
acostó para no volverse á levantar. cementerio, con la sombra del ciprés.
H a muerto hace tres dias. con el montículo siniestro que forman
Me preguntareis q u é delito cometió los ataúdes; y en esta soledad, d é l a yer-
esa mujer para que la trataran de ese ba, del ciprés y de los a t a ú d e s sale el
modo, y os lo voy á decir. grito desgarrador de la humanidad, l a
Luisa Julien era célebre en los arra- denuncia y el testimonio; la acusación
bales de Paris, donde inspiraba cordiales inexorable que hace palidecer al reo
simpatías por entonar canciones patrió- coronado, sale la formidable protesta de
ticas y por improvisar canciones cívicas; los muertos. Sale la voz vengadora é
era popular y el p u é b l e l a a p l a u d í a . Sien- inextinguible que nadie puede ahogar
do una pobre trabajadora, m a n t e n í a á n i amordazar. Bonaparte hizo c a l l a r á
su madre, que estaba enferma, y la cuidó la tribuna, pero no p o d r á hacer callar al
y la sostuvo por espacio de diez años. | sepulcro. E l y sus cómplices nada han
Durante los dias de la guerra civil ha- conseguido mientras se oiga salir u n
cia hilas, y la desdichada, coja, arras- suspiro de una tumba, mientras se vea
t r á n d o s e , se presentaba en todas las saltar una l á g r i m a de los ojos augustos
ambulancias y socorría á los heridos de de la compasión.
los dos partidos. Esa mujer era poetisa, Esta palabra que acabo de pronun-
tenia ingenio, entonaba cantares á la ciar, la compasión, sale del fondo de mis
Repiíblica, era amante de la libertad, e n t r a ñ a s , ante el cadáver de una mujer,
creía en Dios, en el pueblo, en el progreso de nna hermana y de una m á r t i r . No
y en la Francia, y vertía en los espíri- venero en Luisa Julien á una mujer,
tus de los proletarios su gran corazón, sino á la mujer de nuestros dias, que es
lleno de amor y de fé. Ese era su delito. digna de ser ciudadana; á la mujer t a l
Bonaparte la ha asesinado. como la vemos á nuestro alrededor, llena
Ciudadanos, los pueblos, con el legí de ternura, de sacrificio y de majestad.
timo orgullo de su poder y de su derecho. E n los tiempos futuros, en la República
construyen de m á r m o l y de granito fraternal y social del porvenir, el papel
edificios sonoros, majestuosos recintos, que desempeñará la mujer será grandío-
subiimes estrados, desde los que habla su so, y es un magnífico preludio que pre-
génio, desde los que derraman en todos paren ese papel semejantes mártires. He-
los corazones la elocuencia santa del pa- mos dicho y repetido que el siglo diez y
triotísmo, del progreso y de la libertad; ocho proclamó el derecho del hombre, y
EN E L D E S T I E R R O . 397
que el siglo diez y nueve p r o c l a m a r á el todos los cielos, en Francia, en Austria,
derecho de la mujer; pero es preciso con- en L o m b a r d í a , en Sicilia, en Roma, en
fesar que no nos hemos apresurado á Polonia y en H u n g r í a , los violadores de
conseguirlo: nos han detenido muchas la ley divina y del derecho humano. Mal-
consideraciones graves que deben exa- ditos sean los que proscriben á los pa-
minarse atentamente; porque hasta en dres, á las madres y á los hijos. Malditos
estos momentos, en los que ha avanzado sean los que azotan á las mujeres. Sea-
mucho el progreso, y entre demócratas mos implacables, ciudadanos, en las so-
y republicanos puros, hay muchos que lemnes y religiosas reivindicaciones del
rehusan admitir en el hombre y en la derecho y de la humanidad. E l género
mujer la igualdad del alma humana, y aumano necesita estos apóstrofes terri-
por consecuencia la asimilación, si no de DICS y la conciencia universal estas san-
identidad completa, á lo menos de los cas indignaciones. Execrar á los verdu-
derechos cívicos. Digámoslo en alta voz: gos es consolar á las víctimas; maldecir
mientras ha imperado la prosperidad, á los tiranos es bendecir á las naciones.
mientras la República estuvo en pié,
nos hemos olvidado de las mujeres, y
ellas se han olvidado de sí mismas, se III.
han limitado á alumbrar como la luz, á
dar calor á los espíritus, á enternecer los Vigésimo-tercero aniversario de la
corazones, á despertar el entusiasmo, á revolución de Polonia.
enseñar á todos lo bueno, lo justo, lo
grande y lo verdadero. No han ambicio-
nado otra cosa. Siendo como son l a ima-
gen de la pátria viva, podian ser el alma Jersey, Noviembre 1853.
de la ciudad, y se han contentado con ser Hermanos mios proscriptos:
sencillamente el alma de la familia. Todo camina, todo avanza, todo se
Pero al sonar la hora de la adversidad aproxima, y os digo con gran alegría
han cambiado de actitud, han dejado de que ya aparecen visibles los síntomas
ser modestas, y nos han dicho: "Ignora- precursores de un gran acontecimiento.
mos si tenemos derecho á conseguir vues- Regocijaos, proscriptos de todas las na-
tro poder, vuestra libertad y vuestra ciones, ó mejor dicho, proscriptos de la
grandeza; pero sí que sabemos que teñe gran nación única que constituirá el gé-
mos derecho á participar de vuestra mi- nero humano y que se l l a m a r á Repúbli-
seria, de vuestra desgracia, de vuestros ca universal. E l a ñ o pasado solo podía-
sufrimientos y de vuestro destierro; y re mos invocar la esperanza; este a ñ o casi
clamamos ese derecho,,. Por eso nos si- podemos asegurar la realidad. E l año
guen en el combate, nos a c o m p a ñ a n en pasado nos limitábamos á decir: L a idea
la proscripción y nos preceden en la resucitará. Este año podemos casi afir-
tumba. mar que la idea resucita.
Ciudadanos, ya que quisisteis que ha Admiremos cómo y de q u é manera vá
blase otra vez en nombre vuestro, y vues á resucitar.
tro mandato dá á m i voz la autoridad Ciudadanos, existe en Europa u n hom-
que falta á la palabra del individuo, ante bre que pesa sobre ella; que es á u n tiem-
la tumba de Luisa Julien, como hace po príncipe espiritual, señor temporal,
tres meses ante la tumba de Juan Bous déspota, autócrata, que le obedecen en
quet, l a n z a r é para terminar el grito de el cuartel, que le adoran en el monaste-
coraje, de insurrección y de esperanza. rio, que es jefe de la consigna y del dog-
Tumbas como la de esta noble mujer ma, y que mueve, para aniquilar las ini-
significan y predicen la caida p r ó x i m a quidades del continente, un imperio que
de los verdugos, la inevitable ruina de posee la fuerza de sesenta millones de
los despotismos y de los déspotas. Los hombres. Tiene en sus manos esa fuerza,
proscriptos mueren uno tras otro; el tira y dispone de esos sesenta millones de
no les cava la fosa; pero l l e g a r á u n dia hombres como de instrumentos. P a r t i -
en que de repente la fosa atraiga y se cipa de la doble cualidad eclesiástica y
trague al enterrador. militar, viste de uniforme á l a s almas y
Ese dia será execrado Luis Bonaparte á los cuerpos y les dice: Marchad, y mar-
No levantemos para él cadalsos cuando chan; les dice: Creed, y creen. Este hom-
consigamos la victoria, pero condené bre, en política es absoluto y en religión
mosle á larga é infamante expiación ortodoxo; es la expresión suprema del
Malditos sean en todos los climas y bajo oder humano: tortura como le d á l a
398 OBRAS D E VICTOR HUGO.

gana á pueblos enteros; le basta hacer | niza con una ruina, y dice: "Me apodera-
un solo signo para vaciar la Polonia en ré de Constantinopla; eso es fácil, es
la Siberia; cruza, mezcla y ata todos los injusto, pero me conviene,,.
hilos de la inmensa conspiración de los Qué ha sucedido? Que el s u l t á n , levan-
príncipes contra los hombres; fué á tándose, le mira cara á cara, y consi-
Roma, y siendo Papa griego, dió el guen la astucia y la violencia de Nico-
ósculo de alianza al Papa latino; reina lás procurarse contra sí la gran fuerza
en Berlin, en Munich, en Dresde, en que al adversario le dá la desesperación.
Stuttgart, en Viena, como en San Pe- L a revolución, como un rayo dormido,
tersburgo; es el alma del emperador de estaba allí. E l turco, el príncipe apocado
Austria y la voluntad del rey de Prusia, y débil, el sultán, que abofeteó Ments-
y lleva á remolque á la antigua Alema- chikoff y que Gortschakoff escupió, se
nia. Ese hombre se parece al antiguo rey arrojó sobre el rayo y se apoderó de é l .
de los reyes; es el A g a m e n ó n de la nue- E n estos momentos lo sacude y consi-
va guerra de Troya que los hombres del gue cambiar los papeles; y ahora Nico-
pasado hacen á los hombres del porve- lás es el que tiembla, y los tronos se
nir; es l a amenaza salvaje de las som- conmueven, y los embajadores de Aus-
bras á la luz, del Norte al Mediodía. Ese tria y de Prusia se van de Constantino-
monstruo de omnipotencia, que es em- pla y se forman las legiones polonesas,
perador como Carlos V y Papa como h ú n g a r a s é italianas, y se extremecen
Gregorio V I I , tiene en las manos una la Rumania, la Transilvania y la Hun-
cruz, que termina en espada, y un cetro, gría; la Circasia se subleva como la Po-
que termina en knout. lonia, porque todos, pueblos y reyes, re-
Ese príncipe soberano, Nicolás de Ru- conocen la luz centelleante que aparece
sia, es en estos momentos el representan- en el Oriente, y saben que lo que brilla
te del despotismo, es su cabeza; Luis en este instante en l a mano desesperada
Bonaparte solo es la m á s c a r a . de la T u r q u í a no es el viejo sable mella-
E n este dilema, riguroso como u n de- do de Othman, sino el resplandor esplén-
creto del destino, de que ha de ser la Eu- dido de las revoluciones.
ropa republicana ó cosaca, Nicolás de
Sí, ciudadanos, la revolución acaba de
Rusia encarna á la Europa cosaca y se
pasar el Danubio, y se han extremecido
coloca frente á frente de la revolución.
el R h i n , el Tíber, el V í s t u l a y el Sena.
Ciudadanos, meditemos esto. Sabe-
mos que lo necesario llega siempre, ¿pero Proscriptos, combatientes de todas las
por q u é camino? Esto es lo admirable, y épocas, mártires de todas las luchas,
sobre esto llamo vuestra atención. aplaudid el inmenso quebrantamiento
P a r e c í a que habia triunfado Nicolás que empieza y que nada d e t e n d r á . E n
de Rusia; restaurado el vetusto edificio estos momentos levantan la cabeza to-
del despotismo, dominaba otra vez en das las naciones que creían muertas. E l
Europa, siendo en la apariencia m á s só- despertar de los pueblos es el despertar
lido que nunca, teniendo por base la de los leones.
muerte de diez naciones y por corona Esa guerra estalla por el motivo de u n
miento el crimen de Bonaparte. L a Eran sepulcro del que todo el mundo quiere l a
cia, que el gran poeta inglés llama "el llave. Pero los reyes ignoran q u é son
soldado de Dios,,, está en el suelo, desar- esas llaves y q u é es ese sepulcro. Ciuda-
mada, agarrotada y vencida; parecía que danos, ese sepulcro es la gran tumba
el a u t ó c r a t a de Rusia podia descansar donde está encerrada l a República, que
saboreando su victoria. Pero desde Pe se ha puesto ya en pié y v á á salir de
dro dominan á los czares dos ideas, el ella. ¿ E n q u é manos caerán las llaves
absolutismo y la conquista. Nicolás sa- que han de abrir el sepulcro? Se las dis-
tisfizo el primero y piensa en la segunda. putan los reyes, pero se apoderará de
Tenia á su lado, casi á sus pies, un prín- ellas el pueblo.
cipe apocado, un imperio envejecido y E s t a l l a r á l a guerra, porque las nego-
u n pueblo endeble por su falta de adhe- ciaciones, los protocolos, los u l t i m á t u m s
rencia á l a civilización europea. Y ex- y los armisticios no la p o d r á n evitar. L o
tendiendo el brazo hácia Constantinopla, hecho está hecho. L o que empieza ha de
alarga la garra hácia esa presa. Olvi- acabar. Desesperado el s u l t á n , se ha
dando la dignidad, el pudor y el respeto agarrado á la revolución, y la revolu-
á sí mismo y á los demás, ha enseñado ción se apodera de él y ya no depende de
bruscamente á Europa las cínicas desnu su voluntad librarse de la terrible ayu-
deces de su ambición. E l coloso se encar da que reclamó. Cuando el hombre se
EN E L D E S T I E R R O . 399
confia á un arcángel, el a r c á n g e l le hace cho, la justicia y el progreso; porque la
volar con sus alas. m á s augusta y la m á s terrible de las
Será cosa chocante ver que quizás un banderas es el sudario en el que los reyes
s u l t á n consiga derribar los tronos, y que han querido enterrar á la libertad.
á eso le haya provocado el czar: no diré Ciudadanos, desde este sitio de adver-
que Nicolás lo quiera, pero sí que será sidad aclamemos al porvenir; salude-
acaso l a causa de la ruina de los tronos, mos, m á s allá de las convulsiones y de
que t r a e r á la confederación de los Pue- las guerras, el alba bendita de los Es-
blos-Unidos . L a Europa cosaca h a r á tados-Unidos de Europa, que será una
surgir á la Europa republicana y el espléndida realización. No h a b r á ya fron-
gran revolucionario actual será Nicolás teras, aduanas, guerras, ejércitos, prole-
de Rusia. tariado, ignorancia n i miseria; se supri-
¿No tenia razón para deciros que era m i r á n las esplotaciones culpables, se
providencial la marcha de los sucesos? abolirán las usurpaciones, se a u m e n t a r á
Sí, la Providencia nos conduce hácia el la riqueza, la ciencia resolverá el proble-
porvenir á través de la oscuridad. Mirad ma del bienestar, los problemas del tra-
y oid el movimiento de todo, que empie- bajo, del derecho y del deber; h a b r á con-
za á ser formidable. E l siniestro sábado cordia entre los pueblos y fraternidad
del absolutismo pasa como una visión entre los hombres; se p r o c l a m a r á n todos
nocturna. Las filas de patíbulos empie- los derechos, el derecho del hombre á la
zan á desprenderse en lontananza, los soberanía, el derecho de la mujer á la
cementerios entrevistos aparecen y des- igualdad, el derecho del niño á la ilus-
aparecen, las fosas que encierran á los tración; el pensamiento será el único
mártires se abren, todo parece que se motor y la materia la única esclava. Eso
mueva entre un torbellino de tinieblas, será Europa, quizá m a ñ a n a , ciudadanos,
en las que se oye este grito misterioso y el cuadro que acabo de pintaros y que
Los reyes se van de prisa. os extremece de a l e g r í a es solo un bos-
Proscriptos, esperemos la hora que v á quejo truncado y rápido. ¡Oh proscrip-
á sonar y estemos preparados. S o n a r á tos! bendigamos á nuestros padres en sus
para las naciones y para nosotros. En- tumbas, bendigamos las fechas glorio-
tonces saldremos de l a tumba que se sas que están escritas en esas paredes,
llama destierro, agitaremos recuerdos bendigamos la santa marcha de las ideas.
sangrientos y sagrados, y en las ú l t i m a s E l pasado pertenece á los príncipes, y se
profundidades las masas se sublevarán llama Barbarie; el porvenir pertenece á
contra los déspotas, y vencerán el dere- los pueblos, y se llama Humanidad.
ÍMUM

1 8 5 4 .
La pena. cLe muerte.—Una 3n.orca en Gu-eirnesey.-Complacencias
inglesas,—Evocación a l porvenir.-Miseria.—Nostalgia.
Otro c a d á v e r . - D e s a s t r e s en Crini.ea.-Baj eza en el Parlamento,-Actifu-d. d.el
proscripto a n t e el proscriptor.

I. nunció l a sentencia u n á n i m e , y á las


A los habitantes de Onernesey. nueve de la noche, en audiencia pública
y solemne, el honorable presidente de
los magistrados, el bailío de Guernesey,
con voz conmovida y apagada, declaró
Enero 1854. al acusado que l a ley le castigaba con
Pueblo de G-uernesey: la pena de muerte, que debia prepararse
A t í llega u n proscripto, que viene á para morir, que le a h o r c a r í a n el 27 de
defender á u n hombre condenado á Enero próximo, en el mismo sitio en que
muerte. E l desterrado viene á tender la cometió el crimen, y que donde m a t ó se-
mano a l hombre que está á las puertas ria matado.
del sepulcro. Que esto no le perjudique, De modo que en estos momentos
y dignaos escucharme. existe entre los habitantes de este archi-
E l 18 de Octubre de 1853, en Q-uerne- piélago u n ser que, en el porvenir oscuro
sey, Juan Cárlos Tapner entró una no- é ignorado para todos los hombres, ve
che en casa de madame Saujon y l acon claridad su ú l t i m a hora; en este ins-
mató; después la robó é incendió el cadá- tante, en que nosotros respiramos libre-
ver y la casa, con l a esperanza de que mente y vamos y venimos adonde que-
el primer delito desapareciera con el remos, vive á pocos pasos de nosotros u n
humo del segundo; pero esta esperanza hombre con el corazón desgarrado, que
le salió fallida. Los crímenes no sonpiensa en el ú l t i m o momento de su vida,
compasivos, y el incendio no quiso ocul- encerrado en una cárcel, con la mirada
tar el asesinato; la Providencia no es en- fija en el dia 27 de Enero, que es para él
cubridora, y entregó al delincuente. un espectro que se le v á acercando. E l
E l proceso que se formó á Tapner sir- 27 de Enero, que es u n dia desconoci-
vió para esclarecer otros crímenes. Hacia do para nosotros, como los d e m á s dias
ya a l g ú n tiempo que gentes desconocí que hemos de vivir, solo descubre á ese
das incendiaban algunas casas en la isla, hombre su rostro el rostro siniestro de
y el proceso hizo presumir si uno de los la muerte.
criminales seria Tapner, porque parece Pueblo de G-uernesey, Tapner ha sido
verosímil que los anteriores incendios condenado á muerte: cumpliendo los pre-
fueran ocasionados por el incendiario del ceptos de los códigos, los jueces han lle-
18 de Octubre. nado su deber, pero reflexiona que le i m -
Han juzgado al reo con una imparcia- pone l a pena del talion. E l que mata
lidad que honra á la libre ó í n t e g r a ma- debe morir. Eso es justo ante la ley hu-
gistratura de este pais. Se han empleado mana; ante l a ley divina, eso es temible.
treinta sesiones para examinar los he- Debe respetarse mucho la inviolabilidad
chos y para i r formando la lenta convic- humana, y el mundo civilizado reclama
ción de los jueces. E l 3 de Enero se pro- la vida de ese hombre,
TOMO IV. 51
402 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Quién soy yo? Nadie; pero no es preci- aun en Q-uernesey el antiguo ídolo del
so ser hombre importante para suplicar pasado, que se atreve á matar en presen-
y para pedir perdón. Habitantes de las cia de Dios?...
islas de l a Mancha, nosotros los proscrip- ¿ T a n poco justo, tan poco ejemplar os
tos de Francia vivimos entre vosotros y parece conmutar la pena, dejar a l cul-
os profesamos gran afecto. Cuando ve- pable que sufra los remordimientos y que
mos las velas de vuestros barcos en lon- busque la reconciliación, sustituir al sa-
tananza, durante las tempestades, roga- crificio humano l a expiación inteligente,
mos por vosotros, porque somos vuestros y no matar á u n hombre?
hermanos. Apreciamos y honramos en L a pena de muerte retrocede hoy en
vosotros el trabajo, el valor, las noches todas partes y cada dia pierde terreno; se
que pasáis en el mar para alimentar á vá ante el sentimiento humano. E n 1830
la mujer y á los hijos. Permitidme, pues, la C á m a r a de los diputados de Francia,
que os dirija la palabra, ya que nos ha- por aclamación, pidió que se aboliera; l a
béis concedido asiento en vuestro hogar, Constituyente de Francfort la borró de
porque quiero pagar vuestra hospitalidad sus Códigos en 1848; l a Constituyente de
con cordial cooperación. Roma la suprimió en 1849; la Constitu-
E l buzo se precipita en el fondo del yente de Paris solo l a sostiene por una
mar y sale cogiendo u n p u ñ a d o de are m a y o r í a insignificante; la toscana, que
na. Nosotros, los séres que sufrimos, los es católica, la ha abolido; la Husia, que
pensadores, nos hundimos en el fondo de es b á r b a r a , la ha abolido; Otaiti, que es
las cosas, tratando de llegar hasta Dios, salvaje, la ha abolido t a m b i é n . Parece
y sacamos u n p u ñ a d o de verdades. que hasta la ignorancia la rechaza, ¿y l a
L a primera verdad que sacamos es l a queréis vosotros, hijos de este excelente
siguiente: No matarás. Esta palabra es pais?
absoluta; lo mismo se refiere á l a ley que Depende de vosotros que l a pena de
al individuo. muerte se suprima de hecho en G-uer-
L a divinidad pagana, horrible y trá- nesey; depende de vosotros no ofrecer ese
gica, que los hebreos llamaban Moloc espectáculo espantoso, que dejarla una
y los celtas Teutates, se llama entre mancha negra en vuestro limpio cielo.
nosotros l a pena de muerte. E n l a anti Vuestra Constitución libre os ofrece
g ü e d a d , en el Oriente tenia por pontífice los medios de realizar esta obra religiosa
al mago y en el Occidente a l druida: y santa. Reunidos legalmente, agitad la
su sacerdote hoy dia es el verdugo. E l opinión y las conciencias; l a isla entera
asesinato legal ha reemplazado al asesi puede intervenir en está cuestión. Las
nato sagrado. E n otros tiempos llenó mujeres deben convencer á los maridos,
esta isla de sacrificios humanos, y dejó los niños enternecer á sus padres, los
en todos los monumentos esas piedras hombres firmar exposiciones y súplicas.
l ú g u b r e s en las que el orin de los siglos Dirigios á vuestros gobernantes, á vues-
ha borrado el orin de la sangre; en esas tros magistrados, sin saliros de la ley.
piedras, que están medio enterradas bajo Reclamad un plazo, reclamad l a con-
la yerba en l a cumbre de las colinas, y mutación de la pena, que la obtendréis
en las que las zarzas silban cuando so Apresuraos: no perdáis u n dia, n i una
p í a el viento de la noche. Hoy el ídolo hora, n i un instante; tened siempre i m -
monstruoso reaparece entre vosotros y os preso en la memoria el fatal 27 de Ene-
invita á que le prestéis obediencia; os ro, y contad todos los habitantes de la
convoca con plazo determinado para ce isla los minutos, como los cuenta el hom-
lebrar su misterio, como antiguamente, bre que vá á morir.
y reclama de vosotros, que habéis leido Os voy á recordar u n precedente que
el Evangelio, de vosotros, que tenéis l a redoblará vuestro á n i m o .
vista fija en el Calvario, un sacrificio hu E n 1851, en Jersey, u n hombre m a t ó
mano. L e obedeceréis? ¿Os convertiréis á otro. Jacobo Fouquet disparó u n fusil
en paganos el 27 de Enero de 1854, du contra Derbyshire. Dos jurados declara-
rante dos horas? ¿ P a g a n o s para matar á ron sucesivamente culpable á Fouquet.
un hombre, paganos para perder u n E l 27 de Agosto de 1851 fué condenado
alma, paganos para mutilar el destino á muerte. L a isla se conmovió cuando
del criminal, acortándole el tiempo de supo l a inminencia de una ejecución ca-
poder arrepentirse? Esto seria i r contra pital. Verificaron u n meeting, al que
el progreso. ¿ E n q u é estado de retraso se acudieron seiscientas personas. Dos fran-
encuentra aun la humanidad si es posi- ceses que allí tomaron l a palabra reci-
ble aun el sacrificio humano? ¿Se adora bieron aplausos de aquel generoso pue-
EN E L D E S T I E R R O . 403
blo. Firmaron una exposición, y el 23 de en vuestras heróicas é inciertas aventu-
Setiembre llegó á la isla el perdón de ras del mar ese misterioso elemento de
Fouquet. desgracia. No aceptéis la solidaridad de
Fouquet fué condenado á deportación 'a obstinación del poder humano en con-
perpetua, y hoy vive y está arrepentido. tra del poder divino. Nadie conoce n i pe-
Qué dirá á esto el patíbulo? netra el enigma. H a y abismos en las ac-
L o que Jersey consiguió puede tam- ciones humanas, como hay abismos en
bién Guernesey conseguirlo. el mar. Pensad en los dias de tempes-
Se nos objetará que Tapner cometió tad, en las noches de invierno, en las
un delito mayor; pues bien, cuanto ma- ::uerzas irritadas y desconocidas que se
yor es el crimen, m á s tiempo debe dársele apoderan de vosotros en ciertos momen-
al criminal para que se arrepienta. tos. Pensad que la costa de Serkes ruda,
¿Oreéis acaso que vale m á s que una que los bajos-fondos de los Minquiers
cuerda apriete el cuello del delincuen- son pérfidos y que los escollos de Pater-
te y que en un minuto el alma huya del Noster son traidores. No hagáis que so-
cuerpo miserable del reo? ple en vuestras velas el viento del sepul-
¡Brevedad miserable la de la justicia cro. No olvidéis, navegantes, pescadores
humana! y marineros, que solo media una tabla
Nada tienes que hacer ya entre nos entre vosotros y la eternidad; que estáis
otros, patíbulo, que estamos en el siglo á la merced de las olas, que no se pueden
diez y nueve; somos u n pueblo moderno, sondear, y del destino, que desconoce-
el pueblo pensador, sério, libre, inteli mos; que quizás son voluntades lo que
gente y soberano; disfrutamos de l a me tomáis por caprichos, que lucháis sin
jor edad de la humanidad, de la época cesar con el mar y con el tiempo, y que,
del progreso, del arte, de la ciencia, del hombres ignorantes, que podéis m u y
amor, de la esperanza y de la fraterni- poco, os encontráis á todas horas frente
dad. ¡Máquinas monstruosas de la muer- á frente de lo infinito y de lo desco-
te, hoy solo sois espectros! Pertenecéis á nocido.
los tiempos oscuros y tenéis que sepulta Lo desconocido y lo infinito es l a tum-
ros en la noche. Las tinieblas no pueden ba: no se la abráis á nadie por vuestras
prestar n i n g ú n servicio á la luz. Idos. propias manos.
Para civilizar al hombre, para corregir ¿No os dicen nada las voces del infini-
al culpable, para iluminar la conciencia to? ¿Todos los misterios no se enlazan
para hacer germinar el arrepentimiento unos con otros? ¿ L a majestad del Océano
en los insomnios del crimen, tenemos es- no proclama la santidad de la tumba?...
tos medios mejores: el pensamiento, la Basta de suplicios; los hombres de este
enseñanza, la educación, el ejemplo reli siglo los rechazamos: n i los queremos
gioso, la claridad en el cielo, las pruebas para el culpable, n i para el que no lo es.
en la tierra, la austeridad, el trabajo L o repito, el crimen se rescata con el re-
la clemencia. No es posible que entre lo mordimiento y no con la guillotina; l a
grande, é n t r e l o verdadero,entre lo bello sangre se lava con l á g r i m a s y no con
y entre lo augusto surja obstinadamente sangre. Tengamos presente, y sobre esto
la pena de muerte. No es posible que en la conciencia del juez religioso y honra-
la ciudad central del g é n e r o humano, la do medite de acuerdo con la nuestra, que
ciudad del 14 de Julio y del 10 de Agos- todos los patíbulos han cometido críme-
to, en la que duermen Rousseau y V o l nes, independientemente del delito que
taire, en l a metrópoli de las revoluciones cometen contra l a inviolabilidad de l a
subsistan la G-réve, la Barrera de San vida humana. Todos ellos han castigado
Jacobo y l a Roquette. No es posible que á inocentes y á mártires. Basta ya de su-
en este archipiélago, en estas costas, en plicios, que para nosotros la guillotina
tre los árboles y las flores, á la sombra se llama Lesurgues, la rueda Calas, l a
que proyectan las nubes que vienen de hoguera Juana de Arco, la tortura Cam-
Polo, se levante el cadalso, domine y rei panella, el tajo Thomas Morus, la ci-
ne. Nada tenéis que hacer entre nosotros cuta Sócrates y la cruz Jesucristo.
tú, guillotina, en medio de Paris, y t ú Son augustas las enseñanzas de frater-
patíbulo, enfrente del Océano. nidad y las doctrinas de mansedumbre y
Pueblo de pescadores, honrados y va de amor que dimanan de la religión y
ierosos hombres del mar, no dejéis que de la democracia, que predican todas las
muera ese hombre, no p e r m i t á i s que voces del antiguo y del nuevo Evange-
la horca proyecte su sombra en vuestra lio y que se esparcen en la actualidad
isla deliciosa y bendita. No introduzcáis de un extremo del mundo al otro, unas
OBRAS D E VICTOR HUGO.

en nombre del Hombre-Dios y otras en tas islas, entonces me congratulo de


nombre del Hombre-Pueblo; si aquellas ello; olvido mis sufrimientos y levanto
doctrinas son justas, si estas ideas son las manos al cielo, al ver que es la volun-
verdaderas, si los hombres son hermanos, tad de la Providencia que Francia ben-
si l a vida humana es venerable, si el diga á G-uernesey, porque permite que
hombre es inmortal, si solo Dios tiene el los hombres no maten al asesino, cum-
derecho de privarnos de lo que nos ha pliendo la santa ley de misericordia.
concedido, si la madre que siente á su No soy yo el que os habla en este mo-
hijo moverse en sus e n t r a ñ a s es un ser mento; yo solo soy un á t o m o que trans-
bendito, si la cuna es respetable, si la portó a q u í el viento de la adversidad: os
tumba es sagrada...insulares de Guerne- habla en estos instantes la civilización
sey, no matéis á ese hombre. entera, que tiende hácia vosotros sus ve-
Digo no matéis á ese hombre, porque nerables manos. Si Beccaria estuviera
cuando se puede impedir su muerte, de- proscripto entre vosotros, le oiríais decir:
jarle morir es matarlo. L a pena de muerte es impía-, si F r a n k l i n
No extrañéis la insistencia en esta idea estuviera en el mismo caso, os diria: L a
y permitid que el proscripto interceda ley que mata es una ley funesta] si consul-
por el sentenciado. No me repliquéis que táseis á Filangieri, á Vico, á T u r g o t ó
esto nada importa á u n extranjero y que á Montesquieu, todos ellos os dirían: E l
no debo mezclarme en este asunto, por- cadalso es abominable; si Jesucristo abor-
que os contestaré que defiendo la des- dase vuestra isla, os aconsejaría que no
gracia y que estoy en m i derecho, por- hiriéseis á nadie con la espada, y sin em-
que sufro. E l infortunio tiene compasión bargo, desoís esas voces augustas y mise-
de la miseria, y el dolor defiende á la de- ricordiosas.
sesperación. Una palabra para terminar.
A d e m á s , entre ese hombre y yo median E n el momento fatal de la historia en
sufrimientos parecidos; los dos tendemos que nos encontramos, porque por gran-
los brazos hacia algo que no podemos de que sea un siglo y por hermoso que
alcanzar; él hacia la vida y yo hacia la sea un astro tienen sus eclipses, en este
patria. momento siniestro, debe encontrarse si-
Es tan ciega la criatura humana que quiera en la tierra u n sitio en el que el
proscribe y que juzga, se extiende aun progreso, herido, lanzado á la tempes-
el error tanto en el mundo, que á nos tad, vencido y moribundo, sobrenade y
otros, los desterrados de Francia, se nos se refugie: islas de la Mancha, servid de
castiga por haber cumplido nuestro de- rada á ese náufrago sublime. Mientras
ber, como se castiga á este hombre por que el Oriente y el Occidente se chocan
haber cometido u n crimen. L a justicia y por caprichos de príncipes; mientras que
l a iniquidad se estrechan las manos en los continentes se llenan por todas par-
las tinieblas. tes de astucia, de violencia, de traicio-
Pero esto nada importa, porque para nes y de ambición; mientras que los
mí, este asesino ya no es asesino, este i n - grandes imperios hacen alarde de mani-
cendiario ya no es incendiario, este la festar pasiones bajas, dad vosotras, redu-
dron ya no es ladrón; es solo un sér des cidas islas, ejemplos grandes.
venturado que v á á morir. L a desgracia E n este fatal instante, en que l a san-
le ha hecho que sea m i hermano y le gre humana corre á torrentes por causa
defiendo. de un solo hombre y la Europa presen-
Si m i voz es escuchada, si no se pierde cia la a g o n í a heróica de los turcos, ame-
como el soplo de viento entre el ruido de nazados por el czar triunfante, que espe-
las olas y del h u r a c á n ; si la semilla de ra el castigo; en este momento, en que
compasión que siembro germina y fruc- la guerra, evocada por el capricho de
tifica en los corazones; si las palabras que un emperador, se enciende por todas par-
pronuncia el vencido consiguen desper- tes, que a q u í al menos, en este rincón
tar saludable agitación que alcance á del mundo, en esta Uepública de marine-
conmutar la pena y trocar al criminal ros y de campesinos, podamos presen-
en penitente; si alcanza el proscripto i n - ciar el hermoso espectáculo de un pueblo
útil, colocándose al través de una tumba pequeño que derriba el p a t í b u l o . Que
abierta, impedir el paso á la muerte y truene l a guerra por todas partes, pero
salvar l a vida de un hombre; si m i pros que a q u í reine la paz; que impere la bar-
cripcion sirve para conseguir este loable barie en otros puntos, pero que a q u í bri-
fin, si este ha sido el móvil misterioso lle la civilización. Que la muerte triunfe
que me hizo caer de m i hogar hasta es* | en otras regiones, pero que a q u í triunfe
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EN E L D E S T I E R R O . 405
l a vida. Que mientras los reyes demen- que la cruz es un patíbulo, y cuando el
tes convierten la Europa en circo, en el Dueblo pide perdón, ellos desean que
que los hombres reemplazan á los tigres crucifiquen al criminal. Compadezca-
y se devoran unos á otros, el pueblo de mos á esos sacerdotes y pasemos adelan-
Guernesey levante de sus rocas, que ro- te. Se os remitieron esas exposiciones y
dean las calamidades del mundo y las os dignasteis acordar un plazo; en casos
tempestades del cielo, u n pedestal y un semejantes, conceder un plazo significa
altar; un pedestal para la humanidad y conmutar la pena. L a isla respiró, por-
u n altar para Dios. que creyó que en ella ya no se levanta-
rla la horca; pero no fué así. Levantaron
el patíbulo y ahorcaron á Tapner.
- II. Después de reflexionar, nos pregunta-
mos: ¿Por q u é se niega á Q-uernesey lo
A lord Palmerston, que á Jersey se le ha concedido muchas
ministro de Estado y del Interior de Inglaterra. veces? ¿Por q u é para esta isla hay per-
don y para aquella verdugo? ¿Qué senti-
do tiene un aplazamiento que d á por
Voy á enteraros de una serie de hechos resultado una agravación? ¿Qué misterio
que han acontecido en Q-uernesey duran hay aquí?
te algunos años. Dícense cosas que yo no me atrevo á
Hace quince años, el asesino Caliot creer. No, no será verdad. ¿No podrá la
fué condenado á muerte y consiguió el voz desconocida de un desterrado pedir
indulto. Hace ocho años, el asesino Tho una gracia, desde u n rincón de Europa,
mas Nicolle fué condenado á la misma en favor de un hombre que vá á morir,
pena y consiguió el indulto. Hace tres sin que Bonaparte la oiga, sin que Bona-
años, en 1861, el asesino Jacobo Fou parte intervenga y se oponga á que se
quet, condenado t a m b i é n á muerte, con- conceda? Bonaparte que dispone de una
siguió la conmutación de la pena. Los guillotina en Belley, de otra en Draguig-
tres criminales fueron deportados. Para nan y de otra en Montpellier, no tiene
obtener esas gracias bastó una exposi- bastantes y necesita disponer de una en
ción de los habitantes de la isla, presen- Gruernesey. ¿ E n este asunto habréis te-
tada en tres épocas distintas. mido oponeros al proscriptor dando la ra-
Debo añadir, que en 1851 deportaron zón al proscripto, y le habréis complacido
t a m b i é n á Edward Garitón, que asesinó ahorcando á u n hombre por no perder
á su mujer con circunstancias agravan- una amistad? No, no lo creo, no lo pue-
tes. Esto es lo que ha sucedido durante do creer, me horroriza creerlo. E n la po-
quince años en esta isla, desde l a que os derosa nación inglesa, en la que la rei-
escribo. na tiene el derecho de indulto, ¿podría
Por estos hechos se han borrado las Bonaparte imponerle el veto, y así como
huellas de la horca del antiguo Monte- hay un Todopoderoso en el cielo, h a b r í a
Patibulario de Saint-Helier, y ya no hay un todopoderoso en la tierra?... No lo
verdugo en Jersey. creo.
De Jersey pasemos á G-uernesey. He notado, sin embargo, que á los pe-
Tapner, asesino, incendiario y ladrón, riódicos franceses no se les ha dejado
ha sido condenado á muerte. E n esta hablar de Tapner. Hago constar este
época, en todas las conciencias sanas y hecho, pero no deduzco nada de él.
rectas está abolida ya l a pena de muerte, Sea lo que fuere, m a n d á s t e i s , s e g ú n
y los hechos que acabo de citaros lo los términos del despacho, que la justicia
prueban; en favor de Tapner se oye "siguiera su curso,,; sea lo que fuere, todo
una voz general y se suscriben muchas ha terminado para Tapner, que, des-
exposiciones; una de ellas, que se apoya pués de tres aplazamientos, le ahorca-
e n é r g i c a m e n t e en el principio de la i n - ron ayer, 10 de Febrero; y si tienen a l g ú n
violabilidad de l a vida humana, la han fundamento las anteriores congeturas,
firmado los seiscientos habitantes m á s que yo rechazo, os remito el boletín del
conocidos de l a isla. Os h a r é notar de dia, y en ese caso podéis trasmitirlo á
paso, que entre las numerosas sectas las Tullerías, porque los detalles de d i -
cristianas en que están divididos los cua cho boletín no serán repugnantes para
renta m i l habitantes de G-uernesey, solo el imperio del 2 de Diciembre, que ale-
tres ministros han querido firmar esas gremente se cernerá sobre esta victoria.
exposiciones; los demás han negado su Hacia ya algunos días que el conde-
firma, Sin duda esos hombres ignoran nado estaba m u y inquieto. E l dia 6 tuvo
406 OBRAS D E VICTOR HUGO.

este diálogo con una persona que fué a pa, dispuesta á abrirse á sus plantas, era
visitarlo: de dos pies cuadrados. E l verdugo tocó
—Cómo os encontráis? el resorte, se abrió la trampa y el aj usti-
—Hoy temo á la muerte m á s que nunca. ciado cayó bruscamente: la cuerda quedó
—Tenéis miedo al suplicio? ;ensa, el cuerpo dió vueltas y le creye-
—No; temo dejar solos en el mundo á ron muerto. De repente el hombre, que
mis hijos. aun no era cadáver, pero que ya era es-
Diciendo esto lloraba. Después a ñ a - pectro, se movió; sus piernas se subieron
dió: y se bajaron una después de otra, como
—¿Por q u é no me dan tiempo para si intentasen subir escalones en el vacío.
que me arrepienta? Lo que se entreveía de su rostro era horri-
L a ú l t i m a noche leyó muchas veces el ble; las manos, casi desatadas, se movían
salmo 5 1 . Se acostó en la cama un mo- como para pedir socorro. L a atadura de
mento y luego se puso en ella de rodi- los codos se rompió al sacudirse al caer.
llas. Uno de los que le asistían se acercó E n las convulsiones las cuerdas oscila-
á él y le p r e g u n t ó : ban, los codos del ajusticiado chocaron
—Conocéis que necesitáis perdón? con el borde de la trampa, sus manos se
—Sí, respondió. agarraban á ella, la rodilla derecha se
—Por quién rezáis? apoyaba allí, el cuerpo se levantó y el
—Por mis hijos. reo quedó inclinado hácia la m u l t i t u d .
Cuando oyó las cuatro de l a madru- Después volvió á caer y repitió esta mis-
gada, volviéndose hácia sus guardianes, ma operación. L a segunda vez se levan-
exclamó: tó hasta u n pié de altura, y la cuerda
•—Me quedan aun cuatro horas, ¿pero estuvo un momento floja. Después se
dónde irá m i alma miserable? quitó la gorra, y los asistentes le vieron
Desde el amanecer, inmenso g e n t í o el rostro. E l verdugo, que habia descen-
hormigueaba por los alrededores de la dido y a del patíbulo, volvió á subir. L a
cárcel. cuerda se habia desviado, y el reo la te-
Habia un j a r d í n inmediato á l a p r i - nia debajo de la barba; el verdugo se
sión, en el que levantaron el p a t í b u l o . la puso debajo de la oreja, después de lo
Abrieron una brecha en las tapias para que se la apretó en los dos hombros; el
que el reo pasara por allí. A las ocho de verdugo y el espectro lucharon un mo-
la m a ñ a n a la muchedumbre se agolpaba mento, y el verdugo, precipitándose en
el agujero del que pendía Tapner, co-
en las calles vecinas, y doscientos espec
giéndole por las dos rodillas, quedó sus-
tadores privilegiados ocupaban el j a r d í n
pendido á sus piés. L a cuerda se balan-
Apareció el reo con la frente levantada
ceó un momento, sosteniendo al paciente
y el paso firme; estaba pálido y el círculo y al verdugo, al crimen y á la ley. E l
rojo del insomnio se veía en sus ojos. E l verdugo, por fin, a b a n d o n ó su presa: el
mes que acababa de transcurrir le hizo hombre estaba muerto.
envejecer m á s de veinte años; tenia trein-
ta y manifestaba cincuenta: salió de la E n aquellos momentos, Fouquet, i n -
cárcel con las manos atadas, y , s e g ú n la dultado en 1851, se arrepentía. E l ver-
costumbre inglesa, mientras las manos dugo quitó la vida á Tapner y la cle-
cruzadas estaban ligadas al pecho, una mencia consiguió que se arrepintiese
cuerda le ligaba los dos codos á la espal- Fouquet.
da: caminaba mirando fijamente á la U l t i m o detalle.
horca, y decía en voz alta: ¡Pobres hijos Entre el momento en que Tapner
míos! I b a á su lado el capellán Bouwe- cayó en el agujero de la trampa y el ins-
rie, que rehusó firmar la petición de in- tante en que el verdugo le soltó los piés
dulto y que entonces lloraba. Tapner transcurrieron doce minutos. Puede cal-
subió á la horca; él mismo se puso el cularse lo que sufriría el ajusticiado, si
nudo corredizo y pasó el cuello por él se tiene presente lo lentos que son los
ayudando en esta operación al verdugo. minutos que se cuentan en el reloj de la
Después, presintiendo lo que iba á suce- a g o n í a .
der, porque tenia las manos mal atadas, De este modo m u r i ó Tapner. Su ejecu-
dijo al verdugo: Atadme mejor las manos. ción costó cincuenta m i l francos.
—Es inútil, respondió éste. A Tapner E n el invierno se ven en Lóndres, en
estando de pié con el cuello en el nudo ciertos barrios, grupos de séres amonto-
corredizo y los piés sobre la trampa, el ver nados en las esquinas de las calles, en los
dugo le tapó l a cara con la gorra y ya huecos de las puertas, que pasan allí los
no se vió r e z a r á la boca del reo. L a tram- días y las noches, mojados, hambrientos,
EN E L DESTIERRO. 407
helados, sin abrigo, casi desnudos y sin hubiese faltado á u n juramento; si en
calzado, sufriendo la lluvia, la nieve y el vez de haber escamoteado algunos sche-
hielo. Son ancianos, son niños y son m u - ines hubiera robado veinticinco millo-
jeres, casi todos irlandeses como vos. nes; si en vez de quemar la casa de
Esas indigencias podrían mitigarse i n - madame Saujon hubiera ametrallado á
cluyendo en el presupuesto los cincuen- ^París, le hubieran nombrado embajador
ta m i l francos que le dieron al verdugo en Lóndres. Debe precisarse, por lo tan-
de Tapner. Con esos cincuenta m i l fran- X), la línea en la que un bandido deja de
cos pudieran haber vivido u n a ñ o u n ser criminal y se convierte en hombre
centenar de esas familias; pero vale m á s Dolítico.
matar á un hombre. Tapner permaneció Esto es horrible. Vos y yo habitamos
una hora en la horca; después le desata- en lo infinitamente pequeño. Y o no soy
ron, y á las ocho de la noche le enterraron m á s que proscripto y vos no sois m á s
en el cementerio de los extranjeros. que ministro; yo soy ceniza y vos sois
Hubo t a m b i é n otro ser castigado; la polvo. U n átomo puede hablar á otro y
esposa de Tapner, que se desmayó dos decirle francamente la verdad. Sabed,
veces al despedirse de él: el segundo des- pues, que á pesar de los esplendores ac-
mayo le duró media hora, y creyeron que tuales de vuestra política, que á pesar de
habia muerto. la gloriosa alianza que os une á Bona-
U n hecho que no debo callarme, u n parte, por resonantes y magníficos que
hecho notable, es la unanimidad de la sean vuestros triunfos comunes en el
prensa local, que dijo:—"No habrá ya eje- asunto de T u r q u í a , es y será siempre un
cuciones capitales en este pais; no tolerare- hecho espantoso y horrible atar una
mos que vuelva á levantarse el patíbulo,,. cuerda al cuello de un hombre, abrir
L a Crónica de Ouernesey de 11 de Febre- una trampa á sus pies para que se rompa
ro añade: ílEl suplicio ha sido más atroz que la columna vertebral al caer, hacer que
el crimen,,. se desfigure su rostro en la horca, que
Temo que sin querer hayáis abolido la salten de sus órbitas sus ojos sangrien-
pena de muerte en Gruernesey. tos, que ahogue un nudo el rugido de su
Os copio, para que reflexionéis, este agonía, que sus rodillas convulsivas bus-
párrafo de una carta que me escribe uno quen un punto de apoyo; es y será siem-
de los principales habitantes de aquella bre un hecho horrible, repito, ver á otro
isla: " L a indignación llegó á su colmo, hombre que se agarra á las piernas del
y si todos hubieran podido presenciar lo criminal y que se cuelga del colgado.
que aconteció en la horca, hubiera su Vuelvo á decir que no habéis obedeci-
cedido algo peligroso, porque muchísimos do á ninguna influencia al mandar que
se hubieran arrojado á salvar al infeliz la justicia siga su curso; habéis dictado
que estaban torturando,,. esta órden como otra cualquiera; las pe-
L a teoría de ser la pena ejemplar debe ripecias de l a pena de muerte os intere-
quedar satisfecha. Solo la filosofía se ha san poco. Para vos, hacer colgar á un
quedado triste y p r e g u n t á n d o s e si eso es hombre es como beber u n vaso de agua.
lo que llama la justicia "seguir su curso,,. No habéis meditado en la gravedad del
Es preciso creer que l a filosofía se acto. Esto en vos es una ligereza de hom-
equivoca. E l suplicio ha sido espantoso, bre de Estado y nada m á s .
pero el crimen era repugnante. L a socie- Nada significa ahorcar á un hombre;
dad debe defenderse: ¿dónde iríamos á no es m á s que apretar una cuerda, des-
Darar? etc., etc., etc.; si así no se obrase, clavar un tablado y enterrar un cadáver.
a audacia de los malhechores no t e n d r í a Después disparamos cañonazos, hacemos
imites. Es necesario contenerles. Es pre fuego y humo en el Oriente, y nadie se
ciso ahorcar á los Tapner, menos cuando acordará ya de Tapner, n i de Gruernesey,
son emperadores. porque es necesario un microscopio para
Cúmplase la voluntad de los hombres ver una cosa tan diminuta. Esa cuerda,
de Estado. ese tablado y ese cadáver, ese impercep-
^ Los ideólogos, los soñadores, los espí tible patíbulo, que os parece diminuto, es
ritus quiméricos que tienen la noción inmenso. Es la cuestión social, que es
del bien y del m a l , no pueden sondear superior á la cuestión política. Las cosas
sin turbarse ciertos lados del problema diminutas son vuestra política, vuestros
del destino. cañones y vuestro humo. L o verdadera-
Si Tapner, en vez de matar á una mente espantoso es que el que era ase-
mujer, hubiera matado trescientos hom- sino por la m a ñ a n a sea asesinado por la
bres; si en lugar de forzar una puerta noche.
408 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Hombres de Estado, entre dos protoco- de 1848, glorificando una fecha pasada;
los, entre dos sonrisas, apretáis con el permitidme que yo me ocupe de la fecha
dedo pulgar el resorte del patíbulo y la futura; permitidme que me vuelva hácia
trampa se abre bajo los pies del ajusti- una jornada hermana desconocida del
ciado. 24 de Febrero, que santificará la pró-
Sabéis q u é significa esa trampa? Es el x i m a revolución y que se identificará
infinito que aparece, es lo insondable y con ella; permitidme que la dedique to-
lo desconocido. das las aspiraciones de m i alma.
Que continúen desempeñando su ta- Deseo que sea tan grandiosa como la
rea los hombres del viejo mundo, obsti- fecha pasada, pero m á s feliz; que los
nados en retener el pasado. Conserven, hombres para quienes resplandezca sean
mientras puedan, en T ú n e z el palo, en puros y firmes, buenos y grandes» justos,
San Petersburgo el knout, en los Esta- útiles y victoriosos, y que no se les recom-
dos del Papa el garrote, en Francia l a pense con el destierro; que alcancen me-
guillotina, en Inglaterra la horca, en jor suerte que nosotros.
Asia y en A m é r i c a el mercado de escla- Deseo que la fecha futura sea la fecha
vos. Todo eso pasará para no volver. definitiva que confirme la tarea de la
Nosotros, los anarquistas, los demago- otra y que la termine; que, como el 24 de
gos, los bebedores de sangre, os declara- Febrero, sea radiante y fraternal, pero
mos, á vosotros los conservadores y los atrevida, y que consiga su objeto y que
salvadores de la sociedad, que la libertad mire á la Europa como Danton la m i -
humana es augusta, la inteligencia san- raba.
ta, la vida sagrada y el alma divina. Que, como Febrero, suprima la mo-
Pero poneos en guardia, que el porve- n a r q u í a en Francia y a d e m á s en todo
nir se aproxima. Creéis que está vivo lo el continente; que en todas partes susti-
que está muerto y muerto lo que está tuya el derecho divino al derecho huma-
vivo. L a antigua sociedad aun está en no; que consiga que las nacionalidades
pió, pero agoniza ya. Alucinados, habéis de Italia, de Polonia, de H u n g r í a y de
llevado las manos á las tinieblas, os ha- Alemania se pongan en pió por medio
béis apoderado del espectro y queréis de la libertad.
casaros con él. Volvéis las espaldas á la Deseo que la fecha futura sea esplén-
vida, y ella m u y pronto se l e v a n t a r á por dida, que l a p r ó x i m a revolución sea i n -
detrás de vosotros. Cuando pronuncia- vencible y que funde los Estados-Unidos
mos las palabras progreso, revolución, de Europa. Que, como Febrero, abra de
libertad y humanidad, os sonreís y nos par en par las puertas del porvenir, pero
señaláis la noche que nos envuelve y que que cierre para siempre las del pasado;
os envuelve. Pero sabed que de esa no- que haga u n cerrojo de todas las cade-
che saldrán dentro de poco ideas colosa- nas de los pueblos, tan enorme como lo
les y resplandecientes. L a democracia ha sido la tiranía.
dominaba ayer en Francia; m a ñ a n a do- Que, como Febrero, levante y coloque
m i n a r á en Europa. E l eclipse actual en el sublime trípode Libertad-Igual-
oculta el misterioso engrandecimiento de dad-Fraternidad, y encienda en él la
un astro. gran llama de la Humanidad que alum-
Soy siempre vuestro servidor, bre todo el mundo, que deslumbre á los
VÍCTOR HUGO. pensadores y que ciegue á los déspotas.
Marine-Terrace 11 Febrero 1854. Que, como Febrero, derribe el cadalso
político que levantó el Bonaparte del 2
de Diciembre, pero que derribe t a m b i é n
IIL el cadalso social. Porque no hay que ol-
vidar, ciudadanos, que la cuchilla de esa
Quinto aniversario del 24 de Febrero guillotina está suspendida sobre la cabe-
de 1848. za del proletario. Carece de pan para
alimentar á su familia, carece de ilustra-
ción, y comete una falta, que le hace
24 Febrero 1854. caer y hundirse en el crimen.
Ciudadanos: U n a fecha es una idea Deseo que la futura fecha, como la de
que se convierte en cifra, es una victoria Febrero, confirme el derecho del hombre,
que se condensa y se reasume en u n nú- pero que además proclame el derecho de
mero luminoso, que resplandece siempre la mujer y el derecho del niño, esto es,
en la memoria de los hombres. la igualdad para aquella y la educación
Acabáis de celebrar el 24 de Febrero para éste.
EN E L D E S T I E R R O , 409
Que, como Febrero, rechace la confis- con la confianza religiosa que nunca nos
cación y las violencias; que no despoje á abandona, saludemos al porvenir.
nadie, sino que dote á todo el mundo; E l porvenir tiene muchos nombres.
que no obre contra los ricos, pero sí en Para los débiles se llama lo imposible;
beneficio de los pobres. Que otorgue do- para los tímidos se l l a m a lo desconocido;
tación universal de bienestar material, para los pensadores se llama el ideal.
intelectual y moral, por medio de una ¿Será imposible que termine la miseria
gran reforma económica, por medio del del hombre, la prostitución de la mujer
trabajo mejor comprendido, por medio y la ignorancia del niño?... ¿Será lo des-
de instituciones de crédito, por la aboli- conocido que los Estados-Unidos de Eu-
ción de las aduanas y de las fronteras, ropa, libres y soberanos cada uno en su
por el gran aumento de circulación, por nación, se alien por medio de una Asam-
la supresión de ejércitos permanentes, por blea central y se comuniquen á t r a v é s
el mejor equilibrio entre la producción de los mares con los Estados-Unidos de
y el consumo por medio del cambio, por América? No es imposible lo que quiso
la revolución monetaria. Jesucristo, y no es desconocido lo que
Que inutilice y haga desaparecer las hizo Washington.
antiguas instituciones que estén deshon- Se nos objeta:—Pero y la transición?
radas, pues esta es su misión política, y los dolores del parto? ¿y la tempestad
pero que cumpla directamente su m i - que ha de estallar para pasar del mundo
sión social y que haga ganar el pan á antiguo al mundo moderno? ¿No com-
los trabajadores; que constituya en gran prendéis que es terrible la resistencia
escala la instrucción gratuita y obliga- desesperada que o p o n d r á n los tronos, la
toria. L o que necesita la civilización son cólera de las castas, la furia de los ejér-
talleres, muchos talleres, escuelas, mu- citos, el rey defendiendo su lista civil, el
chas escuelas. E l taller y la escuela cons- sacerdote su prebenda, el juez su paga,
tituyen el laboratorio del que resulta la el usurero su oro, el explotador su privi-
doble vida, l a del cuerpo y la de la inte- legio? Preparaos á llorar, preparaos á
ligencia. derramar sangre, ó mejor dicho, dete-
Que, como el 24 de Febrero, la gran neos en vuestra marcha, paraos.—¡Que
fecha futura, la revolución p r ó x i m a dé callen los débiles y los tímidos: nosotros
en todos los sentidos pasos hácia ade- morderemos l a barra del hierro ardiente
lante, pero no pasos hácia atrás; que no del imposible; nos hundiremos en las t i -
se cruce de brazos antes de terminar su nieblas de lo desconocido y allí te con-
tarea, y que sus últimas frases sean su- quistaremos, ideal!
fragio universal, bienestar, paz é ilustra- ¡Ciudadanos, viva la revolución fu-
ción universales. tura!
L a fecha que yo invoco y que, unién-
dola á la del 24 de Febrero de 1848 y á
la del 22 de Setiembre de 1792, formará IV.
una especie de t r i á n g u l o de fuego de l a
revolución, esa tercera y suprema fecha, lilamamiento á los conciudadanos.
c u á n d o llegará? ¿qué año, q u é mes y q u é
dia brillará? ¿de q u é cifras se compon-
drá en la série tenebrosa de los números? 14 Junio 1854.
Ciudadanos, en esta hora en que os di- Es urgente levantar l a voz para avisar
rijo l a palabra están ya escritos esos á los corazones fieles y generosos, y para
guarismos en una p á g i n a del libro del que los que están en el pais se acuerden
porvenir, pero el dedo de Dios aun no ha de los que están lejos de él. Nosotros, los
vuelto esa hoja. No sabemos c u á n d o l a combatientes de la proscripción, nos en-
volverá; la esperamos pronto; solo pode contramos rodeados de angustias herói-
mos decir que se aproxima la fecha l i cas é inauditas. E l campesino sufre le-
bertadora. No se v é clara aun l a cifra, jos de sus campos; el obrero lejos de su
pero ya se l a vé brillar. taller; nos vemos sin trabajo, sin ropa,
Proscriptos, levantemos las frentes sin zapatos y sin pan, y con l a obligación
para que las alumbren sus rayos, para de mantener á la familia y á los hijos;
que si los pueblos nos preguntan: ¿Qué en este caso se encuentran muchísimos
es lo que i l u m í n a l a frente de esos hom- proscriptos. No se quejan de su penu-
bres? podamos contestar: Es la claridad ria, pero nosotros nos quejamos por ellos.
de la revolución que se acerca. Los déspotas, á cuya cabeza se encuen-
Proscriptos, levantemos la frente, y tra Bonaparte, han hecho lo posible para
TOMO I V .
52
410 OBRAS D E VICTOR HUGO.

que llegasen á tan extrema necesidad; la Oriente es un crimen, pero que no lo ha


calumnia, la policía y l a intimidación cometido Nicolás. No prestemos dinero
les han ayudado á impedir que lleguen al rico y restablezcamos la verdad.
los socorros á los inquebrantables confe- Ciudadanos, el 2 de Diciembre de 1851
sores de l a democracia y de la libertad. Bonaparte obró como sabéis; cometió u n
Haciéndoles sufrir hambre, esperan do- crimen, erigió ese crimen en trono y se
marlos, pero eso es una ilusión: los pros- sentó en él. Schinderhannes se declaró
criptos c a e r á n muertos en su sitio de César, pero á César le faltaba Pedro.
honor. Cuando se llega á ser emperador, i m -
Entre tanto, el tiempo se pasa, su s i - porta poco la aprobación del pueblo; lo
t u a c i ó n se agrava, y lo que en ellos era que importa es la aprobación del Papa,
miseria s e v á convirtiendo en a g o n í a . L a No basta ser perjuro, traidor y asesino;
desnudez, l a nostalgia y el hambre se es menester ser sagrado. Napoleón el
apoderan de los desterrados, y muchos Q-rande lo fué, y el Bonaparte P e q u e ñ o
han muerto ya. ¿Consentiremos que mue- lo quiso ser.
ran los demás? Pero la cuestión estaba en si el Papa
Conciudadanos de la R e p ú b l i c a u n i - lo consentiría.
versal, es un deber socorrer al hombre E l ayudante de campo Cotte, uno de
que padece, pero socorrer al hombre que los hombres religiosos del dia, fué envia-
padece por la humanidad es t o d a v í a m á s do con esta comisión á Antonelli, que es
que u n deber. el Consalvi de la actualidad. E l ayudan-
Los que habéis podido permanecer en te de campo no pudo obtener lo que de-
vuestras patrias y que gozáis de dos ele- seaba. P i ó V I I consagró la victoria de
mentos de vida, del pan y del aire natal, Marengo, pero Pío I X se negaba á consa-
volved los ojos hácia esta familia dester- grar la matanza del boulevard de Mont-
rada, que está luchando por todos y que martre. Era grave ungir con el óleo ro-
experimenta grandes dolores por la i n - mano la sangre y el cieno. E l Papa se
mensa familia de los pueblos. disgustó de esta proposición y Bonaparte
Que cada uno dé lo que pueda y so- quedó contrariado. ¿De q u é medios se
corra á sus hermanos. h a b í a de valer para vencer la resistencia
de P í o I X ? Como se vence á una mujer,
se vence á u n Papa. Por medio de u n re-
V. galo. L a historia no me dejará mentir.
UN PROSCRIPTO (el ciudadano Bianchi):
L a guerra de Oriente. Esas son las costumbres sacerdotales.
VÍCTOR HUGO (interrumpiendo el discur-
so): Tenéis razón. Hace ya mucho tiempo
29 Noviembre 1854. que J e r e m í a s apostrofaba á Jerusalem y
Proscriptos: L ú t e r o á Roma, diciéndolas: Prostitutas!
E l aniversario glorioso de la revolu- (Continuando el discurso). Bonaparte resol-
ción polonesa de 1830, que celebramos vió, pues, hacer un regalo á M . Mastai. .
en estos momentos, trae á la memoria Qué regalo? E l de la aventura actual.
de todo el mundo á esa nación, y la si- E n este momento existen dos Papas,
tuación de Europa la restablece en los el Papa latino y el Papa griego. E l Papa
acontecimientos. P r o b a r é á deciros de griego, que se llama t a m b i é n czar, opri-
qué modo. me al s u l t á n con el peso de las dos Ru-
Empecemos por examinar l a situa- sias. Como el s u l t á n posee la Judea, po-
ción. see el sepulcro de Cristo. Fijad en esto
A l extremo que ésta ha llegado, y en la atención. Hace ya siglos que ambi-
presencia de los sucesos decisivos que se cionan los dos catolicismos, el griego y el
preparan, es importante precisar los he- romano, penetrar libremente en ese se-
chos. pulcro y oficiar en él, no juntos y frater-
Empecemos por hacer justicia á u n nalmente, sino excluyéndose el uno al
error casi universal. otro, el latino al griego ó viceversa. ¿Qué
Gracias á la oscuridad con que el go- hacia el islamismo para conj urar esas
bierno francés ha ocultado este asunto, dos pretensiones opuestas? Equilibrarlas,
que el gobierno inglés complacientemen- esto es, cerrarles la puerta y no dejar
te ha ennegrecido en Inglaterra y en entrar en el Santo Sepulcro n i á la cruz
Francia, se atribuye generalmente al griega n i á la cruz latina, n i á Moscou
emperador Nicolás la guerra de Oriente, n i á Roma. Esta conducta tenia despe-
ese desastre continental. L a guerra de chado al Papa latino, que cree que le
EN E L D E S T I E R R O . Mi
corresponde la supremacía. ¿Qué presen- bastopol. E n estos momentos, por m i -
te podía ofrecer Bonaparte al Papa ro- llares, por millones, los franceses, los
mano para determinarle á su consagra- ingleses, los turcos y los rusos se degüe-
ción y á su coronamiento? Proponed esta llan en el Oriente ante un m o n t ó n de
cuestión á Maquiavelo y la resolverá en ruinas. E l árabe llega del Nilo para mo-
seguida, diciendo: ^Nada es m á s sencillo. rir á manos del t á r t a r o , que llega del
Haced inclinar la balanza de Jerusalem Volga; el cosaco sale de las estepas para
hácia la parte de Roma; romped ante el que le mate el escocés, que viene de los
sepulcro de Cristo la igualdad humillan- highlands. Las baterías hacen fuego con-
te de las dos cruces; poned l a Iglesia de tra las baterías, los almacenes de pólvo-
Oriente á los piés de la Iglesia de Occi- ra saltan, los bastiones se hunden, los re-
dente; abrid las puertas santas á la una, ductos se toman, las balas agujerean los
cerrándoselas á la otra; humillad al Papa buques; el tifus, la peste y el cólera caen
griego; en una palabra, entregad al Papa con la metralla sobre los sitiadores y so-
latino las llaves del sepulcro,,. bre los sitiados, sobre los campamentos,
Eso es lo que hubiera respondido Ma- sobre las flotas, sobre las guarniciones,
quiavelo, y esto es lo que Bonaparte ha sobre las ciudades, en las que agoniza
querido realizar. A esto le ha llamado el una población de viejos, de mujeres y de
asunto de los Santos Lugares, niños. Los obuses abrasan los hospitales:
Se ha fraguado esta intriga, al princi- uno de éstos se incendia y perecen allí
pio secretamente. M . de Lavalette, agen- calcinados m i l enfermos, según dice un
te de Bonaparte en Constantinopla, pidió boletín de aquella guerra. L a tempestad
al sultán, de parte de su señor, la llave sobrecarga aquellos desastres; la fraga-
del sepulcro de Jesucristo para entregár- ta turca Bahira zozobra, el barco egipcio
sela a l Papa de Roma. E l apocado sul- Abad-i-Djand naufraga cerca de Eniada
t á n , perturbado y como sintiendo los con setecientos hombres; los huracanes
vértigos de muerte del islamismo, soli- rompen los mástiles de la flota; el navio
citado por dos fuerzas contrarias, te- de hélice E l Principe, la fragata L a Nin-
miendo á Nicolás, temiendo á Bona- fa de los mares y otros cuatro steamers de
parte , no sabiendo á q u é emperador guerra quedan sumergidos; E l Sin-Igual,
obedecer, se acobardó y e n t r e g ó la l l a - E l Sansón y E l Agamenón se despedazan
ve. Bou aparte le dió las gracias y N i - contra los abismos de rocas del mar; L a
colás se incomodó. E l Papa griego envió Retribución puede librarse del naufragio
al serrallo á Menschikofí, su legado ad arrojando los cañones al agua; el bajel
latere, con u n látigo en la mano, exigien- de cien cañones Enrique I V naufraga
do al sultán, en compensación de la llave cerca de Eupatoria; el aviso Fluton queda
que e n t r e g ó á Bonaparte para el Papa desamparado, y se pierden treinta y dos
de Roma, algo m á s sólido, casi todo lo transportes llenos de soldados. E n l a
tierra, los encuentros son cada vez m á s
que le quedaba de soberanía al sultán;
salvajes; los rusos rematan á los heridos
éste, como es natural, se n e g ó á disminuir
á culatazos; al terminarse cada jornada,
su territorio; la Francia y l a Inglaterra
impide maniobrar á la infantería el mon-
apoyaron a l sultán, y ya sabéis lo d e m á s . tón de muertos y de moribundos, y por
Estalló la guerra de Oriente. la noche el aspecto de los campamentos
Estos son los hechos. hace que los generales se extremezcan.
Restituyamos al César lo que es del Los cadáveres ingleses, franceses y rusos
César, y no atribuyamos á Nicolás la están confundidos como si se estuvieran
culpa del hombre del 2 de Diciembre. mordiendo.—No he visto nunca nada igual,
L a pretensión de Bonaparte es comple- decía el veterano lord R a g l á n , que peleó
tamente sagrada. E l asunto de los San- en Waberlóo. Sin embargo, aun se i r á
tos Lugares es l a llave y el origen de m á s lejos; porque se anuncia que se van
todo. á emplear contra la desgraciada ciudad
Veamos ahora lo que ha salido de esa medios nuevos que tienen de reserva.
llave. Parece que en esta guerra se prolonga l a
E n estos momentos, el Asia Menor, las exterminación. Solo l a trinchera cuesta
islas de Aland, el Danubio, l a Tcher cien hombres cada d í a . Corren rios de
naia, el mar Blanco y el mar Negro, el sangre humana en A l m a , en Balaklava,
Norte y el Mediodía, ven ciudades, flore en Inkermann; h a b í a cinco m i l muertos
cientes hace pocos meses, desaparecer el 20 de Setiembre, seis m i l el 25 de Oc-
convertidas en cenizas y en humo. E n tubre y quince m i l el 5 de Noviembre, y
estos momentos están ardiendo Sinope la guerra empieza ahora. Se envían ejór-
Bomarsund, Silistria, Varna, K o l a y Se
m OBRAS D E VICTOR HUGO,

cifcos, que quedan destruidos, y luego se magníficas flotas francesas humilladas y


envían otros. Luis Bonaparte dice al ge- disminuidas; exterminada la generosa
neral Oanrobert la palabra estúpida de caballería inglesa, y los escoceses grises
Felipe I V á Spínola: "Marqués, tomad á y los cazadores de Vincennes y los irre-
Breda». Sebastopol era ayer una llaga, parables regimientos de Africa acuchi-
hoy es una úlcera, m a ñ a n a será un cán- llados y destruidos, y poblaciones inocen-
cer, y este cáncer devora la Francia, la tes incendiadas y derruidas.
Inglaterra, la T u r q u í a y la Rusia. H ó Como acabáis de ver con claridad, 1 a
a q u í la Europa de los reyes, hasta que guerra de Oriente es el hecho mismo del
el porvenir nos traiga la Europa de los 2 de Diciembre, que llega paso á paso y
pueblos. de transformación en transformación á
E n Europa, en Inglaterra y en Fran- su consecuencia lógica, al desórden de la
cia, el contra-golpe es terrible. A las Europa. Como vertiginosa expiación, el
quiebras siguen las bancarrotas, se sus- 2 de Diciembre se vuelve contra él mis-
penden todas las transacciones, el comer- mo, y después de haber asesinado á sus
cio agoniza y la industria muere; se os- combatientes, acaba con sus defensores.
tentan las locuras de la guerra y los Hace tres años se llamó golpe de Estado
trofeos presentan su balance. Refiriéndo- y asesinó á Baudin; hoy se llama guerra
nos solo al Báltico y calculando solo lo de Oriente y ejecuta á S a i n t - A r n a u d . L a
que se ha gastado en esta c a m p a ñ a , cada bala que l a noche del 4, obedeciendo á
uno de los dos m i l prisioneros rusos traí- la órden de Lourmel, m a t ó á Desoubs
dos de Bomarsund cuesta á la Francia y á ante l a barricada Montorgueil, salta por
la Inglaterra trescientos treinta y seis tabla en l a oscuridad, siguiendo no sé
m i l francos. E n Francia domina la m i - qué ley formidable, y fusila á Lourmel
seria. E l campesino vende sus vacas para en Crimea. Esos son rayos siniestros que
pagar el impuesto y entrega su hijo lanza Dios.
para alimentar la guerra, su hijo, esto L a justicia es u n teorema; el castigo
es, su propia carne. Cada r é g i m e n con- es rígido como Euclides; el crimen tiene
sidera al hombre bajo su punto de vis- á n g u l o s de incidencia y á n g u l o s de re-
ta. L a República le llama carne del flexión, y los mortales nos extremecemos
pueblo, el imperio carne de cañón. al entrever en la oscuridad del destino
E l hambre completa la miseria. Como humano las líneas y las figuras de la
Francia se bate con Rusia, no recibe geometría enorme que la muchedumbre
trigo de Odessa, y el pan escasea. E n llama casualidad y el pensador llama
Bolonia han tenido que reprimir los gen Providencia.
darmes una rebelión que produjo el L o curioso de esta aventura es que la
hambre, y se aumentan las levas y los llave no sirve. E l Papa vé que el Aus-
empréstitos, y para empezar se exige á tria vacila, y por otra parte, olfateando
la nación este a ñ o ciento cuarenta m i l sin duda l a p r ó x i m a caida de Bonaparte,
soldados. Los millones se gastan como persiste en retroceder ante él; Bonaparte
los regimientos. Naufraga el crédito no quiere pasar de las manos de M . Mas-
como la armada; t a l es la situación de tai á las de M . Sibour; de lo que resulta
Francia. que no ha sido consagrado y que no lo
Esta situación arranca del 2 de D i - será nunca, porque al través de los acon-
ciembre. tecimientos se vé l a sonrisa terrible de la
Nosotros, los proscriptos, cuyo corazón Providencia.
llora las desventuras de l a patria y los Ciudadanos, acabo de exponeros l a
dolores de la humanidad, contemplamos grave situación actual. ¿Cómo saldrán
este estado lamentable con creciente an de ella las dos grandes naciones compro-
gustia. metidas, Inglaterra que arriesga su co-
Repito que esta situación arranca del mercio y el Oriente y Francia que arries-
2 de Diciembre. Suprimid la intriga l i a ga su honor y la vida? L a Francia solo
mada de los Santos Lugares, suprimid la tiene un medio: emanciparse, sacudirse
llave, suprimid el deseo de ser consagra el imperio que está agarrado á ella, y
do, suprimid el regalo hecho al Papa, su entregándose á la libertad, conseguir la
p r i m i d el 2 de Diciembre, suprimid ¿ victoria, el poder y l a preeminencia. L a
Bonaparte, y entonces no hubiera habi Inglaterra tiene otro medio: concluir por
do guerra de Oriente. donde debió empezar; no herir a l czar
Porque Bonaparte, el asesino de Pa- en el talón, como hace ahora, sino en el
rís, tuvo el capricho de que le bendijera corazón, esto es, revolucionando la Polo-
y le consagrara el Papa, hemos visto las nia. A q u í , en este mismo sitio, hoy hace
EN E L DESTIERRO. 413
un a ñ o , recordareis que di ese consejo á pié, abran de repente sus inmensas
la Inglaterra. Entonces los periódicos alas.
que sostienen al Q-abinete inglés me ca-
lificaron de orador quimérico, pero los VI.
acontecimientos han justificado lo que
yo decia. L a guerra de Crimea l a vé el La tenacidad de los escritos de Víctor Hugo conmo-
czar con la sonrisa en los labios, pero la vieron al Parlamento Un miembro de la mayoría, que
guerra de Polonia le baria temblar. L a gozaba de familiaridad en las Tullerías, requirió al
guerra de Polonia provocaria una revo- gobierno inglés para que pusiera de su parte cuanto
pudiera para terminar la «querella personal» entre
lución, y esto nada debe importar á la Luis Bonaparte y Víctor Hugo. Este conoció que era
Inglaterra; poseyendo las libertades que necesario que el proscripto colocara en su sitio al em-
posee no debe temer á las revoluciones; perador y hacerle comprender su verdadera situación,
pero como Bonaparte representa el des- y entonces publicó en los periódicos ingleses la si-
potismo, las teme y no las querrá. ¿Lue- guiente
go Inglaterra sacrifica á Bonaparte y al
miedo que tiene á las revoluciones sus "ADVERTENCIA.
ejércitos, sus flotas, su Hacienda, su por- Prevengo á M . Luis Bonaparte que
venir, la India, el Oriente y todos sus comprendo perfectamente los resortes
intereses? No me equivocaba cuando que toca y que están á su altura, y que
profeticé, hace dos meses, que la alianza he leido con interés lo que estos dias pa-
con Bonaparte traerla á la Inglaterra, no sados, con referencia á este objeto, se dijo
solo una disminución moral, sino una en el Parlamento inglés.
catástrofe. Esta alianza perjudica desde Bonaparte me echó de Francia porque
un a ñ o á esta parte los intereses ingle- combatí su crimen con las armas en la
ses en la guerra de Oriente; sin esta mano, cumpliendo con m i derecho de
alianza Inglaterra hubiera conseguido ciudadano y con m i deber de represen-
hoy u n triunfo en Polonia, en vez del tante del pueblo; me echó de Bélgica
contratiempo, ó quizás del desastre que por haber escrito Napoleón el Pequeño, y
sufrirá en Crimea. quizás me arrojará t a m b i é n de Inglater-
No importa; los acontecimientos dan ra por las protestas que hice, que hago
de sí l o que pueden. Las situaciones tie- y que continuaré haciendo. Pero esto
nen su lógica, que acaba siempre por m á s es cuestión de Inglaterra que mia;
decir la ú l t i m a palabra. L a guerra de para m í nada significa u n triple destier-
Polonia es ya inevitable en lo sucesivo; |ro. L a A m é r i c a es u n pais que deseo ver,
se verificará en u n porvenir inmediato. j y si á Bonaparte le conviene que vaya
E n estos momentos se ocupa de este allí, á m í me conviene t a m b i é n . Pero le
asunto lord Palmerston con Bonaparte advierto que nunca t e n d r á razón contra
en las Tullerías. Para terminar, os diré mí, que solo soy u n átomo, porque nun-
que la guerra en Polonia es la revolu- ca t e n d r á razón procediendo contra la
ción europea. verdad y contra la justicia, que repre-
Todos los destinos se han de cumplir. sentan á Dios. Declaro al 2 de Diciem-
L a Polonia está en el sepulcro, pero bre que le llegará su expiación, y que
con el clarin en la mano; la H u n g r í a cles^e Francia, desde Bélgica, desde I n -
está amortajada, pero e m p u ñ a el sable glaterra, desde A m é r i c a y hasta desde el
la I t a l i a está en la tumba, pero su cora- fondo de la tumba, si las almas viven,
zón echa llamas; la Francia está en l a como creo, yo p r o c u r a r é apresurar la
fosa, pero en su frente brilla una estre- hora de su expiación. Bonaparte tiene
lla. Todos los signos nos lo anuncian; razón; media entre nosotros la antigua
en la p r ó x i m a primavera, que es la querella personal que hay entre el juez
época de las resurrecciones, como la ma- que se sienta en el tribunal y el acusado
drugada es la hora de despertar, ciuda- que se sienta en el banquillo.
danos, la tierra se extremecerá alegre- VÍCTOR HUGO.
mente deslumbrada cuando esos grandes
cadáveres, poniéndose s ú b i t a m e n t e en Jersey 22 de Diciembre de 1854. „
1855.
Lo qiae podría, ser l a Eiaropa.-Lo q x x e es. - Cent, i nú, a n. las com.placen.cias
de I n g l a t e r r a con el imperiOt—Recibimiento
del emperador en. Londres.—Los proscriptos escpialsados de Jersey.

I- sola nación, l a Alemania seria Francia


y l a Francia seria I t a l i a . Se acabarían
Sexto aniversario del 34 de Febrero las guerras, y por consecuencia no ha-
de 1848. bría ejército. De esto resultaría un bene-
ficio económico para l a Europa de cua-
tro m i l millones. No h a b r í a fronteras,
24 Febrero 1855. aduanas, n i privilegios. E l cambio seria
Proscriptos: S i l a revolución que se libre. A ñ a d i d á esto los cuatro m i l millo-
i n a u g u r ó hoy hace siete años en la M u - nes de la supresión de los ejércitos, los
nicipalidad de Paris hubiera seguido su dos m i l millones que se a h o r r a r í a n abo-
curso natural y no se hubiera desviado liendo las funciones p a r á s i t a s en todo el
de su objeto; si primero l a reacción y continente, comprendiendo entre ellas
después Luis Bonaparte no hubieran la función de rey, lo que proporcionaría
destruido l a República; si ésta, en los todos los años un aumento de diez y seis
dias brillantes de Febrero, hubiera exten- m i l millones, que servirían para vencer
dido su bandera por los Alpes y por el todas las cuestiones económicas: para
Rhin, laDzando en nombre de la Fran- establecer la lista civil del trabajo, una
cia el grito de libertad á l a Europa, caja de amortización de la miseria, para
que hubiera sido en esa época bastante las huelgas y para el salario, que repre-
poderoso para que se sublevaran todos sentaría l a enorme cantidad de diez y
los pueblos del antiguo continente y seis m i l millones anuales. Calculad la
para acabar de destruir todos los tronos; inmensa producción de bienestar que de
si la Francia, e m p u ñ a n d o l a espada del esto r e s u l t a r í a .
92, hubiera ayudado como debia á Ita- Se establecería una moneda continen*
lia, á H u n g r í a , á Polonia, á Prusia y á t a l , con la doble base metálica y fiducia-
la Alemania; en una palabra, si l a Euro- ria, que tuviera por punto de apoyo el
pa de los pueblos hubiera sucedido en capital de Europa entero y por motor la
1848 á l a Europa de los reyes, ved cuál actividad libre de doscientos millones de
seria ahora, después de siete años de hombres; esta moneda ú n i c a reemplaza-
libertad y de ilustración, la situación del ría y absorbería las absurdas variedades
continente. monetarias de la actualidad.
E l continente seria un solo pueblo; las L a fraternidad e n g e n d r a r í a la solidari-
nacionalidades vivirían con vida propia dad; el crédito de todos seria l a propie-
dentro de l a vida común; l a I t a l i a solo dad de cada uno, y el trabajo de cada
pertenecería á Italia, la Polonia á Polo- uno la g a r a n t í a de todos. Grozaríamos
nia, l a H u n g r í a á H u n g r í a , la Francia de las libertades, de i r y de venir, de
á Europa y la Europa á la humanidad. asociarnos, de poseer, de enseñar, de ha-
Constituyendo el grupo europeo una blar, de escribir, de pensar y de creer, y
416 OBRAS D E VICTOR HUGO.

todas estas libertades formarían un haz ximo al ideal, en que las complicaciones
alrededor del ciudadano, que, prote- políticas se disuelvan en la simplifica-
gido por ellas, seria inviolable. No ha- ción del trabajo universal, bajo la fór-
bría n i n g ú n hecho de fuerza contra mula de la menor cantidad de gobierno po-
nadie n i contra nada, n i aun para traer- sible, recibiendo cada dia aplicación m á s
nos el bien. Por la misma fuerza de las completa, á medida que las leyes ficticias
circunstancias, por solo el aumento de desaparezcan y vayan quedando solo las
la ilustración, sucediendo el dia claro á leyes naturales: cuando llegue ese caso no
la penumbra m o n á r q u i c a y sacerdotal, h a b r á m á s Asamblea que la de los crea-
el aire no seria respirable para el hom- dores y la de los inventores, que descu-
bre de fuerza, para el hombre de fraude, b r i r á n y p r o m u l g a r á n la ley, pero no la
para el explotador, para el parásito, para confeccionarán; solo existirán las Asam-
el usurero, n i para todos esos séres que bleas de l a inteligencia, del arte y de la
vuelan durante los crepúsculos con alas ciencia, esto es, el Instituto. E l institu-
de m u r c i é l a g o . L a antigua penalidad to transfigurado y brillante.
t e r m i n a r í a . Habiendo muerto la guerra, Para resumir en pocas palabras los l i -
la horca, que tiene las mismas raices, se ncamientos que acabo de trazar y m u -
h a b r í a secado y desaparecido. Solo se chos detalles de que he hecho presa, lan-
vería en todas partes el cerebro que zo estas ideas al azar y r á p i d a m e n t e , y
piensa, el brazo que obra, la materia que solo diseño un croquis parecido á lo que
obedece; la m á q u i n a sirviendo al hom- hubiera hecho la revolución de 1848 si
bre; las fecundaciones maravillosas por hubiera vivido y producido sus frutos; si
medio del progreso; talleres siempre la República se hubiera consolidado, si la
abiertos, á los que llegaría la miseria y República francesa se hubiera convertido,
en seguida encontraría trabajo; escuelas como era lógico, en R e p ú b l i c a europea.
siempre abiertas, en las que l a ignoran Si eso hubiera sucedido, la Europa cons-
cia solo t e n d r í a que abrir la puerta para tituiría una sola familia, las naciones
encontrar ilustración; gimnasios g r a t u i serian hermanas y los hombres herma-
tos y obligatorios, en los que solo las ap nos. E n todas partes h a b r í a paz, activi-
titudes m a r c a r í a n los límites de la ense- dad, bienestar y vida. No h a b r í a m á s
ñ a n z a , en los que el niño pobre recibiría luchas, de u n extremo al otro del conti-
la misma cultura que el niño rico; escru nente, que las luchas del bien, de lo bello,
tinios, en los que la mujer v o t a r í a lo d é l o grande, de lo justo, de lo verdade-
mismo que el hombre. E l antiguo m u n ro y de lo útil, para vencer el obstáculo
do del pasado encuentra que sirve la mu- y para buscar el ideal.
jer para cargar con la responsabilidad Este espectáculo d a r í a en Europa á
c i v i l , comercial y penal, para i r á la ga- los pueblos la revolución triunfante. No
lera, al presidio, al calabozo ó al cadal- pudo triunfar y felizmente se restableció
so; pero nosotros creemos que la mujer el órden. E n cámbio, q u é sucede hoy?
sirve para gozar de la dignidad y de H a quedado victoriosa la Europa de
l a libertad, y así como el mundo anti los reyes. Posee la fuerza, consigue lo
guo la condenaba á la esclavitud y á la que quiere; habiendo ahogado la liber-
muerte, nosotros queremos que goce de tad, los reyes son libres; la Europa de
la vida y del derecho. Proclamamos á la ellos es rica; posee inagotables millones:
mujer nuestra igual y a d e m á s la respe- les basta abrir las venas á los pueblos
tamos. para hacer saltar de ellas sangre y oro.
E n medio de este esplendor universa Veamos lo que hace. ¿Desembaraza las
sobresaldrían Inglaterra y Francia, por embocaduras de los rios? ¿Abrevia el ca-
que son las hijas predilectas de la civili mino de l a India? ¿Une el Pacífico con el
zacion actual, son en el siglo diez y nue- Atlántico? Perfora el istmo de Suez?
ve las dos naciones madres; marcan al Corta el istmo del P a n a m á ? ¿Arroja á las
género humano los dos caminos de lo profundidades del Océano el prodigioso
real y de lo posible, a l u m b r á n d o l e con hilo eléctrico que une unos continentes á
dos antorchas; Inglaterra lleva la antor otros? ¿De q u é se ocupa la Europa de
cha del hecho y la Francia la de la idea. los reyes? Siendo como es señora del
Ciudadanos, voy á deciros de paso mundo, ¿realiza alguna obra notable de
que no creo en la eternidad de lo que hoy progreso, de civilización ó de humani-
se llaman Parlamentos; pero los Parla dad? ¿ED q u é gasta sus fuerzas gigan-
mentes que engendran la libertad y la tescas?
unidad á un mismo tiempo, serán nece- Las gasta, ciudadanos, en alimentar
sarios hasta el dia^ dia lejano aun y pró- una guerra colosal. ¿ E n favor de los
EN E L D E S T I E R R O . 417
pueblos? No, en beneficio de los reyes. Con esos tres m i l millones hubieran
Una guerra que tiene por origen misera- podido completarse las redes de los ca-
ble una llave, que debuta espantosa- minos de hierro ingleses y franceses, se
mente en Balaklava, y q u é t e r m i n a r á hubiera podido construir el t ú n e l tubu-
por caer en un formidable abismo; una lario de la Mancha, pero sin duda era
guerra que empieza por un risible objeto m á s coveniente tomar á Sebastopol.
para terminar por ser horrible. Vale m á s emplear ese dinero en hacer
Franceses que me oís, nuestra patria morir á los ejércitos, en causar la ruina
disponia de un ejército incomparablej de las naciones y en suicidarse.
del primer ejército del mundo, adiestra- Mientras los dos ejércitos agonizan,
do durante veinte años en las guerras de q u é hace el emperador Napoleón I I I ?
Africa, un ejército que era como una co- Habla u n periódico del imperio y leo lo
l u m n a del género humano, una especie siguiente: " E l Carnaval continúa muy
de Marsellesa viva, compuesta de estro- alegre, y abundan las fiestas y los bailes.
fas erizadas de bayonetas, que, confun- E l luto que l a c ó r t e lleva por la muerte
dida con el soplo d é l a revolución, lebas- de las reinas de Cerdeña se suspenderá
taba sonar sus clarines para hacer caer á durante veinticuatro horas, para que no
pedazos en el continente los seculares sirva de obstáculo al baile que vá á ce-
cetros y las seculares cadenas: ¿qué ha lebrarse en las Tullerías.,, E l emperador
sido de este ejército? dónde está? Se ha bailó en una de las cuadril! as; asi lo
apoderado de él Bonaparte; primero le a n u n c i ó el Moniteur.
envolvió en el sudario de su crimen, y A pesar de eso, se susurra que el em-
después le abrió la tumba en Crimea. perador vá á ir á la Crimea. ¿Será posi-
Proscriptos, volved un instante vues- ble? Si así lo hiciese, seria porque le
tras miradas hácia Cayena, que t a m b i é n hiciera ruborizar la v e r g ü e n z a pública. A
es una tumba, y mirad allá bajo, h á c i a e l propósito de esto, os traeré á l a memoria
Oriente. Allí tenéis hermanos. Allí es- un recuerdo, ciudadanos. L a m a ñ a n a del
t á n los ejércitos de Francia y de I n g l a - dia del golpe de Estado, al noticiarle á
terra. Bonaparte que empezaba la lucha, ex-
¿Qué es esa trinchera abierta ante una clamó: "Quiero i r á participar de los pe-
ciudad t á r t a r a ? Esa trinchera, cerca de ligros con mis bravos soldados. Y sa-
l a que corre el arroyo de sangre de I n - lió efectivamente. A t r a v e s ó los Campos
kermann; en la que permanecen solda- Elíseos y las Tullerías entre dos filas
dos que pasan la noche en pié y no pue- triples de bayonetas. Desembocando de
den acostarse porque el agua les llega las Tullerías entró en l a calle de la Eche-
hasta las rodillas; en la que otros están lle. Desde esta calle ya vió á la m u l t i -
acostados, pero sobre un medio metro de tud; comprendió la actitud amenazadora
barro que casi los cubre, y en el que co- del pueblo, y un trabajador gritó cerca
locan una piedra para sacar la cabeza; de él: "Muera el traidor!,, Palideció, hizo
en la que otros están acostados sobre la retroceder al caballo y regresó al Elíseo.
nieve y unos se despertarán con los piés Si parte á la Crimea, se dejará entre-
helados y otros no se despertarán; donde abierta la puerta de las Tullerías, como
algunos caminan con los pies descalzos, se dejó entornada la puerta del Elíseo,
con una temperatura de diez grados y no l l e g a r á hasta l a trinchera, donde
bajo cero, porque se quitaron los zapa- se agoniza, n i á l a brecha, donde se
tos y se han quedado sin fuerza para muere. E l primer c a ñ o n a z o que le grite:
volvérselos á poner; donde otros soldados Muera el traidor! le h a r á repasar el cami-
tienen llagas que no se las curan; donde no. Estad tranquilos. N i en P a r í s , n i en
todo el ejército, sin abrigo, sin fuego, Crimea, n i en la historia, Luis Bonapar-
casi sin alimento, está falto de medios te irá m á s allá de l a calle de l a Echelle.
de transporte, mojado y helado, sufrien- Además, si v á á la guerra, el ojo de la
do la disentería y el tifus; en esa t r i n - historia se fijará en P a r í s . Esperemos.
chera la Inglaterra ha amontonado trein- Ciudadanos, acabo de esponeros su-
ta m i l soldados, y en ella la Francia, el cintamente el cuadro que presenta l a
17 de Diciembre, habia amontonado Europa actual. Os predije lo que seria la
t a m b i é n cuarenta y seis m i l setecientos Europa republicana; la Europa imperial
hombres; esa trinchera de Sebastopol es ya la veis.
la fosa de dos ejércitos. Cavar esa fosa L a situación especial de Francia en es-
ha costado ya tres m i l millones. L a tos momentos es la siguiente:
guerra es u n enterrador que se hace pa L a Hacienda en bancarrota, el porve-
gar caro. nir gravado con empréstitos, letras de
53
TOMO I Y .
418 OBRAS D E VICTOR HUGO.

cambio firmadas por el 2 de Diciembre trofe de Europa. Bonaparte partió de


y por Luis Bonaparte, por lo tanto suje- aquella para llegar á esta.
tas á protesto; el Austria y l a Prusia No ignoro, y sé que dice Bonaparte—
enemigas, pero apareciendo aliadas; la manda que lo digan los periódicos—que
coalición de los reyes latente,, pero visi- siempre tengo en la boca el 2 de Diciem-
ble: u n millón de hombres dispuestos á bre, á lo que yo respondo: Que hablo
pasar el E-hin á la primera órden del siempre de él porque su autor impera,
czar, y el ejército de África destrozado, y porque soy su sombra, y no es cul-
por único punto de apoyo u n náufrago, pa mia que la sombra del crimen sea el
la Inglaterra. espectro.
T a l es el espantoso horizonte que se N i callo, n i callaré, porque represento
descubre, en cuyas dos extremidades se el derecho, la justicia y la realidad, y
levantan dos espectros, el del ejército en hago responsable á Bonaparte de haber
Crimea y el de la R e p ú b l i c a en el des- enterrado al pueblo y al ejército: quiero
tierro. Uno de esos espectros ostenta en que se oiga m i voz en todas partes, en
el flanco la p u ñ a l a d a del otro, pero se la todos los horizontes; quiero tener la mo-
perdona. notonía terrible del Océano, del h u r a c á n ,
L a situación es tan l ú g u b r e , que el de la tempestad, de todas las grandes
Parlamento, espantado, ordena una inda protestas de la naturaleza.
gacion, y les parece á los que no tienen Sabed ¡oh pueblos! que hay hombres
fé en el porvenir de los pueblos providen malditos; que cuando prometen la paz,
ciales, que la Francia v á á perecer y que provocan l a guerra; cuando prometen la
la Inglaterra v á á naufragar. salvación, causan desastres; cuando pro-
Reasumamos. meten la prosperidad, siembran ruinas;
Nos encontramos sumidos en completa cuando prometen l a gloria, causan l a
oscuridad. E n Francia están amordaza- ignominia; cuando se apoderan de la co-
das la tribuna y la prensa. L a E,usia do- rona de Carlo-Magno, la ciñen á la fren-
mina en Polonia, el Austria en H u n g r í a , te de Ezzelino; cuando rehacen la meda-
en Milán y en Venecia; Fernando en l l a de César, la dibujan con el contorno
Ñapóles, el Papa en Roma y Bonaparte de Mandrin; cuando empiezan el impe-
en Paris. E n la oscuridad que nos en- rio, lo empiezan por 1812; cuando enar-
vuelve se cometen exacciones, expolia- bolan un águila, enarbolan una oxifraga;
ciones, brigandajes, transportaciones y cuando dan nombre á u n pueblo, le dan
fusilamientos; en Crimea arde una guer- un nombre falaz; cuando le hacen u n
ra desastrosa y cadáveres de ejércitos juramento, es un juramento falso; cuan-
caen sobre los cadáveres de las naciones. do le dan un beso, le dan el beso de Ju-
Tomar á Sebastopol es meterse en una das; cuando le ofrecen un puente para
guerra sin fin; no tomarlo es deshon- pasar de una orilla á Otra, le dan el
rosa humillación. Hasta ahora nos ha- puente de la Beresina.
bíamos arruinado por conquistar l a glo- Proscriptos, estáis lastimados, pero te-
ria; hoy nos arruinamos por conquistar neis mucho valor y mucha fé. Hoy debéis
el oprobio. ¿Qué es lo que vemos á nues- tener m á s á n i m o que nunca. Os dije, y
tro alrededor en Inglaterra? Madres, cada dia lo veréis con m á s evidencia, que
hermanas, huérfanas y viudas de luto. en los momentos actuales, á la Francia y
Toda la nación se cubre con el crespón la Inglaterra no les queda m á s medio
negro. E n Francia se llevan dos lutos de salvación que l a emancipación de los
inmensos, uno por la muerte y el otro pueblos, el levantamiento en masa de
por l a ignominia; uno por l a hecatombe las nacionalidades, la revolución. Tened
de Balaklava y otro por el baile de las m á s á n i m o que nunca. Rodeado de peli-
T u l l e r í a s . Proscriptos, esta situación se gros, exclamaba Danton: "Se necesita
llama "la sociedad salvada,,. audacia, audacia y siempre audacia,,.
Repito, y no me cansare de repetir, E n la adversidad debemos decir nos-
que esta situación arranca del golpe de otros, imitándole: "Esperanza, esperanza
Estado de Diciembre; es el producto del y siempre esperanza,,. L a R e p ú b l i c a de-
perjurio del dia 2 y de la matanza del mocrática social y libre resplandecerá
dia 4. No es bastarda; su madre fué la dentro de poco tiempo; porque es desti-
traición y su padre el asesinato. Son dos no del imperio hacerla renacer, como es
acontecimientos que se entrelazan como destino de l a noche traer el dia. Los
los dedos de la mano de la justicia di v i hombres malditos de la t i r a n í a desapare-
na, la emboscada de 1851 y la calamidad cerán; de su poder ya les quedan pocos
de 1855, la catástrofe de Paris y la catás- minutos. Oh, proscriptos! os afirmo por
EN E L D E S T I E R R O . 419
la cicut;
cicuta que bebió Sócrates, por el Q-ól- ir y venir, leer, escribir, interrogar, pen-
gota que sufrió Jesucristo, por las mu- sar y callar, pueden hacer lo que quie-
rallas de Jericó que J o s u é hizo caer, que ran; esto no se parece á nada de lo que
la libertad es inmortal, que la verdad es estáis acostumbrado á ver; no podréis
eterna. Consuélense los que lloran y respirar en esta atmósfera. A q u í no hay
tranquilícense los que tiemblan, si hay genízaros sacerdotes, n i genízaros solda-
algunos entre nosotros, que lo dado. L a dos; aquí no hay espías; a q u í no hay je-
humanidad no se suicida y Dios no ab- suítas; a q u í los jueces administran j u s t i -
dica. Los pueblos no pueden permanecer cia. A q u í la tribuna, los periódicos y la
indefinidamente en la ignorancia, sin conciencia pública hablan en voz alta;
saber la hora que es en la ciencia, en a q u í resplandece el sol; a q u í estáis mal,
la filosofía, en el arte y en el espíritu ave nocturna.
humano, n i tener fijas estúpidamente las Si queréis saber, á pesar de vuestra
miradas en el despotismo, en ese sinies- alianza inglesa, lo que este pueblo piensa
tro cuadrante de la oscuridad, en el que de vos, leed los periódicos que escribe
las saetas, cetro y espada, inmóviles hace dos años.
siempre, marcan eternamente l a noche. ¿Visitareis á Lóndres vestido de empe-
rador ó de general? Otros que eran tam-
bién generales y emperadores lo han
II. visitado antes que vos y han tenido dife-
Carta á Luis Bonaparte. rentes ovaciones triunfales; quizás vos
tengáis la misma acogida. ¿Iréis á la
calle de Trafalgar? ¿Iréis á l a calle, al
L a fúnebre guerra de Crimea la termi- puente ó á la columna de Waterlóo? Allí
nó el beso que la reina Victoria dió al los aldermen recibieron á Nicolás. ¿Iréis
emperador de los franceses. Para eso fué á la cervecería Perkins? Allí los trabaja-
Luis Bonaparte á Lóndres. Se embria dores recibieron á Haynau.
garon los dos gobiernos y después de l a ¿Venís á Inglaterra á hablarle de C r i -
matanza celebraron fiestas, fiestas es- mea? Pues la encontrareis vestida de r i -
pléndidas. Hasta el destierro participó de guroso luto. E l desastre de Sebastopol
ellas. A l desembarcar en Douvres el ha abierto en Inglaterra el flanco m á s
emperador, leyó unos carteles fijos en las profundamente aun que en Francia. E l
paredes, que decían: ejército francés agoniza, pero el ejército
inglés ha muerto; cuya circunstancia, si
"VÍCTOR HUGO Á LUIS BONAPARTE. diéramos crédito á los que admiran vues-
Qué venís á hacer aquí? ¿Venís á i n tras aventuras, pudiera dar pié á uno de
sultar á Inglaterra en su pueblo ó á vuestros historiógrafos para marcar lo
Francia en sus proscriptos? Solo en Jer- siguiente: "Sin querer nos hemos venga-
sey ya hemos enterrado á nueve. ¿Es eso do de Waterlóo. Napoleón I I I ha causa-
lo que queríais saber? E l ú l t i m o se l i a do m á s daño á Inglaterra por medio de
maba Félix Bony, y aun no habia cum una alianza, que Napoleón I le ocasionó
plido veinte años. ¿Queréis visitar su durante quince años de guerra,,.
tumba? Qué venís á hacer aquí?... De- Porque es preciso confesar que a q u í
jadnos en paz y en libertad en el des- t a m b i é n tenéis aduladores, emperador
tierro. de ocasión. E x t r a ñ a es, en efecto, la aven-
¿Qué a ñ a g a z a venís á ofrecer á esta tura que se llama vuestro destino. Nos
ilustre y generosa nación? ¿Qué embos quedamos estupefactos cuando compren-
cada preparáis contra la libertad ingle demos que estáis penetrado de que sois
sa? ¿Venís á prometerla mucho, como un personaje, de que tomáis en sério
hicisteis en Francia en 1848? ¿Vais á vuestra tragedia horrible, y de que ima-
cambiar de pantomima? ¿Qué palabras gináis producir u n admirable efecto de
sagradas vais á jurar? ¿Qué idea os con- perspectiva en Europa el dia en que
duce á Inglaterra? Este pais es la patria aparezcáis ante el pueblo inglés, desem-
de Thomas Morus, de Hampdem, de peñando vuestro papel actual, mudo, fe-
Bradshaw, de Shakespeare, de Milton, liz y lúgubre á un mismo tiempo, de pié
de Newton, de W a t t y de Byron, y no sobre una nube de crímenes, coronado
necesita que la traigáis una muestra del por misteriosa aureola de infamia impe-
cieno del boulevard Montmartre. rial, y radiando de la frente esas accio-
No debíais venir aquí, porque aquí os nes sombrías que competen al trueno... y
encontrareis fuera de vuestro sitio: éste es á los tribunales, monseñor.
un pueblo libre. Sus habitantes pueden Si sabéis.todo eso, por q u é venis aquí?
420 OBRAS D E VICTOR HUGO,

Si entre los gobernantes que os aco- decoración no cambie s ú b i t a m e n t e , de


gen con alegría, al m á s entusiasta que que el antiguo hú del arrabal de San A n -
grite: ¡Viva el emperador! le hicierais tonio no se despierte sobresaltado y dé
esta sencilla pregunta: "Si sucediera en un p u n t a p i é al imperio, y que de repen-
esta nación que el hombre que ocupase el te, una sacudida telegráfica eléctrica le
poder ante los hombres y ante Dios, des- participe que bruscamente acaba de re-
pués de haber jurado fidelidad á la Cons- cibir como huésped en Saint-James y co-
titución, bajo cualquiera pretexto, co- mo convidado al banquete real, no al
giese á una noche á Inglaterra por el emperador de los franceses, sino al acu-
cuello, destruyese el Parlamento y la sado de la R e p ú b l i c a y de la Francia; no
tribuna y metiese á los miembros invio- al Napoleón de la columna, sino al Na-
lables de las Asambleas en los calabozos, poleón del patíbulo?
echase á p u n t a p i é s á los jueces, amor- Pero vuestra policía os tranquiliza. E l
dazase la prensa, cubriera á Lóndres de golpe de Estado tiene en el bolsillo los
cañones y de bayonetas, llenase los bol- ojos de Vidocq y vé el fondo de todo
sillos de los soldados de billetes de Ban- eso; esos ojos le sirven de conciencia. L a
co, tomase las casas por asalto, asesinase policía os responde del pueblo, lo mismo
hombres, mujeres, viejos y niños, y su- que el sacerdote os responde de Dios.
primiese de un solo golpe la ley, la l i - M . Pietri, M . Sibour os lo aseguran cada
bertad, el derecho y la vida, ¿qué haria uno por su parte.—Esa canalla del pue-
el pueblo inglés con este hombre?,,—An blo no existe, afirma M . Pietri.—Tenéis
tes de que concluyerais de hablar, veríais á Dios de vuestra parte, murmura M . Si-
salir por debajo de vuestros piés l a esca bour.—Vos exclamáis: Bah!.. esos dema-
lera del patíbulo. Sí, del p a t í b u l o . gogos sueñan; quieren asustarme con
Es menester haber subido á la meseta espantajos; se han acabado las revolucio-
del destierro y pasar por las dolorosas nes; Veuillot lo afirma. E l golpe de Esta-
pruebas que nosotros hemos pasado, para do puede dormir seguro, que lo vigila el
abarcar el horizonte entero de la verdad oido de Baroche. He aplastado á todo
y para comprender que es sagrada la v i - París, inclusos los arrabales. Todo eso
da humana, hasta la vuestra. no debe importarme nada.
Pero no es de esta manera, n i desde lo Decís bien; nada importa la historia
alto de los principios, como vuestros ami- n i la posteridad. ¿Qué importa que nos
gos de este pais tratan las cuestiones que hayáis traído u n 2 de Diciembre para
os a t a ñ e n . formar pendant con Austerlitz, un Se-
Encuentran m á s expeditivo decir que bastopol para equilibrar á Marengo, que
no ha existido el golpe de Estado, que no haya existido un Napoleón grande y otro
habéis prestado n i n g ú n juramento, que pequeño? Qué importa todo eso? Si sois
no ha habido 2 de Diciembre, que no se pequeño, eso no importa á nadie. Solo
ha vertido n i una sola gota de sangre, es importante vuestro imperio. Luego
que Saint-Arnaud, Espinasse y Maupas debéis hacer un viaje á Lóndres, que es
son personajes mitológicos; que no se ha preferible á i r de viaje á Crimea; en Lón-
proscrito á nadie, que Lambessa está dres las salvas se h a r á n con pólvora sola;
en la L u n a y nosotros t a m b i é n . h a b r á quince dias de fiestas y de triun-
Los m á s hábiles aseguran que, efecti- fos. Haréis expediciones á las residencias
vamente, sucedió algo; pero que los repu- reales: en Windsor os encontrareis con
blicanos exageramos, que todos los hom- la c á m a r a de Luis Felipe, á quien debéis
bres muertos no eran viejos, n i todas las la vida y la bolsa; y allí la Torre de Lan-
mujeres que perecieron estaban embara- castre os h a b l a r á de Enrique el i m b é -
zadas, y que el niño de siete años, asesi- cil, y la Torre de Y o r k os h a b l a r á de
nado en la calle de Tiquetonne, tenia Ricardo el asesino. Os d a r á n bailes en
ocho. palacio, os d i s p a r a r á n discursos y os
Repito que no vengáis á este pais. vitorearán, recibiréis alabanzas en los
Pensad que es una imprudencia y que periódicos. Permitidme que de antema-
exponéis al gobierno que os reciba. Pa no una á esos detalles otros de Cayena,
ris tiene erupciones inesperadas: así lo sitio de vuestros triunfos. Los deporta-
ha probado en 1789, en 1830 y en 1848. dos, que no han cometido otro delito que
¿Quién garantiza al pueblo i n g l é s , que el de oponerse á vuestro crimen, esto es,
aprecia extraordinariamente la amistad el de cumplir su deber, los deportados
dé Francia, quién garantiza al gobierno están allí, pareados con los forzados, tra-
británico de que en pos de vuestra perso bajando ocho horas diarias y amenaza-
na no estalle una revolución, de que la dos por el látigo de los capataces. Les
EN E L D E S T I E R R O . 421
privan del dinero que se les envia. V i - del proscripto, veo en el horizonte la
ven en un clima terrible, bajo un cielo Francia negra, contemplo el eterno fir-
tropical, y las aguas pestilentes, la fiebre, mamento, que es la faz de la justicia
el tifus y la nostalgia los matan; solo en eterna; y al misterio pregunto por vos,
Saint-José, de doscientos han muerto interrogo á las tinieblas q u é piensan de
treinta y cinco y han arrojado al mar vos y de los vuestros, y me inspiráis com-
sus cadáveres. pasión ante el silencio formidable de lo
Estas continuas repeticiones de sepul- infinito.
cro os hacen sonreír, ya lo sé, pero son- VÍCTOR HUGO.
reír de los que lloran; comprendo que 8 A b r i l 1855.,,
debe cansaros que os eche á todas ho-
ras en cara las víctimas que habéis sa-
crificado; pero no tengo asunto m á s nue- III.
vo respecto á vos, y resignémonos, yo á
sufrir el golpe de Estado y vos á sufrir Expulsión de Jersey.
las consecuencias del crimen. Se nos
manda además que callemos, porque si
en estos momentos levantamos la voz Roberto Peel denunció en el Parla-
los desterrados, nos echarán de aquí. Ha- mento como conspiradores á Víctor H u -
r á n muy bien. Seria muy justo que yo go, á Mazini y á Kossuth. Refiriéndose
saliera cuando vos entréis, y que saliéra- á Víctor Hugo, dijo: "Este individuo sos-
mos todos. Esto seria para los expulsa- tiene una especie de querella personal
dos una especie de gloria. con el distinguido personaje que el pue-
Como acto político, t a m b i é n seria lógi- blo francés se ha elegido por soberano,,.
co. E l mejor modo de recibir y de halagar Individuo parece que sea la palabra grá-
al proscriptor seria perseguir á los pros- fica que deba emplearse en semejante
criptos. Esta m á x i m a puede leerse en ocasión; M . de Ribancourt la empleó
Maquiavelo ó en vuestros ojos. L a cari- m á s tarde, en Mayo de 1871, para pedir
cia m á s dulce que puede recibir el trai- la expulsión de Bélgica de Víctor Hugo;
dor, es insultar á los que sufren la trai- y Luis Bonaparte la habia empleado
ción. para calificar á los representantes del
E l salivazo escupido á J e s ú s hace son- pueblo, que proscribió en Enero de 1852.
reír á Judas. Roberto Peel, en la sesión del 13 de D i -
Que nos persigan; bajo cualquier for- ciembre de 1854, después de señalar los
ma que se nos presente l a persecución, la actos y las publicaciones de Víctor H u -
acogeremos con orgullo y con alegría, y go, declaró que p r e g u n t a r í a á los minis-
la saludaremos al mismo tiempo que os tros de la reina si habria algún medio de
saluden en Inglaterra, Esto no será nue- terminar esa querella. L a persecución del
vo, porque siempre que se ha gritado proscripto se encerraba en esas palabras.
Ave, César, el eco del género humano ha Víctor Hugo, indiferente á todo esto, si-
respondido: Ave, dolor. guió escribiendo como creía para cum-
Sea la persecución que sea, no oculta- plir con su deber, y á pesar del gobierno
r á á nuestros ojos, n i á los ojos do la his inglés, pudo publicar la carta á Luis Bo-
toria, la sombra repugnante que pro naparte que acabamos de insertar. Esta
yectais. No nos h a r á perder de vista carta escitó la cólera; l a alianza anglo-
vuestro gobierno del dia siguiente del f ranees a obró de acuerdo, y la policía de
golpe de Estado, n i el banquete católico P a r í s fué á Lóndres á desgarrar los car-
y soldadesco, el festín d§ mitras y de teles que estaban pegados á las paredes
chacós confundidos en sangrienta orgía; y que contenían la carta. Sin embargo,
no nos h a r á perder de vista el eterno el gobierno inglés encontró prudente es-
fondo de nuestro destino, la gran nación perar una ocasión para expulsarle; ésta
extinguida, la desolación y el duelo, no tardó en presentarse. Se la ofreció al
vuestro falso juramento, n i á Montmar- gobierno una carta elocuente ó irónica
tre n i los fusilamientos del Campo de dirigida á la reina y * firmada por Félix
Marte, n i los cadáveres de Cayena. Fyat, que se publicó en Lóndres y repro-
Sois tan desventurado que no creéis en dujo en Jersey el periódico titulado E l
la idea de la responsabilidad de las almas Hombre. Entonces explotó la cólera del
qué es para vos el m a ñ a n a ? ¿Nada espe gobierno inglés, que por una órden suya
rais? No creéis en Dios? expulsó á tres proscriptos, á Ribeyrolles,
Algunas veces durante la noche, cuan- redactor de E l Hombre; al coronel Pian-
do el sueño de la p á t r i a causa el insomnio ciani y á Thomas. Víctor Hugo, toman-
OBRAS D E VICTOR HUGO.

do parte en esta cuestión, salió á la


defensa de los tres proscriptos y publicó FIRMADO:
la siguiente Hardouin, presidente; Delapalme, Pa*
taille-Moreau (del Sena), Cauchy, jueces.,,
"DECLARACION.
Bonaparte, como funcionario, prestó
Acaban de ser expulsados de Jersey uramento á la República, y fué perjuro.
tres proscriptos: el elocuente é intrépido Bonaparte j u r ó fidelidad á la Consti-
Eibeyrolles; el generoso representante tución, y l a holló.
del pueblo romano, Pianciani, y el bra- Bonaparte era el depositario de las
vo prisionero del Mont-Saint-Michel, eyes, y las violó todas.
Thomas. Bonaparte aprisionó á los inviolables
Este acto es m u y grave: en su superfi- representantes del pueblo, y arrojó á los
cie se vé el gobierno inglés y en su fon- ueces del tribunal.
do la policía francesa. Esto prueba que Bonaparte, para escaparse de obedecer
la mano de F o u c h é puede calzarse el el decreto del Tribunal Supremo, obró
guante de Castlereagh. como obran los malhechores para es-
E l golpe de Estado acaba de introdu- caparse de los gendarmes; m a t ó .
cirse entre las libertades inglesas. L a Bonaparte acuchilló, a m e t r a l l ó y ex-
Inglaterra ha llegado al extremo de termino de dia y fusiló durante la noche.
proscribir á los proscriptos: poco le falta Bonaparte hizo guillotinar á Cusinier,
ya para que sea una anexión del impe Cirasse y Charlet, porque intentaron
rio francés y para que Jersey se con llevarlo á la fuerza ante el tribunal, obe-
vierta en un c a n t ó n de Francia: á la hora deciendo al decreto de éste.
en que estamos escribiendo estas líneas Bonaparte sobornó á los soldados, á los
se ha consumado ya la expulsión. funcionarios y á los magistrados.
E l porvenir calificará este hecho; nos Bonaparte le robó los bienes á Luis
otros nos limitamos á consignarlo. De- Felipe, al que debia la vida.
jando aparte el ultraje que se ha inferi- Bonaparte secuestró, confiscó, aterro-
do al derecho, nos hacen sonreír las rizó las conciencias y arruinó á muchas
violencias que se emplean contra nues- familias.
tras personas. Bonaparte proscribió, desterró y de-
Estamos convencidos de que es per- portó á Africa y á Cayena cuarenta m i l
manente la revolución francesa; la R e p ú ciudadanos, entre los que se encuentran
blica es el derecho y el porvenir es in- los que firman esta declaración.
evitable. Qué nos importa lo demás? ¿qué Es, pues, reo de alta traición, de per-
significa para nosotros esta expulsión? jurio, de haber sobornado á los funciona-
U n título m á s para los desterrados, un rios, de haber secuestrado los ciudadanos;
agujero m á s en la bandera. es, pues, reo de expoliación, de robo, de
H é a q u í lo que nosotros, los proscrip asesinato. Estos crímenes están previs-
tos de Francia, decimos al gobierno i n - tos en todos los Códigos, en todos los
glés: pueblos, y se castigan en Inglaterra con
"Bonaparte, vuestro poderoso y cordia el patíbulo, y en Francia, donde la Repú-
aliado, carece de existencia legal; está blica ha abolido la pena de muerte, con
acusado de ser reo del crimen de alta el presidio.
traición. E l tribunal está esperando que se pre-
Recayó sobre él la siguiente sente Bonaparte, y la historia le dice:
"Acusado, levantaos,,.
SENTENCIA. Ese hombre gobierna hoy en Francia
y se alia con vuestro gobierno.
E n virtud del artículo 68 de la Cons Esto es lo que t e n í a m o s que deciros.
titucion, el Tribunal Supremo de Justi Os lo decíamos ayer, y la prensa inglesa
cia acusa á Luis Napoleón Bonaparte en masa lo repetía; lo diremos m a ñ a n a ,
del crimen de alta traición. Convoca a" y la posteridad u n á n i m e lo repetirá tam-
j u r a d o nacional para que proceda á j u z bién.
garle sin dilación, y encarga al conseje Ahora, expulsadnos.
ro Renouard que desempeñe las funcio VÍCTOR HUGO.
nes del ministerio público en el Tribuna Jersey 17 Octubre 1855.;;
Supremo.
Dado en P a r í s el 2 de Diciembre A la firma de Víctor Hugo seguían
de 1851. treinta y cinco firmas de proscriptos.
EN E L DESTIERRO. 423
E l sábado 27 de Octubre de 1855, á tria europea: Me ha entregado vuestro
las diez de l a m a ñ a n a , tres personas se
bravo correligionario Harney la comu-
presentaron en Marine-Terrace, desean- nicación que me dirigís en nombre de
do hablar con Víctor Hugo y con sus vuestro comité y del meeting de Newcast-
dos hijos. le. Os lo agradezco á vosotros y á vues-
•—Qué queréis de mí? p r e g u n t ó Víc-
tros amigos en m i nombre y en el nom-
tor Hugo á los que entraron en su casa. bre de mis compañeros de lucha, de
—Soy el condestable de Saint-Clé- destierro y de expulsión.
ment, dijo uno de los recien venidos, y Era imposible que l a expulsión de Jer-
me encarga su excelencia el gobernador sey no sublevara la indignación pública
de Jersey que os diga que, en v i r t u d de
en Inglaterra. Inglaterra es una nación
una decisión de la Corona, no podéis se- grande y generosa, en la que palpitan
guir habitando en esta isla, y que se os todas las fuerzas vivas del progreso, y
concede de plazo para que salgáis de ella comprende que la libertad es la luz. H a n
hasta el dia 2 del próximo Noviembre. dado un ataque nocturno en Jersey; ha
Se ha tomado con vos esta medida por habido allí una invasión de tinieblas; ha
haber firmado la "Declaración,, que está sido aquello una acometida á mano ar-
pegada en las esquinas de las calles de mada del despotismo contra la antigua
Saint-Helier y que ha publicado el pe- Constitución libre de l a Gran-Bretaña;
riódico E l Hombre. ha sido un golpe de Estado que ha lan-
zado violentamente el imperio en plena
— E s t á bien; saldré de l a isla en ese
plazo. Inglaterra. Es un anacronismo que se
E l condestable de Saint-Clément co- haya verificado el acto de l a expulsión
municó en seguida la misma órden en el 2 de Noviembre: debia haberse verifi-
los mismos términos á Cárlos H u g o y á cado el 2 de Diciembre.
Francisco Víctor Hugo, que contestaron Os ruego que comuniquéis á mis ami-
lo mismo que su padre. gos del comité y á vuestros amigos del
meeting lo mucho que nos ha regocijado
E l 2 de Noviembre de 1885 Víctor su noble y enérgica manifestación. Se-
Hugo salió de Jersey y se fué á vivir á mejantes actos pueden advertir y dete-
G-uernesey. Esta medida alborotó al libre ner á los gobernantes, que quizás en es-
pueblo inglés: se celebraron meetings en tos momentos mediten el modo de dar
toda la Q-ran-Bretaña, en los que la na- el último golpe al antiguo honor i n g l é s .
ción, indignada por la expulsión de Jer- Demostraciones como la vuestra, como
sey, vituperó en voz alta al gobierno. L a las que se han verificado en Lóndres y
Inglaterra por medio de Lóndres y la como las que se preparan en G-lasgow,
Escocia por medio de Glasgow protesta- consagran, estrechan y cimentan, no l a
ron de esa medida. H é a q u í cómo Víctor alianza falsa y funesta del actual Gabi-
H u g o les dió las gracias: nete inglés con el imperio bonapartista,
sino la alianza verdadera, necesaria y
"Guernesey, Hauteville-House 25 No- eterna del pueblo libre inglés y del pue-
viembre 1855. blo libre de Francia.
Hecibid con m i g r a t i t u d l a expresión
A LOS I N G L E S E S . de la cordial fraternidad de

Queridos compatriotas de la gran pá-


VÍCTOR HUGO.,,
1856.
La. I t a l i a . - L a Grecia.

nistías, perdonar vuestro heroísmo, algo


I. de secularización, algo de liberalismo, el
Código de Napoleón, la democracia bo-
E l 25 de Mayo de 1856, cuando Víc- napartista, la antigua Carta dirigida á
tor Hugo empezaba á instalarse en su Edgar Ney, vuelta á escribir con la san-
nuevo destierro de Gruernesey, le escribió gre de P a r í s por la mano que m a t ó á
Mazzini, que antes estaba en Londres, Roma. Prestareis oídos y diréis: "Con-
estas líneas: tentémonos con esto,,, y sois capaces de
"Os pido que digáis algunas palabras aceptar y de desarmaros. ¡Aplazaríais l a
en pró de I t a l i a . Se inclina en este mo- sombría y espléndida revolución laten-
mento hacia los reyes. Advertidla y en- te que está incubada en vuestros cora-
derezadla. zones y que flamea en vuestros ojos! ¿Es
J. MAZZINI.,, eso posible?
No tenéis fé en el porvenir? ¿No cono-
E l 1.° de Junio los periódicos ingleses céis, pues, que el imperio caerá m a ñ a n a
y belgas publicaron lo que vá á leerse: y que, caido el imperio, la Francia se le-
v a n t a r á , y que estando la Francia en
"Nos ha remitido José Mazzini el si- pié, será la Europa libre? Sois italianos,
guiente llamamiento á Italia, que firma esto es, lo m á s selecto de la humanidad;
Víctor Hugo: constituís una nación madre, uno de los
grupos m á s brillantes de hombres que
"A I T A L I A . viven en el mundo, ¿y no conoceríais que
somos vuestros hermanos por la idea
Italianos, os habla un hermano desco- que nos domina y por l a prueba por que
nocido, pero apasionado vuestro. Des- pasamos; no conoceríais que el eclipse
confiad de lo que los Congresos, los Ga- actual t e r m i n a r á de repente para todos
binetes y los diplomáticos os preparan en á la vez?... Sí, sea Francia ó sea I t a l i a ,
estos momentos. L a I t a l i a se agita, pre- el primero de los dos pueblos que se
senta síntomas de despertar, y perturba levante a y u d a r á á levantar al otro. D i -
y preocupa á los reyes, que creen que es remos más; somos el mismo pueblo, so-
urgente volverla á adormecer. Estad mos la misma humanidad. Vosotros l a
alerta; no tratan de apaciguaros, que el República romana, nosotros la R e p ú b l i -
sosiego solo se encuentra en la satisfac- ca francesa: nos anima el mismo hálito
ción del derecho; lo que pretenden daros de vida; los franceses no podemos esqui-
es el letargo, es l a muerte. Desconfiad var el resplandor de la I t a l i a y vosotros,
del lazo que se os tiende. Por h a l a g ü e ñ o los italianos, no podéis sustraeros a l
que os sea en apariencia, no perdáis de resplandor de Francia. Media entre nos-
vista la realidad. L o que la diplomacia otros profunda solidaridad humana, de
parece que haga por vosotros, lo trama la que nacerá el conjunto durante la
contra vosotros. lucha y la a r m o n í a después de la victo-
L o que os ofrecen los príncipes son ria. E l porvenir consistirá en la federa-
reformas, mejoras administrativas, a DI- ción de las naciones continentales, qae
TOMO I T . 54
426 OBRAS D E VICTOR HUGO.

serán hermanas y reinas, y coronándose samiento m á s que el de vivir de vuostra


cada una de ellas con la libertacd de to- vida propia.
das, se verificará la fraternidad de las Italianos, la hora se acerca, y lo digo
patrias en la suprema unidad republica- para vuestra satisfacción, influís m u c h í -
na, en los Pueblos-Unidos de Europa. simo para que venga, porque causáis
No apartéis la vista n i un solo momen- gran inquietud á los tronos continenta-
to de ese porvenir magnífico. L a gran les. I t a l i a es el punto de l a solfatara eu-
solución se aproxima; no permitáis que ropea que desprende en estos momentos
os den una solución aparte. Desdeñad más humo.
los ofrecimientos de andar poco á poco, E l reinado de los mónstruos y de los
sosteniéndoos los andadores los prínci- déspotas grandes y pequeños está p r ó x i -
pes. Hemos llegado ya al tiempo de dar mo á terminar. Acordaos siempre que
los pasos formidables que se llaman re- sois hijos de una tierra predestinada
voluciones. Los pueblos pierden siglos, para el bien, refractaria al mal, en la que
pero los recobran en una hora. Para la lanzan su sombra los dos gigantes del
libertad, lo mismo que para el Nilo, la pensamiento humano, Miguel Angel y
fecundación es la submersion. el Dante; Miguel A n g e l que representa
Tengamos fe. No aceptéis t é r m i n o s el juicio, y el Dante que representa el
medios, n i paliativos, n i semimedidas, castigo.
n i semiconquistas. No se deben aceptar Conservad virgen vuestra misión su-
concesiones cuando se tiene el derecho y blime. No os durmáis, no os amodorréis,
el apoyo de los príncipes y de los pue- y agitaos, agitaos. Vuestro deber y el
blos. Es abdicar aceptar esta clase de nuestro consiste hoy en la agitación, y
progreso. Los casi casi no bastan. Todo consistirá en la insurrección m a ñ a n a .
se realizará, y todo se realizará dando un Vuestra misión es á u n tiempo des-
paso y en un solo dia. Tengamos fé. tructora y civilizadora, y es imposible
Cuando suene la hora de l a caida, la que no se realice. No lo dudéis, la Pro-
revolución, sin prepararse, sin transición videncia h a r á salir de las sombras que
alguna, l a n z a r á sobre Europa su prodi- nos envuelven una I t a l i a grande, fuerte,
gioso deslumbramiento de libertad y de libre y feliz. Lleváis en vuestras e n t r a ñ a s
entusiasmo, y solo dejará al mundo an- la revolución que devorará el pasado y
tiguo el tiempo preciso para caer. No la regeneración que fundará el porvenir.
aceptéis nada de él; está muerto, y la L a frente augusta de Italia, entre las
helada mano de los cadáveres nada pue- tinieblas que nos rodean, nos deja entre-
de dar. ver los primeros resplandores del incen-
Hermanos, siendo como sois l a anti dio y las primeras claridades del alba.
gua raza de Italia, en cuyas venas circu Rechazad lo que se os ofrece. Poneos
lan los hermosos siglos de la historia y en guardia y creed. Desconfiad de los re-
la sangre de la civilización; cuando no yes y confiad en Dios.
habéis degenerado; cuando sabéis encon- VÍCTOR HUGO.
trar los grandiosos niveles del pasado; Q-uernesey 26 Mayo 1856.,,
cuando habéis hecho el memorable es-
fuerzo de la Constituyente y del t r i u n v i
rato; cuando en 1849 probásteis que aun II.
sois la primitiva Roma, puede decirse L a Grecia.
que tenéis en vosotros mismos todo lo
que necesitáis, que la emancipación está
en vuestra mano y el destino en vuestra A ANDRÉS RIGOPOULOS.
voluntad; debéis despreciar y debéis re
chazar los ofrecimientos de los príncipes, He recibido con gran satisfacción vues-
y no permitir que os den lo que os podéis tro excelente periódico que me enviáis:
tomar. lo leo con profundo interés, y os doy las
Recordad los suplicios de todas cía gracias desde el fondo de m i corazón.
ses, recordad el martirologio que habéis Continuad la obra santa, ya que sois
sufrido, y sobre todo recordad vuestro uno de los principales obreros; trabajad
notable programa romano y procurad para conseguir la unidad de los pueblos.
realizarlo: él encierra vuestra completa E l espíritu de Europa debe reemplazar
libertad y vuestra salvación. No olvidéis hoy dia al antiguo espíritu de las naciona-
nunca l a vergonzosa frase que os dirigió lidades, y corresponde servir de ejemplo
la diplomacia: Italiano es una nación, es á las naciones más ilustres, á la Grecia, á
un término geográfico. No tengáis otro pen- la Italia y á la Francia. Pero ante todo,
EN E L DESTIERRO, 427
para conseguir esto es preciso que ellas llevado sucesivamente en sus manos la
se pertenezcan, que sean dueñas de sí antorcha de la civilización; pero ahora,
mismas; es preciso que la Q-recia acabe en el siglo diez y nueve, deben cedérsela
de rechazar á la T u r q u í a , que la I t a l i a á Europa, aunque conservando siempre
se sacuda del Austria y que la Francia su resplandor. Debemos los pueblos y
desgarre el imperio. Cuando estos gran- los individuos ser cada dia menos egoís-
des pueblos se desprendan de sus suda- tas y m á s hombres. Exclamad: ¡Viva la
rios, l a n z a r á n estos tres gritos: Unidad! Francia! mientras yo exclamo: ¡Viva la
Europa! Humanidad! Grecia!
Estos gritos simbolizan el porvenir. Os felicito, compañero de Esquilo y de
L a voz de l a Grecia será una de las que Pericles, que lucháis por los principios
m á s se escuchen. Hombres como vos son de la humanidad. Es m u y honroso ha-
dignos de hacerla oir. Hace ya muchos ber nacido en el pais de la civilización y
años que f u i yo uno de los primeros que llevar en él la bandera de la libertad.
lucharon por la emancipación de la Gre- Os estrecha cordialmente l a mano
cia, y os doy las gracias por haberlo re- VÍCTOR HUGO.
cordado.
L a Grecia, la I t a l i a y la Francia han Guernesey 25 Agosto 1856.
! T T f f f T T T f t T f f t ! 1111111111 f T i^Ñ

1859.
La. a m n i s t í a , aqial -y el patít>-uLlo a l i á . - A l lado del crimen, de Europa
el c r i m e n de A m é r i c a . - J o l a n Brown.

I. del deber; entonces dirigió á América,


L a anmistía. sirviéndole de intermediarios todos los
periódicos libres de Europa, la carta s i -
guiente:
A l cabo de ocho años, el criminal cre- " A LOS ESTADOS-UNIDOS DE AMÉRICA.
yó oportuno absolver á los inocentes; el Cuando se piensa en los Estados-Uni-
asesino ofreció el perdón á los asesina- dos de A m é r i c a acude en seguida á nues-
dos, el verdugo sintió necesidad de i n - tra imaginación l a figura grave y ma-
dultar á las víctimas. Decretó que losjestuosa de Washington; pues en l a
proscriptos regresasen á Francia. Víctor patria de Washington ved lo que suce-
Hugo hizo l a siguiente de en estos momentos.
"DECLARACION. Existen hoy esclavos en los Estados del
Sur, y esto indigna, como monstruoso
Nadie esperará acaso que yo dedique contrasentido, l a conciencia lógica y
unos momentos m i atención á ocuparme pura de los Estados del Norte. U n hom-
de eso que llaman a m n i s t í a . bre blanco, u n hombre libre, John
E n l a situación en que se encuentra la Brown, quiso librar de la servidumbre
Francia, m i deber es protestar de ella á esos hombres negros, á esos hombres
absoluta, inflexible y eternamente. esclavos, intentando empezar por la ma-
Fiel al compromiso que he contraído numisión de los esclavos de l a V i r g i -
con m i conciencia, participaré hasta el nia. Puritano, religioso y austero, ha
fin del destierro que sufre l a libertad. levantado entre sus hermanos la bande-
Cuando la libertad entre en Francia, en- ra y el grito de emancipación; pero los
t r a r é yo. esclavos, enervados por l a esclavitud, no
VÍCTOR HUGO. respondieron á su llamamiento. L a es-
Hauteville-House 18 Agosto 1859.,, clavitud produce l a sordera del alma.
Aunque se vió abandonado, John Brown
luchó y combatió, teniendo á su lado
II. algunos hombres heróicos; pero acribi-
llaron á balazos á él y á sus dos hijos,
John Brown. que, mártires de su santa causa, cayeron
muertos á su lado. Se apoderaron de él.
L a democracia iba t a m b i é n á cometer Poco después fué juzgado, como tam-
un crimen. L a noticia de haber condena- bién cuatro de los suyos, Stephens, Copp,
do á muerte á John Brown llegó á Eu- Grreen y Coplands.
ropa el 2 de Diciembre de 1859, en el Heferiremos en dos palabras el pro-
momento mismo de ese aniversario que ceso.
recordó á Víctor Hugo las necesidades A pesar de estar John Brown en el le-
430 OBRAS D E VICTOR HUGO.

cho con seis heridas mal cerradas; á pesar el nudo corredizo de la horca de John
de no apartarse de su memoria la imá- Brown.
gen de sus dos hijos, muertos á su lado; Ese lazo mata.
mediando tan solo cuarenta minutos de Cuando reflexionamos lo que intentó
deliberación, le sentenció el tribunal á hacer ese emancipador, ese combatiente
la pena de muerte, lo mismo que á dos en nombre de Jesucristo, y que por eso
de sus compañeros. Afirmo bajo palabra vá á morir ahogado por la República
de honor que eso no ha sucedido en Tur- americana, el atentado adquiere las pro-
quía, sino en América. porciones que tiene la nación que le co-
No se obra impunemente de esa ma- mete; y cuando esta nación es una de las
nera á la faz del mundo civilizado. L a glorias del género humano y uno de los
conciencia universal tiene los ojos abier- principales órganos de la civilización,
tos. Piensen que les está mirando los que sobrepuja con frecuencia á la Euro-
jueces de Charlestown, Hunter y Par- pa en adoptar algunas sublimes auda-
ker, los jurados que poseen esclavos y cias del progreso, creemos que John
toda la población de la Virginia. Pien- Brown no morirá, porque nos hace retro-
sen que las miradas de Europa se fijan ceder con espanto la idea de que cometa
en este momento en A m é r i c a . tan gran crimen pueblo tan grande.
John Brown, condenado á muerte, de- Bajo el punto de vista político, el ase-
bía haber sido ahorcado hoy 2 de D i - sinato de Brown seria cometer una falta
ciembre; pero acaba de llegarnos l a no- irreparable; causarla á l a Union una he-
ticia de que se ha diferido la ejecución de rida que podría dislocarla. Seria posible
la sentencia hasta el dia 16. Corto es el que la ejecución de esa sentencia conso-
plazo ó insuficiente para que llegue don- lidara la esclavitud en Virginia, é indu-
de debe llegar el grito de misericordia; dablemente comoveria á toda la demo-
pero no importa, es un deber lanzarlo. cracia americana.
Quizás un segundo plazo se le conce Bajo el punto de vista moral, parece
da después del primero. L a A m é r i c a es que eclipsaría parte de la civilización
un país noble, y se despierta pronto el humana, oscureciendo lo justo y lo injus-
sentimiento humano en las naciones l i - to el dia que la emancipación consuma-
bres. Confiamos en que se i n d u l t a r á á ra el asesinato de la libertad.
John Brown; si así no sucediese, sus ver- Y o , que solo soy u n átomo, pero que
dugos no serian n i el attorney Hunter, como todos los hombres encierro en m í
n i el juez Parker, n i el gobernador Wyse, la conciencia humana, me arrodillo llo-
n i el pequeño Estado de V i r g i n i a ; su rando ante la bandera estrellada del
verdugo seria—me estremezco pensán- Nuevo Mundo, y ruego, juntando las
dolo—la gran República americana. manos, con respeto filial y profundo, á
E n la espectativa de semejante catás- la ilustre República americana, que no
trofe se estremece m á s el corazón cuan- falte á la ley moral universal, que salve
to m á s venera, cuanto m á s admira esa á John Brown, que destroce el p a t í b u l o
República. U n solo Estado no puede te- del 16 de Diciembre y que no permita
ner facultad para deshonrar á todos los que se consume á su vista u n crimen
demás, y es evidente que tiene derecho que supere al primer fratricidio. Es me-
para impedirlo la intervención federal; nester que A m é r i c a lo sepa y que refle-
porque si no interviniese la Union, dege- xione, que si hay algo m á s espantoso que
n e r a r í a en complicidad. Aunque se i n - Cain matando á A b e l , es Washington
dignen los generosos de los Estados del matando á Spartacus.
Norte, los Estados del Sur los asocian al VÍCTOR HUGO.
oprobio de t a l asesinato, y todos los que
tenemos por p á t r i a c o m ú n el símbolo de- Hauteville-House 2 Diciembre 1859.;;
mocrático , creemos que hasta cierto
punto nos alcanza ese compromiso: si John Brown fué ahorcado. Víctor
se levantase el p a t í b u l o el 16 de D i - Hugo le escribió este epitafio: Fro Chris-
ciembre, desde entonces en adelante, to, sicut Christus. Con la muerte de aquel
ante l a historia incorruptible, la augus- se realizó la profecía de éste. Dos años
ta federación del Nuevo Mundo a ñ a d i r í a después de la predicción que acabamos
á sus solidaridades santas una solidari de publicar, se dislocó la Union america-
dad sangrienta, y el haz radiante de esa na; estalló la guerra atroz entre el Sur y
República espléndida t e n d r í a por lazo el Norte.
1860.
Regreso á Jersey.—Garibaldi.

I. impulsa el instinto, á ello me obliga el


deber.
Regreso á Jersey. E n estos instantes no debe ser nadie
indiferente á los grandes acontecimien-
tos que se realizan; necesita la obra au-
E l 18 de Junio de 1860 se vió en Jer- gusta de la emancipación universal, que
sey singular espectáculo. E n todas las está empezando ahora, el esfuerzo, el
paredes habia anuncios pegados que de- concurso y la fuerza de todos; porque
cían: Víctor Hugo ha llegado. Cinco años cuando se levanta el grito en todos los
atrás Jersey le expulsó, y entonces todo pueblos debe tener eco en las e n t r a ñ a s
el pueblo, con el traje de los dias de de todos los hombres, y el que solo tiene
fiesta, saludaba á Víctor Hugo en la calle un óbolo debe darlo á los libertadores, y
de Saint-Helier. el que solo tiene una piedra debe arrojar-
H é a q u í lo que habia sucedido. la á los tiranos.
Se verificaba entonces la maravillosa Unos deben obrar, hablar otros y tra-
expedición de los M i l , que deslumbró á bajar todos. Manos á la obra, que tene-
Europa. L a historia no tiene entreactos. mos el viento propicio. ¡Que alegren á
Los libertadores se suceden y se parecen, los héroes las alegrías públicas y los en-
pero sus destinos son m u y diferentes. tusiasmos de las multitudes! ¡Que los que
Tras John Brown aparece G-aribaldi. Se no combatan con l a espada, combatan
trataba en aquellos momentos de ayu- con el pensamiento! ¡Que ninguna inteli-
dar á G-aribaldi en su soberbia empresa. gencia permanezca neutral, que n i n g ú n
Se organizó en Inglaterra una vasta espíritu esté ocioso, que encuentren afecto
suscricion, y Jersey pensó que Víctor y apoyo los que luchan! ¡Que alrededor
Hugo, con su elocuente palabra, podría del hombre valiente, que está en pió en
aumentarla. A l a sazón l a isla estaba Palermo, brille una hoguera sobre todas
avergonzada de haberle expulsado en las m o n t a ñ a s de l a Sicilia y un res-
1855. U n a comisión, dirigida por Felipe plandor en todas las cumbres de las de
Asplet y por Derbyshire, presentó á V í c - Europa!
tor Hugo una exposición, firmada por Acabo de pronunciar la palabra tira-
quinientos habitantes notables de Jersey, nos, y p r o n u n c i á n d o l a , n i exagero n i
en la que le suplicaban que volviese á l a calumnio a l gobierno napolitano. Me-
isla y que en ella hablase en favor de jor que mis palabras lo p r o b a r á n los he-
G-aribaldi. Vícbor Hugo entró en Jersey chos.
el 18 de Junio de 1860, y ante una m u l - Os suplico que prestéis atención, por-
t i t u d inmensa y conmovida pronunció que voy á referiros su historia viva, ó
el discurso siguiente: mejor dicho, su historia sangrienta.
E l reino de Ñápeles no tiene m á s ins-
"Señores: titución que la policía. Cada distrito tie-
Acudo á vuestro llamamiento. Allí ne una comisión de bastonadas.
donde se levanta una tribuna en favor Los dos esbirros, Ajossa y Maniscalco,
de la libertad, allí me presento; á ello me imperan á las órdenes del rey; el prime-
432 OBRAS D E VICTOR HUGO.

ro bastonea á Ñapóles y el segundo á lo que fueron quizás n i Cárlos I X n i


Sicilia. E l bastón es un modo turco de Nerón.
castigar, y ese gobierno a d e m á s cuenta E n el momento en que ese j ó v e n he-
con la Inquisición y con el tormento. redero del derecho divino e m p u ñ ó el ce-
Con el tormento, no lo dudéis. E l esbirro tro, se echaron sobre él los dos vampiros
Bruno ata á los acusados la cabeza entre Aljossa y Maniscalco, que la historia
las piernas hasta que confiesan. E l esbir- conoce con los apodos de Narciso y de
ro Pontillo los sienta en unas parrillas Falas: esos dos espectros se apoderan del
y enciende fuego por bajo. E l esbirro niño coronado; uno le afirma que gober-
Luis Maniscalco, pariente del jefe, ha nar es torturar, otro que la autoridad
inventado u n instrumento, en el que i n - debe dar bastonazos; la policía le afir-
troduce el brazo ó la pierna del pacien- man que es tradicional, y para enseñar-
te; en él encaja un espigón y el miem- le de dónde arranca, le recuerdan á su
bro queda machacado. Otro esbirro bisabuelo Fernando I , que decia que el
suspende á un hombre por las manos á mundo debe gobernarse por medio de
dos anillos que hay en una pared y por tres efes: Festa, F a r i ñ a y Forca; le recuer-
los pies á la pared de enfrente; después dan que su abuelo, Francisco I , era hom-
salta sobre el hombre y le disloca. Allí bre de emboscadas, y su padre, Fer-
tienen dedales que aplastan los dedos de nando I I , un ametrallador; ¿tiene que
la mano, torniquetes cierra-cabezas, cír- renegar de sus antepasados? Le prueban
culos de hierro comprimidos, que hacen que debe ser feroz por respeto filial, y él
salir y algunas veces saltar los ojos. A l - obedece; el embrutecimiento del poder
gunas veces los condenados á estos tor- absoluto le estupidiza; por eso tiene hijos
mentos se escapan: Casimiro Arsimano monstruosos, y por eso fatalmente los re-
huyó, y su mujer, sus hijos y sus hijas yes jóvenes c o n t i n ú a n dando vida á las
fueron sentados en su lugar en las par- antiguas t i r a n í a s .
rillas fatales. E l cabo Zaíferana confi-
na con una playa desierta; los esbirros Es preciso libertar á ese pueblo; es
llevan sacos á esa playa; los sacos en- preciso librarle de ese rey, y Q-aribaldi
cierran hombres: hunden los sacos en el tiene esta misión.
agua, sosteniéndolos mientras se menean; Quién es Garibaldi? U n hombre, pero
entonces retiran el saco y dicen al hom- un hombre en la excepción sublime de
bre que está encerrado en el: Confiesa. la palabra. E l hombre de la libertad, el
Si rehusa confesar, lo vuelven á hundir hombre de la humanidad, Vir, como le
en el agua. E n Messina, Juan Vienna llamada su compatriota V i r g i l i o .
m u r i ó de este modo. E n Monreale, un Dispone de a l g ú n ejército? No; solo le
viejo y su hija, acusados de ser patrio sigue un p u ñ a d o de voluntarios. ¿Está
tas, murieron á latigazos, y á la hija, provisto de municiones de guerra? Tam-
que estaba embarazada, la hicieron su poco; apenas cuenta con algunos barri-
frir este castigo desnuda. U n salvaje de les de pólvora. Tiene algunos cañones?
veinte anos es el que ordena todas esas Los de los enemigos. Pues ¿en q u é con-
atrocidades; ese salvaje se llama F r a n - siste su fuerza, q u é es lo que le hace ven-
cisco I I . Todo eso sucede en la p á t r i a de cer, quién pelea con él? E l alma de los
Tiberio. pueblos. V á , corre, marcha, es un regue-
Sí, un jó ven de veinte años comete ro de llama; su p u ñ a d o de hombres se
todos esos actos siniestros. Me inspira arroja contra los regimientos. Sus armas
profunda compasión pensar en ese mise encantan; las balas de sus carabinas ha-
rabie reyezuelo, que en la edad en que cen frente á las balas de los cañones;
se ama, en que se cree y en que se espe- combate con él la revolución, y de vez
ra, tortura y mata. H ó a q u í en lo que el en cuando, en vez del caos de la bata-
derecho divino convierte á un desventu- lla, entre el humo y á l a luz del re-
rado. E l derecho divino reemplaza las l á m p a g o , como si fuera un héroe de Ho-
generosidades de la adolescencia y del mero, deja ver que está detrás de él la
principio de la vida con las decrepitudes diosa.
y los terrores de su fin; coloca la sangui A pesar de l a terquedad de la resisten-
naria tradición como una cadena entre cia, esta guerra sorprende por su senci-
el príncipe y el pueblo, y acumula sobre llez. Esta guerra significa el asalto que
el recien llegado a l trono las irresisti- dá un hombre á la monarquía; su enjam-
bles influencias de la familia. Separad á bre de voluntarios vuela á su alrededor;
A g r i p i n a de Nerón y á Catalina de Me- las mujeres le arrojan flores, los hom-
diéis de Carlos I X , y no hubieran sido bres se baten cantando, el ejército real
EN E L D E S T I E R R O 433
huye; sus aventuras son formidables y la libertad, que se levanta del suelo con
épicas. las alas desplegadas. L a Italia muerta
Admirad estas etapas radiantes. Os se despierta, se levanta y sonríe al g é n e -
predigo que no dejará de abordarse nin- ro humano. Dice á la Grecia: Soy t u hija;
guna en los plazos infalibles del porve- dice á la Francia: Soy t u madre, Se rodea
nir. Después de Marsala vendrá Palermo; de sus poetas, de sus oradores, de sus ar-
después de Palermo, Messina; después de tistas, de sus filósofos, de todos esos con-
Messina, Ñápeles; después de Ñápeles, sejeros de la humanidad, de todos esos
Boma; después de Roma, Venecia, y des- padres conscriptos de la inteligencia uni-
pués de Venecia, todo. versal, de todos esos miembros del sena-
Señores, Dios d á á Sicilia su actual do de los siglos, y tiene á su derecha y á
temblor, y sobre ella se ven flamear el su izquierda á los dos grandes génios,
patriotismo, la fó, la libertad, el honor, Dante y Miguel A n g e l . Será inmenso
el heroísmo y una revolución capaz de triunfo, majestuoso acontecimiento, ma-
eclipsar al Etna. Y es magnífico que dé ravilloso fenómeno ver que la unidad
este ejemplo al mundo l a tierra de las atraviesa como un r e l á m p a g o la varie-
erupciones. dad magnífica de las ciudades herma-
Admirable espectáculo ofrece el pue- nas, Milán, T u r i n , Grénova, Florencia,
blo cuando le llega su hora. No piensa Bolonia, Pisa, Siena, Verona, Parma,
ya en enriquecerse, n i en los intereses Palermo, Messina, Ñápeles, Venecia y
materiales, n i en los placeres; le domina Roma. L a I t a l i a se levanta y marcha,
el amor propio y el orgullo; se levanta en patuit dea, se abre y comunica al progre-
masa; su actitud amenazadora provoca so del mundo entero la fiebre alegre pro-
á los tiranos; la barbarie huye; el despo- pia de su genio; la Europa se electrizará
tismo se hunde; l a conciencia pública re- al contemplar su resplandecimiento pro-
chaza toda clase de esclavitudes. Las digioso, y los pueblos verán con tanto
fosas se abren, y se oye el llamamiento éxtasis esta sublime reverberación en la
de tumba en tumba. Resucitad! Esto es tierra, como verían reverberar una nueva
gozar m á s que de la vida, esto es la apo- estrella en el cielo.
teósis. En este divino latido, el corazón Señores, si queremos darnos cuenta de
de los antiguos héroes vencidos se con- lo que sucederá, al mismo tiempo que de
suela, los ojos de los filósofos proscrip- lo que ha sucedido, no debemos olvidar
tos se llenan de l á g r i m a s , cuando el que que Q-aribaldi, que es el hombre de hoy
está caido se indigna, cuando el que está y el hombre de m a ñ a n a , es t a m b i é n el
en tierra se levanta, cuando los esplen- hombre de ayer; antes de ser el soldado
dores eclipsados reaparecen brillantes y de la unidad italiana, fué el combatien-
temibles, cuando Stambul se convierte te de la R e p ú b l i c a en Roma; y á nues-
en Bizancio, cuando Sétiniah se convier- tros ojos y á los ojos de cualquiera que
te en Atenas, cuando Roma vuelve á ser sepa comprender, los zig-zags que nece-
la primitiva Roma. sita el progreso para serpentear hácia su
Todos los que a q u í estamos aplaudi- objeto y las metamórfosis de la idea al
mos á Italia y glorificamos á ese pais de transformarse para reaparecer, 1860 es
los grandes alumbramientos. Alma pa- la continuación de 1849.
rens. E n esas naciones los dogmas abs- Que las aclamaciones de g r a t i t u d de
tractos aparecen reales y visibles; son los pueblos a c o m p a ñ e n siempre á los l i -
vírgenes para el honor y madres para el bertadores en el camino de sus triunfos.
progreso. Ayer nos tocó llorar y hoy entonar el
Los que me estáis oyendo representáis hosanna. L a Providencia establece estos
la visión espléndida de la I t a l i a libre; equilibrios; John Brown sucumbe en
libre desde el golfo de T á r e n t e hasta las América, pero Garibaldi triunfa en Eu-
lagunas de San Marcos, porque yo afir- ropa. L a humanidad, consternada ante
mo que Venecia g o z a r á t a m b i é n de esa el infame p a t í b u l o de Gharlestown, se
libertad. ¿Comprendéis que esa visión tranquiliza ante la flamíjera espada de
actual será una realidad m a ñ a n a ? Sí, lo Catalafami.
comprendéis, porque se v á disipando todo Llegó la hora de la a l e g r í a y de los
lo que era mentira, ficción y oscuridad. abrazos. Olvidemos todas las rencillas y
L a Italia existe; l a Italia, que era ayer los disentimientos políticos; fijemos úni-
u n t é r m i n o geográfico, es hoy una na- camente nuestras miradas en la obra
ción; lo que creian cadáver encierra un sagrada, en la vasta aurora de las nacio-
alma, y el espectro contiene un a r c á n nes emancipadas, y confundamos nues-
gel, el inmenso a r c á n g e l de los pueblos, tras almas en esta exclamación formi-
TOMO I V ,
1 55
OBRAS DE VICTOR HUGO.

dable y digna del cielo y del género repito que solo prevalece el derecho. Si
humano: V i v a la libertad! Y a que la queréis comparar el derecho con la fuer-
A m é r i c a conserva l ú g u b r e m e n t e l a es- za, fijaos en esta cifra: E l 11 de Mayo,
clavitud y persiste en vivir en la oscuri- ochocientos hombres desembarcaron en
dad, que se ilumine la Europa, y que la Marsala, y veintisiete dias después, el 7
civilización del antiguo continente, de la de Junio, en Palermo diez y ocho m i l
que Voltaire abolió la superstición, W i l - hombres, aterrorizados y fugitivos, se em-
beríorce l a esclavitud y Beccaria el pa- barcaron: los ochocientos hombres repre-
tíbulo, reaparezca con claridad inextin- sentan el derecho y los diez y ocho m i l
guible ya en lo sucesivo y encienda á la fuerza.
gran altura el faro que b r i l l a con tres Consolaos todos los que sufrís y tran-
llamas, con la Francia, con la Inglaterra quilizaos todos los que arrastráis cade-
y con la I t a l i a . nas, porque es lógico todo lo que sucede
Permitidme que os haga unas cuantas en estos momentos. A todos debe sonreír
reflexiones para terminar. la esperanza; que espere el mougick, el
¿Cuál es la resultante de esta epopeya fellah, el proletario, el pária, el negro
espléndida? Qué se desprende de ella? vendido, el blanco oprimido; las cadenas
L a ley moral y augusta siguiente: forman una red que las sostiene á to-
L a fuerza no existe. L a fuerza no sig- das, y cuando una se rompe la m a l l a se
nifica nada; solo tiene valor el derecho. deshace. De esto proviene l a solidaridad
No deben existir m á s que los princi- de los despotismos; el Papa es m á s her-
pios, no deben existir m á s que la justicia mano del s u l t á n de lo que se cree. L a
y la verdad, no deben existir m á s que libertad es u n abismo divino que atrae;
los pueblos, no deben existir m á s que las las revoluciones son un abismo irresisti-
almas, que son las fuerzas del ideal; solo ble. E l progreso es un fenómeno de gra-
debe existir la conciencia a q u í bajo y la vitación; quién le contendrá?... Cuando
Providencia allá arriba. se le dá impulsión es incontenible. Os
Qué significa l a fuerza? ¿Qué pensador desafío, déspotas, á que paréis la piedra
tiene miedo á la espada? N i la tememos que cae, á que detengáis el torrente, á
nosotros, los hombres libres de Francia, que detengáis la avalancha, á que deten-
n i l a teméis vosotros, los hombres libres gáis á Italia, á que detengáis el 89, á
de Inglaterra. E l que tiene derecho tiene que detengáis al mundo que Dios preci-
valor, y nada significan para él la fuer- pita h á c i a la luz.,,
za y la espada. L a espada solo es un res-
plandor repugnante en las tinieblas, Víctor Hugo, ocupándose de John
pero el derecho es el rayo eterno; el Brown, predijo la guerra civil de A m é -
derecho es l a permanencia de lo verda- rica, y ocupándose de Garibaldi, predijo
dero en las almas, es Dios viviendo en el la unidad de I t a l i a . Las dos prediccio-
hombre. Por eso donde está el derecho nes se han realizado.
está la certidumbre del triunfo. U n hom-
bre solo que se arma con el derecho se CONTESTACIÓN Á UN BBÍNDIS.
llama legión; una sola espada que ten-
ga de su parte el derecho se llama rayo. Después del meeting se celebró u n
Quien dice derecho, dice victoria. No banquete, que terminó por un brindis de-
e n c o n t r a r á obstáculos. No puede impo dicado á Víctor Hugo; éste respondió:
nérsele el veto contra la voluntad del
porvenir. Ved á lo que ha quedado re- "Señores:
ducida la resistencia en Europa: la p a r á Y a que estoy de pió, permitidme que no
lisis se apodera de Austria y l a resigna- me siente. Debo dar las gracias inmedia-
ción de Busia. Nápoles lucha en vano. E l tamente al hombre inspirado y cordial,
pasado agoniza. L a espada se disuelve al pastor M . Martin, cuyas palabras elo-
en humo. Los tres hombres que se l i a cuentes acabamos de oir. Seré corto. Los
man Lanza, L a n d i y A q u i l a son fantas sentimientos profundos se expresan con
mas. E n estos momentos Francisco I I pocas frases, y los corazones emociona-
cree quizás que existe todavía; pero se dos tienen por elocuencia su propia emo-
e n g a ñ a , ya no es m á s que una sombra ción. Estoy conmovido.
y en vano rehusa capitular y trata de E l mejor modo de manifestaros m i
asesinar á Messina como asesinó á Pa- gratitud es confesaros que profeso gran
lermo; su reinado ha concluido. Los afecto á Jersey. Os lo confesé ayer, me
sombríos caballos del destierro golpean lo oísteis en la reunión, lo habéis leido
con los piés las puertas de su palacio. Os en los periódicos y os lo repito ahora; pero
EN E L D E S T I E R R O . 435
hablo al oido y al corazón de un pueblo, confesar, ya que hoy nada nos lo impide,
y las naciones son como las mujeres, no que salimos con gran sentimiento de
se cansan nunca de oir decir: Y o te amo. Jersey. Todos teníamos ya en la isla
Salí apesadumbrado de Jersey y volví á afecciones, unos por ser felices en ella y
entrar con regocijo. Los libertadores otros por ser desgraciados. E l sufrimien-
ofrecen la maravilla de que algunas ve- to es un lazo tan fuerte como la alegría.
ces emancipan m á s de lo que se propo- Pueden sufrirse tales dolores en u n pais
nen. Graribaldi con una piedra ha dado de refugio que sea imposible separarse
dos golpes; ha hecho salir de Sicilia á los de él, n i aun para regresar á la p á t r i a .
Berbenes y me ha hecho entraren Jersey. Voy á deciros q u é idea acudió á m i es-
Vuestros aplausos y vuestras inter- píritu ayer, ya que esta reunión, al par
rupciones me conmueven de t a l modo, que í n t i m a , es solemne, y lo que voy á
que me faltan palabras para explicaros referiros conviene á su doble c a r á c t e r .
m i emoción. No sé cómo contestar á la Ayer fui con algunos amigos queridos á
cariñosa acogida que me habéis dispen- dar un paseo por la isla, á volver á ver
sado, á vuestras simpatías y á vuestro los sitios que preferíamos y que recordá-
afecto. Tentado estoy de deciros que me bamos. A l regresar de nuestra excursión
dispenséis de manifestaros m i gratitud, quisimos satisfacer una idea piadosa y
ya que todos estáis contra mí. E n l a m i - nos dirigimos al cementerio.
tología existia un mónstruo fabuloso, un Hicimos parar el carruaje que nos con-
gigante llamado Briareo: pues bien, en- ducía ante el Campo de San Juan, en el
vidio á ese mónstruo, porque quisiera que están enterrados muchos de nues-
como él tener cien brazos para estrecha- tros compañeros. A l llegar allí nos hizo
ros las manos. estremecer u n triste espectáculo. U n a
Os voy á decir lo que me encanta en mujer, mejor dicho, una forma humana,
Jersey. P l á c e m e este clima, en el que el cubierta con un sudario negro, estaba
invierno y el verano son benignos; sus allí en tierra, m á s que arrodillada, pros-
flores, que nacen en u n perpétuo A b r i l ; ternada, extendida y como abismada en
sas árboles, que son normandos; sus ro- una tumba. Nos quedamos inmóviles,
cas, que son bretonas; su cielo, que me silenciosos, ante aquel dolor majestuoso.
recuerda á Francia; su mar, que me re- Aquella mujer, después de rezar, se le-
cuerda á P a r í s . P l á c e m e esta población vantó, cogió una flor que nacia entre la
que trabaja y que lucha, los hombres yerba del sepulcro y se l a g u a r d ó en el
bravos que se encuentran siempre en las corazón. Entonces reconocimos aquella
calles y en los campos, y cuya fisonomía faz pálida, aquellos ojos inconsolables y
participa de l a libertad inglesa y de l a aquellos cabellos blancos: era una ma-
gracia francesa, que t a m b i é n es una l i - dre, era la madre del j ó ven proscripto
bertad. Felipe Faure, muerto hace cuatro años
Cuando llegué a q u í hace ocho años, re- en la brecha santa del destierro. Hace
cien salido del prodigioso combate políti- cuatro años, todos los dias aquella ma-
co del siglo diez y nueve, náufrago de la dre v á al cementerio, se arrodilla y besa
catástrofe de Diciembre, encontré en Jer- una fosa. Probad á impedir que vaya
sey inesperada, tranquila y sublime paz. allí, decidla que puede volver á Francia,
Acababa de consumarse el gran crimen á su pátria; ¿qué le importa á aquella
político de los tiempos modernos; acaba- madre? Decidla: Este no es vuestro pais.
ban de ahogar la libertad en la pátria de No os creerá. Decidla: No habéis nacido
l a civilización; venia de luchar contra la aquí. E l l a os responderá: Pero a q u í ha
servidumbre que quería imponer u n hom- muerto m i hijo. Enmudeceréis ante esta
bre á un pueblo, y llegué a q u í convul- respuesta, porque l a p á t r i a de l a madre
sivo, tembloroso aun de l a lucha pasada es l a tumba del hijo.
y jadeante. Jersey consiguió calmarme. Ved a q u í , señores, cómo puede que-
E n esta isla encontré el reposo, y a q u í , rerse á una tierra que no es nuestra pá-
concentrando siempre l a cólera sagrada tria con toda nuestra alma, que está ya
contra el crimen, sentí que la inmensi- confundida con la de Jersey. A q u í he-
dad traia á m i cólera su apacibilidad se- mos enterrado á nuestros amigos muer-
rena y me a p a c i g ü é . E n vuestras casas tos. No hay tierras extranjeras; en todas
y en vuestras ciudades refleja la bondad partes l a tierra es la madre tierna y se-
humana, y en vuestros campos y en vera del hombre. E n todos los sitios en
vuestros mares la bondad divina. No ol- los que el hombre a m ó , lloró y sufrió,
vidaré nunca los primeros dias de m i esto es, en todas partes, está en su pro-
destierro. Mis compañeros y yo podemos pio pais.
436 OBRAS D E VICTOR HUGO.

A l brindis que me habéis dedicado j habéis acogido bien; pues acoged del mis-
voy á contestar. Brindo por Jersey, por mo modo en vuestros puertos á toda cla-
su prosperidad, por su engrandecimien- se de náufragos. Si los buenos sufren
to industrial y comercial, y sobre todo desastres, los culpables tropiezan con es-
por su engrandecimiento intelectual y eolios, porque el que causa el m a l no
moral. siempre triunfa. Si alguna vez llegan á
Hay dos cualidades que dan á los pue- vuestras playas vencidos los defensores
blos grandeza y simpatías; estas dos cua- de una causa injusta, recibidles como
lidades son la libertad y la hospitali- nos habéis recibido. L a desgracia es una
dad: la hospitalidad era la gloria de las de las formas santas del derecho; de los
naciones antiguas, y la libertad es el es- posibles vencidos no exceptúo á nadie,
plendor de las naciones modernas. Que Puede suceder que entre los vencidos
conserve Jersey estas dos coronas, ya que que las grandes tempestades ó las gran-
las posee. Que las conserve siempre. des mareas del porvenir arrojen á vues-
V i g i l a d , vigilad para no perder nunca tras costas, se encuentre nuestro pros-
vuestra libertad y no permitáis que na- criptor, expulsado á su vez de Paris. Si
die atente contra ella, ya que en esta eso sucede, sed con él clementes, como
dichosa isla resplandecen la hermosura y habéis sido justos con nosotros; si llama
la independencia. No estáis solo en la á vuestra puerta, abrídsela y decidle:
isla para vivir en ella y para gozar de ^Los que vos proscribisteis nos han su-
sus encantos; estáis t a m b i é n a q u í para plicado que os concedamos asilo en esta
cumplir vuestro deber. Dios se encarga- isla, y os lo concedemos.,,
r á de que permanezca siendo hermosa;
vuestras mujeres de que siga siendo II.
feliz, y vosotros os encargareis de que
continúe siendo libre. M Progreso, periódico de Puerto-Prínci-
Conservad t a m b i é n religiosamente la pe, publicó la carta siguiente, que escri-
hospitalidad. Las naciones hospitalarias bió Víctor Hugo á M . Heurtelou, redac-
están dotadas de cierta gracia augusta y tor en jefe de E l Progreso, respondiendo
venerable. Sirven de ejemplo, y en el á las gracias que éste le dió por haber sa-
vasto y tumultuoso movimiento de los lido á la defensa de John Brown:
pueblos, no solo dan hospitalidad, sino
que forman la educación; l a hospitalidad "Sois, señor, noble muestra de la bu-
que ofrecen las naciones es el principio I manidad negra, tanto tiempo oprimida y
de l a fraternidad entre los hombres. despreciada.
Sed siempre hospitalarios. Que honre L a misma alma encierra el cuerpo de
esta función sagrada eternamente á la todos los hombres desde u n extremo al
isla, y permitid que la asocie á Q-uerne-1 otro de la tierra, y los negros de vuestro
sey, su hermana, y á todo el archipiéla- temple lo prueban. ¿Existieron muchos
go de l a Mancha. Es una grandiosa tier- Adanes? Los naturalistas pueden discu-
ra de asilo, si no por su extensión, por el t i r esta cuestión; lo indudable es que no
n ú m e r o de refugiados de todos los parti- existe m á s que u n Dios. No existien-
dos y de todas las p á t r i a s , á los que des- do m á s que un padre, todos somos her-
de hace tres siglos ha prestado abrigo manos.
y consuelo. Conseguid ser el archipiéla- Por defender esa verdad murió John
go bendito y salvador. Dios os ha coló-1Brown en el p a t í b u l o ; por defenderla
cado en estos sitios para que admitáis luchó sin tregua. Me lo agradecéis con
en vuestros puertos á las naves que azo- palabras tan cariñosas que me han con-
ta l a tempestad y á los corazones de los movido.
hombres que azota el destino. Que no No debe haber en la tierra blancos n i
tenga límites vuestra hospitalidad; no negros; no debe haber m á s que espíritus,
discutáis nunca al que venga á pediros Para Dios todas las almas son blancas.
asilo y admitidle sin examinarle, porque Tengo entusiasmo por vuestro país,
todo el que sufre es digno de l a hospita- por vuestra raza, por vuestra libertad,
lidad. Los proscriptos de Francia que por vuestra revolución y por vuestra
nos encontramos a q u í no hemos causa- República. L a magnificencia de vuestra
do m a l á nadie; hemos defendido el dere isla halaga á las almas libres, y acaba
cho y las leyes de nuestro pais; hemos de darnos el gran ejemplo de destruir el
cumplido el mandato del pueblo como despotismo. T a m b i é n os a y u d a r á á des-
nos dictaba la conciencia; sufrimos per- truir la esclavitud, que desaparecerá bajo
secuciones por defender la justicia; nosl todas las formas. No es á John Brown á
EN E L D E S T I E R R O .

quien los Estados del Sur acaban de ma- Continuad consolidando vuestra gene-
tar; lo que acaban de matar es la escla- rosa revolución; persistid en ella con
vitud. vuestros dignos conciudadanos. H a i t i es
Desde ahora puede considerarse como hoy una antorcha, y es conveniente que
rota la Union americana, á pesar de lo se vea que u n negro lleva en la mano
que dice el mensaje del presidente Bu- una de las antorchas del progreso que
chanau. Esto me apesadumbra, pero será alumbran el camino de la humanidad.
así; entre el Sur y el Norte se interpone Vuestro hermano,
el patíbulo de Brown. No hay solidari- VÍCTOR HUGO.
dad posible. De un crimen no son respon-
sables dos. Hauteville-House 31 Marzo 1860-,,
La eacpedicion á la. Cttina..

mónstruos; barnizadle, esmaltadle, do-


Al capitán Butler. radle; que os construyan en él arquitec-
tos que al mismo tiempo sean poetas los
m i l sueños de las m i l y una noches; aña-
Hauteville-House 25 Noviembre 1861. didle después jardines, fuentes, cisnes,
Queréis saber m i opinión respecto á l a pavos reales; imaginaos, en una palabra,
expedición de l a China; l a encontráis una especie de deslumbradora caverna
honrosa y grata y me honráis queriendo de l a fantasía humana, que tenga a l
conocer m i d i c t á m e n antes de empren- mismo tiempo figura de templo y de pa-
derla; creéis que l a expedición á la Chi- lacio, y conseguiréis representaros á ese
na, cobijada bajo el doble pabellón de la monumento. Para crearle se necesitó el
reina Victoria y del emperador Bonapar- enorme trabajo de dos generaciones. Ese
te, producirá una gloria que debe divi- edificio, grande como una ciudad, lo edi-
dirse entre Francia ó Inglaterra, y de- ficaron los siglos haciendo trabajar á
seáis saber l a cantidad de aprobación pueblos enteros. Los artistas, los poetas
que concedo á la victoria inglesa y fran- y los filósofos conocian el Palacio de Ve-
cesa. rano. Voltaire habla de él. Antiguamen-
Os lo voy á decir. te se contaban como edificios maravillas
Hubo en u n rincón del mundo una el Parthenon en Grecia, las pirámides en
maravilla que se llamaba el Palacio de Egipto, el Coliseo en Roma, Nuestra Se-
Verano. A l arte dominan dos principios: ñ o r a en Paris y el Palacio de Verano en
el de l a idea, que produce el arte euro- Oriente. E l que no lo veia lo soñaba.
peo, y el de l a quimera, que produce Era una especie de temible obra ma-
el arte oriental. E l Palacio de Verano gistral, desconocida, entrevista en lon-
era al arte quimérico lo que el Parthe- tananza en u n crepúsculo, como una
non a l arte ideal. Todo cuanto puede silueta de l a civilización de Asia, en
producir la i m a g i n a c i ó n de un pueblo el horizonte de la civilización Europea.
casi extrahumano se encontraba en el Pues bien, esa maravilla ha desapare-
palacio; no era, como el Parthenon, una cido.
obra rara y única; era una especie de mo- U n dia entraron dos bandidos en el
delo de la quimera, si es posible que la Palacio de Verano: el uno lo saqueó y
quimera tenga modelo. Imaginaos una el otro lo incendió; lo devastaron para
construcción inexplicable, u n edificio l u - repartirse las riquezas entre los dos. Qui-
nar, y tendréis una idea vaga de lo que zás los tesoros de nuestras catedrales j u n -
era el Palacio de Verano. Edificad so- tas no v a l d r í a n tanto como el espléndido
ñ a n d o u n edificio con m á r m o l , jaspe, museo del Oriente. Allí no solo habia
bronce y porcelana, dándole el esqueleto obras magistrales de arte, sino que esta-
de madera de cedro; cubridle de pedre- ban amontonadas un sinnúmero de r i -
r í a y de seda; construid en una parte de quezas de orfebrería. Uno de los dos
él un santuario, en otra u n harón y en bandidos se llenó los bolsillos y el otro
otra una cindadela; poned allí dioses y llenó cofres, y los dos se volvieron á
OBRAS D E VICTOR HUGO.

Europa muy satisfechos y m u y alegres. E l imperio francés se ha embolsado la


Los europeos somos los hombres civi- mitad de l a victoria que os acabo de re-
lizados, y para nosotros los chinos son ferir, y ostenta hoy con la vanagloria de
bárbaros. Pues he a q u í la salvajada que propietario el espléndido baratillo del
la civilización hizo á la barbarie. Palacio de Verano. Tengo la esperanza
Ante la historia, uno de los dos bandi- de que llegue un dia en que la Francia,
dos se llama Francia y el otro se llama libre y limpia, devuelva ese botin que
Inglaterra. Pero protesto, y os doy las robó á la China.
gracias porque me habéis ofrecido la Entre tanto, bueno es hacer constar
ocasión de protestar, de que los críme- que existe un robo y dos ladrones.
nes de los gobiernos no deben atribuirse T a l es l a cantidad de aprobación que
á los gobernados; los gobiernos son algu- concedo á l a expedición de la China.
nas veces bandidos, pero los pueblos nun-
ca lo son, VÍCTOR HUGO.
i 8 6S .
Barbes á Víctor Hiago.-Contin-iaacion. d.e la l u c l i a en. pro de
la inviolabiliciad. de la -vida Ix-uLnciana; en Bélgica
y en S\xiza c o n t r a la pena de mu-erte, en Francia c o n t r a la torttxra.
Cliarleroi.—Ginebra.-Asían t o
Doise.-Los Miserables.-Establecimiento de la comida de los n i ñ o s pobres.

I. motivo, r e c o r d á n d o m e los esfuerzos que


otras veces hice en circunstancias aná-
IÍOS condenador de Charleroi. logas.
Si es u n llamamiento, responderé á él,
u n i é n d o m e al autor de los versos para
Algunos periódicos belgas atribuyeron ver si conseguimos evitar que caigan
á Yíctor Hugo unos versos dirigidos al nueve cabezas en el p a t í b u l o de Bélgica.
rey de Bélgica, en los que se pedia el i n - E l autor de los versos se dirige al rey,
dulto para nueve sentenciados á muerte pero yo voy á dirigirme á la nación.
en Charleroi; con este motivo escribió E l asunto de Hainant es para l a Bél-
Víctor Hugo la siguiente carta: gica, bajo el punto de vista del progre-
so, una de las ocasiones de las que los
"Hauteville-House 21 Enero 1862. pueblos salen empequeñecidos ó engran-
Vivo en el retiro, sobre todo desde hace decidos.
dos meses, que u n trabajo apremiante Suplico á la nación belga que elija
me absorbe, hasta el punto de no saber esto ú l t i m o . De ella depende que la re-
nada de lo que sucede en el mundo. pugnante guillotina no funcione en la
Hoy me ha traido un amigo muchos plaza pública. N i n g ú n gobierno puede
periódicos, que contienen preciosos ver- resistir las santas presiones que tienen
sos, en los que se pide que sean i n d u l t a - por objeto la misericordia. Rechazar el
dos nueve sentenciados á muerte; debajo patíbulo debe ser la voluntad manifiesta
de esos versos v i m i firma. del pueblo. Dícese "que lo que el pueblo
No soy el autor de esos versos, pero al quiere lo quiere Dios,,. De vosotros, bel-
que los ha escrito le doy las gracias. gas, depende que se diga al revés, esto
Cuando se trata de salvar l a vida de es: " L o que Dios quiere lo quiere el pue-
a l g ú n hombre, consiento que se use y blo,,.
hasta que se abuse de m i firma; inútil Atravesamos en estos instantes la hora
me parece a ñ a d i r que, tratándose de ese peor del siglo diez y nueve. Aparente-
asunto, no lo tomo por un abuso. E n esta mente, de diez años á esta parte ha ha-
ocasión elfinjustifica los medios. bido un retroceso de civilización; Vene-
P e r m í t a m e el autor que le alabe, por cia arrastra cadenas, l a H u n g r í a está
que, repito, encuentro magníficos los agarrotada y á l a Polonia la dan tor-
versos. A d e m á s de celebrarlos, deseo que mento; en todas partes se aplica la pena
me haga conocer el lamentable suceso de muerte. L a pena de muerte está ele-
de Charleroi. vada á la dignidad de última ratio. Las
Me parece que esos versos son un l l a - razas, los partidos se la arrojan á l a ca-
mamiento, un modo como otro cualquie- beza, sirviéndose de ella como de una ré-
ra de invitarme á que escriba con este plica. Los blancos la utilizan contra los
56
TOMO i y .
442 OBRAS D E VICTOR HUGO.

negros y los negros contra los blancos. listoria ponen su balanza en una civili-
E l gobierno español fusila á los repu- zación, las cabezas cortadas pesan con-
blicanos y el gobierno italiano á los rea- tra el que las corta.
listas. E n Roma se ejecuta á u n inocen- Escribiendo lo que acabo de escribir
te: el verdadero autor del asesinato se cumplo con m i deber. Ayudadme y pres-
declara asesino y reclama en vano. L a tadme vuestra publicidad para un asun-
Europa se obstina en creer en l a pena de to de tan doloroso y supremo interés.
muerte; la A m é r i c a se bate por ella. E l
patíbulo es amigo de la esclavitud, y la VÍCTOR HUGO. „
sombra de un cadalso se proyecta en la
guerra fratricida de los Estados-Unidos.
II.
J a m á s la América y l a Europa han
estado tan paralelas n i se han entendido Armand Barbéis W á Tíctor Hugo.
mejor sobre este punto; todas las cuestio-
nes las dividen, excepto la de matar; solo
sobre la pena de muerte están acordes Ilustre ciudadano:
los dos mundos. Esa pena reina; una es E l sentenciado de que os ocupáis en
pecie de derecho divino del hacha sale uno de los volúmenes de los Miserables
para los católicos romanos del Evange debe pareceres ingrato.
lio y para los protestantes de V i r g i n i a Hace veintitrés años que os está agra-
de la Biblia. decido y no os lo ha manifestado aun.
De semejante situación debe aprove- Perdonadle, perdonadme.
charse la Bélgica. E l pueblo que es libre Cuando estaba en la cárcel, antes de
debe tener voluntad. L a tribuna y la Febrero, muchas veces me hice el ánimo
prensa libres constituyen el organismo de ir á vuestra casa en cuanto me devol-
de la opinión completa. Pues que hable viesen la libertad.
la opinión, porque este es un momento Esos deseos fueron ilusiones de la j u -
decisivo. E n estas circunstancias, si Bél- ventud. Llegó ese dia que me arrojó
gica rechaza la pena de muerte, puede como una arista de paja rota en el tor-
convertirse bruscamente de pueblo pe bellino de 1848.
queño en nación directora. No pude cumplir lo que tanto deseaba.
Repito que la ocasión es admirable Además, perdonadme lo que os voy á
porque si se libra de i r al patíbulo á esos decir, ciudadano; la majestad de vuestro
nueve criminales, en lo sucesivo ya no genio me ha impedido siempre que os
se l e v a n t a r á para nadie, y la guillotina manifestara m i pensamiento.
dejará de funcionar en el pais libre de la Estuve orgulloso en la hora del peli-
Bélgica. gro de verme protegido por un rayo de
Seria magnífico que el pueblo peque vuestra llama; no podia morir defen-
ño diera esta lección á los grandes, y que diéndome vos.
por este hecho fuera m á s grandioso que Siento en el alma no haber podido
los demás; seria magnífico que cuando manifestaros que era digno de que me
crecen las tinieblas y se recrudece la defendiéseis. Pero cada uno tiene su des-
barbarie, la Bélgica, apoderándose de tino, y no eran héroes todos los que salvó
papel de g r a n potencia de la civiliza Aquiíes.
cion, diera de repente al género humano Ahora ya soy viejo y desde hace un
el deslumbramiento de la verdadera luz a ñ o tengo poquísima salud. He creído
proclamando, con las condiciones en que con frecuencia que iban á estallar m i co-
brilla mejor, no á proposito de un disen razón ó m i cabeza. Pero á pesar de mis
timiento revolucionario ó religioso ó po sufrimientos me felicito de vivir, porque
lítico, sino á propósito de nueve misera después de vuestro nuevo beneficio pue-
bles que no merecen m á s compasión que do atreverme á agradeceros el antiguo.
la compasión filosófica, la inviolabilidac Y ya que he tomado la palabra, os
de l a vida humana, haciendo retroceder agradezco m i l veces, en nombre de nues-
definitivamente hácia la oscuridad la tra santa causa y en nombre de la Fran-
monstruosa pena de muerte, que tiene cia, el grandioso libro (2) que acabáis de
la vanagloria de haber hecho dos cruci publicar.
fixiones, la de Jesucristo en el mundo Digo que en nombre de la Francia,
antiguo y la de John Brown en el m u n
do moderno. (1) En 1839 Barbes fué condenado á muerte. Víctor Hugo
Que piense en estola generosa Bélgica pidió en verso á Luis Felipe que le indultase y consiguió el in-
dulto. Las dos cartas que insertamos tratan de este asunto,
y no olvide que, cuando la filosofía y la (2) Alude á ios Miserables.
EN E L D E S T I E R R O . 443
porque me parece que la patria de Jua-
na de Arco y de la revolución era la
única capaz de dar á luz vuestro corazón III.
y vuestro genio, y vos, hijo predilecto de
ella, habéis ceñido en la frente gloriosa Los Miserables.
de vuestra madre una nueva corona de
gloria.
Recibid m i profundo afecto. Cuando Víctor Hugo publicó Los M i -
serables fué á Bruselas. Sus editores le
A . BARBES. ofrecieron un banquete, en el que reunie-
L a H a i e 10 Julio 1862. ron á escritores célebres de todos los paí-
ses. Víctor Hugo respondió á la saluta-
ción de todos ellos con el siguiente dis-
A ARMAND BARBES. curso:
M i hermano de destierro:
Cuando u n hombre ha sido como vos "Señores:
el combatiente y el m á r t i r del progre- L a emoción que me embarga es inex-
so, y ha sacrificado por la santa causa de presable; si las palabras me faltan, sed
la democracia su fortuna, su juventud, indulgentes conmigo.
su libertad y su derecho á ser feliz; cuan Si solo tuviese que contestar al hono-
do por servir al ideal aceptó todas las rable burgomaestre de Bruselas, m i t a -
formas de la lucha y todas las formas de rea seria sencilla; para glorificar á ma-
la prueba, la calumnia, la persecución, gistrado tan popular y á ciudad tan
largos años de cárcel, largos años de des noblemente hospitalaria solo t e n d r í a que
tierro; cuando su abnegación le puso decir lo que está en la mente de todos,
bajo la cuchilla de la guillotina; cuando me bastaría ser un eco; pero ¿cómo dar
u n hombre ha obrado así, todos le deben las gracias á las otras voces elocuen-
y él no debe nada á nadie. E l que lo ha tes y cordiales que me han felicitado? A l
dado todo al género humano ha solven- lado de los reputadísimos editores, á los
tado su deuda con el individuo. que se debe la idea fecunda de estable-
No os es posible ser ingrato con nadie cer la librería internacional, veo reuni-
Si hace veintitrés años no hubiera obra dos publicistas, filósofos, escritores emi-
do como obró—por lo que ahora me neutes, que son la honra de las letras y
dais las gracias,—yo hubiera sido el i n el honor del continente civilizado. Me
grato con vos. perturba y me confunde ser el centro de
Todo lo que habéis hecho en favor de esta fiesta de las inteligencias y tener
pueblo lo considero como un servicio la honra de que se celebre por mí, que
personal. solo soy una conciencia que acepta el
En la época que me recordáis no hice deber y un corazón resignado al sacri^
más que cumplir con u n deber sagrado ficio.
Si tuve entonces la dicha de pagaros Dar las gracias á la ciudad, esto es, a
parte de la deuda universal, aquel m i n u su primer magistrado que la representa,
to no es nada si se le compara con vues repito que es fácil; pero ¿cómo darlas á
tra vida entera, y no por eso los repu todos vosotros, cómo estrechar á l a vez
blicanos dejamos de ser vuestros deu todas vuestras manos? Veremos si tam-
dores. bién encuentro un modo fácil. ¿Qué re-
M i recompensa, concediendo que la presentáis, los que aquí estáis reunidos,
merezca, la obtuve en la acción que prac escritores, periodistas, editores, impre-
t i q u é . Esto no obstante, acepto afee sores y publicistas? Representáis todas
tuosamente las nobles palabras que me las energías de la inteligencia, todas las
dedicáis y me ha conmovido profunda formas de la publicidad, sois el espíritu-
mente vuestra g r a t i t u d m a g n á n i m a . legión, sois el órgano nuevo de la socie-
Me ha emocionado y he encontrado dad nueva, sois la prensa. Brindo, pues,
magnífico el rayo que desde vuestra so- por la prensa.
ledad habéis enviado á la mia. Hasta Brindo por la prensa libre, poderosa y
que nos volvamos á ver en el mundo ó fecunda, por la prensa de todos los pue-
en otra parte. blos.
Saludo á vuestra gran alma. L a prensa es la que i l u m i n a al mundo
VÍCTOE HUGO. social, y todo lo que d á luz tiene algo de
la Providencia.
Hauteville-House 15 Julio 1862. E l pensamiento es m á s que u n dere-
444 OBRAS D E VICTOR HUGO.

cho, es el hálito mismo del hombre. E l I dad navega irresistiblemente hácia ellas,
que pone trabas al pensamiento atenta Esas cuestiones son la base del libro do-
contra el hombre. Hablar, escribir, i m - loroso, del que tan magníficamente os
primir, publicar, son en él, bajo el punto habéis ocupado. Hay que resolver los
de vista del derecho, identidades; son en problemas del pauperismo, del parasitis-
ól círculos de la inteligencia en 'acción, mo, de la producción y repartición de l a
que se ensanchan sin cesar; son en él riqueza, de la moneda, del crédito, del
las ondas sonoras del pensamiento. trabajo, del salario, de la extinción del
De todos esos círculos, de todas esas proletariado, de la diminución progre-
irradiaciones del espíritu humano, el siva de la penalidad, de la miseria, de la
mayor es la prensa. E l diámetro de la prostitución, del derecho de la mujer, del
prensa es el mismo d i á m e t r o de la civiii- derecho del niño y de la e n s e ñ a n z a gra-
zacion. tuita y obligatoria. L a prensa libre alum-
A cada diminución de l a libertad de bra todos esos problemas y su claridad
la prensa corresponde una diminución de los hace practicables, enseña sus precipi-
civilizacion; en donde interceptan esta cios y sus salidas, se les puede abordar y
libertad, puede decirse que allí interrum- penetrar en ellos. Cuando se resuelvan,
pen la nutrición del género humano. Se- salvarán al mundo. Sin el auxilio de l a
ñores, la misión de nuestra época con- prensa, esos problemas permanecerían en
siste en cambiarlos antiguos asientos de la oscuridad; siendo temibles, solo se ve-
la sociedad, en crear el órden verdadero rian sus escarpaduras, y no pudiendo
y en sustituir en todas partes las reali- penetrar en ellos, la sociedad podria zo-
dades á las ficciones. E n el cámbio de zobrar. Si se apaga el faro, el puerto se
las bases sociales, que es el colosal tra- convierte en escollo,
bajo de nuestro siglo, nada resiste á la Con la prensa libre no es posible que
prensa, si aplica su poder de tracción al yerre, que vacile, n i que ande á tientas
catolicismo, al militarismo, al absolutis- la humanidad. E n las encrucijadas de
mo, á los bloques de hechos y de ideas los problemas sociales, la prensa sirve de
m á s refractarias. dedo indicador. I d hácia el ideal, i d há-
L a prensa es la fuerza. Por qué? Por- cia la justicia y hácia la verdad: pero no
que es la inteligencia. Es el clarín v i - basta ir; es preciso que vayáis delante.
viente que toca la diana de los pueblos, E n q u é sentido camináis? E n esto estriba
que anuncia en voz alta el advenimiento toda la cuestión. Simular el movimien-
del derecho, que saluda á la aurora y to no es realizar el progreso; marcar el
que adivina l a llegada del dia; es la que paso sin avanzar, es el papel que solo
aconseja al mundo, y alguna vez, cosa debe representar la obediencia pasiva.
e x t r a ñ a , ¡la aconsejada es ella!; es el buho Es preciso proponernos un fin, saber á
que reprime el canto del gallo. dónde vamos, hacer un esfuerzo propor-
Por desgracia la prensa está oprimida clonado con el resultado; que cada paso
en algunos países. Pero es esclava? No. que demos lo dirija una idea, y que unos
Prensa esclava son dos palabras que no pasos se encadenen l ó g i c a m e n t e con los
pueden casarse. A d e m á s , hay dos modos otros; que detrás de la idea venga la so-
grandiosos de ser esclavos; el de Sparta- lucion, y detrás del derecho la victoria,
cus y e l d e Epicteto: el primero rompe No demos nunca u n paso hácia atrás. No
las cadenas y el segundo prueba el tem- estemos nunca indecisos; querer y no
pie fuerte del alma. Cuando el escritor querer es cosa miserable; el que vacila y
encadenado no puede recurrir al prime- retrocede no piensa. Y o no admito la po-
ro, acude al segundo. lítica sin cabeza, n i la Italia sin Roma,
No hay medio de esclavizar al espíri- Y a que he pronunciado la palabra Ro-
tu, obren como quieran los déspotas, y ma, permitidme que me interrumpa para
pongo por testimonio vuestra opinión, dirigir un instante los ojos y el pensa-
ñombres libres que me escucháis, que así miento hácia el bravo héroe que yace
lo habéis afirmado, Pelletan, y otros mu- ahora en el lecho del dolor. Ciertamente
chos de los que me oís, y no solo lo ha- que tiene motivos para envanecerse, ya
beis afirmado, sino que lo habéis pro- que la gloria y el honor combaten con
bado con vuestro generoso ejemplo. él. Pero lo incomprensible y doloroso es
No hay salvación en nuestro siglo sin que en la noble ó ilustre I t a l i a puedan
la libertad de imprenta: debemos resol- encontrarse hombres que levanten las
ver las cuestiones inminentes que se nos espadas contra él. ¿Esos italianos no ven
presentan, cuestiones que son inevitables que es un romano?
y que no tienen t é r m i n o medio. L a socie-| Esos hombres creen que la I t a l i a es
EN E L D E S T I E R R O i

victoriosa y no se aperciben de que está labra para concluir y que esta palabra se
decapitada. E n esta sombría aventura, refiera á m i personalidad.
la historia retrocederá con indignación Es para m í una dicha encontrarme en-
ante la repugnante victoria que consiste tre vosotros, y doy gracias á Dios por
en matar á Garibaldi para no poseer á haberme concedido en m i vida grave
Roma. esta hora sonriente y deliciosa. M a ñ a n a
Dicho esto, pasaré adelante. volveré á m i retiro; pero os he visto, os
L a prensa es el auxiliar del patriota y he hablado, os he oido, os he estrechado
el espantajo del cobarde y del traidor; las manos, y llevo este grato recuerdo á
porque hay muchos que ]a odian, debe- m i soledad.
mos nosotros amarla. Mis amigos de Francia, y los otros
amigos mios que a q u í están reunidos,
L a denuncian, la insultan y la injurian e n c o n t r a r á n natural que dedique á aque-
todas las iniquidades, todas las supersti- llos mis ú l t i m a s palabras, y que diga
ciones y todos los fanatismos. Recuerdo que hace once años visteis salir de Pa-
una encíclica célebre, que contiene algu- rís á un hombre casi jóven y que aho-
nas palabras notables, que he conservado ra os habéis encontrado casi con un
en la memoria. E n ella un Papa con- viejo. Mis cabellos han encanecido, pero
temporáneo, Gregorio X V I , enemigo de m i corazón conserva la savia de la j u -
su siglo, lo que no es e x t r a ñ o en los Pa- ventud. Os agradezco en el alma que
pas, teniendo siempre en el pensamiento os hayáis acordado del ausente y que
el antiguo d r a g ó n y la bestia del Apoca- hayáis acudido aquí. Acoged m i profun-
lipsis, calificaba de este modo á la pren- do agradecimiento, que deseo que tam-
sa: Oula ignea, coligo, ímpetus ímmanís cum bién acojan los m á s jóvenes que me
strejpitu horrendo. No contradigo nada de rodean, cuyos nombres conocía y apre-*
eso, porque la retrata bien. Boca de fue- ciaba, pero cuyas personas veo hoy por
go y humo, de rapidez prodigiosa, de primera vez. Paróceme que entre vos-
ruido formidable. Sí, la prensa es l a loco- otros estoy respirando el aire natal; pa-
motora que pasa, la inmensa y santa lo- ré ce me que cada uno de vosotros haya
comotora del progreso. traído consigo algo de la Francia; paré-
A dónde va? ¿A dónde arrastra á la cerne que veo salir de todas vuestras al-
civilización? ¿ S u poder remolcador á mas, agrupadas á m i alrededor, algo au-
dónde conduce á los pueblos? E l túnel gusto semejante á la luz, y que es la
es largo, oscuro y terrible. Porque pue- sonrisa de la p á t r i a .
de decirse que aun la humanidad se ha Brindo por el poder, por la gloria y por
quedado en tierra, aun la materia la os- l a eficacia de la prensa; por que sea libre
curece, y la estrella, a ú n las supersticio- en Bélgica, en Alemania, en Suiza; en
nes, las preocupaciones y las tiranías Italia, en E s p a ñ a , en Inglaterra, en A m é -
forman una bóveda espesa encima de rica y en todas partes.
ella. Desde que el hombre existe, su
historia en el mundo es subterránea y Bruselas 16 Setiembre 1862.,,
no ha apercibido hasta ahora por ningu-
na parte la claridad de la luz. Pero en
el siglo diez y nueve, después de la re IV.
volucion francesa, no solo tiene la espe
ranza, sino t a m b i é n l a certidumbre de
E l banquete de los niños.
que l a gozará. E n lontananza aparece
ya un punto luminoso, que v á agran-
dándose m á s cada momento; es el porve- A L EDITOR CASTEL.
nir, es el fin de las miserias, es el alba de Apreciable amigo Castel:
las alegrías, es C a n a á n , es la tierra futu- L a casualidad hizo que cayeran en
ra, en la que solo tendremos hermanos vuestras manos unos ensayos de dibujos
y en la que gozaremos de la espléndida que yo t r a c é casi inconscientemente
claridad del sol. Que corra l a locomotora mientras escribía, con la t i n t a que que-
sagrada del pensamiento, de la ciencia, daba en la plu ma, en los m á r g e n e s ó en
de la filosofía y de la prensa, que ya se las cubiertas de mis manuscritos. Deseáis
acerca la hora en que la humanidad, sa- publicar esos dibujos; el excelente gra-
liendo al fin del oscuro y largo túnel de bador P a u l Ohenay se ofrece á hacer los
seis m i l años, se encuentre bruscamente facsímiles y vos me pedís el consenti-
deslumbrada ante el sol del ideal. miento. Por mucho que sea el talento
Permitid, señores, que os diga una pa- artístico de Paul Chenay, esos rasgos de
446 OBRAS D E VICTOR HUGO,

pluma, puestos de cualquier modo en el que he fundado, creo que puedo hacer
papel por un hombre que se dedica á el sacrificio del amor propio y autorizar
otras ocupaciones, temo que parezcan la publicación que deseáis. L o que pro-
pretensiosos; pero como veo vuestra in- duzca la publicación contribuirá á for-
sistencia en publicarlos, os doyt m i per- mar la lista civil de los niños indigen-
miso. Para que m i consentimiento no se tes. Se acerca el invierno y me compla-
crea quizás ridículo, voy á explicar por cería poder vestir á los que van casi
q u é os lo concedo. desnudos y dar zapatos á los que van
Hace a l g ú n tiempo establecí en m i descalzos. L a publicación de los dibujos
casa de Q-uernesey una reducida insti- me a y u d a r á á esto. E l empleo del pro-
tución de fraternidad práctica, que qui- ducto de la publicación me absuelve de
siera extender y propagar. Hasta ahora daros el consentimiento. Confieso que
es tan insignificante, que bien puedo nunca creía que mis dibujos, como os
ocuparme de ella. Consiste en dar una dignáis llamarles, pudiesen atraer l a
comida semanal á niños indigentes. To- atención de un editor tan inteligente y
das las semanas, las madres pobres me de un artista tan notable como P a u l
hacen el honor de traer á sus niños á Chenay; pero ya que así ha sucedido,
comer en m i casa. E m p e c é teniendo cúmplase vuestra voluntad; ya se defen-
ocho, después quince y ahora tengo vein- derán como puedan ante el público, para
tidós (1). Estos niños comen juntos y el que no fueron trazados, ya que la crí-
confundidos, católicos y protestantes, i n - tica t e n d r á en lo sucesivo sobre ellos un
gleses, franceses é irlandeses, sin distin- derecho que me hace estremecer; pero
ción de religión n i de nacionalidad. Los me consuela que á mis niños indigentes
reúno para que jueguen y para que se les parecerán muy bonitos.
diviertan, y les digo: ^Estáis libres y po- Publicad, pues, esos dibujos. Os deseo
déis hacer lo que queráis,,. Empiezan y feliz éxito.
acaban de comer dando sencillamente VÍCTOR HUGO.
las gracias á Dios, sin sujetarse á ningu-
na forma religiosa, y les servimos la Hauteville-House 5 Octubre 1862.
comida m i mujer, m i c u ñ a d a , m i hija,
mis hijos, mis criados y yo. Comen carne
y beben vino. Después que juegan se V.
van á la escuela. No solo sacerdotes ca
tólicos, sino ministros protestantes, l i Ginebra y la pena de muerte.
bres-pensadores y demócratas proscrip-
tos vienen algunas veces á presenciar E n 1862, al revisar la Constitución la
estas humildes comidas y ninguno se vá República de Ginebra, se votó la pena
descontento. de muerte, y la primera votación resultó
Me parece que he dicho ya bastante favorable al mantenimiento del patíbu-
para dejar comprender que me anima lo; pero esta decisión no era definitiva,
la idea de introducir las familias pobres faltaba verificar la segunda votación:
en familias menos pobres, y esta idea me antes de realizarse ésta los republicanos
parece excelente si la fecundan hom progresistas de Ginebra pensaron bus-
bres mejores que yos y sobre todo si la car el apoyo de Víctor Hugo, y M . Bost,
prohijan las mujeres; la creo practicable miembro de la Iglesia reformada y autor
y á propósito para producir buenos fru- de muchas obras apreciables, le escri-
tos, y me ocupo de ella con el objeto de bió una carta, que terminaba con estos
que la imiten los que puedan. Esta no es últimos párrafos:
la idea de la limosna, es la idea de la "Vuestro apoyo en esta cuestión nos
fraternidad. L a penetración de las fami- daria gran fuerza si emplearais vuestra
lias indigentes en las nuestras nos es elocuencia en defender tan noble causa:
t a m b i é n provechosa; es como un princi- ya sabéis que no se trata de una cues-
pio de solidaridad; pone en acción y en tión cantonal ó federal, sino de una
movimiento la santa fórmula democrá- cuestión social y humanitaria, en la que
tica Libertad, Igualdad y Fraternidad; todas las intervenciones son legítimas.
es comulgar con nuestros hermanos m á s E n las grandes cuestiones deben inter-
necesitados. Aprendemos á servirles y venir los grandes hombres, debe esclare-
ellos aprenden á querernos. cerlas el genio, y seria para nosotros
Pensando en la institución infantil inmensa ayuda la fuerza que saliera de
esas rocas, á las que se vuelven todas las
(1) Más tarde el número llegó á cuarenta. miradas.,.
EN E L D E S T I E R R O .

Víctor Hugo contestó lo que sigue: nebra vá á deliberar sobre l a pena de


" Apreciable señor Bost: Para una obra muerte. Foreste motivo me escribís, para
útil necesitáis ayuda y os dirigís á mí; que intervenga, tomando parte en la
os doy las gracias; me llamáis y acudo. discusión. Temo que os equivoquéis res-
A q u í estoy. pecto á la eficacia que atribuís á una po-
Ginebra está en la víspera de una de bre palabra aislada como la mia. ¿Quién
las crisis normales, que en las naciones, soy y q u é puedo conseguir? Hace ya mu-
como en los individuos, marcan el cam- chos años, desde 1828, que lucho con mis
bio de edad. Vais á revisar vuestra Cons- débiles fuerzas contra l a monstruosa
titución. Os gobernáis por vosotros pena de muerte, casi i n ú t i l m e n t e . L a
mismos, sois hombres libres y habéis pena de muerte solo ha cedido u n poco,
constituido una República. Vais á prac- la ha avergonzado l a ilustración de P a r í s ,
ticar un acto considerable, vais á rehacer ha perdido su aplomo, pero nada más;
vuestro pacto social, á examinar dónde expulsada de la Gréve, ha reaparecido en
os encontráis en cuanto al progreso y á la barrera de San Jacobo; expulsada de
la civilización. Y al deliberar, entre to- la barrera de San Jacobo, ha reapare-
das las cuestiones habéis puesto á la ór- cido en la Roquette. Retrocede, pero no
den del dia la m á s grave, la de la invio- se vá.
labilidad de la vida humana. Y a que reclamáis m i concurso, os lo
Se trata de la pena de muerte, que es prestaré; pero no os hagáis ilusiones res-
la sombría recade Sísifo. ¿Cuándo ce- pecto á m i influencia, si llega el caso de
sará de rodar y de caer sobre la sociedad conseguir lo que os proponéis. Repito
humana la roca de ódio, de tiranía, de que hace treinta años que me empeño
ignorancia y de injusticia que se llama en que desaparezca el patíbulo de la
penalidad? ¿Cuándo á la palabra pena plaza pública. He tratado de revolucio-
sustituirá la palabra enseñanza? ¿Cuán- nar la conciencia universal; he combati-
do se comprenderá que el culpable es un do en conjunto y en detalle la penalidad
ignorante? Nuestro Código casi se redu- desmesurada y ciega que mata; ya tra-
ce á imponer la pena del Talion, ojo por t á n d o l a en tésis general, ya proponién-
ojo, diente por diente, m a l por mal. dome alcanzar y derribar el hecho en su
¿Cuándo la venganza r e n u n c i a r á á to- mismo principio y en general, ya l i m i -
mar esa revancha que llama vindicta? t á n d o m e á u n caso particular y propo-
Cree que nos e n g a ñ a ? L o mismo que n i é n d o m e por único objeto salvar la
la felonía cuando se llama razón de Es vida de un hombre. L o he conseguido
tado; lo mismo que el fratricidio cuando algunas veces, pero las m á s de ellas no
se pone las charreteras y se llama guer pude conseguirlo; otros muchísimos au-
ra. E n vano De Maistre se disfraza de tores notables se han consagrado á la
Dracon; la retórica sangrienta pierde el misma tarea, y apenas hace diez meses,
tiempo, no consigue desfigurar la defor- la generosa prensa belga, ayudando
midad que oculta; lo injusto permanece e n é r g i c a m e n t e á m i intervención, consi-
siendo inj usto y lo horrible horrible. Hay guió salvar la vida á siete de los nueve
palabras que son mascarillas, pero a l t r a sentenciados de Charleroi.
vés de su agujero se percibe la sombría Los escritores del siglo diez y ocho
claridad del mal. destruyeron la tortura, y yo no dudo
¿Cuándo l l e g a r á el dia en que la ley que los escritores del siglo diez y nueve
se ajuste al derecho? ¿Cuándo la justicia destruirán la pena de muerte. H a n he-
humana t o m a r á por norma la justicia cho suprimir en Francia ya el cortar la
divina? ¿Cuándo los que leen la Biblia mano y el castigar con el hierro canden-
c o m p r e n d e r á n la vida de Cain y los que te; han suspendido t a m b i é n la muerte ci-
leen el Evangelio el suplicio de Jesús? v i l y han podido establecer el admirable
¿Cuándo escucharán la voz viva que en expediente provisional de las circuns-
l a inmensidad exclama, al través de las tancias atenuantes. Las circunstancias
tinieblas: No matarás? ¿Cuándo los que atenuantes son, en efecto, el principio de
están bajo, jueces, sacerdotes, pueblos y la abolición.
reyes, conocerán que hay uno encima de Comprendo que ésta v e n d r á lentamen-
ellos? E n todas las partes domina la te, que no se realizará en seguida, pero
fuerza, en ninguna el derecho; se ven re- por eso no debemos descorazonarnos.
públicas con esclavos, m o n a r q u í a s con Nuestros esfuerzos en detalle no son
soldados, sociedades con verdugos. siempre inútiles. Acabo de recordaros el
Ahora se presenta una ocasión en l a hecho de Charleroi, y os voy á recordar
que el progreso puede dar un paso. Gi- otro.
OBRAS D E VICTOR HUGO.

Hace ocho años, en Q-uernesey, el cri- v i que estaba atada al poste, con una
minal Tapner fué condenado á la horca; argolla al cuello y con un rótulo en la
yo intervine, y aunque seiscientos nota- cabeza, una criatura humana, una mu-
bles de la isla firmaron una exposición jer jóven. U n brasero lleno de carbón
pidiendo el indulto, Tapner fué ahorca- ardiendo estaba á sus pies, y ante ella, y
do; pero entre tanto algunos de los dia- en las brasas, se enrojecía u n hierro con
rios de Europa que copiaron la barta que p u ñ o de madera; la muchedumbre pare-
yo escribí á los guernesianos, llegaron á cía contenta. Esta mujer habia cometido
tiempo á A m é r i c a para que la reprodu- un robo doméstico. A l dar las doce, por
jeran con utilidad los periódicos ameri- detrás de l a mujer, y sin que ésta le vie-
canos y para impedir un suplicio: en ra, u n hombre subió al tablado que ha-
Quebec iban á ahorcar á un reo llamado Dia encima del poste; me habia llamado
Julien; el pueblo del C a n a d á consideró la atención antes que la camisola de p a ñ o
con razón como dirigida á él la carta grosero que llevaba esa mujer tuviera
que yo escribí al pueblo de G-uernesey, y por detrás una hendidura atada con cor-
por u n contragolpe providencial esta dones; el hombre desató r á p i d a m e n t e
carta salvó, permitidme la expresión, no los cordones, separó la camisola, descu-
á Tapner, á quien apuntaba, sino á brió hasta la cintura la espalda de l a
Julien, al que no apuntaba. Cito estos mujer, cogió el hierro que ardia en el
hechos porque prueban que necesitamos brasero y se lo aplicó, apoyándolo con
persistir en la lucha, ya que la cuchilla fuerza en la espalda desnuda. E l hierro
fatal t a m b i é n persiste. y el brazo del verdugo desaparecieron
Las estadísticas de la guillotina y de entre una nube de humo blanco. Después
la horca conservan aun sus repugnantes de haber pasado cuarenta años esa esce-
niveles; la cifra de los asesinatos legales na, conservo aun en el oido y conservaré
no disminuye en n i n g ú n pais. Desde siempre en el alma el grito espantoso que
hace diez años, en los que el sentimiento lanzó la torturada. Aquella ladrona fué
moral está muy rebajado, el suplicio se una m á r t i r . Y o tenia diez y seis años y
envalentona y se recrudece. Solo en salí corriendo de la plaza, resuelto á
vuestra ciudad de Ginebra habéis tenido combatir toda m i vida las inicuas accio-
dos guillotinados en diez y ocho meses. nes de la ley.
E n E s p a ñ a existe el garrote v i l ; en Ru- De esas inicuas acciones la pena de
sia la muerte á palos. E n Roma, á pesar muerte es la peor. L a hemos visto apli-
de que la Iglesia tiene horror á la san- cada á nuestro siglo por los tribunales
gre, el reo es ammazzato (1). ordinarios y por delitos comunes. ¿Qué
E n Inglaterra hace poco han ahorca- idea tienen, pues, los hombres del asesi-
do á una mujer. nato? Fuera del caso excepcional de le-
Antes dije que se habia abolido l a tor- g í t i m a defensa, y no pudiendo pasar por
tura, pero no es así; en 1849 la tortura otro punto, el homicidio está prohibido
existia aun, y no en la China, sino en por las leyes divinas y por las leyes hu-
Suiza. E n Octubre de 1849, en Z u g , un manas; ¿y lo que se prohibe al individuo
juez instructor, queriendo hacer confesar se le permite á la colectividad? E l ver-
á u n a jóven llamada Matilde Widemberg dugo es una especie de asesino oficial con
el robo de un queso, l a metió los dedos título; ahoga ó ahorca, y dice á la socie-
pulgares en un torno, y por medio de dad: Y o trabajo por tí; p á g a m e . Es el
una polea y de una cuerda atada á dicho asesino que tiene privilegio para cometer
torno hizo subir á la miserable hasta el asesinatos que decreta el legislador, que
techo. Suspendida por los pulgares, un delibera el jurado, que manda el juez,
criado del verdugo la apaleaba. E n 1832 que consiente el sacerdote, que vigilan
en la isla de G-uernesey, donde ahora ha los soldados y que contempla el pueblo.
bito, el tormento por medio del látigo Es un asesino, que algunas veces tiene
estaba aun en vigor. E l verano pasado de su parte al asesinado: yo he discutido
una sentencia condenó á la pena de lati- algunas veces con un sentenciado á
gazos á un hombre de cincuenta años, muerte que se llamaba Marquis, que en
llamado Torode. teoría era partidario de la aplicación de
E n Paris, un dia del verano de 1818, esa pena; como t a m b i é n discutí con u n
hácia el medio dia, pasaba yo por la p í a magistrado que se llamaba Teste, que
za del. Palacio de la Justicia. Inmenso era partidario de las penas infamantes.
gentío rodeaba un poste; me acerqué Odiáis el asesinato hasta el extremo de
matar al asesino, y yo ódio el homicidio
(1) Matado. hasta el extremo de querer impedir que
GOJIO EL HIERRO DE LA ESTUFA, Y LO APLICO SOBRE EL HOMBRO DESNUDO.
EN E L D E S T I E R R O . 449
seáis homicidas. ¿Hay nada tan odioso deja una viuda y huérfanos castigados,
como i r todos contra uno, como reunir la castigados siendo inocentes. ¿En dónde
fuerza colectiva para causar la muerte? está la justicia de esa pena? Si la pena
U n hombre que mata á otro nos espan- de muerte no es justa, será útil? Sí, dice
ta, pero un hombre matado por los otros la teoría; su cadáver nos deja tranquilos.
hombres consterna el pensamiento. No, responde la práctica, porque su cadá-
No me cansaré de repetir que el crimi- ver os lega una familia sin padre y sin
nal, para reconocerse, para enmendarse recursos, y l a viuda tiene que prostituirse
y para desprenderse de la responsabili- para vivir, y los huérfanos tienen que
dad abrumadora que pesa sobre su alma, robar para comer. Dumollard, que era ya
necesita que le dejéis v i v i r el resto de su ladrón á la edad de cinco años, fué hijo
vida. Solo le concedéis algunos minutos, huérfano de u n guillotinado.
y . . . con q u é derecho? ¿Cómo os atrevéis Como se vé, la pena de muerte no es
á cargar con la responsabilidad de la ejemplar, n i justa n i útil. Qué es, pues?
temible abreviación de los fenómenos 8um qui sum. Tiene su razón de ser en sí
diferentes del arrepentimiento? ¿No com- misma. L a guillotina por l a guillotina,
prendéis que de ese modo la responsabi- el arte por el arte.
lidad llega á ser vuestra? Conseguís m á s Recapitulemos.
que matar á un hombre, porque m a t á i s Todas las cuestiones se levantan alre-
una conciencia. dedor de la pena de muerte; la cuestión
¿Con q u é derecho constituís á Dios en social, la cuestión moral, la cuestión filo-
juez antes de que llegue la hora de que sófica y la cuestión religiosa, sobre todo
sentencie? ¿Es que su justicia es uno de esta ú l t i m a . Vuelvo á repetir á los parti-
los grados de la vuestra? No podéis huir darios de la pena de muerte y á pregun-
de este dilema: ó sois creyentes ó no lo tarles si han reflexionado en la brusca
sois. Si sois creyentes, ¿cómo os atrevéis caida de una vida humana en el infinito,
á arrojar una vida á la eternidad? Si no caida inesperada en las profundidades,
sois creyentes, ¿cómo os atrevéis á arro- que se verifica antes de hora, como una
j a r u n sér en l a nada? especie de sorpresa que se trata de cau-
Existe u n criminalista que hace esta sar al misterio.
distinción: "Es un error llamar á la pena Colocáis u n sacerdote al lado del reo,
de muerte ejecución; debe llamarse repa- pero el sacerdote tiembla tanto como el
ración. L a sociedad no mata, cercena». paciente, porque t a m b i é n desconoce lo
Nosotros, que somos láicos, no com- insondable.
prendemos esas sutilezas. Sabéis lo que es lo desconocido? ¿Cómo
L a pena de muerte tiene partidarios os atrevéis á precipitar á nadie en él?
de dos clases; los que la explican y los Desde que en el empedrado de nuestras
que la aplican, ó en otros términos, los ciudades aparece u n p a t í b u l o , alrededor
que se encargan de l a teoría y los que se de ese punto terrible hay en la oscuri-
encargan de la práctica. Pero la teoría y dad u n inmenso estremecimiento, que
la práctica no están de acuerdo; se con- empieza en la plaza de la Grréve y no se
tradicen. Para destruir la pena de muer- detiene hasta Dios. L a ejecución capital
te solo se necesita abrir u n debate entre es la mano de la sociedad que pone á u n
la teoría y la práctica. Los partidarios hombre sobre un abismo, que al abrirla,
de este suplicio, por q u é lo quieren? ¿Por- le suelta y el hombre cae.
que el suplicio sirva de ejemplo? Sí, dice No nos cansemos de repetir este grito:
la teoría. No, contesta la práctica. Y ésta No m á s patíbulos; muera la muerte!
esconde el patíbulo todo lo m á s que pue- E l hombre pensador se reconoce en
de, destruye á Montfaucon, suprime al el respeto misterioso con que trata á la
pregonero público, l a evita los dias de v i d a .
mercado, levanta su mecanismo á media Dícese que los filósofos son soñadores,
noche y funciona á la madrugada; en porque pretenden abolir la pena de muer-
ciertos países, en A m é r i c a y en Prusia, te, por creer que causa el duelo de la
cuelgan y decapitan á puerta cerrada. humanidad. E l duelo?... Que vayan á
¿Están por la pena de muerte sus parti- presenciar una ejecución y verán cómo
darios porque creen que es justa? Sí, dice la m u l t i t u d se rie alrededor del cadalso.
la teoría, porque castiga al culpable. No, Que se convenzan de la realidad y no
replica l a práctica; es justo que se cas- se obstinen en permanecer en las nubes.
tigue al hombre culpable; pero si se le Dicen que es un acto salvaje y b á r b a r o
mata, su mujer queda viuda y sus hijos colgar á a l g ú n hombre y cortar alguna
huérfanos; por lo tanto, tras su muerte cabeza de vez en cuando... Deliran! ¡Quie-
57
TOMO I Y .
450 OBRAS D E VICTOR HUGO.

ren que no exista la pena de muerte! lago Leman y del Monte Blanco, el hom-
¿Puede imaginarse nada tan extrava- bre enseña á Dios la guillotina..
gante? ¡Pretenden que no haya patíbulos Hauteville-House 17 Noviembre 1862.,,
n i guerras! ¿Quién nos librará de los filó-
sofos? ¿Cuándo t e r m i n a r á n sus sistemas A pesar de que Víctor Hugo respon-
y sus teorías imposibles?... dió en seguida á la carta de M . Bost, la
Cualquiera que sea el resultado de deliberación del Comité constituyente
esta cuestión, vais á discutirla otra vez, fué m á s r á p i d a aun y estaba ya termi-
y os encargo que t e n g á i s á n i m o y que nada cuando llegó la carta. E l proyec-
combatáis la pena de muerte con todas to de Constitución sostenía la pena de
vuestras fuerzas. muerte, pero como el pueblo no habia
No hay pueblo que sea pequeño; hace votado aun, la cuestión no se habia deci-
poco tiempo se lo decia á la Bélgica, á dido definitivamente; por eso Víctor
propósito de los sentenciados de Charle- Hugo no se desanimó y remitió á Gine-
roi, y hoy me permito repetírselo á la hra esta segunda carta:
Suiza. L a grandeza de un pueblo no se "Apreciable Sr. Bost:
mide por el n ú m e r o de sus habitantes, L a carta que tuve el honor de r e m i t i -
como la grandeza de u n hombre no se ros el 17 de Noviembre creo que no ha-
mide por su talla. L a verdadera medida brá llegado á vuestras manos hasta el
es la cantidad de inteligencia y la canti- 19 ó el 20, porque hoy mismo acabo de
dad de virtud. E l que d á un gran ejem- leer en la Presse estas líneas, fechadas en
plo es grande. Las naciones p e q u e ñ a s Berna:
serán grandes el dia en que, entre pue- "Habéis reproducido la carta que diri-
blos fuertes por el n ú m e r o y vastos por gió Víctor Hugo á M . Bost, en Ginebra,
el territorio, pero obstinados por el fana- tratando el asunto de la pena de muer-
tismo, por las preocupaciones, por el te. L a publicación de esta carta ha
ódio, por l a guerra y por la esclavitud, llegado tarde; hace quince dias que l a
en contraposición practiquen aquellos lá Constituyente terminó sus trabajos. L a
fraternidad, destruyan el cadalso y glo- Constitución que ha elaborado no satis-
rifiquen el progreso. Las palabras son face los deseos del poeta, porque no su-
vanas si no están de acuerdo con las prime la pena de muerte m á s que para
ideas: no basta conseguir la República; se los delitos políticos. „
necesita conseguir l a libertad: no basta No, no ha llegado tarde.
ser demócratas; es preciso ser humanos. A l escribir la citada carta, m á s que al
E n el momento en que la Europa retro- Comité constituyente que propone, me
cede, seria magnífico que Grinebra avan- dirigía al pueblo que decide.
zase. Pensad que haria admirable efecto Dentro de pocos dias, el 7 de Diciem-
que vuestra p e q u e ñ a República aboliese bre, se someterá al pueblo el proyecto
la pena de muerte á l a faz de las monar- de Constitución. Luego m i carta ha lle-
quías; seria grandioso hacer revivir bajo gado á tiempo.
nuevo aspecto el antiguo antagonismo L a Constitución que en el siglo diez y
de Grinebra y de Roma, y ofrecer al mun- nueve contenga siquiera una p e q u e ñ a
do civilizado, por una parte á Roma con cantidad de pena de muerte, no es digna
su papado, que condena y mata, y á la de una República; quien dice República,
otra parte á Grinebra, perdonando con el dice expresamente civilización; y el pue-
Evangelio en la mano. blo de Ginebra, rechazando, como tiene
Pueblo de Ginebra, t u ciudad está si- derecho y deber, el proyecto que v á á
tuada sobre un lago edénico y colocada votar, realizará uno de esos actos doble-
en u n lugar bendito; rodéante todas las mente grandes, que llevan impresos á un
magnificencias de l a creación; la habi- mismo tiempo el sello de la soberanía y
tual contemplación de lo bello revela lo el sello de la justicia.
verdadero é impone deberes; la civiliza- Quizá creáis como yo que es útil pu-
ción debe ser armoniosa como la natura- blicar esta carta.
leza; sigue el ejemplo de tus clementes Os ofrezco otra vez l a seguridad de m i
maravillas; cree en t u cielo radiante aprecio y de m i viva cordialidad.
desde cuyo azul desciende la bondad, y VÍCTOR HUGO.
suprime el p a t í b u l o . No seas ingrato. Hauteville-House 29 Noviembre 1862. „
Que no se diga que por reconocimiento Se publicó esta carta; el pueblo votó y
y por cambio en el admirable rincón del rechazó el proyecto de Constitución,
mundo en el que p í o s colocó el espíen quedando abolida la pena de muerte en
dor sagrado de los Alpes, del Arve, del Grinebra.
1863.
La. lio-clia. de las naciones.—La Polonia c o n t r a el czar.-La I t a l i a
c o n t r a el Papa.-Méjico c o n t r a Bonaparte.

I. loneses; si á pesar de estar oprimidos, l a


opresión solo os sirve para sostener a l
Al ejército ruso. opresor; si teniendo la espada en la mano,
la ponéis al servicio del despotismo, que
es u n m ó n s t r u o que os aplasta á todos, ya
L a Polonia, indomable como el dere- seáis rusos, ya poloneses; si en vez de vol-
cho, acababa de sublevarse. E l ejército veros contra el verdugo de las naciones,
ruso l a aplastaba. Alejandro Herzen, destruís cobardemente á esos pueblos he-
bravo redactor del Kolokol, escribió á róicos y desesperados, que reclaman el
Víctor Hugo estas palabras: primero de los derechos, el derecho á
"Gran hermano, socorrednos! Hablad la pátria; si en pleno siglo diez y nueve
en nombre de la civilización.,, consumáis el asesinato de l a Polonia,
Víctor Hugo publicó entonces en los soldados del ejército ruso, caeréis m á s
periódicos libres de Europa la siguiente ignominiosamente y m á s bajo que las
proclama: bandas americanas del Sur y os atrae-
réis la execración del mundo civilizado.
"AL EJÉRCITO RUSO. Los crímenes de l a fuerza son y perma-
Soldados rusos, sed hombres. Esta glo- necen siempre siendo crímenes, que el
ria se os ofrece en los actuales momentos; horror público es una penalidad.
aprovechaos de ella. Soldados rusos, comprended el móvil
Y a que aun es tiempo, escuchadme. noble que anima á los poloneses y no
Si continuáis esa guerra salvaje; si á los c o m b a t á i s .
vosotros, oficiales, á pesar de ser nobles, E l espectáculo que os ofrece la Polo-
un capricho puede degradaros y dester- nia no es el combate del enemigo, es u n
raros á l a Siberia; si vosotros, soldados, ejemplo.
siervos ayer, esclavos hoy, arrancados VÍCTOR HUGO.
violentamente á vuestras madres, á vues-
tras prometidas y á vuestras familias; su- Hauteville^House 11 Febrero 1863,,,
jetos a l knout, maltratados, m a l n u t r i -
dos, condenados durante largos años, por
tiempo indefinido, al servicio militar, m á s II,
duro en Rusia que el presidio en otras
partes; si vosotros, que sois víctimas, pe- A Víctor Hngo.
leáis contra las víctimas; si en la hora
santa en que la venerable Polonia se le-
vanta y podéis elegir entre San Peters-
burgo, donde está el tirano, ó entre Var- Caprera, Agosto 1863.
sovia, donde está la libertad; si en este Querido amigo: Necesito u n millón
conflicto decisivo desconocéis vuestro de- m á s de fusiles para los italianos. Tengo
ber, el deber de l a fraternidad; si formáis la seguridad de que me ayudareis á re-
causa c o m ú n con el czar contra los po- coger los fondos necesarios. Colocaré el
4o2 OBRAS DE VICTOR HUGO.

dinero en poder de M . Adriano Lemari,' No os hace la guerra Francia, sino el


nuestro tesorero. imperio. Estoy con vosotros. Vosotros y
Vuestro, yo luchamos contra el imperio; vosotros
GL G-ARIBALDI. en vuestra p á t r i a , yo en el destierro.
Luchad, combatid, y si creéis que m i
A L GENERAL GAEIBALDL nombre os puede servir de algo, aprove-
chadle. A p u n t a d á ese hombre á la ca-
Querido Graribaldi: Estaba ausente; por beza con el proyectil de la libertad.
eso he recibido tarde vuestra carta y por Existen dos banderas tricolores, la de
eso os contesto tarde. la R e p ú b l i c a y la del imperio; no vá con-
E n el pliego adjunto encontrareis m i tra vosotros la primera, sino la segunda.
suscricion. E n l a primera se lee: Libertad, Igualdad,
Hicisteis bien en contar con lo poco Fraternidad: en la segunda se lee: Tolón,
que soy y con lo poco que puedo. Y a 18 Brumario.—2 Diciembre, Tolón.
que lo j u z g á i s útil, aprovecharé la pri-
Oigo vuestra voz que me llama, y
mera ocasión que se presente para ha-
quisiera colocarme entre los soldados
blar al público.
franceses y entre vosotros, pero solo soy
Os faltan un millón de brazos, un m i - una sombra. Los pobres soldados no
llón de corazones y u n millón de almas; tienen la culpa de esta guerra; la sufren
os falta la gran sublevación de los pue lo mismo que vosotros; están condenados
blos; esperadla, que vendrá. á mantenerla, detestándola. L a ley de l a
Vuestro amigo, historia debe ser castigar á los generales
VÍCTOR HUGO. y absolver á los ejércitos. Los ejércitos
Hauteville-House, Q-uernesey 18 No- son glorias ciegas, son fuerzas á las que
viembre 1863. se arranca la conciencia: cuando un ejér-
cito consigue la opresión de los pueblos,
comienza por su propia esclavitud; los
IIL que los invaden están encadenados; ellos
JLa guerra de Méjico. mismos son los primeros esclavos. Des-
pués de un 18 Brumario ó de un 2 de D i -
ciembre, el ejército solo es ya el espectro
L a guerra de Méjico estalló; fué un de una nación.
odioso hecho de fuerza contra un pueblo Bravos hombres de Méjico, resistid.
libre. Méjico resistió, y fué tratado m i l i - L a República está con vosotros y enar-
tarmente: el asalto de Puebla fué horri- bola sobre vuestras cabezas la bandera
ble; fué una de esas destrucciones de ciu- de Francia con su arco iris y la bandera
dades que deshonran una causa justa, y de A m é r i c a con sus estrellas.
que en este caso completaron la infamia Esperad. Vuestra heróica resistencia
de una guerra inicua. Mientras Puebla se apoya en el derecho, y tiene en su fa-
se defendía heróicamente, mientras duró vor la certidumbre de la justicia.
el sitio, se publicaba allí un periódico, E l atentado contra la República meji-
impreso en dos columnas, una en fran- cana es la continuación del atentado
cés y otra en español. Todos los números contra la República francesa. Esta em-
del periódico empezaban por una p á g i n a boscada completa la otra. E l imperio se
sobre Napoleón el Pequeño, en la que los estrellará contra esta tentativa infame,
combatientes de Puebla explicaban al así lo creo, y vosotros venceréis. Pero su-
ejército del imperio lo que era su empe- ceda lo que suceda, ya venzáis ó ya seáis
rador. Ese periódico contenia el siguiente vencidos, la Francia c o n t i n u a r á siendo
llamamiento de Víctor Hugo: "Qué sois? vuestra hermana, hermana de vuestra
soldados de un tirano. L a mejor Francia gloria y de vuestro infortunio; y yo, ya
está con nosotros: vosotros tenéis á Na- que apeláis á m i nombre, os repito que
poleón y nosotros á Víctor Hugo.,, Este estoy con vosotros: si sois vencedores, os
respondió lo siguiente: consagro m i fraternidad de ciudadano;
si sois vencidos, m i fraternidad de pros-
"Habitantes de Puebla: cripto.
Tenéis razón en creer que estoy con
vosotros. VÍCTOR HUGO.,,
1864.
El centenario ele Sliakespeare.

I. que es estar en ella encontrarse entre


vosotros. Me llamáis y acudo con entu-
E l centenario de Shakespeare. siasmo.
Glorificando á Shakespeare, dais los
franceses admirable ejemplo. L e colocáis
EL COMITÉ DE SHAKESPEARE Á VÍCTOR al nivel de las ilustraciones nacionales;
HUGO. le hacéis fraternizar con Moliére, al que
lo asociáis, y con Voltaire, que no le hizo
P a r í s 11 A b r i l 1864. justicia. E n el mismo instante en que la
Querido ó ilustre maestro: Inglaterra d á á Garibaldi carta de ciu-
Se ha verificado una reunión de es- d a d a n í a en l a ciudad de Lóndres, hacéis
critores, de autores y de artistas dramá- á Shakespeare ciudadano de la repúbli-
ticos y de representantes de todas las ca de las letras francesas. Efectivamente
profesiones liberales, con el objeto de or- debe ser de los vuestros; todo os es sim-
ganizar en P a r í s para el dia 23 de A b r i l pático en él, y coronáis en Shakespeare
una fiesta en conmemoración del tercer al cómico que sufrió, a l filósofo que l u -
centenario del nacimiento de Shakes- chaba y a l poeta que consiguió vencer.
peare. E l comité francés lo constituyen Vuestras aclamaciones honran en su
los miembros siguientes: vida á la voluntad, en su génio a l po-
Augusto Barbier, Barye, Carlos Ba- der, en su arte á la conciencia y en su
taille, Héctor Berlioz, Alejandro Dumas, teatro á la humanidad.
Julio Pavre, Jorge Sand, Julio Janin, Celebrar este centenario es m u y jus-
Teófilo Gautier, Prancisco V . Hugo, Le- to, y la civilización lo aplaude.
g o u v é , L i t t r é , P a u l Meurice, Michelet, Sois los poetas que glorifican á l a poe-
Eugenio Pelletan, Régnier. Secretarios: sía; sois los pensadores que glorifican á
Laurent Pichat, Leconte de Lisie, Feli- la filosofía; sois los artistas que glorifi-
ciano Mallefille, P a u l de Saint-Víctor can al arte; sois la Francia saludando á
y Thoré. la Inglaterra. Esta fiesta es el m a g n á -
Se os ha nombrado presidente por una- nimo abrazo que dá l a hermana á l a
nimidad. Corresponde esta presidencia hermana; la nación que sirvió de cuna á
al gran poeta y al gran ciudadano. Vicente de Paul, á la nación que sirvió
Confiados esperamos vuestra adhesión, de cuna á Wilberforce; el P a r í s de l a
para que tenga esta fiesta significación igualdad, al Lóndres de la libertad; de
completa. este abrazo r e s u l t a r á el cambio recíproco
Los delegados del comité: Laurent de estas dos cosas.
Pichat.—Enrique Rochefort.—Luis U l Hacéis m á s que saludar á la Inglaterra
bach.—Augusto Vacquerie.—E. V a l - en su génio en nombre de la Francia:
nay. borráis los límites geográficos; ya no hay
para vosotros franceses n i ingleses; sois
A L COMITÉ DE SHAKESPEARE. hermanos de u n genio y le festejáis, fes^
Señores: tejando al mundo entero, que en ese dia
Me parece que vuelvo á Francia, por- marcado hace trescientos años vió na-
OBRAS D E VICTOR HUGO.

cer á Shakespeare. Consagráis el princi- pan en esta solemnidad alrededor del


pio sublime de la ubicuidad de los espí- pedestal de Shakespeare; pero sin duda
ritus, del que proviene l a unidad de habéis creído que para que tuviera la
civilización; arrancáis el egoísmo del co- celebración de este aniversario carácter
razón de las nacionalidades; Corneille particularmente externo, para que esta
no es nuestro; Milton no es suyo; todos manifestación se hiciese fuera y m á s a l l á
los genios son de todos; el mundo entero de todas las fronteras, necesitábais que
es la p á t r i a de la inteligencia. ¡Quitan- presidiera ese comité un hombre coloca-
do esa barrera que separaba á los poetas, do t a m b i é n en estado escepcional, u n
la quitáis t a m b i é n entre los hombres, y francés que estuviera fuera de Francia,
amalgamando las glorias, empezáis á ausente y presente á un mismo tiempo;
borrar las fronteras! Es grande el dia en que tuviera los piés en Inglaterra y el
que v á á empezar esa santa promis- corazón en París; que fuera una especie
cuidad. de lazo de unión, situado á distancia
E l primer paso consiste en que Home- conveniente y al alcance de poder unir
ro, Dante, Shakespeare, Moliere y V o l - las dos manos augustas de las dos na-
taire sean indivisibles; en que el género ciones. Por un arreglo e x t r a ñ o del des-
humano entero tome posesión completa tino me encuentro en esa posición, y el
de los grandes hombres y entremezcle glorioso nombramiento de presidente con
las obras magistrales. Los otros pasos ya que me honráis lo debo a esa feliz casua-
se d a r á n después de éste. lidad.
T a l es la obra que i n a u g u r á i s ; obra cos- Os doy las gracias y os propongo este
mopolita, solidaria, fraternal, desprovista brindis: Brindemos por Shakespeare y
de nacionalismo, superior á las demos- por la Inglaterra; por el triunfo definiti-
traciones locales; de semejantes fiestas vo de los grandes hombres de l a inteli-
mana la civilización. gencia, y por la comunión de los pueblos
Para presidir tan memorable reunión en el progreso y en el ideal.
habéis elegido hombres de gran reputa- VÍCTOR HUGO.,,
ción, ilustres y populares, que encarnan
las inspiraciones del arte, del drama, de Inquietaron al gobierno de Bonaparte
la novela, de la historia, de la poesía, de los preparativos de la fiesta de Shakes-
la filosofía, de la elocuencia, que se agru- peare y la prohibió.
1865.
Lo qu-e es la. m.-u.erte.-Entierro de xma j o-ven.-La. estatua, de Beccaria.-El
centenario del Dante.-Fraternidad de los pneblos.

I. Dentro de ese a t a ú d se encierra u n


Emilia de Putron. corazón vivo, que está oyendo mis pa-
labras.
(Cementerio de los independientes de Guernesey.)
Emilia de Putron era el orgullo de
una familia respetable y patriarcal. A
E n pocas semanas nos hemos ocupado sus amigos y á sus parientes encantaban
de dos hermanas; a c o m p a ñ a m o s á una á su gracia y su sonrisa; era l a a l e g r í a de
su casamiento, y hoy venimos á acom- la casa.
p a ñ a r el entierro de l a otra. Este es el Desde la cuna la rodearon toda clase
perpetuo cambio de l a vida. Doblemos de ternuras; creció siendo feliz, y daba
la frente, hermanos mios, ante los fallos y recibía l a dicha; era amada y amaba.
del destino. Así murió.
Inclinémoslo, pero con esperanza. Te-
nemos ojos para llorar, pero t a m b i é n Dónde fué?. A la sombra? No. E n l a
para mirar; tenemos corazón para sufrir, sombra nos hemos quedado nosotros,
pero t a m b i é n para creer. L a fó en otra que ella se fué á buscar l a luz.
vida nace de la facultad de amar. No ol- E s t á ya donde brillan l a verdad, l a
videmos que tranquiliza el amor la i n - realidad y la recompensa. Esas jóvenes
quieta existencia, y que el corazón es el muertas, que no han causado n i n g ú n
que cree. E l hijo cuenta con volver á en- mal durante l a vida, cuando caen en l a
contrar á su padre; l a madre no se con- tumba, salen de ella radiantemente co-
vence de. que pierde el hijo para siempre; ronadas. E m i l i a subió á las regiones
la repulsión á l a nada constituye l a donde reina l a serenidad suprema, que
grandeza del hombre. completa las existencias inocentes. Su
E l corazón no puede errar. L a carne es juventud voló hácia la eternidad, su her-
una cosa que se disipa; si su desvaneci- mosura hácia el ideal, su esperanza hácia
miento fuera elfindel hombre, privarla la certidumbre, su amor hácia el infinito.
á nuestra existencia de toda sanción. No E l prodigio de l a partida para llegar
nos satisface el humo de l a materia; al cielo, que se llama muerte, consiste en
nos hace falta una certidumbre. Todo el que los que parten no se alejan. Viven
que ama, sabe y comprende que n i n g u - en un mundo de claridad, pero presen-
no de los puntos de apoyo del hombre cian, como afectuosos testigos, lo que
está en l a tierra: amar es vivir m á s allá pasa en nuestro mundo de tinieblas. To-
de la vida; sin esta fé, n i n g ú n dón pro- dos los que han visto desvanecerse en l a
fundo del corazón seria posible. Amar, tumba á u n sér querido, no deben creer-
que es el objeto del hombre, causarla su se que éste les abandona. Goza de l a pre-
suplicio; su paraíso se trocarla en infier- sencia inexplicable de las almas queri-
no. Digámoslo en voz m u y alta: á l a das que sonríen á los que las lloran. E l
criatura amante corresponde la criatura sér llorado desaparece, pero no parte. No
inmortal; el corazón necesita que exista apercibimos su dulce fisonomía, pero
el alma. sentimos el movimiento de sus alas. Loa
456 OBRAS D E VICTOR HUGO.

muertos son invisibles, pero no están vitaron á Víctor Hugo á formar parte
ausentes. de esta comisión, y contestó lo siguiente:
Hagamos justicia á la muerte y no "Acepto y os doy las gracias.
seamos ingratos con ella. No es, como se Me enorgullecerá ver m i nombre entre
dice, una caida n i una emboscada. Es los nombres eminentes de la comisión
u n error creer que todo se pierde en la que ha de levantar u n monumento á
oscuridad de la fosa abierta; al contrario, Beecaria.
todo se encuentra aquí. L a tumba es un L a nación que erige semejante monu-
sitio de restitución. A q u í el alma vuel- mento debe ser dichosa y bendecida, por-
ve á asirse al infinito; a q u í recobra su que ante la e s t á t u a de Beecaria es impo-
plenitud; aquí entra en posesión de su sible ya la pena de muerte.
misteriosa naturaleza; a q u í se desliga Felicito á la I t a l i a , porque elevar la
del cuerpo, de su peso, de sus necesida- e s t á t u a á Beecaria significa abolir el pa-
des y de la fatalidad. L a muerte es la tíbulo. Si cuando esté erigida el cadalso
mayor de las libertades y el mayor de saliera del suelo, la e s t á t u a se h u n d i d a
los progresos. L a muerte es la ascensión en él.
de todo lo que ha vivido á un grado su-
perior. E n ella cada uno recibe su aumen VÍCTOR HUGO.
to, y todo se transfigura en la luz y para Hauteville-House 4 Marzo 1865.,,
la luz; el que fué honrado en el mundo
se convierte en hermoso, el que ha sido
hermoso se convierte en sublime.
¿Por q u é estoy aquí, yo que hablo, y III.
qué es lo que traigo á esta fosa? ¿Con
qué derecho dirijo la palabra á la muer- E l centenario del Dante.
te? Qué soy? Nada; pero me e n g a ñ o , soy
algo. Soy un proscripto; desterrado á la
fuerza ayer, desterrado voluntariamente Señor Gonfaloniero de Florencia:
hoy. E l proscripto es el vencido, el ca Vuestra honorable carta me ha con-
lumniado, el perseguido, el desheredado movido al ver que me convidáis á tan
de la patria; el proscripto es un inocente honrosa festividad. Vuestro comité na-
que sufre el peso de una maldición. Por cional desea que yo dirija la palabra en
eso su bendición puede ser útil, y por eso esa solemnidad augusta. Hoy la Italia,
bendigo esta tumba. á la faz del mundo, se afirma dos veces,
Bendigo al sér noble y hermoso que estableciendo su unidad y glorificando
encierra. E n los desiertos se encuentran á su poeta. L a unidad es la verdadera
oásis y en el destierro almas. Emilia de vida de un pueblo; I t a l i a es una, y uni-
Putron ha sido una de ellas, y vengo á ficarse es renacer. A l elegir este aniver-
pagarle la deuda de haber consolado á sario para solemnizar su unidad, parece
los desterrados. E n nombre de las aflic- que la I t a l i a desee nacer el mismo dia
ciones que m i t i g ó , en nombre de las que el Dante. Ese deseo es magnífico.
pruebas del destino, que acabaron para L a Italia, en efecto, se encarna en
ella y c o n t i n ú a n para nosotros; en nom- Dante Alighieri: como él, es valiente,
bre de todo lo que esperaba ayer y de lo pensadora, altiva, m a g n á n i m a , á propó-
que alcanza hoy, en nombre de todo lo sito para el combate y á propósito para
que ella amó, yo la bendigo; la bendigo la idea: como ól, amalgama en una sín-
en su belleza, en su juventud, en su ter- tesis profunda la poesía y la filosofía.
nura, en su vida y en su muerte; la ben- Como él, ama la libertad; y el Dante
digo en la blanca ropa del sepulcro, en tiene como ella la grandiosidad, con que
su casa que deja desolada, en su a t a ú d llena su vida, y la belleza, con la que
que su madre llenó de flores y que Dios llena su obra. L a Italia y el Dante se
l l e n a r á de estrellas!.... confunden en una especie de penetra-
ción recíproca que los identifica, y bri-
llan el uno dentro de la otra. I t a l i a es
II. augusta, como ól es ilustre; tiene el mis-
mo corazón, la misma voluntad, el mis-
L a estatua de Beecaria. mo destino. Se parecen en el temible
poder latente que tuvieron en el infor-
tunio. I t a l i a es reina y el Dante es
Se n o m b r ó en I t a l i a una comisión pa- genio; como ól, ella ha estado proscripta;
r a erigir un monumento á Beecaria. I n - como ella, ól ciñe corona; como ól, ella
EN E L D E S T I E R R O . 457
sale del infierno. ¡ Q-loria á su brillante J cion. Los que sabemos leer y escribir te
salida! i veneramos, madre, ya que somos roma-
Italia ha conocido los siete círculos; ha nos con Juvenal y florentinos con el
sufrido y ha pasado por desmembracio- Dante.
nes funestas; ha sido una sombra, u n tér- I t a l i a tiene de admirable que es l a pá-
mino geográfico. Hoy día es la verdade- tria de los precursores. Se ven en ella, y
ra Italia, como Francia es Francia, como en todas las épocas de su historia, gran-
Inglaterra es Inglaterra; ha resucitado des comienzos; empieza sin cesar el su-
armada y deslumbradora; se ha librado blime bosquejo del progreso. E s t á dota-
ya de su pasado oscuro y trágico; co- da de esa iniciativa santa; es apóstol y
mienza á ascender hácia el porvenir, y artista. L a barbarie le repugna. Es la
es espectáculo grandioso que, en esta primera que ha hecho conocer al mundo
hora resplandeciente, en la plenitud de el exceso de penalidad, así en la tierra
su triunfo, de su progreso, de su civiliza- como fuera de la vida. Por dos veces
ción y de su gloria, se acuerde de la no- anzó el grito de alarma contra los supli-
che sombría en l a que el Dante la i l u - cios; primero contra S a t a n á s , después
minó. contra F a r i n á c e o . Existe un lazo profun-
Es dar un gran ejemplo mostrar los do entre la Divina comedia, que denuncia
pueblos gratitud á los grandes hombres. al dogma, y el Tratado de los delitos y de
No siempre los pueblos son ingratos. E n las penas, que denuncia á la ley. L a I t a l i a
momentos dados fué un hombre la con- aborrece al mal, y combatió á ese móns-
ciencia de una nación, y glorificando á •:ruo bajo dos formas; bajo la forma del
ese hombre, la nación certifica su con- infierno y bajo la forma del patíbulo.
ciencia. Toma por testigo, digámoslo Dante peleó en el primer combate y
así, á su propio espíritu. Italianos, amad, Beccaria en el segundo.
conservad y respetad vuestras ciudades
ilustres y magníficas, pero venerad al Bajo otros puntos de vista el Dante es
Dante. Vuestras ciudades son la p á t r i a , un precursor.
pero el Dante ha sido su alma. Dante empolló en el siglo trece la idea
Seis siglos han formado el pedestal del que se ha abierto en el siglo diez y nue-
Dante. Los siglos transforman á la civi- ve. Sabia que no debe faltar ninguna
lización. E n cada siglo surge en cierto realización al derecho y á la justicia; sa-
modo otro género humano, y puede de- bia que la ley de crecimiento es divina y
cirse que la inmortalidad del Dante la deseaba la unidad de Italia. Su utopia
han afirmado seis veces seis humanida- es un hecho en la actualidad. Los deli-
des nuevas. Las humanidades futuras rios de los grandes hombres son las ges-
c o n t i n u a r á n glorificándole. taciones del porvenir. Los pensadores
s u e ñ a n lo que debe ser.
L a I t a l i a ha pasado por largo eclipse,
durante el que el mundo tuvo frió; pero L a unidad que Grerardo Q-root y Ren-
la Italia vivia; digo m á s , hasta en su os- chlin reclamaban para Alemania y que
curidad, la I t a l i a brillaba. L a Italia es- Dante deseaba para Italia, no solo es la
taba tendida en el a t a ú d , pero no habia vida de las naciones, sino que es el fin
muerto; porque eran en ella signos de de la humanidad: en los puntos en que
vida las letras, la poesía, la ciencia, los las divisiones desaparecen, el m a l se des-
monumentos, los descubrimientos y las vanece. Si la esclavitud v á á desapare-
obras magistrales. E l arte irradiaba mag cer en América, es porque v á á renacer
níficamente desde el Dante hasta Miguel la unidad. L a guerra tiende á extinguir-
A n g e l , ó hicieron inmensa y doble aber se en Europa, porque la unidad tiende á
tura en la tierra y en el cielo; en la tier formarse. H a y u n verdadero paralelis-
ra, Cristóbal Colon, y en el cielo, Ga- mo entre la decadencia de las calamida-
lileo. L a I t a l i a muerta realizaba esos des y el advenimiento de la unidad hu-
prodigios; por eso digo que vivia: su cla- mana.
ridad protestaba desde el fondo de su se- Es uno de sus magníficos síntomas fes-
pultura. L a I t a l i a era una tumba de la tejar á todos los hombres célebres las na-
que salió la aurora. ciones. Fiestas como ésta las celebra Ale-
L a I t a l i a , encadenada, sangrienta y mania para honrar á Schiller, Inglaterra
enterrada, practicó l a educación del m u n para honrar á Shakespeare y la I t a l i a
do. Teniendo una mordaza en l a boca para honrar al Dante. L a Europa toma
encontró el medio de que hablara su parte en estos festejos. Esta es la comu-
alma. Desarrugó los pliegues de su su- nión sublime, en la que cada nación d á
dario para prestar servicios á la civiliza- á las otras una parte de su gran hombre.
TOMO I V .
58
458 OBRAS D E VICTOR HUGO.

L a unión de los pueblos se bosqueja en "Bruselas 23 Octubre 1865.


la fraternidad de los genios. Recibí vuestra honorable invitación en
E l progreso a v a n z a r á m á s cada dia
el momento de salir para G-uernesey. Me
por este camino, que es el camino de la apesadumbra no poder asistir á vuestra
luz. De este modo llegaremos, paso á grata y loable r e u n i ó n .
paso y sin sacudidas, á l a gran realiza- Vuestro congreso de estudiantes ha to-
cion; de este modo, hijos dispersos, entra-
mado generosa iniciativa. Participáis del
remos en la concordia; de este modo, porespíritu del siglo y camináis hácia ade-
la fuerza de los acontecimientos y por el
lante. Os felicito.
poder de las ideas, llegaremos á la cor- Con la fraternidad de las escuelas pre-
dialidad, á la paz y á la a r m o n í a . En-
ludiáis la fraternidad de los pueblos y
tonces no h a b r á extranjeros y todos se-
realizáis hoy lo que nosotros deseamos
remos compatriotas. T a l es l a verdad realizar m a ñ a n a . Las avanzadas del pro-
suprema, t a l es la meta de l a civiliza-
greso deben formarlas los jóvenes. Desde
ción. L a unidad del hombre correspondeeste instante es visible en vosotros el
á l a unidad de Dios. gran objeto, lejano todavía, de los pen-
Me asocio filialmente á los festejos de
sadores y de los filósofos, esto es, el de
Italia. la unión de las naciones. Aplaudo vues-
VÍCTOR HUGO. tra obra de concordia y de paz entre los
hombres, que firman ya vuestros hijos.
Hauteville-House 1.° Mayo 1865. Me complace que tenga l a juventud esta
semejanza con el porvenir.
Delante de nosotros hay una puerta
IV. abierta; encima de ella están escritas es-
Congreso de estudiantes. tas dos palabras: Faz y Libertad. Pasad
por ella los primeros; sois dignos de pa-
sar: esa puerta es el arco de triunfo del
Se celebró en Bélgica. Víctor Hugo progreso.
fué invitado á asistir. H é aquí lo que Soy vuestro de todo corazón,
contestó: VÍCTOR HUGO.,,
1866.
El dewreclio á la. libertad.-El dereclxo á la v i d a . - E l derectLO á la p a t r i a .

I. Las revoluciones no crean; són las ex-


plosiones del calórico latente; ponen fue-
L a libertad. ra del hombre el hecho eterno é interior
que es necesario sacar de él; desprenden
ese hecho, que se cree nuevo porque no
A M . CLÉMENT DUVERNOIS. se vé hasta entonces. Pero si fuera nuevo
seria injusto, que no puede haber nada
Deseáis gran éxito á m i último libro
nuevo en el derecho. E l elemento que
Los trabajadores del mar, con tan m a g n í -
aparece y se revela como u n principio es
ficas frases y con tan enérgica simpatía, lo que hace brotar las revoluciones; el de-
que os lo agradezco en el alma. recho oculto se hace público; de confuso
Por vuestra eminente inteligencia y que era llega á ser claro; antes solo era
vuestra firme conciencia formáis en el sentimiento, luego se convierte en evi-
valiente grupo con tanta s a ñ a condena- dencia. Esta sencillez sublime es pro-
do, y enarbolais l a eterna bandera de la pia de los actos de la soberanía del pro-
libertad, lanzando el eterno grito y rei- greso.
vindicando el eterno derecho. Como l a
Las dos ú l t i m a s grandes sacudidas del
libertad es l a aspiración universal, l a
progreso han dado á luz, en las socie-
m u l t i t u d , desde que enarbolásteis esa dades modificables, los dos grandes he-
bandera, se dirige hácia vos. chos del hombre: el cristianismo á l a
Deseo tanto la libertad, que estoy par- igualdad y l a revolución francesa á l a
ticipando con ella del destierro, y he es- libertad.
crito que e n t r a r é en Francia cuando ella
entre: personalmente la aguardo con gran No hay verdadera vida donde faltan
paciencia, pero me inspira impaciencia esos dos hechos. Ser todos hermanos y
nacional. ser todos libres es vivir; esos son los dos
Difiero de vos en que soy u n revolucio movimientos de los pulmones de l a civi-
nario y en que para m í l a revolución lización. L a igualdad y la libertad son
continúa. la aspiración y la respiración del género
humano.
Cada dos ó tres m i l años el progreso
necesita una sacudida; pierde su energía Sentado esto, es e x t r a ñ o oir disputar
y un quid divinum es necesario. Necesita acerca de libertades accesorias y de liberta-
nueva impulsión casi inicial. Su primera des necesarias. Solo decir libertades es ya
sacudida fué la reacción que cantó H o - un contrasentido. L a libertad no es m á s
mero de l a Europa sobre el Asia; su se que una; como Dios, carece de plural:
gunda sacudida fué l a del cristianismo, t a m b i é n puede decir: qui sum.
y su tercera sacudida la de la revolución Conservad, pues, alta vuestra bande-
francesa. ra, en l a que lleváis escrito el nombre
Esas revoluciones tienen un carácter de libertad, que es el verbo de la c i v i l i -
doble, y en eso se las reconoce; son una zación, que es el sublime fiat lux del
formación bajo l a base de una elimina- hombre, que es el profundo y misterioso
ción. llamamiento que h a r á que aparezca el
m OBRAS D E VICTOR HUGO.

astro. E l astro está detrás del horizonte dotó de naturaleza tan serena y tan
y os espera. hermosa. ¡ L e v a n t a r un patíbulo en Jer-
Perdonad al solitario que, provocado sey!
por vuestras palabras graves y elocuen- A m o á esa isla y su proceder me
tes y por vuestro poder de asociación, ha afecta.
interrumpido un momento su' silencio. E n todas partes hoy parece que tratan
Vuelvo á m i soledad, pero antes permi- de apagar la luz; pero no nos cansemos
tidme estrechar- vuestra mano. de luchar, que si el presente está sordo
VÍCTOR HUGO. á nuestros deseos, lancemos al porvenir,
que nos oirá, las protestas de l a verdad y
Hauteville-House 19 Marzo 1866. de la humanidad contra la sombría no-
che actual.
VÍCTOR HUGO.
II.
Bradley sentenciado á muerte
en Jersey. III.
L a Creta.
CARTA Á UN AMIGO.
Bruselas 27 Julio 1866. Se quejan en Atenas. E n la patria de
Estoy viajando y vos t a m b i é n , por lo Fidias y de Esquilo, m u l t i t u d de voces
que no só á dónde dirigiros esta carta. pronuncian m i nombre y me llaman.
L l e g a r á á vuestras manos? Recibí la Qué soy para merecer tanta honra?
vuestra, pero me faltó uno de los perió- Nada; u n vencido. ¿Quiénes se dirigen á
dicos que me citáis en ella. Queréis que mí? Los vencedores.
intervenga en el proceso Bradley y des- Sí, candiotas heróicos, estáis oprimidos
conozco completamente esa causa. Por hoy, pero seréis los vencedores del por-
otra parte, Bradley solo es un detalle; venir si perseveráis. Aunque os ahoguen
su suplicio se pierde en el gran supli- triunfareis. L a protesta de la a g o n í a es
cio universal. L a civilización está en una fuerza. Es u n llamamiento á Dios,
este momento en el potro. E n Inglaterra que destruye á los reyes. Los todopode-
se restablecen los fusilamientos, en Rusia rosos que tenéis en contra, las coalicio-
la tortura y en Alemania el bandoleris- nes de fuerzas ciegas y de preocupaciones
mo. E n Paris está prostituida la con- tenaces, las antiguas tiranías armadas
ciencia política, la conciencia literaria tienen gran facilidad para naufragar,
y l a conciencia filosófica. L a guillotina aunque llevan la tiara en la popa y el
francesa trabaja emulando á la horca turbante en la proa; el vetusto navio
inglesa. m o n á r q u i c o hace agua y zozobra á estas
E n todas partes ponen en el tormen- horas en Méjico, en Austria, en E s p a ñ a ,
to al progreso, reniegan de la libertad é en Hannover, en Sajonia, en Roma y en
insultan al ideal. E n todas partes la otras partes. Perseverad.
reacción prospera con los diferentes No podéis ser vencidos, porque aho-
pseudónimos de órden, buen gusto, buen gar una insurrección no es suprimir u n
sentido y leyes rectas; palabras todas principio. Nada importan los hechos con-
que mienten. sumados, porque solo el derecho es per-
L a p e q u e ñ a isla de Jersey era an manente. E l derecho es insumergible;
tes la avanzada de los grandes pueblos; aunque el oleaje de los acontecimientos
era libre, honrada, inteligente y humana; pase por encima de él, luego reaparece.
al ver que el mundo retrocede, parece Después de ahogada la Polonia, sobre-
que t a m b i é n quiera retroceder. Paris ha nada.
decapitado á Eilippe y Jersey vá á ahor- Hace noventa y cuatro años que l a
car á Bradley. política europea acarrea ese cadáver y
Esta es una emulación en sentido i n - que los pueblos miran flotar su alma por
verso del progreso. encima de los hechos consumados.
E l 10 de Agosto, que es dia de fiesta Pueblo de Creta, t a m b i é n vuestro ca-
en la isla, a h o r c a r á n á u n hombre. Jer- dáver encierra u n alma.
sey parece que tenga accesos de feroci- Grriegos de C a n d í a , tenéis de vuestra
dad, como un rey de Prusia ó como un parte el derecho y el buen sentido. L o
emperador de Rusia. que sucederá en I t a l i a ha de suceder en
Es una ingratitud hácia Dios, que la Grecia: no puede devolverse Venecia á
EN E L D E S T I E R R O . 461
la una sin devolver la Creta á la otra. los niños. Es útil destruir los sembrados
E l mismo principio no puede ser verda- ó incendiar los pueblos. E l motivo que
dero en una parte y falso en otra. L o explique estas exterminaciones y que i n -
que en I t a l i a es aurora no puede ser en duzca á tolerarlas se escapa á nuestra
Grecia sepulcro. penetración. Nos asombran igualmente
Entre tanto corre la sangre y l a Euro- las atrocidades que se cometieron en
pa la deja correr; se ha acostumbrado Alemania este verano. Las humillacio-
ya: hoy le toca derramarla al sultán, y nes que se sufren en un largo destierro
extermina una nacionalidad. estupidizan á los hombres; yo, que las su-
¿Existe acaso el derecho divino turco fro, estoy en este caso, y no puedo com-
que sea venerable para el derecho divi- prender las poderosas razones que moti-
no cristiano? van los asesinatos actuales.
E l asesinato, el pillaje y la violación Pero no importa: la cuestión de Creta
se enseñorean de Candía, como hace seis está ya puesta sobre el tapete y se resol-
meses se enseñoreaban de Alemania. L o verá como todas las cuestiones de este
que no se permite á los bandidos se per- siglo, por medio d é l a emancipación.
mite á la política. Se llama ser hombre L a Grecia estará completa, lo mismo
de Estado tener l a espada al lado y pre- que la Italia; esto es lo que Francia debe
senciar tranquilamente las matanzas. á sus dos madres: Francia p a g a r á esa
Parece que está interesada la religión deuda y c u m p l i r á ese deber. Cuándo?
en que los turcos degüellen tranquila- Perseverad.
mente á C a n d í a y que la sociedad se VÍCTOR HUGO.
conmoveria en sus cimientos si entre
Scarpento y Cyterea no se acuchillase á Hauteville-House 2 Diciembre 1866.
1. 8 6 ^ .
L a T-iarq-iaía s o b r e Greta.—La I n g l a t e r r a s o b r e I r l a n d a .
Méjico r e t r o c e d e . - P o r t u g a l avanza.
M a x i m i l i a n o . — J o l i n B r o w n . - . i H e r n a n i . i i - L x i i s B o n a p a r t e . - L o s n i ñ o s pobres.

I. siglos la Europa .era impotente contra


los bárbaros: hoy impone la ley, por lo
JJSÍ Creta. que l a humanidad estará todavía m á s
opresa cuando Europa quiera.
¿Por qué, pues, cerca de las costas
EL PUEBLO DE CRETA Á VÍCTOR HUGO. italianas, en el centro del Mediterráneo,
á treinta horas de Francia, deja que un
Creta 16 Enero 1867. p a c h á subsista, como en l a época en que
U n soplo de t u alma poderosa ha lle- los turcos sitiaban á Otranto en Italia y
gado hasta nosotros y ha secado nuestras á Viena en Alemania?...
lágrimas. L a esclavitud de la raza negra acaba
De este modo h a b l á b a m o s á nuestros de abolirse en América; pero la nuestra
hijos. Más allá de los mares existen pue- es m á s odiosa, m á s insoportable que era
blos generosos y fuertes, que hacen pre- la de los negros.
valecer la justicia y que r o m p e r á n nues- A pesar de todas las Constituciones, el
tras cadenas. Si perecemos en la lucha, turco siempre será u n señor m á s duro
si os dejamos huérfanos y errando por que el ciudadano de los Estados-Unidos.
las m o n t a ñ a s con vuestras madres ham- Si conocieras l a historia de cada una
brientas, esos pueblos os a d o p t a r á n y de nuestras familias como conoces la de
m i t i g a r á n vuestros sufrimientos. nuestro desdichado pais, verías en todas
E n vano hemos tendido l a vista hácia ellas el destierro, l a persecución y l a
el Occidente: del Occidente no nos ha lle- muerte.
gado n i n g ú n socorro, y ya nuestros hijos A los que nos dejan padecer tales su-
nos decian que los habíamos e n g a ñ a d o , frimientos y pudieran salvarnos, solo les
cuando recibimos t u carta, m á s preciosa preguntaremos: ¿No conocéis nuestros
para nosotros que el mejor ejército, por- infortunios?
que afirma nuestro derecho. Poeta, á tí que eres luz, te conjura-
Nos sublevamos porque sabíamos que mos para que esclarezcas á los que i g -
el derecho estaba de nuestra parte. noran nuestros sufrimientos y para que
Somos unos pobres montañeses, m a l desenmascares á los impostores que han
armados, y no teníamos la pretensión de hablado contra nuestra santa causa.
vencer solos á dos grandes imperios Poeta, s e g ú n nuestro hermoso idioma,
aliados contra nosotros, al Egipto y á l a eres creador, creador de pueblos, como
T u r q u í a , y por eso apelamos á l a opi- los cantores antiguos. Con tus cantos es-
nión pública, que se nos decia que era pléndidos de las Orientales has trabajado
la única señora del mundo actual; por ya mucho para crear a l pueblo helénico
eso apelamos á las grandes almas que, moderno. Termina t u obra.
como la tuya, dirigen esa opinión. Nos llamas vencedores. Venceremos
Gracias á los descubrimientos de l apor t í .
ciencia, la fuerza material está hoy en E n nombre del pueblo de Creta, por
manos de l a civilización. Hace cuatro delegación de los capitanes del pais, el
OBRAS D E VICTOR HUGO.

comandante de los cuatro departamen- conseguido tres victorias y un desastre


tos de la Canea, ilustre; haber cortado la insurrección la
J. ZlMBRAKAKIS. isla en dos, y ocupar una mitad de ella
los turcos y otra mitad los griegos. Es-
tablecer una línea de operaciones que
v á por Sciífo y Rocoli, desde Kissamos
Hauteville-House 17 Febrero 1867. á Lassiti, hasta Girapetra. Hace seis se-
Escribo las siguientes líneas obede- manas, rechazados los turcos, solo ocu-
ciendo á una órden inexcusable; á una paban algunos puntos del litoral y la
órden dictada en la a g o n í a . L a Grecia vertiente occidental de los montes Psi-
me llama por segunda vez. l o r i t i . I n s t a n t á n e a m e n t e , si la Europa
Acabo de recibir una carta, salida del hubiera extendido la mano, hubiera sal-
campo de los insurrectos, teñida con vado á Candía; pero Europa no tenia
sangre de m á r t i r e s , escrita entre ruinas tiempo para eso; estaba muy ocupada en
y entre muertos, dictada por el honor y los preparativos de una boda y de un
la libertad; una carta heróica ó impera- baile.
tiva, que lleva esta inscripción: E l pue- Se conoce la palabra Arcadion, pero
blo de Creta á Víctor Hugo. E l espíritu de no se conoce el hecho. He a q u í detalles
esa carta me dice: Continúa lo que has em- exactos casi desconocidos. E n Arcadion,
pezado. monasterio situado en el monte Ida, que
Pues que Candía espirante lo quiere, fundó Heraclius, seis m i l turcos ataca-
c o n t i n ú o . F i r m a la carta Zimbrakakis, ron á ciento noventa y siete hombres, á
que es el héroe de la insurrección can trescientas cuarenta y tres mujeres y á
diota, así como Zirisdani es el traidor. muchos niños. Los turcos tenian veinti-
E n ciertas horas épicas los pueblos se séis cañones y dos obuses; los griegos
encarnan en soldados, que al mismo doscientos cuarenta fusiles. L a batalla
tiempo son espíritus; eso fué Washing- duró dos dias y dos noches; agujerearon
ton; eso íuó Botzaris; eso es Garibaldi. el convento m i l doscientas balas, cayó
Como John Brown se sublevó en favor derribada una pared, entraron los turcos
de los negros, como Garibaldi se sublevó y los griegos continuaban el combate;
3or la Italia, Zimbrakakis se subleva les quedaron inútiles para el servicio
Dor la Creta. Si consigue su objeto, y ciento cincuenta fusiles, pero combatie-
^.o conseguirá, ya sucumbiendo como ron aun durante seis horas en las celdas
John Brown, ya, triunfando como Gari- y en las escaleras. Habia dos m i l cadá-
baldi, Zimbrakakis será grande. veres en el patio. Los turcos vencieron
L a insurrección no está aun muerta la ú l t i m a resistencia y un hormiguero
en Creta; no ocupa ya las llanuras, pero de vencedores llenó el convento. Solo
conserva las m o n t a ñ a s . V i v e , llama, quedaba una sala barricada, en la que
pide socorro. estaba el depósito de la pólvora, y en esa
Por q u é se ha sublevado Creta? Por- sala, cerca del altar, en el centro de un
que Dios la creó el m á s hermoso pais grupo de niños y de madres, estaba re-
del mundo, y los turcos la han hecho el zando un sacerdote de ochenta años.
m á s miserable; porque produce y no tie- Fuera de l a sala asesinaban á los padres
ne comercio; porque cuenta con ciuda- y á los maridos, pero mayor miseria es-
des y carece de caminos; posee puertos, peraba á aquellas mujeres y á aquellos
pero no radas; rios, pero no puentes; n i - niños prometidos á dos harenes. Derriba-
ños, pero no escuelas; derechos, pero no ron la puerta á hachazos. E l viejo tomó
leyes. un cirio del altar, lanzó una mirada tris-
Los turcos l a han sumido en profunda te á aquellas mujeres y á aquellos niños,
ignorancia y en profunda oscuridad. puso en contacto el cirio con la pólvora
Se ha sublevado porque Creta pertene- y los salvó. Terrible esplosion socorre á
ce á la Grecia y no a la T u r q u í a ; porque los vencidos, la a g o n í a triunfa, y el he-
le es insoportable el extranjero; porque róico convento, que se batió como una
el opresor, cuando es de la raza de lo fortaleza, m u r i ó como un volcan. Psara
oprimido, es odioso, y cuando no, es hor- no es m á s épico, n i Missolonghi es m á s
rible. sublime.
L a Creta se ha sublevado y ha hecho A n t e semejantes hechos, ¿qué hacen
bien. los gobiernos que se llaman civiliza-
¿Qué ha producido hasta ahora esta dos? Qué esperan? Dicen en voz baja:
revuelta? Os lo voy á decir. Hasta el 3 "Tened paciencia, que estamos nego-
de Enero cuatro batallas, en las que ha ciando „.
EN E L DESTIERRO. 465
Estáis negociando mientras arrancan glaterra á Kossuth para levantar hor-
los árboles y destruyen los molinos, cas, como en H u n g r í a ; no glorificó á
mientras encienden las cosechas y ar- Graribaldi para hacer funcionar los pa-
den los pueblos, mientras huyen pobla- tíbulos, como en Sicilia; si esto hace, ¿qué
ciones enteras para morir de hambre y significado tienen los vítores de Lóndres
de frió en la m o n t a ñ a , mientras asesi- y de Southampton? Si así obra, debe su-
nan á los viejos, á los jóvenes, á las mu- primir la Inglaterra los comités polacos,
jeres y á los niños. Y la opinión p ú b l i - griegos é italianos.
ca, q u é hace, q u é dice?... Nada. Se vuelve L a Inglaterra de 1867 no puede eje-
hácia el otro lado. Semejantes catástrofes cutar á la Irlanda; la Elisabet moderna
tienen la desgracia de que ya no están de no debe decapitar á la moderna María
moda. Estuardo.
L a política paciente de los gobiernos la Por algo existe el siglo diez y nueve.
resume en estos dos resultados: negarse Si colgáis á Burke, imitáis á Tallafer-
á hacer justicia á la Grecia y no tener ro; matando á John Brown, imitáis á
compasión de la humanidad. Chacón matando á López; á Q-effrard
Reyes, una sola palabra salvaría á matando á Delorme, á Fernando matan-
ese pueblo, y la Europa puede pronun- do á Pissacani.
ciar pronto esa palabra. Pronunciadla. ¿Después de las revoluciones inglesas
¿ P a r a q u é sois buenos, si no servís para y francesas, en la grande y luminosa
esto? época que atravesamos, nada se ha con-
Pero callan y quieren que calle todo seguido en materia de progreso, después
el mundo. H a n adoptado el expediente de de cuarenta años de predicaciones? ¿To-
prohibir que se hable de Creta. Seis ó sie- d a v í a se aplican las antiguas y salvajes
te grandes potencias conspiran contra un penalidades? No puede obrar así Inglater-
pueblo pequeño. ¿Qué conspiración t r a - ra sin desconocerse á sí misma, sin con-
man contra él? L a m á s cobarde de todas, tradecirse. Tiene actualmente sobre la
la conspiración del silencio. Francia la ventaja de que es nación l i -
Pero el trueno no callará; el trueno bre. L a Francia, que es tan grande como
viene de allá arriba, y en el lenguaje po- la Inglaterra, no es d u e ñ a de sus desti-
lítico, el trueno se llama revolución. nos y está hoy sombríamente empeque-
VÍCTOR HUGO. ñecida. Tened mucho cuidado, porque
en u n dia se puede retroceder u n si-
glo. Si Inglaterra levanta una horca po-
II. lítica, debe erigir una e s t á t u a á Jef-
fryes.
Los fenianos. Mientras obra así, nosotros levantare-
mos una e s t á t u a á Voltaire.
Sin duda olvidáis ya que son vuestros
Como la Creta, la Irlanda se dirigió hijos Sheridan y Fox, que fundaron la
t a m b i é n á Víctor Hugo; las mujeres de elocuencia parlamentaria; que habéis
los fenianos sentenciados á muerte le servido de cuna á Howard, que suavi-
escribieron, y él dió á luz la siguiente zó l a cárcel y l a penalidad; que sois l a
carta: p á t r i a de Wilberforce, que abolió la es-
clavitud; de Rowland H i l l , que vivificó
"Á I N G L A T E R R A . la circulación postal; de Cobden, que creó
Las penas capitales se suceden en D u - el libre cambio; que disteis al mundo el
b l i n y los indultos que se anunciaban no impulso colonizador; que habéis estable-
llegan. U n a carta que tenemos á la vista cido el primer cable trasatlántico; que
dice:—"Vá á levantarse el patíbulo, pri- estáis en plena posesión de l a virilidad
mero para el general Burke, en seguida política; que practicáis bajo todas las
para los capitanes Mac-Aíferty y Mac- formas el derecho cívico; que estáis en
Clure, luego para K e l l y , Joice y Culli- posesión de las libertades de la prensa,
nane... No debemos perder n i un instan- de l a tribuna, de l a conciencia, de asocia-
te. Las mujeres casadas y las doncellas de ción y de la industria; que camináis por
sus familias os suplican que intervengáis la reforma, para llegar hasta el sufragio
en este asunto... ¿Llegará esta carta á universal; que sois el poderoso pueblo del
tiempo?...,, L o acabamos de leer y ape- hateas corpus; pues bien, á todos esos es-
nas lo creemos. E s t á n levantando el pa- plendores a ñ a d i d éste: ahorcar á B u r -
tíbulo y nos parece imposible que eso se ke; y precisamente porque sois el m á s
verifique en Inglaterra. No aclamó I n - grande de los pueblos libres, por ese solo
59
TOMO i y .
466 OBRAS D E VICTOR HUGO.

hecho, os convertiréis en el pueblo m á s E l destino de todos los atentados mo-


pequeño. nárquicos conduce al aborto. Todas las
Son destructores los estragos que cau- usurpaciones empiezan por Puebla y aca-
sa una gota de ignominia cuando cae en ban por Querótaro.
la gloria. Siendo el primer pueblo, llega- L a Europa, en 1863, se arrojó sobre la
ríais á ser el último. ¿Por que tenéis América. Dos m o n a r q u í a s atacaron vues-
ambición en sentido inverso? ¿Por q u é tra democracia; l a una con un príncipe,
sentís la sed de la degradación? Ante la otra con un ejército; el ejército llevó
las horcas de D u b l i n , dignas de l a de- al príncipe. Entonces el mundo presen-
mencia de Jorge I I I , el continente no ció este espectáculo: á una parte vió un
reconocerla á la augusta Q-ran-Breta- ejército, el m á s aguerrido de los ejérci-
ñ a del progreso. Las naciones le volve- tos de Europa, apoyado por una armada
r í a n la cara. Cometeríais un gran con- poderosa, teniendo para su abastecimien-
trasentido de civilización. L a Inglaterra to la Hacienda de la Francia; ejército
no puede obrar de ese modo: sois Ingla- victorioso en Africa, en Crimea, en Ita-
terra para enseñar á las naciones el pro- lia, en China; fanático por su bandera:
greso, el trabajo, la iniciativa, la verdad, á la otra parte vió el mundo á J u á r e z .
el derecho, la razón, l a justicia y la A una parte dos imperios; á la otra parte
majestad de la libertad. Sois Inglaterra un hombre. U n hombre con algunos se-
para ofrecer el espectáculo de la vida y cuaces. U n hombre expulsado de ciudad
no el ejemplo de la muerte. en ciudad, de aldea en aldea, de bosque
L a Europa os recuerda vuestro deber. en bosque, apuntado por la infame fusi-
Defender á esos sentenciados á muerte lería de los Consejos de guerra, perse-
es socorrer á la Irlanda, pero t a m b i é n es guido, fugitivo, teniendo puesta á precio
socorrer á Inglaterra. E n l a primera la cabeza. Eran sus generales algunos
corre peligro el derecho y en l a segunda desesperados y sus soldados algunos des-
la gloria. camisados. Ño tenia dinero, n i pan, n i
No se l e v a n t a r á n esos patíbulos; no pólvora, n i cañones. Los matorrales eran
m o r i r á n Burke, Mac-Clure, Mac-Afferty, sus cindadelas. A una parte estaba la
K e l l y , Joice y Cullinane. Mujeres casa usurpación, llamada legitimidad, y á la
das y doncellas que escribisteis al pros otra parte el derecho, llamado bandido.
cripto, no os encarguéis los trajes de L a usurpación llevaba el casco eu la ca-
luto. Mirad confiadas cómo vuestros h i - beza y la espada imperial en la mano; la
jos duermen en las cunas. U n a mujer saludaban los obispos, y arrastraba de-
que vá de luto gobierna en Inglaterra, y lante y detrás de ella todas las legiones
una madre no q u e r r á hacer huérfanos, de la fuerza. E l dérecho se presentaba
n i una viuda viudas. solo y desnudo, y el derecho aceptó el
VÍCTOR HUGO. combate.
L a batalla de uno contra todos duró
Hauteville-House 28 Mayo 1867.,, cinco años. Como carecíais de hombres,
Víctor Hugo consiguió lo que se pro- tomásteis las cosas como á proyectiles.
puso: no ahorcaron á los fenianos. E l clima terrible os socorrió y tuvisteis
al sol por auxiliar. Os defendieron los
lagos infranqueables, los torrentes llenos
III. de caimanes, los pantanos llenos de fie-
bres, las vejetaciones mórbidas, el vómito
E l emperador Maximiliano. amarillo de las tierras calientes, las i n -
mensas soledades, los vastos arenales sin
agua y sin vejetacion, en los que los ca-
AL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE ballos mueren de sed y de hambre; la
MÉJICO. enorme meseta de Anahuac, que la de-
fiende su propia desnudez; las llanuras
J u á r e z , os habéis igualado á John llenas de abismos, siempre conmovidas
Brown. por los temblores de los volcanes. Habéis
L a A m é r i c a actual cuenta con dos hé- apelado t a m b i é n para que os defendie-
roes, con John Brown y con vos: Brown ran á vuestras barreras naturales, á la
m u r i ó , pero matando la esclavitud, y asperidad de las cordilleras, á los altos
vos habéis hecho vivir la libertad. diques basálticos, á las colosales rocas de
Méjico se salvó por un principio y por pórfido. Habéis hecho la guerra como los
un hombre: el principio es l a Repúbli- gigantes, combatiendo á m o n t a ñ a z o s .
ca; el hombre sois vos. U n dia, después de cinco años de
EN E L D E S T I E R R O . 467
humo, de polvo y de ceguedad, se disipó dice: "Eres u n hijo del pueblo como los
la nube y el mundo vió dos imperios en d e m á s . Vete,,.
el suelo, sin m o n a r q u í a , sin ejército; solo Eea seria, J u á r e z , vuestra segunda
vió la enormidad de la usurpación con- victoria: es soberbia la de vencer á la
vertida en ruinas, y sobre estas ruinas u n usurpación, pero la de perdonar al usur-
hombre en pié, J u á r e z , y al lado de este pador seria sublime.
hombre la libertad. A los reyes que tienen llenas las pri-
Habéis realizado, J u á r e z , este aconte- siones, cuyos cadalsos oxidan los asesi-
cimiento grandioso, pero lo que os resta natos; á esos reyes que castigan con des-
por hacer es m á s grandioso todavía. tierros, con presidios y con Siberias, que
Escuchadme, ciudadano presidente de oprimen á la Polonia, á l a I r l a n d a y á la
la República de Méjico. Creta; á esos príncipes que obedecen los
Acabáis de enterrar las m o n a r q u í a s ueces, á esos jueces que obedecen los
bajo la democracia. Acabáis de mostrar- verdugos, á esos verdugos que obedece
les vuestro poder; ahora enseñadles vues- a muerte, á esos emperadores que con
tra clemencia. Y a que han visto el rayo, :anta facilidad cortan la cabeza al hom-
que vean la aurora. E n contraposición del )re, enseñadles cómo se perdona una ca-
cesarismo, que mata, cread la R e p ú b l i - beza de emperador.
ca, que deja vivir. E n contraposición de Sobre todos los Códigos m o n á r q u i c o s
las monarquías, que usurpan y extermi- que gotean sangre abrid la ley de la ci-
nan, haced que el pueblo reine con mo- vilización, y en la m á s santa p á g i n a del
deración. E n s e ñ a d la civilización á los "ibro supremo, que ponga el dedo la Re-
bárbaros y los principios á los déspotas, pública sobre este mandamiento de Dios:
y que los reyes ante el pueblo se queden No matarás.
deslumhrados. Estas dos palabras encierran el deber,
Sobre todo los principios se afirman y vos lo cumpliréis.
con la protección de nuestros enemigos. Que se salve el usurpador, ya que el
L a grandeza de los principios consiste libertador no pudo.'Hace ocho años, el
en que ellos mismos lo ignoran. Los de Diciembre de 1859, tomé la pala-
hombres carecen de nombres ante los bra en nombre de la democracia para
principios; solo son el Hombre. Los prin pedir á los Estados-Unidos la vida de
cipios no conocen á nadie; solo se cono John Brown, y no pude conseguirla.
cen á sí mismos. E n su estupidez augus Hoy pido á Méjico la vida de M a x i m i -
ta solo saben que la vida humana es liano; la conseguiré?
inviolable. Sí; quizás se haya salvado á estas ho-
Ante los que merezcan legalmente la ras y Maximiliano deba l a vida á J u á r e z .
muerte, importa abjurar de este hecho Pero no se le ha de castigar?
de fuerza. Debe derribarse el cadalso Maximiliano recibirá el castigo de
ante el mismo criminal. Que el que vio v i v i r "por la gracia de l a República,,.
la los principios tenga este principio por VÍCTOR H u a o .
salvaguardia, que experimente esta d i
cha y esta vergüenza; que el que persi- Hauteville-House 20 de Junio 1867.
gue el derecho encuentre abrigo en el
derecho. Despojando de su falsa inviola- E n el momento mismo que Víctor
bilidad á la inviolabilidad real, ponéis Hugo escribia l a carta anterior, se veri-
desnuda á la verdadera inviolabilidad, ficaba en Paris la primera representa-
que es la humana; que el criminal quede ción . de Hernani en la segunda época
estupefacto al ver que l a parte que le que se puso en escena. Los diarios ingle-
hace sagrado es la parte por la que no ses y los diarios belgas publicaron el dia
es emperador; que el príncipe, que se 21 de Junio la carta que dirigió á J u á -
cree superior al hombre, aprenda que rez. A l mismo tiempo u n despacho tele-
encierra la miseria de ser príncipe y la gráfico, expedido de Lóndres por l a em-
majestad de ser hombre. bajada de Austria y por órden especial
del emperador Fernando I I , anunciaba á
J u á r e z , haced que dé la civilización J u á r e z que Víctor Hugo le pedia el i n -
ese paso inmenso; abolid en todo e l m u n dulto de Maximiliano. Este t e l é g r a m a
do la pena de muerte. llegó demasiado tarde. Maximiliano ha-
Que el mundo presencie el siguiente bla sido ya fusilado.
prodigio: la R e p ú b l i c a tiene en su poder
á su asesino, que es u n emperador; en el
momento de matarle se apercibe de que
es u n hombre, le deja en libertad y le
46 S OBRAS DE VICTOR HUGO.

