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Insurgencia y Contrainsurgencia in Book: Manual de Estudios Estratégicos y Seguridad Internacional Publisher: Plaza y Valdés
Insurgencia y Contrainsurgencia in Book: Manual de Estudios Estratégicos y Seguridad Internacional Publisher: Plaza y Valdés
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Miguel G.Guindo
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INSURGENCIA Y CONTRAINSURGENCIA
tividad mundial. Ciertamente, las revueltas en Libia, Siria o Yemen en 2011 y las guerras
de Afganistán e Irak han atraído la atención sobre este fenómeno; sin embargo, la insur-
gencia se remonta a la historia de los antiguos imperios y ha permanecido a lo largo de
los siglos. Su trascendencia estratégica ha variado en función del contexto internacional.
Mientras que en algunos casos representaba poco más que un ruido de fondo, en otros, ha
sido un componente central de las relaciones internacionales. Cuando menos relevante,
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algunos países a patrocinar insurgencias como forma de guerra delegada. Si durante la
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división ideológica, el colapso de las colonias europeas y el despertar político de masas de
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Las acciones que un grupo minoritario realiza dentro de un Estado para forzar un
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insurgente.
a) Crear una identidad política relevante. Por lo general, un individuo posee múlti-
ples identidades (nacional, regional, política, religiosa, étnica, profesional, familiar, etc.)
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de que se alcen en armas para defenderla. Esto supone privilegiar una identidad frente a
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otra en términos políticos (por ejemplo, en el caso de un partidario de Hizbollah, anteponer
la comunidad shií y el proyecto revolucionario iraní a la identidad libanesa) o competir
entre identidades que se enfrentan a un mismo enemigo (elegir una identidad islamista
INSURGENCIA Y CONTRAINSURGENCIA
frente a otra nacionalista laica en el caso de un joven palestino que opta por Hamas en lugar
de hacerlo por Fatah). Circunstancias excepcionales, como una ocupación extranjera, el
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pectos identitarios asociados a la insurgencia. Las élites políticas también pueden subrayar
la distinción entre amigos y enemigos en los procesos de movilización social.
b) Enarbolar una causa atractiva. La identidad por sí sola no basta. Los proto-in-
surgentes necesitan vincularla a algún tipo de agravio que persuada a la población a que
se una o respalde el movimiento. Todos los grupos proto-insurgentes tienen algún tipo
de causa, pero son las causas realmente atractivas (por ejemplo, el deseo de justicia, las
aspiraciones de un determinado grupo étnico, la reivindicación de una mayor equidad en
la redistribución de recursos, la lucha contra la ocupación extranjera, o la instauración de
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lo contrario, los proto-insurgentes pueden ser percibidos como un grupo de criminales que
recurren innecesariamente a la violencia.
Robert Tomes (2004: 21) sintetiza en dos puntos qué cualidades debe tener la causa
para que ésta suscite apoyos al movimiento: 1) una amplia parte de la población tiene que
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auténtica de un grupo proto-insurgente, es posible que se asocie a otras con mayor acepta-
ción social; y 2) los adversarios políticos no pueden apropiarse o adherirse esa causa.
cer a la población para que asuma riesgos y penurias durante largos periodos de tiempo.
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régimen que en un principio se mostraban ajenos a los asuntos políticos.
e) Prevalecer sobre grupos rivales. Muchas veces, el principal adversario de los pro-
to-insurgentes no es tanto el enemigo declarado (la autoridad política constituida), como
otros grupos con los que mantiene disputas de carácter ideológico, partidista, personal,
etc., pero con los que comparten una causa parecida (por ejemplo, expulsar a una fuerza
extranjera), o simplemente con los que se ven obligados a colaborar (es el caso de las fac-
ciones de la insurgencia afgana contra los soviéticos y las presiones que recibían de sus
patrocinadores externos: Pakistán, Arabia Saudí y Estados Unidos), y con los que compi-
ten por la obtención de recursos y apoyos. En algunos casos, la situación se puede resolver
creando alianzas y frentes comunes, aunque no es raro que una vez terminada la lucha
surjan divisiones internas o comience un nuevo enfrentamiento armado entre los diferen-
tes grupos por el reparto del poder. Así sucedió por ejemplo en el caso de los muyahidín
afganos tras la retirada soviética en 1989, o el Frente Farabundo Martí para la Liberación
Nacional en El Salvador tras los acuerdos de paz de 1992 (Long, 2006: 16).
f) Refugio. Es otro factor crítico tanto para la proto-insurgencia como para la insur-
gencia. En un estudio realizado por la RAND Corporation (Connable & Libicki, 2010)
sobre una muestra de ochenta y nueve insurgencias entre 1945 y 2006, se observa que las
insurgencias que no disponen de refugio tienen una probabilidad de victoria de uno contra
siete en los casos donde el éxito o la derrota resultan claramente apreciables. Por el con-
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INSURGENCIA Y CONTRAINSURGENCIA
Saudí, Irán, Siria y otros países musulmanes. En su investigación, Connable y Libicki
(2010: 62) llegan a la conclusión de que el apoyo estatal otorga una probabilidad de éxito
de dos a uno a favor de la insurgencia.
