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CcCOMUNI CACION Historia de la radio y ta television Une asignarna pani dea democroia Convergencia y transmedialidad {a ein despuis dela TDT en Europa ‘eloeramerie (Ciudtadanta, teenologia y cultura [Nadas conceptual pare pena reve dice digital Televisiones autonémicas valucinyel del modelo pio de proximidad Comunicacton y desarrollo Prdcticscetivasy empoderaiento Foca! Estrategias de comunicaciOn en redes sociales Uuarog apne ycontmidar Laberintos narrativos Ena sobre lespsi inematogifco Adotescencia entre pantallas Ideas pve ene tema decomuniceln Rstructuras de la comunicacion ‘ya cultura Pottica arate radial La ficcion audiovisual en Espana elas sendonciasy snes roductivas Politicas de comunicacién y ciudadania ‘cultural iberoamericana Interpretar la comunicacién Exndio sobre medos en Amirley Expoha La tnvestigacton en comuntcacién ‘Méwodosy encase radial Lor detios del periodtemo Industries creativas Amenasaesobre incur digi (Cultura latina y revolucién digital Matrices pee pensaelespaco ‘Beroamericana de pasaniento Laiimagen Anis yepresoacton deta reldad Exwuqur Bustamante Lonenzo Vineuss (Coon) Francrsco Snes Canattno (Coone,) Juan Cantos Micuet, ‘Micunt Anos. Casabo (Coors) ‘Paaxcsco Sienna Canauena, © Mancsio A. Maret Hest (Coons) Mucus Ance NicoLs Opa, IM" Diu Maz Granoto Pérez (Coons) Me Axcuurs Manrines Garcia Javier CaLtss0, Ses0s Guniéane.(CooRDs) Rawén Zanwo Miguet Fancts I Douévsc, GraaAs Lioxea Azan (CoonDs.) Camvos Det Vat, Brascssco Javan ‘Monzno, Franeasco Sirens (Coons) ‘Mique De Mowacas SPA Lomenzo Vitcas (Coun) Ramon Rete Esmugun: Bustanare (Coon) ‘Cantos Dex Watts, Francisco Javier MORENO, _ERANcsco SIERRA CARALLERO Rouexro Aranict INDUSTRIA CULTURAL, INFORMACION Y CAPITALISMO César Bolafio gedisa usuarios atin eran, en su mayorfa, pioneros del desarrollo de la tecno- Jogia, trabajando en universidades y centros de investigacién, donde acabaron por construir toda aquella cultura de la red, influenciada Por la ideologia libertaria de los movimientos sociales de los afios se- senta, Si la masificacién de Internet y su comercializacién, especial- mente @ partir de mediados de los afios noventa, representé la vieto- ria del modelo empresarial, el éxito actual de Linux y el desafio que representa para Microsoft restauran las esperanzas de aquellos j6ve- nes pioneros, al mismo tiempo que se apunta a un tipo de estrisctura del sistema mas inclusivo, aunque no necesariamente contrario a su organizacién como economia de mereado sino, al contrario, regida por una especie de liberalismo anarquico antimonopolista y fuertemente comprometido con los llamados derechos civiles. Desde nuestro punto de vista, interesa hacer énfasis ein que los tres primeros puntos destacados, en particular, apuntan a la existen- cia de un modelo de desarrollo de las TIC alternativo, econémicamen- te viable y potencialmente inclusive, que podria reforzar la idea de la aplicacién a Internet del concepto de servicio publico, importado de los debates en torno a la organizacién de los sistemas de radio y tele- visién en Europa cn el pasado. La posibilidad de un modelo de finan- Giamiento capaz de garantizar la universalizacién del acceso segiin una perspectiva de servicio pablico es fundamental para una verda- dera democratizacién de las TIC, que hasta el momento, efectivamen- te, no ocurre, En ese sentido, la lucha por el software libre os impor- tante, siempre que no se pierda de vista que la prioridad es construir un sistema masivo (y atin més masivo que aquel surgido de la priva- tizacién de la red después de 1995), promotor de uns! inclusién digital entendida como parte y forma de la inclusién social en sentido mas amplio. Conclusién y perspectivas: comunicacién y capitalismo en el siglo x1 La idea de competencia, de disputa, est profundamente imbricada con la propia ideologia, propagada por la industria cultural, que esti- mula la ostentacién de sefiales exteriores de riqueza y el consumo individual diferenciado. La diferenciacién os la presuposicién necesa- ria para la homogeneidad forjada por la cultura de masas. Individua- lismo, el otro lado de la masificacién. Es en la relacién entre esos “opuestos (diferenciacién/homogeneidad, masa/individuo), bajo el pri- mado de la técnica y de la eficiencia en tanto ideclogias, donde se basa Ja industria cultural, una institucién destinada a servir, en primer lugar, como espacio general de la competencia para amplios sectores del capital monopolista, incluyendo bienes de consumo diferenciado, comercio, bancos e incluso empresas productoras de ciertos bienes de produccién e insumos, Incluso los monopolios estatales, asi como ciertas empresas para Jas cuales las estrategias de diferenciacién de producto no son im- portantes, necesitan la industria cultural como vehiculo para la pro- paganda institucional, para una estrategia de legitimacién social que, en diltimo andlisis, no deja de ser una estrategia competitiva de consolidacién y preservacidn de espacios frente a la competencia po- tencial y a las vicisitudes del juego politico. Y también la disputa que se da entre los diferentes grupos politicos por la conquista de los co- 335 razones y de las mentes de los ciudadanos pasa hoy fundamental- ‘mente por la televisién y, secundariamente, por las demas industrias culturales, La internacionalizacién creciente de la televisién, consecuencia de Ja propia internacionalizacién del capital, del desarrollo teenol6gico y de las earacteristicas del medio, la tranaforman en smedio dominan- te» y en espacio general de la competencia entre amplios sectores del ‘capital monopolista en el émbito mundial. Todo ese universo competi- tivo se articula a la rivalidad mds general entre las diferentes dreas geoecondmieas y geopoliticas del capitalismo, a la lucha mundial por el poder: La red de telecomunicaciones de los Estados nacionales exis- te para la consecucién de los negocios y de la politica externa, asi como para la comunicacién del propio Estado y de los grupas con ac- ceso a los medios con un ptiblico amplio, con diferentes caracterfsti- cas, en diferentes paises. Podemos hablar de dos tipos