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Valiosa para Mi - Sophie Saint Rose
Valiosa para Mi - Sophie Saint Rose
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Epílogo
Capítulo 1
invertía mucho en ellos. Pero eso era lo de menos, lo que la mosqueó es que
decirle cuatro cosas, pero mejor no meterse en líos que ya tenía bastante.
Estaba sola, sin trabajo y tenía que encontrar donde vivir con diecisiete
ponía fea puede que tuviera que hacer dedo y eso le espantaba. La última
vez que lo había hecho había tenido que soportar las insinuaciones del
dijo que no es que tuviera mucho trabajo ya que era la hora de las comidas.
¿Qué va a tomar?
he contratado a alguien.
motel y sabía que era de unos días antes, pero el hombre de la recepción le
larga barba cana chasqueaba la lengua. —¿Para una chica tan delicada
como ella? Por aquí no encontrarás nada, niña. En los ranchos buscan
vaqueros.
—Gracias.
prometo.
ante ella para llevarle a Curtis un plato con una pinta asquerosa. Ni sabía lo
que era. Se detuvo a su lado. —¿Qué es lo que ha pedido?
Se volvió para mirar a la mujer y se sonrojó. —Oh, no, claro que no.
Es que me ha llamado la atención, eso es todo.
—Sí, un poco.
Leche, qué bomba. Miró hacia el hombre que debía tener sus añitos,
estaba claro que no cuidaba su dieta. Ese la cascaba en menos que cantaba
Todos se echaron a reír y pasmada les miró para ver que el hombre
del fondo la observaba. Se quedó de piedra porque sus ojos azules
—¿Qué?
—Sí, sé hacerla.
—Con lo que gastáis aquí no doy para más. ¿Qué hago con
nada. Adiós.
alojamiento?
Claudia puso los brazos en jarras. —Pues sí que lo tengo, Milly vive
mueca. —Aunque para esa faltan unos meses, no creo que me quede tanto.
que necesite y que Sheldon no haga. —Levantó una ceja. —Y viendo eso,
—Hecho.
todos vieron por la ventana como subía las escaleras como una exhalación.
acercándose a la barra con unos billetes en la mano—. Creo que será toda
una adquisición para la comarca.
para que se vaya haciendo con el trabajo. Todo el mundo necesita una
oportunidad y pienso brindársela. Además, el pueblo necesita gente joven
—El cura tiene razón —dijo Curtis—. Hay que darle una
oportunidad a la chica.
os he advertido. Nos dará sorpresas. ¿Una mujer como esa aquí? Oculta
algo, os lo digo yo.
probarla.
—Te vas a chupar los dedos, Sheldon. Oh, por cierto, me llamo
Marmara.
—Ou ye.
seguridad.
—Eso no lo dudo.
La miró con horror porque en las dos semanas que llevaba allí se
había dado cuenta de que no tenía ninguna mano para la cocina. Claudia se
echó a reír. —Vale, lo pillo.
—¿A las doce? ¿Será posible? Sé que aviso con muy poco tiempo
—dijo preocupada.
—No se preocupe.
miró asombrada. —Sé que es para niños, pero así conoces a la gente, te
integras y te presentaré a algunas amigas.
—Pero no es justo.
una prima por ventas. Hala, cógelo y vete a hacer esa tarta. —Los ojos de
su jefa brillaron. —Voy a ser la comidilla del pueblo cuando la vean.
gastarse mucho, tenía que ahorrar para las vacas flacas que las habría.
Siempre las había.
—Es muy pequeña, creo que igual es mucho para ella —dijo no
muy decidido antes de mirar a su alrededor—. ¿Y esas muñecas?
así que al final le saldría más caro. Además, no tenía tiempo para buscar
otra cosa en San Antonio.
he dado cuenta.
maravilla. —Se frotó las manos. —Va a promocionar el local. Sácale fotos
para las redes sociales, Alisa. Quiero que la vea todo el pueblo.
—Sí.
Nueva York? —Marmara miró de reojo a su jefa que ansiosa esperaba una
—Veinticuatro.
artístico, seguro.
—De ataúdes.
—Sí.
—¿Y por qué no buscaste otro trabajo allí?
yo. —Intrigadas dieron un paso hacia ella. —Y el jefe tiene muy mala
tapándose la boca con las manos. —Debía ser algo mafioso porque esa
comentó que tenía un tío en San Antonio que tenía una tienda de coches de
segunda mano. Le llamó y dijo que por supuesto me daba el trabajo. Y allí
que fui. Me echó a las dos semanas por decirle a un cliente que el coche que
había llegado y estaba como nuevo gracias a nuestro mecánico que era un
—Sí, creo que no valgo para eso. Últimamente tengo una mala
suerte… Como había dado dos meses de fianza para el piso con el mes de
una familia que se quedaría por un año y que ella no iba a perder la pasta.
cuidaremos, ya verás.
camioneta!
primo?
Es guapo, ¿verdad?
fichaje si te echa el ojo. Su rancho debe ser de los pocos que todavía da un
buen dinero.
preocupada porque iba a ir al aire y con el calor que hacía…—¿Tu casa está
muy lejos?
—A las tres.
—Si la montas…
—No creo que luego pueda desmontarla otra vez para sacarla al
—Por fi. —Le rogó con la mirada antes de que sus ojos brillaran. —
Ya lo sé, la pondré en el centro del salón, en la mesa, y la cortaré allí. Ya no
tendré que moverla otra vez. Total, la mitad de los adultos estarán allí para
estar a la sombra.
—Genial. —Miró hacia Gillean al otro lado. —¡Eh! ¡No hundas los
—De una mesa —dijo Sheldon—. He tenido que cortarle las patas.
arriba.
Como se os caiga os mato. ¡Gillean deja de meter los dedos! ¡La niña ha
estado toda la noche haciéndola y la vas a estropear!
Escucharon como bajaba las escaleras con dos paquetes que metió
Podemos irnos.
Se puso a su lado y sujetó la mesa. La fueron sacando poco a poco y
ellas fueron llegando para ayudar, mientras Sheldon se subía a la camioneta
Alisa soltó una risita. —Me parece que todos querrán llevarse un
pedazo a casa. Bien, nos vamos. —Preocupada miró la tarta. —¿Te importa
ir con él por si se mueve? Mi primo conduce como un loco.
—Sí.
—Circunstancias de la vida.
—¿Piensas volver?
la iglesia.
—A partir de las cinco cierran todos los negocios y no hay nada que
—¿Qué?
—¡Claro que si alguien entra en mis tierras recibe un tiro! Para qué
entra, ¿eh? ¡Para algo! ¡Esos siempre quieren algo!
Le miró con los ojos como platos. —Vale… Que buen día hace hoy,
¿no?
—Ah…
Uy, uy con este, que era evidente que le faltaba un tornillo. —¿Más?
—¡Sí!
—Vale.
todo va bien…
—Claro que no. Además, esa es una palabra muy fea. Ahora se
interrogante.
añitos.
—Cumple dos.
—Pues me han dicho que… —La miró con rabia. —Sí, claro. ¿Qué
sabré yo si acabo de llegar? —Incómoda arrastró el trasero casi pegándose a
la puerta antes de mirar hacia atrás. —Vas muy bien Gillean, sigue así.
Él gruñó apretando el volante. —Ya estamos llegando.
—Ya, claro.
—Aquí son todas más o menos así —dijo molesto antes de abrir la
puerta.
—Vaya… —Al ver una bici ante el porche sus ojos brillaron
deseando tener una igual con su cestita delante y todo. —Qué bonito.
—Que bien —dijo por contestar algo bajando del vehículo. En ese
momento llegaron los demás y suspiró del alivio. No volvía a subirse con
ese tío en un coche ni muerta.
la incomodó.
—Sí.
siempre eran sinceros y la hacían reír. Jugó con ellos al escondite y cuando
estaba escondida tras un árbol con la pequeña Lisa, Gillean salió al porche
con una cerveza. La estuvo observando y Alisa se puso a su lado. —Es
encantadora, ¿verdad? —Su primo gruñó. —Venga, no pongas esa cara,
menudo!
—Ya empezamos.
—Qué va.
—La has espantado, ¿verdad? Como haces con todas para que no se
hagan ilusiones.
—Me da igual.
condado deseando que les pidas una cita y te va a gustar la que ni siquiera
se lo ha planteado.
—Ni se te ocurra.
—¡Alisa no!
Dejó la cerveza y dijo —Tengo que irme. Aún tengo que recoger el
ganado de los pastos del norte.
—De nada. —La besó en la mejilla y bajó los escalones del porche
Ella miró hacia Marmara que en ese momento cogía las manitas de
su hija y reían girando en corro. Su madre se puso tras ella y ambas
sonrieron. —¿Le has oído?
—Sí, hija. Todavía tengo un oído muy fino.
—Le gusta.
—Toda una sorpresa después de tantos años, ¿no? Habrá que hacer
algo.
aniversario?
Suspiró cerrando los ojos. Las letras se le daban fatal. —Venga, solo
tienes que poner felices treinta. Solo eso.
—Hoy es rosbif.
—Sí.
—Pues eso, esto es un negocio. —Apuntó el rosbif. —¿Una
cerveza?
—Bien fría.
—¿Estás enfadada?
—Venga, suéltalo.
—Oh, habla así a todos. Los hombres de por aquí son algo rudos a
veces, pero son buena gente.
—¿Eso crees?
—Pues no.
—Leucemia.
Se sintió fatal por pensar mal de él, pero era evidente que con su
carácter no congeniarían y lo mejor era dejar las cosas pasar. Sheldon puso
Seguro que Gillean ni siquiera ha desayunado. Dos rajas de rosbif con unas
verduritas no es suficiente para él, necesitaría tres platos. —Suspiró de
nuevo. —Es una pena, pero esto es un negocio. Cuando llegaste pagaba las
facturas a duras penas. Si tengo que prescindir de los vaqueros lo haré,
cocina.
servirá como siempre. Si un día les hace el cocido ese no tendrá demasiado
trabajo.
a Curtis y levantó una ceja cuando vio que había comido la carne y que las
verduras estaban en el plato—. Comételas.
—Niña…
—Son buenas. Ahora te traigo otra cosa, pero solo si te las comes.
Cogió el tenedor a toda prisa y ella rio por lo bajo volviéndose para
encontrarse esos ojos verdes que parecía que la perseguían. —Y a ti
también.
el fuego se apagó todos suspiraron del alivio. Todos menos ella que aún
seguía allí parada en shock. —Ya ha pasado. Sheldon, ¿estás bien?
pasa?
—Joder.
que sustituirlo.
—Seguramente sí.
—. ¿Qué pasa?
es eso?
—Grasa acumulada.
—¿Pero no ventila?
—Mierda.
porque era la ruina. Seguro que no tenía el dinero para una reparación de tal
calibre.
Sonrió con tristeza. —Si que lo necesitas, niña. Y ahora más que
seguramente se tendría que ir. Alguien carraspeó tras ella y se volvió con
unos utensilios de repostería en las manos para verle aún allí. —¿Sí?
—Ah, ¿no?
una casita para el capataz a unos metros que no se usa desde hace años.
la casa esté limpia... —Se encogió de hombros. —¿Te parece bien? —le
espetó.
se gastaba, pero no tenía otra cosa así que dijo a regañadientes —Muy bien.
—Sí, claro.
ventana mientras hablaba con Claudia, que estaba subiendo las sillas sobre
las mesas. Vivir con él no iba a ser fácil, pero qué se le iba a hacer. De
en el trabajo nuevo igual tendría que haber preguntado por el pueblo antes
de decir que sí a Gillean. Sí, debería haberlo pensado bien. Tenía la
adaptación.
muy serio se bajó. —Puntual, así me gusta —dijo cogiendo su maleta para
Gracias.
