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INVESTIGACIÓN Sistema Oseo
INVESTIGACIÓN Sistema Oseo
INVESTIGACIÓN Sistema Oseo
Lectura No. 1
Título del Tema: Sistema óseo
Ficha bibliográfica: Gerard J Tortora. Brian Derrickson. principios de anatomía y fisiología.13
edición. Editorial medica panamericana. 1340pag.
Fecha de entrega: 09 de Abril 2022
Alumno (a): Ana Karen Andrade Toledo
GENERALIDADES
La osteología (osteo- de osteón, huesos y logia, de logos, estudio) es el estudio de la estructura ósea y el
tratamiento de las enfermedades de los huesos.
Los seres humanos son vertebrados y cuentan con una columna vertebral, depende de una estructura
interna centrada en una larga espina dorsal. Los huesos son ligeros pero fuertes y su estructura es de
apariencia simple, a un qué también se dobla con facilidad. El esqueleto rodea y protege los órganos,
aguantan el cuerpo y junto con los músculos proporciona la gracia y soltura del cuerpo el sistema óseo
protege los órganos vitales del cuerpo y proporciona sustancias que alimentan la vida: células
sanguíneas en la medula osea roja y minerales de sus depósitos óseos.
El esqueleto crece con rapidez durante la infancia y se adapta a nuestro estilo de vida, reforzando las
zonas que nosotros, debido al deporte u ocupación es sobre cargamos. Las articulaciones proporcionan al
esqueleto flexibilidad donde los huesos se unen con otros y les permite moverse.
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2. Protección. El esqueleto protege de lesiones a los órganos internos más importantes. Por
ejemplo, los huesos del cráneo protegen el cerebro; las vértebras, la médula espinal y la caja
torácica, el corazón y los pulmones.
1. La diáfisis (dia-, de dia, a través de, y -fisis, de phyeim, crecer) es el cuerpo del hueso (la
porción cilíndrica larga y principal del hueso).
2. Las epífisis (epi- de epi, sobre) son los extremos proximal y distal del hueso.
3. Las metáfisis (meta- de meta, después) son las regiones de hueso maduro, en las que la
diáfisis se une a la epífisis. En el hueso en crecimiento, cada metáfisis contiene la placa epifisaria
(placa de crecimiento), capa de cartílago hialino que permite a la diáfisis crecer en longitud
(véase más adelante en este mismo capítulo).
Cuando un hueso deja de crecer longitudinalmente, entre los 18 y 21 años, el cartílago de la
placa epifisaria se remplaza por hueso; la estructura ósea remanente se conoce como línea
epifisaria.
4. El cartílago articular es una capa delgada de cartílago hialino que cubre la región de la
epífisis, donde un hueso se articula con otro. El cartílago articular reduce la fricción y absorbe los
impactos en la articulaciones móviles. Puesto que carece de pericondrio y que no está irrigado,
cuando se lesiona, su reparación es limitada.
5. El periostio (peri- de perí, alrededor) es la vaina de tejido conectivo denso que, junto con los
vasos sanguíneos acompañantes, recubre la superficie ósea allí donde no está presente el
cartílago articular. Consta de una capa fibrosa externa de tejido conectivo denso e irregular y de
una capa osteogénica interna compuesta por diversas células. Algunas de estas células permiten
al hueso crecer transversal pero no longitudinalmente. El periostio también protege el hueso,
participa en la consolidación de las fracturas, en la nutrición ósea y sirve como punto de inserción
de ligamentos y tendones. Se encuentra unido al hueso subyacente mediante las fibras
perforantes (fibras de Sharpey), gruesos haces de fibras colágenas que se extienden desde el
periostio hasta la matriz extracelular del hueso (denominada matriz osteoide).
6. La cavidad medular es un espacio cilíndrico vacío dentro de la diáfisis que, en los adultos,
contiene médula ósea amarilla adiposa y numerosos vasos sanguíneos. Al reducir el porcentaje
de hueso denso donde menos se lo necesita, esta cavidad minimiza el peso del hueso. El diseño
tubular de los huesos largos brinda la máxima resistencia con el menor peso.
7. El endostio (endo-, de éndon, dentro) es una fina membrana que reviste la cavidad medular.
Contiene una sola capa de células formadoras de hueso y escaso tejido conectivo.
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Tejido óseo compacto
El tejido óseo compacto contiene pocos espacios y es el componente más fuerte del tejido óseo.