de determinacién en el desarrollo del sistema mundial de telecomunicaciones, aunque la separacién entre ellos s6lo sea posible como artificio de andlisis: uno, por el lado de la lucha por el poder politico y econémico en el dmbito mundial, y otro, por el de las relaciones ideolégicas entre las masas (receptoras) y los pode- res nacionales ¢ internacionales (emisores), F1 desarrollo de la televi- sign y,con ella, del eonjunto de la industria cultural, en diferentes pai- 503, ubsidiario on gran medida del desarrollode las telecomunicaciones, std relacionado con ol segundo tipo de detorminacién, aunque ol pri- ‘mero esté obviamente, en tiltima instancia, siempre presente, En verdad, a la teledifusién le es asignada bésicamente esa fun- ion: constituir un publico, una audiencia de masas, y arrastrarla ha- cia las exigencias de reproduceién econémieca e ideolégica del sisterna, La ideologia est siempre presente, tanto directamente, por medio de Ja accién ostensiva (aunque evidentements contradictoria) del Estado yy de los grupos que disputan la hegemonfa en el campo politico (pro- paganda), como indirectamente, por Ia diseminacién de un modo de vida adecuado a la sociedad de consumo de masas (publicidad). En. términos més generales, decimos que la industria cultural es parte de un sistema de comunicaciones que materialize, en las condiciones his t6ricas del capitalismo monopolista, las contradicciones de la infor- macién que discutimos en el inicio de este trabajo. 336 La industria cultural es la forma més avanzada, especificamente capitalista, de la produccién cultural, caracteristies del capitalismo monopolista, pero cuya plena constitucién s6lo se completa en la pos- guerra con la expansién do la televisién, sla nica verdadera indus- tria cultural, en los términos de Beaud, Plichy & Sauvage, que arran- ‘can, como veiamos, de Adorno, para quien la televisién representa un salto fundamental en relacién con el periodo anterior, por él mismo analizado de forma pionera, cuando la industrializacion de la cultura era atin algo limitado a las técnieas de reproduccién, difusién y distri- bucién de los productos culturales. Con la television y todo el sistema que ella encabeza, la propia creacién cultural pasa a ser sometida a ‘una ldgica capitalista semejante, pero no idéntiea, a la que preside la produceién de otras mercancias. No idéntica, digo, porque existen Ii- mites a la subsuncién del trabajo cultural, ligedos, como traté de de- jar claro, a la propia funcién de mediacién que la industria cultural, como cualquier institucién del orden simbélico, debe cumplix. ‘A ese limite interno a la relacién capital/trabajo en la industria cultural, se aitade otro, ligado a la existencia de otras formas cultura- les y otras instituciones sociales, que no s6lo disputan con ella la hege- ‘monia en el campo de la produecién de sentido, sino que impiden tam- bién una utilizacion meramente publicitaria o propagandistiea de los medios de comunicacién de masas, obligados a responder, de alguna forma, a necesidades sociales y psicolégicas del public consumidor, Ese fenémeno esta ligado tanto a las expectativas de los individuos con relacién a los productos que les son oftecidos por los diferentes medios, aciuando en competencia, como a la existencia de una esfera publica para la cual éstos cumplen, en el capitalism monopotista, un papel préximo al que cumplian los periddicos en relacién con Ia vieja esfe- ra piblica burguesa, Pero hay una diferencia crucial entre aquella esfera piblica y la ‘que s¢ organiza bajo el capitalism monopolista, en la cual el cardcter critico de Ja primera cede lugar, en una medida fundamental, a una accién eficiente, aunque contradictoria, de los mecanismos de la pu- blicidad y de la propaganda. Ast, las contradicciones de la informacién se manifiestan de forma distinta en esta fase de organizacién del sis- tema, poniendo en primer plano la cuestién del potencial manipula- dor de los medios, La parte principal del segundo capitulo de este trabajo tuvo por objetivo explicitar los cambios que ocurrieron en el sistema y que acabaron por generar la industria cultural. No nos in- teresaba atin discutir la enestién de los Iimites. El objetivo principal de los dos primeros capftulos fire deducir, en una estrategia teérica de tipo derivacionista, las funciones propaganda y publicidad de la in- dustria cultural, partiendo del nivel més abstracto del andlisis de la forma. Llegamos a definir, asi, esas funciones como ligadas, grosso ‘modo, a las determinaciones que le son impuestas por las logicas opuestas y complomentarias del capital y del Estado capitalista. ‘Solo en un segundo momento volvi al tema de los limites, tratando, de un lado, las earacteristicas de los procesos de trabajo y de valoriza- ign en la industria cultural y las barreras a la subsuncién real y, de otro, lo que Lamé funeién programa. El tema més amplio de la cultura y de la nueva esfera priblica no era el objetivo mayor del trabajo. Inte- resaha, basicamente, estudiar la industria cultural y su articulacién con el conjunto del modo de produccién capitalista. Desde una estrate- gia expositiva que deriv6 de la contradiecién entre la forma publicidad y Ta forma propaganda de la informacion, las dos funciones generales que la industria cultural vendria a cumplir bajo el capitalismo mono- polista, Hegamos, pasando por una revisién de Ja literatura marxista sobre el tema, 2 una discusié sobre las earacteristicas del trabajo cul- tural, lo que nos condujo, en los términos de una propuesta teérica al- ternativa, al tema de la funcisn programa y, por esa via, a la cuestién, finalmente, de los limites. La tltima parte del quinto capitulo, a su vez, rotoma el tema de las relaciones entre las funciones propaganda, pro- grama y publicidad, on un nivel bastante més bajo de abstraccién, con el objetivo do formular un cuadro de anéiisis aplicable al estudio de casos concretos de organizacién de los sistemas nacionales de comunt: cacién e industrias culturales especificas. Informacién confidencial, intercapitalista, de masas, mercancia informacién, informacién en el interior del proceso de trabajo, todo esta