IV. VI.
Voltaire. lia pena de muerte abolida en Por-
tugal.
E n 1867 E l Siglo abrió una suscricion
popular para erigir una estatua á Vol- " E l rey D . Luis de Portugal, antes de
taire. Víctor Hugo envió la lista de salir de su pais para i r á visitar la Expo-
suscricion del grupo de los proscriptos sición universal, ha tenido la honra de
de Q-uernesey, a c o m p a ñ a d a de las si- i r m a r ú n a ley que votaron las dos Cá-
guientes líneas, que dirigió al redactor maras del Parlamento, en la que se su-
de M Siglo: prime la pena de muerte.
"Suscribirse á la estatua de Voltaire Este 'acontecimiento, notable en la
es u n deber público. historia de la civilización, dió pié á que
Voltaire es un precursor. mediaran entre u n noble p o r t u g u é s y
Es el porta-antorcha del siglo diez y Víctor Hugo las dos cartas siguientes.,,
ocho, que precede y que anuncia la Re- {Correo de Europa, 10 Agosto 1867.)
volución francesa. Es la estrella de ese
gran m a ñ a n a .
Los sacerdotes tienen razón para lla- "A VICTOR HUGO.
marle Lucifer.
VÍCTOR HUGO.,, Lisboa 27 Junio 1867.
Acabamos de conseguir u n gran t r i u n -
fo. L a civilización ha dado un paso de
V. gigante; el progreso ha adquirido nueva
Jolin Brown. solidez; resplandece la luz y las tinieblas
retroceden.
L a humanidad ha alcanzado una vic-
toria inmensa. Las naciones r e n d i r á n su-
Los gerentes de u n diario de Paris t i cesivamente homenaje á la verdad y los
tulado L a Cooperación organizaron hace pueblos a p r e n d e r á n á conocer á sus ver-
algunos meses una suscricion, limitada á daderos amigos.
unpenny, para ofrecer una medalla á la Maestro, vuestra voz, que se oye siem-
viuda de Abraham L i n c o l n . Después de pre cuando se trata de defender un gran
cumplir este objeto, abrieron una suscri- principio, cuando se trata de proclamar
cion parecida para ofrecer igual testimo- una gran idea ó de exaltar acciones no -
nio á la viuda de John Brown, y escri- bles; vuestra voz, que no se cansa nunca
bieron con este motivo á Víctor Hugo de pleitear por el oprimido en contra del
éste contestó lo siguiente: opresor; vuestra voz, que se oye con res-
"Os agradezco la invitación. peto desde Oriente á Occidente y cuyo
M i nombre pertenece á todos los que eco llega hasta los últimos puntos del
quieran servirse de él para defender la universo; vuestra voz, que suena fuerte,
verdad y para defender el progreso. vigorosa y terrible, como la del profeta
Si Lincoln merece una medalla, tam gigante de la humanidad, llegó hasta
bien la merece John Brown. Paguemos aquí; la hemos oido, ha conmovido nues-
esta deuda, mientras esperamos que la tros corazones y la hemos traducido en
A m é r i c a pague la suya. L a A m é r i c a un gran hecho: en este rincón del mundo,
debe á John Brown una e s t á t u a tan alta bendito, pero casi invisible en Europa;
como l a de Washington; si éste fundó l a en esta tierra del extremo del Occidente,
R e p ú b l i c a , John Brown p r o m u l g ó l a l i - que fué célebre en otrostiempos, que supo
bertad. escribir p á g i n a s brillantes é indelebles en
Os estrecho la mano. la historia de las naciones, que abrió los
VÍCTOR HUGO. puertos de la India al comercio del mun-
do, que descubrió regiones desconocidas,
Hauteville-House 3 J u l i o 1867.,, cuyos altos acontecimientos casi ha ol-
vidado la civilización en sus modernas
conquistas; en este pequeño pueblo, en
fin, que se l l a m a Portugal.
EN E L DESTIERRO. 469

¿Por q u é los pequeños y los humildes Deseo gloria á Portugal y á vos íeli-
no han de levantar la voz al llegar e l | c i di aadd..
siglo diez y nueve casi á su término, para Os estrecho cordialmente la mano.
decir á los grandes y á los poderosos: ^La VÍCTOR HUGO.
humanidad gime, regenerémosla; la hu-
manidad está inquieta, calmémosla; la Hauteville-House 15 Julio.,,
humanidad v á á caer en el abismo, sal-
vémosla?,, ¿Por q u é los pequeños no en-
s e ñ a r á n á los grandes el camino de la VII.
perfección? ¿Por q u é no han de poder,
aunque sean pequeños, enseñar á los po- Hernani.
derosos el camino del deber?
Portugal es una región m u y reduci-
da, pero el árbol de la libertad crece en E n los destierros se encuentran deta-
él vigorosamente; Portugal es una re lles de todas clases que deben marcarse,
gion muy reducida, pero en ella no hay peqUeño que sea el proscriptor; por-
m un solo esclavo; Portugal es una re- ^ ^ histoíia se completa con esas
gion m u y reducida, pero ^s una gran ¿uriosidades. Luis Bonaparteno se satis-
nación, como vos mismo habéis dicho. | fizo con proscribir solo á Víctor Hugo,
Os participo, maestro, que acabamos de sino que proscribió t a m b i é n el Hernani y
conseguir un gran triunfo: las dos C á los demás dramas del escritor desterra-
marasdel Parlamento acaban de votar d0i No A b a s t a b a desterrar al hombre
la abolición de la pena de muerte quiso desterrar t a m b i é n su pensamien-
Esta abolición, que hace ya anos exis- t0 y si pudiera desterrarla t a m b i é n su
tía de hecho, existe ya de derecho; es ya recUer¿[0
ley, la gran ley de una nación p e q u e ñ a . E n 1853 era sedicioso el retrato de
Que sigan los otros pueblos este noble Víctor H u g o , y prohibió á P e í v e y y á
ejemplo y esta lección santa. , Marescq que lo publicasen al frente
Recibid el abrazo respetuoso que os de una nueva edición que pusieron en
envía vuestro apasionado amigo y hu- yenta.
milde discípulo, Pero las puerilidades concluyen por
PEDRO DE BRITO ARANHA. cansar y la opinión se impacienta y re-
clama. E n 1867, con motivo de la Expo-
sición universal, Bonaparte permitió la
representación del Hernani. No lo permi-
"A M. PEDRO DE BRITO ARANHA. tió mucho tiempo, como ya veremos.
Recibí vuestra noble carta, que me I Después de la segunda prohibición, ^ r -
hizo latir el corazón \nam n0 volv10 á aparecer hasta ahora
n • , en el teatro F r a n c é s . Se permitió que se
Conocía esa gran noticia, pero me ha . . oar, T„^- i
•n i. & -i • j representase en 1867 el 20 de Jumo, el
sido muy grato recibir por medio de vos mismo ^ aia
-,• en que x n ^ ^ T J , , ^ • Í. ' ^
T • A-^1 ^ mismo
dia por día en que Víctor
el emperador Hu^o mterce-
Maximiliano, y los
el simpático eco.
Decís muy bien; no hay pueblos i "n1i! poetas jóvenes contemporáneos dirigió-
hombres pequeños Bees i o s i ^ a m u s t r e dramaturgo la siguiente
pueblos pequeños guian á los grandes. carta:
Los pueblos en los que imperan los ^Querido é ilustre maestro:
déspotas son leones que tienen puesto el Acabamos de saludar con los m á s en-
bozo.
A m o y glorifico á vuestro hermoso y tusiastas aplausos la aparición del Ser-
querido Portugal: es libre, pues es gran- nani en el teatro. E l nuevo triunfo ^ que
de. Acaba de abolir la pena de muerte. hoy consigue el gran poeta francés ha
Realizar ese progreso es dar el paso llenado de a l e g r í a á la poesía jó ven, y l a
decisivo de la civilización. Desde hoy noche del 20 de Junio formará época en
Portugal se ha colocado á la cabeza demuestra existencia.
Europa. Una tristeza se inmiscuye en nuestra
Los portugueses nunca dejaron de ser alegría. Vuestra ausencia a p e s a d u m b r ó
navegantes intrépidos: avanzaron anti- á vuestros compañeros de gloria de
guamente en el Océano, y hoy avanzan 1830, porque no podían estrechar la
hácia la verdad. Proclamar principios mano del maestro y del amigo; pero esta
es todavía m á s honroso que descubrir pesadumbre ha sido m á s dolorosa toda-
mundos. I vía para los jóvenes que no han conse-
470 OBRAS D E VICTOR HUGO.

guido nunca estrechar la mano del au- que vosotros continuáis y que compren-
tor de L a leyenda de los siglos. de la alta crítica de nuestros dias. Repito
Y a que eso no pueden, se glorían al que los esfuerzos reaccionarios no preva-
menos, querido ó ilustre maestro, de en- "ecerán contra estas evidencias. L a alta
viaros el homenaje de su respetuoso afec- crítica está acorde con la alta poesía.
to y de su a d m i r a c i ó n sin límites. E n la medida de lo poco que valgo
Sully Frudhomme, Armand Silvestre, doy las gracias y felicito á la crítica su-
Francois Coppée, Georges Lafenestre, Léon Derior, que habla con tanta autoridad en
Valade, Léon Dierx, Jaén Aicard, Faul- a prensa política y en la prensa litera-
Verlaine, Albert Mérat, André Theuriet, ria, que tiene el sentido profundo de la
Armand Renaud, Louis-Xavier de Bicard, filosofía del arte y que aclama u n á n i m e -
H . Cazalis y Ernest di Hervilly.^ mente á 1830 como á 1789. Recibid
Víctor Hugo respondió: también, jóvenes compañeros, m i agra-
decimiento.
"Queridos poetas: E n el extremo de la vida á que he lle-
L a revolución literaria de 1830, coro- gado se vé ya de cerca el fin, esto es, el
lario y consecuencia de la revolución infinito. Cuando este fin está tan próxi-
de 1789, es u n hecho propio de nuestro mo, abandonar el mundo solo deja ya
siglo; yo soy el humilde soldado de ese sitio en nuestro espíritu para preocu-
progreso: combato por la revolución bajo 3 a c i o n e s severas. Sin embargo, antes de
su í o r m a literaria y bajo su forma social, a melancólica partida, cuyos preparati-
teniendo la libertad por principio, el pro- vos me ocupan en la soledad, he tenido
greso por ley y el ideal por tipo. la honrosa satisfacción de recibir vuestra
No soy nada, pero l a revolución lo es elocuente carta, que me d á un sitio en-
todo, y ha fundado la poesía del siglo tre vosotros, y me parece en m i ilusión
diez y nueve. Que 1830 tenia razón, lo una puesta de sol cerca de una aurora.
demuestra 1867. Vuestras jóvenes famas Me deseáis la bienvenida, á mí, que estoy
me lo prueban. p r e p a r á n d o m e para dar el último adiós.
Nuestra época obra con profunda ló- Gracias. Estoy ausente por deber; m i
gica, que pasa desapercibida para los es- resolución es inquebrantable, pero m i
píritus superficiales, pero contra la que corazón está entre vosotros.
no prevalecerá ninguna reacción. E l Me envanece ver que vuestros nom-
gran arte forma parte del gran siglo, es bres rodean al m i ó , porque vuestros
su alma. nombres son para m í una corona de es-
Q-racias á vosotros, jóvenes y s i m p á t i trellas.
eos talentos, nobles espíritus, l a ilustra VÍCTOR HUGO.
cion se e x t e n d e r á m á s y m á s cada dia.
Nosotros los viejos combatimos; vosotros Bruselas 22 Julio 1867.,,
los jóvenes conseguiréis la victoria.
Víctor Hugo escribió y publicó una
E l espíritu del siglo diez y nueve com-
larga poesía titulada Mentaría, dedicada
bina la alianza democrática de lo verda
á Garibaldi, que produjo gran excita-
dero con l a ley eterna de lo bello. L a
ción y que en su sitio publicaremos. U n
irresistible corriente de nuestra época se
mes después de publicada aparecieron
dirige hácia esta aspiración soberana, la
diez y siete traducciones, algunas de
libertad en las inteligencias y el ideal en
ellas en verso. L a oposición implacable
el arte. Dejando aparte todo lo que es
que le hizo la prensa clerical hizo reso-
personal, desde hoy puede asegurarse,
nar m á s la susodicha poesía.
como acabamos de ver, que se ha pacta
Su publicación dió motivo á un inci-
do ya la alianza entre todos los escrito
dente. E l mes de Noviembre de 1867 se
res, entre todos los talentos y entre todas
representaba Hernani en el teatro Fran-
las conciencias, para realizar este resul-
cés y en el Odeon iban á representar el
tado magnífico. L a generosa juventud
Buy Blas. Mandaron suspender las re-
que representáis desea con imponente
presentaciones del Hernani, y Víctor
entusiasmo la revolución entera, así en
Hugo recibió en Q-uernesey esta carta:
la poesía como en el Estado. L a ü t e r a t u
ra debe ser al mismo tiempo democrática " E l director del teatro imperial del
é ideal: democrática para corresponder Odeon tiene el honor de enterar á mon-
á la civilización; ideal para correspon- sieur Víctor Hugo que se ha prohibido
der al alma. volver á poner en escena el Ruy Blas.
E l drama es el pueblo, la poesía es CHILLY.,,
el hombre. Esta es l a tendencia de 1830 Víctor Hugo respondió:
EN E L D E S T I E R R O . 471
"A M . L U I S BONAPAHTE, en todas partes comidas semanales para
la infancia pobre, y que se fundan según
EN LAS TULLERÍ AS. el modelo de la mia; se establecen en
Os acuso de haber recibido la carta Suiza, en Inglaterra y sobre todo en
que firma Chilly. América. Ayer recibí el periódico inglés
Leith Filot, que recomienda con entusias-
VÍCTOR HUGO.,, mo un establecimiento de esta clase.
E l a ñ o anterior os leí una carta inserta
en el Times, que anunciaba en Lóndres
VIII. la fundación de una comida para tres-
JJOH niños pobres.
cientos veinte niños. Hoy puedo leeros
otra carta, que me escribe lady Thomp-
son, tesorera de una comida de niños po-
bres, establecida en la parroquia de
Navidad.—1867. Marylebone, en la que se admiten 6.000
Me hace experimentar siempre cierto niños. De 300 á 6,000 es una progresión
embarazo ver muchas personas reunidas magnífica de u n a ñ o á otro. Felicito y
alrededor de una mesa tan sencilla y tan doy las gracias á la noble lady Thomp-
p e q u e ñ a . Soy un solitario que abro una son, ya que por ella y por sus honorables
vez cada a ñ o m i casa para que vea el amigos ha fructificado la idea del solita-
que quiera verla una humilde festivi- rio. E l arroyuelo de Guernesey se ha
dad, una hora de a l e g r í a que no concedo convertido en Lóndres en caudaloso rio.
yo, sino Dios, á cuarenta niños pobres. Todos los mortales tenemos que cum-
E n un a ñ o de miseria gozar un dia de plir en la tierra deberes de diferentes
regocijo no es mucho. clases. Primeramente nos impone Dios
Señoras, á vosotras me dirijo, porque los deberes severos. Debemos luchar por
¿á quién debe ofrecerse la alegría de los el interés de todos los hombres; debemos
niños m á s que al corazón de las muje- combatir á los fuertes y á los poderosos;
res? Pensad todas en vuestros hijos al á los fuertes cuando abusan de la fuerza,
contemplar á éstos, y en l a medida de á los poderosos cuando emplean el poder
vuestras fuerzas, y para empezar desde para hacer daño; debemos coger por el
l a niñez la fraternidad humana, vosotras cuello á los déspotas, sean lo que fueren,
que sois madres, dichosas y favorecidas desde el carretero que maltrata á u n ca-
por la suerte, procurad conseguir que ballo hasta el rey que oprime á u n
los niños pobres no envidien á los niños pueblo. Resistir y luchar son necesidades
ricos. Sembremos amor; de esta manera rudas, y la vida seria m u y dura si solo
apaciguaremos a l porvenir. tuviese ese objeto.
Como dije el a ñ o anterior en ocasión Algunas veces, cuando se agotan las
igual, hacer bien á cuarenta niños es un fuerzas, pedimos en cierto modo al deber
hecho insignificante; pero si el n ú m e r o que nos dispense de seguir luchando, y
de cuarenta, con el auxilio de las buenas volviéndonos h á c i a l a conciencia, le pre-
almas, se aumentase indefinidamente, guntamos: Q u é quieres que haga? ¿qué
entonces este hecho l l e g a r á á ser u n ejem- es lo que puedo hacer? Debes continuar
plo útil. Solo como medio de propagan- luchando, responde la conciencia. Sin
da he consentido que tenga publicidad embargo, interrumpimos un instante la
la comida de los niños pobres, instituida lucha y nos detenemos para contemplar
en Hauteville-House. los niños pobres, para contemplar los
Esta fundación tiene dos objetos prin rostros frescos, luminosos y rosados del
cipales; uno de higiene y otro de propa alba augusta de la vida, que nos con-
ganda. mueven, y pasamos de l a indignación á
Bajo el punto de vista higiénico conse- la ternura: entonces comprendemos la
g u í lo que me propuse. L a prueba es que vida entera y damos gracias á Dios, por-
desde hace seis años que se instituyó que si nos proporciona poderosos y
la comida de los niños pobres, de los malvados á quienes combatir, nos pro-
cuarenta que participan de ella solo han porciona t a m b i é n inocentes y débiles á
muerto dos. Dos en seis años! Entrego quienes socorrer, y al lado de los debe-
este hecho para que reflexionen sobre él res severos nos impone deberes sonrien-
á los higienistas y á los médicos. tes. Los últimos nos consuelan de los
Bajo el punto de vista de la propa- primeros.
ganda, t a m b i é n voy consiguiendo lo que
me propuse. Empiezan ya á establecerse
1. 8 6 8 .
M a n i i i en la. tu-mba..—Flonr-ens en la cárcel,—La libertad.,
c o m p r i m i d a en Creta, reaparece
en. España.—Después del del^er con. los d e m á s liomlDres, el deber con los n i ñ o s .

I. se q u i t a r á el velo y se convertirá en l a
paz, permaneciendo siempre libertad.
Manin. H é a q u í lo que anuncia la entrada de
Manin en Venecia. Muertos como él nos
traen una esperanza.
Invitaron los patriotas venecianos á VÍCTOR HUGO.
Víctor Hugo á asistir á la ceremonia de Hauteville-House 16 Marzo 1868,,,
la traslación de las cenizas de Manin á
Venecia, y respondió con l a siguiente
carta:
II.
"Me escribís desde Venecia pregun-
t á n d o m e si quiero decir algo que haga €rustavo Flonrens.
referencia á la ilustre jornada del 22 de
Marzo. Quiero decir lo que sigue.
A Manin le han arrancado Venecia, Ciertos hechos nos hacen lanzar u n
como Roma á Graribaldi. Manin muer- grito de i n d i g n a c i ó n .
to, toma posesión de Venecia, y Graribal- Gustavo Flourens es u n jóven escritor
di vivo, e n t r a r á en Roma. de talento: su padre se sacrificó á la cien-
L a Francia no tiene derecho á pesar cia y él se sacrificó al progreso. Cuando
sobre Roma, como Austria no tiene de- estalló la insurrección de Creta acudió
recho á pesar sobre Venecia. allí. L a naturaleza le hizo pensador y l a
L a misma usurpación t e n d r á el mismo libertad soldado; se dedicó á defender la
desenlace; el desenlace que h a r á crecer causa cretense; luchó por que Creta per-
á Italia y engrandecerse la Francia. teneciese á la Grrecia; adoptó fielmente á
Todos los actos justos que realiza un esa C a n d í a heróica; sufrió en esa tierra
pueblo son actos grandiosos. L a Francia infortunada calor y frió, hambre y sed;
libre tenderá la mano á la Italia comple- guerreó en los sombríos campos de bata-
ta. Las dos naciones se a m a r á n ; lo digo lla; y m á s de una vez, después del com-
con alegría profunda, porque soy hijo de bate, d u r m i ó sobre la nieve al lado de los
Francia y nieto de Italia. E l triunfo ac- muertos. Dió por esa causa no solo su
tual de Manin predice el triunfo de Gra- sangre, sino su dinero, llegando en una
ribaldi m a ñ a n a . E l dia 22 de Marzo es ocasión á prestar trescientos francos a l
un dia precursor. gobierno de Creta. Después de algunos
Semejantes sepulcros encierran prome- años de continuos sacrificios, ese ciuda-
sas. Manin fué u n combatiente y u n dano francés se hizo cretense. L a Asam-
proscripto del derecho, y luchó por losblea nacional candiota le n o m b r ó ad-
principios con su luminosa espada. Tuvo, junto, le envió á Grrecia para hacer
como Garibaldi, l a dulzura heróica. L a patente en ésta l a fraternidad que le
libertad de Italia, visible, aunque vela- profesaba dicho pais, y le encargó intro-
da, está de pié detrás de su féretro; pero ducir á los diputados cretenses en el
TOMO I V .
60
474 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Parlamento helénico. E n Atenas, Chis- está allí vigilando como una g r a n ame-
ta vo Flourens quiso tener una entrevista naza. Los gobiernos duermen, ó se ha-
con Jorge de Dinamarca, que según pa- cen los dormidos, pero en alguna parte
rece es rey de Grecia, y allí le arres- hay ojos abiertos, y esos ojos ven y j u z -
taron. gan; esos ojos son temibles. Las pupilas
Como francés tenia u n derecho, como que irradian luz con fijeza, atacan con-
cretense tenia un deber. Deber y dere- tinuamente todo lo falso, inicuo y noc-
cho que no le reconocieron. Los gobier- turno. ¿Sabéis por q u é se han hundido
nos griego y francés se aliaron en una los Césares, los sultanes, los antiguos re-
misma complicidad y le embarcaron en yes, los antiguos códigos y los antiguos
un pailebot mercante y le condujeron á dogmas? Porque esos ojos lanzaban con-
la fuerza á Marsella. E n cuanto le des- tra ellos su luz. ¿Sabéis por q u é cayó Na-
embarcaron allí, le dejaron libre. Cuan- poleón el Grande? Porque la justicia, de
do Flourens se vió en libertad volvió á pié en la oscuridad, le miraba.
partir inmediatamente á G-recia, y regre- VÍCTOE HUGO .
saba á Atenas ocho dias después de ha-
ber sido expulsado, cumpliendo con su Hauteville-House 9 Julio 1868.
deber. Gustavo Flourens habia acepta-
do una misión sagrada: era diputado Tres semanas después de la publica-
de un pueblo agonizante, era el deposi- ción de la carta anterior, Víctor Hugo
tario del m á s augusto de los fideicomi- recibió la siguiente:
sos, del derecho de una nación, y quería "Ñápeles 25 J u l i o 1868.
cumplir honrosamente su encargo. Por Maestro:
eso se obstinó i n t r é p i d a m e n t e . Pero en Gracias á vos estoy libre de la prisión
ciertos reinos, el que cumple su deber y del peligro. L a conciencia pública ha
comete u n crimen. E n estos momentos obligado á los gobiernos á poner en l i -
Gustavo Flourens se vé colocado fuera de bertad al hombre que reclamó Víctor
la ley. E l gobierno griego le tiende un Hugo. Barbes os debió la vida; yo os debo
lazo, el gobierno francés le entrega, y h é la libertad.
a q u í lo que ese luchador estóico me es- GUSTAVO FLOURENS.,,
cribe desde Atenas, donde está escondi-
do: Si me prenden, espero que me envenenen
en algún calabozo. IIL
E n otra carta que me escribe desde
Grecia me dice: Todos han abandonado á España.
Gustavo Flourens.
No, no está abandonado. Es preciso
que sepan los gobiernos que se creen E n 1868 Víctor Hugo experimentó dos
fuertes como la Rusia ó que son débiles grandes infortunios; perdió á su mujer y
como la Grecia, los que torturan á la á su nieto, el primogénito de su hijo
Polonia, como los que hacen traición á Cárlos. E l niño m u r i ó en Marzo y la se-
la Creta, que la Francia posee una fuer- ñora de Víctor Hugo en Agosto. Enter-
za inmensa y desconocida. L a Francia raron al nieto en el pais del destierro de
no es el imperio, no es el ejército, no es su abuelo, pero enterraron en Francia á
una circunscripción geográfica, no es la señora de Víctor Hugo; madre que ma-
una masa de treinta y ocho millones de nifestó la voluntad de yacer al lado de
hombres; la Francia es un alma. ¿Dónde su hija y la sepultaron en el cementerio
está? E n todas partes. Quizás en estos de Villequier. E l proscripto no pudo
momentos m á s está fuera que dentro de a c o m p a ñ a r al cadáver. E n su nombre
Francia, Algunas veces l a p á t r i a tam le dió el adiós postrero, ante la tumba de
bien está desterrada. Naciones como la Villequier, P a u l Meurice, pronunciando
Francia representan un principio y su estas nobles palabras:
verdadero territorio es el derecho. E n él "Quisiera despedirme de ella por todos.
se refugia, dejando á la tierra converti- Los que la rodeáis por ú l t i m a vez sabéis
da en gleba ó en yugo y su dominio lo que era, lo que es, su alma tan bella y
material á la opresión material. L a Cre- tan tierna, su adorable espíritu, su gran-
ta, que quieren colocar fuera de las na- de corazón.
ciones, no está abandonada, y Gustavo Complacíase en amar y en ser amada,
Flourens, que es su diputado y su sóida y sabia sufrir con las personas de su ca-
do, que han puesto fuera de la ley, no riño que sufrían. Era esposa de uno de
está abandonado tampoco. L a verdad los hombres superiores, y por su corazón
EN E L D E S T I E R R O

se elevaba hasta el genio de éste; casi poder pasarse sin el rey. Por su navega-
le igualaba á fuerza de comprenderle. ción, por sus aventuras, por su industria,
Y es preciso que nos deje y que nos- por su comercio, por la creación de itine-
otros la abandonemos; pero ella ha en- rarios desconocidos, por su iniciativa,
contrado ya á quién amar; á sus dos h i - por su colonización universal, ha sido
jos: uno en la fosa y otro en el cielo. una Inglaterra, ha tenido capitanes, doc-
Víctor Hugo me dijo en la frontera tores, poetas, profetas, héroes y sábios.
ayer tarde: "Decidle á m i hija que, mien- Ese pueblo posee una Alhambra, como
tras me espera, le envió á su madre,,. Atenas u n Parthenon, y tiene á Cervan-
Creo que ella lo h a b r á oido. Y ahora, tes, como nosotros tenemos á Voltaire.
adiós para siempre en nombre de los E l alma inmensa de ese pueblo ha lan-
presentes y de los ausentes; adiós, ami- zado tanta luz al mundo, que fué preciso
ga; adiós, hermana. Hasta que nos vol- un Torquemada para extinguirla; sobre
vamos á ver.,. su antorcha los Papas colocaron la tiara,
que es u n apagador enorme. E l papismo
Como acabamos de ver, l a señora de y el absolutismo se coligaron para des-
Víctor Hugo m u r i ó el mes de Agosto; truir esa nación: toda su luz la redujeron
pero como el deber tiene imperiosas ur- á llama, y hemos visto á l a E s p a ñ a con-
gencias, y en Octubre se hundió el trono sumirse en la hoguera. Su quemadero
de E s p a ñ a , este acontecimiento reclamó desmesurado ocupó el mundo; el humo
la elocuencia de Víctor H u g o , a l que, que salia de él ha sido durante tres si-
á, pesar de su luto, obligaron á romper el glos la nube que e m p a ñ a b a su civiliza-
silencio tan decisivos acontecimientos. ción, y a l terminar el suplicio, después
de arder en la hoguera, pudo decirse:
Esas cenizas fueron un gran pueblo.
Á ESPAÑA. Ahora de las cenizas la nación renace.
Lo que es falso hablando del fénix, es
Este pueblo ha sido durante m i l años verdadero hablando de ese pueblo.
el primer pueblo de Europa, que iguala- R e n a c e r á p e q u e ñ o , renacerá grande?
ba á la Q-recia en l a epopeya, á la Italia Esta es la cuestión.
en el arte, á la Francia en la filosofía; E s p a ñ a puede recuperar su rango y
ese pueblo puede jactarse de haber teni- convertirse en igual á Francia ó á I n -
do un Leónidas que se llamó Pelayo y un glaterra. L a Providencia le brinda con
Aquiles conocido por el Cid; ese pueblo este inmenso ofrecimiento. L a ocasión es
empezó por Viriato y t e r m i n ó por Riego; propicia; la dejará escapar esa nación?
tuvo su Lepante, como los griegos tuvie- ¿ P a r a q u é servirla una m o n a r q u í a m á s
ron su Salamina; sin él, Corneille no hu- en el continente? Se empequeñecería Es-
biera creado la tragedia n i Cristóbal p a ñ a siendo vasalla de u n rey que fuera
Colon hubiera descubierto la América: vasallo de las otras potencias. A d e m á s ,
ese pueblo es el pueblo indomable del que establecer una m o n a r q u í a en los
Fuero-Juzgo; está casi tan defendido tiempos que alcanzamos es tomarse m u -
como la Suiza por su relieve geológico cho trabajo para poco tiempo. L a deco-
ese pueblo tuvo Córtes en León, setenta ración v á á cambiar.
y siete años antes que los ingleses tuvie Una R e p ú b l i c a en E s p a ñ a h a r í a excla-
sen Parlamento en Lóndres; desde 1133 mar: ¡Hola! á l a Europa, y este ¡hola! se-
tuvo Córtes en Borja, en las que prepon- ria la paz; seria neutralizar á la Francia y
deró el tercer estado y en las que solo á la Prusia; seria imposibilitar la guerra
la ciudad de Zaragoza envió quince di- entre las m o n a r q u í a s militares por el
putados; desde 1307, en el reinado de solo hecho de l a revolución presente; se-
Alfonso I I I proclamó el derecho y el ria reemplazar la perspectiva de las ma-
deber de insurrección; en A r a g ó n insti tanzas por l a perspectiva del trabajo y
t u y ó el cargo de Justicia, superior al de la fecundidad; seria restablecer brus-
cargo de rey, oponiendo al trono el temi camente el equilibrio del continente, á
ble Si non, non: ese pueblo rehusó pagar despecho de las ficciones, inclinando l a
un impuesto á Cárlos V . Cuando nacia balanza el peso de la verdad; seria el an-
ese pueblo, tuvo en Jaque á Carlo-Mag tiguo poder de E s p a ñ a regenerado por
no, y cuando moria, á Napoleón. Ese la jóven fuerza del pueblo; seria, bajo el
pueblo ha sufrido enfermedades y toda punto de vista de la marina y del co-
clase de sabandijas y le han deshonrado mercio, reducir l a vida al doble litoral
los monjes. Solo le faltaron á ese pueblo que reinó en el Mediterráneo ante Vene-
dos cosas: poder pasarse sin el Papa y cia y en el Océano ante Inglaterra; seria
476 OBRAS DE VICTOR Hu'GO.

vivir la industria donde agoniza la mise- L a España, que de una sola sacudida
ria; seria igualar Cádiz á Soutliampton, acaba de desprenderse de todos los anti-
Barcelona á Liverpool y Madrid á Paris; guos oprobios, del fanatismo, del absolu-
seria la vuelta de Portugal á E s p a ñ a en tismo, del cadalso, del derecho divino, no
un momento dado por la sola atracción puede conservar la esclavitud, que es lo
de la luz y de la prosperidad, que la l i - m á s odioso de su pasado.
bertad es el i m á n de las anexiones. Esta- Tiene que aboliría inmediatamente,
blecer una R e p ú b l i c a en E s p a ñ a seria
porque ese es su deber.
afirmar pura y sencillamente la sobera- Puede siquiera vacilar? ¿Es eso posi-
n í a del hombre sobre sí mismo, que es ble? L o que Inglaterra hizo en 1838 y
indiscutible; seria la producción sin tari- Francia en 1848, ¿no lo h a r í a E s p a ñ a en
fas, el consumo sin aduanas, la circula- 1868? ¿Seria una nación emancipada y
ción sin ataduras, el taller sin prole- t e n d r í a á sus piés una raza en la servi-
tariado, las riquezas sin parásitos, la dumbre?... Eso seria un contrasentido.
conciencia sin preocupaciones, la pala- ¡Ser en casa la luz y fuera de casa la no-
bra sin mordaza, la ley sin mentiras, che! ¡Ser en casa la justicia y fuera la
la fuerza sin ejército, la fraternidad sin iniquidad! ¡Ciudadano a q u í y negrero
Gain; seria procurar trabajo á todos, allá; conseguir una revolución que tenga
instrucción y justicia á todos y patíbulos una parte de gloria y otra de ignominia!
para nadie; seria el ideal realizado, y así ¡Después de haber expulsado la monar-
como hay una golondrina que sirve de quía, conservar la esclavitud!...
guia, h a b r í a t a m b i é n una nación que ser-Que una m o n a r q u í a tenga esclavos es
viría de ejemplo. Esto no seria peligroso lógico, pero una República con esclavos
para ella, porque E s p a ñ a ciudadana es cínico. L o que realza á la m o n a r q u í a
quiere decir E s p a ñ a fuerte; E s p a ñ a de-
deshonra á la República. L a R e p ú b l i c a
mocrática quiere decir E s p a ñ a cindade- es una virginidad.
la. L a República representaría en esa na- Debéis restablecer la República, espa-
ción el remado de la probidad, el gobierno ñoles; solo podéis recuperar vuestra an-
de l a verdad y el imperio de la libertad; tigua grandeza siendo completamente
obtendría la soberanía real ó inexpug- libres; crecer es una de las condiciones
nable; que la libertad es tranquila por- de la naturaleza, pero no lo es el empe-
que es invencible, y es invencible porque queñecerse. No aceptéis n i n g ú n compro-
es contagiosa. E l que la ataca queda des- miso, no h a g á i s ninguna concesión, que
armado, y el ejército que envían contra la República excluye la m o n a r q u í a a r r i -
ella se vuelve contra el déspota. L a Re- ba y la esclavitud abajo. E l que tiene es-,
pública en E s p a ñ a conseguiría hacer clavos merece serlo.
irradiar en el horizonte lo verdadero; se- Se encuentra en la historia de la trata
ria el gigante del derecho poniéndose en de negros un a ñ o vergonzoso. E l a ñ o
pié en Europa detrás de la barricada de 1768 este crimen alcanzó su grado máxi-
los Pirineos. mo. L a Europa robó á Africa ciento
cuatro m i l negros, que vendió á Améri-
Sí E s p a ñ a renace con m o n a r q u í a , re-
n a c e r á pequeña; si renace con Repúbli- ca. Nunca se hizo tan formidable venta
ca, renacerá grande. Que elija. de carne humana. Esta venta se realizó
VÍCTOR HUGO. hace cíen a ñ o s : pues bien, celebrad ese
centenario aboliendo la esclavitud; que
Hauteville-House 22 Octubre 1868. á un a ñ o infame responda un a ñ o au-
gusto, y haced ver que entre la E s p a ñ a
IV. de 1768 y la E s p a ñ a de 1868 no solo
media un siglo, sino un abismo y la i n -
Segunda carta á España. franqueable profundidad que separa lo
falso de lo verdadero, el m a l del bien,
lo injusto de lo justo, l a abyección de
Me hacen un segundo llamamiento de la gloria, l a m o n a r q u í a de la República,
muchos puntos de E s p a ñ a : de la Coru la servidumbre de la libertad.
ñ a el ó r g a n o del Comité democrático, de Cada pueblo recibe el aumento de to-
Oviedo, de Sevilla, de Barcelona, de Za dos los esclavos que emancipa. Sed, pues,
ragoza, la ciudad patriota; de Cádiz, la la E s p a ñ a grande y completa. Necesi-
ciudad revolucionaria; de Madrid, por táis poseer á Gibraltar y no poseer á
medio de la voz generosa de Emilio Cas- Cuba.
telar. Me preguntan y voy á responder E n las profundidades del mal, el des-
De q u é se trata? De la esclavitud. potismo y la esclavitud se encuentran y
EN E L D E S T I E R R O . 477
producen los mismos efectos. E l yugo de que me escucháis, que os h a l a g a r á esta
la esclavitud oprime acaso m á s al señor grata noticia.
que al esclavo, y no se sabe á punto fijo No se trata a q u í de lo que yo hago,
cuál de los dos posee al otro. Es un error sino de lo que se hace en otras partes,
creer que somos propietarios del hombre que lo que yo hago no vale la pena de
que compramos ó vendemos, porque so- que nos ocupemos de ello.
mos prisioneros suyos. Participamos de L a fundación de la comida de los n i -
su grosería, de su ignorancia y de su sal- ños pobres tiene en su favor la sencillez
vajismo; si así no fuera, nos causaríamos de la idea; por eso la han comprendido
horror á nosotros mismos. Creéis que os en seguida, sobre todo en los países l i -
apoderáis de un negro, y el negro se apo- ares, en Inglaterra, en Suiza y en A m é -
dera de vosotros. Disponéis de su cuerpo, rica, donde se aplica en gran escala. Noto
pero él dispone de vuestra inteligencia y este hecho sin insistir en él, pero creo
de vuestro honor, y se establece entre que hay cierta afinidad entre las ideas
ambos misterioso nivel. Así os castiga el sencillas y los países libres.
esclavo, porque sois su señor. Tristes y Para que podáis juzgar por vosotras
justas represalias, que son tanto m á s ter- mismas del progreso que alcanza la idea
ribles, cuanto que el esclavo que os do- de la comida de los niños pobres, solo os
mina carece de conciencia.. Sus vicios citaré dos cifras, cifras que tomo de I n -
son vuestros crímenes; sus desgracias lle- glaterra, de Lóndres, de vuestra nación.
g a r á n á ser vuestras catástrofes. U n es- Habréis leído en los periódicos l a car-
clavo en la casa es u n alma feroz que ia que me escribió la honorable lady
está en ella y que os compenetra y os Thompson, que dice que solo en la par-
oscurece, que no se comete impunemen- roquia de Marylebone, en el a ñ o 1868,
te el gran crimen de la esclavitud. L a el n ú m e r o de niños que se r e u n í a n en la
fraternidad desconocida se convierte en comida era de 5.000 hasta 7.850. Acaba
fatalidad. Aunque seáis u n pueblo bri- de fundarse una sociedad de asistencia,
llante ó ilustre, llegáis á ser abomina- titulada Ghildrens' Frovident 8ociety, con
ble, llegando á aceptar como institución un capital de veinte m i l libras esterli-
la esclavitud. L a corona en la frente del nas. Recordareis que el a ñ o anterior me
déspota y la argolla en el cuello del es- felicitaba por haber visto en los periódi-
clavo, forman el mismo círculo que en cos ingleses que la idea de Hauteville-
cierra vuestra alma de pueblo. Todos House h a b í a fructificado en Lóndres,
vuestros esplendores eclipsan las man- hasta el punto de haber podido reunir
chas de los negros: vosotros no les comu- hasta treinta m i l niños; pues bien, leed
nicáis la civilización y ellos os comu el excelente periódico titulado el Expréss
nican la barbarie. Por medio de los del 17 de Diciembre, y veréis que ese
esclavos la Europa se inocula el Africa número ha aumentado en progresión
Noble pueblo español, en esto consiste magnífica. E n 1866 socorrían en Lóndres
vuestra segunda emancipación. Os ha- de este modo á seis m i l niños; en 1867 á
béis librado del déspota; libraos ahora treinta m i l , y en 1868 á ciento quince
del esclavo. m i l . A estos ciento quince m i l hay que
añadir los siete m i l ochocientos cincuen-
VÍCTOR HUGO. ta de Marylebone, que es otra sociedad
Hauteville-House 22 Noviembre 1868. distinta, y dan un resultado total de
122.860 niños.
Esto es lo que produce un grano pues-
V. to en un surco cuando Dios se digna fe-
cundarlo. A q u í solo se retinen cuarenta
IÍOS niños pobres.
niños; es n ú m e r o escaso, ya lo sé, pero
cada uno de estos cuarenta niños ha pro-
ducido en otras partes tres m i l , y los
Navidad.—1868. cuarenta niños de Hauteville-House se
Los pesares que nos afligen no i m p i - han convertido en Lóndres en ciento
den que haya pobres: si pudiésemos ol- veinte m i l .
vidar lo que sufren los demás, lo que Pudiera citar otros hechos, pero me
nosotros sufrimos nos lo recordaría, obli abstendré, porque sin querer veo que me
g á n d o n o s á cumplir con el deber. ocupo en hablar de mí, y m i conducta no
Fructifica la institución de asistir á la merece ser loada; todas las alabanzas de-
infancia que fundé hace siete años en ben dedicarse á mis admirables coopera^
G-uernesey, en m i casa, y creo, señoras dores de Inglaterra y de América,
478 OBRAS DE VICTOR HUGO.

Voy á deciros, para terminar, que en- v i d a i que todos constituimos, solo esta-
cuentro agradable el destierro. E n pri- mos seguros de una inocencia, de la ino-
mer lugar, porque me ha dado á conocer cencia de los niños; pues bien, debemos
esta isla hospitalaria; en segundo lugar, amarla, alimentarla, vestirla ó ilustrarla.
porque mis ocios me han permitido reali- ¿Tenéis curiosidad de saber cuál es m i
zar la idea que acariciaba hace mucho opinión política? Pues os lo voy á decir.
tiempo, el ensayo práctico para mejorar Pertenezco al partido de la inocencia,
la suerte de los niños pobres, bajo el sobre todo de la inocencia que castiga,
punto de vista de la salud física y bajo no Dios, sino la miseria.
el punto de vista de la salud intelectual. Por muchos y grandes dolores que
Como he podido realizar m i idea, se lo combatan m i vida no me quejaré de
agradezco al destierro. ellos, si consigo realizar las dos supremas
No me cansaré de repetir que velemos ambiciones que el hombre puede sentir
por los niños. L a sociedad de los hom- en el mundo. Estas dos ambiciones son:
bres es siempre una sociedad culpable en ser esclavo y ser servidor; esclavo de la
mayor ó en menor grado. E n la colecti- conciencia y servidor de los pobres.
1869
La Grecia, se -vu-elve Ixácia. América.—Declaración de guerra
pro^cima y de paz fTjLtixra. —«Le Rappel.»—£¡1 Congreso
cié Lansana.-Pealood-y mnerto.-Carlos Hngo sentenciado.—El 29 de GctnlDre en
P a r í s . - S i n t o m a s de la
caida del imperio.-Los n i ñ o s pobres.

I. zación, es una ignominia que a s o m b r a r á


L a Creta. á l a historia. Los que producen seme-
jantes manchas en el siglo diez y nueve
son responsables ante l a conciencia uni-
A. M . VOLOUDAKI, PRESIDENTE DEL versal. Los actuales gobiernos hacen ru-
GOBIERNO DE CRETA. borizar á Europa.
E n los actuales momentos, en una
Vuestra elocuente carta me ha hala- parte se verifican matanzas y en l a otra
gado. Tenéis razón para contar conmi- conversaciones diplomáticas; en una par-
go. E n cuerpo y alma dedico m i i n u t i - te mutilan y decapitan á mujeres, á
lidad á vuestra noble causa. L a causa viejos y á niños; en la otra redactan pro-
de la Creta es la de la Grecia, y la causa tocolos y mandan despachos de las can-
de l a Grecia es la de Europa. Estos en- cillerías á todas partes. Ese es el espec-
cadenamientos se escapan á la penetra- táculo que ofrece Europa.
ción de los reyes, y sin embargo, se de-
ducen de la gran lógica. L a diplomacia E n g a ñ a r y entregar á la Creta es co-
no es otra cosa que l a astucia de los meter una mala acción y es seguir una
príncipes para evitar l a lógica de Dios, mala política. Porque sucederá una de
pero Dios á la larga restablece la razón. estas dos cosas: ó la insurrección candio-
ta persiste ó termina, ó la. Creta atiza las
Dios y el derecho son sinónimos. Solo llamas de su hoguera ó l a apaga; en el
soy una voz terca que se pierde en el t u - primer caso, ese pais será un héroe; en el
multo triunfante de las iniquidades que segundo, será u n m á r t i r . Es preciso,
reinan; pero no importa; que la oigan ó pronto ó tarde, contar con los héroes, y
que no la oigan, no dejaré de clamar. Me m á s todavía con los m á r t i r e s . Los héroes
decís que la Creta pide que haga lo mis- triunfan viviendo, los m á r t i r e s murien-
mo que hice por E s p a ñ a ; pero yo no pue- do. Recordad á Baudin. Temed á los es-
do lanzar m á s que el mismo grito: ya lo pectros, Si muere la Creta, conseguirá la
lancé por l a Creta, pero lo repetiré. L o oportunidad terrible del sepulcro; será u n
creéis útil, y ya que l a Europa es sorda miasma m á s en vuestra política. Euro-
á mis voces, me dirigiré á la América, es- pa t e n d r á entonces dos Polonias, una al
perando que me oiga. Norte y otra al Mediodía; el órden reina-
Os estrecho la mano. rá en las m o n t a ñ a s de Sphakia, como
VÍCTOR HUGO. reina en Varsovia, y los reyes de Europa
adquirirán prosperidades entre esos dos
cadáveres.
LLAMAMIENTO A LA AMERICA. E l continente en estos momentos no
Dejar entregado u n pueblo á las de- pertenece á las naciones, pertenece á los
gollaciones y al pillaje, en plena c i v i l i - reyes. D i g á m o s l o claro en estos instan-
480 OBRAS D E VICTOR HUGO.

tes; n i la Grecia n i la Creta deben espe- deber severo; para hacer esto me falta la
rar nada de Europa. libertad. Conocéis lo que declaré respec-
Deben perder toda esperanza? No, por- to á este punto. Y sabéis que hasta que
que a q u í la cuestión cambia de aspecto; llegue la hora no puedo colaborar en
a q u í se declara, como incidente admira- n i n g ú n periódico, como no puedo acep-
ble, una fase nueva. tar ninguna candidatura. Debo, pues,
L a Europa retrocede, la A m é r i c a permanecer e x t r a ñ o á Le Eappel.
avanza; Europa rechaza su papel y Amé- Por eso y por otras razones, que di-
rica lo toma: esta abdicación la com- manan de las complicaciones que la do-
p e n s a r á un acontecimiento que vá á rea- ble vida política y literaria me han i m -
lizarse. puesto, j a m á s he escrito en L ' Evénement,
L a República de otros tiempos, la Gre- y eso que dicho periódico, en 1851, tiraba
cia, se verá sostenida y protegida por la sesenta y cuatro m i l ejemplares. Dicho
República moderna de los Estados-Uni- periódico lo habéis rehecho, titulándolo
dos. Thrassybulo llama á su socorro á Le Rappel. L a palabra Bappel (llama-
Washington. Esto es grandioso. miento) me gusta en todos sus sentidos.
Washington le oirá y acudirá, y den- Llamamiento á los principios, por medio
tro de poco tiempo el libre pabellón ame- de la conciencia; llamamiento á las ver-
ricano flotará indudablemente entre Gi- dades, por medio de la filosofía; llama-
braltar y los Dardanelos. miento al deber, por medio del derecho;
Ese será el rayar del dia que el porve- llamamiento al castigo, por medio de
nir blanquea en el horizonte, bosquejan- la justicia; llamamiento al pasado, por
do l a solidaridad sublime de l a fraterni- medio de la historia; llamamiento al
dad de los pueblos. Esta será la entrada porvenir, por medio de la lógica; llama-
del Nuevo Mundo en el viejo. Salude- miento á los hechos, por medio del va-
mos este acontecimiento. L a A m é r i c a no lor; llamamiento al ideal en el arte, por
solo irá á socorrer á la Grecia, sino que medio del pensamiento; llamamiento al
v e n d r á á socorrer á la Europa, y salvará progreso en la ciencia, por medio de la
á aquella de su desmembramiento y á experiencia y del cálculo; llamamiento á
ésta de su ignominia. Para América, sa- Dios en las religiones, por medio de la
l i r de la política local será entrar en la eliminación de las idolatrías; llamamien-
gloria. to de la ley al órden, por medio de la
E n el siglo diez y ocho la Francia abolición de la pena de muerte; llama-
emancipó á América, y en el siglo diez miento del pueblo á la soberanía, por
y nueve la A m é r i c a e m a n c i p a r á á la medio del sufragio universal; llamamien-
Grecia. to de la igualdad, por medio de la ense-
Americanos, debéis á los franceses la ñ a n z a gratuita y obligatoria; llama-
gran deuda de la libertad; emancipad miento d é la libertad, por medio del
á la Grecia y os daremos carta de pago. despertar de la Francia; llamamiento á
Pagar á Grecia es pagar á Francia. la luz, por medio de este grito: Fiat lux.
VÍCTOR HUGO. Me decís que esa es m i tarea, pero yo
os contesto que esa es vuestra obra.
Hauteville-House 7 Febrero 1869. Esta obra ya habéis empezado á reali-
zarla, como periodistas y como poetas,
ya en folletos satíricos, ya en libros, ya
II. en el teatro; de todos modos habéis tra-
A los cinco redactores-fundadores bajado acordes con los grandes espíritus
de ¿Jje Rappel". de este siglo, y hoy vais á continuarla en
Le Bappel, que será un periódico guerri-
llero y r i s u e ñ o , unas veces espada y
otras rayo. Vais á combatir riendo. Y o ,
Queridos amigos: que soy viejo y estoy triste, os aplau-
H a b i é n d o m e investido con un manda- diré.
to, que está en suspenso, pero no termi- Animo, pues, y adelante! L a risa es u n
nado, no puedo reaparecer n i en l a t r i - gran poder. Vais á ocupar u n sitio, para
buna, n i en la prensa política, sin que auxiliar á todas las buenas voluntades,
vuelva á seguir ese mismo mandato des- en la chispeante legión parisiense de los
de el punto en que me lo dejé y en que periódicos satíricos.
me lo interrumpieron para cumplir un Conozco vuestra rectitud, como co-
(1) Paul Meurice, Augusto Vacquerie, Enrique Rochefort,
nozco la mia; m i r á n d o m e en m i espejo,
Carlos Hugo y Francisco Hugo. sé de antemano el itinerario que vais á
EN E L D E S T I E R R O . 481
seguir. No os le trazo, y os lo apruebo; no pero es excelente. Desde luego muchas
pretendo serviros de guia; me contento lidras tienen película, y sobre ellas es
con ser testigo. m á s eficaz la aguja que la maza. A la
Comprendo que ante todo seréis fra- aidra del cesarismo la consterna l a iro-
ternales y daréis ejemplo de concordia, nía, sobre todo cuando la ironía es u n
y sé que por vuestra culpa no h a b r á nin- llamamiento á la luz. Recordad al gallo
guna división en vuestras filas y que cantando sobre la espalda del tigre; pues
seréis los primeros en recibir los golpes. bien, el gallo es la ironía en Francia.
Cuando me preguntan por los senti- E l siglo diez y ocho ha puesto en evi-
mientos de m i alma, solo respondo estas dencia l a soberanía de la ironía. Con-
dos palabras: Conciliación y reconciliación. frontad el vigor material con el vigor
L a primera de esas dos palabras se re- espiritual; contad los azotes vencidos,
fiere á las ideas y la segunda á los hom- los mónstruos aterrados y las víctimas
bres. protegidas; poned á una parte á Lerna,
E l combate en beneficio del progreso á Nemea, á Erymanto, al toro de Creta,
requiere la concentración de fuerzas; al d r a g ó n de las Hespérides, á Anteo
apuntar bien y herir donde se debe. ahogado, á Cerbero encadenado, á A n -
Hay que cuidar de que no se desvíe nin- glas limpio, á Atlas aliviado, á Hósiona
g ú n proyectil y que no se pierda una salvada, á Alcestes libertado y á Pro-
bala en la batalla de los principios. Para meteo socorrido, y poned á la otra parte
nosotros que tenemos sed y hambre de á la superstición denunciada, á la I n q u i -
justicia, de r a z ó n y de verdad, el ene- sición muerta, á la hipocresía desenmas-
migo se l l a m a Tinieblas. carada, á la magistratura desnuda, á la
L a legión democrática tiene dos as- tortura deshonrada, las costumbres dul-
pectos; uno en política y otro en litera- cificadas, las leyes muertas, la r a z ó n l i -
tura. E n política enarbola la bandera bre, la conciencia humana emancipada;
del 89 y del 92 y en literatura la de evocad las grandes victorias humanas y
1830. Estas fechas, que tienen doble re- comparad los doce trabajos de Hércules
flejo, iluminan por una parte el derecho con los doce trabajos de Voltaire, po-
y por otra el pensamiento y se resumen niendo á una parte al gigante de la
en la palabra revolución. fuerza y á l a otra parte al gigante del
Nosotros, hijos de las catástrofes de la espíritu, y veréis que las serpientes de
revolución, que son triunfos, preferimos la cuna son las preocupaciones, y que
al ceremonial de la tragedia la confusión Arouet ahogó tan bien éstas como A l -
del drama, al diálogo alternado de las cides ahogó aquellas.
majestades el grito profundo del pue Tendréis que sostener vivas polémicas.
blo, y Paris á Versalles. E l arte, al mis- Poseéis un derecho que podéis estar se-
mo tiempo que la sociedad, ha llegado á guros de que se respetará, el derecho
este objeto: Omnia et omnes. Los siglos an de replicar. Y o he usado y abusado de
teriores todos han sido coronados; cada él, afrontando todos sus peligros. Podéis
uno de ellos se encarna para la historia juzgar por este hecho. No sé si recorda-
en un personaje. E l siglo quince se en reis que en 1851, en la época de la Re-
carna en el Papa; el diez y seis en el em pública, estando yo en l a tribuna de la
perador; el diez y siete en el rey; el diez Asamblea hablando, acababa de decir:
y nueve en el hombre. E l hombre salien- " E l presidente Luis Bonaparte conspira».
do libre y desembarazado de ese abismo M . Vieillard, que entonces era republica-
sublime, es la encarnación del siglo diez no y luego murió siendo senador, me
y ocho. Veneremos ese siglo terminante, contestó indignado: "¡Sois un infame ca-
que empieza por la muerte de Luis X I V lumniador!,, A lo que yo repliqué: "De-
y que termina por la muerte de la mo- nuncio un complot que tiene por objeto el
n a r q u í a . Aceptemos la herencia de ese restablecimiento del imperio». A l oir esto
siglo alegre y temible. M . D u p i n me amenazó, l l a m á n d o m e al
Sonreír al poder y serle desagradables órden, pena terrible y merecida. Tem-
es vuestra intención, que apruebo, por blé. " M . Víctor Hugo no sabe lo que se dice»,
que puede sonreírse combatiendo. Lucia exclamó un miembro de la m a y o r í a . Es-
no desconcertaba á J ú p i t e r . Las burlas tas palabras apaciguaron á la C á m a r a , y
de los enciclopedistas triunfaron del mo M . D u p i n volvió á meterse el rayo en
linismo y del papismo; con sus grandes el bolsillo. Convengamos en que yo ha-
ejemplos, esos bravos filósofos nos han bía abusado del derecho de réplica.
probado la fuerza que tiene la risa. Po- Aquel era u n tiempo singular; rigiendo
ner á la hidra en ridículo parece extraño, la República en el pais, exclamar / Viva
TOMO I V .
61
482 OBRA-S D E VICTOR HUG0.

la Bepúhlical era lanzar un grito sedicio- grandezas imperiales y reales la grande-


so. Cuatro de vosotros estábais entonces za de la naturaleza. Nada importa u n
en l a cárcel, y Rochefort gozaba de l i - solitario m á s ó menos á los pueblos que
bertad porque aun estaba estudiando en van á cumplir sus destinos, y yo, mien-
el colegio, pero hoy está desterrado en tras con motivo de las bodas de oro la
Bélgica. Iglesia corona al Papa, desmigajo pan
Vosotros sostenéis al grupo de poetas á los pájaros, no o c u p á n d o m e de nin-
que brilla en la actualidad extraordina- g ú n coronamiento.
riamente, y que apoya con sus trabajos VÍCTOR HUGO.
y con sus éxitos todas las grandes afir-
maciones del siglo; y esto me responde Hauteville-House 25 A b r i l 1869.
de que no carecerán de generosidad vues-
tros trabajos. Daréis la consigna de la
esperanza á la admirable juventud ac- III.
tual, que ostenta en l a frente el leal
candor del porvenir. Ligareis con incor- Congreso de la Paz en Lansana.
ruptible fó c o m ú n á esa estudiosa y alti-
va m u l t i t u d de inteligencias, deseosas de
brillar, que llenan las escuelas por la Bruselas 4 Setiembre 1869.
m a ñ a n a y los teatros por las noches; por Conciudadanos de los Estados-Unidos
las m a ñ a n a s estudiando, y por las no- de Europa:
ches aplaudiendo y buscando lo sublime Permitidme que os dé este nombre,
en la poesía y lo bello en el arte. Conoz- porque la R e p ú b l i c a europea federal
co y aprecio á los nobles jóvenes de la existe de derecho, mientras espera exis-
actualidad; estoy en su secreto y les tir de hecho. Existiendo vosotros existe
agradezco el dulce murmullo que, como ella; vuestra u n i ó n lo corrobora y bos-
lejano enjambre de abejas, vienen á pro- queja esa unidad; sois el principio del
ducir en mis oidos; su voluntad es miste- porvenir inmediato.
riosa y firme, y yo respondo de que la Me conmueve profundamente que me
e m p l e a r á n bien; esa juventud es la Fran- hayáis conferido la presidencia honora-
cia en flor, es la revolución convertida ria del Congreso.
en aurora. Comulgad con ella, que pro- Este Congreso es m á s que una Asam-
nunciando las palabras m á g i c a s deber, blea de inteligencias, es una especie de
honor, razón, progreso, pátria, huma- comité de redacción de las futuras tablas
nidad y libertad, despertareis en esa de la ley. L o selecto existe con la condi-
juventud m u l t i t u d de ecos. ción de representar á la m u l t i t u d ; vos-
I d á combatir bravamente, amigos otros sois lo selecto. Desde ahora tenéis
mios, hijos mios; combatid sin mí, pero derecho á declarar que la guerra es
conmigo. Sin m í , porque m i vieja plu- mala, que el asesinato es infame, que la
ma guerrera no puede escribir j u n t o á l a s sangre humana es preciosa y que l a vida
vuestras; conmigo, porque m i alma com- es sagrada.
b a t i r á con vosotros. Navegad i n t r é p i d a No seré de los que nieguen que es ne-
mente hácia el polo de la libertad, pero cesaria una ú l t i m a guerra, una guerra
evitad los escollos, porque encontrareis de conquista, la guerra de la conquista
muchos. E n lo sucesivo t e n d r é en m i so de la libertad.
ledad, para que alumbren mis antiguos L a libertad es la primera necesidad
sueños, la perspectiva de Le Rappel t r i u n del hombre, su primer derecho, su pri-
fante. mer deber.
No me ocuparé m á s de periódico para L a civilización tiende invenciblemen-
m í tan querido, y desde m a ñ a n a seré te á la unidad de idioma, á la unidad de
ú n i c a m e n t e uno de sus lectores, pero un medida, á l a unidad de moneda y á la
lector melancólico y tierno. Pelead desde fusión de las naciones en la humanidad,
vuestra brecha, que yo pelearé desde la que es la unidad suprema. Concordia es
mia. Además, ya solo sirvo para vivir sinónimo de simplificación, como rique-
frente á frente del Océano; soy viejo ya za y vida son sinónimos de circulación.
y estoy tranquilo é inquieto al mismo L a primera de las servidumbres es la
tiempo; tranquilo porque me veo en e' frontera.
fondo del precipicio, é inquieto porque Quien dice frontera dice ligadura. Cor-
m i p á t r i a puede caer en él. G-ozo del es- tad la ligadura, borrad la frontera, su-
pectáculo del drama de la espuma insul- primid al aduanero y al soldado, ó en
tando á las rocas, y me distrae de las otros términos, sed libres; en seguida ob-
EN E L D E S T I E R R O . 483
tendréis la paz. Paz desde entonces pro- se verifique esta toma de posesión, el
funda, paz inviolable, paz hecha de una dia en que el pueblo no tenga fuera de
vez para siempre. Estado normal del sí al hombre de guerra, á su hermano
trabajo, del cámbio, de la oferta y de la enemigo, el pueblo se unificará, estará
demanda, de la producción y del consu- entero, se a m a r á ; la civilización se lla-
mo, del vasto esfuerzo común, de l a m a r á a r m o n í a , y e n c o n t r a r á dentro de
atracción de las industrias, del i r y venir sí misma, para crear á un lado la r i -
de las ideas, del flujo y del reflujo h u - queza y al otro lado l a luz, una fuer-
mano. za, que es el trabajo, y una alma, que es
¿Quién tiene interés en conservar las la paz.
fronteras? Los reyes. Dividen para rei- VÍCTOR HUGO.
nar. Cada frontera implica una garita,
y cada garita un soldado. No se puede pa-
sar es la frase que pronuncian todos los Asuntos de familia r e t e n í a n á Víctor
privilegios, todas las prohibiciones, todas Hugo en Bruselas; pero sin embargo, á
las censuras y todas las tiranías. De esa fuerza de ruegos del Congreso, se decidió
frontera, de esa garita, de ese soldado á i r á Lausana.
sale l a calamidad humana. E l 14 de Setiembre abrió el Congreso,
E l rey, dejando aparte las escepcio- pronunciando el discurso siguiente:
nes, para defenderse necesita al soldado, "Me faltan palabras para explicar lo
el que á su vez necesita matar para v i - mucho que me ha conmovido la acogida
vir. Los reyes necesitan ejércitos y los que me habéis dispensado, y ofrezco a l
ejércitos guerra; si no es así no tienen ra- Congreso, á este generoso y simpático au-
zón de ser. Es cosa e x t r a ñ a que el hom- ditorio, n i emoción profunda. Ciudada-
bre consienta en matar al hombre sin nos, habéis elegido oportunamente para
saber por qué. E l arte de los déspotas sitio de vuestras deliberaciones este no-
consiste en quitar el forro al pueblo en ble país de los Alpes. Este pais es libre
el ejército, para que una mitad oprima á y es sublime. A q u í , ante esta naturaleza
la otra mitad. magnífica, deben hacerse las grandes de-
Las guerras se mueven por toda clase claraciones, de la humanidad, y entre
de pretextos, pero solo tienen una verda- ellas ésta: Basta de guerra!
dera causa, el ejército. Suprimid el ejér- Hay una cuestión que domina en este
cito y habréis suprimido la guerra. Pero Congreso: permitidme que la señale, ya
cómo es posible suprimir el ejército? Su- que me habéis dispensado el insigne ho-
primiendo los despotismos. nor de elegirme presidente. L a señalaré
Los despotismos se sostienen unos á en pocas palabras. ¿Qué es lo que desea-
otros. A b o l i d todos los parasitismos bajo mos todos los que aquí nos reunimos? L a
todas las formas, de listas civiles, de hol- paz. Queremos la paz y la deseamos en
gazanes pagados, de clero asalariado, de absoluto: entre el hombre y el hombre^
magistraturas consolidadas, de concesio- entre el pueblo y el pueblo, entre la raza
nes gratuitas de edificios públicos; supri- y la raza, entre hermano y hermano,
m i d todo eso, y dotareis á Europa con entre Abel y C a i n . Queremos conse-
diez m i l millones cada año. Ved simpli- guir el inmenso apaciguamiento de los
ficado en u n instante el problema de la ódios.
miseria. Pero ¿queremos esta paz á todo pre-
Los tronos no quieren estas simpli- cio y sin condiciones? No. No queremos
ficaciones. Necesitan rodearse de bayo- la paz que encorve las espaldas y que
netas. baje la frente; no queremos la paz con el
Los reyes se entienden respecto á la despotismo; no queremos la paz á palos;
cuestión de eternizar la guerra. Parece no queremos la paz con el cetro.
que se quejan unos de otros, pero no es L a primera condición de la paz ha de
así; se ayudan recíprocamente. Eterni- ser la emancipación. Para emanciparnos
zar el ejército es eternizar el despotismo; necesitaremos indudablemente una revo-
esta lógica es feroz, pero es excelente lución, que quizás sea la suprema, y una
para ellos. Los reyes agotan al pueblo guerra, que quizás sea l a última. Enton-
enfermo, haciéndole verter la sangre. De ces se realizarán completamente nuestros
la feroz fraternidad de las espadas resul- designios. Siendo la paz inviolable, será
ta el vasallaje de los hombres. eterna. Entonces no h a b r á ejércitos n i
Pues caminemos á nuestro objeto, que reyes, y se desvanecerá completamente el
he llamado yo en otra parte la reabsorción pasado.
del soldado en el ciudadano. E l dia en que Queremos que el pueblo viva, trabaje,
m OBRAS DE VICTOR HUGO.

comprenda, hable, ame y piense libre- lo que es socialismo; esto tampoco es


mente, y que no haya príncipes que cons- verdad.
truyan ametralladoras. Queremos que se L a fórmula definitiva que cité hace
realice la gran R e p ú b l i c a continental, poco, al mismo tiempo que compendia
queremos los Estados-Unidos de Europa, lo que es la República, compendia t a m -
y diré, para concluir, q u é l a libertad bién lo que es el socialismo. A l lado de la
es nuestro objeto y la paz su resul- libertad, que implica la propiedad, está
tado.,, la igualdad, que implica el derecho al
trabajo (soberbia fórmula de 1848), y
Las deliberaciones del Congreso de los está t a m b i é n la fraternidad, que implica
Amigos de la paz duraron cuatro dias: la solidaridad. Luego R e p ú b l i c a y so-
Víctor Hugo cerró el Congreso con el si- cialismo es una misma cosa.
guiente discurso: E l que os habla en estos momentos,
ciudadanos, no es lo que se llamaba
"Ciudadanos: ayer u n republicano de la víspera, sino
' Debo cerrar este Congreso pronuncian- que es un socialista de la antevíspera.
do las ú l t i m a s palabras, que t r a t a r é de Soy socialista desde 1828, y por eso
que sean cordiales. Ayudadme. tengo derecho á hablar de socialismo.
Formamos el Congreso de la Paz, es E l socialismo no es mezquino, sino
decir, de la conciliación. Siendo así, per- muy vasto. Se ocupa de todo el proble-
mitidme que os traiga á la memoria un ma humano y abraza la cuestión social
recuerdo. entera. A l mismo tiempo que propone la
Hace veinte años, en 1849, se r e u n í a importante cuestión del trabajo y del sa-
en P a r í s un Congreso de la Paz, como lario, proclama la inviolabilidad de la
hoy se r e ú n e en Lausana. E l dia 24 de vida humana, la abolición del asesinato
Agosto, que era el aniversario de la fecha bajo todas sus formas, la reabsorción de la
sangrienta de la S a i n t - B a r t h ó l e m y , dos penalidad por medio de la educación, la
sacerdotes, que representaban las dos enseñanza gratuita y obligatoria, el de-
formas del cristianismo, asistían á l a se- recho de la mujer y el del niño y la so-
sión; estos dos sacerdotes eran el pastor b e r a n í a individual.
Coqueret y el abate Deguerry. E l presi- Pues todo esto que representa el socia-
dente del Congreso, que era el que tiene lismo, lo representa t a m b i é n la R e p ú -
el honor de dirigiros la palabra en estos blica. E l socialismo afirma la vida, la
momentos, evocó el recuerdo nefasto de República afirma el derecho; aquel eleva
1572, y dirigiéndose á los dos sacerdotes, el individuo á la dignidad de hombre, y
les dijo: "Abrazaos,,. ésta eleva el hombre á la dignidad de
Recordando esa fecha siniestra, y en ciudadano. No puede haber acorde m á s
medio de las aclamaciones de la Asam- profundo.
blea, el catolicismo y el protestantismo Sí; todos nosotros estamos acordes: no
se abrazaron. queremos Césares, y yo defiendo al so-
Hoy nos separan pocos dias de otra fe- cialismo calumniado.
cha, tan ilustre como aquella es infame, Si un dia se propusiera la cuestión
la fecha del 21 de Setiembre. Ese dia se entre aceptar l a esclavitud con bienestar
fundó la República francesa, y así como ó aceptar la libertad con la pobreza, en
el 24 de Agosto de 1572 el despotismo y las filas republicanas y en las filas socia-
el fanatismo se juntaron para decir su listas n i uno solo vacilaría en la elec-
ú l t i m a palabra: Exterminemos, el 21 de ción, y declaro, afirmo y respondo que
Setiembre de 1792 la democracia lanzó todos preferirían al pan blanco de la es-
su primer grito de Libertad, Igualdad, clavitud el pan negro de la libertad.
Fraternidad. No dejemos, pues, que entre nosotros
Pues esa fecha sublime me recuerda se levante n i n g ú n antagonismo. Estre-
que en los dos sacerdotes se abrazaron chémonos, hermanos míos, socialistas y
dos religiones, y ahora pido que nos abra republicanos; estrechémonos alrededor
cemos t a m b i é n . Creo conseguirlo, porque de la justicia y de la verdad y hagamos
nosotros nada tenemos que olvidar. Pido frente al enemigo.
que se abracen la R e p ú b l i c a y el socia Quién es el enemigo?
lismo. Nuestro enemigo es m á s y menos que
Nuestros enemigos dicen que en caso, un hombre. Es el conjunto de hechos
de necesidad el socialismo aceptaría el horribles que pesa sobre el mundo y le
imperio, pero esto no puede ser. Nuestros devora. Es un mónstruo con m i l garras,
enemigos dicen que la R e p ú b l i c a ignora aunque solo tiene una cabeza. Nuestro
EN E L D E S T I E R R O 485
enemigo es la encarnación siniestra del esta la palabra propia, porque a q u í no se
antiguo crimen militar y monárquico, trata de un principio, sino de un medio.
que nos amordaza y nos expolia, que T a conducta? Tampoco; no es tanto: debo
pone las manos sobre nuestras bocas y decir, pues, la táctica de los proscriptos.
las introduce en nuestros bolsillos, que Su táctica debe dársela el p a t r ó n del
posee los millones, los presupuestos, los modo de obrar del proscriptor. L a dicta-
jueces, los sacerdotes, los criados, los pa- dura les expulsa cuando les cree fuertes;
lacios, las listas civiles, todos los ejérci- 3 u e s deben entrar en el pais cuando la
tos, pero no posee n i u n solo pueblo. dictadura los crea débiles. Realmente l a
Nuestro enemigo es el que reina, gobier- tiranía solo debe temer á los aparecidos,
na y agoniza en estos instantes. á los presentes m á s que á los ausentes.
Seamos enemigos del enemigo, pero os libertadores vienen siempre de fue-
amigos nuestros. Confundámonos en una ra, pero siempre consiguen su objeto
sola alma para combatir y en un solo dentro. Esta ha sido al menos l a historia
corazón para amar. del pasado, y será probablemente la del
Ciudadanos, fraternidad! porvenir.
Una palabra y termino. Sin duda el destierro de fuera ha me-
Volvamos las miradas hácia el porve- recido bien de la p á t r i a , ha prestado sus
nir. Pensemos en el dia cierto ó inevita- servicios y ha corrido sus peligros. Vues-
ble, quizás próximo, en que se constitu- tro hijo Cárlos los ha hecho ver con una
ya Europa como este noble pueblo suizo poesía natural, hereditaria, que me haria
que nos acoge ahora con tanto afecto. creer en el derecho de la nobleza si yo
Este pequeño pueblo posee sus grande- no fuera tan villano.
zas; tiene una patria que se llama la Re- Pero seamos justos respecto á los mé-
pública y una m o n t a ñ a que se llama la ritos de dentro. Los de fuera no necesi-
Virgen. tan hacerse valer para que todos los
Tengamos como él la R e p ú b l i c a por reconozcan. E l que niega vuestros servi-
fortaleza, y nuestra libertad, inmacula- cios niega al sol. Yo, que soy un guijarro
da é inviolable, sea como la Jungfrau, errante, que salto de prisión en prisión,
una cumbre virgen que alumbre de lleno que ya estoy en Suiza, en Saboya, en
la luz del sol. Francia, en Holanda ó en Bélgica, he
Saludo á la revolución futura.,. conocido toda la g e n d a r m e r í a de Euro-
pa, y no me quejo n i me vanaglorio de
ello, porque no hay de qué. Mis amigos
IV. y yo, que fuimos denunciados en Ingla-
terra, como si fuéramos Marats, por u n
F é l i x Pyat á Víctor Hugo. senador delator, y como á Peitiers, por
un delator embajador, y nos disfrazaron
de Cuy-Pawkes y nos colgaron en efi-
DENTRO Ó FUERA. gie por haber escrito las Cartas á la reina,
en lo que algo influyeron vuestras predi-
M i querido Víctor Hugo: caciones de Jersey; nosotros, á quienes
Los tiranos que saben desempeñar su cogieron, juzgaron y amenazaron por el
oficio hacen con sus vasallos lo que los asunto Orsini, y hemos sufrido tres ex-
niños hacen con las cerezas; empiezan tradiciones por la Gommune Revoluciona-
por comerse las m á s rojas. Siguen la an ria, nosotros t a m b i é n hemos sufrido
tiquísima lección de su maestro T a r q u i nuestra parte de pruebas, y como vos á
no; siegan las espigas m á s altas de los Jersey, t e n í a m o s la seguridad de ser des-
campos. Así se instalan y se aseguran terrados á Londres.
dejando fuera de combate á sus enemigos E l deber, como digo, está fuera de
selectos. Matan á unos, expulsan á ios cuestión, como el peligro. L o cumpli-
otros y no hacen caso de los d e m á s . Des mos bravamente en Inglaterra como en
torrando el alma conservan su cuerpo y Francia, fuera como dentro, pero me
se aseguran durante veinte años. L a atrevo á creer que con menos utilidad;
historia prueba que todos los advenedi con m á s brillo, pero con menos efecto;
zos ascienden por haber eliminado á los con m á s libertad y gloria privada, pero
hombres libres y que solo caen por su con menos gloria pública. Si el proceso
reintegración. Baudin, el proceso de un muerto apare-
Si es cierto lo que afirmo, no hay que cido, ha despertado á Paris, ¡qué ruido no
preguntar cuál es el deber de los pros haria el proceso de la "grande sombra,,,
criptos. E l deber? Me equivoco; no es | como os llama E l ConstitucionalI Seria el
OBRAS D E VICTOR HUGO.

proceso de u n aparecido vivo, el proceso ya en un mismo punto, ya en diferentes


de Víctor Hugo. Tirteo sublevó á Espar- mrtes, dispersos ó en masa, de lejos ó de
ta. Tras los procesos de Ledru, de Luis cerca, dentro ó fuera, en Francia ó en
Blanc, de Quinet, de Barbes, el proceso China, cumpliremos nuestro deber y sal-
de Víctor Hugo volvería al palacio de varemos el honor, si no podemos conse-
Justicia. Sófocles tuvo t a m b i é n un pro- guir la victoria.
ceso y lo ganó; si tenia la cabellera Lo que importa sobre todo y ante
cana, vos la tenéis t a m b i é n , y a d e m á s :odo es que continuemos estando uni-
llena de laureles. dos. Por amor al derecho deseo que es-
Vuestro hijo Cárlos, que iguala en ta- temos unidos siempre. Avancemos todos
lento á vuestro hijo Francisco, ha reco- en conjunto. J u n t é m o n o s siempre ausen-
nocido, con el ojo de vista paternal, que tes y presentes; unamos todo lo que v i -
la a m n i s t í a nos ha perjudicado. E l ejér- bra, todo lo que vive y todo lo que ódia;
cito del destierro, dice justamente, es- unamos todo lo que vive en nombre del
taba ordenado, tenia sus guias y sus derecho, del órden y de la paz en Fran-
capitanes, y la a m n i s t í a lo ha licencia- cia; todo lo que prefiere el derecho á los
do, desbandándole, tanto dentro como hombres, los principios á todo lo demás;
íuera. E l ejército ha quedado batido; todo lo que siente una cólera y l a econo-
entrando Aquiles, cae Héctor: verdad miza, la acumula y la capitaliza, como
es que Aquiles muere, pero Troya su- un avaro, sin prestar nada de ella á la
cumbe. Seria el mundo al revés que el mayor injuria. Avaucemos todos contra
m á s fuerte esperase la victoria del m á s él, como un solo corazón, como un solo
débil. brazo, con u n solo objeto, con el objeto de
Lejos de mí la idea de que descanséis hoy con el de ayer, con el objeto ideal y
en vuestra tienda. Vuestras armas, como eterno de la Francia y del mundo, con el
los rayos, brillan en la inmensidad, pero objeto siempre glorioso y para siempre
t a m b i é n se pierden. C a u s a r í a n m á s d a ñ o sagrado del 22 del mes de Setiembre; con
concentrándose dentro ó íuera. Perdo- el objeto de conseguir la libertad, la
nad m i franqueza republicana, y tened igualdad y la fraternidad.
presente que m i pico no es de oro como FÉLIX PYAT.
el vuestro, es de hierro. ¡Qué choque
produciría en P a r í s vuestra entrada en L ó n d r e s 9 Setiembre 1869.
él en 22 de Setiembre!
Escribisteis E l hombre que rie, que fué CONTESTACION A FÉLIX PYAT.
un acontecimiento; produciríais un ter-
remoto realizando E l hombre que llora. M i querido F é l i x Pyat:
Leí vuestra carta cordial y magnífica.
Sin embargo, esto es solo una opinión Como comprendereis, no tengo derecho
Sobre esto la historia nada ordena, ape para hablar en nombre de mis compañe-
ñ a s d á un consejo, y este consejo tiene ros, por lo que me limitaré á contestar á
poca autoridad saliendo de mí. Os pro lo que me concierne.
pongo, ó mejor dicho, os someto m i Creo que t a r d a r á poco en caer al sue-
opinión humilde y temerariamente. Con lo la barrera honorífica que me he i m -
sideradla en lo que valga, y hasta yo puesto á m í mismo escribiendo este
mismo a ñ a d i r é que en lo humano nada verso:
es absoluto y que los hechos del pasa Et, s'il ríen reste qu'un, je serai celui4á ( i ) .
do pueden no tener razón de ser en el He prometido que e n t r a r é en Francia
porvenir. cuando no quede m á s que uno en el des-
De todos modos cada uno debe apre- tierro y ese sea yo; esto es, cuando entre
ciar su propia utilidad, respetar todas las la libertad.
convicciones y dejar en libertad á la con Cuando termine de cumplir el deber
ciencia. Sobre todo á la vuestra. Grozais del destierro, c u m p l i r é el otro.
la prerogativa del astro, que es m á s es- Pertenezco á m i conciencia y al pueblo.
pléndido todavía en su ocaso que en su
VÍCTOR HUGO.
oriente. Quizás valga m á s que perma-
nezcáis en vuestro cielo luminoso, como Bruselas 12 Setiembre 1869.
el dios de Homero, para alumbrar el
combate. Cada uno que cumpla su des
tino; el faro debe brillar y las olas llevar
las naves. Pero cualquiera decisión que
tomemos, ya en detalle, ya en conjunto, (i) Si no queda más que uno, ese seré yo.
EN E L D E S T I E R R O . 487
E l derecho está de parte del pueblo y
a violencia de parte del poder. No de-
V. mos, pues, al poder n i n g ú n pretexto
lia crisis de Octubre de 1869. Dará que emplee la violencia contra el
derecho. Nadie debe salir á la calle el 26
de Octubre.
E l imperio declinaba; en todos sus ac- Lo que se deduce virtualmente de la
tos se veían los síntomas que anuncian situación es la abolición del juramento.
la terminación de las cosas. E n Octubre L a declaración solemne de los repre-
de 1869, Luis Bonaparte violó su propia sentantes de la izquierda desligándose
Constitución. Debia convocar el 29 á las del juramento ante la nación, sería la
C á m a r a s , y no las convocó. E l pueblo verdadera salida de la crisis, salida mo-
tuvo la bondad de irritarse por tan poco ral y revolucionaria. Asocio intenciona-
motivo y estuvo próximo á sublevarse. damente esas dos palabras. Si el pueblo
Supusieron que Víctor Hugo tenia la cul- se abstiene, paralizará a l chassepot; si los
pa de la cólera del pueblo, y hasta hubo representantes hablan, q u e d a r á abolido
momentos en que alguno creyó que la el juramento. Esto es lo que yo acon-
sejo.
situación dependía de dos hombres; del
emperador, que violaba la Constitución, Para terminar esta carta, debo adver-
y del proscripto, que escitaba al pueblo. tiros que el día que yo aconseje una i n -
M . Luis Jourdan, el 12 de Octubre surrección, se me verá en ella ocupando
publicó en E l Siglo u n artículo que tuvo m i sitio; pero ahora no l a aconsejo.
gran resonancia y que empezaba de este Me apresuro á contestar á vuestro
modo: elocuente llamamiento y os estrecho la
"En los actuales momentos, dos hom- mano.
bres, colocados en los polos del mundo VÍCTOR HUGO.
político, incurren en l a mayor responsa- Bruselas 12 Octubre 1869.,,
bilidad que puede pesar sobre la con-
ciencia humana: estos hombres son N a -
poleón I I I y Víctor Hugo.,, VI.
Con este motivo el último escribió á
M . Luís Jourdan la siguiente carta: Jorge Peabody.
" M i antiguo y querido amigo:
Acabo de recibir E l Siglo y de leer el
artículo que me afecta, me honra y me A L PRESIDENTE DEL COMITÉ AMERICANO
asombra. DE LÓNDRES.
Y a que me concedéis l a palabra, la
tomo, agradeciéndoos que me deis pié Hauteville-House 2 Diciembre 1869.
para desvanecer una equivocación. Acabo de recibir hoy, 2 de Diciembre'
Ante todo os repito que no soy m á s que vuestra carta, y os la agradezco extraordi"
un lector de Le Éappel: creía haberlo di- nanamente, porque me ha hecho olvidar
cho con bastante franqueza, para no ver- el imperio y pensar en A m é r i c a . Estaba
me obligado á decirlo por segunda vez. mirando hácia la noche y habéis conse-
N i he aconsejado n i aconsejo que se guido que mire hácia el día.
haga ninguna manifestación popular el Queréis que dedique algunas palabras
día 26 de Octubre. á Jorge Peabody, porque en vuestra sim-
Aprobó completamente la idea de Le pática ilusión me creéis lo que no soy,
Bappel, que pedia á los representantes de la voz de la Francia. Solo soy, ya lo he
la izquierda un acto, al que P a r í s hubiera dicho otras veces, la voz del destierro.
podido asociarse. Este acto consistía en Pero no importa; no puedo dejar de oír
una demostración pacifica y sin armas, vuestro noble llamamiento; debo contes-
como las demostraciones del pueblo i n tarle y le contesto.
glés en casos semejantes, como la de- L a A m é r i c a tiene motivo para estar
mostración de los ciento veinte m i l orgullosa de ese gran ciudadano del
Teníanos en D u b l i n de hace tres días. mundo, de ese gran hermano de los
Esto es lo que deseaba Le Bappel. hombres, de Jorge Peabody, que era un
Pero absteniéndose la izquierda, el hombre dichoso, á quien hacían sufrir
pueblo debe abstenerse, y careciendo de todos los sufrimientos; que era un rico
punto de apoyo, no debe hacer ninguna que sentía el frío, el hambre y la sed de
manifestación. los pobres. Pudiendo estar cerca de
OBRAS D E VICTOR HUGO.

Rotschild, quiso ocupar u n sitio al lado cuente, y yo. E n 1860 te defendió Gram-
de Vicente de Paul. Como Jesucristo, te- betta, el poderoso evocador del espectro
nia una llaga en el costado; esta llaga de Baudin, y Julio Favre, el soberbio
era la miseria de los demás, y de ella no maestro de la palabra, que tan intrépido
fluia sangre, sino oro, oro que le salia fué el 2 de Diciembre.
del corazón. Debes estar contento y satisfecho.
E n el mundo nacen hombres para el Has cometido el crimen de preferir,
ódio y nacen hombres para el amor; Pea- como yo, á la sociedad que mata, la so-
body era uno de éstos: en la fisonomía de ciedad que alumbra y que enseña, y á los
esta clase de hombres se retrata la sonri- pueblos que se d e g ü e l l a n unos á otros,
sa de Dios. Qué ley practican? L a ley de los pueblos que se ayudan recíprocamen-
la fraternidad, que es ley divina y ley te; has atacado á esas sombrías obedien-
humana, que varía los socorros según cias pasivas, al verdugo y al soldado; no
los infortunios, que aqui d á preceptos y quieres que guarden el órden social esas
allá dá millones, que traza á través de dos cariátides, el hombre-guillotina y
los siglos en nuestra oscuridad un rastro el hombre-chassepot; prefieres Gí-uillermo
de luz, que vá desde J e s ú s pobre hasta Penn á J o s é de Maistre y J e s ú s á César.
Peabody rico. Solo quieres ver el hacha en las manos
Nuestro mundo antiguo envidia á del leñador en el bosque, y solo quieres
vuestro mundo moderno u n hombre ver la espada en las manos del ciudada-
como ese. L a p á t r i a g u a r d a r á su ceniza no ante la t i r a n í a . A l legislador le ense-
y vuestros corazones su memoria. ¡Que ñas como ideal á Beccaria y como sol-
la inmensidad conmovida de los mares dado á Graribaldi. Por defender estas
os la lleve! E l libre pabellón americano ideas bien se puede sufrir cuatro meses
no desplegará j a m á s bastantes estrellas de cárcel y m i l francos de m u l t a .
alrededor de su féretro. A ñ a d a m o s que sospechan que no
No puedo menos de recordar que hoy apruebas la violación d é l a s leyes á mano
hace precisamente diez años dirigia, su- armada, y de que quizás eres capaz de
plicante y aislado, un ruego en favor del excitar el ódio contra los arrestos noc-
sentenciado de Harper's Ferry á la ilus- turnos y de excitar el desprecio de los
tre nación americana: hoy, en cámbio, le que faltan á sus juramentos.
dirijo una glorificación. Desde 1859 acá Desde n i ñ o fui soldado. Desde que na-
se han verificado grandes acontecimien- cí me inscribió m i padre en los registros
tos; se ha abolido en A m é r i c a la servi- del Royal-Corse, y ya que entro en el ca-
dumbre, y esperamos que la miseria, que mino de las confesiones, debo declarar
es otra servidumbre, quede abolida tam- que profeso antigua s i m p a t í a al ejército.
bién un dia en todo el mundo: mientras Escribí este verso no recuerdo dónde:
el segundo progreso viene á completar
el primero, veneremos á los dos apósto- J'aime les gens dlépée en etant moi-mémeun.
les, juntando en la misma idea de grati- Pero es con una condición; con la con-
t u d y de respeto á John Brown, el amigo dición de que la espada no tensra man-
de los esclavos, y á Jorge Peabody, el cha, de que sea la espada de "Washing-
amigo de los pobres. ton, de John Brown ó de Barbés.
Os estrecha la mano Debemos decir al ejército actual que
VÍCTOR HUGO. se equivoca si cree que se parece al ejér-
cito de otros tiempos.
Me refiero al gran ejército de hace se-
VII. senta años, que primero se llamó ejército
de la R e p ú b l i c a , luego ejército del i m -
A Carlos Hugo. perio, y que era, hablando con propie-
dad, el ejército de la revolución. Sé todo
lo que se puede decir contra él, pero
H é aquí, hijo m i ó , que quieren casti- comprendo que tenia un lado grandioso.
garte por segunda vez. Hace diez y nae- Ese ejército demolía en todas partes las
ve años combatías al p a t í b u l o y te sen Bastillas y las preocupaciones y llevaba
tenciaron. Hoy, queriendo inspirar al en su mochila la Enciclopedia. Cuando
soldado la fraternidad, atacabas á la el imperio quiso establecerse, ¿quién votó
guerra, y te han vuelto á sentenciar. Te contra él? E l ejército. Ese ejército contó
envidio esas dos glorias. en sus filas á Oudet y á los Filadelfios, á
En 1851 nos encargamos de t u defen- Mallet, á Guidal y á m i padrino Víctor
sa Cremieux, ese corazón grande y elo- de Lahorie; estos tres los fusilaron en l a
EN E L D E S T I E R R O . 489
llanura de Grenelle. Paul Luis Courier to, pero le estoy agradecido por el enor-
pertenecía á ese ejército; esos fueron los me agujero revolucionario que abrió en
antiguos c o m p a ñ e r o s de Hoche, de Mar- la antigua Europa teocrática. Después
cean , de Kleber y de Desaix. de disiparse el humo, ese ejército dejó u n
Ese ejército, en su carrera al través de rastro luminoso.
las capitales de Europa, vaciaba á su Su desgracia, que se confunde con su
paso todas las prisiones que estaban aun gloria, consiste en haber sido proporcio-
llenas de víctimas; en Alemania los nado al primer imperio. E l actual ejér-
cuartos donde daban tortura los land- cito debe temer ser proporcionado al
graves, en Roma los calabozos del casti- segundo imperio.
llo de San Angelo, en E s p a ñ a las cuevas E l siglo diez y nueve toma el bien allí
de la Inquisición. Desde 1792 á 1800 des- donde lo encuentra, y su bien es el pro-
truyó á sablazos el vetusto esqueleto del greso. Pesa la cantidad de retroceso y l a
despotismo europeo. cantidad de progreso que debe al ejército,
Más tarde proclamó reyes, ó los dejó y solo acepta al soldado, con la condición
proclamar, pero t a m b i é n los destituyó. de encontrar en él al ciudadano. E l sol-
Arrestó al Papa; entonces aun estaba dado está destinado á desvanecerse y el
lejos la acción de Montana. ¿En E s p a ñ a ciudadano á sobrevivir.
y en I t a l i a quién c o m b a t í a al ejército?... Porque crees lo mismo que yo, te ha
Los sacerdotes. A u n suprimiendo á Na- sentenciado la magistratura francesa,
poleón, ese ejército c o n t i n u a r í a siendo que, dicho sea de paso, es tan desgraciada
grande, porque en el fondo era filósofo y algunas veces, que no encuentra presun-
ciudadano, a r d í a en él la antigua llama tos reos de alta traición.
d é l a República, representaba el espíritu Persistamos siendo cada dia m á s fieles
armado de la Francia. al espíritu del siglo. Como ya te he dicho,
Entonces era yo un niño, pero me estoy solitario y aislado; solitario por el
acuerdo de lo siguiente: sitio que habito, aislado por las escar-
Vivía yo en Madrid en la época del rey paduras que se han formado alrededor
José: era la época en que los sacerdotes de m i conciencia: permanezco completa-
enseñaban á los españoles campesinos á mente e x t r a ñ o á las polémicas, que lle-
la Virgen llevando de la mano á Fernan- gan hasta m í muchas veces cuando ya
do V I I en el cometa que apareció en han pasado; n i escribo n i inspiro nada
1811. Mis dos hermanos y yo estábamos de lo que está agitando á París, pero me
en el Seminario de Nobles del colegio de complace su agitación. Simpatizo con
San Isidro. T e n í a m o s por maestros á ella desde lejos; pertenezco á los que sa-
dos jesuítas, uno amable y otro m u y ludan al espíritu de l a revolución en
rudo; D . Manuel y D . Basilio. Dichos todas las partes donde lo encuentran, y
maestros, por órden superior sin duda, aplaudo á todo el que participa de él, ya
nos hicieron salir al balcón para ver se llame J u l i o Favre ó Luis Blanc, Q-am-
pasar cuatro regimientos franceses que betta ó Barbés, Baucel ó F é l i x Pyat, y
entraban en Madrid. Estos regimientos siento su soplo poderoso en la robusta
h a b í a n estado en la guerra de Italia y de elocuencia de Eugenio Pelletan, lo mis-
Alemania y regresaban de Portugal. L a mo que en el brillante sarcasmo de En-
multitud, que se a p i ñ a b a al paso de los rique de Rochefort.
soldados, miraba con ansiedad á esos Esto es lo que tengo que decirte, hijo
hombres, que t r a í a n el espíritu francés á mió.
la noche católica, que h a b í a n hecho sufrir Empieza el invierno diez y nueve de
á la Iglesia las consecuencias de la revo m i destierro, y no digo esto por lamen-
lucion, que h a b í a n abierto los conventos, tarme. E l invierno en G-uernesey es una
roto las rejas y matado al Santo Oficio. continua tormenta. Para el alma i n -
Mientras desfilaban por bajo del balcón, dignada y tranquila es buena vecindad
D . Manuel se inclinó al oído de don la del Océano en completo equilibrio,
Basilio y le dijo: Hé aquí á Voltaire que aunque en plena tempestad, que nada
pasa. hay tan fortificante como el espectáculo
Píense el actual ejército que esos hom- de su cólera majestuosa.
bres no hubieran obedecido sí se les hu- VÍCTOR Huao.
biera mandado hacer fuego á mujeres y Hauteville-House 18 Diciembre 1869.
á niños. No se llega de Arcóle y de
Friedland para i r á R i c a m a r í e .
Insisto en que no ignoro todo lo que se
puede decir contra el gran ejército muer-
TOMO IY. 62
490 OBRAS D E VICTOR HUGO.

simpatía á esos dos nobles pueblos que


han lanzado el grito de libertad. Cuba
VIII. se e m a n c i p a r á de E s p a ñ a , como H a i t i se
emancipó de Francia. H a i t i , desde 1792,
hoH niños pobre». al dar libertad á los negros, hizo t r i u n -
far el principio de que el hombre no
tiene derecho á poseer á n i n g ú n otro
Víctor Hugo, s e g ú n su costumbre, hombre. Cuba h a r á triunfar otro princi-
celebró la Navidad de 1869 con la fiesta pio no menos grande; el de que un pue-
de los niños pobres. Los periódicos ingle- blo no tiene derecho á poseer á n i n g ú n
ses publicaron las siguientes palabras otro pueblo.
que él pronunció: Dicho esto, vuelvo á ocuparme de los
niños. T a m b i é n es realizar un acto de
^Señoras: emancipación proteger á la infancia, dar
No trato de que pierdan la paciencia la sanidad y educación. Fortifiquemos
los niños que están esperando recibir los débiles cuerpos que sufren y las tier-
juguetes, y h a b l a r é m u y poco. Dije, y nas inteligencias que nacen; libertémos-
debo repetir, que esta fraternidad prác- los de las enfermedades del cuerpo y de
tica, en p e q u e ñ a escala, limitada á la ignorancia del espíritu. L a idea de la
cuarenta niños, significa poco por sí comida de los niños pobres se acoge bien
misma, y no valdría la pena de ocupar- en todas partes y todos están acordes so-
nos de ella, si no tuviera en otras par- bre esta institución fraternal. Por qué?
tes magnífica extensión, como la prensa Porque para los cristianos se conforma
inglesa y americana hacen constar todos con el espíritu del Evangelio y para los
los años, y si la comida de los niños po- demócratas con el espíritu de la revolu-
bres, que fundó en pequeño, no hubiera ción.
resultado una verdadera institución, con- Realicemos este medio, esperando con-
siderable por la cifra enorme de los n i - seguir otro mejor, porque socorrer á los
ños socorridos. pobres por medio de la asistencia no es
E n Inglaterra y en A m é r i c a esa cifra m á s que u n paliativo. E l verdadero so-
aumenta todos los años. Por centenas corro para los miserables consistirá en
de m i l l a r deben contarse las raciones de la abolición de la miseria. A eso ya lle-
carne y de vino que se dan á los niños garemos.
pobres. Y a conocéis los admirables re- Mientras, ayudemos al progreso asis-
sultados que han obtenido lady Thomp- tiendo á la infancia por todos los medios,
son y el reverendo Wood. L a Ilustración dándoles buen alimento y buena ense-
Inglesa ha publicado grabados que repre- ñ a n z a . E l n i ñ o debe ser nuestra gran
sentan las inconmensurables salas donde preocupación y nuestro gran cuidado.
se celebran en Lóndres las comidas de Sabéis por qué? Porque los niños son el
los niños pobres. porvenir.
Gracias á la prensa, la propaganda se Ejercitemos la santa paternidad del
verifica en todos los países; en todas par- presente para con el porvenir, que lo que
tes se multiplican esfuerzos m á s podero- hagamos por la infancia, el porvenir nos
sos que los míos, y en todas partes la lo devolverá centuplicado. E l niño es el
asistencia á los niños alcanza magnífico campo de la futura cosecha y encierra la
éxito. Doy las gracias por su benéfica sociedad nueva; sembremos en su espí-
adhesión á muchas lógias de masones y r i t u la alegría y la justicia.
a l a útil Sociedad délos Institutores de la Educando al niño, educamos al porve-
Suiza, que tiene por lema: Dios, Humani- nir; mejorando al pequeñuelo, formamos
dad, Fátria. De todas partes recibo car- la educación de lo desconocido. Si el
tas que me anuncian que se instala esa niño goza de salud, el porvenir t a m b i é n
institución; dos de esas cartas me han la gozará; si el niño es honrado, el porve-
conmovido; una es de H a i t i y la otra de nir será bueno. Iluminemos y enseñemos
Cuba. á la infancia que está á nuestra vista, y
Permitidme, ya que se me presenta el siglo veinte resplandecerá. L a clari-
la ocasión, que envié la expresión de m i dad en el niño será sol en el porvenir. „
1870.
Acontecimientos de A m é r i c a . —A las mu-jeres de Cialba.-La
revolTJLcion l i t e r a r i a entremezclada con las revolnciones politicas.-Jorge
Sand y Víctor Hngo. —Mnerte de n n
proscripto.-Los sal-vadores y los trabajadores.-El plebiscito.-A las
m-njeres de Gnernese-y.-Acontecim-ientos de Europa.

I. L a conciencia es la columna vertebral


del alma, y mientras se mantiene recta,
Cuba. el alma se sostiene en pió; solo tengo
esta fuerza, pero me basta, y hacéis bien
en dirigiros á m í .
L a Europa, en la que se incubaban H a b l a r é en favor de Cuba, como ha-
temibles acontecimientos, empezaba á blé en favor de la Creta.
perder de vista los paises lejanos. Ape- N i n g u n a nación tiene derecho de opri-
nas se sabia en esta parte del Atlántico mir á otra, n i E s p a ñ a á Cuba, n i I n g l a -
que Cuba estaba completamente insur- terra á G-ibraltar. Como un hombre no
reccionada. Los gobernadores españoles puede poseer á otro, tampoco puede u n
r e p r i m í a n esta insurrección con brutali- pueblo poseer á otro pueblo, y este cri-
dad salvaje. Ejecutaron militarmente men es m á s odioso en una nación que en
distritos enteros. Las mujeres huian de un individuo. Que un pueblo tiranice á
allí espantadas y muchas se refugiaron otro, es uno de los hechos m á s terribles
en Nueva-York. Desde esta ciudad, a l del siglo diez y nueve. E n los momen-
empezar el a ñ o 1870, las mujeres de tos actuales la Rusia tiraniza á la Polo-
Cuba dirigieron á Víctor Hugo una pe- nia, la Inglaterra á la Irlanda, el Aus-
tición con m á s de trescientas firmas para tria á l a H u n g r í a , l a T u r q u í a á l a
que interviniese en esta lucha. Hó a q u í Herzegowina y á la Creta y la E s p a ñ a á
lo que respondió: Cuba. Por todas partes hay venas abier-
tas, vampiros chupando cadáveres.
^A L A S MUJERES D E CUBA. Pero cadáveres no; borro la palabra,
porque y a dije que las naciones están
Llegan á mis oidos las quejas desespe- moribundas, pero no mueren. Cuba con-
radas que me dirigís. Fugitivas, m á r t i - serva l a vida y Polonia conserva e l
res, viudas y huérfanas, pedís que os so- alma.
corra un vencido; las proscriptas piden E s p a ñ a es una noble y admirable na-
ayuda al proscripto; las que se ven sin ción, á l a que profeso afecto, pero no
hogar piden ayuda al que se vé sin pa- puedo quererla m á s que á Francia: pues
tria. Estamos extraordinariamente opri- bien; si Francia siguiera oprimiendo á
midos; solo tenéis voz para quejaros H a i t i , como le digo á E s p a ñ a : "Emanci-
como yo; vuestra voz gime y la mia ad- pa á Cuba,,, diria á Francia: "Emancipa á
vierte; solo nos quedan ya estos dos so- Haiti,,. Hablando de esta manera proba-
plos: á vosotras el sollozo y á m í el con- ria m i veneración á la pátria, que el res-
sejo. A pesar de que parecemos m u y peto l o constituyen decir l a verdad y
débiles constituimos una fuerza, porque profesar cariño.
vosotras representáis el derecho y yo l a Mujeres de Cuba, que elocuentemente
conciencia. me referís vuestras angustias y sufri-
m OBRAS D E VICTOR HUGO,

mientos, me arrodillo ante vosotras y os En la civilización, la primogenitura


beso los pies. No dudéis que e n c o n t r a r á no es un derecho, es un deber. Ese deber
su recompensa vuestra p á t r i a perseve- dá derechos, entre otros el de colonizar.
rante; no correrá i n ú t i l m e n t e tanta san- Las naciones salvajes tienen derecho á
gre, y la magnífica Cuba se l e v a n t a r á un la civilización, como los niños tienen de-
dia libre y soberana entre'sus hermanas recho á ser educados, y estos derechos
augustas, las Repúblicas de A m é r i c a . son deberes para las naciones civilizadas.
Puesto que me pedís m i opinión, voy á De a q u í arranca en los tiempos antiguos
decírosla lealmente. E n estos momentos el derecho de la I n d i a sobre el Egipto,
en que la Europa está cubierta de crí- del Egipto sobre la Grecia, de la Grecia
menes, en esta oscuridad en la que se sobre Italia, de la I t a l i a sobre la Galia.
entrevén en los puntos altos no sé qué De a q u í arranca en la época actual el
fantasmas coronados, bajo el m o n t ó n derecho de Inglaterra sobre el Asia y el
horrible de sucesos descorazonadores, le- derecho de la Francia sobre el Africa, con
vanto yo la cabeza y espero. Siempre la condición, sin embargo, de que no ci-
fué para m í en la religión un calmante vilicen los tigres á los lobos.
contemplar la esperanza. Poseer el por- Descubrir una isla no d á derecho á
venir por intuición basta al vencido, por- martirizarla, y esta es la historia triste
que le regocija ver hoy lo que el mundo de Cuba; no se debe partir de Cristóbal
no verá hasta m a ñ a n a . E n momentos Colon para caer en C h a c ó n .
dados, á pesar de la oscuridad actual, la Ciertamente la civilización implica la
justicia, la verdad y la libertad surgi- colonización y la colonización implica
rán, apareciendo espléndidamente en el la tutela; pero colonizar no es explotar,
horizonte. Doy gracias á Dios porque se n i ejercer la tutela es imponer l a escla-
digna inspirarme desde ahora esta cer- v i t u d .
teza, que la única dicha que queda al L a tutela cesa cuando el menor entra
proscripto consiste en ver aparecer esa en la mayor edad, ya sea niño, ya sea
deseada aurora en el fondo de su alma. pueblo. L a tutela que se prolonga m á s
VÍCTOR HUGO. allá de la menor edad ya no es tutela,
es usurpación; la usurpación que se obli-
Hau teville-House. „ ga á aceptar por costumbre ó por tole-
rancia es u n abuso; la usurpación que se
impone por la fuerza es un crimen.
II. E n todas partes donde veo ese crimen
Para Cuba. le denuncio.
Cuba es mayor de edad, Cuba puede
gobernarse por sí misma. Cuba sufre en
estos momentos espantoso é inexplicable
A l mismo tiempo que la petición de
suplicio. Se vé perseguida y batida en
las mujeres, recibió Víctor Hugo l a de
sus bosques, en sus valles y en sus mon-
los jefes de la isla beligerante, que soli
tañas, sufriendo todas las angustias del
citaban que proclamase el derecho que
esclavo que se escapa. Lucha sangrienta
les asistía. H é a q u í lo que les contestó:
y desesperada contra todas las ferocida-
"Los que se llaman insurrectos en des de la opresión. Vencerá? Sí. Mien-
Cuba me piden una declaración que no tras, se desangra y sufre, y como si sus
vacilo en consignar, y es la siguiente: torturas merecieran agravarse con la
E n el actual conflicto entre E s p a ñ a ironía, por no sé q u é burla en su suerte,
Cuba, E s p a ñ a es la insurrecta, como en la toca siempre tener diferentes gober-
la lucha de Diciembre de 1851 el insur nadores, que resultan el mismo verdu-
recto era Bonaparte. go, solo cambiando de nombre.
No hay que mirar dónde está la fuer- L a sangre corre desde Puerto-Prínci-
za, sino dónde está la justicia. pe á Santiago; la sangre corre por las
¿Pero es que la madre p á t r i a no posee m o n t a ñ a s Carcacunas y por las monta-
sus derechos? E n t e n d á m o n o s ; tiene el ñ a s Guajavos; la sangre enrojece todos
derecho de ser madre, pero no el de ser los rios, y Cuba pide socorro. Denuncio
verdugo. el suplicio de Cuba á E s p a ñ a , porque só
¿Pero en la civilización no existen hij os que E s p a ñ a es generosa, y que de esto
mayores y menores? ¿Los primogénitos no tiene l a culpa el pueblo español, sino
no han de ejercer la tutela de los de- el gobierno. E l pueblo de E s p a ñ a es bue-
más? no y m a g n á n i m o . Si quitáis de su histo-
A q u í hay que distinguir t a m b i é n . ria al sacerdote y al rey, veréis que el
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EN E L D E S T I E R R O . 493
pueblo español siempre se ha portado ando tal pasaje ó t a l escena del drama.
bien. Supo colonizar, pero como el Nilo, Habia entonces en los espíritus t a l
se desborda fecundando. E l dia en que convicción y tales pasiones literarias, que
sea d u e ñ a de sí misma, adquirirá á Gri- en seguida os daban la misma alma,
braltar y se desprenderá de Cuba. creando una especie de fraternidad del
T r a t á n d o s e de esclavos, perder es au- arte. Cuando terminó el drama, cuando
mentar. Emancipando á Cuba se engran- telón bajó, después del grito trágico
decerá E s p a ñ a , porque crecer en gloria "Yo soy t u madre,,, nos estrechamos las
es crecer. E l pueblo español sentirá en- manos, que no se separaron ya hasta
tonces la gloriosa ambición de ser libre a muerte del gran artista, m i querido
dentro de su territorio y grande fuera amigo.
de él. He vuelto á ver hoy Lucrecia Borgia
YÍCTOR HUGO. :al como la v i entonces. E l drama no
1a envejecido, no tiene n i una sola arru-
Hauteville-House. „ ga. Su bella forma, limpia y firme como
el m á r m o l de Paros, permanece absolu-
tamente intacta y pura. Os habéis apode-
m. rado además en la obra del sentimiento
Lucrecia Borgia. que nos llega hasta las e n t r a ñ a s , expre-
sándolo con vuestra incomparable m á -
gia; habéis encarnado en él el tipo de l a
madre, que en el drama es eterno como
JORGE SAND Á VÍCTOR HUGO. en el corazón.
M i ilustre amigo: Acabo de ver la re- En vuestro repertorio teatral quizás es
presentación de Lucrecia Borgia, y salgo Lucrecia Borgia la obra m á s poderosa, la
del teatro satisfecha y emocionada. Re- m á s superior. Si Buy Blas es el drama
tengo aun en la i m a g i n a c i ó n sus doloro- brillante por excelencia, l a idea de L u -
sas escenas, sus palabras deliciosas ó ter- crecia Borgia es m á s patética y m á s pro-
ribles, l a sonrisa amarga de Alfonso de undamente humana.
Este, la sentencia tremenda de Grenaro, L o que admiro sobre todo en esa obra
el grito maternal de Lucrecia, y aun es la sencillez atrevida que sobre las ro-
suenan en mis oidos las aclamaciones Dustas bases de tres situaciones capitales
del público, que gritaba entusiasmado ha edificado el drama. E l teatro a n t i -
" V i v a Víctor Hugo!,,, y que os llamaba guo procedía con esa amplitud serena y
como si pudierais presentaros, como si fuerte.
pudierais oirle. Tres actos, tres escenas, bastan para
No puede decirse, cuando se trata de presentar; enredar y desenlazar esta
una obra que la opinión pública ha san- asombrosa acción. L a madre insultada
cionado, como le sucede á Lucrecia Bor en presencia del hijo; el hijo envenenado
gia, que ha obtenido inmenso éxito, pero por la madre; la madre castigada y
sí que puedo escribiros que acabáis de muerta por el hijo.
conseguir magnífico triunfo. Vuestros Esta soberbia trilogía ha debido bro-
amigos de Le Mappel me preguntan si tar de vuestra imaginación de una sola
quiero ser la primera en participároslo vez como un grupo de bronce. Creo que
y porque quiero serlo con todo m i cora no me equivoco pensando así.
zon os dirijo esta carta, para que ella os Recuerdo en q u é condiciones y en q u é
lleve, m i querido ausente, el eco de esa circunstancias fué improvisada hasta
noche de gloria. cierto punto Lucrecia Borgia al empezar
Esa noche me recordó otra no menos el a ñ o 1833.
agradable. No debéis saber que yo asistí E n el teatro F r a n c é s se puso en escena
á la primera representación de Lucrecia al fin de 1832, por primera y única vez,
Borgia, hace hoy precisamente treinta JEl rey se divierte. Esa representación pro-
siete años. Me acuerdo que estaba en e dujo una ruda batalla, que terminó entre
palco corrido, y la casualidad me hizo una tempestad de silbidos y de bravos.
sentar al lado de Bocage, que veia en Las representaciones siguientes debían
tonces por la primera vez. No nos cono decidir si tenían razón los bravos ó los sil-
ciamos, pero el entusiasmo c o m ú n nos bidos. Esta era una cuestión grave é im-
hizo amigos. A p l a u d í a m o s al mismo portante para el autor, pero el drama no
tiempo y decíamos á l a vez: ¡Qué hermo- siguió representándose. A l dia siguiente
so es este drama! E n los entreactos nos del estreno se prohibió la representación
h a b l á b a m o s y nos extasiábamos recor- de E l rey se divierte, y creo que á estas
OBRAS D E VÍCTOR HUGO.

horas espera aun la órden de poder repre- miedo, no de que la maten, pero sí de
sentarse por segunda vez. E n cámbio que la mate su hijo, que todos los cora-
se pone todos los dias en escena el Rigo- zones sufren como el suyo y con ella.
letto. Nadie se atrevía á aplaudir, n i á mover-
Esa confiscación brutal produjo i n - se, n i á respirar, y cuando terminó la si-
mensos perjuicios al poeta: debió hace- t u a c i ó n , se puso en pió todo el público
ros experimentar, amigo m i ó , momentos como un solo hombre para llamarla á la
crueles de dolor y de cólera. escena y para aclamarla al mismo tiem-
A l mismo tiempo, Harel, director del po que al autor.
teatro de la Puerta de San M a r t i n , os J a m á s habéis tenido para representar
pidió u n drama para que en su teatro lo en vuestro drama u n Alfonso de Este
estrenase M i l e. Greorges. Este drama, que tan verdadero n i tan artístico como Mó-
escribisteis en seguida, fué Lucrecia Bor- lingue. Es u n Bonington, ó mejor com-
gia, tratando de tomar inmediatamente parado, es u n Ticiano vivo. No se pue-
la revancha. de representar mejor á un príncipe ita-
E n seis semanas quedó el nuevo drama liano del siglo diez y seis. Es feroz y
escrito, aprendido, representado y elo- refinado; prepara, compone y saborea
giado. E l 2 de Febrero de 1833, dos me- su venganza con tanta elegancia como
ses después de la batalla de E l rey se crueldad.
divierte, conseguísteis con la primera re- Taillade presenta la figura t r á g i c a y
presentación de Lucrecia Borgia la m á s fatal de Grenaro, y ha sabido encontrar
brillante victoria de vuestra carrera dra- los verdaderos acentos de aspereza altiva
mática. Esa obra sencilla es sólida ó in- y feroz en l a escena en que Grenaro es al
destructible, y se ha aplaudido hoy como mismo tiempo ejecutor y juez.
se aplaudió hace cuarenta años, como se Brésil, admirablemente vestido de f a l -
a p l a u d i r á siempre. E l efecto grandioso so hidalgo, tiene el aspecto conveniente
que produce desde el primer acto crece para representar el personaje mefistofó-
de escena en escena, y en el último hace lico de Yubetta. Los cinco jóvenes no-
la explosión, y es lo m á s e x t r a ñ o que bles, artistas de valor real, dirigidos por
esto suceda conociendo ya el último Cáríos Lemaitre, han declamado con
acto, sabiéndolo de memoria, esperando mucha propiedad y han presentado figu-
la entrada de los monjes, la aparición de ras que parecían arrancadas de u n cua-
Lucrecia Borgia y el p u ñ a l de Q-enaro: dro de Giorgione ó de Bonifazio. H a n
sin embargo, siempre es terrible y pro- presentado la escena con tal exacti-
duce gran efecto, como si ignorásemos t u d , esto es, con t a l riqueza, que han
lo que v á á suceder; la primera nota del hecho revivir ante la vista de los espec-
De profundis, que corta la canción del tadores á l a espléndida I t a l i a del Rena-
brindis, d á escalofríos y nos hace esperar cimiento. M . Rafael Félix os ha tratado
que reconozca y perdone á Lucrecia su artísticamente; pero hay alguno que os
hijo y que Genaro no mate á su madre; ha festejado aun m á s , el publico, ó me-
pero no queréis que eso suceda, maestro jor dicho, el pueblo. Es indescriptible la
inflexible; es preciso que expíe el crimen; ovación con que ha recibido vuestro nom-
es preciso que el parricida ciego casti- bre y vuestro drama.
gue y vengue todos los crímenes que Me enorgullecía presenciando tan jus-
ella cometió, quizá t a m b i é n con cegue- to y legitimo triunfo, porque lo merecéis,
dad. ilustre amigo mío; porque a d e m á s de
H a n puesto en escena y han represen- vuestra potencia creatriz y de vuestro
tado admirablemente el drama. María genio, sois infatigable trabajador.
Laurent ha rayado á inmensa altura en Me asombro cuando recuerdo lo que
el papel de Lucrecia. No desconozco las teníais ya escrito en el a ñ o 1833. Ha-
grandes cualidades de hermosura, de bíais renovado la oda; en el prefacio
fuerza y de raza que poseía Mlle. Greor- de Cromwell habíais dado la consigna á
ges, pero confieso que su talento no me la revolución d r a m á t i c a ; habíais sido el
conmovía, cuando l a situación no me ha- primero que nos ha revelado el Oriente
bía conmovido antes; María Laurent en las Orientales y la Edad Media en
me hace llorar cuando se lo propone: tie Nuestra Señora de Paris. A d e m á s , ¡cuán-
ne, como Mlle. Georges, en el primer j tas obras magistrales, c u á n t a s ideas
acto el grito terrible de leona herida;1 removidas, c u á n t a s formas inventadas,
pero cuando en el ú l t i m o acto se arras-1 c u á n t a s tentativas, c u á n t a s audacias y
tra á los piés de Genaro, es tan humilde, i descubrimientos!...
tan tierna, tan suplicante, tiene tanto | No descansáis nunca. E n Guernesey
EN E L D E S T I E R R O , 495
sabíais que iba á volver á representarse eso arroja muchos proyectiles contra m í '
en P a r í s Lucrecia Borgia, y os ocupábais que, como han de atravesar el mar, caen
tranquilamente del éxito que podría te- en el agua. Los que llegan hasta m í
ner en esta época; después, á las diez de solo sirven para hacer constar m i insen-
la noche, cuando el público llamaba á sibilidad; el ultraje me afirma m á s y m á s
la escena á Melingue y á María L a u - en m i certidumbre y en m i voluntad, y
rent, después del tercer acto, os acosta- las injurias me hacen sonreír; pero ante
bais temprano, para levantaros al día la simpatía, ante la adhesión, ante la
siguiente á la madrugada, como tenéis amistad, ante la cordialidad varonil y
por costumbre, y me están refiriendo en tierna del pueblo, ante los aplausos de
este momento, que á la hora en que una ciudad como París, ante los aplau-
acabo de escribir esta carta encendéis sos de una mujer como Jorge Sand, sien-
la l á m p a r a y os sentáis tranquilamente to enternecerse m i corazón y asomar las
á proseguir el trabajo que tenéis empe- l á g r i m a s á mis párpados, porque me con-
zado. venzo de que no todos me odian, de que
JORGE SAND. hay quien me ama.
A l mismo tiempo, mientras Lucrecia
Borgia sale de la cárcel, m i hijo Cárlos
VICTOR HUGO A JORGE SAND. vá á entrar en ella. T a l es la vida. Acep-
témosla como es.
Gracias á vos he asistido á la repre- Vos, cuya existencia ha experimenta-
sentación de Lucrecia Borgia, y á través do tantos dolores, vos conseguiréis tener
de vuestro admirable estilo la he visto en el porvenir la aureola augusta de la
por completo; he visto el teatro, el dra- mujer que ha protegido siempre á la
ma, el deslumbramiento del espectácu- mujer. Vuestras obras todas han sido de
lo, la sala cuajada de gente, á los ins- combate, y lo que es combate en el pre-
pirados y patéticos actores arrancando sente llega á ser victoria en el por-
palmadas al público, á éste atento, al venir.
pueblo conmovido, y á vos, que represen-
tais la gloria, aplaudiendo. E l que camina por el progreso sigue el
verdadero camino. Lo que en vuestros
Hace veinte años que estoy sufriendo libros nos enternece es la sublimidad de
la cuarentena. Los salvadores de la pro- vuestro corazón, que derramáis entero
piedad han confiscado la m í a . E l golpe en pensamientos, en filosofía, en razón y
de Estado secuestró m i repertorio teatral. en entusiasmo. Por eso sois tan poderoso
Mis dramas pestíferos están en el lazare- escritor. Espero recibir pronto una ale-
to y han echado sobre m í el paño ne- gría, porque sé que vais á conseguir un
gro. Hace tres años dejaron salir del triunfo. Sé que van á repetir u n drama
presidio á Hernani] pero le volvieren á vuestro.
encerrar lo m á s pronto que pudieron,
Me creo feliz siempre que cambio al-
porque el público simpatizó demasiado
gunas palabras con vos; m i i m a g i n a c i ó n
con ese bandido. Hoy le toca el turno de
necesita esos rayos de luz que me en-
poner en libertad á Lucrecia Borgia; pero
viáis, y os agradezco que de vez en
está denunciada y es sospechosa de con-
cuando volváis la cabeza hácia m í desde
tagio; la dejarán mucho tiempo libre?
la alta cima que ocupáis.
Acabáis vos de darla un salvo-conduc- Ilustre amiga, está siempre á vuestros
to inviolable. Sois la gran mujer de este piés
siglo; alma noble entre las almas feme-
ninas, sois una especie de posteridad VÍCTOR HUGO.
viva, y por eso tenéis el derecho de ha Hauteville-House 8 Febrero 1870.
blar en voz m u y alta. Os doy las gra
cías.
He acogido con regocijo extraño en IV.
mí vuestra magnífica carta, porque con
t í n u a m e n t é me veo insultado en m i so Washington.
ledad; sé que dicen de m í todo lo que
quieren, porque yo sé guardar silencio.
Dejarse calumniar d á mucha fuerza; yo Varios ciudadanos de los Estados-Uni-
poseo esa fuerza. A d e m á s , se comprende dos se reunieron para conmemorar el na-
perfectamente que el imperio trate de cimiento de Washington: entre los brindis
defenderse por todos los medios posibles. se pronunció el siguiente:
E l es m i blanco y yo soy el suyo. Por " A Víctor Hugo, el amigo de A m é r i c a
496 OBRAS D E VICTOR HUGO.

y el regenerador predestinado del mundo pueblo. Los soldados creyeron derribar-


antiguo.,, a y el golpe de Estado destruirla; pero
Víctor Hugo se apresuró á contestar al el golpe de Estado y los soldados se en-
brindis: g a ñ a r o n : la demolieron en Paris, pero
volvió á levantarse en el destierro.
" A L CORONEL BERTON, L a barricada Baudin reapareció i n -
PRESIDENTE DEL BANQUETE DE LOS ESTA- mediatamente, no dentro de Francia,
sino fuera; la edificaron, no con adoqui-
DOS-ÜNIDOS. nes, sino con principios; era material y
se convirtió en ideal; esto es, fué m á s
Me ha afectado profundamente el
terrible; construyeron los proscriptos esta
brindis que me habéis trasmitido: os lo
altiva barricada con las ruinas de la jus-
agradezco á vos y á vuestros honorables
ticia y de la libertad, y es tan soberbia
amigos. A l lado de los Estados-Unidos
y tan augusta porque se compone tam-
de A m é r i c a debian encontrarse ya los
bién de las ruinas del derecho. Desde
Estados-Unidos de Europa; los dos mun-
entonces está frente á frente del imperio,
dos debian constituir una sola Repúbli-
le cierra el paso del porvenir y le supri-
ca. Cuando llegue ese dia, la paz de los
me el horizonte. Es alta como la verdad,
pueblos se fundará en esta base sólida,
sólida como el honor, fuerte como la
en la base de la libertad entre los hom-
razón, y en ella continúan muriendo sus
bres.
defensores. Primero Baudin, luego Pau-
Solo deseo que reine el derecho, nada lina Rol and, después Ribeyroles, Char-
m á s . Vuestra confianza me honra y me ras, Javier Duvien, y ú l t i m a m e n t e aca-
afecta. Os estrecha la mano cordial- ba de morir Kesler.
mente
Si se quiere distinguir entre las dos
VÍCTOR HUGO. barricadas, la del arrabal de San Anto-
nio y la del destierro, Kesler fué su pun-
Hauteville-House 27 Febrero 1870.,,
to de unión, porque, como otros muchos
proscriptos, estuvo en las dos.
Permitidme que glorifique á ese escri-
V. tor de talento y á ese hombre bravo.
Hennett de Kesler. Poseía todas las formas de la bravura,
desde el valor vivo del combate, hasta el
valor lento de la prueba; desde el valor
que afronta la metralla, hasta el heroís-
E l a ñ o 1870 empezó para Víctor Hugo
mo que acepta la nostalgia.
con la muerte de un amigo. Habia reco
Como muchos hombres de este siglo,
gido en su casa, en la que vivia ya mu
como yo que os hablo en estos momen-
chos años, a l valiente vencido deSetiem
tos, fué antiguamente realista y católi-
bre, Hennett de Kesler. Este y Víctor
co. Nadie es responsable de las ideas de
Hugo se estrecharon la mano por p r i
la infancia; cometer errores al empezar
mera vez el 3 de Diciembre por la ma
la vida, hace que sea m á s meritoria la
nana en la calle de Santa Margarita, á
verdad al fin de la existencia.
pocos pasos de la barricada Baudin, de
Kesler fué víctima, como yo, de la
donde acababan de sacarle en el mo
abominable enseñanza, que es una espe-
m e n t ó en que llegó allí Víctor Hugo. L a
cie de lazo que se tiende á la niñez, que
fraternidad que empezó en las barricadas
oculta la historia, que falsifica los hechos
continuó en el destierro. Kesler, devo
y que falsea á los espíritus, dando por
rado por la nostalgia, pero inquebran
resultado generaciones ciegas.
table, m u r i ó el 6 de A b r i l de 1870. Le
Kesler, como muchísimos de nosotros,
enterraron en el cementerio de Foulon,
rehizo su educación; se desprendió de las
cerca de la villa de San Pedro. Su losa
preocupaciones, y poco á poco a b a n d o n ó
lleva esta inscripción: A KESLER, S U com-
las ideas falsas á medida que iba adqui-
pañero de destierro, VÍCTOR HUGO.
riendo las verdaderas, y estudiando la
He a q u í las palabras que éste pronun-
realidad y rectificando con lógica, el
ció ante la fosa de Kesler:
realista se convirtió en republicano. E n
" A l dia siguiente de la emboscada de cuanto conoció la verdad, se consagró á
1851, el 3 de Diciembre, al rayar el dia, ella profunda y tenazmente. Aunque l a
se levantó una barricada en el arrabal nostalgia le hizo enfermar, rehusó aco-
de San Antonio, barricada memorable, gerse á la a m n i s t í a .
en la que m u r i ó un representante del Quiso, como yo, protestar hasta el fin,
EN E L D E S T I E R R O . 497
y permaneció en el destierro por adorar cialmente para m í por el excelente fa-
á la pátria. E l rebajamiento de la Fran- bricante Dixon, de Sunderland: servirme
cia le oprimía el corazón. Tenia las m i - yo de ellos puede retardar las operacio-
radas fijas en la mentira del imperio, se nes, y creo mejor ofrecer como pública
indignaba, se ruborizaba y sufria. Su muestra de m i estimación estos objetos
destierro y su cólera duraron diez y nue- de conservación de la vida humana al
ve años. L a muerte los t e r m i n ó . hijo de esta isla que haya conseguido
Adiós, antiguo compañero, ya que te mayor n ú m e r o de salvamentos.
vas á vivir la verdadera vida. Vas á en- Como necesariamente estaréis m á s en-
contrar la justicia, la verdad, la frater- terados que yo, designadme esa persona;
nidad, la a r m o n í a y el amor en la sere- yo t e n d r é el honor de remitiros inmedia-
nidad inmensa. Vuelas hácia la perpetua ;amente el cinturon y l a boya para que
luz. Vas á vivir l a vida sagrada ó inex- 1os trasmitáis.
tinguible de las estrellas. Vas donde
VÍCTOR HUGO.
están los espíritus luminosos que vivie-
ron é ilustraron al mundo, donde están
los pensadores, los mártires, los apósto- Recibió dichos objetos el c a p i t á n
les, los profetas y los libertadores. Vas á Abraham Martin, que consiguió hacer
ver esos grandes corazones alumbrando cuarenta y cinco salvamentos.
bajo la forma radiante que les dió la
muerte. Le dirás á Juan Jacobo que
ahora apalean á la razón humana; le di- VIL
r á s á Bocearía que la ley tiene tanta
vergüenza, que se oculta para matar; le E l trabajo en América.
dirás á Mirabeau que el 73 está atado á
la picota; le dirás á Danton que una hor
da ha invadido el territorio francés; le Me acabáis de anunciar, apreciable
dirás á Saint-Just que el pueblo no tie general, una buena noticia, la coalición
ne derecho á hablar; le dirás á Marcean de los trabajadores en América, que
que el ejército no tiene derecho á pen- c o n t r a b a l a n c e a r á la coalición de los re-
sar; le dirás á Robespierre que han dado yes en Francia.
de p u ñ a l a d a s á la República; le dirás á Los trabajadores constituyen un ejér-
Camilo Desmoulins que la justicia ha cito, y todo ejército necesita jefes; vos sois
muerto; les dirás á todos que todo v á uno de los hombres designados para
muy bien; que en Francia una legión i n guiarle, porque poseéis el doble instinto
t r é p i d a combate con m á s ardor que n u n de la revolución y de la civilización; sa-
ca, y que fuera de Francia, nosotros, los béis aconsejar al pueblo lo que es posible,
que nos sacrificamos voluntariamente, e' sin salirse de los límites de lo justo y de lo
grupo de proscriptos que sobrevivamos verdadero, comprendiendo que la liber-
continuaremos peleando siempre resuel- tad, al mismo tiempo que es u n medio, es
tos á no rendirnos nunca, de pié, en la un fin. Por eso los trabajadores os han
gran brecha que se l l a m a destierro, ha elegido su representante en A m é r i c a . Os
oiendo fuego con nuestras convicciones.,, felicito y les felicito.
E l trabajo es hoy el gran derecho y a l
mismo tiempo el gran deber. E l porve-
VI. nir pertenecerá en lo sucesivo á los hom-
bres que piensan y á los hombres que
Los salvavidas. trabajan; es decir, á dos clases de hom-
bres, que pueden reducirse á una, por-
que pensar es trabajar.
Hauteville-House 14 A b r i l 1870. Las clases que sufren me han preocu-
Señores condestables de Saint-Pierre pado toda la vida. L a suerte del obrero
Port: E n estos momentos de naufragios y en todas partes, tanto en A m é r i c a como
de siniestros se debe animar á los salva en Europa, ha llamado profundamente
dores. Cada uno, s e g ú n se lo permitan m i atención y me conmueve hasta lle-
sus fuerzas, debe honrarles y manifes- garme á enternecer. Es preciso que las
tarles el agradecimiento. E n los puertos clases que sufren lleguen á ser dichosas,
de mar los salvamentos están siempre á y que el hombre que está hoy trabajando
la órden del dia. en la oscuridad, trabaje desde hoy en
Poseo una boya y un cinturon de sal- adelante completamente á la luz.
vamento modelos, confeccionados espe- Amo á la A m é r i c a como si fuera m i
63
TOMO I T .
OBRAS D E VICTOR HUGO.

patria, porque l a R e p ú b l i c a de Washing- E l imperio, que empezó proscribiendo,


ton y de John Brown es una gloria de la quisiera concluir prescribiendo; basta
civilización. No debe vacilar en apode- para esto cambiar una letra, pero es d i -
rarse de l a parte de gobierno que le cor- ficilísimo.
responde tener en el mundo: bajo el Es fácil ser un César improvisado,
punto de vista social debe emancipar á transformar el juramento en Rubicon y
los traba,]adores; bajo el punto de vista atravesarlo, hacer caer en un lazo en
político debe emancipar á Cuba. una noche al progreso humano, coger
L a Europa tiene la« miradas fijas en bruscamente al pueblo y la forma repu-
A m é r i c a y recibirá bien lo que ésta blicana dentro del p u ñ o y echarlo á Ma-
haga. A m é r i c a goza de la doble dicha zas; coger al león en una ratonera, rom-
de ser libre como Inglaterra y lógica per en una emboscada el mandato de los
como Francia. representantes del pueblo y la espada de
sus generales, desterrar la verdad, ex-
Aplaudiremos p a t r i ó t i c a m e n t e todos
sus progresos, porque nos creemos con- pulsar al honor, destruir la ley, arrestar
ciudadanos de toda nación que sabe ser á la revolución, proscribir el 89 y el 92,
grande. expulsar la Francia de Francia, sacrifi-
A y u d a d á los trabajadores en su coa- car setecientos m i l hombres para a r r u i -
lición poderosa y santa. nar la bicoca de Sebastopol, asociarse á
Os estrecha l a mano la Inglaterra para hacer presenciar á la
VÍCTOR HUGO. China el espectáculo de la Europa ván-
dala que destruye el Palacio de Verano,
Hauteville-House 22 A b r i l 1870. compartiendo esta honra con el hijo de
lord E l g i n , que m u t i l ó el Parthenon; en-
grandecer á Alemania y disminuir la
VIII. Francia, tomar y dejar el Luxemburgo,
prometer Méjico á u n archiduque y darle
E l plebiscito. Querétaro, llevar á I t a l i a una emanci-
pación que se redujo á un Concilio, que-
rer que maten á Graribaldi, fusiles italia-
E n la primavera de 1870, Luis Bona- nos en Aspromonte y fusiles franceses en
parte, quizás sintiendo conmovido su i m - Mentana, e m p e ñ a r l a nación en ocho
perio, creyó necesario que lo apuntalase m i l millones, tener en jaque á la E s p a ñ a
el pueblo, y quiso que la nación con su republicana, hacer i r y venir á los ejér-
voto lo confirmase. Sobre esto, desde citos y aplastar las democracias; todo esto
Francia consultaron á Víctor Hugo pre- es fácil, pero poner una e en lugar de o
g u n t á n d o l e si debian votar; éste respon- es imposible.
dió: E l derecho puede proscribirse, pero no
puede prescribirse.
"No: este monosílabo lo dice todo; lo E l hecho del 2 de Diciembre se parece
que contiene podria llenar un volúmen; á un muerto en que en seguida se con-
hace cerca de diez y nueve años que está vierte en polvo, y difiere del muerto en
preguntando lo mismo el imperio. L a que no se le olvida nunca. L a reivindica-
sombría esfinge comprende que esa es ción contra semejantes actos es de dere-
la palabra de su enigma. cho eterno. No tiene límites morales n i
Basta contestar que no á la existencia legales. N i n g u n a , pérdida de derecho
del imperio, á lo que desee, á lo que puede oponerse al honor, á la justicia n i
crea, á lo que pueda y á lo que haga. á la verdad. E l malhechor que persiste,
Niego el imperio, y m i no es u n vere- solo consigue a ñ a d i r al crimen de su orí-
dicto. gen el crimen de su duración. N i para la
Uno de los proscriptos de Diciembre, historia n i para la conciencia humana
en un libro que publicó fuera de Fran- Tiberio l l e g a r á nunca al estado de "he-
cia en 1853, me llama la boca que dice cho consumado,,.
que no. Newton calcula que un cometa nece-
Efectivamente; no contesté á la am- sita cien m i l años para enfriarse; ciertos
nistía y no contesto al plebiscito. crímenes enormes necesitan m á s tiempo
E l plebiscito trata de obrar un m i l a - aun.
gro; el de querer que l a conciencia hu- L a violencia que hoy impera pierde el
mana acepte el imperio: pretende hacer tiempo; el plebiscito no la absolverá.
comible el arsénico. Para él esta es la Cree tener derecho á reinar y no lo tiene.
cuestión. E l plebiscito es el golpe de Estado
EN E L D E S T I E R R O . 499
convirtiéndose e x t r a ñ a m e n t e en pliego una pregunta, solo le reconocemos dere-
de papel. Después de haber ametrallado, cho para que nos pregunte lo siguiente:
quiere que lo confirme el escrutinio; al "¿Debo abandonar las Tullerías, pre-
canon rayado quiere que suceda la urna sentarme en l a Conserjería y ponerme á
traidora; pretende que el pueblo vote que la disposición de l a justicia?,,
no existe el pueblo; vota, pero su señor es Sí.
el que cuenta los votos; consigue lo que VÍCTOR HUGO.
desea y se mete a l pueblo en el bolsillo.
Unicamente no se apercibe de que lo que Hauteville-House 27 A b r i l 1870.,,
él cree haber cogido es incogible. U n a
nación no abdica nunca, porque se re-
nueva, y es necesario que vote cada vez. IX.
No importa; han votado y el señor cree L a guerra en Europa.
que esto significa consentimiento; el pue-
blo no existe. Estas prácticas políticas
hacen reir á los ingleses. ¿Cómo puede L a guerra estalla en J u l i o de 1870;
una nación aceptar las humillaciones de Prusia tendió á la Francia el lazo Hohen-
sufrir el golpe de Estado y el plebiscito? zollern y la Francia cayó en él. Víctor
Inglaterra en estos momentos se sonríe Hugo se figuraba que la Francia estaba
menospreciando l a Francia. armada y creyó que saldría victoriosa;
Pueblo, ¿sabes q u é se nos invita á vo- sin embargo, deploraba esta guerra por
tar? L a períeccion del crimen. la sangre que se iba á derramar. Escribió
E l imperio, después de diez y nueve á las mujeres de G-uernesey l a siguiente
años de ejercicio, parece que cae en l a carta, que reprodujeron los periódicos
tentación de ofrecernos sus progresos. ingleses, como dirigida á las mujeres de
Nos promete acomodar el golpe de Esta- Inglaterra.
do al punto de vista democrático, ajustar Durante el sitio de P a r í s , los fardos de
la noche de Diciembre á la inviolabi- hilas que desde Inglaterra enviaron á
lidad parlamentaria; la tribuna libre, Víctor H u g o los repartió éste en dos
que metió en Cayena y en Mazas, modi- partes iguales; una para los heridos fran-
ficada en el sentido de emancipación; l a ceses y l á otra para los heridos alema-
violación de todos los derechos arreglada nes. M . de Flamigny, presidente de la
al gobierno liberal. Comisión internacional, se e n c a r g ó de
Pero nosotros, que somos los ciudada- trasmitir al cuartel general de Ver-
nos de la R e p ú b l i c a asesinada y sus salles los fardos de hilas que destinó
obstinados jueces, vemos en este e n g a ñ o Víctor H u g o para las ambulancias ale-
que se debilita su autoridad imperial, manas:
porque ha entrado en la vejez de la trai- "A LAS MUJERES DE GUERNESEY.
ción, y esperamos. Pero esperando, ante
el mecanismo del plebiscito volvemos Señoras:
las espaldas. A algunos hombres les ha ocurrido l a
Volvemos las espaldas y contestamos funesta idea de condenar á muerte á
que no á l a Europa sin desarme, á l a una parte del género humano, y se pre-
Francia sin influencia, á la Prusia sin para una guerra sin cuartel. Esta guer-
contrapeso, á la Rusia sin freno, á la ra no l a promueven la libertad n i el
E s p a ñ a sin punto de apoyo, á la Q-recia deber, sino el capricho. V a n á matarse
sin la Creta, á l a I t a l i a sin Roma, á dos pueblos por complacer á dos prínci^
Roma sin romanos y á l a democracia pes. Mientras los pensadores perfeccio-
sin pueblo. nan la civilización, los reyes perfeccio-
Contestamos que no á l a libertad ofre- nan la guerra; ésta será horrible.
cida por el despotismo, á l a prosperidad Se anuncian inventos admirables; ha-
que nos promete una catástrofe, á la jus- b r á fusil que m a t a r á doce hombres y
ticia que ha de administrar un acusado, cañón que m a t a r á m i l , y correrá en las
á la magistratura que marcan las le- olas del R h i n , no el agua pura y libre
tras L . N . B . , á l a lealtad que ha hecho de los Alpes, sino la sangre de los hom-
falsos juramentos, al progreso que de- bres.
creta el retrógrado, al rostro que se cubre Las madres, las hermanas, las hijas
con una m á s c a r a , al espectro que oculta y las esposas van á llorar; todas der-
una sonrisa. ramareis l á g r i m a s , unas por la propia
Si el autor del golpe de Estado se em- desgracia y otras por la desgracia de las
p e ñ a absolutamente en hacer al pueblo demás.
500 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Permitidme que os dirija una súplica. mal; vosotras, mujeres, remediadlo, y ya


Y a que en el choque mortífero de la que en el mundo hay ángeles malos, sed
guerra olvidarán los hombres ciegos vosotras los ángeles buenos.
que son hermanos, socorredles vosotras, Si queréis, y no dudo que queráis, en
que sois sus hermanas, thaciendo hilas. poco tiempo se reunirá una gran canti-
E l lienzo antiguo de nuestras casas, que dad de hilas: dividiéndolas en dos partes
en ellas no nos sirve, puede salvar la iguales, enviaremos una á Francia y
vida á los heridos. Ofrecerá hermoso es- otra á JPrusia.
pectáculo que todas las mujeres de ese Pongo á vuestros pies mis repetos.
pais se empleen en esta obra fraternal,
dando un gran ejemplo y ofreciendo u n VÍCTOR HUGO.
gran beneficio. Los hombres hacen el Hauteville-House 22 Julio 1870.,,
DESPUES DEL DESTIERRO.
1 8 7 O A 18 7 6 ,
PARIS Y ROMA

ca, se acepta y se practica en todas las


I. p á g i n a s de l a trilogía.
A l autor no le queda ya m á s que ha-
A trilogía ANTES DEL DES- cer que continuar su camino y morir.
TIERRO, EN EL DESTIERRO Salió de su p á t r i a el 11 de Diciembre de
y DESPUÉS DEL DESTIERRO 1851 y regresó el 5 de Setiembre de 1870.
no la he inventado yo, es A l entrar en su p á t r i a se encontró con
obra del emperador Napo- su hora m á s sombría y con un inmenso
león I I I ; él ha dividido m i deber que cumplir.
vida de esta manera, y es preciso dar al
César lo que es de Bonaparte. 11.
L a trilogía está dividida s e g ú n las re-
glas del arte; cada una de sus tres partes Es doloroso salir de l a pátria, pero al-
se refiere á un destierro: l a primera al gunas veces regresar aun es m á s triste.
destierro de Francia; la segunda al des- Algunos proscriptos romanos hubieran
tierro de Jersey, y la tercera al destierro preferido morir como Bruto á presenciar
de Bélgica. la invasión de A t i l a , y algunos proscrip-
Esto no obstante, debo rectificar; l a tos franceses hubieran preferido el des-
palabra destierro, aplicada á los dos úl- tierro eterno á ver la Francia á los piés
timos países, es impropia; debí decir ex- d e l a P r u s i a , que arrancó del territorio
pulsión. No hay m á s destierro que el de pátrio á Metz y á Strasburgo.
la p á t r i a . Causa inexpresable dolor volver al ho-
Los tres volúmenes encierran una vida gar natal el dia de las catástrofes con-
entera y completa; ocupan diez años la ducidos por los acontecimientos que os
primera parte, diez y nueve la segunda, indignan; llamar durante mucho tiempo
y seis años la tercera; desde 1841 hasta á la p á t r i a en la nostalgia del destierro
1876. Puede estudiarse en sus p á g i n a s y ver que el destino oye vuestros votos
reales día por d í a la marcha de u n espí- para insultaros y humillaros; encontrarse
r i t u hácia la verdad, sin dar nunca un á la p á t r i a á la planta de dos imperios,
paso hácia atrás. Estos tres libros proyec- uno triunfante y otro vencido; atravesar
tan algo semejante á la sombra que hace la frontera sagrada en los momentos en
un t r a n s e ú n t e y que queda fijada en tier que el extranjero la viola; asistir á la
ra; tienen l a verdadera forma de un mortandad de los valientes; ver subir
hombre. hasta el horizonte el humo vergonzoso
Se n o t a r á quizás que la trilogía em de la gloria del enemigo, conseguida
pieza por un consejo de resistencia y ter con vuestra ignominia; pasar por donde
mina por un consejo de clemencia; de acaban de pasar las matanzas; encontrar
resistencia á los tiranos, de clemencia dispersiones feroces de soldados que h u -
para los vencidos. Treinta y cinco años yen despavoridos; entrar después en la
separan al primer consejo del segundo, ciudad heróica que v á á sufrir el mons-
pero el deber doble que imponen se i n d i truoso sitio de cinco meses; encontrar
504 OBRAS D E VICTOR HUGO.

á la Francia, pero sangrienta y moribun- odian, flotando entre todas esas nebulo-
da; volver á ver á Paris, pero hambriento sidades, casi convencidos cada uno de su
y bombardeado. verdad; debemos compadecerles y acon-
Causa inexpresable dolor ver la inun- sejarles la fraternidad; su lucha es escu-
dación de los bárbaros^ pero hay otro sable, porque cada uno cree lo que puede
ataque tan funesto como éste: el de la y no lo que quiere. Esta es la escusa de
irrupción de las tinieblas. Si hay algo todos los clérigos, pero lo que les escusa
tan l ú g u b r e como el patear de los caba- debe darles prudencia y no terquedad.
llos prusianos en Paris, es la invasión de Existe el derecho al fanatismo, pero este
la Edad Media en el siglo diez y nueve. es un derecho particular y personal. Des-
Es un crescendo que ultraja; después del de que el fanatismo se difunde, desde que
emperador, el Papa; después de Berlin, se convierte en veda, pentatéutico ó sy-
Roma; después de ver triunfar la espada, labus, es sospechoso. L a creación debe
ver triunfar las tinieblas. ser el estudio del hombre; el sacerdote de-
L a luz de la civilización puede extin- testa ese estudio porque tiene á la crea-
guirse de dos modos, debe temer dos i n - ción por sospechosa; la verdad latente de
vasiones peligrosas; l a invasión de los que el sacerdote dispone, contradice la
soldados y la invasión de los sacerdotes. verdad patente que propone el univer-
U n a amenaza á nuestra madre la patria so. De esto resulta un conflicto entre la
y la otra amenaza á nuestro hijo el por- fé y l a razón; de esto resulta que cuando
venir. el clérigo es el m á s fuerte, impone su fa-
natismo á la inteligencia, y es muy te-
III, mible que se apodere de la educación del
niño, que retoque su espíritu y petrifique
Hay dos inviolabilidades, que son los su cerebro; todas las religiones tienen el
dos preciosos bienes de los pueblos civi- mismo objeto: apoderarse á la fuerza del
lizados; la inviolabilidad del territorio y alma humana.
la inviolabilidad de la conciencia. E l L a Francia está sujeta ahora á una
soldado viola una y el sacerdote viola la tentativa semejante de violación, á una
otra. prueba de fecundación que la mancha, y
Se debe hacer justicia á todos, por lo es muy terrible que se trate de crear á la
que debemos confesar que el soldado Francia un porvenir falso. E n la situa-
cree que obra bien, porque obedece á ción actual la inteligencia nacional está
su consigna; el sacerdote cree que obra en peligro.
bien, porque obedece al dogma; solo los E n s e ñ a n lo mismo las mezquitas, las
jefes son responsables; solo hay dos cul sinagogas y los presbiterios; son idénti-
pables: César y Pedro; César que mata y cas sus afirmaciones quiméricas, y todas
Pedro que e n g a ñ a . tratan de sustituir á la conciencia el
E l sacerdote puede serlo de buena fó; dogma. Como falsean la noción divina
cree poseer una verdad diferente de l a é innata, el candor de l a j u v e n t u d no
verdad universal. Cada religión cree en puede defenderse, y en su candor derra-
su verdad, que es distinta de las otras man l a impostura, y si se las dejase
verdades, y su verdad no sale de l a na obrar con libertad, llegarían á dotar al
turaleza, que es panteista, s e g ú n l a opi- niño de espantosa buena fé en el error.
nión de los sacerdotes; sale de un libro Repetimos que el sacerdote puede ser
diferente de otros libros. L a verdad que sincero y estar convencido; por eso no
sale del T a l m u d es hostil á la verdad que debemos vituperarle, pero sí que le de-
sale del K o r á n . E l rabino cree de dife bemos combatir.
rente modo que el marabut, el fakir con
E l clero cree que falta dar educación
templa un paraíso que no vé el religioso
griego del monte Athos, y el Dios visible á la civilización y pide que le dejemos
para el capuchino es invisible para e1 educarla; quiere ser maestro del pueblo
derviche. A esto se me contestará que e francés. Esta pretensión merece exami-
derviche vé otro Dios: es verdad, y yo narse.
a ñ a d o que es el mismo; J ú p i t e r es Joyis E l sacerdote, como maestro de escue-
es J e h o v á , lo que no impide que J ú p i t e r la, trabaja en muchos paises. ¿Qué edu-
lance rayos á J e h o v á y que J e h o v á con- cación dá? Qué resultados obtiene? E n
dene á Júpiter; F ó excomulga á Brahma esto estriba toda la cuestión.
y Brahma anatematiza á Alá; los dioses E l que escribe estas líneas conserva en
se rechazan unos á otros, y cada religión la memoria dos recuerdos: permítasele
desmiente á las d e m á s ; los clérigos se que los compare y de su cotejo nos resul-
DESPUES D E L DESTIERRO. 505
t a r á alguna enseñanza; cuando no, nun- que esté proclamada legalmente; porque
ca es inútil escribir historia, ya hemos dicho en otra parte que algu-
nas veces l a ley es traidora al derecho,
IV. Las rebeliones de la ley deben reprimir-
se, y solo puede reprimirlas la indigna-
E n 1848, durante las t r á g i c a s jorna- ción del pueblo. Royer-Collard decia: Si
das de Junio, invadieron los insurrectos promulgáis esa ley, juro desobedecerla.
una de las plazas de Paris. L a m o n a r q u í a abre el derecho á la i n -
Esta plaza, antigua, monumental, era surrección y la R e p ú b l i c a lo cierra.
una especie de fortaleza cuadrada, que E n la R e p ú b l i c a es culpable cualquie-
tenia por muralla un cuadrilátero de ca- ra insurrección, porque es una batalla
sas altas de ladrillo y de piedra, y esta- entre ciegos; es el pueblo asesinado por
ba guarnecida por un batallón que man- el pueblo.
daba el valiente oficial Tombeur. Los E n la m o n a r q u í a , la insurrección es l a
insurrectos de Junio se apoderaron de l e g í t i m a defensa; en la República, la i n -
ella con la rapidez irresistible de las mul- surrección es el suicidio.
titudes que combaten. L a R e p ú b l i c a tiene el deber de defen-
Brevemente, pero con claridad, vamos derse, hasta contra el pueblo, porque el
á decir a q u í algunas palabras sobre el pueblo es la República de hoy, la de ayer
derecho de insurrección. y la de m a ñ a n a ; bajo el punto de vista
Tenia razón l a insurrección de Junio? de estos principios, la revolución de Ju-
Tentados estamos de responder que sí y nio de 1848 no tuvo razón de ser.
que no: sí, si se considera su objeto, que F u é terrible porque era venerable, y
era plantear la República; no, si se con- en el fondo de su inmenso error palpita-
sidera el medio, que era asesinar la Re- ba el sufrimiento del pueblo. F u é la re-
pública, porque por desgracia la insur- belión de los desesperados. E l primer de-
rección de Junio mataba lo que queria ber de la República era reprimir la i n -
salvar. surrección y el segundo amnistiarla. L a
Asombra este contrasentido; pero de- Asamblea nacional cumplió el primer
jamos de asombrarnos al analizar y al deber, pero no el segundo. De esta falta
ver que las intrigas bonapartistas y las responderá ante l a historia.
intrigas legitimistas se confundieron en Hemos hecho estas observaciones de
aquella ocasión con la sincera y formi paso, no solo porque son verdaderas y
dable cólera del pueblo. L a historia lo deben proclamarse todas las verdades,
sabe ya hoy, que dos pruebas han de- sino porque en épocas de turbación es
mostrado la doble intriga: la carta de preciso esclarecer las ideas. Dicho esto,
Bonaparte á Rapatel y la bandera blan- reanudemos el hilo interrumpido.
ca de la calle de San Claudio. Los insurgentes penetraron en la p l a -
L a insurrección de Junio equivocó el za que antes indicamos por la casa nú-
camino. mero 6. Esta casa tenia u n patio, que
E n las m o n a r q u í a s , las insurrecciones por la puerta trasera comunicaba con
dan un paso hácia adelante, y en las re- un callejón sin salida, metido entre las
públicas u n paso hácia atrás. grandes calles de Paris. E l conserje abrió
L a insurrección solo es derecho cuan esta puerta á los insurrectos; por ella en-
do tiene ante ella la verdadera rebelión, traron en el patio y después en la pla-
que es la m o n a r q u í a ; porque es justo za. T e n í a n por jefe á u n antiguo maestro
que un pueblo se defienda contra un de escuela, que destituyó M . Gruizot; se
hombre. llamaba Grobert, y m á s tarde m u r i ó pros-
E l rey es una sobrecarga, que cae á cripto en L ó n d r e s . Los insurrectos inva-
una parte y no á la otra; es necesario po- dieron el patio tempestuosos y amenaza-
ner u n contrapeso á ese hombre escesivo, dores: iban despedazados y descalzos y
y la insurrección no es m á s que el resta- provistos con las armas que la casuali-
blecimiento del equilibrio. dad d á al furor, y aunque entraron co-
L a cólera solo es de derecho en asun- léricos, lanzaban las sombrías miradas
tos de equidad; derribar la Bastilla es que despiden los vencedores que conocen
una acción violenta y santa. que serán vencidos. Uno de ellos g r i t ó ,
L a usurpación atrae la resistencia; entrando en el patio: " A q u í vive un par
siendo la República, esto es, l a sobera- de Francia,,. A l oir esto, asustados, todos
nía del hombre sobre sí mismo; siendo l a los habitantes de la plaza exclamaban:
R e p ú b l i c a el principio social absoluto, "Van á saquear la casa n ú m . 6„.
la m o n a r q u í a es una usurpación, aun- Uno de los inquilinos de dicha casa
TOMO I V .
506 OBRAS D E VICTOR HUGO»

era efectivamente par de Francia, miem- —Es un objeto de arte, le contestó el


bro entonces de la Asamblea constitu- jefe.
yente. No estaban en casa n i él n i su fa- Otro insurrecto, de cabello gris, añadió:
m i l i a . Su habitación era vasta; ocupaba —En 1830 tomamos fusiles como esos
todo el segundo piso; tenia en una de sus en el Museo de Artillería.
extremidades la entrada á la escalera — E l Museo de Artillería pertenece al
principal y á la otra extremidad la entra- pueblo, replicó el jefe.
da á una escalera de servicio. Dejaron el fusil en su sitio.
Este antiguo par de Francia era uno A l lado del mosquete pendía un largo
de los sesenta representantes que envió y a t a g á n turco, cuya l á m i n a era de acero
la Constituyente para reprimir la insur- de Damasco, y que tenia el p u ñ o y la vai-
rección, dirigir las columnas de ataque na salvajemente esculpidos, pero que
y para que los generales mantuviesen la eran de plata maciza.
autoridad de la Asamblea. E l dia á que —Esta es una buena arma, dijo un
nos referimos estaba enfrente de l a i n - insurrecto e x a m i n á n d o l a . V o y á tomar
surrección en una de las calles inmedia- este sable.
tas, y le secundaba su colega y amigo —Es de plata! exclamaron muchas
el célebre escultor D a v i d d' Angers. voces.
—Subamos á su casa! gritaron los i n - Esta palabra bastó para que nadie lo
surgentes. tocase.
Los habitantes de toda la casa queda- Nadie lo cogió, á pesar de encontrar-
ron aterrados. se entre aquella m u l t i t u d algunos trape-
Los sublevados subieron al segundo ros del arrabal de San Antonio y bastan-
piso; eran tantos que llenaban la escale- tes indigentes.
ra principal y el patio. U n a vieja, que Desde el comedor pasaron al salón.
guardaba la casa mientras sus dueños Habia en él una mesa cubierta con ta-
estaban ausentes, les abrió espantada. picería, que tenia bordadas las iniciales
Entraron en tropel, con el jefe á la cabe- del dueño de la casa. Querían apoderarse
za. L a habitación estaba desierta. de ella, pero el jefe lo impidió.
E n cuanto franquearon la puerta, el —Llevémosla, ya que nos combate, gri-
jefe, G-obert, se quitó el gorro y dijo: tó un sublevado.
—Descubrios. —Cumple con su deber, le contestó el
Todos se descubrieron. jefe.
—Necesitamos armas! gritó una voz. —Pues y nosotros? le replicó el mismo
—Si hay a q u í las tomaremos, gritó sublevado.
otra voz. •—Cumplimos con el nuestro: defen-
•—Las tomaremos, dijo el jefe. demos á nuestras familias y él defiende
L a a n t e c á m a r a era una gran sala se- á la p á t r i a .
vera y alumbrada en una esquina por Testigos que viven aun le oyeron pro-
una ventana larga y estrecha, y contenia nunciar esas graves palabras.
una fila de cofres de madera á lo largo Continuó la invasión, si invasión pue-
de la pared, s e g ú n la antigua moda es- de llamarse el lento desfile de una mul-
pañola. t i t u d silenciosa. Revisaron todas las ha-
Penetraron en la a n t e c á m a r a . bitaciones una tras otra sin tocar n i n g ú n
—Orden! dijo el jefe. mueble, si esceptuamos una cuna. L a
Se alinearon de tres en tres, m u r m u d u e ñ a de la casa tuvo la superstición
rando confusamente. maternal de conservar al lado de su
•—Silencio! esclamó el jefe. cama la cuna en su último hijo. Uno
Todos callaron. de los m á s feroces descamisados dió un
•—8i encontramos armas las tomare p u n t a p i é á la cuna, que durante algu-
mos, repitió Grobert. nos instantes pareció que mecía aun al
Precedidos por l a vieja, que iba tem niño dormido. L a m u l t i t u d le contuvo y
blando, pasaron desde l a a n t e c á m a r a al miró á la cuna sonriendo.
comedor. A l extremo de esa habitación esta-
— A q u í tenemos armas, exclamó uno ba situado el gabinete del dueño de la
de los insurrectos. casa, que tenia salida á la escalera de
E n la pared del comedor estaba ins- servicio. De aposento en aposento llega-
talada una panoplia en forma de trofeo. ron hasta allí.
•—Aquí hay un fusil, dijo el primero E l jefe hizo abrir la salida, porque de-
que habia hablado, señalando un mos- t r á s de los primeros que llegaron, la le-
quete de forma rara. gión de combatientes, dueños de la plaza,
DESPEES D E L DESTIERRO. 507
ocupaba todo el aposento y era imposible Veinte años después, el 27 de Mayo
volver a t r á s . de 1871, pasaba lo siguiente en otra pla-
E l gabinete ofrecía el aspecto de un za grande, pero no de Paris, sino de Bru-
cuarto de estudio, y en él todo estaba selas; no de dia, sino de noche.
esparcido con el tranquilo desórden que U n viejo que era abuelo, una madre
presenta un trabajo que no está con- jóven con dos niños pequeños, habitaban
cluido. Solo en este gabinete entraba el en la casa n ú m e r o 3 de la plaza de las
dueño de la casa; por eso todo estaba Barricadas; el anciano era el mismo que
allí revuelto. Habia dos mesas llenas de habitó en el n ú m e r o 6 de la plaza Real
útiles á propósito para el trabajo de un de Paris, solo que entonces no le califica-
escritor. E n ellas estaba todo confundi- ban de antiguo par de Francia, sino de
do: papeles y libros, cartas abiertas, ver- antiguo proscripto, y esta promoción l a
sos, prosa, hojas volantes y manuscri- debia ai cumplimiento de su deber.
tos empezados. Sobre una de las mesas Dicho hombre vestia de luto, porque
habia reunidos algunos objetos curiosos; acababa de perder á su hijo. Bruselas le
entre otros la brújula de Cristóbal Colon, conocía por verle pasar por las calles
fechada en 1489, llevando esta inscrip- siempre solo y con la cabeza inclinada*
ción: L a Finta. Ocupaba con su familia y tres criadas
Q-obert se a p r o x i m ó á l a mesa, exami- toda la casa del n ú m e r o 3 de la plaza
nó curiosamente la brújula y exclamó: que acabamos de nombrar.
—Esta brújula es única; es la que des- Su dormitorio, que era t a m b i é n su ga-
cubrió l a América.—Xia otra mesa era binete de estudio, estaba situado en el
alta, porque el dueño de la casa tenia cos- primer piso, y tenia una ventana que
tumbre de escribir de pió. E n dicha mesa daba á la plaza; en el cuarto bajo estaba
estaban aun recientes las p á g i n a s de una el salón, que t a m b i é n tenia otra ventana
obra interrumpida (1), y sobre esas pági- que caia á la plaza; el resto de la casa lo
nas un papel lleno de firmas. Era una componían los aposentos de las mujeres
exposición de los marineros del Havre, y de los niños. Los pisos eran m u y altos;
en la que pedian la revisión de la penali- la puerta de la casa estaba contigua á l a
dad y se explicaban las insubordinacio- ventana del piso bajo. Por dicha puerta
nes de la tripulación por las crueldades un corredor conducía á u n jardincillo ro-
ó iniquidades del Código m a r í t i m o . A l deado de altas tapias, encima del que
margen de la exposición habia escrito el se sustentaba el segundo cuerpo del edi-
par de Francia, que era representante ficio, inhabitado en aquella época por
del pueblo, las siguientes líneas: ^Apo- las pérdidas que habia experimentado
yad esta exposición. Si socorriésemos á la familia.
los que sufren, si nos a d e l a n t á r a m o s á L a casa solo tenia una entrada v una
las reclamaciones l e g í t i m a s , si restitu- salida, la de la puerta que daba á l a
yésemos al pueblo lo que pertenece al plaza.
pueblo, en una palabra, si fuéramos jus- Las dos cunas de los niños estaban cer-
tos, no nos veríamos en el doloroso deber ca de l a cama de su jóven madre, en el
de reprimir las insurrecciones. „ dormitorio del segundo piso, encima del
E l desfile de los insurrectos duró cerca departamento del abuelo. Este era uno
de una hora. Por aquellas habitaciones de esos hombres cuya alma estaba sere-
pasó en silencio la miseria y la cólera. na habitualmente, y esta serenidad la
Entraron por una puerta y salieron por aumentaba aquel dia el pensamiento de
otra. Se oia desde lejos el estampido del haber realizado una obra fraternal aque-
cañón. Todos volvieron al combate. lla m a ñ a n a . Debe recordarse que el a ñ o
Cuando vaciaron las habitaciones se 1871 ha sido uno de los m á s fatales de
pudo ver que sus pies desnudos y sus la historia, uno de sus momentos m á s
manos negras de pólvora nada hablan lúgubres. Paris habia sido violado dos
tocado. N i faltó u n objeto curioso n i des veces; primero por la parricida guerra
arreglaron u n solo papel. Solo desapare- del extranjero contra l a Francia y des-
ció la exposición délos marineros del Ha pués por l a fratricida guerra de los fran-
vre. (2) ceses contra los franceses. E n aquellos
momentos l a lucha habia cesado, porque
uno de los dos partidos había aplastado
(1) Los Miserables.
al otro; no se daban ya p u ñ a l a d a s , pero
(2) Después se explicó esta desaparición. Al verla anotada,
Gobert se la llevó con el objeto de enseñarla á los combatientes, las llagas permanecían abiertas, y á l a
para hacerles ver que el dueño de la casa, si como representante ¡batalla h a b í a sucedido la paz espantosa
tenia el deber de reprimir la insurrección, era, sin embargo, j y muda que reina cuaudo yacen los ca-
verdadero amigo del pueblo.
508 OBRAS D E VICTOR HUGO.

dáveres en tierra en los charcos de sangre ] dormirse sonó un segundo campanilla-


coagulada. zo m á s fuerte y m á s prolongado. Esta
Habia allí vencedores y vencidos; esto vez ya no cabia duda: se levantó, se puso
es, los primeros sin clemencia y los se- un p a n t a l ó n y unas zapatillas, se fué á
gundos sin esperanza. U n á n i m e Vce vic- 'a ventana y la abrió.
tis resonaba en Europa* L o que estaba L a plaza estaba oscura, y como aun
sucediendo podia resumirse en una sola :enia los ojos e m p a ñ a d o s por el sueño,
palabra, en una inmensa ausencia de vió una sombra, se inclinó hácia ella y
compasión. Los furiosos mataban, los preguntó:—^"Quién es?„
violentos a p l a u d í a n , los muertos y los Una voz baja, pero clara, respondió:—
cobardes callaban. Los gobiernos ex- Dombrowski,,. Dombrowski era uno de
tranjeros eran cómplices de dos maneras os vencidos de Paris. Unos periódicos
distintas; los gobiernos traidores se son- anunciaron que le hablan fusilado y
reían, los gobiernos abyectos cerraban otros que se habia evadido.
sus fronteras á los vencidos. E l gobierno E l hombre que acababa de despertar-
católico de Bélgica pertenecía á estos se vió que á su puerta acudía un fugiti-
ú l t i m o s . Desde el 26 de Mayo se preca- vo, que habria leido la carta que se p u -
vió para no realizar una buena acción, 3licó por la m a ñ a n a y que vendria á
anunciando en las dos C á m a r a s que los medirle asilo. Se inclinó hácia la plaza, y
fugitivos de Paris estaban desterrados mtre la bruma nocturna distinguió de-
de las naciones, y que el gobierno belga 3ajo de él y cerca de la puerta á u n
les rehusaba el asilo. lombre de baja estatura y ancho de
Sabiendo esto, el hombre solitario que lombros, que se quitaba el sombrero y
vivia en la plaza de las Barricadas deci- que le saludaba.
dió ofrecer el asilo que los gobiernos P e n s ó en bajar y abrirle.
rehusaban á los vencidos; el desterrado A l ir á cerrar la ventana, una piedra
les ofreció hospitalidad. gruesa, violentamente lanzada, dió con-
E n una carta que publicó el 27 de tra la pared, cerca de la ventana. En-
Mayo declaró que, ya que á los fugitivos tonces vió con sorpresa en la plaza u n
se les cerraban todas las puertas, él les lormiguero de vagas formas humanas
abria su casa, donde podian presentarse que se agitaba al otro extremo. Com-
donde serian bien recibidos, donde les prendió su significación, al acordarse de
ofrecerla la cantidad de inviolabilidad que el dia anterior le dijeron que si pu-
de que pudiera disponer para sí mismo. blicaba la carta corría peligro de ser ase-
Después de obrar así y de dar su paseo sinado. Otra piedra, mejor apuntada,
solitario de costumbre, entró en casa, en rompió el vidrio de la ventana, pero no
la que todos estaban ya acostados. Subió hirió al hombre, que se inclinó hácia l a
al segundo piso y oyó al través de la plaza y vió acercarse el hormiguero de
puerta del dormitorio l a respiración sombras. Levantando la voz, gritó:—•
igual de los dos niños. Descendió a l p r i Sois unos miserables!
mer piso, entró en su gabinete y se apo Cerró la ventana.
y ó unos instantes en la ventana, pen Oyéronse estos gritos frenéticos:—¡Que
sando en los vencidos, en los desespera muera! A la horca! Que muera el bandido!
dos, en los fugitivos, en los actos violentos E l hombre comprendió que ese bandido
que cometen los hombres, y se quedó con era él.
templando la celeste ternura de la noche Creyendo que aquella podría ser su
Después cerró la ventana, escribió ú l t i m a hora, miró el reloj: eran las doce
unos versos, se desnudó pensativo, dedi y media de la noche.
cando un pensamiento de compasión á Abreviemos. Dieron un asalto furioso
los vencedores y otro á los vencidos, y á la casa, como nuestros lectores verán
estando en paz con la conciencia, se m á s adelante. Figuraos q u é despertar
durmió. tan espantoso t e n d r í a n todos los séres
Le despertaron bruscamente. Entre que dormían en aquel edificio. Las mu-
sueños oyó un campanillazo y se incor jeres se levantaron sobresaltadas, los
poró en la cama. P r e s t ó atención a1 niños lloraban de miedo, llovían pie-
gunos segundos y creyó que llamarla dras, el ruido que producían los vidrios y
alguno que se equivocaba de puerta los espejos rotos es inexpresable. No ce-
quizás el campanillazo fué imaginario saban los gritos de: Muera! Muera! E l
porque se oyen ruidos extraños entre asalto se intentó tres veces y duró siete
sueños, y volvió á acostarse. U n a l á m p a cuartos de hora, desde las doce y media
ra alumbraba su cuarto. A l volver hasta las dos y cuarto de l a madrugada.
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 509
Lanzaron m á s de quinientas piedras en ñas; es el oleaje de la tempestad huma-
el gabinete, llovieron muchísimos gui- na; es el reflujo perturbador é indistinto
jarros sobre la cama, que sufrió una del bajo-fondo popular; es la t r á g i c a
verdadera lapidación; sacaron de los aparición de rostros lívidos. Se compone
goznes la ventana; en una palabra, h i - de hombres que tienen frió y hambre.
cieron un completo destrozo. Intentaron Cuando trabajan, casi viven; cuando
escalar la habitación tres veces y vocea- huelgan, casi mueren; cuando les falta
ban pidiendo una escala; trataron de dis- el trabajo les ocurren ideas siniestras,
locar las rejas del piso bajo; quisieron acurrucados en los agujeros, con los que
derribar la puerta de la calle, pero el José de Maistre llama sus hembras y sus
hierro con que estaba forrada se lo i m - cachorros, oyendo voces débiles y dulces
pidió. Uno de los pequeñuelos, que era que les piden pan. Habitan en una som-
niña, estaba enferma; lloraba: su abuelo bra que difiere poco de la sombra penal:
la habia tomado en brazos, y una piedra cuando su hormigueo, en dias fatales
que arrojaron á aquel pasó muy cerca como en Junio de 1848, se esparce fuera
de la cabeza de la n i ñ a . Las mujeres de su sombra, el sombrío r e l á m p a g o social
estaban rezando. L a madre, valiente, sale de su asamblea tumultuosa; como
asomada á la ventana de un cuarto reti- carecen de todas las necesidades, casi
rado, pedia socorro; pero todos estaban tienen derecho á todos los apetitos; como
sordos alrededor de la casa asaltada, sor- padecen todos los sufrimientos, pare-
dera que producía el terror ó quizás la ce que tengan derecho á todas las c ó -
complicidad. Las mujeres concluyeron "eras.
por meter en las cunas á los dos niños L a otra m u l t i t u d , vista de cerca, es
asustados: el abuelo, sentado cerca de elegante y opulenta; se divierte á media
ellos, les tenia cogidas las manos; el ma- noche; se compone de hombres que salen
yorcito, que era niño y que se acordaba de los salones donde se canta, de los ca-
del sitio de Paris, decia con voz tembló ::és donde se cena, de los teatros donde
rosa, al oir el t u m u l t o de aquel salvaje se rie; padecen bien nacidos y van bien
ataque:—&m los prusianos. Durante dos 3ortados. Algunos de ellos llevan del
horas fueron aumentando los gritos de Drazo á deliciosas mujeres. V a n vestidos
muerte, y una muchedumbre desenfre como para i r á una fiesta; disponen de
nada se amontonaba en la plaza, de la todo lo necesario, esto es, de todas las
que salia este clamor:—Derribemos la alegrías, y de todo lo supérfluo, esto es,
puerta. de todas las vanidades; en el verano ca-
Poco después de lanzar este grito se zan y en el invierno bailan; son jóvenes,
entrevieron vagamente, en una calle i n - y gracias á su edad no conocen aun el
mediata, dos hombres que llevaban una principio del fastidio, que es el t é r m i n o
larga viga, á propósito para deribar las de los placeres. Todo les sonríe y les
puertas de las casas sitiadas, y se diri- acaricia; nada les falta. Es el grupo de
g í a n hácia la plaza. A l mismo tiempo los dichosos.
que llegaba la viga apareció el sol. E l dia ¿En q u é se parecen esas dos m u l t i t u -
es demasiado claro para cometer ciertas des en los momentos que las estamos ob-
acciones, y la m u l t i t u d desenfrenada se servando? E n que están coléricas.
dispersó. L a aurora hace huir á las aves Los miserables sienten en su interior
de rapiña. el sordo rencor social; los que sufren aca-
ban por indignarse, porque son víctimas
V. de todas las privaciones, mientras los
demás disfrutan de todos los goces. Los
¿Qué objeto me he propuesto a l referir que sufren sienten en ellos las sangui-
esos dos sucesos? Poner frente á frente juelas de los parasitismos, y esta succión
dos modos diferentes de obrar, como re- los agota. L a miseria es una fiebre, y de
sultado de dos diferentes educaciones. ella dimanan los accesos ciegos de furor
De las dos multitudes, la que invade que, por ódio á l a ley transitoria, hieren
la casa n ú m e r o 6 de la plaza Real en al derecho eterno. Y llegan momentos
Paris y la que sitia la casa n ú m e r o 3 de en que yerran los que tienen razón; en
la plaza de las Barricadas en Bruselas que los hambrientos, en que los deshere-
cuál es pueblo y cuál es populacho? ¿Qué dados se rebelan tumultuosamente, to-
m u l t i t u d de las dos es vil? mando todo lo que les viene á la mano,
Examinémoslas. fusil, hacha ó sable, y se arrojan contra
Una es andrajosa, sórdida; vá despeda cualquier obstáculo que se les presenta
zada; es fiera; vive en cuevas ó en caver delante, y aunque sea en la R e p ú b l i c a ,
510 OBRAS D E VÍCTOR HUGO.

reclaman su derecho al trabajo, decidi- selas, cuáles son los miserables? Los
dos á vivir y resueltos á morir. Desespe- dichosos.
rados, se entregan á todo trance á la E l hombre de la plaza de las Barrica-
batalla feroz. Si es una casa lo que se das tuvo razón para lanzarles á la cara
presenta ante sus ojos, la invaden, sin esa frase de desprecio.
considerar que su dueño es amigo del ¿Qué diferencia hay entre la m u l t i t u d
pueblo; entran en ella, quieren saquear- de Paris y la de Bruselas? Una sola; la
la; pero si una voz les grita: " E l dueño de educación.
esta casa está cumpliendo con su deber,,, Los hombres son iguales en la cuna.
se detienen, callan, se descubren y se Bajo cierto punto de vista intelectual, se
van. encuentran en ellos excepciones, pero
Tras la rebelión de los pobres viene la excepciones que confirman la regla. Fue-
rebelión de los ricos. Estos t a m b i é n es- ra de éstas, u n n i ñ o equivale á otro. L o
t á n furiosos. Contra el enemigo? No. que los desiguala m á s tarde es la n u t r i -
Contra un combatiente? Tampoco. E s t á n ción. Hay dos clases de nutrición: l a pri-
furiosos contra una buena acción, acción mera, que siempre es buena, la d á la
sencilla, pero evidentemente justa y hon- leche de la madre; la segunda, que puede
rada. T a n sencilla, que si no la comba- ser mala, la dá la enseñanza del maestro.
tiera su cólera, no v a l d r í a la pena de Por eso se necesita vigilar la ense-
ocupamos de ella. U n hombre se atrevió ñ a n z a .
á ser fraternal: en los momentos en que el
mundo pensaba en los autos de fó y en VI.
las dragonadas, pensaba en el E v a n -
gelio, en la Samaritana; en los momen- Puede decirse que en nuestro siglo hay
tos en que todos se acordaban de Tor- dos escuelas, que condensan y resumen
quemada, este hombre se atrevió á las dos corrientes contrarias que arras-
acordarse de Jesucristo; habló en alta tran la civilización en sentido inverso; la
voz para realizar un acto clemente y hu una hácia el porvenir, la otra hácia el
mano; entreabrió una puerta de refugio pasado; la primera de esas dos escuelas se
al lado de la enorme puerta del sepulcro llama Paris y la segunda se llama Roma.
abierta; no quiso que se dijera que su Cada una de ellas tiene su libro de texto:
corazón no era misericordioso con ios que el de Paris es la Declaración de los dere-
sufren n i su hogar inhospitalario para chos del hombre; el de Roma es el Syllahus.
los que caen; en los momentos en que re- Esos dos libros contestan al progreso: el
mataban á los moribundos quiso recoger primero le dice sí; el segundo le dice no.
á los heridos, porque el hombre de 1871 E l progreso lo constituyen los pasos
es el mismo hombre de 1848, y sigue ere que dá Dios. Las revoluciones, aunque
yendo que deben combatirse las insur- las traiga el h u r a c á n , vienen por la vo-
recciones cuando luchan y amnistiarlas luntad superior: sopla sus vientos la boca
cuando son vencidas; por eso cometió el divina.
crimen de abrir su morada á los venci- A Paris lo representan Montaigne,
dos y de ofrecer un asilo á los fugitivos: Rabelais, Pascal, Corneille, Moliere,
esto exasperó á los vencedores. Indigna Montesquieu, Diderot, Rousseau, V o l -
á los dichosos que se defienda á los des taire, Mirabeau y Danton. A Roma la
graciados, y debe castigarse ese crimen. representan Inocencio I I I , P i ó V , Ale-
Y sobre una humilde casa solitaria, en jandro V I , Urbano V I H , Arbuós, Cisne-
la que se mecian dos cunas, se lanzó una ros, Lainez, Q-rillandus ó Ignacio.
muchedumbre arrojando gritos de muer- Después de indicar las escuelas, fácil
te, teniendo la ignorancia en el cerebro, es distinguir á sus discípulos. Confron-
el ódio en el corazón y las piedras en las témoslos.
manos. Si no pudo verificarse el asalto, Examinad á los hombres que nada
no fué por culpa de los sitiadores; si no poseen, á los que sufren todo el peso de
derribaron la puerta, fué porque la viga la sociedad humana: el dia que pierden
llegó demasiado tarde. Si no mataron á la paciencia, se sublevan y presentan la
un niño, fué porque la piedra no pasó batalla. De repente en la embriaguez del
bastante cerca; si no asesinaron á un combate se les presenta la ocasión de ser
hombre, fué porque salió el sol. injustos y no l a aprovechan. Poseen el
Terminemos. instinto de la revolución y la luz de la
De las dos multitudes, ¿cuál es pue- verdad; su cólera no traspasa la equidad,
blo y cuál populacho? Entre los indi y dan ai mundo civilizado el espectáculo
gentes de Paris y los dichosos de B r u sublime de ser moderados siendo opri-
DESPUES D E L DESTIERRO. 511
midos y de ser buenos siendo desgra- convertido en reptiles; saben el doble i t i -
ciados. nerario de Mandrin y de Escobar; han
Examinad á esos otros hombres que lo estudiado todas las aventuras nocturnas,
poseen todo^ que están arriba como los los procedimientos del bandolerismo y
otros están abajo. Se les presenta la oca- las doctrinas de la encíclica; serian chauf-
sión de ser cobardes y feroces y la apro- feurs (1) si no fueran jesuítas; que ata-
vechan. Su principal jefe es el hijo de un can perfectamente á una casa dormida;
ministro, su segundo jefe es hijo de u n que utilizan su talento en servicio de la
senador; entre ellos se encuentra un prín- religión; que defienden á la sociedad
cipe!. Se j u n t a n para cometer u n crimen como ladrones de camino real; que com-
y llegan en su perpetración hasta donde pletan la oración jaculatoria con escala-
la noche se lo permite, y no es culpa miento y fractura, y que prueban que
suya el ser solo bandidos, porque su i n - les es fácil á los discípulos de Loyola ser
tención era ser asesinos. plagiarios de Schinderhannes.
¿Quién ha educado á esos primeros Ésos hombres son perversos? No; son
hombres? Paris. ¿Quién ha educado á imbéciles. Pero nacieron imbéciles? No;
los segundos? Roma. los han obligado á serlo, como acaba-
Repito que antes de recibir la ense- mos de decir. Embrutecer es u n arte.
ñ a n z a eran iguales. Los niños ricos y Los sacerdotes de los diversos cultos
los niños pobres tuvieron en su niñez llaman á ese arte libertad de enseñanza,
las mismas cabezas blondas, los mismos pero sin mala intención; como ellos se
semblantes rosados. Ved cómo han cam- sometieron á la mutilación de la inteli-
biado ahora que son hombres; unos son gencia, quieren practicar esta operación,
compasivos, otros son bárbaros. Por qué? que ellos ya han sufrido. A que el cas-
Porque s u alma se abrió y saturaron su trador haga eunucos llaman e n s e ñ a n z a
espíritu las influencias de dos centros di- libre. Hubieran intentado hacer esta
ferentes; los unos han respirado la atmós- operación á nuestros hijos si hubieran
fera de Paris y los otros la de Roma. podido hacer vivir la ley, poco viable, que
Todo depende del aire que el hombre votó la Asamblea difunta. Los dos he-
respira. E l hijo de Paris, inconsciente- chos históricos que acabamos de referir
mente, porque hasta el dia que exista la son una sencilla nota que ponemos a l
e n s e ñ a n z a obligatoria será ignorante, el m á r g e n de la referida ley.
hijo de Paris respira, sin saberlo y sin
apercibirse, una atmósfera que le hace VII.
probo y justiciero. Esta atmósfera con-
tiene toda nuestra historia; las fechas Quien dice educación, dice gobierno:
memorables, las acciones nobles, las obras enseñar es reinar. E l cerebro humano es
útiles, los héroes, los poetas, los oradores, una especie de cera que toma la forma
el Cid, Tartuffe, el Diccionario filosófico, la del bien ó del mal, según la maneja el
Enciclopedia, la tolerancia, la fraternidad, ideal ó s e g ú n se apodera de ella una
la lógica, el ideal literario-social, el alma garra.
inmensa de la Francia. Educación clerical quiere decir go-
L a atmósfera de Roma contiene la I n - bierno del clero. Esta clase de gobierno
quisición, el Indice, la censura, el tor- está ya juzgado. Es el que en la cumbre
mento, la infalibilidad de u n hombre, la augusta de la gloriosa E s p a ñ a levantó,
negación de la ciencia, la afirmación del como espantoso altar de Moloc, el que-
infierno eterno y el humo de los incensa- madero de Sevilla; es el que superpuso á
rios confundido con l a ceniza de las ho- la Roma romana la Roma papal, ahogan-
gueras. Paris forma al pueblo y Roma do monstruosamente á Catón con las ma-
al populacho. E l dia en que el fanatismo nos de Borgia.
consiguiera hacer que Roma fuese respi- L a dialéctica se rige por una doble
rablepara la civilización, todo lo h a b r í a - ley; ve de lejos y estrecha de cerca.
mos perdido: la humanidad volverla á Los gobiernos clericales no resisten á
entrar en la profunda noche. ninguna de las dos formas de este racio-
L a atmósfera de Roma se respira en cinio; desde abajo se ven sus defectos;
Bruselas. Los hombres que se iban á apo- desde arriba se ven sus crímenes. Ex-
derar de una casa en la plaza de las tienden la garra sobre el hombre y la
Barricadas son los discípulos del Quiri-
nal; profesan tan fervientemente el catoli- fi) ^ n [ i l íe bandidos ^ Kse P.0; e} V , 0 - de
. ' r • i-* • f ! Francia y por Bélgica, que obligaban a los habitantes de las ca-
Cismo, que ya no SOn cristianos; SOn t a n sas qUe tomaban por asalto, para que les entregasen sus riquezas,
fuertes, que maravillosamente Se han á poner los pies sobre carbones encendidos.—(N. del T.j
512 OBRAS D E VICTOR HUGO.

pata sobre el niño. Escribe su historia


Torquemada y la refiere Loriquet. E n su
cumbre está el despotismo y en su base
la ignorancia. Las Asambleas poseen un mueble que
se llama la tribuna: cuando las Asam-
bleas sean lo que deben ser, la tribuna se
VIH. construirá de m á r m o l blanco, como me-
rece el pedestal del pensamiento y el
Roma tiene muchos brazos; es la ajiiti- altar de la conciencia, y h a b r á Fidias y
gua. Hecatonchere. Se creyó fabulosa esa Miguel A n g e l que la esculpan. Espe-
bestia hasta el dia en que apareció el rando ser de m á r m o l , es de madera, y es-
pólipo en el Océano y el papismo en la merando ser pedestal y altar, es u n mue-
Edad Media. E l papismo, al pricipio se DIC, como acabamos de decir. De este
l l a m ó Gregorio V I I y esclavizó á los re- modo es menos embarazoso para los
yes; después se llamó P í o V y aprisionó golpes de Estado, porque un mueble
á los pueblos. L a Revolución francesa le 3uede meterse en un granero. Eso es lo
obligó á soltar su presa, y l a victoriosa que le ha sucedido á la tribuna actual
espada republicana cortó todas las liga del Senado de Francia.
duras vivas que se enroscaban alrede- Es de madera de caoba, con pilastras
dor del alma humana y libertó al mundo de cobre dorado, como era moda en tiem-
de sus venenosos nudos; pero sus t e n t á )o del Directorio, y en vez de esculpirla
culos se han retirado, y hoy otra vez sa- Vliguel A n g e l ó Fidias, la esculpió Ra-
len de las profundidades los cien brazos vrio. Es vieja, aunque parece nueva. No
de Roma y se alargan hacia los m á s - es virgen: fué la tribuna del Consejo de
tiles extremecidos del navio en marcha, "os antiguos, y presenció la entrada per-
cuya cogida podria hacer que zozobrase turbadora de los granaderos de Bonapar-
la civilización. te: después fué la tribuna del Senado del
E n estos momentos Roma domina en imperio, desde el 18 Brumario hasta el
Bélgica, pero quien no posee á la Francia de Diciembre. Presenció el desfile de
nada posee. Roma quisiera dominarla, y la elocuencia de los dos imperios; ha sus-
estamos presenciando el siniestro esfuer- tentado altas é inflexibles conciencias,
zo que hace para conseguirlo. primero al inaccesible Cambacóres, des-
pués al infranqueable Troplong; ha visto
sucederse la castidad de Baroche al pu-
IX. dor de Fouchó; con cincuenta años de in-
tervalo pudo comparar los dignos se-
Contra Francia se dirigen todos los po nadores Sieyes y Fontanes con otros
deres múltiples que consiguen salir de senadores no menos altivos, como Me-
pasado: el espíritu de la m o n a r q u í a , e rimée y Saint-Beuve. E n ella han ha-
espíritu de la superstición, el espíritu de blado Suin, Fould, Delangle, Espinasse
cuartel y del convento, la habilidad de y Nisard.
los mendaces y el susto de los ignorantes Esa tribuna tuvo ante ella u n banco
Tenemos en contra nuestra la temeridac. de obispos, en el que pudo sentarse Ta-
el descaro, la audacia, el cinismo y e lleyrand, y un banco de generales, en
miedo. Solo de parte nuestra está la luz el que se sentó Bazaine. Vió empezar el
Por eso venceremos. primer imperio por l a ilusión de Aus-
Por e x t r a ñ o que parezca el momento terlitz y terminar el segundo por la
actual, por sombrío que veamos su as realidad de la desmembración del terri-
pecto, no debemos desesperar. Las su torio. L a han ocupado Jialin, Vieillard,
perficies nada significan; hay una ley Pelissier, Saint-Arnaud y D u p i n , todas
moral que rige al destino, y existen las las ilustraciones. Presenció glorificacio-
corrientes submarinas. Mientras el oleaj nes inauditas; la celebración de Puebla,
se agita, ellas trabajan. No se vó su el hosanna de Sadowa y la apoteósis de
trabajo hasta que salen de repente de Mentana. Oyó á personajes autorizados
la oscuridad, y lo desapercibido cons asegurar que se salvaba á la sociedad, á
truye lo imprevisto. Sepamos compren la familia y á la religión ametrallando
der lo inesperado de la historia. Cuando á los t ran s eú n t es del boulevard. Para
el mal cree triunfar es cuando se hun limitarnos al último imperio, la han
de, cuando se amontona es cuando se iluminado durante diez y nueve años
derrumba. la p l ó y a d a de todas las ignominias; ha
oido una especie de largo cántico, sal-
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 5i3
mediado por devotos ateos lo mismo que Paris está dotado de las virtudes de
por devotos católicos, en loor del perju- los antiguos caballeros andantes; no tie-
rio» de la emboscada y de la traición; ne miedo y es irreprochable. Que no tiene
ha gozado de la inviolabilidad oficial; fué miedo, lo prueba ante el enemigo, y que
tan perfectamente augusta, que se apro- es irreprochable, lo prueba ante la his-
vechó de esto para ser completamente toria. Algunas veces se encoleriza. Como
inmunda; oyó á no sé quién confiar la los grandes vientos, las cóleras de Paris
espada de Francia á un aventurero, que sazonan. Después del 14 de Julio no
no sabe por q u é l a h u m i l l ó en Sedán; existe ya l a Bastilla; después del 10 de
tuvo un extremecimiento de gloria y Agosto no existe ya la m o n a r q u í a . Jus-
de alegría cuando se aproximaban las tifica esas tempestades haber extendido
catástrofes; ese pedazo de caoba era pró- el azul del cielo.
ximo pariente del trono imperial, que, Paris no comete ciertas violencias. L a
según confesión de Napoleón, era de historia a s e g u r a r á , por ejemplo, que lo
pino; otras tribunas se construyen para que se reprocha al 18 de Marzo no debe
hablar; ésta estaba construida para ser imputarse al pueblo de Paris; la sombría
muda, porque es ser muda callarle al culpabilidad debe repartirse entre mu-
pueblo el deber, el derecho, el honor y la chos hombres, y la historia j u z g a r á de
equidad. Pero por fin llegó el dia en que q u é parte p a r t i ó la provocación y el
esa tribuna tomó bruscamente la palabra modo cómo la reprimieron. Esperemos
para decir la verdad. la sentencia de la historia. E s p e r á n d o l a ,
F u é una de esas sorpresas que nos d á á cualquier partido que pertenezcamos
l a lógica profunda de los acontecimien- tenemos que cumplir obligaciones seve-
tos, apercibirse u n dia que esa tribuna, ras; no las olvidemos.
que ocupaban sucesivamente todas las E l hombre siente en su interior á Dios;
corrupciones adorando la iniquidad y esto es, la conciencia; el catolicismo re-
todas las complicidades sosteniendo el tira la conciencia al hombre é intro-
crimen, estaba levantada para que la duce en su alma al sacerdote en el sitio
justicia subiese á ella, y que el 22 de que debia ocupar Dios; este trabajo se
Mayo de 1876, u n t r a n s e ú n t e cualquiera verifica en el confesionario; repetimos
pusiese el pié sobre ese púlpito que hasta que hacen sustituir el dogma á la razón,
entonces solo habia servido al imperio, de lo que resulta la profunda esclavitud
y que desatase el lenguaje de los hechos, de creer en el absurdo; credo quice ahsur-
y que convirtiese esa cumbre de la gloria dum.
imperial en la picota del César, y que E l catolicismo convierte al hombre en
desde la tribuna donde se habia entona- esclavo, la filosofía le hace libre; por eso
do un Te-Deum al crimen, desmintiera tiene mayores deberes que cumplir.
este Te-Deum la conciencia humana, y Los dogmas son, ó andadores ó mule-
desde el alto pedestal de la mentira reso- tas. E l catolicismo trata al hombre unas
nase inesperadaffaente la verdad. veces como niño y otras como viejo.
L a sorpresa fué mayor, porque los dos Para la filosofía, el hombre siempre
imperios hablan triunfado durante mu- es hombre. Ilustrarle es emanciparle.
cho tiempo, y el ú l t i m o se habia decla- Emanciparle de lo falso es sujetarle á lo
rado providencial, esto es, casi eterno. verdadero.
Reflexionen sobre esto los que conspi- P l á c e n o s decir la verdad desnuda.
ran actualmente en favor del despotis-
mo. Cuando César muere, Pedro está en- XII.
fermo.
Todo lo que aumenta la libertad au-
XI. menta la responsabilidad. Es grave la
situación del hombre libre; la libertad
Paris vencerá á Roma. pesa, y todas las cadenas que quita a l
Roma irá disminuyendo y Paris en- cuerpo las a ñ a d e á la conciencia; en la
grandeciéndose. No nos referimos á las conciencia, el derecho cambia y se con-
dos ciudades, que las dos son igualmen vierte en deber. Hemos de obrar con pre-
te augustas; nos referimos á los princi- caución, porque vivimos en tiempos exi-
pios: Roma significa la fé y Paris la gentes; hemos de responder de lo que
razón. fué y de lo que será; tenemos detrás de
E l alma de la antigua Roma vive en nosotros lo que hicieron nuestros padres,
Paris; Paris tiene hoy el Capitolio; Roma y ante nosotros lo que h a r á n nuestros
no tiene m á s que el Vaticano. hijos; á nuestros padres debemos rendirles
65
TOMO I V .
514 OBRAS D E VICTOR HUGO.

cuentas de su tradición, y á nuestros h i - un furor necesario, pero desde entonces


jos de su itinerario; debemos ser los con- las violencias ya no son útiles n i nece-
tinuadores resueltos de los unos y los sarias; acelerar la circulación perturba-
g u í a s prudentes de los otros. Seria pue- rla hoy. Nos basta con la dificultad de
r i l ocultar que un trabajo profando se penetrar en lo desconocido. Soy de los
verifica en las instituciones humanas y que esperan en él, pero para que no se
que se preparan transformaciones socia- disipe esta esperanza creo que es preciso
les. Tratemos que esas transformaciones emplear toda la cantidad de pacificación
sean serenas y que se verifiquen en la de que dispongamos. Obremos con la
parte alta y en la parte baja de la socie- bondad v i r i l que es propia de los fuer-
dad con fraternal y recíproca acepta- tes. Pensemos en lo que está hecho y en
ción. Reemplacemos las conmociones lo que falta por hacer; tratemos de lle-
con las concesiones. Este es el modo de gar por pendiente suave adonde nos
que la civilización avance. E l progreso proponemos; calmemos á los pueblos con
consiste en verificar l a revolución ami- la paz, á los hombres con la fraternidad
gablemente. y á los intereses con el equilibrio. No ol-
Y a seamos legisladores, ya ciudada- videmos que somos responsables de la
nos, obremos con mucha prudencia; sea ú l t i m a mitad del siglo diez y nueve y
mos benévolos. Curemos las heridas, ex que estamos colocados entre el gran
tingamos las animosidades suprimiendo ayer, la revolución de Francia, y el gran
el ódio y suprimiremos la guerra; no pro- porvenir, la revolución de Europa.
voquemos ninguna tempestad: el 93 fué Paris, J u l i o 1876.
PRIMERA PARTE.
^ E Q R E p O A ^ R A N C I A D E ]LA E X P U E ^ I O N DE ^EJ-QICA,

L Quien ataca á Paris, ataca en masa á


todo el género humano. Paris es l a capi-
Entrada en París. t a l de l a civilización, que no la constitu-
ye un reino n i u n imperio, sino todo el
género humano en su pasado y en su
E l 4 de Setiembre de 1870, cuando el
porvenir. Paris es la ciudad de la civili-
ejército prusiano,victorioso, se iba a l a n -
zación, porque es la ciudad de la revolu-
zar sobre Paris, se proclamó la Repúbli-
ción.
ca; el 5 de Setiembre entró Víctor Hugo
en dicha ciudad, de la que habia estado A semejante ciudad, que es u n foco de
ausente diez y nueve años. Para que su luz, que es el centro de los espíritus y de
entrada fuese silenciosa y solitaria, fué los corazones, que es el cerebro del pen-
en uno de los trenes de Bruselas, que samiento universal, puede violarla, to-
llegan á Paris por l a noche. E n t r ó á las marla por asalto y destruirla una inva-
diez, y numeroso gentío le esperaba en sión salvaje. ¡No puede ser; eso no será
la estación del Norte. Dirigió al pueblo j a m á s , j a m á s , j a m á s !
la siguiente alocución: Ciudadanos, Paris triunfará, porque
representa la idea humana y porque re-
"Me faltan palabras para decir hasta
presenta el instinto popular, y el instin-
q u é extremo me conmueve la cariñosa
to del pueblo está siempre acorde con el
acogida que me dispensa el generoso
ideal de l a civilización.
pueblo de Paris.
Ciudadanos, ya os lo dije: el dia que la Paris t r i u n f a r á , si yo, y vosotros, y
Bepública entre en Francia, entraré yo todo su pueblo formamos una sola alma,
t a m b i é n , y a q u í me tenéis. Dos objetos un solo soldado y u n solo ciudadano;
grandes me atraen; el primero la Repú- ciudadano para amar á Paris y soldado
blica, el segundo el peligro. para defenderle. Con l a R e p ú b l i c a uná-
Vengo á cumplir m i deber. nime, Paris t r i u n fará.
C u á l es m i deber? E l vuestro, el de Os agradezco en el alma vuestras
todos. aclamaciones, y las dedico á l a gran
Defender, guardar á Paris. agonía que destroza las e n t r a ñ a s de l a
Salvar á Paris es m á s que salvar la p á t r i a en peligro.
Francia, es salvar a l mundo. Solo os pido que tengamos unión, que
Paris es el centro mismo de la huma- estando unidos venceremos.
nidad. Paris es la ciudad sagrada. Ahogad todos los odios, olvidad todos
516 OBRAS D E VICTOR HUGO.

los resentimientos; unios y seréis inven- Reflexionad sobre esto.


cibles. A q u é viene esta invasión? ¿ Por q u é
Estrechémonos todos alrededor de la lacer ese esfuerzo salvaje contra un pue-
E-epública, y como hermanos p o n g á m o - DIO hermano? Q u é d a ñ o os hemos hecho?
nos enfrente de la invasión. Solo por Esta guerra n i la queremos n i la he-
medio de la fraternidad podemos salvar mos provocado; el imperio la quiso y se
la libertad.,. realizó, pero el imperio afortunadamen-
te ha muerto.
No tenemos nada de c o m ú n con su ca-
E l pueblo a c o m p a ñ ó á Víctor Hugo dáver. Representaba el pasado y nos-
hasta la avenida Frochot; éste iba á otros representamos el porvenir; encar-
habitar en casa de su amigo P a u l Meu- naba el ódio y nosotros la simpatía; era
rice; gentío inmenso iba encontrando á la imagen de la traición y nosotros la de
su paso, y al llegar á la calle del L a v a l la lealtad; era C á p u a y Q-omorra y nos-
tuvo que dar otra vez las gracias al pue- otros somos la Francia.
blo de Paris, diciendo:
Somos la R e p ú b l i c a francesa, que tiene
^Me p a g á i s en una hora los diez y
por divisa: Libertad, Igualdad, Fraternidad,
nueve años de destierro.,,
y escribimos en nuestra bandera: Esta-
dos-Unidos de Europa. Somos el mismo
pueblo que vosotros. Tuvimos á Vercin-
II. getorix, como vosotros habéis tenido á
Arminino. E l mismo rayo fraternal de
A los alemanes. unión sublime atraviesa el corazón ale-
m á n y el alma francesa.
Esto es tan cierto, que decimos lo si-
E l ejército a l e m á n seguía avanzando y guiente:
amenazando á Paris. Creyó Víctor Hugo Si por desgracia vuestro error fatal os
que aun era hora de levantar la voz arrastrase á cometer las supremas vio-
para que le oyeran las dos naciones, lencias, si viniérais á atacarnos á la ciu-
publicó en francés y en a l e m á n el si- dad augusta, confiada en cierto modo
guiente llamamiento: por la Europa á la Francia, si asaltaseis
"Alemanes, oid l a voz de u n amigo. á Paris, nos defenderíamos hasta el ú l t i -
Hace tres años, en la época de la Ex- mo extremo, l u c h a r í a m o s con vosotros
posición de 1867, desde el destierro os con todas nuestras fuerzas; pero os de-
deseé la bienvenida á vuestra ciudad. claramos que c o n t i n u a r í a m o s siendo
Me refiero á Paris. Paris no pertenece vuestros hermanos y que vuestros heri-
solo á los franceses; es vuestro tanto dos los llevaríamos al palacio de la na-
como nuestro. Son vuestras capitales ción, pues hemos designado de antema-
Berlín, Viena, Dresde, Munich y S t u t t no el palacio de las T u l l e r í a s para que
gard, pero Paris es vuestro centro: en sirva de hospital á los prusianos heridos.
Paris es donde vive la Europa. Paris es En él estará la ambulancia de vuestros
la ciudad de las ciudades. Es como fue bravos soldados prisioneros; allí i r á n
ron en sus tiempos Atenas y Roma. Pa nuestras mujeres á cuidarlos y á socorrer-
ris es una inmensa hospitalidad: vais los. S e r á n nuestros huéspedes, les trata-
á volver aquí, pero cómo? ¿Como hace remos r é g i a m e n t e . Paris los recibirá en
tres años, como amigos? No, como ene- su Louvre.
migos. Con la fraternidad en el corazón acep-
Por qué? ¿Por q u é esa siniestra y mala taremos vuestra guerra.
inteligencia? Pero esta guerra no tiene ya objeto.
Dos naciones han formado la Europa: Debia terminar cuando el imperio termi-
Francia y Alemania. L a Alemania es nó. Matásteis á vuestro enemigo, que
para el Occidente lo que la India es para t a m b i é n lo era nuestro. ¿Qué m á s que-
el Oriente, una especie de bisabuela, y la réis?
veneramos. Queréis tomar á Paris á l a fuerza,
Pero q u é es lo que ha sucedido ahora? cuando nosotros os lo ofrecemos con ca-
L a Alemania quiere destruir h o y a E u - riño. No h a g á i s cerrar las puertas a l
ropa, que ella construyó con su expan- pueblo que siempre os las tuvo abiertas.
sión y la Francia con sus luces. No os h a g á i s ilusiones sobre Paris; os
¿Será posible que la Alemania desha- ama, pero os combatirá, y os c o m b a t i r á
ga la Europa mutilando la Francia, des- con la majestad formidable de su gloria
truyendo á Paris? y de su duelo. Paris, amenazado de vio-
DESPUES D E L DESTIERRO. 517
lacion brutal, puede llegar á ser terrible. ciudad llenado familias aterradas. Sobre
Julio Favre os ha dicho elocuentemen- na ciudad inocente de esta guerra, sobre
te, y todos nosotros os repetimos, que aris aislado y desesperado, vais á preci-
debéis esperar una resistencia indignada. Ditar el inmenso oleaje de vuestra car-
Tomareis l a fortaleza y os encontra- nicería, y esto es indigno de vosotros,
reis con el recinto; tomareis el recinto y valientes soldados, ilustre ejército de la
os encontrareis con las barricadas; toma- noble Alemania. Reflexionadlo bien.
reis las barricadas y entonces quizá os E l siglo diez y nueve presenciará el
encontréis con el alcantarillado minado, espantoso prodigio de que una nación
que h a r á saltar quizás calles enteras. Os civilizada se convierta en nación salvaje
veréis condenados á tomar á Paris piedra 3ara destruir l a ciudad predilecta de las
tras piedra, ó á matar l a Francia en de- ciudades; presenciará que Alemania ex-
talle, calle tras calle, casa tras casa; ne- i n g a á Paris, que la G-ermania levante el
cesitareis para extinguir su gran clari- lacha para herir á la Gralia. Los descen-
dad apagarla de alma en alma. Deteneos. dientes de los caballeros teutónicos conti-
Alemanes, Paris es terrible. Pensad n u a r á n una guerra desleal, e x t e r m i n a r á n
que en el son posibles todas las transfor- al grupo de hombres y de ideas que el
maciones. Su molicie puede d á r o s l a me mundo necesita, a n o n a d a r á n á la ciudad
dida de su energía; lo que parece que orgánica, i m i t a r á n á A t i l a y á Alarico, y
duerma se despertará, sacando l a idea renovando después de Omar el incendio
como la espada de la vaina, y la ciudad de la biblioteca humana, a r r a s a r á n el
que ayer era Sybaris será m a ñ a n a Za Hotel de Ville, como los hunos arrasaron
ragoza. el Capitolio; b o m b a r d e a r á n á Nuestra
No creáis que os decimos esto para in- Señora de Paris, como los turcos bom-
timidaros; sabemos que no se puede i n t i Dardearon el Parthenon, ofreciendo a l
midar á los alemanes, que tuvieron u n mundo el espectáculo de que los alema-
Gralgacus que luchó contra Roma y u n nes se conviertan en vándalos y de que
Koerner que luchó contra Napoleón la barbarie decapite á l a civilización.
Nosotros somos el pueblo de la Marselle Semejante victoria seria vuestro des-
sa, pero vosotros sois el pueblo de los honor.
Sonetos acorazados y del (xrito de la espa- Nada puede asustar á vuestro mag-
da. Sois una nación de pensadores que n á n i m o ejército n i á vuestro valeroso
en caso de necesidad se convierten en pueblo, pero sí que podemos indicaros la
una legión de héroes. Vuestros soldados gravedad de vuestros propósitos. Cierta-
son dignos de los nuestros: los nuestros mente no vais á buscar el oprobio, pero
personifican la bravura impasible y los lo encontrareis; y yo, europeo, esto es,
vuestros la tranquilidad intrépida. amigo de Paris; yo parisiense, esto es,
Esto no obstante, escuchadme. amigo de los pueblos, advierto el peli-
Os mandan generales hábiles y astu gro en que se encuentran mis amigos de
tos y á noáotros jefes ineptos; habéis he Alemania, porque os admiro y os honro,
cho la guerra con m á s discreción que y sé bien que si hay algo que pueda
brillantez: vuestros generales han prefe haceros retroceder, no es el miedo, es la
rido la utilidad á la grandeza; estaban v e r g ü e n z a .
en su derecho. Nos habéis vencido por Pensad cómo volveríais á vuestros ho-
sorpresa y siendo diez contra uno; núes gares y lo que os dirian vuestras muje-
tros soldados no se han dejado asesinar res al veros regresar á vuestros países,
estóicamente, á pesar de que teníais de vencedores, pero con la cabeza baja y
vuestra parte todas las ventajas de la con el rubor en la frente. L a muerte de
suerte, y si la Prusia ha alcanzado e Paris causaría inmenso duelo, el asesina-
triunfo, la Francia ha conquistado gloria to de Paris seria u n gran crimen. No
Ahora creéis que os falta dar el ú l t i m o aceptéis tan formidable responsabilidad.
golpe, esto es, arrojaros sobre Paris Deteneos.
aprovechándoos de que nuestro ejército Oid mis ú l t i m a s palabras. Paris, de-
está destrozado y muerto casi todo él en sesperado, se verá sostenido por toda la
el campo de batalla, para lanzar sete- Francia sublevada; puede vencer y ven-
cientos m i l soldados con las m á q u i n a s cerá; y vosotros habréis intentado, para
de guerra, con las ametralladoras, con vuestra perdición, un hecho brutal que
los cañones K r u p p , con los fusiles Drey- indigna al mundo. Pero aunque no os
se, sobre trescientos m i l ciudadanos que venciera, podéis borrar de vuestra ban-
están de pié en las murallas, sobre pa- dera las palabras destrucción, abolición^
dres que defienden su hogar, sobre una muerte. No puede destruirse á Paris*
518 OBRAS D E VÍCTOR HIÍGO.

Aunque se consiguiera con facilidad vieron en otro tiempo Roma y Grecia,


destruirle materialmente, moralmente que su peligro v á á marcar las aguas
se engrandeceria; arruinando á Paris 3ajas en el rio de la civilización.
lo santificareis. L a dispersión de las pie- Si sucediera, lo que es imposible, que
dras causarla la dispersión de las ideas. la Francia sucumbiera, la cantidad de
Si lanzarais á Paris á los cuatro vientos, sumersión que e x p e r i m e n t a r á indica-
solo alcanzaríais conseguir que cada uno ría la bajada del nivel del género h u -
de los granos de sus cenizas fuese una mano; pero la Francia no s u c u m b i r á ,
semilla del porvenir. Su sepulcro g r i t a -porque c u m p l i r á su deber. L a Francia
ría: Libertad, Igualdad, Fraternidad. debe á todos los pueblos y á todos los
Paris es una ciudad, pero t a m b i é n es unhombres hacer lo posible por salvar á
alma. Incendiad nuestros edificios, que Paris, no por éste, sino por el mundo.
solo son nuestra osamenta; su humo ad- Para cumplir este deber que se levan-
quirirá forma, se convertirá en vivo y en ten todas las communes, todos los cam-
enorme, ascenderá hasta el cielo y se pos, y que se llenen todos los bosques
verá para siempre sobre el horizonte de de voces tenantes. Toquemos á rebato.
los pueblos, encima de nosotros y de vos- Que de cada casa salga u n soldado, que
otros, confirmando vuestra gloria y cada arrabal se convierta en un regi-
nuestra v e r g ü e n z a el espectro luminoso
miento, que se arme toda la ciudad. Si
de Paris. los prusianos son ochocientos m i l , vos-
Persistid si queréis, alemanes. A t a - otros seréis cuarenta millones de hom-
cadnos, que nos defenderemos. Soy viejo bres. Dirigios contra ellos. ¡Lila, N a n -
y estaré en la muralla sin armas. Quie- tes, Tours, Bourges, Orleans, Dijon, T o -
ro estar con los pueblos que mueren y losa, Bayona, á luchar! L y o n , toma el
compadecer á los que están con los reyes fusil; Burdeos, t ó m a l a carabina; Rouen,
que matan. saca la espada, y tú, Marsella, canta t u
Paris 9 Setiembre 1870. canción terrible. Armaos, ciudades, a l -
deas, villorrios y caseríos. No importa que
carezcáis de municiones y de artillería.
íít E n otro tiempo los campesinos suizos no
tenian m á s que hachas, los campesinos
A los franceses* poloneses no tenian m á s que hoces, los
campesinos bretones no tenian m á s que
varas, y todo se desvanecía ante ellos.
A la alocución de Víctor Hugo la pren- Todo sirve de arma defensiva para el
sa feudal alemana contestó con gritos de que obra bien. Estamos en nuestra casa
cólera, y el ejército siguió marchando y la estación nos favorece. O guerra ó
contra Paris, No quedó ya otra esperan- ignominia. E l que quiere puede. U n fu-
za que llamar á las masas, esto es, á to- sil malo es excelente cuando el corazón
dos los ciudadanos. Tras el llamamiento es bueno. U n pedazo de sable es inven-
á la paz, hizo el siguiente llamamiento cible cuando el brazo es valiente. E l
á la guerra: pueblo de E s p a ñ a venció á Napoleón.
E n seguida, sin perder un dia, n i una
"Hemos aconsejado fraternalmente á hora, todos, ricos y pobres, labradores,
la Alemania, y sin embargo, viene contra trabajadores y clase media, bajaos á tier-
nosotros y está á las puertas de Paris. ra y recoged todo lo que se parezca á u n
E l imperio atacó á la Alemania, como arma ó á u n proyectil. Apoderaos de
habia atacado á la República, de impro las rocas, amontonad los adoquines del
viso, como traidor, y ahora la Alema empedrado, combatid con todo lo que ten-
nia, de la guerra que le movió el impe- gáis á mano, coged las piedras de nues-
rio, se quiere vengar en la República. L a tra tierra sagrada y dilapidad á los inva-
historia j u z g a r á este hecho. sores con los huesos de vuestra madre
Nada nos importe el modo de obrar de la Francia. Los guijarros que lanzareis á
la Alemania; Francia tiene deberes que la cara del enemigo son, ciudadanos, la
cumplir con las otras naciones y con e" p á t r i a .
universo; cumplámoslos. Que todo hombre sea un Camilo Des-
Nuestro primer deber es dar el ejem- moulins, toda mujer sea una Theroigna,
plo. V á á sonar la hora suprema para que todo adolescente sea u n Barra.
los pueblos y cada cual vá á dar la me- Obrad como Bonbonnel, el cazador de
dida de lo que vale. panteras, que con quince hombres m a t ó
L a Francia tiene el privilegio que t u - veinte prusianos y cogió treinta prisio-
DESPUES D E L DESTIERRO. 519
ñeros. Que las calles de las ciudades de- crificaros por la causa universal, porque
voren al enemigo, que las ventanas se se necesita el sacrificio de l a Francia
abran furiosas, que las habitaciones ar- para emancipar al mundo; porque se ne-
rojen los muebles, que los-techos lancen cesita que de vuestros infortunios salga
sus pizarras. 'a libertad; porque las sombras ilustres
Pueblo que te acumulas en el antro, de Leónidas, de Bruto, de Arminius, de
desplega t u estatura inesperada. Haz Dante, de Rienzi, de Washington, de
que vea el mundo el formidable prodigio Danton, de Riego y de Manin se sonríen
de t u despertar: que el león del 92 se orgullosas á vuestro alrededor; porque
yerga y se erice, y que huya la inmen- se necesita demostrar al universo que
sa bandada negra de buitres de dos ca- existen l a v i r t u d , el deber y la pátria,
bezas cuando le vean sacudir l a me- y no retrocederéis y llegareis hasta el
lena. fin, y haréis ver al mundo que si la
Hagamos la guerra dia y noche, en diplomacia es cobarde, el ciudadano es
las m o n t a ñ a s , en los bosques y en las bravo; que si hay reyes, t a m b i é n hay
llanuras. No haya tregua n i descanso, n i pueblos; que si el continente m o n á r q u i -
sueño, que el despotismo ataca la liber- co se eclipsa, la República resplandece,
tad y la Alemania atenta á la Francia. y que si en este instante no existe Euro-
Que se derrita como nieve el colosal pa, existe Francia.
ejército enemigo al calor candente de Paris 17 Setiembre 1870,,,
nuestro sol; organicemos la tremenda
batalla de la patria; defendamos la Fran
cia con heroísmo, con ternura y con IV.
desesperación. Deteneos solo cuando pa
seis por delante de una c a b a ñ a para be A los parisienses.
sar la frente de a l g ú n niño dormido en
l a cuna, porque el niño es el porvenir, y
el porvenir es la R e p ú b l i c a . Se pidió á Víctor Hugo que fuese por
toda la Francia á lanzar el grito de
Nada debe importarnos la actitud de
guerra; pero habia prometido participar
Europa. Si tiene ojos verá nuestra si
de la suerte de Paris y no quiso salir de
tuacion, y v e n d r á á ayudarnos si quiere.
No buscamos auxiliares; si la Europa la ciudad. Bloquearon á Paris y la Pru-
teme, que tema; nosotros, sin embargo, le sia lo puso en estado de sitio. E l pueblo
prestaremos nuestros servicios, aunque se portó heróicamente. E n el mes de Oc-
no nos auxilie: para el terrible sacrificio tubre sobrevinieron algunas divisiones
que la Francia acepta, si la Alemania la en el pueblo, y Víctor H u g o se dirigió
obliga, l a Francia basta á la Francia. á los parisienses, recomendándoles la
Paris ha dado siempre m á s que ha reci unión, del siguiente modo:
bido. Si invita á las otras naciones á que "Parece que los prusianos hayan de-
l a ayuden, es m á s por el interés de és- cretado que la Francia pertenezca á la
tas que por el suyo. Que obren como Alemania y que Alemania pertenezca
quieran; Paris no suplica á nadie, que á la Prusia; que yo, que nací lorenés,
si suplicase a s o m b r a r í a á la historia: Ale- sea alemán; que sea media noche al me-
manes, incendiad á Paris, como habéis dio dia; que el Euro tas, el Nilo, el T í b e r
incendiado á Estrasburgo; encenderéis y el Sena sean afluentes de la Spróe; que
m á s cóleras que casas. la ciudad que durante cuatro siglos ha
Paris tiene fortalezas, murallas, fosos, iluminado al mundo, no tenga razón de
cañones, casamatas, barricadas y alean ser; que basta con Berlín; que no han
tarillas; tiene pólvora, petróleo y nitrogli- existido nunca Montaigne, Rabelais, d '
cerina; tiene trescientos m i l ciudadanos Aubigne, Pascal, Corneille, Moliére,
armados; el honor, l a justicia, el derecho Montesquieu, Diderot, Juan Jacobo, M i -
y la civilización indignada fermentan en rabeau, Danton, n i la Revolución fran-
él; el foco bermejo de la R e p ú b l i c a se cesa; que no hace falta Voltaire teniendo
hincha dentro de su cráter; ya sobre sus á Bismarck; que el universo pertenece á
pendientes se difunden y se alargan cor los que venció Napoleón el G-rande y á
rientes de lava; está lleno el volcan de los vencedores de Napoleón el P e q u e ñ o ;
Paris de todas las explosiones del alma que en lo sucesivo el pensamiento, l a
humana: tranquilo y formidable, espera conciencia, la poesía, el arte, el progreso,
la invasión, y ya sediente el hervidero del la inteligencia e m p e z a r á n en Potsdam y
volcan, que no necesita socorro. concluirán en Spandau; que no h a b r á
Franceses, vais á combatir, vais á sa- m á s civilización, n i m á s Europa, n i m á s
520 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Paris; que no se ha demostrado que la os Gorusses, y que se llama la Francia


ilustración sea necesaria; que por otra i c y que sois vándalos.
parte, damos los franceses malos ejem- V á á empeñarse la guerra franca, leal
plos porque somos Gomorra y los pru- y feroz. Os la pedimos y os la promete-
sianos son el fuego del cielo, por lo que mos. Vamos á juzgar á vuestros genera-
de hoy en adelante el género humano solo es: la gloriosa Francia tiende á engran-
será una potencia de segundo órden. decer á sus enemigos, pero puede muy
Este decreto van á ejecutarlo en vos- bien suceder que lo que nosotros hemos
otros, parisienses. Suprimiendo á Paris, llamado habilidad de Moltke, solo sea
van á mutilar al mundo. E x t i n g u i r á n á inepcia de Leboeuf. Ahora lo averigua-
Paris, y encargándose solo la Prusia de remos.
brillar, la Europa q u e d a r á sumida en las Comprendo que no titubeareis, aun^
tinieblas. que saltar a l cuello de Paris es difí-
Es posible semejante porvenir? No nos c i l . Nuestro collar está guarnecido de
tomemos el trabajo de contestar que no y puntas.
sonriámonos. Disponéis de dos recursos que no cau-
Dos adversarios están ahora frente sarán la admiración de Europa; los re-
frente. Uno de ellos es la Prusia, con cursos de bombardear y de sitiar á Paris
nuevecientos m i l soldados; el otro es Pa- por hambre. Empleadlos. Esperamos
ris, con cuatrocientos m i l ciudadanos. A vuestros proyectiles. Si alguna de vues-
un lado está la fuerza, al otro la volun- tras bombas, rey de Prusia, cae en m i
tad; á un lado un ejército, a l otro un casa, esto probará, no que yo no soy P í n -
pueblo; á u n lado la noche y al otro daro, sino que vos no sois Alejandro.
la luz. Se os atribuye otro proyecto; el de cer-
Empieza el antiguo combate del ar- nerse sobre Paris sin atacarle y el de
c á n g e l con el d r a g ó n , que t e r m i n a r á conservar toda vuestra bravura para em-
como t e r m i n ó antiguamente. plearla contra nuestras ciudades inde-
L a Prusia será precipitada. fensas, contra nuestras aldeas y contra
Esta guerra tan espantosa ha sido hasta nuestros caseríos. Derribareis heróica-
ahora exigua, pero vá á ser grandiosa. mente sus puertas abiertas y os instala-
L o siento por vosotros, prusianos, pero reis allí, poniendo precio á los cautivos
será preciso que cambiéis de modo de con el arcabuz en la mano. Esto se ha
obrar. Siempre seréis dos ó tres contra visto ya en la Edad Media y se vé toda-
uno, ya lo sé, pero es preciso abordar vía en las cavernas. L a civilización, es-
Paris de frente. Y a no podéis combatir tupefacta, presenciarla tan gigantesco
en los bosques, entre matorrales, en los bandolerismo y veria á u n pueblo destro-
barrancos, n i ejercer vuestra táctica tor zando á otro. No creemos que realicéis
tuosa, n i deslizares en l a oscuridad. L a semejante proyecto. L a Prusia a t a c a r á á
estrategia de los gatos no se puede usar Paris, pero l a Alemania no saqueará las
contra el león. Se acabaron las sorpre aldeas. M a t a r á , pero no robará. Creemos
sas. Os oimos venir, y aunque vengáis en el honor de los pueblos.
sigilosamente la muerte os oye, que tiene Atacad á Paris, prusianos; bombar-
el oido fino y es terrible acechadora. Nos deadle, que durante ese tiempo l l e g a r á n
espiáis, pero nosotros os espiamos tam el invierno y la Francia; el invierno, esto
bien. Paris tiene el rayo en l a mano es, la nieve, la l l u v i a , el granizo y el
el dedo en el gatillo; vela y mira al hori hielo; la Francia, esto es, la llama.
zonte. Atacadnos; salid de la oscuridac Ciudadanos, á combatir. Solo existe
que os veamos. Se han acabado los óxi la urgencia en estos instantes de i r con-
tos fáciles y empieza el combate cuerpo tra la Prusia. L a cuestión de hoy es
á cuerpo. L a victoria ahora exige ser un combatir, la cuestión de m a ñ a n a es ven-
poco imprudentes. Tenéis que renunciar cer, la cuestión de todos los dias es mo-
á la guerra que os hacia invisibles, á la r i r . Tengamos unión y unidad. Olvide-
guerra á gran distancia, á esa guerra mos los agravios, los resentimientos, los
que os escondía, sin que os viéramos rencores y los odios. A m é m o n o s para
nunca. luchar juntos. Ahora todos tenemos los
Vamos, en fin, á entablar la verdadera mismos méritos y deben olvidarse las
batalla. H a n terminado las matanzas personalidades y las ambiciones, sacrifi-
verificadas por un solo adversario. Y a cándolas al bien público; formemos un
no nos manda la imbecilidad. Vais á l u - solo francés, u n solo parisiense, u n solo
char con el gran soldado que se llamaba corazón. Resistamos hoy y nos emanci-
la Q-alia en la época en que os llamábais paremos m a ñ a n a . Y o ya no me acuerdo
DESPUES D E L DESTIERRO, 521
de m i nombre; me llamo patria frente al CONTESTACION DE VICTOR HUGO.
enemigo, y nosotros todos nos llamamos
Francia. Paris, á las murallas! Que la Honorables y queridos compañeros:
Europa presencie el espectáculo imposi- Os felicito por vuestra patriótica ini-
ble de que Paris se engrandece y de que ciativa. Queréis que os sirva de algo; os
aterra al mundo. A tí, Paris, que has co- serviré y os daré las gracias.
ronado de flores la estatua de Estras- Vuestros son Los Castigos; para que sir-
burgo, la historia te coronará de estre- van para l a defensa de Paris os los en-
llas. trego, y t a m b i é n á los generosos artistas
Paris 2 Octubre 1870.,, que han de secundar vuestros deseos.
Construyamos si podemos otro cañón
para que proteja esta ciudad augusta é
V. inviolable, que es como una p á t r i a den-
LÍOS Castigos. tro de otra p á t r i a .
Queridos compañeros, escuchad el rue-
L a edición parisiense de Los Castigos go que os voy á dirigir: no bauticéis el
apareció el 20 de Octubre, un mes des- c a ñ ó n con m i nombre. Ponedle el nom-
pues de haber empezado el bloqueo de bre de esa d i m i n u t a ciudad que se llama
Paris. E l libro en esa época quedó encer- Chateaudun, intrépido pueblo que en
rado en la ciudad lo mismo que el pue- los momentos presentes divide l a admi-
blo. Los Castigos, publicados durante el ración de Europa con Estrasburgo.
sitio memorable, cumplieron su misión en Poned el c a ñ ó n en las murallas. Una
Paris durante la invasión, como lo ha ciudad abierta y sin defensa ha sido ase-
bian cumplido fuera de Francia durante sinada; ha entrado en ella á saco un
el imperio. ejército convertido en horda, eu pleno
Paris 22 Octubre 1870. siglo diez y nueve; u n grupo de tranqui-
Señor Director de E l Siglo: las casas ha quedado convertido en u n
Los Castigos j a m á s produjeron ninguna m o n t ó n de ruinas, y han asesinado á las
utilidad á su autor, y esto no lo dice por familias en sus hogares. L a salvaje ex-
quejarse. Hoy la venta de los cinco m i l terminación no ha perdonado sexo n i
ejemplares primeros de la edición pari edad. Pueblos desarmados, sin m á s re-
siense ha producido un beneficio de qui- curso que el supremo heroismo de la
nientos francos. Pido permiso para ofre desesperación, han sufrido el bombardeo,
cer esos quinientos francos á la suscricion la metralla, el saqueo y el incendio. ¡Que
abierta para fundir cañones. ese cañón los vengue! Que ese cañón
Recibid la seguridad de m i cordial vengue á las madres, á los huérfanos y
fraternidad. á las viudas; á los hijos que han queda-
VÍCTOR HUGO. do sin padres y á los padres que han
quedado sin hijos; que vengue á la civi-
lización, al honor universal, á la con-
LA SOCIEDAD DE HOMBRES DE L E T R A S ciencia humana, á la que insulta esta
Á VÍCTOR HUGO. guerra abominable, en la que la barbarie
balbucea sofismas. Que ese c a ñ ó n sea i m -
P a r í s 29 Octubre 1870. placable, fulgurante y terrible; y que
Querido y honorable presidente: cuando los prusianos oigan sus estam-
L a Sociedad de los hombres de letras pidos y que cuando le pregunten: ¿Quién
desea regalar un c a ñ ó n que sirva para eres? el c a ñ ó n le responda: Soy el rayo;
la defensa nacional. me llamo Chateaudun.
Tiene asimismo l a idea de que los
primeros artistas de Paris declamen a l - VÍCTOR HUGO.
gunos trozos de las poesías del libro de
Los Castigos, que escribió el proscripto
que entró en Francia cuando entró la Efectivamente, el dia 5 de Noviembre
República. se verificó la primera Mañana literaria
en el teatro de la Puerta de San Martin,
Esta Sociedad, á quien tanto honráis,
se considerará feliz en deber á vuestra en el que se dió al público de Paris la pri-
benévola confraternidad el producto de mera audición de Los Castigos. E n esta
dicha lectura y de ofrecerlo á la p á t r i a , audición declamaron varias de las poesías
y al mismo tiempo os pide permiso para del susodicho libro los principales actores
bautizar el c a ñ o n e e n el nombre glorioso de Paris, entre otros Federico Lemaitre,
de Víctor Hugo. M . Ooquelin y Mlle. Favart; á petición
de l a Sociedad de hombres de letras,
TOMO I T .
66
522 OBRAS D E VICTOR HUGO.

M . Rafael F é l i x cedió gratuitamente el bres el p a n espiritual. E l comité de los


teatro; los artistas d r a m á t i c o s , lo mismo lombres de letras, en las sesiones del dia
que M . Pasdeloup y la orquesta que di- 8 y del dia 19 de Noviembre dió cuenta
rigia, prestaron gratuitamente su con- de haber entregado al Tesoro la canti-
curso para celebrar esta ^solemnidad pa- dad de 10.00 francos, precio del coste de
triótica. Se i n a u g u r ó con un notable os dos cañones, quehabia tasado M . Do-
discurso de J u l i o Claretie, en el que rian. L a comisión enteró al comité de la
e x a m i n ó á grandes rasgos literaria y po- dificultad que se oponía á bautizar uno
l í t i c a m e n t e Los Castigos. Produjo esta de los dos cañones con el nombre de
audición 7.577 francos y 50 céntimos. Chateaudun, habiendo muchos suscritores
E n vista de este magnífico resultado, la que dieron su óbolo creyendo que se le
comisión especial nombrada por la So- Dautizaria con otro nombre. E l comité
ciedad de hombres de letras pidió auto- decidió que el primer cañón se llamase
rización á Víctor Hugo para celebrar en Víctor Hugo y el segundo Sociedad de los
el mismo teatro otra M a ñ a n a literaria, y hombres de letras.
por medio de P a u l Meurice recibió la E l comité de la Sociedad de hombres
autorización solicitada: el 13 de Noviem- de letras escribió á Víctor Hugo noti-
bre se volvieron a leer en el teatro de la ciándole su resolución y poniendo á su
puerta de San M a r t i n otros trozos poéti- disposición la cantidad sobrante de lo
cos de Los Castigos, t a m b i é n por los mejo recaudado. Víctor Hugo contestó supli-
res actores dramáticos que actuaban en cando al comité que guardase esa canti-
dicho coliseo. E l producto de la segunda dad para emplearla en socorrer á las
audición excedió al de la primera: se re víctimas que hiciese la guerra entre las
cogieron 8.281 francos 90 c é n t i m o s . L a gentes de letras.
referida Sociedad n o m b r ó una comisiou Mientras se verificaban esas audicio-
para que fuera oficialmente á dar las nes, el teatro F r a n c é s dió t a m b i é n una
gracias á Víctor Hugo, y le pidió que M a ñ a n a literaria, d r a m á t i c a y musical,
les permitiera dar la tercera audición de el dia 25 de Noviembre, en la que mada-
Los Castigos. Víctor H u g o les respondió lo moiselle Pavart representó á D o ñ a Sol
siguiente: (acto V del Hernani), madame Laurent
á Lucrecia Borgia (acto V de Lucrecia
"Mis queridos compañeros: Borgia) y madame Ugadle cantó F á t r i a
Demos al pueblo la tercera lectura de (Leyenda de los siglos), Q \ Aparecido (de Las
Los Castigos, pero démosela gratis; procu Contemplaciones) y Las palabras de un con-
rad que ésta se verifique en el antiguo servador á propósito de un perturbador (de
teatro Real ó Imperial, en el salón de Los Castigos). Esta sesión, que se verificó á
la Opera, que ascenderemos desde ahora beneficio de las víctimas de la guerra,
á la dignidad desalen popular. Haremos produjo 6.000 francos. Víctor Hugo no
la cuestación con cascos prusianos, y e asistió á ninguna de estas representacio-
cobre de los céntimos del pueblo deParis nes. E n otros teatros, sociedades y clubs
nos servirá de bronce para fundir caño se dieron audiciones de poesías de dife-
nes que disparen contra la Prusia. Vues rentes libros de Víctor Hugo, hasta que
tro compañero y amigo, en Enero las obligó á cesar una fuerza
mayor, cuando los teatros carecieron de
VÍCTOR HUGO. „ leña para calentarse y de gas para la
iluminación, cuando hubo verdadera i m -
posibilidad de dar dichas lecturas p ú -
Efectivamente, la tercera audición de blicas.
Los Castigos fué gratis y se verificó en e
teatro Nacional de la Opera, y durante
los entreactos de l a representación po VI.
pular, los simpáticos y generosos artistas
que l a declamaron salieron, como Víctor Elecciones para la Asamblea nacio-
Hugo indicaba, á hacer una cuestación nal.
con cascos tomados de los prusianos. L a
calderilla del pueblo que cayó en los
referidos cascos produjo la suma de 468 Escrutinio del 8 de Febrero de 1871.
francos 50 céntimos. A l final de la repre-
sentación arrojaron á la escena una co- DEPARTAMENTO DEL SENA.
rona dorada de laurel, que llevaba esta
inscripción: A nuestro poeta, que d á á los po- Resultó elegido Víctor Hugo por 214.169 rotos
BURDEOS.

IL
I. L a guerra en el presente y la paz
Llegada á Burdeos. en el porvenir.

Asamblea nacional.—Sesión del I.0 de Marzo de 1871.


E l 14 de Febrero, al dia siguiente de Presidencia de M. Julio Grevy.
llegar Víctor Hugo á Burdeos, al salir
de la Asamblea, le invitó la m u l t i t u d á EL PRESIDENTE: Víctor H u g o tiene la
que se asomase al balcón que domina la palabra.
plaza Mayor y á que dirigiese l a palabra M . VÍCTOR HUGO: E l imperio ha come-
al pueblo que se a p i ñ a b a en dicha plaza, tido dos parricidios; m a t ó la R e p ú b l i c a
pero él rehusó á hablar desde el balcón. en 1851 y mata á la Francia en 1871. D u -
A los que le hablaron con este objeto rante diez y nueve años hemos estado
contestó lo siguiente: sufriendo la alabanza oficial y pública
del repugnante r é g i m e n caido, y entre
"En las actuales circunstancias solo la angustia de esta discusión dolorosa
debo hablar al pueblo desde la Asam- nos faltaba recibir la sorpresa de oir en
blea. Me p r e g u n t á i s lo que pienso de l a esta Asamblea balbucear la defensa del
cuestión de la paz ó de la guerra: no imperio ante el cuerpo agonizante de l a
puedo tratar esta cuestión en este sitio. Francia asesinada.
L a prudencia forma parte de m i sacri- No p r o l o n g a r é este incidente, que está
ficio. Esa cuestión, no solo nos interesa á ya agotado, y me l i m i t a r é á hacer cons-
nosotros, sino que t a m b i é n interesa á l a tar la unanimidad de la Asamblea.
Europa, cuyo destino está adherido al ALGUNAS VOCES: Menos cinco votos.
destino de Francia. Se nos presenta te M . VÍCTOR HUGO: Señores, Paris está
mible alternativa; l a guerra desesperada en este momento sufriendo los tiros del
ó l a paz m á s desesperada aun. L a elec cañón prusiano; nada hay decidido. Paris
cion terrible entre la desesperación con espera, y nosotros, sus representantes,
gloria ó l a desesperación con vergüenza, que hemos vivido cinco meses l a misma
solo debe hacerse desde lo alto de la t r i vida que él, tenemos la obligación de
buna. A l l í me decidiré sin faltar nunca deciros cómo piensa.
á m i deber, pero no. me exijáis que Hace cinco meses que el combate de
dé a q u í explicaciones. Permitidme que Paris asombra al mundo; en cinco meses
guarde silencio. A m o al pueblo y él lo de R e p ú b l i c a ha conquistado m á s honor
sabe; si me callo, c o m p r e n d e r á por qué.,, que perdió en diez años de imperio. Cinco
Después, volviéndose hácia la m u l t i - meses de R e p ú b l i c a han sido cinco meses
tud, Víctor Hugo lanzó este grito: ¡Viva de heroísmo. Paris hace frente á toda l a
la República! V i v a Francia! Alemania; una ciudad ha detenido una
invasión; Paris ha combatido á diez pue-
524 OBRAS D E VICTOR HUGO.

blos coligados, á ese aluvión de hom- EL JEFE DEL PODER EJECUTIVO: ¡ES
bres del Norte que ya muchas veces ha su- verdad!
mergido la civilización. Trescientos m i l M . DUPAURE, ministro de Justicia: ¡Es
padres de familia son soldados improvi- verdad!
sados. E l gran pueblo parisiense ha crea- M. VÍCTOR HUGO: L a victoriosa Alema-
do batallones, ha fundido cañones, ha nia t e n d r á de su parte el imperio, la es-
levantado barricadas, ha abierto minas, clavitud, el yugo soldadesco, el embrute-
ha multiplicado sus fortalezas; tiene cimiento del cuartel y la disciplina hasta
hambre y frió, y al mismo tiempo que es- en los espíritus; su emperador será al
tallan en él todas las cóleras, padece toda mismo tiempo militar y de derecho di-
clase de sufrimientos. Es inútil enume- vino; elevará la consigna á dogma, h a r á
rarlos; la historia ya los referirá. del sable cetro, a g a r r o t a r á el pensamien-
Carecen de l e ñ a , de carbón, de gas y to y la palabra; se a c a b a r á n la tribuna
de pan. Viven en un invierno horrible, y l a prensa.
en el que ostenta el Sena quince grados L a nación vencida t e n d r á de su parte
de hielo; sufre el hambre, el tifus, la de- la ilustración, l a libertad, la República,
vastación, la metralla y el bombardeo. el derecho humano, la tribuna, la pren-
Paris en estos momentos está enclavado sa, la palabra, la conciencia y el alma
en l a cruz, goteando sangre de sus cua libres; conservará la iniciativa del pro-
tro miembros. Pues bien, esa ciudad, á greso, difundirá las ideas nuevas y re-
la que ninguna i g u a l a r á en l a historia; í t e n d r á l a clientela de las razas oprimi-
esa ciudad majestuosa como Homa y es- das, y mientras la victoriosa Alemania
tóica como Esparta; esa ciudad que los incline la cabeza, por pesar sobre ella el
prusianos quieren hollar, pero que no han casco de las hordas esclavas, la sublime
tomado aun; esa ciudad augusta nos ha vencida Francia l e v a n t a r á la cabeza
dado u n mandato que aumenta su peli- con la corona del pueblo soberano. L a
gro y que a ñ a d e á su gloria, el mandato civilización, puesta faz á faz de la barba-
de votar contra el desmembramiento de rie, b u s c a r á su camino por entre las dos
la pátria; Paris acepta sus mutilacio- naciones, una de las que dió luz á la E u -
nes, pero se opone á las mutilaciones de ropa y la otra que le dió la noche. ¿Qué
la Francia. Paris se resigna á l a muerte, nación debe compadecerse m á s de las
pero no á la deshonra. dos, la que es triunfante y esclava ó la
Tenemos que cumplir una doble m i - que es vencida y soberana? Las dos.
sión: hacer que se levante Francia y ad Puede la Alemania enorgullecerse de
vertir á l a Europa. Se trata de saber si :ener dos provincias m á s , aunque carez-
ésta v á á retroceder hasta el feudalismo; ca de libertad; pero nosotros compade-
se trata de saber si vamos á ser arroja- cemos su engrandecimiento, por estar
dos de un escollo á otro, del r é g i m e n teo- fundado en l a bajeza; nosotros la compa-
crático al r é g i m e n militar. No pueden decemos al ver que, habiendo sido u n
negarse los esfuerzos que está haciendo pueblo, hoy solo es u n imperio.
el pontificado para declararse infalible, Acabo de decir que la Alemania ten-
y yo creo que ese hecho solo puede rea drá dos provincias más; pero esto no ha
lizarse probando á v i v i r el Papa gótico sucedido aun, y a ñ a d o que no sucederá
al lado de u n emperador gótico. nunca. Toniar no es poseer. L a posesión
supone consentimiento. ¿Puede decirse
UN MIEMBRO DE LA DERECHA: ¡Esa no es que la T u r q u í a posee á Atenas? ¿Puede
la cuestión!
decirse que el Austria posee á Venecia?
OTRO MIEMBRO DE LA DERECHA: E n ¿Puede decirse que la Rusia posee á
nombre de las angustias que está su Varsovia? ¿Puede decirse que l a E s p a ñ a
friendo la pátria, no nos ocupemos ahora posee á Cuba? ¿ P u e d e decirse que la I n -
de esas cosas. glaterra posee á Gibraltar? De hecho, sí;
EL PRESIDENTE: No i n t e r r u m p á i s a de derecho, no.
orador. Continuad, señor Víctor Hugo. UN MIEMBRO DE LA DERECHA: ¡Esa no es
M . VÍCTOR HUGO: Si el tratado violento la cuestión!
que se nos propone en estos momentos M . VÍCTOR HUGO: Estoy dentro de ella.
se cumple, si se celebra la paz inexora VARIAS VOCES DE LA IZQUIERDA: ¡Ha-
ble en pró del reposo de Europa, v á blad! hablad!
empezar el insomnio del mundo. H a b r á EL PRESIDENTE: Continúe el orador.
en lo sucesivo en Europa dos naciones M . VÍCTOR HUGO: L a conquista es una
temibles; una porque será vencedora usurpación; será u n hecho consumado,
otra porque será vencida. pero consumado sin derecho. L a Alsacia
DESPUES D E L DESTIERRO. 525
y la Lorena quieren permanecer siendo DE TODAS PARTES: No, no.
francesas y lo serán á pesar de todo, por- M . VÍCTOR HUGO: J a m á s votaré tan
que la Francia se llama República y ci- l u m i l l a n t e paz, porque ante todo deseo
vilización, y no dejará de cumplir sus salvar el honor de la nación. Sin embar-
deberes con la Alsacia y con la Lorena, go, esta paz pudiera tener u n mérito á
con ella misma y con el mundo. mis ojos, no el de hacer cesar l a guerra,
Señores, en Estrasburgo, en la gloriosa sino el de hacer enconar el odio, el ódio
Estrasburgo, destruida por las bombas contra los reyes. Que recojan lo que sem-
prusianas, se elevan dos estátuas, la de braron. Creando el ódio profundo, i n d i g -
Q-uttenberg y la de Kleber: una voz i n - nando á la conciencia universal, que i n -
terior dice dentro de nosotros que j u r a á cuba la venganza, l l e g a r á un dia en que
Gruttenberg no dejar que se ahogue la ci- ' a e x p l o s i ó n esté en razón directa de l a
vilización, y que j u r a á Kleber no dejar opresión. Todo lo que la Francia pierda,
ahogar la República. a revolución lo gana.
S é que se nos puede objetar diciendo- L l e g a r á l a hora de la revancha prodi-
nos que suframos las consecuencias de giosa, y desde ahora oimos el triunfan-
l a situación que nos hemos creado; que te porvenir que camina á grandes pasos
nos resignemos á que la Prusia se apo- en la historia. Desde m a ñ a n a la Fran-
dere de la Alsacia y de parte de la Lore- cia no t e n d r á otro pensamiento que el
na, porque nosotros tenemos la culpa de recogerse sobre sí misma, descansar '
por haberla atacado, y que ella, como en los sueños terribles de la desespera-
vencedora, está en su derecho, ya que la ción, recuperar sus fuerzas, educar á sus
Francia es culpable de esta guerra y la lijos, alimentar en ellos la santa cólera
Prusia inocente. Inocente la Prusia!.. 3ara cuando sean hombres, fundir caño-
Hace m á s de un siglo que estamos pre- nes y crear ciudadanos, establecer un
senciando sus actos, y hemos visto que se ejército que sea u n pueblo, llamar á la
apoderó... (Ruido en el salón.) ciencia para que auxilie á la guerra, estu-
EL PRESIDENTE: Señores, os suplico diar los adelantos prusianos, como Roma
que guardéis silencio y que no interrum- estudió los adelantos púnicos; fortificarse,
páis al orador, porque así prolongáis la regenerarse, para llegar á ser la porten-
discusión. tosa Francia del 92, la Francia de la idea
M . VÍCTOR HUGO: ES extraordinaria- y la Francia de la espada. Entonces, ir-
mente difícil que hable á la Asamblea guiéndose un dia de repente, de u n salto
si no me deja terminar los pensamientos tormidable recogerá á la Alsacia y á l a
DE TODAS PARTES: Continuad! Hablad Lorena... he dicho poco; se apoderará de
hablad! Treves, de Mayenza, de Colonia, de Co-
EL PRESIDENTE: Las interpelaciones blentz...
no tienen el significado que el orador les VARIAS VOCES: NO, no.
atribuye. M . VÍCTOR HUGO: ¿Con q u é derecho
M . VÍCTOR HUGO: Dije que la Prusia no una Asamblea francesa interrumpe m i
tiene derecho para obrar así. Son vence explosión de patriotismo?
dores los prusianos; pero, ¿se enseñorea MUCHAS VOCES: Acabad de expresar
r á n de Francia? E n el momento a c t ú a vuestro pensamiento.
es posible, pero en el porvenir, nunca. Los M . VÍCTOR HUGO: He dicho que Fran-
ingleses conquistaron á la Francia, pero cia no solo se a p o d e r a r á de la Lorena y
no la poseen; los prusianos embisten á la de Alsacia, sino de Treves, de Mayenza,
Francia, pero no está en su poder. Las de Colonia, de Coblentz, de toda la ori-
manos extranjeras que cojan el hierro l l a izquierda del Rhin, gritando: 14Ahora
candente que se llama Francia, ten me toca á m í , Alemania. ¿Soy t u ene-
d r á n que soltarlo. L a Prusia pierde miga? No; soy t u hermana; me apodero
trabajo; su esfuerzo salvaje es un esíuer de todos esos paises, pero te los devuelvo
zo inútil. con una condición: con l a condición de
¿Puede concebirse que el pasado supri que formemos un solo pueblo, una sola
ma al porvenir? Pues eso sucederia si familia y una sola R e p ú b l i c a . Voy á
Prusia suprimiese á la Francia. A pesar derribar mis fortalezas, pero vas á derri-
de la cobardía de Europa, á pesar de tan- bar las tuyas. M i venganza es la frater-
tos infortunios, á pesar de tantas r a p i ñ a s , nidad. Quiero suprimir las fronteras. E l
á pesar de tantas heridas, á pesar de esta R h i n será de todos, porque constituimos
guerra malvada, Francia no a c e p t a r á la misma República, somos los Estados-
una paz vergonzosa. Unidos de Europa, formamos la federa-
M . THIERS, je/e del Foder ejecutivo-. No. ción continental, la libertad europea y
526 OBRAS D E VICTOR HUGO.

la paz universal. Y ahora estrechémonos que, gracias á su valor, resistió el esfuer


la mano, porque una nación ha prestado zo del enemigo y permaneció siendo
un servicio á la otra; t ú nos has librado francesa. Podéis comprender c u á n t o me
de un emperador y nosotros te hemos l i - afectará saber que hoy es prusiana. A n -
brado de otro.;. teayer, en la Asamblea, luchó palmo á
palmo por salvar el territorio, y defendí
á l a Alsacia y á la Lorena con l a pala-
III. bra, como m i padre la defendió con l a
espada: él fué vencedor y yo vencido;
Biimtaion de los representantes de la hoy somos vencidos todos, y llevamos en
Alsaeia j la L oren a. el fondo del corazón abierta la llaga de
la pátria. E l bravo maire de Estrasburgo
acaba de morir; tratemos de vivir nos-
Después que se votó el tratado, los re- otros para presenciar el porvenir, mejor
presentantes de l a Alsacia y la Lorena dicho, para crearle. Mientras llega, pre-
enviaron á la Asamblea su dimisión. p a r é m o s l e . Cómo? Empezando desde
Los periódicos de Burdeos publicaron la hoy la resistencia. L i m i t é m o n o s á cum^
nota siguiente: plir estrictamente el tratado, no acor-
"Víctor Hugo a n u n c i ó ayer, en la re- dándole m á s que lo que estrictamente
u n i ó n de la izquierda radical, que pro- estipule. Pues bien, el tratado no estipu-
p o n d r í a á l a Asamblea esta declara- la que la Asamblea se cercene los repre-
ción: sentantes de la Lorena y de la Alsacia;
"Los representantes de la Alsacia y de conservémoslos, pues. Dejarlos partir es
Mlos Vosgos conservarán indefinidamen- firmar el tratado dos veces; es a ñ a d i r al
„te sus asientos en la Asamblea. E n to- obligado abandono el abandono volunta-
„das las elecciones que se verifiquen se rio. Conservémoslos.
„considerarán como reelegidos de dere- E l tratado no se opone, y no debemos
„cho. Si ya no representan á l a Alsacia ir m á s allá de lo que exige el vencedor;
;7y á la Lorena, c o n t i n u a r á n siempre re- de otro modo obraríamos como el que
^presentando l a Francia.,, pone en tierra las dos rodillas, cuando
Aquella misma tarde se reunió la iz- no le obligan m á s que á poner una: de-
quierda radical, que puso en la órden bemos levantar á la Francia y la levan-
del dia la dimisión de los indicados re- t a r í a no admitir las renuncias de los re-
presentantes. Víctor H u g o tomó la pala- presentantes alsacianos y loreneses.
bra y dijo: Como antes dije, mientras la Lorena
y la Alsacia estén separadas de Francia,
"Ciudadanos, los representantes de la debemos conservar sus representantes,
x^lsacia y la Lorena han presentado la no solo en esta Asamblea, sino en las
dimisión, pero no debemos aceptarla. Asambleas futuras. Los representantes
No solo no debemos aceptarla, sino que del resto de Francia somos transitorios,
deberíamos prorogarles el mandato. pero ellos son necesarios. L a Francia pue-
Cuando dejemos de ser representantes, de pasarse sin nosotros, pero no sin ellos.
ellos deben continuar siéndolo. Por qué? Conservémoslos indefinidamente hasta el
Porque no pueden ser reemplazados. dia de la emancipación de las dos pro-
E n estos momentos, por derecho de he- vincias, hasta el dia de la resurrección
roísmo, por derecho de desgracia, por de Francia. Demos este privilegio á la
derecho de nuestro lamentable abando- desgracia heróica, y que sus representan-
no, que las entrega en poder de los ene- tes gocen l a escepcion de la perpetuidad,
migos como rescate de guerra, la Alsa- ya que sus nobles países sufren la escep-
cia y l a Lorena son Francia, m á s que la cion de la esclavitud.
Francia misma. Me ocurrió la idea de condensar lo que
Ciudadanos, me abate inmensa pesa- acabo de decir en este proyecto de de-
dumbre, y solo un deber supremo puede creto:
obligarme á dirigiros la palabra; dispen-
sadme, mis queridos colegas, si hablo "DECRETO.
con a l g ú n desórden, hijo de m i emoción.
J a m á s creí que pudiese cumplirse ese Artículo único. Los representantes de
tratado. M i familia es lorenesa, y m i pa- la Asamblea de la Alsacia y la Lorena
dre defendió á Thionville hace cerca de conservarán sus asientos en la Asamblea
sesenta años: hubiera perdido la vida an- y c o n t i n u a r á n conservándolos en las fu-
tes que entregar las llaves de esa ciudad turas Asambleas nacionales de Francia,
DESPUES D E L DESTIERRO. 527
hasta el dia que entreguen el mandato protesta contra la Prusia, de adverten-
con las mismas condiciones que lo reci- cia para Europa. Que representen la
bieron.,, Dandera de la Alsacia y l a Lorena siem-
Este decreto expresa la verdad absolu- bre enarbolada. Entre las ideas gene-
ta de la situación. Encierra la negación rales que abarcan el interés de la ci-
implícita del tratado, cuya negación se vilización y que necesita la Asamblea
impone á todos los corazones. E l tratado ::rancesa, que es siempre una especie de
puede decirse que no existe para nos- tutora de los pueblos, que dichos repre-
otros, porque la fuerza nos obligó á acep- sentantes personifiquen la idea de l a rei-
tarle; por eso le repudiamos. Los hom- vindicación especial, el deber frente á
bres de la R e p ú b l i c a profesan el deber ::rente de la madre; y así como represen-
estricto de no aceptar nunca el hecho tamos la humanidad, que representen
hasta después de haberle confrontado ellos la patria. Que por medio de ellos,
con el derecho; cuando el hecho se super- as dos provincias que ahoga la Prusia
pone al principio, le admitimos; cuando continúen respirando el aire de Francia;
no, le rehusamos. E l tratado prusiano que sean los conductores de la idea fran-
viola todos los principios; por eso he- cesa hasta el corazón de la Alsacia y de
mos votado contra ól y obraremos del la Lorena, y de la idea alsaciana y lore-
mismo modo. nesa hasta el corazón de Francia; que
¿Pero aceptará la Asamblea el proyec- por su permanencia en nuestra nación, la
to que acabo de leer y que me propongo Francia mutilada de hecho continúe en-
sostener en la tribuna? Creo que no; creo tera de derecho, y en su totalidad visible
que t e n d r á miedo de aceptarlo. Esta en la Asamblea, y que mirando hácia la
Asamblea, nacida de una mala inteli- parte de Alemania, se vea á la Lorena
gencia entre la Francia y Paris, tiene la y á la Alsacia muertas, y mirando hácia
conciencia de estar en situación falsa. el lado de a q u í , se las vea vivas.,,
Basta haber asistido á alguna de sus se
sienes para comprender que no a d m i t i r á
nunca una verdad entera. E l porvenir L a reunión aceptó por unanimidad
de Francia es la R e p ú b l i c a y la Asam la proposición del representante Víctor
blea tiene por objeto la m o n a r q u í a . De Hugo y le pidió que redactase la decla-
esta lucha en sentido inverso creo que ración, que todos firmarían y que él
r e s u l t a r á n catástrofes. Concretándome á leería en l a tribuna. L a redactó, aceptó-
los momentos actuales, me l i m i t o á decir la la reunión de la izquierda, pero no
que la mayoría camina en sentido oblí pudo leerse en la tribuna, porque so-
cuo y carece del sentido absoluto, que en brevino la sesión del 8 de Marzo, en
todas las ocasiones y contra todos los ries la que Víctor Hugo presentó la dimi-
gos prefiere á los principios los expedien sión.
tes. J a m á s la justicia e n t r a r á en esa
Asamblea m á s que al bies, si entra. DECLARACION.
Por eso creo que la Asamblea no vo-
t a r á el proyecto que acabo de leer, por lo A l enterarse de la dimisión que han
que me abstendré de presentarlo. ¿Pero presentado á la Asamblea los represen-
debemos callarnos y abstenernos absolu tantes alsacianos y loreneses, los repre-
tamente cuando presenten sus dimisio sentantes que abajo firman declaran que
nes los representantes de la Alsacia y la para ellos la Alsacia y l a Lorena no han
Lorena? No. dejado n i dejarán nunca de formar parte
Qué hacer, pues? E n m i opinión lo si del territorio de Francia.
guíente: L a Asamblea no representaría á l a
Invitar á dichos representantes á que nación si esas dos provincias se queda-
conserven sus asientos en l a Asamblea sen sin representantes.
invitarles solemnemente por medio de Si en lo sucesivo, y hasta que lleguen
una exposición justificada, que firmare días mejores, hay un vacío en el mapa de
mos todos los que hemos votado contra Francia, nos obligó á hacerlo la violen-
el tratado, los que no reconocemos el de cia del tratado; pero no debe haber nin-
recho de l a fuerza. Uno de nosotros, yo g ú n vacío en la Asamblea, ya que el tra-
si me lo permitís, leeré esta declaración tado no exige la separación de dichos
en la tribuna. Obrando así, nuestras con diputados. ¿Por q u é hemos de i r m á s
ciencias q u e d a r á n tranquilas. allá de lo que se estipula en el tratado?
Conservemos á esos colegas para que por q u é darle lo que no nos pide?
sirvan de protesta y de advertencia; de Que ocupe la Prusia los territorios.
528 OBRAS D E VICTOR HUGO.

pero que conserve Francia á los repre- gas de la Alsacia y de la Lorena á que
sentantes, para que su presencia en la conserven sus asientos en l a Asamblea
Asamblea nacional sea la protesta viva nacional.
y permanente de la justicia contra la
iniquidad, de la desgracia contra la fuer-
za, del verdadero derecho11 de la p á t r i a IV.
contra el derecho falso de la victoria; que
esos representantes personifiquen en la L a cuestión de París.
Asamblea, no el pasado, sino el por-
venir.
E l mandato es u n depósito; al mismo E n cuanto se votó el tratado, la Asam-
mandante debe el mandatario restituir blea estuvo dudando si se reunida en
el mandato. E n la situación que hoy se Paris ó en otra ciudad de la nación; al-
encuentran la Alsacia y la Lorena, el gunos representantes proponían que se
mandante está prisionero, pero el man- reuniera en Bourges, otros en Fontaine-
datario está libre, y el deber de éste con- bleau y otros en Versalles. E l 6 de Mar-
siste en conservar á un mismo tiempo su zo la Asamblea discutió esta cuestión en
libertad y el mandato, hasta el dia en las secciones: ¿volverla á entrar en Paris
que, cooperando con nosotros para con- ó no? Víctor Hugo, que formaba parte de
seguir la emancipación, pueda restituir la sección 11.a, expresó su opinión en el
el mandato á los que le eligieron. siguiente discurso, que reprodujeron los
Los representantes alsacianos y lore- periódicos:
neses de los departamentos cedidos se
encuentran en un estado escepcional, que " A q u í nos encontramos muchos de los
es preciso tener presente. Los represen- que estuvimos encerrados en Paris, pre-
tantes del resto de la Francia pueden senciando todas las fases del sitio m á s
reelegirse ó reemplazarse, pero estos no. extraordinario de la historia. E l pueblo
E n la actualidad, y sin que el tratado de Paris es admirable; lo dije y lo repe-
pueda impedirlo, la Alsacia y la Lorena tiré siempre. Cada sufrimiento aumen-
están representadas en la Asamblea na- taba su heroísmo. Era conmovedora su
cional de Francia, y de ésta depende que transformación: la ciudad del lujo se
continúen representándola, para lo que convirtió en l a ciudad de l a miseria; la
creemos que no solo tiene derecho, sino ciudad de la molicie en la ciudad del
deber. combate; la ciudad de la a l e g r í a en la
No debemos consentir que los asientos ciudad del terror y del sepulcro. Por la
de dichos representantes queden vacíos noche las calles estaban oscurísimas y
por nuestra voluntad. Tienen derecho no se cometió n i un solo delito. Y o atra-
absoluto todas las poblaciones de Fran- vesé Paris de parte á parte, muchas
cia á ser representadas; pero la Alsacia noches, á Paris tenebroso y desierto; v i
y la Lorena tienen un derecho sagrado, muchos que sufrían, v i muchos ham-
y ya que esas dos provincias no pueden brientos, pero reinaba seguridad absolu-
nombrar otros representantes, los a c t ú a ta. Paris era bravo en el exterior y vir-
les deben seguir d e s e m p e ñ a n d o el car- tuoso en el interior. Dos millones de
go. Deben desempeñarlo indefinidamen- hombres ofrecían tan memorables ejem-
te en las Asambleas nacionales que se plos; los que lo presenciaron no lo olvi-
sucedan á esta, hasta el dia, que creemos d a r á n j a m á s . Las mujeres arrostraban
próximo, en que la Francia vuelva á i n t r é p i d a m e n t e el hambre, como los
tomar posesión de la Alsacia y de la L o hombres la batalla. J a m á s tan soberbio
rena. combate se ha entablado contra todas
E n resúmen: si consentimos que núes las calamidades á un tiempo. E l pueblo
tros honorables colegas se retiren agra- sufría resignado, porque sufría por l a
vamos el tratado, y la Francia concede p á t r i a , confiando en que cuando se mar-
m á s que lo que la Prusia exige. Nada chasen los prusianos seria magnífica-
importa que en la ejecución forjada del mente recompensado con el inmenso
tratado no se vea nuestro consentimien- abrazo de Paris y de la Francia. Decía:
to. Sufrir sin consentir es la dignidad del "Estamos aislados de la Francia; l a P r u -
vencido. sia ha interpuesto entre ella y nosotros
Por todos estos motivos, sin prejuzgar una muralla; cuando la Prusia se vaya,
las resoluciones ulteriores á que pueda la muralla caerá,,. Pero no ha sucedido
obligarles su conciencia, los represen- así, señores: se levantó el sitio de Paris,
tantes que suscriben i n v i t a n á sus cole- y éste permaneció aislado; la Prusia no
DESPUES D E L DESTIERRO. 529
está á sus puertas y l a muralla subsis- parecerá que eso sea negar el derecho su-
te aun. premo de P a r í s , y yo declaro desde aho-
Entre Paris y la Francia había ayer ra que no me sentaré en la Asamblea
un obstáculo, que era la Prusia; pero hoy fuera de la capital de Francia. M i parti-
hay otro, que es la Asamblea. Reflexio- cular resolución es detalle poco impor-
nad sobre esto, señores. tante; obraré así obedeciendo á m i con-
Paris esperaba vuestro reconocimiento ciencia, pero como esto á nadie importa,
y se encuentra con vuestro recelo. ¿Qué no insistiré en esta idea.
os ha hecho para que obréis así? Os lo Pero vuestra resolución es grave y os
voy á decir. suplico que la meditéis. Se os dice:—No
Levantar la cabeza entre el desfalle- entréis en Paris, que están allí los pru-
cimiento universal, y cuando vió que la sianos.—Eso q u é importa! Y o los desde-
Francia no tenia ya soldados, trans- ño. No t a r d a r á n mucho en sufrir la do-
formarse en ejército; esperar cuando de- minación de Paris, al que amenazan
bía desesperar de todo, y después de ver con sus cañones, pero que a l u m b r a r á á
caer á Phalsbourg, á T o u l , á Estrasbur- la Prusia con sus ideas.
go y á Metz, permanecer en pió. U n m i - Solo la vista de Paris es ya una propa-
llón de vándalos no la asombró. Paris ganda. E n lo sucesivo l a permanencia
fué la ciudad soberbia del sacrificio, y de los prusianos en Francia es peligro-
no solo salvó la vida de Francia, sino sa, sobre todo para el rey de Prusia. Solo
que le salvó el honor. ¡Y desconfiáis de entrando en P a r í s , señores, pocedeís po-
París! líticamente: sois un producto m o m e n t á -
¡Receláis de su coraje, de su abnega- neo y P a r í s es una formación secu-
ción y de su patriotismo! ¡Desconfiáis de lar. Creedme y estableced en P a r í s la
l a ciudad que fundó la filosofía univer- Asamblea, apoyad vuestra debilidad en
sal, que invadió el mundo con su ilustra- su fuerza, sentad vuestra fragilidad en
ción, conquistándolo sus oradores, sus su solidez. Pensad en que Paris se i m -
escritores y sus pensadores! ¡Tenéis mie- pone. Paris es el deslumbrador y miste-
do de P a r í s , que simboliza la fraterni- rioso motor del progreso universal, por
dad, la autoridad y la vida! ¡Receláis su iniciativa, por su cosmopolitismo, por
del progreso! Pensad lo que hacéis. su imparcialidad, por sus artes, por su
Esa ciudad os tiende los brazos, y le literatura, por su lengua, por su indus-
contestáis que cierre las puertas; sale á tria, por su espíritu de invención, por su
vuestro encuentro y retrocedéis ante ella; instinto de justicia y de libertad, por su
os ofrece majestuosa hospitalidad para heroísmo de ayer y de siempre y por sus
que podáis abrigar á toda la Francia, su revoluciones.
hospitalidad, que es prenda de concordia
y de paz pública, y la rechazáis y tenéis No se puede discutir á París; es pueril
miedo al puerto, como si fuera u n lazo atacarle y seria pueril defenderle. No
que os tendiese. Sí, lo repito, para todos atentemos contra él, no vayamos m á s
nosotros Paris es el puerto. lejos que la Prusia; los prusianos han
Señores, si queréis ser prudentes, tened desmembrado la Francia, no la d e c a p é
confianza; si queréis ser hombres políti- temos nosotros.
cos, sed hombres fraternales. Entrad en Fuera de Paris puede haber una
Paris inmediatamente. Asamblea provincial, pero la Asamblea
P a r í s os verá ^entrar con júbilo y se nacional solo debe existir en Paris.
t r a n q u i l i z a r á , y cuando Paris se apaci- ¿Creéis tener derecho para aislar á Paris
gua, todo se apacigua. Si estáis ausentes y suceder a l rey de Francia en Versalles
conmoveréis todos los intereses del país con la Asamblea republicana y con la
y ocasionareis su fiebre lenta. Asamblea francesa al rey de Prusia,
Tenéis que pagar cinco m i l millones; creando al lado de la verdadera capital
para conseguirlo necesitáis crédito; para una falsa capital política? ¿Podéis obrar
tener crédito se necesita tener t r a n - así como representantes de la Francia?
quilidad; para tener tranquilidad se ne- Por encima de vosotros, por encima de
cesita tener contento á Paris. Para con- mí, que hoy hemos recibido u n mandato
seguir esto debe establecerse la Asamblea y que m a ñ a n a ya no lo obtendremos, la
nacional en la ciudad nacional. E l inte- Francia tiene u n inmenso representante
rés público está en esta ocasión acorde de su grandeza, de su poder, de su vo-
con el deber público. luntad, de su historia, de su porvenir, un
Si se establece la Asamblea en una representante permanente é irrevocable;
provincia, aunque sea accidentalmente, un representante que es á la vez héroe y
TOMO I V . 67
530 OBRAS D E VICTOR HUGO.

gigante; sabéis cómo se llama? Se llama clamos que se hicieron correr, pero no
París. combatió.
¡Y vosotros, representantes efímeros, M.VÍCTOR HUGO: Las interrupciones
queréis destituir al representante eterno! no me i m p e d i r á n que acabe de expresar
No soñéis y no i n c u r r á i s en este error.,,
m i pensamiento. Combatió...
MUCHAS VOCES DE LA DERECHA: NO, no!
Después de este discurso la sección VOCES DE LA IZQUIERDA: Sí, sí!
11.a, que tenia que elegir u n comisario EL VIZCONDE DE LORGERIL: Hizo como
y que vacilaba entre nombrar para este que c o m b a t í a .
cargo á Víctor Hugo ó á Luciano B r u n , UN MIEMBRO DE LA DERECHA: De todos
eligió á este ú l t i m o . modos no venció.
M . VÍCTOR HUGO: NO trato de zaherir
á nadie en la Asamblea, pero sí que diré
V. que es el único general que ha luchado
en favor de la Francia y el único que no
Dimisión de Víctor Hugo. ha sido vencido. (Ardientes reclamaciones
de la derecha; grandes aplausos en la iz-
quierda.)
E l dia 8 de Marzo, cuando el represen- VOCES DE LA DERECHA: A l órden! ¡Al
tante Víctor Hugo se preparaba á pedir órden!
la palabra para defender que la Asam- M . DE JOUVENCEL: Suplico a l señor
blea debia instalarse en Paris, contra la Presidente que invite al orador á que re-
derecha de la C á m a r a , que opinaba lo tire esas palabras, que son antifrancesas.
contrario, sobrevino inesperado inciden- EL VIZCONDE DE LORGERIL: Ese gene-
te. Se presentó á la Asamblea una peti- ral es un comparsa de melodrama. No
ción respecto á l a elección que acababa fué vencido, porque no se batió.
de verificarse en A r g e l . E l general Gari EL PRESIDENTE: Señor de Lorgeril,
baldi resultó elegido representante por guardad silencio: después os concederé
A r g e l por el sufragio de 10.606 votos. la palabra; ahora respetad la libertad del
E l candidato que después de él consiguió orador.
m á s sufragios solo obtuvo 4.973. E n la EL GENERAL DUCROT: Pido la palabra.
exposición se pedia la a n u l a c i ó n de la EL PRESIDENTE: General, l a usareis
elección de Garibaldi. Víctor Hugo ere después que Víctor Hugo.
yó deber intervenir en esta cuestión. (Muchos representantes se levantan é in-
terpelan vivamente al orador.)
Sesión del 8 de Marzo de 1871. EL PRESIDENTE: E l Sr. Víctor Hugo
M . VÍCTOR HUGO: Pido la palabra. continúa en el uso de la palabra.
EL PRESIDENTE: E l señor Víctor Hugo M . RICHEIER: No hay n i n g ú n francés
tiene la palabra. que quiera oir palabras semejantes á las
M . VÍCTOR HUGO: Seré breve. L a Eran que acaban de pronunciarse. (Agitación
cia acaba de pasar por una prueba terri- general.)
ble, de la que ha salido sangrienta y EL VIZCONDE DE LORGERIL: L a Asam-
vencida; pero la Francia nos ha probado blea niega la palabra á Víctor Hugo
que hay vencidos que permanecen siendo porque no habla francés. (Grandes rumo-
grandes. Las naciones han presenciado res y tumulto.)
su opresión, que se ha encontrado con la EL PRESIDENTE: OS repito que no es-
cobardía de Europa. N i una sola de las tais en el uso de la palabra, Sr. Lorgeril;
potencias de primer órden ha acudido hablareis cuando os toque el turno.
á defender á Francia, que tantas veces EL VIZCONDE DE LORGERIL: Quise de-
defendió la causa de Europa, n i u n rey, cir que la Asamblea se niega á escuchar
n i u n Estado, nadie, excepto un solo al orador porque no comprende el fran-
hombre. Como acabo de decir, no han cés que usa.
intervenido las potencias; solo ha inter- UN MIEMBRO: ESO es insultar al pais!
venido un hombre; pero este hombre es EL GENERAL DUCROT: Insisto en pedir
una potencia. ¿Con q u é contaba este la palabra.
hombre? Solo con su espada; pero esta EL PRESIDENTE: L a tendréis si el se-
espada, que habia ya emaucipado á u n ñor Víctor Hugo lo consiente.
pueblo, podia salvar á otro. Así lo creyó; M . VÍCTOR HUGO: Deseo que se me deje
vino y combatió. expresar m i pensamiento.
VOCES DE LA DERECHA: NO, no! MUCHAS VOCES: Explicaos! Explicaos!
EL VIZCONDE DE LORGERIL: Eso son re- EL PRESIDENTE: ESO es lo que desea el
DESPUES D E L DESTIERRO. 531
orador; guardad silencio y escuchadle. inacción en los momentos en que ésta
VARIAS VOCES: NO, no! Dodia producir el desastre que todos co-
EL GENERAL DUCROT: No se le debe nocéis. Entonces podrá comprenderse si
permitir que siga por ese camino. el general Garibaldi vino á pagar una
M . VÍCTOR HÜGO: Seguiré, sin embar- deuda de g r a t i t u d á l a Francia ó vino á
go, general. defender l a R e p ú b l i c a universal. (Aplau-
EL GENERAL DUCROT: Protesto contra sos en algunos bancos.)
esas palabras, que son u n ultraje. M , LOCKROY: Pido l a palabra.
VARIAS VOCES: A l a tribuna! ¡á l a t r i - EL PRESIDENTE: ¿Está presente el se-
buna! ñ o r Víctor Hugo?
M . VÍCTOR HUGO: Es imposible... VOCES DIVERSAS: SÍ.—NO.
UN MIEMBRO: Retirad esas palabras, EL PRESIDENTE: Antes de proceder á
que no se os permiten. {Otro miembro de a lectura de l a dimisión que acaba de
la derecha se levanta y dirige al orador in- remitirme Víctor Hugo, le suplico que
terpelaciones, que no se oyen por el mucho 'o medite, y le pregunto si persiste en su
ruido que hay en el salón.) resolución.
EL PRESIDENTE: OS suplico que os sen- M . VÍCTOR HUGO {al p i é de la tribuna):
téis. Persisto.
EL MISMO MIEMBRO: ¡ L l a m a d al órden EL PRESIDENTE: ¿LO habéis meditado
al orador! bien?
EL PRESIDENTE: A vos sí que os lla- M . VÍCTOR HUGO: Persisto y declaro
m a r é al órden si continuáis perturbando que no volveré á pisar este recintoé
la sesión. (Muy bien!) EL PRESIDENTE: Como el Sr. Víctor
VOCES EN LA DERECHA: OS pedimos, se- Hugo presentó l a dimisión emocionado
ñ o r Presidente, que llaméis al orador al con el calor del debate, he creído que de-
órden. bía decirle que lo meditase, h a c i é n d o m e
EL PRESIDENTE: NO basta que lo p i i n t é r p r e t e de este modo de los deseos de
dais; en esta cuestión yo solo soy el único la Asamblea. {Sí, si. Muy bien!)
juez. (Muy bien! Interpelaciones diversas y M . VÍCTOR HUGO: OS doy las gracias,
confusas.) señor Presidente, pero, os declaro que no
^ M . DE CHAVAUD-LATOUR: Paris no ha quiero permanecer m á s tiempo en esta
sido vencido; si acaso le ha vencido el Asamblea. {No, no. Hasta mañana! ¡Hasta
hambre. {Es verdad! Asentimiento gene mañana!)
ral.) M . VÍCTOR HUGO: Persisto en que no
EL PRESIDENTE: Concedo l a palabra á volveré á este recinto. (Víctor Hugo se vá
Víctor Hugo para que se explique, y lla- del salón.)
m a r é a l órden á los que le interrumpan. EL PRESIDENTE: Si l a Asamblea me lo
(Muy bien!) permite, no leeré l a dimisión hasta l a
M . VÍCTOR HUGO: V o y á satisfaceros, sesión de m a ñ a n a . {Sí, sí, sí. Asentimiento
señores; voy á i r m á s lejos que vosotros. general.)
Hace tres semanas os negásteis á oir
Garibaldi.
Sesión del 9 de Marzo*
UN MIEMBRO: Porque habia presentado
su dimisión. EL PRESIDENTE: Señores, siento pro-
M . VÍCTOR HUGO: H o y os n e g á i s á oir fundamente que nuestro ilustre colega
me á mí; esto me basta para que presente M . Víctor H u g o no haya querido ceder
t a m b i é n m i dimisión. (Grandes rumores. á las instancias de muchos de nuestros
No, no! en la derecha; aplausos en la iz compañeros, y creo poder a ñ a d i r a l sen-
quierda.) timiento u n á n i m e de l a Asamblea. {Sí,
UN MIEMBRO: L a Asamblea no acepta sí. Muy bien.) Persiste en presentar su
vuestra dimisión. dimisión, que me ha remitido, y que con
M . VÍCTOR HUGO: Dije que l a presento verdadera pesadumbre voy á leer á l a
y mantengo lo dicho. Asamblea. Dice así:
EL GENERAL DUCROT: Señores, antes "Hace tres semanas l a Asamblea se
de juzgar al general Q-aribaldi, pido que n e g ó á oir á Garibaldi y hoy se niega á
se abra una información séria sobre los oirme á m í . Esto basta para que presen-
hechos que han producido el desastre de te l a dimisión.
ejército del Este. Cuando se verifique VÍCTOR HUGO.
esta información, os presentaremos teló 8 de Marzo de 1871.,,
gramas de M . Grambetta, que prueban T r a s m i t i r é l a dimisión al señor mi*
que reprochaba a l general Garibaldi su nistro del Interior.
532 OBRAS D E VICTOR HUGO.

M . L u i s BLANC: Pido la palabra. dos. Me limito á lo poco que acabo de


EL PRESIDENTE: E l Sr. Luis Blanc decir, j o r q u e estas palabras expresan el
tiene la palabra. sentimiento de que indudablemente par-
M . L u i s BLANC: Señores, seré m u y ticiparán todos los que aman y reveren-
breve. Tenemos obligación de expresar cian al genio que combate por l a liber-
el doloroso sentimiento que nos prodüce dad. {Aprobación en muchos bancos de la
esa dimisión á los que tenemos comuni- izquierda.)
dad de ideas con Víctor Hugo... M . SCHCBLCHER: E l Sr. Luis Blanc ha
VOCES EN LA IZQUIERDA: SÍ, SÍ, es ver- interpretado dignamente nuestros senti-
dad. mientos.
M . L u i s BLANC: A l ver que el gran MUCHAS VOCES DE LA IZQUIERDA: Sí,
ciudadano, que el hombre de genio que sí. M u y bien!
honra á la Francia se ha visto precisado
á presentar la dimisión de miembro de
Caprera 11 A b r i l 1870.
una Asamblea francesa.
UNA VOZ DE LA DERECHA: L a presenta M i querido Víctor Hugo:
porque quiere. Debiera haberos manifestado m á s
EL DUQUE DE MARMIER: L a presenta pronto m i g r a t i t u d por el alto honor que
voluntariamente. me habéis dispensado en la Asamblea de
M . L u i s BLANC: ES una desgracia, que Burdeos. Sin escribirnos, nuestras dos
hay que a ñ a d i r á las desgracias que su- almas se han comprendido; la vuestra
frimos, que la Asamblea haya ahogado por el beneficio que me dispensáis y la
tan poderosa voz. (Redamaciones en mu- mia por la amistad y la g r a t i t u d que os
chos láñeos.) consagro hace mucho tiempo. L a honra
M . DE TILLANCOURT: ES cierto! Casi que me habéis conferido en Burdeos
nunca se deja hablar á Víctor Hugo. basta á enorgullecer una vida consagra-
MUCHAS VOCES: ES verdad! es verdad! da á l a santa causa de la humanidad, de
M . LUIS BLANC: Se le impidió hablar la que sois el primer apóstol.
cuando iba á proclamar l a g r a t i t u d de Vuestro apasionado,
l a patria á eminentes servicios presta GARIBALDI.
BRUSELAS.