Se encuentra por debajo del periostio de todos los huesos y forma la mayor parte de las diáfisis de
los huesos largos. Brinda protección y soporte y ofrece resistencia a la tensión causada por el
peso y el movimiento.
El tejido óseo compacto se compone de unidades estructurales repetidas denominadas osteonas o
sistemas de Havers. Cada osteona consta de un conducto central (conducto de Havers), alrededor
del cual se dispone una serie de laminillas concéntricas. Parecidas a los anillos de crecimiento de
los árboles, estas últimas son placas circulares compuestas por matriz osteoide mineralizada de
diámetro creciente que rodean una pequeña red de vasos sanguíneos, linfáticos y nervios
localizados en el canal central. Estas unidades óseas tubulares en general forman una serie de
cilindros paralelos que, en los huesos largos, tienden a disponerse en forma paralela al eje mayor
del hueso. Entre las laminillas concéntricas hay pequeños espacios denominados lagunas, que
contienen osteocitos. De las lagunas y en toda dirección irradian pequeños canalículos, que
contienen líquido extracelular. Dentro de los canalículos existen delicadas protuberancias de
osteocitos con forma de dedo (véase sector ampliado a la derecha de Los osteocitos vecinos se
comunican entre sí por medio de puentes. Los canalículos conectan las lagunas entre sí y con el
canal central formando un intrincado sistema minúsculo de canales interconectados a través del
hueso. Este sistema ofrece numerosas vías de acceso a los osteocitos de nutrientes y de oxígeno,
así como una vía de eliminación de los desechos.
En el tejido óseo compacto, las osteonas están alineadas en la misma dirección y son paralelas al
eje mayor de la diáfisis del hueso.
Por lo tanto, la diáfisis de un hueso largo resiste la curvatura y la fractura aun cuando se ejerza
una fuerza considerable desde los extremos.
El tejido óseo compacto tiende a ser más grueso en las regiones del hueso en las que la fuerza se
aplica relativamente en pocas direcciones. Las líneas de fuerza del hueso no son estáticas.
Cambian cuando la persona aprende a caminar y en respuesta a la actividad física intensa
repetida, como en el levantamiento de pesas. Las líneas de fuerza de un hueso también pueden
cambiar a raíz de una fractura o una deformidad física. Por lo tanto, la organización de las
osteonas no es estática, sino que cambia a lo largo del tiempo en respuesta a las exigencias
físicas que soporta el esqueleto.
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Tejido óseo esponjoso
A diferencia del tejido óseo compacto, el tejido óseo esponjoso también denominado tejido
óseo trabecular no contiene osteonas. Siempre es profundo y está protegido por una cubierta
de hueso compacto.
Está compuesto por laminillas dispuestas en un patrón irregular de finas columnas
denominadas trabéculas, entre las que existen espacios que pueden apreciarse a simple vista.
Estos espacios macroscópicos contienen médula ósea roja en los huesos que producen
células sanguíneas, y médula ósea amarilla (tejido adiposo) en los otros huesos. Ambos tipos
de médula ósea están irrigados por numerosos vasos sanguíneos que nutren los osteocitos.
Cada una de las trabéculas consta de laminillas concéntricas, osteocitos ocupantes
de lagunas y canalículos que irradian en forma excéntrica desde las lagunas. El tejido óseo
esponjoso es el componente profundo principal del tejido óseo de los huesos cortos,
aplanados, sesamoideos e irregulares.
En los huesos largos, es el núcleo de las epífisis y está cubierto por una delgadísima capa de
hueso compacto, además de conformar un plano delgado variable que reviste la cavidad
medular de la diáfisis.
El tejido esponjoso siempre está cubierto por una capa de hueso compacto que lo protege, a
simple vista, las trabéculas del hueso esponjoso pueden parecer más desorganizadas que las
trabéculas del hueso compacto.
Sin embargo, tienen una orientación precisa a lo largo de las líneas de fuerza, característica
que permite al hueso resistir y transmitir fuerzas sin romperse.
El tejido óseo esponjoso es más abundante en los huesos que no reciben mucha presión o en
los que reciben presiones desde direcciones múltiples. Las trabéculas no se organizan en
forma definitiva hasta que no se aprende a caminar perfectamente; incluso pueden
desorganizarse cuando las líneas de fuerza cambian debido a una fractura mal consolidada o a
una deformidad.
El hueso esponjoso difiere del tejido óseo compacto en dos aspectos. En primer lugar, es
liviano, lo que reduce su peso total. Esta disminución del peso le permite moverse más
rápidamente al ser traccionado por un músculo esquelético. En segundo lugar, las trabéculas
del tejido óseo esponjoso sostienen y protegen la médula ósea roja.