presente, ordenado segtin légicas y jerarquias adecuadas a las necesidades del Estado y del capital, en la estructura de los medios de comunicacién de masas. La informatizacién generalizada, el desarro- lo de las telecomunicaciones y la constitucién de la industria cultural son partes de un gran sistema de comunicaciones que se articula cre cientemente en el dmbito internacional. La industria cultural, forma 338, especifica de la produceion cultural bajo el capitalismo monopolist, es cada vez mas el elemento que artieula gran capital, Estado y ma- sas, Al lado de ella, informatica y telecomunicaciones ayadan a com- poner el cuadro global del sistema mundial de las comunicaciones, Pero entre esas tres partes, la industria cultural es justamente 1a menos internacionalizada, dependiente como es de las culturas y mo- dos de vida locales, o sea, de la exigencia de dar respuesta también las necesidades de reproduccién simbélica que parten no del Estado 0 del capital, sino del propio psiblico, o de cada pilico, de cada agrupa- miento social especifico, Comunicarse eon esa poblacién es necesidad basica del Estado y del capital monopolista. La lucha competitiva en- tre las grandes empresas multinacionales exige, para su funciona- riento, lo local como valor de referencia. ‘Midge afirma, a ese respecto, que en las comunicaciones la necesi- dad do respeto a las especificidades culturales de todo tipo restringe la posibilidad de realizar economias de escala y que, a posar del au- mento de la concentracién monopolista y de la transnacionalizacion de la produecién y del consumo en Ia mayoria de los ramos de Ia in- dustria cultural durante Ios anos setenta y ochonta, la produecion nacional permanece olevada y las estructuras de mereado son seme- Jantes, al menos en Francia, alas descritas por Flichy (1980), earaete- rizadas, como vetamos, por Is existencia de numerosas firmas peque- fias al lado de las grandes empresas oligopélicas dominantes. Para el autor, eso evidencia las diffcultades del gran capital en «desarrollar los métodos de la racionalidad industrial» (Midge, 1990, p. 172), lo que est relacionado con toda Ja discusién sobre las especificidades de la produccién cultural, ligadas en dltima instancia a la nevesidad de un tipo especial de trabajo, no totalmente reductible a trabajo abstracto, que la funcién de mediacién simbdlica exige. La importancia de esa mediacién, por otro lado, hace que la propia industria cultural se transforme en espacio especifico de la competen- cia entre determinados bloques de capital que en ella se instalan para cexplorar sus potencialidades en tanto negocio, Asf, en el interior de cada industria cultural, Jos diferentes capitales individuales busea- én estrategias do diferonciacién quo articulan las necosidades de segmentacién dol capital a los deseos de distineién del propio publico, definiondo los diferentes patrones teenoestéticos. 339 El periodo de crecimiento de la posguerra estavo mareado, entre otras cosas, por la expansién sin precedentes de la industria cultural, capitanoada por la llamada tolovision de masas, La dialéctica homo- gonoizacién/diversificacién se tradujo en ese periodo, y sobre todo a partir del avanco de 1a internacionalizacién y de la competencia inter- nacional en el sector en los afios setenta y ochenta, en una tendencia a la constitucién de algunos pocos patrones teenoestéticos mundiales, coexistiendo con otros tantos de importancia mas localizada, Ese mo- vimiento est4 de acuerdo, por un lado, con las transformaciones que se dan en el conjunto del sistema, evando a la globalizacién de la economia y a una disputa mas refiida en todas las Areas entre los grandes bloques de capital y de poder, y vale, por otro, para el conjun- to del sistema de las industrias culturales, incluida la televisiGn seg- mentada, una innovacién de los afios ochenta que se expainde en nivel slobal y sirve esencialmente a la internacionalizacién y eoncentracién de una parte importante de las industrias televisivas, sin reducir, no obstante, el papel de las empresas nacionales que en general dominan Ja television de masas, 340 Post scriptum Ahora bien, la crisis del pateén de desarrollo y del pacto social predomi nantes durante el periodo del Hamado sequilibrio del terror» se ha tra- ducido en alteraciones profundas del conjunto del sistema. Asi, la crisis del Welfare State y el avance del neoliberalismo, el colapso del socialis- ‘mo real y del modelo de industrializacién tardia de América Latina, el cuestionamiento de la hegemonfa econdmica de HE, UU. la formacién de bloques regionales proteccionistas, los Hamados nuevos movimien- tos sociales, derivados de una nueva estructura social y de una nueva conciencia polftica, manifestada mundialmente durante los atios sesen- ta, el desarrollo de nuevas y poderosas tecnologias, aplicadas en el nivel tanto del proceso productivo como del proceso social, todo apunta hacia una nueva estructura del sistema que exige un nuevo modo de regula- cin para garantizar un nuevo patrén de desarrollo. Desde el punto de vista de nuestro objeto, Ia cuestiGn que se plan- teaba, en esas condiciones, en el momento de Ia primera edicién bra- silefia de este libro, era sobre lo que ocurriria con la industria cultural ‘en un futuro préximo, tomando en eonsideracién que no es mas que una forma histérica de manifestacién de las contradicciones de la in- formacién, surgida del colapso de la esfera publica burguesa del capi- talismo de libre competencia. En aquel entonces, sefialé, en las con- clusiones, dos tendencias. El surgimiento de un nuevo tipo de televisidn (el amado audiovi- sual de tercera gencracién, segun los términos de Salaiin, 1987), que 341 apuntaba hacia una mayor segmentacién de los pablicos, de acuerdo con las nuevas estrategias de diferenciacién del capital de los sectores de bienos de consumo y los amados sistemas de produecién flexible, de un lado, y con el nuevo tipo de intervencién social, mas puntual, del Estado, que surge de la crisis del Welfare State. Ese nuevo tipo de te~ levision serfa, al lado de las redes de comunicacién, como Internet, la base de una nueva esfera piibliea, fragmentada y privatizada.