I. guerra será sangrienta. No impide ocu-


los señores Meurice y Vacquerie. parse de un problema acuchillar la so-
lución.
Escribí en A b r i l de 1869 las dos pa-
labras que pudieran resolver las compli-
L a siguiente carta, que no se publicó caciones de A b r i l de 1871. Os acordareis
durante la Commune por razones fáciles que esas palabras fueron: "Conciliación
de comprender, encuentra naturalmente y reconciliación,,. L a primera respecto
a q u í su sitio y su lecha: á las ideas y la segunda respecto á los
"Bruselas 28 A b r i l . hombres. Esta seria la salvación.
Queridos amigos: Como vosotros, estoy por la Commune
E n la crisis que atravesamos queréis en principio y contra la Commune en su
que os manifieste lo que pienso, y podria aplicación.
concretarme á deciros que pienso lo Ciertamente el derecho de Paris es pa-
mismo que vosotros, pero voy á compla- tente: Paris es una comunidad, la m á s
ceros. necesaria de todas, porque es l a m á s
Es e x t r a ñ o que en todo estemos tan ilustre; es l a resultante de l a Francia
acordes. E l público cree que escribo en República. ¿Lóndres es una comunidad
Le Bappel, en el que no tengo participa- y Paris no lo seria? ¿Existe en L ó n d r e s
ción; se figura que si no le redacto, soy imperando allí la o l i g a r q u í a y no exis-
por lo menos su inspirador, y nadie como tiría en Paris, donde reina la democra-
vosotros sabe que dije la verdad cuando cia? L a ciudad de Lóndres posee tales
declaró p ú b l i c a m e n t e que solo era u n derechos, que hace esperar á la puerta
simple lector del susodicho periódico. al rey de Inglaterra. E n Temple-Bar el
Pero tiene su r a z ó n de ser el error que rey acaba y el pueblo empieza. L a puer-
padece el público, porque hay identidad ta se cierra y el rey solo entra pagando
casi absoluta en el fondo entre vuestro una multa. ¿ L a m o n a r q u í a respeta á
pensamiento y el mió, entre nuestras Lóndres y l a R e p ú b l i c a violarla á Paris?
apreciaciones y vuestras conciencias. Enunciar esto basta y no insisto m á s .
Permitidme que así lo haga constar, ya Paris tiene derecho á la comunidad, como
que esta declaración me envanece. E n la Francia tiene derecho á la Repúbli-
estos momentos decisivos, que t a n m a l ca, como yo tengo derecho á ser ciuda-
podrían terminar, que pudieran ser i r - dano. L a R e p ú b l i c a puede definirse de
reparables, veo que todos los dias el pen este modo: yo soberano de m í . Esto es
samiento dominante de la conciliación lo que hace que ella no dependa del
aparece en Le Bappel, y lo que escribís voto; es de derecho natural, y el derecho
en Paris es lo que yo pienso en Bruse- natural no admite votación. Cada ciu-
las. Esta crisis solo puede terminar dan- dad tiene su yo, como cada individuo; y
do acceso á la prudencia y haciendo Paris, entre todas las ciudades, tiene u n
concesiones m ú t u a s ; de este modo el des- yo supremo. Este yo supremo se afirma
enlace será pacífico; si no se obra así, l a por medio de l a Commune. L a Asamblea
534 OBRAS DE VICTOR HUGO.

no tiene facultad para quitar á Paris la Esto no lo hablan previsto. Mientras


Commune, como la Commune no tiene enviaron á buscarlos pasó el tiempo,
facultad de quitar á Francia la Asam- amaneció, se despertó Montmartre, acu-
dió el pueblo á reclamar sus cañones; no
No pudiendo ninguno de estos dos se acordaba de ellos, pero cuando vió
t é r m i n o s escluir el uno al otro, tienen que se los iban á quitar, los reclamó; los
necesidad rigurosa, absoluta y lógica de soldados cedieron, el pueblo se apoderó
entenderse. de los cañones, se insurreccionó, y esta-
L a ley nacional adquiere la forma de lló una revolución. Quién tuvo l a culpa?
la República; el yo local toma la forma E l gobierno, sin querer y sin saberlo.
de la Commune, y el yo individual toma Si la Asamblea no hubiera ido á sacar
la forma de la libertad. los cañones de Montmartre, Montmartre
M i yo no es completo, porque no soy no hubiera sublevado á Paris y no h u -
ciudadano si no reúno esta triple condi- biera estallado la revolución del 18 de
ción: la libertad en m i persona, la comu- Marzo. A ñ a d a m o s á esto que los gene-
nidad en m i domicilio y la R e p ú b l i c a en rales C l é m e n t Thomas y Lecomte care-
m i patria. cían de víveres.
Esto es claro y es incontestable el de- Enuncio sencillamente los hechos con
recho que tiene Paris á declararse Com- la frialdad histórica.
mune. E n cuanto á la Commune, como en-
Pero al lado del derecho existe la cierra un principio, se hubiera estableci-
oportunidad, y a q u í aparece l a verdade- do m á s tarde, oportunamente, cuando
ra cuestión. hubieran partido los prusianos, y en vez
Es inoportuno hacer surgir u n conflic- de producir una catástrofe, hubiera pro-
to en semejantes momentos y provocar ducido un beneficio.
la guerra civil después de haber sufrido Hemos dicho que tenían l a culpa el
la guerra extranjera; no esperar siquiera gobierno y la mayoría, y conociéndose
que los enemigos abandonen nuestro culpables debían haber sido indulgentes,
territorio y halagar á l a nación victo- pero no lo fueron.
riosa con el suicidio de la nación venci- Si la Asamblea de Burdeos hubiera
da; dar á la Prusia y á su emperador el hecho caso de los que la aconsejaban vol-
espectáculo de u n circo de fieras que se ver á entrar en P a r í s , y sobre todo de
devoran unas á otras y que este circo la digna é í n t e g r a elocuencia de Luis
sea la Francia. Blanc, no hubiera sucedido lo que su-
Dejando aparte toda apreciación po- cedió.
lítica y antes de examinar de parte de Por otra parte, no trato de agravar l a
q u i é n está la razón, hay que decir que falta de la m a y o r í a realista, que hasta
ese fué el crimen del 18 de Marzo. cierto punto es disculpable, porque la si-
Eligieron u n momento espantoso. ¿Lo tuación actual puede decirse que la trajo
eligieron realmente? Quién lo eligió? una mala inteligencia. Es casi imposible
Quién produjo el 18 de Marzo? Vamos á entenderse. Esta imposibilidad, que para
examinarlo. m í solo es una dificultad, proviene de lo
F u é la Commune? No, porque r o exis siguiente:
tia aun. F u é el Comité central? No; se L a guerra, amurallando á Paris, ha
aprovechó de la ocasión, pero no la creó. aislado á la Francia. L a Francia sin Pa-
Quién produjo, pues, el 18 de Marzo? rís no es Francia, y la Asamblea y la
L a Asamblea, ó por mejor decir, la Commune son dos fantasmas. L a Com-
mayoría, aunque tiene la circunstancia mune no es Paris, como la Asamblea no
atenuante de que no tenia intención de es Francia. Las dos, sin culpa suya, di-
producirlo. manan de u n hecho violento, y este he-
L a m a y o r í a y el gobierno querían sim- cho violento es lo que representan. Por-
plemente sacar los cañones de Mont- que, repito, Francia ha nombrado á la
martre. P e q u e ñ o motivo para tan gran Asamblea separada de Paris, y Paris
riesgo. Esto se propuso; ¿y cómo lo ejecu- ha nombrado á la Commune separado
tó? hábilmente. de la Francia. Las dos elecciones son
Montmartre d o r m í a y enviaron por viciosas en su origen. Para que Fran-
la noche soldados á que se apoderaran cia haga una buena elección, es preciso
de los cañones. Los cogieron, pero en- que consulte á Paris, y para que Paris
tonces se apercibieron de que necesita- se encarne verdaderamente en sus ele-
ban caballos para sacarlos de allí. ¿Cuán- gidos, es preciso que los que le repre-
tos? M i l . D ó n d e encontrar m i l caballos? senten representen t a m b i é n á l a Fran-
DESPUES D E L D E S T I E R R O ,

cia. Luego evidentemente la Asamblea la Columna; estos motivos fueron los re-
actual no representa á P a r í s , porque cuerdos que la Columna despierta. Si
huye de él, no porque le odie, sino por lo este es un motivo para destruir u n mo-
que es m á s triste, porque le desconoce. numento, derribemos el Parthenon, que
¿No es verdad que es curioso desconocer recuerda l a superstición pagana; derri-
á Paris? T a m b i é n nosotros desconocemos bemos la Alhambra, que recuerda la su-
el sol; solo sabemos que tiene manchas. perstición mahometana; derribemos el
Eso es todo lo que la Asamblea sabe de Coliseo, que recuerda las fieras que de-
Paris. voraban á los hombres; derribemos las
L a Asamblea no refleja á Paris y la pirámides, que eternizan la memoria fu-
Commune, compuesta casi toda de des- nesta de los Faraones sirviéndoles de
conocidos, no refleja la Francia. L a com- tumba; derribemos todas las catedrales,
penetración de una representación en la empezando por Santa Sofía y terminan-
otra haria posible la conciliación; seria do por Nuestra Señora. E n una palabra,
preciso que esos dos grupos tuvieran por destruyámoslo todo; porque hasta hoy
alma á Francia y por corazón á Paris. dia, todos los monumentos los han cons-
Esto es lo que les falta y por eso rehusan truido los reyes, y el pueblo no ha em-
entenderse. pezado aun á levantar los suyos. ¿Se tra-
Ofrecen el mismo fenómeno que pre- ta verdaderamente de destruirlo todo?
senta la China; á una parte están los tár- No; pero se hace lo que no se quiere
taros y á la otra los chinos. hacer. Causar daño queriendo causarlo
Esto no obstante, la Commune encar- lo hacen los malvados; causar d a ñ o sin
na el principio de la vida municipal y querer lo hacen los ignorantes. A la
la Asamblea encarna el principio de la Commune, como á la Asamblea, le sirve
vida nacional: la una y la otra corpora- de escusa la ignorancia. L a ignorancia
ción deben apoyarse en los principios y es la gran plaga pública actual, y esto
no en los hombres, y ha consistido la des- explica el contrasentido de hoy. De la
gracia en que l a elección de éstos ha ignorancia sale la inconsciencia y el i n -
sido funesta. Los hombres pierden el menso peligro: de noche se puede caer en
principio. H a n tenido razón en las dos precipicios, y siendo ignorantes caer en
partes y en las dos se han equivocado. los crímenes. H a y actos que empiezan
Por eso la situación es tan intrincada. por ser imbéciles y concluyen por ser fe-
Esa situación crea el frenesí. roces.
Los periódicos belgas anuncian que la Como por ejemplo, empieza á bosque-
Commune vá á suprimir Le Rappel. Es jarse un acto monstruoso; el decreto so-
probable. De todos modos os suprimirán: bre rehenes.
si no la Commune, la Asamblea. Es pe- Diariamente, hombres indignados como
culiar de la razón incurrir en la proscrip- yo denuncian á la conciencia del pueblo
ción de los extremos. ese decreto repugnante, infame punto de
De todos modos, vosotros y yo cumpli- partida de las catástrofes. Ese decreto se
remos nuestro deber; esta certidumbre volverá contra la República. Me extre-
nos deja satisfechos. L a conciencia se pa- mezco cuando medito en sus consecuen-
rece al mar: por violenta que sea l a tem- cias. L a Commune, en la que, dígase lo
pestad en l a superñcie, su fondo perma- que se quiera, hay corazones rectos y
nece tranquilo. honrados, ha consentido ese decreto m á s
Cumpliremos nuestro deber en pró ó que lo ha votado. Ese decreto es obra
en contra de la Commune ó de la Asam- abominable de cuatro ó cinco déspotas.
blea: no guardaremos miramientos n i á Aprisionar á inocentes, haciéndoles res-
la una n i á la otra; para nosotros lo i m - ponsables de crímenes que no han come-
portante es el pueblo, que unos explotan tido, es servirse del bandolerismo como
y otros venden. Sobre la situación actual medio de gobierno, es hacer política de
se extiende una especie de nube, estú- caverna. Se cubriría de luto y de oprobio
pida por arriba y estupefacta por de Francia si llegase para ella el momento
bajo. supremo en que los miserables que han
Desde el 18 de Marzo manejan á Paris redactado ese decreto encontrasen ban-
desconocidos, lo que no es bueno, ó igno- didos que lo ejecutasen. Las represalias
rantes, lo que aun es peor. Si esceptua serian sangrientas. Nada quiero predecir,
mos algunos jefes, que siguen m á s que pero imagino ya cómo el terror blanco
guian á la Commune, á ésta la forma l a contestará al terror rojo.
ignorancia. Basta para probar lo que L a Commune, que podia haber hecho
digo los motivos que alegó para destruir grandes cosas, solo ha hecho cosas i n -
536 OBRAS D E VICTOR HUGO.

significantes, y lo que es m á s lamenta- hombres. Por ambas partes debía cono-


ble, odiosas. cerse la necesidad de entenderse.
Soy hombre de revolución; lo era sin L a Inglaterra admite privilegios, la
saberlo desde la adolescencia, desde el Francia solo admite derechos; esta es la
tiempo en que, pesando sobre m i a r l a diferencia esencial entre la m o n a r q u í a y
vez la educación que me retenia en el la República, y por eso, acordándonos de
pasado y el instinto que me arrastraba los privilegios de la ciudad de Lóndres,
hacia el porvenir, era realista en política solo reclamamos el derecho de Paris. E n
y revolucionario en literatura; acepto, v i r t u d de ese derecho, Paris puede y
pues, las grandes necesidades, con la debe ofrecer á la Pranci a, a la Europa y
sola condición de que confirmen los al mundo el p a t r ó n de la comunidad
principios y de que no los desquicien. y servir de ejemplo. Supongamos que
E l conjunto de m i pensamiento oscila estemos en u n tiempo normal, en el que
entre dos polos: entre la civilización y l a no haya m a y o r í a legislativa realista
revolución. Cuando la libertad peligra, ante el pueblo republicano, en que no
quiero civilización, pero con revolución; laya complicación en la Hacienda n i
cuando el órden está en peligro, quiero enemigos en el territorio; la Commune
revolución, pero con civilización. entonces debe dictar la ley parisiense,
L o que se llama exageración es á veces que esclarezca y sirva de precursora á la
útil, y en momentos dados puede pare- ey francesa que dicte la Asamblea. Y a
cer necesario. Algunas veces,para hacer ic dicho otras veces que Paris es el i n i -
que adelante una parte r e t r ó g r a d a de la ciador universal; marchando prueba el
idea, se necesita adelantar demasiado la movimiento. Sin salirse de su derecho,
otra parte. Debe forzarse el vapor, aunque que es idéntico á su deber, puede, dentro
haya posibilidad de que estalle, aunque de su recinto, abolir la pena de muerte,
pueda romperse la caldera y descarrilar proclamar el derecho de la mujer y el
la locomotora. E l hombre de Estado es del niño, dar voto á la mujer, decretar
un mecánico, y la ciencia política consis- la instrucción gratuita y obligatoria,
te en encarrilar todos los peligros ha- dotar la e n s e ñ a n z a láica, suprimir los
cia un gran fin y obtener el éxito según procesos de la prensa, practicar la liber-
los principios, á través de los riesgos y á tad absoluta de publicidad, de cámbio y
pesar de los obstáculos. de asociación; instalar la magistratura
Pero los actos de la Commune no de electiva, extender el jurado á las causas
ben atribuirse á l a exageración de los civiles, arrendar las iglesias, no asala-
principios, sino á su negación y algunas riar n i perseguir á n i n g ú n culto, procla-
veces á su irrisión. Por eso se oponen á mar la libertad délos Bancos, proclamar
ella todas las grandes conciencias. el derecho al trabajo, dándole por orga-
L a ciudad de la ciencia no puede ser nismo el taller y el a l m a c é n común; su-
gobernada por la ignorancia; la ciudad primir los consumos, constituir como
de la humanidad no puede regirse por la impuesto único el presupuesto; en una
pena del talion; la ciudad de la luz no palabra, abolir la ignorancia y la mise-
puede dejarse conducir por la ceguedad ria, y fundando la ciudad, crear al ciu-
Paris, que vive de la evidencia, no puede dadano.
v i v i r de la confusión. Se me objetará que esto seria meter
L a Commune es una cosa buena ma un Estado dentro de otro Estado; pero
hecha. yo contesto que eso seria dar un piloto al
Todas las faltas que ha cometido se navio.
r e s ú m e n en estas dos desgracias: en ha- F i g u r é m o n o s el Paris que yo he des-
ber elegido inoportunamente el momen- crito trabajando activamente. Las refor-
to de establecerse y en haber elegido mas se sucederían las unas á las otras,
mal á los hombres que la gobiernan. porque Paris todo lo prueba. E l universo
L a oscura cuestión social crece y se civilizado le observa con atención y se
ensancha en el horizonte de momento en aprovecha de sus inventos. L a Francia
momento, y toda la luz de nuestra inteli vé lentamente generalizarse el progreso
gencia se necesita para disipar sus tinie bajo todas las formas, y cada vez que
blas. Escribo estas líneas con rapidez y Paris consigue un adelanto, lo sigue, y
procuro no salirme de la verdad históri- lo que sigue Francia se extiende en se-
ca. Voy á concluir por donde he empe- guida por Europa. A medida que avanza
zado. la experieucia política, crea la ciencia
E n la medida que nos sea posible con- política; nada se deja á la casualidad: ya
ciliemos las ideas y reconciliemos á los no t e m e r í a m o s conmociones, ya no iría-
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 537
mos á tientas, ya no retrocederíamos, ya II.
no habría reacciones, n i golpes de Esta-
do, n i golpes de cólera del pueblo. -Lo £1 incidente belga.
que Paris diga y haga se h a r á y se dirá
en todo el mundo. N i n g u n a otra ciudad, La protesta.—El ataque nocturno.—La expulsión.
n i n g ú n otro grupo de hombres goza de
ese privilegio. E l income-tax d á buen re- Los acontecimientos se precipitaban.
sultado en Inglaterra; que Paris lo Una poesía larga de Víctor Hugo, t i t u -
adopte, y lo a d o p t a r á n en todas partes. ada No toméis represalias, que escribió á
L a libertad de los Bancos, que implica propósito de las violencias que cometía
el derecho al papel moneda, está en ple- "a Commune, se publicó en muchísimos
no ejercicio en las islas de la Mancha; Deriódicos y se tradujo en muchos i d i o -
que Paris lo practique, y a d m i t i r á el mas. L a prensa reaccionaria, viendo que
mundo este progreso. Paris en movi- en algunas estrofas vituperaba los actos
miento significa la vida universal en de la Commune, la elogió hasta con en-
actividad, y no deja ninguna fuerza es- tusiasmo. E n dicha poesía prometió el
tancada ó perdida. L a rueda motora tra- autor prestar su casa como asilo á los
baja, el engranaje obedece, la vasta vencidos de Paris, fuesen del bando que
m á q u i n a humana se mueve pacíficamen- uesen, como puede verse por los siguien-
te, sin pararse, sin dar sacudidas, sin so- tes versos:
bresalto y sin fractura. Cuando la revo-
Quoi! bannir celui-ci! jeter l ' autre aux bastilles!
lución francesa termine, comenzará la Jamáis! Quoi! declarer que les prisons, les grilles,
evolución europea. les barreaux,-les geóliers et 1' exil ténebreux,
ayant été mouvais pour nous, sont bons pour eux!
Es cierto que hemos perdido las fron- Non, je n' oterai>moi, la patrie á personne.
teras; la guerra puede devolvérnoslas, Un reste d' ouragan dans mes cheveux frissonne;
pero la paz nos las devolverá mejor: así ou compendra qu' ancien banni, je ne veux pas
íaire en dehors du juste et de 1' honnete un pas;
debe comprenderse y practicarse la paz. j ' ai paye du vingt ans d' exil ce droit austere
Por la paz Francia volverá á ser lo que d' opposer aux fureurs un refus solitaire
et de fermer mon ame aux avengles courroux,
fue, y por medio de l a evolución euro si je vois les cachots sinistres, les verrous,
pea, de la que Paris será el motor, cam les cbaines menacer mon ennemi je F aime,
biaremos la situación, y Alemania se et je donne un asile á mon proscripteur méme;
ce qui fait qu' i l est bon de avoir ete proscrit
despertará bruscamente cogida y brus je sauverais Judas si j ' etais Jesus-Christ. (1)
camente emancipada por los Estados
Unidos de Europa. E l que escribió la anterior declaración
Paris d a r á de sí lo que debe dar. Pron- esperaba que llegase el caso de practi-
to ó tarde Paris-Commune se impondrá, carla. L a ocasión no t a r d ó en presen-
y todos se q u e d a r á n estupefactos a l ver tarse.
transfigurarse esa palabra horrorosa, y E l 25 de Mayo de 1871 interpelaron en
siendo temible hoy, convertirse m a ñ a n a la C á m a r a de los representantes de Bél-
en pacífica. L a Commune será entonces gica, con motivo de la derrota de la Com-
un elemento tranquilo de seguridad. E l mune y de los acontecimientos de Paris,
procedimiento civilizador y definitivo á M . Anethan, ministro de Negocios
que acabo de indicar sumariamente no extranjeros, el que en nombre del gobier-
admite fractura n i escalamiento. L a ci no belga hizo l a siguiente declaración:
vilizacion, como la naturaleza, no puede " M . ANETHAN: Aseguro á la C á m a r a
obrar m á s que por dos medios: por infil que el gobierno c u m p l i r á su deber con
tracion ó irradiando; uno de estos medios firmeza y con gran vigilancia; se apro-
forma la savia y el otro la luz; uno hace vechará de los poderes de que está inves-
crecer y el otro ver, y los hombres, lo tido para impedir que invadan el terri-
mismo que las cosas, tienen estas dos ne torio de l a Bélgica gentes que apenas
cesidades: la de crecer y la de la luz. merecen que se les llamen hombres, y
Os estrecho las manos, mis bravos ami
gos. Cualesquiera que sean los negó cárceles? (1) ¿Por qué desterrar á estos y encerrar á los otros en las
¿Por qué declarar que la prisión, las cadenas, los car-
cios que me retengan en Bruselas, no celeros y el destierro, que hemos condenado para_ nosotros, sean
necesito deciros que si j u z g á i s que es ú t i ' convenientes para ellos? No quiero privar á nadie de la pátria.
para algo m i presencia en Paris, no tenéis Aun extremece el soplo del huracán al antiguo proscripto y le
impele á no traspasar el círculo de lo honrado y de lo justo; pagd
m á s que participármelo y acudiré. el antiguo proscripto con veinte años de destierro el derecho
austero de oponer á los furores su refugio solitario y á cerrar
VÍCTOR HUGO.,, su alma á las cóleras ciegas. Guando veo que las^ cadenas y los
calabozos amenazan á mi enemigo, le amo; y daria asilo hasta á
mi propio proscriptor, y acordándome siempre de que estuve
desterrado, salvaría á Judas si fuese yo Jesucristo,
68
TOMO I V .
538 OBRAS D E VICTOR HUGO.

que debían estar desterrados de todas las es u n crimen fusilar á Billioray y á R i -


naciones civilizadas. (Grandes aprobacio- gault.
nes en todos los bancos.) Esos no son refu- Los miembros de l a Commune Johan-
giados políticos y no debemos conside- nard y sus soldados, que hacen fusilar á
rarlos como á tales. un jóven de quince años, son crimina-
VARIAS VOCES: NO, no. les; los miembros de la Asamblea que
M . ANETHAN: Son hombres que los crí- mandan fusilar á Valles, á Bosquet, á
menes han ensangrentado y que merecen Parizel, á Amouroux, á Lefrancais, á
castigo.,, {Nuevas muestras de aprobación.) Brunet y á Dombrowski, son criminales.
E l 17 de Mayo publicó Víctor Hugo la No nos indignemos solo por una parte.
siguiente carta: E l crimen lo han cometido lo mismo los
agentes de la Asamblea que los agentes
^AL DIRECTOR DE LA "INDEPENDENCIA de la Commune; porque para todos los
hombres civilizados es abominable la
BELGA,,. pena de muerte y es infame la ejecu-
ción sin juzgar antes al reo; aquella está
Bruselas 20 Mayo 1871.
ya fuera del derecho y ésta nunca ha es-
Señor Director: Protesto contra la de- tado dentro.
claración del gobierno belga relativa á Juzgad primero, luego condenad y
los vencidos de Paris. después ejecutad. Si así lo hacéis podré
D í g a s e de ellos lo que se quiera, esos vituperaros, pero no acusaros, porque es-
vencidos son hombres políticos. jareis dentro de la ley. Si m a t á i s sin juz-
Y o no estaba con ellos: acepto el prin- gar, cometéis u n asesinato.
cipio de la Commune, pero no acepto á
O c u p á n d o m e ahora del gobierno bel-
sus hombres.
ga, debo decir que hace m a l en negarles
He protestado p ú b l i c a m e n t e contra
el derecho de asilo: si la ley se lo permi-
sus actos; contra la ley de rehenes, de
te, el derecho se lo prohibe.
represalias, de arrestos arbitrarios, de
violación de las libertades, de supresión E l que escribe esta carta profesa esta
de periódicos, de expoliaciones, de confis- oaáxima: Frojure contra legen.
caciones, de destrucción de la Columna, E l asilo es el derecho antiguo y sagra-
de ataques al derecho y de ataques al do de los desgraciados. E n la Edad Me-
pueblo. dia, la Iglesia se lo concedía hasta á los
parricidas.
Sus violencias me han indignado, como
me i n d i g n a r í a n las violencias del partido Por m i parte, declaro en voz alta que
contrario. ofrezco el asilo que el gobierno belga
L a destrucción de la Columna es u n niega á los vencidos. Les ofrezco asilo
acto de lesa nación, y la destrucción del en Bélgica, en Bruselas; quiero honrar
Louvre hubiera sido u n crimen de lesa así á esta n a c i ó n . Les ofrezco m i casa
civilización. en l a plaza de las Barricadas, n ú m . 4.
Pero esos actos salvajes eran incons A b r i r é mis puertas, si llama á ellas, á
cientos, no eran actos malvados, porque cualquier vencido de P a r í s , á cualquier
la demencia es una enfermedad, pero no miembro de la Commune, cuya elección
un delito. L a ignorancia no es crimen en yo no aprobé, aunque sea m í enemigo
los ignorantes. mortal, y e n t r a r á en m i casa y será i n -
L a destrucción de l a Columna ha dado violable.
á l a Francia una hora triste; la destruc No creo ser extranjero en Bélgica. Soy
cion del Louvre hubiera causado á to hermano de todos los hombres y huésped
dos los pueblos duelo eterno; pero l a Co de todos los pueblos. Pero aunque asi
l u m n a volverá á erigirse y el Louvre se no fuese, si entrara en m i casa u n f u g i -
ha salvado. tivo de la Commune, e n t r a r á u n vencido
Hoy dia han vuelto á tomar á Paris y en casa de u n proscripto; el vencido de
la Asamblea venció á la Commune. L a hoy en casa del proscripto de ayer, y
historia ya diría q u i é n tuvo la culpa una debilidad p r o t e g e r á á la otra.
del 18 de Marzo, si la Commune ó la Si este hombre se encuentra fuera de
Asamblea. la ley, que entre en m i casa, y desafio á
E l incendio de Paris es u n hecho mons que me lo arranquen de ella. I n ú t i l es
truoso; ¿pero no debe culparse á dos i n - que diga que me refiero á los hombres
cendiarios? Esperemos para juzgar. políticos.
No comprendo á Billioray, y R i g a u l t Si vienen á prender en m i casa á un
me asombra hasta la indignación; pero fugitivo de la Commune, me p r e n d e r á n
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 539
á mí; si le cogen, le seguiré y p a r t i r é con A consecuencia de la carta anterior de
él el banquillo. Entonces se verá defen- Víctor Hugo, que acabamos de insertar,
diendo al derecho, al lado del hombre de se reunió el Senado belga en sesión el 31
la Commune, vencido por la Asamblea de Mayo, en la que se aprobó la idea de
de Versalles, al hombre de la República expulsarle del territorio, y de este acuer-
que Bonaparte proscribió. do nació el decreto que acaban de leer
C u m p l i r é m i deber. Antes que todo son nuestros lectores. L a Independencia Belga,
los principios. comentando dicha sesión, y respondiendo
Puede afirmarse que l a Inglaterra no á la carta que le dirigió Víctor Hugo,
e n t r e g a r á á los individuos de la Com- 3ublicó el 31 de Mayo los párrafos si-
mune que se refugien allí. ¿Por q u é la guientes:
Bélgica ha de ser inferior á la Ingla-
terra? " A l principio de la sesión el ministro
L a gloria de B é l g i c a está en ser sitio de Negocios extranjeros, respondiendo á
de asilo, y no quiero privarla de esta 'a interpelación del m a r q u é s de Rodes,
gloria. Defendiendo á la Francia defien- dió á conocer á l a Asamblea que el go-
do á la B é l g i c a . aierno estaba resuelto á aplicar á Víctor
T e n d r é al gobierno contra m í , pero Hugo la famosa ley de 1835.
t e n d r é de m i parte al pueblo belga, y L a carta que nos dirigió el ilustre poe-
si no lo tengo, siempre t e n d r é de m i par :a y los hechos que provocó esta carta
te á m i conciencia. son las causas que impulsan al gobierno
Recibid, señor Director, la seguridad á obrar de este modo.
de mis distinguidos sentimientos. E l m a r q u é s de Rodes cree que dicha
carta es un desafío y casi u n ultraje á la
VÍCTOR H u a o . „
moral pública; el príncipe de L i g n e cree
que es una bravata, y el ministro de Ne-
Después de publicada la carta anterior gocios extranjeros la toma como una
se verificó el ataque nocturno de la casa provocación a l desprecio de las leyes.
n ú m . 4 de la calle de las Barricadas, que Parece que amenaza turbar l a tranqui-
ya conocen nuestros lectores, por haber- lidad pública la presencia de Víctor
nos ocupado de éL (1) A l saber seme- Hugo en el territorio belga, y el gobier-
jante hecho, que constituye un crimen, no le invitó á que saliera de este pais;
calificado de ataque á mano armada, de pero habiéndose negado el ilustre poeta
noche y en una casa habitada, ¿qué hizo á abandonarlo, se le e x p u l s a r á por medio
el gobierno belga? T o m ó l a siguiente re de un decreto, que está ya redactado y en
solución: vias de ejecución.
"Vistas las leyes del 7 de J u l i o de Deploramos profundamente la resolu-
1835 y del 30 de Mayo de 1868, de acuer- ción que acaba de tomar el ministerio.
do con m i Consejo de ministros y á pro- L a hospitalidad que se dió á Víctor
puesta del ministro de Grracia y j u s t i c i a Hugo honraba tanto al pais que se la con-
hemos resuelto y decretamos: cedió como al poeta que la recibía. No po-
demos convencernos de que por expresar
Articulo único. una opinión contraria á l a nuestra, con-
Se manda á M . V í c t o r H u g o , literato traria á la del gobierno y contraria á la
de edad de sesenta y nueve años, nacido de esta población, Víctor Hugo abuse de
en Besancon y residente en Bruselas, que la hospitalidad, y hasta en el caso de es-
salga inmediatamente de este reino, pro tar vigente l a ley de 1833, no podemos
hibiéndole entrar en él en lo sucesivo aprobar el modo de aplicarla del minis-
so pena de incurrir en las penas que i n terio. H é a q u í lo que tenemos que decir
dica el artículo 6.° de l a ley del 7 de al gobierno.,,
Julio de 1835.
E l ministro de Justicia queda encar
gado de la ejecución del presente de E l decreto de expulsión de Víctor
creto. Hugo del territorio belga fué aprobado
Dado en Bruselas el 30 de Mayo de en sesión del 31 de Mayo por una mayo-
1871.—LEOPOLDO I I , rey de los hélgas. ría de 81 votos; 5 solo se opusieron: los
E l ministro de Justicia, PRÓSPERO Co representantes Couvreur, Defuisseaux,
RUESSE.,, Demeur, G-uillery y Jottrand.
(0 Véase la introducción titulada P a r i s y ttoma^ que en-
cabeza este libro titulado D e s p u é s del destierro.
540 OBRAS D E VICTOR HUGO.

A L DIRECTOR, DE "LA INDEPENDENCIA A LOS SRES. COUVREUR, DEFUISSEAUX,


BELGA,,. DEMEÜR, Q-UILLERY Y JOTTRAND, REPRE-
SENTANTES DEL PUEBLO BELGA.
Bruselas 1.° Junio 1871. 1
Señor Director: Acabo de leer la sesión Luxemburgo 2 Junio 1871.
de la C á m a r a y doy las gracias á los elo-
cuentes representantes, no por defender- Muy señores mios:
me elocuentemente, sino por haber de- Debo daros las gracias p ú b l i c a m e n t e ,
fendido la verdad. Quisiera guardar no por m í , que nada significo, sino en
silencio acerca del acto ministerial que nombre del derecho, que habéis querido,
me concierne, porque u n expulsado debe mantener, y en nombre de la verdad, que
ser indulgente; pero sin embargo, no habéis querido iluminar, obrando como
puedo dejar de contestar á dos palabras hombres justos.
que dijeron, una el ministro y otra el E l ofrecimiento de asilo con que me
burgomaestre. E l ministro, M . Anethan, brindó con nobles y magníficas palabras
debia, después de dar cuenta de la sesión, el elocuente promovedor de la interpe-
haber dado lectura en el proceso verbal lación, M . Defuisseaux, me ha conmovi-
de una entrevista que yo firmé; pero no do profundamente. No lo he aceptado,
la dió. E l burgomaestre, M . Auspach, ha porque si la l l u v i a de piedras se obstina-
dicho que la relación de los hechos que se en seguirme, pudiera atraerlas hasta
publicó m i hijo Francisco Víctor era una su casa.
novela, cuando la relación es sencilla, Es mejor que salga de Bélgica.
pura y simplemente verdadera, y á mon- E l hecho en sí mismo no puede ser m á s
sieur Auspach le consta. H ó a q u í en q u é sencillo. Después de haber condenado
términos a n u n c i é el hecho nocturno á los crímenes de la Commune creí que
los diferentes funcionarios de policía que debia condenar los crímenes de la reac-
se presentaron en m i casa. Dicha noche ción, y la igualdad de m i justicia les
m i casa, en la que habitan cuatro muje- d e s a g r a d ó .
res y dos niños, fué atacada por una Nada es tan oscuro como las cuestio-
banda, que lanzó gritos de muerte y nes políticas cuando se complican con
rompió cristales apedreándolos, come- las cuestiones sociales. Esta oscuridad,
tiendo el delito de escalar las paredes y que atrae el proceso y algunas veces
fracturar l a puerta. E l asalto empezó á embaraza á la historia, alcanza á los
las doce y media de la noche y t e r m i n ó vencidos de todos los partidos y les su-
á las dos y cuarto de la madrugada. He jeta á examen. Toda causa vencida es
chos semejantes se cometían hace sesenta un proceso que se v á á incoar. Creia que
años en la Selva Negra y hoy se cometen debemos examinar antes de juzgar, an-
en Bruselas. tes de condenar, y sobre todo antes de
Ese hecho es un crimen calificado. A ejecutar. No he creído nunca que este
las seis de la m a ñ a n a el procurador del principio fuese cuestionable; parece que
rey debia haberse personado en m i casa, es m á s acertado matar en seguida.
haber hecho constar judicialmente el ac E n l a situación en que se encuentra
to violento, el proceso j u d i c i a l debia ha- Francia, me parecía que el gobierno
ber empezado, debia haberse tomado belga debia abrir las fronteras, reservar-
declaración como á testigos á las cuatro se el derecho de e x á m e n , que es inherente
mujeres de casa y á m í . Nada de esto al derecho de asilo, y no entregar los fu-
ha hecho, n i vino juez instructor n i se gitivos á la reacción francesa, que indis-
nos hizo n i n g ú n interrogatorio. M a ñ a n a tintamente los fusilará. Este precepto
h a b r á n desaparecido las huellas del he quise a c o m p a ñ a r l o con el ejemplo, decla-
cho, los testigos se h a b r á n dispersado, y rando que m a n t e n í a el derecho de asilo
es evidente que existe l a intención de en m i casa, y que si se presentase en ella,
dejar el acto impune. L a policía se hizo pidiéndomelo, m i enemigo, le abriría la
la sorda y la justicia la ciega. A l princi puerta. Obrar de este modo me costó,
pal testigo que debia declarar se le ex primero el ataque nocturno del 27 de
pulsa. Mayo y después la expulsión por medio
Dicho esto, salgo de Bruselas. de un decreto. Los dos hechos tienen
conexión, uno completa al otro; el se-
VÍCTOR HUGO. gundo protege al primero. E l porvenir
los j u z g a r á .
Me resigno sin gran sentimiento á sa-
D E S P U E S D E L DESTIERRO. 541
l i r de Bélgica. Quizás sea conveniente Recibid, señor Director, la seguridad
que m i vida participe siempre algo del de mis distinguidos sentimientos.
destierro. VÍCTOR HUGO.;;
A pesar de todo, persisto en no con-
fundir al pueblo belga con su gobierno,
y h o n r á n d o m e la larga hospitalidad que
he recibido en Bélgica, perdono al go- III.
bierno y se la agradezco al pueblo. Yiauden.
VÍCTOR HUGO.

A l enterarse de falsificaciones católi Cuando Víctor Hugo, expulsado de


cas y doctrinarias, Víctor Hugo dirigió Bélgica, llegó á Luxemburgo, la Socie-
otra carta al periódico que hemos nom- dad orfeónica de trabajadores de V i a n -
brado varias veces: den, que se t i t u l a l a L i r a obrera, le dió
una serenata. Víctor Hugo se la agra-
"Luxemburgo 6 Junio 1871. deció en los siguientes términos:
Sr. Director de L a Independencia Belga
Permitidme que restablezca los hechos. "Amigos mios de Vianden:
E l 25 de Mayo, en nombre del gobier- Desviáis algo el pensamiento que yo
no belga, M . Anethan dijo: tenia. E l a ñ o actual empezó para m í por
una ovación y terminó de u n modo en-
"Aseguro á la C á m a r a que el gobierno teramente contrario. Esto no me des-
c u m p l i r á su deber con firmeza y con agrada; la silba es el correctivo del
gran vigilancia; se aprovechará de los aplauso; la Bélgica me acaba de prestar
poderes de que está investido para i m - este pequeño servicio, y desde el punto de
pedir que invadan el territorio de la vista filosófico en que los hombres de m i
Bélgica gentes que apenas merecen que edad deben colocarse, encontraba conve-
se les llamen hombres y que deben estar niente que la aclamación de P a r í s t u -
desterrados de todas las naciones c i v i l i viese por contrapeso la dilapidación de
zadas. Bruselas. Habéis turbado este equilibrio,
No son refugiados políticos, no deben renovando á m i alrededor, no lo que
considerarles como á tales.,. hizo Bruselas, sino lo que hizo París; el
Esto es cerrarles las fronteras; esto es año vá, pues, á terminar para m í como
rehuir el derecho de e x á m e n . empezó; por la efusión de la bienvenida
Contra esto yo he protestado, decla- aopular. Tengo que agradecéroslo.
rando que era preciso esperar antes de Veo al frente de vosotros una inteli-
juzgar, y que si el gobierno suprimía el gencia noble, á M . Pauly Strasser, vues-
derecho de asilo en Bélgica, yo le man- tro burgomaestre, que es al mismo tiem-
t e n í a en m i casa. po hombre político y artista. Es diputado
Escribí la protesta el dia 26, la publi- y burgomaestre; puede decirse que es la
q u é el 27, y el mismo 27, por la noche, encarnación de Vianden. Le felicito á él
atacaron m i casa; el dia 30 me expul- y á vosotros, y agradezco en el alma
saron. vuestro cordial recibimiento.
E l dia 31 M . Anethan dijo: Sois trabajadores de los campos y veo
entre vosotros hombres de estudio, mu-
"Examinaremos cada caso especial, y chos maestros de escuela, y pláceme ver-
cuando los hechos no quepan dentro de los entre vosotros. Esta reunión es una
la ley, la ley no se a p l i c a r á . E l gobierno muestra del verdadero grupo humano,
solo desea proceder legalmente.,, que lo componen el obrero material y el
Pronunciar estas palabras es abrir las obrero moral, y que resume toda la civi-
fronteras, es admitir el e x á m e n , es hacer lización en el abrazo que se dan el tra-
lo que yo pedia. bajo y el pensamiento.
No he cambiado yo de modo de ver, Me gusta mucho este pais, y a q u í
sino el ministerio belga. E l 25 cierra las vengo por la quinta vez. Las otras me
fronteras, el 27 protesto yo, el 31 las atrajo m i propia i m a g i n a c i ó n y la i n c l i -
abre. Me expulsó el gobierno, pero des- nación que tengo á los sitios que son
pués me obedeció. poéticamente salvajes. H o y me arrastra
He perdido el asilo en Bélgica, al que a q u í el h u r a c á n , y se lo agradezco, por-
hoy tienen derecho los vencidos políti- que me trae entre vosotros.
cos, pero éstos lo han recobrado, y yo me Nos parecemos, agricultores y traba-
quedo satisfecho. jadores que os llamáis la L i r a obrera,
542 OBRAS D E VICTOR HUGO.

porque en el fondo obramos lo mismo. voces le contestaban. Las voces que for-
T a m b i é n yo abro surcos, como vosotros maban un conjunto eran profundas; l a
cantáis himnos. Cantáis como yo y tra- voz que cantaba sola era aguda. Resul-
bajo como vosotros. Abro m i surco en la taba de esto una a r m o n í a patética; me
dura gleba humana, y m i carreta es m i parecía que h a b í a allí un espíritu ense-
espíritu. ñ a n d o á una m u l t i t u d . L a melopea era
Acabo de oiros cantar deliciosas melo- majestuosa, la letra era alemana, y aun-
días y de ver que las preciosas mujeres que no la comprendía, c o m p r e n d í a el
que están presentes las oyen con lágri- canto. Me parecía que lo t r a d u c í a m i
mas en los ojos. No os asombre que al alma, en la que oia el fantástico diálogo
daros las gracias tiemble m i voz. Hace de un a r c á n g e l con la m u l t i t u d , y el res-
ya tiempo que estoy m á s acostumbrado petuoso m u r m u l l o de los pueblos res-
á oir los gritos de la cólera que los can- pondiendo á las divinas explicaciones
tos del corazón, y lo que la cólera no de u n genio. Oia como extremecimiento
puede conseguir lo consigue l a simpa- de alas en la vibración augusta de la
tía; me conmueve. voz solitaria. Era algo m á s que un verbo
Me gusta mucho el pais de Vianden. humano; era como una voz de los bos-
Su reducida ciudad es u n verdadero sím- ques, de la naturaleza y de la noche,
bolo del progreso, es u n compendio de dando á los hombres cansados de fatiga,
la historia. L a naturaleza comenzó á do- oprimidos por los rencores y las vengan-
tarla bien; la dió al caserío naciente un zas, saturados de guerra y de ódio, los
clima sano, un rio vivificante, tierras grandes consejos de la serenidad eterna.
á propósito para las viñas y m o n t a ñ a s á Y sobre nuestras frentes inclinadas,
propósito para los bosques. Después, lo entre nuestros duelos, entre nuestras l l a -
que le dió la naturaleza se lo tomó el gas y entre nuestras enemistades, esa
feudalismo. voz venia del cielo y era el inmenso re-
E l feudalismo se apoderó de las mon- proche del amor.
t a ñ a s y puso en ellas una torre; se apo- Amigos mios, la música es una especie
deró de los bosques y metió en ellos ban- de ilusión que propone al pensamiento
didos; se apoderó del rio ó impidió su no sé q u é problema misterioso. Habéis
paso con una cadena; se apoderó de la venido á recibirme cantando, y yo me es-
tierra y se comió el trigo; se apoderó de plico lo que habéis cantado. Me presen-
las viñas y se bebió el vino. Pero llegó tais el enigma de la Armonía, y os lo tra-
la revolución francesa, y ya sabéis que duzco por la palabra Fraternidad.
de Francia viene la claridad, que de Amigos mios, llenemos las copas y
Francia viene la libertad. L a revolución brindemos. Por encima dé los empera-
francesa emancipó á Vianden. Cómo? dores y de los reyes, brindo por la armo-
Matando la torre. Mientras el castillo n í a de los pueblos y por la fraternidad
vivió, la ciudad estaba muerta; en cuan de los hombres.;,
to m u r i ó , nació el pueblo. E n la actuali
dad, este paisaje espléndido, que un dia
v e n d r á á visitar toda la Europa, el pai IV.
saje de Vianden, se compone de dos cosas
consoladoras y magníficas, una sinies Elecciones del 2 de Julio.
tra, que es la ruina, y otra riente, que es
el pueblo.
Con mucha atención os oia mientras Víctor Hugo estaba ausente de P a r í s
c a n t á b a i s y me emocionó uno de vues cuando se celebraron las elecciones de
tros cantos, que creo aun oir. Permitid Julio, bajo l a presión del estado de sitio,
me que os le refiera. sin prensa libre y sin reuniones públicas;
L a orquesta callaba; solo se oia la voz a d e m á s , según su creencia, las viciaban
humana; uno de vosotros, que percibo dos medidas; la encarcelación en masa y
distintamente y que saludo con la mano, la radiación arbitraria que privaba del
estaba derecho, aparte y hasta cierto voto á cerca de 140.000 electores. A pe-
punto fuera del grupo, pero entre l a os- sar de esto, hó a q u í el resultado que
curidad y entre los árboles; casi sin verle obtuvo:
le oia.
Q u é es lo que oia? No lo sé... algo so Taris.— Votación del 2 de Julio.
lemne y grandioso.
Esta voz grave hablaba en l a oscuri Candidatura de Víctor Hugo: 57.854 votos.
dad; luego se i n t e r r u m p í a y las otras
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 543
a c o m p a ñ é á Paris á m i hijo Cárlos,
V. muerto s ú b i t a m e n t e el dia 13, y d i gra-
cias al pueblo, que, á pesar de estar en
De la colección de hechos y de todo lo plena revolución, quiso a c o m p a ñ a r al
que acabamos de referir, resulta lo si- cadáver; el 21 de Marzo p a r t í para Bru-
guiente: selas, en cuya ciudad la tutela que se
"Después de una ausencia de diez y me confirió de los dos huérfanos y la
nueve años, menos tres meses, volví á ley que reglamenta las liquidaciones de
entrar en Paris el 6 de Setiembre de 1870; la comunidad exigía m i presencia; en
durante los cinco meses que duró el sitio Bruselas c o m b a t í á la Commune á pro-
hice todos los esfuerzos imaginables para pósito del abominable decreto sobre re-
ayudar á la defensa de la ciudad y para henes, y dije: No toméis represalias] recor-
sostener l a unión ante el enemigo; per- dé á la Commune los principios, defendí
manecí en Paris hasta el 13 de Febrero; la liberdad, el derecho, la razón, la i n -
ese dia fui á Burdeos; el 15 t o m ó asiento violabilidad de la vida humana; defendí
en la Asamblea nacional; el 1.° de Mar- á la Columna contra la Commune y al
zo hablé contra el tratado de paz, que Arco de triunfo contra la Asamblea;
nos cuesta perder dos provincias y cinco pedí la paz y la conciliación; me indig-
m i l millones; el 2 voté contra ese trata- né contra la guerra civil; el 20 de Mayo,
do en la reunión de la izquierda radical; cuando venció la Asamblea y el gobierno
el 3 de Marzo propuse u n proyecto de belga puso fuera d é l a ley á los venci-
resolución, que la reunión adoptó por dos, á los hombres que yo combatí, re-
unanimidad, y que si hubiera podido ser c l a m é para ellos el derecho de asilo, y
presentado á tiempo y le hubiese admi- uniendo el ejemplo al precepto, les ofre-
tido la Asamblea, hubiera establecido la cí asilo en m i propia casa; el 27 de Mayo
permanencia de los representantes de la fui atacado, en m i propia casa y de no-
Lorena y de la Alsacia en sus asientos, che, por una banda, entre la que iba el
hasta el dia en que esas dos provincias hijo de un miembro del gobierno belga;
volvieran á ser francesas de hecho, como el 29 de Mayo me expulsó dicho gobier-
lo son de derecho; en la sección 11.a no de su territorio: en resumen, c u m p l í
el 6 de Marzo aconsejé á la Asamblea siempre m i deber, y el que le cumple se
que fuese á establecerse á Paris, indi- vé habitualmente abandonado; por eso,
cándola que era peligroso no obrar así; habiendo obtenido en Febrero, en las
el 8 de Marzo me l e v a n t é en la sesión elecciones de Paris, 214.000 votos, me sor-
para defender á Q-aribaldi, desconocido é prendió haber sacado en Julio 57.000.
insultado, y haciéndome la Asamblea el Me satisfacieron los 214.000 votos, pero
honor de tratarme como á él, como él me enorgullecen los 57.000.
presenté l a dimisión; el 18 de Marzo Vianden, J u l i o 1871.;;
'Wlii

SEGUNDA PARTE.
Jlf^DjE hk EXPUJL^ION D E ^ É ^ Q I C A H A ^ T A l k ENTRADA EN E t ^ENADO,

Víctor Hugo fué expulsado de Bélgi- luchadores heróicos, que volvéis á em-
ca, y este acto violento solo tiene impor-prender el esfuerzo rudo y cuotidiano de
tancia para los que le cometieron. Los la propaganda de la verdad, y esperáis,
gobiernos consiguen sacar al hombre de con motivo, el apretón de manos que el
su pais, pero no sacarle de su derecho. veterano escritor, que está separado de
Lo que acababa de hacer Víctor Hugo las polémicas y de las luchas de la pren-
en Bélgica, quiso continuarlo en F r a n -sa, debe dar al combatiente de todos los
cia, y volvió á Paris, en el que el estadodias, que se llama periodista. Subo una
de sitio, los Consejos de guerra, las de- vez m á s á vuestra tribuna para tomar l a
portaciones y las sentencias de muerte palabra, para descender pronto de ella y
hablan creado una situación dolorosa y confundirme con la muchedumbre. Ha-
blaré uua vez y después me dedicaré á
t r á g i c a . Los gobiernos hoy solo saben
pacificar por medio de la violencia, y escuchar.
quiso combatir esa falsa pacificación y J a m á s han tenido los escritores debe-
reclamar la pacificación verdadera. Ade- res que cumplir tan grandiosos y tan di-
m á s veia que la Francia se eclipsaba, y fíciles como en estos momentos, en los
salió á la defensa de la Francia. E l buenque se trata de levantar á l a Francia.
ciudadano siente la presión de su con- ¿ L e v a n t a r á la Francia para ella mis-
ciencia. E l deber es imperioso y urgente.ma? No, para el mundo. No se enciende
la antorcha para la antorcha; se encien-
A d e m á s de los deberes políticos, Víctor
Hugo tenia que cumplir los deberes lite- de para los que están á oscuras; para los
rarios. que están en las cuevas y tocan á tien-
tas las paredes funestas del obstáculo;
para los que les falta guia, calor y valor
para adquirir la certeza del camino que
I. deben seguir; para los que tienen som-
A los redactores de <4Iie Rappel". brío el horizonte, el trabajo, el itinerario
y la conciencia; para los que necesitan
ver claro en su caida y en su ascensión.
Debe encenderse la antorcha hasta para
Mis queridos amigos: el que la a p a g ó , y que a l apagarla se
Le Bappel vá á reaparecer, y antes de quedó ciego; para la Alemania es pre-
que vuelva á m i soledad y á m i silencio ciso levantar á la Francia. Porque l a
me pedís que os dirija la palabra. Sois Alemania es esclava y de Francia re-
TOMO I V . 69
OBRAS D E V I C TOR HUGO.

cibirá la libertad. L a ilustración eman- del periódico t a l como la comprendo en


cipa. esta situación.
¿Pero cómo encender la antorcha, E l siglo diez y nueve, aumentador ló-
cómo levantar á la Francia? gico de la revolución francesa, ha em-
Eso es difícil, pero sencillo. peñado con el pasado dos batallas, una
Es preciso hacer saltar la chispa. ¿De política y otra literaria. L a primera, l a
dónde? Del alma del pueblo. batalla política, entregada á los reflujos
E l alma del pueblo no muere nunca; m á s contrarios, está aun confusa y oscu-
se oculta como los astros, pero de repente ra; la segunda, la batalla literaria, está
lanza su claridad y reaparece. ya ganada. Por eso debemos continuar
Francia poseia dos grandezas; la gran- el combate en la política y abstenernos
deza material y la moral. Solo se ha en la literatura. E l que venció y con-
atentado contra su poder material, pero quistó, debe pacificar. L a paz es la deu-
su poder intelectual lo conserva ínte- da de la victoria.
gro. Se puede cercenar u n territorio, Celebremos, pues, en beneficio del pro-
pero no los rayos de la luz. L a civiliza- greso y de las ideas la paz literaria. L a
ción apenas conoce á Berlín, y vuelve la paz literaria será el principio de la paz
cara hacia P a r í s . Después de todos los moral. E n m i opinión, precisa dar áni-
desastres, le quedan á Francia aun todos mo á todos los talentos, ayudar á todas
los pueblos; ha perdido dos provincias, las buenas voluntades, secundar todas
pero conserva el mundo. las tentativas, saludar á los jóvenes de
Se verifica en ella el fenómeno de Ate- ingenio, coronar las antiguas glorias.
nas y el fenómeno de Homa, que nace de Obrando así se realzará la Francia, y
un elemento profundo: del arte. Ser la realzarla es levantarla. Este es el gran
nación del ideal, es ser la nación del de- deber.
recho; ser el pueblo de lo bello, es ser el Lo que acabo de decir no se refiere á
pueblo d é l o verdadero. u n solo periódico, n i á un solo grupo de
Ser coloso no es nada, no siendo espíri escritores, sino que se refiere á la litera-
t u . L a T u r q u í a fué coloso, la Rusia lo tura entera. H a llegado ya el momento
es, el imperio a l e m á n lo será; pero son de renunciar á los disentimientos y á los
enormidades compuestas de tinieblas, ódios. Hay que tener alianza, frater-
gigantes reptiles. E l gigante con alas es nidad y concordia. L a Francia militar
a r c á n g e l . L a Francia es suprema porque ha doblado las rodillas, pero la Francia
es alada y luminosa. Porque es la gran literaria permanece en pié. Respetemos
nación literaria, es la gran nación revo- este magnífico lado de nuestra gloria,
lucionaria. L a Marsellesa es al mismo que la Europa envidia.
tiempo su canción y su espada. E l a ñ o Denigrarse unos á otros es detestable,
1789 necesitaba tener por prefacio la y el extranjero se aprovecha de la deni-
Enciclopedia. Voltaire prepara á Mira- gración. Nuestras disensiones y nuestros
beau. Si suprimís á Diderot, no hubiera insultos recíprocos le dan derecho á te-
existido Danton. Si se hubiera secado el ner insolente ironía. Mientras él nos mu-
germen Rousseau al principio del siglo tila, nosotros nos a r a ñ a m o s . Nos hace
diez y ocho, se hubiera secado también, llorar y nosotros le hacemos reír. Cese-
por contragolpe, al fin de dicho siglo, el mos de e n g a ñ a r n o s á nosotros mismos.
germen de Robespierre. Son estas rela- N i los alemanes n i los ingleses incurren
ciones impenetrables, misteriosas i n - en este error. Observad cómo elogian
fluencias, complicidades del ideal con lo hasta famas insignificantes; aunque fue-
absoluto, que la filosofía hace constar, ran indigentes declararían que eran opu-
pero que no son justiciables ante los con- lentos. Nosotros, que somos ricos, no de-
sejos de guerra. bemos tener apariencia de pobres. E n lo
E l periódico, pues, como el escritor, que somos vencedores, no manifestemos
tiene que desempeñar dos funciones; la modestia de vencidos. No juguemos á
función política y la función literaria. ser nuestros propios enemigos. No trate-
Estas dos funciones en el fondo no son mos de disminuir este gran siglo litera-
m á s que una, porque sin literatura no rio, que la Francia debe a ñ a d i r con or-
hay política. No se realizan revoluciones gullo á los tres anteriores. Confesemos
con m a l estilo. Por ser grandes escrito- que este siglo empezó con esplendor y
res, Juvenal cura á Roma y el Dante fe- c o n t i n ú a brillando. Hagamos constar,
cunda á Florencia. para honra de nuestro pais, todos los
Y a que queréis que os diga cómo opi- éxitos, antiguos y modernos. Ser buenos
no en esta materia, precisemos la misión compañeros, es ser buenos patriotas.
DESPUES D E L DESTIERRO. 547
Hablando de este modo á vuestras no- que aun no es hoy la Asamblea de Pa-
bles inteligencias, me adelanto á vuestro rís. Esa Asamblea, á la que tengo el ho-
pensamiento, y os quiero hacer observar nor de no pertenecer ya, vió el plebiscito
que, al dar este consejo á todos los escri- del 8 de Mayo y creyó que todo era
tores, permanezco fiel á la costumbre de 3osible por medio del sufragio universal,
m i vida entera. Siendo m u y joven, en Dero se equivocó. H a y inclinación actual-
una epístola dirigida á Lamartine, dije: mente á abusar del poder del plebisci-
Poete f eus toujours un chant pour les poetes;. to. Debe procurarse el fin del gobierno
et jamáis le laurier qui pare d' autres tetes directo del pueblo para el pueblo, pero
n' a jeté d' ombre sur mon front (1). se debe desconfiar del plebiscito; antes de
Celebremos la paz en la literatura y servirse de el es importante definirlo; la
hagamos la guerra en l a política: desar- 3olítica es m a t e m á t i c a , y no debe em-
mómonos donde podamos desarmarnos, plear ninguna fuerza que no sea precisa;
para combatir mejor donde el combate la longitud de la palanca debe ser pro-
es necesario. porcionada á la masa del obstáculo. Pues
E n estos momentos atacan á la Repú- el plebiscito no puede levantar el dere-
blica en su propia casa, esto es, en Fran- cho, n i mudarlo de sitio, n i cambiarlo»
cia, tres ó cuatro m o n a r q u í a s ; el pasado E l derecho preexiste. Existia antes y
real, el teocrático y el militar combaten existirá después. Existe antes que el
cuerpo á cuerpo con la revolución. L a pueblo, como la moral existe antes que
revolución vencerá pronto ó tarde; trate- las costumbres. E l derecho crea el sufra-
mos de que sea pronto. Luchemos. A l g o gio universal; el sufragio universal crea
vale adelantar algunas horas. la ley. Ved, pues, l a enorme distancia
que separa l a ley del derecho y la infe-
Por esta parte levantemos t a m b i é n á
rioridad de lo que es humano sobre lo
la Francia. Francia es sinónimo de l i -
que es eterno. Todos los hombres reuni-
bertad. Si vence la revolución, vencerá
dos no conseguirían crear un derecho, y
Francia.
yo, que os hablo, he creado durante m i
L o que pone á l a revolución en riesgo,
vida muchas leyes. L a ley empleando el
el fenómeno artificial, pero grave, que es
sufragio universal para destruir el dere-
preciso sobre todo combatir, el gran
cho, es la hija empleando al padre para
peligro, casi su único peligro, es el si-
matar al abuelo. ¿Hay algo m á s mons-
guiente: la victoria de l a ley sobre el de-
truoso? T a l es, sin embargo, la ilusión de
recho. Merced á ese funesto prodigio, la
los que se imaginan que se puede some-
revolución puede depender de una Asam-
ter la República á votación; dar al sufra-
blea. E n estos momentos se vé casi en
gio universal de hoy la soberanía sobre
todo que la legalidad vicia por infiltra
el sufragio universal de m a ñ a n a , y supri-
cion á la verdad y á l a justicia. L a ley
mir el derecho absoluto del hombre con
oprime al derecho; le oprime en la pena-
el capricho m o m e n t á n e o del individuo*
lidad, introduciendo en ella lo irrevoca-
ble; en el casamiento, introduciendo en Actualmente el antagonismo de l a ley
el t a m b i é n lo irrevocable; en la paterni y del derecho es visible; la sublevación
dad, que deforma y á veces falsea con del inferior contra el superior es fla-
axiomas romanos; en la educación, de la grante.
que retira la igualdad, suprimiendo que Esto embaraza á las conciencias, por-
sea gratuita; en l a instrucción, que es que las inquieta ver que el derecho y l a
facultativa y debia ser obligatoria; en el ley caminan en sentido contrario; el de-
trabajo, cuyo organismo enreda; en l a recho h á c i a el porvenir, l a ley h á c i a el
prensa, de l a que excluye al pobre; en pasado; el derecho colando los proble-
el sufragio universal, del que excluye á mas sociales, l a ley colando los expe-
la mujer. Produce grave desórden exa dientes políticos; ésta descendiendo y
gerando la ley. L o que pone de exceso aquel ascendiendo, con peligro á cada
en la ley, se lo quita al derecho. instante de chocarse. Esto es temible.
Los gobernantes, ya sean Asambleas Las cuestiones permanentes se agra-
soberanas, ya príncipes, se hacen ilusio- van con las cuestiones m o m e n t á n e a s ; las
nes. Recordemos lo que debe sobreenten primeras son apremiantes, las segundas
derse en la Asamblea de Burdeos, que urgentes. L a disolución de la.Asamblea,
luego fué la Asamblea de Versalles y la i n d a g a c i ó n jurídica de los hechos de
Marzo y de los hechos de Mayo y de Ju-
nio y la amnistía, son de gran trabajo y
(1) Poeta, siempre he tenido un canto de elogio para los
demás poetas, y nunca el laurel que corona otra frente ha pro de gran responsabilidad para el escritor.
yectado sombra en la mia^ A l lado de las cuestiones que amenazan
548 OBRAS DE VÍCTOR HUGO.

se presentan las cuestiones que suplican. De repente se levanta el a ñ o 1870, lle-


Los calabozos, los pontones, las manos vando la espada en la mano derecha y
juntas de las mujeres y de los niños, las en la izquierda el hacha. Reaparece la
familias separadas, parte de cada una en muerte, y la espantosa Jano presenta sus
un granero y la otra parte en una casa; dos caras de espectro, la de la guerra y
mata. Amigos mios, pidamos todos á una 'a del suplicio. Se oye este espantoso gri-
voz la amnistía, que tenemos encima el ÍO: Represalias! L a pena imbécil del Ta-
invierno. Supliquómosla, exijámosla por lón aparece, provocada por la guerra
interés de todos. L a curación local es cu- extranjera y por la guerra civil. Ojo por
ración general; cerrando la llaga en el ojo, diente por diente, provincia por pro-
pié se quita la fiebre del cerebro. vincia. E l asesinato, bajo las dos formas
Consigamos la a m n i s t í a ante todo y de batalla y de matanza, se lanza p r i -
pronto. Liguemos la arteria, que es lo mero sobre la Francia y después sobre
que m á s apremia. Hagamos que conozca el pueblo; hay europeos que conciben el
el poder que en este asunto la prontitud proyecto de suprimir la Francia y fran-
es habilidad. Bastante se ha titubeado ceses que maquinan el crimen de supri-
ya; las clemencias t a r d í a s agrian. No re- mir á P a r í s . H ó a q u í la situación en que
sistáis á la presión soberana de la opi- nos encontramos.
nión; dad la a m n i s t í a voluntariamente ó E n vez de la afirmación que deseaba
á la fuerza. el siglo, tropezamos con la n e g a c i ó n . E l
L a a m n i s t í a favorece á los que la dan patíbulo, que era ya una larva, adquiere
y á los que la reciben, y tiene de admira- vida real; la guerra, que era un fantas-
ble que favorece á entrambas partes. ma, es necesaria. Su desaparición en el
Amigos mios, los pontones devoran pasado se complica con la reaparición
las existencias: sabiendo que perecen en en el porvenir, y en estos momentos las
ellos tantos hombres, no puedo resignar madres amamantan á sus hijos para la
me á que perezca n i uno m á s . tumba; hay una deuda pendiente entre
Presenciamos en estos momentos el Francia y Alemania y l l e g a r á l a revan-
triunfo terrible de la muerte, cuando cha. Mientras la revancha se levanta por
creíamos que estaba vencida, vencida en fuera, l a venganza se levanta dentro, ó
la ley y en la diplomacia. E n el 93, un por otro nombre, la vindicta pública. Se
a ñ o de guillotina replicó formidable- ha verificado el progreso de arrimar los
mente á doce siglos de horca, de rueda pacientes á la pared en vez de acostarlos
y de descuartizamiento de la monar en una plancha y de reemplazar la gui-
quía, y después de la revolución pudi llotina con la ametralladora. Todo el
mos creer que iba á suprimirse el cadal terreno que creíamos haber ganado lo
so; después se e n t a b l ó una batalla de hemos perdido, y el mónstruo vencido
quince años, y terminado el imperio de queda victorioso, y el sable reina bajo
Napoleón, pudimos creer que la guerra la forma del hacha del verdugo y bajo la
se habia extinguido. L a pena capital forma de la espada del soldado.
abolida en todas las conciencias, empe Afirmemos la vida, afirmemos el pro-
zaba á desaparecer de todos los Códigos; greso, la justicia, la libertad, el ideal, l a
veintisiete gobiernos en el antiguo y bondad, el perdón y la verdad eterna. E n
nuevo continente la hablan abolido; la estos momentos la conciencia humana
paz se hacia en la ley y la concordia na anda á tientas, y esto es lo que produce
cia entre las naciones. Los jueces no se el eclipse de la Francia. Porque quise
a t r e v í a n ya á condenar á los hombres á ser clemente me apedrearon en Bruselas.
morir en el patíbulo, y los reyes no se Levantemos é ilustremos á la Francia.
a t r e v í a n ya á condenar á los pueblos á Todos los franceses tendemos á ser m á s
morir en la guerra. Los poetas y los filóse hombres que ciudadanos, m á s cosmopo-
fos h a b í a n conseguido ese resultado mag litas que nacionales, m á s hermanos de la
nífico. Los T y b u r n y los Montfaucon se humanidad que hijos de una raza local;
abismaban en su v e r g ü e n z a y los Aus conservemos esta tendencia, que es ú t i l ,
terlitz y los Rosbach en su gloria. Estaba pero convenzámonos de que Francia no
ya admitido el principio de la inviolabi- es una p á t r i a como otra cualquiera; con-
lidad de la vida humana, y por primera venzámonos de que es el motor del pro-
vez, después de seis m i l años, el género greso, el organismo de la civilización, el
humano respiraba con libertad. E l gran pilar del conjunto humano, y de que
T i t á n consiguió quitarse del pecho e' cuando se tambalea todo cae. Hagamos
peso de la m o n t a ñ a de la muerte. L a constar que el actual retroceso moral de
verdadera civilización iba á empezar las naciones corresponde á los pasos h á -
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 549
cia atrás que ha dado la Francia; con- clamó:—'Bien, ¿pero quién mantendrá á mi
templemos ei terror que se ha apoderado hijo?
de los pueblos y hagámoslo cesar restau- Pido la vida de este hijo.
rando á la Francia. Estrechemos entre Quién mantendrá á mi hijo? L a plaga
nosotros el vínculo nacional y reconoz- social completa se encierra en esas pala-
camos que hay momentos en la historia bras. Comprendo que h a b r é parecido r i -
en los que el mejor modo de amar á la dículo la semana pasada al pedir la
p á t r i a es a m a r á la familia, y que el me-unión de los franceses ante las desgra-
jor modo de amar á la humanidad es cias de la pátria, y que t a m b i é n pareceré
amar á la p á t r i a . ridículo esta semana pidiendo la vida
VÍCTOR HUGO. de esos sentenciados; pero me resigno á
parecerlo. E n este caso v á á morir una
Paris 31 Octubre 1871. madre y de rechazo un n i ñ o . L a madre
puede ser culpable, pero el niño no.
Declaro que me afecta la idea de que
II. un inocente purgue nuestras faltas; la
justicia es la única escusa de la penali-
A M . Leon Bigot, abogado de dad irreparable, y es siniestra la ley
Marotean. cuando hiere de soslayo. L a justicia hu-
mana, cegando bruscamente los manan-
tiales de la vida á un niño, asombra á la
justicia divina; es e x t r a ñ o este mentís
Paris 5 Noviembre 1871. dado al órden en nombre del órden, y es
Leí vuestra excelente Memoria y impío que nuestros imperfectos Códigos
aplaudo vuestros generosos esfuerzos. L a transitorios y nuestras sentencias mio-
adhesión que solicitáis de m í la tenéis pes indignen á las leyes eternas. No se
por completo. tiene derecho á matar á l a madre cuan-
L a cuestión que j u z g á i s como legista, do de rechazo se mata al hijo. Me parece
yo la juzgo como filósofo. E l problema oir la voz profunda de lo desconocido
que planteáis perfectamente, con elo- que grita á los hombres: ¿Qué es lo que
cuente lógica bajo el punto de vista del hacéis? Y me quedo inquieto cuando veo
derecho escrito, aparece á mis ojos con que se vuelve hácia la sociedad la som-
m á s claridad y con mayor grandeza bajo bría y estupefacta mirada de la natura-
el punto de vista del derecho natural. A leza.
cierta altura el derecho natural se con- Dejando aparte al inocente condenado,
funde con el derecho social. voy á ocuparme de los otros reos.
Defendéis á Maroteau, á ese jó ven que Para aquellos á quienes basta la apa-
era poeta á los diez y siete años, soldado riencia de órden, las sentencias de muer-
patriota á los veinte, y que tuvo en la te tienen una ventaja, que producen el
fúnebre primavera de 1871 un acceso de silencio. Pero no siempre: es peligroso
fiebre, que le hizo publicar la pesadilla producir violentamente falsa calma. Las
de su calentura, y que hoy, por haber ejecuciones políticas prolongan subter-
escrito esa p á g i n a fatal, v á á los veinti- r á n e a m e n t e la guerra c i v i l .
dós años, si no se le salva, á ser fusilado Se me objeta que esos miserables, cuya
y á morir antes casi de haber vivido. No sentencia de muerte me preocupa, no
se habia visto hasta ahora que se conde- tienen nada que ver con la política, que
nase á nadie á muerte por escribir un ar- son delincuentes vulgares, culpables de
tículo en un periódico. E n la defensa pe- crímenes ordinarios, previstos por la ley
dís la vida del reo. penal de todos los tiempos.
Y o pido la vida para todos los reos; E n t e n d á m o n o s . Nada me importa que
para Maroteau, para Rossel, para Ferró, todo el mundo esté acorde con la exce-
para Lullier, para Cremieux y para las lencia de esas condenas: cuando se trata
tres desgraciadas mujeres, Marcháis, de juzgar á u n enemigo, debemos rece-
Suetens y Papavoine, reconociendo que lar del consentimiento furioso de la m u l -
llevaban escarapelas rojas, que Papavoi t i t u d y de las aclamaciones de nuestro
ne tiene fama repugnante, que estaban propio partido; examinemos á nuestro
en las barricadas combatiendo, según alrededor su estado de rabia, que es u n
dicen sus acusadores; recogiendo los he- estado de locura; no nos dejemos arras-
ridos, según ellas declaran. Además, está trar á las severidades que nos piden y
probado que una de ellas es madre, y que temamos complacer á l a cólera pública.
a l oir leer su sentencia de muerte, ex- Desconfiemos de ciertas palabras, como
550 OBRAS D E VICTOR HUGO.

estas: delitos ordinarios, crímenes comunes, Damiens; la expoliación de los emigra'


que son palabras ligeras y fáciles de dos restituyó los campos á los labrado-
aplicar á sentencias escesivas, porque res y la tierra al pueblo; L y o n y Tolón
esas palabras tienen el inconveniente de destruidos cimentaron la unidad na-
ser comodines, y en política los comodi; cional; veinte crímenes produjeron un
nes son peligrosos. No aceptemos los ser- beneficio; la revolución francesa.,,
vicios que pueden prestar las definicio- Sé conservar las proporciones y no asi-
nes mal dadas; la elasticidad de las milar los reos de hoy á los gigantescos
palabras corresponde á la cobardía de luchadores de ayer m á s que en u n solo
los hombres. Es fácil confundir á Marat punto; en que unos y otros son comba-
con Lacenaire, pero por este camino se tientes revolucionarios y solo se les pue-
vá donde no se debe ya i r . de reprochar hechos políticos; la historia
L a C á m a r a de 1815, si se hubiera re- separará de ellos las calificaciones de de-
unido veinte años m á s pronto, si por litos comunes y crímenes ordinarios; con-
casualidad hubiera vencido á la Conven- denándolos á la pena capital, lo que se
ción, habria encontrado excelentes moti- hace es restablecer el p a t í b u l o político, y
vos para declarar malvada á la Repú- esto es espantoso; es i r hácia atrás, es des-
blica: 1815 hubiera declarado al 93 mentir el progreso. Es insensato hacer
justiciable por la penalidad ordinaria, y retroceder hácia la oscuridad la marcha
no hubieran faltado en su proceso las del género humano. E n la civilización
matanzas de Setiembre, las muertes de siempre se retrocede hácia el principio.
obispos y de sacerdotes, la destrucción Me conmueven estos criminales, estas
de monumentos públicos, n i el ataque á criaturas humanas que están en peligro;
la propiedad privada; el terror blanco pero me conmueve mucho m á s el peligro
hubiera encausado al terror rojo; la Cá- que corre l a civilización.
mara realista hubiera declarado á los Se me objetará también que se obra
convencionales confesos y convictos de así para evitar el precipicio, que yo lo
delitos comunes, previstos y castigados veo detrás y que ellos lo ven delante, y
por el Código penal: les hubiera enviado que para ellos como para m í se trata de
á la horca ó á la rueda, suplicios que res- la salvación social, que yo la encuentro
t a u r ó la monarquía; hubiera considerado en la clemencia y ellos en el castigo.
á Danton como un degollador, á Camilo Acepto la discusión puesta en este
Desmoulins como provocador al asesina terreno: la discusión presentada de esta
to, á Saint-Just como un asesino y á manera no es m á s que la antigua lucha
Robespierre como u n malhechor, y á to de lo justo con lo útil. De nuestra parte
dos les hubiera dicho que no eran hom está lo justo; veamos si está de la vues-
bres políticos. L a opinión pública hubie- tra lo útil.
ra contestado que era verdad, hasta el Habéis condenado á muerte á esos reos
dia en que la conciencia humana hubie- y vá á ejecutarse l a sentencia en nom-
ra replicado que eso es falso. bre de la salvación pública, como decís.
No basta que una Asamblea ó un t r i - Coloquémonos bajo ese punto de vista.
bunal que arrastra sables diga: "Esto No se puede huir de este dilema: ó la
es„, para que sea. No se puede decretar ejecución es necesaria, ó no lo es. Si no
contra la conciencia humana; ésta se es necesaria, es matar por matar, y esto
aturde, pero cuando vuelve en sí, se re- es repugnante: si es necesaria, s a l v a r á á
coge y examina. Los hechos mixtos no la sociedad. Vamos á ver si sucede esto.
pueden apreciarse como hechos simples; E n estos momentos están dilucidándo-
la frase turbaciones públicas no está vacía se cuatro cuestiones: la monetaria, la po-
de sentido; existen acontecimientos com- lítica, la nacional y la social; es decir, que
plejos, en los que á cierta cantidad de los cuatro equilibrios que constituyen
atentado vá unida cierta cantidad de de- nuestra vida están comprometidos; el
recho. Cuando la conmoción cesa, cuan- equilibrio de hacienda por la cuestión
do las fluctuaciones acaban, la historia monetaria, el equilibrio legal por la
llega y mide los hechos con el compás cuestión política, el equilibrio exterior
de su razón; dice entonces á los primeros por la cuestión nacional y el equilibrio
jueces: " E l 93 salvó el territorio, el Ter interior por la cuestión social. Los cua-
ror impidió la traición, Robespierre aca- tro vientos de la civilización soplan á la
bó con la Vendée, Danton tuvo en jaque vez y la conmueven. Se oye crugir el
la Europa, el regicidio m a t ó l a monar- edificio, sus fundamentos se agrietan,
quía; el suplicio de Luis X V I hace i m - sus columnas se tuercen, los pilares se
posible en el porvenir el suplicio de mueven; esto produce desconocidas an-
DESPUES D E L DESTIERRO, 551
siedades. L a cuestión política y l a cues- que ha de obtener el periódico la Demo"
tión nacional se chocan; nuestras fron- erada del Mediodía.
teras perdidas exigen la supresión de las Atravesamos una crisis fatal. Después
demás fronteras; solo la federación de los de l a invasión vino el terrorismo reac-
pueblos puede conseguir esto pacífica- cionario, y 1871 es peor que 1815. Des-
mente, solo pueden dar la solución los pués de las matanzas se ha restablecido
Estados-Unidos de Europa, y la Francia el cadalso político. Funestas apariciones!
solo recuperará l a supremacía cuando Trestaillon reapareció en Junio y Bellart
l a República francesa se transforme en reaparece en Noviembre. Ésas son las
R e p ú b l i c a continental, que es el fin su- sangrientas réplicas con que contestan á
blime y la ascensión vertiginosa á l a los odiosos asesinatos de los generales
cumbre de la civilización. A l mismo C l é m e n t Thomas y de Lecomte; esto es
tiempo, el problema monetario complica el aumento de horror por medio del mis-
el problema social; pero perspectivas os- mo horror. H a sido una calamidad para
curas se entrevén en todas partes: por un la Francia el duelo entablado entre la
lado, colonizaciones lejanas, disquisicio- Commune y la Asamblea.
nes al pais del oro, á la Australia, á la L a civilización está en peligro y esta-
California, transmigraciones, variaciones mos presenciando cómo se resbala por
de sitio de los pueblos; por otro lado, la pendiente feroz.
moneda fiduciaria, el billete de Banco, la Aconsejemos á las inteligencias po-
propiedad democratizada, la reconcilia- bres y perturbadas. Si el gobierno es
ción del trabajo con el capital por medio miope, procuremos que no sea sordo. P i -
del crédito; dificultades sin número, que damos sin cesar que se conceda amnis-
un dia t r a e r á n el bienestar y que en es- tía, que no se derrame m á s sangre, que
tos momentos producen miserias y sufri- no se inmolen m á s víctimas, que se per-
mientos. T a l es nuestra situación. H é done á la Francia, que se desangra. H a n
a q u í el remedio que queréis aplicarla: suprimido el uso de la palabra á Le Bap-
matar á Maroteau, á Lullier, á F e r r é , á peí: los que podéis hablar aun repetid
Rossel, á Cremieux, á las tres desgracia- continuo grito de compasión y de frater-
das Suetens, Marcháis y Papavoine, po- nidad. No nos cansemos nunca de pedir
niendo solo entre el porvenir y nosotros la concordia y la paz; seamos el toque
el espesor de algunos cadáveres útiles de rebato de la clemencia.
mra la prosperidad pública, y con esta Estamos en el 2 de Diciembre. Hace
panacea asegurareis el crédito, renacerá veintidós años luchaba yo contra un cri-
a confianza, desaparecerán las inquietu- men; se me perseguía, a d v i r t i é n d o m e
des, se a s e g u r a r á el orden y se tranqui que si me p r e n d í a n me fusilarían, y
lizará la Francia en cuanto oiga la voz esto no obstante seguí luchando. Luche-
de un niño de teta que llame á su madre mos ahora t a m b i é n .
muerta en la oscuridad. Os estrecha la mano, apreciable com-
Situación tan extraordinaria, en la que pañero,
n i n g ú n pueblo se ha visto nunca, la re- VÍCTOR HUGO.
solvéis abriendo siete ú ocho tumbas.
VÍCTOR HUGO.
IV.
III. £1 mandato por medio de contrato.
A M. Bobert Hyeime,
Redactor en jefe de la Demoeraeia del M e d i o d í a . E l 19 de Diciembre Víctor Hugo reci-
bió la siguiente carta:
"Paris 19 Diciembre 1871.
Paris 2 Diciembre 1871. E n vista de que la Asamblea descono-
M i apreciable compañero: Los recuer ce el mandato de que está investida, es
dos que invocáis están grabados en m i preciso que entre en nuestras costumbres
memoria: hace mucho tiempo que os co- el gran principio del mandato imperativo.
nozco y que sé lo mucho que valéis. F u í s A vos, que sois la primera gloria de la
teis m i amigo en el destierro, y sois aho Francia, corresponde dar al mundo este
ra el combatiente de la verdad y de la primer ejemplo. Creeréis sin duda, como
libertad. E l talento y el valor de que nosotros, que aceptar el mandato impe-
estáis dotado os aseguran el buen éxito rativo será realizar un acto de patriotis-
552 OBRAS D E VICTOR HUGO.

mo y a s e g u r a r á para siempre el triunfo vida y le cumpliré, tanto dentro como


de su institución. fuera de la Asamblea.
Os suplicamos que os adhiráis á lo que VÍCTOR HUGO.
os proponemos.
28 Diciembre 1871.,,
Por el Comité electoral de calle Brea: *
DE LAVENAT, E . DIVE, BASSET Y C , A l mismo tiempo publicaron los Comi-
CHAIGNEAU, EDUARDO DE LIJZE, PAU- tés los siguientes documentos:
LIAT, MONPROFIT Y ROSEL. E l Comité electoral de la calle Brea y el
Comité electoral de los trabajadores á los elec-
Víctor Hugo no aceptó el mandato im- tores del Sena:
perativo: la conciencia no recibe órdenes, E l g r a n ciudadano que desde hace
pero conoció que debia tomar la inicia- veinte años es el campeón m á s ardiente
t i v a en este asunto y transformar el de la democracia, acaba de realizar uno
mandato imperativo en un mandato-con- de los actos m á s importantes de su vida.
trato; esto es, que debia realizar con m á s Víctor Hugo fué el primero que defendió
seguridad el progreso electoral por me- á Paris de las violencias de la reacción;
dio del contrato libremente establecido el primero que reclamó l a a m n i s t í a y
entre el mandante y el mandatario. protestó, en nombre del derecho de asilo,
No queriendo violentar la elección del contra la culpable debilidad de la Bél-
pueblo, se abstuvo de presentarse en las gica; el primero que m á s tarde imploró
reuniones electorales, a d e m á s de que el el perdón de los sentenciados á muerte.
estado de sitio privaba de la libertad á Víctor Hugo acaba de firmar hoy con
dichas reuniones; pero escribió y publicó el pueblo de Paris un contrato que le
la siguiente convierte en su representante necesario.
Víctor Hugo y Paris, la gran ciudad y
"DECLARACION. el gran poeta, son ya una misma cosa.
Parisienses, y sobre todo trabajadores,
Profeso la doctrina de que no debe tenéis que depositar un voto en la urna,
ejercerse presión en las elecciones del debéis votar á Víctor Hugo.
pueblo; cuanto m á s libre sea la elección,
será m á s grande; cuanto m á s espontánea, Mandato-contrato redactado por el Comité
m á s significativa. de la calle Brea y por el Comité electoral de
E l buen ciudadano n i debe pretender- los trabajadores, aprobado en diferentes re-
la n i rechazarla; debe estar siempre á uniones publicas.
disposición del deber. Considerando que el mandato-contrato
Los deberes de representante del pue- es el único medio que evidencia la vo-
blo, y sobre todo los del representante luntad clara y decidida del colegio elec-
del admirable pueblo de Paris, son hoy toral, los electores han redactado el pro-
m á s graves y difíciles que nunca. grama siguiente, que a d o p t a r á el repre-
Comprendo toda su extensión y estoy sentante que se nombre el 7 de Enero
dispuesto á dar el ejemplo de aceptar el de 1872:
mandato por medio de contrato, que es 1. — A m n i s t í a para todos los crímenes
m á s eficaz y obligatorio que el mandato y delitos políticos.—Indagación sobre los
imperativo. sucesos de Mayo y de Junio de 1871.^—•
E l mandato-contrato, que es el contra- Abolición de la pena de muerte en todas
to signalamático entre el mandante y el las materias.
mandatario, crea entre el elector y el ele- 2. — P r o c l a m a c i ó n definitiva de la Re-
gido identidad absoluta de fin y de prin- pública.—Disolución en breve plazo de
cipios. la Asamblea actual y nombramiento de
L a elección que el pueblo de Paris ve- una Asamblea Constituyente que se en-
rificará el 7 de Enero debe significar lo cargue de redactar una Constitución re-
siguiente: R e p ú b l i c a , negación de toda publicana.
m o n a r q u í a bajo cualquiera de sus for- 3. —Regreso á P a r í s del gobierno y de
mas; amnistía, abolición de la pena de la Asamblea.—Levantamiento del esta-
muerte en materia política y en todas do de sitio en P a r í s y en los departa-
las materias; establecimiento de la Asam- mentos.
blea en Paris; supresión del estado de 4. —Servicio militar obligatorio y per-
sitio; disolución de la Asamblea á la sonal para todos los ciudadanos de l a
mayor brevedad posible. República francesa, excepto para ios que
É l deber ha sido l a regla de toda m i estén físicamente incapacitados.
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 553
5;—'Instrucción primaria gratuita, obli-
gatoria y láica.—Instrucción secundaria "AL PUEBLO DE PARIS.
gratuita y láica.
6. —Separación absoluta de la Iglesia P a r í s no puede encallar. Las fatalida-
y del Estado.—La retribución de todos des aparentes ocultan triunfos definiti-
los ministros de todos los cultos estará vos. Los hombres pasan y el pueblo
exclusivamente á cargo de los que los permanece. No vencerá la reacción á la
empleen. ciudad que no pudo vencer la Alemania.
7. —Libertad absoluta de asociación.
E n ciertas épocas e x t r a ñ a s , la socie-
•—Libertad de r e u n i ó n . — L i b e r t a d de la
dad tiene miedo y pide socorro á los
prensa.—Abolición de las causas forma-
implacables. L a violencia domina, los
das á la prensa, excepto las de asuntos
implacables son los salvadores; ser san-
civiles.
guinarios es tener buen sentido. E l voe
8. —Nombramiento por elección de vidis se convierte en razón de Estado;
maires y de adjuntos en todas las Com- compadecerse parece que sea hacer trai-
munes sin ninguna excepción. ción, y á la compasión se le imputan
9. —Restitución al departamento, al las catástrofes. Se tiene por enemigo pú-
barrio, al c a n t ó n y á l a Commune de to- blico al hombre que es clemente; Becca-
do lo que es de su incumbencia. ria espanta y Las Casas hace el efecto
10. —Reforma de la magistratura.— de u n Marat.
Supresión de la inamovilidad.'—Exten-
Esas crisis, en las que el miedo en-
sión de las atribuciones del Jurado.
gendra el terror, duran poco; su misma
11. —Impuesto con verdadera propor- violencia las precipita. E n corto tiempo,
ción sobre la renta. el órden falso que impone el sable que-
12. '—'Exclusión de todas las monar- da vencido por el órden verdadero, que
quías, bajo cualquier forma que se pre nace de la libertad. No se necesitan
senten. luchas violentas para conseguir esta vic-
13. —Este programa constituye u n toria. L a marcha hácia adelante del gé-
man dato-contrato, que el representante nero humano vá removiendo pacífica-
acepta y firma. mente todo lo que debe caer. E l paso
14. ^—La sanción que debe consagrar grave y mesurado del progreso basta
el mandato-contrato será la dimisión del para que se derrumbe todo lo falso.
representante, al que p o d r á exigírsele en
L o que P a r í s desea se realizará; los
el caso de infracción del presente contra
problemas que se proponen o b t e n d r á n
to, por un jurado de honor, nombrado
solución, y solución fraternal. P a r í s de-
por suerte entre los representantes re
sea la curación de las llagas sociales y
publica-nos de l a Asamblea que hayan
el t é r m i n o de las guerras civiles. Las
firmado t a m b i é n el mandato-contrato.
guerras no concluirán m á s que conclu-
P a r í s 28 Diciembre 1871. yendo los ódios, y los ódios t e r m i n a r á n
VÍCTOR HUGO. por medio de la a m n i s t í a .
Los delegados del Comité electoral de la calle de Brea: E n l a actualidad la a m n i s t í a es l a
DE LANESSAN, PAULIAT, MONPEOFIT condición profunda del órden.
E l gran pueblo de P a r í s , desconocido
Los delegados del Comité electoral de trabajadores:
y calumniado por causa de su misma
FIERRE, CENAC, BONHOURE. grandeza, vencerá todos los obstáculos.
T r i u n f a r á con su calma y con su volun-
tad. Aunque padezca eclipses, el sufragio
V. universal es el único medio de gobierno;
el sufragio universal es el poder, que es
Elección del T de Enero de 1S72. superior á la fuerza. E n lo sucesivo to-
do lo decidirán los votos, nada los fusi-
(DEPARTAMENTO DEL SENA.) les. L a justicia y la verdad vierten cla-
ridad soberana. E l pasado no puede
Resultado del escrutinio, permanecer en pié ante el porvenir. No
debe mirar mucho tiempo y con fijeza
M . Vautrain. . . 122.435 votos. una ciudad como P a r í s , que personifica
M . Víctor Hugo. 95.900 „ la República, á una ciudad como Versa-
lles, que representa la m o n a r q u í a .
A l dia siguiente de la elección, Víctor
Hugo dirigió al pueblo de P a r í s las si- VÍCTOR HUGO.
guientes palabras: P a r í s 8 Enero 1872.,,
TOMO IV. 70
554 OBRAS D E VICTOR HUGO.

ma, las ironías y las profundidades de la


comedia, las intuiciones de la historia, se
VI. encuentran en la obra sorprendente que
construyó ese vasto y ágil arquitecto. No
Funerales de Alejandro Damas. hay en ella tinieblas n i misterio, no hay
subterráneos, no hay enigmas n i vérti-
gos; no hay en ella nada del Dante, pero
Alejandro Dumas m u r i ó í a e r a de Pa- hay mucho de Voltaire y de Moliére. Por
rís durante el sitio. E l 16 de A b r i l de todas partes irradia, gozando de pleno
1872 transportaron su féretro á Villers- medio dia; por todas partes penetra la
Ootterets, lugar de su nacimiento. Con claridad. Posee cualidades de todas cla-
este motivo Víctor Hugo dirigió á Ale- ses é innumerables. Durante cuarenta
jandro Dumas, hijo, la carta siguiente: años ese espíritu ha producido prodigio-
" P a r í s 15 A b r i l 1872. samente.
M i querido compañero: Nada le faltó; n i el combate, que es el
He leido eñ los periódicos que m a ñ a - deber, n i l a victoria, que es la felici-
na se celebran en Villers - Cotterets los dad. Su espíritu era capaz de todos los
funerales de Alejandro Dumas. L a en- milagros, hasta de legarse, hasta de so-
fermedad de m i hijo me retiene á su brevivirse á sí mismo. A l partir de este
lado y no podré i r á dicha población; mundo encontró el medio de permane-
con profundo sentimiento os lo digo. cer en él. No hemos perdido su espíritu,
Si no puedo estar presente, á lo menos porque os lo ha transmigrado. Vuestro
quiero estar cerca de vos de todo cora- padre existe en vos y vuestra fama con-
zón. Presenciando tan dolorosa ceremo- t i n ú a su gloria.
nia, quizá no me hubiera sido posible Alejandro Dumas y yo pasamos j u n -
hablar; ¡tantas emociones dolorosas se tos la juventud, profesándonos verdadero
acumulan en m i pensamiento y tantas cariño. E n Alejandro Dumas valia tanto
tumbas se abren ante m í , una tras otra! el corazón como el espíritu.
Sin embargo, hubiera probado á decir No le he vuelto á ver desde 1857,
algunas palabras: permitidme, pues, que cuando vino á Guernesey á sentarse en
os escriba lo que debia decir ante el ca m i hogar, cuando era yo proscripto; y al
dáver de vuestro padre. separarnos nos citamos para el porvenir,
E n este siglo ninguna popularidad ha y en la p á t r i a . L l e g ó el mes de Setiem-
sobrepujado á la de Alejandro Dumas; bre de 1870, y el deber se transformó
sus éxitos son m á s que éxitos, son t r i u n para mí, o b l i g á n d o m e á regresar á Fran-
fos que pregonó el clarin de la fama. E l cia; pero... la misma r á f a g a de viento
nombre de Alejandro Dumas, m á s que produce efectos contrarios. Cuando yo
francés, es europeo; m á s que europeo, es entraba en Paris, Alejandro Dumas aca-
universal. Su teatro se ha representado baba de salir. No pude estrecharle la
en todo el mundo y sus novelas se han mano por ú l t i m a vez.
traducido á todos los idiomas. Hoy no puedo formar parte de su sé-
Alejandro Dumas era uno de esos quito fúnebre; pero su alma vé la mia.
hombres que podrían llamarse sembra- Dentro de poco espero que podré hacer
dores de la civilización; cultivó y mejoró lo que me es imposible en este momento:
los espíritus por medio de no sé q u é cla- ir, solitario, al campo donde reposa, y
ridad alegre y fuerte; fecundó las almas, devolverle en la tumba la visita que me
los cerebros y las inteligencias; creó la hizo en el destierro.
sed de leer, cavó el corazón humano y lo Querido c o m p a ñ e r o , hijo de m i amigo,
sembró. L o que sembró en él es la idea os abraza
francesa. L a idea francesa contiene t a l VÍCTOR HUGO.,,
cantidad de humanidad, que donde pe-
netra produce progreso. De esto nace la
inmensa popularidad que alcanzan los VIL
hombres como Alejandro Dumas.
Alejandro Dumas seduce, fascina, i n - A los redactores de ^ E l Renacimiento".
teresa, divierte y enseña. De todas sus
obras, tan múltiples, tan variadas, tan
vivas, tan atrayentes, tan poderosas, sale P a r í s 1.° Mayo 1872.
una especie de claridad peculiar de la Apreciables compañeros:
Francia. E l apretón de manos que me pedís os
Las emociones m á s p a t é t i c a s del dra- lo envió con gran satisfacción. Tened
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DESPUES DEL DESTIERRO. 555
ánimo, que conseguiréis realizar vues- muerde. Nada o& separará del deber.
tros propósitos. Además de tener talento, Aunque parezca que estáis alejados del
tenéis conciencia y corazón firme: esto es gran objeto, comprendo que no le perde-
lo que se necesita en los momentos ac- réis de vista; comprendo también que
tuales. deseáis que Francia se vengue realizan-
Cumpliendo vuestro deber, asegura- do la fraternidad de los pueblos, des-
reis el éxito de vuestra obra colectiva. haciendo imperios y reconstruyendo la
Acabamos de presenciar derrotas de uropa. No habléis nunca de desfalleci-
ejércitos, y ha llegado ya la ocasión en miento ni de decadencia. Los poetas no
que se arme la legión de los espíritus: es ienen derecho á hablar como hombres
preciso que el indomable pensamiento fatigados.
francés se despierte y combata bajo to- Seguiré con la vista desde lejos vues-
das la formas. tros esfuerzos, vuestra lucha y vuestro
Nuestro espíritu posee la gran arma éxito. Por medio del diario, cuyas innu-
de combate, la lengua francesa, esto es merables hojas vuelan, la civilización
el idioma universal. E l auditorio de procrea extraordinariamente. Iréis por
Francia es el mundo civilizado. Por el el mundo como un enjambre, buscando
oido nos apoderamos del alma. L a Fran- a miel y las flores, pero armados. Los
cia vencerá. Puede romperse una espada, 3eriódicos como el vuestro representan
pero no una idea. ¡Animo, pues, comba* la difusión de Francia, la dispersión de
tientes del espíritu! la cólera espiritual y luminosa; y vuestro
E l mundo pudo creer un instante que periódico importunará á la masa pesa-
agonizaba. L a civilización, bajo su for- da, tudesca y victoriosa cuando la en-
ma más alta, que es la República, quedó cuentre al paso; la ligereza de las alas
aterrada por la barbarie bajo su forma dá furia al aguijón; el que es ágil es ter-
más tenebrosa, como es la del imperio rible, y en la Selva Negra, el pesado ca-
germánico. Este eclipse duró algunos poralismo alemán, acosado por todos los
minutos. L a enormidad de la victoria aguijones de las abejas que forman el
tenia algo de absurdo. Cuando l a Edad zumbido parisiense, se arrepentirá, como
Media pone la garra sobre la revolución los osos cuando se encuentran con col-
cuando se sustituye el pasado al porve menas irritadas.
nir, la imposibilidad se inmiscuye en e^ Animo, pues, amigos mios.
éxito, y el aullido del triunfo se junta
con la estupidez del vencedor. L a re van VÍCTOR HUGO.
cha es fatal y la fuerza de los sucesos la
trae. E l siglo diez y nueve, momentá
neamente interrumpido, debe volver á VIII.
emprender su obra, y la emprenderá; y
su obra es el progreso hácia el ideal. ¡So A los redactores de Í4E1 Pueblo
berbio trabajo! E l arte es el instrumento Soberano".
y los espíritus son los obreros.
Realizad vuestro trabajo, que forma
parte del trabajo universal. Me causa Queridos amigos-
gran satisfacción ver el grupo de talen Hace tres años que desde Le Bappet
tos jóvenes y nuevos. Se verifica en la habláis al pueblo; hoy, desde el nuevo
actualidad un hermoso fenómeno litera periódico, le hablareis aun de más cerca.
rio, que recuerda un magnífico momento Hablar al pueblo sin cesar, y hablarle
del siglo diez y seis. Apareció una gene cada vez más cerca, es un deber, y hacéis
ración de poetas, y ahora, después de bien en cumplirlo.
trescientos años, al declinar el siglo diez Me he imaginado con frecuencia que
y nueve, reaparece esa pléyade; por eso el pueblo debia tener un libro inmenso*
tiene tanta fuerza. Trae la ilustración Aparentemente éste seria el libro del he-
de 1830; por eso tiene tanto brillo. Y o , cho, pero en realidad seria el libro de la
que toco ya en el ocaso, saludo con gran idea. E l hecho es como la nube; sale de
complacencia la aparición en el horizon- nosotros y se cierne sobre nosotros; es una
te de esa constelación de espíritus. forma flotante propia de nuestro elemen-
Jóvenes compañeros, creo profunda- to, que pasa, que contiene ascensión y
mente que seréis fieles á vuestro siglo y caida, que nace de nosotros y vuelve á
á Francia y que fundareis un periódico, caer sobre nosotros en sombra, en llu-
vivo, poderoso y esquisito. Sois de los via, en tempestad, en fecundación, en
que combaten riendo, pero vuestra risa devastación y en enseñanza. E l libro que
556 OBRAS D E VICTOR HUGO.

yo imagino se apoderada de la enseñan-1 del bien velado y del mal sin máscara,
za y precisaría el contorno y la sombra!Este libro por sí solo constituiría una
de cada hecho y sacarla las conclusiones. biblioteca. P o d r í a decirse en cierto modo
Este libro seria el registro de la vida po- que no t e n d r í a principio, porque se refe-
pular, y en el margen de lo que consti- rirla á todo el pasado, y que no t e n d r í a
tuye el destino pondría lo que dice la fin, porque se ramificaría con todo el
conciencia. De la ley total deduciría la porvenir. Seria una Biblia inmensa. ¿Este
ley de todos. Sembrarla el temor útil al libro seria quimérico? No, porque vos-
error, inquietaría al legislador, inquieta- otros lo vais á escribir.
ría al jurado y aconsejarla al sacerdote. ¿Qué significa u n periódico que se ven-
Con rapidez, por la simple relación y de á cinco céntimos? L a p á g i n a de u n
por la manera de presentar el hecho, nos libro. L a p á g i n a representa un dia, el
h a r í a ver su sentido filosófico y social. volúmen un a ñ o y el libro completo el
Del tribunal del crimen extraería el siglo. L a historia completa, hora por
horror á la pena de muerte; del debate hora, de todos los acontecimientos, de
parlamentario e x t r a e r í a el amor á la l i - todas las palabras y de toda una época,
bertad. De una derrota nacional extrae- es l a grandeza que encierran los periódi-
ría la voluntad y el amor propio; porque cos que se reparten por hojas sueltas.
para el pueblo que necesita regenerarse E l periódico de esta clase que vais á
moralmente, vale m á s ser vencido que publicar representa el relato de la reali-
vencedor; el vencido se vé obligado á pe- dad, como L a Pontaine escribe las fábu-
recer ó á adquirir fuerza. L a estancación as, sacando de ellas la moralidad; es el
de l a gloria se comprende, la de la igno- error rotulado, es la iniquidad subraya-
minia no. Ese libro diría eso. A l mismo da, es enderezar la verdad torcida, es
tiempo que deshonraría las conquistas, abrir el registro de la justicia para con-
seria un obstáculo para las condenacio- frontar en él todos los hechos; es una
nes. R e h a b i l i t a r í a y tranquilizarla. Diría i n d a g a c i ó n vasta y cuotidiana, política,
y repetirla palabras de mansedumbre y social y humana; es la semilla útil lan-
de clemencia; recordarla á los que están zada al viento, es la verdad eterna des-
en libertad los que están encarcelados; menuzada todos los dias. Trabajo exce-
importunarla á los dichosos para que se lente, que tiene por objeto condensar lo
acordasen de los miserables; impediría colectivo en lo individual y dar á los
que se olvidase lo que está lejos y parece pueblos corazón honrado y á los hom-
perdido; no aceptaría las falsas curacio- bres el alma de los grandes pueblos.
nes; curaría completamente las llagas, Os aplaudo, amigos mios, y os estrecho
aunque encolerizara al herido; haría que las manos.
el fuerte respetase al débil, el hombre á V. H .
l a mujer, la sociedad á la naturaleza y
la ley al derecho. Desterraría al ódio. P a r í s 14 Mayo 1872,
Reconciliaría al hermano con el herma-
no, á la clase media con el obrero, al ca
pital con el trabajo, al instrumento con IX,
la mano. Se esforzarla por producir, pri-
mero la v i r t u d , luego la riqueza y des Respuesta á Ion romanos.
pues el bienestar. Este libro observarla
y vigilaría la civilización; solo anuncia
ría la guerra denunciando l a monarquía; E n Mayo de 1872 el pueblo romano
h a r í a el balance de cada batalla, tenien hizo una petición al pueblo francés, y
do en cuenta los millones, los cadáveres eligió á Víctor Hugo como á interme-
y la sangre derramada. Este libro trata diario entre los dos pueblos. H é a q u í la
ría de paso, coordinando y agrupando carta que dirigió á los romanos:
todo lo grande de l a época, el sacrificio "Ciudadanos de Roma y del mundo:
heróico, las obras célebres, las palabras Acabáis de realizar un gran acto en la
brillantes, los versos ilustres, y h a r í a ob- cumbre del monte J a n í c u l o . Por encima
servar el profundo lazo que ata una pa- de los abismos que hoy separan á las na-
labra de Corneille á una acción de D a n ciones habéis tendido la mano al pueblo
toa. Para que aprovechase al interés francés.
general, al mismo tiempo que ofrecería Esto quiere decir que ante tres impe-
modelos darla ejemplos; pondría en cía rios monstruosos, uno que lleva la espa-
ro, á su pesar, á la v i r t u d que se oculta da, y que significa la guerra; otro que
y a l crimen que se esconde; seria el libro!lleva el knout, y que personifica la bar-
DESPUES D E L DESTIERRO. 557
barie, y el tercero que ll«3va la tiara, y infierno de la muerte. Valor y esperanza!
que significa la noche; esto quiere decir, Es espectáculo admirable ver que, en
repito, que ante las tres formas espectia- contraposición de las alianzas nocivas
les de la Edad Media que aparecen en el de los reyes, se entiendan las dos capita-
horizonte, la civilización v á á afirmarse. les de los pueblos, y que la humanidad,
L a madre, que es Italia, ha abrazado á tranquila y consolada, se extremezca
la hija, que es Francia; el Capitolio acla- cuando la gran voz de Homa habla á l a
ma al Hotel de Ville; el monte Aventino gran alma de Paris.
fraterniza con Montmartre y le aconseja Paris 20 Mayo 1872.
que se tranquilice; Catón d á u n paso
hacia Barbes; Rienzi coge del brazo á
Danton; el mundo romano se inclina X.
ante los Estados-Unidos de Europa, y la
ilustre República del pasado saluda á la Cuestiones sociales.
augusta R e p ú b l i c a del porvenir.
En ciertas horas siniestras y oscuras,
en las que reina el silencio, en las que E L N I Ñ O . —LA. MUJER.
parece que se coaliguen las tinieblas, es
muy lisonjero que los poderosos ecos de § I.—El niño.
la historia se despierten y se respondan; A M . TrehotB, presidente de l a Sociedad de las Escuelas
es m u y lisonjero que las tumbas prueben Icticas.
que encierran la aurora; es muy lisonjero
que el rayo que sale de los sepulcros se I Tenéis r a z ó n para creer que me ad-
conf anda con el rayo que sale de las cu- hiero completamente á la elocuente é
ñas; es muy lisonjero que todas las luces irrefutable carta que os ha dirigido Luis
se entremezclen y se ayuden; y en vos- Blanc. No tengo que a ñ a d i r á ella m á s
otros, italianos, viven todas las clarida- qUe m i firma. Luis Blanc comprende lo
des, y cuando se trata de atestiguar el verdadero absoluto y propone los verda-
pensamiento, que es divino, y la libertad. Meros principios de la instrucción láica,
que es humana; cuando se trata de ex- lo mismo para las mujeres que p á r a l o s
pulsar á las preocupaciones y á los tira- hombres.
nos, cuando se trata de manifestar al Para m í son dos hechos distintos l a
mismo tiempo el espíritu humano y el educación y la instrucción. L a educa-
derecho popular, debe tomar la palabra cion la d á la familia; la instrucción debe
el almaparens, que en materia de genios darla el Estado. Debe educar al niño l a
produce al Dante, que equivale á Home- familia y la p á t r i a debe instruirle. E l
ro, y en materia de héroes produce á Q-a- padre d á al niño su fe ó su filosofía; el
ribaldi, que equivale á Thrasybulo. Estado d á al niño la e n s e ñ a n z a positiva.
L a civilización os lo agradece. E l pue- De esto se deduce que l a educación pue-
blo romano hace bien de estrechar la de ser religiosa y que la instrucción debe
mano al pueblo fraces: pláceme esta fra- Ser láica. E l dominio de la educación es
ternidad de gigantes. No es posible des- h a conciencia; el dominio de la instruc-
animarse cuando se vé que semejantes cion es la ciencia. Más tarde, cuando el
naciones toman la iniciativa: en su vo- nino llega á hombre, esas dos ilustracio-
luntad de concordia se presiente la i n - nes se completan la una con l a otra,
mensa paz del porvenir. Esos síntomas Aplaudo vuestra fundación de ense-
hacen nacer en los corazones venturosas Uanza láica para las jóvenes solteras, por-
certidumbres. que es una obra útil.
E l progreso, l a emancipación y la luz Paris 2 Junio 1872.
llegarán; la conciencia universal l l e g a r á
á tener razón contra todas las clerecías, I
ya se apoyen en los códigos, ya se apoyen § il.—La mujer.
en los dogmas; los que se llaman á SÍ A M. León Richer, Redactor en jefe de E L PORVENIR
mismo impecables, los sacerdotes y los * DE LAS MUJERES.
jueces, los infalibles como los inamovi-
bles, t e n d r á n que confesar la debilidad Me asocio de todo corazón á vuestra
humana ante la eterna verdad y la jus- manifestación útil. Hace cuarenta años
ticia eterna, y desaparecerán lo irrevoca- que defiendo la gran causa social, á la
ble, lo irreparable y lo ininteligible; el que os sacrificáis noblemente,
p a t í b u l o y la guerra se desvanecerán y Es doloroso conocer que en nuestra ac-
desaparecerá el presidio de la vida y e l ' t u a l civilización existe aun una esclava.
558 OBRAS D E VICTOR HUGO.

L a ley tiene eufonismos; á lo que yo lla- su alma, sufra, tiemble y llore. Besemos
mo esclava, la ley llama menor. L a los pies de nuestra madre. Confiamos en
menor según la ley, que es esclava en que pronto se le h a r á justicia.
realidad, es la mujer. E l hombre cargó E l hombre por sí solo es incompleto: el
desigualmente los dos platillos de la hombre, m á s la mujer, m á s el hijo, for-
balanza del Código, cuyo equilibrio es man la criatura una y triple, que consti-
muy importante para la conciencia hu- tuye la verdadera unidad humana. Toda
mana; el hombre puso todos los derechos la organización social debe dimanar de
en su platillo y todos los deberes en el ella. Asegurar el derecho del hombre
platillo de la mujer; de esto d i m a n ó bajo esta triple forma, debe ser el objeto
profunda perturbación y la servidumbre de la Providencia del mundo que llama-
de la mujer. E n l a legislación actual la mos ley.
mujer no posee; puede decirse que no Redoblemos nuestra perseverancia y
existe para la justicia; n i vota, n i cuen- nuestros esfuerzos. Confiamos en que
ta con ella; existen ciudadanos, pero no a c a b a r á por comprenderse que la socie-
ciudadanas. Es preciso que cese este es- dad está m a l organizada mientras a l
tado violento. niño no se le enseñe, mientras perma-
Só que los filósofos van de prisa y los nezca la mujer sin iniciativa, mientras
gobernantes caminan lentamente; esto la servidumbre se disfrace bajo el nom-
depende de que los filósofos viven en lo bre de tutela, mientras tengan que resis-
absoluto y los gobernantes en lo relati- tir la carga m á s pesada los hombros m á s
vo; esto no obstante, es preciso que los débiles; se reconocerá, en fin, que hasta
gobernantes acaben por alcanzar á los bajo el punto de vista de nuestro egoís-
filósofos. Cuando esta conjunción se veri mo, es difícil que realice la felicidad del
fica á tiempo, se obtiene el progreso y se hombre el sufrimiento de la mujer.
evitan las revoluciones. Es peligroso que 8 Junio 1872.
sea t a r d í a esta conjunción. E n la actuali
dad los gobiernos se retardan en muchas
Las damas que formaban el comité de
cuestiones; como por ejemplo, cuando
la Sociedad para el mejoramiento de la suer-
vacila la Asamblea al tratar de la pena
te de las mujeres, escribieron á Víctor
de muerte. Entre tanto el p a t í b u l o sigue
Hugo la siguiente carta:
castigando.
Es preciso que los gobernantes anden "Ilustre maestro:
de prisa en las cuestiones de la educa- E n todas las épocas de vuestra vida,
ción, de la represión; de lo irrevocable, en todas las ocasiones y bajo todas las
que es preciso separar del matrimonio; de formas, habéis salido siempre á la de-
lo irreparable, que es preciso separar de fensa de los débiles. No hay libertad que
la penalidad; de la e n s e ñ a n z a obligato- no hayáis reivindicado, causa justa que
ria, gratuita y láica, y de l a cuestión de no hayáis defendido, n i opresión contra
la mujer y del niño. Es urgente que los la que no hayáis tronado.
legisladores tomen consejo de los pensa- Os habéis dedicado á la larga é infati-
dores; que los hombres de Estado, que gable protesta contra el abuso de la fuer-
muchas veces son superficiales, tengan za. Vuestro corazón abriga profunda con-
en cuenta el profundo trabajo de los es miseración para todas las miserias, ya se
critores, y que los que confeccionan las trate de un pueblo, ya de una clase, ya
leyes obedezcan á los que establecen las de u n individuo: todos los sufrimientos
costumbres. Solo de ese modo se alean os conmueven, y salís siempre á la de-
zara la paz social. fensa de cualquier derecho que se viole,
Los filósofos, que vivimos contem porque sois el hombre del deber.
piando el ideal social, nunca nos cansa E n este siglo de a n a r q u í a moral, en el
mos y seguimos trabajando. Estudia que el privilegio sobrevive á las causas
mos bajo todas sus fases y con buena que le produjeron y socialmente le con-
voluntad creciente el patético problema sagraron, proclamáis la igualdad para
de l a mujer, cuya solución casi resolve- todos y para todas, afirmáis la libertad
rla toda la cuestión social. Aportamos individual y colectiva, afirmáis la razón
al estudio de ese problema, no solo la y la inviolabilidad de la conciencia hu-
justicia, sino t a m b i é n la veneración y la mana.
compasión. No debemos consentir que el Por eso no vacilamos en solicitar vues-
ser sagrado que nos formó de su carne, tro desinteresado apoyo, que no negáis á
que nos vivificó con su sangre, que nos nadie, n i aun á los culpables: no solici-
n u t r i ó con su leche^ que nos iluminó con tarlo seria desconocer el irresistible po-
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 559
der de vuestra palabra y la inconmensu- civil n i derecho político, no es nada; ante
rable generosidad de vuestro corazón. 'a familia lo es todo, porque es la madre.
Nadie como vos ha hecho resaltar la Impone la ley al hogar doméstico; es
iniquidad legal que retiene á las muje- d u e ñ a en la casa del m a l y del bien, y
res en perpetua menor edad. L a madre su soberanía se complica con la opresión.
de familia carece de derechos, sus hijos L a mujer lo puede todo contra el hom-
no le pertenecen; cuando es esposa ha de bre y nada puede hacer por ella misma.
tener tutor, casi dueño; cuando es célibe Las leyes son imprudentes haciéndola
ó viuda está casi asimilada en el Código tan débil cuando es muy poderosa. Re-
á los ladrones y á los asesinos. Política- conozcamos esta debilidad y protejámos-
mente no se cuenta con ella; está fuera la; reconozcamos este poder y aconsejé-
de la ley. moslo. Este es el deber del hombre y su
Quizás m u y pronto una Asamblea re- propio interés.
publicana se haga eco de nuestros legíti- No me cansaré de repetir que el pro-
mos deseos; entre tanto debemos prepa- blema está propuesto y que es preciso
rar la opinión pública. Esto es lo que resolverlo; la que lleva su parte de carga
estamos haciendo. Para que penetre me- debe gozar de su parte de derecho; la
jor en el espíritu de las masas la impor- mitad de l a especie humana está fuera
tancia social de la causa noble á que de la igualdad, y es preciso que entre en
hemos dedicado nuestros esfuerzos, imi- ella. Conseguir este noble objeto será
tando el ejemplo de A m é r i c a , de Ingla- una de las glorias de nuestro siglo; será
terra, de Suiza y de Italia, hemos funda- dar por contrapeso al derecho del hom-
do en Francia una sociedad, á la que bre el derecho de la mujer; es decir, po-
a p o r t a r á n su concurso todos los que ner las leyes en equilibrio con las cos-
crean que ha llegado ya la hora de que la tumbres.
mujer ocupe el sitio que le corresponde Recibid, señoras, mis afectuosos res-
en la familia y fuera de ella. petos.
Nuestra sociedad necesita vuestra con VÍCTOR HUGO.
sagracion, y os pedimos que os adhiráis
á las reformas que perseguimos, y esto Paris 31 Marzo 1872.,,
d a r á á n i m o á las mujeres inteligentes y
á los hombres de corazón.
Dirigidnos la palabra y dignaos ten XI.
dernos la mano.
Aniversario de la Repúblicat
Recibid, ilustre maestro, el homenaje
de nuestro profundo respeto.,,
(Sígnenlas -firmas.)
U n banquete privado, pero solemne,
"Señoras: debia reunir á gran m u l t i t u d de republi-
Recibí vuestra carta, que me honra. canos que deseaban celebrar el aniversa-
Sabéis que soy el defensor de vuestras rio de la R e p ú b l i c a del 21 de Setiembre
legítimas reivindicaciones. de 1792. No lo permitió la autoridad m i -
Como está hoy organizada la sociedad litar, que por el estado de sitio mandaba
hace sufrir á las mujeres y tienen razón en Paris, y la autoridad c i v i l no quiso
para desear mejor suerte. Comprendo oponerse. Sin embargo, algunos republi-
el derecho que las asiste y he creído canos, en n ú m e r o reducido, no quisieron
toda m i vida que era m i deber defender dejar de celebrar el banquete, al que
este derecho. Tenéis razón en juzgarme solo los invitados asistieron. Víctor Hugo
un auxiliar de buena voluntad. y Luis Blanc pertenecían á este número.
E l hombre fué el problema del siglo R e c i b i é r o n l a invitación, Luis Blanc en
diez y ocho; la mujer es el problema del Lóndres y Víctor Hugo en Q-uernesey,
siglo diez y nueve. Y quien dice la mu- que era donde entonces se encontraban.
jer, dice el niño, esto es, el porvenir. Pro- No pudiendo en esa ocasión i r á Paris,
puesta de este modo la cuestión, se vé cada uno de ellos envió una carta al ban-
toda su profundidad. E n su solución se quete, donde fueron leídas entre entu-
e n c o n t r a r á la suprema paz social. Hoy siastas aplausos. H é a q u í l a carta de
esta situación es e x t r a ñ a y violenta. E n Víctor Hugo:
el fondo los hombres dependen de vos- "Mis queridos conciudadanos:
otras, porque la mujer arrastra al hom- Y a que deseáis que esté presente en el
bre con el corazón. A n t e la ley la mujer banquete, m i presencia es m i pensamien-
es menor, es incapaz, no tiene acción Ito. Permitidme, pues, que en medio de
560 OBRAS D E VICTOR HUGO.

vosotros tome u n momento l a palabra. á las naciones; es absurdo creer que pue-
Amigos mios, tengamos confianza, dan volver á existir Cambyses y Nem-
que no estamos tan vencidos como se rod; es imposible resucitar fantasmas y
cree. manejar al universo por medio de la es-
A los tres emperadores opongamos pada; somos el siglo diez y nueve, y sea
tres fechas: el 14 de Julio, el 10 de Agos- por el pensamiento, sea por la espada, el
to y.el 21 de Setiembre. E l 14 de Julio P a r í s de Danton d o m i n a r á á la Europa
se demolió la Bastilla, lo que significa de A t i l a . Así lo creo y vosotros tampoco
Libertad; el 10 de Agosto a r r o j á r o n l a lo dudáis.
corona de las Tullerías, lo que significa Propongo un brindis. Brindo por la
Igualdad; el 21 de Setiembre se procla- amnistía, que haga hermanos á todos los
m ó la República, lo que significa Frater- franceses, y por la República, que haga
nidad. Esas tres ideas pueden triunfar hermanos á todos los pueblos.,,
de tres ejércitos y se resumen en esta pa-
labra: Revolución.
Y a que se trata de hacer enumeracio- XXL
nes, h a g á m o s l a nuestra. H a y á un lado
tres hombres y al otro lado tres pueblos. E l porvenir de Europa.
Esos tres hombres son verdaderamente
todopoderosos; cuentan con todo lo que
constituye y caracteriza el derecho divi- Los organizadores del Congreso de la
no; la espada, el cetro, la ley escrita; cada Paz que se celebró en 1872 en Lugano
uno tiene su Dios y sus sacerdotes y jue- escribieron á Víctor Hugo para que asis-
ces, y verdugos, y suplicios, y el arte de tiese; éste no pudo asistir, y les escribió la
fundar la esclavitud en la fuerza misma siguiente carta:
de los esclavos. Son tres todopoderosos,
son dioses; nosotros solo somos hombres. " A LOS MIEMBROS DEL CONGRESO DE LA
¿Quépodemos oponer á l a antigua monar- PAZ REUNIDOS EN LUOANO.
quía, que es el pasado que vive de la
vida terrible de los muertos, á los reyes Mis queridos compatriotas europeos:
espectros, al antiguo despotismo, que Recibí con gran placer vuestra i n v i t a -
con un solo gesto hace sacar cuatro m i - ción, pero con pesadumbre me tengo que
llones de sables, que declara la fuerza privar de asistir al Congreso; os escribi-
superior al derecho, que restaura el an- ré, pues, lo que os hubiera dicho allí.
tiguo crimen de la conquista que degüe- E n los momentos actuales la guerra
lla, mata, saquea y asesina? Solo pode- acaba de terminar un trabajo siniestro,
mos oponer un rayo de aurora. ¿Y quién que pone á la civilización en cuestión.
vencerá? L a luz. Cuando inmenso ódio llena el porvenir,
Amigos, no lo dudéis, vencerá la Fran- no parece el momento más oportuno para
cia. Esa trinidad de emperadores no for- hablar de la paz, pero tampoco puede
ma m á s que una unidad, y todo lo que pronunciarse la palabra paz nunca tan
no es uno se divide. ú t i l m e n t e como hoy. L a paz es el inevita-
Nuestra primer esperanza debe consis- ble fin: el género humano camina sin ce-
tir en que se devoren los unos á los otros, sar hácia ella, hasta por medio de la
y l a segunda en que h a b r á temblores de guerra. A l través de la vasta animosidad
tierra; para que ésta tiemble á los piés que reina, entreveo la fraternidad uni-
de los reyes, basta que se oigan ciertas versal. Las horas fatales son una clara-
voces tenantes. Estas voces son las nues- boya j no pueden impedir que los rayos
tras. Se llaman Voltaire, Rousseau, M i - divinos pasen al través de ella.
rabeau. E l gran continente que i l u m i - Hace dos años se realizan importan-
naron sucesivamente la Grecia, la I t a l i a tísimos acontecimientos. L a Francia pasó
y l a Francia, no volverá á sumirse en por dos aventuras, una feliz, la de su
la oscuridad; no es posible una segunda emancipación; otra terrible, la de su des-
irrupción de bárbaros en la civilización. membramiento. Dios le dió á un tiem-
Para defender al mundo basta una ciu- po dicha y desgracia. Desprenderse del
dad, y nosotros podemos contar con imperio es u n triunfo; desprenderse de la
ella. H a n pasado para ya no volver los Alsacia y de la Lorena es una catástrofe.
degolladores de los pueblos, que vivían en Hay en todo esto una mezcla de eleva-
el salvajismo, los azotes de la tierra, los ción y de abatimiento. Estamos orgullo-
conductores ciegos de multitudes sordas, sos de ser libres y humillados por ser m á s
los diluvios de ejércitos que s u m e r g í a n pequeños; es preciso que la Francia per-
DESPUES D E L DESTIERRO. 561
manezca siendo libre y vuelva á ser tecimiento, la juventud sin el cuartel, el
grande. E l contragolpe de nuestro des- valor sin el combate, l a justicia sin el
tino a l c a n z a r á á toda la civilización, p a t í b u l o , el bosque sin el tigre, el arado
porque lo que suceda á Francia le suce- sin la espada, la palabra sin mordaza, la
derá al mundo. De esto nace la ansiedad conciencia sin yugo, la verdad sin dog-
general, que espera lo desconocido. ma. Dios sin el sacerdote, el cielo sin i n -
Espanta á algunos lo desconocido, fierno, el amor sin el ódio. Se desatará la
pero sin motivo. E n vez de temer, debe- espantosa ligadura de la civilización y
mos esperar. Os voy á decir por q u é . se cortará el istmo vergonzoso que se-
Como acabo de deciros, Francia se para estos dos mares; la humanidad y la
emancipó; pero ha sufrido un desmem- felicidad. F l o t a r á en todo el mundo u n
bramiento que rompió el equilibrio eu- oleaje de luz. Esa luz será la libertad, y
ropeo, así como su emancipación fundó esa libertad será la paz.
la República. VÍCTOR HUGO.
Roto el equilibrio de u n continente,
solo puede reformarse por medio de una Hauteville-House 20 Setiembre 1872.
transformación; ésta solo puede verifi-
carse hácia adelante ó hácia a t r á s , hácia
el mal ó hácia el bien, h á c i a la noche ó XIII.
hácia la aurora. Se propone este dilema
supremo. De hoy en adelante solo son Ofrecimientos de volver á la Asam-
posibles para la Europa dos clases de blea.
porvenir: convertirse en Alemania ó en
Francia, quiero decir, ser imperio ó ser
República. E n Marzo de 1873, estando Víctor
Esto es lo que el solitario de Santa Hugo en Guernesey, le remitieron desde
Elena predijo, con e x t r a ñ a precisión, L y o n las dos cartas siguientes:
hace cincuenta y dos años, sin sospechar "Ilustre ciudadano Víctor Hugo:
que el seria el instrumento indirecto de E n nombre del grupo de ciudadanos
esta transformación, sin sospechar que radicales del barrio sexto de L y o n , tene-
llegaría un 2 de Diciembre á agravar mos el honor de proponeros candidato á
el 18 Brumario, u n S e d á n para sobrepu- la diputación por el departamento del
j a r á W a t e r l ó o y un Napoleón el Peque- Ródano, en las elecciones parciales que
ñ o para destruir á Napoleón el Gran- se van á verificar, por haber presentado
de. Unicamente, si se realizase el lado la dimisión M . de Laprade.
infausto de su profecía, en vez de la E u - Estamos seguros de que t r i u n f a r á
ropa cosaca, que él entreveía, tendría- vuestra candidatura, aunque se presen-
mos la Europa v á n d a l a . L a Europa será ten otras, por la autoridad de vuestro
imperio ó República; pero una de esas nombre, que idolatra la democracia fran-
dos clases de porvenir, es pasado. ¿El pa- cesa.
sado puede revivir? Indudablemente no. Creemos que seguiréis profesando to-
Entonces la Europa será República. das las ideas que suscribisteis en el man-
Cómo la obtendremos? Por medio de una dato-contrato.
guerra ó por medio de una revolución. Recibid, ciudadano, nuestro fraternal
Por medio de una guerra, si la Alemania saludo.,,
obliga á esto á la Francia. Por medio de (Siguen las firmas.)
una revolución, si los reyes obligan á
esto á los pueblos. De todos modos ob- "Querido ó ilustre ciudadano:
tendremos la R e p ú b l i c a europea. Los d e m ó c r a t a s de L y o n os saludan.
Constituiremos los grandes Estados- Los demócratas de este pais hace ya
Unidos de Europa, que coronarán el tiempo que desean caminar al frente del
viejo mundo, como los Estados-Unidos movimiento social, y vos sois el represen-
de América coronan el mundo nuevo. tante m á s ilustre de sus principios.
E l espíritu de conquista se transfigurará Habéis servido de consuelo á todos los
en espíritu de descubrimiento; alcanza- proscriptos y os habéis indignado contra
remos la generosa fraternidad de las na- todos los proscriptores, y no podemos o l -
ciones en vez de l a fraternidad feroz de vidar la noble conducta que observás-
los emperadores; tendremos la p á t r i a sin teis con los refugiados en Bruselas.
fronteras, el presupuesto sin el parasitis- Querido é ilustre ciudadano, atrave-
mo, el comercio sin aduanas, la circula- samos á r d u o y solemne período. Los
ción sin barreras, la educación sin embru- partidarios de l a esclavitud y de la igno-
TOMO I V .
562 OBRAS D E VICTOR HUGO.

rancia hacen grandes esfuerzos para re- montos que continúe yo estando fuera
tardar el advenimiento de los principios de la Asamblea.
de la democracia radical. Primero trata- Todas las consideraciones de detalle
ron de comprometernos y- después de di- deben desaparecer ante el interés gene-
vidirnos. A n t e el escrutinio que m a ñ a n a ral de la República, y para servirla me-
v á á abrirse debemos presentar impo- jor creo que debo borrar en estos instan-
nente y unida mayoría; para que esto tes m i personalidad.
suceda, estamos resueltos á ofreceros No dudo que aprobareis m i resolución;
nuestros votos para la diputación vacan- me ha halagado en gran manera vuestro
te en el departamento del R ó d a n o . ::raternal ofrecimiento, y suceda lo que
Servios decirnos si aceptáis la candi- suceda en lo sucesivo, me consideraré
datura que os ofrece la democracia lyo- desde este momento, si no con los dere-
nesa. chos, al menos con los deberes de un re-
Recibid, querido ó ilustre ciudadano, presentante de L y o n . Os envió, ciudada-
el fraternal saludo que os enviamos.,, nos, así como t a m b i é n al generoso pueblo
(Siguen las firmas.) lyonés, m i cordial g r a t i t u d .
VÍCTOR HUGO.
Hauteville-House 30 Marzo 1873.,,
Víctor Hugo contestó lo siguiente:
"Honorables y queridos conciudada
nos: XIV.
Me h o n r a r í a representando á la ilustre Enrique Bochefort.
ciudad de Lyon, que para la civilización
es tan útil y para l a democracia tan
grande.
A L SEÑOR DUQUE DE BROGLIE.
He dicho en otra parte que P a r í s es la
capital de Europa y L y o n la capital de
Francia. A n t e u i l 8 Agosto 1873.
Me honra l a carta colectiva que me Señor duque y honorable colega:
habéis dirigido, y emocionado os la agra- Me dirijo al miembro de la Academia
dezco. Seria una gloria para m í que me francesa. V á á verificarse un hecho que
eligiera el pueblo de L y o n . encierra extraordinaria gravedad. Uno
Pero en los momentos actuales, ¿seria de los escritores m á s célebres de nues-
oportuno que yo volviese á la Asamblea? tra época, Enrique Rochefort, condena-
No lo creo. do por sentencia política, v á á ser depor-
Si m i nombre significa algo, en estos tado á la Nueva-Caledonia. Cualquiera
años fatales que estamos atravesando que conozca á Enrique Rochefort com-
significa amnistía. No puedo reaparecer prende que su constitución delicadísima
en la Asamblea sin pedir completa am no le p e r m i t i r á sufrir este deporte, por
nistía para todo el mundo; porque si esta lo largo del viaje, y a d e m á s porque el
se restringe deja de ser amnistía, como clima ó la nostalgia le m a t a r á n . Enri-
el sufragio mutilado no es verdadera que Rochefort es padre de familia, y tie-
mente el sufragio universal. ne que dejar abandonados á tres hijos,
Evidentemente la Asamblea a c t ú a uno de los que es una jóven de diez y
no me la concedería, porque el que está siete años.
muriendo no puede dar vida. L a sentencia solo le condena á perder
U n a votación hostil p r e j u z g a r í a la la libertad, pero el modo de ejecutarla
cuestión, y de este m a l precedente se quizás le condena á perder la vida. ¿Por
aprovecharía la reacción m á s tarde y q u é ha de i r desterrado á Noumea? Bas-
comprometería la amnistía; para que t a r í a con que fuese á las islas de Santa
ésta triunfe es preciso que se pida ante Margarita.
una Asamblea nueva. Entonces la con L a sentencia no exige tanto: yendo á
seguiríamos. Conseguida l a amnistía, nos las islas de Santa Margarita se ejecuta-
t r a e r í a la tranquilidad y la reconcilia ría la sentencia, pero no se agravarla.
cion, que debe ser el interés actual de la Transportarle á la Nueva-Caledonia es
República. exagerar l a pena impuesta á Enrique
Seria inútil m i presencia hoy en la Rochefort, equivale á conmutarla por la
tribuna no pudiendo conseguir el resul pena de muerte. Os ruego que os fijéis en
tado que deseo, y creo que es m á s conve esta nueva clase de c o n m u t a c i ó n .
niente para la República en estos mo Será un dia de luto para la Francia el
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 563
dia que ésta se aperciba de que lo que se felicitándole por haber defendido el de-
ha querido hacer con esto es abrir la recho de asilo. Este escrito y la lista de
tumba á tan brillante y bravo escritor. las firmas llenaban un elegante cuader-
Tened presente que se trata de un es- no a r t í s t i c a m e n t e encuadernado en ter-
critor original y raro, y ya que á la vez ciopelo. Por efecto de los continuos via-
sois ministro y académico, en esta oca- jes de Víctor Hugo, el cuaderno no llegó
sión vuestros dos deberes están acordes á su destino hasta estos dias. E l que se
y deben ayudarse recíprocamente. Par- honraba recibiéndolo no creyó que éste
ticiparíais de l a responsabilidad de la era un motivo para no dar las gracias á
catástrofe que os prevengo y anuncio; los que se lo enviaban, y escribió la si-
podéis y debéis intervenir para evitarla; guiente carta al maire de Trieste:
os honrarla tomar esta generosa inicia-
tiva, y dejando aparte la opinión y la "Paris 17 Agosto 1873.
pasión política, en nombre de las letras, á Señor maire de la ciudad de Trieste:
las que pertenecemos vos y yo, os pido, Encuentro al regresar á Paris, tras una
querido colega, que protejáis en este mo- larga ausencia, el escrito que me dirigen
mento decisivo á Enrique Rochefort, de- vuestros honorables conciudadanos, hon-
jando sin efecto el viaje á la Nueva- rado con m á s de trescientas firmas. Reci-
Caledonia, que causarla su muerte. bir tanto honor me confunde, y mucho
m á s haber diferido tanto involuntaria-
VÍCTOR HUGO. mente acusaros el recibo. Esto no obstan-
E l duque de Broglie respondió: te, creo que nunca es tarde para ser agra-
uApreciable compañero: decidos. Como ninguna carta de remisión
Recibí durante la corta escursion que a c o m p a ñ a b a al escrito, me dirijo á vos,
me alejó de Paris la carta que tuvisteis para que expreséis á los firmantes, vues-
á bien escribirme, y me apresuré á tras- tros conciudadanos, m i gratitud y m i
mitírsela á M . Beulé. afecto.
Enrique Rochefort—si se realizaron Los generosos habitantes de Trieste me
las indicaciones del gobierno—debió su- hicieron esta manifestación cuando f u l
frir una inspección m é d i c a escrupulosa, expulsado de Bélgica, no teniendo yo otro
y no se le hubiera expedido la órden de mérito que haber ofrecido asilo á los ven-
partir á no tener la certeza de que la cidos; por este hecho tan sencillo, vuestros
ejecución de la ley no pone en peligro la honorables conciudadanos me recompen-
vicia n i la salud del sentenciado. san magníficamente. Les envió las g r a -
E n este caso, comprendereis que las cias.
facultades intelectuales de que M . Ro- Su elocuente manifestación no se bor-
chefort está dotado aumentan su res- r a r á nunca de m i memoria. Con faci-
ponsabilidad, y de n i n g ú n modo pueden lidad olvido los odios, pero no olvido
ser u n motivo para atenuar el castigo nunca las simpatías. A d e m á s , esa m a n i -
que merece la gravedad de su crimen. festación es digna de la ilustre ciudad
IÍOS desgraciados ignorantes ó alucina- que i l u m i n a el sol de G-recia y de I t a l i a .
dos á quienes sedujo su palabra ó su Siendo el pais de la luz, sois el pais de l a
talento, y que dejan á sus familias entre- libertad.
gadas á la miseria, son m á s acreedores á Saludo en vuestra persona á l a noble
la indulgencia. ciudad de Trieste.
Recibid, apreciable compañero, la se- VÍCTOR HUGO.,,
guridad de m i alta consideración.
BROGLIE.,,
XVI.

XV. £1 centenario del Petrarca»


L a ciudad de Trieste y Víctor Hugo.
Con motivo de las fiestas del centena-
rio del Petrarca, Víctor Hugo recibió la
Extracto de Le Rappel del 18 de Agos- siguiente invitación:
to de 1873:
"Hace dos años fué expulsado Víctor "Avignon 14 Julio 1874.
Hugo de Bélgica por haber ofrecido su Querido y gran ciudadano:
casa á los refugiados franceses: con este E l 18 de J u l i o la ciudad de A v i g n o n
motivo le enviaron de Trieste u n escrito vá á celebrar fiestas oficiales en honor
56 i OBRAS D E VICTOR HUGO.

del Petrarca, con motivo del centenario Me halaga que se acuerde de m í l a


quinto de su muerte. valiente democracia del Mediodía, que es
Muchas ciudades y muchas sociedades como la vanguardia de la democracia
literarias de I t a l i a e n v i a r á n delegados universal, y en la que piensa todo el
que las representen en las fiestas. Entre mundo cada vez que oye la Marsellesa.
éstos v e n d r á M . Nigra. a Marsellesa es la voz del Mediodía y es
E n esta ciudad reemplaza al Consejo t a m b i é n la voz del porvenir.
municipal elegido, una comisión muni- Siento no estar con vosotros en las
cipal, nombrada, según es costumbre, por fiestas; me hubiera enorgullecido recibir
uno de los m á s célebres prefectos del ór- á nuestros hermanos los generosos ita-
den moral, y esta comisión será la encar- ianos, que a c u d i r á n á festejar al Petrar-
gada de recibir á los patriotas que l a ca en el pais de Voltaire. Pero desde
I t a l i a nos envié. "ejos presenciaré conmovido esa solemni-
Creemos que es importante que una dad, que fijará la atención del mundo ci-
mano gloriosa y verdaderamente frater- vilizado. Petrarca, que fué la aureola de
nal pueda, en nombre de los republica- un siglo tenebroso, no perderá su clari-
nos de Francia, estrechar la mano que dad en el Mediodía del progreso del si-
van á tendernos los hijos de una nación glo diez y nueve.
á la que quisiéramos atestiguar sinceros Felicito á Avignon, que durante tres
sentimientos de simpatía: nos enorgulle- dias memorables vá á ofrecer ilustre es-
ceria que A v i g n o n pudiese hablar con pectáculo. Puede decirse que Roma y
la voz de nuestro primer poeta á los Paris van á encontrarse: Homa, que con-
conciudadanos del poeta y del patriota sagra al Petrarca, y Paris, que derribó
Petrarca. la Bastilla; Roma, que corona á los poe-
I t a l i a entonces oiria u n lenguaje ver- tas, y Paris, que destrona á los reyes;
daderamente francés, que expresarla dig- Roma, que glorifica al pensamiento hu-
namente el cambio de sentimientos que mano, y Paris, que lo emancipa.
deben unir á las dos grandes naciones. Es soberbia l a reunión de las dos ciu-
E n estas circunstancias y con esta dades madres. E l abrazo de las dos ideas
idea, para dar á las fiestas oficiales su es patético y tranquilizador. Es m a g n í -
verdadero alcance, un grupo considera fico que Roma y Paris fraternicen en la
ble de amigos, que representan la demo santa comunión democrática. Las acla-
cracia y la juventud de este pais, me han maciones que allí suenen d a r á n toda su
encargado que os dirija esta carta, i n v i significación á este encuentro. Avignon,
tándoos á que vengáis á pasar con nos la ciudad pontifical y popular, será el
otros los dias 18, 19 y 20 de Julio. Ce lazo de unión entre las dos capitales del
lebraremos la verdadera fiesta, si os pasado y del porvenir.
dignáis aceptar esta invitación, y para Nos representáis m u y bien, ciudada-
todo el Mediodía de Francia vuestra v i - nos de Vancluse, en esa fiesta, que es na-
sita t e n d r á significación fecunda y tras cional para las dos naciones; sois dignos
cendental. de hacer á I t a l i a el saludo de Francia.
Esperamos que la aceptareis, y nos Comenzáis á bosquejar la majestuosa
regocijamos de antemano: dignaos, que República federal del continente.
rido y gran ciudadano, recibir en m i Petrarca fué una lumbrera en su épo-
nombre y en el de mis amigos la expre ca, y es magnífico que su claridad nacie-
sion de nuestra respetuosa y profunda ra del amor. A m ó á una mujer y encan-
admiración. tó al mundo. Petrarca es una especie de
P l a t ó n de l a poesía; posee lo que puede
SAINT-MARTÍN, llamarse sutilidad del corazón y al mis-
Consejero general de Vancluse, ex-re- mo tiempo profundidad del espíritu; es
dactor en jefe de la Democraeia
del Mediodía*»
amante y pensador, es poeta y filósofo.
Petrarca es uno de los raros ejemplos
del poeta feliz. Viviendo le comprendie-
Paris 18 Julio 1874. ron, privilegio que no gozaron Homero,
Honorable conciudadano: Esquilo n i Shakespeare. N i le calumnia-
L a noble y gloriosa invitación que me ron, n i le silbaron, n i le dilapidaron. Pe-
habéis trasmitido me emocionó profun- trarca gozó en el mundo de todas las
damente; pero me apesadumbra no po- glorias del génio; del respeto de los Pa-
der aceptarla por tener que asistir á m i pas, del entusiasmo de los pueblos, de
nieto, que está aun convaleciente de una lluvias de flores cuando pasaba por las
enfermedad grave. calles, de ver ceñida l a frente con el lau-
DESPUES D E L DESTIERRO. 565
reí de oro, como un emperador; del Ca- funesta de deshacer todo lo hecho. Entre
pitolio, como un dios. Pero digamos v i - el porvenir y nosotros nos encontramos
rilmente la verdad: le faltó ser desgra- -con una interposición fatal. No podemos
ciado. Prefiero á su traje de p ú r p u r a el hoy entrever la paz m á s que al través de
cayado del Dante. Falta á Petrarca ese un choque y m á s allá de un combate
no sé q u é trágico, que a ñ a d e á la gran- inexorable. L a paz será indudablemente
deza de los poetas no sé q u é cima negra el porvenir, pero no es el presente. L a
que marca siempre la cumbre m á s alta | situación actual está llena d e ó d i o som-
del génio. Le falta el insulto, el llanto, brío.
la afrenta y la persecución. E n la gloria, Odio que lo produce haber recibido un
el Dante sobrepuja al Petrarca, el des- bofetón.
tierro sobrepuja a l triunfo. Quién fué el abofeteado? E l mundo
VÍCTOR HUGO. entero. Herir á Francia en las mejillas es
ruborizar la frente de todos los pueblos,
porque es afrentar á su madre. De esto
ha nacido el ódio, el ódio antiguo y
XVII. eterno de los vencidos á los vencedores;
L a cuestión de la paz reemplazada el ódio de pueblos á reyes, porque los
por la cuestión de la guerra. reyes son vencedores y los pueblos ven-
cidos; ódio que es recíproco y sin m á s sa-
lida que el duelo.
Duelo entre dos naciones? No, porque
a LOS MIEMBROS DEL CONGRESO DE LÁ la Francia y la Alemania son hermanas;
PAZ DE GINEBRA. el duelo es entre dos principios, entre la
República y el imperio.
Paris 4 Setiembre 1874. L a cuestión está ya entablada: á una
Queridos ciudadanos de la R e p ú b l i c a parte la m o n a r q u í a g e r m á n i c a , á la otra
de Europa: los Estados-Unidos de Europa. E l en-
Deseáis afectuosamente que asista al cuentro de los dos principios es inevita-
Congreso de Ginebra, y me apesadumbra ble, y ya se distinguen en el profundo
no poder cumplir vuestra invitación, porvenir los dos frentes de batalla; en
que me honra. Si hoy hubiera podido uno todos los reinos y en el otro todas
pronunciar algunas palabras ante vos- las pátrias.
otros, versarían t a m b i é n sobre la gran ¿Podrá retardarse mucho tiempo ese
cuestión de la paz universal, añadiendo duelo? ¿ P o d r á dársele otra solución al-
algo á lo que i n d i q u é en el Congreso de gud dia? Si se e m p e ñ a la colosal batalla,
Lausana. E n la actualidad, lo que enton- sobrevendrá lamentable conflicto para el
ces presentaba m a l cariz hoy lo presenta género humano. L a Francia no puede
peor; se ha agravado terriblemente; el atacar á n i n g ú n pueblo sin ser fratrici-
problema de l a paz tiene que luchar con cida, y n i n g ú n pueblo puede atacar á la
el inmenso enigma de la guerra. Francia sin ser parricida.
E l quidquid delirant reges ha producido Nosotros, preparadores de los hechos
su efecto. Donde antes solo se entreveían futuros, h u b i é r a m o s deseado otra solu-
fraternidades y esperanzas, hoy se ven ción, pero los acontecimientos nos lo
grandes amenazas; nos entorpecen una impiden; caminan al mismo fin que nos-
série de catástrofes que se engendran otros, pero por diferentes caminos. Nos-
unas á otras y que h a b r á que pasar por otros emplearíamos la paz y ellos emplean
ellas; será preciso llegar hasta el fin de la guerra. Por desconocidos motivos pre-
esa cadena. fieren esta clase de soluciones. Por eso es
Esa cadena l a han forjado dos hom- imposible que no se entristezca profun-
bres, Luis Bonaparte y Guillermo, pseu- damente el filósofo: lo que hace constar
dónimos los dos, porque detrás de G u i dolorosamente, lo que no puede negar,
llermo está Bismarck y detrás de Luis es el encadenamiento de los hechos, su
Bonaparte Maquiavelo. L a lógica de los necesidad y su fatalidad. Los desastres
hechos violentos nunca se desmiente; el tienen su á l g e b r a .
despotismo se transforma, esto es, se E n pocas palabras voy á resumir esos
renueva y muda de sitio, esto es, se forti- hechos.
fica; el imperio m i l i t a r ha conducido al L a Francia ha sido humillada. E n es-
imperio gótico, y desde Francia ha pasa tos momentos se ha abierto en ella una
do á Alemania. A l l í es donde hoy está e llaga doble; en el territorio y en el ho-
obstáculo. Nos vemos en la necesidac. nor: no puede quedar así. Contemplando
566 OBRAS D E VICTOR HUGO.

á Sedán no es posible que duerma, como blo, esto es, la libertad; esto es, Dios; esto
tampoco puede dormir cuando piensa en es, la paz.
Metz y en Estrasburgo. Esperemos.
L a guerra de 1870 empezó por una Recibid m i cordial saludo, queridos
emboscada y terminó por un hecho vio- ciudadanos de la patria universal.
lento de fuerza. Los que dieron el golpe VÍCTOR HUGO.
no previeron las represalias, que estas
son las faltas de los hombres de Estado.
Les pierde el deslumbramiento de la vic- XVIII.
toria. E l que no vé m á s que la fuer-
za, está ciego para ver el derecho. L a Exequias de liad. Paul Menrice.
Francia tiene derecho á la Alsacia y á
la Lorena. Por qué? Porque la Alsacia
y la Lorena tienen derecho á la Francia. Extractamos de Le Rappel del 16 de
Porque los pueblos tienen derecho á la Noviembre de 1874 lo siguiente:
luz y no á la oscuridad. Todo se inclina "Inmenso a c o m p a ñ a m i e n t o condujo
en estos momentos hácia la Alemania, ayer á la ú l t i m a morada á Mad. Paul
produciendo grave desorden. Esta rup- Meurice. I b a detrás del coche fúnebre
tura de equilibrio debe cesar. Los pue- su desconsolado esposo, llevando á la
blos lo conocen y están inquietos; se derecha á Víctor Hugo; seguian después
siente el malestar universal. Como dije diputados, periodistas, literatos, artistas,
en Burdeos, desde el tratado de Paris ha formando numeroso grupo, por lo que
empezado el insomnio del mundo. nos abstenemos de nombrarlos, y detrás
m u l t i t u d de amigos desconocidos, por-
E l mundo no puede aceptar que dis
que nadie p o d r á impedir que el generoso
minuya la Francia. L a solidaridad de los
pueblo de Paris ame á los que le aman,
pueblos, que hubiera establecido la paz,
n i que se lo atestigüe en cuantas ocasio-
promoverá la guerra. L a Francia es en
nes se le presenten.
cierto modo una propiedad humana; per
tenece á todos, como antiguamente Ate- E l cortejo fúnebre se dirigió desde la
tenas y Roma. Nunca se insistirá bas casa mortuoria al cementerio del Padre
tan te en pregonar estas realioades. Ved Lachaisse. A l llegar allí, al depositar en
los prodigios de la solidaridad. E l dia tierra el féretro, Víctor Hugo pronunció
que la Francia tuvo que pagar cinco m i l las siguientes palabras:
millones, el mundo le ofreció cuarenta y " L a mujer á quien venimos á tributar
cinco m i l . Este resultado es m á s que un el supremo saludo honró á su sexo; fué
hecho de crédito, es u n hecho de civiliza brava y tierna; estaba dotada de todas
cion. Después de pagar los cinco m i l m i - las gracias para amar y de todas las
llones, Berlin no será m á s rico, n i Paris fuerzas para sufrir: deja en la soledad al
m á s pobre. Por qué? Porque Paris es compañero de su vida, á P a u l Meurice,
necesario y Berlin no, y solo es rico el espíritu radiante y digno, uno de los
que es útil. hombres m á s nobles de esta época. I n -
clinémonos ante la tumba venerable.
Escribiendo esto no me creo francés, F u i testigo de su casamiento; conocí á
me creo hombre. los dos jóvenes, ella hermosa, él radiante,
Veamos sin ilusión y sin cólera l a si- asociarse ante la ley humana y la ley d i -
t u a c i ó n t a l como es. Se dijo: Delenda vina para siempre al entregarse la mano.
Carthago; ahora es preciso decir: Servando, Presenció l a entrada de sus dos almas
Qallia. en el amor, que es la verdadera entrada
Cuando se hace una herida á la Fran en la vida. ¿Es su salida lo que hoy pre-
cia, se desangra la civilización. Se ha co- senciamos? No; que el corazón que per-
metido u n crimen con Francia; la han manece en el mundo continúa amando,
hecho sufrir los reyes la cantidad po- y el alma que se ausenta continúa
sible de mortandad en u n pueblo. Es viviendo. L a muerte t a m b i é n es una en-
preciso que los reyes expíen esta mala trada; no ya en el amor, porque el amor
acción, de la que saldrá la guerra; es en la tierra es completo, sino en la clari-
preciso que los pueblos la reparen, y de dad suprema.
su reparación s a l d r á l a fraternidad. Re Desde que se juntaron sus dos almas
paracion en este caso quiere decir fede hasta hoy, se apoyaron una en la otra.
ración. E l desenlace de esta crisis lo Por desgraciada que sea la existencia, es
t r a e r á n los Estados-Unidos de Europa. agradable atravesarla así. Esa admirable
E l triunfo definitivo lo conseguirá el pue- mujer, pintora, música, artista, recibió
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 567
de la naturaleza todos esos dones, pero nioerías, para traernos el alimento y l a
le enorgullecía sobre todo el reflejo de alegría. Porque d á la m á s pura y verda-
la fama de su esposo; tomaba gran parte dera de todas las alegrías cumplir con el
en sus éxitos; era feliz oyendo los aplau- deber. Se encuentra un ideal de la m u -
sos que le tributaban; asistía sonriendo á jer en Isaías y otro en Juvenal; las
las espléndidas fiestas del teatro, en las mujeres de Paris han realizado esos dos
que proclamaban el nombre de Paul ideales; tuvieron coraje, que es m á s que
Meurice aclamaciones entusiastas; esta- bravura, y paciencia, que es m á s que co-
ba orgullosa de comprender que vivirían raje; tuvieron ante el peligro intrepidez
en el porvenir las obras escelentes, que y ternura; inspiraron á los combatientes
o c u p a r á n en la literatura de nuestro si- desesperados el ánimo que dan sus son-
glo u n sitio luminoso de gloria. Cuando risas, y no les pudieron vencer. Como sus
llegaron para ella los tiempos de prueba, maridos, como sus hijos, quisieron luchar
los sufrió estóicamente. E n nuestros dias, hasta ú l t i m a hora con u n enemigo sal-
en muchas ocasiones el escritor tiene que vaje, desafiando el obús y la metralla y
ser combatiente. ¡Desgraciado el talento los rigores de un invierno de cinco me-
sin conciencia! L a poesía debe ser una ses, rechazando siempre la idea de que
v i r t u d . P a u l Meurice es una de esas al- se rindiera la ciudad. Veneremos á Pa-
mas transparentes, en cuyo fondo se vé rís, que produce tales mujeres y tales
el deber. P a u l Meurice es apasionado de hombres; arrodillémonos ante la ciudad
la libertad, del progreso, de la verdad y sagrada, que con su prodigiosa resisten-
de la justicia; por eso sufrió sus conse- cia salvó á la Francia.
cuencias; por eso estuvo encarcelado. Su A pesar de lo que hizo el enemigo, hay
mujer comprendió esta nueva gloria, y quizá misterioso restablecimiento de
desde ese dia, siendo antes buena, llegó equilibrio en este hecho. L a Francia dis-
á ser grande. minuida, pero Paris m á s grande.
Más tarde, cuando llegaron los desas- ¡Que la hermosa alma que subió á los
tres, cuando la prueba que se habia de cielos, que acaso está presente y me oye,
sufrir tomó las proporciones de una cala- quede complacida al ver que todas las
midad pública, se prestó voluntariamen- veneraciones rodean al cuerpo que l a
te á todas las abnegaciones y á todos los encerró! Desde lo alto de la serenidad
sacrificios. desconocida pude contemplar cómo se
L a historia de este siglo encierra dias agrupan todos los corazones llenos del
inolvidables. alecto que la profesaban, á los amigos
Hay momentos que en la humanidad respetuosos que la glorifican, á su admi-
aparece cierta sublimidad de la mujer; rable marido que la llora. No se borrará
en los momentos en que la historia es nunca en nosotros su recuerdo apacible
terrible, parece que el alma de l a mujer y doloroso, que a l u m b r a r á nuestro cre-
quiera aprovecharse de la ocasión y dar púsculo. U n recuerdo es una claridad.
ejemplo al alma del hombre. E n la an- Que el alma eterna acoja en la supre-
t i g ü e d a d se destaca de esta manera la ma morada á esta alma inmortal. L a
mujer romana, y en la edad moderna la vida es el problema, la muerte es la solu-
mujer francesa. E l sitio de Paris nos ha ción. Repito, y con esta repetición termi-
demostrado hasta dónde puede llegar en n a r é este adiós lleno de esperanza, que
la mujer la dignidad, la firmeza, la acep la tumba no es tenebrosa n i está vacía.
tacion de las privaciones y de las mise Encierra la gran claridad. P e r m í t a s e m e
rias y la a l e g r í a en las angustias. E l volver l a vista hácia ella. E l que casi se
fondo del alma de la mujer francesa lo puede decir que ya no vive en el mundo,
forma una mezcla heróica de familia y porque la muerte le arrebató ya todas
de pátría. sus ambiciones, tiene el derecho de salu-
L a generosa mujer que encierra ese dar en el fondo de lo infinito, en el si-
a t a ú d poseía esas grandezas, que yo he niestro y sublime deslumbramiento del
presenciado, por haber sido su huésped sepulcro, al astro inmenso, á Dios.,,
en los días trágicos. Mientras que su
bravo esposo c u m p l í a con la ruda y do-
ble tarea de escritor y de soldado, ella se XIX.
levantaba antes de amanecer, iba, de no- A los demócratas italianos.
che aun, lloviendo, helando, sobre la
nieve, á esperar durante largas horas,
como otras nobles mujeres del pueblo, Los periódicos publicaron un telégra-
á las puertas de las tahonas y de las car ma que los demócratas italianos dirigía-
568 OBRAS D E VICTOR HUGO.

ron á Víctor Hugo; éste les contestó lo salvado á Paris, la villa heróica. Aquel
que sigue: hombre habia asesinado á su pátria.
E l Consejo de generales j u z g ó que
"Doy las gracias á mis hermanos los
merecía la muerte, pero declaró que de-
demócratas de I t a l i a . Esperemos la gran
bía vivir.
emancipación. L a I t a l i a y la Francia
tienen la misma alma, la alma romana, Haciendo esto, ¿qué hizo el Consejo de
la República. L a R e p ú b l i c a , que es el generales? L o repito, borrar la pena de
pasado de la Italia, es el porvenir de la muerte d é l a Ordenanza militar.
Francia y de Europa. Desear la Re- Decidir que •de allí en adelante, n i la
pública de Europa, es desear la federa- traición, n i la deserción al enemigo, n i
ción de los pueblos, y la federación de el parricidio, porque matar la pátria es
los pueblos es la suprema realización matar á la madre, fuera castigado con
del órden en la libertad; es la paz. la pena de muerte.
Orden, libertad, paz, eso es lo que la E l Consejo de generales hizo bien, y
m o n a r q u í a busca, pero que solo la Repú- nosotros le felicitamos.
blica encontrará. ¿Con q u é razones podrá ahora aconse-
j a r á sus entendidos y valientes oficiales
VÍCTOR HUGO.,, que sostengan la pena de muerte por de-
litos militares? Se realiza una guerra en el
porvenir; para esta guerra hace falta u n
ejército; para este ejército hace falta dis-
ciplina; la mejor disciplina es la lealtad;
Por un ¡soldado. la m á s inviolable de las subordinaciones
es la fidelidad á l a bandera; el m á s mons-
truoso de los crímenes la felonía. ¿A
Deseo que el siguiente hecho no pase quién se c a s t i g a r á sino al traidor? ¿Y
desapercibido. q u é soldado será castigado si no lo ha
U n soldado llamado Blanc, fusilero sido el general? ¿Quién será herido por
del 112.° regimiento de línea, de guarni- la ley si no lo ha sido el jefe? ¿Dónde
ción en A i x , acaba de ser condenado está el ejemplo si no está arriba? Esto,
á muerte por insulto grave á u n supe- los jueces no lo han dicho, pero lo han
rior. pensado; y nosotros les agradecemos que
Se anuncia la ejecución de este sol- hayan comprendido, dando el ejemplo,
dado. que ha llegado el momento de reempla-
Esta ejecución me parece imposible. zar en el Código militar la i n t i m i d a c i ó n
Por qué? V o y á decirlo. por un sentimiento m á s digno del solda-
E l 10 de Diciembre de 1873 los jefes do, realzando de este modo el ideal m i l i -
del ejército, reunidos en Trianon en tar y sustituyendo la cuestión de l a vida
Consejo de generales, acordaron un he- con la cuestión de la honra.
cho importante. Profundo progreso, de donde saldrá
L a abolición de la pena de muerte para las necesidades del porvenir u n
para los militares. nuevo Código militar, m á s eficaz que el
U n hombre estaba delante de ellos: un antiguo.
soldado m á s responsable que todos; un L a pena moral sustituida á la pena
mariscal de Francia. Aquel hombre en material es m á s terrible. Prueba: Ba-
la hora suprema de las catástrofes habia zaine.
faltado á su deber: habia humillado la Sí; la d e g r a d a c i ó n basta. Donde hay
Francia ante la Prusia; se habia pasado al vergüenza, la sangre vertida es inútil. E l
enemigo de u n modo indigno; pudiendo castigo es peor. Sumid al hombre culpa-
vencer, se habia hecho derrotar; tenia una ble en el abismo. Esta es la sombría y
fortaleza, l a m á s fuerte de Europa, y la eterna historia de Caín. Bazaine muerto,
habia entregado; tenia banderas, honra lleva detrás de sí una leyenda. Bazaine
de la historia de Francia, y las habia en vivo, lleva consigo la noche.
tregado t a m b i é n ; estaba al frente de un E l Consejo de guerra hizo bien.
ejército, el único que quedaba á l a na- Qué m á s se puede añadir?
ción, y j e habia ofrecido agarrotado á los Hoy el mariscal desaparece y se pre-
golpes de los sables alemanes, enviando senta un soldado.
lo prisionero de guerra á las casamatas Y a no tenemos delante de nuestros
de Spandau y de Magdebourg; habia per- ojos al alto dignatario, n i la gran cruz
dido á la Francia p u d i é n d o l a salvar; l i - de la Legión de Honor, n i al senador del
brando á Metz, la ciudad virgen, hubiera imperio, n i al mariscal de Francia, sino
DESPUES D E L DESTIERRO. 569
á un campesino. Y a no tenemos delante riscal de Francia; ¿se fusilará al sol-
de nuestra vista al anciano general, lleno dado?
de aventuras y de años, sino á u n hom- L o vuelvo á repetir; esto es imposible.
bre jó ven. No ya la experiencia, sino l a Y o , que hubiera intercedido por Ba-
ignorancia. zaine, intercedo por Blanc. Y o , que hu-
¿Habiendo perdonado al uno vais á biese pedido l a vida del miserable, pido
castigar al otro? la vida del desgraciado.
Tales contrastes son posibles? ¿Es útil Y si se quiere saber con q u é derecho
proponer esos enigmas á la inteligencia intervengo en este doloroso asunto, res-
de los hombres? Esta comparación es es- ponderé: Con el inmenso derecho del pri-
pantosa. ¿Es leal exponer ante la pro- mero que llega; el primero que llega es
funda honradez del pueblo confronta- la conciencia humana.
ciones de esta naturaleza? Por haber
vendido su bandera, por haber entrega- E l 26 de Febrero de 1875 Víctor Hugo
do un ejército, por haber hecho traición publicó la anterior reclamación, que
á la patria se pierde la vida; por haber atendieron.
abofeteado á un cabo se castiga con l a E n 1854, cuando estaba proscripto ó
muerte. intervino en favor del sentenciado Tap-
L a sociedad no está vacía; hay minis- ner, declararon los periódicos bonapar-
tros, hay un gobierno, hay una Asam- tistas que, pidiendo Víctor Hugo la vida
blea; pero hay algo m á s que los minis- de Tapner, no se le debia conceder. Con
tros, hay algo m á s que la Asamblea, hay motivo de l a sentencia del soldado
algo sobre todo eso; el derecho público. Blanc, se repitió hecho tan monstruoso.
A él es á quien me dirijo. Algunos periódicos reaccionarios se diri-
E l impuesto de sangre pagado hasta gieron al gobierno pidiéndole que resis-
el extremo, era la ley de los regímenes tiera á la presión que trataba de ejercer
antiguos; pero no puede ser la ley de la Víctor Hugo, diciendo que ya que éste
civilización moderna. Antes la choza es- intercedia por el soldado Blanc, debían
taba sin defensa; las l á g r i m a s de las ma- fusilarlo.
dres y de las esposas no eran oidas; las Los periódicos de 1875 no consiguie-
viudas lloraban en el mayor abandono; ron lo que se proponían como los de
la postración á consecuencia de las pe- 1854. Ahorcaron á Tapner, pero no fu-
nalidades no se podia expresar; estas silaron á Blanc. L e perdonaron l a vida,
costumbres no son las nuestras. Hoy la c o n m u t á n d o l e la pena por cinco años de
piedad existe; el abandono de lo que vive prisión, sin degradación militar.
en la sombra repugna á una sociedad
que marcha siempre adelante; se com-
prende mejor el deber fraternal; se sien-
XXI.
te la necesidad, no de estirpar, sino de
curar. A d e m á s , es u n error creer que la Exequias de Edgard Qninet.
revolución d á por resultado el decaimien-
to de la e n e r g í a social; por el contrario, (29 Marzo 1875.)
quien dice sociedad libre, dice sociedad
fuerte. L a magistratura puede transfor-
marse, pero para aumentar en dignidad Vengo ante esta fosa abierta á salu-
y en justicia; el ejército puede modificar- dar á un alma grande.
se, pero para adquirir honra. E l poder Vivimos en una época en que glorio-
social es una necesidad; el ejército y la samente abundan los escritores y los
magistratura son una vasta protección; filósofos. E l pensamiento humano se ele-
mas á quién deben proteger? ¿A los que va en ella á altísimas cumbres. E n una
no pueden protegerse por sí solos, á los de ellas se colocó Edgard Quinet; la cla-
que están abajo, aquellos sobre los que ridad severa de lo verdadero b r i l l a en la
pesa todo, los que ignoran, los que su- frente de ese pensador. Por eso le sa-
fren? Los códigos, las C á m a r a s , los t r i - ludo.
bunales, este conjunto es útil; este con- Le saludo porque era ciudadano, pa-
j u n t o es justo y bello, pero es necesario triota y hombre; triple virtud: el pensa-
que toda esta fuerza tenga por ley moral dor debe extender la fraternidad desde
majestuoso respecto á los débiles. la familia á la p á t r i a y desde la p á t r i a á
Antes solo habia grandes; ahora tam- la humanidad; ensanchando de este modo
bién hay pequeños. el horizonte, el filósofo se convierte en
Resumiendo: no se ha fusilado al ma- apóstol. Saludo á Edgard Quinet porque
TOMO I V . 72
570 OBRAS D E VICTOR HUGO.

fué generoso y útil, bravo y clemente, del destierro, en l a que Luis Blanc brilló
convencido y tenaz, hombre de princi- y en la que m u r i ó Barbes.
pios y hombre tierno, compasivo y a l t i - No compadezcáis á esos hombres; han
vo, altivo con los que reinan y compasivo cumplido su deber. Porque cumplir su
con los que sufren. deber es representar á la Francia fuera
L a obra de Bdgard Quinet es ilustre y de ella, es vencer á pesar de ser vencidos,
vasta. sufrir por los que creen prosperar, fecun-
Ofrece el doble aspecto político y lite- dar la soledad del proscripto, sufrir con
rario, y por consecuencia la doble u t i l i - utilidad la nostalgia, adorar á su p á t r i a
dad que necesita nuestro siglo: la del de- oprimida, representar en pió lo que ha
recho y la del arte; lo absoluto y lo caido, el honor, la justicia, el derecho y
ideal. la ley: al que cumple este gran deber
Bajo el punto de vista puramente lite- nada le importan el sufrimiento, la sole-
rario, encanta al mismo tiempo que en- dad n i el abandono.
seña; conmueve al mismo tiempo que Adiós, Edgard Quinet. Has sido útil y
aconseja. E l estilo de Edgard Quinet es grande. E n t r a en la región de los recuer-
robusto y grave, lo que no le impide ser dos, venerable sombra querida del pue-
penetrante. Tiene un no sé q u é afectuo- blo que tanto amaste. Adiós.
so que le concilla con el lector; su pro- L a tumba es severa: nos arrebata las
fundidad, impregnada de bondad, le prendas de nuestro cariño y de nuestra
dá autoridad incuestionable. Quinet es admiración. Que nos aproveche al menos
uno de esos filósofos que se hacen com- para decir lo que es necesario.
prensibles, hasta el punto de que obligan A n t e la tumba, la palabra del hombre
á obedecerles. Es sabio porque es justo. es siempre sincera y solemne. Los hom-
Es un historiador con dotes de poeta. bres como Edgard Quinet deben servir de
L o q u e caracteriza los verdaderos pen- ejemplo, así por sus pruebas como por sus
sadores es la mezcla de misterio y de trabajos; porque ayudan en la vasta mar-
claridad. Quinet tiene el dón profundo cha de las ideas al progreso, á la democra-
del pensamiento entrevisto. Comprénde- cia y á la fraternidad. L a emancipación
se que piensa, por decirlo así, m á s allá de los pueblos es una obra sagrada: glo-
del pensamiento. Así son los escritores rifiquómosla ante la tumba. Que la rea-
de la gran raza. lidad celeste nos ayude á atestiguar la
Quinet era u n espíritu; quiero decir, realidad terrestre. A n t e la emancipación
uno de esos seres para los que la vejez de la muerte afirmemos la emancipación
no existe y que se engrandecen m á s de la revolución, por la que tanto traba-
cuantos m á s años cuentan. Sus m á s be jó Quinet. D i g á m o s l o aquí con afecto,
Has obras son las ú l t i m a s . Sus recientes pero t a m b i é n con altivez; digámoslo á
libros L a Creación y E l Espíritu nuevo los que desconocen el presente y niegan
ofrecen en el m á s alto grado el doble ca el porvenir; digámosles que hemos ven-
rácter actual y profético, que es el sello de cido el pasado en beneficio de todos, y
las grandes obras. E n una y en otra se que por lo tanto los luchadores m a g n á -
encuentran la revolución, que hace vivir nimos como Quinet deben ser los bene-
á los libros, y la poesía, que los inmorta- méritos del género humano. A n t e t u se-
liza. De este modo el escritor, vive á la pulcro continuemos estas supremas leyes
vez en el presente y en el porvenir. morales: que oiga su sombra generosa
que proclamamos que el deber es bello,
No basta escribir una obra, se necesita
que la probidad es santa, que el sacrificio
probarla; la obra la redacta el escritor, la
es augusto, que hay momentos en que
prueba la hace el hombre. L a prueba de
los pensadores son héroes que levantan la
una obra es el sufrimiento aceptado.
revolución en los espíritus, conducidos
Quinet tuvo el honor de ser desterra- por Dios, y que los hombres justos son
do y la grandeza de amar el destierro. los que consiguen que sean libres los pue-
Molestar al tirano place á las almas al blos. L a tumba, precisamente porque es
tivas; ser proscripto es ser escogido; es oscura, tiene la majestad útil que con-
ser escogido por el crimen para represen viene á la proclamación de las grandes
tar el derecho. E l crimen hace resaltar realidades de l a conciencia humana, y
á la virtud; el maldito elige al proscripto como mejor se pueden emplear las t i -
como diciéndole: "Sé m i contrario.,, De nieblas del sepulcro es sacando de ellas
a q u í nace una función. F u n c i ó n que la luz.
Edgard Quinet cumplió soberbiamente
Vivió dignamente en la sombra trágica
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 571
No es posible dormir teniendo abiertas
XXII. las llagas de Polonia, de la Creta, de
Metz y de Estrasburgo; con el restable-
Al Congreso de la Faz. cimiento del imperio g e r m á n i c o en pleno
siglo diez y nueve, viendo que Berlín
viola á Paris, que la ciudad de Federi-
E l Congreso de la Paz se digna acor co I I insulta á la ciudad de Voltaire,
darse de m í y me llama, llamamiento que viendo proclamadas la santidad de la
agradezco profundamente. fuerza y la equidad de la violencia y el
Solo puedo volver á decir á mis con- progreso abofeteado en la mejilla de
ciudadanos de Europa lo que he dicho Francia. Para pacificar es preciso antes
ya muchas veces desde el a ñ o 1871, tranquilizar, y para tranquilizar es ne-
que tan fatal fué para todo el universo. cesario satisfacer. L a fraternidad no es
Actualmente sobresalen en l a c i v i l i - un hecho superficial. L a paz no es una
zación dos esfuerzos contrarios: el de superposición.
Francia y el de Alemania; cada uno de L a paz es una resultante. No puede
ellos desea crear un mundo. Alemania decretarse que l a haya, como no puede
quiere que todo sea Alemania, y Francia decretarse que salga l a aurora. Cuando
quiere que todo sea Europa. L a Alema- la religión esté í n t e g r a y la justicia sea
nia pretende construir u n vasto imperio verdadera; cuando las fronteras se bor-
y la Francia una invencible democracia. ren de las naciones y se restablezcan en-
No dudéis que entre el mundo tenebro- tre el bien y el mal; cuando cada hombre
so y el mundo radiante, el porvenir ha haga de su propia probidad una especie
elegido ya. de p á t r i a interior, entonces, como surje
E l porvenir d a r á á la Alemania y á l a el dia, s u r g i r á la paz; y así como el dia
Francia lo que las corresponde; devolve- aparece al salir el astro, así aparecerá
r á á la una su parte del Danubio y á la la paz por medio de la ascensión del
otra su parte del Rhin, y concederá á las derecho.
dos el dón magnífico de la Europa, es T a l es el porvenir. Y o le saludo.
decir, la gran R e p ú b l i c a federal del con- VÍCTOR HUGO.
tinente.
Los reyes se alian para combatirse y Paris 9 Diciembre 1875.
firman entre ellos tratados de paz, que
les arrastran á casos de guerra, y de XXIII.
esto resultan las monstruosas interpre-
taciones de las fuerzas m o n á r q u i c a s con- E l 16 de Enero de 1876 n o m b r ó á Víc-
tra los progresos sociales, contra la re- tor Hugo el Consejo municipal delega-
volución francesa, contra la libertad de do de Paris para las elecciones senatoria-
los pueblos. De esto resultan "Welling- les. Dirigió entonces á sus colegas, los
ton y Blücher, P i t t y Cobourg y el cri- delegados de todas las municipalidades
men llamado de la Santa-Alianza; por- de Francia, la carta siguiente:
que quien dice alianza de reyes, dice
alianza de buitres. Esta fraternidad fra- "EL DELEGADO DE PARÍS Á LOS DELEGA-
tricida t e r m i n a r á , y á la Europa de reyes DOS DE LAS 36.000 MUNICIPALIDADES DE
coligados sucederá l a Europa de los pue- FRANCIA.
blos unidos.
Tengamos fó y esperemos en el por- Electores de las municipalidades de
venir. Francia, os voy á decir lo que Paris es-
Hasta entonces no tendremos paz; lo pera de vosotros*
digo con dolor, pero con firmeza. A pesar de lo mucho que sufrió esta no-
L a Francia desmembrada es una ca- ble ciudad, cumplió con su deber. E n
lamidad humana. L a Francia no se per- Diciembre de 1851 el imperio se apoderó
tenece á sí misma, pertenece al mundo; de ella á l a fuerza, y después de inten-
para que el crecimiento humano sea tarlo todo para vencerla, lo intentó todo
normal, es preciso que l a Francia esté para corromperla; corromper es la verda-
íntegra; si le falta una provincia, le fal- dera victoria de los déspotas, cuyo medio
ta una fuerza al progreso, le falta u n de reinar consiste en degradar las con-
órgano al género humano. Su m u t i l a - ciencias y en envilecer los corazones; en
ción m u t i l a á l a civilización. convertir el crimen en vicio é inficionar-
Hay hoy fracturas en todas partes, lo en la sangre de los pueblos; en u n
como por ejemplo en la Herzegowina. plazo dado, el cesarismo concluye por
572 OBRAS D E VICTOR HUGO.

convertir la ciudad suprema en la Roma ron. A l arrancarle la diadema de capital


que indignó á Tácito; que cuando la vio- de la Francia, sus enemigos han descu-
lencia degenera en corrupción, no hay Dierto su cerebro de capital del mundo.
yugo tan funesto como éste. Paris sopor- L a frente inmensa de Paris ahora es
tó este yugo durante veinte años, el tiem- copapletamente visible y m á s radiante
po suficiente para envenenarse. U n dia, desde que no lleva corona.
hace cinco años, creyendo llegada ya la Electores de las municipalidades, hoy
hora, suponiendo que el 2 de Diciembre suena para nosotros una hora solemne,
debia haber terminado su trabajo de en- en la que se ha concedido la palabra al
vilecimiento, los enemigos violaron la pueblo, y después de tantos combates, de
Francia, que cayó en el lazo, y después de tantos sufrimientos, de tantas injusti-
combatir contra el imperio y de hacerle cias, la heróica v i l l a , herida aun por el
desaparecer, se lanzaron sobre Paris. Cre- ostracismo, se dirige á vosotros. No os
yeron encontrar á Sodoma y encontraron pide nada para ella, pero sí para la pá-
á Esparta. U n a prodigiosa Esparta de dos tria. Os pide que pongáis fuera de cues-
millones de hombres; encontraron lo que tión el porvenir. Os pide que fundéis la
nunca vió la historia; una Babilonia que verdad política, la verdad social, la ver-
tuvo el heroismo de Zaragoza. E l ataque dad democrática, os pide que fundéis la
salvaje, el bombardeo, todas las brutali- Francia. Os pide que hagáis salir de la
dades vándalas sufrió Paris; sus dos m i - solemnidad de la votación la satisfacción
llones de ciudadanos probaron que la de los intereses y de las conciencias, la
patria es un alma, formando un solo co- República indestructible, el trabajo hon-
razón. Cinco meses de u n invierno polar, rado y libre, el impuesto disminuido en
que los pueblos del Norte parecía que conjunto y proporcionado en los deta-
traian con ellos, se han sucedido, sin can- lles, la renta social libre de parasitismos,
sar la resistencia de los parisienses. Te- el sufragio universal completo, la pe-
n í a n frió y hambre, pero estaban orgu- nalidad rectificada, la enseñanza y el
llosos porque sabian que salvaban el derecho para todos. Electores de las
honor de la Francia, y que el Paris de Communes: Paris, que es la Commune
1871 era la continuación del Paris de suprema, os pide que decretéis por me-
1792, y el dia en que débiles jefes m i l i - dio de la votación el fin de los abusos
tares hicieron capitular á Paris, que hu- con el advenimiento de las verdades; el
biera hecho lanzar un grito de alegría á fin de la m o n a r q u í a con la federación de
cualquiera otra ciudad, hizo lanzar á Pa- los pueblos; el fin de la guerra extranje-
ris u n grito de dolor. ra por medio del arbitraje; el fin de la
Esta ciudad recibió como recompensa guerra civil por medio de la amnistía; el
toda clase de ultrajes; de n i n g ú n m a r t i - fin de l a miseria con la extinción de l a
rio se la ha eximido; ella sola tiene en lo ignorancia. Paris os pide que cerréis
sucesivo derecho al arco de triunfo. Por esas llagas. E n estos momentos, en los
el arco de triunfo queria la Francia, re- que aun nos amenazan muchas fuerzas
presentada por su Asamblea, entrar en hostiles, os pide que h a g á i s confiar en el
Paris, con la cabeza descubierta. L a progreso, que afirméis el derecho ante la
Francia hubiera querido honrarse hon- fuerza, la Francia ante el germanismo,
rando á Paris. Se hizo lo contrario. No Paris ante Roma y la luz ante l a noche.
critico; hago constar un hecho. E l por Confia en que así lo haréis.
venir p r o n u n c i a r á su veredicto. Disipemos las ilusiones sin cólera y
Sin insistir en esto, digo que han des con la calma peculiar al convencimien-
conocido á Paris, y que no solo en el ex to. Se e n g a ñ a n los que s u e ñ a n en abolir
tranjero tuvo enemigos. H a n calumnia legalmente en u n tiempo dado á la Re-
do á la incomparable ciudad que hizo pública. L a R e p ú b l i c a preexiste; es de
frente al desastre, que detuvo y deseen derecho natural. No se puede votar n i en
certó á la Alemania, y que, secundada pró n i en contra del aire que respiramos.
por la intrépida y poderosa asistencia No puede votarse l a ley de progreso del
del gobierno de Tours, si la resistencia género humano.
hubiera durado u n mes m á s , hubiera Las m o n a r q u í a s , como las tutelas, pue-
convertido la invasión en derrota. H a n den tener razón de ser mientras el pue-
hecho todas las afrentas á la ciudad que blo es menor. Cuando adquiere cierta
merece todas las veneraciones. Midieron talla, se encuentra con fuerzas para an-
la cantidad de los insultos prodigados dar solo, y anda. L a República es la
por la cantidad de respeto que debieron nación que se declara mayor de edad.
tenerla. Pero con esto nada consiguió L a República francesa es la civilización
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 573
emancipada. Estas verdades son senci- por medio del progreso, l a paz en las na-
llas. ciones por medio de la fraternidad.
Crecer es emanciparse. Esta emanci- L a voluntad de la Francia es la nues-
pación no depende de nadie, n i de vos- tra, electores de las municipalidades.
otros mismos. ¿Ponéis á votación la hora Terminad la fundación de la R e p ú b l i -
en que cumplís veintiún años? E l pue- ca. Contribuid á que sea tan selecto el
blo francés es mayor de edad. Puede mo- Senado de Francia, que de él resulte la
dificar su Constitución, pero cambiar su paz del mundo. Vale mucho vencer,
edad le es imposible. Someterle á la mo- 3ero vale m á s pacificar. Constituid, ante
n a r q u í a seria someterle á l a tutela. Es a civilización que os observa, una Re-
ya muy crecido para eso. Que renuncien, jública aceptable para todos, sin estados
pues, á esas quimeras. de sitio, sin mordaza, sin destierros, sin
Aceptemos la v i r i l i d a d . L a virilidad Drisiones políticas, sin yugo m i l i t a r n i
es la República. Aceptémosla para nos- clerical, una R e p ú b l i c a verdaderamente
otros y deseémosla para los demás. Que ibre. Elegid á hombres ilustrados que
los otros pueblos gocen t a m b i é n l a plena sepan lo que necesita Francia. L a luz de
posesión de ellos mismos. Ofrezcámosles a ilustración realiza el orden. L a paz es
l a federación, que es la inquebrantable una claridad. H a pasado la hora de las
base de la paz. L a Francia profesa ver- violencias. Los pensadores son m á s útiles
dadero cariño á todas las naciones, de las que los soldados; con la espada se disci-
que cree ser la hermana mayor. E l ob- plina, pero con el pensamiento se civiliza.
jeto que se propone Francia es conseguir Sócrates es m á s grande que Temístocles;
que el continente forme una familia; 11 V i r g i l i o es m á s grande que César; V o l -
brar al comercio de las fronteras que lo taire es m á s grande que Napoleón. „
traban; á la industria, de las prohibicio
nes que la paralizan; al trabajo, de los
parasitismos que lo explotan; á la pro- XXIV.
piedad, de los impuestos que la arruinan
al pensamiento, de los despotismos que Exequias de Federico Lemaitre<
lo amordazan, y á la conciencia, de los (20 Enero 1876.)'
dogmas que la agarrotan. ¿Conseguirá
todo eso? Sí, porque la Francia funda en
estos momentos la libertad de los pue- E l pueblo de Paris hizo suntuosos y
blos, pacíficamente, por medio del ejem populares funerales al eminente artista
pío; su trabajo, m á s que nacional, es dramático cuyo nombre encabeza estas
continental; cuando la Europa sea libre líneas y que acaba de morir. Asistieron
solo se ocupará de su propia prosperi á ellos, a c o m p a ñ á n d o l e luego al cemen-
dad, y por medio de l a paz quelafrater terio de Montmartre, todas las ilustracio-
nidad establece, a l c a n z a r á la mayor es- nes del pais en las letras y en las artes
tatura que pueda obtener la civilización y numerosa m u l t i t u d , que llenó las calles
humana. y que ocupó el susodicho cementerio.
Se nos acusa de que meditamos e' Víctor H u g o , que llevó una d é l a s cintas
modo de tomar l a revancha; tienen ra del a t a ú d , fué obligado á tomar la pa-
zon; pensamos tomar una revancha labra el primero ante el féretro, para
Hace cinco años parecía que la Europa rendir el ú l t i m o homenaje á su ilustre
solo tenia el pensamiento de empeque amigo, el brillante creador del difícil pa-
ñecer á l a Francia; pues bien, la Francia pel de Ruy-Blas. H é a q u í el adiós postre-
hoy t a m b i é n tiene un solo pensamiento ro que le dedicó Víctor Hugo:
el de engrandecer á Europa.
L a República significa el gran desar "No esperaba tener el honor de ser el
me; para conseguirlo, solo basta una con primero en elevar la voz ante el querido
dicion; que se tenga respeto recíproco a cadáver que tenemos delante; estoy m u y
derecho. conmovido para hablar, pero el deber
Lo que la Francia desea puede con me d a r á las fuerzas que me roba el sen-
densarse en una palabra sublime; desea timiento .
la paz. D é l a paz saldrá el arbitraje y del Saludo en su tumba al primer actor
arbitraje las restituciones necesarias y de este siglo; quizás al cómico m á s ma-
l e g í t i m a s . L a Francia quiere paz en las ravilloso de todos los tiempos.
conciencias, en los intereses y en las na- Existe como una especie de familia de
ciones; la paz en las conciencias por me espíritus poderosos y singulares que se
dio de l a justicia, la paz en los intereses * suceden y que gozan del privilegio de
574- OBRA.S D E VICTOR HUGO,

reverberar y de hacer vivir en el teatro lo puede abarcar. Nada la absorbe por


las grandes creaciones de los poetas; esa completo y ofrece á las naciones toda
serie ilustre empieza por Thespis, pasa clase de espectáculos. Ayer la movia l a
por Roscius y llega hasta nosotros con fiebre de las agitaciones políticas; hoy se
Taima; Federico Lemaitre ha sido su entrega por completo á la emoción lite-
continuador brillante en nuestro siglo. raria.
Es el último de esos grandes actores en Guando la preocupan asuntos graves y
el orden cronológico, pero es el primero decisivos, sabe apartar por un momento
en la gloria. N i n g ú n actor le igualó, por- de ellos el pensamiento político para
que ninguno pudo igualarle. Los acto- honrar, enterneciéndose, al gran artista
res que le precedieron representaban que muere. Digámoslo muy alto: una
reyesf pontífices, capitanes, lo que se lla- ciudad como ésta todo lo debe esperar,
man héroes y dioses; él, por haber nacido nada debe temer, no perderá nunca la
en otra época, ha representado el pueblo, medida de la civilización, porque posee
y no hay encarnación m á s fecunda y todos los dones y todos los poderes. Es la
m á s alta. Representando al pueblo ha única ciudad en el mundo que goza del
representado el drama; estaba dotado de privilegio de la transformación; que l u -
todas las facultades, de todas las fuerzas chando frente al enemigo sabe ser Es-
y de todas las gracias del pueblo; era parta, que cuando hay que dominar al
indomable, robusto, patético, tempestuo- mundo sabe ser Roma, y cuando hay que
so, irresistible. Como el pueblo, personi- honrar al ideal y al arte sabe ser Atenas. „
ficaba á la vez la tragedia y la comedia.
Era todopoderoso, porque el espanto y
la compasión son superiormente trágicos XXV.
cuando se confunden con l a dolorosa
ironía humana. Aristófanes completa á Elección de senadores en el departa"
Esquilo, y lo que conmueve m á s á las mentó del Sena.
multitudes es ver el terror al lado de la
risa. Federico Lemaitre poseia ese noble
dón; por eso fué entre los cómicos de su E l 30 de Enero de 1876 los electores
época el artista d r a m á t i c o supremo. privilegiados, llamados electores senato-
F u é actor sin par; consiguió todo el riales, nombraron miembro del Senado á
triunfo posible en su arte y en su época; Víctor H u g o .
t a m b i é n le alcanzó el insulto, que es Estos electores nombraron, por el órden
otra clase de triunfo. que los incluimos, los siguientes senado-
Murió. Saludemos su tumba. ¿Qué res- res de Paris:
ta ya de él? A q u í bajo un génio; allá ar-
riba un alma. 1. —Freycinet.
E l génio del actor es una llamarada 2. —Tolain.
que se disipa; solo deja un recuerdo. Mo 3. —Herold.
liére alcanzó la inmortalidad, no por ser 4. ^—Víctor H u g o .
cómico, sino por ser poeta; pero la me- 5. —Alfonso Peyrat.
moria de Federico Lemaitre sobrevivirá,
porque tuvo la misión de dejar en la
cumbre de su arte u n recuerdo sobe- XXVI.
rano.
Saludo y doy las gracias á Federico lia Exposición de Filadelfia.
Lemaitre. Saludo al prodigioso artista y
doy las gracias á m i fiel é ilustre auxi- (16 de Abril de 1876, dia de Pascua.)
liarlo en m i larga vida de combate. A l
saludar á Federico Lemaitre saludo
t a m b i é n á la m u l t i t u d que me rodea y ¡Salón del Cltateau-dl4 E a u .
que me escucha, porque la emoción pro Amigos y conciudadanos:
funda que veo impresa en todas las fiso E l pensamiento que nos domina á to-
n o m í a s llena y desborda de m i corazón. dos en estos momentos es el santo pen-
Esta m u l t i t u d representa á Paris, y samiento de concordia y de a r m o n í a
Paris siempre es la ciudad incomparable. entre los pueblos. L a civilización cuenta
Posee la doble cualidad de ser la ciudad hechos sorprendentes, y entre ellos re-
de la revolución y la ciudad de la c i v i l i - salta esta Exposición de la Filadelfia, á
zación, y una cualidad atempera á la la que, dentro de dos años, responderá la
otra. Paris es un alma inmensa que todo Exposición de Paris. Participamos desde
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 575
a q u í de la realización de esos aconteci- á decir, porque vuestras conciencias y l a
mientos pacíficos; anunciamos l a augus- mia se compenetran; m i pensamiento
ta amistad de los dos mundos, y venimos está en vuestros corazones y vuestras pa-
á hacer constar la alianza entre los dos labras en mis labios.
vastos grupos de hombres, que el A t l á n - Ciudadanos de Paris, os hablo con
tico separa con las tempestades y j u n t a emoción profunda. Sois los iniciadores
por medio de la n a v e g a c i ó n . Es agrada- del progreso. Acabáis de rechazar la i n -
ble decirlo y es agradable verlo en esta vasión militar, que representaba la bar-
época inquieta y turbada. barie, y os proponéis aceptar para vosotros
Nosotros no participamos de esa tur- y llevar á otras naciones la invasión i n -
bación n i de esa inquietud, y entramos dustrial, que representa la civilización.
en este recinto con la serenidad que d á Después de pelear como bravos, queréis
la esperanza, con el firme designio de la introducir la paz en todas partes. Perso-
paz universal, deseando solo lo justo, lo nificáis la valiente juventud de la huma-
honrado y lo verdadero, resueltos á glo- nidad nueva. L a vejez tiene derecho á
rificar el trabajo, que es la gran probi- saludar á la juventud. Permitidme que
dad cívica, y haciendo constar que la os salude. Permitid que el que se vá dé
Francia está hoy como nunca en equili- la bienvenida á los que llegan. He esta-
brio con el mundo civilizado. do ausente diez y nueve años, que los
Lo que ahora celebramos es l a comu- pasé en la soledad del mar, contemplan-
nión de las naciones; aceptamos la so- do los sublimes espectáculos de la natu-
lemnidad de este dia, que deseamos raleza, y cuando pude dignamente re-
aumentar por medio de la fraternidad. gresar á m i pátria, cuando salí de l a
L a Pascua cristiana debe ser para nos- tempestad de las olas para entrar en la
otros la Pascua popular. tempestad de los hombres, pude compa-
Venimos a q u í confiados y tranquilos. rar con la grandeza del Océano, ante el
No tenemos motivos para temer. Repre- h u r a c á n y el trueno, la grandeza de
sentamos la nueva Francia y ante nos- Paris ante el enemigo. Por eso estoy tan
otros se abre una era de estabilidad. Las orgulloso entre vosotros. Os glorifica, os
catástrofes han pasado, pero hemos sa- dá las gracias el anciano solitario, hom-
cado de ellas el alma ilesa. L a monar- bres, mujeres y niños de Paris; ha parti-
q u í a ha muerto, pero la p á t r i a vive. cipado de vuestros dolores, y en sus an-
No saldrá de nuestros labios n i una gustias vuestras almas han socorrido la
palabra de rencor n i de cólera. L o que mia; os sirvo hace cuarenta años y me
la historia hace está bien hecho. Diez y creo feliz gastando mis ú l t i m a s fuerzas
ocho siglos de m o n a r q u í a acaban por en serviros aun; doy gracias al destino
crear un orden de cosas, y en momento que me ha concedido u n momento su-
determinado este órden de cosas abate premo para secundaros y defenderos, y
la opresión, destrona la usurpación y que me ha permitido hacer u n alto entre
levanta al pueblo, vencido siempre has- el destierro y la tumba.
ta entonces; no solo le levanta, sino que Y a que hemos entrado en el verdade-
le corona. E l coronamiento del pueblo ro camino de lo justo, continuemos en
se llama República. L a soberanía legíti- él. Perseverar es vencer. N i retroceda-
ma está ya fundada. A la consagración mos n i desfallezcamos. Convengo en que
de un hombre, impuesta por el sacerdo- la historia tiene momentos muy llenos de
te, Dios, que es el justo eterno, ha susti- tinieblas, en los que parece que vá á ven-
tuido la consagración de l a nación, i m - cer el antiguo esfuerzo que hace el m a l
puesta por el derecho. contra el bien. Los hombres del pasado,
Este hecho es grandioso y nos satis- que se llaman emperadores, papas y re-
face. yes, que se creen dueños del mundo y
Ahora ya, q u é podemos desear? L a que n i aun son dueños de su cuna n i de
paz. L a paz entre las naciones, fecunda su tumba, los hombres del pasado siguen
da por el trabajo; la paz entre los hom- trabajando t e n á z y terriblemente. Mien-
bres, por medio del cumplimiento del tras nosotros tratamos de crear la vida,
deber. E l deber y el trabajo son los dos ellos fomentan la guerra, esto es, la muer-
elementos de la paz. Entramos resuelta- te. Los hombres que reinan, que son tan
mente en la vida tranquila y digna de diferentes de los hombres que piensan,
los pueblos que han llegado á su mayor trabajan al mismo tiempo que nosotros.
edad. Ciudadanos, al afirmar estas ver- Manifiestan su peculiar fecundidad, que
dades, sé que estáis de acuerdo conmigo. es la destrucción; encuentran sus inven-
Adivinareis de antemano lo que os voy ciones y sus perfeccionamientos; inven-
576 OBRAS DÉ V I C t O R HÜéó.

tan el cañón K r u p p y perfeccionan la Sois los representantes de G-uttenberg


ametralladora; además descubren el Sy- en la p á t r i a de F r a n k l i n y de Papin en
tlabus. Su espada es la fuerza y su cora- 'a de Pulton; sois los diputados de V o l -
za la ignorancia; dan vueltas alrededor •:aire en el pais de Washington. A la
del círculo vicioso de las batallas; bus- ilustre A m é r i c a llegareis de Oriente,
can la piedra filosofal del armamento levando la aurora por estandarte; iréis
invencible y definitivo; gastan millones á iluminar, que los portabanderas de hoy
en construir navios que no puedan agu- deben ser portaluces. Os seguirán y os
jerear los proyectiles, y al mismo tiempo bendecirán las aclamaciones humanas,
gastan otros millones en forjar proyec- porque después de tantos desastres y de
tiles que puedan agujerear todos los na- tantas violencias, vais llevando la antor-
vios; sus pugilatos y sus matanzas llegan cha de la civilización, desde el pais en
desde la Crimea hasta Méjico y desde que nació Jesucristo hasta el pais en que
Méjico hasta la China; producen los de- nació Jhon Brown.
sastres de Inkermann, de Balaklava, de Q u e d a r á satisfecha la civilización, que
Sadowa y de Puebla, que tiene por con- se compone de concordia, de actividad y
tragolpe á Querétaro; á Rosbach, que de mansedumbre. Será útil la aproxima-
tiene por réplica á Jena, y á Jena, que ción de las dos grandes Repúblicas, por-
tiene por réplica á Sedán; cadena triste que mejorará nuestra política. E l soplo de
y sin fin de victorias, es decir, de catástro- la clemencia d i l a t a r á los corazones. Los
fes; se arrancan provincias unos á otros; dos continentes cambiarán, no solo sus
estrellan ejércitos contra ejércitos; m u l t i - productos, sus comercios y sus industrias,
plican las fronteras, las prohibiciones, las sino t a m b i é n sus ideas y el progreso que
preocupaciones, los obstáculos. Interpo- hagan en la justicia y en la prosperidad.
nen la m á s alta muralla posible entre los L a América, que poseía esclavos, ha i m i -
hombres; a q u í la antigua muralla roma tado de nosotros el gran ejemplo de la
na, allí la antigua muralla g e r m á n i c a ; emancipación, y nosotros, que poseía-
a q u í Pedro, allá César, y cuando creen mos sentenciados por la guerra c i v i l ,
haber separado bien á las naciones, ha- imitaremos de A m é r i c a el gran ejemplo
ber reedificado la Edad Media sobre l a de la a m n i s t í a .
revolución, haber sacado ya del aforis- Que reine la paz entre los hombres!
mo dividir para reinar todo lo que con (Grandes aclamaciones: Viva Víctor Rugo!
tiene de m o n a r q u í a y de ódio, haber Viva la Reyúblical)
fundado l a discordia, haber disipado to
dos los sueños de paz universal; cuando
se quedan satisfechos por abrigar la cer XXVII.
tidumbre de haber establecido la guerra
eterna, de repente, en los dos extremos Exequias de Mad. liiiis Blanc,
del mundo, en el Oriente y en el Occi- (20 Abril 1876,)
dente, se ven levantar dos manos inmen
sas, buscándose la una á la otra, que se
j u n t a n y se estrechan por encima del
Extractamos de Le Bappel:
Océano; son la Europa y l a A m é r i c a que
fraternizan. (Grandes aplausos.) Es el g é "Antes de la hora marcada llenaba
ñero humano que dice: "Amaos unos á los alrededores de la casa n ú m . 96 de la
otros,,. calle de Rívoli gran gentío, que crecía á
Ahora ya es visible el porvenir; per- cada momento y que se desbordaba por
tenece á la democracia unida y pacífi- el boulevard de Sebastopol y por el squa-
ca; y vosotros, delegados nuestros para re de la torre de San Jacobo. E l a t a ú d ,
representarnos en l a Exposición de F i l a cubierto de coronas de siemprevivas y
delfia, a p u n t á i s ante nuestra vista el he- de ramos de lilas blancas, estaba expues-
cho solemne que el siglo veinte presen to en la casa mortuoria. Recibía á los
ciará, el abrazo de los Estados-Unidos de amigos íntimos que entraban en ella
A m é r i c a y de los Estados-Unidos de E u Cárlos Blanc. E n un gabinete retirado
ropa. sollozaba Luis Blanc; Víctor Hugo tra-
Trabajadores de Francia, trabajadores taba de consolarle. H a b í a n acudido allí
de Paris, que sabéis combatir; hombres para atestiguar su amistad al gran ciu-
útiles, mujeres valientes, i d á comunicar dadano las señoras de Cárlos Hugo, de
la buena nueva, i d á decir al nuevo Menard-Dorian, Oambetta, Cremieux,
mundo que el mundo antiguo es jóven Paul Meurice, etc. etc.
Sois los embajadores de la fraternidad A la una y cuarto colocaron el cadá-
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DESPUES D E L DESTIERRO. 577
ver en el coche fúnebre y el cortejo se cia desaparecer m á s que brillar. E l l a
puso en marcha. daba gloria, ella le daba alegría, cum-
Luis Blanc, al que hacia sufrir menos pliendo el destino de la mujer, que se re-
su enfermedad que su desgracia, quiso duce á amar.
seguir á pié á l a comitiva y se colocó E l hombre se esfuerza, inventa, crea,
detrás del coche fúnebre, colgado del siembra y recoge; destruye y construye,
brazo de su hermano Cárlos. Por toda l a piensa, combate y contempla; l a mujer
carrera, hasta llegar al cementerio del ama. Y q u é consigue con su amor? Dar
Padre Lachaisse, se vió inmensa m u - al hombre á n i m o y fuerza. E l trabaja-
chedumbre que asistía respetuosa al en- dor necesita una c o m p a ñ e r a en la vida;
tierro . cuando éste es m á s superior, m á s tierna
El a c o m p a ñ a m i e n t o lo c o m p o n í a n los debe ser su compañera.
republicanos de las dos C á m a r a s , los del Mad. Luis Blanc poseia esta dulzu-
Consejo municipal y los de la prensa. ra tierna. L u i s Blanc es un apóstol de
No necesitamos decir que iba en él la lo ideal; es el filósofo que participa del
redacción de Le Bappel en masa. tribuno, es el gran orador, es el gran ciu-
E n todo el trayecto Víctor Hugo fué dadano, es el hombre honrado belige-
objeto de la ovación que el pueblo le t r i - rante, es el historiador que abre en el
buta siempre que le vé. I b a en uno de pasado el surco del porvenir. Por eso fué
los coches enlutados. Durante a l g ú n insultado y atormentado. Cuando l u -
tiempo la policía pudo impedir que el chando por lo justo y por lo verdadero,
gentío se echase encima de las ruedas; siendo v í c t i m a de todos los ódios y de
pero cuando dicho coche llegó á la plaza todos los ultrajes, empleaba bien el dia,
de la Bastilla, ya no pudieron impedir escribiendo y obrando, en la tempestad
que el gentío se abalanzase á l a porte- de su trabajo de espíritu combatidor,
zuela y que hombres y mujeres estrecha- volvia l a cabeza hácia esa humilde y no-
sen la mano del autor de Los Castigos y ble mujer y reposaba viéndola sonreír.
del Noventa y tres. Desde l a plaza de l a A y ! Y a ha muerto; venerémosla, san-
Bastilla hasta el cementerio fué aclama- tifiquémosla. L a mujer representa la hu-
do el gran poeta: cuando llegaron allí y manidad por su lado tranquilo; la mujer
pusieron el féretro en l a fosa, tomó la es el hogar, es la casa, es el centro de los
palabra el pastor Augusto Dide, pues pensamientos apacibles. Es el consejo
Mad. Luis Blanc profesaba la religión cariñoso de l a voz inocente en medio de
reformada. M . Dide refirió elocuentemen- todo lo que nos arrastra, nos encoleriza y
te lo que fué para Luis Blanc la esposa nos subleva. Con frecuencia, cuando al-
que acababa de perder, durante l a pros- rededor nuestro todo nos es contrario, la
cripción, durante el sitio de Paris y des- mujer es nuestra única amiga. P r o t e j á -
pués, produciendo viva y univeral i m - mosla. R i n d á m o s l a el homenaje que le
presión.,, debemos. D é m o s l a en las leyes el sitio á
E n seguida Víctor H u g o tomó la pa- que tiene derecho. Honremos, ciudada-
labra y pronunció el siguiente discurso: nos, á la madre, á la hermana y á la es-
"Lo que Luis Blanc hizo por m í hace posa. L a mujer encierra el problema so-
dos años, lo hago ahora por él. Vengo en cial y el misterio humano. Parece l a
su nombre á dar el adiós supremo á u n gran debilidad y es la gran fuerza. E l
sér querido. E l amigo que aun tiene hombre en el que se apoya un pueblo,
fuerzas para hablar, suple al amigo que necesita apoyarse en una mujer: el dia
no sabe si le q u e d a r á n fuerzas para v i - que nos falta, nos falta todo. Nosotros
vir. Estas dolorosas despedidas al borde somos los que morimos, ella queda viva
de la tumba forman parte del destino y su recuerdo toma posesión de nos-
humano. otros, y ante su tumba nos parece que
Mad. Luis Blanc fué la c o m p a ñ e r a veamos nuestra alma descender hasta
modesta de un desterrado ilustre, que en ella y la suya subir. (Viva emoción.)
la proscripción l a encontró. L a P r o v i - Os habéis quedado ya solo, querido
dencia reserva estos faustos encuentros proscripto, y ahora es cuando empieza
para los hombres justos; llevar l a vida vuestro verdadero destierro. Pero tengo
entre dos d á la felicidad. Mad. Luis fé en vuestro valor indomable y en vues-
Blanc fué esa figura serena y tranquila, tra alma ilustre, y estoy seguro de que
entrevista al través de la luz tempestuo- venceréis, de que venceréis hasta el dolor.
sa de nuestros dias, que se enamora de Sé que estáis convencido de que os de-
las reputaciones. L a eclipsaba el fulgor béis á la grandiosa disputa de lo verda-
de la gloria de su esposo y l a enorgulle- dero, del derecho á la R e p ú b l i c a y á l a
TOMO I V . 73
578 OBRAS D E VICTOR HUGO.

libertad. Só que estáis convencido de L a amé, la a d m i r ó y la veneró; ahora,


que debéis obedecer al único manda- en la augusta serenidad de la muerte, la
to imperativo que ninguna ley puede contemplo.
suprimir, al mandato de la conciencia. L a felicito, porque lo que hizo es gran-
Dedicareis á l a querida muerta los, bra-
de; la doy las gracias, porque lo que hizo
vos esfuerzos que t e n g á i s que hacer y
es bueno.
ella los aplaudirá. A m i g o mió, v i v i d , llo-
L a hemos perdido? No. Esas grandio-
rad y perseverad. Los hombres como vos sas figuras desaparecen, pero no se disi-
son privilegiados en el sentido terrible pan: antes por el contrario, casi podría
de la palabra; resúmen en ellos el dolor decirse que se realizan. Haciéndose invi-
humano: el destino les d á dolorosa y sibles bajo una forma, se hacen visibles
útil semejanza con los que deben prote- bajo otra. Transfiguración sublime!
ger y defender. Les impone la afrenta L a forma humana es una ocultación
continua, con el objeto de que se intere-que enmascara el verdadero rostro divi-
sen por los calumniados; les impone el no, que es el de la idea. Jorge Sand era
combate perpetuo, con el objeto de que una idea; está ya fuera de la carne y ha
se interesen por todos los que luchan; les
quedado libre; ha muerto y está viva.
impone el duelo eterno, con el objeto de Fatuit dea.
que se interesen por todos los que su- Jorge Sand ocupa en nuestra época
fren, como si el misterioso destino qui- un sitio único. Otros son grandes hom-
siera, con su incesante llamamiento á la bres; ella es la gran mujer.
humanidad, hacerles medir la grandeza Era necesaria la gran mujer en este
de su deber por la grandeza de su des- siglo, que tiene por misión t e r m i n a r l a
gracia. revolución francesa y empezar la revo-
Todos nosotros, pueblo y ciudadanos, lución humana, y en el que la igualdad
olvidemos los dolores y no pensemos m á sde los sexos forma parte de la igualdad
de los hombres. Era preciso que la mu-
que en la pátria. T a m b i é n ella, t a m b i é n
la augusta Francia ha sufrido mucho. jer probase que es capaz de poseer todos
T a m b i é n tiene enemigos, hasta entre sus
los dones viriles, sin perder por eso los
propios hijos. Unos la sumen en la oscu-dones angélicos; ser fuerte, sin dejar de
ridad y otros en sorda ó implacable ser tierna. Jorge Sand es el ejemplo.
guerra. Necesita claridad, esto es, ense- Es menester que haya quien honre á
ñanza; necesita unión, esto es, tranquili-
la Francia, ya que hay tantos que la des-
dad; concedámosla lo que nos pide. Ilus-honran, y Jorge Sand será uno de los
trémosla y pacifiquémosla. Tomemos orgullos de nuestro siglo y de nuestra
consejo de este sitio donde ahora nos en-
p á t r i a . Nada faltó á esa mujer gloriosa.
contramos. E n todo existe profunda fe- Estaba dotada de gran corazón, como
cundación, hasta en la muerte, porque Barbes; de gran talento, como Balzac;
la muerte es otro nacimiento. Pidamos á de gran alma, como Lamartine. Era una
todo lo sublime que nos rodea que nos délira. E n la época en que Graribaldi hizo
para la p á t r i a lo que la p á t r i a reclama;
prodigios, ella escribió obras magis-
pidámoselo á esa tumba que está á nues- trales.
tros piés, á ese sol que brilla sobre nues- Es inútil enumerar sus magistrales
tras cabezas, porque del sol sale la luz y
obras: esto seria plagiar á la memoria
de la tumba la paz. L a paz y la luz, esto
pública. L a bondad es lo que caracteriza
es, la vida.,, (Profunda sensación, ¡Viva
su poder. Jorge Sand era buena; por eso
Víctor Hugo! Viva Luis Blanc!) fué odiada. E l forro de la admiración es
el ódio y el reverso del entusiasmo es el
ultraje. E l ódio y el ultraje prueban el
XXVIII. pró, queriendo probar el contra. L a pos-
E x e q u i a s de Jorge fSand. teridad cuenta la silba como uno de los
ruidos de la gloria. E l que es coronado,
(10 Junio 1876.) es apedreado t a m b i é n . E n esta ley, l a
bajeza de los insultos se mide por la
grandeza de las aclamaciones.
Las exequias de Mad. Jorge Sand se Los séres como Jorge Sand son bien-
verificaron en Nohant. M . Paul Meurice hechores públicos. Pasan, y en cuanto
leyó ante su tumba el siguiente discurso han pasado, se vó en su sitio, que pare-
de Víctor Hugo: cía vacío, surgir una nueva realización
"Lloro á una muerta y saludo á una del progreso.
inmortal. Cada vez que muere una de esas po-
DESPUES D E L DESTIERRO. 579
derosas criaturas humanas, oimos una esta á r d u a y difícil cuestión debíamos,
especie de inmenso ruido de alas; algo se por ella misma y por respeto á la Asam-
vá, algo sobreviene. blea, no confiarla á la improvisación, y
L a tierra, como el cielo, tiene sus eclip- por eso he escrito lo que os voy á decir.
ses; pero en éste, como en aquella, la rea- Conviene por otra parte á m i edad no
parición sigue á la desaparición. L a an- pronunciar m á s que palabras m u y me-
torcha que era hombre ó mujer y que se ditadas. Espero que el Senado a p r o b a r á
extingue bajo la forma humana, se m i prudencia.
vuelve á encender bajo la forma idea; y Además, y esto es inútil que lo diga,
entonces nos apercibimos de que lo que mis palabras no comprometen á nadie
creíamos extinguido, es inextinguible. m á s que á m í .
L a antorcha brilla m á s que nunca; for- Señores, tras las funestas malas inteli-
ma en lo sucesivo parte en la civiliza- gencias que se llaman crisis sociales, tras
ción, se inmiscuye en la vasta claridad los sufrimientos y las luchas, tras las
humana, á l a que se agrega, y el saluda- guerras civiles, que tienen por castigo
ble viento de las revoluciones la agita, torcer el derecho, las sociedades huma-
pero la hace crecer; porque los miste- nas, dolorosamente conmovidas, se vuel-
riosos soplos que extinguen las falsas ven á ligar á las verdades absolutas, y
claridades alimentan á los verdaderos experimentan dos necesidades: la de es*
fulgores. perar y la de olvidar.
E l trabajador se v á , pero su trabajo Cuando salimos de una larga tempes*
queda. tad, cuando todos hemos deseado el bien
Edgard Quinet muere, pero la filosofía y se ha realizado el m a l , cuando cierto
soberana sale de su tumba, y desde ella esclarecimiento empieza á penetrar en
aconseja á l o s hombres. Michelet muere, los profundos problemas que deben re-
pero detrás de él se levanta la historia solverse, cuando llega la hora de traba-
trazando el itinerario del porvenir. Jor- jar en ellos, lo que se pide, lo que se
ge Sand muere, pero nos lega el derecho implora, lo que se quiere, es la tranquili-
de la mujer, evidenciándolo con el genio dad, y la verdadera tranquilidad consis-
de la mujer. De este modo la revolución te en el olvido.
se completa. Lloremos á los muertos, Señores, en el lenguaje político, el ol-
pero hagamos constar los acontecimien vido se llama a m n i s t í a .
tos; los hechos definitivos sobreviven, gra Pido la amnistía, pero completa, en-
cias á esos espíritus precursores. Todas tera, sin condición n i restricción ningu-
las verdades y todas las justicias se en na. E l que olvida, perdona.
caminan hácia nosotros, y ese es el ruido L a a m n i s t í a no debe propinarse por
de alas que oimos. dósis. Preguntar q u é cantidad de amnis-
Aceptemos lo que nos dan, cuando nos tía nos hace falta, es lo mismo que pre-
abandonan esos muertos ilustres; y vol guntar q u é cantidad de curación nece-
viendo la cabeza hácia el porvenir, salu sitamos. L a necesitamos completa.
demos, serenos y pensativos, las grandes Se necesita cerrar toda la llaga. Se
llegadas que nos anuncian esas grandes necesita extinguir todo el ódio.
partidas v; Confieso que todo lo que sobre esta
cuestión se ha dicho durante cinco dias
y todo lo que se votó no ha hecho modi-
XXIX. ficar m i convicción.
L a cuestión está aun íntegra, y tenéis
L a a m n i s t í a en el Cenado. el derecho de examinarla con l a plenitud
(Sesión del lunes 22 Mayo 1876.)
de vuestra independencia y de vuestra
autoridad.
No sé por q u é fatalidad, l a cuestión
que debia unirnos m á s es la que m á s nos
ÉL PRESIDENTE: L a órden del dia pone separa.
á discusión la proposición de M . Víc Señores, permitidme entresacar de l a
tor Hugo y de otros colegas relativa i discusión todo lo que es arbitrario. Per-
la amnistía. Tiene l a palabra Víctor mitidme buscar en ella solo lo verda-
Hugo. dero. Cada partido tiene apreciaciones
DISOUUSO. propias, que están muy lejos de ser demos-
traciones; hay lealtad en todos ellos, pero
Señores: no basta oponer alegaciones á alegacio-
Hemos creído mis amigos y yo que en Inés. Cuando u n partido dice: " L a a m n i s t í a
580 OBRAS D E VICTOR HUGO.

tranquiliza,,, otro replica: " L a a m n i s t í a cimiento y la magnanimidad de todos.


inquieta;;; á los que dicen: " L a a m n i s t í a o admirable y eficaz de la a m n i s t í a es
es una cuestión francesa,,, se les responde: que en ella se encuentra la solidaridad
" L a a m n i s t í a es una cuestión parisiense,,; mmana. Es m á s que un acto de sobera-
á los que dicen: "Las ciudades piden la nía, es un acto de fraternidad. Es dar un
amnistía,,, seles replica: "Las aldeas re- mentís á la discordia. L a a m n i s t í a es la
chazan la amnistía,,. Pero todo eso son suprema extinción de las cóleras, es el
simples aserciones, por lo que contesto á i n de las guerras civiles. Por qué? Por-
mis contradictores que las nuestras valen que concede una especie de perdón recí-
tanto como las suyas. Nuestras afirma- proco.
ciones nada prueban contra vuestras Pido que se conceda la a m n i s t í a para
negaciones, como vuestras negaciones conseguir la reconciliación.
tampoco prueban nada contra nuestras Las objeciones que se me dirigen son
afirmaciones. Dejémonos de vanas pala- casi acusaciones. Me dicen que la am-
bras y ocupémonos del hecho. ¿Es justa nistía que deseo es inmoral é inhumana,
la amnistía? S í ó no? que mino el órden social, que hago la
Si es justa, es política; en esto está toda apología de los incendiarios y de los ase-
la cuestión. E x a m i n é m o s l a . sinos, que defiendo los atentados y que
Señores, en épocas de discordia todos socorro á los malhechores.
los partidos invocan la justicia, pero Señores, hace cinco años que cumplo
no pertenece exclusivamente á ninguno: hasta donde alcanzan mis fuerzas un
ella es absoluta y no conoce las pasiones doloroso deber, que otros mejores que yo
humanas; es l a guardiana de todo el c u m p l i r í a n mejor sin duda. Hago de vez
mundo, pero no es sirviente de nadie. L a en cuando y con toda la frecuencia que
justicia no se mezcla en las guerras ci me es posible respetuosas visitas á la
viles, pero las conoce é interviene en miseria. Hace cinco años que subo mu-
ellas. Solo que siempre llega después. chas veces lóbregas escalerillas y entro
Deja que funcionen los tribunales ex en tabucos que no tienen aire en el ve-
cepcionales, y cuando terminan su tarea, rano n i fuego en el invierno, y que care-
la justicia empieza: entonces cambia de cen de pan en el invierno y en el estío.
nombre y se llama clemencia. V i en 1872 una madre, á la que se le
L a clemencia no es otra cosa que la murió u n n i ñ o de dos años, de estrechez
justicia unida á la equidad. L a justicia en los intestinos, que le produjo la falta
solo vé la falta y la clemencia solo vé al de alimento. He visto cuartos en los que
culpable. A la justicia se le aparece la sufrían enfermos calenturientos; he visto
falta en una especie de aislamiento inexo- juntarse manos suplicantes; he visto re-
rable; á la clemencia se le aparece e torcerse brazos desesperados y he oido
culpable rodeado de inocentes; vé a l pa gemidos y estertores, a q u í de viejos, allí
dre, á la madre, á la mujer y á los hijos de mujeres, allá de niños; he presenciado
que resultan condenados como él y que innumerables sufrimientos, desolaciones
sufren la misma pena. E l sentenciado vá é indigencias, y cuando he preguntado
á presidio ó al destierro y su familia v á á el motivo de todas esas miserias, me han
la miseria. No merecen el castigo que respondido: "Es que está ausente el hom-
van á sufrir. E n este caso la clemencia bre.,, E l hombre es el punto de apoyo, es
encuentra que la justicia es injusta, i n el trabajador, es el centro, es el pilar de
terpone su influjo y perdona. E l perdón la familia. Cuando el hombre desaparece,
es la rectificación sublime que á la justi la miseria entra en ella. A l presenciar
cia del mundo hace la justicia del cielo estos hechos, proclamé que el hombre de-
Señores, la clemencia tiene razón. Tie bía volver á su familia, y al proclamar
ne razón en el órden c i v i l y social, pero esta justicia, oigo contra m í gritos de
m á s t o d a v í a en el órden político. A n t e maldición y , lo que es peor, frases iróni-
la calamidad de l a guerra entre ciudada cas. Confieso que esto me asombra. Me
nos, la clemencia no es solo útil, sino pregunto lo que han hecho esos séres
necesaria; ante la conciencia pública tur desventurados, esos viejos, esos niños,
bada, la clemencia v á m á s allá del per- esas mujeres, esas viudas cuyo marido no
don, llega hasta el olvido. ha muerto, esos huérfanos cuyo padre
L a guerra civil es una especie de falta vive; me pregunto si es justo castigar
universal, de la que tiene la culpa todo esos grupos dolorosos de faltas que no
el mundo y nadie. Por eso es necesaria la han cometido, y pido que se les devuelva
amnistía, palabra profunda, que hace su padre. Me asombra que despierte la
constar á u n mismo tiempo el desfalle-[cólera el que yo compadezca tanta des
DESPUES D E L DESTIERRO. 581
gracia, que sienta ver á esos infelices t i - ^rosigo por este camino; me he impuesto
ritar de hambre y de frió, que me arrodi- reservas que no quiero traspasar, pero de
lle ante las madres inconsolables y que vosotros depende que ese fatal clamor se
quiera calentar los pies desnudos de los extinga. Señores, hace cinco años que la
niños. No puedo explicarme cómo es que listoria tiene los ojos fijos en el trágico
se me cree abogado del crimen porque subsuelo de Paris, y oirá salir de él voces
defiendo la inocencia, y cómo se me dice terribles mientras no cerréis la boca de
que por esto conmuevo las bases |de la os muertos decretando el olvido.
sociedad. Después de oir á la justicia y á la pie-
No habéis meditado bien la justicia de dad, oid á l a razón de Estado. Reflexio-
mis actos al apostrofarme de ese modo; nad que en estos momentos pueden con-
no lo habéis meditado bien; os quiero ha- tarse por millares los deportados y los
cer esa justicia. Ninguno de los que me expatriados, y que a d e m á s de éstos son
estáis oyendo cree en semejantes acusa- innumerables las fugas de los inocentes,
ciones. que salieron de Francia llenos de terror
Señores, escuchadme con paciencia, pánico. Ausencia tan numerosa de hom-
que estoy ejerciendo ante vosotros el de- ares debilita el trabajo nacional, y de-
recho sagrado de la defensa, y si al ocu- béis volver esos trabajadores á sus talle-
parme de tantas angustias y de tantas res, como os han dicho elocuentemente
agonías que me nombraron su abogado, en la otra C á m a r a : devolved á las indus-
convencidas de lo mucho que las com- trias de Paris sus trabajadores, que son
padezco, traspaso involuntariamente los artistas; haced volver á los que necesita-
límites que me impuse á m í mismo, mos; perdonad y tranquilizad; el Consejo
acordaos de que soy en este momento municipal v a l ú a en cien m i l el n ú m e r o
el heraldo de la clemencia, y que si la de los desaparecidos. Las severidades que
clemencia es imprudente, cometeré una castigan á las poblaciones se vuelven con-
imprudencia honrosa, la única quizá que tra la prosperidad pública; l a expulsión
debo permitirme á m i edad; acordaos de de los moros empezó la ruina de E s p a ñ a ,
que un exceso de compasión, si en la y la expulsión de los j u d í o s la consumó;
compasión puede haber exceso, es perdo- la revocación del edicto de Nantes enri-
nable en el que ha vivido muchos años queció á Inglaterra y á la Prusia á
y que el que ha sufrido tiene derecho de espensas de la Francia. No tratéis de co-
proteger á los que sufren; que es un an meter tan irreparables faltas políticas.
ciano el que os pide clemencia para mu Por la razón social, por l a razón mo-
jeres y para niños, y que es un proscripto ral y por la razón política, debéis votar
el que os habla en favor de los vencidos. la a m n i s t í a y votarla virilmente. Haceos
Señores, duda profunda reina en las superiores á esas alarmas ficticias. Y a
guerras civiles. Esto lo atestigua la mis veis con q u é facilidad se ha levantado el
ma relación oficial, que confiesa en la p á estado de sitio. Con la misma facilidad
gina 2 que la oscuridad del movimiento per puede proclamarse la a m n i s t í a .
mitia á cada partido entrever la realización No quiero ocultar que la cuestión ofre-
de algunas ideas, justas quizás, ^sto es lo ce un lado grave: el Poder ejecutivo i n -
que yo siempre he dicho. Señores, la terviene y nos dice: "Perdonar me corres-
persecución faó ilimitada, la a m n i s t í a ponde á mí3r Vamos á verlo.
t a m b i é n debe serlo. L a a m n i s t í a debe Señores, hay dos maneras de perdonar;
ser total, para borrar completamente e una p e q u e ñ a y una grande. L a antigua
proceso que se formó á una m u l t i t u d m o n a r q u í a practicaba la clemencia de
proceso que empieza por treinta y ocho las dos maneras; por decretos de gracia, lo
m i l arrestos, entre los que hay ochocien que borraba l a pena, y por decretos de
tos cincuenta de mujeres, seiscientos cin abolición, lo que borraba el delito. E l de-
cuenta y uno de jóvenes de quince a ñ o s recho de indulto correspondía al interés
y diez y seis de siete. individual, y el derecho de abolición se
¿Hay alguno de vosotros, señores, que ejercía para el interés público. E n la ac-
pueda pasar hoy mismo, sin que se le tualidad, de esas dos prerogativas de l a
oprima el corazón, por ciertos barrios de m o n a r q u í a , el derecho de indulto, que es
Paris, por ejemplo, cerca de l a sinies- el derecho limitado, se reserva para el
tra destrucción del empedrado aun visi- Poder ejecutivo; el derecho de abolición,
ble en la esquina de la calle de Roche- que es el derecho ilimitado, corresponde
chouart? ¿Qué hay debajo de aquellos á las Asambleas. Representan el poder
adoquines? E l clamor confuso de las vícti soberano, y por eso les debe corresponder
mas, que se oirá hasta en el porvenir. No i el derecho superior. E l derecho de abo
582 OBRAS D E VICTOR HUGO.

lición es la a m n i s t í a . E n esta situación, los hombres que sean buenos, es lo mis-


el Poder ejecutivo se brinda á sustituiros mo que decirles que sean justos. A las
y á reemplazar á l a clemencia grande grandes pruebas deben suceder los gran-
con la pequeña; esto es lo que se hacia des ejemplos; la a g r a v a c i ó n de las ca-
antiguamente. E n una palabra, el Pdder tástrofes se rescata y se compensa con el
ejecutivo os propone que abdiquéis. aumento de justicia y de prudencia.
Ahora que es ocasión de realizar un Aprovechemos las calamidades públicas
acto grandioso no lo realizáis, y la pri- 3ara que adquiera el espíritu humano
mera vez que hacéis uso de la soberanía una verdad m á s , una verdad tan alta
será para abdicarla. Os ha elegido la como ésta: Perdonar es curar.
nación, representáis la majestad del pue- Votad la amnistía.
blo, os ha concedido el augusto mandato Reflexionad que la a m n i s t í a no se pue-
de extinguir los ódios, de cerrar las lla- de eludir; si la votáis, termináis la cues-
gas, de tranquilizar los corazones, de tión; si la rechazáis, l a dejais en pió.
f u n d a r l a República en la justicia y de Quisiera terminar aquí, pero debo an-
fundar la paz en la clemencia, y vais á tes contestar á tercas objeciones. Dícese
desoir ese mandato, á descender de las que hasta cierto punto se comprende la
alturas en que os colocó la confianza pú- a m n i s t í a para los delitos políticos, pero
blica, y vuestro primer acto será subor- no para los delitos ordinarios. A esto con-
dinar el poder superior al poder inferior, testaré con brevedad y á esto se referirán
y en la dolorosa cuestión que necesita el las ú l t i m a s palabras que pronuncie.
vasto esfuerzo nacional, vais á renunciar, Me concretaré sencillamente á poner
en nombre del pueblo, al poder supremo ante vuestra vista una p á g i n a de la his-
de la nación. ¡Seréis capaces de anularos toria, de la que vosotros sacareis la con-
en el momento que todo se espera de secuencia .
vosotros y no ejerceréis el derecho su Hace veinticinco años un hombre se
premo de abolición contra la guerra ci insurreccionó contra una nación. U n dia
v i l ! . . . 1830 dió una amnistía, la Conven- de Diciembre, ó por mejor decir, una no-
ción también; lo mismo hizo la Asamblea che, este hombre, que estaba encargado
Constituyente de 1789; Enrique I V am- de defender y de conservar la República,
nistió á la L i g a y Hoche amnistió á la la cogió por el cuello, la echó en tierra y
Vendée; ¡desmentiríais vosotros esas tra la m a t ó , y este atentado constituyó el
diciones venerables! ¡coronaríais con la mayor delito de la historia. Para reali-
mezquindad y con el miedo esas grande zar este atentado, porque todo crimen se
zas de nuestra historia! Dejando subsis apoya en otros crímenes, ese hombre y
t i r los recuerdos punzantes, ios rencores sus cómplices cometieron innumerables
y las amarguras, ¿las sustituiríais por un delitos de derecho c o m ú n . E l robo de
espediente sin eficacia política, por gra- veinticinco millones que hicieron prestar
cias parciales, por misericordias induci á la fuerza al Banco; el de sobornación
das por el favoritismo, por hipocresías de funcionarios, convirtiendo en malhe-
consideradas como arrepentimientos? ¿Al chores á los comisarios de policía, que
acontecimiento inmenso y grandioso de arrestaron á los representantes inviola-
que la p á t r i a abra los brazos á sus hijos y bles; el de embaucar y corromper al ejér-
les diga: "Volved todos á m i seno: todo cito; el de arrojar á los jueces de los t r i -
lo olvido?,,... bunales; el de destruir los edificios; el de
No puedo creer que abdiquéis vuestra asesinato bajo todas sus formas. Ade-
soberanía. más, el autor de todos esos atentados era
Señores, tened fé en vosotros mismos reincidente, y solo l i m i t á n d o m e á los de-
L a intrepidez de l a clemencia es el m á s litos de derecho c o m ú n , diré que habia
hermoso espectáculo que se puede ofre intentado cometer u n asesinato en Bolo-
cer á los hombres. A d e m á s , en esta oca nia, disparando u n pistoletazo á u n oficial
sion la clemencia significa prudencia del ejército, al capitán Col-Puygellier.
significa la terminación de las cóleras ] Señores, el hecho que recuerdo, el mons-
de los ódios, significa el desarmamento truoso hecho de Diciembre, no fué solo
del porvenir, y l a Francia espera de vos u n delito político; fué t a m b i é n un cri-
otros gozar de porvenir tranquilo. men de derecho c o m ú n . A n t e las mira-
L a compasión y l a dulzura son dos das de la historia se descompone de este
buenos medios de gobierno. Colocar so- modo: robo á mano armada, sobornación,
bre la ley política la ley moral, es e proceder de fuerza contra los magistra-
único medio de subordinar siempre las dos, sobornaciones militares, demolición
revoluciones á la civilización* Decir á de edificios y asesinato. ¿Contra q u i é n
DESPUES D E L D E S T I E R R O . 583
se cometió ese crimen? Contra un pue- ba la causa que produjo el conflicto, era
blo. Quién se aprovechó de él? U n hom- realmente que Paris tenia derecho á su
bre solo. a u t o n o m í a , lo mismo que Atenas á lla-
Veinte años después, otra conmoción, marse Acrópolis, lo mismo que Roma á
el acontecimiento cuyas consecuencias llamarse Urbs; la justicia debia conside-
ahora nos están ocupando, desquició á rar, por otra parte, hasta q u é punto es
Paris. abominable la emboscada que prepara
P a r í s , después de sufrir el siniestro un advenedizo, casi príncipe, que asesina
asalto de cinco meses, padeció la fiebre por reinar, y pesando por una parte el
peligrosa que los hombres de guerra lla- derecho y por otra la usurpación, i n d u -
man calentura obsidional; acababa de sa- dablemente la justicia debia reservar l a
l i r del largo sitio que sostuvo estóica- indulgencia para la población desespe-
mente, después de sufrir el hambre, el rada y febricitante y toda la severidad
frió y la prisión, porque la ciudad sitiada para el miserable príncipe aventurero é
está encarcelada; sufrió todo esto a d e m á s insaciable, que, tras de poseer el Elíseo,
del bombardeo y de la metralla, pero quiso poseer el'Louvre, y que al dar de
salvó, no solo á la Francia, sino el honor p u ñ a l a d a s á la República, dió de p u ñ a -
de la Francia, y desde entonces se le ladas á su propio juramento.
concedió el honor de ser la capital del Señores, oid, pues, la sentencia de l a
mundo. Entonces la primera de las ciu- historia. E l p a t í b u l o de Satory, NOLI mea,
dades quiso ser igual á la ú l t i m a de las diez y ocho m i l nuevecientos ochenta y
aldeas. Paris quiso ser Commune. cuatro sentenciados, deportación simple
De a q u í nació una cólera, que produjo y deportación con cárcel, trabajos forza-
u n conflicto. No trato a q u í ahora de dos, el presidio á cinco m i l leguas de l a
atenuar nada. E l asesinato de los gene- pátria. H é a q u í de q u é modo la justicia
rales Lecomte y Clóment Thomas es u n castigó al 18 de Marzo. ¿Cómo castigó l a
crimen, como lo fué el asesinato de Bau- justicia el crimen del 2 de Diciembre?
din y de Dessoubs; el incendio de las P r e s t á n d o l e juramento.
T u l l e r í a s y del Hotel de V i l l e es un cri- Me l i m i t o á los hechos judiciales; po-
men, como lo fué la demolición de la sala dría hacer constar otros, m á s lamenta-
de l a Asamblea nacional; la matanza de bles aun, pero termino aquí.
los rehenes es u n crimen, como lo fué la Realmente se han cavado m u c h í s i m a s
matanza de los t r a n s e ú n t e s del boule fosas a q u í y en Caledonia; desde el a ñ o
vard: si se a ñ a d e á estos crímenes, á los fatal de 1871, terribles gritos de a g o n í a
del primer caso, la circunstancia de ha- se confunden con la especie de paz que
ber sido su autor requerido por la j u s t i estableció el estado de sitio; un jóven de
cia, y de haber, por ejemplo, disparado veinte años fué condenado á muerte por
un pistoletazo contra el capitán Col-Pay- haber escrito un artículo en u n periódi-
gellier, el crimen es m á s grave que en el co, y se le c o n m u t ó esta pena por el des-
segundo caso; pero a ñ a d o que lo mismo tierro, pero le m a t ó la nostalgia á cinco
son crímenes los cometidos por unos que m i l leguas de su madre: las penalidades
los cometidos por otros. han sido y son aun absolutas; aun hay
Son dos grupos de hechos que separa presidentes de tribunales militares que
un intervalo de veinte años; el hecho del prohiben á los abogados pronunciar pa-
2 de Diciembre y el hecho del 18 de labras de indulgencia y de perdón; el 28
Marzo. de A b r i l , después de cinco años, alcanzó
Esos dos hechos se explican el uno por una sentencia á u n trabajador, que todos
el otro; los dos son hechos políticos, que los testigos declararon que era honrado
aunque producidos por causas diferen- y laborioso; esta sentencia le condenaba
tes, encierran uno y otro lo que llamáis á la deportación á un recinto fortificado,
delitos comunes. y de este modo arrancó este trabajador á
Indudablemente l a justicia debiera su familia, ese marido á su mujer, ese
haber sido igual para los mismos delitos padre á sus hijos. Hace pocos dias, el 1.°
pero si fué desigual en sus decretos, será de Marzo, embarcaron para Noumea un
por haber considerado, por una parte, nuevo convoy de condenados políticos
que á una población que acababa de ser que iban confundidos con los forzados, á
heróica ante el enemigo debia tenérsela pesar de que yo reclamé contra semejan-
alguna consideración; porque después de te medida. E l viento del equinoccio i m -
castigar todos los crímenes, existia el pidió que partiesen; parece que el cielo
hecho, no del pueblo de Paris, sino de al- quería de ese modo dar tiempo á los
gunos hombres, y porque si se examina- hombres para que reflexionasen; la tem-
OBRAS D E VICTOR HUGO.

pestad les concedió u n plazo, pero en Abbatucci han dado sus nombres á ca-
cuanto ésta cesó, partió el navio. L a re- lles de Paris. De modo que en veinte
presión es inexorable. De este modo se años de intervalo, en las revueltas del 18
ha castigado el 18 de Marzo. de Marzo y del 2 de Diciembre, se ha
E n cuanto al 2 de Diciembre, decir obrado de los dos modos que acabo de
que quedó impune seria irrisorio: fué indicar en las altas regiones del gobier-
glorificado y adorado; pasó al estado de no: contra el pueblo se han empleado
crimen legal y de delito inviolable. Los todos los rigores; en favor del empera-
sacerdotes han rezado por su conserva- dor todas las bajezas.
ción; los magistrado han juzgado en su Es preciso ya no asombrar á la con-
nombre; los representantes del pueblo, á ciencia humana. Es hora ya de renun-
quienes ese crimen persiguió á culata- ciar á la ignominia de tener dos pesos y
zos, le aceptaron después y se hicieron dos medidas; por lo que pido para los
sus servidores. E l autor del crimen mu- hechos del 18 de Marzo la a m n i s t í a com-
rió en su lecho, después de haber com- pleta y absoluta.
pletado el 2 de Diciembre con la derrota
de Sedán, la traición con la inepcia y el
derrumbamiento de la R e p ú b l i c a con la L a proposición de amnistía presentada
caida de la Francia; y sus cómplices Mor por Víctor Hugo fué desechada por el
ny, B i l l a u l t , Maguan, Saint-Arnaud y Senado.
El. RUIN

TOMO I V . 74
EL RHIN.

CARTAS A U N AMIGO,
TRADUCIDAS POR

D. C A R M E L O C A L V O Y R O D R I G U E Z .

AGE algunos años, un es- una palabra, le hizo pasar de la diva-


critor, el que traza estas gación á la reflexión.
líneas, viajaba sin otro E l R h i n es el rio del cual todo el mun-
objeto que el de ver árbo- do habla y nadie estudia, que todo el
les y cielo, cosas las dos mundo visita y nadie conoce, que se v é
que no se acostumbran á pasando y se olvida corriendo, que todas
ver en Paris. las miradas rozan la superficie y nin-
Que este era su único objeto lo com- g ú n espíritu profundiza. A s í que sus
p r e n d e r á n fácilmente aquellos de sus ruinas ocupan las imaginaciones eleva-
lectores que tengan á bien hojear las pri- das, su destino preocupa á las inteligen-
meras p á g i n a s de este libro de viajes. cias reflexivas; pues este rio admirable
Caminando al acaso, llegó á las orillas deja entrever, á los ojos del poeta como
del R h i n . á los del publicista, bajo la transparen-
L a casualidad de encontrarse delante cia de sus ondas, el pasado y el porvenir
de ese gran rio produjo en él lo que n i n - de Europa.
g ú n incidente de su viaje le habia ins- Colocado allí, el escritor no pudo re-
pirado hasta entonces, pues inclinó su sistirse á la tentación de examinar el
voluntad á ver y observar un objeto de- R h i n bajo este doble aspecto. L a con-
terminado, fijó la marcha errante de sus templación del pasado en los monumen-
ideas, imprimió una significación precisa tos que mueren, el cálculo del porvenir
á su excursión, antes caprichosa, dió un en los resultantes probables délos hechos
punto de partida á sus estudios, y, en vivientes, halagaban á su instinto de an-
588 OBRAS D E VICTOR HUGO.

ticuario y á su instinto de soñador. Y siempre cómo sondear l a cuestión del


después, infaliblemente un dia, y quizá porvenir que ofrece el R h i n , no ha des-
muy cercano, el H h i n será la cuestión cansado un momento, y se apercibirá
flagrante del continente. ¿Por q u é no g i - además que el e x á m e n del pasado le ha
rar de antemano u n poco la meditación ocupado, no tan profunda, pero sí m á s
hácia este punto? Aunque uno se haya habitualmente. Esto se comprende con
entregado m á s asiduamente en la apa- facilidad. E l pasado está allí en ruina; el
riencia á otros estudios, no menos eleva- porvenir no está m á s que en g é r m e n .
dos n i menos fecundos, pero sí m á s l i - Abrase una ventana en el R h i n y se
bres en el tiempo y el espacio, le es pre- verá el pasado; para ver el porvenir, per-
ciso aceptar, cuando se presentan, ciertos mítasenos la frase, es necesario abrir una
trabajos austeros del pensamiento. Por ventana dentro de uno mismo.
poco que se viva en una de las épocas Respecto al presente, el viajero puede
decisivas de la civilización, el alma de lo desde luego comprobar dos cosas: prime-
que se llama el poeta está mezclada ne- ra, que el R h i n es mucho m á s francés de
cesariamente de todo: naturalismo, his- lo que piensan los alemanes; y segunda,
toria, filosofía, hombres y acontecimien- que los alemanes son mucho menos hos-
tos, y debe estar siempre dispuesta á tiles á Francia de lo que creen los fran-
abordar lo mismo las cuestiones prácti- ceses.
cas que las teóricas. Es preciso que en Esta doble convicción, absolutamente
caso de necesidad sepa prestar un verda- adquirida é invariablemente fijada en él,
dero servicio y poner en seguida manos forma uno de sus puntos de partida en
á la obra. Hay dias en que todo ciudada- el e x á m e n de la cuestión.
no debe hacerse soldado, en que todo pa- Entre tanto las diferentes cosas que
sajero debe convertirse en marinero. E n durante esta excursión h a b í a sentido ú
el ilustre y grande siglo en que vivimos, observado, adquirido ó adivinado, busca-
no haber retrocedido nunca el escritor do ó encontrado, visto ó vislumbrado,
en su laboriosa misión es haberse i m - las habia depositado por el camino en
puesto la ley de no retroceder j a m á s . Go- estas cartas, cuya formación natural y
bernar las naciones, es asumir una res- sencilla merece ser explicada á los lecto-
ponsabilidad; hablar á los espíritus, es res. Es en el que escribe una costumbre
asumir otra; y tanto es así, que el hom- que lleva la fecha de doce años. Siempre
bre de corazón, por r u i n que sea, desde que abandona temporalmente á P a r í s ,
el momento en que se impone este tra- deja un amigo í n t i m o y querido, estable-
bajo, lo desempeña como debe. Recoger cido en la gran ciudad por deberes que
los hechos, ver las cosas por sí mismo, le ocupan todas las horas del dia, tanto,
apreciar las dificultades, cooperar si que apenas le permiten visitar la casa de
puede á las soluciones, es la condición de campo que tiene situada á cuatro leguas
su profesión, sinceramente comprendida. de las puertas de la ciudad. Este amigo,
E l escritor, pues, no se economiza; prue- que desde su j u v e n t u d ha venido aso-
ba, ensaya, se esfuerza por comprender, ciándose de corazón á todo lo que hace, á
y cuando ha comprendido, se esfuerza todo lo que emprende y á todo lo que
por explicar. Sabe que la perseverancia sueña, reclama largas cartas al amigo
es una fuerza, y que esta fuerza se puede ausente, y estas cartas, el amigo ausente
a ñ a d i r siempre á su debilidad. L a gota las escribe. ¿Sabéis lo que ellas contie-
de agua que cae de l a roca horada la nen? Pues no es m á s que la expansión
m o n t a ñ a ; ¿por q u é la gota de agua que cotidiana; es decir, el tiempo que ha he-
cae de un espíritu no ha de horadar los cho hoy, el modo cómo se puso el sol
grandes problemas históricos? ayer, la apacible tarde ó la m a ñ a n a l l u -
E l que escribe estas líneas se dedicó viosa; el coche, silla de posta ó violin á
con toda conciencia y desinterés al grave donde sube el viajero; l a muestra de la
trabajo que surgía ante su vista; y des- hostería, el aspecto de las ciudades, la
pués de tres meses de estudios, m u y forma que tenia t a l árbol del camino,
diferentes por cierto, le pareció que de las conversaciones de la berlina y las
este viaje de arqueólogo y curioso, y en h a b l a d u r í a s del imperial; es la visita á
medio de la poesía y recuerdos que había un gran sepulcro, u n gran recuerdo ha-
recogido, quizá sacaba un pensamiento llado, u n gran edificio esplorado, bien
inmediatamente útil á su pais. sea catedral ó iglesia de aldea, porque la
Estudios m u y mezclados, esta es l a iglesia de aldea no es menos grande que
palabra exacta; pero no la usa a q u í para la catedral: en l a una y en la otra está
que se tome en m a l sentido. Buscando Dios; son todos los ruidos que se perciben
EL RHIN.

recogidos por el oido y comentados por Iban la orilla izquierda del Rhin á la
la fantasía; el repique del campanario, Alemania y no le pedian otra cosa que
el martilleo del yunque, el chasquido su amistad; los otros, protestando como
del látigo del postilion, el grito oido en nunca y con justicia, según nuestra opi
el umbral de una prisión, la canción de niou, de lo hecho en 1815, reclamaban
la jóven, el juramento del soldado; es la con violencia la orilla izquierda del
pintura de todos los terrenos, cambiados Rhin y rechazaban la amistad de la A l e
á cada instante por el capricho en escnmania. Los primeros sacrificaban el
dulce región de la fantasía, de la cual ha- Rhin á la paz; los segundos sacrificaban
bla Montaigne, y en la cual se detienen la paz al Rhin. A nuestro modo de ver,
voluntariamente los soñadores; es esa los unos y los otros á la vez tenian y no
m u l t i t u d de aventuras que suceden, no tenian razón. Entre estas dos opiniones,
al viajero, sino á su espíritu; en una pa- exclusivas y diametralmente opuestas,
labra, es todo y es nada: es el diario de nos pareció que habia lugar para una
un pensamiento mucho m á s que el de un opinión conciliadora. Mantener el dere
viaje. cho de Francia sin herir la nacionalidad
Mientras que el cuerpo se traslada de de Alemania, era el bello problema que
un punto á otro, gracias al camino de acarició el que escribe estas líneas, y
hierro, á l a diligencia ó al vapor, la ima- cuya solución creyó entrever en su cor
ginacion vuela t a m b i é n . E l capricho del rería por el Rhin. Ocurrida que le fué
pensamiento salva los mares sin navios, esta idea, se le apareció, no como idea,
los rios sin puentes y las m o n t a ñ a s sin sino como deber. A su juicio, todo deber
caminos. E l pensamiento del poeta no se ha de llenar en seguida. Cuando una
conoce distancia. H é aquí, pues, lo que cuestión que interesa á Europa, es decir,
contienen estas cartas: los dos viajes á la humanidad entera, es oscura, por
mezclados uno con otro. escasa que sea la luz de que se disponga,
E l viajero ha caminado toda la jorna- se debe llevar para facilitar su esclarecí
da reuniendo, recibiendo ó recogiendo miento. L a razón humana, de acuerdo
ideas, quimeras, incidentes, sensaciones, en esto con la ley espartana, obliga en
fábulas, visiones, juicios, realidades, re- ciertos casos á decir la opinión que se
cuerdos. Llegada la noche, entra en una tiene. Entonces, y en cierto modo sin
posada, y mientras disponen la cena, pide preocupación literaria, pero con el fran
una pluma, tinta y papel, apoya el codo co y severo sentimiento del deber cum
en el á n g u l o de una mesa y escribe. Cada plido, escribimos estas p á g i n a s , que pen-
linade sus cartas es el saco donde vacía samos desde luego publicar,
las impresiones que su espíritu ha reci- E n el momento de darlas á la estampa
bido durante el dia, y en este saco se en- nos asaltó u n escrúpulo. ¿Qué significa-
cuentran con frecuencia m á s monedas de rian unas cuantas p á g i n a s aisladas por
calderilla que luises de oro. completo del trabajo hecho en el espíritu
Cuando regresa á Paris, vuelve á ver del autor durante su exploración por el
á su amigo y ya no piensa m á s en su | Rhin? ¿No habría algo de brusco y de ex
diario. t r a ñ o en la aparición de este librejo espe-
Ha escrito así, desde hace doce años, cial é inesperado? ¿No seria preciso co-
muchas cartas sobre Francia, Bélgica, menzar por decir que hemos visitado el
Suiza, el Océano y el Mediterráneo, y Rhin, y así no se e x t r a ñ a r í a con razón
las ha olvidado por completo. Habia o l - que el que esto escribe, j)oeta por aspira-
vidado asimismo las que habia escrito so- cion y arqueólogo por simpatía, no hu-
bre el Rhin, cuando el a ñ o pasado se biese visto en el R h i n m á s que una cues-
acordó forzosamente de ellas por un sen- tion política internacional? Esclarecer
cilio encadenamiento de hechos que es por una referencia histórica una cues-
necesario que refiera. tion contemporánea, puede, sin duda, ser
Recuérdese que hace cerca de seis ú útil; pero el R h i n , ese rio único en el
ocho meses la cuestión del R h i n se t r a t ó mundo, ¿no merece la pena de ser tam-
de repente. Algunas inteligencias nobles bien visto por lo que es y por lo que sig-
y privilegiadas la discutieron en Francia nifica? ¿No seria verdaderamente inex-
en esa época con bastante viveza, y to- plicable que hubiese pasado por delante
m a r ó n desde luego, como sucede casi de esas catedrales sin visitarlas, de esas
siempre, dos partidos opuestos, dos par- fortalezas sin inspeccionarlas, de esas rui-
tidos extremos. Los unos consideraron ñas sin mirarlas, de ese pasado sin son^
los tratados de 1815 como un hecho con- dearlo, de ese delirio sin abismarse en él?
sumado, y partiendo de a q u í abandona-1 ¿No es un deber para el escritor, sea el
590 OBRAS D E VÍCTOR HUGO.

que fuere, ser consecuente siempre consi- cuidadoso esmero el yo, esa mala yerba
go mismo, et sibi constetno producirse sino que brota una y otra vez de la pluma del
como tiene por costumbre y no llegar de escritor entregado á las expansiones fa-
otra manera que de la que es esperado? miliares, y quizá h a b r í a renunciado ab-
¿Obrar de diferente modo no seria des- solutamente, por el propio sentimiento
orientar al público, entregar la realidad de su inferioridad, á la forma epistolar,
del viaje á las dudas y á las conjeturas, que, á su parecer, solo tienen el derecho
y por consecuencia disminuir la con- de emplear frente á frente del público las
fianza? grandes inteligencias. Pero bajo el pun-
Esto lo creyó de cierta gravedad el au- 1:0 de vista que se acaba de explicar, es-
tor. Disminuir la confianza en el mismo ':as alteraciones hubiesen sido falsifica-
momento que la reclama con m á s interés ciones, cuando estas cartas, aunque en
que nunca; hacer dudar de sí, sobre todo a apariencia son casi e x t r a ñ a s á la Con-
cuando es necesario hacer creer; no atraer clusión, vienen á ser en cierto modo las
toda la fe de su auditorio cuando se pide piezas justificativas; cada una de ellas
la palabra para lo que se imagina que es u n certificado de viaje, de pasaje y de
es u n deber, era faltar al objeto que se ha- presencia; el yo, aquí, es una afirmación.
bla propuesto. Modificarlas seria reemplazar l a verdad
Las cartas que habia escrito en su via- por la forma literaria, y con esto lo que
je se volvieron á presentar entonces á su se conseguía era disminuir la confian-
i m a g i n a c i ó n . Las volvió á leer y recono- za, y por lo tanto, faltar al objeto pro-
ció que por su misma realidad tenian el puesto.
punto de apoyo incontestable y natural Es preciso no olvidar que estas cartas,
de sus conclusiones en la cuestión r h i - que por otra parte t a l vez no tengan dos
niana; que la familiaridad de ciertos deta lectores, vienen a q u í para apoyar una
lies, la minuciosidad de ciertas pin as, palabra conciliadora ofrecida á dos pue-
la personalidad de ciertas impresiones blos. A n t e tan grande objeto, ¿qué i m -
eran una evidencia más; que todas estas portan las sencillas coqueterías del arre-
cosas verdaderas se a ñ a d i r í a n como com- glador y los refinamientos de la toi-
probantes á la cosa útil; que bajo cierto lette literaria? L a verdad es su mejor
aspecto, el viaje del soñador, caprichoso adorno (1).
en extremo y quizá recargado de poesía E l autor se ha determinado á publi-
para algunas imaginaciones cansadas, carlas t a l , poco m á s ó menos, como han
podría perjudicar á la autoridad del pen sido escritas.
sador; pero por otro lado pensó que
siendo m á s severo corría el riesgo de ser
menos eficaz; que el objeto de esta publi- (1) Ante esta consideración se han desvanecido todos los es-
cación, por desgracia muy insuficiente crúpulos que tenia el autor. Estas cartas han sido escritas al
azar de la pluma y sin libros; los hechos históricos ó los textos
era el de resolver amigablemente una literarios que contienen acá y allá están citados de memoria;
cuestión de ódio; y que, en todo caso pero ésta engaña y falta algunas veces. Así, por ejemplo, en la
C a r t a novena, el autor dice que Barbaroja quiso c r u z a r -
desde el momento en que se mostrase se por l a segunda ó tercera vez, y en la C a r t a d é c i m a -
lealmente á los lectores el pensamiento s é p t i m a habla de las numerosas cruzadas de Federico
del escritor, hasta el m á s íntimo y el m á s Barbaroja. El autor olvida en esta doble ocasión que Federico I
solo fué cruzado dos veces, la primera siendo aun duque de
culto, los que no se adhiriesen á las con Suavia, en 1147, en compañía de su tio Conrado I I I , y la se-
clusiones del libro, cualquiera que fuese gunda siendo emperador, en 1189. En la C a r t a d é c i m a -
su resultado, es evidente que creerían en cescribir u a r t a , el autor escribe el heresiarea Doueet, donde debió
el heresiarea D o u c i n . Nada hubiese sido más fácil
las convicciones del autor.—Esto ya se- que corregir estos errores; pero al autor le ha parecido que,
ria un gran paso; el porvenir se encar- puesto que ya estaban cometidos, debian quedar como el verdade-
ro sello de su legitimidad. Y ya que se ha puesto á rectificar los
g a r í a t a l vez de lo d e m á s . errores en que ha incurrido, séale permitido señalar después de
Tales son los motivos imperiosos que los suyos los de su impresor. Una errata razonada es algunas ve-
han determinado al autor para dar á luz ces útil. En la C a r t a p r i m e r a , en lugar de: la casa está
llena de gentes que ordonnent, debe decir: la casa está llena
estas cartas y ofrecer al público dos vo- de gentes que j o r d o n n e n t . En la Leyenda del hermoso
l ú m e n e s sobre el R h i n en lugar de dos- Pecopin (últimas líneas del párrafo Xü), en lugar de una
p u e r t a de metal, se ha de leer u n a p u e r t a de m e t a ü .
cientas p á g i n a s . Las dos palabras j o r d o n n e r y m e t a ü faltan en el Diccionario
Si hubiese publicado esta correspon- de la Academia, y en esta ocasión, á nuestro modo de ver, el
dencia de viaje con un objeto puramente expresiva Diccionario no tiene razón. Jordonner es una palabra muy
en el lenguaje familiar, que no tiene sinónimo posible,
personal, probablemente la h a b r í a hecho y que expresa un matiz preciso y delicado, cual es el mando
sufrir notables alteraciones: h a b r í a su- ejercido con fatuidad y vanidad á cada instante y fuera de pro-
primido muchos detalles; h a b r í a borrado pósito. En cuanto á la palabra m e t a ü , no es menos notable. El
metal es la sustancia metálica pura; la plata es un metal. El
de todas partes la intimidad y l a con- m e t a ü es una sustancia metálica compuesta; el bronce es un
fianza; h a b r í a extirpado y arrancado con metal.—(Nota de l a p r i m e r a e d i c i ó n . )
EL RHIN. 591
Y dice "poco m á s ó menos,,, porque todo el pensamiento que sale de la his-
no quiere ocultar que ha hecho algunas toria.
supresiones y algunas enmiendas, pero Después, cuando conviene, queda su-
estas enmiendas no tienen ninguna i m - mido en el silencio y en la media luz,
portancia para el público. Su objeto ha cosas ambas que favorecen la observa-
sido evitar repeticiones, ó ahorrar á los ción. Pero a q u í se hace indispensable
que por casualidad tercian en esta obra, otra explicación. L a prodigiosa sonori-
á los indiferentes y á los desconocidos dad de la prensa francesa, tan poderosa,
que el azar nos ha hecho encontrar en el tan fecunda y a d e m á s tan útil, hace
viaje, tanto una indiscreción como una resonar los m á s oscuros nombres de Pa-
censura, ó hasta si se quiere la molestia ris, de t a l modo que no permite al escri-
de reconocerse. I m p o r t a poco al público, tor, por humilde é insignificante que
por ejemplo, que todos los finales de las sea, creer que fuera de Francia g o z a r á
cartas, consagrados á detalles de familia, de completa oscuridad. E n esta situación
hayan sido suprimidos; asimismo que el observador, sea el que fuere, debe
el sitio donde tuvo lugar un accidente guardar el incógnito y el a n ó n i m o , si
cualquiera, una rueda rota, u n incendio quiere conservar entera su independen-
de una posada, etc., haya sido cambiado cia de pensamiento y de acción. Estas
ó no. L o esencial para que el autor pue precauciones, que aseguran al viajero el
da decir: Este es un libro de buena fé, es beneficio de l a oscuridad, las ha tomado
que la forma y el fondo de las cartas ha- el autor durante su excursión por las
yan quedado t a l como estaban. E n caso orillas del Rhin, por m á s que le parecie-
de necesidad se podria enseñar á los cu sen supérfluas y hasta ridiculas tomarlas.
riosos, si hubiese alguno por cosas tan De este modo ha podido recoger sus no-
insignificantes, todas las cartas de este tas á placer y con entera libertad, sin
diario del viajero a u t é n t i c a m e n t e t i m - que nadie estorbase su curiosidad ó su
bradas y fechadas en la administración meditación en ese paseo caprichoso que,
de correos. creemos haberlo indicado suficientemen-
Esta clase de confidencias tienen un te, admite por completo las singularida-
encanto inexplicable cuando provienen des que ofrecen las posadas y las mesas
de los grandes escritores, y ejemplos redondas, y se acomoda voluntariamente
ilustres tenemos que están en la memo lo mismo a l patache que á la silla de
ria de todos: u n estilo ameno d á la vida posta, lo mismo al asiento de las d i l i -
á todo; en cuanto al humilde viaje- gencias que á la banqueta bajo la toldi-
ro que ha escrito este libro, lo repetimos, 11a del vapor.
ellas no tienen otro valor que el de su E n cuanto á Alemania, que es á sus
sinceridad. Este título, y solamente este ojos la colaboradora natural de Francia,
título, es el único que las puede hacer en por las consideraciones que indica la
a l g ú n caso aceptables. Ellas se relacio- terminación de esta obra, cree que la ha
nan con el monje de Saint-Grall, con el apreciado como debe y la ha visto t a l
ciudadano de Paris en tiempo de Felipe como es. E l autor protesta de antemano
Augusto, con J u a n de Troyes, entre los e n é r g i c a m e n t e contra toda intención
materiales útiles de consulta; y como do- irónica que se le pueda suponer en a l -
cumento formal y sincero, tienen m á s gunas palabras mezcladas a q u í y allá
tarde la satisfacción de ayudar á la filo- en estas cartas, y que solo ha conserva-
sofía y á la historia para caracterizar el do por u n escrúpulo de sinceridad. No lo
espíritu de una época y de una nación oculta; Alemania es uno de los países que
en u n momento dado. Si cupiese tener ama y una de las naciones que admira.
alguna pretensión en esta obra, el autor A b r i g a u n sentimiento casi filial por esa
no t e n d r í a otra que ésta. noble y santa p á t r i a de todos los pensa-
A q u í no se busca m á s que las aventu dores. Si no fuese francés, querría ser
ras d r a m á t i c a s y los incidentes pintores a l e m á n .
eos. Como lo explica en las primeras E l autor no cree que debe acabar esta
p á g i n a s de este libro, el autor viaja sólita nota preliminar sin confiar á sus lec-
rio, sin otro objeto que soñar mucho y tores el ú l t i m o escrúpulo que le asal-
pensar un poco. E n estas excursiones si ta. Cuando estaban tirando los últimos
lenciosas lleva dos viejos libros, ó si se le pliegos de este libro, se apercibió que
permite citar su propia frase, le acom acontecimientos m u y recientes y que en
p a ñ a n dos viejos amigos, V i r g i l i o y T á - la actualidad ocupan á Paris, parecían
cito: V i r g i l i o , es decir, toda la poesía que dar el valor de una aplicación directa á
sale de la naturaleza; Tácito, es decir dos líneas del párrafo X V de la Gonclu-
592 OBRAS D E VICTOR HUGO.

sion. Entonces como ahora, el autor, te-


niendo siempre por objeto calmar m á s
pronto que irritar, se p r e g u n t ó si las bor-
raría; pero después de reflexionarlo se de-
CA.RTA. F R I M E R A ,
cidió por dejarlas. Desde luego basta
examinar l a fecha en que fueron escritas De P a r í s á l a Ferté-sous-Jouarre«
para reconocer que, si habia en aquella
época alguna cosa en l a mente del au-Salida de París.—La cuesta de S.-P.—Proezas de los demoler
tor, era si acaso una previsión, j a m á s po- dores.—Nauteuil-le-Haudouin.—Villers-Cotterets.—Las 1.600
día tener el carácter de una aplicación. curiosidades de Dammartin.—Dios ofrece la diligencia á quien
pierde su cabriolé.—La Ferté-sous-Jouarre.—Un droguero
Si se tienen en consideración los he- heredero del duque de Saint-Simón.—Aspecto de la campiña.
chos generales de nuestros tiempos, se —El viajero refiere sus gustos.—El jorobado y el gendarme.
—Por qué un hombre es valiente.—Por qué el mismo hom-
verá que esta previsión ha podido resul- bre es cobarde.—La piel y el traje.—1814 y 1830.—Meaux.
tar hasta en la forma precisa que el azar —Una escalera preciosa.—La catedral de Bossuet.—Meaux
le ha dado. Admitiendo que esas dos lí- ha tenido un teatro antes que París.—Por qué los habitantes
de Meaux han colgado al diablo.—De qué medios se valió una
neas tengan su sentido, en n i n g ú n caso reina para hacer entrar á u n rey en el Paraíso.
se podrá decir que han venido á sobre-
ponerse á los acontecimientos, sino que
ios acontecimientos han venido á colo- L a Ferté-sous-Jouarre, J u l i o 1838.
carse debajo de ellas. No hay escritor u n
poco reflexivo á quien no le haya suce- A m i g o mió: Anteayer por la m a ñ a n a ,
dido esto. Algunas veces, á fuerza de es- serian sobre las once, a b a n d o n é P a r í s ,
tudiar lo presente, se encuentra alguna según te lo habia anunciado. Salí por el
cosa que se parece á lo porvenir. E l au- camino de Meaux y dejó á m i izquierda
tor, pues, ha dejado estas dos líneas en San Dionisio, Montmorency y l a cuesta
su lugar, como determinó dejar en la co- de S.-P., allá en el último confín de las
lección titulada Las hojas de otoño los colinas. Desde allí os dediqué á todos un
versos que llevan por título Sueño de un tierno y afectuoso pensamiento, y tuve
transeúnte á propósito de un rey, poemita mis miradas fijas en esa ciudad, que pa-
escrito en 1830 y que anuncia l a revolu- recía u n punto oscuro en el fondo de l a
ción de Julio. llanura, hasta el instante en que una re-
E l autor no tiene m á s que decir respec- vuelta del camino me l a ocultó brusca-
to á este libro. Si no se escapase por su mente.
poco valor á l a honra de las asimilacio- T ú que conoces m i afición á los gran-
nes y comparaciones, el que lo ha escrito des viajes hechos en pequeñas jornadas,
no podría dejar de hacer notar que esta sin fatiga, sin bagaje, en cabriolé, no te
obra, que tiene un rio por objeto, por una e x t r a ñ a r á que por único equipaje, yendo
coincidencia rara se ha hecho ella misma solo, llevase á mis viejos amigos de l a in-
espontánea y naturalmente á l a i m á g e n fancia, V i r g i l i o y Tácito.
de u n rio. Empieza como u n arroyo, Una vez fuera de P a r í s , me dirigí ha-
atraviesa u n barranco cerca de u n gru- cia Chalons, pues me era conocido el
po de chozas por debajo de un p e q u e ñ o camino de Soissons por haberlo frecuen-
puente de u n arco; costea la posada en la tado hace algunos años; hoy este cami-
aldea, el rebaño en el prado, l a g a l l i n a no, gracias á los demoledores, ofrece
en el zarzal, el campesino en l a senda; muy poco interés.
después se aleja, toca en un campo de Nauteuil-le-Haudouin y a no conserva
batalla, en una llanura ilustre, en una su castillo, construido en tiempo de Fran-
gran ciudad; avanza, se hunde en las cisco I .
brumas del horizonte, reproduce las ca Villers-Cotterets ha convertido la mag-
tedrales, visita las capitales, salva las nífica morada del duque de Valois en
fronteras, y después de haber reflejado asilo de mendicidad, y allí, como sucede
los árboles, los campos, las estrellas, las casi por todas partes, esculturas y p i n t u -
iglesias, las ruinas, las habitaciones, las ras, todo el espíritu del Renacimiento,
barcas y las velas, los hombres y las toda l a gracia del siglo X V I , ha desapa-
ideas, los puentes que unen dos aldeas y recido vergonzosamente bajo el rasero y
los puentes que unen dos naciones, vuel- el revoque.
ve á encontrar, como el fin de su corre- D a m m a r t i n ha demolido su enorme
r í a y el t é r m i n o de su espansion, el do- torre, desde lo alto de l a cual se veia
ble y profundo Océano del presente y del Montmartre distintamente á nueve l e -
pasado: l a política y la historia. guas de distancia, y cuya gran grieta
P a r í s , Enero de 1842. vertical habia hecho nacer este prover-
EL RHIN. 59
bio, que yo hasta entonces no habia com- están cuajadas de trabajadores. Se acaba
prendido: Es como el castillo de Dammartin, de recoger la cosecha y se están forman-
que revienta de risa. Hoy, viudo de su do a q u í y a l l á grandes haces, que, hechas
vieja Bastilla, en la que el obispo de hasta l a mitad, se parecen á esas p i r á -
Meaux tenia el derecho de refugiarse mides despanzurradas que se encuentran
con siete personas de su servidumbre en Siria. Los trigos ya segados están co-
cuando se querellaba con el conde de locados en el flanco de las colinas, de
Champagne, D a m m a r t i n no engendra manera que imitan el lomo de las ce-
ya proverbios, y solo d á lugar á notas bras.
literarias del género de ésta, que copié Pero, amigo mió, t ú sabes que no son
textualmente al pasar por allí, de no sé estos los acontecimientos que busco en el
q u é librito local expuesto en la mesa de viaje, sino las ideas y las sensaciones,
la posada: para lo cual basta con la novedad de los
"Dammartin (Seine et Marne), ciudad objetos. A d e m á s , yo me contento con
p e q u e ñ a situada en la falda de una coli- poco. Con t a l que tenga árboles, plan-
na. Se fabrican blondas. Hotel: Santa tas, aire, camino delante y detrás de m í ,
Ana. Curiosidades: la iglesia parroquial, todo me sobra. Si el terreno es llano, me
el mercado y 1.600 habitantes.,, gustan los horizontes sin t é r m i n o . Si es
E l poco tiempo concedido para comer montuoso, me encantan los paisajes i n -
por ese tirano de las diligencias llamado esperados, de los cuales hay uno en cada
el mayoral, no me permitió entonces pro- elevación. Ahora á cada paso veo u n va-
bar hasta q u é punto era cierto que los lle encantador. A derecha é izquierda l a
1.600 habitantes de D a m m a r t i n fuesen tierra ofrece deliciosos caprichos, como
todos curiosidades. son grandes colinas cortadas por una
Me dirigí hacia Meaux. m u l t i t u d de ricos campos y pequeños
Con el tiempo m á s hermoso y por el huertos que alegran la vista; a q u í y allá
mejor camino del mundo, ó lo que es lo grupos de chozas bajas, cuyos techos pa-
mismo, entre Claye y Meaux, se rompió rece que tocan el suelo, y en el fondo del
la rueda de m i cabriolé. Y a sabes que yo valle una corriente de agua que cule-
pertenezco al n ú m e r o de esos hombres brea por una larga línea de verdura y
que siguen el camino que se han trazado: el atraviesa el ojo de un viejo puentecito
cabriolé renegó de mí; yo á m i vez re- de piedra mohosa y carcomida, que une
n u n c i é al cabriolé. Justamente pasaba los dos extremos de la carretera.
una diligencia; l a diligencia Touchard. A l llegar á e s t e sitio, u n carretero, un
No llevaba m á s que un asiento libre, lo enorme carretero de Alemania, hincha-
tomé, y diez minutos después del acci- do, fajado y engalanado, parecido a l
dente continué m i viaje, es decir, "seguí vientre de Q-argantúa, arrastrado sobre
m i camino,, como alma en pena, en el cuatro ruedas por ocho caballos, pasaba
imperial, entre u n jorobado y un gen- el puente. Frente por frente de m í , si-
darme. guiendo la ondulación de la colina
H é m e a q u í en este momento en la opuesta, se levantaba l a rueda brillante
Ferté-sous-Jouarre, alegre población, que del sol, alrededor de la cual la sombra de
vuelvo á ver por cuarta vez con mu- las hileras de los árboles contorneaba en
cho gusto, con sus tres puentes, sus en- negro l a figura de un gran peine falto de
cantadoras islas, su viejo molino situado muchos dientes.
en medio del rio y unido á tierra por Pues bien; esos árboles, ese peine de
cinco arcos, y su bello pabellón del tiem- sombra del cual te reirás quizá, ese car-
po de Luis X I I I , que ha pertenecido, se- retero, esa carretera, ese viejo puente,
g ú n se dice, al duque de Saint-Simon, y esos rastrojos, todo me distrae y me ale-
hoy ha perdido toda su importancia en gra. U n valle como éste, teniendo el cielo
manos de un especiero. por techumbre, me satisface. De todos
Si en efecto M . de Saint-Simon poseyó los que íbamos en el coche, ú n i c a m e n t e
esa vieja casa, dudo que su morada na- yo gozaba viéndolo; los d e m á s viajeros
t a l de la F e r t é - V i d a m e tuviese u n aspec- bostezaban horriblemente.
to m á s señorial y m á s altivo, n i tuviera Cuando se muda el tiro, todo me di-
mejores condiciones para encerrar su vierte. E l carruaje se detiene á la puer-
arrogante figura de duque y de par, que ta de l a posada. Los caballos llegan
el magnífico y severo castillejo de la produciendo ruido de hierro viejo. H a y
Ferté-sous-Jouarre. una gallina blanca en l a carretera, una
E l tiempo que está haciendo es el m á s gallina negra en la maleza, u n ras-
á propósito para viajar. Las c a m p i ñ a s t r i l l o ó una rueda vieja rota en un r i n -
TOMO I V . 78
594 OBRAS D E VICTOR HUGO.

con, algunos niños pintarrajeados jue- manos contra hermanos, soldados contra
gan en un m o n t ó n de arena, y encima obreros y franceses contra parisienses?
de m i cabeza oscilan, suspendidos de un E n 1814, al contrario, el conscripto l u -
barrote viejo, sirviendo de muestra, Car- chaba contra el extranjero, contra el
los V , J o s é I I ó Napoleón, grandes em- enemigo, por cosas claras y sencillas, por
peradores que hoy solo sirven para acre- él mismo, por todos, por su padre, su
ditar una posada. E n l a casa solo se madre y sus hermanas, por el arado que
oyen voces que mandan sin ton n i son; acababa de dejar, por el techo de rastro-
en el umbral de la puerta, los mozos y j o que humeaba allá bajo, por la tierra
las cocineras hacen idilios; la basura aca- que habia bajo los clavos de sus zapatos,
ricia el agua de la vajilla, y me aprove- por la p á t r i a ensangrentada y palpitante.
cho de m i alta posición—en el imperial E n 1830 el soldado no sabia por q u é se
—para escuchar la conversación del b a t í a . E n 1814 no solo lo sabia, lo com-
jorobado y del gendarme, ó para admi- prendía; no solo lo comprendía, lo sentía;
rar los preciosos y pequeños grupos de no solo lo sentía, lo veía.
enanas amapolas que forman sus oásis Tres cosas me han llamado la atención
en un viejo techo. en Meaux: una preciosa fachadita del Re-
Por otra parte, m i gendarme y m i j o - nacimiento unida á una vieja iglesia
robado eran filósofos "que no tenian nada desmantelada, situada á la derecha, con-
de ensoberbecidos,, y hablaban humana- forme se entra en la ciudad; luego la
mente el uno con el otro, el gendarme catedral, y después, detrás de la cate-
sin desdeñar al jorobado y el jorobado dral, u n buen caserón viejo de piedra ta-
sin despreciar al gendarme. llada, medio fortificado y flanqueado de
E l jorobado paga seiscientos francos grandes torrecillas que amenazaban rui-
de contribución en Jouarre, la antigua na. Tenia un patio en el cual e n t r é va-
Jovis ara, según tiene la bondad de ex- lerosamente, á pesar de que me advirtió
plicarle al gendarme. A d e m á s su padre una vieja que estaba haciendo calceta el
paga novecientas libras en Paris, y se i n - mal estado en que se hallaba el edificio.
digna contra el gobierno cada vez que Sin embargo, la buena mujer me dejó
desembolsa el sueldo por el pontazgo de hacer lo que me pareció. Y o quería estu-
la Marne entre Meaux y la P e r t é . diar una escalera exterior m u y buena,
E l gendarme no paga contribución, enlosada de piedra y armada de madera,
pero cuenta sencillamente su historia. que comunicaba con la casa vieja, y que
E n 1814, en Montmirail, se batió como estaba apoyada en dos arcos rebajados
un león; era conscripto. E n 1830, en las y cubierta por un techo colgante for-
jornadas de Julio, tuvo miedo y buscó la mando una bóveda de arcadas apaine-
manera de salvarse; era gendarme. Esto ladas. Me faltó tiempo para dibujarla.
le admira y á m í no. Conscripto tenia L o siento; es la primer escalera que he
veinte años, y era un valiente. Gendar- visto de este género. Me pareció que era
me, tenia mujer ó hijos, y él a ñ a d i a su del siglo decimoquinto.
caballo, y era u n cobarde. Era, sí, el L a catedral es una iglesia notable em-
mismo hombre, pero no era la misma pezada en el siglo catorce y continuada
vida. L a vida es un plato que no gusta en el quince. Ahora acaban de restau-
m á s que por la salsa. Nadie es m á s arro- rarla de un modo inicuo. Empero no está
jado que u n presidiario. E n este mundo concluida. De las dos torres proyectadas
el traje se tiene m á s en cuenta que la por el arquitecto, solo hay una construi-
piel. E l que está desnudo no tiene nada da. L a otra, que ha sido modelada, ocul-
que perder. ta la parte edificada bajo una cubierta
Convengamos t a m b i é n en que las dos de pizarra de tejado. L a puerta del me-
épocas eran muy diferentes. L o que está dio y la de la derecha son del siglo ca-
en la atmósfera mueve lo mismo al sol- torce; la de la izquierda es del quince.
dado que á cualquier hombre. L a idea Las tres son m u y bellas, pero de una
que sopla le enfria ó le calienta. E n 1830 piedra que la escarcha y la l l u v i a van
se sentía el soplo de la revolución. A su desgastando.
paso todos se encorvaban por esa fuerza Puesto allí, he querido descifrar los
de las ideas que es como el alma de la bajo-relieves. E l t í m p a n o de la puerta
fuerza de las cosas. Y a d e m á s , ¿hay algo de la izquierda representa la historia de
m á s triste y enervante que batirse por San Juan Bautista, que el sol, que caía
ordenanzas e x t r a ñ a s , por sombras que á plomo sobre la fachada, no me ha
pasan por el cerebro de una cabeza tur- permitido ver. E l interior de la igle-
bada, por u n delirio, por una locura, her- sia es una composición soberbia. Hay
EL RUIN. 595
encima del coro grandes ojivas trilobu- L a Fontaine. Todo esto en un radio de
ladas y caladas del m á s bello efecto. E n doce leguas. E l gran señor vecino del
el ábside no queda m á s que tm vidrio gran obispo. L a Tragedia codeándose
magnífico, que hace pensar con senti- con la F á b u l a .
miento en los d e m á s . A la entrada del A l salir de la catedral el sol estaba ve-
coro hay dos altares de maravillosa car- lado y he podido examinar la fachada.
p i n t e i í a del siglo quince; pero quita la E l gran t í m p a n o de la portada central
ilusión verlos embadurnados de pintu- es de los m á s curiosos. E l compartimien-
ra al óleo, color de madera. Este es el to inferior representa á Juana, mujer de
gusto de los naturales del pais. A la iz- Felipe el Hermoso; se ha de tener pre-
quierda del coro, cerca de una preciosa sente que esta iglesia fué construida
puerta con imposta y rebajado el arco después de su muerte con las sumas que
medio punto, he visto una bella e s t á t u a dejó. L a reina de Francia, con su catedral
de m á r m o l arrodillada representando un en la mano, se presenta á las puertas del
guerrero del siglo diez y seis, sin arma- P a r a í s o . San Pedro se las abre de par en
dura n i inscripción alguna, tanto, que no par. D e t r á s de la reina aparece el her-
he logrado adivinar el nombre de esta moso rey Felipe con cierto aire de pobre
estátua: t ú que lo sabes todo lo h a b r í a s vergonzante. L a reina, espiritualmente
acertado en seguida. A l otro lado hay esculpida y ataviada, haciendo u n movi-
otra estátua; ésta tiene su inscripción, y miento de hombros y dirigiéndose á San
en verdad que bien la necesita, pues t ú Pedro, al mismo tiempo que con el rabi-
mismo no adivinarlas que este pesado y llo del ojo m i r a al pobre diablo del rey,
duro m á r m o l tratase de modelar la seve- parece que le dice al Santo: BahI dejadle
ra figura de Benigno Bossuet. Respecto entrar, aunque faltéis á la consigna.
á Bossuet, abrigo el temor de que la des-
trucción de los vidrios sea de su época.
He visto su trono episcopal, de u n enma- G-AKTA EL
deramiento de ensambladura bastante
bueno al estilo del tiempo de Luis X I V y
con el dosel figurado; pero me ha faltado Montmirail.-—Montmort.—Epernay.
tiempo para visitar su famoso gabinete
en el palacio episcopal. S e g ú n dice u n Montmirail.—iVos p a t r i a m f u g i m u s , nos duleia UnquU
manuscrito de la biblioteca local, y ver- mus arva.—Campo de batalla de Montmirail.—Sol puesto.
—Napoleón desaparecido.—El viajero habla de los olmos.'—
daderamente es unhecho e x t r a ñ o , Meaux El castillo de Montrnort.—Cómo deslumhra el viajero á la se-
tuvo su teatro antes que París, una ver- ñorita Juanita.—Camino de noche en los bosques.—Epernay.
dadera sala para dar espectáculos, cons- —Las tres iglesias: Tibaldo I , l'edro Strozzi, Poterlei-Gali-
chet.—?e le aparece Odry al autor en la iglesia de Epernay.
truida en 1547, la cual tenia de circo —De cómo el viajero prefiere mirar las amapolas y las mari-
antiguo la parte que estaba cubierta de posas que millón y medio de botellas de vino de Champagne.
un velarium, y de teatro actual lo del re- —Pilogene y Phyothrix.—En Montmirail el viajero repara
en un huevo fresco.—De qué se reinan en el siglo diez y seis.
dedor, que se componía de habitaciones cerra-
das con llave, que estaban alquiladas á los
habitantes de Meaux. Allí se representa-
ban misterios. Epernay, 21 de Julio.
U n hombre llamado Pascalus acos- E n la Fertó-sous-Jouarre alquiló el p ^
tumbraba d e s e m p e ñ a r el papel de Dia- mer carruaje que llegó, y sin informar-
blo, cuyo mote conservó. E n 1552 este me m á s que de una cosa, de si el eje y
prógimo entregó la ciudad á los hugono- las ruedas eran buenas, me dirigí hácia
tes, y al a ñ o siguiente los católicos le M o n t m i r a i l . E n este pueblo solo encon-
colgaron, teniendo en cuenta en algo que tré una cosa de particular, y fué u n pai-
había entregado la ciudad, pero teniendo saje m u y fresco á la entrada de dos
t a m b i é n presente en mucho que le l l a - bellas alamedas de árboles. Todo, escep-
maban el Diablo. tuando el castillo, es una confusión de
Hoy P a r í s tiene veinte teatros y la casuchas.
ciudad c h a m p a ñ e s a solo tiene uno. Hay E l lunes á las cinco de la tarde salí de
quien supone que está envanecida por M o n t m i r a i l y me dirigí por el camino de
haberlo tenido antes, como si Meaux se Sezanne á Epernay. U n a hora después
pudiese envanecer de no serParis. Por lo estaba en Vaux-Champs y atravesaba
d e m á s , este pais recuerda por todas par- el famoso campo de batalla. U n momen-
tes el siglo de Luis X I V . A q u í , el duque to antes de llegar á él encontré en el
de San Simón en Meaux, Bossuet; en la ! camino una carreta extravagantemente
Fertó Milon Hacine; en Chateau-Tierry,' cargada. E l tiro se componía de un asno
596 OBRAS D E VICTOR HUG04

y un caballo. E n el carruaje h a b í a ca- estaba desierta. A lo lejos se velan dos


zuelas, calderos, cofres viejos, sillas de tres arados olvidados, que parecían
paja, formando un m o n t ó n de muebles grandes langostas. A m i izquierda habia
hacinados, sin órden n i concierto: de- una cantera de piedras molares. Gruesas
lante, en una especie de canasta, iban muelas muy redondas y bien hechas,
tres niños casi desnudos; y detrás, en unas blancas y nuevas, otras viejas y
otra canasta, iban encerradas algunas negras, yacían mezcladas en el suelo, de
gallinas. E l conductor era u n hombre 3Íé, tumbadas y formando pilares, como
vestido de blusa, que iba á pió y llevaba as piezas de u n enorme tablero de da-
un niño á la espalda. Algunos pasos de- mas revuelto. E n efecto, gigantes hablan
t r á s de él caminaba t a m b i é n una mu- jugado allí una gran partida.
jer, llevando otro n i ñ o , pero en el vien- Como me propuse ver el castillo de
tre. Todo este tren se dirigía hácia Montmort, que está á cuatro leguas de
Montmirail, como si la gran batalla de Montmirail, al llegar á Formentieres, ó
1814 fuese á comenzar de nuevo.—Sí, me Armentieres, volví bruscamente á la iz-
decia yo, a q u í debian encontrarse carre- quierda y t o m é el camino de Epernay.
tones como este hace veinticinco años. E n él hay diez y seis olmos grandes, los
—Me informó de lo que podia ser todo m á s bellos del mundo, que inclinan há-
aquello, y supe que no era un cambio de cia el camino sus movibles perfiles y sus
domicilio, sino una expatriación. Aque- cabelleras despeluznadas. Los olmos son
l l a gente no iba á M o n t m i r a i l , se dirigía una de las cosas que m á s me distraen en
á Amórica. No huian de una batalla, todo viaje. Cada olmo merece la pena de
huian de la miseria. E n dos palabras, que se le mire con absoluta independen-
querido amigo, era una familia de po- cia de los d e m á s . Todos los otros árboles
bres aldeanos de Alsacia, emigrantes, á son estúpidos y se parecen unos á otros;
la que se le p r o m e t í a tierras en el Ohío, los olmos ú n i c a m e n t e tienen fantasía y
y abandonaban su pais sin sospechar que se burla cada uno del que tiene al lado,
V i r g i l i o les habia dedicado hacia dos m i l los que arrastran sus ramas por tierra de
años los versos m á s bellos que se han es- los que se cimbrean, los copudos de los
crito en el mundo. descarnados, y hasta por la tarde se bur-
Sin embargo, lo m á s admirable que lan de la gente que pasa haciéndoles
ofrecía este grupo era que caminaba i n - toda clase de muecas. Los olmos jóvenes
diferente á todo. E l hombre rehacía la tienen un follaje que brilla y chispea por
cuerda de su látigo, la mujer canturrea todas partes, como una pieza de fuegos
ba y los niños jugaban. Solo los muebles artificiales cuando arde. Desde la F e r t é
t e n í a n u n aspecto tan desgraciado y des hasta el sitio donde se encuentran esos
orientado, que daba pena. Las gallinas diez y seis olmos, las orillas del camino
t a m b i é n me parecieron que t e n í a n el sen- solo ofrecen álamos, chopos ó nogales, y
timiento de su desgracia. éstos esparcidos, lo que me ha hecho m u y
• Esta indiferencia me admiró. Y o creía poca gracia.
verdaderamente que el sentimiento de la E l pais es como la palma de la mano;
p á t r i a estaba grabado en lo m á s recón- la llanura se pierde de vista. De repente,
dito del corazón de los hombres. ¿A estas saliendo como de u n ramillete de árbo-
gentes les será igual no volver á ver los les, se distingue á la derecha, medio
mismos árboles? escondida en un pliegue del terreno, una
Por a l g ú n tiempo mis ojos siguieron maravillosa y confusa masa de torreci-
sus pasos. ¿Dónde iba ese pequeño grupo llas, veletas, paredes, boardillas y chi-
dando traspiés y sacudidas? ¿A dónde me neas. Es el castillo de Montmort.
dirijo yo? E l camino torció y desapare- A l llegar á la puerta del castillo detu-
cieron de m i vista. A pesar de la revuel ve m i cabriolé y desmontó.
t a que me los ocultaba, aun oí u n breve Dicho castillo es una notable fortaleza
rato el chasquido del látigo del hombre del siglo diez y seis, construida de ladrillo,
y la canción de la mujer; luego todo se con techos de pizarra y veletas adorna-
desvaneció. das, que tiene su doble muralla, su doble
Algunos minutos después me encon foso, su puente de tres arcos que empal-
traba en las gloriosas llanuras que recor ma con el puente levadizo, su pueblecillo
rió el emperador. E l sol se ocultaba. Los á sus piés, y que posee al rededor de todo
árboles esparcían grandes sombras. Los esto u n admirable paisaje que abraza
surcos trazados a q u í y allá tenían un co siete leguas de extensión. A primera vis-
lor dorado. Una bruma azulada subía | ta, como la parte exterior está revocada,
del fondo de los barrancos. L a c a m p i ñ a [ el edificio parece que está bien conserva-
EL RHIN. 597
do. L a torre de entrada reúne, rolladas briolé hacia el suyo por entre los guijar-
juntamente, una escalera de caracol ros y pedernales del camino.
para los hombres y una rampa para los Epernay es la ciudad del vino de Cham-
caballos. E n los bajos hay todavía una pagne. N i m á s n i menos.
vieja puerta de hierro, y subiendo, en Tres iglesias han existido en Epernay.
los alféizares de la torre, he contado "r a primera fué una iglesia romana,
hasta cuatro proyectiles del siglo quince. construida en 1037 á espensas de T i -
Actualmente la g u a r n i c i ó n de la fortale- Daldo I , conde de Champagne, hijo de
za se compone de una vieja criada, la Eudes I I . L a segunda, una iglesia del Re-
señorita Juanita, que me recibió de la nacimiento, construida en 1540 bajo los
manera m á s fina y cortés del mundo. De auspicios de Pedro Strozzi, mariscal de
las antiguas habitaciones del interior Francia, señor de Epernay, muerto en el
solo queda la cocina, magnífica sala abo- sitio de Thionville en 1658. L a tercera,
vedada, con grande chimenea; el viejo a iglesia actual, me hace el efecto de
salón, en el cual se ha colocado u n billar, que debe haber sido edificada teniendo
y un precioso gabinete con ensambla- presentes los dibujos de M . Poterlet-Gra-
duras doradas, y cuyo cielo raso tiene lichet, honrado mercader cuya tienda y
por rosetón una cifra ingeniosamente nombre son vecinos de la iglesia.
complicada. E l viejo salón es una mag- Las tres iglesias me parecen admira-
nífica c á m a r a : el techo, de vigas pinta- blemente descritas y resumidas en estos
das, doradas y esculpidas, está aun i n - tres nombres: Tibaldo I , conde de Cham-
tacto. L a chimenea, adornada con dos pagne; Pedro Strozzi, mariscal de Fran-
soberbias estatuas, es del m á s bello estilo cia, y Poterlet-Q-alichet, especiero.
del tiempo de Enrique I I I . Las pare- De la iglesia actual, que es la ú l t i m a
des en otro tiempo estaban cubiertas de de las tres, solo te diré que es de yeso y
grandes paños de tapicería, que represen- de una construcción feísima, estúpida,
taban retratos de familia. Las gentes de blanca y pesada, con triglifos que sos-
cabeza exaltada del pueblo inmediato tienen los declives de las archivoltas. De
arrancaron y quemaron estos paños en la primera iglesia no queda nada. De la
la época de la revolución, dando con ello segunda se conservan algunos bonitos
u n golpe de muerte al feudalismo. E l rosetones y un frontispicio excelente. E n
propietario actual ha reemplazado estos una de las vidrieras está relatada de la
tapices con viejos grabados, que figuran manera m á s i n g é n u a y sencilla la histo-
vistas de Roma y batallas del gran Con- ria de Noé. Los rosetones y el frontispi-
dé, pegados con cola en la pared. cio excuso decir que están enclavados y
Después de ver todo esto le di treinta embutidos en el execrable yeso de la
sueldos á la señorita Juanita, que, si no iglesia nueva. Esta profanación me ha
me equivoco, quedó deslumbrada de m i recordado á Odry con su p a n t a l ó n blan-
magnificencia. co muy corto, sus medias azules y su
Luego dirigí una mirada á los patos y gran cuello de camisa, llevando el casco
gallinas que vagaban por los fosos del y la coraza de Francisco I .
castillo, y me f u i . A q u í han querido llevarme á ver la
A l salir de Montmort—adonde, sea curiosidad del pais, que es una gran bo-
dicho de paso, se llega por el peor cami- dega que encierra millón y medio de bo-
no del m u n d o — e n c o n t r é al correo que tellas; pero como quiera que en el cami-
debe haberte llevado m i primera carta no me sorprendió un campo de nabos
y al cual e n c a r g u é , amigo mió, te llevase silvestres en flor, lleno de amapolas y
mis afectos y mis recuerdos. mariposas y embellecido por un delicioso
A l asomar la noche por el horizonte, rayo de sol, me quedé en él. Esto quiere
la carretera se h u n d i ó en las profundida decir que la gran bodega se p a s a r á sin
des de un bosque, de t a l modo, que hasta mi visita.
llegar á Epernay no v i otra cosa que L a pomada para hacer crecer el pelo,
chozas de carboneros, de las cuales salían que se llama en la F e r t é Filogene, en
columnas de humo á través de las ra- Epernay se le d á el nombre de Fhyothrix,
mas. A cada instante se me aparecía la importación griega.
boca roja de una fragua, el viento agita- A propósito: en Montmirail, en el ho-
ba á u n lado y á otro del camino la viva tel de l a Poste, me han hecho pagar
silueta de los árboles, y por encima de cuarenta sueldos por cuatro huevos fres-
m i cabeza, en el cielo, la espléndida cos, lo que me ha parecido un poco caro.
Chariot hacia su viaje por enmedio de Se me olvidaba decirte que Tibaldo I
las estrellas, en tanto que m i pobre ca- fué enterrado en su iglesia y Strozzi en
598 OBRAS D E VICTOR HUGO.