El tejido óseo de los huesos de la cadera, las costillas, el esternón, las vértebras y los extremos
proximales del húmero y del fémur es el único sitio de almacenamiento de médula ósea roja y,
por lo tanto, el lugar donde en los adultos tiene lugar la hemopoyesis.
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COMO APLICO COMO PROFESIONAL DE LA SALUD:
Consumir alimentos ricos en calcio y vitamina D, hacer suficiente ejercicio y tener hábitos
saludables ayuda a mantener los huesos sanos. Si no comemos bien y no hacemos suficiente
ejercicio del tipo adecuado, los huesos pueden debilitarse e incluso romperse.
Los huesos cambian continuamente: el cuerpo genera tejido óseo nuevo, y el tejido óseo existente
se desgasta. Cuando uno es joven, el cuerpo produce tejido óseo nuevo más rápido de lo que se
desgasta el tejido óseo existente, y la densidad ósea aumenta. La mayoría de las personas
alcanzan su densidad ósea máxima alrededor de los 30 años. Después de eso, la remodelación
ósea continúa, pero se pierde ligeramente más densidad ósea de la que se gana.
Por eso es importante el consumo de frutas y verduras para mantener una buena salud.
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Las enfermedades de los huesos pueden facilitar las fracturas. Estas enfermedades incluyen:
Baja densidad ósea y osteoporosis: Debilita los huesos y aumenta las probabilidades de
fracturas
Osteogénesis imperfecta: Hace que sus huesos sean frágiles y quebradizos
Enfermedad de Paget en el hueso: Debilita los huesos
Los huesos también pueden desarrollar cáncer e infecciones
Otras enfermedades de los huesos: Producidas por una mala nutrición, factores genéticos o
problemas con la velocidad de crecimiento o regeneración ósea
1. Osteoporosis
La osteoporosis es una enfermedad de los huesos en la que la masa ósea se va perdiendo más
rápido de lo que se regenera, cosa que hace reducir la densidad de los huesos y,
consecuentemente, hacer que estos sean más débiles.
2. Cáncer óseo
El cáncer de huesos es poco frecuente. De hecho, no está ni entre los 20 más comunes y representa
solo un 1 % de todos los cánceres diagnosticados cada año en el mundo. De todos modos, se trata
de uno de los cánceres más peligrosos, por lo que es de vital importancia localizarlo rápidamente e
iniciar el tratamiento oncológico cuanto antes.
Generalmente, el cáncer óseo se manifiesta con los siguientes síntomas: dolor de huesos,
inflamación en la región en la que está el tumor maligno, debilidad y fatiga, tendencia a sufrir
fracturas óseas, pérdida de peso involuntaria…
3. Osteomielitis
La osteomielitis es una enfermedad ósea causada por una infección por parte de algún
patógeno, generalmente del género “Staphylococcus”. Estos gérmenes pueden llegar al hueso y
colonizarlo si el propio hueso queda expuesto al entorno a causa de una lesión o, de forma más
frecuente, si viajan a través de la sangre hasta llegar a los huesos.
La causa de la osteomielitis suele ser sufrir otra enfermedad infecciosa (neumonía, cistitis, uretritis…)
en la que los patógenos diseminan a los huesos o sufrir heridas punzantes o abiertas en las que la
contaminación ambiental llega al hueso.
Los síntomas, además de la inflamación y enrojecimiento de la región afectada, son la fiebre, el dolor
en la zona de la infección, la debilidad y la fatiga. El problema es que puede derivar en la muerte de
las células óseas, provocando una necrosis que puede poner en riesgo la vida de la persona.
Por ello, el tratamiento suele consistir en la administración de antibióticos para matar a las bacterias
patógenas. Sin embargo, es posible que, si ha sucedido la muerte de las células óseas, sea necesaria
una extirpación quirúrgica de la masa afectada.
4. Osteogénesis imperfecta
La causa es un error genético que impide que el cuerpo sintetice colágeno, una molécula
imprescindible para mantener fuertes los huesos. Esto deriva en, además de las constantes fracturas,
debilidad muscular, problemas de audición, desviaciones de la columna vertebral y dientes
quebradizos.
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Pese a no existir cura, el tratamiento en base a analgésicos, fisioterapia, cirugía, etc, puede ayudar a
que el afectado, en caso de que el trastorno no sea muy grave, no vea su calidad de vida demasiado
afectada. Para casos más serios, es posible que sea necesario ir en silla de ruedas.
