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24.02.

2022 Baltazar Porras

El 12 de marzo de 1622 el papa Gregorio XV canonizó a cinco beatos, cuatro españoles:


Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y San Isidro Labrador, y
al italiano San Felipe Neri. Se cumplen, pues, cuatrocientos años de dichas efemérides.

Llama la atención que, en medio de cuatro santos de gran renombre y trayectoria, un


campesino, labrador del campo, patrono de la villa de Madrid y considerado como santo
desde su muerte por los vecinos de la que más tarde se convertiría en la capital del vasto
imperio español. Los primeros colonizadores y los misioneros que vinieron a América trajeron
consigo e inculcaron esta devoción, muy extendida en las zonas rurales, convirtiéndose en el
patrono de los agricultores.

La religiosidad popular ha desarrollado un vistoso ritual que se manifiesta el día de la


fiesta, el 15 de mayo, en una hermosa ceremonia que incluye, además de la solemne
eucaristía, la procesión en una carroza adornada con guirnaldas y frutos de la tierra. En los
atrios de los templos y capillas un arco muestrala ofrenda, hortalizas y vegetales,
gallinas, sacos de huevos, botellas de leche de vaca, recipientes con miel de abeja y
panelas (caña de azúcar en cuadrados similares a un ladrillo. Panela es el nombre común en
los Andes y en el Centro papelón, con una contextura como un cono). Las yuntas de bueyes
llevan adornos como guirnaldas en los cuernos de los animales y son bendecidos durante la
procesión en la que participan conducidos por sus gañanes. Al final de la fiesta se “subastan”
los frutos del arco entre los asistentes dirigidos por alguno de los directivos de la cofradía. El
aporte recogido queda para las obras de la parroquia.

El Arzobispo de Madrid, Cardenal Carlos Osoro Sierra le solicitó al Papa Francisco la


declaración de Año Santo de San Isidro en el 400 aniversario de su canonización, desde
el 15 de mayo del 2022 hasta el 2023, y lo anunció en una sentida carta pastoral.

Desde América nos unimos jubilosos a esta iniciativa y celebraremos también, este
jubileo isidoriano. De la Arquidiócesis de Mérida, a petición de las comunidades campesinas
que lo tienen como patrono, elevamos hace algún tiempo la solicitud de reliquias auténticas
para cada una de las parroquias y comunidades que lo pidieron para mayor veneración al
santo que acompaña el trabajo de cada día. El arte popular representa al santo patrono
campesino de muy diversas maneras con los aperos tradicionales del campo, con su yunta de
bueyes, y más modernamente, al lado de un pequeño tractor. El Museo Arquidiocesano de
Mérida está preparando una muestra iconográfica con las piezas prestadas por varias
de las comunidades de la montaña.
Fiesta de San Isidro Labrador

San Isidro fue un «amigo de Dios», un hombre que «vivió como discípulo de Cristo y
anunció el Evangelio como esposo, padre, vecino y trabajador». En definitiva, y aquí utiliza el
cardenal palabras del Papa Francisco, un «santo de la puerta de al lado», atento a las
necesidades de todos, buscador de la justicia y la verdad en el mundo laboral, constructor de
la «fraternidad entre todos, con todos y para todos». Así era este hombre que vivió en el
Madrid del siglo XII, manifestando con su vida que Dios «está con nosotros».

“Cuando releo la exhortación apostólica Evangelii gaudium, -proclama el Cardenal


Osoro-, recuerdo a san Isidro, porque un discípulo de Cristo lo es para la misión como
lo fue él. Fundamentando su vida en la roca firme de la Palabra de Dios, se sintió impulsado a
llevar la buena noticia de la salvación a sus hermanos. Y lo hizo en su vida cotidiana, en su
trabajo, con su modo de vivir su matrimonio y la paternidad. Cuando un discípulo está
enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que solo Él nos salva (cf. Hch 4,
12). En tiempos como los nuestros, ¡qué bueno es poder tener ante nosotros hombres y
mujeres que, con sus vidas, nos digan que solamente Cristo nos salva, que sin Él no hay luz
ni esperanza, ni hay amor y por supuesto tampoco futuro!”.