l a suya. Y o reclamo en la iglesia actual ventanas estaban cerradas; la yerba cre-


una tumba para M . Poterlet-Galichet. cía en los patios de las casas. De prouto,
Dicho Strozzi fué un valiente. E n cier- casada una puerta cochera del tiempo
ta ocasión, estando en la corte, Brisquet, de Luis X I I I , de piedras negras, próxi-
buíon de Enrique I I , se entretuvo -en ma á un gran pozo revestido de una
mancharle un magnífico manto que es- empalizada de maderos, el coche desem-
trenaba aquel dia. Parece que esto excitó DOCÓ en una plazuela triangular, rodea-
la hilaridad de todos, pues Strozzi, indig- da de casas de un solo piso, blanqueadas
nado, se vengó cruelmente. Y o me hu- con cal, y que tenia en un rincón dos
biese reido y no me hubiese vengado. árboles entecos y sin medro guardando
Manchar un manto de terciopelo! Hasta una puerta. E l lado mayor de esta en-
el presente aun no me he podido expli- crucijada de calles estaba adornado de
car en q u é consistía la gracia de esta una atalaya con campana detestable,
payasada del Henacimiento. escamada de pizarras. Esta plaza es en
la que fué detenido Luis X V I , cuando
huia el 21 de Junio de 1791, por Drouet,
III. administrador de diligencias de Sainte-
Menehould—entonces aun no las habia
en Varennes,—frente á una casa amari-
Chalons.—S aint e-Menehould.—Va- l l a que forma un rincón una vez pasada
rennes. la atalaya. E l coche del rey seguia la
hipotenusa del t r i á n g u l o que dibuja l a
El viajero hace su entrada en Varennes.—Plaza donde Luis XVI plaza. E l nuestro recorrió el mismo ca-
fué detenido.—Lo que se cuenta en el pais.—Cómo se llama-
ba el homhre que tenia en 1791 el alma de Judas.—Asimila- mino.
ciones siniestras.—Los lugares toman algunas veces las for- A l poner el pié en tierra, me quedé un
mas de los hechos.—Varennes y Reims se tocan.—El mesón largo rato contemplando esta plazoleta.
del Grrn Monarca.—Lo que dice la muestra.—Lo que dice el
huésped.—La iglesia de Varennes.—Lo que se encuentra en Cómo se ha ensanchado en poco tiem-
las campiñas de Champagne.—Chalons.—La catedral.—Nues- po! E n pocos meses se habia hecho mons-
tra Señora.~E1 vigía.—El viajero dice cosas muy arriesgadas
á propódto de un muchacho muy feo que está en un cam- truosa, se habia convertido en la plaza
panario.—Otras iglesias de Chalons.—La casa del Ayun- de la Revolución.
tamiento.—Qué animales son los que hay sentados en la H é a q u í lo que se refiere en el pais.
fachada.—Nuestra señora del Espino.—El pozo milagroso.—
Familiaridad del telégrafo con Nuestra Señora.—Una tormenta. E l rey, al ser detenido, n e g ó vivamen-
—Sainte-Menehould.—Bellezas épicas de la cocina del hotel de te que lo era—lo cual, dicho sea de paso,
Metz.—El pájaro dormido.—Elogio de las mujeres á propósito
de las posadas.—Paisajes.—Himno á la Champagne. no lo hubiera hecho Cárlos I,—y como
no estaban seguros de que lo fuese, iban
ya á dejarle en libertad cuando apareció
de improviso un señor d' E t h é , que te-
Varennes, 25 de Julio. nia no se sabe q u é motivos de resenti-
Ayer, á l a caida de la tarde, m i ca- miento contra la corte. Este M . d' E t h é
briolé se habia dejado atrás Sainte-Me- —no sé si está bien puesta la ortografía
nehould; yo acababa de volver á leer es- del nombre, pero en todos tiempos de
tos admirables y eternos versos: cualquier modo se escribe bien el nom-
Mugitusque boum mollesque sub arbore sonmi.
bre de u n traidory—este hombre, pues,
se acercó al rey, diciéndole á la manera
Speluneoe vivique laeus, de Judas: "Buenos dias, señor,,.
y me habia quedado apoyado en el viejo Esto bastó. E l rey fué de nuevo dete-
libro entreabierto, cuyas p á g i n a s arru- nido. Cinco personas reales iban en el
gaba m i codo. Tenia el alma impregna coche; el miserable con una palabra las
da de todas esas ideas, vagas, dulces 5 hirió á las cinco. Los buenos dias, señor,
tristes que se mezclan ordinariamente en dirigidos á Luis X V I , fueron para M a r í a
m i espíritu á los rayos del sol poniente, Antonieta y madame Isabel la guilloti-
cuando el ruido de l a piedra, sonando de na; para el Deifin, la a g o n í a del Temple;
bajo de las ruedas, me despertó. E n t r á para madame Royale, la extinción de su
hamos en una ciudad. raza y el destierro.
—Qué ciudad es esta? Para el que no se fija en este aconte-
M i cochero me respondió: cimiento, la plazuela de Varennes tiene
—Es Varennes. un aspecto triste; para el que piensa en
Sin m á s explicaciones, el coche enfiló él, tiene un aspecto siniestro.
por una calle en forma de bajada, cuyas Creo haberte hecho notar ya en m á s
dos hileras de edificios tenian yo no sé de una ocasión que la naturaleza mate-
q u é de grave y pensativo. Las puertas y r i a l ofrece algunas veces simbolismos
E L RH1N. 599
singulares. E l declive que tiene la calle, a memoria que la noche de la evasión se
y que Luis X V I recorrió, termina al lle- vistió al Delfin de niña, y al apercibirse
gar á la plazuela en una pendiente muy de ello p r e g u n t ó á Mad. Royale si era
r á p i d a y hasta peligrosa, tanto, que al para hacer una comedia. Por lo visto, esta
bajarla, al caballo de lanza de m i car- era la comedia que habia compuesto el se-
ruaje le faltaron los pies. Hace cinco ñor de la ciudad.
dias encontró una especie de tablero de Debo una reparación á la iglesia, pues
damas gigantesco en el campo de batalla acabo de volverla á ver. E n el lado de-
de Montmirail. Hoy atravieso la fatal recho hay una preciosa portadita trilo-
plazuela triangular de Varennes, que bulada.
tiene la forma del cuchillo de la guillo- Si no te cansa el que te hable de ar-
tina. quitectura, te diré que Chalons no ha res-
E l hombre que a c o m p a ñ a b a á D r o u e t , pondido en modo alguno á la idea que de
y que se apoderó allí de Luis X V I , se lla- él me habia formado: sobre todo, su ca-
maba Billaud.—Por q u é no Billot? tedral. A l paso te a ñ a d i r é que el camino
Varennes está situada á quince leguas de Epernay á Chalons no me ha ofrecido
de Reims. Verdad es que la plaza del 21 lo que esperaba, pues solo se entrevé el
de Enero está á dos pasos de las Tulle- Marne, en cuyas orillas se distinguen
rías. algunas aldeas, de entre las cuales se le-
¡Cuánto debieron torturar al pobre rey vantan dos ó tres iglesias romanas, de
estas asimilaciones! Entre Reims y Va- campanario poco agudo, como el de Fe-
rennes, entre la consagración y el destro- camp. E l pais es una inmensa llanura,
namiento, no hay m á s que quince le- pero de t a l extensión que empalaga.
guas para m i cochero; para el espíritu Hay, sin embargo, en el paisaje muchos
hay un abismo, la revolución. rebaños y muchos c h a m p a ñ e s e s .
Me he hospedado en una a n t i q u í s i m a L a nave de la catedral es notable y de
posada que tiene la siguiente muestra: un corte m u y lindo; conserva algunos
A l Gran Monarca, con el retrato de Luis ricos cristales de colores, entre ellos un
Felipe. Es probable que en dicha mues- rosetón; en la iglesia he visto una pre-
tra se hayau visto sucesivamente, de cien ciosa capilla del Renacimiento, con la F
años á esta parte, Luis X V , Bonaparte y y la salamandra. Fuera de la iglesia hay
Carlos X . Hace cuarenta y ocho años, el una torre romana, de severo y puro es-
dia en que esta ciudad cerró eí paso al tilo, y un precioso frontispicio del siglo
coche de la real ca^a, es de presumir que catorce. Pero todo está mutilado hor-
lo que colgaba del hierro viejo de la riblemente: la iglesia está sucia; las
puerta, todavía asegurado hoy á la pa- esculturas de Francisco I hechas un ma-
red de la entrada, fuera el retrato de marracho con una mano que les han
Luis X V I . dado de estuco amarillo; las molduras de
Luis X V I quizá se detuvo en el Gran las bóvedas pintarrajeadas; la fachada
Monarca y se vió pintado en el rótulo, es una mala copia de nuestra fachada de
cuando ya no era rey m á s que en el lien San Grervasio; los chapiteles... Me h a b í a n
zo que daba nombre á la posada. dicho que a q u í veria chapiteles calados,
Pobre •'Gran Monarca!,, y contaba con ellos, y he encontrado dos
Esta m a ñ a n a he dado un paseo por la especies de gorros puntiagudos, calados
ciudad, que por cierto está muy bien si en efecto, y bien mirados de u n aspecto
tuada á las dos orillas de un delicioso bastante original, pero de una piedra
rio. Las casas viejas de la ciudad alta torpemente trabajada y con volutas mez-
forman u n anfiteatro muy pintoresco cladas en las ojivas. Me he ido m u y des-
junto á la orilla derecha. L a iglesia, que contento.
está en la ciudad baja, es de escaso valor, E n c á m b i o , si no encontró lo que es-
y se levanta frente por frente de m i ha peraba, h a l l é lo que no esperaba, y es
bitacion. Y o la veo desde la mesa en que una bellísima Nuestra Señora en Cha-
escribo. E l campanario lleva esta fecha lons. E n q u é piensan los anticuarios? Se
1776. Tenia dos años m á s que madame ocupan de San E s t é b a n , de la catedral,
Royale. ¡y no dedican una palabra á Nuestra Se-
L a sombría aventura que acabo de ñora! L a V i r g e n de Chalons es una igle-
referir ha dejado a q u í alguna huella sia romana de bóvedas rechonchas y
cosa e x t r a ñ a en Francia. E l pueblo aun robustos arcos de medio punto, muy au-
se ocupa de ella. E l mesonero me ha con gusta y muy completa, con una soberbia
tado que un señor de la ciudad habia com torre que tiene la armadura revestida de
puesto una comedia. Esto me ha traído á plomo, la cual data del siglo catorce. Esta
600 OBRAS D E VICTOR HUGO,

torre, en l a que las hojas de plomo dibu- no le ayudase. Todos los dias á media
j a n rombos y escamas, como una piel de noche ella sube y él vá á acostarse; luego
serpiente, recibe la luz en su centro por él vuelve á subir á medio dia y ella vuel-
un precioso mirador, al cual he subido, ve á bajar. Son dos existencias que eje-
y está coronado de u n tejadillo de plo- cutan su movimiento de rotación la una
mo. L a ciudad, el Marne y las colinas al lado de la otra, sin tocarse m á s que un
son de un efecto delicioso vistas desde minuto al medio dia y otro minuto á
allí. media noche. U n gnomo pequeño, de
E l viajero puede admirar t a m b i é n her- figura extravagante, que ellos llaman su
mosos cristales de colores y un rico fron- hijo, ha resultado de la tangente.
tispicio del siglo trece en Nuestra Seño- Chalons tiene otras tres iglesias: San
ra, á pesar de que en el 93 los naturales A l p i n , San Juan y San Lupo. San A l -
del pais rompieron los cristales, extermi- pin tiene bonitos cristales de colores.
naron las estatuas del frontispicio, ras- Por lo que hace á la Casa de la Ciudad,
paron los opulentos arcos avialados como lo único que tiene de notable son cuatro
se raspa una zanahoria, y trataron de la enormes perros agazapados formidable-
misma manera la fachada lateral de la mente delante de la fachada. Y o , en l u -
catedral y todas las esculturas que en- gar de los perros, hubiese preferido ver
contraron en la ciudad. Más aun: de los leones champañeses.
cuatro obeliscos que tenia Nuestra Se- A dos leguas de Chalons, en el camino
ñora, dos altos y dos bajos, demolieron de Sainte-Menehould, en un sitio donde
tres. Esta rabia estúpida en ninguna no hay m á s que llanuras, rastrojos en
parte ha dejado tantas huellas como todo lo que alcanza la vista y árboles
a q u í . L a Revolución francesa fué terri- llenos del polvo que despide eí camino,
ble, pero la revolución c h a m p a ñ e s a fué se aparece de pronto una cosa magnífica.
bestial. Es la a b a d í a de Nuestra Señora del Es-
E n el mirador encontré esta inscrip- pino. Allí hay un verdadero chapitel del
ción grabada en el plomo de mano y es siglo quince, trabajado admirablemente
critura del siglo diez y seis: E l 28 de como una blonda, que tiene al lado el
Agosto de 1580 se publicó la paz en Chal...v telégrafo, al que mira desdeñosamente.
Esta inscripción casi borrada, perdida Es una sorpresa e x t r a ñ a ver espaciarse
en l a sombra, que nadie busca, que na- soberbiamente en estos campos, que ape-
die lee, es lo único que queda hoy de nas tienen j u g o para n u t r i r algunas
ese gran acto político, de ese gran acón amapolas descoloridas, esa espléndida
tecimiento, de esa gran cosa, el tratado flor de la arquitectura gótica. Dos horas
de paz realizado entre Enrique I I I y los pasó en esta iglesia recorriéndola toda, á
hugonotes, por la mediación del duque pesar del terrible viento que hacia osci-
de Anjou, antes duque de Alenzon. E l lar y sonar al mismo tiempo distintamen-
duque de Anjou, que era hermano del te los cimbalillos, viento que me obliga-
rey, abrigaba sus miras respecto á los ba á tener cogido el sombrero con las
Paises-Bajos y tenia sus pretensiones á dos manos y á admirar lo bueno que en-
l a mano de Isabel de Inglaterra. L a cierra á través de remolinos de polvo.
guerra interior religiosa embarazaba sus De cuando en cuando se desprendía una
planes. De aquí la paz, ese famoso he- piedra del chapitel y venia á caer en el
cho publicado en Chalons el 28 de Agosto cementerio, que estaba á mi lado. Allí
de 1580 y olvidado por el mundo entero h a b r í a tenido m i l detalles que dibujar.
el 22 de Julio de 1839. Las g á r g o l a s particularmente son com-
E l hombre que me a y u d ó á subir de plicadas y curiosas; en general se com-
escala en escala al mirador fué el vigía ponen de dos mónstruos, que el uno lleva
de la ciudad. Este hombre pasa su vida al otro en sus hombros. Las del ábside
en su puesto de observación, que es una me parecieron que representaban los
p e q u e ñ a j a u l a con cuatro boquetes abier Siete Pecados capitales. L a lujuria,inci-
tos á los cuatro vientos. Esta j a u l a y su tante aldeana, medio desnuda, ha debido
escala son el universo para él. Más que hacer desvariar á los pobres monjes.
un hombre, él es los ojos de la ciudad E n este sitio todo lo m á s que hay son
siempre en acecho, siempre despiertos. tres ó cuatro casuchas, lo cual no expli-
Para asegurarse que no duerme se le caría cómo existe esa catedral sin ciu-
obliga á repetir la hora cada vez que dad, aldea ó caserío, si no se encontrase
suena, dejando u n intervalo entre el pe- en una capilla cerrada con picaporte un
n ú l t i m o golpe y el ú l t i m o . Este insom- pozo m u y profundo que se tiene por m i -
nio perpétuo seria imposible si su mujer lagroso, aunque por lo d e m á s no tiene
EL RHIN. 601
nada de particular y es enteramente igual 3aso el crepúsculo. Hacia el Occidente el
á un pozo de cualquier villorrio. Este sol parecía que se habla disuelto en tres
pozo ha producido esta iglesia, como una ó cuatro grandes barras de hierro rojo,
cebolla produce u n t u l i p á n . que la noche apagaba lentamente en el
Visto esto, seguí m i camino. lorizonte.
A poco m á s de una legua atravesamos Las estrellas brillaban cuando l l e g u é
un pueblo que estaba de fiestas y las ce- á Sainte-Menehould.
lebraba con una música de las m á s des- Sainte-Menehould es una ciudad pe-
templadas. A l salir del pueblo notó en el q u e ñ a , bastante pintoresca, esparcida
alto de una colina una miserable casucha con buen gusto en la falda de una colina
blanca, sobre cuyo techo gesticulaba una muy verde, en la que descuellan grandes
cosa parecida á un gran insecto negro. árboles. E n esta ciudad v i una cosa no-
Era el telégrafo que d e p a r t í a amigable- table, y es la cocina del hotel de MeU.
mente con Nuestra S e ñ o r a del Espino. Aquello es una verdadera cocina. Ima-
L a noche se iba echando encima, el sol g í n a t e una sala inmensa. U n a de las pa-
declinaba, y el cielo ostentaba magni- redes está destinada para colocar la lo-
ficencia serena. Las colinas, vistas des- za y la otra para poner el cobre. E n el
de un extremo de la llanura, parecían un centro, al frente de las ventanas, arde l a
inmenso matorral color de violeta, que chimenea, enorme caverna que encierra
las c u b r í a hasta la mitad como una mu- un fuego espléndido. E n el techo cuel-
ceta de obispo. De pronto v i á un peón gan de una negra red de vigas, perfecta-
caminero levantar el cañizo que tenia mente ahumadas, una porción de cosas
echado en tierra y colocarlo en la dispo- como cestos, l á m p a r a s y una cubierta de
sición necesaria para guarecerse debajo alambre, y de una especie de celosía en
de él. Después el coche pasó j u n t o á una forma de claraboya penden largos tra-
manada de gansos que graznaba ale- pecios de embutido. E n la chimenea,
gremente. a d e m á s de las manillas para volver el
•—Vamos á tener agua, dijo el cochero. asador, las llares y una vasija de cobre,
Y en efecto, volví la cabeza, y la mitad relucen y suenan una docena de paletas
del cielo que se e x t e n d í a á nuestras es- y tenazas de todas formas y t a m a ñ o s . E l
paldas la llenaba una ancha nube negra; flamante hogar envia rayos á todos los
el viento soplaba con violencia, las cicu- rincones, recorta grandes sombras en el
tas en ñ o r se encorvaban hasta besar la techo, arroja una brillante t i n t a rosada
tierra, los árboles parecía que se habla- sobre la porcelana y la loza, y hace res-
ban con terror, y los cardos secos, á i m - plandecer el fantástico edificio levantado
pulsos del aire, corrían por la carretera con cacerolas como si fuese un áscua. A
m á s aprisa que el coche} al mismo tiem- ser yo Homero ó Rabelais, diría: uEsa co-
po que por encima de nosotros volaban cina es u n mundo, en el que la chimenea
gigantescas nubes. es el solv,
A l poco rato estalló una de las tor Y en efecto, aquello es un mundo; u n
mentas m á s bellas que he visto en m i mundo donde se mueve toda una repú-
vida. L a lluvia caia á cántaros y, sin em- blica de hombres, mujeres y animales.
bargo, las nubes no c u b r í a n toda la b ó - Allí hay mozos, criadas, pinches de co-
veda del cielo. U n inmenso arco de luz cina, carreteros pegados á las mesas
quedaba visible al Poniente. Los vapores comiendo, cazos colocados encima de es-
negros que se desprendían de las nubes tufillas, marmitas que cloquean, sarte-
se cruzaban con los vapores de oro que nes con fritos, pipas, barajas, niños que
se desprendían del sol. No habla u n solo juegan, gatos, perros y el dueño vigilán-
ser viviente en todo el espacio que abar dolo todo. Mens agitat molem.
caba la vista; n i un hombre en la tier E n u n á n g u l o , u n reloj de pared mar-
ra, n i un pájaro en el cielo. Tronaba ca y d á gravemente las horas, sirviendo
horriblemente, y anchos r e l á m p a g o s se de guia á todas aquellas gentes ocupadas.
precipitaban á cada instante por los cam Entre las m i l cosas que cuelgan del
pos. Las hojas de los árboles se tercian techo, a d m i r é una sobre todas la noche
de m i l maneras. que llegué. Era una j a u l a que tenia un
L a tormenta duró u n cuarto de hora; pájaro dormido. Ese pájaro me pareció
después una r á f a g a de viento se llevó la el emblema m á s admirable de la con-
tromba y el n u b a r r ó n se deshizo en bru- fianza. A q u e l antro, aquella fragua de
ma difusa por las cuestas del Oriente, y indigestión, aquella cocina pasmosa es
el cielo volvió á quedar puro y tranquilo dia y noche la mansión del ruido, y á
Durante este intervalo se habla abierto pesar de eso, el pájaro duerme. Parece
TOMO I V , 76
602 OBRAS D E VICTOR

que alrededor de él se complace todo el A los dos lados de la carretera un caos


mundo en alborotar. Los hombres j u r a n , de árboles frutales, cuyo hermoso verde
las mujeres chillan, los niños gritan, los festeja al sol, esparcen en el camino su
perros ladran, los gatos mayan, el reloj sombra recortada en forma de dientes.
suena, la cuchilla corta, la grasera l l o r i ; Los pueblos tienen algo de suizo y de
quea, el asador rechina, la fuente llora, a l e m á n . Sus casas están formadas de
las botellas sollozan, los vidrios se extre- piedra blanca y medio revestidas de ta-
mecen, las diligencias pasan por debajo •las; tienen grandes techos de teja, que
la bóveda del patio como un trueno, y , salen fuera de la pared dos ó tres pies:
no obstante, ese p u ñ a d i t o de plumas no son casi chalets. Se siente la vecindad de
se mueve. Dios es adorable, pues d á íó as m o n t a ñ a s . E n efecto, las Ardenas es-
á los pajarillos. :án allí.
Y á propósito, debo manifestar que Antes de llegar á la populosa villa de
todos, y yo el primero, hemos hablado Clermont se recorre un valle admirable,
m u y m a l de las posadas, y por cierto con donde se encuentran los confines del
alguna injusticia. Bien mirado, u n me- Marne y del Mosa. L a bajada á este va-
són es una cosa excelente, y sobre todo, lle es mágica. L a carretera se hunde
para el que los encuentra en su camino, entre dos colinas, y de pronto no se vé
no tienen precio. A d e m á s , en casi todos allá abajo m á s que un remolino de ho-
ellos hay una mujer admirable: la hoste- jas. Luego el camino tuerce á un lado y
lera. Y o entrego el posadero á las gen- aparece el valle por completo.
tes de m a l humor, con t a l que dejen en- U n vasto circo de colinas, en medio u n
tenderme con la hostelera. pueblecito de gusto casi italiano, tan
E l posadero es u n ser bastante tosco; planos son los techos; á derecha ó iz-
ella, por el contrario, es amable. ¡Pobre quierda otra porción de aldeas situadas
mujer! Aunque sea vieja ó esté enferma encima de cumbres cuajadas de árboles;
ó se halle embarazada, v á y viene, lo campanarios que se distinguen á través
prepara todo, lo dirige todo, lo completa de la bruma y que revelan la existencia
todo, espolea á los criados, suena á los de otros caseríos escondidos entre los
niños, espanta á los perros, saluda á los pliegues del valle, esos pliegues pareci-
viajeros, estimula a l jefe del estableci- dos á los de u n vestido de terciopelo ver-
miento, sonríe á éste, riñe á aquel, v i g i - de; inmensas praderas donde pacen gran-
la la hornilla, lleva u n saco de noche, re- des vacadas, y cruzando todo esto u n
cibe con agrado á unos, a c o m p a ñ a al rio delicioso que corre alegremente. U n a
coche á otros y resplandece por doquie hora g a s t é en atravesar este valle. D u -
ra como el alma. E n efecto, ella es el rante este tiempo, u n telégrafo, colocado
alma de ese gran cuerpo que se l l a m a en un extremo del horizonte, hizo estos
posada. E l posadero no sirve m á s que tres signos:
para beber con los carreteros en u n r i n -
cón. n z A
E l hecho es que, gracias á la hostele
ra, la hospitalidad de las posadas pierde y á la par que esta m á q u i n a trabajaba,
algo de su fealdad de hospitalidad pa- los árboles chocaban suavemente sus
gada. L a hostelera tiene esas finas aten hojas entre sí al soplo del céfiro, el agua
clones de la mujer, que velan la venali- corría, los ganados m u g í a n y balaban,
dad de la acogida, que aunque es has el sol resplandecía en la mitad del cielo,
tante común, no por eso se agradece y yo comparaba el hombre á Dios.
menos. Clermont es u n bonito pueblo que tie-
L a hostelera de la Ciudad de Metz. en ne su iglesia á la cabeza y está situado
Sainte-Menehould es una jóven de quin encima de u n mar de verdura, como el
ce á diez y seis años, que está en todas Trepot encima de un mar de ondas.
partes y dirige maravillosamente aque- A l llegar á Clermont se tuerce á l a iz-
l l a complicada m á q u i n a , dedicando, los quierda, y á través de un delicioso pai-
ratos que tiene libres, á tocar el piano saje, compuesto de llanuras, ribazos y
E l posadero, su padre—es una escepcion? aguas corrientes, en dos horas se llega á
—'es un buen hombre. Total, la posada Varennes. Luis X V I siguió este pinto-
es excelente. resco camino.
Ayer, como te digo al principio de A m i g o m í o , releyendo esta carta me
esta carta, salí de Sainte-Menehould. De apercibo de que he empleado dos ó tres
Sainte-Menehould á Clermont el cami- veces la palabra champañés t a l como se
no es delicioso. U n vergel continuado. presentaba involuntariamente á m i pen-
EL RHIN. 603
Sarniento y matizada irónicamente por siempre su libertad de acción á pesar de
no sé q u é acepción proverbial. No te los compromisos que le i m p o n í a su for-
equivoques, sin embargo, al fijar el ver- tuna, y que, probado sucesivamente por
dadero sentido en que la uso. E l prover- el destino, primero en su nobleza y des-
bio, m á s familiar quizá de lo que debiera pués en su modestia, se mostró siempre
ser, habla de la C h a m p a ñ a como mada- el mismo ante las bajezas como ante las
me de la Sabliére hablaba de L a Fon- vanidades que le propusieron, no recha-
taine, el cual era un hombre de génio zando las bajezas por orgullo y las va-
bestial, como debia de ser un hombre de nidades por humildad, sino rechazando
génio que es c h a m p a ñ ó s . Esto no impi- las unas y las otras por castidad; de t a l
de que L a Fontaine sea, entre Moliere y modo, que se n e g ó á ser espía de Mazzari-
R é g n i e r , un admirable poeta, y que la no y servidor de Luis X I V . — A Luis X I V
C h a m p a ñ a sea, entre el R h i n y el Sena, le dijo: Yo soy soldado y no cortesano; y á
u n pais noble ó ilustre. V i r g i l i o podria Mazzarino le contestó: To soy un brazo y
decir de la C h a m p a ñ a como de Italia: no un ojo.
L a C h a m p a ñ a ha sido una provincia
Alma parens frugum, alma virum.
fuerte y poderosa. E l conde de Champa-
L a C h a m p a ñ a ha producido á A m i o t , ñ a era el señor del vizcondado de Brie,
ese buen hombre que imitó el estilo de vizcondado que, propiamente hablando,
Plutarco, como L a Fontaine imitó el de era una p e q u e ñ a C h a m p a ñ a , como Bél-
Esopo; á Tibaldo I V , poeta casi rey, que gica es una Francia p e q u e ñ a . E l conde
no hubiese deseado otra cosa que ser el de C h a m p a ñ a era un par de Francia, y
padre de San Luis; á Roberto de Sorben, cuando consagraban á los reyes llevaba
que fué el fundador de la Sorbona; á la bandera flordelisada. Sus Estados los
Charlier de Q-erson, que fué canciller de administraban regiamente siete condes
la Universidad de P a r í s ; al comendador llamados pares de Champaña, y eran los
de Villegagnon, que faltó poco para que siguientes: los condes de Joigny, Rethel,
diese A r g e l á Francia en el siglo diez y Braine, Roucy, Brienne, G r a n d - P r é y
seis; á Amadis Jamyn, Colbert, Diderot Bar-sur-Seine.
dos pintores, Lantara y Valentín; dos es- No hay ciudad n i pueblo en la Cham-
cultores, Q-irardon y Bouchardon; dos p a ñ a que no tenga su originalidad. Las
historiadores, Flodoard y Mabillon; dos grandes poblaciones se mezclan por sus
cardenales de verdadero génio, Enrique hechos con nuestra historia, y las peque-
de Lorena y Pablo de G-ondi; dos Papas ñ a s todas cuentan alguna aventura dig-
de acrisolada virtud, M a r t i n I V y Urba- na de ser referida. E n Reims, que tiene
no I V , y un rey de imperecedera gloria, la catedral de las catedrales, fué bauti-
Felipe Augusto. zado Clodoveo después de la batalla de
Las gentes que tienen afición á los Tolbiac. Tro yes, salvada del azote de
proverbios y que traducen Sezanne por A t i l a por San Lupo, vió en 878 lo que
sexdecim asini, como otros, hace treinta P a r í s no ha visto hasta 1804, u n Papa
años, t r a d u c í a n Fontanes por facium asi- consagrando en Francia á u n empera-
nos; estas gentes a q u í se e n g r í e n de que dor, Juan V I I I coronando á Luis el Tar-
la C h a m p a ñ a haya producido á Riche- tamudo. E n A t t i g n y , Pipino, mayordo-
let, el autor del Diccionario de las Rimas, mo mayor de palacio, tenia su corte
y Poinsinet, el hombre del cual se bur- plena, desde la cual hacia temblar á Q-ai-
laron m á s en el siglo en que Voltaire se fré, duque de Aquitania. E n Andelot
burló de todo el mundo. Ahora bien, t ú , tuvo lugar la entrevista de Grontranj
que eres tan aficionado á las a r m o n í a s , rey de Austrasia, en presencia de los
que quieres que el carácter, la obra y el leudes. Hincmar se refugió en Epernay,
espíritu de un hombre sean como el pro Abelardo en Provins y Eloisa en el
ducto natural de su pais, y por lo tanto Paracleto. E n Fismes se celebró un Con-
encuentras admirable que Bonaparte sea cilio; Langres vió en tiempo del bajo
corso, Mazzarino italiano y Enrique I V imperio triunfar á los dos Gordianos, y
gascón, repara en esto: Mirabeau es casi en la Edad Media presenció la destruc-
. c h a m p a ñ é s y Dan ton lo es enteramente. ción hecha por sus habitantes de los
Saca la consecuencia. siete formidables castillos de Changey,
T a m b i é n era casi c h a m p a ñ é s el gran Saint-Broing, Neuilly-Coton, Cobons,
Fabert, ese mariscal de Francia, hijo de Bourg, Humes y Pailly. E n Joinville
u n librero, que no quiso j a m á s subir de- dió fin la L i g a en 1584. Chalons defendió
masiado alto n i descender demasiado ba- á Enrique I V en 1591. E n Saint-Dizier
jo; carácter grave y puro, que mantuvo mataron a l príncipe de Orange. Doule-
604 OBRAS D E VICTOR HUGO.

vant dió abrigo al conde de Moret. zanne, Vertus, Mery, la Fere, M o n t m i -


Bourmont es la antigua plaza fuerte de r a i l . Tantos combates, tantos triunfos.
los Lingones. Sezanne es la antigua pla- ismes, V i t r y y Doulevant, cada uno de
za de armas de los duques de Borgoña. estos tres sitios tuvieron el honor de ser
Ligny-TAbbaye fué fundada por San una vez su cuartel general; Piney-Lu-
Bernardo en las propiedades del señor xemburgo lo tuvo dos veces y Troyes
de Chatillon, al que por acta a u t é n t i c a tres. Nogent-sur-Seine vió en cinco dias
prometió el santo tantas fanegas en el cie- cinco victorias del emperador, manio-
lo cuantas él le diese en la tierra. Mouzon jrando en el Marne con u n p u ñ a d o de
era el feudo del abad de San Humberto, léroes. Saint-Dizier habia ya visto dos
el cual enviaba todos los años al rey de en dos dias. E n Brienne, donde habia si-
Francia "seis perros de caza y seis aves do educado por un benedictino, faltó poco
de rapiña;,. Chaumont es el pais senci- 3ara que fuese muerto por u n cosaco.
llo, en donde se espera la Sanjuanada para Los antiguos anales de esta Gralia
ser diablo y pagar las deudas. Chateau- Delga llamada la C h a m p a ñ a no son me-
Porcien es la ciudad dada por el condes- nos poéticos que los modernos. Todos
table de Chatillon al duque de Orleans. estos campos están llenos de recuerdos:
Bar-sur-Aube es la ciudad que el rey no Mero veo y los francos, Aecio y los ro-
podía vender, n i enagenar. Clairvaux tenia manos, Teodorico y los visigodos; el
su tonel como Heidelberg. Villenauxe monte Jules, la tumba de Jo vino, el
tenia la e s t á t u a de la reina Berta, madre campo de A t i l a cerca de la Cheppe; las
de Oarlomagno. Arconville conserva vías militares de Chalons, Gruyeres y
aun el m o n t ó n de piedras del hugonote, Warcq; Voromarus, Caracalla, Eponine
que engruesan al pasar todos los cam- y Sabino; el arco de los dos G-ordianos en
pesinos echándole un guijarro. Las se- angres; la puerta de Marte en Reims;
ñales de Mont-Aigu responden á veinte toda esa a n t i g ü e d a d cubierta de sombra
leguas de distancia á las de Mont-Aimó. labia, vive y palpita todavía, y g r i t a des-
Vassy fué quemada dos veces, por los de el fondo de las tinieblas á cuantos pa-
romanos en 211 y por los imperiales en san: Sta, viator! Hasta la a n t i g ü e d a d cél-
1544, como Langres lo fué por los hun tica tartamudea un murmullo inteligible
nos en 351 y por los vándalos en 407, y en la noche m á s sombría de esta historia.
como V i t r y lo fué por Luis V I I en el si Osiris ha sido adorado en Troyes; el ído-
glo doce y por Carlos V en el diez y seis. o Borvo Tomona ha dejado su nombre
Sainte-Menehould es esa noble capital á Bourbonne-les-Bains; y cerca de Vassy,
de la Argonne que, vendida por u n trai bajo los espantosos ramajes de ese bos-
dor al duque de Lorena, Carlos I I , no se que de Der, donde la H a u t e - É o r n e está
e n t r e g ó . Carignan es la antigua I v o i todavía en pié como el espectro de un
A t i l a levantó u n altar en Pont-le-Roi druida, en las misteriosas ruinas de la
Voltaire ha tenido una tumba en Ro Noviomagus Vadicassium, la C h a m p a ñ a
milly. tiene su P a l e n q u é .
Y a lo ves; la historia local de todas Desde los romanos hasta nosotros, las
estas ciudades c h a m p a ñ e s a s es l a histo ciudades c h a m p a ñ e s a s edificadas en las
ria de Francia en pequeños fragmentos llanuras, atacadas sucesivamente por los
pero no por eso menos grande. alanos, los suevos, los vándalos, los bor-
L a C h a m p a ñ a conserva la huella de goñones y los alemanes, han preferido
nuestros antiguos reyes. E n Reinas se les ser quemadas antes que rendirse el ene-
coronaba. E n A t t i g n y erigió Cáiios e migo. Las construidas sobre las rocas to-
Simple en señorío las tierras de Borbon maron por divisa: Doñee moveantur. L a
San Luis y Luis X I V , el santo rey y e sangre de toda la vieja Gallia Comata es
gran rey de l a raza, hicieron sus prime la sangre de los Cattes, Lingones, Tricas-
ras armas en la C h a m p a ñ a : el primero ses, Catalonianos que vencieron á los
en 1228, en Troyes, donde obligó á levan vándalos, de los Nerviens que batieron á
tar el sitio, y el segundo en 1652, en Syagrus, que corre hoy aun por las he-
Sainte-Menehould, donde entró por l a róicas venas del campesino c h a m p a ñ é s .
brecha. Coincidencia notable! uno y otro C h a m p a ñ é s fué Berteche, ese soldado
tenian catorce años. que en Jemmapes m a t ó por su propia
L a C h a m p a ñ a guarda t a m b i é n las mano siete dragones austríacos. E n 451
huellas de Napoleón. Las ú l t i m a s p á g i las llanuras de la C h a m p a ñ a devoraron
ñ a s de su prodigioso poema están escritas á los hunnos; si Dios hubiese querido, en
con nombres champañeses: Arcis-sur-Au- 1814 h a b r í a n t a m b i é n devorado á los
be, Chalons, Reims, Champaubert, Se- rusos.
EL RHIN. 605
Esto dicho, de hoy en adelante hable- distinguen desde m i cuarto; éstos son los
mos con respeto de esa provincia admi- siguientes: el á n g u l o de un techo blan-
rable que, cuando la invasión, sacrificó queado con cal, u n viejo c a n a l ó n de ma-
la mitad de sus hijos en defensa de Fran- dera lleno de musgo, y una rueda de
cia. Solamente la población del departa- cabrioló apoyada contra la pared. Res-
mento del Marne era en 1813 de 311.000 pecto de m i habitación, debo decir que es
habitantes; en 1830 tenia ú n i c a m e n t e un cuarto inmenso que tiene cuatro
309.000. Quince años de paz no h a b í a n grandes camas y una chimenea incon-
bastado para reparar las pérdidas su- mensurable, adornada por el esterior con
fridas. un espejito y por el interior con un ma-
Ahora, volviendo á la explicación que nojillo de l e ñ a . Sobre el mango y al lado
tenia necesidad de darte, debo decir que de una escoba arrimada j u n t o á la chi-
cuando se aplica á la C h a m p a ñ a el cali- menea hay u n tirador de botas enorme
ficativo de bestia, esta palabra cambia de y antidiluviano, cortado á hachazos por
sentido y se toma en su acepción natu- a l g ú n carpintero rabioso. E l hueco fan-
r a l , sencilla, ruda, primitiva. L a bestia tástico practicado en este tirador i m i t a
puede muy bien ser á g u i l a ó león. Eso es las sinuosidades del Mosa, y es poco me-
lo que la C h a m p a ñ a luó en 1814. nos que imposible no arrancarse el pió
si se tiene l a imprudencia y el empeño
de servirse de él. E n prueba de que se
corre este riesgo, solo debo decir que yo
C-AJRTA. I V . acabo de pasear toda l a posada con el
tirador en el pió, pidiendo á voz en grito:
B e Yillers-Cotterets á l a frontera. Socorro!
Siendo justo debo hacer una p e q u e ñ a
El último calembour de Luis XVÍII.—Peligros que se pueden rectificación, para que l a pintura que he
correr con ua tirador de botas.—La llanura de Soissons vista
por la tarde.—El viajero mira las estrellas.—El mismo de hecho de m i cuarto y del sitio que ocu-
paso contempla lo que recorre.—J. G.—Soissous.—Frase de pa no se tache de incompleta. Ahora
César.—Dicho de Napoleón.—Silueta de San Juan de las Vi- mismo acabo de oir cacarear unas g a l l i -
ñas.—El viajero vé á una viajera.—Encuentro sombrío.—
Venus.—Paisaje crepuscular.—Lo que se vé de Reims desde nas. Me he asomado al patio y he visto
la silla-correo.—La Champaña completamente empobrecida.— debajo de m i ventana una preciosa mal-
Rethel.—Dóade está el bosque de las Ardeuas.—De quién es va de j a r d i n m u y parecida á la malva-
hijo el desmonte.—Mezieres.—Lo que se busca allí.—Lo que
se encuentra.—El milagro de la bomba.—Como un dios se rosa, sostenida por una tabla colocada
convierte en santu.—Sedán.—El viajero se recoge y busca sobre dos pucheros viejos.
acontecimieutus en su memoria.—Una mediana estátua en lu-
gar de un buen castillo.—Sedán pierde en e^o y Turena no Escrita m i ú l t i m a carta, un incidente,
gana nada.—No queda huella alguna del Jabalí de las Arde- que no merece la pena de ser contado,
uas.—Cinco leguas á pié.—Algo del Mosa.—Camiuanlo tras me hizo volver bruscamente de V á r e n -
uu vaso de agua se dá en una salchichería.—Un escrofuloso.
—Gharlevhle.—La plaza Ducal y la plaza Real.—Rocroy.— nos á Villers-Cotterets, de cuyo punto
Los diálogos nocturnos que se oyen en las diligencias,—Un re ísalí anteayer, después de haber aban-
pique de campanas se mezcla en la conversación con la buena
y evidente intención de desenojar al viajero.—Entrada en donado m i carruaje de la Fertó-sous-
Givet. J o u a r r e ; á f i n de ganar el tiempo perdido,
tomé la diligencia de Soissons, que iba
completamente vacía, lo cual, a q u í para
G-ivet, 29 de Julio. inter nos, no me disgustó, pues me per-
mitió acomodarme á m i antojo en l a
Querido amigo: Esta vez sí que he he- banqueta del c u p é .
cho una buena jornada. Hoy te escribo Conforme me iba acercando á Soissons
desde Q-ivet, vieja y p e q u e ñ a ciudad, que iba desvaneciéndose la tarde. L a noche
tuvo el honor de sugerir á Luis X V I I I empezaba á abrir su mano saturada de
su ú l t i m a consigna y su último calem vapores en ese valle encantador, por
hour (Saint-Denis, Givet), (1) y á la cual donde se hunde el camino, pasado el l u -
acabo de llegar á las cuatro de la ma garejo de la Folie, y paseaba lentamen-
ñ a ñ a , molido por las sacudidas de un te su inmenso difumino por encima de l a
infernal carromato, á que a q u í dan el torre de la catedral y el doble chapitel
nombre de diligencia. Dos horas he dor- de San Juan de las V i ñ a s . Mientras
mido en la cama vestido como estaba tanto, á través de los vapores que se
pero al hacerse de dia me he levantado arrastraban pesadamente por la campi-
para escribirte. Antes he abierto la ven- ñ a , se d i s t i n g u í a t o d a v í a ese grupo de
tana para gozar de los objetos que se paredes, techos y edificios que componen
la ciudad de Soissons, medio prendido
(1) Givet es el nombre de una población; Gicet significa por la corriente de acero del Aisne, como
patíbulo.-(N. del T.)
606 OBRAS D E VICTOR HUGO.

u n haz de trigo que v á á cortar l a hoz. enorme estrella de p ú r p u r a , plata y tur-


Para gozar de este espectáculo me detu- quesa, que se alzaba majestuosamente
ve u n instante en lo alto de la bajada. realzada por la vaga y siniestra blancu-
U n g r i l l o cantaba en u n campo veci- ra del crepúsculo.
no, los árboles del camino dejaban esca- Oh, amigo mió! ¡qué secreto t e n d r á n
par u n m u r m u l l o suave, y se extreme- esos astros que todos los poetas, desde
cian antes de apagar sus voces al recibir que hay poetas; todos los pensadores,
el soplo de la ú l t i m a brisa de la tarde; yo desde que hay pensadores, y todos los so-
veia, atentamente y con los ojos del al- ñadores, desde que hay soñadores, los
ma, salir una paz grande y profunda de lan contemplado, estudiado y adorado,
aquella sombría llanura que ha visto 'os unos, como Zoroastro, con indefini-
vencer á César, reinar á Clodoveo y va- ale arrobamiento, y los otros, como P i t á -
cilar á Napoleón. Y es que los hombres, goras, con inexplicable espanto!
lo mismo César que Clodoveo, que Na- Seth dió nombre á las estrellas, como
poleón, solo son sombras que pasan, y la A d á n los habia dado á los animales. Los
guerra no es m á s que una sombra como Caldeos y los Grenetliacos, Esdras y Zo-
ellos y que pasa con ellos, en tanto que robabel, Orfeo, Homero y Hesiodo, Cad-
Dios, y la naturaleza que sale de Dios, y mo, Pherecide, Jenofonte, Hecatseus,
la paz que sale de la naturaleza, son CO' Herodoto y Tucídides, todos esos ojos de
sas eternas. la tierra, hace tanto tiempo apagados y
Contando con que tenia tiempo sobra cerrados, de siglo en siglo se han fijado
do, pues pensaba tomar la silla de posta con angustia en esos otros ojos del cielo,
de Sedán, que llega á Soissons á las do siempre abiertos, siempre encendidos,
ce de la noche, dejó partir la diligencia. siempre animados. Esos mismos plane-
E l trayecto que me separaba de Soissons tas, esos mismos astros que nosotros
era un paseo delicioso y lo hice á pié. A miramos hoy, han sido mirados por todos
poca distancia de la ciudad me senté cer- esos hombres. Job habla de Orion y de
ca de una preciosa casita, que iluminaba las Hiadas; P l a t ó n escuchaba y oia dis-
tibiamente la fragua de un herrador des tintamente la vaga música de las esfe-
de el otro lado del camino. Sentado allí, ras; Plinio consideraba al sol como á u n
miró religiosamente al cielo, que osten dios y a t r i b u í a las manchas de la luna á
taba una serenidad soberbia. Los tres las emanaciones que despedía la tierra.
únicos planetas visibles á aquella hora Los poetas t á r t a r o s nombran el polo se-
resplaadecian los tres al Sudeste, en un nesticol, palabra que significa clavo de
espacio reducido y en un mismo rincón hierro. Algunos delirantes, poseídos de
del cielo. J ú p i t e r — n u e s t r o bello J ú p i t e r una especie de vértigo, han osado ridi-
no es verdad, amigo mió?—que ejecu culizar las constelaciones. Del mismo mo-
ta desde hace tres meses un nudo muy do, dice Róceles, y con la misma razón po-
complicado, formaba con las dos estre dría ser llamado mono el león. Pacuvio, no
lias, entre las cuales estaba en aque muy convencido de lo que decía, trata
momento colocado, una línea recta per de aturdirse asegurando que no cree en
fectamente geométrica. Más al Este los astrólogos, bajo pretexto de que se-
Marte, rojo como el fuego y la sangre, rian iguales á J ú p i t e r :
imitaba el centelleo de las estrellas por
N a m si q u i , quoe eventura sunt, provideant,
una especie de llamarada feroz; y u n po-
¿ E q u i p a r e n t Jovi.
co m á s arriba brillaba dulcemente, con
su apariencia de blanca y apacible estre- F a v o r í n o se dirige esta g r a v í s i m a pre-
l l a , ese planeta m ó n s t r u o , ese mundo gunta: ¿Existen en las estrellas las causas
imponente y misterioso que llamamos de todas las cosas? "¿Si vitos mortisque ho-
Saturno. A l otro lado, en el fondo del minum rerumque humanarum omnium et
paisaje, un magnífico faro de luz voltea- ratio et causa i n ccelo et apud estellas foret?,,
dora, azul, escarlata y blanca, borraba y cree que la influencia sideral se hace
con su rutilacion deslumbrante los som- extensiva hasta á las moscas y los gusa-
bríos ribazos que separan Noyon del nos, muscis aut vermiculis, y añade, hasta
Soissonnais. P r e g u n t á b a m e yo de q u é á los erizos, aut echinis. Aulo-Gelio, ha-
podia servir ese faro en plena tierra, en biéndose hecho á la vela de Egina al
medio de esas inmensas llanuras, cuan- Píreo, navegando por un mar clemente,
do le v i abandonar el borde de las coli- llegada la noche se sentaba á la popa
nas, romper las brumas violadas del del buque y contemplaba los astros.
horizonte y subir hácia el zenit. Ese "Nox fuit) et clemens mare, et anni cestas,
faro era Aldebaran, el sol tricolor, l a coslumque liquide serenum; sedehamus ergo
EL RHIN. 607
i n puppi simul universi, et lucentia sidera Tres ciudades se han sucedido en
considerabamus.„ E l mismo Horacio, ese Soissons: Igt Noviodunum de los galos, la
filósofo práctico, ese Voltaire del siglo Augusta Sicessonium de los romanos y la
de Augusto, m á s gran poeta, es verdad, vieja Soissons de Clodoveo, de Cárlos el
que el Voltaire del siglo de Luis X V , Simple y del duque de Mayena. De ese
Horacio se extremecia mirando las estre- Noviodunum, que se espantó de la rapidez
llas; una e x t r a ñ a ansiedad se apoderaba de César, nada queda. Suessones, dicen
de su corazón, y escribía estos versos casi 'os Comentarios, celeritate Eomanorum
terribles: permoti, legatos ad Ccesarem de deditione
H u n e solem, et stellas, et deeedentia certis
mittunt. De Suessonium quedan algunos
T é m p o r a momentis, sunt q u i f o r m i d i n e n u l l a restos desfigurados, entre otros el t e m -
I m h u t i speetant! plo antiguo, donde en la Edad Media se
hizo la capilla de San Pedro. L a vieja
Por m i parte yo no temo á los astros, Soissons es m á s rica. Tiene San Juan de
los amo. las Viñas, su antiguo castillo y su cate-
Así es que se me ha oprimido el cora- dral, donde fué coronado Pipino en 752.
zón siempre que he reflexionado que pe- No pude examinar la parte que quedaba
dia ser la noche el estado normal del de las fortificaciones del duque de Ma-
cielo, pues lo que llamamos dia no exis yena, n i me pude cerciorar de si eran
te para nosotros sino porque estamos estas fortificaciones las que en 1814 h i -
cerca de una estrella. cieron decir al emperador, al notar en la
L a inmensidad no se puede mirar muralla cierto fósil, caracol ó marismo,
siempre; el infinito anonada; el éxtasis que los muros de Soissons los habian cons-
es tan religioso como la oración, pero la truido con la misma piedra que los de San
oración consuela y el éxtasis fatiga. De Juan de Acre, Observación m u y curiosa
las constelaciones mis ojos vinieron á cuando se piensa cómo fué hecha, por
fijarse en la pobre pared donde me habia qué hombre y en q u é momento.
recostado. Allí t a m b i é n habia objetos L a noche era demasiado oscura cuan-
de meditación para el pensamiento. E n do e n t r é en Soissons para que pudiese
esta pared, el que la habia construido buscar las huellas que en a l g ú n edificio
habia sellado una piedra, una venerable ó monumento recordasen á Noviodunum
piedra, en la que la reverberación de la ó Suessonium. Así que hice tiempo has-
fragua me permitió reconocer los trazos ta que llegó la silla-correo, cenando y
borrados casi por completo de una ins vagando alrededor de la gigantesca si-
cripcion antigua; ú n i c a m e n t e habia dos lueta de San Juan de las Viñas, asenta-
letras intactas, J. C ; lo d e m á s habia da altivamente j u n t o á las nubes como
desaparecido. Ahora bien, ¿esta inscrip- una decoración de teatro. Durante este
ción era romana ó del tiempo del Ba* paseo v i aparecer y desaparecer las es-
Imperio? Que era de Roma no cabia du- trellas en las grietas del sombrío edificio,
da; ¿pero de q u é Roma? ¿de la Roma como si estuviese lleno de gentes que
pagana ó de la Roma cristiana? ¿de la andasen azoradas, subiendo, bajando y
ciudad de la fuerza ó de la ciudad de la corriendo por todas partes con luces.
íé? Largo tiempo quede con los ojos cla-
vados en dicha piedra v el espíritu abis- A l regresar á la posada daban las doce
mado en hipótesis sin fondo. No sé si la de la noche. L a ciudad se ostentaba ne-
contemplación de los astros me predis gra como la boca de u n horno.
puso para desvariar de t a l modo, pero De pronto u n ruido semejante al de
me pareció que se reanimaron y resplan un h u r a c á n se oyó al extremo de una
decieron al fuego de m i mirada aquellas calle estrecha, que hasta entonces habia
dos letras misteriosas—J. O.,—que la permanecido en la m á s perfecta tranqui-
primera vez que aparecieron á los hom lidad, y que por su apariencia no indi-
bres gobernaron el mundo, y la segunda caba fuese de aquellas en las que ordi-
vez lo transformaron. ¡Julio César y nariamente hay alborotos nocturnos. Era
Jesucristo! la silla-correo que llegaba. A pocos pasos
Sin duda bajo la inspiración de una de m i posada se detuvo. Traia precisa-
idea semejante á la que me absorbió en- mente un asiento desocupado, que es
tonces, colocó juntos Dante en el cala- cuanto podia pedir. Estas nuevas sillas-
bozo s u b t e r r á n e o del infierno, para que correos son m u y elegantes y m u y cómo-
fuesen devorados á la vez por la inmun- das: los asientos parecen sillones, las
da boca de S a t á n , al gran traidor y al piernas se pueden colocar con toda co-
gran asesino, Judas y Bruto. modidad, y tienen coginetes á derecha é
608 OBRAS D E VICTOR HUGO.

izquierda por si se quiere dormir, y cris- habia comunicación posible entre las dos
tales por si se quiere mirar. celdas, que por todo asiento estaban pro-
A l tiempo de i r á instalarme volup- vistas de una plancha que tenia u n agu-
tuosamente en ella se movió un alboro- jero. L a casilla de la izquierda estaba
to infernal, compuesto de gritos, ruido de vacía, pero la de la derecha ocupada.
ruedas y pisadas de caballos, en la otra En un á n g u l o , encogido como una ñ e r a
oscura callejuela, á la cual me dirigí y sentado de lado en el banco, pues de
apresuradamente con el deseo de saber frente no tenía suficiente espacio para
lo que era, sin hacer caso de que el ma- colocar las rodillas, habia un hombre—•
yoral me deoia que dentro de cinco m i - sí así puede llamarse,—una especie de
nutos iba á partir y no esperaba á nadie. espectro de cara cuadrada, cráneo aplas-
A l entrar en el callejón se presentó á tado, sienes anchas, cabellos grises, miem-
mis ojos el siguiente cuadro: A l pió de bros cortos, velludos y rechonchos, y ves-
una espesa pared, que tenia ese aspec- tido con u n viejo p a n t a l ó n agujereado y
to odioso y glacial que caracteriza los un harapo que en su tiempo fué un capo-
muros de las prisiones, habia abierta te. E l miserable tenía las dos piernas ata-
una puerta baja en forma de arco de bó- das fuertemente con muchos nudos y las
veda y provista de enormes cerrojos. A ligaduras le llegaban hasta las corvas.
algunos pasos de esta puerta habia pa- Su pió derecho desaparecía dentro de un
rado una especie de carromato l ú g u b r e zueco, y su pió izquierdo lo llevaba des-
que se entreveia en la oscuridad, custo- calzo y envuelto en trapos manchados de
diado á ambos lados por dos gendarmes sangre, que dejaban ver unos horribles de-
de caballería. Entre el carromato y la dos magullados y llagados. Este repug-
puerta se removía un grupo de cuatro ó nante ser comía tranquilamente un pe-
cinco hombres, que arrastraban hacia el dazo de pan negro, y no fijaba la menor
vehículo una mujer que lanzaba gritos atención en lo que pasaba á su alrede-
espantosos. I l u m i n a b a fúnebremente dor. N i aun para ver á la desgraciada
esta escena uua linterna sorda, que ocul c o m p a ñ e r a que se le t r a í a se distrajo de
taba en la sombra que proyectaba al su ocupación. E l l a mientras tanto, con
hombre que la llevaba. L a mujer, que la cabeza trastornada y vuelta hácia
era una robusta aldeana de unos treinta a t r á s , resistiendo siempre á los agen-
años, resistía obstinadamente los esfuer tes de la autoridad, que se esforzaban en
zos de los cinco hombres, chillaba, gol- hacerla entrar en el compartimiento va-
peaba, a r a ñ a b a , mordía, y cuando un cío, no cesaba de gritar:
rayo de la linterna caía sobre su cabeza —No quiero! j a m á s ! j a m á s ! ¡ m a t a d m e
desmelenada y siniestra, parecía la figu- antes!
ra de la Desesperación. Estaba asida á Pero aun no h a b í a visto al hombre
una de las barras de hierro de la puerta, que había en el carruaje. De repente, en
y se h a b í a agarrado á ella con la fuerza una de sus convulsiones, apercibió en la
que le prestaba lo horrible de su sitúa sombra la pavorosa figura del preso. A l
cíon. A l acercarme yo, los hombres h i verle, sus gritos cesaron súbitamente, sus
cieron un esfuerzo violento, la arranca- rodillas se doblaron, se echó á temblar
ron de la puerta y en un abrir y cerrar como una azogada, y apenas tuvo fuer-
de ojos la llevaron hasta el carruaje. zas para decir con voz apagada, pero con
Este carruaje, que la linterna i l u m i n a una expresión de angustia que no olvi-
ba á la sazón con una luz m u y viva, no daré en m i vida:—'"Oh, ese hombre!,,
tenia otras aberturas que unos pequeños E n aquel momento el hombre la miró
agujeros redondos con rejillas á las dos con aire feroz y estúpido, con la mirada
caras laterales, y una puerta detrás cer- del tigre y del p a t á n , pues ambas cosas
rada por fuera con grandes cerrojos. E l era á la vez.
hombre que llevaba la linterna los des Confieso que no pude resistir aquel es-
corrió, y al abrir la puerta se dejó ver pectáculo. Claro está que aquella mujer
bruscamente el interior del vehículo. Era seria una ladrona, quizá algo peor, que
una especie de caja, sin luz y casi sin la g e n d a r m e r í a conducía de justicia en
aire, dividida en dos compartimientos justicia en uno de esos odiosos vehículos
oblongos por un espeso tabique que la que los pílluelos de P a r í s llaman me-
cortaba transversalmente. L a única puer tafóricamente cestos de ensalada; pero era
t a que t e n í a estaba dispuesta de manera una mujer y me creí en el deber de
que una vez echados los cerrojos, junta- intervenir, interpelando á los que lá
ba con el tabique de alto á bajo y cerra- custodiaban, los cuales tuvieron á bien
ba á la vez los dos compartimientos. No no hacerme caso. Solo un digno gendar-
ÉL R H I N . 609
me, capaz de pedirle al mismo D . Qui- miserables; de vez en cuando, en el fondo
jote los documentos que acreditasen su del paisaje, rueda lentamente un molino
personalidad, aprovechó la ocasión para como sofocado por el sol de Mediodía, ó
requerirme la exhibición de m i pasapor- se vé á la orilla del camino un alfarero
te. Justamente acababa de utilizar este que al umbral de una choza tiene ex-
desperfecto en el correo. puestos para que se sequen algunas do-
Pero mientras a n d á b a m o s con estos cenas de tiestos recien hechos.
dimes y diretes, los carceleros hicieron Rethel se extiende graciosamente des-
un esfuerzo supremo, metieron la mujer de lo alto de una colina hasta el Aisne,
medio muerta en el carruaje, cerraron cuyos brazos cortan la ciudad en dos ó
la portezuela, echaron los cerrojos, y tres sitios. E n toda ella nada anuncia
cuando me volví solo se oia en la calle que fué la antigua residencia señorial de
el retemblido de las ruedas y el galope uno de los siete condes-pares de la Cham-
de la escolta que se h u n d í a n en las tinie- p a ñ a . Las calles, m á s que de ciudad pa-
blas, produciendo un ruido espantoso. recen de pueblo. L a iglesia es de un per-
Momentos después, metido en u n exce- fil mediano.
lente coche tirado por cuatro excelentes De Rethel á Mezieres el camino trepa
caballos, galopaba yo t a m b i é n por el esas vastas gradas, por medio de las
camino deReims. Sin darme cuenta n i cuales el terreno de 1' Argonne se une á
poderlo evitar iba pensando en aquella la meseta superior de Rocroy. Los gran-
desgraciada mujer, y extremeciéndoseme des techos de pizarra, las fachadas blan-
el corazón, comparaba m i viaje con el queadas con cal, los parapetos de made-
suyo. ra que defienden contra las lluvias el
Sumido en estas ideas me dormí. lado Norte de las casas, dan á los pueblos
Cuando me despertó, el alba comen- un aspecto particular. De cuando en
zaba á hacer revivir los árboles, las pra- cuando las primeras cumbres de los
deras, las colinas, los matorrales del ca- montes Faucilles, que aparecen al Sud-
mino, todas esas cosas apacibles que este, abren la línea del horizonte. Poco
atravesamos durmiendo en nuestras di- ó nada queda de los bosques. A q u í y
ligencias y sillas-correos. Nos h a l l á b a allá en lontananza apenas se distinguen
mos en un valle encantador, probable- algunas colinas melenudas. E l desmon-
mente el valle de Braisne-sur-Vesle. U n te, ese hijo bastardo de la civilización,
vago soplo perfumado flotaba por enci- ha devastado de una manera triste el vie-
ma de las laderas, que aun no se hablan jo bosque del J a b a l í de las Ardenas.
desprendido de las sombras de la noche. A l llegar á Mezieres buscaron mis ojos
H á c i a el Oriente, en el extremo Norte algunas torres antiguas medio arruina-
del resplandor crepuscular, m u y cerca das del castillo sajón de Hellebarde, pero
del horizonte, en un espacio límpido, no hallaron m á s que los frios y duros
azul, melancólico, deslumbrante, mez zig-zags de una cindadela de Vauban.
cía inefable de perla, zafiro y sombra, E n revancha, mirando los fosos, notó en
resplandecía Venus, y su magnífica diferentes sitios restos bastante buenos,
claridad esparcía por los campos y los aunque desmantelados, de la muralla
bosques, confusamente entrevistos, una atacada por Cárlos V y defendida por
serenidad, una gracia y una melancolía Bayardo.
inexplicables. Era como un ojo celeste L a iglesia de Mezieres tiene fama de
abierto amorosamente en este bello pai poseer m u y buenos cristales. Para visi-
saje adormecido. tarla aproveché l a media hora que la si-
L a silla-correo pasa por Reims al ga- lla-correo concede á los viajeros para
lope sin guardar n i n g ú n respeto á su ca- almorzar. Los rosetones, 'en efecto, han
tedral. A l cruzarla apenas se distinguen debido ser magníficos; en el ábside que-
los aleros de una calle estrecha, el escu dan algunos fragmentos tristemente aho-
do de armas de Cárlos V I I y la bella gados en algunas largas ventanas de
aguja de los Ajusticiados levantada so- vidrios blancos. Pero lo notable es l a
bre el ábside. misma iglesia, que es del siglo quince, y
De Reims á Rethel, nada. ofrece un conjunto precioso y tiene fla-
L a C h a m p a ñ a empobrecida, á la cual mantes cruceros en los vanos de las ven-
Julio acaba de cortar sus cabellos de tanas, y u n pórtico encantador pegado á
oro, presenta grandes llanuras desnudas la fachada meridional. A derecha ó iz-
y amarillas, inmensas y mórbidas ondas quierda del coro hay estampados en dos
de tierra, por cuya superficie flotan, como pilares dos bajo-relieves del tiempo de
una espuma vegetal, algunas malezas Cárlos V I H , desdichadamente embadur-
TOMO I V . 77
OBRAS D E VICTOR HUGO.1

nados con cal y mutilados. Toda l a igle- de Baltasar que la saqueó, n i al conde
sia está revocada de amarillo con mol- Hugo que la ennobleció, n i á los arzobis-
duras y claves de bóveda de colores 30S Peniques y Adalberon que la sitia-
variados, lo cual es m u y feo y m u y malo. ron. E l dios Macer, que dió su nombre á
P a s e á n d o m e por la parte baja Norte ¿leí Mezieres, se ha convertido en San Ma-
ábside, notó en la pared una inscripción sert en las capillas de la iglesia.
que recuerda que Mezieres fué cruelmen- N i n g ú n monumento n i edificio arqui-
te sitiada y bombardeada por los prusia- tectural se encuentra en Sedán, punto á
nos en 1815. Bajo de la inscripción se donde l l e g u é m u y cerca de medio dia.
han a ñ a d i d o estas dos líneas en latin Graciosas mujeres, arrogantes carabine-
no m u y clásico: "Lector, leva oculos ad for- ros, árboles y praderas á lo largo del
nicem et vide quasi quoddam divinoe manus Mosa, cañones, puentes levadizos y ba-
indicium.» Y o levantó los ojos ad fornicem luartes; esto es Sedán. Es uno de esos
y v i un ancho desgarrón en la bóveda sitios en que el aspecto severo de las
encima de m i cabeza. E n los extremos ciudades fortificadas se mezcla extrava-
salientes de la piedra de esta abertura, gantemente con el aspecto alegre que
suspendida por sus orejetas, distinguí per- presentan las ciudades que solo tienen
fectamente que se m a n t e n í a una bomba guarniciones sin fuertes.
de gran t a m a ñ o . Era una bomba prusia- Y o hubiera querido encontrar en Se-
na que, después de haber horadado el te- d á n vestigios de Turena, pero no hay
cho de la iglesia, las armaduras y los ci- ninguno. E l pabellón donde él nació fué
mientos de manipostería, quedó detenida demolido y reemplazado por una piedra
como por milagro al ir á caer en el suelo. negra con esta inscripción en letras do-
Hace veinticinco años se conserva allí radas:
t a l como Dios la colgó. Alrededor de la
bomba se ven mezclados y deshechos la- AQUÍ NACIÓ TURENA
drillos, guijarros, argamasa, todo lo que el 11 de Setiembre de 1611.
constituye las e n t r a ñ a s de la bóveda.
Esta bomba y esta llaga abierta encima Esta fecha que brillaba sobre aquella
de la cabeza de los t r a n s e ú n t e s causan piedra sombría me impresionó, y se me
u n efecto e x t r a ñ o . E l efecto es t o d a v í a presentó entonces en el pensamiento
m á s singular por la reunión de ideas que todo lo que ella me recordaba. E n 1611,
se asocian en el pensamiento, cuando se Sully se retiraba. Enrique I V habia sido
recuerda que precisamente en Mezieres asesinado el a ñ o anterior. Luis X I I I ,
fueron arrojadas en 1521 las primeras que debia morir un 14 de Mayo como su
bombas que se han servido en la guerra. padre, tenia diez años. A n a de Austria,
A l otro lado de la iglesia otra inscrip- su mujer, tenia la misma edad menos
ción hace constar que las nupcias de cinco dias. Richelieu estaba en el ple-
Oárlos I X con Isabel de Austria "se cele no goce de sus veintiséis años. Algunos
braron felizmente,,, felicüer celebrata fue- honradotes ciudadanos de Rouen lla-
re, en la iglesia de Mezieres, el 17 de maban el pequeño Pedro al que el uni-
Noviembre de 1570, dos años antes de la verso llamó m á s tarde el gran Gorneille; á
Saint-Barthelemy. la sazón tenia cinco años. Shakespeare y
L a gran fachada es justamente de esta Cervantes vivían todavía. Brantome y
misma época, y por consecuencia de u n Pedro Mathieu vivían t a m b i é n . Isabel de
gusto delicado y exquisito. Por desgra Inglaterra habia muerto hacia ocho
cia, es una de esas fachadas tardías del años, y hacia siete Clemente V I I I , Papa
siglo diez y seis que no ha terminado su pacífico y buen francés, como dice l'Etoile.
desarrollo hasta el siglo diez y siete. E l E n 1611 murieron Papirio Masson y
campanario no se l e v a n t ó hasta 1626 Juan Busóe; el emperador Rodolfo de-
es imposible que se pueda ver nada m á s clinaba; G-ustavo Adolfo sucedía á Cár-
irregular y pesado, si se esceptúan los los I X de Suecia, el rey visionario; Fe-
campanarios que actualmente se cons- lipe I I I expulsaba á los moriscos de
truyen en las diversas iglesias nuevas de E s p a ñ a , á pesar de los consejos del du-
Paris. que de Osuna, y el astrónomo holandés
Por lo d e m á s , Mezieres tiene grandes Juan Fabricius descubría las manchas
árboles junto á sus murallas, calles l i m - del sol.—Hé a q u í lo que sucedía en el
pias y tristes, que los domingos y fiesta-s mundo al tiempo de nacer Turena.
á duras penas cobraran a n i m a c i ó n , y no Y , sin embargo, Sedán no ha sido una
conserva nada que recuerde á Hallebar piadosa guardiana de esta noble memo-
de y Q-arinus que la fundaron, n i al con ria. E l pabellón natal de Turena fué
EL RHIN. 611
echado abajo, como acabo de decir; su con mucho gusto un vaso del agua que
castillo ha sido arrasado. habia hecho nacer las escrófulas al indi-
No he tenido valor para i r á ver á Ba- viduo que estaba sentado á la puerta.
zeilles, por temor de que a l g ú n campe- A las seis de la tarde l l e g u é á Mezie-
sino propietario haya hecho arrancar la res y á las siete salí para Givet, embu-
alameda de árboles que habia plantada. tido como un fardo en u n c u p é chato,
E n cambio, la gran plaza de Sedán ofre- estrecho y sombrío, entre un caballero
ce al que la visita una estatua de bronce gordo y una señora gruesa, marido y
bastante mediana que representa á T u - mujer, que se dirigían la palabra tierna-
rena, la cual no me ha satisfecho com- mente por delante de m í . L a señora lla-
pletamente. Esta e s t á t u a no es la de la maba á su marido mi pobre chiat, así que
gloria. L a h a b i t a c i ó n donde nació, el no sé si su intención era llamarle mi po-
castillo donde vivió, los árboles que bre perro ó mi pobre gato.
p l a n t ó , eran recuerdos. A l atravesar Charleville, que está á
Tampoco existen recuerdos, y de éste tiro de c a ñ ó n de Mezieres, v i la plaza
con mayor razón, de Gruillermo de l a central, que fué construida en 1606 por
Marck, ese terrible predecesor de Ture- Cárlos de Gonzaga, duque de Nevers y de
na en los anales de Sedán, ¡Cosa nota- M á n t u a , la cual, al par que notabilísima,
ble y que es preciso decir de paso! E n u n es la verdadera hermana de nuestra pla-
período de tiempo, por el solo progreso za Real de Paris, Tiene las mismas casas
natural de las cosas y de las ideas, l a con arcadas, fachadas de ladrillo y altos
ciudad del J a b a l í de las Ardenas se mo- techos. Después, como se aproximaba la
difica de t a l modo que produce á T u - noche y no tenia nada bueno en que
rena. ocuparme, me dormí, pero con u n sueño
Después de haber almorzado m u y bien violento, un sueño que me lo hicieron
en una excelente fonda que se t i t u l a el agitado y horrible los ronquidos del
Hotel de la Cruz de oro, como nada me hombre gordo y los bufidos de la mujer
retenia ya en S e d á n , decidí volver á Me- gruesa. Siempre que mudaban el tiro me
zieres para tomar allí el coche de GK- despertaban los resplandores de las l i n -
vet. Me separaban de dicho punto cinco ternas, bruscamente aplicadas á los v i -
leguas, pero cinco leguas muy pintores- drios de las portezuelas, ó algunos diá-
cas, que hice á pió, a c o m p a ñ a d o de u n logos como éste:
robusto jó ven moreno, que iba descalzo — D i , eh!... oye, eh! ¿Qué hace ese
y llevaba alegremente m i saco de noche. rocin ahí? i-
E l camino se extiende casi siempre por —No le veo.
j u n t o al valle del Mosa. —Es el perneador.
A una legua de S e d á n está Donchery — Y el señor Simón? ¿Dónde está el
con su viejo puente de madera y sus señor Simón?
magníficos árboles: detrás de él, y á me — E l señor Simón? Bah! está traba-
dida que se avanza, aparecen una por- jando. Trabaja á todas horas, y trabaja
ción de pueblecillos á cuál m á s bonito, m á s que u n condenado.
preciosos castillejos con sus garitas de Otras veces el coche se detenia para
piedra hundidos en la espesura de la ar- mudar el tiro. U n a de ellas abrí los ojos:
boleda, grandes praderas en donde pa- hacia mucho viento, el cielo estaba som-
cen algunas vacadas, y de vez en cuando brío, un inmenso molino giraba sinies-
el Mosa, que se desvía y vuelve á lamer tramente por encima de nuestras ca-
otra vez las orillas del camino. E l tiem- bezas y parecía mirarnos por las dos
po que hacia no podia ser mejor. Andada ventanillas, encendidas como dos ojos
la mitad del camino sentí mucho calor y formados por brasas de fuego. E n otra,
mucha sed, y empecé á buscar por todos algunos soldados rodearon la diligencia,
lados una casa donde pudiese pedir algo un gendarme pidió los pasaportes, se
para beber. oyó el ruido de las cadenas de un puen-
Por fin, e n c o n t r é una. Eche á correr te levadizo, u n reverbero vertía su clari-
h á c i a ella creyendo que seria un figón, y dad sobre montones de balas pegadas a l
tropecé de manos á boca con la muestra pió de una sólida pared negra, la boca de
que estaba colocada encima de l a puer- un cañón rozaba el coche: estábamos en
ta, y que decia: BERNIER-HANNAS, vende Hocroy.
avena y embutidos. E n un banco al lado Este nombre me despertó por com-
de la puerta habia un escrofuloso. Los pleto.
escrofulosos abundan en el pais. E n t r ó Aunque á aquellas horas no se pudiese
en la tienda sin reparar en nada y bebí decir que se veia Uocroy, tuve un singu*
OBRAS D E VICTOR HUGO.

lar placer al pensar que en un mismo che era tan oscura no pude distinguir
dia y á tan pocas horas de distancia ha- nada. Sin ver cosa alguna me pareció
bía atravesado esos dos sitios heróicos, que pasamos por j u n t o las magníficas
Hocroy y S e d á n . Turena nació en S e d á n uinas del castillo de Hierches y las be-
y casi se podría decir que en Rocroy na- lísimas rocas cortadas á pico que lla-
ció Conde. man las Damas del Mosa. De vez en
Entre tanto, los dos corpulentos seres cuando, en el fondo de un precipicio, so-
que la casualidad me habia deparado en 3re el que se e x t e n d í a una nube de va-
la berlina como vecinos, hablaban y se Dores, apercibía, como por un agujero
contaban el uno al otro, como en las ex- :ormado á través del humo, una cosa
posiciones de las piezas malas, cosas que Dlanquecina: era el Mosa.
los dos sabian perfectamente; así, por E n fin, al asomar los primeros deste-
ejemplo, decían: Que no habían vuelto á les de la aurora sentí bajar u n puente
pasar por Bocroy desde 1818.—¡Veintidós evadizo, abrirse una puerta y la d i l i -
años! — Que M. Crochard, el secretario de la gencia tomar un trote largo por una es-
subprefectura, era amigo intimo de ellos.— secie de largo desfiladero, formado por
Que como eran las doce de la noche, debia a izquierda de una negra roca cortada
estar acostado el bueno del Sr. Crochard, etc. 3erpendicularmente y por la derecha de
L a mujer sazonaba estas interesantes un edificio extenso, bajo, interminable,
revelaciones con locuciones extravagan- extraño, deshabitado en la apariencia,
tes que le eran familiares, como las si- agujereado de una á otra parte por m u l -
guientes: Egoista como una liebre vieja; la t i t u d de puertas y ventanas que estaban
fortune du pouvre, en lugar de decir la for- completamente abiertas—al menos así
tune du pot (1). E l monstruoso señor, su me pareció,—por no tener ninguna pa-
marido, hacia por su parte calembours sadores, marcos, n i vidrios, lo cual me
como éste: Dicen que esto es un lugar común permitió ver á través de esta sombría y
(como uno) y yo digo que es un lugar como fantástica casa el crepúsculo, que brilla-
tres; ó proverbios disfrazados, como el ba ya en el confin del cielo al otro lado
siguiente: Vende á tu mujer y tápate las del Mosa. A lo ú l t i m o de esta singular
orejas. L o m á s gracioso era que después mansión habia una sola ventana cerrada
de decir semejantes desatinos se reía. y débilmente iluminada. Después el co-
Cuando el coche volvía á partir, mis che pasó r á p i d a m e n t e por delante de u n
dos vecinos no por eso i n t e r r u m p í a n la fuerte torreón de muy buen contorno, se
conversación. Y o hacia esfuerzos sobre h u n d i ó en una calle estrecha y dió la
humanos para no oírles, tanto, que fijaba vuelta á un patío, en el cual se presenta-
m i atención en el sonido que producían ron criadas con velas y mozos con l i n -
los cascabeles de las colleras que lleva- ternas para alumbrarnos.
ban los caballos, en el ruido de las rue- E s t á b a m o s en Givet.
das al girar sobre las piedras del camino
y por entre los cubos de sus ejes, en el
rechinamiento de las tuercas y de los tor
nillos, en el extremecimíento sonoro de CARTA. V.
las vidrieras, cuando de repente u n ma-
ravilloso repique de campanas vino en
m i ayuda: u n repique fino, ligero, cris-
Givet.
talino, fantástico, aéreo, que sonó brus Los dos Givet.—Disertación sobre los arquitectos y los cántaros
camente en esta negra noche, a n u n c i á n á propósito de los campanarios flamencos.—Givet visto por
donos la entrada en Bélgica, esa tierra la tarde.—Paisaje.—La torre del pequeño Givet.—José Gu-
tiérrez.—Loque se puede ver desde el imperial de la dili-
de los brillantes campaneos, y p r o d i g á n gencia Van Gend.
donos sin cesar su són irónico, z u m b ó n
y espiritual, como si echase en cara á
mis pesados vecinos su estúpida charla E n una posada del camino, 1.° Agosto.
tañería.
Este repique, que á m í me hubiera Q-ivet es una bonita ciudad, limpia,
despertado si por casualidad me hubiese graciosa, hospitalaria, situada en las
dormido, les produjo á ellos el efecto dos orillas del Mosa, que la divide en
contrarío. grande y p e q u e ñ a Givet, al pié de una
» Presumo que entonces debíamos estar alta y bella muralla de rocas, cuya cima
muy cerca de Fumay, pero como la no borran un tanto las líneas geométricas
del fuerte de Charlemont. L a posada,
(1) Como quiera que desaparece la gracia de la frase al ser
traducida, la dejamos tal como está escrita en francés. que se llama el hotel del Monte de Oro,
EL RHIN. 613
es muy buena, aunque es la única, y cima de las torres, por encima del cam-
pueda por este concepto alojar á los via- Danario, s u r g í a perpendicularmente una
jeros, no importa cómo, y hacerles co- inmensa pared de rocas, que se prolon-
mer, no importa q u é . gaba hasta perderse de vista en las mon-
E l campanario del Grivet pequeño es t a ñ a s del horizonte y encerraba la mira-
una sencilla aguja de pizarra; el del Qi- a como en u n circo. Por último, en el
vet grande es de una arquitectura m á s ::ondo de un cielo verde-claro, la luna en
complicada y m á s sabia. H é aquí, sin ::orma de medio aro descendía lentamen-
quitar n i poner nada, la manera cómo el te hácia la tierra, tan sutil, tan vaga
inventor lo formó. tan pura, que parecía que Dios nos
E l buen arquitecto cogió un birrete, es dejaba entrever la mitad de su anillo
decir, u n gorro cuadrado de sacerdote ó de oro.
de abogado. Sobre este gorro cuadrado Durante el día visité esa venerable
levantó, por medio de andamies, una torre que en otro tiempo t e n í a á raya al
fuente de ensalada vuelta al revés; en el Grivet pequeño. E l sendero que á ella
fondo de esta fuente, convertida en pla- conduce era áspero y exigía que se ocu-
taforma, puso un azucarero; sobre el azu- pasen para atravesarlo tanto las manos
carero una botella; sobre la botella un como los piés; hasta de vez en cuando
sol enmangado en el gollete por el rayo era preciso escalar la roca, que por cier-
inferior vertical; y, en fin, sobre el so' to era de granito m u y bueno y m u y
un gallo espetado en el rayo vertical duro. Llegado, no sin a l g ú n trabajo, a l
superior. Suponiendo que cada una de pié de la torre, que se deshace en las rui-
estas ideas le costase u n día de trabajo nas y en la que los vanos romanos han
el séptimo es seguro que descansarla. sido desfondados, la encontró obstruida
Este artista debia ser flamenco. jor una puerta adornada con un fuerte
Desde hace cerca de dos siglos los ar- candado. L l a m ó y golpeé, y nadie me
quitectos flamencos han creido que no respondió; de modo que me fué preci-
habla nada m á s bello que las piezas de so bajar de la misma manera que subí.
vajilla y los utensilios de cocina eleva Sin embargo, m i ascensión no fué del
dos á proporciones gigantescas y titá- todo infructuosa. A l dar la vuelta á la
nicas. vieja casucha, cuyos muros están casi
Así que, cuando se les ha mandado completamente descortezados, noté, en-
construir campanarios, se han aprove tre los escombros que se desploman y se
chado valientemente de la ocasión y han convierten en polvo cada día en el bar-
cubierto las ciudades de un sin fin de ranco, una piedra bastante gruesa, en la
cántaros colosales. que se d i s t i n g u í a n todavía vestigios de
L a vista de Givet no es menos deliciosa inscripción. L a miré atentamente y v i
sobre todo cuando se detiene uno por la que no quedaba m á s inscripción que al-
tarde, como yo lo he hecho, en medio gunas letras indescifrables.
del puente y mira hacia el Mediodía E l órden en que estaban colocadas era
L a noche, que es la mayor encubridora el siguiente:
de majaderías, comenzaba á velar e' LO QVE SA L OMBRE
contorno absurdo del campanario. De PARA S MO DI S L
todos los techos rezumaban vapores de ACAV P S OTROS.
humo. A m i izquierda ola vibrar con Estas letras, profundamente vaciadas
dulzura infinita las hojas de los grandes en la piedra, parecían haber sido traza-
olmos, por encima de los cuales la clari das con u n clavo; un poco m á s abajo, con
dad vespertina hacia destacar vivamente el mismo clavo se había grabado esta fir-
una corpulenta torre del siglo once, que ma, que habia quedado intacta:
domina de medio lado el Grivet peque
ño. A m i derecha, otra vieja torre, de JOSÉ GUTIERREZ, 1643.
cubierta cónica, hecha por mitad de pie Siempre he sido aficionado á las ins-
dra y ladrillo, se reflejaba por completo cripciones, y confieso que ésta me entre-
en el Mosa, espejo brillante y metálico tuvo mucho tiempo. Qué significaba?
que atravesaba todo este sombrío paisa En q u é lengua estaba escrita? A prime-
je. Más lejos, al pié de la formidabl ra vista, haciendo algunas concesiones á
roca de Charlemont, distinguía, como la ortografía, se podía suponer que estu-
una línea blanquecina, ese largo edificio viese escrita en francés leyendo estas fra-
que habia visto la víspera al entrar y ses absurdas: Loque sale.—Ombre Parasol.
que era simplemente un cuartel desha- •—Modis (maudis) la cave.—Sot. Rosse. Pero
bitado. Por encima de la ciudad, por en- estas frases se formaban no teniendo en
614 OBRAS D E VÍCTOR HUGO.

c u é n t a l a s letras borradas, lo cual, unidollanura que se llama la Flandes; llanura


á que la grave firma castellana, José Gu- donde el hombre ha multiplicado las
tierres, estaba allí como una protesta con- fortalezas por haberle negado la natura-
tra mis suposiciones, reuniendo esta fir- leza las m o n t a ñ a s .
ma con las palabras para y otros, que soji Después de una ascensión de un cuar-
españolas, deduje que esta inscripción to de hora, se detuvieron de c o m ú n
debia estar escrita en castellano, y á acuerdo los caballos rendidos y el con-
fuerza de cavilar, hó a q u í cómo creí res- ductor belga sofocado, con conmovedora
t i t u i r l e su primitivo pensamiento: unanimidad de pareceres, delante de u n
figón, en u n pobre y pintoresco pueblo
LO QUE EMPIEZA EL HOMBRE
PARA SI MISMO, DIOS LO extendido á los dos lados de un ancho
ACABA PARA LOS OTROS. barranco que desgarra la m o n t a ñ a . Ese
barranco, que es á la vez el lecho de un
Esta sentencia me pareció muy bella, torrente y la calle principal del pueblo,
muy católica, m u y triste y muy caste- está empedrado naturalmente de granito
llana. del mismo monte, sin trabajar n i pulir.
Ahora bien, quién era este G-utierrez? Cuando nosotros pasamos por allí, seis
L a piedra estaba arrancada evidente- caballos, enganchados con cadenas, su-
mente del interior de la torre. bían ó, mejor dicho, se esforzaban por
1643 es la fecha de l a batalla de Ro- subir á lo largo de esta calle e x t r a ñ a y
croy. ¿José Grutierrez era uno d é l o s ven- horriblemente escarpada, arrastrando
cidos en esa batalla? ¿Habia sido hecho un gran carro de cuatro ruedas, vacío.
prisionero? L o hablan encerrado allí? ¿Se Si el carro hubiese ido cargado se hu-
le habia dejado tiempo de escribir en su bieran necesitado para tirar de él veinte
calabozo ese melancólico resúmen de su caballos, ó m á s bien veinte m u í a s . Y o no
vida y de toda vida humana? sé para q u é podia servir aquel carromato
Estas suposiciones eran tanto m á s pro- en el barranco, si no era para que saca-
bables, cuanto que para grabar una fra- sen bocetos inverosímiles esos pobres jó-
se tan larga en el granito con un clavo, venes pintores holandeses, que se encuen-
se necesita toda esa paciencia que lleva tran alguna vez que otra en el camino
en sí el fastidio que agobia á los prisio- con el saco á l a espalda y el bastón en
neros. Y después se me ocurrió otra cosa: la mano.
quién habia mutilado esta inscripción? ¿Qué otra cosa se puede hacer en la
F u é simplemente el tiempo ó el azar? banqueta de una diligencia que no sea
¿ F u é la desdichada gracia de a l g ú n mirar?
majadero? Y o estaba admirablemente colocado
Me inclino á suponer esta ú l t i m a h i - para dedicarme á este placer. Mis ojos
pótesis. A l g ú n barbarote, que de pelu- abarcaban u n gran trozo del valle del
quero detestable se convirtió en mal sol- Mosa; al Sur los dos Grivet, ligados gra-
dado, seria encerrado disciplinariamente ciosamente por su puente; al Oeste, la
en esta torre, y habia creído hacer gala corpulenta torre arruinada de Agimont,
de su ingenio dando u n sentido ridículo formando un todo con su colina, descri-
á l a grave l a m e n t a c i ó n del hidalgo. De bía tras sí una inmensa sombra pirami-
una fisonomía habia hecho una mueca. dal; y al Norte, la sombría zanja en que
Hoy el soldadote y el hidalgo, el ge- se hunde el Mosa y desde la cual se ele*
mido y la carcajada, la tragedia y la va un luminoso vapor azul. E n primer
parodia, ruedan juntos confusamente término, á los dos pasos de m i banqueta,
bajo la pisada del viajero, en la misma en la boardilla del figón, una preciosa
maleza, en el mismo barranco, en el campesina, sentada en su cama con solo
mismo olvido. la camisa puesta, se vestía cerca de su
A l dia siguiente á las cinco de l a ma- ventana, abierta de par en par, lo cual
ñ a n a , esta vez perfectamente colocado, p e r m i t í a entrar á la vez los rayos del sol
pues iba solo en la banqueta de la y las miradas de los viajeros, algunos de
diligencia V a n Gend, salia de Francia los cuales iban acostados en los imperia-
por la carretera de Namur y trepaba la les de las diligencias. Por encima de esta
primera cima de l a única cadena de altas boardilla y de esta aldeana, en lonta-
colinas que hay en esa parte de Bélgica; nanza, como coronación á las fronteras
pues el Mosa, obstinándose en correr en de Francia, se desplegaban en una línea
sentido inverso de la bajada que forma inmensa las formidables baterías de
la meseta de las Ardenas, ha logrado ca- Charlemont.
var un valle profundo en esa inmensa Mientras contemplaba este paisaje, l a
EL RHIN. 615
aldeana levantó los ojos; me apercibió, espléndida como esa quisicosa chinesca.
sonrió, me hizo una graciosa señal con Se podria decir de ella que es una pro-
la cabeza, no cerró su ventana y conti- testa chillona del mal gusto del hombre
n u ó lentamente vistiéndose. contra la poesía sublime de Dios.
Luego se separa del abismo y vuelve
á aparecer la llanura, porque el barran-
CA.RTA. VI. co del Mosa corta esa planicie de arriba
abajo, como u n carril corta u n campo.
U n cuarto de hora después torna á
L a s orilla» del Mosa.-Dinant.-Namnr. accidentarse: la carretera vuelve á unirse
al rio por una cuesta escarpada. Esta
Paisaje del Mosa.—El Lesse.—La Roca de Bayardo.—Dinant. vez el abismo es encantador. Es una
—Inconveniencias que comete una mujercilla de barro cocido.
—Más sobre los campanarios, los cántaros y los arquitectos. confusión de flores y de árboles magnífi-
—Castillos arruinados.—Oración de los muertos á los cos, iluminados por el cielo resplande-
vivos —Ideas que inspiran las niñas bonitas encaramadas en
los árboles á los viajeros recostados en los imperiales.—
ciente de la m a ñ a n a . Vergeles cercados
Recuerdos poéticos á propósito de Namur y del príncipe de de cañas suben y bajan revueltos por los
Orange.—Lo que muestran las muestras. dos lados del camino. E l Mosa, estrecho
y verde, corre hácia l a izquierda pro-
fundamente encajonado en una doble
Lieja, 3 de Agosto. vertiente. Se presenta u n puente; otro
Acabo de llegar á Lieja por un deli- rio más pequeño y m á s bonito v á á ar-
cioso camino que desde Givet sigue toda rojarse en los brazos del Mosa: es el
la corriente del Mosa. Las orillas de este Lesse. A tres leguas de distancia, en esa
rio son bellas y agradables. Es e x t r a ñ o garganta que se abre á la derecha, está
que se hable tan poco de ellas. Voy á la famosa g r u t a de Han-sur-Lesse. E l
pintarlas. coche pasa el puente y se aleja. E l ruido
Después del pueblo, del figón y de la de los molinos de agua del Lesse se pier-
campesina que se vestia a l nacer el sol, de en las m o n t a ñ a s . L a orilla izquierda
se encuentra una subida que me ha re- del Mosa se resbala graciosamente orla-
cordado el Val-Suzon, cerca de Dijon, y da de u n cordón no interrumpido de al-
donde el camino, haciendo curvas á cada querías y pueblos; la orilla derecha se
paso, tuerce por espacio de tres cuartos eleva y crece; el muro de rocas invade y
de hora en medio de un bosque, por en- estrecha la carretera, y los escaramujos
tre profundos barrancos excavados en que brotan de ellas son agitados por el
los torrentes. Luego se llega á una p í a viento y el sol á doscientos piés por enci-
nicie, que se recorre r á p i d a m e n t e y que ma de nuestras cabezas.
tiene grandes c a m p i ñ a s llanas que se De improviso, en una revuelta del ca-
pierden de vista alrededor del que las mino aparece una gran roca piramidal,
mira; viéndolas, cualquiera creerla en- afilada y soberbia como aguja de cate-
contrarse en plena Beauce, cuando de dral.
repente, á algunos pasos á la izquierda "Esa es la Roca de Bayardo», me dijo
el suelo se resquebraja horriblemente. el mayoral.
Desde el camino la mirada se abisma E l camino pasa por entre la m o n t a ñ a
ante una espantosa roca vertical, por y esta roca colosal; después torna á dar
cuyas paredes ú n i c a m e n t e puede trepar una vuelta, y a l pié de u n enorme pe-
la vejetacion. Es u n brusco y horrible ñon de granito coronado de una cinda-
precipicio de doscientos ó trescientos piés dela, la mirada se hunde en una larga
de profundidad. E n el fondo de este pre- calle de casas viejas, unida á la orilla iz-
cipicio, en la sombra, á través de las ma- quierda por un buen puente y domina-
lezas de la orilla, se apercibe el Mosa da en su extremo por las cubiertas agu-
con a l g ú n queche que camina blanda- das y las anchas ventanas de brillantes
mente remolcado por caballos, y á la cruceros de una iglesia del siglo quince.
orilla del rio u n alegre castillejo de pé- Es Dinant.
simo gusto, m u y parecido á u n pastel E n D i n a n t se detiene el coche u n cuar-
mal hecho ó á u n péndulo del tiempo de to de hora, tiempo que viene bastante
Luis X V , con su estanque liliputiense y justo para poder ver u n jardincito que
su jardincillo Pompadour, que ofrece to- hay en el patio de las diligencias, y que
das las volutas, todos los caprichos y to- por sí solo bastarla á advertir que estás
das las ridiculeces imaginables, al primer en Flandes. Las flores son m u y bellas, y
golpe de vista. Nada hay de m á s singular en medio de esas flores hay tres estátuas
dentro de una naturaleza tan rica y tan de barro cocido.
616 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Una de estas estatuas tiene la figura bajadas y esculpidas por las lluvias, imi-
de una mujer. Es m á s bien un m a n i q u í tan las piedras ondeadas y desgastadas
que una estatua, porque está vestida con de nuestra vieja fuente del Luxembur-
un traje de indiana y lleva cubierta la go, que, entre paréntesis, se ha vuelto á
cabeza con un viejo sombrero de seda. colocar tan deplorablemente ahora de
A los pocos momentos apercibí que se nuevo, siente uno que se aproxima á
oia u n ligero ruido y un chorro singular Namur. Las casas de recreo comienzan
salia por debajo de las faldas, y enton- a mezclarse con las viviendas de los
ces noté que esa mujerera una fuente. campesinos, las quintas con las aldeas,
E l campanario de la iglesia de Dinant las estátuas con las rocas, los parques
es un inmenso jarro de agua. Sin em- ingleses con los campos de lúpulo, y, sea
bargo, la fachada de la iglesia, vista dicha la verdad, todo esto poco á poco y
desde el puente, conserva un sello distin- suavemente.
guido, y la ciudad forma un conjunto L a diligencia m u d ó el tiro en uno de
delicioso. esos lugares variados. Y o tenia á u n
E n Dinant se deja la orilla derecha del lado un magnífico j a r d í n mezclado de
Mosa. E l arrabal de la orilla izquierda, columnatas y templetes jónicos; al otro
por el que se pasa, se a p i ñ a admirable- un figón, adornado á la izquierda por u n
mente alrededor de una vieja torre rui- grupo de bebedores, y á l a derecha una
nosa de la antigua muralla. A l pié de espléndida porción de a p i ñ a d a s malva-
esta torre, en un laberinto de casas, he rosas.
entrevisto al pasar u n excelente castille- D e t r á s de la verja dorada del parque,
j o del siglo quince con su fachada de sobre un pedestal de m á r m o l blanco, ve-
volutas, sus ventanas de piedra, su tor- teado de negro por la sombra de las ra-
recilla de ladrillo y su veletas extrava- mas, la V é n u s de Médicis medio se ocul-
gantes. taba entre el follaje, como avergonzada
Pasado Dinant, el valle se abre y el é indignada de que la vieran completa-
Mosa se ensancha; en dos cimas lejanas mente desnuda los campesinos flamen-
de la orilla derecha se distinguen dos cos, que estaban sentados alrededor de
castillos en ruinas; luego el valle se d i una mesa, bebiendo un vaso de cerveza.
lata m á s todavía: las rocas aparecen rara Algunos pasos m á s allá, dos ó tres mu-
vez, aquí y allá, bajo ricos caparazones chachas guapas hablan entrado á saco
de verdura, y una gualdrapa de tercio- en un ciruelo de grandes dimensiones, y
pelo verde bordada de flores cubre todo una de ellas se habia encaramado en el
el paisaje. Por todas partes se desbordan brazo m á s fuerte del árbol en una acti-
los plantíos de lúpulo, los vergeles, los t u d que habia pasado desapercibida
árboles que tienen m á s frutos que hojas, para los t r a n s e ú n t e s , pero que á los via-
los ciruelos de color de violeta, los man- jeros del imperial les hacia entrar en
zanos rojos, y en todos lados se ven en deseo de echar pié á tierra.
copos enormes los racimos escarlata del
serbal de los pájaros, ese coral vegetal. Una hora después llegué á Namur.
Los patos y las gallinas picotean y es Los dos valles del Sambra y del Mosa
carban la tierra en el camino; óyense se encuentran y se confunden en Namur,
los cantos de los bateleros en el rio; jóve- que está sentado en la confluencia de los
nes frescas, con los brazos desnudos hasta dos rios. Las mujeres de Namur me pa-
los hombros, pasan con cestos cargados recieron alegres y ligeras; los hombres
de yerba en sus cabezas, y de cuando en tienen una fisonomía honrada, grave y
cuando un cementerio de aldea viene á hospitalaria. L a ciudad, por lo que es en
codear melancólicamente esta carretera sí, no ofrece nada de notable, si se ex-
llena de alegría, de luz y de vida. ceptúan las dos perspectivas del puente
E n uno de estos cementerios, en que l a del Mosa y del puente del Sambra. Es una
yerba alta y la pared inclinada cuelgan ciudad que ya no conserva m á s que su
h á c i a el camino, he leido esta inscrip- pasado, escrito en su configuración. Sin
ción: arquitectura, sin monumentos, sin edifi-
O pie, defumtis miseris sucurre, viator! cios, sin casas viejas, afeada por cuatro ó
A m i modo de ver no hay n i n g ú n me- cinco iglesias malísimas y algunas fuen-
mento de un efecto tan profundo. Ordina- tes de la época de Luis X.V, de un gusto
riamente los muertos advierten; a q u í su- execrable, Namur solo ha inspirado dos
plican. poemas, la oda de Boileau y la canción
Más adelante, al trasponer una colina, de un poeta desconocido, en la que se ha-
donde las rocas de la orilla derecha, tra- bla de una vieja y del príncipe de Oran-
EL RHIN. 617
ge, y á la verdad, Namur no merece otras ris existe á la entrada del arrabal de San
poesías. Dionisio un Nerón, confitero, y en Arlés,
L a ciudadela corona íria y tristemente en el mismo frontis de u n templo roma-
la ciudad. Sin embargo, debo decirte no arruinado, se lee lo siguiente; Mario,
que no he podido mirar sin cierto respeto peluquero.
esas severas fortificaciones, que tuvieron
u n dia el honor de ser sitiadas por Y a u -
ban y defendidas por Cohorn. CA.RT^L VII.
E n los puntos donde no hay iglesias
me entretengo en mirar las muestras
de las tiendas. Para el que sabe visitar E a s orillas del Mosa.—Hay.—liieja.
una ciudad, las muestras de las tiendas
tienen una gran significación. Con ente- Arboles y rocas.—Grandeza de Dios, pequenez del hombre.—
ra independencia de las profesiones que Sansón.—Andennes.—El viajero dá un prudente consejo al
allí m á s se ejercen y de las industrias señor cura de Selayen.—Huy.—Curioso rincón de tierra
donde se recoge el vino belga becho con uva.—Aspecto del
locales que se revelan desde luego, abun- pais.—Cuadrosflamencos.—Alrededoresde Lieja.—Aspecto
dan en ellas locuciones especiales y nom- extraordinario é imponente que presenta el paisaje entrada la
bres del vecindario, tan importantes casi noche.—Lo que el autor vé le hubiese parecido á Virgilio el
Tártaro y á Dante el Infierno.—Lieja.—Esta ciudad no se
de estudiar como los nombres de la no- parece á ninguna otra.—Aquí hay gentes que leen E l Cons-
bleza, pues aparecen en su forma m á s titucional.—Las iglesias.—San Pablo, San Juan, San
Huberto y San Dionisio.—El palacio de los príncipes-obispos.—
sencilla y bajo su aspecto m á s claro. Patio admirable,—Tribunales, mercado y prisión.—El ciuda-
Hó aquí tres nombres tomados al azar dano volteriano tiene demasiada chispa; el ciudadano utilita-
en los rótulos de las tiendas de Namur; rio es demasiado ganso.—Estampas en honor de los aliados
de 1814.—Desastres de nuestra gramática y degüello de nues-
los tres son significativos: tra ortografía.

L a esposa Debarsy, negociante.


A l leer este letrero siente uno que se
Lieja, 4 de Agosto.
encuentra en u n pais que era francés
ayer, extranjero hoy, francés m a ñ a n a , L a carretera de Lieja se separa de Na-
donde la lengua se altera y se desnatu- mur por una alameda de magníficos ár-
raliza insensiblemente, y se desgasta por boles. Su inmenso follaje hace bien en
el uso y toma torcidos giros alemanes con ocultar al viajero los toscos campanarios
expresiones francesas. Estas tres pala- de la ciudad, que de lejos parecen un g i -
bras son francesas; la frase ya no lo es: gantesco juego de bolos mezclado con
algunos boliches. E n seguida que se sale
Crucifix-Piret, buhonero. de la sombra que producen estos árboles
Este rótulo es m u y propio de la cató- bellísimos, el viento fresco del Mosa te
lica Flandes. Nombre, apellido ó apodo, acaricia el rostro, y el camino empieza
Grucifix es nombre que no se encuentra á costear alegremente el rio. E l Mosa,
en toda la Francia volteriana. engrosado m á s adelante por el Sambra,
ensancha su valle; pero al poco rato
Menendez- Wodon, relojero. vuelve á reaparecer la doble muralla de
U n nombre castellano y un nombre rocas, figurando á cada paso fortalezas
flamenco enlazados por un g u i ó n . E n de cíclopes, grandes caserones arruina-
este nombre propio, ¿no está escrita, ates- dos y grupos de torres t i t á n i c a s . Estas
tiguada y referida toda la dominación de rocas del Mosa contienen mucho hierro;
E s p a ñ a en los Paises-Bajos? mezcladas en el paisaje presentan u n
Estos tres nombres expresan y resú- admirable color; l a l l u v i a , el aire y el
men uno de los grandes aspectos del sol las enmohecen espléndidamente; pero
pais; uno indica la lengua, otro la reli- arrancadas de la tierra, talladas y apro-
gión y otro la historia. vechadas, se metamorfosean en ese odio-
Y a que de esto me ocupo, voy á hacer so granito gris azul, del cual está infes-
otra observación: en los letreros de D i - tada toda la Bélgica. L o que forma
Nant, de Namur y de Lieja se halla re- magníficas m o n t a ñ a s solo produce casas
petido con mucha frecuencia el nombre horribles.
Demeuse. E n las cercanías de P a r í s y Dios ha hecho la roca y el hombre el
R ú a n se lee Desenne y Deseine. guijarro.
Para terminar, voy á exponer una Se atraviesa r á p i d a m e n t e Sanson/pue-
observación de puro capricho: en un arra- blo por encima del cual acaban de des-
bal de Namur reparó que h a b í a un Jano, moronarse en los fosos algunas paredes
panadero; lo cual me recordó que en Pa- de un fuerte castillo construido en tiem-
TOMO I V . T8
G18 OBRAS D E VICTOR HUGO,

po de Clodio, s e g ú n se dice. Las rocas praderas. H a y algunas colinas erizadas


figuran allí u n rostro humano, barbu- de cepas y estacas que producen vino
do y severo, que el mayoral hace que c o m ú n . Creo que este es el único viñedo
&e fijen siempre en él los viajeros. Des- de la Bélgica.
pués se pasa por Andennos, donde he re- De vez en cuando se encuentra á la
parado que existe, rareza inapreciable orilla del rio, en a l g ú n barranco, por en-
para los anticuarios, una iglesia peque- cima del cual pasa la carretera, una fá-
ñ a , rústica, del siglo diez, que aun está brica de zinc de aspecto ruinoso y con
intacta. los techos resquebrajados, por cuyas te-
E n otro pueblo, en Selayen, si no me jas se escapa el humo, figurando u n i n -
equivoco, se lee esta inscripción en grue- cendio que comienza ó que se apaga, ó
sos caracteres encima de la puerta prin- una alumbrera con sus vastos montones
cipal de la iglesia: Afuera los perros de la de tierra rojiza; ó mejor todavía, detrás
casa de Dios. Si yo fuera el digno cura de un campo de lúpulo, al lado de otro
de Selayen, pensarla que es m á s urgente de habas, en medio de los perfumes que
decir á los hombres que entren que á los despide un jardincito, en donde rebosan
perros que salgan. las flores por todas partes y que rodea
Una vez pasado Andennos, las monta- una empalizada remendada a q u í y allá
ñ a s se van alejando, el valle se convier- con pedazos de enrejado de madera car-
te en llanura y el Mosa se aparta del comida, entre los cacareos ensordecedo-
camino y se pierde á t r a v é s de la prade- res de un sinnúmero de gallinas, gansos
ra. E l paisaje aun c o n t i n ú a siendo bello, y á n a d e s , se apercibe una casa de ladri-
á pesar de que se vé aparecer con de- llo, con torrecillas de pizarra, ventanas
masiada frecuencia la chimenea de las de piedra, cristales sostenidos con ligas
fábricas, ese triste obelisco de nuestra ci- de plomo, tranquila, limpia, risueña y
vilización industrial. adornada con una parra trepadora, palo-
Más tarde las colinas se van aproxi- mas en su tejado, jaulas de pájaros en
mando; el rio y el camino se j u n t a n ; sus ventanas y un niño y u n rayo de sol
d i s t í a g u e n s e grandes bastiones colgados en su suelo. A l ver esto, sin querer se
como nidos de á g u i l a en el frontis de una piensa en Teniers y en Mieris.
roca; una bonita iglesia del siglo cator- Mientras tanto la noche se acercaba,
ce recostada sobre una alta torre cuadra- el viento disminuia, los prados, los zar-
da, y una puerta de una ciudad defendi- zales y los árboles enmudecían, y no se
da por u n castillo arruinado. M u l t i t u d oia otro ruido que el del agua. E l inte-
de preciosas casas construidas para re- rior de las casas se iluminaba vagamen-
crear la vista por el génio tan rico, tan te; los objetos se borraban como si los
fantástico y tan espiritual del Renaci- cubriese una gran humareda, y los via-
miento flamenco, se reflejan en el Mosa jeros bostezaban á m á s y mejor en el co-
con sus terrazas cuajadas de flores á los che, diciendo:—Dentro de una hora esta-
dos lados de u n viejo puente. Se está remos en Lieja.
en H u y . Precisamente en este momento el pai-
H u y y D i n a n t son las dos ciudades saje toma de pronto un aspecto extraor-
m á s bonitas que hay á orillas del Mosa. dinario. A l l á abajo, en la espesura de los
H u y está á la mitad del camino que hay bosques, al pié de las oscuras y velludas
entre Namur y Lieja, así como D i n a n t colinas del Occidente, dos redondas pu-
está entre Namur y Grivet. pilas de fuego chispeaban y resplande-
H u y , que es aun una formidable ciu- cían como los ojos del tigre. A q u í , á la
dadela, ha sido en otro tiempo un belico- orilla del camino, u n espantoso candele-
so municipio y ha sostenido sitios contra ro de ochenta piés de altura, que fla-
los de Lieja, como D i n a n t contra los de meaba en el paisaje y arrojaba en las
Namur, en el tiempo heróico en que las rocas, los bosques y los barrancos rever-
ciudades se declaraban la guerra como beraciones siniestras. Más lejos, á la en-
lo hacen hoy los reinos, y en que Frois- trada de este valle hundido en la som-
sard decia: bra, habia una boca hecha áscuas que se
L a g r a n etudad de B a r - s u r - S a i g n e abria y cerraba bruscamente, y por la
hizo temblar á Troye en Champaigne. cual salia á intervalos con horribles gol-
pes de hipo una lengua de llamas.
Saliendo de H u y empieza ese maravi- Eran los hornos de las fábricas, que los
lloso contraste que forma todo el paisaje e n c e n d í a n .
del Mosa. No existe nada m á s severo que Después de haber pasado el lugar l l a -
estas rocas, n i nada m á s riente que estas mado la Petit-Flemalle, la perspectiva se
EL RHIN. 619
hace inexplicable y verdaderamente en donde la administración, templo grie-
magnífica. Todo el valle aparece aguje- go que tiene por adorno un empleado de
reado por cráteres en erupción. Unos ar- aduanas, reemplaza al portal flanquea-
rojan detrás de los montes torbellinos de do de torreones y erizado de partesanas,
vapor de color escarlata estrellados de y en donde el largo tubo rojo de los
chispas; otros dibujan l ú g u b r e m e n t e so-
grandes hornos sustituye la aguja sono-
bre u n fondo rojo la negra silueta de lasra de las iglesias. Las antiguas ciudades
aldeas, y algunos vomitan las llamas á arrojan ruido; las ciudades modernas ar-
través de las rajas de u n grupo de edifi-rojan humo.
cios. Se creerla al ver aquello que un Lieja no tiene ya l a enorme catedral
ejército enemigo acababa de atravesar de los príncipes-obispos levantada en el
el pais, y que veinte pueblos entregados año 1000 y demolida en 1796 por no se
al saqueo te oírecian á la vez en esa no- sabe quién, pero en cambio tiene la fá-
che tenebrosa todos los aspectos y todas brica de M . Cockerill.
las fases del incendio; aquellos incendia- Lieja no tiene ya su convento de do-
dos ya, éstos despidiendo humo por todos minicos, claustro sombrío que alcanzó
lados, y los otros presa de las llamas. tan alto renombre, noble edificio que
Este espectáculo de guerra lo ofrece ostentó tan soberbia arquitectura; pero
la paz; esta copia espantosa de la devas- tiene precisamente en el mismo lugar
tación la presenta l a industria. un teatro embellecido con columnas de
Lo que he expuesto á t u vista no es capiteles de hierro fundido, en donde se
otra cosa que los grandes hornillos de representa la ópera cómica y en el que
M . Cockerill. la señorita Mars ha puesto la primera
U n ruido feroz y violento sale de ese piedra.
caos de trabajadores. Y o tuve l a curiosi- Lieja es todavía en el siglo diez y
dad de echar pié á tierra y de acercarme nueve como en el diez y seis, la ciudad
á uno de esos antros. E n él verdadera- de los armeros. Con Francia compite
mente a d m i r é la industria. L a noche, y
por las armas de guerra y con Versalles
con ella la tristeza solemne de sus horas,
en particular por las armas de lujo. Pero
parece prestar á este magnífico y prodi- la vieja ciudad de San Huberto, en otro
gioso espectáculo alguna cosa de sobre- tiempo iglesia y fortaleza, municipio
natural. Las ruedas, las sierras, las cal-eclesiástico y militar, ya n i ora n i se
deras, los laminadores, los cilindros, los
bate; vende y compra. Hoy es una espa-
volantes, todos esos monstruos de cobre, ciosa colmena industrial.
hierro fundido y bronce que llamamos L i e j a está transformada en un rico
m á q u i n a s , y que el vapor hace vivir una
centro comercial. E l valle del Mosa ex-
vida horrorosa y terrible, mugen, silban,tiende un brazo hácia Francia y otro há*
rechinan, roncan, sorben, ladran, des- cia Holanda, y gracias á estos dos gran-
garran el bronce, tuercen el hierro, pul-des brazos toma sin cesar de la una y
verizan el granito, y á cada instante, enrecibe de la otra.
medio de los obreros negros y ahumados E n esta ciudad desaparece todo, hasta
que los hostigan, aullan con dolor en la en su etimología. E l antiguo arroyo Le-
atmósfera ardiente de la fábrica, como gia se l l a m a actualmente el Bi-de-Cog-
las hidras y los dragones atormentados Fontaine.
por los demonios en un infierno. No obstante, preciso es confesarlo: Lie-
j a , tendida graciosamente en l a verde
Lieja es una de esas viejas ciudades falda de la m o n t a ñ a de Sainte-Walbur-
qüe están en via de transformarse en ge, dividida por el Mosa en ciudad alta
ciudades nuevas—¡transformación de- y baja, cortada por trece puentes, de los
plorable, pero fatal!—Una de esas ciuda cuales algunos tienen una figura arqui-
des donde por todas partes las antiguas tectural, rodeada de árboles, colinas y
fronteras de las casas pintadas y cince praderas que se pierden de vista, tiene
lad as se desconchan, caen y dejan ver en aun bastantes torrecillas, bastantes fa-
su lugar fachadas blancas, enriquecidas chadas terminadas en volutas ó talladas,
con estatuas de yeso; en donde los bue- bastantes campanarios romanos, bastan-
nos, viejos y grandes techos de pizarra, tes portales como los de San M a r t i n y
cargados de ventanillas, campanas, cim- d' Amerceur, para maravillar al poeta y
balillos y veletas, se derrumban triste- al anticuario m á s opuesto á las manu-
mente, mirados con horror por a l g ú n facturas, las mecánicas y las fábricas.
papanatas que lee E l Constitucional en Como llovía á cántaros, no he podido
una terraza plana pavimentada de zinc; visitar m á s que cuatro iglesias.
OBRAS DE VICTOR HUGO.

San Pablo, la catedral actual, m a g n í - se oye el menor ruido y que debe ser c é -
fica nave del siglo quince, cercada de un ebre, es el patio interior del palacio de
claustro gótico y adornada de un precio- os príncipes eclesiásticos de Lieja. E n
so frontispicio del Renacimiento, grose- ninguna parte he visto u n conjunto ar-
ramente revocado, y dominada por \ m uitectural m á s extraño, m á s l ú g u b r e y
campanario, que ha debido ser muy bue- más soberbio. Otras cuatro fachadas de
no, pero en el que a l g ú n inepto arqui- granito, sobre las cuales hay cuatro pro-
tecto contemporáneo ha bastardeado to- digiosos techos de pizarra, sostenidos por
dos los ángulos, operación vergonzosa cuatro galerías bajas de arcadas-ojivas,
que á ciencia y paciencia nuestra están que parecen hundirse y prolongarse bajo
sufriendo en estos momentos los viejos el peso, cierran la mirada por todos la-
techos de nuestra Casa del Ayuntamien- dos. Dos de estas fachadas, perfectamente
to de Paris. conservadas por entero, ofrecen el bello
San Juan, grave fachada del siglo ajuste de ojivas y arcos de bóveda reba-
diez, compuesta de una alta torre cua- bados que caracterizan el fin del siglo
drada con aguja de pizarra, á cuyos dos quince y el principio del diez y seis. Las
lados se estrechan otros dos campanarios ventanas de este palacio clerical tienen
bajos,igualmente cuadrados. E n esta fa- cruceros como las ventanas de iglesia,
chada se apoya insolentemente la cúpu- desgraciadamente las otras dos facha-
la, ó mejor dicho, la joroba de una abo- das, destruidas por el gran incendio de
minable iglesia, que tiene abierta una 1734, han sido reedificadas al estilo r u i n
puerta en un claustro ojival, desfigura- de esta época y echan á perder a l g ú n
do, raspado, blanqueado, triste y pobla- tanto el efecto general. Sin embargo, su
do de yerbas crecidas. aridez no tiene nada que contraríe abso-
San Huberto, cuyo ábside romano, or r t a m e n t e l a austeridad del viejo pala-
lado de galerías bajas repletas de arcos cio. E l obispo que gobernaba hace ciento
de bóveda, es de un órden magnífico. cinco años se opuso s á b i a m e n t e á que se
San Dionisio, curiosa iglesia del siglo las llenara de rocallas y escarolas, y se
diez, cuya alta torre es del siglo nueve. le hicieron dos fachadas peladas y po-
Esta torre conserva en su parte inferior bres, porque t a l es la ley de esta arqui-
huellas evidentes de devastación y de tectura del siglo diez y ocho; no hay
incendio. Probablemente debió ser que- t é r m i n o medio: oropeles ó desnudez; apa-
mada en 882, cuando la gran irrupción de riencia ó miseria.
los normandos: así se me figura. Los ar L a c u á d r u p l e g a l e r í a que cierra el pa-
quitectos romanos repararon y continua- tio está admirablemente conservada. Y o
ron candorosamente la torre de ladrillo la he recorrido. Nada m á s digno de es-
t o m á n d o l a t a l como el incendio la dejó tudio que los pilares sobre los cuales se
y sentando el nuevo muro sobre la vieja apoyan los declives de estas anchas oji-
piedra roida, de suerte que el perfil cor- vas rebajadas. Estos pilares son de gra-
tado de la ruina se destaca perfectamen nito gris, como todo el palacio.
te conservado del campanario t a l como A medida que se examinan una tras
hoy existe. Esta gran pieza roja que en- otra las cuatro galerías, se nota que el
vuelve el campanario, festoneado por cuerpo del pilar desaparece, tanto por
bajo como un harapo, es de u n efecto arriba como por abajo, hasta la mitad de
singular. su longitud, por una hinchazón enrique-
^_Yendo de San Dionisio á San Huberto cida de arabescos. E n toda una hilera de
por u n laberinto de antiguas calles bajas pilares, la occidental, la hinchazón es
y estrechas, adornadas a q u í y allá de re doble y el cuerpo desaparece por com-
tablos con vírgenes, encima de los cua pleto. Esto no pasa de ser un capricho
les se enlazan, como círculos concóutri flamenco del siglo diez y seis. Pero lo
eos, grandes tiras de hojalata llenas de que pone perplejo al arqueólogo es que
inscripciones devotas, he dado de manos los arabescos cincelados sobre estos grue-
á boca con una vasta y sombría muralla sos y los capiteles de estos pilares, sim-
de piedra, agujereada de anchos vanos en ple y groseramente esculpidos, cargados
forma de arcos apainelados y enriquecí j u n t o á los abacos de figuras quiméricas,
da de ese lujo de molduras que anuncia follajes imposibles, animales apocalípti-
las espaldas de u n palacio de la Edac cos, dragones alados casi egipciacos y
Media. L o primero en que he reparado geroglíficos, parecen pertenecer al arte
ha sido en una puerta oscura, por la que del siglo once; y para no suponer que
entró, h a l l á n d o m e á los pocos pasos en esos pilares cortos, rechonchos y gibosos,
un gran patio. Este patio, en el que no son de arquitectura bizantina, es preciso
EL RHIN. 621
recordar que el palacio príncipe-episco- prisionera, y los aliados entraron vence-
pal de Lieja no comenzó á levantarse dora en P a r í s el 2 de A b r i l v;
hasta 1508 por el príncipe Erardo de l a
Marck, que reinó treinta y dos años.
Este grave edificio es hoy el palacio CLAJRTA. VIII.
de Justicia. Debajo de todas las arcadas
se han instalado tiendas de baratijas y
puestos de libros. E n el patio está el lias orillas del Vesdre.—Verviers.
mercado de las legumbres, de modo que
se ven pasar los trajes negros de los El viajero apacigua una disputa sacrificándose y complaciéndose.
atareados procuradores por entre los —Paisaje del Vesdre.—Eglogas.—Los versos de Ovidio pues-
tos en escena por Dios.—Pedazos de roca que llueven.—No
grandes cestos llenos de coles rojas y vio- atraveséis los sitios en donde tienen lugar los idilios cuando
ladas. Grupos de mercaderes flamencos, en ellos se construyen caminos de hierro.—Verviers.—Los
tres barrios de Verviers.—El muchacho y la pipa.—Desgra-
alborozados ó impacientes, hablan y se ciada ciudad si las chimeneas fuman como los niños.—Lim-
querellan delante de cada pilar; voces bourg.—La aduana, la garita, la frontera.
irritadas que informan en estrados sa-
len de todas las ventanas, y en este som-
brío patio, recogido y silencioso en otro Aix-la-Chapelle, 4 de Agosto.
tiempo como un claustro, cuya forma
tiene, se cruza y se mezcla perpétua- Ayer, á las nueve de la m a ñ a n a , cuan-
mente hoy la doble é inagotable palabra do iba á salir la diligencia que recorre el
del abogado y de la comadre: la charla- espacio que media entre Lieja y A i x -
t a n e r í a y la verbosidad. a-Chapelle, un buen ciudadano valon
detenia á los t r a n s e ú n t e s con sus gritos,
Por encima de los grandes techos del n e g á n d o s e á subir al imperial, y l l a m á n -
palacio aparece una alta y maciza torre dome la atención por la e n e r g í a de su
cuadrada, de ladrillo. Esta torre, que era resistencia; este campesino auverniano
en otro tiempo la atalaya del príncipe- a ñ a d i ó "que habia pagado para estar
obispo, es ahora l a prisión de las muje- dentro del coche y no encima de él.„
res públicas; triste y íria antítesis, que el Para cortar por lo sano, me ofrecí á ocu-
ciudadano volteriano de hace treinta 3ar el asiento de este digno viajero, y
años hubiese hecho espiritualmente, y así lo hice: apaciguado todo, la diligen-
que el ciudadano utilitario y positivo del cia p a r t i ó .
dia hace bestialmente. C u á n t o me a l e g r é de cambiar! E l ca-
Saliendo del palacio por la puerta mino es alegre y encantador. Y a no es
principal, he podido contemplar la fa el Mosa lo que se vé, es el Vesdre. E l
chaia aatual, obra glacial y declamato- Mosa se pierde por Maestricht y Rure-
ria del desdichado arquitecto de 1734 monde, en Rotterdam y en la mar.
Mirándola se cree ver una tragedia de E l Vesdre es un rio-torren te que baja
Lagrange-Chaucel en m á r m o l y en pie- de Saint-Oornelis-Munster entre Aix-la-
dra. Habia en la plaza, delante de esta Chapelle y Duren, á través de Verviers
fachada, un buen hombre que quería y Chauífontaines hasta Lieja, por el valle
toda costa h a c é r m e l a admirar. Y o le m á s delicioso que hay en el mundo. E n
volví la espalda sin ninguna considera- esta estación, cuando lo abrillanta un
ción, á pesar de que me indicó que Lieja hermoso dia y un cielo azul, es algunas
se llama en holandés Luick, en a l e m á n veces un barranco, con frecuencia un jar-
Lutich y en l a t í n Leodium. din, siempre u n paraíso.
E l cuarto que habito en Lieja está L a carretera no deja un solo momento
adornado de cortinas de muselina, en el rio. Tan pronto una y otro atraviesan
las cuales hay bordados melones en vez juntamente una risueña aldea hacinada
de ramos. T a m b i é n he admirado graba- debajo de los árboles, con un puente
dos triunfantes hechos en honor de los rústico delante de cada puerta; tan pron-
aliados, figurando nuestros desastres de to en un pliegue solitario del valle pa-
1814, y h u m i l l á n d o n o s cruelmente en san rozando un viejo castillo de regi-
nuestro idioma. H é a q u í textualmente dor, con sus torres cuadradas, sus altos
l a inscripción impresa al pié de una de techos puntiagudos y su gran fachada
estas láminas: "BATALLA DE ARCIS-SÜR- horadada de algunas raras ventanas, al-
AUBE: 21 de Marzo de 1814. L a mayor tivo y modesto á la vez, como conviene á
parte de la g u a r n i c i ó n de esta plaza, un edificio que es mitad choza de cam-
compuesta de la guardia antigua (pro- pesino y mitad castillejo de señor feu-
bablemente la, vieja guardia), fué hecha dal. Más adelante el paisaje adquiere de
OBRAS D E VICTOR HUGO.

repente una voz ruidosa y agradable, y un árbol en dos, y anteayer la mujer de


al trasponer la colina, la mirada entre- un obrero que llevaba el café (no la sopa)
vé, por entre una espesa enramada de á su marido fué muerta de la misma ma-
tilos y á l a m o s , que dejan paso á los ra- nera.
yos del sol, esa casa baja y esa gruesa Esto t a m b i é n descompone un poco el
rueda negra inundada de pedrería, que idilio.
se llama un molino de agua. Verviers, ciudad insignificante, está
Entre Chauffontaines y Verviers el dividida en tres barrios, que se llaman
valle se me apareció con una dulzura la Chick-Chack, la Basse-Crotte y la Dar-
virgiliana. Hacia un tiempo admirable; danelle. A q u í he visto un chiquillo de
niños encantadores jugaban por l a are- seis años que fumaba magistralmente
na de los jardines; el viento, que agitaba su pipa, sentado en el umbral de su
las hojas de los á l a m o s blancos y los casa.
Chopos, se esparcía por el camino; her- A l verme pasar, el muchacho fumador
mosas terneras, formando grupos de tres se echó á reir, y yo deduje que le debí
ó cuatro, reposaban á la sombra, gracio- parecer un sér m u y ridículo.
samente recostadas en las verdes prade- Pasado Verviers, la carretera costea
ras. E n otra parte, lejos de las casas, sola aun el Vesdre hasta Limbourg.
en medio de u n gran prado cercado de L i m b o u r g , esa ciudad condal, á la
varas entretejidas, pacía majestuosa- cual Luis X I V encontraba ¡a corteza tan
mente una admirable vaca, digna de ser dura, es hoy una fortaleza desmantela-
guardada por Argos. E n la m o n t a ñ a so- da, pintoresco coronamiento de una co-
naba una flauta. lina.
Mercurius septem mulcet amndinibus. U n momento después el terreno se n i -
vela, la llanura se hace cada vez m á s
De vez en cuando la chimenea de una sensible, una gran puerta se abre de par
fábrica ó una larga pieza de paño puesta en par; es la Aduana, y una garita em-
á secar al sol cerca del camino, venia á badurnada de negro y blanco apare-
interrumpir estas églogas. ce: estamos ya en los dominios del rey
E l camino de hierro que atraviesa de Prusia.
toda la Bélgica desde Amberes á Lieja,
y que quiere llegar hasta Verviers, va á
agujerear estas colinas y á cortar estos CA.RTA. IX.
valles.
Ese camino, colosal empresa, h o r a d a r á
doce ó quince veces la m o n t a ñ a . A cada Aix-la-Cliapelle.—La tumba de Cario*
paso se encuentran desmontes, terraple- Magno.
nes, puentes y viaductos bosquejados; en
otros puntos, á la raiz de una inmensa Todo lo que es Aix-la-Chapelle.—Garlo-Magno ha nacido y
muerto allí.—La Capilla.—Arquitectura de la fachada, á la
pared de roca viva, se vé un pequeño cual el autor mezcla un paréntesis.—Leyenda del diablo, que
hormiguero negro ocupado en practicar es menos estúpido que los hijos del pais^ y del monje que
u n pequeño agujero. Estas hormigas ha- tiene más ingenio que el diablo.—El paréntesis se cierra y Ja
capilla se vuelve á abrir.—Aspecto de la iglesia.—Conjunto.
cen una obra de gigantes. —Detalle.—La tumba de Carlo-iViagno.—El autor se mofa
del sistema decimal.—Todo lo que hay en el armario.—Des-
A intervalos, en los sitios donde estos vanecimiento y admiración.—Dónde están las tres coronas de
agujeros son ya anchos y profundos, sa- Cario- Maguo.—Otros armarios.—Otros tesoros.—El púlpitOi
len de improviso un aliento espeso y un —El coro.—El órgano.—El águila de Otón 11L—El corazón
ruido ronco. Diríase que la m o n t a ñ a de M. Antonio Berdolet.—Destino de lus sarcófagos.—Los
emperadores no guardan nada, ni aun una tumba.—Carlo-
quebrantada grita por esa boca abierta. Magno toma su sarcófago á Augusto.—Barbaroja toma su si-
Es la mina que salta en la galería. E n lla á Carlo-Magno.—El Hochmunster.—El sillón de mármol.
—Cómo estaba Carlo-Alagno en el sepulcro.—Proclamación
ciertos momentos la diligencia se detie- de Barbaroja.—Muerte de Barbaroja.—Rumores que corren
ne bruscamente, los obreros que cavan acerca de él hace seiscientos años.—El autor rehace la tumba
en un desmonte próximo huyen en todas de Carlo-Magno.—Visita del emperador en 1804.—Napoleón
delante del sillón de Carlo-Magno.—Visita de los emperado-
direcciones; estalla un trueno repetido res y de los reyes aliados en 1814.—Asimilaciones.—De
por el eco imponente de la colina, y pe- quién ha recibido el autor todos estos detalles.—El zapador
del 36.° regimiento.—Los gatos monjes.—No os burléis de
dazos de roca salen expelidos de u n rin- los nombres populares antes de háber examinado los nombres
cón del paisaje y van á salpicar por to- aristocráticos.—La Casa del Ayuntamiento.—La torre deGra-
das partes la llanura. Es la mina que nus.—Desvarío crepuscular.
salta al aire libre. Durante esta parada,
los viajeros se dan cuenta unos á otros
de que ayer uno de los bloques que se Aix-la-Chapelle, 6 de Agosto.
desprendió m a t ó á u n hombre y dividió Aix-la-Chapelle es para el enfermo
EL RHIN. 623
una fuente mineral, caliente, fria, ferru- locada sobre un pilar de granito, y al
ginosa, sulfurosa; para el aficionado á otro lado, en otro pilar, hay una loba de
viajar, un pais de regatas y conciertos; bronce, igualmente antigua y romana,
para el peregrino, la urna de las gran- casi vuelta h á c i a el público, con la boca
des reliquias, que se vé cada siete años, y entreabierta y los dientes cerrados.
en la cual hay ropas de la Virgen, san- P e r m í t e m e , amigo mió, que abra a q u í
gre del Niño J e s ú s y el mantel en que un paréntesis. Esa piña tiene su signifi-
fué decapitado San Juan Bautista; para cación, como asimismo esa loba ó lobo,
el anticuario-cronista, u n noble monas- pues no he podido reconocer con claridad
terio de monjas, cuya abadesa es inme- el sexo de ese animal de bronce. Véase,
diata heredera del convento de monjes referente á este asunto, lo que cuentan
levantado por San Gregorio, hijo de N i - aun las viejas hilanderas del pais:
céforo, emperador de Oriente; para el Hace mucho tiempo, pero mucho tiem-
aficionado á la caza, el antiguo valle de po, que los habitantes de Aix-la-Chape-
los Javalíes, Forcetum que se ha conver Ile quisieron construir una iglesia. Cada
tido en Borcette; para el industrial, un cual dió lo que pudo, y comenzaron los
manantial de agua que sirve para quitar trabajos. Se echaron los cimientos, se
manchas y lavar la lana; para el comer levantaron las paredes, se bosquejó la
ciante, una fábrica de p a ñ o s y casimires, armadura, y por espacio de seis meses
de agujas y alfileres; para el que no es co aquello fué u n alboroto ensordecedor de
merciante, n i industrial, n i cazador, n i sierras, martillos y hachas. A l cabo de
anticuario, n i peregrino, n i aficionado á seis meses faltó el dinero. Se hizo u n lla-
viajar, n i enfermo, es la ciudad de Cario mamiento á los peregrinos y se puso un
Magno. cepillo de estaño á la puerta de la igle-
Carlo-Magno, en efecto, nació y murió sia; pero esto apenas produjo nada. E n
en Aix-la-Chapelle. Nació en el viejo pa tal situación, q u é hacer?
lacio semi-romano de los reyes francos E l Senado se reunió, buscó, h a b l ó ,
del que no se conserva m á s que la torre aconsejó y consultó.
de G-ranus, enclavada hoy en la Casa del Los obreros se negaban á trabajar, y
Ayuntamiento. F u é enterrado en la igle- la yerba, y el espino, la yedra y todas
sia que fundó dos años después de la las insolentes plantas de las ruinas se
muerte de su mujer Fastrada, en 796, enseñoreaban ya de las piedras nuevas
que el Papa L e ó n I I I bendijo en 804, del edificio abandonado.
para cuya consagración, dice la tradi- Se debía dejar así la iglesia?
ción, dos obispos de Tongres, muertos y E l magnífico Senado de los burgo-
sepultados en Maestricht, salieron de sus maestres estaba consternado.
sepulcros á fin de completar en esta ce- Estando deliberando,entró u n quídam,
remonia los trescientos sesenta y cinco un extranjero, u n desconocido de alta
arzobispos y obispos representando los estatura y buen aspecto.
dias del a ñ o . —Buenos dias, ciudadanos. ¿De q u é se
Esta histórica y fabulosa iglesia, que trata? Estáis azorados. ¿El estado de
dió su nombre á la ciudad, ha sufrido, vuestra iglesia os oprime el corazón?
desde hace m i l a ñ o s , muchas transfor- No sabéis cómo acabarla? ¿Dicen que
maciones. os falta dinero?
Apenas llegado á A i x , fui á visitar la — T r a n s e ú n t e , dijo el Senado, lléveos
Capilla. el diablo. Necesitamos u n millón de oro.
Si se empieza á examinar la iglesia —Hélo aquí, dijo el hidalgo.
por la fachada, hé a q u í cómo se presenta: Y abriendo una ventana, mostró á los
U n frontispicio del tiempo de Luis X V , burgomaestres u n gran carro parado en
de granito gris azul, con puertas de bron la plaza á la puerta de la Casa de la Ciu-
ce del siglo octavo, pegado á una muralla dad. Este carro iba tirado por diez yun-
carlovingia, que domina u n piso de es- tas de bueyes y guardado por veinte ne-
paciosos arcos de bóveda romanos. Por gros armados hasta los dientes.
encima de las archivoltas, un precioso Uno de los burgomaestres bajó con el
piso gótico ricamente cincelado, donde hidalgo y cogió al azar uno de los sacos
se reconoce la ojiva severa del siglo ca de que estaba cargado el carro, hecho lo
torce; y por coronamiento, una innoble cual volvieron á subir el extranjero y el
m a m p o s t e r í a de ladrillo con techo de burgomaestre. Vaciaron el saco ante el
pizarra, que t e n d r á una veintena de Senado, y en efecto, estaba lleno de oro.
años. A la derecha del frontispicio, una E l Senado abrió tanto ojo, y dijo al
gruesa p i ñ a de bronce romano está co- ! extranjero:
OBRAS D E VICTOR HUGO.

•—Quién sois, caballero? Después de todo, pensaron los burgo-


—Señores mios, yo soy el que tieue el maestres que se podían dar con un can-
dinero. Qué queréis más? Habito en el no en los pechos al contentarse con un
bosque Negro, cerca del lago de Wildsée alma sola, cuando, bien mirado, podría
y no lejos de las ruinas de Heidenstadt, "levarse todas las de la ciudad.
la ciudad de los paganos. Poseo minas E l negocio se dió por ultimado y el
de oro y de plata, y de noche remuevo millón entró en caja. U r i a n desapareció
con mis manos montones de carbúnculos. 3or una trampa, de la que salió una lia-
Pero, sin embargo, mis gustos son tan mita azul, como es de rigor, y dos años
simples, que me fastidio con facilidad, se después la iglesia estaba construida.
apodera de m i espíritu una e x t r a ñ a me- I n ú t i l es decir que todos los senadores
lancolía, y paso mis dias viendo j u g a r uraron no contar el hecho á nadie, ó
bajo la transparencia del lago el moline- inútil es t a m b i é n decir que todos ellos,
te y el tritón de agua, y viendo lanzarse aquella misma noche, lo contaron á sus
entre las rocas al polygonum amphibium. mujeres. Esto es una ley, una ley que
Con esto doy por contestadas las pregun- os senadores no han hecho; pero que, no
tas y cuentos de viejas que se puedan obstante, observan. Ahora bien; cuando
suponer. He desatado m i cinturon; apro- se terminó la iglesia, como toda la ciu-
vechaos, pues, de la ocasión. A q u í está dad, gracias á las mujeres de los senado-
vuestro millón de oro; lo queréis? res, sabia el secreto del Senado, nadie
—Vive Dios! sí, dijo el Senado. De quería entrar en ella.
esta manera acabaremos nuestra iglesia Nuevo inconveniente, no menos gran-
—Pues bien, tomadlo; pero con una de que el primero. L a iglesia estaba
condición. construida, pero nadie quería poner el
— C u á l , caballero? pió en ella; la iglesia estaba acabada, y
—Acabad vuestra iglesia, ciudadanos; sin embargo, estaba vacía. ¿De q u é sirve
tomad todo ese dinero; pero prometedme una iglesia vacía?
en cambio la primer alma, sea la que E l Senado se reunió, pero no se le ocur-
fuere, que e n t r a r á en vuestra iglesia y rió nada.
p a s a r á el umbral de la puerta el dia en Se llamó al obispo de Tongres, y le su-
que el repique de las campanas anuncie cedió lo mismo.
su i n a u g u r a c i ó n . Fueron llamados los canónigos del Ca-
—Sois el diablo? exclamó el Senado. pítulo, y les aconteció otro tanto.
—Sois unos imbéciles, contestó U r i a n . Llamaron á los monjes del convento.
Los burgomaestres, sobresaltados y —Por Dios! dijo un monje; es preciso
aterrorizados, hicieron la señal de l a cruz convenir, señores mios, en que os paráis
pero como U r i a n era un buen diablo y en bien poca cosa. Vosotros debéis á
al mismo tiempo que se reia á carcajada U r i a n la primera alma que e n t r a r á por
tendida hacia sonar su oro nuevecito, se la puerta de la iglesia, pero no habéis
tranquilizaron y entraron en negocia- estipulado q u é clase de alma ha de ser.
ciones. U r i a n es un estúpido, yo os lo digo. Se-
E l diablo tiene mucha chispa; por esta ñores, después de una batida porfiada,
razón es el diablo. esta m a ñ a n a se ha cogido vivo un lobo
—Después de todo, decia él, yo soy en el valle de Borcette. Haced entrar el
quien pierde en el cambio. Vosotros ten- lobo en l a iglesia, U r i a n se debe dar por
dréis vuestro millón y vuestra iglesia contento con él. A l fin y al cabo es un
Y o no t e n d r é m á s que un alma. ¿Y q u é alma de lobo, y él se d á por satisfecho
alma? L a primera que llegue. U n alma con un alma cualquiera.
de chiripa. L a de a l g ú n picaron hipócri —Bravo! dijo el Senado. H é a q u í u n
ta que q u e r r á hacerse el devoto y entrar monje de chispa.
el primero para hacer público su falso A l dia siguiente, las campanas voltea-
celo. Ciudadanos amigos, vuestra iglesia ron al alba.
se anuncia con buenos auspicios. E l pía —Cómo! dijeron los habitantes de la
no me gusta. E l edificio creo que será ciudad; es hoy la dedicación de la igle-
bueno. Veo con placer que vuestro ar sia. ¿Y quién se atreverá á entrar el pri-
quitecto prefiere la pechina de Montpe mero? No seré yo.
llier. Cómo se l l a m a vuestro arquitecto? — N i yo.
Vamos, es preciso terminar la iglesia •—Ni yo.
Compañeros, el millón para vosotros, e — N i yo.
alma para mí. E s t á dicho? Y se dirigieron á ella tumultuosa-
Así hablaba U r i a n . mente ,
EL RHIN. 625
E l Senado y el C a p í t u l o estaban colo- forman la Capilla de A i x . E l arquitecto
cados frente por frente de la fachada. De de 1353 quería absorber en su prodigiosa
golpe se mostró el lobo encerrado en una Capilla la iglesia de Carlo-Magno, de-
jaula, y á una señal dada se abrieron á vastada en 882 por los normandos, y la
la vez las puertas de la j a u l a y las puer- c ú p u l a de Otón I I I , incendiada en 1236.
tas de la iglesia. E l lobo, espantado por U n sistema de capillas bajas, unidas á
la m u l t i t u d , vió la iglesia desierta y se la base de la gran capilla central, debia,
metió en ella. U r i a n esperaba con la j u n t o al frontispicio, envolver todo el
boca abierta y los ojos voluptuosamente edificio en sus articulaciones. Dos de
cerrados. Juzgad de su rabia cuando vió estas capillas, que aun subsisten, y que
que se le abalanzaba u n lobo. L a n z ó un son admirables, ya estaban construidas
rugido feroz y voló a l g ú n tiempo por los cuando ocurrió el incendio de 1366. Esta
altos arcos de la iglesia, produciendo el poderosa vegetación arquitectural se de-
ruido de una tempestad. Luego, ciego tuvo allí. Y ¡cosa e x t r a ñ a ! los siglos quin-
de cólera, salió, y al salir dió en la puer- ce y diez y seis no hicieron nada por esta
ta grande de bronce tan furioso punta- iglesia. E n cambio los siglos diez y ocho
pió, que se partió la puerta de arriba y diez y nueve la han mimado.
abajo. Hoy aun se muestra esta raja. Sin embargo, forzoso es decirlo, con-
Por esto, a ñ a d e n las viejas crédulas, siderada en globo, y t a l como es, la
que á la izquierda de la puerta de la Capilla de A i x tiene conj unto y gran-
iglesia se ha colocado la e s t á t u a del lobo deza. Después de algunos instantes de
en bronce, y á la derecha una p i ñ a que contemplación, se desprende una ma-
figura su pobre alma, tan e s t ú p i d a m e n t e jestad singular de este edificio extraor-
machacada por U r i a n . dinario, que ha quedado sin concluir,
Ahora dejo la leyenda y vuelvo á la como la obra del mismo Carlo-Magno, y
iglesia. Sin embargo, debo decir que he que está formado de arquitecturas que
buscado en la puerta la famosa grieta pertenecen á todos los estilos, como su
hecha por el t a l ó n del diablo y no la he imperio estaba compuesto de naciones
encontrado. Esto dicho, cierro el p a r é n - que hablaban todas las lenguas.
tesis. Bien mirado, para el pensador que lo
Cuando se empieza á examinar la Ca- contempla por fuera hay una a r m o n í a
pilla por el frontispicio, se ven mezcla- e x t r a ñ a y profunda entre ese grande
dos y sobrepuestos en la fachada todos hombre y esa gran tumba.
los estilos y órdenes de arquitectura, sin Yo estaba impaciente por entrar.
afinidad, sin precisión, sin órden, y por Después de haber franqueado la bóve-
consecuencia sin grandeza. da del pórtico y dejado a t r á s las anti-
Si se examina la Capilla por la cabe- guas puertas de bronce, adornadas de
cera, el efecto es distinto. E l alto ábsi- una cabeza de león en su centro y corta-
de del siglo catorce se te aparece en das á escuadra para adaptarse á los ar-
toda su audacia y en toda su belleza con quitrabes, lo que de pronto ha herido m i
el á n g u l o sobresaliente de su techo, el vista ha sido una rotonda blanca de dos
rico trabajo de sus balaustradas, la va- pisos iluminada por arriba, en la cual
riedad de sus g á r g o l a s , el sombrío color se desplegan por todos lados los vistosos
de su piedra y la transparencia vidriosa caprichos de la arquitectura de rocalla y
de sus inmensas lancetas, al pió de las escarola. Luego apercibí al bajar mis
cuales parecen imperceptibles las casas ojos hasta el suelo, en medio del pavi-
de dos pisos refugiadas entre los apoyos mento de esta rotonda, á la p á l i d a luz
de la pared. que dejaban verter los vidrios blancos,
A u n allí, no obstante el aspecto de la una gran l á p i d a de m á r m o l negro, gas-
iglesia, por imponente que sea, es híbri- tada por las pisadas de los que entran y
do y discordante. Entre el ábside y el salen, con esta inscripción en letras de
frontispicio, en una especie de hoyo don- cobre:
de se hunden todas las líneas del edificio, CAROLO MAGNO.
se oculta, ligada apenas á la fachada por
u n precioso puente esculpido del siglo Nada m á s chocante y descarado que
catorce, la c ú p u l a bizantina de frontis esa capilla estrambótica ostentando sus
triangular que Otón I I I hizo construir gracias de cortesana alrededor de ese
en el siglo décimo encima de la tumba gran nombre carlovingio. Angeles que
n á s m a de Carlo-Magno. parecen amores, palmas que parecen plu-
Esa fachada ensamblada, esa c ú p u l a meros, guirnaldas de flores y lazos de
escondida, ese ábside partido es lo que cinta; esto es lo que el gusto Pompadour
TOMO I V . 79
626 OBRAS D E VICTOR HUGO.

ha puesto bajo la c ú p u l a de Otón I I I y Una cosa que admira es el grandor


sobre la tumba de Garlo-Magno. material de ese cráneo y de ese brazo;
L a única cosa que es digna del hom- grandia ossa. E n efecto, Garlo-Magno era
bre y del lugar en esta indecente capi- uno de esos m u y raros grandes hombres
lla es una inmensa l á m p a r a circular de que son t a m b i é n hombres grandes. E l
cuarenta y ocho mecheros y cerca "de hijo de Pipino el Breve era coloso por el
doce pies de diámetro, dada en el siglo cuerpo como por la inteligencia. Tenia de
doce por Barbaroj a a Garlo-Magno. altura siete veces lo largo de su pió, el
Esta l á m p a r a , que es de cobre y plata cual se convirtió en medida. Ese pié de
dorada, tiene la forma de una corona rey, ese pié de Garlo-Magno, es el que
imperial; está suspendida de la bóveda, acabamos de reemplazar con l a mayor
encima de la lápida de m á r m o l negro, frescura por el metro, sacrificando así de
por una gruesa cadena de hierro de no- un solo golpe la historia, la poesía y la
venta piés de largo. lengua á yo no sé q u é invención, sin la
L a l á p i d a negra tiene cerca de nueve cual se habia pasado el género humano
pies de largo por siete de ancho. seis m i l años, y que se l l a m a el sistema
No obstante, es evidente que Garlo- decimal.
Magno tenia en este mismo lugar otro E l acto de abrir este armario causa una
monumento. Nada anuncia que l a losa especie de desvanecimiento; tan resplan-
negra, orlada con un filete delgado de deciente está de alhajas. Las hojas están
cobre y cercada de u n canto de m á r m o l cubiertas por el interior de pinturas so-
blanco, sea antigua. E n cuanto á las bre fondo de oro, entre las cuales he
letras GAROLO MAGNO, no tienen m á s de notado ocho admirables tableros que
cien años. evidentemente son de Alberto Durero.
Garlo-Magno no está debajo de esta A d e m á s del cráneo y el brazo, el arma-
piedra. E n 1166, Federico Barbaroj a, al rio contiene: la bocina de Garlo-Magno,
cual se debe esta lámpara-corona, y la enorme diente de elefante, calada y
que, por magnífica que sea, no le exime esculpida curiosamente hasta el extremo
del sacrilegio, hizo desenterrar al gran grueso; l a cruz de Garlo-Magno, joya
emperador. L a iglesia cogió el esqueleto donde está engastado un pedazo de la
imperial y lo destrozó como santo, para verdadera cruz y que el emperador lle-
hacer de cada hueso una reliquia. E n l a vaba al cuello en su tumba; u n precioso
sacristía vecina, u n vicario enseña á los v i r i l del Renacimiento dado por Gar-
que van á visitarlo^ y yo lo he visto por los V , y estropeado en el siglo ú l t i m o
tres francos setenta y cinco céntimos, por haberlo recargado de adornos sin
que es el precio fijo, el brazo de Garlo- gusto; las catorce hojas de oro cubiertas
Magno, ese brazo que ha sostenido la de esculturas bizantinas que embelle-
bola del mundo, venerable hueso que cían el sillón de m á r m o l del gran empe-
lleva sobre sus tegumentos disecados rador; u n v i r i l regalado por Felipe I I ,
esta inscripción escrita, en cambio de al- que reproduce el perfil de la catedral de
gunas monedas de cobre, por u n copista Milán; la cuerda con que fué ligado Je-
del siglo doce: Brachium sancti Garoli Mag sucristo durante l a flagelación; u n pe-
n i . A d e m á s del brazo v i el cráneo, ese dazo de l a esponja empapada de hiél
cráneo que ha sido el molde de toda una con que se le humedeció los labios en la
Europa nueva, y en el cual d á hoy papi cruz, y en fin, el c í n g u l o de l a Santísi-
retazos u n bedel. ma V i r g e n hecho de punto y el ceñidor
Estas cosas están encerradas en un ar de Jesucristo hecho de piel. Esta t i r i l l a
mario. de cuero, torcida y trenzada como un
U n armario de madera pintado de co látigo de colegial, ha sido poseída por
lor gris con filetes de oro, adornado de tres emperadores: Gonstantino, el cual
u n remate de algunos de esos ángeles pa la llevó encima de su sigillum, que existe
recidos á amores de que hablaba ahora aun y que yo he visto; luego cayó en po-
mismo, es hoy la tumba de ese Carlos der de Aarum-al-Raschild, y éste se la
que resplandece hasta nosotros á través dió á Garlo-Magno.
de diez siglos, y que no salió de este m u n Todos estos objetos venerables están
do sino después de haber envuelto su encerrados en centelleantes relicarios gó-
nombre, por una doble inmortalidad, de ticos y bizantinos, que forman otras tan-
esas dos palabras, sanctus, mag ñus, santo tas capillas, chapiteles y catedrales m i -
y grande, los dos epítetos m á s augustos croscópicas de oro macizo, en las cuales
con que el cielo y la tierra pueden coro los zafiros, las esmeraldas y los diaman-
nar una cabeza humana. tes ocupan el lugar de vidrios.
EL RHIN. 627
En medio de estas innumerables joyas, y se te aparece s ú b i t a m e n t e como una
amontonadas en las dos divisiones del espléndida torre de plata sobredorada.
armario, se elevan, como dos m o n t a ñ a s s un púlpito prodigio d é l a cinceladura
de oro y de pedrerías, dos grandes urnas y de la p l a t e r í a del siglo undécimo, dado
de u n valor inmenso y de una belleza 3or Enrique I I á la Capilla. Marfiles
milagrosa. L a primera, la m á s antigua, bizantinos perfectamente ahuecados, una
que es bizantina, rodeada de nichos, copa de cristal de roca con su plati-
donde están sentados, con la corona en llo, un ónix monstruoso de nueve pulga-
la cabeza, diez y seis emperadores, con- das de largo; están incrustados en esa
tiene el resto de los huesos de Garlo-Mag- coraza de oro que rodea al sacerdote, que
no y no se abre j a m á s . L a segunda, que labia en nombre de Dios, y en la que
es del siglo duodécimo, y que Fede- 'a l á m i n a anterior representa á Carlo-
rico Barbaroja dió á l a iglesia, encierra Magno llevando la Capilla de A i x en su
las famosas grandes reliquias de las que brazo.
ya te he hablado al principio de esta Este púlpito está colocado en el án-
carta, y no se abre m á s que de siete en gulo del coro, que ocupa el maravilloso
siete años. E l acto de abrir una sola vez ábside de 1353. Todos los vidrios de co-
esta urna, que tuvo lugar en 1490, atrajo or han desaparecido. Las lancetas son
ciento cuarenta y dos m i l peregrinos, y blancas de arriba á bajo. L a rica tumba
produjo en quince dias ochenta m i l flo- de Otón I I I , fundador de la iglesia, des-
rines de oro. truida en 1794, ha sido reemplazada por
Esta urna solo tiene una llave. Esta una piedra lisa que marca el sitio que
llave está quebrada en dos pedazos, que ocupó á l a entrada del coro. U n ó r g a n o
guarda el uno el Capítulo y el otro el dado por la emperatriz Josefina, coloca-
magistrado de l a ciudad. E n casos ex- do j u n t o á la admirable bóveda del siglo
traordinarios se abre alguna que otra catorce, denuncia el m a l estilo de 1804.
vez, pero es ú n i c a m e n t e para las testas Bóveda, pilares, chapiteles, columnitas,
coronadas. E l rey actual de Prusia, estátuas, todo el coro está revocado.
siendo todavía príncipe real, pidió que E n medio de este ábside deshonrado
la abriesen y le fué negada la preten- se extremece despavorida, con el pico
sión. abierto, el ojo irritado y las alas medio
E n u n armario p e q u e ñ o , colocado al desplegadas, el á g u i l a de bronce de
lado del grande, v i la copia exacta en Otón I I I , transformada en facistol é i n -
plata sobredorada de la corona g e r m á dignada de llevar el misal del canto
nica de Cario-Magno. L a corona g e r m á llano, ella que tuvo el globo del mundo
nica cariovingia, con una cruz sobrepues- á sus piés.
ta, cargada de pedrerías y camafeos, está Por este motivo se debió haber respe-
formada solamente de un círculo ador tado esa á g u i l a . Cuando Napoleón visitó
nado con florones que rodea la cabeza y la Capilla, se a ñ a d i ó al mundo que lle-
de un semicírculo soldado de la frente á vaba entre su garras el á g u i l a de Otón
la nuca, con una ligera inflexión que el rayo, que aun he visto hoy fijado á ios
i m i t a el perfil del asta ducal de Vene- dos lados del globo imperial.
cia. Hoy, de las tres coronas que ha lle- E l suizo destornilla esta centella á pe-
vado Carlo-Magno hace diez siglos como tición de los curiosos.
emperador de Alemania, como rey de Sobre la espalda de esta á g u i l a , el es-*
Francia y como rey de los lombardos, cultor del siglo diez, como por un triste
la primera, la corona imperial, está en é irónico presentimiento, habia desple-
Venecia; la segunda, la corona de Fran gado u n m u r c i é l a g o de bronce con faz
cia, está en Reims, y la tercera, l a corona humana, que está allí como clavado, y
de hierro, está en Milán (1). sobre el cual descansa ahora el misal del
A l salir de l a sacristía, el bedel me facistol.
confió al suizo, que echó á andar delante A la derecha del altar está sellado el
de m í recorriendo la iglesia y abriendo corazón de M . Antonio Berdolet, prime-
de vez en cuando imponentes armarios, ro y ú l t i m o obispo de Aix-la-Chapelle.
detrás de los cuales brillaban de pronto Esta iglesia no ha tenido nunca m á s que
magnificencias. un solo obispo, el que Bonaparte nom-
E l púlpito, que tiene todo el aspecto bró, y que su epitafio califica de primus
de un púlpito de pueblo, se desembaraza Aquisgranensis episcopus. Actualmente,
de su horrible crisálida de madera rojiza como en otro tiempo, l a Capilla está ad-
ministrada por u n Capítulo, que preside
(1) En Monza, cerca de Milán. un decano con el título de pavorde.
628 OBRAS D E VICTOR HUGO.

E n una sala sombría de la Capilla el de los cuales dos son de granito y cuatro
suizo me ha abierto otro armario. Allí de m á r m o l blanco.
está el sarcófago de Carlo-Magno. Es Sobre este sillón, revestido de catorce
una magnífica tumba romana de már- planchas bizantinas, encima de un es-
m o l blanco, que tiene esculpido, en la trado de piedra, al cual se llega por me-
cara anterior, por un cincel magistral, el dio de cuatro gradas de m á r m o l blanco,
robo de Proserpina. Y o he contemplado con la corona en la cabeza, el globo en
largo rato este bajo-relieve, que tiene dos una mano y el cetro en la otra, la espa-
m i l años. A l extremo de la composi- da g e r m á n i c a al lado, el manto del i m -
ción, cuatro caballos frenéticos, á la vez perio á la espalda, la cruz de Jesucristo
infernales y divinos, conducidos por al cuello, los piés clavados en el sarcófa-
Mercurio, arrastran hácia u n remolino go de Augusto, el emperador Carlo-
entreabierto en el plinto un carro, en el Magno está sentado en su tumba. E l
cual grita, lucha y se retuerce con deses- quedó en esta sombra, en este trono y en
peración Proserpina, asida por P l u t o n . esta ciudad por espacio de trescientos
L a mano robusta del dios oprime la cincuenta y dos años, desde 814 á 1166.
garganta medio desnuda de la jóven, que E n 1166 fué cuando Federico Barba-
se cae hácia atrás y cuya cabeza desme- roja, queriendo tener un sillón para su
lenada se encuentra con l a figura recta coronación, penetró en esa tumba, cuya
é impasible de Minerva, cubierta con el forma monumental no ha conservado
casco. P l u t o n se lleva á Proserpina, á la ninguna tradición, y á la cual pertene-
que Minerva, la consejera, habla en voz cen las dos santas puertas de bronce
baja al oido. E l A m o r , sonriendo, está adaptadas hoy á la fachada. Barbaroja
sentado en el carro, entre las piernas co- era á la vez un príncipe ilustre y un va-
losales de Pluton. D e t r á s de Proserpina liente caballero. Momento e x t r a ñ o y
se agita, con las líneas m á s atrevidas y formidable debió ser aquel en que este
esculturales, el grupo de ninfas y de fu- hombre coronado se encontró frente á
rias. Las c o m p a ñ e r a s de Proserpina se frente con ese cadáver igualmente coro-
esfuerzan por detener u n carro tirado nado; el uno con toda la majestad del
por dos dragones alados é ignívomos, que imperio, el otro con toda la majestad de
está allí como u n coche de comitiva. Una la muerte. E l soldado venció á la som-
de las jóvenes diosas, que ha agarrado bra, el vivo desposeyó al muerto. L a Ca-
osadamente un d r a g ó n por las alas, le pilla g u a r d ó el esqueleto, Barbaroja se
hace lanzar gritos de dolor. Este bajo- apoderó del sillón de m á r m o l , y de esta
relieve es un poema, es la escultura vio- silla, donde habia estado sentada la nada
lenta, vigorosa, exorbitante, soberbia, un de Carlo-Magno, hizo el trono donde ha
poco enfática, como la hacia la Roma venido á sentarse durante cuatro siglos
pagana, como la hubiese hecho Ru- la grandeza de los emperadores.
bens. E n efecto, treinta y seis emperadores,
Esta tumba, antea de ser el sarcófago comprendido entre ellos Barbaroja, han
de Carlo-Magno, se dice que habia sido sido consagrados y coronados en ese si-
el sarcófago de Augusto. llón en el Hochmunster de Aix-la-Cha-
E n fin, por otra escalera estrecha y pelle. Fernando I fué el último, Cárlos V
sombría, que han subido, desde hace seis el p e n ú l t i m o .
siglos, tantos reyes, emperadores y viaje- Después l a coronación de los empera-
ros ilustres, m i guia me ha conducido dores de Alemania se ha hecho en Franc-
hasta la g a l e r í a que forma el primer piso fort.
de la rotonda y que se llama el Hoch- Y o no podia separarme del lado de ese
munster. sillón tan sencillo y tan grande. Con-
Allí, debajo de una cubierta de made- templaba los cuatro peldaños de már-
ra que hay medio corrida y que nunca mol levemente gastados por el talón de
se descorre enteramente m á s que para esos treinta y seis Césares, que hablan
los visitadores coronados, he visto el si- visto encenderse allí su ilustre resplandor
llón de piedra de Carlo-Magno. Este y á su vez apagarse. Ideas y recuerdos
sillón, bajo, ancho, de respaldo redondo, innumerables a c u d í a n á m i espíritu. Re-
formado de cuatro hojas de m á r m o l cordaba que el violador de ese sepulcro,
blanco, desnudas y sin esculturas, unidas Federico Barbaroja, cuando envejeció,
por ganchos de hierro, teniendo por quiso cruzarse por segunda ó tercera
asiento una tabla de encina cubierta por vez, y fué á Oriente. E n el camino, u n
un cojin de terciopelo rojo, está coloca- dia encontró un hermoso rio. Ese rio
do en una altura que tiene seis peldaños, era el Cydnus. Estaba acalorado y tuvo
EL RHIN. 629
el caprichó de b a ñ a r s e . E l hombre que en efecto uno de esos séres completos que
habia profanado á Cario-Magno pudo ol- miran la humanidad por las cuatro fa-
vidarde de Alejandro. E n t r ó en el rio y ses. Para la historia es un gran hombre
el agua glacial le e m b a r g ó los senti- como Augusto y Sesostris; para la fábu-
dos. Alejandro, jóven, estuvo á punto la es un p a l a d í n como Rolando y un m á -
de morir en él; Barbaroia, vieio, murió gico como Merlin; para la Iglesia es un
allí (1). ' J • J ' santo como Grerónimo y Pedro; para la
U n dia, y no dudo que llegue, se le filosofía es la misma civilización que se
ocurrirá á a l g ú n rey ó emperador un personifica, que se hace gigante cada m i l
pensamiento piadoso y santo. Se sacará años para atravesar a l g ú n profundo
á Carlo-Magno del armario donde le han abismo, las guerras civiles, la barbarie,
metido los sacristanes y se le volverá á las revoluciones, y que se llama entonces
colocar en su tumba. Se r e u n i r á religio- tan pronto César, como Carlo-Magno,
samente todo lo que quede de ese gran como Napoleón.
esqueleto. Se le volverá su bóveda bizan- E n 1804, en el momento en que Bo-
tina, sus puertas de bronce, su sarcófago íl a parte se convertía en Napoleón, visitó
romano, su sillón de m á r m o l levantado Aix-la-Chapelle. Josefina, que le acom-
sobre el estrado de piedra y adornado de pañaba, tuvo el capricho de sentarse en
catorce planchas de oro. Descansará la el sillón de m á r m o l . E l emperador, que
diadema cariovingia en su cráneo, la por respeto se habia puesto su gran uni-
bola del imperio en su brazo y el manto forme, dejó hacer esta tontería. E l quedó
de p a ñ o de oro en sus huesos. E l á g u i l a inmóvil, de pió, silencioso y descubierto
de bronce irá á ocupar altivamente su ante el sillón de Carlo-Magno.
sitio á los pies de ese señor del mundo. Notable coincidencia y que se me
Se p o n d r á n alrededor del estrado todas ocurre al paso: en 814 Carlo-Magno m u -
las cajas que contengan objetos de pla- rió. M i l años después, y casi hora por
ta y de diamantes, como si fuesen los hora, en 1814, Napoleón cayó.
muebles y los cofres de esta ú l t i m a c á - En este mismo a ñ o fatal, 1814, los so-
mara real; y entonces (puesto que la beranos aliados hicieron su visita á l a
Iglesia quiere que se pueda contemplar sombra del gran Cárlos. Alejandro de
á sus santos bajo la forma que les ha Rusia, como Napoleón, llevaba su gran
dado la muerte), por alguna ventanilla uniforme; Federico Guillermo de Prusia
estrecha tallada en el espesor del muro y el capote y el ligero casco de diario;
cruzada de barras de hierro, á la luz de Francisco de Austria redingot y sombre-
alguna l á m p a r a suspendida en la bóve- ro redondo. E l rey de Prusia subió dos
da del sepulcro, el que vaya á visitarlo de las gradas de m á r m o l y se hizo expli-
podrá ver arrodillado en lo alto de estas car por el pavorde del Capítulo los deta-
cuatro gradas blancas, que no pisará lles del coronamiento de los emperadores
n i n g ú n pió humano, sobre el sillón de de Alemania. Los dos emperadores guar-
m á r m o l escamado de oro, con la corona daron silencio.
en la frente y el globo en la mano, res- Hoy Napoleón, Josefina, Alejandro,
plandecer vagamente en las tinieblas ese Federico Gruillermo y Francisco han
fantasma imperial que se ha llamado muerto.
Carlo-Magno. M i guia, que me daba todos estos de-
Esto será una grande aparición para talles, es un antiguo soldado francés de
cualquiera que se atreva á aventurar su Austerlitz y de Jena, establecido desde
mirada en esa bóveda mortuoria, y todos entonces en A i x - l a C tía peí le, y converti-
s a c a r á n de esa tumba un gran pensa- do en prusiano por la gracia del Congre-
miento. Se irá allí de las extremidades de so de 1815. A l presente lleva el t a h a l í y
la alabarda delante del Capítulo en las
la tierra, y los pensadores de todas clases
ceremonias. Y o admiró á la Providencia,
irán t a m b i é n . Cárlos, hijo de Pipino, es
que se manifiesta en las cosas m á s pe-
queñas. Este hombre, que dirige l a
(1) El hecho ha sido referido por los historiadores de varios palabra á los que van á visitar á Carlo-
modos. Según otros cronistas, queriendo atravesar el Cydrms ó
el Cyrocadnus á viva fuerza el ilustre emperador Federico I I , le
Magno, está saturado del espíritu de
alcanzó una'flecha sarracena en medio del rio y se ahogó en Napoleón. De a q u í que, sin darse cuenta
él. Según las leyendas no se ahogó, desapareció de allí; fué él mismo, yo encuentro no sé q u é gran-
salvado por los pastores, al decir de unos; por genios, al decir
de otros, y fué transportado milagrosamente de Siria á Alemania, deza en sus palabras. Acababa de darme
donde hizo penitencia en la famosa gruta de Kaiserslautern, si cuenta, con las l á g r i m a s en los ojos, de
se ha de dar té á los cuentos de las orillas del Rhin, ó ea la ca- sus antiguas batallas, sus antiguos ca-
verna de Kiífseuser, si se dá crédito á las tradiciones de Wur-
temberg. maradas y su antiguo coronel. Con este
630 OBRAS DE VICTOR HUGO.

acento me ha estado hablando del ma- cuanto al c a p i t á n Lasoupe, le supongo


riscal Soult, del coronel Grraindorge, y, a l g ú n parentesco con el duque de Boui-
sin saber c u á n t o me interesaba este lon, tio del elector palatino.
nombre, del general H u g o . Habia reco- Momentos después estaba en la plaza
nocido en m í un francés, y no olvidaré de la Casa del Ayuntamiento, adonde
j a m á s con q u é sencilla y profunda so-* tenia prisa en llegar.
lemnidad me dijo al marcharse: L a Casa del Ayuntamiento de A i x es,
—Caballero, podréis decir que haléis visto como la Capilla, un edificio construido
en Aix-la-Chapelle un zapador del trigésimo- de otros cinco ó seis edificios. A los dos la-
sexto regimiento, suizo de la Catedral. dos de una sombría fachada de ventanas
E n otra ocasión me habia dicho: largas, estrechas y aproximadas, que
•—'Tal como me veis, caballero, pertenezco data de Cárlos V , se elevan dos torres
á tres naciones: soy prusiano por casuali- con las campanas del Concejo; una baja,
dad, suizo por negocio y francés por co- redonda, ancha y aplastada, y la otra
razón. alta, esbelta y cuadrangular. L a segun-
Por lo d e m á s , debo convenir que su da torre es una bella construcción del
ignorancia m i l i t a r de las cosas eclesiás- siglo catorce. L a primera es simplemen-
ticas me habia hecho sonreir m á s de una te la famosa torre de Grranus, que ape-
vez durante el curso de esta visita, espe- nas se llega á reconocer debajo el ex-
cialme nte en el coro, cuando me ense- t r a ñ o campanario contorneado, con el
ñ a b a las sillas, diciéndome con gra- cual está cubierta. Ese campanario, que
vedad: se ve repetido m á s pequeño en la otra
•—Estos son los sitios de los chamoines. torre, parece una p i r á m i d e de turbantes
¿No te parece que esta palabra debia gigantescos de todas formas y de todas
escribirse chats-moines? (1) dimensiones, puestos los unos sobre los
A l dejar la Capilla, tan absorto estaba otros y decreciendo en u n á n g u l o bas-
por u n pensamiento único, que apenas tante agudo. A l pié de la fachada se
r e p a r é á algunos pasos de la iglesia en desarrolla una vasta escalera, formada
una fachada, por cierto m u y bella, del como la escalera del patio del Caballo
siglo catorce, adornada de siete altivas Blanco en Fontainebleau. Frente por
estátuas de emperadores, que d á paso hoy frente, en el centro de l a plaza, una
á no sé q u é cloaca. E n aquel momento fuente de m á r m o l del Renacimiento,
me sobrevino una distracción. algo retocada y rehecha en el siglo diez
Dos curiosos como yo sallan de la Ca y ocho, soporta, encima de una ancha
pilla, donde m i viejo soldado acababa taza de bronce, la e s t á t u a de Carlo-Mag-
probablemente de entretenerlos algunos no armado y coronado. A derecha é iz-
minutos. Como reian á carcajadas, me quierda, otras dos fuentes m á s p e q u e ñ a s
volví y reconocí dos viajeros, de los cua- tienen en su cúspide dos águilas ne-
les el de m á s edad habia escrito aquella gras espantadas y terribles, medio vuel-
misma m a ñ a n a delante de m í su nom tas hácia el grave y tranquilo empe-
bre en el registro del Hotel del Empera rador.
dor, el señor conde A***, uno de los m á s A q u í es, en este sitio, en esta torre ro-
antiguos y m á s nobles títulos del A r mana quizás, donde nació Carlo-Magno.
tois. Hablaban en voz alta. Esta fuente, esta fachada, estas torres,
—Yaya unos nombres! decían; solo la todo este conjunto es real, melancólico y
revolución ha podido producir estos nom- severo. Carlo-Magno respira aun a q u í
bres. E l c a p i t á n Lasoupe! ¡el coronel por todas partes. E l resume en su pode-
Grraindorge! De dónde sale esto? rosa unidad los disparates de este edi-
Eran los nombres del c a p i t á n y el co- ficio. L a torre de Gf-ranus recuerda á
ronel de m i pobre viejo suizo, de que Homa, su antecesora; la fachada y las
les habia hablado por incidencia como fuentes recuerdan á Cárlos V , el m á s
á mí. grande de sus sucesores. Hasta la figu-
Y o no pude contenerme y les con- ra oriental de la torre hace soñar vaga-
testé: mente en ese magnífico califa Aarum-
•—De dónde solé esto? Os lo voy á de- al-Raschild, su amigo.
cir, caballeros. E l coronel Grraindorge L a noche se echaba encima; habia pa-
era primo tercero del mariscal Lorges, sado todo el dia delante de esos grandes
suegro del duque de San S i m ó n ; en y austeros recuerdos, y me parecía que
tenia sobre m í el polvo de diez siglos,
(1) Este calembour queda completamente desvirtuado al por lo que sentí la necesidad de salir de
traducirse al castellano, por lo cual dejamos en francés las fra-
ses que lo constituyen.—(Ar. del T.) la ciudad para respirar, ver los campos,
EL RHIN. 631
los árboles y los pájaros. Esta necesidad de las sábanas.—Algunos detalles referentes á las posadas.—
Raspad al francés y encontrareis al alemán.—Segunda visita
me condujo fuera de Aix-la-Chapelle á ála catedral.—Cruel situación á que están reducidos hoy los
las frescas alamedas verdes, donde per- pordioseros.—Interior de la iglesia.—Impresión desagradable
m a n e c í hasta entrada la noche, caminan- y singuldr.—Matrimonio mal avenido del alboroto y el recogi-
miento.—Las vidrieras.—Para qué sirve un rayo de sol.—Co-
do á la ventura á lo largo de las viejas mes Emundus.—El autor hace el pedante.—El autor se en-
murallas. trega á su manía y examina cada piedra de la iglesia.—Lo
Aix-la-Chapelle tiene t o d a v í a su cir- que impide al arzobispo de Colonia ocultar su edad.—Impor-
tancia y belleza del coro.—Detalle.—El autor no deja escapar
cuito de murallas. la ocasión de captarse la enemistad de todos los bedeles,
Vauban no ha pasado por allí. guardianes, fabriqueros délas parroquias y sacristanes de
Colonia.—La tumba de los tres magos.—Pequenez de las
Los subterráneos que iban de las habi- cosas á propósito de un clavo que sale del suelo.—Del epi-
taciones bajas de la Casa A y u n t a m i e n - tafio y del blasón de María Médicis no queda otra cosa que
to y de las criptas de la Capilla hasta la lo necesario para desgarrarse la bota el autor.—La casa
dTbach, Sterngasse, nútn. 10.—El autor aprovecha con afán
a b a d í a de Borcette y hasta el mismo la oportunidad de hacerse un enemigo irreconciliable del ar-
Limbourg, están hoy cegados y perdidos. quitecto actual de la cstedral de Colonia.—La Casa Ayunta-
Como la noche se extendía, me sentó miento.—Modo particular de crecimiento y vegetación de las
Casas municipales.—Cómo está construida la Casa de la Ciu-
en un declive cubierto de césped. dad de Colonia.—Verdades.—El autor, pudiendo hacerse un
Aix-la-Chapelle se ostentaba por com- enemigo mortal del arquitecto actual de la Casa Ayuntamiento
de París, no desperdicia la ocasión.—¿Qué hizo Corneille á
pleto ante mis ojos colocada en su valle ese caballero que vivió, según parece, en estos últimos tiem-
como en un gracioso vaso. Poco á poco pos, y que se llamaba el Sr. Andrieux?—El viajero en lo alto
la bruma de la noche, invadiendo los te- de la torre del Municipio.—Colonia á vista de pájaro.—Vein-
tisiete iglesias.—El autor contempla con cariño un pórtico,
chos dentellados de las viejas calles, borró como tiene la costumbre de contemplarlos todos.—Después de
el contorno de las dos torres, que, mezcla- un pórtico, un puerco.—Un puerco épico.—La alocución del
das por la perspectiva á los campanarios viejecillo.—... nos ama, casi se puede decir que nos espera.
—El autor se toma la libertad de rehacer la viñeta que el se-
de la ciudad, recordaban confusamente ñor Juan María Fariña pega en los frascos de la admirable
el perfil moscovita y asiático del Krem- agua de Colonia.
l i n . De toda esta ciudad no se destaca-
ban m á s que dos cosas distintas: la Casa
Ayuntamiento y la Capilla. Entonces to- Orillas del Rhin, Andernaoh, 11
das mis emociones, todos mis pensamien- de Agosto.
tos, todas mis visiones del dia acudieron
en .tropel á m i mente. L a misma ciudad, Querido amigo: Estoy indignado con-
esa ilustre y simbólica ciudad, estaba migo mismo. He pasado por Colonia
como transfigurada en m i espíritu y bajo como lo hubiese podido hacer un b á r b a -
m i mirada. L a primera de las dos masas ro. Apenas me he detenido cuarenta y
negras que aun distinguía no era para m í ocho horas. Me habia hecho el á n i m o de
otra cosa que el lecho de u n niño, y la se- permanecer en ella quince dias; pero
gunda la envoltura de un muerto; y por después de una semana casi seguida de
instantes, en la contemplación profunda brumas y lluvias, apareció y arrojó su
en que estaba como sumido, me parecía luz sobre el R h i n u n rayo de sol tan
ver la sombra de ese gigante que llama- bello, que no pude resistir al deseo de
mos Carlo-Magno levantarse lentamente aprovecharle, viendo el paisaje del rio en
en el pálido horizonte de la noche, entre toda la riqueza y alegría que desplega.
esa gran cuna y esa gran tumba. Con este objeto salí esta m a ñ a n a de
Colonia en el vapor el Cockerill. Así que,
dejó detrás de m í la ciudad de Agrippa,
sin ver los viejos cuadros de Santa María
CARTA. X. en el Capitolio; n i la cripta, cuyo pavi-
mento es de mosáicos de Saint-Q-ereon;
Colonia. ni la Crucifixión de San Pedro, pintada por
Rubens para l a vieja iglesia semi-roma-
Todo lo que el autor no ha visto ea Colonia.—Derechos rega na de San Pedro, donde fué bautizado;
listas de los uniformes azules con cuellos anaranjados sobre las n i la osamenta de las once m i l vírgenes
maletas y sacos de noche.—En Colonia no hay precisión de en el claustro de las Ursulinas; n i el cadá-
hospedarse en Colonia.—El viajero camina al azar.—En-
cuentro de un poeta y de una torre.—La brizna de yerba roe ver, que se conserva intacto, del m á r t i r
las catedrales.—Aparición de la catedral de Colonia en el Albinus; n i el sarcófago de plata de San
crepúsculo.—Un paisaje retrospectivo.—El viajero mira hácia
atrás y no lanza ningún grito de admiración.—Efectos de los
Cunibert; n i la tumba de Duns Scoto en
zagalejos cortos.—Descripción de un músico.—Descripción la iglesia de los Menores; n i el sepulcro
de un cazador.—Los cuatro dioses G.—Por qué cuesta todo de la emperatriz Teofania, mujer de
tan caro en el Hotel del Emperador de A.ix-la-Chapelle.—
El autor se vé ea los escaparates de un librero, y maldice Otón I I , en la iglesia de San Pantaleon;
todas las caricaturas que se venden como si fueran sus retra- n i el Maternus-G-ruft en l a iglesia de L i -
tos.—El autor habla mal de los editores que publican este solphe; n i las dos salas de oro del con-
libro.—Tamaño de las servilletas en Alemania,—Inmensidad
632 OBRAS D E VICTOR HUflO.

vento de Santa Ursula y de la catedral; n i t i t u d de casas bajas de tejadillos capri-


la c á m a r a de la^ Dietas del imperio, hoy chosos, una enorme masa negra cargada
depósito de mercancías; n i el viejo arse- de adujas y cimbalillos; algo m á s allá, á
nal, hoy almacén de trigo. Nada de esto un tiro de ballesta, se erguia aislada otra
he visto; absurdo parece, pero es así. masa negra, menos ancha y m á s alta,
¿Qué es, pues, lo que he visitado en* una especie de vasta fortaleza cuadrada,
Colonia? L a catedral y la Casa del A y u n - flanqueada en sus cuatro á n g u l o s por cua-
tamiento, nada m á s . Es preciso ser una tro largas torres, en cuya punta ó cima
ciudad tan admirable como Colonia para se perfilaba yo no sé q u é a r m a z ó n de
que sea poca co^a ver estos dos raros y madera e x t r a ñ a m e n t e inclinado, que te-
maravillosos edificios. nia la figura de una pluma gigantesca
L l e g u é á Colonia puesto ya el sol y colocada como sobre un casco en la fren-
me dirigí al momento á la catedral, des- te del viejo castillejo. Esta cima era un
pués de haber cargado con m i saco de ábside; este castillejo, un principio de
noche uno de esos comisionados que lle- campanario; este ábside y este principio
van uniforme azul con cuellos anaran- de campanario eran la catedral de Co-
jados, que trabajan en este pais para lonia.
el rey de Prusia (excelente y lucrativo Lo que me parecía una pluma negra
trabajo, puedo asegurártelo: el viajero es colgada en la cimera del sombrío monu-
vejado de una manera ruda, por la sen- mento, era l a inmensa g r ú a simbólica,
cilla razón de que el comisionado parte que volví á ver al dia siguiente bordada
sus ganancias con el rey). y acorazada de planchas de plomo, y que,
Vaya un detalle útil. Antes de sepa- de lo alto de su torre, dice al que pasa
rarme de ese buen hombre (el comisio- que esta basílica no concluida será con-
nado) le m a n d ó , con gran sorpresa suya, tinuada; que este pedazo de campanario
que llevase m i equipaje, no á una fonda y este pedazo de iglesia, separados ac-
de Colonia, sino á una de Deuz, pueblo tualmente por tan vasto espacio, se re-
situado al otro lado del R h i n y unido u n i r á n un dia y vivirán una vida común;
á Colonia por u n puente de barcas. L a que el sueño de Engelberto de Berg, con-
razón que tenia para ello era la siguien- vertido en edificio en tiempo de Conrado
te: cuando tengo que permanecer mu- de Hochsteden, será dentro de uno ó dos
chos dias en una misma habitación, acos- siglos la catedral m á s grande del mun-
tumbro á elegir siempre que me es do, y que esta Iliada incompleta espera
posible el horizonte y el paisaje que se aun susHomeros.
puede distinguir desde la ventana. Aho- L a iglesia estaba cerrada, por lo que
ra bien; las ventanas de Colonia miran á me acerqué al campanario, cuyas dimen-
Deuz y las de Deuz m i r a n á Colonia; en siones son enormes. L o que habia toma-
esta situación, lo natural era hospedarse do por torres en los cuatro ángulos, eran
en Deuz; pues yo me hice á m í mismo simplemente el grueso mayor de los con-
esta reflexión incontestable: m á s vale trafuertes. T o d a v í a no estaba edificado
habitar en Deuz y ver á Colonia, que m á s que el piso bajo y el primer piso,
habitar en Colonia y ver á Deuz. formado de una colosal ojiva, y ya la
U n a vez solo eché á andar á la ventu- masa construida tenia casi la altura de
ra en busca de l a catedral, pensando ha- las torres de Nuestra Señora de Paris.
llarla á la vuelta de cada esquina. Pero V i alguna vez la aguja proyectada que
yo no conocía esta ciudad inextricable; se levanta sobre ese monstruoso bloque
como la sombra de la tarde se habia es- de piedra. Estrasburgo no será nada á su
pesado en sus estrechas calles, y como no lado. Dudo que el mismo campanario
me gusta preguntar á nadie, caminó de Malinas, no concluido tampoco, esté
largo tiempo sin rumbo fijo. sentado en el suelo con este desahogo y
E n fin, después de haberme aventura- esta amplitud.
do á entrar por una especie de puerta co- Y a lo he dicho en otra ocasión, que
chera á una especie de patio, terminado nada se parece tanto á una ruina como
hácia la izquierda por una especie de un bosquejo. Las zarzas, los saxífragos y
corredor, desemboqué de repente en una las parietarias, yerbas todas que se go-
plaza bastante grande y perfectamente zan en roer el cimiento y hundir sus
oscura y desierta. uñas en las junturas de las piedras, han
Allí disfrutó de un magnífico espec- escalado la venerable fachada. E l hom-
t á c u l o . Delante de m í , á la luz fantásti- bre no ha acabado de construir cuando la
ca de un cielo crepuscular, se levantaba naturaleza ha destruido ya.
y se prolongaba, en medio de una m u l - L a plaza estaba silenciosa. Nadie pa-
EL RHIN. 633
saba por ella. Con este motivo me acer- de los viejos maestros holandeses. Por lo
q u é á la fachada tanto como me lo per- que hace á los hombres, van vestidos con
mitió una verja de hierro del siglo un capote uzul y un sombrero negro de
quince que la proteje, y oí murmurar copa alta, como si fuesen los campesinos
apaciblemente al viento de la noche en de u n pais constitucional.
esos innumerables bosquecillos que se E l camino, como habia llovido, esta-
instalan y prosperan en todos los saledi- ba remojado. No encontré á nadie, si se
zos de los viejos edificios. U n a luz que exceptúa alguna vez que otra á a l g ú n
apareció en una ventana vecina iluminó jó ven músico, rubio, delgado, pálido, que
u n momento una m u l t i t u d de esquisitas iba á los bailes públicos de Aix-la-Cha-
y pequeñas estatuas que habia sentadas pelle, ó de Spa, con su maleta ó mochila
debajo de los arcos avialados, ángeles y al hombro, su contrabajo cubierto con
santos que leen en un gran libro abierto un pedazo de vieja tela verde echado á
sobre sus rodillas, ó que hablan y predi- la espalda, el bastón en una mano y el
can con el dedo levantado. Así los unos cornetín de pistón en la otra; vestido con
estudian, los otros enseñan. ¡Admirable una levita azul, u n chaleco de muestra
prólogo para una iglesia, que no es otra floreada, una corbata blanca y un pan-
cosa que el Verbo hecho m á r m o l , bronce talón semi-colán, remangado por encima
y piedra! L a dulce m a m p o s t e r í a de los de las botas á causa del barro; pobre dia-
nidos de golondrinas se mezcla por todas blo, arreglado por arriba para el baile y
partes como u n correctivo encantador á por abajo para el viaje. T a m b i é n v i en
esta severa arquitectura. un campo próximo al camino á un ca-
Después la luz se a p a g ó y ya no v i zador local así vestido: sombrero redon-
m á s que la vasta ojiva de ochenta pies do verde-manzana con ancha escarapela
abierta de par en par, sin marco n i teja- de raso gastado de color lila, blusa gris,
dillo, despanzurrando la torre de alto á gran nariz y fusil.
bajo, y dejando penetrar m i mirada en E n un lindo pueblecillo cuadrado,
las tenebrosas e n t r a ñ a s del campanario. flanqueado por murallas de ladrillo y
E n esta ventana se percibía, reducida torres amenazando ruina, que está en
por la perspectiva, l a ventana opuesta, medio del camino y cuyo nombre igno-
igualmente abierta de par en par, y en ro, admiró mucho cuatro magníficos via-
la que el rosetón y los cruceros, como jeros sentados, que se veian á través de
trazados con t i n t a , se destacaban con las ventanas abiertas del piso bajo de
una pureza inexplicable sobre el cielo una posada, delante de una mesa panta-
claro y metálico del crepúsculo. No he gruélica repleta de carnes, pescados, v i -
visto nada m á s melancólico y singular nos, pasteles y frutas; bebiendo, cortan-
que esa elegante y p e q u e ñ a ojiva blanca do, mordiendo, tragando, despedazando
dentro de esa grande ojiva negra. y devorando; uno rojo, otro carmesí, el
Esta ha sido m i primera visita á l a c a tercero p ú r p u r a y el cuarto violado, como
tedral de Colonia. cuatro personificaciones vivientes de la
No te he dicho nada del camino de voracidad y de la glotonería. Me pareció
Aix-la-Chapelle á Colonia. No hay gran ver al dios Groloso, al dios Glotón, a l
cosa que decir. Es un sencillo y puro dios Gomia y al dios Garganton, senta-
paisaje picardo ó turenós, una llanura dos alrededor de una m o n t a ñ a de co-
verde ó rubia, con u n olmo torcido a q u í mida.
y allá y alguna p á l i d a cortina de álamos Por lo demás, las posadas son excelen-
en el fondo. Y o no ódio este género apa- tes en este pais, exceptuando, sin embar-
cible, pero lo gozo sin dar un grito de go, la que h a b i t é en Aix-la-Chapelle,
entusiasmo. E n los pueblos, las viejas que no es m á s que pasable—el Hotel del
aldeanas pasan como espectros envuel- Emperador,—y en la que tenia una ha-
tas en largas tocas de indiana gris ó rosa bitación que para mantener los piés
claros, cuyos capuchones dejaban caer calientes me servia un soberbio tapiz pin-
hasta los ojos; las jóvenes, con zagalejos tado en el suelo, magnificencia que pro-
cortos y cubierta la cabeza con una pa bablemente motivaba el exorbitante pre-
palina ó redecilla llena de lentejuelas y cio que llevaban por todo en el citado
abalorios, que oculta apenas sus magnífi mesón.
eos cabellos, atados encima de l a nuca y Para acabar con todo lo concerniente
sujetos por una larga aguja de plata, á Aix-la-Chapelle, te diré que la falsifi-
lavan alegremente delante de las casas, cación florece allí como en Bélgica. E n
y al bajarse muestran hasta las corvas una gran calle que desemboca en la pla-
á los transeúntes, como en los cuadros za del Ayuntamiento, me he visto ex-
TOMO I V . 80
634 OBRAS D E VICTOñ HUGO.

puesto en los escaparates de una tienda los sitios fijos y especiales que cada uno
lado por lado de Lamartine, ilustre y de ellos ocupaba.
querida c o m p a ñ í a . E l retrato contrahe- Esta institución ha desaparecido.
cho de esta reimpresión prusiana era algo Las aristocracias se derrumban.
menos feo que todas esas horribles cari- Nuestro siglo ha respetado tanto l a
caturas que los comerciantes de estam-* miseria hereditaria como la pairía here-
pas y los libreros, comprendidos entre ditaria.
ellos mis editores de Paris, venden a l pú- Ahora los pordioseros no saben ya q u é
blico crédulo y espantado como si fuesen legar á sus familias.
m i m á s exacto parecido; abominable ca- A l salir de los pobres se penetra en la
lumnia, contra la que protesto a q u í so- iglesia.
lemnemente: Ccelum hoc et conscia sidera U n bosque de pilares, columnas y co-
testor. lumnitas, e n m a r a ñ a d a s en su base por
A q u í vivo como u n perfecto a l e m á n . empalizadas de tablas y perdiéndose en
Cómo con servilletas grandes como pa- su cúspide en un intrincado laberinto de
ñuelos, y me acuesto entre sábanas gran- bóvedas rebajadas, hechas con tablas
des como servilletas. Cómo pierna de delgadas de madera blanca y con cur-
carnero con guindas y liebre con man- vas diferentes y alturas desiguales; poca
zanas, y bebo excelente vino del R h i n y luz en la iglesia; todas esas bóvedas ba-
excelente vino del Mosela, que un fran- jas que no dejan subir la mirada m á s
cés ingenioso, comiendo ayer cerca de allá de cuarenta piés; á la izquierda cua-
m í , llamaba vino de señorita. Ese mismo tro ó cinco vidrieras deslumbradoras, des-
francés, después de haber probado su cendiendo del cielo raso de madera al
vaso, formuló este axioma: E l agua del pavimento de piedras como anchas pla-
Rhin no vale lo que él vino del Rhin. cas de topacios, esmeraldas y rubíes; á la
E n las posadas, d u e ñ o , d u e ñ a , criados derecha un semillero de escalas, poleas,
y sirvientes solo hablan alemán; pero cuerdas, vigas, cábrias y palancas; en el
hay siempre u n mozo que habla francés, fondo el canto llano, la voz grave de los
francés que á l a verdad tiene u n ligero chantres y los prebendados, el hermoso
matiz tudesco, por encima del cual flota; latin de los salmos atravesando l a bóve-
pero esta variedad no deja de tener su da por capas mezclado con las ondas de
encanto. Ayer oí á ese mismo viaje- incienso, u n órgano admirable llorando
ro, m i c o m p a ñ e r o , preguntar al mozo, con inefable suavidad; en primer t é r m i n o
señalándole el plato que acababa de ser- el rechinamiento de las sierras, el gemi-
virle: do de las cábrias y de las g r ú a s , el rui-
•—Qué es esto? do atronador de los martillos sobre las
E l mozo contestó con dignidad: tablas; h é a q u í cómo se me apareció el
•—8on perrillos. (1) interior de l a catedral de Colonia.
Eran pichones. Esta catedral gótica unida á un ta-
Por lo d e m á s , u n francés que, como ller de carpintero; esta noble canonesa
yo, no sabe el a l e m á n , pierde el tiempo brutalmente enlazada con un albañil;
si dirige a l "primer mozo,,, como se le esta gran señora obligada á asociar con
llama a q u í , otras preguntas que las pre- paciencia sus costumbres tranquilas, su
vistas ó impresas en l a Guia de viajeros. vida augusta y discreta, sus cantos, su
Este mozo está sencillamente barnizado oración, su recogimiento, á esas herra-
de francés; por poco que se le quiera pro- mientas, á ese alboroto, á esos diálogos
fundizar se encuentra al a l e m á n , a l ale- groseros, á ese trabajo de mala compa-
m á n puro, al a l e m á n inflexible. ñía; toda esa mescolanza produce al pron-
Llego ahora á m i segunda visita á l a to una rara impresión, que experimentan
catedral de Colonia. los que, como nosotros, no vemos edificar
Volví por l a m a ñ a n a . iglesias góticas, y que se disipa en el mo-
Se penetra en esta iglesia, que es una mento que se piensa que después de todo
obra maestra, por un patio ruinoso. E n es lo m á s sencillo del mundo.
él los pobres te asedian. Distribuyéndo- L a g r ú a del campanario tiene una
les algunas monedas del pais, me acordó significación. C o n t i n ú a la obra inter-
que antes de la ocupación francesa habia rumpida en 1499. Todo ese t u m u l t o de
en Colonia doce m i l mendigos, que te carpinteros y picapedreros es necesario.
nian el privilegio de trasmitir á sus hijos Prosigue la catedral de Colonia y, Dios
mediante, se t e r m i n a r á . Nada mejor si
(1) La pronunciación de hiehons y pigeons es muy pare- la saben acabar.
cida en francés. ~ ( i V . del T,) Esos pilares sosteniendo esas bóvedas
EL RHIN.

de madera son la nave bosquejada que llado en encina negra; un poco m á s le-
r e u n i r á un dia el ábside al campanario. jos la verja del coro, modelo raro y com-
E x a m i n ó las vidrieras, que son del pleto de la esquisita cerrajería del siglo
tiempo de Maximiliano y pintadas con quince; frente por frente de m í una be-
la robusta y magnífica exageración del llísima t r i b u n a de pilastras rechonchas
Renacimiento a l e m á n . Allí abundan y arcadas bajas del estilo de nuestro
esos reyes y esos caballeros de rostros atrasado Renacimiento, que supongo
severos, aposturas soberbias, penachos seria practicado allí por la triste reina
monstruosos, lambrequines feroces, mor- refugiada M a r í a de Médicis.
riones exorbitantes, espadas enormes; A la entrada del coro, en un elegante
armados como verdugos, encorvados armario de pésimo gusto, deslumhra y
como arqueros y cubiertos como caballos reluce una verdadera Madona italiana,
de batalla. Tienen cerca de sí á sus mu- cargada de lentejuelas y oropel, lo mis-
jeres, ó mejor dicho, sus hembras formi- mo que su bambino. Debajo de esta opu-
dables, arrodilladas en los rincones de lenta Madona, con brazaletes y collares
los vidrios, con perfiles de leonas y lo- de perlas, han colocado aparentemente
bas. E l sol pasa á t r a v é s de estas figuras, como antítesis un macizo cepillo para
inflama sus pupilas y las d á vida. los pobres, labrado en el siglo trece,
Una de esas vidrieras reproduce ese adornado de cadenas y candados de hier*
bello asunto, que ya he encontrado tan- ro y medio empotrado en u n bloque de
tas veces, la g e n e a l o g í a de la Virgen. granito groseramente esculpido. Diríase
A l pié del cuadro el gigante A d a m , en que es u n tajo abierto en una piedra.
traje de emperador, está echado de es- A l levantar los ojos v i colgar de la
paldas. De su vientre sale u n gran árbol ojiva por encima de m i cabeza algunos
que llena todo el vidrio, y por sus ra- báculos dorados, suspendidos por un ex-
mas aparecen todos los antecesores coro- tremo á una varilla transversal. A l lado
nados de María, D a v i d tocando el arpa, de estos báculos hay esta inscripción:
Salomón pensativo; en lo alto del árbol, Quot penderé vides báculos, tot episcopus
en un compartimiento azul fuerte, se annos huic Agrippince prcefuit ecclesice.
entreabre la ú l t i m a flor y deja ver á la Me gusta esta manera severa de contar
Virgen llevando a l Niño. los años y de hacer p e r p é t u a m e n t e visi-
A algunos pasos de distancia leí en ble á los ojos del arzobispo el tiempo que
un grueso pilar este triste y resignado ya ha empleado ó perdido. Tres báculos
epitafio: colgaban á l a sazón de la bóveda.
E l coro es el interior de ese ábside cé-
INCLITVS ANTE FVI COMES EMVNDVS lebre que es todavía ahora, por decirlo
YOCITATVS, HIC NECE PROSTRATVS, SVB
TEGOR VT VOLVI, FRISHEIM, SANCTE, así, toda la catedral de Colonia, puesto
MEVM FERO, PETRE, TIBI COMITATVM, que al campanario le falta la aguja y la
ET MIHI REDDE STAVM, TE PRECOR, nave y el crucero á la iglesia.
¿ETHEREVM. M C LAPIDVM MASSA E n este coro abundan las riquezas. Las
COMITIS COMPLECTITVR OSSA. sacristías están llenas de enmaderamien-
tos de ensambladuras delicadas, las ca-
Trascribo este epitafio t a l como lo en- pillas de esculturas severas; cuadros de
contré colocado en una losa vertical de todas las épocas, tumbas de todas las
piedra, como prosa, sin indicación de formas; obispos de granito acostados
los e x á m e t r o s y p e n t á m e t r o s algo bár- en una fortaleza; obispos de piedra de
baros que forman los dísticos. E l verso toque acostados en un lecho llevado
de cesura que r i m a y cierra la inscrip- por una procesión de figurines llorosos;
ción encierra una falta de cantidad, obispos de m á r m o l acostados bajo u n
massa, que me ha admirado, porque l a enrejado de hierro; obispos de bronce
Edad Media sabia hacer versos latinos. acostados en tierra; obispos de made-
E l brazo izquierdo del crucero solo ra arrodillados delante de los altares-
está indicado y termina por un gran lugartenientes generales del tiempo de
oratorio, frió, feo, desabrido y m a l amue- Luis X I V reclinados en sus sepulcros;
blado, que tiene algunos confesionarios caballeros del tiempo de las .Cruza-
cerca. Me apresuré á entrar de nuevo en das yacen con su perro, que se frota
la iglesia, y saliendo del oratorio, tres amorosamente contra sus piés de acero;
cosas me chocaron casi á la vez: á m i e s t á t u a s de apóstoles vestidos con trajes
izquierda u n precioso púlpito pequeño de oro; confesionarios de encina con co-
del siglo diez y seis, m u y espiritualmen- lumnas torneadas; nobles sillas de coro
te concebido y m u y delicadamente ta- canonicales; pilas bautismales góticas
636 OBRAS D E VICTOR HUGO.

que tienen la forma de un féretro; reta- Para ocuparme en a l g ú n detalle he


blos de altar cargados de estatuas pe- mitido hasta aquí, á propósito, la cons-
queñas; hermosos fragmentos de vidrios; trucción m á s venerada que contiene la
Anunciaoiones del siglo quince sobre catedral de Colonia, el famoso sepulcro
fondo de oro, con las ricas alas multico- de los tres Magos. Es una espaciosa cá-
lores encima, blancas debajo y su á n g e l mara de m á r m o l de todos colores cerra-
que mira y casi codicia á la Virgen; ta- da por espesas verjas de cobre; arquitec-
picerías pintadas con dibujos tomados tura híbrida y extravagante, en la que
de Rubans, verjas de hierro que parecen "os estilos de Luis X I I I y Luis X V con-
de Metzis-Quentin, y armarios con hojas unden su coquetería y su pesadez. E s t á
pintadas y doradas que parecen de Franc- situada detrás del altar mayor en la ca-
Floris. 3Ílla culminante del ábside. Tres tur-
Todo esto, forzoso es decirlo, está ver- Dantes mezclados en el dibujo de la reja
gonzosamente destrozado. Si alguno principal hieren desde luego la vista.
construyó la catedral de Colonia por A l levantar los ojos se vé un bajo-re-
fuera, no sé quién la demolió por el i n - leve representando l a Adoración de los
terior. No hay una tumba cuyas figuras Vlagos, y al bajarlos se lee este mediano
no estén arrancadas ó tronchadas; no dístico:
hay una verja que no esté mohosa don-
Corpora sanetorum reeubant hie terna m a g o r u m .
de habia sido dorada. E l polvo, la ceni-
E x his sublatam n i h i l est alirioe loeatum.
za y la basura se encuentran en todas
partes. Las moscas deshonran la faz A q u í se despierta en el espíritu una
venerable del arzobispo Felipe de Heins idea á la vez riente y grave. Allí yacen
berg. E l hombre de cobre que está acos- esos tres poéticos reyes de Oriente, que
tado sobre la baldosa de piedra, que se vinieron conducidos por la estrella, db
llama Conrado de Hochstetten, y que Oriente venerunt, y que adoraron u n niño
pudo edificar esta catedral, no puede hoy en u n establo et procidentes adoraverunt.
destruir las a r a ñ a s que le tienen ligado Y o adoró á m i vez.
en tierra, como á Q-ulliver, por sus i n n u Confieso que nada en el mundo me en-
merables hilos. A y de m í ! los brazos de canta m á s que esa leyenda de las M i l
bronce no valen lo que los brazos de y una noches intercalada en el E v a n -
carne. gelio.
Estoy en la creencia de que una está- Me a p r o x i m é al sepulcro y á través de
tua barbuda de viejo tendido á lo largo, la reja celosamente cerrada, detrás de
rota y mutilada, que he distinguido en un vidrio oscuro, apercibí en la sombra
un rincón oscuro, es de Miguel Angel un grande y maravilloso relicario bizan-
Esto me recuerda que en Aix-la-Chape tino de oro macizo, deslumbrante de
lie v i echadas en un á n g u l o del viejo arabescos, perlas y diamantes, absoluta-
claustro-cementerio, como troncos de ár mente como se entrevé á través de las
boles que esperan ser cortados á escua tinieblas de veinte siglos, detrás de la
dra, esas famosas columnas de m á r m o sombría y austera red de las tradiciones
antiguas tomadas por Napoleón y reco de la Iglesia, la oriental y deslumbra-
bradas por Blücher. Napoleón las tomó dora historia de los tres Reyes.
para el Louvre, Blücher las recobró para De los dos lados de la reja venerada
echarlas en un rincón. salen del m á r m o l dos manos de cobre
U n a de las cosas que digo yo con m á s dorado y entreabren cada una una l i -
frecuencia en el mundo es: "¿y para mosnera, por bajo de las cuales el Ca-
qué?;. bildo ha hecho grabar esta provocación
Solo he visto en toda esta degradación indirecta:
dos tumbas un poco respetadas y en al Et apertis thesauris suis obtulerunt ei mu-
gunas partes sacudido el polvo: los ceno ñera.
tafios de los condes Schauenbourg. Los Frente a l sepulcro arden tres l á m p a r a s
dos condes de Schauenbourg son una de de cobre, que la una lleva este nombre,
esas parejas que parecen haber sido pre Gaspar, la otra Melchor y la tercera B a l -
vistas por V i r g i l i o . Los dos han sido her tasar. Es una idea ingeniosa haber i l u -
manos, los dos fueron arzobispos de Co minado de cierto modo, delante de este
lonia, ios dos han sido enterrados en e sepulcro, los tres nombres de los tres Re-
mismo coro, los dos tienen magníficos se yes Magos.
pulcros del siglo diez y siete, levantados Cuando iba á retirarme, no sé q u é pun-
frente por frente el uno del otro. Adolfo ta horadó la suela de m i bota; bajó los
m i r a á Antonio. ojos y era la cabeza de un clavo de co-
EL RUIN. 637
bre, hundido en una ancha losa de m á r - tras viejas Nuestras Señoras completas
T-v v i V i n v<

mol sobre la cual caminaba. Me acordó, e Amiens, Reims, Chartres y Paris.


examinando esta piedra, que María de Confieso t a m b i é n que la catedral de
Módicis habia querido que su corazón 3eauvais, que ha quedado asimismo en
fuese depositado bajo el pavimento de la el estado de ábside, apenas conocida,
catedral de Colonia delante de la capilla muy poco ponderada, no parece inferior,
de los Tres Reyes. n i por la masa, n i por los detalles, á la
Esta losa que pisaban mis pies cubre catedral de Colonia.
sin duda ese corazón. L a Casa Consistorial de Colonia, si-
En otra época habia sobre esta losa, tuada m u y cerca de la catedral, es uno
donde aun se distingue la huella, una e esos maravillosos edificios-arlequines
l á m i n a de cobre ó de bronce dorado, lle- lechos de piezas de todos los tiempos y
vando, según la moda alemana, el bla- de retazos de todos los estilos, que se en-
són y el epitafio de la muerta, y para cuentran en los antiguos municipios, que
sujetarla servia el clavo que desgarró se han construido ellos mismos, de la
m i bota. Cuando los franceses ocuparon misma manera que sus leyes, costumbres
á Colonia, las ideas revolucionarias, y trajes.
probablemente t a m b i é n a l g ú n calderero E l modo de formarse estos edificios y
especulador, arrancaron esta plancha estos trajes es digno de estudio. H a ha-
flordelisada, como a d e m á s otras que la bido aglomeración m á s bien que cons-
rodeaban, porque una infinidad de cla- trucción, crecimiento sucesivo, engran-
vos de cobre, saliendo de las losas veci- decimiento caprichoso, usurpación de la
nas , atestiguan y denuncian muchas vecindad; nada ha sido hecho según u n
arrancadas del mismo modo. Así que, 3lan regular y trazado de antemano;
pobre reina! ella se vió primero separa- iodo se ha producido á medida y según
da del corazón de Luis X I I I , su hijo; as necesidades s u r g í a n .
después del recuerdo de Richelieu, su Así que la Casa Ayuntamiento de
hechura; ahora héla aquí separada de la Colonia, que tiene probablemente algu-
tierra. na cueva romana en sus cimientos, no
L a suerte tiene e x t r a ñ o s caprichos! era por los años de 1250 m á s que u n
Esta reina M a r í a de Módicis, esta viuda grave y severo edificio con ojivas como
de Enrique IV", desterrada, abandonada, nuestra Maison-aux-Piliers; después se
indigente, como quedó, algunos años comprendió que hacia falta una torre
m á s tarde, su hija Enriqueta, viuda de para tocar á rebato, para los alzamien-
Cárlos I , f aó á morir en Colonia en 1642, tos, para los vigías nocturnos, y el siglo
en la casa de Ibach Sterngasse, n ú m e r o catorce edificó una hermosa torre conce-
10, en la misma casa donde sesenta y j i l y feudal á la vez; luego, en tiempo de
cinco años antes, en 1577, Rubens, su Maximiliano, el soplo alegre del Rena-
pintor, nació. cimiento empezó á agitar los sombríos
L a catedral de Colonia, vista de dia follajes de piedra de las catedrales, es-
despojada de ese abultamiento fantás- parciéndose por todas partes un gusto de
tico que la tarde presta á los objetos elegancia y de adorno; los regidores de
que yo llamo la grandeva crepuscular, me Colonia sintieron la necesidad de deco-
pareció, debo decirlo, que perdía un poco rar la casa, y llamaron de I t a l i a a l g ú n
de su sublimidad. L a línea siempre es arquitecto discípulo del viejo Miguel
bella, pero se perfila con alguna seque Angel, ó de Francia a l g ú n escultor ami-
dad. Eso depende quizás del encarniza go del jóven J u a n G-oujon, y así j u n t a -
miento con que el arquitecto actual re ron en su negra fachada del siglo trece
voca y mastica este venerable ábside. un pórtico triunfante y magnífico. A l g u -
Es preciso no pecar en el exceso de re nos años después creyeron conveniente
tocar las viejas iglesias. E n esta opera a ñ a d i r u n paseo al lado del archivo, y
cion, que rebaja las líneas queriendo fi construyeron un encantador patio inte-
jarlas, se desvanece el vago misterioso rior con galerías formando arcos, sun-
del contorno. Actualmente, como masa tuosamente adornado de blasones y ba*
prefiero el campanario bosquejado a jo-relieves, que v i , y que dentro de dos ó
ábside perfecto. De todos modos, no dis tres años nadie verá, porque lo están de-
gusta á algunos puristas, que quisieran jando arruinar. E n fin, durante el reina-
hacer de la catedral de Colonia el Par do de Cárlos V reconocieron que era
thenon de la arquitectura cristiana; no necesaria una gran sala para las subas-
veo, sin embargo, ninguna razón para tas, pregones y juntas de vecinos, y eri-
preferir esa cabecera de catedral á nues- gieron frente por frente de su torre y de
638 OBRAS D E VICTOR HUGO.

su pórtico un rico cuerpo de edificio de ba por esa soberbia torre Bayenthurme,


ladrillo y piedra, del m á s bello gusto y en cuyas almenas se alza un obispo de
del m á s noble órden. m á r m o l que bendice el R h i n . De la
Hoy la nave del siglo trece, la torre Thurmchen á la Bayenthurme la ciudad
del catorce, el pórtico y patio interior de extiende por la línea del rio una legua
Maximiliano, la sala de Carlos V, enve- de ventanas y fachadas. H á c i a la mitad
jecidas á la vez por el tiempo, carga- de esta larga línea un gran puente de
das de tradiciones y de recuerdos por los barcas, graciosamente encorvado contra
acontecimientos, soldadas y agrupadas la corriente, atraviesa el rio, demasiado
por el azar de la manera m á s original y ancho en este sitio, y va á unir á la otra
más pintoresca, forman l a Casa Consis- orilla á ese vasto haz de edificios negros
torial de la ciudad de Colonia. que es Colonia, Deuz, pequeño bloque
Sea dicho de paso, amigo m i ó , como de casas blancas.
producto de arte y como expresión de la E n la parte maciza de Colonia, en
historia, esto vale un poco m á s que esa medio de los tejados, torrecillas y boar-
fria y descolorida fábrica, bastarda por dillas llenas de flores, suben y se desta-
su triple delantera, rellena de arquivol- can los remates variados de veintisiete
tas; bastarda por la económica y mezqui- iglesias, entre las cuales, sin contar l a
na m o n o t o n í a de su ornamentación, don- catedral, cuatro majestuosas iglesias ro-
de todo se repite y donde nada brilla; manas, cada una de dibujo diferente,
bastarda por sus techos truncados sin dignas por su grandeza y su belleza de
crestas y sin chimeneas, en la que alba- ser todas catedrales, San M a r t i n al Nor-
ñiles vulgares estropean hoy, á la faz te, San G-ereon al Oeste, los Santos Após-
misma de nuestra buena ciudad de Pa- toles al Sur y Santa María del Capito-
rís, la deliciosa obra maestra del Bo- lio al Este, se incorporan como enormes
cador. nudos de ábsides, torres y campanarios.
Somos una gente especial; dejamos Si se examina en detalle la ciudad,
demoler el palacio de l a Tremouille y edi- todo vive y palpita; el puente está car-
ficamos ese edificio. Sufrimos que seño- gado de t r a n s e ú n t e s y de coches, el rio
res que se creen y se l l a m a n arquitectos está cubierto de velas, la playa está bor-
bajen disimuladamente dos ó tres pies, es dada de m á s t i l e s . Todas las calles hormi-
decir, desfiguren completamente el pre- guean, todas las ventanas hablan, todos
cioso techo agudo de Dominico Bocador, los techos cantan. A q u í y allá, verdes
para aparejarlo ¡ay de mí! con las espesuras de árboles acarician dulcemen-
horribles cubiertas aplanadas que ellos te esas negras casas, y los viejos palacios
han inventado. ¿Seremos siempre el mis- de piedra del siglo quince mezclan á la
mo pueblo que admira á Corneille y que m o n o t o n í a de los techos de pizarra y las
le hace retocar, podar y corregir por fachadas de ladrillo su largo friso de flo-
M . Andrieux? res, frutos y follajes esculpidos, en los
Volvamos á Colonia. cuales van las palomas á posarse alegre-
S u b í á la torre, y allí, bajo un cielo mente.
gris y pesado, que no dejaba de estar en Alrededor de este gran municipio, co-
a r m o n í a con esos edificios y con mis merciante por su industria, militar por
pensamientos, v i á mis pies toda esa ad- su posición, marino por su rio, se extien-
mirable ciudad. de y ensancha en todos sentidos una vas-
Colonia sobre el Rhin, como Rouen ta y rica l l a n u r a que se deprime y pliega
sobre el Sena, como Amberes sobre el por el lado de Holanda, que el R h i n
Escalda, como todas las ciudades apoya- atraviesa de parte á parte, y que corona,
das en una corriente de agua demasiado al Nordeste de sus siete cumbres histó-
ancha para ser fácilmente vadeada, tiene ricas, ese nido maravilloso de tradiciones
la forma de un arco extendido, cuya cuer- y leyendas que l l a m a n las Siete Mon-
da la forma el rio. tañas.
Los techos son de pizarra, apretados Así la Holanda y su comercio, la Ale-
unos contra otros, puntiagudos como mania y su poesía, se levantan como los
naipes doblados; las calles son estrechas, dos grandes aspectos del espíritu huma-
los aleros son tallados. U n a curva roji- no, lo positivo y lo ideal, en el horizonte
za de murallas y fosos de ladrillo, que de Colonia, ciudad de negocios y sueños
reaparece por todos lados encima de los á la vez.
techos, ciñe la ciudad como u n cinturon A l bajar de la torre me paró en el pa-
abrochado al mismo rio, h á c i a abajo tio delante del admirable pórtico del Re-
por la torrecilla Thurmchen, h á c i a arri nacimiento. L e llamaba ahora mismo
EL RHIN. 639
pórtico triunfante: debí haberle llamado revocado con la m á s deplorable l i m -
pórtico triunfal, porque el segundo piso pieza.
de esta esquisita composición está for- Cuando iba á salir de la Casa A y u n -
mado de una serie de pequeños arcos de tamiento, un hombre, envejecido m á s
triunfo unidos como arcadas y dedica- bien que viejo, degradado m á s bien que
dos, por inscripciones del tiempo, el pri- encorvado, de aspecto miserable y de
mero á Cé3ar, el segundo á Augusto, el apostura orgullosa, atravesaba el patio.
tercero á Agrippa, el fundador de Colo- E l conserje que me acompañó á la torre
nia {Colonia Agrippina)', el cuarto á Cons- hizo fijarme en él. Ese hombre es u n
tantino, el emperador cristiano; el quinto poeta que vive de sus rentas en las taber-
á Justiniano, el emperador legislador, y nas y hace epopeyas. Su nombre, por su-
el sexto á Maximiliano, el emperador v i - puesto, es perfectamente desconocido.
viente. Sobre la fachada, el escultor-poeta —Ha hecho, me dijo m i guia, que le ad-
cinceló tres bajo-relieves, que represen- miraba mucho, epopeyas contra Napo-
tan los tres domadores de leones, Milon león, contra la revolución de 1830, contra
de Cretona, Pipino el Breve y Daniel. los románticos, contra los franceses, y úl-
E n las dos extremidades colocó á Milon timamente ha escrito otra invitando al
de Cretona, que derribaba los leones por arquitecto actual de Colonia para que
la potencia de su cuerpo, y á Daniel, que continúe la iglesia en el género del Pan-
los sometía por la potencia del espíritu; teón de P a r í s .
entre Daniel y M i l o n , como un lazo na- Epopeyas, sea enhorabuena. Pero este
tural, teniendo á la vez del uno y del hombre tiene una saciedad extravagan-
otro, colocó á Pipino el Breve, que ata te. E n m i vida habia visto u n hom-
caba las fieras con esa mezcla de vigor bre menos limpio. No creo que tengamos
físico y de vigor moral que constituye al en Francia nada comparable á este poe-
soldado. Entre la fuerza pura y el pen ta épico.
samiento puro, el valor. Entre el atleta E n revancha, pocos instantes después,
y el profeta, el héroe. en el momento que atravesaba no sé q u é
Pipino tiene la espada en la mano, el calle estrecha y oscura, un viejecito de
brazo izquierdo envuelto en su manto y mirada viva salió bruscamente de una
metido en la bocaza del león; el león, barbería y se llegó á m í , gritando:
con las garras y m a n d í b u l a s abiertas, —-Gapailero! capallerof locos franceses! oh!
está levantado sobre sus patas traseras franceses! ran! plan! plan! ran! tan! plan!
en la formidable actitud de lo que la guerra á todo el mundo! FrafosI prafos! ¿Na-
heráldica llama el leen rampante; P i - polion no es este? Guerra á toda Europa! oh!
pino le hace frente con valor; comba- franceses! pien, prafos! capallero! ¡Bayone-
te. Daniel está de pió, inmóvil, con los ta contra todos estos prisianos! ¡esgrimidla
brazos caídos y los ojos mirando al cielo, como en Jena! Frafo, franceses! ran! plan!
mientras que los cariñosos leones ruedan plan!
á sus pies; el espíritu no lucha, triunfa. Confieso que la arenga me a g r a d ó .
Cuanto á Milon de Cretona, cogido por Francia es grande en los recuerdos y en
los brazos al árbol, lucha; el leen le de- las esperanzas de estas nobles naciones.
vora; es la a g o n í a de la presunción inin- Toda esta orilla del R h i n nos ama; casi
teligente y ciega, que fia en sus m ú s - se puede decir que nos espera.
culos y en sus puños; la fuerza pura es Aquella noche, cuando las estrellas
vencida. comenzaban á iluminarse, me paseó por
el otro lado del rio, en la playa opuesta
Estos tres bajo-relieves tienen una á Colonia. Tenia ante mí toda la ciudad,
gran significación. E l último es de un cuyos innumerables tejados y negros
efecto terrible. No sé q u é idea espantosa campanarios se recortaban con todos sus
y fatal se desprende, sin intención quizá detalles en el pálido cielo crepuscular.
por parte del escultor, de ese sombrío A m i izquierda se levantaba, como el g i -
poema. Es la naturaleza que se venga gante de Colonia, la alta flecha de San
del hombre, la vegetación y el animal Martin con sus dos torrecillas abiertas
que hacen causa c o m ú n , la encina que sin n i n g ú n m a d e r á m e n . Casi enfrente
viene en ayuda del leen. de mí, el sombrío ábside-catedral, ende-
Desgraciadamente arquivoltas, bajo- rezando sus m i l cimbalillos agudos, figu-
relieves, entablamentos, impostas, cor- raba un erizo monstruoso, agachado en
nisas y columnas, todo ese bello pórtico la m á r g e n del agua, y en el que la g r ú a
está restaurado, rascado, rellenadas con del campanario parecía formar la cola,
a r g a m á s a l a s junturas de los sillares y y dos reverberos encendidos hácia la par^
640 OBRAS D E VICTOR HUGO.

te baja de esta masa tenebrosa figura- cubiertas de oro y plata, han desapareci-
ban dos ojos ñamíjeros. E n esta sombra do; grisetas parisienses se pasean por el
solo oia el m u r m u l l o acariciador y dis- muelle: hoy he visto caer los últimos la-
creto de la ola á mis pies, los pasos sor- drillos secos del claustro romano de San
dos de u n caballo en las tablas del puen- Martin, y en su lugar se vá á construir
te de barcas, y á lo lejos, en una fragua hllí un cafó Tortoni; largas hileras de
que entreveía, el campaneo ruidoso de casas blancas dan al feudal y católico
un martillo sobre el yunque. N i n g ú n barrio de los Mártires de Tebas no sé
otro rumor de la ciudad atravesaba el qué falso aire de Batignolles. U n ómni-
Rhin. Algunos vidrios centelleaban va- bus pasa el inmemorial puente de bar-
gamente, y por debajo de la fragua, cas, y lleva por seis sueldos de A g r i p p i -
horno abrasado, punto chispeante, caia na á T u i t i u m .
y se dispersaba en el rio u n largo surco A y de mí! las viejas ciudades se van!
luminoso, como si este buche lleno de
fuego se vaciase en el agua.
De este bello y sombrío conjunto se C-A-RT-A. X I .
desprendía en m i pensamiento un me-
lancólico delirio.
Y o me decia:—La ciudad germana A p r o p ó s i t o de l a casa Ibach.
desapareció, la ciudad de Agrippa des
apareció; la población de San Engel Filo ofía.—Cómo se arreglan las causas para producir los efectos.
—Curiosidadés del azar.—Lecciones de la Providencia.—Gaos
berto está en pié todavía. Pero ¿cuánto de donde se desprende un orden profundo é imponente.—'Asi-
tiempo durará? E l templo edificado allá milaciones.—Relámpagos inesperados y deslumbrantes.—Una
abajo por Santa Elena cayó hace m i l repulsa al rey Cárlos 1.—Una pregunta sobre María de Médi-
cis.—Luis XIV.—Gran figura en la gloria.
años; la iglesia construida por el arzo
bispo Anno caerá. Esta ciudad está gas-
tada por el rio. Todos los dias alguna
vieja piedra, a l g ú n viejo recuerdo, algu Andernach.
na vieja usanza se despega al rozamien A m i g o mió! amigo mió! L o que las
to de veinte buques de vapor. Una ciudad cosas hacen ellas se lo sabrán; pero á
no se coloca impunemente en la gruesa ciencia cierta, y otros antes que yo lo
arteria de Europa. Colonia, aunque me han dicho, los hombres no saben lo que
nos antigua que Tróveris y Soleure, que se hacen. Algunas veces, confrontando
son los dos municipios m á s viejos del la historia con la naturaleza, dentro de
continente, ya se ha afeado y transfor esas comparaciones eternas que m i alma
mado tres veces en la r á p i d a y violenta no puede dejar de hacerse entre los
corriente de ideas que la atraviesa, su- acontecimientos donde Dios se oculta y
biendo y bajando sin cesar de las ciuda- la creación donde Dios se muestra, una
des de Gruillermo el Taciturno á las secreta angustia me ha oprimido de
m o n t a ñ a s de Gruillermo Tell, y llevando pronto y me he figurado que los bos-
á Colonia de Maguncia los afluentes de ques, los lagos, las m o n t a ñ a s , el profun-
la Alemania y de Estrasburgo los afluen- do trueno de las nubes, la ñ o r que se in-
tes de Francia. E n estos momentos pa- clina sobre su tallo á nuestro paso, la
rece que se declara una cuarta época estrella que g u i ñ a el ojo en los celajes
climatérica para Colonia. E l espíritu del horizonte, el Océano que habla y que
del positivismo y del utilitarismo, como murmura y que parece que está avisan-
dicen los bárbaros de ahora, la penetra do siempre á alguno, eran cosas claras y
y la invade; las novedades se enredan terribles, llenas de luz y llenas de cien-
por todas partes en el laberinto de su cia, que miran compasivamente moverse
antigua arquitectura; las calles nue á tientas en medio de ellas, en la noche
vas hacen anchos agujeros á través de que le es propia, al hombre, cuyo orgullo
este hacinamiento gótico; el "buen gus- la impotencia liga los brazos, y cuya va-
to moderno,, se instala allí y edifica nidad la ignorancia venda los ojos. Nada
fachadas-Rívoli y goza e s t ú p i d a m e n t e hay en m í que rechace la idea de que el
de la admiración de los tenderos; hay árbol tenga la conciencia de su fruto;
rimadores ébrios que aconsejan á la ciu- y en cambio, abrigo la convicción de
dad de Conrado el p a n t e ó n de Soufflot. que el hombre no tiene la conciencia de
Las tumbas de los arzobispos caen arrui- su destino.
nadas en esta catedral, continuada hoy L a vida y la inteligencia del hombre
por la vanidad, no por la fó. Las esplén- están á la merced de no sé q u é m á q u i n a
didas campesinas, vestidas de escarlata y oscura y divina, llamada por unos Pro-
E L RH1N. 641
videncia y por otros casualidad, que lo ocurrido al viejo conde de Fontana l a
mezcla, combina y descompone todo, idea de atacar á Rocroy á los cinco dias,
que oculta su marcha en las tinieblas y n i se le hubiese ofrecido el 19 de Mayo
que pone de manifiesto sus resultados á esta magnífica ocasión á un heróico prín-
la luz del dia. Se cree hacer una cosa y cipe de veintidós años, que ha hecho del
se hace otra. Urceus exit. L a historia nos duque de Enghien el gran Condé. Y en
presenta infinitos ejemplos. Cuando el medio de todo este t u m u l t o de hechos
marido de Catalina de Módicis y amante que llenan las cronologías, ¡qué infinidad
de Diana de Poitiers se deja llevar de de ecos singulares y paralelismos ex-
misteriosas distracciones con Felipa Duc, traordinarios y repercusiones formida-
bella jóven piamontesa, no engendra bles! E n 1664, Luis X I V , después de l a
ú n i c a m e n t e á Diana de A n g u l e m a para ofensa hecha á su embajador el duque
que sea la esposa de Horacio Farnesio, de Crequi; hizo desterrar á los Corsos que
sino que con ella engendra á la vez la labia en Homa; ciento cuarenta años
persona que debió llevar á cabo la futu- m á s tarde. Napoleón Bonaparte destier-
ra reconciliación de uno de sus hijos, que ra de Francia á los Berbenes.
se llamó después Enrique I I I , con uno ¡Cuánta sombra y cuántos rayos de luz
de sus sobrinos, que con el tiempo llevó en esta sombra! Cuando el jóven E n r i -
el nombre de Enrique I V . Cuando el que de Montmorency, allá por los a ñ o s
duque de Nemour baja á galope las gra- de 1612, á la sazón de edad de diez y sie-
das de la Santa Capilla montado en su te años, veia i r y venir en casa de su pa-
rocin el Eeal, no pone tan solo en moda dre, entre los criados, llevando la j a r r a
la afición de los juegos peligrosos, sino de agua y sosteniéndola mientras se l a -
que prepara al mismo tiempo la muerte vaban en la actitud humillante del que
del rey de Francia. E l 10 de Julio de sirve, á u n paje pálido y raquítico, L a u -
1559, cuando Montgommery, en las lizas bespine de Chateauneuf, ¡quién le hubie-
de la calle de San Antonio, chorreándo- se dicho que ese paje inclinado t a n
le el sudor por debajo de su vasto pena- respetuosamente ante él, andando el
cho rojo, enristra la lanza y hunde las tiempo seria subdiácono y después guar-
espuelas en los hijares de su caballo, da-sellos, y este guarda-sellos presidiría
para salir al encuentro á ese apuesto ca- por comisión el Parlamento de Tolosa,
ballero flordelisado aplaudido de todas y veinte años m á s tarde, este paje-sub-
las damas, no puede calcular los pro- diácono-presidente pediría solapadamen-
digios que abraza su mano. J a m á s vari- te la dispensa al Papa á fin de poder
ta m á g i c a h a b r á producido cosas tan hacer decapitar él á su señor, á E n r i -
sorprendentes como esta lanza. De u n que I I , duque de Montmorency, mariscal
solo bote v á Montgommery á matar á de Francia por el poder de su espada y
Enrique I I , á demoler el palacio de par del reino por la gracia de Dios!
Tournelles y á levantar l a plaza Heal, Cuando el presidente de Thou, en su l i -
es decir, á trastornar la comedia provi bro, corregía, arreglaba y trasladaba t a n
dencial, suprimir el personaje y cambiar cuidadosamente el edicto de Luis X I del
l a decoración. 22 de Diciembre de 1477, ¡quién habia
Cuando Cárlos I I de Inglaterra, des de decir á ese padre que un dia ese mis-
pues de la batalla de Worcester, se ocul mo edicto, con Laubardemont por ins-
ta en el hueco de una encina, se equivo- trumento, seria el hacha con la cual H i -
ca al creer que se oculta, pues aquel ohelieu cortaría la cabeza de su hijo!
hecho d á el nombre de Encina real á una Y en medio de este caos hay le^es. E l
constelación, y á Halley le presenta la caos no existe m á s que en la apariencia;
ocasión de rebajar la fama de Tycho. E l el órden está en el fondo. Después de
segundo marido de M a d . de Maintenon largos intervalos, los mismos hechos es-
revocando el edicto de Nantes, y el Par pantosos que han hecho abrir los ojos á
lamento de 1688 expulsando á Jaco nuestros padres, vuelven á presentarse
bo I I , no hacen otra cosa que hacer como cometas en las profundidades m á s
posible esa e x t r a ñ a batalla de Almansa tenebrosas de nuestra historia. Siempre
en la que se vió frente á frente, en e' son las mismas asechanzas, las mismas
mismo campo, el ejército francés man caldas, las mismas traiciones, los mismos
dado por un inglés, el mariscal de Ber naufragios en los mismos escollos; los
wich, y al ejército i n g l é s capitaneado nombres cambian, las cosas persisten.
por u n francés, Ruvigny, lord Gallo Pocos dias antes de la P á s c u a fatal de
way. Si Luis X I I I no hubiese muerto e 1814 el emperador h a b r í a podido decir á
14 de Mayo de 1643, no se le hubiese sus trece mariscales: Amen dico vohis quia
TOMO I V . 81
642 OBRAS D E VICTOR HUGO.

unus vestrum me traditurus est.—Siempre j u t o r . Su madre, la viuda de Enrique I V ,


César adopta á Bruto; siempre Cárlos I terminó sus dias en Colonia, poco des-
impide á Cromwell partir para la Ja- pués, de la misma manera—en la miseria
maica; siempre Luis X V I impide á Mira- más profunda.—A petición del carde-
beau embarcarse para las Indias; siem- nal-ministro, Cárlos I la hizo salir de
pre y en todas partes las reinas crueles nglaterra. Y o censuro este proceder del
son castigadas por hijos crueles; siempre real y melancólico autor del Eikon Basi-
y en todas partes las reinas ingratas son Uké, y no comprendo cómo el hombre
castigadas por hijos ingratos. Toda que supo mostrarse rey ante Cromwell,
A g r i p p i n a engendra el Nerón que la no supo mostrarse rey ante Richelieu.
m a t a r á ; toda María de Médicis dá á luz Por lo demás, insisto en este detalle,
el Luis X I I I que la desterrará. leño de sombría significación; á María
¡Y en m í mismo no reparas de q u é de Médicis la siguió de cerca Richelieu,
manera tan e x t r a ñ a llega m i pensamien- que m u r i ó un a ñ o después. ¿A q u é con-
to, de idea en idea, y casi sin saberlo, á ducían, pues, todos esos odios desna-
esas dos mujeres, á esas ^dos italianas, á turalizados entre esas tres criaturas
esos dos espectros, Agrippina y M a r í a de humanas, tantas intrigas, tantas perse-
Mediéis, que son los dos espectros de Co- cuciones, tantas querellas, tantas perfi-
lonia! Colonia es la ciudad de las reinas dias, si los tres t e n í a n que morir casi á
madres desventuradas. A m i l seiscientos la misma hora?—Dios sabe lo que hace.
años de distancia, la hija de Germánico, Existe una duda fatal sobre M a r í a de
madre de Nerón, y la mujer de Enri- Médicis. L a sombra que proyecta Ra-
que I V , madre de Luis X I I I , unen en vaillac siempre me ha parecido que v á
Colonia su nombre y su recuerdo. De es- rozando los pliegues de la cola de su
tas dos viudas—porque una huérfana es vestido, pues siempre me ha espantado
una viuda,—hechas la primera por el la frase terrible que el presidente He-
veneno, la segunda por el p u ñ a l , una, rí a ult, sin intención quizá, escribió sobre
M a r í a de Médicis, ha muerto allí, y la la reina:—Ella no se sorprendió gran cosa
otra, Agrippina, ha nacido t a m b i é n allí de la muerte de Enrique I V .
E n Colonia he visitado la casa que ha Confieso que todo esto me hace m á s
visto espirar á María de Francia—casa admirable l a época clara, leal y pompo-
Ibach, s e g ú n unos; casa Jabach, según sa de Luis X I V . Las sombras y las oscu-
otros;—y en lugar de decirte lo que he ridades que manchan el principio de este
visto en ella, te diré lo que en ella he siglo hacen resaltar m á s los esplendores
pensado. P e r d ó n a m e , amigo mió, que del fin. Luis X I V representa el poder,
no te dé esta vez todos los detalles lo como Richelieu, pero tiene además la
cales que en tanta estima tengo, y que majestad; representa la grandeza como
á m i modo de ver pintan al hombre, le Cromwell, pero tiene además la sereni-
explican por su forma aparente y condu dad. Luis X I V no revela el génio en el
cen al espíritu del exterior al interior de señor, pero revela el génio alrededor
los hechos. Esta vez los suprimo. Temo de él, lo cual hace al rey algo m á s pe-
que lleguen á fatigarte mis festones y mis queño, al par que hace al reinado m á s
astrágalos. grande. Cuanto á m í , que amo, como t ú
L a triste reina murió allí el 3 de J u sabes, las cosas acertadas y completas,
lio de 1642. Tenia sesenta y ocho años sin dejar de oponer todas las restriccio-
Hacia once que estaba desterrada de nes que es preciso admitir, he tenido
Francia, y en este tiempo habia ido er- siempre una s i m p a t í a profunda por ese
rante por Flandes é Inglaterra, vivien grave y magnífico príncipe de tan alta
do á espensas de todos los paises. E n estirpe nacido, recibido tan noblemente
Lóndres, Cárlos I la t r a t ó dignamente por todos y rodeado de hombres tan no-
en los tres años que permaneció allí le bles; rey desde la cuna y rey en la t u m -
dió cien libras esterlinas diarias. Más ba; verdadero monarca en la m á s alta
tarde, lo digo con sentimiento, Paris acepción de la palabra; soberano central
ofreció á la reina de Inglaterra esa hos- de la civilización, eje de la Europa, al
pitalidad que L ó n d r e s dió á la reina de cual le fué permitido gastar, por decirlo
Francia. Enriqueta, hija de Enrique I V así, y ver sucesivamente, en la larga du-
y viuda de Cárlos I , fué hospedada en ración de su reinado, aparecer, resplan-
el Louvre no sé en q u é desván, en donde decer y desaparecer alrededor de su
permaneció en el lecho, faltándole hasta trono, ocho Papas, cinco sultanes, tres
un haz de leña en el invierno, esperando emperadores, dos reyes de E s p a ñ a , tres
algunos luises que le prestaba el coad- reyes de Portugal, cuatro reyes y una
EL RHIN. 643
reina de Inglaterra, tres reyes de Dina- nes pica y vuelve á picar, no t u piel, sino
marca, una reina y dos reyes de Suecia, t u bolsillo. Así que la bolsa del viajero,
cuatro reyes de Polonia y cuatro czares esa bolsa preciosa, lo contiene todo para
de Moscovia; estrella polar de todo un él, pues l a santa hospitalidad solo se co-
siglo, que durante setenta y dos años ha noce allí para recibirle al umbral de las
visto girar majestuosamente alrededor casas con su dulce sonrisa y su augusta
de sí todas las constelaciones. cordialidad. Véase á q u é grado de poder
han elevado l a propina los inteligentes
naturales de este pais.
CJAJRTA. XII. Para convencerse de ello, voy á expo-
ner los hechos sin exagerar lo m á s m í -
nimo.
A p r o p ó s i t o del museo Wallraf. Entras en una población cualquiera;
á la puerta de la ciudad un estafero se
Biografía, monografía y epopeya de la propina.—-El estafero.— informa del hotel donde vas á parar, te
El conductor.—El postillón.—El pillastron.—El otro picaro. pide el pasaporte, lo coge y se lo guarda.
—El carretonero.—El que ha llevado bs efectos.—La vieja.
—El cuadro, la cortina, el bedel.—El individuo grave y E l coche se detiene en el patio donde
triste.—El guardián.—El suizo.—El sacristán.—Una cara pa- hace su parada; el conductor, que no te
recida á la de Judas.—El campanero.—El importuno que os ha dirigido una mirada en todo el cami-
sigue.—El explicador.—La jerga.—La fábrica.—El jóven
gallardo.—Todavía el bedel.—Todavía el,estafero.—El cria- no, se presenta, te abre la portezuela y
do.—El mozo de cuadra.—El factor.—El gobierno.—«No te ofrece l a mano con aire candoroso.
olvidéis que toda propina no puede bajar de una moneda de Propina.
plata.»
U n momento después llega el posti-
llón, y , aunque le está prohibido por los
reglamentos de policía, te dirige una
Andernach. arenga en u n dialecto desconocido que
A d e m á s de l a catedral, la Casa de la quiere decir: Propina.
Ciudad y la casa Ibach, visitó en Sche- Una vez en tierra, u n pillastron toma
leis-Kotten, cerca de Colonia, los vesti- del coche t u maleta y t u saco de noche y
gios del acueducto s u b t e r r á n e o que en lo deposita en el suelo. Propina.
tiempo de los romanos iba de Colonia á Otro picaro pone el equipaje en u n
Tréveris, y del cual se encuentran hoy carretón, te pregunta á q u é hotel vas, y
aun las huellas en treinta y tres pueblos. echa á correr delante de uno arrastrando
E n l a misma Colonia v i el museo su carretón. Llegados al hotel, aparece
Wallraf. Tentado estaba de haberte he- el fondista y entabla con el viajero recien
cho a q u í su inventario, pero quiero ahor- llegado este corto diálogo, que deberla
rarte este trabajo. Bástete saber que si escribirse en todas las lenguas encima
yo no encontré en él, gracias á las de- de las puertas de todas las fondas.
predaciones del b a r ó n Hubsch, el carro —Buenos dias, caballero.
de guerra de los antiguos germanos, la •—'Señor mió, quiero un cuarto.
famosa momia egipcia y la gran culebri- —Está muy bien, caballero. (Gritando á
na de cuatro varas de largo, fundida en los de dentro:) Conducid al caballero al
Colonia en 1400, en cambio v i u n mag- nüm. 4.
nífico sarcófago romano y la armadura —Deseo que se me prepare la comida.
del obispo Bernardo de Calen. T a m b i é n '—'En seguida, caballero; etc. etc.
me enseñaron una enorme coraza que Subes al n ú m e r o 4. T u equipaje ya
pasa por haber pertenecido al general está allí. U n hombre se exhibe. Es el que
del imperio Juan de Wert; pero en vano lo ha conducido con el carretón al hotel.
b u s q u é su poderosa espada de ocho piés Propina.
y medio de longitud, su gran pica pare- Llega otro; q u é quiere? Es el que lo
cida al pino de Polífemo, y su gran cas- ha subido a l cuarto. L e dices: E s t á bien,
co homérico, que dos hombres, dicen, ya te gratificaré cuando me vaya, como á
apenas podian levantar del suelo. los d e m á s mozos del establecimiento.
E l gusto de ver todas estas cosas bellas —Caballero, responde el hombre, yo
ó curiosas, museos, iglesias, casas de no pertenezco á él. Propina.
ayuntamiento, se enfria, preciso es decir- Sales á la calle. Ves una iglesia, una
lo, por l a grave importunidad de dar bonita iglesia. Cómo no entrar á verla?
propina. E n las orillas del R h i n , como Das una vuelta por la manzana, miras,
en todas las comarcas m u y visitadas, la buscas. Las puertas están cerradas. J e s ú s
propina es un mosquito m u y importuno, dijo: Compelle intrare; los sacerdotes de-
el cual á todas horas y en todas ocasio berían tener las puertas abiertas, pero
644 OBRAS D E VICTOR HUGO.

los bedeles las cierran para ganar trein- s á m e n t e la puerta; subes unos treinta
ta sueldos. E n el entretanto una vieja peldaños de una escalera de caracol. A l
ha notado t u vacilación, y llega y te se- i n de ellos encuentras el paso intercep-
ñ a l a una campanilla que cuelga j u n t o á tado bruscamente. Es una puerta cerra-
u n postigo. Comprendes l a indicación, da. Vuelves a t r á s . Estás solo. E l bedel
llamas, se abre el postigo, aparece el no está allí. Llamas. Asoma una cara
bedel; manifiestas deseos de ver la igle- carecida á la de Judas. Es el campane-
sia; el bedel toma u n manojo de llaves y ro. Abre y te dice:
se dirige hacia la puerta principal. Cuan- —Subid, caballero.
do vas á entrar en l a iglesia, conoces que Propina,
te tiran de la manga; es la oficiosa vieja Subes: el campanero no te sigue; tanto
á quien has olvidado y te ha seguido. mejor, piensas en t u interior; respiras, te
Propina. alegras de estar solo, y de esta manera
Y a estás en la iglesia: contemplas, ad- 'legas alegremente á la alta plataforma
miras, exclamas: de la torre. A l l í miras, caminas en todas
•—¿Por q u é cubre ese cuadro esa corti- direcciones; el cielo es azul, el paisaje es
na verde? soberbio, el horizonte inmenso. De pron-
—Porque es el mejor de la iglesia, to te apercibes de que desde hace algu-
contesta el bedel. nos instantes un sér importuno te sigue
•—Bueno, replicas; a q u í se ocultan los y te codea,y te zumba en los oidos pala-
buenos cuadros; en otra parte los ense- oras oscuras. Este es el explicador j u r a -
ñ a r í a n . De quién es ese cuadro? do y privilegiado, encargado de comen-
—De Rubens. tar á los extranjeros las magnificencias
—Quisiera verle. del campanario, de la iglesia y del pai-
E l bedel te deja y vuelve unos mo saje. Este hombre, a q u í por lo regular,
montos después a c o m p a ñ a d o de u n i n es tartamudo. Algunas veces es tarta-
dividuo m u y grave y m u y triste. Es el mudo y sordo. Escusado es decir que no
g u a r d i á n . Este buen hombre toca u n le prestas atención, que le dejas hablar
resorte, se descorre la cortina y ves el en una jerga ininteligible á su placer, y
cuadro. U n a vez visto, la cortina se cor que acabas por olvidarle contemplando
re y el g u a r d i á n te hace un saludo sig la enorme bóveda del coro de l a iglesia,
nificativo. Propina. de donde los botareles salen como lados
Continuando t u paseo por la iglesia, disecados, los m i l detalles del chapitel
siempre remolcado por el bedel, llegas á de piedra del campanario, los techos,
la verja del coro, que tiene echados los las calles, los tejados de las casas, los
cerrojos y ante la cual está de pié un caminos que se pierden en todas direc-
magnífico personaje e s p l é n d i d a m e n t e ciones, como los listones de madera de
enjaezado: es el suizo, á quien han pre una rueda cuya llanta la forma el hori-
venido que vas á pasar, y te espera. E zonte y el centro la ciudad, las llanuras,
coro pertenece al suizo. Das una vuelta los árboles, los rios y las colinas. Des-
por él, y al salir, t u emplumado y enga pués que lo has visto todo perfectamen-
lonado cicerone te saluda majestuosa te, te diriges á la torrecilla de la escalera
mente. Propina. para bajar, pero el hombre se interpone.
E l suizo te entrega al bedel. Pasas por Propina.
delante de la sacristía. Oh milagro — E s t á muy bien, caballero, te dice
está abierta. Entras en ella. Hay u n sa metiéndose el dinero en el bolsillo; pero
cristan. E l bedel se aleja con dignidad ahora, queréis darme algo á mí?
porque conviene dejar a l sacristán su •—Pues me gusta! ¿y lo que os acabo
presa. E l sacristán se apodera del foras de dar?
tero y te enseña los cálices, las casullas —Caballero, es para la fábrica, á l a
las vidrieras que puedes ver sin él, las cual entrego dos francos por persona.
mitras del obispo, y d e t r á s de un vidrio Propina.
en una capillita forrada de satén blanco Bajas. De repente se abre una trampa
gastado, a l g ú n esqueleto de santo vesti al lado tuyo. Es la torre de las campa-
do de trovador. Vista la sacristía, queda nas, ¿Quién no vé las campanas de tan
el sacristán. Propina. magnífico campanario? U n gallardo j ó -
E l bedel vuelve á recogerte. Llegas á ven te las enseña y te las nombra. Pro-
la escalera de las torres. L a vista que se pina.
debe abarcar desde lo alto del gran cam A l bajar del campanario te encuentras
panario debe ser bella, y esta idea te i n al bedel, que te ha esperado paciente-
cita á subir. E l bedel empuja silencio mente y te vuelve á a c o m p a ñ a r con res-
E L RHIN. 645
peto hasta el umbral de la iglesia. Pro- al cuarto de hora de estar en A i x - l a -
pina. Ohapelle, y a le habia dado m i propina
Vuelves al hotel, habiéndote guarda- al rey dePrusia.
do m u y bien en el camino de preguntar
á n i n g ú n t r a n s e ú n t e cuál es la dirección
que debes llevar, porque la propina no CA.KTA. X I I I .
dejaria perder l a ocasión de molestarte
de nuevo. Apenas pones el pié en la fon-
da, cuando ves que se te llega con aire Andernacli.
amigable una figura que te es entera-
mente desconocida. Es el estafero que El viajero se asoma á la ventana.—Con una palabra profunda
trae el pasaporte. Propina. caracteriza la magnífica arquitectura de la barrera del Trono
en Paris.—De qué sirve haber sido el emperador Valentinia-
Comes: la hora de partir ha llegado; el no.—Guando se encuentra un jorobado sonriendo, ¿es preciso
criado te trae la cuenta. Propina. decir de q u é 6 porqaét—Caminando de noche por los cam-
U n mozo lleva t u equipaje á la dili- pos se halla una cosa que parece un sueño.—Paisajes que
pierden su belleza á la luz del crepúsculo.—La luna llena.—
gencia ó á l a schnellposte. Propina. Qué es lo que se vé allá abajo?—El pedrusco misterioso en lo
U n factor lo sube á l a vaca. Propina. jero alto de la colina.—El viajero vá allí.—Lo que era.—El via-
llama á la puerta.—Si hay alguno, no responde.—El
Montas, parte el coche, y se hace de e j é r c i t o del Samhra y el Mosa y su general.—
noche; m a ñ a n a volverás á empezar. Hoche, Marcean, Bonaparte.—En qué habitación entra el
Eecapitulemos: propina al conductor, viajero.—Lo que le muestra la claridad de la luna.—Mira por
el agujero, del que pende el cabo de una cuerda.—Lo que cree
propina al postillón, propina al que baja oir decir á una voz.—Regresa á Andernach.—El viajero de-
del coche t u maleta, propina al que la clara que los turistas son unos necios.—Las bellezas de An-
dernach reveladas.—La iglesia bizantina.—Atención que pres-
lleva en el carretón, propina al hombre tan á un versículo de Job cuatro niños y un conejo.—La
que no es del hotel, propina á l a vieja, pro- iglesia gótica.—Lo que los caballos prusianos piden á la San-
pina á Hubens, propina al suizo, pro- tísima Virgen.—La torre del vigía.—El autor dirige algunas
palabras á una hada.
pina a l sacristán, propina al campane-
ro, propina al hablador que te sigue y
molesta, propina á l a fábrica, propina al
que enseña las campanas, propina al be- Andernach.
del, propina al estafero, propina á los ca- Te escribo t o d a v í a desde Andernach,
mareros de la fonda, propina al mozo en las orillas del R h i n , donde hace tres
que te lleva el equipaje á la diligencia, dias que he desembarcado. Andernach
propina al factor; total, diez y ocho pro- es un antiguo municipio romano, reem-
pinas en u n dia. Aléjate de la iglesia, que plazado por u n ayuntamiento gótico que
es m u y cara; déjala que se conserve nue- todavía existe. E l paisaje que desde m i
va. Entre tanto calcula á lo que ascien- ventana se descubre es encantador. E n -
den todas esas propinas, que tienen por frente de ella, al pié de una alta colina
m í n i m u m cincuenta céntimos y por m á - que apenas me deja ver una estrecha
x i m u m dos francos, m á x i m u m que es en franja del cielo, hay una bonita torre del
algunas ocasiones obligatorio (1), y ten- siglo trece, de cuya parte superior se
drás una suma de alguna consideración. lanza, preciosa complicación que no ha-
A pesar de esto no eches en olvido que bia visto hasta ahora, otra torre m á s pe-
toda propina es por lo menos de una q u e ñ a , octógona, de ocho frontis, coro-
moneda de plata. Los sueldos y l a mone- nada de u n techo cónico; á m i derecha
da de cobre son cosas despreciables, que el E,hin y el blanco y hermoso pueblo de
el sér mas necesitado mira con inexpli- Leutersdorf, que se vislumbra entre los
cable desden. árboles; á m i izquierda los cuatro cam-
Para estos ingeniosos pueblos, el viaje- panarios bizantinos de una magnífica
ro no es m á s que u n saco de escudos que iglesia del siglo once, dos en l a fachada
tratan de adelgazar lo m á s aprisa po- y dos en el ábside. Los dos mayores cam-
sible. Todo el mundo se encarniza con panarios de l a fachada son de un perfil
él. Hasta el mismo gobierno se mezcla desaliñado y extraño, pero grande; son
algunas veces; te toma l a maleta y el torres cuadradas sobrepuestas de cuatro
abrigo, los carga en sus espaldas y te tejados agudos, triangulares, llevando
tiende la mano. E n las grandes ciuda en sus intervalos cuatro losanges pizar-
des, los encargados de l a conducción de reños, que se r e ú n e n por sus cúspides y
los equipajes entregan a l real Tesoro forman l a punta de la aguja. Debajo de
doce sueldos y dos liards por viajero. Y o , m i ventana charlan en perfecta inteli-
.gencia gallinas, niños y patos. E n el
(1) En Aix-la-Ghapelle, por ver las reliquias, laf^TrfnÍ! fondo, allá á lo lejos, campesinos se en-
la fábrica está fijada en un thaler, tres francos setenta y cinca caraman en las parras.
céntimos.
616 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Por lo demás, parece que ese cuadro pobres viviendas de jardineros; los mu-
no ha sido suficiente al hombre de gusto chachos medio desnudos se sientan para
que ha decorado la h a b i t a c i ó n que yo jugar con las piedras caldas, y las jóve-
ocupo; al lado de m i ventana abrió otra, nes se asoman á la ventana y charlan de
como para hacer juego con la mia sin sus amores por las troneras de las cata-
duda: es una imagen representando dos pultas. E l castillito formidable que de-
grandes candeleros colocados en tierra fendía á Andernach por la parte de L e -
con esta inscripción: Vista de Faris. A vante solo es ya una gran ruina, que
fuerza de devanarme los sesos he descu- recibe m e l a n c ó l i c a m e n t e todos los rayos
bierto que, en efecto, era una vista de la del sol ó de la luna por los vanos de sus
barrera del Trono. ventanas desfondadas, y el patio de ar-
L a cosa es muy parecida. mas de ese parque de guerra está invadi-
E l dia de m i llegada visité la iglesia, do por u n magnífico césped verde, donde
que es bella en el interior, pero está las mujeres de la ciudad hacen blanquear
horriblemente revocada. E l emperador en el verano la tela que han hilado en el
Valentiniano y un hijo de Federico B á r - invierno.
baro j a fueron enterrados en ella. No Después de haber dejado detrás de m í
queda n i n g ú n vestigio. U n hermoso Cris- la gran puerta ojiva de Andernach, acri-
to en la tumba , de completo relieve, figu- billada de agujeros de metralla enne-
ras de t a m a ñ o natural, del siglo quin- grecidos por el tiempo, me he encontra-
ce; u n caballero del siglo diez y seis de do en l a orilla del R h i n . L a fina arena
medio relieve, pegado á la pared; en un cortada por p e q u e ñ a s alfombras de yer-
desván, u n m o n t ó n de figuritas ilumina- ba me invitaba á dar una vuelta, y de-
das, de alabastro gris, restos de a l g ú n cidido á ello, me he subido lentamen-
mausoleo admirable del Renacimiento: te por la ribera hácia las colinas lejanas
esto es todo lo que un campanero giboso de la Sayn. Las primeras horas de la
y alegre ha podido e n s e ñ a r m e por el pe- noche eran de una dulzura encantado-
dacito de cobre plateado que representa ra; la naturaleza se calmaba al tiempo
a q u í treinta sueldos. de dormirse. Las avecillas venían á be-
Ahora es preciso que te cuente una ber en el rio y huian á los mimbrerales;
cosa real, u n encuentro m á s bien que yo veia por encima de los campos de
una aventura, que ha dejado en m i espí- tabaco pasar por estrechos senderos car-
r i t u la impresión velada y sombría de UD romatos tirados por bueyes y cargados
sueño. de esa piedra basáltica con la que Ho-
Saliendo de la iglesia, que d á casi al landa construye sus diques. Cerca de m í
campo, he dado la vuelta á la ciudad. estaba amarrado un buque de u n puen-
E l sol acababa de ponerse detrás de la te de Leutersdorf, que llevaba en su
alta colina cultivada y poblada de árbo- proa esta austera y dulce palabra: Fius.
les, que fué un montecillo de lava en los Del otro lado del Rhin, al pié de una
tiempos anteriores á la historia, y que es larga y sombría colina, trece caballos
hoy una cantera de basalto muelero, que remolcaban lentamente otro buque, á
dominó Artonacum hace dos m i l años y los cuales ayudaban sus dos grandes ve-
que domina hoy Andernach, que vió las triangulares hinchadas por el viento
borrar sucesivamente la ciudadela del de la noche. E l paso mesurado del tiro,
prefecto romano, el palacio de los reyes el ruido de los cascabeles y el chasquido
de Austrasia, desde cuyas ventanas los de los látigos, llegaban hasta m í . U n a
príncipes de estas sencillas épocas pes- ciudad blanca se perdía á lo lejos en la
caban carpas en el Rhin; la tumba i m - bruma, y en lontananza, hácia el Orien-
perial de Valentiniano, la a b a d í a de las te, en el ú l t i m o límite del horizonte, la
hijas nobles de Santo T o m á s , y que aho- luna llena, roja y redonda como u n ojo
ra vé desmoronarse piedra tras piedra las de cíclope, aparecía entre dos párpados
viejas murallas de la ciudad feudal de de nubes en la frente del cielo.
los electores de Tréveris. ¿Cuánto tiempo c a m i n é así, absorto
S e g u í el foso que rodea estas mura- en el sueño de toda la naturaleza? L o
llas, á las que las casuchas de los cam- ignoro. Pero la noche habia cerrado
pesinos se arriman familiarmente hoy, y completamente, la c a m p i ñ a estaba en-
que solo sirven para abrigar contra los teramente desierta, la luna resplande*
vientos del Norte los cuadros de coles y cíente tocaba casi en el zenit cuando me
lechugas. L a noble ciudad desmantela- desperté, por decirlo así, al pié de una
da tiene todavía sus catorce torres re- eminencia, coronada en su cima de un
dondas ó cuadradas, pero convertidas en p e q u e ñ o bloque oscuro, alrededor del
EL RHIN. 647
cual se perfilaban líneas negras imitan- sombra el perfil acabado y severo del
do, unas horcas y otras mástiles con hombre definitivo.
sus vergas transversales. Y o subí hasta A q u í es, pues, pensaba yo, donde mu-
allí, pasando por encima de las yerbas rió Hoche.—Y la fecha heróica del 18 de
de un campo de legumbres recientemen- A b r i l de 1797 se presentó á m i espíritu.
te cortadas. Este bloque, colocado sobre Ignoraba dónde estaba. P a s e é una
un grueso circular de m a m p o s t e r í a , era mirada alrededor de mí. A l Norte tenia
una tumba envuelta por una andamiada. una gran llanura; al Sur, á un tiro de fu-
Para quién era esa tumba? ¿Por q u é sil, el Rhin; y á mis piés, debajo del
esa andamiada? montecillo, que era como la base de esta
E n el grueso de m a m p o s t e r í a habia tumba, u n pueblo, en cuya entrada se
practicada una puerta cimbrada y baja, alzaba una vieja torre cuadrada.
groseramente cerrada por una t r a b a z ó n E n este momento un hombre atravesa-
de tablas. L l a m é con la contera de m i ba un campo á algunos pasos del mo-
bastón: el habitante dormido no me numento; á la ventura le p r e g u n t é en
contestó. francés el nombre del pueblo. E l hombre,
Entonces por una rampa suave, tapi- que era soldado viejo quizá, porque la
zada de un césped espeso y sembrado de guerra, lo mismo que l a civilización, ha
flores azules, que la luna llena parecía aprendido nuestra lengua en todas las
haber hecho abrir, subí al grueso circular naciones del mundo, el hombre me g r i -
y m i r é la tumba. tó: Weiss T h u r m ; y después desapareció
U n gran obelisco truncado, colocado detrás de un cercado.
sobre un enorme dado figurando un sar- Estas dos palabras Weiss Thurm sig-
cófago romano, el todo, obelisco y dado, nifican torre blanca; al punto me acordé
de granito azulado; alrededor del monu- de la Turris Alba de los romanos.
mento y hasta su remate, una delgada Hoche ha muerto en un lugar ilustre.
armadura atravesada por una larga es- Por a q u í , por este mismo sitio, hace dos
cala; las cuatro caras del dado quebra- m i l años que César pasó el R h i n por l a
das y abiertas, como si se las hubiesen primera vez.
arrancado cuatro bajo-relieves; a q u í y ¿Qué hace esa andamiada en ese mo-
allá, á mis piés, en la plataforma circu- numento? L o restaura? Lo degrada? No
lar, losas de granito azul rotas, fragmen- lo sé.
tos de cornisas, restos de entablamentos, Escalé el basamento, y a g a r r á n d o m e
esto es lo que la l u n a me mostraba. á la armadura, por una de las cuatro
D i la vuelta á la tumba, buscando el aberturas practicadas en el dado m i r é
nombre del muerto. E n las tres primeras en la tumba. Era un pequeño recinto
fachadas no habia nada; en la cuarta v i cuadrangular, desnudo, siniestro y frió.
esta dedicatoria en letras de cobre, que U n rayo de l u n a penetraba por una de
chispeaban: E l ejército del Samhra y Mosa las grietas y dibujaba en la sombra una
á su general en jefe; y por bajo de estas forma blanca, derecha y de pié contra el
dos líneas la claridad de la luna me per- muro.
mitió leer este nombre, m á s indicado E n t r é en este recinto por la estrecha
que escrito: tronera bajando la cabeza y caminando
con las rodillas. Allí v i en el centro del
HOCHE, pavimento u n agujero redondo, ancho y
Las letras h a b í a n sido arrancadas, lleno de tinieblas. Por este agujero, sin
pero h a b í a n dejado su vaga huella en el duda, se bajó en otro tiempo el féretro á
granito. la cavidad inferior. U n a cuerda colgaba
Este nombre en este lugar, á esta allí y se perdía en la noche. Me acerqué,
hora, visto á esta claridad, me causó una a v e n t u r ó mis miradas en ese agujero, en
impresión profunda é inexplicable. esa sombra, en esa cavidad; busqué el fé-
Siempre he amado á Hoche. retro; no v i nada.
H o c h e f u é , como Marceau, uno de esos Apenas d i s t i n g u í el vago contorno de
jóvenes, grandes hombres bosquejados, una especie de alcoba fúnebre, tallada
por los que la Providencia, que quería en la bóveda, que se dibajaba en la pe-
que la revolución venciese y la Francia numbra.
dominase, preludiaba á Bonaparte; ensa Allí p e r m a n e c í largo tiempo, sumidos
yos malogrados á lo mejor, pruebas i n - vanamente el ojo y el espíritu en ese do-
completas, que el destino rompió tan ble misterio de la muerte y de la noche.
pronto como sacó enteramente de l a Una especie de aliento helado salía del
648 OBRAS D E VICTOR HUGO.

agujero de la cavidad como de una boca miento, representa á Jesús de rodillas,


abierta. con los brazos extendidos y en la actitud
No podré explicar lo que pasaba por del espanto. Alrededor suyo giran y se
m í . Esa tumba tan bruscamente encon- mezclan, como en un sueño horrible, to-
trada, ese gran nombre inesperado, ese dos los objetos terribles de que v á á for-
recinto l ú g u b r e , esa cavidad habitada ó marse su pasión: el manto irrisorio, el
vacía, esa andamiada que entreveía por cetro de c a ñ a , la corona de espinas, los
la brecha del monumento, esa soledad y azotes, las tenazas, el martillo, los cla-
esa luna envolviendo el sepulcro, todas vos, la escalera, la lanza, la esponja de
esas ideas se presentaban á la vez en m i liel, el perfil siniestro del m a l ladrón, la
pensamiento y lo llenaban de sombras. m á s c a r a lívida de Judas con la bolsa a l
Una profunda piedad me oprimía el co- cuello; en fin, ante la vista del Divino
razón. ¡He a q u í en lo que vienen á parar Maestro l a cruz, y entre los brazos de
los muertos ilustres desterrados ú olvida- a cruz, como la suprema tortura, como
dos en el suelo extranjero! Ese trofeo fú- el dolor m á s punzante entre todos los
nebre levantado por todo u n ejército está dolores, una columnita, en lo alto de la
á l a merced del t r a n s e ú n t e . E l general cual se yergue el gallo que canta, es de-
francés duerme lejos de su país en u n cir, la i n g r a t i t u d y el abandono de u n
campo de legumbres, y albañiles prusia- amigo. Este ú l t i m o detalle es admirable-
nos hacen lo que se les antoja en su mente bello. Representa toda la gran
tumba. teoría del sufrimiento moral, peor que el
Me parecía oír salir de este m o n t ó n de sufrimiento físico. L a sombra gigantes-
piedras una voz que decía: Es preciso que ca de los dos grandes campanarios se
la Francia recobre el Rhin. esparce sobre esta sombría elegía. A l -
Una media hora después estaba en el rededor del bajo-relieve el escultor ha
camino de Andernach, del cual me h a b í a grabado una inscripción, que he copiado:
alejado unos cinco cuartos de hora.
O vos omnes q u i t r a n s t t i s
per v i a m , attendite et v i -
No comprendo á los aficionados á via cíete si est dolor similis si-
jar. Este es u n sitio admirable. Acabo cut d o l o r meus. 1538.
de recorrer el país, que es soberbio. De Delante de esta
lo alto de las colinas la vista abraza un severa fachada, á al-
circo de gigantes, del Siebengebiirge gunos pasos de esa
las crestas de Ehrenbreitstein. A q u í no d o b l e lamentación
hay una piedra de los edificios que no sea de Job y de J e s ú s ,
un recuerdo, n i un detalle de paisaje que hermosos niños, ale-
no sea una gracia. Los habitantes tienen gres y sonrosados,
esacara afectuosa y buena que alegra retozaban en una al-
al extranjero. L a posada (el Hotel del Em fombra verde y ha-
perador) es excelente é n t r e l a s mejores de cían comer, dando grandes gritos, á u n
Alemania. pobre conejo amansado, pero á la vez
Andernach es una ciudad encantado- asustado. N i un alma, pasaba por el ca-
ra, y no obstante, Andernach es una mino.
ciudad desierta; no se vé nadie en ella. Hay una segunda y buena iglesia en
Se vá adonde acude la gente, á Co- Andernach. Esta es gótica. Es una nave
blenza, á Badén, á Mannheim; no se vá del siglo catorce, hoy transformada en
donde está la historia, donde está la na cuadra de cuartel, y guardada por sol-
turaleza, donde está la poesía, á Ander- dados de caballería prusianos, con el sa-
nach. ble e m p u ñ a d o . Por la puerta entreabier-
He vuelto por segunda vez á la igle ta se apercibe una larga fila de ancas de
sia. L a o r n a m e n t a c i ó n bizantina de los caballos, que se pierde en la sombra de
campanarios es de una riqueza rara y de las capillas. Encima del frontispicio se
u n gusto á la vez salvaje y esquisito. L a lee: Sancta María, ora pro nobis. A l pre-
portada meridional tiene chapiteles ex- sente son los caballos los que lo dicen.
t r a ñ o s y una gruesa moldura-arquivolta Y o hubiera querido subir á l a curiosa
profusamente rameada. E l t í m p a n o de torre que veo desde m i ventana, y que
á n g u l o obtuso lleva una pintura bi- es, s e g ú n todas las apariencias, el anti-
zantina de la Crucifixión, todavía per- guo v i g í a de la ciudad; pero la escalera
fectamente visible y distinta. E n la fa- está rota y las bóvedas están quebranta-
chada, al lado de l a puerta ojiva, un das. Creí conveniente renunciar á ello.
bajo-relieve pintado, que es del Renaci- Por lo d e m á s , esta magnífica ruina tiene
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EL RHIN. 649
tantas flores, tan preciosas flores, flores los rios, el que m á s me seduce es el
dispuestas con tanto gusto y entretejidas R h i n . L a primera vez que v i el Rhin fué
con tanto cuidado en todas las ventanas, el a ñ o ú l t i m o en Kehl, pasando el puen-
que se la creerla habitada. E n efecto, te de barcas. L a noche se^chaba encima
estaba habitada, habitada por la m á s co- y el coche iba al paso. Recuerdo que ex-
queta y la m á s feroz á la vez de las p e r i m e n t ó cierto respeto al atravesar el
vecinas, por esa dulce hada invisible que viejo rio. Hacia mucho tiempo que tenia
se aloja en todas las ruinas, que las toma vivísimos deseos de verle. Puedo asegu-
para ella, y para ella sola; que desfonda rar que siempre me causa emoción en-
todos los pisos, todos los techos, todas trar en comunicación, ó, mejor dicho, en
las escaleras, á fin de que el paso del comunión, con esas grandes cosas de la
hombre no descomponga los nidos de los naturaleza, que son t a m b i é n grandes
pájaros, y que pone en todas las venta- cosas en la historia. A ñ a d e á esto que
nas y delante de todas las puertas mace- los objetos m á s raros me ofrecen, yo no
tas de flores, que ella sabe hacer, como sé por qué, afinidades y a r m o n í a s extra-
hada que es, con toda vieja piedra es- ñ a s . ¿Te acuerdas, amigo mió, del R ó -
cavada por la l l u v i a ó mellada por el dano en l a Valserina?—Nosotros lo v i -
tiempo. mos juntos en 1825, en ese delicioso
viaje á l a Suiza, que es uno de los re-
cuerdos luminosos de m i vida. ¡Entonces
t e n í a m o s veinte años!—¿Recuerdas t ú
GAJFlT-áL X I V . el grito de rabia, el rugido feroz que
lanzaba el R ó d a n o al precipitarse en el
M I Bhin. abismo, a l mismo tiempo que el frágil
puente de madera temblaba bajo nues-
Diversas declaraciones de amor á las cosas de la creación.—El
tros piés? Pues bien, desde aquella época
autor cita á Boileau.—Grupo de todos los rios.—Historia.— el R ó d a n o despertó en m i espíritu l a
Los volcanes.—Los celtas.—Los romanos.—Las colonias idea del tigre; el R h i n despertó la idea
romanas.—Cuáles son la-s ruinas que habia en el Rhin hace
mil doscientos años.—Garlo-Magno.—Fin del Rhin histórico. del león.
—Principio del Rhin fabuloso,—Mitología gótica.—Hervide- Desde aquella noche en que v i el R h i n
ro de leyendas.—Lo horrible y lo encantador mezclado bajo por primera vez, esta idea no se ha mo-
mil formas en una luz fantástica.—Enumeración de las figu-
ras quiméricas.—Las fábulas palidecen; el dia se muestra; la dificado. Largo rato contemplé ese so-
historia reaparece.—Lo que hacen cuatro hombres sentados berbio y noble rio, violento, pero sin fu-
en una piedra.—Rhens.—Triple nacimiento de tres grandes
cosas casi en el mismo lugar y en el mismo instante.—El ror; salvaje, pero majestuoso. Estaba
Rhin religioso y militar.—Los príncipes eclesiásticos forma- hinchado y magnifico cuando yo lo atra-
dos de los mismos elementos que el Papa.—Quién usurpa á vesé, y enjugaba en las barcas del puen-
quién sus facultades.—Los condes palatinos protestan por
medio de las condesas palatinas.—Establecimiento de las ór- te su melena leonada, su barba fangosa,
denes de caballería.—Nacimiento de las ciudades mercanti- como dijo Boileau. Sus dos orillas se
les.—Ladrones gigantescos del Rhin —Los burgraves.—Lo
que hacen en este tiempo las cosas invisibles.—Juan Huss,—
perdían en el crepúsculo. Su ruido era un
Doucin.—Nace un hecho en Nuremberg. —Nace otro hecho rugido poderoso y apacible. Y o le en-
en Estrasburgo.—Vá á cambiar la faz del mundo.—Himno al contré a l g ú n parecido con el que se sien-
Rhin. —Lo que el Rhin era para Homero, para Virgilio y para
Sakespeare.—Lo que es para nosotros.—A quién pertenece. te en alta mar.
—Recuerdos históricos.—Pipino el Breve.—El imperio de Sí, amigo mió, es un rio noble, feudal,
Garlo-Magno comparado con el imperio de Napoleón.—Expli- republicano, imperial, digno de ser á la
cación de la manera cómo se ha dislocado de siglo en siglo y
de fragmento en fragmento el imperio de Garlo-May;no.— vez francés y a l e m á n . Encierra toda la
Cómo dispuso Napoleón el Rhin en la parte que él tomó par- historia de la Europa, considerada bajo
te.—Recapitulación,—Las cuatro fases del Rhin.—El Rhin
simbólico,—A qué grande hecho tiene parecido. esos dos grandes aspectos, en ese rio de
los guerreros y de los pensadores, en esa
ola soberbia que hace saltar á la F r a n -
cia, en ese m u r m u l l o profundo que hace
San Goar, 17 Agosto. soñar á l a Alemania.
T ú sabes, porque te lo he dicho m i l E l R h i n lo r e ú n e todo. E l R h i n es r á -
veces, el gran cariño que profeso á los pido como el Ródano, ancho como el
rios. Los rios conducen y arrastran las Loire, encajonado como el Mosa, tortuo-
ideas lo mismo que las mercancías. Todo so como el Sena, límpido y verde como
tiene su papel magnífico en la creación. el Somme, histórico como el Tiber, real
Los rios, como inmensos clarines, cantan como el Danubio, misterioso como el
al Océano la belleza de la tierra, el cul- Nilo, sembrado de granos de oro como
tivo de los campos, el esplendor de las un rio de América, cubierto de fábulas y
ciudades y la gloria de los hombres. fantasmas como un rio de Asia.
Y , t a m b i é n te lo he dicho, entre todos Antes que se escribiese la historia, an-
TOMO I V .
650 OBRAS D E VICTOR HUGO.

tes t a l vez que el hombre existiese, don- levado en sus filas á Crescendo, que
de hoy está el R h i n humeaba y relucia :ué el primero que llevó la palabra de
una doble cadena de volcanes que se han Cristo al Rhingau y el que fundó allí l a
apagado, dejando en el suelo dos mon- religión nueva. Dios quería que estos
tones de lava y de basalto colocados pa- lombres ciegos, que hablan volcado l a
ralelamente como dos largas murallas^ ú l t i m a piedra del templo en el Jor-
E n la misma época, las cristalizaciones d á n , colocasen la primera piedra en el
gigantescas, que son las m o n t a ñ a s pri- R h i n .
mitivas, acababan de formarse; los alu- Después de Trajano y Adriano vino
viones enormes, que son las m o n t a ñ a s Juliano, que levantó una fortaleza en la
secundarias, se desecaban; el espantoso confluencia del R h i n y del Mosela: des-
montón, que hoy llamamos los Alpes, se pués de Juliano, Valentiniano, que eri-
enfriaba lentamente y las nieves se acu- gió castillos sobre los dos volcanes apa-
mulaban en ól; dos grandes corrientes de gados que llamamos el Lowemberg y el
estas nieves se esparcieron por l a tierra: Stromberg; y así se encontró formada y
una, la corriente de l a vertiente septen- consolidada en pocos siglos, como una
trional, atravesó las llanuras, encontró la cadena remachada en el rio, esa larga y
doble zanja de los volcanes apagados y robusta línea de colonias romanas, V i -
se corrió por allí al Océano; otra, la cor- nicella. A l t a villa, Lorca, Trajani Cas-
riente de la vertiente occidental, cayó de trum, Versalia, Mola Romanorum, Turris
m o n t a ñ a en m o n t a ñ a , flanqueó ese otro Alba, Victoria, Rodobriga, Antoniacum,
bloque de volcanes muertos que llama- Sentiacum , Rigodulum , Rigomagum,
mos T A r d é c h e y se perdió en el Medi T u l p e t u m , B r o i l u m , que parte de l a
t e r r á n e o . L a primera de estas corrientes Cornu Romanorum al lago de Constan-
es el Rhin; la segunda es el R ó d a n o . za y baja por el R h i n apoyándose en
Los primeros hombres que la historia Augusta, que es Basilea; en Argentina,
vé asomar en las orillas del R h i n es esa que es Estrasburgo; en Moguntiacum,
gran familia de puebos semi-salvajes que que es Maguncia; en Confluentia, que es
se llamaban Celtas y que Roma l l a m ó Coblenza; en Colonia Agrippina, que es
Galos; qui ipsorum lingua OELT^E, nostra Colonia; y v á á reunirse cerca del Océa-
vero Q-ALLI vocantur, dice C é s a r . Los no con Trajectum-ad-Mosam, que es
Rauraques se establecieron m á s cerca de M a é s t r i c h t , y con Trajectum-ad-Rhe-
la fuente de su origen, los A r g é n t o r a - num, que es Utrech,
ques y los Maguncianos m á s cerca de la Desde entonces el R h i n fué romano;
embocadura. Después, cuando llegó su fué el rio que b a ñ a b a la provincia helvé-
hora, Roma apareció: César pasó el R h i n tica ulterior, la primera y la segunda
Druso edificó sus cincuenta cindadelas Germania, la primera Bélgica y la pro-
el cónsul Munacio Planeo empezó una vincia b á t a v a .
ciudad sobre l a cima septentrional del E l galo cabelludo del Norte, que i b a á
Jura; Marcio-Vipsanio A g r i p p a constru- ver por curiosidad en el siglo tercero a l
yó u n fuerte delante de la rompiente del galo de toga de Milán y al galo trabaja-
Mein, y después estableció una colonia dor de Lyon, el galo cabelludo fué do-
frente por frente de T u i t i u m ; el senador mado. Los castillos romanos de la orilla
Antonio fundó en tiempo de N e r ó n un izquierda tenían á raya la orilla derecha,
municipio cerca de la mar b á t a v a , y el legionario vestido de p a ñ o de T r é -
todo el R h i n estuvo bajo el poder de veris y armado de partesana de Ton-
Roma. Cuando la vigósima-segunda le gres, no tuvo m á s que vigilar desde lo
gion, que habia acampado debajo de ios alto de las rocas el viejo carro de guerra
mismos olivares donde agonizó Jesucris de los germanos, maciza torre rodadera,
to, volvió del sitio de Jerusalem, Tito la con las ruedas armadas de g u a d a ñ a s , con
envió al R h i n . L a legión romana conti- la lanza erizada de picas, arrastrada por
n u ó la obra de Marcio Agrippa; una bueyes, almenada por diez arqueros, que
ciudad parecia que era necesaria á los se aventuraban algunas veces á llegar
conquistadores para ligar el Melibreus al otro lado del Rhin, hasta ponerse a l
al Taunus; y Moguntiacum, trazada por alcance de la ballesta de las fortalezas
Marcio, fué construida por la legión y de Druso.
luego fué agrandada por Trajano y em Ese espantoso paso de los hombres del
bellecida por Adriano. Norte á las regiones del Mediodía, que
¡Cosa pasmosa y que es preciso con- se renueva fatalmente en ciertas épocas
signar! climatéricas de la vida de las naciones,
Esa vigésima-segunda legión habia y que se llama Invasión de los B á r b a r o s ,
E L RH1N. 651
vió sumergir á Homa cuando llegó el moronamiento profundo, en que la civili-
instante en que Roma debia transfor- zación pareció caer; l a cadena de las,
marse. L a barrera g r a n í t i c a y militar de tradiciones ciertas se rompió; la historia
las cindadelas del R h i n fué arrasada por pareció borrarse; los hombres y los acon-
ese desbordamiento, y hubo un momen- tecimientos de esta sombría época atra-
to, hácia el siglo sexto, en que las crestas vesaron el R h i n como sombras, arrojando
del R h i n fueron coronadas de ruinas ro- apenas en el rio un reflejo fantástico,
manas, como lo están hoy de ruinas feu- desvanecido tan pronto como aperci-
dales. Dido.
Carlo-Magno restauró esos escombros, De a q u í nace para el Rhin, después de
rehizo esas fortalezas, opuso á las viejas un período histórico, un período maravi-
hordas germanas que renacían con otros "loso.
nombres, á los Boemans, á los A b o d r i - L a i m a g i n a c i ó n del hombre, mucho
tas, á los Welebates, á los Sarabes; cons- m á s que l a naturaleza, no acepta el va-
t r u y ó en Maguncia, donde fué enterra- cío. Donde se apaga el ruido humano, l a
da su mujer Fastrada, un puente de naturaleza hace charlar los nidos de los
pilares de piedra, donde se ven todavía, pájaros, cuchichear las hojas de los á r b o -
según se dice, las ruinas debajo del les y m u r m u r a r las m i l voces de la sole-
agua; levantó el acueducto de Bonn; re dad. Donde cesa la certidumbre histórica^
paró las vias romanas de Victoria, hoy l a i m a g i n a c i ó n hace v i v i r la sombra, el
Neuwied; de Bacchiara, hoy Bacharach; sueño y la apariencia. Las fábulas vege-
de Vinicella, hoy Winkel, y de Thronus- tan, crecen, se entremezclan y florecen
Bacchi, hoy Trarbach; y se edificó él en las lagunas de la historia desplomada,
mismo con los restos de u n b a ñ o de J u como las ogiacantas y las gencianas en
liano u n palacio, el Saal, en Nieder-In las grietas de un palacio arruinado.
gelheim. Pero á pesar de todo su génio L a civilización es como el sol; tiene
y de toda su voluntad, Carlo-Magno no sus noches y sus dias, sus llenos y sus
hizo m á s que galvanizar los huesos. L a eclipses; desaparece y reaparece.
vieja Roma estaba muerta. L a fisonomía Desde que una alborada de civiliza-
del R h i n habia cambiado. ción renaciente comenzó á despuntar por
Como ya he indicado m á s arriba, bajo el Taunus, hubo en las orillas del R h i n
la dominación romana u n germen des un adorable murmurio de leyendas y de
apercibido habia sido depositado en el fábulas; en todos los puntos iluminados
Rhingau. E l cristianismo, esa á g u i l a d i por ese rayo lejano, m i l figuras sobrena-
vina que comenzaba á desplegar sus turales y encantadoras resplandecieron
alas, habia puesto en esas rocas su hue de repente, en tanto que en los puntos
vo, que contenia u n mundo. Imitando el sombríos las formas horribles y los íantas*
ejemplo de Crescencio, que, desde el a ñ o mas espantosos se agitaron. Entonces ^
70, evangelizaba el Taunus, San A p o l i - mientras que se construyeron con bellos
nar habia visitado Rigomagum, San basaltos nuevos, al lado de los escombros
Goar habia predicado en Bacchiara, San romanos, hoy borrados, los castillos sa*
M a r t i n , obispo de Tours, habia catequi- jones y góticos, hoy desmantelados,toda
zado Confinentia; San Materno, antes de una población de séres imaginarios, en
i r á Tongres, habia habitado en Colonia comunicación directa con las hermosas
San Eucharius se habia construido una jóvenes y agraciados caballeros, se es*
ermita en los bosques cerca de Tréveris parcia por el Rhingau: las oreades, que
y en los mismos bosques San Grezelin, en se apoderaron de los bosques; las ondinas,
pió durante tres años j u n t o á unacolum que ocuparon las aguas; los gnomos, que
na, habia luchado cuerpo á cuerpo con se escondieron dentro de la tierra; el espí-
una e s t á t u a d e Diana, que habia acabado r i t u de las rocas; el valentón; el cazador
por hacer desplomar, digámoslo así, m i negro atravesando los jarales montado
r á n d o l a . E n el mismo Tréveris muchos sobre u n gran ciervo de diez y seis mo-
cristianos oscuros hablan muerto con la gotes; l a concha marina del pantano
muerte de los m á r t i r e s en el patio de negro; las seis conchas p e q u e ñ a s del pan-
palacio de los prefectos de la Galia, y se tano rojo; Wodan, el dios de las diez
habia lanzado su ceniza al viento; pero manos; los doce hombres negros; el estor^
esta ceniza era una semilla. niño que proponía enigmas; el cuervo
E l grano estaba en el surco, pero en que graznaba su canción; la urraca que
tanto que duró el paso de los bárbaros referia la historia de su abuela; los ma-
marrachos del Zeitelmoos; Everardo el
nada brotó.
Barbudo, que aconsejaba á los príncipes
M u y a l contrario, se verificó un des
C52 OBRAS DE VICTOR HUGO

que se h a b í a n perdido en la caza; Sige- lliswinda, Schonetta. Todos esos aventu-


íroi el Cornudo, que mataba los dra- reros, medio sumidos en lo imposible y
gones en los antros. E l diablo puso su sujetos apenas por el talón á la vida
piedra en Teuíelstein y su escala en real, van y vienen en las leyendas, perdi-
Teufeleiter; él mismo se atrevió á i r á dos, llegada la noche, en los bosques inex-
predicar p ú b l i c a m e n t e á Q-ernsbach, cer-* tricables, quebrando las zarzas y los es-
ca del bosque Negro; pero felizmente Dios pinos, como el Caballero de la muerte de
levantó en el otro lado del rio, enfrente Alberto Durero, al paso de su pesado ca-
de la C á t e d r a del Diablo, la C á t e d r a del ballo, seguidos de su galgo trashijado,
A n g e l . Mientras que las Siete M o n t a ñ a s , mirados entre dos ramas por algunas
ese vasto cráter apagado, se llenaba de larvas y acercándose en la sombra, unas
mónstruos, hidras y espectros gigantes- veces á a l g ú n negro carbonero sentado
cos, al otro extremo de la cadena, á la cerca del fuego, que es S a t a n á s amonto-
entrada del Rhingau, el crudo viento de nando en u n caldero las almas de los
la Wisper llevaba hasta Bingen nubar- muertos; otras á ninfas completamente
rones de viejas hadas p e q u e ñ a s como desnudas, que les ofrecen arquillas llenas
langostas. L a m i t o l o g í a se ingertó en de pedrería; otras á viejeciilos que les res-
esos valles por entre la leyenda de los tituyen su hermana, su hija ó su prome-
santos y produjo allí resultados extraños, tida, que han encontrado en una monta-
extravagantes flores de la i m a g i n a c i ó n ñ a dormida en su lecho de musgo, en el
humana. E l Dracheníels tuvo, bajo otros fondo de u n bello pabellón tapizado de
nombres, su Tarasca y su Santa Marta; la corales, conchas y cristales; otras á al-
doble fábula de Eco y de Hylas se insta- g ú n poderoso enano que, dicen los viejos
ló en la formidable roca de Lurley; l a poemas, tiene palabra de gigante.
concha-serpiente se arrastró en los sub- Entre estos héroes quiméricos surgen
terráneos de Augst;Hatto, el mal obispo, de tiempo.en tiempo figuras de carne y
fué comido en su torre por seis vasallos hueso: desde luego y sobre todas Carlo-
convertidos en ratas; las siete hermanas Magno y Rolando; Cario-Magno tiene
burlonas de Schoenberg fueron metamor- todas las edades, es niño, jóven, viejo;
íoseadas en rocas, y el H h i n tuvo sus se- Cario-Magno, que la leyenda hace nacer
ñoritas como el Mosa tenia sus damas. E l en casa de un molinero en el bosque Ne-
demonio U r i a n pasó el R h i n por Dussel- gro; Rolando, que la misma hace morir,
dorf, llevando en su espalda, doblado no en Roncesvalles á los golpes de todo
como un saco de molinero, el ancho un ejército, sino de amor en el Rhin, de-
montecillo que habia cogido á l a orilla lante del convento de Nonnenswerth:
del mar en Leyde, para aplastar á A i x más tarde el emperador Otón, Federico
la-Chapelle, y que, rendido por la fatiga Barbaroja y Adolfo de Nassau. Estos
y e n g a ñ a d o por una vieja, dejó caer es- hombres históricos, mezclados en los
t ú p i d a m e n t e á las puertas de la ciudad cuentos á los personajes maravillosos, es
imperial, donde este montecillo es hoy el la tradición de los hechos reales que per-
Loosberg. E n esta época, sumida para siste bajo la pesadumbre de los desvarios
nosotros en una penumbra donde vislum y las imaginaciones, es la historia que
bres m á g i c a s chispean a q u í y allá, no sale á luz vagamente á través de las fá-
son éstas en los bosques, en las rocas, en bulas, es la ruina que reaparece a q u í y
los valles, m á s que apariciones, visiones, allá bajo las flores.
prodigiosos encuentros, cazas diabólicas, Entre tanto las sombras se disipan, los
castillos infernales, ruidos de arpas en cuentos se borran, la luz se hace, la civi-
los sotos, canciones melodiosas canta- lización se-reforma y la historia vuelve
das por cantatrices invisibles, horribles á tomar cuerpo con ella.
carcajadas lanzadas por t r a n s e ú n t e s mis Véase ahora cómo cuatro hombres ve-
teriosos. Héroes humanos, casi tan fan- nidos de cuatro lados diferentes se re-
tásticos como los personajes sobrenatura- unen de cuando en cuando cerca de una
les: Cunon de Sayn; Sibo de Loch, la piedra que está á l a orilla del R h i n , en
fuerte espada; Griso el pagano; A t t i c h , la m á r g e n izquierda, á algunos pasos de
duque de Alsacia; Thassiio, duque de una alameda de árboles, entre Rhens y
Baviera; Anthyse, duque de los Francos Kapellen. Estos cuatro hombres se sien-
Samo, rey de los Vendes, van errantes tan en esta piedra y allí hacen y des-
por esas arboledas vertiginosas, buscando hacen los emperadores, de Alemania.
y llorando sus amadas, altas y esbeltas Estos hombres son los cuatro electores
princesas blancas, coronadas, de nombres del Rhin; esta piedra es el sitio real, Koe-
encantadores, Grela, Grarlinda, Liba, W i n i g s t h ü l .
E L RH1N. 653
E l lugar que han elegido
elegido pocopoco mas o en estos príncipes como en el Papa. De
menos en medio del valle del R h i n , aquí una jurisdicción doble que se apo-
Rhens, que es del elector de Colonia, dera del alma y del cuerpo, y no se de-
mira á la vez a l Oeste, hacia la orilla tiene, como en los Estados puramente
izquierda, Kapellen, que es del elector seculares, ante el beneficio de clerecía.
de Tróveris; y al Norte, hacia la orilla Juan de Barnich, capellán de San Goar,
derecha, de un lado Oberlahnstein, que envenena con el vino de la comunión á
es del elector de Maguncia, y del otro su dama, la condesa de Katzenellenbo-
Braubach, que es del elector palatino. gen; el elector de Colonia, como su obis-
E n una hora cada elector puede volver po, le excomulga, y como su príncipe, le
de Rhens á su casa. lace quemar vivo.
Por otra parte, todos los años, el se- Por su parte el elector palatino siente
gundo dia de Pentecostés, los notables a necesidad de protestar perpetuamente
de Coblenza y de Rhens se r e ú n e n en el contra las usurpaciones posibles de los
mismo lugar con el pretexto de la festi- i:res arzobispos de Colonia, Tróveris y
vidad, y conferencian entre ellos sobre Maguncia, y las condesas palatinas van
ciertas cosas oscuras: principio de muni- á contraer sus matrimonios, en señal de
cipio, haciendo sordamente su agujero en soberanía, en el Pfalz, torre levantada
los fundamentos del formidable edificio delante de Caub, en la misma mitad del
germánico, construido ya del todo; vivaz R h i n .
y eterna conspiración de los pequeños A l mismo tiempo, en medio de estos
contra los grandes, germinando audaz- desarrollos simultáneos ó sucesivos de
mente cerca del Koenigsthül, á la som- los príncipes-electores, las órdenes de ca-
bra misma de ese trono de piedra del ballería toman posición en el Rhin. L a
feudalismo. órden T e u t ó n i c a se instala en Maguncia
Casi en el mismo sitio, en el castillo á la vista del Taunus, en tanto que cerca
electoral de Stolzenfels, que domina la de Tróveris, á la vista de las Siete Mon-
p e q u e ñ a ciudad de Kapellen, hoy ruina t a ñ a s , los caballeros de Rodas se esta-
magnífica, Werner, arzobispo de Colo- blecen en Martinshof. De Maguncia la
nia, alquila y entretiene desde 1380 á órden T e u t ó n i c a se ramifica basta Co-
1418 á los alquimistas que no hacen oro, blenza, donde una de sus encomiendas
pero que encuentran, buscando la piedra fija el pió. Los Templarios, ya señores de
filosofal, muchas de las grandes leyes de Courgenay y de Porentruy en el obispa-
la química. Así que, en u n espacio de do de Basilea, tenían Boppart y San
tiempo bastante corto, el mismo punto G-oar en la orilla del Rhin y Trarbach
del Rbin, el lugar apenas notado hoy entre el R h i n y el Mosela. Éste mismo
que hace frente á la embocadura de la Trarbach es el pais de los vinos exquisi-
L a h n , vé nacer para la Alemania el i m - tos, el Thronus-Bacchi de los romanos,
perio, la democracia y la ciencia. que perteneció m á s tarde á ese Pedro
E n adelante el Rlain toma un aspecto Piotte, que el Papa Bonifacio llamaba
enteramente militar y religioso. Las aba- tuerto de cuerpo y ciego de espíritu.
días y los conventos se multiplican; las En tanto que los príncipes, los obispos
iglesias enlazan los castillejos de la mon- y los caballeros hacían sus fundaciones,
t a ñ a con los pueblos de la orilla del rio, el comercio hacia sus colonias. Una m u l -
i m á g e n s orprendente y renovada en cada t i t u d de p e q u e ñ a s ciudades comerciantes
giro del Rhin, y que expresa la manera germinaron, á imitación de Coblenza en
cómo debe estar situado el sacerdote en el Mosela y de Maguncia en el Mein, en
la sociedad humana. Los príncipes ecle la confluencia de todos los rios y todos
siásticos multiplican los edificios en el ios torrentes que vierten en el R h i n los
Rhingau, como habian hecho m i l años innumerables valles del H ü n d s r u c k , del
antes los sacerdotes de Roma. E l arzo- Hohenruck, de las crestas de Hammers-
bispo Baudouin de Tréveris construyó la tein y de las Siete M o n t a ñ a s . Bingen se
iglesia de Oberwesel; el arzobispo En- asentó en el Nahe, Niederlahnstein en
rique de W i t t i n g e n levantó el puente el Lahn, Engers frente por frente del
de Coblenza en el Mosela; el arzobispo Sayn, I r r l i c l i en el Wied, L i n z enfrente
W a l r a m de Juliers santifica por una del A a r , Rheindorf en los Mahrbachs y
cruz de piedra, m a g n í f i c a m e n t e esculpi- Berghein en el Sieg.
da, las ruinas romanas y el pico volcá- Mientras tanto, en todos los intervalos
nico de Grodersberg, ruinas y colina un que separaban á los príncipes eclesiásti-
tanto sospechosas de magia. E l poder cos y los príncipes feudales, las enco-
espiritual y el poder temporal se mezclan miendas de los caballeros-monjes y las
654 OBRAS D E VICTOR HUGO.

bailías de los comunes, el espíritu de los ¡ dad. Se podría decir que el alma de
tiempos y la naturaleza de los lugares, Tanquelin, que en el siglo doce predica-
hablan hecho crecer una singular raza ba contra el Papa en el púlpito de A m -
de señores. Del lago de Constanza á las beres, escoltado por tres m i l sectarios
Siete Montañas, cada cresta del Rhin te- armados, con la pompa y el tren de un
nia su pueblo y su burgrave. Esos for* rey, subió el R h i n después de su muerte
midables varones del Rhin, productos y fué á inspirar á Juan Huss en su casa
robustos de una naturaleza áspera y fe- de Constanza; luego de los Alpes volvió
roz, anidados en los basaltos y los mator- á bajar al R ó d a n o ó hizo surgir á Dou-
rales, almenados en su agujero y servidos cet en el condado de Avignon. Juan
de rodillas por sus oficiales como el em- Huss fué quemado, Doucet descuarti-
perador; hombres de presa, teniendo á la zado.
vez parte de á g u i l a y de buho; poderosos L a hora de Lutero no había sonado
solos alrededor de sí mismos, avasallan- todavía. E n las vías de la Providencia
do el barranco y el valle, poniendo en hay hombres para los frutos verdes y
pió de guerra soldados, haciendo cami- otros hombres para los frutos maduros.
nos, imponiendo peajes, desollando á los A todo esto el siglo diez y seis se apro-
mercaderes que v e n í a n de San Q-all ó de ximaba. E l R h i n había visto nacer en el
Dusseldorf, cortaban el R h i n con su ca- siglo catorce, no lejos de él, en Nurem-
dena y enviaban altivamente carteles á berg, l a artillería, y en el quince, á su
las ciudades vecinas cuando éstas se atre- misma orilla, en Estrasburgo, la impren-
v í a n á hacerles alguna afrenta. Así es ta. E n 1400, Colonia h a b í a fundido la
que el burgrave de Ockenfels provocó al famosa culebrina de catorce piés de lar-
importante municipio de Linz, y el ca- go. E n 1472, Vindelin de Spira h a b í a
ballero Hausner del Hegau á l a ciudad impreso su Biblia. U n nuevo mundo iba
imperial de Kaufbeuern. á surgir, y, cosa notable y digna de que
A l g u n a vez, en estos e x t r a ñ o s duelos, se insista en ella, es en las orillas del R h i n
las ciudades, no sintiéndose bastante donde v e n í a n á encontrar y tomar una
fuertes, t e n í a n miedo y pedían socorro al nueva forma esas dos misteriosas herra-
emperador; entonces el burgrave se echa- mientas con las cuales Dios trabaja sin
ba á reír, y á la p r ó x i m a fiesta patronal cesar en la civilización del hombre, la
iba insolentemente al torneo de la ciudad catapulta y el libro, la guerra y el pen-
montado en el asno de su molinero. D u samiento.
rante las espantosas guerras de Adolfo E l Rhin, en los destinos de la Europa,
de Nassau y de Didier de Isembourg, mu tiene una especie de significación provi-
chos de estos caballeros, que t e n í a n sus dencial. Es el gran foso transversal que
fortalezas en el Taunus, llevaron la au- separa el Sur del Norte. L a Providencia
dacia hasta i r á saquear uno de los bar lo ha hecho el rio-frontera; las fortalezas
ríos de Maguncia á l a vista de los dos le han hecho el rio muralla. E l R h i n ha
pretendientes que se disputaban la ciu- visto la figura y ha reflejado la sombra
dad. Esta era su manera de ser neutra de casi todos los guerreros que, desde
les. E l burgrave no estaba por Isem hace treinta siglos, han labrado el viejo
bourg n i por Nassau; estaba por el continente con ese arado que se llama
burgrave. E n tiempo de Maximiliano es espada. César atravesó el R h i n subiendo
cuando el gran c a p i t á n del Santo Impe- del Mediodía; A t i l a atravesó el R h i n ba-
rio, Jorge de Frundsberg, destruyó el jando del Septentrión. Clodoveo g a n ó
ú l t i m o de los pueblos, Hohenkraehen, y allí la batalla de Tolbiac. Carlo-Magno
espiró esa formidable especie de hidal- y Bonaparte han reinado allí. E l empe-
gos salvajes, que empieza en el siglo rador Federico Barbaroja, el emperador
diez por los burgraves-héroes y acaba Rodolfo de Hapsbourg y el palatino Fe-
en el diez y seis por los burgraves-la- derico I han sido allí grandes, victorio-
drones. sos y formidables. Grustavo Adolfo ha
Pero las cosas invisibles en que los mandado allí sus ejércitos desde lo alto
resultados no toman cuerpo sino des- de la garita de Caub. Luis X I V ha visto
pués de muchos años, se realizan tam- el Ruin. Enghien y Conde lo han pasado,
bién en el R h i n . A l mismo tiempo que A y de m í ! Turena t a m b i é n . Druso tiene
el comercio, y en los mismos buques, su lápida en Maguncia como Marcean
por decirlo así, el espíritu de heregía, de en Coblenza y Hoche en Andernach.
e x á m e n y de libertad, s u b í a y bajaba ese Para el ojo del pensador que vé vivir la
gran rio por el cual parece que debió pa- historia, dos grandes águilas se ciernen
sar todo el pensamiento de la humani- perpetuamente sobre el Rhin; el á g u i l a
E L RHIN. 655
de las legiones romanas y el á g u i l a de orillas: en tiempo de Pipino el Breve,
los regimientos franceses. en tiempo de Carlo-Magno y en tiempo
Ese noble R h i n , que los romanos lla- de Napoleón.
maban i ^ e m í s superbus, tan pronto lleva E l imperio de Pipino el Breve estaba
los puentes de los buques erizados de montado á caballo sobre el R h i n . Com-
lanzas, partesanas ó bayonetas, que vo- prendía la Francia propiamente dicha,
mitan sobre Alemania los ejércitos de menos la A q u i t a n i a y la Gascuña, y la
I t a l i a , de E s p a ñ a y de Francia, ó arro- Alemania propiamente dicha, hasta el
j a n sobre el antiguo mundo romano, pais de los bávaros exclusive.
siempre geográficamente adherido, las E l imperio de Carlo-Magno era dos
antiguas hordas b á r b a r a s , siempre las veces m á s grande que lo fué el imperio
mismas también; tan pronto acarrea pa- de N a p o l e ó n .
cíficamente los abetos de la M u r g y de Verdad es, y esto es muy importante,
San G-all, los pórfidos y las serpentinas que Napoleón tenia tres imperios, ó por
de Basilea, la potasa de Bingen, la sal mejor decir, era emperador de tres ma-
de Karlshall, los cueros de Stromberg, neras: inmediata y directamente del i m -
el azogue de Lansberg, los vinos de perio francés; mediatamente y por sus
Johannisberg y de Bacharach, las pizar- hermanos de E s p a ñ a , Italia, Westfalia y
ras de Caub, los salmones de Oberwe- Holanda, reinos de los que habia hecho
sel, las guindas de Salzig, el carbón ve- los contrapesos del imperio central; mo-
getal de Boppart, la vajilla de latón de ralmente y por derecho de supremacía,
Coblenza, los objetos de vidrio del Mé- de la Europa, que no era m á s que la
sela, los hierros forjados de Bendorf, las base, de dia en dia m á s invadida, de su
tobas y las muelas de Andernach, los prodigioso edificio.
palastros de Neuwied, las aguas minera- Comprendido de esta manera, el i m -
les de Antoniustein, los paños y las va- perio de Napoleón igualaba al menos al
jillas de barro de Wallendar, los vinos de Carlo-Magno.
tintos del Aar, el cobre y el plomo de Carlo-Magno, cuyo imperio tenia el
Linz, la piedra de corte de Koenigswin- mismo centro y el mismo modo de ge-
ter, las lanas y las sederías de Colonia, neración que el imperio de Napoleón,
y realiza majestuosamente á través de tomó y a g l o m e r ó alrededor de la heren-
la Europa, s e g ú n la voluntad de Dios, cia de Pipino el Breve la Sajonia hasta
su doble función de rio de la guerra y rio el Elba, l a Germania hasta el Saal, la
de la paz; teniendo sin interrupción en Esclavonia hasta el Danubio, la Dalma-
la doble hilera de colinas que encajona cia hasta las bocas del Cattaro, la I t a l i a
la parte m á s notable de su curso, de un hasta Gaeta,la E s p a ñ a hasta el Ebro.
lado las encinas, de otro las viñas; es de- E n I t a l i a se detuvo en los límites de
cir, de un lado el Norte, de otro el Me- los beneventines y los griegos, y en Es-
diodía; de un lado l a fuerza, de otro la p a ñ a en las fronteras de los sarracenos.
alegría. Cuando esta inmensa formación se
Para Homero el R h i n no existia. Era descompuso por la primera vez, en 843,
uno de los rios probables, pero descono- habiendo muerto Luis el Benigno y ha-
cidos, de ese sombrío pais de los Cime- biendo ya dejado recobrar á los sarra-
rianos, en los cuales llueve sin cesar y cenos su parte, es decir, todo el trozo
no ven j a m á s el sol. Para V i r g i l i o no de la E s p a ñ a comprendido entre el Ebro
era el rio desconocido, pero era el rio y el Llobregat, de los tres pedazos en los
helado: Frigora Rheni. Para Shakespeare que el imperio se rompió hubo que hacer
era el bello Rhin: Beautiful Rhine. Para un emperador, Lotario, que tuvo la I t a -
nosotros, hasta el dia en que el R h i n lia y un gran fragmento triangular de
será la cuestión de Europa, es l a excur la Galla; y dos reyes, Luis, que tuvo la
sion pintoresca de moda, el paseo de los Germania, y Carlos, que tuvo l a Fran-
desocupados de Ems, Badén y Spa. cia. Despue^, en 855, cuando el primero
Petrarca estuvo en Aix-la-Chapelle, de los tres girones se dividió á su vez, de
pero no creo que haya hablado del R h i n . los pedazos de un pedazo del imperio de
L a geografía dá, con esa voluntad i n - Carlo-Magno se pudo hacer todavía un
flexible de las pendientes, estanques emperador, Luis, con la Italia; un rey,
vertientes que ninguno de los Congresos Cárlos, con la Pro venza y Borgoña, y
del mundo pueden contrariar por mucho otro rey, Lotario, con Austria, que se lla-
tiempo; la geografía d á la orilla izquier mó desde entonces Lotharingia, y des-
da del R h i n á la Francia. L a Divina pués Lorena. Cuando llegó el instante
Providencia le ha dado tres veces las dos en que el segundo fragmento, la monar-
656 ®BRAS D E VICTOR HUSO,

q u í a de Luis el Grermánico, se desgarró, marcabas. Primera fase: la época antidi-


el mayor pedazo formó el imperio de luviana y quizá preadamita, los volca-
Alemania, y en los pequeños trozos se nes; segunda fase: la época histórica an-
instaló el innumerable hormiguero de t i g u a , luchas de la Grerraania y de
condados, ducados, principados y ciuda- Roma, donde resplandece César; tercera
des libres, protegido por los margravia- fa^e: la época maravillosa en que surge
tos, guardianes de las fronteras. E n fin, Carlo-Magno; cuarta fase: la época his-
cuando el tercer g i r ó n , el Estado de tórica moderna, luchas de la Alemania
Cárlos el Calvo, se dobló y se rompió al y de la Francia, que domina Napoleón.
peso de los años y de los príncipes, esta En tal estado, has:a lo que quiera el es-
ú l t i m a ruina bastó para la formación de critor para evitar la monotonía de esas
un rey, el rey de Francia; de cinco d u - grandes glorias, cuando se atraviesa la
ques soberanos, los duques de B o r g o ñ a , historia europea de un extremo á otro,
N o r m a n d í a , B r e t a ñ a , Aquitania y Gas- César, Carlo-Magno y Napoleón son los
cuña; y de tres condes-príncipes, el conde tres enormes términos militares, ó mejor
de C h a m p a ñ a , el conde de Tolosa y el dicho, milenarios, que se encuentran
conde de Flandes. siempre en su camino.
Estos emperadores eran titanes. T u - Y ahora, para terminar por una últi-
vieron por un momento el universo en ma observación, el Rhin, rio providen-
sus manos; después la muerte lo hizo es- cial, parece ser t a m b i é n u n rio simbóli-
capar de sus dedos y todo cayó. co. E n su pendiente, en su curso, en los
Se puede decir que la orilla derecha centros que atraviesa, es, por decirlo así,
del R h i n perteneció á Napoleón como á la i m á g e n de la civilización, á l a que
Carlo-Magno. tanto ha servido y á la que tanto ha de
Bonaparte no soñó un ducado del servir aun. Baja de Constanza á Rotter-
Rhin, como lo hablan imaginado algu- dam, del pais de las á g u i l a s á la ciudad
nos políticos medianos en la larga lucha de los arenques; de la ciudad de los
de la ca^a de Francia contra la casa de Papas, de los Concilios y los emperadores
Austria. Sabia que un reino longitudi- al mostrador de los comerciantes y de los
nal no siendo insular es imposible; al pri- hombres de la clase media; de los Alpes
mer choque violento se dobla y se corta al Océano, como la misma humanidad
en dos fracciones. No basta que un prin- ha descendido de las ideas altas, inmuta-
cipado finja un órden sencillo; para man- bles, inaccesibles, serenas, resplandecien-
tenerse y resistir es necesario en los Es- tes, á las ideas anchas, movibles, tem-
tados un órden profundo. Después de pestuosas, sombrías, útiles, navegables,
algunas mutilaciones y algunas aglome- peligrosas, insondables, que se cargan
raciones, el emperador se apoderó de la de todo, que lo llevan todo, que lo fe-
confederación del R h i n t a l como la geo- cundizan todo, que lo tragan todo; de l a
grafía y l a historia la h a b í a n formado, teocracia á la diplomacia, de una gran
y se contentó con sistematizarla. L a con- cosa á otra gran cosa.
federación del R h i n es preciso que haga
frente y sea un obstáculo al Norte ó al
Mediodía. E l l a estaba formada contra la CAUTA. XV.
Francia; el emperador la revolvió. Su
política era una mano que arreglaba ó E l ratón.
desarreglaba los imperios con l a fuerza
de un gigante y l a sagacidad de un j u De dónele vienen los nublados del cielo y las sonrisas de las mu-
gador de ajedrez. Engrandeciendo á los jeres.—Un cuadro.—Velmich.—El autor recoge una porción
de dichos respecto á una ruina que dá mucho que hablar.—
príncipes del Rhin, el emperador com Una sombría aventura.—Máxima general: no reclames una
prendió que ensanchaba la Francia y campana si es de plata al que la ha robado, cuando éste es
príncipe.—Lo que es la montaña vecina.—;,En qué pensaba
disminuía la corona de Alemania. E n el Congreso de 1815 al dar á los Borusses el pais de los
efecto, esos electores convertidos en re- Ubiens'—El viajero sube la escalera que nadie sube.—Un
yes, esos margraves y esos landgraves paisaje del Rhin á vista de pájaro.—El viajero reclama y pide
de buena íé a'gunos espectros.—No consigue más que hacerse
convertidos en grandes-duques, ganaban silb tr.—Interior de la ruina mal conceptuada.—Descripción
en vertientes por la parte de Austria y minuc iosa.—Cuatro páginas de una cañera..—Phcedovius y
Rusia lo que perdían por la de Francia; Kutorga.— Die Maüse.—Todos los gatos no comen todos
los ratones.—£1 viajero camina sobre la espesa yerba, lo que
grandes por delante, pequeños por de le recuerda cosas pasadas.—Encuentra al génio familiar del
tras, reyes para los emperadores del Ñ o r lugar, el cual no le pone mala cara.
te, prefectos para Napoleón.
Así que el R h i n presenta cuatro fa San Groar, Agosto.
ses m u y distintas, cuatro fisonomías m u y E l sábado pasado llovió toda l a m a ñ a -
E L RHIN. 657
na. Y o habia tomado pasaje en Ander- t r a n s e ú n t e s ó entre sus vasallos. Estas
nach en el dampfschiff el Stad Man- son todas las almas en pena que habitan
heim. Subíamos el R h i n hacia algunas ahora el castillo.
horas, cuando de repente, por yo no sé En esta época habia en el campanario
qué capricho, porque ordinariamente de de Velmich una campana de plata dada
allí es de donde vienen los nublados, el y bendecida por Winfried, obispo de Ma-
viento SO., el Favonio de V i r g i l i o y de guncia, en el a ñ o 740, tiempo memora-
Horacio, el mismo que con el nombre de ble en que Constantino V I era empera-
Fhon causa terribles borrascas en el lago dor de Roma en Constantinopla, en que
de Constanza, agujereó de un aletazo la el rey pacano Massilies tenia cuatro rei-
densa bóveda de nubes que teníamos nos en E s p a ñ a , y en que reinaba en
suspendida sobre nuestras cabezas y se Francia el rey Olotario, m á s tarde ex-
echó á dispersar los restos por todos los comulgado de triple excomunión por
rincones del cielo con una alegría infan- San Zacarías, Papa que hacia el n ú m e r o
t i l . E n pocos minutos la verdadera y noventa y cuatro. Solo sonaba esta cam-
eterna c ú p u l a azul reapareció apoyada pana para las oraciones de Cuarenta-Ho-
en los cuatro rincones del horizonte, y ras, cuando u n señor de Velmich estaba
un caliente sol de Mediodía hizo subir al gravemente enfermo y en peligro de
puente á todos los viajeros. muerte. Pero Falkenstein, que no creia
E n aquel momento pasábamos, siem en Dios, que no creia n i aun en el diablo,
pre entre viñas y encinas^ por delante de y que necesitaba dinero, tuvo á bien apo-
un pintoresco y viejo pueblo de la orilla derarse de esta hermosa campana. L a
derecha, Velmich, cuyo campanario ro- hizo arrancar del campanario y llevarla
mano, hoy e s t ú p i d a m e n t e castrado y res á su castillejo.
taurado, estaba hace pocos años t o d a v í a E l prior de Velmich se conmovió y
flanqueado por cuatro torrecillas-garitas, subió á ver a l señor con casulla y estola,
como la torre m i l i t a r de un burgrave. precedido de dos acólitos llevando l a
Por encima de Velmich se elevaba casi cruz, para reclamar su campana.
verticalmente uno de esos enormes ban Falkenstein se echó á reir y le dijo
eos de lavas, cuyo corte en el Rhin se gritando:
asemeja, en proporciones desmesuradas, —Tú quieres tu campana? Fues bien, tú
á la rotura de u n tronco de árbol medio la tendrás y nunca te separarás de ella.
abierto por el hacha del leñador. Sobre Esto dicho, hizo arrojar a l sacerdote
esta cima volcánica se erguia, como una en el pozo de la torre con la campana
excrecencia natural de la m o n t a ñ a , una de plata colgada al cuello. Luego, por
soberbia fortaleza feudal arruinada, de órden del burgrave, se cegó con gruesas
la misma piedra y del mismo color. piedras, que m e d í a n sesenta varas desde
Junto á la orilla del Rhin charlaba el punto del pozo donde fué sepultado el
un grupo de jóvenes lavanderas que po sacerdote y l a campana.
nian á secar su ropa al sol. Algunos dias después, Falkenstein
Esta ribera me enamoró y no pude re cayó enfermo s ú b i t a m e n t e . Y sucedía,
sistir al deseo de bajar. Conocía la ruina llegada que era la noche, que el astrólo-
de Velmich como una de las que tienen go y el módico que velaban j u n t o a l
peor fama y menos visitadas que hay en burgrave oian con terror el t a ñ i d o de l a
el R h i n . Para los viajeros es de acceso campana de plata salir de las profundi-
difícil y hasta se dice que peligroso. Para dades de la tierra.
los aldeanos está llena de espectros y de Por fin, en uno de aquellos dias Fal-
historias espantosas. E s t á habitada por kenstein m u r i ó .
llamas vivientes, que se ocultan de dia Desde esa fecha, todos los años, cuando
en los subterráneos inaccesibles y no se llega la época de la muerte del bur-
hacen visibles m á s que por la noche en grave, en la noche del 18 de Enero, fies-
lo alto de la gran torre redonda. Esta ta de la C á t e d r a de San Pedro en Roma,
gran torre no es otra cosa que la prolon- se oye sonar distintamente la campana
gación fuera de tierra de u n inmenso de plata debajo de la m o n t a ñ a .
pozo cegado hoy, que agujereaba en Esta es una de las historias.
otro tiempo todo el monte y descendía m á s A ñ a d e á esto que el monte vecino, que
bajo del nivel del R h i n . E n ese pozo u n encajona por el otro lado el torrente de
señor de Velmich, un Falkenstein, nom- Velmich, es completamente todo él l a
bre fatal en las leyendas, que vivió en el i tumba de u n antiguo gigante; porque la
siglo catorce, hacia arrojar sin confesión ¡imaginación de los hombres, que ha vis-
á aquel que se le antojaba entre los . to con razón en los volcanes las grandes
TOMO I V . 83
658 OBRAS D E VICTOR HUGO.