—No es nada.
ceño. ¿Antes olía a colonia? ¿No se habría dado cuenta? Pues olía muy
efectivamente se había afeitado. Qué raro, todos los días que le había visto
verdad es que era guapo, qué pena que tuviera tan mala leche. Aunque igual
solo era con ella y le caía mal. ¿Entonces por qué le ofrecía trabajo? No
quieres tener en tu casa a alguien a quien no soportas. Pensando en el día
que le conoció recordó que estaba solo en una mesa y apartado. Igual era
—Ya veo.
—Claro.
Hala, ya estaba. Debía pensar que era tonta por hacer esa pregunta.
valle y cerca de ella había otras tres edificaciones. Se fijó en la casa. Desde
allí parecía bonita toda de madera blanca como la de Alisa, pero cuando se
—¿Qué te parece?
Madre mía, ¿y ahora qué respondía? —Con un poco de cariño será
ya iba con la maleta hacia la parte de atrás de la casa. Corrió tras su nuevo
jefe y vio a lo lejos la que suponía que sería su casa. Se detuvo en seco
—¿Murió?
—Lo siento.
madera. Abrió la puerta y pasó a dejar la maleta. Ella le siguió y soltó una
risita porque había una cama individual y una mesa nada más, pero a
Marmara le encantó porque tenía tres ventanas que le daban mucha luz.
Caminó hacia la única puerta que había y la abrió con curiosidad. Un baño
con bañera y todo. Genial. Necesitaba un buen fregado, pero nada que un
—Si quieres una cama más grande, puedo hacer que los chicos
—No, está bien. Así tendré más espacio. —Caminó hacia el armario
—Cuatro.
solo en la casa?
—Hace cinco años murió Harry desde entonces sí, vivo solo.
pillarla —dijo entre dientes demostrando que ese tema todavía le cabreaba.
—Pobre.
que pasara y cuando lo hizo la sorprendió lo oscura que era comparada con
un horno. Tiene que venir un técnico de San Antonio que no tengo ni idea
otro lado el salón con el comedor y arriba las habitaciones. La mía es la del
pasillo de la derecha al fondo. Los cachivaches de la limpieza los
—Marmara.
pero no de él.
acosador?
—Aquí es necesaria.
cierren las puertas. Unas cuñas. Al menos hasta que haya aire.
bol las verduras salteadas. Abrió el horno para sacar el pollo asado. Se
acercó y lo puso todo sobre la mesa. Se estiró para coger el puré de patata
preparado.
Lo puso sobre la mesa y él levantó una ceja. —¿Lo has hecho tú?
en Nueva York conocí a una mujer que se gastaba medio sueldo en esas
cosas.
—Mi madre compraba por catálogo —dijo cortando el pollo.
—Genial.
—Oh, no. —Forzó una sonrisa. —No tenía muchos amigos. Un par
de la fábrica, pero una estará enfadada conmigo por lo de su tío.
—¿Y la otra?
—Es su mejor amiga. —Él hizo una mueca. —La verdad es que no
salía mucho. Bueno, casi nada. Leche, en realidad no salía nada de nada.
Del trabajo a casa.
—¿Y no tenías novio?
cantidad.
—Dicen que con esa edad sueles olvidarlo, pero las llamas siempre
me recuerdan ese momento.
empezado a comer.
—¿Y no le denunciaste?
—Sí ya, como para que me pegara un tiro. Ya había metido la pata
una vez, no pensaba hacerlo de nuevo.
—¿Qué?
viajar.
—Desde siempre.
quién te crió?
—Ya veo. —La observó comer. —Por eso ves tanto la tele.
—¿Qué?
Que le dijera eso la emocionó porque por cómo era, debía ser duro
abrirse de esa manera. Y que se abriera a ella le gustó, le gustó mucho. Se
—Pero yo le dije que no, que solo me vigilabas por si le hacía daño.
—No.
verdad.
—Evidentemente no.
Bufó volviéndose con la tarta en la mano. —No es culpa mía. Tú
tienes mala leche, ¿qué pasa? ¡Cada uno somos como somos!
Gillean no pudo evitarlo se echó a reír. Pasmada por lo que su risa le hizo
sentir en la boca del estómago le miró con los ojos como platos. —Increíble
—dijo él negando con la cabeza—. Tenía que haberme dado cuenta antes.
—Hay que cambiar las cortinas que están amarillentas del sol, hay
que azulejar el baño de arriba, acuchillar el parquet, pintar toda la casa por
dentro y por fuera. Has abandonado el jardín y esta cocina está pasadísima.
Ese horno debe tener treinta años. —Él levantó una ceja. —¡Y no me
gustan las contraventanas! No tienes ni una silla en el porche, que por cierto
no tiene barandilla. Con lo bonitas que quedan. ¿Y por qué hay una mancha
gimió.
quedado.
—Muy bien nena, a otro le valdría esa respuesta, pero no. Desarrolla
eso.
directas.
—¡No, no!
—No, ¿vale?
Parpadeó. —Por…
—Te vas a chupar los dedos. —Se sentó ante él y cortó un buen
pedazo de tarta. —Me hubiera gustado tener helado de nata, pero no había
helado de ningún tipo.
—No suelo comer postre. Es evidente que tú sí.
Soltó una risita. —Sí, me gusta tomar algo por la noche viendo la
tele.
—Murió cuando yo era niño en una pelea por eso lo llevaba todo
Harry. Él me crió.
—Los hombres tenemos un orgullo muy frágil con el tema del sexo.
Y si tu pareja se sincera puede ser brutal.
costado no decir nada de esa cocina. —Él se echó a reír. —¿Y Sheldon?
Salía del baño y no se lavaba las manos. Debo tener cicatrices en la lengua
y todo. —Ella la sacó para mostrársela. —¿Vez algo?
—Cada vez hay menos pastos, estos últimos años ha llovido poco.
Tengo que mover la manada continuamente.
—Vaya. Pero lloverá, ya verás. Hay que ser positivo.
largarse.
—Hace tiempo creía que este sería mi hogar hasta que me muriera,
que tendría a mi familia y que todo sería como siempre. —Hizo una mueca.
—Pero se fueron y llevo un tiempo diciéndome que para qué lucho tanto.
momento sí. Podemos llevarnos bien, podemos ser amigos y los amigos se
apoyan.
—Amigos.
Alisa les vio ir discutiendo hacia la tienda y levantó una ceja antes
de mirar a su madre. —Uy, esto va muy bien. —Soltó una risita. —Vamos a
saludarles.
—Pues claro.
¿Preparando la navidad?
imaginan cosas.
Ella entrecerró los ojos. —¿Judith Taylor? ¿Una rubita muy mona
Ambos las miraron y era evidente que no sabían que decir. —Oh,
pues nada —dijo Alisa forzando una sonrisa—. Si no hay boda, no hay
boda.
—Claro.
—Claro, guapa.
juntos?
—Somos amigos.
—¡A todas les gustas así! —Dio un paso hacia él. —No fastidies, es
—¡No es lesbiana!
—Marmara es especial.
—¿Qué?
—Y tú no le gustas.
—¿Por qué? Puede que no quiera ser mi pareja, pero yo estoy mejor
manera.
—Pero…
Él las rodeó y Alisa jadeó. —Ah no, no puedes dejarnos así. ¿Has
intentado besarla?
—Pues dale un buen morreo a ver lo que piensa, chico —dijo su tía.
Él gruñó. —No quiero incomodarla.
temes que se te haya olvidado. Eso quedaría fatal en tus citas. ¿A ver qué
dice?
—Claro que no, mamá. Esa en cuanto vea que le pierde abre los
ojos.
dicho su prima mientras veía como ella cosía una de sus camisas. Joder, se
estaba jugando mucho. Ahora estaba a gusto con él, se sentía libre para
decir lo que quería y por nada del mundo le gustaría que eso cambiara. Pero
cara decía que estaba de lo más a gusto así. Ella rio de lo que decían en la
algo?
—Oh, ¿te preocupaba eso? ¡Claro! Ahora me caes mil veces mejor.
Pues iba a lanzarse porque Alisa tenía razón. No podía seguir así
para siempre, sobre todo porque se moría por tener algo más. —Hay amigos
que comparten otras cosas.
aburren mucho y…
—Sexo.
—¿No lo necesitas?
—¿Te excita?
—¿De veras?
—Cuando me contestes.
Vio en sus ojos que estaba asustada. —Nena, ¿por qué la vamos a
fastidiar?
una amistad?
me deseas a mí.
Eso era cierto, pero la conocía muy bien y la pillaría enseguida. Pero
por como la miraba… Y estaba allí pidiéndole sexo. Y cuántas veces había
pensado en eso, ¿eh? Miles en esos meses. Cuando se había quitado la
dado cuenta. Y todo había ido a peor a lo largo de los meses. Ahora su
corazón se aceleraba si se acercaba demasiado o incluso cuando la miraba.
Y ahora estaba muy cerca y la miraba mucho. Igual se había dado cuenta y
—¿No te enfadarás?
—Vale.
Parpadeó. —¿Vale?
glúteos y Marmara le rodeó con sus piernas. Él amasó sus nalgas por
encima del vaquero y eso la excitó muchísimo provocando que apartara su
—¡Dios!
para ver que parecía frustrado, pero terminó diciendo —Voy para allá,
inútil, y más vale que te estés ahogando. —Colgó de tal manera que la
un momento…
—No, no, serán como mucho dos horas. ¿Por qué no subes y me
esperas? —La cogió por la cintura. —Pones una película y antes de que te
des cuenta…
obligaba a dejar en la puerta cuando llegaba del trabajo y juró por lo bajo.
—Voy a matar a Bill.
gustaba nada. ¿Quería acostarse con ella porque era la única opción
disponible? Se sentó de golpe. Eso no le gustaba un pelo. ¡Que saliera,
leche! ¿Que saliera? Negó con la cabeza. ¿Estás loca? ¿Tienes un hombre
que te altera la sangre, que está a tu disposición y quieres que se acueste
con otra? No, eso sí que no. Vamos a ver, Marmara, ¿a ti te gusta? Gimió
dejándose caer en la cama y suspiró. Mucho, le gustaba mucho. Había
pasado de no poder ni verle a estar deseando que llegara del trabajo. Sí,
¿pero por qué deseas que llegue del trabajo? ¿Para hablar con él? Se mordió
el labio inferior ahora hinchado por sus besos. Bueno, le gustaba hablar con
él, pero también quería sentir lo que sentía a su lado. Y sentía y mucho. La
comprendía, la escuchaba, la hacía reír… Uy, uy que tú te estás
enamorando. ¿Yo? ¡Eso sería un desastre! ¿O no? Igual funcionaba. Se
compenetraban muy bien, mejor que bien. Con ninguno de sus novios había
hablado ni la mitad que con él y se gustaban. Y era obvio que había química
entre ellos. ¡Qué besos! Soltó una risita ilusionada, pero recordó su mirada
cuando le deseó buenas noches. Parecía decepcionado. ¡Claro que estaba
molidos de tirar de ellas con una soga. Al llevar el caballo hacia el establo
miró hacia la casa de Marmara que tenía las contraventanas cerradas, lo que
tensa hablaría con ella. Yendo hacia la casa volvió a mirar hacia allí. Sí, lo
mejor era que no hubiera malos entendidos y si tenía que decirle que él
puerta y subió los escalones sonriendo porque los había pulido hasta que
casi podía ver su reflejo. Fue hasta el baño y se quitó la ropa tirándola en el
cesto. Decidió darse una ducha porque tenía barro en el pelo. Estaba
enjabonándose pensando que igual debía afeitarse cuando sintió una mano
hasta su hombro y se pegó a él. Pero algo no estaba bien, lo notó en el acto
y se volvió sobre su hombro para apartarse de golpe gritando del susto. —
olvidarla.
hasta aquí, me han dicho que estás muy solito en esta casa… —De repente
frunció el ceño. —Nene, no se te levanta.