* Sin embargo, es0 no debe llevarnos a imaginar el fin de la televi- sién de masas y del tipo de esfera publica a ella asociada. ¥ eso por varios motivos. Bn primer lugar, desde el punto de vista tecnolégico, porque el surgimiento de la televisién segmentada no se traduce en Ta sustitucién de una trayectoria tecnolégica por otra, sino en la ereacién de una nueva trayectoria, que convive (en competencia) con la ante- rior, de la misma forma gue ésta convive hasta hoy con el viejo cine que, a su ver, rejuvenece hoy en. un cierto sentido con base en el desa- rrollo de las nuevas tecnologias del audiovisual, reafirmando la hege- monia global de la produccién cultural norteamericana. Desde un punto de vista econdmico, en segundo lugar, eg0 quiere decir que una nueva industria estaba surgiendo, que mantendré relaciones de com- petencia y de complementariedad con las otras industrias del sector audiovisual. Finalmente, y aqui reside lo esencial del problema, es preciso considerar quo la segmentacién dobe ser vista, antes de todo, desde el punto de vista de la dialéctiea homogeneidad-diferenciacién gue caracteriza la industria cultural, so pona de que caigamos en el error opuesto al de los que no vetan en olla mas que masificacién. Si hay, de hecho, una tendencia a un avance de Ia diferenciacién, exigiendo mayor segmentaci6n de los puiblicos, por el gran capital mo- nopolista, y si el propio Estado busca una accién social mas dirigida a grupos especitiens, incorporando ademas el referencial publicitario en su relacién con las masas, eso no elimina la necesidad de una esfera publica nacional que garantice las condiciones de legitimacién del Es- tado posliberal. A menos que surja una nueva institucién capaz de jéase tambien Bolafo (1995, 1997). Bl andlisis dela televisidn segmenta- da, més especificamento, on le porspectiva de este libro, se encuentra on Bolatio (2004a). 342, garantizar esa necesidad esencial del sistema, no veo eémo superar la ‘television de masas en el capitalismo avanzado. A no ser que la propia televisién segmentada venga a cumplir esa condicién, con lo que esta- rd, a fin de cuentas, sometida a la misma légica de la television de masas actual. En verdad, ésta era la tendencia lizada, por ejemplo, al crecimiento del peso politico de la CNN en EB. UU. y en el mundo, ‘comprobado por In cobertura de la guerra del Golfo en 1991, En el cago de paises como Brasil, donde més de la mitad de la po- Dlacidn esta fuera del interés inmediato de la mayoria de los grandes anunciantes, la viabilizacién de una televisién segmentada capaz de alejar de la televisién de masas al publico de mayor poder adquisitivo, atrayendo asi el graeso de Ia inversion publicitaria, podria llevar in- ¢luso a una situacién de financiacién estatal para la television priva- da, para garantizar el funcionamiento de la esfera publica. Pero Bra- sil no es un buen ejemplo en ese sentido, pues la penetracién de la televisién de pago se mostré muy limitada frente a las previsiones de expansién de sus inicios. De todos modos, se puede decir, en general, que la totalidad del sistema de las industrias culturales, incluyendo las diferentes formas de television de masas y segmentada, se en- cuentra, al final del siglo xx, estabilizada de modo perfectamente com- prensible a partir del marco teérico aquf propuesto en los capitulos del uno al cinco. Lo que ocurrirfa a partir de los cambios iniciados en los afios, ‘ochenta seria no mas que un avance de la concentracién y centraliza- ién de las industrias culturales en nivel internacional, consecuencia principalmente de la implantacién de la television de pago y de la reforma de los sistemas nacionales de telecomunicaciones. Si esto se traduce en cambios de extrema importancia en lo que se refiere a los, procesos empfricos, con grandes impactos sobre las estructuras de mereado y de poder « nivel nacional e internacional, tedricamente no se alteran en esencia las tendencias anteriormente sefisladas que, por lo contrario, se confirman y radicalizan a lo largo de las tltimas décadas del pasado siglo, El movimiento posterior, sin embargo, de digitalizacién general del mundo, que adquirira gran impulso con la privatizacién de Inter- net a mediados de los afios noventa, exige retomar nuestro marco te6rico y ése ha sido el sentido de la incorporacién aqu‘ del eapftulo 343 sexto, en el cual traté de volver a recorrer todo el trayecto anterior- mente realizado, de arriba abajo, por los diferentes niveles de abstrac- cidn, hasta la construccién de los modelos analiticos para el estudio empirico de nuestro objeto, teniendo en cuenta la problemética de la convergencia y de la interactividad, que estén en la base de un cambio estructural de la esfera publica, determinado en iiltima instancia por la reestructuracién capitalista y lo que esto significa en términos de reproduecién social, demandando una critica radical de la economia politica de la informacién y del conocimiento, que estoy tratando de hacer en diferentes textos. Los impactos de esos movimientos sobre ol conjunto de Tas indus trias eulturales y de la comunicacién, que es lo que nos interesa, pro- moten ser muy profundos, poniendo en cuestién el propio paradigma de la comunicacion de masas prevaleciente en el eapitalismo monopo- lista del siglo xx. Toda una nueva cultura se esta constituyendo, con Internet y sus blogs, sitios do relacionamiento como orkut, videojuegos en red, messenger..., que amenaza hoy claramente la forma de organi- zacién de la industria fonogréfiea, por citar un caso conocido, pero principalmente, de forma mas fundamental, la totalidad de las for- mas de gasto del tiempo de ocio. Breve paréntesis sobre fragmentacién, Marx y Foucault Es toda una cultura capitalista nueva la que se esté constituyendo, adapteda a las nuevas necesidades del sistema —cuyas contradiccio- ines internas, sea dicho, se manifiostan de forma también nueva— radi- calizando los proeosos de individualizacién, fragmentacién y ruptura de los lazos sociales tradicionales, tendencia inherente al eapitalisao, conforme sefalara ya Marx en su anilisis de las Leyes de movimiento del sistema: una altamente organizada