í r a g u a s de la naturaleza, ha creado cí- prendido nada absolutamente ver salir


clopes en todas partes donde ha visto hu- por debajo las cortinas de hiedra algu-
mear las m o n t a ñ a s , y todos los Etnas na forma sobrenatural llevando ñores
tienen su Polifemo. e x t r a ñ a s en el delantal, como Grela, la
Comencé, pues, á trepar por l a ruina prometida de Barbaroja, ó Hidelgarda,
entre el recuerdo de Falkenstein y el re- la, mujer de Carlo-Magno, esa dulce empe-
cuerdo del gigante. Debo decirte que de ratriz que conocía las virtudes ocultas de
antemano me habia hecho indicar el me- los simples y de los minerales y que iba
jor sendero por los niños del pueblo, herborizando por las m o n t a ñ a s . Miré un
servicio por el cual les dejó tomar de m i momento hácia la parte septentrional
bolsillo todo lo que quisieron; pues las con no sé q u é vago deseo de ver levan-
piezas de plata y de cobre de estos leja- tarse bruscamente entre las piedras los
nos pueblos, thalers, gros, pfennings, son duendes que están en todas partes al Norte,
las cosas m á s caprichosas y m á s ininte- como decia el gnomo á Cunon de Sayn,
ligibles del mundo, y en cuanto á m í ó las tres viejecillas cantando la sinies-
puedo asegurar que no entiendo esas tra canción de las leyendas:
monedas bárbaras, impuestas por los Bo- En la tumba soberana
russes al pais de los Ubiens. del gigante, esta mañana
E l sendero era áspero en efecto; peli- tres ortigas he cogido,
las que en hilo he convertido:
groso no, si se e x c e p t ú a para las perso- tomad el presente, hermana.
sas de quienes se apodera el vértigo, ó
para las que lo atraviesan después de las Pero he tenido que resignarme á no
grandes lluvias, cuando la tierra y la ver nada, n i á oir nada m á s que el silbi-
roca están resbaladizas. Por lo d e m á s , do irónico de u n mirlo de las rocas enca-
esta ruina maldita y temida tiene sobre ramado yo no sé dónde.
las otras ruinas del R h i n la ventaja de Ahora, amigo, si quieres tener una
no ser frecuentada. N i n g ú n oficioso te idea completa del interior de esta ruina
sigue en la ascensión, n i n g ú n definidor famosa y desconocida, lo mejor que pue-
de los espectros te pide propina, ningu- do hacer es trascribir a q u í lo que escribí
na puerta echado el cerrojo ó puesto el en m i libro de memorias á medida que
candado te obstruye el paso en la mitad andaba. Es l a torre vista en confusión,
del camino. Se trepa, se escala l a vieja pero minuciosamente, y tomados los da-
escalera de basalto de los burgraves, que tos sobre el terreno, para que sea pare-
reaparece t o d a v í a en algunos sitios; te cida:
agarras á las malezas y á los copos de ^Estoy en la ruina.
yerba; nadie te ayuda, n i nadie te mo- L a torre redonda, aunque desgastada
lesta. A l cabo de veinte minutos estaba por la cumbre, es aun de una elevación
en la cima del monte, en el umbral de prodigiosa. A los dos tercios de su altu-
l a ruina. Allí me volví é hice alto u n ra, muescas verticales de un puente le-
momento antes de entrar. D e t r á s de m í , vadizo, cuyos huecos están murados.
desde el fondo de una poterna cambiada Por todas partes grandes paredes con
en grieta informe, subia una escalera rá- ventanas desfiguradas dibujando toda-
pida convertida en rampa de césped. vía salas sin puertas n i techos.
A n t e m í se desarrollaba un inmenso pai- Pisos sin escaleras.
saje casi g e o m é t r i c a m e n t e formado de Escaleras sin habitaciones.
cortes concéntricos, y sin embargo, no Suelo desigual,montuoso, formado de
tenia frialdad; á mis piés el pueblo agru- bóvedas destripadas, cubierto de yerbas.
pado alrededor de su campanario; aire Confusión inextricable.
dedor del pueblo una vuelta del Rhin; Y a he admirado muchas veces con q u é
alrededor del R h i n una sombría media celos de propietario avaro l a soledad
luna de m o n t a ñ a s , coronadas en lonta guarda, cerca y defiende lo que el hom-
nanza a q u í y allá de torrecillas y viejos bre le ha abandonado una vez. E l l a dis-
castillos, y alrededor y por encima de pone y eriza cuidadosamente en el suelo
las m o n t a ñ a s la redondez del cielo azul. las malezas m á s feroces, las plantas m á s
Después de haber tomado aliento, en ruines y mejor armadas, el acebo, l a or-
t r é en la poterna y comencé á escalar l a tiga, el cardo, la ogiacanta, el brezo, es
pendiente estrecha de césped. E n aque decir, m á s u ñ a s y garras que hay en una
instante, la fortaleza despanzurrada se jaula de tigres. A través de esos zarza-
me apareció con u n aspecto tan derruido les áridos y ásperos, el espino, esa ser-
y una planta tan formidable y tan sal piente de l a vegetación, se extiende y se
vaje, que confieso no me hubiera sor- desliza y llega hasta morderte los piés.
EL RHIN. 659
A q u í , por otra parte, como la naturaleza Desde a q u í vuelvo á ver el abismo.
no olvida nunca el ornato, el barullo es Es inaccesible. U n rayo de sol pene-
encantador.. Es una especie de ramo tra en él.
corpulento y salvaje, donde abundan E l s u b t e r r á n e o está en l a parte baja
plantas de todas formas y todas especies, e la gran torrecilla cuadrada que de-
las unas con sus flores, las otras con sus endia el á n g u l o opuesto á l a torre
frutos, aquellas con su rico follaje de redonda. Esta debió ser la prisión del
otoño, como l a malva, la amapola, l a nueblo.
campanilla, el anís, la pimpinela, el Gran compartimiento haciendo frente
gordolobo, la genciana amarilla, el fre- al R h i n .
sal, el tomillo, el endrino de color viole- Tres chimeneas, de las que una tiene
ra, l a ogiacanta, que en Agosto se debe- columnitas, cuelgan arrancadas de d i -
ria llamar espino rojo con sus bayas erentes alturas. Tres pisos hundidos
escarlatas, y los largos sarmientos car- bajo mis piés. E n el fondo dos arcadas
gados de maduros racimos que tienen ya abovedadas. E n la una, ramas muertas;
color de sangre. en la otra, dos hermosos ramos de hiedra
U n saúco. que se balancean graciosamente. V o y
Dos preciosas acacias. allí. Bóvedas construidas en el mismo
R i n c ó n inesperado, donde a l g ú n aldea- Dasalto del monte, que reaparece como
no volteriano, aprovechándose de la su roca viva. Huellas de humo. E n el otro
persticion de los otros, cultiva para si gran compartimiento donde he entrado
mismo un campito de remolacha. De él desde luego, y que ha debido ser el pa-
se puede sacar u n p u ñ a d o de azúcar. :io, cerca de la torre redonda, l a pared
A m i izquierda la torre sin puerta, n i iiene una capa de yeso blanca, con u n
ventana, n i entrada visible. A m i dere- resto de pintura y estas dos cifras traza-
cha un subterráneo desfondado por la
bóveda, cambiado en abismo. das en rojo: 23—18—(sic) ^
Ruido soberbio del viento, admirable
cielo azul en las grietas de los inmensos Doy la vuelta exterior del castillo por
paredones. el foso.
Voy á subir por una escalera de yerba Escalamiento bastante penoso.
á una especie de sala alta. L a yerba hace resbalar.
Estoy en ella. Es preciso andar a r r a s t r á n d o s e de ma-
No ofrece m á s que dos vistas m á g i c a s leza en maleza por encima de u n preci-
que dan al R h i n , á las colinas y á los picio bastante profundo. No hay señales
pueblos. de ninguna entrada, n i huella de puerta
Me inclino en el compartimiento de murada en l a parte baja de l a torre
fondo, en el cual está el s u b t e r r á n e o grande. Quedan pinturas en las buhar-
abismo. das. E l viento vuelve las hojas de m i
Por encima de m i cabeza dos arran cartera y me incomoda para escribir.
ques de chimenea de granito azul, siglo Voy á entrar de nuevo en la ruina.
quince. Queda hollin y restos ahumados Estoy en ella.
en el hogar. Escribo en una p e q u e ñ a consola de
Pinturas borradas en las ventanas. terciopelo verde que me presta el viejo
A l l á en lo alto una preciosa torrecilla muro.,,
sin techo n i escalera, llena de plantas
floridas que se inclinan para mirarme. Me olvidó decirte que esta enorme r u i -
Oigo reir á las lavanderas del R h i n na se llama E l Matón (die Mause), H é
Bajo á una sala baja. aquí por qué:
Nada. Huellas de excavaciones en e E n el siglo doce no habia a q u í m á s
pavimento. A l g ú n tesoro escondido por que un p e q u e ñ o pueblo, siempre acecha-
los gnomos que los campesinos h a b r á n do y con demasiada frecuencia moles-
buscado. tado por u n fuerte castillo, situado á
Otra sala baja. una media legua de distancia del que se
Agujero cuadrado en el centro dando llamaba E l Gato (die KaU)^ por abrevia-
á una cavidad interior. Estos dos nom ción del nombre de su señor, Katzene-
bres en la pared: Fhcedovius, Kutorga. Y o Uenbogen. K u n o de Falkenstein, á quien
escribo el mió a l lado con un pedazo de cupo en suerte por herencia el r u i n
basalto puntiagudo. pueblo de Velmich, le hizo arrasar, y
Otra cavidad. construyó en el mismo sitio un castillo
Nada. mucho mayor que el castillo vecino, de-
660 OBRAS D E TICTOR HUGO.

clarando que en adelante éste seria el Ra- do una montaña sobre la cabeza y un nublado debajo de los
tón que se comería al Gato. piés.—Vé el gran murciélago invisible.—Cuatro líneas que no
comprenderán los que no conozcan á Alberto Durero.—Se
Tenia razón. Die Mause, en efecto, abre un agujero á sus piés.—Lo que vé allí.
aunque caido hoy, es aun una siniestra
y formidable comadre, salida en otro
tiempo, armada y viviente, con sus ca- San Q-oar, Agosto.
deras de lava y de basalto, de las mis-
mas e n t r a ñ a s de ese volcan apagado Y o no podia separarme de esta ruina.
que l a lleva, al parecer, con orgullo. Muchas veces empecé á bajar, pero lue-
Tengo la persuasión de que nadie ha go volvía á subir.
intentado mofarse nunca de esa monta- L a naturaleza, como una madre son-
ñ a que ha parido ese ratón. riente, se presta á todos nuestros desva-
P e r m a n e c í en las ruinas hasta l a pues- rios y á todos nuestros caprichos. Cuando
t a del sol, que es una hora de espectros por fin me decidí á abandonar el R a t ó n ,
y de fantasmas. se me ocurrió la idea, y confieso que la
A m i g o , se me antojaba que me habia ejecutó, de aplicar m i oreja al basamen-
Convertido en un alegre estudiante; ca- to de la ancha torre, á fin de poderme
minaba á la ventura y trepaba por to- decir conscientemente á m í mismo que
das partes, removía las gruesas piedras, si yo no habia entrado allí, habia al me-
comia maduros frutos salvajes, trataba nos escuchado en el muro. Esperaba un
de irritar á los habitantes sobrenatura- ruido cualquiera, sin lisonjearme por esto
les para hacerles salir de su sombra, y que la campana de Winfried se dignase
como aplastaba las espesuras de yerbas despertarse para m í . E n aquel momento
marchando al azar, sentia subir vaga- ¡oh prodigio! oí, pero oí por mis propios
mente hasta m í ese olor acre de las oidos, lo que se llama oir, un vago ex-
plantas de las ruinas que tanto me ha tremecimiento metálico, el sonido débil
gustado en m i infancia. y apenas distinto de una campana que
llegaba hasta m í á través del crepúsculo
Después de todo, es lo cierto que con
y parecía salir, en efecto, de debajo de la
su m a l renotítibre de pozos llenos de al-
torre. Confieso que á este ruido tan ex-
mas y de esqueletos, esa impenetrable
t r a ñ o reaparecieron s ú b i t a m e n t e en m i
torre, sin puertas n i ventanas, es de un
memoria los versos de Hamlet y Hora-
aspecto l ú g u b r e y singular.
cio, como si hubiesen estado allí escritos
Entre tanto el sol habia descendido con caractéres luminosos; yo mismo creí
por detrás de la m o n t a ñ a , y cuando yo por un momento que ellos iluminaban
iba á hacer lo mismo, una cosa e x t r a ñ a m i espíritu. Pero m u y pronto volví otra
se removió de pronto junto á mí. Me i n - vez al mundo real.
clinó. U n gran lagarto, de una forma ex-
traordinaria, de cerca de nueve pulgadas Era el Angelus de alguna aldea perdi-
de largo, grueso vientre, cola corta, ca- do á lo lejos en los pliegues de los valles,
beza aplastada y triangular como una que el viento me traia por complacencia.
víbora, negro como la tinta, y atravesa- No importa. Y o estoy en el caso de
do de la cabeza á l a cola por dos rayas creer y de decir que he oido sonar y pal-
de amarillo de oro,ponia sus cuatro patas pitar bajo la m o n t a ñ a la misteriosa cam-
negras de codos salientes en las yerbas pana de plata de Velmich.
h ú m e d a s y se arrastraba lentamente há- Cuando salia del foso septentrional,
cia una grieta baja del viejo muro. Era que se ha convertido en una rambla m u y
el habitante misterioso y solitario de espinosa, se me presentó bruscamente el
esta ruina, la bestia-genio, el animal á la monte vecino, la tumba del gigante. Del
vez real y fabuloso—una salamandra,— punto donde me encontraba, la roca d i -
que me miraba con dulzura al entrar en buja en la base de la m o n t a ñ a , m u y cer-
su agujero. ca del Rhin, el perfil colosal de una ca-
beza vuelta hácia atrás y con la boca
abierta. Diríase que el gigante que, se-
g ú n las leyendas, yace allí con el vien-
GA.RTA. X V I . tre sofocado por el peso del monte, habia
conseguido levantar un poco la espanto-
A t r a v é s de los campos. sa masa, y que ya cuando su cabeza sa-
lia por entre las rocas, en ese momento
suceden al viajero cosas espantosas y sobrenaturales.—Mueca a l g ú n Apolo ó a l g ú n San Miguel habia
que hace el gigante. —Donde se vé que las almas no desdeñan
el buen vino.—Ferocidad de las leyes de Nassau.—El viajero puesto el pié en la m o n t a ñ a , de manera
no sabe ya dónde está.—Se sienta, no importa dónde, tenien- que el m ó n s t r u o aplastado habia espira-
EL RHIN, 661

do en esa postura, lanzando un grito ter- anchas pizarras, volví á hallarme en el


rible. E l grito se ha perdido en las t i - R h i n .
nieblas de cuarenta siglos; la boca ha Allí me sentó; estaba cansado.
quedado abierta. E l dia aun no habia desaparecido com-
Por lo demás, debo declarar que n i el Dletamente. Negra noche se extendía por
gigante, n i la campana de plata, n i el el barranco en el cual estaba y por los
espectro de Falkenstein, impiden á las valles de la ribera izquierda, colocados á
viñas y á los varales sabir de terraplén espaldas de grandes columnas de ébano;
en terraplén hasta cerca del R a t ó n . sin embargo, una inexplicable lumbre ro-
¡Tanto peor para los fantasmas que se sada, reflejo del ocaso de p ú r p u r a , flota-
albergan en los paises vinícolas! E l vino ba sobre las m o n t a ñ a s del otro lado del
se formará á su misma puerta y los zar- Rhin y sobre las vagas siluetas de ruinas
cillos de las vides se a g a r r a r á n alegre- que se me aparecían por todas partes.
mente á sus paredones. A menos, sin Por debajo de donde me hallaba, en u n
embargo, que esta ladera del Velmich abismo, el Rhin, cuyo m u r m u l l o llegaba
no sea cultivada por los mismos espíri- lasta mí, desaparecía entre una ancha
tus, no sé cómo aplicar á estos fantásti- 3ruma blanquizca, de la cual surgia á
cos viñedos esta frase que ayer leí en no mis piés la alta aguja de un campanario
sé q u é Guia tudesca de las orillas del gótico medio sumergido en la niebla.
Rhin:—Detrás de la m o n t a ñ a de Johan- Habia allí sin duda una ciudad, oculta
nisberg se encuentra el pueblo del mis- por ese mantel de vapores. A m i dere-
mo nombre con cerca de setecientas almas, cha, en l a parte baja, veia, á algunas
que recogen un vino muy bueno. toesas de distancia, el techo cubierto de
Tiene que tener mucho cuidado el yerba de una gran torre gris desmante-
t r a n s e ú n t e , por muy sediento que esté, lada y teniéndose aun firme altivamente
en tocar esos racimos, estóa ó no hechiza- en la pendiente de una m o n t a ñ a sin a l -
dos. E n Velmich se está en el territorio menas, buhardas y escaleras. Sobre este
del ducado de Nassau, y las leyes de Ñ a s techo, en u n lienzo de pared que habia
sau son feroces en lo que hace relación á quedado en pió, existia una puerta m u y
los delitos campestres. Todo delincuente grande abierta, pues no tenia hojas, y
cogido está obligado á pagar una m u l t a por la cual ninguna planta humana po-
igual á la suma de los perjuicios causa día marchar. V i por encima de m i ca-
dos por todos los delitos anteriores cuyos beza caminar y hablar en la m o n t a ñ a á
culpables se han escapado. Ultimamente t r a n s e ú n t e s desconocidos, cuyas sombras
un viajero inglés cogió y comió en un veia removerse en las tinieblas.
campo una ciruela, por la que tuvo que L a luz rosada se habia desvanecido.
pagar cincuenta florines. Largo tiempo permanecí allí sentado
Quise i r á buscar albergue á San Goar, en la piedra descansando y soñando, mi-
que está en la ribera izquierda, una me- rando pasar en silencio esa hora sombría
dia legua m á s alto que Velmich. U n ba en que el crespón de los celajes y los va-
telero del pueblo me hizo pasar el Rhin pores borra lentamente el paisaje, y en
y me depositó cortésmente en los domi que el contorno de los objetos toma una
nios del rey de Prusia, porque la ribera forma caprichosa y l ú g u b r e . Algunas es-
izquierda es del rey de Prusia. Luego trellas aseguraban y parecían clavar en
al dejarme, este buen hombre me dió en el zenit el sudario negro de la noche ex-
una lengua compuesta, mitad alemana tendido en una mitad del cielo y l a blan-
mitad gala, una idea del camino que ha ca mortaja del crepúsculo desplegada si-
bia de seguir; pero sin duda le compren- niestramente en la otra.
dí m a l , porque en lugar de tomar e' Poco á poco el ruido de pasos y de vo-
camino que costea el rio, seguí por la ces cesó en el barranco, el viento cedió,
m o n t a ñ a , creyendo atajar, y casi me y con él quedó apagado ese dulce extre-
perdí. mecimiento de la yerba, que sostiene l a
Mientras tanto, a l atravesar, pul veri conversación con el viajero fatigado y le
zando el rastrojo frescamente cortado hace c o m p a ñ í a . N i n g ú n ruido llegaba de
las altas llanuras pajizas donde los aira- la ciudad invisible; el mismo R h i n pare-
dos vientos se desplegan por la tarde, se cia estar amodorrado; un nublado lívido
presentó de repente un barranco á m i y descolorido habia invadido el inmenso
izquierda. E n t r ó en él, y después de a l - espacio de Poniente á Levante; las estre-
gunos instantes de una bajada muy ás llas iban velándose unas tras otras, y yo
pera á lo largo de u n sendero que se ase no tenia encima de m í m á s que uno de
mejaba á veces á una escalera hecha con esos cielos de plomo donde se cierne, v i ^
66í OBRAS D E VICTOR HUGO.

sible para el poeta, ese gran m u r c i é l a g o castillo-palacio de los landgraves de


que lleva escrito en su vientre abierto: Hesse, el Rheinfels.
melancolía. E n San Groar el R h i n no llega á ser
De repente sopló l a brisa, se desgarró un rio, es u n lago, u n verdadero lago del
l a bruma, se destacó la iglesia; u n som- Jura, cerrado por todas partes, con su
brío bloque de casas, picado de m i l v i - encajonamiento sombrío, su reflejo pro-
drios iluminados, apareció en el fondo fundo y sus ruidos inmensos.
del precipicio por el agujero que se hizo Permaneciendo en la fonda se goza
en la niebla. Era San Q-oar. todo el dia del espectáculo que ofrece el
Rhin con las a r m a d í a s , los largos bu-
ques de vela, las pequeñas barcas-flechas
C-A-RTA. X V I I . y los ocho ó diez ó m n i b u s de vapor que
van y vienen, suben y bajan, y pasan á
cada instante humeantes y empavesa-
Han C*oar. dos, dando chillidos como un perrazo
que nada. A lo lejos, en la ribera opues-
Gasthaus z u r Lilie.—Dónde es preciso colocarse para ver ta, debajo de hermosos nogales que som-
los soldados de M. de Nassau.—Himno á los muchachos teu- brean u n prado, se vé maniobrar á los
tones.—Es preciso que M. de Nassau esté muy necesitado de soldados de M . de Nassau vestidos con
cuatro florines.—Ote Katz.—Bohdan Ghmielnicki.—Tres
páginas sobre el gato. - Una palabra sobre el perro.—El autor casaca verde y p a n t a l ó n blanco, y se oye
trata de dejar mal á un eco.-Lurley.—Donde el lector el tambor ruidoso de u n duquecito sobe-
aprende lo que era una galera de Malta.—Cosa que los habi-
tantes desdeñan y deben rebuscar los viajeros.—El Valle- rano. M u y cerca, debajo de la ventana,
Suizo.—Figuras de Roma, Grecia y la India, que aparecen al se vé pasar á las mujeres de San Goar
autor en ese pais de los bárbaros.—El Reichenber^.—His- con su gorra azul celeste, parecida á una
toria de la hada pequeflita y gruesa como una langosta y del
gigante que cree tener en su espalda un nido de diablos.—Por tiara modificada por u n apabullo, y se
qué está obligado á traer su navaja de afeitar de Bacharach. oye reir y charlar á un p u ñ a d o de chiqui-
—El Rheinfels.—Aquí el autor explica por qué las bombas y
las balas tienen maneras cultas y corteses.—Consideraciones
llos que vienen de j u g a r con el R h i n . ¿Y
filosóficas sobre la milla prusiana, la hora de camino turca y por q u é no? Los de Treport y d'Etretat
\3L legua de España.—Oberwesel.—Las siete jóvenes cam- juegan t a m b i é n con el Océano. Por otra
biadas en rocas.—El viajero encuentra y describe como ento-
mólogo profundo la mayor de las arañas de agua.—Cena ale- parte, los niños del R h i n son encanta-
mana complicada con un húsar francés. dores. Ninguno de ellos tiene ese aspecto
arrogante y severo que distingue, por
ejemplo, á los muchachos ingleses. Los
San Groar, Agosto. muchachos alemanes tienen el aire i n -
dulgente parecido al de los viejos curas.
Se puede pasar una semana m u y á Si se sale se puede pasar el R h i n por
gusto en San Q-oar. Para ello es preciso seis sueldos, precio de u n ó m n i b u s pari-
tener cuidado de tomar habitación cuyas sién, y se sube al Gato. E n esta mansión
ventanas den al R h i n en el delicioso de los barones de Katzenellenbogen es
Gasthaus (1) zur Lilie. Allí se está entre el donde tuvo lugar en 1471 la l ú g u b r e aven-
Gato y el R a t ó n . A la izquierda se vé el tura del capellán deán de Barnich. Hoy
R a t ó n medio velado al fondo del hori- die Katz es una bella ruina, cuyo usufruc-
zonte por las brumas del Rhin; á la dere- to está alquilado por el duque de Nassau
cha y por el frente el Grato, robusto cas- á u n mayor prusiano, que paga cuatro ó
tillejo rodeado de torrecillas, el que, en cinco florines por a ñ o . Tres ó cuatro v i -
lo alto de su colina, ocupa la cúspide de sitadores pagan el rendimiento anual.
un t r i á n g u l o , en el que el pintoresco pue Y o hojeé el libro donde se inscribían los
blecillo de San-Goarshausen, que forma extranjeros, y en treinta páginas—pró-
la base á la orilla del Rhin, marca los ximamente un año'—no v i un solo nom-
dos á n g u l o s con sus dos viejas torres, la bre francés. Muchos nombres alemanes,
una cuadrada y la otra redonda. algunos ingleses, dos ó tres italianos, hó
Los dos castillos enemigos se acechan a q u í todo el registro. Por lo d e m á s , el
y parecen lanzarse miradas fulminantes interior del Gato está completamente
á través del paisaje; porque cuando un desmantelado. L a sala baja de la torre
castillejo está arruinándose, su ventana donde el capellán preparó el veneno para
desfondada mira todavía, pero con esa la condesa sirve hoy de bodega. Algunas
mirada horrible de u n ojo reventado. cepas endebles se enroscan alrededor de
Enfrente, en la ribera derecha, y como sus estacas y en el mismo sitio donde es-
dispuesto á poner paz entre los dos ad- taba la sala de los retratos. E n un gabi-
versarios, vigila el espectro colosal del netito, el único que tiene puerta y ven-
- (1) Fonda. tana, hay clavado en la pared u n grabado
EL RHIN. 663
que representa á Bohdan Chmielnicki, y vive, es u n viejo y valiente húsar fran-
al pió del cual se lee: Belli servilis au- cés.
tor (sic) rebellimnque cosaccorum et plebis Para u n viajero que no cuenta con t a l
Ifkraynen, E l formidable jefe zaporogo, cosa, el efecto que le produce el eco de
disfrazado con u n traje que participa de Lurley es extraordinario. U n barqui-
moscovita y turco, parece mirar al sesgo, chuelo que atraviesa el Rhin por este
á causa sin duda del grabador, dos ó tres sitio con sus dos pequeños remos hace
retratos de príncipes actualmente rei- allí un ruido formidable. Cerrando los
nantes colocados alrededer de él. ojos, se creerla oir pasar una galera de
De lo alto del Gato la mirada se hunde Malta con sus cincuenta gruesos remos,
en el famoso abismo del R h i n llamado el movidos cada uno por cuatro presidiarios
Bank. Entre el Bank y la Torre cuadra- encadenados.
da de San G-oarshausen solo hay un páso Bajando del Gato, antes de dejar San-
estrecho. Por u n lado el abismo, por Goarshausen, es preciso i r á ver, en una
otro el escollo. E n el R h i n se encuentra vieja calle paralela al R h i n , una precio-
todo, hasta Scila y Caribdis. Para salvar sa casa del Renacimiento a l e m á n , mira-
este estrecho tan temido, las a r m a d í a s da en poca estima, por supuesto, por sus
se atan por el lado izquierdo con una habitantes. A l volver después á la dere-
cuerda bastante larga á un tronco de cha se pasa el puente de un torrente, y
árbol llamado el perro {hund), y en el se interna, oyendo el ruido de los moli-
momento en que pasan entre el Bank y nos de a^ua, en el Valle-Suizo, sober-
la Torre, arrojan el tronco de árbol al bia rambla casi alpestre, formada por la
Bank. E l Bank se apodera del tronco de alta colina de Petersberg y por una de
árbol con rábia y lo atrae hácia sí. De las ú l t i m a s cumbres del Lurley.
esta manera mantiene la a r m a d í a á dis- Es un delicioso paseo el que ofrece el
tancia de la Torre. Cuando el peligro ha Valle-Suizo. Se v á y viene, se visita los
pasado se corta la cuerda y el abismo se pueblos desde lo alto, se abisma uno en
come el perro. Es la torta que se dá á las estrechas gargantas de t a l modo
este Cerbero. sombrías y desiertas, que he visto en una
Cuando se llega á la plataforma del de ellas la tierra frescamente removida
Grato se pregunta al cicerone: y el césped descompuesto por la cabeza
•—Dónde está el Bank? de un j a b a l í ; ó bien se sigue la parte
baja de la rambla, entre rocas que se
Y señala á tus piés un ligero pliegue asemejan á muros ciclópeos y por bajo
en el R h i n . Ese pliegue es el abismo. de los sauces y los á l a m o s . Allí, solo,
Es preciso no juzgar de los abismos absorbido profundamente en un abismo
por l a apariencia. de hojas y de flores, se puede vagar y
U n poco m á s a l l á del Bank, en una de soñar toda la jornada y escuchar, como
las revueltas m á s salvajes, se hunde y un amigo admitido en l a intimidad de
se precipita perpendicularmente en el la confianza,la charla misteriosa del tor-
Rhin, con sus m i l sillares de granito, rente y del sendero. Después, al acercar-
que le dan el aspecto de una escalera se por los carriles de los caminos á los
arruinada, la fabulosa p e ñ a de Lurley. cortijos y á los molinos, todo lo que se
Hay allí un eco célebre que repite, según encuentra parece arreglado y agrupado
se dice, siete veces todo lo que se dice ó de antemano para decorar el rincón de
todo lo que se canta. un paisaje de Poussin. T a n pronto se
Si no temiese pasar por hombre que halla u n pastor medio desnudo con su
goza en d a ñ a r la reputación de los ecos, rebaño en un campo de color leonado y
confesaría que para m í el eco no ha te silbando melodías e x t r a ñ a s en una espe-
nido nunca m á s a l l á de cinco repeti- cie de lituo antiguo, como un carroma-
ciones. Es probable que la oreada de to arrastrado por bueyes, como veia en
Lurley, en otro tiempo cortejada por las viñetas del Virgilio Herhan, que tra-
tantos príncipes y condes mitológicos, ducía en m i infancia. Entre el yugo y l a
empiece á enronquecerse y á fastidiarse. frente de los bueyes hay un p e q u e ñ o co-
Esta pobre ninfa ú n i c a m e n t e tiene hoy ginete de cuero bordado de flores rojas y
u n solo adorador, el cual ha excavado arabescos vistosos. De igual manera se
frente por frente de ella, en la otra orilla ven jóvenes que andan con los pies des-
del Rhin, dos p e q u e ñ a s habitaciones en nudos y peinadas como e s t á t u a s del Bajo
las rocas, y pasa sus dias tocando el Imperio. Y o he visto una que era encan-
cuerno de caza y disparándole tiros. Este tadora. Estaba sentada cerca de un hor-
hombre, que hace trabajar al eco y que no de secar frutas, que humeaba dulce-
664 OBRAS D E VICTOR HUGO.

mente; levantaba al cielo sus grandes de Suavia, estaba protegido por una vie-
ojos azules y tristes, cortados como dos j a hada de la Wisper, que resolvió con-
almendras en un rostro tostado por el trarrestar el poder del diablo. L a hada
sol; su cuello estaba cargado de abalorios pequeñita, gruesa como una langosta, fué
y collares, a r t í s t i c a m e n t e colocados para á buscar un gigante muy servicial con sus
ocultar un tumor naciente. Con esta de- amigos y le rogó que le prestase su saco.
formidad, mezclada á esta belleza, se E l gigante consintió en ello y hasta se
hubiese dicho que era un ídolo de la I n - ofreció graciosamente á a c o m p a ñ a r á la
dia agachado cerca de su altar.—De re- hada, ofrecimiento que ella aceptó. L a
pente se atraviesa una pradera, los bor- ha l a p e q u e ñ i t a se animó bastante con
des de la rambla se desvian, y se vé este refuerzo; luego se dirigió á Bacha-
surgir bruscamente en la cima de una rach en la misma noche que debia pre-
colina poblada una admirable ruina. ceder al paso de Barbaroja, cogió uno
Ese scholss es el Reichenberg. por uno todos los barberos de la ciudad
E n él vivia, durante las guerras del mientras d o r m í a n profundamente y los
derecho manual de la Edad Media, uno metió en el saco del gigante. Después de
de los m á s temidos entre esos caballeros hecha esta operación, le dijo al gigante
bandidos que se apellidaban ellos mismos que se echase el saco á la espalda y lo
plagas del pais landsschaden. Bien podia llevase muy lejos, no importa dónde. E l
la ciudad vecina lamentarse, bien podia gigante, que á causa de la noche y de su
el emperador citar al bandido blasonado I bestialidad no habia visto nada de lo
á la Dieta del imperio; el hombre de que habia hecho la vieja, la obedeció y
hierro se encerraba en su albergue de se fué dando grandes zancadas con el
granito, continuaba atrevidamente su saco á la espalda por aquellos lugares
orgía de omnipotencia y r a p i ñ a , y vivia entregados á las dulzuras del sueño.
excomulgado por la Iglesia, condenado Mientras tanto, los barberos de Bacha-
por la Dieta y acorralado por el empera- rach, confundidos y aporreados los unos
dor, hasta que su barba blanca le llega- contra los otros, empezaron á despertar-
ba a l vientre. se y á rebullirse en el saco. E l gigante
E n t r ó en el Reichenberg. E n esa ca- comenzó á cobrar miedo y á doblar el
verna de ladrones homéricos no quedan paso. Como á la sazón pasaba por enci-
m á s que algunas escabiosas salvajes, la ma del Reichenberg y tuvo precisión de
sombra desgarrada de las ventanas er- levantar u n poco la pierna para salvar
rante por los escombros, dos ó tres vacas la gran torre, uno de los barberos, que
que pacen la yerba de las ruinas, restos llevaba sus navajas de afeitar en el bol-
de un escudo de armas colocado encima sillo del pecho, sacó una é hizo en el saco
de la puerta principal y mutilado por el un ancho agujero, por el cual cayeron
martillo, y a q u í y allá, á los - pies del todos los barberos, bastante estropeados
viajero, piedras separadas por el paso de y magullados, en las malezas, lanzando
los reptiles. espantosos gritos. E l gigante creyó te-
T a m b i é n visitó, detrás de la colina del ner en su espalda un nido de diablos y se
Reichenberg, algunas casuchas, hoy salvó á todo correr.
apenas visibles, de un pueblo que fué y A l dia siguiente, cuando el emperador
se llama el pueblo de los Barberos. pasó por Bacharach, no habia un solo
Hó aquí lo que se cuenta respecto al barbero en el pais, y como Belcebú llegó
pueblo de los Barberos: allí al mismo tiempo, u n cuervo burlón,
E l diablo, que quería á Federico Bar- encaramado en la puerta de la ciudad,
baroja á causa de las numerosas cruza- dijo al señor diablo:
das que efectuó, tuvo u n dia la ocurren- —Amigo amigo, en medio de la cara
cia de cortarle la barba. Esto, como se tienes una cosa muy gorda que no po-
vé, era una verdadera broma magistral, drás ver n i aun en el mejor espejo, y es
m u y propia t r a t á n d o s e de diablo á em- el palmo de narices que te han dejado.
perador. A r r e g l ó , pues, con una Dalila Desde esta época no ha habido m á s
local no sé q u é traición inverosímil, por barberos en Bacharach. L o cierto es que
medio de la cual el emperador Barbaro- hoy mismo no se halla á tres tirones un
ja, al pasar por Bacharach, debia ser mancebo de barbería que tenga tienda.
adormecido en dicho punto para después E n cuanto á los barberos escamotea-
ser afeitado por uno de los numerosos dos por la hada, se establecieron en el
barberos de la ciudad. Ahora bien; Bar- mismo sitio donde cayeron, y construye-
baroja, á datar de sus amores con la ron un pueblo que se l l a m ó el pueblo de
bella Gtela, y siendo aun tan solo duque los Barberos, De esta manera es como el
E L RH1N. 665
emperador Federico I , llamado Barbaro- —Sandus Dominicus, vixit.., (borrado),
j a , conservó su barba y su apodo. Sandus Alhertus, vixit 1292.
A d e m á s del ü a t o u y el Grato, el L u r - •—Sandus Norbertus, 1150. Sandus Ber-
ley, el Valle-Suizo y el Reichenberg, nardus, 1139.
queda aun cerca de San Q-oar el Rhein- •—Sandus Bruno, 1115. Sandus Benedic*
fels, del que hasta el presente no te he tus, 1140.
dicho una palabra. Hay otro nombre borrado; luego, des-
Toda una m o n t a ñ a agujereada por el pués de haber remontado así los siglos
interior, con crestas de ruinas en su ca- cristianos de aureola en aureola, se llega
beza; dos ó tres pisos de departamentos á estas tres líneas majestuosas:
y de corredores subterráneos, que parecen —Sanctus Basilius Magnus, episc. Ccesa*
haber sido excavados por topos colosales, rem Gappadoci, magister monachorum orien*
inmensos escombros, salas desmesuradas, talium, vixit anno 372.
cuyas ojivas tienen cincuenta pies de A l lado de Basilio el Grande, debajo de
abertura; siete calabozos con sus encier- la misma puerta de la capilla, están es-
ros llenos de un agua estancada que re- critos estos dos nombres:
suena, tendida y muerta, al choque de •—Sandus Antonius Magnus. Sanctus Fau-
una piedra; el ruido de los molinos de lus eremita.
agua en el p e q u e ñ o valle que existe Esto es todo lo que la bomba y l a mina
detrás del castillo, y por las grietas de la respetaron.
fachada el R h i n con a l g ú n buque de va- Este castillo formidable, que se ha der-
por, que, visto de esta altura, parece un ruido al paso de Napoleón, se habia ex-
grueso pescado verde con los ojos amari- tremecido ante Luis X I V . L a antigua
llos caminando á flor de agua y endere- Gaceta de Francia, que se i m p r i m í a en las
zado para llevar sobre su espalda hom- oficinas de 1' Adresse, en los entresuelos
bres y carruajes; un palacio feudal de del Louvre, anuncia, con fecha 23 de
los landgraves de Hesse cambiado en Enero de 1693, que "el landgrave de
enorme casucha; troneras de cañones y Hesse-Cassel toma posesión de la ciudad
catapultas que se asemejan á esas jaulas de San Groar y del Rheinfels, á él cedidos
de fieras de los viejos circos romanos, por el landgrave Federico de Hesse, que
donde la yerba brota; en algunos pa- se habia ido resueltamente á terminar
rajes, medio empotrada en el antiguo is dias en Colonia,,. E n su n ú m e r o si-
muro despanzurrado, una m á q u i n a de guiente, fecha 5 de Febrero, hace saber
Saint-Q-illes, arruinada y estropeada, "que quinientos campesinos trabajan con
cuya hélice retorcida figura en el aire los soldados en las fortificaciones del
un monstruoso caracol antidiluviano; Rheinfels,,. Quince dias después procla-
las pizarras y los basaltos sin labrar, que ma que ^el conde de Thingen extien-
dan á las arquivoltas perfiles de sierras de cadenas y construye reductos en el
y quijadas abiertas; gruesas dovelas ven- Rhin,,. Por q u é huye ese landgrave? ¿Por
trudas que h a b í a n caido enteras, ó me- q u é esos quinientos aldeanos que traba-
jor dicho, hablan quedado reclinadas en j a n mezclados con los soldados? ¿Por q u é
el flanco, como si se hubiesen fatigado de esos reductos y esas cadenas extendidas
estar en pió; h é a q u í el Rheinfels. Esto con apresuramiento en l a línea del Rhin?
se vé por dos sueldos. Es que Luis el Grande ha fruncido el en-
trecejo. L a guerra de Alemania v á á co-
Parece que la tierra se haya extreme- menzar de nuevo.
cido debajo de esta ruina. Sin embargo, Hoy el Rheinfels, á l a puerta del cual
no es un temblor de tierra, es Napoleón está t o d a v í a incrustada en la pared l a
que pasó por allí. E n 1807 el emperador
corona ducal de los landgraves, esculpi-
hizo volar el Rheinfels.
da en piedra arenisca roja, es la depen-
E x t r a ñ a particularidad! Todo se ha dencia de una casa de labranza. Algunos
desplomado, menos las cuatro paredes de majuelos vegetan allí y dos ó tres cabras
la capilla. Se siente cierta emoción me pacen la yerba. Vista por la tarde toda
lancólica al atravesar ese lugar de paz, la ruina, destacada en el fondo del cielo
preservado ú n i c a m e n t e en medio de esa con sus ventanas abiertas, es de u n efecto
espantosa cindadela deshecha. E n los magnífico.
alféizares de las ventanas se leen estas Subiendo el R h i n á una m i l l a de San
graves inscripciones, dos en cada ven Goar (la m i l l a prusiana, como la legua
tana: española, como l a hora de camino turca,
•—Sandus Franciscus de Paula, vixit 1500 equivalen á dos leguas de Francia), se
Sandus Franciscus, vixit 1526. apercibe de repente, en la separación de
TOMO I V . 84
666 OBRAS D E VICTOR HUGO.

dos m o n t a ñ a s , una preciosa ciudad feu- intervalos de fumadores silenciosos, una


dal, esparcida la mitad de ella por la ori- de esas excelentes y familiares cenas ale-
l l a del Rhin, con antiguas calles como manas en que los perdigones son m á s
ya no vemos en Paris sino en las deco- gordos que los pollos. Allí se repara el
raciones de la Opera; catorce torres alme- cuerpo perfectamente, sobre todo si se
nadas, m á s ó menos cubiertas de hiedra, sabe uno plegar como el viajero Ulises á
y dos grandes iglesias de la m á s pura las costumbres de las naciones, y si se
época gótica. Es Oberwesel, una de las tiene el buen gusto de no escandalizarse
ciudades del R h i n que han guerreado por ciertos encuentros extravagantes que
m á s . Las viejas murallas de Oberwesel tienen lugar alguna vez en el mismo pla-
están acribilladas de cañonazos y de agu- to; por ejemplo, el de a l g ú n pato asado
jeros de balas. Se pueden descifrar en con mermelada de manzanas ó una ca-
ellas como en u n palimpsesto las gruesas beza de j a v a l í con un tarro de confitu-
balas de c a ñ ó n de los arzobispos de T r é - ras. A l final de la cena una sonata mez-
veris, los fusiles vizcaínos de Luis X I V clada de mosquetazos estalla de pronto
y nuestra metralla revolucionaria. Hoy por fuera. Se asoma uno apresurada-
Oberwesel no es m á s que u n viejo solda- mente á la ventana. Es el h ú s a r francés
do que se ha hecho viñador. Su vino t i n - que hace trabajar al eco de San Goar.
to es excelente. E l eco de San G-oar no es menos mara-
Como casi todas las ciudades del Rhin, villoso que el eco de Lurley. L a cosa es
Oberwesel tiene sobre su m o n t a ñ a su admirable en efecto. Cada pistoletazo se
castillo en ruinas, el Schoenberg, uno de convierte en un cañonazo en esta mon-
los escombros m á s admirablemente der t a ñ a . Cada a r m o n í a de la sonata se repi-
ruidos que hay en Europa. Es en el te con una limpieza prodigiosa en la
Schoenberg donde habitaban en el siglo profundidad tenebrosa de los valles. Son
diez esas siete burlonas y crueles señori- sinfonías delicadas, exquisitas, veladas,
tas que se pueden ver hoy por las brechas debilitadas, ligeramente irónicas, que
de su castillo, cambiadas en siete rocas parecen mofarse de tí acariciándote.
en mitad del rio. Como es imposible creer que esta grande
L a excursión de San Groar á Oberwesel m o n t a ñ a pesada y negra tenga tanto
está llena de atractivos. E l camino cos- genio, a l cabo de muy pocos instantes,
tea el R h i n , que allí se estrecha súbita que es lo que dura el e n g a ñ o de la i l u -
mente y se angosta entre altas colinas. sión, el pensador m á s positivo j u r a des-
No se v é ninguna casa y casi n i n g ú n de luego que hay a l l á abajo, en esas
t r a n s e ú n t e . E l sitio está desierto, mudo sombras, entre aquella floresta fantás-
y salvaje. Grandes bancos de pizarra me- tica, un sér sobrenatural y solitario, una
dio carcomidos salen del rio y cubren la hada cualquiera, una Titania que se
ribera como montones de escamas gigan divierte en parodiar deliciosamente las
toscas. De vez en cuando se entrevó, me músicas humanas y en arrojar la m i t a d
dio oculta debajo de los espinos y los de una m o n t a ñ a por tierra cada vez que
mimbres y como emboscada en l a orilla oye un disparo de fusil. Todo esto es á la
del Rhin, una especie de inmensa a r a ñ a vez espantoso y encantador. E l efecto se-
formada por dos largas p é r t i g a s flexi- ria mucho m á s profundo t o d a v í a si se
bles y encorvadas, cruzadas transversal- pudiese olvidar por un momento que se
mente, reunidas en su mitad y en su está en la ventana de una posada y que
punto culminante por u n grueso nudo esta sensación extraordinaria se sirve
atado á una palanca, y sumiendo sus como u n plato de m á s en los postres. Pero
cuatro puntas en el agua. Es una a r a ñ a todo pasa lo m á s naturalmente del mun-
en efecto. do; terminada la operación, u n mozo de
E n esta soledad y en este silencio la la posada, teniendo en l a mano u n plato
palanca misteriosa á cada paso se bam- de estaño que presenta para recoger las
bolea y se vé al deforme animal levan- ofrendas, d á la vuelta á la sala por el
tarse lentamente, teniendo entre sus pa- húsar, que permanece en u n rincón por
tas su tela, en medio de l a cual salta y dignidad, y todo queda terminado. Cada
se tuerce u n bello salmón de plata. cual se retira después de haber pagado
Después de haber hecho una de estas su eco.
magníficas correrías que abren hasta en
sus últimos rincones las cavernas pro-
fundas del estómago, se entra por la no-
che en San Groar, y se encuentra al ex-
tremo de una larga mesa, adornada por
EL RUIN. CG7
cadores. Luego, detrás de las chozas, u n
cercado en otro tiempo almenado, apun-
CARTA. X V I I I . talado por cuatro torres cuadradas, las
m á s desportilladas, las m á s ametralla-
das, las m á s ruinosas que se conocen.
Bacharach. Después, j u n t o al mismo cercaáo, donde
las casas están horadadas de ventanas y
Armonías de las viejas y de los tornos para hilar.—Bacharach.—
Baratillo.—Las veletas y las torrecillas.—Los escrofulosos y galerías, y m á s allá, sobre el pió de l a
las niñas bonitas.—El autor queda sumido en la admiración. m o n t a ñ a , una indescriptible confusión
—Una de las picardías que Sibo de Lorch hacia á los gnomos. de edificios de recreo, casuchas adorna-
—A ciudad severa, paisaje feroz.—El autor deja entrever su
ódio hácia las fachadas blancas con contraventanas verdes.— das, torrecillas caprichosas, fachadas g i -
Llama espantoso lo que encuentra admirable.—'¿Donde diablos bosas, tejados imposibles, cuya doble es-
vá á alojarse una modista?—El autor se acuerda de lo que
Teseo dice al león en el S u e ñ o de ana noehe de verano.
calera tiene un cimbalillo extendido
—El Wildes Gefcehrt.—Las gracias de Bacharach.— como u n espárrago sobre cada una de
Cuatro palabras sobre Federico II.—Efecto que causa un via- sus gradas; pesadas vigas diseñando so-
jero á las gentes de Bacharach.—Europa: la civilización y el
siglo diez y nueve colgados de un clavo en un gabinete.—Sín- bre algunas chozas delicados arabescos,
tomas graves.—Lo que era esa cosa alegre, bonita y encanta- graneros con volutas, balcones abiertos,
dora que el autor tenia debajo de su ventana.—San Werner. chimeneas figurando tiaras y coronas,
filosóficamente llenas de humo; veletas
extravagantes, que no son tales veletas,
Lorch, 23 de Agosto. sino letras m a y ú s c u l a s de viejos manus-
E n este momento me hallo en las vie- critos recortadas en el palastro con el
jas ciudades m á s bellas, m á s honradas y sacabocados que rechina al soplo del
m á s desconocidas del mundo. Habito viento. (Entre otras, he tenido encima de
interiores de Rembrandt con jaulas lle- m i cabeza una R que pasaba toda la no*
nas de pájaros en las ventanas, linternas che llamándose:—rrrr.)
extravagantes en los techos, y en el E n esta admirable confusión descue-
rincón de las habitaciones escaleras de l l a una plaza—una plaza torcida, for-
caracol que un rayo de sol escala lenta- mada por bloques de casas caldas del
mente. Una vieja y un torno para hilar, cielo al azar, que tiene m á s bahías, islo-
de pies torcidos, refunfuñan en la som- tes, arrecifes y promontorios que u n gol-
bra juntos y á cuál m á s y mejor. fo de Noruega. E n un lado de esta plaza
He pasado tres dias en Bacharach, es- dos poliedros, compuestos de construc-
pecie de Corte de los Milagros, olvidada ciones g ó t i c a s , cuelgan desnivelados,
en la orilla del R h i n por el buen gusto gesticulando y teniéndose desvergonza-
volteriano, por l a Revolución francesa, damente en pió contra toda geometría y
por las batallas de Luis X I V , por los ca- todo equilibrio. Del otro lado una pre-
ñonazos del 97 y de 1805, y por los ar- ciosa y rara iglesia romana, agujereada
quitectos elegantes y prudentes que de un portal formado de losanjes, sobre
hacen casas en forma de cómodas y se- el cual se yergue un alto campanario
creters. Bacharach es el m á s antiguo militar, ribeteado en el ábside por una
m o n t ó n de habitaciones humanas que g a l e r í a de p e q u e ñ a s arquivoltas con co-
he visto en m i vida. A l lado de Bacha- lumnitas de m á r m o l negro, ó incrustada
rach, Oberwesel, San Q-oar y Andernach por todas partes de tumbas del Renaci-
son calles de Rívoli y ciudades de Ber- miento como una caja de pedrerías. Por
góre. encima de l a iglesia bizantina se vé, há-
Bacharach es la antigua Bacchi A r a . cia la mitad de la colina, la ruina de otra
l)iríase que u n gigante, prendero de an- iglesia del siglo quince, de piedra arenis-
tigüedades, queriendo tener tienda en el ca roja, sin puertas, sin techo y sin cris-
Rhin, tomó una m o n t a ñ a por escaparate tales, magnífico esqueleto que se perfila
y dispuso de alto á bajo, con su gusto arrogante en el cielo. E n fin, para coro*
de gigante, una porción de curiosidades namiento, en lo alto de la m o n t a ñ a , los
enormes. Esto comienza bajo el mismo escombros y los arranques de las pilastras
R h i n . H a y allí, á flor de agua, una roca cubiertos de hiedra de u n scholss, el cas-
volcánica s e g ú n unos, u n dolmen celta tillo de Stahlecch, residencia de los con-
s e g ú n otros, u n altar romano según los des palatinos en el siglo doce. Todo esto
últimos, que se llama el A r a Bacchi. es Bacharach.
Después, á la orilla del rio, dos ó tres Ese viejo pueblo-hada, donde hormi-
viejos cascos de buques apelillados, cor guean los cuentos y las leyendas, está
tados en dos pedazos y plantados de pió ocupado por una población de pintores-
en tierra, que sirven de chozas á los pes- cos habitantes, que todos, ancianos y j ó -
668 OBRAS DE VICTOR HUGO.

venes, muchachos y abuelos, escrofulosos Cuando el sol separa una nube y se


y n i ñ a s bonitas, tienen en la mirada, en asoma sonriendo por un claro del cielo,
el perfil y en el talante cierto aire del si- no hay nada m á s delicioso que Bacha-
glo trece. rach. Todas esas fachadas decrépitas y
L o que no impide á las n i ñ a s ser muy c e ñ u d a s se desarrugan y dilatan. Las
bonitas, al contrario. sombras de las torrecillas y las veletas
Del alto del scholss se abraza una dibujan m i l á n g u l o s extravagantes. Las
vista inmensa, y se descubren por las flores—allí hay flores por todas partes—
aberturas de las m o n t a ñ a s otros cinco se ponen en la ventana al mismo tiem-
castillos en ruinas; en la ribera izquier- po que las mujeres, y en todos los suelos
da, Furstemberg, Sonneck y Heimburg; aparecen, formando grupos alegres y
al otro lado del rio, al Oeste, se entrevó apacibles, los niños y los viejos, calen-
el vasto Grutenfels, saturado del recuerdo tándose juntamente al rayo del Medio-
de Q-ustavo Adolfo; y hácia el Este, por día—los viejos con esa p á l i d a sonrisa
encima de un valle, que es el fabuloso que dice: ¡Es tarde!; los niños con esa
Wisperthal, en la cumbre de una colina, dulce mirada que dice: ¡Aun no es hora!
sobre una p e q u e ñ a eminencia que le En medio de este pueblo vá y viene y
sirve de pedestal, ese manojo de negras se pasea un sargento prusiano vestido de
torres que se asemeja á la antigua Bas uniforme, con un aspecto que participa
t i l l a de P a r í s ; es la m a n s i ó n inhóspita de perro y lobo.
laria en la que Sibo de Lorch negaba A todo esto, sea espíritu del pais, sea
abrir la puerta á los gnomos en las no- celos de Prusia, yo no he visto en los
ches de tempestad. cuadros que cuelgan en las paredes de
Bacharach está situado en un paisaje las posadas otro grande hombre que ese
feroz. Nubes pegadas casi siempre á sus conquistador de perfil un poco rococó,
altas ruinas, rocas abruptas, u n agua esa especie de Napoleón Luis X V , ver-
salvaje, envuelven dignamente esa vieja dadero héroe, verdadero pensador y ver-
ciudad severa, que ha sido romana, que dadero príncipe además, que se llama
ha sido del Bajo Imperio, que ha sido gó Federico I I .
tica, y que no quiere volverse moderna. E n Bacharach un t r a n s e ú n t e es u n fe-
Coincidencia notable! U n a cintura de nómeno. No solamente es extranjero,
escollos que la rodea por todas partes, sino que es e x t r a ñ o . E l viajero es mirado
impide abordarla á los buques de vapor y seguido con ojos espantados. Esto con-
y mantiene la civilización á cierta dis- tribuye á que, con excepción de algunos
tancia. pobres pintores que caminan á pié, con
N i n g ú n toque discordante, ninguna el saco á la espalda, nadie se digne visi-
fachada blanca con contraventanas ver- tar la antigua capital repudiada de los
des desarregla l a austera a r m o n í a de condes palatinos, horrible agujero del
este conjunto. Todo se auna allí, hasta cual se separan los dampfschiffs y que
ese nombre, Bacharach, que parece un todas las crónicas del H h i n califican de
antiguo grito de las bacanales, acomoda- ciudad triste.
do para el sobado. Sin embargo, debo confesar t a m b i é n que
Debo decir, sin embargo, como histo- en u n gabinete vecino á m i habitación
riador fiel, que he visto una modista ins- habia una litografía representando á la
talada con sus lazos color de rosa y sus EUROPA, es decir, dos bellas señoras es-
gorros blancos debajo de una descomu- cotadas y u n guapo caballero con bigote
nal ojiva completamente negra del siglo cantando alrededor de un piano, acom-
doce. p a ñ a d o s de este cuarteto j u g u e t ó n , poco
E l R h i n muge soberbiamente alrede- digno de Bacharach:
dor de Bacharach. Parece que ama y
guarda con orgullo su vieja ciudad. Dan EUROPA*
ganas de gritarle: ¡Bien rugi lion! A un Recibe de la Francia la Europa encantadora
las leyes de su moda, efímera y fugaz,
tiro de arcabuz de la ciudad se precipita las artes, los placeres y el sexo que enamora,
y arremolina en u n embudo de rocas los cultos son queridos que en esta tierra hay.
imitando la espuma y el ruido del Océa-
no. Este m a l paso se llama el Wildes L a modista con sus lazos color de rosa,
Gefcehrt. Es, sin embargo, á la vez m u - esta litografía y este cuarteto^ son el
cho m á s espantoso y mucho menos peli- alba del siglo diez y nueve que comienza
groso que el Banck de San Goar. á despuntar por Bacharach.
Con todo, es preciso i r con piés de plo- Y o tenia debajo de m i ventana todo
mo con los abismos, etc* un p e q u e ñ o mundo feliz y encantador.
E L RHiN. 669
Era una especie de patio interior conti- pente sentí que la tierra se desprendía y
guo á la iglesia romana, desde el cual se se h u n d í a por bajo de donde yo estaba.
puede subir por una escalera rápida de Bajé los ojos, y á la luz de las constela-
lava hasta las ruinas de la iglesia góti- ciones reconocí que marchaba por encima
ca. Allí jugaban todo el dia, con las al- de un foso recientemente excavado. Miré
tas yerbas que les llegaban hasta la á m i alrededor; cruces negras con cabe-
barba, tres chiquillos y dos niñas que zas blancas de muerto s u r g í a n vaga-
zurraban á su gusto á los tres pequeños. mente por todas partes. Entonces recordé
Entre los cinco podrían tener unos las blandas ondulaciones del terreno de
quince años. E l césped, ligeramente on- abajo. Ojnfieso que en aquel momen-
dulado en ciertos sitios, era tan espeso, to no pude librarme de esa especie de
que no se veia la tierra. Sobre este cés- extremecimiento que causa lo inespera-
ped se erguian alegremente dos toldos do. M i encantador jardincito lleno de n i -
de emparrado verdes, cargados de mag- ños, pájaros, palomas, mariposas, música,
níficos racimos. E n medio de los p á m p a - luz, vida y alegría, era un cementerio.
nos, dos m a n i q u í s para espantar á los
pájaros, vestidos de Lubins, á la manera
que en la Opera cómica, con pelucas en CART-AL X I X .
sus cabezas y cubiertas éstas con horri-
bles tricornios, se esforzaban en infundir
miedo á las avecillas, lo cual no impedia Feuer! Feuer!
que abundasen sobre los racimos los ver-
derones, las aguzanieves y las nevati- Cómo nos hemos despertado en Bacharaeh.—Gdtno nos hemos
llas. E n todos los rincones del jardin- despertado en Lorch.—La Escala del Diablo.—Gligen.—La
cito, gavillas estrelladas de soles, rosas hada Ave.—El caballero Heppius.—El autor vá á China.—El
autor recomienda Lorci á los borrachos.—En qué consiste
tempranas y reinas-margaritas se abrian que una hoja de papel blanco se vuelve roja.—El autor abre
como los ramos de fuegos artificiales. su ventana.—Espantoso espectáculo que v é . — F e u e r ! Feuer!
—Siluetas de gantes en camisa.—El autor sube al granero.
Alrededor de estas espesuras flotaba sin —El espectáculo, de espantoso se convierte en magnífico.—
cesar una nieve viviente de mariposas El autor asiste á la más eterna de todas las luchas y al más
blancas, á la i cuales se mezclaban al- antiguo de todos los combates.—Paisaje visto á través de
esto.—Gran cosa llena de pequeneces, como todas las gran les
gunas plumas escapadas de un palomar cosas.—Fuegos de viuda.—Ventanas que se abren y que se
vecino. Cada flor y cada racimo tenia cierran.—Las llamas azules —Las vigas que se bambolean.—•
por otra parte su nube de moscas de laEl Pastora.—Segu
papel deflores.—Primeraégloga: el I'astor que jue^a con
da écloga: el Arbol que juega con el Fue-
todos colores, que resplandecían á los go.—Los ingleses,—Los chiquillos.—La catástrofe.—Lo que
rayos del sol. Las moscas zumbaban, los queda de la cosa á las cuatro de la mañana.—Limpieza de los
sirvientes.—'Prob'dad de los campesinos.—Historia del inglés
niños charlaban y los pájaros cantaban, que cena, se acuesta y no se desazona.
y el zumbido de las moscas, la charla de
los niños y el canto de los pájaros se des-
tacaba sobre un arrullo continuo de pa-
lomas y de tórtolas. Lorch, Agosto.
L a tarde de m i llegada, después de E n Bacharach, al llegar las doce de l a
haber admirado hasta que llegó la no- noche, todo el mundo se acuesta, cierra
che ese delicioso jardin, la escalera de los ojos, deja descansar las ideas que ha
lava se ofreció á m i vista y me ocurrió recogido durante el dia, llega á ese ins-
el capricho de subir, iluminado por una tante en que se tiene á la vez alguna
bella claridad de estrellas, hasta las rui- cosa de despierto y alguna cosa de dor-
nas de la iglesia gótica, que estaba dedi- mido, en que el cuerpo fatigado reposa
cada á San Werner, el cual fué martiri- ya, en que el pensamiento porfía por tra-
zado en Oberwesel. Después de haber bajar aun, en que parece que el sueño se
trepado los sesenta ú ochenta escalones siente vivir y que la vida se siente dor-
sin tramos y sin barandilla, llegué á la mitar. De pronto un ruido se abre paso
plataforma tapizada de yerba, donde se entre la sombra y llega hasta tí; un ruido
arraiga poderosamente la hermosa nave singular, inexplicable, horrible; una es-
desmantelada. Allí, mientras que la ciu pecie de rugido de fiera, á la par amena-
dad d o r m í a en una sombra profunda zador y lastimero, que se mezcla al r u -
debajo de mis piés, yo contemplaba el mor del viento de la noche y que parece
cielo y las ruinas disformes del castillo venir de ese alto cementerio situado en-
palatino á t r a v é s del ventanaje negro de cima de la ciudad, en el que has visto por
los cruceros y rosetones. la m a ñ a n a las once g á r g o l a s de piedra
E l viento suave de la noche encorvaba de la derruida iglesia de San Werner
apenas las balluecas desecadas. De re- I abrir la boca como si se preparasen á
\
670 OBRAS D E VICTOR HUGO.

aullar. Te despiertas sobresaltado, te i n - su género como la de nuestra m a n s i ó n


corporas y escuchas: francesa de Meillan. L a fortaleza fabu-
—Qué es esto? losa del viejo Sibo protege al pueblo,
Es el sereno que toca su trompa y ad- que amenaza de la otra parte del rio el
vierte á la ciudad que no ocurre nada y castillo histórico de Furatemberg con su
puede dormir tranquila. Sea; pero yo no gran torre, redonda por fuera y e x á g o n a
creo que sea posible tranquilizar á las por dentro. Nada hay m á s encantador
gentes de una manera m á s espantosa. como ver prosperar alegremente esa re-
E n Lorch se te despierta de una ma- ducida, pero vivaz colonia de aldeanos
nera t o d a v í a m á s d r a m á t i c a . entre esos dos espantosos esqueletos que
Pero antes, amigo mió, déjame decirte han sido dos cindadelas.
lo que es Lorch. Ahora voy á contarte cómo una de mis
Lorch es un gran pueblo de cerca de noches ha sido turbada en Lorch:
m i l ochocientos habitantes, situado en L a semana ú l t i m a , seria la una de l a
la ribera derecha del R h i n y que se pro- madrugada, todo el pueblo dormía, y es-
longa como marcado con escuadra á lo tando escribiendo en m i habitación me
largo del Wisper, hasta señalar la em- apercibí de pronto que m i papel se habia
bocadura. Es el valle de los cuentos y de convertido en rojo bajo m i pluma. Alcé
las fábulas; es el pais de las pequeñas la vista y me encontré iluminado, no por
hadas-insectos. Lorch está colocado al una l á m p a r a , sino por mis ventanas.
pié de la Escala del Diablo, alta roca Mis dos ventanas se h a b í a n cambiado en
casi perpendicular que el valiente G i l - dos grandes planchas de ópalo rosado, á
gen escaló á caballo para i r á buscar su través de las cuales se esparcía alrededor
prometida, escondida por los gnomos en de m í una reverberación e x t r a ñ a . Las
l a cima del monte. E n Lorch es donde abrí y m i r é . Una gran bóveda de llamas
la hada Ave inventó, dicen las leyendas, y humo se encorvaba á algunas toesas
el arte de hacer el paño para vestir á su encima de m i cabeza con un ruido es-
amante, el friolento caballero romano pantoso. Era, en una palabra, el hotel P.,
Heppius, que dió su nombre á Heppe- el gasthaus vecino al en que yo vivía,
nheim. Es muy notable, sea dicho de que se habia prendido fuego y ardia.
paso, que en todos los pueblos y en to- E n un instante la gente de la fonda
das las mitologías, el arte de tejer las se despertó; todo el pueblo se puso en
telas ha sido inventado por una mujer; pié; el grito ¡feuerl ¡feuer! llenó el malecón
para los egipcios es Isis; p á r a l o s lidios y las calles y la campana tocó á reba-
Arachné; para los griegos Minerva; para to. Y o cerré mis ventanas y abrí m i
los peruanos Menacella, mujer de Man- puerta.
co-Capac; para los pueblos del Rhin la Otro espectáculo. L a gran escalera de
hada Ave. Unicamente los chinos atri- madera de m i gasthaus, que estaba i n -
buyen esta invención á un hombre, al mediata á la casa incendiada é i l u m i n a -
emperador Yas; y aun para los chinos el da por anchas ventanas, parecía como
emperador no es u n hombre, es un sér que estaba encendida; y sobre esta esca-
fantástico, cuya realidad desaparece bajo lera, de alto á bajo, se a p i ñ a b a n , se con-
los títulos raros con que ellos lo envuel- fundían y se empujaban una infinidad
ven. Ellos no conocen su naturaleza, de sombras recargadas de siluetas extra-
porque le llaman el Dragón; ignoran su ñ a s . Toda la fonda se habia puesto en
edad, porque le llaman Diez-Mil-Años; no movimiento; uno iba en calzoncillos, otro
saben su sexo, porque le llaman la Ma- en camisa; los viajeros con sus maletas,
dre. Pero q u é voy á hacer en China? los criados con los muebles. Todos estos
Vuelvo á Lorch. P e r d ó n a m e el salto. fugitivos iban aun medio dormidos. Na-
E l primer vino tinto del Rhin se hizo die gritaba n i hablaba. Era el ruido de
en Lorch. Lorch existia antes de Carlo- un hormiguero.
Magno y ha dejado huella en los mapas Una horrible llamarada llenaba los i n -
de 732. A Enrique I I I , arzobispo de Ma- tervalos de todas las cabezas.
guncia, le gustaba este sitio y residió en E n cuanto á m í , porque cada cual
él en 1343. Hoy ya no hay en Lorch n i piensa en sí mismo en tales momentos,
caballeros romanos, n i hadas, n i arzobis- como tenia poco equipaje y estaba aloja-
pos; pero la p e q u e ñ a ciudad es feliz, el do en el primer piso, no corría otro riesgo
paisaje es magnífico y los habitantes son que el de salir en un caso apurado de la
hospitalarios. L a linda casa del Renaci- fonda por la ventana.
miento que está á la orilla del Rhin tiene Sin embargo, sobrevino una tempes-
una fachada tan original y tan rica en tad y llovía á cántaros. Como sucede
EL RHIN. 671
siempre cuando se v á de prisa, el hotel Nadie puede figurarse la rabia con que
se vaciaba lentamente, y hubo un ins- el agua ataca á su enemigo. Apenas la
tante de espantosa confusión. Unos que- Domba, esa larga serpiente que se oye
rian entrar, otros salir; los muebles de jadear abajo en las tinieblas, ha pasado
ciertas dimensiones bajaban pesadamen- 3or encima del muro sombrío su cuello
te por las ventanas atados con cuerdas; deshilado y hace chispear en la llama su
los colchones, los sacos de noche y los i n a cabeza de cobre, cuando escupe con
paquetes de ropa blanca caian de lo alto ;:uror un chorro de acero líquido sobre el
del edificio al pavimento; las mujeres se espantoso monstruo de m i l cabezas. L a
espantaban, los niños lloraban; los cam- loguera, atacada de improviso, aulla, se
pesinos, despertados por la campana que yergue, salta horrorosamente, abre hor-
tocaba á rebato, acudian de la m o n t a ñ a ribles bocas llenas de rubíes y lame con
á prestar su auxilio con sus grandes som- sus innumerables lenguas todas las puer-
breros chorreando agua y sus sacos de tas y ventanas á la vez. E l vapor se mez-
cuero en la mano. E l fuego habia ya i n - cla á la humareda; t o r b e l l i n o s blancos y
vadido el granero de la casa, y se decia torbellinos negros son llevados por todos
que habia comunicado á la posada P.; os soplos del viento y se retuercen y es-
circunstancia que a ñ a d e siempre un i n - trechan en l a sombra debajo de las nu-
terés sombrío y una especie de inespera- DCS. E l silbido del agua responde al
da escena d r a m á t i c a á un incendio. mugido del fuego. Nada hay m á s terri-
Las bombas llegaron al poco rato, las 3le y m á s grande que ese antiguo y eter-
cadenas de trabajadores se formaron, y no combate de la hidra y del d r a g ó n .
yo me subí al granero, intrincado labe L a fuerza de la columna de agua lan-
rinto de muchos pisos, de armaduras pin- zada por la bomba es prodigiosa. Las
torescas como las que cubren todos los pizarras y los ladrillos que toca se rom-
grandes techos de pizarra de las orillas pen y descascarillan como escamas.
del R h i n . Toda la armadura de la casa Cuando al fin la armadura se derrum-
vecina ardia formando una sola llama. bó, magnífico momento en que el pena-
Esa inmensa pirámide de áscuas, sobre- cho escarlata del incendio fué reempla-
puesta de un vasto penacho rojo que zado en medio de un ruido terrible por
sacudía el viento del temporal, se incli- un inmenso y alto airón de chispas, que-
naba dando crugidos sordos sobre núes dó de pié en la casa una chimenea como
tro techo, ya iluminado y chisporrotean- una especie de torrecilla de piedra. U n
do a q u í y allá. L a cuestión era seria; si chorro de la bomba la volcó en el abismo.
nuestro techo se p r e n d í a fuego, diez ca E l Rhin, los pueblos, las m o n t a ñ a s ,
sas positivamente, y quizá con la ayuda las ruinas, todo el espectro sangriento
del viento, la tercera parte de l a ciudad del paisaje reapareciendo á esta luz, se
iba á arder. mezclaban al humo, á las llamas, al t a - .
L a obra fué pesada. Hubo necesidad ñido continuo de la campana, al estrépito
de arrancar las pizarras de una parte del de los lienzos de pared que caian ente-
techo y cortar los tejadillos-veletas de ros como puentes levadizos, á los golpes
las claraboyas entre u n torbellino de sordos del hacha, al t u m u l t o del venda-
chispas y llamas. Las bombas estuvieron val y al rumor de la ciudad. Verdadera-
admirablemente servidas. mente era horrible, pero era bello.
Por las claraboyas del granero me Si se fija uno en los detalles de esta
h u n d í en la hornaza y me encontró, por gran cosa, nada hay m á s singular. E n
decirlo así, dentro del mismo incendio. el intervalo de un torbellino de fuego y
U n incendio visto á quema-ropa es una un torbellino de humo, algunas cabezas
cosa espantosa y admirable. J a m á s ha- de hombres surgen en el extremo de una
bia presenciado ese espectáculo, y pues escalera. Se vé á esos hombres inundar
me encontré en él, lo acepté desde luego. en cierto modo á quema-ropa la llama
A l principio, cuando uno se v é como encarnizada, que lucha y revolotea y se
envuelto en esa monstruosa caverna de obstina ante el empuje del mismo chorro
fuego, donde todo arde, reluce, chispor- de agua. E n medio de este horroroso
rotea, cruge, sufre, estalla y se desmoro- caos hay especies de retretes silenciosos
na, lo primero que le agita es u n moví donde tranquilos y pequeños incendios
miento de ansiedad; parece que todo está chisporrotean dulcemente en los rincones
perdido y que nada p o d r á luchar contra como u n hogar agradable. Las ventanas
esa fuerza horrible que se llama el fue de las habitaciones inaccesibles á su
go; pero desde el instante que las bom paso se a b r í a n y cerraban á impulsos del
bas llegan se cobra valor. viento. Hermosas llamas azules h a c í a n
672 OBRAS DE VICTOR HUGO.

extremecer las puntas de las vigas. Pe- mente por los necesitados campesinos de
sadas armaduras se desprendían del bor- Lorch.
de del techo y quedaban suspendidas á Por otra parte, estos accidentes no son
u n clavo, balanceadas por el h u r a c á n en raros en las orillas del Rhin. Toda casa
lo alto de la calle y envueltas por una de madera encierra u n incendio, y aquí
larga llama. Otras caian en el estrecho abundan las casas de madera. Solamente
hueco de las casas y establecían allí un en San Goar hay en este momento, en
puente de brasas. E n el interior de los diferentes sitios de la ciudad, cuatro ó
aposentos los papeles parisienses con or- cinco casas arruinadas por los incendios.
laduras pretensiosas desaparecían y re- A l día siguiente por la m a ñ a n a notó
aparecían á través de las bocanadas de con alguna sorpresa en el piso bajo de la
ceniza roja. H a b í a en el tercer piso un casa incendiada dos ó tres habitaciones
pobre entrepaño del tiempo de Luis X V , cerradas, perfectamente conservadas, en-
con árboles de rocalla y pastores de Gren- cima de las cuales el fuego lo h a b í a de-
til-Bernard, que luchó por largo tiempo. vorado todo sin desperdiciar nada. A
Y o le miraba con admiración. No había propósito de esto véase una historieta
visto j a m á s una é g l o g a tener ta-n buena que se refiere en el país. Y o no la ga-
presencia de á n i m o . Por fin una gran rantizo:
llama invadió la habitación, abrasó el Hace algunos años un inglés llegó
infortunado paisaje verdeceledon, y el vastante tarde á una posada de Brau-
aldeano abrazando á la aldeana y T i r - 3ach, cenó y se acostó. E n las altas horas
éis requebrando á Glycere se desvanecie- de la noche se prendió fuego á la posada.
ron en el humo. Como formando juego Entraron de prisa en l a habitación del
con este cuadro, un pobre jardíncito, re- nglés. D o r m í a . Se le despertó. Se le ex-
gado de carbones encendidos, a r d í a al plicó lo que ocurría, se le dijo que el fue-
pié de la casa. U n a tierna acacia, apo- go h a b í a invadido la casa y que era pre-
yada en u n enverjado hecho áscuas, se ciso poner pies en polvorosa.
obstinó en no prenderse fuego y se con- -Idos al diablo! dijo el inglés; ¡me
servó intacta por espacio de cuatro ho- despertáis por eso! Dejadme tranquilo.
ras, sacudiendo su hermosa cabeza verde Estoy fatigado y no me l e v a n t a r é . ¡Es-
bajo una lluvia de chispas. A n locos para imaginar que voy á echar
A ñ a d e á esto algunas rubias y p á l i d a s á correr por esos campos en camisa y á
inglesas medio desnudas, sufriendo el media noche! Deseo dormir mis nueve
aguacero al lado de sus maletas, á algu- loras con toda comodidad. Apagad el
nos pasos de la fonda, y todos los niños fuego, si os parece; yo no os lo impido.
del lugar riendo á carcajadas y batiendo En cuanto á m í , estoy bien en m i cama
las palmas cada vez que u n chorro de la y permanezco en ella. Buenas noches,
bomba llegaba hasta ellos, y t e n d r á s una amigos míos; hasta m a ñ a n a .
idea bastante completa del incendio del Esto dicho, se volvió á acostar. No
hotel de P., en Lorch. hubo medio alguno de hacerle entrar en
Una casa que arde, al fin y al cabo no razón, y, como el fuego ganaba terreno,
es m á s que una casa que se inutiliza; lo las gentes se salvaron, después de haber
verdaderamente sensible es que m u r i ó cerrado la puerta donde el inglés dormía
un pobre en ella. y roncaba.
E l incendio fué terrible; le apagaron á
H á c i a las cuatro de l a m a ñ a n a se lie duras penas. A l día siguiente por la ma-
gó á dominar el fuego; el gasthaus P., ñ a n a , los hombres que separaban los es-
techos, cíelos rasos, escaleras y pisos combros llegaron á la habitación del
hundidos, a r d í a n entre sus cuatro pare- inglés, abrieron la puerta y encontraron
des, y h a b í a m o s logrado salvar nuestra al viajero medio despierto, frotándose
fonda. los ojos en su lecho, y les dijo bostezan-
Entonces, y casi sin entreacto, el agua do al momento que los apercibió:
sucedió al fuego. U n a nube de criados —¿Podríais decirme si hay un calzador
invadió las habitaciones limpiando, íro en esta casa?
tando, lavando, enjugando, y en menos Se levantó, almorzó muy bien y vol-
de una hora la casa fué lavada de alto á vió á partir admirablemente descansado
bajo. y fresco, con gran disgusto de los mozos
Notable circunstancia! Nada se robó del pais, que contaban hacer con la mo-
Todos los efectos sacados con apresura mia del inglés lo que se llama en el va-
miento en medio de la noche y expuestos lle del R h i n u n burgomaestre seco, es decir,
á la lluvia, fueron presentados religiosa un muerto perfectamente ahumado y
EL RHIN 673
conservado, que se enseña por algunos contrario, amigo mió, en la mayor parte
liards á los extranjeros, de los casos es la lengua la que forma
la ley.
T ú conoces mis gustos. Siempre que
CARTA, XX» puedo continuar á pió algo de m i cami-
no, es decir, convertir el viaje en paseo,
lo hago.
De liorcli á B i n g e n . Nada es m á s delicioso, á m i modo de
ver, que esa manera de viajar,
La lengua legal y la lengua francesa.—Ley: A r t i e u l o ü n i e o : A pió!
Quien hable francés pagará multa.—Teoría del viaje á pié.— Se pertenece uno á sí mismo, es libre,
Recuerdos.—Primera aventura,—Nota sobre Claye.—Lo que
aparece al autor entre la cuarta y la quinta línea.—El autor está contento; goza por completo y sin
vé osos á las doce del dia.—Pintura graciosa tomada de la participación de los incidentes del cami-
naturaleza.—El autor deja entrever el inexplicable placer que no, en la granja donde almuerza, en el
le causan las tragedias clásicas.—Interesante episodio de la
mosca.—Incidente.—Lo que significa el intervalo que separa árbol donde se guarece, en la iglesia
las palabras OÍ> pasar de las palabras las serenatas.— donde se recoge. Marcha, se detiene;
Incidente.—Incidente.—Incidente.—Incidente.—Explicación.
—Esto no impide que el autor hubiese podido muy biea ser vuelve á partir, nada le incomoda, nada
aceptado por esos saltimbanquis de cuatro patas como el pos- 'e retiene. Camina y sueña á su antojo.
tre de su almuerzo.—Secunda aventura.—G.—Historia natu- ;L/a marcha mece el desvarío; el desvarío
ral quimérica de Aristóteles y de Plinio.—En qué lugares
cometen los hombres de buena gana sus más monstruosas ne- vela la fatiga. L a belleza del paisaje
cedades.—Incidente.—Un geroglíñco de Horacio.—De dón- oculta lo largo del camino. No se viaja,
de procedía el alboroto.—Retratos de los hombres admirados.
—Cuadro de muchos hombres que admiran.—El hombre se anda al azar. A cada paso que se d á
melenudo habla.—G. se extremece.—El autor escribe lo que se te ocurre una idea. Parece que se
dice el charlatán.—Diálogo del que está arriba con el que está sienten enjambres de ellas asomar y
abajo.—El autor se e ha á reír é indigna á todos los que le
rodean.—Poder de lo que es ininteligible sobre lo que es inin- zumbar en el cerebro. Muchas veces,
teligente.—Palabra amarga de G. sobre la tercera clase del sentado á la sombra a l borde de una
Instituto.—En qué circunstancias el autor viaja á pié.—Furs- carretera, al lado de u n pequeño y vivo
teneck.—El autor se encarama bastante alto para hacer cons-
tar un error de los anticuarios.—Gadenet, Luynes, Brambes. manantial, de donde salen con el agua
—•El autor sufre en la carretera su exámen de bachiller.— a a l e g r í a , la vida y la frescura, debajo
Heimberg.—Sonneck.—Falkenburg.—El autor sigue adelan-
te.—Nombres y fantasmas evocados.—Contemplación.—Un de un olmo lleno de pájaros, cerca de u n
castillo en ruina.—El autor entra en él.—Lo que encuentra campo lleno de forrajeros, reposado, se-
allí.—Tumba misteriosa.—Aparición graciosa.—El autor se reno, feliz, ocupado dulcemente en for-
pone á hablar inglés de la manera más grotesca.—Bosquejo de
una teoría sobre las mujeres, las hijas y los niños,—Stella. jar m i l sueños, he mirado con compasión
—El autor, aunque desalentado y humillado, se aventura á pasar delante de m í , como u n torbellino
hacer cuatro versos franceses,—Conjeturas sobre el hombre
sin cabeza,—El autor busca en el Falkenburg las huellas de
que rueda como una centella, la silla de
Guntram y de Liba,—La lengua del hombre tiene tan sin- postas, esa cosa chispeante y r á p i d a que
gulares caprichos, que T r a j a n i C a s t r u m se cambia en contiene algunos viajeros lentos, pesa-
Treckltngskausen.—El autor tiene por almuerzo una pier-
na de carnero horriblemente dura.—Su grandeza de alma en dos, aburridos y adormilados; ese relám-
esta ocasión,—Paisaje.—San Clemente.—El Reichenstein.— pago que lleva tortugas.
El Rheinstein.—El Vaugstberg.—El autor cuenta cosas de su Oh! ¡cómo esas pobres gentes, que
infancia.—Leyenda del mal arzobispo.—En el siglo noveno
era comido por las ratas en el Rhin como lo es hoy en la Ope- con frecuencia son gentes de espíritu y
ra.—Morali lad de los cuentos diferente de la moralidad ríe la de corazón, p o d r á n , después de todo,
historia.—Mauth y Maüse.—Cómo una estampita metida
dentro de un marco negro y colgada encima del lecho de un echarse en el fondo de su prisión, donde
niño se convierte para él cuando es hombre en una grande y la a r m o n í a del paisaje se resuelve en
formidable visión.—Crepúsculo.—El autor vuelve á arriesgar- ruido, el sol en calor y el camino en
se á hacer versos franceses.—Espantosa aparición entre dos
montañas de la estampa del marco negro.—El Maüsethurm. polvo, si supiesen c u á n t a s flores encuen-
—Vértigo.—El autor despierta á un batelero que se encuentra tra en las malezas, c u á n t a s perlas reco-
allí.—En qué trayecto se aventura á meterse el autor.—El
Bingerloch.—Realidades disformes y fantásticas vistas en me- ge entre los guijarros y c u á n t a s hurís
dio de la noche.—Lo que el autor encuentra en el lugar si descubre entre las campesinas la ima-
niestro donde ha ido.—Descripción minuciosa y detallada de ginación alada, opulenta y alegre del
esa cosa horrible y célebre.—Saludo á la bandera.—Llegada
á Bingen.—Visita al Klopp.—La Osa mayor. hombre que v á á pié! Musa pedestris.
Y después, todo se le ocurre al hom-
bre que camina. No solo le surgen las
ideas; le acontecen aventuras, y, por m i
Bingen, 27 Agosto, parte, yo tengo en mucha estima las
De Lorch á Bingen hay dos millas de aventuras que se me ofrecen. Si para
Alemania, ó en otros términos, cuatro otros es divertido inventar aventuras,
leguas de Francia, ó diez y seis kilóme- para m í es m á s divertido tenerlas.
tros, en esa horrible lengua que la ley Recuerdo que hace siete ú ocho años
quiere inventar como si fuera incumben fui á Claye, que dista algunas leguas de
cia de la ley formar la lengua. M u y a P a r í s . Para qué? No me acuerdo. E n m i
TOMO I V . 85
67 i OBRAS DE VICTOR HUGO.

cartera ú n i c a m e n t e encuentro algunas emoción. Algunas veces se saca partido


líneas. Te las transcribo para que ellas con un perro l l a m á n d o l e Fox, Solimán ó
formen, por decirlo así, parte del inci- Azor; pero q u é se le puede decir á u n oso?
dente que quiero referirte: De dónde venia este oso? ¿Qué significa-
— " U n canal en el piso bajo, un ce- 3a este oso en el bosque de Bondy, en l a
menterio en el primer piso y algymas carretera de Paris á Claye? ¿Con quién
casas en el segundo, hó aquí lo que es lacia migas este vagabundo de nuevo
Claye. E l cementerio ocupa una terraza género?
con balcón sobre el canal, desde donde Esto era m u y e x t r a ñ o , muy ridículo,
los manes de los aldeanos de Claye pue- muy irracional, y sobre todo muy poco
den oir pasar las serenatas, si dan algu- divertido. T e l o confieso, estaba muy per-
na, en el buque-correo de P a r í s á Meaux, plejo. Entre tanto yo no me movia; por
que hace cuatro leguas por hora. E n su parte debo decir que el oso no se mo-
este pais nadie es enterrado, sino enter- via tampoco; él me parecía que guarda-
razado. Esta es Una suerte como cual- ba una actitud, hasta cierto punto, bené-
quier otra.,,— vola. Me miraba t a m b i é n con la ternura
Volví á P a r í s á pié; habia salido m u y con que puede mirar un oso tuerto. De
de m a ñ a n a , y h á c i a medio dia, como vez en cuando abria mucho las m a n d í -
quiera que los hermosos árboles del bos bulas, pero las abria como se abre la
que de Bondy me invitaban á descansar boca. No era u n movimiento de fiereza,
en un sitio en donde el camino d á una era un bostezo; no tenia nada de feroz;
vuelta brusca, me senté apoyando la es era casi literario. Este oso tenia algo de
palda en una encina, sobre un declive razonable, de bendito, de resignado y de
de yerba, con los piés colgando en un dormido, y es m á s , encontré en él esa
foso, y me puse á trazar coa el lápiz en expresión que presenta la fisonomía de
m i cartera la nota que acabas de leer. los que están acostumbrados de antiguo
Cuando acababa la cuarta línea—que á oir tragedias en el teatro. E n suma, su
ahora veo en el manuscrito separada de continente era tan bueno, que yo resolví
l a quinta por u n intervalo bastante an mostrar el mismo continente. Acepté a l
cho,—levanté vagamente los ojos y aper oso como espectador, y continué lo que
cibí a l otro lado del foso, en la orilla del habia empezado. Me puse, pues, á escri-
camino, delante de mí, á algunos pasos, bir en m i cartera la quinta línea de l a
u n oso que me miraba fijamente. E n nota citada, cuya quinta línea, como te
pleno dia no se tienen pesadillas; no dije antes, está en m i manuscrito m u y
nos pueden e n g a ñ a r una forma, una separada de l a cuarta; lo que prueba que,
apariencia, una roca disforme ó u n tron- al empezar á escribir, yo tenia los ojos
co de árbol absurdo. Lo que'puedeun sas- fijos en el ojo del oso.
tre (1) es formidable de noche; pero á me Mientras escribía, u n moscardón vino
dio dia, y á los rayos de u n sol de Mayo á posarse en la oreja ensangrentada de
no se tienen alucinaciones. Ciertamente m i espectador. Este levantó su pata de-
era u n oso, un oso vivo, un verdadero recha y l a pasó por encima de su oreja,
oso, perfectamente horrible en cuanto haciendo exactamente el mismo movi-
cabe. Estaba gravemente sentado sobre miento que u n gato. L a mosca voló. E l
sus nalgas, m o s t r á n d o m e el envés sucio la buscó con la mirada: cuando hubo des-
de polvo de sus patas traseras, en las que aparecido, cogió sus dos patas traseras
d i s t i n g u í a todas las garras; sus patas con las dos delanteras, y como satisfecho
delanteras las tenia blandamente cruza de esta actitud clásica, se puso otra vez á
das sobre su vientre. Su bocaza la tenia contemplarme. Debo declarar que estos
entreabierta; una de sus orejas, desgar movimientos variados los seguía con i n -
rada y chorreando sangre, medio le col- terés.
gaba; su labio inferior, mitad arrancado, Comenzaba á acostumbrarme á esta
dejaba ver sus colmillos descarnados; conferencia muda de silla á silla y escri-
uno de sus ojos estaba reventado y con bía ya la sexta línea de la nota, cuando
el otro me miraba con aire formal. sobrevino u n incidente: u n ruido de pasos
Ño habia un l e ñ a d o r en el bosque, y precipitados se oyó en l a carretera, y de
lo poco que veia de camino por este sitio pronto v i desembocar por la revuelta
estaba absolutamente desierto. otro oso, u n gran oso negro: el primero
Y o no dejaba de experimentar alguna era leonado. Este oso negro llegó al tro-
te largo, y al apercibir al oso leonado
(1) Esta frase, aunque no la comprendemos, por más que es vino á rodar graciosamente por tierra
española, la dejamos tal como la ha escrito el autor.
(ZV. d e l T.) cerca de él. E l oso leonado no se d i g n ó
ÉL RHIN. 675
mirar al oso negro, y el oso negro no se Hó a q u í una de mis aventuras de via-
d i g n ó fijar la atención en m í . ero á pió.
Confieso que á esta segunda aparición, Dante refiere al principio de su poema
que elevaba mis perplejidades á la se- que encontró u n dia en u n bosque una
gunda potencia, m i mano tembló. Iba á pantera, después de la pantera un león,
escribir esta línea: "...pueden oir pasar y después del león una loba. Si l a tra-
las serenatas.,, E n m i manuscrito veo dición no miente, los siete sábios de Gre-
hoy un intervalo bastante grande entre cia tuvieron todos aventuras de estas en
estas palabras: "oir pasarv, y estas otras: sus viajes por Egipto, Fenicia, Caldea y
"las serenatas». Este intervalo significa: 'a India. Cada uno encontró u n animal
Un segundo oso! diferente, como correspondía á sábios que
Dos osos! para sorpresa era demasiado ":enian todos una sabiduría diferente. Ta-
fuerte: ¿qué juicio se podia formar de es de Mileto fué seguido largo tiempo
esto? Q u é queria el azar dar á conocer? por un grifo alado; Bias de Priene cami-
A juzgar del lado por donde habia des- nó llevando lado por lado á u n lince; Pe-
embocado el oso negro, los dos venian de riandro de Corinto hizo retroceder á u n
Paris, pais que tiene sin embargo pocas leopardo m i r á n d o l e fijamente; Solón de
bestias—sobre todo salvajes. Atenas m a r c h ó atrevidamente a l encuen-
tro de un toro furioso; Pitaco de Mitilene
Y o quedó como petrificado. E l oso leo- se encontró u n souasouaron; Cleóbulo de
nado habia acabado por tomar parte en Rodas fué a c o m p a ñ a d o por u n león, y
los juegos del otro, y á fuerza de rodar Chilon de Lacedemonia por una leona*
por el polvo, los dos se hablan vuelto de Todos estos hechos maravillosos, si se
color gris. Entre tanto habia conseguido examinasen despacio, se explicarían pro-
levantarme, y me preguntaba si iria á bablemente por casas de fieras en viaje^
recoger m i bastón, que de mis pies habia por vacaciones de P á s c u a s y barreras del
ido á parar al foso, cuando apareció un Combate. Refiriendo de una manera con-
tercer oso, u n oso rojizo, pequeño, defor- veniente m i aventura de los osos hace
me, m á s desgarrado y m á s ensangrenta dos m i l años, h a b r í a quizá adquirido cier^
do todavía que el primero; luego u n cuar ta semejanza con Oríeo. Dictus oh hoc le-
to, después un quinto y u n sexto, estos ñire tigres. A q u í tienes, amigo mió, á mis
dos trotando juntos. Los cuatro últimos pobres osos saltimbanquis dar la clave de
osos atravesaron el camino como los com muchos prodigios. M a l que les pese á los
parsas atraviesan el fondo de un teatro, poetas antiguos y á los filósofos griegos,
sin ver nada y sin mirar á nadie, casi yo no creo gran cosa en la v i r t u d de una
corriendo y como si fuesen perseguidos. estrofa contra u n leopardo, n i en la fuer-
Esto se hacia cada vez m á s inexplicable za de u n silogismo contra una hiena;
para que no tuviese interés en buscar la pero pienso que hace largo tiempo que
explicación. Oí aullidos y gritos; diez ó el hombre, esa inteligencia que transfor-
doce dogos y siete ú ocho hombres arma ma á su gusto los instintos, ha encontra-
dos de bastones de hierro y llevando bo do el secreto de degradar á los leones y á
zales en las manos invadieron el cami- los tigres, de deteriorar los animales y de
no, hostigando á los osos quehuian. Uno embrutecer á las bestias.
de estos hombres se detuvo, y mientras E l hombre cree siempre y en todas
que los otros guiaban á los animales partes que ha conseguido dar u n gran
descarriados, me dió la clave de este ex- paso cuando ha sustituido, á fuerza de
t r a ñ o enigma* E l dueño del circo de la enseñanzas inteligentes, la estupidez á
barrera del Combate aprovechaba las la ferocidad.
Vacaciones de P á s c u a s para mandar sus Algunas veces esto puede ser u n ade-
osos y sus dogos á dar algunas represen lanto. Sin él, yo h a b r í a sido comido y los
taciones en Meaux. Toda esta casa de siete sábios de Grecia t a m b i é n .
fieras viajaba á pió.
Puesto que estoy evocando recuerdos,
E n la ú l t i m a parada se les habia qui p e r m í t e m e aun otra historieta.
tado los bozales para que comiesen, y T ú conoces á G***, ese viejo poetá-sá-
mientras que sus guardianes se hablan bio que prueba que un poeta puede ser
arrimado á la mesa en la taberna veci- paciente, un sábio encantador y u n
na para probar u n bocado, los osos ha viejo jó ven. A n d a como cuando tenia
bian aprovechado este momento de l i veinte años. E n A b r i l de 183... hicimos
bertad para dar c ó m o d a m e n t e este paseo juntos no sé q u é excursión al Gatinais.
alegres y solos. C a m i n á b a m o s lado por lado en una fres-
Eran actores que estaban de veraneo. I ca m a ñ a n a , templada por un sol delicio-
676 OBRAS DE VICTOR HUGO.

so. Y o , á quien la verdad encanta y l a grandes poetas del presente y del porve-
paradoja divierte, no conocía c o m p a ñ í a nir no pueden m á s que igualarlos. Aris-
m á s agradable que la de G***. E l sabe tóteles ha pasado, Homero no.
todas las verdades probadas ó inventa Esto dicho, quedó pensativo, y después
todas las paradojas posibles. se puso á buscar a l g ú n insecto en la yer-
Recuerdo que su fantasía en aquel ba ó una rima en las nubes.
momento era sostenerme que el basilis- De esta manera llegamos juntos á
co existe. M i l l y , á una llanura donde aun se ven
Plinio habla de él, y le describe, me vestigios de una casucha que fué famo-
decia. E l basilisco nace en el pais de sa en el proceso de los hechiceros del
Cirene, en Africa. De largo tiene cerca siglo diez y siete. H é aquí en q u é oca-
de doce dedos; sobre la cabeza tiene una sión. U n lobo cerval devastaba el pais.
mancha blanca que le forma una dia- Algunos caballeros de la montería del
dema, y cuando silba, las serpientes hu- rey le batieron, con el refuerzo notable
yen. L a Biblia dice que tiene alas. L o de criados y campesinos. E l lobo, perse-
que está demostrado es que en tiempo guido en esta llanura, dió alcance á esta
de San León hubo en Roma, en la igle- casucha y se metió en ella. Los cazado-
sia de Santa Lucía, un basilisco que in- res la rodearon y luego entraron t a m b i é n
fectó con su aliento toda la ciudad. E l bruscamente, y encontraron una vieja.
santo Papa se atrevió á asomarse á l a Una vieja horrible, bajo cuyos pies es-
bóveda h ú m e d a y sombría debajo de la taba t o d a v í a la piel del lobo que S a t a n á s
cual estaba el mónstruo, y Scalígero dijo no h a b í a tenido tiempo de hacer desapa-
en bastante buen estilo que le exterminó recer en su rampojo. Ocioso es decir que
por medio de sus oraciones. la vieja fue quemada sobre u n haz de
Q.*** afía(jia} viendo que me resistía á leña verde, lo cual se ejecutó delante
creer en el basilisco, que ciertos lugares del bello frontispicio de la catedral de
tienen una v i r t u d particular sobre cier Sens.
tos animales: que en Seriphe, en el A r - Me causa admiración que los hombres,
chipiélago, las ranas no cantan; que en con una especie de coquetería estúpida,
Reggio, en Calabria, las cigarras tampo hayan ido siempre á buscar esas t r a n -
co cantan; que los javalíes son mudos en quilas y serenas maravillas de l a inteli-
Macedonia; que las serpientes del Eufra- gencia humana para hacer ante ellas sus
tes no muerden á los i n d í g e n a s , n i aun mayores majaderías.
dormidos, y sí á los extranjeros; en tan- Esto sucedía en 1636, en el a ñ o en que
to que los escorpiones del monte Lat- Corneille hacia representar el Cid.
inos, inofensivos para los extranjeros, Me hallaba refiriendo esta historia á
pican mortalmente á los habitantes del G***, cuando me dijo:
pais. Me hacia, ó mejor dicho, se hacia á —-Escuchad.
sí mismo una porción de preguntas, y yo E n efecto, de un pequeño grupo de ca-
le dejaba decir. ¿Por q u é hay una multi- sas oculto entre los árboles, á nuestra iz-
t u d de conejos en Mallorca y por q u é quierda, oíamos salir la voz acompasada
no hay n i uno en Ibiza? ¿Por q u é las lie de un c h a r l a t á n . G*** ha sido siempre
bres mueren en Itaca? ¿De dónde proce aficionado á esa clase de ruido grotesco
de que no se encuentre un lobo en el y triunfal.
monte Olimpo, n i un mochuelo en la — E l mundo, me decia u n día, está
isla de Creta, n i un á g u i l a en la isla de lleno de grandes alborotos formales, de
Bodas? los cuales este es la parodia. Mientras
V i é n d o m e sonreír, se interrumpía: que los abogados declaman desde el es-
—Poco á poco, querido; pero estas son caño político, mientras que los retóricos
las opiniones de Aristóteles. peroran en el estadio escolástico, yo voy
A lo cual me contentaba con res- por los prados, recojo mosquitos y colec-
ponder: ciono briznas de yerba; me penetro de la
•—Amigo mió, eso es la ciencia muerta grandeza de Dios, y siempre me doy por
y la ciencia muerta no es ya ciencia, es satisfecho cuando encuentro al fin del
erudición. camino ese emblema ruidoso de l a pe-
Y G-*** me replicaba con su mirada lie queñez de los hombres, ese c h a r l a t á n so-
na de gravedad y de entusiasmo: focándose con su pesada caja, ese Bobi-
—Tenéis r a z ó n . L a ciencia muere no, ese Bobeche, esa ironía. E l c h a r l a t á n
Solo el arte es inmortal. U n gran sábio se mezcla á mis estudios y los completa;
hace olvidar á otro gran sábio; en cuan fijo esta figura con u n alfiler en m i car-
to á los grandes poetas del pasado, los tón, como un escarabajo ó una mariposa.
E L RHIN. 677
y clasifico el insecto humano entre los blado y de estos hombres, muchos aldea-
otros. nos apasionados, muchas campesinas
Gr*** me arrastró hacia el grupo de ca- fascinadas, muchos admiradores, los m á s
sas de donde procedia el ruido;—nn ca- horribles del mundo, a b r í a n las bocas
serío bastante mezquino que se llama, embobados y los ojos estúpidos.
según creo, Petit-Sou, lo que me recordó Detrás del estrado, algunos niños
el pueblo de Asculum, en el camino de practicaban artísticamente agujeros en
T r i v i c u m á Brindes, el cual ofrece un a vieja tela blanca y azul, que hacia
geroglífico á Horacio: íoca resistencia y les dejaba ver el inte-
Quod versu dicere non e$t, rior de l a barraca.
Signisperfacile esé. Cuando llegamos, el egipcio terminó
su música y el Sbrigani se puso á hablar.
Asculum, en efecto, no puede entrar en Q.*** se (jiSpUS0 á escuchar.
un verso alejandrino. Excepto la invitación de costumbre:
Era la fiesta del pueblo. L a plaza, la Entrad y veréis, etc., declaro que lo que
iglesia y la alcaldía estaban engalana- decia aquel fantasmón era perfectamen-
das como si fuera domingo. E l mismo te ininteligible para m í , para los aldea-
cielo, coquetamente adornado de una nos y para el egipcio, el cual habia adop-
m u l t i t u d de preciosas nubes blancas y tado una posición de bajo-relieve, y
rosadas, tenia t a m b i é n algo de agreste, arestaba atención con tanta dignidad
de divertido y de dominical. Corros de como si hubiese asistido á la dedicatoria
niños y de n i ñ a s , contempladas dulce- de las grandes columnas de la sala h i -
mente por algunos viejos, ocupaban un póstila de Karnac por Menefta I , padre
extremo de la plaza, que estaba tapiza- de Rhamses I I .
da de césped; en el otro extremo, empe- E n cambio, desde las primeras pala-
drado de guijarros agudos, -la m u l t i t u d bras del c h a r l a t á n , Q-*** se habia extre-
rodeaba una especie de tablado arrima- mecido. A l cabo de algunos minutos se
do á una especie de barraca. inclinó hácia m í y me dijo en voz m u y
E l tablado estaba compuesto de dos baja:
tablas y una escala; la barraca estaba —Vos, que sois jóven, que tenéis bue-
cubierta de esa clásica tela de cuadros na vista y lápiz, haoedme el favor de es-
azules y blancos, que trae á la memo- cribir lo que dice ese hombre.
ria recuerdos de grabado, y que, utili- Quise preguntar á Q-*** la explicación
zándose en caso de necesidad para ca de este e x t r a ñ o deseo, pero ya habia fija-
saca, ha dado el nombre de jergones de do su atención en el tablado con dema-
paja á todos los criados de todos los char- siada e n e r g í a para que me oyese. T o m é
latanes. A l l a i o del tablado se abria la el partido de complacer á G r * * * , y como el
puerta de la barraca, una simple aber- c h a r l a t á n hablaba con una lentitud so-
tura en la tela, y encima de esta puerta, lemne, hé a q u í lo que escribí, copiado
en un cartelon blanco, adornado con esta al pió de la letra:
palabra, escrita en letras m a y ú s c u l a s " L a familia de los scyres se divide en
grandes y negras: dos especies: la primera no tiene ojos, la
MICROSCOPIO, segunda tiene seis, lo que la distingue
bullían, groseramente dibujados en m i del género cunaxa, que tiene dos, y del
actitudes fantásticas, muchos animales género bdella, q\iG tiene cuatro.,,
espantosos, muchos mónstruos quiméri- A l llegar aquí, Q-***, que escuchaba
cos, muchos seres imposibles que San con un interés cada vez m á s profundo,
Antonio no ha visto y que Callot no ha se quitó el sombrero y dirigiéndose al
soñado. c h a r l a t á n , con la inflexión de voz m á s
Dos hombres hacian gestos en este ta graciosa y m á s acaramelada:
blado. Uno sucio, como Job; broncea —Perdonad, caballero; pero, ¿vos no
do, como Ptha; cubierto, como Osiris decís nada del grupo de los gamasos?
lloroso, como Memnon: tenia algo de —Quién habla ahí? dijo el hombre,
oriental, de fabuloso, de estúpido y de echando una mirada sobre los asistentes,
egipcio, y tocaba u n tambor grande, so pero sin sorpresa n i vacilación. Ese viejo?
piando a l mismo tiempo al azar en una Pues bien, anciano, en el grupo de los
flauta. E l otro miraba cómo tocaba. Era gamasos solo he encontrado una especie,
una especie de Sbrigani, panzudo, bar que es u n dermaniso, parásito de los
budo, velludo y melenudo, de aire feroz m u r c i é l a g o s .
y vestido como h ú n g a r o de melodrama. —Yo creí, replicó G r * * * t í m i d a m e n t e ,
Alrededor de esta barraca, de este ta- que era un glicífago cursor,
678 OBRAS DE VICTOR HUGO.

—'Estáis en u n error, buen hombre, re- codo á G}-***y de preguntarle por lo bajo:
plicó el Sbrigani. Hay u n abismo entre el —Pero, ¿de q u é diablo habla ese hom-
glicífago y el dermaniso, y puesto que os bre?
ocupáis de esas grandes cuestiones, estu- Q.*** medio se volvió h á c i a m í y me
diad la naturaleza. Consultad á Degeer, dijo con gravedad:
Hering y Hermann. Observad—yo no ce-
•—De la sarna.
saba de escribir—el sarcoptes ovis, que
Solté una carcajada tan violenta que
tiene por lo menos uno de los dos pares
la cartera se me cayó de la manos, Gr***
de patas posteriores completa y caroncu-
la recogió, me arrancó el lápiz, y sin dig-
lada; el sarcoptes rupicaprce, cuyas patas
narse replicar á m i alegría, n i aun con
posteriores son rudimentarias y setíferas,
un gesto de desprecio, atento m á s que
sin vesícula y sin tarsos; el sarcoptes hip-
nunca á las palabras del c h a r l a t á n , con-
popodos, que es t a l vez un glicífago...
t i n u ó escribiendo en m i lugar, en la acti-
—No estáis seguro? i n t e r r u m p i ó Gr*** t i t u d recogida y rafaelesca de u n discí-
casi con respeto. pulo de la escuela de Atenas.
—No estoy seguro, respondió majes-
tuosamente el c h a r l a t á n . Sí, yo debo á Debo decir que los aldeanos, cada vez
la santa verdad la confesión de que no m á s admirados, participaban hasta el
estoy seguro. De lo que sí estoy seguro supremo grado de la admiración y bea-
es de haber recogido un glicífago en las t i t u d de Gr***. L a extrema ciencia y la
plumas del buho. De lo que sí estoy se- extrema ignorancia se tocan por la ex-
guro es de haber encontrado, visitando tremada sencillez. E l diálogo oscuro y
las galerías de a n a t o m í a comparada, temible del c h a r l a t á n habia producido
glicítagos en las cavidades, entre los car- su efecto en los vecinos del honrado pais
tílagos y bajo las epífisis de los esque- de Petit-Sou. E l pueblo es como el niño:
letos. se maravilla de lo que no comprende.
—Esto sí que es prodigioso! murmu- A m a lo ininteligible, lo arduo, el batur-
ró G***. rillo declamatorio y maravilloso. Cuanto
—Pero, prosiguió el hombre, esto me m á s ignorante es el hombre, tanto más
lleva demasiado lejos. Y a os h a b l a r é en le encanta lo oscuro; cuanto m á s bárbaro
otra ocasión, señores, del glicífago y del es el hombre, tanto m á s le agrada lo
psoropte. E l animal extraordinario y te- complicado. Nada hay menos sencillo
mible que voy á enseñaros hoy es el que un salvaje. Los idiomas de los huro-
sarcopto. ¡Animal horrible y maravillo- nes, los botocudos y los chesapeaks son
so! E l ácaro del camello, que no se pare- bosques de consonantes, á través de las
ce en nada al del caballo, tiene seme- cuales, medio engullidas en el fango de
janza con el del hombre. De a q u í una las ideas mal formadas, se mueven pala-
confusión posible, cuyas consecuencias bras inmensas y horribles, como se arras-
serian funestas—yo no cesaba de escri- traban los mónstruos antidiluvianos en-
bir.—Estudiémoslos, señores; estudiemos tre las inextricables vegetaciones del
estos mónstruos. L a forma del uno y del mundo primitivo. Los algonquinos tra-
otro es poco m á s ó menos la misma; pero ducen esta palabra tan corta, tan senci-
el sarcopto del dromedario es un poco lla y tan dulce, Francia, por Mittigou-
m á s prolongado que el sarcopto huma- chiouekendalakiank.
no; la parte intermediaria de los pelos Cuando la barraca se abrió, la m u l t i -
posteriores, en lugar de ser la m á s pe- tud, impaciente por contemplar las ma-
q u e ñ a , es la m á s grande. L a superficie ravillas prometidas, se precipitó en ella»
ventral tiene t a m b i é n sus particularida Las mittigouchiouekendalaÉiank de los
des. E l collar está separado con m á s l i m charlatanes se resuelven siempre en una
pieza en el sarcoptes hominis, y envia por l l u v i a de liards ó de doblones en su es-
la parte inferior una punta aciculiforme carcela, s e g ú n que se han dirigido a l
que no existe en el sarcoptes dromadarii. pueblo bajo ó a l pueblo alto.
Este último es m á s gordo que el otro. Una hora después habíamos vuelto á
Hay t a m b i é n una diferencia enorme en emprender nuestro paseo y seguíamos l a
las espinas de la base de las patas poste orilla de u n bosquecillo. Q-*** aun no
rieres; en la primera especie son sim me habia dirigido una palabra. Y o hacia
pies y desigualmente bífidas en l a se m i l esfuerzos inútiles para recobrar su
gunda... gracia. De repente, pareciendo salir de
A l llegar aquí, cansado de escribir to- un profundo desvarío y como contestán-
das estas cosas tenebrosas é imponentes, dose á sí mismo, dijo:
no pude resistir al deseo de darle con el •—Y habla muy bien!
EL RHIN. 679
De la sarna, no es cierto? me atreví órdenes necesarias para hacer transpor-
á indicar muy t í m i d a m e n t e . tar m i equipaje á Bingen, al asomar el
—Sí, por cierto, de la sarna, me respon- alba dejó á Lorch y un buque me trans-
dió Gr*** con firmeza. portó á la orilla opuesta. Si alguna vez
Después de un corto silencio añadió: sigues este camino, haz lo mismo que yo,
1—Este hombre ha hecho magníficas " as ruinas romanas, del Bajo Imperio y
observaciones microscópicas. Verdaderos góticas, de la ribera izquierda, tienen
descubrimientos. mucho m á s interés para el caminante
Y o a v e n t u r ó aun una palabra. que las pizarras de la ribera derecha. A
— H a b r á estudiado la cuestión en ese as seis estaba sentado, después de una
F a r a ó n de Egipto, del cual ha hecho su ascensión bastante ruda á través de las
lacayo y su músico. viñas y de las malezas, en la cima de
Pero G*** ya no me oia. una colina de lava apagada que domina
—Qué cosa m á s prodigiosa! exclamó, y el castillo de Furstenberg y el valle de
¡qué asunto de meditación m á s melan- Diebach, y allí justifiqué un error de los
cólica! L a enfermedad sigue al hombre anticuarios. Refieren éstos, y yo te lo es-
después de la muerte. ¡Los esqueletos tie- cribí t o m á n d o l o de ellos en m i anterior
nen sarna! carta, que la gran torre de Furstenberg,
T o d a v í a hubo otro instante de silencio: redonda por fuera, es e x á g o n a por den-
después añadió: tro. Ahora bien, desde el punto elevado
—Este hombre falta en la tercera cla- en que estaba colocado h u n d í m i mira-
se del Instituto. Hay muchos académicos da en lo profundo de la torre, y te puedo
que son charlatanes; hó a q u í u n charla- afirmar, si el asunto te interesa, que es
tan que debiera ser académico. redonda en el interior como por el ex-
Ahora, amigo mió, á t u vez te veo des- terior. L o notable es su altura, que es
de a q u í reir y exclamar: prodigiosa, y su forma, que es singu-
—-Eso es todo? Oh! pues no es nada lo lar. Como tiene enormes almenas sin
de las agradables aventuras y seductoras buhardas y como v á ensanchándose de la
historias de que goza el viajero que v á á cumbre á la base, sin vanos, sin venta-
pié! ¡ E n c o n t r a r osos, ú oir á alguno que nas, horadada apenas por algunas trone-
tiene por oficio tragarse los sables, con rillas largas, se asemeja de la manera
los brazos desnudos y el cinturon colo- más e x t r a ñ a á los misteriosos y macizos
rado, confrontar al aire libre el ácaro del castillejos de Samarcanda, de Calicut ó
hombre con el ácaro del camello y dar á de Canganor, y se espera ver á cada
los aldeanos u n curso filosófico de sarna instante aparecer en el remate de esta
comparada! A la verdad, es preciso apre alta torre, casi industana, al maharadja
surarse para bajar de la silla de posta de Labore ó al zamorin de Malabar como
y disfrutar de estas maravillosas satis- á Luis de Baviera ó Grustavo de Suecia.
íacciones. Con todo, esta cindadela, m á s pronto
Como te acomode. Por lo que á m i oriental que gótica, ha desempeñado u n
se refiere, no sé si es la m a ñ a n a , si es la gran papel en las luchas de Europa. E n
primavera ó si es m i j u v e n t u d lo que se el momento en que estaba pensando en
mezcla á estos recuerdos, ya antiguos todas las escalas que han sido sucesiva-
¡ay de m í ! pero ellos resplandecen en m i mente aplicadas á los flancos de este g i -
memoria. Les encuentro encantos que no gante de piedra, y en que me acordaba
puedo expresar. Ríete, pues, lo que quie- del triple sitio de los bávaros en 1321, de
ras del viajero á pié: yo estoy siempre dis los suecos en 1632 y de los franceses en
puesto á volver á empezar, y si me acón 1689, un trepador la escalaba alegre--
teciese t o d a v í a hoy alguna aventura mente.
parecida á las que he referido, "tendría Lo que ha motivado el error de los an-
en ello un placer extremado,,. ticuarios es una torrecilla que defiende
Pero aunque semejantes ocasiones son la cindadela por el lado de la m o n t a ñ a ,
raras, yo, cuando emprendo una excur- y que, redonda por dentro, está armada
sión á pió, con t a l que el cielo tenga e en su cúspide de u n coronamiento de
aire alegre, los pueblos un aspecto de d i buhardas cortado en seis caras. Ellos to-
cha, el rocío tiemble en la punta de las maron la torrecilla por la torre y lo de
yerbas, el hombre trabaje, el sol brille y fuera por lo de dentro. Por otra parte,
el pájaro cante, doy gracias á Dios y no en esta hora matinal, gracias á los va-
le pido otras aventuras. pores t o d a v í a condensados y apoyados
E l otro dia, pues, á las cinco y media sobre el suelo, no d i s t i n g u í a m á s que la
de la m a ñ a n a , después de haber dado las cabeza del castillejo, l a cima de las m u -
680 OBRAS DE VICTOR HUGO.

rallas, y en el horizonte, por todo m i a l - —¿Dic nohis, domine, i n qua parte corjpo-
rededor, la alta cresta de las colinas. A ris animam veteres locant philosophi?
mis pies, el fondo del paisaje estaba Y o devolví el saludo y contesté:
oculto por una bruma blanca y espesa, — I n cor de Flato, in sanguine Empedocles,
cuyo borde doraba el sol. Se hubiese inter dúo supercilia Lucretius.
dicho que una nube habia caido en1 el Los tres jóvenes se sonrieron, y el de
valle. más edad exclamó:
A l sonar las siete en esta nube que en- —Vivat Gallia regina!
volvía el campanario de Rheindiebach, Y o repliqué:
caserío situado al pió del Furstenberg, el •—Vivat Germania materl
trepador echó á volar y yo me l e v a n t é . Nos saludamos aun otra vez con la
Mientras bajaba, l a niebla subia, y mano y yo pasó de largo.
cuando llegué al pueblo, los rayos del Apruebo esta manera de viajar tres.
sol llegaban hasta él. Algunos instantes Dos amantes, tres amigos.
después habia dejado el pueblo detrás de Por encima de Niederheimbach se al-
mí, sin habérseme ocurrido, lo confieso, zan y se sobreponen los picos del som-
interrogar al eco famoso de su barranco; brío bosque de Sann ó de Son, y allí, en-
caminaba alegremente á lo largo del tre las encinas, se yerguen dos fortalezas
R h i n y cambiaba un amigable saludo destruidas, Heimburg, castillo de los ro-
con tres jóvenes pintores que iban hacia manos, y Sonneck, castillo de los bando-
Bacharach, con el saco y el paraguas á leros. E l emperador Rodolfo destruyó
la espalda. Cuantas veces encuentro tres Sonneck en 1282; el tiempo ha demolido
jóvenes que viajan á pió con tan senci Heimburg. U n a ruina m á s melancólica
lio equipaje, y no obstante van alegres y todavía se oculta entre los pliegues de
con los ojos resplandecientes como si su estas m o n t a ñ a s , y es Falkenburg.
pupila reflejase las m á g i a s del porvenir Como ya te lo he dicho, habia dejado
no puedo menos que desearles la realiza el pueblo detrás de mí. E l sol era ardien-
cion de sus quimeras, y pensar en esos te, el fresco aliento del R h i n se templa-
tres hermanos, Cadenet, Luynes y Bran ba, el camino se cubría de polvo; á m i
des, que, hace de esto doscientos años, derecha se a b r í a estrechamente entre dos
partieron una madrugada á pió para la rocas una preciosa rambla llena de som-
corte del rey Enrique I V , no teniendo bra; un p u ñ a d o de pajarillos charlaban
entre los tres m á s que una sola capa, lie allí á m á s y mejor y se entregaban á
vada á su vez por cada uno, y que quin- odiosas murmuraciones, en que se ocupa-
ce años después, en tiempo de Luis X I I I ban unos de otros en las profundidades
eran, el primero duque de Chaulnes, e de los árboles; un arroyo de agua viva,
segundo condestable de Francia y e engrosado por las lluvias, cayendo de
tercero duque de Luxemburgo. piedra en piedra, tomaba el aspecto de
¡Soñad, pues, jóvenes, y seguid vues- torrente, devastaba las belloritas, espan-
tro camino! taba los mosquitos y formaba pequeñas
Este viaje de tres parecía además que cascadas que alborotaban entre la male-
estaba de moda en las orillas del Rhin; za; distinguía vagamente á lo largo de
pues no habia andado media legua, ape- ese arroyo, en las dulces tinieblas que
nas llegaba á Niederheimbach, y ya vertían los follajes, un sendero que m i l
habia encontrado otros tres jóvenes ca- flores salvajes, el albohol, el amaranto,
minando juntos. Estos eran evidente- el helicriso, la e s p a d a ñ a de hojas acana-
mente estudiantes de alguna de esas no- ladas y el lirio cárdeno de las nueve ho-
bles universidades que fecundizan la jas persas, ocultaban para el profano y
vieja Teutonia, civilizando la jóven Ale- tapizaban para el poeta. T ú sabes que
mania. Llevaban el clásico gorro, los ca- hay momentos en que creo casi en la i n -
bellos largos, el cinturon, el redingot teligencia de las cosas; en esta rambla
abrochado, el bastón en la mano, la pipa me parecía que una m u l t i t u d de voces
de loza encendida en la boca y , como los murmuraban y me decían:—Dónde vas?
pintores, el zurrón á l a espalda. E n la t ú buscas los sitios en donde hay poco de
pipa del m á s jóven de los tres habia pin- pasos humanos y donde hay mucho de
tadas unas armas, probablemente las su- huellas divinas; t ú quieres poner t u alma
yas. P a r e c í a n discutir con calor, y se d i - en equilibrio con el alma de la soledad;
rigían, lo mismo que los pintores, hácia t ú quieres la sombra y l a luz, el movi-
el lado de Bacharach. A l pasar j u n t o á miento y la paz, las transformaciones y
mí, uno de ellos me g r i t ó , s a l u d á n d o m e la serenidad; t ú buscas el lugar donde el
con el gorro: Yerbo se espacía en el silencio, donde se
EL RHIN. 681
vé la vida en l a superficie de todo y urbado los ecos del Rhingau y del Tau-
donde se siente la eternidad en el fondo; nus. Esas m o n t a ñ a s son las mismas que
t ú amas el desierto y no aborreces al se conmovieron cuando el príncipe To-
hombre; t ú buscas la yerba y el musgo, m á s de Aquino, por tanto tiempo apelli-
las hojas h ú m e d a s , las ramas hinchadas dado Bos mutus, lanzó en fin en la doc-
de savia, los pájaros que gorjean, las trina ese bramido que hizo extremecer al
aguas que corren, los perfumes que se mundo. Dedü in doctrina mugitum, quod
esparcen. Pues bien, entra. Este sendero in toto mundo sonavit. E n estos montes
es t u camino. es donde Juan de Huss, prediciendo á
Y o no me hice mucho de rogar y entró ~ útero, como si la cortina que se des-
en la rambla. garra en la ú l t i m a hora dejase ver dis-
Decirte lo que hice allí ó, mejor di- tintamente el porvenir, esparció de lo
cho, lo que la soledad me hizo; referirte alto de su hoguera de Constanza ese
la manera cómo las avispas zumbaban grito profético: Hoy quemáis la oca (t), pero
alrededor de las campanillas violadas; dentro de cien años nacerá el cisne. Por úl-
cómo los necróforos bronceados y las fe- timo, á t r a v é s de estas rocas es donde
ronias azules se refugiaban en los pe- Lutero, cien años después, surgiendo á
queños antros microscópicos que las a hora dicha, abrió sus alas y arrojó este
lluvias excavan debajo de las raices de clamor formidable: ¡Mueran los obispos y
los arbustos; cómo las alas rozaban las los principes, los monasterios, los claustros,
hojas; lo que se extremecia sordamente las iglesias y los palacios antes que una sola
en el musgo; lo que cantaba en los nidos; alma!
el rumor dulce ó indistinto de las vege Y me parecía que, por en medio de los
taciones, de las mineralizaciones y de las ramajes y de las escabrosidades, las rui-
fecundaciones misteriosas; la riqueza de nas respondían por todas partes: "Ohl
los escarabajos, la actividad de las abe ¡Lutero, los obispos y los príncipes, los
jas, la alegría de los libelulios, l a pacien- monasterios, los claustros, las iglesias y
cia de las arañas; los aromas, los reflejos, los palacios han muerto!,,
las expansiones, las quejas; los gritos Abismado en estas cosas inagotables y
lejanos; las luchas de insecto á insecto, vivaces que son, que persisten, que flore-
las catástrofes de hormigueros, los breves cen, que verdean y que la cubren bajo
dramas de la yerba; los alientos que se su vegetación eterna, pensaba: ¿la histo-
exhalaban de las rocas como suspiros ria es grande ó es pequeña? Decide esta
los rayos que venian del cielo á través de cuestión si puedes. E n cuanto á m í , me
los árboles como miradas, las gotas de parece que el contacto con l a naturaleza,
agua que caian de las flores como lágri- que es l a vecindad de Dios, tan pronto
mas; las semi-revelaciones que sallan de achica al hombre como lo engrandece.
todas partes; el trabajo tranquilo, armo Es una gran cosa para el hombre ser una
nioso, lento y continuo de todos esos sé inteligencia que tiene su ley aparte, que
res y de todas esas cosas que viven en ejecuta su obra y que desempeña su pa-
apariencia m á s cerca de Dios que de pel en medio de los hechos inmensos de
hombre; contarte todo esto, amigo m i ó la creación. E n presencia de una gran
seria expresarte lo infinito. Qué hice allí? encina llena de a n t i g ü e d a d y llena de
No lo sé. Como en los barrancos de San vida, hinchada de savia, cargada de fo-
Groarshausen, v a g u é , soñé, adoró y roguó llaje, habitada por m i l pájaros, si no po-
E n q u é pensaba? No me lo preguntes seyese ese dón inapreciable, no podría el
Hay instantes, t ú lo sabes, en que el pen hombre soñar con ese fantasma que se
samiento flota como ahogado por m i ha llamado Lutero, con ese espectro que
confusas ideas. se ha nombrado Juan Huss, con esa som-
Todo se mezclaba en estas m o n t a ñ a s bra que es conocida por César.
á m i meditación y se combinaba con m i Sin embargo, te lo confieso, hubo eu
desvarío; el verdor, las ruinas, los fantas m i paseo u n momento en que todas estas
mas, el paisaje, los recuerdos, los hombres memorias desaparecieron, en que el hom-
que han pasado por estas soledades, la bre se desvaneció, en que solo la idea de
historia que ha resplandecido en ellas, e Dios llenó m i alma. Habia llegado, no
sol que ha irradiado a q u í siempre. César sabría decirte por q u é senderos, á l a
me decia á m í mismo, caminando á pió cumbre de una colina muy alta cubierta
como yo, quizá ha vadeado este arro- de arbustos cortos, que t e n í a n alguna
yo, seguido del soldado que llevaba su a n a l o g í a con la coscoja de Provenza, y
espada. Casi todas las grandes voces que
han agitado la inteligencia humana han (1) Huss quiere decir o m .
TOMO I V . 86
682 OBRAS DE VICTOR HUGO.

tenia ante mis ojos un desierto, pero un habitación baja iluminada por algunas
desierto alegre y soberbio, un desierto troneras, cuya forma y corte indicaban
divino. No he visto nada m á s bello en to- que h a b í a n servido para el juego de las
das mis excursiones por las cercanías del catapultas, de los falconetes (1) y de los
R h i n . No sé cómo se llama este sitio. A l - escorpiones (2).
rededor de mí, hasta perderse de vista, Me asomé por. una de las troneras,
solo habia m o n t a ñ a s , praderas, aguas separando las a p i ñ a d a s ramas de flo-
vivas, vagos verdores, blandas brumas, res que la cierran hoy. E l paisaje que se
luces h ú m e d a s que cambiaban de color descubre desde esta ventana no es ale-
como ojos entreabiertos, vivos reflejos gre. H a y allí un valle estrecho y oscuro,
de oro perdidos en el azul del firmamen- ó mejor dicho, u n rompimiento de la
to, mágicos bosques parecidos á espesu- m o n t a ñ a , en otro tiempo atravesado por
ras de plumas verdes, horizontes carga- un puente, del que no queda m á s que el
dos de sombras y de claridades. Era uno arco de apoyo. Por u n lado un desmoro-
de esos lugares en donde se cree ver que namiento de tierras y de rocas y por él
ostenta sus galas ese pavo real magnífi- otro un agua ennegrecida por el fondo de
co que se llama la naturaleza. basalto, se precipitan y se quiebran en el
D e t r á s de la colina donde estaba sen- barranco. Arboles enfermizos y malsa-
tado en lo alto de u n montecillo cubierto nos sombrean pequeñas praderas tapiza-
de pinos, castaños y arces, apercibí una das de u n césped tupido como el de un
sombría ruina, colosal m o n t ó n de basal- cementerio. Ignoro si era una ilusión, ó
to oscuro. Se hubiese dicho que era una el juego de l a sombra y el viento, pero
pila de lava amasada por a l g ú n gigante creí ver en diferentes sitios sobre las al-
en forma de cindadela. ¿Qué era aquel tas yerbas grandes círculos blandamen-
castillo? No podría decirlo, porque no sa- te trazados, como si misteriosas rondas
bia dónde estaba. nocturnas los hubiesen aplomado a q u í
Examinar un castillo de cerca, t ú sa- y allá. Este barranco no es solo solitario,
bes que es m i m a n í a . A l cabo de u n es l ú g u b r e . Diríase que, como asiste en
cuarto de hora me encontraba en la ciertos momentos á espectáculos horri-
ruina. bles y vé hacer en las tinieblas cosas
U n anticuario que hace el retrato de malas y sobrenaturales, guarda hasta en
su ruina, como un amante que hace el pleno dia y hasta en pleno sol cierta
retrato de su querida, se regala á sí mis- tristeza mezclada de horror. E n este va-
mo, pero corre el riesgo de cansar á los lle, m á s que en otro lugar alguno, se
demás. Para los indiferentes que escu- siente distintamente cómo pasan las som-
chan al enamorado, todas las mujeres brías y frías horas de la noche; parece que
bellas se parecen y todas las ruinas tam- depositan en él sobre el olor de las yer-
bién. No aseguro, amigo m i ó , que en bas, sobre el color de l a tierra y sobre la
adelante me abstendré de hacerte otra forma de las rocas, lo que ellas tienen de
descripción de edificios. Sé que eres apa- vago, de siniestro y de desconsolado.
sionado por la historia y el arte, y sé A l i r á salir de la habitación baja, el
que perteneces al público inteligente y á n g u l o de una piedra t u m u l a r que salia
no al público grosero. Así, pues, esta vez de debajo los escombros hirió mis ojos.
volveré á hacer el retrato minucioso que Me bajé en seguida. Juzga lo diligente
te hice cuando el R a t ó n . I m a g í n a t e mu- que estaría, cuando iba quizá á encon-
chas malezas, muchos cielos rasos des- trar la explicación que buscaba, l a res-
tripados, muchas ventanas desfondadas, puesta que preguntaba á esta misterio-
y encima de todo esto cuatro ó cinco sa ruina, el nombre del castillo. Con los
grandes y diabólicas torres, negras, des- piés y las manos separé los escombros, y
panzurradas y formidables. en pocos instantes puse en descubierto
Y o iba y venia por entre estos escom- una preciosa l á p i d a sepulcral del siglo
bros, buscando, huroneando, interrogan- catorce, en piedra arenisca de Heilbron.
do; revolvía las piedras rotas con la espe- Sobre esta lápida yacía, esculpido casi
ranza de encontrar alguna inscripción en alto-relieve, un caballero armado de
que me s e ñ a l a r a , u n hecho ó alguna es- todas armas, pero al que le faltaba la
cultura que me revelase una época, cuan- cabeza. Bajo los piés de este hombre de
do u n vano, que habia sido en otro tiem- piedra habia grabado en m a y ú s c u l a s ro-
po una puerta, me abrió paso á una
bóveda, en l a que penetraba por una (1) Falconete, pieza de artillería antigua, especie de cañón de
mano.
grieta un brillante rayo de sol. E n t r é en (2) Escorpión, máquina de guerra de los antiguos.
ella y me eñcontré en una especie de (iV. del T.)
E L RH1N. 683
manas este dístico medio borrado, toda- Por otra parte, yo me acordaba que
vía legible y por lo tanto fácil de des- esta manera de velar, por medio de sig-
cifrar: nos, la tumba y la memoria del hombre
VOX T A C V I T . P E R I I T L v X . NoX R V I T E T R V I T V M B R A . decapitado, es propio de todas las épocas
V I R C A R B T I N T V M B A QVO C A R B T E F F I G I E S . y de todos los pueblos. E n Venecia, en
Estaba poco menos tan enterado como la g a l e r í a ducal del Gran Consejo, u n
antes. Este castillo era u n enigma; ha- marco negro reemplaza el retrato del
bia buscado la palabra y acababa de ha- quincuagésimo-séptimo D u x , y por de-
llarla. L a palabra de este enigma era bajo la taciturna República escribió este
una inscripción sin fecha, u n epitafio sin memento siniestro:
nombre, un hombre sin cabeza. Conven- LOCVS MARINI FALIERI DECAPITATI.
drás, pues, en que la respuesta era som-
bría y la explicación tenebrosa. E n Egipto, cuando el viajero fatigado
¿De q u é personaje hablaba este dísti- llega á Biban-el-Molouk, encuentra en
co, l ú g u b r e por el fondo y b á r b a r o por las arenas, entre los palacios y templos
la forma? Si hay que dar crédito al se- derruidos, u n sepulcro misterioso, que es
gundo verso grabado en esta piedra se- el sepulcro de Rhamses V , y sobre este
pulcral, el esqueleto que estaba debajo sepulcro vé esta leyenda:
se hallaba sin cabeza, como la efigie que
se encontraba encima. ¿Qué significaban
esas tres X , destacadas, por decirlo así,
del resto de la inscripción, por el tama-
ño de las m u y ú s c u l a s ? Mirando con m á s y este geroglífico, que refiere la historia
atención, y limpiando l a lápida con u n al desierto, significa: que está sin cabera.
p u ñ a d o de yerbas, e n c o n t r é en la está- Pero en Egipto, como en Venecia, en
tua grabados e x t r a ñ o s . Tres cifras esta- el palacio ducal como en Biban-el-Mo-
ban trazadas en tres sitios diferentes: á louk, se sabe dónde se está, se sabe lo que
ha sido de Marino Fallero ó de Rham-
la mano derecha esta á la mano ses V . A q u í yo lo ignoro todo, lo mismo el
nombre del lugar que el nombre del hom-
bre. M i curiosidad se habia despertado
izquierda esta y ^ J ^ y esta otra en lu- en el m á s alto grado. Declaro que esta
ruina, tan perfectamente muda, me ma-
gar de la cabeza: reaba y casi me confundía. No reconozco
en una ruina, n i hasta en una tumba, el
derecho de callarse hasta ese extremo.
Iba á salir de la habitación baja, en*
cantado de haber encontrado este curioso
monumento, pero contrariado por no ha-
ber adquirido noticias de él, cuando un
ruido de voces sonoras, claras y alegres
y las tres no eran m á s que combinacio- llegó hasta m í . Era un vivo y rápido diá-
nes variadas del mismo monograma. logo, del que no distinguí en medio de
Cada una de las tres está compuesta de las risas y de los gritos alegres m á s que
tres X , que el grabador del epitafio hizo estas palabras: Fall of themountain... Sub-
resaltar en la inscripción. Si esta tumba terraneampassage... Very ogly footpath. U n
hubiese estado en B r e t a ñ a , estas tres X momento después, al tiempo de levantar-
hubiesen podido hacer alusión al com- me de la tumba donde estaba sentado,
bate de los treinta; si hubiese estado fe- tres esbeltas jóvenes, vestidas de blanco,
chada en el siglo diez y siete, estas tres tres cabezas rubias y rosadas de fresca
X hubiesen podido indicar la guerra de sonrisa y ojos azules, entraron súbita-
los treinta años; pero en Alemania, y en mente debajo de la bóveda, y al aperci-
el siglo catorce, ¿qué significación po- birme se detuvieron, sin decir m á s , en el
dían tener? Y a d e m á s , ¿era el azar el rayo de sol que iluminaba el umbral de
que, para condensar la oscuridad, habia la puerta. Nada m á s m á g i c o n i m á s en-
empleado en l a formación de esa cifra cantador para un soñador sentado sobre
fúnebre solo el elemento de l a letra X , un sepulcro en una ruina, que esta apa-
que cierra la entrada de todos los pro- rición en esta luz. U n poeta, de seguro,
blemas y que designa lo Desconocido? hubiese tenido el derecho de ver ángeles
Confieso que no pude despejar esta y aureolas. Confieso que yo no v i m á s
sombra. que inglesas.
684 OBRAS DE VICTOR HUGO.

Hasta confieso con v e r g ü e n z a que se —No tenemos necesidad de hablar i n -


me ocurrió en el acto l a vulgar y prosai- glés, caballero, pues nosotras somos
ca idea de aprovechar el encuentro de : francesas y vos sois francés.
estos ángeles para saber el nombre del •—Pero, señorita, repliqué, ¿en q u é ha-
castillo. H ó a q u í cómo yo razonaba, y Deis conocido que yo era francés?
esto m u y r á p i d a m e n t e : Estas inglesag— -En vuestro i n g l é s , dijo la m á s
porque son evidentemente inglesas, su- óven.
puesto que hablan inglés y son rubias,— Su hermana mayor la miró con aire
estas inglesas, s e g ú n todas las aparien- casi severo, si alguna vez la belleza, la
cias, son viajeras que vienen de alguna gracia, la adolescencia, la inocencia y la
estación de recreo de las cercanías de alegría pueden tener el aire severo. Y o
Bingen ó de Rudesheim. Claro es que mismo me echó á reir.
han hecho de esta ruina un objeto de -Pero, señoritas, ahora mismo hablá-
excursión y saben necesariamente el Dais en inglés.
nombre del lugar que han elegido para •—Para entretenernos, dijo la m á s
objeto de paseo. • Óven.
Una vez se me fijó esta idea en el pen —Para ejercitarnos, replicó la mayor.
samiento, no habia m á s que entablar la Esta rectificación imponente y casi
conversación, y tengo que volver á con- maternal fué perdida para la jóven, que
fesar que recurrí al medio m á s desdicha- corrió alegremente á la tumba, levantan-
do que se puede emplear en semejantes do su vestido á causa de las piedras y
casos. A b r í m i cartera para ponerme en dejando ver el m á s precioso y diminuto
carácter, l l a m ó en m i auxilio el poco i n pié del mundo.
glós que creo saber, y me puse á mirar •—Oh! exclamó, venid á ver esto; ¡una
por la tronera el barranco, murmurando, e s t á t u a por tierra! calle! Pues no tiene
como si hablase conmigo mismo, no sé cabeza. Es u n hombre.
q u é epifonemas admirativos y ridículos —Es un caballero, dijo la mayor, que
¡Beautiful wiew! se habia acercado.
—Very fine, veripretty waterfall! etc. T o d a v í a habia en esta palabra una
Las jóvenes, en un principio intimida sombra de reproche, y el sonido de voz
das y sorprendidas por m i encuentro, se con que fué pronunciada significaba:
pusieron á cuchichear por lo bajo con Hermana mia, una jóven no debe decir ese
una ligera risa ahogada. Estaban así es u n hombre, pero puede decir ese es un
encantadoras, pero es evidente que se caballero.
burlaban de m í . Entonces cobré á n i m o E n general esto afecta en parte á la
resolví irme derecho al bulto, y, aunque historia de las mujeres. Todas son lo
pronuncio el inglés como u n irlandés y mismo. Rechazan las cosas, pero desde
la th, en particular, sea para m í un es- el momento que las cosas se adornan con
collo formidable, d i u n paso hácia e palabras las aceptan. L a cuestión está
grupo, siempre inmóvil, y dirigiéndome en elegir la palabra. Se indignan de la
con el aire m á s gracioso á la mayor de palabra seca, se espantan de la palabra
las tres: Miss, la dije, corrigiendo el laco propia, toleran la palabra encubierta,
nismo de la frase por la exageración de acogen la palabra elegante, sonríen á la
saludo, ¿what is, i f you please, te ñame of perífrasis. Saben muy tarde—demasiado
this castle? L a hermosa n i ñ a sonrió; como tarde con frecuencia^—todo lo que hay de
merecía una carcajada, y me la espera realidad en ese poco m á s ó menos. L a
ba, me encantó esta clemencia; después mayor parte de las mujeres resbalan, y
miró ella á sus dos c o m p a ñ e r a s y me muchas caen en la pendiente peligrosa
contestó ruborizándose ligeramente y en de las traducciones suavizadas.
el mejor francés del mundo: Por lo demás, este simple matiz, ese es
—Caballero, parece que este castillo un hombre, ese es un caballero, fijaba el
se l l a m a Falkenburg. Por lo menos esto estado de aquellos dos jóvenes corazo-
es lo que ha dicho un cabrero que es nes. E l uno dormía aun profundamente;
francés y que está hablando con nuestro el otro estaba despierto. L a mayor de las
padre en la torre grande. Si queréis i r dos hermanas era ya una mujer; l a me-
por ese lado los encontrareis. nor era todavía una niña. Sin embargo,
Estas inglesas eran francesas. no se diferenciaban apenas dos años. L a
Estas palabras tan claras y dichas sin segunda era tan solo una jóven. Desde
el menor acento bastaba para demos su entrada en la bóveda se habia rubori-
trármelo; pero la hermosa n i ñ a se tomó zado mucho, habia sonreído u n poco y no
la molestia de añadir: habia dicho una palabra.
E L RHIN. 685
Entre tanto, las tres se h a b í a n incli- tar:Pí)r aquí,padre,por aquí. Volvían. Es-
nado hacia la tumba, y la reverberación cribí apresuradamente el último verso, y
fantástica del rayo de sol dibujaba sus antes de que volviesen á reaparecer me
graciosos perfiles sobre el espectro de esquivé.
granito. Poco antes me preguntaba el ¿ E n c o n t r a r o n la explicación que les
nombre del fantasma; ahora me pregun- dejé? L o ignoro; yo me h u n d í en las re-
taba el nombre de las jóvenes, y no sa- vueltas de la ruina y ya no las volví á
bría decir lo que experimentaba al ver ver m á s .
mezclarse así esos dos misterios, el uno Tampoco supe nada del misterioso ca-
lleno de terror, el otro lleno de encanto. 3allero decapitado. Triste destino! ¿Qué
A fuerza de escuchar su dulce cuchi- crimen h a b í a cometido ese miserable?
cheo cogí al paso uno de sus tres nombres, os hombres le h a b í a n dado la muerte, l a
el nombre de la segunda. Era la m á s rovidencia h a b í a añadido el olvido. T i -
hermosa. U n a verdadera princesa de los nieblas sobre tinieblas. Su cabeza h a b í a
cuentos de hadas. Sus largas p e s t a ñ a s sido cercenada de la estátua, su nombre
rubias ocultaban su pupila azul, pero no de la leyenda, su historia de l a memoria
i m p e d í a n que la pura luz penetrase por de los hombres. Su misma piedra sepul-
entre ellas. Estaba colocada entre su cral v á sin duda á desaparecer m u y
hermana menor y su hermana mayor, pronto. A l g ú n viñador de Sonneck ó de
como el pudor entre la sencillez y la Ruppertsberg la cogerá un día cualquie-
gracia, coloreada dulcemente por el va ra, esparcirá con el pió el esqueleto m u -
go reflejo de ambas. Me miró dos ve ilado que ella cubre quizá todavía, cor-
ees y no me habló. F u é la única de las t a r á en dos pedazos esta tumba y h a r á
tres á quien no oí el sonido de su voz, con ellos las jambas y dintel de una
pero fué t a m b i é n la única de la que puerta de taberna. Y los campesinos se
supe el nombre. Hubo u n instante en acercarán á la mesa, y las viejas h i l a r á n
que su hermana p e q u e ñ a le dijo m u y y los niños reirán alrededor de la e s t á t u a
bajo: Mira aqui, Stella. J a m á s comprendí sin nombre, decapitada en otro tiempo
mejor que en aquel instante todo lo que por el verdugo y serrada hoy por u n al-
hay de límpido, de luminoso y de encan fa añil. Porque en nuestros dias, en Ale-
tador en ese nombre de estrella. mania como en Francia, se utilizan las
L a m á s jóven hacia sus reflexiones en ruinas. Con los viejos palacios se hacen
voz alta. las nuevas cabañas.
—Pobre hombre!'—la lección fué per Ay! Las viejas leyes y las viejas socie-
dida.'—Se le cortó la cabeza. ¡Aquellos dades sufren poco m á s ó menos la misma
tiempos eran como éste, en que se corta transformación.
la cabeza á los hombres! Miremos, estudiemos, meditemos y no
De pronto se interrumpió: nos quejemos. Dios sabe lo que hace.
— A h ! aquí está el epitafio: está en la Tan solo me pregunto alguna vez:
t i n . Vox tacuit-periit lux... Es difícil leer ¿Por q u é es preciso que el "sirviente,, no
esto. Quisiera saber lo que quiere decir. se contente con estar de pié y tenga siem-
—Señoritas, dijo la mayor, vamos á pre el deseo de vengarse del emperador
buscar á m i padre y nos lo explicará. enterrado?
Y se lanzaron fuera de la cripta como Pero, amigo mío, me separo mucho del
tres ciervas. Paikenburg, y vuelvo á él.
N i por asomo h a b í a n soñado en d i r i Para m í era un acontecimiento encon-
girse á mí; yo estaba un poco humillado trarme en ese nido de leyendas y poder
de que m i inglés les hubiese dado tan decir cosas precisas de esas viejas torres,
mala idea de m i latin. que se mantienen todavía tan altivas y
E n otro tiempo se hizo en esta tumba tan derechas, aunque muertas, y dejando
una recomposición que había dejado a escapar sus e n t r a ñ a s en la yerba. Me
lado del epitafio una mancha de yeso ex hallaba, pues, en esa mansión famosa, de
tendida por la llana. T o m ó u n lápiz y la que te contaré quizás las aventuras,
sobre esta p á g i n a blanca escribí esta tra si t ú no las sabes.
duccion del dístico: G-untram y L i b a sobre todo se me pre-
De noche la voz no zumba. sentaban en la imaginación. A q u í en
Con sombras la luz no esmalta. este puente es donde G-untram volvió á
Lo que á la estatua le falta, encontrar los dos hombres que llevaban
Le falta al hombre en^su tumba.
un a t a ú d . E n esta escalera se arrojó L i b a
Dos minutos hacia apenas que las j ó en sus brazos y le dijo riendo: " U n a t a ú d ?
venes h a b í a n partido, cuando las oí g r i no; es el lecho nupcial lo que t ú h a b r á s
686 OBRAS DE VICTOR HUGO.

visto.,, Cerca de esta chimenea, incrusta- quizás, me revelaban á Aulhausen, el


da todavía en la pared sin piso y sin pueblo de los alfareros. Por encima del
cielo raso, es donde estaba la armadura camino que seguía, por encima de m i ca-
de la cama que se acababa de traer y que beza, se alzaban escalonados de monta-
ella le mostró. E n este patio, hoy lleno ñ a en m o n t a ñ a tres castillos: el Rei-
de cicutas en flor, es donde G-untram, chenstein y el Rheinstein, demolidos por
conduciendo su prometida al altar, vió Rodolfo de Habsburgo y reedificados por
marchar delante de él, visibles para él el conde palatino, y el Vaugtsberg, ha-
solamente, un caballero vestido de negro bitado en 1348 por Kuno de Palkenstein
y una mujer velada. E n esta capilla ro- y restaurado hoy por el príncipe Fede-
mana derruida, donde los lagartos vivos rico dePrusia.
se pasean por encima de los lagartos es- E l Vaugtsberg desempeñó un gran
culpidos, es donde, en el momento de pa- papel en las guerras del derecho ma-
sar el anillo bendecido al precioso dedo nual. E l arzobispo de Maguncia lo em-
rosado de su desposada, sintió de repen- peñó en una ocasión a l emperador de
te una mano fria en la suya—la mano Alemania por cuarenta m i l libras torne-
de la doncella del castillo del bosque, que sas. Esto me recuerda que, cuando T i -
se peinaba por la noche cantando cerca baldo, conde de C h a m p a ñ a , no supo
de una tumba abierta y v a c í a . — E n esta cómo saldar la cuenta que tenia con la
sala baja es donde él espiró y L i b a mu- reina de Chipre, vendió á su muy querido
rió al verle morir. señor Luis rey de Francia el condado de
Las ruinas hacen vivir los cuentos, y Chartres, el condado de Blois, el conda-
los cuentos devuelven su vida á las do de Sancerre y el vizcondado de Oha-
ruinas. teaudun, todo junto por la suma de cua-
P a s é muchas horas en los escombros, renta m i l libras. Hoy cuarenta m i l libras
sentado debajo de impenetrables male es el precio que un ujier retirado paga
zas y dejando llegar las ideas que me por su casa de campo en Bagatelle ó en
inspiraban. Spiritus loci. M i p r ó x i m a car- Pantin.
ta tal vez te las llevará. Entre tanto yo apenas fijaba la aten-
Mientras tanto el hambre t a m b i é n me ción en este paisaje y en estos recuerdos.
llegó, y á cosa de las tres, gracias al ca Desde que el dia comenzó á declinar, no
brero francés de que me habian hablado tuve m á s que un pensamiento. Sabia que
las bellas viajeras y que felizmente ha antes de llegar á Bingen, un poco m á s
bia encontrado, pude arribar á un pueblo acá del confluente del Nahe, encontra-
situado á la orilla del E,hin, que es, se- rla un e x t r a ñ o edificio, una l ú g u b r e ca-
g ú n creo, Trecktlingshausen, el antiguo sucha en pié en los cañaverales que cre-
Trajani Castrum. cen en medio del rio entre dos altas
Por toda posada solo habia allí una m o n t a ñ a s . Esta casucha era el M a ü -
taberna de cerveza y por toda comida sethurm.
una pierna de carnero m u y dura, que un E n m i infancia tenia encima de m i
estudiante, que fumaba su pipa á la cama un cuadrito guarnecido de un mar-
puerta, t r a t ó de disuadirme de que la co negro que una criada alemana habia
comiese, diciéndome que un inglés ham- fijado en l a pared. Representaba una vie-
briento, llegado una hora antes que yo, j a torre aislada, enmohecida, arruinada,
no habia podido hincarle el diente y se rodeada de aguas profundas y negras
habia exasperado con ese motivo. Y o no que l a c u b r í a n de vapores y de monta-
respondí con altivez, como el mariscal ñ a s que la c u b r í a n de sombra. E l cielo
Crequi delante de la fortaleza genovesa de esta torre era pesado y estaba lleno
de G-avi: Lo que Barbaroja no ha podido de nubes horribles. Por la noche, des-
tomar, Barbagrís lo tomará; pero comí la pués de haber rezado mis oraciones y
pierna de carnero. antes de dormirme, miraba siempre este
Me volví á poner en marcha cuando cuadro y le volvía á ver en mis sueños,
el sol declinaba. y le volvía á ver terrible. L a torre toma-
E l paisaje era maravilloso y severo. ba grandes proporciones, el agua borbo-
D e t r á s de m í habia dejado la capilla gó taba, un r e l á m p a g o caía de las nubes, el
tica de San Clemente. A m i izquierda viento silbaba en las m o n t a ñ a s y á veces
tenia la ribera derecha del R h i n carga- parecía exhalar clamores. U n dia pre-
da de viñas y de pizarras. Los últimos g u n t ó á la criada cómo se llamaba aque-
rayos del sol enrojecían á lo lejos las fa l l a torre, y me contestó, haciendo la señal
mosas laderas de Assmannshausen, a de la cruz:—El M a ü s e t h u r m .
pié de las cuales, vapores, humaredas Y luego me contó una historia. E n
EL RHIN. 687
otro tiempo en Maguncia, en su pais, ror de los hombres pesan sobre esa torre
hubo un execrable, arzobispo llamado que se llama el M a ü s e t h u r m . E s t á desier-
Hatto, que habia sido abad de F u l d , ta; cae arruinada en medio del rio, y al-
sacerdote avaro, decia ella, que ahria me- guna vez por la noche se vé salir un ex-
jor la mano para bendecir que para dar. E n t r a ñ o vapor rojizo, que se parece á l a
un a ñ o de carestía compró todo el trigo humareda de un horno grande: es el
para revenderle m á s caro al pueblo, pues alma de Hatto que vuelve á aparecer.
este sacerdote queria ser rico. E l ham- Has notado una particularidad? L a
bre llegó á ser tan grande, que los a l - historia es en ocasiones inmoral; los
deanos morian de necesidad en los pue- cuentos son siempre honrados, morales
blos del R h i n . Entonces el pueblo se y virtuosos. E n la historia regularmen-
reunió cerca de Maguncia, llorando y te el m á s fuerte prospera, los tiranos lo-
pidiendo p a n . E l arzobispo lo n e g ó . gran su objeto, los verdugos viven bien,
A q u í la historia adquiere un carácter los mónstruos engordan, los Sila se
horrible. E l pueblo, hambriento, no se transforman en buenos ciudadanos y
dispersaba y rodeaba el palacio del arzo- los Luis X I y los Gromwell mueren en
bispo doliéndose. su lecho. E n los cuentos el infierno está
Hatto, enojado, hizo cercar á estas po- siempre visible. No hay falta que no
bres gentes por sus arqueros, que se apo- tenga su castigo, algunas veces hasta
deraron de los hombres y de las mujeres, exagerado; no hay crimen que no lleve
de los viejos y de los niños, y encerraron consigo su suplicio, con frecuencia es-
á esta m u l t i t u d en u n granero, al cual pantoso; no hay n i n g ú n perverso que no
prendieron fuego. Este fué, a ñ a d i a la se convierta en un desgraciado, del que
buena mujer, un espectáculo que hacia llo- hay que condolerse algunas veces. Esto
rar d las piedras. A Hatto le hizo reir, y consiste en que la historia se mueve en
como los pobres, espirando en las lla- lo infinito y el cuento en lo finito. E l
mas, lanzasen gritos lastimeros, se atre- hombre, que hace el cuento, no se siente
vió á decir: Oís silbar los ratones? A l dia con el derecho de exponer los hechos y
siguiente el granero fatal estaba conver- dejar suponer las consecuencias; porque
tido en cenizas; no habia ya pueblo en vá á tientas por la sombra, no está segu-
Maguncia: la ciudad parecía muerta y ro de nada, tiene necesidad de limitarlo
desierta, cuando de repente una m u l t i - todo por una enseñanza, un consejo y
tud de ratas, pululando en el grane- una lección, y no se atrevería á inventar
ro incendiado como los gusanos en las acontecimientos sin conclusión inmedia-
úlceras de Asnero, saliendo de debajo ta. Dios, que hace la historia, muestra lo
tierra, surgiendo de entre las piedras, que quiere y sabe lo d e m á s .
apareciendo por las grietas de las pare- Maüsethurm es una palabra cómoda.
des, renaciendo bajo el pió que las aplas- Se vé en ella lo que se desea ver. H a y es-
taba, multiplicándose en el suelo y á los piritas que se creen positivos y que no
golpes de las mazas, inundaron las ca- son m á s que áridos; que arrojan la poe-
lles, la cindadela, el palacio, las cuevas, sía de todo y que están siempre dispues-
las habitaciones y las alcobas. Era u n tos á decirle como aquel otro hombre po-
azote, era una plaga, era u n hormiguero sitivo al ruiseñor: /Quieres callarte, estúpi-
horrible. Hatto, desatinado, salió de Ma- do animal! Estos espíritus afirman que
guncia y h u y ó á la llanura; las ratas le M a ü s e t h u r m viene de maus ó mauth, que
siguieron: corrió á encerrarse en Bingen, significa peaje. Declaran que en el siglo
que tenia altas murallas; las ratas pasa- diez, antes que el lecho del rio fue-
ron por encima de las murallas y entra se ensanchado, el paso del R h i n solo es-
ron en Bingen. Entonces el arzobispo taba abierto por el lado izquierdo, y que
hizo construir una torre en medio del la ciudad de Bingen habia establecido
R h i n y se refugió en ella con l a ayuda en medio de esta torre su derecho de pa-
de una barca, alrededor de la cual diez saje en los buques. Apoyan esta opinión
arqueros agitaban el agua; las ratas se en que hay t o d a v í a cerca de Estrasburgo
echaron á nado, atravesaron el R h i n , dos torres parecidas consagradas á una
treparon por l a torre, royeron las puer percepción de impuesto á los transeún-
tas, el techo, las ventanas, los pisos y los tes, las cuales se llaman igualmente
cielos rasos, y cuando llegaron á los cuar M a ü s e t h u r m . Para estos graves pensa-
tos subterráneos, donde se habia oculta- dores, inaccesibles á las fábulas, la torre
do el miserable arzobispo, lo devoraron maldita es u n arbitrio municipal y Hatto
vivo. el inspector de un fielato.
Ahora la maldición del cielo y el hor Para las gentes crédulas, entre las cua-
688 OBRAS DE VICTOR HUGO.

les me incluyo desde luego, M a ü s e t h u r m t h u r m y que dentro depocos instantes esa


viene de maüse, que se deriva de mus, y ruina formidable, que hasta entonces ha-
que quiere decir rata. Ese pretendido bia sido para m í una alucinación, iba á
peaje es la torre de las Ratas y ese ins- convertirse en una realidad.
pector de fielatos es un espectro. U n proverbio chino dice: " E l venablo
Después de todo, las dos opiniones se desvia cuando se d á demasiada ten-
pueden conciliarse. No es absolutamente sión al arco;;. Esto es l o q u e sucede al
imposible que hácia el siglo diez y seis y pensamiento. Poco á poco ese vapor que
diez y siete, después de Lutero y después se llama el delirio entró en m i espíritu.
de Erasmo, algunos espíritus fuertes ha- Los vagos rumores del follaje murmura-
yan utilizado la torre de Hatto y hayan 3an apenas en la m o n t a ñ a ; el golpe
instalado m o m e n t á n e a m e n t e alguna de- acompasado, claro, débil y agradable de
pendencia y a l g ú n peaje en esta ruina una fragua lejana é invisible llegaba
poco frecuentada. Por q u é no? Roma lasta mí; insensiblemente olvidé el Maü-
t a m b i é n hizo del templo de Antonino su sethurm , las ratas y el arzobispo; sin de-
aduana, la dogana. L o que Roma hizo tenerme me puse á escuchar el ruido
en la historia, Bingen ha podido hacerlo del yunque, que es entre las voces que se
en la leyenda. oyen á la caída de la tarde una de las
De esta manera Mauth tendría razón y que despiertan en m í las ideas m á s inde-
Maüse no dejarla de tenerla. cibles; habia cesado y aun lo escuchaba,
Pero sea lo que fuere, desde que la vie- y no sé cómo sucedió que al cabo de un
j a criada me contó el cuento de Hatto, cuarto de hora me encontré que habia
M a ü s e t h u r m fué siempre una de las v i - hecho, casi sin querer, los siguientes
siones familiares de m i espíritu. T ú lo versos:
sabes; no hay hombre que no tenga sus Trabajaba el Amor. Del yunque al ruido,
fantasmas, como no hay hombre que no Suspendían los pájaros sus vuelos,
Y entreabrían los ojos desde el nido,
tenga sus quimeras. Y vertía en los montes su encendido
De noche pertenecemos á los sueños; Color, Vénus, carbunclo de los cielos.
tan pronto es un rayo el que los cruza
La codorniz y el tordo en la enramada
como una llama, y según el reflejo coló Se decían: Quién arma esa querella?
rante, el mismo sueño es una gloria ce- Y un pitirrojo contestó: No es nada;
leste ó una aparición del infierno. Efecto Es que forja el Amor una mirada,
Una mirada que robó á una estrella.
de fuegos de Bengala que se produce en
la i m a g i n a c i ó n . Y las aves, riéndose del niño,
Debo decir que la torre de las Ratas Exclamaban: Amor, jóven maestro,
nunca, en medio de su charco de agua Qué hacéis con ella vos, siendo tan diestro?
Muy pura es para el traidor cariño,
habia dejado de aparecórseme m á s que Muy dulce es para el servicio vuestro.
de un modo horrible.
T a m b i é n ¿te lo confesaré? cuando el Mas Cupido les dijo entre deshechas
Nubes de chispas: A dormir, esclavas;
azar, que me conduce u n poco á su ca- Plegad las alas ó entonad endechas.
pricho, me dirigió h á c i a las orillas del Las miradas más puras son mis flechas,
Rhin, el primer pensamiento que se me Y los ojos mas dulces mis aljabas.
ocurrió no es que veria l a cúpula de Cuando terminaba estos versos l l e g u é
Maguncia, ó la catedral de Colonia, ó el á una revuelta del camino y me detuve
Pfalz, sino que visitarla l a torre de las bruscamente. H é aquí lo que tenia de-
Ratas. lante de m í . A mis piés el Rhin, corrien-
Juzga, pues, el efecto que me produ- do y precipitándose en las malezas con
cirla á m í , pobre poeta crédulo, si no un m u r m u l l o ronco y furioso, como si
creyente, y pobre anticuario apasionado escapase de un m a l paso; á derecha é iz-
como soy. E l crepúsculo sucedía lenta- quierda m o n t a ñ a s , ó mejor dicho, gran-
mente al dia, las colinas se oscurecían des masas de oscuridad perdiendo su
los árboles se ennegrecían, algunas estre cúspide en las nubes de un cielo sombrío
lias chispeaban, el R h i n murmuraba en salpicado de algunas estrellas; en el fon-
la sombra, nadie pasaba por el camino do, por horizonte una inmensa corti-
blanquizco y confuso que se estrechaba na de sombra; en medio del rio, á lo
para m i mirada á medida que la noche lejos, erguida dentro de un agua lisa,
se echaba encima y que se perdía, por grasicnta y como muerta, una gran tor-
decirlo así, entre vapores, á algunos re negra de una forma horrible y de
pasos delante de m í . Y o caminaba lenta- cuyo remate salía, a g i t á n d o s e en oscila-
mente con la vista clavada en la oscuri- ciones e x t r a ñ a s , ignoro q u é nebulosidad
dad; sentía que me acercaba al Maüse- rojiza. Esta claridad, que se parecía á l a
EL RHIN. 689
reverberación de a l g ú n respiradero i n - dian á las cepas y á las estacas labrar su
cendiado ó al vapor de una hornaza, ar- colina y escalar sus escombros, y deduje
rojaba sobre las m o n t a ñ a s un resplandor de a q u í que l a vecindad de un remolino
pálido y descolorido, hacia resaltar á la que por fuerza debe tener la ribera m u y
mitad de la colina en la ribera derecha abundante de pesca, encontraría proba-
una ruina l ú g u b r e , parecida á la larva blemente á la orilla del agua, cerca de la
de u n edificio, y su reflejo llegaba hasta torre, alguna c a b a ñ a de pescador de sal-
m í en el espejo fantástico del agua. F i - món. Cuando los viñadores invaden F a l -
gúrate, si puedes, ese paisaje siniestro kenstein y su r a t ó n , los pescadores bien
vagamente dibujado por luces y tinie- pueden afrontar á Hatto y sus ratas.
blas. No me e n g a ñ ó . Sin embargo, m a r c h é
A todo esto, n i un rumor humano en aun largo rato sin encontrar nada. L l e -
esta soledad, n i un grito de ave; un si- g u é al punto de la ribera m á s vecino á
lencio glacial y profundo, turbado única- a ruina, lo pasó, llegué casi hasta el
mente por el lamento irritado y monóto- confluente del Nahe, y y a desesperaba de
no del Hhin. encontrar u n batelero, cuando, descen-
Tenia á la vista el M a ü s e t h u r m . diendo hasta los mimbres de la orilla,
Y o no me lo habia imaginado nunca apercibí una de esas grandes arañas-re-
tan espantoso. Todo lo temia: l a noche, des de que te he hablado. A algunos
las nubes, las m o n t a ñ a s , las cañas entre- Dasos de la red estaba amarrada una
chocándose, el ruido del rio lleno de Darca, en la cual dormia un hombre en-
secreto horror, como si se oyese el sil- vuelto en una manta. E n t r é en la barca,
bido de las hidras ocultas debajo del desperté a l hombre, le enseñó uno de
agua; los soplos tristes y débiles del vien- esos grandes escudos de Sajonia que va-
to, l a sombra, el abandono, el aislamien- len dos florines cuarenta y dos kreutzers,
to y hasta el vapor de la hornaza encima es decir, seis francos; me comprendió, y
de la torre, hasta el alma de Hatto! algunos minutos después, sin haber d i -
Estaba en presencia de m i sueño; ¿con- cho una palabra, como si nosotros mis-
t i n u a r í a siéndolo para mí? mos hubiésemos sido dos espectros, na-
Entonces me asaltó una idea, la m á s v e g á b a m o s hácia el M a ü s e t h u r m .
sencilla del mundo, porque en aquel mo- Cuando estuve en medio del rio me
mento me hizo el efecto de u n vértigo; pareció que la torre, á l a que nos acercá-
quise sobre la marcha, á aquella hora, bamos, en lugar de crecer, disminuía; era
sin esperar al dia siguiente, sin aguardar la grandeza del R h i n l a que la achicaba.
á que se hiciese de dia, abordar esta Este efecto duró poco. Como habia to-
ruina. Tenia la aparición á la vista, la mado el bote en u n punto de la ribera
noche era profunda, el pálido fantasma situado m á s alto que el M a ü s e t h u r m , ba-
del arzobispo se alzaba sobre el Rhin j á b a m o s el R h i n y a v a n z á b a m o s rápida-
este era el momento de visitar la torre mente.
de las Ratas. Y o tenia los ojos fijos en la torre, en
Pero, cómo hacerlo? ¿Dónde encontrar cuya cúspide aparecía siempre el vago
un bote á t a l hora y en t a l lugar? Atra- resplandor, que veia ahora agrandarse
vesar el Rhin á nado hubiese sido llevar distintamente, á cada golpe del remo, de
hasta la exageración el gusto por los es una manera que, no sé por qué, me pa-
pectros. A d e m á s , aun cuando hubiese recía terrible. De pronto sentí aplomarse
sido m u y buen nadador y demasiado loco bruscamente la barca debajo de m í como
para haberme decidido á realizar este si el agua se plegase debajo de ella; la
capricho, la existencia precisamente en sacudida hizo rodar m i bastón á mis
aquel sitio, á algunas brazas del Maüse piés; miró á m i compañero, él t a m b i é n
t h u r m , de un remolino de los m á s temi me miró con una sonrisa que, iluminada
bles, el Bingerloch, que se e n g u l l í a en siniestramente por l á reverberación so-
otro tiempo las galeotas como u n tibu brenatural del M a ü s e t h u r m , tenia algo
ron se traga un arenque, y para el que de espantosa, y me dijo: Bingerloch. Es-
es indudable que u n nadador tenia t á b a m o s en el remolino.
menos importancia que un gobio, me E l bote giró; el hombre se levantó, co-
hubiese contenido. Estaba, pues, vio- gió un bichero con una mano y una
lento. cuerda con l a otra, sumergió el bichero
Siguiendo m i camino para acercarme en el agua, afianzándose en él con todo
á la ruina, me acordó que las palpitacio- su peso, y se puso á marchar sobre la bor-
nes de la campana de plata y los apare- da. Mientras marchaba, los bajos de l a
cidos del castillejo de Velmich no impe barca rozaban, produciendo un ruido so-
TOMO I V . 87
690 OBRAS DE VICTOR HUGO.

noro, la cresta de las rocas ocultas de- lentitud, á causa de las puntas de las
bajo del agua. rocas que aparecían mezcladas con las
Esta delicada maniobra se hizo senci- malezas, sentí pasar r á p i d a m e n t e por
llamente, con maravillosa destreza y ad- junto á m í , casi por entre mis pies, una
mirable sangre íria, y sin que el hombre masa redonda y negra, y me pareció ver
profiriese una palabra. una rata gorda huir en medio de las
De repente sacó su bichero del agua cañas.
y lo tuvo asegurado horizontalmente, A todo esto continuaba oyendo el re-
echando uno de los cabos de la cuerda chinamiento.
fuera del bote. L a barca se detuvo ruda- No dejé por esto de avanzar: á los po-
mente. Abordamos. cos pasos estuve delante de la puerta.
Aleó los ojos. A cosa de medio tiro de Esta puerta, que el arquitecto del per-
pistola, en una p e q u e ñ a isla que no se verso obispo habia practicado á algunos
distingue desde la orilla del rio, se le- pies del suelo, probablemente para ofre-
vantaba el M a ü s e t h u r m , sombrío, enor- cer con este escalamiento u n obstáculo á
me, terrible, recortado en su cúspide, an- las ratas, habia sido en otro tiempo la
cha y profundamente carcomido en su entrada de la habitación baja de la torre;
base, como si las ratas espantosas de la ahora y a no existían en la ruina n i
leyenda se hubiesen comido hasta las habitaciones bajas n i habitaciones altas.
piedras. Todos los pisos caldos unos sobre otros,
L a luz no era una luz; era un resplan- todos los cielos rasos sucesivamente des-
dor brillante y feroz que despedía á lo moronados, han hecho del M a ü s e t h u r m
lejos largos rayos hasta las m o n t a ñ a s y una sala cerrada entre cuatro altas m u -
salia por las grietas y los vanos disíor rallas, que tiene por suelo los escombros
mes de la torre, como por los agujeros de y por cielo raso las nubes del cielo.
una linterna sorda gigantesca. Entre tanto a v e n t u r ó m i mirada en el
Me pareció oir en el fatal edificio una interior de esta sala, de donde sallan u n
especie de ruido singular, estridente rechinamiento tan e x t r a ñ o y u n resplan-
continuo, semejante á u n rechinamiento. dor tan extraordinario.
Pase el pié en tierra, hice señal al ba- Hó a q u í lo que v i :
telero de que me esperase y me a d e l a n t ó E n un á n g u l o que hacia frente á la
hácia l a ruina. puerta habia dos hombres. Estos dos
Por fin llegaba á ella. hombres me volvían la espalda. Se i n -
Aquella era la torre de Hatto, aquella clinaban, el uno agachado y el otro en-
era l a torre de las Ratas, el ¡Maüse- corvado, hácia una especie de torno de
thurm!; lo tenia ante mis ojos, á algunos hierro, que con u n poco de i m a g i n a c i ó n
pasos de mí, iba á entrar en él! se hubiese podido tomar por u n instru-
Entrar en lo que habia sido el objeto mento de tortura. T e n í a n los piés des-
constante de una pesadilla, marchar por calzos, los brazos desnudos, iban vestidos
dentro de esa pesadilla, tocar las pie- de harapos, llevaban unos pedazos cua-
dras de una pesadilla, arrancar l a yerba drados de cuero en las rodillas y una
de una pesadilla, mojarse los pies en el gruesa chaqueta con capucha que caia
agua de una pesadilla, esto á la verdad sobre la espalda. E l uno era viejo, yo
dispertaba allí una sensación extraor- veía sus cabellos grises; el otro era j ó ven,
dinaria. yo veía sus cabellos rubios, que parecían
L a fachada hácia la cual me dirigí te- rojos, gracias al reflejo de p ú r p u r a de u n
nia abierta una ventanillla en el desván gran horno encendido en el á n g u l o
y cuatro ventanas desiguales, todas i l u - opuesto de l a ruina. E l viejo tenia su ca-
minadas, dos en el primer piso, una en p u c h ó n inclinado á la derecha, como los
el segundo y otra en el tercero. A la al- güelfos; el jóven lo llevaba inclinado á
t u r a de un hombre, por debajo de las dos la izquierda, como los gibelinos. No obs-
ventanas del primer piso, se abria de par tante, n i era güelfo el uno n i gibelino el
en par una puerta baja y ancha, que^ se otro; no eran tampoco dos verdugos, n i
unia a l suelo por -medio de una maciza dos demonios, n i dos espectros; eran dos
escala de madera con tres escalones. herreros. Este horno, donde se enrojecía
Esta puerta, que arrojaba m á s claridad una larga barra de hierro, era su chime-
t o d a v í a que las ventanas, estaba provista nea. E l fulgor, que figuraba de un modo
de una hoja de encina groseramente aco- tan e x t r a ñ o en este melancólico paisaje
plada, que el viento del rio hacia rechi- el alma de Hatto cambiada por el infier-
nar dulcemente sobre sus goznes. A l d i - no en l l a m a viva, era el fuego y el humo
rigirme hácia esta puerta con bastante de esta chimenea. E l rechinamiento era
EL RHIN, 691
el ruido de una lima. Cerca de la puerta, t a l modo toda forma, que seria imposible
al lado de una cubeta llena de agua, conjeturar ninguna fecha. E l muro, des-
dos martillos de mangos largos descan- cortezado a q u í y allá, traza en las paredes
saban en un yunque; este es el yunque exteriores una le^ra horrible. Piedras i n -
que oí cerca de una hora antes y que me formes, que han sido almenas ó barbaca-
dió pió para hacer los versos que has nas, figuran en la cúspide del edificio
leido. dientes de marsopla ó huesos de masto-
De modo que hoy el M a ü s e t h u r m es donte afianzados en la muralla.
una fragua. ¿Por q u é no h a b r í a podido E n lo alto de la torrecilla y en la ex-
ser en otro tiempo aduana? Y a ves, ami- tremidad de una larga asta flota y des-
go m i ó , que decididamente Mauth quizá garra el viento u n triste girón blanco y
no iba descaminado. negro. E n c o n t r é en el acto no sé q u é
No hay nada m á s degradado n i m á s a r m o n í a entre esta ruina de duelo y este
decrépito que el interior de esta torre. pingajo fúnebre. Era sencillamente l a
Estos muros, en los cuales se clavaron bandera prusiana.
las espléndidas tapicerías episcopales; Recordó, en efecto, que los dominios
donde las ratas, dicen las leyendas, roye- del gran duque de Hesse terminan en
ron por todas partes el nombre de Hatto, Bingen. L a Prusia rhenana comienza
estos muros están en la actualidad des- a l l í .
nudos, arrugados, desgastados por la Te ruego que no tomes en m a l sentido
lluvia, por fuera coloreados de verde por lo que te digo acerca de la bandera de
las brumas del rio y por dentro ennegre- Prusia. Te hablo del efecto que me pro-
cidos por el humo de la fragua. dujo y nada m á s . Todas las banderas
Los dos herreros eran de lo mejor que son gloriosas; el que ama la bandera de
se conoce en el mundo. S u b í la escala y Napoleón no i n s u l t a r á j a m á s la bandera
entré en la ruina. Me enseñaron al lado de Federico.
de su chimenea la puerta estrecha y Después de haberlo visto todo y cogido
agrietada de una torrecilla sin ventanas, una ramita de euforbio, dejó el Maüse-
hoy inaccesible, donde, dijeron ellos, el thurm. M i batelero se habia vuelto á dor-
arzobispo se refugió desde el primer mo- mir. E n el momento que cogió de nuevo
mento. su palo de virar y la barca se alejó de l a
Después me prestaron una linterna y isla, los dos herreros volvieron otra vez
pude visitar toda la islita. Era una larga al yunque, y oí silbar en l a cubeta de
y estrecha lengua de tierra, donde crece agua l a barra de hierro roja que acaba-
por todas partes, en medio de un ceñidor ban de sumergir en ella.
de juncos y de cañas, la eujphorha offici- Ahora, q u é te diré? Que media hora
nalis. A cada paso, recorriendo esta isla, después estaba en Bingen, que tenia mu-
el pié tropieza con montecillos ó se hun- cha hambre, y que después de cenar, á
de en las g a l e r í a s subterráneas. Los pesar de que estaba fatigado y que era
topos han reemplazado allí á las ratas. muy tarde, y los honrados vecinos esta-
E l R h i n ha descarnado y puesto al ban entregados al sueño, subí al K l o p p ,
descubierto la punta oriental del islote, viejo castillo arruinado que domina á
que lucha como una proa contra su cor- Bingen, mediante un thaler que ofrecí
riente. No hay allí tierra n i vegetación; con este objeto.
solo existe una roca de m á r m o l rosado Allí disfrutó de un espectáculo digno
que, al resplandor de m i linterna, me de cerrar esta jornada, en l a que habia
pareció veteada de sangre. visto tantas cosas y recibido la impre-
Sobre este m á r m o l está construida la sión de tantas ideas.
torre. L a noche atravesaba su hora m á s
L a torre de las Ratas es cuadrada. L a adormecida y m á s profunda. Por debajo
torrecilla, cuyo interior me señalaron los de m í u n m o n t ó n de casas negras y a c í a
herreros, tiene u n relieve pintoresco en como u n lago de tinieblas. No habia en
el lado que mira hácia Bingen. E l corte toda la ciudad m á s que siete ventanas
pentagonal de esta torrecilla larga y ele- iluminadas. Por una e x t r a ñ a casualidad,
vada y las barbacanas postizas en las esas siete ventanas, parecidas á siete es-
cuales se apoya, indican una construc- trellas rojas, reproducian con perfecta
ción del siglo once. Por debajo de la tor- exactitud la Osa mayor, que centelleaba
recilla es por donde las ratas parece que en aquel mismo instante, pura y blanca,
han roido profundamente la base de la en el fondo del cielo; de t a l manera, que
torre. la majestuosa constelación, encendida á
Los vanos de la torre han perdido de millones de leguas por encima de núes»
692 OBRAS DE VICTOR HUGO.

tras cabezas, parecía reflejarse á mis piés otro tiempo creyó en el emperador. L a
en un espejo de t i n t a . soledad obra siempre de esta manera
sobre la inteligencia; ella desarrolla la
poesía que existe siempre en el hombre;
CARTA. X X I . todo pastor es soñador.
He escrito, pues, este cuento azul en
el lugar mismo donde pasó, oculto en el
Leyenda del hermoso Pecopin y de l a foso, sentado en un pedrusco que fué
bella Bauldonr. roca en otro tiempo, que se transformó
en torre el siglo doce y que volvió á con-
I.—Leyenda. vertirse en lo que es, cogiendo de cuan-
IL—El ave Fénix y el planeta Venus.
I I I . —Donde se explica la diferencia que hay entre el oido de un
do en cuando una flor salvaje para que
jóveny el oido de un viejo. la aspirase el alma, uno de esos lirios
IV. —Donde se trata de las diversas cualidades propias de las di- que huelen tan bien y mueren tan pron-
versas embajadas.
V. —Buen efecto de una buena idea. to, y mirando do quiera la yerba verde
VI. —Donde se vé que hasta el mismo diablo comete una falta por y el cielo radiante, mientras que gran-
ser glotón, des nubarrones de oro se desgarran en
V I I . —Amigables proposiciones de un viejo docto retirado en una
cabana de follaje. las sombrías ruinas del Falkenburg.
VIH.—El cristiano errante. Esto dicho, hó a q u í la historia:
IX. —En donde se vé qué es lo que sirve de entretenimiento á un
enano en un bosque.
X. —Equis eanibusque. I.
XI. —A lo que uno se expone montando un caballo que no co-
noce. Leyenda.
XII. —Descripción de un mal albergue.
XIIL—A tal posada, tal mesa redonda.
XIV. —Nueva manera de desmontar. Pecopin el hermoso amaba á Bauldour
XV. —Donde se vé cuál es la figura retórica que Dios usa con
más frecuencia.
la bella y la bella Bauldour amaba al
hermoso Pecopin. Pecopin era hijo del
XVI. —Donde se trata la cuestión de si se puede reconocer al que
no se ha conocido. burgrave de Sonneck y Bauldour era
XVII. —Observaciones que se le ocurrieron á la entrada.
hija del señor de Falkenburg. E l uno
XVIII. —Donde aprenderán los espíritus graves cuál es la más
impertinente de las metáforas. era dueño del bosque, el otro de la mon-
t a ñ a . Ahora bien, ¿qué cosa mas natural
XIX. —Bellas y prudentes palabras de cuatro filósofos bípedos
adornados con plumas.
que enlazar la m o n t a ñ a con el bosque?
Entendiéronse los dos padres y Bauldour
fué prometida á Pecopin.
Bingen, Agosto. Aquel dia era uno de los de A b r i l : en
Te habia prometido una de las famo- el bosque los sauces y ogiacantas a b r í a n
sas leyendas del Falkenburg, quizás la al sol sus corolas; m i l pequeñas y encan-
m á s bella, la sombría aventura de G-un- tadoras cascadas, nieves y lluvias cam-
t r a m y de Liba; pero he reflexionado. ¿A biadas en arroyos, horrores del invierno
q u é contarte cuentos que el primer cu- convertidos en gracias de la primavera,
rioso recien llegado te referirá, y te refe- saltaban armoniosamente por la monta-
r i r á mejor que yo? ña, y el amor, ese A b r i l del hombre, can-
Mas ya que quieres absolutamente taba, resplandecía y se espaciaba en el
historias para tus niños, hó a q u í una, corazón de los dos amantes.
amigo m i ó . Es una leyenda que positi- E l padre de Pecopin, viejo y valiente
vamente no e n c o n t r a r á s en n i n g ú n le- caballero, honor del Nahegan, m u r i ó
gendario. Te la envió t a l como la he poco tiempo después de firmarse los es-
escrito al pié de las mismas murallas del ponsales, bendiciendo á su hijo y reco-
edificio desplomado, teniendo ante mis m e n d á n d o l e á Bauldour. Pecopin lloró;
ojos el fantástico bosque de Sonn, é ins- después, poco á poco, de la tumba que
pirado, así me lo he llegado á creer, por encerraba el cuerpo de su padre, sus m i -
los árboles, los pájaros y el viento de las radas se fueron dirigiendo al dulce y
ruinas. Acabo de hablar con ese viejo radiante rostro de su prometida y se
soldado francés que se ha convertido en consoló. Cuando la luna se levanta,
pastor de estas m o n t a ñ a s y se ha vuelto quién se acuerda del sol puesto?
casi salvaje y casi hechicero; ¡singular Pecopin tenia todas las cualidades de
fin para u n tambor mayor del 37.° de un caballero, de u n joven y de un hombre;
ligeros! Este buen hombre, antiguo sol- Bauldour era una reina en su casa, una
dado de los ejércitos volterianos de la virgen santa en la iglesia, una ninfa en
Hepública, me ha parecido que cree hoy los bosques y una hada en el trabajo.
en las hadas y en los gnomos, como en Pecopin era gran cazador y Bauldour
EL RHIN. 693
muy buena hilandera. N i n g ú n motivo polvo y fatigado. Bauldour refunfuñaba
de ódio existe entre el huso y el morral nurmuraba un poco y dejaba brillar una
de red que usan los cazadores. L a hilan- á g r i m a en sus ojos azules; pero Pecopin
dera hilaba mientras cazaba el cazador. Desaba su p e q u e ñ a mano y ella se calla-
Hallándose ausente el amante, la rueca ba; Pecopin besaba su hermosa frente y
consuela y ahuyenta los enojos. L a j a u - ella sonreía.
r í a aulla, el tomo canta. L a j a u r í a , que L a frente de Bauldour era blanca, pu-
se oye apenas allá á lo lejos, mezclado ra y admirable como l a trompa de caza
su sonido con el de la trompa de caza y de marfil del rey Carlo-Magno.
perdidos sus ecos en la profundidad de Después se retiraba á su torrecilla y
los jarales, dice envanecida y en voz ecopín á la suya. J a m á s p e r m i t í a que
baja que llega al oido como un rumor: el jóyen la abrazase. U n a noche él apre-
"Piensa en t u amante,,. E l torno, que tó ligeramente su brazo y ella se puso
obliga á la bella hilandera á bajar los encendida como la grana. Estaba pro-
ojos, dice m u y alto y sin cesar, con su metida y no casada. Pudor en la mujer
vocesita dulce y severa: '^Piensa en t u es lo que la g a l a n t e r í a en el hombre.
marido,,. Y todo v á bien cuando el mari-
do y el amante piensan en una misma
cosa. II.
Casad, pues, á l a hilandera con el ca- El ave Fénix y el planeta Venus.
zador y nada temáis.
No obstante, fuerza es decirlo, Pecopin Los dos se adoraban.
tenia u n delirio por la caza. Cuando Pecopin t e n í a en su sala de armas de
montaba su caballo y tenia el halcón en Sonneck un gran cuadro dorado repre-
su p u ñ o , ó cuando seguia con la vista sentando el cielo y los nueve cielos, cada
su presa y oia el ladrido feroz de sus sa- planeta con su color propio y á su lado
buesos de torcidas piernas, p a r t í a , vola- su nombre escrito con bermellón; Satur-
ba, lo olvidaba todo. E n ninguna cosa no, blanco aplomado; J ú p i t e r , claro, pero
conviene excederse. L a dicha tiene j)or chamuscado y un poco sanguino; Venus
base la moderación. Q-uardad el equili- la oriental, encendido; Mercurio, chis-
brio en vuestros gustos y no soltéis la peante; la Luna, con su baño plateado; el
brida á vuestros apetitos. E l que ama Sol, todo fuego y despidiendo rayos. Pe-
demasiado á los caballos y á los perros copin borró el nombre de Venus y escri-
ofende á las mujeres; el que ama dema bió en su lugar Bauldour.
siado á las mujeres ofende á Dios. Bauldour tenia en su c á m a r a reserva-
Cuando Bauldour, y esto sucedía con da una tapicería de lizos altos, en l a
frecuencia, cuando Bauldour veía á Pe cual estaba figurado u n pájaro de l a
copin dispuesto á partir montado en su magnitud de un águila, con el cerco del
caballo, que relinchaba de alegría y es cuello dorado, el cuerpo de color de
taba m á s arrogante de llevarle que si hu púrpura, la cola azul, mezclada de p l u -
biese conducido á Alejandro el Grande mas encarnadas, y sobre la cabeza crestas
en traje imperial; cuando ella veía á Pe sobrepuestas de un penacho de plumas.
copin acariciarle, pasarle la mano por el Debajo de este pájaro maravilloso el ar-
cuello y , alejando la espuela de los cos- tífice había escrito esta palabra griega:
tados, presentarle un manojo de yerba Pierna?. Bauldour borró esta palabra y
para refrescarle, Bauldour tenia celos del bordó en su lugar este nombre: Fecopin.
caballo. Cuando Bauldour, esa noble y Entre tanto el dia fijado para la boda
altiva dama, ese astro de amor, de j u - se aproximaba. Pecopin estaba alegre y
ventud y de belleza, veia á Pecopin aca- Bauldour era feliz.
riciar su dogo y acercar amigablemente En la m o n t e r í a de Sonneck h a b í a u n
á su agradable y varonil rostro aquella picador, m á s bien dicho, un bribón de
cabeza roma, aquellas gruesas narices, siete suelas, de fácil palabra y malicioso
aquellas anchas orejas y aquella boca consejo, que se llamaba Erilangus. Este
negra, Bauldour tenia celos del perro. hombre, en otro tiempo muy buen arque-
Entonces sucedía que se iba á su apo- ro, h a b í a sido solicitado para casarse por
sento, irritada y triste, y lloraba. Des- muchas aldeanas del país de Lorch; pero
pués reñía á sus doncellas, y después de rechazó los ofrecimientos de las interesa-
sus doncellas á su enano, pues la cólera das y se hizo perrero. U n día que Peco-
de las mujeres es como l a lluvia en el pin le preguntaba la razón de esta nega-
bosque; cae dos veces. Bis pluit. tiva, Erilangus le contestó: Monseñor, los
Pecopin llegaba por la noche lleno de perros tienen siete especies de rabia y las mu-
694 OBRAS DE VICTOR HUGO.

jeres mil. Otro dia tuvo conocimiento de gallina, que no se veia porque estaba en
que se iba á verificar p r ó x i m a m e n t e la el corral de la alquería. Algunos pasos
boda de su señor, y dirigiéndose á él m á s allá, un viejo encorvado por los
atrevidamente, le dijo: Señor, ¿por qué os años colocaba á lo largo de una pared
casáis? Pecopin echó de su casa al per- troncos para el invierno. Viendo acer-
rero. carse á Pecopin, se volvió, y enderezán-
Esto hubiese podido inquietar al caba- dose le dijo:
llero, pues Erilangus tenia un espíritu —Caballero, ¿oís lo que dicen esos p á -
sutil y una feliz memoria. Pero la ver- jaros?
dad es que el perrero entró en la casa del —¿Y á m í q u é me importa lo que
m a r q u é s de Lurace, donde al poco tiem- puedan decir, buen hombre? contestó
po se le n o m b r ó primer montero, y Pe- Pecopin.
copin no volvió á oir hablar m á s de él. —Señor, replicó el campesino, para el
L a semana anterior á la que debia jóven el mirlo silba, el grajo g á r r u l a , la
efectuarse la boda, Bauldour hilaba en urraca chilla, el cuervo grazna, el palo-
el alféizar de una ventana. Su enano mo arrulla, la gallina cacarea; para el
vino á advertirle que Pecopin subia la viejo los pájaros hablan.
escalera. E l l a quiso correr para salir al E l caballero se echó á reir.
encuentro de su prometido; pero al le- •—Válgame Dios! eso es desvariar.
vantarse de su silla, que era de respaldo E l viejo replicó gravemente:
recto y esculpido, se enredó un pié en el —No tenéis razón, señor Pecopin.
hilo de la rueda y cayó. L a pobre Baul- —¿Cómo sabéis m i nombre, exclamó
dour se levantó. No se habia hecho nin- el jóven, si nunca me habéis visto?
g ú n daño, pero se acordó que en otro •—Los pájaros son los que lo dicen, res-
tiempo á la castellana L i b a le sucedió pondió el campesino.
u n accidente igual á éste, y sintió opri- —Sois un viejo loco, buen hombre,
mírsele el corazón. dijo Pecopin.
Pecopin entró radiante de felicidad, Y pasó adelante.
le habló de su matrimonio y de su di- P r ó x i m a m e n t e una hora después, al
cha, y la nube que ella tenia en el alma atravesar un campo raso, oyó el sonido
se evaporó. de las trompas de caza y vió aparecer
en el bosque una porción de elegantes
III. caballeros: era el conde palatino que iba
de cacería, a c o m p a ñ a d o de los burgra-
Donde se explica la diferencia que hay entre el oido ves, que son los condes de los castillos;
de un joven y el oido de un viejo. de los wildgraves, que son los condes de
los bosques; de los landgraves, que son
A l dia siguiente Bauldour hilaba en los condes de las tierras; de los rhingra-
su aposento y Pecopin cazaba en el bos- ves, que son los condes del Rhin, y de
que. Estaba solo y tenia ú n i c a m e n t e un los rangraves, que son los condes del de-
perro. Siguiendo el azar de la caza, lle- recho de la fuerza. U n gentil-hombre del
g ó cerca de una a l q u e r í a que estaba á la pfalzgraf, llamado Q-airefroi, vió á Peco-
entrada del bosque de Sonn, y que mar- p i n y le dijo:
caba el límite de los dominios de Son- —Hola, bello cazador! ¿Queréis venir
neck y de Falkenburg. Esta alquería es- con nosotros?
taba sombreada al Oriente por cuatro —Dónde vais? dijo Pecopin.
grandes árboles, u n fresno, u n olmo, un —Bello cazador, respondió G-aírefroi,
pino y una encina, los cuales se llamaban vamos á cazar un milano que vaga por
en el pais los cuatro evangelistas. Parece Heimburg y que destruye nuestros fai-
que estos árboles eran mágicos. Cuan- sanes; vamos á cazar un buitre en
do Pecopin pasó por bajo su sombra, Vaugsberg que extermina nuestros al-
cuatro pájaros estaban encaramados en cotanes, y vamos á cazar un á g u i l a á
los cuatro árboles; u n grajo en el fresno, Hheinstein que mata los esmirejones.
un mirlo en el olmo, una urraca en el Venid con nosotros.
pino y un cuervo en la encina. Los cua- — C u á n d o estaréis de vuelta? p r e g u n t ó
tro gorjeos ó cantos de estos cuatro ani- Pecopin.
males de pluma se mezclaban de u n — M a ñ a n a , dijo GaírefroL
modo extravagante, y parecia que unos —Entonces os sigo, contestó Pecopin.
á otros se preguntaban y se respondían. L a caza duró tres dias. E l primer dia
A d e m á s se oia á un palomo, que no se Pecopin m a t ó el milano, el segundo el
veia porque estaba en el bosque, y una buitre y el tercero el águila. E l conde
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palatino se maravilló al ver un arquero diálogo; luego hizo esfuerzos por com-
tan excelente. prender y no se dió explicación de lo que
—Caballero de Sonneck, le dijo, yo te e sucedía; después se volvió á dormir, y
doy el feudo de Rhineck, situado j u n t o á á la m a ñ a n a siguiente, cuando el d í a
m i torre de Q-uteníels. Vas á seguirme á apareció y vió el hermoso sol, que des-
Stahleck para recibir la investidura y vanece los espectros, disipa los sueños y
prestarme pleito-homenaje, i n mallo pu- dora las ilusiones, ya no se volvió á
blico et coram scabinis, como dicen las car- acordar n i de los cuatro árboles, n i de
tas del santo emperador Carlo-Magno. los cuatro pájaros.
Era preciso obedecer. Pecopin envió
á Bauldour u n mensaje en el cual le IV.
anunciaba tristemente que la graciosa
voluntad del pfalzgraf le obligaba á di- Donde se trata de las diversas cualidades propias de las
rigirse sin pérdida de tiempo á Stahleck diversas embajadas,
para tratar de un asunto m u y grave ó
importante. Pecopin era u n hidalgo de renombre,
•—Estad tranquila, señora mia, a ñ a d i a
de raza, de genio y de figura. U n a vez
al terminar; yo estaró de vuelta el mes introducido en l a corte del pfalzgraf, ó
que viene. instalado en su nuevo feudo, cayó tan en
E l mensajero partió. gracia al palatino, que este digno prín-
Pecopin siguió al palatino y fué á cipe le dijo u n dia:
dormir con los caballeros de la comiti- — A m i g o , voy á enviar una embajada
va del príncipe en el castillo de Bacha- á m i primo el de Borgoña, y te he elegi-
rach. Aquella noche soñó que se encon- do para que desempeñes el papel de em-
traba en la entrada del bosque de Son- bajador, en razón al gentil nombre que
neck, y que veia l a a l q u e r í a , los cuatro
llevas.
árboles y los cuatro pájaros; los pájaros Pecopin debió hacer lo que quería su
no chillaban, n i silbaban, n i cantaban, príncipe.
pero hablaban. Sus cantos y gorjeos, en Llegado á Dijon, se hizo distinguir de
los cuales mezclaban t a m b i é n sus voces
tal manera por su bella palabra, que el
la gallina y el palomo, se hablan cam duque le dijo una tarde, después de ha-
biado en este e x t r a ñ o diálogo, que Peco-
ber vaciado tres sendos vasos de vino de
p i n dormido oyó distintamente: Bacharach:
E L GRAJO.
—Señor Pecopin, sois nuestro amigo;
El pichón está en el bosque. yo tengo algunas cuestiones que tratar
E L MIRLO.
con monseñor el rey de Francia, y con-
En el corral dice aun tando con el conde palatino que me per-
la gallina: Pecopin! mite os envíe cerca del rey, os he elegido
E L GRAJO. para embajador, teniendo en considera-
El pichón dice: BauldourI ción vuestra ilustre raza.
E L CUIRVO. Pecopin fué á P a r í s .
El señor está viajando. E l rey le cobró afecto, y l l a m á n d o l e
LA URRACA.
aparte una m a ñ a n a :
Y ella está en la torra. Chut!
E L GRAJO.
— A fó mia, caballero Pecopin, le dijo,
Volverá de Alepo él? puesto que el palatino os ha prestado a l
E L MIRLO. borgoñon para el servicio de Borgoña, el
De Fez? borgoñon creo que os prestará al rey de
E L CUERVO. Francia para el servicio de l a cristian-
O de Damanhour? dad. Necesito un caballero de la m á s
LA URRACA. alta nobleza para que vaya de m i parte á
La gallina y el pichón hacer ciertas advertencias al miramamo-
han apostado, según
parece, por... l i n de los moros en E s p a ñ a , y os he ele-
LA GALLINA. gido por embajador en atención á vues-
Pecopin! tro claro talento.
Pecopin! Se puede negar el voto al emperador,
E L PICHON.
pero no se puede negar nada al rey de
Bauldour! Bauldour! Francia; Pecopin dirigió sus pasos hácia
Pecopin, al despertarse, sintió que le E s p a ñ a .
b a ñ a b a su cuerpo un sudor frió; en se- E n Q-ranada el miramamolin le acogió
guida se acordó del viejo y se espantó perfectamente y le invitó á las zambras
sin saber por qué, de este sueño y de este de la Alhambra. Todos los días se cele-
696 OBRAS DE VICTOR HUGO.

braban fiestas, corridas de cañas y de ro cristiano. E l t a l era m u y celoso y algo


lanzas y cazas con el halcón, y Pecopin mágico. Convidó á Pecopin á una fiesta,
tomaba parte en ellas, como gran justa- y al ser de noche le condujo á lo m á s
dor y gran cazador que era. E n su cali- alto de una torre. Pecopin, descuidada-
dad de moreno muy subido, el mirama- mente, llegó demasiado cerca del parape-
molin tenia buenos alcotanes, excelentes to, que era m u y bajo, y el califa le habló
tormelas y admirables tunecinos, y con en estos términos:
este motivo hubo en las cazas los inci- •—Caballero, el conde palatino te envió
dentes m á s bellos que se pueden imagi- al duque de B o r g o ñ a en consideración á
nar. A pesar de todo esto, Pecopin no t u nombre distinguido; el duque de Bor-
olvidó los negocios que le habia encar- g o ñ a te envió al rey de Francia en con-
gado el rey de Francia. Cuando u l t i m ó sideración á t u noble estirpe; el rey de
l a negociación, el caballero se presentó Francia te envió al miramamolin de Gra-
en el palacio del s u l t á n para despedirse, nada en consideración á t u claro talento;
•—ílecibo vuestro adiós, caballero cris- el miramamolin de G-ranada te envió al
tiano, dijo el miramamolin, porque vais califa de Bagdad en consideración á t u
en efecto á partir en seguida para Bag- arrogante figura; y yo, en consideración
dad. á t u nombre distinguido, á t u noble es-
•—Para Bagdad! exclamó Pecopin. tirpe, á t u claró talento y á t u arrogan-
—Sí, caballero, repuso el príncipe te figura, te envió al diablo,
moro; pues yo no puedo firmar el tratado Pronunciando esta ú l t i m a palabra, el
con el rey de Paris sin el consentimiento califa empujó violentamente á Pecopin,
del califa de Bagdad, que es el príncipe el cual perdió el equilibrio y cayó desde
de los creyentes. Tenia que enviarse para | lo alto de la torre,
esto una persona de importancia, y os
he elegido por embajador, teniendo en
consideración vuesta interesante figura. V.
Cuando se está entre los moros se hace Buen efecto de una buena idea.
lo que los moros quieren. Son perros ó
infieles. Terrible es el r e l á m p a g o que hiere la
Pecopin fué á Bagdad. pupila del hombre en el momento que
Allí tuvo una aventura. cae en u n abismo y que le presenta á la
U n dia se paseaba por debajo los m u vez la vida de la cual v á á salir y la
ros del Serrallo, y al verle la sultana fa- muerte en ]a que va á entrar. E n ese m i -
vonta tan bello tan triste y tan altivo, nuto supremo>eo0pini desvanecido, en-
se enamoro de el. vió su último pensamiento á Bauldour y
Le envió una esclava negra que ha- llevó la man^ . gu coraz.on lo que h i / 0
bló al caballero en el j a r d m de la ciudad, sin pensar tooaSe el t a l i s m á n . Ape-
j u n t o a u n tilo microphylla que aun ^ag roza^on 3US dedos ia turquesa, m 4 | i
existe todavía, y le entregó u n talismán, oa|SÍntió qu6era llevado c o ¿ 0 8Í t u v i ° e
aicienoole: ajas ^ caja ge oernia en ios aires.
- E s t o procede de manos deuna prin- De esta maneri; voló t o d a l a noche A1
cesa que os ama, pero que no vecéis Ja- d tar e l d i a i a m a l l 0 invisible que
mas. Guardad este t a l i s m á n . Mientras le le d 'ositó en una j ^
lo levéis seréis jóven. Cuando estéis en taria á orillas ^ mai._
peligro de muerte, tocadle y os salvara.
Pecopin, por lo que pudiera ser, aceptó
el t a l i s m á n , que era una bellísima t u r - l VI.
quesa incrustada de caracteres descono-
cidos, y la prendió en l a cadena que He-1 Donde se vé que el mismo diabio comete una falta por ser
vaba colgada al cuello.
•—Ahora, caballero, añadió la esclava
a l despedirse, tened en cuenta lo que os Por este mismo tiempo habia sucedido
he dicho; mientras t e n g á i s esa turquesa al diablo una aventura desagradable y
pendiente del cuello no envejeceréis n i singular. E l diablo tiene la costumbre
u n dia; pero si la perdéis, envejeceréis en de llevarse en un saco las almas de los
un minuto todos los años que habréis de- que caen en sus garras, como puede ver-
jado tras de vos. Adiós, bello giaour. se en la fachada de la catedral de F r i -
Esto dicho, la negra se fué. burgo en Suiza, en la cual está repre-
Sin embargo, el califa habia visto acer- sentado con una cabeza de cerdo en los
carse la esclava de l a sultana al caballe- hombros, un garfio en la mano y u n
EL RHIN. 697
cesto de trapero en l a espalda, pues el - Y a lo ves, contestó el á n g e l , me son-
demonio encuentra y recoge las almas reía ahora mismo y me rio ahora.
de los perversos en los montones de i n - -Oh! volador celeste! inocentón, vete!
mundicia que el género humano deposi- replicó Asmodeo.
ta en el rincón de todas las grandes ver- Pero el á n g e l mostró el semblante se-
dades terrestres ó divinas. E l diablo no vero y le dijo:
acostumbraba cerrar su cesto, lo que faci- - D r a g ó n , oye lo que te voy á decir
litaba el medio de que se escapasen mu- de parte de A q u e l que es t u Señor: t ú no
chas almas, gracias á la celeste malicia podrás llevar esa carga de almas á la
de los ángeles; pero se apercibió de ello gehenna hasta que un santo del pa-
y puso á su cesto una buena tapa, ase- raíso ó u n cristiano caido del cielo te
gurada por un buen candado. Mas las ayude á levantarla de tierra y á cargar-
almas, que son m u y sutiles, no se apu- la en tus hombros.
raron gran cosa porque las cerrase la tapa, Esto dicho, el á n g e l abrió sus alas de
pues ayudadas por los pequeños y rosa- á g u i l a y echó á volar.
dos dedos de los querubines, encontraron E l diablo se vió m u y apurado.
aun medio de escaparse por los agujeros —Qué quiere decir ese imbécil? refun-
del cesto. A l ver esto, el diablo, despecha- fuñó entre dientes. ¿Un santo del paraí-
do, m a t ó u n dromedario, y de la piel de la so ó un cristiano caido del cielo? Pues
joroba hizo u n odre, que consiguió cerrar ya tengo para rato si he de esperar a q u í
maravillosamente con la ayuda del de- á que me vengan á prestar unos ú otros
monio Hermes, y del cual se daba por su ayuda. Diantre! ¿ P a r a q u é h a b r é lle-
m á s satisfecho cuando lo veia lleno de nado yo tanto ese pellejo? ¡Y ese necio,
almas, que u n estudiante cuando tenia que no es hombre n i pájaro, se burlaba
una bolsa llena de zequíes de oro. Ordi- de mí! Vamos! T e n d r é que esperar á q u e
nariamente en el alto Egipto y á orillas venga un santo del paraíso ó que caiga
del mar Rojo es donde el diablo llena su un cristiano del cielo. ¡Vaya una ma-
odre, después de haber dado su habitual jadería! Preciso es convenir que allá
vuelta por el pais de los paganos y los arriba se divierten con cosas de poca
incrédulos. Dicho lugar es m u y desierto; monta.
es una playa arenosa cerca de un bosque Mientras que hablaba para sí de esta
cito de palmeras, que está situado entre manera, los habitantes de Coma y de
Coma, punto donde nació San Antonio, Clisma creyeron que empezaba el trueno
y Clisma, sitio en donde m u r i ó San á retumbar sordamente en el horizon-
Sisees. te, y era que el diablo hablaba entre
U n dia el diablo habia hecho mucha dientes.
mejor caza que de ordinario y llevaba Para u n carretero metido en un atas-
alegremente su odre, cuando se volvió co, j u r a r es u n desahogo, pero salir
por casualidad y vió que á algunos pasos del atolladero es quedar descansado. E l
de él habia un á n g e l que le miraba son pobre diablo se devanaba los sesos y des-
riéndose. E l diablo alzó los hombros y variaba.
continuó apilando en su saco las almas Pero el que perdió á Eva es u n picaro
de que se habia apoderado, sin espurgar muy l a r g o . E n t r a en todas partes y
ninguna, pues todo era bueno para me- cuando quiere; lo mismo se desliza en el
ter en él. Cuando concluyó esta opera- amor que en el paraíso. A s í que conser-
ción asió el odre con una mano para va sus relaciones con San Cipriano el
cargarle sobre la espalda, pero le fué m á g i c o y aprovecha la ocasión, cuando
imposible levantarlo del suelo; tantas se le ofrece, de captarse la benevolencia
almas habia metido, y tantas eran las de otros santos, ora prestándoles pe-
iniquidades que hablan cometido, que queños y misteriosos servicios, ora di-
hacian la carga pesada y agobiosa. Co- rigiéndoles palabras lisonjeras. Como
gió entonces esta alforja del infierno con quiera que es un gran sábio, sabe la
los dos brazos, pero el segundo esfuerzo conversación que ha de dar á cada uno,
fué tan inútil como el primero; el odre y á todos los ataca por su flaco. A San
permaneció fijo, como si fuese el extremo Roberto de Y o r k le lleva panecillos de
de una roca que sale de la tierra. avena con manteca; con San Eloy habla
—Oh! almas de plomo! dijo el diablo, de cosas de p l a t e r í a y con San Teodoro
a c o m p a ñ a n d o estas palabras con otros de cosas de cocina. A l santo obispo Ger-
juramentos, y volviéndose vió al á n g e l m á n le habla del rey Childeberto, al
que le miraba riéndose.—Qué haces ahí? santo abad Wandrille del rey Dagober-
g r i t ó el demonio. to, y al santo eunuco Usthazade del rey
TOMO I V .
698 OBRAS DE VICTOR HUGO.

Sapor. A San Pablo el Simple le habla blancas, entre las cuales no es raro hallar
de San Antonio, y á San Antonio de su la almeja...
cerdo. A San Lupo le habla de su mu- — E l diablo te lleve! i n t e r r u m p i ó San
jer Pimeniole, pero á San Gromer no Nilo, que era de carácter impaciente.
le dice una palabra de su mujer Grwin- Vamos al grano. Nos has hecho perder
marie. ya u n cuarto de hora escuchando tus
E l diablo es el adulador m á s grande m a j a d e r í a s . Conque habla, que voy á
que se conoce. Corazón de hiél, boca de contar los minutos.
miel. E l diablo se inclinó humildemente.
Así en estas cosas llegaron cuatro san- —Vos contais los minutos, señor? Es
tos, que son conocidos por su estrecha una distracción noble. Entonces debéis
amistad: San Nilo el Solitario, San A u - ser del Mediodía, porque los del Medio-
tremoine, San Juan el Enano y San Me- día son ingeniosos y aficionados á las
dardo , que habian ido precisamente m a t e m á t i c a s , pues son vecinos m á s cer-
aquel dia á pasearse por las orillas del canos que los d e m á s hombres del círculo
mar Rojo. Como iban hablando, el dia- de las estrellas errantes.
blo les vió llegar cerca del bosque de Luego, de pronto, se echó á sollozar y
palmeras antes de que ellos lo distin- á golpearse el pecho con los puños.
guiesen. Incontinenti tomó la figura de — A y de m í ! ay de m í ! mis generosos
u n viejo m u y pobre y m u y achacoso, y príncipes, yo tengo un señor m u y cruel.
empezó á gritar y á lamentarse. Para levantar su m o n t a ñ a me oblig a a
Los santos se acercaron. venir á mí, pobre viejo, todos los dias á
—Qué es eso? dijo San Nilo. llenar este odre de arena á la orilla del
— A y de mí! ay de m í ! caritativos se- mar. Preciso es que la lleve á cuestas.
ñores, exclamó el diablo, venid á ayu- Cuando concluyo m i viaje empiezo otro,
darme, yo os lo suplico. Soy u n pobre y esto dura desde que asoma el alba
esclavo, y m i señor es u n hombre infame, hasta que se pone el sol. Si quiero repo-
comerciante de Fez. Vosotros sabéis m u y sar, si quiero dormir, si sucumbo á l a
bien que todos los de Fez, los moros, n ú fatiga, si el odre no está m u y lleno, man-
midas, garamantes y todos los habitan- da que se me azote. A y de m í ! yo estoy
tes de la Berbería, de la Nubia y del agobiado de miserias, de golpes y de en-
Egipto, son malos, perversos, aficionados fermedades. Ayer, después de haber he-
á las mujeres y á las relaciones ilícitas cho seis viajes durante el dia, llegó l a
temerarios, ladrones, atrevidos ó inhuma noche, y tan fatigado estaba, que no
nos, á causa de la influencia que ejerce pude cargar á m i espalda este odre que
sobre ellos el planeta Marte. A d e m á s , acababa de llenar; a q u í he pasado toda
m i señor es un hombre que padece del la noche llorando al lado de m i carga y
atrabilis, la bilis y l a pituita de Cicerón: espantado de l a cólera de m i amo. S e ñ o -
esto le crea una melancolía íria y seca res, caritativos señores, por gracia y por
que le vuelve tímido, falto de valor y piedad, ayudadme á colocar este fardo
fecundo para inventar maldades, las que en mis hombros, á fin de que pueda vol-
ensaya y practica con nosotros, pobres ver al lado de m i señor, porque si tardo
esclavos, y especialmente conmigo, po- me m a t a r á . A y ! ay!
bre viejo. A l escuchar este patético relato, San
Nilo, San Autremoine y San Juan el
—-Dónde vais á parar, amigo mió? dijo Enano se sintieron conmovidos y San
San Autremoine con interés. Medardo se echó á llorar, lo que produjo
•—A eso voy, m i buen señor, respondió en la tierra una lluvia de cuarenta dias.
el demonio. M i amo es un gran viajero y Pero San Nilo dijo a l demonio:
tiene muchas m a n í a s . E n todos los p a í - — Y o no puedo ayudarte, amigo m i ó ,
ses donde v á tiene el capricho de levan- en lo cual tengo u n gran sentimiento,
tar en su j a r d í n una m o n t a ñ a de arena, pues es preciso poner la mano en ese
recogida de las orillas de los mares cerca odre, que es una cosa muerta, y u n ver-
de las cuales este infame se establece. sículo de la Sagrada Escritura prohibe
E n la Zelanda ha a p i ñ a d o u n m o n t ó n tocar las cosas muertas bajo pena de
de arena fangosa y negra; en la F r i r i a quedar impuros.
otro de arena vasta mezclada de con- San Autremoine dijo al demonio:
chas rojas, entre las cuales se encuentra — Y o no puedo ayudarte, amigo m i ó ,
el cono atigrado, y en el Quersoneso lo cual siento en el alma, pues considero
címbrico, que hoy se llama Jutlandia, que eso seria hacer una buena acción, y
otro de arena fina mezclada de conchas las buenas acciones tienen el inconve-
EL RHIN. 699
niente de envanecer al que las hace, por —Buen hombre, me habéis contado
lo que me abstengo de ayudarte para una historia m u y inverosímil.
conservar la humildad. — M i estimado señor, que caéis del cie-
San Juan el Enano dijo al demonio: lo, respondió el diablo, l a vuestra lo es
—Yo no puedo ayudarte, amigo mió, y m á s todavía, y no obstante es verdadera.
en verdad que me aflige en extremo; pero —Tenéis razón, dijo Pecopin.
como t ú ves, soy tan pequeño, que ape- — Y a d e m á s , replicó el demonio, ¿qué
nas te llego á l a cintura. ¿Cómo, pues, queréis que hiciera aquí? Si mis desgra-
podré ponerte esa carga en las espaldas? cias no tienen buena apariencia, ¿es cul-
San Medardo, b a ñ a d o en l á g r i m a s , pa mia? Y o soy pobre de cuerpo y de es-
dijo al demonio: píritu; no sé inventar, es preciso que una
—Yo no puedo ayudarte, amigo mió, mis gemidos con mis aventuras, y no
y bien sabe Dios c u á n t o lo siento; pero puedo poner al servicio de m i historia
estoy tan conmovido, que no tengo fuer- m á s que la verdad. A t a l comida, t a l
za en mis brazos. sopa.
Y continuaron su camino. —Convengo en ello, dijo Pecopin.
E l diablo estaba rabioso. •—Y por fin, prosiguió el diablo, ¿qué
—Vaya unos animales! exclamó, m i - m a l os puede hacer á vos, m i valiente
rando cómo se alejaban los santos. ¡Vie- ó ven, ayudar á u n pobre viejo achacoso
jos pedantes! Parece mentira que con á cargar este odre en sus hombros?
tantas barbas se digan tantos absurdos. Esto pareció concluyen te á Pecopin»
No me cabe duda, son m á s estúpidos que Se inclinó, levantó de la tierra el odre
el á n g e l . sin dificultad alguna, y sosteniéndolo
Cuando uno monta en cólera tiene al entre sus brazos, se aprestó á colocarlo
menos el recurso de enviar al diablo á en la espalda del viejo, que estaba en^
aquel con quien se i r r i t a . E l diablo no corvado delante de él.
tiene ese consuelo, por lo que, en todos U n momento después estaba todo he-
sus arrebatos de ira, el aguijón que éste cho.
lanza se le clava á él mismo y le exas- E l diablo tiene vicios y esto es lo que
pera. le pierde.
Renegando de su enemigo el cielo, en Es g l o t ó n . E n aquel instante tuvo l a
el cual fijaba sus encendidos y furiosos idea de unir el alma de Pecopin á las
ojos, vió que por las nubes aparecía u n otras que se iba á llevar, pero para esto
punto negro. Ese punto se iba agrandan era preciso matar antes á Pecopin.
do y aproximando; el diablo miró: era L l a m ó , pues, con voz baja á u n espí-
u n hombre, era un caballero armado y r i t u invisible y le m a n d ó , dirigiéndole
encasquetado, era un cristiano con una palabras oscuras, cierta cosa.
cruz roja en el pecho, que caia de las Todo el mundo sabe que cuando el
nubes. diablo dialoga y conversa con otros de-
—'Estoy salvado, exclamó el demonio monios, habla una jerga mitad italiana,
saltando de a l e g r í a . Es m i cristiano el mitad española, mezclando algunas pa-
que llega. Con los cuatros santos no he labras latinas.
podido entenderme; vamos á ver si me Esto ha sido probado y está clara-
entiendo con este hombre. mente consignado en muchas partes, y
Diciendo esto, Pecopin, depositado en particular en el proceso del doctor
dulcemente en la ribera, ponia el pió en Eugenio Torralva, que fué comenzado
tierra. en Valladolid el 10 de Enero de 1526 y
A l apercibir al viejo, que estaba como terminado de un modo conveniente el 6
un esclavo que se repone de la fatiga a' de Mayo de 1531 con el auto de fé del
lado de un fardo, se dirigió á ól y le dijo dicho doctor.
—Quién sois, amigo, y dónde estoy yo? Pecopin sabia mucho de muchas cosaSé
E l diablo se echó á gimotear lastimo Era u n caballero distinguido, capaz de
sámente. sostener airosamente una discusión. Ade-
—•Monseñor, vos estáis en la orilla de m á s era hombre de letras y conocía l a
mar Rojo, y yo soy el m á s desgraciado lengua del diablo.
de los desgraciados. Por lo que, en el mismo momento en
Con este motivo c a n t ó al caballero la que dejó caer el odre sobre su hombro,
misma antífona que á los santos, supli- oyó decir en voz m u y baja al viejecillo
cándole por conclusión que le ayudase á encorvado: Vamos, non sierra occhi, verbe-
cargar el odre en sus espaldas. ra, frappa, y echa la piedra. Esto fué para
Pecopin movió la cabeza. Pecopin como un rayo de luz.
700 OBRAS DE VICTOR HUGO.

U n a sospecha le asaltó. L e v a n t ó los porcelana y labios de coral. Tenia ani-


ojos y vió encima de él á una gran altu- llos de oro en la nariz y en las orejas.
ra una piedra enorme que a l g ú n gigan- Era encantadora.
te invisible tenia suspendida sobre su Pecopin no estaba ya en l a orilla del
cabeza. mar. E l soplo del infierno, empujándole
Retroceder un paso, tocar con su al azar, le habia arrojado á un valle re-
mano izquierda el t a l i s m á n , asir con la lleno de rocas y árboles de una forma
derecha su p u ñ a l y horadar el odre con e x t r a ñ a . Se levantó. E l viejo y la jóven
una violencia y rapidez formidables, esto le miraban con dulzura. Se acercó á uno
es lo que hizo Pecopin, como si hubiese de aquellos árboles; las hojas se contra-
sido el torbellino que en un segundo jeron; las ramas se retiraron; las flores,
pasa, vuela, vuelve, brilla, truena y cen- que eran de un blanco pálido, se volvie-
tellea. ron encarnadas, y todo el árbol pareció
E l diablo lanzó un grito horrible. Las en cierto modo retroceder ante él. Peco-
almas libertadas escaparon por la salida pin reconoció el árbol de la vergüenza, y
que el p u ñ a l de Pecopin acababa de dedujo de ello que habia dejado la I n d i a
abrirles, dejando en el odre sus malda- y que estaba en el famoso pais de Pudi-
des, sus crímenes y sus vicios; m o n t ó n feran.
asqueroso, verruga abominable que, por E l viejo le hizo una seña. Pecopin le
l a atracción propia al demonio, se i n - siguió, y momentos después el viejo, la
crustó en él y quedó cubierta por la piel jóven y Pecopin estaban los tres sentados
velluda del odre, pegada para siempre á encima de una estera en una choza he-
sus espaldas. Desde aquel dia quedó As- cha con hojas de palma, cuyo interior,
modeo jorobado. lleno de piedras preciosas de todas clases,
Mientras tanto, el gigante invisible chispeaba como una hoguera ardiendo.
habia dejado caer su piedra en el mo- E l viejo se volvió hácia Pecopin y le
mento que Pecopin daba el paso a t r á s , y dijo en a l e m á n :
vino á dar en el pió del diablo, y se lo —Hijo mió, yo soy el hombre que lo
a p l a s t ó . Desde entonces quedó Asmodeo sabe todo, el gran lapidario etíope, el
cojo. taleb de los árabes. Y o me llamo Z i n -
E l diablo, como Dios, dispone del Eddin para los hombres y Evilmerodach
trueno; pero de un trueno insoportable, para los génios. Soy el primer hombre
inferior, que sale de la tierra y arranca que ha penetrado en este valle; t ú eres
los árboles. Pecopin sintió que l a costa el segundo. He pasado m i vida en robar
del mar temblaba debajo de él y que al- á la naturaleza la ciencia de las cosas y
guna cosa terrible le envolvía; una hu- en depositar en las cosas la ciencia del
mareda negra le cegó, un ruido espanto- alma. Grracias á m í , gracias á mis lec-
so le ensordeció; le pareció que habia ciones, gracias á los rayos que se han
caido y que rodaba r á p i d a m e n t e rozando escapado desde hace cien años de mis
el suelo, como si fuera una hoja muerta pupilas, en este valle las piedras viven,
llevada por el viento. Se desmayó. las plantas piensan y los animales saben.
Soy yo quien ha enseñado á las bestias
VII. la medicina verdadera, que falta al hom-
bre. Y o he enseñado al pelícano á san-
Amigables proposiciones de un viejo docto retirado en grarse él mismo para curarse las morde-
una cabana de follaje. duras de las víboras; á la serpiente ciega
á comer hinojo para recobrar la vista; al
Cuando volvió en sí, oyó una voz dulce oso atacado de la catarata á visitar á las
que decia: Fhi sma, lo que en lenguaje abejas para hacerse picar los ojos. Y o he
á r a b e s i g n i f i c a : " E s t á e n el cielo,,. Sintió facilitado á las águilas, cuya estrechez
sque se posaba una mano sobre su pecho, es conocida, la piedra otites que les hace
y oyó otra voz grave y lenta que respon poner con facilidad. Si el grajo se purga
dia: Lo, lo, machi mouth, lo que quiere con la hoja del laurel, la tortuga con la
decir: 'vNo, no, no ha muerto,,. Abrió los cicuta, el ciervo con el díctamo, el lobo
ojos y vió un viejo y una jóven arrodi- con la mandragora, el j a b a l í con la hie-
llados cerca de él. E l viejo era negro dra, la tórtola con la yerba helxina; si
como la noche; tenia una barba blanca los caballos mortificados por la sangre
rizada en pequeñas trenzas, al uso de los se abren ellos mismos una vena del mus-
antiguos magos, y vestía un gran suda- lo trasero; si la salamanquesa en la épo-
rio de seda verde sin pliegues. L a jóven ca de la muda devora su piel para curar-
era de color cobrizo, con grandes ojos de se la epilepsia; si la golondrina cura las
EL RHIN. 701
oftalmías de sus hijuelos con la piedra Texeus, y le faltó poco para ser eunuco
calidonia, que vá á buscar mucho m á s como Parisol. Sufrió el m a l de los pya-
allá de los mares; si la comadreja se nes, del cual perecen los negros; el es-
abastece de ruda cuando quiere comba- corbuto, que espantaba á Avicena, y el
t i r á la culebra, soy yo, hijo mió, quien mareo, al que Cicerón prefería la muer-
se lo ha enseñado. Hasta a q u í no he te- te. T r e p ó m o n t a ñ a s tan altas, que llega-
nido m á s que animales por discípulos. do á la cima vomitaba sangre, flemas y
Esperaba un hombre. T ú has venido. S é bilis. A b o r d ó la isla que se encuentra á
m i hijo. Soy viejo. Te dejaré m i choza, veces cuando no se la busca, y que no se
mis pedrerías, m i valle y m i ciencia. Te puede encontrar j a m á s cuando se quiere
casarás con m i hija, que se llama Aissab dar con ella, y comprobó que los habi-
y que es bella. Y o te enseñaré á distin- tantes de esta isla son buenos cristianos.
guir el rubí sandastre del chrysolampis, E n Midelphalia, que está al Norte,
á poner la madreperla en un puchero de advirtió que habia u n castillo en u n
sal y á reavivar el brillo de los rubíes lugar donde no hay ninguno; pero los
demasiado apagados remojándolos con prestigios del Septentrión son tan gran-
vinagre. Cada dia que permanecen en el des, que es preciso no admirarse de esto.
baño de vinagre les d á un a ñ o de belleza. Habitó muchos meses en casa del rey de
Nosotros pasaremos dulcemente la vida Mogor, Ekebas, siendo bien visto y m i -
en recoger diamantes y en comer raices. mado por este príncipe y la corte, de la
Sé m i hijo. cual contaba m á s tarde todo lo que des-
—Gracias, venerable señor, dijo Pe- pués han referido por escrito los ingleses,
copin. Acepto con satisfacción. ios holandeses y hasta los padres jesuí-
Llegada la noche h u y ó . tas.
Se hizo docto, porque tenia los dos
VIH. maestros de toda enseñanza, viaje y des-
gracia. Estudió las faunas y las floras de
El cristiano errante.
todos los climas. Observó los vientos
para las emigraciones de los pájaros y
Caminó errante largo tiempo por el las corrientes para las emigraciones de
mundo. Decir todos los viajes que hizo, los cefalópodos. Vió pa^ar en las regiones
seria contar todos los paises del univer- submarinas el onunastrephes sagittatus
so. A n d ó con los piés desnudos y en san- yendo al polo Norte y el onunastrephes
dalias; m o n t ó toda clase de animales, el giganteus yendo al polo Sur. Vió los hom-
asno, el caballo, el mulo, el camello, la bres y los mónstruos como el antiguo
cabra, el onagro y el elefante. P r o b ó griego Ulises. Conoció todos los anima-
todas las navegaciones y todos los bu les maravillosos, el rosmar, el rascón
ques, los barcos redondos del Océano y negro, el solendguse, los garagianes pa-
los barcos largos del Mediterránneo, recidos á las á g u i l a s de mar, las colas de
oneraria et remigia, galera y galeón, fra- junco de la isla de Cumore, los caper-
gata y fregaton (1), falúa, polacra y tar- calses de Escocia, los antenales que van
tana, barca, barquilla y barquichuela. Se en bandadas, los albatros grandes como
arriesgó en las caracoas de madera de ocas, los moraxos, m á s grandes que los
los indios de B a t á n y en las chalupas tiburones; los peymunes de las islas Mal-
de cuero del Eufrates de que ha hablado divas que comen hombres, el pescado
Herodoto. F u é azotado por todos los manare que tiene cabeza de buey, el
vientos, lo mismo por el levante-sirocco pájaro clakí que nace de ciertos tron-
y el sirocco-mezzogiorno, que por la tra- cos podridos, el pequeño saru que canta
montana y la galerna. Atravesó laPersia, mejor que el papagayo, y en fin, el bora-
el Pegu, Bramaz, Tagatai, Tansiana, net, el animal-planta de los paises tárta-
Sagistan, el Hasubi. Vió el Monomotapa ros, que tiene una raiz en tierra y que
como Vicente el Blanco, Sofala como brota la yerba alrededor de él. Mató ca-
Pedro Ordoñez, Ormos como el señor de zando u n t u t o n de rio de la especie b a é -
Fines, los salvajes como Acosta y los papina.
gigantes como Malherbe de Vitró. Per- U n dia, estando en l a isla de Manar,
dió en el desierto cuatro dedos del p i é , que está á doscientas leguas de Goa, fué
como Q-erónimo Costilla. Se vió diez y llamado por pescadores que le enseña-
siete veces vendido, como Méndez Pinto; ron siete hombres-obispos y nueve sire-
fué condénalo"á trabajos forzados como nas que h a b í a n cogido en sus redes. Oyó
(1) Nombre antiguo de un barco dd golfo de Venecia, de el ruido nocturno del herrero m a r í t i m o ,
cerca de 400 toneladas.—^iV. del T J y comió de las ciento cincuenta y tres
702 OBRAS DE VICTOR HUGO.

especies de peces que hay en el mar, y bre y de sed, extenuado, miraba á un


que se encontraron todos en la red de los adoy á otro, buscando una choza, una
apóstoles, cuando pescaron sin órden del carbonera ó la guarida de u n pastor,
Señor. E n Scitia atravesó con flechas un cuando de repente una bandada de ta-
grifo, al que los pueblos asimaspes ha- ornos pasó cerca de él agitando sus alas
cían la guerra por apoderarse del1 oro gritando,
que este animal guardaba. Estos pue- Pecopin se extremeció reconociendo
blos quisieron hacerle rey, pero logró esos pájaros e x t r a ñ o s que hacen sus n i -
escaparse. Por ú l t i m o , estuvo á punto dos bajo tierra y que los aldeanos de los
de naufragar en muchas ocasiones y es- Vosgos llaman patos-conejos.
pecialmente cerca del cabo Gardafú, que Separó las ramas del acebo y vió flore-
los antiguos llamaban Fromontorium aso- cer y verdear por todas partes en la yer-
matorum; y á t r a v é s de tantas aventuras, 3a la saxífraga, la angélica, el eléboro
tantos errores, fatigas, proezas, trabajos y la gran genciana. A l bajarse para ase-
y miserias, el bravo y fiel caballero Pe- gurarse, hirió su mirada una almeja
copin no tenia m á s que u n objeto, volver caida en el césped y la recogió. Era una
á encontrar á Alemania; una esperanza, de esas almejas de la Bologne que con-
volver á entrar en el Falkenburg; un denen perlas gruesas como guisantes.
pensamiento, volver á ver á Bauldour. evantó los ojos; un mochuelo se cernia
Gracias al t a l i s m á n de la sultana, que por encima de su cabeza.
llevaba siempre encima, no podia, como Pecopin comenzó á inquietarse. H a y
se recordará, n i envejecer n i morir. que convenir en que tenia motivos para
Sin embargo, ocultaba tristemente los ello. Esos acebos y esos frambuesos, esos
años. E n la época en que logró por fin ^adornos y esas yerbas m á g i c a s , esa al-
poner los piés en el Norte de la tierra de meja, ese mochuelo, todo ello era poco
Francia, hablan transcurrido cinco años tranquilizador. Estaba, pues, m u y alar-
que no habia visto á Bauldour. A l g u n a mado, y se preguntaba con angustia
vez llegada la tarde pensaba en esto, dónde se hallaba, cuando llegó hasta él
después de haber caminado desde el alba; u n canto lejano. P r e s t ó atención. Era
se sentaba en una piedra á la orilla del una voz ronca, cascada, triste, enfadosa,
camino y lloraba. sorda y chillona á la vez, que cantaba
Después se reanimaba y cobraba áni- lo que sigue:
mos.-—Cinco años, pensaba, han trans
currido, pero voy por fin á verla. Tenia En la sombra que lo abriga
mi pequeño lago engendra
quince años, bueno; ahora t e n d r á veinte. á Anfítrite y á Neptuno,
—Sus vestidos estaban hechos girones, su emperador él y ella reina.
Mi humilde estanque los nutre,
calzado desgarrado, sus piés chorreaban y éste recibe su fuerza
sangre, pero la fuerza y la a l e g r í a habia de montes desconocidos
vuelto á recobrarlas y volvia á ponerse que sus corrientes le llevan.
en marcha. Abuelo de gigantes,
soy el enano.
Así es cómo llegó hasta las m o n t a ñ a s Mi gota de agua crea
de los Vosgos. dos océanos.
Yo vierto desde mis rocas,
IX. que no rozó ala ligera,
un rio verde para él
y un rio azul para ella.
En donde se vé qué es lo que puede divertir á un enano en Yo esparzo desde mi gruta, j
un bosque. donde jamás fuego entra,
para el rey el Verde rio
y el azul para la reina.
Una tarde, después de haber camina Abuelo de gigantes,
do toda la jornada por las rocas, buscan soy el enano.
do u n paso para bajar hácia el Rhin M i gota de agua crea
dos océanos.
llegó á la entrada de u n bosque de
pinos, fresnos y sauces. No vaciló en pe Una preciosa esmeralda
hay en mi menuda arena
netrar en él. y un puro zafiro ocúltase
Andaba por el bosque hacia m á s de en mi aderezo de perlas.
Mi esmeralda, al disolverse,
una hora, cuando de pronto el sendero al Rhin le dá su existencia,
que seguia se perdió en u n claro sombra y mi zafiro, al f undirse,
do de acebos, enebros y frambuesos sal al Ródano se la presta.
vajes. A l lado del claro habia u n pan- Abuelo de gigantes,
soy el enano.
tano. M i gota de agua crea
Rendido de cansancio, muerto de ham- dos océanos.
E L RHIN. 703
Pecopin no podia ya dudar. Pobre —Qué queréis de mí? p r e g u n t ó Peco-
viajero fatigado, estaba en el fatal bos- pin.
que de los Fasos perdidos. Ese bosque es —Restituirte á Bauldour, dijo el viejo
una gran selva llena de laberintos, de cazador siempre sonriendo.
enigmas y dédalos, en la cual se pasea el —Cuándo?
enano Boulon. E l enano Boulon habita —Pasa tan solo una noche de caza
un lago en los Vosgos, en la cuna de conmigo.
una m o n t a ñ a , y porque desde ella envia •—Qué noche?
un arroyo a l R ó d a n o y otro arroyo al —La que comienza.
R h i n , ese enano fanfarrón se llama el •—'Y volveré á ver á Bauldour?
padre del Mediterráneo y del Océano. —Cuando termine nuestra noche de
Su placer es vagar por el bosque y ex- caza, al salir el sol te dejaré á la puerta
traviar á los t r a n s e ú n t e s . E l viajero que
del É a l k e n b u r g ,
entra una vez en el bosque de los Pasos •—Cazar de noche?
perdidos no vuelve á salir j a m á s . —Por q u é no?
Esta voz, esta canción, eran la canción —Es m u y e x t r a ñ o .
y la voz del perverso enano Boulon. —Bah!
Pecopin, considerándose perdido, se —Els tan fatigoso!
arrojó al suelo con la cara hácia la —No.
tierra. —Pero sois m u y viejo.
— A y de m í ! exclamó, todo ha con- —No te inquietes por m í .
cluido; ya no volveré á ver m á s á Baul- —Pero estoy cansado, he caminado
dour. todo el dia y estoy muerto de hambre y
de sed, dijo Pecopin. Y o no podría n i
—Sí á fé, dijo alguno cerca de él. aun montar á caballo.
E l viejo desató de su cintura una ca-
labaza con embutidos de plata, que le
X, presentó.
Equis canibusque.
•—Bebe a q u í .
Pecopin llevó á v i d a m e n t e la calabaza
Pecopin se levantó; u n señor viejo, á sus labios. Apenas t r a g ó algunos sor-
vestido con u n traje de caza magnífico, bos se sintió reanimado. Estaba jó ven,
estaba de pié á algunos pasos delante de fuerte, despierto, animoso, habia dormi-
él. Este hidalgo estaba completamente do, habia comido, habia bebido. Por
equipado. U n machete con p u ñ o de oro momentos hasta le parecía que habia
cincelado le golpeaba la cadera, y de su bebido demasiado.
cinturon colgaba una bocina incrustada —Vamos, dijo, marchemos, corramos,
de estaño y formada del cuerno de u n cacemos toda l a noche, lo deseo; ¿pero
búfalo. Habia algo de e x t r a ñ o , de vago volveré á ver á Bauldour?
y de luminoso en aquel rostro pálido que —En cuanto pase esta noche, al salir
sonreía, iluminado por la ú l t i m a luz del el sol.
crepúsculo. Este viejo cazador así apare- —¿Y quién garantiza vuestra pro-
cido bruscamente en semejante lugar y mesa?
á semejante hora, ciertamente hubiese — M i presencia. E l socorro que te aca-
parecido á cualquiera tan singular como bo de dar. Y o h a b r í a podido dejarte mo-
á mí; pero en el bosque de los Pasos per rir a q u í de hambre, de cansancio y de
didos no se piensa m á s que en Boulon; y miseria, abandonarte al enano que se pa-
como ese viejo no era u n enano, esto bas- sea por el lago Boulon; pero he tenido
tó para tranquilizar á Pecopin. compasión de t í .
Por otra parte, ese buen hombre tenia —Os sigo, dijo Pecopin. E s t á dicho: al
el aspecto gracioso, cortés y agradable. salir el sol en Ealkenburg.
Y luego, aunque disfrazado ridicula- —Hola! vosotros! llegad! á la caza! g r i -
mente de cazador, era tan viejo, tan tó el viejo esforzando su voz decrépita.
gastado, tan encorvado, tan quebranta A l arrojar ese grito hácia el soto, se
do, tenia las manos tan arrugadas y tan volvió y Pecopin vió que era jorobado.
débiles, las cejas tan blancas y las pier Después dió algunos pasos y Pecopin vió
ñ a s tan secas, que inspiraba m á s piedad que era cojo.
que miedo. A l llamamiento del viejo, u n tropel de
Su sonrisa, mejor examinada, era la caballeros, vestidos como príncipes y
sonrisa vulgar y superficial de u n rey montados como reyes, salió de l a espesu-
imbécil. ra del bosque.
104 OBRAS DE VICTOR HUGO.