La agarró por los brazos para apartarla. —Tienes que irte —dijo
entre dientes.
desnuda! ¿Qué pasa? —Se llevó una mano al pecho de la impresión. —Te
has vuelto impotente.
Gruñó saliendo de la ducha y cogiendo a toda prisa una toalla. —
—¿Otra qué?
Exasperado salió del baño y corrió tras él. —¿Es por lo de Murphy?
Cielo, es que parecía que pasabas de mí. Fue un toque de atención, pero ya
me he divorciado y…
—No la conoces.
que podía.
Él cerró los ojos antes de fulminarla con la mirada y esta forzó una
Brittany hizo una mueca antes de correr hacia su vestido que estaba a los
perdonaría. Jurando por lo bajo cogió los vaqueros limpios y se los puso a
¿Te crees que quiero acostarme contigo cuando la tengo a ella? —gritó a los
cuatro vientos.
Brittany le miró con los ojos como platos y él le hizo gestos para
que siguiera. Abrió la boca comprendiendo. —¡Y quién es ella si puede
saberse!
—¡No la conoces!
acosté contigo!
¡Cómo te atreves! ¡Encima que vengo desde San Antonio para verte!
—¡Me llamó tu prima! ¡Dijo que estabas muy solo! ¡Encima que me
das pena! —Él entrecerró los ojos y sonrió maliciosa. —¡Lo que pasa es
Su mirada decía que eso lo iba a pagar y soltó una risita. —¡Pero
susurró.
me levanta contigo!
¡Impotente!
—¡Desesperada!
Esta le guiñó un ojo antes de volverse y gritar como una loca —¡Te
levanta?
—¿De veras? —Lo miraba de una manera que era evidente que no
—Te juro que acabo de llegar. —Dio un paso hacia ella. —Tienes
que creerme.
—Menudo numerito que has montado. Te debes creer que soy tonta.
—Se volvió con la sartén en la mano y sirvió los huevos en dos platos. —
—¿Bien? ¿Seguro?
hombros como si le diera igual pero su cara decía que tenía un disgusto de
primera. Joder. Se acercó a la mesa porque ella ya se estaba sentando. —
¿Entonces me crees?
no ha pasado nada.
¿Qué?
—Me he enamorado de ti. Estos cuatro meses han sido los mejores
—¿Qué?
levantó.
eso!
hacia la casita y cerraba de otro portazo. Suspiró apoyando los codos sobre
la mesa para pasarse las manos por el rostro.
tenga delante.
—Y tú para mí.
Él sonrió. —Entonces casémonos, nena.
hacerlo.
—No entiendo lo que dices, preciosa. ¿Quién iba a hacer algo así?
—El gobierno.
—¿Así cómo?
—¡Contigo podía llevar una vida normal, podía ser yo!
—Estoy aquí.
superlenta.
—¿Qué?
—¡Lo sé! ¡Lo sé desde que tenía cinco años y las vecinas me
encontraron en el callejón de mi casa mientras mi madre moría abrasada!
—Ahí fue la primera vez. Sentí miedo, quise irme, pero la puerta
estaba cerrada y cerré los ojos. Fue un instante y aparecí en el callejón.
—Con tu madre.
—Algo así.
miraban raro. Era como un colegio. Pero cuando tenía catorce años llegó un
hombre del gobierno. Tenía que entrar en una habitación. Me enseñó fotos
de ella. Tenía que poner algo allí pegado a la mesa. Ellos me dirían cuando.
Yo dije que sí, claro. No vi nada raro en ello. Me retaban a mejorar
continuamente con ese tipo de ejercicios. Ellos decían que eran como
juegos.
—¿Qué pasó?
—Hostia.
—¡Yo no lo sabía!
Le miró con los ojos llenos de lágrimas. —Ahora lo sé, pero durante
hacer nada que pudiera mostrar cómo era realmente porque matarían a todo
el que lo supiera.
que hizo que nos fuéramos separando poco a poco. Mi padre vino a verme
en vacaciones. Casi ni me conocía, lo hacía solo por obligación y no es que
habláramos mucho porque se pasaba más tiempo en el bar que conmigo.
obligación más.
—Sí, pero mi tía dijo que debía trabajar. No había dinero para la
—Huiremos.
eso? ¡Porque yo no! —Le rogó con la mirada. —¿Podrás vivir con que a
Alisa le pase algo y su hija tenga que crecer sin ella?
hombres que conozco y antes de que chasquees los dedos apareceré ante
ellos. Y casi siempre están en el búnker. Una bomba y asunto liquidado.
Pero eso mataría al menos a veinte niños que también están allí y no sería
justo.
pueda vivir como yo por haber heredado mi defecto... Como has dicho os
pondría en peligro.
Él hizo una mueca. —Sí que eres algo rarita, te gustan los
culebrones y la tarta de manzana con sirope de fresa.
—Si vienen lo sabrán, sabrán lo que siento por ti. Y todo estará
perdido.
—¿Nigel?
—¿Por qué?
empecé a darme cuenta de que pasaba algo raro, pero no fui del todo
consciente hasta que no pude mentir para librarme de los castigos. Una vez
le di a Rachael mis verduras porque no me gustaban. Al entregar la bandeja
pusieron un video sobre que decir la verdad era el camino correcto, que
ellos eran quienes debían guiar nuestras vidas y debían saber todo lo que
nos ocurría. Que lo hacían por nuestro bien y cosas así. Los videos
continuaron. Intenté mentir muchas veces, pero llegó un punto en que para
—Lo he intentado.
—Se puede revertir. Como esos que consiguen mentir al polígrafo.
—¿Cómo?
—Bien.
—Azul.
—No, no es azul.
cierto?
—Sí.
ejercicio es que el paciente se diera cuenta por sí mismo de que lo que vivía
en la secta no era real, que le engañaban y que lo que él consideraba que era
una camiseta verde en realidad era azul. Nosotros tenemos que hacerlo al
mentir.
decir la verdad.
dejaban de darle la lata y retrasaban las obras cuando les venía en gana. Ella
estaba harta, mil veces le había dicho al salir de la iglesia que estaba por
mandarlo todo al carajo. Puede que no abriera, puede que se fuera a Florida
ciudad?
había visto nada fuera de lo común aparte de un par de miradas. Igual era
así y con lo rarita que era ella no podía juzgarle. Estaba mal juzgar a la
gente. Con Gillean lo había hecho, había creído que estaba mal de la cabeza
y mira donde estaban. Sí, estaba mal sacar conclusiones precipitadas. Como
hacía unos minutos cuando creía que había compartido cama con esa. Y no
que tendría que dijera que sí. Si estaba equivocada destrozaría una familia,
así que dijo de manera rotunda —No.
notado.
—Lo que mosquea es que tardas un poco en contestar, pero con algo
de su mente, todo lo que su alma había sentido desde que le había conocido
Le rodeó con sus brazos. —Creo que sí —susurró casi sin fuerzas.
Él la cogió en brazos y la llevó hasta la silla sentándola. —¿Puedes
sostenerte?
—Sí.
te pegaban.
—Treinta y seis.
—¿De qué color es mi camiseta?
—No.
conseguiremos.
Él apretó los labios. —Te lo juro por mi vida, nena. Siempre estaré
Tipex.
páginas.
¿Por qué?
de bares.
levantándose.
La cogió por la cintura pegándola a él. —Pues sí, pero tú mientras
tengas tele…
ronca antes de agacharse para besarla, pero cuando sus labios se rozaron
—¿Aquí?
preguntó seductor.
pieles. —Estoy segura de que sí, pero preferiría que no me vieran por la
ventana.
—Pues no te pierdas esto, que te voy a besar —dijo con voz ronca.
saboreándola de una manera que la dejó sin aliento. Sintiendo que ardía de
subiéndosela hasta el cuello para amasar sus pechos por encima del
Bésamelos.
gusto, así que se apoyó en la mesa para elevarlos queriendo más. Él acarició
hizo gritar mirándole con los ojos como platos. La miró con la respiración
—Me parece bien —dijo ayudándola a tirar de ellos por sus piernas
para liberarla, llevándose las braguitas y todo. Los dejó caer a un lado y
—Ay, Dios… —dijo más excitada que en toda su vida. Ella las abrió
mostrando su sexo.
lo abrió. —Cielo, date prisa —dijo ansiosa antes de bajar la vista hasta su
sexo que la señalaba con insistencia. Se le secó la boca—. Es un poco
grande, ¿no?
—Soy grande.
su sexo en la zona del clítoris antes de descender por sus pliegues. —Joder
—Te deseo.
tomaban mal.
a doler un poco.
—Ámame.
—No me llenaban.
segunda fase?
Puso el arbolito sobre la tarta y sonrió. Listo. Era una imagen del
Él sacó el móvil del bolsillo trasero del pantalón y sacó varias fotos
haciéndola reír. —Vale ya.
con Claudia…
Le miró con horror. —¿Y hacer tartas a todas horas y cocinar casi
todo el día? No, gracias. Ya soñaba con que estaba atrapada en esa cocina.
—Él la cogió por la cintura dándole un beso en los labios. —Aunque si
quiere le venderé algunas, pero las haré aquí cuando solucionemos esto. ¿Te
parece bien?
preocupas más tú. No pierdas los nervios. Haz lo que tenemos planeado y
todo saldrá bien.
—Y yo a ti, nena.
la cabeza antes de jurar por lo bajo. Al ver la tarta sonrió con tristeza y
emocionado se acercó a ella cogiéndola con cuidado. —Les va a encantar,
preciosa.
Ellos miraron hacia los cuatro que había en la cafetería. Curtis dijo
dijiste?
—Ya me parecía raro que quisiera vivir por aquí —dijo él sacando
unos billetes del pantalón vaquero mientras se acercaba a la barra.
Sonrió irónico antes de mirarle a los ojos. —Yo quise algo y ella no.
Lo acepté.
—Es que a ella le caía mal, ¿sabe? —dijo Claudia—. Trabajó aquí
un tiempo y tuve que cerrar por obras, aceptó el trabajo con él porque no le
quedaba otra. Yo le dije que no se preocupara, que Gillean era un caballero
¿Qué pasa? ¿Ha matado a alguien? Porque no tiene pinta. —Entrecerró los
ojos. —¿De qué departamento son ustedes?
así?
lo hemos encontrado.
agachaban ante un buzón de correos que justo debajo tenía una alcantarilla.
Gillean vio como uno de ellos levantaba algo con unas pinzas y lo
metía en una bolsa de plástico. El chip que él le había sacado. Apretó los
puños por el daño que le había hecho para sacárselo, pero había sido
necesario. Bien, nena. Si todo iba como tenían previsto, ese chip había
—Hablo en serio.
—¿Qué?
—Que sí, que estos señores del gobierno la buscan. —Ambas les
miraron deseando enterarse de algo más y el que hacía las preguntas gruñó.
—Cuéntenos, ¿qué ha hecho?
—¿Lo ha dicho?
—Sí, mamá.
—Vaya.
¿sabe? Me preguntó si necesitaba que hiciera algo. Tiene unas manos para
la cocina… Pero le dije que no, claro, la cena era cosa mía.
—No. Gillean vino solo con la tarta que ella había hecho. Una
maravilla, ¿quieren ver una foto? —preguntó ilusionada.
extraña nada que cayera rendido a sus pies. Pero Marmara no estaba por la
labor. De hecho cuando hablé con Gillean del asunto nos dijo que se le
notaba que no pensaba en él de la misma manera.
