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Los padres de la autora le enseñaron desde niña la importancia de su opinión y voz, a no mentir ni tomar lo que no le pertenece, y a mostrar respeto al saludar a otros. Sin embargo, en otras ocasiones sus sentimientos no fueron tenidos en cuenta cuando se le pidió prestar su juguete favorito para evitar el llanto de su prima, y sus padres no siempre mantuvieron una orientación consistente.
Los padres de la autora le enseñaron desde niña la importancia de su opinión y voz, a no mentir ni tomar lo que no le pertenece, y a mostrar respeto al saludar a otros. Sin embargo, en otras ocasiones sus sentimientos no fueron tenidos en cuenta cuando se le pidió prestar su juguete favorito para evitar el llanto de su prima, y sus padres no siempre mantuvieron una orientación consistente.
Los padres de la autora le enseñaron desde niña la importancia de su opinión y voz, a no mentir ni tomar lo que no le pertenece, y a mostrar respeto al saludar a otros. Sin embargo, en otras ocasiones sus sentimientos no fueron tenidos en cuenta cuando se le pidió prestar su juguete favorito para evitar el llanto de su prima, y sus padres no siempre mantuvieron una orientación consistente.
para desayunar, almorzar y merendar; y de esa manera me enseñó que mi opinión importa. - Cuando yo era niña y estaba en la escuela, me llevé un borrador de una compañera a la casa, cuando mi papá llego del trabajo me vio haciendo deberes y se dio cuenta del borrador. Me preguntó quién me lo había dado, yo le dije que me lo regalaron; entonces mirándome fijamente a los ojos, me pidió que le dijera la verdad y me exigió que lo devolviera. Aprendía a no mentir y a no coger lo que no me pertenece. -Cuando era niña mis padres siempre saludaban a donde iban o entraban, decían que siempre hay que saludar cuando se entra a un lugar. De mi maestro recuerdo que él era muy respetuoso y cariñoso. - Nunca nuestros padres nos explicaron sólo nos ordenaron lo que había que hacer. Ellos no hablaban con nosotros. -Cuando yo era niña tenía una muñeca que me regaló mi abuela; un día vino mi prima a visitarnos en mi casa y se puso a llorar porque quería llevarse mi muñeca, yo no se la quería prestar, pero todos me decían “préstale a tu prima para que no llore”. No le importaron los sentimientos de tristeza que tenía por mi muñeca. - En mi casa mis padres a veces decían una cosa y según les convenía cambiaban de orientación.