Fueron á colocarse guardando el m á s nen las piernas cortas y no corren, pero


profundo silencio alrededor del viejo, que engendran los terribles perros de
que parecía su señor. Todos estaban ar- montería y cazan furiosamente los jaba-
mados de cuchillos ó venablos; él solo te- líes, las zorras y los animales hediondos.
nia una bocina. L a noche se habia echado Como los de Noruega, todos eran de bue-
encima; pero alrededor de los hidalgos na raza y verdaderos perros de noble
estaban en pió doscientos criados, quelle- estirpe. T e n í a n la cabeza mediana, m á s
vaban doscientos hachones. pronto larga que aplastada; la boca negra
—¿Ebbene, dijo el señor, ubi sunt los per- no roja, las orejas desmesuradas, los rí-
ros? ñones encorvados, el lomo musculoso, las
Esta mezcla de italiano, l a t i n y espa- 3Íernas anchas, el muslo recogido, la cor-
ñol desagradó á Pecopin. va derecha bien armada, la cola gruesa
E l viejo replicó con impaciencia: cerca de los ríñones y lo restante delga-
—Los perros! los perros! da, el pelo de debajo del vientre áspero,
A u n no habia concluido cuando espan- as u ñ a s fuertes y el pié seco, en forma de
tosos ladridos llenaron el claro en que se pié de zorra. E l quinto grupo era orien-
encontraban; una j a u r í a acababa de apa- t a l . H a b í a debido costar sumas inmen-
recer en él. sas, porque en él no habia m á s que per-
Una j a u r í a admirable, una verdadera ros de Cintiqui, que atacan á los leones
j a u r í a de emperador. Criados que lleva- y perros del Monomotapa, que forman
ban chaquetas amarillas y medias encar- parte de la guardia del emperador de
nadas, mozos de perrera, de fisonomía fe- las Indias. Por lo demás, todos, ingleses,
roz y negros, completamente desnudos, berberiscos, noruegos, ardeneses é indos-
sujetaban robustamente l a trailla. tanos, aullaban abominablemente. U n
J a m á s se reunió concilio m á s comple- parlamento de hombres no lo hubiese
to de perros. Habia allí todos los perros hecho mejor.
posibles, emparejados y divididos por Pecopin estaba deslumhrado con esta
racimos y raquetas, s e g ú n las razas y jauría. Todos sus apetitos de cazador se
los instintos. E l primer grupo se compo- despertaron.
nía de cien dogos de Inglaterra y cien Le chocó, sin embargo, y no pudo me-
lebreles, con doce pares de perros-tigres nos de pensarlo allá en su adentros, que
y doce pares de sabuesos. E l segundo aquella j a u r í a , venida de no se sabe dón-
grupo estaba completamente formado de de, era singular que ladrase de aquella
gref fiers de Berbería, blancos y moteados manera, cuando no se la habia oído an-
de rojo, perros bravos á los cuales no tes de verla.
asusta el ruido, permanecen tres años E l mayordomo que dirigía la m o n t e r í a
completamente mansos, los destinan á estaba á algunos pasos de Pecopin vol-
seguir al ganado y sirven para la caza viéndole l a espalda. Pecopin se dirigió á
mayor. E l tercer grupo lo constituía una él para preguntarle y le puso la mano
legión de perros de Noruega; perros leo- en el hombro; el mayordomo se volvió.
nados, de pelo de color subido tirando á Estaba enmascarado.
rojo, con una mancha blanca en la fren Pecopin enmudeció, y hasta comenzó
te ó en el cuello, que tienen buen olfato á preguntarse muy formalmente si en
y son impetuosos y les place la caza, del efecto t o m a r í a parte en la caza, cuando
ciervo sobre todo; perros grises, leopar se le acercó el viejo.
dados por el lomo, que tienen las piernas —Vaya, q u é dices de nuestros perros?
del mismo pelo que las patas de una lie —Digo, señor mió, que para seguir á
bre, ó acaneladas de rojo y de negro. L a tan terribles perros serán precisos terri-
elección no podia ser m á s excelente. bles caballos.
No habia n i uno solo que fuese cruzado E l viejo, sin contestar, llevó á su boca
entre todos estos perros. Pecopin, que un silbato de plata que tenia fijo en el
era competente en l a materia, no vió en dedo m e ñ i q u e de su mano izquierda, pre-
tre los leonados uno solo que fuese ama caución de hombre de gusto que está ex-
rillo ó estuviese moteado de gris, n i entre puesto á presenciar tragedias, y silbó.
los grises uno solo que fuese plateado ó A l silbido se oyó un ruido entre los
tuviese las patas leonadas. Todos eran árboles, los concurrentes se colocaron en
auténticos y buenos. E l cuarto grupo fila, y cuatro palafreneros con librea en-
era formidable; era una reunión t u m u l - carnada aparecieron llevando dos mag-
tuosa, espesa, apretada y profunda, de níficos caballos. E l uno era un hermoso
esos poderosos dogos negros de la a b a d í a corcel de E s p a ñ a , de paso magistral,
de Saint-Aubert-en-Ardennes, que tie casco liso, negruzco, alto, redondeado,
EL RHIN. 705
muy cóncavo, de ranillas cortas, angulo-
sas y en forma de media luna, de brazos XI.
secos y nerviosos, de rodillas descarna-
A lo que uno se expone montando un caballo que no
das y bien empalmadas. T e n í a l a pierna conoce.
de un hermoso ciervo, el pecho ancho y
espacioso y el lomo grueso, doble y tem-
bloroso. E l otro era u n caballo de silla, A l ruido de esta bocina, el bosque se
t á r t a r o , de grupa enorme, de cuerpo largo iluminó en sus profundidades con m i l
y de crines bayas. Su cuello, mediana- luces extraordinarias; sombras pasaron
mente arqueado, pero no abovedado con por las selvas y voces lejanas gritaron:
exceso, estaba revestido de una profusa " A la caza!,, L a j a u r í a ladró, los caba-
melena flotante y crespa; su cola, muy llos relincharon y los árboles se extre-
espesa, colgaba hasta arrastrar por tier- mecieron como combatidos por un ven-
ra. Tenia la piel de la frente unida á sus daval.
ojos grandes y chispeantes, la boca E n aquel momento una campana cas-
grande, las orejas inquietas, las narices cada, que parecía sonar vagamente en
abiertas, la estrella en la frente, dos las tinieblas, dió las doce de la noche.
manchas blancas en las piernas, su brío A l dar l a duodécima campanada, el
en flor y siete años de edad. E l primero viejo caballero tocó por segunda vez su
iba adornado con la testera en l a cabeza, bocina de marfil; los criados desataron
el pretal de armas y la silla de guerra. E l la jauría; los perros, sueltos, partieron
segundo estaba con menos bravura, pero como piedra que lanza la honda; los g r i -
más espléndidamente enjaezado: lleva- tos y los aullidos fueron en aumento, y
ba el bocado de plata, las rosas dora todos los cazadores, y todos los picado-
das, la brida bordada de oro, la silla res, y el viejo y Pecopin, se lanzaron á
real, la mantilla de brocado, las borlas galope.
sueltas y el penacho oscilante. E l uno pa- Galope rudo, violento, rápido, chis-
teaba el suelo, echaba espumarajos, mu peante, vertiginoso, sobrenatural, que
gía, tascaba el freno, r o m p í a los guijar- se apoderó de Pecopin, que le a r r a s t r ó ,
ros y ansiaba la guerra. E l otro miraba que le llevó, que hacia resonar en su ce-
a q u í y allá, buscaba los aplausos, relin- rebro todas las pisadas del caballo, como
chaba alegremente, tocaba la tierra con si su cráneo hubiese sido el pavimento
el canto de la pezuña, representaba el del camino; que le deslumhró como u n
papel de rey y piafaba á m á s y mejor. r e l á m p a g o , le e m b r i a g ó como una orgía,
Los dos eran negros como el ébano. le exasperó como una batalla; galope
Pecopin, con los ojos casi extraviados que por momentos se convertía en torbe-
por la admiración, contemplaba aque- llino; torbellino que á veces se convertía
llos dos maravillosos animales. en h u r a c á n .
—Vaya, dijo el caballero cojeando y E l bosque era inmenso, los cazadores
tosiendo y sonriendo siempre, ¿cuál es- innumerables, los claros de las flores-
coges? tas se sucedían unos á otros, el viento
Pecopin no vaciló y de un salto se co- gemía, las malezas silbaban, los perros
locó sobre el corcel. ladraban, la colosal silueta negra de u n
—Estás bien en la silla? le p r e g u n t ó el enorme ciervo de diez y seis mogotes
viejo. aparecía por instantes á t r a v é s de los
—Sí, dijo Pecopin. ramajes y h u í a en las penumbras y en
Entonces el viejo soltó una carcajada, las claridades; el caballo de Pecopin so-
arrancó con una mano el arnés, el pena- plaba de una manera terrible, los árbo-
cho, la silla y el caparazón del caballo les se inclinaban para ver pasar esta
t á r t a r o , le asió con la otra de la crin, caza y se echaban hácia atrás después de
saltó como u n tigre, m o n t ó en pelo el haberla visto; sonatas espantosas de cla-
soberbio animal, que temblaba de los rines sonaban á intervalos, después se
piés á la cabeza, y después, e m p u ñ a n d o callaban de repente y se oía á lo lejos l a
la bocina que colgaba de su cintura, se bocina del viejo cazador.
puso á tocar un aire de caza tan terrible, Pecopin no sabia dónde estaba. Galo-
que Pecopin, ensordecido, creyó que pando j u n t o á una ruina sombreada de
aquel espantoso viejo tenia el trueno en pinos, entre los cuales se precipitaba una
el pecho. cascada desde lo alto de u n gran muro
de pórfido, creyó volver á hallar el cas-
t i l l o de Nideck. Después vió correr rápi-
damente á su izquierda m o n t a ñ a s que le
TOMO I V . 89
706 OBRAS DE VICTOR HUGO.

parecieron que eran los Bajos-Vosgos, y tantes después el viento volvió á hablar
reconoció sucesivamente en la forma de otra vez y dijo: Vaugtsberg; una nueva luz
sus cuatro cimas el Ban-de-la-Roche, el iluminó l a niebla, y Pecopin apercibió
Champ-du-Feu, el Climont y el Ungers- en la sombra u n buitre, cuya ala estaba
berg. U n momento después atravesa- atravesada por una azagaya, y á pesar
ba los Altos-Vosgos. E n menos de u n de eso volaba. Abrió los ojos para verlo
cuarto de hora su caballo habia cruzado mejor, abrió la boca para gritar, pero
el Griromagny, el Rotabac, el Sultz, el antes que hubiese clavado su mirada,
Barenkopf, el Graisson, el Bressoir, el antes que hubiese arrojado un grito, la
Haut-de-Honce, el monte de Lure, la luz, el buitre y la azagaya h a b í a n des-
Téte-de-l' Ours, el gran Donon y el gran aparecido. Su caballo no habia detenido
Ventrón. Estas vastas cimas se le apare- el paso n i u n momento y pasaba con la
cían confundidas en las tinieblas, sin cabeza baja por entre todos esos fantas-
órden y sin concierto; se hubiese dicho mas, como si hubiese sido el caballo cie-
que u n gigante habia trastornado l a go del demonio Paphos ó el caballo sordo
gran cordillera de la Alsacia. A cada del rey Sisymordachus. E l viento gritó
instante le parecíaídistinguir por debajo por tercera vez, y Pecopin oyó esta voz
de él los lagos que los Vosgos tienen en l ú g u b r e del aire que decía: Rheinstein, y
sus cumbres, como si las m o n t a ñ a s pa- un tercer r e l á m p a g o enrojeció los árbo-
sasen por bajo el vientre de su caballo. les en la bruma, y un tercer pájaro pasó.
Así es que vio su sombra reflejarse en el Era un á g u i l a que tenía una saeta en el
Bain-des-Paiens y en el Saut-des-Cuves, vientre, y que á pesar de eso volaba. En-
en el lago Blanco y en el lago Negro. tonces Pecopin se acordó de l a caza del
Pero él l a vió como las golondrinas ven pfalzgraf, á la cual se dejó arrastrar, y se
l a suya al rozar el espejo de los estan- extremeció. Pero el galope del corcel era
ques, tan pronto vista como desapare- tan desatinado, los árboles y los vagos
cida. objetos del paisaje nocturno h u í a n tan
No obstante, por e x t r a ñ a y desenfre- prontamente, la velocidad de todo lo que
nada que fuese esta carrera, Pecopin se rodeaba á Pecopin era tan prodigiosa,
tranquilizaba llevando la mano á su ta- que hasta él mismo no podía detener-
l i s m á n y pensando que, á pesar de todo se. Las apariencias y las visiones se
no se alejaba del R h i n . sucedían tan confusamente, que le era
De repente una bruma espesa lo en- imposible fijar su pensamiento en sus
volvió, los árboles se confundieron, des tristes recuerdos. Las ideas pasaban por
pues se borraron, el ruido de l a caza su cabeza como el viento. Se oía siempre
redobló en esta sombra, y su corcel de Es á lo lejos el ruido de la caza, y de vez en
p a ñ a se puso á galopar con nueva furia. cuando el monstruoso ciervo de la noche
L a niebla era tan espesa, que Pecopin bramaba en los jarales.
apenas distinguía las orejas de su caba Poco á poco la niebla se fué disipando.
lio, enderezadas hacia adelante. E n mo De pronto el aire se hizo tibio; los árbo-
mentes tan terribles se debe hacer u n les cambiaron de forma; alcornoques, a l -
gran esfuerzo, y positivamente es un fónsigos y pinos de Alepo aparecieron en
gran mérito elevar el alma hasta Dios las rocas; una grande luna blanca, cerca-
el corazón hasta su amada. Esto es lo da de un inmenso halo, iluminaba lúgu-
que devotamente hacia el bravo caballo bremente los matorrales. Hay que notar
ro. Pensaba en la Providencia y en B a ú l que no era día de luna.
dour, m á s quizás t o d a v í a en Bauldour Corriendo por el fondo de u n camino
que en la Providencia, cuando le pareció hondo, Pecopin se inclinó y arrancó del
que la l a m e n t a c i ó n del viento se con ver ribazo u n p u ñ a d o de yerbas. A la luz de
t í a en voz y pronunciaba distintamente la luna e x a m i n ó aquellas plantas y reco-
esta palabra: Heimburg; en aquel momen noció con angustia la anthylle vulnera-
to una gran tea llevada por a l g ú n mon ria de Cevennes, la verónica filiforme y
tero atravesó la niebla, y á la claridad la férula común, cuyas hojas deformes
de esta antorcha Pecopin vió pasar por terminan en garfas. Media hora después
encima de su cabeza u n milano herido el viento aun era m á s caliente y no sé
de una flecha, y que á pesar de la herida q u é espejismos del mar llenaban en cier-
s e g u í a volando. A l verlo quiso fijarse en tos momentos los intervalos de los bos-
él, pero su caballo dió u n salto, el milano ques; volvió á encorvarse otra vez en el
sacudió u n aletazo, la tea desapareció en ribazo del camino y arrancó de nuevo
el bosque y Pecopin volvió á caer en las las primeras plantas que su mano encon-
profundidades de la noche. Algunos ins- tró. Esta vez eran el citisio plateado de
EL RHIN. 707
Cette, la a n é m o n a estrellada de Niza, la los alerces de laBiarmie, que están en el
lavatera m a r í t i m a de Tolón, el geranium cabo Norte.
sanguineum de los Bajos-Pirineos, tan co- U n momento después la noche se en-
nocido por su hoja cinco veces palmeada, negreció. Pecopin ya no vió nada, pero
y la astrantia major, cuya flor es un sol oyó un ruido espantoso y reconoció que
que resplandece á través de u n anillo, pasaba por j u n t o á la vorágine Maels-
como el planeta Saturno. Pecopin vió tron, que es el T á r t a r o de los antiguos y
que se alejaba del R h i n con espantosa el ombligo del mar.
rapidez; habia recorrido m á s de cien le- ¿Qué tenia, pues, aquel espantoso bos-
guas entre los dos p u ñ a d o s de yerbas. que que daba la vuelta al mundo?
Habia atravesado los Vosgos, habia atra- E l ciervo de diez y seis mogotes rea-
vesado los Cevennes, atravesaba en aquel parecía por intervalos, huyendo siempre
momento los Pirineos.—Antes la muerte! y siempre perseguido. Las sombras y los
pensó, é intentó arrojarse del caballo. A l rumores se precipitaban revueltos sobre
movimiento que hizo para salir del arzón, su huella, y la bocina del viejo cazador
notó que llevaba los pies oprimidos como lo dominaba todo, incluso el ruido de l a
por dos manos de hierro. Miró. Sus es- vorágine Maelstron.
tribos asian y sujetaban. Eran estribos De pronto el corcel se detuvo brusca-
vivientes. mente. Los ladridos cesaron y todo en-
Los gritos lejanos, los relinchos y los mudeció alrededor de Pecopin. E l infor-
ladridos eran delirantes; la bocina del tunado caballero, que h a c í a ya m á s de
viejo cazador, precediendo la caza á una una hora que habia cerrado los ojos, los
tremenda distancia, ejecutaba melodías volvió á abrir. Se encontraba delante l a
siniestras, y á t r a v é s de grandes ramas fachada de u n sombrío y colosal edificio,
azuladas, que el viento sacudia, Pecopin cuyas ventanas iluminadas parecían ar-
veia los perros atravesar á nado estan- rojar miradas. Esta fachada era negra
ques llenos de reflejos mágicos. como una m á s c a r a y viva como un
E l infortunado caballero se resignó, rostro.
cerró los ojos y se dejó llevar.
Una vez los volvió á abrir; el calor de XII.
fragua de una noche tropical le hirió en Descripción de un mal albergue.
el rostro; á su oido llegaban vagos rugi-
dos de tigres y de chacales; su mirada Describir aquel edificio es m á s difícil
entrevió ruinas de pagodas, sobre cuyas de lo que parece. Era una casa fuerte
techumbres p e r m a n e c í a n gravemente en como una cindadela, una cindadela mag-
pié, ordenados en largas filas, buitres, nífica como u n palacio, un palacio ame-
alquimistas y cigüeñas; árboles de for- nazador como una caverna, una caverna
ma rara tomaban en los valles m i l acti- muda como una tumba.
tudes extrañas; reconoció el banyan y el No se oía allí ninguna voz, no se veia
baobat; el osie-nonbouyh silbaba, el oyra ninguna sombra.
rameum gorjeaba, el pequeño gonanbuch Alrededor de este castillo, cuya i n -
cantaba. Pecopin estaba en un bosque mensidad tenia no sé q u é de sobrenatu-
de la India. ral, el bosque se e x t e n d í a hasta perderse
Cerró los ojos. de vista. L a luna no aparecía en este
Y otra vez los volvió á abrir. E n un horizonte. Solo se apercibían en el cielo
cuarto de hora, á los soplos del Ecuador algunas estrellas, que eran rojas como
h a b í a sucedido u n viento helado. E l la sangre.
frío era terrible. E l casco del caballo ha- E l caballo se detuvo j u n t o á una es-
cia chirriar la escarcha. Los rengíferos, calinata que terminaba al pié de una
los alses y los sátiros corrían como som- gran puerta cerrada. Pecopin miró á de-
bras á través de la bruma. L a aspereza recha é izquierda y le pareció distinguir
de los bosques y de las m o n t a ñ a s era pa á lo largo de la fachada otras escalina-
vorosa. No habia en el horizonte m á s que tas, al pió de las cuales p e r m a n e c í a n i n -
dos ó tres rocas de inmensa altura, alre- móviles otros caballos detenidos como él
dedor de las cuales volaban las gaviotas y que esperaban en silencio.
y los estercólanos, y á través de horribles Pecopin echó mano á su p u ñ a l , y ya
follajes negros se entreveían largas on- iba á golpear con el pomo la balaustra-
das blancas, á las que el cielo arrojaba da de m á r m o l de la escalinata, cuando
copos de nieve y ellas arrojaban al cie- sonó s ú b i t a m e n t e cerca del castillo l a
lo copos de espuma. Pecopin atravesaba bocina del viejo cazador, probablemente
708 OBRAS DE VICTOR HUGO.

detrás de la fachada, poderosa, enorme, Estaba completamente cuajado de me-


sonora, ensordecedora, como el clarín dallones colocados unos j u n t o á los otros,
tempestuoso que hace resonar el ángel en los cuales brillaban, iluminados por
caído. u n fuego sin brillo y adornados con co-
Esa bocina, cuyo ruido encorvaba v i - ronas de P l u t o n , los retratos de todos los
siblemente los árboles, ejecutaba en las hombres á los que la tierra debe los des-
tinieblas una espantosa sonata. cubrimientos reputados por útiles, y que.
Calló la bocina. Apenas terminó, las I por este motivo, son llamados los bien-
puertas del castillo se abrieron de par enlhechores de la humanidad. Cada uno estaba
par hacia afuera, como si u n viento inte- allí por la invención que se le debía,
rior las hubiese empujado violentamente Arabus por la medicina. Dédalo por los
todas á la vez. U n a onda de luz salió. laberintos, Pisístrato por los libros, Arís-
E l corcel subió las gradas de l a escalí- tóteles por las bibliotecas, Tubalcain por
nata y Pecopin entró en una vasta sala, los yunques, Architas por las máquí-
espléndidamente iluminada. ñ a s de guerra, Noé por la navegación.
Los muros de esta sala estaban cubier- Abraham por la geometría, Moisés por
tos de tapicerías, figurando asuntos sa- la trompeta, Amphictyon por la adivina-
cados de la historia romana. Los huecos cion de los sueños, Federico Barbaroja
de los artesonados estaban revestidos de por la caza con halcón, y el Sr. Bachon,
ciprés y de marfil. U n a galería llena de líonés, por la cuadratura del círculo. E n
flores y de árboles se e x t e n d í a régiamen- los á n g u l o s de la bóveda y en las pechí-
te por arriba, y en un á n g u l o bajo una ñ a s de la misma se agrupaban, como en
rotonda se veía u n lugar destinado para las mayores constelaciones de ese cielo
las damas con el pavimento de á g a t a . E l de estrellas humanas, muchos rostros
resto del piso era u n mosáico que repre- ilustres: Flavio, que formó la brújula;
sentaba la guerra de Troya. Cristóbal Colon, que descubrió la A m ó -
Por lo d e m á s , no se veía á nadie; el rica; Botargus, que i m a g i n ó las salsas
salón estaba desierto. Nada m á s sinies- de los manjares; Marte, que inventó la
tro que aquella gran luz en aquella gran guerra; Fausto la imprenta, el monge
soledad. Schwart la pólvora y el papa P o n t í a n los
E l caballo, que iba á su impulso y cu- cardenales,
yos pasos sonaban gravemente en el sue- Muchos de esos famosos personajes
lo, atravesó lentamente esta primera sala eran desconocidos para Pecopin, por la
y entró en una segunda c á m a r a , inmen- sencilla razón de que aun no h a b í a n
sa y desierta, pero igualmente i l u m i - nacido en la época en que pasa esta his-
nada. toria.
Muchos tableros de cedro se extendían E l caballero penetró de este modo,
alrededor de esta sala, y en estos table- marchando por donde le llevaba su ca-
ros u n misterioso artista había acoplado bailo, atravesando una serie no ínter-
cuadros maravillosos incrustados de n á - rumpida de salas magníficas. E n una
car y de oro. Eran batallas, cazas, fies- de ellas notó en la pared oriental esta
tas representando castillos de fuegos ar- inscripción en letras de oro: " E l caouó
tíficiales, sitiados y tomados por faunos de los árabes, llamado de otro modo
y salvajes; justas y n a u m a q u í a s con cavé, es una yerba que crece con abun-
toda clase de barcos deslizándose por un dancia en el imperio turco, y que se lia-
Océano de turquesas, esmeraldas y zafi- ma en la I n d i a yerba milagrosa, está
ros, que imitaban admirablemente la re- preparada del modo siguiente: Tomad
dondez del agua salada y l a hinchazón medía onza de esta yerba, que la haréis
del mar. polvo y la pondréis en infusión en una
Más abajo de gestos cuadros, u n friso, pinta, ó sea medio azumbre, de agua co-
abierto con el cincel m á s fino y magis- m u n , tres ó cuatro horas, y después l a
t r a l , simbolizaba, en las innumerables haréis hervir hasta que se consuma una
relaciones que ellas tienen entre sí, las tercera parte. Bebedla poco á poco, casi á
tres especies de criaturas terrestres que sorbos. L a gente noble la endulza con
contienen los espíritus, los gigantes, los a z ú c a r y la aromatiza con el á m b a r
hombres y los enanos; y por todas partes gris.,,
en este trabajo los gigantes y los enanos Enfrente, en la pared occidental, bri-
h u m í l l a b a n al hombre, m á s pequeño que liaba esta otra leyenda: " E l fuego griego
los gigantes y m á s torpe que los enanos, se hace y excita en el agua con car-
E i techo parecía rendir yo no só q u é bon de sauce, sal, aguardiente, azufre,
malicioso homenaje al génio humano. I pez, incienso y alcanfor, y arde solo sin
EL RHIN. 709
otra composición y consume todas las I gigante de bronce que estaba vivo. Este
materias.,, gigante era Nemrod. A su derecha y á
E n otra sala, por todo adorno solo su izquierda se sentaban, en sillones de
existia el retrato, m u y parecido, de aquel hierro, una m u l t i t u d de convidados páli-
lacayo que en el festin de Trimalcion dos y silenciosos, los unos cubiertos con
daba la vuelta á la mesa cantando con gorros moriscos y cubiertos los otros con
delicada voz las salsas en que entra como m á s perlas que el rey de Bisnagar.
componente el b e n j u í . Pecopin reconoció allí todos ios famo-
Por todas partes candelabros, a r a ñ a s , sos cazadores que han dejado huellas en
candeleros y g i r á n d u l a s , reflejadas por las historias: el rey Mithrobuzane, el tira-
inmensos espejos de cobre y de acero, no Machanidas, el cónsul romano Emilio
chispeaban en aquellas salas desmesura- Barbula I I ; Rollo, rey del mar; Zuenti-
das y opulentas, en las cuales Pecopin bold, el hijo indigno del gran Arnolfo,
no encontró un sér viviente, y á través rey de Lorena; Haganon, favorito de
de las cuales avanzaba, la mirada fosca y Carlos de Francia; Herbert, conde de Ver-
el espíritu turbado, solo, inquieto, des- mandois; Gi-uillermo Cabeza de Estopa,
pavorido y lleno de esas ideas inexplica conde de Poitiers, fundador de la ilustre
bles y confusas que asaltan á los soñado casa de Hechignevoisin; el Papa Vitalia-
res en las u m b r í a s de los bosques. no; Fardulfus, abad de San Dionisio;
Por fin llegó ante una puerta de metal Athelstan, rey de Inglaterra, y A i g r o l d ,
rojizo, encima de la cual se redondeaba, rey de Dinamarca. A l lado de Nemrod y
en un follaje de pedrerías, una gruesa apoyado de codos sobre la mesa estaba
manzana de oro, y sobre esta manzana el gran Ciro, que fundó el imperio persa
leyó estas dos líneas: dos m i l años antes de Jesucristo, y que
llevaba colocado en el pecho su escudo
ADAM INVENTÓ LA COMIDA, de armas, las cuales son, como se sabe,
EVA INVENTÓ LOS POSTRES. en campo de sinople u n león blanco per-
fectamente limpio, coronado de laurel de
XIII. oro con u n festón almenado de amarillo
A tal posada, tal mesa redonda. y de gules, cubierto en ocho tercios con
hojas cuyos extremos eran de plata.
Mientras se e n t r e t e n í a en profundizar Esta mesa estaba servida según la eti-
el sentido l ú g u b r e m e n t e irónico de esta queta imperial, y en los cuatro á n g u l o s
inscripción, la puerta se abrió lentamen habia cuatro cazadoras distinguidas é
te, el caballo entró y Pecopin experi ilustres: la reina Emma, la reina Ogive,
m e n t ó la misma impresión que recibe el madre de Luis Outre-Mer, la reina G-er-
hombre que pasa bruscamente del pleno berge y Diana, que, en su cualidad de
sol del medio dia á las profundidades de diosa, tenia u n dosel y un estuche para
una cueva. L a puerta se cerró tras él, y guardar el cubierto como las tres reinas.
tan tenebroso era el lugar en que acaba- Ninguno de estos convidados comia,
ba de entrar, que se creyó al pronto que ninguno hablaba, ninguno miraba. U n
se habia quedado ciego. Solo percibía á ancho lugar vacío en medio del mantel
alguna distancia una extensa luz desco- parecía indicar que allí se estaba espe-
lorida. Poco á poco sus ojos, deslumhra- rando que se sirviese la comida, y l a
dos por la luz sobrenatural de las ante- mesa estaba llena de frascos, en los que
c á m a r a s que acababa de atravesar, se chispeaban m i l bebidas de los países m á s
acostumbraron á l a oscuridad y comen- variados: el vino de palma de la India, el
zó á distinguir como á través de un va- vino de arroz de Bengala, el agua desti-
por los m i l pilares monstruosos de una lada de Sumatra, el arack del J a p ó n , el
prodigiosa sala babilónica. L a luz que pamplis de los chinos y el pechmez de
estaba en el centro de esta sala fué dise- los turcos. A q u í y allí, en grandes búca-
ñ a n d o los contornos, dibujando las for- ros de tierra ricamente esmaltada, espu-
mas, y al cabo de u n breve rato el caba- maba ese brevaje que los noruegos lla-
llero vió destacarse en la sombra, en el man wel, los godos buska, los caríntios
centro de un bosque de columnas tor- vo, los esclavones olí, los d á l m a t a s bien,
neadas, una gran mesa lívidamente ilu- los h ú n g a r o s sor, los bohemios piva, los
minada por u n candelero de siete brazos, polacos pwo y nosotros cerveza.
en cuyas puntas temblaban y vacilaban Negros parecidos á demonios, ó demo-
siete llamas azules. nios parecidos á negros, rodeaban la
E n el testero de esta mesa, sobre un mesa, en pié, mudos, con la servilleta al
trono de oro nuevo, habia sentado un brazo y la j a r r a en la mano. Cada con-
710 OBRAS DE VICTOR HUGO.

vidado tenia, como es de rigor, un enano sas, marchaba el viejo cazador, con su
á su lado. Diana tenia su lebrel. bocina de búfalo en la mano y montado
Mirando atentamente en las m á s bru- en su caballo de silla t á r t a r o , cubierto
mosas profundidades de este lugar ex- completamente de espuma. Y a no tocaba
traordinario, Pecopin vió que en la la trompa de caza, pero sonreía cortes-
inmensidad quizá sin fondo de la^ sala, mente en medio de los aullidos inauditos
bajo el bosque de columnas, habia una de la j a u r í a que escoltaba al ciervo, di-
rigida siempre por el montero enmasca-
m u l t i t u d de espectadores, que iban como
él montados á caballo y en traje de caza.rado.
y que eran sombras por la oscuridad, E n el momento en que este cortejo sa-
estátuas por la inmovilidad y espectros lió de la galería y entró en el salón, las
por el silencio. Entre los m á s próximosantorchas de los criados se volvieron azu-
creyó reconocer á los caballeros que les y los perros se callaron s ú b i t a m e n t e .
a c o m p a ñ a b a n al viejo cazador en el bos-
Esos espantosos dogos, con las bocazas
que de los Pasos perdidos. Como acabo de leones y los rugidos de tigres, avan-
de decir, convidados, criados y asistentes
zaron al par que su dueño, á paso lento,
guardaban un silencio espantoso, tanto, la cabeza baja, la cola pegada entre las
que hubiese sido m á s fácil oir cuchichear
piernas, los ríñones extremecióndose de
las piedras de una tumba que percibir profundo terror, los ojos suplicantes, ha-
u n soplo que se escapase de esta m u l - cia la mesa donde se sentaban los mis-
titud. teriosos convidados, siempre descoloridos,
Hacia mucho frió entre esas tinieblas.impasibles y silenciosos como estátuas de
Pecopin estaba helado hasta los huesos, mármol.
y no obstante sentia que el sudor le cor- A l llegar j u n t o á la mesa, el viejo
ría por todo el cuerpo. miró cara á cara á los l ú g u b r e s convida-
De repente resonaron aullidos, tan dos y se echó á reír.
pronto lejanos, tan pronto violentos, ale- —Hombres y mujeres, vosotros belle sig-
gres y salvajes; después la bocina del nore, domini et domince, amigos mios, ¿cómo
viejo cazador se mezcló bruscamente á vá la faena?
este ruido, y se puso á ejecutar con un •—Vienes m u y tarde, dijo el hombre
esplendor triunfal un admirable aire en de bronce.
señal de hurra perfectamente e x t r a ñ o y—Es que me ha a c o m p a ñ a d o u n ami-
nuevo, que recordado muchos siglos m á s go, al que he querido hacerle ver lo que
es la caza.
tarde por Roland de L a t t r e en una inspi-
ración nocturna, valió á este gran mú- — S í , replicó Nemrod; pero mira.
sico el 6 de A b r i l de 1574 el honor de Y al mismo tiempo, extendiendo el
ser creado por el Papa Q-regorio X I I I pulgar de su mano derecha por encima
caballero de San Pedro, con la espuela de su hombro dé bronce, señaló detrás
de oro de numero participantium. de él el fondo de la sala. Pecopin siguió
A l oir t a l ruido, Nemrod levantó la maquinalmente con la mirada la indica-
ción del gigante y vió á lo lejos dibujar-
cabeza, el abad F a r d u l í u s volvió medio
cuerpo, y Ciro, que se apoyaba en el se en las negras paredes^ ojivas blan-
codo derecho, se apoyó en el izquierdo. quecinas, como si allí hubiese ventanas
heridas vagamente por los primeros res-
XIV. plandores del alba.
—Bien, replicó el cazador; concluya-
Nueva manera de desmontar. mos, pues.
Y á una de las señales que hizo, los
Los ladridos y la bocina se aproxima- doscientos porta-luces, ayudados por los
ban; una gran puerta, que venia á estar negros, se dispusieron á colocar el cier-
enfrente de aquella por donde habia en vo asado sobre la mesa, al pié del can-
trado Pecopin, se abrió de par en par, y delero de siete brazos.
el caballero vió venir por una larga ga- Entonces Pecopin h u n d i ó las espuelas
lería oscura los doscientos criados que en los hijares del caballo, que le obede-
llevaban las hachas, sosteniendo en sus ció ¡cosa e x t r a ñ a ! sin duda á causa de la
hombros un inmenso plato de oro nuevo, aproximación del día, que debilita los
en el que yacía, en medio de mucha sal- sortilegios; lanzó su caballo entre los
sa, el ciervo de los diez y seis mogotes, criados y la mesa, se irguió de pió sobre
asado, negruzco y humeante. los estribos, cogió la espada en la mano,
Precediendo á los criados, cuyas dos- miró fijamente unas tras otras las si-
cientas antorchas eran rojas como bra- niestras fisonomías de los que estaban
EL RHIN. 711
alrededor de la mesa y la del viejo ca- Pecopin, furioso, se lanzó sobre él
zador, y con voz tenante exclamó: blandiendo la espada; pero apenas habia
—Por Dios! quien quiera que seáis, dado u n paso su caballo, cuando sintió
espectros, larvas, apariencias y visiones, que temblaba y se a b a t í a . Miró. U n d é -
emperadores ó demonios, yo os prohibo bil y blanco rayo del dia penetraba en
dar un paso; ó ¡por la muerte y que Dios el antro y se deslizaba por las losas, que
me ayude! os e n s e ñ a r é á todos y á t í se azulaban. Excepto el viejo cazador,
mismo, hombre de bronce, lo que pesa siempre sonriente ó inmóvil, todos los
sobre la cabeza de un fantasma el calza- concurrentes comenzaban á desvanecer-
do de hierro de u n caballero vivo. Estoy se. Elcandelero y las antorchas se apa-
en la caverna de las sombras, pero en gaban; la pupila de los espectros, que la
ella pretendo hacer á m i capricho y á brusca extravagancia de Pecopin habia
m i manera cosas reales y terribles. No os reanimado por un momento, no brillaba
mezcléis en ellas, señores mios. Y t ú que ya con la mirada, y á t r a v é s del enorme
me has mentido, viejo miserable, t ú pue- torso de bronce del gigante Nemrod,
des defenderte como un j ó ven, pues so- como á través de un jarro de vidrio, Pe-
plas en t u bocina con m á s rabia que un copin d i s t i n g u í a con la mayor limpieza
toro. Ponte en guardia, ó por lo m á s sa- los pilares del fondo de la sala.
grado te paso de parte á parte, aunque Su caballo se iba haciendo impalpable
fueses el mismo P l u t o en persona. y reduciendo lentamente á la nada de-
— A h ! estáis a q u í , querido amigo? Me bajo de él. Los piés de Pecopin estaban
alegro, vais á cenar con nosotros. ya próximos á tocar en tierra.
L a sonrisa que a c o m p a ñ a b a á esta gra- De pronto cantó un gallo. Habia no sé
ciosa invitación exasperó á Pecopin.— qué de terrible en ese canto claro, metá-
ED guardia, viejo taimado! A h ! ¡me ha- lico y vibrante, que atravesó el oído de
bíais hecho una promesa y me has enga- Pecopin como una hoja de acero. A l pro-
ñado! pio instante se percibió un viento fresco,
—Hijo! espera hasta el fin! ¿qué sa- su caballo se desvaneció, y al desapare-
bes tú? cer, él se t a m b a l e ó al tocar tierra y
—En guardia te digo! estuvo á punto de caer. Cuando se incor-
—Caramba! m i buen amigo, tergiver- poró todo habia desaparecido.
sáis las cosas. Se encontró solo, de pié en el suelo,
—¡Vuélveme á Bauldour, me lo has con la espada en l a mano, en un barran-
prometido! co obstruido de maleza, á algunos pasos
—Quién os dice que no os la volveré? de una corriente que formaba espuma a l
Pero, q u é haréis cuando la volváis á ver? chocar en las rocas, á la puerta de u n
—Ella es m i prometida, t ú lo sabes viejo castillo. E l dia asomaba. L e v a n t ó
muy bien ¡miserable!, y me casaré con los ojos y lanzó un grito de alegría.
ella, dijo Pecopin. Aquel castillo era el Falkenburg.
— Y antes de poco haréis otra triste y
desdichada pareja, contestó el viejo ca- XV.
zador moviendo la cabeza. Después de
todo, bah! Y á m í esto q u é me importa? Donde se vé cuál es la figura retórica que Dios usa con
Es preciso que las cosas sean así. E l m a l más frecuencia.
ejemplo está dado á los varones y á las
hembras de a q u í abajo por el varón y la E l gallo cantó segunda vez y su canto
hembra de allá arriba, el sol y la luna, salia del corral del castillo. Ese gallo,
que hacen un detestable matrimonio, cuya voz acababa de hacer desplomar al-
como que no van juntos j a m á s . rededor de Pecopin el palacio lleno de
—Vaya! d á tregua á tus chanzonetas, vértigos de los cazadores nocturnos, ha-
gritó el caballero, ó te extermino, y á la bia quizás aquella misma noche picotea-
par extermino á esos demonios y sus dio- do las migajas que todas las noches
sas y purgo por completo esta caverna. caian de las benditas manos de Baul-
E l viejo contestó, dejando asomar una dour.
risa truhanesca: Oh, poder del amor! ¡Fuerza generosa
—Purga, amigo mió. H é a q u í la fór- del corazón, caliente centelleo de las be-
mula: hojas de sen, ruibarbo y sal de llas pasiones y de los m á s bellos años!
Epsom. Las hojas de sen barren el estó- Apenas Pecopin volvió á ver aquellas
mago, el ruibarbo limpia el duodeno torres tan queridas, se le apareció l a
y la sal de Epsom deshollina los intes- fresca y deslumbrante i m á g e n de su pro-
tinos. metida y le llenó de luz, y sintió que se
712 OBRAS DE VICTOR HUGO.

le desvanecian como una humareda to-1 tremeció al verle. Llevaba debajo del
das las miserias del pasado, y las em- brazo una gran cartera roja. E l otro era
bajadas, y los reyes, y los viajes, y los un viejecillo cojo, jorobado y m u y feo.
espectros, y el espantoso remolino de v i - Era el que había dirigido la palabra á
sienes del cual acababa de salir. Pecopin, y Pecopin se esforzaba en re-
Ciertamente que no fué así, con la ca- cordar dónde habia visto aquel sem-
beza alta y la mirada encendida, como blante.
el sacerdote coronado de que habla el M i gentil-hombre, replicó el joroba-
Speculum historíale surgió de entre los do, t ú ya no te acuerdas de mí?
fantasmas, después que visitó el sombrío —Sí tal, dijo Pecopin.
y espléndido interior del d r a g ó n de —Sea enhorabuena.
bronce. Y puesto que esta figura formi- —Sois el esclavo de las orillas del mar
dable acaba de aparecer al que refiere Rojo.
esta historia, bueno será arrojar a q u í —Soy el cazador del bosque ele los
una maldición y lanzar un estigma á ese Pasos perdidos, contestó el hombrecillo.
falso sábio que tenia dos caras, vueltas Era el diablo.
la una hácia la claridad y la otra hacia —Por m í , repuso Pecopin, podéis ser
l a sombra, y que era á la vez para Dios lo que os dé la gana; pero puesto que al
el Papa Silvestre I I y para el diablo el fin me habéis cumplido la palabra, pues-
m á g i c o Gerbet. to que me encuentro ya en el Falken-
T r a t á n d o s e de traidores y de persona burg, puesto que voy á volver á ver á
jes pórfidos,
pernaos, el ódio es
ei oaio es uunn deber. Todo i Bauldo-u
ueuer. xoau Vuestro, caballero, y ha
parisién, al encontrárselo a su paso, debe|hlf,ní1n blando con pnT1 toda lealtad,
w u ^ naos ^ T ' más
doy las
arrojar una piedra á Perinet Leclerq, expresivas gracias,
todo español al conde D . J u l i á n , todo Y sin embargo, esta noche me acusa-
cristiano á Judas y todo hombre á Sa- bas. Qué te dije?
tanás.
•—Me dijiste: Espera hasta el fin .
Por lo demás, no olvidemos nunca que
— Y á pesar de eso ahora me das las
Dios coloca invariablemente el dia al lado
gracias; yo te a ñ a d o aun: ¡Espera hasta
de la noche, el bien j u n t o al mal, el án-
gel frente á frente del demonio. L a ense el fin! T ú te apresuraste demasiado en
ñ a n z a austera de la Providencia resulta acusarme, si no mienten las señas, y si
de esta eterna y sublime antítesis. Pare no me equivoco t ú te apresuras t a m b i é n
ce que Dios dice sin cesar: Escoged. E n demasiado en darme las gracias.
el siglo once, enfrente del sacerdote ca- Hablando así el jorobadillo tenia u n
balista, Gerbet colocó al casto y sábio air? inexplicable. L a ironía es el mismo
Emuldus. E l m á g i c o fué Papa, el santo | ^ ^ A ? ^ 1 ^ ! 0 ^ 6 0 ^ 1 1 1 se extremeC10
doctor fué módico. De suerte que los —Qué queréis decir?
hombres pudieran ver bajo el mismo cié E l diablo le señaló al picador enmas-
lo, entre los mismos acontecimientos y carado.
en la misma época, la ciencia blanca con -—Reconoces á este hombre?
el traje negro y l a ciencia negra con el —Sí.
traje blanco. —Le conoces?
Pecopin habia envainado su espada y —No.
se dirigia con ansiedad hácia el castillo E l picador se quitó la máscara: era
cuyas ventanas, ya iluminadas por u n Erilangus. E l cuerpo de Pecopin tembló.
rayo de sol, parecian devolver al alba E l diablo continuó:
su sonrisa. Cuando estuvo cerca del puen- Pecopin, t ú eras m i acreedor. Te
te, del que ya no quedaba m á s que u n debia dos cosas, esta joroba y este pié de
arco, oyó detrás de él una voz que decia: p i ñ a . Pero soy buen deudor. F u i á bus-
•—Vaya, caballero de Sonneck, ¿he cum- car á t u antiguo criado Erilangus para
plido m i promesa? informarme de tus gustos. Por él he sa-
bido t u afición á la caza, y entonces me
XVI. dije: ¡ L á s t i m a seria que este bello caza-
dor no conociese los atractivos de l a caza
Donde se trata ia cuestión de si se puede reconocer ai que negra! A la hora del crepúsculo te en-
no se ha conocido. contré en u n claro del bosque de los
Pasos perdidos. Llegaba á tiempo; el
Pecopin se volvió. Dos hombres esta- enano Boulon iba á cogerte por su cuen-
ban en pié en la maleza. E l uno era el ta, y yo te cogí por la mia. Esto es lo
picador enmascarado, y Pecopin se ex- que sucedió.
EL RHIN. 713
Pecopin se extremecia involuntaria-
mente. E l diablo añadió: XVII.
1—Si no hubieses tenido t u t a l i s m á n te
hubiera retenido á m i lado; pero prefiero Observaciones que se ie ocurrieron á ia entrada.
que las cosas sean como deben ser. L a
venganza se debe sazonar con diversas Pecopin a l z ó l o s hombros.^—Bauldour
salsas. vive, Bauldour está libre, pensó para sí,
—Pero, en fin, ¿qué quieres decir, de- y Bauldour me ama. Q u é puedo temer?
monio? replicó Pecopin haciendo un es- Ayer por la tarde, antes de encontrar al
fuerzo. demonio, hacia precisamente cinco años
E l diablo prosiguió: que la dejé. Pues bien, ahora h a r á cinco
—Para recompensar á Erilangus de años y u n dia y la volveré á ver m á s bella
las noticias que sobre tí me ha dado, le que nunca. L a mujer es el bello sexo y
he hecho m i ministro. Es un cargo que veinte años la edad m á s bella.
tiene muchas utilidades. E n aquellos tiempos de fidelidades t a n
—Picaro redomado, ¿me dirás al fin probadas, cinco años de ausencia no cau-
lo que esto significa? repitió Pecopin. saban e x t r a ñ e z a .
—Qué te habia prometido? Monologando de esta suerte se acerca-
•—Que terminada esta noche que has ba al castillo y reconocía con a l e g r í a
pasado de caza conmigo, al salir el sol cada almohadillado de la fachada, cada
me conducirlas al Falkenburg. diente del rastrillo y cada clavo del
•—Ya estás en é l . puente levadizo. Sentíase feliz y dichoso.
•—Dime, demonio, ¿es que Bauldour E l suelo de la casa que nos ha visto niños
ha muerto? sonríe al volver á vernos hombres, como
—No. el rostro satisfecho de una madre.
—Es que se ha casado? A l atravesar el puente reparó j u n t o a l
—No. tercer arco en una magnífica encina, cuya
—Es que ha tomado el velo? copa rebasaba con mucho l a línea del
—No. parapeto.—Esto es singular, se dijo; a q u í
— E s t á en el Falkenburg? no habia n i n g ú n árbol. Después se acor-
—Sí. dó de que dos ó tres semanas antes del
—Es que no me ama? dia en que se encontró con l a caza del
—Siempre. palatino, habia jugado con Bauldour a l
—En ese caso y si dices verdad, excla- juego de las bellotas y de los huesecillos,
mó Pecopin respirando como si se hubie- apoyándose los codos en el parapeto del
se quitado del pecho el peso de una puente, y que precisamente en aquel
m o n t a ñ a , seas quien fueres y suceda lo sitio habia caido una bellota en el foso.
que quiera, yo te doy las gracias. •Diablo, pensó, la bellota se ha hecho
•—Ve, pues, dijo el diablo; t ú estás una encina en cinco años. Buen terreno
contento y yo t a m b i é n . es éste.
Esto dicho, cogió á Erilangus en sus Cuatro pájaros encaramados en aque-
brazos, por m á s que él era pequeño y l l a encina charlaban cantando á c u á l
Erilangus era grande; después, torcien- mejor; eran u n grajo, u n mirlo, una ur-
do su pierna deforme alrededor de la raca y un cuervo. Pecopin apenas fijó en
otra y levantándose sobre l a punta del ellos la atención, como tampoco en u n
pió, hizo una pirueta, y Pecopin le vió pichón que arrullaba en u n palomar y
hundirse en tierra como una barrena. en una g a l l i n a que cloqueaba en el
U n segundo después habia desaparecido. corral. No pensaba m á s que en Bauldour
A l cerrarse la tierra sobre el diablo y deseaba verla cuanto antes.
dejó escapar una preciosa lucecita color A l brillar el sol en el horizonte, los
de violeta sembrada de chispas verdes, criados de la conserjería bajaron el
que se fué alegremente dando saltos y puente levadizo. E n el momento en que
cabriolas hasta el bosque, donde perma- Pecopin traspasó la puerta, oyó detrás
neció a l g ú n tiempo detenida y como en- de él una carcajada, que aunque parecía
ganchada en los árboles, colorándolos que habia sonado muy lejos, se percibía
con m i l matices luminosos, á la manera perfectamente distinta y m u y prolonga-
que el arco-iris cuando refleja sus colo- da. Miró hácia fuera y ipov todos iados y
res en el follaje. no vió á nadie. Era el diablo que se reia
en su caverna.
Habia debajo de la bóveda un depósi-
to de agua que la sombra y la reverbe-
TOMO I V .
714 OBRAS DE VICTOR HUGO.

ración cambiaban en espejo. E l caballe-1 truido apenas hacia cinco años, estaba
ro se inclinó hácia él. Después de las ahora m u y oscura y muy resquebrajada
fatigas de aquel largo viaje, que apenas roida por las yerbas y en el arco de la
le habia dejado sobre el cuerpo algunos óveda daba abrigo á tres ó cuatro nidos
harapos, después sobre todo de las sacu- e golondrinas; pero, ¿un corazón ena-
didas de aquella noche de caza sobrena- morado se admira porque haya algunos
tural, él esperaba que al verse se espan- nidos de golondrinas?
tase de sí mismo, y no fué así. Fuese Si tuviesen costumbre los r e l á m p a g o s
v i r t u d del t a l i s m á n que le dió la sultana, de subir las escaleras, c o m p a r a r í a á Pe-
fuese efecto del elixir que el diablo le copin á uno de ellos. E n un abrir y cer-
hizo beber, estaba m á s encantador, m á s rar de ojos subió al quinto piso y se co-
fresco, m á s jóven y m á s reposado que ceó delante de la puerta del gabinete
nunca. L o que le a d m i r ó sobre todo fué de Bauldour. Esta puerta al menos no
verse cubierto de un traje completamen estaba n i ennegrecida n i cambiada; era
te nuevo y por extremo magnífico. Tenia siempre la misma, alegre, limpia y sin
las ideas de t a l modo embrolladas en su manchas, con su herraje luciente como
cerebro, que no pudo recordar en q u é a plata, con los nudos de la madera
hora de la noche se e n g a l a n ó de aquella claros como la pupila de una jóven her-
manera. Estaba así bellísimo. Tenia el mosa, y daba á entender bien á las cla-
traje de u n príncipe y la apariencia de ras esa puerta virginal, que la jóven
u n genio castellana no habia dejado una sola ma-
Mientras que se miraba, a l g ú n tanto ñ a n a de hacerla lavar por las mujeres
sorprendido, pero m u y satisfecho, y en- que tenia á su servicio. L a llave estaba
contrándose m u y á su gusto, oyó una se- en la cerradura, como si Bauldour estu-
gunda carcajada m á s jovial todavía que viese esperando á Pecopin.
l a primera. Se volvió y no vió á nadie. No habia m á s que poner la mano sobre
Era el diablo que se reia en su caverna. esta llave y entrar. Pecopin se detuvo.
Atravesó^el patio de honor. Los hom Apenas podia respirar de alegría, de sa-
bres de armas se asomaron á las almenas tisfacción y de dicha, y acaso t a m b i é n
de las murallas; ninguno le reconoció, y se mezclaba u n poco en esta fatiga el
tampoco él reconoció á ninguno. Las sir haber subido cinco pisos. Grandes lla-
vientes de zagalejos cortos, que lavaban maradas de color de rosa pasaban^por
la ropa blanca en la orilla de los lava delante de sus ojos y le parecía que re-
deros, se volvieron y ninguna le recono- frescaban su frente. U n zumbido se agi-
ció, y él tampoco reconoció á ninguna taba sordamente en su cabeza, y su co-
Pero tenia tan buena figura, que se le razón parecía que quería estallar.
dejó pasar por aquello de que gran aspee Cuando se c a l m ó esta primera impre-
to supone gran nombre. sión y el silencio comenzó á ejercer su
Sabia su camino y se dirigió hácia la imperio, escuchó. ¿Cómo expresar la
escalera de caracol de la torrecilla que conmoción que experimentó aquella po-
conducía al aposento de Bauldour. A" bre alma embriagada de amor? A través
atravesar el patio le pareció que las fa de la puerta oyó el ruido de u n torno en
chadas del castillo estaban algo m á s os la habitación.
curecidas y arrugadas, y que las hiedras
que trepaban por los muros del Norte XVIII.
eran desmesuradamente espesas, y las v i
des que sombreaban los muros del Medio Donde aprenderán los espíritus graves cuál es la más
día se h a b í a n poblado extraordinaria impertinente de las metáforas.
mente. Pero, ¿un corazón enamorado se
v á á maravillar por algunas piedras E n rigor ese torno podia muy bien no
negras y por algunas hojas de m á s ó de ser el de Bauldour, y ser quizás el torno
menos? de alguna de sus doncellas, porque j u n t o
Cuando llegó á la torrecilla le costó á su habitación Bauldour tenia u n ora-
a l g ú n trabajo reconocer la puerta. L a torio, donde pasaba frecuentemente los
b ó v e d a de esta escalera era una bóveda días. Si ella hilaba mucho, oraba m á s
espiral suspendida alrededor de la torre aun. Pecopin pensó para sí en todo esto
y cuando partió Pecopin, el padre de un poco, pero no por eso dejó de escuchar
Bauldour hizo reconstruir l a entrada de con delicia el torno. Esas son las tonte-
nuevo con el excelente asperón blanco de rías del hombre que ama, sobre todo cuan-
Heidelberg. Esta entrada, que, según do se tiene un alma elevada y u n gran
los cálculos de Pecopin, la habia cons corazón.
EL RHIN. 715
Momentos como los que estaba pasan- alto para que Bauldour le oyese si esta-
do Pecopin se componen de éxtasis que ba en su oratorio, aunque un poco sor-
quiere esperar y de impaciencia que de- prendido de que la d u e ñ a supiese su
sea entrar; el equilibrio dura algunos nombre; yo no he muerto. No es m i
minutos, pero luego u n instante de i m - sombra la que aparece, soy yo, Pecopin,
paciencia lo echa todo á rodar. Pecopin, que vuelvo en carne y hueso si no lo to-
temblando, puso por fin la mano en la máis á mal. Y yo no quiero misas, yo lo
llave, dió la vuelta á la cerradura, el que quiero es un beso de m i prometida,
pestillo cedió, se abrió la puerta y entró. de Bauldour, á la que amo m á s que nun-
— A h ! se dijo para sí; me he e n g a ñ a d o ; ca. L o entendéis, buena señora?
no era el torno de Bauldour. A l acabar de decir estas palabras, la
E n efecto, no cabia dudar que en la ha- vieja se arrojó á su cuello.
bitación habia alguno que hilaba, pero Era Bauldour.
era una vieja. U n a vieja es decir poco; A y de mí! la noche de caza del diablo
era una vieja hada, porque las hadas habia durado cien años.
solamente llegan á esas edades fabulosas Bauldour no habia muerto, gracias á
y á esas decrepitudes seculares. Aquella Dios ó al demonio; pero en el momento
d u e ñ a parecía tener, y tenia necesaria- en que Pecopin, tan jóven y m á s bello
mente, m á s de cien años. F i g ú r a t e , si quizás que nunca, la volvía á encontrar
puedes, una pobre criatura humana ó so- y la volvía á ver, la pobre tenia ciento
brehumana, encorvada, arrugada, casca- veinte años y u n día.
da, curtida, debilitada, rajada, escamada,
carcomida, hecha una pasa y ceñuda; con
XIX.
las cejas y los cabellos blancos, los dien-
tes y los labios negros y amarillo lo de- Bellas y prudentes palabras de cuatro filósofos bípedos
m á s del cuerpo; flaca, calva, pelada, ter- adornados con plumas.
rosa, vacilante y horrible. Y si quieres
tener una idea de aquel rostro, donde m i l Pecopin, desatinado, h u y ó . Bajó pre-
arrugas venian á confluir en la boca cipitadamente la escalera, atravesó el
como los rayos de una rueda en el cen- patio, empujó l a puerta, pasó el puente,
tro, i m a g í n a t e que ves v i v i r la insolente trepó l a vertiente, franqueó el barranco,
metáfora de los latinos, anus. Ese sér saltó el torrente, se abrió paso entre l a
venerable y horrible estaba sentado ó maleza, escaló la m o n t a ñ a y se refugió
acurrucado cerca de la ventana, con los en el bosque de Sonneck. Corrió todo el
ojos inclinados hácia el torno y el huso d í a , azorado, espantado, desesperado,
en la mano como una parca. loco. Amaba siempre á Bauldour, pero
L a buena señora al parecer era m u y tenía horror á aquel espectro. No sabia
sorda, porque al ruido que hicieron la ya dónde se agitaba su espíritu, dónde se
puerta al abrirse y Pecopin entrando, no anidaba su memoria, dónde tenia su co-
hizo el menor movimiento. razón. Llegada la tarde, al ver que se
E n vista de esto el caballero, dejando acercaba á las torres de su castillo natal,
á un lado sus ínfulas y sus presunciones, desgarró sus ricos vestidos irónicos, que
como es de rigor ante personas de tan procedían del diablo, y los arrojó en el
respetable edad, dando u n paso hácia profundo torrente de Sonneck. Después
adelante, dijo:—Señora d u e ñ a , ¿dónde se arrancó los cabellos, y de pronto se
está Bauldour? apercibió que tenia en l a mano u n p u ñ a -
L a dama centenaria levantó los ojos, do de cabellos blancos. Luego sintió que
dejó caer el hilo, temblaron todos sus de improviso sus rodillas temblaron, que
miembros, lanzó un pequeño grito, se le estaba derrengado su cuerpo, y se vió
v a n t ó á medias de la silla, extendió h á obligado á apoyar en u n árbol sus ma-
cia Pecopin sus largas manos de esque nos, que h a b í a n quedado horrorosamente
leto, fijó en ól su mirada de fantasma y arrugadas. E n el extravío de su dolor, no
dijo, con voz débil y huesosa, que parecía teniendo ya conciencia de lo que hacía,
galir de un sepulcro: habia cogido el t a l i s m á n que llevaba
—Cielos! caballero Pecopin! ¿qué que- colgado al cuello, h a b í a roto la cadena
réis? es preciso deciros misas? Dios mío! y lo h a b í a arrojado al torrente al mismo
Caballero Pecopin, ¿conque es cierto que tiempo que sus vestidos.
habéis muerto, cuando se me aparece Y las palabras de la esclava de la sul-
vuestra sombra? tana se h a b í a n cumplido en el acto.
•—Pardiez, buena señora, contestó Pe- Acababa de envejecer cíen años en u n
copin, echándose á reir y hablando m u y minuto. Por la m a ñ a n a habia perdido
716 OBRAS DE VICTOR HUGO,

sus amores; por la tarde perdía su juven- gio sentido y literario del viento del Sud.—Cómo se come en
Bingen.—Un mayor gordo y un sabio raquítico.—Monografía
t u d . E n aquel momento, por la tercera de la mesa redonda.—El señor Cosa y el señor Máquina.—
vez en aquella fatal jornada, alguien El poeta y el abogado.—Las sagres azules.—El autor desa-
lanzó una carcajada en alguna parte de- fía al que quiera á que comprenda lo que se dice en las últimas
veinte líneas de esta carta.
t r á s de él. Se volvió y no vió á nadie; era
el diablo que se reia en su caverna.
¿Qué hacer después de este c ú m u l o de
desdichas? Recogió u n palo que habia en Maguncia, 15 Setiembre.
tierra, olvidado por a l g ú n leñador, y apo- Me riñes en t u ú l t i m a carta, amigo
yado en él se dirigió penosamente hácia mió, y en parte tienes razón y en parte
el castillo, que por fortuna estaba muy no. No tienes razón en lo que dices de la
próximo. Cuando estuvo cerca, vió á los iglesia de Epernay, porque realmente yo
últimos rayos del crepúsculo un grajo, no he escrito lo que t ú crees haber leido.
una urraca, un mirlo y u n cuervo que Y al mismo tiempo tienes razón, porque
estaban encaramados en el techo de la al parecer no me he expresado con bas-
casa, entre las veletas, como si le estuvie- tante claridad. Me escribes que has
sen esperando. Oyó una gallina que no adquirido antecedentes con motivo de la
veia y que decia: FecopinI Fecopin! Y oyó iglesia de Epernay, "que me he equivoca-
u n pichón que no veia y que decia: do a t r i b u y é n d o l a á M . Poterlet-Gralichet,
BauldourI Bauldourl Bauldour! Entonces cuando M . Poterlet-Galichet, probo, dig-
se acordó de su sueño en Bacharach y no y honrado ciudadano de Epernay, es
de las palabras que le dirigió en otro perfectamente e x t r a ñ o á la construc-
tiempo—ay de m í ! ¡hacia ciento cinco ción de la iglesia, y que á mayor abun-
años de esto!—el viejo que arreglaba las damiento hay en la ciudad dos hombres
cepas á lo largo de un muro: Señor, para muy distinguidos que llevan el nombre
el joven, el mirlo silba, el grajo gárrula, la de Poterlet, un ingeniero de raro mérito
urraca chilla, el cuervo grama, el pichón ar- y u n joven pintor lleno de porvenir.;,
rulla, la gallina cacarea; para el viejo, los Suscribo á todo lo que dices, y yo mismo
pájaros hablan. he conocido, hace diez años, un jóven y
Prestó, pues, el oido, y h é a q u í el diá agradable pintor que se llamaba Poter-
logo que escuchó: let, y que, si la muerte no le hubiese
arrebatado á los veinticinco años, seria
E L MIRLO.
hoy un gran talento para el público,
Por fin ya está de regreso
nuestro cazador. SaludI como era en 1829 u n gran talento para
E L GRAJO. sus amigos. Pero yo no he dicho lo que
Quien se vá por solo un día t ú me haces decir. Vuelve á leer m i car-
suele estarse un año. ta, me parece que es la segunda; yo no
E L CUERVO. atribuyo en ella poco n i mucho la iglesia
Tú de Epernay á M . Galichet. Digo tan solo:
cazaste el águila, el buitre
y hasta el milano de Heimburg. "Esa iglesia me causa el efecto de haber sido
LA URRACA. edificada, etc.;; U n chiste sin malicia, que
Más valiera que cazaras ú n i c a m e n t e puede referirse á la iglesia.
en esa extensión azul
la bella ave del amor. Zanjada esta p e q u e ñ a cuenta, vuelvo
de Epernay á Bingen.
PecopinI L A G A L L I N A . L a transición es brusca y el paso an-
cho; pero t ú eres de esos oyentes i n t e l i -
E L PICHON.
gentes y afectuosos, penetrados de la
Bauldour! Bauldourl necesidad de las cosas y de la ley de las
naturalezas, que conceden á los poetas
CARTA X X I I . las transiciones y á los soñadores los
saltos.
Bingen es una preciosa y bonita ciu-
Blngen. dad, blanca y negra á la vez, grave como
una ciudad antigua y alegre como una
Un recuerdo al pintor Poterlet.—Bingen.—Un poco de historia
—Cómo se forman las ciudades en las confluentes.—Paisaje ciudad nueva, que desde el cónsul Druso
—El Johannisberg.—El Niederwald.—-ElEhrenfels.—El Rup hasta el emperador Garlo-Magno, desde
pertsberg,—Las ruinas de Disibodenberg.—Todas las especies el emperador Garlo-Magno hasta el ar-
de antítesis que Dios se complace en hacer.—El autor de-
nuncia á la indignación pública la abominable restauraeion zobispo W i l l i g i s , desde el arzobispo W i -
: de la abadía de San Dionisio.—Bingen á vuelo de pájaro.— lligis al mercader Montemagno, desde el
La canción de Barbaroja.—Los poetas son emperadores; con- mercader Montemagno hasta el visiona-
viene que de vez en cuando los emperadores sean poetas.—
Canto de Quasimodo cantado en el Bhin.—Budesheim.—Elo- rio Holzhausen, desde el visionario Holz-
EL RÍÍIN. ^17
hausen hasta el notario Fabre, que domi- magnífica ruina. E l juguete domina y
na actualmente en el castillo de Druso, se l u m i l l a la fortaleza. A l otro lado del
ha aglomerado y amontonado poco á ^ h i n , en el Ruppertsberg, que m i r a al
poco, casa á casa, en la Y del Rhin y del Niederwald, en las ruinas del convento de
Nahe, como el rocío se recoge gota á ;3isibodenberg, el pozo bendito, excava-
gota en el cáliz de una flor. de lis. Per- do por Santa Hildegarda, sufre la vecin-
m í t e m e esta comparación, que tiene el dad de la infame torre construida por
defecto de ser florida, pero que tiene el l a t t o . Las vides cercan el convento, los
mérito de ser verdadera y que representa remolinos rodean la torre. E n la torre se
fielmente y en todos los casos posibles el lan establecido herreros; la oficina de las
modo de formarse una ciudad en la con- aduanas prusianas se ha instalado en el
fluencia de dos rios. convento. E l espectro de Hatto escucha
Todo contribuye á hacer de Bingen sonar el yunque, y l a sombra de H i l -
una especie de antítesis edificada en me- degarda presencia el precinto de los
dio de un paisaje, que es el mismo una buJtos.
antítesis viviente. L a ciudad, comprimí Por u n contraste extraño, el motin de
da á la derecha por el riachuelo y á la Civilis que destruyó el puente de D r u -
izquierda por el rio, se desenvuelve en so, la guerra del Palatinado que des-
forma de t r i á n g u l o alrededor de una igle- truyó el puente de W j l l i g i s , las legiones
sia gótica, que se apoya por la espalda en de Tutor, la^ contiendas de los gangra-
una ciudadela romana. E n la cindadela, ves Adolfo de Nassau y Didier (T Isem-
que data del siglo primero, y que ha bourg, los normandos en 890, los vecinos
servido mucho tiempo de guarida á los de Creuznach en 1279, el arzobispo Bau-
caballeros bandidos, hay una huerta del doin de Tréveris en 1334, la peste en
cura párroco; en la iglesia, que es del 1349, la i n u n d a c i ó n en 1458, el baile pa-
siglo quince, está la tumba de u n doctor latino Groler de Ravensberg en 1496, el
casi hechicero, ese Barthelemy de Holz- landgrave G-uillermo de Hesse en 1504,
hausen, que el elector de Maguncia la guerra de los treinta años, los ejércitos
h a b r í a hecho quemar probablemente de la revolución y del imperio, todas las
como adivino si él no le hubiese pagado devastaciones han. atravesado sucesiva-
como astrólogo. D e l lado de Maguncia mente esta llanura feliz y serena, en tan-
resplandece, chispea y verdea l a famosa to que las m á s maravillosas figuras de l a
l l a n u r a - p a r a í s o que franquea la entrada liturgia y de la leyenda, Grela, J u t t a ,
al Rhingau. D a l l a d o de Ooblenza las Liba, Q-uda, Gisela, l a dulce hija de
sombrías m o n t a ñ a s de Ley en fruncen e Brcetnser; Hildegarda, l a amiga de San
entrecejo. A q u í la naturaleza ríe como Bernardo; Hiltrude, la penitente del p a p á
una hermosa ninfa tendida completa Eugenio, han habitado unos tras otros
mente desnuda sobre la yerba; a l l í ame- estas siniestras rocas. E l olor de s a n g r é
naza como un gigante acostado. aun se percibe en la llanura, el perfume
M i l recuerdos, representados uno por de las santas y de las hermosas aun llena
un bosque, otro por una roca, otro por la m o n t a ñ a .
u n edificio, se mezclan y se chocan en Cuanto m á s se examina este precioso
este rincón del Rhingau. Allá abajo ese sitio, m á s se multiplica la antítesis ante
ribazo verde es el festivo Johannisberg; la mirada y el pensamiento. Se ofrece
al pió del Johannisberg, ese formidable bajo m i l formas. E n el momento en que
castillejo cuadrado que flanquea el án- el Nahe desemboca á través de los arcos
gulo de la fuerte ciudad de Rudesheim, del puente de piedra, sobre el parapeto
ha servido de cabeza de puente á los ro- desde el cual el león de Hesse vuelve l a
manos. E n la cima del Niederwald, que espalda al á g u i l a de Prusia, lo que hace
está enfrente á Bingen, al borde de un decir á los hesseses que la desdeña y á los
admirable bosque, en la m o n t a ñ a que prusianos que tiene miedo; en el momen-
comienza ahora el encajonamiento del to, digo, en que el Nahe, que llega tran-
Rhin, y que anteriormente á los tiempos quilo y lento del Monte-Trueno, sale por
históricos obstruía la entrada u n peque- debajo de ese puente-límite, el brazo ver-
ño templo de blancas columnas, pareci- de de bronce del Rhin sujeta brusca-
do á una rotonda de café parisién, se le- mente al blondo ó indolente riachuelo y
vantan por encima del melancólico y lo sumerge en el Bingerloch. L o que
soberbio Ehrenfels, construido en el siglo pasa en el remolino es asunto de los dio-
doce por el arzobispo Siegfried, tétricas ses. Pero nada m á s cierto que j a m á s Jú*
torres, que han sido en otro tiempo una piter e n t r e g ó n á y a d e m á s adormecida á
formidable ciudadela y hoy son una rio m á s violento é
718 OBRAS DE VICTOR HUGO.

L a iglesia de Bingen está revocada de grandeza del espectáculo y la profundi-


color gris, tanto por fuera como por den- dad de la contemplación. En las venta-
tro. Esto es absurdo. Sin embargo, te de- nas de las boardillas, jóvenes cantan
claro que las abominables restauraciones con los ojos clavados en sus faenas; los
que se hacen al presente en Francia pájaros charlan alegremente en las hie-
a c a b a r á n por reconciliarme con el revo- dras de la ruina; en las calles hormiguea
que. Sea dicho de paso, no conozco nada el pueblo, y ese pueblo produce un ruido
en este género m á s deplorable que la res- de trabajo y de dicha; se cruzan barcas
t a u r a c i ó n de l a a b a d í a de San Dionisio, en el R h i n , óyese los remos cortar la ola,
que h a b r á terminado á estas horas ¡ay de se vé temblar las velas; las palomas
mí!, y la restauración de Nuestra Señora vuelan alrededor de la iglesia, el rio re-
de Paris, bosquejada en este momento. verbera, el cielo palidece; un rayo de sol
A l g ú n dia volveré, ténlo por cierto, á horizontal t i ñ e de p ú r p u r a á lo lejos el
ocuparme de estas dos operaciones b á r - polvo del camino ducal de Uudesheim á
baras. No puedo prescindir de un sen- Biberich, y hace chispear las r á p i d a s
timiento de v e r g ü e n z a personal cuando carretelas que parecen huir en una nube
pienso que la primera se ha efectuado á de oro llevadas por cuatro estrellas. Las
nuestras puertas y la segunda se realiza lavanderas del R h i n extienden sus tra-
en el centro mismo de Paris. Todos somos pos en los zarzales, las lavanderas del
culpables de este doble crimen arquitec- Nahe lavan su ropa blanca, van y vie-
tural, por nuestro silencio, por nuestra nen, las pantorrillas desnudas y los piés
tolerancia, por nuestra inercia, y l a pos- mojados, en a l m a d í a s formadas de tron-
teridad sobre todos nuestros contemporá- cos de pinos amarrados á la orilla del
neos h a r á un dia recaer justamente su re- agua, y se rien de a l g ú n viajero que d i -
probación y su indignación, cuando, en buja el Ehrenfels. L a torre de las Ratas,
presencia de dos edificios desfigurados, presente y en pié en medio de esta ale-
degenerados, parodiados, mutilados, dis- gría, humea en la sombra de las mon-
frazados, deshonrados, afeados, nos pida t a ñ a s .
cuenta de esas dos admirables basílicas, E l sol se oculta, la tarde fina, la noche
bellas entre las iglesias bellas, ilustres se aproxima, los techos de la ciudad apa-
entre los ilustres monumentos, una que recen como un solo techo, los montes se
era la metrópoli de la dignidad real y la confunden en u n solo m o n t ó n de tinie-
otra que era la metrópoli de Francia. blas, donde se hunde y se pierde la gran
Bajemos la cabeza de antemano. Res claridad blanca del R h i n . Brumas de
tauraciones como éstas equivalen á de gasa suben lentamente del horizonte a l
moliciones. zenit; el pequeño dampschiff de Magun-
E l revoque se contenta con ser estú cia á Bingen acaba de atracar en el sitio
pido. No es devastador. Ensucia, unta, que ocupa de noche á lo largo del male-
mancha, blanquea, pica, ridiculiza, afea; cón, frente por frente del hotel Victoria;
no destruye. Arregla el pensamiento de las lavanderas, con sus lios de ropa á la
César Cesariano ó de Herwin de Stein- cabeza, vuelven á sus casas por los cami-
bach, como la fachada de Gauthier Gar- nos hondos; los ruidos se extinguen, las
guille, poniéndoles una careta de yeso. voces se apagan; una ú l t i m a luz rosada,
N i m á s n i menos. Desengrana esta pobre que se parece al reflejo del otro mundo
fachada embadurnada de biaaco, de ama- en el rostro lívido de un moribundo, co-
r i l l o , ó de rosa, ó gris, y encontrarás viva lora todavía a l g ú n tiempo, en la cima
y pura la venerable cara de la iglesia. de su roca, el Ehrenfels, pálido, decré-
Sentarse en lo alto del Klopp hácia la pito y descarnado. Después la luz se des-
hora en que el sol declina y mirar desde vanece, y entonces parece que la torre de
allí la ciudad á sus piés y alrededor de sí Hatto, casi desapercibida dos horas an-
el inmenso horizonte; ver oscurecerse los tes, se agranda de repente y se apodera
montes, humear los techos, desplegarse del paisaje. Su humo, que era oscuro
las sombras y v i v i r en el paisaje los ver- mientras alumbraba el dia, se enrojece
sos de Virgilio; aspirar en u n mismo so- ahora poco á poco á las reverberaciones
plo las emanaciones de los árboles, el de la fragua, y como el alma de un mal-
aliento del rio, la brisa de las m o n t a ñ a s vado que se venga, se vuelve luminoso á
y la respiración de la ciudad, cuando el medida que el cielo se vuelve negro.
aire es tibio, la estación dulce y el dia Hace unos dias estaba en la platafor-
hermoso, es experimentar una sensación ma del Klopp, y mientras que todo este
í n t i m a , delicada, inexplicable, llena de desvarío se realizaba á m i alrededor,
pequeños goces secretos, velados por la cuando habia dejado m i espíritu vagar
EL RHIN. 719
yo no sé por dónde, se abrió súbitamente algunos pasajes y tan triste en algunos
una ventana m á s abajo de mis pies, momentos; creación en la que se mez-
brilló una vela, una jóven se puso de pe- clan, por decirlo así, en cada nota lo que
chos á la ventana, y oí una voz el ara, hay de m á s tierno y lo que hay de m á s
fresca, pura—la voz de la jóven,—cantar grave, el corazón de una mujer y el es-
esta caución con un aire lento, quejum- píritu de u n pensador. Alemania le hace
broso y triste: ya justicia; Francia se la h a r á m u y en
breve.
Pías mi cavalier francés,
E la dona catalana, Como yo desconfio un poco de las cu-
E F ouraz del ginoes, riosidades locales explotadas, no he ido
E la eourt de castelana, á ver, te lo confieso, la milagrosa asta
Lou contaz provencales,
E la danza trevizana, de toro, n i el lecho nupcial, n i la cade-
E lou corps aragonés, na de hierro del viejo Bramser. E n re-
La mans a kara d' angles,
E lou donzel de Toscana. vancha, he visitado el castillejo cuadra-
do de Rudesheim, habitado en estos
Reconocí ios festivos versos de Fede- instantes por u n dueño inteligente, que
rico Barbaroja, y no sabría decirte q u é 1a comprendido que esta ruina debia
efecto me causó, en esta ruina romana guardar u n exterior ruinoso para con-
metamorfoseada en villa de notario, en servar su apariencia de palacio. Las mo-
medio de la oscuridad, á la luz de esa radas son como los hidalgos, tanto m á s
vela, á doscientas toesas de la torre de nobles cuanto m á s antiguos. ¡Fué ad-
las Ratas, cambiada en cerrajería, á cua- mirable m a n s i ó n ese castillejo cuadrado!
tro pasos del hotel Victoria, á diez pasos Cuevas romanas, murallas romanas, una
de u n buque de vapor ó m n i b u s , esta sala de los caballeros, en la que la mesa
poesía de emperador convertida en poe- está iluminada por una sola l á m p a r a
sía popular, ese canto de caballero con- adornada con florones, semejante á la de
vertido en canción de muchacha, esas la tumba de Carlo-Magno; vidrios del
rimas romanas acentuadas por una boca Renacimiento, melosos, casi homéricos,
alemana, esta a l e g r í a del tiempo pasado que ladran en el patio; linternas de
transformada en melancolía, ese vivo hierro del siglo trece colgadas en las pa-
rayo de las Cruzadas a t r a v e s á n d o l a som- redes, estrechas escaleras de caracol, ca-
bra que le separa del presente y arrojan- labozos cuyo abismo espanta, urnas
do bruscamente su luz hasta mí, pobre sepulcrales colocadas en una especie de
soñador aturdido. osario, todo un conjunto de cosas negras
Por lo demás, puesto que te hablo a q u í y terribles, en la cúspide del cual se es-
de los aires que he llegado á oir en las pacía u n enorme m o n t ó n de verdura y
orillas del Rhin, ¿por q u é te he de ocultar de flores, que lo constituyen las m i l ve-
que en Braubaoh, en el momento en que getaciones de la ruina, que el propietario
nuestro dampschiíf se estacionaba de- actual, hombre de verdadero gusto, man-
lante del puerto para el desembarco de tiene, afirma y cultiva. Esto forma una
los viajeros, los estudiantes, sentados en terraza odorífera y espesa, desde donde
el tronco de u n pino desatado de alguna se contemplan las magnificencias del
a l m a d í a de la M u r g , cantaban en coro, Rhin. H a y alamedas en este monstruoso
con palabras alemanas, ese admirable ramillete, por las que se pasean. De
aire de Quasimodo, que es una de las be lejos es una corona, de cerca es u n
llezas m á s salientes y m á s originales de j a r d í n .
la ópera de M l l e . Bertin? No lo dudes, Las laderas de Johannisberg abrigan
amigo mió, el porvenir volverá á colocar ese venerable castillejo y lo protegen de
en su lugar esa severa y notabilísima las inclemencias del Norte. E l viento
ópera, rechazada á su aparición con tan tibio del Mediodía se abre paso en él por
ta violencia y proscripta con tanta i n - las ventanas abiertas en el R h i n . No
justicia. E l público, embaucado con de- conozco soplo m á s encantador, n i viento
masiada frecuencia por los tumultos más literario que el viento del Sud. E l
rencorosos que se crean alrededor de to- hace germinar en la cabeza las ideas
das las grandes obras, revisará al fin rientes, profundas, sérias y nobles. Rea-
á la postre el juicio apasionado f u l m i - nimando el cuerpo, parece que ilumina
nado u n á n i m e m e n t e por los partidos po el espíritu. Los atenienses, que han i m -
líticos, las rivalidades musicales y las preso allí su huella, han expresado este
pandillas literarias, y sabrá admirar un pensamiento en una de sus m á s ingenio-
dia esta dulce y profunda música, tan sas esculturas. E n los bajo-relieves de
p a t é t i c a y tan robusta, tan graciosa en la torre de los Vientos, los vientos hela-
720 OBRAS DE VICTOR HUGO.

dos son feos, peludos, tienen el aire estú- poco en ellos. Descartes desvaría, H u y -
pido y visten como los bárbaros; en cam- ghens modifica los desvarios de Descar-
bio los vientos suaves y cálidos van tes, Mariotte modifica las modificaciones
vestidos como los filósofos griegos. de Huyghens. Donde Descartes vé estre-
E n Bingen veia algunas veces en el llas, Huyghens vé glóbulos y Mariotte
extremo opuesto de la sala donde yo co- vé agujas. ¿Qué hay de probado en todo
m í a dos mesas m u y diferentemente ser- esto? Nada m á s que la corta duración
vidas. En la una se sentaba solo comple- del hombre y la grandeza de Dios.
tamente u n mayor b á v a r o grueso, que Esto es algo.
hablaba u n poco el francés, el cual m i -
Después de todo, lo repito, me gustan
raba pasar todos los dias por delante de
los sistemas. Los sistemas son las escalas
él, sin que apenas la tocase, una verda-
por medio de las cuales se sube á la ver-
dera comida alemana completa, de cinco
dad.
platos. E n la otra apoyaba melancólica-
mente los codos ante un plato de repollo Algunas veces u n jóven sábio venia á
en conserva u n pobre diablo, que, des- aeber una botella de cerveza á la hora
pués de haberse engullido su desabrida de comer en la mesa redonda; yo cogia
pitanza, acababa de comer devorando un periódico, me sentaba en el alféizar
con los ojos el festin p a n t a g r u é l i c o de su de una ventana y observaba. L a mesa
vecino. J a m á s he comprendido m á s cla- redonda del hotel Victoria ofrecía un con-
ramente que en presencia de esta vivien- unto, por lo diverso, poco armonioso,
te p a r á b o l a l a frase de Ablancourt: como todo lo que el azar hace por justa-
L a Providencia pone ordinariamente el dine- íosicion. Habia en la cabecera una dama
ro á un lado y el apetito al otro. inglesa bastante vieja con tres hermosos
E l pobre diablo era un jóven sábio, niños. P a r e c í a m á s d u e ñ a que nodriza,
pálido, s é r i o y melenudo, m u y apasiona- m á s tia que madre. De veras compadecí á
do por la entomología y algo enamorado los pequeñines, pues la mano de aquella
de una criada de la hostería, lo que cons- buena señora era un a l m a c é n de pesco-
tituye un gusto de sábio; por m á s que u n zones. E l mayor comía algunas veces al
sábio enamorado es un problema para lado de esta señora para entrar en apeti-
mí. ¿Cómo se concilia la pasión con sus to. Hablaba con un abogado parisién que
sobresaltos, sus cóleras, sus celos y su estaba de vacaciones y se dirigía á Ba-
tiempo perdido en medio de ese tranqui- dén, porque, s e g ú n decia, era preciso i r
lo encadenamiento de estudios exactos, allí, ya que todo el mundo iba. J u n t o al
de írios experimentos y de minuciosas abogado u n hidalgo noble y digno, de
observaciones que forman la vida del sá- cabellos blancos, m á s que octogenario,
bio? ¿ T e imaginas t ú , por ejemplo, de que tenia ese aspecto dulce que d á l a
q u é manera podia estar enamorado el proximidad de la tumba y que citaba
doctor Huxham, que en su bello tratado con gusto versos de Horacio. Como no
De aere et morbis epidemicis ha consigna tenia dientes, la palabra mors al pronun-
do, mes por mes, desde 1724 á 1746, las ciarla se cambiaba en mox, lo que en
cantidades de l l u v i a caidas en P l y m o u t h aquella boca de viejo tenia u n sentido
por espacio de veintidós años consecu melancólico.
tivos? Enfrente del viejo se colocaba u n ca-
¿Te puedes suponer á Romeo con la ballero que hacia versos franceses, y que
vista clavada en el microscopio, contan- leyó un dia á sus compañeros de mesa,
do las diez y siete m i l facetas del ojo de después de beber, u n ditirambo en ver-
una mosca; á Don Juan con mandil de sar- sos libres á Holanda, en el que hablaba
ga, analizando el paratartrato de anti pomposamente de las arengas que salen
monio y el paratartrovinato de potasa, y del mar. Arengas en el mar! Confieso
á Otelo encorvado sobre un lente de p r i que por m i parte apenas si hubiese en-
mer grado buscando gaillonnelles y gom contrado en él m á s que arenques.
fehonemes en la harina fósil de los chinos? E l conjunto lo completaba dos gruesos
Pero sea lo que fuere, y á pesar de to comerciantes alsaoianos, enriquecidos por
da teoría contraria, m i entomologista el contrabando de las pieles de comadre-
estaba enamorado. Algunas veces habla ja, que hoy son electores y jurados, y que
ba, hablaba francés mejor que el mayor fumaban sus pipas, refiriéndose el uno al
y tenia formado u n sistema bastante otro siempre las mismas historias. Cuan-
bueno del mundo, pero no tenia un do las concluían las volvían á empezar.
cuarto. Como estaban acostumbrados á olvidar
Me gustan los sistemas, aunque creo el nombre de las personan con quienes
EL RHIN. 721
hablaban, el uno decia M . Cosa y el otro nada tan hermoso como LES SAGRES BLE-
M. Máquina, y se entendían. UES (1). E l mayor, que le estaba escu-
E l que hacia versos, el poeta, si así chando, no pudo contenerse y le inter-
quieres llamarle, era un buen mozo clási- rumpió, diciendo: PARBLEU, caballero, los
co, filósofo, constitucional, irónico y volte- SACREBLEU algunas veces sirven para hacer
riano, que se complacía en socavar, como avivar el paso á los soldados y á los caballos,
ól decía, las preocupaciones, es decir, en i n - pero no sé que tengan nada de hermoso
sultar, repitiendo á cada instante los l u - Hó a q u í todas mis aventuras en B í n -
gares comunes contra las antiguallas, gen. Por lo demás, aunque este pueblo
muchas cosas serias, misteriosas y santas no sea grande, es uno de aquellos en
que los hombres respetan. Tenia predi- donde se esparce m á s á m p l i a m e n t e , del
lección en dar, esta era su expresión, Datelero al cicerone, del cicerone á la
grandes lanzadas en los errores humanos, y criada, de l a criada al mozo del mesón,
aunque nunca llegó á atacar los verdade- esa cascada de propinas que te he des-
ros molinos de viento del siglo, en sus crito en otra ocasión, y á cuyo tórmino
ratos de buen humor se daba á sí mismo la bolsa del infortunado viajero llega
el nombre de Don Quijote, Y o le llamaba perfectamente exterminada, comprimida
Don Quichoque. y vacía.
A veces el poeta y el abogado, á pesar A propósito; desde Bacharaoh no se
de que eran á propósito para entenderse, habla ya de thalers, silbergrossen y pfen-
disputaban entre sí. nings, pero nos entendemos por flori-
E l poeta, para completar su retrato, nes y kreutzers. L a oscuridad aumenta.
era una inteligencia ininteligible, un Por poco que se aventure uno al entrar
espíritu perturbado en todo, uno de esos en una tienda, entabla con los comer-
hombres contrariados que se les atragan- ciantes un diálogo parecido á óste:—•
tan las palabras hablando y hacen gara- C u á n t o vale esto?—El comerciante res-
batos escribiendo. E l abogado le aplas- ponde:—Caballero, un florín cincuenta y
taba con su superioridad. A l g u n a vez tres kreutzers.—Explicaos con m á s cla-
el poeta se cegaba y llegaba á incomo- ridad.—Caballero, esto representa u n
dar al otro. Entonces el abogado, i r r i t a thaler y dos gros y diez y ocho pfenníngs
do, hablaba por espacio de dos horas con de P r u s í a . — P e r d o n a d , no comprendo
una elocuencia clara, límpida, corriente, bien. Y en moneda de plata francesa?—
transparente, inagotable, como habla la Caballero, un florín vale dos francos, tres
llave de una fuente cuando se le d á vuel- sueldos y un cóntimo; un thaler de P r u -
ta para que salga el agua. sía vale tres francos y tres cuartos; un
Con esto el entomologista, que tenia silbergrossen vale dos sueldos y medio;
ingenio, se divertía á su vez en aplastar un kreutzer vale las tres cuartas partes
al abogado. Hablaba de veras bien, se de un sueldo; u n pfenning vale las tres
hacia admirar entre bastidores, y de vez cuartas partes de un liard.—Entonces
en cuando dirigía á un lado sus miradas respondo como el Don César que t ú sa-
si la hermosa maritornes le escuchaba. bes: Eso es perfectamente claro, y abro m i
H a b í a u n día perorado muy pertinente bolsa descuidadamente, e n t r e g á n d o m e á
mente á propósito de la virtud, de la re la proverbial h o m b r í a de bien, que es pro-
signacion y de la abnegación, pero no bablemente el altar de los ubíanos de
h a b í a comido. Convengamos en que la que habla T á c i t o . Ara ubiorum.
filosofía es un plato m u y descarnado Las tinieblas se complican con l a pro-
cuando no hay nada que echarle encima nunciación. Kreutzer se pronuncia entre
Y o le invitó á comer, y aunque ól adivi los hesseses creusse, entre los badenses
nase m í intención, á las dos ó tres pala criche y en Suiza cruche.
bras que pronunció, indicando el país de
dónde era, aceptó de buen grado. Habla
mos durante la comida, se hizo amigo
mío é hicimos juntos algunas excursio
nes á l a isla de las Ratas y á la orilla
derecha del Rhin. Y o pagaba al batelero
Una tarde, al volver de la torre de
Hatto, le r o g u ó que cenase conmigo. E '
mayor estaba en la mesa. Mí docto com (1) Gomo quiera que de traducirse la totalidad de las frases
p a ñ e r o h a b í a cogido en la isla un pre desaparecerla el juego de palabras combinado por el autor, pues
cíoso escarabajo de coraza azul, y, al en en castellano no las hay parecidas ó análogas, hemos optado por
dejar en francés aquellas que encierran la gracia de la frase.
señármelo, se le ocurrió decirme: No hay\ J f N . del T.J
91
TOMO I V .
722 OBRAS DE VICTOR HUGO,

mente en ese horrible montón de casas


blancas. Y o acariciaba la idea de ver en
C A R T A XXIII. Maguncia el M a r t i n s b u r g , residencia
feudal de los electores-arzobispos hasta
el siglo diez y siete, y me he encontrado
Magnncia. con que los franceses la convirtieron en
hospital, y los hesseses la han arrasado
El autor define el camino de hierro.—Particularidades- del para agrandar el puerto franco. Respec-
camino de hierro de Maguncia á Francfort,—Devastaciones
salvajes y horrible progreso del «buen gusto».—El autor com- to al hotel de los comerciantes, edifica-
para Colonia, Francfort y Maguncia.—La catedral de Ma- do en 1317 por la famosa liga de las cien
guncia.—Edificio de doble ábside.—Plano geometral.—Los villas, espléndidamente decorado con es-
campanarios.—Puertas de bronce.—Facsímile de la inscrip-
ción.—Viaje detenido y curioso del autor á través de las t á t u a s de piedra de los siete electores lle-
tumbas de los arzobispos electores. — Censo.—Detalles.— vando sus blasones, por bajo de las cuales
Aproximaciones.—Singular historia del astrólogo Mabusius.
— M . Luis Colmar colocado enfrente de M. Antonio Berdolet. dos figuras colosales sostenían el escudo
—Juan y Adolfo de Nassau colocados enfrente como Adolfo y del imperio, ha sido demolido para cons-
Antonio de Schauenbourg.—Hay cuarenta y tres tumbas.—Fas- t r u i r una plaza. Y o habia echado mis
trada, mujer de Carlo-Magno.—Su epitafio.—Facsímile.—-
792.—El buen viejo suizo que refiere estas historias.—Mobi- cuentas de alojarme frente por frente en
liarios diferentes de los dos ábsides.—Magnífica carpintería esa hostería de las Tres Coronas, abierta
churrigueresca.—Sala capitular.—Claustro.—El bajo-relieve desde 1360 por la familia Cleemann y
enigmático.—Frauenlob.—La fuente de la plaza del Mercado.
—Inscripciones.—Maguncia desde lo alto de la cindadela.— que es sin disputa alguna la posada m á s
Hasta qué punto las mujeres son cariñosas en Maguncia.— antigua de Europa; yo me prometía ins-
Adlerstein.—Lo que es el punto negro que se vé allá abajo.
talarme en una de esas hosterías como
las que describe el caballero de G-ra-
mont, de inmensa chimenea, gran sala
Maguncia, Setiembre. de pilares y vigas, cuya pared no es m á s
Maguncia y Francfort, como Versalles que una vidriera soldada de plomo y
y Paris, no son m á s que una misma ciu- por fuera solo tiene el poyo para mon-
dad. E n la Edad Media habia entre las tar en l a m u í a . Y o no he llegado n i á
dos ciudades ocho leguas, es decir, dos entrar en ella. L a vieja posada Clee-
jornadas; hoy cinco cuartos de hora las mann es hoy una especie de falso hotel
separan, ó mejor dicho, las acercan. E n Meurice, con rosetones de cartón-piedra
tre la ciudad imperial y la ciudad elec- en el cielo raso y en las ventanas ese
toral, nuestra civilización ha arrojado lujo de colgaduras y esa indigencia de
ese g u i ó n que se l l a m a un camino de cortinas que caracterizan las hosterías
hierro. Camino de hierro encantador, que alemanas.
costea el Mein á cada momento, que Andando el tiempo Maguncia h a r á de
atraviesa una verde, rica y vasta Uanu la casa de Bona Monte y de la casa Zum
ra, sin viaductos, sin túneles, sin des- Jungen lo que Paris ha hecho de la vene-
montes n i terraplenes, con sencillas en rable casa del Pilar de los Mercados. Se
sambladuras de madera debajo de los destruirá, para reemplazarlo por alguna
rails; camino de hierro que los manzanos despreciable fachada adornada con al-
cubren paternalmente de sombra, como g ú n despreciable busto, el techo natal
si fuese l a senda de u n pueblecillo; que de ese Juan Gensfleisch, gentil-hombre
está entregado, sin fosos n i verjas, al de c á m a r a del elector Adolfo de Nassau,
mismo nivel, á la h o m b r í a de bien natu que la posteridad conoce con el nombre
nal de los p i l l u d o s alemanes, y que en de Guttenberg, como conoce con el nombre
toda su extensión parece que una mano de Moliére á Juan Bautista Poquelin,
invisible os presenta unos tras otros los ayuda de c á m a r a de Luis X I V .
vergeles, los jardines y los campos cul Sin embargo, las viejas iglesias de-
t i vados, retirándolos en seguida con apre- fienden aun lo que les rodea, y hay que
suramiento y hundiéndolos revueltos en buscar á Maguncia alrededor de su cate-
el fondo del paisaje, como ricas telas des dral, como hay que buscar á Francfort
d e ñ a d a s por el comprador. alrededor de su colegiata.
Francfort y Maguncia son como L i e Colonia es una ciudad gótica todavía
ja, admirables ciudades devastadas por rezagada en la época romana; Francfort
el buen gusto. Y o no sé q u é propiedad y Maguncia son dos ciudades góticas
corrosiva tiene la arquitectura descolorí ya metidas de lleno en el renacimiento,
da, las columnatas de yeso, las iglesias y hasta por muchos lados en el estilo
teatros y los palacios-ventorrillos; pero duro y chinesco. De a q u í que le encuen-
es lo cierto que todas las pobres ciudades tre á Maguncia y á Francfort no sé q u é
viejas se funden y se disuelven rápida- aire de ciudades flamencas que las dis-
EL RHIN. 723
tingue y las aisla casi entre las ciudades como el puente de Colonia ha producido
del R h i n . Deutz.
Se nota en Colonia que los austeros L a catedral de Maguncia, lo mismo
constructores de la catedral, los maes- que las catedrales de Worms y de T r ó -
tros Q-erard, A r n o l d y Jean, han llenado veris, no tiene fachada y termina en sus
largo tiempo la ciudad con su inspira- extremidades con dos coros.
ción. Parece que esas tres grandes som- Estos son dos
bras hayan velado por espacio de cuatro ábsides romanos
siglos por Colonia, protegiendo la igle- que tiene cada
sia de Plectrude, la iglesia de A n n o n , uno su crucero,
la tumba de T e o í a n i a y la c á m a r a de oro los que se m i r a n
de las once m i l vírgenes, barriendo el y r e ú n e una gran
camino al m a l gusto, apenas tolerando nave. Diríase que son dos iglesias, solda-
las imaginaciones casi clásicas del Re- das la una á la otra por su fachada. Las
nacimiento, guardando la pureza de las dos cruces se tocan y se mezclan por el
ojivas y de las arquivoltas, arrancando pió. Esta disposición geometral engendra
los adornos del tiempo de Luis X V allá en elevación seis c a m p á n u l a s , es decir,
donde tenian el valor de presentarse, sobre cada ábside un ancho campanario
manteniendo en toda la vivacidad de entre dos torrecillas, del mismo modo
sus perfiles y de sus aristas los aleros que el sacerdote está entre el diácono y
cortados y los severos hoteles del siglo el subdiácono, simbolismo que reprodu-
catorce, y no se han retirado, como el ce, como ya he dicho en otra ocasión, el
león delante del asno, m á s que en pre- gran rosetón de nuestras catedrales en-
sencia del arte estúpido y abominable de tre sus dos ojivas.
los arquitectos parisienses del imperio y Los dos ábsides, cuya reunión forma
de la R e s t a u r a c i ó n . E n Maguncia y en la catedral de Maguncia, son de dos épo-
Francfort, la arquitectura Rubens, la cas diferentes, y, aunque casi idénticos
línea hinchada y potente, el rico capri- en dibujo geometral, en las dimensiones
cho flamenco, la espesa é inextricable con corta diferencia, presentan, como edi-
vegetación de los enrejados de hierro ficio, un contraste completo y sorpren-
cargados de flores y de animales, la i n dente. E l primero y el menos grande
agotable variedad de rinconadas y torre data del siglo diez. Comenzado en 978,
cillas; el color, el fenómeno; el contorno fué terminado en 1009. E l segundo, cuyo
mofletudo, panzudo, opulento, teniendo elevado campanario tiene doscientos piés
m á s salud t o d a v í a que belleza; el masca- de alto, fué comenzado poco después, pero
ron, el tritón, la n á y a d e , el delfín chor- fué incendiado en 1190, y desde enton-
reando agua, toda la escultura paga- ces cada siglo ha puesto en él su piedra.
na, carnosa y robusta, la ornamentación Hace cien años el gusto reinante invadió
enorme, hiperbólica y exorbitante, el la catedral; toda la flora de la arquitec-
mal gusto magnífico, invadieron la ciu- tura Pompadour mezcló sus relieves de
dad desde el principio del siglo diez y piedra, sus falbalas y sus ramajes con
siete, y han llenado de penachos y guir- las encajes bizantinos, los losanjes lom-
naldas, según su poética fantasía, la vie- bardos y los arcos de medio punto sajo-
j a y grave m a m p o s t e r í a alemana. Tam- nes, y hoy esta vegetación extravagante
bién se ven por todas partes frontispicios y ridicula cubre el viejo ábside. E l gran
historiados, trabajados y labrados á tor- campanario, cono ancho, rechoncho, á m -
no; frontis complicados de artificios de plio en su base, soberbiamente cargado
guerra, de granadas, piñas, cipos y ro- de tres ricas diademas adornadas con flo-
callas, ofreciendo perfiles de platos de rones, cuyos diámetros van decreciendo
cangrejos y tejados con volutas de tres de la base á la cúspide, labrado por to-
potencias, como la peluca de ceremonia das partes con rosetones y facetas, parece
de Luis X I V . m á s bien construido con pedrerías que
con piedras. Sobre l a otra corpulenta
Miradas á vista de pájaro Maguncia torre, grave, sencilla, bizantina y gótica,
y Francfort, teniendo la una en el R h i n que le hace frente, albañiles modernos
y l a otra en el Mein la misma posición han levantado, probablemente por eco-
que Colonia, tienen necesariamente la nomía, una cúpula igualmente puntia-
misma forma. E n la ribera fronteriza, el guda, apoyada en su base por u n círculo
puente de barcas de Maguncia ha pro- de tejadillos agudos, que se asemeja á la
ducido Castel, y el puente de piedra de corona de hierro de los reyes lombardos;
Francfort ha producido Sachshausen, c ú p u l a de zinc, perfectamente desnuda,
724 OBRAS DE VICTOR HUGO.

sin dorados y sin adornos, de un perfil paredes; son magníficas l á m i n a s de már-


ligeramente hinchado, que recuerda el mol y de piedra, m á s preciosas algunas
antiguo peinado pontifical de los tiempos veces por la escultura y el trabajo que
primitivos. Se diria que era la severa as l á m i n a s de oro del templo de Salo-
tiara de Gregorio V I I mirando la tiara món. Y o he comprobado que hay, tanto
espléndida de Bonifacio V I I I . A l t o pen- en la iglesia como en la sala Capitular y
samiento, formado, construido y esculpi- en el claustro, una tumba del siglo octa-
do allí por el tiempo y el azar, que son vo, dos del trece, seis del catorce, seis del
dos grandes arquitectos. quince, once del diez y seis, ocho del
Todo ese venerable conjunto está revo- diez y siete y nueve del diez y ocho; to-
cado de color de rosa; todo, de alto á bajo, tal, cuarenta y tres sepulcros. E n este nú-
los dos ábsides, la grande nave y los seis mero, n i cuento las tumbas-altares, difí-
campanarios. L a revocación está hecha ciles de abordar y de explorar, n i las
con esmero y gusto. Se ha aplicado el tumbas-pavimentos, sombrío y confuso
rosa pálido al campanario bizantino y el mosáico de la muerte, cada dia m á s bor-
rosa vivo al campanario Pompadour. rado por los piés de los que entran y
Como la capilla de Aix, la catedral de salen.
Maguncia tiene sus puertas de bronce Omito igualmente las cuatro ó cinco
adornadas con cabezas de leones; las de tumbas insignificantes del siglo diez y
Aix-la-Chapelle son romanas. Cuando nueve.
visitó A i x y v i aquellas puertas, recor- Todas esas tumbas, exceptuando cinco,
d a r á s que en vano b u s q u é la hendidura son sepulturas de arzobispos. Sobre esos
que tiene, y que debió de hacer, s e g ú n se treinta y ocho cenotafios, dispersos sin
dice, el p u n t a p i é del diablo cuando salió orden cronológico y como al azar entre
furioso por haberse tragado el alma de un bosque de columnas bizantinas, con
un lobo en lugar del alma de un vecino. chapiteles enigmáticos, el arte de seis si-
Ninguna historia de este género reco glos se desenvuelve, vegeta y crecen
mienda las puertas de la catedral de Ma inextricablemente sus ramas, de donde
guncia. Son del siglo once y fueron caen, como u n doble fruto, la historia del
dadas por el arzobispo W i l l i g i s á l a igle pensamiento al mismo tiempo que la
sia, hoy demolida, de Nuestra Señora, de historia de los hechos. Allí, Liebenstein,
donde se tomaron para enclavarlas en Hompurg , Q-emmingen, Heufenstein,
una majestuosa portada romana de la Brandeburgo, Steinburg, Ingelheim,
catedral. E n lo alto de las dos hojas Dalberg, Eltz, Stadion, Weinsberg, Os-
están escritos en caractéres romanos los tein, Leyen, Hennenberg, Tour-et-Ta-
privilegios concedidos á la ciudad en xis, casi todos ios grandes nombres de
1135 por el arzobispo Adalberto, s e g ú n la Alemania rhenana, aparecen á través
do elector de Colonia. Más abajo está de ese sombrío resplandor que las t u m -
grabada en una sola línea esta leyenda bas esparcen en las tinieblas de las igle-
muy antigua (sic): sias. Todos los caprichos de época, de
artista y de moribundo se mezclan á to-
dos los epitafios. Los mausoleos del siglo
diez y ocho se entreabren y dejan esca-
5PE0E VALVAS EFFEEERATPRM par su esqueleto, llevando en sus largos
dedos sin carne mitras de arzobispos y
Si el interior de Maguncia recuerda las birretes de electores. Los arzobispos con-
ciudades flamencas, el interior de su ca- temporáneos de Richelieu y de Luis X I V
tedral recuerda las iglesias belgas. L a s u e ñ a n acostados en lo profundo de sus
nave, las capillas, los dos cruceros y los sarcófagos y apoyados sobre el codo. Los
dos ábsides carecen de vidrios y de mis- arabescos del Renacimiento enroscan sus
terio, están revocadas de blanco desde el hojas trepadoras y encaraman sus móns-
pavimento á l a bóveda, pero se hallan truos en los delicados follajes del si-
suntuosamente amuebladas. Por todas glo quince y hacen entrever, bajo m i l
partes surgen á la mirada los frescos, los complicaciones encantadoras, pequeñas
cuadros, los revestimientos, las colum- e s t á t u a s , dísticos latinos y blasones colo-
nas torneadas y doradas; pero las verda- reados. Nombres severos, Matías Burheg,
deras joyas de este inmenso edificio son Conrado Rheingraf (Conrado, conde del
las tumbas de los arzobispos-electores. Rhin), se inscriben entre el monje tonsu-
Con ellas se ha pavimentado la iglesia, rado que representa el clero y el hombre
se han hecho los altares, se han apunta de armas encasquetado que representa la
lado los pilares, se han cubierto las nobleza, bajo la pura ojiva de t r i á n g u l o
EL RHIN. 725
equilátero del siglo catorce; y sobre la i pero sí raices; raices que van sin cesar
l á m i n a pintada y dorada del siglo trece, creciendo en la sombra, por debajo de
gigantescos arzobispos, que tienen móns- Roma y por debajo de todas las nació-
truos apocalípticos á los pies, coronan nes, que atraviesan y penetran en elglo-
con sus dos manos á la vez reyes y em- bo entero de parte á parte, y que se ven
peradores menores que ellos. E n esta al- reaparecer en estos momentos en China
t a ñ e r a actitud te miran fijamente con y en el J a p ó n desde el otro lado de l a
sus ojos de momia egipcia Siegfried, que tierra.
coronó dos emperadores, Enrique de E l Juan de Troyes de Colonia, G-ui-
Thuringe y W i l h e l m de Holanda, y Uermo de Hagen, escribano de la ciudad
Pedro Aspeld, que coronó dos empera- en 1270, refiere en su Pequeña Crónica
dores y un rey, Luis de Baviera, Enri- manuscrita, desgraciadamente rayada
que V I I y Juan de Bohemia. Los blaso- durante la ocupación francesa y de la
nes, los mantos de armiño, la mitra, la que no quedan más que algunas p á g i n a s
corona, el birrete electoral, los cetros, las descabaladas en Darmstadt, que en 1247,
espadas, los báculos, abundan, se haci- bajo el remado de ese mismo arzobispo
nan y se amontonan en estos monumen- de Maguncia Siegfried, que tan formida-
tos y se esfuerzan en recomponer ante la ble figura ofrece en la catedral en l a
mirada del que pasa esa grande y for- tumba, u n viejo astrólogo llamado Ma-
midable figura que presidia á los nueve busius fué condenado á la horca como
electores del imperio de Alemania y que hechicero y adivino, y fué llevado para
se llamaba el arzobispo de Maguncia, morir al p a t í b u l o de piedra de Lorchhau-
Caos, ya semi-sumergido en la sombra, sen, que marcaba la frontera del arzo-
de cosas augustas ó ilustres, de emble- bispo de Maguncia, y estaba frente á
mas venerables ó temibles, de donde esos otro p a t í b u l o que marcaba la frontera
poderosos príncipes querían haoer salir del conde palatino. Llegado allí, como el
una idea de grandeza y de donde sale la astrólogo se negaba á besar el crucifijo
idea de la nada. l y s© obstinaba en llamarse profeta, el
Cosa notable y que prueba hasta q u é monje que le a c o m p a ñ a b a le p r e g u n t ó
punto la Revolución francesa era un he- chanceándose en qué a ñ o concluirían los
cho providencial y como la resultante arzobispos de Maguncia. E l viejo rogó
necesaria, y por decirlo así algebraica, que le d e s l í a s e l a mano derecha, lo que
de todo el antiguo conjunto europeo, es así se hizo; luego recogió u n clavo p a t i -
que todo lo que ha destruido ha sido des- bularlo caído en tierra, y después de ha-
truido para siempre. E l l a ha llegado á ber pensado un instante, g r a b ó con ese
la hora marcada, como u n leñador obli- clavo en l a cara del patíbulo que mira-
gado á acabar su trabajo, á derribar con ba á Maguncia ese p o l í g r a m a singular:
premura y confusamente todos los viejos |
árboles misteriosamente marcados por el
Señor. Como lo tengo ya indicado en al-
guna parte, se percibe doquiera que ella
tenia el quid divinum. Nada de lo que ella
ha echado por tierra ha vuelto á levan-
tarse; nada de lo que ella ha condenado (IV.) (XX.) (XIII.)
ha sobrevivido; nada de lo que ella ha des-
hecho ha vuelto á recomponerse. Y obser- Después se e n t r e g ó al verdugo, mien-
vemos a q u í que la vida de los Estados no tras que los asistentes se reían de su lo-
está suspendida en el mismo hilo que la de cura y de su enigma. Hoy, relacionando
los individuos: no basta herir un imperio unos con otros los tres nombres miste-
para matarlo; no se matan las ciudades riosos escritos por el viejo, se encuentra
y los reinos m á s que cuando deben mo- esa cifra formidable: noventa y tres.
nr. L a Revolución francesa tocó á Vene Y , esto es t a m b i é n de notar, ese patí-
cia, y Venecia cayó; tocó el imperio de bulo amenazador que desde el siglo trece
Alemania, y el imperio de Alemania cayó llevaba en su plinto siniestro la fecha de
tocó á los electores, y los electores se han la caida de los imperios, llevaba al mis-
desvanecido. É l mismo año, el gran año-1 mo tiempo su condenación propia y la
abismo, devoró al rey de Francia, ese fecha de "su propio hundimiento. E l patí-
hombre casi Dios, y al arzobispo de Ma- bulo formaba parte del antiguo poder.
guncia, ese sacerdote casi rey. L a Revolución francesa respetó lo mismo
L a Revolución no extirpó n i destruyó la permanencia de los patíbulos que la
Roma, porque Roma no tiene cimientos. permanencia de las dinastías. Como ya
726 OBRAS DE VICTOR HUGO.

nada es de m á r m o l , ya nada es de pie- Y por debajo el a ñ o m i l en cifras


dra. E n el siglo diez y nueve el cadalso árabes:
t a m b i é n ha perdido su grandeza; es de
pino como el trono.
Así como Aix-la-Chapelle, Maguncia
ha tenido u n obispo, uno solo, nombra-
do por Napoleón, digno y respetable pas-
tor, que ocupó, s e g ú n se dice, l a silla .Es, en efecto, en 794 cuando Fastrada,
episcopal de 1802 á 1818, y que fué en- depositada en un principio en la iglesia
terrado, como los otros, en lo que fué su de Saint-Alban, se durmió debajo de
catedral. esta lápida. M i l años después, porque la
Hay que convenir, en presencia de l a listoria mezcla alguna vez á las grandes
majestuosa nada de los electores arzo- cosas una espantosa precisión geométri-
bispales de Maguncia, que es una nada ca, en 1794, la c o m p a ñ e r a de Carlo-Mag-
m u y pobre y muy. p e q u e ñ a la de este no se despertó. Su vieja ciudad de Ma-
guncia era bombardeada, su iglesia de
M . Luis Colmar, obispo del departamen-
Saint-Alban se desplomaba incendiada,
to del Mont-Tonnerre, en su tumba
su tumba estaba abierta. No se sabe q u é
ojiva estilo trovador, que servirla de ad-
se hizo de sus huesos en esta época. L a
mirable modelo, de p é n d u l o gótico, á los hiedra de su tumba fué transportada á
vecinos ricos de la calle de San Dionisio, la catedral.
si se le hubiese ajustado u n cuadrante
en lugar de u n obispo. Por lo demás, Hoy u n pobre hombre suizo, viejo, con
como decia ahora mismo, ese pobre obis- peluca de color de venturina, vestido con
po, que solo tenia de grande ser un hecho una especie de uniforme de inválido, re-
revolucionario, dió ai traste con el arzo- fiere estos hechos á los curiosos.
bispo soberano. Desde M . Luis Colmar, A d e m á s de las tumbas, los repisos de
no hay ya m á s que un obispo en Magun- las estátuas pequeñas, los cuadros de ma-
cia, hoy capital de la Hesse rhenana. dera con fondo de oro, los bajo-relieves
de los altares, cada uno de los dos ábsi-
A l l í t a m b i é n encontró una pareja ár- des, tenia un mobiliario especial. E l vie-
cade de arzobispos hermanos, enterrados jo ábside de 978, adornado de dos pre-
frente á frente el uno del otro, después ciosas escaleras bizantinas, se marca
de haber reinado sobre el mismo pueblo distintamente alrededor de una magnífi-
y gobernado las mismas almas, el uno ca pila baustismal de bronce del siglo
en 1390 y el otro en 1419. Juan y Adol catorce. E n el frente exterior de esta
fo de Nassau se miran en la nave de vasta piscina están esculpidos los doce
Maguncia como Adolfo y Antonio de apóstoles y San Martin, p a t r ó n de la
Schauenbourg en el coro de Colonia. iglesia. L a tapa fué rota durante el bom-
He dicho que una de las cuarenta y bardeo. E n tiempo del imperio, época de
tres tumbas era del siglo octavo. Ese gusto, se cubrió ia pila gótica con una
monumento, que no es de u n arzobispo, especie de cacerola.
es el que yo b u s q u é al principio y me E l otro ábside, el m á s grande y el m á s
hizo detener mucho m á s tiempo, porque antiguo, está ocupado y, por decirlo así,
hacia pareja en m i pensamiento con el sobrecargado por un gran entablonado
gran sepulcro de Aix-la-Chapelle. Es la del coro hecho de encina negra, donde el
tumba de Fastrada, mujer de Carlo-Mag estilo m a c h a c ó n y furioso del siglo diez
no. L a tumba de Fastrada es una senci y ocho se desplega y se insurrecciona
l i a l á p i d a de m á r m o l blanco incrustada contra la línea recta con tanta violen-
en la pared. Y o descifró el epitafio, es cia, que llega casi á tocar en los límites
crito en letras romanas, con abreviado de la belleza. J a m á s se ha puesto al ser-
nes bizantinas: vicio del m a l gusto u n cincel m á s deli-
cado, una fantasía m á s poderosa, una
FASTRADANA PIA CAROLI GONIVX VOGITATA invención m á s variada. Cuatro estátuas,
CHRISTO DILECTA IAGET HOG SVB MARMORE TEGTACrescendo, primer obispo de Maguncia
AMO SEPTENGENTESIMO NONAGESIMO QVARTO. en 70; Bonifacio, primer arzobispo en
755; W i l l i g i s , primer elector en 1011, y
Después siguen estos tres versos mis Bardo, fundador de la catedral, en 1050,
teriosos: se muestran gravemente de pié en el
círculo del coro, dominado encima del
QVEM NVMERVM METRO GLAVDERE MVSA NEGAT dosel asiático del arzobispo por el grupo
REX PIE QVEM GESSIT VIRGO LIGET HIG GINERESGIT
SPIRITVS HIERES SIT PATRIE QYM TRISTIA NESCIT. ecuestre de San Martin el pobre. E n
EL RHIN. 727
la entrada del coro se levantan, con toda á la l l u v i a y a l viento, contemplan en
la pompa misteriosa del gran sacerdote silencio esta desolación.
hebraico, Aaron, que representa el obis- Hay, debajo de las galerías del claus-
po de dentro, y Melquisedech, que figura tro, un monumento oscuro, un bajo-re-
el obispo de fuera. ieve del siglo catorce, cuyo enigma en
E l arzobispo de Maguncia, como los vano he procurado adivinar. A un lado
príncipes-obispos de Worms y de Lieja, aay hombres encadenados con todas las
como los arzobispos de Colonia y de Tró- actitudes de la desesperación; al otro, u n
veris, como el Papa, reunia en su perso- emperador a c o m p a ñ a d o de un obispo y
na el doble pontificado. Era á la vez rodeado de una m u l t i t u d de personajes
A a r ó n y Melquisedech. triunfantes. Es Barbaroja? ¿Es Luis de
Es una sombría y soberbia plaza ro- Baviera? Es l a revuelta de 1160? ¿Es l a
mana la sala Capitular, que está p r ó x i m a guerra de los de Maguncia contra los de
al coro, y que reproduce con l a esplén- Francfort en 1332? ¿No es nada de todo
dida carpintería Pompadour la antítesis esto?—'Lo ignoro. Pasemos á otra cosa.
de los dos grandes campanarios. Allí Cuando iba á salir de las galerías dis-
solo se vé una gran pared completamen- t i n g u í en la sombra una cabeza de pie-
te desnuda, u n pavimento polvoroso y dra medio saliendo de la pared y ceñida
abollado por los relieves de las lápidas con una corona, que tenia tres ñores de
sepulcrales, resto de un rosetón en la ven- mirto, como los reyes del siglo once. L a
tana baja, un t í m p a n o iluminado figu- miré. Era una figura dulce y severa al
rando San Martin, no como caballero ro- mismo tiempo, una de esas caras que lle-
mano, sino como obispo de Tours; tres van impresa la belleza augusta que d á
grandes esculturas del siglo diez y seis, al rostro del hombre la costumbre de
que son la Crucifixión, la Salida del se- acariciar grandes pensamientos. Por de-
pulcro y la Ascensión; alrededor de la sala Dajo, la mano de un t r a n s e ú n t e habia
un banco de piedra para los canónigos, trazado con carbón este nombre: FRA-
y en el fondo, para el arzobispo-presi- UENLOB. Me acordé de ese Tasso de Ma-
dente, una ancha banqueta t a m b i é n de guncia, tan calumniado durante su vida
piedra, que recuerda aquella severa silla tan venerado después de su muerte.
de m á r m o l de los primeros Papas que se Cuando Enrique Frauenlob m u r i ó en
guarda en Nuestra Señora des-Doms de 1318, creo que las mujeres de Maguncia,
A v i g n o n . Y si se sale de esta sala, se que le hablan ridiculizado é insultado,
entra en el claustro, claustro del siglo quisieron llevar su a t a ú d . Esas mujeres
catorce, que en todo tiempo ha sido un y ese a t a ú d cargado de flores y de coro-
lugar austero, y que hoy es un lugar l ú - nas están cincelados en la lápida u n
gubre. E l bombardeo del 94 está allí poco m á s abajo que la cabeza. A u n vol-
escrito por todas partes. Q-randes yerbas ví á mirar aquella noble cabeza. E l es-
h ú m e d a s , entre las cuales se recogen pie cultor le dejó los ojos abiertos. E n esa
dras plateadas por la baba de los repti- iglesia llena de sepulcros, entre esa m u l -
les; arcadas ojivas en los ventanajes ro t i t u d de príncipes y obispos yacentes, en
tos; losas sepulcrales rajadas por los ese claustro fadormecido y muerto, tan
obuses como si fueran de cristal; caballe- solo el poeta está de pió y despierto.
ros de piedra armados de todas armas
abofeteados en la cara por los estallidos L a plaza del Mercado, que rodea dos
de las bombas, quedando con estos g o l - lados de la catedral, es de u n conjunto
pes desfigurado el rostro; harapos de abundante, florido y entretenido. E n el
vieja secándose en una cuerda; tabiques centro se levanta una bonita fuente trí-
de tablas remendando a q u í y allá las gona del renacimiento alemán; delicioso
paredes de granito; una soledad agobia poemita, que, de u n amontonamiento de
dora, un silencio profundo interrumpido armas , m i t r a s , rios, n á y a d e s , báculos
por el graznido intermitente de los cuer episcopales, cuernos de abundancia, á n -
vos; he a q u í hoy lo que es el claustro geles, delfines y sirenas, hace un pedestal
arzobispal de Maguncia. Uno de los á la Virgen María. E n uno de ios frentes
asientos de un estribo, quebrantado por se lee este p e n t á m e t r o :
una bala, al choque se ha escurrido por ALBERTOS PRINCEPS, CIVIBUS IPSE SUIO,
completo en su alvéolo, pero no ha cal-
do, y a p a r e c e ' t o d a v í a allí hoy como una que recuerda, con menos sencillez, la
tecla de clavicordio tocada por un dedo dedicatoria escrita en la fuente erigida
invisible. Dos ó tres estatuas tristes por el ú l t i m o elector de Tréveris, cerca
terribles, de pié en u n rincón, expuestas de su palacio, en la ciudad nueva de Co-
blenza: CLEMENS VINCESLAUS, ELECTOR.
728 OBRAS DE VICTOR HUGO.

VICINIS suis. A sus conciudadanos es cons- canta, se vive, en fin, en todos los barrios,
titucional. A SÍIS vecinos es encantador. en todas las ca^as, en todas las calles.
L a fuente de Maguncia fué construida Por la noche calla ese inmenso zumbido
por Alberto de Brandeburgo, que reina- y no se oye en Maguncia m á s que el
ba por los años de 1540, como lo acababa m u r m u l l o del rio y el eterno ruido de los
de leer en su epitafio en la catedral: diez y siete molinos de agua, amarrados
Alberto, cardenal sacerdote de San Fedro- á los pilares sumergidos del puente de
aux-Liens, archicanciller del Sacro Imperio, Carlo-Magno.
marqués de Brandeburgo, duque de Stettin y Sea lo que fuere lo que hayan hecho
de Fomerania, elector. Erigió, ó mejor d i - los Congresos, ó por mejor decir, á causa
cho, reconstruyó esa fuente en recuerdo de lo que han hecho los Congresos, el
de las prosperidades de Carlos V y de la vacío dejado en Maguncia por la triple
cautividad de Francisco I , como lo hace dominación de los romanos, de los arzo-
constar esta inscripción en letras de oro, bispos y de los franceses no se ha llena-
retocadas recientemente: do. Nadie se encuentra en su casa. Mon-
sieur el gran duque de Hesse no reina
DIVO KAROLO V CESARE SEMP. AVG. POST VICTOEK allí m á s que de nombre. Desde su forta-
GALLIGAM REGE IPSO AD TIGÍÑV SVPERATO AG CAPTO taleza de Cassel puede leer: CURA CON-
TRlVPHANTE FATALIQ. RÜSTICORVPER GERIÑIA" COSPl FCEDERATIONIS CONDITUM; y puede ver
RATIONE PROSTRATA ALBER. CARD. ED ARGHIEP.MOG. u n soldado blanco y un soldado azul, es
FONTÍTHUNG VETVSTATE DILAPSFAD CIVlTSUORUM decir, Austria y Prusia, pasearse dia y
POSTERITATISQVE VSVM RESTITVI GVRAVIT. noche, con el arma al brazo, por delante
su fortaleza de Maguncia. N i Prusia n i
Vista desde lo alto de la cindadela. Austria están allí como en sus casas; se
Maguncia presenta diez y seis techum- molestan y se codean. Evidentemente
bres, hácia las cuales se vuelven gracio- esto no es m á s que u n estado provisional.
samente los cañones de la confederación Hay en el mismo muro de la cindadela
germánica; los seis campanarios de la una ruina semi-incrustada en la muralla
catedral, dos bonitas atalayas militares, nueva, una especie de pedestal desmo-
una aguja del siglo doce, cuatro campa- chado, que aun se llama ahora la,piedra
narios pequeños flamencos, m á s la cúpu- del Aguila, Adlersteim. Es la tumba de
la de los Carmelitas de la calle Cassette Druso. Una á g u i l a , en efecto, una á g u i -
reproducida tres veces. E n la pendiente la imperial, una á g u i l a formidable y om-
de la colina que corona la fortaleza, una nipotente, se colocó allí por espacio de
de esas chavacanas cúpulas sobre una m i l seiscientos años y después se eclipsó.
pobre iglesia sajona, la m á s triste y la Reapareció en 1804, y en 1814 tendió de
m á s humillada del mundo, pegada á u n nuevo las alas. Hoy, á la hora en que es-
precioso claustro gótico de cruceros fla- tamos. Maguncia distingue en el hori-
mantes, donde los kaiserlichs abrevan sus zonte, por el lado de Francia, un punto
caballos en los sarcófagos romanos. negro que toma cuerpo y que se acerca.
L a belleza de las ribereñas del R h i n Es el á g u i l a que vuelve.
no se desmiente en Maguncia; pero son á
la vez curiosas á la manera de las fla-
mencas y á l a manera de las alsacianas.
Maguncia es el punto de u n i ó n del espía- CARTA. X X I V .
espejo de Amberes y del espía-torrecilla
de Estrasburgo.
L a ciudad, por blanqueada que esté, Francfort-sur-le-Mein,
ha guardado en muchos sitios su hono-
rable aspecto de ciudad mercantil de l a Qué aspecto presenta cierta calle de Francfort cierto dia de la se-
confederación rhenana. A u n se lee en mana.—Lo que abunda en Francfort.—Cuál es el mayor pe-
ligro que se puede correr en Francfort.—El autor vá al ma-
las puertas: PRO CELERI MERGATUM EX- tadero.—Lanza muchos gritos de entusiasmo.—El degüello
PEDITIONE. Dentro de dos ó tres años se de los inocentes.—El autor olvida todos sus deberes, hasta el
leerá en ella: Transporte acelerado. punto de desobedecer á una niña de cuatro años.—La plaza
pública.—Las dos fuentes.—El autor dice verdades á la jus-
Aparte de esto, una vida exuberante, ticia.—El Roemer.—Utilidad de una criada que toma una
que sale del Rhin, anima esta ciudad, llave colgada de un clavo en la cocina.—Sala de los electores.
—Detalles.—Sala de los emperadores.—Los cuarenta y cinco
que no está menos erizada de mástiles, n i nichos.—Lo que pasaba en la plaza cuando los electores ha-
menos obstruida de fardos, n i menos al blan elegido el emperador.—Lo que pasaba en la iglesia des-
borotada que Colonia. Se anda, se ha pués de lo que habia pasado en la plaza.—La iglesia colegiata
de Francfort.—Lo que cuelga de las murallas.—El reloj.—
bla, se empuja, se arrastra, se llega, se Los cuadros.—Santa Cecilia tal como ?e la ha encontrado en
parte, se vende, se compra, se grita, se su tumba.—La corona imperial—San Bartolomé.—Gunther
EL RUIN. 729
de Schwarzbourg.~El autor sube al campanario.—Francfort-
todo la cólera, no comprende ya esas m i -
sur-le-Mein á vista de pájaro.—Los habitantes que hay en lo
alto del campanario.—Filosofía, radas de abominación que se dirige recí-
procamente gente desconocida. Los judíos
de Francfort viven en sus l ú g u b r e s casas
Maguncia, Setiembre. retirados en sus patios, para evitar que
1 legue hasta ellos el aliento de los cristia-
L l e g u é á Francfort un sábado. Hacia nos. Hace doce años, esta calle de los Ju-
ya largo rato que, marchando al azar, díos, reedificada y un poco ensanchada
buscaba u n viejo Francfort entre un la- en 1662, tenia aun en los dos extremos
berinto de casas nuevas, muy feas, y de puertas de hierro revestidas de barras y
jardines m u y bellos, cuando de pronto de armaduras, tanto exterior como inte-
llegué á la entrada de una calle m u y sin- riormente. Llegada la noche, los judíos
gular. Se componía de dos largas hileras entraban y las dos puertas se cerraban.
paralelas de casas negras, sombrías, al- Se les echaba el cerrojo por fuera como
tas, siniestras, casi iguales, pero tenien- apestados, y ellos se atrincheraban por
do, no obstante, entre ellas esas ligeras dentro como sitiados.
diferencias en las cosas semejantes que L a calle de los J u d í o s no es una calle,
caracterizan las buenas épocas de arqui- es una ciudad en la ciudad.
tectura; entre esas casas, todas contiguas Saliendo de l a calle de los J u d í o s en-
y compactas y como oprimidas con terror contré la vieja ciudad. Acababa de hacer
las unas con las otras, una calzada estre- m i entrada en Francfort.
cha, obtusa, tirada á cordel; postigos tan Francfort es la ciudad de las cariátides.
solo abiertos en su parte superior de en- Y o no he visto en ninguna parte tantos
rejados extravagantemente colocados; to- colosos mozos de cordel como en Franc-
das las puertas cerradas; en el piso ba- fort. Es imposible hacer trabajar, gimo-
j o ú n i c a m e n t e ventanas, reforzadas con tear y aullar el m á r m o l , la piedra, el
gruesas barras de hierro, echadas todas bronce y l a madera con una invención
las barras; en los pisos superiores balco- m á s rica y una crueldad m á s variada.
najes de madera, casi por todas partes
Por cualquier lado que se vuelva se
asegurados con barrotes de hierro; un
encuentran pobres figuras de todas las
silencio tétrico; n i u n canto, n i una voz,
épocas, de todos los estilos, de todos los
n i un soplo; por intervalos el ruido aho-
sexos, de todas las edades, de todas
gado de pasos en el interior de las casas;
las fantasmagorías, que se retuercen y
al lado de las puertas u n ventanillo
gimen miserablemente bajo pesos enor-
enrejado, medio entreabierto en un pasa-
mes. Sátiros cornudos, ninfas de gargan-
dizo tenebroso; por todas partes polvo,
tas flamencas, enanos, gigantes, esfin-
ceniza, t e l a r a ñ a s , la ruina carcomida, la
ges, dragones, á n g e l e s , diablos, todo
miseria m á s ficticia que real; una apa-
un infortunado pueblo de séres sobrena-
riencia de angustia y de temor esparcida
turales, reunido por a l g ú n mágico que
por las fachadas de los edificios; uno ó
pecaba desvergonzadamente á la vez en
dos que pasan por l a calle mirándose con
todas las mitologías, encerrado por él
no sé q u é desconfianza azorada; en las
en envolturas petrificadas y allí encade-
ventanas de los primeros pisos, jóvenes
nado bajo los cornisamentos, impostas y
adornadas, de color moreno y perfil an
arquitrabes, y asegurado hasta medio
guloso, apareciendo furtivamente, ó ca
cuerpo en las paredes. Los unos sostie-
ras de viejas con nariz de buho, peinadas
nen balcones, los otros torrecillas, los
de u n modo exagerado, inmóviles y desco-
m á s agobiados casas; otros levantan so-
loridas, detrás de los cristales empañados;
bre sus espaldas a l g ú n insolente negro
en los pasillos de los pisos bajos, mon-
de bronce, vestido con u n ropaje de es-
tones de bultos y mercancías; fortalezas
t a ñ o dorado, ó u n inmenso emperador
m á s bien que casas, cavernas m á s bien
romano de piedra, con toda la pompa
que fortalezas, espectros m á s bien que
del traje de Luis X I V , con su gran pe-
transeúntes. Estaba en la calle de los
luca, su amplio manto, su sillón, su
J u d í o s y era en un sábado.
estrado, su credencial donde está su co-
E n Francfort todavía hay judíos cris rona, su dosel de caldas festoneadas y
tianos; verdaderos cristianos que despre anchos tapices; colosal m á q u i n a , que re-
cian á los j u d í o s , verdaderos judíos que presenta u n grabado de A u d r a n comple-
aborrecen á los cristianos. Ambas partes tamente reproducido en saliente relieve
se execran y se evitan. Nuestra civiliza en un monolito de veinte piés de alto.
cion, que tiene todas las ideas en equili Esos prodigiosos monumentos son mues-
brio y que tiende á hacer desaparecer en tras de posadas. Bajo esos fardos t i t á n i -
TOMO I V . 92
730 OBRAS D E VICTOR HUGO,

eos, las cariátides se encorvan en todas adivinar; sin embargo, confieso que, si
las posturas de la rabia, del dolor y de inbiese sabido q u é hacer de un pobrecito
la fatiga. Estas doblan la cabeza, aque- cochinillo que u n carnicero llevaba de-
llas medio se vuelven, algunas colocan ante de m í sujeto por las dos patas t r a -
en sus caderas sus dos manos crispadas, seras y que no gritaba, ignorando lo que
ó comprimen su pecho hinchado, próximo se iba á hacer con él y no comprendiendo
á estallar; hay Hércules desdeñosos que nada del asunto, lo habría comprado y
sostienen una casa de seis pisos con un salvado. U n a preciosa n i ñ a de cuatro
solo hombro y amenazan con el p u ñ o á años, que como yo le examinaba atenta-
las gentes; hay tristes Vulcanos joroba- mente con compasión, parecía estimular-
dos que se apoyan en sus rodillas, ó des- me con la mirada á que llevase adelante
graciadas sirenas cuya cola escamada se m i propósito. Y o no hice lo que aquellos
aplasta horrorosamente entre las piedras ojos encantadores me decian, yo desobe-
angulares; hay quimeras exasperadas decí aquella dulce mirada, y me lo repro-
que se muerden las unas á las otras con cho. U n a soberbia y grandiosa muestra
furor; otras lloran, otras rien con amar- dorada, sostenida por su hierro, la m á s
ga risa, otras hacen muecas espantosas jella y la m á s rica del mundo, compues-
á los que pasan. He notado que muchas ta de todos los emblemas del gremio de
salas de taberna, en las que resuenan los carniceros y adornada con l a corona
aun los choques de los vasos, están colo- imperial, domina y completa ese m a g n í -
cadas sin equilibrio sobre las cariátides. fico matadero digno de P a r í s en la Edad
Parece que la gente vieja y libertina de Media, y ante el cual, positivamente, se
Francfort tiene la humorada de celebrar hubiesen embobado Calatapirone en el
sus francachelas sobre esas estátuas do' siglo quince y Rabelais en el diez y seis.
lientos. E l matadero desemboca en una plaza
L a m á s horrible pesadilla que se pue de mediana extensión, digna de Flandes,
de tener en Francfort no es la invasión y que merecería ser celebrada y admira-
de los rusos, n i la irrupción de los fran da aun después de conocido el Viejo
ceses, n i la guerra europea devastando Mercado de Bruselas. Es una de esas pla-
el pais, n i las antiguas guerras civiles zas trapecios, alrededor de los cuales to-
desgarrando de nuevo los catorce cuar- dos los estilos y todos los caprichos de la
teles de la ciudad, n i el tifus, n i el có arquitectura burguesa de l a Edad Media
lera; es el despertar, el desencadenamien y del Renacimiento se levantan, repre-
to y la venganza de las cariátides. sentados por casas modelos, donde, s e g ú n
Una de las curiosidades de Francfort, la época y el punto, la ornamentación
que desaparecerá en breve, así me lo ha empleado por todas partes, con una
temo, es el matadero. Ocupa dos anti oportunidad prodigiosa, l a pizarra como
guas calles. Es imposible ver casas m á s la piedra, el plomo como la madera. Ca-
viejas n i m á s negras acercarse á u n da fachada tiene un valor aparte, y con-
m o n t ó n m á s espléndido de carne fresca. curre al mismo tiempo á l a composición
Y o no sé q u é aspecto de jovialidad glo y a r m o n í a general de la plaza. E n Franc-
tona está impreso en esas fachadas, ex- fort, como en Bruselas, dos ó tres casas
travagantemente cubiertas de pizarras y nuevas, de l a m á s estúpida apariencia y
esculturas, cuyo piso bajo parece devo que tienen un aspecto parecido al de dos
rar, como una boca profunda abierta ó tres imbéciles en una asamblea de
c u á n grande es, innumerables cuartos hombres de ingenio, perjudican el con-
de bueyes y de carneros. Los carniceros j u n t o de la plaza y realzan la belleza de
teñidos en sangre y las carniceras con los viejos edificios vecinos. U n a mara-
sus colores rosados hablan graciosamen villosa casucha del siglo quince, com-
te debajo de guirnaldas de piernas de puesta, ignoro por q u é costumbre, de una
carnero. U n arroyo rojo, que dos surti nave de iglesia y una torre de consejo,
dores de agua apenas modifican el color llena con su soberbia y elegante silueta
porro y humea por medio de la calle uno de los lados del trapecio. Hácia la
E n el momento en que yo pasaba, gritos m i t a d de la plaza, en sitios cualesquiera,
espantosos poblaban los aires. Inexora pues evidentemente no hay designada
bles mozos dedicados al degüello de ro- ninguna simetría, han germinado, como
ses, con figuras herodianas, estaban dos zarzales animados, dos fuentes, una
haciendo allí una degollación de cochi- del Renacimiento y otra del siglo diez y
nillos. Las criadas con su cesta al brazo ocho. Sobre estas dos fuentes se hallan y
reian entre aquella batahola. H a y emo- se a v e r g ü e n z a n , por un azar singular, de
ciones ridiculas que no se deben dejar pié cada una en la cima de su columna,
EL RHIN. 731
Minerva y Judit, la virgen homérica y la I la ciudad de Francfort. E n ella es donde
virgen bíblica, la una con la cabeza de los electores ó sus delegados declaraban
Medusa y la otra con l a cabeza de Holo entre sí a l emperador rey de los romanos.
fernes. E n un sillón entre las dos ventanas pre-
Judit, bella, altanera y encantadora, sidia el arzobispo de Maguncia. Después
rodeada de cuatro faunas-sirenas que so- seguían por órden, sentados alrededor de
plan á sus pies con trompetas, es una he- una inmensa mesa cubierta de cuero
róica muchacha del Renacimiento. No rojizo, cada uno por debajo de su b l a s ó n
tiene ya la cabeza de Holoíernes, que le- pintado en el cielo raso, á la derecha del
vantaba con la mano izquierda, pero arzobispo de Maguncia, Tróveris, Bohe-
conserva todavía la espada en su mano mia y Sajonia; á su izquierda, Colonia,
derecha, y su vestido, empujado por el el Palatinado y Brandeburgo, y enfrente
viento, se levanta por encima de su rodi- Brunswich y Baviera. E l t r a n s e ú n t e ex
l i a de mármol y descubre su pierna fina perimenta la impresión que producen
y firme, con la corva más vigorosa que se las cosas sencillas que contienen grandes
pueda imaginar. cosas cuando vé y toca el cuero rojo y l i e
Algunos que intentan explicarlo todo no de polvo de esa mesa en donde senom-
pretenden que esta e s t á t u a representa la braba el emperador de Alemania. Por
Justicia, y que lo que tenia en la mano lo demás, y haciendo abstracción de la
no era la cabeza de Holofernes, sino una mesa, que se ha transportado á una sala
balanza. Y o no creo nada de esto. vecina, la sala de los electores está hoy
U n a Justicia que tuviera l a balanza en el mismo estado que tenia en el siglo
en la mano izquierda y la espada en la diez y siete. Los nueve blasones del cielo
mano derecha, serialalnjusticia. Por otra raso sirviendo de marco á u n m a l fresco,
parte, la Justicia no tiene el derecho de una t a p i c e r í a de damasco rojo, adornos
ser n i tan hermosa, n i de levantar tanto de arquitectura en forma de candelabros
las faldas. de cobre plateado figurando personajes
Frente por frente de esta figura se ele- ilustres, u n gran espejo de molduras
van, con su cuadrante negro y sus cinco torneadas, enfrente del cual se puso en
imponentes ventanas de desigual altura, el siglo ú l t i m o u n retrato de cuerpo en
los tres remates angulares justapuestos tero de J o s é 11;.por encima de la puerta
del Roemer. un e n t r e p a ñ o y u n retrato de ese ú l t i m o
E n el Roemer se elegía á los emperado- de los nietos de Garlo-Magno, que m u r i ó
res, en esta plaza se les proclamaba. jen 910, en el momento de reinar, y que
T a m b i é n se celebraban y se celebran los alemanes llaman el Niño. Nada m á s .
en esta plaza las dos famosas f érias de E l conjunto es austero, sério, tranquilo,
Francfort, la féria de Setiembre, institui- y excita m á s el pensamiento que la m i -
da en 1240 por concesión de Federico I I , rada.
y la féria de P á s c u a s , establecida en Después de la sala de los electores he
1330 por Luis de Baviera. Las férias han visto la sala de los emperadores.
sobrevivido á los emperadores y al im- E n el siglo catorce, á los comerciantes
perio. lombardos que han legado su nombre al
E n t r é en el Roemer. Roemer, y que tenían en él tienda, se les
Después de haber andado al azar sin ocurrió rodear la gran sala de nichos á
encontrar á nadie por una gran sala baja fin de colocar allí sus mercancías. U n
y desigual, abovedada en forma de ojiva arquitecto, cuyo nombre se ha perdido,
y obstruida con barracas de la féria, midió el circuito de l a sala y construyó
después e n t r é por una ancha escalera de cuarenta y cinco nichos. E n 1564, Maxi-
tramos del tiempo de Luis X I I I y tapi- miliano I I fué elegido en Francfort y
zada de malos cuadros sin marcos, luego presentado a l pueblo desde el balcón de
por u n sinnúmero de corredores y peí- esta sala, que, á partir de Maximilia-
daños oscuros, y á fuerza de llamar en no I I , se l l a m ó el Kaisersaal y sirvió para
todas las puertas, acabé por encontrar la proclamación de los emperadores. Se
una criada, que al oír esta palabra: pensó entonces en decorarla, y el primer
Kaisersaal, cogió una llave de un clavo pensamiento que se tuvo fué instalar en
en la cocina y me condujo á la sala de los nichos abiertos alrededor del mer-
los emperadores. cado imperial, los retratos de todos los
L a i n t r é p i d a muchacha, sonriendo, me Césares alemanes elegidos y coronados
hizo pasar desde luego por la sala de los desde la extinción de la raza de Cario-
electores, que sirve hoy, según creo, para Magno, reservando á los Césares futuros
celebrar sus sesiones la alta C á m a r a de los nichos vacantes. Solamente desde
OBRAS D E VICTOR HUGO.

Conrado I , en 911, hasta Fernando I , en cinco fantasmas que durante nueve


1556, h a b í a n sido ya consagrados treinta siglos, de 911 á 1806, han atravesado la
y seis emperadores en Aix-la-Chapelle. lístoria del mundo, con la espada de San
Uniendo á ellos el nuevo rey de los ro- !Pedro en una mano y el globo de Carlo-
manos, no quedaban m á s que ocho nichos Magno en l a otra.
vacíos para el porvenir. Era muy^poco. E n el extremo opuesto á las cinco
Sin embargo, se ejecutó el pensamiento ventanas, cerca de la bóveda, se enne-
y se prometió agrandar la sala cuando lo grece y se desconcha una mediana pin-
exigiese la necesidad. Las celdillas se tura que representa el Juicio de Salo-
iban llenando poco ó poco, á cuatro em- m ó n .
peradores p r ó x i m a m e n t e por siglo. E n Cuando los electores concluían de de -
1764, cuando J o s é I I subió al trono i m - signar el emperador, el Senado de Franc-
perial sacro-cesáreo, no quedaba m á s que fort se r e u n í a en esta sala; los vecinos,
u n lugar vacío. Se pensó de nuevo seria divididos en catorce secciones, según los
mente en prolongar el Kaisersaal y a ñ a catorce cuarteles de la ciudad, se j u n t a -
dir nuevas celdillas á los compartimien- ban fuera en la plaza. Entonces se a b r í a n
tos preparados cinco siglos antes por el as cinco ventanas del Kaisersaal, ha-
arquitecto de los comerciantes lombar- ciendo frente al pueblo. L a gran venta-
dos. E n 1794, Francisco I I , el c u a d r a g é - na, la del medio, tenia ornada la parte
simo-quinto rey de los romanos, vino á superior con un dosel y estaba vacía. E n
ocupar la c u a d r a g é s i m a - q u i n t a celdilla. 'a ventana intermedia de la derecha,
Era el último nicho, fué el último empe- adornada con u n balcón de hierro negro,
rador. L a sala completamente llena, el desde el cual he divisado el camino de
imperio germánico se desplomó. Maguncia, aparecía el emperador solo,
Este arquitecto desconocido era el des en traje de ceremonia y con la corona
tino; esta sala misteriosa de las cuarenta en la cabeza. A su derecha tenia, reuni-
y cinco celdas es la historia misma de dos en la ventana pequeña, los tres elec-
Alemania, que, la raza de Carlo-Magno tores-arzobispos de Maguncia, Tróveris
extinguida, no debia contener m á s que Colonia. E n las otras dos ventanas, a
cuarenta y cinco emperadores. la izquierda de la gran ventana vacía,
Allí, en efecto, en esa sala oblonga se colocaban, en la mediana. Bohemia,
vasta, fria, casi oscura, obstruida en uno Baviera y el palatino del Rhin; y en l a
de sus á n g u l o s con muebles de desecho pequeña, Sajonia, Brunswích y Brande-
entre los cuales v i la mesa de cuero de burgo. E n la plaza, delante la fachada
los electores, iluminada apenas en su del Roemer, en medio de un vasto cua-
extremo oriental por las cinco estrechas drado vacío rodeado de guardias, h a b í a
ventanas desiguales que se alzan en for- un gran m o n t ó n de avena, una urna lle-
ma de pirámide en dirección del remate na de monedas de oro y de plata, una
exterior, entre cuatro altas paredes car mesa con u n lavabo de plata y una bo-
gadas de frescos borrados, bajo una bó tella de plata sobredorada, y otra mesa
veda de madera con molduras, en otro sobre la cual había un buey entero asa-
tiempo doradas, solos en una especie de do. E n el momento en que aparecía el
penumbra que se asemeja a l principio emperador, las trompetas y los címbalos
del olvido, todos groseramente pintados sonaban, y el archímariscal del santo
y amoldados en busto de bronce, cuyo imperio, el archicancíller, el archicopero,
pedestal lleva las dos fechas que abren y el architesorero y el a r c h i t r í n c h a n t e en-
cierran cada reinado, los unos cubiertos traban como cortejo en la plaza. E n
de laureles como Césares romanos, los medio de las aclamaciones y de las mar-
otros adornados con la diadema g e r m á chas militares, el archímariscal, á caba-
nica; allí se miran de reojo los unos á los llo, subía en el m o n t ó n de avena hasta
otros silenciosamente, cada uno en su la cincha de la silla y allí llenaba una
sombría ojiva: los tres Conrados, los siete vasija de plata; el archicancíller cogía el
Enriques, los cuatros Otones, el único lavabo de la mesa; el archicopero llenaba
Lotario, los cuatro Federicos, el único de vino y de agua la botella de plata
Felipe, los dos Rodolfos, el único Adolfo sobredorada; el architesorero sacaba mo-
los dos Albertos, el único Luis, los cua nedas de la urna y las arrojaba a l pueblo
tro Cárlos, el único Wenceslao, el único á manos llenas, y el a r c h i t r í n c h a n t e cor-
Roberto, el único Segismundo, los dos taba un pedazo de buey asado. E n aquel
Maximilianos, los tres Fernandos, el momento s u r g í a el gran refrendario del
único Matías, los dos Leopoldos, los dos imperio, que proclamaba en alta voz a l
Josés, los dos Franciscos, los cuarenta nuevo César y leía l a fórmula del j u r a -
EL RHIN. 733
m e n t ó . Cuando terminaba, el Senado Dleta de esos morriones raros y de esas
en la sala y los vecinos en la plaza res- cimeras espantosas propias de la caballe-
pondían gravemente: Si. Darante la ría g e r m á n i c a , colgados de los clavos
prestación del juramento, el nuevo em- como los cazos y las espumaderas de una
perador, ya temible, se quitaba la coro- ratería de cocina. Cerca de la puerta,
na y e m p u ñ a b a la espada. uno de esos enormes relojes que parecen
Desde 1564 á 1794, esta plaza hoy i g - una casa de dos pisos, una obra en tres
norada, esta sala boy desierta, han vis- tomos, un poema en veinte cantos, un
to nueve veces esta ceremonia majes- mundo. Arriba, en un ancho frontis fla-
tuosa. menco, se espacía el cuadrante del dia;
Los grandes cargos del imperio eran abajo, en el fondo de una especie de
hereditariamente trasmitidos á los elec- caverna, donde se mueven, confundidos
tores y desempeñados por delegados. E n en las tinieblas, una m u l t i t u d de hilos
la Edad Media, las m o n a r q u í a s secun- gruesos que se t o m a r í a n por entenas de
darias tenian como insigne honor y como insectos monstruosos, resplandece miste-
buena política ocupar los grandes car- riosamente el cuadrante del a ñ o . Las
gos de los dos imperios que h a b í a n reem- horas giran por arriba, las estaciones
plazado al imperio romano. Cada prín- marchan por abajo. E l sol en su gloria
cipe gravitaba sobre el centro imperial de rayos dorados, la luna blanca y ne-
m á s próximo que tenia. E l rey de Bohe gra, las estrellas sobre fondo azul, ope-
mia era archicopero del imperio de Ale- ran evoluciones complicadas, las que
mania; el dux de Venecia era protospar- hacen girar al otro extremo del reloj una
tario del imperio de Oriente. serie de cuadritos donde los estudiantes
Después de l a proclamación del Roe patinan, los viejos se calientan, los al-
mer venia la coronación en la colegiata. deanos siegan y las pastoras cogen flo-
Y o seguí el ceremonial. Saliendo del res. M á x i m a s y sentencias u n poco dete-
Kaisersaal fui á l a iglesia. nidas relucen en el cielo á la claridad de
L a iglesia colegiata de Francfort, de- las estrellas, un poco desdoradas. Cada
dicada á San Bartolomé, se compone de vez que la aguja señala una cifra, las
una doble nave-crucero del siglo cator- puertas se abren y se cierran en el frontis
ce, por encima de la cual se eleva una del reloj, y m u ñ e c o s armados de marti-
hermosa torre del siglo quince, desgra- llos salen ó entran bruscamente y tocan
ciadamente no concluida. L a iglesia y la la hora en el timbre, ejecutando pírricos
torre están hechas con un magnífico extravagantes. Todo esto vive, palpita y
asperón rojo ennegrecido y enmohecido suena en la misma pared de la iglesia,
por los años. T a n solo el interior está re- con el ruido que baria un cachalote en-
vocado. cerrado en el gran tonel de Heidelberg.
A u n encontramos a q u í una iglesia Esta colegiata posee una admirable
belga. Paredes blancas, nada de vidrios Crucifixión de V a n Dyck. Alberto Dure-
un rico mobiliario de altares esculpidos ro y Rubens tiene allí cada uno u n cua-
de tumbas adornadas de colores, de dro, un Cristo en las rodillas de la Virgen,
cuadros y de bajo-relieves. E n las na E l asunto es el mismo en la apariencia y
ves, severos caballeros de m á r m o l , obis los cuadros son muy diferentes. Hubens
pos con grandes mostachos del tiempo de ha colocado en las rodillas de la divina
Grustavo Adolfo, que tienen cabezas de Madre un J e s ú s niño, Alberto Durero ha
lansquenetes; admirables cimbalillos de arrojado en ellas un Cristo crucificado.
piedra, calados y retocados por las hadas Nada iguala á la gracia del primer cua-
magníficos luminares de cobre, que re dro, si no es la angustia del segundo.
cuerdan la l á m p a r a del Alquimista de Cada uno de los dos pintores ha seguido
Grerardo Dow; u n Cristo en el sepulcro la 'inspiración de su genio. Rubens ha
pintado en el siglo catorce, una Virgen elegido la vida, Alberto Durero ha ele-
en el lecho de muerte, esculpida en el siglo gido l a muerte.
quince. Otro cuadro, donde la angustia y l a
E n el coro, curiosos frescos, horribles gracia están mezcladas, es una preciosa
con San B a r t o l o m é , encantadores con pintura sobre cuero, del siglo diez y seis,
l a Magdalena; un rudo y salvaje enta- que representa el interior del sepulcro de
blamento trabajado allá por los años Santa Cecilia. E l cuadro está formado
de 1400; ensambladuras y frescos regala- de todos los principales hechos de la vida
dos por el caballero de Ingelheim, que de la santa. E n el centro, en una s o m b r í a
se ha hecho pintar de rodillas en un rin- cripta, la santa está echada á lo largo con
cón. E n las paredes una colección com- la cara dando en el suelo, con su vesti*
734 OBRAS DE VICTOR HUGO.

do brillante, con el corte del hacha en el ranees, me a b a n d o n ó al subir los p r i -


cuello, llaga rósea y delicada, que parece meros peldaños de la escalera de cara-
una boca encantadora que se quisiera be- col, y e m p r e n d í la ascensión solo. Llega-
sar de rodillas. Se cree que v á á oirse la do arriba encontró la escalera obstruida
voz de la santa música salir y cantar por una barrera de puntas de hierro; l l a -
por la boca de la herida. Por debajo del mé y nadie me contestó, por lo que tomó
sepulcro abierto se lee en letras de oro lo el partido de saltar al otro lado de la
siguiente: En Ubi sanctissimce virginis Geci- barrera. Franqueado él obstáculo, me
lice i n sepulchro jacentis imaginem, prorsus encontró en la plataforma del Pfar-
eodem corporis situ expressam. E n efecto, t h u r m . Allí se me ofreció un encantador
en el siglo diez y seis, u n Papa, L e ó n X , espectáculo. Encima de m i cabeza u n
s e g ú n creo, hizo abrir la tumba de Santa hermoso sol; á mis piés toda la ciudad; á
Cecilia, y esta interesante pintura no es m i izquierda la plaza del Hoemer; á m i
otra cosa, según se dice, que u n retrato derecha la calle de los J u d í o s , colocada
exacto del milagroso cadáver. como una larga ó inflexible arista negra
E n el centro de l a colegiata, á la en- entre las casas blancas; a q u í y allá al-
trada del coro, en el punto de intersec gunas prominencias de antiguas igle-
cion del crucero y la nave, es donde des sias no m u y salientes, dos ó tres altas
de Maximiliano I I se coronaba á los atalayas blanqueadas de torrecillas, es-
emperadores. jculpidas con el á g u i l a de Francfort y
Y o v i en un rincón del crucero, en- reproducidas, como si fuesen ecos, en el
vuelta en una bolsa de papel de estraza fondo del horizonte, por las tres ó cuatro
que presentaba la forma de una chicho- torres-vigías viejas que marcaban en
nera de niño, la inmensa corona impe- otro tiempo los límites del reducido Esta-
r i a l con el a r m a z ó n chapado de oro que do libre; t r á s de m í el Mein, balsa de pla-
se suspendía por encima de su cabeza ta listada de oro por la estela de los bu-
durante la ceremonia, y me acordé que ques; el viejo puente con los techos de
hace un a ñ o v i el tapiz flordelisado de Sachshausen y las paredes rojizas de la
la consagración de Cárlos X , rollado, antigua casa teutónica; alrededor de la
atado con un bramante y olvidado en ciudad un espeso cinturon de árboles;
u n carricoche en los rincones de l a cate- m á s allá de los árboles una gran mesa
dral de Reims. A la derecha misma de redonda de c a m p i ñ a s llanas y campos
la puerta del coro, precisamente al lado labrados, c e r r á n d o l a las cumbres azules
del sitio donde se coronaba a l empera- del Taunus. Mientras que yo fantaseaba
dor, el enmaderamiento gótico ostenta no sé que desvarío, arrimado á los restos
complaciente esta antítesis esculpida en del campanario, que quedó truncado en
roble: San B a r t o l o m é despellejado, lle- 1B09, han aparecido nubes y han girado
vando su piel al brazo, y mirando con por el cielo, empujadas por el viento, cu-
desden á su izquierda al diablo encara- briendo y descubriendo á cada instante
mado en una magnífica pirámide de m i - anchos desgarrones de azul y dejando
tras, diademas, cimeras, tiaras, cetros, es caer por todas partes sobre la tierra
padas y coronas. A l g o m á s allá, el nuevo grandes manchas de sombra y de l u z .
César podia, bajo las tapicerías en que Esta ciudad y este horizonte estaban así
sin duda se le ocultaba, entrever á veces admirables. E l paisaje no está nunca tan
de pié, en la sombra que proyecta en la bello que cuando se engalana con su
pared, como una aparición siniestra, el piel de tigre. Y o me creia solo en l a
espectro de piedra de ese infortunado torre, y así hubiese permanecido todo el
pseudo-emperador G-unther de Schwarz dia. Pero de repente se dejó oir á m i lado
bourg, brillando la fatalidad y el ódio un ligero ruido; volví la cabeza y v i una
en los ojos, teniendo en un brazo su es muchacha de unos catorce años, que me
cudo con el león rampante y en el otro miraba sonriéndose medio asomada en
su casco imperial; soberbia y terrible se una ventanilla. Me arriesgué á dar algu-
pultura, que por espacio de doscientos nos pasos, rebasé un á n g u l o del Pfar-
treinta años ha asistido á la entroniza thurm, que no habia franqueado todavía,
cion de los emperadores, y en la que l a y me encontré en medio de los habitantes
tristeza del granito ha sobrevivido á to- del campanario. Habia allí un pequeño
das esas decoraciones de cartón pintado mundo tranquilo y feliz. L a jóven que
y madera dorada. hacia calceta; una vieja, una madre sin
duda, que hilaba su torno; palomos que
Quise subir al campanario. E l glock
arrullaban encaramados en las g á r g o l a s
ner que me habia a c o m p a ñ a d o por l a
del campanario; un mono hospitalario
iglesia, y que no sabia una palabra de
EL RHIN. 735
que te tendía la mano desde el fondo de esto.—Los castillos del Rhin.—Enumeración.—Cuántos hay.
—Qué nombres tienen.—Sus fechas.—Sus historias.—Quién
su chocita; las pesas del gran reloj que los ha edificado.—Quién los ha destruido.—Destino de todos.
subían y bajaban con sordo ruido y se —Detalle de cada uno.—Ojeada por los valles.—Siete ruinas
divertían en hacer mover las figuritas en en el Wisperthal.—Una abadía y seis fortalezas en los Siete-
Montes.—Tres cindadelas en la llanura de Maguncia.—El
la iglesia donde se ha coronado á los em- Godesberg en la llanura de Colonia.-Himno á los castillos del
peradores; a ñ a d e á esto esa paz profunda Rhin.
de los lugares elevados, formada con el
murmullo del viento, los rayos del sol y
la belleza del paisaje—¿no es verdad Maguncia, 1.° de Octubre.
que es un conjunto puro y encantador?
—De la j a u l a de las antiguas campanas U n arroyo sale del lago de Toma en l a
la jó ven ha hecho su aposento; en él ha pendiente oriental de San G-otardo; otro
puesto su cama á la sombra; allí canta arroyo sale de otro lago al pió del monte
como cantaban las campanas, pero con Lukmanierberg; un tercer arroyo rezuma
voz m á s dulce, para ella y para Dios so- de un ventisquero y desciende á través
lamente. De uno de los cimbalillos no de las rocas de una altura de m i l toesas.
concluidos, la madre ha hecho la chime- A quince leguas de sus orígenes, estos
nea del reducido fuego donde la viuda arroyos vienen á confluir en el mismo
cuece su pobre marmita. H ó aquí lo que barranco, cerca de Reichenau. Allí se
se vé desde lo alto del campanario de mezclan los tres. ¿No admiras, amigo
Francfort. ¿Cómo y por q u é esta colonia mío, de q u é manera t a n poderosa y sen-
está allí y q u é hace^allí? L o ignoro, pero cilla la Providencia produce las grandes
lo admiro. Esa orgullosa ciudad impe- cosas? Tres pastores se encuentran y for-
rial, que ha sostenido tantas guerras, que man un pueblo; tres arroyos se j u n t a n y
ha recibido tantas bombas, que ha en- forman u n r i o .
tronizado tantos Césares, cuyas mura- E l pueblo nace el 17 de Noviembre de
llas eran como una armadura, cuya 1307 por la noche, á la orilla de un lago,
á g u i l a sujetaba con sus dos garras las donde tres pastores acaban de abrazarse:
diademas que el á g u i l a de Austria colo- ese pueblo se levanta, invoca á Dios, que
caba sobre sus dos cabezas, está hoy do- crea á los aldeanos y á los cesares, y
minada y coronada por el humilde ho- después corre á desafiar las matanzas y
gar de una vieja, del cual sale un poco las horcas. Gigante rústico, se coge cuer-
de humo. po á cuerpo con el soberano gigante el
emperador de Alemania. E n Kassnach
quebranta al baile G-essler, que hacia
adorar su sombrero; en Sarnen al baile
CARTA. XXV. Landenberg, que hacia saltar los ojos á
los viejos; en Thalewyl al baile Wolfens-
E l Bhin. chiess, que mataba las mujeres á hacha-
zos; en Morgarten al duque Leopoldo; en
De dónde sale.—Suiza, el Rhin.—Aspectos.—Parecido de un Morat á Cárlos el Temerario. Entierra
rio á un árbol,—El trayecto de Maguncia á Colonia.—Deta-
lles.—Dónde principia á encajonarse el rio.—Dónde acaba.— bajo la colina de Buttisholz los tres m i l
Cuadros.—Las vides.—Las ruinas.—Las aldeas.—Las ciu- ingleses de Enguerrand de Coucy. Tiene
dades.—Historia y arqueología mezcladas.—Bingen.—Ober á raya á la vez á los cuatro formidables
wesel.—Saint-Goar.—Neuwied.—Andernach.—Linz.—Sin-
zig.—Boppart.—Caub.—Braubach.—Coblenza.—Lo que ha enemigos que le cercan de los cuatro
espantado al autor en Coblenza.—Museos.—Qué pintores ha puntos cardinales; bate en Sempach al
tenido cada ciudad.—Curiosidades y baratillo.—Paisajes del
Rhin.—Lo que ha sido el Rhin.—Lo que es.—Navegadle duque de Autriche, en G-ranson al duque
contra la corriente.—El barco-flecha.—El dampschiff.—El de B o r g o ñ a , en Chillón al duque de
barco de vela.—La gran almadía.—Curiosos detalles sobre Saboya, en Novara al duque de Milán; y
las antiguas grandesflotacionesdel Rhin.—Veinticinco buques
de vapor todos los diasen movimiento.—Paralelo entre la anti- notemos de paso que en Novara, en
gua navegación y la nueva.—Cuarenta y nueve islas.—Recuer- 1513, el duque de Milán era duque por
dos.—Una jovialidad de Schinderhannes al encontrar un grupo
de judíos.—Lo que hicieron en 1400 en una iglesia de aldea
el derecho de la espada y se llamaba
los cuatro electores del Rhin.—Detalles secretos y desconocidos Luis X I I , rey de Francia. Cuelga de
de la deposición de Wenceslao.—El Koenigssthül.—El autor un clavo en sus arsenales, encima de sus
reconstruye el Rcenigssthül, hoy desaparecido.—De qué mane-
ra y en qué forma se hacia allí la elección de los emperadores. trajes de aldeano, al lado de los collares
—Lo que eran los siete electores del Sacro-Imperio.—La de hierro que le destinaban, las esplén-
elección en el Roemer de Francfort comparada con la elección didas armaduras ducales de los príncipes
en el Koenigssthül.—Cosas inéditas é ignoradas de la historia.
—El pendón imperial.—Lo que era antes de Lotario.—Lo que vencidos; tiene grandes ciudadanos, co-
Lotario cambió en él.—Lo que ha sido después.—El águila de menzando por G-uillermo Tell; después
dos cabezas.—Su primera aparición.—Lo que el pueblo dedu-
cía de la manera como el pendón flotaba.—Caída del pendón. los tres libertadores; luego Pedro Collin
—Vista de Caub.—Extraño aspecto del Pfalz.—Lo que es y Gundoldingen, que han dejado su
736 OBRAS DE VICTOR HUGO.

sangre empapada en el estandarte de l a | espuma y mezclando á su rumor la his-


ciudad, y Conrado Baumgarten, y Schar- toria de treinta siglos y de treinta pue-
nachthal, y Winkelried, que se arrojaba blos, se pierde en el mar. Rio-Proteo,
entre las picas como Curoio en el abis- cintura de los imperios, frontera de las
mo; lucha en Bellinzona por la inviola- ambiciones, freno de los conquistadores,
bilidad del suelo y en Cappel ppr la i n - serpiente del enorme caduceo que extien-
violabilidad de la conciencia; pierde á de sobre Europa el dios Comercio, gracia
Zuinglio en 1531, pero liberta á Bonni- y adorno del globo, larga cabellera verde
vard en 1536, y desde entonces está en que arrastra hasta el Océano.
pió. H a realizado su destino entre los Tres pastores, tres arroyos. L a Suiza
cuatro colosos del continente, firme, só- y el R h i n se engendran de la misma
lido, impenetrable, y ha sido lazo de ci- manera en las mismas m o n t a ñ a s .
vilización, asilo de la ciencia, refugio del E l R h i n tiene todos los aspectos. T a n
pensamiento, obstáculo á las invasiones pronto es ancho como estrecho. Es ver-
injustas, punto de apoyo á las resisten- doso, transparente, rápido, alegre, con
cias legítimas. Desde hace seiscientos esa gran a l e g r í a propia de todo aquel que
años, en el centro de Europa, en medio es poderoso. Es torrente en Schaffhou-
de una naturaleza severa, bajo la mira se, remolino en Laufen, riachuelo en
da de una Providencia bienhechora, esos Sickingen, rio en Maguncia, lago en
grandes montañeses, dignos hijos de las San Q-oar, pantano en Leyde.
grandes m o n t a ñ a s , graves, írios y sere- Dicen que se calma y languidece hácia
nos como ellas, sometidos á la necesidad, la tarde como si se adormeciese, fenóme-
celosos de su independencia, en presen- no m á s pronto aparente que real, y visi-
cia de las m o n a r q u í a s absolutas, de las ble en todas las grandes corrientes de
aristocracias ociosas y de las democra agua.
cias envidiosas, viven de la fuerte vida L o tengo dicho no sé dónde; la unidad
popular, practicando á la vez el primero en la variqdad es el principio de todo
de los derechos,la libertad, y el primero arte completo. Bajo este supuesto, la
de los deberes, el trabajo. naturaleza es la m á s gran artista que
E l rio nace entre dos murallas de gra- existe. J a m á s abandona una forma sin
nito, d á un paso y se encuentra con A n - haberle hecho recorrer todos sus logarit-
deer, ciudad romana, el recuerdo de mos. Nada se parece menos en aparien-
Garlo-Magno; con Coire, la antigua Cu- cia que u n árbol y un rio, y sin embar-
ria, el recuerdo de Druso; con Feldkirch, go, en el fondo el árbol y el rio tienen l a
el recuerdo de Massena; después, como misma línea generadora. Examinad en
consagrado para los destinos que le el invierno un árbol despojado de sus
esperan por ese triple bautismo g e r m á hojas y acostadle con el pensamiento de
nico, romano y francés, dejando el espí plano en el suelo, y tendréis el aspecto de
r i t u indeciso entre su etimología griega un rio visto por u n gigante á vista de
PÉEW y su etimología alemana Itinnen, pájaro. E l tronco del árbol será el rio,
que ambas significan circular, circula en los brazos serán las corrientes, las ramas
efecto, traspasa el bosque y la m o n t a ñ a , grandes y las ramas p e q u e ñ a s serán los
gana el lago de Constanza, salta en torrentes, los arroyos y los manantiales;
Schaffhouse, rodea y contornea las es el ensanche de la raiz la embocadura.
paldas de las cimas del Jura, lame las Todos los rios, vistos en u n mapa, son
faldas de los Vosgos, horada la cadena árboles que llevan ciudades tan pronto
de los volcanes muertos del Taunus, en el extremo de las ramas como de los
atraviesa las llanuras de la Frise, inunda frutos, tan pronto en el hueco de los
y cubre las hondonadas de la Holanda, y brazos como de los nidos, y sus confluen-
después de haber cavado en las rocas, las tes y sus innumerables afluentes i m i t a n ,
tierras, las lavas, las arenas y los caña- siguiendo l a inclinación de las vertien-
verales u n barranco tortuoso de doscien tes y l a naturaleza de los terrenos, los
tas setenta y siete leguas, después de empalmes variados de las diferentes es-
haber paseado en el gran hormiguero eu pecies vegetales, que todos, como se sabe,
ropeo el ruido perpetuo de sus ondas, tienen sus retoños m á s ó menos separa-
que puede decirse formado con la eterna dos del tronco, s e g ú n l a fuerza especial
querella del Norte y del Mediodía, des de su savia y la densidad de su madera.
pues de haber recibido doce m i l cor- Si se considera el Rhin de esta manera,
rientes de agua, regado ciento catorce es de notar que l a idea real que parece
ciudades, separado, ó mejor dicho, di vi unida á este robusto rio no le abandona
dido once naciones, arrastrando en su después. L a Y de casi todos los afluentes
EL RHIN. 737
del Rhin, del M u r g , del Neckar, del cultiva la viña la cubre, como un techo;
Mein, del Nahe, del Lahn, del Mosela con las pizarras destrozadas de la mon-
y del Aar, tiene una abertura de cerca t a ñ a . De este modo en el flanco de las
de noventa grados. Bingen, Nieder- rocas m á s abruptas, la v i ñ a del R h i n
lanstein, Coblenza, están en los á n g u l o s como el olivo del Mediterráneo, cre-
rectos. Si con el pensamiento se coloca cen sobre especies de consolas puestas
de pió en el suelo la inmensa silueta geo- encima de l a cabeza del que pasa, como
metral del r i o , el R h i n aparece lie* el tiesto de flores colocado en una buhar-
vando todas sus corrientes con el brazo dilla. Todos los repechos suaves están
extendido y toma l a figura de una en- erizados de cepas.
cina. Por lo demás, es u n trabajo m u y i n -
Los innumerables arroyos en que se grato. Hace ya diez años que los ribere-
divide antes de llegar al Océano son sus ños del R h i n no han tenido una buena
raices puestas a l descubierto. cosecha. E n muchos sitios, y especial-
L a parte del rio m á s célebre y m á s mente en Saint-Groarshausen, en el pais
admirada, la m á s rica para el geólogo, de Nassau, he visto viñedos abando-
la m á s curiosa para el historiador, la m á s nados.
importante para el político, la m á s bella Por bajo de todos estos espaldones de
para el poeta, es ese trozo del R h i n cen- piedras secas, que siguen las m i l ondu-
t r a l que, de Bingen á Koenigswinter, laciones de la pendiente, y á los cuales
atraviesa de Levante á Poniente el negro las estrías de las rocas daban necesaria-
caos de colinas volcánicas que los roma- mente casi siempre la forma de una me-
nos llamaban los Alpes de los Cattes. dia luna, sobrepuestos de la franja verde
A q u í está ese famoso trayecto de Ma- de las v i ñ a s , asegurados y como pega-
guncia á Colonia, que casi todos los t u - dos á los salientes de la m o n t a ñ a por sus
ristas hacen en catorce horas en las lar- dos extremos, que van adelgazándose,
gas jornadas del verano. De esta manera figuran innumerables guirnaldas sus-
se siente la fascinación del R h i n , -pero pendidas en l a muralla austera del Rhin.
nada m á s . Cuando un rio es rápido, E n el invierno, cuando la v i ñ a y el
para verle bien es preciso remontarle y suelo se oscurecen, esos terraplenes de
no descenderle. Por lo que á m í se refie- un gris sucio se asemejan á esas grandes
re, como t ú sabes, he hecho el trayecto telas de a r a ñ a colocadas y sobrepuestas
de Colonia á Maguncia y he invertido en los á n g u l o s de las casuchas abando-
un mes. nadas, especie de hamacas repugnantes
De Maguncia á Bingen, como de donde está amontonado el polvo.
Koenigswinter á Colonia, hay siete ú ocho A cada vuelta del rio se desenvuelve
leguas de ricas llanuras verdes y rien- un grupo de casas, una ciudad ó u n pue-
tes, con hermosos pueblecitos felices á blo. Por encima de cada grupo de casas
la orilla del agua. Pero como te decia se eleva u n castillejo arruinado. Las vi-
hace poco, el gran encajonamiento del llas y las aldeas, cubiertas de remates,
R h i n comienza en Bingen por el R u - torrecillas y campanarios, hacen de lejos
pertsberg y el Niederwald, que son dos el efecto de una flecha erizada de dientes
m o n t a ñ a s de esquisto y de pizarra, y aca- colocada en el extremo bajo de la mon-
ba en Koenigswinter, al pié de los Siete- t a ñ a .
Montes. Con frecuencia los caseríos se prolon-
A q u í todo es bello. Las vertientes gan á la orilla del ribazo en forma de
sombrías de las dos orillas se reflejan en cola, animados por lavanderas que can-
las anchas escamas del agua. L a rudeza tan y niños que juegan. A q u í y allá una
de las pendientes hace que la v i d se cul- cabra ramonea los tiernos retoños de
tive en el R h i n del mismo , modo que los los mimbrerales. Las casas del R h i n se
olivares en las costas de la Provenza. parecen á grandes cascos de pizarra co-
A l l á donde cae u n rayo del Mediodía, si locados á la orilla del r i o . L a t r a b a z ó n
la roca hace una p e q u e ñ a cornisa, el la- exquisita de las vigas pintadas de rojo y
brador lleva allí á fuerza de brazo sacos azul sobre el yeso blanco hace el ornato
y capazos de tierra, y en esa tierra, en la de la fachada. Muchas deesas aldeas,
Provenza, planta u n olivo y en el R h i n como las de Bergheim y de Mondorf
planta una cepa. Después afirma su ter- cerca de Colonia, están habitadas por
r a p l é n con un muro de piedras secas que pescadores de salmón y fabricantes de
retienen la tierra y dejan pasar el agua. canastillos. E n los hermosos dias del ve-
A q u í , por exceso de precaución, para que rano, esto ofrece espectáculos encantado-
las lluvias no arrastren la tierra, el que res: el cestero trenza su canasta en el
TOMO I V . 93
738 OBRAS D E VICTOR HUGO.

umbral de su casa; el pescador remien- famosa culebrina el Griffon, que recibía


da sus redes en su barca, y por encima una carga de ciento sesenta libras y pe-
de sus cabezas el sol madura los raci- saba veinte m i l ; u n buen convento viejo
mos en la colina. Todos hacen lo que de franciscanos convertido en hospital
Dios les d á que hacer, lo mismo el astro en 1804; una Nuestra Señora romana,
que el hombre. restaurada al gusto Pompadour y pinta-
Las ciudades son de un aspecto m á s da de color de rosa; una iglesia de San
complicado y m á s tumultuoso. Abundan Florin, convertida en a l m a c é n de forra-
en el Rhin, Bingen, Oberwesel, San Q-oar, je por los franceses, hoy en iglesia evan-
Neuwied, Andernach, Linz, municipio gélica, lo que es peor bajo el punto de
importante de torres cuadradas, que fué vista del arte, y pintada t a m b i é n de co-
sitiado por Cárlos el Temerario en 1476, lor de rosa; una colegiata de San Castor
y que tiene frente por frente, al otro lado enriquecida con una fachada de 1805 ó
del Rhin, á Sinzig, construido por Sen- igualmente pintada de color de rosa, y
tius para guardar la embocadura del ninguna biblioteca; hó a q u í Coblenza,
A a r . Boppart, la antigua Bodobriga, que los franceses escriben Cóblentz por
fuerte de Druso, quinta real de reyes atención á los alemanes, como los alema-
francos, ciudad imperial proclamada al nes escriben Goblence por miramiento á
mismo tiempo que Oberwesel, bailía de los franceses. E n u n principio, real ro-
Tróveris, vieja ciudad encantadora, que mano en el Altehof; después, en tiempo
conserva un ídolo en su iglesia, por en- de los francos, corte real; residencia i m -
cima de l a cual dos campanarios roma- perial hasta Luis de Baviera, ciudad pa-
nos, apareados por u n puente, les hacen trocinada por los condes de Amstein
aparecer como dos grandes bueyes unci- hasta 1250, y desde A r n o u l d I I por los
dos al yugo. E n ella notó, cerca de la arzobispos de Tróveris: sitiada en vano
puerta de la ciudad, h á c i a la puerta su- en 1688 por Vauban y por Luis X I V en
perior, u n precioso ábside arruinado. persona, Coblenza fué tomada por los
Caub, la ciudad de los palatinos. Brau- franceses en 1794 y dada á los prusianos
bach, llamada en una carta de 933 feudo en 1815. Por lo que á m í afecta, no en-
de los condes de Arnstein de Lahngau, tré en ella. Tantas iglesias de color de
ciudad imperial en tiempo de Rodolfo rosa me espantaron.
en 1279, propiedad de los condes de Kat- Como punto militar, Coblenza es un l u -
zenellenbogen en 1283, que vino á parar gar importante. Sus tres fortalezas hacen
en l a Hesse en 1473, en Darmstadt en frente á todas partes. L a Chartreuse do-
1632 y en 1802 en Nassau. mina el camino de Maguncia, el Peters-
Braubach, que comunica con los baños berg guarda el camino de Tróveris y de
de Taunus, está admirablemente situada Colonia, el Ehrenbreistein vigila el R h i n
al pió de la alta roca que lleva en su y el camino de Nassau.
cima el Markusburg. E l viejo castillo Como paisaje, Coblenza quizás está de-
de Saint-Marc es hoy una prisión de Es- masiado envanecida, sobre todo si se la
tado. Todo m a r q u ó s quiere tener pajes. compara con otras ciudades del R h i n que
Me parece que M . de Nassau se permite nadie visita y de las que nadie habla.
tener prisioneros de Estado. Es un her- Ehrenbreistein, en otro tiempo bella y
moso lujo. colosal ruina, es hoy una glacial y tétri-
Doce m i l seiscientos habitantes en m i l ca cindadela que corona llanamente una
cien casas; un jmente de treinta y seis magnífica roca. Las verdaderas coronas
buques construido en 1819 sobre el Rhin, de las m o n t a ñ a s eran las antiguas forta-
un puente de catorce arcos sobre el Mé- lezas. Cada torre era un florón.
sela, construido con piedra de lava sobre Algunas de estas ciudades tienen ines-
los mismos cimientos del puente edificado timables riquezas de arte y de arqueolo-
h á c i a 1311 por el arzobispo Baudoin, por g í a . Los m á s viejos maestros y los m á s
medio de un ámplio gasto de indulgen- grandes pintores pueblan sus museos.
cias; el cólebre fuerte Ehrenbreitstein, E l Dominiquino, los Carrachio, el Q-uer-
rendido á los franceses el 27 de Enero de chin, Jordaens, Snyders, Laurent Sciar-
1799, después de un bloqueo en que los pelloni, están en Maguncia. A g u s t í n
sitiados pagaron por u n gato tres fran- Braun, G-uillermo de Colonia, Rubens,
cos y por una libra de caballo treinta Alberto Durero, Mesquida, están en Co-
sueldos; un pozo de quinientos ochenta lonia. Holbein, Lucas de Leyde, Lucas
piós de profundidad, perforado por el Cranach, Scorel, Rafael, l a Vénus dormi-
margrave Juan de Bade; la plaza del da de Ticíano, están en Darmstadt. Co-
Arsenal, donde se veia en otro tiempo la blenza tiene las obras completas de A l -
EL RHIN. 739
berto Durero, excepción hecha de cuatro gonotes, van de vez en cuando á buscar
cuadros. Maguncia tiene el salterio de su misa m u y lejos; tan pronto u n vapor
1459. Colonia tenia el famoso misal del empavesado; t a n pronto una larga em-
castillo de Drachenfels, iluminado en el Darcacion de dos velas latinas bajando
siglo doce, el que dejó perder, pero en el rio con su cargamento que levanta
cambio conserva y guarda todavía las una joroba j u n t o al palo mayor, su pilo-
preciosas cartas de Leibnitz al j e s u í t a de no atento y grave, sus marineros atarea-
Brosse. dos, alguna mujer sentada á la puerta
Estas hermosas ciudades y estas en- de los camarotes y en medio de los fardos
cantadoras aldeas están esparcidas entre el cofre de los marinos pintado con
la naturaleza m á s salvaje. Los vapores chapas rojas, verdes y azules. O bien son
se arrastran por los barrancos; los nubar- 'argos tiros uncidos á pesados buques
rones, enganchados en las colinas, pare- que marchan contra la corriente lenta-
cen vacilar y estar indecisos á merced mente; ó un caballejo animoso remolcan-
del viento; sombríos bosques druídicos se do él solo una ancha barca de u n puente,
hunden entre las m o n t a ñ a s en las lonta- como una hormiga que arrastra u n
nanzas, que ofrecen color de violeta; escarabajo muerto. De pronto el rio tuer-
grandes aves de presa se ciernen por de- ce, y al efectuar el rodeo, desemboca
bajo de un cielo caprichoso que j u n t a en majestuosamente una gran a l m a d í a de
su bóveda particularidades de los dos cli- Namedy. Trescientos marineros manio-
mas que el R h i n separa; tan pronto se bran en la monstruosa m á q u i n a ; los in-
muestra deslumbrante de rayos como u n mensos remos golpean el agua caden-
cielo de Italia, como sucio de brumas ro ciosamente a t r á s y adelante; u n buey
jizas como un cielo del Groénland. L a enteramente abierto y manando sangre
ribera es áspera; las lavas son azules, los pende colgado de los masteleros; otro
basaltos negros: por todas partes se vé el buey vivo g i r a alrededor del poste donde
mica y el cuarzo en polvo; por todas par está atado, y muge viendo las becerras
tes se observan quebraduras violentas; Dacer en la orilla; el p a t r ó n sube y baja
las rocas tienen perfiles de gigantes cha a escalera doble de su camarote; la
tos. Cumbres de arcillas formando hojas Dandera tricolor horizontal flota desple-
y finas como sedas, brillan al sol y apa gada al viento; el carbón cok atiza el
recen como espaldas de jabalíes enormes. fuego en la gran caldera, el humo sale
E l aspecto de todo el rio es extraordi- de tres ó cuatro toldillas, adonde van y
nario. vienen los marineros; todo u n villorrio
vive y flota sobre esa tarima de abeto.
Es evidente que al formar el Rhin la
naturaleza premeditó un desierto; el hom Esas gigantescas a l m a d í a s son, al lado
bre lo ha convertido en una calle. de las antiguas grandes embarcaciones
E n tiempo de los romanos y de los del Rhin, lo que una chalupa es á u n
bárbaros fué l a calle de los soldados. E n navio de tres puentes. L a a l m a d í a anti-
la Edad Media, como el rio casi por gua, formada como hoy de pinos destina-
completo estaba orlado de Estados ecle dos á la arboladura, de robles, tablones y
siásticos y ocupado, hasta cierto punto leña menuda, unida en sus extremidades
desde su origen á su embocadura, por e por contrapares llamados bundsparren,
abad de Saint-Gall, el príncipe-obispo atada en sus junturas con tiras de m i m -
de Constanza, el príncipe-obispo de Ba bres y garfios de hierro, llevaba quince
silea, el príncipe-obispo de Estrasburgo ó diez y seis casas, diez ó doce botes
el príncipe-obispo de Spira, el príncipe cargados de áncoras, sondas y járcias,
obispo de Worms, el arzobispo-elector de m i l remeros, tenia ocho piés de profun-
Maguncia, el arzobispo-elector de Tréve- didad en el agua, setenta pies de ancha
ris y el arzobispo-elector de Colonia, se y cerca de novecientos pies de larga, es
llamaba el R h i n la calle de los sacerdotes. decir, la longitud de diez pinos gran-
Hoy es la calle de los comerciantes. des de la M u r g atados de cabo á cabo.
E l viajero que sube el rio le vé, por Alrededor de la a l m a d í a central y amar-
decirlo así, venir hácia sí, y de esta ma- rados á su banda á la mitad de u n tronco
nera el espectáculo es m á s bello. Cada de árbol, que servia á la vez de puen-
instante se encuentra una cosa que pasa; te y de cable, flotaban, sea para darle di-
tan pronto es u n estrecho buque-flecha, rección, sea para disminuir los peligros
que asusta verle andar, tan cargado v á de encallar, diez ó doce p e q u e ñ a s em-
de aldeanos, sobre todo los domingos, I barcaciones de cerca de ochenta piés de
dia en que esos bravos ribereños cató- largo, llamadas las unas kniee y las otras
lieos, que prestan sus servicios á los hn-^anheenge, Habia en l a gran a l m a d í a una
740 OBRAS D E VICTOR HUGO.

calle que desembocaba por u n lado con empavesados con los colores de diez na-
una vasta tienda y por el otro con la ciones, Inglaterra, Prusia, Nassau, Hes-
casa del patrón, especie de palacio de se, Badén, tricolor holandés, tienen por
madera. L a cocina humeaba sin cesar. invocación nombres de príncipes y de
U n a gran caldera de cobre hervía allí ciudades: Ludwig I I , Gross-herzog-von-
dia y noche. Por l a tarde y por la m a ñ a - Hessen, Koenigin Victoria, Herzog-von-Nas-
na el piloto daba l a consigna y levanta- sau, Frinzessinn Mariann, Gross-herzog-von-
ba por encima de l a a l m a d í a una cesta Baden, Stadt-Manheim, Stadt-Goblentz. Los
suspendida en una percha; era la señal cuques de vela pasan lentamente, llevan-
de l a comida, y los m i l trabajadores acu- do en su proa nombres graves y dulces:
dian con sus escudillas de madera. Estas Fius, Golumhus, Amor, Sancta María, Gratia
embarcaciones consumían en un viaje Dei. Los buques de vapor están barniza-
ocho pipas de vino, seiscientos moyos de dos y dorados; los buques de vela están
cerveza, cuarenta sacos de legumbres alquitranados. E l buque de vapor es la
secas, m i l doscientas libras de queso, especulación; el buque de vela es la na-
m i l quinientas libras de manteca, diez vegación austera y creyente. Los unos
m i l libras de carne ahumada, veinte m i l caminan haciendo un reclamo, los otros
libras de carne fresca y cincuenta m i l haciendo una oración. Los unos cuen-
libras de pan. Llevaban un r e b a ñ o y tan con los hombres, los otros cuentan
matarifes. Cada una de esas embarcacio- con Dios.
nes representaba siete ú ochocientos m i l Esta vigorosa y sorprendente a n t í t e -
florines, es decir, cerca de dos millones sis se cruza y se hace frente á cada ins-
de francos. tante en el R h i n .
Con dificultad se llega uno á imaginar E n este contraste respira con singular
esa grande isla de madera navegando de poder de realidad el doble espíritu de
Namedy á Dordrecht, y arrastrando nuestra época, que es hija de u n pasa-
tortuosamente su archipiélago de islotes do religioso y se cree madre de u n por-
á través de los á n g u l o s , embudos, casca venir industrial.
das, torbellinos y rodeos del R h i n . Los Cuarenta y nueve islas cubiertas de
naufragios eran frecuentes. Es prover- espesa verdura, ocultando techos que
b i a l que antes se decía, y aun ahora se humean entre manojos de flores, y res-
dice, que u n empresario de a l m a d í a s de guardando barcas en puertos tan peque-
bia tener tres capitanes, el primero en el ños como encantadores, se dispersan en
Hhin, el segundo en tierra y el tercero el R h i n , de Colonia á Maguncia. Todas
en cartera. E l arte de conducir entre tienen a l g ú n recuerdo. Q-raupenwerth,
tantos escollos esas espantosas ensam punto donde los holandeses construye-
bladuras no pertenecia de ordinario m á s ron u n fuerte, al que llamaron Bonetero.
que á u n solo hombre por generación Pfaffenmüth, fuerte que los españoles,
A fines del siglo ú l t i m o era el secreto escandalizados, recobraron y bautizaron
de un p a t r ó n de Hudesheim llamado el con el nombre de Isabel. Graswerth, isla
viejo J u n g . Muerto J u n g , las grandes de la Yerba, donde Juan Felipe de Rei-
embarcaciones desaparecieron. chenberg escribió sus Antigüedades Say-
E n los actuales momentos veinticinco nenses. Niederwerth, en otro tiempo tan
vapores suben y bajan el R h i n diaria- rica con las dotaciones del margrave-
mente. Los diez y nueve buques de l a arzobispo Juan I I . Urmitzer Insel, que
c o m p a ñ í a de Colonia, que se conocen vió á César, y Nonnenswerth, que vió á
por su chimenea blanca y negra, van Rolando.
de Estrasburgo á Dusseldorf; los seis Los recuerdos de las riberas parecen
buques de la c o m p a ñ í a de Dusseldorf, responder á los recuerdos de las islas.
que tienen la chimenea tricolor, van de P e r m í t e m e desflorar a q u í algunos: ya
Maguncia á Rotterdam. Esta inmensa volveré á ocuparme ahora mismo con
n a v e g a c i ó n empalma con Suiza por e m á s detalles de este interesante asunto.
dampschiff de Estrasburgo á Basilea y Toda sombra que se levanta en una ori-
con Inglaterra por los steamboats de l l a del rio hace levantar otra en l a otra
Rotterdam á Lóndres. orilla. E l a t a ú d de Santa Nizza, nieta de
L a antigua n a v e g a c i ó n rhenana, que Luis el Benigno, está en Coblenza; l a
p e r p e t ú a n los buques de vela, contras- tumba de Santa Ida, prima de Cárlos
ta con la navegación nueva, que repre- Martel, está en Colonia. Santa Hildegar-
sentan los buques de vapor. Los buques da dejó en Eubingen el anillo que le dió
de vapor, rientes, coquetones, elegan- San Bernardo, con esta divisa: Yo amo el
tes, confortables, rápidos, engalanados y sufrir. Sigeberto es el ú l t i m o rey de
ÉL RtilN. 741
Austrasia que habitó en Andernach. despreciable, borracho y feroz después
Santa Grenoveva vivia en Frauenkirch, de haber bebido. Hacia ahogar á los sa-
en los bosques, cerca de una fuente mi- cerdotes que se negaban á confiarle el
neral, que linda hoy con una capilla secreto de la confesión. A u n sospechando
conmemorativa. Su marido residía en de la fidelidad de su mujer, tenia con-
Altsimmern. Schinderhannes devastó el fianza en su talento y sufría la influencia
valle del Nahe. A q u í es donde un dia de sus ideas. Así que, esto inquietaba á
se divirtió, pistola en mano, en hacer Roma. Wenceslao tenia por mujer á So-
descalzar á un grupo de judíos, y en fía de JBaviera, la que tenia por confesor
obligarles en seguida á que volvieran á á Juan Hass. Juan Huss, propagando á
calzarse precipitadamente después de ha- Wicleí, minaba el poder del Papa, y el
ber mezclado sus zapatos. Los judíos se ;?apa hirió al emperador. Por instiga-
fueron cayendo y levantándose, lo que ción de la Santa Sede los tres arzobispos
hizo reir á Juan el Desollador. Antes convocaron al conde palatino. E l R h i n
de Schinderhannes, este agradable va- desde entonces dominaba á Alemania.
lle tuvo á Luis el Negro, duque de Deux- os cuatro desafiaron al emperador; des-
Ponts. 3ues nombraron en su lugar al que de
Cuando el viajero que sube ha pasado entre ellos no era eclesiástico, al conde
Ooblenza y dejado detrás de sí la gra- Ruperto. Ruperto, á quien esta recom-
ciosa isla de Oberwerth, donde yo no só pensa le fué sin duda secretamente pro-
q u é construcción blanca ha sustituido á metida, fué á pesar de todo un digno
la vieja a b a d í a de damas nobles de San- y noble emperador. Y a ves que, en su
ta Magdalena-sur-l' l i e , se le aparece la alta tutela de los reinos y de los reyes, la
embocadura del L a h n . E l sitio es admi- acción de Roma, tan pronto pública, tan
rable. A la orilla del agua, detrás de un pronto oculta, era alguna vez beneficio-
confuso grupo de embarcaciones amar- sa. L a sentencia dictada contra Wences-
radas, se alzan los dos campanarios r u i - ao descansaba en seis cargos: los cuatro
nosos de Johanniskirch, que recuerdan principales eran: primero, dilapidación
vagamente á Jumieges. A la derecha, de la Hacienda; segundo, cisma de la
por encima del pueblo de Capellen, sobre Iglesia; tercero, guerras civiles del I m -
la cima de una sierra, se levanta Stolzen- perio, y cuarto, haber hecho acostar los
fels, la vasta y magnífica fortaleza arzo perros en su c á m a r a .
bispal donde el elector Werner estudiaba Juan Huss continuó y Roma t a m b i é n .
la Almuchabala; y á la izquierda, sobre —Antes que cejar, decía Juan Huss, prefiero
el L a h n , en el fondo del horizonte, las que se me arroje al mar con una muela de
nubes y el sol se mezclan á las sombrías molino al cuello. E m p u ñ ó la espada del es-
ruinas de Lahneck, llenas de enigmas píritu y luchó cuerpo á cuerpo con
para el historiador y de tinieblas para el Roma. Después, cuando el Concilio le
anticuario. A los dos lados del Latín dos obligó, m a r c h ó atrevidamente, sin salvo-
bonitas poblaciones, Niederlahnstein conducto, venimus sine salvo conductu. T ú
Oberlahnstein, unidas la una á la otra sabes el fin. E l desenlace tuvo lugar el
por una alameda de árboles, se miran y 6 de J u l i o de 1415. Los años, que carco-
parecen sonreírse. A no mucha distancia men todo lo que es carne y superficie, re-
de la puerta oriental de Oberlahnstein ducen t a m b i é n los hechos al estado de
que tiene aun su negro cinturon de zan cadáver y ponen las fibras de la historia
jas y barbacanas, los árboles de un verge al descubierto. Hoy, para el que conside-
dejan ver y ocultan á la vez una capillita ra, gracias á esta desnudez, la construc-
del siglo catorce, revocada y rej u venecida ción providencial de los acontecimien-
sobre la cual descansa un mezquino y pe tos de esta sombría época, la deposición
queño campanario. Esta capilla ha visto de Wenceslao es el prólogo de una tra-
deponer al emperador Wenceslao. gedia, de la que la hoguera de Constan-
E n esta iglesia de aldea es donde, e za es la catástrofe.
a ñ o de Cristo 1400, los cuatro electores Enfrente de esta capilla, en la ribera
del R h i n , Ju a n de Nassau, arzobispo de opuesta, á l a orilla del rio, se veia aun,
Maguncia; Federico de Saarwerden, arzo no hace medio siglo, el sitio real, ese an-
bispo de Colonia; Werner de Koenigstein tiguo Koenigsstühl de que ya te he ha-
arzobispo de Tréveris, y Ruperto I I I , con blado. E l Koenigsstühl, apreciado en su
de palatino, proclamaron solemnemente conjunto, tenia diez y siete piés alemanes
desde lo alto de la fachada la destitución de elevación y veinticuatro de diámetro.
de Wenzel, emperador de Alemania. H é a q u í la figura que ofrecía: siete
Wenceslao era un hombre indolente y pilares de piedra sostenían una ancha
742 OBRAS D E VIGTOR HUGO.

plataforma octógona de piedra, que des- de las m o n t a ñ a s , los cuatro barones, los
cansaba en su centro en u n octavo pilar cuatro dignatarios, los cuatro monteros,
m á s grande que los otros, figurando el em- os cuatro funcionarios de Suavia y los
perador en medio de los siete electores. cuatro servidores. Cada uno de ellos ha-
Siete sillas de piedra, correspondiendo á cia llevar delante de sí, por su mariscal
los siete pilares, por encima d é l o s cuales particular, una espada con vaina dora-
estaba colocada cada una de ellas, ocu- da. Llamaban á los otros príncipes las
paban, formadas en círculo y mirándose, testas coronadas, y ellos se nombraban las
siete tableros de la plataforma. E l octa- manos coronantes. L a Bula de Oro los
vo, que miraba al Mediodía, lo llenaba comparaba á los siete dones del E s p í r i t u
la escalera, maciza grada de piedra for- Santo, á las siete colinas de Roma y á
mada de catorce peldaños, dos peldaños los siete brazos del candelero de Salo-
por elector. Todo tenia su intención en món. Entre ellos, la calidad electoral era
ese grave y venerable edificio. D e t r á s de preferida á l a calidad real; el arzobispo
cada silla y al frente de cada tablero de de Maguncia iba á la derecha del empe-
la plataforma octógona estaban escul rador y el rey de Bohemia á la derecha
pidos y pintados los blasones de los siete del arzobispo. Eran t a n grandes, se les
electores: el león de Bohemia; las espa veía de tan lejos en Europa y domina-
das cruzadas de Brandeburgo; Sajonia ban las naciones de tan alto, que los al-
que lo tenia blanco con el á g u i l a de g u deanos de Wesen, en Suiza, llamaban
les; el Palatinado, que lo tenia rojo con y llaman aun las siete agujas n á u t i c a s
el león blanco; Tróveris, que lo tenia de su lago Sieben Churfürsten á los Siete
blanco con l a cruz de gules; Colonia, que Electores.
lo tenia blanco con l a cruz negra, y Ma- E l Koenigsstühl ha desaparecido, los
guncia, que lo tenia rojo con la rueda electores también; cuatro piedras indican
blanca. Estos blasones, cuyos esmaltes, hoy el lugar del Koenigsstühl; nada indi-
colores y dorados se enmohecían por ca el lugar de los electores.
efecto del sol y de la lluvia, eran el único E n el siglo diez y seis, cuando se hizo
ornamento de ese viejo trono de gra moda nombrar a l emperador en Franc-
nito. fort, tan pronto en la sala del Rcemer,
Allí era, al aire libre, expuestos á los tan pronto en l a capilla-cónclave de
rayos del sol, sentados en aquellos rígi- San B a r t o l o m é , l a elección vino á ser
dos sillones de piedra, sobre los cuales se una ceremonia complicada. L a etiqueta
deshojaban los árboles y pasaba l a som española se reflejó en ella. E l formulario
bra de las nubes, rudos y sencillos, ingó fué minucioso; el aparato severo, sospe-
nuos y augustos como los reyes de Ho choso y algunas veces terrible. E n la ma-
mero, donde los antiguos electores de ñ a n a del d í a fijado para l a elección se
Alemania elogian entre ellos el empera cerraban las puertas de la ciudad, los
dor. Más tarde, esas grandes costumbres vecinos se ponían sobre las armas, los
desaparecieron y una civilización menos tambores del campo sonaban, l a campa-
épica reunió alrededor de l a mesa de na de alarma repicaba; los electores, ves-
cuero de Francfort á los siete príncipes tidos de brocado de oro y revestidos con
que se elevaron á fines del siglo diez y la toga encarnada forrada de armiño,
siete al n ú m e r o de nueve por l a accesión cubiertos los seglares con el birrete elec-
de Baviera y de Brunswick al electo toral y los arzobispos con l a m i t r a escar-
rado. lata, recibían solemnemente el juramento
Los siete príncipes que se sentaban del magistrado de la ciudad, que prome-
en esas piedras en l a Edad Media eran t í a garantirles de la sorpresa del uno al
poderosos y eminentes. Los electores otro; esto hecho, se prestaban ellos mismos
ocupaban el sitio m á s elevado del Sacro juramento los unos á los otros en manos
Imperio. Precedían, en l a marcha impe- del arzobispo de Maguncia; después se
r i a l , á los cuatro duques, los cuatro ar les decía l a misa; se sentaban en las sillas
chimariscales, los cuatro landgraves, los de terciopelo negro, el mariscal del Sacro-
cuatro burgraves, los cuatro condes jefes Imperio cerraba las puertas y procedían á
de guerra, los cuatro abades, los cuatro la elección. Por m u y cerradas que estu-
representantes de los pueblos, los cuatro viesen las puertas, los cancilleres y los
caballeros, los cuatro representantes de notarios iban y venían. Por ú l t i m o , los
las ciudades, los cuatro representantes tres reverendos se ponían de acuerdo con
de las aldeas, los cuatro campesinos, los los tres ilustres-, el rey de los romanos era
cuatro marqueses, los cuatro condes, los nombrado; los príncipes se levantaban
cuatro señores, los cuatro representantes de sus sillas, y mientras que se hacia l a
EL RHIN. 743
presentación al pueblo en las ventanas siglo quince, cuando el imperio griego
del Roemer, uno de los sufragáneos de se desplomó, el á g u i l a g e r m á n i c a quedó
Maguncia cantaba en San Bartolomé un sola, quiso representar los dos imperios,
Te-Deum con tres coros, a c o m p a ñ a d o por miró á la vez al Occidente y al Oriente
los órganos de l a iglesia, las trompetas y tomó dos cabezas.
de los electores y las trompetas del empe- No es esta, sin embargo, la primera
rador. aparición del á g u i l a de dos cabezas. Se
Todo al ruido de las grandes campanas la vió esculpida en la adarga de uno de
repicadas en las torres y de los grandes ca- los soldados de la columna de Trajano, y
ñones que se disparaban de alegría, dice, en si hay que creer al monje de Attaich y á
su curioso manuscrito, el narrador anóni- la compilación de documentos de Ursti-
mo de la elección de Matías I I . sius, Rodolfo de Habsbourg la llevaba
En el Koenigsstühl la ceremonia se ha- bordada en su pecho el 26 de Agosto de
cia con m á s sencillez y m á s grandeza á 1278 en la batalla de Marchefeld.
m i modo de ver. Los electores subian Cuando la bandera era enarbolada en
procesionalmente á l a plataforma por los la orilla del R h i n en honor del nuevo
catorce peldaños, que teniancada uno emperador, el viento agitaba los pliegues,
un pié de alto, y se sentaban en sus sillo- y fundándose en l a manera como flota-
nes de piedra. E l pueblo de Rhens, con- ba, el pueblo hacia sus presagios.
tenido por los arcabuceros, rodeaba la E n 1346, cuando los electores, obliga-
silla real. E l arzobispo de Maguncia, dos por el Papa Clemente V I , proclama-
puesto en pié, decia. Nobilísimos príncipes, ron desde lo alto del Koenigsstühl á Cár-
él Sacro-Imperio está vacante. Después los, margrave de Moravia, rey de los
entonaba la antífona Veni, Sánete Spiritus, romanos, aun viviendo Luis V , al grito
y los arzobispos de Colonia y de Tréveris de Vivat m e / l a bandera imperial cayó
cantaban las otras colectas que se rezan. en el R h i n y en él se perdió. Cincuenta
Terminado el canto, los siete prestaban y cuatro años m á s tarde, en 1400, el fa-
juramento; los seglares poniendo la mano tal presagio se cumplió; Wenceslao, hijo
sobre el Evangelio y los eclesiásticos so- de Cárlos, fué depuesto.
bre el corazón. Distinción bella y conmo- Y esta caida de la bandera fué tam-
vedora, que quiere decir que el corazón bién l a caida de. la casa de Luxemburgo,
de todo sacerdote debe ser u n ejemplar que, después de Cárlos I V y Wenceslao,
del Evangelio. Después de prestado el no dió m á s que un emperador, Segis-
juramento, se les veia sentados en círcu- mundo, y se borró para siempre ante la
lo hablarse en voz baja; de pronto el ar- casa de Austria.
zobispo de Maguncia se levantaba, ex- Después de haber dejado a t r á s el l u -
tendía sus manos al cielo y lanzaba al gar donde estuvo el Koenigsstühl, derri-
pueblo, disperso á lo lejos en los valla bado ya, como cosa feudal, por la Revolu-
dos, las malezas y las praderas, el nom ción francesa, se sube hácia Braubach, se
bre del nuevo jefe temporal de la cris- franquea Boppart, Welmich, San G-oar,
tiandad. Entonces el mariscal del imperio Oberwesel, y de repente á la izquierda,
enarbolaba la bandera imperial en la en la ribera derecha, aparece, semejante
orilla del Rhin, y el pueblo gritaba: al techo de una casa de gigantes, una
Vivat rexl gran roca de arcilla, sobre l a cual se l e -
Antes de Lotario I I , que fué elegido vanta una torre enorme, que parece des-
el 11 de Setiembre de 1125, la misma atascar como una chimenea colosal la
á g u i l a , el á g u i l a de oro, se ostentaba en fria humareda de las nubes. A l pié de l a
la bandera del imperio de Oriente y en roca, á lo largo del rio, una bonita ciu-
la bandera del imperio de Occidente; dad, agrupada alrededor de una iglesia
pero el cielo encendido de la aurora se romana con flecha, presenta todas sus fa-
reflejaba en la una y el cielo frió del chadas a l Mediodía. E n medio del R h i n
septentrión en la otra. L a bandera de y delante de la ciudad, con frecuencia
Oriente era roja; la bandera de Occidente semi-velada por las brumas del rio, se
era azul. Lotario sustituyó á estos colo- levanta sobre una roca á flor de agua u n
res los colores de su casa, oro y negro. edificio oblongo, estrecho, de altas m á r -
E l á g u i l a de oro en u n cielo azul fué genes, que por delante y por detrás cor-
reemplazada en el estandarte imperial tan las olas como una proa y una popa,
por el á g u i l a negra en un cielo de oro. en el que las ventanas anchas y bajas
Mientras hubo dos imperios, hubo dos i m i t a n escotillas y portas de baterías, y
á g u i l a s , y esas dos águilas no tuvieron en el que la pared inferior con sus m i l
m á s que una cabeza. Pero al finalizar el garfios de hierro dibuja áncoras y ar-
OBRAS DE VICTOR HUGO.

peos. Almohadillados caprichosos y pe- el aspecto severo de las colinas. Cuatro


q u e ñ a s barraquillas fuera de lugar se de estos castillos fueron edificados en el
suspenden como si fueran barcas y cha- siglo once: Ehrenfels, por el arzobispo
lupas en los flancos de esta e x t r a ñ a cons- Siegfried; Stahleck, por los condes pa-
trucción, que entrega al viento, como las latinos; Sayn, por Federico, primer con-
banderolas de sus mástiles, las cien ve- de de Sayn, vencedor de los moros de
letas de sus agudos y pequeños campa- España; Hammerstein, por Otón, conde
narios. de Veteravie. Dos fueron construidos en
Esta torre es el G-utenfels; esta ciudad el siglo doce: G-utenfels, por los condes
es Caub; ese navio de piedra, eternamen- de Nuringen, y Rolandseck, por el arzo-
te á flote en el R h i n y eternamente echa- bispo A r n o u l d I I , en 1139; dos en el tre-
da el áncora delante de la ciudad palati- ce: Furstemberg, por los palatinos-, y
na, es el palacio, es el P í a l z . Rheinfels, en 1219, por Thierry I I I , con-
Y a te he hablado del P í a l z . No se en- de de Katzenellenbogen; cuatro en el
traba en esta residencia simbólica, edifi- catorce: Vogtsberg, en 1340, por un Fal-
cada sobre u n banco de m á r m o l llamado kenstein; Fursteneck, en 1348, por el ar-
la Boca de los condes palatinos, m á s que zobispo Enrique I I I ; el Gato, en 1383,
por medio de una escalera, que desem- por el conde de Katzenellenbogen, y el
bocaba en un puente levadizo que se vé R a t ó n , diez años después, por un P a l -
t o d a v í a . Habia allí calabozos para los kenstein. Uno tan solo data del siglo
prisioneros de Estado, y una salita donde diez y seis, Philipsburg, construido de
las condesas palatinas estaban obligadas 1668 á 1571 por el landgrave Felipe el
á esperar la hora de su parto, sin tener J ó ven. Cuatro de esas ciudadelas, todas
otra distracción que i r á ver en las cue- las cuatro de la ribera izquierda, cosa
vas del palacio un pozo abierto en la roca notable, Reichenstein, Rheinstein, Fal-
m á s bajo que el lecho del R h i n y lleno kenburg y Sonneck, fueron destruidas en
de una agua que no era el agua del 1282 por Rodolfo de Habsbourg; una, el
R h i n . Hoy el Pfalz ha cambiado de due- Rolandseck, por el emperador Enrique V;
ño: M . de Nassau posee el palacio pala- cinco por Luis X I V en 1689, Fursteneck,
tino; el palacio está desierto; ninguna Stahleck, Schoenberg, Stolzenfels y Ham-
cuna principal se mece en esas losas, merstein; una por Napoleón, el Rheinfels;
n i n g ú n vajido soberano turba esas bó- una por un incendio, Rheineck, y una por
vedas negras. No queda m á s que el pozo la Banda Negra, Gutenfels. No se sabe
misterioso que se llena siempre. Ay! U n a quién construyó Reichenstein, Rheins-
gota de agua que filtra á través de una tein, Falkenburg, Stolzenfels, Rheineck
roca se agota menos pronto que las razas y Markusburg, restaurado en 1644 por
reales. Juan el Batallador, landgrave de Hesse-
E n la gran extensión del rio, Pfalz es Darmstadt. No se sabe quién demolió
vecino del Koenissgtühl. E l Rhin veia, Vogtsberg, antigua morada de un señor
casi al mismo tiempo, á una mujer dar á consagrado, como el nombre lo indica;
luz al conde palatino y al imperio dar á Ehrenfels, Fursteneck, Sayn, el Gato y
luz u n emperador. el R a t ó n . Más profunda es aun la noche
Del Taunus á los Siete-Montes, á los que cubre seis de esas mansiones, Hein-
dos lados de l a magnífica vertiente que burg, Rheinberg, Liebenstein, Sternberg,
encajona el rio, habia catorce castillos Lahneck y Okenfels. Salieron de la som-
en la ribera derecha: Ehrenfels, Purste- bra y volvieron á entrar en ella. No se
neck, Q-utenfels, Rineck, el Gato, el Ra- sabe n i quién los construyó, n i quien los
t ó n , Liebenstein y Sternberg, que se destruyó. No hay nada tan e x t r a ñ o , en
nombra los Hermanos; Markusburg, Phi- medio de la historia, como esa espesa os-
lipsburg, Lahneck, Sayn, Hammerstein curidad, en la que se apercibe confusa-
y Okenfels; quince castillos en l a ribe- mente, hácia el a ñ o 1400, el hormiguero
ra izquierda: Vogtsberg, Reichenstein, tumultuoso de la confederación rhenana
Rheinstein, Falkenburg, Sonneck, Heim- guerreando con los señores, y en la que
burg, Furstemberg, Stahleck, Schoen- se distingue todavía m á s lejos, en las t i -
berg, Rheinfels, Rheinberg, Stolzeníels, nieblas engrosadas del siglo doce, el
Rheineck y Rolandseck; total, veintinue- fantasma temible de Barbaroja extermi-
ve fortalezas medio desplomadas, sobre- nando á los burgraves.
poniendo el recuerdo de los rhingraves Muchas de esas antiguas fortalezas,
al recuerdo de los volcanes, la huella de cuya historia se ha perdido, son semi-ro-
las guerras á la huella de las lavas, y manas y semi-carlovingias. E n las otras
completando de una manera formidable ruinas aparecen las figuras iluminadas
E L RHIN. 745
con m á s claridad. Se puede dar con DOGO que se penetre en los valles y en las
ellas en la crónica esparcida a q u í y allá m o n t a ñ a s , se encuentra una ruina á
en los viejos archivos. Stahleck, que do- cada paso. Solamente en el valle de Wis-
mina á Bacharach y que se dice que fué per, en la orilla derecha, en u n paseo de
fundada por los hunnos, vió morir á algunas leguas, he podido comprobar l a
H e r m á n en el siglo doce; los Hohenstau- existencia de siete: el Rheinberg, castillo
fen, los Güelfos y los Wittelsbach la ha- de los condes del Rhingau, trinchantes
bitaron, y fué sitiada y tomada ocho hereditarios del Sacro-Imperio, extingui-
veces de 1620 á 1640. Schoenberg, de dos en el siglo diez y siete, formidable
donde salieron la familia de los Belmont ::ortaleza que molestaba en otro tiempo
y la leyenda de las Siete-Hermanas, vió al importante municipio de Lorch; en
nacer al gran general Federico de os matorrales, Waldeck; en la m o n t a ñ a ,
Shoenberg, cuyo singular destino fué en la cresta de una roca de esquiste, cerca
consolidar á los Braganzas y precipitar á de un manantial de agua mineral, que
los Estuardos. E l Rheinfels resistió á las fecundiza algunas mezquinas c a b a ñ a s ,
ciudades del R h i n en 1225, al mariscal el Sauerburg, construido en 1356 por
de Tallard en 1692, y se rindió á la Re- Roberto, conde palatino, y vendido en
pública francesa en 1794. E l Stolzenfels m i l ñorines, durante la guerra de Bavie-
fué la residencia de los arzobispos de ra, por el elector Felipe á Felipe de
Tróveris. Rheineck vió extinguirse el Kronberg, su mariscal; Heppenheff, des-
ú l t i m o conde de Rheineck, muerto en truido no se sabe cuándo; Kammerberg,
1544, canónigo g u a r d i á n de la catedral Dropiedad que pertenecía al dominio de
de Tróveris. Hammerstein sufrió la con- Maguncia; N o l l i g , antiguo real, del que
tienda de los condes de Veteravie y de queda una torre; Sareck, que se levanta
los arzobispos de Maguncia, el golpe en el bosque frente por frente del con-
del emperador Enrique I I en 1017, la vento de Winsbach, como el caballero se
huida del emperador Enrique I V en coloca frente á frente del sacerdote en la
1105, la guerra de los Treinta años, el antigua sociedad. Hoy el castillo y el
paso de los suecos y de los españoles, la convento, el noble y el sacerdote, son dos
devastación de los franceses en 1689 y ruinas. Solo el bosque y la sociedad, re-
la v e r g ü e n z a de ser vendida en cien es novados cada a ñ o , han sobrevivido.
cudos en 1823. G-utenfels, el altivo mira- Si se explora los Siete-Montes, se en-
dor de G-ustavo Adolfo, el agradable cuentra en ellos, en el estado de restos
asilo de l a bella condesa Guda y del ena- escondidos entre la hiedra, una a b a d í a ,
morado emperador Ricardo, cuatro ve- Schomberg, y seis castillos: el Drachen-
ces sitiado, en 1504 y en 1631 por los fels, arruinado por Enrique V; el Wolken-
hesseses, en 1620 y en 1642 por los i m - burg, oculto en las nubes, como lo dice
periales; vendido en 1289 por Grarnier de su nombre, arruinado por Enrique V ; el
Munzenberg a l elector palatino Luis el Lowenberg, donde se refugiaron Bucer
Severo, mediante dos m i l cien marcos de y Melanchton, y de donde huyeron des-
plata, fué envilecido en 1807 al cederlo pués de su matrimonio, que glorificaba
por seiscientos francos. Esta larga y do- la heregía, I n é s de Mansfeld y el arzo-
ble serie de edificios, á la vez poéticos y bispo Guebhard; el Nonnenstromberg y
militares, que llevan en su frente todas el (Elberg, construidos por Yalentiniano
las épocas del R h i n y que relatan todas en 368, y el Hemmerich, m a n s i ó n de
las leyendas, comienza delante de B i n aquellos atrevidos caballeros de Heins-
gen, por el castillo de Ehrenfels á la de berg que h a c í a n la guerra á los electores
recha y la torre de las Ratas á la izquier de Colonia.
da, y acaba en Koenigswinter por e E n la llanura, al lado de Maguncia,
Rolandseck á la izquierda y el Draohen- está Frauenstein, que data del siglo
fels á la derecha. Simbolismo sorpren doce; Scharfenstein, feudo arzobispal, y
dente y digno de ser notado al paso: la Gfreifenklan, construido en 1350. A l lado
inmensa arcada cubierta de hiedra de de Colonia está el admirable Godesberg.
Rolandseck haciendo frente á l a caverna De dónde viene ese nombre Godesberg?
del d r a g ó n que m a t ó Sigefroi el Cornu ¿Es del tribunal de c a n t ó n , Goding, que
do, la torre de las Ratas haciendo frente estaba allí establecido en la Edad Me-
al Ehrenfels, es la fábula y la historia dia? ¿Es de Wodan, el m ó n s t r u o de diez
que se miran. manos, que han adorado allí los ubia-
Y o no registro a q u í m á s que los casti nos? N i n g ú n anticuario etimologista ha
líos que se ven en el R h i n y que todo resuelto esta cuestión.
viajero distingue al pasar. Pero por Como quiera que sea, l a naturaleza,
TOMO I V . 94
OBRAS D E VICTOR HUGO.

antes de los tiempos históricos, hizo de H e r m á n Salza, primer gran maestre de


G-odesberg u n volcan; el emperador Ju- a órden T e u t ó n i c a , detestable arquitec-
liano, en 392, hizo de él u n campo; el to de ciudad; á Ottocar, rey de Bohemia;
arzobispo Teodorico, en 1210, un cas- á Federico de B a d é n y Coradino de Sua-
tillo; el elector Federico, en 1375, una via, decapitados á los diez y seis años; á
fortaleza; el elector de Baviera, ,en 1593, Luis V , landgrave de Thuringe y mari-
una ruina, y el ú l t i m o elector de Colo- do de Santa Isabel; á Federico el Mordi-
nia, Maximiliano Francisco, ha hecho de do, que llevaba en su mejilla impresa la
él u n viñedo. marca de la desesperación de su madre,
Los antiguos castillos de las orillas y á Rodolfo de Habsbourg, que se re-
del R h i n , términos colosales colocados mendaba él mismo su iubon gris. Ellos
por el feudalismo en su rio, llenan el resonaron á los gritos de Gloria á Dios!
paisaje de ideas quiméricas. Mudos tes- gloria al mundo! que formaban la divisa
tigos de los tiempos pasados asistieron á de Eberhard, conde de Wurtenberg.
las acciones, sirvieron de marco á las es- Ellos han albergado á Segismundo, ese
cenas y escucharon sus palabras. Ellos emperador cuya justicia pesaba bien y
e s t á n allí como los bastidores eternos hería mal; á Luis V , el último empera-
del sombrío drama que, desde hace diez dor que fué excomulgado, y á Federi-
siglos, se ejecuta en el R h i n . Ellos vie co I I I , el ú l t i m o que fué coronado en
ron, por lo menos los m á s viejos, entrar Roma. Ellos escucharon al Petrarca re-
y salir, en medio de las peripecias provi- prender á Cárlos I V por no haber per-
denciales, todos esos actores tan altos, tan manecido en Roma m á s que u n dia y
e x t r a ñ o s y tan formidables: Pipino, que gritarle: ¿Qué dirian vuestros abuelos los
daba ciudades al Papa; Carlo-Magno, Césares si os encontrasen á estas horas en
vestido con una camisa de lana y una los Alpes, con la cabeza baja y la espalda
chaqueta de nutria, apoyándose en el vuelta á Italia? Ellos vieron pasar, humi-
viejo diácono Pedro de Pisa, y acarician llados y furiosos, a l Aquiles a l e m á n , A l -
do con su fuerte mano al elefante A b u l a berto de Brandeburgo, después de l a
baz; Otón el L e ó n sacudiendo su melena lección recibida en Nuremberg, y al
rubia; el margrave de I t a l i a , Azzo, lle- Aquiles borgoñon, Cárlos el Temerario,
vando la bandera adornada de ángeles después de los cincuenta y seis asaltos
victoriosa en la batalla de Merseburgo de Neuss. Ellos vieron pasar, altaneros y
Enrique el Cojo; Conrado el Viejo soberbios en sus m u í a s y en sus literas,
Conrado el Jóven; Enrique el Negro, que costeando el R h i n en largas filas, á los
impuso á Roma cuatro Papas alemanes; obispos occidentales yendo en 1415 al
Rodolfo de Sajonia, llevando sobre su Concilio de Constanza para juzgar á
corona el e x á m e t r o papal: Fetra dedit Juan Huss; en 1431 al Concilio de Basi-
Fetro, Fetrus diadema Budolpho; G-odofre- lea para deponer á Eugenio I V , y en
do de Bouillon, que hundia la pica del 1519 á la Dieta de Worms para interro-
p e n d ó n real en el vientre de los enemi- gar á Lutero. Ellos vieron sobrenadar,
gos del imperio; Enrique V , que escalaba subiendo siniestramente el rio de Ober-
á caballo los peldaños de m á r m o l de wesel á Bacharach, mezclada su blonda
San Pedro de Roma. No hay una gran cabellera en las olas, el cadáver limpio
figura de la historia de Alemania cuyo y chorreando agua de San Werner, po-
perfil no se haya dibujado en sus vene- bre niño martirizado por los j u d í o s y
rables piedras: el viejo duque Welf, A l - arrojado al R h i n en 1287. Ellos vieron
berto 1' Ours; San Bernardo; Barbaroja, traer de Viena á Brujas en un a t a ú d de
que se equivocaba de mano sosteniendo terciopelo, bajo un p a ñ o mortuorio de
el estribo al Papa; el arzobispo de Coló oro, á M a r í a de Borgoña, muerta de una
nia, Rainald, que arrancaba las franjas caida de caballo en l a caza de la garza
del carroccio de Milán; Ricardo Corazón real. L a horda horrible de los magyares,
de León; Q-uillermo de Holanda y Fede- el rumor confuso de los mongoles dete-
rico I I , el agradable emperador de rostro nidos por Enrique el Piadoso en el siglo
griego, amigo de los poetas como A u - trece; el grito de los hussitas, que q u e r í a n
gusto, amigo de los califas como Cario reducir á cinco todas las ciudades de la
Magno, estudiando en su ensayo-reloj, en tierra; las amenazas de Procopio el
el que u n sol de oro y una luna de plata Grande y de Procopio el P e q u e ñ o ; el
marcaban las estaciones y las horas. ruido tumultuoso de los tarcos subiendo
Ellos contemplaron en su r á p i d a apari- el Danubio después de la toma de Cons-
ción al monje Christian predicando el tantinopla; la j a u l a de hierro en la que
Evangelio á los aldeanos de Prusia; la venganza de los reyes paseó á Juan de
EL RHIN. 747

Leyde encadenado entre su canciller tonelero.—La posada del F a i s á n (que es quizá la posada
del Cisne, á menos que no sea la posada del Pavo r e a l .
Krechting y su verdugo Knipperdo- Lector, desconfía del autor en este puntoj.—En qué se ocupa-
l l i n g ; el jóven Cárlos V haciendo chis- ban dos hombres en el comedor y qué es lo que hacia un ter-
pear en estrellas de diamantes sobre su cero.—Elocuencia de un tonto.—El viajero continúa descri-
biendo la posada.—El dormitorio.—El cuadro de la cabecera
broquel la palabra nondum; Wallenstein de la cama.-Dos amantes escapándose á través de una es-
servido por sesenta pajes hidalgos; T i l l y pantosa ortografía.—El autor se pasea en Worms.—Alocu-
en traje de satén verde en su caballejo ción á los parisienses.—La agonía de una ciudad.—Lo que
Persio y Horacio han dicho de la Pequeña-Provenza que hay
gris; Gustavo Adolfo atravesando el bos- en las Tullerías.—Consejos indirectos á los jóvenes bobalico-
que de Turingia; la cólera de Luis X I V , nes que echan á perder los trajes de los hombres en Francia
en la actualidad.—La catedral de Worms.—El exterior.—El
la cólera de Federico I I , la cólera de Na- interior.—El templo luterano.—Mannheim,—El único méri-
poleón, todas esas cosas terribles que to de Mannheira.—Por qué gentes Mannheim seria admirado.
unas tras otras conmovieron ó espanta- —Todavía la figura de retórica que Dios prodiga.—Interesan-
te inscripción recogida en Mannheim.
ron á Europa, han herido como relámpa-
gos esas viejas murallas. Esas gloriosas
moradas recibieron el revés de los suizos
destruyendo l a antigua caballería de Orillas del Neckar, Octubre.
Sempach, y el del gran Conde destru- L a noche se acercaba. No só q u é dis-
yendo la antigua infantería en Rocroy. plicencia que embarga el alma á la des-
Ellos oyeron crugir las escalas, chillar la iparicion del dia se esparcía por todo el
pez hirviente y rugir los cañones. Los horizonte alrededor de nosotros. ¿Quién
lansquenetes, los lanceros, los bruscos está triste á estas horas? ¿es l a naturale-
actos de usurpación de Sickingen, el za? somos nosotros mismos? U n a gasa
gran caballero, los asaltos inteligentes blanca subía de las profundidades de ese
de Burtenbach, el gran capitán, ellos lo inmenso valle de los Vosgos; los cañave-
han visto todo, lo han menospreciado rales del rio zumbabam l ú g u b r e m e n t e ;
todo, lo han sufrido todo. Hoy, melancó- el dampschiff golpeaba el agua como u n
licos, cuando de noche la luna reviste su porrazo fatigado; todos los viajeros, can-
espectro de un sudario blanco, m á s me- sados ó adormecidos, h a b í a n bajado á l a
lancólicos aun en pleno sol, llenos de c á m a r a , obstruida de paquetes, sacos de
gloria, de fama, de nada y de fastidio, noche, mesas en desorden y gentes dor-
roidos por el tiempo, minados por los midas; el puente estaba desierto; tres es-
hombres, esparciendo en los viñedos de tudiantes alemanes h a b í a n quedado en
la cuesta una sombra que vá disminu- él solos, inmóviles, silenciosos, fumando,
yendo de a ñ o en a ñ o , dejan caer el pasa- sin hacer un gesto y sin decir una pala-
do piedra á piedra en el R h i n y fecha á bra, sus pipas de porcelana pintada; tres
fecha en el olvido. estátuas; yo hacia la cuarta y miraba va-
Oh, nobles castillejos! ¡oh, pobres vie gamente el espacio. Y o me decía: "Nada
jos gigantes paralíticos! ¡oh, caballeros distingo en el horizonte. No estaremos
avergonzados! U n vapor ocupado por co- en Worms hasta que l l e g ú e l a noche.,, Es
merciantes y burgueses os arroja al pa- e x t r a ñ o . Y o no creía que "Worms distase
sar su humareda á l a cara. tanto de Maguncia. De pronto el damps-
chiff [se detuvo. "Vaya, me dije, el agua
está m u y baja en esta llanura; el álveo
CAJRTA. X X V I . del R h í n está obstruido de bancos de
arena; hemos encallado.,,
E l p a t r ó n del buque salía de su cama-
Worms,—Miiimheim. rote.—Y bien, capitán, le dije—porque t ú
sabes que hoy se le dá á todo un nombre
La noche se avecina.—Disertación profunda y altamente filosó- sonoro; todo cómico se llama artista, todo
fica sobre los apelativos sonoros.-El viajero cree ser un mo-
mento Micromegas bajándose y buscando una ciudad en tierra cantante virtuoso; un p a t r ó n se llama ca-
entre la yerba.—De qué sirve haber sido una gran cosa?— p i t á n , — y bien, c a p i t á n , hé a q u í un con-
Las catorce iglesias de Worms.—El pobre diablo y el moce- tratiempo. Por de pronto no llegamos
ton insolente.—Diálogos.—Un monosílabo acompañado de
su comentario.—En qué caso un posadero es majestuoso antes de las doce de la noche.^—El pa-
Oh desigual naturaleza!—El viajero tiene miedo á las hadas trón me miró con sus grandes ojos azu-
y á los aparecidos.—Se decide por dirigir vulgares adulado
nes á la luna.—Un espectro.^-A qué género de ejercicio les de tonto estupefacto y me dijo:—Ha-
entregaba este espectro.-Otro monosílabo acompañado- de béis llegado.—Yo le miró á m í vez no
otro comentario.—En que el lector aprende en qué sitios se menos estupefacto que él. E n aquel mo-
colocan los números antiguos de un viejo periódico.—El es-
pectro se vuelve cada vez más amable y cariñoso.—Entrada mento debimos hacer admirablemente
en Worms.—Por desgracia el viajero conocía también el las dos figuras del asombro francés y
Worms antiguo que ya no reconoce el Worms actual.—Lo que del asombro a l e m á n .
se expone uno á ver cuando mira por el agujero de las cerra-
duras.—San Ruprecht.—Melancolía á propósito de un jóven —Llegado, capitán?
748 OBRAS D E VICTOR HUGO.

•—Sí, llegado. el que se apasiona por las tradiciones fan-


J —Dónde? tásticas como para el que estudia y criti-
•—Pues, á Worms! ca los hechos reales, un lugar estraño,
Y o exclamo, y paseo la mirada por poético y célebre tanto como n i n g ú n otro
m i alrededor: A Worms! ¿Soñaba des- rincón de Europa! ¡tened en vuestro ma-
pierto? ¿Era el gigante de alguna visión ravilloso pasado todo lo que el pasado
crepuscular? ¿El p a t r ó n se burlaba del puede contener, la fábula y la historia,
viajero? E l germano se mofaba del galo? esos dos árboles m á s parecidos de lo que
A Worms! ¿Pues dónde estaba ese alto se cree, cuyas raices y ramas están algu-
y magnífico cinturon de murallas, flan- na vez tan inextricablemente mezclados
queadas de torres cuadradas, que llega- en la memoria de los hombres! ¡sed la
ba hasta la orilla del rio á tomar atrevi- ciudad que ha visto vencer á César, pasar
damente el R h i n por foso? Y o no veia á A t i l a , desvariar á Brunehaut, casar á
m á s que una inmensa llanura, cuyo fon- Carlo-Magno! ¡sed la ciudad que ha vis-
do me ocultaban las grandes brumas, to en el j a r d í n de las Rosas el combate
pálidas cortinas de álamos, un ribazo de Sigefroi el Cornudo y del dragón, y
que apenas se distinguía, tan confundi- delante la fachada de su catedral esa
do estaba con los cañaverales, y sobre contestación de Chrimhilde, de donde ha
la misma ribera, casi encima de nos- salido una epopeya, y en los bancos de la
otros , u n prado cubierto de menuda Dieta esa contestación de Lutero, de don-
yerba, donde algunas mujeres extendían de ha salido una religión! ¡sed la V o r -
su ropa blanca para hacerla blanquear matia de los vangiones, el Bormitoma-
al rocío. gus de Druso, el Wonnegau de los
Entre tanto el patrón, con el brazo ex- poetas, la residencia de los héroes en los
tendido entro el palo mayor y la proa, Niebelungen, la capital de los reyes
me señalaba una á manera de casa nue- francos, el tribunal de los emperadores!
va, cuadrada, enlucida, con contraventa- ¡sed Worms, en una palabra, para que
nas verdes, m u y fea, especie de basto un rústico ébrio de tabaco, que no sabe
enlosado blanquecino, que no habia aper- siquiera si es vangion ó nemete, diga
cibido de pronto. hablando de vos: Ah! Wormsí ¡ese pueblo
—Caballero, he ahí Worms. está allá ahajo! yo no le he visto nunca!
•—Worms! repliqué; Worms eso! ¡esa Sí, amigo m i ó , Worms es todo eso.
casa blanca! Eso á lo m á s será una po Una ciudad ilustre, como ves. Residen-
sada. cia imperial y real, treinta m i l habitan-
—En efecto, es una posada. E n ella es tes, catorce iglesias, cuyos nombres, hoy
taréis con toda comodidad. completamente olvidados, y los cito por
—Pero la ciudad? esta razón, son los siguientes:
— A h ! la ciudad! ¿es la ciudad lo que E l Munster.
deseáis ver? Santa Cecilia.
—Sin duda. San Vesvin.
—Perfectamente. A l l á abajo, en la l i a San Andrés^
nura, la encontrareis; pero es preciso an San M a n g .
dar, hay una buena tiradita. A h ! ¿conque San Johann.
el caballero ha venido por ver la ciudad? Nuestra S e ñ o r a .
Por lo general, es m u y raro que se llegue San Pablo.
aquí; pero los señores viajeros se conten- San Ruprecht.
tan con la posada. E n ella se está m u y Predicadores.
bien. A h ! ¡pero el caballero quiere ver la San Lamprecht.
ciudad! Eso es diferente. Respecto á m í , San Sixto.
yo paso por a q u í siempre ó m u y entrada San M a r t i n .
la noche ó m u y de madrugada, de modo San Amando.
que no la he visto nunca. Mientras tanto hice que me bajasen á
¡Habeos enorgullecido de ser villa i m - tierra, con gran sorpresa de mis com-
perial! ¡de haber tenido gangraves, arzo- pañeros de viaje, á los que les causaba
bispos-soberanos, obispos-príncipes, u n e x t r a ñ e z a m i capricho. E l dampschiíf
pfalz, cuatro fortalezas, tres puentes volvió á emprender su camino h á c i a M a n -
sobre el Rhin, tres conventos con campa- nheim, d e j á n d o m e solo con m i equipaje
narios, catorce iglesias, treinta m i l habi- en una barca estrecha que sacudía vio-
tantes! ¡de haber sido una de las cuatro lentamente el remolino del rio, agitado
ciudades árbitras en la formidable confe- por las ruedas de la m á q u i n a . Abordé el
deración de las cien ciudades! ¡sed, para desembarcadero, sin fijarme gran cosa en
RHIN.

dos hombres que estaban allí en pié, —Cómo! A Worms?


mientras que la barca se aproximaba y •—A Worms.
el buque de vapor se alejaba. Uno de •—Worms?
esos hombres, especie de Hércules mo- —Worms!
fletudo, con las mangas remangadas y — A h ! replicó el hombre.
el aire m á s insolente que puede imagi- Qué de cosas puede encerrar un ¡ah!
narse, apoyaba los codos fumando su J a m á s olvidaré éste. Habia en él sorpre-
pipa en un carrito de manos bastante sa, cólera, desprecio, indignación, chaco-
grande. E l otro, flaco y ruin, se apoyaba, ta, ironía, piedad, una pena profunda y
sin pipa y sin insolencia, en un pequeño l e g í t i m a de mis thalers y de mis silber-
carretón de una sola rueda, el m á s hu- grossen, y por complemento un cierto
milde y m á s lastimoso del mundo. Era matiz de ódio. Ese ¡ah! quería decir: ¿Qué
uno de esos rostros pálidos y abatidos v á este hombre á hacer allí? ¿Con q u é
que no tienen edad, y que dejan dudar al saco de noche me he extraviado yo? ¡Esto
espíritu entre si el que vemos es un ado- v á á Worms! ¿Qué es lo que vá á hacer
lescente tardío ó un viejo precoz. en Worms? A l g ú n intrigante! ¡ a l g ú n
Como acababa de saltar á tierra y me quebrado que se oculta! ¡Tomaos el tra-
distraje mirando al pobre diablo del car- bajo de construir una posada en las ori-
retón, no me apercibí de que u n saco de llas del R h i n para semejantes viajeros!
noche, dejado sobre la yerba á mis piés Este hombre me defrauda! ¡Ir á Worms
por el batelero, habia de pronto desapa- es una estupidez! ¡Positivamente hubiese
recido. U n ruido de ruedas en movimien- hecho en m i casa diez francos de gasto!
to me hizo volver la cabeza; era m i saco Me los debe! Es un ladrón! ¿Y está bien
de noche que se iba en el carrito de ma- seguro de que tiene derecho para i r á
nos gallardamente arrastrado por el hom- otra parte? Vamos, esto es abominable!
bre de la pipa. E l otro me miraba triste- ¡Y decir que yo me he encargado de lle-
mente, sin dar un paso, sin arriesgar un varle sus efectos! U n m a l saco de noche!
gesto, sin decir una palabra, con un aire ¡Vaya una estampa de viajero que no
de oprimido que se resigna, pero que tiene m á s que u n saco de noche! ¿Qué an-
para m í era de todo punto ininteligible. drajos llevará a h í dentro? ¿ T e n d r á solo
Corrí detrás de m i saco de noche. una camisa? No hay duda, este francés
—Eh, amigo! g r i t é al hombre, ¿dónde no tiene un cuarto. ¡Se h a b r á ido proba-
blemente sin pagar! ¡Vaya unos sugetos
vais con eso?
que uno se encuentra! ¡A lo que está ex-
E l ruido de su carrito, el humo de su
puesto un hombre! L o que debia haber
pipa y quizá t a m b i é n la conciencia de su
hecho es entregarlo á la policía. Pero
importancia, le i m p e d í a n oírme. L l e g u é ¡bah! hay que tenerle compasión. Que
sofocado j u n t o á él y volví á dirigirle la vaya donde quiera. A Worms, al diablo!
misma pregunta. Y o hago perfectamente con dejarlo a q u í
—Dónde vamos? dijo en francés y sin plantado en medio del camino con su
detenerse. saco de noche.
—Sí, repliqué.
—Canastos! exclamó, allá! Oh, amigo mío! ¿has notado como hay
Y me indicó con u n movimiento de grandes discursos que están vacíos y
cabeza la casa blanca, que no estaba m á s monosílabos que están llenos?
que á u n tiro de piedra. Todo eso dijo con ese ¡ah!; cogió m i
—-Eh! q u é es eso? le dije. saco de noche y lo echó en tierra.
—Eh! eso es el hotel. Después se alejó majestuosamente
—Es que yo no voy ahí. con su carrito. Y o me creí en el deber de
E l se detuvo en el acto. Me miró, como hacer alguna demostración.
el p a t r ó n del dampschiff, atónito y asom —Eh! le dije; así os vais? ¿me dejais
brado; después de u n momento de silen- aquí con m i saco de noche? Diablo! To-
cio, añadió con esa fatuidad propia de maos al menos el trabajo de volverlo á
los hosteleros, que al reconocer que es- llevar donde lo cogisteis.
t á n solos en u n lugar desierto, se permi- E l c o n t i n u ó alejándose.
ten el lujo de ser insolentes porque se •—IDh! palurdo! le g r i t é .
creen indispensables. Pero él no e n t e n d í a ya el francés; si-
•—El caballero se acuesta en el campo? guió su camino silbando.
No creí que debia alterarme. Era preciso tomar una determinación.
—No, le dije; voy á la ciudad. Hubiera podido correr detrás de él, i n -
— A q u é ciudad? comodarme, encolerizarme; ¿pero q u é
— A Worms. otra cosa hacer con u n ganso que acogo-
750 OBRAS D E VICTOR HUGO.

tarlo? Pero hay que decirlo todo. A l com- Ser así humillado ante las hadas! ¡ha-
pararme con aquel hombre, dudo que al cer sonreír con sonrisa de piedad burlo-
haber venido á las manos el acogotado na el dulce y luminoso rostro de T i t a -
hubiese sido él. L a naturaleza, que no nia! J a m á s .
quiere l a igualdad, no la habia querido Antes acostarme a l raso! ¡antes andar
entre ese teutón y yo. Evidentemente toda la noche!
allí, en el crepúsculo, al aire libre, en l a Después de haber celebrado consejo
carretera, yo era el inferior y él el supe- conmigo mismo, me decidí á volver otra
rior. vez al desembarcadero. Allí e n c o n t r a r í a
¡Oh ley soberana del p u ñ e t a z o , ante sin duda a l g ú n sendero que me condu-
la cual todos los t r a n s e ú n t e s son perfec- ciría á Worms.
tamente desiguales! Dura lex, sed lex! L a l u n a asomaba.
Me resigné, pues. Y o le dirigí una invocación mental, en
Recogí m i saco de noche y me lo puse la que hice una abominable mescolanza
debajo del brazo; después me orientó. L a de todos los poetas que han hablado de
noche habia entrado de lleno, el horizon- la luna, desde Virgilio hasta Lemierre.
te estaba negro, y alrededor de m í no se Y o la llamó pálida mensajera y reina de la
d i s t i n g u í a m á s que la masa blanquecina noche, y l a r o g u é que me iluminase un
y vaga de la casa, á l a cual él me habia poco, declarándole desvergonzadamente
obligado á volver l a espalda. Oía so- que sentía que Diana fuese la hermana de
lamente el ruido vagaroso y dulce del Apolo, y creyendo de este modo, siguien-
R h i n que salía de entre los cañaverales. do el rito clásico, que se me m o s t r a r í a
—Encontrareis Worms allá abajo, habia favorable, eché audazmente á andar, con
dicho el c a p i t á n del buque, señalándome m i saco de noche debajo del brazo, en
el fondo de l a llanura. Allá abajo! Nada dirección a l Rhin.
m á s . D ó n d e i r con ese allá abajo? ¿ E s t a b a Apenas h a b í a dado algunos pasos, su-
á dos pasos? Estaba á dos leguas? Worms, mido en profunda abstracción, cuando
la ciudad de las leyendas, que habia ve- un ligero ruido me hizo volver á l a rea-
nido á ver de tan lejos, comenzaba á lidad. L e v a n t ó l a cabeza. Motivo hay
hacerme el efecto de una de esas ciuda- para invocar á los dioses. L a luna me
des m á g i c a s que retroceden á medida permitió ver. Gracias á u n rayo hori-
que el viajero avanza. zontal que comenzaba á platear l a pun-
Y volvieron á ofrecerse á m i imagina- ta de las avenas, distinguí perfectamen-
ción aquellas terribles é irónicas pala- te delante de m í , á algunos pasos, a l
bras del hombre del carrito: ¿El caballero lado de u n viejo sauce, cuyo tronco arru-
se quiere acostar en el campo? Y me pare- gado hacia una horrible mueca, distin-
cía oír los génios familiares del Rhin, los g u í , digo, una figura descolorida y lívi-
duendes y los gnomos repetírmelas a l da, un espectro que me miraba con aire
oído con risas burlonas. E r a precisa- azorado.
mente la hora en que ellos salen, mez- Ese espectro empujaba u n carretón de
clados con los silfos, las brujas, los he- una sola rueda.
chiceros y las almas en pena, y van á •—Ah! exclamó; esto es una aparición.
esas danzas misteriosas que dejan gran- Después mis ojos se fijaron en el car-
des huellas circulares en los prados piso- retón y u n segundo movimiento sucedió
teados, huellas que las vacas, á l a ma- al primero:
ñ a n a del d í a siguiente, ven con ojos —Calla! dije; si es u n mozo de cordel!
asombrados. Lo que veía no era un fantasma, n i u n
L a luna iba á aparecer. mozo de cordel; era sencillamente el se-
Qué hacer? asistir á esas danzas? esto gundo testigo de m i desembarco en esta
sería curioso. Pero ¡acostarme en los ribera, hasta a q u í poco hospitalaria; el
campos! esto es duro. Volver atrás? ¿pe- hombre del rostro pálido.
dir hospitalidad en esa posada que miré E l mismo, al apercibirme, dió u n paso
con desden? ¿afrontar u n nuevo ¡ah! del a t r á s y pareció tranquilizarse a l g ú n tan-
rústico del carrito de manos? quién sabe! to. Y o me creí en el caso de tomar l a
¿echarme quizás l a puerta en las narices palabra.
y oír detrás de m í , alrededor de m í , en •—Amigo mío, le dije, nuestro encuentro
los cañaverales, entre las nieblas, en los estaba evidentemente previsto de tiempo
follajes agitados de los álamos, redoblar inmemorial. Y o llevo u n saco de noche,
las carcajadas de los gnomos con el ojo que en este momento me parece que v á
de carbunclo y de los duendes con las demasiado lleno, y vos lleváis u n carre-
caras verdes? t ó n completamente vacío; si yo pusiese
EL RHIN. 751
m i saco en vuestro carretón, vamos, ¿qué saco de noche! ¡nada m á s que un saco de
diríais? noche! Desde luego se vé que este reco-
E n esta orilla izquierda del H h i n to- mendable señor se siente grande por sí
dos hablan y comprenden el francés, i n - mismo, que se considera con razón que
cluso los fantasmas. deslumhra bastante t a l como es, y que no
L a aparición me contestó: intenta asombrar al pobre hostelero con
—Dónde v á el caballero? exterioridades de opulencia, con exhibi-
—Voy á Worms. ciones de bultos, con profusión de balijas,
— A Worms? mantas de viaje, sombrereras y fundas
— A Worms. de paraguas, y con falaces abultadas ma-
•—¿Es que el caballero quiere bajar al letas que se dejan en las posadas para
Faisán? responder del gasto, y que no contienen
—Por q u é no? frecuentemente m á s que virutas y pie-
—Cómo! el caballero v á á Worms? dras, yerbas y números viejos del Consti-
— A Worms. tucional. Nada m á s que un saco de noche!
—Oh! exclamó el hombre del carre- Es a l g ú n príncipe.
tón. Después de esta arenga, pronunciada
De buena gana evitarla a q u í el para- con una sonrisa, levantó alegremente los
lelismo que ofrece el carácter de una brazos de su carretón, al fin cargado, y
combinación simétrica; pero soy historia- se puso en marcha, diciéndome con u n
dor y no puedo negarme á hacer constar tono de voz dulce y acariciador:—Caba-
que este ¡oh! era precisamente el reverso llero, por a q u í .
y lo contrario del ¡ah! del hombre del Durante el camino me habló; la dicha
carrito. le habia hecho locuaz. E l pobre diablo
Este ¡oh! expresaba el asombro mez- viene todos los dias al desembarcadero á
clado de alegría, el orgullo satisfecho, el esperar á los viajeros.fLa mayor parte de
éxtasis, la ternura, el amor, la admira- las veces el buque pasa sin detenerse.
ción legítima por m i persona y el entu- Apenas si asoma a l g ú n viajero fuera del
siasmo sincero por mis pfennigns y mis entrepuente para mirar l a silueta me-
kreutzers. lancólica que forman, en el espléndido
Este ¡oh! quería decir:—Oh! ¡hé a q u í horizonte que ilumina el sol poniente,
un viajero admirable y un magnífico los cuatro campanarios y los dos hostele-
transeúnte! Este caballero v á á Worms! ros de Worms. A l g u n a vez, sin embargo,
I r á á parar al Faisán! ¡Cómo se conoce el buque se detiene, l a señal se hace, el
en esto que es francés! ¡Este hidalgo se batelero desata el bote y v á al dampschif f
g a s t a r á por lo menos tres thalers en m i y vuelve con uno, dos ó tres viajeros.
posada y me d a r á una buena propina! Hasta seis se han visto á la vez! ¡Vaya
Es un señor generoso y sin disputa al una ganga! Los recien llegados desem-
guna un particular inteligente. ¡Vá á barcan con ese aire franco, admirado y
Worms! ¡tiene el pensamiento de i r á aturdido que causa la alegría del posa-
Worms! Sea enhorabuena. ¿Por q u é son dero; pero ¡ay! la posada de la orilla del
tan raros estos viajeros? A y de mí! Con- agua los atrapa y se los engulle inme-
vengamos en que es una situación ele diatamente. Quién es el que v á á Worms?
gíaca é interesante la de ser hostelero Quién se acuerda de que Worms existe?
en esta ciudad de Worms, donde hay M i pobre hombre vé el carretón grande
tres posadas abiertas todos los dias para del hotel ribereño hundirse entre los á r -
u n viajero que viene cada tres años. boles traqueteando y gritando al peso de
¡Sed bien venido, ilustre extraniero, ama las maletas y las balijas, en tanto que él,
ble caballero! Cómo! venís á Worms? filósofo pensativo, regresa á la luz de las
Viene á Worms noblemente, sencilla- estrellas con su carrito vacío. Emociones
mente, con el gorro en la cabeza, el saco como ésta le han adelgazado; pero por
de noche debajo del brazo, sin pompa, eso no deja de volver al dia siguiente,
sin extrépito, sin proponerse hacer efecto, con la conciencia del deber cumplido, á
como uno que está en su casa. Esto es ese irónico desembarcadero, á esa esta-
hermoso. ¡Qué gran nación es la nación ción irrisoria, á mirar correr el agua del
Rhin, ver pasar los viajeros y llenarse la
francesa! V i v a el emperador Napoleón!
posada vecina. E l no lucha, no se irrita,
Después de este precioso monólogo en-
no hace guerra á nadie, no pronuncia
cerrado en una sílaba, cogió m i saco de palabra alguna; se resigna, conduce su
noche y lo colocó en su carretón, mirán- carretón y protesta, todo lo que u n car-
dome con un aire tan amable y con tan retón puede protestar contra u n carro
inefable sonrisa, que quería decir: ¡Un
752- OBRAS D E VICTOR HUGO.

grande. Hay en él y lleva impreso en su parrados, en lugar de almenas y barba-


fisonomía, que aparece impasible á fuer- canas. U n resto informe de torre redon-
za de humillaciones sufridas y de espe- da que se perfilaba en el extremo orien-
ranzas frustradas, ese sentimiento de tal de la muralla me pareció que era la
fuerza y de grandeza que d á al débil y torre Nideck; pero por m á s que m i r é ,
al pequeño la resignación mezclada con no encontré al lado de esa pobre torre
la perseverancia. A l lado del soberbio, Nideck n i la flecha aguda del Munster,
engreído y triunfante hostelero de la ori- n i el bonito campanario bajo de Santa
l l a del agua, que no se digna n i aun Cecilia. Respecto á la Frauwenthurm,
apercibirse de que él existe, tiene él, el la torre cuadrada m á s p r ó x i m a á la
oprimido obstinado, paciente y tenaz, torre Nideck se me antojó que la ha-
esa actitud séria é inexplicable del eunu- b í a n sustituido con un j a r d í n de horte-
co ante el pacha, del pescador de c a ñ a lano. Por lo demás, la antigua Worms
en presencia del pescador de red. estaba ya dormida: todo en ella callaba
Entretanto atravesamos llanuras, pra- profundamente; por todas partes el silen-
deras, campos de alfalfa, y franqueamos, cio y n i una luz detrás de los cristales.
con la ayuda de no sé q u é informe con- Cerca de la senda que seguíamos á tra-
j u n t o de maderos viejos y estacas viejas, vés de los campos de remolacha y de
adornados de un vacilante tablero de tabaco que rodean la ciudad, una vieja
planchas en forma de celosía, el pequeño encorvada en la maleza buscaba yerbas
brazo del Rhin, sobre el cual se vé toda- al resplandor de la luna.
vía, hace dos siglos, el bonito puente de Entramos en la ciudad: ninguna cade-
madera cubierto que viene á desembocar na rechinó, n i n g ú n puente levadizo cayó
en la grande y arrogante torre cuadrada y n i n g ú n rastrillo se levantó: entramos
y adornada con torrecillas de florones en la vieja ciudad feudal y militar de los
construida por Maximiliano. L a luna gangraves y de los príncipes-obispos por
habia despejado todas las brumas, que se u n vano que fué puerta-fortaleza y que
iban hácia el zenit en forma de blancas no era ya m á s que una brecha. Dos ála-
nubes; el fondo del paisaje se habia l i m mos á la derecha, un estercolero á la iz-

S iado, y el magnífico perfil de la cate- quierda. H a y cortijos instalados en anti-


ral de Worms, con sus torres y sus cam- guos castillos que tienen estas entradas.
panarios, sus remates, sus filetes y sus Echamos por la derecha, m i compañe-
molduras, aparecía en el horizonte; i n - ro silbando y empujando alegremente
mensa masa de sombra que se destacaba su carretón; yo soñando. Seguimos un
l ú g u b r e m e n t e en el cielo, lleno de cons- rato la vieja muralla por el interior, y
telaciones, y que parecía u n gran barco después nos metimos en u n dédalo de
de la noche que habia echado el ancla callejuelas desiertas. E l aspecto de la ciu-
en medio de las estrellas. dad era siempre el mismo. Una tumba
Pasado el pequeño brazo del R h i n nos m á s bien que una ciudad. No se veía n i
quedaba por atravesar el gran brazo. una vela en las ventanas, n i u n transeún-
Tomamos l a izquierda, por lo que dedu te en las calles.
je que el lindo puente de piedra que Era cerca de las ocho de la noche.
desembocaba en la puerta-fortaleza cer A l fin llegamos á una plaza bastante
ca de Frauwenbruder ya no existia. ancha, á la cual venia á parar el trazado
Después de algunos minutos de marcha de lo que, á l a claridad de la luna, me
por entre deliciosos campos de verduras, pareció que era una calle grande. Uno
llegamos á un viejo puente destroza- de los lados de esta plaza estaba ocupado
do, probablemente construido sobre el por la ruina, ó mejor dicho, por el espec-
emplazamiento del antiguo puente de tro de una vieja iglesia.
madera de la puerta Sain-Mang. Salva- —Qué iglesia es esa? dije á m i g u í a ,
do este puente, entrevi por completo esa que se detuvo para tomar aliento.
soberbia muralla de "Worms, que e r g u í a E l me contestó con ese expresivo mo-
diez y ocho torres cuadradas tan solo vimiento de hombros que significa: No
por el lado que miraba al Rhin. ¡Ay de lo sé.
m í ! Q u é quedaba de todo aquello? A l g u - L a iglesia, al revés de la ciudad, no
nos lienzos de muralla decrépitos y agu- estaba desierta n i silenciosa; salía de
jereados de ventanas, algunos viejos pe- ella ruido, y una luz se filtraba á tra-
dazos de torres agobiados bajo la hiedra vés de la puerta. Me dirigí á ella. ¡Qué
ó transformados en casas de vecindad, puerta! I m a g í n a t e algunas tablas gro-
con ventanas de cortinas blancas, con- seramente unidas las unas á las otras por
traventanas verdes y cenadores con em- traviesas informes, con clavos grandes
EL RHIN. 753
formando estrellas, dejando entre sí lio negro como el azabache; clarines y
anchos espacios desiguales por bajo, des- ñmbales á l a cabeza, á g u i l a s y gonfalo-
portillados por arriba, y obstruyendo, con nes al viento, y todos los príncipes y to-
esa especie de insolencia del villano que dos los cardenales á caballo delante del
gozase de libertad en casa del señor, Papa y del emperador; el marquós de
una magnífica y real fachada del siglo Montferrato llevando la espada, el duque
catorce. de Urbino el cetro, el conde palatino el
Miró por las rendijas y entrevi confusa- globo y el duque de Saboya la corona.
mente el interior de la iglesia. Las seve- A y ! L o que se v á no vuelve.
ras arquivoltas del tiempo de Cárlos I V U n cuarto de hora después estaba ins-
se a b r í a n paso allí penosamente en las talado en la posada del Faisán, que,
tinieblas, en medio de una inexplica- debo decirlo, tenia el mejor aspecto que
ble confusión de toneles, pipas y barricas puede desearse. Comí una excelente cena
vacías. E n el fondo, á la claridad de una en una sala amueblada con una larga
vela de sebo colocada en una excrecen- mesa y dos hombres ocupados en fumar
cia de piedra que debió ser el altar ma- dos pipas. Desgraciadamente el comedor
yor, se veia un tonelero, con las mangas estaba poco iluminado, lo que me en-
remangadas y u n mandil de cuero, que tristeció. A l entrar en ól solo se aperci-
enclavijaba un tonel grande. Las duelas bía una vela envuelta en una nube.
resonaban á los golpes del mazo con ese Aquellos dos hombres desprendían m á s
ruido de madera hueco y que suena de humo que diez héroes.
una manera tan l ú g u b r e para el que ha Cuando comencé á cenar entró u n
oido el martillo de los enterradores reso- tercer huésped. Este no fumaba, habla-
nar en un a t a ú d . ba. Hablaba francés con acento de aven-
Qué iglesia era ésta? Por encima de la turero; escuchándole no se podía distin-
fachada se elevaba una poderosa torre guir si era a l e m á n ó italiano, ó inglés, ó
cuadrada que debió tener una alta flecha. auverniano; quizás era todo esto á la vez.
A c a b á b a m o s de dejar á l a izquierda, un Era u n hombre de gran aplomo y cortos
poco a t r á s , los cuatro campanarios de la alcances, y se me antojó que tenia sus
catedral. Más adelante, á cierta distan- pretensiones de hermosote; mucha corba-
cia, apercibí hacia el Sudoeste un ábside, ta, mucho cuello de camisa; guiños á las
que debía ser la iglesia de los Predica- criadas; era un hombre de cincuenta y
dores: cierto es que no encontró á la ocho años, m a l conservado.
izquierda el campanario de San Pablo
encajado entre esas dos torres bajas; E n t a b l ó u n diálogo consigo mismo, y
pero no estábamos bastante internados lo sostuvo; nadie le contestaba. Los dos
en la ciudad, n i muy cerca de la puerta alemanes fumaban; yo comia.
de San M a r t i n , que h a b r í a debido estar — E l caballero viene de Francia? ¡Her-
á l a izquierda, por lo que deduje que moso país! Noble país! Suelo clásico!
esta iglesia debía ser San Uuprecht. Tierra del gusto! P á t r i a de Racine! Y
U n a vez fijadas estas conjeturas y he- sin embargo, yo no quiero á vuestro Bo-
cho este descubrimiento, volví á mirar el naparte. E l emperador perjudica al ge-
interior miserable de aquel venerable neral. Soy republicano, caballero. L o
edificio, aquella vela luciendo en aque- digo m u y alto: vuestro Napoleón es u n
lla sombra que h a b í a n tachonado de es gran hombre falsificado; ya se convence-
trollas las l á m p a r a s imperiales de las r á n de ello. E n cambio las tragedias de
coronaciones, aquel mandil de cuero os Racine son bellas.—El pronunciaba pe-
tentándose donde h a b í a flotado la púr- llas. •—Esa es la verdadera gloria de
pura, aquel tonelero despierto ól solo en Francia. No se aprecia en Alemania á
la ciudad abrumada y dormida, golpean- Racine; es una tierra b á r b a r a : á Napo-
do un barril con el martillo en el altar león se le quiere casi tanto como en
mayor, y todo el pasado de la ilustre ígle Francia. Esos buenos alemanes están
sia se me presentaba. Las reflexiones se muy bien llamados los buenos alemanes.
agolpaban en m i espíritu. A y ! Esa mis Esto se dice en tono de lástima, ¿no es
ma nave de San Ruprecht vió cómo h i verdad, caballero?
cieron con gran pompa, por la gran calle Como el fin de m i perdiz coincidía con
de Worms, entradas solemnes Papas y el fin de su frase, contesté, volviéndome
emperadores, alguna vez los dos juntos hácia el camarero: Otro plato.
bajo el mismo dosel; el Papa á l a derecha Esta contestación le pareció suficiente
montado en su m u í a blanca, y el empe para reanudar la conversación, y con-
rador á la izquierda montado en su caba tinuó:
TOMO i y . 93
754 OBRAS D E VICTOR HUGO.