—¡Qué no!
Gillean me llamó ayer para decirme que se había largado. Pensé que era por
lo de la Navidad, ¿sabe? Pobrecita, es que estar sola en estas fechas...
—Calla mamá.
—Ese no.
cuántos a una buena chica mientras los criminales campan a sus anchas. —
La madre de Alisa cerró de un portazo casi dándole en la cara y este gruñó
volviéndose.
—¿Eso crees?
—Alguien que hace las tartas así tiene que ser especial. Igual es un
genio o algo así y la quieren para montar uno de esos cachivaches que
envían al espacio para que luego la mierda nos caiga encima cuando se
estropean.
—Sí, mamá —dijo con mala leche—. ¡Para luego pagar a esos para
—Eso niña, que nos oiga bien claro. ¡Qué para algo es el sheriff!
¡Algo podrá hacer para alejar a esas sanguijuelas de nuestro pueblo! ¡Es la
mayor autoridad!
otro en el armario sacaba las pocas pertenencias que Marmara había dejado
allí. —Ropa vieja, jefe. Y está manchada de pintura.
Este a su lado juró por lo bajo y uno salió del baño con un bote de
cuando me enfado.
importara un pito.
años me he dado cuenta de que no hay que perder el tiempo con los que no
bastaba como para no echarla. Solo porque no quisiera nada conmigo no iba
a dejar de comer, no soy tonto. Y como ama de llaves era la leche. Hasta
—¿Qué buscan? ¡Ya les he dicho que no está aquí! —dijo molesto.
rostro como se largaban los cuatro coches negros y dejó caer la cortina para
mirar el salón que estaba patas arriba. —Bien, nena. Según lo previsto.
Ahora que me han pinchado el teléfono y que han puesto las cámaras, me
estaría molido.
rastro.
—¿Acaso te he pedido tu opinión? —Miró a Marc sobre su hombro.
—Localízala, la necesitamos.
el rodillo en alto. —Me siente. Ha sufrido mucho y los que sufren tienen
Entrecerró los ojos al ver que miraba tras él extrañado, pero apenas
—¿Estás seguro?
grandes ansias de verla. —La ama. Haría lo que fuera por ella.
Nigel sonrió. —Lo sabía. Esto es un plan que han organizado para
perdernos de vista.
ella no lo consentiría.
castigada. Nigel la conocía muy bien, había tenido tiempo para estudiar su
carácter, por eso no se habían ido de allí. Tenía que convencerle de que
¿Y si ella no volviera?
sí. ¿La ha ayudado? Sí. ¿Sabe su secreto? Lo dudo mucho si no quiere que
pierda la vida. La ama y como he dicho antes se dejaría la vida por ella,
pero Marmara no volvería. Si siente algo por él, que no lo sé, y volviera a
—Tiene que sentir algo por él. ¡Se ha quitado el chip! Y ha tenido
que ser él quien la ha ayudado a hacerlo. ¡En estos años no pudo sacárselo,
así que tuvo que recibir ayuda! Conoces muy bien a Marmara. Aunque no
le quiera, ¿crees que le dejaría a su suerte? ¿Irse sin saber si está bien? No,
ella a ti sí. No tiene que comunicarse con él para saber que está bien. Solo
tiene que vigilarte a ti. La conoces bien, es muy rápida. En varios de los
pasado. Es la que más poder tiene de todos nosotros, deberías dejarlo estar.
ella como eres muy inferior a mí. —Marc recibió un puñetazo que le volvió
se le cortó el aliento.
Te juro por lo más sagrado que te vas de aquí y le dejas en paz o mataré a
cada una de las personas que te importan uno por uno —siseó fríamente—.
mango del cuchillo de caza que tenía en la mano y cayó desplomado. Miró
a Marc a los ojos.
ocasiones. Debes sacarle de aquí, en cuanto Nigel se despierte irá a por él.
—Si le matamos…
—Si le matamos vendrá otro, Marc, lo sabes tan bien como yo.
Como Roy estuvo antes de Nigel, tú no estabas, no le conociste, pero era un
cerdo del mismo calibre y después vendrá otro y otro. Ninguno de nosotros
nos libraremos de ellos a no ser …
—¿A no ser?
—Mi hombre es muy listo, mucho más que yo. —Sonrió. —Esa
información ya está en la Casa Blanca.
—No soy tonta, somos muy valiosos para ellos, las cosas se pueden
torcer y entonces será hora de luchar. Supongo que no puedes mentir. Te
—. Él se lo ha buscado.
evidente que no podía contarlo todo a no ser que tuvieran que sacarlo a la
luz. Y esperaba que eso no pasara nunca porque siempre la señalarían con
el dedo. Mejor desviar la pregunta de cómo había entrado. —¿Si he hecho
algo malo? Lo hice en el pasado porque ellos me obligaron.
—Niña, en que lío estás metida... Contra esos no vas a poder —dijo
Curtis—. Tienen misiles, satélites y agentes especiales de esos que te matan
Curtis entrecerró los ojos. —Que bien les enseñan, es capaz de salir
por el tubo del aire de la cocina. —Ambos miraron hacia allí pasmados. —
Pasó por el pueblo de al lado para comprobar cómo iban las cosas.
como un potencial peligro que había que eliminar. Hizo una mueca. Eso si
no lo hacían ya.
—¿Y tú? Claudia no me ha dicho nada sobre que aquí viva nadie.
Vio al lado del fregadero un par de latas abiertas y apretó los labios.
—¿Cómo te llamas?
—¿Solo eso?
míos.
—¿A quién?
—A Marc.
necesitaremos.
—¿El presidente? Seguro que no tiene ni idea. ¿Crees que sabe todo
—Estoy embarazada.
—Joder nena…
Sus ojos reflejaron su pena. —No fue un buen padre, pero a pesar de
todo le quería.
—Lo sé. —La besó en la frente abrazándola con fuerza. —¿Qué vas
a hacer ahora?
—¿Siempre acierta?
—Se me pasó.
—Si te cogen…
contigo?
—¿Y si no lo sabe?
—Vigila tu espalda.
—¡Date prisa!
abrió. Al salir vio a un guardia ante una de las habitaciones, pero Marmara
apareció tras él golpeándole en la cabeza con una barra de uñas. —¡Vamos,
vamos!
tipo que estaba dentro gritaba algo al teléfono. Marmara sin dejar de correr
botón que abría la puerta y esta se abrió ante su amiga, que pasó de lado
para ganar tiempo. Al llegar al ascensor gritó —¡Sube!
armados dentro de un jeep que bajaba a toda velocidad por la rampa que
daba acceso al búnker. Apuntaron hacia la puerta mientras uno de ellos
—Estará cerrada.
empezó a subir con agilidad mientras escuchaba los golpes que estaba
dando su amiga para quitar el candado que estaba viendo en su mente. El
temen que la poca sangre que conservan de ti no sea suficiente para los
estudios que están realizando. ¡Quieren sedarte y que estés indefensa para
—¡Alto!
rampa que accedía al búnker mientras los focos iluminaban los alrededores
amiga de la mano tirando de ella hacia el jeep. —Estás un poco más gorda,
guapa. —La cogió por las axilas y la tiró en el asiento del copiloto como
fondo para subir la rampa. Los focos la iluminaron y al llegar arriba giró el
acelerador a fondo y por el espejo retrovisor vio las luces de los coches que
la seguían. —¡Vamos, vamos! —La verja cada vez estaba más cerca y unos
tras ella. Una mujer salió corriendo hacia su coche y abrió la puerta.
ido, tienen responsabilidades, pero aún quedan muchos con él. Están
fingiendo que hay una fiesta.
—¿Quién es?
—Ya que estás ahí quítale ese chisme del pecho, me da grima —dijo
impresionada. —Así que es cierto, eres como esas que salen en misión
imposible.
—¡Tranquila!
con su don, pero no quería que Alisa la viera, ya había visto bastante. Cogió
la carretera del rancho y aparcó el coche en la cuneta. Respirando hondo
apareció ante el motel y juró por lo bajo porque por allí no había ningún
coche del gobierno. Necesitaba encontrar a Marc. Frustrada hizo una visita
rápida a la habitación donde había estado antes. Se quedó sin aliento al ver
que todos los monitores habían desaparecido. ¿Habrían tomado en serio su
—¡Sí, ya va!
—Sí, esos.
vuelta.
puerta. —Primero conocerás tú la mía —dijo mientras el tipo ponía los ojos
en blanco y caía desplomado.
—Los coches que decía Alisa no están. —Se volvió y al ver a Jennifer se
detuvo en seco. —Mierda, me había olvidado de ti.
—¡Jennifer!
—Los de los coches entraron a por Gillean hace como unos veinte
minutos. Aunque nos resistimos nos apuntaron con sus armas. ¡Le han
Apretó los labios. —Marc, baja con ella que tiene a tu hermana.
Esperando que pudiera decirle algo bajó tras él a toda prisa y Marc
Suspiró del alivio y miró hacia Marc que cogía la cara de la mujer
—¿Qué hace?
—Shusss, no le desconcentres.
—Está inconsciente.
hasta mañana.
—¡No! ¡Pueden pegarte un tiro o sabe Dios qué! ¡No sabes cuantos
le acompañan!
pesadas y…
Se le cortó el aliento porque era cierto, podía ser una trampa. —Iban
a ir a buscarte antes de regresar. Ahí sabremos cuantos son.
—¡Tengo que hacer algo! —Sus ojos brillaron. —Si hago un viaje
rápido puedo controlar la situación antes de actuar.
siguientes. Hay que impedirlo. Debemos sacar a los niños y destruir las
muestras de sangre.
Marc se llevó las manos a la cabeza y Marmara dio un paso hacia él.
—¿Sigue viendo la muerte de Gillean?
Marc hizo una mueca. —Mi hermana dice que estamos malditos.
los malditos.
—Parece el nombre de un grupo de rock.
Rio sin poder evitarlo y Marc sonrió. —Esa de antes nos vigila
desde la ventana. Hay dos en la cafetería y varios más espiando desde sus
—No, no tengo chip. —La miró divertido. —Tú eres la única que
podía escapar del búnker y teníamos que confiar en ellos, ¿recuerdas? Al fin
y al cabo son los buenos de la historia.
—¡Para, para!
Frenó en seco y miró hacia atrás. Marc miraba la cabeza de su
ocho.
—Pero…
—Por si acaso.
—Sí.
—Te han hecho una buena raja en el muslo. Marc dice que han
querido herirte para cogerte indefensa en el hospital cuando estuvieras
ella y entonces fue consciente de que ya era de día y de los árboles que veía
por la ventanilla. Estaban en la vieja furgoneta de Claudia. Él cogió una
botella de agua y un bote de pastillas. —Toma dos.
no lo sabe, claro.
—Tus animales.
—Te quiero.
—¡Tenemos que comprar y deja de hacer eso! ¡No puedo creer que
me veas yendo al baño!
Sonrió sin poder evitarlo y miró a los ojos a Gillean que divertido
levantó una ceja. —Sois muy interesantes.
su hermana.
Gillean apretó los labios viendo como perdía la sonrisa poco a poco
y apartaba la mirada. —Sí que es valiosa. Valiosa para mí.
Capítulo 9
Dos semanas después sentada ante el lago veía como Marc y Gillean
pescaban. Vienna se acercó a ella y le tendió la taza de café sentándose a su
se puede cambiar en el presente, lo sabes muy bien. —Se tensó con fuerza y
miró hacia atrás. —A unos kilómetros de aquí han secuestrado a una niña.
Viene para acá.
