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Loca de

Poder

Dolores A Cuestas
Copyright © 2022
Todos los derechos
reservados.
ISBN:
Dedicada con el más inmenso
amor y el mayor de los
respetos
a las grandes víctimas del
actual regimen terrorista en
Nicaragua:
¡Las madres de los centenares de asesinados!
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
PREFACIO
EL MANDATO
LA MALDAD NO TIENE GÉNERO
“LIBRE” ADMISIÓN DE HECHOS Y ABJURACIÓN”
ACROSTICO
LA DIOSA CAÍDA
AMARGAS NUEVAS
ACTOR DE
PACOTILLA DOLCE
VITA INDIECITO
JUAN VIAJE A
NICARAGUA
NARCOPARAÍSO BELICEÑO
¿FÁBRICA DE
FANÁTICOS? UNA
SUBLIME UCRANIANA
VIAJE A PUEBLA
DE GIGOLO A
TESTAFERRO BUENOS
MUCHACHOS
EL GORDO ALCIBIADES
BOCHORNO EN LA
SALA
UNA CHAVALA ALBOROTADA
(TESTIMONIO) CARNE CELESTE
NICARAGUA EN BANDEJA
AMOR ILEGAL
DINERO Y
REVUELTAS
MENSAJERA APOCALIPTICA
MALA HIERBA
PSICOPATA A TODOS LOS EFECTOS
GAVIOTA DE ALAS TRUNCADAS
¡LA BESTIA! (Tekuani Iliukatl)
EL SELLO DE LA BESTIA
«666» DHARMA,
MISTICISMO LIGHT
SECRETOS PERVERSOS
EL «PARA» ARREPENTIDO
LA MALDICIÓN DEL
“MANDADO” NICARAGUA EN
DUELO
ANEXOS: CUENTOS, PURITOS CUENTOS…
ANEXO 01: JULIO CESAR, GENERAL DE PASARELA
ANEXO 02: LOS LARGOS CUCHILLOS DEL
ORTEGUISMO ANEXO 03: ELEA Y SU CALVARIO
ANEXO 04: LIQUIDAR A LA IGLESIA
ANEXO 05: El verdugo
ANEXO 06: UN DANTESCO MECENAS
ANEXO 07: SONIA CASTRO, LA
MALQUERIDA. ANEXO 08: LA CONEXIÓN
RUSA
ANEXO 09: «CHAPAMON», UN VAGO CON SUERTE.
ANEXO 10: CASUS BELLI
ANEXO 11: «W.N.M» –
VOMITIVO ANEXO 12:
DESPECHO
ANEXO 13: DE MEHMET A J.C.
ANEXO 14: HIENA Y CHACAL
ANEXO 15: ASALTANTE Y
ACOSADOR ANEXO 16:
NARCODOLARES
ANEXO 17: NEGROS AUGURIOS
ANEXO 18: PASMOSA MALDAD
ANEXO 19: MANUAL DEL FANÁTICO
ORTEGUISTA ANEXO 20: SOLDADOS DE LA
“PAZ” ORTEGUISTA ANEXO 21: TERNURA
POLICIAL
ANEXO 22: TOMA DE 100 % NOTICIAS Y PERFIDA TRAICIÓN
ANEXO 23: INFAMIA
ANEXO 24: ALEXIS ¿ALCALDE HONORARIO?aquí
ANEXO 25: LAS PIOJAS
ANEXO 26: MORBO Y
COMPASIÓN ANEXO 27: PODER
Y PASION GLOSARIO
“¿Cuando finalizará la injusticia?
Cuando aquellos que no son víctimas,
sientan tanta indignación como quienes lo
son”
Solón, filósofo griego.
INTRODUCCIÓN
Confundido entre los variopintos calificativos que elrepudio popular
impone a la despiadada usurpadora del poder en Nicaragua, está el
de bruja o sacerdotisa del mal.
Aunque tomado con hilaridad o como parte de una pintoresca
expresión de sarcasmo hacia el despótico personaje, resulta que la
decidida aplicación a nivel de política de estado de diversas doctrinas
pseudo místicas, sobrepasa cualquier antecedente conocido, por lo
que, tomando en cuenta el aplastante poder y criminal actuar de los
personeros que las profesan, sus consecuencias resultan ser trágicas.
Admiradora declarada de Hitler - para quien asesinar judíos era
más importante que ganar la guerra – y con evidentes
manifestaciones psicopatológicas, esta precursora de una
desquiciada realeza teocrática tiene como objetivo supremo de vida,
complacer a sus múltiples dioses con la sangre y el dolor de sus
fabricados enemigos, sin importarle para nada los insondables
abismos de miseria y desesperanza a los que lanza a un pueblo
entero.
PREFACIO
Aunque el carnaval de su ya dilatada existencia ha estado lleno de
farsas y mascaradas, Coatlicue es quizás el másdestacado de los
personajes que habitan en el delirante y sórdido mundo de la mujer
que, látigo en mano, se ha hecho un espacio, un negro, trágico,
sanguinolento, pero indiscutible espacio en la enrevesada historia
nicaragüense.
Más que una exposición de sus reconocidos desmanes, su célebre
despotismo, extremo cinismo, apabullante crueldad y demencial
obsesión por el poder, el presente es un esfuerzo por desentrañar
parte de su sórdida naturaleza desde una perspectiva un tanto
privilegiada: la de alguien que literalmente, conoció las tortuosas
entrañas del monstruo a la vez que, tal y como honradamente
admite, disfrutó largamentede sus mieles.
Tamaña osadía resulta pretender escribir sobre un país prodigo en
poetas y escritores. No obstante, al humano temor al ridículo, se
superpone el instintivo afán de, bien, mal omediocremente, dar
palabras al dolor.
Lejos está este escrito de ser un dechado de brillantes expresiones
literarias o el de distinguirse por su pulcra redacción y coherencia
cronológica de los acontecimientos.
Considérese nomás, como el sincero esfuerzo de alguien que sin
mayores luces ni pretensiones y bajo la norma de decir poco ysugerir
mucho, trata de describir lo más fidedignamente posible, una serie
de hechos que le tocó vivir, directamente relacionados con un
deplorable personaje, cuya afición evolucionó, desde lo que era una
patética mezcla de desbordadas noches de bohemia con delirante
misticismo de oropel, a lo que es hoy, una mesiánica y letal obsesión
por elpoder.
Su concepción de Diosa Reptiliana, su antisemitismo
fundamentalista así como un visceral odio al cristianismo, sus
semiocultas inclinaciones (cuya auto represión podría ser causa de su
psicopatía y comportamiento antisocial extremo), el posicionamiento
de un chamanismo de rasgos vuduistas con rango institucional, el
continuo terror a la furia de sus dioses, su riesgosa
«putinofilia», la masiva implantación de tlachihiuas en centenares
de iglesias además de reveladores diálogos, subrepticiamente
captados y que ponen de manifiesto la increíble bajeza moral de los
operadores del poder en Nicaragua, resultan aquí expuestos por
alguien que, hondamente consternado por las masacres y el
terrorismo estatal ahí acaeciendo, sintió la imperiosa necesidad
moral de escribir lo mucho o poco que sabe, sobre esta exponente del
sadismo militante.
Definida como la obtención de placer ante el sufrimiento ajeno, la
crueldad forma parte de esa larga historia de inhumanidad del
hombre.
Desde Falaris, tirano de Sicilia en el siglo VI a. c. quien,
acomodado en su asedada poltrona, deleitaba sus atardeceres oyendo
los bramidos de dolor que salían de la boca de un toro de bronce
sometido a una inmensa hoguera y en cuyo interior asaba hasta la
muerte a sus desventuradas víctimas, hasta Vlad el Empalador de
Rumania, por mencionardos de mil, la humanidad ha sabido de toda
una siniestra caterva de hombres y mujeres, liados en una verdadera
competencia por llevarse el infame título del más cruel.
Aunque el personaje que nos trae, “Coatlicue”, arrastra
documentadas psicopatologías que van, desde esquizofrenia
paranoíde aguda, hasta una marcada disfunción del sistema límbico
y del lóbulo frontal cerebral, sin dejar de mencionar su evidente
sindrome de Procusto (diagnostico clínico, septiembre 1995,
sanatorio El Carmen, Tlahuac, CDMX), la verdad es que las
explicaciones sobre la más íntima naturaleza psíquica de estos
desquiciados personajes, conforman toda una maraña de conjeturas
psicoanalíticas que van, desde una imperiosa necesidad de venganza
y máxima humillación haciaquien los contrarió, hasta pulsiones
sexuales extremas que, refrenadas, encuentran su expresión de
placer en el dolor experimentado por aquellos que juzga, atentan
contra su esencia vital: ego y poder.
Casi siempre, quien blande el látigo de la crueldad encontrará
sesudos argumentos para justificar sus atrocidades, creará sus
propias y elaboradas fantasías, siendoa la vez, implacable contra
todo aquel que intente romper su burbuja de irrealidad. En esta
aberrante empresa contará siempre con el entusiasta apoyo de sus
aplicados sirvientes. Todos ellos, en feroz lucha por acceder al magno
estatus de Primer Servil y, por supuesto, cuidando siempre de no
caer bajo el funesto foco de la paranoia de sus crueles amos a
quienes,
con decidida y perruna fidelidad, ceden el control férreo y absoluto
de todos sus ámbitos de vida, pensamiento ypalabra incluidos.
Cual Jiang Qing o Madame Mao versión tropical, los métodos de
expresar y proteger su cuasi divino derecho al trono de esta corrupta
y despiadada versión femenina de Calígula, oscilan sin escrúpulo
alguno entre el sutil oportunismo y lo sangriento, brutal.
Poseedora de un cinismo extremo e inédito, así como de un
rampante autoritarismo, Coatlicue ha demostrado ser capaz de crear,
en perfecta sintonía, lo mismo un conmovedor poema que una
pulcramente organizada masacre para luego, como colofón y
perverso presente a los que logran sobrevivir, inventar los más
infames libelos acusatorios que llenarán de inocentes las cárceles del
país.
Todo lo anterior, aunado a esa su alucinante capacidad de
transmutar de una imagen de horrenda bruja atiborrada de anillos,
vociferando conjuros y prometiendo horca cuando no cuchillos a sus
odiados enemigos, a una cuasi virginal mensajera de paz y amor, la
lleva a ser considerada sin duda alguna, como uno de los más
nefastos personajes de la historia nicaragüense. Posición esta, nadie
puede negar, ganada a punta de una fría, eficiente y por si cabe duda,
bien documentada crueldad.
Es el presente relato pues, una desencarnada exposición de
vilezas, pero también, de conmovedoras muestras de nobleza y
heroísmo por parte de quienes lo dieron todo en la ingenua y
quijotesca empresa de creer que únicamente armados de consignas
clamando justicia y libertad, iban a poder enfrentar al venenoso
aguijón de un furioso y experimentado escorpión.
Por un lado, están los que osaron gritar contra lamediocridad, la
alienación y el despotismo. Por el otro, la criminal reacción de una
bestia decadente y herida, resistiéndose a morir
EL MANDATO
“Oh Coatlicue, diosa de dioses, hija de Quetzalcoatl, mantén su fuego
siempre encendido y blande sin piedad el mazo de tu hijo
Huitzilopochtli.
Oh Coatlicue, aplasta, has llorar, cruje sin piedad los huesos de los
Yaotls Okuili (gusanos enemigos) que profanaron a tus 21 hijos
serpientes, los sagrados Coatls”.
Chamán Maximiliano Chiquilistá // Ritual de desagravio a los
21 Dioses Coatls. Laguna de Nejapa, Managua, domingo 27 de
mayo del 2018.
Los 21 Dioses serpientes (Coatls), están representados en los 21 semicírculos de las
decenas de arbolatas o Chayopalos, erigidos en Managua, (Nicaragua) como culto público al
miembro fálico de Tlacatecolotl (Demonio en Nahualt)

El implacable «vamos con todo», que se tradujo en una respuesta


de muerte, cárcel y tortura a centenares de «golpistas sacrílegos» en
Nicaragua, está dirigido a satisfacer las supuestas ansias de venganza
de los enfurecidos dioses adorados por Coatlicue. En su macabra
lógica, toda profanación se lava con sangre y dolor. Esta acción de
castigo es condición indispensable para seguir teniendo el favor
divino a su proyecto de conquista total y permanente del poder.
“Cuando vives en un régimen de terror, lo único a lo que
aspiras es a ganarle un día más a la vida. No ves, ni oyes,
casi ni sientes. El terror tiene el objetivo de anular a los
seres humanos”
Julia Navarro; escritora española.
LA MALDAD NO TIENE GÉNERO

Quizás por el innato recuerdo que de su cálido vientre tenemos.


Quizás por provenir de una mujer el primer arrullo con cálida leche
recibido y de ella también, la fresca mano reconfortando nuestra
afiebrada frente. En fin, quizás por tener clara marca de mujer las
primeras expresiones de ternura que del mundo recibimos es que
resulta difícil de creerque la vileza, pueda tener rostro de mujer.
La vida, maestra severa, al final impone su realidad, deshaciendo
a menudo y sin ceremonia alguna, nuestras másrománticas
concepciones. Lamentablemente y de manera destacada, en
Nicaragua, la perversidad y el crimen tienen nombre y fruncida cara
de mujer:
Una déspota despiadada en la cumbre del poder; una ministra de
salud que cierra puertas a la vida, abriéndolas de par en par a la
muerte; una fémina policía que igual acribilla a balazos a un inerme
prisionero en una esquina de Masaya que tortura a otras mujeres
injustamente prisioneras; una fiscal servil y corrupta hasta los
huesos o una anciana presidente de justicia, ciega, sorda y muda ante
decenas de aberrantes injusticias, son muestras de que en Nicaragua,
la ruindad tiene ovarios.
Por hermosa fortuna, ovarios también han tenido el valor, la
gallardía, la intolerancia a la injusticia, así como el llanto por el
hermano caído, preso o torturado. Desde las masivas
manifestaciones callejeras clamando justicia y libertad, desde las
barricadas y desde la cárcel misma, las mujeres, sin más armas que
su dignidad y razón, han enfrentado la barbarie.
En un pronto mañana, cuando la infamia, el terror y la muerte,
yazgan por fin abatidos y los despiadados verdugos de hoy, no sean
más que una lejana, horripilante pesadilla, la paz, la justicia, el amor,
los sueños... o sea, la vida misma florecida, volverá a tener en
Nicaragua, bello rostro de mujer.
“El terror reflejado en los ojos de su victima es el éxtasis del sádico.
Ese terror, fundamental para la sumisión, reafirma su sentido de
poder”.
Nelson
Mandela.
“LIBRE” ADMISIÓN DE
HECHOS Y

ABJURACIÓN”

Con el envidiable privilegio de tener por testigo al muy noble y


compasivo Comisionado R. Avellán, el mismo a quien algunos
irreverentes se atreven a calificar como «El Carnicero de
Masaya», frente a esa, repito, su paternal e inspiradora presencia,
procedo a jurar y dar fe de que todo lo aquí descrito, fuera de ser un
necio tirar de coces contra el muy noble arte de escribir, además de
un atropellado, mal intencionado y peor redactado relato de falsos o
en el mejor de los casos, tergiversados hechos, resulta ser también,
una abominable blasfemia contra quien, por sagrada voluntad de la
suprema divinidad, ha sido y por siempre será, la más dulce, sabia,
generosa y sobre todas las cosas, virtuosa de las criaturas. Sin duda
alguna, la más remarcable síntesis de gracia y ternura: La
Compañera.
Dicho lo anterior, quedan todos claramente advertidos que, de
aquí en adelante, será a cuenta y riesgo del que esto lea, el seguir con
la falaz y corruptora herejía aquí expuesta.
Declaro esto porque me sale así hacerlo y no, para nada, por las
amenazantes y siempre dispuestas AK 47 portadas por los
honorables encapuchados que tan amablemente aquí me rodean;
tampoco lo hago porque me imbuyan pavor las intimidantes pinzas
arranca uñas, los chuzos eléctricos, y las bolsas asfixiantes que a mi
cercana vista tengo. Debo además decir que es falso, como dicen que
dije, que lo hago porqueme provoque terror y nauseas la sola
presencia de Luis Angel,«LAPO» el calumniosamente llamado
Torturador Mayor de este diáfano recinto del Chipote, donde hoy me
encuentro, vuelvo y repito, por mi libre voluntad y en búsqueda del
espiritual solaz, las indiscutibles demostraciones de piedad y la
armoniosa belleza que por doquier aquí brota.
Termino afirmando, que maléfico hechizo habrá sido aquel que
me hizo ver decrépita bruja, de pálida frente y ojo fatal, conjurando a
gritos y con música de réquiem de fondo, donde lo que había,
válgame Dios mi error, era una
muchacha inocente y lozana quien, cual alegre pastorcilla, el Ave
María canta por las mañanas.
Dado en Centro Nacional de Torturas “El Chipote”, Managua, en
fecha y hora desconocida.
Shh, entre nos: la verdad hombre, buen rato hace que perdí la nocioń del tiempo, recluido
en esta, mi aislada, estrecha,
hu eda, oscura, hedionda, penitencial, auto flagelante, pero “voluntariamente” escogidacelda.
El autor.
ACROSTICO

Rosario de
virtudes 0gullo de
la nación Sencilla
mujer amable
Audaz y amigable
Radiante luz del
sol Incansable
luchadora
Orquídea linda y vencedora

(Tomado del mural de la escuela “Corazón de Rosario Murillo” Bilwi,


Nicaragua, octubre 2019).
“Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea
una mentira, más gente lo creerá.
Al final lo que importa, es ganar la guerra, no la verdad.”
Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Hitller.
PRO NAZI AYER, PUTINEZCA HOY, PERVERSA SIEMPRE
Solo un ignorante puede negar que “Mein Kampf ” (Mi Lucha, Hitler 1925) es un gran
libro, una obra épica que llama al esfuerzo y al coraje por un ideal.
Los alemanes pusieron de rodillas a la afeminada Europa, a la avara claque judía, no con
sentimentalismos y blandenguerías, sino que con disciplina, organización y férrea convicción.
Coatlicue, México 1985

UN ENCANTADOR PUTIN
Le estreché la mano en el 2010
¡Es la viva encarnación del vikingo Vladimiro !
En el convive armoniosamente Pedro el Grande y el maestro Rasputín; el guerrero y el místico.
Posee la misma energía telúrica de Chavez.
Hoy no hace más que darle una lección a Ucrania, la hija descarriada, azuzada por la corrupta
Europa. Coatlicue, 17 de marzo 2022 // Msj a Delcy R . /Venezuela.

EMIGRANTES
¡Por favor! ¡Por favor!
Estoy cansada de oírlo y de leerlo.
“Mil, cien mil y más que se irán... ¿Y qué?, ¿cual es el problema?
Son la basura, la pus, las ratas traidoras, la gusanera la llamaba Fidel… ¡Adelante! ¡Adelante!
Seremos menos, pero mejores. Y más limpia la patria, nuestra Nicaragüa bendita y siempre
libre.
Coatlicue, reunión partidaria, 04 de diciembre 2021 Secretaría
FSLN, El Carmen, Managua
LA DOCTRINA DEL TERROR
“La existencia, en su sentido más profundo, es una eterna lucha, un
permanente, triunfar o caer, matar o morir.
La historia demuestra que no hay evolución espiritual ni social
espontanea. Las masas son volubles, ignorantes y reacias al
cambio, por lo que el autentico líder debe ser firme y decidido a la
hora de blandir la espada contra los enemigos de la luz.
El “verdadero iniciado”, con sus miras siempre más allá, no debe temer
infundir terror. En la naturaleza el terror es disuasivo y un esencial
mecanismo de defensa. El león ruge para advertir a las hienas.
Hans Lee Santos - Gurú de Coatlicue / México 1985
¿Pateando el
closet?
“Regrésame Laura tus pechos firmes, garridos, dispuestos, al placer
salvaje, a la ternura siempre dispuestos.
Regrésame Laura tu risa burlona y tus caricias, esas que
estremecían hasta mis huesos.
La ausencia de tus besos, tu carne, tu ser todo, que un día tuve y
ahora ya no tengo, llenan de amargura mis días y mis noches”.
Laura, mi gitana, ven y llevame lejos de esta miseria, esta miseria
que es mi vida si tí”.
Diario de Coatlicue, Managua / junio 1969
“Gypsy mía, fuiste mi abrigo en Nantes, mi sol en el invierno de
Brujas y mi brisa fresca y alegre en Malaga.
Hoy eres mi desolada sombra arrastrándose con desgano, bajo el
ardiente sol de Managua.
Diario de Coatlicue,
agosto 1969 Gypsy: Gitana
en lengua catalana.
Laura: Gitana que una adolescente Coatlicue conoció durante su
estancia en Europa a mediados de los años 60s. Según algunos
psiquiatras, esta relación y su traumática separación, al regreso de
Coatlicue a Nicaragua, podrían sumar a las causas de su desvaríos.
“Las emociones inexpresadas, los deseos atados, nunca mueren, son
enterrados vivos, pudiendo resurgir luego, de la peor manera”.
Sigmund Freud – Padre del psicoanalisis.
LA DIOSA
CAÍDA
Cierta noche de mayo o quizás junio de 1994, Sofía, mi querida
amiga nicaragüense, me llamó anunciándome queCoatlicue se
encontraba al borde del colapso y que urgía de atención médica
inmediata. Supuse de inmediato que, tal y como en otras ocasiones,
la crisis se debía a una sobredosis de drogas.
Motivado más por mi aprecio a Sofía que por las circunstancias
que su despótica y adicta «compañera,» atravesaba, salí presuroso
hacia un domicilio ubicado en la delegación Álvaro Obregón del
Distrito Federal, CDMX. En al trayecto, no podía dejar de pensar en
que aquel repudiable personaje, cuya suerte me era indiferente,
había sido, para bien o para mal, de enorme relevancia en mi vida.
Recordé cómo, de su mano, cumpliendo mi papel de efímero amante,
remonté mi estatus de timador de poca monta y «gigolo» en
decadencia, a mafioso de alta gama y con ribetes internacionales.
Hecho que también me daría la invaluable oportunidad de conocer a
los más disímiles personajes: desdediáfanos y honestos idealistas,
hasta siniestros y despreciables
«revolucionarios de pantomima», como ella.

No obstante, aquel repudio no dejaba de llevar un halo sombrío a


mi conciencia. En efecto, ¿cómo hacer encajar mi desprecio, con el
hecho de que las cumbres materiales que helogrado fueron gracias a
mi relación con ella?
Con el oficial eufemismo de ser su «asesor circunstancial», conocí
los más lujosos y exclusivos lugares y poniendo pie por primera vez
en un avión, llegué a sitios que jamás me hubiese imaginado y que
guardo como mis memorables activos, entre ellos, el estadio
Maracaná en Río de Janeiro, el templo del fútbol mundial y patio de
Pelé, el que conocí un 20 de enero de 1986. A ello debo agregar,
Copacabana, conocer la nieve en Praga, entrar al Santiago Bernabéu
en Madrid y encima de eso, por Dios, cumplír la promesa de un día
tocar el Mediterráneo y ver África, teniendo un pie en Europa desde
el españolísimo Gibraltar.
Por si faltara más, una foto mía con el actor Martin Sheen y otra
con la preciosa cantante Joan Báez, la ex de Bob Dylan, en un
auditorio de la UNAM.
también formaban parte de ese, mi personal e inestimable inventario
obtenido a partir de mi vinculación con ella.
Déspota, sanguinaria, cínica, ambiciosa, despilfarradora a más no
poder, de los recursos de una nación pobre... Sí, seguro, no hay duda,
pero, ¿debería olvidar que, siendo su testaferro, en menos de cinco
años acumulé una fortuna tal que hasta hoy, treinta años después,
me ha permitido vivir con plena solvencia económica?
Su comportamiento repulsivo, su amargura permanente y el odio
espeso a todo y todos los que no encajen en su estrecho e intolerante
esquema de vida,
¿todo eso, justificaba mi ingratitud y desprecio?

Ese era el quemante dilema al que me enfrentaba.


Finalmente llegué a mi destino. No más entrar, Sofía me condujo a
uno de los baños de la residencia donde Coatlicue, de bruces y con
violentos amagos de vómito, era asistida por un tipo bajo y robusto.
Estaba pálida, demacrada, respirando con dificultad y balbuceando
incoherencias. Unos dos o tres minutos después de mi arribo, se
desmayó. Su enclenque cuerpo finalmente sucumbía a días y noches
de frenéticos bacanales en los que, según me informaron, el
tradicional peyote y los ancestrales hongos alucinógenos, habían
cedido paso a drogas más sofisticadas. Alarmados todos, la
llevamosen brazos al coche, y partimos rápidamente a una
clínicaubicada en la cercana colonia San Ángel, donde fue
ingresadade emergencia. Aquel ambiente de hospital, lleno de olores
extraños, caras acontecidas, caminar presuroso y agitación
deenfermeras, me sensibilizó un poco, calmando mi fastidio al sentir
que estaba en un lugar donde no tenía el menor interés de estar.
Un par de horas después, seguramente bajo el efecto de potentes
sedantes, Coatlicue yacía dormida en una pequeña cama de
barandillas. Tenía puesta una holgada y poco discreta bata verde
mientras una manguerilla conectaba una botella de líquido a la aguja
que penetraba uno de sus brazos.
Mientras Sofía daba algunos datos de rigor a una enfermera
(seguramente falseando la verdadera identidad de la singular
paciente) yo observaba aquella inverosímil escena:Coatlicue en pose
de placidez, dormitando profundamente.
Fue en esos momentos que reconocí un hecho singular: a pesar de
mi veintena de agitadas noches de alcoba con ella compartidas,
jamás la había visto
dormir, en verdad, nunca. Sus desmesurados ojos saltones,
encajados en su severo y enjuto rostro. Su aspecto todo, arisco, feroz
e inquisidor en privado que cínicamente se transformaba en uno
jovial, de mirar compasivo y casi pastoral en público, eran los pocos y
miserables recuerdos que de ella conservaba.
Acercándome y observándola más detenidamente, percibíque su
relajado rostro reflejaba algo así como un íntimo, intenso deleite;
circunstancia esta que desató en mí, algunas atrevidas
especulaciones.
Primeramente, supuse que soñaría estar en brazos de María
Enriqueta Camarillo, la poeta y pianista veracruzana de quien decía
haberse enamorado perdidamente en una pasadaexistencia y quien,
para su desdicha, la desdeñaba a la vez que colmaba de afectos y
caricias a Pavela Levy, pianista y destacada intelectual judía del
México porfirista. Hecho este que quizás esté vinculado a cierta
tropelía de la incendiaria adolescencia de Coatlicue, cuando llenó las
paredes de su casa con la frase «évhaY otidlam» («maldito Yahvé» a
la inversa), consternando a su madre y encendiendo las alarmas del
cura de la iglesia de San Antonio, en el homónimo barriode la capital
nicaragüense.
Se me ocurrió también la posibilidad de que más bien, la
responsable de todo fuese Adela, la salvadoreña de varonil aspecto y
su «compañera de correrías» en la recatada Managua de los 60’s.
En este punto no descartartaba del todo que su éxtasis
respondiera a una impublicable fantasía con Lehder, aquel refinado
playboy y narcotraficante colombiano quien siempre la eludió y hacia
quien me envió con una misiva a Belmopán, Belice, en marzo de
1985.
Valoré también las posibilidades de que la causante fuese Laura, la
gitana catalana que un domingo leyó su mano y luego, por cortesía y
para mutuo deleite, su piel toda y cuyo solo recuerdo, aún décadas
después, decía estremecerla.
Por último, mi ociosa mente se obstinó en creer que aquelladicha
estaba en realidad vinculada a Antón, el audaz vascoque un buen día
de 1983 apareció frente a ella portando un amplio lienzo que juraba
era una de las versiones originales del «Juicio de París», del
mismísimo Rubens el cual, según él, fue robado por una célula de
ETA del madrileño Museo Del Prado. Hecho que, según aseveraba,
por vergüenza no era admitido por el entonces dictador
español, Francisco Franco, quien precipitadamente mandó a
reemplazar el robadocuadro, por una bien elaborada copia.
Apelando a mi escasa sensatez, terminé dándome cuenta de lo
estéril de mi indiscreta tarea: generala de mil batallas, seguramente
guardará en sus recuerdos decenas de épicas maniobras, arriesgadas
posiciones y agitados acercamientos. Recuerdos estos a los que
gustosa acudirá en alguno de esos raros momentos de escasez, de
carne fresca y palpitante.
Volviendo a la escena, la verdad es que aquella imagen de
indefensión que una postrada Coatlicue exhibía en aquel momento,
contrastaba rotundamente con aquel detestable personaje de gestos
altaneros y expresiones escarnecedoras.¿Quién lo diría? La
minúscula tirana que exigía ser atendida al momento y sin vacilación
por un aterrado séquitoal servicio de sus caprichos y rarezas. Aquel
ser amante de la adulación, el aplauso falso y dueña de una
patológica necesidad de ser reconocida como ama absoluta, la mejor,
la imprescindible y cuyo derecho divino a regir sólo podía ser puesto
en entredicho por despreciables traidores (puchos, alimañas, hijos de
perra…) que, sin duda alguna, merecíanser aniquilados. En fin, la
semidiosa en ciernes que decía provenir de la constelación de Orión y
haber sido abducida en dos ocasiones por extraterrestres al lado
mismo del monumento a Darío en el parque Central de Managua, no
era ahora más que una piltrafa tirada en una fría camilla, con su
desnudez y miserias a la vista de plebeyos vestidos de blanco.
En verdad, más que la sensual y grácil musa de los mejores poetas
de la tierra de Rubén Darío, como aseveraba haber sido, su imagen
se me asemejaba más a un viejo y desvencijado barco encallado en
una olvidada playa. Era pues, la inimaginable visión de una Coatlicue
trocada, en una pobre diabla tocando fondo y acabada.
Bueno, al menos eso creí…
Años después, la historia, siempre sorprendente e implacable,
demostraría que ni pobre ni acabada, como tampoco lo estaba Hitler,
circunstancialmente ciego y exhausto, tendido en una lodosa
trinchera belga a finales de 1918.
Hoy, amargamente, debo admitir que de aquel símil de barco en
ruinas, de aquella masa de sarro que azotada por lasolas, no dormía
ni de día ni de noche, salieron después los más largos cuchillos, los
más gruesos barrotes y mucho de
vil PLOMO; agregando además que sus entrañas aún escondían
vastedad de aceite, un endemoniadamente negro aceite, esencial
para las teas que iluminarían las lúgubres cámarasde tortura.
No, definitivamente, no era una pobre diabla quien en aquella
camilla yacía, sino más bien, una víbora taimada y cruel, un perverso
esperpento que llenaría de muerte y miseria al país, que estaba
supuesta, a amar y proteger.
AMARGAS NUEVAS
A lo largo lo distinguí, era Julián, el jardinero nicaragüense que se
mantenía dando servicio en el vecindario. Venía a paso azorado, en
traje de labor y extrañamente, sin su infaltable gorra.
Abrió el pequeño pórtico, pasando al hermoso jardín donde me
encontraba disfrutando de aquella tarde de verano del 21 de junio del
2018 en mi casa de Brentwood Heights en Los Ángeles, California. Al
acercarse, noté que traía un teléfono en la mano por lo que supuse
que vendría a comentarme alguna noticia sobre el partido de fútbol
México - Corea, quese sostendría un par de días después y sobre el
cual había estado debatiendo antes con él. No obstante, su entrada
intempestiva y el no saludar ceremoniosamente, tal y como era su
costumbre, me extrañó.
Finalmente me dijo: —Mire don Jorge, este hombre se llamaba
Marcelo, es de los Mayorga de Masaya, allá en Nicaragua, lo mataron
hace dos días. Yo lo conocí desde chavalo, era cargador de San Jerónimo,
el patrono de Masaya.
A continuación, me mostró aquel video, terrible y dramático.
Se trataba de un hombre abatido por un certero disparo de fusil en
la cabeza. Yacía en la calle y a su costado, se encontraba una onda de
hule o
«tiradora», como le dicen en Nicaragua. A pocos metros del cadáver
se podía ver a una mujer pidiendo ayuda a gritos a unos indolentes
guardias vestidos de negro, los mismos que habían matado a aquel
hombre minutos antes.
—Vea lo que es la vida — agregó Julián — a unas cuadras de donde
anteayer mataron a este muchacho, en la mera entrada de lo que era el
viejo comando militar de Masaya, hoyhace 40 años y 2 meses casi, yo
«mismito» vi a una mujer llorando, pidiéndole compasión al comandante
del cuartel de la Guardia de Somoza ahí; clamaba que le entregaran
elcuerpo de un joven muerto a balazos un día antes. Era precisamente el
cuerpo del hermano del tirano que hoy mató a Marcelo. — ¡Qué
barbaridad, qué barbaridad! — concluyó.
Emocionado y cabizbajo, aquel hombre dio media vuelta y se
marchó.
Sumamente conmovido entonces, recordé mi vínculo, ora
indecoroso, ora entrañable y ciertamente conflictivo, pero vínculo al
fin, con tal país: la patria de mi adorable esposa, el terruño de mi
amada hija, la cuna de muy queridos amigos, de excepcionales
talentos, pero también, debo decirlo, de despreciables personajes.
Tratando de conocer los entresijos del drama y un tanto confiado
de que el crimen relatado por Julián, no fuese más que un caso
aislado sobre el cual prontamente actuaría la justicia, comencé a
buscar en mi computadora lo que siemprehabía estado al alcance de
un click: Imágenes de una brutal y sangrienta represión a
manifestantes desarmados, incluyendo allanamientos y quemas de
casas con personas adentro, por parte de encapuchadas hordas de
criminales, coordinados y protegidos descaradamente por la policía.
Una institución que se suponía, instaurada para brindar seguridad y
proteger el máximo bien, que es la vida del ciudadano.
Completando el canallesco escenario estaba un ejército que, con
su inconcebible silencio, evidenciaba su total complicidad.
Definitivamente, la indefensión ante el crimen eratotal!
También inundaban la red, las imágenes con potentes mensajes
de dignidad y coraje por parte de multitudes de jóvenes estudiantes,
protestando en trincheras improvisadas.
Fue impresionante por decir poco, ver y oír ese memorable 16 de
mayo del 2018, durante el llamado “Primer Diálogo”, a aquel
muchacho de gafas y voz de trueno, encarar comonunca nadie antes
y frente a una nación estupefacta, a un perplejo tirano,
acostumbrado durante décadas a las genuflexiones y al rastrero
servilismo; seguidamente vendrían unas valientes muchachas
quienes, con lista en mano y dignidad en alto, leyeron uno a uno los
nombres de los casi 70 jóvenes hasta ese momento asesinados. Las
lágrimas de dolor e indignación de aquellas jóvenes mujeres, que
hubiesen conmovido a las piedras mismas, no hicieron ni parpadear
al par de despiadados déspotas ni a sus repugnantes serviles.
Creo que ninguna persona, portadora de un mínimo de decencia,
podría evitar que un verdadero alud de sentimientosde dolor,
espanto e insoportable impotencia, le embargasen al ver aquellas
inauditas escenas de bestialidad y flagrante desprecio por la vida.
MEA CULPA
Luego vendría el personal cuestionamiento: ¿Qué hacer?, ¿cómo
enfrentar desde nuestras humanas limitaciones aquella orgía
sangrienta y mil veces injusta?
Experimenté entonces la miserable sensación de no hallar
respuesta al humano anhelo de cortar las alas de los malvados con
poder. No sería totalmente honesto si no declaro aquí cuan
intensamente deseé en esos momentos, retroceder el tiempo 33 años
atrás y haber tenido en ese entonces, por un instante siquiera, el don
de la premonición, la mágica virtud de conocer el futuro.
Con absurdo complejo de semidiós, me culpaba de haber tenido la
oportunidad, pero no la visión, de trocar mil caricias y abrazos de
comprada lujuria por uno solo, un definitivo y estrujante abrazo que
hubiese adelantado al reino de Hades,a la principal gestora de la
barbarie en Nicaragua.
Si ese hubiese sido el caso, sin duda alguna, el funesto “Vamos
con Todo”, no hubiera tenido jamás, chance alguno de salir de la
malvada garganta que salió.
Volviendo al punto, aún recuerdo el tajante escrito que por toda
respuesta me enviara un estimable amigo nicaragüense aquien, en
ilusa búsqueda de luz y sosiego, recurrí:
“Lo que vemos hoy en Nicaragua es parte de esas oleadas históricas en
las que la decencia pugna por hacerse un lugar frente a lo corrupto y
vulgar. El brillo enterrando a lo decadente y mediocre. Esos arduos
periodos, en los que el hastío ante el crimen, la impunidad y la injusticia,
no te deja más camino que enfrentar, con lo que tengas a mano, a un
régimen corrupto en todos susniveles. Una mafia organizada con el alias de
“gobierno” que, ante la mínima crítica a sus desmanes, sólo te ofrece
garrote, plomo, cárcel miseria.
El punto es, ¿qué diablos tienes a mano? ¿Sólo tu voz y tu sentido de
moralidad?
Tu voz y un millón de voces más, no significa absolutamente nada para
una pandilla de delincuentes que controlan todas las instituciones, tienen
mucho dinero y lo más importante ahorita: miles de sanguinarios matones
dispuestos al trabajo sucio, al terrorismo, al sicariato, a la tortura.
Los denominados “paramilitares delorteguismo”, son una especie de
putrefacto híbrido entre los sicarios de los carteles del crimen en México y
los terroristas del Estado Islámico, en fraternal conjunción con
comisionados policiales corruptos y sanguinarios sumados a una infame
narco comandancia militar. Sus características son simples: Cobardes,
serviles y asesinos. Una nefasta mezcolanza de psicópatas que encontraron
la dorada oportunidad de saciar su inherente violencia bajo la sombra de
un tirano que les garantiza impunidad absoluta.
Eficazmente dirigidos por una peculiar generala del del horror - la
misma que antaño expresaba una y otra vez, despreciarlos por plebeyos e
ignorantes -, han demostrado ser una auténtica máquina de muerte y dolor.
Aunque tan malvada como aquellos a quien dirige, la susodicha resulta ser
mucho más astuta y calculadora. Un espécimen de metas definidas y obras
concluidas. Su absoluta falta de carisma, una burridísima, cacofónica
oratoria, más que nula conexión con su obligado auditorio y una presencia
entre mefistofélica y simplemente ridícula, lo compensa con abundante
tenacidad, manipulación de valores y un delirante mesianismo. Fría y
despiadada, expone su pedantería y evidente falta de empatía, con absoluto
desparpajo. No esconde, sino más bien, luce y disfruta de ser la perfecta
encarnación del mal encaramado en el poder.
Enemiga de la improvisación, no da un paso sin antes inventariar sus
posibilidades de triunfo. Vil y despreciable, será por buen tiempo para los
nicaragüenses, un duro hueso de roer.
Aunque me resistía a admitirlo, sabía perfectamente cuan
acertadas eran cada una de esas palabras de mi amigo. ¿Cómo no
saberlo si, literalmente, conocí las entrañas delmonstruo ?
Por todo ello, en mi pecho empezó a desatarse unatormenta.
ACTOR DE PACOTILLA

Mi nombre es, Dolores Antonio Cuestas Soto, nací en 1951 en la ciudad de


Puebla de Zaragoza, (México). Soy sobrino del famoso y muy querido actor
de la época de oro del cinemexicano Fernando S. “Mantequilla”.
Por tal influencia familiar, más que por vocación y menos aún por
talento, realicé estudios de fotografía artística y arte dramático, en el
Instituto de Estudios Audiovisuales de la Ciudad de México. No obstante,
debo admitir que únicamente pude participar (como actor de relleno) en dos
cintas de bajo presupuesto y discutible calidad, las que por cierto, nunca
supe que hayan visto estreno.
La mera verdad, un innato cuestionamiento a todo lo socialmente
establecido, un ansia juvenil de aventura y una notable adicción a lo fácil,
hicieron que rápidamente me identificase en calles y tugurios de la inmensa
urbe mexicana, con personajes y costumbres, no muy ejemplares
quedigamos.
Caprichosas como ellas solas, las alas del destino dieron por llevarme a
inesperadas vivencias relacionadas con unpersonaje de lamentable estampa
y un trozo de hiel por alma, cuya tozuda convicción de estar predestinado
por alguna suerte de divinidad, al ejercicio ilimitado y despiadado del
poder, terminó siendo causa de miseria y sufrimiento para miles de
inocentes.
Debo recalcar que he tratado de hacer este escrito lo más fidedigno que
el pudor permite, intentando en lo posible, no superar la difusa línea
existente entre la justa descalificación moral y la morbosa denigración.
Buena parte de lo aquí detallado, ha sido recopilado gracias al invaluable
apoyo de un pequeño, pero extraordinario equipo de personas, (algunas
operando desde estructuras muy a lo interno del podrido regimen
orteguista), ciertos archivos y recurriendo permanentemente a mi ya vetusta
memoria desde mi cama de convaleciente en un hospital de Los Ángeles,
California.
FUE EN UN CAFE
A inicios del año 1985, en un café cercano al Palacio de Bellas Artes de
la ciudad de México, sitio al que acudí por invitación de un amigo escultor
ya fallecido, de nombre, Carlos Fernando Morán, conocí a una joven mujer,
delgada, ojos grandes y saltones, rostro no muy agraciado, extravagante
ornamentación y aires de bohemia que se hacía llamar “Coatlicue”, que en
náhuatl significa «Diosa vestida de serpientes».
Las expresiones rudas de la dama en cuestión, combinadas con una risa
nerviosa y gestos alterados, me hicieron suponer por un momento, que la
misma estaba bajo los efectos de algún alucinógeno:
—Hola, mucho gusto —me dijo, girando los ojos y observándome,
para luego agregar: —Uhmm…¿y esos aretes?, no me vengas con que
eres “raro”, yo detesto a los florcitas, ¿me oyes?
Tal fue su singular y nada cortés presentación.
La expresión inquieta de Carlos, así como la mirada atenta de las
personas de la mesa contigua - que después supe que era una corte de
asistentes de la antedicha Coatlicue - me hizo intuir que esa sería una
reunión poco común con un personaje aún menos común.
La oportuna llegada del mesero y una necesaria salida al baño del local,
en el cual coincidí con mi amigo Carlos, sirvió para que este me pusiera en
pocos segundos, al tanto de la situación:
—Mira Dolores, esta no es más que una pinche loca, con ínfulas
de mística y mediocre escritora, pero, forradita de “lana” manito,
bien forradita. Es querida de un puto presidente, síguele el cuento y
aguántale, aguantale, que nos conviene güey. Ah, y cuidadito, no te
olvides, te llamas “Jorge” y naciste el 21 de marzode 1950, 21 de
marzo ¿0k?, 1950
¿ok?; mañana me entregantu carné falso, no lo olvides.

Días previos a este encuentro, Carlos me había visitado y comentado


sobre una extravagante clienta de la tienda de antigüedades y esculturas
donde trabajaba, quien le había hecho saber que buscaba una suerte de
asistente mexicano, que tuviera un nombre de 5 letras que fuese nacido en
un día “equinoxial” tal y como ella, a la vez que en un año de “tigre”, según
el calendario chino.
Aunque no entendí mucho al respecto, no me importó. Al fin y al cabo,
no pretendía más que otra rentable aventura para agregar a, modestia aparte,
mi
larga lista.
Lejos estaba de percibir que esa tarde, en ese lugar, mi vida daría un
vuelco.
De regreso a la mesa, Carlos me presentó describiéndome como actor
consumado, de vastos conocimientos e influyentes contactos. Todo aquello,
bonito, pero irreal.
Ella en tanto, fue definida como: audaz “ex guerrillera, renombrada
poeta en un país de poetas, prolífica escritora, coordinadora literaria,
políglota, feminista, pionera de las artes plásticas, admiradora de Frida
Kahlo y lo más importante para mis intereses: “iniciada mística de
profundos conocimientos védicos e hindúes, buscando contacto con
chamanes mexicanos o sectas esotéricas selectas”.
Un asombroso currículo para aquel personaje de insignificante presencia
y aire antipático. Impresionante, pero tal y como comprobaría múltiples
veces después, más falso que “rencura” de perro.
En medio de comida de dieta para ella y opípara paranosotros, la tarde
dio paso a la noche. Carlos, mi amigo, prodigando todo el tiempo
ocurrentes chistes y falacias mientras yo simulaba poner total atención al
interminable y monótono versar de la dama en mención.
Finalmente, terminamos la cena con el compromiso de continuar con la
conversación al día siguiente, en el lugar de residencia de la susodicha:
Colonia Polanco número 26.
No está demás decir que, analizando circunstancias ypersonaje, lo que
dijo y también, lo que no dijo, mis expectativas estaban por todo lo alto.
A mis entonces 34 años, lo digo hoy ya viejo, enfermo, sin nada de qué
presumir y como aporte al presente testimonio, poseía una atractiva
presencia y manifiestos dotes deseductor, los cuales, hasta entonces, me
habían permitido no pocos beneficios económicos de parte de señoras de
cierta posición y un tanto ávidas de, digamos, emoción.
Era pues mi oficio, lo que los güeros gringos y franceses llaman un
«gigolo» o lo que los pelados mexicanos, poco afines a la elegancia, llaman
«chulo o vividor». De tal labor comía, con eso pagaba mis cuentas y
apoyaba a los seres que amaba, mi anciana madre y mi querida hermana
Elizabeth, la
cual cargaba sola y a tiempo completo, la pena de un hijo parapléjico. Esto
no es un recurso dramático para justificar mis acciones, sino, la mera
verdad.
POLANCO # 26
Tal y como convenido, llegamos puntual al sitio establecido de la
exclusiva Colonia Polanco. Se trataba de una residencia impresionante,
enorme y lujosa. Tocamos una y otra vez, sin respuesta alguna. Momentos
después, un uniformado guarda llegó a sugerirnos volver ya que había visto
salir de ahí a unasmujeres hacía una hora.
Ese mismo día, después de dos intentos frustrados más, logramos por fin
ser recibidos por Coatlicue, quien, sin disculpa alguna por su impuntualidad
y entre petulantes gritos hacia sus nerviosas asistentes, empezó por
desarrollar su imparable verborrea, exponiéndonos – no sin antes exigirnos
absoluto sigilo – que su propósito era establecer contacto con los más
relevantes brujos y chamanes mexicanos, a fin de desarrollar una
organización mística de élite y carácter secreto. Decía que su objetivo era el
de forjar lo que dio en llamar, su “hueytlahtlocayotl”, un imperio que
duraría 666 añosy que estaría al mando de 400 escogidos, precisamente, los
únicos que se salvarían de la apocalíptica catástrofe que se avecinaba.
Despejar el camino a este imperio, pasaba por destruir lo que ella
llamaba, la Gran Ramera, la iglesia católica y todas las derivaciones del
cristianismo. En este sentido, considerabaa Mehmet Alí Agca (el turco que
atentó contra Juan Pablo II), como un “iniciado”, nacido en las faldas del
monte sagrado de Zurbahan en Hekimhan, (Turquía), no muy lejos del
mítico monte Ararat. Mehmet, según decía, era uno de los enviados a iniciar
el nuevo imperio mundial.
Fue clara en manifestar que su misión era contactar con gente de poder y
dinero en México. Sus aspiraciones imperiales las enmarcaba como parte de
una misión que lefue encomendada varios miles de años atrás, tarea que ya
en otras ocasiones la había traído a la tierra encarnando grandes personajes
de la historia, entre ellas, reinas y emperatrices. Así mismo, sus
lugartenientes en la milenaria misión, serían sus hijos, algunos ya nacidos y
otros por nacer... ¡Ni más ni menos!
Aunque mi amigo Carlos, hacía el más grande esfuerzo por no saltar de
la silla y soltar una carcajada, yo ni en sueños podría darme ese lujo y echar
a perder lo que se perfilaba como una excelente oportunidad a mis
escuálidas finanzas, por lo que atendía con simulado interés las kilométricas
peroratas de la llamada Coatlicue. Chiflada o no, era evidente que había un
buen dinero de por medio y eso, bien que lo sabía yo, valía no una, sino 100
misas negras, blancas o multicolor.
Más tarde, entre gritos y mentadas de madre a las nerviosas asistentes y
el hambre que nos apretaba, terminamos la reunión y dejamos la elegante
residencia. Luego, ya instalados en un café cercano y siempre bajo la sorna
inmisericorde de Carlos, burlándose ante lo dicho por Coatlicue, discutimos
los pasos a seguir para más tarde despedirnos y quedar en vernos al día
siguiente. Eran alrededor de las cuatro de la tarde de un día del mes de
enero de 1985.
Aproximadamente un par de horas después, llegué al patio de la modesta
vecindad donde me hospedaba, encontrándome nuevamente con Carlos,
quien me sorprende al adelantarse y darme el urgente recado de que
Coatlicue lo había llamado a su casa, insistiendo en que tenía prisa por
comenzar a trabajar esa misma noche, ya que contaría con la visita de dos
personajes importantes.
Carlos, como buen pícaro que era, ya había pretextado una indisposición
estomacal que le impediría acudir a esas horas. Tal negativa a ir, según me
dijo, no había sido mal recibida por la dama en mención, hecho que no
dejaba de alentar mi cochambrosa imaginación.
Sin mayores dilaciones, después de un apropiado cambio de vestuario y
de sacar las últimas gotas de colonia “Old Spice” del frasco, encaminé mis
pasos nuevamente a la elegante residencia de la Colonia Polanco. Al llegar
a mi destino, fui recibido por la misma Coatlicue quien, con un semblante
más amable, un vestuario holgado y la ausencia de las asistentes, me invitó
a sentarme para esperar a las visitas programadas las cuales, tal y como yo
sospechaba y por supuesto ansiaba, jamás aparecieron.
Al correr de las horas, algunas copas de vino, un tanto de marihuana,
mucha música, baile y aquellas desenfrenadasrisas de Coatlicue, risas que
súbitamente pasaban a gritos, incoherencias y arrebatos de cólera que se
concatenaban con ofensas y conjuraciones a váyase a saber quién diablos,
hicieron su parte esa
noche. El resto de lo que ahí sucedió está fuera del objetivo de este relato.
Puedo sí decir que a partir de ese momento, empecé a tener una idea más
cabal de la tormentosa naturaleza de aquel personaje que entonces supe,
tenía un incipiente embarazo. Además, quedé claro, de que el tal “puto
presidente” al que Carlos se refirió en el baño del restaurante, no era el de
una empresa de jabones, zapatos o presidente municipal, a como llamamos
en México a los alcaldesde pueblitos…Comprendí también que lo del
nombre de 5 letras y lo del año del tigre correspondía a su arraigado
convencimiento de que los hombres (y mujeres) con tales características
son, “los supremos amantes...”
DOLCE VITA

Tal y como sabe todo practicante de este, mi antiguo y vilipendiado oficio,


la permanencia en el puesto de “favorito”, es de naturaleza fugaz, lo cual
obliga a una carrera contra el tiempo a fin de obtener logros constantes y
sonantes, antes de que los caprichosos vaivenes emocionales de la mecenas
de turno, nos desfavorezcan y terminemos por ser desechados.
En los días siguientes a mi encuentro con Coatlicue, después de acudir a
una obligada visita a la peluquería, descartar mis aretes, comprar trajes a
medida, un lujoso reloj “Cartier Santos” y pasar por algunas selectas
boutiques para mejorar imagen, obviamente, con gastos pagados, sentí
herido mi amor propio, pero bueno, París valía la misa ¿no?
Pude ver entonces que Coatlicue, era extremadamente detallista, refinada
e insaciable compradora. Las constantes visitas a decenas de almacenes,
joyerías, anticuarios, salas de estética y restaurantes de categoría, donde se
reunía con personeros de toda clase, consumían los días. Para todo eso
disponía de una “American Express Gold Card” que parecía inagotable.
Enocasiónes, si el pago exigía ser en efectivo, bastaba una llamada a una de
sus atentas asistentas para tenerlo a plena disposición. Definitivamente, la
dama actuaba como una opulenta sultana y váyase a ver como lo disfrutaba.
Poco después, para evitar atrasos e indiscreciones, nació la afortunada
idea de que yo manejara el dinero en efectivo. Una idea que, tomando en
cuenta el desorden y displicencia reinante, reportaba a diario excelentes
dividendos a mis regocijados bolsillos. Fue entonces que se oficializó mi
función como su asistente personal y chófer en la inmensa urbe, la cual
conocía muy bien, desde Coyoacán a Xochimilco, pasando por el nada bien
reputado barrio de Tepito.
Mi presencia en sucesivas reuniones me permitió empaparme más del
desarrollo del proyecto del Hueytlahtlocayotl. En cada acción ejecutada,
Coatlicue demostraba ser una organizadora eficaz, enmarcada en un
esquema de agenda y puntualizaciones, exhibiendose feliz en reuniones o
tertulias frívolas, donde abundara marihuana, peyote y vinos, pero sobre
todo, aquellas donde era el centro de atención y sin nadie que debatiera o
contradijera sus
planteamientos. Al final, como invariable ritual, terminaba acompañada de
uno o dos personajes de su ralea a quienes invitaba a su casa para, de
manera muy privada, pasar al llamado cuarto de Tlacatecolotl donde, en vez
de punzantes palabras, acomodaba más bien agujas a decenas de
fotografías, muñecos o representaciones y hasta algunas pertenencias de sus
reales o ficticios enemigos para luego hacer tenebrosas invocaciones u
oraciones satánicas. Nombres como Lucifer, Luzbel, Belial y Señor de la
oscuridad,así como maldiciones a Yahveh e Israel, se oían hasta la
relativamente alejada sala donde me encontraba, simulando hojear revistas
y aparentando indiferencia.
Entre las muchas imágenes destacadas en aquel tenebrosocuarto, estaba
una del Papa Juan Pablo II en posición invertida. Más adelante, identificaría
ahí mismo a personajes públicos nicaragüenses, cuyos rostros me
comenzaron a ser familiares tanto por visitas eventuales a su país, como por
verlos en periódicos y televisión. En el piso de la habitación habían un par
de alfombras, una con la palabra ISRAEL y otra con la estrella de David.
Ambas estaban manchadas de desperdicios sanguinolentos de aves
sacrificadas. También había una gran biblia casi totalmente chamuscada, y
una imagen de tamaño natural de un cristo crucificado sin cabeza, lo que
evidenciaba el hondo desprecio de Coatlicue al judaísmo y al cristianismo.
Para colmo, el fétido olor no lo apaciguaba ni el fuerte aroma del quemante
incienso que acentuaba aún más, aquel patético escenario.
Una eventual acompañante a esas prácticas, era una mujer de nombre
Marítza. de atractiva figura, aunque con gesticulaciones propias de una
trastornada mental. De ella meenteraría después, que años atrás, había sido
partícipe deuna trama conspirativa con un mujeriego sacerdotenicaragüense
de nombre Bismark.
En diversas ocasiones, Coatlicue me comentó que Luzbel, Satán y otros
personajes históricamente considerados malignos, eran ángeles que la
iglesia estigmatizaba y repudiaba por oscuros intereses de poder. Una
iglesia que, mil veces me dijo, odiaba con todo su ser.
En exposiciones a su círculo de amigos o «iniciados», según les llamaba,
decía que todos los misterios del llamado infierno le habían sido revelados
por una abducción a la que fue sometida por seres extraterrestres en el
parque central de Managua, exactamente, frente al monumento de Rubén
Darío, la
tarde del 23 de octubre de 1976. Casualmente, durante el eclipse solar que
ese preciso día, según decía, había ocurrido. A continuación su relato:
“Un poco antes de las seis de la tarde del día del inicio de la
regencia de Escorpio, el signo por excelencia del cambio, la magia,
la lucha y la muerte, encontrándome sentada en una banca, a un
costado del monumento a Rubén Darío en el parque central de
Managua, fui súbitamente rodeada por unos seres extraños que me
adormecieron.
Mi horror inicial, se tornó en sosiego al reconocer entre aquellos
seres, algunas caras conocidas de vidas anteriores.
Inmediatamente me llevaron en una especie de nave transparente,
algo así como una gran burbuja, a la laguna de Apoyeque, no muy
lejos de Managua. Ahí fui sometida a un ritual de purificación en
sus sulfurosas aguas. Posteriormente, nos dirigimos al ardiente
cráter del volcán Santiago o Masaya, una de las principales puertas
de entrada al inframundo en América. Fue ahí donde me revelaron
las siete verdades y donde me instruyeron sobre mi misión en la
tierra, renaciendo entonces como Coatlicue, siendo ahí mismo
profetizado que llegaría a ser un día, “Diosa de Dioses”.
Horas después, ya pasada la medianoche, fui devuelta al mismo
lugar donde me tomaron. En el trayecto a mi casa, atravesando las
desoladas calles de aquella Managua post terremoto, en la
oscuridad de esa noche de luna nueva, fui custodiada todo el tiempo
por un par de enormes canes negros. Mi ser, indiferente a todo,
permanecía en éxtasis. Un par de meses después, mientras
caminaba exactamente al costado sur del cine Gonzales, (donde está
ahora el Campanario de la estrella de cinco puntas) siempre en Managua,
volví a ser abducida y esta vez transportada a las azufrosas aguas
del volcán Irazú, en Costa Rica. Fue ahí donde recibí el título de
«Pitonisa de América»”.
Le faltó agregar que 666 días después de su primera abducción
(exactamente el 20/08/78), tal y como le fue profetizado, se casaría, a través
de lo que ella denomina “ceremonia mística” realizada en una casa cercana
al llamado Paso de la Vaca, de San José (CR) con Ilucuatl Tekuani o “La
Bestia cósmica” en lenguaje Nahualt, un ex convicto, de pocas luces y
tortuosa moralidad, devenido en “heroico revolucionario”.
Mística o no tanto, ahí comenzaba una unión que marcaría los destinos
de un país.
En relación al antedicho “Tekuani”, Coatlicue resaltaba siempre la
coincidiencia debido a “razones ” de las 6 letras de su nombre oficial
(Daniel), con el mismo número de letras de nombres como Hitler, Stalin, y
Mehmet
(Mehmet Ali Agca), entre otros que ya no recuerdo, a quienes se refería
como “iniciados” de una de sus desquiciadas doctrinas
CULTO FALICO
Un tanto temeroso y poco familiarizado en lo tocante al chamanismo u
otro tipo de prácticas de ocultismo, brujería, satanismo o como sea que se
llame, guardaba siempre una prudente distancia de los cada vez más
comunes y tenebrosos rituales, algunos de los cuales, incluían sacrificios de
animales que al final, dejaban una mueca siniestra en el rostro de una
exhausta Coatlicue.
Sinceramente, todo aquello me alarmaba, no obstante, el entusiasmo
generado por el abundante dinero que se movía alrededor de aquel
desquicio, hacía que se apagara cualquier idea de deserción de mi parte.
Debo decir que los más intensos rituales se daban en una propiedad de
Coyoacán, perteneciente a Maximiliano Chiquilistá, un chamán de la etnia
Tarahumara. Recuerdo ahí a Coatlicue, acostada en el centro de cuatro
grandes troncos o postes de madera rematados en forma de pene y de cuyo
prepucio colgaban 21 serpientes. Eran un total de 84 intimidantes serpientes
con sus fauces abiertas, alrededor de las cuales el chamán, entre ofrendas,
oraciones y sahumerios daba vueltas. Luego de eso, bajo el influjo del
peyote y como poseída, Coatlicue se contornearía balbuceando expresiones
ininteligibles, con los ojos casi desbordados y emitiendo extraños sonidos
guturales.
Jamás hubiese imaginado que un día, esos Coatcuahuitles o árboles
cuyos frutos son serpientes y que forman parte de un ritual maya de
adoración al Tepolli Tzitzimitl u órgano viril del demonio, serían objeto de
culto público en toda Nicaragua bajo el eufemismo de “Arboles de la vida”
y popularmente conocidos como “Chayopalos”.
Refiriendonos al chamán Chiquilistá, el cual, durante largos 37 años
(1985 - 2022), ha mantenido una fuerte influencia sobre Coatlicue y con
ello, sobre diversos acontecimientos en Nicaragua, el antropólogo, profesor
y especialista en cultura Tolteca, Dr. R. L. Tovar, nos dice:
— «¡Un absoluto farsante ! Los chamanes mexicanos son los
herederos del más alto grado de cultura y espiritualidad
transmitido por los toltecas a todos los pueblos del Anahuac. Los
toltecas (en nahualt: sabio que domina las artes), representaron
todo un
linaje de filósofos, astrólogos, metalúrgicos, arquitectos, médicos,
habilidosos artesanos, agricultores y artistas entre artistas, en
tiempos en que en Europa reinaba el hambre, el oscurantismo y la
barbarie. Fueron representantes de una verdadera edad de oro que
duró siglos, dejando un brillante legado de paz y prosperidad.
Los chamanes, como receptores de la sabiduría tolteca, tenían la
noble tarea de enseñar el arte de vivir en equilibrio con la filosofía
que daba sentido a la existencia misma, o en palabras de
Netzahualcóyotl: «el magno arte de hacer brotar los rostros
propios y los corazones verdaderos, de ser siempre, el que ilumina
con la tea que nunca se apaga».
Según las palabras del antropólogo, el chamán, debía aspirar a ser un
maestro, el más alto y noble maestro, de palabra y obra. Todo eso, muy
lejos del chabacano exhibicionismo desarrollado por Chiquilistá, cargado de
poses intimidante, consumo desmedido de drogas, promiscuidad sexual,
pactos malignos y adoración a sangrientas e implacables deidades en pos de
acceder a un profano y banal poder.
Etiquetar a Quetzatcoatl como “reptiliano”, tal como Coatlicue
manifestaba, un dios implacable y elitista, resulta ser una total aberración.
Quetzalcoatl es un símbolo filosófico que representa al Quetzal, el ave
preciosa que se remonta a las alturas, que es el cielo y el espíritu,
separándose de la materia, la malicia y la maldad.
Quetzalcoatl, la serpiente voladora es entonces, símbolo devida y
esperanza, no muerte, agobio y destrucción. Quetzalcoatl es la antítesis de
Coatlicue
INDIECITO JUAN

Teniendo por referente a mi muy noble y queridísimo tío, el gran


“Mantequilla”, fiel y ocurrente compañero de roles de grandes personajes
como Pedro Infante y Cantinflas, puedo decir que provengo de una familia
muy sencilla, de tradición católica y de costumbres conservadoras, por lo
que aquellos ritos me resultaban intimidantes.
En las pocas ocasiones en las que Coatlicue me habló e insinuó de
incorporarme a tales prácticas yo siempre la evadía y cuando era el caso, le
respondía con argumentos católicos haciéndole ver mi devoción por la
virgen del Tepeyac o Guadalupe, aún en medio de mis cotidianos pecados.
Ante eso, ella expresaba:
— “¿Pecados? Los pecados solo existen en la mente de los ignorantes.
Son dogmas de los opresores de nuestra libertad, de nuestra sexualidad, de
nuestro real poder. Yo no existo por Dios alguno. ¡Siempre he sido y
siempre seré! Vivo en un eterno presente. Pero bien indiecito Juan, sígale
con sus dogmas estúpidos y siga creyendo en sus curitas. Por mí, valen más
las suelas de mis zapatos que un cura o unamonja, vividores e inútiles, un
tumor que hay que eliminar.
¡Los detesto!, ¡visceralmente, los detesto!”
Sinceramente, todo aquello me parecía cosa de locos, siendo yo el más
rematado al permanecer ahí, incolume, a pesar de preguntarme
continuamente si por pinche dinero, valía la penaconcurrir inerme a tanto
desquicio.
Pronto supe a las malas, que con Coatlicue no había espacio para un
diálogo donde también hablasen los ojos. Lo suyo era un absoluto
monólogo, llevado a cabo con rostro severo, voz autoritaria y un nunca
mirar de frente. Esto es, una ausencia absoluta de conexión emocional con
su eventual interlocutor. La empatía no existe en el diccionario de
Coatlicue.
Interesado en desarrollar temas de conversación, empecé por indagar
sobre la historia nicaragüense en libros, revistas o con personas que yo
presumía que podrían conocer algo al respecto. No obstante, cuando
intentaba tratar temas sobre su país, Coatlicue me respondía con evidente
irritación y fastidio. Decía
ser ciudadana del mundo, no de un país en particular. En otros momentos,
dirigía duros epítetos contra lo que llamaba, un pueblo ignorante, «matrero
y charanga changa», por quien había perdido demasiado tiempo.
CÁTEDRAS DE CINISMO.
Debo admitir que parte fundamental de mi oficio era mentir. La práctica
me había enseñado a estructurar el perfil psico - emocional de mi clienta o
dicho más educadamente, mi dama de ocasión.
Era común para mí, el simular a alguna de ellas mi asombro ante “lo
joven y esbelta que se veía”, decirle a otra, su “enorme parecido a María
Félix”, la bella diva de la época de oro del cine mexicano o bien, fingir y
anonadarme ante la supuesta cultura que una tercera mostraba. Todo ello
formaba parte de las fantasías que a las damas en cuestión les gustaba oír y
que, convenientemente, yo estaba presto a decir y recalcar. Tal actitud, era
parte importante de mi cotidiana labor y aunque en momentos me
avergonzaba de eso, ciertamente había aprendido a convivir con esos
frecuentes e incómodos espasmos de la conciencia. Por otra parte, jamás
engañé en cuanto a sentimientos. Mis mentiras se circunscribían a ensalzar
la llamada vanidad femenina, algo que, debo admitir (aun a riesgo de ser
calificado de machista), siempre he considerado una tonta trivialidad.
El punto es, que hasta entonces creí ser un contumaz cínico y buen
mentiroso. No obstante, lo que atestiguaría con Coatlicue me haría sentir un
bebé en pañales.
La recuerdo en un atiborrado auditorio de la UNAM (México),
presidiendo un acto al lado de una famosa cantante sudamericana y de una
bella guitarrista y cantora estadounidense. Frente a ellas, se encontraban
activistas, medios de comunicación, autoridades universitarias, estudiantes,
etcétera. Era un acto de solidaridad con aquella admirada revolución
nicaragüense, que tendría el discurso principal a cargo de aquella supuesta
revolucionaria de estrafalario look, discurso que la misma llenó de
altisonantes planteamientos anti i mperialistas, ensalzando la heroicidad de
los combatientes caídos y hablando, con una humildad irreconocible en ella,
de los afanes y luchas de su pueblo por sobrevivir a una salvaje agresión
militar.
¡Increíble! Todo ese versar proveniente de los mismos labios que días
antes, en mi propia cara, no habían expresadomás que desprecio a todo lo
tocante a su país. Los mismos labios que más adelante augurarían campos
de muerte y lágrimas a causa de un fementido e inevitable karmacolectivo,
producto de ser un pueblo irredento, irreverente y desviado del verdadero
camino que, por supuesto, era el que ella abanderaba.
ESCUPIENDO AMARGURA.
Habían pasado ya casi cinco semanas desde mi primer encuentro con
Coatlicue. En ese periodo – en el cual, al menos un par de veces viajó a
Nicaragua – había yo aprendido que soportando sus continuos lapsus de mal
humor y no contradiciéndola, sino, más bien elogiando sus escritos y
menudos planteamientos, me garantizaba sus favores y a la vez, mis
pingües dividendos.
A las malas me convencí que era dueña de u n manifiesto complejo de
superioridad y una tajante intolerancia a todo aquel que se atreviera a
exponer unpunto de vista diferente al de ella. Por otra parte, en los
momentos privados, Coatlicue no era más que un apestoso exponente de
amargura y resentimiento. Sus manifestaciones evidenciaban el espíritu
tiránico e insensible de alguien acostumbrado a imponer sus caprichos, y
que disfrutaba exhibiendo, en todo momento su poder.
En este sentido, confiando en no incomodar a nadie y tomandoen cuenta
la naturaleza de este escrito, debo decir que compartir alcoba con Coatlicue
era un ejercicio de atroz masoquismo . Algo así como introducirse sin
preámbulo alguno a un desquiciado escenario de burla, denigración,
manoseo despectivo, humillación y lenguaje soez. Un ultraje absoluto a la
naturaleza sexual humana. Una demostración dedominio y reafirmación del
derecho a escarnecer hasta lo obsceno al otro. Algo en verdad
traumatizante.
Una insana obsesión por dinero, una desbocada codicia y no una
auténtica necesidad, la que me hizo llegar a deplorables niveles de
bajeza e indignidad. Una mancha oscura y pestilente que cargaré hasta mi
muerte.
DE CASTA REAL.
Aunque por mi “especial” relación con Coatlicue, no padecía o al menos,
sabía cómo manejar habilidosamente sus terribles arranques, me apenaba e
indignaba el continuo y humillante ultraje al que sometía constantemente al
personal a su servicio, entre ellos, una mujer morena, inteligente y humilde,
llamada Sofía Engracia, oriunda del pueblo nicaragüense de Nindirí. Por
más atentas y diligentes que fueran, el trato pedante y ofensivo hacia ellas
era una constante.
Fue entonces que empecé a percibir que aquel desprecio de Coatlicue,
trascendía al típico desdén clasista que por ridículos conceptos de abolengo,
exhibiría una encopetada marquesa Bugatti, una duquesa D´Alesio o una
inalcanzable condesa Uberjola. Lo suyo, era con creces, mucho más que
eso:
¡Odio puro y espeso! Todo su rostro se transfiguraba de mala manera. Con
ella, nunca fue más verdad que ojos y faz, son nítidos reflejos del alma.
Tal y como había escuchado en esos casos, presumí que tanto su
violencia, su amargura, así como sus groseros y permanentes insultos,
provenían de una infancia de abusos y limitaciones. Pronto descubrí que no
era ese el caso.
En varias ocasiones, ella misma se encargaba de burlarse de mis
pretensiones, de psicólogo de quinta categoría, hablándome de una infancia
de mimos y caprichos siempre satisfechos, ridiculizando a su vez, las
atenciones y costumbres del provinciano medio nicaragüense en el que
lamentaba haber nacido. En ese sentido, puedo asegurar que jamás
evidencié en ella, algún mínimo sentimiento de nostalgia por su país o
empatía por las víctimas del drama bélico que entonces se vivía. La pura
verdad, siempre tuve la sensación de estar frente a un auténtico «beso del
infierno»,no obstante, la fascinación por el dinero fácil, obnubiló
miconsciencia.
En momentos privados y sin remilgo alguno, Coatlicue declaraba que su
misión como semidiosa era surgir sobre las cenizas de una despreciable
masa de ignorantes que un día (vidas atrás) la repudiaron y también
traicionaron a toda su alta e iluminada casta de dioses y príncipes. Una
especie de personas selectas provenientes de una raza de extraterrestre de
los cuales, Quetzalcóatl, había sido su máximo exponente. En tales
momentos, me expresaba conocer como pocas, aesa partida de indios:
«expertos en aparentar humildad, pero capaces de hartarme viva si
pudieran», agregando que los mismos, según sus oscuros dogmas, estaban
evolutivamente, muy lejos de ella, a partir de su estatus de hija de deidades.
Era fácil concluir que el desprecio de Coatlicue tenía connotaciones
anticlericales y mucho de celo intelectual.
En cierta ocasión, durante una recepción en la sede central del Sindicato
de Maestros del DF, un par de jóvenes con aspecto de seminaristas la
reconocieron, y se acercaron a saludarla para pedirle información sobre el
poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal, muy conocido y querido
en México. Tal acción despertó su ira. Con el rostro desencajado por la
furia, no tuvo reparos en ofender soezmente y ante el asombro de todos los
ahí presentes, a los avergonzados muchachos. Alguien, de los que se
encontraban alrededor, atinó vacilante y absurdamente a decir: — «Deben
comprender que la compañera se maneja tensa, nerviosa,debido a la
situación en su país».
Ante eso me preguntaba a mí mismo: ¿Qué pinche situación le afectaba?
Coatlicue era espléndida ante grandes auditorios, nada quever con el
estilo hosco e incluso agresivo que destilaba en circunstancias privadas o al
menos, en aquellas no tan expuestas, tal y como fue el caso de un
imprevisto encuentro en una cafetería con un par de monjas dominicas
quienes al reconocerla y saludarla, empezaron a describirle las positivas
experiencias obtenidas a partir de la creación de pequeños grupos corales y
de música clásica, en algunas regiones rurales e incluso favelas de Brasil y
Ecuador, proponiéndole la implementación de un modelo similar en
pequeñas comunidades y barrios pobres de Nicaragua.
Era contrastante la actitud respetuosa y entusiasta de aquellas monjas
exponiendo sus ideas, al compararse con el rostro de incomodidad y prisa,
que demostraba Coatlicue al mirar insistentemente el reloj en su muñeca,
para en un momento dado, sin decir absolutamente nada, levantarse
bruscamente y dejar la mesa evidentemente encolerizada.
Muy apenado y tratando de poner mi mejor cara a manera de disculpa,
me quedé un momento con aquellas piadosas mujeres, sin saber que decir.
Dichosamente, el rostro sereno y contento de ambas me convenció de que
tenían la fuerza espiritual suficiente como para no permitir que patanería
alguna turbase su espíritu.
Alcancé a Coatlicue en la barra del local, sonriendo ante una revista de
caricaturas de “Boogie el Aceitoso”, del argentino Fontanarrosa, del cual
era seguidora. Luego,poniendo a un lado la revista me dijo:
—¿Se fueron tus monjitas? Uff, no las aguanto, ignorantes, vividoras,
frustradas...creen que todavía engañan con sus cantos de convento o
música de funeral. Además, este pueblo
hijueputa es indómito, de guaracha, chinamos y chicheros, ¿qué va a
entender de eso?
En general, si algo me manifestaba Coatlicue de su país, era que su
pueblo era pobre, atrasado e ignorante, recalcando que su refinada
educación obedecía a su espíritu autodidacta, a su formación en Europa y a
su vínculo con grandes personalidades del arte y la cultura. Siempre le
percibí cierto aire de desprecio en todo lo tocante a Nicaragua.
La siguiente anécdota lo ilustra:
En 1985, la pícara y alegre canción “Son tus perjúmenes mujer”, del
compositor nicaragüense Carlos Mejía Godoy sonaba mucho en México,
por lo que creí que era una buena idea, comprarlo y llevarle de sorpresa un
disco con dichamelodía. La agria expresión de su rostro, el calificarme
nuevamente como el pueblerino “indiecito Juan”, así como su rechazo a
tomar aquel disco, me lo dijo todo. Ofendido, solo pensé que, si yo
estuviese en otro país me encantaría oír música mexicana. Pero bien, ni
modo, eran gajes de mi “oficio”.
Participé, o más bien, asistí con ella a diversas reunionesde carácter
político, en las que no mencionaba nada de su proyecto místico imperial, y
en las que bajo el ropaje de “compañera revolucionaria”, transformaba
radicalmente su actitud despectiva y desagradable, a una llena de candor,
sonrisas, aplausos y el símbolo hippie de la paz. Por otra parte, aunque me
repugnaba su obsesión por humillar y maltratar, además de su asombroso
nivel de cinismo, ¿cómo podía reclamar, si mi propio cinismo no difería
mucho del de ella?
La emocionante oportunidad de “harta lana”, que prometía el hecho de
seguir siendo su preferido, enmudecía mi conciencia, comprobando en mí
mismo, aquello de que: Poderoso caballero es don Dinero.
CULTURA EN CUESTION.
Celebrando, no recuerdo que acontecimiento, asistí con Coatlicue, a una
cena con algunas personalidades locales, entre ellas, Sergio, un destacado
sociólogo, escritor y colaborador de algunos diarios mexicanos como La
Jornada, quien estaba acompañado por su esposa, Irguina, hija de padre ruso
y madre mexicana.
La conversación empezó versando superfluamente sobre un determinado
plato de la culinaria mexicana que Coatlicue decía haber comido
recientemente en una cena de recepción en su honor en Madrid. Tal plato
había sido
preparado especialmente para ella por un Chef español de apellido
Mercader, a lo que Sergio, sentado frente a ella, en tono de broma,
preguntó: —¿Ese Chef, no será familiar de Ramón Mercader, el asesino de
Trotsky? Ante lo cual, Coatlicue contestó:
—Quizás fue su tatarabuelo hará unos 100 años (1885). Trotsky era
contemporáneo de Marx, creo que incluso colaboraban intelectualmente
entre sí y luego se separaron. Así se crearon dos corrientes filosóficas, la
marxista y la trotskista…
Recuerdo que todos en la mesa, se quedaron mirándo entre sí, sin decir
nada. Irguina, la única otra mujer ahí, no pudiendo contener la tentación de
aclararlo, con voz dulce pero firme, dijo:
—Tenemos que rectificar algo, cuando Marx murió en Londres, Trotsky
apenas era un bebé recién nacido en Ucrania. Había miles de kilómetros
entre sí, nunca se conocieron y nunca ha existido tal «filosofía trotskista».
Enemigo político de Stalin y perseguido también por los Nazis, Trotsky
se asiló en México en 1937, siendo más tarde mandado a asesinar por el
dictador soviético en su propia casa, a pocas cuadras de aquí, en
Coyoacán, en agosto de 1940, hace 45 años.
Aquel fue un momento tenso y muy penoso.
Aunque yo, no muy dado a la historia, por decirlo suave, no podía
entenderlo, la gente de la mesa, historiadores e intelectuales de nivel,
estaban anonadados por el garrafal desatino de la supuesta líder de una
revolución socialista, que se ufanaba de sus grados académicos obtenidos
en Europa y vendía una aureola de intelectualidad. Para ellos, resultaba
inadmisible que Coatlicue no supiera algo tan básico en términos históricos.
Pretendiendo minimizar el incidente, sonriendo y sin ruborizarse, esta
última comentó:—¡Que barbaridad!, en medio de tantas situaciones en que
vivo, como que necesito refrescar un poco la memoria,
¿verdad compañeros?
Uno de los presentes, compadecido y tratando de suavizar la situación,
dijo un oportuno chiste. No obstante, la jocosidad no duró mucho ya que
luego, ante unos comentarios de alguien de la mesa, acerca de la obra del
escritor y premio Nobel Solzhenitsin, sobre el Gulag soviético, Coatlicue,
con voz de maestra frente a sus párvulos, expresó:
—Bueno, primero cabría preguntarse si eso del Gulag es real y no una
burda propaganda del capitalismo. Yo he hablado con compañeros
soviéticos y nada de eso mencionan. Lo que sí creo, es que el imperialismo
en su decadencia y sus contradicciones, conspira para dividirnos y
denigrar a nuestros líderes. Ya el Ché lo advertía. Leamos al Che, leamos a
Fidel compañeros, no nos hagamos eco de la basura de los medios del
imperio.
Irguina, cuyo padre, Fedor Poroshenko, moscovita de nacimiento, en
1937, a sus 25 años, había huido horrorizado de la Unión Soviética luego de
que como soldado conscripto del Ejército Rojo participara en decenas de
operaciones de exterminio de campesinos que rechazaban el modelo de
granjas colectivas y cuyas historias acerca de las inconcebibles atrocidades
ahí cometidas la estremecieran desde temprana edad, al oír el antes relatado
argumento de Coatlicue, levantándose de su asiento, con voz grave, rostro
serio y colgándose la cartera como anunciando no soportar estar más ahí,
dijo:
—Pienso compañera, que para comprobarlo de verdad, habría que
olvidarse un rato de cómodas butaquitas de ópera en Europa y estar más
dispuesta a enfriarse las nalgas y desenterrar la verdad en la propia
Siberia, en las miles de tumbas colectivas de los llanos de Ucrania o con
los miles de huérfanos y viudas que dejó Lavrent Beria, el chacal favorito
de Stalin.
Agregando mientras se levantaba de la mesa, sin brusquedad pero con
decisión:
—Ahora veo que sí necesita buenas lecciones de historia lacompañera…
Sergio, esposo Irguina, ante los ojos desmesuradamente abiertos de
Coatlicue, se quedó un momento y agregó:
—Con todo el respeto que se merece compañera, quiero decirle que es
un simplismo grotesco e insultante pretender explicar o más bien,
encasillar hechos históricos, a partir de un cuadrado manual de máximas
inspiradas en la mente del Gran Líder de turno, llámese este Hitler, Stalin,
Mao, Castro o Pinochet.
—Los mayores tiranos no nacen de la nada, son incubados en gran
medida a fuerza de exterminar en nosotros ese fecundo derecho a dudar, el
derecho a equivocarnos y a buscar la verdad por nuestros propios medios y
uso de razón. Déjeme decirle que las tiranías buscan el deshumanizar, el
crear zombis, seres insensibles al dolor humano e intolerantes a toda idea
que encare a la dictada por el tirano —dicho eso, se retiró.
A partir de ahí, los que quedaron no hablarían más que de temas inocuos.
Al final, después de despedirse y camino al vehículo, Coatlicue me decía
una y otra vez con el rostro descompuestoy refiriéndose a Irguina:
—Estúpida revisionista, ¿qué se creerá?
Por mi parte, no dije una sola palabra.
Alrededor de la segunda o tercera semana de febrero, unas seis semanas
después de conocerla, con un embarazo cada vez más notable, Coatlicue me
dijo que debía regresar a su país en un par de días y que no sabía cuándo
regresaría.
Recuerdo que ensayé una ridícula mueca de falso pesar y desconcierto,
por su pronta partida. La verdad, en el fondo de mí, experimentaba el mayor
regocijo ante tal noticia. Taimada como ciertamente es, seguramente habrá
intuido mi falsedad.
En coordinación con Sofía, su eficiente asistente, me dedicaría a dar
seguimiento a las tareas ya encaminadas.
Un día antes de su partida, Coatlicue se trasladó a una residencia oficial,
desde donde sería transportada al día siguiente al aeropuerto por personal de
la embajada nicaragüense. Personal hacia quien yo tenía instrucciones
precisas de jamás dirigirme.
Sin duda alguna, esas pasadas semanas habían sido para mí, de lo más
productivas. Tenía dinero en efectivo como nunca antes así como
disponibilidad de una lujosa residencia.
Sin terminar de asimilar aún tamaña vuelta del destino, no dejaba de
pensar que apenas unas semanas atrás, poco antes de que mi amigo escultor,
y también mi propicio alcahuete, me buscara azorado, lo único que tenía,
eran unas vagas ideas de cómo pagaría el mes de renta atrasado, de mi
cuartucho de vecindad.
SOFÍA ENGRACIA
Tal y como había quedado, un par de días después de la partida de
Coatlicue, me encontré con Sofía en un sitio acordado cerca de la avenida
Juárez.
Nada exuberante, pero bonita, piel canela, ojos negros, un tanto menuda,
voz dulce, vestimenta sencilla pero elegante, actuar diligente y… hasta ahí,
por
lo demás, era seria, demasiado diría yo. Siempre enfocada en su misión de
asistir y soportar a quien ella llamaba todo el tiempo, “compañera”, y quien,
para mi fortuna, ahora estaba suficientemente lejos.
Orgullosa y nostálgica de su país, Sofía me hablaba de sus comidas, su
música, su historia, y también de su familia en el pueblito de Nindirí,
ubicado al pie de un volcán de lava viva, cerca de la ciudad de Masaya,
cuna, según me dijo y para misorpresa, de Hernaldo Zúñiga, popular
cantante a quien yo siempre creí mexicano. Con ella, experimenté el
contraste de pasar de un día para otro, de la tensión de interactuar con un
personaje petulante, de crítica destructiva y odioso complejo de
superioridad, a tratar con una persona sensible, respetuosa, de mirada limpia
y educado hablar.
Mi primera tarea fue realizar un viaje a Cuernavaca con unaextraña
pareja conformada, por la antes mencionada Maritza y un tipo de origen
chileno apellidado Durand, un sujeto de rostro lúgubre y enjuto que usaba
un abrigo gris. Ambos se montaron al vehículo sin siquiera saludar y en
todo el camino, apenas si les oí, alguna que otra vez, susurrarse entre ellos.
No obstante, regocijado con mi encantadora Sofía de copiloto,me enrumbé
de una vez hacia la hermosa capital del estado de Morelos.
Al llegar al lugar de destino, un elegante palacete ubicado cerca de la
llamada Casa de Cortés, en el corazón histórico de Cuernavaca, percibiendo
que no era un invitado a lo que fuera que hicieran ahí, asumí de manera
natural mi improvisado papel de chófer y esperé afuera.
Aproximadamente un par de horas después, Sofía y la misteriosa pareja
salieron y de inmediato emprendimos el viaje de retorno al DF. Nadie
comentó ni preguntó nada. Según supe luego, acababan de comprar la
costosa propiedad donde planeaban establecer la sede del proyecto
«hueytlahtlocayotl». Si alguna duda me quedaba, hoy resultaba evidente
que el imperial proyecto de Coatlicue iba muy en serio.
Días después de aquel viaje y para mi pesar, me encuentro con que la
mencionada Marítza ocuparía dos de las habitaciones de la residencia de la
colonia Polanco.
Con evidentes síntomas de neurosis y elevadas dosis de altanería,
Maritza era por poco, casi una copia al carbón de Coatlicue, aunque mucho
menos refinada y más indiscreta. Enlas reuniones que manteníamos casi a
diario, era
evidente su odio visceral a todo lo que fuese eclesial o vinculado al
judaísmo, así como su encendido discurso relativo a la superioridad de sus
dogmas.
En aquel tenebroso espacio del piso antes descrito, practicaba sola o en
compañía de alguno de los varones que frecuentemente la visitaban, rituales
de corte verdaderamente satánicos que terminaban inevitablemente con un
fuerte consumo de peyote o marihuana. A propósito de eso, quiero hacer
ver que en una ocasión fui testigo del estruendo producido por una pesada
piedra utilizada para sacrificios de pequeños animales, la cual, sin causa
física alguna, se levantó en el aire para caer de inmediato, ante el asombro
de los presentes en el ritual.
A los tétricos arreglos ya existentes en aquel espacio, Maritza agregó
algunas cruces invertidas y un enorme ídolo de unos 2 metros de alto con
cuerpo de hombre y cabeza de ave, con un pico y unos ojos intimidantes, al
cual nunca me atreví a acercarme. Tal era el ambiente que se respiraba en
aquel espacio, en el que pretendía pasar inadvertido desde mi habitación en
el extremo opuesto del piso en que cohabitábamos.
Debo destacar que, tanto en los rituales liderados por Coatlicue como por
Maritza o el chamán Chiquilistá, fui testigode múltiples fenómenos
realmente anormales. En afán de no arriesgar la verosimilitud de este relato
con hechos que podrían considerarse como fantasiosos, he preferido no
detallar al respecto, no obstante, tales sesiones espiritistas o satanicas,
cambiaron para siempre mi concepto de que la brujería era asunto de
charlatanes para vivir de la gente ignorante.
Hay en verdad, una realidad tortuosa y oscura más allá de lo común y
cotidiano que conocemos. Aunque seguramente, existirá alguna
permanente, bondadosa y luminosa región fuera de nuestro mundo
conocido, lo que yo atestigüé con aquellas dos lúgubres mujeres (Coatlicue
y Maritza), quienes actuaban como poseídas por demonios, fue un
desesperado clamor de poder para la maldad y el daño. Aunque pueda
tomarse como una ridícula superchería, créanme si les digo haber visto más
de una vez, la imagen misma que yo tengodel demonio o Satanás, en una
Coatlicue transfigurada en medio de aquellos trances.
Mi comunicación con Maritza siguió siendo casi nula. Aprovechando
tiquetes de cortesía de la aerolínea estatal nicaragüense, la misma viajaba en
ocasiones, hasta dos veces por semana a Nicaragua. Su trato ofensivo y
humillante con Sofía, fue siempre una constante. Esta última, a quien
definitivamente yo consideraba como la única persona de estima en ese
desagradable entorno, nunca tuvo una expresión de reproche o queja contra
esos esperpentos. Tal hecho me hacía inevitablemente concluir, que no
había en el corazón de aquella mujer, espacio para la cizaña o el
resentimiento.
MI PEQUEÑO BOTIN
El ambiente en la residencia era cada vez más pesado, a diario entraban y
salían tipos de los más raros, se reunían y debatían planes, hablaban entre sí
con secretismo y en susurros. Mi presencia, aunque apocada, seguramente
incomodaba y yo lo percibía.
Sentía por mi parte que no iba a soportar mucho tiempo tal situación y
que debía planear para tomar decisiones. Hasta ese momento, había logrado
reunir unos 8,500 dólares además del «Cartier Santos», tasado en unos
5,000 dólares. Todo ello hacía ya una pequeña fortuna, por lo que empecé a
cuestionarme seriamente si habría llegado ya el momento de dejar atrás
aquella aventura.
Aproximadamente a finales del mes de marzo de ese mismo año (1985),
y para mi regocijo el mencionado grupo, siempre con Maritza al frente, se
trasladó al palacete cuernavaquense, recién adquirido.
Recuerdo entonces que nos tomó todo un día limpiar, con la ayuda de
Sofía y una señora amiga de ella, todas lasinmundas miasmas acumuladas
en el tenebroso cuarto de rituales. Un incienso allí encontrado terminaría de
despejar losmalos olores y «vibras» que, a manera de siniestro vestigio,
habrían dejado los muchos aspirantes a demonios que ahí llegaban.
EVHAY OTIDLAM / MALDITO YAHVE
Relato de la señora Epifanía B. I., 79 años, oriunda de Boaco, Nicaragua,
quien conoció en casa de su madrina, la señorita Eva María E. a la señora
Zoilamérica Z.
Doña Epifanía nos cuenta:
“Llegué a Managua a mis 16 años, el mismísimo día que mataron a
Tacho Somoza en León, el 21 de septiembre 1956, “apeándome” en casa de
mi madrina quien tenía un taller de costura y bordado, situado de la Casa
del Obrero una arriba y media al sur. Mis papás
querían que aprendiera costura con ella y así también alejarme de un
enamorado que yo tenía allá en mi pueblo. A ese taller llegaba una mujer
maciza y elegante llamada Zoilamérica quien, además declienta, era buena
amiga de mi madrina. Esta mujer, a quien mi madrina la llamaba Zoila,
sabía leer las cartas, tiraba la güija y leía las manos. Eso lo supe de boca
de clientas que llegaban ya que mi madrina, que era católica devota, nunca
lo hubiera permitido en su casa.
Aunque era de carácter fuerte y muy independiente, doña Zoila a
menudo lloraba al hablar de manera íntima con mi madrina. Afanadaen
mis bordados, me era imposible no oír sus quejas sobre el maltrato que le
daba don Teódulo, su marido. Un día de tantos, no me acuerdodel año,
llegó Doña Zoila alarmada contándole a mi madrina algo que pasaba con
su hija mayor, Chayito, de unos nueve o diez años en aquel momento. Decía
que la niña, desde bastante tierna tenía unos comportamientos raros, que a
menudo observaba a los demás de unamanera que imbuía miedo, con una
sonrisa que lejos de inocencia, demostraba mucha malicia y que además,
tenía unas actitudes crueles con otros niños menores que ella, así como con
los animales, especialmente con los gatos. No obstante, su alarma esa vez
era porque la niña había escrito por diferentes puntos de la casa unas
enigmáticas palabras:
«EVHAY OTIDLAM» y que al castigarla por tal acción, la pequeña no sólo
no lloró, sino que la retó a que leyera aquel escrito a la inversa:
«MALDITO YAHVE». Con serenidad, mi madrina le aconsejó que no le
hiciera mucho caso,que eran rebeldías y travesuras propias de niños y que
rezara el Padre Nuestro y el rosario a la Virgen más a menudo.
Semanas después supe que aquel comportamiento continuaba, lo que
motivó a que mi madrina le comentara la situación al padre de la iglesia de
San Antonio, quien le recomendó que le llevasen a la niña,algo que nunca
se dio por el miedo de doña Zoila, a que la gente se enterase y también,
porque ella tenía sus propias creencias. Finalmente, mi madrina le tocó el
tema a una joven secretaria que trabajaba con un padre jesuita, quien,
junto a otro sacerdote, visitó lacasa de doña Zoila.
A partir de aquello, vi que doña Zoila cambió mucho. Empezó a
llegarmenos y cuando lo hacía, ya no lloraba, tampoco mostraba alegría,
sino que con mucha amargura se refería a su hija como parte de
unamaldición, de un maleficio hecho por una mujer de Masatepe llamada
Auxiliadora, quien sentía que había sido despechada por el primer esposo
de doña Zoila, que era de esos lados.
Alrededor de tres o cuatro años después, para ver si otro ambiente le
ayudaba, enviaron a la muchacha fuera del país, no sé dónde.
Dejé el taller de mi madrina en 1968 y no supe más de doña Zoila, hasta
su trágico accidente poco después del terremoto de Managua.
VIAJE A NICARAGUA