Otro posible error consiste en no reconocer a tiempo que se está gestando una insur-
gencia. Así sucedió en 2003 en Irak, cuando el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld,
se empeñó en considerar ataques aislados sin especial importancia lo que en realidad era
el inicio de la insurgencia (Woodward, 2007: 390). Por último, el Estado o las fuerzas
extranjeras también pueden ayudar indirectamente a los proto-insurgentes con decisiones
políticas erróneas que agraven la situación denunciada por éstos. El Irak de la posguerra
ofrece otra lección negativa. La triple decisión aplicada por Paul Bremen (y apoyada desde
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MANUAL DE ESTUDIOS ESTRATÉGICOS Y SEGURIDAD INTERNACIONAL
Dentro de esta categoría también se encuadran las insurgencias secesionistas que as-
piran a crear un nuevo Estado, desgajado de otro anterior (como, por ejemplo, los Tigres
Tamiles en Sri Lanka, El Frente para la Liberación de Eritrea, o el Movimiento de Libe-
ración del Pueblo de Sudán). Sin embargo, este tipo de grupos cosechan más fracasos que
triunfos (Connable & Libicki, 2010: 172).
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proyecto político), pudiendo darse el caso de insurgencias que persiguen la independen-
cia de un determinado territorio para implantar su proyecto de gobierno. Así sucede, por
ejemplo, con Hamas, que en sus orígenes no sólo pretendía la destrucción del Estado de
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Israel sino también la instauración de un régimen islamista en Palestina. También fue el
caso de la insurgencia marxista malasia contra los británicos en la década de 1950, o la
del Vietcong comunista en su enfrentamiento contra el régimen de Vietnam del Sur en la
INSURGENCIA Y CONTRAINSURGENCIA
década de 1960 y principios de la de 1970.
c) Autonomía política local o tribal, generando o manteniendo una situación que es-
capa al control del Estado. A una categoría particular que diverge de los cánones clásicos
pertenecen las insurgencias cuyo objetivo consiste principalmente en socavar la autoridad
gubernamental, dentro de un Estado total o parcialmente fallido, antes que hacerse con
el gobierno o crear un nuevo Estado (Metz, 2007). Es el caso de las luchas promovidas
o apoyadas por líderes tribales y señores de la guerra, que obtienen ganancias de distinta
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las milicias de Abdul Rashid Dostum por el control del opio en Afganistán). Se trata de
insurgencias que forman parte de lo que Mary Kaldor (2001) denomina «nuevas guerras»,
y que ya han sido estudiadas en el capítulo anterior. La lucha de estos grupos encaja en el
concepto de insurgencia porque se oponen armadamente a la autoridad del Estado dentro
de un determinado territorio y gozan de cierto apoyo social, pero, como señala Paul Colier
(2000), en muchos casos su causa no está inspirada tanto en agravios (reales o imagina-
rios), como en la codicia y la depredación de bienes públicos y privados.
Según la teoría sobre las tres etapas de la guerrilla de Mao Tse Tung, el enfoque
asimétrico acabaría dando paso a un enfrentamiento convencional y decisivo contra el
gobierno que se pretende derrocar. En una primera fase, la insurgencia evitaría la confron-
tación abierta y limitaría su actividad a acciones de desgaste y propagandísticas. En una
segunda etapa, la guerrilla debería enfrentarse a las fuerzas enemigas tratando de alcanzar
una situación de punto muerto que provoque la evacuación de algunas poblaciones y la
«liberación» de partes del territorio. Finalmente, una vez que se dispone de una base de
operaciones adecuada, la insurgencia debería crear una fuerza militar que le permitiese
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pasar a la ofensiva, destruir al ejército enemigo y hacerse con el control del Estado. Pero
en muy pocos casos históricos –uno de ellos es el del Ejército de Liberación Popular chino
liderado por Mao– la insurgencia ha sido capaz de consumar las tres etapas.
MANUAL DE ESTUDIOS ESTRATÉGICOS Y SEGURIDAD INTERNACIONAL
b) Propaganda. Los insurgentes necesitan que sus potenciales bases de apoyo (dentro
y fuera de las fronteras del país) conozcan y respalden su causa. Ante el desequilibrio en
términos militares, los insurgentes se centran en las dimensiones política y psicológica,
donde pueden igualar o superar a la autoridad constituida. Un aspecto crucial tanto de la
insurgencia como de la contrainsurgencia consiste en ganar las mentes y corazones de la
población.