Joder…
—¿Qué pasa?
—Mi hermana ha visto un secuestro. Un pederasta. Se acercan al
lago.
dijo él.
cazadora!
Tenemos que alejarla para que no la vea —dijo ella arrancando el motor. La
metió entre los árboles hasta aparcarla detrás de una gran roca llena de
coche granate muy viejo bajando lentamente por el camino al lago. —Ahí
una patada en la cara que le hizo golpearse la cabeza contra el cristal, pero
este gritó intentando agarrarla.
Vienna salió de la casa y gritó —¡Van a caer al lago!
detenía, al igual que Marc que llegó primero e intentó abrir el capó para
sacar a la niña, pero de repente el coche aceleró. Gillean juró por lo bajo sin
volando para caer al agua. —¡No, no! ¡Marc trae algo para abrir el capó!
El tipo intentó sacar la pistola y Vienna gritó de miedo, pero antes de que
pudiera sacarla recibió un codazo en la cara que le atontó. Marmara siseó
consciente del agua que ya tenía por el pecho. Por instinto se tiró a la
aparecer en la orilla donde Marc llevaba una niña rubia en brazos que
parecía muerta.
—¿Está bien?
—Sí, solo está desmayada —dijo Vienna.
—Claro.
—Uy, uy que noto algo de orgullo herido —dijo Marc por lo bajo
pasando a su lado.
—¿De veras?
a ella.
para Curtis!
nuevo. —¡Jefa, no te vas a creer esto! ¡El cura y Curtis tenían razón!
Sheldon.
tiene.
las manos a la cinturilla del pantalón y se lo quitó a toda prisa con braguitas
mejor?
—¡Oh, Dios!
cuello entrando en ella con una contundencia que la catapultó al viaje más
increíble de su vida.
—Lo descubrió siendo una niña, tenía seis años. —Se levantó y fue
hasta el pequeño baño para ducharse. —No le gustaba el programa que le
Gillean rio por lo bajo entrando con ella en la pequeña ducha. Ella
levantó una ceja. —Nena, que solo quiero aprovechar el agua. Marc tiene
que ducharse.
que pegaste y…
Sabía que estaba preocupado por ella, aquella situación era de locos,
—Eso no lo dudes.
estaba tirado por cualquier sitio y había varios envases de comida preparada
sobre la mesa de centro ante el televisor. Había tocado fondo. Su risueña
Rachael había tocado fondo y la culpa era de esos cabrones. Se acercó a ella
y cogió su mano. —Tenía que haberte buscado hace mucho tiempo. Lo
siento.
ojos.
—¿Qué?
camilla, la operan.
ayudado.
—¡Nena, tú no lo sabías!
—Tú tenías el chip, hubieran sabido que estabas con ella —dijo
Vienna—. Si no querías problemas es lógico que no te acercaras a ninguno
de nosotros.
Gillean se incorporó. —He pensado mucho en eso del chip, ¿por qué
no ponérselo a todos? ¿Si tan importantes sois por qué no hacerlo diciendo
que es por vuestra seguridad?
prueba de ello.
—No lo sé, me parece muy extraño que ante una situación así no
haya huido. ¿Y por qué hicieron que abortara si quieren clonarte a ti? No
tiene sentido. ¿No quieren comprobar si su hijo había nacido con su don?
¿Si es una evolución? Todo esto es muy raro.
—Perfecto.
Eso demostraba que aún no estaba al cien por cien. Tomando aire
regresó a Nueva York y tiró el chip al Hudson antes de regresar a la cabaña
y cayó ante ella de rodillas.
los sentidos.
—Nena, cálmate.
—No, como mucho lo que hice el otro día. —Pensó en ello. —Igual
me he pasado.
seguir así.
—Joder.
Marc miró hacia él. —Lo siento, tío, te han quemado el rancho.
Se llevó la mano al pecho y sus ojos se llenaron de lágrimas
sintiendo su dolor. Se acercó a él metiendo la mano entre los asientos. —
Cielo, lo siento.
Muy tenso negó con la cabeza antes de decir —No pasa nada. Pensé
en irme muchas veces, ¿recuerdas que te lo dije, preciosa?
Su casa familiar, todas las generaciones que habían vivido allí, todos
sus recuerdos… Y lo había perdido por ella. En silencio las lágrimas
recorrieron sus mejillas y Vienna acarició su espalda mientras decía —Hay
una gasolinera a unos kilómetros, será fácil. El hombre es mayor y saldrá a
hablar con nosotros mientras finges que vas al baño. Cuando salgas, le
pagas y nos vamos. Tardará en darse cuenta porque a esta hora meterá el
dinero en el mono para irse a dormir.
bien?
—Sí —contestó fríamente.
—Huiremos, nena.
Sus ojos llenos de lágrimas se elevaron hasta mirar los suyos. —Lo
siento.
—¡Me jode tanto como a ti, pero es lo que hay! ¡No podemos luchar
contra un ejército! Voy a pensar en ti y en el niño. ¡Nos vamos! —La abrazó
—Lo siento.
—No tienes que sentirlo, cuando supe la verdad fui libre para elegir
y te elegí a ti, mi amor. Tú eres lo único que necesito. Lo más valioso que
tengo en la vida y que tendré jamás. No me arrepiento.
que impedía las visiones y su amiga era feliz, pero ella necesitaba que
tuviera visiones para intentar que Gillean volviera a su vida.
que se desintoxicara. La primera noche temió por ella porque era evidente
que sufría físicamente, pero Vienna les dijo que saldría adelante y ya habían
Fue hasta la habitación de abajo tras ella y vio como para darle agua
ahora es distinto.
don?
—Suéltate tú.
tú. Mientras tanto te quedas con ellas que te noto algo alterada.
mujer y a mi hijo?
susurro.
cuatro meses.
Marmara miró a Vienna que apretó los labios preocupada por ella.
Era obvio que no quería contar que se lo habían hecho a ella, pero tenía que
lograr que se sincerara para sacar fuera el dolor que la mantenía en ese
Cuando se encontraron las tres solas Rachael sonrió con ironía. —Ya veo,
—No te disculpes por como eres, no tienes nada de malo, ¿me oyes? Somos
de que ahora, en este instante eres libre por primera vez en quince años?
libre.
—No saben dónde estás, puedes irte a cualquier lugar del mundo y
nunca lo sabrán. Tanto si quieres ayudarnos como si no, eres libre para
elegir.
con desprecio.
transporte te lo regalo.
orgullosa.
La miró asombrada. —¿De veras? ¿Y por qué no te largas de una
vez?
dejar que mi hombre pierda la vida por la que ha trabajado tanto. ¡Acababa
Y la aprecian mucho.
que su vestido era muy bonito cuando es lo más horrible que he visto nunca.
—¿Sabes mentir?
comprende como nadie. Oye, y ahora miento con una naturalidad pasmosa.
mejor.
—Ya te lo ha contado esa.
búnker me dijeron que buscara un trabajo con las referencias que me dieron,
—Sonrió con tristeza. —Al fin era libre. O casi. Para mi sorpresa conseguí
el trabajo porque ni sabía escribir a máquina. Y ni siquiera hice una
mucho tiempo.
—El suficiente como para poner el micro y enterarte de su agenda.
pata con su agenda y se puso hecho una furia. —Las miró asombrada. —Y
lo hicimos.
Tuvo que entretenerle tres horas porque no le iba a hacer irse a su hotel para
que regresara, así que eso le fue cabreando. Les llevé café y vi como al
verme se cabreaba más. Y a cada minuto que tenía que estar conversando
con él más y más. Hasta que firmaron. Vi cómo le daba la mano ante el
ascensor pidiéndole disculpas por el retraso y cuando el tío se largó se puso
ver como empezaba a preguntar, ¿hiciste tal curso? ¿Hiciste este curso?
de allí corriendo.
hombres de Nigel pasó ante mí con su mujer. Hizo que no me veía, pero
supe que estaba en problemas. Media hora después me metían en un coche
para volver al búnker a hablar con Nigel. —Las lágrimas recorrieron sus
mejillas. —Cuando vio mi barriga me dijo: Menuda sorpresa. Te vamos a
quisiera protegerla. Ninguno de los dos podía dormir sobre todo porque la
habitación de Rachael estaba al lado y no hacía más que sollozar porque su
visiones haya suerte. Pero lo más probable es que esté en el búnker, ¿por
qué iban a llevarle a otro sitio? Tengo que sacarle de allí. Se lo he jurado y
pienso hacerlo.
—Estamos seguros.
—No me jodas, mientras ese cabrón nos esté buscando nadie de esta
casa está seguro —dijo entre dientes.
—¡Siempre hay algo que hacer! ¡Tú me dijiste que tenía que luchar
por mi libertad y es lo que voy a hacer!
—No saben que he sido yo. Eché el spray en las cámaras sin que me
vieran.
—¡Nigel puede relacionar el robo con nosotros, sabrá que has sido
tú!
Chasqueó la lengua. —Sí, puede que lo sepa. No me preocupa.
—¿No te das cuenta de que eso añade más leña al fuego para que le
den recursos y encontrarte? Ahora somos enemigos públicos.
—¡No van a revisar los números de serie de todos los billetes que
habían dirigido casi toda su vida. Igual era como la rebeldía que mostró con
catorce años. A pesar de arriesgar su vida no dejó de intentarlo hasta que
consiguió alejarse de ellos todo lo posible. En aquella ocasión le había ido
bien, pero ahora… Ahora todo era distinto. Pensó en esos meses con
—¡Voy a hacerlo!
—¡Hacer el qué!
—¡Ya se me ocurrirá, no me presiones! —Entonces sus ojos
brillaron. —¿Y si secuestro al presidente y le sacamos del país para
Dejaron los planos del búnker que habían hecho entre los cuatro
sobre la mesa y vieron las tres plantas. Gillean señaló una zona donde había
un vacío, en la planta de abajo del todo y era un vacío enorme. —Aquí no
—Nunca nos llevaron a esa parte del búnker —dijo Marc—. Pero
creo que debe ser la zona de laboratorio. —Señaló la habitación que había
al lado. —Aquí está la enfermería, así que sería lógico.
—Hay al menos dos guardias ahí dentro —dijo Marc—. Una vez
salía del búnker y se abrió la puerta. Un tío dijo que iba al baño. Que yo
viera había dos sillas y en una de ellas había un tío mirando los monitores
que dijo que no tardara. E iban armados. Los dos llevaban pistola.
—Desde allí se controla todo el complejo, debemos entrar y dejarles
a ciegas sin que se den cuenta —dijo Marmara—. Si la puerta sigue cerrada
no se enterarán de que estamos allí.
Rachael la miró levantando una ceja y ella le hizo un gesto para que
no le diera importancia. —Me protege demasiado.
—La meto y…
Marmara miró a Gillean levantando una ceja. —Eso pesaba más que
un hombre. ¿Contento?
—No creas…
Suspiró porque haría lo que fuera para que no continuara. —Eso es,
cielo. Tú pon pegas que así vemos todos los inconvenientes.
escalera?
habitaciones del búnker. Si tú que has estado viviendo allí hasta hace poco
no le has visto, es que le tienen aparte. Probablemente aquí en el piso
inferior. —Señaló la zona que rodeaba la habitación de acero donde habían
metido a Vienna. —Donde hay habitaciones que no conocemos. Mientras tú
—Practicaré.
—También hago esto por nuestro bebé —siseó—. Y por ti, por
nosotros. —Sus ojos se llenaron de lágrimas porque desde hacía unos días
Apretó los labios disgustada y Marc le dijo —Vete a hablar con él.
—¿Estás segura?