La primera semana de abril (1985) recibí de manos de Sofía una


correspondencia de parte de Coatlicue, la cual traía entre otras cosas, una
invitación – con un estilo más bien de orden – para que me trasladase a
Managua a fin de tratar asuntos relativos al proyecto en ciernes, proyecto
del cual, yo era el que menos sabía y sinceramente, a quién menos le
interesaba.
Dos días después, aún sin haber enviado mi respuesta, tenía un boleto de
ida hacia Managua para el siete de abril, unmero domingo de Ramos. Fue
entonces que Sofía se encargóde darme algunas recomendaciones durante
mi estancia en Nicaragua, entre ellas, la de referirme siempre a Coatlicue,
como “La Compañera”.
Contaba aún con cuatro días para decidir sobre el viaje y mi cabeza era
un mar de contradicciones. Sabía que un NO por respuesta, tendría
consecuencias financieras para mí, pero también, me traería personalmente
la oportunidad de retomar mi vida. Por otra parte, ir sería decir sí a una
pantomima e involucrarme en algo que, ni entendía ni me interesaba en
absoluto, pero que claramente demostraba tener mucho dinero involucrado.
Dinero del cual, podría sacar un jugoso partido.
Mi debate interior fue feroz, cambiaba mi decisión a cada hora,
finalmente ganó en mí la codicia, y decidí hacer el viaje. Antes de irme
visité a Carlos, mi amigo escultor, lo puse al tanto de la situación, le hice
una agradecida regalía económica y me despedí, dejando mis valores
resguardados en una caja de seguridad privada del City Bank of México.
Arededor de las nueve de la mañana del día señalado, salí en vuelo
comercial directo a Managua, aterrizando un par de horas después en el
pequeño aeropuerto nicaragüense.
Estaba inquieto por no decir aterrado. ¿Quién me recibiría?, ¿qué me
preguntarían? ¿Qué pasaría si es una trampa del marido, furioso al descubrir
la verdad? ¿Cómodiablos se me ocurrió haber venido a la boca del lobo?.
Todos esos pensamientos me asaltaban en ese ingrato momento. Con los
nervios de
punta, bajé del avión aquella soleada mañana dominguera. Soldados
armados a lo lejos de la pista, oficiales de uniforme y civil al pie de la
escalinata me ratificaban con su presencia, que ya no había vuelta atrás.
Una vez dentro del recinto aeroportuario oí de pronto, a un joven
veinteañero con camisa blanca, preguntar a cada uno de los varones de la
fila delante de mí:—¿Es usted el compañero Jorge?
Finalmente, al llegar frente a mí, no me quedó más que asentir con la
cabeza.
—Ah, mucho gusto, soy Álvaro y me mandaron a traerlo,
¿tiene maleta? —preguntó —No, solo esta petaquita de mano —respondí.
—Venga pues por acá, deme su pasaporte —me dijo, dirigiéndose luego
hacia los oficiales del chequeo migratorio.
Minutos después estábamos fuera del aeropuerto en un carro Sedán ruso
recorriendo la desolada capital nicaragüense. Finalmente llegamos a una
hermosa casona con mucha vegetación cerca de un restaurante llamado, «La
Marsellesa». Una especie de escolta en el exterior y dos empleadas de
mediana edad, eran los únicos presentes.
Mi acompañanteme ubicó en una amplia alcoba y se despidió
diciéndome:
—Bueno, ahí lo dejo, iré a la oficina a ver que me dicen.
Debido a un apagón, cosa común por esos días según supe, no había
corriente eléctrica en la casa, por lo que, ávido de luz y aire fresco, salí de la
habitación a la hermosa estancia de la residencia. Tímidas, pero sumamente
amables, las empleadas me ofrecieron de comer: —Hay tiste y chicha para
tomar, ¿qué quiere?, preguntaron.
—Café —respondí, al no tener ni idea de a qué se referían con “tiste”.
Mientras, un perrito de raza «chow chow», se me acercó inquieto a los
pies.
—Se llama “Popeya”, es hembra y le pusieron así, por molestar a uno de
los empleados de “don Pablo” —me dijo la empleada mayor, agregando:
—Se lo regaló la «Compañera», al niño de don Pablo. Lo dejaron aquí el
año pasado para que se lo cuidáramos mientras vuelven.
Luego, durante la comida, vinieron las consabidaspreguntas:
—Y usted, ¿cómo se llama?, ¿de dónde es? ¿viene de pasada o a
quedarse?
Mis respuestas al respecto fueron naturalmente, breves y ambiguas. Ante
mi pregunta de cómo estaba la situación del país, ambas se agolparon a
decirme:
—Mal, terrible, todo escaso, viera usted, “pijazos” de muchachos
muriendo en las montañas todos los días.
Sus respuestas traían a mi mente la descripción que al respecto me hacía
Sofía. En medio de aquella conversación volvió Álvaro, el chófer,
diciendome:
—Dice la Compañera que a las 6 p.m. tendrá el despacho con usted, y
que me le ponga a su orden, por si quiere ir a conocer Managua.Propuesta
esta, a la que accedí de buena gana.
Salimos de inmediato. La ciudad lucía vacía y deprimente, con unos
pocos coches y algunos camiones militares circulando por las calles. La
vista al lago, con un volcán de fondo, desde unas alturas al sur de la ciudad,
era espectacular. Una especie de anfiteatro en una laguna ubicada en el
centro de la ciudad, también era algointeresante.
REENCUENTRO
A las seis de la tarde en punto, llegamos a las oficinas de una asociación
cultural en un barrio de clase media alta de Managua. Alvaro me guió hasta
ella. La vi más delgada, usaba un vestido flojo que mal escondía su vientre
y siempre atiborrada de pulseras y anillos. Conversaba con un grupo de
personas.
—Hola Jorge, ¿qué tal su viaje? —me preguntó, tratándome de usted
mientras me daba un protocolar apretón de manos. Luego agregó:
—Mire, mañana lunes por la tarde o martes en la mañana es la gira,
estese listo, ante cualquier cosa que requiera, comuníquese con Álvaro.
Adiós, cuídese y salúdeme a su esposa Olga. Dicho eso, dio media vuelta y
siguió su conversación con las personas ahí. Por mi parte, no tenía ni idea a
qué se refería con la mencionada gira y menos aún,con la tal “esposa Olga”.
Camino hacia la llamada “Casa de Protocolo” que era
comodenominaban la casa donde me alojaba – la misma que meses antes
hospedaba a escoltas y asistentes colombianos del tal “don Pablo” – Álvaro
se dedicó a darme a conocer la existencia de discotecas y otros sitios de
diversión en Managua, remarcando la alta posibilidad de conocer en
algunos de ellos, a alguna chica con la cual, según su argot, “salir armado”.
Una sugerencia descabellada
debido a mis personales circunstancias y que obviamente deseché. Por otra
parte, no entendía que un país en guerra, tuviera espacio para fiestas.
Antes de llegar a mi destino, acepté la invitación de Álvaro a tomar una
sopa de mondongo en la casa de su madre y que en verdad, supo
exquisitamente. Al terminar, Álvaro me mostraría en el pequeño patio de
aquella vivienda, una impresionante y valiosa motocicleta Harley Davidson
clásica, muy bien cuidada y de la cual me dijo:
—Esta me la dejó guardando Tuto, uno de los guardaespaldas de don
Pablo, el patrón. Ya le saqué documentación a mi nombre por si no
vuelven…
¿No vuelven? ¿Quién demonios era el don Pablo ese? Tales eran las
preguntas que revoloteaban en mi cabeza yque por sana prudencia, dejé que
mejor permanecieran en ella.
Al día siguiente, poco antes de la 7 a.m. unos golpes en la puerta me
levantaron. Era Álvaro urgiéndome que me preparara a partir, puesto que
Coatlicue había adelantado la gira.
En efecto, frente a la residencia esperaba un confortabley robusto
vehículo japonés todo terreno donde Coatlicue, ubicada en el asiento
trasero, me invitó a tomar el lugar del copiloto. Nuestra primera parada fue
en una plaza en el corazón de Managua, frente a la cual se encontraba una
catedral derruida, lo mismo que un monumental palacio de los años 30. De
ahí nos dirigimos a pie al elegante Teatro Nacional nicaragüense. Poco
antes de llegar, Coatlicue me llamó aparte para señalarme una banca de
concreto, el lugar preciso de su aducida abducción ocurrida nueve años
atrás, exactamente frente a la sobresaliente figura de mármol de Rubén
Darío, ubicada en medio de una fuente.
Ya en el teatro, Coatlicue me presentó a algunos ensayistas y músicos.
Luego nos dirigimos a un reparto llamado Planetarium, ubicado al suroeste
de Managua. Llegamos a una residencia elegante donde ella sostuvo una
breve reunión con un par de personas que ahí se encontraban y a los que
poco después despachó con Álvaro a quién de paso, orientó esperar su
llamada por la tarde.
Solos en la casona, aún con actitud fría y distante comenzó a
preguntarme por la situación del proyecto allá en México. Le manifesté que
mi percepción
era limitada ya que no me comunicaba en absoluto con Maritza y que mi
papel era solamente asistirlos en calidad de guía cuando se me solicitaba
hacerlo. Ante tal respuesta, alzando la voz me dijo que no me necesitaba
como chófer, sino como su hombre de confianza en México. Agregó que
Marítza era irresponsable, andaba descontrolada y no la quería un día más
en su proyecto, ya que hasta sospechaba que era una espía infiltrada. Me
exigió que me decidiera lo más pronto posible acerca de si la apoyaría o no.
Sin mucha convicción le dije que sí, que loharía.
Un poco más calmada, me invitó a pasar a un recinto alfombrado,
poblado de imágenes exóticas e ídolos que mefue describiendo uno a uno, a
la vez que me indicaba con cuáles de ellos había interactuado el día de su
llamado renacimiento cósmico, justo en el cráter del volcán Santiago de
Nicaragua. Múltiples velas encendidas y un intenso aroma a incienso daban
un toque mágico a aquel ambiente. Más allá, me topé con unos grandes
almohadones en el piso de una tenuemente iluminada habitación, con una
pequeña mesa de madera, elegantemente tallada y una cama al lado.
En los diálogos ahí sostenidos con Coatlicue resultaba notorio que la
mayor parte de sus expresiones eran para quejarse de lo que llamaba, su
mediocre entorno, lleno de “tarados y gentuza falsa”. Decía también que me
envidiabapor poder agarrar un avión y en un par de horas estar en otro
mundo. Entre otros lugares, decía añorar Plaza Garibaldi, los cafés Tacuba,
La Blanca, Villarías, el Museo del Tequila, la discoteca la Pata Negra...
SOBRINA DE CHESPIRITO,
PORKY O TARZÁN…
Habiendo visto el día anterior la multiplicada imagen de Augusto César
Sandino por las calles de Managua, recordé un comentario de Sofía en
relación al parentesco de Coatlicue, con aquel mítico personaje. Un tanto
insuflado de ser el macho conquistador de una fémina ligada familiarmente,
a aquel famoso guerrillero nicaragüense, le pregunté:
—¿Realmente eres sobrina de ese señor llamado Sandino?
—.Con desgano y sin voltear a darme la cara me contestó:
—Si es necesario, puedo ser sobrina de Chespirito, Porky
oTarzán… ¡Callá la boca un rato por favor!
No dije una palabra más. En medio de esos vaivenes emocionales y
lapsus de somnolencias, pasamos el día. Al final, casi anocheciendo, llamó
al chófer quien se apareció minutos después. En el trayecto de retorno no
cruzamos niuna sola palabra, despidiéndonos al final con un
escueto:—Bueno pues Jorge,
¡así quedamos!
Mi estancia en la capital nicaragüense fue de ocho días, tiempo durante
el cual pude conocer un poco, el trajín de algunos artistas, así como también
interactuar un poco con la gente común. En una gigantesca teatro—carpa,
conocí a Luis Enrique Mejía Godoy, cantante y gran compositor. Luis,
hombre de amplia sonrisa, sensible, amable y culto, me abundó en
explicaciones de lo que él llamaba, arte y cultura popular. Sus canciones,
formidables, igual que las de su talentoso hermano, hoy día, me estremecen
por la tremenda carga de sentimientos que me hacen florecer. Ahí también
conocí a Mario Montenegro, cantautor infantil, pícaro y dicharachero.
Además, miré a un llamativo pintor primitivista que usaba plumas por
sombrero.
Nicaragua es un país pequeño y pobre, pero abundante en talentos. No
obstante, su pobreza se puede comparar a la de un mendigo sentado sobre
un baúl lleno de monedas de oro del cual, ha perdido la llave. De múltiples
pláticas con personas sencillas, logré concluir el hecho de que sus
recurrentes tiranías, corrupción, guerras, así como una característica apatía
de su propia gente, han sido la causa de que sus grandes riquezas naturales,
playas de ensueño, volcanes majestuosos, fuentes diversas de energía y
mucho más, no se traduzca en progreso y bienestar de un pueblo tan
laborioso y alegre.
Una memorable noche, en una especie de café – teatro, donde me
encontraba con un chófer escolta asignado ese día por Coatlicue. se acercó
un hombre delgado, de anteojosgruesos, pelo desaliñado, con unos libros y
hojas bajo el brazo, el cual nos saludó y sin más, se sentó a la mesa
diciendo: —
¡Entonces compas!, ¿cómo vamos?
Ante ello, la expresión del chófer, un tipo hosco, fumador irredento y de
hablar soez, no fue muy amistosa que se dijera. Se levantó bruscamente
dizque a buscar cigarros y me dejó con aquel desconocido quien, después
de las consabidas preguntas de rigor, hablando con soltura y educado
lenguaje, empezó a referirse a la literatura mexicana, a sus estudios de
ciencias sociales en la UNAM (México), describiendome su pasión por la
historia y la antropología,
su doctorado en Sevilla y también, del año entero que pasó en el Archivo
General de Indias en Cádiz, así como de sus ensayos sobre autores
latinoamericanos, mostrandome orgulloso l a envejecida foto de un
periódico local donde aparecía posando al lado de Gabriel García Márquez
y de un escritor alemán del que no recuerdo su nombre. Su afán estoy
seguro, no era vanagloriarse sino más bien, anecdótico.
—Pipi, ¿puedo pedir algo? —me preguntó en un momento dado.
—¡Por supuesto hombre! —manifesté sin saber realmente qué quería
decirme con eso. Al momento, una joven camarera llegó y le leyó toda una
retahíla de comidas. Aún recuerdo a aquel pobre hombre volviéndome a ver
con ojos desmesurados, como esperando alguna respuesta de mi parte.
Finalmente, entendí la situación y con la mejor voz que pude, le dije que
pidiera lo que quisierade comer y de beber.
—Gracias hermano, estoy con un hambre de la gran puta. No han pagado
en la Universidad todavía. Es una limosna lo que dan, pero ya es algo —
respondió.
—Pero bueno hombre decime, ¿qué haces por acá enNicaragua?
¿Quién te trajo?
Cada vez que me preguntaban eso, mi estómago se entumía, ¿qué podía
responder? Debía mentir y ¡mentir bien!
—Pues ando ahí, ayudando en algunos proyectos culturales —le dije
escuetamente.
—Ah, ¿te trajo el Ministerio de Cultura entonces? —volvió
apreguntar.
Le respondí negativamente aclarándole que andaba de parte de una
conocida asociación cultural.
—Ah, ya entiendo entonces, andas con el grupo de laCompañera…
Le respondí afirmativamente y ya algo incómodo, en el oportuno
instante en que le traían su plato de comida, el cual devoró con notable
fruición y en instantes. Lo que siguió después, entre una que otra cerveza,
fue un par de horas de interesante conversación con aquél culto e inquisidor
personaje, quien en cierto momento, me susurró:
—Mandá a la verga a ese pendejo —refiriéndose al chófer quien,
con cara de apuro, llegaba cada tanto a ponerse a laorden para irnos.
Al responderle que no podía hacer tal cosa ya que la Compañera misma,
me ordenó no separarme de él, me tomó del brazo diciéndome:
—Entonces, ¿trabajas directamente con ella?
—Pues algo así —le manifesté, un tanto vacilante.
Hombre sagaz, esbozó una pícara sonrisa diciéndome:—Uhmmm
papito, vos andas en otros mandados, ¿verdad?
No tuve valor de responderle nada. Estaba seguro de que él ya habría
percibido que yo realmente, no era hombre de un bagaje intelectual tal
como para andar en proyectos culturales. Percibiendo mi inquietud, el
hombre calló por unos instantes para después agregar:
—Es una mujer mala, muy mala, ¿oíste? Inteligente, pero
perversa. Aprovechandose de ser “la querida del hombre”,destruye
a todo aquel que percibe que puede eclipsarla. Le ha hecho la vida
imposible a medio mundo aquí, entre otros, al padre Cardenal, el
ministro de cultura. Lo odia por cura, intelectual y rebelde, por ser
él una leyenda de boina y cotona,pero sobre todas las cosas, lo odia
por <<atreverse a soñar y créer por encima de las decepciones>>.
---Ahora, supongo que ya has de saber que es “de cascos ligeros”,
como dicen allá en México, además, de bruja y de las malas. Aquí
todo mundo la odia, pero también le tienen pavor. Es déspota y
cruel con quien le contradiga, así que tenga mucho cuidado mi
cuatíto. Ahora hermano, seamos francos, lamujer no es una Venus y
menos aún una gota de miel, por tanto papá, no creo que estés aquí
por amor, así que, aprovéchela, sáquele lo que pueda y piérdase
compadre,piérdase, ¿oyó?
No pude más que mirarlo y asentir con mi cabeza sin decir nada.
Finalmente, cambiando de tema me dijo:
—Pipito (término nicaragüense de cariño), por favor, antes de que te
vayas, consígueme un maletín, usado o como sea; estoy seguro que
“esta jodida” tiene alguno por ahí, pedíselo como que es para vos.
Yo lo voy a traer adonde sea, mira como ando, con papeles y
exámenes de mis alumnos bajo el brazo. Ya estamos a las puertas
de mayo y vienen las lluvias aquí en Nicaragua... Ahh y si podés, un
desodorante y una pasta de dientes papacito, esa tiene almacenes
de todo eso y discúlpame el abuso.
No podía creerlo, aquel docto hombre, alguien que mehacía sentir enano
al compararme con su estatura intelectualy que se codeaba con célebres
literatos,
estaba frente a mí, pidiéndome una comida y un par de bagatelas. ---¿Qué
es esto? ---me pregunté a mí mismo.
Un tanto conmovido, pero cuidando de no humillarlo, le dije:
—Mira manito, no compliquemos las cosas. Quiero decirte que para mí
ha sido todo un privilegio el conocerte y no quieroque te ofendas con lo que
haré.
Seguidamente, metí mi mano en el bolsillo y saqué unbillete de cien
dólares de los mil que, precavidamente, había traído de México.
Extendiéndole mi mano para entregarle el billete le expresé:
—Con muchísimo cariño te lo doy compadre, tómalo.
Aquel hombre se quedó boquiabierto y paralizado; le tomé la mano y le
coloqué el billete en ella.
—«Ay hermanito lindo, no puedo creerlo» —me dijo emocionado
levantándose del asiento y con lágrimas aflorándole a los ojos.
Cien dólares representaban cuatro o cinco meses de salario de un profesor
en la Nicaragua de los años 80.
—Tranquilo, es solo un billete, somos cuates y los cuates se ayudan, ¿no?
—Gracias, mil gracias pipito —dijo, mientras me abrazaba con fuerza.
Evidentemente emocionado, se sentó nuevamente, escondiéndome la cara.
Para alivio del desesperado chófer, salí por fin de aquel local. En el viaje
de retorno a la llamada Casa de Protocolo no alcancé a calcular, malo a los
números que soy, cuántos años de salario de un profesor nicaragüense como
el que acababa de conocer, se podrían haber pagado con sólo los 5,000
dólares que Coatlicue pagó por el Santos Cartier Watch que me regaló.
Ahora, 36 años después, sigo calculando…
ESCALAFÓN SANGRIENTO
A la mañana siguiente, fui nuevamente llevado donde Coatlicue quien,
supongo que por discreción, decidió prescindir de su chófer escolta para
que yo manejase, tarea nada difícil por aquellas vacías calles.
Al poco tiempo, llegamos al parqueo de un elegante hotel en forma de
pirámide de donde salimos acompañados por unamujer de unos 45 años.
ante
quien Coatlicue me presentó como un futuro prospecto para una especie de
grado iniciático.
Regordeta, de mirar hostil y desconfiado, alguien que de inmediato
dejaba en evidencia su absoluta falta de vocación para sonreír. No puedo
explicarlo, pero aún hoy me erizo al recordar la desagradable presencia de
aquella mujer. Me dije entonces que, si ya una me era insoportable, las dos
juntas rozaban lo fatal.
Finalmente nos encaminamos, salimos de Managua pasando por el
aeropuerto y aproximadamente media hora después, llegamos a una casa
quinta situada sobre la carretera Tipitapa – Masaya, donde un guarda
armado abrió el portón y nos hizo pasar. En el frontis de la casona, en
medio de un hermoso jardín, un pequeño rótulo negro con letras amarillas
tenía escrito: Huitzilopochtli Calli o Palacio de Huitzilopochtli, el dios de la
guerra de los Aztecas. Dentro dela casa, además del personal de servicio,
habían dos mujeres jovenes y un hombre de mediana edad esperándonos.
De inmediato, guiados por la mujer regordeta, nos dirigimos a una sala
grande en cuyo extremo se ubicaba una especie de altar. Después de un acto
de adoración lleno de palabras ininteligibles, con los brazos extendidos y
mirando a lo alto, aquella mujer se sentó y habló.
Su alocución, se centró en algo que cabría denominar como un stock
market oportunista y sangriento. En la misma, establecía que ellos, elegidos
como príncipes fundadores del nuevo imperio y a la vez, futuros dioses,
tenían como sagrada misión, costara vidas o costara sangre, establecer las
bases y condiciones para el gobierno inmediato de Baluk Tetián, un
supuesto príncipe reptiliano o semidiós del inframundo, que pronto se
reencarnaría. Afirmaba que estos príncipes o dioses, exigían purificación a
través de la sangre derramada, (presumiendo yo, que seguramente no era la
sangre de los ahí presentes, especiales y escogidos como decían ser),
agregando, que las guerras tenían el objetivo de mantener las sangrientas
cuotas demandadas por los insaciables dioses y a la vez, el de depurar al
mundo cada vez y cuando, de una especie de indeseables seres no
evolucionados.
Después de casi una hora de simular poner atención a aquel tétrico
discurso, aduciendo que no recuerdo con qué pretexto, salí al corredor de la
casa hacienda donde un amable anciano jardinero, me ofreció una taza de
café. En
medio de la conversación que sostenía con él, se oyó un ruidode pasos, ante
lo cual, el aterrado anciano atinó a exclamar:
—¡Uuy, ahí viene la patrona! —levantándose despavorido.
En efecto, era Coatlicue, que salía con actitud altanera a reclamarme por
mi súbita salida de su ceremonial. Prudentemente alejado y seguramente
nervioso, el anciano atestiguaba la escena, con la cabeza gacha y el
sombrero pegado a su pecho.
A propósito de este incidente, cabe destacar aquí que por doquier que iba
con Coatlicue, más allá de las inevitables e hipócritas mascaradas, tal y
como era mi caso, el sentimiento generalizado hacia su persona era de
temor y desprecio, mucho desprecio. Conminado por ella a hacerlo, volví al
salónaquel donde, en medio de rituales similares a los ejecutados por la
misma en México, me fue entregado una especie de manual que servía de
guía para recitar un sinnúmero de oraciones al “Señor Lucifer, gran
resplandor destinado a reinar cielos y tierras”.
En una hoja de papel mecanografiada que recientemente encontré, en
medio de uno de los libros que guardo desde los tiempos de mi estancia en
la residencia de la colonia Polanco, aparece el siguiente
Clamor al señor del
Averno Odium Humani
Generis (Odio a la raza
humana)
¡Salve Satán, salve Satán, salve
Satán! Creo en Satán, Belial,
Lucifer y Leviatán.
Creo en el Anticristo, senõr dotado con el conocimiento de lo
oculto y en su iglesia que es sabia y poderosa.
Oh Señor de los infiernos, apoderate de este cuerpo y de esta
mente que te rinden incondicional culto.
Gran redentor acude a mi ́y dame fuerzas para aniquilar a tus
enemigos que son los míos.
Oh Senõr Satán, amo de la oscuridad, rey del infierno y
gobernante de la tierra, enséñanos a ser fuertes, sabios y a soltarnos
del miedo.Enséñanos a vencer a los enemigos de nuestra libertad
absoluta.
Oh Senõr Satán: ¡Dame poder, dame poder, dame poder!
¡Rege Satana, rege Satana, rege Satana!
Después de unas tres horas de aquel tenebroso ritual,se dio por
concluida la ceremonia, saliendo de inmediato rumbo a Managua,
dirigiendonos primeramente al antes señalado hotel, donde dejamos
a la mujer que hizo de sacerdotisa, para luego, según indicaciones de
Coatlicue, seguir hacia la casa del residencial “Planetarium”. No
obstante, para mi alegría, una fuerte indisposición que tuvo enese
momento, la hizo cambiar de planes.
En realidad, para esa fecha, su embarazo ya era más que notable.
Después de un breve periplo, llegamos a un lugar donde unos
uniformados se hicieron cargo del vehículo con ella a bordo,
mientras yo, en un auto diferente, fui trasladado hacia mi protocolar
estancia donde, al poco tiempo de llegar, una llamada al antiguo
teléfono de la casa, me anunciaba la infausta noticia de la pronta
llegada de Coatlicue, quien, vaya suerte la mía, ya se había
recuperado de su malestar.
Aproximadamente una hora después, la misma aparecería por el
portal de la residencia en medio de la tensión de todos los presentes.
Bajo el argumento de
una supuesta reunión de carácter confidencial, despachó sin mayor
trámite al personal de servicio mientras que al chófer, le dio la orden
de estar pendiente de la llamada. Nuevamente me invadió el temor,
no entendía cómo era posible que la “mujer del hombre”, como dicen
los nicas, anduviese de arriba abajo en no tan revolucionarias y
menos aún, virtuosas andadas, con todo el alto nivel de seguridad y
espionaje que, según me informaban, existía en todo el país.
Resignado, tuve que admitir que aquella era una situación que no
estaba en mis manos y que, al igual que un soldado mercenario, no
me quedaba más que darlo “todo en la batalla”, confiando al final,
salir bien librado y, lo más importante, con la cartera engordada.
NARCOPARAÍSO
BELICEÑO

Contra todo pronóstico, esa noche se me presentó el caso de tener ante mí a


una inusualmente afable Coatlicue quien, sin motivo aparente y apartándose
de su conocida y odiosa tónica, comenzó a hablarme de lo que en su
concepto, era una audazestrategia revolucionaria.
Tomando como ejemplo a la semilla que para brotar y reproducirse, debe
primero descomponerse, es decir, morir, razonaba que así mismo debía
suceder con las transformaciones sociales. Aseveraba, que el anhelado
socialismo debía brotar del cadáver del capitalismo. Decía: “La muerte a
cualquier costo del llamado capitalismo, es una condición para
conquistar el paraíso socialista”. La burguesía, materialista,
consumista y adicta por naturaleza, es dueña de una vida sin
sentido, una vida en la que no encuentra otra forma de llenar su
vacío espiritual, más que con el consumo imparable de drogas, las
que le llegan y le seguirán llegando por diferentes vías.
¿Es inmoral construir una sociedad superior con los restos de
otra corrupta y decadente? Creo que inmoral es no hacerlo, sobre
todo cuando actualmente, estamos obligados por la guerra a buscar
recursos donde quiera que estos estén disponibles. Digan lo que
digan, tenemos todo el derecho delmundo a defendernos”.
Tales expresiones, proviniendo de una adicta, hiper derrochadora,
déspota y nada solidaria Coatlicue, sonaban, más que extravagantes,
surrealistas.
Me dije a mí mismo que seguramente sus favoritos vinos Bordeaux o
Medoc, sus adoradas carteras Bvlgari o Vuitton, su refinada joyería y sus
exclusivos vestidos de diseñador, eran una sofisticada logística de guerra o
probablemente, una novedosa herramienta contra el subdesarrollo, una
estrategia que no yo alcanzaba a entender debido a mi pobre comprensión
de asuntos de estado...
Volviendo al caso, yo no tenía ni idea a qué quería llegar con toda esa
argumentación. Mi persistente silencio, producto de mi evidente despiste y
ciertamente también, mi terror a deliberar con ella, seguramente le habría
hecho ver como una miserable pérdida de tiempo, estar colmándome de
explicaciones ya que finalmente, de manera abrupta, fue al grano:
—Necesito que me lleves unos documentos y que los entregues
personalmente — me dijo.
Luego, con cierto aire ceremonial, me entregó un sobre sellado a nombre
de Herman Becker Kafka, dos mil dólares y un boleto aéreo a Ciudad
Guatemala desde donde, según sus instrucciones, inmediatamente tomaría
una avioneta privada hacia Ciudad Belice, (Belice). Ahí me estarían
esperando parallevarme directamente al destinatario de tales documentos, al
cual ella definió como un “interesantísimo” personaje. Después de
reafirmarme perentoriamente que, «a él y a nadie más que a él», debía
entregar aquel sobre, terminó marchándose.
Como ya se me iba haciendo costumbre, no pegué los ojos en toda la
noche; temores y cavilaciones, iban y venían. Pensé en descartar el viaje a
Belice y volar directo a México. Ahora tenía 2,000 dólares más,
agregándole lo que había en la caja de seguridad del City Bank, ¿no era
suficiente? Luego venía más de lo mismo; una parte de mí decía que sí, que
era hora de parar, la otra parte, aguijoneada por una mezcla de
aventurerismo y ambición decía: «no es suficiente, no te conformes con
migajas, piensa en grande». Como siempre, esta última voz fue más fuerte y
convincente.
Ese mismo día, después de arribar a Ciudad Guatemala, estaba de
pasajero en una diminuta y a ojos vista, no muy confiable avioneta Cessna,
volando hacia el pequeño aeropuerto de Ciudad Belice, donde, después de
un breve formalismo migratorio y según las instrucciones dadas por
Coatlicue, me dirigí en un viejo taxi a un pequeño muelle ubicado al final
de Albert Street, donde supuestamente, me estarían esperando. El sobre
decía Herman Becker Kafka, porlo que ingenuamente pregunté al tipo que
me recibió si él era Herman, a lo cual se sonrió y negó con la cabeza.
Rápidamente nos dirigimos al borde del muelle donde una impresionante
motonave «Grand Londoño», con tres o cuatro motores fuera borda y dos
tripulantes, me esperaba. Partimos de inmediato.
Aunque era la primera vez en mi vida que abordaba una nave de ese tipo,
trataba al máximo de mostrar familiaridad y ocultar mi nerviosismo. Pronto,
la magia marina de las aguas caribeñas me envolvió. Poco menos de una
hora después, llegábamos a Cayo Ambergris, un paraíso de playas blancas y
aguas
turquesas. Atracamos directamente en el muelle privado de la propiedad del
misterioso Herman Becker Kafka.
La vista era grandiosa, un gran palacete blanco de dos plantas con
inmensos ventanales frente a la playa rodeado de al menos una docena de
cabañas y un exquisito jardín, en medio del cual, en una refinada estancia,
unas diez mujeres jóvenes en trajes de baño y pareos, todas sumamente
atractivas, parloteaban amenamente. No muy lejos del muelle, se
encontraban unos tipos vestidos y probablemente armados. En total, calculo
que habría, unas veinte personasen aquel lugar. Finalmente, fui conducido a
un gran salón ambientado con gigantescos posters de John Lennon, Mike
Jagger, Bob Marley, James Deán y el Che Guevara. Más allá, dos fotos
gigantes de Jane Fonda, una semi desnuda y otra con uniforme del Viet
Cong, en una trinchera vietnamita, a la par de una gran esvástica nazi
dorada, colgaban de la pared. En el centro del salón, un hombre de no más
de 40 años, de mediana estatura, complexión atlética, barbado, pelo largo,
lentes de colores, atuendo hippie y con una copa en la mano, me recibió
muy amablemente, hablando con un imperdible acento colombiano:
—Hola, adelante, ¿cómo está? Entre y siéntese hermano,
¿Qué quiere? Hay vodka, cerveza o si gusta, un pitito de rubia para que
se relaje. Tengo una hierba jamaiquina buenísima.
Le pedí no más que agua, y le pregunté si era don Herman,a lo que
contestó riéndose:
—Ni Herman y menos «don», es un invento de esta loca, pero dejémoslo
así.
Supe después que su nombre real era Carlos Lehder Rivas, un
colombiano que desde mediados de los años 70 constituía toda una leyenda
en la región del caribe al haber instaurado en Norman Key (Bahamas), una
base aérea para el envío de centenares de toneladas de cocaína a los
EstadosUnidos. Nuevamente, ante su insistencia, opté por cerveza y algo de
comer.
—Ajá bueno, ¿qué dice ahora nuestra poeta? —preguntó.
—Oh, pues ella, aquí le envía esto —le dije, mientras procedía a
entregarle el paquete, el cual abrió, para empezara leer cada una de las
varias misivas que ahí venían. Unos 20 minutos después, moviendo la
cabeza comentó:
—Anda perdida esta mujer, todo esto no es más que pura mamadera de
gallo. Quiere jugar a dos bandas y no es así. Que escoja y se quede con su
Pablito mejor, a ver qué tal le va.
Nuevamente el nombre Pablo aparecía. Después de un momento me
dijo:
—Hace poco perdí en un mes, casi dos millones de dólaresen ese
pendejo país. Todo se fue en planes y mentiras, esa gente sabe robar, pero
no trabajar bien. ¿Usted no es nicaragüense verdad?
Le dije que era mexicano, se quedó en silencio unos instantes, con la
mano en la barbilla y me dijo:
—Bueno hermano mire, trataré de comunicarme hoy o mañana con ella a
ver qué resuelvo. Usted tranquilo, pásela bien, escoja su chama y lo que
necesite. ¿Oká?
Dicho eso, uno de los empleados del lugar me llevó a una amplia y
confortable habitación. Luego me mostró todo el lugar a la vez que me
introdujo a los ahí presentes. Había dos grandes piscinas rodeadas de
mujeres preciosas, música, comida, bebida, una playa quieta y majestuosa
con un atardecer de maravilla, todo aquello, verdaderamente paradisíaco.
Algunos botes con grandes motores fuera borda rompían de cuando en
cuando la quietud; a veces con apurados personeros y otras con grandes
bultos que, después supe, trasegaban a embarcaciones de mayor calado.
Fueron tres fastuosos días en los que, en medio de ruidosos bacanales,
licor y droga, conocí, sin que fuese mi pretensión, muchos pormenores del
fabuloso negocio que daba campo a ese mundo de derroche e increíble
opulencia. Finalmente, Herman o mejor dicho, Carlos, me mandó anunciar
que saldríamos ese mismo día. A eso de las cuatro de la tarde partí de
regreso a Ciudad Belice, a bordo de la misma «Grand Londoño», pero esta
vez, con tres guardaespaldas armados. Carlos por su parte, venía en otra
nave similar detrás nuestro, también con hombres armados.
Una vez que llegamos al muelle, nos dirigimos al aeropuerto donde nos
esperaban dos sujetos que se reunieron con Carlos en una pequeña sala.
Unos veinte minutos después, salieron y todos nos encaminamos hacia la
pista donde
abordamos un moderno avión Gulfstream de ocho plazas el cual, para mi
sorpresa, lo pilotearía el mismo Lehder.
Salimos y volamos en plena noche. Por el acento al hablar supe que los
dos sujetos con los que abordé el avión eran mexicanos; discreción al
máximo, no dije una sola palabra. Agotado por noches de desmanes y
extrañamente sin temor, me dormí sosegado. Más tarde desperté con los
tumbos del aterrizaje. Habíamos pasado volando una hora quizás. La pista,
seguramente clandestina, era alumbrada por los focos de unos vehículos y
en los laterales de la misma, había una especie de lámpara de gas o baterías
que señalizaban sus bordes.
Supe que habíamos aterrizado cerca del puerto de Coatzacoalcos en el
estado de Veracruz, México. Bajamos y sin mayores preámbulos, Carlos se
despidió diciéndome que alguien llamado Alexander, se encargaría del resto
del asuntoy que el mismo partiría conmigo de inmediato hacia Ciudad de
México. Por mi lado, no tenía ni idea del asuntito ese, al que Lehder se
refería.
Alexander era un güero gringo – colombiano, que había llegado de niño
a Nueva York. Empezó a trabajar con Lehder siete años atrás, cuando este
tenía la base de contrabando de drogas, en la isla de Norman Key
(Bahamas) y quien hacíaun par de meses había llegado a México. Tenía
limitaciones visuales, por lo que empleaba unos gruesos lentes. Tal razón,
agravada con el hecho de no conocer muy bien la carretera, sumado a mi
agudo cansancio como para ayudarle a enfrentar un viaje de unas doce
horas hasta Ciudad de México, nos hizo concluir sabiamente, que lo mejor
era parar en algún cercano hotel de carretera y reanudar el viaje al
amanecer.
Al día siguiente, antes de las seis de la mañana, estábamosya sentados en
la veloz Suburban, rumbo a Ciudad de México. A las preguntas de parte de
Alexander acerca de mi procedencia, de cómo conocí a Carlos, etcétera, le
sucedió una descripción de su parte de las peripecias de él y Lehder, por el
Panamá de Noriega y la Nicaragua de los sandinistas, las millonarias estafas
realizadas por altos personeros de ambos países, el miedo a atentados, así
como la relación de desconfianza mutua entre Lehder y Pablo Escobar, el
intrigante
«don Pablo», que tantas veces escuché mencionar en Nicaragua. Más
adelante, me comentó sobre el concepto narco - revolucionario de Carlos
Lehder, quien acuñaría la frase: «la cocaína es la bomba atómica
latinoamericana para los EE. UU» y luego, sobre la idea de aquel de
financiar guerrillas con ganancias del
narcotráfico. Idea que según me dijo, fue muy bien recibida por la
dirigencia sandinista.
Alexander me adelantó que hacía años que había dejado de ser un
consumidor de drogas y que sus vehementes consejos a Carlos para que
también dejara de consumir habían tenido poco éxito.
A eso del mediodía, nos encontrábamos ya en medio del apabullante
tráfico de Ciudad de México. Buscamos un restaurante donde comer y a su
vez, conseguir un teléfono a fin de llamar al contacto que Alexander tenía
ordenado y quienle daría algunas indicaciones.
Al llegar al lugar convenido, que era otro restaurante cercano, ¡vaya
sorpresa!, la persona a contactar era una perfecta conocida: Sofía Engracia,
la cual estaba acompañada de dos tipos que pertenecían al personal de la
Embajada de Nicaragua en México. Ella y Alexander, se dirigieron a una
mesa cercana y conversaron privadamente; los tres restantes compartimos
otra mesa y a invitación mía, un par de Tequilas.
Después de unos 30 minutos, Sofía y Alexander se levantan y nos piden
acompañarlos al parqueo donde había dejado la Suburban de cuya parte
posterior sacaron un par de maletines que fueron llevados bajo custodia. Me
despedí de Alexander por quien unos socios mexicanos llegarían en breve,
partiendo con Sofía y los sujetos de la embajada, a la residencia de Polanco
donde, ya con los maletines asegurados dentro de la misma, Sofía les
agradeció y los despidió.
El contenido de los maletines eran fajos de billetes de $50 dólares y unos
pocos fajos en billetes de $ 20 que totalizaban
$ 445 mil dólares. Desconocía totalmente la naturaleza real dela
transacción alrededor de ese dinero sin embargo, Sofía me describió el
ficticio guión de inmediato. A primera hora del día siguiente, se elaborarían
ante notario varios documentos que contataban que yo había recién vendido
una determinada propiedad inmueble y que a su vez, era el legítimo
propietario de dos empresas: «Agr***mex», dedicada a la formulación y
exportación de agroquímicos con sede en Monterrey y una procesadora de
carne vacuna denominada «Ro*** Es***lla S.A.», localizada en Culiacán,
Sinaloa. El dinero sería depositado en una cuenta a mi nombre en el
Banamex, en ese entonces uno de los más grandes bancos del país. En
pocas palabras, yo pasaba a ser
legalmente propietario de los 445 mil dólares, así como de dos empresas
totalmente desconocidas para mí. Antes de despedirse y seguramente,
notando mi cara de perplejidad, Sofía me expresó, que todo loanterior se
había hecho con el fin de poder vencer, lo que ella decía que era, «el
bloqueo norteamericano contra Nicaragua»...
Empecé a sentir que la ingenuidad de Sofía pasaba los límites de lo
razonable. Aunque no dudaba de su honestidad, a estas alturas, con lo que
había visto y oído, yo estaba convencido que todo este farsante esquema, no
tenía nada que ver con el bienestar de la gente en Nicaragua y sí con la
corrupción y los desmanes de unos pocos. Estaba más que claro que, en el
caso de Coatlicue, aparte de sus lujos, excentricidades, caprichos y por
supuesto, su místico e imperial proyecto, no le importaba para nada, la
suerte de nadie en su país.
CARGAR Y CORRER
Al marcharse Sofía, la presencia de aquel par de maletines conteniendo
una verdadera fortuna concentró toda mi atención. A mi cleptómano
instinto de cargar y correr, se oponía el argumento de que en todo caso ese
dinero, sería legalmente mío en menos de un día incluyendo las dos
empresas descritas. Por otro lado, me intrigaba mucho el increíble nivel de
confianza en mí depositado por Coatlicue, sencillamente, no lo entendía. Yo
era falsificador de tickets de entrada a partidos de fútbol, tramposo en
juegos de naipes, gigoló y raterillo de damas descuidadas. Fuera de eso, no
conocía ni medianamente el llamado bajo mundo mexicano. No obstante,
estaba seguro de que entre compinches de la calaña ahí encontrada, sería
inaudito un nivel de confianza como la que Coatlicue me brindaba al
dejarme como custodio de todo ese dinero.
Al correr de las horas, de tanto en tanto me preguntaba si los tipos de la
embajada eran confiables y si tendrían llaves dela residencia. El temor me
hizo dormir en un sofá con el que a su vez tranqué la puerta principal.
Finalmente, ni con media botella de ron, me fue posible conciliar el sueño.
Al día siguiente, a las ocho en punto, apareció Sofía acompañada de un
tipo que decía ser notario y quien, después de anotar mis generales,
procedió a leer unos larguísimos documentos, indicandome donde tenía que
firmar. Minutos después, salimos los tres a la acordada apertura de cuenta y
del depósito en el Banamex. De manera formal, yo era ya el legítimo dueño
de todo aquel dinero.
En las próximastres semanas, dos supermercados localizados en Ciudad
Juárez, pasarían también a ser parte de mi patrimonio. Todo eso decidido y
hecho sin consultarme siquiera mi opinión al respecto, aunque también,
debo admitirlo, sin resistencia alguna de mi parte.
En 1985 gobernaba en México, el presidente Miguel de la Madrid bajo la
bandera del todopoderoso y todo corrupto PRI. En ese entonces, conocer
siquiera al cuñado de un primo de algún funcionario o mejor aún, a la mera
esposa de un burócrata, significaba privilegios, oportunidades de
negociazos y si era el caso, impunidad ante la ley por algún desliz. Había
percibido que el tipo de personajes con quien interactuaba Coatlicue
durante su estancia en México, era gente influyente. Tal hecho, por un lado,
aplacaba un poco mi fundado temor en relación a la evidente ilegalidad en
la que incurría a partir de los turbios asuntos de los que yo ya era partícipe y
a su vez, me disuadía de las continuas tentaciones que me acudían.
Producto de mis años de experiencia en situaciones que exigían discreción,
había desarrollado la prudente técnica de hablar poco, preguntar menos y
dejar fluir los acontecimientos; este era el caso actual y debería serlo enel
futuro.
Por varios meses no tuve comunicación alguna con Coatlicue quien se
encontraba en Nicaragua. Mientras que mi interacción con Sofía, era
esporádica y limitada a trámites burocráticos. Las utilidades de mis
supuestas empresas, así como los múltiples depósitos por aparentes deudas
de váyase a saber qué, engrosaban más y más cada día la cuenta a mi
nombre en Banamex. Recuerdo con precisión que, el mismísimo día de la
independencia mexicana, el dieciséis de septiembre de 1985, recogía yo
mismo en el buzón de correo de la residencia en Polanco, un informe
bancario indicándomeun balance de cuenta superior, a un millón de dólares.
En el transcurso de unos meses, mi vida había cambiado totalmente; una
tarjeta Master Card Platino, respaldada porlos intereses de la cuenta
bancaria, hacía realidad lo que quisiese. Tan amable circunstancia y también
recalco, el temor a los poderosos amigotes de Coatlicue, coartaban
rápidamente cualquier eventual pensamiento de mi parte en cuanto a
saquear la cuenta y correr. Era un permanente sacrificio domar mi innato
instinto cleptómano.
En esos días, exactamente el 19 de septiembre de 1985 se dio el
terremoto que afectó fuertemente a la Ciudad de México. Fueron días de
muerte y caos
en distintas áreas de la gran ciudad. Sin embargo, la residencia en la colonia
Polanco no sufrió daño alguno, al igual que el cercano apartamento de
Sofía. Por otra parte, la casa de Carlos, mi amigo escultor en Colonia del
Valle, resultó muy afectada. Tuvieron que transcurrir varias semanas para
que la ciudad pudiera volver,a una relativa normalidad.
¿FÁBRICA DE FANÁTICOS?

Tal y como se verá más adelante, fuentes dignas de credibilidad,


mencionaron la posible utilización por parte del estado nicaragüense, ya
desde el año 2010, de técnicas subliminales de control mental a través de
medios de audiencias masivas como radio y televisión, a fin de dirigir
oscuras pautas de comportamiento social en la población. Así mismo, se
han encontrado señales que apuntan al uso detales métodos en algunos
sectores ligados, a las estructuras represivas del régimen.
La propaganda subliminal resulta ser, todo aquel mensaje audiovisual
que se emite por debajo del umbral de la percepción humana consciente,
pero que el cerebro procesa y almacena en el subconsciente, induciendo
posteriormente a determinadas acciones que son del interés del promotor de
tales mensajes. Este es un hecho prohibido desde 1968 por laONU, y hoy
día es ilegal en la mayoría de países respetuosos de los derechos humanos,
y cuya aplicación, resulta imposiblede comprobar en un estado ilegal,
terrorista y autoritario, como lo es actualmente el nicaragüense.
Especulación o no, consideré importante incluir aquí mi experiencia a
finales del año 1985 con algunos personajes vinculados a un proyecto de
investigación sobre el control mental de masas, que incluía a sujetos que
experimentaron métodos de hipnosis e inoculación de farmoquímicos,
durante interrogatorios a prisioneros políticos en el Chile de Pinochet.
En este referido proyecto, Coatlicue tuvo una muy destacada
participación al brindar un holgado financiamiento atales actividades. Tal y
como se verá al final, lejos de un caso resuelto, aquí lo que queda más bien,
es la sensación de haber agregado mil cabos sueltos, al ya voluminoso
costal de conjeturas que llenan este escrito. Después de todo loable
objetivo, sería que esto motivase sacar a la luz, hechos que por temor o
indiferencia hoy permanecen ocultos, así como argumentos que apoyen,
desmientan o rectifiquen lo aquí relatado.
EL CÍRCULO FUCSIA (CHICHA)
A principios de octubre de ese año (1985), Sofía me anuncia la
inminente llegada a la residencia en Polanco, de una pareja de académicos
soviéticos, un varón y una fémina, quienes venían a continuar una
investigación de carácter médico y se establecerían por una temporada en
México.
Una semana después, la llegada de ambos se hizo efectiva. El nombre de
ella era Dariana Symonenko, oriunda de Ucrania y quien hablaba un fluido
español. Mujer de impresionante belleza, ojos azules intensos y un rostro
sajón suavizado por unos rasgos que, luego supe, provenían de sus
ancestros maternos; su madre, armenia de nacimiento, había llegado de niña
a Ucrania en 1921 huyendo del genocidio turco en ese país. El ruso se
llamaba Dimitri Masukov, un gigantón de modales no muy finos, rostro
rechoncho y fumador empedernido, hablaba casi a gritos, ruso entre él y la
bella ucraniana y con un terrible español hacia el resto. En sus cercanías, un
característico y pertinaz olor, ponía en evidenciasu escasa afición al baño.
Aunque en un inicio creí que ambos académicos eran una dispar pareja,
pronto pude comprobar que su relación era exclusivamente laboral.
A sus 42 años, Dariana era una doctora con especializaciónen neurología
y vastos estudios de la estructura y bioquímica cerebral. Había realizado
cursos de investigación y postgrado en Berlín, Maryland, Boulogne,
Barcelona y Navarra, siendo en éstas últimas dos ciudades donde
perfeccionó su español. Diversas publicaciones de su autoría, formaban
parte de su impresionante currículo.
Un área de su interés, era el efecto en el comportamiento humano de las
drogas sintéticas asociadas a lo que se da en llamar, «bombardeo subliminal
de información». Una iniciativa académica, que según me explicaría más
tarde, se remontaba a los años 30 siendo inicialmente dirigida a modificar
conductas criminales de presidiarios e internos psiquiátricos pero que, por
su potencial de aplicación a nivel de grandes masas humanas, rápidamente
llamó la atención de diversos gobiernos, algunos de los cuales, impulsaron
vigorosamente su desarrollo restringiendo toda información pública al
respecto
A pesar de su estricta y según ella misma, dogmática formación
marxista, las expresiones de Dariana eran todo un dechado de tolerancia
aunada a una lúcida y coherente argumentación. Lectora insaciable, entre
sus libros destacaba uno en inglés, escrito por una autora checoslovaca
que podría traducirse como:
Patología Psiquiátrica del Dictador, el cual llamó mi atención, por lo que,
ante mi interés por el tema y mi desconocimiento del idioma de
Shakespeare, tuvo ella la gran deferencia de leerme y comentarme en
español, pasajes destacados del libro en mención, lo cual sembraría en mí, l
a semilla para ulteriores análisis al respecto.
Dariana, ha sido una de las mujeres más capaces y admirables que he
conocido. Un raro ejemplo de sensibilidad, belleza y solvencia intelectual.
Dimitri por su parte, era un técnico con mucha experiencia en análisis
biométrico de tejidos, y un hombre de confianza delos directores del
proyecto que los trajo a México. El ruso era poco comunicativo y algo
arrogante. Fuera de su horario de trabajo, al cual los llevaban y traían de
manera expresa y un tanto sigilosa, su interés se reducía a fumar, tomar y
charlar escandalosamente con sus amigotes rusos, con los que se ibade farra
los fines de semana.
Aunque oficialmente el proyecto al que ambos, Dariana y Dimitri,
estaban integrados, formaba parte del «Programa de Cooperación Científica
URSS - México General Lázaro Cárdenas». La verdad es que, apartando
formalidades burocráticas, la participación oficial por parte de ambos
gobiernos, en la práctica, era marginal por no decir nula y tanto Dariana
como el ruso, fueron escogidos y enviados como parte de un intercambio
rutinario de instituciones académicas.
Con el pasar de los días, algunas interioridades del proyecto en mención,
salieron a la luz.
Supe que en el mismo, participaba el Dr. Matías Durand, chileno de
origen francés de quien se decía, había colaboradocon Osvaldo Pincetti
interrogador - hipnotizador y hombre de confianza de Manuel Contreras, el
sanguinario director de la temible DINA, la oficina de seguridad chilena
responsable de miles de asesinatos y aberrantes torturas, durante y después
del golpe de estado a Allende en 1973.
Otro participante del proyecto era Hans Lee Santos «El Gurú», un
brasileño de rasgos asiáticos que conoció a Coatlicue en 1977, en el
estridente ambiente roquero y pseudo místico en el que ambos coincidieron
en San José, Costa Rica. Años después, Hans llegó a Nicaragua con el
objetivo de establecer una sede de la elitista secta denominada “Círculo
Fucsia”.
Tal secta proclamaba la supremacía de los llamados “Reptilianos”, de los
cuales, supuestamente existían unos 400 miembros alrededor del mundo
(datos de 1985). Adscrita a la misma se encontrarían destacadas
personalidades políticas, artistas famosos y muchos multimillonarios.
Todos los miembros de la referida secta se consideran
deidadesprovenientes de diversas constelaciones del universo con el magno
objetivo de purificar la tierra y preparar la llegada de undenominado Gran
Avatar.
Parte relevante de su doctrina es considerar a las guerras, las epidemias y
catástrofes naturales como el mecanismo por excelencia para tal
purificación, tomando el sufrimiento humano como un elemento necesario
para saldar cuentas kármicas por parte de las masas, debido a la ignorancia
y desprecio de estas últimas hacia las grandesverdades. ¿?
Al respecto, Sofía me relató:
—A mediados de 1983 llegó a Nicaragua un sujeto brasileño, prófugo de
la justicia de su país donde, con el título de «Sat Gurú», dirigía una secta
involucrada en algunos escándalos. Radicado entonces en República
Dominicana, se hace llamar Hans Lee Santos, conocido también como el
gurú Swami Shri Talhumades quien conoció a Cuatlicue en Costa Rica.
Elitista y discriminadora, esta secta vanagloria el éxito y poder de sus
privilegiados miembros, sin dar espacioen ella a quienes denomina
fracasados. Su lema es, que los poderosos más que los justos, gobernarán el
mundo. Promueven el derramamiento de sangre como mecanismo de
purificación y sostienen, que la esterilización forzada de las «razas
inferiores», es un imperativo. Su llegada a Nicaragua no era solo con el
objetivo de agenciarse de miembros y recursos para su secta, sino también,
el de obtener conejillos de Indias disponibles parasus enrevesados
experimentos de control mental, tarea parala cual Coatlicue y sus allegados,
le brindaron una discreta colaboración. El plan de experimentación empezó
primeramente con voluntarios ávidos de alguna regalía, luego con
prisioneros comunes que, bajo la promesa de revisar su caso y una falsa
garantía de inocuidad de las sustancias utilizadas, accedían a ser inyectados
con algún tipo de droga, ingerir una especie de goma de mascar, y colocarse
sobre la cabeza unos aparatos. Cómodamente cobijados bajo la protección
de Coatlicue, todos ellos operaron a sus anchas en Nicaragua, de junio a
octubre de 1983. Aunque sus actividades llamaron la atención de los
órganos de inteligencia nicaragüense, se sabía que cualquier acción dirigida
a investigar sus actividades, sería abortada de tajo por el largo eimplacable
brazo de la Coatlicue, con consecuencias nada gratas para aquel infeliz que
se llegase a encontrar responsable de semejante atrevimiento. Nunca se
supo nada de las conclusiones finales de tales experimentos, lo que sí quedó
entonces establecido, fue la estructuración de un selecto grupo de los
llamados iniciados, todos íntimos de Coatlicue.
MONITO DE ZOOLÓGICO
Tal y como lo he apuntado anteriormente, en ocasiones me había sentido
intrigado por el excesivo nivel de confianza que Coatlicue había depositado
en mí, inquietud que finalmente, compartí con Sofía quien me expresó:
—En el nivel trivial y profano de su mundo, ella lo ha dicho, tú eres su
monito de zoológico, bruto pero divertido. Discúlpame, pero así lo ve ella,
no yo. Por otra parte, en su universo de fantasías y revelaciones místicas,
para ella tú eres el «Aguador». Sucede, que días después de conocerte y
ante cierta suspicacia de Maritza ante tu persona, Coatlicue visitó a un
astrólogo brasileño llamado Joao, quien en ese momento era todavía amante
de Durand, el chileno. A partir de tus datos de hora, fecha y lugar de
nacimiento que seguramente tú le diste, el brasileño obtuvo tu perfil
astrológico y…
Corté súbitamente las palabras de Sofía y le externé:
—Me dices que ese astrólogo, Joao, ¿era amante del chileno?
—Sí, Durand lo trajo de Brasil y ahora lo abandonó aquí en México
—me respondió tajante.
De inmediato le pedí que fuésemos a visitar a Joao, algo a lo que
inicialmente se negó, temiendo que Coatlicue se enterase de ello.
Debo señalar aquí, que mi opinión acerca de los homosexuales en ese
entonces, no difería mucho de la del mexicano típico, la cual era superficial
e intolerante, considerando al homosexualismo como una perversión de la
naturaleza y a sus practicantes, como una afrenta para el resto de los
verdaderos “machos” mexicanos.
Por decadas la homofobia era una moda sin solapamiento, muchos
homosexuales en todo México fueron víctimas de crímenes de odio que casi
siempre devenían en impunidad.
Con todo ello, insistí a Sofía lo interesante que sería visitar ambos al
astrólogo. Al final accedió, a condición de que buscásemos la manera de
que Coatlicue no llegase a saberlo.
— Sucede que no le gusta compartir lo que cree que son, sus exclusivos
contactos —me dijo a manera de aclaración.
Al día siguiente, nos dirigimos al pequeño consultorio de Joao, ubicado
cerca de la Colonia Morelos, en un sector de clases populares y de mala
reputación por su inseguridad. Joao nos recibió saludando efusivamente a
Sofía con una acaramelada mezcla de portugués y español. Delgado, de tez
blanca, llevaba lentes y vestía de pulcra camisa blanca ypantalón oscuro.
Un escritorio, tres sillas, unas mesitas atiborradas de libros y un esquema
del sistema solar conremarcaciones astrológicas colgando de la pared,
componía el ambiente en aquel pequeño cuarto de consultas, que
despuéssupe, también era donde Joao se alojaba. Todo aquello, para mi
sorpresa, muy alejado de la prejuiciada imagen que de él y de su probable
entorno, me había hecho.
¿Cómo empezar a hablar? ¿Falseando nuestro interés por una consulta o
yendo directamente al grano? Sofía lo resolvió, pasando del saludo a una
más íntima conversación mientras yo aparentaba interés por un libro.
Rápidamente salió a colación, su difícil situación personal. Solo, en una
urbe desconocida, en un vecindario para nada atractivo ni seguro y con una
esporádica clientela que a duras penas, le daba para mantenerse. Agotados
los magros recursos que Durand le arrojó para que desapareciera de su
vista, estaba por ser desalojado de aquel apartamentico que se asemejaba al
que yo habitaba apenas un año antes. Sentí lástima, pero a la vez simpatía y
respeto por la dignidad que Joao, mostraba al relatar su situación.
—Tranquilo Joao, lo resolveremos, ¿verdad Jorge? — me preguntó
Sofía, a lo que respondí con un gesto de aprobación y una sincera sonrisa.
Luego, sin mayores preámbulos, nos fuimos directamenteal cometido de
la visita.
—Necesitamos tu ayuda, queremos que nos digas todo lo que sabes del
proyecto en el que trabaja Durand, sus objetivos, interioridades, ¡todo!
Su disposición fue total e inmediata. Después de una serie de
apasionadas diatribas contra el chileno, empezó a hablar de una manera más
serena, expresando:
—Primero que nada, todos en esa secta empezando por Hans, tienen el
concepto de ser una clase de seres superiores, una élite con una misión
supuestamente divina. Manejan una filosofía racista, se refieren a los
chinos, árabes, negros e indígenas como seres involucionados e inferiores,
cercanos a las bestias, por lo que deben ser tratados como tales.
—Todo lo que hacen está ligado a preparar la supuesta venida de Baluk
Teitan, el príncipe regente de un supuesto, nuevo imperio. Sus experimentos
los hacen contratando gente que ellos, llaman voluntarios pero que son
pagados. Les dan aingerir mezclas de diferentes fármacos en líquido,
tabletas o inyectados, y luego les hacen ver unos monitores de televisión.
Ellos mezclan imágenes y sonidos comunes, digamos música popular o
novelas de televisión con lo que llaman BSI, o sea, Bombardeo Subliminal
Intermitente. La lógica en est o es q u e la droga que dan a tomar ablande, o
sea, incremente la capacidad receptiva del subconsciente humano, haciendo
que el referido BSI, seamuchas veces más efectivo.
El programa en sí, es un sistema de control mental con proyecciones de
aplicación masiva. El supuesto avatar, el brasileño Hans, lleva años
desarrollándolo con el fin de inducir determinadas ideas y creencias, a un
nivel masivo. En Brasil lo experimentó con drogadictos y gente dela calle.
Los dos reciben mucho dinero de gente de aquí de México y del extranjero,
entre ellos, de Coatlicue.
Luego Joao, preguntó directamente a Sofía: —Ajá, ahora dime, ¿a qué
viene todo esto? ¿Acaso vos y tu jefa no lo saben, siendo ella una de las que
más dinero aporta?
Ante el silencio de Sofía, continuó:
—No sé, me vas a disculpar Sofía y espero no te molestes, pero…
Lo que siguió, fue una serie de denostaciones contra Coatlicue de las
que, con pinza, escojo las más ponderadas:
«Ignorante de la verdadera esencia del espiritualismo, exhibicionista,
intolerante, homofóbica, antisemita, de limitada cultura general a pesar de
sus
ínfulas de intelectual».
Luego, cuestionó: —No entiendo, ¿qué hace una supuesta revolucionaria
con estos dementes? — agregando:
—Incoherentemente racista, le pasa las de Hitler, hablaba de la suprema
raza Aria, siendo él, un enano.
— Esta, tu jefa, de su misma boca se lo oí, odia a los negros, siendo ella
lo que en Brasil llamamos un cuarterón, o sea, unamezcla de aborigen
americano, africano, árabe berebere y español. ¿Acaso no se ve en un
espejo? Es además, un espíritu maligno, créanme, no será muy culta, pero
es inteligente y muy astuta para lo malo. Una víbora con poder,
peligrosísima, ojalá me equivoque, discúlpenme, pero eso eslo que pienso.
Las expresiones de Joao eran sentidas y tajantes. Mientras,Sofía callaba.
El tiempo se encargaría tristemente de darle un carácter profético a sus
aseveraciones. En el campo, el campesino por el alba augura el día. Así
mismo, el ojo experto, el almasensible, percibe la perversión del espíritu de
manera más temprana y clara que los demás.
Antes de concluir, Joao puso de manifiesto que el proyecto tenía dos
facetas, la oficial, teóricamente ligada al desarrollo de fármacos dirigidos a
tratar desórdenes de carácter neuro- cerebral y la real: un programa de
investigación y desarrollo de drogas sintéticas y de lo que se conoce como
bombardeo subliminal de información, esto es, un proyecto dirigido al
control mental del individuo, a través de una programación cerebral
inducida. Los objetivos globales del mismo le eran desconocidos.
Concluimos la visita, y le agradecimos a Joao su valiosa información,
poniendonos a su orden para lo que necesitase.
Pocos días después, con apoyo de Sofía y de mi parte, nuestro
matogrosense amigo, se trasladó a la entonces, porosa frontera mexicana –
estadounidense rumbo a Nueva York, en pos de mejores oportunidades.
INDIFERENCIA IMPOSIBLE
Cobijado en la idea de que al fin y al cabo, yo me había metido en esta
aventura por dinero y no por descubrir o entender tramas místicas o
políticas
de ningún tipo, pretendí ser indiferente a todo aquello. Sin embargo, aunque
lo intenté, fueimposible.
Estaba en medio de una confusa trama que, quisiera o no, ya influía
decididamente en mi vida: Científicos en intrigantes proyectos, Lehder con
sus millones y sus paraísos caribeños, cuentas bancarias y propiedades de
origen desconocido, santulones gurúes, proyectos místicos imperiales,
etcétera.
¿Qué relación había en todo eso?
La actitud seria, dedicada, aunque absurdamente fiel a su jefa, de parte
de Sofía, sus expresiones de humanidad y de aprecio a su revolución, su
humilde y sincero reconocimientoa sus compañeros caídos o en lucha por
su país. Todo eso definitivamente, no tenía absolutamente nada que ver con
Lehder y sus fastuosidades y menos aún, con las cotidianas brutalidades de
ese submundo. Tampoco imaginaba a Sofía promoviendo oscuros rituales o
compartiendo mesiánicos discursos, ensalzando el derramar sangre para
honrar a los implacables dioses, venerados por su dogmática e intolerante
jefa.
UNA SUBLIME
UCRANIANA

Conversar con Dariana era toda una exquisitez. Hablaba sin


grandilocuencia, me explicaba con palabras sencillas tópicos de
temas complejos, conmoviéndome con su paciencia para
desenhebrar y corregir mis desordenadas preguntas y más aún, mis
trasnochadas afirmaciones pseudo científicas, propias de una cultura
ligada casi por entero a noticias del fútbol, novelas y revistas
fantasiosas obtenidas en quioscos de calle. Puedo asegurar que nunca
observé en aquella científica, un ápice de burla o desdén por nuestra
evidente desigualdad cultural.
Solos y en ocasiones acompañados por Sofía, en automóvil o
caminando, recorríamos calles, parques y vecindades populares,
incluyendo algunas zonas afectadas por el reciente terremoto que
devastó ciertas áreas de la ciudad. Alegre y generosa, recuerdo muy
bien a aquella atractiva mujer de pie o en cuclillas, tomando fotos
con una cámara Kodak, conmoviéndose igual por la admirable
arquitectura de un viejo palacio que con la imagen de un mendigo.
Ucraniana antes que soviética, Dariana no tenía en muy buenos
términos a los líderes y pléyade de comisarios políticos de la
entonces URSS. Nacida en plena hecatombe nazi (1944), en su
infancia, atestiguó los terribles rigores y abusos de la postguerra. Su
padre Ben Zimmerman (Dusseldorf, 1910) había llegado a Ucrania
siendo niño, con sus padres, judíos practicantes que huían
espantados de los aprestos de guerra en la Alemania de 1915.
Conscientes de las razias antisemitas que, de cuando en cuando,
se ejecutaban en Europa, tuvieron la decisiva idea depracticar su
religión puertas adentro. Más tarde, con ayuda de algunos contactos
ucranianos, llegaron al punto de cambiar el Zimmerman por el
Symonenko en sus nuevos carnets de identidad. Un hecho que, en
definitiva, les permitió trabajar y poder llevar una vida, no exenta de
limitaciones (la URSS anexó Ucrania en 1922), pero al menos, sin
sobresaltos y que incluso, seguramente los salvó de la matanza de
judíos de Babi Yar, efectuada por los Nazis en Kiev en 1941.
Conocedora desde su tierna infancia de horrendas historiasde
sobrevivientes de las hambrunas provocadas, las matanzas y los
campos de concentración promovidos por Stalin y sus aplicados
secuaces, creía que era una aberración querer imponer doctrinas a
sangre y fuego, que ninguna ideología podía estar por encima de la
dignidad humana y el respeto a sus derechos fundamentales.
Consideraba sin vacilación alguna a Stalin, tan criminal e infame
como Hitler.
Durante el día, yo me había dado a la tarea de acudir a la
biblioteca pública ubicada en la cercana delegación de Cuauhtémoc,
a fin de leer más sobre los temas expuestos. Informal y
espontáneamente, había establecido una interesante rutina de
aprendizaje histórico, filosófico y de otras áreas. En aquella especie
de embeleso pedagógico, pasésemanas.
Por otra parte, disfrutaba de la dulce burbuja financiera que me
permitían los réditos de la cada vez más abultada cuenta del
Banamex, los que extraía, sin consulta alguna, pero convencido de
arreglármelas para justificarlos si se presentaba el caso. Fue esa sin
duda para mí, una muy grata época. El día se consumía a vertiginosa
velocidad y la noche, siempre llegaba con su pequeña o gran dosis de
delicioso aprendizaje.
Al pasar de los días, sintiéndome con más confianza para
interrumpirla y cuestionarla acerca de los aspectos éticos de los
programas en los que participaba, me dijo:
—Mira Jorge, mi participación en programas como esteaquí en
México, es circunstancial y limitada a funciones técnicas muy
específicas. No conozco los objetivos finales del mismo, pero estoy
clara de que no son el producir pastillas contra la migraña o la
depresión, sino que forman parte de un vasto esfuerzo investigativo
alrededor del comportamiento psíquico humano, con vistas a su
potencial control ymanipulación.
Consideré una deslealtad de mi parte, ocultar lo que sabía de
trasfondo en torno al proyecto en el que ella participaba. Así que
terminé por revelarle mi conversación con Sofía y Joao, las
misteriosas acciones de Hans, el gurú brasileño en Nicaragua así
como de personajes como Durand, Coatlicue y su imperial proyecto
«Hueytlahtlocayotl», sin dejar de lado susrituales chamánicos. Con
una calma admirable y sin apenas interrumpirme, me escuchó.
Había creído yo importante, aun a riesgo de pecar de imprudente, oír
la opinión de aquella destacada académica sobre asuntos que
claramente desbordaban mi
comprensión y turbaban mi espíritu. No me arrepentí de haberlo
hecho. Insistiendome en que lo que me dijera, era estrictamente
personal, me expresó:
Es probable que las actividades del señor Hans y sus
colaboradores cercanos, se relacionen directamente con la
manipulación y control de la mente de sujetos sometidos a la
influencia coordinada de drogas e implantación subliminal de
información en su subconsciente. Un hecho antiético y delictuoso,
pero practicado abierta o solapadamente, en algunos países donde ha
sido clave para la formación de ejércitos, de fanatizados militantes.
La Alemania nazi lo investigó y lo aplicó con algunos segmentos de
las despiadadas SS. Hoy día, en la búsqueda de información de
inteligencia en prisioneros de guerra o miembros de grupos
terroristas, por ejemplo; la aplicación de técnicas subliminales
resultan muchísimo más eficaces que los clásicos métodos detortura
física o psicológica, los que se utilizan más bien con el objetivo de
derrumbar la estructura moral del adversario o por satisfacer
determinadas necesidades sádicas de los ejecutores directos de la
tortura o sus patrones, más que por obtener información de
verdadera utilidad.—
¿Necesidades sádicas? —le cuestioné.
A lo que respondió:
—Sí, el sadismo es el disfrute del dolor físico o emocional infligido
a otra persona o a algún animal. Una práctica exclusivamente
humana, no existe en la naturaleza ninguna otra especie que cause
dolor exclusivamente para disfrutar por el sufrimiento generado a
causa de su acción. El dolor físico ha sido una importante estrategia
evolutiva, un mensaje urgente de prevención de un daño orgánico
mayor. El mismo es originado a partir de una señal procedente de un
conjunto de emisores y receptores celulares, que reaccionan ante la
alteración invasiva de un determinado tejido orgánico. Es ensí, un
mensaje bioeléctrico que el sistema nervioso transmite y luego,
traduce como una sensación desagradable o dolor de variable
intensidad que obliga, consciente o inconscientemente, a tomar
medidas de protección y supervivencia. Evolutivamente hablando, en
la lucha despiadada por sobrevivir, el identificar y cuantificar el
dolor de la víctima o incluso del depredador, resultaba vital para la
toma de decisiones, para atacar o para correr. En ese sentido, más
allá del grito que es la vocalización del dolor, nuestro sistema
nervioso creó sofisticados mecanismos de percepción, una especie de
sensores biológicos del dolor que a su vez, son capaces de generar en
el receptor, una gama de
sensaciones que van, desde el terror a la tranquilidad y más aún,
hacia una euforia directamente proporcional al dolor del enemigo.
El sentimiento común de satisfacción que experimentamos ante el
castigo a un criminal, tiene que ver también con esos mecanismos
evolutivos. Aunque los humanos somos primariamente entidades
biológicas, nuestro sistema cognitivoy emocional hace que no
actuemos solo por impulsos biológicos, sino que también, por
diversos códigos de valores. Identificamos como amenaza no solo
aquello ligado a los riesgos fisiológicos, sino también a nuestras
concepciones culturales o creencias políticas, religiosas, etcétera. Lo
que significa que, como especie social, hemos extendido nuestro ser
más allá de lo inmediatamente inherente a lo físico. Está demostrado
que en las personas sádicas se da una intensa activación de algunas
regiones cerebrales cuando directa o indirectamente, generan
sufrimiento ajeno. En este caso, al igual que con el consumo de
drogas, se generan importantes secreciones de dopamina y
serotonina. Tomando en cuenta que causar intencionalmente dolor
resulta moralmente inaceptable y universalmente punible, las
fuentes de satisfacción sádica están vinculadas a la posición de poder
sobre otras personas. Tanto el abuso infantil como la violencia a
personas físicas o mentalmente vulnerables conllevan
manifestaciones sádicas, no obstante, cárceles, reformatorios,
centros psiquiátricos y… GOBIERNOS, son las más abundantes y
deseadas fuentes de satisfacción de los adictos al sadismo. En la
trastornada mentalidad del sádico, la tortura física y mental al
adversario político o religioso, no solo satisface su insaciable
demanda personal de dolor ajeno, sino la de su extendido ser político
o religioso. Los líderes sádicos, normalmente asociados a otras
psicopatologías a lo largo de la historia, han demostrado ser una
fenomenal maquinaria de muerte y destrucción. Sus trastocados
dogmas, que invariablemente incluyen la deshumanización de sus
rivales y por supuesto, su propia divinización, no solo arrastran a
millones a matar y morir sino que, anulan en sus fanatizados
seguidores, valores morales esenciales para el freno de muchos de
nuestros bestiales instintos latentes, sadismo incluido.
Utilizando de pretexto la aplicación de doctrinas ideológicas
ortodoxas o pseudo espiritistas, tales líderes devenidos en
implacables dictadores, se han rodeado siempre de entusiastas
verdugos. Con un discurso que claramente alienta al crimen contra
sus adversarios, van transformando a sus seguidores usualmente,
personas de la más baja calidad moral y maltrecha cultura, en
verdaderas hordas de fanatizados depredadores que, sin compasión
alguna, al grito de dogmas y consignas, no vacilarán en herir,
torturar, violar o matar a quien su gran líder oriente. La liga de
comunistas o komsomoles soviéticos, las camisas negras nazis, las
pardas italianas o la infame guardia roja de la revolución cultural
china, han tenido el común denominador, una nefasta mezcla de
mesianismo, sadismo y megalomanía.
Palabras más o palabras menos, esas eran las explicaciones que
Dariana me brindaba.
VIAJE A
PUEBLA

Todo el alud de acontecimientos vívidos en esos pasados meses, había


tenido un significativo efecto emocional en mí. Para bien o para mal, en
pocos meses, mi vida había dado un vuelco y aunque la euforia por mis
estupendos e inesperados logros económicos era apabullante, no dejaba de
sentir el peso de mis cuestionamientos morales y también, la incertidumbre
en el porvenir.
Cada vez me era más frecuente, sentir nostalgia por mi felizy
despreocupada infancia. Recordaba con gratitud el cuidado amoroso, los
regaños y preocupaciones de mi madre, ante mi rebelde y hasta vandálico
comportamiento. Necesitaba verla, abrazarla, sumergirme fugazmente
siquiera, en aquel pasado de fantasías infantiles y entusiasmos de
adolescente. Venía también a mi mente mi querido maestro Venusiano
Ibáñez, quien para ese entonces sería un anciano de unos 80 años.
Exiliado español llegado a México en 1940, Venusiano había sido mi
profesor en la pequeña secundaria Francisco Madero de mi natal Puebla.
Hombre culto y generoso con una inmensa vocación de servicio. Fue un
inestimable amigo y paternal consejero en mi adolescencia. Sentí la
necesidad de verlo, hablar con él, buscar su consejo.
En ese sentido, una noche y de la manera más natural, comenté a
Dariana sobre mi partida al día siguiente a Puebla, por lo que me ausentaría
por 2 o 3 días.
Su inmediata e inesperada reacción fue una expresión de ironía y
molestia:
—¿Vas a Puebla? Así, ¿de pronto? ¡Grandioso!
A continuación, poniendo el libro que leía sobre la mesa, se levantó de la
silla y caminó intempestivamente hacia su habitación, cerrando el episodio
con un estruendoso portazo.
Por primera vez la veía molesta y evidentemente, su molestia se
relacionaba con mi anuncio de viaje, ergo, lemolestaba mi ausencia…
¡Hurra!
Nada pudo haberme entusiasmado más que aquella su insolente,
femenina y reveladora actitud. Aún recuerdo vivamente mi grandísimo
alborozo, mi rostro caliente, mi corazón latiendo a mil. Me levanté de
donde estaba y busqué aire, necesitaba aire. Instantes después, un solo
pensamiento llenó mi cabeza:
¡invitarla a ir!
Volver a la ciudad de mi infancia, perderme entre sus callesy cursar
veladas acompañado de aquella beldad, era mucho más de lo que me
hubiese podido imaginar. Volví a la sala y minutos después la vi salir. Se
disculpó, me dijo no tener ningún derecho a reclamar y otras tonterías. A
continuación, lemanifesté mi disposición a viajar con ella y que pospondría
el viaje para dar tiempo a que se preparara. Aún con el ceño fruncido, dijo
que no sabía, que lo pensaría, que la disculpara,que necesitaba leer y no
tenía ánimo de hablar. Antes de dejarla le insistí:
—El próximo viernes es primero de noviembre, día de difuntos, habrá un
largo fin de semana y sería interesante…
—Ya le dije que lo pensaré —me interrumpió cortantemente sin dejarme
terminar.
Vistos los ánimos, decidí que lo mejor era callarme y alejarme.
Emocionado, esa noche apenas si pude dormir, ante la casi certeza de que
recibiría un fantástico sí de los labios dela bella ucraniana.
No duró mucho mi entusiasmo, al día siguiente Sofía me dio la
inesperada y agridulce noticia de que Dariana había decidido ir a Puebla y
la había llamado... invitándola a que nosacompañara. Con el ánimo por el
suelo, no hice más que anidar en silencio, la maquiavélica esperanza de que
Sofía, mi querida amiga, de alguna manera se indispusiera y anulara su
participación al viaje mientras que la otra, pues... ¡la mantuviera!
No hubo complacencia del destino, el viernes a primera hora ambas
mujeres se presentaban con la más plena disposición y entusiasmo para
viajar, por lo que en pocosminutos, estábamos partiendo hacia la histórica y
hermosa ciudad en un confortable Oldsmobile Cutlass descapotable que
renté el día anterior. Para mayor consternación de mi parte, ambas mujeres
ocuparon el asiento posterior. Ambas felices, parloteando, cantando e
indiferentes a mi desazón.
Pensaba por mi parte que una vez en Puebla, haría un espacio de tiempo
para buscar y hablar privadamente con mi viejo profesor. Al fin y al cabo,
renovar sentidas vivencias y no pueriles asuntos de féminas, era el preciado
e inicial objetivo de mi viaje, ¿no?.
Testigo mudo de mi feliz infancia, Puebla, también me era sinónimo de
limitaciones y penurias a partir de la separación de mis padres. Aunque
había salido hacia la capital a mis escasos 17 años, volvía siempre a mi
terruño en busca de consuelo y refugio, en períodos de vendavales
amorosos o financieros.
Llegamos a la ciudad a media mañana, con un tráfico caótico por las
celebraciones callejeras y oyendo campanas al viento de muchas de sus
tantas iglesias. Era un ambiente festivo y popular. Poco después del
mediodía estábamos en casa de mi madre, quien tenía preparada comida
típica para la ocasión. El encuentro fue emotivo y la presentación de mis
singulares amigas estuvo llena de gracia y jovialidad.
Posteriormente, notando que la plática de aquellas mujeres derivaba
apasionadamente en los terriblemente aburridos y muy femeninos temas de
modas, decoración y similares banalidades, aduje un supuesto ruido oído en
el motor del auto que me obligaba a llevarlo a un mecánico.
Hecho así, me encaminé hacia el antiguo barrio El Refugio, lugar donde
sabía que mi estimable maestro residía. Llegado al sitio, estacioné y saqué
del valijero del auto una figura en metal del Quijote comprada el día
anterior y un disco, “La Viejita de Mozambique” de Carlos Mejía Godoy,
que recién había descubierto y que le traía como presente.
Atravesé el amplio portón de la vecindad que aglutinaba una docena de
pequeñas casas y de inmediato, reconocí la puerta de la morada que
buscaba. Suaves toques en la mismallamaron la atención de una matrona
vecina, que me advirtió de la ausencia total de personas ahí diciéndome:
—Los jóvenes salieron de paseo a las celebraciones con subebé.
—¿Jóvenes? ¿Bebé…? —mi extrañeza inicial dio paso a un
mal presentimiento.
Al explicarle a la dama mi afán por hablar con el profesor,su respuesta me
estremeció:
—¿Don Venusiano? Uhh, él ya cumplió año de muerto mijo…
Anonadado ante tan infausta noticia, no pude sino agradecer la
información y marcharme hondamente consternado. Un gran sentimiento de
desolación embargó mi espíritu.
Cuánto hubiese deseado compartir con mi viejo mentor, la cascada de
acontecimientos que me habían sucedido. Sentía que su ida me dejaba
huérfano de sus certeros consejos, que, conociendo su probidad, integridad
moral y actitud franciscana, sabía por dónde vendrían. Aun así,
anhelabaescucharlos.
Venusiano había llegado a México a sus 35 años, huyendo de la guerra
civil en España y, como decía, de los dos bandos; uno que le gritaba
comunista y el otro que matarle quería, acusándole de traidor.
Católico de ideas liberales, había militado con los republicanos
españoles siendo luego apresado por los franquistas en Cataluña y
salvándose a última hora de ser fusilado por la vehemente intercesión del
obispo y el director del colegio donde impartía clases, quien
providencialmente, era tío paterno de Pepa, su mujer. Con esta última y su
pequeña hija Dolores, huyó a Francia de donde, ya en los albores de la
invasión nazi a ese país, apenas alcanzó a embarcarse a tiempo en el puerto
de Le Havre, rumbo a La Habana, en abril de 1940. De Cuba saldría hacia
Veracruz, México, en septiembre de ese mismo año.
Lector empedernido, biólogo de profesión y autodidacta,vivía al tanto de
los acontecimientos nacionales y mundiales. Nos alentaba a leer, leer y leer,
más allá de los deberesescolares. Amaba a Darío, de quien a menudo citaba:
“El libro es fuerza, es calor, es poder, es alimento; antorchadel
pensamiento y manantial del amor”
En ocasiones, cuando le preguntábamos de qué parte de España era,
respondía: —Dime tú primero ¿de dónde es el viento?, mientras tanto,
escucha: Mi ombligo dejé en el muy asturiano Oviedo, mis dientes de leche
en la tierra de Quevedo, estudié en Pamplona y válgame Dios, solo a
enamorarme fui a Barcelona. He dormido en Nerja y amanecido en
Gibraltar, donde bandera española debería estar.
Hispanófilo a toda prueba y sabido de mi vínculo sanguíneo con el actor
Fernando S. «Mantequilla», cuidaba de que no hubiese otros profesores
cerca, para sacar su nacionalismo diciendo:
-—Ehh, venga, excelente actor tu tío. Sus películas, insuperables, como
era de esperar al tener detrás a directores, guionistas y libretistas
insuperables, todos españoles y más aún, andaluces. Vamos, que la época de
oro del cine mexicano tiene por nombre España y por apellido Exilio.
Su perspectiva de la conquista española era diferente a la que siempre
había oído en mis clases de historia y definitivamente, más lógica y más
coherente, aunque si se quiere, como mexicano que soy, menos heroica e
inflama pecho. De la misma, decía:
—Ha sido el mayor acontecimiento humano de los últimos dos mil años.
¿Qué otro imperio, con un puñado de marineros agotados, hambrientos y
desesperados, ha llegado no solo a conquistar sino a mantener unido un
territorio de más de 40 millones de kilómetros cuadrados por más de 300
años?
—Dos mundos frente a frente, que al fundirse, dan lugar al nacimiento
de la fecunda «hispanoamericanidad». La única potencia europea que creó
el mestizaje fueEspaña. Ninguna más pretendía unirse a otro mundo,
nosotros sí, incluso, con mandato y anuencia de la magnífica reina Isabel La
Católica.
---Ninguna potencia se preocupó por la salvación de las almas de los
pueblos que conquistaba, nosotros sí. Y deescuelas fundadas, ¡por favor!:
Cien años antes que Harvard, en 1548, ya se había fundado la Universidad
de San Marcos en Perú.
Recordé también la sobriedad y el estoicismo con el que sobrellevó la
muerte de Pepa, su españolísima y dicharacheramujer años atrás.
Envuelto en tales remembranzas arribé a la casa de mi madre. Desde
fuera se escuchaba el jolgorio de las tres mujeres cuyas risas, en ese
momento, me resultaron fuera de lugar. Entré, tratando de guardar cierta
compostura, sin embargo, no pude o quizás no quise disimular mi tristeza.
Condesgano y sin mucho abundar, di la noticia a mi madre quien, también
conocía al maestro y quien, para mi sorpresa, ya estaba enterada del hecho.
Ensimismado, y sin prestar atención al nutrido parlar del femenino trío,
divagué un buen rato. Más tarde, al percibir el ansia de mi pareja de
invitadas por acercarse a ver la algarabía callejera que a lo lejos se
escuchaba, con apagado entusiasmo las conminé a salir, iniciativa a la que
de inmediato accedieron.
Esa mismo día por la noche pude tener una amplia plática con mi madre
en el fondo de aquel patio donde de niño yo correteaba. La misma me puso
al tanto de que con su magra pensión de enfermera jubilada apenas
alcanzaba a llegar a fin de mes, sobre todo ahora, con la compra de
medicamentos debido a una artritis que la agobiaba. Ni qué decir de mi
inmensa satisfacción al depositar en su mano una muy generosa suma de
dinero, motivandola a colocar una línea telefónica a fin de que tuviésemos
una continua comunicación. Esto último, posiblemente motivado por la
fuerte experiencia vivida apenas un par de horas antes en la antigua casa de
mi profesor.
Puebla, señorial y hospitalaria, colmó las expectativas de mi peculiar dúo
de turistas y aún más importante, la experiencia había dado lugar a una
comunicación más profunda con ambas, creándose vínculos de mucha
confianza, lo que me permitió conocer, no sin asombro, algunos detalles,
opiniones sinceras, dudas y temores en relación a sus actividades.
Elementos todos que me ayudarían a tener una más amplia visión del
menudo entramado aquel que la vida, de manera inconsulta, me había
puesto en frente.
AQUEL 19…
El 12 de diciembre, día de la virgen de Guadalupe, llegó con una
desagradable nueva: Daríana me anunciaba inesperadamente y para mi
mayor agobio, hasta con cierta alegría, el término de su contrato de trabajo
y consecuentemente, su pronta partida el sábado 19 de ese mismo mes;
infausta fecha que se me fijó en la mente, igual que se le fija la fecha de
ejecución a un condenado.
En los días subsiguientes a tan ingrato anuncio, sus exposiciones
nocturnas perdieron su sentido educativo para volverse un intenso ejercicio
de asimilación. Sí, quería asimilar, pero no solo sus ideas o palabras, esta
vez quería aprehender toda su humanidad, para guardar en mí, su inefable
presencia. Que se fuera ella, pero que se quedara Dariana, o viceversa...
Durante esos días, intenté no dormir para así ralentizar el tiempo y
alargar artificialmente, su partida. No funcionó, la temida fecha arribó y con
ella, mi desolación.
Insólitamente, aquella mañana llegó como cualquier otra. Me costaba
creer que el sol, el viento, el cantar de los pájaros, en fin, todo, siguiera
como que si
nada pasara. En verdad me lastimaba la impasibilidad de la vida, ante mi
tristeza. Faltaba lo peor, verla a ella despedirse con la más indiferente
compostura, como acostumbrada a esas situaciones y el acabose, hasta
bromeando al darme la mano y decirme:
—Bueno, su Majestad Jorge V, adiós, goodbye, auf wiedersehen,
arrivederci, un gran gusto y gracias por todo…
No dijo más nada, absolutamente, más nada. La percibí fría, como
imagino al viento nocturno en las estepas de su natal Ucrania.
Desde la puerta de la residencia, más que caminar, la vi flotar, grácil,
sublime, dirigiendose hacia el coche que la esperaba, cuando de pronto, un
empujón y una atropellada voz me sacó de mi embeleso: —¡Hey favor,
quitarte, quitarte!
Era Dimitri, el brusco ruso, cargando una maleta tan grande como él,
exigiéndome pasada.
Una intensa sensación de injusticia me abatió. Finalmente, no podía más
que acogerme con resignación al único bálsamo efectivo en estas
circunstancias: el tiempo.
DE GIGOLO A
TESTAFERRO

Después de buen tiempo de no saber de ella, en los primeros días de enero


de 1986, recibí, a través de Sofía, una inusualmente amable misiva de parte
de Coatlicue, preguntándome acerca de mi disponibilidad de viajar a
Panamá, desde donde partiría con ella hacia Brasil, autorizándome a cubrir
mis gastos de viaje con la cuenta a mi nombre del Banamex. Esta vez, sin la
menor vacilación, respondí afirmativamente.
En mi estrecho universo, Brasil era el Maracaná, el templo del fútbol
mundial, el patio del más grande ídolo:¡Pelé! Conocerlo, sería como un
sueño hecho realidad. Mecostaba creerlo.
Dos semanas después, a eso de las seis de la tarde del 16 de enero salía
rumbo al aeropuerto de Tocumen, de Ciudad Panamá. Desde ahí, según las
indicaciones dadas, me dirigíal Central Hotel en el casco histórico de la
capital panameña donde pernocté.
Después de 24 horas sin saber de Coatlicue y sin forma alguna de
comunicarme con ella, empecé a inquietarme. Tenía el suficiente dinero
para los gastos de hotel mas no podía salir del mismo por temor a que en
cualquier momento me buscase. Por fin, al día siguiente a eso de las 5 a.m.,
uno de los botones del hotel me avisa que un par de sujetos, esperan por mí
en la recepción.
Al bajar e identificarme, ambos tipos me hacen un saludo militar que me
deja atolondrado, sin saber como responder,indicandome de inmediato, sus
instrucciones de trasladarme al aeropuerto donde ya me esperaba la
“Compañera” junto a una delegación. Partimos de inmediato y sin apenas
mencionar palabra alguna en el trayecto.
Una vez en el aeropuerto, Coatlicue me recibió con previsible frialdad.
Estaba acompañada de dos mujeres, ambas de unos treinta y tantos años así
como de un varón alto, serio, barbado y de anteojos, con un cierto aire que
reflejaba el aspirante a seminarista que según supe, un día fue y de alguna
manera tambien, al hombre digno, valiente e íntegro que es hoy. De voz
clara y
palabra cultivada, inspiraba absoluto respeto. Luego supe que Coatlicue, lo
despreciaba. Todos ellos conformaban la delegación nicaragüense que se
dirigía a participar a un determinado congreso en Brasilia.
Después de un viaje de más de nueve horas que incluyó paradas en
Bogotá y Manaos, Coatlicue (y por extensión, yo también), aduciendo
numerosos compromisos, se desprendió del resto de la delegación nomás
aterrizar en Sao Paolo.
Viajera consumada, Coatlicue conocía a la perfección todo lo tocante a
migración y aduana, orientándose con una facilidad que me hacía parecer
como un asustado provinciano en aquel inmenso aeropuerto. Ya afuera la
esperaban delegaciones de solidaridad con Nicaragua con quienes se
manejaba con pasmosa soltura e inusual jovialidad.
Sabedor del guión íntimo de Coatlicue, me conmovían aquellas genuinas
expresiones de afecto para alguien que supuestamente, representaba la
justicia social, la opción por los pobres y la iglesia comprometida. Eran
jóvenes y viejos, hombres y mujeres que con entusiasmo y honestidad,
expresaban entonces su cariño al pueblo de Nicaragua. Después de darme
unas breves pautas, Coatlicue me presentó a una amable pareja de activistas
brasileños quienesme condujeron a la modesta estancia de una sede sindical
donde estuve el resto del día, siendo trasladado a altas horas de la noche al
lujoso hotel en el que Coatlicue se hospedaba. Silverio, el varón de
afeminados modales que me condujo, probaría ser un gran confidente de
aquella y un guía invaluable en los siguientes días.
Aunque en circunstancias éticamente cuestionables, Rio de Janeiro, El
Maracaná, Ipanema y Copacabana, entre otros, serían nombres e imágenes
que se quedarían para siempreen mi memoria, vinculados a esos raros
momentos de dicha extrema que la vida nos da.
Volvimos a Sao Paolo donde una delegación ya esperaba a Coatlicue
quien se quedaría por unos días más en Brasil mientras yo regresaba al
siguiente día a México. Menos de unmes después, en febrero de ese mismo
año, acompañaría a Coatlicue en un viaje de casi dos semanas por Europa.
Praga, Sofía, Moscú y Madrid, con su formidable estadio Santiago
Bernabéu, se agregarían a mi personal lista de recuerdos, entre los que
destaca, la intrigante experiencia vivida en un pueblito de Bulgaria, no muy
lejos de la
frontera entre esta y Macedonia, hasta donde fui con Coatlicue y un par de
intérpretes de la embajada nicaragüense a visitar a unafamosa vidente
llamada Baba Vanga. Un vehículo con dos funcionarios de la cancillería
búlgara, nos acompañó todo el tiempo.
Ciega desde su niñez, Baba – una anciana de unos setentay algo de años
por entonces – era mundialmente famosa por sus dotes de médium y a quien
acudían personajes célebres de esa época, algo que despertó la curiosidad
de Coatlicue.
Llegamos a una casona blanca y rústica, en cuya salafuimos recibidos
por un par de mujeres que usaban un hábito marrón, como de monjas.
Minutos después, nos hicieron pasar a un pequeño cuarto donde se
encontraba la anciana aquella quien, casi de inmediato, sin siquiera
responder a nuestros saludos, apretando con cierta brusquedad, con sus dos
manos, las entrelazadas manos de Coatlicue, con voz hosca y hablando en
un raro dialecto local, dijo algo de lo cual, aún conservo la traducción final
al español:
“Tres jornadas tiene de ida y tres de vuelta la estrella de pelo
largo que hoy por el cielo pasa, la estrella que nadie ve dos veces.
Justo al terminar su primera jornada, conocerás a tu enemigo.
De tu propia sangre será. Entonces crecerán tus alas, crecerán tus
garras y también tu ponzoña. Brazas ardientes por entrañas
tendrás.
A mediodía, al terminar la estrella de pelo largo su

tercerajornada, tu cabeza rodará”. (Estrella de pelo largo: cometa

Halley. – Una interpretación de las

expresiones de la médium, se da en uno de los anexos)

La anciana aquella, no agregó palabra alguna. Su extendido silencio y el


sutil gesto de una de las mujeres de hábito marrón, indicó que la sesión
había concluido. Ignorándonos por completo y permaneciendo de espaldas
a nosotros, la médium no respondió los saludos de despedida de una
Coatlicue intrigada, que aún en el vehículo y en silencio, siguió
manteniendo sus manos entrelazadas.
Al día siguiente, 26 de febrero de 1986, día de San Porfirio y onomástico
de mi padre, salí con Coatlicue y dos mujeres nicaragüenses que se unieron
a ella en el aeropuerto de Sofía, rumbo a Madrid donde, al igual que en Sao
Paolo, Coatlicue fue recibida con numerosas muestras de afecto. Previo a
aterrizar,
Coatlicue ya me había advertido que durante tres días estaría en diversas
actividades en las que – felizmente – yo no alcanzaba.
Madrid, su Plaza Mayor y el estadio Santiago Bernabéu, luego Sevilla,
su Alcázar y el Guadalquivir, más tarde Gibraltar, las Columnas de
Hércules y por último, Puerto Palos, donde cinco siglos atrás, comenzó la
epopeya de aquel “desgraciado almirante” fue mi solitario, pero afortunado
recorrido por la España de mi querido profesor Venusiano.
El lunes 3 de marzo, coincidía con Coatlicue nuevamente en el
aeropuerto madrileño, desde donde volamos a Ciudadde México, mi destino
final y escala de ella y de sus acompañantes en su retorno a Managua. Este
memorable periplo por Europa marcaría el fin de mi “especial relación” con
Coatlicue. A partir de ahí, mi vinculación con ella estaría estrictamente
ligada a mi papel de testaferro.
Para finales de marzo (1986), Sofía me informa de la pronta llegada de
Coatlicue, quien había pospuesto su retorno a México en tres ocasiones. Ese
mismo mes, me había hecho propietario de dos grandes fincas en el estado
de Tamaulipas, cerca de Reynosa y la frontera con EE. UU. Por otra parte,
la cuenta en el Banamex pasaba ya de los 2 millones de dólares. Sin
embargo, lo que en un momento fue divertido y emocionante, poco a poco
se estaba tornando en inquietud.
Para ese entonces, yo no tenía la menor idea de conceptos
administrativos, tales como impuestos sobre rentas y cosas así. Por otra
parte, recientemente me habían llegado dos notas judiciales relacionadas a
demandas, de orden laboral la una y la otra vinculada a escapes tóxicos en
la fábrica de embutidos de Culiacán. Por otra parte, los continuos
depósitosprovenientes de mis supuestos deudores, así como las fincas en
Tamaulipas cercanas a la frontera, no dejaban de intranquilizarme.
¿Quiénes eran y a cuenta de qué me pagaban religiosamente? ¿Qué se
hacía en mis supuestas tierras de Tamaulipas? Eran preguntas sin
respuestas.
Legalmente, poseía según los abogados, alrededor de 3 millones de
dólares en propiedades y poco más de 2 millones en efectivo, pero ¿de qué
me servía eso?, lo mío era elnombre nomás.
Como se sabe, Ciudad de México ha sido siempre reconocida como la
capital mundial de los secuestros. Es un secreto a voces, que las mafias
mexicanas tienen informantesen bancos y registros mercantiles. En los
últimos meses, el buzón de correos en Polanco (mi domicilio para efectos
legales), vivía atiborrado de ofertas de todo tipo dirigidas a mi nombre:
apartamentos en Miami y Los Ángeles, cruceros por el Mediterráneo, autos
blindados, servicio de guardaespaldas y hasta funerales en cementerios
privados. Además de eso, algunos asuntos menos profanos me carcomían
desde el día que Sofía me anunció la llegada de su jefa: sucedía, que
sencillamente, NO quería volver a hacer la función de gigolo, nunca más.
Desde el comienzo de este relato, dejé al descubierto que nunca he sido
un ejemplo de virtudes morales. A mis 20 años, hallé una forma fácil de
vivir y la tomé. Ahora repudiaba todo eso y estaba decidido a terminarlo. La
muerte de mi respetable profesor, y el recuerdo de sus preceptos; Dariana,
su talento, su gracia, su gran amabilidad y paciencia. Sofía, grande en sus
valores. Ambas me habían mostrado una cara de la vida, que nunca había
notado que existía.
Ante tal decisión, tenía asuntos importantes que resolver, siendo el más
relevante, lo tocante a qué hacer con las propiedades y la cuenta a mi
nombre. Conociendo el inmoral andamiaje de Coatlicue y la farsa que había
detrás de todas sus acciones, no tendría yo el más mínimo escrúpulo para
apropiarme de tal dinero. ¡Para nada! Pero, ¿adónde huir con 2 millones de
dólares? Mi limitado universo hasta entonces, apenas si cubría mi natal
Puebla y Ciudad de México y con respecto a mis supuestas propiedades de
Tamaulipas, Ciudad Juárez y Culiacán, pues, ni siquiera las conocía.
Además, seguramente me buscarían por todos lados y tomando en cuenta,
los nada inocentes personajes con los que Coatlicue se vinculaba, no era
precisamente la policía la que lo haría. Exagerados o no, esos eran mis
temores. Debía pensarlo todo, ¡pensar bien y rápido!
El timbre del teléfono interrumpió mis pensamientos, respondí y, no
podía creerlo, era el notario, el mismo que realizó la documentación de las
propiedades. Pidió verme de manera urgente manifestándome que en 30
minutos, estaría en la residencia.
Palidecí de inmediato, estaba totalmente seguro que vendría por mi firma
para cerrar la cuenta y quitarme las propiedades. Me sentía abatido, tenía la
respiración agitada y los pensamientos a mil por hora. Recriminaba mi
cobardía e insensatez por no obedecer antes a mi vigoroso instinto de
saquear cuenta y largarme.
A como pude, me calmé yesperé a que el bendito notario llegara, lo cual
sucedió a los pocos minutos.
Entró en la sala, era un hombrecillo, bajo y delgado, deunos cincuenta y
tantos años, tez clara, de traje blanco y sombrero. Su estudiada voz y pícara
mirada, terminaba de darle un aspecto de catrín meloso y timador. Se acercó
a mí apaso rápido, quitándose el sombrero y extendiéndome la mano me
dijo:
—¿Cómo está usted mi ilustrísimo caballero? ¡Mis respetos! Ya nos
presentamos una vez, soy el Dr. Alfonso Zorrillo de Aguilar, a sus órdenes.
Sin mucho entusiasmo le ofrecí una silla y continuó:
—Me informaron que la señora viene pronto, ¿sabía usted?
Un fruncir de ceño como única respuesta de mi parte, lo animó a tener
más confianza para hablar.
—Mire Jorgito, usted es Pueblano y yo Tlaquepaquense, ambos somos
mexicanos y creo que nos podremos entender,
¿verdad? —Pues creo que sí —le respondí.
Al instante continuó: —Bueno, pues sucede que uno de sus deudores,
quien regularmente le giraba pagos a su cuenta en el Banamex, está en una
situación, digamos, irregular. Se da el caso de quefalleció la semana pasada.
Fingiendo ridículamente pesar, el abogadillo aquel calló por un
momento, bajó la cabeza, se puso la mano izquierda empuñada en el pecho
y seguidamente, con cara contrita y voz de gravedad, continuó: —Tú sabes,
Jorgito, somos de la muerte.
— Asentí con la cabeza, más aliviado y medio sospechando por dónde
vendría el asunto. Luego prosiguió:
—Pues mira, soy amigo del contable del difunto y tú sabes cómo es
esto… él está dispuesto a dar por perdidos los recibos de los últimos cuatro
depósitos.
—Bueno, ¿y eso para qué? —le pregunté con mal disimulada
ingenuidad, a lo que él, eufórico y tomándome del brazo me diría:
—Jorgito, Jorgiiito por Dios, eso significa que cuatro depósitos por un
total de 216 mil dólares pueden salir de tu cuenta sin que nadie, fuera de
nosotros, lo note, ¿me entiendes? Ese dinero no será reportado, de eso me
encargo yo. Además, he logrado que en tu estado de cuenta oficial, sean
públicamente declarados solo el 50% de los intereses anuales, el otro 50% o
sea, casi 60 mil dólares te lo pasaríana otra cuenta privada junto con los 216
mil dólares del finado, ¿me has entendido?
Escondiendo el grandísimo alborozo que tal noticia me producía,
pregunté al avezado tinterillo qué ganaría él contodo esto, a lo que me
respondió de inmediato:
—Bueno, tú sabrás Jorgito que tengo que pagarle al contador, algo
también al del banco y bueno, para no salir tan mal, déjale a este pobre
viejo que soy, los 60 mil de losintereses y toma tú el resto, o sea, los 216
mil dólares.
Sin asimilar aún tamaña sorpresa, le pregunté: —Bueno entonces, ¿qué
es lo que hay que hacer?
Con agilidad de atleta, el hombrecillo aquel se suspendió de la silla y
extendiéndome la mano y me dijo:
—Usted solo necesita firmar, el resto ya está hecho, mañana a las 8 a.m.
estaré con los documentos en el banco, ahí lo espero, ¿le parece bien?
—¡Por supuesto! —le expresé.
¡Simple, rápido, asombroso! En menos de 15 minutos había resuelto de
manera fabulosa una situación que recién, la creí dramática. Contaría con
216 mil dólares, además de lo que tenía en la caja de valores. Era una gran
fortuna sin tener que correr ni huir. Por otra parte, podía ya plantarle cara a
Coatlicue sin importarme su parecer, devolverle su cuenta y propiedades, y
ser libre.
¡Libre! Aquello me era sencillamente fabuloso.
Al día siguiente, todo se realizó tal y como estaba planeado, firmas por
aquí, firmas por allá. Al despedirse el tinterillo me recalcó:
—Bueno Jorgito, seguiré al tanto de otras oportunidades.
¡No dudé que así sería!
Sin pensarla mucho, me dispuse a sacar 20,000 dólares que, con el
mayor de los gustos, entregué a mi amigo Carlos, el instigador de esta
aventura que había
transformado mi vida y quien estaba pasando por una difícil situación
debido a los daños ocasionados a su casa por el terremoto recién pasado.
Yo por mi parte, tomé dos decisiones: Primeramente mudarme
definitivamente de la residencia de Coatlicue en la Polanco, el mismo
domicilio al que un buen día llegué, con la embustera careta de ser
influyente actor y el escondido, pero muy real título de prostituto y timador
bajo el brazo y que luego, por más de un año me había acogido.
La segunda decisión, fundamentada en mis temores a alguna
eventualidad legal, fue depositar la mayor parte de mi dinero en una cuenta
a nombre de mi madre, para lo que teníaque idear una buena justificación.
Devota católica y de una intachable integridad, mi madre jamás aceptaría
dinero de dudosa procedencia. Para ella, yo actuaba como doble de actores
famosos en escenas riesgosas. En mis visitas, me conmovía oírla hablar con
vecinas y amigas de su orgullo de tener un talentoso hijo, un actor, capaz de
hacer lo que ni los famosos se atrevían. Aún recuerdo el pavor que me
producía el decepcionarla, si un día mi farsa saliera a luz.
Levanté y colgué una decena de veces el teléfono, antes de conseguir el
suficiente valor para hacerle saber la falsa nueva de que acababa de
ganarme uno de los premios menores de la lotería nacional y de inmediato
oír su alborozo y hacerme prometer un trío de misa de acción de gracias por
tal bendición… Restaba explicarle que, “debido a complejas razones
fiscales y bancarias”, me era necesario colocar tal dinero en una cuenta a su
nombre.
Debo decir que me sentí re mal. Mentiroso consumado desde siempre,
confirmé que algo serio debía estar pasando en mí, como para experimentar
tal sensación.
Se acercaba Semana Santa y decidí salir de inmediato hacia Puebla para
realizar la apuntada gestión. En medio del tiempo requerido para finiquitar
las gestiones bancarias y legales del caso, quizás como una inconsciente
manera de expiar las mentiras ante mi piadosa madre, me di a la tarea de
recorrer las extraordinarias obras producto de siglos de arte eclesial.
Aunque no me catalogo de devoto ni nada parecido, desde mi infancia había
admirado siempre la vida estoica, defe y entrega en la soledad de los
claustros de los monjes y santos cristianos. Hablo de los verdaderos y
honestos, de los muchos que llegaron hasta el martirio, siendo consecuentes
con sus creencias.
Recorrer las iglesias y monasterios poblanos, admirar su exquisita
arquitectura y arte sacro, es una experiencia que traslada al espectador en el
tiempo, conectándolo emotivamente, con ese pasado mundo de búsqueda de
la excelsitud artística, de severas penitencias y de dolorosa lucha, contra las
humanas pasiones. Fueron esos unos días de reflexión y recogimiento.
Semana Santa en Puebla también son sus procesiones, el teatro callejero de
«La Judea», y sus grandes dibujos a manera de alfombras en las calles;
es fascinante, todo un espectáculo de arte litúrgico popular.
BUENOS MUCHACHOS

Para los primeros días de abril, ya estaba de regreso en Ciudad de México.