divisién téenica y social del trabajo [1 es uno de tos principios fundadores de Ia modernizaci6n capitalis- ta [1] particularmenie bajo Tas condiciones de cambio, donde los productores de mercaneias (protegidos por los derechos de propie- 344 dad privada) pueden explotar las posibilidades de especiatizacién enel interior de un sistema econémico abierto ...] Ex precisamen- te en ese contexto donde el individualismo posesivo y las iniciativas creativas, la innovacién y la especulacién pueden florecer, aunque eso también signifique la proliferacigon de la fragmentacién de ta- reas y responsabilidades y una necesaria transformacién de las re- laciones sociales hasta el punto de que los prodtuctores son forzados 4 ver a los otros en términos puramente instramentales. (Harvey, 1989, p. 103). Asi, «la idea de alteridad es producida y reproducida sobre una base continua en la sociedad capitalista» y la canarquia cn la divisién del trabajo es sustituida por ol despotismo» en el lugar de trabajo. Harvey concluye, citando el Manifiesto de Marx y Engels, que, «esa fragmentacion [...] es reforzada por la pérdida de control sobre los instramentos de produccién», proceso en el que «el trabajador indivi- dual se empobrece en eapacidades productivas individuales para con- formar el trabajador colectivo, y a través de él, el capital, rico on poder productive social» (ibfdem, p. 105). El proceso de «lestruccim creado- ra» y el imperativo de la innovaeién no hacen sino reforzar esa ten- dencia, destruyendo trabajos especializados, creando inestabilidad inseguridad, ‘Esta es la fuente de toda fragmentacién. Poulantzas (1978) tiene la capacidad de explicitar la cuestiGn, explicando emo la contradic- cién principal del capitalismo se instala en el interior del propio apa- rato de Estado, el elemento unificador y organizador de las diferentes fracciones de Ja clase dominante, constituyendo e! bloque en el poder bajo el mando de la fraccién hegeménica, en um proceso de luchas in- ternas que se eristalizan en la conquista de aparatos que representan més adecuadamente los intereses de una determinada fraccién, per- mitiendo también la representacién do detorminadas «demandas 60- 2. al. todos los modios para el desarrolio de le produecién se transforman ‘en medios de dominacién sobre y de explotacién de los productares; ellos ‘mutilan al trabajdor transforméndolo en un fragmento de hombre [..1» (Harvey, 1989, p. 106). 345 ciales», ya sea en funcién de los intereses estratégicos de fracciones del bloque en el poder, o por la propia incorporacién en el aparato de Estado de sectores subordinados, de alguna forma identificados con la Incha de las clases dominadas sf, la lucha de clases se inscribe en la propia materialidad insti- ‘tncional del Estado que queda, de esta forma, determinada no sélo en el nivel estructural sino también por esa lucha. Hay en esta perspec- tiva de Poulantzas una ruptura con su posicén estructuralista ante- rior, en favor de un interesante andlisis que relaciona determinantes estratégicos y estructurales, permitiendo aprehender de forma muy fina, la dindimica concreta de los diferentes Estados nacionales. Para el autor, la materialidad institucional del Estado esta ligada a la divi- sign social del trabajo entre trabajo manual ¢ intelectual, a la apro- piacién del conocimiento cientifico por parte del Estado debido a las necesidades de legitimacion de la dominacidn a través de una accién positiva, lo que incluye el desarrollo de «teenclogias de dominacin» Esa perspectiva incorpora explicitamente la contribucién de Foucault. Pero a partir de ahi Poulantzas sigue otro camino, efectuando lo que podriamos lamar una derivacién de Ia «osamenta institucional» del Estado a partir de las caracteristicas de! proceso productivo en el ¢a- pitalismo que Heva a la individualizacién y al funcionamiento del cuerpo social. [os trabajos, en un cuadro impuesto por las relaciones de produe- ign, son ejecutados independientemente unos de otros —trabajos pri- vados—, es decir, sin que los productores tengan que organizar previa- mente su cooperacién; es entonces cuando predomina la ley del valor. Evidentemente, esa estructura de las relaciones no crea directamente las formas —individualizacién—que recubren ese funcionamiento. In- duce un cuadro material referencial de las matrices espaciales y tem- porales que son los presupuestos de la divisién social capitalista del trabajo, primeramente en el proceso de produccién, en el ostadio que Mars llama mecanizacién y gran industria, Ese euadro material prime- 10 0s el molde de la atomizacién y del fraccionamiento sociales incorpo- rados en las pricticas del proceso de trabajo. Al mismo tiempo que pre- supuesto de Tas relaciones do produceién y encarnacién de la division del trabajo, ese cuadro consiste on la organizacién de un espacio-tiempo simultdneamente continuo, homogéneo y parcelado que es la base del 346 taylorismo... En suma, el individuo, més que creacidn de la ideologia politico-juridica engendrada por las relaciones mercantiles, aparece aqui como el punto de cristalizacién material, punto focalizado en el propio cuerpo humano, de una serie de practicas en la divisién social del trabajo (Poulantzas, 1978, pp.71 y s5.). Es en esa individualizacién donde se apuntala 1a materialidad institucional del Estado capitalista. Inseribe en su estructura 6sea la representacién de la unidad (Estado representativo nacional) y la or- ganizacién-regulacién (centralismo jerdrquico y burvcrético) de las fracciones constitutivas de la realidad que es el pueblo-nacién. Ahora, el Estado no es sélo notario de esa realidad econémico-social; es factor constitutivo de la organizacién de la divisién social del trabajo, produ- ciendo permanentemente fraccionamiento-individualizacién social Eso se hace también por procedimientos ideolgicos: el Estado consa~ gra e institucionaliza la individualizacion a través de la constitucién de ménadas econémico-sociales en individuos-personas-sujetos juridi- cos y politicos (ibidem, p.78). ‘Asi, da especializacién y centralizacién del Estado capitalista, su fancionamiento jerérquico-burocrético y sus instituciones electivas implican una atomizacién y parcelacién del cuerpo politico en eso que se designa “individuos”, personas juridico-politieas y sujetos de las libertades»(ibidem, p. 170). La insistencia de Poulantzas en su (timmi- da) contraposicién a la idea de la derivacién del Estado a partir de la cirealacién simple de Blanke, Jurgens y Kastondick (1974), explicita al final del primer fragmento, esta ligada a una ineomprenaién de la cuestidn ideologica, que el autor contintia entendiendo semrin la tradi- cién de la metsifora de base y superestructura, en su versién althusse- riana, también en este trabajo de 1978.