—¿Qué buscaban?
senador. Tiene una foto suya en el despacho ante el Capitolio el día en que
juró el cargo. Jefford tenía quince años. Le adora, su padre murió más o
menos en esa época y se preocupó por él y por su madre. Hizo por ellos lo
que pudo. Se lo oí decir a uno de sus socios un día en el despacho. —
Preocupada se pasó la mano por el cuello. —¿Qué está pasando? ¿Jefford
está en peligro?
Que lo olvidaras a propósito para intentar ser feliz a su lado no significa que
no le espiaran. Y tú también lo hacías porque realizabas los informes. ¿Qué
pensabas que querían de él?
—¡No lo sé!
—¿Te echó?
—Sí. Dijo que era estúpida y que no servía para nada. —Se echó a
llorar. —Que le había decepcionado cuando había apostado por mí.
volvieron hacia Gillean que fue hasta la nevera y sacó una cerveza. —Si
sabían que tu hijo era hijo de ese Jefford…
—Dios mío.
Gillean rio por lo bajo antes de beber mientras ella se ponía como un
tomate. —Por esa risita acabas de quedarte en dique seco.
—Pero si no funciona…
Él apretó los labios y se volvió demostrando que no estaba de
acuerdo.
—Por mi hijo haré lo que sea —dijo decidida—. Aunque crea que
soy un monstruo.
posible que cada día le amara más? ¿Cómo era posible que pusiera en
peligro su relación y un futuro a su lado por regresar a Donwhill? Podrían
irse ahora mismo, en ese instante y empezar una vida juntos que era lo que
él quería, pero algo en su interior le decía que Gillean no sería feliz fuera de
sus tierras.
estaba implicado y debía saber lo que ocurría. Rachael estaba muy nerviosa
porque sabía que no se lo tomaría bien, pero todos intentaban apoyarla.
De pie ante ellos que estaban sentados en el sofá puso los brazos en
controlarle.
lo más lujoso y bastante anticuado para su gusto. Frunció el ceño por la luz
que salía de una habitación que tenía la puerta abierta y le vio tras la mesa.
Mierda, ¿eran las tres de la mañana y no estaba dormido? Puso los ojos en
blanco antes de aparecer tras él. Jefford debió sentirla porque miró hacia
—¿Jefford?
Sorprendido miró hacia Rachael que sin moverse del sofá forzó una
esto?
como si tuviera cinco años—. ¿A que es guay? —La miró como si tuviera
decírselo yo?
empezando a divertirse.
no seas antiguo.
intentando no reírse.
antigüedades carísimas!
sobrellevar.
—¿De qué habla este? —preguntó alterado—. ¡Quiero que me
digáis de inmediato cómo he llegado aquí! —Dio otro paso atrás. —Joder,
Soltó una risita mientras Jefford daba otro paso hacia atrás.
No lo ha entendido.
—Ah, ¿no? —Preocupada se apretó las manos. —Verás, esos
encuentros en el despacho…
—¡Explícate!
Marc sin dejar de mirarle dijo —Se preocupa por ella. Mucho.
Este miró a Marmara que asintió así que su hombre respondió —Se
lo robaron.
—¿Qué ocurre aquí? Que ellos son personas con un don que han
vivido en un búnker casi toda su vida bajo las órdenes del gobierno. Que a
le sacaron el niño. Creyó que le habían matado. Había caído en las drogas y
para que esos cabrones no les clonen y nos liquiden a todos. ¿Lo has
pillado?
—Sí, nena.
agua que hay que despertarle. Tenemos pocas horas hasta que se den cuenta
de que ha desaparecido.
El vaso de agua cayó en su cara sobresaltándole y vio cuatro
—¿Qué?
—Mi móvil.
Muéstrame la cicatriz.
—No.
a los ojos antes de darle las gracias. —Supongo que esto lo tenéis en un
lugar seguro.
llegue allí no habrá nada. Es una zona militar acotada. Nadie tiene acceso y
de los que hay dentro nadie dirá nada. Y es evidente que no verán salir a
ningún niño.
por la nuca y sus ojos brillaron. —Necesitamos a los niños porque no saben
mentir. Que ellos declaren ante mi tío con una cámara. Con eso y esto será
¿entendéis?
seamos sinceros nunca tendré una vida normal como tú la llamas. Debo
ayudar en lo que pueda.
consciente de que podíais haberos ido, que podríais haber huido y llevar
otra vida, pero que os habéis quedado por mí y por mi niño. Termine como
termine esto nunca os lo agradeceré lo suficiente.
sonrisa en los labios—. Todos vivimos aterrorizados por ellos, no tienes que
pedir perdón.
lo agradezco.
has podido —dijo Marc—. No te sientas así, por favor. Es lógico querer
cuidar de tu familia. Como es lógico que quieras recuperar lo que es tuyo.
Rachael a solas.
Rachael le miró preocupada. Jefford fue hasta la puerta de la
habitación donde ella se había escondido antes y se quedó allí esperándola.
amo.
nunca, amor. —Por el rabillo del ojo vio como los hermanos se miraban
apretando los labios y eso la preocupó, la preocupó muchísimo.
Después de llevar a Jefford de vuelta para que nadie se diera cuenta
de que había desaparecido, fue hasta la habitación de Vienna y llamó
muerte de nuevo?
—¿Dónde?
—En el búnker.
—Así que tendré que volver. Lo que haga Jefford y su tío no servirá
de nada.
—Mierda.
tenía una cara de cabreo que parecía que le iba a echar la bronca del siglo.
—Cielo, ahora corro por una pradera.
—Ya nena, pero ven, que vamos a discutir eso de que ven tu muerte
y a ti te importa un pito.
—Chivata.
¡Ahora no! ¡Ahora el búnker está lleno de empleados! ¡El niño no estará
solo!
Rachael que lo había escuchado todo dejó caer las lágrimas por sus
mejillas. —Suerte, amiga.
nada.
—Lo siento, no sabía cuál era el tuyo. Debe tener seis meses, ¿no?
—Rachael asintió a toda prisa. —Hay al menos tres así, aunque no sé, no he
estado mucho con niños. Ahora hay tres enfermeras con ellos. Si me llevo a
uno…
—Sí, tiene un lunar en la planta del pie y sus ojos son verdes.
—Será un minuto.
—No fastidies.
—Mira el lunar.
Todos suspiraron del alivio. —¿Lo cojes? Aún estoy algo floja y me
pesa un montón.
Rachael lo cogió a toda prisa por las axilas y soltó una risita. —Es
—¡Exacto!
don solo sirve para espiar las mentes ajenas, no seas ingenua, Vienna.
—Ya viene. —Miró al niño. —¿Así que de Rose? Con lo mal que
—Este sí, este sí. —Puso al niño en brazos de Marc antes de ir a por
el suyo. —Hola, mi amor… Soy mamá. —Emocionada lo cogió en brazos
pegándole al pecho y el niño dejó de llorar al contrario de Rachael que
Todos miraron a Marc que miraba los ojos del niño que tenía en
brazos y el niño parecía muy atento a su rostro. Carraspeó antes de mirarles.
—Pues sí, es hijo mío. —Sonrió de oreja a oreja. —Y es muy listo.
Vienna se acercó con una sonrisa. —Soy tu tía. —El niño estaba
rojo como un tomate. —Uy, ¿no te gusto?
—Quitarle el pañal.
—Nena…
esto!
—Agotada.
—¡Te he oído!
pies.
libremente te has erigido su salvadora, pero no es culpa tuya lo que les está
pasando. La culpa es de ese cabrón y le pararemos los pies. —La besó en la
—Ah.
con catorce años —dijo pálido porque si supiera que tenía un hijo allí se
volvería loca.
conmigo?
¡Tenía que centrar mis pensamientos en quien Nigel quería y sino les
favor.
Gillean que le cogió con maña demostrando que no era la primera vez que
puerta.
—No creo que sea eso. —Se sentó a su lado sentando al niño en las
rodillas.
—¿De veras?
¿no? ¿Y si es el futuro?
de nada.
Vienna salió en ese momento con una sonrisa de oreja a oreja. —He
sangrado.
antes de jurar por lo bajo—. ¡Rachael tu hijo se ha hecho pis sobre mis
pantalones!
—¡Voy!
toda la documentación que tenían en su poder buscando algo que les llevara
al origen de los bebés y efectivamente allí no había nada. Todo lo que había
aparte de los ya no residentes, era sobre los que vivían en la primera planta
subterránea.
—Las habitaciones son las que son. Cuando fuimos creciendo se iba
continuáis en el búnker.
—Son los más especiales —dijo Rachael—. Los demás teníamos
Tenemos uno que en los ejercicios leía las cartas que le ponían tras un
muro, muy útil para ver documentos guardados bajo llave. Una chica que
continuamente y me rompía el vaso del agua cuando iba a beber. Una vez
que la gente huyera. Son peligrosos y les dejaron ir, ¿por qué?
—Exacto. Es evidente que tienen otra vida. Que los utilizan, aunque
los demás están trabajando encubiertos. Rachael dejó de ser útil, no había
cumplido la misión y la echaron. Dudo que fuera para siempre, solo querían
que siguiera con su vida hasta que la necesitaran de nuevo. Tenía un chip,
—Exactamente igual.
extraño?
Marc entrecerró los ojos. —Un día al hablar con Robert se tocaba el
costado como si le doliera. Le pregunté qué le había pasado y me dijo que
—Sí.
—¡Eso no es cierto!
cosa? No, no lo tenías previsto hasta que te hice darte cuenta de que me
amabas.
—¿Recordáis todas las veces que nos decían que servir a nuestro
—Como los demás. Ellas saben quiénes son los padres de sus hijos
—¿Yo?
internet. Además puede que haya rumores sobre que se han hecho clones,
pero hay científicos que dicen que debido a la complejidad de las células
Estados Unidos tener ya las muestras. Aunque también pueden hacerlo bajo
manga, sabemos que eso puede llegar a pasar porque ese Nigel no tiene
escrúpulos.
—Pero si falta mucho por investigar para que Nigel utilice la sangre
pueden faltar años o que no suceda nunca.
—Por eso aunque no lo dejan de lado como ha demostrado la visión
de Vienna sobre las madres de alquiler, se han centrado en otro plan que les
—Cielo, me pierdo.
—No me había dado cuenta hasta que he visto a Rachael con su hijo
embarazada.
de sudor. —Esta mañana cuando has ido a por los pañales has tardado
demasiado cuando la tienda está apenas a un kilómetro de aquí. Eso me
sobre él, pero era primordial que recuperara eso! —Señaló los papeles. —
¿Pero acaso te he preguntado algo sobre dónde los tenéis escondidos? ¡Me
uní a vuestra causa! Pero me localizaron y…
—¿Qué ocurrió?
—Me metió en una furgoneta y con el arma en la mano me
encañonó. Me preguntó que por qué tardaba tanto en recuperar esos
—Tranquila nena, no te harán nada hasta que des a luz. Ahora están
—Dios mío, Jefford —dijo Rachael pálida—. ¡Le van a matar antes
de que hable con su tío!
niños, que para qué los queríamos. Lo dijo como si fueran mercancía. Le
pregunté si la niña era hija mía, que Vienna decía que sí. Me dijo que mi
hermana cada vez se inventaba más cosas. Que habíamos robado los niños y
que debíamos devolverlos ya. Entonces le pregunté por Rachael, por su hijo
y me dijo que era una drogadicta que se había inventado todo. ¿Y sabéis lo
más sorprendente? Que en ningún momento pude leer en sus pensamientos
que mentía. Entonces le dije que tenía que irme, que ya estaba tardando
demasiado en hacer la compra. Él me preguntó cómo conseguíamos la pasta
Marc levantó la barbilla. —Supongo que sí. Ahora saben que harías
lo que fuera por él.