En sus calles se empezaba a sentir la euforia por la cercanía del Mundial de
Fútbol (México 1986). Al comunicarme con Sofía, la misma me confirma la
llegada de la Coatlicue el día 8 de abril, manifestandome a su vez, la
necesidad de darme a conocer lo que ella calificaba, como un par de
delicadas noticias.
Resultaba ser que Coatlicue, se reuniría en México privadamente y por
largos días, con un joven director de cine sudamericano y vaya sorpresa,
había dado instrucciones expresas a Sofía de asegurarse de que no quedase
nadie habitando en su residencia en Polanco. La pobre Sofía, ignorante de
mis andadas con el famoso Tinterillo y de mi nueva y abultada cuenta
bancaria personal, en su afán de no herir mi susceptibilidad, dando
múltiples rodeos, era incapaz de decir en palabras llanas y silvestres: ¡a
volar joven
No podía, sino agradecer su consideración hacia mí. La tranquilicé
diciéndole que de hecho, ya me había mudado y que por otro lado, la
noticia relativa al tal director o nuevo amigo de su jefa, pues más bien me
llenaba de gran satisfacción. Ella también respiró aliviada ante mi respuesta
y serenidad.
El día 9 de abril, recibí la esperada llamada para reunirme con Coatlicue
en el elegante e histórico restaurante Limosneros en Allende 3, Centro
Histórico del Distrito Federal. Me recibió con rostro amable pero
indiferente, traje formal, nada estrafalario. Venía de una reunión de corte
diplomático y la acompañaba un tipo alto, delgado, de buena presentación,
de unos 35 años, llamado Víctor, cineasta de origen uruguayo. Estaba
también una mujer joven llamada Ana, a quien reconocí como una de las
participantes en el ritual aquel día al que asistí, antes de salir de Nicaragua.
Además de Sofía, completaban el grupo dos sujetos, un italiano de apellido
Rosete y un mexicano de apellido Bodego, abogado de profesión. Comimos
y departimos en un amplio mesón. Luego, a excepción de Sofía y el
uruguayo, quienes se quedaron a revisar unas cuentas, los demás pasamos a
una sala más privada donde, con tono grave y ademanes ceremoniosos,
Coatlicue habló en torno a que su proyecto imperial (hueytlahtlocayotl)
estaba entrando a un momento decisivo y también,
enfrentando amenazas que buscaban decididamente destruirlo, por lo que en
vista de ello, había formulado una estrategia para enfrentar tales peligros.
Estrategia que sería explicada por un “hermano colombiano”, quien de
ahora en adelante, sería la cara visible y ejecutiva del proyecto. Ernesto, tal
y como se llamaba el susodicho “hermano”, locuaz y con pleno dominio
sobre el tema, explicó que loprimero por hacer, era formar una empresa que
se haría cargo de recibir donaciones, y que sería establecida cuanto antes en
la isla de Gran Caimán, con oficinas en México.
TESTAFERRO AL 3.8%
«Consultentes per Opere di Religione» y «Tropical's Diseases Research
Foundation», fueron los nombres de dos supuestas ONG sin fines de lucros
que, basados en Gran Cayman Islands y con oficinas en Milán y Ciudad de
México, se encargarían supuestamente de canalizar fondos de donaciones
privadas para obras religiosas e investigaciones sobre enfermedades
tropicales respectivamente. Bueno, al menos era eso lo que sus sendas actas
constitutivas rezaban.
El italiano Rosete, era un personaje alto, recio, de gruesos lentes, medio
calvo y que hablaba con un español italianizado. Aunque guardaba sus
normas frente a Coatlicue o Sofía, lejosde ellas era locuaz, bufón y
desinhibido hasta lo vulgar. Se ufanaba de tomador y gran mujeriego.
Abogado e italiano, Rosete no se asemejaba para nada al personaje de
Robert Duval, el prudente abogado o consiglieri en la célebre película El
Padrino. Parecía más bien, un brusco estibador portuario enfundado en un
lujoso traje. Como fuera, él se encargaría de toda la documentación de las
empresas a establecer.
El mexicano Bodego, también abogado, era un tiporeservado, de rostro
serio y de unos 40 años. Este, al igual que el italiano, no aparentaba mayor
relevancia. No obstante, ambos eran representantes de diversos personajes
de poder.
Al día siguiente, nos encontramos en las oficinas del notario quien nos
recibió con su singular labia. Minutos después, unos nos golpes en la puerta,
anunciaban la llegada de un panameño de nombre Asdrúbal, funcionario
adscrito a la embajada de su país en México. Era el Panamá de Noriega.
Por razones inherentes a los oscuros entramados que entonces mezclaban
dinero, narcotráfico, guerrillas y política, el funcionario aquel llegaba
acertificar la participación de sus representados en las sociedades de
membrete cuya redacción, corrección e inscripción en las entidades
correspondientes, tomó toda una semana. Con tales documentos en mano y
en coordinación con Sofía y por supuesto con la venia de Coatlicue, el
viernes 11 de abril del año 1986 se abrieron 3 pares de cuentas diferentes,
cada una con un capital inicial de diez mil dólares. Por otra parte, a Rosete
se le entregaron 30 mil dólares con los que partió al día siguiente, para Gran
Cayman con el mexicano Bodego. A Víctor, el cineasta uruguayo, le fueron
cedidos 12 mil dólares, y al chileno Durand 24 mil. Todo ese dinero fue
regresado de la cuenta a mi nombre de Banamex. Se decidió también que la
sede de las falsas ONGs se establecerían primeramente en unas oficinas
muy cercanas al edificio La Nacional en avenida Juárez, Ciudad de México.
Ese mismo día fui formalmente informado de que, por mi condición de
presta nombre o simplemente, testaferro, se me asignaría anualmente una
comisión o coíma del 3.8% de los bienes inmobiliarios o en efectivo a mi
nombre. Algo extraordinario tomando en cuenta las grandes transacciones
proyectadas. Ahí mismo, todos fuimos conminados a firmar un denominado
pacto de silencio el cual, contenía clarasadvertencias sobre las
consecuencias de violar el mismo.
El colombiano “hermano Ernesto”, en todo momento demostró ser un
eficaz ejecutivo del crimen. Coatlicue por su parte, afirmaba haber decidido
establecerse pronto y de manera definitiva en México, ya que no era
conveniente para ella seguir en un país que, como el suyo, no estaba
preparado para conocer ni participar en un proyecto de la magnitud que ella
pretendía, que fuese su milenario «Hueytlahtlocayotl». En vista de ello y
por la autoridad a ella entregada, por un sinnúmero de dioses que ahí
mencionó, comenzaría el largo proceso de ofrendar Nicaragua entera, a
distintas y supremas deidades. El magno ritual de ofrenda, debía realizarse
durante el eclipse solar de ese año, hecho que ocurriría el 03/10/86,
exactamente en el mismo momento del cenit del eclipse, al cual
denominaba Tonatiuh.
En conversatorios sostenidos Coatlicue explicaba que existían pueblos
que habían nacido exclusivamente, para saldar cuentas de un antiguo
Karma. Insistía, refiriéndose al nicaragüense, en que ese pueblo debía penar
para
aprender la lección y mientras tanto, ser una abundante fuente de
tlamanalizti o sea, una ofrenda de sangre para que así, los llamados
escogidos, subieran al escalafón de semidioses. Decía ver ella con claridad,
que ahí en su país, todos seguían desviándose, por lo que miraba a ese
pueblo como una causaperdida, pero conveniente para ellos, al tener un
abundante banco de sangre y dolor en su caminar al altar de semidioses.
Todo aquello era dicho con increíble frialdad, mientras los presentes, por
conveniencia o real convicción, asentían con caras acontecidas. Por mi
parte, me costaba creer que personas con determinada formación
académica, dieran crédito a las evidentes sandeces de una trastornada que
reducía el destino de todo un pueblo a ser siempre un simple cordero
dispuesto al matadero por voluntad de unos implacables dioses. Me
preguntaba a mí mismo : ¿qué tipo de ente siniestro anidará en su,
ciertamente, minúscula cabeza?.
CONFITES EN EL INFIERNO
Ese mismo fin de semana, domingo 13 de abril de 1986, mientras
Coatlicue salía en vuelo hacia Cancún en compañía de su recién estrenado
galán uruguayo, Sofía me informaba de la presencia en unas bodegas
cercanas al aeropuerto Benito Juárez, de Alexander, el güero gringo
asistente de Carlos Lehder, solicitándome que me encontrase con él, ya que
no conocía la ciudad y que además, traía una importante “encomienda”. Al
punto me sugirió que lo alojara en mi departamento, idea que no me
resultaba muy halagadora. Hasta ese momento, mantenía en prudente
secreto ladirección de mi nuevo domicilio, y estaba determinado a que así
continuara.Me dirigí hacia donde se encontraba Alexander quien lucía
fatigado y nervioso. Ante su sugerencia de buscar un lugar de lo más
seguro, resguardé mi pequeño escarabajo en un parqueo de los alrededores
y conduje con él hasta el antiguo hotel Geneve, cerca del Ángel de la
Independencia donde contratamos un par de habitaciones.
Mucha agua había corrido bajo el puente desde la última vez que me
despedí de Alexander un año atrás. Empezórelatándome que por presiones
del gobierno de Belice, Lehder terminó su estancia en ese país y retornó a
Colombia donde labuena fortuna no lo acompañaría más. Rivalidades con
sus socios mafiosos y la persecución del gobierno que lo vinculaba a
crímenes de envergadura, lo hacían vivir clandestino y en permanente
alerta. Gran parte
de sus anteriores operaciones eran continuadas y protegidas por altos
personeros del gobierno de Panamá de entonces.
Mientras la estrella de Lehder se apagaba, la de su ex aliado, Pablo
Escobar, más astuto, organizado y despiadado, se encendía más y más. Su
poder trascendía las fronteras colombianas y su influencia era más que
notable en Centroamérica y países del caribe. Ahora entendía las referencias
de peligro a su proyecto imperial por parte de Coatlicue. Ella y su grupo de
poder paralelo, por afinidades diversas, habían apostado por el alicaído
Lehder, mientras que la cúspide oficial del gobierno de Nicaragua, en un
enredado chacuatol narco político, habían optado por Pablo, el caballo
ganador de turno, obteniendo por tanto, grandes réditos financieros con
ello.Después de una amplia charla en su habitación, bajé con Alexander al
comedor del elegante hotel. Más tarde, de nuevo en la habitación, me
mostraría el contenido de una de las maletas: alrededor de 400 mil dólares
en billetes de 100 y de 50 y en medio de ellos, una pistola Glock 45, la cual
tomó y me la dio diciéndome: — Es poderosa, una de las mejores.
Con evidente pavor reflejado en mi rostro la tomé del cañóncon la punta
de los dedos, al notarlo me dijo riendo y asombrado:
— ¿Qué?, ¿nunca has agarrado una pistola?
—Jamás —le respondí.
—Entonces, ¿qué haces en esto? —me preguntó.
—La verdad, no sé, es una larga historia —le
dije. Finalmente me expresó:
—Mejor que no sepas nunca. Hacer un poco de “pisto” y retirarte de esta
porquería en cuanto nomás puedas, es la clave.
Tal circunstancia dio lugar a una larga y fecunda conversación.
Por años, el tráfico de drogas había sido para mí algo así como un delito
menor y lejano, similar al tráfico de licor durante la ley seca en EE. UU.
que había visto enentretenidas películas. No obstante, mi paso por el
campamento de Lehder en Belice, me había dejado grabado la opulencia y
las fabulosas historias de montañas de dinero que se obtenían. Así mismo,
supe de las letales
represalias contra quienes los traicionaban, cosa usual en el bajo mundo, al
que yo en ese momento, ingenuamente quizás, consideraba no pertenecer.
Lavado de dinero, narcoguerrilla, atentados terroristas, carteles
criminales y demás, eran para mí y para el común de la gente en el México
de esos años, términos muy poco conocidos. Continuando sus confidencias,
Alexander me dijo:
—Yo estoy de salida en todo esto, no tengo comunicación directa con
Lehder desde hará unos cuatro meses, y no me llevo bien con estos
animales, ahora a cargo de todo. Te digo hermano, Lehder era un loco, no
un asesino, pero estos son verdaderas bestias. Trabajan perfectamente
coordinados desde Colombia hasta Río Bravo. Solo espero terminar de
trasladar a mi familia de Florida a otro estado, para desaparecer, ya tengo
suficiente dinero mío acumulado.
—Este dinero acá, es para esa loca de Coatlicue y los panameños. No sé
lo que haces, pero te veo novato, trata de no darte mucho a conocer. Ahora
el que manda allá en Nicaragua, es Pablo Escobar, no Lehder ni el grupo de
ella. A México vienen con fuerza, están creando células locales
principalmente en el norte, para abastecer la costa oeste gringa y esta gente
no juega. Ojalá me entiendas, sé sabio, agarrá lo que puedas y lárgate
—finalizó.
Percibí que tales aseveraciones no tenían otra razón más que, el de un
genuino y fraternal deseo de transmitirme un sensato mensaje. Dichas en
1986, tales expresiones tuvieron un sentido profético, tomando en cuenta la
espantosa violencia que en los años posteriores se desataría en México.
Violencia promovida por los llamados «cárteles de la droga» y que
terminaría remeciendo todos los estratos sociales y corrompería a casi todas
las instituciones del país el cual, nunca volvería a ser el mismo.
Al día siguiente, frente a Sofía, se hizo entrega del dinero por parte de
Alexander, dinero que sería luego depositado proporcionalmente en varias
de las cuentas recién abiertas. Me encargué de llevar a Alexander a la
carretera hacia Querétaro, a donde se dirigía. Nos despedimos,
agradeciéndole sus consejos y deseándole suerte. Luego tomé un taxi para ir
por mi cacharro. En el camino, un tanto inquieto, sentí la necesidad de
buscar consejo legal en algún confiable entendido. Un abogado que no
fuera Zorrillo a quien no veía ni serio niconfiable, sino más bien, afanado
en sus propios intereses.
La relación con Lehder, los panameños, Rosete y sus posibles vínculos
con mafiosos italianos, las cuentas bancarias y el pequeño ejército de
deudores desconocidos, las propiedades, todo eso me inquietaba por sus
potenciales implicaciones delictuosas. El dinero, los beneficios económicos,
habían sido para mí, sencillamente extraordinarios y se perfilaban aún
mejores, pero cada vez tenía la más intensa sensación de estar ante una
buena partida de «confites en el infierno».
EL GORDO ALCIBIADES
Alcibíades Rivera Galo, de unos 54 años, estafador de oficio y
talentoso falsificador de obras de arte, con sus más de 150 kilos de
peso, paseaba su oronda humanidad por bares y estancos populares
donde era muy estimado. Era un verdadero erudito con corazón de
oro (lo único no falso de él).
Todos coincidíamos que con él, o conseguías unas monedas o te
ibas con un sabio consejo, pero nunca te irías vacío. Sentado a veces
en la barra del local, a manera de improvisado podio cantinero,
soltaba sus polémicas expresiones o una memorable reflexión que
hacía tocar tierraa algún presente, en aquel espirituoso ambiente.
Criado en la verdadera babel que es el barrio de Tepito, entre
rateros y mercaderes de toda especie, apenas si cursó estudios de
primaria. Sin embargo, era un esmerado autodidacta; conocía la
historia, geografía, música, cine, geometría, vericuetos legales y hasta
psicología. Decenas dlibros incluyendo a Don Quijote, Los Clásicos,
José de Vargas Vila y La Biblia misma, formaban parte de su acervo.
Miraba con desdén el fútbol y el boxeo, y a pesar de ser un asiduo
visitante de bares y cantinas de mala muerte, era un abstemio cabal.
Se rumoreaba que era masón, detestaba a Stalin, pero no los ideales
de justicia del socialismo y cuando se daba el caso, bien podía con su
voz de tenor, cantar con pasión La Internacional, un conmovedor
Ave María o media docena de tangos.
De niño, barría, limpiaba salones por algo de comida y
frecuentaba talleres de restauración de imágenes eclesiales. Terminó
ganándose el afecto de maestros, aprendiendo las artes y mañas del
oficio, lo cual, al unirse a su imborrable herencia «tepiteña», lo
empujó al meticuloso oficio de la falsificación de obras de arte y
también, falsificaciones no tan artísticas tales como; cheques de
banco, títulos y hasta billetes de lotería. Pecadillos que de cuando en
cuando, lo habían hecho conocer algunas prisiones.
Un par de veces logró inscribirse y pretendió correr como
candidato delegado a la municipalidad local, sin mucha suerte.
¡Necesitaba hablar con él! Le tenía confianza, cariño y mucho
respeto, por su sapiencia y don de gente. No me fue difícil hallarlo, lo
divisé, al fondo de la popular taquería «Lupona», en Peralvillo,
relajado como siempre, charlando con una señora mayor. Al verme
me dijo: —Quiúbole mi chamaco, que perdida la que te has pegado.
—Buenos días don Alcibíades, quería hablar con usted
—lerespondí.
—Oh, lástima que “querías”, tiempo pasado entonces, vaya pues,
pero dime ¿se puede saber por qué ya no quieres? —respondió con
seriedad.
Detallista al extremo en el uso del lenguaje, corregía siempre con
su singular humor. Ante mi risa, continuó:
—Espérame un momento, veré si tengo espacio en mi abultada
agenda una vez que esta ilustre dama aquí presente, recuerde los
urgentes asuntos que aún tiene por hacer y para pena mía, termine
por fin de irse.
—Bueno desgraciado, ya verás —le dijo riendo, mientras se
levantaba de la silla la aludida dama quien, de paso, era la dueña de
la taquería.
Con total sinceridad y transparencia, empecé a relatar a mi amigo
los insólitos sucesos por los que había pasado por más de un año,
tratando de no escatimar detalle alguno, a fin de brindarle el más
claro panorama de la situación.
Aprobando y rechazando con la cabeza, apenas interrumpiendo
para alguna aclaración, escuchó en silencio la totalidad de mi
historia. Alcibíades tenía el valioso y raro don de saber escuchar.
Llegado el momento me expresó:
—Sorprendente lo que me has contado, ahora, pídete unos tacos
pa’ que nos alegremos y vayas cambiando esa cara de conejo
asustado que te traes.
— Mira, siéntete agradecido y orgulloso. No cualquiera pasa de
andar buscando viejas para mal comer o vendiendo fotos en
Tlatelolco y Xochimilco como te vi la última vez, a manejar una
pequeña fortuna sin marearse y sin que se le suban los humos a la
cabeza. Cualquier otro tonto anduviera por ahí, ufanándose de su
dinero y vos, según veo, mantienes tu sencillez de siempre y también
te preocupas del aspecto ético y legal del asunto, lo cual es excelente.
— Ahora bien, lo que has estado haciendo se llama legitimación
de capitales o lavado de dinero y legalmente hablando, es un delito
que en la práctica nunca
se aplica, de lo contrario, medio PRI estaría preso. Además, percibo
que la mujer esa que se hace llamar Coatlicue, tiene seguramente
influencias con gente grande del gobierno aquí y lo mismo debe
pasar con el “divino” gurú brasileño ese, así que por ese lado, siéntete
blindado manito. Por otra parte, debes de estar claro de que estás
tratando con verdaderos fanáticos, gente que se aferra a un dogma y
quedan alienados. Son los escogidos, los únicos, los correctos. Los
demás para ellos son sólo basura, carne y sangre para sus proyectos,
y dioses de pacotilla. Han asolado por siempre a la humanidad
demostrando ser capaces de todo por sus dogmas. La historia lo ha
demostrado una y otra vez.
— Hitler, un hombre de escasa cultura y peor moralidad, pero
dueño de una descomunal oratoria, logró desplegar alrededor suyo
no solo a energúmenos como Goering sino, a muchas de las mentes
más brillantes de Alemania; científicos, intelectuales, artistas,
militares y millones de personas comunes, cayeron seducidos por sus
fastuosos delirios de grandeza racial. Te digo esto con el fin, de que
no tomes a menos, a estos lunáticos y su corte de advenedizos
serviles. Tienen la virtud de creer en lo que hacen y son
terriblemente astutos y tenaces.
Recuerda algo: las peores abominaciones se han cometido y se
cometen por gente que se cree escogida para una grandiosa misión
en la vida. Así su misión implique muerte, destrucción y dolor o sea,
lo no compatible con la vida y menos con lo grandioso.
Ahora bien, una de las cosas más difíciles en estos asuntos es
saber retirarse. Igual que el jugador de póker, que siempre dirá que
la próxima mano será la última y no cumplirá, a menos que se arme
de valor, mucho valor.
— Si ya tienes lo que quieres, percibes riesgos y no estás muy a
gusto con el asuntito ese, pues, sé sabio, da el paso al lado y retírate
mano.
Durante más de 2 horas compartí con Alcibíades mis inquietudes
y expectativas. Finalmente, le manifesté mi aprecio por sus valiosos
razonamientos y me despedí de él, emocionado.
Un par de días después y más que nada, pensando en el incierto
futuro de mi robusto amigo, lo busqué para asociarnos y establecer
un par de pequeños negocios de baratijas, que él mismo
administraría ahí en Tepito.
BOCHORNO EN LA SALA
Aquella escena derrochaba espectacularidad:
En medio del amplio e iluminado salón, con música de Bob
Marley de fondo y a la vista de decenas de asistentes a la
presentación de diversos conjuntos centroamericanos de danza
artística, en el salón principal de una de las sedes del Sindicato de
Maestros de Ciudad De México, (Colonia Tlaxpana, Delegación
Miguel Hidalgo), Marilyn, un cobrizo y joven indígena Talamanco, de
unos 6 pies de altura y una formidable musculatura, vistiendo un
ajustado traje azul de ballet, como parte de la delegación
costarricense de danza, tomaba de los hombros y sacudía
violentamente la menuda humanidad de una estupefacta Coatlicue,
reclamándole por la agresión de esta última a Nicole, una esbelta
mulata de unos 20 años de edad, miembro del conjunto de bailarines
de la costa caribe nicaragüense quien, sentada en el piso de aquel
salón manaba abundante sangre de su nariz producto del golpe de un
pesado vaso de vidrio que Coatlicue le lanzara, furiosa con ella, por
razones desconocidas.
Carlos, uno de los miembros de la corte de sirvientes de Coatlicue
y quien quiso intervenir a favor de su jefa, yacía tirado también en el
piso producto de la enérgica reacción del gigantón talamanco, cuyas
lágrimas de indignación empezaron a diluir y correr el maquillaje de
las delineadas líneas oscuras bajo sus ojos, mientras que, con su
afeminada pero potente voz, recriminaba a una aterrada Coatlicue
quien, como un enclenque y ridículo títere, se movía al ritmo de
aquellas sacudidas. Todo aquello, ante la atónita mirada de decenas
de presentes, que en aquel salón se encontraban celebrando el 116
aniversario del nacimiento de Lenin.
Vale la pena destacar que la casi totalidad de los presentes, en una
oprobiosa demostración de escaso humanismo y máximo servilismo,
no nos dignamos en asistir a la joven agredida la cual, con ambas
manos en su rostro, trataba de contener el profuso sangrado de su
nariz. Nuestra vil inacción demostraba, como la conveniencia política
o financiera (como era mi caso), ciega y enmudece a los oportunistas
y fanáticos.
Debo aquí reconocer la honrosa actitud del escritor y caricaturista
mexicano Eduardo del Rio, “Rius”, que se encontraba ahí presente y
quien, desde un primer momento, fue el único que corrió a socorrer a
aquella joven, dando a su vez, claras muestras de desaprobación
hacia Coatlicue por su reprochable acción.
La súbita presencia de un par de guardias de seguridad, corriendo
con cierta torpeza hacia Marilyn, probablemente hizo reflexionar a
este, quien, finalmente y con un manifiesto gesto de desprecio, soltó
a una angustiada Coatlicue de ojos desorbitados, encaminándose
inmediatamente hacia la sangrante Nicole.
Instantes después, inspirado quizás por la hidalguía de aquel
indígena danzarín, una gota de humanidad se las arregló para colarse
por un mísero resquicio de mi conciencia impulsándome a ofrecer
llevar de inmediato a la muchacha a una clínica. Le supliqué a Sofía
que nos acompañara. Nicole, apoyada en Marilyn, ambos sin más
abrigo que sus tenues trajes de baile, se dirigieron rápidamente a mi
coche. Salón adentro, en medio de fingidas caras acontecidas,
maliciosos susurros, mal disimulada sorna y una que otra palmadita
de «revolucionario» aliento en las espaldas de la asustada y
humillada Compañera, la fiesta continuó.
Ya afuera, Marilyn abrió la puerta trasera del auto, acomodó
cuidadosamente a Nicole en el asiento, puso la cabeza de aquella
sobre sus piernas, a la vez que me hacía un enérgico ademán para
partir. Aún recuerdo su mirada feroz, creyéndome justamente parte
del séquito de serviles de Coatlicue.
En pocos minutos llegábamos a una clínica cercana donde solicité
urgentemente asistencia médica para Nicole, quien seguía
sangrando.
Sin hablar y verdaderamente consternados, Sofía y yo, esperamos
en la sala principal de la clínica. Asientos aparte, estaba Marilyn,
serio y mirando al techo, con su corrido maquillaje bajando por sus
mejillas, sin importarle las maliciosas miradas de las enfermeras y
visitantes que también esperaban.
Sentí que aquel indígena costarricense, sin duda alguna, me había
dado una estupenda demostración de lealtad y de un profundo
desprecio al abuso. Si alguna vez creí que valor y nobleza era asunto
de “machos”, el decidido actuar de Marilyn, me rompía y tiraba en la
cara tal dogma.
Hora y media después, salió Nicole. Afortunadamente no había
fractura, pero sí, fueron necesario algunos puntos.
Ante la decidida sugerencia de Marilyn de denunciar el hecho ante
la policía, Nicole nos observó, bajó la cabeza y pidió que la fuésemos
a dejar al hotel donde se hospedaba. Los gestos de desaprobación de
Marilyn fueron evidentes, no obstante, quizás comprendiendo las
impredecibles consecuencias que Nicole, una vez en Nicaragua,
podría llegar a enfrentar ante la todopoderosa
«Compañera», optó por callar y respetar la decisión de esta.

Rayaba ya casi la media noche del 22 de abril de 1986, cuando


dejé a aquel par de jóvenes artistas a las puertas de un modesto hotel
de la delegación Azcapotzalco.
Al bajar un poco en mí la emoción por el suceso, no resistí la
tentación de cuestionar a Sofía quien había permanecido callada y
consternada por lo ocurrido.
—¿Qué pasó? —le pregunté. —Se molestó al ver platicar y bailar a
la muchacha esta con el uruguayo. —Me contestó.
Luego, ante mi expresión: Mujeres, mujeres, mujeres, ¿por qué
tuvo que coquetear con el tipo ese? No sabía acaso… —me
interrumpió bruscamente, indignada y diciendo:
—¡No hables imbecilidades, Jorge! Nada justifica una agresión.
Además, es mucho más que eso, a ella le interesa más la muchacha que
el tipo ese…
—¿Cómo es eso? —le pregunté.
Con evidente hastío y haciendo gestos con las manos me expresó:
—Solo déjame en mi casa, ¿quieres? —para inmediatamente
agregar: —o me bajas aquí y me voy a pie, como quieras…
Aquella intrigante expresión de una, inusualmente molesta Sofía,
acerca del interés de Coatlicue por la bella mulata, Nicole, me dio
que pensar mucho. No obstante, el alud de acontecimientos en curso
y también, mi nulo interés por la vida íntima de Coatlicue y sí, por su
dinero, rápidamente nubló en mí, toda especulación.
Aun a riesgo de parecer un tanto desalmado, debo declarar aquí
mi permanente satisfacción de haber sido testigo de aquella única e
imborrable
escena de una Coatlicue humillada y sometida, por primera vez
quizás, en su más que azarosa vida, a una merecida picota. Personal
gozo que me hace recordar la charla de Dariana, relativa a las trazas
de sadismo que los humanos llevamos muy adentro.
Por otra parte, aunque es un tema hoy día delicado y sujeto a
polémicas interpretaciones, considero apropiado presentar aquí un
par de relatos que ponen de manifiesto, el increíble nivel de
hipocresía de Coatlicue.
Antes que nada, debo aclarar que respeto absolutamente el
derecho de cada ser humano a manifestar su sexualidad a como le
plazca. Aunque me desarrollé en un medio machista por excelencia
(México de los 50’s y 60’s) a lo largo de mi vida he conocido y tenido
a mi alrededor a personas entrañables y de relevantes cualidades
humanas, pertenecientes a lo que hoy se conoce como diversidad
LGTB.
Lo aquí expresado debe verse entonces como elementos que
aportan a los objetivos de este escrito, entre ellos, exponer las
asombrosas contradicciones del personaje público que nos ocupa y
no como un elemento de burla o discriminación.
Homofóbica feroz, rápidamente supe que Coatlicue no reparaba
en ofender a quien consideraba que transgredía su personal concepto
de hombría o feminidad. Obligado a oírla, dedicaba fuertes epítetos a
famosos artistas, escritores, poetas de tendencia gay, lo mismo que a
personas del mismo gobierno sandinista de entonces que, según
decía, estaba plagado de «maricones y machorras».
Aunque había notado que en casi todas las personas con quien
interactuaba, los escrutadores ojos de Coatlicue veían siempre algún
tipo de indicio “raro” (algo que, como relaté al inicio, ocurrió en mi
primer encuentro con ella) sinceramente, nunca le di importancia.
Tanto en los siguientes testimonios, como en lo encontrado en
uno de sus diarios, se confirma que Coatlicue, gusta de «escupir al
cielo».
UNA CHAVALA
ALBOROTADA
(TESTIMONIO)
“La conocí cipota, de unos 15 años tal vez. Creo que fue para 1966.
Acelere, despabilada, brava al “escaliche” (argot juvenil), pero
nada fuera de lo común. Bonita nunca fue.
Como sabíamos que el papá, don Teódulo, era “arrecho” y andaba
siempre empistolado, nos “achimicabamos” y casi no la
enamorábamos. Además, doña Zoila, la mamá, era una señora muy
seria, respetable y para remate, amiga de mi mama. De pronto fue
que la vimos panzoncita y nos extrañó mucho.
El destape de ella se da como para el 68 o 69 y de ahí en adelante.
No fallaba a los bacanales de La Tortuga Morada con la música de los
Beatles, Rolling Stones, Santana, Hendrix, marihuana y sexo libre.
Aquel «Make love no War», muchos jóvenes de entonces lo
tomamos muy en serio. Aunque la ola Hippie entró en Nicaragua con
la nota mística, la fraternidad y la rebeldía contra el stablishment, la
verdad es que, lo masivo en Nicaragua, fue el placer sensorial, la
droga y el sexo a lo salvaje y en eso, la Chayito, al igual que otras
muchachas aventadas de la época, no fue la excepción.
Personajes destacados de los que me acuerdo fueron Carlos
Alemán, Roberto Rappacciolli, el pintor Vanegas, La Rana Castillo,
Noel Rivas, Ricardo Palma, Nardo Parrales y Uriel Arauz. Este
último, era un leonés al cual se le metía la Chayito, pero este nunca le
paró bola. Primero porque al maje solo le gustaban “jañas tuanis,
jañas de clase” y segundo, porque la susodicha, era famosa por armar
más que escenas, madre escándalos por asuntos de celos. Además,
era conocido que la misma tenía una, digamos, “especial relación”,
con una costeña lindísima que le decían La Ciclón, que era una
tremenda bailarina y también, buena a los “cachimbazos» y a quien
nunca se le conoció marido o novio. Esta Ciclón le pegó una vez una
tremenda “cachimbiada” a
Bayardo Arce allá por las Delicias del Volga, cuando este, “hasta los
quesos de borracho” la quiso vulgariar.
La Ciclón tenía fama de bruja, usaba un crucifijo al revés y vivía
sola en una casa quinta, cerca de la loma de Chico Pelón, que en ese
entonces, ya era casi decir las afueras de Managua. Ahí pernoctaba
algunas veces la Chayo. Se sabía también que era muy íntima de una
salvadoreña que había convivido con la famosa “Caimana”.
Después, ya en La Prensa, la miré un poco más sosegada, estaba
en la cosa literaria y medio “gallo – gallina” con lo del Frente
Sandinista y el Grupo Gradas. Yo nunca le creí mucho, ya que se
conocía que anduvo un tiempo con Ronald Sampson, un esbirro de la
Guardia, hermano de la Dinorah, la querida de Tacho.
Créeme, ni yo ni nadie por entonces, podría haberse jamás
imaginado que aquella chavala alborotada y media rara, se
convertiría un día en la tirana de hoy.
Ni “fumándola verde” como decíamos en esos años, hubiéramos
creído estar ante una futura criminal, de un calibre igual o peor al de
Somoza.
Erasmo P.R. Ingeniero jubilado
(*Managua 1947) Los Angeles,
California, septiembre 2021.
CARNE CELESTE
El contar con una importante suma de dinero en efectivo me
permitía dedicarme a la fascinante tarea de comprar objetos robados,
entre ellos, anillos, relojes, crucifijos, medallas de oro o cualquier
elemento de valor del botín que algún eventual delincuente, ansioso
por liberarse lo más pronto posible de su incriminadora carga, me
ofreciera a un ridículo precio.
Cierta tarde de mayo de 1986 fui con Carlos, mi amigo escultor, a
visitar a un fulano alias “Zarcero”, habilidoso ladrón que, según
Carlos, tenía algo interesante que ofrecer.
Al llegar al lugar acordado, sin mucho preámbulo, Zarcero empezó
a mostrarnos los frutos de su más reciente labor: un finísimo pañuelo
o sudario color púrpura bordeado por una especie de cinta dorada,
compuesta de hilos de oro tan finos como los del asedado pañuelo el
cual, tenía simétricamente colocadas, dos imágenes del Cristo
crucificado, ambas de un negro intenso. Zarcero decía que el mismo,
era el forro de una biblia que no se atrevió a robar. Como parte del
botín aquel había también una elaborada cajita de música, en la cual
giraba una bailarina desnuda, cuya cabeza, inclinada hacia adelante,
hacía que sus pechos y pubis fueran pudorosamente cubiertos por su
largo cabello, dejando a vista pública, sus blancas caderas.
Completaba el lote ofrecido, una pesada pulsera de oro con las
iniciales MM y una imagen en mármol de la virgen María,
increíblemente cubierta con un transparente velo. Todo ello,
esculpido en puro mármol, obra que consideré elaborada por algún
genial escultor.
El pañuelo con el borde de oro y la pulsera, Zarcero los ofrecía a
un exorbitante precio por lo que únicamente transé el busto de la
virgen que se lo regalaría a mi madre y la cajita de música que, de
manera servil, opté por dársela a Sofía, a fin de que se la hiciera
llegar a Coatlicue de mi parte.
Lejos de querer ufanarme con mis proezas de truhan, la razón por
las que traigo a colación este relato, es porque un percance derivado
de lo aquí expuesto, me hizo conocer, a las malas, cierta faceta de
Coatlicue. Faceta esta
sobre la que no haré comentario alguno, limitándome únicamente a
describir lo ocurrido.
Sucede, que aproximadamente tres o cuatro semanas después de
mi encuentro con Zarcero, Carlos, muy alarmado, me informa que
aquel fue arrestado y acusado de un robo a un reconocido sacerdote
llamado Marcial Maciel y que las investigaciones estaban siendo
llevadas a cabo por la temible oficina de seguridad del DF, célebre
por su brutalidad desde los tiempos del “Negro Durazo”.
De inmediato recordé las iniciales MM en la pulsera de oro, el
forro de la biblia, la virgen esculpida… ¡Dios santísimo! El vínculo
eclesial era evidente. Aquellos objetos pertenecían a Marcial Maciel,
jefe de los Legionarios de Cristo en México, hombre que se codeaba
con el mismo Papa y ante quien se inclinaban políticos y cardenales.
Me quedé sin aire, perplejo. Ambos, Carlos y yo, coincidimos en lo
prudente de separarnos de inmediato por lo que nos despedimos
precipitadamente.
Comprar objetos robados, sin importar el valor de los mismos,
sabía yo muy bien, era un delito penado. También sabía que cuando
están de por medio personas influyentes, como era el caso en
cuestión, la eficiencia policial es más que destacada.
La imagen de Lecumberri, la terrible y célebre prisión mexicana,
venía una y otra vez a mi mente. En un instante, se me vino el mundo
encima.
La sensación de que todo lo vivido estos pasados meses,
fantásticos por cierto, era algo demasiado bueno para ser verdad, me
embargó por completo. Paranoico, no dudé de que ya andarían tras
de mí, por lo que debía ocultarme y pensar qué hacer.
Sin atreverme a volver a mi apartamento erré sin rumbo y
descorazonado, buscando anonimato en la agitada multitud de
aquellas calles en la que se vivía la euforia del mundial de fútbol en
esos días.
Después de más de una hora caminando, con incontables cuadras
recorridas y giradas al azar, me topé con un edificio mediano,
antiguo y totalmente descolorido, con un gran jardín, en medio del
cual había un nicho en el que se percibía la imagen de algún santo.
En lo alto, un nombre que anunciaba: “Posada San Martín de
Porres”. Agobiado más que cansado, el lugar me
pareció como caído del cielo. Lo adiviné humilde y su nombre, por
favor, querible, piadoso, apropiado en ese momento de angustia y
búsqueda de reflexión.
Una anciana vestida totalmente de negro, con un rosario al cuello,
me recibió. Después de una docena de preguntas y advertencias
relativas al comportamiento dentro de la posada, la misma, me hizo
pasar a una pequeña habitación compuesta de una minúscula litera,
una mesita y un pichel de agua. En la pared colgaba una imagen de la
virgen de Dolores.
En aquel austero ambiente, absorto en mis pensamientos, me
encontró la noche y vaya ironía, lo que creí que sería una noche de
inquietud e insomnio, se tornó inexplicablemente en una de placidez
y buen sueño.
Amanecí resuelto a recuperar de cualquier modo la cajita de
música de la casa de Coatlicue, la que asumía que seguramente aún
estaba en la residencia en Polanco, después de eso viajaría de
inmediato a casa de mi madre a explicarle la situación y pedirle de
regreso el busto de la virgen con velo para luego, resignado a
enfrentar lo que viniese, ir a entregar tales objetos a la policía donde
aduciría haber sido vilmente engañado por quien me vendió aquello
y luego, enfrentaría lo que hubiese que enfrentar, aceptando
resignado lo que viniese.
Aquella decisión me trajo mucha paz, la paz de aceptar la perdida.
Mi primera acción sería resolver la manera de entrar a la casa de
Coatlicue, en la colonia Polanco, en la que suponía, no se encontraba
nadie y a la cual, no tenía autorización de entrar. Entendí que
explicarle a Sofía mi situación y pedirle ayuda era impensable ya que
se alarmaría ante la posibilidad de un escándalo que sin duda,
envolvería también a su jefa. No se me ocurrió otra cosa más que
tratar de sobornar al par de custodios o guardas del sector
correspondiente a la casa, con quienes había interactuado
cordialmente durante los meses de mi estadía en la misma.
Fue llegar y acordar. Sin mucha dificultad obtuve la cooperación
del único guarda presente ese día a quien le aduje la necesidad de
recoger algunos libros que dejé olvidados, a la par que le ofrecía una
modesta dádiva ya que consideré que algo excesivamente alto podría
generar alguna suspicacia en él. Ante una inquietud de mi parte por
un pequeño coche estacionado frente a la residencia, el guarda me
tranquilizó, asegurando que no había nadie en la misma.
Me encaminé a la parte posterior de la residencia, accedí al amplio
patio y abrí fácilmente la puerta de servicio que me permitía entrar al
cuarto de lavado, y desde allí, al resto de la casa. Acción esta que ya
había hecho en otras ocasiones mientras estuve viviendo ahí. Una vez
adentro, me dirigí decididamente a la habitación de Coatlicue,
esperanzado a que la cerradura de la puerta de la misma estuviera
libre, cosa contraria, la abriría de cualquier manera.
No hubo mayor inconveniente, la puerta no solo estaba sin llaves,
sino incluso, ¡entreabierta! Al empujarla y poner un pie en aquella
habitación, iluminada por una tenue lámpara, tuve frente a mí una
imagen impresionante e inolvidable: En la cama de Coatlicue yacía
una joven mujer, de espaldas, abrazando una almohada y totalmente
desnuda. Sus caderas sinuosas y proporcionadas, el arco esbelto de
su espalda, unas piernas contorneadas y una piel que adiviné de
ensueño, por no hablar de su alborotada melena, conformaban una
escena de verdadera gloria…, gloria que duraría un brevísimo
instante antes de helarse mi sangre al oír e identificar la voz de
Coatlicue, murmurando algo ininteligible en el baño de la habitación.
Horrorizado, eché pie atrás y salí despavorido. Jamás sopesé la
posibilidad de que Coatlicue estuviese en México. En segundos que
me parecieron eternos, estaba fuera de la residencia informando al
vigilante de la situación, guardándome por supuesto los detalles.
Apenado, el vigía aquel me explicó que recién había comenzado su
turno de guardia esa mañana y que seguramente, ambas damas
habían entrado la noche anterior. Intentó devolverme el dinero que
previamente le había entregado, lo que rechace de plano. Al fin y al
cabo, su equivocación no podía haber sido más exquisita y de paso,
reveladora...
Poco a poco, el impacto de aquel momento – que encasillaré nomás
como
«un susto», sin mayores comentarios – fue menguando ante la
necesidad de dar respuesta al embrollo en el que me encontraba
metido por los benditos objetos robados al cura Maciel.
Un afortunado pensamiento me hizo encaminarme hacia
Alcibíades, mi voluminoso y sabio amigo quien, tal y como lo supuse,
tuvo una estupenda respuesta a mi situación.
Con un avezado abogado conocido de él, un par de testigos y un
certificado extendido oficialmente por una clínica ubicada en la
delegación Gustavo Madero, que aseveraba mi permanencia en ella
por más de un mes en un periodo que abarcaba la fecha de mi
encuentro con Zarcero, estructuré mi coartada. Oficialmente, jamás
podría haberme encontrado con Zarcero y menos comprarle algo
puesto que, se suponía, en esos momentos estaba hospitalizado. Por
otra parte, decidí que no me presentaría por iniciativa propia a la
policía, sino que aguardara la actuación por parte de la misma, ya
que Alcibíades me hizo ver correctamente, que mi alteración y temor
no tenía ningún sustento objetivo, sino que era algo enteramente
especulativo; una simple hipótesis que había desatado mi paranoia.
Aunque no totalmente sosegado, seguí el consejo de mi querido
amigo y me dispuse a esperar. Nunca más volví a saber de Zarcero y
pronto mi vida volvió a su cauce.
NICARAGUA EN BANDEJA
La estructuración de las ONGs “de papel”, así como la contratación
de abogados y administradores contables, redujo mi participación a
reuniones formales una o dos veces al mes. Mi contacto, era el
notario Zorrillo y los contables se encargaban de todo lo tocante al
dinero y las cuentas.
En un inicio, los ingresos promediaban un poco más de 1.2
millones de dólares al mes, para un total de casi 9.6 millones de
dólares en los primeros ocho meses de operación, siendo más del
50% de esos ingresos, girados desde Milán por el italiano Rosete.
Luego sabría que eran por operaciones de contrabando,
directamente desde puertos de Colombia y Venezuela a Europa.
Después de algunos impuestos, costos burocráticos y otros, mis
beneficios netos a final de ese año 1986 fueron de 244 mil dólares.
Sumado a lo que ya poseía, mis logros financieros rondaban los 440
mil dólares, toda una fortuna para la época.
Aunque ciertamente agradable, el hecho de contar con esa suma
de dinero como que había perdido su inicial encanto.
Es curioso que los primeros éxitos económicos personalmente
cosechados, por mínimos que sean, resulten notablemente más
excitantes que los grandes éxitos que posteriormente puedan
obtenerse. Incrementar mi fortuna me daba seguridad y sensación de
poder, pero la verdad, no sentía repetir en mí, aquella fascinante
sensación vivida con mis primeros logros económicos, obtenidos dos
años atrás. Como en muchas otras facetas de la vida, la dicha no está
ligada solamente a la cantidad, sino al sentimiento de conquista que
se obtiene al lograr superar las críticas y azarosas líneas entre el
tener algo y el no tener nada.
Por otra parte, al ir entendiendo lo que puedes y también lo
mucho que NO puedes comprar con dinero, empiezas a darle a este,
su justo valor. Descubrí que más allá de su utilidad para resolver
nuestras diversas necesidades, el dinero pronto comienza a ser una
muestra de vanidad humana, una vía para satisfacer ilusamente,
nuestra ególatra y desesperada necesidad de demostrar a
los demás, que somos nosotros y no ellos, los que pertenecemos al
«club de los mejores».
La madrugada del 3 de octubre de 1986, víspera del eclipse solar o
Tonatiuh, comenzaron los preparativos del ritual de ofrenda de una
nación entera que, cual doncella sacrificada, sería ofrecida a unos
dioses perpetuamente sedientos de sangre.
La ceremonia fue dirigida por el chamán Maximiliano Chiquilistá
en su centro ritualista de Coyoacán, la misma incluía, sacrificios de
animales diversos, entre ellos, unos raros gatos de monte o tigrillos
blancos. De Nicaragua, habían llegado muestras de tierra de
diferentes puntos del país llamados energéticos: Ometepe, volcán
Cosigüina, volcán Masaya y otros. Además de eso, también venían
cenizas de animales sacrificados mezclada supuestamente con sangre
de… ¡DONCELLAS!
Aunque personalmente nunca atestigüé que se llegase al extremo
de un sacrificio humano, había oído rumores de que el chamán
Chiquilistá, había participado en Chihuahua, en rituales que incluían
sangre humana. El día entero fue dedicado a las referidas actividades
rituales que terminaron, al rayar la medianoche.
A partir de ese 3 de octubre, los rituales se realizarían cada trece
días en distintos puntos de Nicaragua, por un lapso de 6 años, 6
meses y 6 días sostenidos (666) hasta llegar al esperado día, 9 de
abril de 1992, día en el cual, Coatlicue daría supuestamente a luz, en
un parto místico, al Dios Baluk Teitan, exactamente 9 lunas (casi 9
meses) después de haber sido preñada por Tonatiuh, en su gran
eclipse total del 11 de julio de 1991. Ese 9 de abril de 1992, Coatlicue y
las legiones de deidades dirigidas por el antedicho príncipe, tomarían
por entero Nicaragua. El plan pretendía que Coatlicue y su selecto
séquito, gobernarían el país en representación de las deidades.
Una vez concluida aquella ceremonia, (amanecer del 4 de octubre
de 1986) el ambiente se desbordó de emocionadas congratulaciones,
planes de futuro y ruidosas celebraciones que continuaron hasta el
amanecer del día siguiente.
En los meses y años venideros, a la par que sus súbditos llevaban a
cabo puntualmente las programadas celebraciones, a Coatlicue se le
vería a menudo en noticieros televisivos internacionales. Correcta,
locuaz, espléndida. Daba
entrevistas y posaba con su chata sonrisa y extravagante look, al lado
de grandes personalidades.
A menudo me preguntaba si la Coatlicue que yo conocía, no
resultaría ser un doble de la verdadera. Realmente me desconcertaba
su increíble capacidad para transformarse de un ser procaz y
repulsivo, a una comedida diplomática o feminista de refinados
modales y cuidadosa oratoria.
Años después, el cantautor nicaragüense Carlos Mejía Godoy la
calificaría como dueña y señora del más anonadante y extremo
cinismo.
AMOR ILEGAL

Una tarde, a finales de febrero de 1987, durante una reunión con Zorrillo y
el abogado Bodego en la oficina de las ONGs de maletín (la misma tarde
que supe la noticia de la captura e inmediata extradición a USA de Carlos
Lehder), aparece imprevistamente Sofía, quien me pide unos minutos para
que hablemos.
Alterada y con los ojos llorosos, me pregunta si conozco donde queda
Tehuacán.
—¿Tehuacán? Claro que sé, ¿qué pasa? —le pregunté.
Me dijo que una amiga de ella, en compañía de dos jóvenes mujeres más
que venían desde Nicaragua e iban hacia Estados Unidos, habían entrado
ilegalmente a México por Tapachula, frontera sur y que luego, habían sido
robadas por policías mexicanos. Se encontraban presas, sin dinero y sin
documentos en la delegación policial de Tehuacán, Estado de Puebla.
En breves minutos concluí con Zorrillo, quien amablemente accedió a mi
solicitud de facilitarme su amplio y veloz Ford Mustang 84 con el que
inmediatamente, partí con Sofía hacia Tehuacán, la llamada cuna del maíz
mexicano.
Dos o tres horas después, estabamos estacionandonos frente a la
delegación policial donde un panzón y empistolado policía de oscuros
anteojos, custodiaba la puerta. Al vernos, rápidamente intuyó lo que nos
traía a ese lugar, pasando a ensayar en su desconfiado rostro, una mueca de
sonrisa que dejaba ver varias ventanas en su dentadura.
—Andan por lo de las chamacas, ¿verdad? —preguntó.
De inmediato y sin esperar respuesta de nuestra parte, empezó a gritar:
—¡Gonzaleees, hey Gonzaleees…!
Con un sonoro «¿Qué pasó?» por respuesta, el susodicho Gonzales,
apareció: Altas botas de cuero, pantalón vaquero, sombrero, camisa a
cuadros y una innegable cara de aguardentoso y malhumorado mafioso. Era
el «comandante»
encargado de la delegación quien parecía tener prisa por salir. Al cuestionar
y enterarse a gritos de la razón de nuestra presencia ahí, llamó al panzón
agente aparte y cuchicheó brevemente con él. Luego, este último nos
conminó a entrar a la delegación.
Ahí, en una pequeña sala estaban las tres mujeres: demacradas, agotadas
y detenidas por indocumentadas. Haciendo un ridículo alarde de
formalismo, Santiago, que así se llamaba el policía de marras, nos impidió
acercarnos o siquiera hablar con las detenidas.
—No le gusta al jefe— Fue su escueta justificación.
Seguidamente, nos llevó a una oficina donde había un plato con restos de
comida sobre el escritorio, evidencia de la prisa que tenía por salir, el
mentado comandante Gonzales.
Después de acomodarse en la silla del jefe, clarear la garganta y tratar de
inventarse una seriedad que no le quedaba ni a leguas, comenzó con el
mismo guión policial de siempre: hacer ver la supuesta gravedad del delito,
lo largo y tedioso que resultan los trámites oficiales para finalmente
concluir, que lo mejor era una negociación justa para todos. Negociación
cuyo punto toral fue por supuesto, la jugosa mordida y la consabida
advertencia:
—«Boca de cera manito».
Después de pagar, las tres mujeres fueron liberadas sin mayor trámite.
Emocionadas y llorando se abrazaron, pidiendo salir de inmediato de aquel
lúgubre lugar. Habían sido asaltadas y amenazadas por policías de Oaxaca
quienes, por fortuna, las abandonaron con sólo lo que llevaban puesto, pero
sin mayor daño, en una carretera rural donde un camionero de buen
corazón, que iba rumbo a Tehuacán, las auxilió y las dejó frente a la
delegación policial local, donde fueron retenidas. A las malas, habían
aprendido, que en México, los delincuentes también usan uniforme y placas
en el pecho.
La mayor se llamaba Verónica Castillo, médica pediatra de 32 años y dos
jovencitas, Rocío y Argentina, de 17 y 18 años respectivamente. Las tres
habían salido doce días antes de Nicaragua, con escaso dinero y muchas
esperanzas de dejar atrás la guerra y la escasez de su país, en bus, camión y
a ratos a pie. Su destino era Miami. Más relajadas y confiando de que lo
malo ya había pasado,
ante mi insistencia, aceptarían parar en una tienda, comprar un poco de ropa
y luego comer, después de días de apenas hacerlo.
Era casi media noche cuando llegamos a Ciudad de México, por lo que
decidimos buscar un hotel para pasar la noche. Las cuatro mujeres se
acomodaron en una sola gran habitación de la cual, por cierto, fui echado
sin mayores miramientos.
A la mañana siguiente, las pasé a recoger para llevarlas al apartamento
de Sofía, donde se acomodarían. No tenían ningún tipo de documento de
identidad, lo cual, les representaba un gran inconveniente. Ahora bien, el
tener continuos contactos con la embajada nicaragüense en México, debería
haber supuesto para Sofía, las mayores facilidades a fin de asistir a sus
compatriotas en la recuperación de sus documentos oficiales.
¡Nada más alejado de la realidad!
En el autoritario pensamiento de la dirigencia política nicaragüense de
entonces, abandonar el país en búsqueda del denominado sueño americano,
era una deleznable traición. No importaba el hambre, el miedo, las penurias
y los sueños de un futuro mejor, el que se iba del país a buscar el
«decadente y vicioso mundo capitalista» era un traidor y debía ser tratado
como tal. Así que ni pensar en ir a buscar ayuda a la embajada de marras.
La contradicción era, por decirlo con educación, indignante.
Coatlicue, por doquier que iba, se daba una vida de excéntrica celebridad
y sus amantes, yo incluido, de acaudalados señoritos. En varias ocasiones
acompañé a Sofía a hacer grandes pagos a empresas que semanalmente
suministraban desde uvas californianas hasta jamones serranos traídos de
España, pasando por decenas de botellas de las francesas Eau Naturel et
Gazeuse Perrier, desde shampoo para perros, hasta electrodomésticos de
los más modernos y lujosos. Todo eso salía directamente desde México a la
residencia presidencial en Managua.
En Nicaragua, la cúpula política sandinista, tenía tiendas exclusivas y
vehículos de lujo, fuera de su país derrochaban sin límites. Eran dos
mundos que no podían ser más contrastantes: por un lado, lujos y bacanales,
por el otro, guerra, muerte, dolor, hambre y separaciones forzadas. Con todo
eso, ¿qué autoridad moral tendrían para condenar a personas que no hacían
más que
ejercer su derecho a buscar la felicidad donde, equivocadamente o no,
creían poder encontrarla?
Con la inestimable ayuda de Alcibíades, mi talentoso amigo falsificador,
en menos de 24 horas ya contábamos con tres identificaciones chuecas,
pero de gran calidad litográfica que comprobaban, que nuestras lindas
migrantes, eran más mexicanas que el mismo Cantinflas.
Todo estaba listo, solo faltaba que re emprendieran su camino hacia el
norte, por lo que me encaminé a entregarles sus documentos y despedirme
de ellas.
Llegando al apartamento de Sofía, encuentro a las cuatro mujeres
acompañadas de una quinta fémina, delgada, tez blanca, mirar amable, de
lentes y de unos 30 años. Sofía se adelantó a presentármela:
—Se llama Ernesta Nieves Gómez es medico pediatra en un hospital
infantil.
—¿De dónde eres? —le pregunté.
—De Mérida, Yucatán —respondió.
Queriendo terminar pronto el cometido, procedí a entregar rápidamente
los carnés respectivos y a desearles, el mejor de los viajes. Al oír aquello,
todas saltaron en el acto:
—Qué, ¿cómo piensas que llegaremos solas hasta la frontera?
—¿Serías capaz de dejarnos ir solas Jorge? ¡Qué barbaridad!
—¡Tienen razón ellas, eres un bárbaro Jorge! —agregó oficiosamente
Sofía. Comprendí que era un tamaño lío en el que me había metido.
Partir de ciudad de México hacia la frontera y luego volver, yendo solo,
era cosa de dos días, pero ir con cinco mujeres, por favor, eso era cosa de al
menos tres o cuatro días, ¡imposible!
No sabría decir específicamente si fue la cara de desamparo y los ojos
llorosos de las tres mujeres o la desaprobación tajante de Sofía lo que me
doblegó para que finalmente accediera a trasladarlas a la frontera,
específicamente a Matamoros (Tamaulipas), de donde cruzarían
directamente a Brownsville (Texas). Ahí sus familiares las estarían
esperando. Era viernes por la tarde, así que quedamos en salir el domingo
por la mañana.
Así fue, el domingo a las siete de la mañana, estaba estacionando al pie
del edificio de los apartamentos donde vivía Sofía, una amplia Dodge
Caravan 84.
Subí rápidamente los escalones, encontrándolas a todas, listas para partir.
Pronto me di cuenta de que Verónica, médica igual que Ernesta, no cruzaría
la frontera, ya que había decidido atender la sugerencia de esta, de
introducir una solicitud de trabajo en una clínica adscrita a una parroquia
católica local, donde no eran tan estrictos con los requisitos de índole
migratoria.
Por fin partimos. Adelante de copiloto, se sentó Verónica, las dos
jóvenes, Rocío y Argentina iban detrás de nosotros, mientras que Sofía y
Ernesta, se ubicaron en los últimos asientos. Verónica, de poco hablar al
inicio, empezó a inquirir sobre los admirables monumentos y antiguos
edificios que encontrábamos a medida que atravesábamos la inmensa urbe,
la antigua Tenochtitlan. Luego, al tomar la autopista y enfrentándome un
tanto a la monotonía del paisaje, le pregunté por su vida en Nicaragua. Me
dijo que provenía de Ocotal, un pueblo al norte de su país, que había
estudiado medicina en la Universidad de San Carlos (Guatemala), donde se
graduó en 1979, a los 24 años, regresando a su casa, en la entonces,
políticamente agitada Nicaragua.
La madre de Verónica, Juanita López Ortez, era una conocida costurera y
su padre, Jacobo Castillo Zeledón, un próspero cafetalero y ganadero,
hermano de un abogado y juez del gobierno de Somoza, derrocado en julio
de 1979 por la revolución sandinista. Tal parentesco, implicó la desgracia
del laborioso Jacobo, quien fue totalmente despojado de sus bienes, por el
auto denominado gobierno revolucionario a inicios de 1980, situación esa,
que no solo lo llevaría a la ruina económica sino también, a un profundo
deterioro físico y mental que desembocaría en su muerte a finales de 1984.
Verónica por su parte, se casó en 1982, con el también médico Felipe
Gonzales Portillo, guatemalteco, quien pereciera en un accidente de tránsito
el 14 de agosto de 1984 en Tegucigalpa, Honduras, donde ambos planeaban
instalar una modesta clínica. Certificando que las desgracias no vienen
solas, exactamente un mes después de la muerte de su esposo, fallece don
Jacobo, el padre de Verónica.
Esas dramáticas cadenas de tragedias habían sumido a Doña Juanita,
Verónica y a su hermana menor, Hortensia, en un hondo abatimiento. Con
resignación y remarcable estoicismo, aquellas mujeres luchaban por salir
adelante en un medio injustamente hostil y plagado de vicisitudes
económicas. Mercedes, la hija de Verónica, nacida en octubre de 1983, era
su única alegría, el pilar donde apoyaba sus ilusiones y esperanzas. Al
emigrar Verónica, la niña de apenas 3 años, se había quedado al cuidado de
su madre y hermana. Precisamente, una de las razones que terminó de
convencerla para quedarse en México, era porque percibía más factible y
rápido, reunirse con su hija en este país, que hacerlo en Miami.
Poco a poco devorábamos kilómetros; Perales, Emmanuel, Napoleón o
los Bee Gees, se sucedían en la radio del vehículo provocando algún
emocionado tarareo de mi parte mientras atrás, las dos chamaquillas, Rocío
y Argentina, movían la cabeza de un lado a otro, desaprobando mi
desafinada voz y preguntando con sarcasmo si por algún lugar de México,
«habría música buena, música que no fuera para ancianos…»
más atrás del vehículo, Sofía y Ernesta, siempre ajenas, conversaban en
voz baja.
Verónica me comentaba que en su familia, había existido toda una
tradición musical, que su padre tocaba el violín, su tío el ex juez, era un
virtuoso con el acordeón y en su adolescencia, ella misma, guitarra en mano
y acompañada de una prima, que era una reconocida cantante nicaragüense,
tocaban en veladas colegiales.
—¿Tocás en verdad la guitarra? —pregunté.
—Algo así — Me respondió, con una modestia que decía mucho.
—Oye mano, ¿es que en México no se desayuna los domingos? —
preguntó en voz alta y simulando la voz, con un artificial deje mexicano
una de las chiquillas.
Mientras la otra le respondía:
—No sé pinche güey, no sé…
Hecho que provocó una sonora carcajada de mi parte y una severa
mirada de reprensión de Verónica hacia ellas. Poco después, nos desviamos
un poco y paramos en una fonda de Santiago de Querétaro para desayunar.
Terminando de comer, las mujeres se quedaron viendo algunas artesanías
y comprando golosinas, mientras yo me dirigí al vehículo al cual llegó
después Verónica. A lo largo, se veía Ernesta, tomando fotos a unos árboles
mientras
Sofía, caminando sigilosamente la sorprende por la espalda, la abraza y le
comparte un chocolate.
—¡Qué felices son! —comentó Verónica—, espero que esta vez le vaya
bien a mi amiga —agregó.
—,¿Esta vez? ¿Cómo es eso? —pregunté intrigado.
—Ernesta es su nueva pareja, ¿no lo sabes?
Me dijo sin mayor preambulo, dejándome sorprendido.
¿No me digas que son lesbianas? —respondí.
—¡Pues lo son!, ¿algún problema? —Fue su escueta y retadora respuesta.
¡No lo creo!, ¿cómo es posible? —pregunté.
Viéndolas a lo largo, todavía incrédulo, movía mi cabeza de un lado a
otro.
Percibiendo mi cara de estupefacción, Verónica me dijo irónicamente:
—Oh disculpa, no sabía que eso te afectaría tanto.
No sabía nada, ¿no entiendo por qué no me lo dijo antes? Le respondí.
—¿Tenía acaso obligación de hacerlo? —añadió—. Además, quizás
pensó que eras un troglodita. —¿Troglo qué? —le pregunté extrañado.
Ella, siguiendo su inclemente carga continuó:
—Se deletrea así: Te, erre, o, ge, ele, o, de, i, te, a…Tro… glo… di… ta
— Simulando mientras lo decía, una curiosa mueca simiesca en su cara, a la
vez que con la boca emitía el gutural sonido de nuestros ancestrales
parientes primates…
Un tanto incómodo por todo, puse cara de pocos amigos y las apuré a
todas, para retomar la carretera. Conducía en silencio y ensimismado.
Al poco tiempo, de pronto y sin razón alguna, se me vino a la mente la
figura de aquella provocadora mujer y sus muecas simiescas, las cuales,
esta vez, me causaban alguna gracia. La verdad, además de cierto brillo en
sus ojos cuando rió, burlándose y provocando, pude ver unos llamativos
camanances en sus mejillas. Eso sin mencionar su melodiosa voz y nívea
piel, que contrastaba con su largo y negro pelo.
Después de todo, me dije, la situación no era tan mala, así que volví
nuevamente a poner la radio, dejando que la magia de la música, animara
nuevamente el largo viaje.
Por fin, alrededor de las cuatro de la tarde, llegamos a Ciudad Victoria.
Ya estábamos en Tamaulipas, habían sido hasta ahora, casi nueve horas de
viaje y toda la tripulación femenina, dormía.
Junto a un parador o restaurante donde nos detuvimos a comer, logré ver
una pequeña tienda con el rótulo “Instrumentos Musicales”, por lo que
recordando la guitarrera afición de Verónica, en el interín entre pedir y que
llevaran la comida, decidí salir para ir a la mencionada tienda. Entre
acordeones, trompetas y guitarrones de mariachis, destacaba una pequeña
guitarra. De hecho, era la única que había en el lugar. La compré y me fui a
entregársela como presente a Verónica.
En medio de la algarabía de las chicas animándola a tocar y después de
tomarse unos breves minutos para afinarla, en un acto inolvidable, Verónica
cantó y tocó en aquel restaurante el tema, “La guerra de los niños” del
brasileño Roberto Carlos y a continuación, “Imagine” de John Lennon.
Esta última, con una impecable dicción inglesa, seguiría, según recuerdo
“Julián el organillero” de Carlos Mejía Godoy y finalmente, a petición de
unos comensales ahí presentes, “La Malagueña”.
Aquello fue todo un espectáculo, Verónica era realmente, una virtuosa
del canto y la guitarra y más aún, las melodías escogidas, decían mucho de
sus motivaciones humanas.
Debíamos reanudar el viaje el cual, a partir de ahí, se convertiría en una
exquisita degustación de música, anécdotas personales, despedidas de las
chicas en la frontera y por mi parte, un personal deseo de inmiscuirme en
los planes de vida de aquella preciosa mujer nicaragüense.
Poco a poco sentía que un viejo conocido, un travieso gusanito, capaz de
brindar las más grandes dichas pero también, los mayores dolores,
empezaba a tocar algunas puertas de mi pecho, puertas que al parecer,
hostigoso como pocos, también empezó a tocar en el pecho de mi recién
descubierta guitarrista quien, después de meses de flores y serenatas de mi
parte así como de una docena de desplantes por parte de ella, terminaría
para mi dicha, casándose conmigo ell miércoles 6 de enero de 1988, mero
día de Reyes, en la pequeña
parroquia del Santo Niño de la Paz, en la Calle Praga de la Colonia Juárez,
en el Distrito Federal.
Con ayuda de Ernesta y una que otra mordida para apurar la cosa en
Cancillería, Verónica logró la homologación de sus títulos universitarios,
pudiendo colocarse como médica asistente en una conocida clínica para
niños, ubicada en la delegación Miguel Hidalgo.
Unos meses después (mayo 1988), viajamos a Tegucigalpa (Honduras), a
buscar a su pequeña Mercedes, quien había sido llevada hasta ahí por
Hortensia, la hermana de Verónica.
Yo que había sido testigo de su diario penar por la hija dejada atrás, no
podía sino admirar solazado, su inmensa felicidad al poder abrazar por
primera vez en casi dos años, a aquella, adorada y hermosa niña, de ricitos
de oro. Esa misma tarde partimos los tres hacia Ciudad de México.
DINERO Y REVUELTAS

E. A. L. RATERO AYER, JUEZ HOY


Los depósitos a la cuenta local del Banamex, la cual continuaba aún a mi
nombre, seguían creciendo. Igual sucedía con las denominadas
“donaciones” a las ficticias ONGs. La sede del proyecto imperial o
Hueytlahtlocayotl en Cuernavaca, permanecía en intensa actividad y
dirigida siempre por el chileno Durand, quien seguía recibiendo un alto
porcentaje de los recursos generados por las susodichas ONGs.
Más allá de lo formal, había desarrollado una amistad personal con
Zorrillo, quien permanecía al frente de los vericuetos legales y me
compartía información al respecto. Al abogado Bodego, impenetrable y
misterioso, casi nunca lo veía, mientras que Roseto, operaba siempre desde
Milán.
Por diferentes razones entre ellas, sus continuos embarazos, Coatlicue
había reducido a cero sus visitas a México. Tal circunstancia hacía que
saltara la necesidad de una reunión con ella y otros personeros en Managua,
por lo que, en algún momento de octubre o noviembre de 1989, Zorrillo,
Bodego y yo, partimos hacia la capital nicaragüense, la cual vivía en esos
días, un intenso ajetreo pre electoral.
Fuimos recibidos en el aeropuerto de Managua, por un joven de unos 25
años, llamado Edgard, que decía ser el chófer de la presidencia y quien,
manejando de manera un tanto temeraria, nos llevó directamente al elegante
hotel Intercontinental, de la capital nicaragüense.
Un par de horas después, alrededor de las tres de la tarde, partíamos a
reunirnos con dos delegados del círculo cercano a Coatlicue, con quienes
revisaríamos balances de cuentas, documentos fiscales y un largo etcétera,
de asuntos de índole administrativa que llevaron a terminar la referida
reunión a eso de las siete de la noche.
De regreso al vehículo que nos trasladaría al hotel, noté que una pequeña
cartera portadocumentos que había dejado en el vehículo, estaba abierta y
desordenada. No recordaba haberla dejado así, sin embargo, no le di mayor
importancia. Unos instantes después, oigo a Zorrillo gritar alarmado:
—¡Me han robado Jorge, me han robado !
En efecto, un sobre con su pasaporte y 1,700 dólares, habían
desaparecido.
De inmediato, relacioné el suceso con mi cartera abierta y cierta actitud
sospechosa del chófer, el cual, de poco hablar y brusco manejo, había
pasado esta vez, a una actitud amable y de cuidadoso conducir. La primera
reacción del referido chófer, fue argüirle a Zorrillo que probablemente había
botado el sobre con el dinero, en otro lugar. No obstante, ante la actitud
enérgica y decidida de Zorrillo de ir de inmediato a denunciar el hecho a las
máximas instancias, el referido chófer le sugirió que no lo hiciera, que
ahora recordaba que alguien que él conocía, lo había saludado y entrado al
vehículo sin su aprobación y que seguramente, tal persona había hurtado el
sobre, agregando que de inmediato la iría a buscar…
Ante tan poco imaginativo argumento de aprendiz de ratero, no quedó
más que seguirle la corriente. Después de conducir unas cuantas cuadras,
detuvo el vehículo frente a una especie de rancho de baile diciendo:
—Aquí debe de estar ese pendejo, espérenme— sacando una pistola de
un depósito al lado de su asiento y saliendo atropelladamente del vehículo.
Pocos minutos después, volvería con el sobre y un peregrino argumento:
—Revise usted si aquí está todo, el tipo se corrió cuando me vio, pero
tiró el paquete.
Zorrillo respiró aliviado cuando tuvo en sus manos el pasaporte, luego el
recuento del dinero daría 1,400 dólares, 300 menos de lo que originalmente
contenía. Le hice un guiño de ojo a Zorrillo como diciéndole, «olvídalo,
déjalo así». Mientras, el chófer de marras, estibando más estupideces
agregaba:
— Por lo menos recuperó su pasaporte amigo, mire, yo por eso siempre
recomiendo a cada quien, que cargue sus pertenencias para evitar estos
problemas.
Zorrillo, rojo de la furia, callaba.
—Por favor mano, llévanos al hotel —le dije finalmente al burdo ratero.
Moviéndose al vaivén del vehículo, colgando del espejo retrovisor frente
al conductor, había un carné de identificación de esos que se cuelgan del
cuello, con una foto y los apellidos de nuestro pésimo conductor y peor
ladrón:
«Altamirano López».
Por aquello de que, «ladrón que roba a ladrón, merece 100 años de
perdón» no puedo condenar al raterillo ese aquí descrito pero sí, al
despreciable juez que por “casualidad” porta sus mismas generales y que ha
sido autor de atroces sentencias obtenidas en caricaturas de juicios contra
centenares de inocentes, capturados en el marco de las justas protestas
ocurridas en el país desde abril del 2018, con total irrespeto al debido
proceso.
Títeres del par de tiranos, Altamirano y una pandilla de delincuentes con
el alias de «jueces», protegen y brindan impunidad a los verdaderos
criminales y terroristas, mientras se ensañan con prisioneros inocentes y sus
familiares.
MALOS TIEMPOS
Ya desde finales de 1988, los proyectos de las ficticias ONGs , estaban
siendo investigados por la fiscalía italiana bajo la sospecha de recibir y
legitimar pagos por cargamentos de droga desde Colombia y Venezuela a
Europa.
Por otra parte, los cambios políticos sucedidos en Panamá tenían
acosado a Antonio Noriega y en suspenso, muchas de sus más que dudosas,
negras operaciones financieras. Todo lo anterior, obligaba a una clausura
inmediata de las operaciones en México, hacia donde saldríamos de regreso
en los próximos días con dos miembros del círculo de influencia de
Coatlicue, a fin de liquidar en el menor plazo y sin mucho regateo, todas las
propiedades inmuebles (que para entonces ya superaban la veintena), cerrar
cuentas bancarias y trasladar a Nicaragua, todo el efectivo posible. Poco a
poco, otros funcionarios de confianza de Coatlicue, volarían a México y se
agregarían al grupo.
Fueron en total, unos 8 o 9 millones de dólares los recuperados, pero
solo un poco más de 6 serían los efectivamente declarados y transferidos. El
desbalance, del orden de los 2 o 3 millones de dólares, quedó en los
bolsillos de una decena de voraces personeros nicaragüenses, en los de
Zorrillo y en los míos propios.
Los nicaragüenses participantes en el alegre desfalco a la Compañera, lo
hacían con el argumento de que por años se habían entregado a la causa de
la
revolución sin recibir nada a cambio, que no era justo, que se acercaban las
elecciones y por si las moscas, lo mejor era estar preparados por si los
«delincuentes derechistas» ganaban las elecciones.
PILLA CUIDANDO PILLOS
Como agente fiscalizador de una desconfiada Coatlicue, días después
llegó una mujer de nombre Ana, quien tenía ciertos vínculos mexicanos y
de quien supe, había sido directora de la oficina nicaragüense de migración
en esos años y hoy resulta ser una eficiente coordinadora de sanguinarios
paramilitares orteguistas. No sirvió de mucho, al final, apartando al
abogado Bodego, todos sin excepción, fiscalizadora incluida, fuimos
compadres hablados en una operación que duró unas cuatro semanas en
completarse.
En esta etapa me tocó, en múltiples veladas nocturnas, servir de guía
turístico de algunas de aquellas alborozadas, y no muy recatadas que se
diga,
«revolucionarias esquilmadoras» nicaragüenses. Plaza Garibaldi, La
Santa y The Grand Hotel fueron entre otros, los sitios preferidos para las
diarias celebraciones de aquella pandilla de singulares arquetipos del
«hombre nuevo», tal y como sin pudor alguno se autodenominaban y como
segura y cínicamente, aún lo harán.
Extrañamente, aunque en Nicaragua a finales de ese 1989 se vivía un
ambiente de euforia electoral, con un convencimiento total de victoria por
parte del régimen sandinista y sus simpatizantes, expresiones tales como: —
«Para eso nos jodimos 10 años» tenían para mí, algo así como un cierto
sabor a fin del mundo, a estampida, a un premonitorio «sálvese quien
pueda», de parte de los personeros a cargo de la referida operación de
«recupere».
Por otra parte, su cínico comportamiento realmente, ya no me
sorprendía. Durante mis dos visitas a Nicaragua, ante el cuestionamiento
que en varias ocasiones hice, de lo contrastante que me parecía la opulenta
vida de los comandantes, comparada con las miserias de los de a pie. La
respuesta trillada era, que los primeros se habían jodido en el monte y que
incluso, algunos hasta presos habían estado y que por ello, emulando la
lógica de la mafia con sus capos, merecían ahora su recompensa. Eran
consideraciones hechas con sinceridad y asombrosa lealtad por parte de
gente común, en calles o mercados, gente sencilla plagadas de necesidades
varias. Desde una perspectiva moral, nada me convencía de que tales líderes
merecieran tal nivel de aprecio y respeto
de parte de gente cuyos hijos, padres o hermanos en ese entonces, morían y
mataban a diario en las montañas nicaragüenses.
COATLICUE EN DECLIVE
En la sede de Cuernavaca, era un secreto a voces el hecho de que
Coatlicue, jamás fue tomada en serio en los planes del milenario proyecto
imperial. Si alguna inflada importancia se le daba, era por interés
económico o las ventajas políticas, geográficas y hasta de seguridad que su
país, podría brindar a partir de la influencia que ella ahí tenía. Tal hecho fue
más patente cuando, a partir de la pérdida del poder de los sandinistas en
1990, y una abrupta reducción de los aportes económicos por parte de
Coatlicue, esta fue totalmente aislada y desvinculada de las actividades
llevadas a cabo en la sede del proyecto. Actividades regidas por el chileno
Durand, siempre bajo la venia del autoproclamado gurú brasileño, Hans.
La pérdida de las elecciones por parte de los sandinistas y por ende, de
su estatus de poder, tuvo desastrosos efectos emocionales en una destronada
Coatlicue. Desde el ceremonial del eclipse lunar del 3 de octubre de 1986 y
hasta inicios de 1990, la misma, había mantenido estrictamente el
calendario ritual establecido, con miras al triunfo de su plan de dominio
místico sobre Nicaragua, supuesto a iniciar el 9 de abril de 1992. No
obstante, la desmoralización propia y de su entorno, producto de la derrota
electoral que, según ella, era debida a lo que calificó como una artera
conspiración de sus enemigos Iluminatis, basados mayormente en los
Estados Unidos y representados por varios de los tecnócratas (Chicago
boys), del entonces gobierno de la Sra. Violeta Barrios de Chamorro,
terminó por opacar y dar fin, a rituales programados.
Para muchos de sus adláteres, lanzarse a la rapiña de la piñata de los 90
(saqueo masivo de bienes estatales), era mucho más importante que
dedicarse a los delirios místicos de la alicaída Compañera.
Fue entonces que los viajes de Coatlicue a México se hicieron cada vez
más frecuentes. En su residencia en la Colonia Polanco, se daba a festines
permanentes y desenfrenados, siendo visible su deterioro físico y
emocional, producto de tales excesos. Años después, alrededor de 1993/94
adquiriría otra costosa propiedad en Coyoacán, no muy lejos del centro
ceremonial del chamán Chiquilistá.
Puedo decir que, en al menos dos ocasiones, en 1994, acompañado por
Sofía llevé a Coatlicue de emergencia a una clínica. Previamente en el año
1992 (alrededor de mayo o junio de ese año), estuvo 2 semanas internada en
el Sanatorio Psiquiátrico “El Carmen” en Tlahuac.
Es de destacar, que en este trajinar de atención a sus continuos desvaríos,
Coatlicue tuvo siempre el solidario acompañamiento de una noble mujer
nicaragüense residente en México, de nombre M Palacios, familiar según
decía, de la primera mujer médica de Nicaragua, Conchita Palacios. En
tanto Sofía, quien permaneció en México, mantuvo siempre una relación
más solidaria que de trabajo con su anterior compañera-jefa quien, «genio y
figura hasta la sepultura», era incapaz de reconocer mínimamente los gestos
de nobleza de ambas mujeres, a los cuales correspondía con indiferencia y
en ocasiones, hasta de forma ofensiva.
Cuando yo preguntaba indistintamente a Margarita o Sofía, el por qué
soportaban aquel maltrato, me respondían invariablemente que se debía al
símbolo, a la dignidad que en su momento, ella representó. Argumento este
que en verdad sería motivo de risa si no hubiese de por medio, tanta sangre,
luto y miseria involucrada.
Al concluir las falaces ONGs y con ello, mi papel de testaferro, mi única
información sobre Coatlicue, fueron las discretas referencias que de ella
obtenía a través de Sofía quien nunca dejó de asistirla en sus frecuentes
visitas a México. Tal discreción se disolvía, cuando en situaciones
extremas, siempre ligadas a los desmanes bacanaleros de Coatlicue y sus
urgentes traslados clínicas, Sofía recurría a mí en busca de algún tipo de
auxilio.
A partir de 1995 y por muchos años, no volví a saber más de Coatlicue.
MENSAJERA
APOCALIPTICA