° 8. En realidad, por mas que el autor pretenda lo contrario, el proceso descri- fo, trax negar la derivacién al nivel Ta economia mercantil, 1a refrenda Esto debido a que, como anoté en otra ocasién (Bolafo, 20084), el sentido de esa derivacién no es negar el cardctor matorial de la dominaeién osta- tal bunguesa, sino justamente mostrar que el Estado surge de la propia contradiccién do una sociedad basada esoncialmente on la explotacién, pero donde, aparentemente, las relaciones sociales son relaciones entre individuos iguales. Si el Estado tiene un papel ideolégieo (de mantener 347 Esto pese al tour de force de la incorporacién del concepto de Foucault de una sociedad constituida por una malla de micro-poderes, que no se reducen de forma alguna a la relacién de poder representa- da por el Estado, La solucién de Poulantzas (que Jessop [1985] prosi- ‘gue de una forma més sistematica) es bastante plausible, en la medi- da en que el propio Foucault piensa en la articulacién, a través de mecanismos generales y formas de dominacién global, de las tacticas, ¥ técnicas de poder localizadas. Poulantzas acepta el hecho de que la cucstién del Estado no agota la del poder, pero dofiende la idea de que aquél actda de alguna forma sobre ol conjunto de las instituciones que forman los micropoderes «a fin de asignarles una pertenencia de lase e insertarlas en la trama de los poderes de clase», de modo que «e] Estado no es un Estado tinico en sentido.de concentrar el poder fondamentado en las relaciones de clase, sino también en el sentido en que se propaga tendencialmente en todo poder, apoderdndose de los dispositivos de poder que entre tanto To suplantan eonstantemen- te» (Poulantzas, 1978, p. 50). Con eso, Poulantzas logra recuperar la idea de Foueault de que todo poder, a fin de cuentas, actiia sobre el cuerpo humano, traducién- dola, como en el parrafo anterior, en la accién del Estado en el sentido de la individuacién y de la fragmentacién del cuerpo social. Como el autor deja claro, se trata de agregar a su proposicién anterior sobre ‘un «efecto aislamiento» que actiia basicamente en el nivel de la ideo- logia, el lado material de la dominacién, Parece claro que el aniilisis de la mierofisica del poder de Foucault se sitiia basicamente en el nivel de aquello que Habermas llama Le- benswelt, definida, en términos opuestos a la constitueién ideal de ‘este Ultimo, como constituida por una red compleja de micropoderes, Jas apariencias»), eso no elimina su carécter represivo y mucho menos el caricter positive de la legitimacién, que no es otra cosa sino una de las faze del proceso de enmasearamiento del earscter clasista del Hstado. Ahora, si éste tiene algin papel en el proceso de individualizacién del trabajador, asf como en la mercantilizacién de Ins relaciones sociales, ‘como insiste Off, ego so vineula esencialmente a aquella funcién primera (Go fuerza enorcitiva extraeconsmica) que puede ser derivada en el nivel mis abstracto de anslisis de la forma, a los cuales el autor opone su idea de resistencias localizadas. Esta constatacién nos permite oponer a la perspectiva habermasiana la alternativa ofrecida por la apropincién marxista de Foucault, para definir, de un lado, por ejemplo, la forma como el sistema se apropia de los mecanismos de poder propios del mundo de la vida y los articu- Jaen una estrategia global de dominacién, realizando al mismo tiem- po aquello que Habermas llama «colonizacién del mundo de la vidae. Por otro lado, se puede pensar, en la medida en que el sistema articu- lay da una unidad (de forma siempre contradictoria) a esos micropo- deres, ya sea por el lado de una racionalizacién ereciente en los térmi- nos de Habermas, o desde la expansién de la logiea capitalista al conjunto de las relaciones sociales, en una estrategia global de resis- tencias localizadas que, en su pulverizacién, sélo sirven para dinami- zar las formas globales de dominacién. La problemétiea de la fragmentacién del sujeto no constituye, por tanto, ninguna particular novedad historica, como podria pretender ua cierto posmodernismo que recupera la contribucién de Foucault a partir de la tesis de la fragmentacién del sujeto, para desembocar en el nihilismo. En esa linea de raciocinio, Foucault aparece como el anti- Marx, y la tesis de la fragmentacién del sujeto, como la negacién del concepto marxista de sujeto, olvidando que la idea de fragmentacién forma parte de una tendencia inherente a la expansiGn capitalista, ‘expuosta con toda precision por Marx. La novedad reside en la forma particular en que el sistema unifica, ‘en su interior y en su provecho, y da coherencia al juego eastico de Ia fragmentacién. Vimos, con Poulantzas, eémo el Estado capitalista rea- liza esa funcién, completando, segtin mi interpretacidn de Blanke, Jtir- gens y Kastendiek y del debate alemsn sobre la derivacién del Estado Bolatio, 20032), la unidad por el mereado, que la ideologfa liberal bur- guesa, develada por Marx, reproduce. Ein los primeros capitulos de este libro intenté mostrar que la coherencia que se puede establecer entre el desarrollo del capital y del Estado capitalista, verificada tanto en el de- bate alemsin como en Poulantzas, también esta presente en la constitu- cidn de la industria cultural, forma espocificamente eapitalista de pro- duccién simbélica, caracteristica del capitalismo monopolista. Ast, la industria cultural y la cultura de masas del siglo xx reali- zan, al nivel de la producci6n simbélica, la labor unificadora que le 349 corresponde, en otro nivel, al Estado-nacién