—Dios mío… —Vienna se volvió llevándose las manos a la cabeza.
he hecho desde niño? ¿Qué querías que hiciera? ¿Que perdiera la vida en el
motel o en esa furgoneta? ¡Le dije la verdad porque no tenía opción, pero he
intentado evitar que se entere de todo!
dejado sin mirar atrás. Además esa noche él le dijo que no llevaba un chip,
por lo que entonces estaba convencido de que era cierto. Si les había
traicionado era porque no le quedaba opción. Miró a Gillean que estaba
muy serio cruzado de brazos. —Tengo que sacarte de aquí.
pantalones!
—¿Hermana?
Le miró con pena. —Sé que cuando Jefford te dijo que recuperarías
las tierras le creíste, lo vi en tus ojos.
puede ser y no hay que darle más vueltas. Les daremos toda la
documentación y que se busquen la vida. Ya hemos hecho muchísimo. —Se
volvió para ver que Rachael curaba a Marc escuchando su conversación. —
Nosotros nos vamos.
—Nena…
—Ya no tienen chip.
blanco. —¿Vienna?
—Nigel…
—Nigel va a morir.
Gillean apretó los labios. —Puede pasar mucho tiempo hasta llegar
a eso. Sabemos que no será ahora, ese cerdo no está en el búnker sino
acechando.
—Sí, sí, pero como ha dicho Rachael hay que pensar muy bien a
donde vamos.
—¿Australia?
—¿Lo del rancho es imprescindible? —preguntó Marc.
país.
Marc asintió. —Sí, así comenzaremos allí con una nueva identidad.
—Eso nos llevará tiempo que no tenemos, nena. ¿Acaso no has oído
que están acechando?
quieres dejarlo.
Gillean la cogió por los brazos. —Vamos a ver, nena. ¿Cómo vamos
a justificar tener tantos niños en Australia? —gritó furioso y ella hizo una
mueca porque eso no lo había pensado—. ¡Eso no puede ser, así que ya se
te puede ir olvidando! El senador se encargará de ellos.
—Gillean…
—Hablo en serio, nena. O ellos o yo. ¡No pienso llevar esa carga
sobre mis hombros! ¡Eso si los puedes sacar sin que te maten o sin que te
mates tú del esfuerzo, que lo dudo! —Respiró por la nariz intentando
controlarse. —Se acabó, si fuera por mí nos iríamos ya, pero te concederé
—¡No! Ya lo he perdido todo por ti, ¿no eres capaz de hacer esto por
—¿No es lo correcto?
tierras y hasta el último maldito recuerdo familiar los perdí por ti! —
Furibundo dio un paso hacia ella. —¿Y elegirme a mí no es lo correcto? —
—¡Tienes que traerle de nuevo, Nigel irá a por él! —dijo Marc.
esto.
matar? ¿No me sacarías? —Se echó a reír sin ganas. —Eso demuestra la
clase de persona que eres. Joder, cómo me habías engañado.
que te salvaría.
pasó a ser más importante que lo que deseábamos los dos. ¡Habíamos hecho
nuestros planes!
—No podía dejar que perdieras… —Miró hacia la carretera para ver
que se había desviado al carril contrario y gritó al ver una camioneta que
frente para ver los restos calcinados de la casa. Gillean apretó el volante y
La miró con odio antes de bajarse del vehículo. —Vuelve con los
tuyos.
dices?
—¿Ese hijo del que no puedo opinar? ¿Del que no puedo decidir su
destino? ¿Ese hijo que puede que no nazca nunca porque te terminarán
caminaba hacia la casa sin mirar atrás. No soportaba el dolor que la recorría
y viendo su perfil gritó desgarrada cayendo de rodillas. Gillean se volvió de
golpe para ver que había desaparecido y apretó los puños antes de seguir
para que la dejara con su dolor. Rachael entró en el salón con su niño en
brazos y preocupada por ella caminó hacia sus amigos. —Lleva así dos días
vacía.
Vienna tensó la espalda. —No, no… —Se volvió para ver que se
levantaba. —No seas loca.
—¿Qué? —preguntó Rachael.
Nigel?
contra?
—La reacción de Rose que vio Vienna, me indica que a ellas les han
mentido, utilizado o presionado para que dieran a sus niños. Puede que
quedaría allí para siempre, estoy segura. Después de arrebatármelo les odio
que varias de las nuestras les querrían arrancar las tripas si se enteraran de
eso Rose… —Abrió los ojos como platos. —Se lo decimos nosotros, por
—Un ejército.
Los ojos de Rachael brillaron. —Si a ellas les han hecho lo mismo
que a mí nos acompañarán, estoy segura. Nos han mentido, hay que recalcar
eso. Ahora hay que traerles aquí sin que Nigel se dé cuenta.
—Voy a por ellos. —Hizo una mueca. —Espero acordarme de todas
Marc asintió. —Chicas cuidado con Robert, tiene muy mala leche
cuando se enfada.
cerrando la puerta. —Ya está. Si tengo que hacer desaparecer una mano
estoy lista.
preguntó Vienna.
impacientes.
Pilló a Robert saliendo del baño y antes de darse cuenta estaba ante
todos con una toalla por las caderas. —¿Pero qué coño…?
mirada. Uy, uy, que al parecer sentían algo por ellas, aunque fueran celos.
Marmara que suspiró dejándose caer en el sofá. Levantó la vista hacia sus
un hijo?
Las chicas se miraron las unas a las otras y Rose dijo cabreada —¿A
impresionada.
tú?
Esta se sonrojó. —De ti.
interiormente.
de ti un tiempo, pero… —Se echó a llorar tapándose la cara con las manos.
búnker?
ocultártelo.
Todas miraron hacia ella. —Me robaron a mi bebé. Nos los han
robado a todas.
Rose pálida dio un paso hacia ella. —¿Qué dices? ¿Que mi hija está
viva?
Insegura miró a los demás y Marmara dijo —Todo está bien Rose,
ve…
Caminó hacia allí y abrió la puerta. Al ver a su hija sobre la cama
rodeada de almohadas se echó a llorar corriendo hacia ella. —¡Mi niña, mi
niña! —La cogió en brazos pegándola al pecho y se volvió para mirar los
ojos de Marmara. —Gracias, gracias.
Sonrió con tristeza. —Siento que hayas pasado por eso. Debe ser
muy doloroso.
hay allí! Nueve niños y nueve niñas… ¡Van a hacerles lo mismo que a
nosotros!
—Y eso no es lo peor —dijo Marc—. Vienna ha tenido visiones de
tampoco!
a todos.
Nigel por la paliza que me dio con quince años. Es un cabrón que merece la
muerte y no pienso dejar que esos niños sufran lo mismo que nosotros. —
Hizo una mueca. —Puede que mi don no sea muy útil, pero sé apretar un
gatillo.
—Tu don nos va a ser muy útil —dijo Marmara—. Necesito que te
archivadores.
—Lo sabe por los chips que portáis en vuestro cuerpo para teneros
localizados. Muchos seguro que no lo sabréis como no lo sabía Marc —dijo
Jay.
—Esa es mi chica.
brazos y Jennifer que con los cascos puestos vagueaba en la cama juró por
lo bajo saltando de ella. —¡No hagas eso!
Jennifer miró a los niños con los ojos como platos. —No fastidies,
¿y si se ponen a llorar?
echará!
—No te echará, hablaré con ella, ¿vale? —Puso al otro bebé sobre la
entró una mala sangre que alargó el brazo mostrando su pistola con
ante ellas.
Fue a por Rose y la llevó hasta la sala de los niños. Una enfermera
las miró con sorpresa e iba a gritar cuando se llevó la mano al pecho antes
de caer redonda en el suelo. —Zorra…—Rose caminó entre las cunas y fue
hasta la zona de enfermería. Marmara escuchó que algo caía al suelo, la otra
Robert del brazo llevándolo hasta la esquina y este susurró —Gracias, han
estado cerca. —Se giró y disparó varias veces. —¡Vete a por los demás!
Cogió a Jay y le puso al otro lado del pasillo. Las ráfagas de fuego
hicieron arder a dos y los que quedaban cayeron por el fuego de Robert al
garita. Caminó hacia ella y apretó el botón rojo haciendo caer la puerta de
acero que cerraba el búnker viendo como dos coches bajaban por la rampa a
toda velocidad. Sonrió maliciosa. —¿Nigel? —canturreó—. ¿Dónde estás,
bien?
—Como la seda.
—Claro. Amiga, ¿le vas a romper algo más o acabamos con esto?
creo nada que salga de tu boca. —Rose dio un paso hacia él. —¿Qué clase
de monstruo eres?
no dejaba de sangrar.
mientras Nigel gritaba de dolor. —Esto es por todo el sufrimiento que has
provocado. —De repente Nigel la miró con sorpresa antes de caer sobre el
nadie. Solo nosotros y los niños. Vamos a revisar cada palmo por si hay
alguien escondido.
pálida.
Robert miró hacia Nigel e hizo una mueca. —Buen trabajo, amiga.
—Gracias.
pero no se fía de que nos tiren un misil o algo así. No le hace mucho caso,
le ha ordenado que nos quiten los chips a todos para que cuando volemos
segundo piso. Corrió hacia la zona de las cunas donde estaba sentada en una
tanta prisa, cielo. —Se agachó ante ella. —Ya estamos a salvo.
encaje.
—¡Nena, en la enfermería!
—Ah…
—Ya tienes mejor color. Espera unos minutos más —dijo Rachael
una cuna casi con miedo y se echaba a llorar. Robert se acercó a ella. —
Cógela, cielo. Coge a nuestra hija.
—¿Seguro?
—Veintisiete con los que ya he traído. Estos son los más pequeños.
—Desapareció de nuevo e hizo otro viaje. Empezaron también con los
niños de la planta superior y cuando terminó con ellos sentía que no podía
más. Tuvo que sentarse de nuevo.
borde del colapso. —Se volvió hacia Jay. —Buscaremos otra vía de escape.
Entiendo.
—Marmara…
Vamos...
os dais cuenta de que no es el peso lo que la agota? Son los viajes. ¿Y si nos
atamos unos a otros para que nos lleve con ella? Será solo un viaje nada
más.
—Supongo que con los que no pueda se quedarán aquí. Pero algo es
algo.
necesitan. —Miró a los ojos a Elisabeth que intentaba retener las lágrimas.
—Buscar cuerdas.
haciéndose otro nudo en la cintura. Era lógico que estuviera aterrada, eso no
lo había hecho nunca. Robert fue el último en atarse sacándose de los
bolsillos todo lo que pudiera pesar, como los cargadores. Los demás
hicieron lo mismo y cuando estuvieron listos la miraron. Se levantó y fue
dándole más espacio a Gillean. Todas agarraron la soga tirando con él. Los
chicos fueron saliendo y al ayudar los hombres en un par de tirones vieron a
Robert que cayó al suelo. Elisabeth se echó a llorar tirándose sobre él. —
¿Estás bien, mi amor?
Gillean pasó ante Alisa que estaba pasmada. —¿Y para esto me has
con todos. Los más mayores estaban incontrolables y tuvimos que pedir
ayuda.
hijos, ¿pero sabes qué? Casi me alegro. Así nadie sabrá de su existencia.
Asintió forzando una sonrisa. —Tienes razón, ahora son libres. Ellos
sí que son libres.
—Espero que no les vuelvan a encerrar. Sino habrá que volver. ¿Te
ayudo con la policía?
—No, conozco al sheriff, sabrá mantener la boca cerrada hasta que
hablemos con el senador. Le explicaré la situación. Llévate a tu familia y
que los demás hagan lo mismo. No quiero que vean a los bebés y hagan
preguntas sobre ellos.