A mediados de septiembre del año 2004, recibí un extraño correo


electrónico de un remitente denominado Pitonisa de América. El
contenido del mismo rezaba:
«En el cielo de la noche aparecieron carrozas de fuego que iluminaron
la tierra, cual si fueran 1000 soles unidos. Una inmensa llama consumiría
todo, solo cenizas quedaron de imponentes palacios y vastos ejércitos.
Luego, en soberbia formación y a paso de vencedores, los escogidos
tomaron la tierra entera. Decide tu bando, ¿Serás vencedor o vencido?,
¿Monolítico guerrero o ceniza al viento? ¿Orlará tu frente un laurel o
apretará tu cuello una cadena?».
Tomé tales mensajes como propaganda o llamamiento religioso de
alguna de tantas denominaciones sectarias, por lo que no les di mayor
importancia.
Días después aparecerían otros sugestivos mensajes:
«¡Atiende hoy o llorarás mañana! Lo que decidas hoy, significará, al
llegar el gran día, tener el acero empuñado en tu diestra o atravesando
certeramente tu cuello».
Intrigado y con cierto presentimiento, respondí:
—Hola, ¿quién eres?
La respuesta llegó unas 3 semanas después, él o mejor dicho, la
remitente, se identificó como:
«¡La eterna Coatlicue! Hoy en la misión de ser la Pitonisa de América,
anunciando que el verdadero Gran Avatar se ha manifestado. Es un Leo
con ascendente Cáncer, nacido a los 6 años de la era de acuario
(28/07/1954) en la tierra originaria de los Atlantes, en las estribaciones
mismas de los míticos andes. Cual nuevo mesías, HUGO RAFAEL CHAVES
FRÍAS tiene hoy en su diestra y desde Venezuela, el cetro cósmico de la
nueva era».
Enmudecí al ver la nota y no respondí. Tenía alrededor de 10 años de no
tener directa o indirectamente ningún tipo de comunicación con ella y la
verdad, estaba más que feliz que así fuese. Me preguntaba una y otra vez,
cómo habría obtenido mi correo electrónico.
Sabía que era más de lo mismo: tomar como verdades incuestionables,
toda una serie de estupideces y dogmas que proclamaban la condición supra
humana de ella y su grupo de escogidos, basándose en un misticismo
trasnochado que consideraba valores como piedad, compasión y respeto a la
dignidad humana, como flaquezas emocionales dignas de masas ignorantes.
Remataba luego con mensajes de exacerbada glorificación al poder y a
los métodos sutiles o brutales para lograrlo:
«La mentira táctica, la conspiración silenciosa e inteligentemente
ejecutada, puede ser tanto o más eficaz que el acero o el plomo».
«Deja que la plebe ignorante se extermine entre sí, luego, termina el
trabajo con los que queden».
Decidí bajo ninguna circunstancia responder a tales mensajes, los cuales,
con el cursar de los meses, se volvieron más insistentes, enigmáticos y hasta
amenazantes. A pesar de ello, continúe sin responder, pero también,
obedeciendo quizás a una morbosa curiosidad, tampoco me decidí a
clausurar el susodicho correo.
No dejaba de intrigarme el interés de Coatlicue en comunicarse
conmigo. A través de Sofía, tenía información de que la relación del marido
oficial de aquella con el líder libio Gadafi, había llenado de dólares las
arcas familiares y que por otro lado, sus miras estaban ahora puestas en la
entonces acaudalada Venezuela chavista y sus petrodólares, así que, ¿de qué
diablos podía servirle yo?
Los últimos años del siglo ido y los primeros del nuevo, fueron testigos
de impactantes acontecimientos: La masificación del internet y los teléfonos
móviles, la irrupción masiva del terrorismo internacional, las espantosas
expresiones de violencia de cárteles criminales en países como México, el
cambio climático, el posicionamiento definitivo de China como potencia de
primer orden y el vigoroso surgimiento del llamado socialismo del siglo
XXI en Venezuela.
El mundo, girando alrededor de la tecnología, el poder político y la
criminalidad.
Por otra parte, la Ciudad de México, como el resto de las grandes
ciudades del país, había dejado de ser un lugar seguro para vivir.
Secuestros, asaltos y
homicidios plagaban a diario los noticieros. El tráfico de drogas había
dejado de ser aquel tibio delito exclusivo de hippies o extravagantes
exponentes de la nueva ola, para convertirse en una actividad manejada
desde sus raíces, por poderosos y despiadados grupos criminales
denominados «cárteles», quienes operaban en coordinación con agentes
financieros, policiales, militares y políticos, los cuales formarían un torvo
entramado, sobre el que se movían miles de millones de dólares, en medio
de sangrientas luchas de poder con sus grandes y conocidas secuelas, de
muerte y dolor.
En mi vida, siempre estaría presente la pertinaz sombra del origen de mi
personal fortuna la cual, era dudosamente justificada con que en esos
momentos sólo fui un testaferro y que, si no era yo, sin duda, hubiese sido
otro el actor.
Sabía también que en estos tipos de negocios, no todo termina cuando
así lo creemos o queremos, y que siempre queda el riesgo de punzantes
aristas sin enterrar. Tales circunstancias y particularmente, un hecho
acaecido a un amigo cercano, me hizo finalmente tomar con Verónica la
decisión de emigrar a Los Ángeles (California), donde nos establecimos a
mediados de julio del año 2001. Desde ahí, con la ayuda de Sofía desde
México, manejaría los negocios personales.
Para el 2004, a sus 21 años, Mercedes, la hija de Verónica, una joven
hermosa y, sobre todo, sensible y generosa, estaba a punto de terminar sus
estudios de Historia del Arte y Arquitectura en la Universidad de Santa
Bárbara, a 160 kilómetros de Los Ángeles.
A mis casi 54 años para entonces, ella era mi paciente tutora tecnológica,
presentándome a toda esa rara fauna que para mí, era la computadora
personal (PC), el Internet, los RAM y el resto de bichos. Tal circunstancia
conllevó a que se enterase de los extraños mensajes remitidos a mi correo,
de manera cada vez más frecuente, por la ahora llamada Pitonisa de
América.
PECADOS DEVELADOS
Por vergüenza y temor a sus reacciones, nunca había abordado con
Veronica los detalles del período de mi vida, cercano a Coatlicue. Por otra
parte, Sofía, amiga de Verónica y en frecuente comunicación con ella, a
pesar de nunca habérselo solicitado, había guardado silencio al respecto,
actitud que siempre le
agradeceré. Con todo, consideré que, dadas las circunstancias, era el
momento propicio para hablar y así lo hice.
Aquello fue para mí, una muy necesaria terapia catártica frente a dos
seres que amaba y por quienes me sentía amado. Apartando detalles que
consideré innecesarios y morbosos, el resto, salió a luz en su totalidad. Con
la actitud de
«bad boy» que, con propósito de enmienda, da cuenta a sus padres de sus
acciones vandálicas en la escuela, esperé con inquietud alguna reacción de
repudio o desprecio de aquel par de mujeres. No la hubo. Por supuesto que
tampoco hubo aplausos, pero sí, quizás percibiendo ambas mi desazón y la
importancia que aquella confesión tenía para mí, no dudaron en darme con
sus abrazos, sinceras muestras de ánimo y cariño.
Para Verónica, en permanente comunicación con su familia y amistades
en Nicaragua, la siniestra naturaleza de Coatlicue le era muy conocida, nada
para sorprenderse y sí para consternarse al recordar todo el despojo, sangre
y dolor que líderes de su calaña, habían dejado en su desventurado país,
Nicaragua. Para Mercedes, formada desde muy pequeña entre Ciudad de
México y luego en California, el relato fue toda una novedad. Estudiosa de
la historia, no dejaba de asombrarse y a la vez, comparar a Coatlicue con
otros personajes femeninos de poder, de variadas épocas y latitudes, pero
con similitudes en cuanto a sus aberrantes y trágicos legados.
El interés de Mercedes por escudriñar la historia de su patria era genuino
y creciente. Devoraba libros mientras bombardeaba a su madre con
preguntas tocantes a su experiencia antes y después de la llamada
revolución. Aún en el momento que escribo esto, tengo apilados frente a mí,
en el antiguo escritorio que años atrás ella utilizaba, libros de autores
nicaragüenses que, por mi escasa afición a la lectura, jamás he ojeado:
Gioconda Belli, Ernesto Cardenal, Sergio Ramírez, Erick Aguirre, Pedro
Joaquín Chamorro, Carlos Chamorro Coronel, Claribel Alegría, Jesús
Miguel Blandón, Ernesto Mejía, Carlos Martínez Rivas y muchos otros. A
propósito, no dejo de preguntarme de vez en cuando, si por casualidad,
alguno de estos talentosos escritores, sería aquel hambriento intelectual que
conocí en un café-bar de Managua en 1985 y a quien, por imperdonable
descuido, jamás le pregunté su nombre. Cómo me gustaría volver a verlo.
Ecuánime, a la par de Galeano y sus Venas Abiertas, tiene Mercedes de
cabecera el Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano, libro que debería
ser de obligada lectura, según los entendidos, para prevenir el desastre que
resulta de creer que, con rimados eslóganes y dogmas de fe, más que con
objetivos análisis, se puedan combatir históricas injusticias que cómoda e
invariablemente, terminan siempre siendo culpa total del imperialismo y
mil otros fantasiosos demonios, pero nunca de nuestra modorra, persistente
aversión al esfuerzo, complacencia y hasta jocosidad ante la corrupción
además de la absurda y efusiva glorificación de mesiánicos caudillos que
muy pronto devienen en desalmados verdugos.
Entre los acontecimientos descubiertos por Mercedes en ese escudriñar,
saltó uno que la conmocionó intensamente: La denuncia por violación
contra su padrastro que hiciera la hija mayor de Coatlicue y peor que eso
aún, la acérrima defensa hacia el primero por parte de la propia madre de la
denunciante.
Poses, palabras, lenguaje corporal, análisis de potenciales motivos para
mentir (todos esos detalles importantes para alguien como yo, con amplia
experiencia en el pantanoso mundillo de las mentiras), apuntaban a darle
verosimilitud al relato de aquella joven y a su vez, a convertir en una total
perversión la sórdida actitud de quien, por instinto y por moral, estaba
llamada a ser su más tierna y celosa protectora y no, nunca, la propiciadora
– con su permanente y licenciosa francachela – del descuido y del abuso.
¿Cómo puede la ambición por el poder llevar a tales niveles de
aberración humana? Finalmente, ¿vale la pena una vida cuyos ámbitos son
las frivolidades materiales y la ilusión del poder a costa de nadar en las
miasmas de la perversión, la desconfianza absoluta a todos, el odio, la
amargura y el saberse despreciado?
Aun para alguien con mis antecedentes de vividor y estafador, la vida
sería absolutamente árida y miserable, si mis actuares giraran
exclusivamente en torno al dinero y al poder. ¿Qué satisfacción sólida y
grandiosa llevarás a tu tumba si no tus principios, el amor expresado y tu
posición ante el abuso y la injusticia?
Los mensajes siguieron llegando esporádicamente. Igualmente, mi
negativa a responder, continuó invariable.
MALA HIERBA
Una noche de septiembre del año 2005, Verónica recibe la llamada
de un familiar en Nicaragua informándole que Pedro, su primo,
neosegoviano igual que ella, se encontraba deambulando por las
calles de Tijuana, México, donde había sido abandonado por un
traficante o «coyote» que lo traía a los EEUU. Suplicaba que le
ayudase. Por 400 dólares, otro traficante lo pondría a la madrugada
siguiente en San Diego, California. Sin dudarlo, aquella mujer
corazón de oro, asintió de inmediato.
Al comentármelo, mi reacción no fue otra que fruncir el ceño al
recordar las pláticas que sobre tal sujeto, más de una vez ella misma,
me había hecho.
A mediados de 1979, imbuido por el frenesí revolucionario de ese
momento en Nicaragua, Pedro, que así se llama el tipo, al igual que
miles de jóvenes, tomaron las armas y se alistaron a combatir contra
el dictador de entonces, Anastasio Somoza. Poco después, ya
derrocado Somoza y a pesar de su inexperiencia militar,
absolutamente nula trayectoria política, escasa formación general y
antecedentes delincuenciales, Pedro ocupó un destacado puesto
como agente de la llamada Dirección de Seguridad del Estado en la
región de Nueva Segovia, teniendo en Ocotal su principal base de
operaciones.
A pesar de que tal cargo llevaba consigo mucho poder y gran
influencia política en la zona, Pedro no movió un dedo ante el
despojo y desmanes de los que era objeto su tía Juanita, la madre de
Veronica, por parte de los caciques sandinistas locales, quienes los
acusaban de «burgueses y somocistas». Es de destacar que Pedro
había convivido durante buena parte de su accidentada adolescencia
con esta misma familia.
Ante los innumerables mensajes enviados por doña Juanita,
solicitándole algún tipo de apoyo, el impasible Pedro respondía,
pedantemente, que «su única familia eran sus compañeros de
armas, que la revolución era imparable y que la marcha de la
historia no se detendría por el lloriqueo de unos cuantos burgueses
de verga». A cal y canto clausuró el entonces arrogante Pedro, toda
comunicación con la familia de Verónica.
Años después, con el derrocamiento de los sandinistas por parte
de Doña Violeta Barrios de Chamorro y como efecto de la gigantesca
“piñata”, a Pedro se le vería por la zona de Estelí, (Nicaragua), en
papel de fuerte empresario de madera y tabaco, así como también,
haciendo de las suyas, como aplicado militante del partido
derrocado, en continuas y violentas asonadas «desde abajo», contra
el nuevo gobierno.
Sin formación ni visión empresarial y más acostumbrado a
descontar los días entre barracas militares, bares y prostíbulos, la
aventura inversionista de Pedro, así como la de muchos de sus
camaradas, fue más que todo un ejercicio de derroche y francachelas
que pronto, darían al traste con los millonarios recursos que
consiguieron en la alegre piñata.
Ese era el tipejo que hoy clamaba a Verónica por ayuda, llamada a
la que esta, muy a mi pesar, noblemente accedería.
A la mañana siguiente, a regañadientes, salí con Verónica rumbo a
San Diego en pos del tal primo de marras.
Lo encontramos en el sitio acordado. Era un tipo alto, vientre
abultado, tez blanca, frente estrecha, semejante a la de un primate y
con una telilla blanquecina en su ojo izquierdo que le daba un aire
siniestro a su ya, de por sí, desagradable mirar. Un mirar, por cierto,
con cabeza gacha, rasgo común del malévolo. Su hablar era hosco y
atropellado. Le entregué el dinero al coyote mientras Verónica se
deshacía en abrazos y palabras de aliento hacia el recién llegado. Yo
apenas lo saludé y aduciendo una falsa indisposición estomacal, no
accedí a pararme en restaurante alguno, en el viaje de retorno a Los
Ángeles. Trayecto este en el que, si en algún momento abrí la boca,
fue solo para advertirle, una vez visto un paquete de cigarros en su
bolsillo, que ni en el vehículo ni en la casa, donde esperaba estuviera
por muy poco tiempo, era permitido fumar.
Quizás prejuiciado con lo relatado por Verónica, cada palabra suya
me sonaba desagradable. Dicho en buen mexicano, en verdad, le
tenía «mala leche» al tipo. Llegados a casa, me retiré de inmediato a
mi habitación.
Al día siguiente, fuimos a la oficina de la municipalidad angelina a
informarnos de los pasos necesarios para iniciar algún tipo de
legalización para el hoy, inmigrante ilegal, Pedro.
En la recepción municipal nos entregaron un número para esperar
ser atendidos. Luego, ante la llamada respectiva, Verónica se levanta
y se dirige a la ventanilla a la cual, también se encamina un sujeto
que se le adelanta e interpone, lo que me motivó a levantarme airado,
para reclamar al tipo por su insolencia. Su respuesta, en dulce
español, no hizo sino conmoverme por su mansedumbre:
—Lo siento hermanito, oí, “sixteen” por “fifteen”… disculpe, pase
usted. —me dijo. Era un hombre bajo, delgado, tez morena y
rostro de indígena chiapaneco.
Un par de minutos después, nos dirigimos a la oficina indicada
donde, para mi desaliento, nos dieron una veintena de documentos
para ser rellenados rellenar por nuestro ilustre inmigrante, así como
plazos de citas de hasta 5 semanas, algo por supuesto, intolerable
para mí.
Terminada la gestión regresamos un tanto frustrados al parqueo
del complejo municipal donde, al acercarme a abrir el vehículo, noto
que no tengo las llaves del mismo. Alarmado, vuelvo a revisarme,
cuando en esos mismos instantes veo acercarse hacia nosotros al tipo
del incidente con el número de atención anteriormente relatado,
quien traía en sus manos mis perdidas llaves y quien, al verme,
preguntó: —¿Son suyas?
Le respondí afirmativamente — A lo cual expresó:
—Las dejó en la silla de espera.
En efecto, al levantarme intempestivamente a reclamarle por el
bendito número, las había botado, encontrándolas entonces él y
tomandose la molestia de correr a buscarnos y entregárnoslas.
Emocionado y ciertamente avergonzado, le di las gracias mientras
Verónica, notando su acento al hablar, le preguntó si era
nicaragüense, a lo que aquel, asintiendo con la cabeza, se presentó:
— Orlando Pastora Tercero, sauceño de cepa.
En la breve plática ahí sostenida con aquel nicaraguense, saldrían
a relucir sus cualidades: “machetero y ordeñador en su infancia,
medio poeta, bachiller del Seminario san Ramón y asistente del
maestro Francisco Buitrago en León, licenciado en arte y literatura,
con estudios de historia y teología en El Salvador, medio políglota,
guitarrista, buen bailarín y hoy día, chófer, lavaplatos a medio
tiempo y padre de una joven no vidente en León, (Nicaragua), de
donde, en 1998, salió ilegalmente hacia los Estados Unidos,
gracias a la generosa ayuda de una estimada amiga suya, esposa por
cierto de un laureado y activo escritor nicaragüense.
Argumentando tener a su jefe a la espera, aquel singular personaje
se despidió, no sin antes brindarle a una encantada Verónica, su
correspondiente dirección y teléfono.
Abrí y entré al vehículo con una amplia sonrisa de satisfacción
dibujada en mi rostro, solo para aterrizar a la realidad del momento
al oír la chillona y atropellada voz de Pedro, espetando mientras se
acomodaba en el asiento trasero:
—«Falaz a las tapas el indio ese, yo lo que creo es que venía con
las llaves directo a robarse el carro».
Podría esperarse que alguien como Pedro, que repudió a su misma
familia encandilado por una revolución que denominaba “motor de
la historia”, tendría razonamientos y actitudes personales,
medianamente coherentes con su supuesto ideal de vida. Nada más
apartado de la realidad. Vulgaridad, racismo, desdén, desconfianza y
nula empatía era el permanente vómito de aquel supuesto
revolucionario que un día dijo luchar por magnánimos ideales de
justicia social.
Pasados algunos días, bajo el resguardo y atención de Verónica,
así como ante mi indiferente y hostil mirada, Pedro se veía, para mi
preocupación, cada vez más ambientado al medio hogareño. Ante la
ausencia de aquella, quien a diario marchaba a su trabajo en la
clínica, me veía en el compromiso de dialogar con aquel sujeto de
lenguaje soez, que fácilmente derivaba sus pláticas hacia temas
ligados a sus peripecias de guerra: conspiraciones, trampas,
emboscadas, bajas al enemigo, información de inteligencia «sacada a
punta de verga» a inermes prisioneros, llanto de «huevones»
pidiendo clemencia cuando se daban cuenta de que los iban a
asesinar, etcétera.
Tales eran sus recurrentes relatos que también dejaban espacio
para describir sus proezas etílicas, y sus «mujeriadas» por donde
pasaba.
Se ufanaba de haber tenido una influencia y poder tal, que hacía
que ricachones locales que otrora, ni siquiera lo determinaban, se
acercaran entonces a él a rogarle favores. «Me las cobré bonito con
esos hijueputas burgueses», acostumbraba a decir.
Parecía no existir en él, lugar ni momento para la reflexión, para
un balance a conciencia de sus acciones. Describía un largo período
de sangre, muerte y dolor de dos bandos de un mismo pueblo, con
inusitado entusiasmo, igual que lo haría un hincha de fútbol,
relatando las cotidianas broncas de las respectivas y fanatizadas
barras bravas después de cada partido. De cuando en cuando, en
lacrimógenos arranques de autocompasión decía:
–«Yo te digo algo «mae», yo soy lo que soy por el frente y el
comandante, «mae». Yo era un don nadie, un triste explotado sin
futuro, no tuve oportunidad de estudiar, el frente me mandó a Cuba
y por primera vez, yo puse mis nalgas en un avión».
No mencionó para nada que, hasta 1979 a sus 23 años, jamás
había tenido un trabajo conocido, que en diciembre de 1977 había
estado preso en El Jícaro, (Nueva Segovia), involucrado en el robo de
73 quintales de café. Que dejó sus estudios escolares por integrarse a
tiempo completo a un equipo de béisbol local y que, sin excepción,
sus fines de semanas eran casi siempre de bacanales, marihuana y
abundante licor, con otros jóvenes de la entonces próspera Ocotal.
Pasaba luego a describir su efímera aventura como empresario
capitalizado, a partir del «justo» reconocimiento que los piñateros
mayores le hicieron, a costa de un colosal desfalco al erario público,
su fracaso financiero y su posterior evolución a operador de campo
de comisionados, jueces y militares coludidos en negocios de armas y
drogas, así como de una reciente “falla” que tuvo pocos meses atrás,
error que casi le cuesta la vida y de la cual, prefirió no hablar.
Su poco glamorosa llegada a tierras del «imperio», obedecía a la
necesidad de tomar aire, dejar que se calmaran algunos «asunticos
delicados por allá» y recoger algo de billetes verdes para luego volver
a Nicaragua, a fin de cobrar unas cuentas pendientes con cuatro
“traídos” que decía tener, afirmando:
—«Los sandinistas no somos pendejos y quien me las hace me las
paga».
Ante mi pregunta de si todo aquello que expresaba, más propio de
un capo de la mafia que de un supuesto revolucionario, hubiese sido
aceptable ante el criterio ético de personas como mi coterránea
Araceli Pérez o del asturiano sacerdote Gaspar García Laviana,
ambos sandinistas, ambos revolucionarios y ambos caídos en la
lucha de un pueblo que no era el de ellos, me respondió
tajantemente:
—No sé mi hermano, cada quien es cada quien, además te digo,
esos eran «burguesitos gringos» que creían que iban a comer
cajetas allá.
Ante mi argumento de que la una era mexicana y el otro español y
no
«gringos», sin asco alguno y algo molesto escupiría:
—Pues sí, lo que sea, el caso es que ellos deberían de haber sabido
a lo que iban, «los palmaron y ni modo».
No podía creer lo que oía, mi corazón estaba a mil por hora, mi
indignación me hacía temblar. Me preguntaba: ¿De qué estarán
hechas estas bestias?.
Tenía ante mí, en mi propia casa, a un ser verdaderamente
despreciable, un completo mafioso de cara y de corazón. Al verlo, no
dejaba de compararlo con Sofía y su infinito respeto por sus
compañeros caídos. Me preguntaba, cómo fue posible que tipejos de
esa calaña hayan tenido bajo su mando tropas y capacidad de decidir
en el terreno, acciones bélicas de consecuencias trascendentales, no
sólo para los bandos involucrados, sino que también, para
muchísimos inocentes presentes en las llamadas zonas de guerra.
Sin notar o quizás indiferente a la estupefacción reflejada en mi
rostro, me preguntó:
—¿Cuándo me vas invitar a unas «chelas», mae?, en Nicaragua
le decimos «bichas», aquí les dicen «biir» verda, verda...?
Asqueado ante aquello, no le respondí.
Me levanté del sillón, golpeando la palma de mi mano izquierda
con el puño cerrado de la derecha. Determinado a no estar más bajo
el mismo techo con semejante espécimen, ideé informarle de un
supuesto trabajo disponible a lo inmediato. Lo conminé a agarrar sus
cosas y partí con él hacia Boyle Heights, al centro este angelino.
Sabía que allí podría encontrar a algún pollero o intermediario al
cual, pagándole alguna suma de dinero, lo ubicaría de una buena vez
en algún empleo, con suerte, lejos, muy lejos de Los Ángeles.
Después de casi tres horas de espera, más el pago de una jugosa
comisión, el intermediario encontró una vacante de recolector de
hortalizas en el condado de Fresno.
Con más perfil de guardia de prisiones que de bracero agrícola, el
primo de marras estaba horrorizado al saber que se enfrentaría a su
quizás, primer
trabajo honrado y productivo de su rastrera vida. De muy mala gana
le facilité 20 dólares que me solicitó y sin más aspavientos, me
despedí de él.
Supe luego por parte de Verónica, que apenas si laboró un par de
semanas como bracero en Fresno, partiendo hacia el sur de Texas
donde uno de sus cuates mafiosos operaba un casino.
Un año después, estaba Pedrito de regreso en Nicaragua.
No fue gran sorpresa para mí, darme cuenta, 15 años después
(noviembre 2018) que Pedrito, el imbécil aquel, fiel siempre a su
vocación de carnicero, era el flamante «compañero Turrón», un
connotado paramilitar en la zona de Jinotega y las Segovia,
precisamente, una de las zonas donde las huestes orteguistas se han
destacado por sus continuos asesinatos selectivos de personas
involucradas en las anteriores protestas.
Tanto el historial como la deplorable mentalidad de alias
«Turrón», (muy similar a la exhibida por Avellán, el infame
carnicero de Masaya), es compartida por centenares de criminales
fanáticos autodenominados, «militantes sandinistas».
Dueños de una vida estéril, parásitos de oficio, burócratas
supernumerarios, vagos profesionales, asesores y colaboradores,
sabrá Dios de qué, traficantes de drogas y armas, delincuentes
declarados de toda laya, esos son los especímenes que conforman el
núcleo criminal orteguista. Muy difícilmente, se hallará en tales
huestes un solo trabajador esforzado, productivo y honesto. Ese es el
ejército de terroristas que hoy día, libremente se campea, asesina y
atropella frente al desvergonzadamente llamado “Ejército de
Nicaragua”.
PSICOPATA A TODOS LOS
EFECTOS

Como ya he relatado, los acontecimientos del 2018 en Nicaragua, me


sacaron de mi cómodo nicho de algodón, y me urgieron a dejar de ver aquel
drama como espectador de tercera fila. Un sentimiento que seguramente,
también experimentaría toda persona con un mínimo de decencia y aversión
por lo injusto.
En medio de la aplastante sensación de impotencia que universalmente
se deriva al evaluar nuestras humanas limitaciones en estas circunstancias,
recordé, que aun el más largo camino comienza con un primer paso y no
puedes pretender vencer a tu enemigo, si en realidad no lo conoces. Eso,
dibujar al monstruo, exponer sus entrañas y denunciar sus crímenes podría
ser el camino y de hecho, ingenua o no, mi única opción a estas alturas de
mi vida.
Un camino incierto, que sería visto con mucho escepticismo por
Orlando, mi amigo nicaragüense, anteriormente descrito, quien me
expresara:
—«No le des tantas vueltas, Jorge, es simple: El
“chayorteguismo”, los nicas lo llevamos en la sangre.
Ambos criminales y sus secuaces no son un accidente histórico,
sino que reflejan mucho de lo que somos: prostitutos de la
conciencia, yoquepierdistas y ensalzadores de tiranos.
Aplaudimos al poderoso, admiramos al corrupto y despreciamos
los principios…
¿Los héroes? ¡Jumm!
¡Los héroes son la excepción, no la regla!…»
Con todo y a pesar de tan nada alentadora letanía de mi amigo,
conocedor cabal de la naturaleza y la historia de su pueblo, Nicaragua,
decidí seguir adelante.
Testigo de primera mano de los desvaríos, tanto públicos como digamos,
no tan públicos de Coatlicue, consideré apropiado profundizar al respecto e
ir más allá de la descripción anecdótica y hasta morbosa, tal y como ha sido
hasta ahora el caso y más bien, vislumbrar desde una perspectiva más
objetiva y profesional, su naturaleza psíquica. Todo esto, como un intento
de explicar, si
es que eso es posible, su afinidad al salvajismo, al regodeo morboso con el
brutal ensañamiento a inermes prisioneros, su eficiente y tenaz
planificación del terror y sobre todo, ser capaz de entender su asombrosa
capacidad de llevar el cinismo a niveles pocas veces vistos, al difundir
melosas peroratas que hablan de paz y amor mientras que a su vez, hace
correr sangre de inocentes por calles y ergástulas.
En fin, sintetizando, entender esa capacidad de permanecer incólume
ante la barbarie o lo que es lo mismo, entender su inmenso vacío moral.
Sabía de primera mano de sus recurrentes visitas e inclusive, cortos
internamientos a sanatorios psiquiátricos producto de sus correrías
bacanaleras con abundante droga de por medio, allá en los años 90. Igual
que fui testigo de sus rituales chamánicos. No obstante, ¿qué criterios
tendrían al respecto los psiquiatras o psicólogos que la trataron? ¿Su
objetividad científica, sus estrictos protocolos y sus intercaladas teorías,
verían algo que mi profunda repugnancia y sincera indignación no me
permitían ver?.
Supliqué a Sofía que evaluase las posibilidades de obtener una entrevista
con el o la responsable de cierta clínica de la delegación Venusiano
Carranza, donde en una o dos ocasiones, yo personalmente trasladé a
Coatlicue, en una de sus quedadas psicóticas.
Días después, Sofía me haría llegar un nombre: Dra. C. S. Pinillas quien
a principios de los años 90, era la jefa de psiquiatría de la clínica referida.
Mi interés en lo antes dicho, asuntos ligados a mis negocios en México que
urgían ser atendidos y una venturosa mejoría de mi quebrantada salud, me
hizo tomar la decisión de partir en compañía de Verónica mi nicaragüense
esposa, a Ciudad de México, exactamente el día 3 de agosto del 2018. Una
de mis primeras acciones, fue tratar de hablar con la Dra. Pinillas, a quien
Sofía logró ubicar en su rutina diaria de ejercicios en un gimnasio cercano a
la exclusiva colonia Roma Norte, logrando que la misma accediera a
entrevistarse conmigo al día siguiente.
La encontré en una mesa de la fonda del gimnasio. A sus 72 años,
Pinillas mantiene una buena presencia y una energía propia de una mujer de
menos edad. Me recibió amablemente preguntándome por mi interés de
hablar con ella. Sin embargo, una vez enterada de mis intenciones, su
reacción fue de
rechazo, aduciendo que su compromiso de sigilo médico-paciente era
inquebrantable.
Mis argumentos respecto al carácter de figura pública de la ex paciente,
de su comisión de múltiples delitos de lesa humanidad, su manipulación de
símbolos religiosos, su autoritario despotismo y la grave presunción de que
su actuar podría deberse a algún tipo de psicopatología, no hicieron mella
alguna en aquella psiquiatra quien se levantó de la mesa irritada y diciendo:
—“Pensé que había sido citada para un asunto verdaderamente
importante”.
Antes de marcharse atiné a preguntarle:
—¿Y si fuesen sus hijos los muertos o torturados?
Desalentado y pensando que si realmente tenía algún sentido hurgar en el
trastornado pasado psíquico de Coatlicue para explicar su caótico presente,
me dirigí hacia el cercano café donde me esperaban Verónica y Sofía.
Faltando unos pocos metros para llegar, siento que alguien me tira del
brazo, al virar veo que es la misma doctora Pinillas quien me dice:
—Disculpe, comuníquese a este número, con el Dr. Idiáquez,
dígale que yo se lo recomendé, definitivamente es la persona más
indicada para hablar con usted. Y por favor créame, lamento mi
grosería.
Seguidamente me dio una tarjeta y se despidió cortésmente. Un tanto
nervioso debido al incidente, accedí finalmente a llamar al teléfono
indicado en la tarjeta. Tras varios intentos, finalmente contestó un hombre
de voz grave y hablar sosegado quien se identificó como el Dr. Bartolomé I.
N, Psicoterapeuta.
Tal y como me indicó la doctora Pinillas, le referí su nombre y le
adelanté la razón de mi interés de hablar con él. Curiosamente no se
sorprendió, fue tal y como si lo esperase, a pesar de no haber tenido según
me dijo, llamada alguna de la doctora poniéndolo al tanto del asunto.
Quedamos de vernos al día siguiente en su consultorio a las 10 a.m., cita a
la que decidí acudir solo, sopesando que la presencia de Verónica me
inhibiría de hablar sin remilgos de mi pasado vínculo con Coatlicue.
NOTA: «Debido a mis paupérrimas dotes de periodista, varias de las
entrevistas realizadas y que aparecen en este escrito, no fueron
correctamente grabadas o bien, el entrevistado no lo permitió, por lo que su
transcripción
depende de mi limitada habilidad de apuntes y memoria. Debido a eso,
algunos conceptos técnicos - médicos e incluso algunas fechas, podrían ser
imprecisas. No obstante, he hecho mi mejor esfuerzo por no alterar el
argumento o desvirtuar el espíritu ilustrativo del entrevistado. Así mismo,
por razones más que comprensibles, los nombres de estos han sido
cambiados. A pedido del Dr. Bartolomé, en algunos casos, se utilizan
unicamente las iniciales de los personajes citados».
Arribé puntual a la entrevista. Bartolomé, hombre de poco más de 70
años, robusto, facciones mestizas, con un copete descolgando por su amplia
frente y ojos escrutadores, me recibió con un fuerte apretón de manos.
Títulos, reconocimientos, libros y un gran cuadro de su homónimo Fray
Bartolomé de las Casas, adornaban su amplio consultorio.
Graduado en 1969 con el título de Médico Psiquiatra, Bartolomé, es
también un prestigioso hipnoterapeuta. Después del saludo y percibiendo
mi dificultad de ir al grano, tomó los mínimos elementos que el día anterior
le pude adelantar por teléfono para decirme:
—“¡Menuda tarea la que le toca amigo! Ni más ni menos que
desenhebrar, no a Coatlicue, sino, a la multitud de personajes a quien ella
dice acudir y habitar según las circunstancias; personajes estos,
curiosamente, todas mujeres, compartiendo, una tras otras, rasgos comunes:
Narcisismo, megalomanía, autoritarismo, sadismo, parafilia, crisis de
identidad sexual y un exacerbado complejo de autoglorificación.
— Ahora y esto es lo interesante, todos ellos no son personajes
fugaces. Son personajes incrustados en lo profundo de su subconsciente.
Habrán sido quizás, unas quince sesiones de hipnosis regresiva en las que,
personalmente, habré identificado en sus trances, a una decena de
personajes de diferentes épocas y países.
— Primero que nada, cuando yo la empiezo a tratar, ella viene por un
interés personal de experimentar algo de lo que en los 90 estaba en boga:
acceder al recuerdo de vidas pasadas a través de la hipnosis regresiva, una
tesis que aún hoy, en el 2018, resulta polémica. Le expliqué que en este
caso, lo que se efectuaba era una regresión a recuerdos implantados en el
subconsciente, realmente vividos o imaginados y que no se sometiera a
ellos con expectativas de orden místico. Al insistir ella en su disposición a
tratarse y después de
mencionarme, probablemente sin intención, su paso por otras clínicas de
salud mental, le dije que antes de atenderla, solicitaría una copia de sus
expedientes clínicos en los centros donde había sido tratada. Me dijo que no
podía esperar tanto, que debía volver a su país. Al reafirmarle mi postura,
me dio los nombres de las clínicas y definimos cita para 4 semanas después.
Esto fue a inicios de septiembre de 1995.
Dicho esto, Bartolomé se levantó, buscó en su archivo y volvió con una
carpeta transparente llena de papeles diciendo:
—Son expedientes médicos de Coatlicue, entre los cuales destacan los
siguientes diagnósticos:
*Esquizofrenia paranoica y desordenada.
*Trastorno esquizo-afectivo.
*Trastorno de la personalidad antisocial (sociopatía)
*Disfunción o síndrome del lóbulo frontal cerebral. (El
mismo padecimiento del zar Iván, el Terrible).
*Disfunción del sistema límbico. (Conjunto neurocerebral, que regula las
emociones tales como el miedo, la rabia e incluso el deseo sexual).
*Trastorno sádico de la
personalidad. Bartolomé añadió:
—«En general, la esquizofrenia es un desorden que afecta con diferentes
niveles de gravedad la percepción de la realidad, las emociones y la
conducta. Aunque puede tener orígenes genéticos, también hay
desencadenantes externos mayormente ligados al consumo extendido de
drogas. La Esquizofrenia Paranoide, es un subtipo de la esquizofrenia que
afecta a la personalidad de quien la padece. Sus manifestaciones se
caracterizan por delirios grandiosos y alucinaciones, así como ausencia de
afectividad, egocentrismo, aislamiento y acentuada paranoia o síndrome de
persecución.
En el caso de sujetos esquizofrénicos paranoicos con poder, tal y como
resulta ser el caso que nos asiste, la situación es gravísima. Te lo explico:
En mayor o menor grado, todos tenemos tendencias a algún tipo de
psicopatías, no obstante, en el ser humano común, conciencia, pudor y
temor a las consecuencias de sus actos, se mezclan para refrenar los insanos
impulsos.
Sin embargo, a diferencia del hombre común, el dictador, por definición,
amo y asolador de las instituciones, no tendrá freno social alguno para
atajar sus desmanes por lo que la sociedad estará a merced de sus valores,
sean estos, torcidos, retorcidos o con un poco de suerte, simplemente
dudosos. Como en todo, existen dictadores de dictadores.
— Acercándonos a nuestro caso, tenemos a un personaje convencido
de su derecho divino a gobernar y de proteger tal derecho, considerando,
que quienes se opongan a su autoridad a lo establecido por “su Dios”, se
oponen, acarreando por tanto, condenación como viles herejes, dignos del
peor de los tormentos cuando no, de la muerte misma. En su delirante
concepción, el alevoso criminal (sus hordas paramilitares), se transforma en
valiente ángel guardián resguardando la paz y el amor con cada certero
disparo. No es nada nuevo, en diferentes épocas y latitudes han existido
esos trastornados y reales psicópatas, que justificarán y defenderán su
nefasto comportamiento con los argumentos más inverosímiles. Stalin, un
delincuente juvenil que llegó al poder, con un hablar menos empalagoso
que Coatlicue (quizás su única diferencia), denominaba a Lavrenti Beria, su
más destacado asesino, como: «nuestro pulcro buitre carroñero» o
«magnífico depurador ideológico». Los sociópatas por otro lado, tienen
todas las características encontradas en Coatlicue:
* Falta absoluta de vergüenza, no conocen el pudor a pesar de
parecer normales.
* Narcisistas y con manifiestos delirios de grandeza.
* Indiferentes al dolor del otro, totalmente faltos de empatía.
* Tienen pocos amigos y a su vez, tienden a controlar y aislar a las
personas de su entorno.
* Fríos y correctos, no muestran jamás sus emociones.
* Egoístas extremos.
—Por último y no menos importante, además de los mesiánicos
razonamientos para justificar su crueldad, en el caso de Coatlicue, tenemos
una condición extrema que es el de una personalidad sádica. La
personalidad, debes saber, está conformada, en palabras llanas, por la
resultante proveniente de nuestro patrón de pensamientos, formas de ver el
mundo, creencias y actitudes
adquiridas. Es nuestro «genio y figura hasta la sepultura», a menos que a
través de un esfuerzo sostenido y absolutamente consciente, transformemos
lo lesivo de ella.
— En la persona sádica, tiene lugar una inusitada activación de
algunas regiones cerebrales cuando observan alguna imagen que refleja
dolor o sufrimiento de una persona o de un animal. En este caso, tal y como
sucede con el consumo de drogas, se generan importantes secreciones de
dopamina y serotonina que son neurotransmisores ligados a los estados de
ánimo y otras funciones.
— En la personalidad sádica, la euforia sólo es posible con la
observación directa, o la certeza del sufrimiento generado a la persona o al
grupo en el que ha fijado su obsesión. Igualmente, como en todo proceso de
adaptación y consecuente adicción en el que las dosis van paulatinamente
creciendo, en el caso del personaje sádico, para llenar su cada vez mayor
demanda de dolor ajeno, tiende a darse un aumento no solo cuantitativo
sino cualitativo, de su peculiar y subjetivo consumo, lo que conlleva a una
exacerbación del sufrimiento generado, sofisticando los métodos. Por otra
parte, al estar involucrada en este proceso, la Amígdala Extendida del
cerebro la cual, cumple una función reguladora de sensaciones como la
ansiedad, angustia, irritabilidad e inquietud, tenemos que la misma, al
adaptarse a la droga o al efecto sádico, no cumplirá más su función
reguladora si no es, con más y más droga. Esto conlleva a que la persona
con este trastorno, con el tiempo, demande un escenario sádico cada vez
más frecuente, no solo para lograr un cada vez más elusivo estado de
euforia, sino que simplemente, para calmar todo el conjunto de
desagradables sensaciones antes mencionadas. El sadismo se vuelve
entonces, parte de su cotidianidad».

TENEBROSA OBSESIÓN
Volviendo al hilo, en relación al tratamiento regresivo a Coatlicue,
Bartolomé empieza a describirme aspectos relevantes del mismo,
específicamente, la supuesta encarnación en ella de singulares personajes de
la historia, desconocidos en ese momento para el activador del proceso
hipnótico, en este caso, Bartolomé mismo, por lo que se descartaba,
cualquier indicio de inducción telepática.
Al respecto, describe:—Una de las sesiones más llamativas que
recuerdo, fue el de una mujer rusa cuyo nombre ahora te lo digo…
Se levantó de su asiento y buscó en el archivo de Coatlicue el dato.
—Se llamaba Daria Saltykova, una acaudalada mujer rusa del siglo
XVIII, condesa y viuda a temprana edad. Una decepción amorosa fue el
detonante emocional que la llevó a convertirse en la más reconocida asesina
serial rusa. Sus víctimas, más de un centenar, eran mayoritariamente
mujeres jóvenes en edad de casarse y de baja condición social, a quienes
descuartizaba. De personalidad sádica, se regocijaba torturando con azotes
o agua hirviendo a sus sirvientes, a algunos de los cuales, dejaba morir de
frío. Al describir esa vivencia, intermitentemente Coatlicue hablaba en lo
que yo estimé era una versión de ruso antiguo, totalmente desconocido para
mí. Más tarde comprobé la veraz existencia de Daria en el tiempo y el lugar
relatado. De igual manera, te podría hablar de otros personajes similares a
este de Daria, a los que Coatlicue revivía en trances de profunda hipnosis,
entre ellos, Erzsebet Bathory una asesina húngara del siglo XVI que
obsesionada por la belleza, se bañaba con la sangre de jóvenes doncellas a
quienes asesinaba. Te repito, todos los personajes encarnados tenían una
extrema afinidad por la violencia, la intriga y una obsesiva sed de mando.
Debo señalarte aquí, que los personajes anteriores eran exteriorizados
únicamente en estados hipnóticos, sin jamas referirse a ellos fuera de dicho
trance. No obstante, hubo uno en particular de quien ella hablaba de manera
insistente estando totalmente consciente, me refiero a Ranavalona I, quien
reinó tiránica y sangrientamente Madagascar, por más de 30 años en el siglo
XIX. Sus víctimas se cuentan por más de 150 mil torturados y asesinados.
Coatlicue decía haber heredado de ella sus rasgos morenos, su odio al
cristianismo y su inclinación por el ocultismo oriental. Poco documentado
en lo tocante a la historia, yo supe por primera vez de la reina malgache de
la boca de Coatlicue, quien manejaba al dedillo los pormenores de la vida
de la misma, entre ellos curiosamente, el encarnizado y casi fatal conflicto
con su único hijo que, en Coatlicue, se repite con su primera hija.
—Sea que en realidad ha vivido como tales personajes o que, de alguna
manera, por lectura o por relato de alguien, los haya fijado en su
subconsciente, la verdad es que ella los hace suyos, identificándose con
ellos a la perfección.
— Es de hacer notar que nunca afloró en ella una sola personificación
con rasgos de humildad, simpatía o piedad. Nunca una Juana de Arco, una
Santa Teresa, o una Ana Frank.
— Quizás, el más digerible de los personajes encarnados es el de una
inmigrante portuguesa llegada a México, específicamente a Veracruz en
1895, en pleno porfiriato. En este caso, tal fecha la concluí, no por el
personaje que encarna: una prestamista cuarentona, avara, viuda y bisexual
llamada Regina, sino, por el personaje del que ella se enamora: la poeta
veracruzana María Enriqueta Camarillo y Roa de Pereira, poeta, novelista,
traductora, promotora cultural y estupenda pianista. La misma tendría unos
23 años cuando Regina la conoce, siendo entonces María Enriqueta, una
joven inquieta, simpática y extrovertida en el entonces cosmopolita puerto
de entrada de Europa a México, tal y como era, Veracruz.
— Aparentemente, se produce una cierta interacción entre ambas, a
partir de un interés de María Enriqueta por la cultura portuguesa, en este
punto tenemos una laguna histórica ya que de pronto, en el relato de
Coatlicue, aparece Pavela, una joven judía seguramente culta, de la que
Coatlicue no manifiesta mayores referencias pero que sí, aparentemente
ensombrece a la rústica Regane, ante los ojos de María Enriqueta.
— Coatlicue, maldice y despotrica durante todo el trance hipnótico
contra Pavela y el judaísmo.
— Por último, la tenemos encarnando a Gertrudis Apocarro, una
dominicana de raza blanca nacida en 1917 que a sus 23 años (1940), se
convirtió en amante del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo.
— Es en ese contexto que Coatlicue vuelve a vivir una situación
similar, a la supuestamente vivida con la poeta mexicana antes descrita y la
judía Pavela.
— A sus 24 años (1942), Aída Cartagena Parlatín, poeta y ensayista
dominicana, es una escritora novel, de atractivos rasgos mulatos, quien
rompe tabúes respecto al tradicional rol de la mujer en la conservadora
sociedad dominicana, logrando captar de inmediato, la atención del dictador
Trujillo.
— La actitud firme de rechazo a los halagos y avances románticos del
temible hombre fuerte dominicano por parte de la joven intelectual, generó
más admiración que molestia en aquel quien, seguramente, no habría dejado
de comparar tal actitud con la muy ligera y poco recatada Apocarro.
— En los trances regresivos Coatlicue se refería a Cartagena con
fuertes epítetos raciales , debido a la ascendencia negra de la poeta.
— Esta fue la más detallada y colorida de las supuestas encarnaciones
de Coatlicue. A menos que haya estado ahí, o estudiado mucho al respecto,
la descripción del ambiente de esa época, (años 30 y 40) refiriéndose a
calles, edificios, trajes, personajes, así como sus apasionadas vivencias con
el entonces sanguinario tirano dominicano, son sorprendentes.
— Aunque con mucho cuidado, como escogiendo las palabras, en
momentos de extraña confidencia, con plena lucidez y pupilas dilatadas por
la emoción, hablaba (no encarnaba) de una gitana española que conoció y
de quién se habría perdidamente enamorado en su adolescencia. Esto
último, aunado a lo descrito en sus supuestas encarnaciones, reflejan claros
indicios de una crisis de identidad sexual y seguramente, una fuente de
frustraciones que podrían exacerbar su ya trastocada, condición psíquica.
— Volviendo al caso actual, su misión como Coatlicue la concibe
como una oportunidad para escalar en una especie de escalafón místico,
complaciendo a sus dioses, imaginarios o no, con sangre y perpetuando su
estirpe a través de una especie de pacto diabólico con su marido oficial a
quien llama «La Bestia Cósmica» (Iluikatl Tecuani), una bestia según dice,
profetizada y esencial para sus planes vitales que, según externaba,
consistían en preparar las condiciones para la llegada de unos supuestos
dioses de origen cósmico denominados reptilianos.
— Mi personal y falible opinión es que Coatlicue, jamás ha encarnado
realmente tales personajes y si los hace suyos, es por su total identificación
a ellos. Todos siguen un patrón: asesinas, dictadoras o amantes de alguno y
siempre atraídas por alguna mujer ilustre.
DEMONIO DE 9 DEDOS
— Una de las características más destacadas de Coatlicue, es la de ser
una anticlerical acérrima, afirmaba que Cristo era un fraude, creado para
engañar y someter a las masas por parte de los jerarcas de la iglesia. Al
respecto, en una ocasión me mostró la fotografía de una pintura realizada en
la pared de una
iglesia en Nicaragua, (San Rafael del Norte) en la cual aparece quien ella
llama príncipe Luzbel, (un demonio de 9 dedos) tentando a Cristo en el
desierto con una cara asombrosamente idéntica a la de Tekuani, su marido.
— Lo interesante es que tal cuadro fue pintado en años en los que este
último, era desconocido. Situación que ella utiliza para reafirmar su carácter
de líder profetizado.
— A propósito, te cuento que esa imagen me la trajo en una postal, un
gordito periodista nicaragüense que andaba, así como vos, husmeando en
los vericuetos de Coatlicue aquí en México. Eso fue hace algunos años,
creo que su nombre está en la postal esa que me regaló.
Bartolomé se levantó, buscó entre sus archivos y me mostró la postal.
Era la imagen de un hombre de rasgos vulgares y claro perfil de sátiro en
representación del diablo. Al reverso de la postal, ¡vaya sorpresa!, se leía el
nombre del remitente: Moisés Ab. Pra.
Bartolomé continuó:
—El gordito este, se llama o llamaba, no sé si ya habrá muerto, Moisés.
Me pareció un hombre culto, de hablar un tanto meloso. Me dijo que
andaba en una investigación periodística y puedo decirte que, aunque
rebuscaba las palabras y sacaba citas bíblicas, se le salía por los poros el
desprecio y odio hacia Coatlicue. Educadamente me negué a darle
información alguna. Evidentemente molesto, antes de irse me dijo: —“Debe
saber que está tapando a una carroña del infierno”.
A los pocos días, el gordito aquel volvió sin tener cita, por lo que no
pude recibirle. Esa fue la ocasión en que me dejó con mi secretaria la postal
esa.
—Unos dos o tres meses después, junio o julio del 2002, se me
aparecieron tres señores que decían ser diputados o políticos de algún nivel
en Nicaragua. Elegantemente vestidos, con traje y corbata, traían el mismo
objetivo que el gordito periodista antes señalado; conocer la vida y milagros
de Coatlicue aquí en México. Dos de los tipos, usaban anteojos oscuros y
notables prendas de oro. Ambos destilando petulancia, observando todo con
malicia, susurrándose entre ellos y soltando vulgares carcajadas,
transmitiendome de inmediato la sensación de estar ante dos verdaderos
truhanes. Se referían a Coatlicue de forma soez e intolerable.
—Creo que independientemente de todo el resentimiento que tengas
hacia alguien, no puedes caer en la procacidad, en la vulgaridad desmedida.
A punto de levantarme de mi escritorio y echarlos, habló el tercer señor ahí
presente, el cual se había mantenido callado, cabizbajo y después supe,
avergonzado del par de bichos que lo acompañaban.
— Educado, de hablar suave, mostrando gran respeto me explicaría el
motivo de su visita, a lo cual, yo le respondería de igual manera que al
gordito periodista. Se levantó, me dio una tarjeta de presentación y me
solicitó una cita médica personal y formal antes de los próximos dos días ya
que pronto, tendría que partir de regreso a Nicaragua. Se llamaba René
Herrera, un hombre decente y culto con quien después me uniría desde la
lejanía, una cálida amistad. Luego sabría que había estudiado y trabajado
muchos años aquí en México. Murió súbitamente hace como seis años. Los
otros desagradables señores, diputados o congresistas, según las tarjetas que
me dejaron se llamaban Dr. Wilfredo N. M. y Lic. Enrique Q. T.
—A propósito de ellos, te cuento una anécdota: acá detrás mío, había un
gran cuadro con una pintura inspirada en la Batalla de Guadalete en España,
entre los árabes del Califato Omeya y el rey godo Rodrigo. El cuadro tenía
una leyenda que rezaba el nombre de la batalla y la fecha de la misma «711
DC». Pues bien, uno de ellos, no te podría decir cual, se pone a sacar
cuentas con los dedos y extrañado me dijo:
—¿711 después de Colón?, ¿cómo es eso?, ¿No van 500 y piquito de
años apenas de que vino Colón o me equivoco?
—Te juro Jorge, que creí que estaba bromeando. Al ver su cara de
extrañeza me quité la pena y le dije que eso significaba 711 años después de
Cristo, no de Colón. Finalmente añadió: — Ah, ¿en verdad? — ¿Así
cuentan las fechas aquí en México?
—No dije más nada, no me interesaba ponerlo en ridículo.
—Aún creo que se trataba de una broma. El otro sujeto, probablemente
igual de ignorante, apurado viendo el reloj, creo que ni entendió de que se
trataba tamaño dislate. Saca cuenta por ahí de qué clase de profesionales o
políticos ignorantes estamos hablando. Nunca más, afortunadamente, supe
de ellos.
—También, por allá del 2003/2004 me visitaron dos señores, que se
identificaron como destacados pastores de la iglesia evangélica en
Nicaragua. Por ahí deben andar sus nombres en el libro de citas, uno era de
apellido Casco, le entendí que era algo así como senador o diputado, el otro
era de apellido Duarte, no recuerdo el nombre, un tipo bajo y bigotón con
cierto parecido al Chapo Guzman. El apellido de este último lo recuerdo
bien porque mi yerno salvadoreño, también es de apellido Duarte. Los
acompañaba una guapa joven y decían estar programando una campaña
evangelizadora en Nicaragua y que para combatir a las «huestes
demoníacas», debían conocer, refiriéndose a Coatlicue, con quien estaban
tratando.
—No me parecieron muy honestos y de alguna manera logré entender
que lo que hacían estaba relacionado a tramoyas electoreras y no me nació
el ayudarles. Les respondí negativamente, algo apurado por mis citas con
otros pacientes y se marcharon. Por cierto, uno de ellos, quizás sin querer,
se me llevó un libro que empezó a ojear mientras esperaban que los
atendiera, un libro de Alexis Carrel, muy estimado por mí.
—Creo que la mayoría de ellos, han venido motivados por algunas
escandalosas especulaciones lanzadas hace unos años por la Sra. Maritza
C., en esa relación de amor y odio que siempre ha mantenido con Coatlicue.
La Sra. Maritza, fue paciente mía, siendo precisamente ella quien trajo por
primera vez a Coatlicue, acá a mi consulta. Es importante que sepas, que el
interés de ambas jamás fue el de someterse a una terapia profesional a partir
de admitir humildemente una necesidad de ayuda ante sus evidentes
desvaríos, sino que su motivo era una errónea y fantasiosa concepción de la
hipnosis regresiva, desvirtuándola de su papel como herramienta
psicoterapéutica.
—La conclusión, querido Jorge, es simple: Narcisista, sexualmente
indefinida, megalómana, autoritaria y malvada Hará todo y pasará sobre
todos en su frenético afán de que sea reconocida su grandeza y divinidad.
—Al igual que una adolescente enamorada, cautivada por su amado,
Coatlicue tiene una fijación absoluta por el poder y es perfectamente capaz
sin que le tiemble el pulso, hasta de asesinar por él.
—Sabe bien que este, el poder absoluto, es el mecanismo único de
satisfacción de sus bajos y en su caso, vitales instintos. En su mundo psico
emocional, su existencia misma no tiene sentido sin el poder. En esta etapa
de
vida, con millones de dólares a su disposición, su obsesión es la de un
personaje sádico: el poder de dañar, el poder de causar dolor y el de difundir
terror.
—En este sentido, para un psicópata, un sádico, el dinero no se compara
con el poder. Carlos Slim aquí en México o Bill Gates en EE. UU, tienen
todo el dinero imaginable pero no la capacidad de matar, violar o torturar
impunemente, tal y como una psicópata como Coatlicue lo hace libremente
en Nicaragua. Aquí entra también en juego, su absoluto desprecio por
cualquier ser fuera de su círculo interactivo de poder.
—Al igual que muchos psicópatas que han llegado al poder, la suerte de
sus guardias y matones no les interesa en lo más mínimo. Son escalones,
burdos escalones en el camino a la cúspide de su poder. Celosa en extremo
del talento ajeno, odia al intelectual, al líder natural y crítico, en fin, a todo
aquello que su tortuosa imaginación defina como un potencial peligro
contra su pretendida supremacía o la de su estirpe. En el caso de la mujer
atractiva o destacada se da en ella, una contrastante dualidad de amor y odio
por su reprimida tendencia lésbica, aunada a su celo, ante alguien que la
opaque.
PATETICA NECESIDAD DE ATENCION
—En Coatlicue, su desprecio hacia los demás es una manera de hacer
pagar el no ser reconocida como asume que debería ser, a partir de sus
supuestos y grandiosos méritos. Por otra parte, el destacarse como malvada,
es una manera de desprenderse de lo común, de ser considerada fuerte, de
ser temida por la masa, la plebe vulgar e ignorante que en realidad
desprecia, pero que en el fondo, desesperadamente necesita, en su
extremista afán de llamar la atención, algo que probablemente jamás tendría
a partir de sus propios, nada descollantes talentos naturales y maltrecha
imagen.
Esto último, una patetica imagen, tan lesivo a su monumental
narcisismo, lo pretende resolver con un vestuario extravagante, llamativo
por su exclusividad y descomunal coste, con el que constantemente deja
patente su pertenencia a una élite ubicada a años luz del vulgo. Es a este
mismo vulgo a quien a diario se ocupa de dejarle suficientemente claro,
quién es el que manda, quién es el líder fuerte, el que todo lo sabe, ve y oye,
sin dejar escapar oportunidad alguna para hacerse ver como la iluminada,
aquella que – en un acto de conmiseración infinita, del cual se le debería
estar eternamente agradecido – se rebaja, desde su
encumbrado nivel a uno entendible por las multitudes, para transmitir las
directrices del “buen vivir”.
—Aunque peligrosa por su total falta de escrúpulos, Coatlicue es un
personaje digno de la mayor lástima. Encerrada en un círculo de mentiras,
desconfianza y poses públicas de fingida felicidad, su final será uno de
amargura y desolación.
—Esto es en síntesis, Jorge, lo que te puedo decir.
—Ahora cuéntame, ¿a qué se debe tu interés al respecto? Desde que
hablamos por teléfono, luego al verte entrar y más ahora al interactuar, he
percibido tu abatimiento. Eso me ha dado la confianza y motivación para
hablarte sin tanto preámbulo ni tapujos.
—Pues, ando en una investigación motivada por los acontecimientos
ocurridos, por allá en Nicaragua —le respondí.
—Sí, deplorable todo, Coatlicue es alguien que, por elemental juicio,
jamás debió haber accedido a un puesto de poder, nunca. Apartando todo
sesgo político y ubicándonos en una perspectiva objetiva, clínica y
científica, ella es para todo efecto, un sujeto con personalidad psicópata.
—En muchos países, para comprar un arma se debe pasar por un
aceptable análisis psicológico y de madurez emocional. Imagínate ahora
dirigir un país y tener todo un ejército a disposición. ¡Qué locura!
literalmente ¿cómo los nicaragüenses permitieron eso? ¿estarían dormidos?
—Ahora quiero darte un consejo, ya que veo que lo tuyo es muy
personal, honesto y que seguramente tus razones tendrás pero, debes
aprender a manejar todos esos sentimientos o los mismos, te podrían llevar
a una debacle emocional que podría tener graves consecuencias. Haz lo que
tu conciencia te dicte hacer, pero trata de buscar algún apoyo psicológico
profesional.
—Volviendo a Nicaragua, y a propósito del libro hurtado que te dije que
era de un autor llamado Alexis Carrel, ¿recuerdas al boxeador nicaragüense
aquel que le quitó el campeonato al Púas Olivares allá por 1974? Se
llamaba Alexis Argüello y tuve la oportunidad de atenderlo aquí, en esta
misma sala en varias ocasiones, a finales de los 90. Me lo refirió Enrique
Tarso, un ex- entrenador de Julio César Chávez. Un gran tipo Alexis,
humilde, humano, ejemplar. Me dijo andar en unos proyectos de
rehabilitación de alcohólicos y
drogadictos, allá en Nicaragua. Supe de su suicidio y me apesaró mucho.
No dejo de ver las ironías de la vida, lo odié cuando le ganó al Púas y luego,
me sacó las lágrimas cuando murió.
—Mira, una cosa lleva a la otra, si tienes tiempo y aún mantienes interés
en investigar, trata de ver a una mujer sesentona que está residiendo en un
asilo que regentan las Hermanas de la Divina Misericordia, en la delegación
de Iztapalapa. Es arqueóloga y por algunos años anduvo en diversas
correrías bacanaleras con Coatlicue cada vez que esta venía a México. Es
una mujer muy lúcida y está postrada desde hace varios años en una silla de
ruedas. Te daré el nombre, pero por favor, sé discreto ya que ella depende
de ayudas y hay gente tonta, que puede discriminarla por sus antecedentes
de alcohólica y drogadicta.
Le aseguré mi absoluta confidencialidad al respecto, agradeciéndole su
amable gesto de recibirme y su valiosa cooperación.
Saliendo de su despacho, me doy cuenta de que traigo una curiosa y
antigua pluma fuente que Bartolomé me había mostrado y que «sin querer»,
había colocado en la bolsa de mi camisa. Al regresar a entregársela,
riéndose me comentó:
—Ya estaba por agregarte al expediente que les tengo a los pastorcillos
nicas por lo de mi libro.
Lo abracé y me despedí finalmente de él.
GAVIOTA DE ALAS
TRUNCADAS
Animado, esa misma tarde estaba en el amplio y acogedor asilo de
Iztapalapa, donde pregunté por quién llamaremos, Margaret.
Después de identificarme y llenar algunas formas, una de las
monjas me condujo hasta un salón donde, en compañía de otros
ancianos, se encontraba una mujer de rasgos finos, tez blanca, pelo
rubio, postrada en una silla de ruedas a partir de un trágico accidente
años atrás.
Me presenté expresándole el motivo de mi visita.
Observándome de pies a cabeza, tardó un momento para pedirme
que nos moviéramos hacia un lugar menos bullicioso.
Mujer agradable, de versar franco y con un agudo sentido del
humor. Sin ahondar mucho, me dijo que un accidente 14 años atrás,
le salvó la vida al sacarla definitivamente de las calles, donde mal
vivía como drogadicta.
Oriunda de Pénjamo, estado de Guanajuato, desde su temprana
adolescencia, se habían despertado en ella intensas inquietudes
espirituales. Atraída por las exóticas doctrinas orientales se inició en
prácticas del yoga, la meditación, el vegetarianismo y los estudios
védicos hindúes. Los brumosos caminos de la sierra, cercana al
hermoso municipio guanajuatense, serían testigos de sus múltiples
jornadas de caminatas y contemplación.
Entusiasta de la historia, pero vacilante en cuanto a qué profesión
estudiar, sería su padre, reconocido profesor local, quien la animaría
a decidirse por la arqueología, por lo que en 1977 a sus 19 años,
ingresó en la prestigiosa Facultad de Arqueología de la UNAM en
Ciudad de México.
Para 1983, apenas recién graduada, Margaret concursó y ganó una
de las dos vacantes que la UNESCO ofertaba, para que arqueólogos
noveles participasen en operaciones alrededor del famoso y recién
descubierto conjunto de Guerreros de Terracota, en la provincia de
Shaanxi, China continental. Una extraordinaria experiencia que se
extendería por 22 meses.
De vuelta a México, Margaret se integró como investigadora del
Instituto Nacional de Antropología e Historia, lo que le permitió
conocer de primera mano el monumental inventario arqueológico
mexicano. Es ahí donde conoce a Miguel, un destacado antropólogo
con quien estableció una relación sentimental.
Miguel, acucioso investigador de la historia, costumbres, rituales y
creencias de los precolombinos pueblos mexica y demás, era también
afecto a las setas de Teonnacatl, así como al Peyote, milenarios
componentes de la tradición alucinógena maya. Afición esta, a la que
luego se adhirió, Margaret.
Algunos meses después, ambos visitaron el centro ceremonial
ubicado en Coyoacán dirigido por el anteriormente nombrado
chamán de la etnia Tarahumara, Maximiliano Chiquilistá. Ahí
Margaret atestiguaría por primera vez una recreación del ritual
Tarahumara del Peyote.
En realidad, los rituales estaban lejos de ser una fidedigna
demostración de la antiquísima tradición espiritual precolombina y
más bien, parecían corresponder a un chabacano exhibicionismo,
utilizando para ese fin, llamativos símbolos de vestuario y poses.
Los objetivos del centro estaban más dirigidos a cautivar a una
amplia gama de personas, mayormente jóvenes, quienes por razones
de índole cultural, espiritual o simple curiosidad, estaban dispuestos
a pagar apreciables sumas de dinero para participar en los
denominados ritos iniciáticos que incluían un intenso consumo de
peyote, setas alucinógenas y marihuana.
Incompatibilidades diversas, hicieron que Margaret diera por
terminada su relación sentimental con Miguel. No obstante,
continuó siendo una asidua visitante del centro ceremonial.
Sobre eso, Margaret me relató:
“Era toda una experiencia mística, tus sentidos se ensanchaban al
infinito. Te embargaba una increíble sensación de disfrute, un abrir de
puertas a ese mundo donde todo, absolutamente todo, es posible; en
síntesis, una sensación de máxima plenitud. Sola o en grupo, dos o tres
veces a la semana, amanecía danzando y drogándome. La motivación
inicial de una búsqueda de entendimiento e iluminación espiritual a través
del ritual, se había transformado en una búsqueda exclusiva del éxtasis,
una búsqueda del placer por sí mismo”.
Las continuas y psicodélicas veladas se empezaron a reflejar
pronto en el ánimo, el semblante y en el desempeño profesional de
Margaret, lo cual, motivó inicialmente notas de amonestación y
luego, su inevitable despido de la importante institución estatal
donde laboraba.
Con más tiempo libre y el soporte de algunos recursos ahorrados,
Margaret se daba cada vez más, por entero a diarias prácticas
ritualistas, en una de las cuales, conoció a Coatlicue quien, con su
peculiar labia, simulada humildad y palabrería mística, despertó el
interés de la mexicana, a quien invita a su recién estrenada y
hermosa residencia en Coyoacán, no muy lejos del centro ceremonial
del chamán Tarahumara. Tomando en cuenta la abultada billetera de
Coatlicue, el frenesí bacanalero era imparable, inclusive, cuando esta
se ausentaba por semanas de México.
Ubicando la fecha alrededor del año 1995, Margaret relató:
—Había de todo, drogas, sexo libre y rituales que ahora incluían
brujería cubana o caribeña con sacrificios de animales. En medio de
todos, recuerdo a Coatlicue danzando y exclamando:
«¡En libertad total, sin ataduras ni restricción alguna, el espíritu vive
y se expande!
¡Don`t worry, be happy, don`t worry, be happy…!».
—Para ese entonces, el discurso místico de Coatlicue, era una
mezcla de rebuscadas palabras exóticas sin coherencia alguna que
súbitamente daban paso a estadios de ira incontrolable, maldiciendo
y gritando nombres de personas desconocidas para los ahí presentes,
lo que ponía en evidencia su estado de desequilibrio
psico-emocional. Por otra parte, la droga la desinhibía y mostraba
sus escondidas tendencias sexuales. No entraré en detalles, pero sí te
aseguro, que Coatlicue es una mujer, además de frustrada, cobarde,
horrorizada de mostrarse como un ser humano de carne y hueso,
lejos de su ficticia imagen de
«machota fuerte, infalible y segura».

CUESTA ABAJO
Con el pasar de los meses, mientras Coatlicue, lucía inalterable,
sin mucho que perder en cuanto a su ya establecida y esperpéntica
figura, Margaret empezaba a parecer más una caricatura de lo que
había sido un par de años atrás.
En varias ocasiones, a punto del colapso, tomaba aliento y salía
hacia la casa de sus alborozados padres en Pénjamo donde el
amoroso cuido de los ancianos, hacía su eficaz papel rehabilitador en
ella.
Lamentablemente, para congoja de los que la amaban, tal
situación no duraba mucho. Algunas llamadas o misivas de cualquier
miembro del grupo de pseudomísticos en Coyoacán, eran como
fascinantes cantos de sirenas, ante los cuales terminaba rindiéndose.
Tal situación se repitió en múltiples ocasiones.
Al final y como es común en estos casos, ante su sostenido
deterioro, Margaret empezó a experimentar el rechazo del resto de
viejos y nuevos integrantes del grupo, incluyendo a Coatlicue.
Por vergüenza quizás, su refugio ya no era la casa de sus padres
sino una efímera estancia en una casa amiga, algún centro de
rehabilitación y por último, la vulgar calle. Aleros de iglesias y
estaciones terminaron siendo su único recurso ante la lluvia y el frío.
La prostitución fue su opción ante el hambre y la permanente ansia
de más y más droga.
Una madrugada, un despertar abrupto a partir de los pitazos y
sacudidas de un guarda del almacén frente al cual dormía, la hizo
levantarse y caminar somnolienta, sin rumbo fijo. Fue entonces
cuando una cartera caída a la orilla de una acera detrás de un camión
de entregas de mercaderías, llamó su atención. Al recogerla, decidió
revisar ahí mismo su contenido, no percatándose de que la
plataforma hidráulica del camión antes mencionado, se venía hacia
abajo… fue la aciaga madrugada del 2 de mayo del 2004, en una
esquina de la avenida Insurgentes Sur.
Horas después, Margaret se despertaba en una cama de la unidad
de emergencias del Hospital General, donde se sucedieron múltiples
y dolorosas intervenciones. Agregando al caos, experimentó un
previsible y agonizante síndrome de abstinencia. Todo su ser se
agitaba reclamando droga.
Días después, el mismo 10 de mayo día de las madres en México,
llegó el dictamen médico: lesión traumática en la médula espinal, no
volvería a caminar nunca más.
Fue la infausta conclusión de un largo capítulo en la vida de
aquella agraciada mujer. La entusiasta arqueóloga que no supo
advertir que esos gratos deslices, esa aventura de arrojarnos por
entero y sin control al vacío de
sensaciones ignotas pero con definitivo sabor a gloria, pueden
terminar, de a poco y sin darnos cuenta, convirtiéndose en una
infernal obsesión que liquida la voluntad y nos convierte en
miserables guiñapos, candidatos privilegiados para una pronta y
anónima tumba, a menos que una fuerte voluntad o “un golpe de
camión” como apuntó con singular humor Margaret, nos devuelva el
timón de nuestra propia vida.
Después de algunos meses en el hospital, recibiendo las frecuentes
y refrescantes visitas de sus padres, alejada totalmente de las drogas
y dedicada a su rehabilitación, la recuperación física y sobre todo
mental de Margaret, era sorprendente.
Empezó primero a dibujar y a leer revistas ligeras; más tarde
solicitaría libros de su especialización, a la vez que reflexionaba y
escribía sobre los casi once años en los que, las drogas y un
desvirtuado chamanismo, fue su eje de vida.
Al preguntarle sobre su experiencia personal con Coatlicue,
exclamó:
— ¡Una estafa total, una decepción absoluta!
—Está a años luz de la imagen que le encanta proyectar. Jamás le
percibí el más mínimo indicio de querer emprender la senda hacia una
verdadera espiritualidad.
— Maestra indiscutible de la hipocresía, por un lado, descargaba la
más rimbombante retórica mística, pero por otro, daba muestras de un
corazón totalmente ayuno de amor y compasión, virtudes esenciales en un
honesto y perseverante buscador de la verdad y la pureza espiritual. Lo
suyo era, un descomunal egocentrismo y un vulgar exhibicionismo.
— Puedo decir que su único y permanente norte ha sido y es, su
hedonismo, su arrebatada búsqueda del placer al costo que sea y por el
medio que sea. En esta búsqueda, concebía la práctica sexual como una
importante, pero a la vez limitada forma de obtener placer, lo que le ha
hecho desarrollar opciones que ella describe como mucho más potentes y
extensas que la pasión sexual: el sadismo.
— Sádica y a la vez, diabólicamente inteligente y tenaz, planifica y
disfruta con el dolor ajeno con una frialdad y cinismo increíble.
— Quizás no haya sido más que un exabrupto dicho en sus delirios
de droga, pero en más de una ocasión la oí aseverar que junto a ese
maligno chamán Chiquilistá, había participado en sacrificios que incluían
sangre humana en una aldea de la selva Lacandona en Chiapas.
— Eficaz estratega del mal, no hay impulsividad en sus decisiones, al
contrario, primero analiza y calcula muy bien sus posibilidades,
seguidamente planifica y llegado el momento preciso, como cobra
endemoniada, ejecuta.
— Su actitud pedante, autoritaria y destructiva la evidencié en la
forma que trataba a sus asistentes inmediatas, haciendo énfasis en la
extrema denigración, cuando la persona era de origen nicaragüense.
Curioso pero real. Yo misma lo atestigüé: Pudiendo contratar empleadas o
asistentes de cierto nivel educativo aquí en México, gustaba de traer desde
Nicaragua, personas humildes y sin mayor formación en quienes
descargaba públicamente su ira. Era un trato rudo y humillante, que a la
vista contrastaba con la espléndida atención que brindaba si la persona era
mexicana. Puede parecerte absurdo o exagerado de mi parte decírtelo,
pero, esa mujer odia a ese país. Penitencia kármica decía haberla obligado
a nacer ahí.
— Narcisista hasta lo absurdo, te bendecirá si la halagas, pero no
dudará en destruirte si la opacas. No muestra escrúpulo alguno para
aplicar y llevar a límites descabellados sus creencias entre ellas, el total
convencimiento de su origen divino, calificación que incluía a miembros
selectos de su estir pe, esto es, a aquellos que nacieron a partir de 1976,
año que ella aduce, como el de su supuesto y definitivo despertar místico o
cósmico.
— Esto último es importante por lo siguiente: Yo me doy cuenta de la
existencia de su hija mayor, después de años de tratar con ella, hasta en el
año 1998 con la denuncia de esta muchacha por el abuso de su padrastro.
Nunca antes supe de ella, los hijos que mencionaba en sus delirios de tener
una estir pe de escogidos y reencarnados personajes de la historia, eran
varones nacidos de su relación con quien ella denominaba Iluikatl Tecuani
o sea, Bestia Cósmica en Nahualt. Y vaya, cosas de la vida… al final y por
lo que veo, el único fruto dulce y de valor en toda la más que tortuosa vida
de Coatlicue ha sido esta hermosa, sensible y muy culta joven. Me
emociona verla hablar con una lucidez, gallardía y dignidad envidiable.
Habla con dolor reflejado, pero sin amargura.
— Es en verdad desquiciante cómo se ensañó con su propia hija. Si
quieres juzgar por sus muertes y daños a Coatlicue, tan sólo esta canallada
bastaría para condenarla en su presente y futuras existencias.
— Ahora bien, cuando te hablo de una Coatlicue fantoche es
refiriéndome a su falaz imagen de pureza espiritual y practicante del amor
y la bondad. En lo que no es para nada fantoche, es en su entrega y
dedicación al mal. Ahí no te equivoques; astuta y calculadora, no deja
nada al azar, nada ni nadie está fuera de su control.
— Maestra de la conspiración, sus actividades están encaminadas a
la manipulación de los individuos con un fin en concreto: saciar sus
inmediatas o futuras necesidades tomando en cuenta sus circunstanciales
intereses. Es en definitiva, una eficiente y tenaz operadora de la maldad y
la perversión.
La educada voz de una de las monjas anunciando la conclusión del
horario de visitas, me hizo despedirme prontamente de Margaret,
quien antes de alejarme me dio un mensaje:
«A los nicaragüenses diles que no se desalienten, que luchen y
perseveren. Aunque a muchos les cueste creer, tienen ciertamente que
convencerse que están ante una astuta y maligna posesión demoníaca,
fuerte y despiadada, pero no imbatible.
La historia enseña que al final, sin rabo ni lengua y con la amargura por
toda compañía terminará siendo lo que siempre ha sido: ¡una pobre
diabla!».
¡LA BESTIA! (Tekuani
Iliukatl)
“A menudo, el dictador lejos de ser un Hércules o un Sansón, es un
hombrecito sin personalidad desbordante, usualmente el más
cobarde de la nación, desconoce el ardor de la batalla igual que
desconoce la lealtad, igual que desconoce la vergüenza”.
Etienne de la Boetie, filósofo francés siglo XVI
Aun de lejos y maquillado le es imposible esconder lo que es, un
arbusto reseco y retorcido cuyos maltrechos fruticos, entre amargos y
simplones, huelen a incógnita. La incógnita de cómo alguien de tan
pálido verbo, mísera imaginación y desbordante de malicia, haya
podido establecer un tiránico reinado de facto por más de 40 años
(entre “desde arriba” y “desde abajo”), en un país con notables
muestras de talento, valor y amor por la libertad.
Si algo debe reconocérsele a Tekuani, es el hecho de que aún
siendo la viva imagen de la mediocridad con gorra y dueño de una
vacía, burda oratoria, pueda ser capaz de arrancar estruendosos
aplausos de una delirante multitud, a partir de divagar una hora
entera sobre temas tan orientadores y trascendentales para la nación,
como el que describe su método personal de distinguir entre lo que
es, un coco seco y lo que es, excremento de elefante.
Hombre de oscura personalidad, un caminar entre bamboleante y
arrastrado, estudiado saludo de candidato pueblerino y una media
sonrisa de la cual los especialistas, todavía no logran ponerse de
acuerdo sobre si es producto del síndrome «<Taradus quartorum
cínicum» o un ensayo facial para su más que retardado y por muchos
anhelado, «rictus mortis».
Por esas malas pasadas de la vida, Tekuani ha sido pieza clave en
la historia nicaragüense de los últimos 40 años. Después de una no
muy clara estancia en la cárcel «curiosamente, en todas sus fotos de
preso por asaltabancos, aparece como una especie de sonriente y
bien alimentado Boy Scout, nada que ver con los demacrados presos
políticos de hoy», pasó a un dorado exilio que lo llevaría desde La
Habana a San José, Costa Rica y desde ahí, enyuntado ya con una
rockera y estrafalaria Coatlicue, a numerosos países. Todo eso,
financiado con fondos conseguidos bajo la máscara de ser
sacrificados luchadores por la
libertad de su pueblo, oprimido por un derechista tirano que, vaya
ironía, reprimía protestas, encarcelaba librepensadores y mataba con
impunidad. Sus luchas decían, era para que nunca más la injusticia
campeara en ciudades y montañas, por no tener instituciones llenas
de delincuentes por donde veas o una mafia por policía.
Casualmente, las mismas causas por las que han luchado aquellos
que hoy llenan los cementerios y las ergástulas de su tiranía.
HEMBRAS PARA EL MACHO CABRÍO
Tekuani es de pocas palabras y menos amigos. Fuera de su
sórdido círculo de íntimos compinches, la mayoría ex convictos, su
afinidad social a lo interno del país se limita a algún cavernario
boxeador, su pandilla de fugitivos internacionales, uno que otro
pastor orteguista, adorador del becerro de oro y a la continua
comunicación con su oficioso proxeneta oficial, el infame Nestor, el
“Laurent Beria de El Carmen”, quien en mesa de tragos se ufana de
las casi 220 «hembronas, hembronas de verdad» según dice,
conseguidas por él, a lo largo de los años, para gratificación de su
lascivo Comandante.
Como buen dictador, la lealtad o el respeto no son parte del léxico
de Tekuani. En un ejemplo de la mayor vileza posible, recientemente
encarceló, torturó y mató al hombre que décadas atrás, lo liberó de la
cárcel. Un hombre noble que optó por la dignidad y el heroísmo
antes que por las prebendas y el halago del tirano sanguinario.
Años atrás, un par de días después de que un díscolo periodista e
íntimo amigo de su infancia fuese asesinado frente a la radio donde
trabajaba, el martes 10 de enero del 2004, Tekuani, como ilustrado
orador que es, hizo la siguiente y muy memorable cita:
«Así como a todo chancho le llega su sábado, a todo traidor le llega su
martes»…
Es de destacar que en este asesinato, el criminal gatillero resultó
ser un ofuscado compañero militante, quien calificando las
virulentas alocuciones radiales del otrora camarada como una
traición a su amado partido, tomó, – él solo por supuesto – la
decisión de propinarle varios balazos con una pistola que, vaya a
saber cuánto sacrificio le habría costado conseguir.
El infame aparato judicial nicaragüense se encargaría de
demostrar documentada y fehacientemente, que el referido pistolero
(dramáticamente
capturado en el acto por el adolescente hijo de su víctima), tenía las
más inimaginables dolencias físicas, psicológicas y espirituales que le
impedían seguir en la amplia, lujosa y bien aprovisionada alcoba, que
brevemente le sirvió de cárcel. Ignominiosamente fue liberado.
Algunos periódicos lo expondrían días después, en francachelas, con
licor y damiselas de por medio, celebrando su gloriosa gesta.
A sus conocidas cualidades de inmoral y sombrío, debemos
reconocerle hoy a Tekuani las de su estelar cinismo cuando, expuesto
(siempre bajo el avizor ojo de Coatlicue) ante medios
internacionales, sin vergüenza alguna, va desmintiendo o
tergiversando lo que apenas un par de días antes, aseguraba con
denuedo.
Antes de terminar dándome por vencido, al tratar inútilmente de
llenar líneas en torno a un inflado hombre hueco, (algo así como
pretender hallar coloridas novedades en una inmunda y oscura
celda) no me queda más alternativa que recurrir aquí, a las
inverosímiles palabras sobre Tekuani, dichas por un personaje cuya
indignidad toca lo repulsivo:
“Ciertamente ubicado a la par de Bolívar y a la par del más
selecto grupo de próceres latinoamericanos, nuestro presidente
vencerá al tiempo, vencerá al olvido. Su sapiencia, paciencia y
tolerancia a sus adversarios, sus admirables dotes de estadista y en
fin, sus grandiosas cualidades de humanista, quedarán para la
posteridad escritas con letras de oro y serán como látigo en las
espaldas de sus miserables detractores quienes, jamás podrán
enlodar su nombre y su gesta como gran adalid de la paz en
Nicaragua”.
Moisés Absalón Pastora
Canal 6 de televisión/ 31 de diciembre 2018.
EL SELLO DE LA BESTIA
«666»
“Coatlicue, en el libro de tu vida, escrito
está, que justo cuando cumplas 666
Metzlis de vida, serás reina.
Llanto, cenizas y olvido será
tu legado.

Amargura para tu
descendencia”.
Encuentro de brujos mesoamericanos.
Plaza Mayor de Colima, México
/Noviembre 1996
La unión mística de Coatlicue con quien ella denomina Tekuani (La bestia),
el 20 de agosto de 1978 (Paso de la Vaca, San Jose, C.R.) se da exactamente
666 días después de haber sido ella, supuestamente, abducida por
extraterrestres en el centro mismo de Managua, (23 de octubre de 1976).
Así mismo, tomando en cuenta que en los años 80 Coatlicue, no fue más
que un estrafalario y protocolar apéndice, (de muy mal gusto por cierto), su
toma de PODER REAL en Nicaragua se da el 10 de enero del 2007, a
exactos
666.6 meses de su nacimiento (del 22/06/51 al 10/01/2007).
Ambas circunstancias, son dos de los varios intrigantes vínculos del
llamado número de la Bestia 666 con acontecimientos trascendentales en la
vida de Coatlicue y Tekuani y que aquella destaca como pruebas – con base
en la llamada «numerología mística» - de su carácter de seres escogidos o
profetizados.
En base a esta teoría númerologica se describen a continuación los
vínculos de Tekuani (La Bestia) con el numero «6», el mismo que, en
triada, compone el mítico «666», también llamado, «numero de la Bestia».
Según Coatlicue, quien le agrega cantos de lechuzas a tan desgraciado
evento, (tomando como base al testimonio de la anciana partera Josefa Díaz
Gonzales, oriunda de Juigalpa, Chontales y quien vivió en La Libertad para
la fecha) Tekuani nació realmente la madrugada del lunes 12 de noviembre
de 1945, por tanto, su relación mística resulta ser la siguiente:
* Número de nacimiento:
12/11/1945: 1+2+1+1+1+9+4+5= 24 = 2+4 = 6
Número de letras de su nombre oficial:
6 Numero de letras de su apellido: 6
Número de letras de sus dos nombres y dos apellidos
oficiales: 24 = 2 + 4 = 6
*Captura por asaltabancos: 17/11/1967:
(1+7+1+1+1+9+6+7)= 33 = 3+3 = 6
*Acción por la cual salió de la cárcel:
27/12/1974: (2+7+1+2+1+9+7+4)= 33 = 3+3 =
6
De igual manera Coatlicue destacaba el carácter de “escogido” de
Mehmet Alí Agca, (el turco que atentó contra el papa Juan Pablo segundo):
* Número de letras de su nombre (Mehmet): 6
* Fecha de nacimiento:
01/09/1958 (1+9+1+9+5+8) = 33
= 3+3 = 6
* Fecha de «iniciación mística» al pie del monte Ararat
(6 letras): (13/02/1980)= 1+3+2+1+9+8= 24 = 2+4 = 6
Siempre según la llamada «númerología» el número 9 , precisamente, el
6 invertido, es un número de excepcionales poderes.
Llamado el número eterno o número de la muerte por su inmutabilidad
ante los cambios: cualquier múltiplo de él vuelve a ser él.
Ej: (9 x 5) = 45 = 4 + 5 = 9 (9x20) = 180 = 1 + 8 = 9
Para Coatlicue, la representación del horrendo demonio con 9 dedos
(Luz bella según lo denomina) pintado hace ya 55 años en las paredes de
una iglesia de San Rafael del Norte, Jinotega, Nicaragua y que es una clara
imagen de Tekuani tentando al Cristo, resulta ser (según ella) una innegable
visión profética de un artista iluminado que patentiza el carácter eterno del
dominio de la Realeza ORMU en Nicaragua.
Casualidad o no, lo cierto es que todo lo anterior ha sido hábilmente
explotado por el Chamán mexicano Maximiliano Chiquilistá, para
patentizar el estatus de seres sobrenaturales de ambos tiranos.
Con su curiosa concepción del espiritualismo a modo de una lotería con
varios números a disposición, en la que, si no pega uno, seguramente pegará
el otro, Coatlicue se dio a la tarea de abrazar las más diversas doctrinas
ocultistas que la oportunidad y también, su vasta disponibilidad de recursos,
le ha permitido.
No obstante, a pesar de su babaísmo, sus prácticas de brujería yoruba y
su plena identificación con las creencias reptilianas, (aduciendo que
Quetzalcóatl fue el primero de ellos), Coatlicue no rompió nunca su
relación con el chamán Tarahumara, Maximiliano Chiquilistá, relación que
se intensificó a partir del ajetreo electorero del 2006 y luego, con mayor
fuerza, a partir de finales del 2011 tras la impactante noticia sobre el
padecimiento de cáncer de Hugo Chávez y su acelerado deterioro. Es
entonces, que Chiquilistá, bajo el poderoso alero financiero de Coatlicue,
fijó su residencia en Nicaragua.
Desde la perspectiva de Coatlicue, para quien espiritualidad es sinónimo
de poder constante y sonante, lo mismo que de eterna salud, la cada vez
más grave condición clínica de Chávez, ponía en entredicho los aducidas
poderes del ejército de santones. gurúes, sacerdotisas, novicios y brujos de
toda laya, al servicio del poder chavista y de paso, aplicados devotos de los
petrodólares.
Viéndose en el espejo de Chávez y sabiendo muy bien que su futuro
estaba ligado al de Tekuani, Coatlicue temía que la maltrecha salud de este,
derivara en su desaparición física, algo para lo cual, aún no estaba
preparada.
En vista de ello, a la par de los recurrentes viajes del decrépito dictador a
La Habana y también, de los exclusivos cuidados médicos que al mismo se
le brindaban en la tercermundista Nicaragua, Coatlicue, mantenía una activa
práctica ritualista con la presencia casi permanente del chamán Chiquilistá,
varios astrólogos y una corte de asistentes nicaragüenses, entre ellos,
alguien a quien, por razones entendibles, llamaremos “Antonieta”, vieja
amiga y confidente de Sofía y quién actualmente (marzo 2022) sigue
laborando en las estructuras del criminal régimen orteguista.
El centro de operaciones de estos personeros del demonio era una amplia
y discretamente aislada propiedad cercana a “Residencial Las Cumbres”,
al sur de
Managua, lugar que Coatlicue visitaba esporádicamente.
ARBOLES DE LA MUERTE
La ascendencia del chamán Tarahumara sobre Coatlicue, ha sido
enorme. Cual Rasputín criollo, sus oráculos han influido en no pocas de las
decisiones y acciones de la todopoderosa Compañera con quien ha
mantenido por años, un despacho virtual, prácticamente a diario.
Elección de operadores políticos para cargos públicos, purga de
supuestos traidores dentro del mismo régimen a partir de perfiles
astrológicos, decisiones políticas como la destitución de los 28 diputados
opositores de la asamblea nacional en julio 2016, relaciones con personeros
como el cardenal Obando y Bravo a quien Coatlicue le llamaba «mon
diffícile de mourir cheval négre», (mi duro de morir Macho Negro), lo
mismo que relaciones con líderes evangélicos locales a quienes ella misma,
tras bastidores define como costosas lacras necesarias, pasando por los
puntos y fechas exactas para erigir los enigmáticos Chayopalos, en todo eso
han tenido gran influencia los oráculos del chamán.
Los llamados Chayopalos, son un tributo, una muestra de adoración a los
21 dioses serpientes y al miembro viril de Satán.
Cada semicírculo simboliza a una deidad serpiente y cada Chayopalo,
antes de erigirse era conjurado, depositándose en la fosa donde sería
asentado, una ofrenda consistente en piedra volcánica triturada y ceniza de
huesos mezclados con la sangre de algún animal sacrificado.
El diseño original de los Chayopalos, era claramente tétrico. Inspirado en
los Coatcuahuitles o árboles serpientes representados en el templo
ceremonial satánico del chamán Chiquilistá de Coyoacan, por cuatro postes
de madera con forma fálica o de pene, de cuyo prepucio colgaban 21
serpientes y en el centro de los cuales, Coatlicue semidesnuda, recibía los
conjuros del chamán.
En afán de reducir el impacto visual y alguna posible reacción negativa
de sus aliados, dizques evangélicos, Coatlicue optó por fusionar la
representación de las 21 víboras plagiando una conocida obra artística.
Por otra parte, definir el perfil astrológico de decenas de funcionarios de
gobierno, militares, policías, embajadores y otros, ha constituído también,
parte de la labor del chamán Chiquilistá. Muchas de las decisiones de
gobierno se
han tomado y aún siguen tomándose, en dependencia de las fluctuantes
influencias astrales del momento.
Una grave y poco conocida recaída de salud por parte de Tekuani el día
quince de septiembre del 2012, alarmó sobremanera a Coatlicue, al punto
de presionar a Chiquilistá, a fin de dar una efectiva respuesta al respecto.
— ¡Costara lo que costara! —le recalcó .
De inmediato, el chamán se dispuso a viajar a México de donde ocho
días después volvería con hierbas y artilugios, siendo esta vez acompañado
de un curandero Yaqui de Sonora y una chamana Nahualá llamada, Rosa
Chinche. Esta última, según palabras de Antonieta, – quien es escéptica a
estas artes – , ni bien llegada a Nicaragua, decía percibir una mala vibra e
incomodidad.
Tal perturbación se incrementó al ver y reconocer que los llamados
Chayopalos eran un desmedido y maligno culto por parte de Coatlicue.
Finalmente, el clímax del malestar llegó al entrar en contacto la
Chamana, con lo que había y se hacía en el centro ceremonial al sur de
Managua.
Inquieto y un tanto molesto, Chiquilistá le recomendó concentrarse en su
trabajo y más nada, a lo cual, la indígena le respondió agriamente:
«¡No sé!, veremos si me acomodo, no me gusta, esto está pesado,
no te prometo nada, está pesado, está, feo, feo». Luego, haría una
especie de oración en un desconocido dialecto.
La animadversión de la chamana a todo lo que ahí decía percibir y los
subsecuentes reclamos del taimado y experimentado chamán Tarahumara,
escalaron al punto de que, a menos de 72 horas de su llegada, Rosa Chinche
partió de regreso a México.
El curandero Yaqui, probablemente compartiendo con Chiquilistá, su
muy rentable costumbre de no prestar atención a malas vibras o minucias
morales, permaneció impasible todo el tiempo. Poco después dieron inicio
las preparaciones de lo que llamaron «ceremonias de compromiso y
convocación de legiones» para avivar el ritual mayor de sanación, que,
según los acuciosos brujos y astrólogos encargados de definir las fechas
más propicias, debería ser a las 11 y 47 minutos de la noche del día 10 de
noviembre de ese 2012, esto es, 1 día y 13 minutos antes del inicio del día
del cumpleaños 67 (6 + 7 = 13) de Tekuani, que (según Coatlicue) resulta
ser, el 12 del 11 de ese 2012, terminando
los ceremoniales, también 13 minutos antes de la media noche del día
siguiente, ya que simbólicamente Tekuani, debía llegar saneado a su nuevo
nacimiento (Tlacatilistli).
Finalmente, en el lugar, fecha y hora planeada, (13 minutos antes de las
00 horas del 12 de noviembre del año 2012), y con la presencia de
Coatlicue, se comenzaron los ritos ceremoniales, los que no dejaron de ser
insistentemente acompañados por las intimidantes advertencias hechas por
el parco curandero yaqui, tanto al séquito de Coatlicue como a esta misma,
respecto a los compromisos a ser adquiridos y que comprendían: rituales
chamánicos cada 13 días, sacrificios y disposición de los restos de animales
en determinados puntos energéticos de la ciudad y, enfáticamente, la
obligación de mantener permanentemente encendida la llama a las
diferentes deidades chamánicas clamadas y ahí simbolizadas por unos
ídolos, todos orientados al este, «atentos como debían estar, al flanco
de entrada del aborrecido primer rayo de luz, deidad que rompía el
dominio del príncipe de las tinieblas..». Los establecidos rituales y
resto de compromisos fueron estrictamente cumplidos en tiempo y forma
durante unos tres o cuatro meses. Posteriormente, las intensas ocupaciones
propias de una personalidad controladora de todo y de todos, como la de
Coatlicue, sumado a la negligencia del personal asistente y sobre todo, los
intensos celos existentes entre el chamán mexicano y los influyentes brujos
yorubas que operaban (y operan aún), en otro sector de la capital
nicaragüense, hizo que las jornadas ceremoniales empezaran poco a poco a
incumplirse, hasta finalmente, ser olvidadas por completo a mediados del
año 2013.
Con sarcasmo, algunos expresarían que probablemente la Compañera ya
no estaba muy interesada qué se dijera en la salud de Tekuani sino, más
bien, en buscar vías de acelerar su ostensible senectud, así como su pronto,
muy merecido y por tantos ansiado, descanso...
EL METEORAZO
¿Deidades iracundas o místico oportunismo?
A minutos más o minutos menos de concluir la media noche del sábado
6 de septiembre del año 2014, una potente explosión sacudió el extremo
este de Managua.
Aún sin una investigación científica creíble, tal fenómeno fue
oficialmente catalogado como producto del impacto de un meteorito siendo,
abordado personalmente con suma suspicacia por una intrigada Coatlicue,
para quien, la explosión y su amplio cráter, siguió siendo un verdadero
enigma hasta que casi una semana después del suceso, más precisamente, el
sábado 13 de septiembre, recibió una llamada de parte del chamán
Chiquilistá, quien, comisionado para una interpretación sobre el fenómeno,
le llegó a asegurar que, en un extasiado trance, producto de días de ayuno y
peyote, había sido objeto de una revelación que según él, le indicaba que la
explosión era un mensaje de los dioses, ofendidos y furiosos por no haber
sido honrados como era debido y acordado en el ceremonial de sanación
antes referido, utilizando para ello, como prueba contundente, que el
enigmático acontecimiento (la explosión), se dio a los 666 días exactos, a su
hora también exacta, del inicio de los anteriormente descritos rituales en pro
de la sanación de Tekuani que, tal y como fue descrito, comenzaron, a las
12 de la noche del 09 de noviembre del año 2012, justamente 666 días antes
del explosivo fenómeno.
Verdad, mentira, sorprendente casualidad o barata superchería,
cualquiera que sea el caso, lo cierto es que la llamada del chamán, quien
desde el terremoto de Nagarote en abril de ese año, 5 meses atrás, habría
advertido que aquello eran señales de molestias de lo alto, encendió las
alarmas de Coatlicue, quien a lo inmediato, dio comienzo a un intenso
esfuerzo por satisfacer las supuestas demandas de honra y muestras de
respeto, hacia las iracundas deidades.
Como un primer paso, se retomaron los rituales chamánicos
preestablecidos, esta vez, en una quinta cercana al volcán Santiago o
Masaya, rituales que incluían decenas de animales sacrificados
(Tlamanaquis). Todo eso se dio en los meses posteriores a la relatada
explosión (octubre 2014 a mayo 2015).
Una de las supuestas demandas transmitidas por las deidades,
continuamente actualizadas por el solícito médium Chiquilistá, - quien ya se
ufanaba de contar con un perfil más elevado que el de sus celosos rivales,
los brujos yorubas- consistía en incrementar devotos, voluntarios o
involuntarios.
Para esto último desarrolló una estrategia que, según sus cálculos,
restaría masivamente fieles a lo que daba en llamar: «malditos templos de
adoración a
Jesucristo, el principal enemigo de Luzbel o Satán», refiriéndose en este
caso, por igual, a iglesias evangélicas y católicas.
Para esto, se requeriría, según las revelaciones supuestamente dadas por
los dioses exclusivamente a él, de la implantación inmediata en tales
lugares de hechizos (Tlachihuias), consistentes estos en sangre y partes de
animales sacrificados, previamente conjuradas y dispuestas discretamente a
la entrada de los templos. Tal ubicación permitiría la máxima cercanía del
artilugio ocultista con la mayor cantidad de fieles asistentes. Igualmente se
renovaron conjuros a todos y cada uno de los «chayopalos», en Managua y
otras ciudades.
Esa operación hecha según Antonieta (la informante amiga de Sofía), de
manera masiva, no muy discreta y a menudo, hasta un tanto burda, se
ejecutó de manera sostenida, entre los meses de noviembre del 2014 y
agosto del 2015, en centenares de grandes y pequeños templos del país.
Actualmente, no contamos con información fidedigna como para poder
precisar si en algún momento, los auto llamados pastores líderes, - truhanes
y verdaderos mercaderes de la fe y complacientes con el orteguismo -
tuvieron algún conocimiento o si de alguna manera, apoyaron tal hecho
sobre el cual se volverá más adelante de este relato.
Finalmente, a medida que se acercaban las mal llamadas elecciones del
año 2016, se exacerbarían los delirios y paranoias coatlicuenses y con ello,
la intensificación de rituales de corte satánico.
DHARMA, MISTICISMO LIGHT