y al mereado, desestabili- zando, con eso, instituciones culturales més antiguas (lo que promue- ve, por cierto, reacciones importantes que no cabe analizar aqut, pero que ol lector podra fécilmente deducir de todo lo expuesto) y reforzan- do la tendencia a la fragmentacién, Ese proceso se radicaliza con el paso actual a un nuevo modo de reyulacién del sistema, que acarrea el desarrollo de nuevas formas de organizacion de la produccién de bie- nes culturales y comunicacionales, coherentes con las nuevas necesida- des de la acumulacién de capital y de reproducciéa ideol6gica del capi- talismo; En esas condiciones, han aparccido nuevos objetos técnicos, que garantizan una nueva transformacién estructural de la esfera pti- blica, reforzando la fragmentacién ¥ la reunificacién por el mercado. Internet, estudiada en el capitulo 6, es un buen ejemplo ya bas- tante conocido. Interesa ahora hacer algunas consideraciones sobre cl mis reciente (tal vez no el iltimo) desarrollo téenico en ese sentido: la television digital terrestre. No entraré, por cierto, en detalles sobre la TDT (véase para ello, Bolafio y Brittos, 2007). Sélo recupero aqui la ‘dea de plataforma digital, en coherencia con ol desarrollo teérico an- terior y los cuadros de andlisis presentados anteriormente, presu- uestos en los esquemas siguientes. Plataforma digital, microfi y mundo de Ia vida ica del poder El primer esquema que sigue representa gréficamente la plataforma digital como un espacio apropiado tanto para los negocios (ineluyendo todas las industrias culturales digitalizadas y los diferentes sectores ‘econmicos interesados en la comunicacién interactiva con los‘clien- tes, para servicios como home banking y otros) como para la inclusién. digital, la educacién y todo tipo de servicio pablico posible de ser ofre- cido a distancia. Conviven, por tanto, en el modelo, légicas mereanti- Jes, publicitarias, estatales capitalistas y de democratizacién efectiva de la comunicacién, a través de la creacién de un instramento conere- to de universalizacién del acceso a la esfera puibliea, lo que va mucho més alld de cuestiones de orden técnico 0 s6lo de ereacién de un midle- ware y softwares para la televisién digital terrestre (TDT), remitiendo a la contradiccién general de intereses del Estado (capitalista colecti- vo ideal) y de los capitales individuales en competencia, el primero preocupado por el publico total, y los segundos interesados en un sis- tema eficiente de discriminacién por precios. Fsqnema 6. Plataforma digital de comunieacién tecnolégi Immernet Vo a Pik eee ‘(Gc deco) Pease acne {prone dein) Paneer me do SS El razonamiento vale tanto para esa plataforma digital asf repro- sentada como para Internet (que se presenta también como platafor- ma técnica para diferentes utilidades), pero lo mismo podria ser dicho del sistema de los medios y las comunicaciones en su conjunto, con las debidas adaptaciones, Se trata siempre de un espacio de cambios sim- bolicos entre diferentes actores (actividades y colectivos) conectados, caracterizndose por formas de exclusion y asimetrias, perfectamente cexplicables en los marcos del euadro teérico propuesto en este libro, que engloba la explicacién de las determinaciones estructurales del conjunto de los modos de regulacién sectoriales del macrosector de las comunicaciones. Ast, cada uno de los sectores indicados en el esque- ma, «tie se valdrfan en principio de la plataforma digital, expresa mo- dos de consumo, modos de vida y légicas sociales que detorminan los patrones de financiamiento de las diferentes industrias do informa- ion, de la comunicacién y de la cultura encontrados en la literatura, Blesquoma es extremadamente simple, por no decir despoblado, pero condensa todo el cuadro analitico bastante mas complejo pre- saa sentado antes y complementado por el andlisis de las caracterfsticas estructurales de los diferentes modelos de televisién segmentada (Bolatio, 2004a): trayectorias tecnolégicas, ciclos de productos, enca- denamientos productivos, modos de regulacién sectoriales. Lo que interesa considerar en esta conclusién es un aspecto fundamental del tema de los intercambios simbélicos que sobrepasa su economia politica: el del presupuesto antropoldgico del intereambio, de la co- ‘municacién que eonstituye comunidad. La economia politica explica perfectamente la logica de esa articulacion y sus jerarquias, pero necesita el apoyo de la antropologia o de la sociologia para entender los movimientos microsociales @ través de los cuales las tendencias generales y necesarias del sistema se imponen eomo leyes que se ‘manifiestan en la coneieneia de loé agentes sociales induciéndolos a actuar, Aqui se impone el tema del sujeto, de la subsuneién y de sus Iimi- tes, pero basta decir que la interaccién de los grupos e individuos hace que la routtiplicidad de los iecnolégicamente mediados active continuamente las légicas sociales citadas en el esquema y otras que eventualmente existan 0 vayan a existir. En el caso de la television digital hoy, por ejemplo, todas esas dgicas existen como posibilidades, a la espera de que un modelo eco- némico se imponga. La solucién final ser definida por el juego de las fuerzas econémicas y politicas que infiuencian la regulacién del siste- ‘ma, Mas lo que interesa resaltar es la articulacién de los intereambios simbélicos que se realizan a través de la mediacién de aquella plata- forma con la mierofisica dol podor que eonstituyo ol mundo de la vida, El segundo esquema muestra cémo la plataforma digital se inser- ta en aquella Lebenswelt foucaultiana que hemos definido, en el inte- rior de Ja eval operan los mecanismos de la mierofisiea del poder (re- presentado por las flechas disefiadas en la parte inferior de la figura), que se articula, a la vez, con la estructura del Estado eapitalista. La concepeién general del modelo es la misma del capitulo 5, presentan- do Ia plataforma, como las industrias culturales, una funcién de me- diacién entre capital y Estado (el sistema de Habermas), de un lado, y el mundo de la vida, de otro, explicitando ademés la contradiec intereses (publicidad-propaganda) de las dos instancias sistémi relacién al ptblico que constituye la Lebenswelt. Los tridngulos de la rentes actos de intercambio simbélico 352 parte superior representan los capitales en las diferentes industrias culturales, de la informacién y la comunicacién, de los sectores repre~ sentados en el primer esquema y otros que por ventura no hayan sido relacionados.