.—El caballero hace m u y bien en venir dría á Worms nada m á s que por tres va-
á Worms. No tienen razón en desdeñar á sos de estos tres vinos.
Worms. ¿Sabéis, caballero, que Worms Se detuvo para respirar, y uno de los
es la cuarta ciudad del gran ducado de umadores aprovechó la pausa para decir
Hesse? Que Worms es cabeza de cantón? á su vecino:
¿Que Worms posee una g u a r n i c i ó n per- —Señor mió, yo j a m á s cierro m i i n -
manente, caballero, y u n gimnasio, ca- ventario de fin de a ñ o con menos de sie-
ballero? E n ella se cultiva el tabaco, el te cifras.
azúcar de Saturno, el vino, el trigo y el Esto era sin duda respuesta á una pre-
aceite. H a y en la iglesia luterana un gunta que el otro fumador habia hecho
precioso fresco de Seekatz, trabajo de los antes de m i llegada, pues dos fumado-
buenos tiempos 1710 ó 1712. I d á verlo, res, y dos fumadores alemanes, no se
caballero. Worms tiene buenos caminos cuidan nunca de apresurar el diálogo; l a
bien construidos; el camino nuevo, la pipa les absorbe; l a conversación v á á
Q-austrasse, que v á á Maguncia por tientas entre la humareda, como Dios
Hessloch, y el camino del Mont-Tonnerre quiere.
por el valle de Z e l l . L a antigua via ro- Esta humareda me sirvió: concluida
mana que costea el R h i n es tan solo una m i cena, y gracias á la niebla que ex-
curiosidad. Puedo aseguraros, no sé si tendieron las dos pipas, pude desapare-
seréis de m i opinión, que para m í no cer sin ser visto, dejando al que estaba
tienen n i n g ú n atractivo las curiosidades. perorando que se las hubiese con los fu-
A n t i g ü e d a d e s , bobadas. Desde que estoy madores, y el diálogo que continuase en-
en Worms aun no he ido á ver ese fa- tre las bocanadas de las palabras y las
moso Rosengarten, su j a r d i n de rosas, bocanadas del tabaco.
donde su Sigefroi, s e g ú n dicen, m a t ó su Se me instaló en una habitación bas-
d r a g ó n . Ridiculeces! ¡Majaderías estúpi- tante bonita, limpia, lavada y fria, de
das! Después de Voltaire, ¿quién cree en cortinas blancas en las ventanas y servi-
esos cuentos de vieja? Oh! ¡Triste huma lletas blancas en l a cama. Y digo servi-
nidad! ¿Hasta c u á n d o te dejarás arras- lletas, ¿sabes por qué? porque lo que
trar por tonterías? ¿Es que Sigefroi ha nosotros decimos u n par de sábanas no
existido? Es que el d r a g ó n ha existido? existe en las orillas del Rhin. Esto hace
¿Habéis visto en vuestra vida a l g ú n dra que las camas sean m u y grandes. E l
gon, caballero? Cuvier, el sábio Cuvier, efecto es el m á s extravagante del m u n -
vió dragones? Por otra parte, ¿es eso do: los que han construido los colchones
posible? ¿Hay a l g ú n animal, vaya, ha- han previsto á los patagones; los que han
blemos sériamente, hay a l g ú n animal cortado el lienzo han previsto á los lapo-
que pueda arrojar fuego por la nariz y nes. Ocasión para echar un párrafo de
por la boca? E l fuego lo desorganiza filosofía. E l viajero vulgar y fatigado
todo; empezarla, caballero, por reducir acepta el tiempo como Dios se lo d á y
á cenizas al infortunado animal. ¿No lo la cama como la criada se la hace.
creéis así? Eso son groseros errores. E l M i habitación estaba amueblada á la
espíritu no puede ser agitado con lo que buena de Dios, como están en general
no puede ser creído. Esto es de Boileau. los cuartos de las posadas. H a y ciertos
F i j a d en esto la atención. Es de Boileau! viajeros que se llevan y otros viajeros
— Y pronunciaba poilu.—Es como su que olvidan; esto crea no sé q u é flujo y
árbol de Lutero, No tengo mucho m á s reflujo, del qUe se resiente el mobiliario
respeto por su árbol de Lutero, que se vé de las habitaciones de la hostería. Por
yendo de Alzey para el Pfalzerstrasse, el este motivo, entre las dos ventanas ha-
antiguo camino palatino. Lutero! ¿Qué bia sido sustituido un c a n a p é por dos
es para m í Lutero? U n volteriano com cojines colocados sobre una gran male-
padece á un luterano. Y respecto á su ta de madera, que positivamente se la
iglesia de Nuestra Señora, que está fue dejó allí olvidada a l g ú n viajero. A un
ra de la puerta de Maguncia, con su fa lado de l a chimenea, en u n clavo, estaba
chada de las cinco vírgenes prudentes 5 colgado u n pequeño b a r ó m e t r o p o r t á t i l
las cinco vírgenes locas, yo solo l a apre de bronce; al otro lado no quedaba m á s
ció á causa de su viñedo, que dá el vino que el clavo, en el cual debió figurar en
liebfrauenmilch. Bebedle, caballero, que otro tiempo el pendant natural, a l g ú n
lo hay excelente en esta posada. ¡Ah, t e r m ó m e t r o manuable y cómodo, proba-
francés! Vosotros sabéis vivir. Y probad blemente sustraído por a l g ú n viajero
t a m b i é n , creedme, el vino de Katterloch poco escrupuloso. E n esta misma chi-
y el vino de Lugisland, A fé mia, yo ven- menea, entre dos ramos de flores artifi-
EL RHIN. 755
cíales colocados en vasos, como se hace las aceras. A l ver estó no Os r e s t r e g á i s
en l a calle de San Dionisio, habia un os ojos, no os admiráis del milagro, no
verdadero j a r r ó n antiguo de tierra bas- creéis soñar despiertos. No, no; lo encon-
ta, encontrado sin duda en alguna ex- :rais todo m u y sencillo. Y á la verdad,
cavación de las cercanías, una especie de qué es lo que se ha hecho? U n a calle
copa romana de ancho recipiente, como nueva; hélo ahí todo. Solo una cosa os
las que se desentierran en Sologne, en admira; el inquilino del j a r d í n tenia ce-
las orillas del Sauldre; j a r r ó n bastante lebrado un contrato de arrendamiento;
bueno, aunque no tenia n i la pasta de los cómo se ha arreglado esto? U n vecino os
jarrones de Ñola, n i la forma de los jar- 'o explica. E l inquilino pagaba m i l qui-
rones de Bar i . nientos francos de alquiler; se le han
A la cabecera de l a cama, en un cua- dado cien m i l francos por irse y se ha
dro de madera negra, colgaba una de ido. No puede ser m á s sencillo. ¿Dónde
esas estampas que se estilaban cuando se d e t e n d r á este crecimiento de París?
el imperio, y de las que nuestra calle de quién puede decirlo? P a r í s ha rebasado
Saint-Jacques i n u n d ó toda la Europa ya cinco circuitos fortificados, y se habla
hace cuarenta años. Por bajo de la imá- de rebasar el sexto; antes de medio si-
gen estaba grabada esta inscripción, de glo lo h a b r á llenado; después irá m á s
la cual conservo hasta la ortografía: lejos. Cada a ñ o , cada día, cada hora, por
"Blanca y su amante huyendo hacia Floren una especie de lenta ó irresistible infil-
cia á través de los Apeninos. E l temor deser tración, la v i l l a se esparce en los arra-
perseguidos les ha hecho elegir un camino bales, y los arrabales se convierten en
poco frecuentado, donde vajan perdidos mu villas, y todo viene á formar parte de la
chos dias. L a joven Bianca, al verse con los ciudad. Y , lo repito, esto no os admira
pies desgarrados por las raices y las piedras, nada á vosotros, parisienses. ¡Dios m í o ,
sehace un calzado con plantas.,, la población aumenta, es preciso que la
A l dia siguiente me paseó por la ciu- v i l l a crezca! Qué os importa? Vosotros á
dad. vuestros negocios. Y q u é negocios! Los
Vosotros, parisienses, vosotros de t a l negocios del mundo. Anteayer una revo-
suerte estáis acostumbrados a l espectá- lución, ayer un motín, hoy el grande y
culo de una v i l l a en crecimiento perpó santo trabajo de la civilización, de la paz
tuo, que habéis acabado por no reparar y del pensamiento. ¿Qué os importa el
en nada. Alrededor vuestro crece como movimiento de las piedras en vuestro
una continua vegetación de carpintería t é r m i n o municipal á vosotros, parisién^
y de piedra. L a v i l l a se desarrolla como ses, que hacéis el movimiento de los es-
u n bosque. Diríase que los cimientos de píritus en Europa y en el universo? Las
vuestras viviendas no son cimientos, sino abejas no m i r a n la colmena, m i r a n las
raices; raices vivas, por donde la savia flores; vosotros no miráis vuestra v i l l a ,
circula. miráis las ideas.
L a casita se convierte en caserón, de Y vosotros n i aun pensáis, en medio
una manera tan natural, á lo que pare de ese formidable y viviente P a r í s , cómo
ce, como la jóven encina se convierte en la gran v i l l a se ha hecho v i l l a gigantCj
árbol magnífico. Oís casi noche y dia e" y cómo hay ciudades que decrecen y
martillo y la sierra, la g r ú a que se yer mueren.
gue, l a escala que se lleva, el andamiaje Worms es una de esas ciudadeSi
que se pone, la garrucha y la cabria, la A y ! Roma es la primera de todas;
maroma que grita, la piedra que sube Roma, que se os parece; Roma, que os
el ruido de la calle que se embaldosa, e ha precedido; Roma, que ha sido el Pa-
ruido del edificio que se construye. Cada rís del mundo pagano.
semana se hace u n nuevo ensayo; aspe Una ciudad que muere! Hecho triste y
ron tallado, lava de Volvich, macadan solemne. Las calles se destruyen. Donde
enlosado de b e t ú n ó embaldosado de habia una hilera de casas ya no hay m á s
madera. Os ausentáis dos meses, y á que una muralla; donde habia una mu-
vuestro regreso lo encontráis todo cam ralla ya no hay nada. L a yerba reempla-
biado. Delante de vuestra puerta habia za al pavimento. L a vida se retira h á c i a
un j a r d í n , ahora hay una calle; una calle el centro, hácia el corazón, como en el
completamente nueva y completa, con hombre que agoniza. Las extremidades
casas de ocho pisos, tiendas en los pisos son las primeras que mueren; en los hom-
bajos, habitadas de arriba abajo, con bres los miembros, en las ciudades los
mujeres en los balcones, escombros en arrabales. Los sitios desiertos pierden las
medio de la calle y muchedumbre en casas, los sitios habitados pierden las
756 OBRAS DÉ VÍCTOR HUGO.

clases. Las iglesias se hunden, se defor- estrechamente oprimida por las casas v
man ó se convierten en polvo, no por fal- 'os techos, hoy está en medio del campo.
ta de creencias, como en nuestros hormi- Delante de la portada de las vírgenes
gueros industriales, sino por falta de prudentes y de las vírgenes locas, j ó v e -
creyentes. Barrios enteros caen en des- nes que son bellas como las prudentes y
uso. Se hace casi e x t r a ñ o pasar por ellos, alegres como las locas, extienden en el
y vienen á instalarse en su recinto es- )rado su ropa blanca lavada en el R h i n .
pecies de colonias salvajes. A q u í ya no í n t r e los contrafuertes exteriores de la
es l a ciudad la que se esparce en la cam- nave, viejos sentados en las ruinas se ca-
p i ñ a , es la c a m p i ñ a la que entra en la ientan al sol. Aprici senes, dice Persio;
ciudad. Se desmonta la calle, se cultiva solibus apti, dice Horacio.
la encrucijada, se trabaja en el umbral de Caminaba yo sin rumbo fijo por las
las casas; los hoyos profundos que hacen calles, cuando de pronto me d es l u m h ró
los carros de la limpieza cava y trastorna un elegante del pais que pasó casi por
los antiguos empedrados; las lluvias for- m i lado. Este intrépido jóven llevaba he-
man balsas delante de las puertas; la róicamente un sombrerito de copa ancha
c h á c h a r a discordante de los corrales baja y de ]3elo largo, y un p a n t a l ó n
reemplaza los rumores de la m u l t i t u d . ancho sin trabillas y que no bajaba m á s
De un lugar reservado en las ceremonias que hasta el tobillo. E n cambio, el cuello
imperiales se hace u n campo de lechu- de su camisa, tieso y almidonado, le subia
gas. L a iglesia se convierte en granja, el lasta la m i t a d de las orejas, y el cuello
palacio en cortijo, la torre en palomar, de su frac ámplio, pesado y forrado de
la casa en barraca, la tienda en parada busarán, le subia hasta el occipucio. Si
el estanque en balsa, el vecino en aldea- tuviese que juzgar por esta muestra de
no; la ciudad está muerta. Por todas lo que es la elegancia en Worms, diría
partes l a soledad, el fastidio, el polvo, la que la forma un chapucero vestido con
ruina, el olvido. Por todas partes, en las los trapitos de los dias de fiesta, sin tener
plazas desiertas, en los t r a n s e ú n t e s em la mirada espiritual y satisfecha, n i la
hozados y silenciosos, en los rostros tris a l e g r í a perfecta ó i n g é n u a . A l momento
tes, en los lienzos de pared desplomados, me he acordado que este era el vestido
en las casas bajas, mudas y raras, la de gala de los elegantes en tiempo de l a
mirada del pensamiento cree ver proyec Restauración. T ú sabes que yo no desde-
tarse las largas y melancólicas sombras ño n i n g ú n detalle y que para m í todo lo
de un sol que se hunde en el ocaso. que toca a l hombre revela al hombre. Y o
A pesar de todo esto, á causa de todo examino el traje como estudio el edificio.
esto quizás, Worms metida dentro de u n E l traje es el primer vestido del hombre,
cuadro por el doble horizonte de los Vos la casa es el segundo. E l elegante de
gos y del Taunus, b a ñ a d a por su hermo- Worms, anacronismo viviente, me ha
so rio, sentada entre las innumerables puesto ante los ojos todos los progresos
islas del Hhin, rodeada de su circuito que ha hecho el traje en Francia, y por
decrépito de murallas y de su fresco c i n - consecuencia en Europa, desde hace
turon de verdura, "Worms es una bella veinte años, gracias á las mujeres, á los
curiosa ó interesante ciudad. E n vano he artistas y á los poetas. Los vestidos de
bascado la parte de l a ciudad edificada las mujeres, tan risiblemente feos en
fuera de esa línea de muros y de torres tiempo del imperio, se han vuelto com-
cuadradas, que desde la puerta de San pletamente encantadores. Los vestidos
M a r t i n iba á cortar el R h i n en á n g u l o de los hombres han mejorado mucho. E l
recto. Ese arrabal ya no existe. Y o no sombrero ha adquirido una forma m á s
he encontrado n i n g ú n vestigio de la alta y las alas son m á s anchas. E l frac
Neu-Thurm, que venia á terminar e ha recobrado los grandes faldones y el
extremo oriental con su flecha aguda y cuello bajo, lo que favorece á los hom-
sus ocho torrecillas. No queda piedra so- bres bien formados, desarrollando las ca-
bre piedra de esa magnífica puerta de deras y desembarazando los hombros, y
Maguncia, que estaba p r ó x i m a á la Neu disimulando en los hombres m a l hechos
T h u r m , y que con sus dos altas á t a l a el enflaquecimiento y delgadez de los
yas, vista desde el R h i n entre los cam miembros. Se ha abierto y bajado el cha-
panarios, se parecía á una iglesia, y vista leco; se ha inclinado hácia abajo el cue-
desde la llanura entre las torres se pare llo de la camisa; se le ha vuelto á dar al
ola á una fortaleza. L a p e q u e ñ a nave de p a n t a l ó n , esa cosa horrible, cierta forma
San Amando ha desaparecido, y respec con la trabilla. Todo esto está bien, pero
to á Nuestra S e ñ o r a , en otro tiempo tan aun podría estar mejor. No estamos le-
EL RHIN. ?57
jos, por lo que afecta á la gracia y á la 30 pintada y adornada, hoy desnuda,
invención en l a manera de vestir, de entristecen la mirada. Esas paredes des-
aquellas refinadas elegancias de Fran- nudas son progresos del gusto. Esto se
cisco I , de Luis X I I I y hasta de Luis X V . l a m a sencillez, sobriedad, ¿qué se yo?
Nos queda todavía que dar algunos pa- Vamos! que el "gusto;, tiene mal gusto!
sos hácia lo bello y hácia el arte, del cual felizmente el bosque de arabescos y de
forma parte el traje, y esto es tanto m á s adornos que llena la catedral de Worms
dudoso, cuanto que la moda, que es la es demasiado frondoso para que el gusto
fantasía sin pensamiento, camina indife- laya podido destruirle enteramente. A
rentemente adelante ó a t r á s . Para echar- cada paso se encuentran magníficos res-
lo todo á perder basta y sobra con un tos. E n una gran capilla baja, que sirve,
necio rico y jóven acabadito de llegar de según creo, de sacristía, he admirado
Lóndres. ¡Quién te dice que no veremos muchas maravillas del siglo quince, una
reaparecer los sombreros pequeños y de piscina bautismal, urna inmensa, sobre
pelos largos, los grandes cuellos tiesos, cuyo circuito está figurado J e s ú s rodea-
las mangas ahuecadas, los faldones de do de los apóstoles, los apóstoles peque-
los fracs en forma de alas de pichón, las ños como niños, y J e s ú s grande como
altas corbatas, los chalecos cortos y los un gigante; muchas p á g i n a s escultura-
pantalones hasta el tobillo, y que m i les sacadas del A n t i g u o y Nuevo Testa-
grotesco elegante de Worms no volverá mento, vastos poemas de piedra que se
á ser un elegante de Paris! Di,talem aver ajustan mejor como cuadros que como
tite vestem. bajo-relieves; en fin, un Cristo en cruz
L a catedral, como las de Bonn, Ma- casi de t a m a ñ o natural, obra que obliga
guncia y Spira, pertenece á la familia á articular exclamaciones y á que se
romana de las catedrales de doble ábsi- sueñe con ella, tanto l a delicadeza cu-
de, magníficas flores de la primera ar- riosa y perfecta de los detalles se amal-
quitectura de la Edad Media, que son gama, sin perjudicarla, á la dignidad su-
raras en toda Europa, y que parecen es blime de la expresión.
paciarse preferentemente en las orillas E n una plaza estrecha, bastante som-
del R h i n . Este doble ábside engendra bría y m u y fea, á algunos pasos de la
necesariamente cuatro campanarios, su- catedral de Worms, al lado de ese mara-
prime los frontis de las fachadas y deja villoso edificio que se permite tener l a
subsistir solamente los frontis laterales. altura, la profundidad, el misterio, el
L a p a r á b o l a de las vírgenes prudentes y color y la forma que reviste u n pensa-
de las vírgenes locas, ya esculpida en miento imperecedero y eterno de todo ese
Worms en uno de los t í m p a n o s de Núes prodigioso lujo de i m á g e n e s y de metá-
tra Señora, e s t á reproducida en el fron- foras de granito, completamente al lado,
tis meridional de la catedral. Asunto digo—como la crítica al lado de la poe-
precioso y profundo, elegido con frecuen sía,—una pobre iglesia luterana, cubierta
cia por los escultores de las épocas sen- con una r u i n c ú p u l a romana, embozada
cillas, que eran todos poetas. con u n desdichado frontispicio griego,
Cuando se penetra en el interior de la blanco, cuadrado, anguloso, desnudo,
iglesia, la impresión es á la vez variada frió, triste, l ú g u b r e , enojoso, bajo, envi-
y fuerte. Los frenos bizantinos, las p i n - dioso, protesta.
turas flamencas, los bajo-relieves de' A l releer las líneas que acabo de es-
siglo trece, las excelentes capillas de cribir me dan tentaciones de borrarlas.
gótico florido, las tumbas neo-paganas No te equivoques, amigo mió, y no veas
del renacimiento, las cartelas delicadas en ellas lo que yo no he querido decir.
esculpidas en los declives de los arcos to Es una opinión de artista sobre dos obras
rales, los escudos de armas iluminados y de arte, n i m á s n i menos. Gruárdate de
dorados, los intercolumnios poblados de ver en ellas u n juicio entre dos religio-
estatuitas y figuritas, forman uno de esos nes. Toda religión es para m í venera-
conjuntos extraordinarios en donde to ble. E l catolicismo es necesario á la so-
dos los estilos, todas las épocas, todos los ciedad, el protestantismo es útil á la
caprichos, todas las modas y todas las civilización. Y sobre todo,insultar á L u -
artes aparecen á la vez. Las rocallas exa- tero en Worms seria una doble profana-
geradas y violentas de los últimos prín- ción. Casualmente en Worms es donde
cipes-obispos, que eran á la vez arzo- el gran hombre ha sido grande. No; ja-
bispos de Maguncia, presentan en los m á s l a ironía saldrá de m i boca en pre-
rincones ingeniosas coqueterías. A q u í y sencia de esos pensadores y de esos sábios
allí anchos lienzos de pared, en otro tiem- que han sufrido por lo que ellos han
758 OBRAS DE VICTOR HUGO.

creído lo bueno y lo verdadero, y que do mí atención otras cosas que lós mag-
han gastado generosamente su genio níficos árboles que hay en el parque
para acrecentar, éstos la íó divina, aque- del castillo, un excelente hotel, el Pala-
llos la razón humana. Su obra es santa tinado, una bonita fuente churrigueresca
para el universo y sagrada para m í . D i - en bronce, colocada en la plaza, y esta
chosos y benditos aquellos que aman y inscripción en letras de oro, puesta en
creen, aunque hagan, como los católicos, 'os cristales de u n peluquero: GABINETE
de toda filosofía una religión; aunque DONDE SE CORTAN LOS CABELLOS LO MISMO
hagan, como los protestantes, de toda QUE LOS CORTA M . CHIRARD, DE PARIS.
religión una filosofía.
Mannheim está solamente á algunas
leguas de Worms, en la otra ribera del
E-hin. Mannheim apenas tiene, á mis CAJRTA. X X V I I .
ojos, otro mérito que haber nacido el
mismo a ñ o que Corneille, en 1606. Dos-
8pira.
cientos años, para una ciudad, es l a ado-
lescencia. Así que es toda nueva. Los
Etimología é historia.—El trigo.—El vino p l e d - d ' o¿son.—La
buenos burgueses que toman lo regular catedral.—Qué pensamiento se apodera en ella del viajero.—
por lo bello y lo monótono por lo armo' Detalle de los emperadores enterrados en Spira.—Fulgores
nioso y que admiran con todo su cora que atraviesan las tinieblas de la historia.—1693.—1793.—
A c u é r d a t e de Conrado.
zon la tragedia francesa y l a parte de
piedra que tiene l a calle de E i v o l i , ad
m i r a r í a n mucho á Mannheim. Esto es
pesado. Hay treinta calles y no hay m á s Orillas del Neckar, Octubre.
que una calle; hay m i l casas y no hay ¿Qué te diré de Spire ó Speyer, como
m á s que una casa. Todas las casas son a llaman los alemanes, ó Spira, como la
i d é n t i c a m e n t e parecidas, todas las calles lamaban los romanos? Neomagus, dice
se cortan en u n á n g u l o recto. E n todas a leyenda. Augusta Nemetun dice la his-
partes hay limpieza, sencillez, blancura, toria. Es una ciudad ilustre. César
alineamiento á cordel; es esa belleza del a c a m p ó en ella, Druso la fortificó. Táci-
tablero de damas de que te he hablado to habló de ella, los hunnos la quema-
en alguna parte. ron, Constantino la reedificó, Juliano l a
T ú sabes que Dios es para m í el gran a g r a n d ó , Dagoberto hizo allí de u n tem-
artífice de antítesis. H a hecho una y de plo de Mercurio u n convento de San
las m á s completas colocando á Man Q-erman. Otón I dió en ella á l a cristian-
nheim al lado de Worms. A q u í laciudac dad el primer torneo, Conrado el Sábio
que muere, allí la ciudad que nace; a q u í la hizo capital del imperio, Conrado I I
la Edad Media con su suavidad tan ar- la hizo el sepulcro de los emperadores.
moniosa y tan profunda; allá el gusto Los templarios, que allí han dejado una
clásico con todo su aburrimiento. Man bella ruina, llenaron en ella sus funcio-
nheim llega, Worms se vá; el pasado está nes de centinelas de las fronteras.
en Worms, el porvenir en Mannheim Todos los torrentes de hombres que
(Aquí abro u n paréntesis. No deduzcas han devastado y fecundado Europa han
de esto, sin embargo, que el porvenir sea atravesado Spira; durante los primeros
del gusto clásico.) Worms tiene los res- siglos, los v á n d a l o s y los alemanes {to-
tos de una vía romana, Mannheim está dos los hombres, hombres de todas las ra-
entre un puente de barcas y un camino zas, dice la etimología); durante los últi-
de hierro. Ahora es inútil que yo te diga mos, los franceses. E n la Edad Media, dé
á cuál prefiero; t ú no lo ignoras. T r a t á n 1125 á 1422, en el espacio de trescientos
dose de ciudades, prefiero las viejas. años, Spira ha sufrido once sitios. T a m -
Y o por eso no admiro menos esa rica bién la vieja ciudad cariovingia está pro-
llanura en donde Mannheim está senta fundamente quebrantada. Sus privilegios
da, y que tiene una anchura de diez le han caducado, su sangre y su población
guas entre las m o n t a ñ a s del Neckar y han corrido por todas partes. E l l a tuvo
las colinas del Freuach. Las cinco p r i la c á m a r a imperial que ha heredado
meras leguas, de Heidelberg á Man Wetzlar, las Dietas cuyo elector reside a l
nheim se hacen en camino de hierro y las presente en Francfort. E l l a tuvo treinta
cinco restantes de Mannheim á Dure m i l habitantes; ella ya no tiene m á s que
kheim en calesín. A q u í el pasado y e ocho m i l ,
porvenir aun se dan la mano. ¿Quién se acuerda hoy del santo obispo
E n el mismo Mannheim no han fija Hudiger? ¿Por dónde corre el arroyo
EL RHIN. 759
Spira? D ó n d e está el pueblo Spira? ¿Qué sias; esta vez déjame mostrarte á Dios.
se ha hecho de l a iglesia alta de San De 1024 á 1308, en el espacio de tres
Juan? ¿ E n q u é estado ha quedado esa siglos, se ha ejecutado el pensamiento
capilla de Olivet, que los antiguos regis- de Conrado I I . De diez y ocho empera-
tros llaman la incomparable? ¿ E n q u é se dores que han reinado en este intervalo,
ha trocado la admirable torre cuadrada nueve han sido enterrados en la cripta
de torrecillas angulares que dominaba la que está debajo de la catedral de Spira.
puerta del camino de Bac? ¿Qué vesti- Cuanto á los otros nueve, Lotario I I , Fe-
gios quedan de San Vilduberg? ¿Dónde derico Barbaroja, Enrique I V , Otón I V ,
está la casa de la c á m a r a imperial? Federico I I , Conrado I V , Gruillermo, R i -
¿Dónde está el hotel de los asesores-abo- cardo de Cornouailles y Alfonso de Casti-
gados, los cuales, dice una vieja carta,rsow lla, el destino no les otorgó esta augusta
los que hacen y administran justicia en nom- sepultura, E l viento que sopla á l o s hom-
bre de la majestad imperial, de los electores bres en la hora de su muerte les ha lle-
y otros principes del Imperio, en el Consisto- vado á otra parte.
rio publico en todo el Imperio establecido por De éstos, dos tan solo, que no eran ale-
Carlos V? De esta alta jurisdicción, á la manes, han tenido su tumba en su pais
cual todas las otras estaban sometidas y natal; Ricardo de Cornouailles en Ingla-
dependientes en última instancia, ¿qué que- terra y Alfonso de Castilla en E s p a ñ a .
da? Nada, n i aun el p a t í b u l o de piedra Los otros han sido arrojados á los cuatro
de cuatro pilares en la pradera que orla puntos cardinales; Lotario I I al mo-
el H h i n . E l sol es el único que continúa nasterio de Koenigslutter, Otón I V á
tratando á Spira con tanta magnificen- Brunswick, Guillermo á Middelbourg,
cia como si ella fuese t o d a v í a la reina Enrique I V y Federico I I * á Palermo,
de las ciudades imperiales. E l trigo pro Conrado I V á Poggi y Barbaroja en el
verbial de Spira es siempre tan bueno y Cydnus.
tan dorado como en tiempo de Cár- Barbaroja en particular, ese gran
íos V , y el excelente vino tinto pied-dl Barbaroja, dónde esta? E n el Cydnus,
oison es siempre digno de ser bebido por dice la historia; en A n t i o q u í a , dice l a
príncipes-obispos con medias de escaria crónica; en l a caverna de Kiffhoeüser,
ta y electores con sombrero de a r m i ñ o . dice la leyenda de Wurtemberg; en la
L a catedral, comenzada por Conrado I , gruta de Kaiserslantern, dice la leyenda
continuada por Conrado I I y Enri- del R h i n .
que I I I y terminada por Enrique I V Los nueve cesares que descansan de-
en 1097, es uno de los m á s soberbios edi bajo las losas del ábside de Spira han
ficios que se han hecho en el siglo once. sido casi todos gloriosos emperadores. E l
Conrado I lo dedicó, dicen los antiguos fundador de la catedral, el contemporá-
pergaminos, á l a ^bendita Virgen Ma- neo de Canuto el Grande, Conrado I I ,
ría,,. Hoy tiene una majestad incompa- el que dividió la vieja Teutonia en seis
rable. H a resistido al tiempo, á los hom- clases, llamadas Escudos militares, Glypei
bres, á las guerras, á los asaltos, á los militares, g e r a r q u í a q u e trastornó la Bula
incendios, á los motines, á las revolucio- de Oro, pero que la Polonia adoptó y
nes y hasta á los embellecimientos de reflejó, de t a l manera, que hasta en estos
los príncipes-obispos de Spira y de Bruch últimos siglos la constitución republica-
sal. L a he visitado; no te la detallaré, sin na de Polonia, reproduciendo la antigua
embargo. A q u í , como en la casa Ibach constitución feudal de Alemania, era
yo no puedo decir que he visto l a iglesia; como u n espejo que guardara la i m á g e n
tan absorto estaba por el pensamiento después que el objeto hubiese desapare-
que para m í lo llenaba. No, yo no he cido. L o eran Enrique I I I , que proclamó
visto el edificio, yo he visto ese pensa y mantuvo tres años la paz universal,
miento. D é j a m e decírtelo. Y o no sé ya prefiriendo á la guerra de pueblo á pue-
m á s de lo demás; todo ha pasado ante blo ese duelo de rey á rey, que él ofrece
mis ojos como una sombra. Busca si lo á Enrique I de Francia; después E n r i -
deseas, en los itinerarios y en las mono que I V , el vencedor de los sajones y el
grafías, la descripción de la catedral de vencido de Gregorio V i l ; Enrique V , el
Spira; de m í no la obtendrás. A l g o m á s aliado de Venecia; Conrado I I I , el ami-
alto y m á s magnífico aun se ha apode- go de las Dietas, que se calificaba empe-
rado de m í en medio de la contemplación rador de los romanos; Felipe de Suavia, el
de esa sombría arquitectura. Hasta a q u í formidable adversario de Inocente I I I ,
he tenido ya con frecuencia, y tendré L o era el triunfador de Ottocar, el exter-
aun á menudo, ocasión de mostrarte igle- minador de los burgraves, el fundador
760 OBRAS D E VICTOR HUGO.

de dinastías, el conde padre délos empe- silencio, de la noche y de la veneración.


radores, Rodolfo de Habsburgo. L o era Quién rompió ese silencio? ¿Quién tur-
Adolfo de Nassau, el hombre valeroso, bó esa noche? ¿Quién profanó esa vene-
muerto de u n hachazo en el campo de ración? Escucha.
batalla. L o era, en fin, su enemigo, su E n 1693, Luis X I V envió bruscamen-
competidor, su matador, Alberto de Aus- te al Palatinado un ejército mandado
tria, que se hacia servir la mesa por el por hombres cuyos nombres se pueden
rey de Bohemia con la corona en la ca- leer aun en la Gaceta de los entresuelos del
beza; que suprimía los portazgos y do- Louvre: "EJÉRCITO DE ALEMANIA, 11 de
maba, e m p u ñ a n d o la mazado hierro, los Abril.—Mariscal de Boufflers, mariscal
cuatro formidables electores del Rhin; duque de Lorges, mariscal de Choiseul.
príncipe exagerado en todo, en su am- •—Tenientes generales: M a r q u é s de Cha-
bición como en su poder, al que Boni- m i l l y , m a r q u é s de la Feuillóe, m a r q u é s
facio V I I I daba una m a ñ a n a el reino de de Uxelles, milord Mountcassel, mar-
Francia; si bien, ante u n presente seme- qués de Revel, señor de la Bretesche,
jante, no se sabe q u é admirar m á s , si al m a r q u é s de Villars, señor de Melac.—;
Papa, que tuvo la audacia de ofrecerlo, Mariscales de campo: Duque de la F e r t é ,
ó al emperador, que tuvo la audacia de señor de Barbezieres, conde de Bourg,
aceptarlo. m a r q u é s de Alegre, m a r q u é s de Vaube-
A y de m í ! ¿hay algo m á s parecido á court, conde de Saint-Fremont. „
los sueños que esas grandezas? ¡y cómo L a civilización comenzaba entonces á
se parecen todas por las miserias que en- echar u n manto por todas partes sobre
cierran en el fondo! Alberto de Austria, la barbarie, pero la cubierta era poco es-
en Q-ellheim, cerca de Maguncia, m a t ó pesa todavía. A la menor sacudida, á la
por su propia mano á su primo y á su primera guerra se rompía, y la barbarie,
emperador, Adolfo de Nassau; diez años encontrando un boquete abierto, se es-
m á s tarde Juan de Habsbourg mata, en parcia por todas partes. Esto es lo que
Vindisch-sur-la-Reuss, á su tio y á su em- sucedió en la guerra del Palatinado.
perador, Alberto de Austria. Alberto, que E l ejército del gran rey entró en Spi-
era tuerto y feo, y aconsejado, decia Bo- ra. Todo estaba allí cerrado, las casas, la
nifacio V I I I , por una mujer de sangre de iglesia, las tumbas. Los soldados abrie-
víbora, sanguine viperali, fué nombrado el ron las puertas de lg<s casas, abrieron las
Regicida; Juan fué llamado el Parricida. puertas de la iglesia y rompieron las pie-
Como quiera que sea, todos esos prínci- dras de las tumbas.
pes, los buenos, los medianos y los ma- Violaron la familia, violaron l a reli-
los, enterrados lado por lado, confun- gión, violaron la muerte.
dían, por decirlo así, la diversidad de Los dos primeros crímenes eran casi
sus destinos en la gloria de las armas, crímenes ordinarios. L a guerra, en esos
peculiar á algunos, y en el esplendor del tiempos que alguna vez admiramos de-
imperio, c o m ú n á todos, y y a c í a n todos masiado, h a b í a acostumbrado á los hom-
en la cripta de Spira, envueltos en la bres á presenciarlos. E l último era un
misteriosa majestad de la muerte. Para atentado monstruoso.
toda Alemania rodeaba una especie de L a muerte fué violada, y con la muer-
superstición nacional á esos emperado- te, cosa que no se h a b í a visto aun, la
res dormidos. Los pueblos, que tienen to- majestad real, y con la majestad real
dos los instintos pendencieros y revolto- toda la historia de un gran pueblo, todo
sos de los niños, aborrecen cordialmente el pasado de un gran imperio. Los sol-
el poder que se mantiene en pió y está dados escudriñaron las tumbas, arranca-
vivo, porque es poder, porque se halla en ron los sudarios, robaron á los esquele-
pió y porque se encuentra vivo. Los de tos, majestades que dormían, sus cetros
Flandes, dice Felipe de Oommines, aman de oro, sus coronas de pedrerías, sus ani-
siempre al hijo de su príncipe; á su príncipe, llos que h a b í a n sellado la paz y la guer-
nunca. E l obispo de Olmutz escribía al ra, sus estandartes de investidura, hastas
Papa Gregorio X : Volunt imperatorem, vexilliferas. Vendieron á los judíos lo
sed potentiam ahhorrent. Pero cuando el que los Papas h a b í a n bendecido. Hicie-
poder se pierde, se le ama; cuando es ron cambalaches con aquellas p ú r p u r a s
vencido, se le admira; cuando muere, se hechas girones y aquellas grandezas cu-
le respeta. Nada h a b í a m á s grande, m á s biertas de cenizas. Entresacaron con
augusto y m á s sagrado en Alemania y cuidado el oro, los diamantes y las per-
en Europa que esas nueve tumbas i m - las, y cuando ya no quedó nada de pre-
periales cubiertas con el triple velo del cioso en aquellos sepulcros, cuando ya
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EL RHIN. 761
no quedó m á s que polvo, barrieron, lancólica y severa, que aun hoy se le©
confundiéndolos en u n agujero, los hue- allí:
sos que hablan sido de los emperadores. MEMENTO CONRADI.
Cabos embriagados hicieron rodar con
el pió en una fosa c o m ú n los cráneos de
nueve Césares. CA.KTA. X X V I I I .
H é a q u í lo que hizo Luis X I V en
1693. Justamente cien años después, en Heidelberg,
1793, h é a q u í lo que hizo Dios.
A M . L U I S 33.
Habia en Francia una tumba real,
El autor se enemista con todos los habitantes de Mannheim.—
como habia un osario imperial en Ale- Heidelberg.—El autor dá muchas explicaciones sobre lo mis-
mania. U n dia, dia fatal, en que toda la mo,—La casa del caballero de San Jorge.—Un versículo de
barbarie de diez siglos reapareció en la laplancha Biblia protege mejor una casa contra el incendio que la
de hojalata M. A. C. L.—Detalles poco conocidos del
superficie de la civilización y la sumer- sitio de Heidelberg por las tropas de Luis XIV.—El autor en
gió, hordas repugnantes, horribles, ar- el bosque.—Desvarío.—Enigma esculpido en la pared de una
madas, que t r a í a n la guerra para hacer- casucha.—El Camino de los filósofos.—Sol que se pone.
—Paisaje.—Cosas crepusculares y misteriosas que empiezan.
la, no á u n rey, sino á todos los reyes; no —Noche.—El autor en lo alto de la montaña.—Horrible foso
á una catedral, sino á toda religión; no entrevisto.—Aventura sobrenatural del zarzal que anda.—
Heidenloeh!—Huellas de los paganos en todas partes en las
á una ciudad ó á todo u n Estado, sino á orillas del Rhin.—Algunas de las visiones de la tarde en estos
todo el pasado del g é n e r o humano; hor valles.—Neckarsteinach.—Los cuatro castillos.-—El Schwal-
bennest.—Leyenda de Bligger le Fleau.—El autor deja esta-
das espantosas, digo, sangrientas, desar llar su profunda admiración por los cuentos de las niñeras.—
rapadas, feroces, se arrojaron con í m p e t u Pasaje curioso de Buchanan sobre Maebeth.-~Lo que el autor
sóbrela antigua sepultura de los reyes de escribe en la puerta del Schwalbennest.—Interior de la ruina.
Francia. Esos hombres, que nada detuvo —Magnificencias que el autor encuentra en ella.—El castillo
sin nombre.—El autor penetra en él.—El interior de una tor-
en su tremenda obra, venian t a m b i é n re grande.—Misterios.—Lo que el autor ve y oye de espanto-
dispuestos á romper las tumbas, desgar- so en ella llegada la noche.—Apresúrase á salir del castillo
sin nombre.—El Neckar en el crepúsculo.—El Petit-Geissberg.
rar las mortajas y profanar los huesos. —Pasaje que relata la historia.—Mirada arrojada sobre las
E x t r a ñ o s y misteriosos obreros venian á cosas y sobre las sombras.—El castillo de Heidelberg.—Lo
que era en tiempo del conde palatino.—Sentido güelfo y faccioso
poner polvo sobre el polvo. F í j a t e en de las inscripciones del palacio de Oton-Enrique.—Los electo-
esto: el primer espectro que despertaron, res palatinos tenían afición á las artes y á las letras.—Federico
el primer rey al que arrancaron brutal- el Victorioso.—El castillo de Heidelberg á vista de pájaro.—
En él se encuentran todos los géneros de belleza.—Huellas
mente el sudario, como se agita el cuer- de la guerra.—Lo que hacia la señora palatina antes de tro-
po de u n criado que ha dormido con carse en hombre.—El autor siente no haber estado allí en
exceso, el primer esqueleto cuyo manto 1693 para dirigir un poco la devastación.—El patio interior.
—La fachada de Federico IV.—La fachada de Oton-Enrique.
de p ú r p u r a asieron para arrojarlo al —La fachada de Luis el Barbudo.—Las columnas de Garlo-
osario, fué Luis X I V . Magno.—Comparación de estas fachadas.—Tristeza.—Una
observación singular.—Los reyes y los dioses.—El autor se
Oh, represalias del destino! ¡1693, imagina el castillo á la claridad del bombardeo.—De qué
1793! ecuación siniestra! ¡admira esa manera ha sido mutilada cada estatua de príncipe y de empe-
rador.—Estátua de Federico ¥.—Estátua de Luis V.—La
precisión formidable! A l cabo de u n si torre de Federico el Victorioso.—Palacio de Oton-Enrique.—
glo para nosotros, al cabo de una hora El interior.—Enumeración de todos los edificios y de todos
para el Eterno, lo que Luis X I V habia los palacios que contenia el castillo de Heidelberg.—Las tor-
res.—El gran tonel.—Detalles desconocidos y curiosos.—
hecho en Spira con los emperadores de Cuántas botellas de vino tiene el gran tonel.—Lo que el vino
Alemania, Dios se lo devolvió en San se vuelve en él.—Los toneles pequeños.—Uno de los toneles
pequeños ha vencido á los granaderos franceses.—Lo que se
Dionisio. apercibe en la oscuridad.—PERKEO.—Moralidad de todas
A u n es preciso hacer notar una cosa: e esas sombrías historias.—Los fantasmas y los aparecidos de
Heidelberg.—Jutha.—Los dos jueces francos.—Los músicos
fundador de la catedral de Spira, el m á s jorobados,—La dama blanca.—Irreverencia de la dama blan-
antiguo de los viejos príncipes g e r m á n i ca con la firma de M. de Gobentzel.—Los dos diablos que el
autor vé en pleno medio dia.—Detalle de las pequeñas devas-
eos, Conrado I I , antes de ser emperador taciones.—Los arquitectos.—Los inválidos.—Los ingleses,—
de Alemania fué duque de la Francia La verja de la escalinata ha tenido sus bárbaros, como nuestra
rhenana. Este duque de Francia fué u l reja de la plaza Real ha tenido sus vándalos.—Siniestro as-
pecto de la torre Rajada al resplandor de la luna.—Visita
trajado por un rey de Francia. Castigo nocturna á la ruina de Heidelberg.—Efectos vertiginosos de
castigo! Si Luis X I V en sus c a m p a ñ a s los rayos lunares.—Opresión de corazón en las habitaciones
de Alemania hubiese pasado á Otter desiertas.—Incidente.—En qué odioso fantasma el autor se vé
forzado á soñar,—El incidente se comporta de una manera
berg, donde yo estaba hace un mes, ha lúgubre é inexplicable,—Cólera de las cariátides y délas esta-
bria visto allí, como en Spira, una ad tuas contra el autor.—Se refugia en el patio.—La luna en
las dos fachadas.—Regreso á la ciudad.—POST-SCRIPTUM.
mirable catedral, edificada t a m b i é n por —Imprecación contra las estufas,
Conrado I I , y esto quizás no hubiese
sido inútil al gran rey, porque sobre la
portada principal de la sombría galería Heidelberg, Octubre.
h a b r í a podido leer esta advertencia me- Querido Luis: P r e p á r a t e ; estoy predis-
TOMO I V . 96
762 OBRAS D E VICTOR HUGO.

puesto á escribirte una carta intermina- los discípulos de Rafael, poblaciones for-
ble. Me pides cuatro páginas; te quiero tificadas, colosos bosquejados, insolen-
dar cien, como dice Orosman. A fó mia, cias al Papa ó á la duquesa de Etampes,
entre tanto malo saca lo que puedas: las viajes de bohemio, con sus dos discípulos
amistades viejas son parlanchinas. Pablo y Ascanio, el hotel de Nesle to-
Hace diez dias que he llegaflo á esta mado por asalto y vaciado por las ven-
ciudad, querido amigo, y no puedo se- tanas, muebles y servidumbre; y después,
pararme de ella. E n t u excursión por a q u í y allí, alguna obra maestra, qualche
Alemania hace doce años, ¿estuviste en hell'opera, como dice él mismo, una Juno,
Heidelberg? Sobre todo, ¿te has detenido una Leda, u n Júpiter de plata alto como
aquí? Porque no basta pasar por Heidel- Francisco I , ó un jarro de oro, por el cual
berg; es preciso residir en ella, es preciso el rey de Francia daba al cardenal de
v i v i r en ella. Y o no te diré ciertamente Ferrara una a b a d í a de siete m i l escudos
tanto de esa especie de falso Versalles de renta.
h á d e n s e que se llama Mannheim, insí- Mis aventuras y mis trabajos, los mios,
pida v i l l a , cuyas calles parecen cortadas los de este laborioso h o l g a z á n que t ú
á escuadra en un pedrusco de yeso, y cu- conoces tanto, querido Luis, t ú los sabes
yos campanarios, como los de Namur, de memoria, porque has participado de
no son campanarios, sino boliches com- ellos largo tiempo; es un paseo solitario
pletos. por un sendero extraviado, la contem-
A l bajar del buque de vapor del R h i n plación de u n rayo de sol sentado en el
he permanecido en Mannheim el tiempo musgo, la visita de una catedral ó de
preciso para enganchar m i carruaje, y una iglesia de aldea, u n viejo libro ho-
apresuradamente he salido escapado jeado á la sombra de un viejo árbol, un
para Heidelberg. Haz t ú otro tanto si palurdo á quien dirijo l a palabra, un
alguna vez vienes por aquí. precioso escarabajo acorazado de oro
Heidelberg, situada y como refugiada violado, que ha caido por desgracia de
en medio de los árboles á la entrada del espaldas, que se agita, y que yo al pasar
valle del Neckar, entre dos cumbres po- le hago recobrar su posición con la pun-
bladas de árboles m á s agrestes que las ta de m i pió; algunos versos mezclados á
colinas y menos ásperas que las monta todo esto, y luego desvarios de muchas
ñas, tiene sus admirables ruinas, sus dos horas ante la Roche-More en el R ó d a n o ,
iglesias del siglo quince, su encantadora el Chateau-G-aillard en el Sena, el Ro-
casa de 1595, de fachada encarnada y landseck en el R h i n ; ante una ruina
e s t á t u a s doradas, llamada la posada del junto á u n rio, ante lo que cae junto á lo
Caballero de San Jorge; sus viejas torres á que pasa, ó, espectáculo á mis sentidos
orillas del agua, un puente, y sobre todo no menos conmovedor, ante lo que flore-
su rio, su rio limpio, tranquilo y salvaje, ce, j u n t o á lo que canta, ante u n myoso-
donde abundan las truchas, se m u l t i p l i - tis inclinando su racimo azul j u n t o á un
can las leyendas, se erizan las rocas; don- arroyo de agua viva.
de la ola, envuelta entre escollos, no es H é a q u í lo que yo hago, ó mejor dicho,
m á s que una inextricable red de torbelli- lo que yo soy; porque para m í , hacer se
nos y de corrientes; encantador rio-tor- deriva fatal é inmediatamente de ser.
rente, en el que se puede asegurar que Como se es, se hace.
n i n g ú n buque de vapor v e n d r á nunca á A q u í , en Heidelberg, en esta ciudad,
chapotear. en este valle, en estos escombros, la vida
Llevo a q u í una vida ocupada, ocu- del hombre pensador es encantadora.
pada un poco á la ventura, es cierto; pero Comprendo que no me iria de este pais
no pierdo u n instante, te lo aseguro: fre- si t ú estuvieses en él, querido Luis, si yo
cuento el bosque y la biblioteca, ese otro tuviese a q u í todos los mios y si el verano
bosque, y por la noche, una vez entro en durase algo m á s .
m i habitación de l a posada, como t u Por la m a ñ a n a salgo y desde luego
amigo Benvenuto Cellini, escribo en — p e r d ó n a m e una frase desvergonzada-
cuartillas, que irán á parar yo no sé dón- mente arriesgada, pero que expresa m i
de, mis aventuras del dia. pensamiento'—paso, para hacer almorzar
Questa mia vita travagliata io scrivo. m i espíritu, por delante de l a casa del
Caballero de San Jorge. Verdaderamente
Solamente que los trabajos de Benve- es u n precioso edificio. I m a g í n a t e tres
nuto eran estocadas ó p u ñ a l a d a s , evasio- pisos con ventanas estrechas soportando
es del castillo de Sant-Angelo, comba- un frontis triangular de gruesas volutas;
ron hierro afilado por el Rosso contra á lo ancho de estos tres pisos dos torreci-
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Has de espionaje con tejados caprichosos, los franceses volvieron; los soldados de
saliendo el alero hacia l a calle, y toda Luis X I V violaron en Spira las sepultu-
esta fachada, de asperón rojo, esculpida, ras imperiales y en Heidelberg las t u m -
cincelada, trabajada con esmero, tan bas palatinas. E l mariscal de Lorges
pronto chocarrera, tan pronto severa y puso fuego á los cuatro lados de la resi-
cubierta de alto á bajo de arabescos, dencia electoral: el incendio fué horri-
medallones y bustos dorados. Cuando el ble; todo Heidelberg ardió. Cuando el
poeta que edificó esta casa la terminó, torbellino de llamas y de humareda que
escribió con letras de oro, en el centro
qués de Chamilly, lugarteniente general; la del lado del frente de
del frontispicio, este versículo sumiso y las obras de tierra del arrabal, por la brigada de Picardía.»
religioso: 8 i Jehova non cedificet domum, (En el campo delante de Heidelberg, 21 de Mayo de 1693.)
frustra laborant (edificantes eam.
Esto era en 1595. Veinticinco años «Seiscientos hombres de Hesse-Cassel vinieron para abastecer
la plaza.
después, en 1620, la guerra de los Trein- »E1 señor de Melac los hizo atacar de la manera siguiente:
ta años comenzó por la batalla del Mont- «Cien hombres del regimiento de Picardía, mandados por los
señores de Coste y Despic, marcharon por entre las viñas de la
Blanc, cerca de Praga, y continuó hasta montaña. Iban seguidos por ciento treinta del regimiento de la
la paz de "Westfalia en 1648. Durante Reina y cincuenta caballos dej regimiento coronel general de
esta larga Iliada, en l a que Gustavo Melac y de Lalande, que llevaban granaderos á la grupa. La se-
Adolfo fué Aquiles, Heidelberg, cua- gunda compañía de los granaderos de la Reina se adelantó por
un buen camino entre la montaña y el rio, con un cañón á su
tro veces sitiada, tomada y recobrada y cabecera, para atacar un atrincheramiento que los enemigos ha-
dos veces bombardeada, fué incendiada bían levantado en el mismo camino. Ciento cincuenta hombres
del regimiento de la Reina sostenían la compañía de granaderos;
en 1635. la caballería y los dragones sostenían toda la infantería. Y se
Una sola casa se escapó de las llamas, atacó á los enemigos por todas partes, los que abandonaron des-
de luego el primero y segundo atrincheramiento, pero se hicie-
la construida en 1595. ron fuertes en el último. El señor de Melac hizo avanzar enton-
Todas las otras que se construyeron ces á los granaderos, que atacaron á los enemigos por el flanco,
sin invocar el nombre del Señor se que- de tal manera, que comenzaron á tomar soleta. Aun se hicieron
firmes por algún tiempo detrás de las bardas y de las viñas, pero
maron por completo. la caballería les obligó por fin á emprender la huida. Los unos
Durante la paz, el elector palatino hicieron esfuerzos para volver á subir la colina por dentro de las
Cárlos Luis, al que se le ha dado el so- viñas, y los otros se salvaron en la aldea de Vebelingen, que
está al pié de la montaña. Sin embargo, habiendo sido reforzados
brenombre del S a l o m ó n de Alemania, por un grupo de campesinos armados, se creyeron en el deber
volvió de Inglaterra y volvió á levantar de volver á la carga; pero los granaderos los rechazaron tan v i -
su ciudad. A S a l o m ó n sucedió Heliogá- vamente, que les obligaron á emprender de nuevo la huida, des-
pués de haberles muerto más de ciento cincuenta hombres y he-
balo, al conde Cárlos Luis el conde cho muchos prisioneros. Los franceses no han tenido en este
Cárlos, á l a rama palatina de Wittels- encuentro más que tres hombres heridos, que son.- un granadero
del regimiento de la Reina, un soldado de Picardía y uno de ca-
bach-Simmern la rama palatina de Pfalz- ballería del regimiento de Melac.»
Neubourg, y , en fin, á l a guerra de los Gaceta del 1.° de Junio.
Treinta años l a guerra del Palatinado. «22 por la mañana. Los enemigos, viéndose estrechados y
E n 1689, u n hombre cuyo nombre se envueltos por las baterías, quisieron abandonar lo que quedaba
utiliza hoy en Heidelberg para asustar del arrabal en pleno día. Se les empujó hasta la puerta de la
ciudad, que ellos cerraron; los granaderos de Picardía la echa-
á los niños, Melac, lugarteniente gene- ron á tierra á hachazos, y no obstante el gran fuego que hacían,
ral de los ejércitos del rey de Francia, los rechazaron hasta la puerta del castillo, que los sitiados cer-
raron, dejando fuera más de quinientos de los suyos, que fueron
entró á saco en la ciudad palatina y la muertos ó cogidos prisioneros.
convirtió en u n m o n t ó n de escombros. «...Las tropas entraron por todas partes en la ciudad, la que
U n a sola casa sobrevivió, la casa saquearon, sin que los oficiales generales pudiesen impedirlo. El
castillo pidió capitular. El mariscal duque de Lorges no quiso
de 1595. otorgar condiciones. Se rindieron á discreción y salieron el 23 en
Apresuráronse á reconstruir Heidel- número de mil ochocientos hombres. Trescientos soldados prisio-
berg. Cuatro años m á s tarde, en 1693 (1), neros, que habían sido recluidos en la gran iglesia, prendieron
fuego á los dos campanarios, que se comunicó á la ciudad, y,
aunque se trabajó para apagarlo, quemó la mayor parte. Se en-
(1) A propósito de este sitio, en el que la ciudad fué sa- contraron cuarenta millares de pólvora, muchas grasadas, bem-
queada en doce horas que dejaron abiertas las trincheras, y que bas, doce cañones fundidos y diez de hierro. También se hicieron
dejó en Alemania un fatal recuerdo que quizá no se berreen dueños del puente de barcas que habían construido los ene-
diez siglos, ofrece algún interés transcribir aquí algunos detalles migos.»
desconocidos y algunas páginas curiosas extractadas de la G a - «París, 30 de Mayo de 1693. El rey salió de Compiegne el 22
ceta de los entresuelos del L o u v r e , ya citada en la car- del mes para ir á acostarséen Roye; el 23 se acostó en Perenne,
ta XXVII. Escusado es decir que estos extractos son textuales y el 24 en Cambray y el 25 en Quesnoy.
que, en cuanto á las comparaciones que puedan hacer nacer en «El rey y la reina de la Gran-Bretaña vinieron aquí el 27 á vef
el espíritu del lector, el autor de este libro no ha tenido la i n - á sus Altezas Reales, y oyeron las oraciones en el monasterio de
tención ni de buscarlas, ni de evitarlas. los Capuchinos.»
Gaceta del 28 de Mayo. Gaceta del 6 de Junio.
«El señor de Melac, lugarteniente general, ocupa las alturas «...La ciudad está tomada; los soldados, los de caballería y íoS
que dominan el castillo con doce batallones y cincuenta drago- dragones, entraron en ella por todas partes y comenzaron á sa-
nes. Ha arrojado á los.enemigos de su reducto, desde donde se le quearla... Los soldados no pudieron ser detenidos, por más que
puede atacar deflancolos trabajos de la plaza. hacían los oficiales para impedir las consecuencias del desórden
«Se ha fijado una batería de seis cañones al otro lado del y el incendio de la ciudad, aunque habiendo sido tomada por
Neckre. La trinchera debe estar abierta esta tarde por el mar- asalto no pudiesen evitarse. El marqués de Chamilly hizo desde
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envolvía la ciudad se disipó, vióse una la meditación de la Biblia, busco á Dios.


casa, una sola, en pió en aquel m o n t ó n A m i g o mió, cada cual tiene su libro;
de cenizas. y, fíjate, en el Evangelio como en el
A u n era la misma casa de 1595. paisaje, la misma mano ha escrito las
Hoy, la preciosa fachada bermeja, ada- mismas cosas. Respecto á mí, yo pienso
mascada de oro, siempre vírgeq, intacta que todas las fases de J e h o v á quieren y
y altiva y solo digna de ligarse a l casti- deben ser contempladas, y esta idea re-
llo en ese insignificante amontonamiento gula y llena todos mis desvarios desde
de casas blancas que forman actualmen- hace veinte años: t ú lo sabes, tú, Luis,
te Heidelberg, se yergue soberbiamente que me quieres y á quien yo quiero.
en la ciudad y hace centellear al sol l a Pienso t a m b i é n que el estudio de la na-
triunfante inscripción, en la que leo todas turaleza no d a ñ a en manera alguna á l a
las m a ñ a n a s a l pasar que J e h o v á ha sido práctica de la vida, y que el espíritu que
el obrero y que J e h o v á ha sido el sal- sabe ser libre y alado entre los pájaros,
vador. perfumado entre las flores, móvil y v i -
Verdad es; porque es preciso decirlo brante entre las olas y los árboles, sereno
todo, que la devoción del Renacimiento y apacible entre las m o n t a ñ a s , sabe tam-
se sazonaba con fantasías paganas, y bién, cuando llega la hora y mejor quizá
t a m b i é n es verdad que el efecto de ese que nadie, ser inteligente y elocuente
grave salmo está un poco modificado por entre los hombres. Y o no soy nada, ya
esa línea profana que el arquitecto ha lo sé, pero yo formo m i nada con pedaci-
grabado por encima: Frcestat invicta Ve- tos de todo.
nus, la que debe encontrarse algo morti- Así he ido todo el dia sin darme cuen-
ficada por esta tercera leyenda que co- ta por dónde iba, la mirada fija con fre-
rona el frontis: Soli. Deo. Gloria. cuencia en tierra, la cabeza encorvada
Saludada l a milagrosa casa, paso el hácia el sendero, los brazos atrás á la
puente y me voy á l a m o n t a ñ a . espalda, dejando perder las horas y re-
Allí yo me hundo, me pierdo; camino cogiendo los pensamientos cuando los
á la ventura, tomo el camino que se me encontraba. Me he sentado en esos exce-
presenta; miro, capitel por capitel, los lentes sillones cubiertos de musgo, es de-
árboles, esos pilares de l a gran catedral cir, de terciopelo verde, que la antigua
misteriosa, y sumido en la lectura de la P a l é s excava al pié de todas las viejas
naturaleza, como los viejos puritanos en encinas para el viajero fatigado; he pues-
to en libertad, en señal de bienvenida,
luego poner los prisioneros y muchos vecinos con sus mujeres y
sus hijos en la gran iglesia, como en un lugar seguro. Pero estos
como u n soberano benigno, todas las
prisioneros prendieron fuego á los dos campanarios, y de ellos se moscas y todas las mariposas que he
comunicó á las casas de la ciudad y á los arrabales, desde donde encontrado cogidas en las telarañas
por azar se prendió en algunos otros sitios y se esparció casi por
todas partes, á pesar del cuidado que se tuvo para apagarle. El que he visto formadas alrededor de mí;
señor de Heidersdorf, que mandaba en el castillo, pidió entre tan- p e q u e ñ a y oscura amnistía, que, como
to capitular. Un capuchino fué muchas veces de una parte á la todas las amnistías, solo incomoda á las
otra, acompañado de un teniente coronel y de un magistrado. La
capitulación se concertó. Se encontraron diez millares de plomo a r a ñ a s . Y después he visto circular por
en barras, siete en balas, cinco mil granadas cargadas, cien bom- debajo de m i trono, en el barranco, u n
bas y un gran número de herramientas. Las tropas comenzaron
después á demoler las fortificaciones del castillo.» admirable arroyo sembrado de rocas pun-
tiagudas, donde se arruga en m i l plie-
E l mismo n ú m e r o .
gues la t ú n i c a de plata de la náyade; ó
«Du Quesnoy, 2 de Junio de 1693.
«El 28 del mes último, un correo despachado por el mariscal bien, si el monte no tenia torrente, si el
duque de Lorges llevó al rey la noticia de la toma de Heidelberg. viento, las hojas y la yerba se callaban,
El 31 el rey hizo sus devociones y visitó á los enfermos. Su ma- si el sitio era m u y tranquilo, m u y desier-
jestad nombró al abad de la Luzerne para el obispado de Cahors
y al abad de Denonville para el obispado de Comminges, Su to, m u y alejado de toda ciudad, de toda
majestad dió una canongía de la Santa-Capilla al señor Boileau, casa, hasta de toda cabaña, he impuesto
decano de la iglesia de Sens, y otra al señor Basire.» el silencio en m í mismo á todo lo que
«París, 6 de Mayo de 1693. murmura sin cesar en nosotros, he abier-
fSie. Errata, 6 de Junio.)
»El primero de este mes se cantó en la iglesia de Nuestra Se- to el oido á las canciones de a l g ú n jó-
ñora, por órden del rey, el Te-Deum en acción de gracias por la ven m o n t a ñ é s perdido en la arboleda
rendición de Heidelberg. Asistieron á él las órdenes religiosas con con su rebaño de cabras, allá abajo,
las ceremonias acostumbradas, y por la tarde hubo fuegos en to-
das las calles.» muy lejos, por encima ó por debajo de
Además del saqueo de la ciudad, la toma de Heidelberg tuvo m í . Nada hay tan melancólico y dulce
un lúgubre final. Al llegar al campamento de los imperiales en
Heilbron, el general Heidersdorf, que habia capitulado con el como la tirolesa salvaje cantada en la
mariscal de Lorpes, fué sometido ante los jueces militares y sombra por u n pobre pastorcillo, invisi-
condenado á muerte. Se le cortó la cabeza. Un capitán y un te- ble para la soledad que la escucha. A l -
niente fueron envueltos en el proceso que se le siguió y partici-
paron de su suerte. gunas veces sucede que en toda una
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gran m o n t a ñ a no hay m á s que la voz de sangrienta? U n a vara de v i d cargada de
un n i ñ o . racimos trepa alegremente á través de
Los montañeses de esos bosques veci- este sombrío enigma.
nos al Bosque-Negro tienen una espe- A fuerza de mirar encontré algunos
cie de canto claro-oscuro que es encan- caractéres grabados en lo alto del bajo-
tador. relieve del p u ñ o cortado, y separando
Como tengo la costumbre de pasear los racimos y las hojas descifré la pala-
todos los dias, comienzo á ser conocido y bra Burg-Freyheit.
aceptado por todas estas aldeas. Los n i - E l mismo dia, y ya hácia la tarde—ha-
ños que juegan á los soldados desorde- bla dejado á medio dia la ciudad por el
nan sus filas para dejarme pasar; el car- camino llamado de los Filósofos, por cuyo
retero del valle del Neckar me sonríe camino se v á no sé á dónde, lo cual se
por debajo de su fieltro, adornado de ga- explica en un camino de filósofos,—me
lones de plata con flecos colgantes y ro- encontraba en un valle cualquiera. Co-
sas artificiales; los campesinos me salu- m e n c é á trepar la pendiente de una alta
dan gravemente con su gran sombrero á colina por una de esas sendas antiguas
lo Enrique I V ; las jóvenes y las viejas que se encuentran con frecuencia en este
me consideran como u n t r a n s e ú n t e fa- pais, senderos-escaleras, pavimentadas de
miliar, y me dicen: "Q-uttag,,. A propósi- grandes rocas toscas, parecidas á los mu-
to; a q u í , m á s que en ninguna otra parte, ros ciclópeos colocados de plano en el
me pregunto, cada vez que atravieso suelo, que los ignorantes atribuyen á los
una calle de pueblo ó de lugarejo, cómo gigantes y los sábios á los romanos, es
de tantas preciosas muchachas pueden decir, siempre á los gigantes.
hacerse tantas viejas feas.—Dibujo a q u í E l dia se apagaba detrás de m í en la
y allí barracas que tienen carácter espe- llanura del Rhin.
cial. E n este pais, devastado por las guer- Era uno de esos soles ponientes sinies-
ras feudales, las guerras m o n á r q u i c a s y tros en que el sol parece abismarse para
las guerras revolucionarias, las c a b a ñ a s siempre en la sombra, aplastado bajo
están construidas con ruinas de castillos; nubes de granito, sin forma regular y
esto produce e x t r a ñ o s edificios. E l otro nadando en un inmenso mar de sangre.
dia encontró una casucha de aldeano for Yo subí lentamente á los resplandores
mada del modo siguiente: cuatro paredes de esta luz.
de adobes, blanqueadas con cal; una Poco á poco palidecía; después des-
puerta y una ventana en la fachada; á apareció. Cuando estuve á mitad de l a
la derecha de la puerta el león de Ba colina me volví.
viera coronado, llevando el globo y el Tenia ante mis ojos uno de esos gran-
cetro, esculpido casi en completo relieve des paisajes crepusculares en que las
en una ancha losa de asperón rojo. A la m o n t a ñ a s se arrastran por el horizonte
izquierda de la ventana, otra losa de as- como enormes caracoles y en que las
perón rojo, gran bajo-relieve represen corrientes y los rios, pálidos y ondulan-
tando un p u ñ o crispado sobre u n tajo y tes á través de la bruma, se asemejan
medio cortado por u n hacha. Encima del á la huella plateada que aquellos i m -
hacha esta fecha borrada: 16...; por de- primen.
bajo del tajo esta otra fecha: 1731; en- E l monte se volvia cada vez m á s áspe-
tre las dos fechas esta palabra: RENOVA- ro, la escalera de las rocas se prolongaba
TUM. No hay nada m á s misterioso n i m á s indefinidamente; pero los arbustos y los
siniestro que ese bajo-relieve. No se vé castaños jóvenes enanos se agitaban al-
al hombre cuyo p u ñ o aparece, n i se vé rededor de m í con ese murmullo amiga-
el verdugo cuya hacha se muestra. Ese ble y hospitalario que i n v i t a al viajero á
horrible acontecimiento parece salir de proseguir su camino.
una nube. Los dos bajo-relieves están E m p r e n d í , pues, de nuevo m i ascen-
incrustados en la pared un poco m á s sión.
abajo de los viejos listones del techo. E l Cuando llegué á la cima de uno de los
león palatino se vuelve como irritado y lados m á s bajos del monte, la luna, l a
furioso hácia ese p u ñ o medio cortado. luna llena, redonda y brillante, que es
Ahora bien, ¿quién ha llevado allí ese de cobre en las llanuras y de oro en las
león? ¿qué significa ese horrible bajo-re- m o n t a ñ a s , apareció de repente delante
lieve? ¿qué crimen hay á través de ese de mí, y trepando ella misma á lo largo
suplicio? ¿qué singular azar es ese que de l a colina vecina, se deslizó á flor de
tuvo el capricho de completar una cho tierra por los negros matorrales, como
za con ese león rugiente y esa mano u n disco espléndido empujado por gé-
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nios invisibles. Toda esta cadena de c i - Se me antojó ver en el pavimento al-


mas y valles, vista á esta claridad, gra- gunas esculturas gastadas por el tiempo
das de ese sendero de los gigantes, tenia y mezcladas á los escombros, y entre
yo no sé q u é aspecto sobrenatural. esos escombros un gran bloque redon-
Comenzaba á tener necesidad de ayu- deado, groseramente trabajado, tenien-
da. L a luna iluminaba m i camino, lo do horadado en su centro un agujerito
que me era muy conveniente. A l mismo cuadrado, cuyo bloque podia ser un
tiempo m i sombra echó á andar á m i altar céltico ó un capitel del siglo diez.
lado como para darme c o m p a ñ í a . Diez No habia n i un peldaño para bajar á
minutos después l l e g u é á lo alto de l a la excavación.
m o n t a ñ a . Desde bajo yo no la creí tan Esto quizás fuera una simple cisterna,
alta. Sea dicho de paso, esa es la historia pero te aseguro que la hora, el lugar, la
de todas las grandes cosas vistas desde luna, las zarzas y las cosas confusas en-
abajo. De a q u í nacen los juicios mezqui- trevistas en el fondo, daban yo no sé q u é
nos y estrechos de los hombres pequeños de temible y de salvaje á esa misteriosa
sobre los grandes hombres. estancia sin escalera, hundida en la tier-
Solo poblaba el cielo la luna. N i una ra, con el cielo por techo.
nube, n i una estrella. E r a ese gran dia Qué cosa es ese foso singular? T ú que
de la noche que brilla una vez por mes. me conoces, comprenderás m i obstina-
E n la cima del monte, vasta prolonga- ción en buscar y saber algo m á s de lo
ción de l a misma, cubierta de maleza y que me dicen la luna y el desierto sobre
barrida por el viento, lo que se extendía esa cueva: separé las zarzas con m i bas-
ante mis ojos no era u n paisaje, sino u n tón, me a g a r r é á los sarmientos, que cogí
gran mapa casi circular, esfumado por á p u ñ a d o s , y me incliné para ver en esa
la distancia y los vapores, como el que sombra.
debió ver Jesucristo cuando S a t á n le E n aquel momento oí una voz grave y
transportó á la m o n t a ñ a para ofrecerle cascada pronunciar distintamente detrás
los reinos de l a tierra. Entre paréntesis, de m í esta palabra: Heidenloch!
hacer una proposición semejante al que Aunque sé poco a l e m á n , conozco esta
sabe que es Dios y que tiene el poder de palabra. Significa agujero de los Fáganos.
Dios, ofrecer los reinos de la tierra al Me volví.
que tiene los reinos del cielo, es u n rasgo Nadie en la maleza; el viento que so-
de estupidez, digámoslo en confianza, plaba y la luna que iluminaba. Nada
que me causa pena comprender que se le más.
ocurra á esa especie de "Voltaire antidi- Solamente a l l á , al lado del bosque, á
luviano que llamamos el diablo. una treintena de pasos, entre la luna y
H á c i a el Norte, la maleza venia á ter- yo, me pareció que habia una masa de
minar en un bosque. N i una choza, n i sombra, un alto zarzal, en el que aun no
una c a b a ñ a de leñador. Una soledad me habia fijado.
profunda. Creí haberme e n g a ñ a d o y que, como
P a s e á n d o m e por esta prolongación de todos los que se pasean en las soledades,
la cima apercibí, á algunos pasos de u n me habia vuelto algo visionario, y me
sendero que apenas se distinguía, debajo puse á explorar el borde del foso.
de zarzales escabrosos—4 propósito de Y volvió á sonar la voz por segunda
zarzales, la palabra horridus falta en vez, y de nuevo volví á oir detrás de m í
nuestra lengua; expresa menos que hor- las tres sílabas extrañas. Heidenloch!
rible y m á s que escabroso,—apercibí, Esta vez me volví con viveza y, á m i
digo, una especie de agujero, hácia el vez, dije en voz alta: Quién está ahí?
cual me dirigí. E n este instante creí notar, no sin un
Era u n foso cuadrado bastante grande, extremecimiento involuntario, te lo con-
profundo de diez ó doce piés, ancho de fieso, que el alto zarzal avanzaba a l g u -
ocho ó nueve, por donde se encorvaban nos pasos.
zarzas rojizas y en el que los rayos de la Repetí: Quién está ahí? y en el momento
luna entraban por las hendiduras de la en que iba á marchar resueltamente h á -
maleza. Vagamente distinguí en el fon- cia él, v i que se dirigía hácia mí, y oí
do un embaldosado de anchas losas m i - sonar por tercera vez la voz decrépita
nado por las lluvias, y en las cuatro que decia: Heidenloch!
paredes una poderosa m a m p o s t e r í a de E n estos lugares desiertos, á estas ho-
piedras enormes, en la actualidad in- ras intempestivas de la noche, se es pro-
forme y horrible bajo las yerbas y los penso á las supersticiones, y te declaro
musgos. que todas las leyendas del R h i n y del
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Neckar comenzaron á presentarse en m i Los paganos, es decir, los sicambros
i m a g i n a c i ó n y me subieron al cerebro según unos y los romanos según otros,
como un vapor, cuando el zarzal sobre- han dejado a d e m á s huellas profundas en
natural se volvió. Entonces lo que estaba las tradiciones populares, que a q u í se
en la sombra dió frente á la luna, y dis- mezclan por todas partes á la historia y
t i n g u í una viejecita encorvada hasta la la embrollan. E n Lorch, á la entrada del
barba, apoyada en u n bastón de gruesos Wisperthal, hay otro agujero dé los Fága-
nudos, casi escondida en un gran mon- nos, llamado t a m b i é n Heidenloch. E n
tón de ramas que se desbordaban por to- W i n k e l , junto al Rhin, la antigua V i n i -
dos lados, barriendo la tierra por detrás cella tiene la calle de los Fáganos, Hei-
de ella y balanceándose por encima de dengass, y en Wiesbade, la antigua
su cabeza de la manera m á s fantástica. Visibadum, tiene el muro de los Fáganos,
E l l a me miraba con sus ojos grises, repi- Heidenmaner.
tiendo: Beidenlochl Heidenloch! Entre estos vestigios paganos no cuento
Se hubiese dicho que era una vieja una especie de arco, cuyos restos, cubier-
driada arrojada por los leñadores, lle- tos de hiedra, se desploman en la mon-
vando su árbol á la espalda. t a ñ a detrás de Oaub, á una legua cerca
Era sencillamente una pobre mujer de Grutenfels, y que los campesinos lla-
que venia de cortar l e ñ a en el bosque, man el puente de los Fáganos, Heidenbruc-
que habia visto un extranjero y que le ke, porque me parece evidente que es l a
habia dado una noticia que sin duda ruina de un puente construido allí por
buscaba, y ahora regresaba á su choza á los suecos durante la guerra délos Trein-
la luz de la luna, arrastrando su haz por ta años. Por lo demás, la tradición no se
el sendero de los gigantes. equivoca gran cosa. Grustavo Adolfo es
Le d i las gracias dándole algunos casi u n Scipion, y lo que él hizo en el
kreutzers y la observé con admiración. R h i n en el siglo diez y siete es l a g r a n
E n m i vida habia visto una vieja m á s guerra clásica, la guerra romana. Las
p e q u e ñ a debajo de u n haz m á s enorme. mismas estrategias que Polibio refiere
E l l a me dirigió, con u n g r u ñ i d o de re- en la guerra púnica, Folard las encuen-
conocimiento, una horrible mueca gra- tra y las hace constar en la guerra de
ciosa, que hace cincuenta años habria los Treinta años.
sido una fresca y encantadora sonrisa. A q u í tienes, querido Luis, las aventu-
Después me volvió la espalda, es decir, ras de mis caminatas, y francamente, no
la leña, y al cabo de algunos minutos, al me admira que los cuentos y leyendas
llegar á la pendiente del monte, se hun- hayan germinado por todas partes en u n
dió en la tierra y se desvaneció como pais en donde los zarzales se pasean do
una aparición. Su explicación, sin em- noche y dirigen la palabra á los tran-
bargo, no explicaba nada. Era una pala- seúntes.
bra l ú g u b r e a ñ a d i d a á una cosa l ú g u - L a otra tarde, á la hora del crepúscu-
bre. Helo a q u í todo. lo, tenia delante de m í una alta cumbre
Te confieso que permanecí mucho negra y pelada, llenando todo el hori-
tiempo en este sitio mirando el agujero de zonte y sobrepuesta en su cúspide una
los Fáganos, que es quizás la tumba gran torre ruinosa, aislada como las tor-
abierta y vacía de u n gigante, t a l vez res maximilianas del valle de L i n z .
una c á m a r a druídica, acaso el sumidero Cuatro grandes almenas usadas, despor-
de un campo romano, ó el depósito p l u tilladas y cambiadas por el tiempo en
vial de a l g ú n convento bizantino des triángulos, completaban l a sombría si-
aparecido, ó la horrorosa cueva sepulcral lueta de la torre y le formaban una
de un cadalso demolido, cuyas paredes corona de florones agudos. Los campesi-
silenciosas han sido quizás regadas con nos, actuales habitantes de esta casucha,
sangre humana ó rellenadas de esquele h a b í a n encendido en el interior una i n -
tos, ó ensordecidas por la danza del sá- mensa hoguera de leña, cuyas llamaradas
bado girando alrededor del osario; foso aparecían por fuera de las tres únicas
lleno de tinieblas, en el que la luna arro- aberturas que tuvo la ruina, una puerta
j a hoy un rayo lívido y una vieja una cimbrada bajo y dos ventanas arriba.
palabra siniestra. Así iluminada, no era ya una torre, era
Cuando bajó de la m o n t a ñ a distinguí la cabeza negra y monstruosa de un es-
entre los árboles, en una cima vecina, pantoso P l u t o n abriendo su boca llena
una torre ruinosa, á la cual se une sin de fuego y mirando por encima de l a
duda la excavación, cuya significación colina con sus ojos hechos brasas.
se ha perdido hoy. > A aquellas horas, cuando el sol se ha
768 OBRAS D E VICTOR HUGO.

puesto, cuando la luna no se ha asomado dido que se llamaba Bligger le Fleau.


todavía, se encuentran valles que pare- Todo el valle, de Heilbronn á Heidel-
cen montones apilados de derrumba- berg, era presa de ese g a v i l á n con faz
mientos extraños; es el momento en que mmana.
las rocas parecen ruinas y las ruinas Como á todos los de su clase, la Dieta
rocas. e ordenó que se presentase: Bligger des-
Algunas veces la parte de poeta que a t e n d i ó el mandato.
hay en m í triunfa del algo de anticuario E l emperador le desterró del imperio.
que en m í existe t a m b i é n , y gozo con Bligger se echó á reir al saberlo.
estas visiones. L a liga de las cien ciudades envió sus
Algunas veces vuelvo al dia siguiente; mejores tropas y su mejor c a p i t á n á si-
exploro la casucha paso á paso y trato tiar el Nido de G-olondrina. E n tres sali-
de hacer constar la edad por el saliente das, le Fleau exterminó á los sitiadores.
de las barbacanas, la forma de las mol- Bligger era u n combatiente de estatu-
duras y la separación de las ojivas. ra colosal y sus brazos golpeaban con la
Hay en este género, á dos millas de fuerza de u n herrero.
Heidelberg, un delicioso valle, valle de Por fin el Papa le e x c o m u l g ó y á to-
arqueólogo y valle de soñador. Cuatro dos los que con él estaban.
viejos castillos sobre cuatro abolladuras Cuando Bligger oyó leer, al pió de una
de las rocas como cuatro buitres que se muralla, por uno de los mesnaderos del
miran; entre esos cuatro castillejos, un Sacro-Imperio, la sentencia de excomu-
pueblecito r u i n parece haberse refugiado nión, l e v a n t ó los hombros.
con espanto en la cima de una m o n t a ñ a A l dia siguiente, al despertarse, en-
cónica, desde donde se apretuja en sus contró el castillo desierto y la puerta y
murallas y desde donde observa hace la poterna tapiadas. Todos sus hombres
seiscientos años la actitud temible de los de armas h a b í a n dejado durante la no-
castillos. E l Neckar parece que hace la che la cindadela maldita y h a b í a n tapia-
causa del pueblecito, pues rodea la mon- do las salidas.
t a ñ a de los que lo viven con su brazo de Uno de ellos, que se h a b í a ocultado en
acero. Viejos bosques, recamados en esta la m o n t a ñ a , en una roca desde donde la
estación con todos los matices dorados mirada penetraba en el interior del cas-
del otoño, se inclinan por todas partes tillo, vió á Bligger le Fleau bajar l a
hácia este valle como cuando se espera la cabeza y andar con lentos pasos por el
hora del combate. H a y allí entre los ro patio. E l no entró una sola vez en el cas-
bledales y los castañares grandes pina tillejo, y a n d ó así hasta la tarde, solo y
res habitados por los buhos y las ardi- haciendo sonar las losas bajo su talón de
llas. A ciertas horas, este conjunto no acero.
es un paisaje, es una escena, y se espera E n el momento en que el sol se ocul-
el instante en que los actores, ese pueblo taba detrás de las colinas de Neckarge-
y esos castillos, ese hormiguero de ena mund, el temible burgrave cayó á lo
nos y esos cuatro gigantes petrificados, largo en tierra.
van á recobrar la vida y dar principio á Estaba muerto.
la función. Su hijo no pudo relevar á su familia
Este admirable lugar se llama Nec de la excomunión m á s que cruzándose y
karsteinach. Uno de esos cuatro castille- trayendo de la Tierra Santa la cabeza del
jos se ha convertido en a l q u e r í a y otro s u l t á n , la que aun figura hoy en medio
en quinta de recreo. Los otros dos, que del escudo de u n caballero de piedra que
están completamente arruinados, devas- se l l a m a Ulrico Landschad, hijo de
tados ó desiertos, me han interesado so Bligger, y que duerme tendido en una
bremanera y me han hecho volver m u tumba en la iglesia de Steinach.
chas veces. Esta familia está hoy extinguida.
E n el siglo doce uno de ellos se llama ¿Es verdad, Luis, que es una preciosa
ba y aun se llama hoy Schwalbennest historia y que vale t a m b i é n la pena de
lo que quiere decir el Nido de Golondrina ser referida como las grandes batallas y
E s t á , en efecto, colocado en saliente los matrimonios de los reyes? Todo esto
fabricado, como por una golondrina g i conviene recogerlo en la memoria del
gantesca, sobre una consola de rocas, en pueblo. Los historiadores desdeñan estos
el arco avialado de un enorme monte de detalles, diciendo que esto es pequeño; yo
asperón rojo. declaro que es grande. Esos son cuentos
E n tiempo de Rodolfo de Habsburgo de n i ñ e r a s , a ñ a d e n ; pero, ¿conoces t ú
fué la m a n s i ó n de u n feroz hidalgo-ban- nada m á s magnífico y m á s terrible que
EL RHIN. 769
los cuentos de niñeras? Respecto á m í , muerto de repente en el suelo. L a mon-
debo decir que Homero me parece tan t a ñ a , llena de manantiales, c o n t i n ú a
sublime porque yo coloco la Iliada en- rezumando gota á gota en la cisterna
tre los cuentos de n i ñ e r a s . semi-colmada. Los fresales en flor se es-
Con este motivo, Buchanan, al que yo parcen entre las losas. Las piedras de las
hojeaba estos dias en l a Biblioteca de paredes, azotadas por l a lluvia y lamidas
Heidelberg, hace una manifestación i n - por la luna, e s t á n picadas de m i l aguje-
genua. Hó a q u í lo que escribe á propósi- ros, donde larvas de mariposas-espectros
to de Macheth: Multa Me fahulose affin- hilan en la sombra su capullo. N i n g ú n
gunt; sed, quia theatris aut fabulis milesiis sér humano hay en esta morada. E n las
sunt aptiora quam historice, ea omitto. E l ventanas inaccesibles del castillejo apa-
que Buchanan pone así entre dos p a r é n - recen plantas silvestres; los heléchos, que
tesis es Shakespeare. agitan allí su abanico, y las cicutas, que
E l pueblo, por otra parte, no se equi- inclinan su quitasol. L a gran sala, cuyo
voca en esto. A m a lo grande y ama los techo y cielos rasos e s t á n desfondados,
cuentos. Hasta exagera de buena fe los está t o d a v í a realmente decorada por tre-
personajes de sus leyendas, y los coloca, ce ventanas grandes abiertas por la parte
por el abultamiento augusto de los dóta- del valle. E n el momento que yo me en-
les, al nivel de los grandes hombres contraba en ella, el sol poniente hacia
históricos. L a crónica no gasta ceremo- servir una de las ventanas de marco á
nias como la historia para trastornar u n Claudio L o r r a i n magnífico.
toda la naturaleza cuando se trata de E l otro castillejo no tiene nombre, n i
festejar alguno de sus héroes. Cuando el historia, n i fecha, por decirlo así, n i has-
laird escocés D u n w a l d asesinó, en el ta casi forma, y es mucho m á s terrible
castillo de Pores, al rey Duff, ocurrieron aun que el Nido de Golondrina.
alM muchos prodigios y el sol se veló Si se hiciese por u n instante caso o m i -
como en la muerte de César. so de l a torre cuadrada que aun le domi-
Si los narradores de esas grandes co- na, se observarla que no es un castillejo,
sas se llaman H é c t o r Boece ó Hailes 's, lo n i una ruina, n i una casucha, n i u n edifi-
que refieren no es historia, son cuentos. cio teniendo forma humana—porque el
E l dia en que ellos se llamen Homero, hombre imprime l a forma al edificio,—
V i r g i l i o ó Shakespeare, no será tampoco sino que es u n bloque, una masa caverno-
historia lo que hagan, serán epopeyas. sa, una roca horadada como un p u l m ó n
E l Schwalbennest tiene hoy aun un ar- de agujeros y de coecums, una enorme
rogante y sombrío aspecto. Es un casti- m a d r é p o r a que penetra y que llena inex-
llejo cuadrado, cuyos dos ángulos vueltos tricablemente con todas sus antenas, con
hácia el valle desaparecen y se absorben todos sus pies, con todos sus dedos, con
debajo de dos torrecillas redondas con todos sus cuellos, con todas sus espirales,
barbacanas; una doble circunvalación con todos sus picos, con todas sus t r o m -
cubierta de hiedra lo envuelve, y todo pas, con todas sus cabelleras, la vegeta-
ese bloque pende colgado, como ya te lo ción, ese pólipo espantoso.
he dicho, del flanco de una m o n t a ñ a casi Y o e n t r é allí con mucho trabajo, ha-
suspendida sobre el Neckar. ciendo en la maleza u n ruido como si
Y o escalé el sendero, en otro tiempo fuese u n venado.
tan temible, por donde han caido chor- Este castillejo cuenta dos siglos m á s
ros de aceite hirviendo, pez encendida y de a n t i g ü e d a d que el Schwalbennest.
plomo derretido desde las barbacanas. L a torre cuadrada solo tiene un hueco,
Y o e n t r é por esa poterna y por esa puer- una puerta del siglo noveno, por debajo
ta que han sido tapiadas, hoy anchas del cual aun salen de los muros, á una
hendiduras que abren paso al primer re- altura de cerca de cuarenta pies, las dos
cien llegado, y con \ m clavo he grabado repisas de reborde abrillantado que sos-
estas tres líneas en una piedra de las t e n í a n el puente levadizo. L a arquivolta
jambas y dintel de l a puerta: Guando la llena de sombra de esta entrada inacce-
puerta de la tumba se cierra á una fami- sible se conserva tan pura como si hu-
lia para no abrirse jamás, la puerta de la biesen cortado ayer la piedra.
casa se abre para no cerrarse nunca. L a ú n i c a cosa que tiene t o d a v í a for-
E l interior del castillo es de u n aspec- ma, como la torre cuadrada, es una gran
to l ú g u b r e . Raices de árboles alzan a q u í torre redonda, arrasada las tres cuartas
y allá ese viejo enlosado del siglo doce, partes de ella, que rodea uno de los á n -
donde ha resonado la colosal armadura gulos del muro y que he distinguido a l
de Bligger cuando el burgrave cayó subir. U n a vez metido en los antros la-
TOMO I V . 97
770 OBRAS D E VÍCTOR HUGO.

berínticos del castillo desplomado, me ha misteriosa del gran músico invisible. E n


costado a l g ú n trabajo reconocerle. Por el castillo sin nombre, á la hora del cre-
fin notó entre dos montones de yerba la púsculo sucede lo mismo, pero invertido
embocadura estrecha de u n corredor. Me de una manera horrible. Todos los móns-
deslicé por él y llegué de este modo truos de la sombra se despiertan y em-
á una p e q u e ñ a y singular encrucijada; piezan á hormiguear. E l murciélago bate
eran cuatro celdas oblonga^, aboveda- las alas, la a r a ñ a golpea el muro con su
das, bajas, irradiando hacia los cuatro martillo y el sapo agita su horrible car-
puntos diferentes del valle, terminadas raca. No sé q u é vida venenosa y fúnebre
cada una por una tronera y partiendo se arrastra entre las piedras, entre las
las cuatro del extremo del corredor por yerbas y entre las ramas. Y luego se
donde yo habia entrado. F i g ú r a t e el i n - oyen susurros sordos, toques raros, alari-
terior del molde donde se hubiera fundi- dos, crepitaciones debajo de las hojas,
do el pié de una á g u i l a colosal. Esas suspiros débiles que suenan al lado de
cuatro celdas tenian aberturas para los unos gemidos desconocidos, ruidos l ú g u -
íalconetes y m á q u i n a s de guerra. Desde bres exhalados por séres deformes, lo que
el punto donde yo me encontraba, el no se escucha j a m á s aullado ó murmu-
burgrave podia ver á la vez, por la p r i - rado por lo que no se vé nunca. A cada
mera tronera, á su derecha, la parte instante gritos horrorosos salen de pron-
opuesta de l a m o n t a ñ a ; por la segunda, to de las habitaciones desmanteladas y
enfrente de él, el Schwalbennest; por la desiertas; son las lechuzas que se quejan
tercera, la ciudad agrupada en la coli- como los moribundos. E n otras ocasiones
na, y por l a cuarta, á su izquierda, los se cree uno que andan por los sotos á la
otros dos castillos del valle. Esta garra proximidad de algunos pasos; es la ho-
de á g u i l a , que tenia por u ñ a s cuatro má- jarasca fatigada que se remueve. Dos
quinas de guerra, era el interior de la carbones ardientes, caldos no se sabe de
torre redonda. q u é horno, brillan en la sombra en me-
Entre las cuatro aberturas todo era dio de los escaramujos; es u n mochuelo
granito cementado y m a m p o s t e r í a ma- que te mira.
ciza. Y o he dibujado el Schwalbennest Y o me he apresurado á irme, lo que
visto por la tronera. he efectuado con bastantes dificultades,
E n la primavera, esta ruina, cambiada no sabiendo dónde poner mis manos en
en u n prodigioso ramo de flores, debe es- las tinieblas y separando á tientas las
tar encantadora. piedras con l a contera de m i bastón. Te
A q u í nadie sabe nada del castillo. N i aseguro que no he podido contener u n
aun le queda su leyenda y su espectro. movimiento de alegría cuando al salir
Las generaciones de hombres que lo han de la sombría é impenetrable bóveda de
habitado han entrado allí cada cual á su vegetación que cierra y envuelve la rui-
vez como en una caverna sin fondo y no na, el cielo azul, vago, estrellado y es-
ha vuelto á aparecer l a sombra de n i n pléndido, se me ha aparecido como u n
guno. inmenso pilón de lapislázuli, tachonado
Como yo l l e g u é al ponerse el sol, la de oro y colocado entre las cimas sepa-
noche se me echó encima estando aun radas de las m o n t a ñ a s .
a q u í . Entonces esta morada ruinosa, lle- Me pareció que salia de una t u m b a y
na de maleza, poco á poco dejó oir, agran- que volvía á l a vida.
dándolo, u n ruido e x t r a ñ o . Querido Luis, Por la tarde, después de estas expedi-
si alguna vez te hablan del silencio de ciones, volví otra vez á la ciudad. Por
las ruinas durante la noche, te ruego el camino encontré grupos de estudian-
que exceptúes el castillo sin nombre de tes de esa gran universidad de Heidel-
Neckarsteinach. Y o en m i vida he oido berg, jóvenes simpáticos y graves, cuyo
un alboroto semejante. T ú conoces ese rostro piensa ya. E l camino v á por la
adorable tumulto que estalla en una sel- orilla del Neckar. L a campana de la
va, en A b r i l , al salir el sol; de cada hoja a b a d í a de Neubourg suena por interva-
salta una nota, de cada árbol una melo- los en lontananza. Las colinas proyectan
día; la curruca gorjea, la paloma torcaz sus grandes sombras en la corriente; el
arrulla, el gilguero trina, el gorrión, ese agua chispea á la luz de la luna con u n
festivo pífano, silba alegremente, desco- extremecimiento semejante al que pro-
llando su voz entre todas. E l bosque es duciría una mariposa de plata: largas
una orquesta. Todas esas voces que tie- barcas oscuras cruzan las aguas como
nen alas cantan á la vez y esparcen por flechas, ó bien no aparecen barcos, n i
las colinas y las praderas la sinfonía gentes, n i casas; el valle se presenta mu-
EL RHIN. 771
do, el rio desierto y las rocas surgen con- yes francos, una iglesia católica y una
fundidas en medio de las corrientes, batería imperial, los campesinos de las
figurando cocodrilos y ranas gigantes, aldeas vecinas hacen c a b a ñ a s .
que vienen á respirar al caer de la tarde Y o me sentó en lo alto del Q-eissberg,
á flor de agua. al lado de una madreselva salvaje que
Y puesto que estoy hablando de soles aun tenia flores, en una piedra colocada
en su ocaso, de crepúsculos y de la luz allí en tiempo de la guerra de los Trein-
de la luna, debo reierirte m i velada de ta a ñ o s . ' E l sol habia desaparecido. Con-
antes de ayer. T ú sabes que para m í no t e m p l é aquel magnífico paisaje. A l g u -
son siempre iguales, y por lo tanto nun- nas nubes huian hacia el Oriente. L a luz
ca me considero hoy dispensado de mirar crepuscular colocaba en los Vosgos de
el cielo porque lo v i ayer. Sigamos, pues, color violado sus largas cintas pintadas
dándole cuerda á m i locuacidad. con los matices del espectro solar. U n a
A l declinar el dia subí por u n bonito estrella brillaba en lo m á s claro del
c a s t a ñ a r que domina el castillo de Hei- cielo.
delberg á una alta colina que se llama Me parecía que todos esos hombres, to-
el P e q u e ñ o Greissberg. E n el siglo doce dos esos fantasmas, todas esas sombras
habia allí una fortaleza construida por que h a b í a n pasado desde hacia dos m i l
Conrado de Hohenstanfeu, conde del años por aquellas m o n t a ñ a s , A t i l a , Clo-
Sacro-Imperio, duque de los francos y doveo, Conrado, Barbaroja, Federico el
c u ñ a d o del emperador Barbaroja. Con Victorioso, Gustavo Adolfo, Turena,
los restos de esta fortaleza, incendiada Custines, se levantaban detrás de m í y
en 1278 al mismo tiempo que la ciudad miraban como yo aquel espléndido hori-
de Heidelberg, los suecos hicieron en zonte. Y o tenia á mis piés los Hohens-
1633 un atrincheramiento con piedra tauffen destruidos, á m i derecha los
seca, y en nuestros dias, con el atrinche- romanos destrozados, por debajo de míj
ramiento de Q-ustavo Adolfo, un aldeano inclinándose hácia el precipicio, los pala-
ha cerrado un campo de patatas. tinos hechos ruinas; en el fondo, en la
L a llanura del R h i n , vista desde el bruma, una pobre iglesia construida por
P e q u e ñ o Q-eissberg, es como el Océano los católicos en el siglo quince, invadida
visto desde el derrumbadero de Bois-Ro- por ios protestantes en el diez y seis, hoy
só. E l horizonte es inmenso. Mannheim, dividida por u n tabique entre los protes-
Philippsburg, los altos campanarios de tantes y los católicos, es decir, á los ojos
Spira, un sin fin de aldeas, bosques, l l a - de Roma por mitad paraíso é infierno,
nuras sin t é r m i n o , el R h i n , el Neckar, profanada, destruida; alrededor de esta
islas innumerables y en el fondo los iglesia, una mezquina ciudad cuatro ve-
Vosgos. ces incendiada, tres veces bombardeada,
A la derecha, en el Heiligenberg, saqueada, reparada, devastada y reedifi-
cumbre prolongada cubierta de árbo- cada; ayer residencia de príncipes, hoy
les, que se llamaba hace dos m i l años el universidad y manufactura, escuela y
monte Firus y hace m i l el monte Abra- taller, ciudad de bachilleres y de obre-
hce, las ruinas que aparecen refieren la ros, es decir, hormiguero de jóvenes es-
misma historia que las ruinas del casti tudiando las tinieblas y de hombres tra-
llejo de Conrado en el Q-eissberg. Los bajando la nada; delante de m í , en el
romanos erigieron allí un templo á J ú - espacio, tenia los rios siempre de n á -
piter y otro á Mercurio; con los restos car, el cielo siempre de zafiro, las nu-
de esos dos templos, Clodoveo, después bes siempre de p ú r p u r a , los astros siem-
de la batalla de Tobiac en 495, constru- pre de diamantes; á m i lado las flores
yó un palacio que habitaron los reyes siempre perfumadas, el viento siempre
francos. Cuatrocientos años m á s tarde, j u g u e t ó n , los árboles siempre a g i t á n -
en tiempo de Luis el Q-ermánico, Theo- dose y jóvenes. E n aquel momento sen-
droch, abad de Lorges, edificó una iglesia tí en toda su inmensidad la pequeñez
con las demoliciones del palacio de Clo- del hombre y la grandeza de Dios, y
doveo. E n 1622 los imperiales, manda- me desvaneció uno de esos deslumbra-
dos por el conde de T i l l i , se apoderaron mientos de la naturaleza que deben te-
de Heiligenberg, echaron abajo la aba- ner, en su contemplación profunda, esas
día romana de Theodroch, y construye- á g u i l a s que al caer de la tarde se distin-
ron con los escombros baterías y parape- guen inmóviles en la cima de los Alpes
tos en la cresta de la m o n t a ñ a . Hoy, ó del Atlas.
con esas piedras, que han sido un templo T ú sabes, Luis, que en los sitios altos,
dedicado á J ú p i t e r , un palacio de los re- en los momentos solemnes, hay un flujo
772 OBRAS D E VICTOR HUGO.

de ideas que te invade poco á poco y que hermanos desnaturalizados, su Eteocle y


casi sumerjo la inteligencia. Decirte su Polynice. Después el elector v á en-
todo lo que pasó y volvió á pasar por m i grandeciéndose. E n 1400, el palatino
espíritu durante esas dos ó tres horas de Ruperto I I , a c o m p a ñ a d o de tres electo-
desvarío en el G-eissberg, seria impo- res del Rhin, depuso al emperador Wen-
sible. ceslao y ocupó su lugar; ciento veinte
Hace cuatro m i l años, esta vasta cam- años m á s tarde, en 1619, el palatino Fe-
piña, que se vé desde la cumbre del derico I I h a r á del jó ven rey Cárlos I
G-eissberg abrirse como un mar, era un de E s p a ñ a el emperador Cárlos V . E n
lago en efecto, un inmenso lago que azo- 1415, el conde Luis el Barbudo se decla-
taba todo ese gran circo de m o n t a ñ a s , el ra protector del Concilio de Constanza, y
monte Tonnerre, el Taunus, el Melibo- aprisiona en su castillo de Heidelberg un
cus, el monte Pirus y los Vosgos. E l Papa, Juan X X I I I , que llama, en una
Rhin, como el N i á g a r a , descendía de carta al emperador, vuestro simoníaco Bal-
lago en lago al Océano. U n a antigua tasar Kossa. U n siglo después Lutero se
tradición refiere que un n i g r o m á n t i c o , refugia en Mannheim, cerca de ese mis-
que se le tomó por rey, desecó ese lago mo Heidelberg, á la sombra del palatino
para obtener su libertad. Ese mágico pri- Federico. De intento omito aquí, para
sionero era el Rhin cautivo, que desgastó hablarte con m á s extensión dentro de un
la barrera occidental del lago á fin de instante, á Federico el Victorioso, el
poder abismarse con m á s valentía entre gran t i t á n de Heidelberg. E n 1619, Fe-
la doble cadena de volcanes apagados derico V , u n jóven, se apodera de la co-
que comienza en el Taunus y acaba en rona real de Bohemia contra la voluntad
los Siete-Montes. Desde entonces, el lago del emperador, y en 1687, el palatino
se ha cambiado en llanura, los hombres Felipe Q-uillermo, u n viejo, coge el bir-
han sucedido á las olas y los castillejos á rete de elector contra la voluntad del rey
los escollos. de Francia. De a q u í surgieron para Hei-
Acabo de decirte algunos de los gran- delberg luchas, sacudidas, conmociones
des fantasmas históricos que han atrave- sin fin, la guerra de los Treinta años,
sado esta llanura en el espacio de veinte que es la gloria de Custavo Adolfo, y la
siglos. Cesar fué el primero, Bonaparte guerra del Palatinado, que es la mancha
el último. de Turena. Todas las cosas terribles han
Hay ciudades sobre las cuales, en cier- castigado este castillo. Tres emperado-
tas épocas casi periódicas, por una espe- res, Luis de Baviera, Adolfo de Nassau
cie de fatalidad local que está en el aire y Leopoldo de Austria, lo sitiaron; P i ó I I
que nos rodea y por la combinación de fulminó la excomunión contra él y
su situación geográfica con su valor po- Luis X I V lanzó el rayo.
lítico, se acumulan las nubes como en P o d r í a hasta decirse que el cielo tam-
las altas m o n t a ñ a s . bién intervino. E l 23 de Junio de 1764,
Heidelberg es una de esas ciudades. la víspera del dia en que Cárlos Teodoro
Debo decir al hablarte, por fin, de debia venir á habitar el castillo y fijar
su castillo—porque ya es hora de que te en él su residencia^—lo que, sea dicho de
cuente algo para entretenerte, y debia paso, hubiese sido una gran desgracia;
haber comenzado por aquí,—^cuántas porque si Cárlos Teodoro hubiese pasa-
aventuras registra! Por espacio de qui- do allí sus treinta años, la severa ruina
nientos años ha recibido de rechazo todo que admiramos hoy estaría, sin duda
lo que ha conmovido á Europa y ha aca- alguna, guarnecida de un horroroso ada-
bado por arruinarla. E n verdad, esto pro- mascado Pompadour,—la víspera, pues,
venia de que el castillo de Heidelberg, de ese dia, cuando los muebles del prín-
residencia del conde palatino, que no cipe estaban depositados á la puerta en
tenia por encima de él m á s que reyes, la iglesia del Espíritu Santo, cayó el
emperadores y Papas, y como demasiado fuego del cielo sobre la torre octógona,
grande para permanecer encorvado bajo incendió la techumbre y acabó por des-
sus piés, no podia levantar la cabeza truir en algunas horas aquel castillo de
m á s que tropezando con ellos; esto pro- cinco siglos. Y a doscientos años antes,
venia, digo, de que el castillo de Heidel- en 1537, el antiguo palacio construido
berg ha tenido siempre yo no sé q u é ac- por Conrado en el Q-eissberg y converti-
t i t u d de oposición á los poderes. E n do por Federico I I en polvorín, habia
1300, época de su fundación, comienza sido herido por un rayo y habia saltado.
por una Tebaida; tiene en el palatino Coincidencia singular! E l mismo des-
Kodolfo y en el emperador Luis, esos dos enlace han tenido los dos castillos de
EL RHIN. 773
Heidelberg, el castillejo de Hohenstauf- los electores-obispos. Llevaba el globo
feu y la m a n s i ó n de los palatinos. Uno del Sacro-Imperio en las solemnidades
y otro han concluido, como el sueño de la g e r m á n i c a s . Desde Cárlos V estaba al
tragedia, jpor un rayo. servicio de sus armas.
Estos celos sordos y velados, de que te Los condes palatinos eran ordinaria-
hablaba ahora mismo, del elector contra mente instruidos, lo que es el adorno y
el emperador, del conde soberano contra 'a coquetería de los verdaderos prínci-
el César, se traducen y estallan visible- 3es. E n el siglo catorce, Ruperto el
mente hasta en las fachadas del castillo. A n t i g u o fundaba la Universidad de Hei-
E n el palacio de Oton-Enrique, el artis- delberg; en el siglo diez y siete, el pala-
ta, inspirado en las ideas del príncipe, ha tino Carlos era doctor de la Universidad
puesto medallones de emperadores ro- de Oxford. U t o n el M a g n á n i m o dibuja-
manos. Entre esos Césares ha intercala- ba y esculpía. Oton-Enrique pertenece á
do á Nerón y deslizado á Bruto. Ha su- ese admirable siglo diez y seis, que con-
bordinado la composición de sus tres pisos fundía en una vida c o m ú n al príncipe y
á cuatro estatuas colocadas arrogante- al artista en sus cimas deslumbradoras.
mente en el piso bajo. Estas cuatro esta- Cárlos V recogía el pincel del Ticiano.
tuas son otros tantos símbolos; son semi- Francisco I , como m á s tarde Cárlos I X ,
dioses y semi-reyes. Son Josué, Sansón, hacia versos, pintaba y dibujaba. Molte
Hércules y David. E n David no ha volte, decía Pablo Lamoszo, si dilettava di
elegido al rey, sino al pastor. Cada esta- prendere lo stilo i n mano e esercitarse nel
tua tiene por debajo su inscripción, que disegnare e dipingere.
acaba de explicar el pensamiento atre- T a m b i é n era u n príncipe ilustrado,
vido del palatino. A ios piés de J o s u é gracias á su viejo maestro Matías K e m -
se lee: nat, ese Federico el Victorioso, que fué,
EL DUQUE JOSUÉ (HERZOG JOSHUA)
por decirlo así, en el siglo quince el
CON LA AYUDA DE DIOS gemelo de Cárlos el Temerario, y del
HIZO PERECER cual el valiente duque de B o r g o ñ a pre-
TREINTA Y UN REYES. firió la amistad al t í t u l o de rey. L a his-
toria no tiene figura m á s soberbia. De-
Sansón, en su leyenda, se convierte casi buta con la usurpación, porque su pais
en un elector palatino: tenia necesidad de un hombre y no de
SANSON EL FUERTE un niño. Defiende el Palatinado contra
ERA LUGARTENIENTE DE DIOS el emperador y a l arzobispo de Magun-
Y GOBERNÓ ISRAEL cia contra el Papa; es excomulgado tres
POR ESPACIO DE VEINTE AÑOS. veces; destruye la L i g a de los trece prín-
Hércules es Federico I I , que dice, des cipes; apoya con mano fuerte la confede-
pues de haber salvado por dos veces Ale- ración rhenana; tiene á raya á toda la
mania y batido á los turcos á la cabeza Alemania; gana las batallas de Pfed-
del ejército de l a confederación g e r m á - dersheim y de Sekenheim; d á al margra-
nica: ve Cárlos de B a d é n , al obispo Jorge de
Metz, al conde Ulrico deWurtenberg y á
YO SOY H É R C U L E S
HIJO DE JÚPITER
los ciento veintitrés caballeros, sus pri-
CONOCIDO POR MIS NOBLES TRABAJOS sioneros, l a famosa comida sin pan; decla-
MUY CONOCIDO. ra la guerra á los burgraves-bandidos y
purga de ellos el Neckar, como Barbaroja
David, en fin, el pastor David, que y Rodolfo de Habsbourg h a b í a n purgado
tiene su honda en una mano y la cabeza el Rhin; en fin, después de haber vivido
del gigante en la otra, es el usurpador en un campo de batalla, muere en u n
legitimado por la gloria, Federico el claustro. V i d a que será m á s tarde la del
Victorioso, que parece decir al empera gran Federico, muerte que será m á s tar-
dor Adolfo: de la de Cárlos V .
DAVID ERA UN MUCHACHO Héroe de doble perfil, en el que la Pro»
ANIMOSO Y PRUDENTE videncia bosquejaba de antemano esos
QUE AL INSOLENTE GOLIAT
dos grandes hombres.
LE CORTÓ LA CABEZA.
Mirado á vista de pájaro, el castillo de
G-oliat debia tenerse por advertido. Heidelberg presenta poco m á s ó menos
E n efecto, el elector palatino era u n la forma de una F, como si el azar hu-
príncipe grande y temible. Entre los biese querido hacer de l a magnífica casa
electores-duques tenia la misma catego- solariega la gigantesca inicial de ese
r í a que el arzobispo de Maguncia entre victorioso Federico, su m á s ilustre mora-
774 OBRAS D E VICTOR HUGO.

dor. L a gran línea recta de la F está pa- y en su centro de un hotel de dos remates
ralela al Neckar y mira á la ciudad, que al estilo de 1600, que fué el palacio de Fe-
el castillo domina desde la mitad de la derico I V ; se duele uno, digo, de que to-
cuesta. E l gran brazo, que parte en án- do ese lado grande se resienta de algu-
gulo derecho del extremo superior de la na monotonía. Confieso que me hubiese
línea recta, se extiende por enóima de complacido ver una ó dos brechas. Si
u n vallecillo que lo separa de las mon- yo hubiese tenido el honor de acompa-
t a ñ a s del Este. E l brazo pequeño del ñ a r al mariscal de Lorges en su salvaje
medio, acortado por las ruinas que lo ejecución de 1693, le h a b r í a aconsejado
terminan, cerraba el castillo al Oeste por que hubiese disparado algunas descargas
el lado de las llanuras del Rhin, y volvía de artillería que hubiesen dado m á s
hácia el monte G-eissberg las manos que atractivo á la línea de la gran fachada.
parece tener aun en sus m u ñ e c a s rotas. Cuando se hace una ruina es preciso
Hay de todo en el castillo de Heidel- hacerla bien.
berg. Es uno de esos edificios donde se A c u é r d a t e de aquel admirable castillo
acumulan y se mezclan las bellezas es- de Blois, tan e s t ú p i d a m e n t e utilizado para
parcidas en los d e m á s . H a y torres reba- cuartel, cuyo patio interior tiene cuatro
jadas como en Pierrefonds, fachadas ele- fachadas que publican cada una la histo-
gantes como en A u e t , muchos arcos ria de una gran arquitectura. Pues bien,
caídos en una sola pieza en el foso como cuando se entra en el patio interior de los
en el Rheinfels, anchos estanques tristes palatinos, la impresión no es menos pro-
desmoronados y musgosos como en la funda n i menos complicada. Se queda
v i l l a Patnfili, chimeneas de reyes llenas uno desvanecido. Se ha probado á hacer-
de zarzas como en Aleung-sur-Loire, le la vista gorda, como se ha probado á
grandeza como en Tancarville, gracia tener oídos de mercader delante de las
como en Chambord, terror como en Ohi Nupcias de Pablo Veronés. Parece que
lien. hay en este patio u n inmenso resplandor
Las huellas de los asaltos y de la que viene á la vez de todos los lados. To-
guerra se encuentran por todas partes. do te atrae y todo te llama. Si te vuelves
T ú no puedes imaginarte con q u é furia, hácia el palacio de Federico I V , tienes
en particular los franceses, han devasta delante los dos altos frontis triangulares
do este castillo desde 1689 á 1693. Ellos de esta fachada recargada y sombría, con
han vuelto á aparecer en tres ó cuatro entablamentos á m p l i a m e n t e destacados,
ocasiones distintas. H a n hecho volar las donde se levantan, entre cuatro órdenes
minas debajo de las galerías y en las en de ventanas cortadas con el m á s atrevi-
t r a ñ a s de las torres m á s fuertes; han pues- do cincel, nueve palatinos, dos reyes y
to fuego á las techumbres, y han hecho cinco emperadores (1). A su derecha está
estallar bombas á t r a v é s de las Dianas la excelente portada italiana de Oton-
y las Venus de las m á s delicadas facha- Enrique, con sus divinidades, sus quime-
das. Y o he visto huellas de balas en las ras y sus ninfas, que viven y que respiran
jambas y dintel de esas preciosas venta envueltas en suaves sombras de polvo;
ñ a s del piso bajo de la sala de los Caba con sus Césares romanos, sus semi-dioses
lloros, por donde saltaba la palatina con griegos, sus héreos hebreos y su vestíbu-
el propósito de hacerse hombre. Esta mis lo que tiene al Ariosto esculpido. A su
m a palatina tan espiritual, tan traviesa izquierda se e n t r e v é el frontispicio g ó t i -
y tan desesperada por ser mujer, fué m á s co del palacio de Luis el Barbudo, y que
tarde la causa de la guerra. E x t r a ñ a parece agujereado y agrietado violenta-
coincidencia: hay ciudades que se han mente por las cornadas de un toro gigan-
perdido por mujeres que eran maravi- tesco. Por d e t r á s , debajo de las ojivas de
llas de belleza; un milagro de fealdad un pórtico, donde se resguarda un pozo
perdió á Heidelberg. medio lleno, están las cuatro columnas
No obstante, sea cual fuere la devas- de granito gris regaladas por el Papa al
tación, cuando se sube al castillo por las
pendientes, los arcos abovedados y las (1) Orden primero á partir de lo alto del palacio: Garlo-
Magno, emperador; Oten de Wiltelsbach, palatino de. Baviera;
g a l e r í a s que á él conducen, se duele uno Luis, duque de Baviera y primer conde palatino del Rhin; Rodol-
que el lado grande vuelto hácia la ciu- fo I , palatino. Segundo orden: Luis de Baviera, emperador;
dad, aunque admirablemente formado, en Ruperto I I , emperador; Otón, rey de Hungría; Cristóbal, rey de
Dinamarca. Tercer orden: Ruperto el Antiguo, palatino; Federico
su extremo Oeste, de una torre despan- el Victorioso, palatino; Federico I I , palatino; Oton-Enrique, pa-
zurrada que h a b í a sido l a gran torre; en latino. Cuarto órden: cuatro palatinos, Federico el Piadoso, Luis,
su extremo oriental de una bonita torre Juan Casimiro y Federico IV, constructor del palacio.
La casa palatina se remontaba por las mujeres hasta Garlo-
octógona, que fué la torre d é l a campana, Magno.
EL RHÍN. 775
gran emperador de Aix-la-Chapelle, que Una cosa singular hay que hacer cons-
vinieron en el siglo octavo de R á v e n a á tar, y es que los tres ó cuatro bombardeos
las orillas del Rhin, y en el quince de las que han trabajado esas dos fachadas no
orillas del Rhin á las orillas del Neckar, 'as han destrozado ambas de la misma
y que, después de haber visto caer el manera. E n el frontispicio de Oton-En-
palacio de Garlo-Magno en Ingelheim, rique apenas han roto las cornisas ó los
miran desmoronarse el castillo de los pa- arquitrabes. Los olímpicos inmortales
latinos de Heidelberg. que la habitan no han sufrido nada. N i
Todo el piso del patio está obstruido Hércules, n i Minerva, n i Hebe han sido
con escalinatas destrozadas, fuentes se- tocados. Las balas y los proyectiles de
cas y pilones desmochados. Por todas guerra se han cruzado alrededor de esas
partes la piedra se quiebra y l a ortiga estátuas invulnerables sin tocarlas. M u y
asoma. al contrario, los diez y seis caballeros
Las dos fachadas del Renacimiento coronados que tienen cabeza de león por
que dan tanto esplendor á este patio son rodilleras y que presentan tan arrogante
de asperón rojo, y las estatuas que las continente en el palacio de Federico I V ,
cubren son de asperón blanco, admirable han sido tratados por las bombas como
combinación que prueba que aquellos si fuesen carne de cañón. Casi todos han
grandes escultores eran t a m b i é n grandes sido heridos. Oten, el emperador, ha sido
coloristas. Con el tiempo el asperón rojo herido en el rostro; Otón, el rey de H u n -
se ha enmohecido y el asperón blanco ha gría, ha tenido la pierna izquierda rota,
adquirido u n tinte dorado. De estas dos y Oton-Enrique, el palatino, tiene una
fachadas, una, l a de Federico I V , es m u y mano arrancada. Una bala ha desfigu-
severa; la otra, la de Oton-Enrique, es rado á Federico el Piadoso. U n casco de
muy hermosa. L a primera es histórica, bomba ha dividido en dos á Federico I I
la segunda es fabulosa, Carlo-Magno y ha deshecho los ríñones á Juan Casi-
domina la una, J ú p i t e r domina la otra. miro. E n estos asaltos, el que comienza
Cuanto m á s se contemplan estos dos por arriba, cerca del cielo, esta real série
palacios yustapuestes, m á s se penetra en de estátuas, Carlo-Magno, ha perdido su
sus maravillosos detalles, m á s se te apo- globo, y el que la termina por abajo,
dera la tristeza. ¡Extraño destino de las Federico I V , ha perdido su cetro.'
obras maestras de m á r m o l y de piedra! Por lo demás, no hay nada de m á s so-
U n estúpido al pasar las desfigura, una berbio que esa legión de príncipes, todos
absurda bala las aniquila, ¡y no son los mutilados y todos en p i é . L a cólera de
artistas, son los reyes, los que unen sus Leopoldo I y de Luis X I V , el trueno,
nombres á ellas! Nadie sabe hoy cómo esa cólera del cielo, la Revolución fran-
se llamaban los hombres inspirados que cesa, esa cólera de los pueblos, han teni-
han construido y esculpido la muralla de do á bien acometerlos; y todos están allí
Heidelberg. H a y allí renombre para diez aun, defendiendo su fachada, con el p u ñ o
grandes artistas que flota por encima de en la cadera, la pierna estirada, el talón
esa ilustre ruina sin poder fijarse los afirmado y la cabeza alta. E l león de
nombres. U n Boccador desconocido i n - Baviera colocado á sus piés muestra su
ventó el palacio de Federico I V ; un P r i - fiera actitud de león. E n el segundo piso,
matice ignorado compuso la fachada de por debajo de una rama verde que ha
Oton-Enrique; un César Cesariano per atravesado el arquitrabe y que juega
dido en la sombra dibujó las puras ojivas graciosamente con las plumas de piedra
de t r i á n g u l o equilátero de la mansión de de su casco, Federico el Victorioso saca
Luis V . Vénse a q u í arabescos de Rafael hasta la m i t a d la espada. E l escultor ha
y allí figuritas de Benvenuto. Todo esto puesto en ese rostro no sé q u é aire de
lo cubren las tinieblas. E n breve estos A y a x ofreciendo el combate á J ú p i t e r , ó
poemas de m á r m o l morirán; los poetas de Nemrod lanzando su flecha á J e h o v á .
ya han muerto. No lo crees t ú así, Luis? Debió ser un maravilloso espectáculo
L a m á s amarga de las injusticias es la el que ofrecerían esos dos palacios de
que niega la gloria, es el olvido. Oton-Enrique y de Federico I V , vistos al
¿ P a r a quién han trabajado esos hom- resplandor del bombardeo en l a fatal
bres admirables? A y de mí! para el noche del 21 de Mayo de 1693.
viento que sopla, para la yerba que ere M . de Lorges colocó una batería en la
ce, para la hiedra que viene á comparar llanura delante de la aldea de Neuen-
sus follajes con los suyos, para la golon heim, otra en el Heiligenberg, una ter-
drina que pasa, para la lluvia que cae cera en el camino de Wolfsbrunn y una
para la noche que desciende. cuarta en el pequeño Q-eissberg. De estos
776 OBRAS D E VICTOR HUGO.

cuatro puntos opuestos, los morteros, menos sombrío. Se diría que ól sabe que
cercando Heidelberg como u n círculo de ya no tiene guardias en la plaza de ar-
horrorosas hidras, i n t r o d u c í a n sin des- mas, que la Torre Jamas- Vacia está vacía,
canso, y por todos los lados á la vez, sus que ya no hay sacerdotes en la capilla,
largos chorros de llama en el patio del que ya no hay leones en la torre del
castillo; los obuses removian el suelo con Gigante, que ya no hay electores en
sus cráneos de hierro; las balas de canon Alemania, que ya no hay palatinos en
y las balas rojas pasaban entre regueros Heidelberg, y que su Torre-Grande, que
de fuego, y á esta claridad se dibujaban era, después del castillejo de Bourges, la
en la fachada de Federico I V , en su ac- torre m á s alta de Europa, yace desmoro-
t i t u d de combate, los colosos de los pala- nada detrás de ól. Luis V mira triste-
tinos y de los emperadores, acorazados mente la hiedra que avanza poco á poco
como escarabajos, espada en mano, t u - hácia su rostro.
multuosos y terribles; en tanto que al Esta gran torre hacia juego con otra
lado de ellos, en la otra fachada, desnu- que habia al otro extremo de este pala-
dos, serenos y tranquilos, vagamente cio-fortaleza. Era la Torre de Federico el
iluminados por el reflejo de las granadas, Victorioso.
los dioses resplandecientes y las diosas A l l á por el a ñ o de 1455, Federico I ,
enrojecidas sonreían bajo aquella l l u v i a queriendo hacer su castillo inexpugna-
de bombas. ble, hizo levantar una fuerte torre por
Entre estas figuras reales, que mas encima del reducido valle que la separa
bien parecen ser almas petrificadas que de las m o n t a ñ a s por Levante. Esta torre
estatuas, dos solamente me parecieron tenia de altura ochenta piés, era de gra-
que hablan perdido algo de su fiereza; nito y estaba cerrada con puertas de hier-
eran Luis V y Federico V . Cierto es que ro. E l lado de su muralla que miraba al
ellos no forman parte de la brillante enemigo tenia veinte pies de ancho. Fe-
constelación de príncipes sembrada en derico hizo colocar en el interior tres for-
el palacio de Federico I V . Ellos están midables baterías superpuestas, y empo-
pegados en la sombra á esa ruina que ha tró en las bóvedas, para la maniobra de
sido la Torre-Grande. las m á q u i n a s , enormes anillos de hierro
Federico V está profundamente abru que aun cuelgan de ellas. E n 1610, su
mado; parece que piensa en la falta que sobrino segundo Federico I V aun elevó
ha cometido su destino. L a corona de esta inmensa torre con un gran piso oc-
Bohemia, retirada por los bohemios de tógono. Cuando esta prodigiosa cons-
la frente de Fernando de Austria, habia trucción quedó terminada y completa,
sido ofrecida por ellos al elector de Sa puso encima su pulgar el rey de Francia
jonia, que la rehusó; después á Cárlos irritado y la reventó como si fuera una
Emmanuel, duque de Saboya, que la nuez.
rechazó; después á Christiern I V , rey de Hoy, la Torre de Federico él Victorioso
Dinamarca, que no la admitió; por fin se llama la Torre-rajada.
la ofrecieron al palatino Federico V U n a mitad de este colosal cilindro de
que, aconsejado por su mujer, aceptó la m a m p o s t e r í a yace en el foso. Otros blo-
corona con gran apresuramiento. Se hizo ques agrietados se desprenden de la cima,
coronar en Praga en 1619; después esta y se h a b r í a n caido hace mucho tiempo
lió la guerra y fué á morir, errante y si no los hubiesen sujetado árboles mons-
proscripto, lejos de su pais por los acón truosos con sus raices poderosas y los t u -
tecimientos que él habia provocado. Su viesen suspendidos encima del abismo.
mujer era Isabel de Inglaterra, nieta de A algunos pasos de esta espantosa rui-
M a r í a Estuardo. E l l a habia aportado na el azar ha deparado una ruina deli-
como dote á su marido la fatalidad de ciosa; es el interior de ese palacio de
su familia. No fué Isabel la que se casa- Oton-Enrique, del cual hasta el presente,
ba con u n trono; era Federico V el que querido Luis, solo te he mostrado la fa-
se casaba con el destierro. chada. H a y en ól, en pió, abiertas, entre-
Federico V , en el nicho oscuro donde gadas al primer recien venido, expuestas
l a maleza le oculta casi enteramente, al sol y á la lluvia, á la nieve y al viento,
tiene aun en la cabeza esa corona de sin bóveda, sin artesón, sin techo, coloca-
Bohemia de donde salió la guerra de los das al azar en los huecos hechos en los
Treinta años; pero no tiene ya las dos muros desmantelados, doce puertas del
manos que la recibieron. E x t r a ñ o suce- Renacimiento, doce joyas de platería, do*
so; una bomba sueca se las cortó. ce obras maestras, doce idilios de pie-
Luis V , que está p r ó x i m o á él, no está dra, á los cuales se mezcla, como salido
EL RHIN. 777
de las mismas raíces, un admirable y E l castillo de Heidelberg contenia y
precioso bosque de flores salvajes dignas soldaba en su magnífica ciudad ocho pa-
de los palatinos, consule dignce. Y o no sa- lacios de ocho príncipes y de ocho épocas
bría decirte lo que hay de inexplicable diferentes:
en esa mezcla del arte y de la realidad, Uno del siglo catorce, el palacio del
que constituye á la vez una lucha y una ífalzgraf Rodolfo I ;
a r m o n í a . L a naturaleza, que rivaliza Uno del siglo quince, el palacio del
con Beethoven, rivaliza t a m b i é n con emperador Ruperto;
Juan Groujon. Los arabescos forman ma- Tres del diez y seis, el palacio de
lezas y las malezas forman arabescos. Luis V , el palacio de Federico I I y el
No sabe uno por cuál optar y cuál ad- palacio de Oton-Enrique;
mirar más, si la hoja viva ó la hoja Tres del diez y siete, el palacio de Fe-
esculpida. derico I V , el palacio de Federico V y el
Por lo que á m í afecta, esta ruina me palacio de Isabel.
ha parecido que la envuelve una armo- Su ruina l a forman hoy todas estas
n í a divina. Me parece que este palacio, ruinas.
construido perlas hadas del Renacimien- Sin contar las torrecillas, las glorietas
to, está ahora en su estado natural. To- y las claraboyas que dan luz á las esca-
dos esos maravillosos caprichos del arte leras por dentro, habia nueve torres ex-
libre y bravio no debían acomodarse bien teriores:
en estas salas cuando se firmaba en L a torre Cárlos,
ellas la paz ó la guerra, cuando som- L a Rodela,
bríos príncipes s o ñ a b a n en ellas, cuando L a Q-ran-Torre,
se desposaban en su recinto las reinas y L a torre de Federico el Victorioso,
cuando a q u í se bosquejaban los empera- L a torre J a m á s - V a c í a ,
dores de Alemania. ¿Es que esos Ver- L a torre de Comunicación,
tumnos, esas Pomonas y esos Granimedes L a torre del Grigante,
podían comprender algo de las ideas que L a torre Octógona,
veían salir de la cabeza de Federico I V Y esa torre de la L i b r e r í a que ha en-
ó V , por la gracia de Dios conde palati- cerrado la Biblioteca palatina del V a t i c a -
no del Rhin, vicario del Sacro-Imperio no, y en la que en 1622 los manuscritos
romano, elector, duque de la A l t a y Ba- griegos y los misales bizantinos sirvie-
j a Baviera? U n gran señor se acostaba ron de pajar, á falta de paja, á los caba-
en esta habitación con una hija de un rey llos del ejército imperial.
en una cama imperial; ahora ya no hay Cinco de esas torres subsisten todavía:
n i señor, n i hija del rey, n i cama impe- L a torre de la Librería,
r i a l , n i cielo raso en esta habitación; el L a torre Octógona,
albohol la habita y la menta salvaje la L a Q-ran-Torre,
perfuma. Así está bien. Esto es mejor L a torre Rajada,
Estas adorables esculturas han sido he Y l a torre del Gigante, la ú n i c a cua-
chas para ser besadas por las flores y m i drada.
radas por las estrellas. Raro destino! Ese prodigioso palacio,
L a naturaleza, justa y santa, festeja que fué el teatro de las fiestas y de las
esta obra, en la que los hombres se han guerras, que fué la morada de los con-
olvidado del obrero. des del R h i n y de los duques de Baviera,
A d e m á s de un sinnúmero de estan- de los reyes de Bohemia y de los empe-
ques, grutas y fuentes, pabellones y radores de Alemania, ya no es hoy m á s
arcos de triunfo; a d e m á s de la capilla que la cubierta complicada de u n tonel.
consagrada á San Udalrich y erigida E l s u b t e r r á n e o de Tournus es una
por Julio I I I en primera capilla de Ale- iglesia, el subterráneo de San Dionisio
mania; es un sepulcro, el s u b t e r r á n e o de Hei-
A d e m á s de la gran plaza de armas, delberg es una cueva.
Los dos arsenales, Cuando se ha atravesado esos escom-
E l juego de pelota del elector Cárlos, bros gloriosos, ese hundimiento épico,
L a jaula de los leones, esas salas de armas demolidas, esos pa-
E l palomar. lacios llenos de musgos, de espinos, de
L a pajarera. sombra y de olvido, esas torres que han
E l corral de las aves. vacilado como hombres ébrios y que han
L a gran cancillería. caido como hombres muertos, esos vastos
L a casa de la moneda, flanqueada por patios donde, hace apenas doscientos
cuatro torrecillas, años, el lansquenet estaba de guardia en
TOMO I Y .
778 OBRAS D E VICTOR HUGO.

la escalinata con la pica en alto, todo ese ha enseñado en su celda, á algunos pasos
gran edificio y toda esa gran historia, se de la gran cuba. Solo contenia la quinta
acerca un hombre con una linterna, te Darte del gran tonel. Era una preciosa
abre una puerta baja, te enseña una es- ensambladura de duelas de madera de
calera sombría y te hace seña para que encina, fabricada en tiempo de Luis X I I I ,
bajes. Bajas; la bóveda es oscura, la adornada por los electores palatinos con
cripta reducida. Los tragaluces arrojan el escudo de armas de Baviera y con tres
una media luz que tiene u n tinte religio- cabezas de leones en cada una de sus
so; se detiene uno en las tumbas de los caras, y por los soldados franceses con
palatinos, y se encuentra u n gran tonel, algunos hachazos. Esto era en 1799. E l
u n capricho p a n t a g r u é l i c o , un trono xmel estaba lleno de vino del Rhin;
para u n Ramponneau colosal. A l aper- nuestros soldados quisieron romperlo. E l
cibir esta cosa e s t r a ñ a , se cree oir en las tonel se mantuvo firme. Ellos habian
tinieblas de esta ruina la estrepitosa car- destrozado las murallas de la cindadela
cajada de G a r g a n t ú a . y no pudieron hacer brecha en el tonel.
E l gran tonel en el castillo de H e i - Este tonel p e q u e ñ o está vacío desde
delberg es Rabelais hospedado en casa el a ñ o 1800.
de Homero. P a s e á n d o s e por la sombra que proyec-
E l gran tonel echado sobre el vientre ta el gran tonel, se distingue de pronto,
en la vasta cueva que lo resguarda, pre- detrás de los tablones que lo apuntalan,
senta el aspecto de u n navio mirado por una singular e s t á t u a de madera, sobre la
debajo la cala. Tiene veinticuatro pies de cual arroja u n tragaluz un rayo desco-
diámetro y treinta y tres de largo. E n la lorido. Es una especie de viejecito j o v i a l ,
cara anterior lleva u n escudo de armas grotescamente engalanado, al lado del
de rocalla, donde está esculpida l a cifra cual un reloj basto pende colgado de u n
del elector Carlos Teodoro, Dos escale- clavo. Por debajo de este reloj sale u n
ras de dos descansos serpentean alrede- bramante, tiras de él y el reloj se abre
dor y suben hasta una plataforma colo- bruscamente y deja escapar una cola de
c á d a en su espalda. Contiene doscientas zorra, que viene á rozarte el rostro. Ese
treinta y seis cubas; cada cuba contiene viejecillo es u n bufón de corte y ese re-
m i l doscientas botellas dobles, de donde loj es su bufonada.
se deduce que en el gran tonel de Heidel He a q u í la única cosa que palpita y se
berg hay quinientas sesenta y seis m i l mueve t o d a v í a en el castillo de H e i -
cuatrocientas botellas ordinarias. Se lie delberg, la farsa de u n bufón del rey.
naba por un agujero practicado en l a A l l á arriba, en los escombros, Carlo-
bóveda encima de l a abertura, y se va Magno ya no tiene cetro, Federico el
ciaba con una bomba, que aun esta allí Victorioso*ya no tiene torre, el rey de
suspendida en la pared. Este barril móns Bohemia ya no tiene brazo, Federico I I
truo lo han llenado tres veces de vino ya no tiene cabeza, el real globo de Fe-
del R h i n . L a primera vez que lo llena- derico V ha sido destrozado en su mano
ron, el elector bailó con su corte en la por una bala, ese otro globo real; todo
plataforma que lo corona. Desde 1770 ha caido, todo se ha acabado, todo se ha
está vacío. extinguido, excepto ese bufón. E l está
E l vino allí se mejoraba. aun allí; él, en pió, respira y dice:—Héme
Este tonel, sin embargo, no es el a n t i aquí. Tiene su casaca azul, su chaleco
guo gran tonel de Heidelberg, cubierto extravagante, su peluca de loco por m i -
de tan curiosas esculturas y construido tad verde y roja; te mira, te detiene, te
en 1595 por el elector Juan Casimiro tira de la manga, te hace su contorsión
para solemnizar no sé q u é reconciliación estúpida y se te rie en las barbas. A m i
de luteranos y calvinistas. Carlos Teodo ver, lo que hay de m á s l ú g u b r e y m á s
ro lo hizo demoler en 1750 para construir amargo en esta ruina de Heidelberg no
éste, que es m á s grande, pero que está son todos esos príncipes y todos esos re-
menos adornado. yes muertos; es ese bufón viviente.
A d e m á s del gran tonel, las cuevas de Este era el loco del palatino Cárlos-
castillo palatino, cuyas profundidades Pelipe. Se llamaba PERKEO. Tenia de
se franquean por todas partes como los alto tres pies y seis pulgadas, como su
antros, encerraban lo que se llamaba los e s t á t u a , que tenia al pió grabado su
toneles pequeños. Estos toneles peque nombre. Bebia todos los dias quince bo-
ños no t e n í a n apenas m á s que la altura tellas dobles de vino del R h i n . E n esto
de un primer descanso. Habia diez ó estribaba su talento. E n 1710 hacia reir
doce y no queda m á s que uno, que se me mucho al elector palatino de Baviera y
EL RHIN. 779
al emperador de Alemania, esas sombras cesible del palacio de Otón-Enrique; t a n
que pasaban entonces. pronto son los músicos jorobados, demo-
U n dia que estaban muchos príncipes nios familiares que silban aires satánicos
extranjeros en casa del palatino, se midió desde los aleros de la capilla; tan pronto
á Perkeo con uno de esos grandes grana- es la D am a Blanca, que pasa por debajo
deros de Federico I , rey de Prusia, los que, de las bóvedas y se oye su voz. Dícese que
calzados con aquellas botas de tacones esta dama blanca es la que se apareció
altos y cubiertos con sus inmensas gor- en 1655 en el rittersaal de Oton-Enrique
ras de pelo, se veian obligados á bajar de al conde Federico de Deux-Ponts y le
espaldas las escaleras de los palacios. E l predijo la caida del Palatinado. E n
loco apenas si rebasaba la bota del gra- tiempo de los palatinos, ella se aparecía
nadero. Esto hizo reír mucho, dice un nar- cada vez que debía morir uno de los so-
rador de aquel tiempo. ¡Pobres prínci- beranos del país. E l l a no se mostraba
pes de una época decrépita, entretenidos para los grandes duques de B a d é n . Sin
con los enanos y los gigantes y olvidán- duda no reconocía el tratado de Lune-
dose de los hombres! ville.
Cuando Perkeo no se bebia las quince A q u í tienes, querido Luis, los diablos
botellas lo azotaban. que buscan los turistas en este viejo pa-
E n el fondo de la alegría, traducida en lacio. E n cuanto á mí, debo manifestar-
gesticulaciones, de ese miserable, habia te que no he visto otros diablos y hasta
necesariamente tanto sarcasmo como n i otros turistas que, un dia, allá hácia
desden. Los príncipes, envueltos en el medio dia, dos de esos inmensos desho-
torbellino de la vida que llevaban, no se llinadores del Bosque Negro, que h a b í a n
apercibían de ello. E l resplandor esplén- venido á visitar como artistas y conoce-
dido de la corte palatina apagaba las dores la fenomenal chimenea de los pa-
llamaradas de odio que iluminaban á latinos, y se extasiaban c o n t e m p l á n d o l a
veces su rostro; pero hoy, en la sombra desde abajo, los que, negros del todo, con
de las ruinas, reaparecen y permiten leer sus dientes blancos, agitando con sus
distintamente el pensamiento secreto dos brazos esa ancha manta que llevan
del bufón. L a muerte, que ha pasado por á manera de chai, parecían dos grandes
encima de esa risa, le ha quitado la jo- murciélagos del Odeon, poniendo en
vialidad, dejándole tan solo la ironía. escena Robin-des-Bois en las ruinas de
Parece que la e s t á t u a de Perkeo r i d i - Heidelberg.
culiza la de Carlo-Magno. A este castillo no le falta n i n g ú n g é -
No se puede ver otra vez á Perkeo. L a nero de devastación. Hasta a q u í te he
primera vez entristece, la segunda es- hablado de M . de Tillí, del conde de
panta. No conozco nada m á s siniestro Birkenfeld, del mariscal de Lorges, del
que aquella risa inmóvil. E n ese palacio emperador de Alemania y del rey de
desierto, cerca de ese tonel vacío, se Francia, los grandes demoledores, y no
piensa en ese pobre loco que era golpea te he dicho nada de los pequeños. Cuan-
do por sus dueños cuando no estaba do se mira l a huella que dejan los leones,
ébrio, y esa m á s c a r a horriblemente jo no se p á r a la atención en la que dejan
vial causa miedo. Porque aquello no es las ratas. Los devastadores ínfimos, los
la risa de un bufón que se burla, es la arquitectos oficiales se han abalanzado
expresión fisgona de u n demonio que se sobre este monumento como si estuviese
venga. E n esta ruina llena de fantas- en Francia, como si estuviese en P a r í s .
mas, Perkeo t a m b i é n es un espectro. Los inválidos que habia allí alojados han
Perdona, m i querido Luis, si me apro- mutilado el viejo edificio con el ódio de
vecho de la transición; pero á propósito ruina á ruina. De cuatro frontis han
de fantasmas, bien puedo hablarte de demolido completamente dos en el dor-
aparecidos. Dicen que hay, y muchos, mitorio de Oton-Enrique. Los ingleses
en el castillo de Heidelberg. Se pasean han roto á martillazos, para llevárselas,
por él en las noches de luna llena y en las cariátides-pilastras del comedor. U n
las noches de tempestad. T a n pronto es arquitecto, encargado de construir u n
Jutha, la mujer de Anthyse, duque de canal de agua de Heidelberg á Man-
los francos, que se sienta, p á l i d a y coro nheim, echó abajo las bóvedas de la sala
nada, debajo de las p e q u e ñ a s ojivas de de los Caballeros, á fin de hacer con los
la glorieta de Luis el Barbudo; tan pron- ladrillos cimiento para sus acueductos.
to son los dos jueces francos, dos caba- T ú recordarás que nuestra verja de la
lleros negros que se ven andar j u n t o plaza Real, monumento raro y comple-
á la e s t á t u a de J ú p i t e r , en el friso inac- to de cerrajería del siglo diez y siete, esa
780 OBRAS D E VICTOR HUGO.

vieja verja de la que habla Mlle. de Se- L a ruina abierta siempre, está á estas
vignó, que habia visto pasar los pájaros loras desierta. Viéndola se me ocurrió
de las Tournelles, que habian rozado Cor- entrar en ella. Los dos gigantes de pie-
neille yendo á casa de Marión de Lorme dra que guardan el patio Cuadrado me
y Moliere yendo a casa de Ninon de dejaron pasar. F r a n q u e é el soportal ne-
Léñelos, ha sido vendida este a ñ o , de- gro, del que cuelga aun el viejo rastrillo
lante de la puerta de m i casa, á cinco de hierro, y penetró en el interior. L a
sueldos la libra. Pues bien, querido Luis, "una casi habia desaparecido envuelta
sean cualesquiera los sandios que han entre las nubes, de modo que el cielo en-
hecho esa majadería, no la han inventa- viaba una claridad descolorida.
do. Los sandios que la inventaron eran Luis, nada hay m á s grande que lo que
de Heidelberg; ellos no han hecho m á s está caido. Esta r u i n a , iluminada de
que plagiarla. Habia alrededor de la es- esta manera, vista á esa hora, tenia una
calinata de Oton-Enrique u n admirable Tristeza, una dulzura y una majestad
pasamano de hierro del Renacimiento. inexplicables. Creia sentir en el extre-
Los arquitectos de l a ciudad lo han he- mecimiento apenas distinto de los ár-
cho vender al peso y á menos de seis liards boles y de la maleza no sé q u é de
la libra. grave y de respetuoso. No oia sonar
Cito el texto mismo que se publicó en n i n g ú n paso, ninguna voz, n i n g ú n so-
el mercado. Qué dices de esto? Estos seis plo. No habia en el patio n i sombras, n i
liards bien valen nuestros cinco sueldos. luces; una especie de media luz fantásti-
ca lo modelaba todo, lo iluminaba todo
T ú me has olvidado, sin duda, en la y lo velaba todo. L a confusión de brechas
colina del pequeño Greissberg, donde me y de grietas dejaba llegar hasta los sitios
encontraba cuando me puse á hablarte m á s recónditos los m á s oscuros y débi-
del castillo de Heidelberg, y yo me he les rayos de la luna, y en las negras pro-
olvidado de m í mismo al abstraerme tan fundidades, debajo de las bóvedas y de
profundamente el desvarío que se apo los corredores inaccesibles, veia algunas
deró de mí. Llegada la noche, las nubes sombras blancas moverse lentamente.
se esparcieron por el cielo, la luna esta
Era la hora en que las fachadas de los
ba casi en el zenit, y yo continuaba sen
viejos edificios abandonados aparecen, no
tado en la misma piedra, mirando las
ya como fachadas, sino como rostros.
tinieblas que me rodeaban y las sombras
que en m í existian. De pronto, el campa A v a n c é por el pavimento desigual y
nario de la ciudad dió la hora debajo de montuoso sin atreverme á hacer ruido
mis pies: eran las doce de la noche; me y esperimenté dentro de las cuatro pa-
l e v a n t é y bajé. E l camino que conduce á redes de este recinto esa e x t r a ñ a tortura,
Heidelberg pasa por delante de las rui- ese sentimiento indefinible que los a n t i -
nas. E n el instante en que llegaba á guos llamaban el horror de los bosques
ellas, l a luna, velada por nubes oscuras sagrados. Causa una especie de terror i n -
y rodeada de un inmenso halo, arrojaba vencible lo siniestro mezclado á lo so-
una claridad l ú g u b r e sobre ese m a g n í - berbio.
fico monten de muros derruidos. Más Sin embargo, trepó por los escalones
allá del foso, á treinta pasos de mí, en verdes y húmedos de la vieja escalinata
medio de una vasta maleza, la torre Ra sin pasamano y entró en el viejo pala-
jada, de la cual veia el interior, se me cio sin techo de Oton-Enrique. Quizás te
apareció como una enorme cabeza de rias; pero puedo asegurarte que andar
muerto. Distinguia las fosas nasales, de noche por habitaciones que han sido
l a bóveda del paladar, la doble arcada habitadas, cuyas puertas e s t á n adorna-
de las cejas, el hueco profundo y terrible das y cuyos compartimientos tienen to-
de los ojos apagados. E l gran pilar cen davía su distinta significación; decirse:—•
t r a l con su capitel era la raiz de la nariz Este es el comedor, este es el dormitorio,
Tabiques desgarrados h a c í a n el efecto de esta la alcoba, esta la chimenea,—y
cartílagos. E n la parte inferior, en la sentir la yerba bajo los piés, y ver el
pendiente del barranco, los saledizos de cielo por encima de la cabeza, es espan-
lienzo de muro caido figuraban horrible toso. U n a habitación que tiene aun la
mente la m a n d í b u l a . Y o no he visto en figura de t a l , y cuyo cielo raso ha sido
m i vida nada m á s melancólico que esa levantado por una mano invisible como
gran cabeza de muerto colocada sobre la tapa de una caja, se convierte en una
esa gran nada que se l l a m a el castillo de cosa l ú g u b r e y sin nombre. Esto no es
los Palatinos. ya una casa; tampoco es una tumba» E n
EL RHIN. 781
una tumba se siente el alma del hombre; la cual las lluvias que la carcomen y la
a q u í se siente su sombra. esfuman han dado la sonrisa indefinible
E n el momento en que iba á pasar del de las figuras de Prudhon; dos esfinges
vestíbulo á la sala de los Caballeros me con casco, pechos de mujer y orejas de
detuve. Se oia allí u n ruido singular, faunos, parecian cuchichear en voz baja
tanto m á s distinto, cuanto que se exten- m i r á n d o m e , transversa fuentes; y yo creia
dia por el resto de la ruina u n silencio oir respirar los leones de la chimenea
sepulcral. Era una especie de estertor entre la maleza donde se hablan agaza-
débil, estridente, continuo, mezclado á aado desde que el pió del palatino pen-
intervalos con u n pequeño martilleo seco sativo no se coloca ya sobre su melena
y rápido, que tan pronto parecía venir de m á r m o l . A l g o de inmóvil y de terri-
del fondo de las tinieblas, de un punto Dle palpitaba alrededor de m í en todas
lejano del monte y del edificio, tan pron- estas paredes, y cada vez que me acer-
to parecía salir de debajo de mis piés ó caba á una puerta tenebrosa ó á un r i n -
de las hendiduras del suelo. ¿De dónde cón brumoso, vela chispear allí una m i -
venia aquel ruido? ¿de q u é ser nocturno rada misteriosa.
procedía aquel grito ó aquel golpe? L o Eres visionario como yo? ¿has esperi-
ignoro, pero se asemejaba al rechina- mentado esto? Las e s t á t u a s duermen de
miento de un telar, y no podia dejar de dia, pero por la noche se despiertan y se
pensar, escuchándolo, en aquel horrible convierten en fantasmas.
hilandero de las leyendas que hila de no- Salí del palacio de Otón y volví á en-
che en las ruinas l a cuerda que ha de ser- erar en el patio, siempre perseguido por
vir para los ahorcados. el ruidito e x t r a ñ o que hacia uno cual-
Por lo d e m á s , nada, nadie, n i u n ser quiera que velaba en la sala de los Ca-
viviente. L a sala estaba desierta como Dalleros.
todo el palacio. Golpeó el suelo con el E n el instante en que acababa de ba-
bastón y el ruido cesó, pero momentos jar la escalinata, la l u n a surgió de i m -
después volvió á comenzar. Volví á gol- proviso pura y brillante por entre u n
pear y cesó otra vez, y luego volvió á ancho d e s g a r r ó n de nubes; el palacio de
empezar de nuevo. Y , sin embargo, doble frontis de Federico I V se me apa-
solo v i un gran m u r c i é l a g o espantado, reció s ú b i t a m e n t e magnífico, iluminado
que el golpe de m i bastón en las losas como en pleno dia, con sus diez y seis
habia hecho salir de una de las cartelas gigantes pálidos y formidables; en tanto
esculpidas en l a pared, y que agitaba por que á m i derecha l a fachada de Otón
encima de m i cabeza ese fúnebre vuelo aparecía completamente negra en el cie-
circular que parece hecho para el interior lo luminoso y dejaba escapar deslum-
de las torres desfondadas. brantes rayos de luna por sus veinticua-
Te lo diré todo? Por q u é no? ¿No eres tro ventanas á la vez.
t ú el hombre que comprende todos los Te he dicho iluminado como en pleno dia
sueños del espíritu? Me parece que yo y no he sido exacto; era el conjunto con
molestaba á alguno en esta ruina. ¿A poca diferencia. L a luna en las ruinas
quién? L o ignoro, pero es lo cierto que es m á s que una luz, es una a r m o n í a . No
yo turbaba u n misterio. L a noche esta oculta n i n g ú n detalle y no exagera nin-
ba allí, sola; yo l a habia trastornado. guna cicatriz; arroja u n velo sobre las
Todos los habitantes sobrenaturales de cosas destrozadas y a ñ a d e no sé q u é au-
estos régios escombros fijaban á la vez reola brumosa á la majestad de los vie-'
en m í su pupila vaga y azorada. Los t r i jos edificios. Es preferible ver un pala-
tones, los sátiros, las sirenas de doble cio ó u n claustro derruido de noche que
cola, el amor alado que juega hace tres de dia. L a fuerte claridad del sol fatiga
siglos con una guirnalda en el umbra á las ruinas ó importuna á la tristeza de
de la sala de los Caballeros, las dos Vic las e s t á t u a s .
torias desnudas que los inválidos m u t i A su vez estas sombras de los empera-
laron, las cariátides ocultas entre arbus dores y de los palatinos me han mirado;
tos de p ú r p u r a , las quimeras que tienen simulacra; y me pareció momentos antes
anillos en sus dientes, las n á y a d e s que que las sirenas, las ninfas y las quime-
escuchan caer el agua de piedra de su ras me miraban con rabia, y ahora me
urna, tenian no sé q u é de irritado y de parecía que todos esos viejos príncipes
triste; la boca entreabierta de los masca temibles clavaban en mí, ave de paso,
roñes tomaba una espresion e x t r a ñ a ; des una mirada s i m p á t i c a y hospitalaria.
pedia l ú g u b r e m e n t e un resplandor en la Algunos parecian aun m á s grandes de
sombra esa s o m b r í a Isis del vestíbulo, á lo que son ai rayo fantástico de la luna*
782 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Uno de ellos, al cual alcanzó y medio vidrios de las puertas cristales; espero
volcó una bomba, Juan Casimiro, pega- horribles dias de agua; pero yo no sé
do á la muralla, con su cara descolorida, cómo se arreglan las cosas, que por la
su nariz a g u i l e ñ a y su larga barba, tenia m a ñ a n a las nubes se desgarran, las bru-
el aire de Enrique I V exhumado. mas se disipan y veo las m á s bellas cosas
Salí del palacio por el jardin, y*bajan- del mundo.
do, aun me detuve un instante en una de NocU pluittota, redeunt spectacula mane.
las terrazas inferiores. D e t r á s de m í la
ruina, ocultando la luna, formaba en la Adiós, querido amigo. Hasta luego.
m i t a d de la cuesta un bosquecillo de Dentro de m u y pocas semanas estrecha-
sombra, de donde saltaban en todas di- ré t u mano amiga. No me olvides.
recciones á la vez largas líneas sombrías
y luminosas, borrando el fondo vago y
vaporoso del paisaje. A mis pies yacía 1839.
Heidelberg adormecido, tendido en el
fondo del valle á lo largo de la monta-
ñ a , apagadas todas las luces, cerradas CAJRTA. XXIX.
todas las puertas; debajo de Heidelberg
oia pasar el Neckar, que parecía hablar Estrasburgo.
á media voz con la colina y con la l l a -
nura; y los pensamientos que me hablan Lo que se ve desde una ventana de la Casa-Roja.—Paralelo
agitado toda la noche, la nada del hom- entre el postillón hádense y el postillón francés, donde el autor
bre en el pasado, la flaqueza del hombre no se ciega por el amor propio nacional.—Una noche horri-
ble.—Nueva manera de ser llevado por cuatro caballos.—
en el presente, la grandeza de la natura- Descripción completa y detallada de la ciudad de Sezanne.—
leza y la eternidad de Dios, se me pre- Pintura detenida y minuciosa de Phalsbourg.—Vitry-sur-
Marne.—Bar-le-Duc.—El autor dice simplezas á las náyades.
sentaban todos juntos, como representa- —Todo sér lleva consigo el olor de lo que come.—Teoría de
dos por una triple figura, en tanto que la arquitectura y del clima.—Elevada estadística á propósito
bajaba á paso lento en las tinieblas, en de las confiterías de Bar.—El autor piensa en una cosa que
hacia la alegría de un niño.—Paisajes.—Ligny.—Toul.—La
tre esa corriente siempre despierta y viva, catedral.—El autor manifiesta su opinión sobre la catedral de
esa ciudad dormida y ese palacio muerto. Orleans.—Nancy.—Croquis agradable de.la plaza del Hotel-
de-Ville.—Teoría y apología del rococó.—Despertar que se
tiene en el coche-correo al asomar el dia.—Vision magnífica.
—La cuesta de Saverne.—Párrafo que comienza en el cielo y
que acaba en una bacía.—Los aldeanos.—Los carreteros.—
POST-SGRIPTUM. Wasselonne.—Recodo del camino.—Aparición del Munster.

Carlsrühe, noviembre.
Querido Luis, a q u í tienes acabada esta Estrasburgo, Agosto*
carta interminable. Alaba á Dios y per- H é m e a q u í en Estrasburgo, amigo mió.
d ó n a m e . No leas el infolio que te envió, Tengo m i ventana abierta que d á á l a
pero ven á ver Heidelberg. plaza de Armas. A m i derecha hay u n
Acabo de dar una vuelta magnífica grupo de árboles, á m i izquierda el Muns-
por la Berg-Strasse. He tenido lodo y ter, cuyas campanas tocan á vuelo en
nieve, pero t ú sabes que yo tengo algo este instante; enfrente de m í , en el fondo
de m o n t a ñ é s . No he sufrido por el frió, de la plaza, hay una casa del siglo diez y
sino por falta de medios para calentar seis m u y bonita, aunque estucada de
me. F i g ú r a t e que desde que estoy en amarillo con contraventanas verdes; de-
Alemania no he podido todavía conse- t r á s de esta casa las altas paredes de una
g u i r que se me facilite una chimenea vieja nave, en donde está la biblioteca
rebosando fuego, un tizón encendido, u n de la ciudad; en medio de la plaza u n
haz de l e ñ a ardiendo. No he encontrado barracón de madera, de donde saldrá,
m á s que horribles estufas, cuyos tubos se s e g ú n se dice, u n monumento para K l e -
tuercen por las habitaciones como ser ber; por todos lados un cordón de viejos
pientes. De a q u í sale un maldito calor techos bastante pintorescos; á algunos
que te hace traición, pues te hace hervir pasos de m i ventana una horca, al pié
la cabeza y te hiela los pies. A q u í no se de l a cual hablan una jerga algunos pi-
calienta uno, se asfixia. l l u d o s alemanes rubios y barrigudos. De
Prescindiendo de este pequeño incon vez en cuando, una esbelta silla de posta
veniente—la asfixia por m a ñ a n a y tarde, inglesa, calesa ó landó, se detiene en la
—el pais es verdaderamente admirable. puerta de la Gasa-Roja, que habito, con
Toda la noche llueve; d u r m i é n d o m e , oigo su postillón hádense. E l postillón háden-
caer con rabia los chaparrones contra los se es agradable; lleva una chaqueta de
EL RHIN. 783
color amarillo muy subido, un sombrero aquello, es u n torbellino. Parece que el
negro charolado con ancho galón de pla- coche se ha puesto furioso.
ta, y lleva en l a banderola una bocina L a confortable silla de posta inventa-
de caza, con un enorme lazo de bellotas da por M . Conté se metamorfosea en un
encarnadas, en medio d é l a espalda. Hay abominable patache; el sillón Voltaire
que confesar que nuestros postillones son no es m á s que una carraca. Se salta, se
horribles; el postilion de Longjumeau es danza, se rebota, se rechaza contra su
un mito: una blusa vieja llena de barro y vecino—todo esto durmiendo.'—Porque
una feísima gorra de algodón; hé aquí esto es lo gracioso, se duerme. E l sueño
el postillón francés. Ahora, por encima te coge por un lado y el infernal carrua-
del postillón hádense, la silla de postas, je por el otro. De a q u í una pesadilla
los pilluelos alemanes, las casas anti- abrumadora. Nada es comparable á los
guas, los árboles, el b a r r a c ó n y el campa- desvarios de un sueño zangoloteado. Se
nario, coloca u n hermoso cielo mezclado duerme y no se duerme; es á la vez todo
de azul y de nubes, y t e n d r á s una idea realidad y quimera. Es el sueño anfi-
del cuadro. bio. De vez en cuando se entreabren los
Por lo demás, he tenido pocas aventu- á r p a d o s . Todo tiene un aspecto defor-
p
ras; he pasado dos noches en el coche- me, sobre todo si llueve, como sucedía la
correo, lo que me ha dado una alta idea otra noche, E l cielo es negro, ó mejor
de la solidez de nuestra humana m á - dicho, no hay cielo, parece que se mar-
quina. cha extraviadamente á través de un re-
Es una cosa horrible pasar una noche molino; los faroles del coche arrojan una
en el coche-correo. En el momento de luz descolorida, que vuelve monstruosas
partir todo v á á pedir de boca; el posti- las ancas de los caballos; por intervalos
llón restalla el látigo, los cascabeles de aparecen bruscamente en l a claridad y
los caballos resuenan alegremente, se se desvanecen las copas despeinadas de
siente una situación e x t r a ñ a y dulce, y los olmos; los charcos de agua estancada
el movimiento del coche d á al espíritu chillan y se extremecen á los impulsos
alegría y el crepúsculo melancolía. Poco de la l l u v i a como las cosas que se fríen
á poco la noche nos envuelve, la con- en la sartén; los zarzales toman aspectos
versación de los compañeros de viaje agachados y hostiles; los montones de
languidece, se siente vago entorpeci- piedras ofrecen aposturas de cadáveres
miento en los párpados, los faroles del yacentes; se mira con vaguedad; los á r -
coche se encienden; éste se arrastra, des- boles de la llanura no son ya árboles, son
pués parte como el viento, se hace com- gigantes horrorosos, que se cree ver cómo
pletamente de noche y acaba uno por avanzan lentamente hácia la orilla de la
carretera; todo muro viejo se asemeja á
dormirse. Precisamente este es el mo
una enorme m a n d í b u l a desdentada. De
m e n t ó que el camino escoge para hacerse
pronto, un espectro pasa extendiendo los
intransitable: los hoyos y los baches se
brazos. De dia no pasaría de ser el poste
confunden; el coche se pone á bailar. del camino que os dirá buenamente: Car-
Esto no es ya una carretera, es una ca- retera de Goloummiers á Sezanne. De noche
dena de m o n t a ñ a s con sus lagos y sus es una aparición horrible que parece ar-
crestas, que debe mostrar horizontes rojar una maldición al viajero. Y des-
magníficos á las hormigas. Dos movi pués no sé por q u é se tiene el pensamien-
mientes contrarios se apoderan del coche to lleno de i m á g e n e s de serpientes; se
y le sacuden con rabia, como dos enormes llega uno á imaginar que las culebras se
manos que lo hubiesen apresado al pasar arrastran por su cerebro; el espino silba
u n movimiento de adelante a t r á s y de á la orilla del declive como un p u ñ a d o
atrás adelante, y u n movimiento de iz de áspides; el látigo del postillón es una
quierda á derecha y de derecha á izquier- víbora volante que sigue al carruaje y
da, el cabeceo y el balanceo de un bu busca como morderle á través de los v i -
que. Resulta de esta feliz complicación drios; á lo lejos, en la bruma, la línea de
que toda sacudida se multiplica por sí las colinas ondula como el vientre de
misma á la a l t u r a de los ejes, y que se una boa que digiere, y toma en el en-
eleva á la tercera potencia en el interior grosamiento del sueño la figura de u n
del coche, sin perjuicio de que un g u i d r a g ó n prodigioso que rodease el hori-
jarro como el p u ñ o de grande te haga zonte. E l viento ronca como un cíclope
golpear ocho veces seguidas la cabeza en fatigado y te hace soñar en a l g ú n obrero
el mismo sitio, como si se tratase de cía espantoso que trabaja penosamente en
var un clavo. Es delicioso. A contar des- las tinieblas. Todo vive en esa vida hor-
de este momento, ya no es un carruaje
784 OBRAS D E VICTOR HUGO.

rible que las noches huracanadas dan á ic intentado entablar la conversación de


los objetos. cien maneras para ver si le encontrarla
Las ciudades que se atraviesa se po- comible, como dice Diderot. Le he atacado
nen t a m b i é n á danzar, las calles suben 3or todos lados, pero por todas partes he
y bajan perpendicularmente, las casas sacado en consecuencia que era un estú-
se inclinan confundidas hacia el 'carrua- pido. Hay mucha gente como esta. Y o
je, y algunas lo miran con ojos que pare- me encontraba en la situación de esos
cen brasas. Estas son las que tienen aun niños que quieren á la fuerza morder un
las ventanas iluminadas. confite contrahecho; buscan el azúcar y
A l l á á las cinco de la m a ñ a n a todo se encuentran el yeso.
desvanece; el sol asoma, y ya no se pien- L a ciudad de Bar está dominada por
sa m á s en ello; una inmensa cuesta de viñedo que es
Hó a q u í lo que es u n á noche en silla- completamente verde en Agosto, y que
correo, y entiéndase que hablo de los en el momento que pasaba por ella la
nuevos coches, que son sin disputa exce protegía u n cielo completamente azul.
lentes carruajes, y cuando el camino es No está subido de color ese azul n i ese
bueno—lo que es raro en Francia. verde que envolvía tibiamente u n rayo
T ú créese y crees bien, querido amigo, de sol. E n los alrededores de Bar-le-Duc
que me seria difícil darte idea de u n pais es moda que las casas de algunas pre-
recorrido de esa manera. tensiones tengan, en lugar de postigo,
Atravesó Sezanne, y hó a q u í lo único un pequeño pórtico de piedra de cante-
que recuerdo: una larga calle deteriora- ría, con el cielo raso cuadrado, y al cual
da, casas bajas, una plaza con una f uen se llega por una escalinata. Es bastante
te, una tienda abierta, donde un hombre bonito. T ú sabes lo que á m í me gusta
á la luz de una vela cepilla una tabla. notar las originalidades de las arquitec-
A t r a v e s é Phalsburgo, y hé a q u í lo que turas locales, te lo he dicho cien veces,
conservo de dicha población: un ruido cuando l a arquitectura es natural y no
de cadenas y de puente levadizo, sóida adulterada por los arquitectos. E l clima
dos mirando con linternas y negras se escribe en la arquitectura. U n techo
puertas fortificadas, por debajo de las puntiagudo prueba la lluvia; plano, el
cuales se sepulta el carruaje. sol; cargado de piedras, el viento.
De Vitry-sur-Marne á Nancy viajó de Por lo d e m á s , yo no notó nada de par-
dia. No v i nada que digno de mención ticular en Bar-le-Duc, á no ser que el
sea. Verdad es que la silla-correo no deja correo de la mala encomendó a q u í cua-
ver nada. trocientos tarros de confitura para su
Vitry-sur-Marne es una plaza de guer- venta del a ñ o , y que en el momento en
ra churrigueresca. Saint-Dizier es una que salí de la ciudad entraba en ella un
larga y ancha calle orlada a q u í y allá viejo caballo estropeado que se dirigía
de hermosas casas á lo Luis X V , hechas sin duda alguna á casa del que desuella
con piedra de cantería. Bar-le-Duc es las caballerías inútiles. ¿Te acuerdas de
bastante pintoresco; u n precioso riachue aquel famoso caballo de nuestro precioso
lo lo atraviesa. Supongo que es el Or- niño, de nuestro querido pequeño D , ,
nain; pero no afirmo nada en materia de que permaneció por tan largo tiempo ex-
rios, desde que he visto soliviantada toda puesto á todos los huracanes y recibien-
l a B r e t a ñ a por haber confundido el V i do todas las lluvias en un rincón del
laine con el Oouasnon. Las n á y a d e s son balcón de la plaza Real, con una nariz
susceptibles, y yo no tengo ganas de re- de papel gris, sin orejas n i cola, y con
ñ i r con los rios que tienen los cabellos solo tres ruedecitas? Así estaba el pobre
verdes. Por debajo de esto pon que no caballo de Bar-le-Duc,
he dicho nada, De V i t r y á Saint-Dizier el paisaje es
A propósito, todo este viaje lo he he mediano. Solo se ven grandes campos de
cho a c o m p a ñ a d o de un honrado notario trigo, esquilados, chamuscados y de un
de provincia que tiene su despacho en no aspecto tosco en esta estación. N i un la-
sé quó pueblecillo del Mediodía, y que brador, n i u n segador, n i una espigado-
v á á pasar sus vacaciones en Badén, por ra marchando con los piés desnudos, la
que dice que todo el mundo vá á Badén. Es- cabeza baja, con u n flaco manojo debajo
cuso decirte que no ha habido conversa del brazo. Todo está desierto. De vez en
cion posible con él. Este digno escribano cuando u n cazador y un perro de mues-
huele el papel timbrado como el conejo tra, inmóviles en lo alto de una colina,
de madriguera huele la col. dibujan su silueta en u n claro de luz.
Como el viaje nos vuelve habladores No se ven las aldeas; están agazapadas
EL RHIN» 785
entre las colmas, en pequeños valles ver- balaustrada parecida al coronamiento de
des, en el fondo de las cuales circula las torres de Orleans, lo que me ha cho-
siempre un arroyuelo. A cada paso se cado. Sin embargo, no condeno la cate-
distingue el remate de u n campanario. dral de T o u l . Vista por el ábside es bas-
Una vez ese remate de campanario me tante hermosa. A l pasar por el puente
ofreció u n aspecto singular, L a colina de T o u l , m i c o m p a ñ e r o de viaje me pre-
era verde; estaba cubierta de césped. g u n t ó si la casa de Lorena no era lo mis-
Por encima de esta colina solo se veia el mo que l a casa de Médicis.
sombrero de estaño de una torre de igle- Nancy, como Toul, está en u n valle,
sia, que parecía colocado e x a c t a m e n t é pero en u n hermoso, ancho y opulento
sobre lo alto de l a colina misma. Ese valle. L a ciudad no tiene el mejor as-
sombrero era de forma flamenca.—En pecto; los campanarios de la catedral
Flandes, en las iglesias de aldea, el cam- son garitas Pompadour. No obstante,
panario tiene l a forma de la campana.— me he reconciliado con Nancy por de
M i r a éste de aquí, u n inmenso tapiz pronto, porque he comido en elía y tenia
verde, sobre el cual se hubiese dicho que mucho apetito, y después porque la plaza
Grargantúa habia olvidado su cascabel. de la Casa del Ayuntamiento es una de
Después de Saint-Dizier el camino es las plazas churriguerescas m á s bonitas,
agradable. U n a fresca cabellera de á r más alegres y m á s completas que he vis-
boles se esparce por todos lados, se des- to. Es una decoración m u y bien hecha y
cubren las c a ñ a d a s , las colinas se depri- maravillosamente ajustada con todas las
men y á veces toman un falso aspecto cosas imaginables que sientan bien j u n -
de m o n t a ñ a s . L o que ayuda l a ilusión es tas y que se ayudan por el efecto;fuentes
que de vez en cuando, y á pesar de la de rocalla; bosquecillos de árboles recor-
hermosa apariencia, la tierra es á r i d a y tados y sujetos á patrón; verjas de hierro
lo alto de las colinas aparece enfermizo macizas, doradas y adornadas, una está-
y pelado. Parece que la tierra no tiene tua del rey Estanislao; un arco de t r i u n -
fuerzas para empujar su savia hasta allí. fo de u n estilo m a c h a c ó n y festivo; fa-
Esto no aumenta l a altura de las colinas chadas nobles, elegantes, bien unidas
m á s que en la apariencia, pero al fin y al entre sí y colocadas con arreglo á á n g u -
cabo les d á cierto crecimiento. los inteligentes.. Hasta el mismo empe-
L i g n y es una hermosa ciudad. Tres ó drado, formado de guijarros puntiagudos,
cuatro colinas, encontrándose, han forma- está hecho en compartimientos, como un
do un valle en forma de estrella. Las ca- mosáico. Es una plaza marquesa.
sas de L i g n y están todas amontonadas en Me causó sentimiento no haber tenido
el fondo de este valle, como si se hubiesen tiempo para ver detalladamente y á m i
deslizado desde lo alto de las colinas. gusto esta ciudad, en l a que en toda ella
Esto le d á un aspecto delicioso, y ade- domina el estilo de Luis X V . L a arqui-
m á s tiene una bonita corriente y dos tectura del siglo diez y ocho, cuando es
bellas torres amenazando ruina. Estas rica, acaba por librarse de su m a l gusto.
colinas son encantadoras, imponen la Su fantasía vegeta y se esparce en la cús-
obligación á l a silla-correo de subir al pide de los edificios en frondosidades de
paso, tanto, que yo he podido bajar, se- flores tan extravagantes y tan espesas,
guir á pié al carruaje y ver la ciudad. que todo disgusto se desvanece y se di-
Tengo mis dudas respecto á la ca- sipa al verlas. E n los climas cálidos, en
tedral de T o u l . Sospecho que tiene a l g u - Lisboa, por ejemplo, que es t a m b i é n una
na afinidad con Ja catedral de Orleans, ciudad rococa, parece que el sol haya
esa odiosa iglesia que de lejos os promete influido en esa vegetación de piedra
tanto y que de cerca no os ofrece nada. como en l a otra vegetación. Diríase que
Con todo, no tengo tan mala idea for- ha circulado savia por el granito; que en
mada de l a iglesia de Toul; verdad es él se ha hinchado, ha brotado y ha arro-
que no l a he visto de cerca. T o u l está jado por todas partes prodigiosas ramas
en u n valle; el coche bajaba por él á ga- de arabescos, que se yerguen e n g r e í d a s
lope; el sol se ocultaba y arrojaba un ad hácia el cíelo. E n los conventos, en los
mirable rayo horizontal en la fachada de palacios, en las iglesias, el adorno salta
la catedral; el edificio tiene u n aspecto por doquiera, á cada instante, con ó sin
de vetustez singular; hay conjunto, y éste pretexto. No hay en Lisboa un solo fron-
era m u y bello. A l acercarme me pareció tis cuya línea haya permanecido sin a l -
que tenia tanto deterioro como vejez, que teración.
las torres eran octógonas, lo que me dis- L o que es notabilísimo y acaba de asi-
gustó, y que t e n í a n sobrepuesta una milar la arquitectura del siglo diez y
TOMO I V .
786 OBRAS D E VICTOR HUGO.

ocho á una vegetación—yo hacia la ob- L a bajada se hace en un cuarto de


servación en Nancy dando la vuelta á ñora, y tiene cinco cuartos de legua.'—•
la catedral—es que, así como el tronco de Media hora m á s tarde era la hora del
los árboles es oscuro y triste, la parte i n - crepúsculo; el alba á m i izquierda azo-
ferior de los edificios Pompadour es po- gaba la parte baja del cielo, un grupo
bre, melancólica, pesada y l ú g u b r e . E l e casas blancas cubiertas de tejas ne-
rococó tiene muy feos los pies. gras se recortaba en la cima de una co-
L l e g u é á Nancy el domingo á las siete ina, el verdadero azul del día comen-
de la tarde; á las ocho partia el coche. zaba á invadir el horizonte, algunos
Esta noche fué menos mala que l a an- aldeanos pasaban ya dirigiéndose á sus
terior. Estaba m á s cansado? ¿El camino viñas; una luz clara, fría y violeta l u -
era mejor? E l hecho es que yo me agar- chaba con el resplandor ceniciento de la
r é á las correas del coche y me d o r m í . 'una; las constelaciones palidecían, dos
Así es cómo v i Phalsbourg. de las pléyades h a b í a n desaparecido, los
Serian las cuatro de la m a ñ a n a cuan- tres caballos del carruaje bajaban r á p i -
do me despertó á l a impresión que me damente hácia su cuadra; hacia frío, yo
produjo el viento fresco que me daba en estaba helado, fué preciso levantar las
l a cara, por efecto del impulso del coche, ventanillas. U n momento después el sol
que iba á todo correr ó inclinado hácia aparecía y la primera cosa que me mos-
adelante, pues b a j á b a m o s la famosa cues traba era u n notario de aldea afeitándo-
t a de Saverne. se en su ventana, con l a nariz tocando
Puedo registrar esta impresión como en u n espejo roto y detrás de una corti-
una de las m á s bellas de m i vida. L a na indiana encarnada.
l l u v i a habia cesado, las brumas se dis- Una hora m á s tarde los aldeanos apa-
persaban por todos lados, la media luna recían pintorescos y los carreteros mag-
atravesaba r á p i d a m e n t e las nubes y vo níficos; l l e g u é á contar á uno de ellos
gaba cada vez m á s libremente en u n trece m u í a s enganchadas con cadenas
trapecio azul, como una barca en un pe colocadas con mucha holgura. Se sentía
queño lago. L a brisa que venia del R h i n la aproximación de Estrasburgo, la vieja
hacia extremecer los árboles plantados ciudad alemana.
en los bordes del camino. De vez en cuan Gralopando atravesamos Wasselonne,
do sus copas se separaban y me dejaban larga tirada de casas cortada en la últi-
ver un abismo imaginario y deslumhran ma garganta de los Vosgos por el lado
te; en primer término, una selva que ocul de Estrasburgo. A q u í solo he podido
t a la m o n t a ñ a ; abajo, inmensas llanuras entrever una singular fachada de igle-
con hilos de agua que corren dando vuel sia que tiene encima tres campanarios
tas y revueltas y reluciendo como relám redondos y puntiagudos, yustapuestos,
pagos, y en el fondo una línea sombría que el movimiento del coche me ha traí-
confusa y espesa—el Bosque Negro,^— do delante del vidrio de la ventanilla y
todo un panorama m á g i c o entrevisto á en seguida se ha llevado zangoloteándo-
l a luz de la luna. Estos espectáculos i n lo como una decoración de teatro.
completos causan quizás m á s ilusión que De pronto, al dar una vuelta el cami-
los otros. Son desvarios que se tocan y que no, la bruma se ha disipado y he distin-
se miran. Y o sabia que tenia ante mis guido el Munster. Eran las seis de la ma-
ojos Francia, Alemania y Suiza; Bstras ñ a n a . L a enorme catedral, la cima m á s
burgo con su flecha, el Bosque Negro con alta que ha construido la mano del hom-
sus m o n t a ñ a s , el R h i n con sus rodeos bre después de la gran pirámide, se dibu-
yo lo buscaba todo, lo suponía todo y no jaba con limpieza en un fondo de monta-
veia nada. J a m á s he experimentado sen ñ a s sombrías de magnífica forma, en las
sacien m á s extraordinaria. Mezcla á esto que el sol b a ñ a b a a q u í y a l l á anchos
l a hora, la carrera, los caballos empuja valles. L a obra de Dios hecha para los
dos por la pendiente, el ruido violento de hombres, l a obra de los hombres hecha
las ruedas, el extremecimiento de los v i para Dios, la m o n t a ñ a y la catedral, l u -
drios de las ventanillas ya descorridas, chaban en grandeza.
el paso frecuente de las sombras de los Y o no he visto j a m á s nada m á s impo-
árboles, los soplos que brotan por la ma- nente.
ñ a n a de las m o n t a ñ a s , una especie de
m u r m u l l o que producía ya la llanura, la
belleza del cielo, y t ú comprenderás lo
que yo sentía. Por el día maravilla este
valle; por l a noche fascina.
EL RHIN. 787
Luis V , encierra este pensamiento formi-
dable que el arte gótico ha expresado
CAJRTJl X X X . bajo todas las formas: un lecho debajo
del cual hay una tumba; el sueño super-
puesto á la muerte, el hombre a l cadáver,
Estrasburgo. la muerte á la eternidad. E l sepulcro
tiene dos cuerpos. E l obispo, con sus h á -
La catedral.—La fachada.—El ábside.—El autor se expresa con bitos pontificales y la m i t r a en l a cabeza,
extremada reserva sobre la cuenta de su eminencia monseñor
el cardenal de Roban, obispo de Estrasburgo.—Los vidrios.— está acostado en su lecho bajo un dosel;
El pulpito.—Las fuentes bautismales.—Dos tumbas.—Algu- duerme. Más abajo en la sombra, á los
nas mamarrachadas á propósito de un inglés.—El brazo iz- pies del lecho, se e n t r e v é una enorme
quierdo de la cruz.—El brazo derecho.—El suizo desautoriza-
do y maltratado.—El Munster.—A quién encuentra el autor piedra, á la cual están sujetas dos enor-
al subir.—El autor en el Munster.—Estrasburgo á vista de pá- mes anillas de hierro; es la cubierta de l a
jaro,—Panorama.—Estátuas de dos arquitectos del campana-
rio de Estrasburgo.—Santo Tomás.—La tumba del mariscal de tumba. No se vé m á s . Los arquitectos
Sajonia.—Otras tumbas.—Por encima del sacerdote, el cura; del siglo diez y seis mostraban el cadá-
por encima del cura, el obispo; por encima del obispo, el car- ver—tú te acordarás de las tumbas de
denal; por encima del cardenal, el Papa; por encima del Papa,
el sacri&tan.—El bedel gordo mofletudo ofrece al autor ense- Bron;—los del catorce le ocultaban; esto
ñarle un escondrijo.—Un conde de Nassau y una condesa de es todavía m á s espantoso. No hay nada
Nassau entre cristales,—Cuál es la última humillación reser- m á s siniestro que esas dos anillas.
vada al hombre.
E n lo m á s profundo de m i desvarío
me ha distraído u n inglés que hacía
Setiembre. preguntas sobre el asunto del collar y
sobre Mme. de Lamotte, creyendo ver
Ayer visitó la iglesia. E l Munster es allí la tumba del cardenal de É o h a n . E n
verdaderamente una maravilla. Los fron- cualquier otro sitio no h a b r í a podido
tispicios de la iglesia son hermosos; par contener la risa. Después de todo, no ha-
ticularmente el frontispicio romano tiene bría obrado bien: ¿quién no tiene su r i n -
en la fachada tres soberbias figuras á cón de ignominia grosera? Conozco, y t ú
caballo; el rosetón es soberbio y bien cor conoces como yo, un sábio médico que
tado; todo el frente de la iglesia es un dice: poudre dentrifice, lo que prueba que
poema s á b i a m e n t e compuesto. Pero el no sabe n i el latin n i el francés. Y o no sé
verdadero triunfo de esta catedral es la ya q u é abogado, adversario de la pro-
aguja. Es una verdadera tiara de piedra piedad literaria, en l a C á m a r a de los d i -
con su corona y su cruz. Es el prodigio putados dijo: monsieur Eéaumur, monsieur
de lo gigantesco y de lo delicado. Habia Fharenheit, monsieur Centigrade. U n filó-
visto Chartres, habia visto Anvers, me sofo infalible, contemporáneo nuestro, ha
faltaba ver Estrasburgo. imaginado el pretérito recollexit. Raulin,
L a iglesia no está terminada. E l ábsi- doctísimo rector de la Universidad de
de, miserablemente truncado, ha sido ar- P a r í s en el siglo quince, se indignaba de
reglado al gusto del cardenal de Roban, que los escolares escribieran: mater tuus,
el imbécil, el hombre del collar. E s t á jmter tua, y decía: Marmouseti. E l bar-
horrible. Los rosetones que le han adap barismo justificaba el solecismo.
tado tienen el dibujo del tapiz ordina- Y vuelvo á m i catedral. L a tumba de
rio; son innobles. Los otros rosetones son que acabo de hablarte está en el brazo
bellos, excepto algunos vidrios rehechos, izquierdo de la cruz. E n el brazo derecho
destacándose especialmente el del gran hay una capilla que una andamiada me
rosetón. Toda la iglesia está vergonzosa- ha impedido ver. A l lado de esta capilla
mente revocada; algunos trozos de escul- se extiende una balaustrada del siglo
tura han sido restaurados con a l g ú n quince pegada á la pared. U n a figura
gusto. E n esta catedral han puesto todos pintada y esculpida se apoya sobre esta
las manos. E l púlpito es un pequeño tra- balaustrada y parece que admira u n pi-
bajo del siglo quince, gótico florido, de lar rodeado de e s t á t u a s superpuestas que
un dibujo y un estilo arrebatadores. está frente por frente de ella, y que es
Desgraciadamente lo han dorado de una de u n efecto maravilloso. L a tradición
manera estúpida. Las fuentes bautisma- quiere que esta figura represente al p r i -
les son de la misma época y están supe- mer arquitecto del Munster, E r w y n de
riormente restauradas. Son jarrones ro- Steinbach.
deados de una maleza de escultura la Las e s t á t u a s me dicen muchas cosas,
m á s maravillosa del mundo. A l lado, en y como yo siempre tengo la m a n í a de
Una capilla sombría, hay dos tumbas. preguntarles, cuando me encuentro con
Una, la de un obispo del tiempo de una que me gusta permanezco largo
788 OBRAS D E VICTOR HUGO.

tiempo con ella. Estaba, pues, á solas con un permiso especial del alcalde de
con el gran E r w y n , y hacia ya una hora Estrasburgo, y no se puede subir m á s
larga que me hallaba profundamente que a c o m p a ñ a d o de dos obreros de los
pensativo, cuando un belitre vino á dis- que se ocupan en reparar los tejados, que
traerme. Era el suizo de la iglesia, que te atan al cuerpo una cuerda, cuyo ex-
con el objeto de ganarse treinta sueldos tremo atan á ciertas distancias, á medida
me ofrecía explicarme la catedral. F i g ú - que subes, en las barras de hierro de los
rate u n horrible suizo medio a l e m á n , cruceros de las ventanas. Hace ocho dias,
medio alsaciano, p r o p o n i é n d o m e sus ex- tres mujeres, tres alemanas, una madre
plicaciones:—¿Monsir, fous afre pas fu lé y sus dos hijas, han hecho esta ascensión.
champelle?—Yo despedí con bastante du- Con excepción de los trabajadores que
reza á ese chapurrado comerciante. tienen que restaurar el campanario, na-
No he podido ver el reloj astronómico die sube hasta el cupulino. A q u í ya no
que hay en la nave y que es un precioso hay escalera, sino simples barras de
trabajo del siglo diez y seis. Parece que hierro formando escalones.
intentan restaurarlo y está envuelto en Desde donde yo estaba la vista es ad-
una camisa de tablas. mirable. Se tiene á Estrasburgo á los
Vista la iglesia, he subido al campa- pies, vieja ciudad de remates dentados y
nario. T ú conoces m i afición por el viaje de grandes techumbres con muchas cla-
perpendicular. No me hubiera perdo- raboyas y cruzada de torres ó iglesias.
nado dejar de subir á la m á s alta flecha 'tan pintoresca como cualquiera ciudad
del mundo. E l Munster de Estrasburgo de Flandes. E l Y l l y el R h i n , desagrada-
tiene cerca de quinientos pies de alto y bles corrientes, alegran ese sombrío mon-
pertenece á la familia de los campanarios tón de edificios con sus charcos de agua
que tienen pegadas escaleras con luces. claros y verdes. Alrededor de las mura-
Es una cosa admirable circular por esta llas se extiende hasta perderse de vista
monstruosa masa de piedra rellena de una inmensa c a m p i ñ a llena de árboles y
aire y de luz, calada como un juguete sembrada de lugarejos. E l Rhin, que se
de Dieppe, linterna al mismo tiempo aproxima á la ciudad á la distancia de
que pirámide, que vibra y que palpita á una legua, corre por estos campos dando
todas las inflexiones del viento. Y o subí vueltas y rodeos. Cercando la torre del
hasta lo m á s alto de las escaleras verti- campanario se ven tres cadenas de mon-
cales. Subiendo encontró un visitador t a ñ a s , las cumbres del Bosque Negro al
que bajaba m u y pálido y m u y temblo- Norte, los Vosgos al Oeste y al Mediodía
roso, casi llevado por su guia. H a y que los Alpes,
manifestar que no se corre n i n g ú n peli- Se está tan alto, que el paisaje ya no
gro. E l peligro podria comenzar en el es u n paisaje; es, como lo que yo veia en
punto donde yo me detuve, en el naci- la m o n t a ñ a de Heidelberg, un mapa, pe-
miento de la flecha propiamente dicho. ro un mapa viviente, con brumas, huma-
Cuatro escaleras con luces, en espiral, redas, sombras y luces, extremecimientos
correspondiendo á las cuatro torrecillas de aguas y hojas, nubes, lluvias y rayos
verticales, enroscadas en un encabresta- de sol.
miento delicado de piedra adelgazada y E l sol festeja con gusto á los que suben
llena de adornos, se apoyan en la flecha, á las grande cimas. Cuando estaba en
cuyo á n g u l o siguen y arrastran hasta lo el Munster desordenó de repente las nu-
que se llama la corona, á cerca de trein- bes con que habiacubierto el cielo todo el
t a pies de distancia del cupulino, que dia, ó hizo resplandecer todos los gases
tiene sobrepuesta una cruz y que forma de la ciudad y todos los vapores de la
el remate del campanario. Los p e l d a ñ o s llanura, vertiendo una l l u v i a de oro so-
de estas escaleras son m u y altos y muy bre Saverne, cuya cuesta magnífica vol-
estrechos y van reduciéndose á medida vía á ver en el fondo del horizonte á tra-
que se sube; tanto, que los m á s altos vés de una gasa resplandeciente. D e t r á s
apenas si tienen de vuelo lo indispensa de m í un n u b a r r ó n descargaba agua en
ble para colocar el talón. Es preciso tre el Rhin; á mis piés la ciudad charlaba
par así un centenar de piés, y se está dulcemente, y sus palabras llegaban has-
á cuatrocientos piés del suelo. No hay ta m í á t r a v é s de las bocanadas del vien-
barandillas, y de haberlas son tan esca- to; sonaban las campanas de cien pue-
sas, que no merecen la pena de que se blecillos; pulgones rojos y blancos, que
hable de ellas. L a entrada de esta es- eran vacadas; otros pulgones azules y
calera está cerrada por una verja de rojos, que eran soldados de artillería ha-
hierro. Esta verja no se abre m á s que ciendo el ejercicio de fuego en el polígo-
EL RHIN. 789
no de la izquierda; un escarabajo negro, rada, arrancaron el corazón á la e s t á t u a .
que era una diligencia, corria por el Y a no queda m á s que el agujero cua-
camino de Metz; y al Norte, en la cima drado perfectamente vacío.
de una colina, el castillo del gran duque E n otra l á p i d a de piedra está esculpi-
de B a d é n brillaba en un reguero de luz do un coronel polaco, con el casco y el
como una piedra preciosa. Y o iba de una ienacho en la cabeza, vistiendo una be-
torrecilla á la otra, mirando así una tras a armadura que la gente dedicada á la
otra la Francia, la Suiza y la Alemania milicia llevaba aun en el siglo diez y
iluminadas por un solo rayo de sol. siete. Se cree que es un caballero: no hay
Cada torrecilla está enfrente de una tal cosa; es u n coronel. Entre otros hay
nación distinta. dos maravillosos sarcófagos de piedra;
A l volver á bajar me detuve unos ins- uno, que es gigantesco y está cargado
tantes en una de las puertas altas de la de blasones, pertenece al opulento estilo
torrecilla-escalera. A los dos lados de es del siglo diez y seis, y es la tumba de
ta puerta están las figuras en piedra de un hidalgo d a n é s que duerme, no sé por
los dos arquitectos del Munster. Esos dos qué, en esta iglesia; y otro, m á s curioso
grandes poetas están representados pues todavía, aunque no tan bello, está ocul-
tos en cuclillas, la espalda y la cara vuel to en un armario, como el busto de P i -
tas hácia atrás, como si se maravillasen galle. Regla general: los sacristanes
de la grandeza de su obra. Y o me colo- ocultan todo lo que pueden ocultar, por-
q u é t a m b i é n como ellos, y permanecí que se hacen pagar para dejarlo ver. De
hecho una e s t á t u a como ellos mismos esta manera hacen sudar piezas de cin-
por espacio de algunos minutos. E n la cuenta céntimos á los pobres sarcófagos
plataforma se me hizo escribir m i nom- de granito, dando de sí todo lo que pue-
bre en un libro; después me fui. Las cam den. Este es del siglo noveno; gran ra-
panas y él reloj no ofrecen n i n g ú n i n - reza. Es la tumba de un obispo que no
terés. debia tener arriba de cuatro piés de a l -
Del Munster me fui á Santo T o m á s tura, á juzgar por su caja. Magnífico
que es la iglesia m á s antigua de la ciu sarcófago por lo d e m á s , cubierto de es-
dad, y en la que está la tumba del ma culturas bizantinas, figuras y flores, y
riscal de Sajonia. Esta tumba es en sostenido por tres leones de piedra, uno
Estrasburgo lo que . la Asunción de debajo de la cabeza y dos debajo de los
Bridau es en Chartres, una cosa muy piés. Gomo está en u n armario pegado á
célebre, muy ponderada y muy mediana la pared, no se puede ver m á s que su
Es una obra de primer órden trabajada frente. Esto es desfavorable para el arte:
en mármol, en el descarnado estilo de seria preferible que l a tumba estuviese
Pigalle, y de la cual Luis X V se alaba al descubierto en una capilla. L a iglesia,
el sarcófago y el viajero g a n a r í a n en
ba en estilo lapidario de ser el autor y e
en ello; pero, ¿qué sena entonces del sa-
director—auctor et dux—de las victorias
cristán? Los sacristanes ante todo; esta
del mariscal de Sajonia. Se te abre un
es la regla de las iglesias.
armario en el cual hay una cabeza con
peluca de yeso; es el busto de Pigalle Escuso decirte que la nave romana de
Felizmente hay otra cosa que ver en Santo T o m á s esta revocada de color
Santo Tomás; desde luego la misma amarillo fuerte.
iglesia, que es romana, y cuyos campa Iba á salir, cuando un sacristán pro-
narios, rechonchos y sombríos, tienen un testante, u n gran suizo rojo y mofletudo
gran carácter; después los vidrios, que de unos treinta años, me cogió del brazo.
son hermosos, aunque los hayan blan -—Queréis ver las momias?—Acepté. Otro
queado en su parte inferior, y luego las secreto, otra cerradura. E n t r é en una
tumbas y los sarcófagos, que abundan cueva. Estas momias no tienen nada de
en esta iglesia. U n a de esas tumbas es egipcias. Son un conde de Nassau y su
del siglo catorce; es una lápida de piedra hija, que se encontraron embalsamados
incrustada recta en el muro, y en el cua excavando los sótanos de la iglesia y que
está esculpido un caballero a l e m á n de han sido puestos en u n rincón entre cris-
soberbia apostura. E l corazón del caba tales. Estos dos pobres muertos duermen
llero, encerrado en una caja de plata so allí en plena claridad, acostados en sus
bredorada, habia sido depositado en un féretros, á los cuales han levantado las
agujerito cuadrado abierto en el vientre cubiertas. E l féretro del conde de Nassau
de la figura. E n el 93 algunos Brutos está adornado de escudos de armas pin-
de la localidad, por ódio á los caballeros tados. E l viejo príncipe está vestido con
y por amor á las cajas de plata sobredo un traje sencillo, cortado según la moda
790 OBRAS D E VICTOR HUGO.

del tiempo de Enrique I V . Lleva gran- Tiene la buena idea de pronunciar una palabra mágica.—
Efecto de esa palabra.—La niña pálida.—Diálogo espmtoso
des guantes de piel amarilla, zapatos y lacónico del viajero y de la niña pálida.—Ultimo prodigio.
negros de tacones altos, una golilla de —El viajero, salvado milagrosamente, rinde homenaje á la
encaje y un gorro de lienzo bordado á grandeza de Dios.—¿No es evidente que chapurrar el latin y
estropear el español es saber el alemán-'—El hotel de l a
manera de blonda. E l rostro tiene color Cour de Zcehringen.—Lo que el viajero hizo la víspera.—
de h o l l i n . Los ojos están cerrados. Se le Historia que enternece de la graciosa actriz / de los aduane-
ros qun le hacen pagar diez y siete sueldos,—El Munster de
ven todavía algunos pelos del bigote. Su Freinurg comparado con el Munster de Estrasburgo.—Un poco
hija lleva el espléndido traje del tiempo de arqueología.—La casa que está cerca de la iglesia.—Pa-
de Isabel. L a cabeza ha perdido la forma ralelo sério é imparcial, bajo el punto de vista del gusto, del
arte y de la ciencia, entre los miembros de los Consejos mu-
humana; es una cabeza de muerto: no nicipales de Francia y de Alemania y los salvajes de la mar
tiene ya cabello; un lazo de cintas de co- del Sur.—Cuál es el revoque que prevalece y que prospera
en las orillas del Rhin.—La iglesia de Freiburg.—Los rose-
lor de rosa ha quedado ú n i c a m e n t e en el tones.—El pulpito.—El autor apalea á los arquitectos en el
cráneo desnudo. L a muerta lleva un co- lomo de los fabriqueros de las parroquias.—Tumba del duque
llar al cuello, sortijas en las manos, cha- Bertoldo.—Si por casualidad este duque se presenta en casa
del autor, el portero tiene órd^-n de no dejarle subir la escale-
pines en los pies, una porción de cintas, ra.—Sarcófagos.—El coro.—Las capillas del ábside.—Tum-
alhajas y blondas en las mangas, y una bas de los duques de Zgehringen.—El autor, faltando á los
crucecita de canonesa ricamente esmal- hábitos que tiene contraidos, no sube al campanario.—Por
qué.—Él sube más alto.—Freiburg á vista de pájaro.—Gran
tada en el pecho. Cruza sus pequeñas aspecto de la naturaleza.—Otro valle.—Cuatro líneas que
manos grises y descarnadas, y duerme en son de un glotón.
una cama de ropa blanca como las que
los niños preparan para sus m u ñ e c a s . Se
me ha antojado ver, en efecto, la horrible 6 Setiembre.
m u ñ e c a de la muerte. Recomiendan que
no se remueva el féretro. Si se tocase lo He a q u í m i entrada en Freiburg:
que ha sido la princesa de Nassau, caerla p r ó x i m a m e n t e eran las cuatro de la ma-
deshecha en polvo. ñana; habia tambaleado toda la noche
A l volverme para ver a l conde, me lla- en el c u p é de un coche-correo hádense,
m ó la atención no sé q u é capa lustrosa blasonado de oro en los cantos de las
que le untaba la cara. E l sacristán— portezuelas, y dirigido por esos bonitos
siempre el sacristán—me explicó que ha- postillones amarillos de que ya te he
ce ocho años, cuando se encontró esta hablado; atravesando u n sin fin de pre-
momia, creyeron que se estaba en el ca- ciosas aldeas limpias, sanas, felices, sem-
so de barnizarla. Q u é dices t ú de esto? bradas de jardincillos esparcidos alrede-
¿De q u é sirve haber sido conde de Nas- dor de las casas, regados por p e q u e ñ a s
sau, si doscientos años después de su corrientes vivas, cuyos puentes están
muerte debia ser barnizado por los estu- adornados de e s t á t u a s rústicas, que yo
cadores franceses? L a Biblia habia pro- entreveía á los resplandores de nuestras
metido al cadáver del hombre todas las linternas; habia hablado hasta las once
metamórfosis, todas las humillaciones, de l a noche con m i compañero de c u p é ,
todos los destinos, excepto éste. Ella ha- jóven m u y modesto y m u y inteligente,
bia dicho:—^Los vivos te dispersarán arquitecto del pueblo de Haguenau; des-
como el polvo, te pisotearán como el lodo, pués, como la carretera es buena y como
te q u e m a r á n como estiércol,,;—pero no los coches-correos de M . de Bade van
habia dicho:—¡Acabarán por embetunarte muy despacio, me quedé dormido. Ahora
como un par de botas! bien; h á c i a las cuatro de la m a ñ a n a , el
soplo alegre y frió del alba entró por el
ventanillo, que estaba descorrido, y me
C-A.R.TA. X X X I . dió en el rostro; me desperté á medias,
teniendo ya la impresión confusa de los
obietos reales, y conservando t o d a v í a
F r e i b n r g en Brisgaw. bastante sueño y bastante pesadilla para
seguir con la mirada un enanillo fan-
Perfil pintoresco de un coche de postas hádense.—Qué claridad tástico, vestido con capa de oro, peina-
arrojan las linternas de este coche en el paso de vi. de B .de. do con peluca roja, alto como m i pul-
—Otro despertar al asomar el día.—El autor apura la pa-
ciencia con la insolencia de un enanillo gordo como una nuez gar, que danzaba alegremente detrás
que se pone de acuerdo con la tuerca de un tornillo mal en- del postillón, en la grupa del caballo de-
grasado para burlarse de él.—Cielo de la mañana.—Vénus. lantero, haciendo una infinidad de con-
—Lo que se yergue de pronto en el cielo.—Entrada en Frei-
hurg.—Principio de una aventura extraña.—El viajero, no torsiones extravagantes, brincando como
teniendo un cuarto y no sabiendo qué hacerse, mira una un saltimbanqui, parodiando todas las
fuente.—Continuación de la extraña aventura.—.Viisterios de posturas del postilion y esquivando el
la casa donde habia una linterna encendida.—Los espectros
en la mesa. —El viajero se entrega á diversos exorcismos.— látigo con saltos súbitos y cómicos
EL RHIN. 791
cuando por casualidad pasaba por su poco y me contestaron. Pero no sonó n i
lado. De vez en cuando ese enano se vol- una palabra en francés entre las suyas,
vía hacia m í y me parecia que me salu- n i una palabra de a l e m á n entre las m í a s .
daba irónicamente lanzando grandes Chapurreamos de una parte y de otra á
carcajadas. Habia en la delantera del cuál m á s y mejor. No obstante, yo acabó
coche una tuerca de un tornillo mal en- por comprender que aquella puerta-co-
grasado, que cantaba una canción que chera no era un hotel; era la administra-
parecia entretener mucho al picaro mo- ción de correos y nada más. Qué hacer?
nigote. Por momentos sentia que sus dónde ir? A q u í no se me comprendía
picardías ó insolencias casi me hacían poco n i mucho. De buena gana les hu-
montar en cólera, y estaba ya dispuesto biera seguido, pero la mayor parte eran
á decírselo al postillón. Cuando hubo ya friburgueses que regresaban á sus casas
m á s dia en la atmósfera y menos sueño y cada uno se iba por su lado. Tuve
en m i cabeza, reconocí que aquel enano el disgusto de verlos partir en esta forma,
saltando con su capa de oro era u n bo- los unos tras los otros hasta el último, y
toncito de cobre con borla escarlata ator- al cabo de cinco minutos me quedó solo
nillado en la grupera del caballo. Todos debajo de la puerta-cochera. E l coche
los movimientos del caballo se comuni- habia vuelto á marchar. Entonces me
caban á la grupera, exagerándolos, y apercibí que m i saco de noche, que con-
hacían tomar a l botón de cobre m i l dis- tenia, no solamente m i equipaje, sino
paratadas actitudes. Acabó de desper- t a m b i é n m i dinero, habia desaparecido.
tarme. Esto comenzaba á hacerse trágico. Re-
Habia llovido toda la noche, pero el conocí que esto era un caso providencial,
viento dispersaba las nubes; brumas la- e n c o n t r á n d o m e así de pronto, sin
nudas y difusas ensuciaban a q u í y allá ropa, sin dinero y sin albergue, perdido
el cielo como los residuos de una piel entre los s á r m a t a s , que algo peor era,
negra; á m i derecha se extendía una tomé por l a derecha y eché á andar á la
vasta llanura pardusca apenas desflora- ventura. Caminaba bastante pensativo.
da por el crepúsculo; á m i izquierda, Entre tanto él sol, que no abandona á
detrás de una colina sombría, en la cum- nadie, habia continuado su camino. Aso-
bre de la cual se dibujaban vivas silue- maba la alborada; miró una tras otra
tas de árboles, el Oriente comenzaba á todas las casas, como el que tiene deseos
b a ñ a r s e de azul. Dentro de ese azul, por de entrar en una; pero estaban todas re-
encima de los árboles, por debajo de las vocadas de amarillo y de gris y perfecta-
nubes, Venus resplandecía. T ú sabes el mente cerradas. Por todo consuelo, en m i
cariño que profeso á este planeta. No muy dudosa exploración eucentré una
podía separar mis ojos de él, cuando preciosa fuente del siglo quince, que
arrojaba alegremente su agua en un an-
de repente, en una revuelta del camino,
cho pilón de piedra por cuatro espitas de
se alzó en medio del horizonte una i n -
cobre brillante. Habia ya bastante luz
mensa aguja negra destacándose clara-
para que pudiese distinguir los tres ór-
mente. E s t á b a m o s en Freiburg. denes de p e q u e ñ a s e s t á t u a s agrupadas
Algunos instantes después el coche se alrededor d é l a columna central, y n o t é
detuvo en una ancha calle nueva y blan- con pena que se habia sustituido la figu-
ca, y depositó su contenido con el mayor ra de Heilbron hecha de greda, que de-
desórden, bultos, balíjas y viajeros, de bía coronar este pequeño trabajo, por
bajo de una puerta cochera iluminada una despreciable Fama-veleta de hoja-
por un mezquino farol. M i compañero lata pintada. Después de haber dado una
francés me saludó y se fué. A m í no me vuelta alrededor de la fuente para ver
vino m a l llegar; estaba bastante cansa bien todas las figuritas, me volví á poner
do. A l i r á entrar resueltamente en la en marcha.
casa, un hombre me cogió el brazo y me
interceptó el paso pronunciando algunas A las dos ó tres casas m á s allá de la
vivas palabras en a l e m á n , perfectamente fuente me encontré con una puerta
ininteligibles para m í . Y o vociferé en abierta, encima de la cual brillaba en-
buen francés, y me dirigí á las personas cendido u n farol. Como hay Dios, entró.
que me rodeaban; pero allí no habia m á s No habia nadie en la puerta-cochera.
que viajeros prusianos, austríacos, badén L l a m o y no me responden.
ses, llevando el uno su maleta, el otro su Delante de m í h a b í a una escalera; á
manta de viaje, y unos y otros m u y ale m i izquierda una puerta escusada.
manes y con mucho sueño. Mis reclama- Empujo l a puerta a l azar; estaba en-
ciones, sin embargo, les despertaron un tornada, y se abre. Entro y me encuen-
792 OBRAS D E VICTOR HUGO.

tro en una habitación completamente Nada; n i n g ú n efecto.


negra, con una ventana incalificable á L a gran mujer cubierta como un rey
m i izquierda. de armas fué la única que volvió la ca-
Llamo: beza, me miró fijamente con el blanco
—Eh! no hay nadie? de los ojos y volvió otra vez á beber su
Nadie contesta. filtro.
Toco á tientas la pared y encuentro Pero n i una palabra.
una puerta, la empujo y se abre. Los otros fantasmas n i aun me m i -
Y vuelvo á encontrar otra habitación raron.
sombría, con una luz en el fondo y una A l g o desconcertado, con el gorro en la
puerta entreabierta. mano, d i tres pasos hácia la mesa, y dije,
Me acerco á la puerta y miro. siempre temiendo faltar al respeto á ese
A q u í comienza lo espantoso. castillo de Udolfo:
E n una sala oblonga y m u y vasta, •—Señores, es esto una posada?
sostenida en el centro por dos pilares, E l viejo triplemente cubierto produjo
alrededor de una larga mesa, d é b i l m e n t e una especie de g r u ñ i d o inarticulado, que
iluminada por velas colocadas de trecho cayó pesadamente en su corbata. Los
en trecho, estaban sentados cuerpos de otros no se movieron.
formas singulares. Te confieso que entonces perdí la pa-
Eran seres pálidos, graves y amodor- ciencia y me puse á gritar como un ener-
rados. gúmeno:
E l sitio de preferencia de la mesa, al —Hola! eh! posadero! tabernero! ¡por
que estaba yo m á s inmediato, lo ocupa- todos los diablos! hostelero! mozo! ¡no
ba una mujer grande, descolorida, cu- hay nadie! Kellner!
bierta con una gorra adornada con u n Y o h a b í a cogido al vuelo en mis idas
enorme penacho negro. A su lado estaba y venidas por el H h í n esta palabra, Kell-
u n jó ven de diez y siete años, lívido y ner, sin saber el sentido, pero la h a b í a
serio, envuelto en una inmensa bata ra- encerrado cuidadosamente en un rincón
meada, con u n gorro de seda negro echa- de m i memoria, abrigando una vaga
do hácia los ojos. A l lado del jóven, u n idea de que podría serme útil.
viejo de rostro verde, cuya cabeza lleva- E n efecto, á este grito m á g i c o ¡Kell-
ba tres pisos de cubiertas: primer piso ner! se abrió una puerta en la parte te-
u n gorro de algodón; segundo piso, un nebrosa de la caverna.
p a ñ u e l o de seda; tercer piso, un som- Sésamo, ábrete! no h a b r í a producido
brero. mejor resultado.
Después se escalonaban de silla en Esta puerta se volvió á cerrar después
silla cinco ó seis cascanueces de Nurem de haber dado paso á una aparición que
berg vivientes, grotescamente engalana- vino en línea recta hácia m í .
das y hundidas en inmensos sillones de Era una jóven bonita, pálida, con los
fieltro, caras pintadas de hollín con ojos ojos fatigados, vestida de negro, llevan-
de esmalte. do en la cabeza un peinado extraño, que
L o restante de la larga mesa estaba tenia la forma de una enorme mariposa
desierto, y el mantel, blanco y desnudo negra, colocada de plano en la frente y
como un sudario, se perdía en la sombra con las alas abiertas.
en el fondo de la sala. Tenia, a d e m á s , una ancha tira de seda
Cada uno de estos singulares convida- negra rollada alrededor del cuello, como
dos tenia delante una taza blanca y al- si ese gracioso espectro hubiese tenido
gunos vasos de forma inusitada en un que ocultar la línea roja y circular de
platillo. M a r í a Estuardo y María Antonieta.
Ninguno de ellos decía palabra. —Kellner? me dijo.
De vez en cuando y con el m á s pro- Y o respondí con intrepidez:
fundo silencio llevaban á sus labios la —Kellner!
taza blanca, en la que humeaba u n licor Cogió u n candelero y me hizo seña de
negro que bebían gravemente. que la siguiese.
Comprendí que estos espectros toma- Volvimos á recorrer las habitaciones
ban cafó. por donde yo h a b í a pasado, y en medio
Después de haber reflexionado y juz- de la primera, en un banco de madera,
gando que era llegado el momento de me mostró con una sonrisa un hombre
producir un efecto cualquiera, empujó durmiendo el sueño de lo^ justos y con
l a puerta entreabierta y entró valiente la cabeza colocada sobre m i saco de
mente en la sala. noche.
EL RHIN. 793
M u y sorprendido de este último prodi- la otra orilla, el correo se detuvo y los
gio, despertó bruscamente al hombre; l a aduaneros de B a d é n comenzaron su fae-
joven y él cambiaron algunas palabras na. Y o e n t r e g u é mis llaves y me f u i á
en voz baja, y dos minutos después nos mirar el R h i n á la luz del crepúsculo.
e n c o n t r á b a m o s , m i saco de noche y yo, Esta contemplación me entretuvo el
muy confortablemente instalados en una tiempo que la Aduana empleó en revisar
habitación excelente, con cortinas blan- los baúles, y me ahorró el disgusto de
cas como la nieve. ver lo que m i compañero el arquitecto
Estaba en el hotel de la Cour de Zcéhrin- me ha referido que hicieron con una po-
gen. bre actriz que iba á Carlsruhe; los adua-
H é a q u í ahora la explicación de este neros se divirtieron en atormentarla, ha-
cuento de A n a Hadcliííe. ciéndole pagar diez y siete sueldos por
E n la aduana de K e h l el conductor un miriñaque de indiana no ribeteado, y
del correo de Badén, h a b i é n d o m e oido sacando de su cofre todos sus oropeles y
hablar latin (no sin barbarismos) con todas sus pelucas, con gran confusión
un digno pastor que regresaba á Zurich, de la pobre j ó v e n .
y español con un coronel Duarte que v á E l Munster de Freiburg, en altura
por la Saboya á reunirse con D . Cárlos, aproximadamente, vale tanto como el
habia deducido que sabia el a l e m á n , y Munster de Estrasburgo. Tiene, con d i -
no se habia ya preocupado por m í . E n bujo diferente, la misma elegancia, la
Freiburg el kellner, es decir, el factó- misma v a l e n t í a , la misma inspiración, l a
t u m del hotel de Zsehringen, esperaba el misma masa de piedra mohosa y som-
coche-correo á su llegada, y el conduc- bría, taladrada a q u í y allá de agujeros
tor, al desembarcar, me habia señalado luminosos de todas formas y t a m a ñ o s .
á m í sin yo saberlo, dicióndole: Este via- E l arquitecto del nuevo campanario de
jero es para tí, y le habia entregado m i hierro de Rouen dicen que ha tomado
saco de noche, mientras yo andaba dis- como modelo el campanario de Freiburg.
t r a í d o en medio de los alemanes. E l A y de m í !
kellner, c r e y é n d o m e advertido, habia to- Hay otros dos campanarios en la cate-
mado la delantera con m i saco y habia dral de Freiburg, que son romanos, pe-
ido á esperarme al hotel, en cuya sala queños, bajos, severos, con arcos de me-
baja se habia quedado dormido. Adivina dio punto y festones bizantinos, y e s t á n
lo d e m á s . colocados, no como de ordinario á los
Hay, sin embargo, en l a aventura un extremos del crucero, sino en los á n g u -
azar de gran belleza, y es que al salir los que forma la intersección de la nave
por la puerta eché por la derecha y no p e q u e ñ a con la grande. E n cierto modo
por la izquierda. Dios es grande. el Munster está igualmente independien-
Los espectros impasibles que bebian te de l a iglesia, aunque adherido á ella.
café eran buenamente viajeros de la dili E s t á construido á la entrada de la gran
gencia de Francfort á Ginebra, que apro- nave, sobre u n pórtico casi romano, lleno
vechaban la hora de descanso que el coche de e s t á t u a s pintadas y doradas, que lla-
concede al amanecer; buenas gentes, ves man la atención. E n l a plaza de la igle-
tidas con e x a g e r a c i ó n á lo a l e m á n , que sia hay una bonita f uente del siglo diez
me parecían e x t r a ñ a s , y á las cuales y seis y delante del pórtico tres columnas
yo debia parecer absurdo. L a j ó ven era de la misma época, que sostienen l a está-
una bonita criada del hotel de Zaehrin tua de la V i r g e n entre las dos figuras de
gen. L a gran mariposa negra era el pei San Pedro y San Pablo. A l pié de estas
nado del pais. Peinado gracioso. Anchos columnas el pavimento dibuja un labe-
lazos de seda negra ajustados en escara- r i n t o .
pela sobre la frente, cosidos á u n casque- A l a derecha, la sombra de l a iglesia
te igualmente negro, alguna vez borda- resguarda en la misma plaza una casa
do de oro en su punta, detrás del cual del siglo quince, de techumbre inmensa,
los cabellos caen en la espalda, forman con tejas de color, de tejadillos con esca-
do dos largas trenzas. Los dos extremos leras, flanqueada de dos torrecillas pun-
de la espesa corbata negra, que es tam tiagudas, sostenida por cuatro arcadas
bien una moda local, caen igualmente agujereadas de preciosos huecos, cargada
detrás de la espalda. de blasones iluminados, con balcón ador-
Serian las siete de l a tarde de ayer nado en el primer piso, y entre las ven-
cuando salí de Estrasburgo. L a noche se tanas cruzadas de ese b a l c ó n cuatro
aproximaba cuando pasé por el Rhin en e s t á t u a s pintadas y doradas, que repre
K e h l , por el puente de barcas. A l tocar sentan á Maximiliano I , emperador; á
TOMO I V . 100
794 OBRAS D E VICTOR HUGO,

Felipe I , rey de Castilla; á Carlos V , se gastan con los tacones los blasones
emperador, y á Fernando I , emperador. cincelados y las caras severas de los ca-
Este admirable edificio sirve para no sé balleros del Brisgaw, altivos hidalgos
q u é uso de poca monta municipal y ci- que en otro tiempo no hubiesen tole-
v i l , y lo han revocado de rojo. Por este rado sobre sus rostros la mano de un
lado del R h i n todos los revoques son príncipe, y ahora sufren el pió de u n
rojos. Arreglan sus iglesias como los boyero.
salvajes del mar del Sur arreglan sus Antes de entrar en el coro es preciso
rostros. admirar dos pórticos esquisitos del Re-
E l Munster afortunadamente no está nacimiento, situados uno á derecha y
revocado. L a iglesia está enlucida de otro á izquierda en los brazos del cru-
u n b a ñ o gris, lo que es semi-tolerable cero; luego en una capilla con verja, en
cuando se piensa que h a b r í a n podido el fondo de una reducida cueva dorada,
pintarla de color de remolacha. Los v i - se entrevé un horroroso esqueleto vesti-
drios, que se conservan casi todos, son de do de brocado de oro y de perlas, que es
maravillosa belleza. Como la flecha ocu- San Alejandro Mártir; después dos lú-
pa en la fachada el lugar del gran rose- gubres capillas, igualmente enverjadas
tón, los lados inferiores terminan en dos y que se miran, te detienen: la una está
rosetones medianos encerrados en trián- llena de estátuas; es la Cena, Jesús, todos
gulos, que producen el efecto m á s miste- los Apóstoles, el traidor Judas; l a otra no
rioso y m á s encantador. E l púlpito, g ó - contiene m á s que una figura; es el Cristo
tigo brillante, es soberbio; la cubierta en el sepulcro; dos fúnebres p á g i n a s , que
que se le ha a ñ a d i d o es miserable. Los una concluye l a otra, el anverso y el re-
pulpitos de esta clase no tienen modelos. verso de ese maravilloso poema que se
Esto es lo que los fabriqueros de las igle- llama la P a s i ó n . Dos soldados dormi-
sias deberían saber antes de desordenar á dos están esculpidos en el sarcófago del
su capricho estos bellos edificios. Toda la Cristo.
parte baja del templo es romana, como E l sacristán se ha reservado el coro y
asimismo las dos portadas laterales, de las capillas del á b s i d e . Se entra, pero se
las cuales una, la de la derecha, está cu- paga, aunque si he de decir verdad, no se
bierta por un pórtico del Renacimiento. siente el dinero que se dá. Este ábside,
No hay nada m á s curioso, á m i modo como los de Flandes, es un museo, y u n
de ver, que estos encuentros del estilo ro- museo variado. Encierra trabajos de or-
mano y del estilo del Renacimiento; la febrería bizantina, de carpintería brillan-
arquivolta bizantina tan austera, la ar te, telas de Venecia, tapicería de Persia,
quivolta neo-romana tan elegante, se cuadros que son de Holbein y joyas de
abordan y se compenetran, y como las cerrajería que podrían ser de Biscornette.
dos son fantásticas, esta base c o m ú n las Las tumbas de los duques de Zsehrin-
pone en a r m o n í a y hace que se toquen gen, que están en el coro, tienen precio-
sin chocarse. sas lápidas noblemente esculpidas; las
U n cordón de arcadas romanas ligadas dos puertas romanas de los campanarios
orla por los dos lados la parte baja de la pequeños, de las cuales una tiene festo-
g r a n nave. Cada uno de los capiteles nes, son m u y curiosas; pero lo que sobre
merecería ser dibujado aparte. E l esti- todo a d m i r ó fué, en una capilla del fon-
lo romano es m á s rico en capiteles que do, un Cristo bizantino, de cerca de cin-
el estilo gótico. co piós de alto, traído de Palestina por
A l pie de una de esas arcadas yace un obispo de Freiburg. E l Cristo y l a
un duque Bertoldo, muerto en 1218, sin cruz son de cobre dorado, realzado con
posteridad y enterrado debajo de su es- piedras brillantes. E l Cristo, cuya hechu-
t á t u a ; sub hac statua, dice el epitafio. Ucee ra pertenece á un estilo b á r b a r o , pero
statua es un gigante de piedra de largo poderoso, está vestido con una túnica r i -
talle, recostado sobre el muro, en pió so- camente adornada. U n gran r u b í no
bre el pavimento, esculpido con l a forma tallado figura la llaga del costado. L a
siniestra del siglo doce, y que m i r a á los estatua de piedra del obispo, pegada á
que pasan con aire amenazador. Debió la pared vecina, lo contempla con admi-
de ser u n terrible comendador. A m í me ración. E l obispo está de pió; tiene el
a l a r m a r í a si le oyese subir una noche m i rostro altivo y poblado de barbas, la m i -
escalera. tra en la cabeza, el báculo en la mano,
Esa gran nave, oscurecida por los v i - la coraza en el vientre, l a espada al lado,
drios, está toda pavimentada de piedras las botas de hierro en las piernas y el
tumulares, en las que verdea el musgo; pió colocado sobre un león. Es magnífico.
ÉL R H I N . 795
No he subido al campanario. Frei-
burg está dominado por una gran coli- C-A.FITA. X X X I I ,
na, casi m o n t a ñ a , m á s alta que el cam-
panario. Preferí subir á la colina, y l a
molestia que esto me ha ocasionado ha Basilea.
sido pagada ofreciéndome u n delicioso
Paisajes.—Perfil de los compañeres de viaje del autor.—Pre-
paisaje. E n el centro, á mis pies, la ne- cioso traje de las jóvenes.—Lo que puede dirigir un filósofo.
gra iglesia con su aguja de doscientos —El lector vé pasar parte del Bosque Negro.—Basilea.—El
cincuenta pies de alto; rodeándolo todo, hotel de la Cigüeña.—Teoría de las fuentes.—Tumba de
Erasmo.—Otras tumbas.
los tejadillos de la ciudad, los techos con
veletas, sobre los cuales las tejas de color
dibujan arabescos; a q u í y allí, entre las
casas, algunas viejas torres cuadradas de Basilea, 7 Setiembre.
la antigua muralla; m á s allá de la ciu- Querido amigo: Ayer á las cinco de la
dad, una inmensa llanura de terciopelo m a ñ a n a dejé Freiburg. A l medio dia
verde festoneada de bardas, sobre la cual entraba en Basilea. E l camino que re-
el sol hace relucir las vidrieras de las corro lo encuentro cada dia m á s pinto-
chozas como zequíes de oro; árboles, v i - resco. He visto salir el sol. H á c i a las
ñas, caminos que se pierden; á la izquier- seis agujereó poderosamente las nubes, y
da, una altura cubierta de árboles que en sus rayos horizontales fueron en lonta-
la forma recuerda el cuerno del duque de nanza á hacer surgir en el horizonte las
Venecia, y por horizonte quince leguas jorobas monstruosas del Jura. A la ver-
de m o n t a ñ a s . Habia llovido todo el dia; dad eran jorobas formidables. Se conoce
pero cuando l l e g u é á lo alto de la colina que son las ú l t i m a s ondulaciones de esas
el cielo se aclaró, y un inmenso arco de enormes olas de granito que se llaman
nubes se ha redondeado por encima de los Alpes.
la sombría ñecha, toda inundada por los E l c u p é de la diligencia h á d e n s e esta-
rayos del sol. ba tomado, y el interior estaba compues-
A l i r á bajar d i s t i n g u í u n sendero que to del modo siguiente: un bibliotecario
se h u n d í a entre dos murallas de roca a l e m á n , que estaba contrariado por ha-
cortadas á pico. S e g u í este sendero, y ber olvidado la blusa en una posada del
cuando habia dado algunos pasos me monte R i g i ; u n viejecillo vestido como
encontré bruscamente como en la venta- en el tiempo de Luis X V , que se burlaba
na del otro valle, completamente distinto de otro viejo que llevaba u n traje de pe-
del de Freiburg. Se creería uno estar á timetre de l a época del Directorio, que
cien leguas de distancia. Es un valle me hacia el efecto de Ellevion en viajej
sombrío, estrecho, l ú g u b r e , con algunas y que le preguntaba si habia visto el p a í s
casas apenas entre los árboles, y cerrado de los Grisones; y, en fin, un comerciante
por todas partes entre altas colinas. U n comisionista que declaraba, desternilla-
pesado cielo raso de nubarrones se apo- do de risa, que no habia podido colocar
yaba sobre las cimas, que á intervalos las muestras que llevaba y habia hecho
presentaban las m o n t a ñ a s como un te- el viaje (en vins) en vano, el cual llevaba
cho colocado sobre almenas; y por los unas patillas como las que dejan á los
huecos de las colinas, como por las aber- perros de agua recien esquilados.
turas de una torre enorme, veía el cielo A l ver esto, me decidí á subir al impe^
azul. rial.
A propósito; en Freiburg he comido Hacia bastante frió é iba solo.
truchas del A l t o - R h i n , que son excelen- Las jóvenes de este lado del A l t o - R h i n
tes peces y m u y bonitos; azules, man- llevan u n traje precioso, que se compone
chados de rojo. de ese peinado con lazos de que ya te he
hablado, un zagalejo oscuro con gruesos
pliegues bastante corto y una chaqueta
de hombre, de p a ñ o negro, con pedazos
de seda encarnada imitando los cortes y
sesgadnras cosidos al talle y á las man*
gas. Algunas en lugar de lazos llevan
un p a ñ u e l o encarnado atado á manera
de fichú por debajo de la barba, con lo
cual e s t á n encantadoras. Sin embargo,
esto no impide que se suenen con los
dedos.
798 OBRAS D E VICTOR HUGO.

Serian las ocho de la m a ñ a n a , y en u n He visto muy buenas cosas en la cate-


sitio salvaje y propio para fantasear v i dral, y las he visto curiosas, entre otras
un señor de edad venerable que llevaba a tumba de Erasmo. Es una sencilla lá-
chaleco amarillo, p a n t a l ó n gris, levita pida de m á r m o l color de cafó, colocada
gris, u n vasto sombrero redondo, un de pió, con un epitafio muy largo en la-
paraguas debajo del brazo izquierdo y tín. Encima del epitafio hay una figura
un libro en la mano derecha. Leia aten- que se parece, hasta cierto punto, al re-
tamente. L o que me inquietó es que lle- trato de Erasmo hecho por Holbein, de-
vaba un l á t i g o en la mano izquierda. Dajo de la cual está escrita esta palabra
A d e m á s , oí detrás de la maleza que misteriosa: Terminus.
orillaba el camino unos g r u ñ i d o s singu- E s t á t a m b i é n el sarcófago de la empe-
lares. De repente la maleza presentó u n ratriz Ana, mujer de Rodolfo de Habs-
claro, y reconocí que este filósofo condu- burgo, con su niño dormido j u n t o á
cía una piara de cerdos. ella, y en un brazo del crucero hay otra
E l camino de Freiburg á Basilea corre tumba del siglo catorce, sobre la cual
á lo largo de una magnífica cadena de está tendida una sombría marquesa de
colinas, ya bastante altas para estorbar la piedra, la señora de Hochburg.
marcha de las nubes. De vez en cuando Pero no quiero anticipar noticias; ya
se encuentra en el camino un carro t i - te hablaró de Basilea en m i p r ó x i m a
rado por bueyes y guiado por u n aldea- carta.
no cubierto con u n gran sombrero, cuyo M a ñ a n a á las cinco de la madrugada
ridículo adorno recuerda la Baja-Breta- salgo para Zurich, donde acá ba de esta-
ña; ó un carretero arrastrado por ocho llar u n movimiento insignificante que
mulos; ó u n abeto convertido en un lar- a q u í se le d á el nombre de revolución.
go madero que transportan á Basilea Que haya una tempestad en el lago y el
sobre dos pares de ruedas, las que une á espectáculo será completo.
manera de guión; ó una anciana puesta
de rodillas al pió de una vieja cruz es
culpida. Dos horas antes de llegar á
Basilea el camino atraviesa un rincón CARTA. XXXIII.
del bosque; jarales profundos, pinos
abetos, alerces; á cada instante un cam-
po raso, en el que se levanta sola una Basilea.
gran encina como el candelero de siete
brazos; después barrancos, donde se oyen La tedral.—Indignación
pluma y el cortaplumas, elegía.—Frick.—Basilea.—La ca*
del viajero.— El revoque.—Los chapite-
murmurar torrentes. Es el Bosque Ne- les.—La facli ula.—Los dos únicos santos que tienen caballos.
gro. —hl frontispicio de la izquierda.—El rosetón.—El frontispi-
cio de la derecha.—El claustro.—Amargo disgusto en el
Y a te h a b l a r é detalladamente de Ba claustro de Saint-Wandrille.—Lujo de las tumbas.—Interior
silea en m i p r ó x i m a carta. Me he alojado de la iglesia.—Las sillas de coro.—El pulpito.—La cripta -
Miedo que se tiene allí.—Los archivos.—En lo alto de los
en la Cigüeña, y desde la ventana de campanarios.—Basilea á vista de pájaro.—Paseo por la ciu-
cuarto en donde te escribo veo en una dad.—Lo que tiene de particular la arquitectura local.—La
plazoleta dos bonitas fuentes, una al lado casa de los armeros.—La Gasa del Ayuntamiento.—Munacio
Planeo.—El autor vuelve á encontrar con placer la sota de
de la otra, la una del siglo quince y la bastos en la puerta de una posada.—La arqueología estarla
otra del diez y seis. L a m á s grande, la perdida si los sirvientes no viniesen en socorro de los anti-
del siglo quince, se desborda en un pilón cuarios.—La biblioteca.—Holbein por todas partes.—La mesa
de la Dieta.—Cuidados admirables y ejemplares de los biblio-
de piedra lleno de una hermosa agua tecarios de Basilea por un cuadro de Rubens. —Observación
verde, ondulada, que los rayos del sol, al importante y última sobre la biblioteca.—Fin de la elegía la
pluma y el cortaplumas.
quebrarse en ella, parecen llenar de una
infinidad de anguilas de oro.
Es una cosa m u y notable esta profu-
sión de fuentes. E n Freiburg contó ocho; Frick, 8 Setiembre.
en Basilea las hay en todos los rincones Querido amigo: Tengo una pluma de^
de calle. A b u n d a n en Lucerna, en Zurich, testable y estoy esperando que me trai-
en Berna, en Soleure. Esto es propio de gan un cortaplumas para cortarla. Esto
las m o n t a ñ a s . Las m o n t a ñ a s engendran no impide que te escriba, como ves. E l
los torrentes, los torrentes engendran los lugar donde me encuentro se l l a m a
arroyos, los arroyos producen las fuen- Frick, y no ofrece de notable m á s que
tes; de donde se sigue que todas estas un regular paisaje y u n excelente al-
preciosas fuentes góticas de las ciudades muerzo, que acabo de devorar, pues tenia
suizas deben ser clasificadas entre las mucha hambre.—-Ahí me ababan de traer
flores de los Alpes, un cortaplumas y tinta. Habia comen-
EL RHIN. 797
zado esta carta con m i botella por tinte- fachada, la que, iluminada por u n bello
ro. Ahora que tengo buena tinta voy á sol, ofrece un cuadro encantador con
hablarte de Basilea, como te habia pro- una orla soberbia.
metido. L a fachada de l a derecha es menos
A primera vista la catedral de Basilea curiosa, pero comunica con un precioso
choca ó indigna. E n primer lugar, no claustro del siglo quince, empedrado,
tiene u n solo vidrio; en segundo término, artesonado y adornado el cielo raso con
está revocada de un rojo basto, no solo el lápidas sepulcrales, y que tiene alguna
interior, lo cual es de cajón, sino tam- a n a l o g í a con el admirable claustro de
bién el exterior, lo que es impagable; y lo Saint-Wandrille, tan e s t ú p i d a m e n t e des-
está desde el pavimento de la plaza bas- truido por no sé qué manufacturero inep-
ta la punta de los campanarios; de tai to. Las tumbas cuelgan y se abren por
manera que las dos agujas, tan bonita- todas partes bajo las ojivas de cruceros
mente hechas por el arquitecto del siglo resplandecientes; son planchas labradas,
quince, ofrecen ahora el aspecto de dos éstas en piedra, las otras en m á r m o l , a l -
zanahorias esculpidas en hueco. Sin em- gunas en cobre, que van desmoronándo-
bargo, pasado el primer arrebato de có- se, pues el musgo come el granito y el
lera, se mira la iglesia y gusta, pues óxido come el bronce. Por lo demás,
conserva hermosos restos. E l tecUo, de aquello es una confusión de todos los
tejas de color, tiene su originalidad y su estilos desde hace quinientos años, que
gracia—la armadura interior oírece poco deja ver el desmoronamiento de la ar-
interés.'—Los chapiteles, flanqueados de quitectura. Todas las formas muertas de
escaleras-linternas, son preciosos. E n l a ese gran arte están allí revueltas, cho-
fachada principal hay cuatro curiosas cándose por los á n g u l o s , demolidas las
e s t á t u a s de mujeres; dos santos que sue- unas por las otras, como amortajadas en
ñ a n y que leen; dos locas apenas vesti- et-as tumbas; la ojiva y el arco de medio
das, las que aparecen mostrando sus punto, el arco rebajado de Carlos V y
bellos hombros de suizas sólidas y grue- el frontón sesgado de Carlos I I I , la co-
sas, burlándose é injuriándose y lanzan- lumna torneada de Luis X I I I y la estria-
do grandes carcajadas á los dos lados de da de Luis X V . Todos estos sucesivos
l a fachada gótica. Esta manera de repre- caprichos del pensamiento humano, pe-
sentar al diablo es nueva y espiritual. gados á la pared como cuadros en un
Dos santos ecuestres, San Jorge y San salón, encerraban epitafios. U n a idea
M a r t i n , montados á caballo y de mayo- única existe en el centro de esas creacio-
res dimensiones que el t a m a ñ o natural, deslumbradoras del arte: la muer-
nes
completan el adorno de la fachada. San te. L a vegetación variada y viva de l a
M a r t i n parte con un pobre la mitad de arquitectura florece alrededor de esta
su capa, que sin duda seria una mala idea.
manta de lana, y que ahora, transfigu-
rada por la limosna, es de m á r m o l , de E n el centro del claustro hay u n pati-
granito, de jaspe, de pórfido, de terciope- nillo cuadrado lleno de esa bella yerba
espesa que se arroja á los muertos.
lo, de raso, de p ú r p u r a , de p a ñ o de plata,
de brocado de oro, bordada con diamantes E n el interior de la iglesia, a d e m á s de
y con perlas, cincelada por Benvenuto, las tumbas, de que ya te he hablado en
esculpida por Juan Q-oujon, pintada por m i ú l t i m a carta, he encontrado sillas de
Rafael. San Jorge, en cuya cabeza dos coro, trabajo de carpintería de los siglos
ángeles ponen un casco g e r m á n i c o , clava quince y diez y seis. Estos trabajos de
su lanza en la boca del d r a g ó n , que se madera cincelada son para m í libros de
retuerce en un plinto cubierto de vege- entretenida lectura; cada silla es un capí-
tales escabrosos. tulo. E l gran entablonado de Amiens es
L a fachada de la izquierda es u n her la Iliada de estas epopeyas.
moso poema romano. Bajo la arquivol E l púlpito, que es del siglo quince, sale
ta los cuatro evangelistas; á derecha é del pavimento como un gran t u l i p á n de
izquierda todas las obras de caridad figu piedra, entrelazado en una red de inex-
radas en p e q u e ñ a s sillas de coro super- tricables molduras. A esta hermosa flor
puestas, orladas con dos pilares y coro- le han puesto una cofia absurda, como
nadas de u n arquitrave. Este forma dos e n F r e i b u r g . E n general, el calvinismo,
especies de pilastras, en la cúspide de las sin mala intención, ha maltratado esta
cuales u n á n g e l glorificador toca la trom pobre iglesia; la ha revocado, ha blan-
peta. E l poema termina con una oda. queado las paredes, ha cubierto con una
U n rosetón bizantino completa esta balaustrada adornada de flecos el bello
798 OBRAS D E VICTOR HUGO.

órden romano de las altas galerías de la L a vista que se abarca desde lo alto de
nave, y después ha esparcido por debajo los campanarios es admirable. Y o tenia
de esa hermosa bóveda católica yo no sé debajo, á una profundidad de trescien-
q u é atmósfera puritana que disgusta. L a tos cincuenta piés, el R h i n ancho y
vieja catedral del príncipe-obispo de Ba- verde; alrededor de m í la gran Basilea,
silea, que ostentaba el escudo blanco con y delante de m í la p e q u e ñ a Basilea, por-
báculo negro, no es m á s que una sala que el R h i n ha dividido la ciudad en dos
protestante. pedazos; y como en todas las ciudades
Sin embargo, el metodismo ha respe- que corta un rio, u n lado se ha desarro-
tado los capiteles romanos del coro, que llado á espensas del otro. E n Paris es la
son de los m á s misteriosos y de los m á s ribera derecha; en Basilea es la ribera
notables, y ha respetado la cripta colo- izquierda. Las dos Basileas se comuni-
cada debajo del altar, en la que hay pi- can por u n largo puente de madera, fre-
lares del siglo doce y pinturas del siglo cuentemente maltratado por el R h i n ,
trece. Algunos mónstruos romanos de que no tiene pilas de piedra m á s que á
una deformidad quimérica, arrancados un lado, y en su centro se recorta una
de no só q u é iglesia antigua desapareci- linda torrecilla-mirador del siglo quince.
da, yacen allí, en el sombrío pavimento Las dos ciudades forman á los dos lados
de esta cripta, como dogos dormidos. del R h i n un bordado maravilloso de
Son tan espantosos, que se anda cerca de aleros, fachadas góticas, tejados con ve-
ellos en la sombra con cierto miedo te- letas, torrecillas y torres. Este ribete de
miendo despertarlos. antiguas casas se reproduce en el R h i n ,
L a vieja que me a c o m p a ñ a me ha pero apareciendo invertidos los t é r m i n o s
ofrecido e n s e ñ a r m e los archivos de la de los edificios. E l puente reflejado ad-
catedral, y he aceptado el ofrecimiento. quiere el aspecto e x t r a ñ o de una gran
He a q u í lo que son los archivos; u n i n - escalera tumbada entre las dos orillas.
menso cofre de madera esculpida del siglo Ramilletes de árboles y u n sin fin de jar-
quince, magnífico, pero vacío.—Cuando dines suspendidos á las entradas de las
se entra en la sala del archivo se oye un casas se mezclan á los zig-zags de todas
bostezo feroz; es el gran cofre que se estas viejas arquitecturas. Las cúpulas
abre.—-Prosigo. U n vasto armario de l a de las iglesias, las torres de los circuitos
misma época con m i l caiones. He abierto fortificados forman grandes nudos som-
algunos y estaban vacíos. E n uno ó dos bríos, á los cuales se j u n t a n de vez en
he encontrado estampitas con las vistas cuando las líneas caprichosas que van
de Zarich, Berna ó el monte Rigi; en el desordenadamente de los campanarios á
cajón m á s grande hay u n grabado que los tejados y de los tejados á las boardi-
representa á algunos hombres agacha- llas. Todo esto rie, canta, habla, charla,
dos alrededor del fuego; por debajo de salta, pende, fluye, marcha, danza, brilla
esta estampa, que es de gusto entera en el centro de u n alto cerco de monta-
mente suizo, he leido esta inscripción: ñas, que solo se abre en el horizonte para
Vivac de los bohemios. A ñ a d e á esto algu dejar pasar el Rhiñi
ñ a s bombas viejas de hierro colocadas en Volví á bajar á la ciudad, que abunda
el antepecho de una ventana, un m o n t ó n en caprichos deliciosos, en puertas bien
de armas, dos chuzos de aldeano suizo, concebidasj en herrajes extravagantes y
que quizás machacaron á Cárlos el Te en construcciones curiosas de todas las
merario con sus cuatro hileras de clavos épocas. Hay entre otras una gran casa
colocados en forma de m a n d í b u l a de t i - que sirve hoy de cobertizo á una admi-
burón; medianas reproducciones en cera nistración de diligencias, y que tiene en
de la Danza macabra de Juan Klauber todos los huecos, postigos, puertas y ven-
destruida en 1805 con el cementerio de tanas nudos gordianos de molduras, con
los Dominicos; una mesa cargada de fó- frecuencia desmochadas por el arquitec-
siles del Bosque Negro; dos ladrillos-por- toj y que son de las m á s e x t r a ñ a s del
celanas bastante curiosos del siglo diez mundo. No he encontrado nada i g u a l en
y seis; un almanaque de Lieja para 1837, ninguna parte. L a piedra está allí torci-
y t e n d r á s los archivos de la catedral de da y trabajada como si fuese mimbre.
Basilea. Se llega á estos archivos por T ú podrás ver asas de cesto en Norman-
una bonita verja negra, espesa, retorcida día, pero para ver el cesto entero es
y s á b i a m e n t e enredada, que tiene cua- preciso venir á Basilea. Cerca de esa ad-
trocientos años. P á j a r o s y m ó n s t r u o s ministración visitó l a antigua casa de
e s t á n encaramados a q u í y allí en este los armeros, bello edificio del siglo diez
sombrío follaje de hierro. y seis, con pinturas al aire libre en la fa-
ÉL RHÍN. 799
chada, en las cuales Venus y la Virgen :ero, allí está Erasmo, allí está Melanch-
están m u y h á b i l m e n t e mezcladas. thon, allí está Catalina de Bora, allí está
L a Casa de la Ciudad es de la misma el mismo Holbein, allí está la mujer de
época. L a fachada tiene en su remate un ü o l b e i n , hermosa mujer de unos cua-
hombre de armas empenachado que lle- renta años, todavía preciosa, que ha l l o -
va el escudo de la ciudad, y seria bonita rado y que sueña entre sus dos niños
si no estuviese revocada—siempre de rojo! pensativos, que te mira como una mujer
—pero a d e m á s está adornada de horri- que ha sufrido y que, sin embargo, te
bles personajes pintados, apoyados de co- dan ganas de besar su hermoso cuello.
dos en un balcón figurado que pertenece T a m b i é n está T o m á s Moro con toda su
al estilo gótico de 1810. E l patio interior amilia, con su padre y sus hijos, y con
ha sufrido las mismas picaduras de colo- su mono, porque el grave canciller tenia
res. L a gran escalera toca por los dos ex- cariño á los monos. Y después hay dos
tremos con dos estátuas; una, que está Pasiones, una pintada y otra dibujada á
abajo, es un magnífico guerrero del Re- pluma; dos Cristos muertos, admirables
nacimiento, que tiene la pretensión de cadáveres que hacen extremecer. Todo
representar al cónsul romano Munacio esto es de Holbein; todo esto es divino
Planeo; la otra, que está arriba, en el rin- por su realidad, su poesía y su inven-
cón de la imposta de una puerta rebaja- ción. Siempre me ha inspirado afecto
da, es un municipal que lleva una carta Holbein; encuentro en su pintura las
en la mano; está pintado, vestido por m i - dos cosas que me encantan, la tristeza y
tad de negro y de blanco, que es el blasón la dulzura.
de la ciudad, y la carta, perfectamente A d e m á s de los cuadros, la biblioteca
cerrada, tiene u n sello encarnado. Este iene muebles; muchos bronces romanos
municipal gótico ha sobrenadado por en- encontrados en Augst, un cofre chino,
cima de todas las revoluciones de Euro un portier-tapiz de Venecia, un prodi-
pa. L o encontró aquella misma m a ñ a n a gioso armario del siglo diez y seis—por
cerca del hotel de los Tres-Reyes, yendo el que ya se ha ofrecido doce mil francos,
por la ciudad bien portado y lleno de sa me decia m i guia,—y por ú l t i m o , la
l u d , precedido de su hombre de armas mesa de la Dieta de los trece cantones.
e m p u ñ a n d o una espada, l o que hacia Es una magnífica mesa del siglo diez y
desternillar de risa á algunos almace seis, llevada por víboras enroscadas, leo-
nistas que leian E l Constitucional á l a nes y sátiros, que sostienen el blasón de
puerta de un cafetín. Basilea, que tiene cinceladas las armas
Una fresca criada salió de pronto de la de los cantones y está incrustada de es-
puerta rebajada, la que me dirigió algu taño, n á c a r y marfil; mesa alrededor de
ñ a s palabras en a l e m á n , y como no la la cual meditaban los poderosos avoyers
comprendía l a s e g u í , en lo cual hice y landammans sobre los emperadores;
bien. L a buena muchacha me introdujo mesa que hacia leer á esos gobernantes
en una habitación que tenia una escale esta solemne inscripción: Supra naturam
ra de caracol de las m á s elegantes, y proesto est Deus. Con todo, se encuentra
después en una sala toda de encina bru dicha mesa en mal estado. L a biblioteca
ñida, con preciosos vidrios en las venta de Basilea está bastante m a l conserva-
ñ a s y una soberbia puerta del Renaci- da; los objetos están colocados como es-
miento en el sitio donde ordinariamente camas de ostras. Sobre u n b a ú l v i un
ponemos nosotros la chimenea; aquí, lo cuadrito de Rubens que estaba apoyado
mismo que en Alsacia y en Alemania, no en una pila de librotes, y que debió caer
hay chimeneas, hay estufas. ya muchas veces, porque el cuadro está
Viendo todas estas maravillas, le d i á muy roto. Y a ves que hay un poco de
la graciosa j ó v e n una moneda de plata todo en esta biblioteca, cuadros, mue-
que la hizo sonreír. bles, telas raras y hasta algunos libros.
E n la escalera de esta Casa de la Ciu A m i g o m i ó , suspendo a q u í esta carta
dad hay un curioso fresco del Juicio final llena de garabatos, como lo puedes ver,
que es del siglo diez y seis. escrita en no sé q u é papirus egipcio m á s
No hubiese salido de Basilea sin visi poroso y m á s sediento que una esponja.
tar l a biblioteca. Sabia que Basilea era A q u í tienes un suplicio que yo cito en-
para los Holbein lo que Francfort es tre aquellos que no deseo á mis peores
para los Alberto Durero. E n efecto, la enemigos: escribir con una pluma que
biblioteca es un nido, un m o n t ó n , una escupe en u n papel que bebe.
obstrucción; por cualquier parte que uno
se vuelva, todo es Holbein. A l l i está L u
800 OBRAS D E VICTOR HUGO.

los dos campanarios negros. Venus chis-


pea como la punta de una lanza entre
CA.RTA. XXXIV. dos almenas.
Es que Zurich está en plena revolu-
ción. Las ciudades p e q u e ñ a s quieren ha-
Zarich. cer como las grandes. Todo m a r q u é s
quiere tener un paje. Zurich acaba de
El autor oye un ruido nocturno, presta atención y reconoce que matar á su burgomaestre y de cambiar
es una revolución.—Serenidad de la noche.—Venus.—Cusas su gobierno.
violentas mezcladas con cosas insignificantes.—Recinto mural
de Basilea,—Qué éxito obtienen los basiíenses en la formida- Y puesto que me han despertado,
ble zanja de su ciudad.—Atrevidas familiaridades del autor aprovecho la ocasión para escribirte,
con una gárgola.—Las puertas de Basilea.—El ejército de
Basilea.—Una fuente en mal lugar.—Camino de Basilea amigo mió. H é a q u í lo que g a n a r á s con
á Zurich. — Creuzach.—Augst. —I'Ergolz. —Wtrmbach.— esta revolución.
RJiinfelden.—Una fuente en buen lugar.—El autor sienta Ayer m a ñ a n a al amanecer dejé Basi-
plaza de químico.
lea. E l camino que conduce á Zurich v á
lamiendo por espacio de medio cuarto
de legua las viejas torres de l a ciudad.
9 Setiembre. No te he hablado de las torres de Ba-
Estoy en Zurich. Las cuatro de la ma- silea, y sin embargo, son notables, todas
ñ a n a acabaa de dar en la torre de la ciu de forma y altura diferentes, separadas
dad, con a c o m p a ñ a m i e n t o de trompetas. las unas de las otras por una muralla
He creido oir la diana y he abierto m i almenada apoyada en una zanja de
ventana. L a noche es oscurísima y nadie grandes proporciones, donde la ciudad
duerme. L a ciudad de Zurich zumba de Basilea cultiva con éxito las patatas.
como una colmena irritada. Los puentes En tiempo de los arcos y de las flechas
de madera tiemblan bajo los acompasa esta muralla era una fortaleza formida-
dos pasos de los batallones que cruzan ble; ahora no es m á s que un revesti-
confusamente en l a sombra. Se oye el miento.
tambor en las colinas. Algunos mar selle- Las entradas de l a ciudad están toda-
ses alpestres cantan delante de las taber- vía adornadas de esos bellos rastrillos
nas iluminadas en los extremos de las del siglo catorce, cuyos dientes encorva-
calles. Guardias nacionales de la pobla- dos guarnecen la parte alta de las puer-
ción hacen el ejercicio en una plazuela tas, de t a l manera, que al salir de una
vecina del hotel de la Espada, en el cual torre se cree salir de la boca de un móns-
habito, y oigo las voces de mando en truo. A propósito; antes de ayer, en lo
francés: Fortez arme! Arme bras' Desde l a m á s alto de la aguja de Basilea, habia
habitación que está al lado de la mia, una g á r g o l a que me miraba fijamente;
una jóven les contesta con un canto me incliné, puse resueltamente la mano
tierno, heróico y monótono, cuyo aire me en la boca del caño y no pasó nada m á s .
d á la explicación de las palabras. Hay Puedes contar el hecho á las gentes que
una claraboya iluminada en la torre del se admiran de V a n - A m b u r g h .
Concejo y otra en los altos chapiteles del Casi todas las entradas de la grandio-
campanario de la catedral. L a luz de m i sa Basilea son puertas-fortalezas de her-
vela ilumina vagamente una gran ban- mosa marca, sobre todo la que conduce
dera blanca estrellada con bandas azu- al polígono, arrogante castillejo de te-
les, que está colgada en el malecón. Se cho agudo, flanqueado de dos torrecillas,
oyen carcajadas, gritos, ruido de puertas adornado de e s t á t u a s como l a puerta
que se cierran y ruido e x t r a ñ o de armas Vincennes y l a antigua puerta del viejo
que chocan. Por todas partes se ven som- Louvre. No hay que decir que lo han ras-
bras que pasan y se desvanecen. U n pado, cepillado, embetunado y revocado
j o v i a l rumor de guerra tiene despierto á —de rojo.—Dos arqueros esculpidos en
este pequeño pueblo. Entre tanto, al re- las almenas son curiosos. Apoyan en el
flejo de las estrellas, el lago acaba de muro sus zapatos de punta, y parecen
murmurar majestuosamente muy cerca sostener con enormes esfuerzos las ar-
de m i ventana todas esas palabras de mas d é l a ciudad, que figuran ser m u y
tranquilidad, indulgencia y paz que la pesabas. E n este momento pasa por de-
naturaleza dice al hombre. Miro des- bajo la puerta un pelotón de unos dos-
componerse y recomponerse en las ondas cientos hombres que vuelven del polígo-
las sombras negras de la noche. U n gallo no con u n c a ñ ó n . Me parece que es el
canta, y allá arriba, allá arriba, á m i iz- ejército de Basilea.
quierda, por encima de la catedral, entre Cerca de esta puerta hay una deliciosa
EL RHIN. 801
fuente del Renacimiento, que está cu- ( e l agua se agacha una gran roca cu-
bierta de cañones, de morteros y depilas bierta de ruinas y unida á las dos orillas
de balas esculpidas alrededor de su pilón, 3or un puente cubierto, hecho de made-
y que arroja el agua gorjeando como un ra y de u n aspecto singular. U n pueble-
pájaro. Esa pobre fuente está vergonzo- cilio gótico, erizado de torres, almenas y
samente mutilada y degradada; la co- campanarios, desciende en desórden há-
lumna central estaba cargada de figuras cia ese puente; es Rhinfelden, una c i u -
excelentes, de las que no quedan m á s dad m i l i t a r y religiosa, una de las cuatro
que los torsos, y a c á y allá un brazo ó poblaciones forestales, un lugar cólebre
una pierna. ¡Pobre obra maestra, mal- encantador. Esa ruina en medio del
tratada por todos los soldadotes del ar- ílhin, es el antiguo castillo, que se l l a m a
senal! Pero yo emprendo de nuevo el 'a Piedra de Rhinfelden. Bajo ese puen-
camino de Basilea á Zurich. te de madera, que no tiene m á s que u n
Por espacio de cuatro horas, hasta arco, mucho m á s allá de la roca, del lado
Rhinfelden, costea el R h i n en un valle opuesto al pueblo, el R h i n ya no es un
maravilloso, donde llovían, desde lo alto rio, es un remolino. Muchos barcos se
de las nubes, todos los resplandores hú- pierden allí con bastante frecuencia. Me
medos de la m a ñ a n a . Se deja á la iz- ic detenido u n cuarto de hora largo en
quierda Creuzach, desde cuya alta tor- Rhinfelden. Las muestras de las posadas
re, manchada de un cuadrante blanco, se cuelgan de enormes ramas de hierro
distinguen los campanarios de Basilea; frondosas, las m á s divertidas del mundo.
después se atraviesa Augst. Augst^ hó L a calle principal está animada por una
a q u í u n nombre b á r b a r o . Y ese nombre Della fuente, cuya columna sostiene u n
es Augusta. A u g s t es una ciudad ro- noble hombre de armas, que lleva él
mana, la capital de los rauraques, la an- mismo las de la ciudad con u n brazo le-
tigua Raurica, la antigua Augusta Rau vantado gallardamente por encima de la
racorum, fundada por el cónsul Munacio cabeza.
Planeo, al que los basilenses erigieron Pasado Rhinfelden hasta Bruck, el
una e s t á t u a en su Casa Ayuntamiento, paisaje c o n t i n ú a encantador; pero el an-
con epitafio redactado por un atrevido ticuario no tiene nada que mirar, á me-
pedante que se llamaba Beatus Rhe- nos que no sea, como yo, m á s curioso que
nanus. H ó a q u í , decia yo, una muy abul- arqueólogo, m á s paseante de las grandes
tada gloria y una muy p e q u e ñ a pobla- vias que viajero.
ción. E n efecto, la Augusta Rauracorum Soy un gran espectador de todas las
no es m á s al presente que una adorable cosas, nada m á s , pero creo tener razón;
decoración para una canción popular toda cosa contiene un pensamiento, y tra-
suiza. U n grupo de c a b a ñ a s pintorescas, to de extraer el pensamiento de la cosa.
colocado sobre una roca, aseguradas por Es una q u í m i c a como otra cualquiera.
dos viejas puertas-fortalezas; dos puentes
enmohecidos, por bajo de los cuales ga
lopa un precioso torrente, el Ergobz, que
baja de la m o n t a ñ a separando las ramas
CARTA. X X X V .
de los árboles; ruido de ruedas de molino
balcones de madera festoneados de vides Zurich.
un viejo cementerio, en el que he notado
al pasar una tumba e x t r a ñ a del siglo Paisajes.—Cuadros flamencos en Suiza.—La vaca.—El caballo
que no se encabrita nunca.—El palurdo que se conduce con el
cuarto y que parece que vá á hundirse bello sexo como si fuese discípulo de Buckingam.—La col-
en el R h i n , en el cual se apoya; hó aqu mena y la cabana.—Microcosmos.—Lo grande en lo pequeño.
—Sekingen.—El valle del Aar.—Qué ruina famosa lo domi-
Augst, hó a q u í Raurica, he a q u í A u na.—Brugg.—El autor, después de un largo y pacienzudo
gusta. E l suelo está vuelto de arriba á estudio, dá un sin fin de detalles científicos é importantes res-
bajo por las excavaciones. De él se saca pecto á la cabeza de H u n que está esculpida en la muralla
de Brugg.—Costumbres y trajes.—Las mujeres y los hombres
un m o n t ó n de estátuas m u y p e q u e ñ a s de de Brugg.—Cosa que se comprende en todas partes, menos en
bronce, con las cuales la biblioteca de Brugg.—El autor describe, en interés del arte, un peinado que
Basilea v á formándose u n p e q u e ñ o D u n es á todos los peinados conocidos lo que el orden compuesto es
á los cuatro órdenes regulares.—Peligro que ofrece pronunciar
kerque. mal la primera palabra de una proclama.—Badén.—El Lim-
Media hora m á s lejos, en la otra orilla mat.—Fuente que se asemeja á un arabesco dibujado por
Bafael.—Aquce verbigence.—Sol que se pone.—Paisaje.—
del Rhin, se vó Warmbach, esa hermo Sombría visión y sombrío recuerdo.—Los pueblecitos.—Teo-
sa cinta de viejas casas de madera cor ría de la choza zuriebesa.—El viajero se duerme en su carrua-
tada por una cascada. Y luego, después je.—Dónde y cómo se despierta.—Una cripta como no ha visto
ninguna.—Zurich en pleno dia.—El autor habla muy mal de
de una media legua de árboles, corrien- la ciudad y muy bien del lago.—La góndola-coche.—El autor
tes y praderas, el R h i n se abre, en medio se explica el motin de Zurich.—El fondo del lago.—A quién
101
TOMO I T .
802 OBRAS D E VICTOR HUGO,
debe agradar mucho la ciudad de Zurich.—En qué se ha con-
de la vegetación; flores de cicuta en for-
vertido la torre de Wellemberg.~El autor intenta perjudicar
ma de quitasol imitaban los pinos de
al Hotel de l a Espada, por la razón de que ha estado muy
Italia; una hoja larga, parecida á una
mal en él.—Un verso de Ronsard que podria servirle de
muestra al fondista.—Etimología, arqueología, topografía,
vaina de habichuela entreabierta, dejaba
erudición, referencia y economía política en ocho líneas.—
ver hermosas gotas de l l u v i a como u n
Donde prueba el autor que tiene los brazos largos.
collar de diamantes en un cofrecito de
raso verde; un pobre abejorro, de tercio-
Setiembre. pelo amarillo y negro, subía penosamen-
:e, á causa de estar mojado, á lo largo
Cuando se viaja por el llano, el interés de una rama espinosa; nubes espesas de
del viaje se l i m i t a á la orilla del camino; mosquitos le ocultaban la luz; una cam-
cuando se recorre u n pais montañoso, se panilla azul temblaba al contacto del
encuentra en el horizonte. Yo—hasta viento, y toda una nación de pulgones se
con esa admirable línea del Jura ante abrigaba bajo esta enorme tienda; cer-
mis ojos—quiero verlo todo, y miro tan ca de u n charco de agua estancada, con
to á los lados del camino como á los con 'a cual no se hubiese podido llenar una
fines del cielo. Es que los bordes del ca- jofaina, veía salir del fango y retorcerse
mino son admirables en esta estación y lácia el cielo, aspirando el aire, una lom-
en este pais. Los prados están salpicados Driz parecida á los pitones antidiluvia-
de flores azules, blancas, amarillas, viola- nos, y que tiene quizás t a m b i é n en el
das, como en la primavera; magníficas universo microscópico su Hércules para
zárzas a r a ñ a n al paso la caja del coche; matarla y su Cuvier para describirla. E n
a q u í y allá taludes verticales i m i t a n la suma, este universo es tan grande como
forma de las m o n t a ñ a s ó hilos de agua el otro. Me imaginaba ser Micromegas;
gruesos como pulgadas parodian torren mis escarabajos eran los megatherium gi-
tes; por todas partes las a r a ñ a s de otoño ganteum, m i z á n g a n o era u n elefante
han tendido sus hamacas en las m i l pun- alado, mis mosquitos eran águilas, m í
tas de los zarzales; el rocío rueda entre jofaina de agua u n lago, y esos tres mon-
ellas formando gruesas perlas. tones de yerbas altas eran un bosqué
Y luego, esto son escenas domésticas virgen. Me reconoces en esto, ¿no es ver-
donde se revelan las originalidades loca dad, amigo mío? E n Rhinfelden las exu-
les. Cerca de Hhinfelden, tres hombres berantes muestras de las posadas me
herraban una vaca que tenia un aspecto han ocupado tanto como las catedrales;
m u y embrutecido, reacio y fatigoso á y tengo la i m a g i n a c i ó n de t a l modo for-
causa del trabajo. E n Augst, un pobre mada, que en ciertos momentos u n es-
árbol deforme, apoyado sobre una horqui tanque de aldea, claro como u n espejo
l i a , servia de caballo á los chicuelos de de acero, rodeado de chozas y atravesado
la aldea, pilluelos que tienen por abuela por una flotilla de patos, me distrae tan-
á Roma. Cerca de l a puerta de Basilea to como el lago de Ginebra.
u n hombre vapuleaba á su mujer, lo que E n Rhinfelden se deja el R h i n y no se
los aldeanos hacen como los reyes. ¿Buc le vuelve á ver m á s que u n instante en
kingham no decia á Mme. de Ohevreuse Sekingen; iglesia fea, puente de madera
que hahia amado tres reinas y que se hdbia cubierto, población insignificante situa-
visto obligado á maltratarlas á las tres? A da en el fondo de un delicioso valle. Des-
cien pasos de Frick v i una colmena co pués el camino sigue á través de alegres
locada sobre una tabla encima de pueblecillos, por una ancha y alta mese-
puerta de una choza. Los trabajadores ta alrededor de la cual se vé saltar á lo
entraban y sallan por la puerta de la ca lejos el r e b a ñ o monstruoso de las mon-
b a ñ a ; las abejas entraban y sallan por 1 t a ñ a s .
puerta de la colmena; hombres y abejas De pronto se encuentra u n ramillete
h a c í a n el trabajo á que Dios los ha desti de árboles cerca de una posada, se oye el
nado. ruido de la rueda que v á sujeta con la
Todo esto me divierte y me entretiene galga, y l a carretera se hunde en el des-
E n Freiburg, por largo tiempo no he lumbrador valle del Aar.
tenido en cuenta el inmenso paisaje que L a mirada se abisma desde luego en
se e x t e n d í a ante mis ojos, distraído en el fondo del cielo y en el último confín
ver el cuadro de césped donde me había del horizonte encuentra crestas rudas,
sentado. Estaba en una p e q u e ñ a joroba abruptas y rugosas, que yo creo que
salvaje de l a colina. Allí t a m b i é n había son las Cimes-Grises; luego desciende al
u n mundo. Los escarabajos marchaban valle á buscar Brugg, bonito pueblo, ro-
lentamente por bajo las fibras profundas deado y estrechado por una ligadura
EL RHIN. 803
pintoresca de muros y de almenas, con lejo oscuro de espesos pliegues y su sem-
puente sobre el Aar; después sube á lo blante animado, las mujeres de B r u g g
largo de una sombría eminencia cuajada parecen todas hermosas; muchas lo son.
de árboles y se detiene en una elevada Los hombres van vestidos como nuestros
ruina. Esta ruina es el castillo de Habs- albañiles en dia de fiesta, y son horri-
b u r g , la cuna de la casa de Austria. bles. Comprendo que haya enamorados
Largo rato estuve mirando esta torre, de en Brugg; lo que no concibo es que haya
donde ha volado el á g u i l a de dos ca- enamoradas.
bezas. L a ciudad, limpia, sana, de hermoso
E l Aar, obstruido de rocas, desgarra aspecto, hecha de bonitas casas casi to-
en cabos y promontorios el fondo del va- das adornadas, no es menos agradable
lle. Ese hermoso paisaje es uno de los por dentro que por fuera. U n a cosa ofre-
grandes lugares de la historia. Roma se ce de singular, y es que los dos sexos, en
batió en él, la suerte de Vitelio a p l a s t ó sus reuniones de los domingos, juegan al
en él la de Galba, Austria ha nacido en juego de Alfeo y de Aretusa. Cuando
el. Desde ese castillejo derruido, edifi- crucé la ciudad, v i todas las mujeres á la
cado en el siglo once por u n simple h i - puerta del Puente y todos los hombres a l
dalgo de Alsacia llamado Radbot, fluye otro extremo de la calle grande, á la puer-
por toda la historia de l a Europa moder- ta de Z u r i c h . E n los campos los sexos no
na el rio inmenso de los archiduques y de se mezclan nunca; se encuentra u n grupo
los emperadores. de hombres y después u n grupo de mu-
A l Norte el valle se pierde entre l a jeres. Esta costumbre, que hasta en los
bruma. Allí está el confluente del A a r , mismos niños se nota, es propia de todo
del Reuss y del L i m m a t . E l L i m m a t el c a n t ó n y llega hasta Z u r i c h . Es una
viene del lago de Zurich y trae los des- cosa e x t r a ñ a , y como muchas cosas ex-
hielos del monte Todi; el A a r procede de t r a ñ a s , es una cosa prudente. E n este
los lagos de T h u n y de Brienz y trae las pais de savia y de belleza, de naturaleza
cascadas del Grrimsell; el Reuss viene del exuberante, y de hábitos delicados, la
lago de los Cuatro-Cantones, y conduce naturaleza tiende á hacer a l hombre em-
los torrentes del R i g i , del Windgalle y prendedor, y el traje vuelve á la mujer
del Monte-Pilate. E l R h i n lleva todo coqueta; l a costumbre interviene; separa
esto al Océano. los sexos y coloca una barrera.
Todo lo que acabo de escribirte, esas Este valle no es solamente u n con-
tres corrientes, esa ruina y la forma fluente de corrientes, es t a m b i é n un con-
magnífica de los bloques que desgasta fluente de trajes. Se pasa el Reuss; l a
el Aar, llenan m i pensamiento mientras corona de terciopelo negro se convierte
el coche baja á galope hasta B r u g g . De en u n peto de damasco de flores, en me-
pronto se borraron aquellas ideas por la dio del cual cosen u n ancho g a l ó n de
manera encantadora como se forma la oro. Se pasa el L i m m a t ; el zagalejo os-
ciudad á medida que uno se acerca. Es curo se convierte en zagalejo rojo con u n
una de las m á s deliciosas confusiones de delantal de muselina bordada. Todos los
techos, torres y campanarios que he vis- peinados se confunden del mismo modo;
to en m i vida. Y o me habia prometido, en diez minutos se encuentran bonitas
si alguna vez iba á Brugg, fijar m i aten- jóvenes con exorbitantes peinetas como
ción en un a n t i q u í s i m o bajo-relieve en L i m a , con sombreros de paja negros,
incrustado en l a muralla cerca del puen de forma alta, como en Florencia, y con
te, que dicen representa una cabeza de una blonda por encima de los ojos como
hunno, pero como era domingo, el puen en Madrid. Todas llevan un ramito de
te estaba cubierto de un gran n ú m e r o de flores naturales al lado. Refinamiento.
bonitas jóvenes, curiosas, sonrientes, L a variedad de los peinados es tal, que
prendidas con sus m á s bellos adornos, y ya no me causaba e x t r a ñ e z a nada. Des-
esto me hizo olvidar la cabeza del hunno. pués del puente de Reuss hay una cues-
Cuando me acordó, ya habia dejado la tecita, que la subí á pió. Hacia m í v i
ciudad una legua detrás de m í . venir una vieja cubierta con una espe-
Con su lazo de cintas en la frente, me cie de vasto sombrero español de cuero
nos exagerado que en Freiburg, su cora negro, en cuyo adorno entraban por co-
za de terciopelo negro cruzada de cade ronamiento u n par de botas y u n pa-
ñ a s de plata y de hileras de botones, su raguas. I b a á tomar nota de este extra-
corbata de terciopelo con las puntas bor- vagante peinado, cuando me fijé en que
dadas de oro, ajustada al cuello como l a aquella buena mujer llevaba sencilla-
gola de hierro de los caballeros; su zaga- mente l a balija de un viajero. Este
8(H OBRAS D E VICTOR HUGO.

caminaba unos pasos a t r á s ; un buen E l sol d e s c e n d í a , las m o n t a ñ a s se


hombre, que probablemente se preciaba agrandaban, los caballos galopaban por
de hablar francés y que se me acercó un excelente camino en sentido inverso
para contarme la revolución de Z u r i c h . del L i m m a t ; atravesamos una región
Todo lo que he podido comprender, á completamente salvaje; á nuestros piés
t r a v é s de la gerga en que se explicaba, habia un convento blanco con campa-
es que habia habido una proclamación nario rojo, parecido á un juguete de
de burgomaestre, y que esta proclama- niño; ante nuestros ojos una m o n t a ñ a en
ción comenzaba así: Bravos iroqueses! Y o forma de colina, pero tan alta, que un
presumo que aquel buen hombre queria bosque parecía desde ella un matorral;
decir: en el j a r din severo del convento, u n
-—Bravos zuricheses! monje blanco se paseaba hablando con
E l valle de A a r tiene dos bracitos un monje negro; por encima de la mon-
preciosos: B r u g g que lo abre. B a d é n t a ñ a , una vieja torre mostraba por mitad
que lo cierra. B a d é n está j u n t o a l L i m - su faz enrojecida por el sol horizontal.
mat. Se sigue por espacio de una media Qué era aquell a cas ucha? No lo sé. Con-
hora la orilla del L i m m a t , que alborota rado de Tagerf elden, uno de los asesinos
de una manera horrible en el fondo de del emperador Alberto, tenia su castillo
u n delicioso barranco, que tiene todos en esta soledad.—Era aquella ruina?—
los desmoronamientos plantados de v i - No soy m á s que uno que pasa y lo i g -
ñ a . De pronto una puerta flanqueada de nora todo, y he dejado su secreto á esos
cuatro torrecillas obstruye el camino; ' ugares siniestros; pero no podia librar-
por debajo de esa puerta se precipitan me de soñar vagamente en el sombrío
confundidas en el barranco las casas de atentado de 1308 y en la venganza de
madera, cuyas boardillas parece que se A g n é s , en tanto que esa torre sangrien-
zangolotean; por encima, entre los árbo- ta, que se iba ocultando poco á poco
les, se levanta u n viejo castillo arruina- entre los pliegues del terreno, volvia á
do, cuyas almenas forman una cresta de internarse lentamente en la m o n t a ñ a .
galio en la m o n t a ñ a . A l l á en el fondo, E l camino hizo un recodo; una grieta
bajo u n puente cubierto, el L i m m a t inesperada dejó pasar u n inmenso rayo
pasa precipitándose en u n lecho de rocas, del sol poniente; las aldeas, las columnas
que d á á las olas una forma violenta. de humo, los rebaños y los hombres
Después se distingue u n campanario con reaparecieron, y el bello valle del Lem-
tejas de color, que parece revestido con mat volvió á sonreírse. Las aldeas son
una piel de serpiente. Es Badén. verdaderamente dignas de llamar la
Hay de todo en Badén: ruinas góticas, atención en este c a n t ó n de Zurich. Son
ruinas romanas, aguas termales, una es- magníficas chozas formadas de tres com-
t á t u a de Isis, excavaciones donde se en- partimientos. E n uno de los extremos la
cuentran muchos dados de juego, una casa de los hombres, de madera y de
Casa de Ayuntamiento donde el príncipe m a m p o s t e r í a , con sus tres cuartos con
Eugenio y el mariscal de Villars han ventanas cruzadas, bajas, de pequeños
canjeado prisioneros, etc. Como yo que- vidrios redondos; en el otro extremo la
ria llegar á Zurich antes de que cerrase casa de los animales, establo y cuadra,
l a noche, me contentó con mirar en la de tablas; en el centro el patio de los
plaza, mientras que mudaban el tiro, una carruajes y los utensilios, cerrado por
preciosa fuente del Renacimiento, que te una gran puerta cochera. E n el caballe-
nia encima, como la de Rhinfelden, una te, que es enorme, el hórreo y el granero.
altanera y severa figura de soldado. E l Tres casas debajo de un techo. Tres ca-
agua salta por la boca de una serpiente bezas debajo de un gorro. Esta es la
de bronce, que tiene rollada su cola en choza zurichesa. Como ves, es u n pa-
los hierros de la fuente. Dos pichones lacio.
domésticos estaban encaramados en esta L a noche se habia echado encima del
serpiente, y uno de ellos bebia mojando todo: yo me habia dormido como un ben-
su pico en el hilito de agua que caia de dito en el carruaje, cuando un ruido de
caño al pilón, fino como u n cabello de tablas, producido por los cascos de los
plata. caballos al chocar en el suelo, me desper-
Los romanos llamaban las aguas ter- tó. Abrí los ojos. Estaba en una especie
males de B a d é n las aguas habladoras de caverna, cuya a r m a z ó n era de madera
(aguce verligenoe.)'—Cuando te escribo del aspecto m á s singular. Por encima de
amigo mió, me parece que he bebido de m í , grandes maderos encorvados for-
$sa agua* mando arcos de bóveda abocinados y
EL RHIN. 805
arcos apuntalados de una manera inex- Felizmente el agua azul del lago es
tricable, sostenían una bóveda de tinie- transparente. Veia, en las profundida-
blas; á derecha y á izquierda arcadas des vidriosas, las m o n t a ñ a s en el fondo
bajas, hechas de vigas rechonchas, me de- del lago y los bosques encima de esas
jaban entrever dos galerías oscuras y es- m o n t a ñ a s . Rocas y algas se me apare-
trechas, perforadas a q u í y allá de agu- cían con bastante semejanza la tierra
jeros cuadrados, por los cuales llegaban anegada por el diluvio, y al asomarme á
hasta mí la brisa de la noche y el ruido ^dü ventanilla de m i fiacre experimentaba
de una corriente. A l l á en el fondo, en el as emociones de Noé cuando se asomó á
extremo de esta e x t r a ñ a cripta, veia a ventana del arca. De vez en cuando
brillar vagamente algunas bayonetas. veía pasar grandes pescados cebrados de
E l coche rodaba lentamente por un piso jiras negras como los tigres. Con m i con-
abierto á lo largo de un terreno, del cual tera salvó dos ó tres moscas que se aho-
salia un rumor ensordecedor. Una tea gaban.
apartada, cuya llama temblaba á impul- L a ciudad debe ser muy del agrado de
sos del viento, arrojaba claridades mez- as personas que tienen una especie de
cladas de sombras en aquellos macizos adoración por la fachada del Seminario
arcos de madera. Estaba en el puente de San Sulpicio. E n este momento se es-
cubierto de Z u r i c h . Patrullas vivaquea- t á n construyendo a q u í edificios soberbios,
ban alrededor. No hay nada que pueda cuya arquitectura recuerda la Magdale-
dar una idea de ese puente, visto así y á na y el cuerpo de guardia del boulevard
aquella hora. F i g ú r a t e el andamiaje de del Temple. Respecto á m í , dejando
una catedral colocado al t r a v é s de un rio aparte la portada romana de la catedral,
y conmoviéndose á las sacudidas de las algunas casas viejas perdidas y como
ruedas de una diligencia. ahogadas entre las nuevas, dos agujas
Mientras que te escribo todo este fár de iglesia y tres ó cuatro torres de m u -
rago de cosas, el día ha asomado. Estoy ralla, entre las cuales una, que es enor-
algo contrariado. Zurich pierde con la me, se parece al vientre p a n t a g r u é l i c o
claridad del dia; echo de menos los vagos de un burgomaestre, no he encontrado
perfiles de la noche. Las campanas de la nada digno de llamar l a atención en
catedral son pimenteros chavacanos. Z u r i c h . E n vano b u s q u é la famosa torre
Casi todas las fachadas están raspadas del Wellemberg, que estaba en medio
y blanqueadas con blanco de cal. A m i del L i m m a t , y que sirvió de prisión a l
izquierda tengo una especie de hotel conde de Habsburg y al consejero W a l d -
GKxenegaud. E l lago es hermoso, pero man, decapitado en 1488. ¿ L a h a b r á n
allá abajo, l a barrera de los Alpes es demolido?
admirable. E l l a corrige lo que el lago Mientras que sigo m i camino, por Dios,
bordado de casas blancas y de campos hablemos de la posada. E n el Hotel de la
verdes, tiene quizás demasiado riente Espada el viajero no es desollado; es s á -
para mí. Las m o n t a ñ a s me hacen siem biamente disecado. E l hostelero te vende
pre el efecto de tumbas inmensas: los la vista de su lago á razón de ocho fran-
bajos tienen un negro sudario de alerces cos por ventana y por dia. L a comida
los altos tienen u n blanco cendal de que se d á en el Hotel de la Espada me ha
nieve. recordado u n verso de Ronsard, que, á lo
Cuatro de l a tarde. que parece, comía mal:
La vida está enganchada
Acabo de dar un paseo por el lago en á dos malos caballos, el beber y el comer.
una especie de g ó n d o l a pequeña, á trein
ta sueldos por hora, como u n fiacre. He E n ninguna parte esos dos caballo son
arrojado generosamente tres francos en tan malos como en el Hotel de la Espada,
el lago de Z u r i c h , y en parte lo siento A propósito; no te he dicho que Z u r i c h
Esto es bonito, pero no pasa de ser a g r á se llamaba en otro tiempo Turegum. E l
dable. A q u í tienen un New-Munster que L i m m a t la divide en dos ciudades, el
te e n s e ñ a n con orgullo y que se parece gran Z u r i c h y el p e q u e ñ o Zurich, que
á la iglesia de Pantin. Los senadores zu los j u n t a tres hermosos puentes, por don-
deheses habitan villas de yeso, las que de se pasean los vecinos con frecuencia, dice
tienen u n parecido á ventorrillos de Jorge B r u i n de Colonia. L a v i ñ a está
Vaugirard. Dios me perdone! he visto m u y expuesta á los rayos del sol. H a y
pasar un ó m n i b u s como en Passy. Y a no vino de Zurich y trigo de Zurich.
me admiro de que estos mocetones hagan Te envió un abrazo, aunque estoy á
revoluciones. m i l trescientos veinte pies encima de tí»
806 OBRAS DÉ VICTOR HÜGO.

estar alegre; en que le es á uno comple-


tamente i g u a l resolverse por soltar una
CARTA. X X X V I . carcajada ó un torrente de l á g r i m a s ; en
que la vida parece perfectamente lógica,
igual, indiferente, fastidiosa y triste; en
Zuricli. que todo es descolorido y pálido, lo mis-
mo por dentro que por fuera. E l mismo
Llueve.—Descripción de una habitación.—Reflejo de fuera en tiempo que se notaba en la calle lo per-
el interior.—El viajero toma el partido de registrar los ar-
marios.—Lo que encuentra en ellos.—Amores secretos y cibía yo en m í , y si me permites la me-
aventuras vergonzosas de N a p o l e ó n Buonaparte.— táfora, te diró que llovía en m i espíritu.
El libro.—Las estampas.—1814.—1840.—Cosas curiosas. Tú. sabes que yo participo un poco de la
—Cosas sérias.—Llueve.
naturaleza del lago; reflejo el azul ó la
nube. E l pensamiento que tengo en el
alma se asemeja al cielo que tengo enci-
Setiembre. ma de m i cabeza.
He dejado el Hotel de la Espada y me Haciendo retroceder la mirada—per-
he venido á vivir á l a ciudad, no importa m í t e m e esta frase—vó uno un paisaje en
dónde. No tengo m a l albergue, pero no sí mismo. Así que, en este momento el
disfruto de l a vista del lago. H a y mo- paisaje que podía ver en m í valía poco
mentos en que echo de menos l a mala m á s ó menos que el que tenía ante mis
comida y el magnífico paisaje. ojos.
Anteayer tuve uno de esos momentos. H a b í a dos ó tres armarios en la habi-
Llovía, Estaba encerrado en la habita- tación. M a q u í n a l m e n t e los abrí, como si
ción que ocupo—una habitación triste y hubiese tenido propósito de encontrar en
fría, adornada con una cama pintada ellos a l g ú n tesoro, sin pensar que los ar-
de gris y con cortinas blancas, sillas marios de posada están siempre vacíos:
con el respaldo en forma de lira, y ves un armario lleno es la habitación per-
tida con papel azulado y pintarrajeado manente. No hace nido el que pasa. Y o
con esos dibujos sin gusto y sin estilo no encontró, pues, nada en los arma-
que se encuentran indistintamente en ríos.
los trajes de las mujeres mal vestidas y Sin embargo, en el momento que cer-
en las paredes de las habitaciones m a l raba el ú l t i m o apercibí en el estante
a m u e b l a d a s . — A b r í la ventana, una de m á s alto no sé q u ó , que me pareció un
esas horribles ventanas de hace cincuen objeto. L o cogí. Por de pronto estaba
ta años que se llamaban ventanas-gui- lleno de polvo, y después v i que era u n
llotinas, y miró m e l a n c ó l i c a m e n t e caer libro. U n librito cuadrado como los a l -
l a lluvia. L a calle estaba desierta; todos manaques de Lieja, encuadernado en
los huecos de las casas de enfrente esta papel gris, cubierto de ceniza y olvidado
ban cerrados; n i u n perfil en los vidrios, allí muchos años. ¡Quó fortuna tan ines-
n i un t r a n s e ú n t e cruzando el empedra perada! S a c u d í el polvo y abrí al azar.
do de guijarritos redondos y negros, que Estaba escrito en francós. Miro el título:
l a l l u v i a hacia relucir como castañas Amores secretos y aventuras vergonzosas
maduras. L a única cosa que animaba el de Napoleón Buonaparte, con grabados.
paisaje era el c a n a l ó n del techo vecino Miro los grabados: un hombre de vien-
especie de g á r g o l a de hojalata, figurando tre grueso y perfil de polichinela, con
una cabeza de asno con l a boca abierta, levita y sombrero chino, mezclado con
por donde la l l u v i a salia á chorros; una toda clase de mujeres desnudas. Miro la
l l u v i a amarilla y súcia, que acababa de fecha: 1814.
lavar los tejados y que iba á lavar el He tenido la curiosidad de leer. ¡ A y ,
empedrado. Verdaderamente es triste amigo m i ó ! Quó te diró? ¿Cómo darte
que una cosa se tome el trabajo de caer una idea de ese libro impreso en P a r í s
del cielo sin producir otro resultado que por a l g ú n libelista y olvidado en Zurich
cambiar el polvo en lodo. por a l g ú n austríaco? Napoleón Buona-
Quedó retenido en m i albergue: el al- parte era feo; sus ojillos hundidos, su
bergue era medio pasable. Quó hacer? perfil de lobo y sus orejas desmesuradas
L a Fontaine ha hecho el verso á propó- daban á su figura u n aspecto atroz. H a -
sito para este caso. Soñó, pues. Por blaba mal; no t e n í a ingónio alguno; n i
desgracia estaba en una de esas situa- poca n i mucha presencia de espíritu; an-
ciones del alma, que t ú conoces sin daba torpemente; su aspecto carecía de
duda, en que no se tiene ninguna razón gracia, y tomaba lecciones de T a i m a
para estar triste, n i n i n g ú n motivo para cada vez que t e n í a que "aparecer como
EL RH1IS. m
rey,,. Por lo d e m á s , habia mucha exage- gos encuentros con esos libros que el fas-
ración en su renombre militar; prodiga- tidio abre y el desabrimiento cierra.
ba la vida de los hombres, y no conse- T ú te ries de esto? Te confieso que yo
g u í a las victorias m á s que á fuerza de no me puedo reir. H a y siempre en las
batallones.—¡Reprochar los batallones á calumnias dirigidas contra los grandes
los conquistadores! ¿No te parece oir á hombres, mientras viven, algo que me
estas gentes reprochar las metáforas á oprime el corazón. Y o me digo: ¡Hó a q u í
los poetas?—Perdió m á s batallas que de q u é manera el reconocimiento contem-
g a n ó . No fué él quien g a n ó la batalla de Doráneo ha tratado á esos genios que la
Marengo, sino Desaix; no fué él quien Dosteridad rodea de respeto, á los unos
g a n ó la batalla de Austeriitz, sino Soult; morque han hecho su nación m á s gran-
no fué él quien g a n ó la batalla de Mos- de, á los otros porque han hecho la hu-
kowa, sino Ney (1). No era m á s que un manidad mejor! Sé Moliere: se te acu-
c a p i t á n de segundo órden, m u y inferior sará de haber desposado á t u hija; sé
á los generales del gran siglo, á Turena, Napoleón: se te acusará de haber amado
á Conde, á Luxembourg, á Vendóme, y á tus hermanas.—El ódio y la envidia
hasta en nuestros dias su ^talento m i - no inventan, dirás; ellas repiten siempre
litar,, no era nada comparado con el 30co m á s ó menos las mismas simplezas,
^gónio guerrero,, del duque de W e l l i n g - as que se vuelven inofensivas á fuer-
ton. Por lo que afecta á su persona, era za de repetirlas. ¿Qué es una calumnia
poltrón. Tenia miedo a l fuego. Perma- sino u n plagio?~Sin duda, si el público
neció oculto durante el cañoneo de lo supiese; pero, ¿es que el público sabe
Brienne.-—De Brienne!—Tenia vicios que lo que se dice hoy del grande hom-
sobre vicios. Mentia como u n lacayo. Era bre de hoy es precisamente lo que se de-
avaro hasta el punto de no dar m á s que cía ayer del grande hombre de ayer? L a
diez francos por dia á una entretenida envidia y el ódio no inventan nada. Con-
que vivia en una callejuela solitaria del forme. Pero la m u l t i t u d lo ignora todo.
arrabal Saint-Marceau.—^El autor dice: Los grandes hombres desdeñan todo esto,
Yo he visto la calle, la casa y l a mujer. c o n t i n u a r á s diciendo. Sin duda; pero,
—Era celoso hasta el extremo de encer- ¿quién te dice que ellos no han sufrido
rar á esta mujer, que no salia casi nunca tanto como han desdeñado? ¿Quién sabe
y vivia separada del mundo entero, sin los dolores punzantes que hay en las pro-
tener una criatura humana que la sirvie- fundidades mudas del desden? ¿Qué hay
se y presa de l a desesperación y del ter m á s irritante que l a injusticia, n i m á s
ror. ¡Hé a q u í lo que era el amor de Na amargo que recibir una grande injuria
poleon Buonaparte! Habia a d e m á s de cuando se merece una gran corona? ¿Sa-
esto, porque este celoso feroz era un l i - bes si ese odioso librejo, del que te ries
bertino desenfrenado, Otelo complicado hoy, no fué oficiosamente enviado en 1815
de Don Juan; habia a d e m á s de esto, en al prisionero de Santa Elena, y no hizo
todos los cuarteles de Paris, pequeñas pasar, por estúpido que te parezca y lo
habitaciones, cuevas, boardillas, cala- es, una mala noche al hombre que dor-
bozos alquilados bajo nombres supues mía tan profundo sueño l a víspera de
tos, donde atraia con diversos pretextos Marengo y de Austeriitz? ¿No hay mo-
jóvenes pobres, etc. etc. etc. De a q u í re mentos en que el ódio, en sus afirmacio-
baños de hijos, p e q u e ñ a s dinastías inódi nes desvergonzadas y furiosas, puede
tas, relegadas hoy á los graneros ó re- hacer desvariar al génio que tiene la
cogiendo pingajos y harapos en el rincón conciencia de su fuerza y de su porve-
de los guardacantones con u n cesto de nir? ¡Aparecer caricatura á la posteri-
trapero. ¡He a q u í lo que eran los amo- dad, cuando se ha trabajado tanto para
res de Napoleón Buonaparte! ¿Qué dices dejarle una gran sombra! N o , amigo
de esto? L a primera historia recuerda un mió, yo no puedo reírme de ese infame
poco á G-enoveva de Brabante en el fon- libelo. Cuando exploro las hondonadas
do de un bosque; la segunda es una reno- del pasado, y cuando visito los huecos
vación del Minotauro. Y o he visto otras arruinados de una prisión de otros tiem-
y aun peores, pero no he tenido el valor pos, tomo m u y en serio las viejas calum-
de hojear mucho m á s . J a m á s tengo lar nias que recojo en el olvido y los odio-
sos instrumentos de tortura enmohecidos
(1) En 1814 utilizaban contra B u o n a p a r t e los nom- que encuentro en el polvo.
bres tan justamente celebrados de los generales de Napoleón; : ;-Vergüenza é ignominia para esos m i -
hoy todo ha vuelto á recobrar su sitio: Desaix, Soult, Ney, son
grandes é ilustres figuras; Napoleón es en su gloria lo que era serables lacayos que limpian las letrinas
en su ejército, el emperador. y no tienen otra ocupación que la de
OBRAS D E VICTOR HUGO.

atormentar vivos á los que la posteridad mada en la m o n t a ñ a , cortada por el


a d o r a r á muertos! ü h i n , que se retuerce en u n lecho de ro-
Si el autor sin nombre de ese despre- cas ruidosamente, dominada por torres
ciable libro existe aun hoy en a l g ú n que se desploman, llena de calles hechas
rincón oscuro de Paris, ¡qué castigo debe á piso y en forma de zig-zag; entregada
ser para ese inmundo viejo, cuyos cabe- á la batahola ensordecedora de las ninfas
llos blancos no son m á s que una corona ó de las aguas—nymphis, lymphis, copia á
de oprobio y de vergüenza, ver, cada Horacio como te dó la gana—y al albo-
vez que tenga la desgracia de pasar por roto de las lavanderas. Después de haber
la plaza de Vendóme, á Napoleón con- oasadola puerta de la ciudad, que es una
vertido en hombre de bronce, saludado ortaleza del siglo trece, he vuelto a t r á s
á todas horas por la m u l t i t u d , envuelto 7 he visto encima de la ojiva esta ins-
en nubes y en rayos y en pió sobre su cripción: SALUS EXENTIBUS; por lo que
eterna gloria y sobre su columna eterna! he deducido que probablemente al otro
Desde que cerró ese volúmen todo se lado diria: PAX INTRANTIBUS. Esta forma
presentó sombrío; la l l u v i a se hizo m á s hospitalaria me encanta.
violenta por fuera y la tristeza m á s Te he dicho que escribieses Schaffhau-
profunda en m í . M i ventana habia que sen y que lo pronunciases como te diese la
dado abierta y m i mirada se clavaba gana. Puedes escribirlo t a m b i é n como
maquinalmente en el grotesco canalón te plazca. Nada es comparable, por la
de hojalata, que derramaba con furia una obstinación y por la diversidad de apre-
ola amarillenta y fangosa. Esta vista me ciaciones, al r e b a ñ o de anticuarios, como
c a l m ó . Me dije entonces á m í mismo, que el rebaño de los gramáticos. Platino es-
la mayor parte de las veces, los que hacen cribe Schaphuse, Strumphius escribe Scha-
el mal no tienen plena conciencia de lo phuse, Jorge B r u i n escribe Shaphusia y
que hacen, habiendo en ellos m á s igno Miconnis escribe Fróbatopólis. Saca de
rancia ó inepcia que maldad, y he perma a q u í lo que puedas. Después del nombre
nocido así inmóvil, silencioso, recogiendo viene la etimología. Otra cuestión: Schaf-
las enseñanzas misteriosas que las cosas fhausen significa la ciudad del cañero, dice
nos dan por las a r m o n í a s que tienen entre Q-larean.—Nada de eso! exclama Strum-
sí, con el codo apoyado sobre ese estúpi phius; Schaffhausen quiere decir puerto
do folleto de donde ha rebosado tanto de las barcas] de schafa, barca, y de hause,
ódio y tanta calumnia y la mirada fija casa.—Puerto de las barcas! vuelve á
en esa boca de asno que vomitaba tanta decir Strumphius; a q u í se d e t e n í a n los
agua sucia. barcos, en la imposibilidad de i r m á s le-
jos.—Vaya! dejemos que la etimología
saque de todo esto lo que pueda. Y o dejo
á Strumphius y á Grlarean que se tiren
CAJEITA, XXXVII. de los pelos.
T a m b i é n es preciso batallar á propó-
^ ehaffhans ene sito del viejo castillo Munoth, que está
cerca de Schaffhouse, j u n t o al Bmmers-
Vista de Schaffhouse.—Schaffhausen.—Schaffouse.—Schaphuse
berg, y que tiene por etimología Munüio,
—Schapfuse.—Shaphusia.—Probatopolis. —Espantoso com dicen los anticuarios, á causa de una
bate y mescolanza terrible de eruditos y anticuarios.—Dos de cindadela romana que habia allí. H o y
los más formidables se atacan con furia.—El autor tiene la co
bardía de huir del campo de batalla, dejándoles el botin entre no hay m á s que algunas ruinas, una
las manos.—El castillo Munoth.—Lo que era Schaffouse hace i gran torre y U n a inmensa bóveda a c a s a
doscientos años.-Guál era la joya de una ciudad l i b r e . - E l j mata(ja que p U e a e cubrir muchos Cente
autor come.—Una de las innumerables aventuras que suceden ' r-
á los que tienen el atrevimiento de viajar á_ través de las nares de hombres.
ortografías del pais.—Calaísche á la chonte.—El autor ofrece Hace dos siglos, Schaffhouse era m á s
hacer tranquilamente lo que hubiese atemorizado á Gargantúa.
pintoresco t o d a v í a . L a Casa del A y u n -
tamiento, el convento de la Toussaint, l a
iglesia de San Juan, conservaban toda
Setiembre. su belleza; el cerco de torres estaba i n -
Hace algunas horas que he llegado á tacto y completo. Habia trece, sin contar
Schaffhouse. Escribe Schaffhausen y pro- el castillo n i las dos altas torres, sobre
nuncia lo que te dó la gana. F i g ú r a t e las cuales se apoyaba ese e x t r a ñ o y mag-
un A u x u r suizo, u n Terracine a l e m á n , nífico puente suspendido sobre el R h i n ,
una ciudad del siglo quince, cuyas casas que nuestro Undinot hizo saltar el 13 de
participan de chalets de Unterseen y ca- A b r i l de 1799, con esa ignorancia y esa
sas esculpidas del viejo í t o u e n , encara- ; indiferencia con que se ven las obras
EL RUIN. 809
maestras y que solo es perdonable á los yo sí que me entiendo; tengo hambre y
héroes. Por ú l t i m o , fuera de la ciudad, quiero comer.
m á s allá de l a p u e r t a - t o r r e ó n que mira —Oomer qué?
hácia el Bosque Negro, en la m o n t a ñ a , —Comer vuestra calaische.
sobre una eminencia, al lado de una ca- —'Nostra calaische?
pilla, ge d i s t i n g u í a á lo lejos, en la bru- •—'Vuestra choute.
ma del horizonte, un horrible y pequeño —Nostra choutel ¡comer nostra chou-
edificio de madera y piedra—el patíbu- te! Capallero chua. ¿Comer la choute te
lo.—En la Edad Media, y hasta no hace Rhin?
cien años, en todo municipio soberano, A l oir esto lancé una carcajada. E l po-
una horca convenientemente pertrecha- bre diablo continuaba sin comprender
da era una cosa elegante y magistral. L a nada, y yo acababa de entenderlo todo.
ciudad adornada de su p a t í b u l o , el patí- Habia sido el juguete de una alucinación,
bulo adornado de un ahorcado; esto sig- producida en m i cerebro por la ortogra-
nificaba ciudad libre. fía fascinadora del hostelero. Galaische á
Como era tarde y tenia mucha ham- la choute significaba carretela para la cata-
bre, comencé por comer. Se me presentó rata. E n otros términos, después de ofre-
una comida francesa, servida por un ca- ceros la comida, la carta os ofrecía com-
marero francés y con una relación de placientemente una carretela para i r á
manjares en francés. Algunas originali- ver la catarata del R h i n en Laufen, me-
dades, sin duda involuntarias, se mez- diante diez francos.
claban, no sin gracia^ á la ortografía de Viéndome reir el camarero, me tomó
esta relación. Como mis ojos vagaban por un loco y se fué g r u ñ e n d o sordamen-
entre esas ricas fantasías del redactor te:—Comer la choute! ¡iluminar la chou'
local, buscando completar m i comida í e t o r r i n con guatro velas! Ese capallero
por debajo de estas tres líneas: chua.
Haumelette au chantpinnions, Para m a ñ a n a por l a m a ñ a n a he pedi-
- Biffeteque au craison, do que me reserven una calaische á la
Uépole d' agnot au laidgume, choute.
he dado con esto:
Galaische á la choute, 10 francos.
Pardiez! me dije; h é a q u í u n plato del XXXVIII.
pais; calaische á la choute. Es preciso que
lo pruebe. Diez francos! Esto debe ser
a l g ú n refinamiento propio de la cocina L a catarata del HMn*
de Schaffhouse. L l a m é al camarero:
—Una calaische á la choute. A vuela pluma.-^Llegada.—-El castillo de Laufen.—La catarata
—Aspecto.—Detalles.—Conversación del guia.—El niño.—
A q u í el diálogo se entabló en francés. Las paradas.—De dónde se vé mejor.—El autor se apoya de
Y a te he dicho que el camarero hablaba espaldas á la roca.—Una decoración.—Una firma y una r ú -
brica.—Declina el dia.—El autor pasa el Rhin.—El Rhin, el
francés. Ródano.—La catarata en cinco partes.—El presidiario.
— M u y pien, capallero. M a ñ a n a por la
mañana.
—No, dije; ahora mismo.
Laufen, Setiembre.
—Pero, capallero, es m u y tarde.
— Y q u é importa? A m i g o mió, q u é te diré? Acabo de ver
—Se h a r á te noche. esa cosa desconocida. Estoy á algunos
— Y qué? pasos de ella. Oigo el ruido. Te escribo
—Que el capallero no p o t r á per. sin saber lo que se desprende de m i
—Ver! Ver qué? Si yo no pretendo ver pensamiento. Las ideas y las i m á g e n e s
nada. se amontonan confundidas en él, se pre-
•—No c ó m p r e n t e , capallero. cipitan, se chocan, se destrozan y se con-
— E n t e n d á m o n o s : ¿que es bonita á la vierten en humo, en espuma, en rumor,
vista vuestra calaische á la choute? en nublado. Siento dentro de m í como un
—Muy pella , capallero, atmiraple hervidero inmenso. Me parece que tengo
magnífica. la caida del R h i n en el cerebro. Te escri-
—Pues bien, enciende cuatro velas 3 bo al azar, como se ofrecen las ideas. Y a
la veré mejor. me e n t e n d e r á s si puedes.
—Guatro velas! Capallero chua. (Lee: Se llega á Laufen. Es un castillo del
E l caballero juega ó se bromea.) Y o no siglo trece, de hermoso conjunto y m u y
cómprente, capallero. buen estilo. E n la puerta hay dos ser-
—Pardiez! r e p l i q u é impaciente, pues pientes doradas con las fauces abiertas.
TOMO IV. 102
810 OBRAS D E VÍCTOR HUGO,

Parece que persiguen á uno. Se diria que se entremezclan en la cima le for-


que son ellas las que producen el ruido man cabellos erizados y horribles.
misterioso que se oye. E n el sitio m á s espantoso de la casca-
Se entra. da, una gran roca desaparece y reaparece
Es el patio del castillo. Y a no es u n debajo la espuma como el cráneo de u n
castillo, es una granja. Grallinas, patos, gigante engullido, que está siendo gol-
pavos, estiércol; una carreta en un rin- peado hace seis m i l años por esta ducha
cón; una cuba con cal. U n a puerta se aterradora.
abre. L a cascada aparece. E l guia continuó su monólogo. L a
E s p e c t á c u l o maravilloso! cascada del R h i n está á una legua de
Espantoso tumulto! este es el primer Schaffhouse. L a mole del rio por entero
efecto. Después se m i r a . L a catarata fes- cae allí desde una altura de setenta
tonea golfos henchidos de anchas esca- piés.
mas blancas. L o mismo que en los incen- E l áspero sendero que desciende del
dios, hay pequeños sitios apacibles en castillo de Laufen al abismo atraviesa
medio de esta cosa que inspira espanto; un j a r d i n . E n el momento en que yo
bosquecillos mezclados con la espuma, pasaba ensordecido por la formidable
encantadores arroyos en los musgos; catarata, un n i ñ o , habituado y familia-
fuentes para los pastores de la Arcadia rizado con esta maravilla del mundo, j u -
de Poussin, sombreadas de pequeñas ra- gaba entre las flores, y cantando ponia
mas dulcemente agitadas. Y después sus deditos en las plantas y las flores.
estos detalles se desvanecen, y la impre- Este sendero tiene puntos variados
sión del conjunto se impone. Tempestad donde se paga algo por el tiempo que en
eterna. Nieve viviente y furiosa. él se permanece. L a pobre catarata no
L a marea es de una trasparencia ex- sabria trabajar de balde. V é el trabajo
t r a ñ a . Rocas negras dibujan rostros si- que ella se impone. H a y necesidad de
niestros debajo del agua. Parecen tocar que con toda esa espuma que arroja á
l a superficie y están á diez pies de pro- los árboles, á las rocas, á los rios, á las
fundidad. Más abajo de los dos princi- nubes, arroje t a m b i é n algunos sueldos
pales vomitorios de la cascada, dos gran- grandes en el bolsillo de alguno. Es lo
des surtidores de espuma se espacían menos que puede hacer.
por el rio y se dispersan formando nu- He llegado por ese sendero hasta una
bes verdes. A l otro lado del H h i n aper- especie de balcón vacilante abierto m u y
cibí un grupo de casitas tranquilas, en en el fondo, sobre el abismo y en el
donde se veia i r y venir á los que las ha- abismo.
bitaban. Allí todo te conmueve á l a vez. E s t á s
Mientras que yo observaba, m i guia desvanecido, aturdido, trastornado, ater-
me hablaba.^—El lago de Constanza se rorizado y encantado. Te apoyas en una
heló en el invierno de 1829 á 1830. No barrera de madera que tiembla. Arboles
se habia helado hacia ciento cuatro años. amarillentos—estamos en el otoño—y
Se pasaba por encima de él en coche. H a serbales rojos rodean u n pabelloncito a l
muerto de frió mucha gente pobre en estilo del café Turco, desde donde se ob-
Schafíhouse. serva el horror que aquello inspira. Las
Y o bajé un poco m á s , en dirección al mujeres se cubren con una esclavina de
remolino. E l cielo estaba gris y velado. tela encerada—un franco por persona-—1
L a cascada rugia como u n tigre. Ruido y estás envuelto por u n espantoso cha-
espantoso, rapidez horrible. Polvo de p a r r ó n atronador.
agua, todo á la vez humo y lluvia. A Preciosos caracolillos amarillos se pa-
t r a v é s de esta bruma se vé la catarata sean voluptuosamente, recibiendo este
en toda su magnificencia. Cinco grandes rocío, por el borde del balcón. L a roca,
rocas la cortan en cinco despeñaderos de que está suspendida por encima del bal-
aspectos diversos y magnitudes diferen cón, llora gota á gota en la cascada. So-
tes. Hacen el efecto de cinco pilas rol- bre la roca que está en el centro de l a
das de un puente de titanes. E n el i n - catarata se yergue un caballero trovador
vierno los hielos forman arcos azules de madera pintada, apoyado en u n escu-
sobre estas estribaciones negras. do rojo con cruz blanca. U n hombre de-
L a m á s aproximada de estas rocas tie bió arriesgar su vida por i r á colocar esa
ne una forma e x t r a ñ a ; parece que sale decoración del A m b i g ú en medio de l a
del agua, llena de rabia, la cabeza horro- grande y eterna poesía de J e h o v á .
rosa é impasible de u n ídolo indo con Los dos gigantes que alzan la cabeza,
trompa de elefante. Arboles y malezas quiero decir, las dos rocas m á s grandes.
EL RUIN. 811
parece que se hablan. Ese trueno es su sentir dentro de esta concha las profun-
voz. Por encima de una espantosa bóve- das y tempestuosas sacudidas del agua.
da de espuma se distingue una casita Mientras que la barca se alejaba de la
apacible con su jardincito. Diríase que orilla, m i r é por encima de m i cabeza las
esa horrible hidra está condenada á lle- almenas cubiertas de tejas y los tejadi-
var eternamente sobre su espalda esa llos del castillo que domina el precipi-
dulce y feliz cabana. cio. Redes de pescadores se secaban
He ido hasta el extremo del balcón y tendidas en los guijarros de la orilla del
me he apoyado en la roca. rio. Y se pesca en ese torbellino? Sí, sin
E l aspecto desde allí t o d a v í a es m á s duda. Como ios peces no pueden fran-
terrible. Es u n desprendimiento espan- quer la catarata, se cogen allí muchos
toso. E l remolino horrible y espléndido salmones. Y á la verdad, ¿en q u é torbe-
arroja con rabia una l l u v i a de perlas al llino no pesca el hombre?
rostro de los que se atreven á mirarle de Ahora quisiera resumir todas esas sen-
tan cerca. Es admirable. Las cuatro saciones tan vivas y casi punzantes. P r i -
grandes ó hinchadas corrientes de la ca- mera impresión: no se sabe q u é decir, se
tarata caen, vuelven á subir y vuelven á está aplastado como por todos los gran-
bajar sin cesar. Cree uno ver girar de- des poetas. Después el conjunto se des-
lante de sí las cuatro ruedas fulgurantes e n m a r a ñ a . Las bellezas se desprenden
de la tempestad. del nublado. E n resúmen; aquello es
E l puente de madera estaba inunda- grande, s o m b r í o , terrible, horroroso,
do. Las tablas estaban escurridizas. Ho- magnífico, inexplicable.
jas secas se quebraban bajo mis piés. E n Del otro lado del Rhin, esto pone en
una sinuosidad de la roca observé que movimiento los molinos.
habia u n m o n t ó n de yerba seca. ¡Seca de- E n una orilla el castillo; en la otra la
bajo de la catarata de Schaffhouse! E n aldea que se llama Neuhausen.
ese diluvio le ha faltado una gota de D e j á n d o n o s llevar por el balanceo de
agua. H a y corazones que se asemejan á la barca, admiraba el soberbio color de
ese m o n t ó n de yerba. En medio del tor- esta agua. Parece que se nada sobre ser-
bellino de las prosperidades humanas se pentina l í q u i d a .
secan. A y de m í ! ¡es que les ha faltado
esa gota de agua que no sale de l a tier- Es cosa digna de notarse el ver que
ra, sino que cae del cielo, el amor! cada uno de los dos grandes rios de los
E n el pabellón turco, que tiene vidrios Alpes, al dejar las m o n t a ñ a s , toma el
de colores, ¡y q u é colores! hay un libro, color del mar á donde v á á parar. E l R ó -
en el que se i n v i t a á los que concurren á dano, al desembocar del lago de Grine*
que inscriban sus nombres. Y o lo he ho- bra, es azul como el Mediterráneo; el
jeado y he notado en él esta firma: Enri- R h i n , al salir del lago de Constanza, es
que, con esta rúbrica: Ij.—'Es un V? verde como el Océano.
¿Cuánto tiempo p e r m a n e c í allí, abis- Desgraciadamente el cielo estaba cu-
mado, contemplando aquel gran espec- bierto. Y o no puedo, pues, decir que he
táculo? No sabria decírtelo. Mientras visto la cascada de Laufen en todo su
duraba esta contemplación, las horas pa- esplendor. Nada hay tan rico y maravi-
saron por el espíritu como las olas por el lloso como esa l l u v i a de perlas de que te
remolino, sin dejar huella n i recuerdo. he hablado, y que la catarata esparce á
Vino á advertírseme que el dia decli- lo lejos; sin embargo, debe ser m á s admi-
naba. Volví á subir al castillo y de allí rable t o d a v í a cuando el sol cambia esas
bajé á la playa, desde donde se pasa el perlas en diamantes y el arco-iris sumer-
R h i n para ganar la orilla derecha. E s t á ge en l a espuma deslumbradora su cuello
m á s abajo de la cascada, y se atraviesa de esmeralda, como u n pájaro divino
el rio á algunas brazas de l a catarata. que viene á beber al abismo.
Se aventura uno por este trayecto en u n Desde la otra orilla del R h i n , donde
botecito precioso, ligero, excelente, pre- yo te escribo en este momento, la catara-
parado como una piragua de salvaje, ta aparece por completo, dividida en
construido con una madera tan suave cinco partes muy distintas, que tienen
como la piel del tiburón, sólida, elástica, cada una su fisonomía aparte y forman
fibrosa, que toca en las rocas á cada ins una especie de crescendo. L a primera es
tante y que las roza apenas, y gobernado un derramamiento de molinos; la segun-
como todas las lanchas del Rhin y del da, casi s i m é t r i c a m e n t e formada por el
Mosa, con u n gancho y un remo en for- trabajo de l a ola y del tiempo, es una
ma de pala. Nada hay m á s e x t r a ñ o que fuente de Versalles; la tercera es una
fe 812 OBRAS DE VICTOR HUGO.

cascada; l a cuarta es una avalancha; l a Qué haces? E s t á s en París? ¿Estas en


quinta es el caos. N o r m a n d í a ? ¿Tienes los ojos fijos en los
Una sola palabra y cierro esta carta. lienzos que t u pensamiento hace resplan-
A algunos pasos de l a cascada se explo- decer, ó visitas, como yo, l a g a l e r í a de
ta la roca calcárea, que es muy bonita. pinturas del Hacedor? Y o no sé lo que
E n el centro de una de las canteras que haces; pero pienso en tí, y te escribo, y te
hay allí, u n presidiario, vestido con u nquiero.
traje rayado de gris y negro, con l a p i - Viajo en este momento como l a go-
queta en l a mano y l a doble cadena al londrina. V o y empujado buscando el
pié, miraba l a catarata. E l azar parece buen tiempo. Me apresuro á acercarme
complacerse algunas veces en confrontar a l l á donde veo u n rincón de cielo azul.
en antítesis, t a n pronto melancólicas, tan Las nubes, las lluvias, el cierzo, el i n -
pronto pavorosas, l a obra de la natura- vierno vienen detrás de m í , como ene-
leza y la obra de l a sociedad. migos que me persiguen, y vuelven á
ocupar los pobres países á medida que yo
los dejo. Ahora llueve á cántaros en Es-
CJ^HTA. X X X I X . trasburgo, punto que visitó hace quince
dias; en Zurich, donde estuve la semana
pasada, y en Berna, por donde pasó ayer,
Vovey.—Chillón.—liansanna. y hoy me encuentro en Vevey, hermoso
pueblecito, blanco, limpio, inglós, confor-
Lo que el autor busca en sus viajes.—Vevey.—La iglesia.—La table, calentado por las pendientes meri-
vieja bedel.—Dos tumbas. — Edmundo Ludlow.— Andrew
Broughton.—David.—Los proscriptos.—Comparación de los dionales del monte Chardonne como por
epitaños.—Filosofía.—Una tercera tumba.—El boticario.— estufas, y abrigado por los Alpes como
Insignificancia de las cosas humanas proclamada por el que
ha pasado su vida en perseguir á M. de Pourceaugnac.—La por una mampara. Tengo ante mis ojos
noche.—Recuerdos de la juventud.—Vaugirard y Meillerie. un cielo de verano, el sol, laderas cubier-
Paisaje.—Claro de luna.—Historia.—Huellas de todos los tas de uvas sazonadas, y esa magnífica
pueblos en Suiza.—Los griegos.—Los romanos.—Los han-
nos.—Los húngaros,—Chillón.—El castillo.—Una mujer esmeralda del Leman engastada entre
francesa.—La cripta.—Los tres subterráneos.—Detalles si m o n t a ñ a s de nieve como en una joya de
niestros.—El patíbulo.—Los calabozos.—Bonnivard.—La plata. Te echo de menos.
jaula obliga á hacer lo mismo al pensador que á la fiera.—Pa
tética y lúgubre historia de Miguel Cotié.—Sus dibujos en la Vevey no tiene m á s que tres cosas, pe-
pared.—Impotencia demostrada de San Cristóbal.—Nombre ro estas tres cosas son encantadoras: su
de lord Byroa grabado por él mismo en un pilar.—Detalles
—La bóveda se vuelve azul.—Magnificencias secretas y gene- limpieza, su clima y su iglesia.—Debería
rosidades ocultas de la naturaleza.—Los martin-pescadores. limitarme á hablar de la torre de su igle-
—Siete columnas; siete celdas.—Tres calabozos superpues-
tos.—Pinturas hechas por los prisioneros.—Los calabozos en sia, porque l a iglesia en verdad no tiene
que antiguamente sepultaban á los condenados á prisión per- nada de particular. L a iglesia ha sufri-
petua.^Lo que se ha encontrado en ellos.—La cueva rellena. do esa especie de devastación cuidado-
^Permiso negado álord Byron.—El autor baja á la cueva
en la que no pudo entrar lord Byron.—Lo que se vé en ella. sa, metódica y barnizada que el protes-
—El duque Pedro de Saboya.—Algo más sobre el destino de tantismo ha hecho sufrir á las iglesias
los sarcófagos.—El cementerio.—La capilla.--El aposento góticas. Todo está raspado, cepillado,
de los duques de Saboya.—Interior.—Lo que han hecho en
él las gentes de Berna.—La ventana.—La puerta.—Huellas barrido, desfigurado, blanqueado, dado
del asalto.—Qué pájaro pasaba su pico por el agujero quíestá lustre y frotado. Es una mezcla estúpida
en la parte baja de la puerta.—La sala de Justicia.—De qué
está hoy amueblada.—La habitación de la tortura.—La viga y pretenciosa de barbarie y de limpieza.
gruesa.—Los tres agujeros.—Detalles horribles.—Una parti- Nada de altares, nada de capillas, nada
cularidad del castillo de Chillón.—El autor demuestra que los de relicarios, nada de figuras pintadas y
pajarillos no tienen la menor idea de la invención de la arti
Hería.—^-Ludlow y Bonnivard puestos en parangón.—Lausan- esculpidas: una mesa y algunas sillas de
na.—Lo que tiene París más que Vevey,—El mal gusto cal coro de madera que obstruyen la nave;
vinista.—Lausanna afeada por los embellecedores.—La Casa
del Ayuntamiento.—El castillo de los bailes.—La catedral.—
hó a q u í l a iglesia de Vevey.
Vandalismo.—Algunas tumbas.—El caballero de Granson Me paseaba por ella con m u y poco
Por qué las manos cortadas.—M. de Rebecque.—Lausanna á respeto, escoltado por esa vieja siempre
vista de pájaro.—Paisaje.—Tormenta de noche que se anun
cia.—Regreso á París. la misma, que hace las veces de bedel en
las iglesias calvinistas y tropezando las
rodillas en los bancos del señor prefecto,
del señor juez de paz, de los señores pas-
Yevey, 21 Setiembre. tores, etc. etc., cuando a l lado de una
capilla no utilizada para el culto, á cuyo
M. LUIS B. sitio me h a b í a n atraído algunas bonitas
Te escribo esta carta , querido Luis, y viejas cartelas del siglo catorce, olvi-
poco mends que a l azar, no sabiendo dadas allí por el arquitecto puritano, no-
dónde te e n c o n t r a r á , n i hasta si te en tó en su rompimiento oscuro una gran
c e n t r a r á . D ó n d e estás en este momento?' lápida de m á r m o l negro incrustada en la
EL RHIN. 813
pared. Es la losa sepulcral de Edmundo chos de su vida y el hecho de su muerte
L u d l o w , uno de los jueces de Garlos I , sin cólera, pero sin concesión. Son frases
que murió refugiado en Vevey en 1698. rígidas y altaneras, dignas en efecto de
Y o creia que esta losa se encontraba en ser dichas por el m á r m o l . Se conoce que
Lausanna. A l bajarme á recoger el lápiz, ambos suspiran por la pátria. L a p á t r i a
que me habia caido en tierra, la palabra es siempre bella, hasta L ó n d r e s visto des-
deposüarium, grabada en la lápida, hirió "eel Leman. Pero lo que me ha impresio-
mis ojos. Caminaba por encima de otra nado, es que cada uno de los dos viejos ha
losa sepulcral; la de otro regicida, otro :omado una posición diferente en la turn-
proscripto, Andrew Broughton. Andrew ia. Edmundo L u d l o w se ha escapado
Brougnton era el amigo de Ludlow. Co- alegre h á c i a la morada eterna, sedes (Eter-
mo él m a t ó á Cárlos I ; como él a m ó á nas Icetus advolavit, dice el epitafio colo-
Cromwell; como él aborreció á Cromwell; cado en la pared. Andrew Broughton,
como él duerme en la íria iglesia de Ve- ::atigado de los trabajos de la vida, se ha
vey.—En 1816, David, huyendo como dormido en el Señor, i n Domino obdormi-
L u d l o w y Broughton, pasó por Vevey. vit, dice el epitafio colocado en tierra. Así
Visitó la iglesia? No lo sé; pero los jueces ue el uno se mostraba alegre, el otro
de Cárlos I tenian que decir algunas co- cansado; el uno encontró alas en el se-
sas al juez de Luis X V I . Tenian que de- pulcro, el otro encontró en él una alme-
cirle que todo se desmorona, hasta las lada; el uno m a t ó á u n rey y quería el
fortalezas construidas sobre un cadalso; Daraiso, el otro hizo lo mismo y pedia re-
que las revoluciones no son m á s que olas, boso.
donde es preciso no ser espuma n i fango; ¿No te parece, como á mí, que encierran
que toda idea revolucionaria es una her- esas dos frases tan cortas la llave de los
ramienta que tiene dos filos: el uno con el dos hombres y el matiz de las dos con-
cual se corta, y el otro con el cual no se vicciones? L u d l o w era un pensador; ha-
corta; que el desterrado que ha hecho des- Dia ya olvidado al rey muerto, y solo
terrados, que el proscripto que tía sido per- veia al pueblo emancipado. Broughton
seguidor, arrastra tras ellos una mala era u n obrero; no pensaba ya en el pue-
sombra, una piedad mezclada de cólera, 3lo, y tenia siempre presente en su es-
el reflejo de las miserias d é l o s otros cen- píritu l a ruda tarea de echar abajo u n
telleando como la espada del á n g e l sobre rey. L u d l o w no habia visto m á s que el
su propia desgracia. Podian decirle tam- objeto, Broughton el medio. L u d l o w m i -
bién á ese gran pintor—¿no es verdad, raba adelante, Broughton miraba a t r á s .
Luis?—que para el pensador, en u n dia 1 uno era un muerto fascinado, el otro
de contemplación, salen de la serenidad cansado.
del cielo y del azul profundo del Leman Cuando abandonaba estas dos lápidas,
m á s ideas nobles, m á s ideas benévolas, un tercer epitafio me atrajo, con su largo
m á s ideas útiles á l a humanidad, que sa- y solemne apóstrofe dirigido al viajero,
len en diez siglos de veinte revoluciones grabado en oro sobre m á r m o l negro, co-
como las que han degollado á Cárlos I y mo el de L u d l o w . A l lado siempre de toda
á Luis X V I ; y que por encima de las agi- cosa grande, querido Luis, v á unida la
taciones políticas, eternamente por enci- jarodia. Junto á los dos regicidas hay
ma de esas tempestades climatéricas de un boticario. Es un respetable practican-
las naciones, cuyo flujo cenagoso lo mis- te llamado Laurent Matte, hombre m u y
mo trae en su corriente á Marat que á honrado y a d e m á s m u y caritativo, pero
Mirabeau, hay, para las almas grandes, que habiendo tenido la suerte de hacer
el arte, que contiene la inteligencia de" fortuna en Liorna y haberse retirado del
hombre, y la naturaleza, que contiene la comercio en Vevey, quiere absolutamen-
inteligencia de Dios. te que el t r a n s e ú n t e se detenga y re-
Mientras que yo me dejaba llevar de flexione sobre la inconstancia de las co-
todos estos desvarios, u n rayo de sol po- sas humanas: Morare parumper, qui hac
niente entró por no sé q u é tragaluz, y transís, et réspice rerum humanarum i n -
como e x t r a ñ a d o en esta iglesia desnuda constantiam et ludibrium.
y silenciosa, ha venido á posarse en las Si alguna lápida enfática ha sido r i -
l á p i d a s como la luz de u n candelero, y he dicula, de seguro es la que se está co-
leido los epitafios. Estos consisten en lar deando con las dos piedras severas déba-
gas y graves protestas, donde parece que lo de las cuales L u d l o w y Broughton
respira el alma de los dos viejos regici yacen con sus manos ensangrentadas.
das, hombres íntegros, puros y á pesar de Por la noche—esto era ayer—me pa-
todo grandes. Ambos exponen los he seó por la orilla del lago. P e n s é en t í ,
8U OBRAS DE VICTOR HUGO.