En un lugar y circunstancias imposibles de detallar, se dio la oportunidad de


contactar a Dharma, un personaje que por años disfrutó de ser parte del
equipo de gurúes a la carta de Coatlicue, con todas las prebendas que eso
significaba y del que luego, desencantado, se escindiría a partir del
secuestro y asesinato del hermano de su mejor amiga, por parte de un grupo
de criminales paramilitares al servicio de la tiranía orteguista el 06 de
agosto del 2018.
A ese respecto, Dharma declara:
— «Ese crimen sacudió mi conciencia como nunca antes nada lo
hizo. Sentí furia, impotencia y asco de mí mismo, asco de tolerar
vivir en medio de tanto cinismo, de tanta farsa, de tanta
indignidad, sometidos a una déspota, sólo por mantener un estatus
de lujos, derroches y banalidades. Porque esa es la verdad, ahí no
hay espiritualidad, solo locura y odio ».
Astrólogo, adepto del «Bahkti Yoga» y desde los años 90, ferviente
babaista, Dharma, un individuo de rasgos faciales y corporales claramente
andróginos y quien, se autodenomina asexual, se vinculó a Coatlicue a
partir del año 2001. Tal relación lo llevó muchas veces a Venezuela y
también a Puttaparti, (India), donde tenía su ashram o centro ceremonial,
su venerado gurú Sai Baba, el mismo gurú de Coatlicue, de Nicolás Maduro
y su mujer Cilia Flores, sí, exactamente, los mismos que se filman bailando
salsa, celebrando el asesinato de protestantes en las calles de Caracas y a
quienes Dharma denomina hoy como «demonios saturados de odio e
ignorantes obsesos del poder».
Pugnas por posicionarse de la mejor manera ante Coatlicue, por parte de
toda una corte de brujos y astrólogos, así como el final y también tardío
convencimiento de que en ella, todo gira en torno al placer desbocado,
venganza, dinero y poder al costo que sea, sangre y pactos demoníacos
incluidos, llevaron a Dharma a dejar de ser parte del nada enaltecedor, pero
sí privilegiado equipo de brujos del Carmen, medrando alrededor de
Coatlicue.
A pesar de todo, Dharma mantiene aún ahora, (mayo 2022) una
clandestina comunicación con un par de integrantes del círculo de «asesores
místicos» de
Coatlicue o más bien, agoreros de mala muerte.
VENGAD A LOS DIOSES
ULTRAJADOS Y SERÁS REINA!
¿Un 19 de abril profetizado?
«A mitad del camino entre este viviente Miztli Cualo (eclipse lunar
31/01/2018) y su hermano próximo, Tonatiuh (eclipse solar 12 de julio
2018), los yaotls (enemigos) despertarán al dios Tlalolín. Caerán torres y
profanarán a tus hijos dioses serpientes (coatls). ¡Ohh Coatlicue, despierta a
tu durmiente hijo Huitzilopochtli, mata, has llorar, vence a tus yaotls, brinda
venganza a tus dioses. Tuyo es el reino Coatlicue».
Interpretación:
Mitad de camino entre el Mitzi (31/01) y Tonatiuh (12/07): abril 2019
Yaotls (enemigos): Golpistas autoconvocados.
Profecía hecha la noche del 31 de enero del 2018 por Parachut, un
ayudante del chamán Chiquilistá, mientras celebraban en una localidad del
volcán Maderas, en la isla de Ometepe del Gran Lago de Nicaragua, un
ritual relacionado con el eclipse lunar que en ese mismo momento
(31/01/2018) ocurría. Tal profecía, cuyos únicos testigos pertenecían al
grupo mismo del chamán antes mencionado, y a la que tuvo acceso
Dharma, es tomada tanto por Coatlicue como por su círculo íntimo, como la
base de su estrategia de aniquilación de toda forma de protesta y de
propinar el más merecido castigo a los culpables de la afrenta a los 21
dioses serpientes representados en los Chayopalos derrumbados y
profanados.
En la mitología azteca, Coatlicue es la diosa de la vida, la muerte y la
fertilidad, madre de Huitzilopochtli, dios del sol, la guerra y madre de los
400 dioses surianos. Coatlicue es representada por una diosa vestida con 21
serpientes.
Los Chayopalos, son un culto personal y una manifestación de la fijación
fálica de Coatlicue, inauditamente impuesto ahora como culto colectivo a
sus 21 dioses serpientes. Es la pública veneración a unos dioses que
garantizan poder en el presente y uno más vasto en el futuro. Unos dioses
desconocidos para la inmensa mayoría de la población nicaragüense, pero
venerados por
Coatlicue y eso, siendo francos, es lo único que en la Nicaragua de hoy,
verdaderamente importa.
Dharma nos agrega:
— «El derrumbe de los chayopalos fue una bofetada a su arrogante cara,
pero también, inconscientemente, un reto a sus implacables dioses.
Tener satisfechos a estos dioses y públicamente proyectarse como
arquitecta única, maternal de la paz y prosperidad, pero sin renegar jamás
del terror, es su estrategia para su más ansiado objetivo: el poder total en el
2023, (año del conejo) a partir de la muerte de Tekuani (La Bestia) de lo
cual, está totalmente convencida que será poco después del eclipse solar
total del 20 de abril del 2023.
CHAYOPALOS, ¿FIJACIÓN FÁLICA?
Dharma nos relata:
—Debo decirte que el levantamiento de abril del 2018, no fue una total
sorpresa. De alguna manera, fue un acontecimiento un tanto esperado, no
sólo a partir de la supuesta y ya referida profecía de Parachut, el asistente
del anciano chamán Chiquilistá, sino también, por los permanentemente
apocalípticos augurios de un paranoico y desagradable brujo beliceño que
se hace nombrar Acec, un tipo de raza negra, gordo como un buda de esos
de adorno, atiborrado de cadenas de oro, ojos enrojecidos, como brazas de
carbón y que, hasta el 2018, estuvo viviendo en una casa del reparto
Bolonia, como a cinco cuadras de la salida sur de El Carmen. Hasta ahí
llegaba Coatlicue o alguno de sus asistentes.
— Este tipo llegó a Nicaragua, invitado por Coatlicue, alrededor del
año 2012. Él fue el principal instigador para la destrucción de la Concha
Acústica construida en el malecón de Managua, por el ex alcalde Herty
Lewites.
— Como quizás sabrás, la concha ha sido desde la antigüedad un
símbolo esotérico ligado a la prosperidad y a la generosidad. Es la mano
abierta prodigando pan y alentando esperanzas.
— Para los católicos, la concha representa los diversos caminos del
peregrino hacia la tumba del apóstol Santiago que se unen en Compostela.
Otras culturas la relacionan con la luna llena, con el atributo sexual
femenino y por ende, con la fertilidad.
— Todo lo anterior como ves, resulta contrapuesto a los valores pro
muerte y pro elitismo de Coatlicue, inverso también a la veneración de las
21 víboras representadas en los Chayopalos los cuales, en su conjunto, no
son otra cosa que un camuflado culto al miembro viril de Satanás y a su
vez, parte de una fijación freudiana en Coatlicue, quien tiene una desmedida
debilidad por imágenes o decoraciones de estilo reptiliano o
directamente fálico.
INDEFINICION SEXUAL
Continúa relatando:—Su más interna personalidad o como sea que
psicológicamente se le denomine, oscila entre el repudio a todo aquello
vinculado a la feminidad y a la vez, una íntimamente guardada obsesión por
personalidades femeninas en una especie de arrebatos de atracción lésbica,
mutando horas después, al desprecio por las mismas féminas.
Los más cercanos a ella, entre los que un día estuve yo, conocemos de su
atracción por cuatro destacadas mujeres nicaragüenses con las que no tiene
comunicación alguna, y quienes caminan en aceras ideológicas muy
diferentes, en relación al trastornado y criminal actuar de, Coatlicue.
—¿Qué dicen?, ¿Qué hacen? ¿Cómo visten?... si están o no en el país,
saber si realizan gestiones estatales para joderles la vida, eso ha sido parte
de su retorcida pero muy eficiente agenda diaria.
— Te aclaro, esto en absoluto tiene un sentido de recriminación por
sus opciones sexuales. Yo tengo amigas y amigos del movimiento LGTB y
los adoro.
— De pronto me da por suponer que, además de sus pactos malignos,
quizás frustraciones de índole sexual. le alientan toda esa furia y veneno, no
sé, solo especulo, no soy psicólogo ni nada por el estilo...
— Para concluir con lo de la Concha, tenemos el caso de que el
número 17, que es el número de estilizados álabes que parecían levantarse
buscando el cielo y conformaban la Concha Acústica, es un número
vinculado esotéricamente a la iluminación, a la búsqueda de la verdadera
espiritualidad. Esas cualidades, abominables ante el retorcido criterio de
Coatlicue y el brujo Acec, conspiraron para la destrucción del monumento.
Esa es la verdad, no fueron
razones técnicas sino la reconocida ansia demencial de Coatlicue, de
destruir todo aquello que se contraponga a sus malignas doctrinas, lo que
selló el destino de la Concha de Lewites.
En todos estos últimos años, probablemente por llamar la atención de
una Coatlicue siempre atenta a novedades que alimenten su paranoia y
sadismo, el brujo Acec le ha hecho ver enemigos y conspiraciones hasta por
debajo de las piedras, instándola a ser implacable y recordándole cuanto se
debe a sus dioses y a su proyecto de poder, todo lo cual, en sus retorcidas
creencias, implica cuotas de sangre y… sexo, mucho sexo.
— El brujo Acec maneja un tergiversado concepto del Tantra Yoga;
mientras esta última, es una práctica que preconiza una sublimación de la
energía sexual hacia el desarrollo mental y espiritual humano, aquél, un
obseso sexual, ve el sexo como un fin en sí mismo. En su retorcido
concepto, el éxtasis místico se logra a través de múltiples y sostenidos
orgasmos. Supongo que sería a la droga metanfetamina Éxtasis a la que este
discípulo del demonio, se refería y no al estado espiritual.
—La verdadera espiritualidad es una tarea de titanes. La más sublime y
personal tarea por develar lo divino y desterrar de nosotros el egoísmo, el
odio y el alienante y obsesivo culto, a las posesiones materiales. Es hacer
crecer en nosotros las más nobles cualidades: la generosidad y el
incondicional amor a todo ser viviente. Es también, comprender y ser
conscientes de nuestras enormes limitaciones.
— Somos en verdad los humanos tan frágiles, tan falibles, tan pocos
dueños de nuestro futuro y a la vez, tan absurdamente arrogantes e
insensatos.
— ¿Qué somos sin el espíritu? La ilusión de creer que fama, cuentas
bancarias y poder, sin importar a qué costo, nos brindarán dicha, es además
de una estupidez, una gran tragedia. A años luz de tener un genuino anhelo
espiritual, la aspiración absoluta de Coatlicue es el poder, así, claro y
pelado:
¡EL PODER!
—Fuera de ese poder, que incluye el destruir a sus supuestos enemigos,
no cree en nada ni nadie.
—En la casa del brujo Acec, maneja un espacio privado en el que
mantiene pertenencias que estuvieron en contacto con sudor, sangre, saliva
y hasta
cabellos de personas, aliadas o enemigas, a las que quería controlar o dañar.
—Puede parecer fantasioso y hasta risible, pero tal hecho no deja de
tener su lógica: El ADN es una muestra única e inconfundible de un ser
viviente. En él está reflejado buena parte de nuestro pasado y aún de
nuestras tendencias fisiológicas y perfiles psíquicos, elementos importantes
para esbozar una posible condición futura. Los fluidos y elementos
corporales adheridos a pertenencias personales, mantienen por años y siglos
un ADN particular, o sea, una cabal representación de una persona
determinada. Si hipotéticamente Coatlicue está en contacto con
inteligencias superiores, malignas o no, ¿qué le exigirían estas para
identificar y operar de alguna manera con un potencial aliado o enemigo?
¿Su cambiante fotografía, su variable número de teléfono o su incorruptible
ADN?
EL CASO BOSHI
—Encerrada en sí misma, Coatlicue no tiene amigo alguno. A sus hijos
mismos no los considera amigos sino que simplemente, parte de su
estrategia de continuidad de lo que ella considera como su gen divino, a
partir del cual, seguirá renovándose eternamente, no dudando en descargar
en ellos toda su maléfica furia si percibe que constituyen alguna amenaza,
imaginaria o no, tal y como fue el caso de Zoilamérica, a quien su
maquiavélica mente ubicó como acérrima rival y certeramente, como
alguien que por mérito propio, sin duda alguna, tenía el potencial de
eclipsar en todos los órdenes, a una antipática e impresentable Coatlicue, a
la par de frustrar sus planes de poder con un Tekuani, merecidamente
encarcelado.
— Cualquiera que haya tratado con Coatlicue a nivel privado, no a
nivel de plazas o actos públicos, sino personal, a distancia de un abrazo y en
privado, te podría decir que de ella resulta imposible obtener una sola
expresión de cariño o calor humano. Todo, absolutamente, todo en su vida
gira en torno a controlar, incrementar poder y a destruir cualquier amenaza
al mismo o destruir por destruir, por sadismo puro, por demostrar su poder.
— Esa actitud la demostró con el ensañamiento contra el misionero
italiano, Stefano Boshi, un hombre noble que dejó sus comodidades en
Italia por venir a dedicarse a obras educativas y sociales en el municipio de
Ciudad Sandino (Managua, Nicaragua). Se obsesionó por destruirlo, con el
mismo
método que ejecutó con su hija: acoso permanente, amenazas,
obstaculizarle cualquier gestión estatal e inventarle cargos.
— A mí me tocó de cerca ese caso ya que una familiar mía, trabajaba
de voluntaria con Boshi y me pidió ayuda al respecto, si no me equivoco,
para el 2010 o 2011. Hablé con Coatlicue apelando por el misionero y qué
te digo, me arrepentí mil veces de haberlo hecho; me respondió hecha una
furia. Esa mujer quizás no pese ni cien libras, pero créame, tiene un odio,
un veneno que bien pesa una tonelada. Fue asqueroso todo lo que me dijo.
— Al final, un hombre que no merecía más que admiración por su
ejemplar labor fue tratado como un delincuente y expulsado sin
miramientos del país.
— Ahí comenzó mi cuestionamiento a su fementida espiritualidad. La
verdad, reconozco que estaba adormilado por el encanto del poder. Ser su
llavero, su perrito faldero, su astrólogo a la carta y propiciando todo lo que
quería oír, significaba viajes, dinero y comodidades. Fue un proceso, no fue
fácil, como el alcohólico, nos hacemos adictos al placer y a las
comodidades, olvidando el verdadero objetivo, que es precisamente el
dominio del espíritu sobre los instintos mundanos.
— Volviendo a este engendro del demonio, puedo decirte que sus ejes
de vida se reducen a dos palabras: Poder y placer, poder y placer, poder y
placer… Esa terrible obsesión la ha llevado a pactar con fuerzas malignas,
fuerzas de poder que ahora la dominan totalmente. Son fuerzas
endemoniadas, que exigen honores, muerte y sangre.
— Aunque según ella, a partir de su supuesta abducción por seres
extraterrestres ha convivido siempre con tales fuerzas, es en estos últimos
meses, que las mismas, tienen mucha más presencia en ella.
— Hoy en día, es más notoriamente visible la horrenda
transfiguración de su rostro y esto es algo de lo cual ella misma es
consciente y trata desesperadamente de ocultarlo, pero lamentablemente, no
de enmendar que es lo más importante. Si te fijas bien, un poco arriba de
sus cejas naturales, le son casi perceptibles, a pesar del exhaustivo
maquillaje que usa, una especie de marcas oscuras que en ocultismo se
denominan, «estigmas luzbelianos» o
«neuter», en sánscrito antiguo y popularmente conocidos como cachos o
marcas de la bestia.
—Ella y los entendidos en esto, saben perfectamente lo que eso significa
y si fuese sabia y humilde, debería parar y reflexionar. No es poca cosa el
mal karma que esta mujer ha sembrado, es algo que le costará vidas de
sufrimiento para poderlo resarcir. Te repito, ella desde hace años lo sabe, y
esa es su desesperación ahora, tratar de buscar poder, poder mundano y
poder oculto, creyendo que de esa manera evitará el averno que se ha
ganado. Sabe que ahí no habrá paramilitares, comisionados asesinos o una
corrupta fiscalía que la salve.
Dejame decirte que aunque todo lo que actualmente ocurre lo pretenda
esconder bajo una imagen pública de aparente normalidad, risas y planes de
futuro, la verdad es que, a lo interno según me informa gente que ella jamás
se imaginaría, todo es caos, paranoia, desconfianza total entre ellos mismos,
directrices oscilantes, en fin, la clásica atmósfera de zozobra previa a la
desbandada. Aunque te repito, cuida hasta lo absurdo para que nada se filtre
y dar una falsa imagen de normalidad, a lo «rosa chicha» que solo en su
trastornada mente existe. Dentro de su circulo todo es miedo y
preocupación.
REPTILIANOS EN NICARAGUA
—Ahora bien, maestra en el arte de disfrazar sentimientos, su cinismo es
sorprendente. Te doy una muestra de algo que yo personalmente atestigüé,
en un evento al que concurrí con ella ahí en Managua: El 30 de abril del
2012, en momentos en que ella participaba con un pequeño y muy discreto
grupo de los llamados reptilianos nicaragüenses, en una teleconferencia
sostenida con grupos similares en Chile y Argentina, en conmemoración del
67 aniversario de la muerte de Adolfo Hitler, oficialmente fallecido el 30 de
abril de 1945 y de quien, Coatlicue es rotunda admiradora, le informaron
del fallecimiento del Comandante Tomás Borge.
—Para mi sorpresa, su reacción inmediata ante tal noticia fue de fastidio,
de molestia, no tuvo en lo más mínimo, una muestra de pesar. La expresión
de su cara fue de algo así como: «¿se tuvo que morir precisamente ahora?».
—Aproximadamente una hora después, al término de la teleconferencia
y mientras se preparaban a un agasajo con vino y delicatessen muy
alemanas, Coatlicue se levantó, pidió disculpas por la interrupción diciendo
que en breve se reintegraría. Llegó a una sala cercana, llamó con voz de
molestia a dos o tres de sus colaboradores y de inmediato grabó, con voz
dolida y rostro falsamente
compungido, su breve y supuestamente, «muy sentido» mensaje por la
muerte del personaje. Unos 30 minutos después, estaba reintegrándose
nuevamente al grupo. En un ambiente de jolgorio, risas, fotos y música. Se
mantuvo en aquel local por más de 3 horas. Al día siguiente ensayaría
nuevamente su teatral congoja. En verdad, su nivel de cinismo es
simplemente increíble.
—Debo apuntarte que el grupo de reptilianos militantes en Nicaragua, no
pasa de los 80. La mayoría en posiciones discretas, de bajo perfil, pero con
gran influencia. La relación de Coatlicue con todos ellos es más que
espléndida, son sus mimados, dentro y fuera del gobierno.
LOS AÑOS DEL GALLO
—Volviendo a sus planes, déjame decirte que su afán es la presidencia,
no de hecho como ya la tiene, sino formal; es una mujer de símbolos y
llegar a la presidencia es toral para ella. Su aspiración de vida es eso. Para
ello, bien lo sabe, debe fortalecer a sus fanáticos, destruir toda oposición,
llevar a la mínima expresión a las iglesias y promover su culto. Esa es la
garantía de continuidad a su proyecto místico e imperial al cual, nunca ha
renunciado. Nacida en 1951, año del conejo en el horóscopo chino, busca
un alero protector en Tekuani, su marido oficial, nacido según el mismo
horóscopo, en año del gallo, 1945. En su visión del mundo, él es su gallo
protector, es quien se le presenta en un año peligroso para ella, 1977, año de
la serpiente. Es con quien se casa falsamente en otro año del gallo, 2005.
Falsamente porque, si bien se casa eclesiásticamente el 3 de septiembre de
ese año, día exacto de luna nueva, ella repudia o abjura tal casamiento
exactamente 30 días después, el día del eclipse solar del 2005, exactamente
el 3 de octubre de ese mismo 2005, en un ritual realizado por una bruja
yoruba en una quinta cerca de San Marcos, Carazo (Nicaragüa).
Finalmente, él es quien la lleva a la vicepresidencia en otro año del gallo,
2017.
— Retorcido o no, ciencia ficción o no, superchería o no, esa es su
estrategia y, estate seguro, ¡va con todo! Así desgracie más al país, no le
importa. Su universo es ELLA. En esta etapa se esforzará en reafirmar la
figura del Gallo, su conveniente protector, luego, irá poco a poco
desapareciéndolo.
— Todo lo anterior es paralelo a una ofensiva que incluye intensos
rituales, conjuros y seguramente, más sacrificios e implantación de
Tlachiuias o hechizos en los templos. Las iglesias deben tener un gran
cuidado, comprobar que cada pastor es realmente un pastor y no un agente
de estas fuerzas que son
en realidad demoníacas, verdaderos adoradores de Satanás. Ella detesta al
verdadero evangelio, pero astuta y manipuladora, tiene comprados a los
tales líderes. A otros, los tiene amenazados con las comprobadas evidencias
de los vínculos de algunos de estos fariseos al narcotráfico y otros delitos.
— En este sentido debo decirte que la mayoría de estos supuestos
pastores son extremadamente corruptos, adoradores de lujos, prebendas y
de posar regodeados con los poderosos, sin importar que las manos de estos
estén manchadas de sangre. Están envilecidos y han olvidado la humildad y
la prestancia del evangelio vivo.
Yo, que conozco perfectamente muchas interioridades de esos supuestos
pastores líderes y que, aunque no practico, respeto mucho los evangelios,
les digo: sacúdanse, renuévense… Esta es una conspiración satánica real.
Coatlicue y su gente, no sólo tienen la fuerza de las armas en manos de
asesinos policías y paramilitares, sino también, la fuerza de legiones
satánicas. Los cristianos tienen un grandísimo papel en esto. Desde adentro,
sin manipulación y con valor, deben sacudirse y renovarse.
BAÑOS DE PLATA
Basándonos siempre en el testimonio de Dharma, supimos de los
cuidados de Coatlicue contra lo que ella denomina, «suciedad
antireptiliana».
Él nos relata:
— Alrededor del año 2003, Coatlicue comenzó, paranoica y
enfáticamente, a protegerse de la contaminación bacterial y áurica que
decía, le transmitían todos aquellos que con ella interactuaban: empleadas
domésticas, secretarias, funcionarios, delegados partidarios, etc.
Es lo que se conoce como misofobia, - al respecto, Hitler también era
misofóbico -.
— Siempre que Coatlicue da la mano por compromiso protocolario,
está desesperada por ir a lavárselas con germicidas y esencias naturales que
sus asistentes cargan. Este sentimiento se exacerbaba por razones raciales,
religiosas y homofóbicas.
— Recuerdo la ocasión que, en una recepción en Managua, coincidió
y le dio la mano al nuncio apostólico Fortunatus Nwachukwu, quien es de
raza
negra, esa vez Coatlicue llegó al paroxismo.
— Aunque en público sabe disimularlo, la verdad, es que detesta a los
que en Nicaragua llaman costeños o miskitos, lo mismo que a aquellos con
marcados rasgos chorotegas. Me imagino lo que sufrirá al tratar con el
actual canciller y peor aún, con el vicecanciller, el costeño servil de apellido
enredado.
UNA CLEOPATRA “CHAPIOLLA”
— Las grandes concentraciones públicas son el mayor terror de
Coatlicue, toda esa gente que por ignorancia o ingenuidad va a las plazas,
no tiene la más mínima idea de cuánto los desprecia Coatlicue.
— Como una Cleopatra del siglo XXI, desde hará unos 10 años, todos
los 19 de julio por la noche y durante 3 días más, se hace limpias profundas,
sumergiéndose en baños con esencias de hierbas, agregándole
abundantemente plata coloidal (coloidal argentum) la cual, importa en
costosísimas botellas. El oro coloidal lo usa 4 veces al año, en las
purificaciones equinocciales. Ambas pociones se consideran fuertemente
purificadoras del aura.
¿Sabrá alguno de sus fanaticos simpatizantes que uno solo de esos baños
de purificación que toma Coatlicue, vale no menos que $2,800 dólares,
cantidad con lo que una familia típica nicaraguense puede mantenerse
comiendo por todo un año?
— Me pregunto, si será que a todos estos insensibles fanáticos, el
efecto del embrujamiento, al que han sido sometidos por años, los alienó
mentalmente de manera total e irreversible ya que, esa gente, aún en la
miseria, glorifica a una opulenta déspota que en el fondo, y te lo digo y
repito porque la conozco perfectamente, los desprecia a la par de que
astutamente, los utiliza.
— Siento pena ajena cuando oigo a los sanguinarios paramilitares
hablar en defensa de quien llaman “Compañera”. Me digo a mí mismo,
pobres diablos, si supieran que ella los ve como animales carroñeros,
repugnantes, pero estratégicamente necesarios.
— Por otra parte, estos ignorantes asesinos no saben que se están
labrando una maldición, un karma que tendrán que pagar y donde no habrá
AK que los proteja. La mayoría de ellos, en el fondo saben que sus
crímenes han sido sin justificación alguna, crímenes de odio. Desataron la
amargura de sus miserables corazones a la primera oportunidad, sabiéndose
impunes. Desde aquí, sin sesgo
político o religioso alguno, les digo a esos descarriados, paramilitares y
policías coludidos en el crimen, que reflexionen y oren para que la luz
llegue a su alma, nunca es tarde. Yo conozco a la bestia, sé de su fuerza y de
sus planes en los que ustedes, paramilitares y policías, no son más que leña
para su fuego. Leña cuya ceniza se desprecia, se tira y se olvida, y aunque
sé que probablemente muchos no me creerán, en el infernal abismo que
irremediablemente les espera, cada gota de sangre de sus hermanos por
ustedes derramada, cada lágrima, será con creces cobrada.
— La vida es un suspiro, a la tumba no se llevarán ni el AK, ni la HI
LUX, ni los 21 dioses serpientes de Coatlicue, sino que su alma desnuda
con el balance de sus acciones. Busquen fuerza, oren mucho, cualquiera que
sea su religión, al final, el camino que escojan será, tarde o temprano, su
dicha o su llanto.
Antes de concluir, aproveché para preguntarle a Dharma acerca de la
implantación de tlachihuias o hechizos en múltiples templos evangélicos de
Nicaragua en 2014 y 2015. Al respecto, me respondió:
—Por supuesto que fue verdad, pero en realidad empezó desde antes del
2014. Hubo algo de eso ya en el 2012, lo manejaba directamente el brujo
Chiquilistá y un equipo de ex miembros de la antigua Seguridad del Estado
de los 80s con apoyo total de la Alcaldía de Managua.
— Yo nunca participé en eso, pero sí estuve al tanto de los informes
que Chiquilistá, le daba a Coatlicue o a alguno de sus asistentes. Totalmente
tenebroso.
—¿Sabían los líderes evangélicos de tal hecho? —pregunté.
—Mira, aunque estoy tentado a decirte que sí porque no me sorprendería
que lo hayan sabido y hasta apoyado, así como también porque me asquea
cómo en nombre del Dios dinero le besan el trasero a Tekuani, debo ser
honesto y manifestarle que no lo sé, no me consta tal cosa.
Alguien, recientemente me mencionó algo que denominó, «trabajos
raros» en un cementerio y en la rotonda Hugo Chávez, ¿crees saber a qué se
refería? Le pregunté.
— Chiquilistá, en coordinación con la Alcaldía de Managua a travez
de quien ella denomina Ledif (Fidel a la inversa, favorito de Coatlicue y
poderoso
reptiliano), coordinaba de manera muy independiente todo eso. La verdad,
no tuve mayor conocimiento al respecto. Sí supe que el brujo Chiquilistá,
hace sacrificios de animales y usaba partes de animal sacrificado para las
tlachihuias que pusieron en los templos y en las bases de los chayopalos.
También estuve en rituales que utilizaban calaveras robadas de algunos
cementerios las que, según entendí, por razones de captación o armonía
energética las mismas deben estar con su dentadura completa, por eso usan
partes de niños o jóvenes fallecidos. También, personalmente, hace algunos
años, participé en un ritual celebrado en un cambio de equinoccio, en una
casa quinta en la laguna de Apoyo y tuve en mis manos un cráneo de cristal
de cuarzo transparente que había sido robado de una tumba precolombina
en Tikal, Guatemala. Era absolutamente idéntico a una calavera humana
real. Una verdadera obra de arte. Probablemente Chiquilistá, extraía
ilegalmente partes humanas de cementerios para usarlas en rituales, pero
igual, no puedo asegurarlo.»
Sin pretender cuestionar, ni la credibilidad ni las motivaciones de las
ilustradoras y sentidas revelaciones de Dharma, es inevitable el
preguntarnos sobre sus razones para permanecer casi 17 años al lado del
perfecto monstruo, que ahora bien describe. Si sus intereses eran
verdaderamente espirituales y no económicos, o sea, no ligados a la
búsqueda de un profano poder que, seamos francos, es lo único que de una
espiritualmente vacía Coatlicue se podría obtener, entonces, ¿por qué
reflexionó y decidió salirse de la fila de privilegiados tras 17 años de
disfrutar de las lujosas prebendas con los que Coatlicue agasaja a sus
oscuros agoreros?
Independientemente de su tardío arrepentimiento, no podemos dejar de
creer en las legítimas y honestas intenciones de Dharma: dar su mensaje a
quien tenga oídos para oír y conciencia para reflexionar.La operación
«Sambrón», que consistió en la implantación de miles de Tlachihuias o
hechizos, en centenares de templos evangélicos en Nicaragua por parte de
delincuentes organizados bajo la tutela de «Fidelito», y otros operadores
políticos orteguistas, ex agentes de seguridad la mayoría, es abordada
también más adelante.
SECRETOS PERVERSOS

Producto de diversas sugerencias, procedí a contactar a un individuo que


desde el año 2011 fue, sin pretenderlo, uno de los diseñadores y ejecutores
técnicos de lo que al final se convirtió en una eficaz herramienta de
espionaje y extorsión dentro del gansteril, esquema del poder en Nicaragua.
Después de varias solicitudes de parte nuestra, transmitidas por terceras
personas, así como de comprensibles medidas de seguridad por parte de
nuestro interesado, logramos concertar la entrevista con el personaje en
mención, en casa de sus abuelos maternos, en un determinado cantón de
San José de Costa Rica, país donde reside desde agosto del año 2018 y
hacia donde viajé, después de casi un año de esperar que las restricciones
por el Covid-19 lo permitieran, el 4 de marzo del 2022 con el escondido
pero intenso deseo de dirigirme luego, hacia Nicaragua.
Al llegar al lugar, fuimos recibidos por una agradable anciana quien de
inmediato nos hizo pasar, entre macetas de margaritas, dalias, hortensias y
helechos del precioso jardín a la amplia sala de la casa donde, además de un
antiguo piano, se observa una gran foto de Orlando Letelier, excanciller
chileno asesinado por emisarios de Pinochet en Washington el 21 de
septiembre de1976.
—“Fue tomada pocos días antes de la muerte del Dr. Letelier. En su
honor, mi padre dispuso nombrarme Orlando”.
Quien nos explica acerca de la imagen, es un hombre alto, blanco,
barbado que se nos presenta como Orlando Burhart Villalobos, nuestro
sujeto de interés para la entrevista. Ingeniero electrónico de profesión,
Orlando nació en Managua en noviembre de 1982, producto de la relación
romántica del abogado y economista chileno Rodrigo Burhart Rosas y la
costarricense Temilda Villalobos Arias quienes se conocieron en 1979
cuando el primero participaba como internacionalista voluntario en la
guerra que libraban contra Somoza, en la frontera nica costarricense, las
tropas lideradas por Edén Pastora, el camaleónico ex guerrillero
nicaragüense, tristemente convertido después en senil coordinador de
sicarios, de la dictadura orteguista.
Temilda por su lado, trabajaba como voluntaria de una orden de monjas
teresianas que asistían a refugiados nicaragüenses en la población de La
Cruz, muy cercana a la frontera nicaraguense.
A finales de ese mismo año, a partir del triunfo de las fuerzas rebeldes
sandinistas y entusiasmado con los ideales de justicia social y desarrollo
que aquella joven revolución enarbolaba, Rodrigo terminó quedándose a
vivir y trabajar en Nicaragua como asistente en entidades estatales del área
de planificación económica y comercio internacional. Al año siguiente se
casaría con Temilda, quien, fiel a su vocación de maestra, colaboraba en un
programa de educación de adultos.
Para noviembre de 1982, nace Orlando y 2 años después, lo hacía Arlen,
una preciosa niña que, producto de graves complicaciones pulmonares solo
viviría 2 meses; doloroso hecho que marcaría por años la vida de Rodrigo y
Temilda.
Por los estrechos lazos de su padre con la élite de esos años en el poder,
Orlando se vinculó desde muy pequeño con los hijos de la cada vez más
ostentosa y excluyente, nomenclatura sandinista.
Asistiendo a los mismos prestigiosos colegios (nunca públicos por
supuesto), y coincidiendo en frecuentes paseos o tertulias con aquellos
niños, hijos de ministros y comandantes de entonces, Orlando desarrolló
una creciente amistad que se consolidó y mantuvo por años.
La pérdida de las elecciones por parte del partido sandinista en 1990,
desató de inmediato, un frenesí de corrupción en todos los estratos de poder
de entonces, a la par que exhibió públicamente la debacle moral de
muchísimos personeros de la frustrada revolución.
Rodrigo, quien ya había vivido el fracaso de la experiencia socialista
chilena y la posterior entronización de un sangrienta dictadura, resintió
profundamente la derrota de su ilusión revolucionaria y luego, se
decepcionaría hasta los huesos por las maquiavélicas intrigas, corrupción y
expresiones tiránicas de los jerarcas quedados entre los restos de aquel
FSLN. Poco a poco, Rodrigo se fue sumergiendo en la depresión y el
alcoholismo.
Temilda, con su ya casi adolescente hijo, vivían en medio de graves
vicisitudes económicas por lo que irremediablemente tuvo que recurrir a los
padres de Rodrigo, poseedores de plantaciones de uvas en el Valle de Elqui
y
una empresa vinícola en La Serena, ciudad del sur profundo de Chile. La
alarma de estos últimos ante la descrita situación del hijo, de quien tenían
años de no saber nada, fue grande. La respuesta, inmediata.
Exactamente 14 días después, el 9 de marzo de 1992, don Juan Burhart,
padre de Rodrigo, llegaba a Managua con la decidida misión de llevarse de
vuelta a Chile a su hijo. Un emotivo encuentro, vehementes promesas de
rectificación de parte de Rodrigo, así como la fascinación de conocer a su
único nieto varón, lo mismo que a la muy dulce Temilda, motivaron al
septuagenario don Juan a declararles su disposición de cederles inmediata y
formalmente, buena parte del patrimonio familiar, una vez se estableciesen
en Chile. Al término de su visita y satisfecho con la promesa de Rodrigo, de
iniciar los respectivos trámites migratorios para volver a su sureña patria,
don Juan partía por donde 15 días antes, había entrado.
Fueron promesas vanas, 2 o 3 semanas después, para consternación de
Temilda y su hijo, Rodrigo caía nuevamente ante los embates de la
depresión y el tormento del alcoholismo.
La madrugada del 12 de mayo de ese mismo año, Rodrigo fue
encontrado muerto en casa de un amigo argentino en la ciudad de Granada.
Se había suicidado, posiblemente con una sobredosis de tranquilizantes,
según el escueto parte policial.
Días después, una acongojada Temilda acompañada de su vástago, partía
para su natal Costa Rica, ansiosa del amparo y el consuelo de los suyos.
Los ahora desolados padres de Rodrigo y abuelos de Orlando, volcaron
su apoyo al nieto quien, bajo el amor y severidad de su madre, maestra de
carrera y vocación, sobre cumplía tareas escolares mientras deshojaba
calendarios entre institutos, escuelas de música e idioma.
A inicios del año 2000 Orlando, siempre bajo el padrinazgo de su ahora
viudo abuelo chileno, inició estudios de Ingeniería Electrónica en el
Tecnológico de Costa Rica del cual, egresaría 5 años después.
Luego de dos años de exitoso desempeño en una empresa local y
también, de varias rechazadas solicitudes de ingreso a algunas
universidades norteamericanas, fue finalmente admitido para un programa
de postgrado en el
prestigioso MIT, el Tecnológico de Massachusetts de donde egresaría en el
año 2009.
DESPILFARRO “REVOLUCIONARIO”
A finales del primer decenio del nuevo siglo, específicamente del año
2008 en adelante, algunos sectores del mercado costarricense
tradicionalmente dirigidos a la élite del más alto poder adquisitivo, nacional
o extranjera, empiezan a experimentar el interés y la demanda de unos
peculiares clientes: los nuevos ricos nicaragüenses.
Coincidiendo con la abundante lluvia de dólares venezolanos manejados
a total criterio por los hiper corruptos y privilegiados, “compañeros
revolucionarios” en Nicaragua, muchos de estos y sus allegados, empezaron
a comprar casas en los más exclusivos y costosos residenciales de San José,
frecuentando complejos turísticos de alto nivel, spas, universidades
privadas, clínicas de renombre, etcétera. La mayoría, tipos de escasa
formación pero bien conectados. Mozalbetes veinteañeros en lujosísimos
vehículos. Mujeres de evidente extracción humilde, pero invariablemente
“rubias”, queriendo aparentar «caché» con costosos vestidos y peinados
fuera de lugar que luego generaban jocosos y xenófobos comentarios entre
las atentas ejecutivas de ventas costarricenses, entusiasmadas por atender a
aquellos excelentísimos clientes que no regateaban precio alguno.
En este contexto es donde Orlando se vuelve a encontrar en San José con
algunos amigos de su infancia en Nicaragua, la mayoría de ellos, hijos de
connotados sandinistas, convertidos ahora en prósperos empresarios con
afanes de inversión, diversión y en pocos casos, estudios, tal como fue el
caso de Tamara, hija de un corrupto e influyente agente del aparato
represivo orteguista.
Hermosa, inteligente y aun soltera a sus 27 años, Tamara captó pronto la
atención de Orlando, con quien, desarrolló química y estableció una
relación.
Tales circunstancias hizo que pocos meses después, en una visita de
Orlando a la casa de Tamara en Managua, el padre de esta, simpatizara y
entrara en confianza con Orlando, a quien le comentó sobre un proyecto de
extrema confidencialidad que el gobierno de Nicaragua, en conjunto con
una tal Galaxy Nanotech, (una poco conocida empresa de sensores y micro
tecnología), planeaban desarrollar a lo inmediato en Nicaragua y en el que
consideraba que Orlando, con su notable currículo de estudios en
electrónica y dominio del inglés, podría colaborar.
Una vez de vuelta en Costa Rica donde laboraba para una empresa de
desarrollo de software, Orlando decidió, después de algunos meses de
vacilación, aceptar la oferta de trabajo que, con un estupendo salario anual,
le hacía llegar el padre de Tamara desde Nicaragua.
UCLA, no son las siglas de la conocida universidad californiana, sino las
siglas de la Unidad Contra la Legitimación de Activos, rimbombante
término con el que se denominaba el casi clandestino y muy particular
servicio de información e inteligencia en Nicaragua (adscrito directamente a
la presidencia), que empezó a funcionar a partir del año 2010 y al que
Orlando, se incorporó a principios del año 2011. Dirigido en teoría por
agentes nicaragüenses y con un equipo de soporte técnico casi totalmente
foráneo, el proyecto se dirigió a crear una vasta red de información a través
de sistemas de video, grabaciones, escuchas, intervenciones telefónicas y de
mensajería, así como sensores de ubicación o GPS.
NESTOR, EL LAURENT BERIA
DEL CARMEN
(Laurent Beria: sanguinario jefe de seguridad de
Stalin) Orlando describe:
—«Primero que nada, hay que dejar claro que este es un proyecto de
espionaje directamente dirigido por la presidencia, totalmente desvinculado
del rústico servicio de inteligencia del ejército y más aún, del cavernario
aparato de información de la policía.
—Tanto la estrategia de acción como los informes recopilados iban hacia
quien llamaremos el LAUrent Beria del Carmen, un psicópata y terrorista
de toda la vida, vinculado directamente a resonantes asesinatos de
conocidos personajes, atentados con explosivos contra iglesias en los años
90, jefe coordinador de paramilitares y además, diligente proxeneta o
proveedor de jovencitas adolescentes para el tirano. Un personaje frío y
despiadado ante quienes tiemblan, tanto los cobardes comisionados de la
policía como altos miembros de la comandancia del llamado Ejército de
Nicaragua.
— Aunque siempre en la sombra, puedo decirte que es el brazo
ejecutor del decrépito tirano y un hombre de indiscutible poder en
Nicaragua. Después de repudiarlo por muchos años, la Compañera aprendió
a trabajar con él, a partir de sus indiscutibles cualidades criminales.
—Estábamos estrictamente separados en dos áreas: la técnica que
disponía y soportaba el funcionamiento de la red que era en la que yo
actuaba y la operativa, que aplicaba e interpretaba la información a través
de un restringido grupo de agentes nicaragüenses y extranjeros.
—Mesas de restaurantes, hoteles y moteles de algún nivel, vehículos de
alta gama de uso particular y de renta, adornos de oficinas y hasta cuadros o
imágenes religiosas dadas como presentes, fueron parte de sofisticados
sistemas de espionaje, algunos de inverosímil aspecto y minúsculas
dimensiones. Aunque en un inicio la ubicación de tales sistemas se diseñó
en base al objetivo planteado y a través de un proceso científico de
«distribución gaussiano de probabilidad», que era lo que profesionalmente
cabía, al final, intereses de otra índole, desviaron el objetivo del proyecto a
otras áreas de conspiración. Incalculables recursos financieros y tecnología
de punta, fueron dispuestos para espiar y documentar la privacidad de
personas de diferente sesgos políticos, económicos y religiosos. Personas en
posiciones de interés dentro y fuera del gobierno.
—Taimados como son, sabían que el mayor daño casi siempre proviene
de adentro, por lo cual, el mayor esfuerzo se concentró ahí: policías de todo
nivel, militares de la cúpula o rangos medios, ministros, escoltas y agentes
de seguridad personal, todos ellos, fueron fehacientemente espiados. Eran
los objetivos de mayor interés y los más escrutados. Luego fueron
adversarios políticos, diputados, líderes religiosos afines y no afines al
gobierno, así como empresarios. También la información que por razones
aleatorias, eventualmente llegaba a caer, si era de interés, atraía esfuerzos
inmediatos para su demarcación y seguimiento.
— Aunque tal tema no era parte de las prioridades a seguir, las
estrategias del fraude electoral del 2016, tales como los mecanismos de
infiltración, compra de fiscales, manipulación de boletas, entrega de falsas
credenciales para luego impedir el ingreso a los centros de votación y otras
triquiñuelas para
hacerse con un falso triunfo y ocultar la masiva abstención, está también ahí
registrada.
— Por una mezcla de indiferencia o simplemente por mi cómoda
adaptación a una excitante vida de lujos y diarias francachelas, mi interés
acerca de las aplicaciones de la red instalada, se dio hasta inicios del 2017,
a partir de que, producto de un relajamiento en la vigilancia del programa y
la filtración de información a las redes sociales, se generó inquietud en la
empresa norteamericana dueña de la plataforma utilizada, quien finalmente
canceló el contrato con la aún denominada UCLA, procediendo esta última
a contratar a una empresa rusa para sustituir a la primera.
— Al final, restricciones de presupuesto (efectos de la debacle
económica venezolana) y contradicciones internas, hicieron que el proyecto
se redujera notablemente. No obstante, para entonces, ya acumulaba
valiosos activos de información que probarían ser de gran valor en el marco
extorsionador, en el que los jerarcas del poder lo utilizarían.
— El proyecto reapareció con fuerza a inicios de mayo del 2018, en el
marco de la crisis actual, controlado ahora en su totalidad por una
vicepresidencia ávida, de ser el gran ojo que ve y el gran oído que oye hasta
el más recóndito suspiro de sus justos enemigos, pero también, el de sus
propios parásitos: sus nada confiables serviles.
—El cúmulo de información diariamente obtenida era enorme. Un
amplio y escogido personal se encargaba diligentemente de escrutar la
totalidad de esa información a fin de clasificar y sintetizar los contenidos de
carácter sensible que podían ser evidencias de conspiración, corrupción no
autorizada desde arriba y por supuesto, el objetivo más apetecible: fotos o
videos de un personaje relevante o de interés particular, aliado o no, captado
en una situación escabrosa y claramente devastadora para el protagonista.
— En pocas palabras, todo lo que se percibía que podía tener un buen
potencial de provecho inmediato o futuro en el área política, económica o
de seguridad del estado debía de ser inmediatamente reportado. Fue, en
definitiva, el más grande proyecto de espionaje doméstico realizado en
Nicaragua después de la guerra de los años 80.
—Las «invitaciones» a reuniones de información y aclaración con algún
personaje de interés, del que se tenían datos (a quien se quería controlar o
utilizar), tenían un aire de secretismo y complicidad. Inicialmente, tales
«invitaciones» eran educadas advertencias pero, si las circunstancias lo
requerían, podían ser amenazas directas. En tales casos, se presentaban las
pruebas obtenidas bajo la pantalla de haber sido recibidas anónimamente y
se le hacía ver al aterrado invitado, que todo eso “ya andaba por ahí”, pero
que contara con que el buen gobierno, no iba a permitir que alguien
denigrara su honra. Lo demás era previsible, la angustia de tener sobre la
cabeza la espada del escándalo y la denigración pública hacía mella en el
comportamiento de los involucrados, volviendo dóciles, comedidos y
fácilmente manipulables a los sujetos de interés. De esta manera, muchos
bravíos críticos, pasaron a ser los más melosos y lastimosos aduladores. El
terror de ver reveladas sus escondidas tendencias era y es, avasallador.
— Por el banquillo de la amable advertencia, pasaron altos militares y
comisionados con doble y hasta triple vida. Se conocían secretos de alcobas
de hombres y mujeres en posiciones de poder, dentro del gobierno o fuera
de él, entre ellos, lideres religiosos, magistrados o altos funcionarios de la
corte, personajes variopintos bajo la aterradora amenaza de ser «sacados del
closet», y muchos otros, con colas de corrupción guardadas y latentes de ser
sacadas a la luz, por el despiadado aparato de in justicia orteguista.
— Déjame decirte que ahí fueron domados, dos de los más serviles
periodistas hoy día: un voluminoso comentarista, antaño feroz
antisandinista y un primoroso primerísimo locutor. Ambos descubiertos en
situaciones verdaderamente bochornosas. He ahí la clave del intempestivo
cambio de muchos personeros transformados de la noche a la mañana, en
adictos al orteguismo.
— Casi sin excepción, todos los denominados aliados políticos fueron
electrónicamente intervenidos al igual que la totalidad de lideres religiosos
de todas las denominaciones. Muchos de los llamados pastores orteguistas,
además de las millonarias prebendas que recibieron tienen sobre sus
cabezas la amenaza del escándalo. A lo interno y discúlpame si soy
repetitivo, funcionarios y gente, que públicamente en eventos oficiales,
francachelas o declaraciones a los medios emitían las más melosas
alabanzas “al presidente y a la compañera”, eran captados privadamente, a
veces el mismo día, despotricando contra los mismos y sus allegados.
Luego, los verías en actos
públicos nuevamente loando y aplaudiendo con simulado embeleso, a sus
invaluables líderes.
— Entré en verdad, a un mundo sórdido, alucinante, un teatro
destilando la más increíble hipocresía. Después de las náuseas iniciales, lo
primero que se te ocurre pensar, es no querer ver crecer a tus hijos en un
medio moralmente tan deplorable.
— Lo aquí expuesto resulta importante para ayudar a entender, pero
jamás justificar, la docilidad, el silencio cómplice y hasta los
desvergonzados besos a las caravanas donde se moviliza el dúo criminal.
— Ni de lejos se pretende justificar la cantidad de crímenes que por
acción u omisión, se cometieron. No se vaya a creer que LAPO, el sádico
guardián de dantesca figura, responsable de los más temibles calabozos y
salas de torturas del régimen en el Chipote, necesitó de amenaza alguna
para sus aberrantes actos. Tampoco se intenta hacer creer que Ramón, el
carnicero de Masaya, un personaje siniestro cuya miserable vida ha oscilado
entre el parasitismo a costa del erario público, el abuso a los derechos
humanos, la corrupción, el tráfico de drogas y hoy el sicariato, requirió de
presión foránea para alentar a sus francotiradores a acertar en frentes y
cuellos de pobladores de Masaya, para luego, esbozar una maligna mueca
de satisfacción en su desvencijado rostro.
— Aclarado lo anterior, debo manifestar lo difícil que fue para mí
llegar a asimilar el que tanta canallada era posible de generarse en el
corazón humano. A estas alturas, aún me cuesta manejar mis reacciones.
Por otro lado, aunque creo en la justeza de lo que hago, a cada momento me
cuestiono sobre mi derecho a violar la intimidad de otro ser humano. En ese
sentido, cuando menos hemos aprendido a descartar el ahondar en la
información de los archivos que tenemos, inmediatamente después de que
percibimos la nula relación de la persona que nos ocupa con los fines de
nuestro proyecto. Nos damos cuenta, día a día, que muchos de los
expedientes que analizamos no son más que aberrantes ejercicios de morbo.
— Quiero manifestarte que en una decena de casos, que en su
momento consideramos como de riesgo inminente, tales como funcionarios
que filtraban información a las redes y que el régimen ya había detectado
así como de personas honorables con sistemas de espionajes instalados, nos
las hemos
arreglado para advertirles al respecto, haciéndoles llegar, obligadamente a
sus propias manos, información confidencial por medios no electrónicos.
— En algunos casos, por la extrema dificultad de acceder
directamente a una persona definida, hemos utilizado a un allegado, por
ejemplo, madre, hijo o pareja.
— Esto último ha sido nuestro principal tropiezo. Hace algunas
semanas, la advertencia a la madre de la novia de un activista opositor (hija
ilegítima de un alto personero del gobierno), de que el teléfono que su
mismo padre le había regalado estaba clonado, motivó el airado reclamo de
la primera al funcionario de marras (padre de la muchacha), lo que conllevó
a una investigación por parte de los órganos represivos, para ver el origen
de la filtración. En otros casos, la misma persona a la que advertimos que
está siendo espiada, llena de temor acude a algún operador del régimen a
confesar su pecado a la par que delata nuestra acción de advertencia.
— Es un dilema, una práctica que perjudica nuestras metas como
proyecto de documentación de crímenes, pero a la que estamos moralmente
obligados.
— Tengo la satisfacción de decirte que en varios casos de ingeniosas
tramas para inventar cargos falsos a sacerdotes prominentes y críticos del
régimen, nuestras alertas han sido más que oportunas. Los llamados «curas
golpistas», gente que merece mi mayor respeto y admiración, hoy día, son
las mas ansiadas presas del orteguismo. Han hecho montajes increíbles para
desprestigiarlos y me siento orgulloso de decirte que, al menos en tres
casos, gracias a nuestra advertencia, tales planes se frustraron.
— Te repito, esto es algo que no deja de tener sus riesgos, recuerda
que la mayoría de los que estamos en esto, incluyéndome a mí, no somos
personas con formación en áreas de espionaje o en tácticas de seguridad;
somos simples voluntarios con cierto grado de habilidad en las redes y la
tecnología, novatos e inexpertos, motivados por llevar un día a la justicia y
a la cárcel a estos criminales.
— No terminas de asombrarte cuando descubres, en medio de tan
apabullante cantidad de información, facetas monstruosas de personas de
currículo impresionante y cultivada imagen pública. Gente que en su
juventud demostró valor, nobleza, idealismo y que hoy, increíblemente, son
escoria moralmente hablando, arrodillados ante el poder y ciegos frente al
crimen y la
injusticia. Contamos con diálogos de planificación de crímenes y tramas
para fabricar montajes, a figuras de la iglesia católica. De cómo la fiscalía
fabrica casos contra opositores, cómo encubren los crímenes de los
paramilitares, las directrices a jueces venales y serviles, etcétera. Una
verdadera antología maquiavélica, absolutamente perversa.
— La verdad, jueces y fiscales tiemblan ante una llamada de El
Carmen o directamente de la prepotente y muy corrupta, «Fiscal de la
Nación».
¿TU TAMBIEN MADRINA?
—Un caso que me golpeó fuerte, fue el de una mujer muy admirada y
querida por mis padres y de hecho, por mucha gente en Nicaragua y a
quienes decepcionó, de la peor manera. Fue mi madrina honoraria, con ella
conocí lo que era una gritería leonesa a mis siete años y con ella también,
admiré al entristecido león sobre la tumba de Darío, en la catedral.
— Devota católica y de gran sensibilidad humana, en su juventud
dejó una vida de devoción y renuncia, por abrazar una causa social. Esta es
parte de una carta enviada a mi madre por esa misma mujer 24 años atrás:
“Puedes estar segura querida Temilda, que cualquiera que sea la
posición en la que me encuentre, mis principios serán siempre, estar con el
humilde, con el desposeído, con los nuevos explotados, víctimas de la
injusticia social, lacra que tristemente resulta ser promovida por aquellos,
que un día la combatieron y que hoy, se arrodillan ante el dinero. Los
piñateros y serviles del liquidador de nuestro partido y aspirante a
dictador, que es en lo que se ha convertido hoy el comandante.
El «Comandante» es hoy amigazo de los nuevos y viejos capitalistas.
Rodeándose de oportunistas y ladrones, se ha olvidado de muchos
compañeros que dieron todo por la revolución, como nuestro hermano
Chico Rivera, El Zorro, quien hace menos de un mes, murió solo y en la
peor pobreza. Me da tanta rabia todo eso. Siempre recuerdo las palabras
de nuestro señor diciendo: «Es más fácil que pase un camello por el ojo de
una aguja, a que un rico entre al reino de los cielos».
Respecto a lo de la jovencita esa (Zoilamérica), te digo que me apena
mucho, pero no sé nada más que su denuncia pública y sus declaraciones,
así como la respuesta ante los medios de su madre. A como sabrás, eso ahí
ha sido siempre un laberinto impenetrable y oscuro, manejado por las
locuras de la «Compañera» y sus excentricidades. Esa mujer es terrible y
cada vez, la veo peor.
Veré como te ayudo con lo del terreno ese, mándame copia de la
escritura y del resto de documentos que tengas”.
Tu hermana en Cristo,
Aminta. Managua,
12/08/1998
—Existirá teoría psiquiátrica capaz de explicarme, cómo una persona
que ayer declaraba abominar el mal y la riqueza, hoy apañe crímenes y
bendiga a asesinos?
¿Tan deslumbrante es el oro? ¿Tan incontrolables son las ansias de poder
y protagonismo, como para eliminar de sí mismo hasta el último vestigio de
moralidad?
Ahora puedo limitarme a decirte de ella, aunque en verdad me cueste
mucho admitirlo y más aún explicármelo, que si su actuación pública como
funcionaria fue una total vergüenza, su faceta privada resulta ser hoy, tan
increíble como abominable.
— Si algo puedo concluir hoy en día, a partir del análisis de
muchísima de esa información es que, apartando el sensible caso de las
madres de muchos de los caídos en los 80, cuyo apoyo a Ortega se basa en
el erróneo, pero arraigado sentimiento de que repudiar a este, es quitarle
sentido a la muerte de sus amados vástagos, esto es, negar su único
consuelo y sostén emocional todos estos años, fuera de eso, que puedes
comprender y por supuesto respetar, el resto es basura pura, fanatismo
cavernario, iniquidad y ambición adobadas con picante extorsión. Agrégale
a lo anterior, la pasividad e indiferencia de un apreciable porcentaje de la
población que, por ignorancia, desencanto con políticos corruptos de
diferentes colores o simplemente egoísmo, no les importa nada su propio
futuro o el de sus hijos y tendrás un panorama en verdad, oscuro y
complejo.
— No terminas de creer la humana capacidad de mentir, de exhibir
dos, tres o veinte facetas distintas, algunas crueles y depravadas y vivir
tranquilo con ello. Recuerdo el impacto que sentí al reconocer a muchos de
los personajes involucrados, la mayoría de los cuales, te das cuenta que son
gente cínica, sin valores morales, amantes del becerro de oro a costa de lo
que sea, hasta de manipular el nombre de Dios para mantener sus lujos y
privilegios, armando
sin pudor algunas trastocadas teorías sobre la divina misión de los tiranos, y
bailando en alegre comparsa con estos.

GENERALES DE EXHIBICIÓN
—En lo que toca a armas cubiertas de supuestas banderas de dignidad y
tradición de decoro, déjame decirte que el criminal y cómplice silencio del
ejército, el cual tuvo toda la capacidad, los medios, así como la obligación
moral y constitucional de parar la masacre de esos jóvenes en Nicaragua y
no lo hizo, tiene mucho que ver con lo aquí expuesto, con el chantaje, con
el horror a ver públicamente exhibidas sus miserias morales más que, al
contrario de lo que el común de la gente cree, con el miedo a perder sus
bien aseguradas y siempre crecientes fortunas.
— Un significativo porcentaje de la cúpula militar, el generalato y
otros altos grados, tienen un gris perfil público, pero un escandaloso,
multicolor y delicado, perfil privado. El indigno e inmoral servilismo a
Ortega por parte de estos, tiene que ver más con el horror a que tales
secretos de su vida privada (que saben bien que los servicios de inteligencia
del régimen manejan), salgan a luz. Lo anterior es absolutamente válido
también, para comisionados y renombrados operadores políticos, que de día
proyectan una cultivada imagen de machos alfa y de noche, otra, propia de
pasarelas.
— Esta invaluable capacidad de intimidación es, entre otros, el más
preciado activo del régimen para disuadir, cualquier amago de crítica o
rebeldía. Me estremece la reacción de hijos, esposas o madres de estos al
revelarse esa información, la cual, es manejada al dedillo por la inteligencia
norteamericana, la cual, por cierto, tiene más que infiltrados a los
«chapiollos» y corruptos servicios secretos nicas.
— Te preguntarás, si por mucho tiempo supe de esto, ¿por qué no me
aparté o denuncié?
— La verdad, no tengo una justificación satisfactoria ni para mí.
— Con un salario formal hasta el 2017, superior a los 80 mil dólares
anuales, prebendas por aquí y por allá, el vínculo familiar con el padre de
Tamara y además, hoy abuelo de mis dos hijos. Con la percepción de que
todo aquello, no era más que pleito de perros entre políticos ambiciosos,
pastores corruptos y contradicciones por intereses económicos, pues, la
verdad, no me
vi motivado a hacer algo que me traería inmediatas consecuencias y a la
larga, no serviría para nada.
— Admito que me dediqué a disfrutar mi privilegiada vida. Recuerda
que yo vuelvo a Nicaragua, 19 años después de haber salido tras la muerte
de mi padre y me encuentro con mis amigos de infancia, casi todos ligados
a uno u otro personaje de poder en Nicaragua, indiferentes a la política y
forrados de dinero, invitándome a descomunales fiestas dentro y fuera del
país. Me movía en verdad, en un ambiente desbordado, en permanente
derroche de plata y en bacanales donde no faltaba nada.
— Solo entre 2012 y 2013 salí como 4 veces a Isla Margarita en
Venezuela, todo pagado; de igual modo fui a una boda digna de la realeza
en Punta Cana en República Dominicana y a otra en Playa Panamá en Costa
Rica en 2015. Te podría enumerar más: Cancún, Curazao, Cartagena y no te
estoy exagerando nada, pero creo que basta eso, para tener una idea de mi
mundo en esos años. Luego, del lado de mi suegro, directivo de una de las
ramas del proyecto Alba, me encuentro que él mismo está en millonarios
proyectos mineros y madereros en la costa caribe nicaragüense, así como en
medio de grandes contratos farmacéuticos–estatales. Todo eso en un círculo
que incluía diputados, ministros, comisionados, así como secretarios
políticos del partido del gobierno.
—En pocas palabras, todo a mi alrededor giraba en torno a dinero y
poder. Que me avergüence o no de todo eso hoy en día, no cambiará en
nada la realidad de lo que fue: un mundo de inconsciencia y desinterés por
todo aquello, fuera de mi hedonista círculo.
—Abril del 2018 lo cambió todo, fue un terremoto para mí. Un periodo
de shock, profunda reflexión y vergüenza. Te sonará raro, pero fue como
que si el espíritu de mi padre, de quien ni me acordaba, se apareció a
recriminarme:
«¿Dónde están los valores? ¿Dónde la dignidad, la nobleza y el amor por lo
justo?».
—Hoy está de moda atacar todo lo viejo. Repudiar a todos aquellos
jóvenes de los 60s o 70s que abrazaron y hasta murieron por nobles ideales
de justicia social y solidaridad. Los vinculamos automáticamente a la
basura del orteguismo, sin comprender que ahí hubo gente preciosa y
heroica. Gente que
luchaba precisamente contra lo que el orteguismo representa hoy: vileza,
crimen y el más repugnante servilismo.
—Aquellos primeros muchachos acribillados a balazos mientras
protestaban en abril del 2018, me sacaron de mi nicho de lujo, aromas y
flores. Me recordaron a mi padre, huyendo de los esbirros de Pinochet, con
una generación de sus compañeros estudiantes torturados y masacrados.
Luego también, su profunda decepción que lo llevó hasta el suicidio, ante la
traición a los ideales revolucionarios por parte de los mismos desquiciados
que hoy, masacran estudiantes.
—Me revisé a conciencia, sentí impotencia y tristeza, muchísima
tristeza. Me pregunté lo mismo que miles y miles en Nicaragua: ¿qué podía
hacer? Eran armas de guerra en manos de carniceros despiadados
paseándose en las narices de un ejército dizque nacional que, cual buey
plácidamente echado, veía impasible pasar las filas de asesinos y detrás, las
filas de asesinados, mientras todo su indigno estado mayor, se babeaba y
regodeaba aplaudiendo al tirano.
—Aquellos autoconvocados, definitivamente pusieron bajo presión mi
adormilada conciencia, igual que la de miles y miles que, si bien criticaban
su insensatez de enfrentarse, sin nada, a criminales armados, también
apreciaban en ellos, una nobleza y valor que los situaba, moralmente
hablando, a años luz de los ruines cobardes a quienes se enfrentaban.
—En mi caso, el estupor era mayor por el hecho de tener conmigo
información privilegiada que develaba muchas miserias humanas detrás de
aquellos pulcros uniformes, forrados de vistosas medallas. No tienes idea de
lo repugnante que resulta observar poses de solemnidad y apariencias de
decoro por parte de personajes, más llamados a usar un perpetuo traje a
rayas de presidiario que un impoluto verde o un suave azul celeste.
—¿Cómo se puede tolerar tanta hipocresía, cuando conoces la más
íntima y siniestra naturaleza de casi todos esos canallas uniformados?
—Debo decirte que tuve largas e intensas discusiones con la familia de
mi esposa, quienes apoyaron ciegamente las acciones criminales de los
esbirros del régimen. Te hablo no de gente iletrada, sino de personas
sumamente informadas, pero incapaces de explicar con argumentos
mínimamente racionales, su connivencia con aquella injusta y sangrienta
represión a derechos ciudadanos elementales. Igualmente hablé con
personeros del régimen a los
que, por los vínculos con mi suegro y relaciones con algunos amigos,
conocía: comisionados de policía, militares, y sobre todo, intercambié
impresiones con un par de diputados a quienes consideré, que podrían ser
más sensibles ante las atrocidades debido a su particular opción sexual. Para
mi desconsuelo, ambos argüían la misma ciega y absurda tesis del falaz
“golpe de estado” y peor aún, justificaban las matanzas. Uno de ellos,
extremadamente lúcido y muy coherente en cuanto a datos tecno
económicos, es a su vez, dueño de una odiosa pedantería, arrogancia y total
indiferencia al crimen y dolor en las calles. El segundo, un sujeto de
delicadas maneras, apocada presencia, pero a la vez, de una gigante
arrogancia, no tuvo reparo alguno para lanzar, con toda la fuerza que su
patética vocecilla le permitió, todas las ofensas imaginables hacia quienes él
denominaba, como terroristas y golpistas. Ingenuamente quizás, tuve la
esperanza de que esta última persona, quien hace algunos años, pasó por el
terrible trauma de una hermana atrozmente asesinada, mostraría una actitud
más compasiva hacia quienes ahora, pasaban por un drama similar: las
madres de los asesinados. ¡Craso error! Me convencí de que no era en
absoluto ausencia de información, sino de escrúpulos, lo que los empujaba a
pretender justificar lo injustificable y que su ceguera, igual que la de
muchos de los serviles del régimen, era y sigue siendo, una clara
manifestación de un pre cavernario instinto de conservación que hace que,
ante algún súbito peligro (real o supuesto) a su status de privilegiados esto
es, a su vida de abundancia e impunidad, eliminen tajantemente de sí
mismos, cualquier vestigio de humanidad, empatía, nobleza o intolerancia
ante la injusticia.

MUERTE ANUNCIADA
—A principios de julio de ese fatídico 2018, las acciones de los grupos
paracriminales del régimen, eran más descaradas y arteras en su tarea de
cosechar sangre y muerte. Para esos días, la casa de mi suegro, una mansión
ubicada a medio camino del Club Terraza y la rotonda Jean Paul Genie, y
luego hacia el sur (no lejos de la mansión de un reconocido alcohólico, ex
DN y hoy opulento asesor económico presidencial), empezó a ser punto de
encuentro de sombríos personajes. Uno de ellos era un obeso gigantón
llamado Jorge Eduardo, hijo de un corrupto ex funcionario de la Alcaldía de
Managua, y hoy acaudalado desarrollador de residenciales exclusivos para
la alta élite. Paramilitar declarado, Jorgito exhibía con desparpajo sus armas
de guerra
mientras sin recato alguno y ante la cómplice aprobación de los ahí
presentes, se vanagloriaba de sus sangrientas proezas y sus botines de
guerra:
– «Oe prix, qué rico es pegar en carne mae, ni cuío hizo el hijueputa,
con los tres chuzasos que le metí. Ey mierda, mostrales el Iphone que le
recuperamos al perro ese golpista, dale mae, enséñalo. Me dijo el Tuerto
que entre hoy y mañana le caemos a los tranqueros de la UNAN, vamos a
entrar por el estadio de futbol… Uuuuuh mae, vas a ver...».
—Aquel grasiento esperpento aullaba excitado ante lo que prometía ser
otra sangrienta orgía; al verlo y oírlo, imaginaba con mucha pena la
estrujada humanidad de alguna de sus víctimas. Entre la audiencia que
aquel sádico matón amenizaba, constituida por un revoltijo de psicópatas
que incluía a su propio padre, se destacaba un tipejo elegantemente vestido,
pero con definitivo rostro de malandro a quien mi envilecido suegro llama
Wilfredito. Más que tránsfuga, prostituto político, Wilfredito es la viva
representación del oportunismo y el descaro. Un despreciable ejemplo de
como el horror a enfrentarse dignamente a la dura calle, saca a relucir los
más abyectos valores.
—Al final reconocí que Jorgito, aquel elefantiásico matón, era hombre
de palabra. Un día después de su funesto anuncio de ataque a los tranques
de la UNAN, este, finalmente ocurrió. Sin piedad alguna, decenas de
paracriminales con fusiles de guerra, asolaron a balazos las barricadas
universitarias. Fueron horas indecibles de inmisericorde metralla contra
chavalas y chavalos, armados únicamente de piedras, uno que otro mortero
de pólvora, consignas y sueños de cambio.
—Al final, los muertos, heridos y adoloridos rostros de los
sobrevivientes que, ni refugiados en una cercana iglesia obtuvieron
clemencia alguna, fueron el modesto pero dedicado presente de las huestes
orteguistas para el par de complacidos déspotas de El Carmen.
—Por esos días, circulaban profusamente unas conmovedoras e
indignantes escenas de madres arrodilladas y suplicantes ante las puertas
mismas del centro de torturas El Chipote, frente a energúmenos disfrazados
de policías que, al otro lado de la malla, se regodeaban del abatimiento de
las decenas y decenas de aquellas madres de quienes ellos
llamaban,«terroristas golpistas». Las mismas puertas atestiguarían entonces
también, las lágrimas de dolor e impotencia del compositor Carlos Mejía
Godoy, gloria nacional de ese país y cuyas
extraordinarias canciones, verdaderos hitos en la historia reciente de
Nicaragua, son mancilladas hoy por esos bandidos.
—Fue inaudito el desprecio por los asesinados. Los canales de la
dictadura se solazaban mostrando una y otra vez, la sorna, la burla de los
sicarios uniformados bailando al lado de cadáveres de pobladores
acribillados en Masaya, Managua, León, Estelí, Jinotega, Matagalpa,
Jinotepe… Aquel inmenso dolor de madres, viudas, hijos, hermanos, no
importó un ápice.
— Recuerdo una asquerosa escena vista aquel lunes 18 de junio del
2018, aproximadamente a las ocho de la mañana, menos de 48 horas
después del asesinato de 6 personas, incluyendo 3 niños quemados vivos al
ser incendiada por sicarios orteguistas, su casa en el barrio Carlos Marx de
Managua.
— El espectáculo era sencillamente repugnante: un alegre varón de
afeminados modales, bufón cotidiano de un mañanero programa del canal
13, perteneciente a uno de los príncipes de la realeza nicaragüense, se
ajustaba, pública y ufanamente, unos pechos y caderas artificiales, que
aseguraba, a gritos y entre baile a ritmo de rumba, le hacían ver más sensual
y atractivo que la actriz portorriqueña Jennifer López mientras, el resto de
sus despreciables pares en aquel iluminado set, aplaudían entusiastamente,
alabando entre risotadas las femeninas dotes de aquel insensato e insensible
presentador.
—Inaudito, horroroso, pero real, asquerosamente real.
—Por un lado, un país conmocionado y en luto, por el otro, las hienas
bailando, riendo, solazándose.
¿Fehaciente muestra de cristianismo y solidaridad madrina Aminta?
¿Le motivó eso alguna oración o iracunda censura capellán Carballo?
Con su vista siempre puesta en lo alto y divino, seguro que no tiene
tiempo para estas nimiedades humanas ¿verdad obispo Sándigo?
Mereció eso una prédica de pastor preocupado por sus ovejas, pastores
Duarte, Casco, Reyes, Ulloa o quizás de usted, eterno y prosperado
diputado Osorno…?
—Dejando un poco la podredumbre atrás, luego también serían vistas las
soberbias imágenes con las dignas y altivas caras de aquellas valientes
mujeres: Irlanda, Amaya, Olesia, Berta… ultrajadas por una brutal
soldadesca y
enfrentándose a toda una pandilla de jueces corruptos y perversos, sin
doblegarse.
—Inspirador e impresionante también, fue el valiente y consecuente
actuar de aquellos defensores de los Derechos Humanos: Leiva, Carrión,
Núñez, Carmona, Cuevas, Montenegro, Darce, entre otros que se me
escapan. Verdaderos héroes, capeando las balas de los Herodes por
salvaguardar vidas o brindar aliento a los dolientes.
— ¡Fue demasiado! Ni con la muerte de mi padre a mis 11 años, lloré
tanto como en esos fatídicos días. Dolor intenso igual que admiración
inmensa por aquellos valientes, pero ingenuos chavalos, enfrentándose a
pecho abierto y con las manos, a aquella jauría armada y sedienta de sangre.
—A como pude, me calmé, fingí que no pasaba nada y finalmente, en el
transcurso de unos 12 días, hice lo único que pude y creí apropiado: extraje
y transferí toda la información de la mal llamada UCLA que me fue
posible, y salí de Nicaragua el 6 de agosto del 2018.
—Son miles y miles de expedientes, grabaciones sonoras y videos.
—Es increíble, brutal, toda la evidencia de la barbarie que hay ahí.
Desde órdenes ministeriales de no atender terroristas heridos en los
hospitales, pasando por diálogos de coordinación interinstitucional en torno
a la logística para los paramilitares, hasta el desesperado intento por
inventar un absurdo diagnóstico forense sobre el criminal incendio del
Carlos Marx, por parte del cancillerucho Moncada, el diputado Castro y el
resto de participantes del gobierno en el diálogo nacional, esa misma
mañana.
— Con un equipo de personas voluntarias y honorables, hemos estado
en un arduo proceso de clasificación de información, datos y evidencias
relevantes que como entenderás, por asuntos legales y también éticos, no
puedo dar detalles ni alimentar morbos.
— En medio de esto, nos preocupa sobre manera no lesionar a una
cantidad de gente inocente cuya privacidad fue violentada. Vamos sobre los
delincuentes, contra los autores intelectuales, materiales y cómplices de los
crímenes. Nuestro objetivo, además del escarnio histórico de todos los
delincuentes, es la justicia, que el crimen no quede impune.
—Aunque, como bien sabe todo aquel vinculado al derecho penal, la
información aquí recopilada, legalmente no puede ser aceptada como
evidencia de delitos, pero sí, tal y como nos explican nuestros asesores
legales, formará una importante base de presunciones que motiven la
apertura de una investigación formal e inmediata.
— Nos estamos esforzando para que lo más pronto posible, esta
operación cuyos resultados estamos continuamente compartiendo con
diferentes organismos de derechos humanos y activistas en diversos países,
sirva de sustento para que el gigante tecnológico que brindó su estructura
informática al proyecto UCLA, y que mantiene memoria puntual de hasta el
último, de todos los datos generados, sea oficialmente conminado por un
ente de la talla de la Corte Penal Internacional o cualquier otra agencia
nacional o internacional apropiada, si es el caso, a que proporcione la
totalidad de la información acumulada en la nube. Incluyendo los que están
siendo procesados y generados en este instante por las diferentes redes que
usan los terroristas orteguistas (marzo 2022), ya que la tal empresa rusa
contratada al final, es una ramificación, una fachada que usa estructuras de
la primera con base en Norteamérica. Toda la comunicación de los
criminales ORMU, ministros, narco comisionados, narco oficiales del
ejercito, jueces, etcetera, está y seguirá siendo registrada. Nuestro equipo de
asesores legales, todos ellos voluntarios y brillantes, han hecho avances al
respecto.
Estoy convencido, que finalmente, cuando todo esto se devele, con todos
los datos de sus execrables protagonistas, será calificado como una de las
peores ignominias de las que se tenga memoria en Nicaragua.
Me despedí de Orlando impresionado y convencido de que, aunque su
historia de joven dedicado a sus estudios, trabajo y ahora, activista por la
verdad y la justicia, era, moralmente hablando, muy diferente a la mía, su
reacción ante la infamia finalmente, nos identificaba.
////San José, Costa Rica, marzo 2022.
EL «PARA» ARREPENTIDO

“Si lo mas ajqueroso y repunnante conalgo se conpara es con un


<<para>>”
Tomado de un mural de la escuela primaria La Caja en la colonia de
refugiados nicaragüenses. La Carpio de San José, Costa Rica, agosto 2019
Cobardes. Asesinos. Ignorantes. El paramilitar nicaragüense y sus
cómplices policiales y militares, son una mezcolanza de psicópatas que
encontraron la dorada oportunidad de saciar su inherente violencia, bajo la
sombra de un tirano que les garantiza impunidad absoluta. Su núcleo está
constituido por verdaderas piltrafas humanas, de insegura personalidad,
obsesionados con ir tras su macho alfa, representado por el dictador.
Sus componentes más visibles se distribuyen así:
1- Fanáticos militantes. Comparten con el tirano su intolerancia, su
pobre cultura, su violencia y frialdad ante el crimen. Se esconden en
supuestas doctrinas o ideologías, para encauzar lo único que les gusta y
pueden hacer: secuestrar, torturar y matar.
2- Bien conectados y engordados ORMU’s boys o JS, quienes, con
más afición a los bacanales abundantes de licor y drogas que a los libros,
terminan siendo penosos analfabetas de la historia, queriendo justificar con
doctrinas cavernarias su criminal actuar, odiando de paso, a todo aquel,
cuya formación intelectual y estatura moral, les refleje su propia ignorancia
y barbarie.
3- Por otra parte, tenemos también a un subproducto del desfalco
público de los años 90 como son, los piñateros caídos en desgracia y por
largo tiempo olvidados, quienes han encontrado hoy, la vil pero rentable
manera de trocar sangre por dinero y prebendas.
4- Completando la infame guarnición, tenemos a narcotraficantes y
delincuentes comunes liberados o contratados directamente por 300
córdobas diarios (9 dólares) en diferentes barrios, la mayoría adictos, sin
más ideal de vida que el de robar y matar.
Pandillas de reconocidos matones, violadores, torturadores, ladrones,
terroristas, adictos, misóginos, machistas e intolerantes. Ese es el llamado
núcleo duro del orteguismo, esos, los mimados «defensores de la paz» del
General Avilés y esos, los que conforman los afilados colmillos de la
rabiosa hiena que, a punta de cruel metralla, hoy oprime y desangra a
Nicaragua.
En medio de esas bestias, solazadas en su orgía de sangre y terror, hay
algunos que, por una mezcla de ingenuidad, miedo, indecisión o bien,
meridiana estupidez, se vieron envueltos en una vorágine que, al final,
terminó arrastrándolos al mar de la desesperanza, pero también, con suerte,
a un nunca tardío arrepentimiento.
PENAS QUE MATAN
Las grises bancas del parque La Merced en San José de Costa Rica, han
sido para Silvio Suarez Castillo (León, Nicaragua 1960), una especie de
confesionario público desde que en diciembre del 2018, huyendo más de los
insoportables demonios de su remordiente conciencia que de una amenaza
concreta, decidiera migrar a tierras costarricenses, donde además de pan,
algún techo y muchas nostalgias, comparte su singular pena con otros
exiliados nicaragüenses o finalmente, con cualquier prójimo que, por
legítimo interés o piadosa misericordia, se digne a oír su dramático relato.
Todo comenzó la tarde del viernes 18 de mayo del 2018 cuando,
aparcado con su vieja motocicleta, a la vera del polvoriento camino que une
las leonesas comarcas de Chacaraseca y Miramar, mientras esperaba al
dueño de una finca cercana con quien arreglaría la venta de unas láminas de
zinc, recibió una llamada, que quizás, por un mal presentimiento o bien,
simple capricho, decidió no contestar.
Al final de múltiples timbrazos más, recibió un mensaje que, según nos
lo muestra en la pantalla de un descolorido teléfono que guarda, rezaba así:
«Silvio, contestesaverga maje, el secretario político del sonal
quiere bernos urgente nos ba resolver lo de la tiera pero quiere que
le alludemos con unas pajas déjate benir».
—Jum, no jodan —se dijo a sí mismo, mientras desdeñando el mensaje
apagaba el teléfono.
En ese momento recordó, las múltiples promesas de entrega de tierra y
financiamiento para trabajarlas que, desde 1990 habían sido eso, no más
que
promesas. Recordó también, los dos o tres meses de magro salario que por
todo pago recibió cuando ese mismo año, aún convaleciente de los estragos
del estallido de una mina antipersonal que le había perforado parte de la
cara, cuello y tráquea, afectándole irreversiblemente parte de sus cuerdas
vocales, sus jefes en el antiguo Ministerio del Interior, que fueron
casualmente los que menos se jodieron o arriesgaron y a los que desde
entonces, vería derrochar opulencia, pedantería e indiferencia, lo pusieron
de patitas en la calle después de años de sacrificios y de arriesgar
permanentemente su vida en diversos frentes de combate. Entre ellos, a
quien con más amargura recordaba, era al siempre arrogante Parajón, el
mismo oficial que en 1987 le negara más de una docena de veces, un mísera
semana de permiso para venir a despedirse de su moribundo padre y que
hoy, es uno de los directores del multimillonario y multi corrupto proyecto
“Alba petróleo”.
Todas esas cosas pasaron por su mente para decidir hacer caso omiso al
referido mensaje y seguir ahí, esperando por aquello que, según sus
palabras, le daba en verdad de comer: la rebusca diaria, el «bisne» de lo que
sea, a fin de asegurar el «gallopinto» a su familia.
Poco antes de caer la noche, volvió a su casa en el barrio El Coyolar, no
sin antes franquear media docena de tranques que, custodiados por decenas
de jóvenes y algunos viejos protestantes, le hacían recordar sus propias
peripecias de novel guerrillero por esas mismas calles, 39 años atrás.
Militar curtido, no dejó de rascarse la cabeza y sentir una dosis de pena
con indicios de risa, al ver las ridículas capacidades defensivas de aquella
turba de jóvenes ilusos, gritando utópicas consignas de justicia y libertad,
las mismas que casualmente, él también gritara en aquellos años.
En medio de aquel “chacuatol” de tranqueros entre los que había
estudiantes, trabajadores, algunos reconocidos vagos, así como hombres y
mujeres ya de cierta edad, se contaban algunos primos, cuñados y sobrinos
de Silvio, quien respiraba aliviado al no mirar entre ellos a Gladys, su
veinteañera hija, estudiante de Farmacia en la UNAN y de la que ya le
habían llegado rumores de que era una activa tranquera en otros barrios. Se
satisfacía también de no ver ahí a Valentín, su otro hijo, chófer de la curia
leonesa.
Dos días después, la mañana del domingo 20 de mayo, Ismael, uno de
los directivos de la asociación de ex combatientes a la que Silvio pertenecía,
se
presentó a la casa de este, instándolo a asistir a una reunión que se
sostendría a las 11 a.m. de ese mismo día, en la casa departamental del
FSLN.
Antes de marcharse, Ismael le hizo ver claramente a Silvio, que su no
asistencia sería tomada “muy en cuenta”.
Aunque no le agradaba nada la velada advertencia de Ismael, por la
mente de Silvio empezaron a revolotear fantasmas que le recordaban que de
la voluntad y la firma del delegado político local, dependía la medicina que
cada tres meses iba a retirar para su madre diabética, al igual que los 700
pesos (21 dólares) de beca mensual que, después de meses de ruegos, logró
conseguir para ayudar en sus gastos de estudios a Gladys, su hija; recordó
también que en mes y pico sería 19 de julio, fecha en la que junto con su
viejo amigo Asdrúbal, se «remendaba», arreando gente pagada de las
comarcas periféricas de León, a los vacíos buses que iban a la celebración
en Managua y sobre los que declaraban 50 participantes donde escasamente
iban 12, quedándose así con el “vuelto”.
También, se puso a pensar en lo arrecho que era estar en la mira de los
comisarios políticos y mandos policiales locales tal y como le pasó a su
pobre cuñado, Tomás Canda, de oficio albañil, a quien la policía a través del
perverso oficial Roa, no lo dejó en paz hasta verlo preso y desgraciarle la
vida, por un nimio conflicto laboral que tuvo con el alcohólico y
pendenciero hijo del fundador del FSLN, comandante Carlos F., ahí en
León.
Por último, despertando el gusanito de la oportunidad de ganancia se
preguntaba:
—¿Y si al fin es verdad eso de las tales tierras y el financiamiento?
Todo aquello pesó a la hora de decidir alistarse para ir a la bendita
reunión, la cual comenzó una hora más tarde de lo previsto y de la que
medio recuerda el final de la intervención del principal arengador:
—«Concluyendo compañeros, creo que todos aquí están más que
conscientes de la grave amenaza que sobre nuestro proceso
revolucionario, ciernen las maniobras de la derecha golpista títere
del imperialismo. Hoy toca a los hijos de esta revolución, a los
depositarios y guardianes de los ideales de nuestros héroes y
mártires, blandir la espada de Sandino en defensa de nuestras
conquistas y nuestra dignidad. Con nuestra actitud, en este
momento histórico, demostraremos si por nuestras venas circula
sangre de patriotas o agua inmunda
de traidores. Lo nuestro compañeros, es ir al sol de la libertad o a la
muerte. ¡Cueste lo que cueste, derrotaremos a la derecha terrorista
¡Viva Daniel, Viva Daniel, Viva Daniel!
¡Nuestro presidente se queda!»