—Gracias.
sentirá segura.
—Eso está hecho. Sé que has dicho que los viajes se acabaron, pero
haznos una visita para saber que estás bien, ¿quieres? Aunque sea solo una.
Se abrazó a él. —Gracias por vuestra ayuda.
Vienna sollozó antes de abrazarla. —Todo irá bien, lo sé. Lucha por
Asintió mientras las lágrimas corrían por sus mejillas y les vio ir
hacia la puerta. Vienna la miró a los ojos. —Será un niño precioso y estará
muy sano.
Sonrió. —Gracias.
del autobús para enfrentarse a sus amigos que aún estaban allí. Miró a
Jennifer, a Sheldon, a Curtis, al cura, a Claudia, al sheriff y a su mujer y su
declaraciones de los niños ese cabrito está entre la espada y la pared. Ahora
volverán con sus familias si son aptas para cuidarles y otros irán a un
colegio muy distinto al sitio de donde les hemos sacado. Será el senador
Ellas pusieron los ojos en blanco haciéndola reír por lo bajo. —Os
echaré de menos.
Claudia dio un paso hacia ella. —¿Y tú, niña? ¿Qué será de tu vida?
asombrada.
invitación.
de limón.
siempre te han traído aquí. No desvíes tu rumbo por muy lejos que te lleve
volveremos a verla?
mirando la calle vacía. Ella había vivido allí toda su vida y no había
conseguido que la gente la quisiera tanto. ¿Por qué? Hasta su padre la había
echado de casa.
Se volvió para ver que Claudia cerraba la puerta del local. —¿Soy
mala gente?
La miró sorprendida. —Claro que no, niña. Eres algo alocada, ¿pero
—Tu padre es algo rudo, tiene muy mala leche, pero te adora. Si me
arregla todo. Cuanto más esperes, más se enfriará el asunto y más difícil
hace el sándwich?
—Seguro que no. Anda niña, vete a descansar y mañana hablas con
rebelde pero no, no era mala chica. Solo había que ver como había ayudado
volverían a verla.
—¡Es la niña!
Marmara rio saliendo del coche. —Leche, que alto está esto. —
Claudia.
—¡Has vuelto!
—Un accidente.
Marmara sonrió. —Claro que sí. —Le dio un abrazo. —Nos durarás
piel.
lotería?
—Gracias Sheldon.
—Hecho polvo, pero va tirando. Y con una mala leche que no puede
con ella.
—Con detalle.
—Menuda sorpresa.
—Mira que bombo papá, y está sin casar. ¿No me dijiste con
—Ya, ya…
—Bien, ahora que estamos todos aquí, o casi todos, sheriff cierre la
—Muy bien, no podía haber salido mejor. Somos libres para hacer
con nuestra vida lo que nos venga en gana, los niños ahora viven cerca de
un lago donde pueden correr, nadar, hacer kayak y tienen profesores
Alisa preocupada.
—Oh sí, he venido para quedarme. Aunque cuatro veces al año debo
ir a supervisar el centro. —Todos sonrieron. —Y bueno, esto me lleva a
otro tema. Se han ocasionado daños. Y son daños muy graves por lo que
cada niño ha sido indemnizado con diez millones de dólares.
padre y así los fue repartiendo a todos los presentes hasta quedarse con tres.
Claudia con los ojos como platos cogió el cheque para alejarlo como
si no viera bien la cifra. —¿Un millón de dólares? ¡Un millón de dólares!
Sheldon gritó cogiendo su cheque al igual que los demás. Alisa gritó
pegando saltos por la cafetería y levantando los brazos mientras que su
padre estaba en shock mirando el suyo. —Cielo, ¿aquí pone tres millones?
Se me ha nublado la vista.
antes de gritar.
—¿Eran ellos los que compraron las granjas? Creíamos que era una
venir a mí primero porque si vosotros, los que nos conocéis y sabéis parte
de nuestras vidas, no estáis de acuerdo buscarán otro sitio. No quieren
incomodaros.
muy fina.
—El otro día entró uno de esos testigos de Jehová y le sacó a tiros
—dijo el cura a punto de reírse—. Pobre hombre, se le disparó la tensión y
el error de dejar pasar a quien no debía y mira como lo estaba pagando. Que
no pensaba cometer el mismo error dos veces.
sheriff preocupado.
—Ya estamos nosotros para decirles que son buena gente —dijo
Claudia—. Al fin y al cabo somos las fuerzas vivas del pueblo. Y esos diez
millones son gracias a ellos. Se invertirán aquí y todos se beneficiarán.
Era preciosa.
impresión, entró en el camino del rancho poniéndose cada vez más nerviosa
precisamente porque sabía cómo iba a reaccionar. Mal, muy mal. Le iba a
sentar como una patada en el higadillo que estuviera allí, pero se le pasaría.
Uff, le sudaban las manos y todo. Al ver la edificación frenó en seco
mirándola con los ojos como platos. Aún estaban poniendo el tejado, pero
era evidente que aquello como mucho tenía tres habitaciones. Menuda
indirecta. —Uy, este hombre te va a dar guerra —dijo ella entre dientes.
Aceleró y vio que había alguien sobre el tejado y que Gillean desde
abajo le estaba diciendo algo. Él se volvió para mirar el coche y frunció el
ceño, pero ella miró hacia la casa. —¡Ni porche te ha puesto! —Frenó en
seco ante él y salió del coche dejando la puerta abierta. —¿Qué es eso,
Gillean? —preguntó cabreadísima señalando la casa.
—Me meo. —Corrió hacia la casa, pero era obvio que no había
baño porque ni paredes tenía. —¡Gillean!
Al ver que estaba al borde del llanto entrecerró los ojos siguiéndola.
que no fueran a pensarse que quería recibir muchas visitas. Es que era para
pegar cuatro gritos. Cogió el papel ignorando los dos ratones que la miraban
y se limpió. Claro, la había tomado por sorpresa y tenía las hormonas
revolucionadas. ¿Cómo se lo iba a tomar? Pues mal. Entrecerró los ojos. Y
él quería que se lo tomara así, le estaba dejando claro que no era una casa
familiar. Sollozó y sorbió por la nariz cogiendo más papel para sonarse. Era
—¿Nena?
—¿Estás bien?
fue a lavarse las manos. Fue a coger la toalla para secarse y puso los ojos en
blanco porque no había. Qué raro, con lo bien que se le daban las tareas de
la casa, pensó con ironía. Salió del baño y allí estaba. Ella echó un vistazo a
la habitación que estaba hecha un desastre y levantó una ceja. —No he
tenido tiempo para limpiar, ¿qué pasa?
haciéndola frenar en seco. Rompió el cheque ante sus ojos y tiró los papeles
sobre su coche antes de apartarse y gritarle al chico —¿Por qué no estás
clavando? ¡Mueve el culo, que te pago por horas!
—¿Está aquí?
—En la cocina, pero está trabajando —dijo con chulería.
ha sido?
baño?
subirse a la camioneta.
¿No iba a durar mucho? Pues en diez días no le había visto el pelo y
temerse que estaba de parto. Estaba de parto y sola. Una lágrima cayó por
es?
—No estás sola —dijo Marc.
—Estáis aquí.
—Claro que sí. Vienna dijo que sería esta noche y nos hemos subido
¡Felicidades!
había ni cuna. Ni siquiera unos pañales. —¿Dónde están las cosas del niño?
—No me quiere.
está confuso, eso es todo. No sabe cómo tratarte porque sabe que te ha
te juzgo. Estoy enamorada de Jefford, hablamos todas las noches por el niño
quiere verme ni por el niño? No, esto no se puede perdonar. En cuanto salga
—¿A dónde?
puerta.
—La quiere.
la nariz.
segundo desapareció.
Las amigas se miraron con los ojos como platos. —Hostia, hostia…
—dijo Marc poniéndose muy nervioso.
—¿Qué va?
—Que sí.
—Te he visto.
Los tres elevaron los brazos al techo como si no pudieran con ella
mientras Marmara miraba su perfil. —¿Por qué me pides perdón?
—Gracias.
me quedo a gusto.
noto acalorada.
que cuando dijiste que elegirme era un error sentí que se me rompía el alma,
nena. Lo había dado todo por ti.
niños. Cuatro meses, nena… ¡He estado sin saber de ti cuatro meses!
lo más valioso que he tenido en la vida. Y esa vida la hubiera dado por ti.
ocurría algo.
—¡Quería que recuperaras el rancho!
mal por ello. Y en lugar de valorarlo dijiste que te equivocabas por elegirme
y que te arrepentirías de ello.
—¿Sabes, nena? En ese punto ya temía tanto por tu vida que tuve
que alejarme porque sabía que un día no regresarías. Y saber que era un
error en tu vida…
—Estoy aquí, preciosa. —Ella cogió sus manos y apretó con fuerza
gimiendo. —Muy bien preciosa, lo haces muy bien.
Él suspiró del alivio y le sonrió. —¿Ves nena? Todo irá bien. —La
—Te amo.
—Me equivoqué.
que algo no iba bien. Observaba a Vienna que estaba concentrada mirando
una esquina, pero esta no decía nada.
—Estupendo.
—Soy el padre del niño —dijo a toda prisa—. Y ellos son como
hermanos.
niño precioso.
más para detener la hemorragia, el niño estaba entre sus brazos como si le
abrazara. Ha sido lo más raro que me ha pasado en la vida.
—Gracias doctora.
—De nada.
—Ya lo averiguarás.
Venga, a ver si lo haces otra vez —susurró. Marmara le miró sin entender
—. A la de una, a la de dos…
—¿Qué haces?
brazos. —¡No!
—¿No te alegras?
—¿Cómo voy a alegrarme? —Sus ojos se llenaron de lágrimas. —
Pobrecito. Mírale, es precioso. Nos ha salido guapísimo y tendrá eso que le
amargará la vida.
—Ya, pero tenía esperanzas de que fuera normal. Así sufriría menos.
pulsera de seguimiento.
—Y me querrás siempre.
mentiría.
Epílogo
el café del día. Se sentó suspirando y Rose ante ella levantó una ceja al ver
el arnés en su pecho donde estaba su hijo dormidito. —Buena solución.
—No me queda otra. Ayer por la tarde casi se cae al suelo. Vino de
sorpresa porque quería teta y casi la liamos. —Las chicas rieron por lo bajo.
—Ja, ja. Pues no veáis cuando se lo hace a Gillean. Le pega unos sustos…
La última vez estaba subido al caballo arreando reses. Lleva colgado uno de
eso!
—El resto negó con la cabeza y atónita miró a Rachael que estaba roja
como un tomate.
—¿Qué quieres que te diga? Vino a ver al niño y… ¡Una cosa llevó
a la otra!
—¡No!
Rose hizo una mueca antes de mirar a Vienna que hizo un gesto con
la mano sin darle importancia. —Estaréis bien. Yo os vi bien a los cinco
juntos.
Suspiró del alivio antes de mirarla con los ojos como platos. —
arnés!
FIN
Sophie Saint Rose es una prolífica escritora que lleva varios años
34- Me faltabas tú
53- Mi acosadora
54- La portavoz
55- Mi refugio
56- Todo por la familia
57- Te avergüenzas de mí
58- Te necesito en mi vida (Serie época)
169- Mi protector
170- No cambies nunca, preciosa (Serie Texas)
195- Cómplices 2
196- Sólo pido una oportunidad
197- Vivo para ti (Serie Vikingos)
198- Esto no se acaba aquí (Serie Australia)
1. Elizabeth Bilford
2. Lady Johanna
3. Con solo una mirada
4. Dragón Dorado
5. No te merezco