Preparémonos con mayor entusiasmo para esta fecha jubilar, teniendo muy presente a
los trabajadores del campo, del llano y de la montaña, que con su sudor y empeño nos
proporcionan la comida de cada día. San Isidro Labrador, bendice a nuestros campesinos.
San Isidro Labrador. 400
años de canonización y 850
de devoción
San Isidro Labrador, junto a su esposa, María de la Cabeza son hoy ejemplo
de familia cristiana, de trabajadores y de santidad en una vida sencilla.
El 12 de marzo de 1622 el Papa Gregorio XV canonizaba
solemnemente a cinco santos que, con el paso del tiempo, serían
reconocidos como grandes figuras de la historia de la Iglesia: san
Felipe Neri, santa Teresa de Jesús, san Ignacio de Loyola, san
Francisco Javier y san Isidro Labrador.
Corrió entre los italianos la noticia, quizá movida por cierta envidia,
de que aquel día el Papa había canonizado a cuatro españoles y a un
santo. Lo que es cierto es que, de los cinco nuevos santos, cuatro
eran relativamente contemporáneos, mientras que el culto que se
tributaba a san Isidro venía de siglos atrás.
En el presente año 2022 celebramos el cuarto centenario de este
gran acontecimiento para la Iglesia, y, además, el 850 aniversario de
la devoción popular que se tributó a san Isidro Labrador desde su
muerte, que según las fuentes tuvo lugar en el año 1172.
Para celebrar esta efeméride, la Santa Sede ha concedido a la
archidiócesis de Madrid un Año Jubilar de san Isidro, que se
prolongará desde el 15 de mayo de 2022 hasta el 15 de mayo de
2023.
Madrid se une de este modo a las grandes celebraciones que tendrán
lugar en torno al 12 de marzo, entre ellas, una solemne celebración
de la Eucaristía presidida por el Papa Francisco en el Gesù de Roma,
y un Año Jubilar de santa Teresa en la diócesis de Ávila,
recientemente anunciado.
La santidad en la vida de la Iglesia se palpa en el sentir del pueblo
fiel de Dios.
Los procesos de beatificación y canonización son quizá uno de los
acontecimientos eclesiales donde más entra en juego el sensus
fidelium, la sinodalidad de la que hoy tanto se habla, puesto que en
ellos la Iglesia escucha la voz del pueblo fiel que, de modo
espontáneo, movido internamente por el Espíritu, pide que se
reconozca solemnemente lo que los fieles ya saben con certeza: que
esa persona ha vivido y ha muerto santamente, cumpliendo la
voluntad de Dios, y que puede ser tenida como modelo e intercesora
ante el Padre.
Solo un siglo después de la muerte de san Isidro, el códice de Juan
Diácono recogía toda esta fama de santidad del santo labrador
madrileño, su abandono a la voluntad de Dios, su amor a los pobres
y menesterosos, su oración confiada, su trabajo vivido bajo la mirada
providente del Padre.
Lo que los cristianos de Madrid se transmitían unos a otros, se puso
por escrito en este códice, y siglos después, como hemos dicho, el 12
de marzo de 1622, fue reconocido solemnemente por el magisterio
pontificio. Su culto se extendió con rapidez a toda la Iglesia, y no es
raro encontrar en rincones y aldeas de todo el mundo capillas y
ermitas dedicadas a este santo, que fue además nombrado por el
Papa Juan XXIII en el año 1960 patrono de los agricultores
españoles.
En Madrid, además, se custodia y venera la insigne reliquia del
sagrado cuerpo incorrupto de san Isidro Labrador, que se ha
conservado de forma ininterrumpida desde su muerte, y que, más
allá de los milagros de los que ha sido protagonista, es una muestra
más de la devoción que el pueblo de Madrid, con los reyes y
autoridades a la cabeza, han tributado a este gran santo.
Cuando los cristianos veneran las reliquias de los santos, lo hacen
apoyados en la certeza de la resurrección de la carne prometida por
el Señor: nuestros cuerpos están llamados a la gloria. En ocasiones
de especial relevancia para la vida de la ciudad de Madrid y de la
archidiócesis, se ha abierto la urna que contiene el cuerpo incorrupto
del santo, para que los fieles pudiesen venerar de cerca sus reliquias.
Uno de los actos centrales de este Año Jubilar será una solemne
exposición pública del sagrado cuerpo incorrupto, durante toda una
semana, hecho que no tiene lugar desde hace más de treinta años,
puesto que la última se produjo en el año 1985, con motivo del
centenario de la diócesis de Madrid.
Y, ¿qué tiene que decirnos hoy un pequeño trabajador que vivió y
murió hace más de nueve siglos?
En una sociedad tan necesitada de modelos de vida familiar, san
Isidro, junto con su esposa, santa María de la Cabeza, y su hijo, Illán,
se nos regalan como ejemplo concreto de familia que vive en el amor
mutuo. En una sociedad tan necesitada de estímulo y ejemplo para
los trabajadores, el santo labrador se nos regala como modelo de
trabajo confiado en la providencia de Dios Padre.
En una sociedad, en definitiva, hastiada de mentiras y vacía de
sentido, en san Isidro se cumplen aquellas palabras del Señor: «Te
doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido
estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente
sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor».
EL AUTOR

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