Con aquella simulada cara de circunspección mil veces ensayada,


aparentando apoyar aquella trasnochada arenga, Silvio y la mayoría de los
presentes ahí, no lograban comprender la razón del apasionado dramatismo
exhibido por aquel emisario político, un desconocido y bien trajeado
treintañero que se hacía llamar “compañero Freddy” y que, según se
rumoraba, era un alto funcionario de la mera secretaría política del frente en
Managua.
Inquietantes pensamientos acudieron a Silvio mientras, apurado, llenaba
aquel formulario que le pasaron y en donde, además de los datos personales
actualizados, le preguntaban por su experiencia militar y habilidad en el
manejo de armas. La pregunta sobre peso, talla y medida de botas le
agregaba más que misterio, temor al asunto.
Al término de la breve reunión y de ver partir raudo en su camionetona
al flamante emisario político, fueron informados de otra reunión con igual
carácter de urgencia, a las 5 de la tarde de ese mismo día. Antes de que se
marcharan, se habló de los ausentes, de los que deberían haber estado en la
reunión y no llegaron, conminándolos con firmeza a todos, a averiguar qué
diablos pasaba con ellos.
Procurando información, Silvio se acercó a Potosme, amigo cercano y
más enterado de las cosas en la secretaría departamental del partido y a
quien, casi en susurro, le preguntó sobre la situación. Aquel, en voz baja y
cortando las expresiones le dijo:
—Solo puedo decirte que está jodida la cosa, estos cabrones
vienen con todos los fierros a descachimbar los tranques, van a dar
billetes hoy en la tarde, dicen que ahí andaba el ladrón del chele
Glauco con el alcalde aquel que corrieron, el Negro Calderón,
cambiando un saco de reales. Yo estoy igual que vos, no sé mucho.
Llegando a su casa, lo primero que Silvio hizo, fue advertir nuevamente
a Gladys, su universitaria hija, que cuidadito se acercaba a un «hijueputa»
tranque. No obstante, en el fondo de sí, confiaba, según jura hoy, que con el
recién instalado Diálogo Nacional, todo se resolvería en pocos días y que el
conflicto en los tranques, no pasaría de una que otra trifulca con ese poco de
chavalos locos y algunos tiros al aire para asustarlos.
Aun a riesgo de parecer ingenuo, Silvio asegura, que jamás se le pasó
por la mente la erupción de criminalidad que sacudiría al país y que nunca
hubiera creído todo lo que se vendría encima y que trastornaría para
siempre su vida y la vida de miles y miles de nicaragüenses.
Todo eso decía creer, a pesar de que ya para ese momento, más de 80
asesinados por la represión colgaban como relucientes medallas en el pecho
común del dúo de criminales mayores y sus secuaces.
Esa misma tarde, ya en la citada reunión en la que tres mal encarados
delegados estaban organizándolos en grupos de 12 elementos (Brigadas en
Defensa de la Paz, le llamaban), Silvio observó que entre los asistentes,
había una cantidad de hombres jóvenes con lenguaje y estampa de vagos y
algunos delincuentes reconocidos, la mayoría con visibles tatuajes en
manos y brazos.
Por otra parte, de pie, se encontraban tres sujetos de pantalón verde
camuflado y camiseta negra, uno chele bajo y dos de buena estatura con
aspecto como de afrocaribeños, los tres con un porte claramente militar y
que permanecieron todo el tiempo en silencio.
Las indicaciones dadas fueron claras: apoyarían a la policía en el
desalojo de los terroristas de los tranques y todos aquellos con experiencia
militar, estarían al mando de un grupo o célula de 12 elementos,
coordinados directamente con el jefe de la operación. Seguidamente, 22
miembros escogidos de la asociación de ex combatientes, entre los que se
encontraba Silvio, fueron llamados a un cuarto aparte donde “Betancourt” -
un militar chinandegano que Silvio conoció como recluta del Servicio
Militar Obligatorio y del que decían que se había pegado intencionalmente
un tiro en la pierna dos días antes de la operación militar Danto 88 - habló y
dio a conocer detalles específicos de las operaciones, presentando a los tres
sujetos de camiseta negra como asesores enviados por parte de la
solidaridad internacional contra lo que llamó, el «golpe imperialista en
Nicaragua».
Silvio nos relata:
—“Ahí mismo nos fueron presentadas las armas: varias cajas con fusiles
AKA 47 y M 16, un par de ametralladoras PKM y unas 2 docenas de
escopetas.
— Aquello era impresionante, todo nuevecito. En ese instante empecé
a percibir más definidamente la seriedad del asunto. Algunos ahí, con
rebosante
espíritu servil, ansiosos por hacerse notar ante los mandamases presentes,
empezaron a poner caras de admiración mientras acariciaban y levantaban
al aire algunos de aquellos instrumentos de muerte, que en los años 80s, tan
bien conocí y que luego, tan bien odié. Tomando en cuenta nuestra larga
experiencia con el fusil AK 47, resultó lógico que ese fuese el asignado a
cada uno de los 22 miembros de la asociación que estábamos ahí, la
mayoría, por una mezcla de conveniencia, cobardía, confusión y en pocos
casos particulares, fanatismo y ansias criminales. Las escopetas, por su
elemental manejo, serían asignadas a lo que después supe, eran pandilleros
de barrios, así como delincuentes excarcelados deliberadamente para ser
usados como matones.
— Uno de los tres sujetos vestidos de camiseta negra empezó a hablar
indicando el orden y lugar donde sería colocado cada fusil
correspondientemente asignado, poniendo en evidencia, con su
característico acento, su clara procedencia cubana. Luego, sin preguntarnos
parecer alguno y después de entregarnos 1,800 córdobas en puros billetes
de a 200 a cada uno de los 22 ahí presentes, fuimos informados de unas
prácticas de entrenamiento a realizarse al día siguiente, en un terreno
cercano a la comarca de Lechecuagos, a unos 8 kilometros de León,
teniendo como punto de encuentro la Estación de Policía, en la salida a
Chinandega.
— Camino a mi casa, algo nervioso, traté de apaciguar mi inquietud
diciéndome que aquello era una exageración, que todo no iba a ser más que
una demostración de fuerza para meter miedo y disuadir a estos jodidos
chavalos tranqueros. No obstante, la presencia de los cubanos me alarmaba.
Me relacioné con ellos en los años 80s, sabía que como instructores
militares eran lo máximo, duros, exigentes, profesionales y como tal, no
andarían aquí de balde, no por meter el mono.
— Sentía que podía subestimar a los pandilleros contratados por 300
pesos, incluso a nosotros mismos los excombatientes que, aparte de uno que
otro ignorante fanático, en su mayoría andábamos ahí por hacer el bulto,
para que nos vieran; podía también subestimar a los desalmados
apaleadores de ancianos de la Juventud Sandinista, liderados por el
despiadado Camilito, hijo de la eterna diputada leonesa Báez, pero
definitivamente, no podía subestimar a los cubanos. Por experiencia propia,
reconocía que estos últimos sin muchos aspavientos, eran capaces de todo y
que, sin ninguna duda, dependiendo de las circunstancias, podían constituir
una fría y experimentada máquina de muerte.
— Tales pensamientos no me daban sosiego. Minutos después,
camino a mi casa, al llegar al primer tranque, muy cerca de donde fue el
aserrío Santa Fe, pregunté a los que estaban ahí por Cesar, el hijo de mi
hermana Cándida, quien al acto se apareció, con la cara cubierta con una
pañoleta y saludándome respetuosamente.
— De la manera más encarecida le rogué que se fuera de ahí, que
ellos no serían rival alguno, si estos desgraciados se decidían a atacarlos.
Les dije que no eran más que cipotes locos, sin armas reales y sin estrategia
militar alguna frente a hombres con armas de guerra, experiencia y malos
instintos.
— Me dijo que sí, que me haría caso, pero no me convenció, sabía
que eran mentiras, que no se iría, por lo que al final le dije que ante
cualquier ataque se corriera, que ni intentara hacerles frente.
— ¿Sabés lo que es un AK 47? le pregunté. — Solo bajó la cabeza y
no me respondió.— Me despedí de él y me fui intranquilo con una
incomodidad en el pecho.
— Finalmente llegué a mi casa con el espíritu turbado. No sabía si
alegrarme o entristecerme, con aquellos malditos 1,800 pesos que me
permitirían pagar uno de los dos recibos de luz pendientes y también, tratar
de reparar el nebulizador dañado que, en sus ataques de asma, utilizaba mi
anciana madre, la misma que en aquellos años de guerra de los 80s, llenó la
casa de imágenes de santos y veladoras, de rezos y angustias diarias cuando
me fui a la montaña, a forjar a verga y plomo al supuesto «hombre nuevo»,
la analfabeta aquella que mil veces me advirtió lo que, tiempo después, la
historia, sin miramientos, me enrostraría. Finalmente, la misma «desviada y
retrógrada» a quién inauditamente no le hablé por más de un año, resentido,
al verla llorar de alegría y a grito partido, celebrar el triunfo de doña Violeta
Barrios de Chamorro la noche del 25 de febrero de 1990.
— Créame amigo, si hay un imbécil, ese soy yo.
— Esa noche, buscando como el avestruz, un hueco donde esconder
la cabeza, mandé a traer una botella de guaro para olvidarme de todo.
VIENEN LOS ISIS, VIENEN LOS ISIS
—Al despertarme al día siguiente, encendí y revisé el teléfono notando
varias llamadas perdidas de Alcides, oficial de la policía, ex pareja de mi
hermana Cándida y papá de César, mi sobrino tranquero. Lo llamé de
inmediato y para mi sorpresa, me encuentro con que él ya sabía de mi breve
plática con su hijo, por lo que me preguntó por él, ya que, según me dijo,
tenían días de no comunicarse.
— Aparte de una justa preocupación de padre, aquel hecho me
indicaba un eficaz trabajo de infiltración por parte de la policía en los
tranques, algo que incrementaba mi anteriormente señalada inquietud.
Finalmente, a eso de las seis y treinta de la mañana, partí hacia el convenido
punto de encuentro con el resto de integrantes de las llamadas “brigadas por
la defensa de la paz”.
— De la sede policial salimos en cuatro camionetas doble cabina, las
que se unirían a siete que estaban esperando más adelante. Éramos unos 60
individuos en total. El entrenamiento consistió en prácticas de tiro al blanco
y técnicas básicas de comando dirigidas por 04, el seudónimo de uno de los
cubanos. En un sector aparte, los pandilleros contratados y traídos de
diferentes barrios, suministrados de comida y 300 córdobas al día,
practicaban con las escopetas. La mayoría manipulaban torpemente las
mismas, mostrando una pésima coordinación de maniobra, lo que auguraba
posibilidades de un trágico percance, tal y como en efecto, más de una vez
ocurrió. En los linderos y entrada de la finca, un cordón de policías
mantenía un fuerte resguardo. A eso de mediodía fuimos nuevamente
llamados a formación e informados de retirar cada quien su bandeja de
comida, (traída en camionetas de la policía) para posteriormente, pasar a
retirar un uniforme consistente en pantalón negro o azul, camiseta celeste,
botas militares y máscaras o capuchas de tela, cuya finalidad no terminaba
de entender. Alrededor de las cuatro de la tarde de ese día, 21 de mayo del
2018, uniformados, encapuchados y blandiendo armas, partimos rumbo a
León en una impresionante caravana de más de diez camionetas Hilux, sin
placas custodiadas por otras de la Policía.
— Entrando a la ciudad, cuando pasábamos por los primeros
reductores de velocidad presentes en la avenida Debayle, una imprudente
chavala vende mangos gritó: «ahí van los ISIS, ahí van los ISIS»,
refiriéndose a nuestra similitud en cuerpo y también en alma, a los
despiadados terroristas del Estado Islámico árabe. Una certera expresión
que declaraba nítidamente la impresión que entre la gente común
causábamos. Fue entonces que agradecí el ir encapuchado. Poco después, al
adentrarnos por veredas para evitar los tranques cercanos a la antigua
estación de trenes, bordeamos el Reparto San Carlos y
nos dirigimos hacia el estadio de béisbol, en San Felipe, frente al cual nos
estacionamos.
—Como a los 20 minutos de estar ahí, vimos acercarse una camioneta en
cuya tina venían, esposados y custodiados, dos muchachos varones y una
muchacha de anteojos, todos con apariencia de estudiantes y cifrando los 20
años de edad. De la misma bajaron, siempre esposado, a uno de ellos, un
muchacho, chele, flaco y pelo largo. En ese instante, un tipo alto, recio,
moreno y sin capucha, se acercó agresivamente al muchacho quien,
seguramente nervioso, mantenía la cabeza gacha. Después de lo que me
supongo, fueron, unas breves preguntas del tipo y ante el sostenido silencio
del estudiante, el cobarde aquel lo agarró del pelo y levantándole
violentamente la cabeza, le dio dos contundentes golpes de puño cerrado en
el rostro.
—El quejido lastimero del muchacho, desató el terror y los alaridos de la
joven estudiante, así como la zozobra de su otro compañero, quienes
permanecían custodiados en la tina de la camioneta. Sin inmutarse, el tipo
suspendió al muchacho, ya con el rostro sangrante y diciéndole:
— «Ajá, ¿no eras vos el huevoncito hijueputa?, dale, ¡bujá ahora!».
—Finalmente, ordenándole a gritos subir los brazos esposados, lo tomó
del cuello, le dobló el dorso y le pegó un fuerte rodillazo en el vientre. El
golpe aquel desmayó de inmediato al joven. Ante los gritos incontrolables
de la muchacha en la camioneta, una obesa y agresiva policía de planta de
León, de nombre Leonor, armada de un bastón, se subió a la tina de la
misma y golpeó con todas sus fuerzas al muchacho varón, luego le aplicó
una llave en el cuello a la indefensa chavala. Como verdadera jauría de
hienas, muchos de los enmascarados gritaban excitados ante aquel brutal
espectáculo.
—Quizás no me lo creerán, pero yo estaba espantado, avergonzado,
apesarado por aquellos chavalos que bien podían ser mis hijos.
—Como combatiente de tropas especiales en el gobierno sandinista de
los 80, participé en centenares de combates en el sur, centro y norte de
Nicaragua, maté enemigos y también vi morir a “pijazos” de amigos, pero
nunca, ni en los peores momentos, sentí tanto bochorno, tantas ganas
contenidas de repartir “los 30 caramelos” del negruzco fierro que cargaba
sobre aquellas bestias.
¡Cobarde y miserable que fui!
—Colocaron al muchacho, semi desmayado , en la tina de la camioneta
en la que, boca abajo, con orden de no levantar la cabeza, permanecían los
otros dos jóvenes. En minutos partió la camioneta aquella con los dos
mismos custodios que vinieron. ¡Sabrá Dios para dónde irían!
— Permanecimos en el sitio, frente al estadio, hasta como a las siete de
la noche. No faltó ni comida ni bebida, pero sí, ciertamente, el hambre de
mi parte. Las náuseas y el dolor de cabeza me eran insoportables. Pensaba y
pensaba cómo salir de aquella horrorosa pesadilla en la que me había
metido. Alrededor de las nueve de la noche, fuimos llevados a una casa del
reparto Fátima a la cual denominaban «Casa Franca» donde, después de
guardar el fusil, fuimos conminados a estar atentos al teléfono y advertidos
también de que, “lo que ahí pasaba, ahí se quedaba”, nos llevaron al punto
inicial de encuentro, de donde partí buscando mi casa.
«RING RING» PORRAS
—Fue una noche de inquietud e insomnio. No podía creer tal nivel de
salvajada por pendejadas políticas. Recordé entonces un episodio del que
fui testigo en 1976 y del cual, medio barrio Coyolar se dio cuenta.
Ocurrió un 13 de agosto, un día antes de la gritería chiquita en Lede la
noche y acababa de salir de los billares Lezama (León), en compañía de un
muchacho de apellido Icaza, de ahí de El Calvario y de Julito Camacho, un
salvadoreño estudiante de medicina de la UNAN, de unos 20 años y medio
enamorado de mi hermana Cándida. Yo era el más chavalo de los tres.
—Caminando exactamente por la esquina arriba (nor este) del mercado
central, se nos apareció de frente un Jeep de la guardia que frenó en seco, a
la par de nosotros. Venían tres tipos, dos guardias de uniforme, casco y
armados de Garand y uno de civil, chele, recio y peludo que usaba gorra y
anteojos tipo Ray Ban. Se bajaron los dos guardias armados y mientras uno
nos apuntaba, el otro me pateó y empujó a Icaza, gritándonos que mejor
desapareciéramos, a la vez que agarraba del pelo a Julito el salvadoreño. Al
vacilar en irnos dejando abandonado a nuestro amigo, el guardia armado
nos gritó: — «¿Qué esperan hijueputas, que me arrepienta y los palme?».
—Empezamos a caminar, logrando ver que el sujeto de civil saltó del
Jeep y se fue directo a pegarle una impresionante patada en el estómago a
Julito, quien
de inmediato se desplomó. Aquel quejido de Julito, un «uugh» fuerte y
corto que por mucho tiempo se me quedó en la mente, fue igualito al
quejido que dio el muchacho chelito al recibir el rodillazo en su estómago,
por parte del salvaje paramilitar anteriormente descrito en la escena frente
al estadio.
— Antes eran “Jeepones” gringos, hoy Hi Lux japonesas, pero los
chacales son los mismos.
—Con el corazón a mil por hora doblamos la esquina arriba, en
dirección norte hacia la iglesia San Juan, buscando la casa donde nuestro
amigo salvadoreño se hospedaba, cerca de la farmacia Granera, junto a la
Chalupa. Antes de llegar, aún nerviosos y agitados, nos sentamos en una
banca del parque San Juan, cuando en esos mismos instantes vemos doblar
del lado de la iglesia, al mismo Jeep con los guardias que nos habían
agredido previamente. Lo primero que pensamos es que nos andaban
buscando, por lo que nos escondimos detrás de unas matas.
—No era así, se pararon exactamente en la entrada del antiguo Cine
Alex, costado norte del parque, ahí se bajó el hombre chele, peludo que
golpeó a Julito, ahora sin gorra y sin anteojos. El Jeep arrancó, pero
logramos ver que no llevaban a nuestro amigo. El hombre referido se quedó
comprando carne asada a las vendedoras del cine. Me pareció conocido y
aún nervioso, me acerqué a él cruzándome tímidamente la calle, entre el
tumulto de gente, buscando que no me viese. Finalmente, lo reconocí.
—Era un tipo joven, chele, de buena presencia, de unos 25 años,
estudiante de medicina de la UNAN y quien mantenía entonces una amistad
media rara, con un delincuente carterista de mi barrio al que le decíamos
“Pocoyo”. Al hombre este le decíamos «Ring, Ring», ya que siempre que
llegaba a la cuadra a buscar al Pocoyo sonaba el timbre de su bicicleta
Raleigh así: «Ring, Ring».
—El Pocoyo ese, junto con “Wil Quemado”, eran los ladrones carteristas
más finos de la estación de León en esos tiempos. Su clientela predilecta
eran los agricultores y comerciantes que llegaban en tren desde los
entonces, prósperos municipios de Achuapa, El Sauce, Malpaisillo y
comarcas aledañas. En la cuadra nunca entendimos el porqué de la relación
del Pocoyo con aquel bien vestido chele, estudiante de la UNAN y
seguramente perteneciente a alguna buena familia de Managua.
—Sinceramente te digo, esa noche, cuando vi a aquel tipo, tranquilo
esperando su carne asada, como si nada hubiera pasado, la furia que sentí
opacó mis nervios. Yo era un chavalo de 17 años, medio enclenque y supe
que no iba a ser digno rival de aquel hombrón, por lo que volví a la banca
del parque donde me esperaba Icaza. Finalmente, corrimos a la casa de
estudiantes donde se hospedaba Julito, dándole a conocer del hecho a la
señora que lo cuidaba ahí.
—Preocupado por la incierta suerte de mi amigo salvadoreño, quien no
tenía familia en Nicaragua, corrí sin parar hasta la casa de mi madre en el
Coyolar y le informé del hecho a Cándida, mi hermana y medio novia de
Julito, quien de inmediato me conminó a partir con ella al lugar del
percance con la guardia.
Al llegar al sitio, unos cuidadores del mercado nos informaron que «Los
Masayas», unos comerciantes de fruta, habían trasladado a mi amigo al
hospital. Desmayado, lo habían acomodado en un carretón de madera y se
lo habían llevado. Por miedo a que estuviera por ahí la guardia, no me
atreví a acompañar a mi hermana al hospital, hacia donde, furiosa, después
de gritarme de todo, se fue apurada. Fue inútil, no le dieron ninguna
información al no poder demostrar ser familia del muchacho. Al día
siguiente, muy de mañana, mi hermana llegó a levantar a su casa al tal
Pocoyo quien, aunque en un inicio negó conocer al tipo, luego ante la
presión y amenazas de algunos varones de la cuadra, indignados al oír mi
relato y a su vez, preocupados por ellos mismos, ante el posible vínculo del
Pocoyo con la guardia, este último finalmente admitió conocerlo.
— Se llamaba Gustavo, era estudiante del último año de medicina o
algo así en la UNAN y la relación con él según dijo, era porque este le daba
a vender algunas joyas que se robaba de unos ancianos de apellido
Fernández, que frecuentaba y atendía como médico, allá por la iglesia de
San Francisco. Finalmente, el Pocoyo les advirtió a todos que mejor no se
metieran con el bendito Gustavo ya que el mismo, tenía buenos conectes
con la guardia y también practicaba kárate o algo así. Ahí quedó todo.
— Seguramente advertido por el Pocoyo, el tal Ring Ring, jamás
volvió a la cuadra. A Julito, jamás lo volvimos a ver. Supe que su familia se
lo llevó de regreso a El Salvador, una vez que salió del hospital.
— Un par de semanas después de aquel hecho, alguien rumoró un
lado escabroso del Gustavo de marras, confirmado luego en rueda de vagos
por el Pocoyo, lo que explicaría la razón del odio y ataque del primero al
salvadoreño. Un muchacho muy educado, simpático, medio poeta y volcado
a sus estudios.
— Por meses, mi hermana lloraba cuando, lavando, cantando y
oyendo melodías cavangueras de Camilo Sesto en la radio, recordaba al
amor ido. Al Pocoyo lo mataron en la insurrección del 79. Al Gustavo aquel
lo reconocí claramente, cuando muchos años después, ejecutando el
descarado papelón de revolucionario y sindicalista de toda la vida, lo vi,
rechoncho y envejecido, aparecer en periódicos y telenoticieros de los 90
dirigiendo furibundamente marchas y asonadas. Más tarde, como muestra a
los escépticos de que indudablemente este es un país de oportunidades (para
los descarados y oportunistas), nuestro insigne «tavito», sería flamante
diputado y próspero empresario farmacéutico. Su apellido, que no quiero ni
mencionar, me trae la imagen de un tiznado, abollado y maltrecho traste
mondonguero.
— Por años, me rasqué la cabeza preguntándome cómo un partido
supuestamente revolucionario, permitía en su seno verdaderas alimañas,
expertos en escalar altas posiciones a punta de servilismo y zalamerías,
mientras a la vez, expulsaba sin miramientos a los miembros más honestos
y más entregados, pero a su vez, más críticos de los desmanes.
— Así pasé esa noche, los pensamientos iban y venían. Me acomodé
de mil maneras queriendo atraer el sueño, el cual terminó llegando cuando
quiso, ya con el canto de los gallos anunciando el alba de aquel martes 22
de mayo. Dormí un rato y poco antes de las siete de la mañana, fui a
sentarme a la sombreada acera de Fermín, mi vecino, a oír las noticias
matutinas, ansioso siempre de que surgiera algo positivo referente al
conflicto.
BASTIÁN EL LOTERILLERO
—Al igual que media Nicaragua, tenía fresca aún en la mente la
tremenda zarandeada que los estudiantes le pegaron a Ortega, en el inicio
del diálogo. Mientras tanto, mantenía la esperanza de que al acercarse el día
de las madres en Nicaragua, hubiese un poquito de buena voluntad para
acabar con toda aquella dramática situación de una buena vez. Supe
entonces de que en Managua se preparaba para el 30 de mayo una gran
marcha de protesta, la
llamada, «madre de todas las marchas». También se anunciaron marchas en
otras cabeceras departamentales del país.
— Concluyendo el noticiero, Fermín salió con un vasito de café y una
silla, que me ofreció. Efraín, hijo de Fermín, era uno de los más activos
participantes del tranque de la cuadra y no sé por qué, la inusual y amable
actitud de Fermín de ofrecerme silla y café, me dio la impresión como de
que este sabía algo de mis recientes andanzas y naturalmente, buscaba
cómo obtener alguna información. Acomodándome en la silla y estando por
dar el primer sorbo al café de aquel vaso, el grito de mi mujer anunciando
que me llamaban por teléfono, me hizo maldecir. Ansiando equivocarme en
mi sospecha acerca del origen de aquella llamada, tomé el teléfono para
inmediatamente decepcionarme al contestar y oír una femenina voz
diciendo: «Compañero Silvio, debe presentarse hoy a las dos de la tarde en
Casa Franca». La orden, escueta y directa, no podía ser más inoportuna.
Intuí que no estaría cómodo, que me costaría mucho ver a los ojos de
Fermín y mentirle sabiendo que, queriéndolo o no, me estaba convirtiendo
en una potencial amenaza para su propio hijo, Efraín, el inseparable
compañero de infancia y hoy, entrañable amigo de Valentín, mi propio hijo.
— Aduciendo una inesperada urgencia, le agradecí a mi vecino por el
café y me despedí de él, saliendo minutos después de mi casa, la verdad, sin
rumbo. Mi único afán era alejarme de ahí, buscar bullicio, ver viejas caras
que apartaran un poco mi atención del desasosiego que tenía.
— Finalmente, llegué a la vieja estación de tren donde me encontré
con Sebastián Salinas, «Bastián», vendedor de lotería y viejo amigo, a
quien le debía prácticamente la vida, al rescatarme de morir ahogado en el
estero de Las Peñitas, Poneloya, un primero de enero de 1974.
— A sus 71 años, Sebastián no era aquel hombre fuerte y decidido,
correo clandestino del FSLN a mediados de los años 70, primo de Juan José
Quezada, militante de ese movimiento guerrillero caído en 1973 y sobrino
de Valle Salinas quien fuera un alto oficial de la Guardia Nacional de
Somoza.
—Bachiller del Calasanz a sus 17 años, donde llegó recomendado y
becado por el Dr. Tunnerman Bernheim a solicitud del eminente maestro,
Francisco Buitrago, por diversas circunstancias no pudo continuar sus
estudios de
universidad y en 1980, con el triunfo de la revolución, comenzó a trabajar
como jefe de bodegas de la Empresa Nacional de Buses en Managua.
—Lector empedernido, observador acucioso, libre pensador, enemigo
del ocio y para remate honrado, pronto sería acusado de conflictivo y
degradado a chequeador de ruta de buses en las calles de Managua. De ahí
saldría despedido por traidor y revisionista, ya que no dejaba títere con
cabeza al denunciar abusos y desmanes a todo nivel en reuniones
partidarias, ya muy temprano, como en 1982. Terminó trabajando en lo que
le salíera, mientras soportaba el acoso al ser señalado como
contrarrevolucionario en su barrio del Laborío, en León. En 1986 sufrió un
trágico accidente con su bicicleta a un costado de la iglesia de Guadalupe,
cuando un borracho chófer, escolta de no sé qué comandante, lo atropelló,
dejándolo inválido de sus piernas para siempre. De sus piernas, mas no de
sus ojos, oídos y mucho menos, de su certera lengua.
«Ay papito, lo que veas de libros o revistas tráeme, usaditos que
sean, oíste». Esa era respuesta cuando alguien le anunciaba un viaje a
Managua y le preguntaba si necesitaba algo.
Vendedor de lotería desde el señalado accidente, Bastían se moviliza en
su vieja silla de ruedas a quien dice amar. «Solo las llantas me atrevo a
cambiarle» comentaba mientras acariciaba suavemente a su metálica
compañera. Acercándome, lo saludé y de inmediato, le pregunté
directamente:
—Hola Bastian —¿Cómo ves la cosa ?
—Terrible, amarga, pero en verdad, nada de que sorprenderse — me
respondió.
—Es la previsible cosecha de una sociedad que se ha dedicado a cultivar
con mucho esmero, mediocridad, ruin servilismo y a practicar la peor de las
prostituciones: la de la conciencia.
—Cantemos al oro, no importa nos ultrajen. ¡Qué dignidad ni que ocho
cuartos! Cantemos al poder, no importa nos opriman. La libertad es sueño
de tontos, una utopía inalcanzable. Loemos a la Compañera, no importa lo
mucho que nos repugne. Al fin y al cabo, ella se toma la molestia de pensar
y hablar por nosotros sin importar que, tal y como dijo Darío: «¡La canalla
escritora manche la lengua que escribieron Cervantes y Calderones!».
—Basura sembramos, basurero cosechamos. ¿Qué otra cosa esperaba,
amigo Silvito? Haraganes, conformistas e indiferentes, teniendo aún fresca
toda la descarada corrupción del gobierno de Alemán, años después nos
permitimos poner a un reconocido delincuente, violador y matón de
presidente. ¿Qué tal?
—Solo hay una explicación: ignorancia, inmoralidad e indiferencia, las
tres grandes aliadas de las tiranías y a su vez, tres rubros en los cuales los
nicaragüenses, hemos sido líderes indiscutibles.
—Créemelo, todos los nicaragüenses tenemos algo del asqueroso gen
ORMU en nosotros. Por otra parte, estate claro, no son los paramilitares
asesinos, policía, ni el parasitario ejército el verdadero soporte de Ortega,
sino nuestro histórico desprecio por la educación y los valores.
—No leemos, no nos informamos. Sabemos quién es Pacquiao o Floyd
Mayweather, quién la actual novia de Piqué, si ganó el Barça, o cómo va la
novela de las seis, pero pregúntale a alguien ¿qué hizo la fría y boscosa
Noruega, para tener el mayor índice de desarrollo humano?, o ¿por qué una
arrasada Alemania, con apenas ayuda de un severo y muy modesto Plan
Marshall, en 10 años logró lo que aquí, aún con tanto dinero que ha entrado,
no se ha hecho en 40? O, si querés, aquí nomás, ¿por qué la vecina Costa
Rica tiene universidades de clase mundial y por qué ahí meten presos a ex
presidentes corruptos?
—No encontrarás muchas respuestas coherentes, pero sí, un ejército de
fanáticos nombrando chivos expiatorios para justificar fracasos:
imperialismo, derecha, capitalismo y hasta involucrando a la conquista
española en esto, sin saber de qué demonios están hablando. Odian a
España hablando y escribiendo en español, montados a caballo y guitarrón
en ristre. Condenan así, sin asco alguno, tres siglos de historia en los que se
establecieron sólidas instituciones humanistas y se vanagloria como un
idílico edén, el mundo de barbarie, y dominio tribal que era el mundo
prehispánico entonces. Esto, sin menoscabo de sus grandes logros y
conocimientos como civilizaciones.
—Fue el hastío, el odio a la tiranía mexica fue lo que impulsó a decenas
de tlaxcaltecas a unirse a Hernán Cortés y derrotar a aquellos. Más que la
espada, fue el talento, la astucia de utilizar el ansia de libertad de miles de
tribus oprimidas lo que hizo triunfar la conquista. Vista desde hoy, la
llamada independencia, fue más un formalismo de españoles americanos
contra
españoles peninsulares. Dejaron de mandar los peninsulares y comenzaron
a mandar a sus anchas, sin rienda alguna, los españoles criollos,
rápidamente transformados en “tiranuelos” ávidos de riquezas. Doscientos
años después, viéndola de manera objetiva, la tal independencia fue toda
una desgracia.
—La historia hay que estudiarla sin prejuicios, en libertad. La historia
está para saber quiénes somos y de dónde venimos, para conocer a los
héroes y también a los villanos. Aquí la manoseamos al antojo del
poderoso. Ahora bien, no es difícil de entender por qué los tiranos, tales
como el
«presidelincuente» acá, aman a los ignorantes y desalmados. Lo peor y para
mayor vergüenza, es que se coloca en foros internacionales a tartufos con el
alias de embajadores o cancilleres, quienes haciendo gala de una
bochornosa mediocridad, no sólo demuestran su bajeza moral sino también,
una total ignorancia. Tú escuchas en la OEA hablar al colombiano o al
chileno y ves que hablan, no como simples voceros, teléfono en mano, sino
como representantes con pleno dominio del tema, admirable lucidez y
magnífica oratoria.
—Teniendo como referente a nuestro primer y gran diplomático que fue
Rúben Darío, deberíamos de tener un mínimo de vergüenza y no enviar a
cualquier vulgar de esos, con el alias de canciller o embajador, a hablar
como representante de Nicaragua a esos foros. Es inaudito y una clara
muestra de hasta dónde se ha llegado en el desprecio a la educación y a la
ética.
— ¿Tienes idea de lo que cuesta mantener a ese ejército de vagos,
dizques flamantes diplomáticos, paseándose por los hoteles, tiendas,
restaurantes y seguramente, hasta burdeles de Washington, París o
Bruselas? Creo que los viejos, los que campantemente con nuestra
indiferencia y complacencia, hemos permitido la corrupción y más aún,
dejado que se manosearan y desvirtuaran instituciones fundamentales para
la democracia creyendo que eran “babosadas” y no el resultado de
centenares de años de experiencia humana para prevenir tiranías, nos
merecemos esto. En un estado de derecho, este criminal dizque presidente,
estaría indiscutiblemente preso y la canalla, probablemente en un
manicomio. En todo caso, te confieso, lo que me duele en el alma, son estos
cipotes jodidos, tan valientes, tan heroicos y tan claros de todo. No
merecían, mil veces nunca merecían lo que les hicieron.
Siento que me arden hasta los huesos cuando veo como los han
masacrado ¡
MALDITOS COBARDES!
Sebastián calla mientras observo con disimulo, algunas lágrimas
aflorando a los ojos de su ahora, enrojecido rostro. En afán de contenerse
agregó:
—No veo nada bueno, tuve cierta esperanza en el Ejército, pero qué va,
vendidos, serviles y corruptos, sin un gramo de escrúpulos. Se esconden en
leguleyadas para justificar su criminal silencio. Por otra parte, existe todo
un aparato paracriminal con poder, dinero e impunidad dirigido por algunos
sicarios mayores.
En esos instantes, me estremecí de solo pensar que mi respetadísimo
amigo llegara a darse cuenta de que yo, ya formaba parte de su aborrecida
«recua de matones».
Por un momento Sebastián calló, mientras miraba a ambos lados,
observando aquel tramo de vía por donde muchos años atrás, el tren entraba
y salía, estremeciendo las casas en aquel pujante León de los años 60 o 70.
Luego continuó:
—Es inspirador observar el repudio de la casi totalidad de los referentes
culturales y morales del país, al orteguismo. Una intelectualidad
comprometida con la justicia y la humanidad. Igual te puedo decir de
algunos obispos, han sido admirables. Por otra parte, estos chavalos nos han
dado una increíble lección de valor, dignidad, hidalguía. Nadie, oíme bien,
nadie en 40 y pico de años le había hablado de frente a este delincuente
como este jodido cipote (Lester Alemán). Fue épico, admirable e
inolvidable lo de aquel 16 de mayo del 2018. No fue diálogo, sino
zopilotera la que les cayó ese día al par de tiranos.
Una mercadera, preguntando por un número de lotería, me sirvió para
advertir que era hora de despedirme de mi gruñón, apasionado, pero sabio y
sensible amigo. Al alejarme de él, percibí un punzante sentimiento de culpa
creciendo en mí.
VOLVÉ BRUTO, VOLVÉ RIGOBERTO
Recuerdo que caminé hacia el norte de la estación, sabía que
perennemente por ahí, se mantenían algunos borrachos. Quería oír sus
incoherencias y también sus, muy a menudo, certeras expresiones. Lo que
sea que me hiciera olvidar que, en dos o tres horas, tendría aquella perversa
cita en la llamada Casa Franca. Llegando al lugar, para mi pesar, no había
borrachos a la vista. Decidí
entonces tirarme bajo unos frescos, sombreados árboles de laurel ahí
cercanos, vanamente ilusionado con dormirme plácidamente, dormir y
olvidar.
¡Qué va! No pudo ser. Los pensamientos, necios y persistentes, no me
dieron tregua. Recordé en esos momentos que días antes en la radio, había
escuchado el siguiente cuestionamiento relacionado con lo que también
mencionó Bastián: «¿Por qué ningún intelectual nicaragüense de valía, es
orteguista? ¿Será que el frío intelectualismo y el sensible humanismo, son
dedos de una misma mano?».
— La plática con Sebastián no solo logró activar algunas debiluchas
alarmas de mi largamente adormecida conciencia, sino que también, me
hizo pensar en esa nebulosa liga entre razón y sentimiento.
—Recordé entonces, aquel revelador libro El País bajo mi piel que
pocos años atrás, me había regalado un amigo, un minero, buscador de oro
fracasado, quien me hizo ver lo inmensamente imbéciles que podemos ser
los humanos, a partir de un hecho que él me relatara. A mi mente volvieron
las acuciosas descripciones que me hizo, de las monumentales y centenarias
paredes de una iglesia de la Baja Sajonia alemana, donde una tarde de
febrero o quizás marzo de 1989, estando él, por razones de estudio en la
patria de Beethoven, Einstein, Ana Frank y de paso, también la de Hitler,
tuvo la oportunidad de asistir, en compañía de unos amigos alemanes, a la
presentación de la traducción germana del libro “La Mujer Habitada”
escrito, por una talentosa autora de la patria de Darío, patria también y para
nuestra desgracia, de Ortega, la Murillo, el carnicero Avellán y Moncada
Lau.
—Recuerdo bien su clara expresión de vergüenza al contar que, siendo el
único nicaragüense ahí presente, fue comisionado por su cercana amiga
Gudrun, a entregar un ramo de flores a su coterránea escritora. Un gesto al
que inicialmente accedería, pero que luego, seguramente fruto de alguna
profunda y quizás hasta dialéctica reflexión, a lo cual era muy dado,
empezaría a cuestionar para, finalmente, al estar frente a aquella mujer de
exuberante cabellera y más exultante sonrisa, negarse a entregar aquellas
flores bajo los entonces contundentes y sesudos argumentos de: «primero
que nada, ser ella mujer de un gringo, además de que, como fría y
desapasionada intelectual que él la concebía ser, ¿qué sabría ella de
dolores o amores, los únicos estadíos en los que caben las flores?».
— Por último, no dejaba de parecerle harto sospechoso a mi amigo
aquel, que por lo visto, algo de husmeador sabueso tendría, que la misma
fuese mimada de la Peter Hammer Verlag, la misma que publicaba a Vargas
Llosa, Paz y Borges entre otros plumíferos del imperialismo, dedicados
aplicadamente a intoxicar a las masas mientras al mismo tiempo, seguro
estaba él, se negaban arteramente a publicar el Libro Rojo de Mao o el
Verde de Gadafi. No tengo la menor duda de que los acuciosos ideólogos
de la luminosa y ejemplar revolución cultural china, con sus millones de
víctimas y todo, se hubiesen sentido muy congratulados de tener a tan digno
admirador de sus brillantes doctrinas, en las lejanas y frías tierras teutonas.
— Lejos estaba aquel amigo de imaginar que veinte y pico de años
después, descubriría para su mayor escarnio, que aquel libro, que con
notable pesar me había regalado, no era sino, una regiamente escrita
concatenación de vivencias, sueños, dolores, decepciones, esperanzas y
también, amores, relatados, ora con ternura y nostalgia, ora con asomo de
repudio e indignación, pero siempre con excepcional honestidad por su
sensible autora, la misma a quien, mezquina y petulantemente él mismo, en
calidad de vulgar comisario ideológico, le negase aquellas flores.
— Tampoco puedo dejar de lado la vehemencia con que me hizo
notar el olfato político de la autora aquella, al destacar en el referido libro,
el tufillo dictatorial del par siniestro ORMUs, ya por ella percibido 40 y
pico de años atrás, con una revolución aún en ciernes. Años esos en los que,
seguramente para su pesar hoy, en una casa no muy lejos de este mismo
parque de La Merced, aquí en San José, nuestra entonces publicista de
marcas y utopías, acogió con afabilidad y cariño, a la entonces desvalida y
ahora opulenta autora del fatídico «Vamos con todo».
— Los escandalosos gritos de un borracho me sacaron del limbo. Era
un anciano barbado con un aire raro, así como de poeta, de los de antaño
quien gritaba insistente y enigmáticamente:
—Volvé Bruto, volvé Rigoberto, Volvé Bruto, volvé Rigoberto.
¿Qué esperan jodido, qué esperan?
— Tratando vanamente de entender el clamor del anciano aquel, no
pude dejar de recordar con tales frases mi estadía en un reformatorio de
menores de Chinandega donde, junto a mi hermano, Hugo, fuimos víctimas
de los abusos y
golpes del canalla director de aquel centro, un tipejo llamado Julio Cesar,
un ex guardia de gastado uniforme y rastrera estampa.
— Vino a mi mente entonces las veces en que, deleitados, soñábamos
a ser Bruto, el protagonista de una lejana historia que involucraba a un
general romano llamado, Julio Cesar. Historia cuyos detalles no logro o
quízas, no quiero recordar.
— Lo que sí quedó grabado en la nebulosa de mi mente, fue aquella
conclusión a la que tanto mi hermano como otras víctimas de aquel burdo,
paliducho y soplado julio cesar “chapiollo”, (minúsculas adrede) de
paupérrimas luces, torpe verbo y odiosa figura, llegamos: Este, ni en
sombras tenía la inteligencia, valor, dignidad y honor de aquel histórico
personaje agregando a ello que la oratoria (eufemismo de aquella su insulsa
y rebuscada cháchara) de nuestro almidonado director era, según recuerdo,
¡un asco! Eso sin mencionar aún, aquel apestoso tufo a cobardía y
servilismo que de él emanaba. Recuerdo bien que al final, no nos pudimos
poner de acuerdo sobre si Torcuato o Anacleto, pero nunca Julio Cesar, eran
nombres más apropiados para el despreciable canalla aquel.
— Al final, no pude descifrar los gritos del anciano borracho: ¡Volvé
Bruto, volvé Rigoberto! ¿Qué esperan jodido, qué esperan?...
— Eran ya casi las 12 del mediodía y solo tenía aquel sorbo de café
en el estómago, por lo que decidí que lo mejor, era ir a buscar algo de
comer a mi casa. Más tarde, a las 2 de la tarde, fingiendo no oír las
obstinadas punzadas de mi conciencia, me estaba presentando a la
susodicha Casa Franca. Afuera, hombres armados y encapuchados, algunos
esperando partir y otros resguardando el lugar, tensaban el ambiente.
Recogí el fusil y el disfraz que por uniforme debía utilizar y salí a la calle.
Ni les digo cómo me sentía. Como el peor cobarde y el más gran traidor.
Resoplaba y resoplaba. Quería llorar y ni a eso me atrevía.
— Minutos después partíamos rumbo al parque central, pasando antes
por la casa del partido sandinista, del parque San Juan 4 o 5 cuadras abajo
(oeste), recogiendo a más tipos armados. La caravana, siempre compuesta
por las mismas 11 camionetas, llevaba unos 10 hombres más que el día
anterior, unos tipos obesos de entre 40 y 50 años, encapuchados y gritando
consignas, maldiciendo a la «derecha criminal» y a su vez, blandiendo las
armas. La gente
en la calle, observaba atemorizada y con rotundo desprecio a aquellas
caravanas de energúmenos alienados y peligrosos.
— Inevitablemente, llegaban a mi mente imágenes que me
retrocedían 39 años, a julio de 1979, con aquel León jubiloso, desbordando
admiración y aprecio por aquellos audaces guerrilleros, enfrentándose a la
infantería y aviación de Somoza.
— Cómo olvidar la imagen de la «2», aquella valiente chavala de
linda sonrisa y Fal fajado, comandando con absoluta firmeza a centenares
de
«huevones» que combatían ferozmente contra la guardia de Somoza. La
misma
«2» que hoy, desde la acera de enfrente a la de las bestias, ultrajada y en la
soledad de su celda, asume con dignidad el costo, el arduo costo de escupir
al oro y abrazar los principios.
— Cuando abría los ojos y volvía a la realidad el contraste era brutal.
Aquellas espléndidas e inolvidables imágenes no tenían nada que ver con la
de la partida de ignorantes y desalmados asesinos de los que yo ahora, para
mi mayor desgracia, ya era parte.
— Minutos después, llegamos al parque central donde un diligente
personal de la alcaldía nos repartió abundante comida. Dos grandes termos
hieleros, llenos de cervezas y bebidas energéticas, dispuestas
exclusivamente para «los defensores de la paz», completaban aquel
generoso agasajo. Luego, partimos apresurados hacia la salida a
Chinandega para dirigirnos de inmediato al empalme de Telica donde,
según nos informaron, se desalojaría un tranque ahí ubicado.
Una vez supe de la misión, me reencontré con un viejo conocido: El
temor. Ese que antecede al combate, el miedo que nos invade ante el riesgo
real de perder la vida, solo que en este caso, no era por mi vida que temía.
Estaba aterrado ante la real posibilidad de matar o de herir a alguno de
aquellos cipotes protestantes. No cabía en mí tal cosa. Juro que pensé en
pegarme un balazo en el pie o caerme y lesionarme, pero la cobardía me
venció. Luego decidí que desviaría el tiro adonde fuese, que no lesionaría a
nadie y ya. No obstante, ahora me preocupaba la docena de delincuentes a
mi cargo, todos armados de escopetas y ansiosos por matar. Fue entonces
que pensé algo que hasta hoy, y por el resto de mi vida me atormentará:
«¿por qué simplemente no les dije NO a aquellos asesinos asumiendo las
consecuencias?».
— Ninguna medicina, beca, pedazo de zinc o de tierra justificaría
matar a un inocente. Nada de nada aquietaría nunca mi conciencia si llegase
a hacer algo así.
— Por fin llegamos al empalme de Telica. Combinando las fuerzas de
la justamente llamada policía orteguista y nosotros, los paracriminales,
éramos unos 60 con fusiles de guerra y escopetas. Los «terroristas» serían
unos 15, tal vez 20, la mayoría chavalos, armados de piedras y morteros,
unos en camiseta, shorts y hasta anteojos de sol, como que estaban de paseo
en la playa los insensatos.
— Aquel aparataje militar era brutalmente desproporcionado, algo
que sinceramente, no lograba entender. En verdad, yo me sentía totalmente
capaz, con auxilio de unos 20 de aquellos delincuentes que andaban a mi
cargo, de sacar a aquellos jodidos cipotes, sin disparar un solo tiro;
“verguiarlos”, asustarlos, lo que sea, pero jamás disparar un tiro. Eso era
una criminal locura. Claramente percibí entonces, que el objetivo real, era
matar, no solamente desalojar, sino que querían dejar un contundente
mensaje.
— Nos estacionamos como a 60 o 70 metros de las barricadas, de las
mismas sobresalían las cabezas de los chavalos protestantes y más allá,
otros, que iban y venían corriendo hacia las mismas; claramente inexpertos,
sin preparación alguna, definitivamente, un fácil objetivo militar.
— Mantenía siempre la esperanza de estarme equivocando, y que
aquel impresionante despliegue de fuerza, no fuera más que bulla. En mi
mente veía a los tranqueros aquellos saliendo en desbandada con los
primeros disparos al aire de la dizque policía y luego, nosotros, quitando
aquella montaña de adoquines y ramas. Ansiaba que así fuese. No obstante,
las dudas me asaltaron al ver acomodarse sobre la tina de una reluciente
camioneta Land Cruiser a un oficial de las tropas especiales con un rifle
de mira telescópica, probablemente un Dragunov ruso. Más allá, pegado al
cerco que divide una propiedad de la carretera, otro francotirador, en
cuclillas sobre un tumulto de tierra, ajustaba la mira de su rifle. De una vez,
me convencí de que aquello no era un operativo policial de disuasión sino
una clásica operación militar con el definido y letal objetivo de liquidar
enemigos. No me quedó más que rezar y rogar para que aquellos benditos
chigüines se corrieran. Nada de eso ocurrió. Al final, la operación dejó su
cuota de tres muertos, varios heridos y capturados.
— Ahí comenzó mi ruina. Treinta años de no tocar un arma para
romper ese ayuno de muerte, acuerpándo cobardemente el asesinato de
cipotes desarmados.
— En los años 80, éramos hombres armados luchando contra
hombres armados, era matar o morir, en un conflicto real contra un ejército
enemigo constituido y capaz. Este otro caso, era el funesto resultado de un
conflicto inicialmente tonto, absolutamente normal en una verdadera
democracia y que se salió de las manos por la brutal intolerancia de
déspotas que no admiten ser contradichos.
— Si aquella lejana y vista desde hoy, absurda guerra de los 80, era
matar o morir, esto ahora, era matar por matar, además de torturar, violar,
robar, de todo.
— Después de aquel bautizo de ignominia en Telica, exactamente, del
24 de mayo al 5 de julio del 2018, participé, junto con aquellas hienas, en
decenas de operativos y secuestros en los barrios Guadalupe, la Pintora, la
Arrocera, Reparto San Carlos, Rubén Darío y Sutiava, por mencionar
algunos. También me movilicé a La Paz Centro, Nagarote y Chichigalpa.
— El 14 de junio a eso de las 7 de la mañana, en la gasolinera que
está al costado este del cementerio de Guadalupe, estuve frente a un
contingente de las tropas especiales de la policía, que incluía a dos
francotiradores. Uno de ellos fue el que mató ese mismo día, al monaguillo
Sandor Dolmus, en el barrio de Zaragoza.
—No tengo perdón de Dios. Impávido o no, confundido o no,
avergonzado o no, me dejé llevar por la inercia de los acontecimientos, sin
valor para decidir, para dar un honorable paso al lado y alejarme de todos
aquellos repugnantes delincuentes, llenos de un gran odio e inconcebible
saña, así como de mandos policiales asesinos, obsesionados por brindar
resultados y agradar a la pareja de tiranos, allá en El Carmen.
ALUCINANTE BARBARIE
—Viniendo en una misión de patrullaje, con dos camionetas y unos doce
armados, cerca de la comarca Lechecuagos en León, encontramos a 3 niños,
dos adolescentes como de 11 años y uno de quizás de 7 u 8, quienes al
vernos, se atemorizaron y corrieron, cruzándose el cerco de un terreno
baldío. Para
desgracia, el terreno tenía una amplia puerta por donde entraban tractores y
camiones por lo que el energúmeno oficial a cargo de las patrullas, en un vil
alarde de fuerza, ordenó entrar y perseguir a los menores. Dos de ellos, uno
de los mayores y el más pequeño, corrían descalzos y sin camisa, con sus
chinelitas en la mano, mientras el otro, el único con zapatos, logró
escabullirse por unos árboles. Al darle alcance a los aterrados menores, el
miserable a cargo de la patrulla, un patán obeso y gigantón de la secretaría
departamental del Frente Sandinista, de nombre Iván, saltó del vehículo y
les gritó: «Ajá hijueputillas, ¿por qué se corrieron?», mientras el
pequeñín abrazaba al mayorcito, este último provocadoramente, contestó al
oficial de marras: «Porque tengo patas pues, la calle es libre»... El
cachetazo en la cara, el sonido del par de puñetazos de aquella bestia sobre
la espalda de aquel desnutrido cipote comarqueño y los gritos de terror del
pequeñín que, ni en el suelo se le soltó al hermano, todo eso, aún hoy, me
ahoga hermano, me ahoga…
Silvio hizo una pausa, se quebró, lloró e hizo llorar a Lucía, mi asistente
nica, costarricense en esta entrevista y mi guía en esta desconocida capital.
Luego agregó:
—No me lo perdonaré nunca. ¿Cómo podemos llamarnos hombres si no
somos capaces de defender a nuestros hijos o a los hijos de nuestros
hermanos?
Con un AK47 en mis manos, yo permití aquello, cobarde, cobarde,
cobarde, una total falta de honor. ¡Me despreciaré siempre a mí mismo!
—¿Qué sentido tuvieron tantos años combatiendo por un supuesto ideal
de justicia y solidaridad, para llegar a permitir atroces abusos en nuestras
propias narices? Yo, que mil veces juré que el honor y los principios eran
más valiosos que la vida, a la hora de la hora, me les “agüité” a esos
miserables.
—¿Tendrán todos estos desalmados, comisionados y paracriminales, una
mínima conciencia de lo que hacen? — ¿Sabrán estos bárbaros, que esos
déspotas a quienes hoy, con obstinado salvajismo y vergonzoso servilismo
defienden, en el fondo, más allá de las poses públicas, los desprecian y
jamás moverían un dedo por ellos?
—Para los primeros días de julio, durante un operativo de desalojo de los
tranques del barrio de Sutiava, se dio el dramático incidente que de alguna
manera me tiene aquí.
—Exactamente dos cuadras al norte de la iglesia, a eso de las 6 de la
mañana del 5 de julio (2018), en una operación contra los tranques, fue
muerto de un tiro de escopeta uno de los delincuentes a mi cargo. El disparo
fue hecho por otro de ellos que, probablemente drogado, manipuló
imprudentemente el arma. El cuerpo inerte del tipo fue colocado, sin gran
ceremonia, en la tina de una de las camionetas.
—Dos muchachos, protestantes, capturados y golpeados son también
colocados en la tina junto al cadáver. Hora y media después, un tanto
apurado por deshacerse del cadáver del ahora «héroe caído defendiendo la
paz» el jefe de la operación, un tipo chele, chaparro, ojos verdes y
chiquitos, como de cerdo, me ordenó ir a dejar el cuerpo y a los «terroristas
capturados», a la estación de policía.
—Salí con el chófer y con 4 de los delincuentes, armados y
encapuchados íbamos buscando la estación que, más que de policía, fue del
terror, por todo lo que ahí se cometió. Doblando una esquina, cerca de la
Iglesia de Zaragoza, oigo un grito fuerte y luego un tumulto en la tina de la
camioneta. Ordeno al chófer detenerse y salgo para encontrarme con que
uno de los muchachos prisioneros, estaba sangrando, agarrándose la cabeza
y retorciéndose de dolor casi encima del cadáver que llevábamos. Sin razón
alguna, había recibido un culatazo en la frente por parte de uno de los
delincuentes que los custodiaban.
—Se me nubló la vista de la furia, no pude más, me quité la maldita
capucha y encaré con el fusil AK a aquel desalmado que no hizo sino
esquivarme la mirada y bajar la cabeza. Grité, pateé el suelo, maldije y,
mientras con mi derecha blandía el fusil, con mi izquierda me golpeaba el
pecho como un gorila furioso o inconscientemente quizás, como una súbita
manifestación de decenas de reprimidos meas culpas que hoy irrumpían
violentamente.
—Fue un momento tenso, por brevísimos instantes estuve a punto de
dejar ir a los dos muchachos capturados y… aún ahora, todos los días me
arrepiento de no haber seguido adelante con lo que en ese momento, mi
instintiva reacción ante el salvajismo y la injusticia, me ordenaba hacer.
Hubiesen sido 5 o 6 pedazos de escoria menos, incluyéndome a mí.
Escuálido de honor y valor, no hice más que apretar dientes y volver a la
cabina del vehículo.
—Todo quedó ahí o al menos, así lo creí.
—Llegué por fin a la estación, bajamos a los jóvenes capturados
incluyendo al herido por el culatazo, quien se tapaba la cara con su camisa.
El cadáver del delincuente permanecía en el vehículo a la espera de
decisiones en torno al teatro a montar sobre las circunstancias de su muerte
que seguramente, terminarían calificadas por los maquiavélicos operadores
del Carmen o Plaza El Sol, como «atroz acto de la derecha terrorista sobre
un inocente ciudadano».
—Casi una hora después, ví entrar al parqueo policial una lujosa
camioneta cerrada donde montan al muchacho herido, saliendo de
inmediato de la estación. Minutos después, un tipo de civil de apellido Ríos,
se me acercó y me cuestionó en relación al incidente con el muchacho,
comentándome a su vez que el mismo, de apellido Vanegas, está
emparentado con la envilecida presidenta del aparato de “justicia”
orteguista, por lo que había sido liberado de inmediato y seguramente,
trasladado a una clínica por sus parientes.
—Esa misma tarde me informaron de un provisional (y en cuanto a mí,
providencial) receso de operaciones para una parte de los paramilitares, los
actores de aquel demencial guión, de horror y muerte. Después de la ya
consabida entrega de fusil, cambio de ropaje y recibir dinero, salí de la
aborrecida Casa Franca con la absoluta convicción de que, pasara lo que
pasara, nunca más volvería ahí. Anochecía y llovía a cántaros, como un
copioso llanto celestial, un llanto de dolor e indignación por aquellos
crímenes que, ora por odio, ora por dinero o por indigna cobardía, de
quienes como yo, estando más que claros de la aberrante injusticia de
nuestros actos, éramos incapaces de sacar de nuestros recónditos adentros,
gotas de valor para enfrentar y decir ¡no!, al funesto fanatismo que nos
conminaba a matar. Incapaces también de apropiarnos de una mínima
hidalguía que nos condujese con decisión y contundencia, a voltear el fusil
contra los verdaderos terroristas y como en un sublime trueque, cambiar la
infame orden de matar y torturar, por el grandioso mandato de abrazar,
acompañar y enjugar las lágrimas de dolor de aquellos tantos, víctimas de
tan pocos.
—Empapado por la lluvia e inundada mi cabeza de reflexiones, llegué a
mi casa. Era de noche y para variar, había un apagón por lo que pasé directo
a la cama, a enfrentar mi nocturno y cada vez mayor reto, dormir.
—Simulando ebriedad o cansancio, todo este tiempo había desviado las
preguntas de mi mujer, hijos y amigos, sobre mis actividades y mis
continuas y
misteriosas desapariciones, de hasta 3 días. Por mi parte, había bajado
notoriamente de peso y mi demacrado rostro, denotaba desvelo y angustia.
Evitaba a mis vecinos del barrio, la mayoría con algún familiar preso o
huyendo. Receloso al hablar, temía que, por algún descuido en mis
palabras, se descubriese mi despreciable condición de paramilitar
orteguista. Por otra parte, me crispaba los nervios cada timbrazo del
teléfono, temiendo fuese un llamado a la aborrecible Casa Franca.
—Por fin y de una maldita vez, decidí escapar de aquella angustiosa
situación, largándome de León. Tenía todavía conmigo unos 4 mil córdobas
del dinero, que cumplidamente nos habían estado dando como paga, por
nuestro nada enaltecedor papel de sicarios. Suficiente para dejar
aprovisionada de comida a mi mujer e hija, pero no para viajar hasta el
Petén (Guatemala), donde mi hermano Evaristo trabajaba de cuidador de
una ferretería. Vistas así las cosas, no encontré más alternativa que empeñar
o vender el único bien que poseía: mi vieja motocicleta. Procedí a lavar la
misma para ponerla presentable, luego me dirigí donde un medio familiar, a
conseguir algún dinero por ella.
— «No compro ni presto por chatarras».
— Así, tajante y desdeñosa fue la respuesta de Neville, el hosco
prestamista y tío lejano de Gladys, mi hija, a cuya puerta me acerqué
tímidamente, en afán de presentarle la propuesta sobre mi motocicleta. Ante
su desprecio por mi cachivache y un tanto ávido de compartir mi pena, le
comenté de mi situación, de mi urgencia de alejarme de León, rogándole me
diera una mano. Su contestación aún resuena en mis tímpanos:
—Mira brother, me vas a disculpar, pero yo no como de resolver
problemas ajenos. Si está buena o mala tu situación o la de quien
sea, no es asunto mío. Mi querida y mis hijos es lo que me importa,
el resto, «me vale verga».
—Aquello fue impactante. Una total ausencia de empatía y solidaridad.
— En todo caso, ¿como reclamar? ¿acaso mi actuar era noble y
honorable?
— Inevitablemente, vino a mi mente la imagen del hoy pudiente y
pedante prestamista, Neville, cuando, años atrás, llorando pobreza y un
reciente colapso conyugal, buscó el amparo y calor de mi casa por varios
meses. Amparo que no dudé nunca en brindárselo. Su humilde, lastimera
actitud de entonces, contrastaba grotescamente con su actual prepotencia.
Angustiado, me alejé
cabizbajo de aquel lugar, pensando en alguna otra solución a mi decidida
intención de irme lejos y salir de aquella pesadilla.
—Volviendo a mi casa, me extrañé de ver una aglomeración de gente en
ella, vecinos la mayoría, por lo que al momento de bajarme de la
motocicleta, sentí un escalofrío y un calambre en el estómago. Presentí de
inmediato algo funesto y pensé en mi anciana madre enferma. Traté de
controlarme y aceleré el paso sin imaginarme lo que ese día, la vida me
tenía preparado.
—Entré a la sala de mi casa, la escena no podía ser más dramática:
Brunilda, mi vecina y Esperanza mi mujer agarraban a mi hija quien gritaba
y se agitaba incontrolablemente. Al acercármele y preguntar qué pasaba, mi
ser todo se estremeció al oír de ella, mi hija, aquel terrible grito: —
¡ASESINO, ASESINO!
— Me quedé paralizado.
—Tantas veces presentí y temí que un momento así me llegara, y hoy,
hoy lo vivía de la más amarga manera. Fermín, mi vecino, llegó con una
botella de agua florida ya que según supe, minutos antes mi hija se había
desmayado. Él sería quien, de una manera un tanto distante y despectiva me
explicaría todo:
—«Mataron a Polo, el novio de Gladys hace tres días en Sutiava.
Vino a avisarle un muchacho que estaba preso y lo liberaron ayer
en la noche, el mismo muchacho agregó que vos sos paramilitar, que
estabas en Subtiava participando en el ataque a los tranques y que
lo llevaste capturado, te reconoció porque te quitaste la capucha y
amenazaste a otro paramilitar que los golpeó».
— Exhalé el más sentido «ay, ay, ay, diosito lindo» de mi vida mientras
me tapaba y apretaba la cara con todas mis fuerzas. Quería morirme,
desaparecer, retroceder el tiempo… no podía creerlo, todo podía haber
esperado, todo, pero nunca jamás dañar a mi mayor tesoro, la luz de mi
vida, mi hijita adorada…
—Quería postrármele, pedirle perdón, perdón, perdón, mil veces perdón.
Explicarle que, si bien todo ese tiempo acompañé sin saber ni cómo a
aquellos criminales, a la vez, me las había arreglado para no lastimar a
nadie, absolutamente a nadie. ¿Me creería?
—Instantes después se serenó, le arrebató el pañuelo a su madre y ella
misma se limpió la cara, la misma que de inmediato irguió para dirigirme
aquella terrible, acerada mirada, acompañada de aquellas devastadoras
palabras: “
—¡Te odio, te odiaré hasta mi muerte, asesino!
—Casi no podía respirar. Jamás podría haberme imaginado oír tales
palabras de la mismísima boca de la pequeñuela aquella que un día,
balbuceaba en mis brazos y por primera vez, aquel, por mí celebrado,
«apá».
—Algunos vecinos, curiosos, ya se apretujaban cerca de la puerta, varios
de ellos, tal como Fermín, eran padres, madres, hermanos, familia o
conocidos de algún protestante preso, herido, fugitivo o hasta muerto en la
represión. Avergonzado y profundamente compungido, salí de mi casa.
MALDITA CASA FRANCA
Desolado y sin rumbo, con el llanto de mi adorada tierna aún
retumbándome en el cerebro, caminé hacia la terminal de buses a Managua.
Pensé no una vez que las llantas de aquellos pesados armatostes tenían la
clave para escapar de aquella terrible pesadilla, pero también pensé, que el
dolor de mi hija no podía quedar impune y que en un cuarto de la llamada
Casa Franca se guardaban «instrumentos» para una solución más digna y
más honorable. Moriría, seguro que sí, pero me reivindicaría ante mi
adorada.
—Como enloquecido, di media vuelta en dirección a la vieja Proquinsa,
avenida Debayle, buscando llegar a aquella maldita Casa Franca. Con el
corazón agitado y mis nervios en tensión máxima, quería más que correr,
volar. Recuerdo que evitaba las caras conocidas, avergonzado ante la
posibilidad de que supiesen ya de mi asquerosa condición de paramilitar
orteguista. Pasaba sobre las aceras de casas y atravesaba calles, convencido
de que era la última vez en mi vida que las vería. Como un infernal mantra
repetía una y otra y otra vez:
—¡Maldito Ortega! ¡Mil veces maldito
Ortega!
—Por fin llegué a mi meta, mi ayer temida y hoy odiada Casa Franca.
Tenía la boca seca, pero estaba sereno, decidido que no habría vuelta atrás.
¿De qué me serviría vivir, si jamás tendría el valor de volver a ver a los ojos
de mis hijos, mujer o vecinos?
—Dos tipos panzones, armados de escopetas, custodiaban la casa. Con
solo verles el porte, sabía que serían borrachos y criminales, pero no
militares y que, modestia aparte, ni de lejos tendrían posibilidades conmigo
una vez yo estuviera armado.
—Heey, heey, ¿adónde vas?
La pregunta, acompañada de un palmoteo de manos y la alerta de los
tipos armados afuera, me paró en seco. Me parecía increíble. Las veces que
había llegado a ese lugar, la puerta estaba abierta y con paso libre, por lo
que había confiado que esta vez sería igual. Para mi desgracia, estaba
equivocado. No sabía qué responder, se me ocurrió decir que se me había
dañado el teléfono y quería saber cuándo operaríamos nuevamente.
Murmurando entre ellos, tocaron la puerta y llamaron a gritos a alguien. Del
interior de la casa salieron dos tipos que agresivamente me cuestionaron
acerca de mi imprevista presencia y a los que les repetí la historieta del
teléfono dañado. Uno de ellos me dijo exaltado:
—¡Un hijuelagranputa de ustedes, ha andado filmando y
pasando información a las redes, enséñame tu teléfono!
— Creyendo haber resuelto la situación y seguro de que ganaría su
confianza, les mostré mi viejo teléfono «Alcatel», capaz apenas de recibir
mensajitos de textos y sin posibilidad ninguna de tan siquiera una foto.
Hoscos y desconfiados, me hicieron vaciar los bolsillos, yo les remarqué
que lo único que quería era colaborar con ellos en cualquier cosa adentro de
la casa, limpiar, lavar o, aceitar las armas... Me devolvieron el teléfono y me
dieron un mensaje:
—Esperá que te llamen, si vuelves a venir así, a la impresión, no
respondemos,
¿entendiste?
—Increíblemente, durante más de 6 semanas desperdicié numerosas y
valiosas oportunidades como la que hoy, por una sola vez, quería con toda
mi alma, tener: Entrar a aquella maldita casa. Literalmente, daba la vida por
una única oportunidad… Partí nuevamente sin rumbo, me sentía perdido,
sin saber qué hacer. No alcanzaba a entender cómo había podido llegar a
esa espantosa situación.
— Era casi de noche, me acosté en unas bancas al costado de la iglesia
de la Ermita de Dolores, para pensar. Después de muchas vueltas, decidí
refugiarme
en la casa de mi madre, confiando no encontrarme con Cándida, mi
hermana, quien con su hijo César huyendo de las huestes del régimen,
seguramente estaría más que enardecida conmigo al darse cuenta de todo.
Con el corazón lacerado, pasé unos días prácticamente escondido. Por boca
de mi mujer, Esperanza, quien me llevaba comida, me daba cuenta del
desprecio con que de mí se referían familiares, vecinos (para mi sorpresa,
hasta muchos de los que yo tenía por ultra sandinistas) y también, para mi
mayor consternación, me hacía saber del total repudio de mi doliente hija.
—Días después, de madrugada para no ser visto, tomé el primer bus
rumbo a Managua donde un amigo me daría amparo por unos días. Todo el
dinero que había obtenido, lo dejé para la comida de la casa en León. Lo
único que tenía ahora en mente, era irme a donde mi hermano en Guatemala
y para ello, necesitaba alguna ayuda.
UNA DOLIDA VICTORIA
— Fue en el trayecto a Managua, con mi congoja a tuto, que se me
vino a la mente aquella hermosa mujer treintañera que conocí en las
Azucenas, Rio San Juan en 1985, esposa, en el papel nomás, de una alta
figura política del gobierno sandinista de entonces. La recordé cargando con
mucho esfuerzo aquel fusil, enlodada, asustada pero feliz, al lado de mi
gran amigo, Santiago Conrado, su amor furtivo, caído en combate en
Jinotega a finales de ese mismo año. No dejaba de pensar cómo, diez años
después, me reencontré con ella en aquel residencial de Managua, donde en
1995, estuve trabajando de celador de calle. No la reconocía, cuando me
llamó por mi nombre y me dijo:
—Soy Victoria, la burguesita de Managua que daba lástima en los
vergueros de las Azucenas (Rio San Juan, Nicaragua).
— Me costaba creerlo, envejecida, demacrada y sin poder en sus ojos
ocultar el hondo duelo que la embargaba y que luego, en largas horas de
conversación y con la más honda consternación, me relató.
— Descubierta su relación amorosa con mi amigo y repudiada por su
máximo responsable partidario, (hoy día, un multimillonario y despreciable
cómplice del orteguismo), fue ordenada por este, de ir a abortar de
inmediato a Cuba ya que se encontraba embarazada, por primera vez en su
vida, fruto de su relación con mi amigo Jinotepino.
— Cual «zombie» y para su eterno arrepentimiento, Victoria obedeció
la funesta orden del canalla aquel. Eran los tiempos de la sacrosanta
«disciplina partidaria». Ese mismo mes, octubre de 1985, recién vuelta de
Cuba, le tocó atravesar el cruel trance de saber de la muerte en combate de
Santiago quién, culpable por osar explorar piel celeste y prohibida, fue
sancionado y enviado al jinotegano municipio de Plan de Grama, donde una
mina Claymore de La Contra, terminó de una vez con su terrenal
peregrinación.
— Finalmente, algunos meses después, digiriendo aún su personal
tragedia y como concluyendo un trébol macabro, Arístides, un nicaragüense
cercano al equipo de inteligencia del cubano Renán Montero, le pidió el
favor de llevar un paquete sellado, supuestamente lleno de “boberías
cubanas”, a Leo, profesor de una universidad local y hermano de un
sacerdote, políticamente incómodo para el gobierno de entonces. Leo a su
vez, era el esposo de Nidia, una entrañable amiga de Victoria.
— Dos días después, una estupefacta Victoria, sabría del
“descubrimiento” por parte de los órganos de seguridad del estado
sandinista, de un paquete lleno de planos, itinerario de personalidades del
gobierno, detonadores de explosivos, instrucciones para un atentado y hasta
dólares…todo eso, según rezaban las noticias de entonces, «encontrado por
nuestros heroicos órganos de la Seguridad del Estado, en casa del hermano
de un cura contrarrevolucionario a quienes, debe estar seguro todo nuestro
pueblo, les caerá contundentemente todo el peso de las leyes
revolucionarias…».
—Fue la estocada final para una Victoria física, y mentalmente acabada
y peor aún, moralmente derrumbada. En el peor momento, perdía a su casi
hermana Nidia quien, para su desgracia, nunca creyó en la aducida candidez
de su antes amiga y jamás perdonaría, lo que con relativa justeza
consideraba, como una infame traición.
—La llamada “disciplina partidaria”, criadero de borregos y de tan
nefastas consecuencias en la vida de tantos y tantas, convirtió a Victoria en
una mujer triste, solitaria y apagada. Prozac, Valium y otros antidepresivos
junto con litros de cafeína, fueron sus nuevos y permanentes acompañantes.
La solidaria y encomiable ayuda de Humberto, un destacado psiquiatra
nicaragüense, así como el incondicional amor de Glenda, su extraordinaria
y sensible sobrina,
fueron esenciales para ahuyentar de la mente de Victoria, recurrentes
pensamientos autodestructivos.
— Al día siguiente de llegar a Managua, me dio por ir a buscar al
negro Cambell, a quien conocía desde chavalo en León. Fui allí, a las
mismas oficinas del Consejo Supremo Electoral, no obstante, durante los
tres días seguidos que llegué, según su secretaria, el ahora importante
funcionario, permaneció en eterna reunión.
—Tomando un bus al azar, en la parada de Metrocentro, terminé
llegando al Mercado Roberto Huembés. Puesto ahí, después de vueltas y
más vueltas, muerto del hambre, encontré a alguien que me dio chance de
ayudarle a lavar unos buses en la terminal de buses interurbanos. Al final
me dijo que llegara al día siguiente. Esa tarde, después de días de no
hacerlo, por fin volví a comer con cierta decencia.
—Las próximas semanas, entre lavando buses y recogiendo chatarras me
ganaba el día. Mi mayor regocijo era poder mandar dinero para la comida
de mi madre, mi mujer y mi hija, sin que esta última lo supiera. Quizás por
el creciente desempleo, de pronto empezaron a llegar muchos jóvenes,
claramente más ágiles que yo, que se ofrecían a lavar los buses a un precio
menor por lo que, poco a poco, fui siendo desplazado. Terminé durmiendo
entre cartones en la terminal de buses, hasta que un buen día de diciembre
de ese ingrato 2018, un lustrador llamado Venancio, de quien me hice
amigo y supo de mi pena, me prometió presentarme a un hermano de él,
que hacía churros aquí en San José y necesitaba ayuda para venderlos.
Recuerdo que me dijo:
—Mañana va a venir Plutarco mi hermano, decile sí a todo lo que te
pregunte, no te pongás pendejo. Decile que sos tronco de vendedor. Como
es mujeriego, no le gusta contratar varones, solo chavalas, pero ahorita está
con una mujer que lo tiene domado. Pruebe mi hermano, tenga fe.
— Así fue, el hombre aquel llegó y gracias a Dios, le caí bien. Dos
días después salimos para acá. Ilegal y lo que querás, pero aquí estoy,
vendiendo churros y rumiando nostalgias en este parque; así me mantengo y
mando mi dinerito para allá, a mi madre y mi casa, soñando con un día
volver a mi León y poder ver a los ojos de mi hija y decirle, que lo siento,
con todo mi ser, ¡lo siento!.
—Expresarle que su dolor es el mío y que yo también fui víctima.
Víctima de mi cobardía sí, seguro, pero sobre todo, víctima de una inacción
producto de mi perplejidad ante un salvajismo que me tomó totalmente de
sorpresa. Una barbarie para la que jamás me preparé, simplemente, porque
nunca la creí posible. Mientras ruego a Dios que ese ansiado momento
llegue, quiero desde aquí, desde este hermano y solidario país, mandarle a
ella un mensaje:
—¡TE AMO! ¡Esa es mi absoluta verdad!
LA MALDICIÓN DEL
“MANDADO”

“Por el <<Comandante>> muero, por el comandante mato y al que no le


cuadre, lo puyo al rato”
(Rimada cantada por matones a sueldo del orteguismo)
Postrado en una cama del estrecho cuarto donde ahora convalece
y bajo el amparo de su tía Herminia, en una finca no muy lejos del
cantón de Upala, Costa Rica, cerca de la frontera con Nicaragua,
encontramos a Sergio, un sujeto de 37 años, ex chófer de la Alcaldía
de Managua y quien, desde abril a octubre del 2018, participó en la
no muy laboral y menos ejemplar tarea, de asistir a grupos
paramilitares en operaciones de represión y muerte en Managua,
Tipitapa, Las Cuatro Esquinas de Carazo y otros lugares.
Él mismo nos declaró:
«En esto, mi responsable era William, eso que quede claro, yo era un
triste chófer mandado por mi jefe en la Alcaldía que era, La Ardilla Armas.
Ese William, después supe, fue el hombre que mató a Carlos Guadamuz.
Desde que lo vi me pareció un tipo raro, feo, mayato, no sé cómo decirlo…,
da la mano así, de viaje como sin sinceridad, como muñeco de trapo. Con
él anduve llevando y trayendo pandilleros, o sea pues, «tamales» de los
barrios: San Judas, Loma Linda, El Recreo, Camilo Ortega, El 380, Rene
Cisneros y otros. Yo manejaba una camioneta Toyota doble cabina HI LUX,
ploma, andábamos encapuchados. Yo lo que sé y quiero decirles, es que yo
fui mandado de mi pegue, no fue cosa mía».
Con un nivel fácilmente perceptible de cierto retraso mental, por
decirlo educadamente, Sergio, quien desde diciembre del año pasado
fue atacado por una violenta irrupción de llagas sangrantes en su
espalda, piernas y rostro, nos seguía relatando:
—Nos decían que los de la «yunai», los gringos pues, venían a
invadirnos, que los tranqueros apoyaban a los gringos y nos quedaríamos
sin trabajo y usted sabe pues, uno come y tiene que cuidar su trabajo…
La pobreza de argumentos y el evidente déficit educativo y
emocional del entrevistado, vuelve inútil el pretender rebatirle sus
expresiones por lo que mi
acompañante en aquel incómodo y caluroso cuarto, un joven
estudiante nicaragüense exiliado en Costa Rica, casualmente,
también llamado Sergio, compadecido, calla.
—Yo miré subir a los muchachos muertos y capturados a la camioneta;
todos los días la tenía que lavar yo mismo. Varias veces me llené las botas y
el pantalón de sangre y de algo, como amarillo. Fue horrible aquello, pero
mi pegue, era solo manejar y lavar la camioneta, lo que ellos hacían, nada
que ver conmigo ¿verdad, mita?
A cada momento, Sergio, buscaba la aprobación de su tía, una
anciana de rostro bondadoso quien por supuesto, no sabía nada de
las siniestras andadas, mandadas o no, de su nada destacado
sobrino.
—A algunos muchachos, los llevaban del busto José Martí ahí por
Tiscapa, 3 arriba y 3 al lago, en la propia esquina, una casa que es como
Zonal del Frente (FSLN), ahí siempre había un poco de armados, a otros,
los llevaban directo al Chipote, yo les vuelvo a decir, yo solo chofereaba,
nada tenía que ver… Yo estaba en Las Cuatro Esquinas cuando los
paramilitares del retén de ahí, se confundieron, siguieron y mataron a los
dos policías de San Marcos (domingo 1 de julio 2018). Me acuerdo que fue
un domingo, ese día estaban hartándose guaro todos los paramilitares del
retén, porque una “roca” de Dolores, les dio unas botellas de ron Flor de
Caña, para que la dejaran pasar con una mercadería. .. Yo les digo a
ustedes, ella sabe (señala de nuevo su tía), “por esta”, que yo solo
andaba dejando una comida que mandaban de la Alcaldía.
— Esto ha sido una maldición para mí. El 28 de octubre se murió mi
mama, de la nada, estaba sanita, sanita, a los 15 días me apareció esta
“chochada” (las llagas), y en diciembre me corrieron los malditos de la
Alcaldía.
— Yo le prometo a Dios y a la Virgen que si me cura, no me vuelvo a
meter en nada,
«mejor trabajo yo al machete, al ordeño o a lo que “sesella”, a yo era
posero allá, en Kukra»
CARE’CRIMEN
Al despedirnos, un tanto frustrados al no poder sacar información
más exhaustiva y detallada de parte de aquel hombre, Hortensia, la
anciana tía de Sergio, nos ofreció café y asiento en el pequeño
corredor de su casa. No muy lejos, un rústico horno de barro lanzaba
al aire, el olor de las rosquillas que en su interior se horneaban.
—Increíble todo esto, ¿verdad? — Nos dijo la anciana, agregando ser
de la zona de Kukrahill, en la región caribe sur nicaragüense donde,
según nos contó, «por
allá en los años de doña Violeta» (1990), conoció a quien ella llama,
Monchito y que casualmente, resultó ser el hoy infame comisionado,
Ramón, el Carnicero de Masaya, cuando este fue el máximo jefe
policial de esa zona del caribe nicaragüense.
—«Era flaco y altote, mi sobrino Salvador (primo del hoy postrado
Sergio), fue su baqueano y ayudante como por dos años. Fue «endespués»,
que el hombre se descompuso, parece que esa cosa de la droga lo arruinó,
tomaba licor y se drogaba, los ojos se le ponían envidriados. Daba miedo,
se ponía a tirar balazos al aire y a los palos, andaba con mujeres de la vida
y hasta decían, que hacía sodomías con varones macizos y chigüines. Le
encajaron “Carecrimen”, porque en verdad que daba miedo verlo. Casi era
como ver al diablo.
—Eran «pocones de riales, de esos tales dólares», los que mi sobrino le
manejaba. Decían que era de lo que les agarraban a los narcos y cosas así.
Fue allí que Monchito, empezó a matoniar gente.
—Una vez, en un caserío llamado Yucúl, mi sobrino lo salvó de ser
envenenado con pastillas de curar frijoles echadas en una taza de sopa, por
una mujer llamada Lola, que tenía una cantina y a quien Monchito, le mato
un hijo. Mi sobrino vió cuando la Lola deshacía las pastillas. Lo que es
Dios ¿verdad?»
Ante esta última expresión, Sergio, mi acompañante y guía
nicaraguense, conocedor de las criminales acciones del despreciable
“Monchito o Carecrimen” expresa:
—Será lo que es el diablo más bien señora. No creo que Dios proteja a
asesinos.
Ante lo cual, la anciana responde:
—Hay que encomendarse a Dios mijo, él es el de todo —Agregando:
— Desde el huracán Mitch, que nos venimos para acá, no volví a
saber de él, hasta ahora que salió en las noticias, haciendo barbaridades
en Masaya. Ahora sí se terminó de condenar este hombre, ¡Que diosito lo
perdone!...
NICARAGUA EN DUELO