Luis, y en nuestros agradables paseos dominan este hermoso sitio. Me abis-


del a ñ o 1828, cuando teníamos veinti- maba en la contemplación de ese lago
cuatro años, cuando t ú pintabas á Mazep- que Dios ha llenado con su paz y los hom-
pa y yo escribía las Orientales, cuando nos bres han llenado con sus guerras. Es u n
d á b a m o s por satisfechos con un rayo ho- triste privilegio el que tienen los sitios
rizontal del sol que se hundia Cü. el oca- m á s encantadores de atraer las invasio-
so y que se ostentaba en Vaugirard. L a nes y las avalanchas. Los hombres son
luna estaba casi en su lleno. L a alta como la nieve, se derriten y se precipitan
cresta de Meillerie, negra en la cumbre en los valles iluminados por el sol. Toda
y vagamente modelada á la mitad, lle- esa deliciosa costa baja del Leman ha
naba por completo el horizonte. E n el sido, por espacio de tres m i l años, devas-
fondo, á m i izquierda, por debajo de la tada sin cesar por gente de paso, armada,
luna, los dientes de Oche m o r d í a n una que venia, cosa e x t r a ñ a , lo mismo del
preciosa nube gris perla, y todas las mon- Mediodía que del Norte. Los romanos
t a ñ a s huian tumultuosamente entre los encontraron allí la huella de los griegos;
efluvios desprendidos. L a admirable cla- los alemanes encontraron allí la huella
ridad de la luna templaba todo ese lado de los árabes. L a torre de Grlerolle fué
violento del paisaje. Y o caminaba por la construida por los romanos contra los
misma orilla de las olas. Era la noche hunnos, Nuevecientos años m á s tarde la
del equinoccio. E l lago tenia esa agita- torre de Goure fué construida por los
ción febril que, en la época de las g r a n - vandeses contra los h ú n g a r o s . L a una
des mareas, agita todas las masas de guarda Yevey; la otra protege Lausan-
agua y las hace extremecer. P e q u e ñ a s na. Hojeando el otro dia en la biblioteca
olas i n v a d í a n por momentos el sendero de Basilea un ejemplar bastante curioso
de guijarros donde me encontraba y mo- de los Comentarios de César, me fijó en
jaban la suela de mis botas. A l Oeste, un pasaje en que César dice que se en-
hácia Grinebra, el lago, perdido entre las contró en el campo de los Helvéticos ta-
brumas, tenia el aspecto de una enorme blillas escritas con caractéres griegos, y
pizarra. Rumores de voces llegaban has- t o m é nota de ello:
t a m í de la ciudad, y del puerto de V e - Bepertce sunt tdbuloB litteris grcecis eonfec-
vey veia salir un buque de los que se de- tce. (De B e l l . G a l l . X L , I . )
dican á la pesca. Estos buques pescadores Los romanos dejaron en este delicioso
del Leman tienen una forma que el lago pais dos ó tres torres de guerra, tumbas,
les ha dado. V a n provistos de dos velas entre otras la que lleva el sombrío y
latinas atadas en sentido inverso á dos conmovedor epitafio de J u l i a Alpinula;
mástiles diferentes, á fin de coger los armas, piedras miliarias, la gran vía
dos vientos m á s constantes que soplan militar que corta estos admirables valles
en el Leman por sus dos extremos; el uno desde el Yalais hasta á Avonches por
por Grinebra, que viene de las llanuras, Yevey y Attalius, y en l a que se descu-
y el otro por Villeneuve, que viene de las bre a q u í y allí arranques de arcos. Los
m o n t a ñ a s . Durante el dia y á la luz del griegos le dejaron procesiones-pantomi-
sol, el lago es azul, las velas son blan- mas que recuerdan las teorías, y en don-
cas, y dan á la barca la figura de una de hay jóvenes coronadas de hiedra que
mosca que corre por el agua con las son arrastradas en carros. Ellos dejaron
alas levantadas. De noche, el agua es t a m b i é n las Koranlas de la Grruyere. A s í
gris y la mosca negra. Y o miraba, que fortalezas, sepulcros, un epitafio que
pues, esa gigantesca mosca que vo es una elegía, una via estratégica, dejan
gaba lentamente hácia Meillerie; recor- ver la huella de Roma, y procesiones que
tando á la claridad de l a luna sus alas parecen ordenadas por Thespis y una dan-
membranosas y transparentes. E l lago za al son de la flauta, dejan ver la huella
y acia á mis piés. U n a paz inmensa rei de Grecia.
naba en esta inmensa naturaleza. Esto Esta m a ñ a n a fui á Chillón con u n sol
era grande y dulce. U n cuarto de hora admirable. E l camino corre entre viñas
m á s tarde la barca habia desaparecido, á l a orilla del lago.
l a fiebre del lago se habia calmado y la E l viento hacia del Leman u n inmen-
ciudad se habia dormido. Estaba solo, so m o a r é azul; las velas blancas chis-
pero sentía vivir y soñar toda la creación peaban. Por bajo del camino, las gavio-
á m i alrededor. tas se recortaban graciosamente en las
Pensaba en mis dos regicidas, que rocas á flor de agua. Hácia Ginebra el
ellos t a m b i é n toman su parte en ese sue horizonte imitaba el Océano.
ño y en ese reposo de todas las cosas que Chillón es un bloque de torres coloca-
EL RHIN 815
do sobre u n bloque de rocas. Todo el troneras han sido cegadas y se han trans-
castillo es de los siglos doce y trece, á ex- formado en tragaluces. E n cada inter-
cepción de algunos enmaderamientos de columnio habia un calabozo. Se han
ensambladura, puertas, planchas, cielos chado abajo los tabiques, y los compar-
rasos, etc., que son del diez y seis. Sirve timientos, que hablan llenado tantas m i -
hoy de arsenal y de polvorín del c a n t ó n serias diversas durante tres siglos, han
de Vaud. L a boca de los cañones toca la desaparecido. E n el quinto de esos com-
tronera de las catapultas. partimientos se hizo célebre Bonnivard.
Es una mujer francesa la que acompa- No queda ya de ese calabozo m á s que el
ñ a á los visitadores en el paseo del cas- pilar, la cadena de sus piós, que una ani-
tillo, con mucha gracia ó inteligencia. lla asegura á ese mismo pilar, y la cade-
L a cripta, que está al nivel de las na de su cuello, con un agujero en la
aguas del lago, se divide en tres subter- piedra. L a anilla de esta cadena ha sido
ráneos principales. E l primero, que está arrancada. Y o permanecí mucho tiempo
ajustado como una cerradura á la entrada como remachado yo mismo á aquel p i -
de los otros dos, era la sala de los guar- lar, alrededor del cual ese libre-pensador
dias. Es una vasta nave formada de dos ha girado por espacio de seis años como
bóvedas ojivales yustapuestas, cuyos de- si fuera una fiera. No podia acostarse—•
clives se apoyan en medio de la sala en l a roca—más que con grandes fatigas
sobre una hilera de pilares que la cruza. y sin poder alargar sus miembros. No
E l segundo subterráneo, m á s pequeño, tenia otras distracciones que las distrac-
se divide en dos habitaciones muy som- ciones d é l a s fieras enjauladas. L a parte
brías. L a primera era u n calabozo, la baja del pilar la gastaba con su talón.
segunda es un lugar siniestro. E n la He puesto m i mano en el agujero que
primera se entrevó u n gran lecho de pie- ha hecho de esta manera. Utilizando el
dra horadado en la roca viva; en la se- mismo procedimiento marcaba con. el
gunda, entre dos enormes pilares cua- pió la parte saliente del granito hasta
drados, de los cuales uno es el mismo donde su cadena le p e r m i t í a llegar. Por
muro, se distingue confusamente, des- todo el horizonte tenia la horrible mura-
pués de permanecer algunos minutos en lla de roca viva opuesta al muro que
esta cueva, un madero asegurado trans- b a ñ a el lago. H é a q u í en q u é jaulas se
versalmente por los dos extremos en el ponia al pensamiento en 1530.
granito tosco, y en el que la arista supe- E l primero de los cinco compartimien-
rior presenta formas de dientes de sierra, tos no es menos interesante que el quin-
como si hubiese sido usada y entallada to. E n el calabozo de Bonnivard ha
profundamente y en diferentes puntos por estado la inteligencia; en éste se ha al-
una cuerda ó una cadena que se la hu- bergado el desinterés. U n j ó ven de Gri-
biese atado. E n medio de ese travesaño nebra, llamado Miguel Cotié, sentía por
hay un agujero que deja pasar la luz del el prior de San Víctor u n afecto mezcla-
dia, si se puede llamar t a l el resplandor do de admiración. Cuando supo que Bon-
pálido y terroso que se engancha aquí y nivard estaba en Chillón quiso salvarle.
allí en los á n g u l o s de la bóveda. Ese Conocía el castillo de Chillón por haber
indefinido y horrible aparato es u n patí- servido en ói; se introdujo de nuevo é
bulo. Esas muescas han sido hechas, en hizo que le diesen no só q u é ocupación
efecto, por cadenas patibularias. Ese doméstica. A l g u n a imprudencia le ven-
agujero dejaba pasar l a cuerda por si dió y fué cogido tratando de comunicar-
acaso. Las dos escalas del paciente y del se con Bonnivard. Se le t r a t ó como espía
verdugo, que estaban aplicadas á los dos y se le puso en u n calobozo—el primero
pilares frente á frente la una de la otra, entrando á la derecha.—De buena gana
han desaparecido. Enfrente del p a t í b u l o se le hubiera ahorcado, pero el duque de
habia en l a muralla un boquete por Saboya q u e r í a revelaciones que compro-
donde se arrojaba el cadáver al lago. Ese metiesen á Bonnivard. Cotió resistió
boquete ha sido tapiado y se ha trocado como u n valiente la tortura. U n a noche
en un nicho bajo y tenebroso, que forma i n t e n t ó escaparse: serró su cadena y ho-
una mancha negra al pió del muro. A radó su pared con u n clavo, trepó hasta
dos pasos de ese nicho viene á dar la es- uno de los tragaluces y a r r a n c ó una bar-
calera de caracol de la c á m a r a de Justi- ra de hierro. Allí se creyó salvado. L a
cia, con su maciza puerta de encina, ape- noche era muy negra; se arrojó al lago;
nas cepillada por los lados. en el castillo residían solamente en el
L a tercera sala se parece á la prime- verano, y habia notado que el agua del
ra, solo que es mucho m á s oscura. Las lago le faltaba algunos pies para llegar á
816 OBRAS DE VICTOR HUGO.

los tragaluces; pero era invierno: en i n - travesaño de la c á m a r a Negra. Es la


vierno no hay deshielos de nieve; el agua ú l t i m a vez que sirvió aquel patíbulo.
del lago baja y deja al descubierto las Cada torre de Chillón podría referir
rocas, en las cuales ha echado raices sombrías aventuras. E n una me enseña-
Chillón; él no las vió y se estrelló. Esta ron tres calabozos superpuestos; se entra
es la historia de Cotié. en el de arriba por una puerta y en los
No queda nada de él m á s que algunos otros dos por una losa, que se levantaba
dibujos hechos con c a r b ó n en la pared. y se dejaba caer una vez entraba el pri-
Son figuras casi al natural, las cuales no sionero. E l calabozo de abajo recibía un
carecen de estilo: u n Cristo en cruz casi poco de luz por una claraboya; el cala-
borrado; una Santa de rodillas, con su le- bozo intermedio no tenia aire, n i luz.
yenda alrededor de la cabeza en carac- Hace quince meses se bajó á él con cuer-
teres góticos; un San Cristóbal—qne yo das y se encontró en el suelo una cama
copió; t ú conoces m i m a n í a — y u n San de paja fina, en donde aun estaba seña-
José. L a aventura de Cotié desmiente, lada la figura de u n cuerpo, y a q u í y
con gran sentimiento mió, la tradición allí huesos humanos. E l calabozo supe-
Christofori faciem, etc. Su San Cristóbal no rior estaba adornado de esas l ú g u b r e s
le salvó de muerte violenta. pinturas de prisionero que parecen he-
E l tragaluz por donde Miguel Cotié se chas con sangre. Eran arabescos, flores,
precipitó estaba enfreate del tercer pilar. blasones, un palacio con el frontis destro-
E n ese pilar escribió Byron su nombre zado y al estilo del Renacimiento. Por
con un viejo p u n z ó n con mango de mar- la claraboya el prisionero podía ver unas
fil, encontrado en 1436 en la c á m a r a del pocas hojas y yerba en el foso.
duque deSaboya por los berneses que l i - E n otra torre, á los pocos pasos que
bertaron á Bonnivard. E l nombre de d i en u n piso carcomido que amenaza
Byron, grabado en la columna de granito ruina y sobre el cual está prohibido an-
con grandes letras un poco inclinadas, dar, he distinguido por u n agujero cua-
arroja un resplandor e x t r a ñ o en el ca drado un abismo excavado en la misma
labozo. masa de la torre; eran los calabozos en
A medio dia aun estaba en la cripta que se encerraba antiguamente á los
dibujando el San Cristóbal; l e v a n t é los condenados á prisión p e r p é t u a . T e n í a n
ojos por casualidad y v i que la bóveda noventa y un piés de profundidad, y el
era azul. E l fenómeno de la g r u t a de fondo estaba erizado de cuchillos. Allí
A z u r se reprodujo en el s u b t e r r á n e o de se encontró un esqueleto dislocado y una
Chillón, y el lago de Ginebra no ha sali- vieja manta de pelo de cabra á rayas
do a q u í menos airoso que el Mediterrá grises y negras, que estaba echada en un
neo. T ú lo vés, Luis; la naturaleza no rincón, y sobre la cual puse los piés en
olvida á nadie; ella no olvidaba á Bon tanto que miraba el abismo.
nivard en su encierro. A medio dia cam E n otra torre h a b í a una cueva rellena.
biaba el subterráneo en un palacio; ten- L o r d Byron, en 1816, pidió permiso para
día por toda la bóveda ese espléndido hacer en ella excavaciones. Se le negó,
m o a r é azul de que te hablaba ahora mis- pretextando dificultades que oponía el
mo, y el Leman servia de cielo raso al arquitecto. Después se limpió la cueva.
calabozo. Y o baje á ella. A l l i estaba la sepultura
Y después enviaba al prisionero los del duque Pedro de Saboya, que fué uno
martin-pescadores, que venían á reír y á de los grandes hombres de su tiempo, y
j u g a r en su tragaluz. Los duques de al que se le dió el sobrenombre del pe-
Saboya han desaparecido del castillo de queño Cario-Magno—dos palabras que no
Chillón; los martin-pescadores lo habi- casan, sea dicho de paso.—El a ñ o 1268,
tan siempre. L a horrible cripta no les el duque Pedro fué bajado con gran
causa miedo: diríase que están creídos pompa á esta cueva. Hoy la tumba y el
que la han construido para ellos; tanto, duque todo ha desaparecido. Y o v i la
que entran atrevidamente por las trone- vieja puerta podrida de la cueva, sin
ras y se abrigan en ellas tan pronto del goznes y sin cerradura, apoyada en la
sol como del viento. pared bajo el soportal de un patio veci-
Hay siete columnas en la cripta; h a b í a no, y no queda ya nada del gran duque
siete calabozos. Las gentes de Berna en- Pedro m á s que la señal cuadrada de la
contraron en ellos seis prisioneros, entre cabecera de su sarcófago, arrancada de
los cuales estaba Bonnivard, y les dieron la muralla por los berneses.
libertad á todos, excepto á un asesino Este patio vecino era u n cementerio,
llamado A l b r i g n a n , que colgaron en el donde muchos grandes señores gaboya-
<
Z
Z
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J
EL RHIN. 817
nos tenían sustumbas. Ahora solo queda pies m á s abajo del cielo raso, u n gran
un poco de yerba y una hiedra muerta madero lo cruza de parte á parte. Y o v i
alrededor de un poste viejo descarcado. en este madero los tres agujeros por don-
L a capilla no la pude visitar porque de pasaba la cuerda de la estrapada.
está llena de cartuchos. L a c á m a r a de Esta viga se apoyaba en un pilar de
los duques está encima de la cueva se- madera coronado de u n precioso capitel
pulcral. Los berneses mutilaron los arte- del siglo catorce, que fué pintado y do-
sonados y la convirtieron en u n cuerpo rado. L a parte baja del pilar, á la cual
de guardia. E l humo de las pipas ha en- se ataba al paciente, estaba despedazada
negrecido el cielo raso de madera con por quemaduras negras y profundas.
adornos flordelisados y molduras sem- Los instrumentos de tortura, paseándose
bradas de cruces de plata. E l oso de por el hombre, encontraban de vez en
Berna está pintado en la chimenea. E l cuando l a madera. De a q u í esas horri-
escudo de armas de Saboya está raspa- bles cicatrices. L a sala estaba alumbra-
do. E n s e ñ a n un agujero en la pared, da por una bonita ventana ojiva, que
donde se dice que habia un tesoro, y de descubre u n paisaje deslumbrador.
donde la gente de Berna ha sacado, dan- U n a cosa hay digna de notar, y es que
do grandes gritos de alegría, preciosas el castillo de Chillón, aunque rodeado de
alhajas de plata del duque de Saboya. agua, está preservado completamente de
E l hecho es que todos esos maravillosos la humedad, hasta t a l punto, que se de-
jarrones de Benvenuto y de Colomb han j a n abiertas las ventanas lo mismo en el
debido hacer u n admirable efecto rodan- invierno que en el verano. E n la prima-
do confundidos en un cuerpo de guar- vera, los paj arillos vienen á hacer sus n i -
dia. A q u í tienes el cuadro. Si t ú lo pin- dos en la boca de los obuses.
tases, Luis, seria encantador. L a c á m a r a Después de una visita de tres horas
estaba adornada con una bonita alcoba dejé Chillón y regresé á Vevey, y f u i á
pintada al fresco, y en la que aun se ver nuevamente á L u d l o w en su igle-
veian algunas piernas y algunos brazos. sia. A m i modo de ver l a Providencia,
L a ventana es una abertura del siglo con gran sentido, ha aproximado la tum-
quince, finamente esculpida por fuera ba de L u d l o w al calabozo de Bonnivard.
L a puerta de esta c á m a r a ducal fué U n hilo misterioso que atraviesa los
arrancada después del asalto. Me la han acontecimientos de dos siglos liga á estos
enseñado en una gran sala p r ó x i m a dos hombres. Bonnivard y L u d l o w aca-
donde, entre paréntesis, hay algunas riciaban el mismo pensamiento, l a eman-
planchas curiosas y una bonita chime- cipación del espíritu y del pueblo. L a
nea. Es una puerta de encina maciza, de reforma de Lutero, á la cual cooperaba
dos hojas, con corazas machacadas en el Bonnivard, se transformó á los ciento
yunque. E n l a parte baja de la puerta treinta años en la revolución de Crom-
hay una abertura redonda en forma de well, en la cual se ensangrentaba L u d -
bisel, por la cual pasaba el pico de un low. L o que Bonnivard quiso para
falconete. U n a bala bernesa agujereó Grinebra, L u d l o w lo queria para L ó n -
profundamente la armadura de hierro y dres. Solo que Bonnivard es la idea per-
se detuvo en l a encina. Poniendo el dedo seguida y L u d l o w es la idea perseguido-
en el agujero se toca la bala. ra; lo que el duque de Saboya hizo
L a sala de Justicia está lindando con con Bonnivard, L u d l o w lo devolvió con
la c á m a r a ducal. F i g ú r a t e una magnífi- usura á Cárlos I . L a historia del pensa-
ca nave, cubierta con un cielo raso arte- miento humano está llena de estos retor-
sonado, calentada por una chimenea nos sorprendentes. Ahora bien, y a q u í se
inmensa, alumbrada por diez ó doce ven- cierra el magnífico silogismo de la Pro-
tanas ojivas trilobuladas del siglo trece videncia, cerca de la prisión de Bonni-
y amueblada hoy con cañones, lo que no vard hacia falta el sepulcro de L u d l o w .
la desluce. Todas las salas inmediatas
están llenas de balas, bombas, obuses y
cañones, entre los cuales hay algunos Lausanna 22 de Setiembre, á las
todavía que tienen la buena y monstruo- diez de la noche.
sa forma de los últimos siglos. Se distin- Querido Luis, es en Lausanna donde
gue por las puertas entreabiertas esas te- yo concluyo esta interminable carta. U n
mibles bocas de cobre que relucen en la viento glacial entra por m i ventana, pero
sombra. la dejo abierta por amor al lago, que lo
E n el extremo de la sala de Justicia veo casi por completo desde aquí. Cosa
está el cuarto del tormento. Algunos rara: Yevey es la ciudad m á s caliente de
TOMO I V , 103
818 OBRAS DE VICTOR HUGO.

Suiza y Lausanna es l a m á s íria. Cuatro roscas, extendido en dos ó tres colinas,


leguas separan á Lausanna de Vevey; l a que parten del mismo nudo central y
Provenza toca con l a Siberia. cubierto por l a catedral como con una
E l a ñ o d á un t é r m i n o medio en Paris :iara. Y o estaba en l a esplanada de la
de ciento cincuenta y u n dias de lluvia; iglesia delante de l a fachada, y por de-
en Vevey cincuenta y seis. Acoge este cirlo así en l a cabeza de l a ciudad.
dato como te parezca y abre el para- Veia el lago por encima de los techos,
guas. 'as m o n t a ñ a s por encima del lago, las
Lausanna no tiene un monumento que nubes por encima de las m o n t a ñ a s y las
no haya estropeado el m a l gusto purita- estrellas por encima de las nubes. E r a
no. Todas las deliciosas fuentes del siglo como una escalera por donde m i pensa-
quince han sido reemplazadas por cipos miento subia de escalón en escalón y se
de granito, desdichados y feos como lo agrandaba á cada peldaño. T ú has nota-
que son. L a Casa del Ayuntamiento tie- do, como yo, que a l anochecer las nubes
ne su atalaya, su techo y sus g á r g o l a s de enfriadas se alargan, aplastan y toman
hierro con muchos adornos, recortado y la figura de cocodrilos. Uno de esos gran-
pintado; pero las ventanas y las puertas des cocodrilos negros nadaba lentamente
han sido retocadas de u n modo que d áen el aire, hácia el Oeste; su cola obs-
g r i m a . E l viejo castillo de los bailes, t r u í a un pórtico luminoso construido por
cubo de piedra realzado con barbacanas las nubes al ponerse el sol; caia de su
de ladrillo y cuatro torrecillas en losvientre sobre Ginebra la l l u v i a envuelta
cuatro á n g u l o s , es de u n precioso con- en las brumas; dos ó tres estrellas des-
junto; pero todos los huecos han sido lumbrantes sallan de su bocaza como
rehechos, y las contraventanas verdes de chispas. Por debajo de él, el lago, som-
Juan Jacobo han sido e s t ú p i d a m e n t e brío y metálico, se esparcía por los cam-
montadas en las venerables ventanas de pos como u n charco de plomo fundido.
cruz de G-uillermo de Challant. L a ca-Nubes de humo se arrastraban por los
tedral es un edificio distinguido de lostechos de la ciudad. A l Mediodía el hori-
siglos trece y catorce, pero casi todas las zonte era horrible. No se entreveían m á s
figuras han sido cuidadosamente ampu- que anchas bases de m o n t a ñ a s envueltas
tadas: no queda n i u n cuadro; no existe y escondidas entre una monstruosa ex-
n i un vidrio; ha sido revocada de color crecencia de vapores. Esta noche h a b r á
gris, como el papel de estraza; han vuel tempestad.
to á colocar de nuevo por remate l a fie Vuelvo á entrar y te escribo. Pre-
cha del campanario del crucero, y han ferirla estrecharte l a mano y hablarte.
colocado en el campanario de la fachada Procuro que m i carta sea una especie de
el gorro puntiagudo del m á g i c o Rotho ventana por l a cual puedas ver lo que
mago. Sin embargo, quedan aun sober- yo veo.
bias e s t á t u a s en l a portada meridional Adiós, Luis, hasta luego. T ú sabes lo
y, figuritas m á s ó menos, se ha dejado que yo te quiero; quiéreme t ú del mismo
intacta la deslumbradora puerta de mon modo.
sieur de Montfaucon, ú l t i m o obispo que Estoy seguro que estás haciendo cosas
tuvo Lausanna. E n el interior, me equi muy bellas; yo pienso en cosas buenas y
voquó, queda un vidrio, el del rosetón te las dedico, porque t ú figuras en pri-
T a m b i é n han respetado u n precioso mera línea entre los que amo. T ú lo sa-
banco de fábrica de l a época de la tran- bes m u y bien, no es verdad?
sición, mezcla de gótico florido y del Re Dentro de diez dias estaré en Paris.
nacimiento, regalo de ese mismo mon
sieur de Montfaucon; u n gran n ú m e r o
de capiteles romanos, de complicación
delicada, y algunas tumbas admirables CONCLUSION.
entre otras l a del caballero de Grranson
que está tendido en su tumba, con las
manos cortadas, habiendo sido vencido I.
en u n duelo. Por debajo del caballero
vestido con su cota de malla, he visto l a H é a q u í de q u é manera estaba consti-
l á p i d a mortuoria de M . de Rebecque tuida Europa en l a primera m i t a d del
abuelo de B e n j a m í n Constant. siglo diez y siete, hace poco m á s de dos-
Cuando salí de l a iglesia oscurecía y cientos años.
aun pensaba en tí, m i querido pintor Seis potencias de primer órden: l a
Lausanna es u n bloque de casas pinto Santa Sede, el Sacro-Imperio, Francia y
EL RHIN. 819
la G r a n - B r e t a ñ a ; después diremos cuáles dor por los electores y las Dietas; el rey
eran las otras dos. de Dinamarca por las cinco órdenes del
Ocho potencias de segundo: Venecia, reino; el rey de H u n g r í a por el palatino,
los cantones suizos, las Provincias U n i - que le juzgaba cuando le acusaba el pue-
das, Dinamarca, Suecia, H u n g r í a , Polo- blo, y el rey de Polonia por los palatinos,
nia y Moscovia. los grandes señores y los diputados de
Cinco de tercero: Lorena, Saboya, Tos- las Dietas.
cana, G-ónova y Malta. Las doce m o n a r q u í a s hereditarias, lo
Y seis Estados de cuarto: U r b i n o , M á n - mismo las p e q u e ñ a s que las grandes,
tua, Módena, Lucca, Eagusa y Ginebra. eran absolutas, á excepción del rey de l a
Descomponiendo este grupo de veinti- G r a n - B r e t a ñ a , cuya autoridad estaba l i -
cinco Estados y reconstituyéndolo según mitada por las dos C á m a r a s del Parla-
la forma política de cada uno, hallamos mento, y del rey de Suecia, cuyo trono
cinco m o n a r q u í a s electivas: la Santa habia sido electivo hasta Gustavo Wasa,
Sede, el Sacro-Imperio y los reinos de y cuyo poder habia estado limitado por
Dinamarca, H u n g r í a y Polonia. Doce sus doce consejeros, por los vizcondes del
m o n a r q u í a s hereditarias: el imperio t u r - territorio y por la clase media casi sobera-
co, los reinos de Francia, G r a n - B r e t a ñ a , na en Stockolmo. A estos dos príncipes
E s p a ñ a y Suecia; los grandes ducados de se les podría hasta cierto punto a ñ a d i r
Moscovia y de Toscana y los ducados de el rey de Francia, que tenia que contar,
Lorena, Saboya, Urbino, M á n t u a y Mó- muy raras veces, es verdad, con los Es-
dena. Siete Repúblicas: las Provincias tados generales, y algo m á s frecuente-
Unidas, los trece cantones, Venecia, Ge- mente con los ocho grandes Parlamentos
nova, Lucca, Ragusa y Ginebra, y una del reino. Los dos pequeños Parlamen-
especie de R e p ú b l i c a eclesiástica y m i l i - tos de Metz y de l a baja Navarra ape-
tar á la vez, que tenia un caballero por nas se p e r m i t í a n hacer ninguna demos-
obispo y por príncipe, u n convento por tración, pues el rey positivamente no
cuartel, el mar por campo, una isla por hubiese hecho n i n g ú n caso de los ladri-
abrigo, una galera por armada, la cris- dos de estos falderillos.
tiandad por p á t r i a , el cristianismo por De las ocho Repúblicas, cuatro eran
cliente, la guerra como medio y la civi- aristocráticas: Venecia, Genova, Ragu-
lización por fin, que era Malta. sa y Malta; tres dominadas por la clase
E n esta e n u m e r a c i ó n de las Repúblicas media: las Provincias Unidas, Ginebra y
omitimos las que por su insignificancia Lucca, y una solo era popular, Suiza.
no son tomadas en consideración; por eso A u n a q u í estimábase mucho la nobleza,
no citamos l a de Andorra y de San Ma- y habia ciertas ciudades donde no se po-
rino. L a historia no es un microscopio. día ser magistrado sin probar antes el
Como se acaba de ver, los dos grandes interesado que tenia en su escudo cuatro
tronos electivos se llamaban santos; la cuarteles.
Santa Sede y el Santo-Imperio. Malta estaba gobernada por un gran
L a primera de las Repúblicas, Vene- maestre, cuyo cargo era vitalicio, el cual
cia, era u n Estado de segundo órden. E n estaba asistido por ocho bailes conven-
Venecia el dux era considerado como tuales que t e n í a n la gran cruz y sesenta
persona privada y no tenia rango m á s escudos de retribución, y a d e m á s estaba
que de simple duque soberano; fuera de aconsejado por los grandes priores de las
Venecia tenia la consideración de perso- veinte provincias.
na pública, era l a representación de la Venecia tenia un dux t a m b i é n nom-
misma R e p ú b l i c a y tomaba asiento en- brado vitaliciamente; toda la R e p ú b l i c a
tre las testas coronadas. Es de notar que vigilaba al dux; el Gran Consejo vigilaba
no habia ninguna R e p ú b l i c a entre las á l a República; el Senado vigilaba a l
potencias de primer órden, pero sí dos Gran Consejo; el T r i b u n a l de los Diez
m o n a r q u í a s electivas, Roma y el Impe- vigilaba al Senado; los tres inquisidores
rio, como asimismo es t a m b i é n digno de de Estado vigilaban al T r i b u n a l de los
tenerse en cuenta que no habia ninguna Diez, y la boca de bronce denunciaba en
m o n a r q u í a electiva en los Estados de caso necesario á los inquisidores de Es-
tercero y cuarto órden, y sí habia cinco tado. Todo magistrado veneciano tenia
Repúblicas, que eran Malta, Genova, la palidez lívida de u n espía espiado. E l
Lucca, Ragusa y Ginebra. dux de Genova ejercía el mando dos
Los cinco monarcas electivos t e n í a n años, y tenia que contar con las vein-
sus facultades limitadas; el Papa por el tiocho familias, teniendo seis casas, con
Sacro-Colegio y los Concilios; el empera- el Consejo de los Cuatrocientos, el Con-
820 OBRAS DE VICTOR HUGO.

sejo de los Ciento, los ocho gobernado- Estas Repúblicas, como se echa de ver,
res, el podestá extranjero, los síndicos se diferenciaban en su constitución. E l
soberanos, los cónsules, la Rota, la órden mueblo no existia en Malta, no figuraba
de San Jorge y el Consejo de los Cua- on Venecia, asomaba en Genova, habla-
renta y cuatro ( i ) . Terminados los dos ba en Holanda y reinaba en Suiza. Es-
años se le iba á buscar al palacfio ducal tas dos ú l t i m a s Repúblicas, Suiza y Ho-
y se le conduela á su casa, dicióndoleiFbs- landa, eran federaciones.
tra Serenitá ha finito suo tempo. Vostra Ecce- Así es como desde el principio del si-
lienza sene vada á casa. Ragusa, microcos- glo décimo-séptimo, en los veinticinco
mo veneciano, especie de excrecencia Estados del grupo europeo, el poder so-
enfermiza de la vieja Albania adherida á cial, de matiz en matiz bajaba ya de la
una roca del Adriático, m á s bien nido de cúspide de las naciones á su base, y habia
piratas que ciudad de gente hidalga, te- adoptado y practicado todas las formas
nia por príncipe u n rector nombrado á la que la teoría pudo imaginar. Monárqui-
vez de tres modos, por escrutinio, por co absoluto en diez Estados; m o n á r q u i -
aclamación y por suerte. Este raquítico co, pero limitado, en siete; aristocrático
dux reinaba un mes, y tenia por tutores y en cuatro, de la clase media en tres y
vigilantes mientras duraba su autoridad completamente popular en uno.
a l Gran Consejo, compuesto de todos los E n este grupo, construido por la Pro-
nobles, los sesenta pregadi, los once del videncia, la transición de los Estados
Consejo P e q u e ñ o , los cinco proveedores, monárquicos á los Estados populares era
los seis cónsules, los cinco jueces, los tres visible. Prueba de ello Polonia, especie
oficiales de la lana, el colegio de los de Estado mixto, que tenia á la vez de
Treinta, los dos camarlengos, los tres te m o n a r q u í a la corona de su jefe y de Re-
soreros, los seis capitanes de noche, los pública las prerogativas de sus ciuda-
tres cancilleres y los gobernadores del danos.
territorio: terminada su dominación re L o m á s notable es que en este arreglo
cibia por su trabajo cinco ducados. Las de todo un mundo, por no sé q u é ley de
siete Provincias Unidas estaban admi equilibrio misterioso, las m o n a r q u í a s po-
nistradas por un stathouder, que se l i a derosas p r o t e g í a n á las repúblicas débi-
maba Orange ó Nassau, algunas veces les y conservaban, por decirlo así, curio-
por dos, y por sus Estados generales, en samente las franquicias de la clase media
que tomaban asiento los nobles, las po de entonces, bosquejos de la futura de-
blaciones importantes y los campesinos mocracia, larvas informes de la libertad.
de las Ommelandas, siendo excluido el L a Providencia cuida en todas partes de
clero en Holanda y la Frisia; Utrech lo los gérmenes. E l gran duque de Tosca-
a d m i t í a . Lucca, que gobernaban los diez na, vecino de Genova, de m u y buena
y ocho ciudadanos del Consejo de Con- gana se hubiese apoderado de Córcega;
ferencia, los ciento sesenta del Gran Con- y en cuanto á Lucca, estaba tan pegada
sejo y el comendador del señorío, asistido á su territorio, que tenia casi en el p u ñ o
de los tres terceros de San Salvador, San á esta mezquina República; pero el rey de
Paulino y San Martin, tenia por jefecul E s p a ñ a le impedia tocar á Génova y el
minante un gonfalonero elegido por los emperador de Alemania le impedia to-
compromisarios. Los veinticinco m i l ha car á Lucca. Ragusa estaba situada en-
bitantes formaban una especie de guardia tre dos vecinos formidables, Venecia al
nacional que defendía y pacificaba la Occidente y Constantinopla al Oriente.
ciudad; cien soldados extranjeros guar Los ragusanos, inquietados á derecha é
daban el señorío. E l gobierno de Gine izquierda, tuvieron la ocurrencia de ofre-
bra se reduela á veinticinco senadores cer al Gran Señor catorce zequíes al año;
L a Dieta general reunida en Berna era el Gran Señor aceptó, y á contar desde
l a autoridad suprema, de la cual depen aquel dia protegió las franquicias de los
dian los trece cantones, regidos cada uno ragusanos. E n verdad, es u n hecho ex-
separadamente por un landamman (2) t r a ñ o el que ofrece una ciudad compran-
ó su avoyer (3). do la libertad al sultán, pero los resulta-
dos fueron m á s extraños todavía. De vez
(1) Llámase de los Cuatros. Este Consejo se denominaba
en cuando Venecia r u g í a en dirección á
así por haber sido instituido en 1444. Se componía de ocho per Ragusa, pero el s u l t á n la contenia con
sonas. una voz; la poderosa R e p ú b l i c a quería
(2) Título dado á los jefes délos cantones suizos elegidos devorar á la pequeña, y un déspota lo
por la junta general del cantón.—^7V. del T.)
impedia.
(3) Así era llamado el presidente de la República antes
del848.—(iV. del T.) Singular espectáculo! U n lobezno ame-
EL RHIN. 821
nazado por una lóba y defendido por un de los intereses está de t a l modo tejida,
tigre. ue no puede j a m á s romperse n i desen-
E l Sacro-Imperio, corazón de la Euro- redarse. De a q u í ese equilibrio perpétuo
pa, estaba compuesto como l a Europa, admirable, esa continua i n t r i g a de
que parecía reflejarse en él. E n la época •:odos contra uno y de cada uno contra
á que nos referimos, noventa y ocho Es- todos; movimiento de hombres y de ideas,
tados formaban esa vasta aglomeración ue circula como la misma vida en todas
que se llamaba el imperio de Alemania as venas de Italia.
y se ponian á disposición del emperador; E l duque de Saboya, situado en l a
en estos noventa y ocho Estados estaban m o n t a ñ a , era un fuerte y poderoso se-
representadas sin escepcion todas las ñor, m a r q u é s de Suza, de Cleves y de
formas políticas de gobierno que se re- Saluces, conde de Niza y de Maurienne,
producen en Europa en m á s grande es- tenia u n millón de oro de renta. Tenia
cala. Habia las soberanías hereditarias, 3or aliados á los suizos, que deseaban
á la cabeza de las cuales colocaban un una vecindad tranquila; á Francia, que
archiducado, el Austria, y u n reino, la necesitaba para hacer frente á los
Bohemia; las soberanías electivas y vita- 3ríncipes de Italia, y que habia pagado
licias, entre las cuales, los tres electora- su amistad con el marquesado de Salu-
dos eclesiásticos del R h i n ocupaban el ces; á la casa de Austria, á la que podia
primer rango; en fin, habia setenta ciu- abrir ó cerrar el paso de sus tropas en el
dades libres, es decir, Repúblicas. caso que las hiciese marchar del Mila-
E l emperador entonces, como empera nesado á los Paises-Bajos, que no son muy
dor, no tenia m á s que siete millones de apacibles y saben sacudir el polvo, como de-
renta. Verdad es que la extraordinaria cía Mazarino; en fin, era aliado de los
era considerable y que, como archidu- Dríncipes de Alemania por descender de
que de Austria y rey de Bohemia, era a casa de Sajonia. Parapetado, pues, en
m u y rico. Solo de Alsacia, Suavia y los esta c u á d r u p l e alianza, parecía inexpug-
Grrisones, donde l a casa de Austria tenia nable; pero como tenia tres pretensiones,
bajo su jurisdicción catorce comunida- una sobre Grinebra contra la República,
des, sacaba cinco millones de renta. No otra sobre Montferrato contra el duque
obstante, aunque el jefe del cuerpo ger de M á n t u a y la tercera sobre la Acaya
mánico tuviese en apariencia poca ren contra la Sublime Puerta, la política te-
ta, el imperio de Alemania en el siglo nia estos tres puntos vulnerables para
diez y siete era inmenso. Por el Norte se inclinarle á veces á u n lado ó á otro.
e x t e n d í a hasta el Báltico, por el Oeste E l gran duque de Toscana tenia u n
hasta el Océano y por el Mediterráneo pais que se llamaba el Estado de hierro,
hasta el Adriático. Lindaba con el i m una frontera de fortalezas y otra fronte-
perio otomano desde K n i n hasta Szol ra de m o n t a ñ a s , u n millón quinientos
nock, con H u n g r í a por Boszormeny, con m i l escudos de renta, diez millones de
Polonia desde Munkacz hasta Lauem oro en las arcas del Tesoro y otros dos
burg, con Dinamarca por Reuburg, con de joyas, quinientos soldados de caballe-
Holanda por G-roningue, con Flandes ría, treinta y ocho m i l de infantería, doce
por A i x - l a - C h a p e l l e , con Suiza por galeras, cinco galeotas y dos galeones;
Constanza, con L o m b a r d í a y Venecia su arsenal en Pisa, su puerto m i l i t a r en
por Roveredo, y pellizcaba la Francia de la isla de Elba y su horno de galletas en
hoy por Alsacia. Liorna. Era aliado de la casa de Aus-
I t a l i a estaba tan bien construida como tria por los enlaces que los u n í a n y del
podría estarlo el Sacro-Imperio. Cuando duque de M á n t u a por parentesco; pero
se examinan siglo por siglo esas grandes Córcega le embrollaba con Q-énova, la
transformaciones históricas de pueblos y cuestión de los límites con el duque de
Estados, se descubren á cada paso m i Urbino, menor que él, y los celos con el
soldaduras delicadas, m i l cinceladuras duque de Saboya, mayor que é l . E l de-
ingeniosas hechas por la mano de la Pro fecto de sus m o n t a ñ a s consistía en estar
videncia, de t a l manera, que se acaba abiertas por el lado del Papa; el defecto
por admirar un continente como una de sus fortalezas estribaba en ser forta-
obra de p l a t e r í a primorosamente traba lezas de guerra civil, m á s útiles para
jada. defenderse contra el pueblo que contra
Italia, menos grande y menos podero el extranjero, y el defecto de su autori-
sa que Alemania, gracias á su sol está dad se fundaba en que estaba asentada
m á s despierta, m á s removida y en apa sobre tres antiguas Repúblicas, Floren-
riencia con m á s señales de vida. L a red I cía, Suiza y Pisa, fundidas y condensa
OBRAS DE VICTOR HUGO.

das en una m o n a r q u í a . E l duque de A l Norte de Europa vegetaban en la


M á n t u a era G-onzaga: además de Mán- penumbra polar dos m o n a r q u í a s , dema-
tua, ciudad muy fuerte, edificada antes siado alejadas en apariencia para agitar
que Troya, y en la que no se puede en- el centro. Esto no obstante, en el siglo
trar m á s que por puentes, tenia^ sesenta diez y seis, á petición de Enrique I I ,
y cinco ciudades, quinientos m i l escudos Christiern I I , rey de Dinamarca, pudo
de renta y la mejor caballería de Italia; enviar á Escocía diez m i l soldados en
pero como m a r q u é s de M o n t í e r r a t o sentía cien buques. Suecia t e n í a treinta y dos
el peso del duque de Saboya. E l duque de regimientos de infantería, de setecientos
Módena era Este; poseía Módena y Reg- hombres cada uno; trece c o m p a ñ í a s or-
gio; pero como duque pretendiente de dinarias de caballería, cincuenta velas
Ferrara sentía el peso del Papa. E l du- en tiempo de paz, setenta en tiempo de
que de U r b í n o era Montefeltro; sus do- guerra, y recaudaba todos los años siete
minios t e n í a n de extensión sesenta m i - talegas de oro, cerca de cien m i l thalers,
llas de longitud y treinta y cinco de el Tesoro real. Suecia pareció poco bri-
latitud; abrazaba un poco de la U m b r í a llante hasta el día en que Carlos X I I
y otro poco de las Marcas, y comprendía resumió toda su luz en un r e l á m p a g o
siete ciudades, trescientos castillos y deslumbrador.
m i l doscientos soldados aguerridos; pero E n esta época la Francia militar ha-
como vecino de Ancona sentía el poder blaba gordo en Europa, pero la Francia
del Papa, al que pagaba anualmente literaria tartamudeaba todavía. Ingla-
dos m i l doscientos cuarenta escudos. E n terra, para las naciones del continente,
el mismo centro de Italia, en un Estado no era m á s que una gran isla amagada
de forma rara que corta la P e n í n s u l a en de u n principio oscuro de perturbaciones
dos como una banda de color, residía el interiores. Suiza—aquí está su mancha á
Papa, del cual quizás bosquejemos m á s los ojos del historiador—vendía los ejér-
adelante en detalle el poder como prín- citos á quien se le antojaba. E l que es-
cipe temporal. E l Papa tenia en su mano cribe estas líneas visitaba, hace algunos
derecha las llaves del P a r a í s o , lo que no años, el arsenal de Lucerna. Admirando
le impedía tener en su mano izquierda los vidrios del siglo diez y seis, que el Se-
l a llave de la I t a l i a inferior, Gaeta. I n - nado lucernés ha consentido que se los
dependientemente del Estado de la Igle- llevase un rentista extranjero, m e d í a n t e
sia, era soberano y señor directo de los m i l francos por rosetón, llegó á una isla
reinos de Ñápeles y Sicilia, de los duca- en la que su guia le enseñó dos cosas; u n
dos de U r b í n o y de Parma, y hasta En- grosero c h a q u e t ó n de m o n t a ñ é s al lado
rique V I I I había recibido el homenaje de una pica, y u n magnífico casacon
de los reyes bretones por Inglaterra é galoneado de oro al lado de una alabar-
Irlanda. Era tanto m á s señor en Italia da. E l c h a q u e t ó n basto era el traje de los
cuanto que Ñápeles y Milán t e n í a n au- aldeanos de Sempach; el casacon galo-
sente al rey. Su grandeza moral era i n neado era el uniforme de la guardia
mensa. Respetado de cerca, venerado de suiza del emperador de Alemania. E l
lejos; confiriendo sin rebajar las dignida- visitador se detuvo ante esta triste y
des iguales á las dignidades reales; coro sorprendente antítesis. Ese harapo po-
nando á sus cardenales con ese e x á m e t r o pular, ese desecho imperial, ese sayo de
altanero: Frincipihus prcestant et regibus pastor, esa librea de lacayo, eran toda l a
aquiparantur, pudiendo dar sin menosca gloria y toda la v e r g ü e n z a de un pueblo
bo, recompensar sin hacer gastos y cas colgadas en dos clavos.
tigar sin provocar la guerra; gobernaba Viajeros- extranjeros que recorrían
todas las princesas de la cristiandad con t a m b i é n el arsenal de Lucerna excla-
la Rosa de oro, que le suponía u n gasto maron, al pasar j u n t o al autor de este
de doscientos treinta escudos, y todos los libro: ¿Qué hace esa alabarda al lado de esa
príncipes con la Espada de oro, que le pica? Y no pudo menos de contestar.
suponía doscientos cuarenta; y para ha- Completa la historia de Suiza (1).
cer arrodillar humildemente á los empe-
radores de Alemania, los cuales podían (1) Las recriminaciones generales de la historia admiten
poner en pió de guerra doscientos m i l siempre restricciones individuales. Es preciso circunscribir la se-
hombres* lo que representa hoy u n m i - veridad para mantenerse en lo justo y en lo verdadero» Sin
contradicción, y á pesar de todos los motivos de economía políti-
llón de soldados, bastaba que les mostra ca fundados en un exceso de población que se hubiese distribui-
se las gorras y los plumeros de su guar do más honrosamente en emigraciones ó en colonias, sin contra-
día suiza, que le costaba doscientos escu todos dicción, esas ventrtS de ejércitos hechas por un pueblo libre á
los despotismos que tenían necesidad de soldados, son una
dos al año* cosa inmoral y vergonzosa. Esto era, repitámoslo^ transformar
EL RHIN. 823
E l bosquejo que se puede hacer en su título de Serenísimo, y en que el m a r q u é s
espíritu de la Europa de esta época no de Brandeburgo tenia por honra insigne
seria completo si no se imaginase al Nor- ser archi-chambelan del imperio. Felipe
te, en el crepúsculo de un invierno eter- ernistern, que el emperador envió á
no, una e x t r a ñ a figura sentada, un poco VIoscou para adquirir noticias ciertas de
m á s a c á del Don, en la frontera del Asia. o que allí pasaba, volvió espantado de
Ese fantasma, que ocupaba las imagina- a corona del knez, que excedía en valor,
ciones en el siglo diez y siete como un s e g ú n sus informes, á las cuatro coronas
genio, mitad dios, mitad príncipe, de las reunidas del Papa, del rey de Francia,
M i l y una noches, se llamaba el gran Knez del rey Católico y del emperador. Su ro-
de Moscovia. Daie estaba sembrado todo de diamantes,
Este personaje, m á s pronto asiático rubíes, esmeraldas y otras piedras gruesas
que europeo, m á s pronto fabuloso que como avellanas. Pernistiern trajo como
real, reinaba en un vasto pais periódica- presente al emperador de Alemania
mente despoblado por las correrías de los ocho cuarentenas de zoboles y martas cibeli-
t á r t a r o s . E l rey de Polonia tenia la R u nas, que cada una fué estimada en Viena en
sia Negra, es decir, la tierra; él tenia la doscientas libras. A ñ a d í a por otra parte,
Rusia Blanca, es decir, la nieve. Se refe que los circasianos de las cinco montañas
rian cien relatos y cien cuentos de él en eran un gran estorbo para este principe.
los salones de Paris, y extasiándose to Apreciaba que la infantería moscovita
dos en las sextillas de Benserade á J u l i a ascendería á veinte mil hombres. Sea lo
d' Augennes, se preguntaban por variar que fuere de estas narraciones orientales,
la conversación si estaba bien probado era una distracción para Europa, ocupa-
que el gran knez pudiese poner en cam da entonces en tan grandes guerras, es-
p a ñ a trescientos m i l caballos. L a cifra cuchar de vez en cuando el divertido y
parecia quimérica, y los que l a declara- lejano choque de espadas que producía
ban imposible t r a í a n á la memoria que en su rincón el knez de Moscovia al cru-
E s t é b a n , rey de Polonia, entró victorio- zar sus armas con el precop, príncipe de
so en Moscovia y estuvo á punto de con los t á r t a r o s .
quistarla con sesenta m i l hombres, y que Se t e n í a n ideas m u y inciertas sobre su
en 1560 el rey de M o n g u l fué á Moscou poder y su fuerza. Respecto á él, m á s
con ochenta m i l caballos y quemó dicha alejado que el rey de Polonia, m á s aleja-
ciudad. E l knez es muy rico, escribía ma do que el rey de H u n g r í a , majestad de
dame P i l ó n ; él es señor y dueño absoluto de cabeza rasa y de mostachos largos; m á s
todas las cosas. Sus subditos cazan pieles. alejado que el gran duque de Lithuania,
Toma para si las mejores y las más caras y príncipe ya demasiado salvaje para de-
se adjudica la porción que es de su agrado terminarse á mirarlo, vestido con una
Los príncipes de Europa, por curiosidac pelliza y cubierto con un gorro de pieles,
m á s aun que por política, enviaban a se le apercibía con bastante claridad, i n -
knez embajadas casi irónicas. Era la móvil en una especie de p ú l p i t o - t r o n o ,
época en que el emperador de Alemania entre la imagen de J e s ú s y la i m á g e n de
le daba al rey de Polonia solamente e" la V i r g e n , con su b á c u l o y mitra, las
manos llenas de anillos, vestido con u n
los ciudadanos en condottieri, un hombre libre en lansknecbt
largo ropaje blanco como el Papa y ro-
el uniforme en librea. Desgraciadamente es una verdad tener deado de hombres cubiertos de oro de la
que decir que en el siglo diez y siete, y linsta en el siglo diez cabeza á los pies. Cuando los embajado-
ocho, el traje militar de los suizos que estipulaban estas conven
ciones tenia ese aspecto. Triste es igualmente decir que la pala- res europeos estaban en sus Estados, cam-
bra suizo, que despierta en el espíritu una idea de independen biaba todos los días de m i t r a para des-
cia, pueda despertar también una idea de servidumbre. Aun vanecerlos.
tenemos el suizo de los hoteles y el suizo de las catedrales
Me hizo venir de A m i e n s p a r a ser suizo. Pero seria Más a l l á de la Moscovia y del gran
inicuo extender la reprobación que provoca un hecho de nación knez, en mayor alejamiento y en menos
considerado en su conjunto, á todos los individuos, por lo regu-
lar respetables y puros, que han participado de este hecho ó luz, se podía distinguir u n pais inmenso,
han sufrido. Apresurémonos á proclamar que bajo esta librea han en el centro del cual brillaba en la som-
habitado allí héroes. Los suizos, inclusos los mismos pactados bra el lago de Caniclu lleno de perlas, y
han sido con frecuencia sublimes. Después de haber vendido sus
servicios, que podían comprarse, han dado su desinterés, que no donde hormigueaban, cambiando entre
podía pagarse. Abstracción hecha del origen enfadoso de las con- ellos monedas de corteza de árbol y de
venciones militares, bajo cierto punto de vista histórico, que el
autor de este libro está lejos de repudiar, los suizos, por ejem-
conchas del mar, mujeres acicaladas,
plo, estuvieron admirables en las Tullerías. Bello es sin duda vestidas como la tierra no cultivada, de
que la nación que dio la primera en Europa su sangre por la l i - negro en verano y de blanco en invierno,
bertad naciente, diese la última por la dignidad real moribunda,
y bajo este punto de vista el 10 de Agosto de 1792 no es indigno y hombres vestidos de pieles humanas,
del 17 de Noviembre de 1307. arrancadas á sus enemigos muertos. E n
824 OBRAS DE VICTOR HUGO.

la densa población de ese pueblo, que | sobre cuarenta y siete reinos; el gran
practicaba ferozmente una religión que! lama, el gran cathay, el gran dair, cada
participaba de la de Mahoma, Jesucristo vez m á s vagos, cada vez m á s extraños,
y J ú p i t e r , en la ciudad monstruosa de cada vez m á s enormes, iban perdiéndose
Cambalusa, habitada por cinco m i l astró- los unos detrás de los otros en las brumas
logos y defendida por una innumerable profundas del Asia.
caballería, se entreveia, en medio de los
rayos y de los vientos, sentado con las II.
piernas cruzadas sobre u n tapiz circular
de fieltro negro, al gran khan de Tarta- Salvo algunos detalles, que v e n d r á n
ria, que repetia por intervalos con aire oportunamente y que no descomponen
terrible estas palabras, grabadas en su en nada este conjunto, t a l era el estado
sello: Dios en el cielo, el gran khan en la de Europa en la época que hemos indi-
tierra. cado. Como se ha podido reconocer, el
Los ociosos parisienses refieren del dedo divino, que conduce las generacio-
khan, como del knez, cosas maravillo- nes de progreso en progreso, estaba en-
sas. É l imperio del khan de los t á r t a r o s tonces en todas partes visible en la dis-
habia sido fundado, s e g ú n se decia, por posición interior y exterior de los ele-
el mariscal Canguiste, que hoy lo llama- mentos que la constituían, y esta colmena
mos G-engis-khan. L a autoridad de este de reinos y naciones estaba admirable-
mariscal era tal, que fué obedecido u n mente construida para que ya las ideas
dia por siete príncipes, á los cuales habia pudiesen i r y venir á su placer y forma-
mandado matar á sus hijos. Sus suceso- sen en la sombra la civilización.
res no eran de menos significación que Fijándose tan solo en el conjunto y
él. E l nombre del gran khan reinante admitiendo las restricciones que á todos
estaba escrito en el frontis de todos los son conocidas, este trabajo, que es la ver-
templos con letras de oro, y el ú l t i m o de dadera cuestión del género humano, se
los títulos de este príncipe era alma de hacia al principio del siglo diez y siete
Dios. Participaba con el gran knez el en Europa, m á s que en ninguna otra
mando supremo de las hordas. U n dia, parte del mundo. E n este tiempo en que
sabiendo por los astrólogos que Camba- vivían, respirando el mismo aire, y por
lusa debia insurreccionarse, Cublai-khan consecuencia, sin apercibirse de ello, el
m a n d ó hacer otra al lado, que l l a m ó mismo pensamiento, vigorizándose por
T a i d u . Esto explica lo que era el gran la observación de los mismos aconteci-
khan. mientos, Galileo, Q-rocio, Descartes, Gas-
E n el siglo diez y siete, no olvidemos sendi, Harvey, Lope de Vega, Q-uido,
que de esto no hace m á s que doscientos Poussin, Ribera, V a n Dyck, Rubens,
años, habia fuera de Europa, al Norte y Guillermo de Orange, Gustavo Adolfo,
a l Oriente, una serie fantástica de prínci- Walstein, el ióven Richelieu, el joven
pes prodigiosos é increíbles, escalonados Rembrandt, el jóven Salvator Rosa, el
en la sombra; espejismo e x t r a ñ o , fas- jóven Milton, el jóven Corneille y el viejo
cinación de los poetas y de los aventu- Shakespeare, cada rey, cada pueblo, cada
reros, que en el siglo trece habia hecho hombre, por la indeclinable pendiente
soñar a l Dante y partir á Marco-Polo. que tienen las cosas, convergían al mis-
Cuando se marchaba h á c i a esos p r í n c i - mo objeto, que es aun hoy el fin á que
pes, parecían retroceder en las tinieblas; tienden las generaciones, el mejoramien-
pero al buscar su imperio, se encontraba to general de todo para todos, es decir, la
tan pronto u n mundo, como Colon; tan civilización misma. Europa, insistamos
pronto una epopeya, como C a m ó e n s . E n en este punto, era lo que es todavía, un
l a frontera septentrional de Europa, l a gran taller donde se elaboraba en c o m ú n
primera de estas figuras extraordinarias, esta grande obra.
la m á s cercana y la menos conocida, era Dos solos intereses, separados por u n
el gran duque de Lithuania; la segun- objeto egoísta de la actividad universal,
da, que aun se distingue, era el gran espiaban sin cesar para elegir el momen-
knez de Moscovia; la tercera, ya confusa, to oportuno el vasto taller europeo, el
era el gran khan de Tartaria; y por en- uno procediendo por la invasión y el otro
cima de esas tres visiones, el gran sherif por la usurpación; uno ruidoso y terrible
en su trono de plata; el gran sofí en su en su marcha, rompiendo de tiempo en
trono de oro; el gran zamorin en su trono tiempo las barreras y abriendo brecha en
de bronce; el gran mogol rodeado de ele- la muralla; otro hábil, diestro y político,
fantes y de cañones, el cetro extendido deslizándose por toda puerta entreabier-
E L RHIN. 825
ta, los dos ganando continuamente ter- calif; al Oeste con el golfo A r á b i g o , que
reno, turbaban, oprimían y amenazaban es el mar Rojo, y al Sur con el Océano
entonces Europa. Estos dos intereses, Indico.
enemigos a d e m á s , se personificaban en E n Europa tenía el Adriático á par-
dos imperios, y estos dos imperios eran t i r de K n i n , por encima de Ragusa, el
dos colosos. Archipiélago, la Propontide, el mar Ne-
E l primero de esos dos colosos, que ha- gro ha^ta Caffa, en Crimea, que es la an-
bía tomado posición en u n lado del con- tigua Teodosia; la alta H u n g r í a hasta
tinente, en el fondo del Mediterráneo, re- Buda; la Tracía, hoy l a Rumelía; toda la
presentaba el espíritu de la guerra, de la Grecia, es decir, la Thesalia, la Macedo-
violencia y de l a conquista; la barbarie. nia, el Epiro, la Acaya y la Morea, casi
E l segundo, situado al otro lado, en el toda l a I l i r i a , la Dalmacia, la Bosnia, la
umbral del mismo mar, representaba el Sérvía, l a Dacia y la Bulgaria; la Mol-
espíritu de comercio, de intriga, de inva- davia, la Valaquia y la T r a n s í W a n i a ,
sión; la corrupción. H ó a q u í , pues, los cuyas tres vaivodias eran suyas, y todo
dos enemigos naturales de la civiliza- el curso del Danubio desde Watzen hasta
ción. su embocadura.
E l primero de estos dos colosos se apo- Poseía en riberas de mar once m i l
yaba poderosamente en Africa y en Asia. doscientas ochenta millas de I t a l i a , y
E n Africa tenia Argel, T ú n e z , Trípoli en superficie de tierra u n millón dos-
de Berbería y el Egipto entero de A l e - cientas tres m i l doscientas diez y nueve
j a n d r í a á Syena, es decir, toda la costa millas cuadradas.
desde el P e ñ ó n de Velez hasta el istmo I m a g í n e s e ese gigante de novecientas
de Suez; de allí se internaba en la Ara- leguas de c r u z á m e n y de m i l cien leguas
bia Troglodita, desde Suez por el mar de longitud acostado sobre el vientre á
Rojo hasta Suakem. través del viejo mundo, el t a l ó n izquier-
Poseía tres de las cinco partes en que do apoyado en Africa, la rodilla derecha
Ptolomeo dividió el Asia: la primera, la en Asia, u n codo en Grecia, otro codo en
cuarta y la quinta. la Tracia, la sombra de su cabeza en el
Poseer la primera era tener el Pon- Adriático, Austria, H u n g r í a y la Podo-
to, la Bithynia, la Frigia, la Licia, la lia, mostrando su faz monstruosa tan
Paflagonia, la Galatia, la Pamfilia, la pronto en Venecia, tan pronto en Po-
Gapadocia, la Armenia Menor, la Cara- lonia, tan pronto en Alemania, y miran-
m a n í a , es decir, todo el trapecio de Pto- do á Europa.
lomeo desde Alejandriata hasta Trebi- E l otro coloso tenia por base de su po-
sonda. der, bajo el m á s hermoso cielo del m u n -
Poseer la cuarta era tener Chipre, Si- do, una península b a ñ a d a a l Este por el
ria, Palestina, toda la ribera desde Pira- Mediterráneo, al Oeste por el Océano,
midís hasta A l e j a n d r í a , la Arabia De- separada del Africa por u n estrecho bra-
sierta, la Arabia P é t r e a , la Mesopotamia zo de mar y de Europa por una alta
y Babilonia, que entonces se llamaba Ba- cadena de m o n t a ñ a s . Esta p e n í n s u l a
gadet. contenia diez y ocho reinos, á los cua-
Poseer la quinta era tener todo lo que les i m p r i m i a su unidad.
está comprendido entre dos líneas, de las Tenia Serpa y T á n g e r , que son los
cuales sube una de Trebisonda al Norte cerrojos del Estrecho de Gibraltar, y se-
hasta la Hermanassa de Ptolomeo y has- g ú n que le acomodaba cerrarlos ó abrir-
ta el Bósforo Cimeriano, que los italia- los, hacia del Mediterráneo u n mar ó un
nos llamaban Boca de San Juan, y la lago. De su península esparcía sus flotas
otra, pellizcando la Arabia Feliz, v á de en ese mar por veintiocho grandes puer-
Suez á la embocadura del Tigris. tos metropolitanos; en el Océano tenia
A d e m á s de estas tres inmensas regio- treinta y siete.
nes, poseía la grande Armenia y todo lo E n Africa poseía el P e ñ ó n de Velez,
que Ptolomeo pone en la tercera división Melílla, O r á n , Marzarcabid, que es el
del Asía hasta los confines de la Persia y mejor puerto comercial del Mediterrá-
de l a Tartaria. neo, Nazagan y toda la costa desde el
Así que sus dominios en el Asia toca- cabo de A g u i r r e hasta el cabo Gardofú;
ban por el Norte con el Archipiélago, el en A m é r i c a una gran parte de la penín-
mar de M á r m a r a , el mar Negro, el Pa sula septentrional, l a costa desde de l a
lus-Móotide y la Sarmacia asiática; al Florida, la Nueva E s p a ñ a , el Y u c a t á n ,
Este con el mar Caspio, el Tigris y el Méjico y el cabo de California, Chile,
golfo Pérsico, que se llamaba mar de E l - P e r ú , Brasil, el Paraguay y toda l a
TOMO IV. 104
826 OBRAS DE VICTOR HUGO.

península meridional hasta los Patago- sentaba en Europa la barbarie. E n efec-


nes; en Asia Ormuz, D i u , Goa, Malaca, to, todo cuanto tocaba perdía en pocos
que son las cuatro plazas m á s fuertes de años la forma de la civilización. Con los
la costa; Daman, Bazin, Zanaa, Ciaul, turcos, y al mismo tiempo que ellos, el
el puerto de Coloraban; los reinos de incendio inextinguible y la peste perpé-
Camanor, de Cochin y de Colan, con sus tua se h a b í a n instalado en Constantino-
fortalezas, y excepto Calicut, toda l a pía. Por encima de esta [ciudad, que
ribera del Océano de las Indias, de Da- había dominado tanto tiempo la cruz l u -
man á Melipour. minosa de Constantino, flotaba entonces
Tenia en el mar y en todos los mares á todas horas, ó un torbellino de llamas
las tres islas Baleares, las doce islas Ca- ó una bandera negra.
narias, las Azores, Santo Puerto, Made- Una de esas casualidades misteriosas,
ra, las siete islas del Cabo Verde, San- en que el alma cree ver claramente es-
Thomas, la Isla-Dieu, Mozambique, la critos los designios directos de la Provi-
gran isla de Baaren, la isla de Manar, la dencia, h a b í a dado como presa á ese te-
isla de Ceilán; cuarenta de las islas mible pueblo la metrópoli misma de l a
Filipinas, de las cuales la principal, L u - sociabilidad humana, l a p á t r i a del pen-
zon, tiene de larga doscientas leguas; samiento, l a tierra de la poesía, de l a
Puerto-Rico, Cuba, Santo Domingo; las filosofía y del arte; Grecia. E n el mismo
cuatrocientas islas Lucayas y las islas instante que tuvo el contacto con los
del mar del Norte, cuyo n ú m e r o se igno- turcos, Grecia, hija de Egipto y ma-
raba. dre de Italia, Grecia se volvió bárba-
Era tener suyo todo el mar, con toda ra. No sé q u é lepra desfiguró su pue-
la A m é r i c a , y en Africa y en Asia poco blo, su suelo, sus monumentos y hasta
m á s ó menos todo lo que el otro coloso su admirable idioma. U n sin fin de
no poseia. consonantes difíciles y de sílabas imposi-
E n Europa, a d e m á s de su vasta penín- bles de pronunciar creció, como la vege-
sula, centro todo de su poder y de su tación de espinas y malezas que obstru-
brillo, tenia l a C e r d e ñ a y la Sicilia, que ye las ruinas, sobre sus palabras m á s
son reinos demasiado importantes para dulces, m á s sonoras, m á s armoniosas y
que se cuenten como islas. Tenia la Ita- mejor pronunciadas por los poetas. E l
l i a por los dos extremos, por el reino de griego, al pasar por la boca de los turcos,
Ñápeles y por el ducado de Milán, que se convertía en patois. Los vocablos tur-
ambos eran suyos. Cuanto á Francia, la cos, cieno de todos los idiomas del Asia,
asía quizá aun m á s estrechamente, pues turbaron para siempre, precipitándose
los tres Estados que tenia en sus fronte- confusamente, esa lengua tan transpa-
ras, trazando una especie de semicírcu- rente, tan pura y tan espléndida; lengua
lo, el Hosellon, el Franco-Condado y de cristal, de donde salió una poesía de
Flandes, eran como un brazo pasado a l - diamante. Los nombres de las ciudades
rededor de ella. griegas se corrompieron y quedaron
E l primero de estos dos colosos era horrorosos. Las comarcas vecinas, en las
T u r q u í a ; el segundo era E s p a ñ a . cuales Hellé resplandecía en otro tiem-
po, sufrieron l a misma corrupción; Argos
III. se cambió en Filoquia, Délos en D i l i ,
Dídymo-Tychos en Dimotuc, Tzorolus
Estos dos imperios inspiraban á Euro- en Tchourli, Zefirium en Zafra, Sagales-
pa, el uno profundo terror y el otro pro- sus en Sadjaklu, Nyssa en Nous-Shehr,
funda desconfianza. Moryssus en Moucious, Cibistra en Bus-
T u r q u í a era el espíritu del Asia que tereh, el rio Achelüs en Aspro-Potamos
se esparcía por Europa; E s p a ñ a era el y el rio Poretus en P r u t h . No es con el
espíritu del Africa. sentimiento doloroso que inspiran la de-
E l islamismo, representado por Maho- g r a d a c i ó n y la parodia cómo se reconoce
met I I , h a b í a salvado atrevidamente el en Stan-Ko, Cos, pátria de Apeles y de
antiguo paso del Buey, Bos-Poros, y ha- Hipócrates; en Fionda, Phaselis, donde
bía enarbolado insolentemente su cola Alejandro se víó obligado á poner u n
de caballo atada á una pica en l a ciudad pié en el mar, tan estrecho era el paso de
que tiene siete colinas como Roma, y China; en Hesen-now, Novus, donde es-
que ha tenido iglesias cuando Roma no taba el tesoro de Mitrídates; en Skipsi-
tenia todavía m á s que templos. lar, Scapta-Hyla, donde Tucídides tenia
Desde el fatal a ñ o de 1453, T u r q u í a , minas de oro y escribía su historia; en
como lo hemos dicho m á s arriba, repre- Temeswar, Tomi, donde fué desterrado
EL RHTN. 8*27
Ovidio; en Kokso, Coutousos, donde íuó tes, que, á la vez que guerreaba con Eu-
desterrado San Crisóstomo; en Griustendil, ropa, S o l i m á n le a r r e b a t ó á P e r s í a el
Justiniana, cuna de Justiniano; en Sa- Díarbekír y A m u r a t la Medía; Selim
lenti, Trajanópolis, tumba de Trajano. conquistó á los mamelucos Egipto y Si-
E l Olimpo, la Osa, el Pelion y el P i n d ó ría, y A m u r a t I I I exterminó á los geor-
se llamaban el bajalato de Janina; un gianos aliados con el soffi. E l s u l t á n solo
bajá tendido en una piel de tigre fruncía ponía en comunicación con los reyes de
las cejas en la misma m o n t a ñ a que J ú - la cristiandad la puerta de su palacio.
piter. L a amarga irrisión que parecía es- Fechaba desde su estribo imperial las
caparse de las palabras se escapaba cartas que les escribía, ó mejor dicho, las
t a m b i é n de las cosas: l a Etolia, esa anti- órdenes que les daba. Cuando se encole-
gua República tan poderosa y tan altiva, rizaba r o m p í a los dientes á sus embaja-
formaba el Despotado. Respecto al valle dores á puñetazos dados por el verdugo.
de T e m p é , frígida lempe, transformado Para los mismos turcos, la aparición del
en salvaje é inaccesible con el nombre de s u l t á n producía una impresión de espan-
Lycostomo, saturado en adelante de to. Los nombres que le daban expresan
ódios, remoras y oscuridad, se habia el terror de que estaban poseídos: le lla-
metamorfoseado en Valle de los Lobos. maban el hijo del esclavo; á su palacio de
L a idea terrible que despierta la bar- verano le daban el nombre de la casa del
barie hecha nación, teniendo flotas y asesino, y le anunciaban á las otras nacio-
ejércitos, se encarnaba viviente y com- nes con glorificaciones siniestras. Por
pleta en el s u l t á n de los turcos. Europa donde su caballo pasa, decían, no vuelve á
apenas se a t r e v í a á mirar de lejos á ese crecer la yerba.
príncipe temible. Las riquezas del sul- E l rey de las E s p a ñ a s y de las Indias,
tán, del Turco, como se le llamaba, eran especie de s u l t á n católico, era m á s rico él
fabulosas; su renta escedia de quince solo que todos los príncipes de la cris-
millones de oro. L a sultana, hermana de tiandad juntos. No contando m á s que su
Selim, tenia dos m i l quinientos zequíes renta ordinaria, sacaba todos los años de
de oro de renta diaria. E l turco era el I t a l i a y de Sicilia cuatro millones de orOj
príncipe qae tenia m á s caballería. Sin dos de Portugal, catorce de E s p a ñ a y
contar su guardia imperial, los catorce treinta de América. Las diez y siete pro-
m i l genízaros que constituían la infan- vincias de los Países-Bajos, que compren-
tería, sostenía constantemente á su aire dían entonces Artois, Cambresis y las
dedor en pié de guerra cincuenta m i l Ardenas, pagaban anualmente al rey
spahis y ciento cincuenta m i l timariotas, católico una renta ordinaria de tres m i -
lo que hacia u n contingente de doscien- llones de oro. Milán era una rica presa,
tos m i l caballos. Sus galeras eran i n codiciada por todos y por consecuencia
numerables. A l a ñ o siguiente de efec mala de guardar. Necesitaba vigilar Ve-
tuarse la batalla de Lepante, la flota necia, vecina celosa; cubrir de tropas la
otomana tenia aun á raya á todas las frontera de Saboya para atajar al duque,
marinas de l a cristiandad reunidas. Te- que se arrojaba á lo imprevisto, como decía
nia una artillería tan numerosa, que á Sully; astillar el fuerte de Fuentes para
creer en los dichos del pueblo, el aire que hacerse respetar de los suizos y los g r í -
producía el estampido de sus cañones sones; montar y reparar las mejores cin-
conmovía las murallas de las ciudades. dadelas del pais, sobre todo Novara, Pa-
Recuérdase con espanto que en el sitio vía, Cremona, que tiene, como escribía
de Constantinopla, Mahomet I I hizo Montluc, un castillo fuerte todo lo que puede
construir u n mortero monstruoso de ser, y que se coloca entre las maravillas de
mam postaría rodeado de círculos de hier- Europa. Como la ciudad era revoltosa,
ro, que lo hacían maniobrar colocándolo había precisión de mantener una guar-
sobre rodillos, que dos m i l yuntas de hue nición española de seiscientos soldados
yes apenas podían arrastrar, y que, i n de artillería, m i l de caballería ligera, tres
d i ñ a n d o su bocaza sobre la ciudad, vo m i l de infantería, y tener en buenas con-
m í t a b a en ella noche y día torrentes de diciones el castillo de Milán, en el cual
se trabajaba sin cesar. Milán, como se vé,
b e t ú n y bloques de rocas. Los d e m á s
costaba m u y caro; sin embargo, pagados
príncipes, con sus m á q u i n a s y sus bom-
todos los gastos, el Milanesado producía
bardas, eran poca cosa al lado de esos
todos los años á E s p a ñ a ochocientos m i l
salvajes sultanes que vertían de aquella ducados. Las fracciones m á s p e q u e ñ a s
manera volcanes sobre las ciudades. E l de esta enorme m o n a r q u í a daban su
poder del turco era tan desmesurado y óbolo; las islas Baleares entregaban to-
sabia tan bien hacer frente á todas par-
828 OBRAS DE VICTOR MUGO.

dos los años cincuenta m i l escudos. Todo en todas partes, y especialmente diez de
esto, repetimos, no era m á s que la renta entre ellas, Collioure, Perpigaan y Sal-
ordinaria. L a extraordinaria era incalcu- ses al Mediodía, al Norte Gravelines,
lable. T a n solo el producto de la Cruza- Dunkerque, Hesdin, Arras, Valencien-
da valia l a renta de u n reino; con los nes,Philippeville y Marienbourg, h a c í a n
subsidios de la Iglesia ú n i c a m e n t e soste- brecha á la Francia de hoy.
n í a el rey constantemente cien magnífi- E l mayor poder de E s p a ñ a , tan pode-
cas galeras. A ñ a d i d á ésta la venta de rosa por sus fortalezas, su caballería y
las encomiendas, la caducidad de los su infantería,.no era n i su infantería, n i
empleos y de los bienes, las alcabalas, su caballería, n i sus fortalezas; era su
las confiscaciones y las donaciones gra- flota. E l rey Católico, que tenia los mejo-.
tuitas de los pueblos y de los feudatarios. res soldados de Europa, tenia t a m b i é n
Cada tres años el reino de Ñápeles daba los mejores soldados de mar. N i n g ú n
u n millón doscientos m i l escudos de oro, pueblo de los que se dedican á la nave-
y en 1615, Castilla ofrecía al rey, que se gación igualaba en esta época á los ca-
dignaba aceptarlos, cuatro millones de talanes, vizcaínos, portugueses y geno-
oro pagables en cuatro años. veses. Sevilla, que se contaba entonces
Esta riqueza representaba poder. L o entre las principales ciudades m a r í t i m a s
que el s u l t á n era por la caballería, el rey de Europa, aunque situada algo tierra
de E s p a ñ a lo era por l a infantería. E n adentro, y era punto donde h a c í a n esca-
Europa se decia: caballería turca, infante- la todas las flotas de Méjico y del P e r ú ,
r í a española. Ser grave como un hidalgo, era un plantel de marineros.
diligente como u n miguelete, sólido á
Para formarnos una idea completa de
los choques de los escuadrones, imper-
la importancia que tenia entonces Es-
turbable al fuego de la mosquetería,
p a ñ a como potencia m a r í t i m a , hemos
conocer su ventaja y su desventaja en
querido saber al dedillo lo que fué la
la guerra, conducir silenciosamente su
armada invencible de Felipe I I , tan fa-
fúria, seguir al c a p i t á n , permanecer en
mosa y tan poco conocida, como tantas
la línea, no desordenarse nunca, no ol-
cosas famosas. L a historia habla de ella
vidar nada, no disputar j a m á s , servirse
y se extasía en su recuerdo; pero la his-
de todo, soportar el frió, el calor, el ham
toria, que aborrece el detalle, en lo cual
bre, la sed, el malestar, la pena y la fa-
hace muy mal, no cita ninguna cifra.
tiga, marchar como los otros combaten,
Estas cifras nosotros las hemos buscado
combatir como los otros marchan, hacer
en la sombra donde la historia las habia
de la paciencia el fondo de todo y del
dejado caer, y nos ha costado gran tra-
valor el arrojo de la paciencia; estas eran
bajo hallarlas; helas a q u í . A nuestro
las cualidades que adornaban al soldado
juicio no hay nada m á s instructivo n i
de infantería español. Este era el sol-
m á s curioso.
dado castellano que habia rechazado á
los moros, abordado el Africa, domado la Era el a ñ o de 1588. E l rey de E s p a ñ a
costa, sometido la Etiopia y la Cafrería, quiso acabar de una vez con los ingleses,
apoderádose de Malacca y las islas Mo- que ya molestaban ó inquietaban al co-
lucas y conquistado las viejas Indias y loso, y a r m ó una flota. Esta flota se
el Nuevo Mundo. ¡ A d m i r a b l e i n f a n t e r í a , componía de veinticinco buques de alto
que no se q u e b r a n t ó m á s que el dia que bordo de Sevilla, veinticinco de Vizcaya,
chocó con el gran Conde! Después de la cincuenta embarcaciones menores de Ca-
infantería española seguía, por órden de t a l u ñ a y de Valencia, cincuenta barcas
excelencia, la infantería walona, y la de la costa de E s p a ñ a , veinte chalupas
infantería walona era t a m b i é n del rey de los cuatro pueblos de la costa de Gui-
de E s p a ñ a . Su caballería, que no cedia púzcoa, cien urcas de Portugal, catorce
en nada á la turca, era la mejor monta- galeras y cuatro galeazas de Ñápeles,
tada que habia en Europa, pues tenia los doce galeras de Sicilia, veinte galeras
alazanes de E s p a ñ a , los corceles de de E s p a ñ a y treinta urcas de Alemania;
Regno y los caballos de B o r g o ñ a y de total, trescientas cincuenta velas, gober-
Fiandes. Los arsenales del rey Católico nadas por nueve m i l marinos.
rebosaban de municiones de guerra. So- No se puede apreciar exactamente es-
lamente las tres armerías de Lisboa te- ta escuadra sin tener presente lo que era
n í a n almacenados coseletes para quince entonces una galera. U n a galera repre-
m i l hombres de infantería y corazas sentaba una suma considerable. Toda la
para diez m i l hombres de c a b a d e r í a . Sus 'costa septentrional del Africa, excep-
fortalezas eran innumerables; las tenia i tuando A r g e l y Trípoli, no producían al
EL RHIN. 829
sultán lo necesario para construir y veía de ella á la luz del día se perdía de
mantener dos galeras. vista; lo que no se veía penetraba aun
E l abastecimiento de boca de la arma- m á s . P o d í a decirse que en los negocios
da fué inmenso. H é a q u í la cifra, por del universo en esta época, había aun
cierto muy singular y muy exacta: cien- más E s p a ñ a por debajo que por arriba.
to sesenta y siete m i l quinientos quinta- E l l a tenia á los príncipes de I t a l i a por
les de galleta, suministrados por Murcia, los matrimonios: Austria, nube; á las repú-
Burgos, Campos, Sicilia, Ñápeles y las blicas mercantiles por el comercio; al
islas; once m i l quintales de carne salada, Papa por la religión, por no sé q u é de
suministrados por Bstremadura, Q-aiicia m á s católico que la misma Roma; al
y Astúrias; once m i l quintales de tocino, mundo entero por el oro, del cual tenia
suministrados por Sevilla, Ronda y Viz- la llave. A m é r i c a era el arca de hierro;
caya; veintitrés m i l barriles de pescado E s p a ñ a era el cajero. Como casa de
salado, suministrados por Cádiz y los Austria, dominaba pomposamente la
Algarves; veintiocho m i l quintales de Alemania y la amenazaba sordamente.
queso, suministrados por Mallorca, Sene- Alemania, en los m i l años de su historia
gallo y Portugal; catorce m i l quintales moderna, ha sido poseída una vez por el
de arroz, suministrados por Genova y génio de la Francia en tiempo de Carlo-
Valencia; veintitrés m i l pesos de aceite Magno, y una vez por el génio de Espa-
y vinagre, suministrados por Andalu- ñ a en tiempo de Carlos V . Solo al morir
cía: el peso valia veinticinco libras; vein- Cárlos V aflojó los lazos que la u n í a n á
tiséis m i l fanegas de habas, suministradas E s p a ñ a .
por Cartagena y Sicilia; veintiséis m i l pi- Como se vé, E s p a ñ a tenia alguna cosa
pas de vino, suministradas por Málaga, m á s poderosa todavía que su poder, y era
Marsella, Jerez y Sevilla. Las provisiones su política. E l poder es el brazo, la polí-
de trigo, hierro y telas procedían de A n - tica es l a mano.
dalucía, Ñápeles y Vizcaya. E l total se Así se explica que Europa no reposase
ignora. á su gusto entre esos dos imperios gigan-
Esta flota conducía u n ejército de vein tescos, que pesaban sobre ella con el
ticinco m i l españoles, cinco m i l sacados peso de dos mundos. Comprimida por
de los regimientos de Italia, seis m i l de E s p a ñ a en el Occidente y por T u r q u í a
Canarias, Indias y guarniciones de Por- en el Oriente, cada d í a parecía encoger-
tugal, y el resto de levas; doce m i l italia se; y la frontera europea, lentamente re-
nos mandados por diez maestres de chazada, retrocedía hácia el centro. L a
campo, veinticinco m i l alemanes, m i l mitad de la Polonia y la mitad de l a
doscientos soldados de caballería ligera H u n g r í a ya estaban invadidas, y apenas
de Castilla, doscientos de la costa y dos si Varsovía y Buda estaban fuera de los
cientos de la frontera; es decir, m i l seis- alcances de la barbarie. L a órden medi-
cientos de caballería, tres m i l ochocientos t e r r á n e a de San Juan de Jerusalem h a b í a
de artillería y cuatrocientos gastadores; sido empujada en tiempo de Cárlos V
lo que, comprendiendo entre ellos nueve de Rodas á Malta. Génova, cuyo domi-
m i l marinos, hacia un efectivo de setenta nio se e x t e n d í a en otro tiempo hasta el
y seis m i l ochocientos hombres. Tanaís; Génova, que antiguamente po-
Esa monstruosa armada hubiese aplas seía Chipre, Lesbos, Chio, Pera y u n
tado á Inglaterra. U n a racha de viento pedazo de la Tracia, y á la que el em-
se la llevó. perador de Oriente regaló Mitilene, aban-
Esa racha de viento que sopló en la donó sucesivamente ante los turcos posi-
noche del 2 de Setiembre de 1588 cam- ción tras posición, y se veía ahora acor-
bió la faz del mundo. ralada en Córcega.
A d e m á s de sus fuerzas visibles, Espa- Europa resistía, sin embargo, á los dos
ñ a tenia sus fuerzas ocultas. A la ver- Estados invasores. B l a n d í a contra ellos
dad, su superficie era grande, pero su todas sus fuerzas, para emplear la enér-
profundidad era inmensa. Debajo de gica lengua de Sully y de Mathieu. Fran-
tierra había hecho por todas partes ga- cia, Inglaterra y Holanda se m a n t e n í a n
lerías, trabajos de zapa, minas y contra- firmes contra E s p a ñ a ; el Sacro-Imperio,
minas, hilos encubiertos, ramificaciones ayudado por Polonia, H u n g r í a , Venecia,
desconocidas y raices inesperadas. Más Roma y Malta, luchaba contra los turcos.
tarde, cuando Richelieu comenzó á ca- E l rey de Polonia era pobre, aunque
var en el viejo suelo europeo, se sorpren- fuese m á s rico que si hubiese sido rey de
dió al ver rebotar su piqueta y encon- uno de los tres reinos de Escocia, C e r d e ñ a
trarse siempre con E s p a ñ a . L o que se ó Navarra, los cuales solo r e u n í a n cien
830 OBRAS DE VICTOR HUGO

m i l escudos de renta, mientras que él te- cuando perdió A n d r ó y Paros, que tenia
nia seiscientos m i l escudos por a ñ o y lo en el Archipiélago, conservó Candía; y
que la L i t h u a n i a le costeaba. Con excep- allí, de pió en esa magnífica barrera na-
ción de algunos regimientos suizos ó ale- tural que tapa el mar Egeo, cerrando á
manes, no sostenia ninguna infantería; los turcos la salida del Archipiélago y la
pero su caballería, formada de cien m i l entrada del Mediterráneo, tuvo en jaque
combatientes polacos y de setenta m i l l i - á la barbarie.
thuanios, era excelente. Esta caballería, E l servicio de mar en Venecia i m p l i -
protegiendo una vasta frontera, tenia de caba nobleza. Todos los capitanes y có-
eficaz para defender contra las hordas mítres de los buques eran nobles venecia-
del s u l t á n el inmenso y atemorizado re- cianos. L a República tenía siempre en
b a ñ o de naciones civilizadas, que estaba la mar cuarenta galeras, y de ellas vein-
organizada á la turca, y que, salvaje, fe- te de alto bordo. E n su admirable arse-
roz y violenta en su marcha, se parecía nal, único en el mundo, tenia doscientas
á la caballería otomana como el perro- galeras, obreros capaces de poner fuera
lobo se parece al lobo. E l emperador del puerto treinta buques en diez días, y
c u b r í a el resto de la frontera de K n i n , un armamento bastante para todas las
en el Adriático, á Szolnock, cerca del marinas de la tierra.
Danubio, con veinte m i l lansquenetes, L a Santa Sede era u n gran apoyo.
gasto insuficiente en tiempo de guerra, Nada hay m á s curioso que investigar
que agobiaba al imperio en tiempo de hoy. q u é príncipe temporal, q u é poder
paz. Venecia y Malta c u b r í a n el mar. político y militar h a b í a entonces en el
No mencionamos á Genova m á s que Papa, colocado tan alto como príncipe
de paso. Q-ónova, demasiadas veces hu- espiritual. Roma, que tuvo en otro tiem-
millada, vigilaba su ribera con cuatro po cincuenta millas de circuito, no tenía
galeras; dejaba pudrir veinticinco en su ya m á s que diez y seis; sus puertas, di-
arsenal, se arriesgaba poco por fuera y vididas antiguamente en catorce regio-
se abrigaba á la sombra del rey de Es- nes, h a b í a n quedado reducidas á trece;
paña. h a b í a sufrido siete grandes saqueos
Malta tenia tres corazas, sus fortale- históricos; pero, aunque violada, h a b í a
zas, sus buques y el valor de sus caba- permanecido santa; aunque desmante-
lleros. Estos bravos hidalgos, sometidos lada, h a b í a quedado fuerte. Boma, si
en Malta á reglas suntuarias, de t a l se nos permite recordar lo que hemos
modo severas, que el m á s calificado en dicho en otra ocasión, será siempre Boma.
tre ellos no podía mandarse hacer un E l Papa t e n í a una de las fronteras de
vestido nuevo sin el permiso del baile Italia, Ancona, y uno de los cuatro du-
p a ñ e r o , se vengaban de estas contrarie- cados lombardos, Spoletto; poseía A n -
dades con u n desencadenamiento de bra- cona, Comachío y las bocas del P ó en
vura inaudito, y , ovejas en l a isla, se el golfo de Venecia; Civíta-Vecchia en
convertían leones en el mar. U n a galera el mar Tirreno. E l Estado de la Iglesia
de Malta, que nunca llevaba m á s de c o m p r e n d í a la c a m p i ñ a de Roma y el
diez y seis cañones y quinientos comba patrimonio de San Pedro, la Sabina, la
tientes, atacaba sin vacilar tres galeones U m b r í a , es decir, toda la sombra del
turcos. Apenino, l a frontera de Ancona, l a
Venecia, opulenta y atrevida, apoya- R o m a n í a , el ducado de Ferrara, l a co-
da en siete ciudades fuertes que t e n í a en marca de Perusa, el Bolonesado y u n
la L o m b a r d í a y en la Marca, d u e ñ a del poco de Toscana; una ciudad de pri-
F r í o u l y de la Istria, á r b í t r a del Adriá- mer órden, Roma; una de segundo, Bo-
tico, cuya custodia le costaba cinco m i l lonia; ocho de tercero, Ferrara, Perusa,
ducados a l año; bloqueando á los usco Ascolí, Ancona, Forli, R á v e n a , Fermo y
ques con cinco fustas siempre armadas, Víterbo; cuarenta y cinco plazas de to-
bravamente instalada en Corfú, en Z a n - das clases, entre las cuales se contaban
te, en Cefalonía y en todas las islas de R í m i n i , Cesena, F a é n z a y Spoletto; c i n -
la costa desde Zara hasta Córigo; soste cuenta obispados y millón y medio de
niendo perpetuamente en pió de guerra habitantes. Por otra parte, el Santo Pa-
veinticinco m i l cernides, treinta y cinco dre poseía en Francia el condado Ve-
m i l lansquenetes, suizos y grisones, m i l naissin, que tenia por corazón el formi-
quinientas lanzas, m i l soldados lombar dable palacio-fortaleza de A v i g n o n . E l
dos de caballería ligera y tres m i l stra- Estado romano, visto en un mapa, pre-
díotas d á l m a t a s ; Venecia oponía resuel sentaba la forma, que tiene todavía, de
tamente obstáculos a l s u l t á n . A u n una figura sentada en la grave postura
EL RH1N. 831
de los dioses de Egipto, con el Abruzzo nada suyo, n i un soldado, n i un escudo;
por silla, Módena y L o m b a r d í a sobre su entonces á su vez contribuía. Así que,
cabeza, la Toscana sobre su pecho, la cuando venia la ocasión, el Papa devol-
tierra de Labor á sus piés, apoyada la vía á la cristiandad lo que los cristianos
espalda en el Adriático y teniendo el h a b í a n dado al Papa. E n la L i g a de 1542
Mediterráneo hasta las rodillas. E l sobe- contra los otomanos, Pablo I I I envió á
rano Pontífice era rico. Sembraba indul- Cárlos V doce m i l infantes y quinien-
gencias y cosechaba ducados. Bastaba tos caballos.
que estampase una firma para hacer que A fines del siglo diez y seis, en 1588, una
todo el mundo contribuyese. Mientras tempestad salvó á Inglaterra de E s p a ñ a ;
tenga una pluma, decia Sixto V , tendré di- á fines del siglo diez y siete, en 1683, So-
nero. Frase de Papa ó de gran escritor. bieski salvó á Alemania de la T u r q u í a .
E n efecto, Sixto V , que era un Papa Salvar Inglaterra, era salvar Alemania,
versado en las letras, artista ó inteligen- era salvar Europa. P o d r í a decirse que en
te, no vacilando ante n i n g ú n gasto real, esta memorable coyuntura, Polonia hizo
en cinco años reservó cuatro millones el oficio de Francia. Hasta entonces era
en el castillo de Saint-Angelo. Con las siempre Francia la que se h a b í a encon-
contribuciones de todos los fieles del trado con la barbarie, era siempre ante
universo, el Santo Padre levantaba un Francia como ella se habia disuelto. E n
buen ejército, veinticinco m i l hombres 496, viniendo del Norte, fué destrozada
en l a Marca y en l a R o m a n í a , veinticin- por Clodoveo; en 732, viniendo del Medio-
co m i l hombres en la C a m p i ñ a y el Pa- día, fué destrozada por Cárlos Martel.
trimonio; la m i t a d en las fronteras, la Entre tanto, n i la invencible armada
otra mitad dentro de Roma. E n caso de vencida por Dios, n i Kara-Mustafá batido
necesidad engrosaba este armamento. por Sobieski, tranquilizaban plenamen-
Q-regorio V I I y Alejandro I I I tuvieron á te á Europa. E s p a ñ a y T u r q u í a estaban
raya á príncipes que disponían de las siempre en pió, y el siglo diez y siete
fuerzas del imperio, en tiempo de su creía verlas agrandarse indefinidamente,
mayor apogeo, unidas á las tropas de las cada vez m á s formidables, cada vez m á s
Dos Sicilias. U n dia el duque de Ferra- amenazadoras, en u n terrible y próximo
ra se permitió i r á coger sal á Comachio. porvenir. L a política, esa ciencia conje-
uEl Santo Fadre, citamos a q u í dos líneas t u r a l como la medicina, no tenia enton-
de una carta de Mazarino, con sus razones ces otra previsión. Solo le tranquilizaba
y un ejército que levantó, condujo al duque algunos momentos pensar que los dos
al arrepentimiento y se apoderó de su colosos pudiesen encontrarse en el mar
Estado.,, H é a q u í lo que eran los solda- Rojo y chocar en Asia.
dos del Papa. Esta milicia hacia respe- Ese choque en la Arabia Feliz, tan
tar admirablemente el Estado romano. lejano y tan eventual, no disminuía, á
A ñ a d i d á esto la U m b r í a , gran fortaleza los ojos de los pensadores, los fatales pe-
natural, donde A n í b a l retrocedió, y por ligros que se amontonaban sobre la civi-
costas, tanto en el Norte como en el lización. E n la época cuyo cuadro aca-
Mediodía, las riberas m á s combatidas bamos de bosquejar, la ansiedad habia
por los vientos en toda la I t a l i a . N i n g ú n llegado á su colmo. U n escrito titulado
desembarque era posible. E l Papa, en Las fuerzas del rey de España, impreso en
los dos mares, estaba guardado y defen- P a r í s en 1627, con privilegio del rey y
dido por l a tempestad, con grabados de Isaac Gaspar, dice: " L a
i Colocado y asegurado de esta manera ambición de este rey seria poseerlo todo.
cooperaba al grande y perpetuo comba Sus flotas, que van y vienen, enfrenan á
te contra el turco. Hoy el Santo Padre Inglaterra é impiden á los buques de los
^ envia camafeos al p a c h á de Egipto y se otros Estados navegar á su capricho,,. E n
pasea en el vapor Mahmoudich. Hecho otro escrito, publicado por la misma épo-
^inaudito y que deja ver bruscamente, ca y que tiene por título: Discurso suma-
[cuando en él se reflexiona, el prodigioso rio del estado del turco, leemos: "El—el
cambio de las cosas; ¡el Papa sentado turco—alarma con mucha razón á l a
tranquilamente en esa invención de los cristiandad, conociendo que tiene tantos
hugonotes, bautizada con u n nombre medios para levantar u n gran ejército
turco!—En aquel tiempo d e s e m p e ñ a b a en el país que domina. Es preciso care-
perfectamente su oficio de Papa, y en- cer completamente de juicio para estar
viaba sus galeras mitradas con una tia sin a p r e n s i ó n ante la amenaza de t a l d i -
ra á Lepante. E n cuanto las medias l u luvio,,.
ñ a s y los turbantes s u r g í a n , no tenia
832 OBRAS DE VICTOR HUGO.

Kalgouef, Aland, Da^ho y Oesel, Clar-


IV. ke, San Mateo, San Pablo, San Jorge,
las Aleutiennes, Kodiat, Sitka y el archi-
Hoy, por la fuerza misteriosa de las piélago del P r í n c i p e de Galles; esparcid
cosas, T u r q u í a ha caido y E s p a ñ a tam- en este inmenso espacio sesenta millo-
bién. nes de hombres y tendréis la Rusia.
E n el momento en que escribimos esto, L a Busia tiene dos capitales: una co-
los asignados (1), esa ú l t i m a polilla de queta, elegante, recargada de enormes
las viejas sociedades podridas, devora al baratijas del gusto Pompadour, que las
imperio turco. han convertido en palacios y catedrales,
Hace ya largo tiempo que otra nación embaldosada de m á r m o l blanco, cons-
tiene á Gribraltar, como el salvaje que truida ayer, habitada por la corte y hon-
cose á su manto la u ñ a del león. rada por el emperador; la otra, cargada
Así que, en menos de doscientos años, de c ú p u l a s de cobre y minaretes de esta-
los dos colosos que espantaban á nuestros ño, sombría, inmemorial y repudiada.
padres se han desvanecido. L a primera, San Petersburgo, representa
¿Esto quiere decir que la Europa haya Europa; la segunda, Moscou, representa
quedado libertada? No. Asia. Como el á g u i l a de Alemania, el
Como en el siglo diez y siete, u n doble á g u i l a de Rusia tiene dos cabezas.
peligro la amenaza. Los hombres pa- Rusia puede poner en pió de guerra
san, pero el hombre queda; los imperios un ejército de un millón cien m i l hom-
caen, los egoísmos se reforman. E n la bres.
actualidad, lo mismo que hace doscien- E l posible desbordamiento de los rusos
tos años, dos inmensos egoísmos opri- hace reparar las murallas de la China y
men á Europa y l a miran con ojos codi- levantar las murallas de Paris.
ciosos. E l espíritu de guerra, de violencia Lo que era el gran knez de Moscovia
y de conquista está t o d a v í a en pió en el es actualmente el emperador de Rusia.
Oriente; el espíritu de comercio, de i n t r i - Comparad las dos figuras y medid los
ga y de aventuras esta todavía en pió en pasos que Dios hace andar al hombre.
el Occidente. Los dos gigantes no se ha- E l knez se hizo tzar, el tzar se trans-
l l a n colocados á su gusto y han subido formó en czar, y el czar se ha hecho
hácia el Norte, como para asir el conti- emperador. Estas transformaciones, di-
nente de m á s alto. gámoslo sin empacho, son verdaderas
A T u r q u í a sucedió Busia; á E s p a ñ a transformaciones b r a h m á n i c a s . Cada
sucedió la Inglaterra. piel de que se despoja vuelve al prínci-
Cortad con el pensamiento en el globo pe moscovita m á s y m á s parecido á la
un segmento que, girando alrededor del Europa, es decir, á la civilización.
polo, se extienda del cabo Norte europeo Mientras tanto no olvide la Europa
al cabo Norte asiático, de Torna al que parecerse no es identificarse.
Kamtchatka, de Varsovia al golfo de Inglaterra tiene la Escocia y la I r l a n -
A n a d y r , del mar Negro al mar de da, las Hébridas y las Orcades: con el
Okhotsk; y que al Poniente pellizcan- grupo de las islas Schetland, separa la
do la Suecia, bordeando el Báltico, de- Dinamarca de las islas Peroó y de la Is-
vorando la Polonia, al Mediodía cer- landia, cierra el mar del Norte y observa
cenando la T u r q u í a , absorbiendo el á Suecia; con Jersey y Ouernesey cierra
Cáucaso y el mar Caspio, invadiendo la Mancha y observa á Francia. Luego
l a Persia, siguiendo la larga cadena que parte, gira alrededor de la península,
comienza en los montes Urales y acaba fija su influencia en Portugal y su t a l ó n
en el cabo Oriental, costea el Turkestan en Gribraltar, y entra en el Mediterráneo
y la China, tropieza con el J a p ó n , por una vez tomada la llave de él. Atraviesa
el cabo Lopatka, y salido del centro de las Baleares, Córcega, Cerdeña y Sici-
Europa, vaya al estrecho de Behring á lia; a q u í se detiene, encuentra á Malta y
tocar en la A m é r i c a á travós del Asia; se instala allí entre Sicilia y T ú n e z , en-
a d e m á s de la Polonia, arrojad confusa- tre Italia y Africa; de Malta pasa á Cor-
mente en ese monstruoso segmento la fú, desde donde vigila á T u r q u í a , cer-
Crimea, la Greorgia, el Chirvan, la I m i - rando el mar Adriático; adquiere San
retóe, la Abania, la Armenia y l a Sibe- Mauro, Cefalasia y Zante, desde donde
ria; agrupad alrededor las islas de la v i g i l a la Morea, dominando el mar J ó -
Nueva Z e m b l a , Spitzberg, Yaigatz y nico, y se fija en Cérigo, desde donde v i -
gila á Candía, bloqueando el A r c h i p i é -
(1) En Turquía se llaman schim. lago. A q u í tiene que retroceder; Egipto
EL RHIN. 833
le obstruye el paso, el istmo de Suez no Bengala. Tener el golfo de Bengala es
está aun cortado; tiene que volver a t r á s imponer la ley al imperio de los Birma-
y entra en el Océano. Dada la vuelta á nes. Los montes Mogs le abren la Pe-
E s p a ñ a , esa p e q u e ñ a península, vá á dar n í n s u l a de Malacca, en la cual extiende
la vuelta al Africa, esa península enor- su poder y se consolida. Desde Malacca
me. E l trayecto es difícil en esa playa, en observa á Sumatra y desde las islas
que un Océano de arena se mezcla á un Sincapour observa á Borneo. De esta
gran Océano de olas; pero ella coloca manera, poseyendo el cabo R o m a n í a y
puestos en donde apoyarse para todos los el cabo Comorin, tiene las dos grandes
pasos que d é , como el hombre que atra- puntas del Asia, como tiene la punta de
viesa con precaución un vado de piedra Europa y tiene la punta del Africa.
en piedra. E l l a pone primero el pió en Actualmente ataca la China á viva
Saint-James, en la embocadura de la fuerza, después de haber tratado de em-
Gambia, desde donde espía el Senegal ponzoñarla, ó á lo menos de adorme-
francés. Su segundo paso se imprime en cerla.
la costa, en Cachéo; el tercero en Sierra- Pues aun no es esto todo; quedan dos
Leona; el cuarto en el cabo de Córcega. mundos, Nueva-Holanda y A m é r i c a , á
Luego se arriesga á entrar en el Océano los que echa la mano. Partiendo de Ma-
A t l á n t i c o , y r e ú n e debajo de su pabellón lacca, atraviesa el grupo inextricable de
la Ascensión, Santa Elena y Fernando las islas de la Sonde, esa conquista de l a
Póo, t r i á n g u l o de islas que se internan vieja n a v e g a c i ó n holandesa, y se apode-
profundamente en el golfo de Guinea. ra de la Nueva-Holanda, tierra virgen,
Así apoyada, llega al Cabo y se apodera que hace fecunda con el trabajo de los
de la punta del Africa, del mismo modo presidiarios, y que guarda celosamente,
que se apoderó de Gibraltar, que es la a r t i l l á n d o l a en las islas Bathurs al Nor-
punta de Europa. D e l Cabo sube hácia te y en la isla de D i é m e n al Sur, como
el Norte, por el otro lado de la p e n í n - si fuesen dos fortalezas.
sula africana; aborda las Mascarenhas, Después sigue el camino de Cook, deja
la isla de Francia y Puerto-Luis, desde á su izquierda los seis archipiélagos de
donde tiene á raya á Madagascar, y se la Oceanía, bordea por delante la larga
establece en las islas Seychelles, desde muralla de las Cordilleras y de los A n -
donde impone su dominio en toda la des, dobla el cabo de Hornos, sube por las
costa oriental del cabo Delgado al cabo costas de la Patagonia y del Brasil y
Gardafú. A q u í ya no hay m á s que el toma tierra, en fin, debajo del Ecuador,
mar Rojo que la separa del Mediterráneo en la cima de la A m é r i c a meridional, en
y del A r c h i p i é l a g o . Inglaterra ha dado Stabrock, donde crea la Guyana ingle-
la vuelta al Africa; ha vuelto casi al sa. D á un paso y se hace d u e ñ a de las
mismo punto de donde partió. H é a q u í islas del Vent, ese grupo de islas que
el mar de las Indias; hé allí el Asia. cierra el mar de las Antillas; d á otro
Inglaterra entra en Asia; de las Sey- paso y se hace d u e ñ a de las islas Luca-
chelles á las Laquedives no hay m á s que yas, extensa barricada que cierra el golfo
un paso; así que toma las Laquedives; de Méjico. H a y veinticuatro p e q u e ñ a s
después extiende la mano y ase el Indos- Antillas; pues toma doce: hay cuatro
tán, todo el I n d o s t á n , Calcuta, Madras y grandes Antillas: Cuba, Santo Domingo,
Bombay, esas tres provincias de la com- la Jamaica y Puerto-Rico; se contenta
p a ñ í a de las Indias, grandes como infe- con una, la Jamaica, desde donde inco-
riores; y siete reinos, Nepaul, Onda, moda á las otras tres. E n seguida, en me-
Barode, Nagpour, Nizam, Maissour y dio mismo del istmo de P a n a m á , á la
Travancore. A l llegar allí se encuentra entrada del golfo de Honduras, corta en
con Rusia; solo las separa el Turkestan tierra firme u n pedazo del Y u c a t á n , y
chino. D u e ñ a del golfo de Ornan, que fija allí su establecimiento de Balixe,
cerca la inmensa costa que posee de como una garita entre las dos A m é r i c a s .
Hayderab á Trivanderam, coge la Persia Allí, sin embargo, Méjico la tiene en
y l a T u r q u í a por el golfo Pérsico, que jaque, y m á s allá de Méjico los Estados-
puede cerrar, y el Egipto por el mar Unidos, esa colonia cuya nacionalidad es
Rojo, que puede bloquear igualmente. una afrenta para ellas; se reembarca, y
I n d o s t á n le d á Ceilán. Desde Ceilán se de las islas Lucayas, apoyándose en las
desliza entre las islas Nicobar y las islas Bermudas, donde tiene enarbolado su
Andammans; toma tierra en la larga cos- pabellón, toca en Terranova, esa isla que
ta de los montes Mogs, en la Indo-China, mirada á vista de pájaro tiene la forma
y h é a q u í que se hace d u e ñ a del golfo de de u n camello arrodillado en el Océano
TOMO IV. 105
834 OBRAS DE VICTOR HUGO.

con la cabeza levantada hacia el polo. los puntos de unión de la red inmensa
Terranova es la estación que consigue con que Inglaterra tiene cogido el
alcanzar su último esfuerzo; en verdad mundo.
es gigantesco. Desde allí extiende los
brazos y se apropia de u n golpe todo el V.
Norte de la América, comprendido entre
el Océano A t l á n t i c o y el Gran Océano, H é a q u í lo que ha perdido la Tur-
las islas de la Nueva Escocia, el C a n a d á q u í a .
y el Labrador, l a b a h í a de Hudson y el E n primer lugar, la inmensidad del
mar de Baffin, el Nuevo-Norfolk, la Nue- territorio formado de Estados yusta-
va Caledonia y los archipiélagos de Qua- puestos y no cimentados. E l cimiento
dra y de Vancouver, los iroqueses, los de las naciones es un pensamiento co-
chipeouays, los esquimales, los kristi- m ú n . Los pueblos no pueden adherirse
nales, los koliougis, y en el momento de entre sí como no tengan una misma len-
apoderarse de los ougalaomioutis y los gua, cuyas palabras circulen como la
kitegues, se detiene de pronto. Rusia moneda del espíritu, de todos poseída y á
está allí. Adonde Inglaterra ha llegado la vez trasmitida de unos á otros. Así
por mar, Rusia ha llegado por tierra, que, lo que hace circular la lengua, lo
pues el estrecho de Behring no se cuen- que imprime una efigie á las palabras,
ta, y allá, en el círculo polar, entre los lo que crea el pensamiento c o m ú n es,
horribles y espantados salvajes, entre antes que todo, el arte, la poesía, l a lite-
los hielos y los bancos, á la reverberación ratura, humaniores Utterce; y en T u r q u í a
de las nieves eternas, á l a luz de las au- no hubo n i arte, n i letras, n i lengua que
roras boreales, los dos colosos se encuen- circulase de un pueblo á otro, n i pensa-
tran y se reconocen. miento común, n i unidad. A q u í se habla-
Recapitulemos. Inglaterra tiene los ba el latin, allí el griego, a c á el esclavo,
seis golfos m á s grandes del mundo, que m á s a l l á el árabe, persa ó indo. Esto no
son los golfos de Q-uinea, Omán, Benga- era un imperio; era u n bloque cortado
la, Méjico, Baffin y Hudson; abre ó cier- por el sable, u n compuesto híbrido de
ra, s e g ú n le conviene, nueve mares: el naciones que se tocaban, pero no se com-
mar del Norte, la Mancha, el Mediterrá- penetraban. A ñ a d i d á esto los desiertos
neo, el Adriático, el Jónico, el del A r c h i - hechos unas veces por la conquista y
piélago, el golfo Pérsico, el mar Rojo y otras por el clima, esas inmensas sole-
el de las Antillas. Posee en A m é r i c a un dades que la savia social no podia atra-
imperio, la N u e v a - B r e t a ñ a ; en Asia otro vesar.
i m p e l o , el I n d o s t á n , y en el Gran E n segundo lugar, el despotismo del
Océano un mundo, la Nueva-Holanda. príncipe. E l s u l t á n era á la vez pontífice
A d e m á s , tiene innumerables islas es- y emperador, soberano temporal y sobe-
parcidas en todos los mares y en todos rano espiritual, jefe político, jefe m i l i -
los continentes, como asimismo buques tar y jefe religioso. L e pertenecían los
en estación y al ancla, y con unas y otras bienes, cuerpo y espíritu de sus vasallos
islas y buques, acoderada ante l a Euro- de una manera absoluta y terrible, como
pa, se comunica, por decirlo así, sin so lo suyo y m á s que lo suyo. Podia conde-
lucion de continuidad, por sus innume narlos y castigarlos. S u l t á n , tenia su
rabies naves, que son verdaderas islas vida; príncipe de los creyentes, tenia su
flotantes. alma. ¡Mal haya el individuo que es al
E l pueblo de Inglaterra no es para el mismo tiempo un sér ordinario como
mismo un pueblo soberano, pero es para hombre y extraordinario como príncipe!
las otras naciones u n pueblo feudal. Tanto poder es perjudicial a l hombre.
Feudalmente gobierna dos millones tres- Ser sacerdote, ser rey, ser Dios, es dema-
cientos setenta m i l escoceses, ocho millo- siado. E l zumbido confuso de todas las
nes doscientos ochenta m i l irlandeses, voluntades excitadas que piden á la vez
doscientos cuarenta y cuatro m i l africa- ser satisfechas, ensordece á la vez el po-
nos, sesenta m i l naturales de Australia bre cerebro del que lo puede todo, atur-
u n millón seiscientos m i l americanos y de su inteligencia, desarregla la genera-
ciento veinticuatro millones de asiáti- ción de su pensamiento y le vuelve
cos; es decir, que catorce millones de i n loco. Se podría decir y demostrar palpa-
gleses poseen en la tierra ciento treinta blemente que la mayor parte de los em-
y siete millones de hombres. peradores romanos y de los sultanes han
Todos los lugares que hemos citado vivido en una situación cerebral parti-
en las p á g i n a s que se acaban de leer, son cular. Es preciso admitir, pues es i n -
EL UHIN 835
cuestionable, que la historia registra por cultivo y el trabajo del campo era de*
intervalos el admirable accidente de ha- :estado por el labrador. L a propiedad y
ber existido u n déspota ilustre, inteli- a libertad hacen amar la tierra al hom-
gente y superior; pero en general y casi Dre; la servidumbre l a hace aborrecer. E l
siempre, el s u l t á n ha sido u n ser vulgar. corazón se oprime estudiando este Esta-
De a q u í que los innumerables desórde- do; examínesele por arriba ó míresele por
nes ocurridos han tenido por causa la abajo y se n o t a r á que los dos extremos
horrible oscilación de una voluntad su- se parecen por la miseria intelectual.
prema que choca al azar en el Estado y ¿Qué puede llegar á ser la sociedad
lo rompe todo. E l despotismo útil, expe- humana entre u n príncipe que el des-
dito, inspirador, algunas veces necesario potismo alela y un aldeano que la escla-
para los hombres de genio, desvanece y v i t u d embrutece?
turba al hombre de comprensión media- E n sexto lugar, el abuso de las colo-
na. E l vino de los fuertes es el veneno nias militares. Los timariotas eran colo-
de los débiles. nos soldados. Es un error el que tenian
E n tercer lugar, las revoluciones del los turcos de creer que se rehacía la po-
serrallo, las conspiraciones de palacio; el blación de esta manera. Este procedi-
déspota extrangulando á sus hermanos miento no tiene razón de ser. U n regi-
y los hermanos envenenando ó degollan miento no puede ser nunca un pueblo. U n
do al déspota; la desconfianza del padre regimiento está cortado siempre á escua-
al hijo y del hijo al padre; l a sospecha dra; u n pueblo debe elegir su lugar y
en el hogar, el ódio en la alcoba; enfer germinar y desarrollarse naturalmente
medades desconocidas, fiebres sospecho en él. U n pueblo es u n árbol, u n regi-
sas, muertes sombrías; el eterno complot miento es u n madero. Para hacer el sol-
de los grandes, siempre colocados entre dado se mata el labrador, por lo que,
una ascensión sin término y una caida para la vida interior y profunda de los
sin fondo; los tumultos y los motines de imperios, vale m á s un labrador que u n
los pequeños, siempre desgraciados, siem soldado.
pre irritados; el terror en la familia i m - E n séptimo lugar, la opresión de los
perial; el temor en el imperio; hechos paises conquistados; una lengua b á r b a -
graves, tristes y permanentes que proce- ra impuesta á los vencidos; una noble
den del despotismo. nación, ilustre, histórica, grande en los
E n cuarto lugar, un gobierno malo, á recuerdos y simpatías de Europa, en otro
la vez duro y flojo, que vive t a m b a l e á n tiempo libre, en otro tiempo republicana,
dose entre la voluntad de ese déspota diezmada, estirpada, entregada al sable
que no piensa nunca y de ese palacio y al látigo, humillada en el hombre, en
que tiembla siempre; poder sin cohesión la mujer y hasta en el niño; arrancada
sobrepuesto á u n Estado sin unidad. Las de su propio suelo, trasplantada á otro
poblaciones de este imperio semi-bárba lejos del suyo, arrojada de su hogar y
ro viven en la oscuridad; de ellas mis subyugada bajo los pies del tirano. Este
mas y de las demás, de sus intereses y tratamiento del pueblo vencedor para
de su porvenir, apenas saben nada; e' con el pueblo vencido v á a c o m p a ñ a d o
gobierno, que debería guiarlas, lo ignora de gritos de horror y acaba por revolu-
casi todo, y lo que no ignora lo tiene en cionar á todo el mundo. Sin embargo,
poco y lo desprecia. Ahora bien; para cuando l a hora ha sonado, los pueblos
los gobiernos como para los individuos oprimidos se levantan y el mundo se
desconocer es peor que ignorar. ¿Dónde pone á su lado.
irá esa nación fuerte, poderosa, exube- E n octavo lugar, la religión sin inteli-
rante, formidable, pero ignorante? ¿Quién gencia y la íé sin reflexión, es decir, la
la conduce y dónde la conduce? V á á idolatría; un pueblo devoto sin percep-
tientas y vé apenas, y su gobierno v é ción directa de lo bello, lo justo y lo ver-
menos todavía. E x t r a ñ o espectáculo! U n dadero, que no tiene en l a cabeza m á s
miope a c o m p a ñ a d o por un ciego. que los dos ojos torpes y falsos de su
E n quinto lugar, la servidumbre pues- creencia, el hombre y el fatalismo, á tra-
ta como una al barda sobre las espaldas vés de los cuales vé á Dios.
del pueblo. Bajo la dominación turca el Así que, lo que perdió á la T u r q u í a
labrador no se pertenecía, pertenecía a l fué u n gran territorio m a l unido, un go-
propietario. Este tenia por primer ga- bierno ininteligente, las conspiraciones
nado el r e b a ñ o y por segundo el aldea- de palacio, el abuso de las colonias m i -
no. Así que la despoblación era grande litares, la servidumbre del aldeano, la
en todas partes, no existia verdadero opresión feroz de los paises conquistados,
836 OBRAS DÉ VICTOR HUGO.

el despotismo en el príncipe y el fana- tado: la profunda miseria engendra el


tismo en el pueblo. Piense, pues, en ello profundo rencor. E l hambre hace u n
Rusia. agujero en el corazón del pueblo y por
H é a q u í lo que perdió á E s p a ñ a : él entra y se apodera el ódio, y llega un
E n primer lugar, la manera cómo el dia en que todos los pechos se abren y
suelo estaba poseído. E n España^todo lo sale una revolución.
que no pertenecía al rey pertenecía á l a Esperando que estallen las revolucio-
Iglesia ó á la aristocracia. E l clero es- nes, el robo se organiza. Los ladrones
p a ñ o l era, permítasenos esta palabra se- eran los dueños de Madrid. Ellos com-
veramente evangélica, escandalosamen- ponían una banda, pero en Madrid for-
te rico. E l arzobispo de Toledo, en tiempo maban una corporación. Todo viajero
de Felipe I I I , tenia doscientos m i l duca- prudente capitulaba con ellos, y antes
dos de renta, lo que representa hoy cer- de ponerse en camino contaba entre los
ca de cinco millones de francos. L a aba- gastos de su viaje la parte que les tenia
desa de las Huelgas de Burgos era señora que dar. Nadie salía de su casa sin lle-
de veinticuatro ciudades y de cincuenta var la bolsa que h a b í a de entregar á los
pueblos y tenia la colación de doce enco- ladrones. Durante la menor edad de Cár-
miendas. E l clero, sin contar los diezmos los I I , en tiempo del ministerio del se-
y las prebendas, poseía un tercio del sue- gundo Don Juan de Austria, el corregi-
lo; la grandeza poseía lo restante. Los dor de Madrid dirigió una solicitud á la
dominios de los grandes de E s p a ñ a eran Regente suplicándole que alejase de la
casi pequeños reinos. Los reyes de Fran- villa al regimiento de Aytona, porque
cia desterraban á u n duque y par á sus 'os soldados, una vez llegada la noche,
tierras; los reyes de E s p a ñ a desterraban á ayudaban á los bandidos á saquear á los
un grande á sus Estados. Los señores espa- habitantes de la población.
ñoles eran los mayores propietarios, los E n tercer lugar, la manera cómo esta-
mayores agricultores y los mayores gana- ban poseídos y administrados los países
deros del reino. E n 1617 , el m a r q u é s de conquistados y los dominios de U l t r a -
Q-ebraleon tenia u n rebaño de ochocien- mar. Para todo el Nuevo Mundo no ha-
tos m i l carneros. De a q u í que provincias bía m á s que dos gobernadores, el virey
enteras, como Castilla la Vieja, por ejem- del P e r ú y el virey de Méjico; y estos dos
plo, se dejaban sin labrar y las abando- gobernadores por lo regular eran ma-
naban á los pastos libres. No hay duda los. Representantes de E s p a ñ a , la calum-
que l a p e q u e ñ a propiedad y el pequeño niaban por sus exacciones y la hacían
cultivo tienen sus inconvenientes, pero odiosa. A aquellos pueblos lejanos solo
t a m b i é n tienen sus ventajas. U n a y otro mostraban dos fases, la codicia y la cruel-
l i g a n al pueblo al suelo, individuo por dad, robando los bienes y oprimiendo a l
individuo. E n cada surco, por decirlo así, hombre. Acababan con los príncipes na-
se sella u n eslabón invisible que une ai turales del pais y exterminaban las po-
propietario con la sociedad. E l hombre blaciones indígenas. E n cuanto á los
ama la patria á través del campo que vireínatos de Europa, había un proverbio
abre l a reja del arado. L o mismo ímpor italiano que expresa e n é r g i c a m e n t e lo
ta que se posea un rincón de tierra que que era la dominación española, y dice
la mitad de una provincia; la gran cues- así: E l oficial de Sicilia roe, el oficial de Ña-
tión es que se posea. Por esto, cuando la póles come, el oficial de Milán devora.
Iglesia y l a aristocracia lo poseen todo, E n cuarto lugar, la intolerancia reli-
el pueblo no posee nada; cuando el pue- giosa. Quizás m á s adelante volvamos á
blo no posee nada, no tiene nada, y á la hablar de la Inquisición; ahora solo dire-
primera sacudida deja caer el Estado. mos que los obispos ejercían una i n -
E n segundo lugar, la profunda mise- fluencia inmensa en E s p a ñ a . Clases
ria de las clases inferiores. Cuando todo enteras como los herejes y los judíos es-
está arriba, no hay nada abajo. E l cam taban fuera de la ley. Todo clero pobre
po era de los señores, y por consecuen- es evangélico; todo clero rico es munda-
cia lo era el trigo y asimismo lo era el no, sensual, político, y por consecuencia
pan. Estos vendian el pan a l pueblo, y lo intolerante. Su posición es codiciada,
vendían caro. Falta execrable, que co- tiene precisión de defenderse, necesita u n
meten siempre todas las aristocracias. arma, y la intolerancia es una. Con esta
De a q u í n a c í a n hambres ficticias. E n arma hiere á la razón humana y mata
tiempo de Cárlos V , en los inviernos r i la ley divina.
gurosos, los pobres m o r í a n de frío y de E n quinto lugar, la enormidad de la
hambre por las calles de Madrid. Resul- deuda pública. Por rica que fuere Espa-
EL RHIN. 837
ñ a , los gastos que tenia agotaban sus i en China, puede soplar en todas épocas,
recursos. Los despilfarres de la corte, los ¡Desgraciado el poder sobre el cual des-
excesivos sueldos de los dignatarios, los carga el viento!
beneficios eclesiásticos, la úlcera de la E n octavo lugar, el esparcimiento del
miseria popular, engrandecida cada dia territorio. Las vastas posesiones de Es-
más; la guerra de los Paises-Bajos, las paña, diseminadas por todos los mares y
guerras de A m é r i c a y de Asia, el presu- rincones de la tierra, no tenian con ella
puesto costoso de l a policía secreta, la ninguna adherencia. Algunas, como por
conservación de los agentes ocultos que ejemplo las Indias, estaban á cuatro m i l
tenia por todas partes, el trabajo sub- leguas de la metrópoli, y como ya lo
terráneo de la intriga universal, que hemos indicado, no estaban ligadas m á s
era preciso pagar y sostener en todo el que por la estela de sus barcos. ¿Y q u é
mundo, esas m i l causas consumieron por es la estela de un barco? U n hilo. ¿Y
completo á E s p a ñ a . Los cofres estaban c u á n t o tiempo se puede tener un mundo
siempre vacíos. Se esperaba el galeón y, atado con u n hilo?
según escribía el mariscal de Tessé, si\ E l a ñ o pasado encontramos un viejo
alguna tempestad lo hacia naufragar ó a M libro lleno de polvo, que nadie lee hoy y
gun enemigo lo apresaba, todo se resentia de que nadie quizá leyó cuando vió la luz
una manera alarmante. E n tiempo de Fe- pública. Es un tomo en cuarto titulado:
lipe I I I , el m a r q u é s de Spínola se YÍÓ\Disertación sobre la monarquía de Espa-
obligado á pagar con sus propias rentas mt, publicado, sin nombre del autor, en
el ejército de los Paises-Bajos. Hace dos Paris, el a ñ o 1617 en casa de Pedro
siglos, Europa, en lo que tiene relación Chevalier, calle de Saint-Jacques, con
con el estado financiero, se parecía á una la muestra de San Pedro en la tienda,
familia mal administrada: las monar- cerca de los Mathurins. A l azar abrimos
quías representaban el papel del hijo este libro y dimos en la p á g i n a 162 con
pródigo y las R e p ú b l i c a s eran el usure- el siguiente pasaje, que transcribimos
ro. Esta es la historia eterna del hidalgo textualmente:
pidiendo prestado al mercader. Nosotros "Algunos son de opinión que esta mo-
hemos visto que Suiza vendía ejércitos y n a r q u í a no puede ser de larga d u r a c i ó n ,
Holanda, Venecia y Grénova v e n d í a n di- con motivo de tener sus posesiones tan
ñero. Así que, un príncipe compraba á separadas y esparcidas, lo cual obliga á
los trece cantones u n ejército completo, gastar sumas increíbles para el sostení-
los cantones entregaban el ejército en el miento de los buques y hombres que ha
dia marcado, y Venecia pagaba; m á s de enviar á sus dominios; y tanto es así,
tarde, cuando Venecia se tenia que que sí los naturales de los países lejanos
reembolsar, el príncipe le daba una pro- considerasen c u á n p e q u e ñ o es el n ú m e r o
vincía, á veces un Estado, y así iban pa- de los españoles, y" se inspirasen valor
sando. E s p a ñ a levantaba empréstitos unos á otros, y se ligasen contra ellos,
por todas partes y debía á todos. E n c o n q u i s t a r í a n su independencia,,,
1600 el rey Católico debía solamente á Esta loca profecía se a t r e v í a á escrí-
G é n o v a diez y seis millones de oro. birla, á imprimirla, u n desconocido en
E n sexto lugar, la falta cometida con 1617, en la época en que la Europa tem-
una nación vecina, una nación hermana, blaba ante E s p a ñ a , en el apogeo de l a
por decirlo así, que habia vivido largo m o n a r q u í a castellana. Esta loca profe-
tiempo aparte y h a b í a tenido sus prín cía, no obstante, era el porvenir. Dos-
cipes y sus señores particulares; ésta fué cientos años m á s tarde se c u m p l í a en
invadida un dia, por sorpresa, casi por todos sus detalles, y hoy cada palabra
traición, y reunida violentamente á la del a n ó n i m o autor de 1617 se ha conver-
m o n a r q u í a central, con virtiéndola, de tido en un hecho: las tierras esparcidas
reino que era, en provincia, y t r a t á n d o l a traieron gastos increíbles, l a metrópoli
como país conquistado. quedó agotada en hombres y en buques, y
E n séptimo lugar, la naturaleza del los naturales de los paises lejanos compren-
ejército en E s p a ñ a . E l ejército de tierra dieron que era pequeño el número de los es-
era de poca importancia comparado conlpañoles y se animaron y se ligaron contra
el del mar. E l poderío español descansa- eWos y los arrojaron de sus dominios. E n
ba principalmente en l a flota. Esto era estas palabras se podría decir que está
depender de una racha de viento. L a predicho Bolívar.
aventurado i a armada es la historia de Hace dos siglos toda la A m é r i c a era
E s p a ñ a . U n a racha de viento, llámese un grupo de colonias; hoy, reacción dig-
tromba como en Europa, ó tifón como I na de tenerse en cuenta, toda la A m é -
838 OBRAS DÉ VICTOR HUGO.

rica, excepto el Brasil, es u n grupo de la desarrolla y la hace producir frutos.


Repúblicas. os mismos cuatro pueblos de quienes se
Así que lo que perdió á E s p a ñ a fué :raza a q u í la pintura prestarán á l a civi-
una aristocracia rica, que poseía todo el izaoion notables servicios el dia que
territorio de la nación y vendía^ el pan acepten como objeto especial de sus as-
al pueblo; un clero opulento, preponde- piraciones el objeto c o m ú n de la huma-
rante y fanático, que ponía fuera de la nidad. E s p a ñ a es ilustre, Inglaterra es
ley clases enteras de regnícolas; la into- grande, Rusia y hasta la misma T u r -
lerancia episcopal; l a miseria del pueblo; quía encierran muchos de los mejores
la enormidad de la Deuda; la mala g é r m e n e s del porvenir.
administración de los vireyes lejanos; la Dicho esto, aun tenemos el deber de de-
falta cometida con una nación hermana, clarar, con la profunda independencia de
t r a t á n d o l a como país conquistado; l a que hacemos gala, que no extendemos
fragilidad de u n poder esencialmente hasta los príncipes lo que decimos de los
m a r í t i m o sentado en las ondas del Océa- gobiernos. Nada es m á s fácil hoy que in-
no; la diseminación del territorio por sultar á los reyes. E l insulto á los reyes
todas las partes del globo; la falta de es una lisonja dirigida á otra parte. Esto
adherencia de las posesiones con la me- supuesto, a d u l a r á quien quiera que sea,
trópoli, y la tendencia de las colonias á de esta manera pública ó particularmen-
convertirse en naciones. Piense, pues, en te, es una idea que el que esto escribe
ello Inglaterra. no tiene necesidad de rechazar; se siente
E n fin, para resumir lo que es c o m ú n libre y es libre, porque reconoce que tie-
al imperio otomano y á l a m o n a r q u í a ne fuerzas suficientes para alabar en
e s p a ñ o l a , es el e g o í s m o , un egoísmo cualquiera ocasión lo que le parezca lau-
implacable y profundo—'¡cosa e x t r a ñ a , dable, aunque la persona á quien tuvie-
egoísmo y falta de unidad!—Una po- se que dirigir las alabanzas fuese un rey.
lítica inmoral, violenta aquí, e n g a ñ o J a m á s , y esto lo dice m u y alto y con
sa allá, haciendo traición á las alianzas plena convicción; j a m á s , y esto prueba la
para servir á sus intereses; ser l a una excelencia de nuestro siglo, en n i n g ú n
el espíritu m i l i t a r sin las cualidades tiempo, sea l a que se quiera la época de
caballerescas que hacen del soldado el la historia que se quiera confrontar con
apoyo de la sociabilidad; ser la otra l a nuestra, los príncipes y los pueblos
el espíritu mercantil sin la í n t e l i g e n han valido lo que valen ahora.
te probidad que hace del mercader e Por m á s que se busque en el examen
lazo que une los Estados; representar histórico que nos ocupa alguna aplica-
como ya lo hemos dicho, el primero la ción injuriosa para el honor de las mo-
barbarie, l a segunda la corrupción; en n a r q u í a s ó para la dignidad de las na-
una palabra, ser el uno l a guerra y la ciones, no se e n c o n t r a r á . Esto, antes que
otra el comercio, sin ser ninguno de los todo, es u n trabajo filosófico y especula-
dos l a civilización; hó a q u í lo que hizo tivo. Esto son hechos generales y nada
caer á los dos colosos de ayer. más; ideas generales y nada menos. E l
T é n g a n l o presente los dos colosos de autor no abriga n i n g ú n resentimiento en
hoy. su alma. Espera c á n d i d a m e n t e el porve-
nir sereno de l a humanidad. Tiene es-
VI. peranza en los príncipes y fé en los pue-
blos.
Antes de pasar adelante, tenemos ne-
cesidad de manifestar que esto no es
m á s que un frío y grave estudio de la VIL
historia. E l que escribe estas líneas com-
prende los ódios de los pueblos, las an- Esto dicho una vez para siempre, con-
t i p a t í a s de las razas, las obcecaciones de tinuemos el e x á m e n de las semejanzas
las nacionalidades, y las escusa; pero no entre los dos imperios que han alarmado
participa de ellas. Nada de lo que se el pasado y los dos imperios que inquie-
acaba de leer, n i de lo que se leerá aun, tan el presente.
contiene una reprobación que pueda caer Primera semejanza. Hay tanto de tár-
sobre los pueblos de quienes el autor ha- taro en el turco como en el ruso. E l ge-
bla. E l autor censura alguna vez á los nio de los pueblos guarda siempre a l g ú n
gobiernos, j a m á s á las naciones. E n ge- destello de su origen.
neral, las naciones son lo que ellas deben Los turcos, hijos de los tártaros, son
ser; l a raíz del bien existe en ellas; Dios los hombres del Norte, que han entrado
EL RHlíí.
en Europa por el Mediodía, bajando á Este es el hombre del Norte. ¿Por
través del Asia. quién ha sido bosquejado^ en q u é época
Napoleón en Santa Elena ha dicho: y de q u é Original se ha sacado la copia?
Raspad al ruso y hallareis al tártaro. L o ¿Sin duda en 1814. por z l g a n asustado
que ha dicho del ruso se pUed^ decir del J-Píi Ort^" cOr
- _del-.-viMoniteur,
H**,.. y sacada J_de3 a1 lgún
turco. cosaco, en el tiempo en que la Francia
E l nombre del Norte, propiamente d i - retrocedía ante ellos? No; ese cuadro ha
cho, es siempre el mismo. E n ciertas sido pintado teniendo por modelo á los
épocas climatéricas y fatales baja del hunnos en 37B y por pintores á A m -
Polo y se deja ver en las naciones meri- mien Marcellin y Jordanis (1), en el
dionales; luego se vá y vuelve dos m i l tiempo en que el poder de Roma se eclip-
años después, encontrándole la historia saba. M i l quinientos años han transcur-
tal como lo habia dejado. rido, la figura ha reaparecido, el retrato
H é a q u í una pintura histórica que te- se parece todavía.
nemos á l á vista en este momento: "Este Notemos de paso que los hunnos del
es Verdaderamente el hombre b á r b á r o . año 375, como los cosacos de 1814, ve-
Sus miembros rechonchos, su cuello n í a n de las fronteras de la China.
grueso y corto y no sé q u é de repugnan- E l hombre del Mediodía cambia, se
te que tiene, le asemejan á u n monstruo transforma y se desarrolla, florece y
de dos piés ó á esos balaustres tallados fructifica, muere y renace como la vege-
groseramente en forma de figuras huma- tación; el hombre del Norte es eterno
nas que sostienen los tramos de las esca- como la nieve.
leras. E n él todo es salvaje. Se pasa sin Segunda semejanza. E n Rusia, como
fuego siempre hasta para preparar su ali- en T u r q u í a , nadie adquiere definitiva-
mento. Come raices y carnes cocidas, ó mente n i posee enteramente, n i es here-
mejor dicho, podridas bajo la silla de su ditario necesarian^ente de nada. E l ruso,
caballo. No se cobija bajo techado, sino como el turco, puede, si así es la volun-
cuando no puede pasar por otro punto. tad ó el capricho de su señor, perder su
Las casas le infunden horror como si fue- empleo, sus grados, su rango, su liber-
ran tumbas. Camina por valles y por tad, sus bienes, su nobleza, hasta su
montes indistintamente, y sabe desde la nombre. Todo es del monarca, como en
infancia soportar el hambre, l a sed y el ciertas teorías, m á s exageradas que peli-
frió. Lleva u n gran gorro de pelo en la grosas, que en vano t r a t a r á de ensayar
cabeza, una f aldilla de lana en el vientre, la i m a g i n a c i ó n francesa, todo será de la
dos pieles de macho cabrío en las piernas comunidad. Hagamos, sin embargo, cons-
y en la espalda una capa de pieles de rata tar u n hecho, que entregamos á la medi-
cosidas. No sabría combatir á pié. Las tación de los demócratas absolutos, y es
grandes botas que lleva entorpecen la que la base del despotismo es el nivelar.
acción de sus piernas, tanto, que no pue- E l despotismo realiza la igualdad deba-
de moverlas y queda clavado á la silla, j o de él. Si el despotismo es completo,
de manera que no hacen m á s que uno él la igualdad es completa. E n Rusia, como
y su caballo, el cual es tan ágil y vigo en T u r q u í a , esceptuando la rebelión, que
roso como pequeño y feo. Vive á caba no es u n hecho normal, no hay nada que
lio, hace sus negocios á caballo, compra tenga una existencia decidida y virtual-
y vende á caballo, bebe y come á caba- mente resistente. U n príncipe ruso des-
llo, duerme y s u e ñ a á caballo. aparece con la misma facilidad que u n
„No labra j a m á s la tierra, no cultiva pachá; el príncipe, como el pachá, puede
los campos, no sabe siquiera lo que es un convertirse en simple soldado y no ser
arado. V á siempre errante, como si bus- en el ejército m á s que u n cero (jue tie-
case una p á t r i a ó un hogar. Si le pre ne por cifra u n cabo. U n príncipe ruso
guntais de dónde es, no sabrá q u é deci se crea como un pachá. U n buhonero se
ros. Hoy está aquí, pero ayer estaba convierte en Mehemet-Alí; u n aprendiz
allí; se crió a l l á abajo, pero nació mucho de pastelero se convierte en Menzikoff.
m á s lejos. Esta igualdad, que hacemos constar a q u í
„Cuando principia l a batalla lanza un sin juzgarla, llega hasta el mismo trono
alarido feroz, llega, hiere, desaparece y y es regla constante siempre en T u r q u í a ,
vuelve á aparecer como un r e l á m p a g o y á veces en Rusia. U n a esclava es sul-
E n u n instante asalta y roba el campo tana; una cantinera ha sido czarina.
sitiado. Combate de cerca con el sable y E l despotismo, como la demagogia,
de lejos con una lanza cuya punta tiene
en artístico mango.,, (1) Véase Jordanis XXIV.—Arnraien Marcellin X I I .
840 OBRAS DE VICTOR HUGO.

aborrece las superioridades naturales y ber escrito al m á r g e n por su propia


las superioridades sociales. E n la guerra mano: Marqués, torna á Breda. Semejante
que les hace no retrocede sino ante los frase solo la puede escribir la estupidez ó
atentados que decapitan á la misma so- el genio; es preciso ignorarlo todo ó que-
ciedad. No hay para él hombres de ge- rerlo todo, ser í e l i p e I I I ó Bonaparte.
nio; T o m á s Moro pesa tanto en la balan- H é aquí en q u é nulidad podia caer la
za de Enrique Tudor, como Bailly en la corona de E s p a ñ a , aislada como se ha-
balanza de Marat. No hay para él cabe- llaba de todo pensamiento y de toda ac-
zas coronadas; María Estuardo pesa tanto ción por la forma misma de su autori-
en la balanza de Isabel, como Luis X V I dad. L a Carta magna aisla al rey de
en la balanza de Robespierre. Inglaterra casi de la misma manera. Es-
L a primera cosa que llama la atención p a ñ a ha luchado contra Luis X I V con u n
c u á n d o se compara Itusia á T u r q u í a es rey imbécil; Inglaterra ha luchado con-
una semejanza; la primera cosa que tra Napoleón con u n rey loco.
llama la atención cuando se compara ¿No prueba esto que en los dos casos
Inglaterra con E s p a ñ a es una deseme- el rey es puramente nominal? ¿Esto es
janza. E n E s p a ñ a la m o n a r q u í a es abso- un bien? Es un mal? Por ahora es un
luta; en Inglaterra es limitada. hecho que hacemos constar sin juzgarle.
Reflexionando sobre ello se llega á
Nada hay menos libre que el rey de
esta singular consecuencia: esta deseme-
Inglaterra, si no es el rey de E s p a ñ a . A
janza engendra una semejanza. E l exce-
los dos se les dice: Vos lo podéis todo, á
so de monarquismo produce, en lo que se
condición de que no queráis nada. E l Par-
refiere á la autoridad real y no conside-
lamento liga al primero, la etiqueta l i g a
rándolo m á s que bajo este punto de vista
al segundo, y véase lo que son las ironías
especial, el mismo resultado que el exce-
de la historia, estas dos trabas tan dife-
so de constitucionalismo. E n uno y otro
rentes producen en ciertos casos los
caso el rey queda anulado.
mismos efectos. Algunas veces el Parla-
E l rey de Inglaterra, servido de rodi- mento se rebela y mata al rey de I n -
llas, es un rey nominal; el rey de E s p a ñ a , glaterra; algunas veces la etiqueta se
servido igualmente de rodillas, es tam- subleva y mata al rey de E s p a ñ a . Para-
bién un rey de nombre. Ambos son lelismo singular, pero incontestable, en
impecables. Cosa particular! E l axioma el cual el cadalso de Cárlos I tiene en-
fundamental de la m o n a r q u í a m á s abso- frente el brasero de Felipe I I I .
l u t a es asimismo el axioma fundamental
de la m o n a r q u í a m á s constitucional. E l Uno de los resultados m á s notables
rey no cae, dice la vieja ley española. The de esta a n u l a c i ó n de la autoridad real
Jcing can do no wrong, el rey no puede por causas que por otra parte son casi
equivocarse, dice la vieja ley inglesa. siempre opuestas, es que la ley Sálica se
¡Cómo choca, cuando se profundiza l a ha hecho i n ú t i l . E n E s p a ñ a , como en
historia, encontrar hechos en la aparien- Inglaterra, las mujeres pueden reinar.
cia m u y diversos, como son el monar- Entre los dos pueblos existen todavía
quismo puro y el constitucionalismo m á s puntos de contacto, que ponen de
riguroso, sentados en la misma base y manifiesto una comparación escrupulo-
saliendo de la misma raiz! sa. E n Inglaterra como en E s p a ñ a , el
E l rey de E s p a ñ a podia ser sin incon- fondo del carácter nacional está formado
veniente lo mismo que el rey de Ingla- de orgullo y de paciencia. Esto, bien m i -
terra, un niño, u n menor, un ignorante, rado y salvas las restricciones que indi-
u n idiota. E l Parlamento gobernaba por caremos después, constituye un tem-
el uno; el Despacho universal gobernaba peramento admirable, que lanza á los
por el otro. E l dia que se supo en M a pueblos á grandes cosas. E l orgullo es
drid la nueva de la toma de Mons, Feli- v i r t u d para una nación; la paciencia es
pe I V se regocijó en extremo, doliéndose v i r t u d para el individuo.
en alta voz de esepobrecito rey de Francia. Con el orgullo se domina; con la pa-
Nadie, sin embargo, se atrevió á decirle ciencia se coloniza. Ahora bien, ¿qué en-
á él, rey de E s p a ñ a , que Mons le perte contráis en el fondo de la historia de
necia. Spínola, sitiando á Breda, que los E s p a ñ a , como en el fondo de la historia
holandeses defendían admirablemente, de la G r a n - B r e t a ñ a ? Dominar y colo-
escribió una larga carta á Felipe I I I de nizar.
t a l l á n d o l e las innumerables imposibili- Ahora mismo hemos acabado de trazar,
dades que ofrecía el sitio; Felipe I I I le con la mirada fija en la historia, el cua-
volvió á enviar su carta, después de ha dro de la infantería castellana. L é a s e
SL RHÍN. 84i
otra vez. Es t a m b i é n el retrato de la i n - hogueras de las viudas; Inglaterra no
fantería inglesa. 'as prepara, n i las aviva, pero las ve
Ahora mismo i n d i c á b a m o s algunos arder.
rasgos del clero español. E n Inglaterra No queremos sacar de estas asimila-
t a m b i é n hay u n arzobispo de Toledo; se ciones otras consecuencias que las que
llama el arzobispo de C a n t o r b ó r y . de sí se desprenden. Sin embargo, nos es
Si se desciende hasta las menores par- imposible dejar pasar en silencio el he-
ticularidades, se vé por estos peque- cho notable de que si un pueblo, que es-
ños detalles imperiosos de vida interior tuviese metido de lleno en la via de l a
y material, que son como la segunda na- civilización, podría tolerar, n i aun por
turaleza de las poblaciones, que los dos exigencias de la política, esas l ú g u b r e s ,
pueblos ¡cosa singular! son de la misma atroces ó infames barbaridades. L a Fran-
manera tributarios del Océano. E l t h é cia, en el siglo diez y seis, rechazó l a
es para la Inglaterra lo que era el cacao Inquisición. E n el diez y nueve, si l a
para E p a ñ a ; el modo de vivir de l a na- I n d i a fuese colonia francesa, Francia
ción, y por consecuencia, s e g ú n sean las h a b r í a apagado hace largo tiempo la tea
coyunturas, una ocasión de alianza ó un incendiaria del fanatismo.
caso de guerra. Y puesto que notando a q u í y allá los
Pasemos á otro órden de ideas. puntos de contacto desapercibidos, pero
H a habido y hay todavía en ciertos reales, que existen entre E s p a ñ a ó Ingla-
pueblos un dogma execrable, contrario terra, hemos hablado de Francia, es d i g -
al sentimiento interior de la conciencia no de tenerse en cuenta que las dos se
humana y contrario á la razón pública, relacionan con ésta hasta en los aconte-
que constituye la vida misma de los Es- cimientos que en la apariencia son pura-
tados. Y es esa fatal aberración religiosa mente accidentales. E s p a ñ a tuvo prisio-
erigida en ley en algunos paises, que nero á Francisco I ; Inglaterra ha partici-
establece como principio y que cree que pado de esta gloria ó esta vergüenza: ella
quemando el cuerpo se salva el alma; ha tenido prisionero á Napoleón.
que las torturas de este mundo preservan Hay cosas características y memora-
á la criatura humana de las torturas del bles que suceden y se repiten para ense-
otro; que el cielo se compra por el sufrí ñ a n z a s de las inteligencias pensadoras
miento físico, y que Dios no es m á s que en los ecos profundos de la historia. L a
un gran verdugo, que se sonríe desde lo frase de Waterlóo: L a Guardia muere, pero
alto de la eternidad de su infierno de no se rinde, no es m á s que l a heróica tra-
todos los espantosos pero insignificantes ducción de l a frase de P a v í a : Todo se ha
suplicios que el hombre puede inventar. perdido, menos el honor.
Si ha habido a l g ú n dogma contrario al Por ú l t i m o , a d e m á s de las compara-
desenvolvimiento de l a sociabilidad hu ciones directas, la historia revela, entre
mana, este es. Este es el que se unce al los cuatro pueblos que forman el objeto
horrible carro de Jaghernaut; este es el de este c a p í t u l o , yo no sé q u é relaciones
que presidia hace u n siglo las extermi e x t r a ñ a s y, por decirlo así, diagonales,
naciones anuales de Dahomey. Todo el que parecen ligarlos misteriosamente y
que . siente y raciocina lo rechaza con que indican al pensador una semejanza
horror. Las religiones del Oriente lo han secreta de conformidad y, casi por conse-
trasmitido vanamente á las religiones cuencia, de destino. Hagamos constar
del Occidente. N i n g u n a filosofía lo ha a q u í dos ú n i c a m e n t e . L a primera vá de
adoptado. Desde hace tres m i l años que Inglaterra á T u r q u í a : Enrique V I I I ma-
no ha conseguido atraer un solo pensa taba sus mujeres como Mahomet I I . L a
dor; la p á l i d a claridad de esas doctrinas segunda v á de Rusia á E s p a ñ a : Pedro I
sepulcrales enrojece vagamente la parte m a t ó á su hijo como Felipe I I .
inferior del pórtico monstruoso de las
teogonias de l a India, sombrío y gigan
tesco edificio que se pierde, apenas en VIII.
trevisto por l a humanidad torrificada
en las tinieblas sin fondo del misterio Rusia ha devorado á T u r q u í a .
infinito. Inglaterra ha devorado á E s p a ñ a .
Esta doctrina encendió en Europa en A nuestro modo de ver, esta es la últi-
el siglo diez y seis las hogueras de los ma y definitiva asimilación. U n Estado
judíos y de los herejes; la Inquisición las no devora á otro m á s que con l a condi-
preparaba, E s p a ñ a las avivaba. Esa doc- ción de reproducirlo.
trina enciende actualmente en Asia las Basta arrojar una mirada sobre los
TOMO IV. 106
842 OBRAS DE VICTOR HUGO.

dos mapas de Europa levantados en cin- jaguar medio digerido en el vientre de


cuenta años de intervalo, para ver de una boa.
q u é manera irresistible, lenta y fatal, v á
l a frontera moscovita invadiendo el i m -
perio otomano. Es el sombrío y formida- IX.
ble espectáculo de una inmensa marea
cuando sube. A cada instante y por to- Como lo hemos indicado sumariamen-
das partes la ola gana terreno y la pla- te en el párrafo V , los dos grandes i m -
ya desaparece. L a ola es Rusia; l a playa perios del siglo diez y siete llevaban en
T u r q u í a . Algunas veces la onda retroce- su misma constitución las causas de su
de, pero surge de nuevo momentos des- decadencia. Pero vivían m o m e n t á n e a -
pués, y esta vez v á m á s lejos. U n a gran mente de una vida febril tan formidable,
parte de T u r q u í a está ya cubierta y aun que antes de morir h a b r í a n podido aho-
se la distingue vagamente bajo el des- gar la civilización. Era preciso que u n
bordamiento ruso. E l 20 de Agosto de hecho exterior de gran consideración die-
1828 una ola llegó hasta Andrinópolis, se á las causas que marcaban su caída
pero se retiró; cuando vuelva l l e g a r á has- el tiempo de desarrollarse. Ese hecho,
ta Constantinopla. que t a m b i é n hemos ya señalado, es la
E n cuanto á E s p a ñ a , las dislocaciones resistencia de Europa.
del imperio romano y del imperio carlo- E n el siglo diez y siete, Europa, guar-
vingio pueden ú n i c a m e n t e dar una idea diana de la civilización, amenazada por
de este prodigioso desmembramiento. Levante y Poniente, resistió á T u r q u í a
Sin contar el Milanesado, que el Austria y á E s p a ñ a . E n el siglo diez y nueve, Eu-
tomó, sin el Rosellon, el Franco-Conda- ropa, colocada por las combinaciones so-
do, las Ardenas, el Cambresis y el Artois, beranas de la Providencia en la misma
que han vuelto al dominio de Francia, idéntica situación, debe resistir á Rusia
de los trozos de la antigua m o n a r q u í a é Inglaterra.
española se han formado en Europa, i n Entre tanto, cómo resistirá? ¿qué que-
dependientes de la metrópoli, y todavía da—mirada la cuestión bajo este punto
dejamos fuera el reino de E s p a ñ a pro de vista especial—de la vieja Europa
p í a m e n t e dicho, cuatro reinos: Portu que ha luchado, y dónde están los pun-
gal, Oerdeña, Dos-Sicilias y Bélgica; en tos de apoyo de la Europa nueva?
Asia u n vireinato, la India, i g u a l á u n L a vieja Europa, esa cindadela que
imperio, y en A m é r i c a nueve Repúbli- hemos tratado de reconstruir con el
cas: Méjico, Guatemala, Colombia, Perú, pensamiento en las p á g i n a s que hemos
Bolivia, Paraguay, Uruguay, la Plata y dedicado á exponer nuestro punto de
Chile. Sea por influencia, sea por sebera partida, está hoy medio demolida y
n í a directa, l a G-ran-Bretaña posee hoy agujereada por todas partes de brechas
la mayor parte de esta enorme herencia. profundas.
E l l a tiene casi todas las islas que poseía Casi todos los Estados pequeños, duca-
E s p a ñ a y que sin exageración se pue dos, repúblicas ó ciudades libres que con-
de decir que eran innumerables. Como t r i b u í a n á la defensa general, ya no
decíamos al principio de este trabajo existen.
Inglaterra ha devorado á E s p a ñ a del L a Holanda, tantas veces rehecha, ha
mismo modo que E s p a ñ a devoró Portu- quedado reducida á exiguas propor-
gal. Hoy, recorriendo con la mirada los ciones.
dominios británicos, no se ven m á s que L a H u n g r í a , que era el país de Galles,
nombres portugueses y castellanos: Q i - el principado de Astúrias ó el Delfinado
braltar, Sierra-Leona, l a Ascensión, Fer de Austria, ha sido borrada del mapa.
nando Póo, las Mascareñas, Cabo D e l Polonia ha desaparecido.
gado, Cabo Q-uardafú, Honduras, las Venecia ha desaparecido.
Lucayas, las Bermudas, la Barbada, la G é n o v a ha desaparecido.
Granada, San Cristóbal, Antigoa. E n Malta ha desaparecido.
todas partes E s p a ñ a reaparece. Hasta E l Papa es un rey que solo conserva el
bajo la presión de Inglaterra, los frag- nombre. L a fé católica ha perdido terre-
mentos del imperio de Cários V no han no; perder terreno es perder contribuyen-
perdido t o d a v í a su forma, y — p e r m í t a s e tes. Roma está empobrecida. Sus Estados
nos esta comparación, que encierra núes no serian bastantes para poder formar
tro pensamiento,—se reconoce toda la un ejército, y no tiene suficiente dinero
m o n a r q u í a española en las posesiones de para comprar uno; esto sin contar con
la G r a n - B r e t a ñ a , como se encuentra un que no estamos en el siglo en que se le
EL RHIN.

pueda vender. Así que, como príncipe do se les quiere atraer, retroceden á los
temporal, el Papa ha desaparecido. aosques y pantanos m á s inaccesibles:
¿Qué queda, pues, de todo ese viejo esto es lo que me ha impedido dotarlos
mundo? ¿Qué es lo que está todavía de de escuelas: sin embargo, he hecho t r a -
pió en Europa? Dos naciones tan solo: ucir á su lengua la Biblia, los Salmos
Francia y Alemania. y el Catecismo. Ellos tienen secretamen-
Con esto podría haber bastante. F r a n - te armas. U n a vez, mandando ochocien-
cia y Alemania son esencialmente la tos granaderos, me encontró de repente
Europa. Alemania es el corazón, Francia rodeado de cuatro ó cinco m i l v á n d a -
la cabeza. os; á mis ochocientos granaderos les
Alemania y Francia son esencialmen- costó gran trabajo hacerlos retirar.,, Des-
te la civilización. Alemania siente, Fran- 3ues de un momento de silencio, el elec-
cia piensa. ior, viendo á Tollins pensativo, a ñ a d i ó
E l sentimiento y el pensamiento for- esta frase notable: "lollins, vos sois al-
man el hombre civilizado. quimista. Es posible que hagáis del cobre
Hay entre los dos pueblos conexión oro; yo os desafío á que hagáis de un ván-
í n t i m a , consanguinidad incontestable. dalo un prusiano. n
Tienen los mismos orígenes, han lucha- L a fusión era, en efecto^ difícil: a s í
do juntos contra los romanos, y son her- que, lo que n i n g ú n alquimista hubiese
manos en el pasado, hermanos en el podido hacer, l a nacionalidad alemana,
presente y hermanos en el porvenir. ayudada por la gran ilustración del si-
Su manera de formarse ha sido la mis- glo diez y nueve, a c a b a r á por realizar»
ma. No son insulares, n i conquistadores Actualmente, los mismos fenómenos
son los verdaderos hijos del suelo europeo. constituyentes se manifiestan en Alema-
E l carácter sagrado y profundo de nia que en Francia. L o que el estableci-
hijos de este suelo, les es tan inherente y miento de los departamentos ha sido
está tan poderosamente desarrollado en 3ara Francia, la u n i ó n de las aduanas
ellos, que á pesar de los esfuerzos de los l a sido para Alemania: ambas cosas les
años y la prescripción de la a n t i g ü e d a d 1a dado unidad.
ha sido por largo tiempo imposible su Es preciso, para que el universo esté
mezcla con n i n g ú n pueblo invasor, cual- en equilibrio, que haya en Europa, como
quiera que fuese el punto de donde v i - la doble clave de bóveda del continente,
niese. Sin contar los judíos, nación emi- dos grandes Estados del R h i n , los dos
grante y no conquistadora y que es ade- fecundizados y estrechamente unidos
m á s una excepción en todas las cosas por ese rio regenerador; uno septentrión
se pueden citar, por ejemplo, razas slavas nal y oriental, Alemania, apoyándose en
que habitan el suelo a l e m á n hace diez el Báltico, en el Adriático y en el mar
siglos y que no eran aun alemanas hace Negro, teniendo por arbotantes Suecia,
ciento cincuenta años. Nada m á s convin- Dinamarca y Grecia; y otro meridional
cente sobre este asunto que lo que refie- y occidental, Francia, apoyándose en el
re Tollins. E n 1687 estaba en l a corte de Mediterráneo y el Océano, teniendo por
Brandebourgo; el elector le dijo un día contrafuertes I t a l i a y E s p a ñ a ,
" Y a tengo vándalos en mis Estados: ha
hitan las costas del mar Báltico: hablan Hace m i l años se presentó ya la mis-
el esclavón, porque de la Esclavonia ma cuestión muchas veces y en otros
proceden sus antepasados: son embus- términos, y este plan ha sido ya ensayado
teros, infieles, veletas, sediciosos: tienen por tres grandes príncipes.
un gran n ú m e r o de ciudades de quinien Primero, Carlo-Magno. E n el siglo
tos y seiscientos vecinos, y tienen en se octavo no dominaban la Europa los tur-
creto un rey de su nación, que lleva ce cos y los españoles, n i los ingleses y los
tro y corona, y al cual pagan todos los rusos, sino los sajones y los normandos4
años un sextercio por cabeza. Una vez Carlo-Magno construyó su Estado contra
v i á ese rey^ que era un j ó ven bien for ellos. E l imperio de Carlo-Magno es una
mado de cuerpo y de alma: como yo le primera prueba, todavía vaga y confusa,
mirase atentamente, un viejo se aperci mas no obstante conocida de la Europa
bió, entrevio m i pensamiento, y para ha que acabamos de bosquejar, y que será
cer variar el curso de mis ideas y per u n dia sin disputa alguna la Europa de-
suadirme de lo contrario, se arrojó sobre finitiva.
aquel rey, que era su rey, bastón en Más tarde, Luis X I V . Luis X I V quiso
mano, y lo castigó como si fuera t m es edificar el Estado meridional del R h i n
clavo. Tienen el espíritu ligero, y cuan tal como nosotros lo hemos indicado, Co-
8iÍ OBRAS DE VICTOR HUGO.

locó á su familia en E s p a ñ a , I t a l i a y Si- E l comercio tiene su puesto en el


cilia, y apoyó de esta manera la Francia. Océano.
L a idea era nueva, pero la d i n a s t í a E n cuanto al espíritu de conquista, que
estaba gastada; la idea era grande, pero tiene l a guerra por instrumento, fortifica
l a dinastía era p e q u e ñ a . Esta despropor- y resucita las civilizaciones muertas y
ción impidió que alcanzara el éxito que mata las civilizaciones vivientes. L a
merecía. guerra es para las unas el renacimiento
L a obra era buena, el obrero era bueno, y para las otras el fin. E l Asia tiene ne-
el material era malo. cesidad de ella; la Europa, no.
Después, Napoleón. Napoleón comen- L a civilización admite el espíritu m i l i -
zó por restablecer el Estado meridional tar y el espíritu comercial, pero no se
del R h i n . Instaló á su familia, no so- compone ú n i c a m e n t e de ellos. Los com-
lamente en E s p a ñ a , en L o m b a r d í a , en bina en una justa proporción con los
E t r u r i a y en Ñápeles, sino t a m b i é n en el otros elementos humanos. Corrige el es-
ducado de Berg y en Holanda, á fin de píritu guerrero por la sociabilidad y el
tener por la parte baja todo el Mediter- espíritu mercantil por el desinterés. En-
ráneo y por la parte alta toda la corriente riquecerse no es su objeto exclusivo: en-
del H h i n hasta el Océano. grandecerse no es su ambición supre-
Luego, cuando tuvo rehecho lo que hizo ma. Ilustrar para mejorar; hé a q u í su
Luis X I V , quiso rehacer lo que h a b í a objeto, y á través de las pasiones, las
hecho Garlo-Magno. T r a t ó de constituir preocupaciones, las ilusiones, los errores
la Alemania del mismo modo que la y las locuras de los pueblos y de los hom-
Francia. Se enlazó con Austria, dió la bres, la civilización hace la luz con el
Wesphalia á su hermano, la Suecia á resplandor sereno y majestuoso del pen-
Bernadotte y prometió la Polonia á Po samiento.
niatowski. Llevando á cabo esta obra Resumamos. L a unión de Alemania y
inmensa, se encontró con Inglaterra, de Francia será el freno de Inglaterra y
Rusia y la Providencia, y en ellas se es de Rusia, la salvación de Europa y la
trelló. Los tiempos para realizar este paz del mundo.
trabajo no h a b í a n llegado todavía. Si
su empresa le hubiese salido bien, el X.
grupo continental estaba formado.
Posible es que la obra de Garlo-Magno Esto es lo que la política inglesa y la
y de Napoleón se lleve á cabo sin Napo- política rusa, árbitras del Congreso de
león y sin Garlo-Magno. Estos grandes Viena, comprendieron en 1815.
hombres han tenido quizás el ínconve Existia entonces ruptura de hecho en-
niente de personificar demasiado la idea tre Francia y Alemania.
y de inquietar por su entidad, m á s pron- Las causas de esta ruptura merecen la
to francesa que g e r m á n i c a , los celos de pena de ser referidas en pocas palabras.
las nacionalidades. De a q u í han podido E l czar, por entusiasmo hácia Bona-
resultar equivocaciones, pues los pueblos parte, se h a b í a afrancesado por un mo-
llegaron á imaginarse que servían á u n mento; pero viendo á Napoleón edificar
hombre y no á una causa, que contri el Norte de la Europa contra Rusia, ha-
h u í a n á la ambición de uno solo y no bía recobrado su carácter ruso. Cierta-
la civilización de todos, y por esta razón mente Napoleón, cualquiera que fuese
los abandonaron. Esto es lo que sucedió la amistad que consagrase como hombre
en 1813. No es necesario que sean Garlo privado á Alejandro, por fortificar Ja
Magno ó Bonaparte los que se defiendan Europa contra los rusos no merecía n i n -
contra los enemigos del Oriente ó los guna censura. A los Garlo-Magnos y
enemigos del Occidente; quien es preciso Napoleones no les es posible dejar de
que se defienda es l a Europa. Cuando l a construir su Europa de cierta manera,
Europa central se h a b r á constituido, ~ como al castor no edificar su escondrijo
ya l l e g a r á el dia en que se constituya de cierta forma contra cierto viento.
el interés de todos será evidente. Fran Cuando se trata de la conservación y de
cía, apoyada en Alemania, hará frente á la propagación, estas dos grandes leyes
Inglaterra, que es, como ya lo hemos naturales, el génio tiene su instinto t a n
dicho, el espíritu del comercio, y la ar seguro, tan fatal, tan e x t r a ñ o á todo lo
r o j a r á al Océano; Alemania, apoyada en que no es el objeto, como el instinto del
Francia, h a r á frente á Rusia, que, como bruto. E l le sigue; dejadle hacer, y, en
t a m b i é n lo hemos ya dicho, es el espíritu el emperador como en el castor, admirad
de conquista, y la a r r o j a r á al Asia. á Dios.
EL RHIN. 845
Inglaterra no habia tenido n i el mo- gadas invenciblemente y en un tiempo
mento de ilusión de Alejandro. L a paz dado á entenderse y á reconciliarse.
de Amiens habia durado lo que u n re- Inglaterra y Rusia previeron este por-
l á m p a g o ; Fox á lo m á s habia sido fas- venir inevitable, y para impedirlo, poco
cinado por Bonaparte. L a Europa de aseguradas por la caída del emperador,
Napoleón estaba construida igualmente motivo m o m e n t á n e o de ruptura, crearon
y sobretodo contra ella; así que el czar, entre Alemania y Francia un motivo
para aliarse con Inglaterra, no tuvo m á s permanente de ódio.
que coger la mano que hacia tiempo le Tomaron á Francia y dieron á A l e -
tendia. Conocidos son los acontecimien- mania la orilla izquierda del R h i n .
tos de 1812. E l emperador Napoleón se
apoyaba lo mismo en Alemania que en
Francia; pero hostigado por todas partes, XI.
odiado y vendido por los reyes de vieja
estirpe, mortificado por la nube de libelos Este era el trabajo de una política pro-
que sallan de las prensas de L ó n d r e s , funda.
como el toro por u n enjambre de z á n g a - Esto era desmochar el gran Estado me-
nos; agotados sus medios de acción, per- ridional del R h i n bosquejado por Carlo-
turbada su obra colosal y delicada, habia Magno, construido por Luis X I V y com-
cometido dos grandes faltas, una en el Dletado y restaurado por Napoleón. Esto
Mediodía y otra en el Norte; habia ofen- era debilitar la Europa central, crearle
dido á E s p a ñ a y herido á Prusia. U n a :icticiamente una especie de enfermedad
reacción terrible y justa por varios con crónica y matarla quizá con el tiempo,
ceptos nació de a q u í . Como España, P r u poniéndole cerca del corazón una úlcera,
sia se levantó en masa. Alemania tembló siempre dolorosa y siempre gangrenada.
bajo los piés del emperador. Buscando —sto era abrir una brecha á Francia, á l a
su pió punto de apoyo, retrocedió hasta verdadera Francia, que es rhenana, como
Francia, donde volvió á encontrar tierra es m e d i t e r r á n e a : Francia rhenana, dicen
firme. Allí, durante tres meses largos, os antiguos mapas carlovingios. Esto era
luchó como u n gigante cuerpo á cuerpo colocar una vanguardia extranjera á cin-
con Europa. Pero el duelo era desigual; co jornadas de P a r í s . Esto era sobre todo
como en los combates de Homero, el irritar para siempre á Francia contra Ale-
Océano y el Asia v e n í a n en socorro de mania.
Europa. E l Océano vomitaba ingleses; Esta política profunda, que se recono-
el Asia vomitaba cosacos. E l emperador ce en la concepción de semejante pensa-
cayó: Francia se cubrió la cabeza; mas miento, se encuentra en su ejecución.
antes de cerrar los ojos, reconoció á A l e Dar la orilla izquierda á Alemania, era
m a n í a en la vanguardia de las hordas una idea. Haberla dado á Prusia, era una
rusas. obra maestra.
De a q u í la ruptura entre los dos pue- Obra maestra de ódio, de perfidia, de
blos. Alemania conservó su rencor discordia y de calamidades, pero obra
Francia su cólera. maestra. L a política tiene cosas como
Pero entre naciones generosas, herma é s t a .
ñ a s por la sangre y por el pensamiento Prusia es una nación j ó v e n , vivaz,
los rencores pasan, la cólera se desvane- enérgica, espiritual, caballeresca, libe-
ce; el gran error de 1813 debía acabar ral, guerrera, poderosa. Pueblo de ayer
por dejarlas ver claro. Alemania, heróica que tiene m a ñ a n a . Prusia camina y le
en la guerra, se vuelve meditabunda en están reservados grandes destinos, par-
la paz. Todo lo que es ilustre, todo lo ticularmente bajo el mando de su rey
que es sublime, hasta fuera de su fronte actual, príncipe grave, noble, inteligen-
ra, place á su entusiasmo sincero y des te y leal, el cual es digno de dar á su
interesado. Cuando su enemigo es digno pueblo ese último grado de grandeza
de ella, le combate mientras está en pié que se llama libertad. Poseída del sen-
y le honra desde el momento que cae timiento verdadero y justo de su acre-
Napoleón era demasiado grande para centamiento inevitable, por u n pundo-
que ella no volviese á admirarle y de nor laudable, aunque á nuestro modo de
masiado desgraciado para que no le ama ver m a l entendido, Prusia puede querer
se. Y para Francia, á quien Santa Ele no ceder lo que le han concedido y ac-
na ha oprimido el corazón, cualquiera tualmente domina.
que admire y ame ai emperador es fran L a política inglesa se g u a r d ó bien de
cós. Las dos naciones están, pues, obli dar esa orilla izquierda al Austria. E l
816 OBRAS DE VICTOR HUGO.

Austria evidentemente desde hace dos decir, del pensamiento moderno. Ella
siglos decrece y disminuye. guarda y muestra aun la casa que ha-
BQ el siglo diez y ocho, épooa en que bitaron, desde 1443 á 1450, Q-utenberg,
Pedro el Q-rande hizo la Rusia, Federi- Juan Fust y Pedro Schoeífer, y que por
co el Grande hizo la Prusia, y la hizo una magnífica y justa asimilación llama
en gran parte con pedazos del Austria. Dreykoenigshof la casa de los tres reyes.
Austria es el pasado de Alemania; Pru- Durante ochocientos años Maguncia ha
sia es el porvenir. sido l a capital del primero de los electo-
Esto unido á que Francia, como lo pro- rados germánicos; durante veinte años
baremos después, es á la vez vieja y j ó - Maguncia ha sido uno de los frentes de
ven, antigua y nueva, Prusia es en Ale- Francia. E l Congreso l a dió, como si
mania lo que Francia es en Europa. fuese u n pueblecillo, á u n Estado de
Deberla haber entre Francia y Prusia quinto órden, á la Hesse.
esfuerzo cordial hacia el mismo objeto, Maguncia tenia una nacionalidad dis-
camino hecho por los dos, acuerdo pro- tinta, independiente, altanera y celosa.
fundo, simpatía, y la división del R h i n E l electorado de Maguncia ejercía su
ha creado una a n t i p a t í a . influencia en Europa. H o y tiene esta
Deberla haber amistad, y la división plaza g u a r n i c i ó n extranjera, y no es m á s
del R h i n ha creado un ódio. que una especie de cuerpo de guardia
Malquistar Francia con Alemania era donde Austria y Prusia están de centi-
hacer algo; malquistar Francia con Pru- nela, con los ojos clavados en Francia.
sia era hacerlo todo. Maguncia g r a b ó en 1135, en las puer-
Repitámoslo; la instalación de Prusia tas de bronce que le h a b í a regalado W i -
en las provincias rhenanas ha sido el he- lligis, las libertades que le concedió A d a l -
cho capital del Congreso de Viena. Esta berto. H o y aun tiene las puertas de
fué la gran habilidad de lord Castle- bronce, pero no las libertades.
reagh y la gran falta de M . de Talley- E n lo m á s profundo de su historia.
rand. Maguncia tiene recuerdos romanos; la
tumba de Druso en ella se encierra.
XII. Asimismo tiene recuerdos franceses; P i -
pino, el primer rey de Francia que fué
Por lo d e m á s , en la fatal recomposi- consagrado, lo fué en 750 por un arzo-
ción de 1815 no ha habido otra idea que bispo de Maguncia, San Bonifacio. E n
ésta. E l reparto ha sido hecho al azar. cambio no tiene recuerdos de los hesse-
E l Congreso ha pensado en desorganizar ses, á no ser que lo sea el haber en el
Francia, no en organizar Alemania. siglo diez y seis asolado su territorio
Se han dado pueblos á príncipes y Juan el Batallador, landgrave de Hesse.
príncipes á pueblos, sin atender á los Esto prueba cómo ha procedido el Con-
príncipes y á los pueblos que colinda greso de Viena. J a m á s operación quirúr-
ban con ellos, casi siempre sin consultar gica se ha hecho m á s á la ventura. Se
l a historia, el pasado, las nacionalidades dieron prisa en amputar la Francia, en
y el amor propio de unos y otros. Por mutilar las nacionalidades rhenanas y
que las nacionalidades t a m b i é n tienen en extirpar el espíritu francés. Se arran-
su amor propio, al cual dan oido con caron violentamente pedazos del imperio
m á s frecuencia que á sus intereses, diga de Napoleón; uno tomó esto, otro tomó
moslo en su honor. aquello, sin mirar si por casualidad su-
U n solo ejemplo, que está palpitante, fría el g i r ó n que arrancaba, separándolo
b a s t a r á para demostrar hasta q u é punto de su centro, es decir, de su corazón, y
tenemos razón y de q u é manera se ha si podía recobrar l a vida de otro modo ó
hecho el trabajo del Congreso. Magun volviéndolo á unir á los demás. No se
cia es una ciudad ilustre. Maguncia, en puso n i n g ú n apósito n i se hizo ninguna
el siglo noveno, era bastante fuerte para ligadura. L o que destilaba sangre hace
castigar á su arzobispo Hatto; Magun- veinticinco años la destila hoy.
cia, en el siglo doce, era bastante pode- Así se dieron á Baviera algunos ani-
rosa para defender contra el emperador llos de l a cadena de los Vosgos, veinti-
y el imperio á su arzobispo Adalberto. séis leguas de largo por veintiuna de
Maguncia, en 1285, fué el centro de l a ancho; quinientas diez y siete m i l ochen-
confederación rhenana y el nudo de cien ta almas, y tres pedazos de nuestros tres
ciudades. E l l a fué l a metrópoli de los departamentos de la Sarre, del Bajo-
minnessenger, es decir, de la poesía g ó - R h i n y del Mont-Tonnerre. Con estos
tica; ella fué la cuna de l a imprenta, es tres pedazos Baviera ha hecho cuatro
ELt RH1N. 847
distritos. ¿Por q u é se han hecho estas co- m á s que una cosa: Dividamos.—Hé a q u í
sas y no otras? Buscad una razón y no la vestidura de José; desgarrémosla y
encontrareis otra que el capricho. que guarde cada uno lo que le quede
A la Hesse-Darmstadt se le dió la pun- entre las manos.^—'Estos retazos han sido
ta septentrional de los Vosgos, el Norte cosidos hoy á los extremos de cada Esta-
del departamento del Mont-Tonnerre y do; véase sino: j a m á s se han extendido
ciento setenta y tres m i l cuatrocientas sobre u n mapa-mundi girones tan extra-
almas. Con estas almas y los Vosgos la vagantemente recortados. J a m á s harapos
Hesse formó once cantones. ajustados de u n punto á otro por la polí-
Si se pasea una mirada por el mapa de tica humana han ocultado y disfrazado
Alemania hacia l a confluencia del Mein tan e x t r a ñ a m e n t e las eternas y divinas
y del R h i n , quedamos agradablemente divisiones de los rios, los mares y las
sorprendidos a l ver desplegarse una gran m o n t a ñ a s .
flor de cinco pétalos, cortada en 1815 Pero pronto ó tarde las nobles nacio-
por las delicadas tijeras del Congreso. nes del R h i n reflexionarán sobre ello, ya
Francfort es el pistilo de esta rosa. Este que de lo que de menos se ha preocupado
pistilo, en el que viven en toda regla dos el Congreso ha sido de ellas. E n estas
burgomaestres, cuarenta y dos senado- líneas por necesidad bien se ha podido
res, sesenta administradores y ochenta y entrever con q u é desden ha tratado el
cinco legisladores, encierra cuarenta y Congreso la historia, el pasado, las afini-
seis m i l habitantes, de los cuales cinco dades geográficas y comerciales, todo lo
m i l son judíos. Los cinco pótalos, pinta- que constituye la entidad de las nacio-
dos en el mapa con diferentes colores, nes. Hecho notable! se distribuían pue-
pertenecen á cinco Estados diferentes; el blos y no se pensaba en los pueblos. Los
primero es Baviera, el segundo Hesse- agrandaban, los redondeaban, los exten-
Oassel, el tercero Hesse-Hombourg, el dían; hélo a q u í todo. Cada uno pagaba
cuarto Nassau y el quinto Hesse-Darms- sus deudas con un poco de la Francia.
tadt. Se h a c í a n concesiones vitalicias y con-
¿Era necesario envolver y cubrir de cesiones á pacto de re tro ven ta. Se aco-
esa manera una noble ciudad que pare- modaban entre sí. T a l príncipe pedia
ce, cuando se está en ella, que se siente una g a r a n t í a y se le daba una ciudad;
latir el corazón de Alemania? Allí han tal otro reclamaba un pico y se le rega-
sido elegidos y coronados los emperado- laba una aldea.
res; allí delibera la Dieta germánica; allí Sin embargo, bajo esta ligereza apa-
ha nacido Goethe. rente, ya lo hemos indicado, h a b í a u n
Cuando se recorre hoy las provincias pensamiento profundo, un pensamiento
rhenanas, en las cuales resplandecía no inglés y ruso, que se ejecutaba, digámos-
hace treinta años esa poderosa homoge lo así, lo mismo á espensas de Alemania
neidad que tan profundamente ha pene que á costa de Francia. E l R h i n es el rio
trado en menos de siglo y medio en el que debe unirlas, y han conseguido que
antiguo landgraviato de Alsacia, el via sea el rio que las divida.
jero encuentra de trecho en trecho un
poste blanco y azul, que indica el ter XIII.
ritorio de Baviera; después un poste
blanco y rojo, que demarca el de la Hes Esta situación es evidentemente ficti-
se, y después un poste blanco y negro, cia, violenta, contra naturaleza, y por
que es de Prusia. Por qué? ¿Hay alguna consiguiente m o m e n t á n e a . E l tiempo lo
razón para esto? ¿Se ha atravesado al reduce todo á la ecuación: Francia v o l -
gun rio, alguna muralla ó alguna mon verá á su forma normal y á sus propor-
t a ñ a ? Se ha tocado alguna frontera? ¿Se ciones necesarias. Nuestra creencia es de
ha modificado alguna cosa en el pais que ella puede recobrarlas pacíficamente
que se acaba de cruzar? No. Solo ha por la fuerza de las cosas, combinada
cambiado el color de los postes. E l hecho con la fuerza de las ideas. Sin embargo,
es que no se está en Prusia, n i en la á esto se oponen dos obstáculos: uno ma-
Hesse, n i en Baviera; se está en la orilla terial y otro moral.
izquierda del Rhin, es decir, en Francia,
como en la orilla derecha se está en Ale- XIY.
mania.
Insistamos aun sobre este punto: la E l obstáculo material es Prusia.
distribución de 1815 ha sido una repar- No volveremos á decir lo que ya he-
tición leonina. Los reyes no se han dicho mos manifestado sobre este particular.
m OBRAS DE VICTOR HUGO.

Sin embargo, es imposible que en un de á convertirse, y se convertirá, en un


tiempo dado Prusia no reconozca tres gran reino homogéneo, ligado en todas
cosas. sus partes y poderoso por tierra y mar.
Primera* que el carácter personal de En las presentes circunstancias, Prusia
los príncipes siempre dejado fuera de ú n i c a m e n t e tiene puertos en el Báltico,
cuestión, la alianza r u s á no es n i puede mar cuya profundidad no llega á tener
ser un hecho sencillo y claro para un los ochocientos piés del lago de Constan-
Estado de la Europa central. Estas alian- za, mar que es m á s fácil de cerrar toda-
zás han tenido siempre un pensamiento vía que el Mediterráneo y que no tiene,
ulterior muy transparente. Los reinos y como el Mediterráneo, la inapreciable
los pueblos tienen muchas maneras de ventaja de ser el cauce mismo de la civi-
amarse. Rusia ama á Alemania, como izacion. U n pueblo encerrado en el Me-
Inglaterra ama á Portugal y á E s p a ñ a , diterráneo ha podido llegar á ser Roma.
como el lobo ama al cordero. ¿Qué llegarla á ser un pueblo encerrado
Segunda: que á pesar de todos los es- en el Báltico? Prusia necesita puertos en
fuerzos de Prusia desde hace veinticinco el Océano.
años, á pesar de las muchas concesiones Nadie tiene el secreto del porvenir:
que ha hecho en provecho de su bienes- Dios solo, con su dedo inflexible, avanza,
tar, como la rebaja del arancel en el ta- retrocede ó borra soberanamente las
baco, el lúpulo y el vino, por paternal líneas verdes y rojas que los hombres
que haya sido su gobierno, y nosotros trazan en los mapa-mundis. Pero desde
así lo reconocemos, la orilla izquierda luego se puede afirmar, porque una par-
del Rhin se ha conservado francesa; en te es ya visible, que el trabajo divino se
tanto que la orilla derecha, natural y hace. E n las horas presentes, la Provi-
necesariamente alemana, se ha vuelto en dencia está volviendo á poner en órden,
poco tiempo prusiana. Recorred l a orilla con su lentitud infalible y majestuosa,
derecha, entrad en las posadas, en las lo que los Congresos han descompuesto.
tabernas, en las tiendas, por todas partes Separando, por el glorioso advenimiento
veréis el retrato del gran Federico y la de una jóven, la corona de Hannover de
batalla de Rosbach colgados de la pa la corona de Inglaterra; aislando el pe-
red. Recorred la orilla izquierda, visitad q u e ñ o reino del grande, prescindiendo
los mismos lugares, y por todas par de diversas incapacidades morales y físi-
tes encontrareis á Napoleón y Austerlitz, cas, se podria decir á la vez á todos los
protesta muda. L a libertad de la prensa obcecados, la rama de Brunswick que-
no existe en las posesiones prusianas, dando alemana ó volviéndose alemana,
pero la libertad de poner en las paredes como se indica por una extinción pró-
lo que se quiera existe allí todavía, y xima, parece que deja entrever el medio
esto basta, como se vé, para hacer públi y el objeto de esta cuestión: el Hanno-
eos los pensamientos secretos. ver para Prusia y el R h i n para Francia.
En tercer lugar, Prusia ha de notar Por R h i n entendemos la orilla izquier-
que su Estado, t a l como el Congreso lo da. Prusia tiene m á s orilla derecha que
ha cortado, está m a l hecho. Porque en orilla izquierda; así que ella g u a r d a r á la
efecto, hoy q u é es Prusia? Tres islas en orilla derecha.
tierra firme. Cosa rara en verdad, pero Para el Hannover, su incorporación á
no por eso menos cierta. E l Rhin, y so Prusia es un gran paso hácia la libertad,
bre todo la falta de s i m p a t í a y de u n i la dignidad y la grandeza. Para Prusia,
dad, dividen en dos el g r a n ducado de la posesión del Hannover es, desde lue-
Bajo-Rhin, que está separado de l a vieja go, la homogeneidad del territorio, la
Prusia por un estrecho, por donde pasa supresión del estrecho y del obstáculo,
u n brazo de la confederación g e r m á n i c a la u n i ó n del ducado del R h i n á la vieja
y donde el Hannover y la Hesse electo Prusia; y m á s tarde es l a absorción ine-
r a l se j untan. Entre los dos puntos m á s vitable de Hamburgo y de Oldenburgo,
p r ó x i m o s de este estrecho, Liebanau y es el Océano abierto, la navegación l i -
Wilzenhs, está situado precisamente Cas bre, la posibilidad de ser tan poderosa
sel, como para cortar toda comunicación por l a marina como por el ejército.
¡ E x t r a ñ a dependencia, casi absurda de ¿Qué es, pues, la orilla izquierda del
expresar! E l rey de Prusia no puede i r á R h i n al lado de todo esto?
su casa sin salir de ella. L a Alemania propiamente dicha tie-
Es evidente que esta situación no es ne sus compensaciones futuras en los
m á s que provisional. principados del Danubio. ¿No es eviden-
Prusia, d i g á m o s l o á ella misma, tien te que el imperio otomano disminuye y
EL RHIN. 849

se atrofia para ,que Alemania se engran- Africa, Abisinia (1), que tiene las mon-
dezca? t a ñ a s de la L u n a , y otra en Asia, Circa-
sia, que tiene el Cáucaso.
XV. Si después de la Europa examinamos
a confederación g e r m á n i c a , ese micro-
E l obstáculo moral es la inquietud que cosmos de Europa, h é a q u í lo que apa-
Francia despierta en Europa. rece: dejando á un lado Prusia y Aus-
Francia, en efecto, para el mundo en- tria, que se cuentan entre las grandes
tero es el pensamiento, la inteligencia, m o n a r q u í a s independientes, los seis prin-
cipales Estados de la confederación ger-
la publicidad, el libro, la prensa, l a t r i -
m á n i c a son: Ba viera, Wurtemberg, Sajo-
buna, l a palabra; es la lengua la peor
rna, Hannover, Hesse y Badén. De estos
de las cosas, como dice Esopo; la mejor
seis Estados, los cuatro primeros eran
también. ducados y hoy son reinos, y los dos últi-
Para apreciar cuál es la influencia de mos eran, Hesse u n landgraviato y Ba-
Francia en la atmósfera continental y la dén un margraviato, y hoy son grandes
luz y el calor que esparce, basta compa- ducados.
rar á la Europa de bace doscientos años,
es decir, la que bemos bosquejado al Respecto á los Estados electivos y v i -
principio de este trabajo, con l a Europa talicios del cuerpo g e r m á n i c o , eran n u -
de boy. merosos y c o m p r e n d í a n una m u l t i t u d de
principados eclesiásticos; todos han deja-
Si es una verdad que el progreso de las
do de existir, y á su cabeza se han eclip-
sociedades no es otra cosa, y nosotros lo
sado para siempre los tres grandes elec-
creemos firmemente, que marcbar por torados arzobispales del R h i n .
transformaciones lentas, sucesivas y pa-
cíficas del gobierno de uno solo al go- Si pasamos á los Estados populares,
bierno de mucbos, y del gobierno de mu- nos encontramos con que en Alemania
habia setenta ciudades libres y no que-
chos al gobierno de todos; si esto es una
dan m á s que cuatro: Francfort, Ham-
verdad, á primera vista parece evidente
burgo, Lubeck y Brema.
que la Europa, lejos de adelantar, como
las nobles inteligencias suponen, ba re- Y nótese bien; para hacer tangible esta
trocedido. transformación no nos hemos colocado
en las condiciones favorables para el
E n efecto, sin hacer figurar por el mo efecto de lo que q u e r í a m o s demostrar,
m e n t ó en este cálculo las m o n a r q u í a s pues si en lugar de 1630 hubiésemos
secundarias de la confederación g e r m á elegido 1650, por ejemplo, hubiésemos
nica, y no teniendo en cuenta m á s que podido rebajar el n ú m e r o de los Estados
los Estados absolutamente independien- monárquicos y a ñ a d i r á los Estados de-
tes, se vé que en el siglo diez y siete no mocráticos del siglo diez y siete la Re-
habia en Europa m á s que doce monar- pública inglesa, que ha desaparecido hoy
quías hereditarias y hoy hay diez y siete. ya como las otras.
E x i s t í a n cinco m o n a r q u í a s electivas y Prosigamos.
hoy no se conserva m á s que una, la San De las cinco m o n a r q u í a s electivas, dos
ta Sede. eran de primer órden, Roma y el imperio.
Habia ocho Repúblicas; hoy no queda L a única que hoy queda es Roma, y se
m á s que una, Suiza. cuenta en el n ú m e r o de las de tercer
No obstante, es preciso a ñ a d i r que órden.
Suiza, no tan solo ha sobrevivido, sino De las ocho Repúblicas, una, Venecia,
que se ha engrandecido. De trece canto era potencia de segundo órden. L a ú n i c a
nes que tenia ha llegado á reunir vein- que subsiste en nuestros dias, Suiza, es,
tidós. D i g á m o s l o de paso—pues ya que como Roma, u n Estado de tercer órden.
insistimos en las causas morales, no que- Las cinco grandes potencias que ac-
remos omitir las causas físicas,—todas tualmente dirigen el mundo, Francia,
las Repúblicas que han desaparecido es- Prusia, Austria, Rusia ó Inglaterra, son
taban situadas en llanuras ó j u n t o al m o n a r q u í a s hereditarias.
mar; la sola que ha quedado estaba si- Ahora bien; hecha esta confrontación
tuada en las m o n t a ñ a s . Las m o n t a ñ a s sorprendente, quién ha ganado terreno?
conservan las R e p ú b l i c a s . Desde hace L a m o n a r q u í a . Quién lo ha perdido? L a
cinco siglos, á pesar de los asaltos y de democracia.
las ligas, hay tres Repúblicas m o n t a ñ e -
sas en el antiguo continente: una en Eu- ( l ) Los abisinios rechazan como injurioso el nombre
ropa, Suiza, que tiene los Alpes; otra en abisintos y se llaman agasriens, que significa Ubres.
107
TOMO IV.
m OBRAS DE VICTOR HUGO.

Esto es lo que se desprende de los he- su casa como en l a del ú l t i m o ciudada-


chos. no, y enmascarada hojeaba en su pre-
Pues bien, los hechos se e n g a ñ a n . Los sencia sus papeles, sin que se atreviese
hechos no son m á s que apariencias. E l á pronunciar una palabra. Los parientes
sentimiento profundo y u n á n i m e de las del dux eran sospechosos á la R e p ú b l i c a
naciones desmiente los hechos yodice que por solo el hecho de ser parientes del dux.
lo contrario es la verdad. Los cardenales venecianos eran t a m b i é n
L a m o n a r q u í a ha retrocedido, la de- sospechosos por ser príncipes extranjeros.
mocracia ha avanzado. U n dia un senador, nombrado por el em-
Para que la parte liberal de l a cons- perador conde del Sacro-Imperio, hizo
titución de la vieja Europa no solo no esculpir en piedra, sobre el frontis de su
haya perdido nada, sino, lo que es m á s puerta, una corona condal encima de su
todavía, haya ganado prodigiosamente, blasón. A l dia siguiente por la m a ñ a n a
á pesar de la multiplicación y crecimien- la corona habia desaparecido. E l Conse-
to de los reinos, á pesar de la caida de j o de los Diez, durante la noche, l a habia
todos los Estados vitalicios, y en cierto hecho romper á martillazos. E l senador
modo presidenciales, de Alemania; á pe- devoró la afrenta é hizo bien. E n tiempo
sar de la desaparición de cuatro grandes de Francisco Foscari, cuando el rey de
m o n a r q u í a s electivas de cinco que eran Dacia fué á residir en Venecia, la Repú-
de siete Repúblicas de ocho que existian, blica le dió el rango de ciudadano; nada
y de sesenta y seis ciudades libres de se- m á s . Hasta a q u í todo v á de acuerdo, y
tenta que se contaban, ha bastado un la igualdad m á s celosa no t e n d r í a nada
hecho, y es que Francia ha pasado de la que oponer. Pero debajo de los ciudada-
m o n a r q u í a pura á la m o n a r q u í a po- nos estaban los habitantes de la ciudad.
pular. Los ciudadanos formaban la nobleza; los
Esto no es m á s que u n paso, pero es habitantes constituían el pueblo. Este
un paso dado por Francia, y todos estos inútil es decir que no tenia n i n g ú n de-
pasos dentro de breve tiempo, en segui- recho. Su magistrado supremo, que se
da que los d é Francia, los d a r á el mun- llamaba el canciller de los hombres del
do. Esto es tan cierto, que cuando ella se pueblo, y que era una especie de dux
precipita, el mundo se revuelve contra plebeyo, ocupaba u n rango m u y inferior
ella y la toma por su cuenta, encontran- después del ú l t i m o de los nobles. Habia
do m á s fácil combatirla que seguirla. entre l a clase baja del Estado y l a alta
Por lo tanto l a política de Francia debe una muralla infranqueable, y en n i n g ú n
ser una política de dirección, l a cual caso de l a c i u d a d a n í a se llegaba al seño-
debe resumirse siempre en dos palabras: río. U n a vez solamente, en el siglo ca-
no marchar tan despacio que se obligue torce, treinta ciudadanos opulentos se
á la Europa á detenerse, n i t a n de prisa arruinaron casi por salvar la República;
que no pueda Europa seguir á Francia. pero esto produjo casi una revolución, y
E l cuadro que acabamos de trazar en esos treinta nombres, á los ojos de los
las p á g i n a s que preceden prueba, y prue patricios puros, han sido hasta nuestros
ba soberanamente, que las palabras no dias las treinta manchas del libro de oro.
son nada y que las ideas lo son todo. E l señorío declaraba que no debía a l
¡Á. q u é luchar, pues, en pró ó en contra pueblo m á s que una cosa, el pan á poco
de la palabra República) por ejemplo, precio. U n i d á esto el carnaval de cinco
cuando está demostrado que siete R e p ú meses, y Javenal p o d r á exclamar: Panem
blicas, cuatro Estados electivos y setenta et circenses. H é a q u í cómo c o m p r e n d í a
ciudades libres ocupan menos lugar en Venecia l a igualdad.
la civilización europea que una idea de E l derecho público francés ha abolido
libertad sembrada por Francia indistin- todo privilegio. H a proclamado la libre
tamente á u n lado que á otro! accesibilidad de todas las aptitudes á
E n efecto, los Estados perjudican ( todos los empleos, y esta paridad del
sirven á la civilización, no por el nom primero como del último hombre del país
bre que llevan, sino por el ejemplo que ante el derecho político es l a sola ver-
dan. U n ejemplo es una proclamación dadera, la sola razonable, la única abso-
¡.'JAhora bien, ¿cuál es el ejemplo que luta. Cualquiera que sea el azar del
daban las R e p ú b l i c a s que han desapare nacimiento, ella saca de la sombra, com-
cido y el ejemplo que d á Francia? prueba y consagra las superioridades
Venecia amaba apasionadamente l a naturales, y por l a igualdad de las con-
igualdad. E l dux no tenia m á s que su diciones pone de manifiesto l a desigual-
voto en el Senado. L a policía entraba en dad de las inteligencias.
ÉL RHÍN. 8E1
E n Genova como en Venecia habia me por un ejército extranjero, mandado
dos Estados; l a gran República, regida siempre por un general extranjero; en
por lo que se llamaba el Palacio, es de- ^üagusa, las leyes estaban colocadas bajo
cir, por el dux y la aristocracia, y la pe- 'a protección de cien h ú n g a r o s , dirigi-
q u e ñ a República, regida por el oficio dos por u n c a p i t á n , los cuales prestaban
de San Jorge. A l contrario de Venecia, sus servicios en las ejecuciones; en Luc-
mucbas veces la R e p ú b l i c a de abajo i n - ca, el señorío estaba protegido en su pa-
comodaba, cansaba y hasta oprimia á la .acio por cien soldados extranjeros, que,
República de arriba. L a comunidad de como los jueces, no podian ser nacidos en
San Jorge se componia de todos los cincuenta millas á la redonda.—Francia
acreedores del Estado, que se llamaban coloca el príncipe, el gobierno y el dere-
los prestamistas. Esta comunidad era cho público bajo la protección de los
poderosa y avara y desollaba frecuente- guardias nacionales. Las antiguas R e p ú -
mente á la aristocracia. A d e m á s de ha- Dlicas parecían desconfiar de sí mismas.
berse hecho con todas las gabelas y te- Francia se fia de Francia.
ner parte en todos los privilegios, poseia E n Lucca habia una Inquisición para
exclusivamente l a Córcega, que gober- a vida privada, que se titulaba Consejo
naba con rudeza. No hay nada tan ago- de los díscolos. Por medio de una denun-
bióse como u n gobierno de nobles, á no cia arrojada en el b u z ó n del Consejo,
ser un gobierno de mercaderes. Por esta iodo ciudadano podia ser declarado dís-
r a z ó n , Genova, considerada absoluta colo, es decir, hombre de mala conducta,
mente y en ella misma, era una nación y desterrado por tres años, bajo pena de
de deudores dirigida por una nación de muerte en caso de romper el destierro.
acreedores. E n Venecia las contribucio- De a q u í nacian un sinnúmero de abu-
nes pesaban principalmente sobre la gen sos.—Francia ha abolido todo ostracis-
te del pueblo; en Genova aplastaban con mo. L a Francia incomunica la vida
frecuencia á l a nobleza.—'Francia, que privada.
ha proclamado l a igualdad de todos ante E n Holanda, la excepción lo regia
la ley, ha proclamado t a m b i é n la igual- todo. Los Estados votaban por provin-
dad de todos ante el impuesto. E n el cias y no por cabezas. Cada provincia
Tesoro público no consiente diferencias. tenia sus leyes especiales: feudales en
E n él deposita cada uno lo que puede, y West-Frise, vecinales en Groningue y
esto prueba la bondad del principio que populares en las Ommelandes. E n la
proclama: igualdad política ante la des provincia de Holanda, solo diez y ocho
igualdad de las inteligencias: igualdad ciudades (1) tenían derecho de ser con-
ante el impuesto respecto á, l a desigual- sultadas para los negocios generalés y
dad de fortunas. ordinarios de la República; otras siete (2)
E n Venecia, el Estado vendia los em podian ser admitidas á dar su opinión,
pieos, y mediante u n derecho, que se l i a pero ú n i c a m e n t e cuando se trataba de
maba depósito del Consejo, los que los la paz ó de la guerra ó de la recepción
conseguian podían entrar en las Asam- de un nuevo príncipe. Exceptuadas estas
bleas, sentarse y votar antes de tener la veinticinco ciudades, ninguna de las de-
edad.—Erancia ha concluido con la ve m á s era consultada, unas porque perte-
nalidad de los funcionarios públicos. necían á señores particulares y otras
E n Venecia reinaba el silencio.—En porque no eran villas cerradas. Tres ciu-
Francia la palabra gobierna. dades imperiales a c u ñ a b a n moneda y
E n Genova, la justicia estaba admi gobernaban Ower-Issel, cada una con
nistrada por una rota, compuesta siem una prerogativa diferente: Deventer era
pre de cinco doctores extranjeros. E n la primera. Campen l a segunda y Z w o l
Lucca, la rota se componia de tres doc la tercera. Las ciudades y las aldeas del
tores, el primero era podestá, el segundo ducado de Brabante obedecían á los Es-
juez civil y el tercero juez criminal, tados generales, sin tener el derecho de
no tan solo debian ser extranjeros, sino estar representados en ellos.—En Fran-
que era preciso que hubiesen nacido á cia l a ley es una para todas las ciuda-
m á s de cincuenta millas de Lucca. des como para todos los ciudadanos.
Francia ha establecido de derecho y de
hecho que la ú n i c a justicia es la justicia (1) Dordrecht, Harlem, Delft, Leyde, Amsterdam, Goude4
del pais. Rotterdam, Gorcum, Schiedam, Schoonhewe, Briel, Alcmar^
E n Genova, el dux tenia á su servicio Hoorne, Inchuisem, Edam, Monickendam, Medemblyck y Pur-
meseynde.
quinientos alemanes; en Venecia, la Re- (2) Woordem, Oudewaíer, Ghertruydenberg, HeusdejQ,
pública estaba defendida en tierra fir- Naerden, Weesp y Muyden.
852 OBRAS DE VICTOR HUGO,

Q-inebra era protestante, pero G-inebra excepción en las contribuciones; la vena-


era intolerante. E l chisporroteo siniestro lidad de los que desempeñan ciertos
de las hogueras marchaba a l compás de cargos, la división por castas, el silencio
l a voz pendenciera de sus doctores. E l impuesto al pensamiento, la desconfianza
haz de leña de Cal vino se encendía t a m - hecha ley del Estado, una justicia ejer-
bién, y ardia tan claro en Q-inebra como cida por extranjeros en la capital, u n
el de Torquemada en Madrid.—Francia ejército extranjero esparcido por el pais;
profesa, afirma y practica la libertad de hé a q u í lo que a d m i t í a n , s e g ú n las ne-
conciencia. cesidades de su política ó de sus intere-
Quién lo creerla! Suiza, en la aparien- ses, las antiguas R e p ú b l i c a s . — L a nación
cia popular y campesina, era un pais de una, el derecho igual, la conciencia i n -
privilegio, de g e r a r q u í a y de desigual- violable, el pensamiento rey, el privilegio
dad. L a R e p ú b l i c a estaba dividida en abolido, la contribución consentida, la
tres regiones. L a primera región com- justicia nacional y el ejército nacional;
p r e n d í a los trece cantones y tenia la so- hé a q u í lo que proclama Francia.
beranía. L a segunda región se componía Las antiguas Repúblicas eran siempre
del abad y la ciudad de Saint-Q-all, los el resultado de u n caso dado, con fre-
Grisones, los Valaisans, Hichterschwyl, cuencia único, de una coincidencia de
Biel y Mulhausen. L a tercera región fenómenos, de un arreglo fortuito de
englobaba bajo una sujeción pasiva los elementos encontrados, de un accidente,
países conquistados, sometidos ó compra- j a m á s de un sistema. Francia cree á l a
dos. Estos países eran gobernados de la par que existe; discute su Constitución y
manera m á s desigual y m á s singular. la critica, y la aprueba artículo por ar-
Así, Bade en Argovia, adquirida en 1415, tículo; fija los dogmas y organiza el Es-
y la Turgovia, adquirida en 1460, perte- tado; tiene una fé, el mejoramiento; u n
necían á los ocho primeros cantones. Los culto, la libertad; un evangelio, la ver-
siete primeros cantones gobernaban ex- dad en todo. Las Repúblicas que han
clusivamente las Provincias Libres rete- desaparecido vivían estrecha y sóbria-
nidas en 1415 y Sargans vendido á Suiza mente en su mezquino gobierno político,
en 1483 por el conde Jorge de Werden pensaban en sí y nada m á s que en sí; no
berg. Los tres primeros cantones eran proclamaban nada, no e n s e ñ a b a n nada;
señores feudales de Bilitona y de Bellin- no r e p r i m í a n n i afeaban n i n g ú n despo-
zona. Hagatz, Lugano, Locarno, Men- tismo por la vecindad de su libertad; no
drisio, el Val-Maggia, dados á la Confe- t e n í a n , en fin, nada que pudiese i r de
deración en 1513 por Francisco Sforcia, ellas á las otras naciones. Francia esti-
duque de Milán, obedecían á todos los mula para el pueblo y para todos los
cantones, excepto Appenzell.'—Francia pueblos, para el hombre y para todos los
no admite g e r a r q u í a entre las diversas hombres, para la conciencia y para to-
partes de su territorio. L a Alsacia es das las conciencias. Tiene lo que salva
i g u a l á la Turena, el Delfinado es tan las naciones, la unidad; y no tiene lo que
libre como el Maine, el Franco-Condado las pierde, el egoísmo. Para ella, con-
tan soberano como l a B r e t a ñ a y Córcega quistar provincias es bueno; conquistar
tan francesa como la isla de Francia. espíritus es mejor. Las Repúblicas del
Con el e x á m e n comparativo que acá* pasado, almenadas en su rincón, h a c í a n
bamos de bosquejar, basta para probar algo, pero limitado y especial; su forma,
que las antiguas Repúblicas expresaban insistamos en este punto, era inaplicable
generalidades locales, y Francia expresa á los d e m á s Estados; su pensamiento po-
ideas generales. lítico no se e x t e n d í a m á s a l l á de sus
Las antiguas Repúblicas representa- fronteras. A q u í construía u n señorío,
ban intereses. Francia representa dere- allí un municipio, acá un concejo, a l l á
chos. una tienda. Francia construye la socie-
Las antiguas Repúblicas, formadas al dad humana.
azar, eran el fruto de una historia cual- Las antiguas Repúblicas se han eclip-
quiera basada en el pasado y en el terri- sado. E l mundo apenas se ha apercibido
torio. Francia modifica y corrige el árbol, de ello. E l dia en que se apagase la luz
y sobre un pasado que ella soporta i n - que despide Francia, el crepúsculo se
gerta un porvenir que ella escoge. extenderla por la tierra.
L a desigualdad entre los individuos, A pesar de esto estamos muy lejos de
las ciudades y las provincias; la Inquisi- decir que las antiguas Repúblicas fueron
ción investigando la conciencia; la Inqui- inútiles al progreso de Europa; lo que sí
sición e s c u d r i ñ a n d o la vida privada; la es cierto es que Francia es necesaria.
EL RUIX. 853
Para resumirlo todo en una palabra: nada—ha seguido esta pendiente; pero ha
de las antiguas Repúblicas salieron los acabado por remontarse á lo verdadero.
hechos; de Francia salen los principios. ;Sn 89 soñó un paraíso; en 93 realizó un
Allí estaba el beneficio; allí estaba infierno; en 1800 fundó una dictadura;
t a m b i é n el peligro. en 1815 una restauración; en 1830 u n
De la misma misión que Francia se ha í s t a d o libre. Este Estado libre lo ha
dado, y que, á nuestro parecer, ha reci- iormado por medio de la elección y de la
bido de lo alto, resulta m á s de u n peli- lerencia; ha devorado todas las locuras
gro, sobre todo m á s de una alarma. antes de llegar á la moderación; ha su-
L a extremada l a t i t u d de los principios frido todas las revoluciones antes de lle-
franceses incita á que los demás pueblos gar á l a libertad. Pero á su moderación
quieran ensayarlos. A ninguna nación de hoy se reprocha sus locuras de ayer;
se le ocurría pensar en ser Venecia, pero á su libertad le reprochan sus revolu-
á todas les h a l a g a r í a ser Francia. De ciones.
a q u í el temor de los reyes á acometer P e r m í t a s e n o s a q u í una digresión, que
ciertas empresas. 3or otra parte viene indirectamente á
Francia habla alto, y siempre y á t o - probar lo que decimos. Todo lo que se
dos. De a q u í ese gran ruido que hace v i - reprocha á Francia, todo lo que Francia
gilar á unos y esa gran conmoción que la hecho, Inglaterra lo ha hecho antes.
hace temblar á otros. Solo que—¿es por este motivo por lo
Con frecuencia, lo que es promesa á que no se le reprocha nada á ésta?—los
los pueblos parece amenaza á los prín- Dríncipíos que han surgido de la revolu-
cipes. ción inglesa han sido menos fecundos
Con frecuencia t a m b i é n quien procla- que los que se han desprendido de la Re-
ma declama. volución francesa. L a una, egoísta como
Francia propone muchos problemas á :odas esas otras R e p ú b l i c a s que han
la meditación de los pensadores. Pero lo muerto, no ha trabajado m á s que para
que hace meditar á los pensadores hace el pueblo inglés; la otra, ya lo hemos ma-
t a m b i é n soñar á los insensatos. nifestado otra vez, ha trabajado para l a
Entre estos problemas, hay algunos humanidad entera.
que las inteligencias poderosas y de ver- Por lo demás, el paralelo es favorable
dadero talento resuelven por el buen sen á Francia. Los degüellos de Connaught
tido; hay otros que las cabezas superfi- exceden á los del 93. L a revolución i n -
ciales resuelven por el sofisma, y hay glesa fué m á s poderosa para el m a l que
otros que los espíritus feroces resuel la nuestra y menos poderosa para el bien;
ven por el motín, l a asechanza y el asesi- m a t ó u n rey m á s grande que el hombre
nato. que produjo. Se admira á Cárlos I y solo
Y hó a q u í el inconveniente de las teo se puede compadecer á Luis X V I . E n
rías; se empieza por negar el privilegio, cuanto á Cromwell, el entusiasmo vacila
en lo cual se tiene razón; se sigue por ante ese gran hombre deforme. L o que
negar la herencia, en lo cual se tiene ra tiene de Scarron perjudica lo que tiene
zon, pero á medias; se avanza hasta ne^ de Richelieu; lo que tiene de Robespierre
gar la propiedad, en lo cual no se tiene perjudica lo que tiene de Napoleón.
ninguna razón; se atreven á negar la Se podría decir que la revolución b r i -
familia, lo cual es absurdo, y se llega tánica fué circunscrita en su alcance y
hasta negar el corazón humano, lo cua en su resplandor por el mar, como l a
es monstruoso. Negando el privilegio se misma Inglaterra. E l mar aisla las ideas
comete el desacierto de no distinguir y los acontecimientos como los pueblos.
desde luego entre el privilegio instituido Del protectorado de 1657 al imperio de
en interés del individuo, el cual es malo 1811 existe la proporción que hay de una
y el privilegio instituido en interés de la isla á u n continente.
sociedad, el cual es bueno. E l espíritu A pesar de lo patentes que fueron en
del hombre, conducido por esa cosa ciega mitad del siglo diez y siete estas aventu-
que se llama lógica, camina fácilmente ras de una poderosa nación, los contem-
de lo general á lo absoluto y de lo abso poráneos apenas creen en ellas. E n ese
luto á lo abstracto. Ahora bien; en poli e x t r a ñ o t u m u l t o no se dibujaba nada
tica, lo abstracto se convierte fácilmente con exactitud. Los pueblos de aquende
en feroz. De abstracción en abstracción el estrecho e n t r e v e í a n las grandes y fa-
se llega á Nerón ó á Marat. E n el medio tales figuras de la revolución inglesa á
siglo que acaba de transcurrir, Francia través de l a espuma que p r o d u c í a n las
—porque nosotros no queremos atenuar olas al estrellarse en las rocas y por en-
851 OBRAS DÉ VICTOR HUGO.

tre las brumas del Océano. L a sombría es. Inglaterra hace d a ñ o . Francia hace
y borrascosa tragedia en que brillaban ruido.
la espada de Cromwell y el hacha de Las diversas objeciones que se oponen
Hewlet, se representaba á los ojos de los en Europa, con especialidad desde 1830,
reyes del continente detrás de la eternal al espíritu francés, deben, á nuestro modo
cortina de tempestades que l a naturale- de ver, ser abordadas de frente, y por
za desplega entre Inglaterra y Europa. nuestra parte no retrocederemos ante
A esta distancia y con semejante niebla ninguna. E n el siglo diez y nueve, lo pro-
no eran hombres los que trabajaban, clamamos con alegría y con orgullo, el
eran sombras. objeto principal de las miras de Francia
Hay una cosa digna de mención y de es el pueblo, es l a elevación gradual de
insistencia. E n el espacio de medio siglo las inteligencias, es la dulcificación pro-
dos cabezas reales han caido en Ingla- gresiva de la suerte de las clases nume-
terra, una al golpe de una cuchilla real rosas y afligidas, es el presente mejorado
y la otra en u n cadalso popular, sin que por la educación de los hombres, es el
las testas coronadas de Europa se conmo- porvenir asegurado por la educación de
viesen, n i les inspirase otro sentimiento los niños. H é aquí, en verdad, una m i -
que el de la piedad. Y no obstante, sión santa é ilustre. No disimulamos,
cuando la cabeza de Luis X V I cayó en sin embargo, que en estos momentos una
Paris, el espectáculo pareció completa- parte del pueblo, positivamente el menos
mente nuevo y el atentado se tuvo por digno y quizás el que menos sufre, pa-
inaudito. E l golpe dado por l a mano v i l rece agitado por los instintos; l a envidia
de Marat y de Couthon aterrorizó m á s y los celos se despiertan en él; el perezoso
pronto á los reyes que los dos golpes de abajo mira con furor al ocioso de arri-
dados por el brazo soberano de Isabel y ba, al cual se le parece, y colocada en-
por el brazo formidable de Cromwell. Se tre estos dos extremos, que se tocan m á s
podria decir de una manera exacta que de lo que ellos creen, la verdadera socie-
para el mundo, lo que no ha tenido l u - dad, la gran sociedad que produce y que
gar en Francia no ha sucedido todavía. piensa, parece amenazada en el conflicto*
1587 y 1649, dos fechas, por cierto l ú - U n trabajo subterráneo de ódio y de có-
gubres hasta lo sumo, desaparecen ante lera se lleva á cabo en la sombra, y
el resplandor horrible que despiden esas prueba de ello es que de cuando en
cuatro cifras siniestras: 1793. cuando se descubren graves síntomas,
E n cuanto á Inglaterra, el penitus toto por lo que no negamos que los hombres
divisos orbe Britannos ha sido por largo sábios, hoy tan afectuosamente dedica-
tiempo un hecho. Hasta cierto punto hoy dos á las clases necesitadas, dejen de te-
t o d a v í a lo es. Inglaterra está m á s lejos ner razón al mezclar cierta especie de
del continente de lo que ella se cree. E l desconfianza en la simpatía que les ins-
rey Canuto el Q-rande, que vivió en el piran. Nosotros creemos que estamos en
siglo undécimo, á los ojos de Europa el caso de vigilar y no de espantarnos.
aparece en las profundidades de l a histo- Y t é n g a s e presente que en todos esos
ria tan lejos como Carlo-Magno. L o hechos de que Europa se espanta y que
mismo sucede con los caballeros de l a declara inauditos, no hay nada de nuevo.
Tabla Redonda, que retroceden entre las Inglaterra ha tenido antes que nosotros
nieblas de la Edad Media á la época de revolucionarios, y Alemania, p e r m í t a n o s
los paladines. L a fama de Shakespeare que lo digamos, ha tenido comunistas
ha tardado ciento cuarenta años en atra antes que nosotros. Inglaterra decapitó
vesar el estrecho. E n nuestros dias, cua la m o n a r q u í a antes que Francia, y an-
trocientes p i l l u d o s de Paris, reunidos tes que Francia, Bohemia n e g ó la socie-
silenciosamente como las moscas de Oc- dad. Los Hussitas, ignoro si nuestros
tubre en los á n g u l o s negros de l a vieja sectarios contemporáneos lo saben, prac-
Puerta de San Martin, pateando el suelo ticaron desde el siglo quince todas sus
por espacio de tres tardes, turban m á s teorías. E n una de las dos banderas que
profundamente la paz de Europa que enarbolaron escribieron: / Vengama del pe-
todo el alboroto salvaje de las elecciones queño contra el grande! y atacaban así el
inglesas. órden social m o m e n t á n e o , y en la otra
Hay en el miedo que Francia inspira estamparon: ¡Reducir á cinco todas las ciu-
á los principes europeos u n efecto de óp dades de la tierra! y así atacaban el órden
tica y un efecto de acústica, doble exa social eterno. Se vé, pues, que por la idea
geracion de la cual es preciso desconfiar eran tan "avanzados,, como se l l a m a
Los reyes no ven á Francia t a l como hoy á los comunistas, y por l a acción
ÉL RHIN. 855
he a q u í cómo estaban organizados:— que deletrean un libelo en una taberna?
H a b í a n arrojado un rey, Segismundo, Algunos desgraciados, mezclados con
de su capital, Praga; eran dueños de un algunos miserables; hé a q u í los Hussi-
reino, la Bohemia; tenian u n general, tas del siglo diez y nueve. Contra una
hombre de genio, Ziska; se hablan mo- secta semejante, contra u n peligro de
fado de un Concilio, el de Basilea en esta naturaleza, bastan dos cosas: luz en
1431, y de ocho Dietas, la de B r i n n , la las inteligencias y cuatro soldados y u n
de Viena, la de Presburgo, las dos de cabo en l a calle.
Francfort y las tres de Nuremberg; ha- T r a n q u i l i c é m o n o s , pues, y tranquili-
blan celebrado ellos mismos una Dieta cemos al continente.
en Czaslau y depuesto solemnemente Exceptuadas Rusia é Inglaterra, y ya
un rey y creado una regencia; hablan hemos dicho por q u é , en Europa son
afrontado dos cruzadas provocadas con- conocidas, sin contar los Estados peque-
tra ellos por Martino Y; espantaron á la ños, dos clases de m o n a r q u í a s , las anti-
Europa, hasta el punto de que se estable- guas y las nuevas. Dejando aparte las
ció contra ellos u n Consejo permanen- restricciones de detalle, vemos que las
te en Nuremberg, una milicia perpetua antiguas decaen y las nuevas se engran-
mandada por el elector de Brandeburgo, decen. Las antiguas son: E s p a ñ a , Portu-
una paz general que p e r m i t í a á l a Ale- gal, Suecia, Dinamarca, Roma, Ñ á p e -
mania reunir todas sus fuerzas para su les y T u r q u í a . A l a cabeza de estas
exterminio y un impuesto universal, el viejas m o n a r q u í a s está el Austria, gran
dinero común, que pagaba lo mismo el potencia alemana. Las nuevas son: Bél-
príncipe soberano que el campesino. E l gica, Holanda, Sajonia, Baviera, W u r -
terror de su llegada hizo que se trans- tenberg, C e r d e ñ a y Grecia. A la cabeza
portasen la corona de Carlo-Magno y las de estos reinos jóvenes está Prusia, otra
joyas del imperio de Carlstein á Buda y gran potencia alemana. U n a sola mo-
de Buda á Nuremberg. Ellos devasta- n a r q u í a en este grupo de Estados goza
ron horriblemente, teniendo delante la de u n magnífico privilegio, pues es á l a
Alemania armada y despavorida, ocho vez vieja y jóven, y tiene tanto pasado
provincias: la Misnia, la Franconia, la como Austria y tanto porvenir como
Baviera, la Lusacia, la Sajonia, el Aus- Prusia, y es Francia.
tria, el Brandeburgo y Prusia; batieron ¿Esto no indica claramente el papel
á los mejores capitanes de Europa, al necesario que desempeña Francia? Fran-
emperador Segismundo, al duque Co- cia es el punto de intersección de lo que
ribut Jagellon, a l cardenal Julien, a l ha sido y de lo que será, el lazo c o m ú n
elector de Brandeburgo y al legado del de los viejos reinos y las naciones jóve-
Papa. Delante de Praga, Teutschbroda, nes, el pueblo que recuerda y el pueblo
Saatz, Aussig, Riesenberg, Mies y Taus, que espera. E l rio de los siglos puede
exterminaron ocho veces el ejército del seguir su curso; el paso para la humani-
Sacro-Imperio, y en estos ocho ejércitos dad está asegurado; Francia es el puente
habla uno de cien m i l hombres, manda- granítico que llevará las generaciones de
do por el emperador Segismundo; otro una orilla á otra.
de ciento veinte m i l , capitaneado por el ¿Quién se atreverla á echar abajo ese
cardenal Julien, y otro de doscientos m i l , puente providencial? ¿Quién se atreverla
dirigido por los electores de Tréveris, á destruir ó desmembrar l a Francia? No
Sajonia y Brandeburgo. Solo este últi- conseguirlo seria confesarse loco. L o -
mo, teniendo en consideración las fuerzas grarlo seria hacerse parricida.
militares del siglo quince, representarla L o que inquieta de u n modo raro á los
hoy u n efectivo de un millón doscientos reyes es que Francia, por ese poder de
m i l soldados. ¿Y c u á n t o tiempo duró dilatación que es propio á todos los prin-
esta guerra, hecha por una secta á la cipios generosos, tiende á esparcir por
Europa y al género humano? Diez y seis fuera su libertad.
años. Desde 1420 á 1436. Sin disputa A q u í hay necesidad de entenderse.
alguna esta secta fué salvaje y gigan L a libertad es necesaria al hombre.
tesco enemigo. Ahora bien; la c i v i l i - P o d r í a decirse que l a libertad es el aire
zación del siglo quince, por ser aquella respirable del alma humana. Bajo cual-
la barbarie y ser ésta la civilización, fué quiera forma que se le presente, le es i n -
bastante fuerte para dominarla, apagar dispensable. Verdad es que todos los
la y sofocarla. ¿Y se cree que la civiliza pueblos europeos no son completamente
cion del siglo diez y nueve debe temblar libres, pero todos lo son en a l g ú n senti-
ante una docena de holgazanes ebrios, do. A q u í es libre la ciudad, allá lo es el
856 OBRAS D E VICTOR HU60.

individuo; a q u í lo es la plaza pública, nidad, y Francia puede prescindir de


allí lo es la vida privada; a q u í lo es la ella, porque al punto de iniciativa civili-
conciencia, allí lo es la opinión. Se po- zadora á que ha llegado no basta que el
dría asegurar que hay naciones que res- individuo sea libre, sino que es preciso
piran por una sola de sus facultades, que sea digno. L a parte que nos corres-
como hay enfermos que no respiran m á s ponde es elevada. Francia es tan noble
que por un p u l m ó n . E l dia en que esta como la noble Alemania, y tiene sobre
respiración se les prive ó imposibilite, la Alemania el derecho de aplicar directa-
nación y el enfermo m o r i r á n . Entretan- mente l a fuerza fecundante de su espíri-
to viven, hasta el dia que consigan la tu al mejoramiento d é l a s realidades. Los
plena salud, es decir, la plena libertad. alemanes tienen la libertad del desva-
Algunas veces la libertad está en el cli- río; nosotros tenemos la libertad del pen-
ma; es la naturaleza quien la hace y samiento.
quien la d á . I r medio desnudo, con el Pero para que el libre pensamiento sea
gorro rojo en la cabeza, u n harapo de contagioso, es preciso que los pueblos
lienzo por calzón y otro harapo de lana hayan sufrido largas preparaciones, mu-
por capote; dejarse acariciar por el aire cho m á s divinas que humanas. A u n no
caliente, por el sol brillante, por el cielo se encuentran en este caso. E l dia en que
azul, por el mar azul; acostarse á la lo estén, el pensamiento francés, madu-
puerta del palacio á la misma hora en rado por todo lo que h a b r á visto y todo
que el rey se acuesta en la alcoba real, lo que h a b r á hecho, lejos de perder á los
y dormir mejor fuera que el rey dentro; reyes, los salvará.
hacer lo que se quiere; existir casi sin Esta es, por lo menos, nuestra convic-
trabajo, trabajar casi sin fatiga, cantar ción profunda.
tarde y m a ñ a n a , vivir como el pájaro, ¿A qué, pues, mortificar y reducir los
esta es la libertad del pueblo de N á p o límites de esa Francia, que será quizá en
les. Otras veces l a libertad está en el ca el porvenir l a Providencia de las nacio-
rácter mismo de la nación; esto t a m b i é n nes?
es un dón del cielo. Clavar los codos A q u é negarle lo que le pertenece?
todo el dia en una taberna, aspirar el T é n g a s e presente que nosotros hemos
mejor tabaco, sorber la mejor cerveza, tratado de buscar la solución pacífica de
beber el mejor vino, no quitarse la pipa este problema; pero en rigor, ¿no h a b r á
de la boca m á s que para llevar á ella el otra solución? E n el platillo de la balan-
vaso, y mientras tanto abrir cuan gran za donde se pesará un dia la cuestión del
des son las alas del alma, evocar en el R h i n hay ya u n gran peso, el derecho
cerebro á los poetas y á los filósofos, re innegable de Francia. ¿Será preciso ar-
mover los obstáculos que entorpecen el rojar t a m b i é n ese otro peso terrible, que
camino á la virtud, construir utopias, es la cólera de Francia?
desarreglar el presente, arreglar el por Nosotros somos de los que piensan fir-
venir, forjarse despierto todos los bellos memente y esperan que eso no sucederá.
sueños que velan la fealdad de las reali- No se olvide lo que es Francia.
dades, olvidar y recordar á la vez, y v i Viena, Berlín, San Petersburgo, L ó n -
vir así, noble, grave, serio, el cuerpo dres, solamente son ciudades. P a r í s es
nadando en el humo y el espíritu en las un cerebro.
quimeras; esta es la libertad del a l e m á n . Desde hace veinticinco años, Francia,
E l napolitano tiene l a libertad material; mutilada, no ha cesado de engrandecerse
el a l e m á n tiene l a libertad moral. L a con esa grandeza que no distinguen los
libertad del lazzarone ha formado á Ros- ojos de la carne, pero que es la m á s real
sini; la libertad del a l e m á n ha formado de todas, la grandeza intelectual. A c -
á Hoffmann. Nosotros los franceses te tualmente el espíritu francés vá sustitu-
nemos l a libertad moral como el a l e m á n yendo poco á poco al alma vieja de cada
y la libertad política como el inglés, nación.
pero no tenemos la libertad material. Las m á s altas inteligencias que á l a
Nosotros somos esclavos del clima; nos- hora presente representan para el uni-
otros somos esclavos del trabajo. Esa verso entero la política, la literatura, l a
palabra dulce y seductora, libre como él ciencia y el arte, es Francia quien las
aire, se puede decir hablando del lazzaro- tiene y las d á á la civilización.
ne, pero no se puede usar refiriéndose á Francia es hoy poderosa de otro modo,
nosotros. No nos quejamos, sin embargo, pero tanto como otras veces.
pues la libertad material es la ú n i c a sin Que se la complazca, pues. Sobre todo
la cual se puede pasar sin perder la dig- que se reflexione en esto:
EL RHIN. 857
Europa no puede estar tranquila mien- Hoy este fenómeno alarmante se ha
tras Francia no esté satisfecha. reproducido.
Y en fin, después de cuanto hemos di- Otros dos Estados, sentados sobre las
cho, ¿qué interés podria tener Europa en mismas bases que los anteriores, fuertes
que Francia, inquieta, comprimida, so- con las mismas fuerzas y movidos de u n
focada en las fronteras que se le han se- mismo móvil, amenazan á Europa.
ñ a l a d o contra naturaleza, obligada á Estos dos Estados, estos dos egoísmos,
buscar una salida á l a savia que hierve son Rusia é Inglaterra.
dentro de ella, se convirtiera forzosamen- L a Europa debe defenderse.
te, en la imposibilidad de hacer otro L a antigua Europa, que tenia una
papel, en una Roma de la civilización fu- construcción complicada, ha sido demo-
tura, debilitada materialmente, pero mo- lida; la Europa actual es de una forma
ralmente engrandecida; metrópoli de la m á s sencilla. Se compone esencialmente
humanidad, como la otra Roma lo es de de la Francia y de l a Alemania, doble
la cristiandad, recuperando en influen- centro en el cual debe apoyarse, tanto al
cia m á s de lo que la otra pierde en ter- Norte como al Mediodía, el grupo de las
ritorio, volviendo á hallar bajo otra for- naciones.
ma la s u p r e m a c í a que le pertenece y que L a alianza de Francia y de Alemania
no se le a r r e b a t a r á , reemplazando su es la constitución de Europa. Alemania
vieja preponderancia militar por u n for- apoyada en Francia detiene á Rusia;
midable poder espiritual que h a r á palpi- Francia amigablemente adherida á Ale-
tar al mundo, vibrar las fibras de todos mania detiene á Inglaterra.
los hombres y temblar las tablas de to- L a desunión de Francia y de Alema-
dos los tronos; inviolable siempre por su nia es la dislocación de Europa. Alema-
espada, pero en adelante reina por su es nia, mirando hostilmente á Francia, deja
tirpe literaria, por su lengua universal entrar á Rusia; Francia, mirando hostil-
en el siglo diez y nueve como el l a t i n lo mente á Alemania, deja penetrar á I n -
era en el siglo doce, por sus periódicos, glaterra.
por sus libros, por su iniciativa central, Así, pues, lo que necesitan los dos Es-
por las simpatías, secretas ó públicas, tados invasores es la desunión de Alema-
pero profundas, de las naciones; teniendo nia y de Francia.
sus grandes escritores por Pontífices, ¡y Esta desunión ha sido h á b i l m e n t e pre-
q u é Pontífice se puede igualar á un Pas- parada y combinada en 1815 por la polí-
cal!; sus grandes sofistas por Antecristos, tica ruso-inglesa.
¡y q u é Antecristo se puede c o m p a r a r á Esta política ha creado u n motivo per-
un Voltaire!; tan pronto resplandecien- manente de animosidad entre las dos na-
do, tan pronto deslumhrando, tan pronto ciones centrales.
exaltando el continente con su prensa Este motivo de animosidad es la dona-
como lo hacia Roma desde su pulpito; ción hecha á Alemania de la orilla iz-
comprendida porque será escuchada, obe quierda del R h i n . Esta orilla izquierda
decida porque será creída, indestructible pertenece naturalmente á Francia.
porque t e n d r á una raiz en el corazón de Para que la presa fuese bien guardada
cada uno, deponiendo dinastías en nom- se ha dado a l m á s j ó v e n y al m á s fuerte
bre de la libertad, excomulgando á los de los pueblos alemanes, á Prusia.
reyes de la gran comunión humana, dic E l Congreso de Viena ha levantado
tando Constituciones-evangelios, promul fronteras en las naciones como arma-
gando breves populares, lanzando ideas dura de lance ó de capricho, sin que ajus-
y fulminando revoluciones? ten las piezas unas con otras. L a que ha
puesto á la Francia oprimida, extenuada
y vencida, ha sido una camisa de fuerza
XVI. demasiado estrecha para ella, que la tor-
tura y la hace desangrar.
Recapitulemos. Gracias á la política de Lóndres y de
Hace doscientos años, dos Estados i n San Petersburgo, nosotros sentimos hace
vasores o p r i m í a n l a Europa. veinticinco años el hierro de Alemania
E n otros t é r m i n o s , dos egoísmos ame- clavado en la llaga de Francia.
nazaban la civilización. De a q u í ha nacido necesariamente en-
Estos dos Estados, estos dos egoísmos tre los dos pueblos, creados para enten-
eran T u r q u í a y E s p a ñ a . derse y amarse, una a n t i p a t í a que po-
L a Europa se defendió. dria convertirse en ódio.
Estos dos Estados cayeron. Mientras que las dos naciones céntra-
TOMO IT.
los
838 OBRAS D E VICTOR HUGO.

les se temen, se observan y se amena- t e n d r á su parte del R h i n y sus fronteras


zan, l a Rusia toma incremento silenciosa- naturales.
mente y la Inglaterra se extiende en la Esta solución constituirá á la Europa,
sombra. salvará la sociabilidad humana y funda-
E l peligro crece de dia en dia. E n las r á la paz definitiva.
trincheras una zanja profunda se ha ca- Todos los pueblos g a n a r á n en ello.
vado. Las tinieblas quizás ocultan un E s p a ñ a , por ejemplo, que es hoy una
gran incendio. E l a ñ o último, gracias á ruina ilustre, podrá volver á ser podero-
Inglaterra, al fuego ha faltado poco pa- sa. Inglaterra q u e r r á hacer de E s p a ñ a
ra que incendiase á Europa. el mercado de sus productos, el punto de
¿Quién podria decir lo que seria de apoyo de su navegación, y Francia
Europa en esta conflagración, llena co- querrá hacerla la hermana de su influen-
mo está de espíritus, cabezas y naciones cia, de su política y de su civilización.
combustibles? A E s p a ñ a le corresponderá elegir: ó con-
L a civilización perecería. tinuar bajando ó principiar á volver á
E l l a no puede perecer. Es preciso que subir: ó ser un anejo de Gibraltar ó el
las dos naciones centrales se entiendan. contrafuerte de Francia.
Felizmente, Francia y Alemania no E s p a ñ a o p t a r á por su engrandeci-
son egoistas. Son dos pueblos sinceros, miento.
desinteresados y nobles, en otro tiempo T a l es, según nosotros, para todo el
naciones de caballeros, hoy naciones de continente el inevitable porvenir, ya v i -
pensadores: en otro tiempo grandes por sible y distinto en el crepúsculo de las
la espada, hoy grandes por el espíritu. cosas futuras.
Su presente no desmentirá su pasado; el Una vez haya desaparecido el motivo
espíritu no es menos generoso que la es- de ódio, n i n g ú n pueblo tiene que temer
pada. por Europa. Que Alemania erice su me-
lena y lance su rugido hácia el Oriente;
Hó a q u í l a solución: abolir todo moti- que Francia abra sus alas y despida sus
vo de ódio entre los dos pueblos; cerrar rayos hácia el Occidente. A n t e el formi-
la llaga abierta en nuestro flanco en dable acuerdo del león y del águila, el
1815; borrar las huellas de una reacción mundo obedecerá.
violenta y volver á Francia lo que Dios
le ha dado, l a orilla izquierda del R h i n .
XVIL
Para llegar á esta solución es menes-
ter vencer dos obstáculos. E n t i é n d a s e bien nuestro pensamiento:
U n obstáculo material: Prusia. Sin nosotros creemos que la Europa debe á
embargo, Prusia c o m p r e n d e r á pronto ó todo evento vigilar las revoluciones y
tarde que, para que u n Estado sea fuer- fortificarse contra las guerras; pero tam-
te, es preciso que todas sus partes estén bién pensamos que si no viene á turbar
perfectamente adheridas las unas á las la marcha majestuosa del siglo diez y
otras; que la homogeneidad vivifica y l a nueve a l g ú n incidente que esté fuera de
m u t i l a c i ó n mata; que ella debe tender á las previsiones naturales, la civilización,
formar el gran reino septentrional de ya salvada de tantos escollos y peligros,
Alemania; que ella necesita puertos l i - irá alejándose m á s y m á s cada dia de
bres, y que, por m u y bello que sea el ese Garibdis que se llama guerra y de
B h i n , vale m á s el Océano. esa Scyla que se llama revolución.
A d e m á s , á todo evento poseerá la ori Utopia; sea. Pero no se olvide que
lia derecha del R h i n . cuando éstas caminan a l mismo fin que
U n obstáculo moral: las desconfianzas la humanidad, es decir, hácia lo bueno,
que Francia inspira á los reyes de Euro lo justo y lo verdadero, las utopias de
pa y por consecuencia la necesidad apa un siglo son los hechos del siglo siguien-
rente que hay de achicarla. Y no obs te. H a y hombres que dicen: Esto será; y
tante, este es precisamente el peligro hay otros que dicen: Hé aquí cómo. L a paz
mayor. Achicar la Francia es irritarla, y perpetua ha sido u n sueño hasta el dia
Francia irritada es peligrosa. Tranquila que el sueño se ha hecho camino de
es empujada por el progreso; irritada hierro y ha cubierto la tierra de una red
puede ser empujada por la revolución. sólida, tenaz y viviente. W a t t es el com-
Los dos obstáculos se desvanecerán. plemento del abad de Saint-Pierre.
Cómo? Dios lo sabe, pero es lo cierto Antiguamente, á todas las palabras
que se desvanecerán. de los filósofos se exclamaba: Sueños y
Dentro de u n plazo dado, Francia quimeras que se convertirán en humo, No
EL RHIN.

nos riamos del humo; él es el que condu- con la luz en la mano; pero t é n g a s e pre-
ce el mundo. sente, pues ya lo hemos dicho otra vez y
Para que la paz perpetua fuese posible en otros términos, que lo que puede i l u -
y la teoría se trocase en realidad, eran minar puede t a m b i é n incendiar. Acója-
necesarias dos cosas: u n vehículo para el selas y déseles su lugar. E l arte es u n
servicio rápido de los intereses y un vehí- poder, la literatura es una potencia. Es
culo para el cambio rápido de las ideas; preciso, pues, respetar lo que tiene de po-
en otros términos, u n medio de transporte der y gobernar lo que tiene de potencia.
uniforme, unitario y soberano y una len- Insistamos en lo dicho. S e g ú n nuestro
gua general. Estos dos vehículos, que modo de pensar, si el porvenir realiza lo
tienden á borrar las fronteras de los i m - que esperamos, los motivos que provo-
perios y de las inteligencias, los tiene hoy can las guerras y las revoluciones i r á n
el universo; el primero es el camino de disminuyendo de día en día. A nuestro
hierro, el segundo es la lengua francesa. modo de ver, ellos no desaparecerán por
Tales son en el siglo diez y nueve, completo nunca. L a paz universal es
para todos los pueblos que están en via una hipérbole cuya a s í n t o t a sigue el g é -
de progreso, los dos medios de comuni- nero humano.
cación; es decir, de civilización; es decir, Seguir esa radiante asíntota, hé a q u í
de paz. Se v á en w a g ó n y se habla la ley de la humanidad. E n el siglo diez
francés. y nueve todas las naciones marchan y
E l camino de hierro reina por la om- m a r c h a r á n por ella, inclusa Rusia é i n -
nipotencia de su rapidez; la lengua fran- clusa Inglaterra.
cesa por su claridad, que es la rapidez Nosotros, si la Europa central se cons*
de una lengua, y por la s u p r e m a c í a se- tituyese, como hemos indicado m á s a r r i -
cular de su literatura. ba, nosotros somos de los que veríamos
Detalle notable que apenas será creí- sin celos y sin inquietud á Rusia, que el
ble en el porvenir, y que es imposible Cáucaso detiene por ahora, dar ]a vuel-
dejar de señalarlo: de todos los pueblos y ta al mar Negro; y, como en otro tiempo
todos los gobiernos que se sirven hoy de los turcos, esos otros hombres del Norte^
estos dos admirables medios de comu llegar á Constantinopla por el Asia Me-
nicacion y de cambio, el gobierno de nor. L o tenemos dicho; Rusia es mala
Francia es el que a l parecer ha tenido en para Europa y buena para el Asia. Pa-
menos su eficacia. A la hora presente, ra nosotros es oscura, para el Asia es l u -
Francia apenas tiene algunas leguas de minosa; para nosotros es b á r b a r a , para
camino de hierro. E n 1837 se le dió u n el Asia es cristiana. Sus pueblos no es-
pequeño rail-way como se d á u n juguete t á n todos alumbrados en el mismo gra-
á ese gran n i ñ o que se llama P a r í s , y du- do y de l a misma manera; la noche se
rante cuatro años no se ha adelantado extiende por Asia y el dia se dibuja en
u n paso. E n cuanto á la lengua francesa, Europa. Rusia es una l á m p a r a .
en cuanto á l a literatura francesa, ésta Que se vuelva hácia el Asia, que es-
brilla y resplandece para todos los gobier- parza en ella la claridad que tiene, y
nos y todas las naciones, excepto para el el imperio otomano derrumbado, gran
gobierno francés. Francia ha tenido y hecho providencial que salvará la c i v i l i -
Francia tiene aun la primera literatura zación, que entre en Europa por Cons-
del mundo. Hoy mismo, no nos cansare- tantinopla. Francia, restablecida en su
mos de repetirlo, nuestra literatura no grandeza, verá con simpatía la cruz
es solamente la primera, sino que es la griega reemplazar á la media luna en la
única. Todo pensamiento que no sea el vieja c ú p u l a bizantina de Santa Sofía.
suyo está apagado; ella está hoy m á s v i - Después de los turcos, los rusos; esto es
va y m á s vivaz que nunca. E l gobierno un paso.
actual parece ignorarlo y obra en este Nosotros creemos que el noble y pia-
sentido, y esto es, nosotros se lo decimos doso emperador que conduce, en el mo-
con profunda benevolencia y sincera mento en que escribimos estas líneas,
simpatía, una de las m á s grandes faltas tantos millones de habitantes hácia tan
que ha cometido desde hace once años. bellos destinos, es digno de dar este gran
Tiempo es que se preocupe, y se preocu- paso; nosotros deseamos sinceramente
pe sériamente, de las nuevas generacio- que lo d é . Pero tenga presente que el
nes, que son literarias hoy, como eran trato cruel que se le ha dado á Polonia
militares en l a época del Imperio. Ellas quizá sea u n obstáculo á su pueblo en
se presentan sin cólera, porque vienen lle- el presente y una objeción á su gloria
nas de pensamientos; ellas se presentan ante la posteridad. E l grito de Grecia
800 OBRAS D E VICTOR HUGO.

ha sublevado á la Europa contra la Tur- un francés que los ingleses crucificaron en


quía. Sépalo el imperio. E l Palatinado Londres, y Fondo Filatos un oficial al ser-
deslució á Turena. Sópalo el emperador. vicio de Inglaterra.
Cuando se fija uno en el papel que Esto dicho, nuestra fé en el inevitable
desempeña Inglaterra en los negocios porvenir es tan religiosa, tenemos por la
universales y en particular en la*guerra, humanidad tan altas ambiciones y tan
tan pronto sorda, tan pronto flagrante, firmes esperanzas, que, en nuestra con-
pero en todos casos perpetua, que hace á vicción. Dios no puede menos de destruir
Francia, es imposible no pensar en ese un dia, en lo que tiene de pernicioso al
viejo espíritu púnico que tanto tiempo menos, ese antagonismo de los dos pue-
luchó con la antigua civilización. E l es- blos, tan radical como parece y como es.
p í r i t u púnico es el espíritu de mercancía,
de aventuras, de navegación, de lucro, Infaliblemente, ó Inglaterra perecerá
de egoísmo; y después es otra cosa m á s bajo la reacción formidable del universo,
el espíritu púnico. L a historia le vé aso- ó c o m p r e n d e r á que el tiempo de los Car-
mar por el fondo del Mediterráneo en tagineses ha pasado para no volver. Nos-
Fenicia, Tiro y Sidon. A Grecia le es otros creemos que lo comprenderá. A u n -
antipático y lo arrojó. Pero él bordea la que no sea apreciada m á s que bajo el
costa de Africa y funda á Cartago, desde punto de vista de la especulación, la fé
cuyo punto acecha l a ocasión de pasar á púnica es una mala enseña; la perfidia es
Italia. Scipion lo combate, triunfa y un prospecto repulsivo. Traficar cons-
cree haberlo destruido. Error! E l talón tantemente con la humanidad entera es
del cónsul no ha deshecho m á s que las peligroso; tener siempre un mismo viento
murallas; el espíritu púnico ha sobrevi- en su vela, su interés propio, es triste; i r
vido. Cartago no ha muerto. Hace dos siempre á ayudar al fuerte contra el dé-
m i l años que se arrastra al redededor de b i l , es cobarde; burlarse sin cesar de lo
Europa. Por de pronto se instaló en Es- que se llama la política sentimental y no
p a ñ a , donde parece que encontró regis- conceder nunca nada al honor, á la glo-
trando su memoria el recuerdo fenicio ria, al desinterés, á la simpatía, al mejo-
del mundo perdido; después fué á buscar ramiento de la suerte de los demás, es un
A m é r i c a á través de los mares y se apo- pequeño papel para que lo desempeñe
deró de ella; nosotros hemos visto cómo, un gran pueblo. Inglaterra lo sentirá.
y hecha fuerte en l a p e n í n s u l a españo- Las islas han sido hechas para servir
l a , tuvo un momento dominado el á los continentes, no para dominarlos;
mundo entero. L a Providencia le hizo los navios han sido hechos para servir á
soltar la presa. Sin embargo, ha pasado las ciudades, que son l a primera obra
á Inglaterra, y de nuevo envuelve hoy maestra del hombre, y los navios son la
el mundo, le tiene en sus manos y ame- segunda. E l mar es u n camino, no una
naza á Europa. Ahora bien; si Cartago p á t r i a . L a navegación es un medio, no
ha cambiado de sitio, Roma t a m b i é n . un fin; sobre todo no es el propio fin
Cartago, como en otro tiempo, lo ha en- de sí misma. Si l a navegación no ha de
contrado frente por frente de ella en la servir para llevar la civilización, ¡que el
orilla opuesta. E n otra época Roma se Océano l a trague!
llamaba Tlrls, vigilaba el Mediterráneo Es necesario que la red de las innu-
y miraba al Africa; hoy Roma se llama merables estelas de todas las marinas se
P a r í s , vigila el Océano y m i r a á Ingla- una y se confunda perpetuamente con
terra. la red de todos los caminos de hierro,
Este antagonismo de Francia é I n g l a para continuar por el Océano la inmensa
t é r r a es tan patente, que todas las nació' circulación de los intereses, de los per-
nes lo reconocen. Acabamos de represen- feccionamientos y de las ideas; es preciso
tarle por Cartago y Roma; otros lo han que por estas m i l venas se esparza la
expresado de diferente modo, pero siem- sociabilidad europea á los extremos de
pre de una manera clara y hasta en la tierra; si Inglaterra pretende y quiere
ciertas ocasiones visible. Inglaterra es el tener l a primera de las marinas y se
gatO) decia el gran Federico; Francia es desea que Francia tenga la segunda, sea
el perro. En derecho, dijo el legista He- enhorabuena. De esta manera Inglaterra
nar d, los ingleses son judíos, los franceses seguirá su ley, siguiendo al par la ley
cristianos. Los mismos salvajes parecen general. De esta manera el principio v i -
sentir vagamente esta profunda antíte- vificante del globo será representado por
sis de las dos grandes naciones cultas. tres naciones: Inglaterra, que t e n d r á la
GristO) dicen los indios de América, era actividad comercial; Alemania, que ten-
EL RHIN. 861
drá l a expansión moral, y Francia, que rial, y que fecundizan, sobreponiéndose
t e n d r á el resplandor intelectual. á todo, las ideas nacionales y continen-
Como se v é , nuestro pensamiento no tales.
excluye á nadie. L a Providencia no Nada de lo que vamos á decir desmien-
maldice n i deshereda á n i n g ú n pueblo. te n i invalida, antes a l contrario, corro-
Nosotros abrigamos la convicción de que bora lo que acabamos de manifestar en
las naciones que pierden el porvenir, lo las p á g i n a s anteriores. Son ú n i c a m e n t e
pierden por culpa suya. dos líneas, las cuales, antes determinar,
E n adelante, iluminar las naciones serán el ú l t i m o consejo que se puede di-
que permanecen en l a oscuridad será el rigir, lo mismo á los hombres aficionados
trabajo de las naciones esplendorosas. á los estudios especulativos que á los
Completar la educación del género hu- hombres prácticos. R e m o n t á n d o n o s de
mano es l a misión de Europa. idea en idea, hemos llegado á la cúspide
Cada uno de los pueblos europeos de- de nuestro pensamiento; ahora, antes de
berá contribuir á esta santa y grande bajar, echemos una mirada al horizonte
obra en la proporción de la luz que ten- que se extiende ante nuestros ojos. Nada
ga. Cada uno deberá ponerse en relación m á s .
con l a porción de l a humanidad sobre la E n otro tiempo, cuando existian las
cual pueda obrar. Todos no son á propó- sociedades antiguas, el Mediodía gober-
sito para todo. naba el mundo y el Norte lo revolucio-
Francia, por ejemplo, colonizaría mal, naba; del mismo modo en su orden de
y si se lo propusiese saldría bien de su lechos diferente, pero paralelo, la aristo-
empresa, pero con mucha fatiga. L a cracia, rica, brillante y feliz, dirigía las
civilización completa, delicada y pensa- riendas del Estado; y la democracia, po-
tiva á la vez, humana en todo, y por de- bre, sombría y miserable, la perturbaba.
cirlo así, hasta el exceso, no tiene abso- Por diversas que sean en la apariencia,
lutamente n i n g ú n punto de contacto con al primer golpe de vista, la historia
el estado salvaje. ¡Cosa e x t r a ñ a y sin exterior de las naciones desde hace tres
embargo muy verdadera! L o que le falta m i l años, en el fondo de esas dos histo-
á Francia en A r g e l es un poco de barba- rias no hay m á s que u n solo hecho; l a
rie. Los turcos iban m á s aprisa, con m á s lucha de l a miseria con el bienestar. E n
seguridad y m á s lejos, porque sabian ciertas circunstancias los pueblos m a l
cortar mejor cabezas. situados alteran el órden europeo y las
L a primera cosa que hiere a l salvaje clases m a l atendidas alteran el órden
no es l a razón, es l a fuerza. social. Unas veces l a Europa, otras el
L o que falta á Francia lo tiene Ingla- Estado, son brusca y violentamente ata-
terra, como asimismo Rusia. cados, l a Europa por los que tienen frío,
Estas convienen para el primer traba- el Estado por los que tienen hambre; es
j o de l a civilización; Francia para el decir, l a una por el Norte y el otro por
segundo. L a e n s e ñ a n z a de los pueblos el pueblo. E l Norte procede por invasio-
tiene dos grados, l a colonización y l a ci- nes y el pueblo por revoluciones. De a q u í
vilización. Inglaterra y Rusia coloniza- resulta que en ciertas épocas l a civiliza-
r á n el mundo bárbaro; Francia civilizará ción se hunde y desaparece m o m e n t á -
el mundo colonizado. neamente bajo las espantosas irrupcio-
nes de los bárbaros, lo mismo de los que
vienen de fuera que de los de dentro;
XVIII. los unos corren hácia el Mediodía del
fondo del continente, los otros suben a l
A l terminar, permítasenos hacer una
poder desde lo m á s bajo de la sociedad.
ligera digresión para dar cabida á una
Los intervalos que separan esas grandes
reflexión que será l a ú l t i m a y que no
y, digámoslo, esas fecundas aunque dolo-
t e n d r á otro objeto que s e ñ a l a r el punto
rosas catástrofes, no son otra cosa que l a
de vista especial que nos hemos trazado
medida de l a paciencia humana marca-
concienzudamente para hacer este t r a
da por l a Providencia en l a historia. Son
bajo. Por grandes y nobles que sean las
cifras colocadas allí para ayudar á l a so-
ideas que forman las nacionalidades
lución de este sombrío problema. ¿Cuán-
agrupan los continentes, aun después de
to tiempo puede soportar el frío una par-
haberlas estudiado una por una, se siente
te de l a humanidad? ¿Cuánto tiempo
la necesidad de elevarse t o d a v í a m á s
puede soportar el hambre una parte de
alto y abordar alguna de esas leyes ge
la sociedad?
nerales de l a humanidad, que regulan
Hoy, sin embargo, parece que se h a
lo mismo el mundo moral que el mate-
8G2 OBRAS DE VICTOk HUGO.

revelado una ley nueva, que data, para que han de ensanchar las vias que á él
el primer órden de hechos, desde la de- conducen. Masas inmensas dormitan y
cadencia de la m o n a r q u í a española, y sufren en las regiones extremas, y espe-
para el segundo, desde la transforma- ran, por decirlo así, que les llegue su
ción de la m o n a r q u í a francesa. Se diria vez. E l Norte y el pueblo son los recep-
que l a Providencia, que tiende sin cesar táculos de la humanidad. Ayudémosles
al equilibrio y que corrige por reduccio- á que se esparzan tranquilamente por
nes continuadas las oscilaciones dema- los lugares, las cosas y las ideas que
siado violentas de la humanidad, quiere deben fecundizar. No dejemos que se
poco á poco apartar á las regiones extre- desborden. Ofrezcamos, pues así lo acon-
mas en la Europa y á las clases extremas seja la prudencia y el deber, una desem-
en el Estado de ese e x t r a ñ o derecho de bocadura ancha y pacífica á las naciones
ejecución que se hablan arrogado hasta mal situadas hácia las zonas favorecidas
a q u í , las unas para tiranizar y para ex- por el sol y á las clases desheredadas
cluir, y las otras para agitar y para des- hácia los goces sociales. Suprimamos el
truir. E l gobierno del mundo parece que malestar por todas partes. Eso será su-
pertenecerá de hoy en adelante á las primir los orígenes de las guerras en el
regiones templadas y á las clases me- continente y los orígenes de las revolu-
dias. Carlos V ha sido el ú l t i m o gran ciones en el Estado. Para la política i n -
representante de la dominación meridio- terior como para la política exterior, para
nal, como Luis X I V ha sido el último las naciones entre sí como para las clases
gran representante de la m o n a r q u í a ex- en el pais, para la Europa como para la
clusiva. No obstante, aunque el Medio- sociedad, el secreto de la paz existe qui-
día no reina ya en Europa, aunque la zá en una sola frase: dar al Norte su par-
aristocracia no reina ya en la sociedad, te de Mediodía y a l pueblo su parte de
no olvidemos que las clases medias y las poder.
naciones intermediarias no pueden con-
servar el poder sino con l a condición de P a r í s , Julio de 1841.

f IN DjEJ. TOMO IV.


Í N D I C E

M I S C E I M DE UTIRATÜRA Y DE F M O F l i . Páginas

Diario de las ideas, de las opiniones y de las lecturas de Libro I.—Shakespeare.—Su vida. 91
un joven jacobino de 1819. Libro II.—Los génios 99
P á g i n a s Libro I I I . — E l arte y la ciencia. . 117
Libro I V . — E l antiguo Shakespeare. , 124
Historia .
Libro V.—Las almas. . . . . 136
A un historiador
Extracto del correo francés del jueves 14 de Setiembre
de 1792 (año IV de la libertad). . 9 Libro I.—Shakespeare.—Su génio. . 141
Después de una lectura del M o n i t o r 9 Libro IL—Shakespeare.—Su obra.—Los puntos cul-
Fragmentos de crítica á propósito de un libro político es- minantes 142
crito por una mujer 10 Libro III.—Tan eterno es Zoilo como Homero. . . 157
Sobre un poeta aparecido en 1820 16 Libro IV.—Crítica. . 162
Teatro 17 Libro V.—Los ingenios y las masas 167
Fantasía . 19 Libro V i . - L o bello al servicio de lo verdadero. 171
Satíricos y moralistas 21
Sobre Andrés Ghenier 22
A un traductor de Homero . , 23 Libro I.—Después de la muerte.—Shakespeare.—In-
Un folletín 24 glaterra 179
Del génio 28 Libro I I . — E l siglo diez y nueve. 186
Plan de-una tragedia, escrito en el colegio 30 Libro I I I . — L a historia real.—Cada uno debe ocupar
su sitio. . . . , 189
Diario de las ¡deas y de las opiniones de un revo
lucionario de 1830.
Agosto 32 ANTES DEL DESTIERRO: 1841 i 1851.
Setiembre. . . 33
Octubre. 35 El derecho y la ley 201
Noviembre 36 Prefacio 201
Diciembre 36 Academia francesa: 1841 á 1844.
Enero. 37
Discurso de recepción 217
Febrero 37
Contestación de M. Víctor Hugo, director de la Academia
Marzo 37
francesa, al discurso Saint-Marc Girardin 228
Ultimos fragmentos sin fecha , 38
Contestación de M. Víctor Hugo, director de la Academia
francesa, al discurso de M. Saint-Beuve 232
Sobre Voltaire 39
Sobre Walter Scott, á propósito de Quintín Durward. . 44 Cámara de los Pares: 1845 á 1848.
Sobre el abate Lamennais, á propósito de su ensayo so- La Polonia 241
bre la indiferencia en materia de religión 47 Consolidación y defensa del litoral 244
Sobre lord Byron, con motivo de su muerte 49 La familia Bonaparte 249
Ideas al acaso. 52 El Papa Pío IX 252
Fragmento de historia 55 Reuniones electorales: 1848 á 1849.
Sobre M. Dovalle . . . . . . . . . . . . . . ., . 5 9 257
Carta á los electores
Guerra á los demoledores 60 Plantación del árbol de la libertad en la plaza de los
Imbert Galloix.. 62 Vosgos 257
Sobre Mirabeau. . . . . . . . . . . 72 258
Reunión de autores dramáticos
Víctor Hugo á sus conciudadanos 259
GUILLERMO S H A K E S P E A R E . Sesión de las cinco asociaciones del arte y de la indus-
tria. 260
Dedicatoria. Junta de las asociaciones después de terminado el man-
Prefacio.. dato. . 266
INDICE D E L TOMO I V ,
Páginas Páginas

Asamblea Constituyente: 1848. 1856.


Talleres nacionales. . . . * . * 269 425
Por la libertad de imprenta y contra el arresto de los es- II.—La Grecia 426
critores 11 . . 273
1859.
El estado de sitio 275
La pena de muerte 276 I . —La amnistía 429
Por la libertad de imprenta y contra el estado de sitio. . 276 I I . —Ihon Brown 429
Proposición sobre protecciones á las letras y álas artes.. 278 1860.
La separación de la Asamblea , 282
I . —Regreso á Jersey 431
La libertad del teatro 284
II 436
Asamblea legislativa: 1849 á 1851.
1861.
La miseria. 289
Al capitán Butler 439
La expedición á Roma 293
Contestación á M. de Montalembert. 299 186S.
La libertad de enseñanza 299 I . —Los condenados de Charleroi 441
La deportación 305 I I . —Armand Barbés á Víctor Hugo 442
El sufragio universal 312 I I I . —Los Miserables 443
Contestación á M. de Montalembert. 318 IV. —El banquete de los niños 445
La libertad de la prensa. . . . . 320 V. —Ginebra y la pena de muerte 446
Revisión de la Constitución. . . . 329
1863.
Congreso de la Paz en París: 1849. I . —Al ejército ruso 451
Discurso de apertura. 349 I I . —A Víctor Hugo. 451
Clausura del Congreso de la Paz 352 I I I . —La guerra de Méjico 452

Cámara de las juntas extraordinarias: 1851. 1864.


Defensa de Cárlos Hugo.—La pena de muerte. . . 357 I.—El centenario de Shakespeare 453
El proceso de V E v é n e m e n t 362 1865.
Oraciones fúnebres: 1844 á 1850. I . —Emilia de Putron . . . . . 455
I I . —La estátua de Beccaria 456
Funerales de Casimiro Delavigne. 367
HL—El centenario del Dante. . 456
Funerales de Federico Soulié. . 368
IV. —Congreso de estudiantes 458
Funerales de Balzac. . , . , 369
El 2 de Diciembre de 1851,
1866.
I . —La libertad 459
Nota. 370 I I . —Bradley sentenciado á muerte en Jersey 460
I I I . - L a Creta 460

EN EL DESTIERRO. 1867.
lí—La Creta. . . . • 463
I I . —Los fenianos. . . 465
185S. I I I . —El emperador Maximiliano. . . . 466
IV. —Voltaire 468
I . —Al dejar la Bélgica 385
V. —Jhon Brown 468
I I . —Al llegar á Jersey. , 387
VI. —La pena de muerte abolida en Portugal. 468
I I I . —Declaración á propósito del imperio 388
VIL—Hernani . . . . . 469
IV. —Banquete polonés 389
VIH.—Los niños pobres 471
1853. 1868.
I . —Ante la tumba de Juan Bousquet 393 I . —Manin. 473
I I . —Ante la tumba de Luisa Julien 395 I I . —Gustavo Flourens. v 473
I I I . —Viségimo-tercero aniversario de la revolución de I I I . —España 474
Polonia. 397 IV. —Segunda carta de España 476
1854. V. —Los niños pobres 477

I . —A los habitantes de Guernesey 401 1869.


I I . —A lord Palmerston. 405 I . —La Greta. . .- . . . 479
I I I . -Quinto aniversario del 24 de Febrero de 1848.. . 408 II. —A los cinco redactores-fundadores de Le Rappel. 480
IV. —Llamamiento á los conciudadanos. , . . . . 409 in.-—Congreso de la Paz en Lausanna.. . . . . 482
V. —La guerra de Oriente. 410 IV. —Félix Pyat á Víctor Hugo 485
VI. —Advertencia. . 413 V. —La crisis de Octubre de 1869 487
VI. —Jorge Peabody • 487
1855. 488
VII. —A Cárlos Hugo • • •
f.—Sexto aniversario del 24 de Febrero de 1848. . . 415
II.—Carta á Luis Bonaparte 419 1870.
1.—Cuba. . . 491
Ilr.—Expulsion de Jersey. . . . . . . . . . 421
INDICE D E L TOMO I V . 865
Páginas Páginas

I I . —Para Cuba 492 XXIV. —Exequias de Federico Lemaitre 573


I I I . —Lucrecia Borgia.. . 493 XXV. —Elección de senadores en el departamento del
IV. —Washington 495 Sena 574
V. —Hennet de Kesler 496 XXVI. —La Exposición de Filadelfia 574
VI. —Los salva-vidas 497 XXVII. —Exequias de Mad. Luis Blanc 576
VIL—El trabajo en América 497 XXVIII. —Exequias de Jorge Sand 578
VIIL—El plebiscito 498 XXIX. —La amnistía en el Senado 579
IX.—La guerra en Europa • . 499

EL. R H IN .
Después del destierro.
Cartas á un amigo 587
Paris y Roma 503 Carta I.—De Paris á la Ferté-sous-Jouarre 592
Carta II.—Montmirail.—Montmort.—Epernay. . . . 595
PRIMERA PARTE.—Regreso á Francia de la expulsión Carta IIL—Chalons.—Sainte-Menehould.—Varennes. . 598
de Bélgica. Carta IV.—De Villers-Cotterets á la frontera . 605
Carta V.—Gibet 612
Carta VI.—Las orillas del Mosa.—Dinant.—Namur.. . 615
I . —Entrada en Paris 515
Carta VII.—Las orillas del Mosa.—Huy.—Lieja.. . . 617
I I . —A los alemanes 516
Carta VIH.—Las orillas del Vesdre.—Verviers. . . . 621
I I I . —A los franceses 518
Carta IX.—Aix-la-Chapelle.—La tumba de Carlo-Magno. 622
IV. —A los parisienses 519
V. —Los Castigos 521 Carta X.—Colonia 631
Carta XI.—A propósito de la casa Ibach 640
VI. —Elecciones para la Asamblea nacional, . . . . 522
Carta XII.—A propósito del museo Wallraf 643
B-CTEarDIOOS. Carta XIII.—Andernacb 645
I . —Llegada á Burdeos 523 Carta XIV.—El Rhin 649
I I . —La guerra en el presente y la paz en el porvenir. . 523 Carta XV.—El Ratón 656
I I I . —Dimisión de los representantes de la Alsacia y la Carta XVI.—A través de los campos 660
Lorena 526 Carta XVIL—San Goar 662
IV. —La cuestión de Paris 528 Carta XVIIL—Bacharach 667
V. —Dimisión de Víctor Hugo 530 Carta XIX.—Feur! Feurf 669
Carta XX.—De Lorch á Bingen 673
Carta XXI.—Leyenda del hermoso Pecopin y de la bella
I . —A los señores Meurice y Vacquerie 533 Bauldour. 692
I I . —El incidente belga. 537 I . —Leyenda 692
I I I . —Vianden 541 I I . —El ave Fénix y el planeta Vénus 693
IV. —Elecciones del 2 de Julio 542 I I I . —Donde se explica la diferencia que hay entre el oido
SEGUNDA PARTE.—Desde la expulsión de Bélgica hasta de un jóven y el oido de un viejo 694
la entrada en el Senado. IV. —Donde se trata de las diversas cualidades propias de
las diversas embajadas 695
V. —Buen efecto de una buena idea 696
I . —A los redactores de Le Rappel 545 VI. —Donde se vé que hasta el mismo diablo comete una
I I . —A M. León Bigot, abogado de Maroteau 549 falta por ser glotón 696
I I I . —A M. Robert Hyenne 551 VIL—Amigables proposiciones de un viejo docto retirado
IV. —El mandato por medio de contrato 551 en una cabana de follaje 700
V. —Elección del 7 de Enero de 1872 553 VIIL—El cristiano errante 701
VI. —Funerales de Alejandro Dumas 554 IX. —En donde se vé qué es lo que puede divertir á un
VIL—A los redactores de E l Renaeimiento. . . . 554 enano en un bosque 702
VIH.—A los redactores de E l Pueblo Soberano. . . 555 X. —Equis eanibusque 703
IX. —Respuesta á los romanos 556 Xí.—A lo que uno se expone montando un caballo que
X. —Cuestiones sociales 557 no conoce .705
XI. —Aniversario de la República 559 XII. —Descripción de un mal albergue 707
XII. —El porvenir de Europa 560 XIII. —A tal posada, tal mesa redonda 709
XIII. —Ofrecimientos de volver á la Asamblea 561 XIV. —Nueva manera de desmontar 710
XIV. —Enrique Rochefort 562 XV. —Donde se vé cuál es la figura retórica que Dios
XV. —La ciudad de Trieste y Víctor Hugo 563 usa con más frecuencia 711
XVI. —El centenario del Petrarca 563 XVI. —Donde se trata la cuestión de si se puede recono-
XVII. —La cuestión de la paz, reemplazada por la cues- cer al que no se ha conocido. . . . # . . . 712
tión de la guerra 565 XVIL—Observaciones que se le ocurrieron á la entrada. 713
XVIIL—Exequias de Mad. Paul Meurice 566 XVIIL—Donde aprenderán los espíritus graves cuál es
XIX. —A los demócratas italianos 567 la más impertinente de las metáforas 714
XX. —Por un soldado 568 XIX.—Bellas y prudentes palabras de cuatro filósofos
XXL—Exequias de Edgart Quinet 569 bípedos adornados con plumas 715
XXII. —Al Congreso de la Paz 571 Carta XXIL—Bingen 716
XXIII. —El delegado de Paris á los delegados délas Carta XXIII.—Maguncia 722
36.000 municipalidades de Francia 571 Carta XXIV.—Francfort-sur-le-Mein 728
TOMO IV. 109
866 INDICE D E L TOMO I V .
Paginas Páginas

Carta X X V . - E 1 Rhin 735 Carta XXXIII.—Basilea 796


Carta XXVI.—Worms.—Mannheim.. . . . . . . 747 Carta XXXIV.—Zurich 800
Carta XXVII.—Spira 758 Carta XXXV.—Zurich 801
Carta XXVIII. —Eidelberg.—A M. Luis B 761 Carta XXXVI.—Zurich • . 806
Carta XXIX—Estrasburgo . 782 Carta XXXVIL—Schaffhausen 808
Carta XXX.—Estrasburgo 787 Carta XXXVIII.—La catarata del Rhin 809
Carta XXXI.—Freiburg en Brisgaw 790 CartaXXXIX.—Vevey.—Chillón.—Lausanna. . . . 812
Carta XXXII.—Basilea 795 Conclusión. 818
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