En materia de propaganda, los insurgentes utilizan los recursos propios del entorno
donde operan, por lo que el abanico de medios abarca desde la mera difusión de rumores
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insurgentes realizan de las tecnologías de la información y especialmente de la web 2.0
trasciende lo anecdótico por las implicaciones estratégicas que conlleva. Los avances tec-
nológicos en las comunicaciones multiplican la capacidad de los insurgentes en lo que se
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dor de los actores insurgentes, haciendo aun más decisivas las esferas política y propagan-
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c) Asistencia social. Las actividades de carácter social constituyen otro pilar estra-
tégico de numerosos grupos insurgentes. La ideología es un componente importante de
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porque gran parte de ella es apolítica o tiene preocupaciones más inmediatas como la su-
pervivencia y la seguridad.
INSURGENCIA Y CONTRAINSURGENCIA
los grupos insurgentes pequeños o débiles (Wood, 2010: 603).
Las labores asistenciales ofrecen una imagen amable de la insurgencia y crean redes
clientelares. Además, si los servicios públicos no se encuentran implantados en todo el
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tiempo que refuerzan su prestigio, erosionan la legitimidad del gobierno. Por otra parte, la
asistencia social permite la transmisión de la ideología insurgente, en especial a través de
los servicios educativos, culturales o incluso lúdicos que ofrece el movimiento. Hamas y
Hizbollah son dos organizaciones con una amplia experiencia en esta materia (Ranstorp,
1994; Levitt, 2007: 15). En su momento, otros grupos insurgentes de inspiración marxista,
como el Frente Farabundo Martín de Liberación Nacional en El Salvador o el Frente Po-
pular de Liberación de Eritrea, pusieron en marcha programas similares en las zonas que
controlaban.
En casos excepcionales, los actores insurgentes pueden jugar a estar dentro y fuera
del sistema. Así sucede también con Hizbollah y Hamas. La integración de actores insur-
gentes (o con un pasado insurgente, como es el caso de Hizbollah) en el sistema político
ofrece la oportunidad de que abandonen la violencia y opten por la vía reformista en lugar
de la revolucionaria, pero también plantea el riesgo de que los insurgentes aprovechen su
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redes clientelares.
Por otra parte, y al igual que sucede con la asistencia social, los grupos insurgentes
pueden crear estructuras de gobierno y de administración de justicia en las áreas bajo su
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aumenten y mantengan el apoyo social.
Entre los apoyos externos destaca el prestado por otros Estados, ya que ese tipo de
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etc. Pero, como ya hemos señalado anteriormente, esa relación genera una situación de
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de manera repentina, incrementa las probabilidades de descalabro. No obstante, su impor-
tancia es indudable. En la muestra de estudio utilizada por Connable y Libicki (2010: 62),
las insurgencias que han contado con el respaldo de otro gobierno han vencido más de
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ganado y perdido en un proporción similar, y aquellas que no han contado con ningún tipo
de patrocinio exterior sólo han triunfado en tres de dieciocho casos.
INSURGENCIA Y CONTRAINSURGENCIA
papel relevante desde el punto de vista del marketing político insurgente. Un ejemplo de
ello sería la campaña que llevó a cabo el Ejército Zapatista de Liberación Nacional de
Chiapas a mitad de los años noventa, y que consiguió el respaldo de numerosos intelectua-
les, artistas, políticos y otros líderes de opinión a escala global.
La contrainsurgencia
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Pero su naturaleza no convencional y la enorme complejidad que supone ha llevado a que
en muchos casos –como, por ejemplo, sucedió en Estados Unidos tras Vietnam– las fuer-
zas armadas hayan descartado y olvidado la doctrina contrainsurgente (Kilcullen, 2006: 1).
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b) Formular una concepción común del problema insurgente. Por su propia naturale-
za, la estrategia COIN es sumamente compleja y requiere una implementación coordinada
y coherente. Es precisa la acción concertada de los actores estatales y no estatales que
participan en ella: administración civil, policía, servicios de inteligencia, agencias huma-
nitarias internacionales, ONG, fuerzas militares de distintos países, etc. Como sostiene
un informe de la RAND Corporation que resume cincuenta años de investigación en este
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pero es indispensable en las misiones COIN (Long, 2006: 58).
INSURGENCIA Y CONTRAINSURGENCIA
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INSURGENCIA Y CONTRAINSURGENCIA
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contrainsurgentes obtienen la victoria protegiendo a la sociedad, no a sí
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en poblaciones comportan riesgos evidentes para las tropas, pero son esen-
ciales para aumentar las probabilidades del éxito de la estrategia.
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" . La insurgencia,
además de estar compuesta por un mosaico de actores, suele aprender
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adversarios.
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En ellas las fuerzas militares dedican más atención, energía y recursos a actividades
de apoyo a la estabilización y reconstrucción que a combatir.
Las dos tienen por objeto sostener y reforzar gobiernos débiles, y ambas se
enfrentan al dilema y a las tensiones derivadas de que es mejor que las instituciones
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extranjeras, a que el protagonismo sea acaparado por estos últimos. A la vez, en las
dos categorías adquiere una gran relevancia la reforma del sector de la seguridad del
país donde se opera.
Las dos requieren una importante conciencia cultural por parte de las tropas que
actúan sobre el terreno.
INSURGENCIA Y CONTRAINSURGENCIA
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www.britains-smallwars.com