Después de más de dos semanas de estancia en Costa Rica, y surgida la


necesidad de recabar cierta información in situ y también, por qué no
decirlo, impulsado por el gran deseo de visitar nuevamente aquel país, cuyo
drama hoy sacude mis entrañas, decidí partir hacia Nicaragua.
Iba solo, ninguno de aquellos eventuales colaboradores, compuesto por
jóvenes nicaragüenses exiliados en Costa Rica y apenas escapados de la
jauría de terroristas paramilitares que hoy, atormentan su país, se atrevió a
acompañarme.
Con cierta inquietud me enrumbé en autobús hacia la frontera
nicaragüense, la madrugada del 23 de marzo del 2022. Llevaba un temor
pretencioso y sin fundamentos ya que, recordando aquello de que, «de un
gato, un pelo», ¿quién sería yo, a estas alturas para Coatlicue? Seguramente
nadie, a lo sumo, una mísera gota en el mar de sus desvaríos.
Sin mayores trascendencias burocráticas y con la emoción creciendo en
mi pecho, atravesé la frontera de Peñas Blancas.
Minutos después, rompiendo el verde panorama de la campiña,
empezaron a aparecer aquellos repugnantes rostros de los tiranos
nicaragüenses, enmarcados en unos gigantescos rótulos. Poco a poco
empecé a atravesar ciudades, Rivas, Nandaime y de pronto, Granada, la
colonial ciudad, pronta a cumplir sus quinientos años de fundación, la de
los festivales de poesía, la del Padre Cardenal, aquel personaje de boina,
cotona, sandalias y jeans. Aquel poeta de verso profundo y verbo sencillo.
El embajador cultural de Nicaragua, tan incomprensiblemente odiado por
Coatlicue. Dejando Granada atrás, vendría Masaya, la heroica, la de
Marcelo Mayorga, el héroe de la tiradora abatido por el cobarde Goliat de
AK 47 o Dragunov “made in Rusia” en ristre. A medida que avanzaba la
presencia de armados era mayor, unos uniformados de negro a semejanza
de zopilotes y otros de azul, panzones, obesos, horrorosamente deformes,
igual que su alma. Los más, con la ruindad claramente reflejada en sus
grasientos rostros, blandiendo sus armas como enormes pinceles prestos a
dibujar rasgos de muerte. Poco después, el volcán Santiago, el mismo que
con
su infernal aliento, supuestamente inspirara la iniciación a la muerte y al
desquicio a una despiadada Coatlicue.
Acercándonos a Managua, veo a lo lejos el lago y más allá, el imponente
Momotombo, el volcán cantado por Darío. Luego, los primeros chayopalos,
el doble culto público de Coatlicue a las 21 víboras y al erecto órgano de
Satán.
Llegando a la terminal de buses Tica Bus, me esperaba un hombre
delgado, bigote cano, algo pelón y de anteojos. Era Eugenio, leones de cepa
y buen amigo de Orlando mi entrañable amigo nica-angelino. Nos
saludamos, sorprendiéndose él al ver que por todo equipaje, no traía yo más
que un pequeño bolso. Al preguntarme a qué hotel me trasladaría, y al
responderle, no tener idea al respecto, me dijo:
—Por seguridad le recomendaría el Princess o el Intercontinental, son
los mejores, ahí es donde se quedan «los gringos».
Honestamente, lo que menos me interesaba era hotel, frialdad,
aislamiento. Ansiaba calles, entrar en mercados, escuchar gente, ver rostros,
sentir humanidad.
Veremos, veremos —le dije—Me recomendó Orlando el gallo pinto y la
leche agria que venden por un antiguo cine. —le comenté.
—Ahh, el Salinas, la del Vaquero, es por mi casa —me contestó.
Nos dirigimos entonces a un viejo cacharro Hyundai, que
sorpresivamente encendió al primer intento. Empezamos a recorrer calles y
pronto reconocí el hotel piramidal donde en 1989 me hospedé con Zorrillo
y Bodego, los abogados mexicanos, igual que yo, cómplices mafiosos en
aquel entonces, de la hoy autodenominada Cristiana, Socialista y Solidaria
Coatlicue.
Subiendo una cuesta por ahí, el automóvil aquel comenzó a toser como
endemoniado.
—Ahí era 100 % noticias y aquí era el Chipote — me comentó Eugenio
señalando a ambos lados de la calle.
Después de avanzar un trecho y hacer un par de giros, el carro aquel
pegó dos o tres sacudidas y se apagó, a la vez que emitía un sonido similar
al de una olla a presión, dejando escapar vapor: ¡shhhhh!
—Es un “hoyito” que anda el radiador —dijo Eugenio con cara de
desaliento.
Se bajó del carro, levantó el capó (coraza le llamó) y empezó a
manipular y a ensayar respuestas, todo ello, más para tranquilizarme, que
por convicción de resolver la situación. Finalmente, vino el dictamen:
—Lo siento, hay que esperar que se enfríe…
Frente a nosotros, se alzaba una curiosa construcción piramidal de estilo
maya y con un nombre un tanto familiar: «El chamán», más allá, a la
izquierda, un gran edificio de reciente construcción.
—Ese es el nuevo estadio de béisbol —me señaló Eugenio—.
De inmediato le pregunté si no fue de ahí que habían disparado a Álvaro
Conrado, el adolescente aguador a quien la malvada ministra de salud
orteguista, Sonia Castro, habría dado orden de no atender en los hospitales.
Su afirmativa, casi susurrada respuesta, me estremeció.
—De inmediato empecé a caminar hacia el sur, hacia donde Eugenio me
comentó, que era el área de las trincheras estudiantiles. Caminé y caminé,
volví a ver con desprecio aquel vidrioso armatoste que llaman, «Estadio
Denis Martínez» convertido un día, en antro de muerte. Caminaba
emocionado, tocaba el caliente suelo de adoquines como queriendo
arrancarle un poco de la historia que guardaba. El mismo caliente suelo que
supo del sabor y calor de la sangre de aquel casi niño, el mismo que oyó su
aterrador lamento: «me duele respirar, me duele respirar», más allá, más
suelo, más caídos, más lamentos acumulados, más sangre y lágrimas
corridas… 20 de abril, 30 de mayo…,
¿cuántas fechas más faltarán?
Ese día, aquel caliente suelo, unió para siempre mis lágrimas con las de
aquellos nobles, idealistas, pero imprudentes chavalos. Mis lágrimas y mi
esperanza de ver un día a los malvados pagando el fruto de su vileza.
Casi llegando a unos semáforos, frente a la Universidad
Centroamericana, me alcanzó Eugenio en su cacharro. No obstante, me
resistía a montarme, a despegarme del suelo y romper esa especie de cordón
umbilical que, de manera inmerecida, sentía que me unía a aquellos
heroicos pero ilusos cipotes que un día, osaron retar a un sistema criminal.
Finalmente me monté al vehículo. Ante la pregunta de Eugenio de si
seguiríamos en pos del antes dicho gallo pinto, le dije que no me importaba;
en verdad, sentí de pronto haber perdido el hambre y hasta el rumbo. Sin
mucho
preámbulo, le pregunté si podíamos ir a su casa para de ahí planificar qué
hacer. Aquel pobre hombre abrió desmesuradamente los ojos y titubeando,
me dijo:
—Sí, claro, claro…
Empezando entonces él, con un frenesí de llamadas. Se detuvo en tres,
cuatro, cinco ocasiones, simulando revisar las llantas del vehículo para
aprovechar a hablar. A lo largo, yo escuchaba:
—«Poné café “enquesea” mujer, fíate un arroz y alguna chochada, barré
la sala».
Consideré entonces, una tamaña grosería de mi parte estar poniendo a
aquel hombre en el injusto e inesperado papel de anfitrión obligado. Le
manifesté que desistiera de la idea si le causaba inconvenientes.
—Para nada, para nada — fue toda su respuesta.
Unos quince minutos después, llegamos a una humilde casa del Barrio
La Fuente, donde la esposa de Eugenio, Miriam, una mujer morena, delgada
y de unos cincuenta y tantos años, nos recibió con una amplia sonrisa.
Entramos a la casa, en la sala había una niñita de unos 9 años que escribía o
hacía tareas sobre una pequeña mesa.
— Es Daniela, mi nieta —dijo Miriam.
No puedo expresar con palabras la impresión que tuve ante la mirada de
aquella niña, una mirada rara y profunda, en un rostro encantador.
Aunque muy limpia, aquella vivienda reflejaba total falta de
mantenimiento, la crisis económica se percibía al acto. De pronto, apareció
en la puerta de la casa un muchacho con una bolsa de arroz y otra de aceite,
gritando a todo pulmón y para molestia de Eugenio:
—«No fía carne, dice doña Rosa. Ahh y que por favor, se acuerde de
ella…»
Todo aquello me hizo sentir, haber llegado al lugar correcto en el
momento correcto. Una sensación que ningún hotel 5 estrellas me hubiera
brindado. Hablé de corazón a corazón con Eugenio, le dije acerca de mi
cariño a su cuate Orlando allá en Los Ángeles y también de mi urgente
necesidad de contar con alguien de confianza en aquella desconocida
Managua. Le di la mano, una de mis tarjetas de crédito y con ella una
perentoria orden:
—Hágame el favor, compre todo lo que necesite y también, regálele el
más lindo vestido a su niñita.
Cabizbajo, con el rostro enrojecido y como asimilando la situación,
habló con su mujer, saliendo luego ambos de la casa acompañados de
Danielita.
Una hora después, luego que Adán, un habilidoso joven vecino de
Eugenio, activó mi teléfono con las redes locales, empecé a planificar
acciones, resguardado a la sombra de un hermoso árbol de almendras en el
amplio patio de aquella casa.
HECHIZOS EN IGLESIAS
Mi primer objetivo era contactar a “El Negro Toruño”, un ex agente de la
Seguridad del Estado sandinista en los años 80s, coordinador paramilitar
hoy y uno de los ejecutores en 2014 y 2015 de la clandestina operación
Sambrón, la cual consistió en la colocación de centenares de Tlachihuias o
hechizos de magia negra, en numerosos templos evangélicos y católicos de
Nicaragua.
Como se recordará, tal fue una de las demandas que las supuestas
deidades transmitían a Coatlicue a través del chamán Chiquilistá. La idea
era contactarlo a través del número de teléfono proporcionado por Cristian,
un ex policía del regimen orteguista exiliado en Costa Rica.
— «Debe estar en farra de guaro y desocupado, llámelo a ver que le
dice» —fueron las últimas indicaciones de Cristian.
El argumento a utilizar con el tal Toruño, era decirle que yo era un
inversionista extranjero y que alguien me recomendó contratarlo a él como
mi chófer escolta por unas semanas, animándolo con un excelente pago en
dólares.
Finalmente, lo llamé, simulé una forma de hablar de gringo, con pésimo
dominio del español. Aquello no resultó, el Toruño de marras adujo andar
en misión, sabrá Dios de qué tipo. Una llamada a Cristian en Costa Rica,
haría aparecer otro nombre y una dirección: Vidal, El “Chuky”, miembro de
los CPC, los órganos de espionaje comunitarios del orteguismo y quien
radica en un sector de Ciudad Sandino, comunidad cercana a Managua.
Cristian me mencionó, que el personaje en cuestión era un destacado
reclutador de falsos fiscales en los fraudes electorales y que había sido
participante activo, de la operación de nuestro interés, relacionada con los
Tlachihuias en los templos.
No había número de teléfono disponible, por lo que había que irlo a buscar
de manera discreta.
Ahorrando detalles, dos días después, ayudado por las poderosas dotes
persuasivas que el imperialista billete verde tiene entre los matones del
orteguismo, Vidal, un hombre moreno, en sus 40 años, obeso, de poco
hablar y armado con una pistola, de váyase a saber qué tipo al cinto, se
convertía en mi chófer y escolta a bordo de una moderna camioneta rentada,
en la que supuestamente me conduciría para realizar distintas gestiones y
reuniones propias de un potencial inversionista, tal y como se suponía que
era. Por más que justificada precaución, me hice acompañar siempre de
Eugenio, en cuya humilde casa, cual intruso ansioso de afecto, finalmente
me quedé.
Tratando de acercarme al objetivo de obtener la información buscada,
primeramente, en afán de ganar la confianza de Chuky, hablaba en voz alta
con Eugenio de mi gran amistad con Coatlicue y con tres o cuatro
reconocidos personajes más del régimen, así como de mi participación
como espía del gobierno, llenando las iglesias católicas «derechistas», de
centenares de escuchas telefónicas. El contar dinero frente al Chuky fue
también otra táctica para insuflarle codiciosas expectativas. No hacerle
preguntas directas de ningún tipo, seguramente contribuía también a
incrementar su confianza. Al final, pude ver que íbamos por buen camino,
al percibir en él una actitud más relajada y verle una que otra maliciosa
sonrisa, mientras aprobaba con la cabeza mis farsantes expresiones hacia
Eugenio quien, para mi inquietud, solo atinaba a responder:
—¡Choocho! ¡Qué bárbaro! — ¡Choocho! ¡Qué bárbaro!...
Al día siguiente, el Chuky se mostró más animado y locuaz. Después de
un almuerzo, tres o cuatro cervezas, de falazmente ufanarme de mi gran
amistad con un tal Peralta, así como con el Negro Toruño, ambos, según
sabía, responsables de la operación Tlachihuias y también, de presumir
sobre el gran proyecto de espionaje que bajo el auspicio del buen gobierno,
me encontraba yo planificando, el tipo soltó la lengua. Aparte de sus
lastimosas dotes de soplón de barrio, el Chuky tenía “pegada”, es decir,
influencia, con los delincuentes locales, lo cual, fue esencial para el
desarrollo de la operación Sambrón.
Empezó relatándonos:
—En una quinta situada en Néjapa, a un costado de la laguna y sobre un
camino de tierra que va a salir al cerro Motastepe, se preparaban los
paquetes que serían colocados en las iglesias. El acceso a la casona era
restringido, nosotros nos quedábamos en el parqueo, cargábamos los
paquetes que eran como de un papel de aluminio, pero negro, acomodados
en unas bolsas plásticas. Los mismos salíamos a dejarlos a una pequeña
bodega allá cerca del puente de Portezuelo. Ahí, dependiendo del caso, se
reducían como churros para introducirlos a los tubos de unas sillas que se
regalaban a las iglesias seleccionadas o bien, del tamaño de un nacatamal se
camuflaban debajo de bancas de madera con un fondo de Plywood, las que
también se llevaban de regalo a las iglesias.
—Cuando abríamos los paquetes para reducirlos, re empaquetarlos y
acomodarlos, aquello hedía horrible, a perro muerto. Puro alucín todo
aquello, yo nunca entendí para qué put@ era eso, decían que eran loqueras
de la doña. Feo todo, pero ni modo, nos pagaban bien. Ya sellados y
embebidos con una resina café, no se sentía nadita.
—En los casos de iglesias que no necesitaban bancas, la cosa era más
difícil, había que colocar aquello al escamote, debajo de las bancas que
había. Entrabamos con una biblia bajo el brazo como que íbamos al culto,
llevábamos el producto en una bolsa y usábamos una cinta adhesiva para
pegar el paquete debajo de la banca, una cinta jodida que, si te
descuidabas, se te pegaba de viaje en la mano. Me acuerdo que un
mismísimo 31 de diciembre, en una iglesia del barrio Bello Amanecer,
salí con un nacatamal de aquellos, pegado en la mano.
—Otras veces, cuando lo que había eran sillas de plástico de esas
«charrulonas, balurditas» no se podía hacer nada. Las chochadas esas las
metían no sé ni cómo, dicen que hasta en el cielo raso, y en los paneles o
cajas eléctricas pusieron. Yo algunas, hasta las boté en un basurero y dije
que las había puesto. Fueron varios meses de aquello. De ahí fue que saqué
billetes para hacerle la casita a una hija que tengo con una querida en el
barrio San Cristóbal.
Aparentando curiosidad, le pregunté, sin demostrar demasiado interés:
—¿Y cómo eran esos paquetes? ¿Te sobró alguno? Me hubiera gustado
ver uno tan siquiera.
—Qué va, los que me sobraban los tiraba a la basura —respondió.
—¿Sabían algunos pastores o encargados de lo que ustedes hacían? —
pregunté.
—Que yo sepa no, no lo creo, porque entonces no habría habido
necesidad de hacer todo el papelón que se hacía para escamotear aquella
chochada —me contestó, con cierta lógica.
En esos momentos, sonó el teléfono del Chuky quien respondería:
—¿Qué onda estúpido? ¿Cómo? ¿Cuándo?, no sé nada mae, voy a
confirmar con El Negro y te llamo, si hom, te llamo, dale, te llamo...
Aquella llamada me heló la sangre, «¿a qué Negro se referiría? ¿a
Toruño?
¿Cómo reaccionaría aquel delincuente armado y a mi lado, si descubriera
mi falsa trama? Decidí entonces que iba siendo hora de deshacerme de la
necesaria, pero nada grata, presencia del Chuky».
Viendo un poco atrás, considero que fue un error de novato, haber
utilizado el barato argumento ese de conocer al Toruño de marras, ya que
considero haber podido extender más mi tiempo con el Chuky y con ello, el
volumen de información recopilada.
Algo nervioso, atiné a preguntarle sobre la cantidad de personas
involucradas en la operación Sambrón, a lo que me respondió:
—A saber, eso lo manejaba El Negro Toruño, y Orozco que trabaja
directamente con Fidel. Solo yo con uno que le dicen el Ronco, atendimos
como 30 o 40 iglesias, chiquitas y medianas —respondió—. En esos días,
siempre con el Ronco, estuve llevando tanques de esos negros de 200
galones llenos de agua, del plantel de la Alcaldía en Bathaola a la quinta
esa de Nejápa, porque ahí no había agua. Ahí conocí a un «viejitingo»
aindiado, negrito, bajito, de cotona que andaba un poco de collares.
—¿Cómo se llamaba? — le inquirí, intuyendo que podría ser el chamán
Chiquilistá.
—Nunca le pregunté, quien debe saber es El Ronco, él lo conoce mejor,
y hasta me contó que le hizo unos trabajos todos raros al «viejitingo» ese
en un cementerio que está en Cuajachillo, allá por Ciudad Sandino, y unas
«varas» que fueron a enterrar no sé dónde. Supe también que un hombre
llamado Nemesio, que se mantiene reparando tumbas ahí en el cementerio
general, ha trabajado con ese señor.
—¿Qué tipo de trabajos? —pregunté intrigado.
—No sé, dejé de ver al Ronco para esos días, porque el «verga», junto a
un entenado de Paco Diaz, (Jefe de la corrupta policía y ruin
consuegro del tirano Ortega), hijo de una querida que este tiene en
el barrio La Primavera, apuñalaron a un hombre en un bar del mercado
Huembes, de ahí no volví a verlo, se perdió, me han dicho que…
En esos momentos volvió a sonar aquel su maldito teléfono y no me
quedó más que oír con atención sus singulares respuestas:
—Quihubo, Lágrimas, no puedo hablar mucho ahorita. Negras prik,
aquí la ando, ya no sabes pues, siempre al 100, hablemos luego mae, ¿por
dónde?, déjame ver, te voy a
«guasapiar» luego, dale pues…
Entrometidamente, le dije:
—¿Lágrimas? Ja, interesante nombre.
—Ah sí, buena onda el man, me dio a vender una pistola, una Beretta
32.5, está bien “niú”, la tengo en la casa, ¿la quiere ver? Se la puedo traer
a enseñar mañana.
—Pero, ¿y los documentos, los tiene? —le pregunté.
—No hay falla con eso, en dos o tres días se los consigo…
¿Qué oscuro origen tendría la susodicha Beretta 32.5? Peor aún, ¿qué
siniestro historial acumularía en manos de aquellos retorcidos personajes?
¿A quién habrá herido o alguna vez matado?
Finalmente me dijo:
—Óigame, ¿va a necesitar gente para ese pegue del que habló?, yo
tengo gente moridora y probada oyó, pregúntele al Negro Toruño, él le
puede decir…
No me quedó ninguna duda de la clase de gente «moridora» a la que
Vidal, El Chuky, se refería. Sabía que esculcándolo más, podría salir una
mayor cantidad de reveladora podredumbre. No obstante, el permanente
riesgo de que en cualquier momento él mismo se comunicara con El Negro
Toruño o con Tijerino, y descubriera mi falaz trama de ser amigo de ambos,
me hizo despacharlo a media tarde de ese segundo día, aduciéndole
urgencias de último momento que debía atender. Mis palabras finales para
el Chuky fueron:
—Dale pues, ahí te llamo…
Superchería o no, concluí que la clandestina implantación de los
llamados Tlachihuias en incontables templos o iglesias fue una realidad, un
grotesco irrespeto que demostró una gran osadía, y una eficaz capacidad
conspirativa.
¿Qué oscuras consecuencias pudo tener en los fieles de las iglesias
aquella acción, aparentemente hecha a espaldas de los mercaderes de la fe,
aliados del orteguismo?.
¿MOLOCH EN LA HUGO CHÁVEZ?
Deseoso de ahondar en lo dicho por el Chuky, nos acercamos al
Cementerio General de Managua en pos de Nemesio, el personaje
mencionado por aquel, como colaborador del Chamán Chiquilistá. Por
discreción, dejamos la camioneta a pocas cuadras y fuimos a pie.
LETUM NON OMNIA FINIT es la leyenda con la que el amplio portal
del cementerio General de Managua, recibe tanto a sus impávidos,
definitivos huéspedes como a los atribulados dolientes. En la entrada misma
fuimos abordados por algunos sepultureros y acicaladores de tumbas
quienes nos ofrecían sus servicios y a quienes inicialmente eludimos para
luego, aparentando esperar a alguien, iniciar una frívola plática con uno de
ellos, un hombre de mediana edad, rasgos indígenas y quien nos dijo
llamarse, Sixto.
— Ajá amigo, ¿qué tal, ¿cómo está el trabajo? —le pregunté.
—Ahí, mantenidito... días buenos, días malos, pero ahí va —respondió.
— Disculpe, un amigo me habló de un tal Nemesio, ¿lo conoce?
—Pues, el único Nemesio que aquí ha habido es Nemesio Choco, le
dicen así porque le falta un ojo. Ese ya casi no viene, por allá se aparece.
Le estuvo yendo bien al jodido, agarraba unas «bebiatas» de hasta quince
días.
—Espéreme un momento —Nos dice, mientras empieza a llamar a Tito,
un hombre joven que aparentaba andar ligeramente alcoholizado y quien
nos reafirmaba lo dicho por Sixto, agregando que él conocía donde vivía
Nemesio y que con algún pago, con gusto nos lleva al cercano barrio de Las
Malvinas, donde aún vive la exmujer de este último.
Aceptando la propuesta, en menos de 15 minutos arribamos a casa de
Ruth, la exmujer de Nemesio, quien nos recibe de malas maneras, nos dice
no querer
saber nada de todo lo tocante a su ex marido y se niega tajantemente a
hablar con nosotros.
A punto de dar media vuelta, nos aborda un señor mayor a quien
llamaremos Dámaso, padre de Ruth, quien amablemente nos pide disculpas
y nos dice que si es por algún trabajo en el cementerio, tanto él como su
hijo se ponían a la orden, a la vez que nos relataba su experiencia en fosas,
mausoleos y demás.
—Lo que sucede es que Nemesio nos hacía unos trabajos especiales —
argumenté.
Viéndonos con malicia y apartándonos de Tito, nuestro improvisado
guía, el anciano nos dijo sin más preámbulos:
—Lo que sea que Nemesio les haya hecho, conmigo lo habrá aprendido
—agregó—.
— ¿Vienen de parte de Gutiérrez? — Nos preguntó.
No queriendo repetir el error cometido con el Chuky, le fui franco y le
dije que no conocía a ningún Gutiérrez, pero que alguien que no quería ser
nombrado nos había referido a Nemesio y su colaboración con Maximiliano
Chiquilistá, y que deseábamos algo similar…
—Ah, don Maximito, como no, claro. ¿Y qué exactamente desean?
Tan elemental pregunta me desarmó de inmediato. ¿Qué podía
responderle? Yo en realidad no sabía detalles de los tétricos negocios del
Chamán y Nemesio.
Sería Eugenio quien, dejando a un lado su característica timidez, diría:
—La verdad, es que solo somos intermediarios, enviados por una bruja
panameña a contactar a Nemesio, para estar preparados por cualquier
encargo y saber los precios de sus servicios.
Ante tal argumento no pude dejar de notar cierta reacción suspicaz en el
rostro de Dámaso. Quien de inmediato dijo:
—Ah, panameña, pero,¿cómo es que andan a pie?
Intuyendo estar ante una importante fuente de información y sabiendo el
valor de una imagen de solvencia económica en estos casos, procedí a darle
a Tito, el que tipo que nos llevó hasta Damaso y a la vista de este, un billete
de
20 dólares, agradeciéndole por sus servicios e invitando al primero a comer
donde quisiera para hablar de negocios. Pasando previamente a recoger por
el parqueo, la reluciente camioneta Toyota Prado, que días antes había
rentado, vehículo que en Nicaragua, es mayormente el símbolo de los
prosperados de cualquier signo político o religioso.
Después de ponerse su mejor camisa y de oír mientras salía, algunas
bromas que a gritos le proferían un par de vecinos que habían estado
pendientes de su conversación con nosotros, Dámaso nos acompañó a
recoger el vehículo. Hombre de raíces sencillas, nos indicó sentirse mejor
en una «comidería», que es como llaman en Nicaragua a los mesones
populares.
Finalmente, ni el ambiente bullicioso del mesón ni por supuesto el
momento de comer, fue el apropiado para hablar de los mortuorios
menesteres que Dámaso junto a su yerno Nemesio, hicieron para el chamán.
Es así, que inmediatamente después de comer, Damaso nos sugirió ir a una
plazoleta en el interior del mismo cementerio.
Después de sortear nuevamente a los ofertantes de servicios de la
entrada, nos ubicamos bajo unos frondosos árboles desde los cuales eran
visibles unos viejos mausoleos exquisitamente tallados en mármol.
Verdaderas obras de arte, algunos de ellos, de hasta 80 años de antigüedad.
Damaso nos expresó:
—Lo que más nos encargaba don Max eran calaveras, exigiendo que las
mismas tuvieran su dentadura completa; por cada una nos daba hasta
5,000 córdobas (unos 150 dólares). No era fácil oyó, de diez que
ubicábamos una daba la talla, el resto no. La última vez que le vendí una,
fue hace como seis meses (octubre 2021), no sé si Nemesio le habrá
vendido más en estos meses. Mire pues, yo le cobraría a usted 8,000
córdobas por lo menos, por cada una. Eso sí, le garantizo calidad.
Las anteriores expresiones de Dámaso me asombraron por la frialdad
con las que las decía, era cual si estuviera hablando de conseguir una rara
antigüedad o un agotado libro. Nuevamente Eugenio tomaría la iniciativa
diciendo:
—¿Y cómo lo hacían?, porque en verdad, no queremos meternos en
problemas.
—No se preocupe yo arreglo eso, con billetes baila el perro. Hablando
de tres o cuatro encargos, yo se las entrego donde ustedes me digan —
respondió al acto Damaso.
En otro punto de la conversación, Dámaso nos relató que sus diferencias
con Nemesio fueron a partir de que este último, lo relegó de todos los
encargos, que a mediados del 2020, le hiciera el anciano Chiquilistá.
Fue entonces que nos describió una serie de ofertas de trabajos similares
a los hechos, no sólo al consentido Chamán de Coatlicue, sino que también
por encargo de otros brujos posiblemente asociados a esta última,
incluyendo en esto, a varios otros cementerios de Managua y sus
alrededores.
Poco inclinado a alimentar morbo, no describiré aquí toda la larga oferta
de macabros servicios descrita por el anciano Dámaso, quien nos dijo
también, que su yerno Nemesio, años atrás había participado en algunos
entierros tanto en la rotonda Hugo Chávez como en un centro ceremonial de
Chiquilistá, ubicado en un exclusivo reparto llamado Las Cumbres, entre
esos entierros enumeró calaveras y curiosamente también, un pequeño ídolo
que él llama
«Mochol» y que por la descripción hecha (un demonio con cabeza y
cuernos de toro) supuse que se referiría a «Moloch» una réplica del cual
pude ver, tres décadas atrás, en el cuarto de rituales de Coatlicue, en su
residencia de Ciudad de México.
EL CAMPANARIO DE MOLOCH
Damaso nos relató que un ídolo del referido Moloch, pero de unos seis
pies de altura fue enterrado por su yerno Nemesio, exactamente en la base
del actual Campanario de Managua, frente al Cine Gonzales, ubicado
curiosamente, en el mismo sitio donde Coatlicue asevera haber sido
abducida en la segunda ocasión en 1976. (La primera supuesta abducción
de Coatlicue, ocurrió frente al monumento a Darío en el Parque Central).
Damaso, más enfocado en el bendito dinero que dejó de ganar con
Chiquilista, nos expresó:
—Fueron “pocones de riales” los que el bandido de mi yerno agarró de
unos entierros que se hicieron en la base del Campanario, ahí frente al
Gonzales. No es justo amigo, si el cliente (Chiquilistá) era mío yo fui el que
se lo presenté. Todo se lo hartó en guaro, de ahí vinieron los problemas con
su mujer, mi hija, hasta que se dejaron.
Picado por la curiosidad, le sugerí a Damaso que se olvidara por un
momento de sus pleitos con Nemesio y nos diera detalles de los entierros en
el mencionado campanario, a lo cual, nos relató:
—Legítimamente, yo no trabajé ahí porque el ingrato me apartó, pero
vine como tres veces acompañando a mi hija quien le estaba reclamando
dinero para la comida del niño, hijo de Nemesio. Este trabajó como unas
12 noches ahí en eso y las zanjas las hicieron con un tractor de la Alcaldía.
¿Doce noches? —pregunté extrañado.
—Ah claro amigo, estos trabajos solo son de noche que es cuando no
hay gente, ni en el cementerio ni en el lugar donde se hace el entierro. En
una de esas venidas, de madrugada, fue donde vi el gran ídolo ese, lo
tenían debajo de una gran carpa azul primeramente y después fue que lo
miré, ya a medio enterrar, al lado arriba de la base (lado este) antes que le
hicieran la llena de concreto a la tapa de la bóveda.
Como detalle curioso, Dámaso nos relataba que todos los entierros se
hacían “de lado arriba”, (este) esto es, señalando hacia la salida del sol, tal y
como se señaló en un punto de la anterior entrevista con Dharma.
Para finalizar, Dámaso nos contó que su primer trabajo con Chiquilistá,
fue alrededor del año 2014 en la propiedad de Nejapa ya referida
anteriormente por alias Chuky. Indicó que tal trabajo se realizó en tres
noches y que Nemesio, junto a a un hombre del barrio Acahualinca de
Managua, a quien le dicen el Ronco, sigilosamente habían acomodado y
luego sellado, una especie de bóveda ahí mismo hecha. Casi en susurros y
con mal disimulado temor, nos habló de una especie de cabra con plumas,
que también habría sido enterrada ahí.
Creyendo haber obtenido lo que pudimos de boca de aquel anciano de
quien, para protegerlo, tanto su nombre real, fechas de supuestos trabajos,
ubicación y verdadera filiación con Nemesio, han sido cambiados, nos
despedimos.
Aunque mi personal experiencia me hace creer en la mayor parte de lo
aseverado por Dámaso, debo remarcar mi imposibilidad de confirmar la
verosimilitud de tal relato.
DANIELA Y SU INTERNO MIRAR
De vuelta en casa de Eugenio y disponiéndome a planificar la próxima
acción, oigo la animosa voz de Miriam, anunciando tener ya preparado un
“indio viejo” que no podía esperar. Nos sentamos los cuatro en una pequeña
mesa de plástico y de inmediato observo a Míriam tomando de las manos a
Eugenio y a Daniela, para disponerse orar y dar gracias por aquella comida;
piadosa costumbre que yo no hacía desde mi niñez. Es en ese preciso
instante, que siento la mano de aquella niña sobre mi brazo, buscando al
tanteo como tomar mi mano y mostrando una leve sonrisa de satisfacción al
lograrlo. Debo decir que me ericé de pies a cabeza al presentir lo que
pasaba con ella, tomé ahí mismo la mano de Eugenio, cerré mis ojos y oré
con ellos.
Concluyendo la breve oración de gratitud, abrí los ojos ansioso de
comprobar que me equivocaba. Miré entonces a Daniela tomar la cuchara y
llevarse la comida a la boca con calculada precisión, mientras mantenía
fijos al frente, aquellos sus deslumbrantes ojos. Apreté entonces con fuerza
el brazo de Eugenio y apenas abriendo los labios, le musité, señalando a la
niña, un casi inaudible:
—¿Qué le pasa?
Fue cuando escuché entonces la temida y susurrada respuesta:
—¡Es ciega!
Apenas si disfruté aquel bendito indio viejo, tan alabado y añorado por
Verónica allá en casa. Conmovido, no dejaba de apreciar con la mayor
ternura a aquella criatura de augusto rostro. Su soltura, educadas formas y
digna actitud, eran sencillamente admirables.
UNA TOCAYA DE AGALLAS
Nacida en una comarca cercana a Malpaisillo, municipio de León,
Nicaragua, Míriam, la esposa de Eugenio, era una de 11 hermanos, hijos de
Flor y Evaristo, cocinera y peón de hacienda, respectivamente.
Entre pastoreo y ordeños de vacas al filo de la madrugada, cortes de
algodón o «moticheo» de yuca, no hubo tiempo para el estudio hasta que
Francis, la joven esposa del hijo de uno de los hacendados locales,
embarazada y necesitada de una asistente, se llevó a Míriam a Managua a
sus 14 años.
Míriam nos contó:
—Me acuerdo que fue «despuesito» del terremoto del 72, yo lloraba y
lloraba, viera usted, me hacía falta mi monte, mi mamá, treparme a los
palos, jugar en la lluvia, correr y correr, porque yo era bien «chimbarona».
Fue duro adaptarme, veía que la gente en la ciudad no saludaba, eran fríos y
empurrados. Me dije, bueno, esta mujer que “pare” el cipote y yo que me
vuelvo a mi lugar.
— En esos días, llegó a la casa una mujer maciza, gata, ojos verdes, cara
seria, madrina de Francis, quien me quedó viendo rara y me dijo:
— «Eso es curtido que andás ese cuello chavala, te voy a traer un buen
paste y jabón».
— No le contesté nada, me miró a los pies y cuando quiso decirme algo,
«pegué el arrendón», di media vuelta y me metí a un cuarto a llorar de
cólera. Salí cuando supe que la mujer aquella, se había ido.
— Dos días después, aquella mujer gata volvió, vi que venía con una
bolsa. Al pasar frente a mí le di la espalda, me preguntó cómo me llamaba y
no le respondí.
— «Bueno pues, malcriada, ahí te dejo esa bolsa», — me dijo.
— Decidida a no agarrar nada de ella, me fui a mis quehaceres, en eso
oigo a la mujer aquella detrás de mí, decirme:
«¡Ajá Miriamcita!, si hasta somos tocayas, bandida, ya me dijeron. No
esté enojada mi muchachita, usted ya es una mujercita y debe cuidarse mi
amor, eso es todo. Te voy a comprar unos vestidos y ya sabes, tenés que ir a
clases, a como sea debes estudiar, en unos días vuelvo, enojona, ¿me
oíste?».
— La bolsa aquella contenía champú, jabones, una crema Ponds, un
paste con esponja y un par de sandalias. El nombre de aquella mujer gata y
voz ronca, era Míriam Argüello, abogada y política conservadora. Desde
aquel día, fue mi segunda madre, mi ángel, mi amiga. Gracias a ella
aprendí a leer a los 15 años con profesora pagada. Gracias a ella también
aprendí cocina y repostería. Ella me enseñó que una mujer puede salir
adelante sin un hombre al lado. Hasta aprendí a hacer arreglos florales con
ella. Me enseñó tantas cosas. Cómo lloré y odié a estos malditos del
gobierno, cuando la apresaron y denigraron como un animal enjaulado, en
Nandaime en 1989. Luego en los 90, veía las burlas hacia ella en la
televisión sin que las tales feministas dijeran nada. Por eso me arrecha que
este par de idiotas, mi marido y mi hijo, le hayan puesto Daniela a mi
muchachita, en honor a ese degenerado, a ese criminal que nos tiene en
esta desgracia.
—¡Baja la voz mujer, baja la voz! —dijo un Eugenio alarmado ante una
encendida Míriam.
Sentada aparte, Daniela oía y sonreía con sus ojos abiertos, todo el
tiempo enfocados, en su seguramente, colorido y maravilloso universo
interno.
LAGRIMAS DE SANGRE (Mariana
en su Gólgota)
No recuerdo exactamente cómo, la plática sostenida con Eugenio y
Miriam, derivó hacia el estado de salud de Mariana, una vieja amiga de
ambos y madre de Alex, un joven de 21 años asesinado el 2 de mayo del
2018 a pocas cuadras de la universidad UPOLI y a quien Miriam deseaba
visitar después de meses de no hacerlo y de paso, llevarle un viejo y más
que dudoso glucómetro que Mariana les había solicitado.
Dos días antes, en un mesón o comidería callejera cercana al barrio
Ducualí, costado norte del colegio público Luxemburgo, (Managua)
Eugenio me había señalado discretamente a la madre del joven Jarod
Ramírez, asesinado por paramilitares orteguistas en su propia casa, la
misma donde está la comidería, la media noche del 20 de junio 2018.
Ajetreada en su labor, aquella mujer, falda negra, camisa blanca, vestía
luto a casi cuatro años de la tragedia. No pude si no conmocionarme y en
silencio, no dejaba de mirar con una mezcla de profunda pena, admiración y
el más sincero respeto a aquella mujer. Sólo imaginarme su dolor me
estrujaba el corazón. Sentí un gran deseo de abrazarla, de darle mis
respetos, pero a la vez, sabía que solo reabriría su inmensa herida. ¡Adiós
hambre!, tomé un café especialmente amargo, nos empacaron la comida y
nos marchamos.
Tocado por la anterior experiencia y oyendo hablar a Míriam sobre la
madre de otro asesinado por órdenes del par de tiranos, no dudé en ponerme
totalmente a la orden para llevarla y también, asistir en lo que fuera
necesario a una de aquellas a quien justamente considero como las grandes
víctimas de la tragedia nicaragüense: Las madres de los centenares
de asesinados por las hordas criminales orteguistas.
Una hora después, a eso de las cuatro de la tarde, salíamos todos a la
casa de Mariana, ubicada en el barrio “Los Laureles”, al este de Managua.
—¡La sangre de Cristo!, Miren como le han manchado la casa a la
mujer estos desgraciados.
Tal fue la expresión de Míriam al momento de llegar a la casa de
Mariana, su amiga y madre del joven asesinado y observar una tenue capa
de pintura celeste sobre la pared de la humilde vivienda, intentando cubrir
unas letras negras irregularmente escritas que rezaban: “GOLPISTAS” y
otra con la expresión “DANIEL ZEQUEDA”.
Ver aquello me enardeció. ¡Indignante! ¡Despreciable!
Un niño, un perro detrás de este y una muchacha salieron de la casa,
acercándose curiosamente al vehículo, del cual se bajó primeramente
Míriam y luego, un tanto tímidamente, Eugenio, Danielita y yo.
Una mujer joven, de anteojos, largo vestido y con una biblia en la mano
que se nos presentó como Helena, hermana en Cristo de Mariana, nos
recibió e invitó a pasar a la sala donde lo primero que observamos era una
gran foto de Alex, el asesinado hijo de esta última. Frente a la foto, dos
veladoras demostraban la permanente veneración al hijo caído. Nos
sentamos, Miriam pasó más adentro, a uno de los aposentos donde reposaba
Mariana.
— Estuvo bien mal ayer, se le subió horriblemente el azúcar, y se le alteró
la presión.
—Ha sido duro esto, la voluntad de Dios es la que nos mantiene — nos dijo
Helena, miembro de una iglesia evangélica local, de las que un grupo de 11
mujeres, en un admirable gesto de solidaridad humana, se dividen en turnos
de doce horas diarias, para asistir a su desvalida hermana. Hermoso y
conmovedor, me faltan palabras para describirlo.
Minutos después salió Míriam, tomada de la mano de Mariana, una
mujer blanca, ojos azulados, de rostro noble y altivo, con una expresión que
reflejaba claramente un trance de profundo dolor, pero a la vez, un aura de
formidable convicción espiritual. Su caminar pausado, no disminuía su aire
de dignidad. Un olor a santidad, una atmósfera de solemnidad imposible de
describir desde mis limitaciones narrativas, inundó aquella sala. El rostro de
Daniela, sus grandes y expresivos ojos, hacían juego con su ahora
circunspecta y atenta expresión.
Nos presentamos.
Oriunda de La Trinidad, Estelí, vicisitudes económicas producto de la
separación de sus padres, la hicieron recalar en Managua, a finales de los
años 70s, específicamente en el colegio y casa de acogida para niñas, “Casa
Nazaret”, bajo el amparo de su magnífica directora, Crisanta Sacasa, el
mismo lugar donde conoció a Miriam y donde, dedicada a labores piadosas,
se mantuvo hasta 1994 cuando, a sus 29 años, cedió a los galanteos de Luis,
chófer y asistente del entonces corrupto director de Coprosa, Roberto Rivas,
el mismo y perverso cómplice de los fraudes electorales del tirano desde su
flamante puesto de presidente del Consejo Supremo Electoral.
Para pena de Mariana, Luis, padre de sus dos hijos Luis y Alex, este
último el menor, nacido en diciembre de 1996, resultó ser un irresponsable
mujeriego y alcohólico, por lo que luego de escasos tres años de
tribulaciones se separaron, viéndose entonces Mariana con el reto de sacar
adelante, ella sola, a sus retoños. Sus habilidades en la elaboración de
dulces y cajetas supieron solventar las necesidades de su hogar, hasta ese
aciago día de mayo del 2018.
Puedo jurar aquí, que no tenía la más mínima intención de irrespetar el
duelo de aquella mujer con preguntas que, por las circunstancias, serían
claramente impertinentes. Sentado y en silencio, no hacía más que apreciar
con la mayor reverencia, la imagen de aquella madre sentada frente a la foto
del hijo asesinado y quien, finalmente nos expresó:
—Fui su ángel de la muerte. Él iba para Costa Rica a trabajar con su
papá y su hermano Luis en una hacienda que “don Roberto” tiene allí. Yo
lo detuve, me aterró que se me fuera; no quise separarme de él unos meses
y ya ve, se me fue para siempre, mi muchachito lindo. Días antes de que lo
mataran, me había prometido dejar de una vez ese bendito fútbol y
dedicarse por entero a sus descuidados estudios en la UNI.
— El miércoles, 2 de mayo, como a las tres de la tarde lo mandé a
comprar una canela y nuez moscada aquí al Iván (mercado cercano).
Dieron las cinco y luego las seis de la tarde y no volvía, muy molesta y
atrasada con unos encargos, solo pensaba en la regañada que le daría, en
cuanto nomás lo viera entrar.
— Ya inquieta, poquito antes de las ocho de la noche, oí el ruido de
una moto frente a la casa, me salgo y veo a Minchito, el hermano de
Azucena, (novia de Alex) quien, caminando apurado, me dice:
«Capturaron a Álex en el cruce de Villa Progreso, lo golpearon y montaron
a una camioneta, venía con unos estudiantes de la UPOLI, todos se
corrieron, sólo a él lo agarraron».
— Ahí empezó mi calvario. Con ayuda de mi vecino taxero, el
hermano Alberto, fui como a cinco estaciones de policía y amanecí en el
portón del Chipote. Ahí me consolé un poco al ver a otras madres en mi
misma situación. Todas estaban esperando saber de sus hijos y comentando
que el día anterior la policía había liberado a dos muchachos. Cada vez
que veíamos venir hacia el portón a algún policía así, como con un papel
en la mano, todas nos entusiasmábamos para de inmediato,
decepcionarnos. Luego vimos que era un juego, una macabra burla, viera
como se carcajeaban, lo hacían adrede, nomás que para llenarnos de más
angustia y desesperación. Un señor que tenía días ya de estar ahí, dijo que
era una forma de tortura psicológica. ¡Malvados!
Fueron tres días terribles en aquel portón, sin bañarme, casi sin comer y
aparte de la malacrianza y la burla de los guardias, soportábamos a unos
muchachos de la Juventud Sandinista que se habían llegado a poner frente
a nosotras y que nos gritaban barbaridades. Un señor de un organismo de
los Derechos Humanos que llegó hasta el mismo portón, nos preguntó si ya
habíamos ido a la morgue. No quise ni pensarlo, de inmediato me aparté de
él y lo miré de mal modo. Otra madre hasta lo trató al pobrecito.
— La muerte era una posibilidad que nadie, nadie quería aceptar. Al
tercer día, muy a las once de la mañana, veo venir a Luis, mi hijo mayor,
venía llegando de Costa Rica, nos abrazamos, lloramos juntos, fue un
enorme alivio tenerlo, recuerdo que me dijo: «Seguro que lo tienen preso
mama, serénese, en cuanto lo saquen me lo llevo y usted también se me
viene»— Sí mi muchachito— le dije.
— A sus ruegos me vine para la casa a eso de las tres de la tarde,
tenía casi tres días sin bañarme. Como a la hora, tenía aquí a toda la
cuadra y a las hermanas de la iglesia dándome ánimo. No creí que iba a
poder dormir, pero la verdad, una vez que todos se fueron, oré y de
inmediato me dormí, habían sido tres noches de desvelo. Al día siguiente, a
eso de las cuatro de la mañana, ya estaba en pie, alistándome para irme al
Chipote y cocinando un arroz que le llevaría a Luisito, cuando en eso, oigo
un ruido y unos golpes en la puerta. Me alegré ante la posibilidad de que
fuesen mis hijos, aunque también, el suave tocar y el no oír su
acostumbrado: «mamá, mamá ábrame», me hizo dudar.
— Al abrir la puerta, veo a Azucena la novia de Alex, con los ojos
enrojecidos, más atrás, recostados a un vehículo, a su madre y a su
hermano, cabizbajos.
— De inmediato lo intuí, sentí un escalofrío y el latido del corazón en
mis sienes. Titubeando, casi sin poder respirar y pidiéndole al cielo
equivocarme, le pregunté: — ¿Qué fue? ¿Qué fue?— No me contestó.
—Decime, decime, — ¿Qué pasó?— le exigí que me respondiera.
— Al bajar ella la cabeza sin contestar, corrí a la calle, hacia su
madre y su hermano, este último, fue el que halló el valor de decirme con
voz temblorosa:
— Alex está en Medicina Legal— No queriendo entender, hallé
fuerzas para preguntarle: — ¿Herido?— Fue cuando de su boca brotaron
aquellas espantosas palabras:
¡Fallecido, en la morgue!
— Fue como si mil rayos me golpearan de una vez, me sentí caer en
un abismo.
— Instantáneamente se me doblaron las rodillas y ahí mismo me
derrumbé, arañando el suelo grité, grité y grité, clamé a Dios y le dije: «No
diosito lindo, no, eso no padrecito, eso no…»
— Me sacudía como cuando estás en una horrible pesadilla de la cual
quieres despertar, luego supe que era real, mi hijo, mi tierno, carne de mi
carne, sangre de mi sangre, alma de mi alma, estaba muerto, muerto.
— No hay palabras para describir aquello, no las hay. Es como un
gran puñal atravesándote las entrañas. Un dolor, el más inmenso de los
dolores, y aquella pregunta sin respuesta; «¿Por qué? ¿Por qué Dios mío?».
— Pedís, rogás, clamás por devolver el tiempo, sentís entonces, en
toda su dimensión, la impotencia humana.
— Enterré a mi hijo el martes 8 de mayo del 2018. El día más triste
de mi vida. Un espantoso dolor que no se lo deseo a nadie. Luego viene la
desolación y la lucha por resignarse y también, la batalla para que el odio
que conlleva el sentimiento de ser víctima de una atroz injusticia, no te
envenene el alma.
Son dos, quizás tres, pero, creame
amigo,
¡verdaderos malditos!
Una mujer irrumpe por la puerta saludando con amabilidad a todos los
presentes, a la par que expresa ser la hora de chequear niveles de presión
sanguínea y glucosa a Mariana. Son las cinco en punto de la tarde, en esos
momentos, Miriam recuerda haber olvidado en casa el viejo glucómetro que
planeaban traer a Mariana.
Discretamente y por supuesto, conmocionado, luchando por no llorar
ante tan dramático testimonio, me levanto y observo el pequeño patio de la
casa.
Imagino ahí a Alex, veinte años atrás, correteando de niño, luego salgo a la
calle donde Eugenio conversa con un hombre de unos sesenta años, en short
y camiseta. Es Alberto el taxero, el solidario vecino de Mariana, testigo de
su drama y de las canalladas de verdaderos desalmados que no han tenido
reparo alguno en ofender y acosar a Mariana, pasando incluso por colocar
repugnantes pintas alusivas al tirano, así como amenazas directas.
Alberto nos expresó:
—«Son dos o tres alimañas, clones absolutos de Ortega. En el barrio los
odian, pero también les tienen miedo. Se manejan armados y no le niegan
la bala a nadie. Son vagos de profesión, hace cuatro años se mantenían en
la rebusca de la marihuana y el trago de guaro, asaltaban con cuchillos ahí
por la terminal de la 102, ahora tienen motos, los vienen a traer en
camionetas y ostentan dinero. Últimamente, con total descaro, andan con
uniforme de la policía.
— Yo y mi esposa le hemos suplicado a Mariana que mejor se vaya,
pero ella prefiere morir aquí, donde su hijo dejó el ombligo, donde ha
encontrado verdaderos hermanos porque créame amigo, no tiene idea
usted, del corazón de esa mujer. Cristiana y generosa de toda la vida.
Cuando estaba con sus cajetas y manejaba sus «bollitos», a quién no le
hizo favores. Yo mismo en mis farras de guaro supe de su cariño, de sus
consejos. Igual era el muchachito ese. A él lo matan por ir a dejar un pan y
unas sardinas a la UPOLI. La mamá lo mandó al mercado, al Iván, y el
«vaguísimo» se fue a dejar esa comidita a los muchachos que protestaban,
ahí lo secuestraron estos criminales.
— Le mataron al hijo y ahora hostigan a la mujer. No se imagina
cómo me hierve la sangre al oír sus ofensas y amenazas contra la pobre
mujer. Ahí le vivo, borrando las chanchadas que le ponen los hijos de la
gran puta»
Con Eugenio de frente, le pido a Alberto que le pregunte a la señora
enfermera, qué necesidades inmediatas tiene Mariana. Mi conciencia me
exigía ser mínimamente útil ante aquella gran mujer. En ese momento,
Alberto nos dice:
—Ni pierda su tiempo amigo, hasta se ofende si se lo dice. Es terca,
terca.
—Aquí han venido unas monjitas de El Salvador, que la conocieron
cuando ella estuvo en Casa Nazaret, a llevársela o a dejarle lo que sea y no
acepta; el hermano Esteban, dueño de una ferretería y que llega a la
iglesia, le ofreció hacerle un murito con verjas frente a la casa para que
estos degenerados respeten un poco más, pero nada, dice que aceptar eso
es
como lucrarse de la sangre de su hijo. Lo más que nos recibe son unos
bocaditos que le pasamos nosotros o que le llevan las hermanas de la
iglesia que la cuidan. Sus medicinas, la luz, el agua y resto de sus cositas
las suple de lo que le manda su otro hijo, Luis, de Costa Rica».
Media hora después, salía de aquella casa conmovido, inmensamente
conmovido. Impresionado del estoicismo de aquella mujer que se me
asemejaba a María. Nuevamente María, haciendo suya, viviendo, en todo el
sentido de la palabra, el calvario del hijo crucificado.
Aquella mujer me transmitió nítidamente la inmensidad de su dolor,
demostrandome con él, cuan profundo podemos los humanos descender en
afán de satisfacer nuestras desquiciantes ambiciones.
¿Tendrán alguna idea los paramilitares en Nicaragua de todo el dolor que
sus incontables crímenes han causado?
¿Cuántas Marianas - Marías más harán falta para saciar la sed de sangre
de los tiranos en Nicaragua?
UN SOMBRÍO ADIÓS
Una preocupante recaída en mi salud, producto de mis semanas de
alejamiento de las sesiones clínicas a las que estoy obligado, me hizo
concluir que mi tiempo en Nicaragua había terminado. Aunque se dice fácil,
tremenda tarea fue pretenderme despegar de esa tierra a la que la
imprevisible marea de la vida me lanzó.
Pretextando imaginarios contratiempos atrasé un par de días mi partida.
Luego, el conocer que Miriam necesitaba tener noticias de sus ancianos
padres quienes viven en una empobrecida comunidad cercana a Larreynaga,
carretera León – San Isidro, me hizo ponerme a su orden para llevarlos,
saliendo a primera hora del domingo 3 de abril.
Con Eugenio al timón, minutos después de atravesar el caos de
Managua, estábamos sobre la llamada carretera “Nueva” a León,
embelesados con la belleza del Lago, el Xolotlán y el grandioso volcán
Momotombo, vistos desde un mirador donde Eugenio me señala los
vestigios del otrora trayecto del tren, el mismo desde el cual Darío
observaría al “ronco y sonoro” volcán. Minutos después, Nagarote y sí,
inevitable, sus «quesillos».
Al hermoso paisaje afuera se le sumaba una, en verdad, sublime visión a
mis espaldas: la majestuosa, encantadora faz de Danielita.
Esos pasados días, en mi personal mezcla de tristeza, indignación,
desconsuelo, sumado a la mal disimulada angustia por un problema de
salud de oscuros pronósticos, ver aquella caríta de eterna satisfacción de
Daniela, su risa alegre, su voz de jilguero, su diafana expresión de
magnificencia, era sin duda, una exquisita bocanada de brisa fresca.
Ciega, prácticamente aislada de amiguítos, apenas atendida por una
voluntaria profesora sabatina de lenguaje Braile y en medio de las
limitaciones de sus amorosisimos abuelos, con todo eso a cuestas, Danielita
ríe, canta y hasta da sensatos consejos. En medio de su aparente soledad y
total oscuridad, su rostro de permanente satisfacción es como un alegre,
vivaz cortejo a la vida.
Me pregunto una y otra vez, ¿Cómo es eso posible?
Condenada a nunca ver un ocaso, el esplendor de una luna llena, o la
colorida belleza de la vida toda, aún así, vive como en un mundo de
perpetuo gozo, uno donde florece la vida y no existe el dolor.
Esas sentidas reflexiones llenaron mi espíritu durante aquel viaje.
Por fin llegamos a la casa de los padres de Míriam quienes, (para mi
fortuna a como a continuación se verá) no estaban ahí sino que en otra
comunidad llamada Las Mangas, unos 50 kilometros al este, siempre sobre
la carretera, buscando Matagalpa, la misma ciudad donde se asienta el
púlpito del digno, estoico, valiente, Padre Rolando Alvarez, tan odiado por
las criminales huestes orteguistas, como consecuente él con su misión y con
su fe.
Llegando a la referida comunidad, le indican a Míriam que debe ir
caminando un par de kilometros para llegar hasta donde se encuentran sus
padres. Partieron ella, Danielita y Eugenio hacia el lugar indicado,
permaneciendo yo en el vehiculo.
Unos niños que curiosos se acercan y un amable anciano que me invita a
la fresca sombra de un gran Ceibo, terminaron de hacer memorable este
viaje, dando lugar al breve relato con el que culmino esta concatenación de
vivencias.
GUERRERA DEL AMOR
Como punto final a este tortuoso, accidentado mamotreto y el
deprimente mar de perversiones que he tratado de describir, salta una gota
de inspiración en la figura de una pequeña heroína, que en medio de
limitaciones y desesperanzas, no duda en plantarle cara a la vida, en su
lucha por llevar pan y luz, a «tres docenas y un par de sus pequeños
hermanos».
Agustina Soledad Ríos Alegría, nombre premonitorio que etiqueta a
cabalidad su augusta dignidad y presencia en la soledad de las montañas
que a diario atraviesa, camino a la elevada y montañera escuelita «Las
Nubes», hasta donde lleva porciones de alegría a 38 niños de la abandonada
comunidad «El Cielo», a 11 kilómetros al norte de Las Mangas,
(Matagalpa), cerca de donde ella vive.
Diariamente, además de revisar tareas y planificar clases, Agustina
prepara 38 raciones, «engañitos» les llama, de pan untado con soya,
cuajada, frijoles o por último, lo que haya a mano según dice, los cuales
lleva de merienda a sus alumnos. —
—Mejor no voy si no les llevo nada — afirma
—Viera como agarran el tuquito de pan, me dan tanto pesar.
—¿cómo van a estudiar con hambre?
Allí no hay trabajo y escasea la comida, es difícil. Aunque sea por el
bocadito, los hago que lleguen y aprendan algo, aunque mi tristeza es que a
los 11 o 12 años, casi siempre abandonan de viaje la escuela, se van a
trabajar, al machete o a lo que sea y hasta ahí llegaron.
Con 39 años de edad y 21 años de ser lo que llaman maestra rural,
Agustina, una mujer bajita, morena y afectada en su niñez por la
Poliomielitis, que le hace cojear una pierna, pero no el corazón ni el alma,
se define como una cristiana militante que detesta la política y que cree que
sólo la educación y la promoción de valores morales, podrán renovar
Nicaragua.
— Desempleo, pobreza, drogadicción y ahora esta matancina, eso es
Nicaragua ahorita, ese es el futuro que estamos heredando, créame que es
horrible — me dice.
Con sus cinco mil y pico de pesos de salario al mes (poco más de 160
dólares. Comparativamente, unas 30 veces menos de lo que gana un
diputado o 40 veces menos de lo que recibe uno solo de las docenas de
magistrados de la mal llamada, Corte Suprema de Justicia) más pellizcos
que le brindan familiares
y uno que otro hermano en Cristo que, aunque sea para que «deje de estar
jodiendo» no dejan de darle algo, Agustina prepara a diario, las pequeñas
raciones que lleva a su escuela.
Esos 38 niños de Agustina, son a su vez, un reflejo del drama vivido por
decenas de miles de infantes que, muy lejos de petrodólares, Ferraris o
Rolex, ostentados en muñecas reales, son silentes víctimas de una crisis que
ha llevado a sus padres al desempleo o al exilio y que los lleva a
languidecer en montañas, caseríos o ciudades, a la espera de un milagro, un
milagro que, a manera de ángel redentor, con brazo diestro y larga espada,
destrone la maldad y el terror, corte la cabeza de la víbora y «con temblor
de estrellas y horror de cataclismo, traiga amor y paz sobre el abismo».
Como un baluarte moral, Agustina representa el verdadero gran capital
nicaragüense. Tomando en cuenta que la ignorancia es el gran aliado de las
tiranías que es decir, muerte, abuso, corrupción y miseria, no se puede
hablar de un futuro digno, si a la par de la renovación de todas las podridas
instituciones de hoy en Nicaragua, no se rompe la tradición de ver a la
educación, como un gasto superfluo, como algo «para más adelante que
haya billetes».
Después del entierro del último vestigio del oscurantismo
ortegamurillista, y seguros de que, cultivando la sabiduría, habla la razón y
calla el PLOMO, una educación amplia, moderna e integral será
fundamental para forjar un futuro que garantice, ese, hoy ansiado y jurado,
¡NUNCA MÁS!
Tres días después, el miércoles 6 de abril de este 2022, me despedía,
profundamente emocionado y con la casi certeza, de que para siempre, de
Nicaragüa, una tierra, que, aún en su duelo, con sus mejores hijos presos,
perseguidos o desperdigados por el mundo, tal y como dijo su poeta mayor:
Aún vive. Y sueña. Y ama. Y vibra. Y es la hija del sol.
FIN
ANEXOS: CUENTOS,
PURITOS

CUENTOS…
Gracias al esfuerzo de un grupo de «activistas de la verdad y la
memoria», tanto dentro, como fuera del aparato represivo
orteguista, se exponen aquí una serie de testimonios y mensajes que,
debido a frías y tajantes normas editoriales, se deben declarar como
“cuentos”, o sea, una invención absoluta o más coloridamente,
digamos, como una visualización de «médiums de afiebrada
imaginación», con la salvedad de que estos modernos médiums, a
diferencia de las bolas de cristal de los adivinos de antaño, utilizan
estilizadas pantallas planas desde donde, sin más interés que
documentar siquiera, algunas gotas del mar de crímenes, pretenden
acceder a escrutar lo pasado e intentar prever lo por venir.
Queda pues aquí formal y <<forzosamente>> aclarado, que
todo acá, hechos y personajes, son puritos y falsos inventos...
Tan falso como asegurar que Nicaragua está regida por la crueldad
de una pandilla de criminales.
Tan falso como decir que decenas de presos políticos,
absolutamente inocente, languidecen injustamente en las ergástulas
de la dictadura.
Tan falso como asegurar que el atropello a los derechos humanos,
la tortura, la impunidad y la barbarie, campea a sus anchas hoy en
Nicaragua.
Finalmente, tan falso, como falsos seguramente son, los ríos de
lagrimas de las madres de los más de 300 asesinados por los sicarios
del orteguismo.
Al final, quedará en quienes esto lean, juzgar con su propia mente y
conciencia, qué tanto de ficción tiene este «cuento».
ANEXO 01: JULIO CESAR,
GENERAL DE
PASARELA
“Aquellos quienes, por lujos, figuraciones y privilegios se ciegan y
enmudecen ante las abominaciones de los malvados, ante la sangre
del hermano derramada y ante la injusticia, a Dios también se
ciegan”
Pastor evangelico, Eddy Montes Praslin, prisionero
político asesinado en su propia celda por esbirros de la
dictadura orteguista, el 16 de mayo del 2019.
CANALLA CON TODAS LAS LETRAS
Aunque tan solo el nombrarlo, me resulta nauseabundo, es imposible no
analizar la malvada actitud de un personaje que pudo haber sido clave para
evitar el actual drama nicaragüense, como es el llamado General de
Ejército, Julio Cesar Avilés, de quien asumiremos, que es un guerrero
llegado al olimpo bélico, el cual se supone que es el generalato y más aún,
la comandancia, por su valor, decoro y genialidad militar demostrada y no,
por alelado, ignorante y servil, como demuestran ser los personajes
predilectos de Ortega.
En este sentido, resulta inevitable cuestionarse, cómo pudo alguien con
sus vistosos galones y endilgados méritos, decidir postrarse de manera tan
vergonzosa a un declarado tirano y a su vez, mirar de soslayo la
oportunidad de incidir decisiva e históricamente en el entonces naciente y
perfectamente evitable, conflicto que devino (en grandísima parte por su
canallesca indiferencia), en un drama de muerte, dolor, exilio, cárcel y
miseria para un pueblo a quien nuestro inútil General de exhibición, se
suponía deberle absoluta lealtad y protección.
Lealtad, no solo por elementales motivaciones morales, sino que
también, por una lógica con$tante y $onante, que pareciera que el General,
en medio de sus arduas ocupaciones diarias olvida, por lo que no podemos
menos que ayudar a aclararle:
Debe saber usted General que quien lealtad le demanda es precisamente,
el mismo que le mantiene los salarios, uniformes y sacando bien las
cuentas, 48,000 servicios de comida diarias a los 16,000 parasitarios
efectivos bajo su
deplorable mando. Quien le demanda protección y apego al principio de no
permitir el actuar criminal de delincuentes armados es también quien a
diario mantiene a una institución tradicionalmente con sabor a derroche y
cuya utilidad, si es que existe, váyase a saber quién diablos la conoce.
Por último, permiso para decirlo mi General, de ese incómodo
demandante, también sale el presupuesto para sus diarios atracones, sus
lustrosas botas o el acondicionado aire de su exclusivo palacete.
Ser militar mi General, no equivale a ser una sorda y eventualmente,
sórdida máquina de muerte al servicio de un desquiciado que llega
transitoriamente al poder.
Aunque a menudo los ejércitos han sido instrumentos de masivas
atrocidades, la historia tiene muchos ejemplos de guerreros de honor,
militares pensantes que con demostrada hidalguía, antepusieron justicia y
razón frente a la barbarie, volteando sus armas hacia la tiranía.
Sabido de ello y como previsor sagaz que era, Stalin (otro delincuente
juvenil devenido en Gran Líder), asesinó en sus temidas purgas ideológicas
a decenas de miles de destacados oficiales del propio ejército ruso, en los
años 30 previos, a la Segunda Guerra Mundial.
Pinochet, igual, no dudó en torturar y liquidar a militares que por su
honorable posición ante los desmanes, podrían representar un peligro; uno
de esos militares fue el General de Brigada, Alberto Bachelet, padre de la
ex presidenta chilena y hoy comisionada de los derechos humanos en la
ONU, Michelle Bachelet.
En un país con una larga h1istoria de guerreros dignos como; Diriangén,
militares de honor y valor como Benjamín Zeledón o Adolfo Báez Bone, así
como de muchos hombres que fueron magníficos exponentes del decoro y
la condena a la injusticia, ¿será posible que nuestro generalísimo de marras,
no tenga siquiera una pizca de vergüenza y actúe de una buena vez, no
como un mísero pelele, sino como el honor militar exige?».
La respuesta ha sido obvia, desvergonzadamente obvia.
A como diría ya hace 2070 años aquel líder militar y político romano
cuyo nombre, por lo visto, es lo único que nuestro generalucho, literal y
ufanamente carga:
— ¡La suerte está echada!
Así mismo, mi General, su suerte está echada.
Ni poses simulando rectitud, ni peroratas inventando fantasiosos golpes
o queriendo puerilmente justificar manos constitucionalmente amarradas,
nada de eso, le quitará jamás la justa calificación de infame servil y de
cooperador necesario en el criminal esquema, de la tiranía.
Ausente de carácter y liderazgo, sus actitudes han sido las de un sujeto
pérfido, ambicioso, de poquísimas luces y nula humanidad.
Estese bien seguro General, que el fantasma de todos esos muertos que
usted bien supo inocentes, ese llanto de madres que usted también supo
injusto, los horrendos alaridos de los torturados por sus sádicos protegidos,
sin olvidar por supuesto, los asesinatos y descuartizamientos que montaña
adentro y por el ejército bajo su mando se produjeron y documentaron
durante años, todo eso, mi engomado General, le acompañará hasta su
indecoroso final.
Un día, ya en sus últimos estertores mi General, seguramente con el
terror de los cobardes reflejado en su rechoncho y repugnante rostro, el
fantasma de toda esa monstruosidad, a modo de vómito del infierno, será lo
que un día fue Bruto a Julio Cesar: la última imagen a ver antes de partir
hacia donde galones, cargos, dólares y demás, sépalo bien, estarán de más.
ANEXO 02: LOS LARGOS
CUCHILLOS DEL

ORTEGUISMO
“Les juro que ni todo el lago de Managua será suficiente para tirar
ahí la sangre de todos esos hijuemilputas golpistas”.
General del Ejercito de Nicaragua G. Robelo. ( Chele Glauco)
Casa departamental FSLN León, 07 de junio (2018)
LAS “MARAS” ORMU

A lo largo de la historia, las tiranías se han nutrido de hordas de


criminales; fanáticos de aberrantes doctrinas los unos, ávidos del botín que
la revuelta deja los otros. Deseosos ambos, de saciar sus enraizadas ansias
de muerte y destrucción.
Eran los llamados sicarios, a quienes la alta clase política romana,
escogía para los trabajos sucios de asesinar o incendiar; los despiadados
Oprichnik del zar ruso Iván el Terrible, las Juventudes Comunistas Rusas, la
Guardia Roja de Mao durante la llamada revolución cultural, las Juventudes
Hitlerianas, las Camisas Negras italianas o los actuales, temibles y
sanguinarios Colectivos de la Muerte de Maduro en Venezuela, por
mencionar algunos.
En Nicaragua, hasta antes del 2018, comandados por esbirros como
Fidelito, el hombre fuerte de la alcaldía en Managua, uno de los
enigmáticos escogidos de la Compañera o bien, por el despiadado
«Camilito», en León, pandillas de delincuentes motorizados, armados de
palos y machetes daban cuenta de cualquier asomo de protesta, reprimiendo
impunemente en las propias narices de la cada vez más desacreditada
policía.
A partir de las protestas de abril del 2018, palos y machetes se trocaron
en AK47 y certeros rifles telescópicos Dragunov, además de escopetas,
pistolas y bayonetas en manos de centenares de críminales, escogidos entre
delincuentes de la peor ralea, matones excarcelados y fanáticos partidarios,
actuando en complicidad con una policía y un ejército, absolutamente
corruptos.
Después de cada proeza sangrienta, los medios de la realeza ORMU, los
ensalzarían como dedicados militantes que, indignados ante el actuar de los
malignos «golpistas», salieron espontáneamente a defender sus legítimos
derechos como ciudadanos. Para nada mencionarían la procedencia de
armas, el uso de medios estatales y el financiamiento de las funestas
huestes, que a punta de metralla, lograron su singular paz sepulcral.
Tres voces y un destino:
¡Desaparecido! (Masatepe)
—¿Dónde está ese perro hijueputa? Boten la puerta, denle vuelta a
las camas, hagan hablar a verga a esa vieja hijelagranputa…
(“Norlan”, jefe de la patrulla policial que comandando a una escuadra de
paramilitares, irrumpió y capturó en su propia casa, en Masatepe, Masaya,
al estudiante adolescente Josué Moraga el día 04/07/2018).
— «Mamita, mamita me van a matar shhh»
Últimas palabras dichas a su madre por parte de Josué Moraga al
momento de ser capturado.
—Tengo fe de que mi hijo, va a aparecer y daré el
testimonio.
María Rivera Rodríguez, madre.
La Prensa — Nicaragua / Octubre 21/ 2019
Estatus actual, Marzo 2022: DESAPARECIDO
REMORDIENTE CONCIENCIA
Testimonio a viva voz, del delincuente alias “Garabato”, el 11 de Julio del
2018 en un centro de reunión de paramilitares, en el barrio La Primavera,
Managua.:
“El chavalo venía del lado del tranque de Rubenia, le dimos el
alto, se detuvo, pero vimos como que se “camisió”, ahí nomás el
hijueputa del «Parchudo», le soltó el escopetazo.
Vieras que horrible “prix”, lo pasconió de viaje. Le bañó el pecho
y la cara, horrible, horrible no jodás. Cuando lo revisamos, no es
que sólo andaba un telefonón de esos Samsún
J no sé qué verga y una bolsa con platos sucios; parece que venía de
dejar comida a los del tranque del Conchita Palacios.
— Chavalo hijueputa caballo, en vez de levantar las manos se
camisió, él tuvo la culpa,
¿verda?
— Lo montaron entre Ramirón y Paiz a la camioneta, a
“sabeeer” dónde lo fueron a botar.
El gordo Midence, el policia, le agarró el celular y los zapatos
Adidas que andaba.
¿Verdá que él tuvo la culpa? ¿Quién lo manda a que ande de
golpista? ¿Verdá?
Contéstame hijueputa no seas por la verga, ¿verdá que él tuvo la
culpa?
¡Tu madre pues! ¡sos balurde! A hartarme una media de guaro
voy ahorita…
UN PROVIDENCIAL «PIRUCA»
“Eran casi las cinco de la tarde, nos ubicamos en la bahía de buses frente
a La Arrocera, en la entrada a La Ceiba (León). Andábamos en una
“Jayluc” (Toyota Hi Lux). Habían tirado el bombazo de que por ahí se
escondía un maje que andaba con Byron, uno de los dirigentes de los
golpistas allí en León, bueno, así les decían verdad...
Yo creo que ni tres minutos habían pasado cuando “pintamos” de largo al
maje, venía del lado de la Divina con un jodido que le dicen “Perromocho”,
que era o es caponero ahí en la terminal de buses. Doblaron buscando La
Ceiba. Ahí nomás el tal “Alfa 1”, mano derecha de Camilo, el hijo de la
diputada Báez, le dice al chófer que los siga. Cuando estamos ya como a
una media cuadra de ellos, un “piruca” al que le decían “Virula”, los vio y
se les acercó, como a pedirles un peso. Quien sabe qué le dijeron al jodido
Virula, que se les pegó y empezó a caminar con ellos.
No sé si en broma o en serio, el tal Alfa 1 dijo:
—«Si no se jala, llevémonos en el saco a ese piruca hijueputa también».
Ahí nomás brinca Caballero, primo de Virula y tío de uno de los tamales
que van atrás en la tina, también sobrino de Virula.
—«En ningún momento, él es de mi familia» —les dijo Caballero.
— Ahí nomás se armó la discutidera.
Caballero era el más viejo, fue del ejército y llevaba una escopeta igual
que yo. El Alfa ese, se calló las tapas, estaba acalambrado, de viaje se le
miraba.
—Vos sabes, no es lo mismo un “estudiantito mierda” que un “huevón”
armado.
— Has de creer, de no despegárseles el jodido Virula, ya Dios, ¿verdad?
Caminaron como cuatro cuadras y se metieron a un caminito para el lado
de donde vive una señora atolera que se llama Estela. Yo creo que fue para
que no nos reconociera Virula que no se decidieron a montar al chavalo y al
Perromocho.
La orden de Báez era de que al chavalo lo palmaran en Miramar,
adelante de Chacaraseca y de seguro, “tisteaban” ahí nomás también al
Perromocho.
Vieras visto después encachimbado al Camilito ese. Ese hijuetresputas sí
que es maldito, no le niega la bala a nadie, a nadie, ¿oíste?
Le oí decir al Pálido que la “huelió” el chavalo ese al que buscaban,
porque a los días lo volvieron a “taloniar”, y no lo hallaron.
Al Virula lo palmó el Covid el mero 24 de diciembre del año pasado
(2020). Periodista: —Y vos, ¿mataste alguna vez?
—No sé maje, vos sabes que ahí uno anda envenenado, bien loco todo el
tiempo. A lo mejor jodí a alguno, pero no me acuerdo… para que, «la
piedra, el perico o el monte» no nos fallaba. Sí, te puedo decir que a los
chavalos primero los desturcaban aquí y después los “piliaban” en Miramar
y El Papalonal y a otros, ahí por La Gallina, buscando Poneloya.
Vos sabes, a mí me dijeron que me montara y que me pagarían y además,
que me ayudarían a conseguir una caponeras…
Periodista: —¿Te arrepentís?
—Simón… ¡balurde todo eso, balurde maje!
— Yo al menos conocí a varios prix que eran buena onda y los
descachimbaron..., pobres las “roquitas” maje, esas son las que me dan
pesar.
RELATO DE HORROR Y MUERTE
Testimonio ante la CIDH del estudiante nicaragüense Marcos Novoa.
Secuestrado el 24 de mayo del 2018 y salvajemente torturado por policías y
paramilitares al servicio de la dictadura orteguista.
“Fui golpeado tanto, que mi ropa estaba llena de mi sangre, sin
manera de protegerme ya que mis manos estaban atadas, tan
fuertemente atadas, que ni las sentía. No quería morir como los
otros que estaban conmigo y que fueron embarrados con ácido en
sus cabezas, hasta que su piel morena cambiaba de color a blanco y
después a rosada con espuma blanca, mientras pegaban unos
gritos que siempre escucho en mis sueños.
Jamás voy a olvidar el olor a carne humana quemada con ácido,
y mi cara con sangre y lágrimas combinadas. Lloraba porque tenía
mucho miedo de la forma en que iba a morir. Los demonios
comenzaron a quitarle las uñas a los que estaban presos conmigo y
estaban desnudos, encadenados entre todos, comenzaban con las
uñas de los pies, arrancaban las uñas con pinzas, hasta que se veía
piel con sangre en las uñas que removían.
ANEXO 03: ELEA Y SU
CALVARIO
1 mochila, 6 cuadernos, 3 faldas azules de uniforme, 3 camisas
blancas, 2 pares de zapatos... la lista de pedidos era larga, igual que
grande la ilusión de aquella chavala comarqueña por alistarse para
las clases del próximo año en la paupérrima escuela rural del Valle de
San Antonio, en el Caribe Sur nicaragüense.
Ni bien amaneció, salieron ella y su adolescente hermano
Francisco, envueltos en la bruma montañera de aquella mañana del
10 de noviembre del 2017. Fueron dos días y muchas leguas de
caminata para llegar hasta la comunidad «San Pablo 22» en La Cruz
de Río Grande, donde, agotados, pero felices encontraron y
abrazaron, después de dos años de no hacerlo, a Francisco, padre de
ambos, agricultor y activista evangélico, quien huía de la implacable
persecución del Ejército de Nicaragua, junto a su hermano,
«Colocho».

Nadie sabe cuánto habrá durado el jolgorio de Elizabeth y


Francisco al reencontrarse con su padre. Lo que sí está bien
precisada, es la hora de aquel domingo 12 de noviembre en el que
Elea Valle, madre de ambos y esposa de Francisco, recibió la infausta
noticia de que sus hijos, su esposo y cuñado, habían sido masacrados
por el llamado “Ejército de Nicaragua”.
Con el alma en vilo y rogando a Dios que aquello no fuera más que
una confusión, Elea viajó a pie, en bus y a caballo hasta aquel lugar
donde sus peores temores fueron confirmados por unos bruscos
soldados quienes, sin asomo de compasión, le señalaron a la
horrorizada mujer, los cadáveres de los
«cuatro terroristas neutralizados». Los infames mandos del
ejército, no permitieron ningún análisis forense ni que se trasladaran
los cadáveres.
«El niño (12 años) tenía balazos en el pecho, así como puñaladas
en brazos y costados. A lo largo vio a su esposo con la cabeza
destrozada, su cuñado Colocho, tenía quemado el rostro, el pecho y
los brazos. De su hija, su niña, las personas del lugar le dijeron que
la habían violado, colgado de un árbol y desnucado».
La Prensa de Nicaragua, 20/07/2020
Fue el comienzo del largo calvario de Elea.
Perseguida y amenazada por las tropas del General Avilez, la
agonía de esta campesina fue como una premonición de la cosecha
de sangre y muerte que sobrevendría apenas cinco meses después en
Nicaragua.
Este caso, al igual que los incontables falsos positivos, asesinados
por el ejército orteguista en las montañas nicaragüenses, son un
grotesco monumento a la barbarie e impunidad que hoy reina en
Nicaragua.
ANEXO 04: LIQUIDAR A LA IGLESIA
“Yo les repito y advierto de nuevo a todos estos curitas hijos de la
gran puta: las balas también atraviesan sotanas”.
Comandante guerrillero y de brigada, Edén Pastora Gómez, coordinador
de paramilitares del régimen orteguista.
Entrevista al canal 4 de televisión / Managua 16 de Julio 2018
«Tienen que ser conscientes, muy conscientes, de que la lucha
será ardua y salpicada de traiciones. Nos enfrentamos a un
enemigo cobarde y huidizo que, agazapado, espera a dar la
puñalada artera.
Para derrotar a la Gran Ramera, la Iglesia Católica, así como a
su cooperador necesario, el llamado protestantismo, será
imprescindible usar todas las armas disponibles, incluso sus
propias armas y sus propios recursos.
Una conspiración audaz e impecable. Unos golpes contundentes
e implacables, pero regidos por la astucia, cuidando de que, al
derrumbarse, el castillo no nos caiga encima.
La tarea es vencer a cualquier costo. Recuerden, siempre que a
los espíritus superiores, no nos rige la moral del común».
Frater A. Parra. – Reunión de integrantes del Círculo
Fucsia. Sábado 1 de diciembre del 2018
Residencial Las Cumbres, Managua.
Cuatro días después del anterior mensaje, exactamente el 5 de diciembre,
se dio el ataque con ácido al rostro del sacerdote Mario Guevara párroco de
la Catedral de Managua, en pleno confesionario y a la vista de muchos
presentes.
La atacante, Elis Gonn de nacionalidad rusa, fue capturada y pocas
semanas después, liberada y sacada secretamente del país rumbo a Italia,
donde en junio del 2020 fue arrestada por la policía italiana acusada de
apuñalar a un anciano.
Con este hecho, quedó más que demostrado la evidente complicidad del
estado terrorista nicaragüense en los ataques a la iglesia católica.
Demostrado quedaría también, que tales hechos, no son expresiones
aisladas de fanáticos
alienados, sino que forman parte de una conspiración elaborada y
financiada desde los más altos cargos de poder de la tiranía.
La posición de apoyo a las víctimas y de clara condena al criminal,
consecuente con su misión profética, ha tenído graves consecuencias para la
mayor parte del obispado nicaragüense. Me refiero al obispado digno, al
que elige compasión, justicia y denuncia, despreciando prebendas.
Agresiones a vista plena de autoridades policiales, persecuciones,
asesinato de monaguillos, quemas de altares, exilio de los más prominentes
obispos y de decenas de diáconos, amenazas masivas a feligresía,
conspiraciones y finalmente, cárcel para algunos sacerdotes, ha sido la vil
respuesta del orteguismo ante la ejemplar actitud de gran parte de la iglesia
católica nicaragüense.
Por otra parte, el infame asesinato del pastor protestante Eddy Montes
Praslin, ante la vista de decenas de detenidos en la cárcel Modelo (mayo 16
/ 2019), demostraría también que la campaña de terror empezaría a abarcar
a cualquier otra denominación de fe que osare encarar al estado criminal y
se alejara del deplorable y complaciente actuar de los corruptos y
«prosperados» pastores orteguistas, verdaderos mercaderes de la fe.
Diariamente, en virulentas diatribas a través de radio y televisión, se
repite un elaborado mensaje dirigido a alimentar el odio y el fanatismo en
contra de quien el estado terrorista nicaragüense denomina, “Enemigo
Público”.
¿Diseminando el virus?
¿mascarillas contaminadas?
Entre los mensajes más inquietantes «visualizados» por nuestro equipo y
que hace especular una inaudita acción criminal, se encontró esta
comunicación sostenida el viernes 22 de enero del 2021 entre dos sujetos
pertenecientes a estructuras paramilitares del orteguismo.
Conocida la saña y niveles de perversión alcanzados por la dictadura, no
es descabellado razonar, que así como en el pasado reciente hubo múltiples
casos de atentados - como nacatamales con vidrio, regalados a estudiantes
protestantes- esta vez se haga uso del terrorismo biológico, contra quienes
consideran sus enemigos.
Alfa 1: —Oe «Barsa», encomiendas ubicadas en 11 objetivos. Los
perros de la San Miguel (Iglesia católica de Linda Vista) no la
quisieron recibir y en la Pío XII (Iglesia de Bello Horizonte) se
pusieron todos raros, creo que sospecharon. La vieja que nos recibió
dijo que ya tenían mascarillas, que no necesitaban pero que de
todos modos le diéramos el número de teléfono del laboratorio que
las estaba regalando para llamar y agradecerle. Me le hice el loco y
nos fuimos balazo. En la iglesia de Larreynaga la recibió el propio
cura.
Alfa 2: —Ni vos ni «Picha de León», se quitaron los cascos
¿verdad?
(Seguramente cascos de motocicletas).
Alfa 1: —Negativo, negativo.
Alfa 2: —Ok.
Alfa 1: —¿Qué hacemos con estas dos cajas? No quiero andar con
esta paja.
Alfa 2: —Tira esa mierda por ahí, en cualquier basurero y
repórtense donde Cordoba.
CONSPIRACION Y TEATRO
“El plan era que las dos «jodidas» (Lupe y Ángela, nombres ficticios) le
pedirían “raid” (aventon) al padre, a la vuelta de la misa de las fiestas
patronales de San Pedro, en Ciudad Darío el 29 de junio (2021).
En el empalme del Guayacán armarían el teatro, diciendo de que él, las
llevaba amenazadas y las quería violar. Ahí en el empalme estaría un retén
de la policía con cámaras y todo. Las dos mujeres Iban a llevar un cuchillo,
botellas vacías y llenas de guaro y la que fuera atrás se quitaría la ropa y se
haría la bola (ebria). Yo me doy cuenta porque la Lupe, mi prima, se lo
cuenta a su mama.
Ahí nomás se puso como loca la señora y nos llegó a buscar para
advertirnos, ya que sabe que mi hermano trabaja ahí y también, porque ese
padre es queridísimo en toda Matagalpa, pero como les dice la verdad, lo
odian estos malditos. Además, ellos (la familia de Lupe) conocían al
muchacho que los sandinistas mataron en La Trinidad, el año pasado.
Las tres nos fuimos a pie a buscar a la desgraciada de la Angela, hasta
Molino Norte. Al principio se desnegó, ya después dijo que era verdad, pero
que había dicho que sí porque le dieron un celular más 1000 pesos, y que un
tal Armando que trabaja con Haslam, el secretario político, le dijo que
después le iban a dar más y que si el padre no iba a Ciudad Darío ese día,
buscarían como hacerlo en otro lado.
Me enseñó el celular y toditos los mensajes de Whatsapp que le envió
ese Armando y uno que le dicen “Chirimiya”. Al final nos dijo que ya no lo
haría y que se iría en cuanto nomás para Managua, a ver lo de un trabajo.
No la he vuelto a ver desde entonces, la hermana me dijo que estaba en
Costa Rica.
Esa noche, ya de vuelta en mi casa, ni dormí de los nervios. Me parecía
que alguna de ellas, por miedo o lo que sea, llamaría a la policía y nos
caerían.
Doña Cándida, la mamá de la Lupe, quedó de irle a contar todo al padre
muy de mañana al día siguiente. A saber, si fue y le dijo.
—No he tenido valor de preguntarle. Lo bueno es que gracias a Dios, no
pasó nada.”
Testimonio de «María», miembro activo de un grupo católico de
Matagalpa” // 08 de septiembre del 2021
Muchacho asesinado en La Trinidad: Activista opositor José Luis
Rugama Rizo, acribillado a balazos en su propia casa la tarde del 19 de
julio del 2020 por Abner Pineda, funcionario de la Alcaldía de Estelí y
miembro de una caravana paramilitar pro gubernamental. Dos meses
después, al término de una farsa de juicio, quedó libre.
La iglesia es una verdadera espina, más que en los zapatos, en el
espinazo mismo de los decrépitos tiranos. Más agresiones y conspiraciones,
son previsibles desde un orteguismo desesperado ante su inminente
naufragio.
En Nicaragua, la fe mueve montañas...
¡DE DINERO!
LOS “PASTORES” ORTEGUISTAS
“La Chayo Murillo es una bruja maligna que ha creado una red de
centros de invocación a los espíritus de los muertos a fin de que le indiquen
al sátrapa Ortega, todas las decisiones a tomar en la campaña electoral. La
práctica de conjuros satánicos es realizada en sus rituales usando fotografías
de sus adversarios políticos”.“Reverendo” Miguel Ángel Casco, La
Prensa/30/10/ 2001
“Hoy te doy gracias señor, porque en tu soberanía te ha placido que para
este tiempo, el Comandante Daniel, sea el presidente de Nicaragua y con él,
abrir nuevos caminos, nuevos horizontes. Te ruego oh Dios, que lo guardes
de
todo peligro, dándole salud, energía y larga vida. “Reverendo”, Miguel
Ángel Casco, 11 de noviembre 2019
“Nosotros estamos con las autoridades que son puestas por Dios. Dicen
las sagradas escrituras que Dios pone a las autoridades, y que tenemos que
tener en eminencia y respetar a este gobierno”. “Pastor” Sixto Ulloa //
septiembre 2018
“Oramos por el comandante de Nicaragua, por la vicepresidenta y por
todos los que están en posición de eminencia. .
“Reverendo”, Neftalí Cortez / oct. 2019
“¿Río Grande? ¿Masacre? ¿Niños descuartizados? Es nuevo todo eso
para mí. En todo caso, no estuve ahí, no puedo opinar, mucho menos
condenar. Además, en todo conflicto muere gente”.
Reacción del pastor orteguista Rafael Arista, de las Asambleas de
Dios, al ser cuestionado por el asesinato atroz y ocultación de cadáveres
por parte del Ejército de Nicaragua, de cuatro campesinos, incluyendo
los dos hijos de la campesina Elea Valle.
La Prensa de Nicaragua, diciembre 07 / 2017
ANEXO 05: El verdugo

«Hombre jueput@, dije, pues desparasitemos ya de golpistas a Nicaragua.


Yo los pongo ya a todos esos hijueput@s en el paredón, y tarara, tarara,
tarara...».
Edén Pastora Gómez.
Declaraciones al canal 4 de Nicaragua, enero 15 / 2019
Toca aquí hacer aparecer a un siniestro personaje cuyo papel de brazo
ejecutor del decadente tirano, lo convierte en el más importante agente
represor del Estado Terrorista nincaraguense.
El criminal aquí referido, aunque antaño, fue «masticado pero no
tragado» por su par, la sanguinaria “Compañera”, hoy día, sin lugar a dudas,
su poder e influencia al igual que su perversión, solo es comparable a la de
esta.
Nestor, el “LAUrent Beria” del
Carmen EL TERRORISTA MAYOR
Tenacidad, inteligencia, meticulosidad y aterradora frialdad, son
cualidades que todo asesino serial que se precie, debe poseer. Ahora bien,
ser capaz de liderar y adoctrinar con tales virtudes a una recua de aplicados
matones es virtud exclusiva de los auténticos lugartenientes de tiranos.
Laurenti Beria, sanguinario y eficaz comisario político de Joseph Stalin,
fue un hombre de impecables acciones. Decenas de miles de tumbas en
Polonia, Ucrania y Rusia lo confirman. Los Gulags, son su obra maestra.
Demostrando que los talentos en cualquier campo no son exclusivos de
país alguno, Néstor, que es el nombre del singular «revolucionario» que nos
ocupa, es en definitiva, un hombre emprendedor y de armas tomar.
Asesino precoz, sale del vulgar anonimato participando en el homicidio
de un reconocido empresario nicaragüense, tan temprano como en 1980. A
partir de ahí, ha estado ligado a atentados y crímenes contra personajes
conocidos y no tanto.
Ciertamente, su entrega a los principios cristianos de “amor y
solidaridad”, lo han obligado a matar y también a apalear, poner bombas en
iglesias católicas,
atentar con explosivos contra un ex presidente, perseguir, secuestrar,
torturar, montar drogas y armas en falsos positivos, así como colocar
millones de dólares a nombre de diversos testaferros. Todo eso, sin
mencionar su arduo e incomprendido papel de proxeneta oficial, ubicando y
proveyendo de muchachas adolescentes (o no tanto) a su heroico y hoy
senil, «Comandante».
En este sentido y siendo justo – porque hay que serlo – debe reconocerse
que no son pocos sus meritos: Desde una muy afrancesada Ruth,
(recientemente “Tapiada” por cierto de la CSJ) hasta una mediática y
aparentemente, muy casta, “Xochilt”, son parte de sus logros, sus múltiples
y carnales obsequios para el complacido y hoy decrepito tirano.
Circunstancia esta que por años le acarreó el repudio de la vice tirana.
Su influencia en el podrido aparato de (in) justicia orteguista es
aplastante.
Heredero de los abundantes archivos de inteligencia estatales y
presidenciales (que no son lo mismo), conoce muy bien como utilizar sin
miramientos la información sensible, para acorralar a tirios y troyanos.
Poseedor de una inconfundible personalidad psicópata, su sola presencia
genera pavor entre los viles y cobardes mandos policiales y militares,
quienes a diario le rinden cuentas, además de permanente pleitesía. Es sin
duda alguna, el principal operador del crimen de la tiranía. Su poder es
vasto y abarca diversos escenarios.
Aunque fue repudiado por años por la vice dictadora, su eficaz
desempeño en la coordinación y ejecución de masacres y secuestros a partir
de abril del 2018 así como la evidente condición de decrepitud del dictador,
– poco dispuesto ya para lides carnales – hizo que la tirana sacara su lado
práctico y formara, un destacado dúo del terror con el susodicho.
Ambos son inquietantemente parecidos: déspotas, vengativos, astutos,
oportunistas y totalmente faltos de escrúpulos.
Proveniente de un hogar de clase media del Barrio Altagracia
(Managua), nuestro Néstor, desde adolescente se destacaba por ser pésimo
estudiante, por sus continuas rabietas y exigencias de lujo, por su crueldad
con los animales, algunos «escabrosos» comportamientos y una rara
misoginia.
Alguien a quien llamaremos Carlos y que fue vecino del hoy asistente
personal del tirano, nos relató:
— La verdad, yo fui muy amigo de su hermano, jamás de él.
—Sombrío y raro, nunca destacó en nada, no le caía bien a
nadie, a nadie… y él lo sabía. Siempre ha tenido una expresión
malévola en su rostro. Hoy día, hasta sus hermanos lo odian y se
refieren a él, como sicario.
Antisocial, maldoso, egoísta y amargado. «Vulgarazo» con las
mujeres, estando solo, era cobarde, pero empandillado con unos
vagos que venían del lado de Monseñor Lezcano, se volvía nefasto.
— Siempre fue acomplejado y envidioso. Detestaba a quien
andaba con un pantalón o unos zapatos que él consideraba mejores
a los suyos o que destacaba en los deportes. Con la bulla del 19 de
julio de 1979 fue que lo empezamos a ver armado, engreído, con
vestuario militar y en poses intimidantes, acompañado de tipos
desconocidos. Dejó de relacionarse totalmente con los vecinos de la
cuadra.
— Quien lo haya conocido, sabe bien que él se involucra con la
llamada “revolución” por aventura, ansia de autoridad y dinero, así
como por una mezcla de envidia y odio a los ricos, jamás por
ideales de justicia social ni nada de eso, en absoluto. Eso es una
total mentira. Lo suyo fue puro resentimiento social.
— Hay que reconocer sí, que ha sido muy inteligente, muy
astuto, no cualquiera tiene la plata que él tiene. Aunque ni todos los
millones le quitan, lo de cruel y asesino.
LETAL E IMPLACABLE
A partir del 19 de abril del 2018, bajo las sombras y desde su confortable
puesto de mando del Carmen, Néstor coordinó asesinatos y secuestros de
centenares de manifestantes. Fue el jefe director de los grupos paramilitares
y organizador de las llamadas Caravanas de la Muerte.
Haciendo un eficaz equipo con Müller, una despiadada oficial de Policía
adscrita al Chipote, supervisó los procesos de interrogación bajo tortura que
ahí se ejecutaban. Diversos testimonios de mujeres detenidas y abusadas
sexualmente en El Chipote, señalan a la perversa Müller, como la principal
protagonista de tales perversiones.
Nuevamente nuestros médiums, con la generosa colaboración de
Orlando Burhart desde Costa Rica, han “visualizado” y seleccionado,
algunas acciones notables del Laurent Beria del Carmen:
* Manipulación de pruebas y coordinación para lograr la total impunidad
del paramilitar orteguista, Pierson Adán Gutiérrez Solís, quien asesinó a la
estudiante de medicina brasileña, Raynea Gabrielle Lima la noche del lunes
23 de julio 2018 en el reparto Monserrat de Managua..
* Coordinación para sacar secretamente del país hacia Europa, a Elis
Gonn, la rusa que el 5 de diciembre del 2018 lanzó ácido sulfúrico al rostro
del sacerdote Mario de Jesús Guevara.
* En esta clandestina e ilegal operación, la compra de boleto Managua -
Roma (US$ 1774,32) pagado con tarjeta Visa Gold, el 26 de julio del 2019
y con reserva para el 01/08/2019 así como el abundante dinero en efectivo
proporcionado a Gonn, se hizo a través de la llamada «Compañera Ana»,
AIM, una ex ministra y fanática acérrima del orteguismo. «Compañera
Ana», es la misma que participó como fiscal de Coatlicue, en la operación
de recuperación y contrabando de capital en México en octubre de 1989).
La referida rusa, actualmente cumple condena en Milán (Italia) por
apuñalar a un anciano el 24 de junio del 2020. (La República & La Stampa
Jun 27/ 2020).
* Planificación y ejecución junto con William H. (asesino de un
conocido locutor radial en febrero del 2004) y el paramilitar orteguista
Alex, alias
«Wason», del incendio a la capilla de La Sangre de Cristo, en la Catedral de
Managua, el 31 de julio del 2020.
* Directrices expresas de hostigamiento y represión a destacados reos
políticos. Su instigación en el asesinato en la cárcel Modelo del pastor,
Eddy Montes Praslin, el 16 de mayo del 2019, es absoluto. Su papel en la
impunidad de tan imperdonable crimen está más que comprobada.
* Mandos y despachos diarios con Policía, Jueces y Fiscales para el
montaje de tramas y acusaciones contra opositores y sacerdotes.
* Orientó de manera furibunda, el burdo montaje de drogas y armas por
parte de la Policía al valiente estudiante Sergio Beteta quien, el mediodía
del 21 de diciembre del 2020, en plena vía pública y frente a decenas de
policías que ahí permanecían, quemó una bandera roja y negra, enarbolando
a continuación, la bandera azul y blanco nicaragüense. Un admirable acto
de hidalguía,
dignidad y desprecio a la tiranía que fue filmado por numerosas personas
presentes.
Inauditamente, a pesar de que aquel autentico HEROE estaba
absolutamente claro que sería inmediatamente detenido, su pequeño y
gastado bolso, además del par de banderas, contenía, según el pérfido parte
policial orientado por Nestor, una indeterminada cantidad de armas de
fuego y varios kilos de droga.
El 03 de marzo del 2021, Beteta fue condenado a 6 años de cárcel por
tenencia de armas y drogas, siendo su verdugo directo, el “juez” orteguista
Melvin Leopoldo Vargas García y el venal fiscal, Elvin Díaz.
* Junto a la corrupta “Fiscal de la Nación”, coordinó la total impunidad
del paramilitar orteguista Abner Pineda, quien el 19 de julio del 2020,
asesinó a vista pública, al opositor José Luis Rugama Rizo, en La trinidad,
Estelí.
*Junto a diversos operadores sectoriales, ha coordinado la persecución y
el asesinato de diversos dirigentes del «golpismo», especialmente en el
norte de Nicaragua.
Lo anterior es apenas una reseña, del actuar criminal de este siniestro
personaje.
Resta nomás confiar que, en un pronto y luminoso día, el pesado mazo
de la justicia le haga pagar, junto a todos sus malvados cómplices, por toda
su abundante cosecha de sangre y dolor.
ANEXO 06: UN DANTESCO
MECENAS

“Nosotros no somos derechos humanos, busquen las instancias adecuadas”


Dante Mossi, presidente del BCIE, mayo
09 / 2022 La Prensa de Nicaragua
¡Se tenía que decir y se dijo!
Tal y como se esperaba, tenía que ser un Dante quien diera una magistral
lección a la muchedumbre de necios iletrados que le reclaman por su activa
y oficiosa colaboración económica con el muy legitimo gobierno
nicaragüense.
Hábil a la pluma, igual que aquel brillante poeta italiano cuyo nombre
honrosamente porta, nuestro Dante alegremente ha escrito (bueno, más bien
firmado), cheques por centenares de millones de dólares dirigidos a su buen
amigo, el excelentísimo presidente de Nicaragua, quien por cierto, según
nuestro noble y leal Dante, actualmente es víctima de las más injustas
sanciones internacionales.
Ahora bien, yo pregunto aquí:
¿Qué tiene que ver el presidente del BCIE con que Nicaragua sea una
gran cárcel, que bien pagados matones abusen y torturen, que centenares de
asesinatos de protestantes estén en la impunidad, que casi 200 presos
políticos absolutamente inocentes, día a día se apaguen en inhumanas
mazmorras, que se profanen iglesias, se expulsen misioneras, que
arbitrariamente se anulen 1500 ONG y que altos cargos de policía y ejército
(a quien va mucho del dinero que facilita), estén involucrados en
operaciones de narcotráfico? repito, ¿qué tiene que ver? ¿Acaso el hombre
es policía, juez o fiscal? ¡Por favor!.
Seguramente, los ignorantes que reclaman, no tienen ni de cerca un
máster degree de la Duke University y menos aún, un Ph.D. de la
Vanderbilt Uni como él, por lo cual, jamás entenderían que los US$35,477
que mensualmente ardua y dignamente el ingeniero se gana (US$425,724 al
año), se lo pagan para eso, para prestar plata y no para inmiscuirse en otros
asuntos.
Si los que reciben esa plata son asesinos, torturadores, usurpadores y
déspotas que conducen su país al abismo o lo que sea, no es asunto de él.
Nuestro ilustre y sensible Dante, no hace más que seguir, ciega y
convenientemente por cierto, el cristiano mandato de «haz el bien, sin mirar
a quien».
Que es un obeso narcisista, que solo en el año 2019, pagó US$ 16,683
dólares del presupuesto del BCIE en sesiones de maquillaje para sus
presentaciones públicas; que de ese mismo presupuesto, salieron los US$
45,000 pagados al avión ambulancia que (ya bien recuperado por cierto de
las molestias del Covid) lo trasladó de República Dominicana a Miami; que
ha otorgado multimillonarios préstamos a oscuros proyectos de sus cuates
del gobierno de Juan Orlando Hernandez; que gasta decenas de miles de
dólares en celebraciones navideñas y en cumpleaños de cada uno de sus
humildes y esforzados funcionarios (con salarios, todo incluido, arriba de
los $10,000 al mes), con elegantes prendedores de oro de obsequio.
Seamos honestos, todo eso y más aún, puede ser verdad, sin embargo,
¿quién es perfecto?
Demasiados problemas tiene ya en su país con sus tres acusaciones por
corrupción, desvíos millonarios del fondo del BCIE para pago de campañas
políticas, nepotismo, tráfico de influencias en el anterior gobierno de JOH y
un largo etcétera, para estar enfrentando más insolencias. ¡No faltaba más!
DANTE: NI DERECHO, NI HUMANO !
Demostrando que la historia está llena de trágicas coincidencias, a
finales del 2018, con un orteguismo clamando victoria, bailando y aullando
excitado por la sangre derramada, pero aturdido e internacionalmente
repudiado, con las arcas del estado golpeadas (secos ya los ríos de dólares
venezolanos) y un ejército de sicarios que mantener, se aparece una
institución supuesta a ser pro desarrollo regional, o sea, implícitamente, pro
vida, otorgando dinero a manos llenas al orteguismo, para financiar su orgía
de muerte y destrucción.
A partir del 1 de diciembre de ese funesto 2018, un deplorable personaje,
toma la dirección del BCIE poniendo de inmediato a disposición de la
tiranía nicaragüense centenares de millones de dólares que, si han
desarrollado algo, es, más muerte, miseria, represión, injusticia y
corrupción.
$$ EL FRATER “ETNAD” $$
Carta de felicitación a Coatlicue (Fraterina) el día posterior a su
“triunfo” electoral del 2016 de parte de un entonces desconocido (para el
común) “Frater Etnad”.
Tegucigalpa, Honduras, 08 de noviembre 2016
“Querida Fraterina, reciba mis más sinceras muestras de
admiración y mi regocijo ante su rotundo triunfo electoral.
Estoy convencido que este es solo el inicio de grandes
éxitos.
Todos en el circulo le deseamos los mayores logros
¡Felicidades!
Suyo, Frater Etnad
Según nuestros acuciosos médiums, durante los días 21, 22 y 23 de
diciembre del 2020, se sostuvieron intensos rituales de sanación para un tal
Frater Etnad (curiosamente, Dante a la inversa) por parte del Chamán
Chiquilistá y otros integrantes del grupo místico de Coatlicue, en un centro
de operaciones ligado al llamado Círculo Fucsia en las cercanías del
INCAE, carretera sur, Managua.
Por esas casualidades de la vida, sucede que tal fecha coincide con el
serio agravamiento de salud del presidente del BCIE en República
Dominicana, a causa del virus del Covid.
Tales rituales, según nuestros médiums, no fueron nunca efectuados para
clamar por la salud de otros altos personeros del orteguismo incluso, en
peores circunstancias.
¿Qué oscuros nexos, más allá de los oficiales, vinculan al susodicho
Frater Etnad con la dictadura nicaragüense? ¿Es el referido Frater un pronto
huésped a agregarse a la fila de ex presidentes y funcionarios que huyendo
de la justicia de sus países se establecen en Nicaragua, en conveniente
calidad de
«perseguidos políticos»?
Especulaciones aparte, volviendo a nuestro ilustre Dante, parece ser que
la mayor de la suerte acompaña a todo aquel que se le acerca. Veamos
algunos ejemplos:
Concesiones mineras, desarrollo de urbanizaciones, compra de enormes
propiedades agropecuarias declaradas en bancarrota, un hotel en El Velero y
la compra de una impresionante mansión en un exclusivo reparto al sur de
Managua, son los principales intereses de Tony, viejo amigo y ex
condiscípulo del ingeniero Mossi en la Universidad de Honduras, quien, a
partir del 2019, pasó de administrar un pequeño negocio de “Batidos y
Hamburguesas”, en un sector de clase media de Tegucigalpa, a la gestión de
ubicar multimillonarias inversiones en Nicaragua, con todo y la connotada
crisis social y política del país.
Es de destacar que, en todas estas operaciones, Tony ha contado con la
inestimable colaboración de Bueso, casualmente, otro súbitamente
prosperado y hoy día, muy conocido ex condiscípulo de Mossi en la
UNAH.
Continuando con historias de esfuerzo y éxito, nos referiremos al
paraguayo Guido, colaborador del talentoso Dante cuando este último
trabajó como jefe regional del Banco Mundial en Asunción de Paraguay.
Aunque economista de profesión, Guido parece ser bio tecnólogo de
vocación, ya que sus intereses en Nicaragua, donde suponemos que se
encuentra por pura «casualidad», giran en torno al desarrollo genético
vacuno con fuertes inversiones en el sector de Cañas Gordas, Rivas, así
como un intrigante vínculo con el laboratorio ruso Mechnikov en Managua.
Intrigante ya que, según nuestros fantasiosos médiums, el interés de
Guido ha estado ligado, desde mayo del 2019, a la perspectiva de
utilización masiva de inhibidores de testosterona en conjunto con,
hipoclorito de sodio.
Específicamente: Espirinolactona, Dimetandrolona (DMAU)
Bisdicloroacetildiamina y Gamendazole, todos ellos, reconocidos
inhibidores de andrógenos y todos ellos, objeto del mayor interés del
antiguo asistente del Ingeniero Mossi.
Utilizados por años con fines médicos, tanto para reducir los
espermatozoides y con ellos, las posibilidades de fecundar (control natal
masculino) como para modificar cualidades agresivas en pacientes bajo
tratamiento siquiatríco, no son ninguna novedad clínica. Lo que llama la
atención, es el interés en la combinación de estos inhibidores con el
hipoclorito de sodio (NaClO) utilizado masivamente en el saneamiento del
agua potable.
Tal conexión, resulta, además de rara, sospechosa, para los entendidos
consultados al respecto.
En verdad, el uso de un laboratorio 100% ligado a un gobierno con
tradición criminal como el ruso, por parte de un gobierno terrorista como el
nicaragüense, vuelve este asunto, legítimamente preocupante. Demás está
decir, lo estéril que resultaría pretender obtener alguna información oficial
al respecto.
¿Uso de agentes químicos para control subrepticio y forzado de la
natalidad en Nicaragua? ¿Estrategia de aletargamiento o control psico
emocional de la población, a fin de domar protestas ?
De ser ese el caso, ¿se han tomado en cuenta los daños colaterales que el
uso sostenido de tales compuestos puede tener para el organismo humano?
Un reciente mensaje, siempre, claro está, «visualizado», de un tal Dr.
Miroslav dirigido al antes mencionado Guido, (en lastimoso inglés valga
decir), versa así:
«Joined to cloride with espirinolactona this the last become himself only
the gas and vapor then because the samples must tight closed and fast send
analitic».
Probablemente utilizando torpemente un traductor en línea, ruso-inglés,
suponemos que el técnico ruso quiso decir:
«Al enlazarse el cloro con la espirinolactona, se gasifica y evapora. Por
eso es que las muestras obtenidas deben cerrarse rápida y herméticamente y
mandarse a analizar».
Respuesta de Guido:
«Ok, i got it, Dr.».
Confiemos que lo aquí apuntado, imposible de comprobar o descartar en
un estado delincuencial como el nicaragüense hoy, no sea más que una
exageración, fruto de la paranoia de nuestros médiums, información
tergiversada o algo por el estilo.
Lo cierto es que, en cualquier otro país, tal presunción sería atendida con
celeridad y transparencia para tranquilidad de sus ciudadanos. Tal cosa, en
Nicaragua, es como pedirle mangos al aguacate.
En todo caso, se debe recordar que ya desde 1985, Coatlicue ha estado
interesada en programas masivos de control mental y eso sí, puedo
asegurarles, no es, para nada, información tergiversada.
LAMENTOS
A continuación, se presenta otra sugerente «visualización» de supuestos
mensajes, intercambiados entre el antes mencionado Guido y un
desconocido (XX), captados (siempre del “más allá”, por supuesto…) por
uno de nuestros sensibles médiums la mañana del miércoles 16 de abril
2022, coincidentemente, un día después del arresto de Juan Orlando
Hernández, ex presidente de Honduras, (a quien, debe aclararse, en modo
alguno pretendemos aquí irrespetar y menos aún, burlarnos de su
desgracia).
Es llamativo la mención de un tal “Mossi” en un par de ocasiones.
Seguramente hay tantos “Mossi” en
Honduras… (El intercambio original fue en
inglés).
XX: It was a matter of time man, everybody had warned him.
Mossi told him hundreds of times.Was it worth being
at that damn presidential ignauguration?
He missed his chance. He would be free,
there. Lost cause now.
Guido: It would have been a tremendous pressure for all
of hese motherfuckers here in Nicaragua.
Must be happy and fearful with him in jail i guess
XX: Yeahh but we must have the rough and the smooth
or what?
XX: Yea man, sure, but, don’t forget we are in
Nicaragua, everything is shit here.
Tony: By now Mossi is pretty sure «the bitch» will throw
away the guy to DEA.
Ok, What about the house? Everything ready?
Traducido al español:
XX : Era asunto de tiempo, todo mundo se lo advirtió.
Mossi se lo dijo 100 veces
Ahora, ¿Valía la pena estar en esa maldita toma
de posesión?Desperdició todas las
oportunidades.
Estaría libre allá o donde sea.
Tony: Hubiera sido una gran presión para estos “hdlgp” aquí.
Deben de estar felices pero también nerviosos de que
esté preso.
XX: Pero bueno, ¿hay que estar en las duras y en
las maduras, o qué?
Guido: No olvides de que estás en Nicaragua, aquí
todo es basura.
XX: Mossi está seguro que «la tipa» lo entregará a la DEA
¿Cómo va lo de la casa?
ANEXO 07: SONIA
CASTRO, LA

MALQUERIDA.
CANTINFLESCO
La pobre testa del canciller no daba para más. Parecía que esta vez, sus
sendos títulos de postgrado de la prestigiosa universidad catalana, no le
estaban sirviendo de mucho. Su desconsuelo era evidente. En su blanco y
negro entender, que Sonia Castro, la izquierdista candidata hondureña
ganara la presidencia en las elecciones que se avecinaban, era lo mejor que
se podía esperar, o ¿no?
Puesto en pijamas en la propia frontera nicaragüense, el mismo día del
golpe de estado propinado por los militares el 28 de junio del 2009, Mel
Zelaya, marido de Sonia, fue recibido por el dictador Ortega y luego, más
que usado, convenientemente ALBAutilizado, como claro ejemplo del «vil
actuar del imperialismo gringo, en Latinoamérica».
Eran los tiempos de Chávez y de la descomunal euforia por los
petrodólares, que este tiraba más a siniestra que a diestra.
Volviendo a nuestro perpicaz canciller, era lógico concluir entonces, que
el triunfo electoral de la mujer de un agradecido Mel, era lo mejor que
podía pasar para los intereses de un orteguismo aislado y repudiado
internacionalmente.
Es así que el titular del Ministerio de Relaciones Exteriores de
Nicaragua, supuesto a conocer todos los entresijos de la diplomacia del
país, inauditamente, no tenía ni idea acerca de las causas de la feroz diatriba
que la vice dictadora nicaragüense, había proferido contra la antedicha
candidata presidencial en la reunión partidaria sostenida, en las oficinas de
El Carmen la tarde de ese día, miércoles 24 de noviembre del 2021. A solo
cuatro días de las elecciones en el país vecino, cuando definitivamente, ya
todo olía a victoria para la candidata y rival política del candidato
oficialista, Nasry Asfura, ungido del entonces, presidente Juan Orlando
Hernández, quien por cierto, fue sujeto de elogios y sentidos
reconocimientos por parte de algunos participantes de la
referida reunión, la cual, había sido originalmente convocada para tratar la
posición de Nicaragua, ante la nefanda acción del recién electo presidente
chileno Boric, quién horas antes, no solo había ofendido al gobierno
nicaragüense al no invitarlo a su toma de posesión sino que, arteramente, se
había atrevido a invitar a la misma al peligroso dúo de delincuentes
«golpistas» conformado por los escritores nicaragúenses, Gioconda Belli y
Sergio Ramírez. Un acto intolerable e imperdonable, que ciertamente, ponía
en grave peligro la seguridad hemisférica...
Para colmo, se rumoraba ya, que Antonia Urrejola, expresidenta de la
CIDH y (por lógica y por decencia) crítica acérrima del gobierno de
Nicaragua, sería la nueva canciller chilena.
¡Un bochorno absoluto!
A pesar del objetivo inicial ya relatado, con el correr de los minutos, la
atención de los presentes se fue centrando en algo fuera de agenda, pero al
parecer, más cercano, más inmediato y preocupante: la casi segura elección
de Sonia Castro.
«Iletrada, zopenca, mal agradecida, con más perfil de ama de casa que de
presidenta, títere vendida a los gringos…» fueron, entre otros, algunos de
los más moderados epítetos ahí vertidos contra la hoy presidenta hondureña.
En un momento dado, aduciendo que los detalles serían abordados por
una “comisión específica”, (un eufemismo referido a los «capos di capi»
del orteguismo) el canciller, bien sabido de ser nomás que un ridículo
figurón de la tiranía, fue rápidamente despachado a sus menesteres.
Después de toda una vida de bien posicionado burócrata, nuestro ex
General de Brigada (¿?) y hoy canciller, es poco dado a razonamientos que
vayan más allá de los elementales y caseros, sin embargo, esta vez se sentía
desorientado y urgido de respuestas.
Sabía que consultar al respecto a su amigo de tragos y poco aventajado
vice canciller (el voluminoso costeño de enredado apellido) sería,
educadamente dicho, una miserable pérdida de tiempo.
Por otra parte, sus bien pagados asesores no eran, para nada, confiables.
Finalmente, sus amigotes del ejército (ligados a turbios negocios hacia y
desde el revuelto norte) eran una opción de consulta, sumamente riesgosa.
Siendo así, no le tocó más que especular para sus adentros.
Entendía perfectamente el odio del par de tiranos contra el salvadoreño
Bukele. Brillante, locuaz, irreverente y de remate, ultra popular y enemigo
acérrimo de los hiper corruptos FMLN y ARENA, Bukele es,
definitivamente, la antítesis del decrépito dictador nicaragüense y por tanto,
como buen conocedor de la ruindad orteguista, el canciller comprendía la
inquina de estos a aquel.
En el caso de la entonces candidata hondureña, lo único que alcanzó a
concluir nuestro brillante canciller, es que seguramente, los órganos de
inteligencia nicaragüenses, habrían descubierto que la misma, pertenecía a
la “izquierda mala y traidora”, la izquierda del colombiano ese,
Petro, quien declaró que en Nicaragua, la dictadura usa la retórica
izquierdista nomás para enriquecerse, matar con impunidad y violentar
todos los derechos.
Esos, entre otros, eran los pensamientos que ofuscaban la mente de aquel
cantinflesco cómplice de la dictadura, hasta que finalmente, sopesando que
sus US$2,673 mensuales que como milico retirado recibe, más los US$
4,524 y resto largo de beneficios que por paga obtiene mensualmente por su
perverso papel de embajador de la mentira y la mediocridad, eran más
importante que tratar de entender lo que no le incumbía, cortó de tajo todo
pensamiento al respecto.
Dos semanas después del triunfo de Sonia Castro, la tiranía sacó
intempestivamente, al entonces embajador de Nicaragua en Honduras Juan
Ramón Gámez, ex comisionado de policía, hombre de confianza de Ortega
y ciertamente, conocedor al dedillo de todo lo tocante al actuar ilícito de
personeros de ambos gobiernos.
Tres meses más tarde, la noche del 15 de febrero del 2022, todo el
aparato gansteril del orteguismo se sacudía: Después de una frustrada fuga
hacia Nicaragua, Juan Orlando Hernández el expresidente hondureño, había
sido capturado con orden pendiente de extradición por parte del gobierno
norteamericano.
Aunque no hubo una sola declaración pública, en medio del secretismo
se conoció de decenas de urgentes reuniones de parte de connotados
personeros de la tiranía orteguista, así como del clandestino ingreso a
Nicaragua de al menos, cuatro altos ex funcionarios del gobierno de
Hernández.
ANEXO 08: LA CONEXIÓN
RUSA
«Rusia es la heredera espiritual de los grandes maestros, el centro
energético por excelencia del planeta. Desde ahí, aquellos llamados
a regir el nuevo orden mundial verán el final del Kali Yuga.
Enfrentada a un occidente decadente y materialista, Rusia podrá
contar siempre con Nicaragua.
Si es necesario, la inmolación de Nicaragua será nuestra ofrenda
en la batalla mundial y cósmica que ya está a las puertas. La batalla
necesaria para el establecimiento del nuevo orden mundial, un orden
lógico para establecer un reinado donde cada quien, ocupe el sitial
que le corresponde bajo una estructura jerárquica definida y una
autoridad garantizada por un gran imperio. En esta lucha cósmica
sobrevivirán los mejores, los escogidos».
Coatlicue, 21 de marzo del 2022 / Conferencia mística
mundial (virtual) conmemorando el equinoccio de
primavera.
Clamar ser aliado de una Rusia aislada, desprestigiada y peor aún,
bajo un liderazgo mesiánico y decididamente sanguinario, sin más
norte que restituir trasnochadas glorias imperiales, sin importar los
costes en vidas, destrucción y miseria, es un acto de monumental
inhumanidad.
Clamar ser aliado de una Rusia luchando hoy contra el aparato
militar y económico más poderoso de la tierra es, cuando menos, una
temeridad de imprevisibles consecuencias.
Adepta desde siempre al selecto y secreto grupo de reptilianos que
integran el llamado Círculo Fucsia (el mismo que muchos afirman
estar integrado entre otros por Putin y Bashar al Assad) Coatlicue no
esconde sus loas a Rusia, pero si sus vínculos místicos y económicos
con allegados a Alexander Dugin, el llamado Rasputín de Putin.
Dharma, un personaje que por casi 17 años integró el auto llamado
equipo de acción esotérica, dirigido por Coatlicue nos refiere:
—Desde aproximadamente el 2012, Coatlicue ha venido
profundizando vínculos personales con pseudo místicos rusos que
pregonan el establecimiento de un imperio mundial cuya sede será
una futura mega metrópoli a establecerse
en Sochi, Rusia en las costas del Mar Negro, donde Coatlicue en 2015
adquirió una propiedad cercana a la de los multimillonarios
hermanos Rotemberg, amigos personales de Putin y no lejos de
donde este último, posee una espectacular, mil millonaria mansión.
La apertura de multimillonarias cuentas personales en el banco ruso
“Sbersbank”, así como de inversiones diversas, como por ejemplo
compra de acciones de la petrolera Rosneft, directamente por parte
de familiares del clan de Coatlicue (no por testaferros) se empezó a
dar en el año 2012, con gran parte de los miles de millones de dolares
que venían de Venezuela, supuestamente, para los ALBA proyectos y
coincidiendo a la vez, con el establecimiento del proyecto de
fabricación de vacunas rusas en Nicaragua, “Melinchkov”. Este
último, fácilmente transformable en un laboratorio para la
fabricación de agentes bioquímicos, con fines bélicos o de cualquier
tipo.
En lo que corresponde a Nicaragua, las llamadas «Profecías de
Igor» apuntan a la desaparición de esta como nación debido a una
concatenación de 5 catástrofes que Coatlicue denomina PESTE:
Plagas. Epidemias. Sequías. Terremotos. Erupciones volcánicas.
Todo eso está supuesto a iniciar con ímpetu, a partir del primer
eclipse solar del 2025 (29 de marzo) terminando 7 años después, con
el ascenso del nivel del mar que cubriría todo el pacífico y atlántico
nicaragüense, anegando y destruyendo más de la mitad de la nación.
De manera íntima, en sus espacios privados, Coatlicue ubica cada
inicial de la referida expresión (PESTE) en los vacíos intercalados de
la estrella invertida de cinco puntas, que promueve y configura en
ornamentaciones y grabados públicos. En el centro de los mismos,
agrega la palabra Agua, la cual, según la tenebrosa predicción, será el
agente de destrucción final.
Coatlicue diseña, apuesta y promueve secreta, pero
dinámicamente, la destrucción de Nicaragua como un tributo final a
sus dioses. En ningún momento ella ubica sus intereses de vida o los
de su clan en una Nicaragua, más allá del 2024, ya que considera
inminente el inicio de las catástrofes. La obsesión de que sus nietos
aprendan ruso y alemán (tiene hasta 22 nietos estudiando en el ultra
elitista Colegio Alemán en las afueras de Managua), así como que
adopten costumbres y actitudes europeas está vinculado a lo
anterior.
Dharma, ex integrante de la corte mística de
Coatlicue 08 / 04 / 2022
ANEXO 09: «CHAPAMON», UN
VAGO CON SUERTE.