5. Enfermedad de Paget
No se conoce la causa. Se cree que la mayoría de los casos se explican por el simple azar genético,
aunque algunos de ellos son debidos a infecciones víricas. En los casos más leves, es posible que no
haya síntomas. En el resto, estos incluyen dolor, tendencia a sufrir fracturas en unos huesos
concretos, problemas en los cartílagos de las articulaciones, etc.
Al ser una enfermedad genética, no hay cura. De todos modos, hacer ejercicio, llevar una dieta
equilibrada y, en caso de que sea necesario, tomar medicamentos e incluso someterse a cirugías
puede ayudar a que el trastorno no afecte tanto.
6. Osteomalacia
La osteomalacia es una enfermedad ósea provocada por la falta de vitamina D, lo que conduce
a un reblandecimiento de los huesos. Al no disponer de la cantidad suficiente de esta vitamina, los
huesos no pueden absorber el calcio y no se mantienen fuertes.
La causa es el déficit de vitamina D, el cual suele ser debido a problemas con la alimentación,
aunque a menudo es provocado por problemas metabólicos de origen genético. Los síntomas
incluyen, además de la tendencia a sufrir fracturas en distintos huesos, debilidad muscular, dolor en
los huesos, calambres en extremidades, entumecimiento en boca, brazos y piernas…
7. Acromegalia
La acromegalia es un trastorno óseo que cursa con un crecimiento anómalo de los huesos,
provocando deformidades que suelen estar caracterizadas por el tamaño inusualmente grande de
las manos y los pies, aunque también suele dar lugar a facciones faciales más pronunciadas de lo
normal.
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Está causada por un problema hormonal en el que la glándula pituitaria produce una gran cantidad
de hormona del crecimiento durante la edad adulta, etapa en la que no debería estar tan activa.
Además de las manifestaciones anteriormente mencionadas, suele generar los siguientes síntomas:
debilidad muscular, piel más gruesa de lo normal, sudoración excesiva, dolores de cabeza, voz
áspera y grave, disfunción eréctil, problemas de visión…
El problema es que puede derivar en trastornos de la salud graves como la hipertensión, diabetes,
enfermedades cardiovasculares… Por ello, es importante aplicar un tratamiento en base a fármacos
que reducen el progreso de la enfermedad y que incluso pueden revertir algunas de las
deformidades propias de la afección.
8. Raquitismo
El raquitismo es una enfermedad ósea propia de los niños en la que, por una deficiencia de
vitamina D, sus huesos están muy debilitados. De todos modos, este ablandamiento también
puede ser explicado por factores genéticos independientes de la dieta.
Los síntomas del raquitismo son: debilidad muscular, retraso en el crecimiento, dolor en los huesos
(especialmente columna vertebral, pelvis y piernas), problemas en el desarrollo de las habilidades
motoras, proyección del esternón, aumento de tamaño de las muñecas y tobillos…
El tratamiento suele consistir en incluir más productos ricos en vitamina D en la dieta, aunque para
los casos de origen genético en los que, por algún error, el niño no puede absorber esta vitamina, es
posible que sean necesarios algunos medicamentos. Incluso cabe la posibilidad de que se requieran
cirugías para corregir las alteraciones que causa la enfermedad.
9. Fracturas óseas
Una fractura ósea es una rotura del hueso. Puede estar causada por las enfermedades que hemos
visto, aunque también puede ser debida a traumatismos puntuales en personas perfectamente
sanas. Caídas, golpes contundentes, accidentes… Todas estas situaciones pueden hacer que los
huesos sufran lesiones.
Las fracturas cursan con mucho dolor y pueden ser totales o parciales. Es posible que requieran de
intervención quirúrgica, aunque normalmente es suficiente con una inmovilización durante más o
menos tiempo, además de la administración de fármacos para aliviar el dolor.
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Pese a que, con el tiempo el cuerpo vuelve a hacer llegar la sangre, estos niños tienen un riesgo
mucho mayor de sufrir artrosis, fracturas u otros problemas de la cadera en la edad adulta. Los
síntomas más comunes incluyen cojera y dolor en la zona de la cadera.
El proceso de renovación y de cura de la enfermedad puede llevar varios años. Durante este tiempo,
los médicos pueden ofrecer tratamientos que, en función de la etapa del trastorno, de la gravedad y
de la edad del niño, pueden incluir cirugía, sesiones de fisioterapia, inmovilización, etc.