‘ ‘equema 7. Plataforma digital, miero-fisica del poder y mundo de la vida. cents Cada aeto de comunicacién on ol interior de oso espacio activa una dindmica dialégica que sustenta, en la repeticién infinita de aquellos, actos a lo largo del tiempo, determinadas logicas sociales estructura- das sobre una mierofisiea del poder que, en el nivel microsocial, se expresa en un vector resultante, que se explica, eomo en los fragmen- tos eitados de Poulantzas, a través del eoncepto gramsciano de hege- monia. Una determinada estructura hegeménica se establece en un 4, Todos los sectores ligados a la industrializacién de la formacién, como loa ‘estudiados en Megiin (1998) podrian, por ejemplo, estar representados, si fuese o90 el interés del texto. 353 determinado momento como materializacién, bajo condiciones histé- ricas dadas, de las leyes generales inmanentes del modo de produc- cidn capitalista, A esto se llama modo de regulacién (Bolafio, 20036). ‘La historia det capitalismo puede ser pensada como el desdoblamien- to de una dindmica regulacién-crisis-regulacién en que se amplia pro- gresivamente el alcance de la forma mercaneia, de la produccién eapi- talista y, consecuentemente, de las contradicciones quelesoninherentes. ‘La comunicacién acomparia esa trayectoria desde el principio. La industria cultural en especial, desde por lo menos el inicio del siglo x%, desarrolla toda una comunicacién (de masas), de enorme relevan- cia social, Las flectias que representan las formas publicidad y propa- ganda de la comunieaciGn, respeetivamente, del capital y del Estado con las masas, pasando por la mediacién de las diferentes industrias culturales, asf como las que representan el intereambio de contenido por atencién, establecida entre estas iltimas y el pubblico, base para la creacién de la mereancfa audiencia que seré vendida a las dos instan- cias sistémicas, est4n bésicamente ligadas a esa forma masiva de co- municacién y las determinaciones que ellas expresan fueron explica- das antes. No estén representadas, sélo por economia de espacio, las dos I6zicas sociales relacionadas en el primer esquema, centradas en alguna forma de exclusién por los precios (venta directa al paiblico, tarifacién), en particular las diferentes formas de televisién segmen- tada, discutidas en otro contexte (Bolatio, 2004a). La novedad del segundo esquema son las flechas quebradas deno- minadas «intercambio simbélicor representando el hecho de que bue- na parte de la comunicacién interna al mundo de la vida es también mediada teenolégicamente, en este caso, por la plataforma digital. En ste sentido, la digitalizacién constituye un nuovo paradigma comuni- cacional, pero no garante, por sf solo, de una especial interactividad (va presente de diversas formas en otros medios como la telefonia vocal 0 Internet) ni, mucho menos, Ia democratizacién de la esfera publica estructurada por los medios y mecanismos de comunicacién, Al contrario, todas las asimetrias y relaciones de poder y dominacién, inclusive aquellas internas a la propia Lebenswelt, se reproducen y amplian en Ia plataforma digital. Fn todo caso, no eabe reproducir en la parte superior del esquema, las flechas que representan la microfi- ssica del poder disefiadas en la parte inferior, pues todo el espacio vir- 354 tual, en este caso, no pasa de un medio téenico que permite y facilita Ja comunicacién interna al mundo de la vida 0 aquella que se estable- co entre esta tittima y ol sistema (capital y Estado). Las industrias culturales agrogan permanentemente contenido al sistema, pero ollas mismas forman parte de la dinsmiea de las fuer- zas sociales en que toda la comunicacién y todas las contradicciones sedan. La ilusién fetichista de un mundo virtual auténomo, separado del mundo real al que influencia, para bien o para mal, dependiendo de las preferencias personales de los idedlogos de planta, o incluso al ue suplanta o sustituye, como en las versiones mis delirantes de lo poshumano, son muchas veces alimentadas por una cierta interpreta- cidn de Foucault, autor que, al contrario, puede proveer justamente, como debe haber quedado claro hasta aqui, elementos importantes de critica a esas concepciones enmascaradoras, as{ como a la visién ha- bermasiana de accién comunicativa libre de coaccién, perfeccionando, asi, los instramentos de la erftica de la economfa politica. Una de las definiciones foucaultianas, vimos, dice que todo poder se ejerce, en wltima instancia, sobre el cuerpo de los individuos. Esto se traduce, en las condiciones actuales del capitalismo, en una intelec- ‘tualizacin general de la sociedad, ligada al hecho de referirse el pro- ceso de explotacién capitalista mucho mas a las energias mentales que a las fisicas del trabajador (Bolaiio, 1995, 2002), lo quo no ropre- senta necesariamente un bien, ligéndose, esto si, a la constitucion, fi- nalmente, de lo que Marx llamé «intelecto general», lo que coincide, histéricamente, con el paso de una sociedad disciplinar a una socie- dad de control, en la perspectiva de Foucault. La plataforma digital o, mas ampliamente, Io virtual forma parte de la reestructuracién capitalista y de Ia intelectualizacién general del mundo, que viene exigiendo la constitucién de ese tipo de mecanis- mo de comunieacién que trae incorporadas las contradicciones inma- nentes del sistema y, por tanto, la perspectiva de superacién de la dominacién del capital, al sefialar los limites de la forma mercaneia (Bolafio y Herscovici, 2005), relacionados con una extensa socializa- cién de la produceién, que depende cada vez més de esferas de comu- nicacién productiva (Bolafo, 2003a; Bolafio y Mattos, 2004) articula- das a nivel internacional por las tecnologias de la informacion y la ‘comunicacién y las redes teleméticas, 355

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