“Cada vez que lo mandábamos a comprar marihuana, cerveza, comida o lo


que sea, levantaba la pierna derecha y la dejaba caer con fuerza simulando
estar encendiendo una motocicleta, levantando las manos, como
teniéndolas en el manubrio de la supuesta moto y haciendo con la boca:
«Run, ruunn, rruuunn» y salía a toda velocidad.
Pura locura de quemón, porque era perro a la marihuana. Usaba
pelo largo, pantalón campana, camisa de roquero, botines y chapas
en la oreja, por eso le pusimos «Chapamón», por lo chaparro y el
apellido Moncada, para diferenciarlo de Truján, el baterillista
guatemalteco del grupo, que también era de baja estatura y a quien le
decíamos «Chapo». Eso fue a finales de 1977, en el bar Melquiades,
en Iztapalapa (CDMX DF) adonde lo llevó el negro Stimpson, un
costeño nicaragüense que era pusher de marihuana en Tepito, con la
tranca de que era timbalero, pero no tocaba ni la hora.
Chapamón tenía mal guaro, se quitaba la camisa y se ponía en
pose de boxeador retando a medio mundo diciendo que él había sido
sparring de Alexis Argüello, pero nadie le hacía caso. Lo malo fue que
se puso a combinar monte. Estafaba vendiendo marihuana mezclada
con una hierba que le dicen
«santalisa», varias veces lo tuvimos que defender de compradores
furiosos y le aconsejamos que mejor no llegara más.
Meses después lo vi conviviendo con una señora mayor que tenía
un negocio de cuido de petacas o maletas pues, ahí en la terminal de
buses a Querétaro o a Guerrero, no recuerdo bien.
Nunca más lo volví a ver, creí que se había ido a “San Pancho”
(San Francisco, California), ese era su sueño ya que decía conocer ahí
a un hermano de Chepito Áreas, el de los Santana Band, lo máximo
en música por entonces.
Fue hasta que veinte años después, para un diciembre de 1997, si
mal no recuerdo, que lo voy viendo de alto militar en un hotel de la
colonia Álvaro Obregón, en el casamiento de una hija del conejo
Robleto, un nicaragüense, ex
guitarrista de la banda. Lo reconocí de inmediato, el mismísimo
Chapamón. Es indio come años, me moría de la risa al verlo de
uniforme, se puso “hasta donde no es”, esa vez”. Decía andar en un
curso de no sé qué verga del ejercito, andaba con una chamaca
guapísima el bandido. No supe de él por años, hasta ahora que lo ví
ahí, de gran canciller, increíble, me he reído como nunca con el chele
Américo.
Plutarco Salinas, León Nicaragua,
(1948) Musico radicado en México
Aunque no comparto para nada la risa o gracia que tan
despreciable personaje le causa a Salinas, músico guitarrista
nicaragüense de unos setenta y algo de años, quien conoció en un bar
de mala muerte de Ciudad de México en 1977 y 1978, al bufón de
entonces y flamante canciller ahora, Moncadita, el relato resulta
interesante para patentizar la osadía, el cinismo de muchísimos
oportunistas que en Nicaragua, el 19 de julio de 1979, amanecieron
con el autollamado título de heroicos guerrilleros y con ello, con el
derecho a toda una vida de francachela y parasitismo, a costa
siempre del erario público.
Canciller: “Lo que natura non da,
SALAMANCA non presta…”
Gustavo Castellón (nombre ficticio), nicaragüense, profesor de
historia y filosofía en la Universidad Autónoma de Barcelona,
España, coincidió de 1993 a 1996 en tal universidad, con el
minúsculo canciller de la mentira, en uno de los tantos periplos
académicos que este último, ha cursado en distintos países y que nos
debería hacer suponer que estamos ante un verdadero erudito…
Gustavo nos relata:
—Él pasó por los cursos, pero los cursos, parece que no pasaron por él.
Para él África, era solo de negros. Constituía una tarea titánica explicarle
que Egipto, Libia, Túnez, Argelia y Marruecos, eran geográficamente
africanos y no “árabes”, así hablasen tal idioma. Desconocía que Georgia
era un país, mientras juraba que solo existía como un estado de USA. Para
él, Tailandia, Vietnam, Laos, Filipinas y lo último, hasta Singapur, eran un
solo “chacuatol”, una sola nación: ¡China!...
Manejaba que la guerra civil española de 1936, fue debido a la invasión
Nazi… De España, lo más que dominaba eran una docena de nombres:
Colón, El Barça F.C.,
Raphael, Julio Iglesias y la Pantoja, ahh y por supuesto, los vinos y
jamones a los que, tarde a tarde, furiosamente atacaba en los bares de
Barcelona y otras ciudades a las que, sábado a sábado, se iba en lo que él
mismo decía, eran merecidas farras de relajamiento. Ni hablemos de su
comprensión de Zona Schengen, acuerdos climáticos de París o Kyoto, la
reunificación alemana, la OTAN o la Perestroika, ¡por favor! Eso era como
hablar japonés para él.
¡Un desastre! ¡Una vergüenza!, ¿Cómo vas a ir a un programa de
postgrado con un nivel académico de un adolescente de octavo grado?
En serio, no me interesa denigrarlo, me siento hasta mal, pero es la
verdad. Manuelito, un talentoso muchacho estiliano, estudiante de derecho
de la la misma universidad, cuya hermana nicaragüense casada con un
español lo apoyaba con sus estudios y se las veía prieta con los gastos de
comida, pasajes y otros, era quien le hacía los informes y trabajos
académicos por unos cuantos centavos que el inepto y tacaño Moncadita,
de abultada cartera, le proporcionaba para salir del clavo.
Aduciendo un grave deterioro de faringe (mal que según parece,
desaparecía en bares y cantinas donde hasta cantaba), jamás dio una
exposición oral en todos sus años de verdaderas vacaciones pagadas, con
una beca del estado español del orden de los 1700 dólares al mes, más su
respectivo salario de oficial del ejército en Nicaragua.
Creo que fue como para diciembre de 1995, que tuvo una denuncia
sobre violencia doméstica por la que fue incluso, citado por los Mossos, la
policía catalana.
No estuviera hablando de esto, que más bien parecen chismes de
comadres en el mercado, si no fuera por el contexto actual de mi querida
tierra. Lo hago porque creo importante que la gente entienda, el fraude
que estos parásitos de toda la vida, representan. Vagos, inmorales,
insensibles, mentirosos y tremendamente ignorantes, en altos cargos de
gobierno.
¡Increíble! Toda una vida de privilegio la pagan vomitándole balas y
mentiras a quien les ha mantenido siempre sus inmorales prebendas: los de
a pie.
Estos zánganos, una vez con el orteguismo liquidado, deben ser
investigados a fondo. Generalotes, coronelotes, altos comisionados y
demás, responsables de crímenes de lesa humanidad y desmanes, con
pensiones de primer mundo, en un país de niñez desnutrida.
¡Inaudito!
ANEXO 10: CASUS BELLI

¡ Aquello fue un terremoto¡.


Desde El Carmen, la déspota, enardecida, exigía que rodaran cabezas:
Un connotado intelectual, crítico de la tiranía e incómodo
generador de opiniones y cuyo arresto era inminente, había huido.
Fiscalía, policía y coordinadores de para- criminales, fueron
sacudidos.
La llamada Fiscal de la República, – por cierto, una de las amables
anfitrionas de Pablo Escobar durante la breve estadía de este en
Nicaragua en 1984 – vil estratega de infames farsas legales contra
inocentes, recriminaba acremente a su corte de fiscalillos e
intercambiaba culpas con Paco, el ruin consuegro de la realeza y jefe
de la policía orteguista.
La fabricada acusación contra el también ex ministro de
Educación, cumplía con las burdas normas establecidas para dar
imagen de legalidad a la ola represiva que encarcelaría a decenas de
opositores a la tiranía.
Ese día, nuestros médiums visualizaron decenas y decenas de
mensajes intercambiados. Toda una antología de ferocidad por un
lado y vergonzosa indignidad por el otro. La Compañera había
tomado demasiado a pecho el asunto, algo intrigante, que no dejó de
levantar cejas entre los mismos oficiosos serviles involucrados: ¿Por
qué no hubo una reacción similar con otros personajes previamente
fugados?
Sucede que, esta vez, la exacerbada furia de la déspota
nicaragüense, obedecía a algo, mucho más personal, un inaceptable
agravante:
Sucede que el huido era, ¡¡por todos los diablos!!, el hermano de la
poeta. Su mal amada y ya entonces, también exiliada poeta. Y eso,
dolía, ¡y mucho!
Días antes, era notable su buen ánimo; probablemente saboreaba
anticipadamente y para sus adentros, aquel doble triunfo: encarcelar
a un indeseable opositor político y a su vez, dar una bofetada a aquel
personaje que, como bien saben sus selectos y siempre aterrados
íntimos, por años ha sido
objeto de su sostenida inquina; fruto esta, según algunos estudiosos,
de escabrosos desvaríos freudianos...
No pudo ser. El fugitivo, además de su libertad y la poca ropa
puesta, se había llevado con él, la exquisita oportunidad de
escarnecer, desde lejos, a aquel claroscuro objeto de su obsesión.
Esto último, algo de la mayor importancia a fin de quitarse un poco,
esa lacerante sensación de impotencia que en todo psicópata,
supone, la lejanía de todo aquello odiado o bien, siempre según los
entendidos, de todo aquello deseado…
La verdad, para los días de la fuga del también ex hippie, la tirana
tenía días de ser presa de un desasosiego similar al del perro que
solamente puede morder, desgarrar, matar o si es el caso, husmear y
lamer, hasta donde la cadena lo permite, no más. Sus ladridos
pueden atravesar patios, fronteras y hasta océanos, sus garras no.
Dolida, pero sabiendo que con astucia, paciencia y multiplicando
infamias, pronto llegaría su momento, dejó que sus personales y
revueltas aguas volvieran a su cauce, su tortuoso, mal oliente cauce.
Meses después, la canalla se solazaría imaginando certeramente
las lágrimas de la escritora al enterarse esta de la muerte de su
amigo, el preso político Hugo Torres, así como su segura
consternación hoy, con las terribles imágenes del resto de
secuestrados, a merced de una brutal soldadesca, en los inhumanos
calabozos de la tiranía orteguista.
ANEXO 11: «W.N.M» –
VOMITIVO

«El FSLN del delincuente Ortega, ha montado toda una estructura corrupta
en la Corte Suprema de Justicia, para obtener dinero de los narcos o de
donde sea. Hay que hacer que den cuenta de inmediato de los 609 mil
dólares decomisados hace dos meses y ahora desaparecidos de la Corte.
Tenemos que llegar hasta las últimas consecuencias con esto. Ni todos los
conjuros y sahumerios de la bruja Murillo, los salvarán»
Declaraciones al canal 2 de televisión de Nicaragua (TV
Noticias) del diputado Wilfredo Navarro Moreira / 10 de
diciembre / 2005
¿Presos políticos? ¿Cuales? Lo he dicho una y otra vez. Son
políticos presos y bien presos por la comisión de delitos comunes.
«Compañero» diputado Wilfredo Navarro Moreira.
Declaraciones a los medios, toma de posesión
presidencial de Daniel Ortega, enero 11 / 2022
«Si los gringos me sancionan, eso para mí es una condecoración y
una demostración del fuerte golpe que junto al comandante Daniel,
le estamos dando al imperio».
Diputado, Wilfredo Navarro M. – Marzo 10 / 2022
BUEN AMIGO
“Visualizaciones”, lunes 10 de agosto 2015 / 11:31
A.M. WNM: —Mirá pipi, te voy a decír algo, Byron
es Byron y yo soy Wilfredo. Si estás incómodo o con
desconfianza dejamos esto así y amigos como
siempre.
Espinoza: —No hombre, solo te hacía ver las vainas que me
han pasado, tranquilo.
WNM: — «Tate» claro de que yo no me estoy echando
ni un peso a la bolsa, pero esa gente es feroz hermano.
Yo
más lo hago por hacerte el volado...
Espinoza: —Yo estoy claro, de eso mi «líbero», se lo agradezco.
WNM: — Ahora mirá, en el banco de arena del
nueve y medio, ellos dicen que perfectamente
sacas las 700
«camionadas», calidad Motastepe, pero
vos decís que no las hay. Vete a ver eso
bien.
Espinoza: —Ni modo, vamos a ver como salgo. Lo que
necesito saber es qué te dijeron de los billetes…¿cuanto?
WNM: —Quieren «ocho palos», por lo de la arena y lo
del estadio.
Espinoza: —¡Choocho!, esos son doscientos y pico de
mil de los verdes. Demasiado, no jodás, están locos.
WNM: —Es que como son varios, «no sé, ahí no me
meto...» Espinoza: —Sí, pero es demasiado. Deciles
que se pongan en otro plan.
WNM: — Quién sabe, no lo creo. Estos jodidos son
duros, además, los buitres de ECONS también le andan
ganas al proyecto y los taiwaneses están jodiendo.

Espinoza: —Dejame ver pues, yo te


llamo. Ahh Wilfredito, ¿cómo va lo de
Malpaisillo?
WNM: —Eso lo vamos a ver después, salgamos
de esto primero, «cuadrate» y me llamás ¿ok
ESBIRRO NAVARRO

Declaraciones de don Bonifacio de Jesús Ruiz Gonzales brindadas


a
«Suyén», estudiante de comunicación social de la Universidad
Centro Americana (UCA) durante un desayuno - convivió en
celebración colectiva por el cumpleaños de varios ancianos por parte
de Misioneras de La Caridad, Barrio La Reynaga, Managua,
21/06/2008.
«Ese hombre, (WNM) estaba con un paramilitar de la Mano Blanca
llamado Chester, al lado de un carro lanchón, tipo Chevrolet, cerca de una
patrulla BECAT de la Guardia Nacional, exactamente, de los semáforos de
la Tenderí unas 100 varas arriba, frente a la bloquera. Nosotros vivíamos
dos cuadras al lago del partido de los «pescaditos» allí en Larreynaga.
(Probablemente, antiguo Partido Social Cristiano).
Eran como las cinco de la tarde y venía del Mercado Oriental con mi
hija Clarisa y mi hijo Sebastián Ruiz Parrales, que era el que guiñaba el
carretón con la venta de ropa.
Nos detuvieron a los tres, pero solo requisaron a mi hijo. Digo yo que de
seguro fue, porque andaba “mechudo” y sucio mi hijo. Venía de jugar
beisbol él, era un sábado, un 19 de mayo (1979). Un día antes, yo había
cumplido 51 años. Mi hijo tenía 21 años cumplidos, estaba «cipotón»
todavía.
Ese Chester le «secretió» algo a uno de los guardias y estos montaron al
jeep del BECAT a mi hijo.
Muerto de miedo, nervioso, como a unas 15 o 20 varas de él, lo llamé
varias veces:
«Wilfredito, Wilfredito, soy Chú, ¿no me reconocés?, Chú Chancleta» y el
gran ingrato me bajó la cabeza, hizo como que no me oyó.
Yo lo conocía desde chigüín allá en Diriamba, igual a la Carmencita su
mamá, a Edwin el hermano que era guardia, a todos ellos. ¡Cuándo se me
iba a perder!.
Como cinco días antes, ya lo había visto en la esquina abajo de la
Caimana, con ese mismo Chester, lo saludé y me cabeceó así, todo serio. Yo
creí que tal vez sólo me lo echarían preso a mi hijo y lo «peloniarían», por
vago, decía yo.
— ¡Qué va! Hasta hoy (21/06/2008) se lo tragó la tierra. Donde no
fuimos la mamá y yo. Todo esto se lo dijimos a don Pérezalonso el de los
Derechos Humanos. Créame que si ese día he sabido que no volvería a ver
a mi hijo, me les hinco de rodillas, les lloro, lo que sea, yo no sé qué
hubiera hecho.
Luego del tal triunfo del 19 de julio lo denuncié y no me hicieron caso.
Supe que estuvo preso unos meses (1980) pero por chochadas políticas.
Después que estos «cabrones» perdieron, (años 90) lo miré con el
presidente Alemán como si nada.
Mi mujer murió para el 2004, sin saber dónde quedó su muchacho.
No digo que él jodió a mi muchacho, pero él estaba ahí y pudo
ayudarme, eso sí. O, por lo menos decirme algo. Mirá chiquita, de la
justicia divina nadie se escapa, ¿oíste?, ¡nadie!.
Decenas de expedientes de la extinta Oficina de Seguridad de
Somoza, dejados en la desbandada, fueron convenientemente
perdidos o manipulados después del 19 de julio de 1979.
Desde documentos que podrían incriminar como informante al
mismo tirano Ortega, intrigantemente, muy influyente y bien tratado
durante su estancia en la cárcel Modelo, hasta graves antecedentes
de personajes como Ring Ring, Porras, (hoy magnate farmacéutico y
diputado) pudieron haberse perdido para siempre.
ANEXO 12: DESPECHO

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la


princesa? Los suspiros se escapan de su
boca de fresa (R.D.)
Reclinado en el desgastado sofá de su solariega casa, con la mirada
perdida en el techo y el rostro desencajado, claramente abatido. Una
imagen patética, alejada de la arrogante, iracunda y burlesca imagen
de aquel locuaz locutor, el temible y mordaz comentarista de horca y
cuchillo.
A veces abstraído y otras maldiciendo para sí mismo, de cuando
en cuando emitía algún gruñido que alertaba a Polito, su leal y
antiguo asistente quien, nervioso, rellenaba de hielo o guaro el semi
vacío vaso de aquel atormentado y furioso sátrapa de la lengua, que
no lograba asimilar de una buena vez las terribles imágenes que ese
mismo día, le habían estremecido: su pretendido galán, abrazando a
una desconocida y preciosa trigueña veinteañera que semi cubría su
cara con un pañuelo azul y blanco, en una barricada de Masaya.
Al Chele, lo del pañuelo, la protesta y la barricada, le valía un
pepino pero,
¡Por Dios! el abrazo, el brillar de ojos y la claramente arrobada
expresión que ambos tortolos exhibían en todas y cada una de la
media docena de fotos, pública y ufanamente difundidas, le resultaba
insoportable.
Era la inaudita “traición” de su idolatrado Romeo, estudiante de
mercadotecnia de la UPOLI, el mismo que 20 días antes (2 de junio
2018), esposado, reventado a golpes y temiendo lo mataran, había
declarado en el Centro Nacional de Torturas del Chipote ( CNTCh)
ser asistente personal del
«Chele G», confesión que llegó a los oídos de Néstor, el operativo del
terror del Carmen y estrecho íntimo del referido locutor, quien
confirmó lo dicho por aquel aterrado «asistente».
La liberación fue inmediata. El encuentro, emotivo, lacrimoso,
pero fugaz. Aduciendo una evidente indisposición, el liberado Romeo
declinó amablemente una cierta y hospitalaria invitación del Chele G,
saliendo de
inmediato a buscar a sus angustiados padres, mientras, su oportuno
benefactor, un tanto desconsolado, partía a lo suyo.
Días después, para su pesar, los intentos del locutor por
comunicarse con su personal «asistente», fueron vanos. Su
incomodidad crecía, pero a la vez, suponía que la convulsa situación
del país justificaba la informalidad. Fue entonces que le llegaron las
impactantes imágenes mencionadas y, con las mismas, su personal
derrumbe. Fueron tres días con sus noches de caos y maldiciones.
Más tarde confesaría, que todo ese tiempo no dejó de oír dentro de
sí, una incesante secuencia de ruidos tales como el que hace un sable
cortando el aire, seguido de unos auténticos y patéticos chillidos de
cerdo.
Intrigado, después de sopesar por horas, diversas teorías e
interpretaciones, propias de un psicoanalista, llegó a la conclusión de
lo que aquello le sugería:
Corte tajante, cambio, restructuración de miras, renovación de

alianzas… En lo que al chillido de cerdos tocaba, concluyó que en

definitiva, aquello

era un símbolo de desespero, crujir de dientes y, cómo que no,


sangre. Sí, sangre, ese rojizo insumo, fundamental para el cambio,
Para Avanzar Victorios@s en esta Nicaragua Bendita Cristiana
Socialista…
No había donde perderse. Por si duda alguna le quedaba, más
tarde ensoñaría también una amplia y larga alfombra, toda llena de
fragantes y delicadas rosas, rosas color chicha que se extendían hasta
las puertas de un reluciente y majestuoso salón donde, según decía,
unos atentos y elegantes mozos (varones todos para variar), daban la
bienvenida a un algo que se percibía, opulento, omnipotente, prodigo
en risas, banquetes y espumoso champagne...
Atando sagazmente cabos, los mensajes eran claros: una
advertencia para cortar su recientes, tímidas, vocingleras e infantiles
críticas a «La Familia» y un perentorio mandato para retomar, como
el hijo pródigo, el cómodo y muy
$en$ato camino chicha. Ese privilegiado y ancho camino hacia la
única e indiscutible verdad, prosperidad y también, por si las
moscas, provechosa impunidad.
No había más que hacer, usando sus viperinas dotes, volvería por
sus fueros (y de paso, por sus millones), atacando sin piedad alguna,
a los ahora
despreciables «terroristas auto convocados, agentes de la derecha y
peones del imperio norteamericano». Por si faltaba, el «Chele» sabía
que de alguna manera, todo eso traería por añadidura su dulce y
acariciada venganza contra el hoy aborrecible, azul y blanco Romeo.
Rescataría su honor y, la humillación vivida con aquel despecho,
sería sin piedad alguna, bien cobrada. Era asunto de tiempo nomás.
Gozoso, con el ánimo repuesto y seguro de haber re encontrado el
camino, esa noche, durmió aliviado.
Días después, un Chele G, más arrebatado y procaz que nunca,
volvió a destacar, ganándose rápido y por derecho propio, el
«Primerísimo» lugar por su diaria tarea de denigrar a diestra y
siniestra, sin mencionar su eficaz y perverso oficio de alentar el
crimen y la despreciable burla a las víctimas del terror orteguista.
A diario, junto con los Pastoras y Pastranas, el Chele G completa el
trío de miserables aduladores de la realeza ORMU. Su bajeza e
indignidad son tan obscenas, como sus mensuales cheques.
Del Romeo, no se sabe mucho. O está a buen recaudo o
literalmente, se lo tragó la tierra, tal y como ha sido el destino de
muchos adversarios del régimen criminal.
Diversas investigaciones periodísticas, fácilmente accesibles en la
web, describen los multi millonarios fondos que, desde el 2018, estos
agentes del crimen y la mentira reciben de una regocijada dictadura.
ANEXO 13: DE MEHMET A
J.C.

Aunque intencionalmente concebido para nacer en un año de Gallo (1981


según el horóscopo chino) y bajo el signo de Escorpio (21 de octubre - 20
de noviembre) - las mismas características del tirano que tiene por padre
(12/11/1945 Gallo y Escorpio) - el chico se adelantó tres días, naciendo el
18 de octubre de 1981.
Los 10 meses previos a su nacimiento, el mundo había sido sacudido por
dos magnicidios y dos atentados frustrados contra actores claves del
acontecer musical, religioso y político mundial: Lenon, Reagan, Juan Pablo
II y Anwar Sadat.
«Nació en un momento histórico agitado y anti sistema, como
una premonición. Es la encarnación de Sandino, lo he visto, lo he
sentido».
Con tal clamor, la orgullosa Compañera se refiere a Juan Carlos, su hijo,
uno de los príncipes herederos de la Realeza ORMU.
Le faltó a la Compañera, exponer también, sus vanos intentos de
nombrarlo “Mehmet”, en honor al autor del atentado contra el Papa, Juan
Pablo II, el turco Mehmet Ali Agca, a quien se refiere como un iniciado de
una de sus delirantes doctrinas.
Para amargura de la siempre venenosa Compañera, en esos momentos
(1981) su poder no tenía el “esteroidado” músculo que ahora exhibe, por lo
que, resignada, asintió a nombrarlo con un simple y silvestre Juan,
negociando la piadosa propuesta de la devota matrona familiar de un, para
ella, intolerable “Juan Pablo” a un gris, pero más potable y políticamente
útil, Juan Carlos.
No obstante, su feroz anti catolicismo la empujaba a no dejar aquello así.
Unos ochos meses después, exactamente el 21 de junio de 1982, día de
triple acontecimiento para ella: cumpleaños, eclipse solar y equinoccio de
verano, en una oscura ceremonia realizada en una casona cercana a la
iglesia San Miguel Arcángel de Masaya (la misma iglesia que décadas
después tanto odiaría), se dio el bautizo dizque místico del “Mehmet” nica,
con agua traída desde la laguna
de Apoyeque, la misma donde dice haber sido llevada en su supuesta
abducción de octubre de 1976.
Un conocido escritor masayes, en ese entonces cercano a la déspota de
hoy, un pintor jinotegano ya fallecido y dos personas más (probablemente
acompañantes de buena fe y desconocedores del trasfondo de todo aquello)
fueron «testigos masayas» del referido acto.
Años después, (1988) trocaría el nombre, dizque místico, del chiquillo
aquel por el de «Oceolopilli) o Guerrero Jaguar.
Notoriamente su predilecto, Oceolopilli (Juan Carlos para el común), es
la garantía de continuidad en el delirante esquema dinástico de la vice
tirana.
Cursi, opaco, nada fuera de lo común, sin más mérito que el compartir
genes con el par de déspotas y muy claro de las consecuencias de caer de la
alta, puntillosa e impredecible estaca del poder, desde el cual, ridícula y
desesperadamente a diario se desgañita, Juancito tira palos de ciego
buscando llamar la atención, con poses patéticas y lastimosos desatinos.
Mientras tanto, La Compañera, astuta y previsora, convencida de que
una vez el barco hundiendo, los cuervos que hoy cría no le dejarían ni
siquiera el tatuaje con el nombre “Mehmet” que en su muslo inferior
izquierdo porta, prepara cama y escenario en su ansiado Sochi, a la orilla
del mítico Mar Negro, el mismo que besa la Turquía de Agca y la Rusia de
Putin. ¿Qué más pedirle a la vida?
ANEXO 14: HIENA Y
CHACAL
“Fue para 1987, la guerra en la montaña estaba en lo fino y aquí,
todo era escasez y penurias. A mí, la desgracia me llegó de pronto.
No sé ni cómo se fijó en mi hija el hombre ese, tal vez la miraría en
una de esas cuestiones del Frente en que ella andaba, porque era de
la tal Juventud Sandinista, la muy desobediente. Tenía 19 años,
estudiaba en la UNAN y era una chavala muy hermosa mi hija,
para que, no puedo negarlo.
La cosa es que un día de tantos, se apareció una gran camioneta
con un chófer que le decían Pitín, vestido de guayabera blanca,
pantalón negro y cargando un gran saco de provisión preguntando
por María Gertrudis, mi hija, diciendo que era un regalo para ella por
parte de la secretaría local del Frente Sandinista, como estímulo por
su labor en esa cosa de política. Venía de todo: arroz, frijoles, azúcar,
aceite, pasta de dientes, café, jabón y otras cosas que eran escasas en
ese tiempo. También le dejó dinero y un recado en un sobre. No supe
más.
Fue como a los tres meses que se me vino el mundo encima. El
coordinador de los Comité de Defensa Sandinista del barrio, llegó
prepotentemente a decirnos que el terreno que habitábamos desde
hacía casi treinta años atrás, allá en el barrio San José, era ajeno y
que fuéramos buscando como salir de ahí cuanto antes. En esos
mismos días es que me capturan a mi hijo Roberto, los de
«Prevención» del Servicio Militar, a pesar de que ya había sido
descartado de ir a la guerra por una nube que tiene en su ojo
izquierdo. Por último, empecé a ver a mi hija toda deprimida, como
enferma y llorando de la nada.
Desesperada por el asunto del terreno, hablé con la Tere, una
amiga que trabajaba de empleada en la casa de un comandante,
Víctor Tirado o Carlos Núñez, no recuerdo bien, para que le pidiera
ayuda y nada, el señor vivía demasiado ocupado. Fue entonces que
me acordé de pedirle ayuda a la Norita Astorga, a quien conocía
desde jovencita en Santo Tomás Chontales, ya que mi hermana
Eulalia, le trabajó a don Napoleón Astorga, tío de ella. A la Norita, yo
la había visto varias veces en la televisión. A como pude, me conseguí
su dirección y la busqué. Una belleza de persona Norita, me recibió
como si yo fuera la gran señora, la miré bastante cambiada
físicamente, bien delgadita, pero
siempre cariñosa y humilde. Le expuse todito el caso y me dijo que
no me preocupara que hablaría con no sé quién, que le diera unos
días. Me regaló unas cositas y me mandó a dejar hasta la casa en un
carro.
Fueron días de angustia. El hostigamiento del coordinador era
cada vez más continuo y agresivo llegando al punto de decirnos que
teníamos que salir y que la tarjeta de racionamiento o el AFA ya no
era válida, imagínese. Por otro lado, no tenía ni idea de donde estaba
preso o enmontañado mi hijo, y para remate mi hija María Gertrudis,
ni comer quería. Era un abatimiento total. Ya casi con ganas de ir a
buscar de nuevo a la Norita, se apareció su chófer, el mismo que me
vino a dejar, nada más que en un carro rojo, diferente al de
«denánte». Me llevó esta vez, no a la casa, sino que a la oficina donde
Noríta trabajaba. La esperé y la esperé sentada un gran rato.
Por fin me mandó a llamar y al solo ver que no me saludó con gran
alegría, presentí algo malo. Cerró la puerta y se sentó a mi lado. Casi
me muero con lo que me dijo; fue horrible: María Gertrudis, mi hija,
se había “metido” con el
«Comandante» y su esposa, la «Compañera» se había dado cuenta y
estaba furiosa. Todo el hostigamiento que sufríamos venía de parte
de ella, endemoniada y con toda razón, por la brutalidad que hizo mi
hija con su esposo.
Lloré y lloré, la Noríta no dejaba de abrazarme. Me dijo que no
podía enfrentarse a la esposa del comandante, pero que, por sus
contactos con un amigo de ella del ejército, resolvería lo de mi hijo
sin que se diera cuenta la Compañera, pero que lo del terreno estaba
difícil, ya que esta última tenía el ojo puesto en el asunto, además de
que no era conveniente que vieran a mi hijo en el barrio. Supe
entonces, que no era la primera vez que la esposa del presidente le
arruinaba la vida a alguna infeliz que hiciera lo de mi hija. Fue en ese
momento que comprendí lo grave del asunto y tuve un gran miedo
por mis dos hijos. Luego vinieron aquellas palabras de Norita:
«Toda mi vida he luchado contra la injusticia, mientras yo sea
Nora usted y sus hijos tendrán un techo. No se me preocupe, hoy
mismo veré que hago».
Me sentí tan aliviada, tan conmovida con sus palabras. Dio orden
de que me consiguieran unos aliños y me mandó a dejar con el
chófer. Luego, ya en casa, vino la plática con mi hija, quien no solo
me confirmó el hecho, sino que también agregó haber sido expulsada
de la Juventud Sandinista y hasta de la
Universidad, acusándola de inmoralidad. ¿Qué podía decir? No sé en
verdad, cómo aguantó mi corazón aquella gran tristeza. A pesar de
todo, en ningún momento salió de mis labios una sola palabra de
repudio hacia mi muchacha,
¿quién es aquel que no comete errores?

Como a los 15 días, en un camión que mandó Norita nos


trasladamos a una casa ahí en la carretera a León que era del
Ministerio de Turismo y estaba abandonada, una casa grande, lujosa,
casa de rico, no tenía luz y pasábamos agua con una manguera de
una buena vecina.
Unos dos meses después, entre la Norita y el pelón de Herty
Lewites, pícaro que era ese diablo, me consiguieron esta casita aquí
que es donde desde entonces vivo. Los dos ellos, Herty y la Norita,
murieron y me dolieron como no tiene usted idea. Mi hijo trabaja de
panadero y mi hija se casó y vive en Panamá, gracias a ella me
sostengo en esta situación además de lo que me gano inyectando y
poniendo suero a algún enfermo aquí en el barrio. (Doña Estelita, 73
años, algún barrio de Managua, septiembre 2019).
ANEXO 15: ASALTANTE Y
ACOSADOR
“Nada más lejano al soñado ideal revolucionario del hombre nuevo
que, este hombre viejo y envilecido, hoy afincado en un poder
corrupto y represivo” El País, España.
Relato de Adrián Solís, ex sindicalista, miembro del Partido
Socialista Nicaragüense en los años 60 y quien compartiera cárcel
por más de 8 meses con el hoy dictador Ortega.
«Conocí a Daniel Ortega y a sus hermanos, en 1961 o 1962, allá por el
Barrio San Antonio de Managua.
Puedo decirte que nunca en los años que lo traté, vi en él algún tipo de
expresión seria de corte político, un marco ideológico mínimo y mucho
menos, sensibilidad social alguna. Muy al contrario, tal y como pueden
decirte los que igual que yo lo conocieron, además de prepotente y violento,
tenía actitudes de discriminación social y racial. Un rasgo muy notable en
él, han sido sus actitudes misóginas y también su comportamiento lascivo y
acosador.
Hosco y desconfiado, su personalidad era y sigue siendo, de una
naturaleza tenebrosa e impredecible. Abusivo, autoritario, dueño de un
lenguaje soez, irascible, mentiroso, desleal, mal amigo, pésimo alumno,
enemigo de los libros, hombre de muy pobres luces intelectuales, aunque sí,
astuto y maestro de la intriga.
Que dejase una universidad jesuita, abrumado por el rigor académico,
apenas un par de meses después de inscribirse, no sorprendió a nadie, pero
que se justificase diciendo que era para involucrarse en un movimiento
político, para lo cual no tenía mínimas cualidades morales, dejó incrédulos
y rascándose la cabeza a varios que, la verdad, no miraban en él, más que
dotes de ocioso, matón y aventurero.
Cuando cayó preso por el atraco a un banco, que eran las acciones con
las que más a gusto se sentía, después de un inicial maltrato, sus
condiciones carcelarias fueron en verdad privilegiadas. Tales
circunstancias, unidas a otras coincidencias que incluían numerosas
capturas y quiebres de casas de seguridad sandinistas, fueron objeto de
muchos rumores que no trascendieron. Los afanes de guerra, así como una
común resistencia a poner en duda las supuestamente míticas cualidades de
los todopoderosos comandantes de entonces, volvía intrascendente y hasta
temerario, querer develar esas cosas ya que se corría el riesgo de ser
severamente sancionado, por confundido y traidor, por alguno de los
sacrosantos comisarios políticos de entonces.
Para los que tuvimos la mala suerte de compartir prisión con él, más
que como un ejemplar líder y compañero, lo veíamos como un vulgar y
eficaz cabo de celda. Más que respetarlo la mayoría le temía, ya que se
imponía con violencia ante los demás reos a partir de su buena relación
con los guardias de la prisión. Tener problemas con él, significaba
represalias con la comida y las visitas de familiares.
El hombre en verdad, tenía influencia con los guardias, en general con
los más maliciosos y prepotentes, al punto tal que algunos de ellos
formaron parte de su círculo íntimo, una vez que el mismo llegó al poder.
Volviendo a mis vivencias de esos meses en la cárcel, puedo decirte que
al menos en dos ocasiones fui testigo de algunas misteriosas ausencias por
parte de este, ausencias que duraban días. Aunque insistía haber sido
trasladado a una supuesta celda de castigo, la verdad es que su semblante,
no estaba para nada, demacrado o descuidado como sería lo esperado,
estaba rebosante y de buen humor.
Victoria R. R., una anciana granadina, declaró más de una vez, haber
visto llegar al “Comandante” en diversas ocasiones, a la vecina casa de su
primo José Manuel, militar de la Guardia Nacional adscrito al penal de La
Modelo. Otras personas aseveraron lo mismo agregándole al asunto,
visitas cotidianas del mismo Ortega, a burdeles de Granada y Nandaime.
Tal situación nunca fue investigada, sino más bien, muchísimos archivos de
la Oficina de Seguridad de Somoza, fueron misteriosamente desaparecidos
por orden expresa de altos comandantes sandinistas inmediatamente
después del triunfo en 1979.
Soy de la opinión de que a Ortega, la temporada en la cárcel le salvó la
vida, ya que por su conflictivo carácter era proclive a los líos.
Ismael Artola, un remendador de zapatos del mercado San Miguel de
Managua, de unos 50 y tantos años, destacaba por ser bueno al billar y al
naipe. Este tuvo un altercado con Ortega en un conocido salón de billares
cerca del barrio Buenos Aires de Managua, te estoy hablando como de
1965 aproximadamente. La discusión rápidamente paso a los golpes.
Mucho más joven y ágil Ortega venció al cincuentón, agrediéndolo
salvajemente incluso cuando este se encontraba ya en el suelo, teniendo
que intervenir algunos de los presentes.
Por meses, Ortega quien se suponía que ya estaba en el clandestinaje
guerrillero, fue buscado intensamente y con muy malas intenciones por
cierto, por uno de los hijos de Artola.
A continuación, te describo otra de sus perlas: Carmencita Poveda, una
agraciada joven leonesa, estudiante de secretariado y contabilidad en la
Escuela de Comercio Silviano Matamoros de Moran en Managua, era
cortejada insistentemente por Ortega en el camino a su centro de estudios.
Carmen, quien ya tenía un noviazgo con un joven de Masaya llamado
Bayardo, con quien paseaba los fines de semana, rechazó siempre los
lances del don Juan de cuartería Ortega, quien, frustrado ante ello, pagó a
un delincuente del barrio Los Pescadores, apodado “Chuleta” para que
junto a otro compinche, agredieran al galán masayés quien todos los
domingos, después de visitar a su novia Carmen, se dirigía hacia la
estación a tomar el tren y partir hacia su natal Masaya.
Sucedió, que detrás de la humilde apariencia de Bayardo, que era
hermano de un famoso pitcher del equipo San Fernando de Masaya de esos
años, se escondía un buen peleador que opuso tenaz resistencia a su par de
agresores, logrando con ayuda de otras personas que se encontraban cerca
(esquina noroeste del parque de Candelaria, frente a la casa del padre de
Jaime Morales Carazo), capturar al compinche de Chuleta, de nombre
Luciano Martínez, quien resultó ser sobrino de un popular personaje de
entonces llamado Peyeyeque y terminaría relatando todo a la policía. Por
este hecho, Ortega jamás fue encausado penalmente.
Más tarde, se conocería que estuvo involucrado en la quema del
vehículo de un funcionario de la embajada norteamericana y luego, sus dos
acciones más relevantes, fueron; su participación en la muerte a tiros de un
agente de la seguridad de Somoza, y el asalto a un banco en Managua por
lo que caería preso.
Brutalidad, megalomanía y un gran cinismo es lo que define a Ortega.
En los 80 fueron conocidas sus andanzas de acoso a mujeres y su
insaciable afición a jovencitas, poco más que adolescentes. Honestamente,
a cualquiera que lo haya conocido de cerca, no le hubiera sorprendido
para nada la grave acusación hecha por parte de su propia hijastra en
1998.
Para terminar, no puedo si no declarar que lo ocurrido estos días en
Nicaragua, ha sido extraordinario, estos jóvenes con su sangre y sacrificio
han querido redimirse de un tajo, de toda la vergüenza que les heredamos».
ANEXO 16:
NARCODOLARES
Declaraciones de Jhon Jairo Velásquez, alias Popeye,
sicario mayor del narcotraficante Pablo Escobar Gaviria
Crónicas Bogotanas /Diciembre 2017.
«Desde que lo vio, le cayó re - mal.
Pablo Emilio Escobar Gaviria, mi patrón, si algo tenía, era buena vista.
De inmediato me dijo:
—Esta trufa no es buena cosa. Es un Noriega segundo.
Definió al narcotraficante y dictador Ortega, como falso y peligroso. Mi
patrón se llevaba bien con Montero, el cubano, el verdadero estratega de la
contrainteligencia en Nicaragua. También le cayó bien el chiquitín y
hablantín Borge.
Con Ortega se trataba más porque tenía que hacerlo. Más por hipócrita
conveniencia que porque quisiera ya que según me decía, el tipo era falso y
siniestro.
Ortega era de lo más servil con mi patrón, se le aparecía siempre,
diciendo que por casualidad, en un restaurante al que nos gustaba ir a
comer con Rodríguez Gacha ahí en Managua, El Ranchito o Los Ranchos,
creo que se llamaba el lugar.
Ortega también lo invitaba a practicar puntería con una Mágnum 45 en
una hacienda cerca de una laguna muy linda, donde también le presentaba
a peladitas poco más que adolescentes, de las que siempre andaba rodeado,
porque ese hijuepuerca es un pedófilo. Mi patrón jamás aceptó eso, aunque
sí, anduvo a escondidas de Victoria, su esposa, con varias mujeres
nicaragüenses de altos cargos en el gobierno que los lugartenientes de
Ortega le presentaban.
Pablo Escobar se arrepintió de los meses que estuvo en Nicaragua.
Calculo que no perdió menos de 4 millones de dólares en esa estadía.
Tamaña hipocresía es que Ortega hable hoy de condenar el narcotráfico,
cuando él mismo nos recibió y hospedó en Nicaragua, cuando íbamos
huyendo después del asesinato del Ministro de Justicia Rodrigo Lara
Bonilla, el 30 de abril de 1984. Hipocresía cuando nuestra anfitriona o
asistente oficial esos meses en Nicaragua, era la actual jefa de la fiscalía y
también, porque ese país sigue siendo base narco, de ida y vuelta.
No tiene ni tres meses que mataron a Miguel Ángel Rodríguez Castaño,
un abogado que conocí en la cárcel a mediados del 2014. Él me contó
haber estado en Nicaragua varias veces en el 2013, negociando
directamente con el gobierno y el juez que llevó el caso de Raquel Alatorre,
una mujer ligada a varios cárteles mexicanos de la droga y a la que Ortega
le quitó 17 millones de dólares y de los que solamente declaró
públicamente 9 millones. Miguel Ángel me aseguró haber entregado al
juez, un tipo de nombre Julio, no recuerdo el apellido, 110 mil dólares para
agilizar el traslado de Alatorre a México. Mire mi hermano, si en el mundo
hay hipócritas y cínicos, esos son los comunistas».
ANEXO 17: NEGROS AUGURIOS

“Cuando el fruto de tu vientre cumpla tantas Metzlis (lunas, meses)


como días tiene el año (365), este fruto se alzará contra ti.
Justo cuando tú, Coatlicue, cumplas 666 Metzlis de vida, serás reina.
Llanto, cenizas y olvido será tu legado. Amargura para tu descendencia”.
Plaza Mayor de Colima, México, 15 de noviembre de 1996 —
Encuentro de brujos mesoamericanos.
*365 meses: 30 años 5 meses; Edad exacta de Zoilamérica (13/11/67) al
interponer en mayo de 1998, su denuncia por violación.
*666.6 meses: Periodo entre el 22 de junio de 1951 y el 10 de enero
2007 (fecha de nacimiento y toma de facto del poder REAL por parte de
Coatlicue).
GARRAS Y PONZOÑA PROFETIZADAS
“Tres jornadas tiene de ida y tres de vuelta la estrella de pelo
largo que hoy, por arriba pasa. La estrella que nadie ve dos veces.
Justo al terminar la primera jornada de la estrella, conocerás a tu
enemigo. De tu propia sangre será.
Entonces y sólo entonces, crecerán tus alas, crecerán tus garras y
también tu ponzoña.
Brazas ardientes por entrañas tendrás.
A mediodía, al terminar la estrella de pelo largo su tercera
jornada tu cabeza rodará”
Baba Vanga / febrero 1986 Famosa psíquica no vidente,
búlgara.
Estrella de pelo largo: Denominación de cometa en la antigua Grecia. En
este caso se refería al cometa Halley que pasó por la tierra en febrero de
1986. Su ciclo promedio es de 74.6 años. Dividido el viaje en 6 jornadas
cada una duraría 12.36 años por lo que su primera jornada terminaría en
mayo del 1998.
Denuncia por violación de Zoilamerica: mayo 1998.
Conclusión de la tercera jornada del cometa, mitad del recorrido: marzo
o abril 2023. ¿Será entonces el llanto y crujir de dientes?
ANEXO 18: PASMOSA MALDAD

Un diálogo que pone de manifiesto, el inconcebible nivel de


podredumbre moral y deshumanización de las dos féminas tras el
poder en Nicaragua y Venezuela.
Babaista se autodenomina una de las dialogantes la cual, junto a
su elefantiásico marido, tan ignorante como malvado, gusta de
celebrar a ritmo de rumba, la muerte de jóvenes manifestantes en las
calles de Caracas.
Tal diálogo, siempre, según “visualizaciones fantasiosas” de
nuestros
«mediums», se dio el día 27 de junio del 2017 a las 15:37 horas de
Managua, tras el ataque contra el ilegal Tribunal Supremo de Justicia
venezolano por el ex policía Oscar Pérez, asesinado públicamente
meses después.
Coatlicue: ¡Qué barbaridad! ¿En Miraflores las tiraron?
(CF): No, a la sede del Tribunal de Justicia, quebraron algunas
ventanas y asustaron mucho. Un ex policía de apellido Pérez.
Coatlicue: Ah, el Rambito. De esos rambitos también hay aquí,
al final terminan como perritos llorones.
Coatlicue entonces envía imágenes publicadas en un periódico
local de un prisionero nicaragüense llamado Marvin Vargas. En una
de las imágenes se observaba a un hombre blanco, recio y lozano de
unos 40 de años edad, en la otra, el mismo hombre casi sin dientes y
con la imagen de un auténtico anciano, después de 6 años de prisión
en inhumanas condiciones. En el reportaje periodístico se plasma el
alto grado de deterioro mental y emocional del prisionero, quien,
tartamudeando y llorando, aprovecha la oportunidad para pedir
públicamente clemencia al «compañero y a la compañera».
Coatlicue: Este se decía el Danto 2011, quería armar revoltijo y
terrorismo con otros deschavetados.
(CF): Cabello y Padrino están furiosos, ya el SEBIN y la científica
(policía) están localizándolos.
Coatlicue: jijiji, si los hallan, se los dan a los de los Derechos
Humanos, esos son especialistas y refinados con sus paladines.
(CF): Ahh no, aquí no hay quien valga, quieren palo tendrán palo,
quieren plomo tendrán plomo.
En determinado momento de la vida, tendemos a creer que ya hay
pocas cosas en la misma que puedan en verdad sorprendernos. No
obstante, la perversidad siempre se las arregla para demostrarnos lo
contrario. El caso de este hombre, Marvin Vargas Herrera, miembro
del ejército sandinista, cuando no era más que un adolescente y
encarcelado a sus casi 40 años, simplemente por pretender liderar
una protesta exigiendo beneficios de índole gremial, es por sí solo,
una genuina muestra de maldad pura y deshumanización absoluta.
¿Qué habrá hecho este hombre para merecer ser encarcelado en
celdas de castigo y sometido a tratos denigrantes durante todos estos
años en el contexto de un juicio retorcido y comandado directamente
por el señor de los abusos y la madre de las arbitrariedades, como
bien diría un digno representante de los derechos humanos en
Nicaragua?. Terrible delito habrá cometido quien un día arriesgó su
vida por quienes hoy, desde su arrogante poder, le negaron, hasta el
asistir al entierro de su madre, quien murió agobiada y luchando
hasta el último día por la libertad del hijo encarcelado.
En la Persia antigua, se acostumbraba desollar vivos, de a poquito,
un tajo al día, a inermes prisioneros acusados de rebelarse contra la
corona, por traición o herejía. Aquel terrible proceso podía durar
hasta dos semanas antes del colapso fatal del desdichado.
El suplicio de Marvin, quizás el prisionero político más antiguo de
la dictadura orteguista (11 años a estas alturas del 2022) ha sido más
lento, más de a poquito, pero igual de devastador.
¿Qué tendrán este par de tiranos que avasallan la conciencia de
sus adláteres al punto de hacerlos ciegos, sordos y mudos ante
abominaciones como esta?.
ANEXO 19: MANUAL DEL
FANÁTICO

ORTEGUISTA
Primero que nada, la cantera de aspirantes está formada en su
mayoría por sujetos de pobre nivel cultural, moralmente deplorables
y en no pocos casos, con amplio historial criminal.
Son los que huyendo de la dura calle han podido atestiguar la
forma en que se enriquecen aquellos que se acercan a la oportuna
sombra de algún encumbrado padrino político, adicto al tirano
mayor.
Segundo, van descartando por ahí escrúpulos, vergüenzas,
amistades pobres (peor si son honradas y analíticas) en fin, todo
aquello que en su criterio sea un inútil lastre, para su nueva y
prometedora empresa.
Tercero, al saberse desconocidos, se convencen de que lo que
ahora cabe, es asunto de mercadeo clásico, por lo que la imagen es
clave. Ante esto, recurren al disfraz clásico: boina roja, camiseta del
Che, Ortega u otro miembro de «La Familia» y alguna banderita.
Ahora bien, por aquello de que los iguales se atraen, el buen
aspirante a servil debe saber dar una imagen de estupidez, ya que ese
es el estereotipo que de su base política tienen los caciques. Tal
hecho les inspira confianza a estos últimos, a la vez que descarta
celos, al no sentirse amenazados.
Estrategia del éxito:
Primero que nada, acércate e identifica a los caciques mayores.
Camina con torpeza, da una imagen desgraciada y ridícula que
genere lástima. Míralos con simpatía, ríete de sus chistes y
vulgaridades, aplaude sus estupideces. Gánate su confianza, no
critiques, no contradigas.
Recuerda siempre:
Ellos deben ser para vos, los personajes más sabios y simpáticos
que hayas conocido. Te lo repito; ufánate en todo momento de tu
cualidad de torpe, servil
y vulgar, nunca muestres cultura alguna. Eso te permitirá ser
clasificado como inocuo a sus intereses y ser aceptado.
Sigamos entonces: escoge el momento y el escenario, asegúrate
que haya cámaras y medios. Ahora bien, si uno de los Grandes
Hermanos está presente, perfecto y, si es el Líder Supremo, mucho
mejor.
Grita catro peroratas anti gringas, maldice, demostrando la mayor
indignación hacia la iglesia y la derecha golpista, sin importar que
sepas o no lo que tal término significa, vuelve tu mirada hacia el gran
líder ahí presente, muéstrate emocionado ante su majestuosa
presencia y entornando tiernamente, tus ya lacrimosos ojos, lo
colmas de agradecidas loas por sus grandes méritos y sacrificios, con
voz emocionada y gestos grandilocuentes, no lo olvides.
Luego de eso y a grito partido, echa una media docena de vivas a
La Compañera y otras tanto a Ortega.
Siguiendo al pie de la letra lo anterior, estate seguro que ya la
hiciste, en verdad la hiciste, ¡ganaste la lotería!
Puedes ser narco, violador declarado, lo que sea, no importa, ya
has sido sanado, el Gran Hermano ahí presente te ungirá y zas, de
sopetón ya eres todo un revolucionario y ¡ay de aquel que lo ponga
en duda!
A partir de ahí, tus vacíos, sosos discursos, serán objeto de
eruditos análisis y editados para el consumo de las fieles masas.
Ahora escucha, no basta con serlo nominalmente y ya, no, no,
debes aprender lo que hacen los revolucionar@$ de éxito:
Si tienen que «virginizar» su demoníaco rostro o bien, cambiar
sus trajes de carnaval por el hábito de la madre Teresa de Calcuta, lo
harán, sin duda ni pudor alguno. Si deben transformar sus
autoritarios y amenazantes ladridos por una voz dulce, diariamente
expresada en maternales letanías, ponle sello que también lo harán.
Pueden estar ya decrépitos, con una pata en la tumba y aún así, su
única obsesión será siempre el poder absoluto, poniendo especial
énfasis en demostrar quién es el que manda, infligiendo las peores
atrocidades y humillaciones a quienes se atrevan a contradecirlos y
pongan en duda que de ellos y solo de ellos emana la verdad y
también, por supuesto, el poder.
ANEXO 20: SOLDADOS DE LA
“PAZ” ORTEGUISTA

Paramilitar “Chayán”
Miembro destacado de las caravanas de la muerte ORMU.
Declaraciones hechas durante una de las operaciones limpieza en
Nagarote y dadas a Iris, una joven reportera 25/06/2018.
P Chayán: Ajá chavala, decime, te voy a atender.
Periodista: Usted es un civil participando en una operación armada,
¿qué lo motiva a tomar las armas contra protestantes desarmados?
P Chayán: ¡Qué van a estar desarmados estos hijuemilputas!
Tienen armas escondidas, lo que pasa es que no se empujan porque
no tienen huevos como nosotros.
Periodista: Dígame, ¿por qué usan capuchas?
P Chayán: Mirá chavala, te veo media rara… te voy hablar
claro y ponelo, así como te lo digo: No vamos a permitir nunca que
el imperialismo se adueñe de Nicaragua. Leé las noticias, los
gringos les deben un platal a los chinos, saben que tenemos petróleo
y quieren adueñarse de todos los países para dárselos en pago, ese
es todo el cuento.
Acomodándose el fusil AK que colgaba de su hombro continuó:
—Los gringos están palmados y van de retro, ya Puerto Rico se
les voltió, ya no es gringo, ¿lo sabias? También los europeos se
están “pegosteando” a los rusos. Como aquí el comandante se les ha
parado duro y Nicaragua es un ejemplo para el mundo (¿?) les
mandan dólares a estos hijueputas obispos y tranqueros para joder.
Están locos, pero aquí están estos «akitas amansalocos» (risas del
grupo). Desde hace años, les ando ganas a todos estos perros.
Al decir aquello, Chayán levanta el fusil alentando a los presentes, todos
armados, a hacerlo al grito de la consigna «el comandante se queda». Muy
cerca, sobre la tina de una reluciente camioneta sin placas, unas cajetillas de
Marlboro al lado de una hielera, posiblemente llena de frías e
“imperialistas” Coca Colas o Budweisser, aguardaban a ser repartidas entre
los intimidantes enmascarados.
Paramilitar «Tatún» (PT)
Ejemplo de gran cultura y caballerosidad.
Barrio María Auxiliadora, Managua 12 / 06 / 2018
Periodista: ¿Podés decirme por qué apoyas al gobierno y atacan a los
estudiantes?
PT: Para que tengamos comida y hagan más carreteras. La derecha
quiere que seamos esclavos y que sea todo como antes, que no había
hospitales ni escuelas y solo los ricos, tenían carros (automóviles), ni
televisión había.
Periodista: ¿Qué edad tienes?
PT: 24 años, nací el 12 de julio de 1994, puro Managua, ¿y vos? Tenés
como 22 ¿verdad?
Periodista: Y, cuando vos naciste, ¿no había escuelas, ni hospitales,
ni televisión?
PT: Como no, pero más antes es que dicen que no había.
Periodista: Pero el comandante nació en 1945 y llegó a bachiller, el
canciller Moncada nació en 1948 y ahora es todo un Doctor. ¿Cómo habrán
hecho si no habían escuelas?
PT: Sabrán ellos, yo solo te digo lo que me han dicho.
Periodista: ¿Te pagan por andar aquí en estas operaciones?
Tatún vuelve a ver maliciosamente a ambos lados antes de responder:
PT: Negras, a mí nadie me paga nada.
Periodista: ¿No tienes miedo de perder la vida en esto?
PT: ¡Qué va! Un poco de chavalos agüitas son esos tranqueros
hijueputas, a los dos turcazos que oyen, salen disparados. Los de la UPOLI
y la UNI sí son más paraditos, pero qué van a poder con una “animala” de
estas.
Mientras responde, Tatún acaricia su escopeta.
Periodista: ¿Y no te parece que podría andar algún amigo o familiar
tuyo en esas protestas, y que vos mismo podrías herirlo o matarlo?
PT: Simón, puede ser, pero nadie los manda a que anden de vergas ahí.
No agarran ni mierda y andan de pendejos.
Periodista: Entonces, si agarraran algo, es que valdría la pena que
anduvieran de tranqueros ¿verdad?
Tatún: Simón. Yo por lo menos de aquí voy a sacar mi caponera
(motocicleta triciclo).
Periodista: Pero, si no pagan nada como decís, ¿cómo lo harás?
Tatún: Sos muy curiosa vos, ¿cómo crees que tengo este Samsung?
(muestra un teléfono 4G SAMSUNG). Hasta te puedo conseguir uno si te
portas bien conmigo. ¿Tenés novio?
ANEXO 21: TERNURA POLICIAL

Lunes 16 de julio 2018; 6:43 p.m.


Intercambio de mensajes entre la oficial Calderón (KPC) y su
subalterna Astrid, ambas asignadas al centro de detención y torturas
«El Chipote».
La «Chela» a la que se refieren a continuación, es casi con toda
seguridad, la joven doctora B.C., capturada, esposada, tirada en la vía
y pateada salvajemente en su rostro por un desalmado policía
orteguista, el día del sábado 14 de julio del 2018. Tal canallada, fue
grabada y expuesta masivamente en los noticieros.
KPC: Ajá decime.
Astrid: La Chela sigue sangrando y tiene inflamado siempre el
lado derecho.
KPC: Para esa paja mestan jodiendo, metele un cachimbazo
alotro lado para
que se leempareje.
Astrid: Horacio me dijo que le hablara a usted. Es que la familia
de ella le trajo
barco (comida) y unas pastillas, yo no sé usted que dice.
KPC: Ya sabes bien ke ni verga puede pasar, cuidadito dejan
pasar algo ayi porke la agarran. Yaviste lo que paso con el tal
sobrino de almanza, ustedes quedan diaverga y uno es el pato d
la fiesta.
Astrid: Mire, está caliente, como con fiebre. Cuidado se pone
peor.

KPC: Ya jodistes bos kién las mandandar de valiente a esa


estupidas mejor andate a sala deguardia ya vi ke sos pendeja deja
que la suyen sencargue d eso voy hablar con ella aoorita, mañana
llego.
INDIGNIDAD ORTEGUISTA ¡Inaudita
desverguenza!
Meses después, (Marzo / 05 / 2020) casi en el mismo sitio del
atropello contra la joven doctora, fue expuesto por todos los medios
de comunicación
orteguistas, el surrealista y bochornoso llanto de Juan Valle Valle,
jefe policial que comandaba la patrulla responsable del abominable
hecho apuntado. Insólitamente, sus copiosas lagrimas se debían al
hecho de haber sido sancionado por el «odiado imperialismo» y con
ello, ¡Horror! haberle sido “infamemente” suspendida su muy amada
y seguramente muy revolucionaria,
«Visa Platinum Credit Card… » La propagandizada y ridícula
escenografía, incluyó abrazos de “condolencia” por parte de
estudiantes trasladados en buses para tal fin.
ANEXO 22: TOMA DE 100 %
NOTICIAS Y PERFIDA

TRAICIÓN
(Madrugada del 22 de diciembre del
2018) Conversación entre “Homero”
y “Cali”:
Homero: Dice el jefe que es una SONY HDC 1700 y una GY HM
650 SC, cada una en su maletín, eso es el dato que le acaba de mandar
el gordo.
Cali: Ojetivo limpio, solo lo k t mande en los camiones es lo que
abiya.
Homero: El gordo está cerrado que ahí quedaron, que esas no las
han sacado de ahí por no se que verga que busques arriba en una
especie de closets.
Cali: Nada maje, solo un cachmbo de papeles questa recogiendo la
gente de solis.
Homero: El gordo insiste que ahí quedaron la última vez que
estuvo ahí. Cali: Pues que benga ese ijueputa a buscarlos, aquí
ya no ay mas niberga. Homero: Calmate maje, que por aquí
anda JC.
Cali: Preguntale entonces ala gente de lo camiones maje, cuidado
se las batiaron.
Homero: Dejame ver, ay te llamo cualquier cosa.
Cali: Dale.
«EL Gordo»: Ex comentarista de 100% noticias (MAP).
ANEXO 23: INFAMIA
Caso del tergiversado reporte del incendio en el barrio Carlos Marx,
ocurrido el 16 de junio del 2018 y donde murieron carbonizadas 6
personas.
Mensajes entre Jacinto (diente) y Moraga (27/07/2018), miembros
menores
de
la Dirección General de Bomberos. Managua.
Jacinto:idiay maje no jodas nos cortaron los d
wiscogmsin
(WISCONSIN).
Jacinto: no va ver viaje.
Moraga: k mala onda diente.
Jacinto: que si eramos polisías o bomberos dicen.
Moraga: fue caballada esa mierda.
Jacinto: de ustedes.
Moraga: cual ustedes hijueputaa, no jodas delapuro del viejo
chaparro ese
del canciller y de castro acordate
queese sábado taban enlo del
dialogo.
Moraga: ellos lo escribieron a
todo mamón con el ijueput@ de
guerrero
que
anduvo allí en esa berga, landero andaba por chinandega creo.
Jacinto: ¿y mojica?
Moraga: mojica taba bolo en su casa y don salvador no quiso
meterse en eso.
Jacinto: viejo pendejo solo era un reporte loquiba aser.
Moraga: no ombre, es bombero viejo que se iba a ensuciar asi por
asi, uno porke es chancho y mierda de biaje bos sabes que eso fue
balurde
maje mala onda d plano una salvajada esa mierda.
Jacinto: solo berga sos bos también.
La Asociación de Bomberos de Wisconsin cortó relaciones con su
par nicaragüense a partir de la infame complicidad de estos, en la
falsificación del reporte tecno forense, sobre el incendio provocado
por paramilitares orteguistas en una casa del barrio Carlos Marx.
Tal y como puede comprobarse, viendo los videos de ese fatídico
día, el falaz y concluyente “informe forense, bomberil y policíaco”
determinando causas y sobre todo, culpables y demás, fue elaborado
a menos de DOS HORAS de ocurrida la tragedia, sin inspección
alguna del aún humeante sitio y difundido como verdad irrebatible,
por el Canciller Denis Moncada y el diputado orteguista Edwin
Castro durante el llamado, Diálogo Nacional que esa misma mañana
se llevaba a cabo.
Consultando información pública del departamento de bomberos
de Los Angeles (LAFD) así como datos de otras fuentes, se determina
que un informe tecno – forense profesional, en un caso de esa
naturaleza, en cualquier país del mundo, toma, al menos 48 horas
antes de ser emitido.
ANEXO 24: ALEXIS ¿ALCALDE
HONORARIO?aquí

Coatlicue conversa con Arquímedes Q.P. - Representante para


Latinoamérica de una empresa de suministro de equipos
municipales con sede en Quito, Ecuador (Mayo 2009, siendo alcalde
de Managua, Alexis Argüello).
AQP: — En distintas correspondencias le hemos insistido al Sr.
Argüello nos dé pronta respuesta ya que las cotizaciones tienen fecha
de caducidad y los equipos no siempre están disponibles. Sin
embargo, no logramos su atención ni respuesta alguna. El Frater
Mayor Pizano, me dio su correo para solicitar su cooperación al
respecto, enviándole sus mejores saludos.
Coatlicue: — Buen día Alonso, gracias por los saludos. Con quien
te entenderás de ahora en adelante, será con el Sr. Moreno, él te
escribirá en breve a tu correo.
AQP: Pero, los contratos están a nombre del Sr. alcalde Argüello.
Este señor Moreno, ¿tiene facultades legales para eso?
Necesitaríamos una autorización legal del Sr. Argüello.
Coatlicue: — Sr. Alonso, no acostumbro a dar muchas
explicaciones de asuntos internos, no obstante, al estar de por medio
en esto el Frater Pizano, lo haré. Antes que nada, te aclaro que el Sr.
Moreno tiene facultades para eso y para lo que sea necesario. Te lo
explico de la mejor manera: El señor Argüello, es un simpatizante de
nuestro partido. Él puso la popularidad que tiene entre mucha gente
de nuestro pueblo, a disposición nuestra. Sin embargo, por diversas
afecciones de salud, no dispone del tiempo necesario para abordar
los complejos asuntos administrativos o técnicos de la
municipalidad, en ese sentido, su condición es de alcalde honorario
de nuestra capital, Managua. Cualquier detalle legal, puedes
abordarlo a lo inmediato con el Sr. Moreno, él sabrá darte rápida
respuesta.
AQP: — Entendido, esperaré correo del Sr. Moreno entonces,
gracias.
BURLA
De Coatlicue a “Ruth T”, compradora oficial de Rolexs,
perfumería, y costosisimo vestuario para las operetas del Principe
Tenor, desde su puesto de embajadora ante Francia. En el dialogo se
refieren al boxeador nicaragüense Alexis Arguello. En ese entonces
Alcalde de Managua. (Fecha 12 de marzo del 2009)
Coatlicue: ¿Te mandó la lista completa la Desireé?
Aunque creo que la presentación ya no será el 21, estos ineptos no
han terminado la reparación en el teatro.
Procuraré apurar todo, aunque nuestro alcaldito es tan
tarado que cuando lo he tenido cerca me da miedo que suene una
campana y comience a tirar puñetazos.
Es de las latas de basura que anda recogiendo Daniel, basurita
Alexis, basurita cabeza de hacha Pastora, y ahora basura Navarro,
quién más falta?
Ruth: Basurón R. Mayorga, jijijiji
ANEXO 25: LAS PIOJAS
Diálogo entre «La Compañera» y dos oficiales mujeres del centro de
torturas de El Chipote. Domingo 16 de septiembre 2018 - 7:43 p.m.
Oficial Castillo: Buenas noches compañera.
Compañera: Aló, ¿inspectora Suarez?
Oficial Castillo: No, soy la oficial Castillo, la inspectora anda en
el baño ahorita.
Compañera: Ajá y las Piojas.
Oficial Castillo: Todo bajo control compañera. No ha habido
más alteraciónes, no les hemos permitido nada… disculpe, aquí llega
ya la inspectora Suarez.
I.Suarez: Hola Compañera, aquí todos en alta disposición.
Compañera: No me canso de repetirles que estamos obligados a
ser inclementes con las alimañas que han causado tanto sufrimiento
a nuestro pueblo. I.
Suarez: Sí, sí, claro compañera, cuente que así se hará.
Compañera: Necesito un control permanente sobre esas
sabandijas. Así como ellas irrespetaron sin pudor alguno la paz de la
nación, así mismo, nosotros no tendremos consideración de ningún
tipo. Háganle saber a estas apestosas que no están en un hotel 5
estrellas para exigir privacidad.
I. Suarez: Así será compañera, disculpe.
ANEXO 26: MORBO Y
COMPASIÓN
Miércoles 19 de septiembre
2018 Cárcel de mujeres La
Esperanza.
Funcionaria: — Mirá loca, ta todo raro esto, en verdad. Fijate
que “la vieja” pide videos de la revisión de de las chavalas y después
le agarra tema a la más bonita y es a la que más jode.
Ya le había oído un comentario así a la Calderón en pláticas con
la inspectora, pero no le había parado bola hasta ayer que me
comentó algo la Tere.
Me dan pesar las jodidas cipotas, ayer les pase unas
“dos alitas” (toallas sanitarias) a escondidas a una de
ellas.
Les digo que se calmen y no hacen caso. Esa tal “xxxx” es la más
engüevada la hijueputilla, a veces me parece que estoy viendo a la
jodida de mi hermana. Canta el himno, grita consignas, vieras como
jode. Me da miedo que la vieja esta le mande a hacer algo.
Civil: — Uy, ni te metas en eso. Si te agarran te fuiste, tené
cuidado.
ANEXO 27: PODER Y
PASION

Los sicarios de toga, los bien llamados, “jueces del orteguismo”, son la
infame contraparte de los despiadados paramilitares.
Corruptos a más no poder, manipulan de forma vil, la «justicia» para
reprimir a todo aquel que ose plantarle cara a la tiranía, que amenace sus
intereses económicos o, tal y como se relata a continuación, contradiga sus
intereses pasionales.
UN DESBOCADO OCTAVITO
— «Mirá muchacho, tragarse el orgullo, perder el miedo y arriesgarse, es
mejor a que sigás aquí, consumiendote en esta cárcel. Allá afuera, todo se
resuelve mijo, pero, aquí, ¿qué? »
Tal era el consejo que Fabián, un veterano recluso de la cárcel «Modelo»
(Tipitapa, Managua), daba a Jairo, su joven y atribulado compañero de
celda quien ahora tenía en sus manos, ni más ni menos, que su libertad.
No era fácil. A diario, durante 22 meses y 21 días, desde aquel infausto
17 de julio del 2017, en que fue capturado, había maldecido al infame
personaje que tramó su encierro, precisamente, el mismo que ahora le ponía
la libertad en bandeja a cambio de un indigno acuerdo. No hacerlo,
significaría, perpetuar su tragedia.
Aunque había aprendido a ahuyentar tristezas, tarareando canciones del
Buki o a los Tigres del Norte, jugando al naipe o hablando de lo que sea, el
espanto de tener encima una condena de 16 años y, peor aún, saber de que
tal situación era producto de una malévola trama, amargaba su existencia.
Oriundo de Terrabona, Matagalpa, donde vivía con su madre, Teresa
Loreto y su padrastro Esteban, Jairo, nacido en 1989 y cuyo apellido
materno y rostro, refleja un lejano parentesco con los migrantes italianos
que a finales del siglo XIX se asentaron por esas tierras, es hijo «natural» de
un alto oficial del mal llamado Ejército de Nicaragua, quien nunca lo ha
reconocido como tal.
Su vida, entre ordeño de vacas o siembros de tomate y cebolla, empezó a
dar un giro, cuando, a sus 17 años, salió «por primerita vez de su lugar»
como ayudante de un camión verdulero rumbo hacía la ciudad de Estelí.
Hoy confiesa haber sido deslumbrado entonces, por el bullicio, las
tiendas, las luces, el estadio y sobre todo, las lindas estilíanas.
Semanas después, otro viaje, esta vez a Managua, terminó
convenciendolo de que ahí estaba «la jugada» y que, definitivamente, «la
capital, era lo mejor pa’ salir de pobre...».
Es así que un día de tantos empezó a cargar sacos, canastos, barrer,
acomodar verduras o lo que fuera necesario, en el tramo de verduras de un
conocido, en el corazón del enorme mercado Oriental de Managua.
Poco a poco, explorando alrededores, Jairo descubre las canchas de
Basket Ball del parque Luis Alfonso, las que comienza a frecuentar y donde
se destaca por su altura y resistencia física aunque no por su habilidad con
el balón.
Es en esta nocturna actividad donde Jairo llama la atención de un
ventrudo y bien trajeado sujeto que, según le refirieron, entre risas e ironías,
era «algo raro, pero buena onda y regalón» y que, al igual que otros,
habituaba medrar por las canchas para observar el juego y también, con
mayor detenimiento, a los jugadores mismos.
Discretos saludos, con el correr de los días dieron paso a sugerentes
indirectas por parte de aquel obeso cincuentón que se hacía llamar “Ricky”,
hacia un huidizo y ruborizado Jairo.
Fue entonces que un par de costosas zapatillas - Adidas PRO 2.0 – y un
telefono - Huawei Enjoy 6S – obsequiados como muestra de «amistad y
admiración» y que dejarían boquiabierto al terraboneño Jairo, allanaron el
camino para más insistentes y agresivos acercamientos que, no obstante
tener sólidos dólares por caballería, no hicieron sucumbir las defensas de
nuestro norteño varón.
Astuto, inescrupuloso y para variar, funcionario con mucha cola e
influencia en el corrupto sistema judicial de la tiranía orteguista, Ricky
acostumbra a conseguir lo que quiere, cuando lo quiere. Es así que,
aparentando naturalidad e indiferencia ante los desaires de Jairo, le propone
a este, un bien pagado
puesto de guarda de seguridad de una lujosa residencia que, según decía,
recién acababa de adquirir en una exclusiva zona de Managua.
Un tanto suspicaz, pero también, tentado por una oferta de salario que
además de un adelanto en efectivo inmediato, triplicaba lo que ganaba en el
mercado, Jairo terminó aceptando la propuesta de Ricky.
Al respecto, Jairo, con su singular deje campesino nos describe:
«Viera amigo, parecía el mismito cielo esa casa, las luces se enciendían
solitas, solitas, cuando uno pasa. La cocina se enciende sin fosforos, con un
«chunchón» que parece telefono, un televisor más alto que yo y unos
asientones que como que tiemblan…ahh, y una gran “piscinona desde onde
se vide Managua allaaa abajisimo”…, comida había lo que quisiera. Lo
único arrecho ahí, es estar solo. El guarda del vecíno, me dijo que la casa
donde yo estaba, la policía se la había quitado a unos narcos, hacía poco»
Una vez asentado Jairo en la referida propiedad, Ricky, quien entonces
exigió terminantemente ser llamado Octavio, reanudó, de manera mas
agresiva el acoso hacia el primero, quién amenazó con renunciar de
inmediato, apaciguando los lascivos impulsos de quien pronto supo Jairo,
que también era influyente juez.
Al pasar de los días, las visitas de Octavio eran cada vez más esporádicas
y casi siempre, acompañado de policías o funcionarios de la alta
nomenclatura orteguista.
“Ahí llegaba una mujer que es alta jueza que parece que es “preparada”
para nada, porque una vez pidió una comida de esas que “les llaman
pizzas” y como el muchacho de la moto preguntó por “X. Rivera”, yo le
dije “endespues” a ella que si eramos familia, porque mi padrastro es
Rivera y también es de Matagalpa, la mujer esa se puso ardida y me trató,
me preguntó que por qué le dirigía la palabra, ese día hasta lloré de la
vergüenza. Ella se veía ahí con varón “futbolero”, como de mi edad, que
viera que parejo el hombre, una vez me mandó a comprar unas latas de
cerveza con un bllete de 20 dólar y me dejó que agarrara “toditito” el
vuelto... “
Una noche, como a las seis semanas de estar Jairo cuidando la
propiedad, un borracho y agresivo Octavio se aparece exigiendo “singulares
favores” que aquel, nervioso pero decidido, rechaza con cierta brusquedad,
haciendo que el alcoholizado juez pierda pie y caiga al piso.
Enfurecido ante la afrenta, Octavio vuelve a su vehículo, saca un arma y
entre gritos, amenaza a un aterrado Jairo, expulsandolo finalmente de la
propiedad.
“Creí que me iba a matar ese hombre, se puso como endemoniado y me
corrió de la casa en la pura noche. Caminé y caminé hacia al lado donde
se veían las luces, solo bajada y bajada, hasta llegar a un hospital que se
llama Monte España, donde pasé la noche. En solo la mañanita agarré
viaje y preguntando llegué hasta el Oriental. Con hambre y sin reales ya
que de los nervios, hasta olvidé la cartera como con 400 pesos que tenía,
por lo que me decidí a empeñar el teléfono”.
Después de dar algunas explicaciones y sobre todo, sabiendo de su
excelente desempeño y confiabilidad en su labor, Jairo fue readmitido en el
tramo verdulero de su pariente.
Cinco días exactos después del incidente con Octavio, Jairo es
violentamente capturado por la policía a un par de cuadras del tramo. Es
acusado de robo, agresión, amenaza con arma blanca y no recuerda que
otros cargos más.
La insistencia de la policía para que entregara su teléfono así como una
infidencia de parte del llamado «jefe de sector», amigo del del pariente de
Jairo, dejó clara la razón de todo aquello.
Poco dado al manejo de teléfonos, Jairo, al empeñar el suyo, no tuvo la
precaución de dejar inaccesible toda la información que el mismo portaba,
entre ellas, escandalosas fotos del juez acosador, lo mismo que mensajes
lascivos con los que a diario bombardeaba al semi analfabeto Jairo.
Mensajes que este último jamás leería.
La adolescente hija del prestamista, habría tomado furtivamente el
teléfono y al revisarlo y tomar con hilaridad las imágenes (el juez vistiendo
lencería femenina y colorido maquillaje) así como las docenas de mensajes,
algunos verdaderamente obscenos, cometió la terrible imprudencia de
reenviarlos con coletillas burlescas a todos los escasos contactos de Jairo,
entre ellos, ¡horror!, el mismo juez Octavio.
La furia del juez fue incontenible. Aunque Jairo no sabe responder si
realmente las escabrosas imágenes y mensajes saltaron o no a las redes, lo
cierto es que un escarnecido Octavio, revolvió toda la podredumbre que
debía
revolver, para, junto con otros corruptos operadores de “justicia” de su
ralea, hundir injustamente en la cárcel al desventurado Jairo.
En menos de un mes, - todo un record – Jairo fue condenado a poco más
de 16 años de prisión,
Tal y como previamente se indicó, el padre biológico de Jairo, un
coronelucho retirado pero fuertemente vinculado a las estructuras corruptas
de la mafia orteguista, nunca lo reconoció como tal. A pesar de eso, Teresa,
la campesina madre de Jairo, al enterarse de la situación, moviendo cielo y
tierra por su vástago, tomó la iniciativa de buscar ayuda en él nada ejemplar
padre de Jairo.
Sin saber por donde empezar, con el corazón en vilo, Teresa,
ingenuamente se acercó a los alrededores de la explanada de Tiscapa
preguntando infructuosamente a cada hosco uniformado que por ahí
encontraba acerca el hoy vetusto milico retirado. Pretender entrar y que la
atendieran en las oficinas de la comandancia, el palacio de los Herodes y
los Nerones, era un sueño.
Desconsolada, después de casi dos semanas dando, inútilmente, vueltas
por Managua, sin dinero y posando en casa de una piadosa amiga del barrio
Las Torres, Teresa empezó a resignarse ante aquella inamovible realidad y
aunque le aterraba la idea de volver derrotada a su casa en Terrabona, no
encontró otra alternativa.
Fue en ese pretendido viaje de regreso, cuando, sentada en una banca de
la estación de buses y mientras compartía con alguien su pena, esta llegó a
los siempre atentos oídos de un gritón y entrometido «vende agua helada»
quien, sin nadie pedírselo, regaló aquel certero consejo: “no sea sencilla
señora, usted sabe su nombre y apellido, pues búsquelo en las redes, ahí
encuentra hasta maldiciones”.
Aquellas palabras – obvias hoy día para la mayoría pero no para una
cincuentona campesina como Teresa - tuvieron un inmediato y
esperanzador efecto en ella, al punto de hacerla descartar el viaje y regresar
de inmediato a casa de su amiga, con cuyo auxilio, comenzó la búsqueda
del tal coronel en retiro.
No fue nada difícil encontrarlo. Fotos recientes, en francachelas y poses
exhibicionistas mostraban a un obeso sesentón de rostro maltrecho y sonrisa
fingida. Fotos antiguas y actuales, mostraban su nostalgia y afecto por las
armas. Nada raro en los ruines, sosos, vacíos e hiper corruptos milicos
orteguistas.
Entusiasmada,Teresa envió el primer mensaje, pasando el día entero a la
expectativa y sin obtener ninguna respuesta.
Tres o cuatro días más con igual número de mensajes, incluso por otras
vías y los mismos resultados: ¡mutis total! El ex coronel, ratificaba su vil
naturaleza.
Compungida, Teresa buscó su rancho.
Pronto, la mensual visita, con su carga de aliños para su vástago en
prisión, se convirtió en su único consuelo.
No era la primera vez que Teresa conocía el quebranto.
En 1991, un conocido piñatero y hoy acaudalado empresario ferretero de
Sebaco quien por cierto, comparte el mismo nombre y apellido del
personaje cómico que hace de Cantinflas, se apareció, documento en mano,
aduciendo ser el dueño de 71 manzanas de terreno que por más de 100 años
habían sido propiedad de los abuelos y antes, de los bisabuelos italianos de
Teresa.
No hubieron razones legales, morales ni de ningún tipo que justificaran o
revirtieran el despojo. Empresario, jueces y policías, coludidos, consumaron
la acción.
Un robo descarado e infame que empujó a Teresa y a sus hermanas a la
miseria.
Mario, que es el nombre del sinvergüenza empresario sebaqueño aquí
referido, es hoy el principal coordinador del paramilitarismo en esa zona.
Su voluminosa figura se destacaba, fusil en mano, liderando mortales
ataques a los protestantes y a la iglesia Niño Jesus de Praga y al templo de
los desamparados en Sebaco durante los acontecimientos del 2018.
UN BENJAMIN
— Fue un propio 24 de diciembre que llegó.
Un hombrón alto, gato de unos 50 y pico de años. Todo «aguevado» el
hombre aquel. No hablaba, solo le faltaba llorar. Se acostó de espalda en la
loza de la celda poniendo las manos como almohada. Fue al rato que nos
«semblantió» y preguntó si teníamos café.
Nos contó que era mecánico de barcos en Corinto y que estaba ahí,
preso, por un enredo con un terreno que había comprado.
Cuando le «palabrié» mi caso, no podía creerlo. Nos hicimos grandes
amigos. Me empezó a enseñar a escribír y a sumar, porque yo «medio leo»,
pero me cuesta escribir. «Parejo, parejo el hombre, para qué».
Ni al mes de estar ahí le llegaron a decir que iba libre en dos días. Viera
que pesar me dio. Sentí como que se iba mi padre o un hermano.
Fue la noche antes de irse que dijo que me quería sacar de ahí, que
aquello era injusto, que tenía un plan, pero que necesitaba que yo me
portara «guevón», preguntándome que si el hombre este, Octavio, sabía que
yo no podía escribir muy bien y yo le dije que nunca le había comentado
nada de eso.
Cuando me explicó lo del jodido plan, que era buscar como mandarle
unos poemas y cosas así de mi parte al tal Octavio, ahí nomás le dije que
no. Que nunca lo haría. Me acuerdo que me dijo que no fuera pendejo, que
a veces mentir era asunto de vida o muerte.
Yo me le cerré, ¡que no! y ¡que no!
Me dijo que lo pensara y me pidió el número de mi mama»”.
Conmovido por aquel campesino de mirada limpia, ingenuo y de
«trozado» hablar, Benjamín, quien por lo visto, además de mecánico tiene
vocación novelera, partiendo de que «los zorros vuelven siempre al mismo
gallinero», se dio a la tarea de buscar contacto «casual» con el juez Octavio
a través de un avispado y joven sobrino.
Dos semanas después se dio aquel «inesperado» encuentro entre Mauro,
nombre del sobrino de Benjamín y (nuevamente) “Ricky”.
Fingiendo asombro, ante la «increíble casualidad» Mauro se hace pasar
ante el juez como un prisionero recién indultado, que conoció a Jairo,
diciendole que este último «no cesaba de hablarle de un tal «Ricky», de
alabarlo y que vive frustrado por la “oportunidad perdida”...además de
aclararle que lo del trágico incidente con las imágenes difundidas desde
aquel bendito teléfono no fue otra cosa sino que la insensatez de una
adolescente que lo había tomado abusivamente.».
La indiferencia inicial de «Ricky» a lo relatado por Mauro, preocupó a
este último. Posteriormente, los cuestionamientos del juez sobre la salud y
situación
general de Jairo, le brindó un hálito de esperanza. Días después, algunos
picantes mensajes supuestamente enviados desde la prisión por Jairo, hacia
un desconfiado Ricky, terminaron por ablandar a este, creandole
expectativas y finalmente, lo más importante: ansiedad por liberar a Jairo.
Este último nos relata:
Fue para la visita, un 12 de mayo, que se apareció mi mama con un
abogado negrito, flaco, mandado por Benjamín. El hombre me platicó todo
y me dijo que seguramente alguien me buscaría y que debía confirmar todo.
Al ver la cara alegre de mi mama «no me di en valor de decir que no».
A los días, un custodio me llevó unos jugos y un medio pollo. No dijo
nada, solo me buscó y me los dio. Me acuerdo que eso fue exactamente un
día antes de que mataran a don Eddy, (PastorEddy Montes 16/05/2019) en
la galería de los políticos.
Como a los 15 días de eso, empezaron a llevarme al juzgado a firmar
papeles y en una de esas fue que «vide» al hombre ese Octavio. Se me
acercó y bien amable me dijo que se iba a arreglar todo, agradeciendome
por todo lo que le había escrito…
Yo estaba «enchachado», con un policía al lado y solo le bajé la cabeza.
No le dije nada, nada.
Para los primeros días de julio, un jueves, me llegan a traer a la celda y
me llevan al área de visita, puesto ahí un hombre de camisa blanca me dijo
que ya estaba lista mi orden de libertad, que a más tardar el lunes saldría,
me dio 500 pesos, un servicio de comida y un número de teléfono,
indicandome que en cuanto nomás saliera llamara a ese número para que
me fueran a recoger.
Me temblaban las piernas, no podía creerlo. Hasta regalé la comida.
Le mandé todas las bendiciones del mundo al jodido Benjamín. Me salvó
la vida, fue mi ángel de la guarda ese hombre, jamás podré pagarle.
El martes 9 de julio a eso de las 11 de la mañana salí de la carcel
«Modelo», disparado a agarrar un bus que me llevara al empalme de
Terrabona y de ahí,
«hacer viaje» a pié o a como sea, a abrazar a mi mama.
Del número de teléfono del hombre ese, ni me acordé.
Salí para Costa Rica, el 15 de enero del 2020, cuando empezaba el
asunto este del Covid.
Oriundo de Chontales y vinculado a una honorable familia de
intelectuales, el juez Octavio es un ejemplo del malvado aparato de
in-justicia orteguista.
Decenas de reos políticos y miembros de la iglesia han conocido su
implacable y canalla actuar.
¿Puede alguien explicarme mejor lo que es el
amor? Para mí es sentir el dolor del otro.
En la cárcel, si un compañero lloraba, yo
lloraba, si uno estaba feliz me contagiaba
su felicidad.
Tener esa cercanía, esa empatía por el otro, eso es el amor.

¿Cómo puede uno tener ese sentimiento en un lugar tan terrible?”


Ex preso político Nairobi Olivas / León, Nicaragua.
A través de las páginas
fatales de la historia,
nuestra tierra está
hecha de vigor y de
gloria, nuestra tierra
está hecha para la
Humanidad
Rúbén Darío
GLOSARIO
Agüitar: Acobardarse,
desanimarse. Balurde: De
mal gusto, vil, malvado
Bollitos: Dinero
Cipote: Niño, persona joven

Charrula: Pésima calidad, imitación


Chochada: Asunto o articulo de
mínimo valor Chueco: Falso o en mal
estado.
Chuzaso: Estocada, puñalada
Encachimbado: Enojado,
iracundo. Guaro: Licor
Huelió:
Presintió
Palmar:
Matar Perico:
Droga
Pijazo: Golpe, balazos

Piñata: Repartición ilegal de


bienes Pasconiar: Perforar
Puyar: Herir

Tamales: Comida de maíz,


delincuentes Traído: Rencilla
Verguíar: Golpear, abatir

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